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Good Boys with Bad Habits ║ Creek • Style • Bunny

Summary:

South Park es un pueblo pequeño, tal vez demasiado.
Los pequeños pueblos esconden muchos secretos, problemas sociales, corrupción y, también, cuentan grandes historias.

Como la de un grupo de amigos en su último año escolar.

Los chicos deberán superar sus problemas e inseguridades juntos, en el camino pasarán por muchas aventuras, risas, llantos, miedos, muchas presiones, pensamientos demasiado largos y problemas existenciales.

Notes:

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Playlist del fanfic: https://open.spotify.com/playlist/4sPx2kpnOrUmCr35bD3Jgw?si=2b41c7c9902e4fd6

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Piloto

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/qAmCtvPCCE0

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

╔━━━━━━◆❃◆━━━━━━╗

Temporada 1

╚━━━━━━◆❃◆━━━━━━╝

Sinopsis:

Craig Tucker es trasladado a una nueva escuela donde conoce a su nuevo grupo de amigos, en especial, un chico que llama su atención desde el primer día.

Este grupo está integrado  por  muchos problemas y secretos ocultos tras muchas sonrisas falsas y caras bonitas.

 

_______________________

 

 

"Siempre pensé que la  vida  era muy lineal, que cada uno tiene un recorrido marcado, un  guion  del cual no podemos desprendernos y seguimos al pie de la letra.

En cierto modo, lo había asimilado, lo veía en mi vida, en la de mis amigos... En general.
A esta altura, no me sorprendía cuando algo que iba mal, acababa peor.
La realidad a veces es dura, ¿no? Y por muy desalentador que suene... Muchas cosas escapan de nuestras manos.

Nos acostumbramos a sentirnos libres, pero, ¿Realmente lo somos? ¿Estamos libres de la muerte? ¿Somos libres de las decisiones que toman "los poderosos" sobre nuestra vida y que, de forma directa o indirecta, nos afecta? ¿Realmente estamos condenados? ¿O podemos elegir nuestra forma de liberarnos?

Un muy buen amigo leerá esto y me enviará un WhatsApp similar a un Word de diez páginas diciéndome que el libre albedrío no existe.

Pero yo creo que sí, podemos elegir nuestra forma de ser libres, ¿conlleva muchos obstáculos? Por supuesto.

Y lo sé porque lo vivimos en carne propia.

Los obstáculos que se nos presentan en la vida se pueden afrontar de tres formas: rescatando lo que nos sirva para crecer a pesar de las dificultades, quedarnos en el molde y dejar que nos consuma, o romper con el status quo.

Nosotros elegimos la tercera opción.

Y se preguntarán "¿Por qué? ¿Por qué elegir la tercera opción?".
Tal vez en otro contexto, simplemente nos hubiéramos quedado en el molde, viendo como todo seguía igual y ser cómplices silenciosos.

Pero hubo un motor muy poderoso que nos llevó a, por lo menos, hacer el intento de cambiar las cosas, y no me tomen como un cursi o un idealista, porque hablo muy en serio.

Ese motor fue amor.

Amor a nuestra familia.
Amor a nuestros amigos.
Amor a nuestras parejas.
Amor a la libertad.
Amor a aspirar a un futuro mejor.

Lo que  parecía  ser solo anécdotas de nuestro último año escolar, derivó en algo mucho más grande que todos nosotros.

Esta es nuestra historia.
Y nuestro futuro."

—Tolkien Black, "The New York Times".












10 años atrás.

 

 

 

 

 

 

Los pueblos pequeños cuentan grandes historias y esconden secretos aún más grandes.

Aunque lo sepamos implícitamente, a veces olvidamos ciertos detalles.
Como por ejemplo, solemos ignorar o incluso creer que no sabemos, que en alguna parte de nuestra esfera hay un chico con una enorme y cautivadora sonrisa, de esas que contagian y te llevan a pensar "qué chico tan alegre", "su vida debe ser extraordinaria", "ojalá ser él", sin siquiera imaginarnos cuantas lágrimas esconde.
Y en algunos casos, litros y litros de alcohol para ahogar la culpa y no pensar en las presiones de la vida cotidiana.

Otra cosa que se ha naturalizado hasta el hartazgo es el relacionar a aquellos desafortunados que se han independizado muy temprano con las palabras "fuerte", "responsable", "maduro", "valiente".
No obstante, olvidamos todo lo que esconde esa "independencia temprana"; como hambre, pobreza, demasiadas responsabilidades que realmente no debería tener y el crecer demasiado rápido sin tener otra opción.
Es triste, es angustiante, no es una virtud.

Pero nada que un poco de marihuana y sexo no ayuden a olvidar por un momento, ¿no?

Y por último, tendemos a juzgar al tallo torcido antes de que se convierta en árbol.
"Si viene de familia problemática, seguramente sea problemático", "ese chico no tiene futuro", "mira como fuma y esos tatuajes, claramente es un delincuente", "será igual a su padre: golpeador y alcohólico".

Siempre se critica al que reacciona y nunca se castiga al causante.
Olvidamos que la vida es causa y efecto, acción y reacción.
No siempre todo es lo que parece, no siempre la gente es lo que aparenta.

Todo comenzó una tarde de enero en un pequeño pueblo de las montañas ubicado en Colorado, conocido como South Park.
Más específicamente, en una de las -pocas- escuelas del barrio bajo del pueblo. Una escuela técnica.

—¡Pero que yo solo me defendía!— Repitió cansado de seguir aclarando lo mismo una y otra vez.

Tucker perdió la paciencia, ya pasaron casi cuarenta minutos desde que las clases terminaron, tenía que volver a su casa pronto o se pondría de noche. Quería llegar antes que su padre.

—Craig, la profesora Nelson te vio golpeando a Billy Miller, estabas encima de él, no se puede alegar como "legítima defensa", casi lo matas. — Argumentó con indignación la directora Victoria mientras señalaba al autoproclamado "víctima" del "ataque" de Tucker.

—¡Pues que tenga las malditas pelotas para...! — Gritó Craig denotando su cansancio, estaba harto de estar allí defendiéndose de algo que le resultaba injusto.

—¡Sin insultos! — Interrumpió la directora.

Craig tomó aire.

Su paciencia se había colmado desde hace un rato, le indignaba como siendo el verdadero afectado, acababa siendo más juzgado que su propio abusador.

Sí, Billy Miller molestaba cada día a Craig, junto con el resto de sus amigos. Era evidente que alguna vez iba a terminar de esa manera, suficiente piedad le tuvo el muchacho de gorro azul como para soportarlo y dejarle pasar sus estupideces hasta ese día.

—Entonces que dé la cara y le repita a usted las cosas que me dijo.— Sentenció apoyando la espalda en el incómodo respaldo de la silla.

—¡Pero si yo no te dije nada malo!— Le gritó Billy, dio un leve quejido luego de eso, le dolía la cara como los mil demonios.

—Mira, que te crea eso tu puta madre...— Le contra respondió Tucker.

—¡Sin importar que fue lo que te ha dicho!— La directora intervino entre los dos muchachos.—Que luego tocaré ese punto, — Advirtió la directora mirando fijamente a Billy, quien solo soltaba algunos gemidos de dolor al colocar nuevamente la bolsa de hielo en sus moretones. — el punto es que el nivel de violencia al que has llegado no entra como defensa propia, si las autoridades se llegaran a enterar de esto, podrías ir a la correccional. Parecía un intento de homicidio.

¿Qué carajos?

—¡Yo no soy un asesino!— Se defendió Craig.

—¿Cuándo insinué yo eso? Solo dije lo que podría ser tranquilamente el punto de vista de un policía.

Craig se cruzó de brazos, su cabeza no daba abasto entre el cansancio mental, físico y la impotencia.

—De acuerdo... está bien. Denúncieme, póngame en detención o lo que sea.— Aceptó Tucker, rendido.

No sería la primera vez, de todos modos.

—Lamento decirle que esa no será la solución esta vez, señor Tucker.— Craig sudó frío ante las dolorosas palabras de la directora.—En vista de la gravedad de la situación, mantenerlo en la institución nos costaría una posible demanda de parte de los padres de los Miller, también podrían colocarte una grave denuncia, y no queremos arriesgarnos. Así que mi decisión para evitar el mal mayor, será expulsarte de esta escuela.

Craig sintió como sus cuerdas vocales se entrelazaban generando un nudo en la garganta al que desgraciadamente ya se había acostumbrado, no obstante, nunca había sentido tanta angustia por una situación relacionada a la escuela, peores problemas tenía detrás de las puertas de su "hogar". Ese nudo le recordó doce años escolares con excelentes calificaciones, el estar a punto de graduarse, la beca que buscaba conseguir para la universidad que quería, aquella que lo sacaría del infierno en donde vivía junto a su madre.

Sintió como esa puerta a la libertad y la felicidad se cerraba abruptamente.

—No puede ser...— Negó en voz baja, desanimado, se lo oía entrecortado y al borde de quebrar.

Agachó la cabeza con los ojos abiertos en su totalidad, el shock era muy fuerte y el tiempo en su mente se había detenido hace ya dos minutos. Su respiración se volvió lenta y emanaba una energía muy débil, los nervios se habían apoderado de aquel chico que todo parecía tener bajo control. Su gorro de pompón amarillo se precipitó en seco hacia sus pies, como si hubiese cobrado vida y buscaba sacar a su dueño del trance, pero Craig estaba completamente tieso, solo se le escuchaba emitir una fría respiración y su espalda subía y bajaba temblorosamente.

La directora se quedó viendo al muchacho en un intento de mantener su semblante firme e insensible, pero algo carcomía en su consciencia y no podía ignorarlo: conocía a Craig desde la primera vez que atravesó el enorme portón del establecimiento, en aquel entonces ella era profesora, sabía que era transferido por motivos similares, aunque ese caso no llegó al extremo de este; conocía muy bien de dónde venía y sabía perfectamente quien era Thomas Tucker.

Tragó saliva al recordar un flashback muy doloroso.

—Miller, puedes retirarte. Diles a tus padres que hablaremos con ellos mañana.

Ordenó la directora, incluso antes de que ella termine de entonar las últimas sílabas, Billy ya estaba dejando la silla a un costado de la puerta de la oficina, dispuesto a irse. Miró con odio por última vez a Tucker y cerró la puerta. Craig ni siquiera se enteró de su ausencia.

Una vez solos, la directora respiró hondo y pensó bien en sus palabras. Se compadecía del muchacho sentado delante de ella.

—Está bien...— Empezó a hablar.—Tengo otra idea para ti, Craig.— Craig levantó la mirada con desinterés, ya no sabía qué esperar en este día.—Por motivos legales y lógicos, no puedo permitirte permanecer en la escuela, pero si puedo transferirte a otra con el objetivo de que termines tus estudios de una vez, pero tienes que entender algo.— Su tono se volvió más serio que de costumbre, sin embargo, entre líneas se podía descifrar una clara preocupación por el futuro de su alumno.—Estas reacciones no son normales y bajo ninguna circunstancia pueden ser aceptables, y si estas reacciones no son tratadas como lo que son, el efecto de una causa.—  Hizo hincapié en la palabra "causa", Craig puedo entender a donde apuntaba.—No solo no te permitirán avanzar y tener una carrera, un estudio terminado; también te llevarán a traspasar los límites. Así que la condición para que seas transferido a otra escuela y egresarte es la siguiente: obligatoriamente, deberás asistir a terapia.

Craig intentó seguir el hilo de la conversación con las pocas fuerzas que le quedaban, estaba somnoliento y muy agotado mentalmente. Se limitó a asentir con la cabeza, ya no tenía ganas de seguir hablando.

—¿Y a dónde se supone que me transferirán?

—A High School South Park.

—¿Y lo de la terapia? Honestamente... No conozco ninguna...

—En High School South Park trabaja el señor Mackey, un muy buen colega mío.

Craig tomó su chullo del piso y volvió a colocarlo en su cabeza, poco a poco volvía a él su personalidad monótona e inexpresiva.

—Si, está bien.— Contestó, esperando finalizar esa conversación, y por lo visto, ese ciclo.

Tomó la mochila roja del suelo y con un solo brazo, se la colocó detrás de su espalda. Se acercó apresurado a la puerta y giró el pomo, pero antes de cruzar por última vez ese arco, la directora llamó su atención con una pregunta que hubiera preferido no escuchar.

— Tu padre no ha cambiado nada, ¿verdad?

Craig la miró de reojo sin ninguna respuesta, más que una lágrima recorriendo su mejilla.

Esa fue la última vez que Victoria vio a Craig Tucker llorar.

 

 

 

Stan llegó a su casa, había pasado la tarde en la casa de Wendy Testaburger, su novia de la infancia y hasta la fecha.

—¡Ya llegué mamá!— Gritó al cerrar la puerta, pero no recibió ninguna respuesta.

Otra vez.

Caminó hasta la cocina y halló un papel sobre la mesa: "Salí con Roy. Con amor, mamá".

—Bueno.. Otra vez solo...— Suspiró Stan desanimado, tomó un paquete de galletitas de la cesta y caminó escaleras arriba.—Grandioso.

Cerró la puerta de su habitación, se quitó los zapatos y cayó en la cama con los brazos extendidos.
Ya se estaba volviendo una costumbre el llegar a su casa y que nadie lo reciba. En cierto modo, se estaba adaptando, podía pensar con tranquilidad y en silencio, siempre y cuando Shelly no esté de suficiente humor como para molestarlo, claro.

Tal vez, es el sueño adolescente: tener la casa a solas.

Algunos organizarían una grandiosa fiesta llena de alcohol, drogas y sexo, tal como en las películas, otros le avisarían a su pareja para que los visite y tener relaciones sin que nadie les moleste.

Pero Stan no. Al menos, no ahora.

Sí, le gustaba la fiesta, le gustaba estar con su novia y con sus amigos. Le gustaba pasarla bien, como a cualquier chico a su edad.

Pero había algo (o alguien) que le gustaba mucho también, y no podía decirlo en voz alta, porque tenía miedo.

Miedo de ser juzgado, miedo de salir de su zona de confort...

Miedo de perderlo todo y que al final nada salga bien.

Por lo que, tener su casa a solas, era la oportunidad perfecta para sacar todo eso de su corazón y verterlo en sus ojos en formas de lágrimas que se deslizaban por su mejilla y le hacían sentir patético.

Y beber un poco. Eso siempre le ayudaba a transitar los momentos de ansiedad, a falta de la palabra de su mamá o su insufrible padre.

Wendy:

¿Llegaste bien?

✔✔ 08:20 pm.

Stan:

Sí, llegué bien<3.

✔✔ 08:20 pm.

Wendy:

Te amo💖

✔✔ 08:21 pm.

Dios...

Stan:

Yo tmb 💙

✔✔ 08:21 pm.

Salió de la conversación y detuvo su mirada en el fondo de pantalla. Era una selfie que tomó Kenny McCormick, uno de sus mejores amigos. En la foto, salía su grupo de amigos de la secundaria: Eric Cartman, Clyde Donovan, Token Black y Jimmy Valmer parados, Kenny sosteniendo el celular con Butters Stotch, su pareja, detrás suya tomándolo del hombro.
Sentados, estaban él y su mejor amigo, Kyle Broflovski, abrazados.

 "Mejor amigo"...

Dejó el celular bloqueado a un lado cuando ya se le hizo imposible ver a través de las lágrimas.

—Lo siento... Lo siento mucho...— Sollozó.—No quiero... Sentir esto.

Wendy.

 

 

 

Camino a casa, la nieve acompañaba sus mojadas zapatillas negras, el cielo nocturno estaba cubierto por muchas nubes y las estrellas no eran visibles. Es como si el firmamento reflejara su interior actualmente. Oscuro, vació, sin nada para decir ni nada para pensar. En realidad no era así, Craig tenía mucho para pensar, mucho que hablar, mas no deseaba explorar esa parte de su mente ahora mismo.
Su cabeza era un lugar horrible del que buscaba escapar hasta nuevo aviso.

Lo único que brillaba en Craig era su cigarrillo.

Fumaba una caja casi a diario, consciente del riesgo que implicaba a su salud, pero a esta altura no le importaba.

En una semana cumpliría dieciocho años y lo único que le emocionaba de ello es que sería considerado mayor de edad, sinónimo de "más libertad", o eso quería creer. Fuera de eso, nada le parecía interesante, no era un chico de fiestas ni de muchos contactos, a pesar de que algunas chicas lo miraban al irse.

No le interesaba nada ni nadie, salvo su madre, su hermana y su cobaya, Stripe.

¿Cómo un chico de diecisiete años convivía con ese humor digno de un hombre de ochenta años?

La respuesta estaba a través de las puertas de la casa de la familia Tucker, ni siquiera era necesario verlo, con oírlo bastaba.

Otra pelea.

—Lo único que me faltaba.— Se dijo así mismo encogiendo sus hombros.

Tiró el cigarrillo y traspasó las puertas del infierno, solo que esta vez no se tomó la molestia de ir a ver qué pasaba con sus padres... Otra vez.

Por mí, mátense entre ustedes, yo quiero dormir.

A paso apresurado, subió las escaleras hasta donde se encontraba su habitación, se encontró con Tricia en el camino, ella quiso decirle algo, pero él solo negó con la cabeza y revolvió su cabello. Tricia entendió que era mejor no molestarlo ahora.
Abrió la puerta y la cerró al instante, dejando los gritos de sus padres opacados tras la pared. Se quitó la sudadera y dejó la mochila en el suelo, le dio de comer a Stripe y se echó sobre la cama.

 

 

 

Llamar "día agotador" a ese día, era poco.

Despierto desde las seis de la mañana, con solo cuatro horas de sueño encima, asistiendo a la escuela a las siete y media, saliendo de la escuela a las cinco de la tarde, ir a buscar a su hermana las cinco y media, entrar a trabajar en City Wok de seis de la tarde a nueve y media de la noche y haciendo tareas de la escuela cuando tenía un pequeño tiempo de descanso.

Por una miseria que con algo de suerte, podría llamarlo "sueldo".
Pero no culparía a su patrón, en realidad Lu Kim lo trataba bien y siempre trataba de pagarle de alguna forma por su trabajo, no era culpa de él que mantener su local fuese cada vez más y más caro. De no ser así, con gusto le pagaría el doble.
Pero no era el caso.

Mientras fumaba, Kenny calculó de camino a casa cuánto le faltaba para pagar la renta y qué podría comprar en el súper con lo que le sobre.

Le pesaban mucho los párpados y tenía las energías completamente agotadas.
Y eso que es difícil que alguien tan hiperactivo y alegre como él se quede en ese estado por más de diez minutos.

Pero la angustia y la incertidumbre de no saber si se puede llegar a fin de mes puede bajarle los ánimos hasta al más sonriente.

Cuando finalmente se encontró con la vieja puerta de su casa, se irguió lo mejor que pudo y tratando de autoconvencerse de que no oyó todos los huesos de su espalda sonar, tiró el cigarrillo y entró a su casa con una enorme sonrisa.

—¡Ya llegué, princesa!— Anunció con alegría cerrando la puerta detrás de él.

—¡Kenny!— Karen, su hermana de catorce años, corrió desde la cocina y se dejó aprisionar por los brazos de su hermano.—Justo estaba cocinando, te hice arroz.

—¡Qué rico! Me muero por probarlo. Pero primero me iré a bañar— Movió la mano delante de su nariz.—, huelo fatal.

Karen se tapó la nariz y se rió. Soltó a su hermano y dejó que fuese a la ducha.

En lo que Kenny se bañó y volvió a vestir, Karen sirvió el arroz en dos platos y se sentaron juntos a comer. Ella le contó con animosidad el increíble día que tuvo en la escuela y que aprobó su examen de física. Kenny, aún con el sueño pesándole en los hombros, oyó con atención todo lo que su hermana le comentaba y él aportaba comentarios que hacían reír a su pequeña princesa, como él le decía.

Al terminar de comer, él se ofreció a lavar los platos (luego de prácticamente rogarle a su hermana que le deje esa tarea a él ya que ella cocinó) y cada cual se fue a su habitación.
Revisó los mensajes en su celular, uno que le regaló su novio en su último cumpleaños. Ignoró los mensajes del grupo porque eran muchos y no estaba lo suficientemente activo para leerlos todos. Cuando vio la notificación de su novio, lo abrió con rapidez.

Leo:

Que duermas bien, estoy ansioso por ir a dormir el sábado💜

✔✔ 11:52 pm.

Su día podía ser una completa mierda, pero Butters siempre estaba ahí para sacarle una sonrisa, confiaba ciegamente en que siempre sería así.

Kenny:

Igualmente mi 🐰🧡

✔✔ 11:54 pm.

Luego de despedirse, dejó el celular en su "mesa" de luz (más bien, era un cajón de madera) y se puso las manos detrás de la cabeza, esperando que el cansancio lentamente lo vaya llevando hacia el mundo de los sueños.

Pero primero...

Algo relajante.

 

 

 

Como si de una secuencia se tratara, una casualidad de la cual ninguno es ni será consciente, miraron al techo, en sus miradas podían percibirse diferentes emociones: tristeza, enojo, cansancio; pero curiosamente, aún tenían un aire que podía asemejarse a la esperanza.

Y tal vez así era. Porque a pesar de haber repetido treinta y dos veces la frase "qué día de mierda", antes de caer profundamente dormidos, un pedido se hizo presente en sus mentes, un ruego y un anhelo que desean desde lo más profundo de sus corazones.

Quiero un cambio.

 

 

 

 

Notes:

Un nuevo comienzo, la misma historia.

Decidí poner la historia en borradores por un tiempo para editar los viejos capítulos y agregar cosas, no afectarán en la trama hasta el capítulo que habíamos llegado, pero sí siento que aumentará la calidad historia y nos ampliará la perspectiva/contexto de los personajes, cosa que anteriormente no hice muy bien porque en un principio la historia iba a ser solo Creek y luego decidí darle más protagonismo a las otras parejas.

¿Qué les pareció?

Espero que les haya gustado esta reedición. Y si sos nuevo/a, espero que disfrutes esta historia.
Saludos 🖤

Chapter 2: Primer encuentro

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=QZkTrhmcYrw

Notes:

Por favor, no me funen por la escena Craig/Thomas, todos tienen un pasado oscuro, vos lo tenés, yo lo tengo, ellos lo tienen.

Chapter Text

A la mañana siguiente de ese desafortunado incidente en la escuela, el día se volvió un poco más soleado a eso de las nueve de la mañana. Craig abrió lentamente los ojos por culpa del molesto espacio libre de sus cortinas, donde la luz se filtraba y le daba directamente en los adormecidos párpados.

Estaba tan cansado ayer que olvidó cerrarlas, y eso lo puso de mal humor.

— Que estúpido soy, lo olvidé. — Se quejaba mientras levantaba su torso de la cama. — Pues ya está... Otro día más. — Se dijo así mismo con resignación.

Dicen que después de la tormenta, viene el arco iris, una hermosa metáfora inaplicable a su vida, mientras cepillaba sus dientes y daba de comer a su cobaya, creaba en su mente la conversación que tendría pronto con su madre cuando se de cuenta de que no ha ido a la escuela, ¿Cómo empezaría a tantearlo? ¿Qué tan mal reaccionaría ella? ¿Tendría que inventarse otra historia como "má, no me gusta esta escuela" o algo por el estilo? ¿Primero desayunaría con ella y luego esperaría a que ella le pregunte por la escuela? Cada minuto se ponía más nervioso, aún más por los gritos que escuchaba bajo su alcoba, ¿Por qué su padre sigue en la casa? ¿Seguían discutiendo por lo que sea que haya pasado anoche?

Craig no pensaba bajar hasta que ese ser despreciable que para su pesar, era su padre, se fuera a su estúpido "trabajo", si es que al menos eso era cierto, desde que se enteró de su primera infidelidad, dudaba sobre todo lo que hacía puertas para afuera, no es como si le importase tampoco, había veces donde no regresaba hasta el otro día y podía cenar en paz con Laura, su madre, y Tricia.

A partir de ese día, las cosas solo se volvieron más caóticas y tóxicas dentro de su casa, y agradecía profundamente cuando no se iban de las manos... Literalmente hablando.

Los gritos finalizaron con un insulto por parte de su padre a ella y un portazo, asumió que él se fue.
Aquel ruido fue suficiente señal para Craig, poniéndose su chullo azul, salió de la habitación y se dirigió a las escaleras, tenía bien guionado lo que le diría a su madre mientras tomen el té juntos en la mesa, su cabeza estaba lo suficientemente fría para hablar con naturalidad.

Aunque el escenario no fue el más esperado, de hecho, era el que no tenía ganas de presenciar justo ahora. Cerca de los últimos escalones, en medio del silencioso aire, la energía se volvió muy pesada y un sollozo se percibió con claridad.

Bastó solo un sollozo para sentir en su corazón una afilada punzada y detenerse en seco antes de doblar a la cocina, reconocía bien ese ruido. Tomó aire con la esperanza de que su mente se vuelva fría otra vez y no salir afectado por el estado en el que estaba su madre, sin embargo, no pudo sostener su semblante serio por más tiempo cuando la distancia hacia la cocina se acortaba.

Ahí estaba su madre, con las manos apoyadas en la mesada frente al lavabo y la cabeza agachada mirando al fondo del mismo, las mangas de su vestido estaban subidas hasta la altura de sus codos y se veían húmedos, la tenue luz gris que entraba por la pequeña ventana de la cocina y atravesaba las cortinas, dejaron al descubierto algunos vellos de sus brazos en punta y su piel erizada.

Pero lo que destruyó por completo al corazón del joven adolescente y envolvía su garganta como si fuera una bufanda, fueron los temblorosos espasmos visibles en sus quebradizos omóplatos y la cabeza rubia de su madre. Al acercarse más a ella, los sollozos se escucharon con mayor claridad y se los oía mucho más ahogados que al principio. En su cuerpo se veía el enorme esfuerzo que hacía por silenciar su propio llanto. Eso, definitivamente, fue mucho más doloroso que los pocos golpes que recibió ayer.

Con cuidado, acercó su mano al hombro de la señora, no quería asustarla.

Al momento en que ambos hicieron contacto, la fría mano de su madre cubrió la de su hijo y sollozó aún más fuerte. En aquella situación, el tamaño de una hormiga sería incluso cinco veces más enorme a comparación de lo encogido que estaba el corazón de Craig, pero se obligó a no llorar.

—No fuiste a la escuela.— Consiguió decir finalmente su madre, aguantando un sollozo.

—No, es que...

—Te expulsaron.— Continuó la oración en tono seco.— Me lo dijeron ayer.

Craig no supo que decir, al menos ya no tenía que dar la noticia armando todo un monólogo.

—Lo siento madre, puedo explicarlo, te juro que...

—No te preocupes Craig, me imaginaba que no lo hiciste por nada. Ese muchacho, Billy Miller, siempre ha sido un busca pleitos, algún día se iba a encontrar a alguien que no lo tolere.— Eso tranquilizó un poco los nervios de Craig, quien la acompañó abrazándola delicadamente hasta la silla, al dejarla allí soltó su cuerpo con sumo cuidado, como si estuviera llevando un diamante en bruto.

Porque eso era lo que significaba Laura para Craig.

Craig prendió la estufa para que el calor envuelva la fría cocina y puso la tetera en la lumbre. Eso solía hacerlo su madre, pero por hoy quería ser él quien atienda todas las necesidades que requiera, era lo mínimo que podía hacer luego de verla de ese modo y que no le haya dado un sermón por la expulsión, aunque no era lo suficientemente inocente como para creer que ella no le diría nada de nada.

—Craig, ya muchas veces hemos hablado sobre esto, y aunque estoy de acuerdo con que el hijo de los Miller no es un ángel, tú no debes rebajarte a su nivel, no eres como él.

Justo llegó el regaño.

—Lo sé, pero realmente me sacó de quicio.— Respondió con hartazgo.

—¿Qué fue lo que hizo esta vez?— Preguntó con curiosidad la dulce señora.

Craig se cuestionó por un momento si era conveniente o no decirlo, no es que le diera miedo pues su madre es una mujer de mente abierta, pero si sintió un repentino golpe de pudor que sonrojó levemente sus mejillas.

Se colocó la mano en la frente y miró su pierna cruzada sobre el regazo derecho, si iba a decirlo, al menos no vería su rostro.

— Estábamos en el baño con Thomas, y Billy entró con su pseudo pandilla, nos vieron y empezó a decirnos estupideces.

— ¿Qué pasaba con Thomas?

Que pregunta tan incómoda.

— Bueno... — Suspiró. — Simplemente nos estábamos besando y una cosa estaba por llevar a la otra.

El rostro de su madre lo espantó.

— Craig, no vayas a decirme que...

—¡No lo hicimos!

—¿Y qué quisiste decir con que "una cosa estaba por llevar a la otra"?

—Pues no sé, solo recuerdo que lo tenía contra la puerta del cubículo y que quería entrar para tener más "privacidad".

¿A dónde se le había ido el pudor como para decir eso sin sonrojarse?

—Entonces si iba a suceder.

—Pero no sucedió, además no traía condón, no lo haría sin ello.

—Y si lo hubieras tenido, ¿habrías tenido sexo con él en la escuela?— Preguntó Laura con desaprobación.

—La vida está para experimentar, ¿no?— Respondió con mordacidad, pero a su madre no le dio mucha gracia.

—¡Craig!

—¡Es broma! No, no lo haría ahí. Y además, aún no lo he hecho con nadie.

—¿Estás seguro?— Interrogó dudosa su madre.

—Sí.

La tetera estaba por hervir, Craig se apresuró por quitarla del fuego, colocó en cada taza un saco de té y los sirvió. Para su mamá, té verde, para él, té negro.

—Bueno, sabes que no tengo problema con que tengas sexo siempre y cuando uses condón y no sea en un espacio público.— Recalcó Laura mientras le daba una probada a su té.—Pero aún no me estás diciendo qué cosas fueron las que te dijeron para que reacciones así.

—Está bien...

Flashback

Tenían sus manos entrelazadas mientras los frenéticos besos se derretían en sus labios y sus cuellos. Las manos empujaban contra la fría puerta del cubículo del baño de hombres, la presión que ejercían sus cuerpos enfrentados hacía transpirar la chapa de la misma. Tenían quince minutos hasta que la profesora Thompson regrese al salón, y con el resto de los alumnos en clase, no podían perder el tiempo.

Craig mordía el cuello del pequeño rubio oyéndolo desear más, era difícil aguantar gemir cuando se trataba de Craig. Las manos del chico con Tourette se aferraban a la espalda del azabache con fuerza, quería marcarlo con sus pequeñas pero afiladas uñas, en este punto la excitación era demasiada, y más cuando Craig volvió a sus labios introduciendo su lengua.

—Craig...— Gimió el rubio.

—Shhh, guarda silencio.— Ordenó el chico del chullo mientras continuaba besando sus labios.

—Craig...— Repitió Thomas cortando el efusivo beso.—Quiero más privacidad.

A Craig le gustó la idea, procedió a tomar las piernas y glúteos de Thomas, alzándolo contra su fuerte cuerpo, Thomas pasó sus brazos detrás de la cabeza del moreno e inhalaba por la nariz el aroma a marihuana que había quedado impregnada en la campera de su amante, en medio de estos descontrolados besos, Craig giró sobre sí mismo y abrió la puerta con su espalda, sentándose en el inodoro con el rubio sobre sus piernas, especialmente apretando la zona de su paquete, el cual se encontraba muy erecto.

Los besos y los leves gemidos que se le escapaban a Thomas continuaron sin cesar, aumentando más el climax, pocas veces Craig se vio envuelto en situaciones tan excitantes, y pudo haber continuado si no hubiera sido por los inquietantes pasos que percibió por la puerta de la entrada.

Eran tres.

—Shhh.— Silenció Craig a Thomas, aunque este ya se había tapado la boca en cuanto oyó la puerta.

—Vaya, vaya...— Era la odiosa voz de Billy.— Huele a marica.—Sus amigos rieron con su mal intento de chiste.

—Estúpido.— Murmuró Craig por lo bajo.

—Oh...— Su voz se acercaba cada vez más a la posición donde se hallaban los amantes. —Creo que ya sé de donde viene el olor.

La puerta se abrió provocando un alboroto y chocando duramente contra la pared del cubículo, los muchachos quedaron expuestos, y por parte de Thomas, profundamente asustado.

—Miren quienes están aquí.— Llamó Billy a los dos muchachos que lo habían acompañado.—Nada más y nada menos que el marica y su mariposa, ¿sigues fumando de mis regalitos para intentar volverte un hombre o qué?

Los tres agresores rieron. Thomas se sintió muy avergonzado y se irguió tembloroso, sabía que no tenía escapatoria, Craig lo siguió, pero sin una gota de miedo.

— Vaya, que original, Billy, ¿tu novia te lo contó?... Ah, cierto, es verdad, ya no es tu novia, ¿no?

Aunque los ojos de Billy reflejaron una clara tristeza, como todo agresor, no iba a mostrarse débil ante su oponente.

—¿Te refieres a esa zorra? Nah, solo sabía usar su boca para chupármela, nada en especial.

Billy intentó sonar superado, pero las palabras utilizadas solo denotaron lo dolido que se sentía por su ruptura.

—Claro, como ya no es tu novia, automáticamente es una zorra.— Contratacó Craig entre risas sin gracia. —Eres el tipo de persona a la que me daría asco besar.

—Ni que quiera besarte.— Escupió con veneno.

— Pero te enojas solo porque estoy besando a Thomas, mi amigo, esos son celos. — Contestó Craig con sarcasmo.

—¡Nunca podría caer tan bajo como para...!

—¿Cómo para besarme?— Completó Craig.—Tranquilo, todavía tengo algo de amor propio como para dejarte hacerlo.— Dijo burlón mientras apreciaba como el rostro de Billy se enfurecía aún más.—Ni aunque fueras el único hombre sobre la tierra, te besaría. Es más, creo que esa sería la única forma en la que podría considerar el ser heterosexual.

—¡Culo asqueroso!— Soltó Thomas en un tic nervioso que, por desgracia, no supo manejar.

—¡Tú cállate, maldito anormal!— Gritó Billy mientras arremetía una potente patada contra el rubio.

Craig no tardó en reaccionar y de un empujón lo estampó contra la puerta de la entrada del baño.

—Ah claro, entiendo, te gustan rubias, ¿no? — Ironizó Billy mientras intentaba ponerse en pie.—Te recuerda al cabello de tu madre, ¿verdad?

Como diga una cosa más de su madre, Billy sería hombre muerto.

— Por cierto, ¿ya se le curó el ojo? ¿O tu padre le sigue dando lo que merece a esa zorra?

Sin escuchar nada más, ni siquiera a su consciencia, la mente de Craig se nubló, podía aceptar todo tipo de insultos referidos a su homosexualidad, no le importaba, incluso ignoraba las estupideces que solía decir Billy sobre su madre, pero tocar un tema tan delicado para él era imperdonable.

Sin mediar palabra, Craig se giró hacia Miller y le dio un duro puñetazo en la sien, dejando al chico de remera roja muy atontado, en cuanto este cayó al suelo, Craig se colocó sobre su estómago y continuó golpeándolo, enceguecido por la rabia, no se detuvo hasta unos minutos después al darse cuenta de que Thomas le gritaba que parase.

—¡CRAIG, PARA POR FAVOR! ¡LO ESTÁS MATANDO, PUTA MADRE!

Su respiración agitada le obligó a intentar tomar aire si es que no quería morir de un colapso, tampoco le importaba, solo quería darle a Billy lo que se merecía desde hace años. La rabia seguía ardiendo en sus venas, en sus oídos solo oía el retumbar de su corazón y la transpiración en su nuca chorreaba como una catarata. Su vista borrosa empezó a recomponerse, las manchas rojas desenfocadas si hicieron más nítidas con el paso de los segundos hasta poder ver por completo lo que estaba haciendo.

Sangre. Mucha sangre. Tal vez era producto de la adrenalina que le invadía en el momento, pero solo alcanzó a ver sangre.

En sus manos, en la cara de Billy, en el suelo, en su ropa...

Su cuerpo pasó de hervir de odio a temblar de nervios, mientras sus manos inquietas le reflejaban una imagen que le costaría sacar de su mente.

Manos con sangre... Demasiada.

—¡¿QUÉ DEMONIOS ES TODO ESTO?!— Gritó una mujer, era la profesora Nelson, la maestra de su hermana menor. Cuando la mujer se acercó a la escena, se horrorizó aún más, tuvo mucho miedo...

De Craig Tucker.

Fin de Flashback.

—Eso fue lo que sucedió.— Finalizó Craig su relato.

Su madre quedó estupefacta, le costaba creer lo crueles que pueden llegar a ser los jóvenes, y aunque sus ojos se cristalizaron, no permitió que las lágrimas desborden.

—Lo siento.— Se disculpó avergonzado.

—No pidas perdón, Craig. Entiendo que te hayas enfadado mucho... Pero por favor, quiero que controles tus impulsos, no quiero que un día de estos mi hijo vaya a la cárcel.

— Thomas no ha ido a la cárcel luego de tantas cosas que te hizo, ¿crees en serio que me encerrarían a mí?

—La diferencia es que tú eres joven, honesto y no tienes contactos.

Craig le dio la razón y retiró lo que había supuesto, fue muy estúpido por su parte.

Y como habían metido a Thomas Tucker a la ecuación, recordó lo que escuchó cuando llegó anoche.

—Por cierto... ¿La pelea de ayer por qué fue? — Interrogó con delicadeza.

Laura no respondió, continuó en silencio.

Analizando un poco los acontecimientos de hoy y ayer, el silencio parecía una respuesta más que obvia.

—¿Fue por mi expulsión?

Ya no podía continuar con su falsa fortaleza, pues ya la había visto llorar hoy. Laura se rindió y las gotas cristalinas empezaron a recorrer sus mejillas, causando otro nudo en la garganta de su hijo. Si antes sentía un gran peso sobre su espalda por haber sido expulsado, ahora que sabía que el motivo de la discusión de ayer y las lágrimas de hoy era él, notó como el peso de su cuerpo se multiplicaba por diez, el peso de la culpa carcomiendo su cabeza.

Causó su propio mal día y también arruinó el de la persona que más amaba en el universo.

El interior de su cuerpo se había vaciado por completo dejando una figura débil y sin emociones.

No se reconocía en el reflejo de su frío té negro.

El silencio inundó la cocina otra vez, y a pesar del calor de la estufa, el frío del ambiente y de la culpa no cesaban.

 

 

 

Finalmente era lunes, eso significa una cosa: primer día de clases en una nueva escuela.

Durante el fin de semana, el padre de Craig no se apareció ni por asomo a su casa desde la última discusión que tuvo lugar en la mañana del viernes, lo cual resultó un alivio para los dos hermanos y la señora.

Craig se encargó de averiguar detalladamente cada aspecto de su nueva escuela, las asignaturas que tendría, fechas importantes de la institución (exámenes, eventos especiales, asuetos), qué autobús lo dejaría cerca, cuánto cuesta el viaje hasta allí, entre otras curiosidades. El objetivo en su mente era ser lo más independiente que se pueda, ser una persona nueva, no caer en provocaciones estúpidas y dejar su pasado atrás, no podía repetir lo sucedido en su escuela anterior, literalmente su futuro dependía de ello.

Se levantó muy temprano ese día, se aseó, preparó unas tostadas y un vaso de leche.

Su madre se despertó media hora después, saludó afectuosa a su hijo y salió a recoger el diario.

Cuando Craig terminó de desayunar, volvió a su habitación para arreglarse. Se colocó unos jeans negros con roturas en las rodillas, una remera blanca con escote en V, un saco color azul marino y el chullo azul de siempre.

En su mochila ya tenía lo necesario, un cuaderno para anotar, lapicera azul, negra y roja, corrector, lápiz y goma, un paquete de cigarrillos, auriculares, celular y libros de cada materia.

Tomó sus llaves y se llevó la mochila al hombro, ya casi llegaría el autobús.

—Ya me voy, mamá.— Anunció Craig mientras bajó rápido las escaleras.

Su mamá se acercó a él, lo despidió con un beso en la frente y lo dejó irse.

—¡No golpees a nadie!— Gritó la señora Tucker a modo de broma.

—¡Trataré que no!

Y desapareció al doblar la esquina.

 

 

 

"High School South Park".

Un enorme cartel azul le daban la bienvenida leyéndose desde dos manzanas antes de llegar a la parada del autobús.

El escándalo que causaban los demás pasajeros no lo inmutaron, Slipknot sonaba tan fuerte en sus auriculares que lo llevaba a otro espacio-tiempo. Era preferible eso a escuchar conversaciones que no eran de su incumbencia.
Delante suyo, se había sentado un muchacho de su edad, usaba un gorro azul y pompón rojo. Detrás, tenía a un chico rubio que vestía una chamarra anaranjada que reconoció al instante, era uno de sus vecinos, Kenny McCormick.

Al bajar del bus, siguió al resto del rebaño para ubicar los casilleros, le dijeron que el suyo era el 214, cuando lo encontró, dejó allí unos libros que no usaría el día de hoy y miró su reloj.

Mientras Green Day dejaba de cantar su canción favorita y comenzaba a sonar Parents de Yungblud en sus oídos, encaró hacia la entrada y volvió a atravesar las inmensas rejas de esa enorme escuela, nunca había asistido a un establecimiento tan grande.

Cuando apoyó su espalda sobre el muro de ladrillos, procuró enviar un mensaje a su madre para avisarle que llegó bien y finalmente prendió su cigarrillo, el resto del tiempo solo se aseguró de dejarse llevar por la música. Algunas chicas que entraban y salían no disimulaban ni un poco en observarlo entre suspiros.

—¿Y ese quién será?— Preguntaba con entusiasmo una rubia de abrigo rojo.

—Creo que es el chico nuevo.— Respondió su amiga mientras acomodaba su boina color lila, aunque no quería observarlo con tanto detalle porque tenía novio, no pudo evitar sentir curiosidad por el chico nuevo.

—Es muy guapo.

— Desde aquí se ven lo fuertes que son sus hombros. — Teorizó una morena mientras mordía su labio inferior.

Las muchachas seguían comentando lo bello que era el "misterioso chico nuevo", por momentos hacían gestos sugerentes, pero nada surtía efecto, Craig estaba en lo suyo e ignoraba totalmente la realidad.

Lo único que lo sacó de su descanso fue el chico de gorro azul y pompón rojo que había visto en el auto bus. Por lo que parecía, se estaba presentando.

Craig se sacó los auriculares.

—Lo siento, no te oí.— Se disculpó.

—Ah, no pasa nada.— Respondió despreocupado. —¿Tú eres el chico nuevo? Me llamo Stan, Stan Marsh, ¿Cómo te llamas?

Stan le tendió la mano y Craig correspondió a su saludo, hacia mucho tiempo que nadie era tan amable con él.

—Craig.

Detrás de Stan, un adolescente de su misma edad se les aproximó con cuidado y puso su brazo sobre el hombro de Stan, su gorro verde estilo ushanka cubría casi por completo su cabello, salvo por algunos mechones pelirrojos a los costados.

—Hola Stan, ¿Quién es él?— Preguntó con curiosidad.

—Es el chico nuevo, Craig.

—¡Oh! No sabía, hola Craig, me llamo Kyle Broflovski, creo que leí tu nombre en la lista de química, seremos compañeros.

Craig se sintió mal al no haber leído la lista de sus compañeros, pero continuó actuando con indiferencia.

—Bueno, tal vez será bueno tomar clases junto con alguien a quien ya saludo.

Kyle sonrió, se lo notaba muy simpático.

—Bueno Craig, ¿quisieras entrar junto a nosotros? Podríamos presentarte a nuestros compañeros.

La amabilidad de Stan lo hacía sentir extrañamente inseguro, nunca habían sido tan amables con él.

Aunque no vaya a admitirlo nunca en voz alta, seguía siendo inseguro con algunas cosas.

—Estoy bien, gracias.— Rechazó con amabilidad.

—Ah, está bien, bueno, te veremos al rato.— Asintió Kyle.—Vamos Stan, busquemos a Kenny y Butters.

—No quisiera encontrarlos en una situación... Comprometedora, otra vez.— Rió Stan.

La última vez que Kyle dijo eso, entraron al gimnasio de la escuela y escucharon gemidos que provenían de las duchas.
Y obviamente, eran de Butters.

No supo como mirar a Kenny sin reírse luego de eso.

—Bueno... Pensándolo bien, mejor no.

Los chicos se adentraron a la escuela. Otra vez estaba solo. A Craig les dio una buena impresión, pero no podía dejar de pensar en que eran demasiado amables, y eso le resultaba sospechoso.

A veces le molestaba su desconfianza tan tajante, aunque era lo mejor para evitar más desilusiones. Se colocó nuevamente los auriculares, ahora Venom había tomado protagonismo en sus tímpanos.

Estaba por dar una probada más a su cigarrillo... Cuando algo le robó completamente la atención.

Su cabello rubio desordenado, esa camisa verde mal abotonada, ese tímido caminar, sus notables ojos color cielo...

Pasó tan rápido que se preguntó si aquel hermoso chico era real o solo una alucinación.

Wow...

El timbre de la escuela se hizo oír, avisando el comienzo del primer periodo.

Sin perder tiempo, tiró el cigarro y entró a la escuela corriendo, no quería llegar tarde a la primera clase. Se abrió paso entre los estudiantes como pudo, al dicho de "con permiso" repetidas veces.
Cuando quedaban unos pasos más para llegar al salón de matemáticas, tuvo la desgracia de no lograr esquivar a un chico voluptuoso y por accidente, lo empujó fuerte.

El muchacho logró mantenerse en pie, pero le tiró una ardiente mirada mientras acomodaba su gorro color cyan.

—Lo siento, amigo.— Se disculpó Craig.

—¿Amigo?— Repitió el chico gordo.— No te conozco de nada y vienes a...— Durante un rato corto, el rellenito lo analizó de arriba abajo.— Un momento, ¿tú eres Craig? ¿El chico nuevo?

—Sí.— Respondió desinteresado.

—Ahh creo que oí de ti, fuiste quien casi mató a ese chico Billy Miller de la otra escuela, ¿no?

Ay no.

—Es una larga historia y no tengo tiempo para hablar de eso.— Respondió a la defensiva y retomó su camino, pero el gordinflón lo siguió por detrás.

— Lo golpeaste porque te vio besándote con tu novio, ¿cierto Craig?

Mientras el muchacho molesto interrogaba a Craig, las miradas se pudieron sobre ellos y no pudo evitar sentirse incómodo con ellas, más imaginando lo que los demás estarían pensando al oír las preguntas que le hacía el chico que empujó.

No quería que lo siga cuestionando y no le agradaba para nada el tono de su voz, no estaba seguro de si preguntaba por curiosidad o por meter el dedo en la llaga.

—Mira amigo— detuvo Craig al molesto chico.—, no sé quién eres ni como sabes eso de mí, pero tengo que ir a una clase ahora, y si me disculpas, prefiero no llegar tarde.

Dicho eso, Craig intentó voltearse, pero aquel muchacho no se daba por vencido y lo tomó del brazo.

—Oh vamos, no seas tan engreído.

Craig se cansó, y en un reflejo, se quitó la mano del gordo de encima y lo empujó fuera de su camino.

—¡Que no tengo tiempo!

No debí hacer eso.

Y no, claramente no debió hacerlo, y la mirada desaprobatoria de esa mujer rubia y vestida de rosa se lo decía sin palabras.

— Señorita Mujer Fuerte, Craig Tucker me empujó porque le da asco mi cuerpo. — Acusó en papel de víctima.

¿Qué carajos?

—¿En serio, Cartman? — Preguntó indignada Mujer Fuerte.

— Si señorita, Craig es gordo fóbico.

—¿Qué? Pero... — Craig intentó defenderse, pero fue interrumpido por la atlética señorita.

— Sin peros, señor Tucker, al cuarto de detención.

Genial, el grano en el culo tiene un nombre: Eric Cartman.


 

 

 

Chapter 3: Mala fama

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=CalCwuxFS6I

Chapter Text

Primer día y Tucker ya estaba en detención, había batido su récord anterior, donde solo le bastó con cinco días para ingresar a la habitación de paredes grises y cubierta de afiches con normas de comportamiento mientras una señora muy arrugada le daba sermones interminables e inaplicables a su vida.

La única diferencia entre su escuela anterior y esta, era que el único castigado era él.

Gordo de mierda. Pensaba para sus adentros.

A Craig no le hacía gracia burlarse de la apariencia de otros, lo veía estúpido, pero ese tal Cartman sería la excepción a la regla, porque no veía ninguna razón para sentir empatía por esa bola de grasa rellena de maldad. No lo conocía ni más de cinco minutos y ya le caía como un ojete.

Esperó impaciente al señor Mackey durante veinte minutos, no tenía con qué entretenerse porque esa señora rubia le había quitado el móvil en cuanto ingresó al aula.

En resumen, su primer día en High School South Park estaba yendo como la mismísima mierda.

Carajo. Suspiró desganado, el sueño se estaba apoderando de él, sin nada que lo distraiga en la espera.

En ese instante, la puerta se abrió suave y por ella entró un hombre mayor, de camisa verde, anteojos y poco cabello.

Se sentó en el escritorio mientras bebía una taza de café y le echó un ojo a las páginas del expediente que tenía sobre la mesa, uno que colocó Mujer Fuerte.

Era Mackey.

—Mmmm okay— Murmuró por lo bajo, luego lo miró.—, ¿tú eres Craig Tucker?

—Sí.— Respondió algo borde mientras se cruzaba de brazos y se recostaba más en el pupitre.

Mackey leyó con atención el libro en su escritorio antes de volver a dirigirse al alumno.

—Así que este es tu primer día, fuiste transferido por motivos de violencia, y ahora estás castigado por agresión y discurso de odio dirigido contra un chico llamado Eric Cartman, mmmkay.— Craig no podía creer lo que oía, pero prefirió dejarlo pasar.—Dime Craig, ¿Qué problemas tienes contra los gordos?

—No tengo ningún problema hacia ellos. — Respondió cortante.

—¿Entonces por qué agrediste de esa manera a Eric Cartman? La gordofobia es muy mala, mmmkay.— Interrogó con preocupación el señor Mackey.—No porque un chico esté algo excedido de peso, significa que debas...

—Mire, yo seré sincero: estaba yendo a mi clase de matemáticas, por accidente choqué con él ya que pedí permiso y no me dejaron pasar, empezó a seguirme preguntando cosas muy personales, luego le pedí amablemente que parara y no lo hizo, me tomó del brazo con fuerza.— Al decir esto, se levantó la manga de su saco para dejar ver una marca ligeramente roja.—Entonces no tuve más opción que darle un empujón, pero ni siquiera se lo di fuerte, solo quería que deje de hacerme preguntas incómodas y no me tome de esa manera, pero esa señora rubia lo vio fuera de contexto y Cartman aprovechó la oportunidad para acusarme de esa forma. Fin.

Mackey se quedó sin palabras, sí, Craig no era precisamente alguien tranquilo si estaba molesto, eso lo sabía por comentarios del director en cuanto le comunicaron que transferirían a un estudiante, pero también conocía a Cartman como si fuera su propio hijo, sabía perfectamente que era capaz de algo así.

—Muy bien, Craig, tendré en cuanto tu testimonio para hablar con la vicedirectora, Mujer Fuerte, mmmkay.— Respondió sin mirarlo, seguía pasando las páginas del expediente.—Olvidando eso, he oído por parte de tu directora anterior, que debes tomar terapia complementariamente para poder egresarte, ¿estoy en lo correcto?

Craig bufó.

—Eso parece.

—Mmmm, okay. — Cierra el libro y lo deja en la mesa donde apoyaba sus codos.—Tienes que entender que con tu expediente, no serías admitido en ninguna universidad a menos que quede asentado que iniciaste un tratamiento para controlar tu conducta y la ira, ¿Mmmkay?

—¿Y en el expediente no dice nada sobre alguien de mi familia?— Preguntó el joven. Algo no le agradaba.— No digo que no lo haré, pero, ¿por qué tengo que pagar yo los platos rotos de otra persona?— Mackey no le respondió.—Porque desde que entré a estudiar en esta escuela y en la anterior, me tratan como si yo fuese un problemático, pero nunca se toman la molestia de averiguar qué hay detrás, y encargarse de eso. No, prefieren encargarse de "la falla".— Finalizó haciendo comillas en el aire.

Mackey se quedó sin palabras, aunque él podría comentar el caso a servicios infantiles, lo cierto es que el accionar de los empleados estatales ya no dependía de él y eso lo frenaba, quería ayudar a Craig, pero no podía ofrecerle más que eso, y sesiones de psicología si él lo deseaba.

—Podría comentar el caso a servicios infantiles y ver que...

— Cumpliré dieciocho el sábado. — Interrumpió Craig. — No se harán cargo.

Mackey tomó nota.

—Mmmm okay, bueno, veré que puedo hacer con tu caso... Pero necesitaría más detalles.

—No lo tome a mal, pero...— Suspiró.—No es gran cosa.— Dijo tratando de oírse lo más convencido posible.—Esto ha sido así desde que tengo memoria, así que sé cómo manejarlo, solo tengo que... No mezclar mi vida escolar con la personal. Puedo con eso.

El psicólogo no le creyó, pero continuó con su papel y le ofreció diferentes tipos de terapias que podían ofrecerle en el establecimiento, un nombre más aburrido que el otro y donde seguramente debería hablar mucho.
Craig odiaba hablar.

Solo uno en particular sonó como algo con lo que se sentía afín: individual, representativo, sin palabras.
Si estaba obligado a ir a alguna, al menos elegiría una que no lo agobie.

Arteterapia.

¿Es bueno en arte? No.

¿Le interesa el arte? No.

