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El sol abrasador del verano lo tenía sudando la gota gorda, Izuku pudo sentir el ardor en sus piernas, en sus músculos, ese tirón que en algún momento había olvidado, la adrenalina fluía por sus venas mientras corría detrás de aquel villano.
Extendió su brazo y los cables que imitaban su látigo negro salieron disparados aprensando al causante de tal desastre.
Izuku respiró con dificultad cuando logró atrapar al villano, el hombre terminó boca abajo en el suelo mientras él lo sostenía con una rodilla sobre su omoplato y esposó sus manos detrás de la espalda. El héroe lo levantó y lo llevó hacia la policía la cual ya rodeaba el lugar.
Él saludó a algunos civiles que estaban detrás de la barricada que la policía había puesto para asegurar el lugar. El villano forcejeaba lanzando maldiciones, pero Izuku no tenía cabeza para lidiar con él más de lo que ya lo había hecho. Solo había comido un ramen instantáneo esa mañana junto a una bebida energizante y había corrido a su patrulla de fin de semana.
Toda la semana anterior se había estado desvelando calificando exámenes y recibiendo llamadas de Ochako a altas horas de la madrugada porque otra vez había soñado con Himiko además de sus propias pesadillas con Kacchan sin vida, Kacchan…
Hacía más de cinco meses que no veía a Kacchan más que cuando se encontraban en alguna patrulla o cuando le tocaba trabajar en conjunto con la agencia de Ochako donde él trabajaba, después de todo ambos habían llegado al acuerdo de que su relación se vería más real si trabajaban juntos
Cuando el héroe pecoso se acercó a los policías su expresión demostraba un cansancio absoluto a pesar de la sonrisa que plasmaba sus labios.
— Buen trabajo, heroe Deku. Nosotros nos encargamos ahora.
Izuku apenas respondió, sus extremidades pesaban con el cansancio físico y mental, su cabeza estaba atormentada por la repentina ausencia de Kacchan en su vida.
Deku se despidió de los policías antes de regresar hacia su ruta, la que se le había asignado hoy en su turno en la agencia de su novia. Sus labios hicieron una mueca ante el pensamiento, diez meses y aún era raro decir que Ochako era su novia. Ahora mismo Izuku solo anhelaba otro enfrentamiento, una persecución, lo que sea con tal de no caer en la madriguera de conejo que era su mente ahora mismo.
No entiende de dónde venía este sentimiento amargo que se posaba en su corazón. Tiene todo lo que alguna vez soñó, claro con algunas modificaciones, después de todo no tenía el OFA, pero había logrado ser un héroe, era maestro a tiempo parcial en la mejor escuela para héroes de japón, tenía amigos increíbles y además tenía novia ¡Novia! (A pesar de lo raro que aún era ese pensamiento) y no era nada menos que una de las mejores heroínas del país y su primera amiga.
¿Entonces por qué este sentimiento estrujaba su corazón? ¿Por qué no se sentía dichoso? ¡Hasta tenía un traje! Uno que sus amigos y Kacchan… Oh, Kacchan, el simple hecho de pensar en aquel rubio le causaba un sabor amargo en su boca.
Izuku se distrajo por un momento al ver un par de niños de preescolar pasar corriendo a su lado, eran un niño de cabello negro y otro rubio, iban de la mano y cada uno tenía figuras de héroes, una era de Kacchan.
Un recuerdo llenó la mente del pecoso, él los recuerda a sí, a Kacchan y un pequeño Izuku corriendo por las calles, tomados de la mano con sus figuras de All Might en la mano. Aquel pensamiento solo aumenta el sabor amargo en su boca.
Han pasado un año desde aquella vez que toda la clase se reunió para festejar el ascenso en las filas de Todoroki, un año desde que rechazó la invitación de Kacchan de trabajar en su empresa y diez meses desde que empezó a estar con Uraraka.
