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Language:
Español
Stats:
Published:
2020-05-30
Updated:
2020-09-27
Words:
11,556
Chapters:
6/?
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24
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95
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2,179

Leído en Agua, Firmado en Sangre

Chapter 2: Dolor de Víbora

Summary:

Harry vivirá, trabajará y prosperará. Está en su sangre, se decía. Él es un verdadero Slytherin.

̶(̶̶A̶̶p̶̶l̶̶a̶̶s̶̶t̶̶a̶ ̶a̶ ̶t̶̶u̶̶s̶ ̶e̶̶n̶̶e̶̶m̶̶i̶̶g̶̶o̶̶s̶̶,̶ ̶c̶̶r̶̶e̶̶a̶ ̶r̶̶e̶̶l̶̶a̶̶c̶̶i̶̶o̶̶n̶̶e̶̶s̶ ̶y̶ ̶a̶̶l̶̶i̶̶a̶̶n̶̶z̶̶a̶̶s̶̶,̶ ̶p̶̶r̶̶o̶̶m̶̶u̶̶l̶̶g̶̶a̶ ̶l̶̶o̶ ̶p̶̶u̶̶r̶̶o̶̶,̶ ̶l̶̶u̶̶e̶̶g̶̶o̶ ̶q̶̶u̶̶e̶̶m̶̶a̶̶l̶̶o̶ ̶y̶ ̶c̶̶o̶̶n̶̶s̶̶t̶̶r̶̶u̶̶y̶̶e̶ ̶s̶̶o̶̶b̶̶r̶̶e̶ ̶s̶̶u̶̶s̶ ̶c̶̶e̶̶n̶̶i̶̶z̶̶a̶̶s̶̶)̶

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Se sumió en un sueño sin sueños, vacío, calmado. No podía sentirse particularmente preocupado por lo que pasaba en el mundo fuera de su mente , incluso si sabía que debía estarlo. La inconsciencia aún lo envolvía como a un hijo, era una manta fría e imperturbable.

Sufrió un lento despertar, pasando de ver la infinita blancura de su mente a ver el blanco familiar de las sábanas y el techo del ala médica, junto a la incierta y pálida luz del sol, filtrándose desde una ventana.

Notó, también, las voces apagadas que nacían desde el otro lado de las cortinas; familiares, bajas y desconcertantes. Sintió que una de ellas estaba, por lo menos, alzando la voz, sino gritando. Aún así, era un incapaz de discernir palabras.

“Estoy despierto” dijo en tono renuente, pero firme. De inmediato, cada sonido se disolvió en murmullos atenuados, hasta que finalmente todos cesaron.

Después de parpadear un par de veces, Harry se incorporó en la cama, preparado para la larguísima conversación que, estaba seguro, arrancaría en breve. Nada más ver como las cortinas se abrían, supo que tenía razón.

El Director de Hogwarts, Albus “Muchos Nombres” Dumbledore, entró, escoltado por una especie de oscuro desastre natural que, al segundo, Harry identificó como el profesor de pociones residente, Severus Snape.

El joven dejó escapar el suspiro que se le había atorado en la garganta, sabiendo que esta charla tendría que ocurrir en uno u otro momento. Aún así, había esperado tener al menos unas cuantas horas para organizar sus pensamientos, antes de enfrentar al director y, se obligó a no tragar duro ante el siguiente pensamiento, a su nuevo Jefe de Casa.

“Potter” Snape prácticamente gruñó, contemplándolo como si él tuviera la culpa de que los polos se derritieran.

En ese instante, Harry decidió que estaba condenado y que nada de lo que pudiera decir o hacer lo salvaría de la furia mal orientada del profesor, por lo que decidió resistirse de abrir la boca. Una de las lecciones más importantes que aprendió de su tío fue que, a veces, uno es en todos los sentidos incapaz de mejorar una mala situación, pero siempre, siempre, tendrá el poder de empeorarla.

“¿Cómo y por qué estás en mi Casa?”.

Harry mantuvo su expresión en una cuidadosa neutralidad. Se obligó a mantener las piernas sobre el colchón, aunque todo lo que deseaba era saltar y arrinconarse contra la cabecera de la cama, todo con tal de alejarse del horrible Murciélago de las Mazmorras.

Dumbledore, viendo que la situación se les estaba volando de las manos, decidió intervenir antes de tener que parar un confrontación más… seria.

En cierta forma, se sorprendió de que Severus perdiese el control de esa forma, ¡frente a un alumno, no menos! Aunque sabía que el rencor que sentía por James Potter aún estaba vivo, ardiente, en sus entrañas. En algún momento, tuvo la esperanza de que el hombre no sostuviera todo ese odio sobre el pequeño Harry, un niño inocente que nada tuvo que ver en la rivalidad que Severus y James mantenían. Pero bueno, no hubo suerte.

“Harry, mi muchacho, en primera instancia, me disculpo por la falta de tacto con la que el Profesor Snape está manejando tu situación” Severus le lanzó una mirada que sería capaz de matar a un basilisco. “Pero, lamentablemente, tengo las mismas preguntas que él. ¿Podrías, por favor, contarnos a detalle lo que sucedió en la Cámara?”

