Chapter 1: No Importa Cuánto Me Desborde, No Es Suficiente
Notes:
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Manos.
Sus manos estaban por todas partes.
Acariciando reverentemente, apretando juguetonamente, masajeando suavemente, tocando con delicadeza y cariño, recorriendo explanadas de suave y dorada piel; explorando valles lisos, blandos y cálidos; paseando por montes carnosos y enrojecidos; rozando curvas húmedas y desesperadas. Sus manos eran incapaces de detenerse; simplemente no se cansaban de tocar piel y joyas dispersas por un cuerpo que no paraba de retorcerse y gemir profundamente pidiendo desesperadamente por más. Mucho más. Abriéndose como una flor ante él.
Yoongi no sabía muy bien cómo había llegado hasta allí, entre las piernas de Taehyung, o mejor conocido como V por su selecta clientela, en la habitación de un hotel para pasar juntos sus “Viernes Temáticos”. Bueno, en realidad sí lo sabía, pero no lograba recordar el momento exacto en que aquellos encuentros se habían vuelto una rutina entre ellos dos, algo más que una simple cogida semanal, algo mucho más personal para Yoongi.
O tal vez sí lo recordaba.
Tal vez había sido luego de la primera mamada, minutos después de haberlo conocido, cuando el joven de intensos ojos cafés, largas y seductoras pestañas, sonrisa rectangular, y voz grave y aterciopelada, lo había embestido contra la pared del callejón donde se acababan de encontrar por casualidad ya que era el sitio por donde Taehyung se paseaba por las noches en busca de clientes, y le había bajado los pantalones provocándole uno de los orgasmos más intensos y placenteros de su vida.
O tal vez había sido durante su segundo encuentro, cuando Yoongi lo había llamado un Viernes, luego de un atareado y poco productivo día en la productora, deseoso de que alguien cuidara de él, haciéndole olvidar sus preocupaciones, ayudando a aliviar su estrés, y habían acabado en un hotel barato y de dudosa salubridad por cuestiones de impaciencias del momento, Yoongi en cuatro sobre sábanas no del todo limpias, con Taehyung, porque desde aquel momento paso a ser Taehyung para él, cogiéndolo duro, rápido y profundo, provocándole el segundo orgasmo más intenso y placentero de su vida.
Yoongi no recordaba el momento exacto, pero sí sabía que luego de esos dos encuentros, Taehyung había comenzado a reservar parte de sus “Viernes Temáticos” exclusivamente para él. Yoongi, a pesar del corto periodo de tiempo que llevaban conociéndose, había descubierto que no podía decirle que no, en especial cuando el menor lo observaba a través de sus espesas pestañas mientras lo montaba, empalándose lenta y deliciosamente, y se contoneaba sobre él, vestido con el conjunto correspondiente al tema de esa semana.
Sí, Yoongi tal vez tenía una vaga idea de cómo había llegado a estar entre las piernas de Taehyung aquel viernes por la noche, luego de casi un año y medio de encontrarse religiosamente todas las semanas para aliviarse mutuamente mediante sexo. Porque esa era la especialidad de Taehyung... Porque ese era su trabajo.
Y Yoongi sabía que no debería haberse enamorado tan profundamente del hermoso y amable joven de voz aterciopelada, sonrisa rectangular, alma pura y gran corazón, capaz de arrancarle los mejores orgasmos de su vida.
Yoongi sabía que no debía haberlo permitido, pero no pudo evitarlo…
Y fue entonces cuando comenzaron los problemas.
Siempre tuvo en claro que no renunciaría por nada del mundo a lo que él llamaba “Viernes de Citas con Taehyung”, y jamás dejaría de pagarle la suma acordada, sabiendo que estaba ayudando al joven a pagarse la universidad de arte a la cual asistía por las mañanas, luego de trabajar casi todas las noches y dormir tan solo un par de horas.
No.
Yoongi no dejaría todo tan fácil y abruptamente. Pero tampoco sería tan egoísta como para intentar comenzar una relación con el joven cuando, a) no sabía si sus sentimientos eran correspondidos, y b) tarde o temprano dichos sentimientos terminarían exigiéndole exclusividad, y Taehyung se viera obligado a elegir una cosa o la otra, poniéndolo en el aprieto de decidir sobre sus sentimientos o su economía, y Yoongi era incapaz de pensar siquiera en incomodar al joven.
Pero lo que sí había comenzado a hacer hacía un tiempo ya, era atesorar cada encuentro como si fuese el último, porque estaba más que claro para él que podría serlo. En cualquier momento todo podría irse al demonio; sus tontos sentimientos podrían salirse de control, y podría acabar haciendo algo de lo que más tarde se arrepentiría profundamente. Así que, mientras tanto, solo le quedaba resistir y atesorar sus viernes especiales y temáticos junto a Taehyung. Porque después de aquel segundo encuentro entre las sucias sabanas del precario hotel, entre desesperados gemidos e intenso placer, V había pasado a ser Taehyung solo para él en las escasas horas que pasaban juntos los viernes por la noche. Y Taehyung había pasado a ser simplemente Tae en los momentos post orgásmicos, cuando el placer y la satisfacción dejaban a Yoongi en un delicioso estado de letargo y somnolencia, y necesitaba besar los dulces labios del joven una y otra vez, como si fueran el mismísimo aire que necesitaba para respirar, para sobrevivir y afrontar una semana más hasta su nuevo encuentro, para resistir el mundo exterior al que debía salir minutos después, debiendo alejarse de los cálidos brazos del joven que no hacía más que despedirse de él e ir a limpiarse para atender al siguiente cliente. Porque Yoongi no era más que eso para Taehyung, un simple cliente. Alguien a quien veía todos los viernes porque la paga era buena. Alguien que le seguía la corriente con sus kinks y exploraciones; alguien que compartía sus fantasías y no temía decir que no a ciertas cosas, y gozar profundamente de otras. Porque disfrutar y atesorar al máximo cada instante compartido con Taehyung era lo único que le restaba, a pesar que algunas veces dolía saber que no era el único que pasaba tiempo entre sus brazos.
Y los profundos sentimientos que había desarrollado hacia el hermoso joven eran lo que lo había llevado a estar en aquel momento entre sus piernas, acariciando cada centímetro de su dorada y suave piel. A que, en su lento y cariñoso recorrido, sus dedos tropezaran con todos y cada uno de los accesorios que el joven se había colocado sobre su cuerpo desnudo, bajo la temática “Joyería Real”, haciéndolas tintinear cual cascabeles.
Yoongi, aún en su camisa y pantalón de vestir del traje que debió llevar a la reunión formal que había tenido aquella tarde en la productora, se incorporó para tener una vista mejor del cuerpo tendido y abierto ante él en sabanas doradas, retorciéndose ansioso y excitado, completamente duro y chorreando, devolviéndole la mirada con ojos nublados por el éxtasis y con la misma intensidad con la que él lo observaba. Inconscientemente Yoongi se llevó una mano a su entrepierna, masajeando suavemente sobre el pantalón para aliviar un poco su propia dureza, ya que sentía que se correría en cualquier momento por la visión que tenía frente a sus ojos. ¡Y es que Taehyung estaba increíblemente hermoso! Su largo y torneado cuerpo tendido y expuesto solo para él, realizaba un hermoso y armonioso contraste con las sábanas doradas. Sus carnosos labios con un concentrado color cereza de tanto mordérselos para acallar sus gemidos, antes de que él le ordenara que dejara salir todo sabiendo lo vocal que era, eran lo más tentador con lo que Yoongi se había cruzado. Sus ojos, nublados por el deseo y el placer, no le perdían movimiento alguno, y sus orejas se encontraban teñidas de un adorable color rosado contrastando con sus coloridos aros de piedras preciosas. Cadenas de distintos largos y grosores adornaban su hermoso y ancho cuello, cayendo sobre su pecho, envolviendo su fibroso torso. Otras, iban de un hombro a otro y caían rozando sus sensibles pezones con cada movimiento que hacía al retorcerse. Sus brazos estaban colmados de brazaletes y pulseras que destellaban con la tenue luz de la habitación. Su torneada cintura, hacia donde las manos de Yoongi iban recurrentemente y en donde a sus dedos les gustaba trazar círculos, estaba envuelta con cadenas finas que se encontraban decoradas con piedras preciosas, al igual que los anillos en sus largos y hermosos dedos de pianista. Aquellos dedos que le habían arrancado placenteros gritos más de una vez, y que a él tanto le gustaba llevarse a la boca mientras cogían sabiendo que a Taehyung le gustaba la húmeda y cálida sensación en ellos. Sus caderas se encontraban enredadas en más cadenas, con eslabones un poco más grandes que las de la cintura, que caían y se envolvían en sus carnosas y largas piernas, que en aquel momento tenía alrededor de su cintura, sujetándolo en su lugar, pidiendo silenciosamente que no se alejara de él. De esas cadenas solo una se desprendía hacia su entrepierna, para situarse sobre su perineo y rozar constantemente allí con cada movimiento que hacía con sus piernas. Mas abajo, su ano estaba hermosamente decorado con un plug en cuyo extremo llevaba un brillante zafiro. Sus tobillos estaban envueltos en relucientes tobilleras y los dedos de sus pies, al igual que sus manos, decorados con coloridos anillos.