Izuku hizo una mueca y apretó un pequeño botón en su traje para activar flotar y en cuestión de segundos estaba surcando los cielos, utilizó un poco de su disparo comprimido para ir un poco más rápido hasta que terminó encima de un tejado.
El pecoso suspiró y miró al cielo ¿Por qué Kacchan ya no me habla? Aquella pregunta había estado rondando su cabeza desde hace semanas sino es que meses.
¿Qué hice? ¿Qué hice mal esta vez? ¿Kacchan ya no me quiere? ¿Ya no soy su amigo? Yo… ¿Es por qué rechacé su invitación a unirme a su agencia? No, no, Kacchan me lo hubiera dicho, además, él solo quería que fuera su compinche, nada más, no… no el dúo que habíamos deseado de niños.
Izuku miró al cielo y los colores naranjas, violetas y rojos pintaron su visión. El sol comenzaba a ocultarse y con él un nuevo día, otro día más preso de esta rutina miserable en la que se había estancado su vida.
Los últimos ocho años habían mantenido un contacto constante, Kacchan lo iba a ver con regularidad a la UA ya sea por conferencias o para llevarle el desayuno, era el único de sus amigos que veía casi a diario, con quien salía, el que lo ayudaba a revisar exámenes, aunque haya tenido una patrulla larga y después de esa cena simplemente fue como si Kacchan lo hubiera sacado de su vida.
—¿Qué hice, Kacchan? Dímelo para que pueda arreglarlo. —sus palabras se las llevó el viento.
¿Qué es lo que había hecho? Izuku no entendía, se sentía como si hubiera regresado doce años en el pasado y fuera nuevamente el Izuku de secundaria que se preguntaba constantemente por qué Kacchan no lo quería.
La vibración en su bolsillo lo sacó de sus pensamientos, sacó su celular y era solo un mensaje de Ochako, una foto de ella sosteniendo un pequeño gato anaranjado.
Rescate exitoso del día- Ocha. Xx
Era todo lo que decía, Izuku sonrió al verlo. Ochako… esa era otra cuestión en su vida. Él la quería, la quería mucho, era muy importante en su vida, ni siquiera los años de ausencia debilitaron su vínculo, se sentía como si jamás se hubieran distanciado, era fácil hablar con ella y no pensar en el desastre que era desde que termino la UA.
Ella no hacía preguntas innecesarias, ella no lo empujaba a superar sus límites, no le importaba si comía sopa instantánea todos los días (ella era un desastre en la cocina igual que él y manejar una agencia no le dejaba demasiado tiempo libre) ella era… Era comodidad, era un lugar seguro.
Ochako era su pequeña burbuja, un pequeño lugar donde no tenía que ser el mejor, no sentía que estaba perdiendo el ritmo, no se sentía atrás, ella entendía lo que era no poder tener a alguien, pero…
Ochako era…. No era Kacchan. Y jamás sería Kacchan , pensó.
Él hizo una mueca al pensar nuevamente en cierto rubio. Katsuki, la estrella de su universo, aquel sol que siempre quiso alcanzar, él pertenecía a su órbita desde antes de aprender a caminar.
Estoy tan atrás, tengo… tengo que mejorar para alcanzarlo, pero ¿Y si lo hago bajar aún más en las listas? No puedo alcanzarlo, ya no, no puedo ser esa piedra en su zapato, Kacchan merece brillar y alcanzar el puesto número uno.
Su notificador sonó: Alerta, intento de robo en el centro comercial del este, se necesita refuerzos, el ladrón tiene un quirk de viento sónico.
Él leyó el mensaje, se impulsó con flotar y con los látigos negros que salían de su traje, tomó impulsó, los edificios se volvieron un fondo borroso mientras Izuku llegaba a la escena. Una gran estructura de hielo y el humo saliendo del centro comercial le dio la bienvenida.