“¿No se los dijo Ron, Profesor?

Albus se sorprendió un poco por la pregunta que, en perspectiva, se podría considerar insensible. Ronald había sido un lío sollozante desde que pasaron los efectos de la poción que le suministró la sanadora. Al menos ya no estaba en un ininterrumpido ataque de histeria, que era el estado en el que llegó al ala médica la noche anterior, lo que no significaba que estuviera listo para ser interrogado. Albus no se convirtió en Director sólo para ignorar las necesidades y urgencias de sus alumnos, como lo había hecho su sucesor, el Director Dippet (1), y no estaba dispuesto a permitir que un niño de doce años que acababa de perder a su hermana (además de sufrir un trauma importante, lo único que explicaría su estado mental tan desastroso), fuera atosigado con preguntas sobre su muerte.

Sabía, por lógica, que Harry tampoco merecía ser sometido a tal tratamiento, pero en este momento no tenía muchas opciones. El chico parecía estar aún en el proceso de asimilar el fallecimiento de Ginevra, por lo que ahora podía estar bien, alegre, calmado, pero cuando toda la información se hundiera en su mente, los más probable es que tuviera un colapso igual o peor que el de Ronald. Eran muchachos demasiado jóvenes con un inmenso peso sobre sus hombros, con las tragedias acechándolos a cada paso que daban.

Con todo eso, sólo quiso retirarse, dejar a Harry descansar y simplemente olvidarse del informe que tenía que rellenar para el Departamento de Aurores, pero no era como si hubieran alternativas, no sin correr el riesgo de que a Cornelius “Minusválido Mental” Fudge se le ocurriera que “el Ministerio debería ser visto haciendo algo” otra vez y decidiera que era una buena idea empezar a meter sus narices en su escuela.

“El Señor Weasley aún está demasiado inestable por lo ocurrido, mi muchacho. Me temo que eres actualmente nuestra única fuente de información”. Explicó, intentando ser lo más directo posible, podía ver que Harry no quisiera que el director entrara en sus habituales divagaciones.

“Bien”.

Dumbledore le pidió una historia, nunca dijo que tenía que ser la verdad.

Y él les contó. Se aseguró de enmarcar una expresión de odio ante la mención de Riddle, se enorgulleció de su propia cara aterrorizada cuando llegó a la parte del basilisco; su lengua se trabo y las lágrimas llovieron sobre sus mejillas cuando describió la forma en la que el malvado recuerdo de Voldemort le ordenó al basilisco el acabar con la vida de la niña, el como terminó suicidándose por su propia estupidez y arrogancia.

En el momento en el que miró a los ojos del director, supo que el viejo había comprado su actuación. Hasta Snape parecía apaciguado y, para el completo regocijo de Harry, se veía un poco demasiado pálido.

Lágrimas fingidas, fingidas, lágrimas de cocodrilo. Dolor fingido, dolor de serpiente.

Falso.

Fingido.

Falso.

Falso.

Si no podía parar de llorar incluso después de que sus visitantes se hubieran marchado, bueno, su actuación era más realista de esa manera ¿Verdad?


Harry arrastró los zapatos por el frío suelo de las Mazmorras, cargando con su andar un aura de gran miseria. Pesadas ojeras se formaron debajo de sus ojos, negras, una oscuridad notoria en un rostro pálido y demacrado, como si largos meses de desnutrición le estuviesen cobrando factura. La mayoría consideraría imposible que, a falta de unos pocos días de cuidado, una persona pudiese parecer como si hubiera pasado por una larga estadía en Azkaban.

Pero él siempre fue así. Incluso cuando era sólo un niño pequeño, nunca podía escapar del aspecto lamentable que adquiría su cuerpo bajo situaciones de descuido y estrés. Fue una de las razones por las que los Dursley nunca le negaron la comida, ni siquiera cuando tenía que pasar largas temporadas en su armario. Siempre podría contar con que se iría a dormir con el estomago lleno y la garganta fresca, porque si bien la delgadez excesiva y las prendas enormes se podían explicar con excusas fáciles, las mejillas chupadas, la mirada cadáverica y la piel pegada a los huesos, por otra parte, eran mucho más difíciles.

Petunia siempre se quejó de aquello, casi tanto como se quejaba de su hermana drogadicta y borracha. Por la frecuencia con la que ambos temas se mezclaban, pudo asumir que su madre sufría del mismo problema.

“Recuerde, Sr. Potter” le dijo su nuevo Jefe de Casa, trayéndolo de regreso a la realidad. “No se tolerará la intimidación a otros estudiantes”.