Taehyung parecía un cascabel, tintineando deliciosamente con cada movimiento que hacía, un tesoro ansioso por ser descubierto, gimiendo profundamente con cada estímulo provocado sobre su cuerpo. Se había tomado literalmente el tema de la joyería para su maratón de sexo temático, y Yoongi no podía estar más a gusto con la visión frente a sus ojos, al punto tal de no poder detener sus manos en absoluto y tener que tocar cada rincón de suave piel con el que sus dedos tropezaban. Y en aquel momento habían tropezado con el duro y chorreante miembro del joven. Yoongi tenía su mano alrededor de él, mientras apretaba suavemente, moviendo de arriba hacia abajo lenta y tortuosamente, arrancando hermosos sonidos de sus hinchados y enrojecidos labios cada vez que las yemas de sus dedos rozaban circularmente la cabeza y jugueteaban con su hendedura realizando una leve presión.
-¡Hyung!- exclamó Taehyung con su grave voz, cuando fue demasiado y sintió que estaba a punto de correrse. Yoongi lo había sentido también, sacudiéndose violentamente en su mano, pero deseó saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar. Cuanto era capaz de resistir. ¡Dios, era tan hermoso! Abierto y expuesto solo para él, con sus cabellos salvajemente dispersos sobre la almohada, con su largo y hermoso cuerpo tendido, aferrándose a las doradas sábanas, con la fina capa de sudor perlando su piel dándole un brillo extra a su reluciente figura, con sus desesperados gemidos y su aterciopelada voz rogando por más. -¡Por favor!- pidió con voz rota, agitada, y pecho subiendo y bajando furiosamente.
-¿Qué sucede Taehyungie?- preguntó Yoongi suavemente, fingiendo inocencia, pero alejando de todos modos su mano del miembro del menor que suspiró aliviado y luego gruñó débilmente frustrado por la falta de contacto. Yoongi no quería que acabara tan pronto y se había propuesto alcanzar una meta para aquella noche. No sabía si llegaría a lograrla por el escaso tiempo que les restaba de “sesión” como marcaba el reloj en la pared de la habitación, aunque a juzgar por la mueca completamente arruinada de Taehyung ya iba a medio camino de lograrlo.
-Hyung…- rogó el joven con su hermosa y profunda voz extendiendo sus brazos hacia él, desesperado por contacto, y a Yoongi le pareció vislumbrar el comienzo de un puchero, lo que le provocó una suave sonrisa. Sin dudarlo un instante, respondió a la muda solicitud de Taehyung y se acercó a él en busca de sus labios.
Todos los besos con Taehyung eran diferentes entre sí. No importaba cuánto se besaran, de qué manera lo hicieran o en qué lugar, no había beso que se asemejara a otro y en lo que iba del año y medio que se frecuentaban, Yoongi estaba orgulloso de admitir que habían pasado por todos los estadíos y todas las intensidades existentes, aunque siempre hablando desde el plano carnal, lujurioso y necesitado de sus encuentros sexuales, obviamente. Yoongi había comenzado a descubrir el inicio de su problema, cuando se encontró a sí mismo fantaseando con besar de otra manera a Taehyung, ya que todo lo que correspondía a plano romántico y doméstico quedaba de la puerta hacia afuera. Ellos jamás lo habían explorado, y jamás lo explorarían. Yoongi moría de ganas de saber lo que sería levantarse todas las mañanas a su lado; como sería besarlo y tocarlo sin que hubiese sexo de desahogo de por medio, sin que desearan consumirse carnalmente en cuestión de minutos, sin que nada fuera una jodida sesión en la que el joven no era más que un producto que él consumía y al cual le pagaba. Yoongi deseaba tener citas con Taehyung, deseaba pasear tomado de la mano junto a él, ir al cine, o tal vez cenar en un lindo restaurant y disfrutar de salidas normales para personas de su edad, o simplemente regresar a casa del trabajo y tenderse en el sillón a mirar televisión mientras cenaban comida para llevar, o simplemente quedarse dormido en los brazos del joven, sintiendo el profundo y suave murmullo de su grave voz tarareándole una suave melodía, la calidez de su piel que parecía salir de su gran corazón y esparcirse por todo su cuerpo.
Yoongi había comenzado a desear mucho más de lo que sucedía entre las paredes de la habitación del lujoso hotel al que iban todos los viernes a coger y nada más.
Yoongi deseaba una vida junto a Taehyung.
Sus manos recorrieron desesperadas el torso de Taehyung mientras su lengua doblegaba a la del joven, que se dejaba hacer, a merced de su intensa voluntad. En su extensa recorrida, sus dedos encontraron finalmente sus pezones y allí permanecieron masajeando, acariciando, estimulando con leves apretones, mientras el joven gemía desesperado en su boca y apretaba sus piernas alrededor de su cintura.
-¡Dios, hyung!- exclamó arqueándose en la cama, cuando Yoongi acercó su rodilla a la entrepierna y la presionó contra sus bolas, moviéndola suave y circularmente. La rugosidad de su pantalón realizando el efecto texturizado justo en la piel desnuda y caliente, rozando también la cadena sobre su perineo.
-Dime cuanto lo estás disfrutando Taehyungie- susurró Yoongi agitado contra sus labios con voz tan ronca y arruinada que no la reconoció como la suya propia. Ante el desesperado gemido que emitió Taehyung como respuesta, Yoongi tomó su labio inferior entre sus dientes y tironeó suave y juguetonamente, para luego pasar su lengua sobre ellos. -¡Mierda, Tae, eres tan hermoso!- confesó atropelladamente sin detener sus manos en ningún momento, al igual que su rodilla que realizaba la presión justa sobre la cadena en su perineo y el plug en su ano, y Taehyung estaba demasiado ido en su placer como para ser consciente de lo ruidoso que estaba siendo, de lo desesperado que se veía intentando aferrarse a las sábanas a su alrededor como si su vida dependiera de ello. En un desesperado intento por anclarse a la realidad del momento, rodeo con sus brazos el cuello de Yoongi y lo acercó aún más hacia él. Necesitaba contacto, mucho más del que mayor le estaba dando, necesitaba tocarlo hacerle saber cuánto lo estaba disfrutando ya que las palabras se negaban a salir de sus labios entreabiertos.