¿Quiere tomar esa actividad? No.

¿Quiere graduarse? Sí.

Así que no le quedaba de otra.

 

 

 

Al terminar la sesión, Craig asistió a su clase con normalidad, para ahorrarse un mal momento, dejó una justificación escrita por el mismo Mackey explicando su llegada a esa hora. Stan le miró desde que entró hasta que se sentó en el pupitre, pero Craig solo negó con la cabeza.

No quería hablar.

Matemáticas, Literatura, almuerzo, segundo periodo, día terminado. Ahora tenía que encontrar el aula de arte, Mackey le había indicado que todo lo que comprendían a las actividades terapéuticas de la escuela se encontraban en el piso tres. Llegó hasta una puerta tan colorida que le cegaba la vista.

Obviamente aquí es, con razón no me dio número ni nada, no le hace falta.

Empujó la puerta y los primeros detalles que destacó de aquel salón fueron la cantidad de atriles distribuidos por el espacio, algunos estaban vacíos, tampoco ignoró los cuadros colgados en la pared hechos por los alumnos y las cortinas de múltiples colores. En el pizarrón, se encontraban dibujadas tres cabezas en diferentes posiciones y justo en el centro había un cuadrilátero muy pequeño junto a una estufa de considerable tamaño.

Claramente, no era su hábitat, pero era mejor que terapia conductual.

En aquella aula colorida se encontraban cuatro personas más, pero solo hubo una que logró poner en su rostro una sonrisa después de tanta mierda.

De espaldas, se encontraba una cabellera dorada desordenada vestida con una camisa verde olivo y jeans negros, metiendo y sacando su pincel de punta redonda dentro de un vaso blanco, desde su posición pudo ver los trazos color café, aunque no estaba seguro de que era la figura, no podía verlo a través de esas hermosas puntas rubias en su cabeza. No estaba seguro de si acercarse o no, el rubio se lo veía tan envuelto en su mundo que no quería interrumpir esa inspiración.

Es demasiado... Bello.

—Buenas tardes chicos.— Saludó una mujer de cabello negro y corto. Llevaba un delantal donde se podía leer en la esquina derecha superior "Srta. Ellen". —¿Cómo se encuentran el día de hoy?

Mientras los alumnos llegaban al salón y los ya presentes respondían a la profesora, Craig respondía mentalmente, nunca se animaría a decir en voz alta sus sentimientos, no quería estar otra vez en detención.

Uf, perfecto, primer día y ya me vieron cara de delincuente.

El rubio que se encontraba pintando en el rincón se acercó a la ronda que se estaba formando, Craig pudo apreciar con mayor detenimiento aquellos ojos celestes que lo habían cautivado en la entrada, eso sí, se encargó de ser lo más disimulado posible, no quería que se dé cuenta de que estaba viéndolo.

Sin mencionar que su cara estaba tan roja como el tubo de acrílico que estaba cerca de él.

— Tal como dijimos la semana pasada, hoy haremos algo nuevo: ustedes serán los modelos de la clase. De a uno, pasarán al centro de la ronda, se subirán al cuadrilátero y harán una pose, la que quieran, durante cinco minutos, y sus compañeros deberán dibujar su silueta lo más rápido que puedan. — Explicaba la profesora mientras tomaba su cuaderno, buscaba con su dedo índice en lo que era presumiblemente la lista de alumnos. — Tenemos un compañero nuevo entre nosotros, así que será el primero en pasar como bienvenida, ¿Craig Tucker?

Tucker quería que lo tragase la tierra.

Hija de puta.

Intentó ocultar su cara detrás de uno de los bastidores intactos, a Craig jamás le había gustado la idea de pasar al frente, no es que tuviera vergüenza de algo, tampoco es como si le diera inseguridad que lo vean, sabía (sin ser vanidoso) que feo no era, pero le jodía muchísimo, él solo quiere estar sentado tomando nota y escuchando (siempre y cuando el tema le interese), no le agrada llamar la atención.

Sin embargo, la profesora continuó insistente hasta que detectó un rostro nuevo entre la pequeña ronda.

— ¡Ahí estás! Ven Craig, no seas tímido, esto es muy normal entre nosotros.

Aunque no estaba contento con la bienvenida, asintió sin oponerse, de todos modos, la señorita Ellen era muy amable, a diferencia de otras clases de arte que ha presenciado, al menos se nota que sus alumnos están avanzados y que ella se esmera en que aprendan cosas nuevas, lo que debería ser, en efecto, un profesor promedio.

Por desgracia, el promedio de los profesores son exactamente lo opuesto.

Al llegar al centro de la ronda y subirse al pequeño escenario, Craig le levantó la ceja, una forma muy educada de preguntar "¿y ahora qué carajo hago?".

—Posa como quieras, lo primero que se te venga a la cabeza.— Le dijo con una sonrisa.

Craig miró sus pantalones y sus manos, solo se le ocurrió una muy simple y esperaba que sea tomada a bien. Arte es arte, ¿no?

Mano izquierda dentro de su bolsillo, y la otra... Haciendo un fuck you.

La profesora soltó una leve carcajada, excelente, se lo tomó a bien.

—Muy original, Craig. Chicos, ahora dibujen con el material que quieran la silueta de su nuevo compañero, no se priven de darle los detalles que deseen, eso sí, háganlo desde la perspectiva en la que se encuentren ahora. Recuerden lo que hablamos la semana pasada sobre la psicología de los colores...

Sin más preámbulos, cada alumno presente tomó su lápiz, carbonilla y pincel, en menos de un segundo, los presentes se encontraban sumergidos en sus bastidores u hojas, era admirable la concentración que podían alcanzar. Craig miró de reojo algunos trabajos para evitar pensar en cuánto tiempo llevaba parado ahí.

Para él, era físicamente imposible lograr una calidad tan buena en pocos minutos... Pero así fue, dibujo que veía, dibujo que admiraba.

Podríamos decir que Craig se encontraba relajado, al menos por fuera, su rostro estaba tan serio como siempre, no obstante, por dentro estaba hecho un desastre, y no era para menos, ¿de qué otra forma podría sentirse al ver que ese rubio que venía viendo desde que pisó el territorio escolar lo estaba observando tan detenidamente? ¡Y lo estaba pintando! ¿Qué clase de día era ese?

Ahora podía mirarlo con más atención y mucho más de cerca, sus ojos celestes tenían algunos leves destellos dorados, y por debajo pudo notar unas pequeñas ojeras, su ojo izquierdo de vez en cuando se cerraba, supuso que sería un tic nervioso.

Su camisa seguía desabotonada, en un rápido movimiento de su mirada intentó espiar si por debajo de la camisa llevaba algo que le cubriera el torso, y desafortunadamente así era, tenía una remera blanca.

Su cabello se veía tan suave...

Quiero acariciarlo...

—Muy bien, gracias Craig, puedes sentarte.— El azabache salió de sus pensamientos, obedeció y se sentó.—El siguiente será Tweek.

Craig no sabía a quién había llamado hasta que oyó un agudo quejido proveniente del rubio que le estaba robando la atención desde hace rato.

Así que se llama Tweek. Pensó.

—¡¿Qué?! Agh, por Dios, ¿por qué siempre yo?

—Vamos Tweek, no te asustes. Sé que harás una buena pose, ¡anímate!— Exclamó con buena energía la Srta. Ellen.

Vamos rubio, tú puedes. Pensó Craig.

Luego de unos cuantos segundos donde Tweek no dejó de tener tics, se puso una campera y tomó en sus manos el vaso con café. Cuando llegó al medio del círculo de estudiantes, su actitud cambió por completo, de una manera muy...

Sensual.

El abrigo se deslizó sobre su piel blanca y cayó a ese pequeño cuadrilátero en el que estaba sentado sobre sus rodillas, dejando al descubierto su delgado y delicado cuerpo, entregado al calor de esa enorme estufa.

Era hermoso, como si fuera una pintura en vida, las leves curvas en la zona de sus glúteos y su tonificado abdomen dejaron sin aliento al joven Tucker.

Pincelar se volvió más difícil de lo que esperaba, su mente intentaba mirar la belleza del rubio con naturalidad, pero su corazón y la zona más sensible de su cuerpo no tardaron en reaccionar ante ese fuerte estímulo. Deseaba con todas sus fuerzas que Tweek no se dé cuenta.

— ¿Qué pasa Craig? — Interrogó el modelo sobresaltando a Craig, el tono lascivo de su voz lo estremeció. — ¿Te cuesta concentrarte?

—¿Qué dijiste? — Preguntó Craig entre suspiros nerviosos.

—Que si me pasas la goma del piso.

¿Pero qué...?

El chico de cabello castaño a su lado lo miraba fijo al mismo tiempo que su mano abierta esperaba impaciente la goma blanca que estaba junto al calzado de Craig.

Tucker miró al centro y efectivamente, todo formó parte de una fantasía, Tweek no estaba sentado y mucho menos desnudo, estaba erguido, con una mano en el bolsillo de su campera, con la otra tenía el café en mano y uno de sus pies se posicionaba detrás del talón de su contrario.

Sin hacer esperar más al artista a su lado, le dio la goma de borrar y se enfocó en su hoja, casi no había dibujado nada.

¿Qué carajo fue eso?

A todos los alumnos les había llegado su turno de posar, algunos extrovertidos hicieron poses dinámicas, otros hicieron unas más graciosas causando una carcajada en más de uno, y la clase finalizó en total armonía.

El aula se vació de a poco y hasta la profesora ya se había marchado.

Solo quedaron dos personas en el colorido lugar.

Tweek y Craig.

Craig seguía muy avergonzado por la fantasía sexual que tuvo durante la clase, claro, no es como si Tweek pudiera leer su mente y saberlo, pero aún así le daba pena verlo a la cara.

Incluso si la escuela estuviese cerrada y el cielo oscuro, a Tweek parecía no importarle la ausencia o presencia de otros humanos alrededor, su mano seguía dando pinceladas bien calculadas. Craig se acercó lentamente a él, la curiosidad lo mataba.

Entre sus demás bastidores, uno de ellos lo sobresaltó: el que hizo de él cuando se había parado a posar. Era simplemente perfecto... Los tonos cafés le daban un toque muy especial a la obra, lo detallado que dejó sus ojos y el dedo protagonista lo cautivó. Jamás nadie le había hecho una pintura. Claro... No era específicamente para él, pero era él, Craig Tucker.

Al prestar mayor atención al resto de los trabajos del mismo artista, encontró mucha variedad de modelos, sus compañeros de clase, el paisaje de un lago, el patio de la escuela, una taza de café en perspectiva, entre otras impresiones que lo dejaron con la boca abierta.

Ese chico tenía mucho talento y no podía no decirlo.

—Lo haces muy bien, amigo.— Lo halagó con su voz nasal.

Su voz nasal solo suele oírse cuando se siente nervioso.

La respuesta del rubio lo asustó un poco, no quería hacer que se exalte.

—¡Agh! ¿Qué?— Tweek se dio la vuelta tomando su cabello.

Craig rió, por alguna razón, aquello no lo desesperó, sino que por el contrario, le dio mucha ternura.

—Tus pinturas, son muy buenas, realmente me gustan. Tienes mucha mano para esto.

¿Por qué titubeaba tanto?

La sonrisa de Craig pondría de rodillas a cualquiera, y Tweek no era la excepción, tal vez no se arrodilló literalmente hablando, pero su corazón latía tan fuerte que podía sentir la fuerza que hacía contra su pequeño pecho para salir de su cuerpo y correr hasta Craig.

¿Qué tenía que responder? Era la primera vez que un chico tan guapo como él le decía algo así.

—Eh... Eh... Gracias.

—No es nada.— Craig le guiñó el ojo, con semejante gesto podemos suponer que Tweek podría morir en cualquier momento.

Tucker no pudo evitar fijarse otra vez en la camisa verde olivo, continuaba mal abotonada.

—Tu camisa está algo chueca, los botones.— Le advirtió mientras con sus manos imitaba el movimiento de abrochar.

Tweek se volvió a sobresaltar, y con rapidez abrió su camisa, pero seguía poniendo los botones en el orden equivocado. Craig se acercó con delicadeza y le quitó las manos al rubio. Las caras de ambos estaban demasiado cerca, Craig podía sentir la respiración agitada de Tweek en su frente y lo notaba en el subir y bajar de su pecho cuando le desabotonó por completo la camisa, y empezando por el último botón, continuó ascendiendo hasta el penúltimo, el cual lo dejó como estaba, se veía bien con el cuello suelto.

Al finalizar, sus miradas hicieron contacto por menos de cinco segundo, suficientes para que ambos se pusieran totalmente rojos.

Era imposible no perderse en esos ojos celestes como el mar... ¿Y qué decir de los ojos color esmeralda del mayor?

Aquella tensión se vio interrumpida por el celular de Craig, una alarma/recordatorio que olvidó sacar, le indicaba que ya eran las seis de la tarde, debía volver a su casa.

—Ya me tengo que ir.— Anunció Craig.

Tomó su mochila aún más fuerte que antes y se giró en dirección hacia la puerta, la abrió con su mano libre y estaba listo para atravesar el colorido arco.

—Craig.— Llamó Tweek.

—¿Sí?

—Gracias.— Tweek sonaba agradecido, llevaba una sonrisa en su rostro, y volvió a poner atención al lienzo.

—De nada.— Respondió Craig en un volumen casi inaudible.

Y la puerta se cerró, pero sus corazones siguieron en sintonía.

 

 

 

En el camino de vuelta a su casa, Craig decidió no tomar el autobús, el trayecto se le haría más largo, es verdad, pero estaba de buen humor y al mismo tiempo muy confuso, no es que dudase de su atracción hacia el rubio, eso lo tenía muy asumido.

Craig nunca fue un gay de closet.

Jamás sintió la necesidad de negar su orientación, siempre fue muy consciente de que los hombres le gustaban.

No le importaba quien estuviera de acuerdo con él, no buscaba la aprobación de nadie, incluyendo la de su propio padre, quien al enterarse de la homosexualidad de su hijo intentó echarlo de casa. Suena doloroso, sí, pero a Craig realmente no le impresionó y tampoco le importó, lo esperaba de él. Fue el punto de quiebre de esa relación tóxica padre-hijo. Y por el contrario, su madre ha sido de las pocas personas que lo han apoyado incondicionalmente, antes y después de saber que era gay.

A Craig no le gustaba la idea de tener una pareja, ya que no se sentía preparado aún para asumir compromisos y una relación amorosa era una gran responsabilidad, hay que dedicarle tiempo, detalles, recordar fechas, entre otras cosas, además de la peligrosa posibilidad de volverse emocionalmente dependiente o que ese vínculo se vuelva una relación tóxica y no se entere.

No, definitivamente Craig no quería eso con el rubio que acababa de conocer.

Prefería el touch and go.

¿Pero y si Tweek fuese una excepción?

...

No, es imposible. Simplemente me atrae y quiero darle como botón de ascensor en película de terror hasta que suene como alguien corriendo con chancletas. Pensaba mil veces mientras la imagen de Tweek venía a su mente, al compás de El Mago de Öz.

Tiró la colilla de cigarro en el cesto más cercano a su mano y a los dos minutos encendió otro. Hoy su paquete de cigarrillos duró mucho más, no tuvo mucho tiempo o excusas que le permitieran salir a disfrutar de su vicio.

Estaba a pocos pasos de llegar a su casa y le pareció muy extraño que su madre no le respondiera el último mensaje.

Craig:

Ya salí, iré caminando a casa, te veo en veinte minutos.

✔✔ 18:35 pm.

Visto. Ni un emoji, ni "Ok", nada.

Faltando solo una manzana para llegar, comenzaba a preocuparse, más aún cuando pudo ver a la distancia el auto de su padre mal estacionado.

Se le aceleró el corazón y apuró el paso.

Oh no.

Ni siquiera le hizo falta meter la llave en la cerradura porque la puerta se encontraba abierta y la casa estaba a oscuras, sus sentimiento de "alerta" estaba más activo que nunca y el miedo ascendía por sus venas como brasas calientes en el verano más caluroso. El olor a vino y alcohol inundaba el ambiente de la casa, muy atrás quedaba el fresco aroma a limón que solía sentir en la mañana.

Parecía muy lejano.

Escuchaba el débil gemido de su madre, a coro con sollozos y respiraciones entrecortadas, de fondo también se escuchaban unos llantos juveniles, procedentes de Tricia. Laura le rogaba "por favor" a alguien. Eran unas súplicas tan desesperadas como quien antes de morir le ruega a Dios por sus pecados.

No le dio tiempo de preguntarse a quién le pedía aquello cuando el otro invitado abrió la boca.

—¿"Por favor" qué? ¿Qué esperas solucionar con eso?

Era Thomas Tucker.

Craig corrió hasta la escena del crimen, una cocina destrozada, con la mesa caída y las sillas distribuidas por el cuarto, la luz intermitente le permitió visualizar la escena que se estaba montando allí. Su padre tenía a Laura por el cuello, la cual tenía muchos moretones en su cara, la ropa rasgada y manchada de color rojo carmín, la sangre se deslizaba por su cabeza, recorriendo su mejilla. En un oscuro rincón, había una Tricia ocultando su cara en sus rodillas y tapando sus oídos.

Lo más peligroso se encontraba en la otra mano de su despreciable agresor, quien empuñaba un pedazo de botella muy afilada. Precipitó su mano hasta el cráneo de la mujer, pero fue detenido por su hijo.

Giró en búsqueda del bastardo que lo frenó y se llevó un doloroso puñetazo justo en su ojo, cayendo al suelo. Su estado de ebriedad sería una gran desventaja contra Craig.

Los ojos de Craig estaban tan apagados como ese día que peleó contra Miller, y su mente solo quería una cosa: ver a Tucker rogar por su puta vida, o muerto en el mejor de los casos.

Se acercó al tambaleante cuerpo de su padre ebrio y lo tomó por el cuello, propinándole otro golpe igual de fuerte que el anterior, solo que esta vez, Thomas Tucker intentó defenderse cortando la mejilla de su hijo con la botella rota, y acto seguido, se lanzó sobre este.

Envueltos en una pelea, donde los puños iban y volvían, llegaron hasta las afueras de la casa, donde continuaron peleando. Craig estaba tan lleno de ira que su cuerpo no respondía a las heridas que la botella y los puños que su padre le planteaba en su cara o cuerpo, por fuera sangraba pero por dentro hervía de coraje, de odio, de repulsión y una descontrolada sed de sangre. Su mente no estaba conectada con su cuerpo, ni siquiera sus oídos cumplían su función de escucha, no oía nada ni a nadie, todo estaba en blanco, solo quería golpearlo, lastimarlo, herirlo.

De alguna forma u otra, algo logró separarlos.

Un grupo de personas uniformadas a las cuales logró distinguir cuando se ubicó en tiempo y espacio. Eran policías.

No entendía nada de lo que sucedía, no sabía ni cómo había llegado hasta el patio si recordaba muy bien que él estaba en la cocina. Todo era muy confuso ahora que la rabia abandonó su, ahora, adolorido cuerpo.

Al sentir el calor del capó en su cara y el frío acero en sus muñecas, logró reaccionar por apenas unos segundos.

Mientras le ponían unas esposas en su espalda, pudo tomar pequeñas fotografías audiovisuales de ese oscuro momento: su madre llorando pidiendo que por favor no lo lleven, su hermana detrás de ella consolándola, sus vecinos observándolo entrar al asiento trasero de ese auto negro y blanco con luces rojas y azules como si fuera un delincuente, su padre en el otro auto policiaco armando otro de sus escándalos...

Y a Tweek.

Estaba en camino a entregar algo, y como Craig tiene tanta suerte como un conejo en temporada de caza, el cliente de Tweek vivía a pocas cuadras de su calle. Así que se encontró con aquella escena, justo cuando estaban empujando su cabeza dentro del móvil policial.

Los autos se marcharon, la ronda de espectadores se disolvió, salvo por algunos pocos que permanecieron cerca de la casa del incidente, algunos se acercaron a consolar a Laura, pero Tricia no les permitió acercarse mucho, necesitaban su espacio y curar sus heridas.

Por otro lado, Stan, Kyle, Kenny y Cartman, se quedaron en un costado comentando lo que vieron.

—¿Qué mierda?— Expresó Stan sin salir del shock.

—No es la primera vez.— Dijo Kenny cabizbajo.

—Pobre Craig.— Se lamentó Kyle viendo hacia su casa. La escena aún estaba fresca en su mente.

—¿Qué dicen?— Habló Cartman.—¿A Craig se le caerá el jabón en la cárcel o...?

—¡Cartman, esto es serio, carajo!— Lo reprendió Kyle molesto.

Y mientras ellos seguían discutiendo, Tweek continuaba parado en su lugar, sosteniendo la bicicleta.

Quisiera ayudarlo.

 

Chapter 4: Agridulce

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/g8DsRj-2SmU

Chapter Text

 

20 p.m.

Se le estaba haciendo tarde para dormir, seguramente mañana le cueste despertar e ir a la escuela, claro, si es que le dejaban salir para entonces, el interrogatorio tomó un rumbo diferente desde hace una hora.

Había detenido su mirada hace rato en las grises paredes de la fría comisaría mientras el oficial de policía hablaba, Craig lo ignoraba, estaba aburrido y tenía hambre.

Conocía muy bien a ese hombre, Barbrady, era uno de los amiguitos de su padre, justo lo más peligroso que podía tener a su favor un golpeador: un amigo policía.

—Craig.— Llamó el policía, el tono cansado en su voz denotaba insistencia.

Craig salió de su trance.

—¿Qué quiere? Ya le dije todo lo que tenía que decir, pero sé que no hará nada.

—Repite la historia. Ya hablamos con tu padre y realmente estarías en problemas si no prestas atención.

Cualquier persona de bien se impresionaría al escuchar la impunidad con la que intentaban culpar a como dé lugar al joven, sin embargo, no era algo extraño en Estados Unidos, mucho menos en aquel pueblo de Colorado.

—Él golpea a mi madre cuando se le da la gana y el que estará en problemas soy yo. — Analizó con seriedad, en su voz se podía percibir impotencia e ironía.

—No nos juzgues antes de actuar...

—Sí, claro, "no juzgarlos".— Retrucó Craig entre falsas risas.

—¿Disculpa?— Interrogó el oficial, con ofensa.

— Estas cosas siempre terminan en lo mismo: madre y esposa golpeada denuncia repetidas veces, ustedes se lavan las manos, y no hacen más que poner ridículas restricciones de acercamiento o fianzas baratas, hasta que dicha mujer muere y en ese momento, intentan hacer algo, pero oh, sorpresa, el hijo de perra se va y todo queda en la nada.

Un silencio sepulcral invadió el cuarto en donde se encontraban Craig y el oficial Barbrady, la tensión se volvió agobiante y la derrota era difícil de aceptar para un policía.

El uniformado se limitó a levantarse de su silla y salir de la oficina, dejando al chico del chullo solo.

Se oían murmullos a través de la puerta mal cerrada, una voz era de Barbrady y la otra parecía ser la del Sargento Harrinson.

Bueno, dos mierdas hablando no cambia la ecuación. Pensó Craig.

Barbrady volvió a aparecer, esta vez acompañado por Harrison Yates, sostenía una carpeta azul en su mano izquierda y un vaso de Café Tweak en la otra.

Yates dejó la carpeta en el escritorio gris de frío material, en la tapa se leía "Expediente".

Esto no puede ser bueno.

El sargento se sentó frente a él mientras daba otro sorbo a su café y abría ese enorme libro en una página que llevaba un marcador.

Tucker, Craig.

—Tucker, me temo que con los acontecimientos de los últimos días, no puedo dejarte ir como si nada.

—¡¿Qué coño?!— Exclamó Craig sin querer aceptar lo que quiso decir Harrison.

—Golpeaste a tu excompañero de preparatoria hasta dejarlo malherido, posesión de marihuana en un establecimiento educativo estatal, y ahora golpear a un hombre que ronda los sesenta años...— Le decía mientras leía el informe en la mesa.—A eso podríamos sumar lo sucedido hace cuatro años y...— Apoyó los brazos encima del libro y elevó los hombros.—Me temo que cualquier persona con sentido común, entendería el peligro que esto significa...

—Tengo diecisiete putos años y él tiene sesenta, ¡¿en serio piensa que quien estaba en peligro era él?!

—Tu padre también permanecerá encerrado hasta que su fianza sea pagada.

—¿Disculpa? ¿"También"?

—Si Tucker, pasarás la noche en la comisaría, pero como eres menor de edad aún, si tu madre o tutor paga una fianza de mil dólares antes de medianoche, te dejaremos ir.— Explicó Harrison, como si eso fuera de ayuda.

—¡Dijimos que lo de hace cuatro años ya estaba...!— Craig alzaba cada vez más la voz, presa del pánico y la impotencia.

—Lo de hace cuatro años lo pasamos por alto en su momento, pero no podemos negar que haya sucedido.— Lo interrumpió Yates con calma, pero se podía percibir maldad en sus palabras, disfrutaba de su propia contradicción.—Además lo de Miller no fue tan grave como lo tuyo...

—Oh claro, y que Miller haya golpeado a un discapacitado no cuenta, que Miller haya dicho mierdas homofóbicas no cuenta. ¿Y desde cuándo fumar marihuana es un delito mayor comparado a golpear a una mujer?

—Barbrady, enciérralo, permítele una llamada.

Antes de que terminara su última oración, el robusto oficial se acercó detrás de Craig, se había parado de su silla por reflejo, quería protestar, golpear a Harrison, huir, pero ante la ley ya estaba todo perdido, sería estúpido intentar resistirse en ese punto.

Barbrady le puso las esposas nuevamente y lo llevó hasta el teléfono. En un brusco empujón, lo acercó hasta el aparato mirándolo con desprecio. Craig tomó el tubo y marcó el número de su casa.

Esperó los tres timbres hasta que al cuarto se encontró con la quebrada y asustada voz de Laura. Tragó saliva en cuanto la escuchó.

¡Craig, cariño! ¿Estás bien? Dime que no te han hecho daño.

Ese nudo se presentaba otra vez.

—Tranquila mamá, estoy bien, ¿tú cómo estás? ¿Llegaron los paramédicos?

Si cariño, hace un rato se han ido, me vendaron y dieron pastillas para el dolor. Estoy bien.

—Es lo único que me importa saber.

Craig no quería mencionar el tema de la fianza, era demasiado dinero, aunque teniendo en cuenta de que pasará la noche en la comisaría, no había mucho que pudiera inventarse.

¿Cuándo volverás?

—Mañana, me dijeron que como soy menor de edad, como mínimo, debo pasar una noche aquí.

Un desgarrador silencio permaneció en esa llamada, a pesar de no haber durado más de 5 segundos, no le quitaba lo angustiante de la noticia.

Craig no quería llorar.

¿Cuánto es la fianza? Si eres menor de edad, con una fianza mínima puedes volver a tu casa. — La desesperada voz de su madre le hizo tragar saliva una vez más.

—Mil dólares.— Respondió con pesadez.

De acuerdo, en cuanto pueda iré, cariño.

—Mamá, no hace falta, no te molestes, solo sería una noche...

—No voy a permitir que mi hijo sepa lo que es estar ni una sola noche en ese lugar.

—Es muy caro.

No aceptaré un no por respuesta. En un rato iré para allá.

Craig no quería que ella pague esa suma, no tienen suficiente dinero y tampoco quería que ella cargara con mil dólares encima a esa hora de la noche, yendo hasta su ubicación.

Sin más que decir y dándose cuenta de que su madre no daría el brazo a torcer, la saludó afectuosamente y cortó la llamada. Barbrady lo esperaba detrás, en cuanto el joven Tucker dejó el teléfono en su lugar, este volvió a tomar sus manos, las esposó y lo llevó hasta su celda.

Al menos estaba solo, y aunque podría sentarse a llorar pensando en lo miserable que es su vida, solo se acostó a dormir en la fría cama de madera.

Estaba muy cansado.

 

 

 

En la mesa había quinientos dólares, un saco color verde, algunos algodones con sangre y varios pañuelos húmedos. La fría cocina seguía desordenada desde que la policía había llegado a su residencia, y la intermitencia del foco solo ayudaba a alimentar el ambiente terrorífico de ese disfuncional hogar.

Laura no había parado de llorar desde que las luces azules y rojas tiñeron las paredes exteriores y se llevaban a su bebé.

¿Estará bien ahora? ¿Dormirá solo? ¿Y si tiene la celda compartida? ¿Con quién? ¿Estará llorando? No lo sabía, pero la imagen mental de Craig tras las rejas le destrozaba el corazón en miles de pedazos.

Tal vez tiene hambre y frío, ¿y si le llevaba un café?

Le faltaba la mitad para completar la fianza, pero supuso que podría pedirle un préstamo al banco... Otra vez.

Tomó el teléfono y marcó a la cafetería Tweak, cerraba a las nueve, así que aún estaba a tiempo.

Cafeteria Tweak, ¿Qué desea ordenar? — Respondió una voz temblorosa y alterada. Era Tweek.

—Sí, hola, quería pedir un café básico, en la residencia Tucker, por favor.

El joven que atendió su llamada tardó unos segundos en responder.

Enseguida voy.

La llamada se cortó abruptamente.

Laura se sentó a esperar mientras veía fotografías de Craig y Tricia que tenía en su celular.

Cuanto han crecido.

Así transcurrieron los siguientes minutos hasta que golpearon a su puerta, se acercó y posó su ojo sobre la mirilla, donde apreció un rubio cabello desordenado. Abrió la puerta.

—Hola Tweek, muchas gracias.— Agradeció Laura. Tweek le dio su orden en manos.

—Gracias a usted, señora Tucker.— Correspondió Tweek, sus tics estaban muy presentes, como de costumbre.

Laura se giró hacia la cocina, su monedero había quedado sobre la mesa, pero al instante de girar se frenó, Tweek estaba en la puerta y no estaba segura de si invitarlo a pasar para no quedar como una maleducada, la otra opción era decirle que espere en la puerta para que no vea el desastre que estaba hecha la cocina.

A pesar de que le diera pena, decidió hacer lo correcto.

—¿Quieres pasar, Tweek?

—¿No sería molestia, señora Tu...?

—Laura, llámame solo Laura. — Corrigió la madre de Craig, tratando de demostrar fortaleza.

Pero Tweek no era tonto, podía hasta oler la angustia, si es que esto último tuviera aroma, claro está, es una exageración. La piel se le erizó en cuanto cruzó la puerta, la energía de esa casa era demasiado pesada, asfixiante y muy triste. Por respeto al momento que estaba pasando la señora, prefirió permanecer en el pasillo, mientras Laura iba a buscar el monedero.

En el pasillo se encontraban tres fotos enmarcadas, en la más cercana a la entrada se veía una pareja feliz con un niño en brazos y una enorme panza de embarazada, en el siguiente marco se veía a la misma pareja con ambos niños ya crecidos, la sonrisa de Tweek se sostuvo lo suficiente hasta que llegó a la tercera y última fotografía, donde solo se veía a una mujer con sus dos hijos, sonreían, sí... Pero no eran sonrisas que reflejen una verdadera felicidad como en las dos anteriores, eran sonrisas para la foto, forzadas.

Esto a Tweek le generó un vacío, no solo porque compadecía la situación en la que se encontraban, es imposible no sentir su dolor aún sin estar en sus zapatos. Era algo más...

Algo que sentía específicamente al ver la sonrisa de Craig en ambas fotos.

¿Por qué una sonrisa tan atractiva... debe ser fingida? Pensó espontáneamente, y un cosquilleo en su estómago se hizo presente.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Laura entregándole su pago.

—Gracias señora...— Se interrumpió a sí mismo.—¡Perdón! ¡Agh! Laura, muchas gracias... Laura.

—No es nada, cielo.

Laura vestía un abrigo con capucha peluda, color verde, y una bufanda exageradamente grande color crema. Para vestirse así, suponía que debía salir, y seguro que era algo urgente relacionado con Craig, si no se trataba de él, no imaginaba algo que requiera salir a esa hora de la noche y estando el pueblo a dos grados bajo cero.

—¿Va a algún lado?

Laura se giró antes de salir.

—A la comisaría, debo pagar la fianza de Craig.

¿Ella? ¿Ir ahí sola? Oh no...

—De casualidad...— Un tic nervioso le interrumpió mientras la acompañaba hasta la salida.—¿Cuánto cuesta la fianza?

Laura lo miró expectante.

—¿Por qué quieres saber?

—Es que...

Tweek no sabía como expresar sus ganas de ayudar, no entendía el porque de sus sentimientos caritativos, pero sentía una verdadera necesidad de ayudarla.

O mejor dicho, ayudarlo.

—Es que debo entregar un pedido de café allí también, así que me queda de paso, yo podría ir en su lugar.— Le ofreció en un sinfín de titubeos. Era mentira.

—No te preocupes cariño, puedo ir yo sola. Además primero debo ir al banco, me falta un poco para completar la cifra.— Rechazó con amabilidad la señora Tucker mientras cerraba la puerta con llave.

—¡No! Es en serio.— Insistió el rubio.—A esta hora la calle es muy peligrosa, y me queda de paso, no será problema, de verdad. Puede dármelo en un sobre con su firma, así lo permitirán.— Laura no daba respuesta.—Insisto, déjeme ir a mí, y lo que falte, puedo ponerlo yo y luego me lo paga.

Laura lo pensó un poco, temía que le pasara algo al joven yendo hasta allí, sin embargo, pensó en que tal vez eso mantendría tranquilo a Craig, ya que no quería que ella salga. Y en la situación en la que se encontraba su hijo, no podía negarse a la ayuda.

Tomó las llaves otra vez y abrió la puerta.

Tal como sugirió Tweek, guardó el dinero que tenía en un sobre, lo firmó y volvió afuera.

—En serio, me apena mucho esto.— Se disculpó Laura.

—No se preocupe, no es nada.— Dijo Tweek, calmándola.—Ya me voy.

Tweek se dio media vuelta, buscó su bicicleta con la mirada, pero una pregunta de Laura le hizo tener otro tic.

—¿Hay alguna otra razón por la que quieras hacerme este favor?

Tweek se mantuvo pensativo unos segundos, ni él entendía bien que estaba haciendo, o mejor dicho, el porqué de su acción.

En ese momento, sus mejillas se volvieron a sonrojar, el recuerdo de su encuentro en el salón de artes llegó a su mente, y no podía olvidar sus ojos verdes como el césped más cuidado del jardín, tampoco pudo evitar estremecerse al volver a sentir en su cuerpo el calor que le provocaron sus manos tocando su camisa, tan cerca de él, y su amargo olor a tabaco.

—Porque creo que lo que le hicieron es injusto.

Mintió... A medias.

 

 

 

Golpearon su reja con algo de violencia, abrió sus ojos y despegó su espalda de esa fría madera, cuando estire su cuerpo lo más seguro es que le suenen hasta los huesos de los pies.

Era Barbrady otra vez.

— ¡Tucker! Tu fianza fue pagada, puedes salir. — Le informó el policía al abrir la reja de su celda.

Oh no... Mamá.

Craig salió apresurando el paso. Necesitaba ver si su mamá llegó bien, eran las diez de la noche y desde las ventanas de la comisaría no se veía nada. Salir a esa hora y sola era un peligro total.

Para su sorpresa, no encontró a nadie en la entrada, o al menos no a su madre...

—¿Tweek? ¿Qué haces aquí?

Tweek se le acercó tembloroso, no podía decirle lo que hizo, no quería que Craig crea que él era... ¿Gay? ¿Por qué tenía esa preocupación de repente?

—Ah, hola Craig. Hice unas entregas de café, ya estaba por ir a casa.— Mintió.

—¿Viste a mi madre? Es una señora rubia, de unos cincuenta años...— Preguntó Craig con el corazón en la garganta.

—Oí que envió el dinero de tu fianza.— Eso calmó los nervios de Craig, al menos estaba en su casa.— Me pidió que te trajera esto, ya que de todos modos vendría aquí.— Le comentó mientras le acercó un vaso de café caliente.

Craig rodeó el vaso que le dio Tweek con sus manos, las cuales estaban muy frías, no estaba consciente de lo congelado que se sentía, tuvo un sueño muy profundo.

Abrió la tapa y lo bebió, no le importaba quemarse en ese momento, hasta olvidó totalmente que el café no era precisamente su bebida favorita.

Tweek sonrió al verlo feliz tomando su café.

—Muchas gracias.— Le dijo Craig dibujando en su rostro una media sonrisa.

—No es nada.

Ambos se sonrieron.

Cuando Harrison abrió la puerta, los jóvenes se encaminaron hacia la fría noche, guiándose por los pocos focos que iluminaban el camino hasta las casas del pueblo de South Park, la noche estaba adornada por hermosas estrellas, el cielo lucía un soñado color negro sin que ninguna nube lo tiñera de gris, la luna llena acompañaba a los adolescentes en su camino y el viento pasó de congelarlos en una deprimente helada a acariciar sus rostros en una suave brisa.

Tweek sostenía los manubrios de su bicicleta, no se molestó en subirse a ella, le apetecía caminar junto a Craig, hablaron muy poco, pero lo suficiente.

De alguna forma, encontraban reconfortante sentir la sola presencia del otro.

Cuando llegaron hasta la residencia de los Tweak, ambos frenaron el paso.

—Bueno, aquí vivo. Ya debo entrar.— Avisó Tweek.

—Nos vemos mañana.

—Sí, eso seguro.

Cuando el pequeño giró en dirección a la puerta de su hogar, se dio el gusto de sonreír un poco, ese momento que han pasado juntos fue lo bastante bonito como para haber tenido un inicio muy fuera de lo normal. No todos los días paseas a la luz de la luna junto a alguien que fue encarcelado por agarrarse a golpes con su padre.

—¡Ah, Tweek!— Gritó Craig llamando la atención del mencionado.— Gracias por el café.

Tweek le devolvió la sonrisa.

—De nada... Craig.

Sin mucho más para decirse, pues ya tendrían tiempo de hablar mañana en la escuela, ambos se dirigieron a sus respectivas casas. Tweek con sus padres y Craig con su madre y hermana.

Luego de ser acosado por varias preguntas de sus padres, Tweek subió a su cuarto y se apoyó contra la puerta dejando que su respiración se descontrole tanto como quisiera. No podía quitarse de la cabeza la imagen de la sonrisa y los ojos del "chico nuevo".

—¿Qué es todo esto?— Se preguntó a sí mismo, sintiendo como su cara se sonrojaba.

 

 

 

Laura recibió a Craig con un fuerte abrazo, de esos que duran varios minutos, abrazos que te protegen y te hacen sentir mejor en un milisegundo. Aunque Craig quería pasar toda la noche de esa forma, el sueño lo estaba matando y extrañaba su habitación, necesitaba urgente su almohada.

¿Fue un día malo? Era esa la gran pregunta.

Y la más acertada respuesta que encontró Craig fue...

Agridulce.

 

Chapter 5: ¿No me tienes miedo?

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/nm3Z_jKs0Vw

Chapter Text

Es una mala combinación ser el chico nuevo y protagonizar una detención policial delante de varios compañeros de su actual escuela, indefectiblemente, te vuelve el centro de atención y eso a él no le gustaba.

Agradecido estaba de tener auriculares y no haber escuchado los murmullos del autobús cuando subió, aunque no corrió la misma suerte al entrar al salón, donde está prohibido usar el celular.
Evitó durante toda la mañana la mirada de Tweek, incluso dentro del mismo salón, a pesar del buen desenlace de anoche, no podía evitar sentir vergüenza de que él haya sido testigo de eso. No era propio de él sentir miedo de lo que piensen los demás, pero las circunstancias no le permitían ser tan despreocupado como suele ser, esta era su última oportunidad para graduarse e irse, y la mala fama de "chico problema" siendo su segundo día en una escuela nueva, no era lo que más necesitaba ahora.

También intentó evitar a Cartman, pobre Craig... No sabe que evitar a Cartman es imposible.

—¡Ey, Craig! ¿Es cierto que tu papá te pateó el culo?— Interrogó con fingida inocencia.

Desde lo ocurrido ayer, Craig decidió ignorarlo y fingir que no existe.

—¡Ya cállate, culón! Es problema de él, no tuyo.— Le respondió Kyle en defensa de Craig.

—Oh, vamos Kyle.— Cartman trató de convencer a sus amigos de que todo se trataba de una broma. Posó su mano sobre el hombro de Craig, pero este se movió en su lugar para quitárselo de encima.—Craig es mi amigo, seguramente necesita desahogarse, más con tremenda paliza que recibió.

Stan se tomó el entrecejo.
El curso tuvo varios "compañeros nuevos", pero no pasaron de la primera semana porque no pudieron soportar a Cartman. Ya se imaginaba a Craig saliendo de la escuela a la semana siguiente.

—No son amigos, nadie es tu amigo, y aunque lo fuera, con la última persona que alguien se desahogaría sería contigo.— Contraatacó Stan.

—Mrfmrfmrf. — Agregó Kenny, quien se giró a ellos, estaba muy ocupado hablando con Butters antes de que ellos empiecen a discutir.

—¿Qué mierda dijo? — Preguntó Craig.

—Que Stan tiene razón.— Tradujo Butters, mientras se recostaba en el hombro de su novio.

—¡Kenny! Pensaba que estabas de mi parte.— Se sobresaltó Cartman, ofendido con el mencionado

—¡Mrfmrf mrfmrfmrf mrfmrf!— Gritó Kenny enfadado.

Craig observó a Stan y Kyle en busca de una traducción.

—Dijo "que te jodan, Cartman, tú te burlas siempre de mi pobreza."— Tradujo Kyle.

—No pongas palabras en su boca, Kyle, Kenny es pobre, no podría haber dicho eso, no sabe suficientes palabras.— Se burló Cartman.

La acusación de Cartman provocó que Kenny nuevamente se gire a ellos, esta vez se levantó de su asiento y fue hacia el pupitre de Eric.
Se bajó el cubrebocas para dejar ver su rostro molesto.

—Escucha culo gordo, si sigues hablando de mi de esa forma, te voy a dejar el agujero del culo tan dilatado de tantas patadas que voy a darte que podría ser nombrado el nuevo cráter sobre la tierra, ¿entendiste o quieres que te lo repita porque tus rollos taparon tus orejas?

Todos quedaron boquiabiertos con la respuesta de Kenny, se lo veía tan seguro de sus palabras que hasta imaginaban que la amenaza podría hacerse realidad. Cartman también se quedó perplejo, sin ninguna palabra que decir ni nada para responder, subestimó totalmente al rubio y eso le hacía hervir de coraje en el fondo. Había sido humillado por Kenny.
Kenny esperó la respuesta de Eric por unos segundos, cuando comprobó que la discusión había terminado ahí, volvió con su novio.

La profesora Selastraga ingresó al salón y la clase comenzó.
Craig miró de reojo a Tweek y volvió su atención al libro en su mesa, sin percatarse de que Tweek también lo observó.

 

 

 

Llegó el final del día, solo le quedaba una última cita: Arte terapia.
Aparentemente eran tres clases por semana, podía sobrevivir a eso.

Por desgracia, solo había una escalera que llevaba al tercer piso, cruzarse con Tweek fue inevitable, subieron juntos las escaleras.
Tweek no dijo ni una palabra sobre lo ocurrido anoche, no tenía la suficiente confianza con Craig como para preguntar por su vida como si nada. De sobra está decir que ser testigo de lo ocurrido era algo indeseado por Craig, si no lo hubiera presenciado, hoy no sabría cómo se hizo Craig esos moretones en la cara.
Subieron lento la escalera, en un silencio incómodo y tenso, aunque lo último no se sentía tan mal.

Al llegar al salón, acomodaron su silla, mesa y en el caso de Tweek, su bastidor.
Tweek dejó sobre el soporte del atril un vaso de telgopor de la cafetería de la escuela, aún contenía café, de su mochila sacó unos pinceles de punta redonda y un vaso vacío, le puso agua limpia desde una botella de plástico. Craig solo sacó un cuaderno y un lápiz HB.

Su mano sólo conseguía hacer débiles giros con el lápiz, dibujando en el papel algunos remolinos, tenía la mente en blanco.

Tweek, por el contrario, daba unas primeras pinceladas sueltas formando una suerte de nubes, en la segunda mano daría unos mejores detalles, ahora debía esperar a que seque un poco.
En su tiempo de espera, le gustaba disfrutar de su vaso térmico cargado con café mientras planeaba nuevas estrategias para asegurar su habitación, nunca se sabe cuando unos gnomos pueden entrar a tu habitación para robar tus  calzoncillos, ¿no?
Tweek no quería saber nada con la idea de ir a la escuela y no llevar calzoncillos puestos.

—¡Ack! Putos gnomos.

Tweek continuó bebiendo su café sin sacar los ojos de su bastidor, algo no le convencía y la presión de sentir que "algo" no iba bien en su pintura le provocó algunos tics, algo a lo que ya estaba acostumbrado a padecer desde hace años pero aún le parecía jodido, sobre todo porque a su lado estaba Craig.
Sintió algo de alivio cuando se fijó en lo concentrado que estaba, no obstante, percibía algo de frustración en él.

En la escalera trató de abstenerse a preguntarle algo, sentía que lo mejor era darle su espacio.
A pesar de repetir esto en su mente, no podía parar de pensar en que que le gustaría poder hablar con Craig, tal vez podría ayudarle a dibujar lo que sea que estuviera haciendo o decirle un halago para subirle los ánimos.

Pero algo se lo impedía, se congelaba al solo pensar en estar a su lado, acercarse a él se veía tentador, pero fuera de sus posibilidades.

Pero... Ayer estuve con él, ¿por qué ahora no puedo?

Sus sudorosas palmas hacían resbalar su preciado vaso térmico, sus nervios se volvieron aún más incontrolables al darse cuenta de que ese escenario solo tendría un desenlace: derramar el café en el piso o sobre si mismo, delante de todos, delante de ese chico guapo que aún no conocía bien. Imaginar esto no ayudó mucho, solo provocó que sus manos empezaran a temblar aún más, pasando lo inevitable.

Cuando sintió el termo precipitarse al piso, instintivamente cerró los ojos, en su cabeza eso podría apaciguar la vergüenza que subía a sus mejillas.

Todos se burlaran de mi, lo sé, puedo presentirlo... Sin distinción entre la realidad o su imaginación, las burlescas sonrisas y las odiosas voces soltaban carcajadas a todo pulmón. Puedo oírlo...

Llevó sus manos a la cara y se preparó para que el desastre suceda, estaba entregado a la vergüenza y la burla, sus más entrañables amigas.
Esperó unos segundos, pero para su sorpresa, sus oídos sólo detectaron una voz gruesa y monótona.

Cuando alejó las manos de su cara con temor, vio a Craig delante de él, sosteniendo su vaso térmico.

—Deberías tener más cuidado.— Le dijo con una media sonrisa.

Respiró con algo de desespero antes de extender su delgado brazo. Seguramente le habrá parecido un fenómeno, ¿y si ahora le parecía raro? ¿Se reirá de él? ¿Y si es un agente del gobierno y le informa esto al presidente norcoreano o a Trump? Era mucha presión, demasiada, más de la que sentía poder resistir.

—Gracias.— Respondió Tweek entre titubeos.

Tweek tenía sentimientos encontrados. La actitud de Craig no encajaba con la primera impresión que podría tener cualquier persona de él, a la vez que no podía evitar pensar que era tan atractivo al punto que sentía calor en sus mejillas y en sus partes íntimas.

¿¡CÓMO!? Preguntó para sus adentros en cuanto pensó esto último.

Craig volvió a sentarse en la pequeña silla marrón y su atención regresó a los muchos remolinos que esbozó en esa hoja.
No sabía qué mierda estaba haciendo, pero tampoco quería averiguarlo, todo con tal de cumplir la hora.

Tweek dejó su vaso en la mesa donde apoyaba su mochila, no quería que sus manos de manteca le jueguen otra mala pasada y Craig no pueda salvarle el pellejo.
Estiró el cuello para ver que era lo que hacía, parecían círculos desde su posición, hasta que se acercó un poco más.

— Son remolinos, ¿verdad?

Que pregunta tan estúpida.

—Sí, algo así.— Respondió Craig sin darle suficiente atención a la obvia pregunta de su compañero.

—Y... ¡Agh! ¿Sueles dibujar? — Interrogó Tweek con curiosidad. Estaba en esa etapa de su ansiedad donde su cerebro funcionaba en modo automático, lo cual podría ser bueno o muy pero muy malo, ya que podría conseguir una buena conversación o tal vez soltar incoherencias y verse aún más raro.

—En realidad no, solo entré porque si no tomo algún tipo de terapia no podré ingresar a la universidad.— Explicó en resumidas cuentas Craig.

No iba a detallarle más, no quería continuar asustándolo.

—Ah... Entiendo.— Agregó Tweek, no sabía qué decir, o mejor dicho, no quería preguntar más, temía cagarla.

—¿Y tú por qué estás aquí? ¿Por placer o por necesidad?

Esa era una buena pregunta, pero muy difícil de responder.
Tweek no tenía buenas capacidades a la hora de socializar, algo que la mayoría de las personas llaman "timidez", y lo dicen con una sonrisa o una mueca enternecedora, algo que no terminaba de agradarle.

No le encontraba lo "adorable" a no poder decir un "hola" sin pensar en que todos a su alrededor creerán que es patético.

Así que, a falta de palabras, pintura, teatro y tal vez algo de baile. Arte para comunicar, para escapar de su cascarón.

Entonces... ¿placer o necesidad?

—Yo diría que es...— Contestó con lentitud y en voz baja.—Un medio de comunicación.

Craig lo interpretó como una metáfora, ya que es cierto, el arte comunica, pero no podía evitar pensar que eso tal vez no respondía del todo a su pregunta, mas no entendía que Tweek lo decía muy en serio.

—Más allá de eso, eres muy bueno.— Elogió Craig.—Yo no podría pintar como tú aunque lo haga toda mi vida.

—No te subestimes.— Lo contradijo Tweek.—Podrías hacerlo incluso mejor que yo, es solo cuestión de práctica.

—Pero no consigo hacer ni un círculo.— Rió el mayor.

Ante la broma de Craig, Tweek se acercó a él olvidando por completo de con quién hablaba, sin pedir permiso tomó uno de sus lápices y corrió la hoja hacia su lado, haciendo un movimiento circular con su muñeca, trazó un círculo perfecto, a continuación marcó dos líneas rectas, una horizontal y otra vertical.

—La mejor forma de hacer un círculo perfecto es moviendo solo la muñeca, no toda la mano o el brazo. Luego dibujas dos líneas en la mitad de este, y por último...— Mientras le explicaba a Craig, sobre la marcha unía dos líneas curvas hasta el final de la línea vertical, formando una cabeza sin orejas.—Haces dos líneas levemente curvas y las unes en este punto.— Continuó explicando mientras señalaba las partes que relataba con la punta del lápiz, sin llegar a rozar la hoja.—Así es como puedes hacer un círculo perfecto y de paso, una cara.

Desde que el rubio se acercó su lado, perdió el hilo de la conversación y solo se centró en el movimiento de sus labios, no oía lo que Tweek se esforzaba en explicar, solo se dejó llevar por sus pensamientos.
Con la mirada analizó a Tweek de arriba abajo, era la primera vez que se detenía tanto a mirarlo, y no pudo evitar mirar sus manos moverse, en sus dedos tenía tres curitas de distintos colores y a simple vista notó lo agrietadas que estaban.

¿Se las lavaba mucho por estar pintando siempre o era algún tipo de obsesión con la limpieza? Se preguntaba Craig.

Cuando bajó la vista a su camisa verde, volvió a notar que los botones no estaban en donde deberían, le costaba comprender cómo podía dibujar y pintar tan bien pero abotonarse una camisa le hacía entrar en pánico o algo así.

Sus ojos se volvieron a encontrar y Craig no supo qué responder a la pregunta que, al parecer, le hizo. De repente, la actitud de Tweek cambió a una más nerviosa, e iba en asenso.

—¡Oh Jesucristo! Debí haberme visto como un entrometido, ¿no?— Soltó de golpe, empezó a tironear un mechón de su cabello y retrocedía.—¡Lo siento! Tal vez ni siquiera me di a entender bien, es que, en realidad, no soy bueno explicando, pero creí que te serviría, pero tal vez no debí entrometerme y tal vez... ¡Agh! Ya ni sé qué estoy diciendo, mejor... Mejor olvídalo, amigo, yo solo estaba...— Su voz se oía temblorosa y el volumen se elevaba cada tanto.

Craig se levantó de un salto y lo primero que hizo fue tomar las muñecas del otro artista para evitar que se arranque el cabello, se apresuró tanto por pararlo que por accidente lo empujó. Al hacer esto, ambos quedaron arrinconados entre los bastidores y atriles vacíos, Tweek perdió el equilibrio y se dejó caer hacia atrás, afortunadamente Craig lo tomó de su cintura y lo acercó a su torso.

Cuando Tweek abrió los ojos y se encontró con esas esmeraldas tan brillantes que caracterizaban a su compañero, su rostro se puso rojo. Un hormigueo recorrió su espalda y su estómago cuando sintió las frías manos de Craig en su cintura, donde su camisa se había levantado apenas un poco.

Esto era algo nuevo para Tweek.

—Cálmate, amigo.— Le dijo Craig con total naturalidad.—No me pareciste entrometido, me has explicado muy bien y lo comprendí, en serio, muchas gracias.

Que cerca están sus labios...

No podían alejarse el uno del otro, sentían como si sus cuerpos se volvieran magnéticos y se atrajeran, o si el tiempo se hubiera frenado.
Sus corazones retumbaban al unísono, queriendo escapar de sí mismos.

Se sentían extrañamente a gusto.
Podían seguir así más tiempo, si tan solo la clase no estuviera a punto de empezar y la profesora Ellen no hubiera llegado en el momento menos requerido.