Los civiles estaban abarrotados, algunos corriendo, la policía ponía las barricadas y pudo ver a Shoto y a Iida terminando la pelea. Cuando él aterrizó en el suelo trotó hasta ellos para checar la situación.
—Deku, la situación con los villanos está controlada, Shoto y yo los tenemos esposados, los civiles son los que hay que poner a salvo, la pelea rompió algunas tuberías entre ellas unas de agua y se sospecha que una de gas del área de las cafeterías. —dijo Iida, él le dio un pulgar arriba a Izuku mientras con la otra sostenía al ladrón que no hacía más que patalear y tratar de soltarse. El de gafas suspiró y volteó a mirar al ladrón con aquella mirada dura que usaba para reprender. —Por favor, quédate quieto, te llevaremos con la policía y espero reflexiones sobre lo que hiciste.
El villano siguió forcejeando, Iida se despidió de sus compañeros y caminó hacia la policía. Izuku después de darle un asentimiento al expresidente de su clase se giró hacia Shoto.
—Con un bloque de hielo evite que los civiles se acercaran demasiado, pero la policía está ocupada con las barricadas. —explicó Shoto, el ladrón que tenía en sus manos estaba inconsciente.
El héroe número dos le dio una pequeña sonrisa a Izuku, hacía mucho no veía a su amigo, y sinceramente lo extrañaba, aunque… No, Shoto borró de su pensar los comentarios que había hecho Bakugo hace dos semanas cuando lo retó a tomar un vaso de Whisky en su departamento y su mejor amigo se quejó de las pecas de Izuku y lo inconsciente que era.
Shoto miró a su amigo y noto lo cansado que parecía, la tensión en sus hombros ¿Esta era una de esas veces donde era necesario intervenir? ¿Podía intervenir por sus amigos? Él aún no era el mejor reconociendo ciertos patrones sociales. Mejor los dejo en paz, después de todo, son Midoriya y Bakugo, siempre han sabido arreglar sus diferencias, pensó.
—Entendido, pondré a los civiles a salvo y… Shoto, ¿por qué me miras así? —Izuku preguntó, aquella mirada en Shoto no era común, era como si lo estuviera inspeccionando ¿Se habrá dado cuenta del desastre que soy en este momento?
—Lo siento, Midoriya. Llevaré al villano con la policía.
Izuku solo le dio una mirada extraña a Shoto antes de dirigirse hacia los civiles, algunos ya estaban caminando hacia las barricadas de la policía y otros tantos estaban tratando de encontrar algún familiar o conocido que se les haya perdido.
—Hola, soy el héroe Deku, por favor, diríjanse hacia las barricadas de la policía, su seguridad es lo primero. —él comenzó a señalar la dirección de las barricadas a un grupo grande de personas que parecían conmocionadas cuando una señora se aferró a su brazo.
Izuku volteó a verla, era una señora bajita y regordeta, le recordaba bastante a su madre, las lágrimas mojaban sus mejillas y los sollozos le hacían difícil entender qué es lo que decía así que Izuku la sostuvo por los hombros y comenzó a hacer pequeños ejercicios de respiración, una vez que la señora estuvo más tranquila la dejó hablar.
—¡Héroe Deku! ¡Deku! ¡Mi hija! —ella miró con sus ojos suplicantes al héroe que la sostenía. —Todo estalló cuando estábamos por las tiendas y ella soltó mi mano y no la encuentro, por favor, necesito encontrar a mi hija, tiene cuatro años, es pequeña, tiene pequeñas manchas en forma de espiral en su piel y su cabello es negro con azul. Su nombre es Anye.
Izuku asintió a la descripción de la mujer, soltó sus hombros y le dio la sonrisa practicada de superhéroe que siempre hacía para calmar a los civiles.
—Tranquila señora, encontraré a su hija, quédese aquí. —él la miró a los ojos y luego se dirigió hacia el resto de los civiles. —Por favor, los demás diríjanse hacia la policía, ellos los pondrán a salvo y cualquiera que haya sido testigo su testimonio nos será de mucha ayuda.