Yoongi besó toda la extensión de su rostro con reverencia, con la suavidad de una pluma, con el profundo y secreto amor que le profesaba. Besó el lunar de su labio inferior, y luego el de su nariz. Besó sus sonrosadas mejillas, y la suavidad de sus redondeados pómulos. Besó sus largas pestañas, húmedas por las lágrimas de placer derramadas, y sus perfectas y oscuras cejas. Besó su frente perlada por el sudor, y ambas sienes de las cuales corrió mechones de cabellos antes de hacerlo, y luego llevó sus labios hacia su oreja izquierda en un húmedo recorrido de húmedos besos de boca abierta, mientras ejercía mayor presión sobre sus bolas y retorcía suavemente sus pezones al mismo tiempo. El miembro duro del joven dio una violenta sacudida ante tanto estímulo y Yoongi no pudo ocultar su satisfecha sonrisa. Se sentía embriagado por el profundo sentimiento que le generaba saber el placer que le estaba provocando al joven y su pecho se retorció con una profunda sensación de orgullo por ello. Estaban pasándola tan bien y quedaban tan solo unos pocos minutos de sesión… ¡Dios, Yoongi era capaz de vender su alma porque aquello nunca acabase! Por tener a Taehyung así, entre sus brazos, solo para él, siempre…
-Eres tan hermoso Taehyung… No tienes idea de lo que provocas en mí, cuanto disfruto nuestros viernes juntos…- confesó de repente, demasiado extasiado como para pensar siquiera en medir sus palabras. Cuando recordara, horas más tarde, todo lo que le había dicho al joven, se moriría de la mortificación de saber cuan bajo había caído y todo lo que había confesado sin siquiera darse cuenta de ello.
-¡Yoongi hyung, ah!- exclamó el joven arqueándose en la cama, sosteniéndolo firmemente con sus piernas enredadas alrededor de su cintura, acercándolo a su cuerpo imposiblemente cerca, pidiendo más roce, más presión, lo que sea para poder correrse de una bendita vez.
-Amo que gimas mi nombre de esa manera- susurró Yoongi con sus labios rozando las curvas de la oreja del joven. -Amo poder ser todo tuyo, aunque sea solo por unas horas- presionó aún más con su rodilla las bolas del joven que se retorció de placer bajo suyo. -Amo la manera que te retuerces bajo mis manos, y me encantaría que te corrieras sin ser tocado…- susurró el mayor contra su oído mientras apretaba con sus dedos ambos pezones iguales de duros que su miembro chorreante. Las gotas de pre semen adornaban hermosamente el abdomen del joven como si fueran perlas suspendidas sobre la dorada piel. Yoongi se mordió el labio para acallar cualquier sonido que amenazaba con salir de su boca entreabierta, ante tan erótica visión. Estaba seguro de poder, y querer, correrse allí mismo, así, solo con sus ojos recorriendo la dorada y destellante figura de Taehyung bajo suyo.
-Yoongi… ¡Mmff! ¡Por favor!- rogó el joven, retorciéndose aún más, alzando sus manos para posarlas sobre sus hombros, aferrándose a la camisa del mayor que con la respiración agitada, recorrió con sus manos el cuerpo del joven hacia abajo, hasta depositarlas en sus tersos y carnosos muslos, para acariciar suavemente de arriba abajo la piel expuesta allí entre tintineantes cadenas.
-¿Serás el niño bueno que sé que eres y te correrás para hyung?- murmuró Yoongi con voz ronca y respiración igual de agitada que el menor. Taehyung llevó las manos al cuello del mayor y entrelazó sus dedos en los cortos cabellos de su nuca; un punto débil que sabía perfectamente que lograba aflojarle las rodillas a su hyung.
-Por todos los cielos, como sigas así…- comentó Taehyung con voz entrecortada y mejillas furiosamente sonrojadas, mientras su respiración se tornaba cada vez más agitada y su miembro no dejaba de palpitar ansioso por llegar al clímax.
-No tienes idea de lo hermoso que eres en estos momentos, Tae…-confesó Yoongi mordisqueando el lóbulo de su oreja, tironeándolo entre sus dientes, mientras arrancaba hermosos sonidos y extasiadas exclamaciones de los labios del joven. -Todo envuelto en joyas, hermosamente adornado para mí y tintineando como un cascabel. Envuelto como un maldito regalo, que ni siquiera creo merecer. ¡Dios Taehyung, si pudieras verte en este momento como yo lo estoy haciendo! Expuesto hermosamente ante mí como una exquisita obra de arte. Lo que daría por tenerte así todo el tiempo, todos los días, entre mis brazos, rogándome para que permita que te corras. ¿Te correrás para mí, Taehyungie? ¿La joya real se correrá para su hyung? ¿Sin ser tocado?- preguntó con voz profunda y ronca por el placer, sonriendo ante los desesperados sonidos que emitió el joven como respuesta. Su miembro duro y húmedo, apretado y rozando incómodamente entre sus ropas, pedía a gritos un poco de toda la atención que estaba brindándole al joven, pero resistió la tentación en favor de llevar al límite a Taehyung que ya se encontraba realmente cerca y los minutos seguían avanzando cruelmente en el reloj.
-¡Mierda hyung, por lo que más quieras!- gritó Taehyung desesperado, sin saber qué hacer con sus manos, aferrado al mayor como si le fuera la vida en ello y en un último y estratégico movimiento, Yoongi alejó su rodilla de la dura entrepierna del joven, quitó sus manos de sus pezones, y las posó suavemente en su torneada cintura para mantenerlo en su lugar, mientras lo sostenía contra su cuerpo. Acercando una vez más sus labios a su oreja, susurró: -Eres mi joya más preciada, Taehyung. Mi único tesoro-, y depositó un cariñoso beso en su sien izquierda.
-¡Oh, por Dios!- gritó Taehyung, arqueándose imposiblemente sobre las doradas sábanas mientras se corría dura e intensamente, sin ser tocado, guiado solo por la voz de su hyung. ¡Y oh Dios la voz de su hyung! Siempre había querido experimentar correrse únicamente oyéndolo, y acababa de hacerlo, y había sido una de las experiencias más deliciosamente placenteras de su vida. Chorros y chorros de perlado semen salieron despedidos con fuerza de su miembro, pintando su desnudo abdomen y pecho cubiertos de cadenas, y parte de la camisa de Yoongi que se encontraba cerca de su cuerpo, aun completamente vestido, pero igual de agitado y sonrojado que él, imposiblemente incómodo y húmedo en su entrepierna.
El mayor cayó finalmente en la realidad de la habitación al oír el chillido de la alarma del reloj que daba por finalizada la sesión, y comenzó a limpiar suavemente y en silencio Taehyung mientras éste volvía en sí de su clímax. Definitivamente acababa de cagarla por completo. Todo el esfuerzo por mantener al margen sus profundos sentimientos, tirados al demonio en una noche. La repentina tensión y el pánico que lo asaltaron al comprender lo que había hecho, se mezclaron extrañamente en su cuerpo aún sensibilizado por su intenso orgasmo, provocando que se estremeciera notablemente. Porque, por supuesto, el hecho de que acababa de correrse en sus pantalones, era algo que Taehyung no necesitaba saber. El joven debía estar listo para su próximo cliente, y él necesitaba irse cuanto antes de allí.
A Taehyung le llevó unos minutos regresar del profundo éxtasis en el que parecía estar suspendido, con su piel aun zumbando por el placer, y su mente más que satisfecha. Y cuando finalmente lo hizo, con una amplia y serena sonrisa, notó que las manos de Yoongi lo acariciaban con suavidad y algo parecido al cariño, como siempre lo hacían cuando se corría. Con la cabeza aun dándole vueltas, notó que eso solo podía significar una cosa: la sesión había llegado a su fin y se iría pronto. Cuando estuvo nueva y completamente en sus cinco sentidos, Taehyung notó que su hyung ya había retirado suavemente el plug, lo había limpiado con un paño húmedo, había secado el sudor de su rostro, había peinado sus salvajes cabellos y estaba terminando de quitar todos y cada uno de los accesorios que llevaba sobre su cuerpo. Sentía como si su cuerpo estuviese hecho de gelatina, carente de huesos, en completo estado de relajación, mientras sus manos aún se encontraban fuertemente sujetas a la nuca del mayor, acariciando constantemente sus cabellos allí, donde sabía que la caricia lo derretía por completo.
-Hyung…- susurró con la voz pastosa bajando sus manos a los pequeños hombros del mayor que aún seguía trabajando en despojarlo delicadamente de sus accesorios.
-¿Mmm?- se limitó a responder Yoongi, incapaz de pronunciar nada más, aún agitado, desconfiando de la debilidad con la que su voz saldría de sus labios, los cuales mordía desesperadamente. Entonces Taehyung comprendió lo que sucedía cuando lo recorrió con su mirada, deteniendo sus ojos en la entrepierna del mayor y la alzó nuevamente a su rostro levemente sonrosado y tenso.