—¡Buenas tardes! ¿Están listos para la clase de hoy?

Se separaron al escuchar la tranquila voz de su profesora, Tweek inmediatamente tomó su pincel y continuó dando pinceladas sueltas, mientras que Craig hizo giros con su muñeca mientras dibujaba.
Los círculos se veían más limpios y prolijos.

Su consejo realmente funcionó.

 

 

 

La sesión de hoy había terminado y el aula de colores había cerrado sus puertas.

Craig se regresó caminando otra vez, pero no iba escuchando música, porque no estaba solo. Tweek caminaba a su lado llevando su bicicleta.
No habían dicho mucho en el camino, hasta que encontraron un nuevo tema de conversación: hablar mal de Cartman y reírse de cómo Kenny le calló la boca.

—¿De verdad?— Preguntó Craig en medio de un ataque de risa.

—¡Sí! Siempre que su novia lo amenaza, se vuelve una mosquita muerta.— Contestó Tweek mientras secaba una lágrima de su ojo.

—Entonces la próxima vez intentaré estar cerca de ella, así lo avergüenza delante mío y paso un buen rato.

La caminata estaba a punto de finalizar, faltaba una manzana más para llegar a la casa de Craig. La noche se avecinaba y más adelante la oscuridad ya había hecho su entrada.

Craig no conocía mucho a Tweek, pero algo innegable era que el rubio temía hasta de su propia sombra, dejarlo solo en la oscuridad lo veía irresponsable. Está bien, no vivía tan lejos tampoco, solo eran dos manzanas más de distancia...

¿Por qué le preocupaba tanto?

Dios, concéntrate. Se auto regañó.

—Em, Tweek, ¿quieres que te acompañe hasta tu casa?— Preguntó con cautela.

—¿Por qué? Ya estamos cerca de tu casa.— Se sobresaltó Tweek.

—Lo sé, pero al fondo se ve algo oscuro, podría ser un poco peligroso si vas solo. Anda, déjame acompañarte hasta la esquina.

Tweek lo pensó (o sobre pensó) con cierto nerviosismo y algunos tics. Craig no pudo evitar pensar en lo lindo que se veía de ese modo...

¿Qué?

—Está bien.

Con su permiso, Craig cambió su destino y siguió de largo, en el pequeño tramo por recorrer ninguno cruzó otra palabra hasta acercarse a las brillantes ventanas de la casa de los Tweak.

Craig se despidió saludando al rubio de lejos, pero una duda rondó en su mente toda la mañana, y era el porqué Tweek no parecía temerle luego de lo presenció ayer, y no podía volver a su casa sin sacársela de su mente.

—¡Tweek!— Dijo mientras se giraba.

—¿Sí?

Se sintió nervioso cuando Tweek lo miró.

Joder.

—Sobre lo sucedido anoche...

—¿Qué sucede?

Empezó a dudar sobre la marcha si debía o no preguntar, pero ya había tanteado el tema y no había vuelta atrás.

Mierda, ¿Qué pasa contigo?

—¿No me tienes... miedo?— Preguntó con inseguridad.

Hubiese apostado a que Tweek se tardaría en responder por dudar si debía decirle o no la verdad y que al final le diría un "la verdad, sí".

Pero fue todo lo opuesto, no tardó nada en responder y su contestación fue...

—No, no tengo motivos.

¿Esto realmente está pasando?

—¿En serio?— Volvió a preguntar con incredulidad.

—Sí.

Tenía que ser mentira.
No tenía sentido que alguien no le tuviese miedo.

— No lo entiendo.— Alegó confundido.

— No intentes entenderlo, simplemente acepta a las personas que no te juzgamos antes de conocerte. Y tú me caes bien.

Algo se movió en el pecho de Craig, era la primera vez que escuchaba esas palabras salir de un muchacho tan lindo.

Alguien que no lo juzgaba.

Tweek siguió hasta la puerta, agitó la mano hacia Craig y se adentró en su hogar.

Y tú me encantas.

 

 

 

La cena transcurría con total paz. Thomas no había regresado, se enteraron que su fianza fue pagada, pero vaya a saber a dónde habrá ido. Seguramente se alojó en la casa de alguno de sus amigos, borrachos como él.

Bien por él.
Cuanto más lejos, mejor.

La cena estaba rica y reían alegremente de lo que sucedía en el programa que estaban viendo en la televisión.

Laura notó diferente a Craig, y en el buen sentido. Sonreía más de lo normal sin importarle los moretones aún presentes en su piel, hace mucho tiempo no veía a su hijo así.

—¿Craig?— Llamó Laura a su hijo.

Craig dejó de poner atención al programa y observó a su mamá.

— ¿Qué pasa?

—Hoy estás muy feliz, ¿hay algo que quieras decirme?— Preguntó con una sonrisa.

Craig se quedó unos segundos pensativo, sin borrar la sonrisa en su rostro. ¿Debía hablarle de Tweek?

No, mejor no, aún no.

—Nada, solo tuve un buen día.

Un  excelente  día.

Chapter 6: Cercanía

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/a8Q5HHjKHrA

Chapter Text

—¡Tucker!— Se logró oír por lo bajo de sus auriculares a todo volumen, le tomó unos segundos volver a abrir los ojos hasta que se sobresaltó cuando frente a él, lo recibió de su profundo sueño, un hombre anciano con notable calvicie, un títere de mano y... ¿senos?

¿Desde cuando los hombres mayores tienen senos? ¿Será esta una señal para suicidarse a los 27 años?

—¡Si señ...!— En cuanto sus labios formuló la oración a medias, su cerebro lo detuvo ante la advertencia de que cometería un grave error. Miró de reojo el pizarrón en busca de ayuda, una pista de su nombre o quien era, en la verde pizarra se leía sobre la esquina izquierda "Srta. Garrison, Profesora de Educación sexual".— Señorita Garrison.

Garrison le lanzó una mirada desaprobatoria antes de regresar a su escritorio, al sentarse su expresión se volvió mucho más seria sin dejar de sostener ese extraño muñeco ni por un momento, lo cual le restaba severidad, siendo esta prácticamente nula.

Craig asomó los codos en el pupitre y apoyó el mentón en sus manos, era la única manera en la que podría mantener una postura despabilada, no parecía haber dormido durante mucho tiempo, la clase aparentaba estar en sus inicios y a simple vista, podía verse que ninguno de sus compañeros tenía mucho respeto por la... profesora.

Tuvo la mala suerte de ser el único idiota al le llamaron la atención.

De su lado derecho, se encontraba sentado un muchacho de cabello castaño y campera roja, el chico en cuestión no paraba de mirarse en la cámara delante de su celular mientras movía su flequillo de izquierda a derecha, y de vez en cuando lo lanzaba hacia atrás, junto a él, un alumno de tez oscura lo observaba intentando contener la risa junto con otro joven que sostenía unas muletas junto a su asiento.

Por otro lado, el grupo de Stan (como lo había nombrado mentalmente Craig) estaba en lo suyo. A Stan se lo notaba algo cabizbajo y charlaba con Kyle sin expresar emociones. Seguramente había discutido con su novia, Wendy.
Mientras tanto, Kenny y Butters seguían como siempre, Butters apoyando su cabeza en el hombro de Kenny. Parecían ser la única pareja estable de ese salón.

Cartman, como siempre, se metía de vez en cuando en la conversación de Stan y Kyle dando sus "humildes" opiniones.

Y Tweek...
Tweek estaba sentado a su lado leyendo el libro de Salud y Adolescencia, como normalmente se conocía a la asignatura que cursaban en ese momento.
Era la primera vez que Tweek se sentaba cerca de Craig.

En ese ambiente, tanto Craig como Tweek se encontraban a gusto, sin contar el reto de la profesora Garrison, podría decirse que el ambiente del salón estaba muy sereno.

—Muy bien, chicos, hoy hablaremos de un tema sumamente importante de tratar, ya que es algo que posiblemente experimenten en algún momento. — Garrison dio rienda suelta a su clase. Al momento de hablar, los alumnos prestaron algo de atención, aunque no demasiada.—Como saben, ustedes existen al día de hoy gracias a una práctica que ha tenido el ser humano desde su comienzo, conocida como coito, o en otras palabras, están aquí gracias a un polvo inesperado que se han dado sus padres posiblemente en una fiesta de graduación y nueve meses después, salieron de la vagina de sus madres.

Wow, fue al grano. Fue el pensamiento general de ese curso casi graduado.

La profesora comenzó a dictar un discurso donde hablaba del heteropatriarcado... O algo así, realmente Craig no puso mucha atención. Estaba muy concentrado en su compañero de al lado.

Al terminar la introducción al tema, tomó una tiza de la lata y dibujó un pene en la pizarra.

—Saben lo que es esto, ¿verdad?— Preguntó Garrison señalando el miembro que acababa de dibujar.

Y no por inmadurez, pero había que admitir que el miembro dibujado por la profesora era demasiado detallado como para tratarse una simple charla escolar, era grande y le añadió bastantes venas y vellos púbicos.

Craig intentó por todos los medios posibles pensar en cualquier otra cosa para no lanzar una carcajada, no obstante Cartman lo puso difícil al romper el hielo en una ruidosa risa.

— JAJAJAJAJA un pene. — Respondió Cartman entre risas, provocando que el resto del salón se le una.

Garrison frunció el seño ante el público que moría de risa, hasta las chicas del salón se unieron a la risotada. Lleno de rabia, tomó el borrador y lo golpeó tres veces contra la mesa, arruinando la diversión de los adolescentes.

—¡Tienen entre diecisiete y dieciocho años todos! Por favor, ¡un poco de seriedad!— Se quejó la profesora con indignación.

— Lo sabemos profesora, pero un pene es un pene.— Respondió Kyle, el salón volvió a reír por lo bajo al escuchar la palabra "pene".

La profesora Garrison dejó de inmutarse ante la visible inmadurez de los adolescentes, volvió a la pizarra.

—¡Silencio de una vez! Presten atención.— Reprendió la profesora.—Para la semana que viene, tienen que escribir un trabajo práctico en Word o Power Point hablando sobre la reproducción humana, los métodos anticonceptivos, tanto hormonales como de barrera, y las ETS. El trabajo es extenso, así que será en grupos de dos personas, sin excepción.— Al finalizar su anuncio, puso énfasis en las últimas dos palabras mientras sus ojos fueron en dirección al grupo de Stan.

Había algo que tanto Craig como Tweek detestaban más que el hecho de que los miren muchas personas en silencio, o estudiar, o hacer tarea... O la escuela, valga la redundancia. No había nada más insoportable que hacer trabajos en grupo.

El hecho de dividir los temas, depender de que los demás cumplan su parte para aprobar, o que todos estudien, la entrega a tiempo, todo era demasiado estresante, a Craig no le gustaba perder el tiempo cuando podía terminar más rápido el trabajo por su cuenta. En cuanto a Tweek... no le gusta la presión que conlleva trabajar en grupo, puede terminar rápido pero necesita su tiempo y espacio.

Stan obviamente eligió a Kyle, Cartman buscó a Heidi, Kenny y Butters... Es obvio que lo harán juntos. Por otro lado, el chico afroamericano aparentemente decidió hacer grupo con el niño de muletas y el castaño buscaba entre las mujeres a una compañera.

Con un poco de suerte, tal vez sean los únicos sin pareja, no obstante, la profesora Garrison dejó muy en claro que no habría excepciones.

Eso solo significaba una cosa.

—¿Quieres hacerlo conmigo? — Se preguntaron el rubio y el azabache al unísono, esta coincidencia les hizo taparse la boca mutuamente seguido de un pequeño sonrojo y unas risas nerviosas.

Cuando pensaban mejor la pregunta, parecía tener otra connotación, o al menos eso cruzó por la mente de Craig.

¿Por qué todo lo estoy relacionando con el sexo? Se preguntó a sí mismo.

Lo que no sabía era que Tweek pensó en la misma idea, y eso le causó más espasmos de los que esperaba, temía que Craig lo interprete de otra forma, crea que es gay y le gusta, eso podría poner en peligro su cercanía.

—¡No lo dije en ese sentido! Me refiero a que si... ¡Agh! ¡Que sí...!— Intentó explicarse entre histéricos grititos.

—No te preocupes, lo entiendo.— Lo tranquilizó Craig.—Sí, podríamos hacerlo juntos.

Tweek se relajó al oír la respuesta de Craig, creía que iba a alejarse luego de malinterpretar su propuesta, gracias al cielo no fue así.

—¿Te parece bien hacerlo en tu casa?— Propuso Tweek mientras leía sus apuntes.

La primer respuesta que pasó por su mente fue "¡absolutamente sí!", y le hubiera encantado que así sea, ya que en su casa suele tener mucha privacidad cuando su madre sale y Tricia está en la escuela, lo que le daría el silencio suficiente para concentrarse en la tarea.

Podría haber aceptado de no ser por un mal recuerdo que llegó a su mente.

Intentó con todas sus fuerzas reprimir aquello, pero no lo consiguió.

Su cuerpo se tensó y tragó saliva. Volvió la vista a Tweek y fingió una media sonrisa.

—Creo que sería más conveniente hacerlo en tu casa, si no te molesta, claro.— Insinuó Craig, simulando a la perfección el mal cuerpo que le dejó esa memoria.

—Está bien.— Aceptó Tweek.—¿Quieres empezar mañana después de la escuela?

—Claro.

Tweek le prestó su cuaderno a Craig para completar sus apuntes, la letra de Tweek no era muy entendible, habían algunos manchones de tinta provocados por algún espasmo que le dio al escribir, más que seguro. Pero aún así, pudo copiar lo necesario. Unos minutos después, el timbre del receso se hizo oír.
La clase había terminado y el día también.

Mañana tendrían una cita de estudio.

 

 

 

La emoción era más fuerte que la paciencia que traía consigo, esa noche ninguno pudo conciliar por completo el sueño.

Era la primera vez en mucho tiempo que Tweek recibía visitas, jamás había llevado a un compañero o amigo a su casa para hacer proyectos o solo pasarlo bien, temía mucho de lo que la gente podría pensar de su casa, su habitación, incluso de él mismo, a lo mejor se acercaban a él por lástima... Tal vez en realidad les parecía raro y eventualmente se alejarían de él por completo, de todos modos, sus amigos tenían otros amigos, seguro se divertían mejor sin él estorbando, estando allí como una planta.

Es ese miedo el que le impidió aceptar invitaciones e incluso tomar el atrevimiento de invitar a alguien.

Ya estaba divagando de nuevo.

En la tarde y parte de la madrugada, aprovechó su insomnio para limpiar el piso y los muebles, quería que luzcan impecables para cuando Craig llegara, al igual que la ropa y la cama.

Del otro lado de la vereda, Craig conseguía manejar sus emociones frente a otras personas, dichas sean su hermana y su madre, hasta logró adelantar un poco del trabajo para estar más organizado y perder el menor tiempo posible, eso no quería decir que por dentro su estómago no se revolvía por los nervios que sentía al ser consciente de que estaba a tan solo horas de ir a casa de Tweek.

En la noche, las pocas veces que sus ojos consiguieron cerrarse y llevar su mente al mundo de Morfeo, sus sueños tenían a Tweek como protagonista, cada uno con diferentes desenlaces en el mismo escenario, la casa de los Tweak, en absolutamente todos el resultado era muy sexual.

Craig despertaba con los párpados pesándole como si de dos enormes persianas se trataran, y maldecía a su cerebro por despertarlo en los mejores momentos.

Ahora bien, no era el único que estaba... "despierto".

Mierda.

Su instinto y su razonamiento disputaban una dura batalla en cuanto a su moralidad, ¿debía "dejarse llevar" por su impulso o debía aguantar hasta mañana al menos? En cualquier caso, Tweek no se enteraría de nada, ¿cierto?
Craig se sentía culpable por la sola idea de considerarlo, Tweek parecía un chico muy tímido y cerrado, ¿Cómo podría mirarlo a la cara mañana si lo hiciera?

Pero mientras más pensaba en su rostro, sus ojos, lo delgado y delicado que se sentía su cuerpo en sus manos...

La tentación era demasiada.

Bueno... No estoy  lastimando  a nadie y Tweek no  lo  sabrá jamás...

Sin más preámbulos, obedeció a sus instintos y lo dejó salir.
En cuanto termine con su trabajo, logrará dormir de una vez.

 

 

 

Desde la entrada se sentía el fuerte aroma a café que caracterizaba a su compañero, al mismo tiempo que notaba un sutil perfume de limón y químicos de limpieza, lo cual explicaba lo reluciente de la mesa del living, dicho mueble sostenía sobre su recuadro de cristal una bandeja amarilla.

En las paredes verde lima había un protagonista indiscutido: Tweek en sus primeros meses.

Una en especial hizo que Craig sonriera cautivado por la ternura de los inocentes y enormes ojos celestes del Tweek pequeño. En dicha foto, Tweek miraba a la cámara bebiendo de un biberón enfundado en un cobertor verde lima con un patrón de flores amarillas en diferentes tamaños. Sus alborotados rizos rubios caían sobre su frente como una cascada dorada.

Craig acarició el marco de la foto con el pulgar, era un milagro que la fotografía de un bebé le causara algo que no fuera rechazo, ni siquiera veía con esos ojos una fotografía de Tricia bebé, le guardaba algo de rencor porque cuando era bebé, lloraba tanto que no le dejaba dormir y llegaba tarde a clases o se dormía en el pupitre, lo que le consiguió más de un llamado de atención.

Tweek buscaba a sus padres por la casa sin éxito, en la cocina halló una nota firmada por su madre junto a unos hot cakes fríos.

"Hola Tweek, te dejamos la merienda para cuando regreses de la escuela. llegaremos algo tarde hoy. Suerte con el proyecto.

Te aman, mamá y papá."

Tweek observó los hot cakes, agradecía que su madre se haya preocupado por prepararlos, pensaba llevar unas galletas con café a su habitación, pero los hot cakes parecían mejor idea. Los tomó en su plato y los llevó al horno para que se calienten un poco.

Fue a su sala nuevamente, donde encontró a Tucker sonriendo a las fotos, al acercarse a él, vio la fotografía que le causaba tanta gracia: era una fotografía de Tweek bañándose, en ese momento, odió con toda su alma que sus padres tengan esa fotografía a la vista. Se sobresaltó y le quitó la foto prohibida de las manos.

Craig no paraba de reír.

—¡Espera, no te enojes! Es una gran toma.— Admitió Craig entre risas.

—¡No mires mis fotos prohibidas!— Gritó Tweek sonrojado y muy molesto, escondió la fotografía con recelo contra su pecho.

—¡De prohibidas nada! Te ves muy chistoso.— Continuó riendo.

—¡No es chistoso, es vergonzoso!— Sostuvo Tweek.

Un tintineo advirtió a Tweek que los hot cakes ya estaban calientes, se dio media vuelta con rigidez y sin separar la foto prohibida de su pecho ni por un segundo, volvió a la cocina como si lo corriera el diablo.

Con los hot cakes listos y el café preparado, se dirigió hasta su habitación subiendo la escalera, Craig lo imitó en cuanto Tweek le hizo seña con el hombro para que lo acompañe.

Las fotografías familiares cambiaron a mitad de camino y se transformó en lo más parecido a una exhibición de arte que había presenciado hasta ahora, los bastidores contemplaban tanto paisajes como retratos familiares, todos hechos a base de café.

Creía que la habitación de Tweek estaría desordenada y con muchos frascos de acrílico o pinceles regados en el piso, sintió culpa al haber tenido expectativas tan bajas. El espacio de Tweek era una maravilla y ciertamente encajaba a la perfección con él; verde como el césped, ventanas blancas aseguradas con rejas y cortinas transparentes color amarillo. En un rincón cerca de la ventana, rodeado de plantas y bastidores sin pintar, había un atril de metal profesional a la medida de Tweek.

Bajo sus pies, sintió una alfombra peluda blanca que ocupaba el centro de la habitación al igual que dos puff verdes.

Su cama se situaba en el rincón contrario, enfundada de sábanas y cobertores verdes, destacaba la cantidad razonable de osos de peluche que coleccionaba contra la pared. Junto a ella había una lampara pequeña en forma de estrella conectada a la toma de corriente. El escritorio tenía encima una laptop y una televisión compacta, en la misma estaba apoyada una PS4 con dos mandos.

A decir verdad, Tweek tomaba el arte muy en serio y lo demostraba en cada porción de su vida, a excepción de su camisa, siempre mal abotonada.

Tweek dejó su mochila colgada en el perchero detrás de la puerta mientras que Craig seguía guardando las manos en sus bolsillos, disfrutaba la vista de una habitación serena.

—Deja tu mochila en el perchero.— Le indicó Tweek, quería que Craig se sienta en confianza.

Craig obedeció y la colocó justo encima de la mochila de Tweek, luego abrió el cierre y sacó algunos apuntes que escribió ayer en su casa. A su vez, Tweek prendió la laptop para enseñarle a Craig los Power Points que creó sobre el tema que debían abordar.

— Bueno, ayer al llegar a casa decidí adelantar algo, así que resumí el desarrollo del feto en el útero hasta su nacimiento.— Anunció Craig mientras acercaba sus hojas a Tweek. Las miró por encima mientras asentía.

—Genial, yo justamente escribí en el Power Point sobre la fecundación.— Respondió Tweek haciendo un espacio a Craig para que vea la pantalla.—Solo queda hablar de métodos anticonceptivos y ETS.

Craig volvió a su mochila para desenfundar su laptop, era menos moderna en comparación a la de Tweek, pero funcionaba bien y soportaba bien los programas de la escuela.

—¿Quieres poner tu computadora junto a la mía?— Sugirió Tweek al ver lo que fue a buscar Craig.

—Sí, sería más cómodo.

Tweek intentó hacer espacio cargando la pequeña televisión, no obstante al primer intento, la tv golpeó con fuerza el escritorio provocando que este se mueva. Craig dejó la laptop en la cama de Tweek y se acercó a ayudarlo, tomó la televisión del otro lado.

Al elevar los brazos, se hizo más sencillo moverla hasta el piso sin causarle ningún daño.

—Gracias Craig.— Soltó Tweek en un sonoro suspiro.

"Siempre te tienen que andar ayudando".

"Eres débil".

—No es nada.

Volviendo a lo de antes, Craig colocó la laptop junto a la de Tweek. Él salió de la recámara en busca de otra silla para Craig, empezaba a preguntarse si no le quedaría pequeño el espacio a su invitado, no sabía cuánto medía con exactitud, pero era evidente que lo sobrepasaba por una cabeza de altura.

Le alcanzó la silla del comedor y se sentaron uno junto al otro.

Pasaron unos minutos en silencio donde cada uno estaba enfocado en su parte del trabajo, y fue cuando Tweek recordó la merienda que tenía preparada para ambos.

—¡Mierda! Olvidé la merienda.— Exclamó de repente. Craig, que no había despegado su cara de la pantalla desde que se sentó, se sobresaltó.

Tweek se levantó de su asiento y tomó las dos tazas.

—¿Quieres café?— Ofreció con timidez.

—Claro, gracias.— Agradeció Craig tomando la taza en sus manos, ese acto hizo que por accidente roce la mano de Tweek.

La corriente eléctrica fue subiendo a una velocidad vertiginosa desde la pequeña mano de Tweek hasta llegar a su pecho.

Nunca un simple roce de manos le causó cosquillas en su estómago y un desenfreno de latidos en su corazón. Era una nueva experiencia para él, ¿tan nervioso se sentía por tener un invitado después de tanto tiempo? ¿O estaba nervioso por cómo era su invitado? ¿Era la presencia de Craig la que generaba en él estos sentimientos encontrados? ¿Iba a morir?
Sacudió su cabeza para salir de sus pensamientos y llevó hasta el escritorio el plato. Craig no se quedaba atrás, ese roce de manos consiguió hervir sus mejillas y acelerar su pulso, podía sentir como la sangre bombeaba con intensidad. Era una sensación extraña y estimulante cada vez que se hacía presente.

El hormigueo no cesó hasta que logró poner atención otra vez a lo que encontró en Google. En una página de salud sexual se encontró con muchísima información sobre métodos de barrera, como condones, el diafragma, entre otras. El post parecía muy completo y hasta incluía opiniones de profesionales, seleccionó las partes del reporte más importantes para copiar y pegar en un documento Word.

Antes de salir de dicha página con la información ya obtenida, logró captar algo extraño en los anuncios.

"Lubricante a base de aceite".

"Gel estimulante sexual".

"Lubricante 2 en 1, perfecto para el sexo anal".

Casi como si sus dedos actuaran a la velocidad de la luz, presionó el botón izquierdo tan rápido como pudo para cerrar las ventanas de Chrome antes de que Tweek espíe su laptop, olvidó completamente que alguna vez buscó eso en internet y desde entonces siempre le saltan anuncios con productos similares. Agradeció que Tweek estaba muy concentrado en su computadora como para darse cuenta del comportamiento a la defensiva de Craig, aún así, Craig no entendía cómo le seguían apareciendo los mismos anuncios luego de haber estado varias semanas sin usar esa computadora.

¿Y por qué tenían que aparecer en ese preciso momento?

Con tal de calmar sus alborotados nervios, tomó uno de los hot cakes que Tweek dejó en el escritorio y le dio un primer mordisco.
Suaves, cálidos, dulces y deliciosos.
No recordaba la última vez que había masticado un platillo tan dulce, y a medida que tragaba los trozos que arrancaba de la suave mezcla, sentía la necesidad que continuar comiendo más. Tweek alejó la vista del ordenador para apreciar la preciosa imagen de un Craig alegre comiendo como un niño que recién aprende a comer por su cuenta.

Su madre era una excelente cocinera, no sería la primera vez que alguien agradece estar vivo para disfrutar de sus exquisiteces, más cuando se trataban de platillos dulces y postres, era su área de especialidad.

—¿Te gustan?— Preguntó Tweek fingiendo desentendimiento.

—¡Me encanta! Hace años no pruebo uno, son una maravilla.— Chilló con emoción.—¿Los hiciste tú?

—No, los ha preparado mi madre.— Aclaró rascando su cabellera.

—Le han salido de puta madre.— Expresó con sinceridad, tal vez demasiada.

Tweek sonrió antes de volver su vista al ordenador. Estaba a punto de terminar con su parte, y al parecer Craig ya había acabado con lo que le correspondía. Su corazón se sacudía al escucharlo comentar lo mucho que le gustaba la merienda.

La visita se puso más interesante de lo que hubiera esperado, el trabajo estaba casi completo, solo sería cuestión de unificar toda la información en el Power Point y estaría lista, de eso podría encargarse él mismo más tarde.

Tweek tomó uno de los hot cakes que Craig reservó para él y se dispuso a tomar el café. Craig guardó su laptop con cuidado en la mochila y dejaron la televisión en su lugar otra vez. Pasaron del escritorio a los cómodos puff del centro, la conversación sobre la deliciosa repostería que hacía la madre de Tweek continuó, dando a Craig un panorama más amplio de la gastronomía que caracterizaba a los Tweak. También le comentó sobre los diferentes tipos de café que su padre ofrecía en su local y cómo se conocieron.

—¿Tu padre le cobraba menos solo porque le gustaba?— Preguntó Craig, ya habían tomado casi tres tazas de café con leche y vaciaron dos paquetes de oreos.

—Sí, y ella iba a tomar café solo para verlo.— Rió Tweek dando otro sorbo a su taza.

Craig hundió otra galleta oreo en la taza da café con leche, era algo que hacía de niño y le fascinaba, por eso la merienda era su momento favorito del día en viejas épocas, cuando todo en su casa era paz y armonía, antes de que el alcohol manchara su tranquila vida.

—¿Tu madre es buena cocinando?— Preguntó Tweek, ya había hablado mucho sobre su familia.

—Lo es, cocina delicioso, lo malo es que hace mucho no podemos comer nada dulce, desde que le diagnosticaron diabetes.— Comentó Craig.

—Oh, que mal... Eso explica que hayas comido los hot cakes como si te fuera la vida en ello.— Teorizó mientras tomaba otra galleta del paquete.

—Sí.— Aceptó Craig con pesadez.—Decidí hacer casi la misma dieta con ella para no tentarla y que se mantenga lo más saludable posible, pero es difícil, realmente extraño comer waffles con crema.— Confesó Craig entre pesados suspiros. Al mencionar aquello, pudo sentir en su boca el sabor de los waffles como si los hubiera comido hace minutos. Extrañaba la textura y lo delicioso que sabía con crema y frutilla.

—Es muy noble de tu parte.— Expresó Tweek mirando sus dedos rodeando la taza.

El tono tímido en su voz le dio un giro de 180º al ambiente amistoso que se había formado entre los dos estudiantes, la sangre fluyó por las venas del mayor como un río tormentoso, bombeando sin descanso y en diferentes direcciones. Sus mejillas se enrojecieron ante el halago. Sin sentirse capaz de mirarlo a la cara, volvió la vista a la taza.

—Gracias.— Se limitó a decir, hasta que recordó que llevaba mucho tiempo en casa de Tweek y ya era de noche, no estaba apresurado por llegar a su casa, sin embargo, le generaba duda su presencia ahí. El trabajo práctico podían haberlo hecho por separado cada uno en su casa y enviado por WhatsApp o Email.—¿Puedo preguntarte algo?

—Dime.

—¿Por qué querías que nos reunamos para hacer el trabajo? Podría haberlo hecho en mi casa y luego enviártelo por mail.

Tenía lógica y el ponerlo de esa forma se escuchaba más sencillo que estar casi apretados en su escritorio rozando sus brazos constantemente. Aún así, Tweek prefirió estar cerca de él para hacerlo.
Además, Craig no se negó, rechazó el hacerlo en su casa, pero si le pareció buena idea ir a la casa de Tweek. Teniendo una opción más rápida, ¿por qué ninguno pensó en lo recientemente planteado?

—Es que...— Buscaba en su mente algo beneficioso que tuviera el trabajar uno junto al otro que no sea sentir la presencia del otro.—Creí que si tendría alguna duda... Preguntarte por mail u otro medio tal vez tarde más, en cambio juntos podría preguntarte y obtener una respuesta en el momento.

Era una respuesta razonable, y Craig asintió dando por hecho que comprendía su punto. Ahora, Tweek tenía una duda que no le dejaría dormir en la noche de no plantearla.

—¿Puedo hacerte yo una pregunta?

—Claro, te escucho.

—¿Te molestó hacer el trabajo conmigo?

Que pregunta tan extraña.

Craig creyó que la respuesta sería obvia, no demostró en ningún momento algún tipo de disconformidad o molestia.

—Claro que no, ¿por qué piensas eso?— Preguntó extrañado.

Parecía muy seguro de su respuesta, eso intentaba pensar Tweek con todas sus fuerzas, pero el temblor en sus manos y la voz en su cabeza le intentaban convencer de lo contrario.

Él miente.

—Es que...— Ahí venía otro tic.—No estoy acostumbrado a que la gente quiera pasar tiempo conmigo.— Se explicó evitando la mirada de Craig.

—Ellos se lo pierden.— Interrumpió a Tweek.—Me lo pasé muy bien, y tú me caes bien, demasiado, debería decir.

Sin mencionar que te deseo en formas muy impuras.

Craig sonaba convencido, honesto y cómodo, Tweek sabía que no tendría porque mentir, si no quisiera estar con él, simplemente hubiera hecho el grupo con alguien más, ¿no?

No había otro, fuiste la última opción.

¿Quién en su sano juicio haría algo contigo?

Solo te está usando.

No... No otra vez, ¿por qué justo ahora?

Los espasmos de Tweek iban en aumento a medida que las voces en su cabeza continuaban alimentándose de su sufrimiento por sentirse insuficiente, aburrido, inestable.

Insoportable.

— No me mientas, por favor.— Rogó Tweek con lágrimas en los ojos.

—No estoy mintiendo, ¿por qué lloras?— Cuestionó Craig con preocupación.

La fría aura de la soledad que por tantos años acompañó a Tweek cubría su cuerpo con un manto de angustia, donde los pensamientos intrusivos paseaban por la mente de Tweek, y formaban en su interior una dura coraza que alejaba los pensamientos alegres que se esforzaba en tener, en su interior quería recibir con los brazos abiertos los halagos de Craig, sabía que en ellos había verdad, era consciente de que sus intenciones eran las mejores, mas no podía aferrarse a ellos como quería.

Tweek soltó la taza cayendo en la alfombra y derramando lo que quedaba de contenido. Sus manos cubrieron su rostro para frenar las lágrimas, pero era inútil.

Se sentía tan estúpido que deseaba que Craig se fuera... Pero no fue así.

Craig lo tomó de las muñecas tan bruscamente que lo obligó a mirarlo a la cara, sin importar que tan vidriosos estuvieran sus ojos, Craig quería observarlo.

No tenía porque esconderse.

— Jamás te mentiría.— Sostuvo con seriedad.

Sus rostros estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro, con aroma a café, leche y hot cakes.

Tweek no sabía como reaccionar ante el dominio que tenía Craig en esa situación, ¿qué pensaba hacerle? ¿golpearlo? En sus ojos esmeraldas no percibió ni un poco de maldad, pero si un poderoso deseo. Las lágrimas se detuvieron, pero se sentía tan pequeño e indefenso al lado de Craig que algo en su interior le hizo mantenerse alerta.

—¿Lo dices en serio?— Preguntó inseguro.

—Totalmente en serio.— Respondió Craig sin quitarle los ojos de encima.

—Pero... es que... no entiendo por qué...

— No intentes entenderlo, simplemente acepta a las personas que no te juzgamos antes de conocerte. Me caes bien... más de lo que crees.— Citó Craig a Tweek la noche en la que le preguntó si sentía miedo de él.

La última oración fue expulsada como si hubiera retenido el aliento y la respiración bajo el agua salada, el tono en su voz tan frío, seguro y seductor, encendió en Tweek un fuego que no tenía idea que llevaba en su interior. El perfume de Craig invadió sus fosas nasales y llegó a su cerebro registrándolo para siempre, y sus penetrantes ojos verdes sacudió su interior como si de una fuerte corriente de aire se tratara, de esas que en las tormentas vuelan todo a su paso, y provocan un caos.

Así se sentía Tweek, sin la parte trágica que implica una tormenta, pero sus sentimientos y su corazón se agitaron a tal extremo que respirar hondo no fue suficiente para normalizar el latido de su corazón.

Craig estaba perdido en los ojos albicelestes, a quien tenía preso entre sus manos, sus muñecas eran delgadas bajo sus manos, sus pulgares acariciaron con delicadeza el hueso que resaltaba en ellas y con sus manos, cubrió aquellas suaves palmas manchadas de café.

Bajó la mirada hasta su camisa, prestando atención a sus botones nuevamente, en el espacio entre estos se apreciaba una blanca y brillante piel.

— ¿Puedo acomodar tu camisa? — Preguntó Craig tragando saliva.

Tweek solo asintió bajando la mirada.

Craig soltó las manos de Tweek, acariciando con el nudillo de su dedo índice su cuello, clavícula y parte de su pecho. Se deshizo uno por uno de los botones tan suavemente que sus nudillos y yemas rozaban la piel blanquecina.

Ya con el torso al descubierto, Craig lanzó una mirada a su compañero, quien no se tomaba el atrevimiento de observarlo.

Desde abajo, abotonó la camisa hasta llegar a la altura de su pecho.

Craig lo acarició con sus pulgares. Cuando volvió a levantar la vista, sus miradas quedaron clavadas como puñales en el otro, entonces sus rostros empezaron a acercarse cada vez más, cerrando a cada centímetro el espacio entre ellos.

Ambos semiabrieron la boca, buscando los labios del contrario, deseando al otro, estaban por hacer contacto definitivamente, no habría vuelta atrás luego de que aquello ocurriese.

El celular de Craig rompió con el silencio de la habitación y de la casa en general, y lleno de frustración, se obligó a separarse de Tweek para tomar el móvil.

Era Tricia.

—¿Qué pasa?— Contestó con molestia.

Hola hermana, ¿Cómo estás? — Respondió con sarcasmo, dando a entender la respuesta que ella quería escuchar al marcarle.

—Hola hermana, ¿Cómo estás?— Ironizó. —¿Qué coño quieres?

Mamá está cocinando y no puede dejar la cacerola al fuego mientras viene a buscarme a la casa de Theresa, debes venir a buscarme.

—¿Qué parte de la constitución me obliga a mi a hacerte de madre?

—La mía, ven a buscarme o estarás en problemas con mamá.— Exigió Tricia cortando la llamada.

Craig se tomó el rostro con rabia, pero no le quedaba de otra, de todos modos, sabía que debía ir a buscar a Tricia allí y no permitiría por nada del mundo que su hermana menor vuelva sola a su suerte, estaría expuesta a muchas atrocidades.

Tanto Tweek como Craig se irguieron, Craig se colocó su mochila tras la espalda y salió de la habitación seguido del rubio.

Hasta no llegar a la entrada, no dijeron una palabra sobre lo que estuvo por ocurrir, eso no significaba que en sus cabezas no permanezca el recuerdo de un... ¿Casi algo? En tal caso, ¿qué debían decir?

Craig salió hasta la nieve y despidió a Tweek a la distancia.

—¡Craig!

—¿Sí?

—Ten cuidado al volver, ¿sí?

Que cosa tan linda es...

—¡Claro! — Respondió Craig, volviendo su vista a la calle hasta que recordó algo importante y giró sobre si mismo.—¡Dale las gracias tu madre por los hot cakes!

—¡Dalo por hecho!

Y entre risas, Tweek cerró la puerta y Craig caminó en la oscuridad del pueblo.

Pero sabían algo: ni la puerta se había cerrado ni la oscuridad estaba presente, no cuando estuvieron tan cerca uno de otro.

Y algo en ellos sabe que eso volverá a ocurrir.

Ojalá sea pronto.

 

Chapter 7: Grupos

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/PP4DkPeEC74

Notes:

Les pido que por favor no malinterpreten la escena de Clyde bromeando con Craig o de Craig acorralando a Clyde, no, no habrá un romance entre ellos ni terceras intenciones, Clyde y Craig son solo amigos y es lo único que serán a lo largo de la historia.

Chapter Text

 

 

Viernes, finalmente había llegado el bendito viernes, el día más corto de la semana.

A Craig le costó pegar los ojos durante la noche. En su mente y su cuerpo permaneció vivo el calor de ese instante chispeante en la habitación del rubio, y en aquella circunstancia detestaba el día o la noche en la que su madre decidió que sería una buena idea darle una hermana.

Incluso fantaseó por un momento con la idea de ser hijo único y qué hubiera sucedido si tan solo Tricia no llamara a su celular cuando los labios de ambos estaban tan cerca.

Tweek estaba solo en su casa, sus padres tardaban en volver y la tarea en la que trabajaron juntos hablaba de la sexualidad en todos sus aspectos. Lo mire por donde lo mire, todo parecía haber estado perfectamente preparado por el destino para lo que sea que tenga que suceder, así sea.

Pero no, su hermana tenía que arruinar el momento justo cuando iba a dar el paso, parecía una escena cliché de película de romance.

Aún así, algo no le dejaba la mente tranquila y su memoria no le era de ayuda: ¿Tweek iba a corresponder a su beso? Solo recuerda el acercamiento que existió entre ellos, pero sus ojos entre cerrados no le permitieron ver con atención la reacción de su compañero, ¿estaba receptivo? ¿Realmente eso iba a ser un beso?

A lo mejor, nunca lo sabrá.

Regresó al presente luego de que un anuncio interrumpiera en su música, el recreo había comenzado hace poco y aún quedaban quince minutos, para que el gasto valiera la pena, su cigarrillo debía de estar, al menos, por la mitad.

El receso era mucho menos ruidoso en comparación con su escuela anterior, sin perder las mismas similitudes que en cualquier otra: las mujeres iban por su lado en pequeños grupos de no más de 5 o 6 chicas, peinándose con los dedos o mirándose en el reflejo de sus celulares, algunas aprovechaban para sacarse selfies, las que estaban comprometidas no le soltaban el brazo a su pareja y otras al igual que él, iban a un árbol o grada lejos de la vista de los preceptores a fumar.

Mientras tanto, los hombres jugaban con pelotas hechas de papel o probaban su puntería con la resortera, como el trío delante suyo.

El chico afroamericano alardeaba sobre su máximo récord hasta el momento, el cual consistía en tirar la lata al segundo intento.

—¡Bien! Al segundo intento le he dado.— Celebró apretando el puño.—Supera eso, Clyde.— Agregó desafiante mientras entregaba la gomera a Clyde, la tomó con decisión, mas no demostraba suficiente valentía en su mirada.

Clyde tomó el lugar de su amigo y se inclinó hacia adelante, mientras acomodaba el arma en posición y apuntaba a su objetivo.

Estiró la base hacia atrás, sujetaba entre sus dedos la pequeña nuez, sin embargo, su mano comenzó a temblar y el agarre se debilitó. La nuez no recorrió ni la mitad de la distancia esperada cuando soltó la base. Los dos chicos detrás de Clyde estallaron en carcajadas.

—¡No cantes victoria, Token! Tú me pusiste nervioso.— Se excusó Clyde entre actuados lloriqueos.

—No creí que fueras tan susceptible a la competencia.— Se burló Token.

Tanto Token como Clyde comenzaron una ridícula discusión donde Clyde defendía a muerte que su tiro fallido se vio influenciado por la notoria mirada de burla en su amigo, al mismo tiempo que esta discusión tenía lugar, Jimmy, el chico con muletas, observó el entorno en una rápida mirada, donde visualizó a Craig bajo las gradas.

—Chi-chi-chicos, ¿Qué les parece si llamamos al chi-chi-chico nu-n-nuevo? —Sugirió.

Token paró de reír para poner su atención en aquel chico, ni siquiera había notado su presencia.
Lo analizó con cuidado, el rostro serio le hizo debatirse si era un chico interesante o solo un presumido que jugaba a hacerse el interesante.

—¡Oye! ¡Chico nuevo!— Llamó Token a Craig.

Al oír eso, Craig se quitó el auricular, la música se había detenido.
Token le lanzó una mirada desafiante, detrás de él, Clyde comenzó a temblar al oír el tono con el que Token le habló a él, al chico nuevo que golpeó a su padre, que fue preso por unas horas, que fue transferido por mala conducta, ¿y si le pateaba el culo? Tenerlo en contra de ellos no le parecía una buena idea.

Jimmy, por su parte, estaba expectante al desenlace de ese encuentro, por lo poco que había oído de Craig, podía asegurar de que era un "chico de barrio", por otro lado, Token era orgulloso y no se echaba hacia atrás frente a una competencia. Sin embargo, sabía reconocer cuando alguien era digno de su respeto y admiración, ¿será el caso de Craig?

—¿Qué quieres?— Respondió con desinterés, echando una bocanada de humo.

—¿Quieres jugar? Debes superar mi récord, tirar la lata en menos de dos intentos.— Explicó Token señalando las latas colocadas en el pequeño muro, no medía mucho y se lo veía sin acabar. Se acercó a Craig y le tendió la resortera ya cargada.

Craig observó el arma que le fue ofrecida y luego se enfocó en las latas, la expresión burlesca de Token lo hizo interrogarse a sí mismo si sus intenciones eran buenas, como solo probar su habilidad, o malas, como hacerle perder el tiempo.

¿Qué tenemos? ¿Diez años?

—Meh, paso.— Se negó. Giró en dirección a la escuela con intenciones de abandonar al trío.

—Oh, vamos no seas gallina.— Le lanzó Token con aires de superioridad, un regocijo hizo cosquillas en su interior al creer que Craig se sintió un poco intimidado, no obstante, no pudo evitar sentir algo de decepción a la negativa del chico nuevo.

De lo que no estaban enterados Token y sus dos amigos, era que Craig jamás se dejaba humillar, y eso fue demostrado con la velocidad y fuerza a la que salió disparada la nuez, estando a seis metros de distancia aproximadamente, la lata cayó en la nieve.

—Joder... — Murmuró Clyde.

—F-Fu-Fu-Fue un ti-ti-tiro perfecto.— Agregó Jimmy

Token no supo como sentirse frente a la, valga la redundancia, cerrada de boca que Craig acababa de meterle, ¿debía sentirse avergonzado o admirado?

Craig bajó la resortera y con una sonrisa triunfadora, dio el golpe definitivo.

—Y me llamo Craig, no "chico nuevo".

Volvió su vista al frente en camino a la puerta trasera de la escuela. Token, Jimmy y Clyde se miraron mutuamente, con una idea en común.

—¡Craig, espera!— Gritó Token y se le acercó. Cuando Craig lo miró, Token le tendió la mano.—La verdad, me quito el sombrero ante tu habilidad, bienvenido a la escuela, por cierto, no tuve oportunidad de saludarte antes.— Se disculpó con amabilidad. La mirada de Craig se relajó, percibía una buena vibra en su voz, era muy serena.—Me llamo Tolkien Black, pero mis amigos me dicen Token.— A continuación, estiró su mano abierta para presentar a los otros chicos.—El de muletas es Jimmy, y aquel llorón es Clyde Donovan.

—¡Que dejes de presentarme así!— Protestó Clyde.

—Pero lo estás demostrando.— Rió Craig con sarcasmo, aliándose con Token.

—¡Ja! Este chico me empieza a caer bien.— Rió Token chocando puños con su nuevo compañero.—¿A dónde ibas?

—A ninguna parte en realidad. Solo buscaba un lugar tranquilo para fumar.— Se sinceró Craig.

—Pu-p-pu-puedes quedarte aquí, todos fumamos.— Ofreció Jimmy.

—¡Tú no puedes fumar!— Reprendió Clyde a Jimmy mientras recogía las nueces del césped nevado.

—P-pe-p-pero inhalo el humo, e-es-s igual.

Craig apoyó la espalda en la pared de la escuela echando otra bocanada de humo, empezaba a disfrutar esa sorpresiva compañía. Token y los demás lo siguieron hasta allí para continuar la conversación.

—¿Quieres uno?— Ofreció Craig a Token, mientras le acercaba un cigarro. Token aceptó la invitación cubriendo la punta blanca con su mano para que Craig lo encendiera, Clyde sacó su propio cigarro y le dio a Craig permiso para encenderlo.

—Gracias hermano.— Agradeció el castaño.

—Y bien Craig...— Habló Token.—¿Qué te parece esta escuela?

—Pues... Supongo que bien, no es tan diferente a la anterior, excepto que esta es enorme.— Respondió mirando el establecimiento.

—¿Y ya conociste a alguien que te interese?— Preguntó Clyde en tono picaresco. Posó su mano en el hombro de Craig.

Era claro que Clyde se refería a alguna de sus compañeras, o a las chicas que iban un año por debajo de ellos, no era un secreto que desde que pisó la escuela se robó muchos suspiros por parte del público femenino, no es como que se hubieran molestado en disimular su interés en él. Si se tratara de otro chico, probablemente Clyde estaría molesto y se sentiría en competencia, ya que a él le gustaba ser el centro de atención de las mujeres (al menos con eso soñaba). Pero Craig no le inspiró celos, ni envidia, no porque no tuviera con qué; era el simple hecho de que su nuevo compañero comenzaba a agradarle, cualquiera que humillara a Token como lo hizo con la resortera, era automáticamente su amigo.

Craig, por su parte, no entendió del todo el fin de la pregunta y en tal caso, ¿Clyde estaba asumiendo que era heterosexual o se había dado cuenta que era gay?

—¿A qué te refieres?— Interrogó dudoso.

Clyde soltó una risa mientras escupía el humo de su boca.

—¿Y a qué más voy a referirme?— Respondió con el cigarro en su boca antes de retirarlo y echar otros pequeños aros de humo.—Eres el nuevo mojabragas de la escuela.— Soltó sin pelos en la lengua.

La confesión fue demasiado directa, incluso para alguien que se caracteriza por no medir sus palabras a la hora de ser sincero, y en cierto modo, resultó muy incómodo el pensar qué habrá visto Clyde en sus compañeras como para decirlo de esa forma.

Llevó el cigarrillo a sus labios y con el rabillo del ojo observó a un grupo de chicas, las cuales se dirigían a la puerta ubicada junto a ellos. Reían y susurraban cosas hasta que el rango de distancia entre ambos grupos se acortó, y las risas inocentes se convirtieron en miradas lujuriosas que recorrieron su cuerpo desde la cabeza hasta los pies, y por parte de la rubia de rizos y un importante tamaño de senos, una mordida de labios que solo podía tener una connotación sexual.

Clyde y Jimmy no se molestaron en disimular el como sus ojos se posaron sin pudor en los pechos o traseros de las chicas hasta que se adentraron en la escuela. Token solo clavó miradas con la morena del grupo, Nichole, su novia desde hace cuatro hermosos años.

Y Craig... Desvió la mirada, incómodo y tenso.

—Uff... ¡Lo que daría porque Bebe Stevens muerda sus labios por mí!— Lloriqueó Clyde con falsedad.—¡Eres afortunado, Craig!

— No me gustan las rubias. — Soltó cortante sin dirigirle la mirada.

—¿¡CÓMO?! ¿No te gusta Bebe?— Exclamó Clyde sin entender como un chico se resistía a los encantos de Bebe.— ¿Eres gay o qué?— Bromeó.

— Sí. — Se sinceró el moreno.

El trío clavó sus miradas atónitas en Craig en cuanto confesó aquello, intentando descifrar si se trataba de alguna broma o si era la verdad. Por la mirada firme de Craig, no parecía estar bromeando.

— ¿Qué les pasa? — Preguntó con fastidio. — ¿Nunca vieron un joto en su vida o qué?

—No es eso.— Rompió Token el silencio incómodo, su tono pacífico devolvió al grupo la armonía que les caracteriza.—Es solo que no lo sabíamos y nos sentimos algo mal por haber asumido que fueras hetero, espero que Clyde no te haya incomodado.— Finalizó mirando a Clyde con el ceño fruncido.

Craig alzó los hombros, no se inmutó. Siguió fumando.

Clyde quedó en shock, no le molestaba para nada que Craig sea gay, de todos modos él es bisexual, solo le sorprendió lo irónica que puede ser la vida: el chico más deseado por las mujeres, resulta ser gay.

Se preguntaba cuántos corazones destrozaría Craig con eso.

Al salir de su impresión, volvió a conservar su pose natural y le dio otra probada a su cigarro.

—Bueno... ¿Quién de los chicos te interesa hasta ahora?— Reformuló su pregunta.

Y para ser sinceros, Clyde esperaba que Craig diga su nombre.

Sí había una respuesta, pero Craig no los conocía lo suficiente como para confiarles esa información.

—Ninguno.— Mintió. Su voz sonó un poco más nasal de lo normal.

Por suerte, ellos no sabían esa particularidad, así que no sabían que mentía.

Cuando Craig dio su respuesta, el rostro decepcionado de Clyde habló por si mismo, causando confusión en Craig y risas descontroladas en Token y Jimmy ante su exagerada actuación.

— ¿Cómo puede ser que no te parezca atractivo? — Clyde alardeó con fingida dolencia.

Craig analizó a Clyde con la mirada, no lo había observado con suficiente atención: delgado, casi de su estatura, ojos cafés, linda sonrisa.

—Nunca dije que no lo fueras, de hecho lo eres.— Aclaró Craig.—Pero no porque sea gay me atraen todos los hombres.

—¿Entonces por qué a mí me atrae todo lo que se mueve?— Dijo Clyde con burla antes de volver a fumar.—¿Será por ser bi?

—No, es po-po-porque eres pa-pa-pajero.— Atacó Jimmy.

— ¡Cállate! — Exclamó molesto. Tiró el cigarro a la nieve y guardó sus manos en los bolsillos, ajustando su campera con ellas y presumiendo su silueta. — Aún así, bien por ti, ya que soy un activo bastante dominante, no podrías conmigo.

Tanto a Token como Jimmy les tomó por sorpresa esta faceta coqueta de Clyde, jamás se había lanzado de esa manera a un hombre que acababa de conocer. La sugerente tonalidad de su oración les hizo entrar en un extraño calor y a la espera de la reacción de Craig, la cual no se hizo esperar.

Craig tomó a Clyde de su brazo sin revelar su mano, esto le hizo perder el equilibrio a Clyde y fue la oportunidad perfecta para Craig, su torpeza le permitió voltearlo dejando la cara y el torso contra el muro. Clyde perdió el aire al sentir la intensidad de Craig, se sintió aún más pequeño de lo que realmente era, y eso que Clyde solo es unos cinco centímetros más bajo que él.

La mano fría se introdujo en el bolsillo ocupado y descubrió su otra mano, haciéndole tocar la áspera y helada pared, su palma abrigaba el dorso de la pálida mano de Clyde y presionaba con fuerza, mostrando dominio sobre él. Jamás en su vida creyó que tener un papel pasivo sería lo suyo, hasta ahora.

Cuando Craig notó lo que buscaba que Clyde comprendiera, se acercó a su oído apoyando el torso contra su espalda.

—Dominante mis huevos.— Le dijo al oído antes de soltarlo.

Como si nada hubiera sucedido, Craig tiró su cigarrillo y metió las manos en los bolsillos, caminó hasta la puerta, pero antes de irse, volteó nuevamente a ver a ese grupo de chicos.

—¿Quieren almorzar? Muero de hambre.

Sin inmutarse, el trío simplemente le siguió detrás.

 

 

 

La cafetería, conocido por los estudiantes como el centro de reuniones, donde hablaban cuanta mierda sea posible de esos seres sin alma y con un lugar vip en el séptimo círculo del infierno a la diestra del señor de las tinieblas.

Exacto, los profesores.
Y de Cartman, claro.

Ese espacio de la escuela no era tan diferente al resto de las instituciones de Colorado, con la excepción de que era dos veces más grande y la cantidad de personas ocupando mesas era menor.