Escuchó un gracias mientras se alejaba de ellos. Él caminó hacia donde habían estado las tiendas, había unos cuantos escombros, pero la mayoría estaba casi intacta, trató de agudizar su oído por su oía algún llanto y efectivamente así fue.
A lo lejos pudo escuchar un llanto muy débil, así que se apresuró a correr entre los pasillos de las tiendas.
Tengo que encontrarla , era todo lo que pensaba, busco entre anaqueles, entre mamones de ropa que la gente había tirado en el proceso de huida hasta que el llanto se hizo más fuerte, ahí, detrás de unos escaparates había una pequeña niña de no más de cinco o seis años.
Su cabello brillaba, a su alrededor parecía haber un pequeño vórtice de colores, las ropas y los objetos flotaban como si la gravedad hubiera dejado de existir.
—¡Anye! —Izuku gritó el nombre de la pequeña, él alzó sus brazos y dió su mejor sonrisa, la niña levantó la vista y tembló. —Tú mamá me mandó a buscarte, soy el héroe Deku, todo va a estar bien, pero necesito que dejes de usar tu don.
—¡N-no puedo! ¡No sé cómo! —la niña gritó entre hipidos, el llanto le impedía hablar con coherencia ella se hizo un ovillo contra la pared, todo a su alrededor giraba, el aire creando un vórtice con destellos morados y azules a su alrededor.
Izuku la miró, sabía que no debía acercarse a un civil sin saber cuál es su don, esto claramente pasó por él pánico, la niña se notaba que era demasiado pequeña para tener el control más básico sobre su quirk. Él sabía que debía llamar refuerzos, que debía esperar, pero el vórtice que giraba alrededor de la niña parecía extenderse con cada segundo que pasaba.
Él era un héroe, no podía dejar a una niña asustada, además no sabía lo que hacía su don ¿Y si ponía a los demás civiles en peligro? Mejor él que los demás.
Así que rápidamente corrió hacia la niña, el vórtice era fuerte tuvo que activar un porcentaje de fuerza de su traje para no salir volando. La niña sollozó con más fuerza, pero cuando él logró extender su mano y tocarla todo se intensificó.
El vórtice se extendió, del cuerpo de la pequeña, luces de colores similares a las de las auroras boreales salieron, Izuku sintió un dolor inmenso en su cuerpo, apretó los dientes y se aferró a la niña con fuerza, la tomó en sus brazos y la hizo ocultar su rostro en su cuello.
—Estoy aquí, necesito que respires conmigo y que tú don se controle para llevarte con tu mamá.
—Yo n-no sé hacerlo, yo… ¡Quiero a mi mamá! —la niña sollozó con más fuerza, los hipidos apenas la dejaban hablar sin trabarse. Ella aferró sus pequeñas manos al héroe que la sostenía.
Izuku acaricio su espalda, el dolor era insoportable, el don de ella fuera cual fuera era poderoso, todo giraba, las luces lo mareaban así que apretó su agarre en la niña con su brazo izquierdo y con el derecho tocó cinco veces su intercomunicador, eso enviaría una señal de emergencia y alguien vendría.
No podía dejar a la niña así, aún no entendía qué es lo que su don provocaba además de ese inmenso dolor, tampoco podía llevar con el resto de civiles y ponerlo en peligro también.
—Oye, estás a salvo ahora… ¿me escuchas? —su voz, aunque agotada, mantenía la dulzura que solo alguien acostumbrado a consolar podía tener. —Estoy aquí, no voy a dejar que te pase nada.
La pequeña temblaba entre sollozos, encogida contra la base de una columna rota. El humo seguía colándose por las rendijas del techo y los sonidos lejanos de sirenas ponían aún más tensión en el ambiente. Izuku apretó el intercomunicador de su oído.