-Oh por Dios, hyung, permíteme…- comenzó Taehyung removiéndose entre las sábanas, incorporándose en la cama, ya despojado de todas “sus joyas”, pero lo único que consiguió fue que el mayor se alejara de él.
-No es necesario, Tae, estoy bien- dijo con voz ahogada poniéndose repentinamente de pie mientras se acomodaba rápidamente la ropa y mostraba una incómoda mueca con su rostro.
-Pero aún no te has corrido- insistió el joven observándolo de pies a cabeza y sintiendo un extraño revoloteo en sus entrañas, sin notar realmente que el mayor sí lo había hecho. Yoongi, con sus cabellos revueltos, la camisa blanca desacomodada sobre su torso y con una mancha húmeda en su abdomen pegándose a su piel, sus pantalones negros imposiblemente ajustados en su entrepierna, sus mejillas sonrojadas y sus ojos increíblemente brillantes por el deseo, era lo más erótico que había visto y sintió como el deseo comenzaba a pulsar nuevamente de él, a pesar de haberse corrido minutos atrás. Yoongi sonrió suavemente, pero algo en la mueca de su rostro parecido a la mezcla de vergüenza y amargura, encendió las alarmas internas de Taehyung que lo observó desconcertado.
-Me basta con haberlo conseguido en ti. En serio, estoy bien. Además, ya es hora de irme- dijo evitando la profunda mirada café del joven, mientras señalaba el reloj en la pared de la habitación y logrando exitosamente que no notara la situación en sus pantalones, ya que Taehyung realmente creía que aún necesitaba correrse y no que ya lo había hecho simultáneamente con él.
-Yoongi hyung…- llamó Taehyung con suavidad, intentando detenerlo, pero el aludido ya había tomado su saco y del bolsillo quitó el sobre con el dinero que le daba todos los viernes. Lo depositó con suavidad sobre la mesa de noche, como hacía siempre antes de irse. Por alguna extraña razón que no supo descifrar en su interior, Taehyung sintió por primera vez, repulsión hacia el dinero que el mayor le daba cada Viernes, al punto de pensar seriamente en tirarlo a la basura.
Si ya se encontraba perdido con el actuar del mayor, Taehyung permaneció completamente desconcertado cuando luego de dejar el dinero, Yoongi se acercó a él, le tomó el rostro con suavidad y besó con cariño su frente, instalándole automáticamente un desagradable peso en el estómago.
-Adiós Tae- se despidió y salió rápidamente en silencio de la habitación sin mirar atrás, dejando al joven con una única pregunta en su mente: “¿Qué demonios acababa de suceder?”.
Notes:
¿Qué les pareció este primer capítulo?
El feedback es muy importante para mí, así que no sean tímidos, pasen y comenten que les pareció y que esperan para el segundo capítulo! Me encanta saber sus opiniones y estar en contacto con mis lectores!Si llegaron hasta aquí muchas gracias por leerme! Realmente lo aprecio!!
Pueden encontrarme en Twitter
Chapter 2: Todavía Estoy Sediento Por Tu Amor
Notes:
Ok, finalmente acá está la culminación de esta historia!
Como ya lo había mencionado en el capítulo anterior la idea no era que esto se descontrolara y acabara siendo tan extenso, pero me vi atrapada en un mundo que me gustaría seguir desarrollando mas adelante, con temáticas complejas e interesantes para mí y con cabos sueltos que quería tratar y darles un cierre.Estoy pensando en hacer una serie con diferentes drabbles o viñetas en diferentes momentos/épocas y con las diferentes parejas de este AU, ¿que piensan?
Muchísimas gracias a todas las personas que leyeron el Capítulo 1, dejaron like, bookmark y comentario! Son unos ángeles! Realmente lo aprecio! Me hicieron muy feliz! <3
Espero no decepcionarl@s con este final y que disfruten este capítulo tanto como el primero!
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Manos.
Sus manos, de palmas sudorosas y dedos nerviosos, no dejaban de removerse inquietamente sobre su regazo durante el viaje en autobús.
Taehyung no estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero luego de tener una extensa conversación con Jimin acerca de lo que había sucedido aquella noche, lo que no hizo: “¿Cómo que no lo hiciste correrse, Tae? ¿Aunque sea en sus pantalones retribuyéndole un poco del placer que te hizo sentir?”, y lo que tendría que haber hecho: “¡Por todos los cielos! ¡Tú mejor que nadie debería saber lo incómodo que es andar con una erección en los pantalones! Creí que te había enseñado mejor nuestro oficio Taehyungie. ¿Qué pensaría Jinnie hyung si lo supiera?”, Taehyung había permanecido con la suave, pero severa reprimenda de su mejor amigo y el recuerdo de lo que había sucedido aquel viernes, en la cabeza durante semanas.
Las mismas semanas que Yoongi había desaparecido por completo de su vida.
El primer viernes luego de lo sucedido, Taehyung había creído que se trataba de cuestiones de horarios porque el mayor estaba muy ocupado en su trabajo. Lo cual entendía completamente, ambos tenían sus respectivas vidas y ocupaciones. Yoongi trabajaba durante el día en la productora como una persona normal, y él por la noche en las calles y habitaciones de hoteles. Y a pesar de que lo comprendía, la desagradable sensación en su estómago no lograba disiparse. Jimin le había dado la razón, y con afectuosas y tranquilizadoras palabras había impedido que ingresara en un oscuro espiral de desesperación, ya que Taehyung no paraba de pensar que había hecho algo mal y encima luego de uno de los orgasmos más intensos y placenteros de su vida.
“No es eso mi cielo, puedo asegurártelo”, le había dicho su mejor amigo, mientras se preparaba para su maratón sexual de los miércoles con Jungkook, su cliente predilecto y amigo de Yoongi. “Debe estar ocupado con su trabajo, ya verás que la semana que viene lo tienes en la puerta de la habitación del hotel, desesperado por ti”. Pero cuando la segunda y tercera semana no sucedió nada de lo que su amigo le había asegurado, tras intentar en vano investigar por Jungkook lo que sucedía con el mayor, y su repentina decisión de permanecer recluido en el departamento que compartían, rehusándose a trabajar y ni siquiera deseando estudiar, su mejor amigo había decidido que era necesaria una intervención.
Jimin, habiendo cancelado todas sus citas para aquella noche, había llegado temprano a casa, trayendo la cena y el postre para que pudieran enterrarse en el cómodo sillón y pasar una noche de charlas y películas, como hacía tiempo no lo hacían. Su amigo lo había capturado entre sus tiernos y amorosos brazos, mientras él enterraba su rostro en su pecho y lloraba desconsoladamente, dolido y desesperado, sintiéndose terriblemente culpable y molesto al mismo tiempo sin comprender por qué, mientras un profundo dolor atravesaba su pecho y le quitaba el aire. Jimin siempre sería su ancla, siempre sería su hogar de florales y dulces esencias, suaves ropas que olían a suavizante y en las que él amaba esconder su rostro e inspirar el tranquilizante aroma a familia.