Craig y los demás se formaron juntos en la fila eligiendo diferentes alimentos. Craig optó por una botella de agua con un plato de arroz y pollo, y para su pesar, dando gracias que esté algo caliente y comestible en la medida de lo posible.

Luego de escoger sus comidas, se sentaron en una mesa de la fila del medio.

Token y Craig se sentaron de un lado, mientras Clyde ayudaba a Jimmy a subir a la banca.

—Ese plato se ve saludable. —Le dijo Token a Craig mientras comenzaba a dar sus primeras mordidas a su hot dog.—¿Estás a dieta?

—No realmente. No se me dan bien las dietas.

—Yo las odio.— Añadió Clyde con notable desprecio mientras masticaba su hamburguesa.

Craig enarcó la ceja.

—¿Y tú por qué estarías a dieta? Vas a desaparecer.— Interrogó Craig mientras luchaba contra el pollo. ¿Cómo a alguien se le podía ocurrir que un pedazo de plástico sería útil para cortar?

—En cuarto grado, Stan Marsh, Kenny McCormick y Kyle Broflovski necesitaban un reemplazo para competir con las niñas en una carrera de trineos, y me eligieron a mi por ser gordo.— Relató Clyde mientras clavaba sus ojos en la bebida de Cola. El tono en su voz intentaba demostrar una postura de superación, pero en su rostro la tristeza se hizo presente.—Desde entonces, me preocupé por mi peso e hice varias dietas, pero no sé me daban bien. Ahora ni siquiera me interesa hacer una.

Craig había soltado el hilo de la conversación en cuanto Clyde nombró a Stan porque intentaba recordar como se veía su rostro.
Parece broma, pero Craig tenía muy poca capacidad para asociar caras con nombres.

—Stan es el chico que se sienta delante tuyo en la mayoría de las clases, siempre usa un gorro azul con pompón rojo, aunque a veces suele vestir de negro.— Como si pudiera leer su mente, Token sumó información al recién llegado.

—¿Y qué hay de los otros?— Preguntó Craig a sus amigos abriendo la botella de agua.

—E-e-e-el de sombrero verde es K-Ky-Kyle Br-Bro-Br-Broflovski, es un chico judío, el m-me-mejor amigo de Stan.— Comentó Jimmy tapando su boca, estaba comiendo un sándwich de jamón y queso.

—¿Qué hay de McCormick? Es mi vecino, pero no hablé mucho con él.— Explicó antes de beber.

—Le decimos "la puta de South Park".— Comentó Jimmy con algunos visibles impulsos de querer reír a carcajadas junto con los demás.

Al único que no le dio gracia fue a Craig, no comprendía el porqué de tal categoría, ¿qué habrá hecho?
Craig ya conocía a Kenny, su hermana es amiga de la suya y vivían relativamente cerca, pero jamás mantuvo una conversación muy larga con él.

—Ese chico se cogió todo lo que respira, hizo realidad el sueño de Clyde.— Añadió Token.

Ya comprendo el apodo.

Le sorprendía que una anécdota como la que compartió Clyde involucrara de tan mala forma a unos chicos que les había agradado, no es que le extrañara tampoco, el mundo estaba lleno de esa mierda.

—¿Y ellos siempre son así?— Continuó indagando Craig.

—Éramos niños.— Respondió Clyde.—No es por justificarlos, es solo que yo también dije cosas hirientes en su momento, y no lo comprendí hasta que me tocó vivirlo, ¿me entiendes?

—Ahora son algo más maduros y salimos juntos, son agradables.— Se incorporó Token a la conversación, terminando su comida.—Pero siguen metiéndose en problemas.

—¿Y hay algo que deba saber del resto?

Token se levantó de su asiento con su charola ya vacía, tiró las servilletas sucias y el vaso vacío.

Clyde analizó el área en donde se encontraban en busca de caras familiares, de ese modo recopiló los datos necesarios.
Allí estaba el grupo más amado y temido al mismo tiempo: el grupo de las chicas.

—Ese grupo de chicas que está en diagonal a ti— Empezó. —, es el grupo de Wendy Testaburger, ella es la presidente del centro estudiantil y también del comité de mujeres del instituto, es la novia de Stan Marsh desde que iban a primaria, no es una pareja muy estable, pero por alguna razón siguen juntos. 

—También se dice que ambos se engañaron, pero nunca se confirmó si es cierto o no. — Sumo Jimmy. Nada que le llamara la atención a Craig, es fruto de una relación tóxica igualmente.

—La chica rubia que te miró afuera.— Continuó Clyde.—Es Bebe Stevens, se hizo popular cuando le crecieron los senos en cuarto grado.

—Debes estar bromeando.— Negó Craig. Quería creer que los integrantes del pequeño grupo que había formado no eran tan básicos.

—Es cierto.— Afirmó Token cuando volvió a sentarse.—Fue la primera en desarrollarse y por eso mismo recibió mucho odio de parte de las chicas.

—Vaya amigas.— Ironizó Craig.

—Sí, pero aparentemente lo superaron y ahora ahí las ves.— Opinó Clyde en un tono de voz muy bromista como para que lo dijera en serio.—En cuarto o quinto año, hubo varios rumores de Bebe dando vuelta por ahí, nunca se ha confirmado nada... Pero desde entonces, nunca se ha sabido si tuvo o no un novio alguna vez.

—Han habido so-sos-sospechas de que ella fue la ter-te-tercera en discordia entre Stan y Wendy, también hubo comentarios de ese estilo sobre Kyle, pero jamás se supo mucho.— Jimmy dejó su teoría sobre la mesa.

—Eso solo lo dijeron las asiáticas y ya sabes que no se puede confiar en ellas.— Agregó Token con molestia en la voz.

—En fin, son solo rumores.— Craig le restó importancia.—Cuéntame más.

— Ok.— Clyde volvió a su tono tranquilo.—Red McArthur es la pelirroja que tiene la camiseta de Star Wars.— Indicó.—Es una de las chicas más rudas de la escuela, dicen que hacía drogas caseras para ella y sus amigas adulterando el jarabe para la tos. Luego está Annie Knitts, la otra chica rubia, no hay mucho que decir de ella la verdad, es la más callada del grupo y es muy amable.— Sintetizó.

—Nichole es mi novia.— Agregó Token con orgullo.

—También fue novia de Kyle.— Intervino Jimmy con cizaña.

—Kyle intentó ligar con ella, pero no pasó nada.— Respondió con seguridad.

—Como sea— Cerró Clyde dando la razón a Token.—, Nelly es la chica de coletas, es la segunda al mando en el comité de mujeres, no te atrevas a enfrentarla o te pateará el culo, y lo digo por experiencia.— Reconoció con vergüenza.—Heidi es o fue novia de Cartman, la verdad es que ya no sé como andan las cosas y no me interesan, honestamente me gusta ver a Cartman sufrir por ella.— Admitió sin culpa.—Jenny Simons es la que tiene una diadema violeta, intentó suicidarse hace unos años, pero parece que ya está estable, y la última es Lola, es la mejor amiga de Jenny.

Para ser sinceros, y sin que esto signifique que no toma en cuenta los datos aportados por ellos, a Craig no había nada que le interese menos que las chicas, hubiera preferido tener información sobre alguien más, específicamente... Tweek.

—Y... ¿Saben algo sobre los chicos?— Indagó Craig sin ser muy directo en cuanto a nombres.

— Si quieres acción, Kenny y Butters podrían hacer un trío contigo amigo, son una relación abierta. — Rió Jimmy.

Craig le miró estupefacto.

—Soy gay pero no desesperado.— Aclaró con rapidez.—Me refiero...

—¿Quieres saber algo sobre alguien en específico?— Interrogó Token.

¿Debía decirlo o no? ¿Cómo saber más sobre Tweek sin que se le note que le interesa? Y fue cuando recordó los tics del rubio.

—En el salón de artes hay un chico que siempre está a mi lado, le dan como tics, hice equipo con él para el trabajo de educación sexual, pero me da curiosidad saber sobre...

—¿Estás hablando de Tweek Tweak?— Adivinó Clyde.

—Sí.

Las sonrisas en sus rostros cambió repentinamente a expresiones más serias y el silencio envolvió la mesa, dejando solo al trío de chicos observándose unos a otros, como si hablaran telepáticamente, y esto a Craig no le gustó.

— Los gays no leemos mentes, por si no saben. — Inquiere con impaciencia.

Aunque el juego de miradas continuó, Token decidió que era momento de romper el silencio.

— Él era nuestro amigo.

—¿"Era"?— Esa oración en pasado sonó dolorosa para Craig, presentía una historia detrás.

—Sí...— Correspondió Clyde sin mirar a Craig a los ojos.

—¿Qué pasó entre ustedes?

Clyde continuó jugando con sus dedos y Jimmy simplemente se entretuvo en su celular para aliviar la tensión, la responsabilidad quedó en los hombros del afroamericano.

— Éramos un grupo muy unido en primaria, y siempre jugábamos juntos, realmente no ha sucedido nada malo entre nosotros, lo que pasó fue que... — Suspiró con pesadez. — Tweek comenzó a alejarse en segundo año de secundaria, de repente dejó de hablar en el grupo, no jugaba con nosotros en los recreos, sus padres ya no le dejaban salir, las pocas ocasiones en las que podíamos entablar una conversación sus comentarios eran exageradamente negativos viniendo de alguien que solía ser muy alegre, llegaba un punto en el que no podíamos razonar con él, no aceptaba ninguna opinión positiva o consejo, todo era malo. — Relató con cierto enfado. —  Con el tiempo, notamos ojeras en él, su cuerpo se volvió más tembloroso que de costumbre, pero cada vez que intentábamos hablar con él, negaba que se sintiera mal... — Podía percibirse el dolor en la quebradiza voz de Token, en su rostro podía verse el esfuerzo que hacía por no llorar, manteniendo sus ojos fijos en la mesa y haciendo lo posible porque su mirada se mantuviera blanca y limpia de lágrimas. — Lo invitábamos constantemente a salir, pero siempre se negaba, hasta que eventualmente dejamos de invitarlo para que no se sienta presionado... Pero eso lo hizo alejarse más, y ya no nos volvió a hablar. No le hemos visto hablar con nadie en mucho tiempo.

No es que le sorprendiera a Craig que a Tweek no se le diera bien socializar, lo había notado él mismo desde el primer día que hablaron, pero por lejos jamás pasó por su cabeza hasta qué punto Tweek estaba aislado. Había pasado poco tiempo con los tres chicos, era el primer día que hablaban, sin embargo, no les daba la impresión de ser el tipo de grupo que desplace a un miembro por ser raro.

—¿Y por qué no volvieron a hablarle? Eran sus amigos, los amigos deberían ser para eso, ¿no?— Inquirió Craig con algo de molestia en su voz.

Token se encogió de hombros con resignación.

— La realidad Craig... — Intentó buscar las palabras correctas en su cabeza. — No se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado. — Reflexionó con dolor. — Intentamos todo, pero nada funcionó. Para ayudar a Tweek, primero Tweek tiene que dejarse ayudar, sino todo será inútil.

La campana sonó, el recreo había llegado a su fin, al igual que esa incómoda conversación, y debían dirigirse a Química antes de que les pusieran la falta.

Durante el trayecto, Clyde y Jimmy reían de chistes malos, Token comentaba a Craig algunas cosas sobre las clases de química anteriores, y él fingía escucharlo, cuando en realidad solo iba pensando en una persona.

Tweek... ¿Qué te sucede? Se preguntaba para sus adentros, con impotencia, con vacío, con desespero.

Cuando llegaron a aquel salón, los chicos colocaron sus mochilas en la mesa del fondo a la izquierda, donde estaban los morrales del grupo de Stan. Mientras se saludaban los unos a los otros, la mirada de Craig chocó con unos ojos celestes muy familiares.

Unas orbes angelicales acompañadas de ojeras, una hermosa cabellera rubia como el sol de verano y una radiante sonrisa que haría suspirar a cualquiera.

—Hola Craig.

Tweek.

Chapter 8: Química

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/oUNEY4AEL7w

Chapter Text

Química era una de las materias preferidas de Craig, y una de las más odiadas por Tweek, todo lo que implicara números y letras en una misma ecuación, era la peor pesadilla para él.

El salón de clases era pequeño, con cuatro mesas alargadas de aluminio, un escritorio frente a la pizarra atestada de fórmulas, paredes color verde y naranja, las cerámicas del piso eran blancas y brillantes. En un rincón alcanzaba a ver un armario mal cerrado de madera oscura con un letrero donde se leía en la parte superior "químicos, usar con precaución" y en la inferior "guardapolvos, uso obligatorio". En el espacio libre podían verse algunos frascos, líquidos extras y una considerable cantidad de batas apiladas.

Mientras el grupo de Stan y Token tomaban asiento, Craig se debatía sobre qué lado escoger: su reciente nuevo grupo, o sentarse a Tweek. Por su expresión, parecía batallar en su interior por entender lo que leía en su manual.

—Buenos días, chicos.— Saludó el profesor al ingresar al salón con una voz áspera, su arrugado rostro amargado y cansado le causó escalofríos a Craig.

Era un señor mayor de aproximadamente sesenta años, cabello castaño y calvo en la parte superior de su cabeza. Vestía un guardapolvo blanco y un chaleco a cuadros.

Antes de ser reprendido por la amenazante voz del profesor, se sentó junto a Tweek sin quitar los ojos de encima de los tubos de ensayo, sus colores eran hipnóticos.

—¿Olvidaste tu bata?— Cuestionó Tweek alarmado.

Craig lo miró como si le hubiera salido un tercer ojo hasta notar que Tweek llevaba puesto un guardapolvo blanco y unas gafas plásticas sobre su cabeza, observó rápidamente al resto de sus compañeros, en efecto, todos parecían estar vestidos de científicos de la NASA.

Tweek volvió a hablarle.

—Te lo deberían haber dado cuando te inscribiste.

Pensó y pensó, hasta hacer memoria de dónde carajo pudo haber guardado aquello, si es que en un principio se lo dieron.

—Pss, Craig.— Token regresaba del armario, al parecer alcanzó a oír a Tweek, pues ahí lo vio entregándole un guardapolvo blanco y unas gafas.—Ten.

— Gracias hermano.— Susurró aceptando su ayuda.

Al terminar de colocarse el uniforme auxiliar (el que por cierto, le quedaba bastante grande), sacó el libro del cajón que se encontraba bajo la alargada mesa blanca.

— Bueno, saben como funciona esta mierda. — Empezó el anuncio del profesor Adler. — Para esta clase, les pedí que traigan isopropanol, gel de aloe vera, aceite esencial de su preferencia y alguna mierda más que ya no recuerdo. — Habló entre dientes rascando su calva con un dedo. — Bueno, la cuestión es que deben hacer un alcohol antiséptico para el final de la clase y un afiche con la información, la receta está en la página 136 de sus libros. — El profesor se inclinó a mirar la lista en su escritorio. — Me dijeron que hay un alumno nuevo... ehh vamos a ver... – Comentó arrastrando las palabras. Apretó la mirada para enfocar su agotada vista. — ¿Tonker Craig?

—Es Tucker.— Lo corrigió.

—Sí, como sea.— Ninguneó el profesor.—Mi nombre es Richard Adler, llámame profesor Adler si quieres, o en preferencia, no me llames. Cualquier duda que tengas, consulta en Google, en el libro o a tus compañeros, si no queda de otra, me preguntas a mí, pero quiero que sepas que no me gustan los alumnos que joden, ¿entendiste?

Es la peor primera impresión que me llevé en mi vida, hasta Cartman me causó una mejor primera impresión. Pensó para sus adentros.

Si no fuera porque su futuro y el de su madre dependían de su comportamiento en esta escuela, le hubiera mostrado su famosa seña sin pensarlo dos veces, pero para su pesar, debía tragarse el orgullo.

—Sí señor.— Murmuró.

—Bien. Armen grupos de 10 personas, si hay más o menos no me importa, solo no me jodan.— Finalizó sentándose en su escritorio.

En vista de la actitud de su nuevo maestro, si es que aquello podía llamarse así, comprendió a la perfección porque la mayoría de los adolescentes de su edad odiaban la química o las matemáticas.
Sin importar que tan despreciable podía ser el señor Adler, Craig amaba las matemáticas, la física y la química, gracias a internet, pudo comprender y ver incluso más allá de los números, fue así como encontró la carrera de su vida: científico espacial, o astrofísico.

Las chicas ya estaban en grupo, en la mesa tenían preparados varios frascos con ingredientes y un afiche blanco donde podía leerse con una hermosa tipografía cursiva "Alcohol antiséptico" y ornamentado con corazones rosas.

Mientras que los chicos...

— ¡¿Cómo que no trajiste el alcohol, mamahuevo?! ¡Puta madre Cartman, te pedimos solo UNA cosa! — Se escuchó a Kyle gritar con irritación.

— ¡¿Y yo prometí que lo traería, judío de mierda?! — Respondió Cartman empujando a Kyle.

— ¡No empujes a Kyle, gordo mamón! — Exclamó Stan empujando a Eric lejos de Kyle.

—¡¿Qué putas era áloe vera?!— Lloriqueó Clyde leyendo la página del libro.

— ¡¿No trajiste el áloe vera!? — Se alarmó Token tomando a Clyde de los hombros y zamarreándolo. — ¡Vives usando cremas de mierda! ¡¿Y no trajiste una puta áloe vera?! Por eso no la pones ni en remojo.

— ¡Mrfmrfmrf! — Aportó Kenny golpeando la mesa.

— ¡Kenny! — Regañó Butters tirando de la oreja de su novio.

— ¡Cierren el orto! — Se le escuchó débilmente a Jimmy, quien golpeó la mesa con una de sus muletas causando un alboroto, pero nadie le dio importancia.

Craig se tomó la cara con la mano, era un caos.

Por parte de Tweek, sacó los frascos de su mochila con los ingredientes necesarios acomodándolos por tamaño.
Parecía más nervioso que nunca y sus manos temblaban.

—¿Estás bien?— Interrogó Craig con calma, aunque de todos modos, Tweek se sobresaltó.

—¡Agh! Eh eh, no, digo, ¡si! Es solo...— Balbuceó jugando con su bata.

—¿Qué?

—¡Agh! ¡Odio química! ¡Y matemáticas! ¡Son una mierda! ¡¿Y física?! ¡Oh dios! Esa es aún peor.— Sollozó con un elevado nivel de balbuceos en su voz y algunos tics, tal vez más que de costumbre. Estaba claro que los números le alteraban.

Craig sonrió de lado.

—Sí, no a todo el mundo le gustan los números.— Comentó mientras sacaba los ingredientes que trajo a la clase.

—¿A ti tampoco te gustan?— Preguntó Tweek, creía que si a Craig tampoco le agradaban esas materias, se sentiría más seguro.

Craig soltó una risilla mientras dejaba sobre la mesa el isopropanol.

— ¡A mi me encantan! — Afirmó con una sonrisa nerviosa.

Al finalizar esa oración, Tweek se le quedó viendo de arriba abajo con temor como si fuera a golpearlo, y se alejó dos pasos de Craig.
Sus especulaciones eran cada vez más cercanas a la realidad, ¡estaba seguro en un 90% de que Craig era un agente de la CIA!

—¡Agh! ¿Qué clase de alien eres?— Cuestionó estremeciéndose y apuntándole con una escuadra como si se tratara de una pistola.

Tucker no pudo evitar reír ante la exageración.

—Ninguno, pero ahora que lo dices, si me gustaría ver alguno.— Confesó entre risas.

—¿De verdad?— Preguntó con curiosidad, pero en su voz se percibía desconfianza.

— Siempre y cuando no quiera meterme una sonda por el culo, bienvenido sea. — Bromeó el azabache haciendo reír al rubio.

El ver la dulce sonrisa de su compañero, provocó en su interior que su corazón diera un sorpresivo vuelco, podía sentir el latir en sus oídos y en su garganta, hasta su respiración se aceleró, teniendo que exhalar el aire por la nariz disimuladamente para que Tweek no se percatara del efecto que tenía sobre él.

Cuando Tweek acabó de reír y le miró fijo, sintió que se le detuvo el corazón de repente y las cosquillas en su estómago se alteraron hasta sentir que se le enredaron las tripas.
Craig siempre había sido bueno para mantener sus emociones bajo control, pero últimamente cuando se trataba de Tweek, le costaba mantener la calma.

¿Qué rayos me pasa? No es como si fuera el primer chico que me atrae...

—¡Oye Craig!— Stan llamó su atención cortando con el momento de silencio entre ambos. Tanto Craig como Tweek le dirigieron la mirada.—Nos faltan 2 más, ¿Quieren unirse a nuestro grupo?

Craig observó a Tweek, quien llevó sus ojos al manual para evitar el contacto visual.
Tweek sabía que Craig debía estar con ellos, se estaban volviendo buenos amigos.

Adelante, ve con ellos. Pensó con resignación.

—¿Vamos Tweek?— Propuso apoyando su mano en su hombro.

Tweek se estremeció ante su invitación y sentir la mano de Craig, algo tan simple como ese tacto, le provocó una especie de descarga eléctrica.

Pero era agradable.

—¡Agh! Ngh, si... Si tu quieres, está bien.

Ambos recogieron sus cosas y se acomodaron en dos lugares que el grupo de chicos hizo para ellos, de esta forma, Tweek y Craig se sentaron juntos; de los lados contrarios, se encontraban Token junto a Craig, y Jimmy junto a Tweek.

Clyde, Token y Jimmy intercambiaron miradas, era la primera vez en casi tres años que volvían a compartir una mesa con el rubio.

Los nervios enervaban dentro de Tweek al notar la presencia de quienes habían sido sus amigos años anteriores, y un doloroso nudo en su garganta se presentó al recordar lo bien que la pasaban juntos, ¿les incomodaba su presencia? ¿le guardaban rencor? Nada más lejos de la realidad, pero Tweek no lo sabía y tampoco lo imaginaba.

La tensión estaba a flor de piel y el tiempo parecía congelarse, sin embargo, alguien a su lado le brindaba una curiosa sensación de seguridad.

Craig.

Eso sonó muy gay. Pensó.

—Muy bien.— Kyle se aclaró la garganta antes de proseguir.—Desgraciadamente, algunos no trajeron su parte como habíamos acordado.— Observó a los acusados con fastidio, aunque no todos se sintieron tocados, a Cartman se la sudaba.—Creo que de todos modos nos alcanza para completar el frasco que nos dio el profesor Adler.— Kyle tomó una botella de sanitizante para manos vacía.—El único problema es que dudo que podamos hacerlo "antiséptico".

El desconcierto apoderaba el ambiente del grupo, iban a desaprobar y sabían muy bien que con el señor Adler no existían las segundas oportunidades, sus rostros reflejaban terror de solo nombrarlo o verlo.

Craig analizó los faltantes en la mesa, y en efecto, faltaba principalmente muestras de isopropanol.

— Bueno... — Murmuró entre el silencio, haciendo que las miradas de sus compañeros se centren en él. Tragó saliva y continuó. — Lo que más falta es isopropanol, y si no me equivoco, el isopropanol es un isómero del 1-propanol, así que con lo que haya en los tubos de ensayo o en el armario, deberíamos poder hacerlo casero.

Tanto el grupo de Stan como el de Token se le quedaron viendo como si literalmente estuviera hablando en un idioma diferente al español, al inglés o a cualquiera sobre la tierra.

—¿Y en español qué significa isomo-como se llame?— Cuestionó Clyde con escepticismo.

— Un isómero es una propiedad de compuestos químicos, sobre todo los de carbono, que tienen la misma fórmula molecular. Tienen relativamente las mismas proporciones de los átomos de la fórmula de la que parten, pero tienen estructuras químicas diferentes, y eso hace que tengan diferentes propiedades. Por ejemplo, el alcohol es un isómero del etanol, porque su fórmula es esta. — En un papel escribió rápidamente "C2H6O" y se las mostró a sus compañeros, quienes aún intentaban descifrar lo que decía. — Y el isopropanol que necesitamos es uno de los alcoholes más comunes, así que podemos obtenerlo por medio de una reacción de hidratación con propileno, o por medio de la hidrogenación de la acetona, que sería el isopropanol oxidado.

Las miradas de los integrantes del grupo aún estaban estupefactas tratando de comprender las palabras de su amigo, pero le prestaban total atención ya que notablemente tenía más conocimiento que ellos.

—¿Y cómo se hace entonces?— Consultó Stan, aún procesando lo que es el isopropanol.

— Hay que hidratar una muestra de propileno pura, así que se puede hacer de dos formas: hacerlo indirectamente con ácido sulfúrico, o una hidratación directa. El método indirecto se realiza en dos etapas: se mezcla al propeno en fase líquida con el ácido, reacciona y la hidrólisis los forma en agua y alcohol. La forma directa se hace en una sola etapa mediante hidrataciones catalíticas en fase gaseosa, líquida y forma de lluvia, combinando el agua con el propeno y, para que reaccione, se utilizan catalizadores ácidos sólidos, cosa que no creo que tengamos aquí.

El grupo estaba dividido entre quienes tomaron los tubos de ensayo para leer sus componentes, y quienes aún seguían dándole vueltas a la primera oración de Tucker.

Cartman lo odiaba más que antes, el resto del grupo se cuestionaba si eso era motivo para odiarlo o para rezarle, ¿y si era una especie de dios inca que llegó a salvarles el trasero?

—Aquí encontré propanol.— Anunció Kyle mostrando su descubrimiento fuera del armario.

—¡Y yo encontré ácido sulfúrico!— Exclamó Tweek entregándole a Craig el tubo de ensayo.

Craig se acomodó las gafas protectoras en su sitio y vertió el ácido en el tubo que contenía el propanol.

—Presten atención a la reacción que produce cuando van combinando las fórmulas, no permitan que las burbujas sobrepasen la medida de mi dedo.— Indicó moviendo su dedo índice, el cual se encontraba cerca de la punta del tubo.—Dejen que reaccione, cuando el estado gaseoso termine, vuelven a verter si es necesario, la medida recomendada son veinte centímetros cúbicos.— En cuanto acabó con su explicación, los muchachos imitaron su acción.

Por un lado, Kyle, Kenny, Token y Butters mezclaban el gel de aloe vera con el alcohol etílico, Tweek se llevó al hombro la tarea de elaborar el afiche, y desde el punto de vista de Craig, se estaba viendo demasiado bien para una clase tan patética y mal administrada como esa. Stan, Clyde, Jimmy y Craig preparaban las fórmulas de isopropanol necesarias para mezclarlas con los demás ingredientes.

Y Cartman... Cartman solo observaba con recelo la atención que estaba ganando el chico nuevo.

Y le jodía en grande.

—A ver cerebrito.— Se dirigió a Craig de forma altanera.—¿Y si mejor apresuramos la composición del iso-como-se-llame y hacemos todo de una vez?— Sin terminar su oración, extendió su gruesa mano para tomar varias muestras de propano y ácido.

Craig se alarmó ante las palabras de Cartman, dejó sobre la superficie los tubos y se lanzó hacia Cartman, tomándolo por los hombros e intentando alejarlo de la mesa, para su desgracia, Eric perdió el control de sus manos a causa del leve empujón que le propinó Craig sin intención, y las muestras de ambas fórmulas se desparramaron por la mesa.

Ojalá aquello fuera lo único que hubiera ocurrido. El ácido cayó sobre una muestra de peróxido.

El caos no tardó en desatarse en una explosión burbujeante escoltada por una asfixiante cortina de humo y vapor color rojo vivo, las chicas comenzaron a gritar al ver el volcán naciente en la mesa junto a ellas y no tardaron en correr hasta un rincón, cerca del profesor. Despertó de su sueño al escuchar los lloriqueos acumulados a su lado.

—¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?!— Un desaforado y furioso profesor Adler se dirigió a la mesa de los muchachos como pudo, hasta donde las burbujas le permitían llegar.

Dentro de la tormenta de humo y líquidos, la banda tocía con desesperación intentando quitar de sus pulmones el aire inhalado por sorpresa.

Butters buscaba con sus manos abiertas a su novio, hasta que dio con un Kenny bañado en líquido hirviendo, y un grito de angustia llamó la atención del resto de sus compañeros. El rubio pequeño abrazó el cadáver de su amor.

— ¡Oh dios mío! ¡Mataron a Kenny! — Exclamó Stan desesperado.

— ¡Hijos de puta! — Le siguió Kyle señalando a Eric y Craig.

Para sorpresa de muchos, Kenny comenzó a toser hasta despertar por completo, encontrando a su novio junto a él. Le dio un dulce beso en cuanto despertó.

— Ah, no ha pasado nada. — Se alivió Stan al ver a su amigo con vida.

—¡Bien hecho, culón!— Se le oyó gritar a Kyle.

—¡¿Eh?! ¡Pero si fue el marica de Craig!— Se excusó Cartman.

Craig apretó los puños y la mandíbula se le tensó, estaba harto de soportar a Cartman. Lo tomó de la campera, sus ojos le miraban llenos de ira y levantó el puño.

—¡Acabaste con mi paciencia!— Anunció antes de lanzar el puño.

No pudo alcanzar a tocar la cara del atemorizado compañero, pues una mano arrugada lo sostuvo por el brazo.

El profesor Adler.

—¡Ya te advertí que no me gustan los alumnos que joden! ¿Qué parte no has entendido?— Vociferó el profesor.

Craig se congeló al verlo, otra vez lo habían captado en una situación comprometedora por culpa del mismo idiota. Veía venir su castigo.

— ¡Pero no fue su culpa, fue de Cartman! — Una voz nerviosa se escuchó detrás del viejo, la última voz que alguien hubiera esperado oír enfrentando a una figura de autoridad. Tweek saltó en defensa de Craig.

— ¡Con que tú también jodes, eh! — Regañó el furioso profesor. — ¡Ya que tanto lo defiendes, ambos están castigados después de clases!

Sus compañeros no rendían crédito a lo que presenciaban, ¡era realmente injusto!

—¡Pero fue culpa de Cartman! No está mintiendo.— Comentó Stan metiéndose en la conversación.

—¡Silencio! ¡No quiero oírlos más!— Exigió el profesor, si las miradas tuvieran temperatura, la del señor Adler en este momento podría derretir hasta el fierro más duro.—Además no quiero que me jodan llamándome gordofóbico por castigar a Cartman.— Se excusó dejando a Stan sin palabras, realmente era un imbécil. Se dirigió nuevamente a Tweek y Craig, aún no podían creer lo que pasaba.—¡Y ustedes dos se quedarán a limpiar todo esto después de clase o lo pondré en el acta de ambos! ¿Entendieron?

La desafortunada situación en la que se encontraban sacó afuera la esencia de los damnificados por culpa del gordo culón; Tweek se volvió un manojo de nervios a quien probablemente le estaba por dar un ataque al corazón, jamás había sido reprendido por un profesor en los doce años que asistía allí. Como si en un punto de ebullición se encontrara, su rostro se acaloró, un sudor frío bajaba por su nuca hasta el final de su espalda, colapsó en espasmos y gritillos sin poder formular una oración que suene coherente, es decir, ¿qué se supone que uno hace en esa situación? ¿Llorar, bajar la cabeza, suplicar?

En su ruidosa cabeza, repleta de voces burlándose del patético papel que estaba interpretando, no cabía explicación a lo que veía en Craig, quien por el contrario de él, estaba serio, firme y con la mirada fija en el desgraciado profesor.

¿Cómo podía verse tan tranquilo? Se preguntó una y otra vez mientras admiraba el rostro de su compañero.

Craig no estaba tranquilo, al contrario, el odio y sus ganas de asesinar a alguien aumentaba. Si tan solo pudiera abalanzarse sobre el profesor o Cartman y propinarles una buena paliza, que bien merecida la tendría cualquiera de los dos, al menos podría apaciguar la impotencia que le invadía.

Pero no, la posición en la que se encontraba no era favorable.

Y no quiero asustar a Tweek.

—Sí, profesor.— Respondió en un tono de voz extrañamente tranquilo, soso, sin interés, algo más que extraño dadas las circunstancias.

El profesor se le quedó viendo un par de segundos más, el sentir que le intimidaba a ese joven que le superaba en altura le hizo sentir genial y se dio la vuelta en dirección a su escritorio, saboreando el sabor de la victoria.
Pero estaba muy equivocado.

— Puede ponerme todos los castigos que quiera. — Continuó Craig para sorpresa de la mayoría. El profesor se volteó a verlo, atónito. — Pero hay algo que no cambiará ni con todas las actas que quiera ponerme. — Su voz continuaba en un volumen relajado, pero la desafiante tonalidad de sus palabras le puso los pelos de punta a la mayoría de sus compañeros, y aún más cuando los señaló con el dedo. — Esos chicos de ahí, aprendieron más en veinte minutos conmigo que en cuatro años con usted.

Era claro quien ganó la discusión cuando sus compañeros, y algunas de las chicas, llenaron el salón con un canto al unísono, un típico alardeo que le hervía la sangre a cualquier persona que es humillada de una manera tan cruda.
El señor Adler apretó los dientes, ante la humillación, se acercó a Craig con violencia.

Un poco de autoridad le hará ubicarse. Pensó errado.

—Mira pendejo de mierda.— Escupió el profesor con odio y señalándolo de cerca.—Si no quieres ser castigado por toda la eternidad, te sugiero que estas sean tus últimas palabras.— Amenazó.

—Sí, profesor. Esas fueron mis últimas palabras — Finalizó Craig con una burlona sonrisa y regalándole al autoritario profesor su seña típica, haciendo que sus amigos estallen en risas y un alarido a coro, lo cual enfadó aún más al profesor.

—¡No me haga esa seña, señor Tucker!

—Dijo que sean mis últimas palabras, no dijo nada sobre las señas.— Contraatacó.

Ambos volvieron a sus respectivos lugares y hasta el final de la clase no se han vuelto a dirigir la palabra ni la mirada, ni siquiera para la entrega del compuesto. Al final del día, se decidió que la entrega se reprogramaría para la semana que viene debido al incidente.

A pesar de que el salón estaba hecho un completo desastre y que lo más probable es que el señor Adler los tenga en la mira a partir de ahora por la humillación que le hizo pasar Tucker, las risas dentro del grupo no faltaron, aliviando la tensión acumulada.
Tweek no podía creer lo que sus ojos presenciaron: literalmente, un alumno barrió el piso con un profesor. Esas cosas no se veían todos los días.

Este suceso sólo hizo que su admiración por Craig se incremente, era un monstruo que no le temía a la autoridad con un envoltorio sumamente atractivo.

En resumidas cuentas, todo lo que él no podría ser nunca, o eso creía.

 

 

 

El señor Adler se marchó sin despedirse de ningún alumno, y los muchachos permanecieron en el salón, ignorando el timbre de salida.

Eran casi las cinco de la tarde. Token se escabulló del salón para comprar unas galletas y conversar encima de la desastrosa mesa de química.

Charlaban sobre cosas comunes a su edad: chicas, sexo, fiestas, fútbol, programas de la televisión, algunos dramas típicos de la pubertad, entre otros temas.

Craig nunca había sido un chico de muchos amigos, solo había tenido un grupo de "amigos" en su antigua escuela, pero las cosas no habían terminado bien entre ellos. Desde entonces, siempre estuvo solo. Pasó tanto tiempo de su vida de ese modo que se sentía extraño al reír a carcajadas en compañía de tantos chicos de su misma edad.
Tweek permaneció en el salón formando parte del grupo, no se molestó en opinar mucho porque temía hablar de más, pero le dolía la cara de tanto reír con las anécdotas que contaban, principalmente, Stan y Kyle.

—¿Ciempiés humano?— Craig intentó completar su pregunta, la risa no le dejaba hablar claro.

—Sí, fue una experiencia de mierda... literalmente.— Se lamentó Kyle con una gota de sudor en su frente. Se asqueó de solo recordar el nombre de aquel experimento.—Desde ese momento, dejé de consumir Apple y me pasé a Android, y empecé a leer todos los términos y condiciones.

—¡Que mierda!— Bromeó Jimmy.

La anécdota fue asquerosa, y Kyle la estaba pasando mal de solo recordar, Stan al percatarse de que el chiste terminó, se le borró la sonrisa del rostro y procuró cambiar de tema.
Lo que menos quería era ver a su... "amigo" incómodo.

—Oye Craig.— Stan llamó su atención.—¿Tienes novia?

Craig volvió a reír ante la ingenua pregunta.

—No me gustan las mujeres.— Confesó sin pudor.

— Oh, ¿eres gay?— Interrogó Butters, hasta hace unos segundos estaba acariciando el cabello de Kenny, quien estaba medio dormido en sus piernas.

—En efecto.

Tweek sonrió internamente ante la confesión de su compañero.

Y luego sintió pánico por saber que aquello le hizo sentirse aliviado.

¿Por qué? ¿Qué mierda le pasa a mi corazón? ¿Moriré?

—Entonces, ¿tienes novio?— Preguntó Kenny algo somnoliento a causa de las dulces caricias de su novio.

—No.

—¿Pero te interesa alguien?— Preguntó Kyle.

—La verdad, no estoy interesado en nadie, no busco una relación por ahora.— Respondió con fingido convencimiento. Su voz sonó más nasal de lo normal, por segunda vez en el día y por la misma razón.

Los muchachos solo se escogieron de hombros y no presentaron ninguna objeción u opinión al respecto, se tragaron su mentira.

Solo hubo una persona que le miró de reojo con ligera sospecha, y ese era Token.
No obstante, se limitó a no emitir ninguna palabra al respecto.

—¿Y cuándo es tu cumpleaños?— Clyde tomó su teléfono con la agenda abierta, quería anotar la fecha de cumpleaños de su nuevo amigo, y así saludarle a tiempo.

—Mañana cumpliré dieciocho.

Los integrantes del grupo se miraron unos a otros con entusiasmo, amaban las fiestas de cumpleaños y la oportunidad de celebrar junto a su nuevo integrante les emocionó.

—¡Wow! No lo sabía, ¿harás algo por la noche?— Preguntó Token.

La mayoría de las personas se emocionan cuando la fecha de su natalicio se acerca, se lo ve como el mayor motivo de celebración habido y por haber, y era entendible, ¿a quién podía no agradarle la idea de pasar un día junto a todos sus seres queridos, que le lleven regalos y ser el alma de la fiesta por tan solo un día?
Y en adolescentes era la excusa perfecta para embriagarse y usar la habitación del cumpleañero como motel.

La mayoría diría que es el evento más importante en la vida de una persona.

Pero Craig no podía aplicarlo en su vida.

No es por el solo hecho de ser algo amargo y aburrido, cosa que le complicaba a la hora de hacer amigos (pero si le conseguía muchos enemigos), de hecho, este grupo le estaba agradando y se sentía a gusto.

Si el contexto se lo permitiera, haría una gran fiesta, con mucho alcohol, mucha marihuana, música a tope, hasta llamaría a strippers para entretener a sus amigos, o iría a una discoteca con ellos.

Pero Craig no era un chico que organizara fiestas, o por lo menos, no en su casa, porque allí vivía Thomas Tucker y lo que menos quería Craig, era que los sucesos en su cumpleaños número diez se repitan.

Desde hace ocho años no festeja sus cumpleaños.

Era una mierda, pero era lo que había.

—De hecho no voy a hacer nada.— Soltó con indiferencia.

—¡¿CÓMO?!— Exclamó Clyde con exaltación, no le cabía en la cabeza como alguien no quería celebrar sus dieciocho años.

Y no fue el único que lo tomó así.

Craig no estaba de humor para dar explicaciones largas y vergonzosas, debía limpiar cuanto antes el desastre que ocasionó Cartman y volver a su casa para hacer tareas.
Y ante las preguntas incómodas de sus compañeros de clase, decidió dar una respuesta en general.

—Miren, es algo complicado y no quisiera hablar de eso, ¿entienden?— Contestó con fastidio, callando las voces de sus amigos.

Sin mucho más que decir, los adolescentes asintieron con la cabeza a modo de entendimiento.

Ya se les hacía tarde, tenían tarea que hacer y los dos chicos aún debían limpiar.

—¿No quieren que los ayudemos a limpiar?— Ofreció Stan cargando su mochila.

—No hace falta.— Se negó Craig.

—Si necesitan algo, puedes enviarme un WhatsApp, este es mi número.— Token le dejó un papel a Craig en la mano y palmeó su hombro.—Nos vemos, hermano, pásalo bien mañana.

—Sí, nos vemos.

—Adiós chicos.— Despidió Butters en general al cruzar la puerta tomando a Kenny de la mano, el cual continuaba con somnolencia, lo que le provocó chocar su cara torpemente contra la pared antes de salir del aula. Ese químico sí que le afectó.

Uno a uno salieron por la puerta. Clyde le dedicó una sonrisa triste a Tweek y lo saludó con la mano. Tweek correspondió al gesto y lo imitó.

Se sintió extraño al saludar a uno de sus amigos después de tantos años de no cruzar miradas.

Cuando la puerta se cerró, el ambiente se aligeró, el silencio se hizo presente y los cosquilleos en sus estómagos volvieron.
Allí estaban, encerrados en un salón, solos otra vez.

Tweek y Craig.

Chapter 9: No deberíamos ser amigos

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/8fEoWA9Vz3A

Chapter Text

Para sorpresa de absolutamente nadie, Craig no era amante de la limpieza.

Sí, ayudaba en su casa manteniendo su habitación ordenada o limpia pues a su madre le comenzaba a doler la espalda y no quería cargarle más dolencias, pero no era la parte de las tareas que más le agradaba realizar, y aún menos cuando el desastre no era suyo.

Al contrario de él, Tweek encontraba en la limpieza un pequeño espacio de relajación, pues podía poner su música favorita y despejar su mente, era común para él quedarse después de clases a limpiar luego de haber pasado la tarde pintando en el salón.
Claro, cuando no estaba en su estado paranoico.

Ya no tenían los uniformes de científicos, Craig dejó el guardapolvo prestado en el armario otra vez, Tweek se ató el suyo a la cintura, como si se tratara de un delantal, y se colocaron cubrebocas, eran elementos químicos, debían ser cuidadosos.

Todo lo que Tweek hacía, de algún modo, causaba ternura en Craig, lo que le hacía difícil concentrarse en quitar las manchas del piso, ¡es que se veía tan adorable, la escoba aparentaba ser más grande que él!

Sin darse cuenta, se le había dibujado una sonrisa tonta al ver ese detalle, ¿Cuánto medía Tweek? ¿1,60?

Ya, no podía seguir divagando en sus pensamientos, quería irse a casa, no pretendía pasar su cumpleaños limpiando el peróxido o lo que sea que haya provocado tal alboroto.

La limpieza se supone que es un lugar seguro para Tweek, sin embargo, había algo que le hacía permanecer en estado de alerta. No había olvidado que el individuo que se encontraba cerca de él amaba las matemáticas, le "encantaban" las matemáticas, la química, la física... Lo mire por donde quiera mirarlo, todo apuntaba a que sus pensamientos no estaban tan errados como cualquiera pensaría.

Vamos, ¿qué clase de chico de diecisiete años podía ser alto, carilindo, tener tiempo para entrenar a juzgar por su figura en forma y además, gustarle los números?

¿¡Y encima era homosexual!? ¡Parecía formar todo parte de un plan elaborado con sumo detalle para poder conquistarlo sin levantar sospechas y así sacarle información acerca de los gnomos o sobre los norcoreanos!

Solo había un nombre que se le venía a la mente al pensar en ello: "Agente de la CIA".

Me llamaron loco. Pensó orgulloso de sí mismo sin perder el miedo a la idea de respirar el mismo aire que un agente que iba tras él, porque a pesar de tenerlo todo para desviar su atención, pudo descifrarlo.

Solo necesitaba confirmarlo.

Además, ¿¡cómo cuánto medía!? Llevaba preguntándose aquello desde que le abrió la puerta de su casa.
Si él medía 1,60 cm aproximadamente, y Tucker le llevaba una cabeza de altura y poco más...

¿Debería preguntar? De hecho, tenia muchísimas dudas a las cuales encontrar respuestas.

El silencio del salón, los pájaros cantando por fuera de las ventanas, los anaranjados rayos del sol se adentraron en aquella aula, nunca se había detenido a observar lo bello que era el color de las paredes cuando el atardecer se hacía presente.

Y a la piel de Craig le sentaba muy bien esa luz...

¡No! ¡Aguarda! Se detuvo al pensar en ello. Sus mejillas se sonrojaron, podía sentirlo, debía borrar eso de su mente.

En algún momento, quedó tan inmerso en sus pensamientos que no se percató de lo fuerte que estaba barriendo hasta que Craig detuvo su escoba.
Saltó en su sitio al verlo detrás suyo.

—¡Agh! ¡¿Qué quieres?!— Gritó quitando las manos de la escoba y tomando algunos mechones de su cabello.

Craig se rió, ¡cómo odiaba que su risa sea tan linda!

—¡Ey, calma! Vas a sacar un pedazo de piso a ese ritmo.

—Es que esa mancha estaba muy pegada.— Se excusó.

—Entiendo.

¿Alguna vez les ha pasado que sienten frío y sus madres les dicen "ponte a limpiar y entrarás en calor"?

Craig comprobó que ese mito era real.
Se quitó el saco azul ultramar y ató las mangas a su cintura, dejando relucir una musculosa con capucha color negra, en la cara frontal había un estampado del logo de una de sus bandas favoritas, Cradle of Filth.

En lo que Craig se entretuvo con su celular buscando música para no morir de aburrimiento durante la sesión de limpieza, Tweek recorrió su figura con los ojos de arriba abajo y de derecha a izquierda.

Jamás se había detenido a analizar su look, era mucho más grunge de lo que había rescatado.

Ese día llevaba unos jeans negros gastados con roturas algo grandes, una en su rodilla y la otra en su muslo, le sentaban de maravilla en sus largas y delgadas piernas. En el costado derecho de su cadera, colgaban dos cadenas que se enganchaban en su cinturón. Cuando sus ojos le llevaron inevitablemente a mirar su trasero, sintió como sus mejillas ardían de vergüenza, ¿Cómo se atrevía a mirarle el trasero a un chico? Eso era irrespetuoso.

Tiene buen trasero, ¡pero no debo seguir viéndolo! Se esforzaba por pensar en aquello una y otra vez mientras apreciaba la fina cintura de Craig.

A pesar de ser mucho más delgado que Token, se podía decir que se mantenía activo de alguna manera, ya que estaba en forma a juzgar por los abdominales que se notaban por debajo de la musculosa y los brazos torneados.

Quedó boquiabierto al destacar un detalle que aparentemente nadie notó o mencionó: alrededor de sus bíceps tenía dos brazaletes de distintos grosores completamente oscuros, y justo al comienzo de su hombro se apreciaba lo que parecía ser, la punta de un tribal entintado.

¡¿TIENE TATUAJES?!

Siempre dicen que las personas tatuadas son peligrosas, o tienen en sus espaldas la mala fama de ser "delincuentes".
Era la primera vez en tantos años que algo tan "peligroso" como un tatuaje se le hacía...

Atractivo.

Al ascender a su rostro serio, no pudo dejar escapar la oportunidad de maravillarse con lo recta que era su nariz y lo largo de sus pestañas. ¿En serio nunca lo había observado con tanta atención como para estar al borde del infarto al verlo detenidamente? Pero si recuerda bien haberlo pintado, ¿no debería ya saber todo eso?

Soy un idiota, y él es... hermoso. Pensó mientras devolvía su mirada al piso, antes de que Craig notara que lo estaba observando.

Tucker sintió un leve escalofrío, una sensación que solía relacionar con el hecho de que era observado, volteó a ver a su amigo. Seguía concentrado barriendo.

Tweek estaba de costado, eso le brindó a Craig una mejor vista de la silueta de su compañero.

En efecto, era delgado, y el guardapolvo atado a su cintura delataba una "cintura de avispa", lo que le hacía destacar sus piernas, a pesar de ser casi tan delgadas como las suyas, o tal vez era la ilusión que causaba ese jean tan recto.

Y no perdió oportunidad de mirar su trasero, enarcó la ceja al verlo.

Concéntrate, Tucker.

—¿Quieres escuchar música?— Propuso Craig.

Tweek lo miró, luego llevó sus ojos a sus manos con nerviosismo, cualquiera podría darse cuenta que por lejos, no tenían los mismos gustos en música.

—Eh...— No sabía qué responder, temía cagarla otra vez, como en su casa, como en la clase de arte.—Dudo que tengamos el mismo gusto.

—Relájate, no soy tan cerrado con ello. ¿Qué te gusta escuchar?

Tweek pensó unos segundos, era una pregunta difícil de responder cuando uno te la hace, en el interior sabes perfectamente que género de música es tu favorito y lo que escuchas diario, pero al ponerlo en palabras, los nombres se reducen a cero.
Quizás también influía la vergüenza por pensar que su música no es tan genial como la de Craig.

—La música clásica, y el pop.— Se sobresaltó de repente sin que Craig hiciera algo.—No te burles de mi, por favor.

¿Burlarme?

—¿Por qué me burlaría?— Cuestionó sin comprender.

—Pues porque no es...— Pensó sus palabras.—Creo que no es tan divertido como lo que escuchan los demás.— Prefería decirlo él mismo antes de que lo diga Craig.

Estaba claro que Tweek aún no conocía a Craig.

— Que tus gustos sean diferentes a lo popular, no significa que son peores, simplemente son eso: diferentes. Y está bien. — Sintetizó.

Era la primera vez en mucho tiempo que alguien le respondía tan comprensivo, alguna vez, Token le dijo algo similar.
Recordar a su amigo le hizo suspirar con nostalgia.

—¿A ti qué música te gusta?— Ya sabía la respuesta, pero aún así buscaba conversar.

—Digamos que lo que entre en el espectro "rock" y "metal".— Se encogió de hombros, sabía que la respuesta era muy evidente.—Cronológicamente hablando, me gusta el rock de los 80'.

—Debí sospecharlo.— Alegó Tweek entre risas señalando su musculosa.

Craig volvió la vista al celular para que Tweek no le viera sonreír con nerviosismo.

Buscó en su lista de reproducción alguna canción para poner, el pequeño problema es que no encontraba algo que no asuste a Tweek.

—Creo que todo lo de mi celular te causaría terror.— Bromeó Craig.—¿Quieres poner con tu celular?

—¡No, está bien!— Se apresuró en responder.— Pon lo que quieras.

—¿Seguro?

—Sí. — Asintió sonriente.

No estaba muy seguro de que todo "estuviera bien" de su lado, y pese a que el rubio le agradaba mucho (o gustaba, mejor dicho), Craig no dejaba de ser un bastardo hijo de puta y quería ver su reacción al escuchar Leviathan.

La cara de Tweek era todo un poema al iniciar las primeras estrofas de A Bouquet Of Blood For Skull.

— ¡AGH! ¡¿QUÉ ES ESO?! — Exclamó Tweek ocultándose detrás de la mesa auxiliar tapando sus oídos.

A Craig se le escapó una sonora carcajada al ver la reacción de su amigo, no esperaba menos de su parte.

— Ya ya, ahí le cambio. — Intentó tranquilizarlo, pero no paraba de reír, se ganó una furiosa mirada de Tweek.

— ¡No es gracioso! — Le gritó desde la mesa.

— ¡Porque no viste tu cara! — Continuó riendo Craig, continuó scrolleando en su celular otra canción que sea más del agrado de ambos.

— ¡Cuando crezca 10 cm. más, te voy a madrear! — Amenazó Tweek con el puño en alto.

— Sí, claro, ¿Cómo no? — Se burló Tucker acercándose a Tweek solo para medirlo con su mano desde la cabeza para señalarle hasta donde le llegaba: hasta sus hombros.

— ¡No te creas que eres mejor que yo solo por medir...! — Se detuvo al pensar en cuánto podría medir aproximadamente. — Oye Craig, ¿Cuánto mides? — Cuestionó con curiosidad.

— Un metro con setenta y ocho. — Respondió con naturalidad. — Más diecinueve centímetros, si me entiendes. — Agregó entre risas.

Craig lo dijo en broma, creyó que entendería a qué se estaba refiriendo y Tweek reaccionaría a su modo: nervioso, sonrojado, avergonzado.

Todo lo contrario, los ojos de Tweek brillaron.

— ¡¿En serio?! ¡Déjame ver!

Solo después de pronunciar esa oración y ver la distancia apresurada que puso Craig entre ambos pegándose a la pared del salón, se percató de qué estaba hablando y lo sucio que sonó eso. Si tuvieran diez años sería hasta normal, todos los chicos a esa edad hacían algo parecido en los baños, era como un juego.

Pero teniendo diecisiete y casi dieciocho años, ya no sonaba tan inocente como en ese entonces.

Tweek se ruborizó solo de pensar aquello.

—¡Agh! ¡Perdóname! ¡No lo malpienses por favor! ¡AGH!— Se disculpó hablando a gran velocidad mientras su cuerpo era invadido por espasmos y tics.

—¿Cómo se supone que debería pensarlo entonces?— Tartamudeó Craig con el rostro completamente rojo mientras se alejaba de la pared.

—¡Ngh! ¡Como...! ¡AGH!

—Tarado.

—¡En serio perdón! Es que...— Tweek se llevó la mano a la nuca y desvió la mirada.—Nunca antes me había castigado un profesor, y estar en esta situación... Me hace poner muy ansioso y eso hace que la cague hablando.

Luego de esa confesión, continuó limpiando.

Craig se le quedó viendo, entendía el sentimiento de Tweek, no podía ponerse en sus zapatos por completo porque él ya está muy acostumbrado a estas situaciones, pero comprendía que para alguien que no se metía en problemas, eso era algo nuevo y no en el buen sentido. Volvió a scrollear en su celular hasta encontrar una buena (y no satánica) canción. Así dio con Andy Black.

