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Language:
Español
Stats:
Published:
2021-08-19
Words:
2,368
Chapters:
1/1
Kudos:
5
Hits:
70

El último rezo de Dean

Summary:

Después de que Jack lo arreglara todo los hermanos Winchester habían decidido volver a las caza como en los tiempos sencillos ahora que todo volvía a estar bien. Pero Dean sabia que la lucha aun no había acabado. No hasta que no rescatara a su ángel del vacío. Iba a sacarle de allí y no le importaba el coste.

Notes:

Este fanfic incluye importantes SPOILERS del final de la serie de supernatural. Si no la has acabado te recomiendo que lo hagas antes y disfrutes de la experiencia.
Este oneshort sigue el canon de lo sucedido en los episodios finales de la serie pero añadiendo algo que creía que le faltaba. Espero que os guste.

Work Text:

Cuando Jack consiguió vencer a Chuck y restaurar el mundo liberándolos de la rueda de hámster Sam creyó que eran libres al fin para poder seguir con sus vidas y hacer lo que desearan. Pero Dean sabía que no era así. Al menos no para él. Porqué aún le quedaba una cosa por hacer. Salvar a Cass. No podía dejarle allí en el vacío. Había muerto para salvarle. Nunca le había llegado a contar a Sam cómo le había salvado Castiel ni nada relacionado con el trato que este había hecho con el vacío. Solo le dijo que tenía que salvarle y Sam se lo había intentado impedir. Pero no pudo. Y Dean lo intentó. Lo intentó todo. Trató de hacer un trato con los demonios pero estos ya no hacían tratos desde que Rowena estaba en el poder. Y aunque hubieran aceptado nadie tenía el poder suficiente para sacar a alguien del vacío. Se había asociado durante un tiempo con Rowena para intentar encontrar una manera de vencer al vacío. De acabar con él y liberar a todas las almas que estaban allí presas. Sabía que era una completa locura porque hacer eso implicaba el regreso de Lucifer. Y de todos los ángeles y arcángeles que habían muerto y de los demonios. Y quizás también del Miguel de la otra dimensión que había muerto en ese mundo. Pero no le importaba. No le importaba quemar el mundo con tal de sacar a Cass de allí. Consiguieron encontrar un hechizo para abrir una puerta al vacío para poder ir a buscar a Cass pero en el último minuto algo falló. Tras fallar con los demonios trató de buscar ayuda en los ángeles y en libros. En libros del búnker y en libros de magia oscura. También buscó ayuda de brujas peligrosas. Cuando llevaba un tiempo perdido en su obsesión de salvar a Cass se dio cuenta de que eso estaba consumiendo a Sam con la constante preocupación. Que le estaba arrastrando de nuevo a los malos tiempos y le hizo creer que había abandonado la búsqueda para cargar solo con el peso. Pero una vez tras otra acababa en callejones sin salida cuando creía tener algo como si alguien estuviera boicoteando su búsqueda. Incluso le había rezado a Jack pero este se había ido. Y al final todo había terminado de una manera muy estúpida. En una caza con Sam. Había ido a deshacerse de un nido de vampiros y en la lucha había acabado empalado en un hierro. Le hizo prometer a su hermano que no le devolvería a la vida. Que por una vez seguiría adelante con su vida. Y había esperado que al llegar al cielo habría podido continuar su búsqueda desesperada. Salirse de su rincón apartado y hallar otro modo. Pero al llegar se dio cuenta de cuánto había cambiado el paraíso. Ahora era tal y como siempre había imaginado. Y tras una charla con Bobby había descubierto que el propio Jack había rescatado a Castiel del vacío y ahora estaban juntos y por primera vez en mucho tiempo perdió gran parte del peso que aún llevaba. Solo deseaba coger a su bebe, conducir en una carretera infinita con buena música en los altavoces y no parar hasta que Sam se reuniera con él. Pero en el fondo sabía que le faltaba algo. Había reflexionado mucho sobre las palabras de Cass. Y sobre él mismo. Y había algo que seguía molestándole en parte. Necesitaba ver a Cass aunque fuera una última vez. Necesitaba decirle cuán equivocado había estado con algo. Y fue en el momento que se percató de ello, que su carretera infinita se acabó de repente dejándole ante un granero. Cuando aparcó el coche y se bajó de él no sabía exactamente dónde se encontraba. No reconoció el lugar hasta el momento en que entró en su interior y vio las paredes todas cubiertas de signos de todas las religiones conocidas. No había ni un hueco en las paredes sin cubrir. Y sabía quién lo había dibujado todo. Al menos en el mundo real. Bobby. Se encontraba en el lugar donde había visto a Cass por primera vez. Se giró hacía la puerta esperando que este apareciera de la nada como había hecho entonces pero no lo hizo. Y fue entonces que Dean lo entendió. Si había alguna manera de llegar hasta Cass solo podía ser a través del rezo. No sabía si iba a ser oído. Jack le dijo que iba a abandonar ese planeta y si Cass estaba con él no creía que sus oraciones le llegaran. Pero debía intentarlo. Él necesitaba decir algunas cosas y Cass necesitaba oírlas. Se dejó vencer cayendo de rodillas y cerró los ojos imaginándose a su ángel ante él.