Jimin había aguardado pacientemente, acariciando sus cabellos, susurrándole suaves y tranquilizadoras palabras al oído, meciéndolo levemente de un lado hacia otro, arrullándolo como si fuera su bebe, hasta que logró que se tranquilizara. Cuando dejó de llorar, pero aún seguía aferrado a su alma gemela como si necesitara su energía para subsistir, Jimin había preguntado con suavidad, entre susurros: “¿No crees que todo esto que te tiene molesto e inquieto se debe a que te has enamorado de él, un simple cliente al que solo ves una vez por semana, desde hace un año y medio, y del cual no conoces nada más que sus gustos sexuales, pero te mueres por conocer mucho mas de él y tener una relación diferente con él?”, a lo que, saliendo del escondite del pecho de su amigo, Taehyung había respondido ofuscado: “¡Yoongi hyung no es “solo un cliente” para mí, Chim! Él es hermoso y sensible, y siempre cuida de mí a pesar de que estemos teniendo solo sexo. Me pregunta cómo ha ido mi día, demostrando que se interesa por mí. Es amable y dulce; tiene una sonrisa que logra derretirme por completo y su voz provoca que mi corazón se acelere cuando me habla. A pesar de que parece serio, frío y distante cuando lleva puesto el traje que le piden que use para las reuniones en su trabajo, es gentil y suave. Es apasionado con su trabajo, realmente ama lo que hace y su mente… es tan… está tan anclado a la realidad y es tan inteligente y atractivo. Me hace sentir tantas cosas al mismo tiempo…Cosas que no puedo poner en palabras. Cosas que nadie más puede hacerme sentir, y yo…”, había dicho atropelladamente sintiendo un profundo calor en sus mejillas, y cuando observó a su mejor amigo y este le devolvió una serena y amable sonrisa, asintiendo con la cabeza, Taehyung sintió como el aire era arrebatado de sus pulmones por el asombro. “¡Exacto!”, había reafirmado Jimin acariciando su sonrojado rostro. “¿Y no crees que su extraño actuar se debe porque tal vez ha descubierto que él también ha desarrollado sentimientos por ti, pero no sabe cómo lidiar con eso, ya que… bueno, debido a tu trabajo?”, había presionado un poco más con su sereno y dulce hablar, y algo en su mente había hecho simplemente click, provocando que todo tuviera sentido ahora. “Para nosotros no es fácil TaeTae, pero estamos acostumbrados a eso, a ser deseados, solicitados, queridos. Nos gusta la atención y sabemos manejar ese tipo de situaciones. ¿Recuerdas que sucedió lo mismo con Jungkook meses atrás? Imagínate lo que debe ser para ellos. Para alguien como Yoongi…”, había dicho Jimin con suavidad mientras tomaba su rostro y secaba las lágrimas que había derramado. “A pesar de la extensa clientela que has tenido, no has hablado de otra cosa durante este último año y medio que no fuera él. Cada Viernes Temático era mejor al anterior y asegurabas que no hacía más que volarte la cabeza, y siempre que hablas de él tienes este hermoso y suave rubor sobre tus mejillas… Si te vieras Taehyungie… Estás tan enamorado y ni siquiera has sido consciente del proceso”, Jimin había reído con suavidad mientras besaba con dulzura sus mejillas y Taehyung reía entre dientes, feliz y asombrado aún por la revelación.
“¡Por todos los cielos, Chim, debo hablar cuanto antes con él!”, había dicho escondiendo su ruborizado rostro en el pecho de su mejor amigo que lo había apretado cariñosamente contra su cuerpo.
“Mi TaeTae enamorado. ¿Quién hubiese dicho que llegaría el día en que pudiera presenciarlo?”, había reído feliz y Taehyung inspiró la suave, familiar y reconfortante esencia de su amigo.
“¿Qué haría sin ti, Jiminie?”, había preguntado riendo y negando con la cabeza.
“Probablemente morir en este cruel mundo, pero luego hablaremos de la manera en que me lo agradecerás, ahora ocupémonos de lo que importa: Tu confesión a Yoongi hyung”.
La palabra confesión era demasiado poderosa como para tomarla tan a la ligera, y Taehyung, en su viaje en autobús hacia la productora en la cual Yoongi trabajaba, no estaba seguro de poder lograrlo aquel día, pero se había propuesto a sí mismo a, por lo menos, hablar con él. Y era algo que debía hacer personalmente ya que todas las veces que había intentado hablar con él sus llamadas habían sido rechazadas y sus mensajes no habían sido leídos. Yoongi no había intentado buscarlo a través de ningún medio en absoluto. Era como si todo hubiese sido un sueño; un hermoso, sensual y placentero sueño del que finalmente había despertado para afrontar la cruel y solitaria realidad. Pero, reconsiderándolo mejor de pie frente al inmenso y moderno edificio, no estaba tan seguro que hubiese sido una buena idea. Taehyung estaba convencido que Yoongi valía la pena el intento, pero los nervios estaban matándolo lentamente mientras se acercaba a la entrada.
Sus pies lo llevaron automáticamente por el hall de entrada y cuando la amable recepcionista lo recibió, regresó a la realidad y cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo. Sus labios, al igual que lo habían hecho sus pies, lo traicionaron al hablar automáticamente respondiendo la pregunta de la mujer de cálida sonrisa que inmediatamente se encargó de informarle que Min Yoongi no recibía visitas sin una cita previa. Taehyung se hubiese reído por la ironía de la situación y la similitud de sus trabajos en ese aspecto, si no hubiese estado tan nervioso y tenso.
-…Pero no he podido comunicarme con él para avisarle que pasaría a visitarlo hoy, por favor, es por un asunto importante- comentó Taehyung con ojos desesperados y voz débil, pero la mujer no se inmutó ante el pedido y mantuvo firmemente su postura. Aquello desalentó a Taehyung al pensar que él no era el único al que la mujer le respondía de aquella manera, con aquella frase repetida. Él no era especial en absoluto; simplemente era uno más de los tantos que pedían reunirse con el talentoso Min Yoongi. Otra cosa que hubiese encontrado graciosa, ya que Yoongi se sentía igual con respecto a su trabajo, si no hubiese sentido sus esperanzas hacerse añicos allí mismo. De pronto se sintió demasiado pequeño y perdido en aquel amplio y moderno lugar. Toda la seguridad y la gracia con la que se movía en su mundo, el poderoso magnetismo con el que atraía a las personas y la facilidad con la que se relacionaba con ellas, acababa de esfumarse como si nunca hubiesen existido en él. En este lugar no era nadie. Aquí no tenía lugar.
En la charla que habían mantenido, Jimin había previsto todos los escenarios posibles menos aquel, y Taehyung comenzaba a desesperarse sin saber que hacer. Estaba haciendo cálculos mentales y pensando seriamente en cómo evitar la vigilancia del edificio para salir corriendo por los pasillos en busca de la oficina de Yoongi, mientras recorría con su mirada la extensión de aquel lugar, cuando sus ojos se detuvieron en una familiar y pequeña figura a escasos metros de él, devolviéndole la mirada con mezcla de asombro y aprehensión.
Al principio fue extraño para Taehyung observarlo envuelto en cómodas ropas holgadas y oscuras, tan diferente a los entallados trajes de dos o tres piezas con los que solía asistir a sus “Viernes Temáticos” luego de sus reuniones en el trabajo. Pero aquellas ropas, y el adorable gorro y la humeante taza de café en su mano, eran parte de su trabajo también, de su día a día, de su confort y de la manera en la que le gustaba estar cómodo al momento de trabajar, ya que había manifestado en más de uno de sus encuentros, que detestaba trabajar en su estudio vistiendo traje, pero que era obligatorio para las reuniones importantes con otras empresas. Taehyung se derritió por completo el instante en que sus ojos lo observaron. Su corazón comenzó a latir desbocado al verlo por primera vez luego de semanas de ausencia, y adoró el hecho de poder observarlo en su mundo y no únicamente en la habitación de un hotel mientras cogían. Este era otro tipo de intimidad, era una intimidad mas cotidiana, mas suave, diferente a la desnudez y pasión con la que se trataban en sus encuentros. Y era Yoongi y a la vez no lo era, porque esta era una faceta de él que Taehyung desconocía pero que se estaba muriendo por conocer, aunque a juzgar por la mueca en el rostro del mayor, parecía no encontrar tan grata su visita.
-Yoongi hyung…- comenzó Taehyung intentando en vano disimular la desesperación de su voz, pero fue interrumpido por la profunda y grave voz del desconcertado aludido.
-V- dijo atropelladamente el mayor con incomodidad, tensándose en su lugar. Dios, parecía tan pequeño metido en sus holgadas ropas en aquel amplio lugar, pero al mismo tiempo su mirada seguía siendo igual de intensa y poderosa, logrando sujetarlo en su lugar con tan solo mirarlo a los ojos. Taehyung se estremeció automáticamente al oír su seudónimo, incapaz de responder nada por el apretado nudo que se formó repentinamente en su estómago. Yoongi solo lo había llamado así durante su primer encuentro, cuando se conocieron, y sabía que detestaba que él lo llamara por su seudónimo, por lo que su cuerpo se tensó automáticamente ante la frialdad del mayor y la distancia que estaba tratando de crear entre ellos. -Está bien, me ocuparé de esto personalmente- dijo Yoongi dirigiéndose a la recepcionista que soltó un disconforme: “Como desee Yoongi-ssi” y volvió a sus tareas. -Ven conmigo- pidió suavemente dirigiéndose a él, pero sin observarlo a los ojos, y el aliento de Taehyung quedó atorado en su garganta. No había notado que estaba conteniendo la respiración hasta que siguió los pasos del mayor hacia su oficina y se obligó a respirar en favor de sobrevivir a lo que le aguardaba tras la puerta que rezaba “Genius Lab”.