—Creo que a este lo conozco, aunque no sé su nombre.— Comentó Tweek pasando un trapo por encima de una mesa.

—Es Andy Black.

—Canta bien.

— Y es muy guapo. — Agregó Craig con un leve sonrojo en sus mejillas, le apenaba un poco reconocer que tenía un amor platónico.

—También. 

A medida que la canción reproducía su sonido y la voz de Andy entraba a la escena, Craig sintió en su interior como se activaba una elevada cantidad de dopamina, era su canción favorita del cantante y no podía evitar repetir las estrofas.

— Record scratch, Steve Miller Band, tattooed necks and tattooed hands. Oh, how don't you drown in a rain storm? — Cantaba Craig mientras barría, cada tanto acercaba a su boca la punta del palo de la escoba simulando que era un micrófono.

Tweek solo se le quedó viendo desde su lugar, ¿Cómo Craig podía estar de buen humor estando en detención?

Aunque ignorando ese detalle, se percató de que estaba conociendo una nueva faceta de Craig; le gustaba cantar, y cuando lo hacía, no lucía tan intimidante como aparentaba (sin contar la escena del lunes a la noche, donde cualquier persona con dos dedos de frente hubiera preferido no tener contacto con él luego de presenciar semejante número).
Incluso le resultaba contagiosa la forma en la que pasaba el encierro, ya que empezó a mover la cabeza con suavidad al ritmo que marcaba.

—Cantas bien.— Halagó Tweek con asombro.

—Gracias.— Contestó Craig con algo de pena antes de tomar la escoba otra vez.— Fresh regrets, vodka sweats, the sun is down and we're bound to get, exhausted and so far from the shore...

Su idea de cantar para relajar el ambiente estaba funcionando.

A medida que Craig continuaba cantando aquella canción, Tweek seguía moviendo su cabeza de lado a lado al ritmo del instrumental, la canción era pegadiza y la profunda voz de Craig siguiendo la letra le daba un toque especial que sabía bien que quedaría grabado en su cabeza el resto del día.

En algún momento comenzó a cantar con él sin que se diera cuenta hasta que Craig se detuvo a verlo.

You're never gonna get it, I'm a hazard to myself, I'll break it to you easy, this is hell, this is hell!

You're looking and whispering, you think I'm someone else, this is hell, yes. Literal hell.— Le siguió Craig continuando el pre estribillo. Se acercó al rubio con la mano extendida mientras el estribillo acompañaba su ritmo.— Ven.

—¡¿Qué?!— Exclamó Tweek sin entender.

—Baila conmigo.

—¡Pero yo no sé bailar!— Se excusó moviendo sus manos negativamente.

—Nunca te pregunté si sabías bailar o no, solo te pedí que lo hagas conmigo.— Craig tomó la mano de Tweek de todos modos y dio un fuerte tirón hasta atraerlo a él.

We don't have to talk.

Los pasos de baile de Craig no es que tuvieran la mejor coordinación o que tuvieran sentido con la canción, se podría decir que solo se movía como el cuerpo le pedía hacerlo, como quien diría, seguía los pasos que su corazón le dictaba.

Pero si eso servía para que Tweek le vea el lado divertido a estar castigado, valdría la pena pasar un poco de vergüenza.

We don't have to dance.

Limpiar es más divertido cuando te mueves al paso de la canción que más te guste, y aún con la timidez carcomiendo en su interior, Tweek le siguió los pasos a su compañero, moviendo sus piernas atrás y adelante, girando, agitando los brazos, cantar sobre el "micrófono" y se sacaban risas entre ellos.

We don't have to smile.

Si alguien los estuviese viendo en ese preciso momento, no les extrañaría que sintieran hasta pena ajena por lo ridículos que seguramente se estaban viendo, en una situación normal para Tweek, las voces en su cabeza le frenarían anteponiendo sus inseguridades antes que su propia diversión.

No obstante, en ese preciso instante, por mucho que su cabeza hablaba, Tweek no estaba escuchándola, esta vez estaba siguiendo su corazón de la forma más sincera que había, no le importaba en lo absoluto hacer el ridículo, estaba siendo muy feliz ahí mismo: limpiando y divirtiéndose con su... amigo.

We don't have to make friends.

¿"Amigo"? ¿Esa palabra acaso le molestaba a Tweek? ¿O a Craig? Algo en ellos se oprimía cuando pensaban en el otro como su "amigo", porque esa palabra no encajaba, es decir, empezaron a conocerse esa semana, ¿realmente podían considerarse el uno al otro como amigos desde ya?

¿O es que acaso no querían ser amigos? ¿Debían ser amigos? Es decir, ¿debían ser solo amigos?

We don't have to make friends.

Esa frase del estribillo resonaba en Craig, no estaba dentro del clóset, sabía y reconocía muy bien que Tweek le gustaba, ¿y cómo no? Ese chico era precioso, cada cosa que hiciera, cada gesto y cada risa que escapaba por su voz, se ganaba automáticamente la adoración interna de Craig.

Ahora mismo estaba presenciando, probablemente, la foto mental más bella de Tweek, un Tweek que cantaba y bailaba sin tapujos, un Tweek jovial y soñador, si ignoramos las ojeras bajo sus ojos, era tan diferente a la descripción de Tweek que le dieron sus compañeros hoy en la cafetería. No podía imaginar ese angelical y tan divertido rostro entre lágrimas y sufrimientos mayores a una simple inseguridad, de ser así, él mismo sentiría que algo dentro suyo moriría si tan solo presenciara eso una vez.

La canción ya estaba muy avanzada, el salón estaba brillando de limpio, sus cuerpos estaban bastante sudados por la actividad física y sentían mucha sed, mas no parecía importarles aquello, en sus rostros no desaparecía la sonrisa de divina juventud que les caracterizaba a los dos adolescentes.

Craig dejó de bailar y limpiar para apreciar la imagen que tenía delante. Allí estaba Tweek, como toda una estrella, cantando con la pasión que identifica a un artista.

You're never gonna get it, I'm a hazard to myself, I'll break it to you easy, this is hell, this is hell! You're looking and whispering, you think I'm someone else, this is hell, yes, literal heeeeell.

Cuando Tweek posó sus brillantes ojos en Craig, cayendo en la cuenta de la forma en la que este lo veía, como si un ángel estuviera desprendiendo una deslumbrante luz digna de un milagro de Dios con solo escuchar su voz, Craig enseguida tomó la escoba para simular el bastón de un micrófono.

We don't have to talk, we don't have to dance, we don't have to smile, we don't have to make friends, It's so nice to meet you, let's never meet again...— Craig dejó a un lado la escoba para acercarse a su pareja de baile y castigo, movía sus hombros con lentitud durante el trayecto, y eso a Tweek le gustó.

We don't have to talk, we don't have to dance, we don't have to dance.— Tweek entrelazó sus manos con Craig, y como si leyeran las mentes del otro, comenzaron a girar en círculo.

We don't have to talk, we don't have to talk, we don't have to dance...

La parte mala de bailar dentro de un salón de clases tan pequeño como el de química, es justamente que el espacio es reducido, y chocar con una silla mientras giraban era inevitable. Tweek se llevó puesta la pata de uno de los taburetes redondos ocasionando que ambos pierdan el equilibrio, y al no soltarse las manos en ningún momento, Tweek atrajo a Craig al suelo, más específicamente, encima de él, quedando sus rostros tan cerca que podían sentir la respiración del otro y las estrellas brillantes que poseían en sus córneas.

Cuando Tweek se encontró con semejantes esmeraldas frente a él, la sangre le empezó a bombear con rapidez y su rostro se acaloró de sobremanera, podía sentir como le latía el corazón en las cuerdas vocales, en sus oídos, en su pecho, hasta en su parte íntima. Para Craig fue igual de difícil fingir lo incómodo que se sentía al estar sobre ese chico, debía calmar su respiración, no podía dejar que Tweek sepa el efecto que sus hermosas orbes celestes tenían en su organismo, tal vez vivir esa situación de adulto sea más fácil de sobrellevar, pero en aquel entonces, sus hormonas juveniles le estaban jugando una mala pasada, pues sentía como a su rostro y el cuerpo le subió la temperatura.

Deseaba por todo lo sagrado en ese mundo, que a su cuerpo no se le ocurra excitarse.

Y sin embargo, su corazón también deseaba con toda su fuerza latir junto al de Tweek al fundirse ambos en un beso. Estaban tan cerca, la canción al finalizar entonaba un timing tan lento y romántico en aquella circunstancia y Tweek tenía los ojos entrecerrados... Como Craig.

Pero todos sabemos que si hay algo que no tiene Craig es suerte, y Falling in Reverse se lo gritó en toda la cara cuando Andy Black terminó de cantar.

—Creo que el salón ya está demasiado limpio.— Intentó decir Craig de forma lenta y precavida, tratando de no verle a la cara.

—Ni siquiera me di cuenta.— Respondió Tweek mirando al lado contrario.

—Tal vez debamos irnos.

—Sí, pienso lo mismo.

Craig salió de encima, se compadeció del pequeño al ver el gesto de dolor en su rostro, estuvo aplastándolo por unos cuantos segundos y no se dio cuenta, se sintió algo mal al pensar en sus pobres pulmones.

Le extendió la mano para ayudarle a ponerse en pie. A continuación, dejaron en una esquina las escobas y los trapos, mientras Tweek tomaba su morral, Craig se encargó de llevar los instrumentos de limpieza a la habitación del conserje, regresó al aula para tomar su mochila y ambos abandonaron el aula de química, volviendo esta a ser silenciosa como siempre.

 

 

 

Caminaban a paso lento, ya les faltaba poco para llegar a sus casas y la noche ya estaba sobre ellos, fue un día bastante largo y no sabían si decir que fue un buen día o un pésimo día, por un lado se habían divertido como nunca antes, no solo ellos dos, sino que ya se habían unido a un grupo bastante agradable con el cual conversar en los recreos y en la cafetería, al menos ninguno sería un marginado social este año.

Pero por el lado de Tweek, era la primera vez en años que un profesor le llamaba la atención y lo castigaba, era un acontecimiento nuevo para él y por supuesto que no le caería nada bien a sus padres que llegue tarde, debía dar alguna excusa y mentirles a ellos no se le daba muy bien.

Mañana era el cumpleaños de Craig, ¿Qué podría regalarle? Era la pregunta que le quedó en la cabeza desde que se enteró.

—Craig.

—¿Hm?

—¿Qué piensas estudiar después?— Tweek comenzó su interrogatorio, alguna idea debía sacar de ello.—Digo, por algo te deben gustar los números, ¿es algo relacionado a eso?

— Astronomía. — Contestó el mayor, mirando al cielo. — Quisiera ser científico espacial. — Su voz sonó mucho más soñadora y esperanzada de lo que solía escucharla, y a juzgar por como le brillaban los ojos al mencionarlo, Tweek dedujo que era la meta más importante de su vida.

Le gusta el espacio.

—¿Y tú?

—Artes plásticas, o escénicas.

—Lo suponía.— Reconoció Tucker. Ya estaban cerca de la puerta de su casa y la observó con pesar, realmente no quería dejar de hablar con Tweek justo ahora.—Bueno, debo ir a casa, nos vemos el lunes.

Craig lo saludó con la mano antes de irse, caminaba lento hasta la puerta, lo que le dio tiempo a Tweek para pensar en algo demasiado arriesgado para tratarse de sí mismo.

—¡Craig!— Llamó su atención.

—¿Qué pasa?— Se volteó.

¿Cómo empiezo? Pensó con nerviosismo, ya los ojos de Craig estaban sobre él, debía decirlo, ya no había vuelta atrás.

Maldición, ¿por qué soy tan impulsivo?

—Ammm... Sobre tu cumpleaños...— Tanteó el pequeño sin mirarlo a la cara.

—¿Qué pasa con eso?

—Dijiste que no harías nada, entonces se me ocurrió que si tal vez...

—¿Sí?

—¡Agh! ¡Esto es demasiada presión! — Exclamó entre espasmos tomando su cabello, nunca había hecho algo así.

—Solo dilo. — Pidió Craig con indiferencia.

Tweek tomó aire una vez más.

—¡Se me ocurrió que si no ibas a hacer nada entonces creía que tal vez si querías y podías tú y yo podríamos vernos mañana! Si quieres.— Soltó finalmente.

A Craig se le hirvieron hasta los pies, ¿ese chico que lo tenía maravillado desde que llegó a la escuela lo estaba invitando a salir? ¿Era esto real o cuando cayeron mientras giraban se golpeó la cabeza y ahora estaba en un profundo coma? Si era lo segundo, no quería despertar.

El corazón le latió a mil por hora, y las manos le sudaban como si estuviera en un examen final, pero para Tweek se veía muy tranquilo y eso era lo importante.

—Claro.— Respondió al fin.—¿A qué hora paso por ti?

—¿Al mediodía?— Sugirió dudoso.

—Está bien, nos vemos mañana.

Finalizada esa conversación, los dos chicos se adentraron en sus casas.
Craig saludó a su madre y su hermana, pero antes de quedarse a cenar, se dirigió a su cuarto.

Cerró la puerta de su habitación, saludó a Stripe, dejó la mochila en el suelo y se acercó hasta su cama para tomar la almohada entre sus manos. Enterró la cara en ella y...

—¡TWEEK ME INVITÓ A SALIR LA PUTA MADRE, PUEDO MORIR EN PAZ! ¡POR FIN UNA BIEN! ¡QUE HERMOSO DÍA! ¡QUE HERMOSA PUTA TARDE! ¡Y QUE BUENO QUE ESTÁ EL HIJO DE PUTA!— Gritó a todo pulmón con total libertad con su cara en la almohada.

Estaba feliz, demasiado feliz, era un manojo de felicidad, jamás estuvo tan feliz de que su cumpleaños esté por llegar y no veía la hora de que sea mañana.

Como si no hubiera hecho nada vergonzoso hasta para él mismo, tiró la almohada en la cama y salió a cenar.

Era el mejor puto  día  que  había  tenido en la puta semana.

Chapter 10: Cumpleaños y la familia Tweak

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/x3K_G2ITu4Q

Chapter Text

Su día comenzó a las siete de la mañana, una hora extraña de despertar un sábado, tan pronto como abrió los ojos se sentó en su cama estirando su espalda, había dormido maravillosamente.
Se alejó de su cama sin pensarlo y se dirigió al baño para darse una hermosa ducha matutina.

Tricia daba vueltas en su cama intentando volver a dormir, la rutina de la semana era desgastante y solo podía permitirse descansar el fin de semana, maldecía en su interior a quien sea el hijo de puta que se le ocurrió despertar a las malditas siete de la mañana a bañarse.

— Ah puta madre, ya no puedo dormir. — Se quejó viendo al techo con pesadez en sus ojos.

Ya que no podría continuar soñando, se levantó de mala gana y se dispuso a buscar algo para desayunar.
Cuando pasó por la puerta del baño, logró escuchar detrás de ella la ducha, Parasite de Bullet for my Valentine a todo volumen y a su hermano cantando con tanta vitalidad como nunca había percibido en él.

Debe estar enfermo.

Al llegar a la cocina, buscó en las casi vacías alacenas algún saco de té o café para hacer su desayuno, ya sea por el sueño que se cargaba encima o el simple hecho de que no había, se rindió en su búsqueda, entonces fue por su segunda opción: algo bebible en la nevera.

Al acercarse a esta, con lo primero que se topó fue con el calendario.

Hoy era 25 de enero.

Algo en su cerebro encendió una señal, sabía que esa fecha significaba algo pero no lograba recordar que era, su cerebro funcionaba a bajo consumo y no quería exigirlo más de lo que requería.
Sacó un jugo de naranja de la heladera y unas galletas de la canasta que estaba junto a ella.

Escuchó unos pasos aproximándose a ella, y sin mirar de quien se trataba, sabía que era su madre.

— Buen día Trish, que raro verte despierta a esta hora. — Saludó Laura abriendo la heladera.

— Dale las gracias a tu hijo. — Admitió con irritación en sus palabras, como si hubiera articulado una infinidad de insultos escondidos en esas palabras. — Nunca se despierta temprano los sábados, ¿qué mierda le picó ahora por hacerse el madrugador?

— Hoy es su cumpleaños. — Informó Laura a su hija con asombro. ¿Cómo no iba a recordar el cumpleaños de su hermano?

Tricia se le quedó viendo un rato para asegurarse de que su madre no le esté gastando una broma, sin embargo, parecía estar hablando muy en serio.
Escucharon la puerta del baño abrirse y unos segundos más tarde un portazo provino de la habitación de Craig.

Estaba de muy buen humor para tratarse de sí mismo.
Se colocó unos bóxers azules, un jogging negro para estar en casa y una camiseta blanca xl, era solo para no estar desnudo mientras elegía qué ponerse el día de hoy.

Sobre su cama, armó tres opciones de vestimenta.
Su primera opción era su típico saco azul ultramar, una playera blanca lisa y un jean negro.

La segunda era una camiseta negra de mangas ¾, un jean azul con roturas y una camisa de leñador color azul.

Y su tercera opción se trataba de una camiseta sin mangas y con capucha similar a la que usaba ayer, pero esta era lisa, a juego con una bermuda negra con bolsillos y un cinturón de tachas grandes con varias cadenas.

Cuando empezó a quitarse la remera que tenía ahora, oyó como tocaron a su puerta y sin esperar a que él diera permiso de pasar, abrieron su puerta.

— ¡CHINGA SU MADRE EL CUMPLEAÑERO! — Gritó Tricia asustando a su hermano, quien por instinto intentó tapar con sus manos su torso.

— ¡Me estoy cambiando, mocosa! — Espetó con un rubor en sus mejillas.

— En verano paseas sin camiseta por la casa, ¿desde cuándo te volviste tan vergonzoso? — Tricia puso los ojos en blanco mientras se acercaba a darle una palmada en la espalda a su hermano. — ¿Qué se siente ser legal? — Interrogó con curiosidad sentándose en su silla sin quitarle los ojos de encima al cumpleañero.

—¿Más probabilidades de no salir de prisión la próxima vez que me arresten?— Respondió con sarcasmo mientras se peinaba con las manos delante del espejo, observó con atención los costados de su cabello.

Tricia llevó la mirada a su cama, había tres conjuntos armados para ser analizados, su hermano se había rebajado el cabello, se colocó el pequeño expansor en la oreja izquierda y estaba envuelto en colonia, podía olerlo desde el pasillo antes de adentrarse allí.
Y su buen humor en su cumpleaños le resultaba aún más sospechoso.

Todo parecía indicar solo una cosa.

— ¡Saldrás con un chico! — Afirmó su hermana como si hubiese descubierto petróleo.

Craig miró de un lado a otro con nerviosismo, no podía esquivar el sexto sentido de Tricia.

— Solo pasaré el día con un amigo. — Se excusó encogiendo sus hombros.

— ¿Y por eso el perfume de Paco Rabbanne, y tu corte, y que estés vistiendo a tu colchón con tu ropa antes de vestirte tú? — Rió Tricia señalando su cama con la nariz.

Craig levantó su dedo medio viendo al espejo, Tricia le devolvió la seña Tucker.

— Ok, si, saldré con alguien, pero es solo un compañero de la escuela, no te emociones.

— ¿Y quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es lindo? ¿Le gusta Red Racer? ¿Te gusta? ¿Trabaja? ¿Ya conoce a Stripe? ¿Le gustan los conejillos de indias? ¿Qué música escucha? ¿También es gay o es hetero curioso? ¿Ya te lo llevaste al baño a intimar? ¿Besa bien? ¿Tiene buen trasero? ¿La tiene...? — Tricia no paraba de hacer preguntas muerta de la emoción por saber las novedades de la nueva conquista de su hermano, y Craig no quería responder a ninguna de ellas, no solo porque le resultaba insoportable, sino por la vergüenza que le causaba pensar en las respuestas.

— ¡Ya cállate! — Exclamó con impaciencia el mayor de los hermanos, una vez que Tricia guardó silencio, suspiro con pesadez, resignado a responder. — Es un compañero de la escuela, se llama Tweek, si, es muy lindo, no sé si le gusta Red Racer, trabaja en la cafetería de sus padres, no conoce a Stripe y no sé si le gusten los conejillos de indias, escucha música clásica y pop, no sé si es gay, y no, aún no lo llevé al baño ni pasó nada entre nosotros de ese estilo, y si, tiene buen trasero. — Al terminar de responder lo que quería que Tricia supiera, se giró a ella y la señaló. — Y no sé si la tiene grande, y eso no te incumbe porque eres chica para saber esas cosas.

— Oh vamos, ¿crees que porque tengo quince no sé nada de esas cosas? ¿Acaso no conoces Wattpad? Se aprende mucho ahí.

— ¿Qué clase de aplicaciones descarga una niña de quince años? — Preguntó Craig más para sí mismo que para Tricia, le preocupaba la cantidad de información a la que podía acceder su hermana.

— Las mismas que descarga un chico gay y virgen de dieciocho.— Lanzó con veneno la más chica, riéndose del rostro de su hermano.

— ¿Y ese ataque tan gratuito? — Se puso a la defensiva en un tono de voz más dramático, sobreactuando, ¿en qué momento su hermana revisó su celular? — Y no son aplicaciones, son páginas, no es lo mismo. — Intentó excusarse el mayor.

—Yo es como si no hubiera escuchado las cosas que has hecho con otros chicos cuando ibas a mi escuela. — Tricia llevaba razón, Craig era bastante popular por las razones menos agradables. — ¿Sigo?

— Ok, suficiente. — La calló Craig, incómodo. — Entiendo el punto.

Tricia se detuvo a observar las opciones de conjuntos, y a pedido de su hermano, le ayudó a decidir cual sería la mejor vestimenta para la ocasión.

La opción ganadora fue la tercera.

Tricia dejó la habitación para darle a su hermano privacidad para vestirse.
Cuando Craig acabó de lookearse, se colocó su chullo azul y bajó a desayunar con su familia.

Laura lo recibió de pie y con los brazos abiertos preparada para abrazarlo.

— Feliz cumpleaños, amor mío. — Su madre lo envolvió en un profundo abrazo, luego apretó los lóbulos de sus orejas y los tiraba uno a uno. — Uno, dos, tres...

— Mamá, ya estoy grande para e...

Tricia caminó detrás de él y le golpeó con la mano extendida en la nuca, el golpe fue tan paralizante que le obligó a tragarse sus propias palabras, ¿desde cuándo Tricia era tan fuerte?
Laura terminó de tirar de las orejas de su hijo y se sentaron a desayunar.

 

 

 

Tweek no pudo pegar el ojo en toda la noche, le dio muchas vueltas a la conversación que tuvo con Craig antes de despedirse, seguía sin creerse que haya tenido la suficiente valentía para decir aquello y ahora mismo se sentía estúpido por estar arrepintiéndose de sus propias palabras.

A medida que el tiempo avanzaba y la noche transitaba impaciente, imaginaba en su intranquila cabeza diferentes escenarios posibles, pero todos eran igual de catastróficos.

Cuando su mente conseguía algo de paz en un sueño donde la cita con Craig salía bien y sus rostros se acercaban, su cuerpo era expulsado hacia un profundo y oscuro pozo giratorio lleno de manos que aprisionaban su indefenso y frágil cuerpo, no podía gritar, no podía escapar, no podía pedirle ayuda a Craig, pues él resultaba ser quien le empujó allí.
Todo lo que podía hacer era escuchar esas horribles y burlescas voces que reían a carcajada suelta de sus inútiles intentos por salir de aquella espantosa pesadilla.

La mañana se presentó en su ventana y los rayos de luz de ese resplandeciente sol acariciaron sus mejillas, miró la hora, la manecilla pequeña marcaban las nueve de la mañana.

Se asustó al encontrarse con su propio colchón, no recordaba haberse acostado allí, inmediatamente buscó su atril, necesitaba asegurarse del estado del bastidor que cargaba encima.

La pintura estaba casi terminada y recuperó el aliento al ver aquello, al menos el no dormir le benefició, su regalo estaba casi listo para entregarse, solo necesitaba unas pinceladas más y su firma, según su análisis y experiencia, los pocos detalles que le hacían falta podía aplicarlos en menos de veinte minutos, por lo que no se siguió preocupando.
Se dirigió al baño y se metió en la ducha, debía despejar su mente, la cual continuaba en estado de alerta a causa de la pesadilla más reciente.

Cuando terminó de ducharse, se secó el cuerpo con rapidez y se dirigió a su habitación de nuevo, no había pensado en un look y sabía que cometió un grave error.
No podía dejar que Craig le vea con la misma ropa todos los días, pero, ¿cómo le explicaba que el 90% de su ropa resultaban ser camisas similares a la que siempre usa?

Entre las perchas de su armario, encontró una camisa de leñador verde oscura, podría combinar perfectamente con su jean oscuro y una camiseta blanca básica.

Al verse al espejo ya vestido, se dio cuenta de dos cosas, la primera es que sus ojeras daban asco, y la segunda era que tenía el cabello bastante largo, y recordó que tenía con qué solucionar sus problemas: el corrector de ojeras de su madre y una cola para el cabello.

Aunque quisiera verse bien y simular que pasó toda la noche dando vueltas en su cama y pintando a la luz de la luna, el sueño le atormentaba y no podía mantener la cabeza derecha.
Se dirigió a la cocina, había oído a su madre allí y tal vez haya preparado su café energético.

—¡Buen día cariño!— Saludó afectuosa la mujer.—¿Quieres café?

—Sí, por favor.

Tweek se sentó en la silla que más cerca le quedaba y recibió su taza de la mañana. Tweek era bueno para preparar postres y sus propios cafés, pero los que preparaba su madre tenían un toque especial, hace años anhelaba que su madre le confíe la receta secreta de los Tweak, pero comprendía que aún debía esperar para ese momento.

Mientras tanto, disfrutaba la etapa de experimentación.

—Estás muy lindo, cariño, ¿irás a algún lado hoy?— Interrogó su mamá.

—¡Agh!— Se sorprendió ante su observación, su madre solía decirle siempre lo lindo que se veía, pero jamás preguntaba por si saldría o no, ¿qué debía hacer? Dejó bruscamente la taza en la mesa — Saldré con un amigo, es que es su cumpleaños. — Explicó Tweek atropellando sus propias palabras.

—¡Uy! ¿Y puedo saber quién ese amigo, amor?— Interrogó con un tono dulce.

¿Debo decirle que es Craig? Bueno, de todos modos algún  día  lo sabrá, ¿no? Posiblemente sigamos haciendo equipo para los trabajos de la escuela, ¡AGH! ES DEMASIADA PRESIÓN.

—Es Craig Tucker.

El rostro de su madre cambió de una expresión dulce a una escéptica, lo cual Tweek se veía venir.

El barrio es chico, y los rumores vuelan.

—¿No es el chico que peleó con su padre la otra vez?— La señora Tweak sintió un repentino sentido de protección, no estaba segura de si quería que su hijo tenga ese tipo de amistades.

—Sí.

—Tweek, sabes que no me molesta que tengas amigos.— Ahí venía su sermón.—Pero de ese chico no se dicen cosas muy agradables, al parecer es bastante problemático.

Cualquiera podría quejarse de que la señora Tweak es desconfiada y prejuiciosa, sin embargo, en un contexto tan reducido como el que presenciaron los vecinos aquel lunes en la noche, aunque no sea lo justo, lo normal era que la imagen de Craig no sea la más positiva, en especial para los padres de sus amigos.

Tweek sintió una punzada en el corazón al oír la opinión de su madre sobre el chico que le...
Es decir, sobre su amigo.

Claro, Tweek sabía un poco más de Craig, al menos más que su madre, lo tuvo mucho más cerca de lo que cualquiera podría imaginar y aunque no podía confiar en él aún, pues sus sospechas de que se trataba de un agente de la CIA seguían en pie, era evidente que el "chico problema" del que todos hablaban sin conocer, no era el mismo que el que fue a su casa a hacer el trabajo práctico de educación sexual.

— ¡No es problemático! De hecho es muy inteligente y agradable, ¡agh! Es solo que... — Tweek intentaba pensar una buena justificación a los actos violentos que la mayoría presenció.— No le gustan las injusticias.

Su madre le miró con atención, las palabras de su hijo no se oían tan descabelladas, mas no podía evitar pensar en que ese chico podía ser peligroso y una mala influencia para su hijo.
Y, dicho sea de paso, percibió algo nuevo en Tweek, en sus palabras, en su defensa, en su voz.

Como si quisiera protegerlo.

— Bueno, está bien, en tal caso, quisiera hablar un poco con él antes de que se vayan, ¿si? — Suspiró la señora Tweak con algo de resignación.

Que hable con él, no estaba del todo seguro de si debía relajarse o ponerse aún más ansioso si es que aquello podía ser posible, ¿Qué clase de conversación tendría su madre con él? ¿Y si Craig actuaba de la forma menos adecuada al conversar con ella?

Además...

¿Qué tan común es que tu madre hable con tu amigo para saber si dejarte ir con él o no?

Eso parece algo que sucede con tu...

Pareja.

— ¡AGH! — Exclamó Tweek soltando la taza de café por accidente al pensar en esa idea, no comprendía de donde le venían esas ideas de repente.

— ¿Qué te sucede, cariño? — La señora volvía a su dulce tono de siempre.

— Nada, mamá. — Respondió con la cara dentro de la taza y el rostro completamente rojo.

Su madre siempre había sido protectora con él, mejor dicho, su madre es muy sobreprotectora con él, el solo hecho de que considere dejarle salir con alguien era fuera de lo común. Tweek a lo largo de su adolescencia se ha perdido de muchas salidas con sus ex amigos y de excursiones escolares con sus compañeros por este motivo, la señora Tweak siempre le recordaba lo peligroso que era el mundo afuera, su casa era el único lugar seguro que hallaría en un mundo tan podrido y lleno de delincuencia y maldad.

No por ser malagradecido, pues sabía muy bien que todo lo que sus padres hacían por él era solo y únicamente por amor, Tweek se sentía a salvo dentro de su hogar, y amaba a sus padres, quería pasar el mayor tiempo posible con ellos, sin embargo, su mente no paraba de torturarse con preguntas como de cuántos momentos se ha perdido junto a su antiguo grupo y que tan diferente hubiera sido su vida si quizás, solo quizás, tuviera la posibilidad de salir al mundo exterior.

Ni siquiera iría al viaje de egreso que harían sus compañeros antes del final del ciclo.

Tenía diecisiete años, este año terminaría la secundaria y debería postularse para una universidad, la cual seguramente quede muy lejos de su zona de confort. No sabía ni una sola línea de autobús, subte o tren, no sabía ni cómo se llamaba la calle donde se encontraba su casa. Apenas si sabía los precios de algunos alimentos básicos.

Tenía diecisiete años y no lo sentía realmente.

Tenía diecisiete años y jamás tuvo una novia... o novio.

Tenía diecisiete años y los únicos recuerdos claros que tiene de su adolescencia son pintando, estudiando... y en el hospital.

En definitiva... Tweek no estaba listo para salir a enfrentar el mundo que lo esperaba afuera.

 

 

 

A las doce del mediodía, la puerta de la casa de los Tweak fue tocada.

Al oír los golpes en ella, a Tweek se le aceleró el pulso y el alma se le escapó del cuerpo, no esperaba que su cita fuera tan puntual, y si no hubiera sido así, lo más probable es que estuviera igual de nervioso ante la posibilidad de que lo dejase plantado. Como sea, Tweek no estaba preparado mentalmente para ese momento.

Corrió escaleras arriba hasta el baño, casi chocando con su madre que se dirigía escaleras abajo.

La señora Tweak se aproximó a la puerta y espió por la mirilla, delante de la puerta había un chico de cabello negro, vestido mayormente de negro, con un peculiar gorro azul y alto. Procedió a abrir la puerta con cuidado.

Lo primero que sus ojos detectaron (y encendieron una alarma sobreprotectora dentro de ella) fue el tatuaje del brazo, luego observó con disimulado detenimiento su vestimenta: playera negra sin mangas, bermudas negras con bolsillos grandes, dos cadenas en su cinturón que llegaban hasta sus rodillas y zapatillas vans de segunda mano.

¿Esta era la cita de su hijo?

— ¡Hola! ¿En qué puedo ayudarte? — Saludó con una sonrisa falsa.

Craig se quitó el gorro. Su madre muchas veces le dijo que quitarse el gorro antes de entrar a una casa nueva demostraba buena educación.

— Hola señorita. — Saludó cortés. — ¿Se encuentra Tweek en su casa?

¿Este es el famoso Craig Tucker? Pensó preocupada.

—¡Sí! Baja en unos minutos, si lo deseas, puedes esperarlo en la sala.— Ofreció la madre de Tweek extendiendo su mano para señalar los sillones y abrió más la puerta.

— Muchas gracias, con permiso.

Ya conocía la casa por dentro, asumió que la señora Tweak no sabía que él ya estuvo allí con su hijo y decidió mirar a su alrededor antes de sentarse como si fuera su primera vez, pero algo en su interior le decía que algo andaba mal con esa señora, ¿desconfiaba de él? No le impresionaría que así fuera, todas las madres de sus compañeros se comportaban igual con él la primera vez que le veían, aunque en otras ocasiones, le cerraban la puerta en la cara directamente.

La madre de Tweek cerró la puerta y se dirigió a la cocina para tomar su cafetera y una taza de café limpia. Volvió a la sala donde se hallaba su invitado y se sentó delante de él sirviendo el café.

—¿Gustas café...?— Ofreció fingiendo no saber su nombre.

—Craig.— Se presentó tomando la taza.—Y gracias.

—No es nada, Craig. Este café lo preparé especialmente para ti, ya que seguramente te dijo Tweek que trabajo en una cafetería.— Agradeció con la mano en su pecho, esperaba que le halagara.

Craig le dio una probada al café que se encontraba en su taza, lo saboreó un poco, realmente estaba muy bueno para ser alguien que no le gusta mucho el café.

—Está delicioso.— Afirmó Craig, aunque no dejaba de pensar que era extraño beber café a esa hora, por lo general a esa hora se almuerza.

¿Almuerzan con café?

—¡Cariño! ¿Con quién hablas?— Se oyó a lo lejos una voz masculina.

—¡Con un amigo de Tweek, amor!—  Informó la señora.

Tan pronto como respondió, un señor con suéter color vino y cabello café claro como el de la señora se hizo presente en la sala y se sentó con su esposa. Tenía una sonrisa agradable en su rostro y una taza en su mano.

Apuesto a que es café. Pensó en su interior.

— Hola Craig, soy Richard Tweak, el papá de Tweek y dueño de la cafetería Tweak Bros., pero puedes llamarme solo señor Tweak o Rich, como prefieras. — Se presentó el hombre apretando la mano del adolescente.

Que agradable hombre, Craig daría lo que sea por tener un padre tan educado y simpático como el de su amigo.

—Y dime, Craig, cuéntanos de ti, ¿estudias en High School South Park también? — La señora Tweak se inclinó sobre el hombro de su esposo esperando a que este la abrace.

—Sí, soy compañero de Tweek, estoy en el último año.

—¿Y cuántos años tienes?— Se sumó el señor sin perder la sonrisa. Al parecer no es tan prejuicioso como su esposa.

—Pues hoy cumplo dieciocho.— Respondió rascando su nuca.

Los ojos de la madre de Tweek se expandieron casi escupiendo su café, pero logró contenerse lo suficiente para tragarlo. Pensó que era al menos dos años menor,  el señor Tweak por su parte, creyó que tenía unos veinte años en cuanto lo vio.

—¡Feliz cumpleaños entonces, cielo!— Felicitó la señora.

—Gracias.— Su rostro se enrojeció ante ese apodo tan cursi. Acostumbraba a que su madre lo llamase así, pero no se sentía preparado para que otra persona le dijera de esa manera.

— Y dime Craig, ¿a qué te dedicas? ¿Estudias? ¿Trabajas? — Preguntó el señor sirviéndose más café.

—Por el momento solo estudio, pero estoy buscando un trabajo de medio tiempo como delivery, tengo una moto que no uso y quisiera sacarle provecho para juntar dinero.— Explicó Craig bebiendo el café a tragos cortos.

— ¡Oh, que casualidad! Tweek trabaja en nuestra cafetería como delivery, pero necesitamos más personal. — Compartió la señora. — Si quieres, puedes dejarnos tu currículum y consideraremos contratarte. — Ofreció con una sonrisa.

Aún desconfiaba del nuevo amigo de Tweek, y es por eso que pensó en una serie de preguntas para evaluar si le gustaría tener a ese chico cerca de su hijo o si definitivamente era una mala influencia.

—¡Perfecto! La semana que viene se los traeré.

Vine buscando cobre y encontré oro. Pensó con orgullo.

— Y... ¿Piensas estudiar luego de la escuela? ¿O planeas solo trabajar? — Continuó preguntando la señora.

Para esta pregunta, apostaba todo lo que tenía en el banco a que Craig diría que tiene una banda de rock de garaje y que dedicaría su vida a la música... y la droga, para variar.

Sin que nadie lo supiera, Tweek estaba escuchando la conversación detrás de la pared cercana a la escalera, había salido hace unos minutos del baño, pero cuando se disponía a bajar, escuchó a sus padres hablar con Craig y sus nervios se dispararon nuevamente. No quería salir hasta escuchar la respuesta de Craig a la última pregunta.

Frente a todo pronóstico, la respuesta la obligó a tragarse todos sus pensamientos y prejuicios.

— Sí, estos últimos cuatro años me esforcé mucho por sacar los mejores promedios para poder aplicar para una beca en Stanford, en California, quiero estudiar Astronomía para ser científico espacial o astrofísico, y en paralelo a ello, haré un posgrado en química farmacéutica. El año pasado gracias a mis notas, pude hacer un curso adelantado de ingreso para química, física y matemáticas en paralelo con los exámenes finales de quinto año, y como las aprobé, si consigo aplicar en Stanford, tendré menos materias que rendir en el primer año, además si mantengo mis notas este último año, puedo obtener una beca completa que me cubra la carrera entera. — La naturalidad con la que Craig reveló estos últimos datos sonaban como si hubiera compartido una anécdota que a cualquiera le habrá pasado.

De ese muchacho hubiera esperado cualquier futuro, mafioso (a juzgar por su tatuaje), prostituto, ladrón, rockero de baja calidad, vagabundo... Por su mente jamás se le pasó la posibilidad de que estaba delante un chico genio. Su impresión fue tal que la taza se le cayó de los dedos sobre la pierna de su pareja, causando que este se queje del dolor por la quemadura.

— ¡Eso es brillante, Craig! Realmente te felicito, que orgullo que una inteligencia y metas de ese nivel provenga de un chico de South Park, realmente me impresionas. — La señora Tweak hablaba desde el fondo de su corazón, ese muchacho definitivamente se había ganado su total aceptación.

— ¡Que impresionante! — Aportó el señor Tweak, una vez que el ardor en su pierna se disipó. — A Tweek también le dijeron que sus notas le ayudarían a aplicar en la universidad de artes de California con beca completa, pero pensamos que queda un poco lejos, nos sentiríamos preocupados por él.

— ¡Es cierto! Además, aunque Tweek tiene notas excelentes, sabemos que tiene que estudiar mucho más para matemáticas, las aprueba con muy buenas calificaciones, pero le cuestan un poco al principio, ¿sería mucho pedirte que le ayudes con esas materias para los exámenes? Tal vez así se sienta más confiado. — El pedido de la señora Tweak sonó en los oídos de Craig como una clara invitación a acercarse a su hijo, la barrera que sentía entre ellos ya se empezaba a caer.

Me gané a mis suegros antes de que sepan que serán mis suegros. Rió para sus adentros antes de preguntarse a sí mismo qué rayos había pensado. Espera, ¿qué? ¡No! ¡Los suegros son cosas de parejas!

— Por supuesto, no tengo problema. — Respondió Craig con tranquilidad, dejando la taza sobre la mesa y colocando en su cabeza su gorro azul. Sus ojos detectaron una melena rubia en las escaleras, haciendo que automáticamente se pare de su asiento.

Allí estaba Tweek, llevaba una pequeña cola en la zona baja de su cabello, una nueva camisa, con una linda remera entallada a su hermosa figura, unos bonitos pantalones que alargaban sus piernas... El azabache suspiró disimuladamente en cuanto lo analizó, estaba hermoso, más que de costumbre, el corazón se le escaparía de la boca en cualquier instante, si seguía observándolo seguro que le daría un derrame nasal.

— ¡Hola Craig! ¿Ya nos vamos? ¡Agh! — Tweek bajó las escaleras más rápido de lo normal.

— Sí, solo estaba conversando con tus padres. — Explicó antes de dirigirse nuevamente a ellos. — Muchas gracias por el café.

— ¡Adiós má, adiós papá! — Tweek corrió hasta Craig y tomó su mano para arrastrarlo hasta la puerta, las preguntas de sus padres le ponían los pelos de punta, definitivamente esa situación no se vivía normalmente con amigos, era muy parecido a cualquier otra cosa, menos a una presentación amistosa.

Cuando salieron por la puerta casi cayéndose a causa de la pequeña corrida de Tweek, Craig se despidió a la distancia de los padres de su amigo y desaparecieron de su vista.

Los padres de Tweek saludaron desde la puerta para luego darse un abrazo. La última frase de su marido tomó por sorpresa a la esposa.

— Son tan gays. — Suspiró.

Chapter 11: Cumpleaños y la cita

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/7-x3uD5z1bQ

Chapter Text

Al ser sábado, esperaban que el centro comercial esté repleto de adolescentes (o pubertos, como les llamaba Craig) y pasarían la mitad del día esperando en la cola del McDonald's. Se llevaron una sorpresa al encontrarse con una reducida cantidad de personas allí.

—¿No podíamos venir en bus?— Tweek estaba bañado en sudor y respiraba desesperado.

— No exageres, no fue un viaje tan largo. — Se burló Craig tomando un trago de su botella de agua, en el fondo sabía bien que estaba haciendo su mayor esfuerzo por no toser como un condenado. Caminar tanto cuando diariamente te llenas los pulmones de humo no era bueno.

— ¡Me hiciste caminar una hora y media bajo el súperhipermega potente sol! — Expuso Tweek jadeando con la lengua fuera.

— Te lo compensaré. — Prometió Craig mirando las tiendas a su alrededor, hace mucho que no iba a ese lugar.

Se metió las manos en los bolsillos para mantener una pose relajada mientras buscaba el patio de comidas, al menos así daría la impresión de no verse tan cansado.

Luego de unos segundos, dirigió su mirada al piso de arriba, la escalera mecánica tenía un letrero demasiado grande como para no verlo; "Patio de Comidas" en letras azules sobre un fondo blanco, tragó saliva al darse cuenta de que no lo vio de primeras a pesar de ello.

Ya estoy perdiendo la vista.

— ¿Qué quieres comer? — Le preguntó Craig a Tweek, quien parecía estar más recuperado.

— Ammm... — Tweek no quería dar la apariencia de ser quisquilloso, comería lo que sea que Craig quiera. — Lo que gustes tú, está bien para mí.

— ¿Te parece pedir una pizza? — Sugirió Craig oliendo el exquisito aroma de la pizza entrando por sus fosas nasales.

— ¡Suena bien! — Exclamó con felicidad Tweek, sentía más como si fuera su cumpleaños.

Se dejaron subir por la escalera mecánica hasta el patio de comidas, el mayor porcentaje de las personas que se encontraban en el centro comercial se hallaban amontonadas en McDonald's, KFC y Burger King, por lo que la fila de Papa John's no contaba con más de tres personas delante de ellos.

En la espera por ser atendidos, Craig contó el dinero en su billetera, esa semana había fumado menos de lo que acostumbraba, lo que hizo que sus ahorros se mantuvieron estables, le alcanzaba y sobraba para el resto del día.
Tweek le había dado una parte de lo que llevó de dinero para pagar la mitad de la pizza, se negaba rotundamente a que Craig pagara todo.

Mientras la insignificante cola se mantenía inmóvil gracias al señor de bigotes y camisa turquesa delante del mostrador que no paraba de hablar, los parlantes del piso reproducían una radio local, y en ella se oía una canción que Craig escuchó más de una vez en la habitación de Tricia, y se llevó una sorpresa al escuchar a Tweek cantar la canción por lo bajo.

— I'm just thinking out loud, I don't know if I could ever go without... Watermelon sugar high. — Cantaba Tweek con los ojos mirando hacia arriba y con las manos en los bolsillos.

Craig sintió su corazón bombear con intensidad al no poder evitar pensar en lo lindo que se veía así.

— ¿Conoces esa canción? — Interrogó, solo por conversar.

— ¡Claro que la conozco! Es de Harry Styles. — Respondió con una sonrisa.

— A mi hermana también le gusta. — Comentó con indiferencia, aunque por dentro le sorprendía la coincidencia de que al chico que le interesaba, le guste el mismo cantante que a Tricia, seguro se llevarían bien si se conocieran. — La acompañé a verlo el año pasado en Denver.

— ¡Eres el mejor hermano del mundo! — Halagó Tweek con un brillo en su mirada, aunque a la brevedad la sonrisa se volvió triste. — Hubiera querido ir a verlo el año pasado, pero mis padres no me dejaron ir. — Explicó con algo de desilusión.

— Dudo que sea el último recital que realice, tranquilo, tendrás otra oportunidad.

La fila se movió luego de que el señor de bigotes fuera aprehendido por la seguridad, desconocía qué había hecho como para requerir semejante operativo, pero al verle desnudo no necesitó de más explicaciones.
Conocía al hombre, se trataba de Randy Marsh, era quien le vendía la marihuana, y trató a toda costa de evitar cruzar miradas con él, no vaya a ser que intente pedirle ayuda a su cliente.

Fueron atendidos minutos después, se pusieron de acuerdo en pedir una pizza grande de 8 porciones con muzzarella, jamón y morrón, y una Coca-Cola.

Se sentaron uno frente al otro cerca del puesto de Papa John's. A medida que pasaban los minutos almorzando, Tweek no sabía si concentrarse en las tres porciones que consiguió rescatar de las garras de Craig o admirar como el chico delante suyo podía ser capaz de comerse cinco porciones en menos de diez minutos, ¡y ni siquiera se lo veía hinchado!

¿Qué clase de pacto con el diablo hizo su compañero de clases?

— ¿Satisfecho? — Preguntó Tweek a Craig con un leve tic en su ojo, intentaba calcular cuánto tiempo le tomó comer cada porción por separado dentro de ese rango de diez minutos.

— Hace casi un año no toco una pizza, realmente la necesitaba en mi estómago. — Se justificó el mayor cruzando sus largas piernas.

Tweek iba a comenzar su segunda porción, no iba a juzgar a Craig por su apetito, era su día de todos modos. Craig notó que su compañero no buscaba un tema de conversación, y se rehusaba a permanecer en silencio el resto de la tarde, algo anormal en él, pero no quería fracasar en su primera cita.

Se supone que las citas son para conocer al otro, ¿no?
Tweek estaba conociendo su versión más glotona, de lo cual no estaba orgulloso.

Quería conocer a Tweek.

— Y... Además de Harry Styles, ¿a quién más escuchas? — Preguntó con curiosidad antes de beber su agua, no había tocado su vaso de cola desde que se sentaron.

A Tweek la pregunta le tomó por sorpresa, mientras masticaba un pedazo de pizza, pensaba cómo articular su respuesta sin ser incoherente.

— Pues... — Pensó un segundo más rascando su nuca, evitaba la profunda mirada de Craig. — En cuanto a música clásica, suelo escuchar a Franz Liszt, Tchaikovsky, Vivaldi, Chopin, Shostakovich, Beethoven... — Se frenó al sentir que posiblemente Craig esté muriendo de aburrimiento. — De pop, me gusta mucho Harry Styles, Madonna, Beyoncé, Lady Gaga, Demi Lovato, Cyndi Lauper, Ed Sheeran, Ariana Grande, y también algo de K-Pop, escucho a EXO, Twice y BTS.

— Conozco a la mayoría, a mi hermana le gusta el 90% de los artistas que nombraste — Asintió Craig, demostrando atención.

— Creo que tu hermana me cae muy bien. — Rió Tweek, sacando una sonrisa a Craig. — ¿Y tú a quiénes escuchas?

— Slayer, Bullet for My Valentine, Avenged Sevenfold, Asking Alexandria, Cradle of Filth, Deftones, Green Day de vez en cuando, Mayhem, Venom, Slipknot, Guns N' Roses, Korn, Pantera, Lamb of God, El Mago de Öz, Larva, Panda... — Craig intentaba nombrar bandas que probablemente Tweek conozca de nombre al menos, así no se sentiría tan descolocado.

— ¿Escuchas rock en español? — Tweek parecía interesado.

— Sí, algunas bandas son muy buenas. Las últimas tres que te nombré son muy pegadizas, una es de España y las otras dos son mexicanas, y en español me gustan otras tres que son Soda Stereo, Carajo y Patricio Rey, esas son argentinas.

Los ojos de Tweek se hallaban fijos en Craig mientras se tragaba su última porción, no era consciente hasta ese detalle de lo mucho que Tweek le estaba escuchando, lo cual lo hizo sentir nervioso.
Era obvio que ninguna de las nombradas serían del agrado de Tweek, eran ritmos muy alejados de las zonas de confort de cada uno.

No obstante, se le hizo lindo que Tweek le escuchara.

— ¿Alguna de esas es la que me pusiste ayer para asustarme? — Tweek indagó con un cierto atisbo de ofensa, seguía sin perdonarle aquello.

De solo recordar su reacción, Craig escupió el agua nuevamente a su botella en un leve ataque de risa.

— No, esa era Leviathan.

Tweek notó que Craig no había tocado su vaso desde que se sentaron allí, pareciera que la bebida de cola fue comprada para él.
Sabía que tomar agua era saludable y bueno para la salud, pero nunca había visto a alguien beber tanta agua.

— Oye, ¿no te gusta la Coca-Cola?

— Sí, pero no la tomo seguido.

— ¿Bebes mucha agua por alguna razón? Te veo siempre con esa botella. — Esa última frase sonó como si le estuviese mirando mucho, es lo que diría un acosador en un descuido.

Craig se encogió de hombros.

— Fumo mucho y me deshidrato rápido, por eso debo tomar más agua de lo normal. — Explicó levemente avergonzado de su propio vicio.

— ¿Y no sería mejor dejar de fumar?

— No es tan sencillo. — Objetó interrumpiendo a su compañero. — Cuando intento dejarlo, me da una horrible migraña y no se me va con nada, además de que tengo más tos de lo normal, parece irónico pero así es. — Respondió tomando su entrecejo con fastidio al recordar cuando intentó dejar de fumar hace relativamente pocos meses.

— ¿Desde qué edad fumas?

— Desde los catorce.

— Además de la migraña y eso, mientras fumas... ¿No te pasa nada?

— Ahora que lo dices... Cuando empecé a hacerlo más seguido, notaba que me agitaba al correr, o que mis manos se dormían. Normalmente lo dejo cuando siento que me duele el pecho.

— Y... ¿Recuerdas por qué empezaste a hacerlo?— Tweek intentaba ser lo más cauteloso posible, no quería darle la impresión de que estuviera juzgándolo.— Claro, si puedes contarme.

Claro que lo recordaba.

Y eso le dolía, aún le dolía aunque jamás vaya a admitirlo.

— No... — Musitó.— No es algo de lo que me gustaría hablar. Pero en resumidas cuentas, fue por una combinación de haber sido un chico solitario y a la vez, no haber estado con "buena compañía".— Explicó.— Pero tampoco te confundas, quiero dejarlo, es solo que... Es difícil.

— ¿Y si pruebas con dejarlo de a poco en lugar de hacerlo de golpe?

Craig miraba su botella sin una expresión en particular, no se sentía especialmente incómodo con la conversación, pero no podía evitar sentir que siempre había algo entre ellos que les hacía distanciarse de alguna manera.
Obviando las ojeras y los tics nerviosos, Tweek era un chico mucho más sano que él por lejos.

— Lo consideraré. — Prometió no muy convencido.

Los muchachos se levantaron de sus sillas luego de un rato, estaban ocupando la mesa que seguramente le serviría a alguien que quiera usarla para comer, en algún momento de su conversación, el patio de comidas se estuvo llenando y preferían dar el lugar libre antes de que los saquen a patadas.

Craig tiró la caja vacía y los vasos plásticos al cubo de la basura de reciclaje, aún no se quitaba de la cabeza esa parte de la conversación que tenía con Tweek.
Había algo especial en los ojos de Tweek mientras conversaban sobre su mal habito, lucía preocupado por algo, ¿era por su edad? ¿A él le molesta el humo y no quiso decirle?

Barajando las posibilidades, Craig miró hacia uno de los bolsillos de su bermuda, ahí había una caja y... Una de sus "preparaciones".
La cogió y sacó de ella tres cigarros, los cuales depositó en su bolsillo, el resto de la caja la arrojó al cesto negro.

Cuando se giró, Tweek no estaba dentro de su campo de visión, un repentino escalofrío lo recorrió al imaginar lo que dirían sus padres si se enteraran de lo descuidado que fue al quitarle la vista de encima unos segundos.

Miró de derecha a izquierda buscando un desordenado cabello rubio, se alejó del cubo de la basura para ir hacia el centro y tener una mejor visual, había muchas personas y se le hacía difícil distinguir entre la multitud.

¿Dónde mierda te metiste, Tweek?

Tenía experiencia en que se le desaparezca Tricia de repente para ir a husmear en alguna tienda que le interese, una de las tantas razones por las que Craig descarta la idea de tener hijos a futuro.

Bueno, no es como si pudiera tenerlos biológicamente tampoco, lo cual es un alivio.

Cuando se dispuso a sacar su celular para llamar al ineficiente 911 y notificar la desaparición de un rubio, bajito y de ojos celestes, observó hacia el patio de juegos, ahí estaba su cita, mirando hacia dentro de la máquina de peluches.