 

      Cass, no se si puedes oírme. Probablemente estoy hablando sólo en un rincón perdido del paraíso. Nunca podré saberlo y es un triste consuelo. Pero llevo demasiado tiempo queriendo decir estas palabras.

 

Notó que su voz se quebraba. Porque decir eso en voz alta era cómo despedirse de Cass definitivamente. Admitir que nunca más volvería a verle y eso le estaba doliendo más de lo que había esperado.

 

      Lo que me dijiste ese día, el día de tu muerte, estabas equivocado. Desde ese día una parte de tus palabras no deja de repetirse en mi mente. Queriendo gritarte lo idiota que fuiste al creer algo así. Pero me dijiste que el vacío iba a llevarte en el  momento que experimentaras una felicidad plena y esperaba que si no te lo decía entonces tu felicidad no fuera lo suficientemente plena para que el vacío te llevará. Pero fui idiota y cuando me percate de que no iba a funcionar ya fue demasiado tarde y te fuiste creyendo eso.

 

Dean oyó el suave aleteó de unas alas antes de oír una voz que tan bien conocía.

 

      - No estaba equivocado en nada de lo que dije. -dijo una voz molesta

 

Levantó el rostro sorprendido. Ante él estaba Castiel mirándolo con enfado. Se quedó unos segundos en silencio procesándolo antes de preguntar.

 

      - ¿Cass?

      - Si. Soy yo Dean.

 

Dean se levantó del suelo y fue hasta él abrazándolo. Pero Castiel no le correspondió. Seguía enfadado por sus palabras.

 

      - Pensé que no oirías mi rezo. Qué estarías demasiado lejos para oírme.

      - Oh lo he oído. Lo he oído todo. -dijo sonando molesto.- E iba a irme muy lejos con Jack pero alguien debía quedarse para evitar que cometieras una locura.

 

Dean se separó de él para mirarle.

 

      - ¿De qué estás hablando?

      - Sacrifique mi vida por ti Dean. Me permití ser plenamente feliz para matar a Billie y morir y que pudieras seguir viviendo tu vida libre. Pero te empeñaste en meterte de lleno en una misión suicida.

      - ¿Cómo sabes eso?

      - Porque todo este tiempo he estado mirando. He estado manipulando cosas en secreto. Escondiendo libros. Sobornando brujas. Todo para impedir que lograras tu misión suicida.

      - ¿Y no te pareció más fácil aparecer y decirme que parara?

 

Castiel vio aparecer la ira de Dean. Esa que lo arrasaba todo a su paso y que hacía que alejara a aquellos que le importaban durante días. Pero no fue lo que pasó. Dean respiro hondo calmándose. No quería estar molesto con Cass. No después de lo que le había costado encontrarle. Y Castiel sonrió al percatarse de lo profundo que le habían llegado sus palabras a Dean. De que le habían ayudado a cambiar a mejor.

 

      - Pensé que después de mi despedida era mejor que no volviéramos a vernos de nuevo. Pensé que si me alejaba seguirías con tu vida. Que tarde o temprano pararías de intentar rescatarme. Pero no lo hiciste.

      - No podía Cass. No podía dejarte allí.

      - Estabas dispuesto a soltar a todas las almas del vacío para salvarme. Eso habría acabado con el mundo. Por mi.

      - No podía dejarte allí toda la eternidad. Solo. Sin nadie. Y creyendo esa mentira.

      - Basta de decir eso. Mis sentimientos no son ninguna mentira.

      - Por supuesto que no. -se acercó a Cass mirándolo fijamente.- Tus palabras me llegaron Cass. La manera en la que me veías. Una manera en la que yo nunca pude verme. Tan lleno de amor y devoción. Como un héroe que amaba a todos demasiado. Y aun así no veías lo importante.

      - ¿De qué hablas, Dean?

      - Quise decírtelo. Porque sí. Siempre me cuesta mucho expresar mis sentimientos en voz alta pero tenía tan poco tiempo que por una vez debía tragarme mis inseguridades y actuar rápido. Pero tenía miedo Cass. Estaba aterrorizado.

      - ¿Miedo de que?

 

Dean se acabó de acercar a él. Alargó su mano acariciando la mejilla de Cass y vió como el rostro de este cambiaba de la ira anterior a la esperanza. Y le miraba de esa forma especial que siempre había guardado solo para él. Debería haberse percatado de ello hacía demasiado tiempo.

 

      - Miedo de hacerte feliz. Porque si lo hacía el vacío te iba a engullir. Pero lo vi en tu rostro. Estabas feliz. Muy feliz y no había nada que pudiera hacer para impedir lo que iba a pasar. Solo me quedo suplicarte que no lo hicieras.

      - No podía dejarte morir. Habríamos muerto los dos. Al menos así uno de los dos se salvaba.

      - No quería salvarme. No a tu costa.

      - No era tu decisión. ¿Me odias por ello?

 

Dean rió un poco por esa pregunta.