Decir que Yoongi estaba atravesando tal vez la crisis existencial más grande de su vida, luego de la que tuvo cuando decidió dedicarse a la música viniendo de una familia tradicional y conservadora, sería un eufemismo. Sus piernas temblaban violentamente cuando ingresó a su oficina y tuvo que dejar el vaso de café sobre su escritorio por temor a derramárselo encima. Se encontraba tan fuera de sí por la sorpresiva aparición del joven allí, que no sabía por donde comenzar a poner su cabeza en orden.
Haber encontrado a Taehyung en el edificio donde trabajaba, discutiendo con la recepcionista para que le permitiera verlo, había sido excitante, sorpresivo y aterrador al mismo tiempo, y Yoongi sentía que estaba a punto de morir en aquellos momentos. Reconocía que había sido un error haber cortado abruptamente toda comunicación con el joven luego del incómodo y extraño momento que le había hecho pasar semanas atrás, y no debía haberse confiado de que Taehyung no lo buscaría, cuando no le había dado ningún tipo de explicación. Pero lo cierto era que Yoongi había creído realmente que Taehyung no lo buscaría. Yoongi no era más que un cliente como cualquier otro; alguien más en su extensa lista; alguien sin importancia; alguien cuya ausencia no se notaría… ¿verdad?. Sabía que le debía una explicación y realmente deseaba dársela, pero no estaba seguro de ser lo suficientemente fuerte aún como para soportar las consecuencias de ello. ¡Dios! Lo amaba tanto, y estaba tan aterrado de confesárselo por el posible rechazo por parte del joven, que no sabía qué hacer consigo mismo.
Su mente se había transformado en un torbellino de confusos e intensos pensamientos en cuanto había posado sus ojos en el joven al regresar del café de la esquina con la quinta bebida del día en la mano. Su corazón había dado un violento vuelco al notar su presencia, su aliento había quedado atorado en su garganta, mientras sentía su pecho derretirse ante la belleza de aquella alta e imponente figura. Porque a sus ojos, Taehyung lo seguía siendo a pesar de encontrarse en un ambiente completamente diferente al suyo, a pesar de sentirse tan pequeño y perdido en aquel lugar. Yoongi lo atravesó con su mirada, deseando que aquella visión quedara grabada en su retina, sin importar el resultado de aquella charla. Yoongi simplemente no podía quitar sus ojos de él. Tan hermoso, natural y normal. Tan común con su holgada camisa estampada, sus ajustados pantalones negros, sus zapatos, el adorable cárdigan en colores tierra y el morral cruzado en el pecho. Tan simple, hermoso y único como un estudiante de arte de su edad en su día a día. Tan natural, tan él, exponiendo su lado cotidiano; un lado que él no había visto jamás. Tan diferente e igual al mismo tiempo a la imagen que su mente conservaba de todos y cada uno de los encuentros que tuvieron todos los viernes desde hacía año y medio. Y Yoongi no sabía cuál prefería, porque no quería decidirse por ninguna de las dos facetas, porque Yoongi deseaba todo de Taehyung. Lo bueno, lo malo, lo profesional, lo cotidiano, lo natural, lo artificial… ¡todo!
-Hyung…- comenzó el joven y su grave voz tembló por los nervios que habían comenzado a consumirlo desde que habían ingresado al estudio, encontrándose solos en aquel cálido y confortable lugar.
-¿Qué haces aquí Taehyung?- preguntó Yoongi, atajándose mientras se volteaba para enfrentarlo, pero sin la fortaleza suficiente como para alzar su mirada y mirarlo a los ojos.
-Desapareciste- se limitó a decir el aludido y su voz se quebró en los bordes. No fue con tono reprobatorio, o con intensión de reprocharle nada. Solo lo dijo constatando el hecho, pero Yoongi estaba tan consumido por sus propios sentimientos de culpa que lo habían carcomido en las últimas semanas, que no pudo evitar ponerse un poco a la defensiva y tensar repentinamente su cuerpo ante la única palabra que el joven pronunció.
Y lo cierto era que Yoongi era demasiado malo trabajando y reaccionando bajo presión.
-¿Qué se supone que debía hacer? ¿Quedarme contigo, cuando tenías otro cliente luego de mi turno?- no fue su intención soltar aquellas palabras y que sonaran de un modo tan hiriente, pero Yoongi no sabía cómo lidiar correctamente con todo lo que estaba sintiendo y que parecía querer envenenarlo si no lo expulsaba cuanto antes de su interior.
-¿De qué otro cliente hablas, si los viernes están reservados solo para ti?- comento Taehyung con simpleza y desconcierto en la voz, observándolo intensamente con sus grandes ojos café. De pie en su estudio con aquella mueca perdida e insegura en su rostro parecía tan pequeño y diferente a la elegante, sensual y provocadora imagen que Yoongi tenía de sus encuentros, que su corazón se contrajo dolorosamente en su pecho.
-¿Q-Qué?- y aquel fue el momento en el que la mente de Yoongi simplemente se detuvo. Los engranajes que habían estado trabajando incansablemente durante semanas, finalmente se detuvieron al oír la grave y suave voz del joven pronunciar aquellas palabras, mientras un vacío se abría en su pecho y un insoportable peso se instalaba en su estómago. ¿Aquello significaba lo que él creía que significaba? ¿Acaso estaba sucediendo lo mismo que había sucedido con Jungkook y Jimin? O peor aún, ¿con Namjoon y Seokjin?
Y lo cierto era que Taehyung era muy paciente y sabía manejar demasiado bien las situaciones bajo presión.
-Hyung…- dijo con tanta suavidad, con tanto cariño, observándolo con tanta amabilidad y ternura, que Yoongi sintió su corazón romperse en mil pedazos, alcanzando finalmente su límite.
-Ya no puedo hacerlo, Taehyung- dijo rendido llevándose las manos al rostro, escondiéndose, huyendo una vez más. No notó que el joven se había acercado a él hasta que sintió sus grandes y cálidas manos tomar suavemente sus muñecas, pidiéndole silenciosamente que las bajara. La calidez de la cercanía de su cuerpo parecía quemar y envolverlo confortablemente. ¡Y Yoongi deseaba tanto desaparecer entre sus brazos, ser parte de su calor, respirar su esencia, relajarse bajo sus caricias, abrazarlo y jamás soltarlo!
-Yoongi hyung, mírame por favor- pidió Taehyung con su grave voz. El aludido no solo no pudo negar el pedido, sino que, al observar el suave y expectante rostro del joven y la amabilidad y la intensidad con la que lo observaba, en un irrefrenable deseo por desahogarse, vomitó las palabras que hacía tanto tiempo pujaban por salir de su pecho.
-¡Te amo, Taehyung-ah!- confesó con ojos anegados en lágrimas, observando desesperadamente al joven que lo atravesaba con una candente intensidad. -Es por eso que no podemos seguir viéndonos. ¡Lo siento tanto! ¡No fue mi intención enamorarme de ti, pero no pude evitarlo! Por Dios, ni siquiera deseaba decírtelo, pero sé que es injusto y egoísta de mi parte no darte ninguna explicación al respecto. Y jamás podría interponerme entre tu vida, tu economía y tus deseos, por lo que decidí intentar lidiar con esto yo solo, pero es demasiado difícil pretender que no me afecta. Que nuestros viernes son solo noches de desahogo y placer, porque para mí eres mucho más que eso, Tae. Para mí eres confort y serenidad, eres felicidad y cariño, eres belleza, intensidad y esperanza. Para mí eres amor. Eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida, Taehyung- dijo atropelladamente sin apartar en ningún momento su acuosa mirada de la del joven que, llorando en silencio, se la devolvía con una intensidad que quemaba, mientras la sonrisa que deseaba abrirse paso en sus temblorosos labios se transformaba en una extraña mueca de angustia, alivio y felicidad.