Pequeño demonio. Pensó con irritación para sí mismo, sintió como su ojo sufría un leve tic nervioso, salió para conocerlo, no para ser su puta niñera.

Se acercó a Tweek por detrás ocultando en el fondo de su alma sus ganas de tomarlo por el cuello por el susto que le pegó, pero se detuvo al ver que Tweek estaba muy concentrado intentando sacar un peluche, se trataba de una almohada de peluche pequeña, con la forma de una taza de café con un corazón marrón en ella.

Cuando la pinza estaba acercándose a su objetivo, Tweek le dio al botón para bajar la garra, luego de un movimiento brusco, esta bajó hasta la anhelada pieza de felpa, cuando las garras envolvieron la taza, con un poco de suerte solo logró sostenerla por unos cuantos segundos sin poder llegar hasta el agujero de salida.

Solo por un centímetro no obtuvo su premio.

— ¡Mierda! — Maldijo Tweek apretando el puño.

— Déjamelo a mí. — Anunció Craig con tranquilidad antes de arremeter contra la estafadora máquina con una fuerte patada sin quitarse las manos de los bolsillos, causando que Tweek gritara por la impresión. 

El peluche que buscaba cayó luego de tambalearse, logrando que Tweek obtuviera su preciosa almohada, la sacó de la puertilla y la abrazó contra su cara.

— Gracias Craig. — Agradeció el pequeño con los ojos brillantes, sus pupilas se habían expandido al ver su nueva adquisición.

— De nada, ahora hazme el favor de no volver a desaparecerte así.

 

 

 

La cita continuó en un parque cercano a la escuela, había un lindo estanque rodeado de varios árboles en diferentes posiciones y una banca de madera. El anaranjado atardecer se apreciaba maravillosamente desde ese lugar y el sol reflejado en el agua que alguna vez fue hielo bailaba entre los suaves movimientos de la clara fuente de agua.

Los adolescentes se dispusieron a arrojar piedras chatas al agua, una competencia entre ellos dos por ver quien hacía rebotar más veces la piedra a lo largo del estanque, el ganador recibiría un café de Starbucks con crema, salsa de chocolate y canela de parte del perdedor.

Tweek no debía dejarse perder por nada en el universo, ¡ese café debía ser suyo! No obstante, la pelea estaba perdida, su nula experiencia en esa práctica le jugó en contra.

— ¡Y que sea doble! — Se burló Craig al ver que ya no quedaban más piedras que arrojar. Mientras reía de la expresión de derrota de su amigo, se recostó sobre el pasto y puso su vista en el cielo. Las rosadas nubes le daban un toque especial al cielo ese día.

Tweek se recostó relativamente cerca de él y posó sus manos sobre el vientre. Observó que Craig buscaba algo en su bolsillo con cierta duda en su rostro, y dedujo lo que podría estar pensando.

— ¿Quieres fumar? — Preguntó con cautela.

— Estaba pensando si te molestaría que...

¿Cómo decirlo sin espantarlo? 

— No, pero hazlo lejos de mi, o me ahogaré. — Permitió el menor.

— No estoy hablando de cigarrillo. — Se apresuró a responder.

— ¿Entonces? — Tweek estaba confuso hasta que Craig se sentó y le enseñó de que se trataba, algo en él hizo ruido, sus padres decían que las personas que fuman porro son delincuentes o personas sin futuro, y que posiblemente lo asesinarían bajo los efectos de la hierba. — ¿Qué sigue? ¿Robar autos? ¿Nadar con vagabundos? — Expresó con cierta desaprobación.

Craig rió un poco, había adivinado la reacción del pequeño, era muy predecible.

Sin embargo, tenía en mente que tal vez Tweek no tenga conocimiento en el tema, por lo que probablemente cuando vea con sus propios ojos que no se volvería violento ni alocado luego de verle fumar, a lo mejor cambie su visión.

Al menos así perdería su miedo interior.

— Tranquilo, no lo haré si no quieres. — Sugirió. — Y no tiene feo olor, le puse menta, no te ahogarás.

Al oír su pequeño secreto, Tweek se sentó a mirarlo con incredulidad, ¿esas cosas podían saborizarse? Se veía mal desde ahí, pero algo en él despertó.

— No, está bien, hazlo. — Respondió finalmente, pero sin quitar su rostro envenenado de curiosidad.

Craig lo encendió más confiado y dio una primer calada antes de recostarse nuevamente en el césped, Tweek no lo imitó, solo se limitó a seguir observándolo de reojo, pero ya sin prejuicio en sus ojos, hasta lucía interesado, pero no tenía la suficiente valentía para admitirlo, temía a ir contra sus propios valores.

— ¿Quieres probar? — Cuestionó Craig con cuidado, no quería hacer sentir al menor en la obligación de decir que si.

— No gracias. — Rechazó Tweek con duda.

Craig sabía lo que estaba sucediendo ahí, no obstante, seguía firme en su decisión de no hacerle sentir obligado, y dio otra fumada a su preparación. Tweek se encontraba en una lucha moral, ¿debía o no? ¿era o no correcto? Si lo hacía, ¿eso lo volvería un drogadicto? ¿Sus padres lo venderían como esclavo si se enteraran? Probablemente.

De todos modos, si tan solo probara, sería en esa ocasión, ¿no? No es como si fuera algo que haría a diario, y especialmente nadie lo sabría, ¿no? Sería un secreto.

Un secreto entre Craig y yo.

— ¡Agh! Bueno, tal vez solo un poco. — Aceptó finalmente.

— No tienes que hacerlo si no quieres. — Aclaró Tucker con indiferencia.

— ¡Agh! No veré cosas, ¿no? — Tweek estaba muerto del miedo y de la curiosidad, esta dulce inocencia provocó una risa en Craig.

— Tranquilo, no alucinarás, siempre y cuando no abuses de ella, sentirás que se te relaja el cuerpo, verás los colores un poco más vivos y lo más probable es que te dará mucha hambre o sed. — Respondió Craig mirando a su compañero.

¿Cómo puede ser que se vea guapo hasta con eso en la boca? Pensó Tweek.

— Bien, dame un poco. — Demandó Tweek.

Craig se encogió de hombros sin darle mucha importancia, él ya había aclarado que no era algo obligatorio, así que su consumo corría por su cuenta. Se sentó nuevamente y se lo pasó al rubio con cuidado, cuando su amigo lo tomó entre sus dedos, con algo de temor lo acercó a sus labios.

— No te tragues el humo. — Advirtió Craig al ver como aspiraba su amigo, las tosidas confirmó que le advirtió demasiado tarde. — Te lo dije.

Tweek no quería rendirse, no quería verse tan estúpido frente a Craig, y aunque al mayor realmente le sudaba la polla que Tweek fume con él o no, era algo que Tweek quería experimentar. Aspiró el porro una vez más y esta vez lo hizo relativamente bien, ya que no se lo llevó a la garganta.

El gusto no era de sus preferidos, pero la menta lo hacía saber más pasable.

Cuando expulsó el humo por la boca, Craig sonrió de lado, había corrompido al niño bueno y no sabía como sentirse exactamente.

El tiempo pasaba, la charla de ambos se volvió más interesante, desde conspiraciones populares hasta anécdotas infantiles, los efectos de la hierba llegaron con el pasar de los minutos hasta sus cerebros haciendo que ambos se sientan entre las nubes rosadas que se posaban sobre sus cabezas.

Al notar que Tweek veía el césped con antojo, Craig tuvo que comprar un pequeño paquete de papas que ofrecía un vendedor ambulante.

— ¿Crees en dios? — Indagó Tweek sin quitar sus ojos de las estrellas que comenzaban a aparecer en el casi cielo azulado.

— No exactamente. — Respondió Craig. — No digo que no exista, solo que no soy lo suficientemente sabio para confirmarlo o no.

— ¿Eres ateo?

— Sería "agnóstico", más bien. — Reflexionó terminando el envoltorio encendido. Entre los dos se acabaron el porro que habían encendido en la tarde. — ¿Y tú? — Preguntó mirando al rubio. Su piel blanca brillaba bajo la fría tonalidad que el cielo iba tomando.

Sus ojos aún conservaban esa dulce mirada al mirar fijo el cielo, si ignoraba el leve enrojecimiento alrededor de su iris.

— Mis padres y yo somos budistas. — Contestó. — Pero no somos muy devotos o practicantes.

Craig no quería indagar más a fondo sobre religiones ni sus costumbres, no parecía ser necesario con la última aclaración que dio su amigo antes de que siquiera pensara en las preguntas.

— Entonces... ¿Astronomía?— Tweek lo miró con curiosidad, era la primera vez que conocía a alguien interesado en esa rama.—¿Por qué?

— ¿Tiene algo de malo?— Cuestionó entre risas.

— No, de hecho, me resulta... Curioso.

Craig continuaba con la vista en el cielo. Se sentía cómodo y relajado, el cielo lucía hermoso con los característicos tonos azulados del firmamento y la forma en la que el anaranjado atardecer se desvanecía a lo lejos. Tweek a su lado, mirándolo en silencio como si fuese la cosa más "curiosa" que haya podido encontrar, algunas luciérnagas revoloteaban encima de sus cabezas y el suave viento apenas moviendo las ramas de los árboles alrededor.

Además de la hierba que habían consumido, claro.

Ese era exactamente, su ambiente.

—Supongo que es porque... Siempre me sentí fascinado con todo lo que se relaciona a las ciencias. Me fascina lo desconocido. Me llama mucho la atención la idea de descubrir cosas que ni siquiera podemos imaginar, investigar, el tratar de entender cómo funcionan las cosas y buscar respuestas a los fenómenos del universo.— Contestó.—Además...— Elevó las manos hacia el cielo, con la mirada brillante.—¡El universo es tan grande! Eso significa que hay miles y miles de cosas que no conocemos, tantos misterios por resolver... Cosas que jamás veremos aquí.

La fascinación con la que Craig compartió cada uno de sus pensamientos, le hizo sentir a Tweek que estaba en completa intimidad con él. Era la segunda vez que veía en Craig ese brillo en los ojos, y definitivamente, ver aquello le hizo olvidarse de como respirar y sonreír sin poder evitarlo.

Tal vez a muchos no les de esa impresión porque no han tenido el privilegio de conocerlo de este modo, pero Craig se veía adorable hablando de sus pasiones.

De repente, una idea cruzó por su cabeza cuando miró a las estrellas, ¿y qué mejor para salir de la duda que lo invadió que un futuro científico?

— ¿Crees que haya personas en las estrellas? 

Craig le miró con rareza, por lo menos él se había pegado más fumadas que Tweek en tres años, y jamás se le había pasado por la cabeza una idea semejante.

— Creo que has fumado demasiado por hoy, pequeño. — Rió por lo bajo.

— ¡Agh! ¡Hombre, solo piénsalo! Nosotros siempre estamos mirando allá arriba, hacia el cielo, ¿no crees que existe la posibilidad de que alguien pueda estar mirando hacia acá?

Tweek iba en serio, Craig sabía que solo podía resignarse a seguirle la corriente.

— Pues... Personas como tal, como las conocemos nosotros, no, pero tal vez si haya algo vivo sobre ellas... Teniendo en cuenta que están muertas desde hace millones de años y si lo hubiera, debería soportar altas temperaturas como para sobrevivir ahí.

Sus miradas se cruzaron chispeantes, Tweek observaba sus ojos verdes y confirmó que tenía razón, los colores se veían más vivos, y esa viveza en los ojos de Craig se veía fuera de serie, como si de verdad sus ojos se trataran de esmeraldas. Experimentó una sensación tan fuerte en su pecho que sintió que moriría si seguía perdiéndose en sus ojos.

Jamás había presenciado nada tan hermoso en sus cortos años de vida.

Y Craig no pensaba diferente.

— Eres hermoso. — Murmuró Craig sin percatarse de que lo dijo en voz alta hasta que Tweek se le quedó viendo perplejo.

Tweek lo miró sin comprender. Se había concentrado tanto en estudiar las facciones afiladas pero suaves de Craig que no le prestó atención a lo que este le dijo.

— ¿Qué dijiste?

Salvado por la campana.

Craig miró la hora en su celular, eran las nueve de la noche.

— ¡Qué a la verga, que tarde es! — Habló con rapidez intentando ocultar su sonrojo y esperando que con lo drogado que estaba Tweek en ese entonces, no le de suficiente importancia lo que sea que no haya oído. Se levantó de golpe y le tendió la mano a su amigo. — Debo llevarte a tu casa.

Aunque a Tweek le quedó la duda de qué mierda le dijo Craig anteriormente (y por muy drogado que estuviera, estaba seguro que no dijo nada sobre la hora), no le llevó la contraria ni volvió a insistir, tomó la mano que le fue ofrecida y con algo de dificultad, se puso de pie, era más pesado de lo que Craig hubiera imaginado.

Estaba a punto de darse la vuelta hasta que notó que los ojos de Tweek estaban demasiado colorados, cualquiera sabría lo que habían estado haciendo en su cita (y vaya primera cita).

No podía llevarlo a su casa así, sus padres lo matarían a él y a Tweek lo encerrarían en su habitación tras muchos barrotes por el resto de su vida.

— Mejor primero vayamos a mi casa, tengo un líquido para los ojos, así tus padres no se enterarán. — Le ofreció Craig, sin tener nada para objetar, Tweek solo asintió con la cabeza.

 

 

 

Estaban cerca de sus casas, tomaron el primer bus hasta la esquina de la casa de Tweek, el conductor les había echado una mirada desconfiada al verle los ojos y sentir el aroma a hierba, Craig tuvo suerte de que no los echaran a patadas cuando le enseñó el dedo medio.

La noche estaba fría y la camisa de Tweek no lo abrigaba lo suficiente. Por temor a que sus padres lo regañen por devolverle a su sano hijo totalmente enfermo y drogado, Craig le colocó el saco azul que guardaba en su mochila.
Sí, él se murió de frío en el trayecto y odiaba las temperaturas bajas con todo su ser, pero no le importaba.

Una vez en la puerta, Craig buscó en sus bolsillos las llaves de su casa.

— También te echaré colonia, para que no se sienta el aroma.

Cuando empujó la puerta, se encontró con la casa a oscuras y en silencio, le resultó extraño, ya que a esa hora su madre preparaba la cena.

— ¿Mamá? — Llamó Craig antes de encender la luz.

Globos, guirnaldas, un enorme cartel con muchos colores donde se leía claro "Feliz cumpleaños, Craig" y por la letra, adivinó que lo había hecho Tricia, muchas botellas de alcohol sobre la mesa y los rostros de sus amigos de ayer amontonados sobre los rincones con sombreros triangulares de cumpleaños sobre sus cabezas.

— ¡CHINGA SU MADRE EL CUMPLEAÑERO! — Le gritaron al unísono mientras Tweek le colocaba por detrás un bonete, quitándole su gorro azul de la cabeza.

Craig no sabía como reaccionar, estaba inmóvil.

No sabía si abrazarlos... o matarlos.

 

Chapter 12: Cumpleaños y el incidente

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/Erj656W_GkA

Chapter Text

—Quiero que alguno de los dos me dé una explicación de algo muy sencillo.— Craig estaba furioso, si no les tuviera un mínimo de cariño a ambos los hubiera tomado del cuello, le ardían las venas y la cara. Tanto Token como Stan estaban dispuestos a echarse la pelota el uno al otro con tal de no pelear con Tucker.—¿Por qué mierda hicieron esto cuando les dije muy claro que no quería hacer nada?

La habitación de Tucker estaba débilmente iluminada por la luz de la calle que se colaba por la ventana, los tres muchachos se encontraban de pie frente a la puerta cerrada, la música que sonaba de los parlantes chocaba con ella y el sonido se apagaba tras las paredes.

— Viejo, cálmate... — Token intentó calmar a su amigo.

— ¡No me digas que me calme! — Gruñó Craig con fastidio.

—¡Que te calmes y te respondemos!— Intervino Stan acercándose a Craig intentando verse intimidante.

Craig no tuvo más opción que inhalar y resoplar con exasperación. Se tomó el entrecejo y cerró sus ojos. Empezaba a dolerle la cabeza.

—Bien.— Respondió rendido.

—Bueno.— Stan tomó la palabra.— Cuando salimos de química, caminamos por la calle hasta la casa de Kenny, y a medio camino se nos ocurrió que podríamos hacer algo por tu cumpleaños. Entonces fuimos hasta tu casa, Token le envió un mensaje a Tweek...

—¡Espera, viejo!— Interrumpió Craig sorprendido.—¿Tweek sabía de esto?

—Sí.— Token sacó su celular y se lo pasó a Craig con la pantalla desbloqueada. El chat de WhatsApp abierto era del día de ayer, cuando ellos se encontraban en el salón de química y sus amigos se habían retirado.

 El chat de WhatsApp abierto era del día de ayer, cuando ellos se encontraban en el salón de química y sus amigos se habían retirado

Antes de que pudiera seguir bajando y leer los siguientes mensajes, Token le quitó el teléfono bloqueando la pantalla

Antes de que pudiera seguir bajando y leer los siguientes mensajes, Token le quitó el teléfono bloqueando la pantalla. En su garganta se le formó un pequeño nudo al enterarse del origen de esa repentina invitación, había mantenido durante toda la noche de ayer y el transcurso de esa tarde la pequeña ilusión de que el chico que le gustaba lo invitó a salir, claro que no quitaba el hecho de que la pasaron genuinamente bien, sin embargo, algo en esa cita perdió su magia al percatarse de que todo estuviera planeado por terceros y que no salió por completo de Tweek.

El saber que Tweek llegó a pensar en la sola posibilidad de que Craig lo golpee por algo así fue doloroso.

—Craig, sabemos porqué no te gusta la idea, y créeme que te entiendo porque sé lo que se siente.— Stan sonaba sincero, con la escena que había armado Randy en Papa John's, ponía las manos en el fuego de que no lo decía en vano o por una vacía empatía. Incluso le costaba creer que Stan fuera su hijo.—Pero no puedes organizar tu vida en base a lo que haga o no tu padre, tienes que vivir, amigo.

—Y tu madre está de acuerdo con ello, no nos dejó hacer la fiesta por complacernos, ¿sabes?— A Craig le tomó por sorpresa lo bien que le llegó a conocer Token de un día para el otro, no mencionó a su madre por nada, Token leyó en su rostro el peso que tenía la mujer en todo esto.—Toda madre quiere ver a su hijo festejando la mayoría de la edad.

Craig no les miró a los ojos, divagar en sus pensamientos y recuerdos bloqueados le distraía de la vista positiva de sus dos amigos, quería verlo con los ojos llenos de esperanza de Stan o la ilusión de Token, mas el amargo y recortado recuerdo de su padre llegando a su cumpleaños número diez tambaleando de borracho y discutiendo con su madre en voz alta ignorando la presencia de sus invitados le causaba un leve ardor de ojos, si no hubiera entrenado sus emociones durante tantos años para no expresar el más mínimo rasgo de dolor, lloraría desconsolado con semejante imagen mental.

Se rascó los ojos con fuerza tratando de disimular su casi derrame de lágrimas, en esa circunstancia, no le quedaba de otra que intentar meter en su cabeza la confianza de sus amigos y su madre, aunque tenga que empujar con sus propias manos hasta dentro de su cabeza esa idea para creerla.

—Bien.— Resopló. —Vayamos abajo.

Con la conversación dada por terminada, Stan giró el pestillo y abrió la puerta dejando pasar la luz del pasillo hacia dentro de la habitación.
Token le dio unas palmadas en la espalda a Craig cuando atravesó la puerta soltando algunas cortas palabras de aliento antes de abandonar el cuarto.

En la sala el ambiente era lo opuesto al que percibieron los tres chicos en su pequeña reunión, en cualquier momento las paredes de la casa se comenzarían a caer con los empujes electrónicos de LMFAO a través de los parlantes, Kenny parecía ignorar el terremoto que causaba su mezcla de sonidos, su cabeza estaba metida dentro de la laptop bajando y subiendo los volúmenes en el programa de manejo de música.

El sillón estaba ocupado por Clyde, Butters y Jimmy conversando sobre alguna anécdota de la que Craig aún no estaba enterado, pero no se molestó en parar la oreja en cuanto Butters mencionó algo sobre anillos para "salchichas", era claro que no tenía nada que escuchar ahí, a menos que pretenda acceder a ese trío que le mencionó Jimmy.

Kyle se acercó a Stan en cuanto pisó el último escalón.

—¿Todo bien?— Preguntó con cautela mirando de reojo a Craig.

—Sí, todo está bien.— Respondió Stan.

—¡Ey Craig! ¿Tienes una PlayStation?— Le gritó Clyde desde el sillón.

Craig no le entendió desde la distancia de las escaleras hasta donde su amigo descansaba gracias a que Kenny subió el volumen nuevamente, se acercó tapando sus oídos para no quedar sordo con los retumbes de Sorry for Party Rocking.

—¿Qué mierda dijiste?

—¡QUE SI TIENES UNA PLAYSTATION! — Le gritó nuevamente.

—¡LA TIENES DELANTE DE TU CARA!— Respondió en el mismo tono el azabache.

Parecían dos abuelos de ochenta años discutiendo, pero el volumen de la música era anormalmente poderoso, incluso estando a una distancia tan ridícula les costaba escuchar bien al otro.

Craig se acercó a la TV y conectó la consola, cogió en sus manos unos juegos y se los dio a Clyde.

—¡PONGAN EL QUE QUIERAN!— Le indicó señalando las cajas de los CDs.

—¡GRACIAS!

—¡RAYAS UNO Y TE RAYO LA CABEZA!— Amenazó aprovechando la poca audición de su amigo, quien le miró confundido pensando si fue broma o una advertencia.

Inmediatamente después de ese cruce de palabras con Clyde, se acercó hasta Kenny, quien parecía disfrutar de su rol como DJ. Era la primera vez que le veía la cara descubierta de frente, se le veía sonriente y descubrió que sus ojos eran azules.

Kenny le lanzó una amplia sonrisa rozando la seducción.

—¿A qué hora vas por el pan?— Kenny se apoyó sobre la mesa donde se hallaba la laptop y le miró de arriba abajo. Tucker ya sabía de antemano por los demás miembros del grupo que Kenny solía ser lanzado y era difícil diferenciar entre sus bromas y sus piropos.

En cualquier caso, Craig no estaba interesado en lo que sea que Kenny tenga pensado ofrecerle.

—McCormick, ¿Podrías bajarle solo un poco a la música? Vas a hacer que me metan en la cárcel otra vez.— Dijo sin rodeos.

Kenny se encogió de hombros sin oponerse al pedido del cumpleañero y rebajó el volumen de Black Eyed Peas a mitad de la canción.

Cuando se aseguró de que las paredes de su humilde casa no se descascarían a raíz del cambio repentino de volumen, se acercó a la mesa para elegir entre una de las múltiples latas de cerveza y volvió hacia sus amigos en el sillón, al parecer se han decidido por Assasins Creed y al perder una vida, se turnaban para usar el mando; a regañadientes, Clyde tuvo que ceder el poder a Jimmy luego de caer estúpidamente al vacío, mientras se lamentaba con el mentón apoyado sobre sus puños, le hizo espacio a Craig para que se siente a su lado.

Por otro lado, Stan, Token y Kyle se acercaron a los jugadores cargando una silla cada uno, también sosteniendo en sus manos una lata de cerveza; Kenny se paró de su lugar tecleando algo en la laptop, tenía a Butters casi colgado de su espalda, Craig sintió una fugaz admiración a la relación de esos dos y lo mucho que confiaban el uno en el otro hasta el punto que podían coquetear con otras personas sin que eso parezca un motivo para discutir, sin embargo, no pudo evitar sentirse asqueado de sus demostraciones de amor, demasiado cursi para su sistema.
En cuanto se aseguró de dejar la lista de canciones tal como había planeado, se alejó de la pantalla acompañado de su pareja para sentarse con la silla volteada al grupo, Butters se apoyó sobre el respaldo del sillón.

Laura y Tricia dejaron sobre la mesa dos grandes pizzas caseras, en cuanto las bandejas tocaron la superficie, la banda se abalanzó sobre la nueva provisión y volvieron a sus lugares nuevamente, las pizzas desaparecieron.

—¿Clubes?— Repitió Craig la última palabra de su amigo dando un sorbo a su lata.

—Sí, debes inscribirte a alguno para obtener puntos extras en las materias, la mayoría nos pusimos de acuerdo en anotarnos juntos al club de teatro ya que es el que más puntos extras deja, también hay un club de escritura, otro de debate...— Explicaba Token usando sus dedos para contar los clubes que mencionaba.

—Obviamente creado por Wendy.— Agregó Clyde poniendo los ojos en blanco.

—Luego puedes ver la lista que hay en el gimnasio.— Le informó.

—Tal vez me una al de teatro.— Vaciló Craig.—Aunque debo decir que no soy un gran actor ni nada por el estilo.

—Tú solo párate detrás bien vestido y verás como las nenas vendrán a vernos, ¡iremos a Broadway, amigo!— Bromeó Clyde chocando al cumpleañero con el codo.

—Acabo de llegar y ya van a explotarme sexualmente, fantástico.— Expresó sarcástico en un vago intento por ocultar su incomodidad.

—¡Ey Craig!— Kyle llamo su atención.— ¿Ya sabes sobre el torneo?

Craig enarcó la ceja escéptico.

—¿Torneo de qué?

—¡Oh, cierto! Lo olvidaba.— Recordó Token.—Todos los años se realiza un torneo de educación física, en la competencia hay cuatro deportes: baloncesto, vóley, quemados y natación.

—Token es de los mejores en baloncesto.— Rió Clyde bebiendo su cerveza, ganándose una furiosa mirada de su amigo ante ese comentario.

—¡Eso fue racista!—Le acusó señalándolo con el dedo.

—¿Pero tengo razón?—Contraatacó Clyde con una sonrisa, causando una sorpresiva risa en Token.

—¡Pero tienes razón!— A pesar de lo pesadas que llegaban a ser sus bromas, Clyde era de las pocas personas a las que Token les concedió el privilegio de hacer esa clase de chistes. Si fuera otra persona, probablemente lo golpearía. Se volvió a Craig para continuar.—¿Participarás?

—Supongo, aunque no soy bueno en baloncesto.— Confesó.

—¿En qué eres bueno?— Preguntó Butters, quien escuchaba la conversación desde atrás.

—Solo hago ejercicio. Creo que estaría bien en quemados o natación.— Reflexionó.

—En baloncesto el equipo titular debe ser de cinco personas, con cinco suplentes.— Recordó Stan al grupo.—Eres casi tan alto como Token y un poco más alto que yo, nos servirás, así que deberás practicar en la escuela cuando tengamos gimnasia.

—Nunca dije que no jugaría.

—¡Puta madre! Me morí.— Gritó irritado Jimmy sobresaltando a sus compañeros.

—Bienvenido al club.— Se burló Kenny alzando su lata a modo de brindis.

Asumió que la fiesta marchaba maravillosamente al notar como sus nuevos amigos hablaban y reían entre ellos, Craig giró su mirada hacia la cocina, donde estaban Tricia y Laura preparando algo, cuando cruzó miradas con su madre, se levantó de su asiento para dirigirse a ella, pero la señora se apresuró en llegar al arco impidiendo su paso.

—No pases.— Ordenó la señora.

—No pensaba hacerlo.

Laura rió.

—¿La estás pasando bien?— Preguntó con la mirada brillante.

—De maravilla.— Respondió llevándose la mano a su nuca.—Pero no debías tomarte semejante molestia.

—¿Por qué no? Ver a mi hijo reír junto a un grupo de amigos es lo mejor que he visto en casi ocho años.— Algo se removió en el pecho de Craig ante la genuina respuesta de su madre. Seguido de eso, la señora Tucker buscó en sus bolsillos hasta encontrar el regalo de Craig: un rosario negro, lo depositó en sus manos cubriéndolas con las suyas, las cuales estaban suaves y cálidas como siempre.—Sé que no eres creyente, pero al verlo pensé en que te ayudaría a sentirte seguro cuando estés en una situación estresante, quiero que lo uses para protegerte, y el día en el que yo ya no esté...

—No digas eso.— Interrumpió Craig, odiaba que ella le recordara que no estaría para siempre.

—Quiero que lo lleves contigo, es como si estuviera para ti, ya sea físicamente o a través de él.— Finalizó Laura con una sonrisa triste, y sus ojos empezaron a gotear.—Espero que te guste.

Craig miró el rosario en su mano antes de ponerlo alrededor de su cuello, la cruz le llegaba hasta el comienzo de su abdomen, a pesar de que sintió que este se había metido dentro de su corazón. Más allá de las diferencias religiosas y éticas que podían tener ambos, desde la vista de una persona tan creyente como Laura, regalar un rosario para proteger al receptor del regalo era probablemente el mayor gesto de amor y el deseo de bienestar más puro y sincero que podría existir.
No se dio cuenta de lo mucho que le tocó el alma tal gesto hasta que sintió como una lágrima recorría su mejilla, regresó al aquí y ahora para secar esa fuga, y miró a su madre conteniendo su emoción, para luego fundirse en un fuerte abrazo.

—Gracias.—Respondió tragando saliva, su voz estaba algo quebrada pero logró contenerla, se negaba rotundamente a llorar.

En momentos como este, sentía mucha culpa al recordar lo estúpido que era de niño, cuando no le interesaba pasar tiempo con ella o no le importaba lo suficiente que la insultasen; eso cambió en cuanto presenció la primera vez que su padre la golpeó, cuando él tenía tan solo doce años.
Desde ese momento, algo en él hizo un switch poniendo a su madre por encima de cualquier otra cosa que exista en el mundo, inclusive por encima de él mismo.

Laura soltó a su hijo del abrazo para indicarle que vuelva con su grupo y se adentró en la cocina otra vez.

Craig se volteó a ver a sus invitados con las manos en sus bolsillos y suspiró profundo.
Tal vez no había sido la mejor semana, pero para ser la primera en su nueva escuela, no estaba tan mal, se integró rápido a un grupo y había conocido a un chico guapo.
Esto último le hizo pensar...

¡¿Y Tweek?!

—¿Dónde está Tweek?

—Fue a su casa.— Respondió Kyle.

Justo antes de que Kyle terminara esa oración, la puerta se abrió y por ella cruzó Tweek con una bolsa cargada en su mano y unas cuantas ramas en su cabello.

—¡Craig!— Llamó el recién llegado con la bolsa oculta en su espalda. Craig se le acercó con el rostro serio, no había olvidado la conversación que Token le enseñó.—¿Puedo tener un momento contigo a solas?— Propuso en un susurro, mirando hacia el grupo.

La pregunta le tomó desprevenido y asintió sin más, cuando señaló la escalera, Tweek corrió hasta ella subiendo con apuro, Craig le siguió detrás un poco menos emocionado al pensar que aquello también fue propuesto por Token, el cerebro le dio una leve punzada al darse cuenta de lo rápido que accedió a la invitación del rubio cuando se suponía que en realidad se sentía desilusionado con él.

No puedo ser tan débil. Se autoregañó.

Tweek le esperaba en el pasillo sin saber cual era la habitación de su amigo, hasta vio como Craig se adentró en la habitación del fondo a la derecha. Una vez que los dos se encontraban allí, Craig cerró la puerta tras él.

Si las luces estuvieran encendidas, podría apreciar el tono azul de las paredes y leer mejor los mapas de estrellas y galaxias que se hallaban en ellas, no obstante, el techo repleto de estrellas fluorescentes robó su atención por completo, incluso más que la jaula de Stripe sobre la mesa de luz. Tal vez fuera más común encontrarse con esa decoración en un cuarto infantil, pero no dejaba de ser una maravillosa vista antes de cerrar los ojos.

—Tienes una toma de corriente junto a la cama.— Destacó Tweek al bajar la mirada.

—Antes, mi hermana no veía la hora de que me vaya a la universidad para heredar mi habitación justamente por ese detalle. Ahora se quiere ir conmigo.— Comentó acercándose a su amigo con las manos en los bolsillos.—¿De qué querías hablar?— Cuestionó directo clavando sus ojos en los de Tweek.

Tweek creyó estar preparado para conversar con él a solas, de todos modos, solo debía decirle "toma, feliz cumpleaños" y entregarle el obsequio, ¿no? En su cabeza parecía tan fácil que resultaba estúpida la sola posibilidad de paralizarse. Pero no, encontrarse con esos brillantes ojos verdes y su penetrante mirada lo congelaron.

Estiró sus brazos con el regalo en mano y desvió la mirada, no podría decírselo mirándolo a los ojos.

 —Espero que te guste.—  Tartamudeó mientras Craig recibía el regalo.

—¿Token te dijo que me lo des?— Interrogó con cierta desconfianza.

Tweek le miró desconcertado.

—¿Disculpa?

—Me dijo que te pidió que me invites a salir.

—Ah, eso...— Murmuró apenado, mirando al suelo.

—Mira, sé que doy esa impresión, pero yo no golpeo a nadie que no se lo busque, y que pienses que soy capaz de eso es algo ofensivo, ¿sabes?— Expuso con cierta incomodidad en su hilo de voz.

—¡Lo siento! Es que...— No sabía como defenderse, Craig tenía razón para ofenderse, en el poco tiempo que llevaban conociéndose jamás mostró una sola señal de violencia contra él, fue poco considerado de su parte tenerlo en ese concepto.

Pero no era contra él por ser Craig, lo habría pensado de cualquier persona, hasta de alguien tan inofensiva como Lola.

—¿Sí?

—No es por ti, es que yo pienso eso de las personas en general.— Se sinceró.—Y el regalo es puramente mío, no me dijo nada Token sobre eso.— Era la primera vez que Craig percibía algo de confrontación en la voz de Tweek, esa inusual determinación en su voz por demostrar que su deseo de regalarle algo era transparente le resultó atractiva.

Sin más que decirse uno al otro, Craig procedió a romper el envoltorio del regalo, topándose con una hermosa escena amarronada del espacio que le obligó a llevarse la mano a la boca de la sorpresa; estrellas, asteroides y un visible Saturno acompañado de sus identificables aros. En el centro de la pintura, pudo visualizar la figura pálida de un astronauta.

La pintura era preciosa por donde la mire, y al observar en el borde, descubrió la firma de Tweek junto con una felicitación.

—Tweek...—Su cerebro no supo como articular palabras ante la impresión.

—Sí, pudo haber quedado mejor, lo sé, pero es que ayer no pude dormir hasta las 4 am, se me terminó el café porque me lo bebí por accidente y lo mismo sucedió con las otras cuatro tazas, y ya me dio flojera bajar hasta la cocina para servirme más, y si mis padres me veían despierto a esa hora seguramente me regañarían, o me hubieran vendido como esclavo en África; entonces me dormí y no lo pude continuar hasta hoy, no quería que mis padres me vean drogado, entonces subí por la ventana hasta mi cuarto, falseé la reja y entré, lo estuve haciendo para asegurarme de dártelo terminado, pero cuando quise volver, se me movió el piso bajo los pies y caí en los arbustos, si fuera Kenny ya estaría muerto, pero aquí estoy y por eso el cuadro se ve fresco y yo como si estuviera disfrazado de árbol para un acto escolar, ¡AGH! ¡Lo siento! Creo que mejor me callo.— Tweek hubiera seguido excusándose si no fuera porque Craig le tapó la boca con la mano, logrando que este quedara inmóvil.

—Es precioso.— Confesó Craig mirándole a los ojos.—Muchas gracias, Tweek.— Agradeció con una sonrisa más seductora que Tweek presenció en su vida.

El repentino acercamiento entre ambos intimidó a Tweek, retrocedió intentando formular alguna oración modesta si tan solo su cabeza estuviera en el mismo espacio-tiempo, creyó que era causado por la marihuana hasta que sintió su corazón acelerarse, y no recordaba que Craig le haya mencionado que algún efecto secundario fuera taquicardia o algo por el estilo.

En ese retroceso, se llevó puesto algún objeto que se camuflaba en la oscuridad de la habitación de su amigo y cayó sobre la cama arrastrando a Craig con él cuando intentó sostenerse de su campera.

Otra vez estaban uno sobre el otro, demasiado cerca y esta vez encima de una cama, específicamente, la de Craig.

—No es nada.— Finalizó Tweek, tratando de evadir sus ojos, y al mismo tiempo su cuerpo le pedía admirar aquellas esmeraldas.

—Es mucho.— Susurró Craig a escasos centímetros de la cara de Tweek. Luego miró la cama debajo de ellos, y a ellos.—¿Sabes? Creo que tenemos que dejar de acabar siempre en esta postura.

—Sí, pienso lo mismo.— Susurró.

—¿Por qué susurras? Estamos solos.— Susurró Craig.

—¿Y tú por qué lo haces?— Volvió a susurrar.

Ambos rieron nerviosos, pero ninguno se levantó.

—¿Sigues drogado?— Tweek quería asegurarse de que su amigo no se estuviera desinhibiendo por los efectos del alcohol y la droga en su cuerpo.

 —No mucho.— Confesó entre risas bajando la cabeza y volviendo a subirla de golpe.

Ambos reían, no estaban seguros de qué, solo sabían que sus estómagos cosquilleaban, que estaban solos entre cuatro paredes una vez más y que sus rostros desprendían un calor intenso al buscar al otro. Craig no era tonto, percibió un deseo en Tweek, y sabía que de alguna forma era responsable de aquello que sonrojaba a Tweek, se veía precioso con sus ojos entreabiertos y sus labios rosados cerca de los suyos.

Cuando sus narices se rozaron causando una corriente eléctrica vibrante en sus cajas toráxicas y sus partes más íntimas, una voz femenina les llamó desde la sala.

—¡Craig! ¡Ven, vamos a cortar el pastel!

Maldita sea.

Parecía una costumbre que le perseguía, en cuanto estaba al borde de rozar los labios de ese rubio, algo o alguien interrumpía el momento. Agachó la cabeza con frustración y bufó resignado.

—Debemos bajar.— Le anunció a Tweek como si este no lo supiera.

Tweek asintió con la cabeza intercalando su mirada entre mirar sus ojos y los labios, y antes de que Craig se girara sobre la cama para dejarle la vía libre a Tweek del aprisionamiento de su cuerpo, el rubio depositó un pequeño y casi imperceptible beso cerca de la comisura de sus labios, y salió corriendo escaleras abajo con una expresión de miedo en su mirada, dejando tras suyo a un Craig completamente anonadado, tratando de procesar esos 0,15 milisegundos en el que Tweek se acercó tanto a él, se dejó llevar por un instinto que no sabía que poseía.

¡¿Qué mierda hice?! ¡OH JESUCRISTO, POR POCO LO BESO! Repetía Tweek en su interior una y mil veces.

Acaso intentó... ¡¿besarme?! Se preguntó Craig a sí mismo desconcertado.

Se incorporó con dificultad sin dejar de tantear con dos de sus dedos sobre el lugar donde sintió los labios de Tweek, no fue un beso en los labios, pero estaba demasiado cerca. Una parte de él dudaba de que aquello haya sido real, debía ser una confusión, Tweek temblaba solo porque le llamase por su nombre, ¿de dónde sacaría el coraje para intentar besarlo? No, no podía ser lo que pensaba que pasó, era incompatible con el Tweek que estaba conociendo.

Se dirigió a la sala tratando de disimular el desconcierto de lo sucedido en su alcoba, algo en el se agitaba con fuerza, vida y júbilo porque era evidente lo que había pasado allí, pero su cerebro y cuerpo no reaccionaba como debería, en primer lugar porque no tuvo el suficiente margen de tiempo para procesarlo con calma, y principalmente porque no gritaría como una quinceañera justo en ese momento, por su propia reputación.

La mesa estaba repleta de pequeños platos con snacks en ellos y en la punta de la misma se ubicaba un pastel de chocolate con crema y velas con el número 18 en ellas, su madre y hermana le esperaban detrás de la torta, sus amigos se sentaron a los lados de ella en las sillas.

Y Tweek estaba ahí, junto a Kyle y Clyde, esperándolo también. Sus ojos lo evitaron con un rubor en sus mejillas.

—Ven amor, vamos a cantarte el feliz cumpleaños.— Le anunció su madre sonriente.

Craig se apresuró a llegar ante el pastel, ciertamente su madre y su hermana hicieron un gran esmero en hacerlo y se le notaba en los hermosos detalles con confeti que captó sobre la tapa del pastel.

Cuando su madre encendió las dos velas, Tricia apagó las luces y Kenny le dio play a la canción de feliz cumpleaños, el grupo comenzó a cantar a coro llevando un sincronizado ritmo de palmas.

Mientras la canción se acercaba lentamente a su final, Craig pensó en tres deseos observando las sonrisas de sus nuevos amigos, la tímida mirada de Tweek, la alegría de su madre...

Tranquilidad.

Amigos.

Un beso.

Repitió en su mente antes de soplar las velas.

Cuando las velas se apagaron por completo, sus compañeros se levantaron para saludarle con un fuerte abrazo uno por uno, incluso Tweek quien hace un rato había salido huyendo de él.

Esa noche solo podía mejorar, ¿no?

Bueno... No.

Sus oídos captaron un ruido de motor fuera de la casa, un sonido que conocía demasiado bien como para no saber identificarlo.

Su padre había llegado a la casa.

La energía sobre sus hombros se volvió pesada, los músculos de su cuerpo se le tensaron y sintió el ambiente festivo enfriarse cuando detectó como giraba el cerrojo con la llave dentro y acto seguido, se abrió con brutalidad, dando con Kenny, estrellándolo contra la, ahora, roja pared.

—¡Oh dios mío! ¡Mató a Kenny!— Gritó horrorizado Stan.

—¡Hijo de puta!— Acusó Kyle con el dedo al señor que recién llegaba, mareado y con notable somnolencia a causa del alcohol que debía cargarse encima.

El DJ de la fiesta se despegó con dificultad de la pared, sobando la parte trasera de su cabeza, el golpe fue duro y perdió cierta cantidad de sangre.

—Oh, no le ha pasado nada.— Informó Stan más aliviado, como si haber perdido media cabeza no fuera motivo para asustarse.

—Así que alguien cumple años hoy, eh.— Expresó Thomas Tucker arrastrando las palabras.—¿Cómo cuántos cumple? ¿Diez? ¿Doce?

Craig se tomó el entrecejo, no se creía que esto le esté pasando justo ahora.

—Dieciocho, Thomas.— Respondió irritado. Rogaba que por favor se abra el piso debajo de él y la tierra se lo trague. No le interesaba que lo escupa en China o el mismo espacio, solo quería desaparecer.

—¿Y no me has invitado? ¿Qué clase de consideración es esa con tu padre, eh? ¿Fue la bruja de tu madre la que te dijo que no me digas nada?— Interrogó con incoherencia y un tono acusador, sentándose cerca de su familia y tomándose la cara entre sus manos.

—Chicos, por favor, váyanse.— Suplicó Craig, dirigiéndose a la puerta para abrirla.

Oponerse no tenía sentido al no haber motivos para quedarse allí, no había palabra o consuelo que pudiera ayudar a Craig en aquel entonces, ni siquiera podía mirarles la cara de la vergüenza que sentía, sin más remedio, uno a uno salieron por la puerta despidiéndose de su amigo.
Tweek le dedicó una triste mirada antes de salir, siendo el último en retirarse.

Cuando nadie más que Laura, Tricia y él se encontraban en la, ahora, silenciosa sala, Craig pegó un sonoro portazo tratando de desquitar su ira, pero no era suficiente, necesitaba gritar, golpear algo, maldecir, destruir cosas.
La ira y frustración ascendían por su cuerpo tan abrumadoramente que su mente se nublaba y no podía pensar con claridad.

Él sabía que esto iba a pasar, era obvio, lo vivió durante años, ¿no iba a suceder ahora? ¿Cómo se le pudo ocurrir que ese año sería diferente? ¿Por qué no hizo caso a sus instintos en primer lugar? Jamás le habían fallado y lo sabía con seguridad, debía haberlos mandado a todos a la mierda cuando los vio dentro de su casa, ¿por qué mierda no lo hizo? Se sentía tan idiota.

Ya no sería conocido como el chico nuevo que fue a la cárcel, ahora sería el chico nuevo que fue a la cárcel e invitó a un payaso borracho a armar un nuevo número.
Creía que mejoraría su reputación luego del incidente de química y la humillación que le dio a Adler, no podía estar más equivocado.

Volvió hacia la mesa y tomó a su padre entre sus manos con ferocidad, necesitaba que lo mirase a la cara.

—Arruinaste mi cumpleaños, ¿Estás satisfecho? ¡¿Eh?!— No obtuvo respuesta.—¡Por cosas así no puedo hacer un cumpleaños normal! ¡Siempre tienes que arruinarlo todo! ¡SIEMPRE!— Gritó con furia en vano, pues Thomas se dormía delante suya, lo que le exasperaba más.

Quería golpearle esa estúpida y perdida cara, pero en cuanto enalteció el puño no consiguió impactar contra él, lanzó un grito impotente, no importaba que le destruya la cara, su cumpleaños ya estaba arruinado y nada de lo que hiciera ahora cambiaría esa realidad.

Empujó a su adormilado padre contra la mesa y se dirigió a su cuarto, cerrando la puerta detrás suyo con fuerza, como si el estruendo no fuese suficiente para expresar su odio, lanzó un puñetazo contra ella, luego otro, y por último, la golpeó con ambas manos hasta sentir que las mismas comenzaron a derramar algo de sangre.
Se sentía impotente, colmado por la rabia, confundido, enfadado, hirviendo de coraje y profundamente molesto consigo mismo por no poder tomar las riendas de su asquerosa vida. Cuando las cosas parecían marchar bien, siempre algo debía arruinarlo y jamás podía evitar que así fuera. Se sentía inútil y ahogado.

Miró sobre la cama el cuadro que Tweek le obsequió, lo tomó entre sus manos y lo observó en busca de algo de paz, pero no funcionó.
Volvió a dejarlo donde lo encontró y buscó en su armario un bolso, lo rellenó con algo de ropa y cigarrillos.

Cuando la improvisada maleta contenía lo que necesitaba, se enfundó en una campera azul lo suficientemente pesada para abrigarse y no sentir el frío de esa noche atravesando sus huesos; salió con prisa de la habitación hasta la puerta principal.

—¿A dónde vas?— Espetó su madre.

—Afuera, ¿Dónde más?— Respondió borde sin mirarla.

—¡No irás a ninguna parte!— Le prohibió la señora Tucker siguiendo a su hijo, intentando tapar su camino.

—¡Sabías perfectamente porque yo no quería hacer la fiesta! ¡No es como si no viviéramos en la misma casa, por el amor de Dios!— Reclamó Craig, hastiado de la situación.—¡¿Por qué de todos modos les permitiste que hicieran esto?! ¡Sabías que esto pasaría!

—¡Solo quería que mi hijo festeje sus dieciocho años!— Se justificó Laura llevando las manos a su pecho con la voz quebrada, odiaba discutir con sus hijos y aún más con Craig.

—¡Eso podrías desearlo si fuéramos una familia normal, pero no!— Craig estaba ciego de frustración y sabía perfectamente que en unas horas se arrepentiría de lo que estaba diciendo, pero no podía evitarlo. Sentía las palabras como vómito verbal y sólo podía dejarlas salir.

—¡¿Y crees que resolverá algo que te vayas?!

—¡Una noche tranquila! ¡¿Es mucho pedir?!— Soltó con una mezcla de cansancio y dolor en sus quebradizas palabras.—¡Yo no me casé con esa cosa que está durmiendo en la mesa como si nada hubiera pasado! ¡Vamos, por una vez, hazte cargo de la relación que decidiste llevar adelante! ¡No puedo ser yo quien cargue con él siempre!— Increpó señalando a su padre, seguía durmiendo sobre la mesa, sentía como se ahogaba en los enredos de su garganta.

No quería seguir discutiendo, no con su madre, le desgarraba el alma estar en esa situación, no le interesaba pelear con su padre, su hermana, incluso si peleara con Tweek le importaría muy poco, pero pelear con su madre le dejaba un mal cuerpo difícil de tolerar.

Sabía que estaba mal desquitarse con ella, pero no podía pensar con claridad, quería huir de ahí, no aguantaba la presión, la impotencia, el odio subiendo por sus venas, prefería irse antes de cometer una locura que le costara más que solo unas cuantas horas tras las rejas, y la insistencia de Laura no se lo ponía fácil.

—¡Te morirás de frío afuera si te vas!— Exclamó su madre antes de que Craig girara el pestillo.

—Pregúntame si me importa.— Contestó venenoso volteando a la puerta.

—¡No me hables en ese tono!— Reclamó su madre.— ¡Entiendo que estés así, pero no puedes simplemente irte así! ¿Y si te pasa algo afuera?— Laura se estaba quedando sin palabras y ya no sabía como manejar la situación. Entendía perfectamente la bronca de Craig y comprendía su error, ella mejor que nadie debía saber que algo así podría pasar, es decir, pasaba cada año desde que Craig cumplió diez años, pero, ¿qué podía hacer? Su hijo estaba actuando en caliente y ella no estaba preparada para lidiar con su esposo borracho en casa y su hijo amenazando con ir a la intemperie.—¡Te pueden robar o algo peor!

—No importa, es mejor la calle.— Finalizó yéndose por la puerta sin prestar atención a los pedidos de su madre para que regresara.

Perdón mamá... Pero no  aguanto  más esto. Solo quiero  una  noche solo. Solo  una .

 

 

 

Arrastraba la maleta por la nieve, pensaba dirigirse a la plaza cerca de la escuela, ahí había luz y varios bancos, podría dormir tranquilo allí o abrazar su muerte para que le quitasen todo lo que traía, lo que suceda primero.

Al cruzar la vereda hasta pisar el comienzo de la calle donde vivía Tweek, vio una luz salir por la puerta y un pequeño cuerpo sentado en el bordillo.
Cuando se acercó, visualizó a su amigo con un termo de café entre sus manos.

—¿Tweek?

— Hola Craig.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó con curiosidad, dejando de arrastrar su bolso.

—Me gusta tomar café viendo las estrellas.— Mintió. En realidad se quedó allí a esperar si Craig y su padre se enredaban en una pelea como la última vez, quería asegurarse de que Craig no se hiciera daño, pero no podía decirle eso.—¿Tú adónde vas?

—Al parque.

Tweek se levantó de un brinco al oír la idea de Craig.

—¡No puedes ir al parque! Es de noche, hay ladrones afuera y alcohólicos buscando pelea.— Se opuso Tweek, sonaba igual de preocupado que Laura.

—Si alguno me busca pelea, llamo a mi padre, tal vez sea bueno ver una pelea de borrachos.— Contestó sarcástico.

—¡Craig!

—Nos vemos el lunes, Tweek.— Se despidió dándose la vuelta.

Siguió caminando sin mirar atrás, y cuando estaba a punto de avisar a su madre por WhatsApp que no se preocupe por él porque estaría bien, oyó unos pasos tras él. Metió la mano en el bolsillo donde guardaba una navaja que siempre reservaba para estos casos.

—Tranquilo, te daré todo lo que tengo.— Se apresuró a decir creyendo que se trataba de un ladrón.

—Craig.

Era la voz de Tweek.

—Si no quieres estar en tu casa...— Sonaba dudoso de sus propias palabras, y cuando Craig se volteó a verlo, se dio cuenta de que tenía el rostro casi tan rojo como un tomate, sea lo que sea que se traía entre manos, debía ser vergonzoso.

—¿Qué?

Hubiera esperado cualquier propuesta... Menos la que vino a continuación.

—Quédate en mi casa, conmigo.

Chapter 13: Morirnos por un beso

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/sfnvpwANpq4

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

No creía que sus padres estuvieran genuinamente de acuerdo con su idea por lo que podrían llegar a pensar de ellos al hospedar a un chico problemático en su casa.
Sin embargo, cuando les comentó la situación por la que Craig estaba pasando y prometió que solo sería por esa noche, ambos decidieron que lo mejor y lo correcto sería abrirle sus puertas a ese chico que tan buena impresión les causó luego de su pequeña conversación del mediodía.

Le ofrecieron café caliente y galletas recién horneadas intentando subir su temperatura, tenía las manos heladas y las piernas le temblaban un poco a pesar de querer esconderlo, si se hubiera quedado en el parque, habría pillado un fuerte catarro.
Qué idea tan estúpida tuvo y en cierto modo, la voz de su consciencia le decía que debería estar en casa y pedirle disculpas a su madre.

Solo se quedaría en la casa de Tweek luego de asegurarse de que todo estuviera bien en la suya, por eso el "todo está bien, tu padre sigue dormido en la mesa y no parece querer levantarse de allí" que le escribió su madre, lo sintió como quitarse un peso de encima.
No sabría qué haría si algo le pasara a ella por no estar a su lado para defenderla.

—Gracias por dejarme quedar, me iré mañana en la mañana.— Prometió Craig al terminar su taza de café antes de levantarse de su lugar.

—No nos lo agradezcas, cariño. Esperemos que la situación en tu casa se calme mañana.— Consoló la señora Tweak tomando la taza que le ofreció a su invitado ya vacía y la llenó de agua del grifo para lavarla.

—¿En dónde dormiré?— Preguntó observando el sillón, se veía más cómodo que su misma cama, el único problema con el es que si se acostara allí le quedarían las piernas colgando.

—Oh, no tenemos otra habitación o colchón, así que dormirás con Tweek en su cuarto.— Respondió Richard Tweak tomando de su taza con naturalidad.