Él sólo se encogió en su lugar. Por alguna razón, Snape tenía la idea de que Harry era alguna especie de matón desalmado; no creía que le hubiera dado ninguna razón para sospecharlo, aunque, siendo Snape, seguro pensaba que todos los Gryffindors eran bestias salvajes y violentas, esperando la más mínima oportunidad para clavar sus colmillos en los inocentes e indefensos Slytherins. De todos modos, como estaba bien implícito, el trato no iba en ambos sentidos; si el niño era intimidado, especialmente si era por Malfoy, Crabbe y Goyle, el Profesor no haría nada. Oh, bueno, quizás hasta le daría puntos a Slytherin por poner al mocoso Potter en su lugar.

Pero aún así, no podía encontrar la voluntad para preocuparse en exceso. Lo que hicieran, lo soportaría, como lo había hecho toda su vida.

Después de todo, en vacaciones de verano, nunca hubo nadie para verlo desintegrarse.

Cuando arribaron a la entrada de la sala común de Slytherin, que estaba escondida en un muro de piedra. Harry escuchó al Profesor susurrar la contraseña: “sangre pura”, como si no quisiese que su alumno la escuchara y la puerta abrió de la misma manera que cuando Ron y Hermione estaban aquí, acompañándolo.

Desterró los pensamientos intrusivos al lugar más profundo de su mente. No los necesitaba; iba a sobrevivir con o sin ellos.

Avanzó detrás del Profesor Snape, como si lo hubiera hecho mil veces antes, elevando la barbilla y sacando el pecho, exhibiendo todo el orgullo y dignidad que no sentía en ese momento.

Ahora toda la sala común lo estaba mirando.

“El Sombrero Seleccionador cayó sobre mi cabeza por segunda vez el día de ayer” explicó, mientras hacía una pequeña reverencia. “Estoy agradecido de haber terminado en Slytherin por sobre cualquier otra Casa, incluida mi Casa original, Gryffindor. Seré su compañero de Casa por los siguientes cinco años y para cuando me gradué, ya nadie recordará que alguna vez utilicé rojo y dorado; me aseguraré de ello”.

Ahora, prácticamente todos lo miraban como si le hubiera crecido una segunda cabeza, una tercera y una cuarta. Cualquier persona en aquella desafortunada situación de seguro habría sentido una lenta sofocación, un peso invisible e intangible, pero presente.

A no ser que dicha persona fuera Harry Potter, capacitado desde los once años en el fino arte de “fingir que el resto del mundo no existe”. Así que, de la forma más casual posible, procedió a ignorar a todos, sólo deteniéndose para dar un pequeño asentimiento educado a los Slytherins de su año, (incluyendo a Malfoy, a quien la etiqueta de sangre pura le había fallado una vez más; Harry estaba seguro de que “tener la mandíbula por los suelos” no era una postura adecuada para el heredero de uno de los Sagrados Veintiocho) y, con la cabeza en alto, se encaminó hacia el dormitorio de niños de segundo año.

Quizás, pensó, si tenía oportunidades de prosperar en el nido las serpientes



Notes:

En mi vida, literalmente nunca he encontrado una historia más o menos decente que tenga a Harry o a Lily descendiendo de la familia Gaunt (y que eso importe), siempre que están emparentados con Slytherin es por alguna rama perdida que se convirtió en una sucesión de Squibs o alguna tontería del estilo (no digo que no sea posible, sólo digo que me parece sumamente forzado). Osea, tienes a la familia Gaunt allí disponible para hacer que Harry esté emparentado con Salazar Slytherin (y el plus de que también estaría emparentado con Voldemort) ¿Y qué haces? ¡La dejas como una familia maldita, loca (que no digo que no lo estén) descendientes de algún hijo bastardo de Salazar!

Sólo he encontrado dos historias (que recuerde) bien escritas donde Harry es, de cierta forma, un Gaunt. La primera es The Rise Of The Wizards, disponible en Fanfiction (está en inglés) y The Venom Peddler, disponible en esta misma página (también en inglés). E incluso en ellas está el recurso del Squib perdido (en la primera Lily desciende de una larga linea de Squibs, desde un tipo llamado Morag Gaunt o algo así. Mientras que en la segunda Harry tiene una bisabuela o tatarabuela Squib que era una Gaunt [aunque este nunca fue mi favorito; siento que trata a la Lengua Parsel como un don muy trivial, que prácticamente en casi cada parte del mundo existen personas que hablan Parsel. A mi me gusta pensar que es un regalo único de la linea Slytherin]).

De todos modos, si han leído las etiquetas se habrán dado cuenta de que Lily es, de hecho, una Sangre Pura en esta historia. Una joven que aunque no reconocida por el Mundo Mágico, si nació en el seno de la familia Gaunt. Profundizaré en como esto afecta a su hijo, como la sangre contaminada de un linaje maldito condena a sus miembros, y como esa misma locura marcó la vida y la muerte de la última de las hijas de Salazar Slytherin.

(1) Armando Dippet no fue tan mal Director, de hecho, fue decente. Es sólo que Albus tiene una muy mala imagen de él después de que expulsara a un alumno sólo por la palabra de otro (quien, por cierto, era un hablante de Parsel conocido. Me rehúso a pensar que Dippet no supiera ese detalle).