-Yoongi… ¡Dios! Es lo más hermoso que alguien me ha dicho jamás- balbuceó llorando de felicidad mientras tomaba el rostro de Yoongi entre sus grandes manos y secaba suavemente las lágrimas derramadas del mayor que aún no comprendía la mueca conflictuada en el rostro del joven. -Tú también eres todo eso y mucho más para mí, hyung- dijo con una suavidad y serenidad tan extremas, que Yoongi sintió como el joven se relajaba automáticamente frente a él. -Eres quien logra que me sienta bien conmigo mismo, que me quiera por lo que soy, por quien soy. Eres quien me hace sentir tantas cosas, todas al mismo tiempo, que sienta mucho amor, tanto por mí como por ti. Me haces sentir especial con tan solo posar tus ojos sobre mí. Me observas como nadie nunca me observó, como si fuera el centro de tu universo- explicó Taehyung con voz rota, atravesándolo con intensidad y ojos destellantes por la felicidad.
-¡Porque lo eres!- aseguró Yoongi posando sus manos en el amplio pecho del joven, sintiendo el presuroso palpitar del corazón ajeno en la punta de sus dedos. -A pesar de habernos visto solo un par de horas todos los viernes durante año y medio, Taehyung, no tienes una idea de lo que significas para mí, cuanta importancia tienes en mi vida- declaró Yoongi, atravesándolo con una mirada segura y honesta, algo que Taehyung siempre había amado de él. -Y es por eso que no quiero que te sientas en el aprieto de tener que decidir algo que no quieres. No quiero que modifiques tu vida por mí, no quiero que esto que siento por ti influya en tus decisiones, en tu economía…-.
-¿Y qué hay de lo que yo quiero? Si en algún momento pienso dejar el trabajo, ten la certeza de que será por mí y no por ti, ni por nadie más. Además, hace un tiempo que estoy deseando renunciar porque los horarios de la universidad están cada vez más difíciles y no puedo con todo…- comentó Taehyung con suavidad y posó suavemente sus dedos en los labios del mayor cuando notó que Yoongi los despegaba con intención de decir algo con mueca preocupada. -No debes preocuparte por nada, hyung. Puedo conseguir trabajo en el café del campus o vender algunos cuadros, si se acaban mis ahorros- comentó con mirada mas que elocuente, alzando sus hermosas y perfectas cejas y Yoongi lo observó con ojos sorprendidos. Taehyung sonrió con dulzura acariciándole el rostro. -Tú también tienes mucha importancia en mi vida- dijo el aludido besando con suavidad el rostro levemente sonrosado de Yoongi que no pudo evitar sonreír relajándose entre los brazos del joven al sentir sus labios sobre sus húmedos ojos, su frente, sus mejillas, su nariz, rozando suave y cariñosamente su sonrosada piel, acariciándolo con sus labios como si fuera una fina pieza de porcelana. Como si Taehyung estuviera atesorándolo. Yoongi se sonrojó furiosamente al recordar sus propias palabras semanas atrás, las que, al pronunciarlas, lograron que el joven se corriera intensamente. Taehyung pareció percibir su vergüenza al sentir el profundo calor en las mejillas bajo sus manos y depositó un beso en cada una antes de hablar nuevamente, con una sonrisa serena en su rostro: -Estoy tan feliz de haberte encontrado hoy aquí, y haber podido hablar…- dijo realmente aliviado, a escasos centímetros de los labios del mayor y a aquella tan escasa distancia, Yoongi notó que el joven era aún más hermoso de lo que ya le parecía.
Yoongi perdió el aliento al observarlo a los ojos, y perderse en aquel extenso y transparente océano café, que le devolvían la mirada con una intensidad abrumadora. -Realmente pensé que estabas rechazándome, que ya no querías verme, que había hecho algo mal…- comentó Taehyung con dolor en la voz y frunció el ceño repentinamente al recordar algo. -Bueno, en realidad hubo algo que creo que hice mal…- comentó pensativo y ante el mudo interrogante en los ojos de Yoongi, tragó en seco mientras un leve rubor teñía tiernamente sus mejillas. -No puedo creer que te fueras sin correrte. Simplemente no puedo imaginar lo incómodo que debe haber sido para ti regresar a casa con una erección en los pantalones- explicó mortificado, cerrando los ojos mientras apoyaba su frente contra la del mayor que, desconcertado, detuvo las caricias sobre el pecho del joven. -No permitiste que te ayudara, realmente quería hacerlo- explicó Taehyung haciendo un leve puchero, y su voz tembló con mezcla de mortificación y frustración. Su cálido aliento rozó el rostro de Yoongi que deseó en aquellos momentos poder devorar lenta y dulcemente aquellos irresistibles labios que se movían sobre los suyos rozando imperceptiblemente, sin llegar a tocar completamente. Sin ser consciente de ello, sus manos tomaron en un puño la camisa del joven, sobre su pecho, como si temiera que pudiera alejarse de él en cualquier momento, como si Taehyung fuese el ancla que lo mantenía en la realidad del momento. -Al menos me hubiese gustado poder devolverte una mínima porción de todo lo que me habías hecho sentir, hyung- se quejó con suavidad, aún con el ceño fruncido, mientras negaba con la cabeza, terriblemente arrepentido porque la noche de aquel viernes se hubiera acabado tan abruptamente. La frustración del menor le causó tanta ternura a Yoongi que no pudo evitar reír ante sus comentarios, provocando que el joven se alejara unos centímetros de el para observarlo mejor.
-¡Por todos los cielos!- exclamó Yoongi riendo asombrado por la situación. No podía ser cierto que Taehyung creyera que no había logrado correrse con tremendo espectáculo que había montado para su deleite, cuando había sido más que obvio que había sucedido todo lo contrario.
-¡No es gracioso, hyung!- refunfuñó Taehyung avergonzado y el rubor en sus mejillas se concentró. -¿Sabes lo que han sido estas semanas pensando que había fracasado en una de las principales especialidades de mi trabajo? ¡Si se hubiese enterado de ello, Jinnie hyung jamás me lo hubiese perdonado!- aseguró el menor, provocando que Yoongi riera aún más.
-¡Claro que lo es! Por todos los cielos, Tae, me corrí en los pantalones al ver que tú lo hacías al oír mi voz, solo con mis palabras, vistiendo únicamente las joyas- explicó Yoongi con una amplia sonrisa cargada de ternura y cariño, y un leve rubor apareció en su blanca piel, tiñendo sus mejillas, sus orejas y cuello.
-¿Qué?- fue lo único capaz de pronunciar Taehyung al comprender las palabras del mayor, porque si aquello era verdad y había logrado que su hyung se corriera con tan solo el espectáculo visual que le brindó, era realmente sexy y su cuerpo comenzaba a reaccionar a aquella repentina excitación.
-…Y me fui porque estaba demasiado avergonzado de que mis sentimientos se hubiesen salido de control y te hubiera dicho todo lo que te dije- continuó Yoongi, ignorando el desconcierto en el rostro del menor que lo observó con ojos abiertos de par en par, incapaz de reaccionar. -Lamento no haber podido decírtelo antes, no haber preparado un discurso o una cita como te mereces. Quería que fuera algo especial para ti, porque tú eres especial para mí, y realmente lamento que haya sido de esta manera…-.