Tanto Craig como Tweek se miraron de reojo esperando la reacción del otro. Tucker sintió como su cuerpo se tensó ante la idea del padre de Tweek, imaginarse dormir en la misma cama, rozarse de vez en cuando con él o el solo hecho de llegar a estar en una situación tan íntima y apretada como la de compartir cama le hizo subir la temperatura del cuerpo desde los pies a la cabeza.
Del lado de Tweek, sus emociones entraron en un colapso logrando que su dueño dé un pequeño chillido de sorpresa mientras temblaba como si el frío le estuviera abrazando, pero no, lo que menos sentía Tweek ahora mismo era frío.

¿Dormir juntos? Bueno, eso seguramente lo habrán hecho todos los amigos alguna vez, no significaba nada romántico por si solo, ¿cierto?

Los padres de Tweek no parecían ver el drama en que dos amigos compartieran la cama porque confiaban en Craig, y aunque implica un paso muy importante en su relación (amistosamente hablando, claro), Craig sintió culpa al saber bien que sus intenciones con Tweek no eran precisamente amistosas.

Los adolescentes saludaron a los padres de Tweek y subieron en silencio hasta el cuarto de Tweek.
Al llegar allí, Craig apoyó el bolso sobre la cama y sacó una camiseta blanca junto a un pantalón negro de tela suave, mientras Tweek se dirigió a su armario y tomó el pijama color olivo para vestirse en el baño y darle privacidad a Craig.

Durante el tiempo que cada uno se arreglaba para dormir, a Craig se le formaron al menos cincuenta nudos en las tripas, se miró en el espejo antes de colocarse la camiseta, por un segundo se llegó a preguntar qué pensaría Tweek si lo viese así, y tan rápido como llegó esa pregunta a su mente se vio obligado a olvidarla cuando escuchó la puerta siendo tocada, se calzó la última prenda que le faltaba antes de decirle a Tweek que podía pasar.

La puerta se abrió y Tweek se adentró en la casi oscura habitación, solo iluminada por aquella cálida lámpara con forma de estrella conectada a la toma de corriente más cercana a la cama, el verde de las paredes se volvió más opaco, las sábanas blancas de la cama se teñían con la penumbra y la contraluz chocaba contra la piel de su temporal compañero de cuarto, haciendo resaltar las curvilíneas sombras de sus tríceps, las venas predominantes en la cara interna de su antebrazo, la nuez de su cuello y la casi imperceptible transparencia de su camiseta. Tragó saliva cuando miró su cuerpo a través de la tela. Craig no era alguien musculoso, pero tenía un cuerpo atlético y definido.

La piel de Tweek seguía viéndose blanca como la leche, incluso con la luz ambiental del cuarto, o tal vez era su pijama la que creaba esa ilusión al haberse oscurecido en cuanto ingresó a ese para nada amistoso escenario. Se había soltado la corta cola de caballo, por lo que Craig pudo apreciar su salvaje melena blonda llegar hasta el comienzo de su delgado cuello.

Los botones de la parte superior de su pijama no se encontraban en orden, como ya estaba acostumbrado a verlo, los huecos de su camisa insinuaban su pecho y el comienzo de su abdomen, y a juzgar por la sombra que le acariciaba ahí, notó una marcada línea; los pantalones le llegaban hasta la mitad del muslo, fue cuando descubrió que sus piernas estaban ligeramente torneadas, no le sorprendió ya que su amigo iba y venía en bicicleta, pero no dejó de parecerle un detalle de lo más cautivador para su pecaminosa fantasía.

—¿Ya estás listo?— Preguntó Tweek acercándose a la cama.

—Iré al baño antes.— Anunció Craig con el cepillo en mano antes de salir por la puerta.

Dejó caer sus manos en el lavabo intentando regular su respiración, estaba abrumado y se sentía en una montaña rusa, no era el Craig que creía conocer, el que por lo general no se dejaba llevar por sus emociones y sin embargo ahí estaba, en una agridulce situación donde no podía sentirse neutro, hasta hace una hora había discutido con su madre, dos horas antes de eso estaba riendo con sus amigos y ahora no estaba seguro de si podría mantener sus hormonas bajo control teniendo semejante manjar a su lado.

Se sentía fuera de lugar y bombardeado por un día que le tomará una semana digerir por completo, era de lo único que estaba seguro.

Terminó de lavarse y volvió a la alcoba, donde Tweek ya lo esperaba dentro de las sábanas.

—¿Quieres que apague la luz?— Consultó su compañero viendo la lámpara.

—Como quieras, la verdad no me molesta.— Respondió indiferente metiéndose en la cama.

Una vez dentro de ella, se percató de que el colchón era más pequeño de lo que creía, no solo de largo, sus pies casi saliendo por el borde lo delataron; los brazos de ambos se rozaban, sentía los vellos del brazo de Tweek acariciar su piel depilada, y el único modo de evitar ese contacto era que ambos se pusieran de costado, y aún así era tentador, pues de frente sus rostros quedaban a muy corta distancia, y si alguno giraba de espaldas al otro sería prácticamente la muerte de su decencia.

—¿Estás incómodo?— Tweek se puso de costado pero no lo miraba directamente a los ojos, si lo hacía, se le escaparía el corazón.

—No.— Mintió.— Solo que es algo pequeña tu cama.— Craig tumbó su cuerpo de lado con el rostro viendo hacia Tweek.

—Bueno, es que es para mí.— Se burló de sí mismo, le quitó a Craig el chiste de la boca.

—O tal vez yo soy muy largo.

—Eso es más probable.— Coincidió riendo.— ¿Siempre has sido así?

—Mis padres son altos.— Craig se quitó el chullo y lo colgó en el respaldo de la cama, era la primera vez que Tweek le veía sin gorro.

—Lo olvidaba, es cierto.— Por desgracia, el recuerdo del padre de Craig llegando hoy borracho fue lo único que llegó a su mente.—Por cierto... ¿Quieres hablar sobre lo de hoy?— Tanteó con cuidado, su voz se volvió más suave.

Craig soltó un pesado suspiro.

—¿Qué se supone que debo decir?— Parecía preguntárselo a sí mismo más que responder a Tweek.

—Lo que sientas.

—Siento muchas cosas.

—¿Cómo qué?

—Que me va a explotar la cabeza.

—Eso se escucha terrible.— Tweek intentaba conectar con las emociones bien escondidas de Craig, era un truco que tenían Token y Clyde para conversar con él cuando se sentía ansioso.

—Supongo.— Craig intentaba no darle más importancia de la que tenía, aunque significara mentirse a sí mismo descaradamente.— Mañana cuando regrese, hablaré con mi madre y seguramente todo esté bien.

—¿Y tu padre?

—Él no importa.

—¿Siempre fue así?— Tweek no estaba seguro de hasta cuando Craig aceptaría ser interrogado. No le había mirado a los ojos desde que se recostaron.

—Más o menos, empeoró cuando lo despidieron cuando yo tenía diez años.— Craig agachó la cabeza al recordar esa época, cuando las cosas definitivamente nunca volvieron a ser lo que eran.

—¿De qué trabajaba?

—No sé exactamente, sé que estaba en una oficina, lo despidieron porque se enteraron que tuvo una aventura con la mujer de su patrón.— Soltó sin tapujos, Tweek le miró sorprendido.

—¿Cómo lo tomó tu mamá?— Preguntó con sorpresa, las infidelidades le resultaban dolorosas incluso cuando eran ajenas.

—Se derrumbó al saberlo, con el tiempo dejó de doler, pero luego llegaron las peleas físicas y definitivamente dejó de importarle lo que sea que él haga.— A Craig se le formó un nudo cuando pensó en ese día, nunca volvió a ser el mismo desde entonces.

—¿Por eso no le dices papá o padre?

—Alguien así no merece ser llamado "padre".— El odio con el que dijo esa oración era angustiante y poderoso.—Por desgracia, aunque me saque toda la sangre del cuerpo, él va a seguir siendo mi progenitor.

—¿Es por eso qué él es así con ella?

—En realidad siempre fue así, pero empeoró con el despido, su infidelidad y al caer nuevamente en la bebida.

—¿Y por qué tu mamá siguió con él?

—Porque lamentablemente creyó lo de "prometo cambiar", y ahora...— Tragó saliva, los recuerdos venían a su cabeza siendo uno más terrible que el otro.— Tiene miedo de pedirle el divorcio, no sabemos qué tan lejos podría llegar si lo hiciera y la policía no es muy confiable a la hora de cuidar víctimas.

—¿Crees que la mataría?— Tweek estaba tan asustado como Craig, incluso más.

—No lo sé...— Mintió. Sabía que sí sería capaz, pero no quería tener esa imagen mental justo ahora.—Quizás...

—¿Él sabe que eres gay?— Algo en Tweek se removió cuando pronunció "gay", como si él mismo se sintiera familiarizado con esa palabra.

Se sentía tan extraño al pensar en que Craig se veía hermoso incluso cuando estaba triste.
Una dulce y amarga tristeza. Solo él podría generar esa combinación.

—Sí, como todo el mundo. Es uno de los muchos motivos por los que prácticamente no nos dirigimos la palabra.— Su tono indiferente no iba a juego con el peso de su respuesta.

—¿Cómo reaccionó cuando se enteró? ¿Y cómo se enteró?

—Me vio besándome con un amigo en mi habitación; se había reunido conmigo para hacer un trabajo para la escuela, pero el chico era un gay de clóset y quería sacarse las ganas. Lo echó de casa y a mi intentó echarme con él.— Todo empezaba a encajar.— Desde entonces nunca más llevé a nadie a hacer trabajos en mi casa y también dejé de celebrar mis cumpleaños porque no quería que nadie lo viera llegar... Así.

—Por eso no quisiste hacer el trabajo de Garrison ahí.

—Exactamente.— Afirmó desganado.

—¿Te dolió? Su rechazo, me refiero...

—Nunca me importó que me acepten o no.— Contestó seco.—A mí me crió una madre con una mente muy abierta quien jamás me hizo sentir dentro de un armario o como mierda sea. Yo soy como soy, a quien le guste bien, y a quien no, que se vaya a la mierda, eso lo incluye a él. No me duele nada de lo que él pueda decir o hacer, la verdad es que ya me acostumbré a este tipo de cosas.

Craig sonaba fuerte y seguro de sus palabras, a la vista y oídos de cualquiera sonaría como toda una inspiración para abrir las puertas del clóset con una patada. Con Craig podías sentirte motivado o muy pequeño, eran sentimientos ambivalentes que despertaba su inquebrantable carácter.

Y ni eso fue suficiente para evitar que Tweek viera en sus ojos el dolor que ocultaba.

—Pero te gustaría que fuera distinto.

Y tenía razón.

Dolía mucho que tuviera razón.

Sin importar que tan serio, superado y hasta insolente podría llegar a ser, algo en él se rompía al imaginar como serían las cosas si tal vez, solo tal vez, su familia fuera funcional como aparentemente lo era la de Tweek, si tan solo sus padres se amaran, si tan solo su padre no bebiera, si tan solo su padre lo aceptara de la misma forma en que lo aceptan Laura y Tricia.
Podría celebrar sus cumpleaños sin miedo, podría llegar a casa y solo contar sus preocupaciones en la mesa siendo aconsejado por su padre y su madre como una familia normal, podría dormir tranquilo sabiendo que al despertar no los oiría discutir, las noches donde le tapaba los oídos a Tricia mientras ellos discutían cuando era más pequeño no habrían sucedido nunca; hasta podría no tener miedo de empezar una relación.

Pero no, el amor era otro tema de mierda en el que no quería profundizar, suficiente tuvo con una desilusión.
Hace cuatro años Craig le dijo basta a los amores de mierda.

Sí, Tweek tenía razón, muy en el fondo Craig deseaba que todo fuera diferente, lo de que le importaba una mierda era otra mentira.

¿Pero qué podía hacer? Servicios infantiles se creían el papel de padre amoroso que interpretaba Thomas cuando iban a su casa, y claro, solo si es que iban allí, ya que muchas veces llenaban el papeleo con información falsa como si se hubieran encargado de su caso; a la policía le importaba una mierda si no veían a Laura al borde de la muerte y de alguna forma, Thomas siempre salía ganando. ¿Qué podía hacer un adolescente frente a un sistema tan corrompido como el Estado de Colorado? La batalla estaba perdida solo de plantearla.

La garganta se le estaba entumeciendo y sentía como la boca se le empezó a contraer al mismo tiempo que sus ojos empezaban a arder, el agua quería salir de ellos.
Apretó la mandíbula y los puños para ahogar esa necesidad, pero sabía que ese método no le iba a seguir funcionando a esta altura.

—Por eso es tan importante para mí graduarme con buenas calificaciones, aplicar en Stanford... Podría alquilar un departamento y vivir con Tricia y Laura allí, intentar ser una familia feliz.— Su voz comenzaba a temblar—Podría empezar de nuevo y sacarlas a ellas de ahí.— El quiebre fue doloroso.—Si el Estado y la justicia no van a hacer nada como siempre, entonces haré yo lo que pueda para protegerlas.—Su voz se volvía más ronca a medida que hablaba, la impotencia y rabia en sus palabras era angustiante y aprisionaba su corazón.—Tal vez no lo haga notar tanto...— Tragar saliva se le dificultó.—Pero ellas son...— Hizo una pausa para dar un pesado respiro, los llorosos ojos de Tweek estaban sobre él haciendo que sus nervios se disparen.—Mi mundo.— Confesó con una pequeña lágrima escapando de su ojo, sin poderlo evitar.—Por eso quiero ser fuerte.

Tweek sintió como sus propios ojos empezaban a desbordar lágrimas al sentir la necesidad de Craig por mostrar fortaleza por ellas y por él mismo, sin percatarse de que ya la estaba demostrando por el solo hecho de existir.
Craig no tenía idea de lo fuerte que era.

—Lo eres.— Afirmó Tweek acariciando el flequillo del cabello de Craig, lo movió hacia atrás.—Eres un chico muy fuerte, Craig, pero siento que estás llevando una gran carga que no te corresponde.

Odiaba esa sensación con toda su maldecida alma.
Detestaba ese nudo, aborrecía esa respiración incontrolable que reflejaba tantos años de angustia y sufrimiento.
La última vez que lloró de ese modo fue hace cuatro años atrás, con su primer trágico cuento de "amor".

Se juró a sí mismo no volver a hacerlo, ser una piedra sin sentimientos que manda a la mierda todo lo que no suma en su vida, pero ahí estaba, apretando sus labios con fuerza como si eso evitara que las lágrimas salgan a flote.

—Lo sé...— Fue lo último que pudo decir antes de romper en un llanto desesperado.

Se sentía tan vulnerable y estúpido llorando delante de él que escondió su cara entre sus manos, amortiguando los angustiados gemidos que se le escapaban cada tanto.
Tweek no soportaba verlo así, pero sabía que lo mejor que podía hacer era eso.
Para nadie era bueno no llorar, nadie tenía porque sentirse avergonzado por desahogarse, ni sentirse débil.

Mucho menos Craig, quien con tan poca edad estaba cargando demasiada mierda sobre sus hombros.

No dudó en abrazarlo y dejar que esconda su cara en su pecho, necesitaba desahogar y sacar de su cuerpo muchos años de tristeza, tanta mierda acumulada y una anormal cantidad de estrés sobrecargado.
Craig rodeó la cintura de Tweek con sus brazos para pegarlo más a él, no quería que le escuchase así.

Se mantuvieron así un largo rato, donde Craig desahogaba el dolor y Tweek se distraía acariciando el moreno y suave cabello de Craig, especialmente en las zonas rapadas, la textura de sus cortos cabellos rozando las yemas de sus dedos era preciosa.
Con el paso de los minutos, el llanto se fue apagando, las caricias de Tweek relajaban su cuerpo y hacia temblar su débil corazón.

Se obligó así mismo a separarse de ese abrazo tan cálido si no quería volverse loco por la suave textura de la piel de Tweek.

Suave, delicada, olía a café.

Cuando levantó la cabeza, se encontró frente a frente con los ojos de Tweek, no se cansaba de admirar lo brillantes que eran, lo preciosas que eran sus pupilas, la pureza que desprendían y sus rubias pestañas largas igual que la noche.

Si tan solo estuvieran de pie, Tweek seguramente caería rendido ante la, ahora, sensible mirada de Craig. Lejos había quedado esa mirada intimidante que el resto de sus amigos temían.

—Tus pestañas también son rubias.— Destacó Craig acariciando con sus pulgares las puntas de las mismas, causando que Tweek tuviera un tic.

Tweek sintió como la cara empezaba a acalorarse, y cuando pensó que dentro de él tenía que existir algo llamado "autocontrol", la mirada de Craig empezaba a recomponerse, generando así la mirada más sensual a la vez que dulce y sensible que había visto en su vida.

—Y tus ojos son... — Hermosos. — Preciosos.— Craig rió avergonzado. —Aunque podría jurar que hoy cuando te los vi en el sol, parecían casi amarillos.— Comentó confundido.

Con la respiración agitada y su cerebro actuando en "modo avión", Craig no tenía idea de cómo reaccionar ante semejantes comentarios.
Tweek pensaba que sus ojos eran lindos, ¿Qué clase de paraíso era ese? ¿Debía decirle que sus ojos eran lo más hermosos que vio en su puta existencia? Lo haría si tan solo recordara como hablar.

Cuando menos se dio cuenta, su rostro se acercaba más al de Tweek y él no parecía poner resistencia.

—Tal vez... Los gnomos cambian de color los ojos a las personas cuando están a la luz del sol.— No tenía idea de qué relación podían tener los gnomos con los ojos, pero tampoco quería exigir su cerebro lleno de información mientras intentaba recobrar el aliento que le estaba robando el tener a Tweek tan cerca suya.

Además escuchó a Tweek mencionarlo, al menos sabría que él le presta atención cuando habla de sus "mortales enemigos".

Tweek abrió los ojos como si de dos platos de sopa se trataran.

—¿¡Los gnomos cambian de color los ojos de la gente?!— Se exaltó Tweek.

La distancia entre ellos se cerraba de a poco, Tweek sentía la recta nariz de Craig acariciar la punta de la suya y los nervios se movían en un vaivén.
El corazón le explotaría en cualquier momento y no le importaba morir en ese instante.

—No tengo idea.

—¡¿Pero y si me arrancan los ojos?!—Miró de un lado a otro tomando algunos mechones de su cabello, el que los gnomos pudieran tomar control de cualquier cosa relacionada a sus ojos le causó terror.

—Cállate.— Susurró Craig con una voz mucho más ronca y seductora.

Sin más rodeos, Craig tomó a Tweek de su mentón y sin una pizca de pudor, fundió sus labios en un impulsivo beso, silenciando sus preocupaciones para convertirlas en dulces caricias que sus labios se brindaban y dejando esos sinsentidos en segundo plano. La vehemencia con la que Craig se apropió de los labios y la respiración del rubio, dejaron a Tweek en shock por un momento al no saber como reaccionar, había imaginado muchas veces cómo se sentiría su primer beso o cómo sería, y ni en sus fantasías más ardientes llegó a imaginarse en una situación similar a la que estaba viviendo allí.

Intentó seguir el ritmo de Craig una vez que el shock había pasado, moviendo sus labios de arriba abajo o posando sus temblorosas manos en su cabello; ese impetuoso beso subió de intensidad cuando Craig decidió ir más allá y se posicionó encima de Tweek, entrelazó sus largas piernas con las de él, el rubio se dejó llevar por ese instinto que le hizo atreverse a besar la comisura de sus labios en su casa y aventuró sus tersas manos a bajar por la nuca hasta los fornidos omóplatos y hombros del chico que le arrebató los labios sin despegarse de ese fogoso beso.

Las ásperas yemas de sus dedos paseaban por la cintura del más bajo jugueteando con los bordes de su camisa apretando de vez en cuando una porción de su albina piel, sus hormonas explotaron en éxtasis al descubrir lo sedosa, cálida y fina que era al tacto. Poco a poco empezaba a perder la razón, se volvería loco en cualquier instante, los labios de Tweek eran tan suaves que se asemejaban al beso que le brindaría un ángel.

El rubio aún seguía intentando seguir el ritmo y rogaba que por favor, Craig no se diera cuenta de su inexperiencia, pues era obvio que aquel no era el primer beso de su compañero, se notaba que sabía exactamente lo que hacía, y sus deseos se descontrolaron cuando Craig soltó sus labios para bajar hasta su cuello, dando leves lamidas y mordidas que le provocaron pequeños gemidos que no pudo ahogar. Los gemidos encendieron los instintos más salvajes de Craig volviendo a sus chupetones labios, succionándolos, mordiéndolos, dejando escapar algún pesado suspiro en el medio, sus manos bajaron hasta los botones de su camisa deshaciéndose de ella sin que Tweek al menos pudiera decir que sí, estaba muy ocupado perdiéndose en los gruesos labios de su compañero como para estar en sus cinco sentidos y decirle si o no.

Dieron una vuelta en la cama para cambiar de posición sin despegar sus labios del otro, Craig irguió su torso para apoyarse en el respaldo y en un rápido movimiento dejó ese osado beso para quitarse la camiseta y volver a la acción.

Tweek tomó la cara de Craig entre sus manos y continuaron jugando con sus dedos recorriendo cada porción de piel, sus lenguas acariciándose, sus pechos rozándose chispeantes y sus miembros endurecidos chocando a través de esas insignificantes telas que los separaban.

Los dedos de Tweek se perdían en los delgados pero trabajados brazos de Craig, sin dejar de apreciar sus pectorales, su abdomen y los costados de su ancha espalda. Creía que ese tipo de cuerpos solo se veían en las películas de adolescentes, no perdió oportunidad de pellizcar pequeñas partes de su cuerpo para asegurarse de que era real.

Era intenso, húmedo, extasiante. Se deseaban, hace días que se morían por besarse.

Craig se encontraba en el puto paraíso, y sabía que podría pasar horas así, las partes más bajas de su cuerpo le rogaban salir para experimentar un placer sin igual, quería sentir más, necesitaba más, sus manos bajaron hasta el trasero de Tweek y lo apretó, y fue cuando su cerebro volvió a encenderse solo para jugarle una mala pasada a la vez que abrió los ojos, se encontró con la mirada de Tweek, sorprendida y, al parecer, incómoda.

¿Se habrá pasado de la raya? ¿Por qué le miraba así?

Tweek se quedó inmóvil recalculando todo lo que había sucedido hasta ese instante, su rostro estaba ruborizado hasta las orejas y el pecho le pedía aire. ¿Le había gustado ese apretón? Por supuesto, pero, ¿por qué Craig se frenó de repente? ¿Había hecho algo mal? ¿No le gustó el beso? Es por su falta de experiencia, ¿no?

Mientras su cabeza se llenaba de preguntas, Craig comenzaba a sentir culpa ante su silencio, eso no estaba bien, nada estaba bien.

No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que ese fue el primer beso del rubio, le había arrebatado su primer beso sin siquiera preguntarle primero si estaba bien con eso, sus padres le dieron su voto de confianza para acercarse a Tweek, ¿y qué estaba haciendo él? Lo había drogado y ahora estaba fantaseando con coger con él allí mismo, en su primera noche juntos.

Además, ¿por qué de repente Tweek quería besarle? ¿Fue por verlo triste? ¿Sintió presión de "consolarlo" de esa manera? ¿Era este el mejor momento para enredarse de esa manera tan calurosa? Su propio mundo ardía en llamas y sin embargo ahí estaba, arrastrando a un dulce ángel a las puertas del infierno.

Más lo pensaba y peor se veía aquello.

Y aunque se moría de ganas de continuar y hacer a ese rubio suyo, la realidad era más fuerte que su homoerótica fantasía, y ese beso lo había demostrado, pues mientras Tweek solo se limitaba a imitarlo, él se lo devoraba como si de un pedazo de carne se tratase.

Vivían en mundos diferentes.

No puedo arrastrarte de esta forma.

—Creo que debemos parar.— Dijo cabizbajo. Se sentía confundido y aturdido, la cabeza le explotaría en cualquier momento con tantas cosas para analizar.

Tweek se sentía fuera de lugar, estaba igual o más confundido que Craig, y sus pensamientos rozaban lo catastrófico cuando las voces volvieron a hacer presencia en su subconsciente.

Lo arruinaste.

Bajó la vista y asintió, bajándose del regazo de su... 

¿Amigo?

Sin decir una sola palabra más que solo "buenas noches", se recostaron espalda con espalda y esperaron a que el sueño les llegara, transformando así, el ambiente más erótico que habían experimentado en años, en un frío e incómodo clima donde las preguntas se acumulaban y las respuestas faltaban.

 

 

 

A la mañana siguiente, Tweek despertó con la cama vacía, por un momento creyó que su amigo solo se había levantado al baño o algo por el estilo, pero su pequeña ilusión cayó al suelo al encontrarse un pedazo de papel en su mesa de luz.

"Perdón por lo de ayer, de verdad. Prometo que no volverá a pasar".

¿Tan mal estuvo? ¿Qué fue lo que hizo tan terrible para que a Craig le bajaran los decibeles tan abruptamente? ¿Fue por su falta de experiencia? ¿Su torpeza lo delató?

Miró a un costado y se encontró con el chullo azul, lo aprisionó contra su pecho, preguntándose por milésima vez...

¿Qué hice mal?

 

 

 

Tucker abrió la puerta, en cuanto puso un pie pasando la entrada, recibió un fuerte abrazo de su madre cargado de su característico amor maternal al que correspondió con tristeza en sus ojos.

—Cariño, ¿estás bien?— Preguntó Laura sin soltarlo de su agarre.

No.

No había podido dormir en toda la noche, tenía demasiadas cosas en qué pensar y lo sucedido en la habitación de Tweek lo sintió como el último clavo de su tumba.

Realmente era un hijo de puta, y con todo respeto a Laura.

—Sí.— Mintió, caminando hasta las escaleras.

—¿Y tu gorro?— Observó su mamá.

Mierda, lo olvidé en su casa.

—Creo que lo olvidé en casa de Tweek.— Respondió sintiendo una pequeña punzada al decir su nombre.

—¿No vas a ir a pedírselo?

—No, está bien.— Respondió evasivo mientras subía las escaleras a paso lento.—Ya lo veré en la escuela, de todos modos, tengo otros parecidos.

—¿No quieres desayunar?— Sugirió su madre desde el primer escalón.

—No, está bien, gracias... Necesito descansar.— Y cerró la puerta de su cuarto.

Sacó a Stripe de su pequeña jaula y lo posó a su lado en la cama, en cuanto se recostó, sus ojos comenzaron a cerrarse visualizando solo un rostro el resto del largo y aburrido domingo.

Tweek.

Notes:

Y por cosas así, Craig nunca la va a poner.

Nos vemos pronto en el siguiente capítulo, ¡hasta luego!❤✨

Chapter 14: Donde hubo fuego...

Summary:

Canción del capitulo: https://youtu.be/CWcNi2ZM0iI

Notes:

Con el fin de ahorrarme leer comentarios incómodos (como los que leí la primera vez que publiqué este fic), quiero pedir amablemente que:

1) Eviten comentar "me voy a saltar esta parte". Todo bien que no les guste una ship (ej: Style), lo respeto, pero no me hagan sentir que escribí algo al pedo.

2) Por favor, por todo lo sagrado, basta de comentarios misóginos (hablando por los no irónicos) a Wendy o a cualquier chica que aparezca en el fic solo por existir. Ellas no serán "villanas" ni nada que se les asemeje.

Dato a parte: este capítulo incluye un pequeño flashback +18.

Solo eso. Agradezco la comprensión.

Una vez entendido esto, sigamos.
Empieza el Style ❤💚👀

Chapter Text

 


Desde esa noche, nunca nada se sintió igual.

Cuando te veo venir a mí, me derrito, siento que algo en mí se petrifica y no puedo reaccionar cuando tus ojos azules me ven de esa forma.

Te veo correr, caminar, hablar, llorar... Todo en ti se ve tan malditamente perfecto. Pero, ¿por qué no puedo tener el valor para decirlo? ¿Será que acaso tú... olvidaste lo que hicimos esa noche? Cada día me pregunto eso.

Si tan solo yo también dejara de fingir...

—¡Broflovski! ¡No es hora de caminar, es hora de trotar!—Gritó el Director PC luego de hacer sonar su silbato con fuerza.

Kyle estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se percató de que estaba caminando alrededor de la cancha del gimnasio, al salir de ellos, vio a sus amigos pasándolo a su lado. Suspiró con pesadez y volvió a la carrera intentando mantenerse concentrado en el frente sin mirar a nadie en particular, especialmente a él.

Stan Marsh.

La desventaja de no querer tener a alguien delante tuya mientras trotas en una clase de gimnasia, es que a quien no quieres cruzarte resulta ser uno de los chicos más veloces de la escuela, y por lo tanto, que te pase por al lado será inevitable, mucho más tratándose de tu súper mejor amigo.

—¡Ey Kyle!— Rió Marsh en cuanto lo alcanzó.—¿Estás dormido o qué?

No, estaba pensando en tu cara de "cógeme" por décima segunda vez en el día.

—Algo así.— Respondió nervioso.

Stan y Kyle han sido mejores amigos desde que se conocieron en jardín de infantes, no era extraño verlos juntos en cualquier parte.
Si Stan debía ir al centro de la ciudad, Kyle seguramente estaría tomando el bus con él. Si Kyle tenía que estudiar sus líneas para su Bar Mitzvah, Stan estaría preparando café caliente a su lado para hacerle compañía. Si Stan peleaba con Wendy, Kyle pasaba la noche entera jugando videojuegos con él para distraerlo.

Todo lo hacían juntos, incluso en las clases de gimnasia, y por mucho tiempo ha estado bien, hasta que esa noche de copas con Token y los demás, bebieron más de la cuenta y no estaban conscientes de sus actos hasta que despertaron desnudos uno junto al otro en un motel de Denver.

Sin embargo, decidieron no darle más importancia de la que en realidad tenía. Mejor dicho, no volvieron a hablar del tema, mas no dejaron de pensarlo.

El director PC hizo sonar su silbato haciendo que sus alumnos dejen de trotar, se acercaron a él formando una ronda y escucharon sus indicaciones.
Debían hacer tres tipos de abdominales en pareja, al terminar de explicar la ejecución de los ejercicios, disolvieron la ronda y cada cual se fue con un amigo.

Token decidió hacer equipo con Tweek; Craig eligió a Clyde, quien a pesar de resultarle muy molesto en ocasiones, con el paso de las semanas, se volvieron grandes amigos, incluso comparable con la amistad de Kyle y Stan en sus inicios (al menos de vista).
Kenny y Butters obviamente se eligieron el uno al otro, intercambiando lugares con Eric siendo el único grupo impar; y por supuesto, Stan y Kyle decidieron ir juntos, como siempre.
El grupo de sexto año siempre era el más reducido en cantidad de alumnos en comparación con los demás cursos. Si Jimmy pudiera hacer ejercicio a la par que ellos, al menos podrían redondear la cifra.

Stan colocó sus rodillas sobre los pies de Kyle para que a su amigo le costara menos levantar la espalda del suelo.
El primer tipo de abdominal que debían hacer era el básico, en el segundo debían girar la cintura de un lado a otro al llegar a la altura de sus rodillas y el último consistía en levantar las piernas en un ángulo de 90° y volverlas a bajar sin tocar el piso con los pies.

A Kyle no se le daba mal hacer deporte, pero en lo que implicaba levantar la espalda sin despegar los pies no era nada bueno. Que su vientre estuviera en buena forma era completamente gracias a que Stan le ayudara a no quedar en ridículo delante de la clase.

Además, le gustaban mucho las frases de aliento no muy convencionales que le daba su amigo. Mejor dicho, lo amaba.

—¡Eso mamón, tú puedes!— Exclamaba Stan con el puño apretado.

En fin, amistades  vergas .

Cuando llegó al tercer tipo de abdominal, se aferró a los tobillos del pelinegro y a la mayor velocidad que pudo, llegó a las veinte repeticiones.

—Te toca.— Kyle dejó caer sus pies al suelo y levantó su espalda para dejarle el lugar libre a su amigo.

Stan se sentó en el piso y esperó hasta que Kyle termine de acomodar sus rodillas en sus pies, aunque no era tan necesario en el caso de Stan, no tenía dificultad para elevar su espalda.

El uniforme de gimnasia era igual para todos, un pantalón deportivo negro, una camiseta blanca y por supuesto, no piercings, ni gorros.
Sin el gorro, el lacio cabello de Stan se asemejaba al de un idol de k-pop promedio y resaltaba sus almendrados ojos azules. No fue hasta después de esa fiesta que se fijó en lo guapo que se había vuelto en esos años.

Desde el punto de vista de Kyle, la delgada figura se veía demasiado sensual al poner sus manos tras su cabeza, ya que sus hombros aparentaban ser más anchos; y el doblez de su estómago al despegarse del piso marcando ligeramente su abdomen le provocaba pensamientos nada religiosos que no podía ignorar, de no ser porque sus ojos azules le pedían su atención.

Su rostro parecía el de un ángel, pero su sonrisa y cuerpo eran el maldito pecado.

Eres hermoso.

—¡Qué actives el abdomen!— El regaño de Craig a Clyde lo sacó abruptamente de sus fantasías homosexuales.

—¿De dónde se activa?— Lloriqueó Clyde pasando sus dedos por su abdomen, como si buscara algún botón que diga "activar abdomen" o algo así, causando que Craig chocara su palma con la cara, frustrado.

Llevó su vista a ellos solo para olvidar las imágenes que su mente le creaba. Clyde estaba intentando llevar su cuerpo hasta las rodillas, pero aparentemente no tenía la misma resistencia que su compañero, quien parecía estar muy cabreado.

Nada nuevo.

—Espero que no quiera ser profesor.— Pensó Kyle en voz alta.

—Daría miedo.— Coincidió Stan sentándose.—Ponte detrás, me falta el último.—Ordenó acostándose otra vez.

Kyle quitó sus rodillas de los pies de Stan y se quedó parado detrás de él, dejando que este se aferre a sus tobillos.
Al esforzarse por levantar sus piernas, Stan le brindó una visión sumamente sexy de sus brazos marcando sus venas a causa de la fuerza que realizaba, apretaba los dientes para reprimir los quejidos que el dolor abdominal le causaba; su rostro acalorado le evocó a Kyle imágenes borrosas de esa noche en la que estuvieron juntos.

Flashback

—Stan.— Gemía el pelirrojo sobre él, su interior le estaba  estrujando  su miembro y  parecía  ser consciente de eso, incluso borracho.

Stan le dio una sonrisa  ladina  mientras presionaba más  sus  paredes. Su rostro acalorado y sus ojos lapislázuli entrecerrados subió la temperatura del  clima  y su cuerpo en general.

—Continúa.— Ordenó mordiéndose los labios.

Fin del flashback.

—¡Kyle!— Llamó Stan con insistencia, intentando sacarlo de su hipnosis.

—Mmh, ¿qué?

—¿Estás bien, amigo?— Preguntó preocupado.

Amigo, que  palabra  de mierda.

—Sí, ¿por qué?

—Te veía distraído.— Stan se veía adorable cuando se preocupaba por él.

—Ah, solo estaba pensando en los exámenes.— Mintió rascando debajo de la pequeña cola de caballo.

—¡Atención!— La voz del director PC envolvió el gimnasio.— Vamos tomar medidas y peso, luego a practicar vóley; sé que se juega con seis integrantes en cada equipo, pero por el momento, se harán dos equipos de cinco y cuatro, averiguaré en quinto año si hay voluntarios para llegar a los doce participantes.— Explicó el profesor observándolos.— ¿Ya eligieron capitanes para el torneo?

Stan levantó su mano.

—Decidimos que seremos Craig Tucker y yo.— Anunció señalando con el pulgar a su compañero, quien sólo se quedó de brazos cruzados.

—Muy bien, acérquense a la balanza de a uno para que les tome el peso y su altura. El primero en pasar será Token Black.— Concluyó PC.

Después de Token, seguía Kyle al ser el segundo de la lista.
En la balanza llegó a los 75 kilos, midiendo 1,70 cm.

El siguiente era Eric, de quien ya esperaba su ridícula reacción, acusando a todos los presentes de adulterar la balanza para hacerle quedar mal.

—¡Que no soy gordo, soy fuertecito! ¡¿Cuántas veces debo repetirlo?!— Gritó irritado.

—Sí, y a mi no me gusta la verga.— Le gritó Craig desde casi el fondo de la fila en un tono sarcástico, causando risas en sus compañeros.

—¡Tú cállate, hijo de puta!— Respondió Cartman señalándolo.

—¡Ya cállate culón, deja a los demás pesarse!— Intervino Kyle desde el banco.

—¿Es eso o es porque quieres ver a tu novio de espaldas?— Interrogó Cartman volviendo a su lugar en el banco.

—¡Stan no es mi novio!— Se defendió Kyle sin percatarse de su terrible error.

—Yo nunca mencioné a Stan, tú lo hiciste.— Y como si eso le hubiera dado la victoria automáticamente, se giró sonriendo.

El rostro albino se le tiñó de rojo, podía descuidarse con cualquiera, menos con Cartman, su enemigo de toda la vida.
Kyle siempre se había caracterizado por ser el más sensato del curso después de Tweek, pero cuando se trataba de Cartman no podía mantenerse calmo, se lanzó sobre él y le dio un fuerte golpe en la cara, lo tiró del banco.

Sus amigos lejos de intentar separarlos, encerraron a los dos chicos en una ronda dispareja alentando a que Kyle le patee el culo a su... ¿Amigo? ¿Enemigo? ¿Compañero de escuela? Después de tantos años, aún no sabían cómo o porqué lo seguían integrando en su grupo.
Pero ahí estaban, dos de sus amigos dándose putazos hasta que el director PC intervino.

—¡Ustedes tienen un serio problema con la gordofobia! ¡Tendré organizar una asamblea pronto, esto no puede ser!— Exclamó enfurecido el director, haciendo que Eric y Kyle se separen, y sus compañeros vuelvan a la zona de medida y peso.

Cartman le sacó la lengua a Kyle, pero ya no le importaba.
Él mismo pisó el palito.

Espero que Stan no se haya dado cuenta.

 

 

 

Luego del partido, el grupo se dirigió a las duchas. El baño de los chicos del gimnasio era amplio, mayormente blanco, contando con casilleros para guardar sus uniformes o ropa que usarían luego de la clase y con veinte duchas individuales, donde las condiciones para poder ingresar allí era usar ojotas o chancletas, de forma que los pies no contaminen la ducha que usará otro alumno; traje de baño, llevar sus propias toallas y jabones; y por último, desinfectar la ducha utilizada antes de irse del baño.

Con toda la movida del día, Kyle dejaba que el agua fría de la ducha cayera sobre su cabeza solo frotando sus manos sobre sus brazos, cómo si así estuviera limpiando algo más que solo restos de sudor.

No podía quitarse de la cabeza lo bien que se veía Stan mientras jugaba. Sonriendo, saltando, riendo, golpeando la pelota...

El equipo de Stan fue integrado por Token, Craig, Kenny y él, donde los tres más altos de ese grupo se ocuparon de la posición más cercana a la red, mientras Kenny y él defendían por atrás.

Fue una tortura tener que ver la espalda de Stan durante todo el partido, ya que sus ojos querían bajar a otra zona, pero la voz de su consciencia se lo impidió haciéndole sentir hasta culpable de sus deseos.
No podía hacer perder al provisorio equipo solo por verle el trasero a Stan.

Aunque hubiera valido la pena.

¿Qué rayos me pasa? Él es mi amigo, solo es mi amigo, esa  noche  no significó nada para mi, yo no soy gay, no puedo ser gay, haberme acostado con él estando ebrio no significa que lo sea. Soy heterosexual.
Kyle Broflovski no es gay.

No DEBO ser gay.

Esos eran los pensamientos recurrentes de Kyle desde hace seis meses: "No debo", "no puedo", "no soy".
¿Por qué no debía ser gay? ¿O por qué no podía?

Muy sencillo.

La respuesta eran: Gerald y Shelia Broflovski.

Sus padres no eran homofóbicos a la vista de los de afuera, parecían una familia judía de lo más liberal para el resto del pueblo, pues apoyaban el movimiento LGBT y sus derechos.
Todo estaba bien para ellos, ser gay no era nada malo, era algo natural.

Siempre y cuando no se trate de sus hijos.

Porque sus hijos eran normales.

—No puedo, no debo, no soy.— Susurraba Kyle rascando sus brazos aún más fuerte que antes, tratando de eliminar de su cabeza esos recuerdos y esos pensamientos en torno a su mejor amigo.

—Hola, ¿está Mike Tyson por aquí?— La bromista voz de su amigo sonó de la nada detrás de su espalda.

Kyle se asustó, agradeció al cielo no ser tan torpe como Tweek justo en ese momento, o se hubiera resbalado con el agua en sus pies.

—Me asustaste, idiota.— Regañó Kyle volteando a verlo, Stan tenía el cabello lleno de espuma.— ¿Qué haces aquí?

—Se cortó el agua en mi ducha, y vine aquí.— Explicó con tranquilidad mojando su cabeza en la ducha.

Cuando el shampoo fue removido de su cabello, tiró su cabeza hacia atrás dejando su frente despejada.
No importaba que tuviera su flequillo o no, se veía tan bien de ambas formas que Kyle no pudo sostener su mirada en él más tiempo, podía sentir como sus labios temblaban tratando de escapar una risa nerviosa.

—¿De qué te ríes?— Indagó Stan, teniendo en sus labios una sonrisa más cautivadora que de costumbre.

No puedo verte a la cara si me miras  así .

—Nada, solo... Recuerdo la putiza que le di a Cartman.— Mintió.

—Sí, le diste una buena.— Opinó Stan.—Pero te aconsejaría que no te enojes demasiado.

—Es Cartman, Stan.

—Lo sé.— Sin anunciar nada de antemano, se acercó a Kyle y corrió algunos cabellos rojos de su cara para ver sus ojos con más atención. Estaba demasiado cerca.—Pero si te enojas mucho, se te arrugará la cara más rápido.— Finalizó posando su dedo índice en el entrecejo del colorado, mientras con su mano libre apoyada lo arrinconaba en la pared de la ducha.

El rostro de Kyle se ruborizó en un tono casi similar al de su cabello, no esperaba un acercamiento tan repentino de parte de su amigo y menos en aquel lugar tan íntimo, ya que la ducha donde Kyle se encontraba estaba más alejada del resto.

Y Stan no parecía querer apartarse de él.

—Creo que ya me terminé de duchar, deberíamos irnos a cambiar.— Propuso Kyle entre tartamudeos intentando evadir a su amigo.

Pero este solo se aproximó más hasta llegar a la comisura de sus labios y acariciar sus labios por esa zona, Kyle se paralizó ante esto y esperaba la próxima acción del azabache para saber responder. Los labios de Stan subieron hasta sus oídos, pudo escuchar su respiración y percibir la diversión en sus palabras.

—Tu cabello se ve hermoso así.— Susurró en su oído antes de acariciar su dedo índice con su mejilla.

Lentamente, liberó a Kyle de su arrinconamiento, aunque este ni siquiera se despegó de la pared.

—Te veo en los casilleros.

Stan abandonó su ducha y cerró la cortina tras él. Kyle se quedó unos segundos más unido a la pared tratando de exhalar el aire que no consiguió soltar al momento en que Stan lo encerró.

Kyle bajó su mirada a su short de baño y percibió lo que se temía: un elevado abultamiento.
Giró la llave hasta el extremo y dejó que el agua helada recorriera su cuerpo.

De alguna forma, debía apagar lo que sea que haya sido eso.

 

 


El grupo estaba reunido en los casilleros, la mayoría se encontraban vestidos y conversaban sobre temas variados, especialmente los exámenes que se encontraban a la vuelta de la esquina.

De su casillero, tomó una camiseta anaranjada, su gorro de siempre y unas bermudas color verde. Al momento en que se puso la última prenda, escuchó unas risas de parte de Clyde, Token y Stan, volteó a verlos, estaban sacando algo de un casillero que no era suyo y se lo dieron a Tweek, por la expresión de su cara, no parecía estar involucrado en el plan que estaban ejecutando.

—¿Qué hacen?

—Le vamos a hacer una broma a Craig, no puedo creer que aún no le dimos la broma de bienvenida.— Explicó Clyde para luego lamentarse por el detalle olvidado.

—Están buscando que les patee el culo.— Se burló Kyle algo decepcionado de la ingenuidad de su grupo.

Incluso conociéndolos hace años llegaba a pensar que se pasaban en muchas ocasiones.

Y hablando de Roma...

Craig llegó a los casilleros secando su cabello con la toalla, pero eso no era todo; no traía camiseta ni nada que lo cubriera de la cintura para arriba, solo una insignificante toalla y por lo que podía verse desde el borde de la misma, un bóxer negro.

Sería algo natural entre hombres si no fuera porque hasta el momento ninguno de ellos (sin contar a Tweek) le había visto en paños menores, pudiendo apreciar la vista de la delgada pero flamante figura del nuevo compañero, especialmente el tatuaje de su espalda; un ala de ángel hecha de tribales.

Abrió su casillero y descubrió que lo habían desvalijado.

—Muy bien, ¿Quién fue el chistoso?—Expulsó con cierta rabia, mirando arisco a sus compañeros.

Token aguantaba la risa mientras Clyde había clavado la vista en los pectorales de Craig.

—Token, ¿de dónde vienen los bebés?— Preguntó Clyde ganándose una mirada desaprobatoria de su amigo.

—Que no me entere yo que ese culo pasa hambre.— Lanzó Kenny sin pelos en la lengua viéndolo desde atrás y mordiendo sus labios. Butters también le veía de reojo.

—¡Kenny, por favor!— Exclamó Stan muerto de risa.

—¿Fue tu idea, Marsh?— Interrogó Craig acercándose amenazante al mencionado.

—¡Calma, viejo!— Respondió Stan sin tomar en serio la molestia de su amigo, hasta que este lo tomó de la campera.

Stan fue salvado por la campana cuando Tweek se acercó por detrás y tocó su hombro.
Craig volteó y cuando lo vio, su rostro se relajó, bajó la vista hasta sus manos y vio su ropa.
Soltó a Marsh y aceptó la entrega de su amigo, dándole un inaudible "gracias".

Kyle moría de risa por el miedo percibido en la cara de Stan, no obstante, la risa no duró mucho cuando se dio cuenta de dos cosas muy preocupantes.

La primera es que Stan se veía muy adorable cuando estaba asustado.

Y la segunda fue que hasta él le echó el ojo a Tucker.

Y si, estaba bien armado.

 

 

 

La vuelta a casa no fue diferente a otras, los (ahora) diez chicos ya estaban acostumbrados a volver caminando juntos de la escuela, aprovechando que sus casas quedaban relativamente cerca una de la otra.

Stan acompañó a Kyle a la puerta de su casa antes de ir a la suya.

Kyle le saludó desde la puerta y la cerró tras él. Saludó a su hermano menor Ike y a su madre antes de subir a su recámara.

Ya en la privacidad de su habitación, volvió a pensar en el día de hoy, con un poco más de tranquilidad.

Ya era hora de aceptarlo.

A Kyle Broflovski... Le gusta Stan Marsh.



 

Chapter 15: Cenizas quedan

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=W0-QfA4whTk

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

A la mañana siguiente en ese peculiar salón de clases, la profesora no daba señales de vida, por lo que los alumnos tomaron medidas para no morir de aburrimiento en sus bancos. Kyle llegó tarde, algo poco habitual para tratarse del alumno con asistencia y puntualidad perfecta.

No había dormido bien. Por alguna razón que desconocía, sospechaba que el universo, su cerebro y dios le tenían coraje, tal vez por la vez en que mintió a todo el mundo sobre la vaca pelirroja, tendría que haber contado todo tal cual fue sin importar lo que pase, de todos modos, todo hubiera salido mejor de ese modo.

Pero durante toda esa noche soñó con Stan.
Algunos sueños eran simples, como un día normal a su lado, otros eran catastróficos en los cuales Stan se alejaba de él al enterarse de los deseos de su mejor amigo; los más preocupantes eran aquellos que rozaban lo pornográfico y en situaciones que no se arriesgaría a experimentar estando en sus cinco sentidos.

Creyó haber aceptado eso último que dijo.

A Kyle Broflovski le gusta Stan Marsh.

Pero cuando despertaba de esos sueños, todo volvía al punto de partida.

No debo ser gay.

Ya estaba cerca de la puerta del salón, tal vez concentrarse en la clase le haga olvidar todo aquello que le estaba preocupando, era mejor hacerse problema por textos que no le motivasen ni un poco a estudiar que por su sexualidad.

—Buenos dí...— Intentó saludar entre bostezos siendo interrumpido por una exclamación de victoria de parte de Token.

—¡Te dejo este más cuatro y me retiro campeón del Uno!— Rió Token en la cara de Clyde, lanzando la última carta que le quedaba en mano al mazo y levantándose de su asiento hasta llegar a Nichole, la cual lo recibió con un dulce abrazo.— Ah, ¡hola Kyle!— Saludó con su mano abierta.

—¡Hijo de puta!— Chilló Clyde con impotencia para luego mirar a Craig, quien sonreía divertido con los ojos en las cartas.— ¡Craig, somos besties, por favor ten compasión!— Rogó.

—Perdón Clyde.— Rió Craig tomando una carta de su mano y la llevó al mazo sosteniéndole la mirada.

—¡No tienes huevos!— Repitió dos veces con desespero y una risa nerviosa mientras veía como su -ahora- no amigo le tiraba otro más cuatro en su cara.

—Uno.— Anunció Craig con una sonrisa triunfante en su rostro. Stan y Kenny se echaron a reír.

—¡La concha de tu madre, tragaleche!— Gruñó Clyde tomando ocho cartas más del mazo, humillado, escuchando como sus amigos se reían descaradamente de su mano de veinticinco cartas.

Sus compañeros formaron una ronda en el centro del salón. Fuera de ellos, Bebe, Nelly y Annie tenían una conversación en los asientos del fondo mientras escribían algo en una cartulina color rosa; Tweek dibujaba en su sketchbook siendo acompañado por Butters y Jimmy, él le contaba chistes a los dos rubios para hacerlos reír.

Token, el ganador del Uno, se encontraba atrapado entre los brazos de su novia, la cual le acariciaba el cabello mientras cerraba sus ojos para disfrutar de esa cálida sensación.

No tardaron en arribar al salón las compañeras que faltaban, siendo los últimos en ingresar su antiguo amor, Heidi, en compañía de Eric Cartman. Sin embargo, la sonrisa de Kyle se desvaneció ligeramente cuando Wendy llegó, la muchacha le dedicó una gentil sonrisa al saludarle desde la puerta, gesto al que correspondió. Wendy se aproximó a la ronda y permaneció detrás de Stan, repartiendo besos en el cuello de este, abrazándolo por detrás, ella de pie y él sentado.

Aunque le duela aceptarlo, hacían una hermosa pareja a simple vista, y ahora parecían estar nuevamente reconciliados, ya imaginaba a su mejor amigo contándole con esa inmaculada sonrisa en su rostro lo feliz que estaba de volver con ella o sobre la cita que habrán tenido el fin de semana pasado. De seguro habrán ido al cine, o, ¿Quién sabe? A lo mejor desataron su pasión y lujuria en algún motel de las afueras de ese pueblo.

Cuando esta idea cruzó su cabeza, percibió como un pequeño nudo se formaba en su garganta e intentó centrar sus pensamientos en otra cosa que no involucre sus confusos sentimientos por Stan. Tal vez odiar a Wendy le haría, de alguna forma, delegar esa frustración, sacarla de su corazón para convertirla en un sentimiento menos angustiante, no obstante, aunque lo intentara, no podía.

Kyle y Wendy se conocen desde que cuarto grado, desde entonces, Stan se ha enamorado perdidamente de ella. A estas alturas, con todas las cosas que habían vivido como grupo, Kyle sentía mucho afecto por Wendy y viceversa, pocas veces llegó a sentir algo desagradable por ella, ya sea por peleas de ella con Stan o simplemente su personalidad explosiva. Pero ya estaban más grandes y en Wendy eso se notaba de sobremanera, hace mucho había dejado de ser esa niña tóxica que ponía de los nervios a Stan.

Hoy Wendy era una mujer hermosa en muchos sentidos.

Es por esa razón que le dolía pensar en que traicionó su confianza al acostarse con Stan.

Soy un monstruo. Se dijo así mismo.

—¡Kyle! Llegas tarde.— Stan le observó desde su silla, gestualizó con su mano para que se acerque a ellos. Wendy se sentó junto a su mejor amiga en las mesas del fondo.

—Y sin embargo llegué antes que Selastraga, ¿hace cuánto están aquí esperando?— Kyle se acercó al grupo que jugaba cartas con las manos en los bolsillos y se apoyó sobre una de las mesas sin ocupar.

—Como media hora... o cuarenta minutos.— Respondió Craig rascando su cabeza sin quitar la vista a Clyde, a quien llevaba intimidando desde que empezaron a jugar.

—Ya veo.

Stan se incorporó de su silla y se posó al lado de Kyle, tirando al mazo una de las dos cartas que tenía en mano. Era una reversa color roja.

—No dijiste "uno".— Acusó Clyde, se negaba a ser el único con medio mazo encima.

—La puta madre.— Se quejó Stan agarrando dos cartas según las reglas.— Oigan, la profesora probablemente no venga, ¿y si mejor vamos a la cafetería a desayunar algo?

—Mrfmrfmrf.— Kenny se levantó y acomodó la silla en su lugar.

—Sí, mejor.— Coincidió Craig parándose.

—¡Oigan!— Los detuvo Clyde.— Aún no terminamos.

—Clyde, a simple vista ya me doy cuenta de que te voy a ganar.—Atacó Craig con indiferencia.

—¡Huevos!—Gritó Clyde poniendo una carta roja en el mazo.