—¡Shoto! Tengo una niña aquí, está asustada… el gas todavía está en el aire y no puedo sacarla corriendo. ¡Necesito que me rodees con una barrera! ¡Ya!
La respuesta fue casi inmediata.
—En camino —la voz firme de Shoto respondió sin titubeos.
Izuku mantuvo la mirada fija en la niña, intentando crear una burbuja de seguridad en medio del caos. Entonces, en cuestión de segundos, un crujido helado resonó a su alrededor. Desde la distancia, una pared de hielo comenzó a elevarse en una curva protectora, aislándolos del resto del lugar.
El aire se volvió más fresco y el ruido exterior se amortiguó.
La niña lo miró, sus ojos grandes y húmedos brillaban con miedo, pero algo en ese muro, en la seguridad de la barrera, comenzó a calmarla. Sus hombros temblorosos se relajaron poco a poco.
—Mamá… —susurró con voz entrecortada.
Izuku parpadeó y giró su rostro hacia la abertura más cercana de la barrera de hielo. A través del muro translúcido, se escucharon gritos. Gritos de angustia. De amor.
—¡Anye! ¡Anye, mi amor! ¡Estoy aquí!
El heroe sonrió. Con delicadeza, giró el cuerpo de la niña en esa dirección y la ayudó a ponerse de pie. Al escuchar la voz de su madre, la pequeña rompió en un llanto nuevo, esta vez de alivio.
—¡Mamá! —chilló la niña, lanzándose hacia la abertura que Shoto había dejado libre en la barrera.
La madre se abalanzó sobre ella desde el otro lado, abrazándola con fuerza mientras los paramédicos se acercaban. Izuku se quedó inmóvil por un instante, viendo esa escena con un nudo en la garganta. Sintió cómo el peso de todo el día se le clavaba más profundo.
—Buen trabajo —dijo Shoto, apareciendo a su lado. Su aliento formaba nubecillas en el aire por el uso excesivo de su hielo.
Izuku asintió en silencio, por un instante su corazón se regocijó, feliz de ser de ayuda- Cuánto había extrañado el estar en el campo, claro amaba ser profesor, pero nada se comparaba con la emoción, la adrenalina de ayudar a la gente.
—¿Estás bien? —preguntó Shoto, dándole una mirada de evaluación. Izuku se notaba exhausto, pero feliz, muy diferente de hace unos momentos antes de entrar en labor. Katsuki tenía razón, Midoriya nació para ser un héroe, pensó el bicolor.
—Sí… solo… necesitaba que algo saliera bien hoy. —murmuró Midoriya, a pesar del cansancio que sentía en sus huesos, su sonrisa de satisfacción jamás abandonó su rostro mientras veía cómo la niña era escoltada con su madre hacía una ambulancia.
Shoto no respondió enseguida, pero su mano se apoyó en el hombro de Izuku con firmeza.
—Todo el mundo espera mucho de ti, Midoriya… pero a veces, con que una sola persona esté a salvo… ya es suficiente.
Izuku cerró los ojos y dejó escapar un suspiro largo, sintiendo por fin un pequeño alivio entre tanto ruido, claro la satisfacción de haber ayudado estaba ahí, pero ese pequeño vacío, ese agujero negro en su pecho también seguía ahí. Poco a poco absorbiendo todo.
La conversación entre Izuku y Shoto se vio abruptamente interrumpida cuando un destello esmeralda brotó violentamente del cuerpo de Deku, iluminando toda la zona como una explosión, el ruido alertó a todos, Izuku entró en pánico al ver el destello que lo envolvía.
Izuku sintió cómo algo en su cuerpo se desestabilizaba, una sensación de vacío y desdoblamiento, como si el suelo se quebrara bajo sus pies sin que realmente se moviera, su cuerpo ardió, pero no sintió dolor, era un fuego frío casi como el movimiento especial de Shoto.
Y cuando la luz se desvaneció… no estaba solo.