-¡Dios, eres tan…!- interrumpió Taehyung y a falta de palabras definitorias para todo lo que Yoongi le hacía sentir, se arrojó sobre él y lo besó hambrientamente, como había deseado hacer desde que el mayor le había dicho que lo amaba. Taehyung lo besó con arrebatadora intensidad, como si fuese la última vez que lo haría; y con la profundidad de todas las promesas de alguien que besa por primera vez. Taehyung besó a Yoongi con su alma y el deseo de estar conectado a él para siempre; con sus pensamientos que siempre tenían un momento para él y su memoria; con su corazón palpitando descontroladamente en su pecho, caliente por todo el cariño que le profesaba. Lo besó con su cuerpo, arrinconándolo contra el escritorio a sus espaldas, temeroso de que volviera a huir de él, bajando sus manos del rostro de Yoongi, acariciando con las yemas de sus dedos la piel expuesta y sonrosada de su cuello, posando sus palmas en el pecho, sintiendo el descontrolado palpitar del corazón ajeno bajo ellas, para detenerse en la estrecha cintura del mayor y en un reflejo automático acercar aún más el menudo cuerpo al suyo. Sintió a Yoongi estremecerse bajo su cuerpo, mientras alzaba los brazos y rodeaba con ellos su cuello, colgándose desesperadamente de él, aferrándose como si le fuera la vida en ello. Y todo escaló en cuestión de segundos. Taehyung bebía de él, de sus dulces e irresistibles labios como si estuviese en un desierto muriéndose de sed y Yoongi fuera el más puro y fresco oasis, ofreciéndose a él, llenándolo, saciándolo, respondiendo a su candente demanda de más, mucho más. Y hubiese seguido bebiendo de él, si el placentero roce de sus miembros que comenzaban a endurecerse a una alarmante velocidad, no hubiese quitado a Yoongi de aquel intenso estado de placer y necesitada ensoñación.
-No quiero tratarte nunca más como tus clientes- dijo atropelladamente, temeroso, contra sus labios agitados, acariciando suavemente los cabellos de su nuca. No solo era algo que lo tranquilizaba cuando se lo hacían a él, sino que él encontraba serenidad al hacerlo. Taehyung, aun sosteniéndolo de la cintura, notó que se encontraba en puntas de pie, colgando de su cuello y que lo observaba con sus hermosos ojos cargados de un brillo e intensidad que nunca había visto en ellos, y su corazón se derritió repentinamente ante aquella visión. Yoongi realmente lo amaba.
-No lo haces. Y nunca lo harás porque jamás me has tratado como ellos- aseguró Taehyung inmediatamente, acariciando con suavidad la piel expuesta de su cintura que el buzo no lograba tapar, acercó aún más sus rostros y acarició con su nariz la pequeña de Yoongi que cerró suavemente sus ojos y asintió más tranquilo. -Tu siempre fuiste diferente. Siempre fuiste especial. Te amo- dijo en un susurro contra los labios del mayor que no aguardó en romper la escasa distancia que había entre ellos y besar a Taehyung que lo recibió más que encantado con el atisbo de una sonrisa en sus labios. Este beso si bien similar en intensidad y afecto, fue húmedo, caliente, desesperado. Ambos cuerpos parecían dos nervios expuestos, sintiendo al máximo hasta el más mínimo estímulo. Se frotaban entre sí desesperados, con la necesidad de tenerse cerca y sentirse mutuamente por no haberlo hecho en semanas. El placer era eléctrico, excitante, hirviendo la sangre en sus venas, derritiendo la tensión en sus músculos relajándolos automáticamente, sus pieles parecían expandirse y contraerse al mismo tiempo, cosquilleando ante el más mínimo contacto, ardiendo a la más leve caricia. Yoongi jadeó profundamente cuando Taehyung lo alzó en el aire y lo sentó en el escritorio, juntando automáticamente sus duras entrepiernas, presionándolas levemente, frotándolas entre sí con desesperación y deseo. Las manos del mayor volaron al cuello de la camisa del menor y tironearon levemente de él para llamar su atención, y Taehyung al comprender su pedido para detenerse, se separó unos centímetros de él con un suave gruñido seguido de un profundo gemido ya que no detuvo en ningún momento el movimiento de sus caderas, generando el delicioso y constante roce de sus entrepiernas.
-Tae… ¡AH!- gimió Yoongi con voz rota por el repentino placer y el aludido sonrió satisfecho al notar el concentrado color a cereza de sus labios hinchados y brillantes. No pudo resistirse y pasó sensualmente su lengua sobre ellos disfrutando el gusto a café, solo para observar como Yoongi, a punto de perder el hilo de sus pensamientos para entregarse pura y exclusivamente al placer que él estaba ofreciéndole, hacía un esfuerzo sobrehumano para seguir hablando. -Quiero invitarte a cenar, mmfff, que tengamos una cita y que terminemos de conocernos… ¡Mierda!- comentó entre gemidos, sintiendo una de las grandes manos de Taehyung en su nuca, tironeando los cortos cabellos allí, mientras la otra, habiéndose colado por debajo de sus holgadas ropas, acariciaba suavemente su pezón izquierdo que parecía estar automáticamente conectado a su miembro que se sacudía desesperado entre sus pantalones.
-Me encantaría, hyung- comentó casualmente Taehyung, mientras proporcionaba mayor presión con su propia dureza sobre la del mayor, que dejó caer su cabeza hacía atrás, disfrutando el contacto, y una traviesa sonrisa se abrió paso en sus labios mientras observaba a su hyung poco a poco perder el control de su cuerpo ante el placer que estaba provocándole. -Pero primero, para celebrar, quiero cogerte justo aquí, sobre tu escritorio, entre tus cosas- comentó mordiendo levemente la piel expuesta del cuello que Yoongi le ofrecía tan deliberadamente. -Quiero que grites mi nombre entre estas paredes insonorizadas y que te corras mientras me repites lo mucho que me amas…-.
-¡Tae por todos los cielos!- exclamó Yoongi con voz rota, gimiendo desesperadamente, abriendo aun mas sus piernas para darle mayor acceso al menor entre ellas, invitándolo a hacer lo que quisiera con él.
-¿Harías eso por mí, hyung?- preguntó Taehyung y bajo toda la sensualidad y provocación en su voz, Yoongi logró percibir aún la inseguridad del joven que no podía creer que lo amara sin reservas como le había dicho que lo hacía. Yoongi lo besó tan repentina e intensamente que logró dejarlo sin aliento, observándolo con ojos desorbitados mientras se alejaba de él y se recostaba en el escritorio ofreciéndose a él con las piernas abiertas y las manos sujetas al extremo superior de la lustrosa superficie.
-Te repetiré cuanto te amo todas las veces que sea necesario, no necesitas cogerme aquí para que lo haga, pero si logras hacerme correr más de una vez, el próximo “Viernes Temático” que tengamos, me vestiré con tus joyas…- dijo Yoongi con una sonrisa provocadora, pero cargada del profundo amor que le profesaba y la satisfacción se arremolinó en su pecho cuando notó que sus palabras tomaban con la guardia baja al menor que detuvo abruptamente sus manos allí donde estaban acariciando sus muslos. -Se que te mueres por verme así, y puedo asegurarte que yo deseo mostrarme así solo para ti, y te cogeré una y otra vez hasta que quede grabado en ti. Hasta que sepas que no bromeaba cuando te dije que eres mi tesoro, Taehyung-ah- ofreció el mayor con ojos nublados por el deseo, la excitación y la desesperación que sentía en aquellos momentos. Taehyung no pudo evitar el repentino sonrojo en sus doradas mejillas, mientras un profundo gemido salía de entre sus labios, de lo mas profundo de su pecho, que se contrajo con una intensa mezcla de excitación, anticipación, y amor, infinito amor. -Pero yo también quiero ser tu tesoro, Tae…- dijo el mayor con timidez, bajando la mirada avergonzado con un concentrado rubor en sus mejillas, contraponiéndose con su explícito lenguaje corporal que pedía a gritos ser tomado allí mismo.
-¡Ya lo eres! ¡Dios, hyung! ¡Eres perfecto, te amo tanto!- exclamó Taehyung, derretido ante los profundos sentimientos del mayor que no eran otra cosa que un reflejos de los suyos propios, mientras su característica y amplia sonrisa rectangular se abría paso en sus labios, y se arrojaba automáticamente sobre el cuerpo de Yoongi dispuesto a cumplir esa promesa y comenzar a forjar su futuro juntos, ansioso por contar los días que faltaban para su próximo Viernes Temático.
Notes:
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settemila on Chapter 1 Wed 20 Nov 2019 03:52AM UTC
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BlueMooonchild on Chapter 1 Thu 21 Nov 2019 01:59AM UTC
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