 

      - Quise hacerlo. Deseé con todas mis fuerzas odiarte. Pero no pude. No después de tus palabras. Nunca he podido odiarte realmente.

      - Nunca le contaste a Sam lo que había sucedido.

      - Si lo hubiera hecho habría tenido que decírselo todo. Incluido aquello que solo quería decirte a ti. Y no podía. Si lo decía en voz alta, si se lo decía a otra persona sería como admitir que nunca te lo iba a decir a ti. Como rendirme.

      - ¿Y qué querías decirme?

      - ¿Qué harás cuando termine esta conversación? ¿Te irás? ¿Para siempre?

      - Dean. -Cass se apartó de él y giró su rostro.- Ya lo dije. No puedo conseguir lo que deseo. Debo pasar pagina. Seguir adelante.

      - Y yo te he dicho que estabas equivocado y sigues sin escuchar.

      - Es que no lo estaba. Todo lo que dije era real.

      - No. No todo. No la parte en la que dijiste que no podías tener lo que deseabas.

 

Castiel giró su rostro de nuevo mirándole esperando oír las palabras que quería decirle.

 

      - No. No voy a decirlas. No quiero que esto sea un adiós. No quiero perderte de nuevo.

      - Dean…

      - Quédate conmigo Cass. Solo quédate.

 

No añadió nada más. No le dijo lo que quería. Que se había odiado a sí mismo por dejarle ir creyendo que no le correspondía. Porque ahora estaba aquí y no iba a dejarle marchar de nuevo. Se acercó hasta él y le dijo todo lo que deseaba con un beso. El ángel se quedó demasiado sorprendido al principio pero de inmediato empezó a corresponderle. Y Castiel, ese inocente ángel que cuando conoció no había estado con nadie y era muy inexperto besaba de maravilla. Dean se dejó perder en aquel beso antes de separarse.

 

      - Vaya. El hombre de las pizzas es demasiado buen maestro.

      - Dean, si haces esto para que me quede…

      - Cass el día en que me sacaste de la perdición también me cambiaste. Cuando me rescataste estaba muy perdido. No creía merecerlo. Había torturado a gente de maneras inimaginables pero de repente apareció un ángel para sacarme de allí y me dijo que merecía ser salvado. Estaba perdiendo a Sam. Me estaba perdiendo a mi mismo. Tenía pesadillas constantes y no podía casi ni dormir. Pero estuviste allí. Me ayudaste. Tenías tanta fe en mí que me hiciste creer también. Me hiciste rezar por primera vez en mi vida. Traicionaste al cielo para ayudarme y, aunque los dos hemos cometido muchos errores, aunque muchas veces he sido injusto contigo y te he tratado muy mal, siempre has estado a mi lado. Cuando el vacío te llevó fue como si me arrancaran una parte de mi. Me quedé incompleto. Necesitaba volver a estar bien. Volver a recomponerme. Necesitaba salvarte. Que regresaras a mi lado.

 

Dean cogió la mano de Castiel y la posó sobre su hombro. Allí donde había dejado la marca cuando sacó del infierno y allí donde le había dejado la marca cuando se sacrificó. En aquella camisa que seguía colgada en su armario y había sido incapaz de lavar. Y que se había materializado en el maletero del impala de su paraíso.

 

      - Cuando me sacaste de la perdición me salvaste en más de un sentido. Siempre has sido fiel a nosotros. Has luchado por aquello que creías y también has amado con intensidad. A la humanidad. A tus hermanos. A Sam y Jack. Y a mi. Tanto como yo te amo a ti.

 

Castiel se quedó conmovido por la declaración de amor. Y por fin se permitió bajar las barreras. Iba a dejar de huir. Quizás si podía ser plenamente feliz. Volvió a besarle mientras sonreía. Al separarse Dean le cogió la mano con fuerza y con temor. Castiel le atrajo abrazándolo y Dean notó una calidez rodeándole todo el cuerpo. Era una sensación reconfortante. Se sentía completamente protegido y a salvo. Notaba como estaba completamente rodeado por algo suave que le acariciaba con calidez. Y entonces lo supo. Castiel le estaba abrazando con sus alas que ahora parecían estar restauradas de nuevo.

 

      - Tranquilo Dean. No me iré a ninguna parte.

 

Dean sonrió y se relajó por fin.

 

      - Volvamos al coche. Nos queda un gran trayecto antes de reunirnos con Sam. Ha abandonado la caza y ha encontrado a alguien.

      - Así que Sammy ha atropellado a un perro de nuevo. -dijo Dean sonriendo.

 

Los dos fueron hacia el coche pero antes de subir Dean sonrió e hizo algo que no había hecho nunca hasta ahora.

 

      - Ey Cass, ¿quieres conducir a mi bebe?

 

Cass le miró sorprendido aceptando ese gran honor que solo habían tenido Sam y Jack en una ocasión.

 

      - Pero yo elijo la música. No te emociones.

 

Y los dos regresaron a la carretera. En una larga ruta esperando a Sam pero esta vez con mucha mejor compañía. Y Dean por fin se sintió en paz y pudo seguir adelante.

 

FIN