Craig posó sobre la pila de cartas la última que llevaba en mano, resultó ser una carta amarilla con el mismo número que la que puso su amigo, se dio vuelta y se marchó con Kenny.

—T-ta-ta-tal vez unos tacos te animen.— Sugirió Jimmy mientras se encaminaba a la puerta en compañía de Butters y Tweek, los tres chicos contenían una pequeña risa.

—Cállate.— Clyde arrojó las cartas sobre la mesa dando un largo suspiro.—¿Dijiste tacos?— Repuso con curiosidad.

—Hoy es miércoles de tacos.— Le informó Bebe desde su asiento, Clyde se giró a verla en cuanto oyó su voz.

—Tacos de desayuno, eso no pasa todos los días.— Reflexionó intentando olvidar su derrota en las cartas.

—¿Quieres un cuarto de tacos?— Bromeó Token caminando hasta la entrada pasando su brazo por los hombros de Nichole.

—Jódete.— Clyde salió tras la pareja con la cabeza agacha y las manos en los bolsillos de su jean gris.

Kyle tenía la mirada muerta en sus pies, intentaba pensar en cualquier cosa para que los recuerdos y la sonrisa de Stan no desplomaran su ánimo, el cual era indefinido y prefería que siga siendo así.

—¿Vamos Kyle?— Stan cubrió el dorso de la mano de Kyle con su palma, este acto le hizo dar un pequeño respingo en su sitio, sacándolo de su zona neutral. La mano de Stan era blanca, suave y cálida, especialmente en los dedos índice y medio, lo que le indicó que el chico había fumado antes de ingresar al instituto. Traía las uñas pintadas de negro, no aprobaba muchas cosas que le dejó su faceta gótica, pero debía admitir que cuando se pintaba las uñas, sus manos se veían más bellas de lo que ya eran.

Kyle ya había desayunado y habría pasado de ir a la cafetería a engullir más de la cuenta, de no ser porque esos preciosos ojos lo observaban esperando una afirmativa. Stan era manipulador cuando quería, sabía que nadie se negaba a su mirada suavizada, en especial Kyle.

—Sí amigo.— Aceptó con una sonrisa.

Odiaba esa palabra.

 

 

 

La cafetería no se encontraba tan llena, al parecer no todos los salones tenían profesores tan irresponsables para ausentarse sin siquiera avisar. Unos veinte minutos después de que los adolescentes se sentaran en una de las mesas de la cafetería, la vicedirectora Mujer Fuerte les informó que la profesora Selastraga no se presentaría a su horario debido a un problema de último momento, la mujer se encontraba visiblemente enfadada, le molestaba mucho que sus colegas no fueran más sensatos.

De un lado de la mesa se sentaron Stan, Craig, Kenny, Eric y Clyde, enfrentados a ellos se encontraban Kyle, Tweek, Butters, Token y Jimmy. Sobre la mesa, había un recipiente de madera acompañado por una bombilla de metal y dos contenedores donde se podía leer "yerba" y "azúcar".

—Lo único que veo yo es "hierba" con otra letra.— Clyde observaba a Craig con extrañeza. Servía agua caliente a lo-que-sea esa infusión.

—No es hierba, es yerba.— Corrigió.

—Como sea, la rosa podría llamarse de cualquier modo y seguirá oliendo a rosa.— Insistió el castaño.

—Por décima vez—Su voz sonaba molesta.—, no es droga, se llama mate y es una infusión, como el té y el café. Lo trajo mi abuela de su viaje a Sudamérica hace varios años.— Explicó Craig.

Stan observó lo que tenía en sus manos con algo de escepticismo y luego miró a Kyle.

—¿Y cómo se toma esto?

—Chupa la bombilla.— Respondió levantando los hombros.

—Literalmente, chúpala.— Rió Eric cuando dejó su celular de lado para poner atención a su amigo.

En el momento en que Stan encerró sus labios alrededor del pico de la bombilla, una risa salió de la boca de Eric, tentando a Clyde, Kyle y Jimmy.

—¿De qué se ríen?— Preguntó Stan sin comprender.

—De tu forma poco heterosexual de beber eso.—Respondió Clyde aliándose con Cartman.

—Corrección: no hay manera heterosexual de beber esto.—Reconoció Craig con una media sonrisa.

—Pero tú debes estar acostumbrado a no hacer cosas heterosexuales con la boca.— Rió Clyde.

—¿Tú crees?— Respondió Craig para luego enseñar la lengua, mostrando un piercing con forma de bolita en ella.

—Mrfmrfmrfmrf mrfmrfmrf.— Opinó Kenny haciendo un gesto de dudosa decencia con las manos.

—Sigo sin comprender qué mierda dice cuando tiene eso puesto,— Admitió Craig, sirviendo agua nuevamente en el mate para pasarlo a Kyle.— la tuya por si acaso.

—Que eso se debe sentir bien en los orales.— Tradujo Stan riendo con tan solo hacerse la idea de que Craig se la chupe a alguien.

Kyle observó a Stan apoyando su mejilla en la palma en cuanto terminó la oración, pues un curioso recuerdo llegó a su mente, correspondiente a esa noche extraña.

Los vagos flashbacks que pasaron volando por su mente le hicieron visualizar una gloriosa imagen desde su punto de vista, en la cual Kyle dejó caer rendido el peso de su cuerpo sobre sus pies en puntilla, su vista estaba algo nublada, pero recordaba a la perfección el rostro sobrecargado de placer de su compañero y los sonoros suspiros que este dejaba escapar por su boca mientras con una de sus manos empujaba su cabeza tomándolo por los ondulados cabellos rojizos.

Una elevada cantidad de dopamina se produjo en su cerebro cuando la siguiente foto mental que hizo eco en su mente fue de él recostado en la cama de dos plazas, Stan sobre él, con las rodillas sobre la cama y el resto de su cuerpo inclinado hacia donde se ubicaba su erección.

Sus labios se sentían bien...

Como si sus mentes hubiesen hecho conexión, Stan le observó imitando la posición de su amigo. Y por donde quiera verlo, la mirada de Stan no fue amistosa, parecía más bien como si supiera lo que tenía en su mente, era una mirada de "sé lo que piensas, yo pienso lo mismo que tú", a juzgar por como este pestañeó mientras bajaba su vista y la volvía a subir.

Cuando pasas tanto tiempo con alguien, ya sea pasar mucho tiempo de tu vida con esa persona o conocerla hace muchos años, llegar a este tipo de conexión mental no era extraño, a menudo Stan y Kyle pensaban lo mismo sincronizadamente y era algo normal. Sin embargo, tener una conexión de ese tipo cargando semejantes pensamientos se sentía como estar nuevamente desnudo ante él.

—¡¿Eh?! ¿En qué beneficia a alguien tener un piercing en la lengua para los orales?— Preguntó Tweek dejando de lado su café. Stan y Kyle llevaron su vista al nuevo miembro del club de la cafetería, cortando con esa acalorada sesión de miradas. Kyle succionó con rapidez el contenido del mate y se lo pasó a Craig, no le importó quemarse la lengua.—Los profesores te los quitan en la entrada, ¡no dejes que te lo vean!

Sí, cosas que pasan cuando divagas tanto en tus pensamientos y no prestas atención a la conversación.
El grupo no dudó en reírse de la confusión de Tweek, se había servido en bandeja.

Craig evadió su mirada tratando de no seguir riendo, era el menos indicado para reírse de él cuando hace pocas semanas le había robado su primer beso.

—No Tweek, no hablamos de exámenes, hablamos de que Craig con ese piercing cuando se la ch...— Kenny se bajó el cubrebocas de su chamarra naranja para que Tweek le entendiera mejor.

—Suficiente información, McCormick.— Interrumpió Craig a Kenny con un ligero rubor en sus mejillas. Cuando Craig terminó de beber la infusión, cargó el agua y se lo alcanzó a Kenny deslizándolo por la mesa... con algo de fuerza.

El mate se resbaló de la mesa y el agua hirviendo cayó sobre las partes más nobles de Kenny, causando que este de un salto del banco, gritando horrorizado al sentir la humedad caliente casi derritiendo sus testículos, y corrió en dirección al baño.

—¡Oh dios mío, mató a Kenny Jr.!— Gritó Stan yendo tras Kenny.

—¡Hijo de puta!— Kyle señaló a Craig con fastidio y persiguió a sus dos amigos, alejándose del grupo.

 

 

 

Los tres amigos se encontraban ya en el baño de hombres esperando a que Kenny saliera del cubículo. Stan y Kyle no se dirigieron la palabra desde que llegaron ahí y su rubio amigo se escondió para colocar una bolsa con hielo sobre sus partes.

Aunque el escalofrío recorriendo su piel le indicaba que Stan le observaba, cuando rodaba sus ojos verdes en búsqueda de su amigo, este solo observaba el piso con sus manos en los bolsillos de su pantalón y su espalda apoyada sobre la pared al igual que uno de sus pies.

Lo que no sabía era que Stan le lanzaba la mirada cada que tenía oportunidad, era algo que simplemente no podía evitar, Kyle hoy se encontraba más guapo de lo normal, llevaba su rojizo flequillo peinado hacia atrás y solo caían unos cuantos mechones sobre la esquina izquierda de su frente, por lo que sus pecas y sus verduzcos ojos se lograban distinguir incluso en la generosa oscuridad del baño.

La puerta del cubículo donde Kenny se encontraba se abrió y se acercó hasta el lavabo.

—¿Estás bien, Ken?— Preguntó Stan preocupado.

—Sí, y el pequeño Kenny también.— Respondió.—Bueno, no es que sea pequeño, pero ahora si lo está, y creo que lo estará por un buen tiempo.— Se apresuró a explicar con nerviosismo.—Maldito Tucker, ¿por qué se puso así?

—Creo que no quería que arruinaras la inocencia de Tweek.— Teorizó Kyle.—Y honestamente... creo que yo hubiera hecho lo mismo.— Se sinceró.

—Pero si solo le iba a explicar cómo se chupa una chota y porqué es placentero que lo hagan con un piercing puesto.— Se justificó Kenny lamentando que Craig se interpusiera en su noble causa.

—Ahora comprendo porqué lo hizo.— Agregó Stan intentando no reír.

—Quisieron matar a la Kennyconda, pero, ¿Saben qué?— Habló mientras se acercaba a la puerta, y antes de pasar por ella, volvió el cuerpo hacia sus amigos con el puño en alto.— ¡Volverá! ¡Y más grande, dura y fuerte que nunca!— Prometió en un tono teatral, para luego irse y dejar a los amigos solos.

Kyle y Stan intercambiaron miradas encogiéndose de hombros, al parecer Kenny estaba bien y afortunadamente la situación no había pasado a mayores.

—Bueno, volvamos con los chicos, esa cosa que hacía Tucker sabía bien, la verdad.— Anunció Kyle caminando hacia la puerta, hasta que sintió la mano de Stan rodeando su brazo, deteniéndolo en su lugar haciendo que su corazón diera un vuelco.

—Kyle...— Pronunció Stan casi en un susurro.

—Sé lo que estás pensando.— Confesó Kyle, tan directo como siempre.

—Cuando nos miramos allá...

—¿Recordaste lo mismo?— Interrogó mirándolo a los ojos.

—¿Y tú?

—Respóndeme primero.

—Honestamente, sí.

—¿Y qué sentiste?— Los nervios le estaban comiendo el intestino de arriba abajo, hace mucho que no tocaban el tema.

—¿La verdad?—Respondió Stan.

—Sí.

En cuanto soltó esa afirmación, Stan tiró de su brazo hasta pegarlo a la pared en la misma porción en la que él se encontraba anteriormente, posó su antebrazo por encima de la cabeza de su amigo y aproximó su rostro al de Kyle, con los ojos ligeramente entrecerrados y viéndole de frente. Kyle atinó a ladear la cabeza, sin embargo, la tersa mano de Stan lo tomó del mentón, estaba obligado a fijar la mirada en él.

—Debo admitir que aunque no recuerdo mucho...— Stan susurraba cerca de su boca, sintió su suspiro en los labios.—Lo poco que logro recordar fue...

—Increíble.— Finalizaron ambos la oración al unísono.

Solían tener ese tipo de coincidencias, el nivel de conocimiento que tenían uno del otro no solo les otorgaba ese maravilloso don para saber lo que el otro tenía en mente con solo mirarse, sino también poseían la capacidad de saber qué era lo que el otro diría ante una determinada situación u opinión. Era la clase de conexión que cualquier pareja establecida alcanzaba con el paso de los años.

Pero ellos no eran una pareja.

Eran... Mejores amigos.
Un título que podría tomar otro significado si tan solo sus labios se unieran un mini centímetro más, pero no lo hicieron, escucharon la puerta abrirse y se separaron inmediatamente para voltear a ver al intruso y ver de quién era esa sombra.

Craig se acercó en silencio hasta el lavabo con el termo en la mano y lo cargó nuevamente de agua, no les miró con sorpresa ni nada que se le asemeje, pareciera que solo ignoró la presencia de los dos chicos que le acompañaban y el hecho de que se encontraban en una situación comprometedora para cualquiera de los dos.

Una vez que el termo se llenó de agua, cerró la tapa y se aproximó hasta la salida.

—Sigan en lo suyo.— Les dijo con notable indiferencia cerrando la puerta tras él.

Los dos chicos volvieron la mirada el uno al otro, Stan aflojó su aprisionamiento contra Kyle y le dio la oportunidad de salirse de su campo de visión. Kyle llegó hasta la puerta y tiró del picaporte.

—¿No vienes?

—En un rato voy.

Sin más insistencias, Kyle abandonó el baño dejando a Stan solo en medio de la oscuridad. Cuando la puerta finalizó su vaivén, exhaló pesadamente y volvió a apoyar su espalda contra el muro, con una extraña sensación que oscilaba entre el abundante alivio de saber que no era el único de los dos que continuaba dándole vueltas a lo ocurrido aquella vez y un profundo estrés que inundaba su cabeza de ideas y preguntas ante los nuevos acontecimientos y sentimientos.

¿Qué fue todo esto?


 

Notes:

Tal vez les saque de onda la mención del mate en un contexto como EE.UU, pero en mi defensa, en varias series o películas estadounidenses se ha visto, al menos, un paquete de yerba mate o un mate en sí mismo (ej: It parte 2).

Tal vez este fanfic no tenga tanto furor en un futuro ni nada, pero siempre será recordado por el Craig matero.

En otras noticias: F por la Kennyconda.

Chapter 16: Un beso antes de despedirte

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/_WMgvWsmDW0

Chapter Text

 

 

Cuando Stan salió del baño de hombres, continuaron charlando en la mesa y dejaron el incidente de Kenny atrás. La conversación tomó otro rumbo cuando Clyde descubrió que Craig tenía muchos seguidores en Instagram (a Craig realmente no le importaba el dato, usaba muy poco esa red social), lo que llevó a un debate sobre si importa mucho la popularidad a la hora de intentar conquistar a una chica; claramente, Clyde se refería a Bebe.
Y aunque intentaron por todos los medios hacerle entender a Clyde que el hecho de que Bebe pareciera estar coqueteando con Craig era solo para despertar celos en él y que por una vez, la encare, Clyde no les creía, ¿por qué alguien como Bebe estaría interesada en él? Sí, tuvieron un crush en primaria, pero en ese entonces eran inmaduros y Bebe estaba más interesada en la idea de tener zapatos gratis. Ahora todo era diferente, todo menos Clyde.
En definitiva, la conversación no llevó a nada y Craig se dedicó a llamarle la atención más de una vez porque no le devolvía el mate. Luego de que eso se repitió dos veces, Craig decidió no darle ninguno más, y por supuesto, Clyde lloriqueó ante el castigo de su amigo.
El desayuno se vio interrumpido cuando el profesor Wyland llegó a la escuela y tuvieron que ir al salón.

La emoción por asistir a la siguiente clase era nula, y se vio reflejada en la lentitud con la que el grupo se incorporó de sus respectivos lugares y el enojo con el que Craig guardó el equipo de mate en un bolso pequeño negro.

La clase de geografía era aburrida y el tiempo iba a paso tortuga, como siempre, ¿a quién carajo le servía saber diferenciar entre una meseta y una llanura? ¿O los ciclos del agua? Lo único "bueno" de esa materia era lo fácil que resultaba aprobar, las preguntas se respondían en el orden de los párrafos que se dividían en el libro de texto, en pocas palabras, una pérdida de tiempo, relleno de Naruto, una mierda.

El profesor Wyland habló quince minutos y al terminar, les dejó una serie de preguntas para responder, esa fue toda la clase. Terminado eso, se sentó en su silla a husmear en su celular.
Stan observó a Craig de reojo, el chico estaba al borde de quedarse dormido, se veía reflejado en él, al igual que cualquiera en el salón.

—Me quiero ir a la mierda.— Murmuró Craig escondiendo la cara en los brazos, recostándose en la mesa.

—Vamos, es solo copiar textual.— Respondió Token intentando animar a su amigo, aunque él mismo compartía el mismo deseo.

—Ya terminé hace rato.— Contestó somnoliento.

—¡Señor Tucker! Si quiere dormir, se hubiera quedado en su casa.— El profesor Wyland lo reprendió desde su escritorio, recibiendo como contestación un fuck you, aunque a sus compañeros aquello les causó gracia, el profesor obviamente no lo tomó nada bien.—¡Bien! ¡Ya mismo va a dirección!

Craig levantó la cabeza como un resorte, pero con una sonrisa sarcástica.

—Gracias, de todos modos ya terminé su estúpida tarea.— El muchacho caminó hasta el escritorio con unas cuantas hojas de su carpeta en mano y las dejó delante del profesor antes de irse.

—Que huevos.— Expresó Stan en voz baja.

Stan observó su hoja casi en blanco, solo alcanzó a escribir la fecha y el título del tema en el que estaban, suspiró con desgano, se reprochaba a sí mismo por no ser más como Wendy o como Craig, quienes tenían la capacidad para tomar notas mientras el profesor hablaba y resumir en pocas palabras los datos más importantes.

Mientras que él no conseguía llevar el apunte ni más de dos minutos, no porque no quisiera, no era un mal estudiante, era más bien uno regular, no sacaba muchos dieces pero tampoco desaprobaba seguido.

Sencillamente, no sentía interés en nada.

Cuando estaba en cuarto año parecía tan lejano llegar a sexto, y ahora estaba ahí, a sólo seis meses de recibirse, de elegir universidad, de decidir a qué iba a dedicar el resto de su vida...
Una etapa estaba a punto de terminar, probablemente la más esperada cuando tenía diez años, y aunque irónicamente fueron ocho años, el tiempo pasó tan rápido que ni siquiera le dio tiempo a procesar que todo lo que ha vivido, lo que le hacía sentir un vacío interno y había una pregunta que rondaba siempre en su cabeza: ¿la había disfrutado como debía?
Ese año era decisivo, si elegía una carrera que no le guste, mal, trabajar con su padre, también mal. ¿Lo peor? No tenía ni puta idea de qué le gustaba como para al menos tener de donde empezar, no le gustaban los números, no le gustaban las letras, no le gustaban las artes ni le interesaban los temas sociales.

Miró a su alrededor y pensó en sus amigos sin poder evitar compararse con ellos, no precisamente sintiéndose superior, sino todo lo contrario. La mayoría ya tenía algo de lo que él carecía, algo que le aterraba y siempre daba vueltas en su cabeza:

Un sentido en la vida.

Miró al frente con la cara apoyada en la mano para anotar algo del pizarrón, y delante suyo estaba Kyle.

Kyle...

¿Quién hubiera dicho que una noche de alcohol le pasaría tanta factura? Y luego dicen que un polvo no arruina la amistad. Tal vez no arruinó la amistad, pero si su mente, ¿Qué debía hacer con él? ¿O con Wendy? Ellos estaban separados en aquel momento, pero, ¿Cuenta como infidelidad igualmente? ¿Qué siente por ella si siente esas cosas por su súper mejor amigo?

Y volviendo al tema de su futuro, si es que aún lo tenía, él... ¿En qué era bueno? Jamás se había puesto a pensar en aquello con detenimiento, porque sólo se enfocaba en vivir el día a día de la mejor forma... Por lo menos a los ojos de los demás.

Su vida de entrecasa era un tema a parte. La mayoría de las veces estaba solo, y si no estaba solo, estaba con Shelly, que no era mejor. Sí, definitivamente, prefería estar solo.

Después de todo, ya se había acostumbrado a llevar una petaca en su mochila.

Solo por si acaso.

 

 

 

—¿Hasta qué hora está abierto el piso de terapia?— Preguntó Clyde impaciente, la banda esperaba en las escaleras a que sus dos amigos bajen.

—Ya van a salir.— Lo calmó Butters, volviendo la vista a Kenny.

Tal vez se debía al amor que tenía por su novio de tantos años o a la certera objetividad, pero algo en Kenny se veía bien, ¿serán esos pantalones con roturas que traía? No, eso lo usaba a diario.
¿Entonces era su camiseta blanca ajustada al esbelto cuerpo? ¿O su chaleco naranja con capucha? ¿Tenía algo nuevo en su despeinada y abundante cabellera rubia?

No era nada de eso, ya conocía esas prendas, conocía su cabello y siempre tenía el placer de sentir las hebras enredándose en sus dedos cuando le acariciaba, la mejor parte de eso era lo ridículamente fácil que se quedaba dormido sobre su muslo cuando le daba esos mimos, era encantadora la vista que tenía a sus hermosos y largos abanicos rubios, su larga pierna descansando sobre su rodilla, como si nada trascendental estuviera sucediendo, nada de qué preocuparse.

Desde que Kenny y Karen siguieron el ejemplo de su hermano mayor, Kevin, y escaparon de la casa de sus padres al no soportar las interminables discusiones, la ha tenido muy complicada, desde el pago de alquiler de su pequeña casa hasta los gastos diarios, siendo ayudado en algunas ocasiones por Butters. Trabajaba en City Wok desde los catorce años, luego de ahorrar el dinero que ganó en su primer año trabajando en el restaurante, invirtió en una mezcladora de sonidos y una computadora, así como emprendió su segundo trabajo: DJ.

Sin embargo, el cansancio tanto físico como mental le pasaban factura en la escuela, especialmente en las fechas de exámenes. Bendita la suerte de Kenny que tenía un chico tan atento y cariñoso a su lado y amigos de oro que le permitía salir de su realidad al menos por un par de horas. Valiosas horas. Minutos que le recargaban la energía para seguir despertando cada día y no perder la sonrisa ni con las peores tormentas.

Desearía que siempre luciera así de relajado y despreocupado.

Desde el momento en que Kenny se le confesó a Butters en cuarto grado después de repetidos intentos, ya que siempre que intentaba expresarle sus sentimientos algo sucedía (cosas tan comunes para Kenny como que un camión lo atropelle y esas mierdas), han sido una pareja inseparable.
Y algo... Peculiar. Cuando Butters cumplió catorce y tuvo su primera vez con McCormick, ambos llegaron a un acuerdo:

Relación abierta.

Ya llevaban casi nueve años de relación y para ser honestos, ahora no estaba seguro de si quería continuar con ese acuerdo. Amaba a Kenny, con todo su corazón, pero, ¿y si al decirle esto, toda la relación acababa? ¿Valdría la pena echarlo a perder?

Y como dato no menor, ese año sería el último en el que estarían juntos físicamente hablando, porque Butters iría a la universidad. Kenny, por desgracia, no podía permitirse un estudio universitario, ya había decidido que se encargaría de ahorrar para los estudios de Karen.

¿Kenny aceptaría una relación abierta y a distancia? O más importante, ¿él podría soportarla?

No era muy buena idea tener estos problemas existenciales con respecto a su relación justo a esta altura de la vida, ¿verdad?

Cuando oyó los pasos de Tweek y Craig bajar las escaleras, dejó de lado sus pensamientos, volvió a la realidad y estiró el cachete de Kenny para despertarlo.
Tweek parecía feliz, pero en Craig era difícil descifrar su ánimo, siempre tenía cara de culo de todos modos.

—¿Y bien?— Indagó Kyle.

—Estuvo bien, aunque a Craig creo que no le gustó la arcilla.

—Es una mierda.— Soltó con fastidio.

—Eso es porque no tienes paciencia.— Lo regañó Tweek.

—Entiendo.— Habló Stan.—¿Vamos a la plaza a andar en patineta? Y a comer helado, si quieren.

La idea surgió cuando Tweek y Craig entraron al salón de artes, durante toda la clase planeó alguna excusa que sea lo suficientemente buena para no tener que ir a su casa temprano y soportar a su hermana. Cuando tuvo la afirmativa de sus amigos, se pegó una disparada a su casa en busca de los skates y volvió a la escuela.

La mayoría aceptó la propuesta. Kenny se levantó de un salto en cuanto la palabra "helado" llegó a sus oídos como una hermosa melodía, así dejó el espacio libre para que el dúo tocase el suelo del pasillo. En grupo, comenzaron a caminar hasta la escalera que unía los pisos... Excepto Tweek, quien dudaba que sus padres le permitan llegar tarde a la cafetería.

—¿Qué sucede Tweek?— Preguntó Stan observándolo. El grupo se detuvo a esperarlos.

—Creo que... No estoy seguro de si mis padres me dejen, es que no quieren que vaya tarde a la cafetería.— Explicó Tweek algo desilusionado.

Por una vez que tendría oportunidad de volver a socializar con sus amigos y la desperdiciaba; a veces comprendía porque nadie se molestaba en tenerlo en cuenta.

—Llámalos.— Le extrañó oír la voz de Craig de repente, teniendo en cuenta que desde lo sucedido en su casa no habían vuelto a cruzar palabras más que un "hola" y "adiós", aunque presentía en su mirada un algo que no sabría poner en palabras.—Pregúntales si te dejan.

—Pero, si llego tarde...

—Te acompaño.— Si tuviera el corazón un poco más delicado, seguramente aquello le hubiera provocado un ataque. La determinación en esas palabras era, en cierto modo, seductora.—De todos modos tengo que ir más tarde ahí, mi turno empieza después del tuyo.

Había olvidado completamente que sus padres aceptaron a Craig como repartidor.

Las miradas de sus amigos estaban puestas en él, esperando a que Tweek tomara acción, pareciera que no iban a bajar hasta no tener una respuesta de su parte. Sintiendo un terremoto sacudiendo sus brazos, sacó el celular de su bolsillo y buscó en contactos a sus padres, miró a sus compañeros una vez más antes de presionar el botón "llamar", en cuanto empezó a sonar, lo llevó lentamente a su oído.

Cafetería Tweak, ¿en qué puedo servirle?— Su madre atendió la llamada.

Se sobresaltó al oír su voz tan de pronto, siempre tardaban un poco más en contestar el teléfono.

—Hola mamá, soy Tweek.

¡Cariño! ¿Por qué llamas?

—Es que...—Tweek miró al grupo otra vez, Token le sonreía, Craig levantaba sus hombros y Stan levantó sus pulgares animándolo.—¡Agh! Los chicos... Stan, Craig y los demás me invitaron a ir con ellos a la plaza, la que está cerca de la escuela, solo será una hora, y quería saber si... ¡Agh!— Volvió la vista a ellos, no sabía cómo continuar la oración.

¿Siíhijo?— Interrogó su madre a través del teléfono.

—Dile que estarás con nosotros todo el tiempo, que no te perderemos de vista.—Le sopló Stan casi en un susurro.

—Quería saber si ¡Agh! Quería saber si me dejarías estar con ellos, estaré con ellos todo el tiempo, no me van a perder de vista.—Explicó a rápida velocidad tapando su boca a lo último, para asegurarse de no cagarla.

¿A qué hora volverás? No quiero que llegues tarde, hijo.—Respondió su madre luego de una breve pausa.—Recuerda que la calle de noche es más peligrosa.

Antes de que pudiese responder, Craig se acercó a él y sacó la mano del bolsillo extendiéndola a él, esperando a que le de el celular, Tweek lo observó con sorpresa antes de entregarle el móvil.

—Hola señora Tweak, soy Craig, respecto a la hora, solo estaremos una hora o menos, luego lo acompañaré allá, le prometo que no llegará tarde.— Le explicó en pocas palabras. No se sentía seguro de asumir responsabilidad por Tweek desde la última vez que sus padres le dieron permiso de estar tan cerca de él, pues temía hacerlo sentir coaccionado, como creía que se sintió esa noche. Pero si la confianza ganada de sus padres servía de ayuda para que Tweek pudiera integrarse a la banda, la usaría a su favor.

¡Hola Craig! Bueno, está bien, si está contigo, me siento un poco más segura. Y dile a Tweek que me envíe su ubicación cuando esté en la plaza, ¿sí?— La voz de la madre de Tweek se oía más flexible, aunque la idea de que su madre lo siga tratando como un niño cuando su hijo ya estaba cerca de los dieciocho le causó escalofríos.

—Seguro.— Cortó la llamada y le entregó el móvil.—Dijo que le envíes la ubicación cuando lleguemos a la plaza.

—Bien, entonces, ¿nos vamos?— Les apuró Clyde.

—Sí.— Afirmó Tweek.

Cuando el grupo se retiró, Craig les siguió detrás caminando más cerca de Tweek, aún llevaba la capucha de la campera puesta y no había sacado las manos de los bolsillos hasta la llamada, se seguía sintiendo incómodo cerca de Tweek al no poder sacarse de la cabeza las imágenes de esa noche rara.
No estaba acostumbrado a demostrar sus emociones, y cuando lo hacía, le ocasionaba una especie de colapso. Así que su solución a eso era tomar distancia de aquello que le hizo colapsar. En este caso, Tweek.

Y Tweek sí que le hacía sentir muchas emociones, demasiadas, tantas que no sabía cómo digerir con paciencia.

En su cabeza, ese beso fue resultado de una coacción indirecta de parte de él a Tweek, y se sentía horrible al pensar en aquello, lo que menos quería era hacerle sentir incómodo.

—Craig.— Lo llamó Tweek detrás de él, buscó algo de su mochila, él se acercó sin decir nada. Lo que Tweek buscaba era su chullo azul.—Lo olvidaste en mi casa.

Y ahí volvía a su cabeza ese recuerdo.

Lo tomó en sus manos con duda, otra vez el cosquilleo se hacía presente en su estómago, se sentía nervioso y los ojos de Tweek que le miraban con atención, con ternura, con espera... No era de ayuda. Le hacía sentir débil, blando, vulnerable.

Sabía que Tweek quería una respuesta, una explicación de todo eso, pero no podía dársela, cuando estaba frente a él las palabras no salían de su boca.

—Gracias.— Se limitó a decir, mirando al suelo.

No quiere hablar... Contigo. Le susurró una de las voces de su cabeza.

—No es nada.— Respondió imitando su acción.

Los dos siguieron al rebaño y no volvieron a hablar.

 

 

 

Sobre los aires se abrían paso las patinetas llevando sobre ellas los pies de los jóvenes.
La rampa solo estaba siendo utilizada por Kenny y Stan, los demás esperaban su turno alrededor mientras comían helados de agua de diferentes sabores y colores, sentados sobre los bordillos de ladrillos pintados de verde.

La plaza ocupaba toda una manzana, había tres rampas de skate de diferentes tipos, todas estaban cubiertas de graffitis. A lo largo y ancho de la plaza, había varios caños sobre los cuales podrían deslizarse si tenían la valentía para hacerlo y algunas pequeñas subidas y bajadas aleatorias.

Mientras Token y Butters charlaban sobre la relación de este último, Kyle ignoraba la conversación, tenía la vista fija en Stan mientras este subía y bajaba por las paredes de ese hueco, deslizándose tan naturalmente por ellas como si el viento lo llevara. Su sedoso y lacio cabello se movía sobre su frente y se lucia al ser movido por la brisa que soplaba, provocada por los movimientos que su amigo realizaba con envidiable destreza.
La concentrada mirada de Stan aportaba a esa increíble escena una adrenalina latiente en el corazón de Kyle, el cual no paró de resonar en sus oídos desde que empezó a recorrer la pista.

Stan subió a la pequeña superficie lisa cercana al borde del hueco y continuó desplegando sus maniobras cerca de sus amigos, especialmente delante de Kyle.
Su corazón retumbaba agitado, pensó que era debido al ejercicio que requería esa actividad, pero cuando se topó con esos hermosos ojos verdes observándolo con tanto aprecio y admiración, sintió en su interior un regocijo de alegría.

—¿Qué onda qué onda?— Se escuchó una voz femenina acercarse a la banda.

Era una chica de cabello corto hasta los hombros, de un intenso color carmesí, lo que hacía más destacable los piercings en su oreja y resaltaba lo blanca que era su piel. Craig no recordaba su nombre pero sabía que era su compañera de clases.

Vestía un pantalón holgado deportivo que llegaba hasta su cadera, dos cadenas colgando de este, un top rojo y una gorra con visera que apuntaba hacia atrás. Frenó su skate delante del grupo, dejándolo flotar en el aire antes de tomarlo con su mano.

—¡Red!— La saludó Stan desde su patineta, y sin dejar de deslizarse en ella, se acercó a la pelirroja para saludarla.

—Hola Stan Testaburger.— Se burló la chica al ver a su amigo. Seguido de esto, se acercó uno a uno para chocar los puños.— ¿Alguien tiene encendedor?

Al oír esta pregunta, Craig buscó en su bolsillo el suyo y le chifló para llamar su atención, cuando esta le miró, se lo lanzó.

—Gracias chico fuck you.— Le agradeció Red a modo de broma, luego encendió su cigarro.

—Ya lo conoces, ¿verdad?— Preguntó Token terminando su helado y sacando su cigarrillo, encendiéndolo.

—¿Cómo no conocerlo? Las chicas no pararon de hablar de él desde que llegó.— Respondió dejando salir el humo de su boca.—Además cerrarle el culo a Adler y sacarle el dedo a Wyland no es algo que pase desapercibido.

—Avísales de antemano que no se gasten fantaseando con llevarlo a la cama.— Bromeó Clyde aprovechando que su compañero bebía su infusión. Craig empezó a reír. Sabía de qué hablaba Clyde.

—Demasiado tarde.— Reconoció Red llevándose el cigarro a la boca.—¿Por qué lo dices?

—Es heterosexual con "H" de homosexual.—Respondió Clyde aceptando la infusión que Craig le sirvió.

La reacción de Red dejó a los muchachos confundidos, creyeron que se lamentaría o lo observaría incrédula; apretó el puño y dio un pequeño brinco a modo de festejo, sacó su celular a continuación.

—¿Qué sucede?— Preguntó Kyle.

—Le aposté a Bebe que era gay.— Respondió sin desviar la vista del móvil. Terminó de escribir y se dirigió a Craig.—Gracias Tucker, tu homosexualidad me hizo ganar quinientos dólares.

—E-en-entonces, ¿no te gusta?— Preguntó Jimmy.

—Objetivamente hablando, está para darle como cajón que no cierra.— Confesó sin pelos en la lengua haciendo sonrojar a Craig y ganándose una mirada molesta de parte de Tweek.—Pero no le gana a mi bebé Kevin.— Finalizó con una sonrisa enamorada al pensar en su novio.

Detrás de la chica se escuchó el sonido de las ruedas girando sobre el piso llano. Kenny subió a la superficie, saludó a su compañera y se dirigió a su novio, se sentó en su regazo.

—¿Quién sigue?— Preguntó recostando su espalda contra el cuerpo de Butters, permitiendo que este lo abrace.

—Nosotros.— Advirtió Clyde codeando a su amigo. Craig tomó el skate que Kenny dejó disponible y Clyde aceptó la patineta de Stan, deslizándose sin muchos rodeos.

—¿Vienes?— Preguntó Craig dirigiéndose a Red, sin esperar respuesta, fue detrás de su amigo.

—Por su pollo.— Red aceptó el desafío y les siguió.

Cuando el trío desapareció de su vista, Tweek relajó la mirada. Conocía a Red desde jardín de niños, ella siempre compraba sus dibujos desde entonces. Cuando eran niños, le ofrecía dulces a cambio de un dibujo.
No pudo evitar sentir una cierta incomodidad al escucharle piropear a Craig, y eso le hacía sentir raro de algún modo.
Él y Craig no eran nada, además Red estaba muy enamorada de su novio, no había motivos para sentir celos de ella, pero, ¿por qué se sentía de ese modo?

Prefirió volver su atención al cuaderno y dejar de crear escenarios en su cabeza.

Mientras tanto, los súper mejores amigos Stan y Kyle se apropiaron del juego de mate de Craig en su ausencia, preparándoselo el uno al otro tal como veían que su amigo lo hacía.

—Entonces, ¿irás a la fiesta?— Preguntó Stan.

—¿Cuál fiesta?— Kyle le miró confuso.

—La que te va a dar ésta.— Stan rió y Kyle lo golpeó en el brazo.—Token quiere ir a Raisins el sábado.

—¿Y Wendy?

—Ella irá con sus amigas.— Stan elevó sus hombros, como si no tuviera importancia.

—Pero, ¿estarás con ella?— Kyle sentía una opresión en su pecho de solo imaginar a su amigo besándose con ella mientras bailen.

—Tal vez, pero honestamente prefiero pasar la noche con ustedes, es más divertido.— Confesó.—Y me gusta más bailar contigo.

Kyle lo miró conteniendo una risa, no esperaba un halago de esa naturaleza.

—Yo no bailo bien.— Objetó.

—Kyle, vamos.— Insistió Stan con incredulidad.—Miéntele a cualquiera, pero no a mí.

—Tú sí bailas bien.

—Solo cuando estoy contigo.— El de camiseta naranja le miró preguntándose si lo que escuchó fue real o una alucinación auditiva. Stan repensó sus palabras y buscó en su cabeza algo que complete esa oración para que suene un poco más heterosexual.—Es decir, me vuelvo más desinhibido cuando bailamos juntos, supongo que es porque tengo más confianza contigo.

—El alcohol ayuda.— Recordó.

—También, aunque me gustaría que no me causara tantos vómitos.— Bromeó Stanley pasándole el mate preparado a su amigo.—¿Y qué dices?

Kyle llevó su vista a Craig y Red, quienes parecían divertirse de las tonterías que hacía Clyde sobre la patineta, hasta que este cayó deslizándose sobre su trasero. Una vez que se aseguraron de que estuviera bien, se rieron descaradamente fuerte antes de que Craig le tendiera la mano.
Observar a Craig y Clyde bromeando y divirtiéndose como dos niños le llevó a recordar la primera vez que anduvo en skate con Stan, dejó escapar un suspiro cargado con nostalgia al oír en su mente las risas de ambos cuando uno de los dos caía, el bullying entre amigos jamás faltaba, al mismo tiempo que tampoco faltaban las manos que te ayudan a ponerte de pie luego de un fuerte tropezón.

Era la imagen de lo que, en definitiva, significaba la amistad.

Extrañaba esos días, donde eran amigos en el más puro de los sentidos.
Extrañaba los días en donde esa noche juntos no existía en su mente.

—Bien, iré.— Aceptó sonriente.

—Pasaré por ti.— Prometió Stan.

—Cuento con eso.

La intensidad con la que sus miradas se encontraron generó en ellos una fuerte conexión, pues con solo mirarse a los ojos y sonreír, sabían con claridad que ambos estarían esperando que el sábado no tarde en llegar para así poder divertirse juntos.

Y tal vez...

Solo tal vez...

¿Quién sabe?

—¡Oigan, tortolitos!— La molesta voz de Craig interrumpió el instante chispeante entre los amigos.—¿Me pueden pasar mis cosas? Tengo que irme con Tweek a la cafetería.

—¿Nos dejas el mate?— Pidió Stan con los ojitos brillantes, esperando convencer a Tucker.

—No.— Contestó en seco.

—Bueno, métetelo en el culo.— Respondió Stan tirándole la mochila junto con el bolso negro de mala gana. Craig le hizo su seña y se fue.

En cuanto cargó su mochila en su espalda, se despidió de sus amigos con un saludo en general.
Tweek y Craig caminaron juntos hasta la parada del bus y desaparecieron de su vista.

El grupo de amigos continuaron conversando sobre la salida que estaban organizando para el sábado y poniéndose de acuerdo sobre lo que debería llevar cada uno para la previa, la cual se realizaría en casa de Token, como era habitual.

Cuando la noche empezaba a caer sobre los anaranjados tonos del joven atardecer, tomaron el bus hasta la parada de siempre, se despidieron de los demás muchachos y como era costumbre, Stan acompañó a Kyle a su casa.

—Bueno... Nos vemos mañana.

—Como siempre.— Agregó Kyle posando su mano en el hombro de su amigo.—Hasta mañana.

Antes de que pudiera girarse por completo, Stan tomó la muñeca de Kyle y le obligó a volverse, sin darle tiempo a asimilar lo que estaba por ocurrir, posó sus labios en los suyos y le plantó un dulce beso, dejando a Kyle estupefacto y sin aliento ante esta repentina muestra de... ¿Amor?

—Hasta mañana.— Se despidió con una azucarada sonrisa. Se volvió sobre sí mismo hasta abandonar la entrada de la casa de los Broflovski.

No sabía exactamente como tomó valentía para hacer lo que hizo y Kyle aún necesitaba procesar lo vivido; solo vino a él ese impulso, el deseo de sentir a Kyle más cerca de él, sentir su calidez, su dulzura, su cariño, sus labios.
La imagen de Kyle sonrojado y sorprendido ante el atrevimiento de su accionar se mantenía fresca en su mente incluso cuando llegó a casa.

Por lo general, al encerrarse en su habitación después de volver de la escuela, sacaba la petaca de su mochila y bebía el vino que le cargaba para calmar la tensión de los pensamientos intrusivos.

Hoy no era necesario.

Ese beso de amigos fue más que suficiente para irse a dormir feliz.

 

Chapter 17: La previa

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/fwqqahLOgSQ

Chapter Text

—En el anuncio dice "20 minutos o el envío es gratis".— Refutó el señor Stotch contra Tucker.

El señor Tweak no le había mentido sobre el hecho de que el turno de los sábados es el peor, los clientes son aún más insoportables que de costumbre, suele ser el día donde beben o se drogan más de la cuenta y molestan solo por diversión.

—Pero usted me dijo que vivía en la esquina.— Era el tercer cliente castroso con el que discutía, su paciencia estaba por los suelos y la impotencia le ahogaba al tener que respetar la etiqueta de no responder a ninguna provocación.

—Oíste mal.— Objetó el señor, cruzando sus brazos con ofensa.

—¡No pude haberlo oído mal! Lo tengo aquí anotado, incluso.— Craig le enseñó el papel donde anotó su dirección en cuanto se la dictó. En cualquier momento perdería los estribos, era un milagro que aún no haya insultado a nadie.

—Oíste y anotaste mal.— Stotch no se tomó la molestia de ojear el papel escrito antes de cerrarle la puerta en las narices, llevándose consigo la caja con los dos cappuccinos.

—¡Jódete!— Exclamó Craig sacando el dedo medio, lo cual resultaba inútil, la puerta no se sentiría ofendida por recibir su seña obscena. 

Con las manos vacías y unos incontenibles deseos de golpear a cualquiera que se cruzase en su camino a molestarlo, dejó escapar un suspiro descontento mientras volvía a ponerse el casco, se dio la vuelta y volvió a subirse a la moto con rumbo a la cafetería.

Por suerte su turno estaba por terminar, siempre y cuando nadie a última hora le llamara haciendo un pedido.

Cuando llegó a su destino, presenció la violencia con la que la cortina de metal se bajó sobre los ventanales, lo cual implicaba un alivio, su día finalmente había terminado. Detuvo la moto cerca de la puerta y se quitó el casco. Su patrón llevaba una pesada puerta del mismo material que las cortinas, por su tamaño, encajaba perfectamente en el hueco que daba a la entrada.

Se acercó a este y le ayudó a cargarla hasta donde esta debía encajar.

—No era necesario, Craig, podía hacerlo yo.— Richard se sentía apenado por ser ayudado, aunque en cierto modo, le conmovía la solidaridad de su nuevo empleado.

—Está bien.— Se limitó a decir mientras enganchaba la puerta a la cortina. El señor Tweak cerró ambas puertas antes de cerrar con llave.

No conseguía quitarse de la cara la amargura ocasionada por el último pedido que tuvo. Para ser alguien que suele tener sus emociones en total control, lo único que jamás podía disimular era el enojo. Cuando a Craig algo le molesta, se le nota a kilómetros y se vuelve una persona de lo más transparente; mas no sucedía lo mismo cuando algo le gustaba, lo que provoca que de la impresión de ser un amargado.

No era completamente mentira aquello, él mismo se autodefinía como alguien poco interesante y hasta asqueroso; pero si era uno de los tantos defectos que, por desgracia, lo caracterizan, el de no ser más abierto con aquellas cosas que le hacían sentirse cómodo.

—¿Te sucede algo, hijo?— Le preguntó con amabilidad el padre de Tweek.

"Hijo".

¿Hace cuánto no escucho esa palabra viniendo de una voz masculina? Pensó.

—No, nada.— Mintió.

—¿Alguien te dijo algo malo?— Richard sonaba genuinamente preocupado, se acercó a él y pasó su brazo por los hombros del muchacho para darle un confiado abrazo, le costó un poco llegar ya que Craig lo pasaba en altura por varios centímetros, para acortar esa diferencia, Craig dobló un poco sus piernas e inclinó su torso hacia el hombre.

—No, bueno...— Titubeó.

—Cuéntame.

Ya sea su falta de costumbre al afecto paternal o su estúpido complejo de no mostrarse nunca afectado, pero no sabía como relatarle los hechos sin sentirse de alguna manera, avergonzado al creer en que la culpa fue completamente suya, aun sabiendo que no era así.

—El último tipo que me llamó me jugó una mala pasada.— Explicó.— Me dijo que era en una casa cuando era al lado, estuve unos minutos tocando ahí pero no había nadie y perdí tiempo, y usó eso para llevarse el pedido gratis.

Esperaba un regaño de parte de Richard, no le extrañaría ya que dicho así, se daba cuenta de lo estúpidamente inocente que fue al no haber pensado dos veces antes de seguir insistiendo en aquella solitaria casa.

Sin embargo, la reacción del señor Tweak fue muy diferente a la esperada.

—Oh, ese tipo de clientes te vas a encontrar siempre.— Comentó el hombre con empatía en su voz, Craig se sintió un poco más aliviado.—No te preocupes, la próxima vez que llame por un delivery, o lo ignoramos o le cobramos el envío por adelantado, ¿te parece bien?

—Pero fue mi culpa.

—No seas tan duro contigo mismo.— Lo consoló el patrón.—Has hecho un trabajo excelente esta semana.— El señor Tweak rebuscó en sus bolsillos un sobre, y se lo entregó a Tucker con una simpática sonrisa.—Toma, es tu paga de la semana, más... Una pequeña propina.

Cuando Craig tuvo el sobre en la mano, Richard se acercó hasta su auto, donde le esperaba sentada la señora Tweak, la mujer llevaba maquillándose frente al espejo dentro del auto desde hace un rato y se veía muy guapa, todo parecía indicar que saldrían de la ciudad.

Craig abrió el sobre y se encontró con varios billetes de cien dólares, más de los que acostumbraba a ver, para ser exactos, eran veinte. Al sumar la cifra total, se sobresaltó en su interior, su lado más humilde le hizo actuar por impulso y seguir al señor Tweak antes de que abandonase el lugar, cuando obtuvo su atención, le devolvió el sobre, aunque Richard no lo recibió.

—No puedo aceptarlo.— Se excusó.—Es más de lo que gano.

—Craig, acéptalo.— Insistió el señor Tweak sonriente, le tomó por sorpresa tal acto del joven.—Eres joven, úsalo o ahórralo; cómprate algo bonito, sal con tus amigos...— Su sonrisa cambió a una levemente pícara.—Invita a salir a una linda chica o a un guapo muchacho.— A continuación, palmeó su brazo con confianza.—Disfrútalo.

Aunque Craig seguía con la culposa sensación de tener en manos una cantidad de la que no era merecedor, no vio en el señor ninguna señal de que vaya a declinar de la suma monetaria que le entregó. Richard se encaminó hasta la puerta de su auto, la abrió y se subió al asiento del conductor, cuando terminó de encender el motor, bajó la ventanilla para decirle unas últimas palabras.

—Hoy es nuestro aniversario, tendremos una cita para celebrarlo.— Le comentaba el señor tomando la mano de su esposa.—Desde que tuvimos a Tweek, no nos hemos dado el tiempo suficiente a solas, pero ya que él está grande y puede estar una noche solo, no vimos porqué no darnos el gusto. Volveremos mañana en la tarde de todos modos.— Richard sonreía con nostalgia al recordar las salidas al cine que tenían su esposa y él cuando eran jóvenes. Craig también sonrió.

—Pásenla bien, entonces.— Deseó Tucker con sinceridad.

—Muchas gracias, Craig, nos vemos el lunes.— Agradeció Richard, con lentitud, dio marcha atrás y corrió hacia atrás su cuerpo para dar paso a la cabeza de su esposa, la cual se acercó a la ventana abierta.

—¡Nos veremos el lunes, cariño!— Se despidió la señora Tweak del empleado de su esposo, saludando con su mano abierta.

—Nos vemos, ¡buenas noches!

En cuanto el auto se perdió de vista en la distancia, se acercó hasta su moto, pero no para irse de allí, sino para tomarse un merecido descanso, había sido un día duro. Se apoyó contra el asiento de la misma, se puso los auriculares y encendió un cigarro, entre el trabajo y la escuela había reducido considerablemente la cantidad de cigarrillos que solía fumar. Una caja le estaba durando de una a dos semanas, esa decisión había sido tomada desde el día de su cumpleaños, esa pequeña conversación con Tweek le había impulsado a intentar consumirlo con menos frecuencia o en lo posible, algún día dejarlo por completo.

La brisa golpeaba con suavidad contra su cara, la calle estaba tranquila, en el cielo nocturno centellaban las estrellas como faros luminosos y la luna llena le daba suficiente claridad a su entorno como para sentirse seguro.

Podría permanecer así de tranquilo por mucho rato si tuviera la posibilidad. Lo único que arruinó su descanso y a regañadientes le obligó a poner pausa a Gorgoroth, fue una llamada entrante al celular que Richard le otorgó exclusivamente para el trabajo.

—Cafetería Tweak, ya cerramos.— Respondió desganado y dio otra calada al cigarro.

Hola, ¿hablo con el repartidor más sexy de South Park?— Respondió una voz masculina ligeramente sugerente, la voz parecía fingida.

—Cartman, si eres tú otra vez con ese estúpido modulador de voz, voy a ir a tu casa a partirte las pelotas.— Contestó amenazante, pero antes de que pudiera cortar, la voz misteriosa le interrumpió.

¡Wow wow! ¡Tranquilo, viejo! Soy yo, Clyde.— La alegre voz de su amigo le sacó una sonrisa burlona.

—¡Clyde! ¿Qué pasa, hijoputa?— Saludó un poco más animado.

¿Qué pasa, tragasable?— Le respondió entre risas.

—¿Para qué llamabas?— Preguntó confundido, podría haberlo llamado a su número en lugar de llamarlo al celular del delivery.

Primero que nada. ¿Qué tal tu día?— Interrogó con interés, lo que causó que Craig ría al pensar en que era la clase de pregunta que se hacen las parejas casadas de varios años.

—¿Y qué procede? ¿Te digo "cariño" o qué?— Ambos rieron al tener la misma idea.—Meh, regular, como siempre. La madre de Cartman me hizo tres pedidos que podría haberlo hecho en uno solo.— Le compartió en un tono picaresco mientras se llevaba el cigarrillo a la boca otra vez.

¿Y pasó algo interesante?— Clyde sabía perfectamente que no podría ocurrir nada entre ellos, pero de todos modos le interesaba conocer la reacción de su amigo al conocer a la famosa señora Cartman.

—Me sentí desnudo con la mirada.— Clyde soltó una carcajada tras el teléfono y tuvo que alejar el móvil de su oreja hasta que este acabó de reír.—De haber sabido a la primera que era su madre, hubiera considerado la idea de "hacer el esfuerzo", sería divertido llegar el lunes a la preparatoria y decirle a Cartman "hola hijo".

Si valoras tu vida, no te lo recomiendo, aunque admito que sería memorableEstá buena igual, yo le daría.

—Amigo, a este punto creo que tú le darías a todo.

Kenny se me adelantó, menos mal que lo obligamos a que usara condón, o sino se contagiaría otra vez de alguna mierda.— Recordó entre risas.

—¡No me la contés!— Exclamó entre risas hablando por encima de su amigo, quien se había tentado con semejante anécdota.—¿En serio se la...?

¡Sí! Eric estaba furioso cuando se enteró. Lo mató a golpes y aún así lo siguió madreando en el suelo, tuvo que intervenir el ejercito incluso, Kenny quedó en coma un par de semanas, pero dice que no se arrepiente de nada. No sé a dónde pretendía enviarlo con tremenda paliza.

—La verdad que motivos no le faltaba.— Por primera vez, Craig empatizó con el sentimiento de Eric.— Pero con tremendo pecado debió haber ido al infierno, ¿o a dónde pretendía enviarlo Cartman? ¿A Nueva Jersey?— Clyde rió al captar la referencia pueblerina.—Pero espera, ¿Qué carajos? ¿Esa señora no le dobla la edad?

Amigo, ¿Quién no fantaseó con una MILF?— Cuestionó Clyde con retórica.—Bueno, en tu caso sería un DILF.

—Admito que he ido a ver Avengers por Chris Hemsworth más que por la trama en si, así que creo que no voy a juzgar a Kenny.— Al confesar aquello, recordó cómo se rió su hermana en pleno cine al ver el rostro libidinoso de Craig cuando el actor apareció en pantalla, ni él mismo pudo contener la risa ese día. A decir verdad, ambos tenían el mismo gusto en hombres, aunque a Tricia le gusta más Chris Evans.

Uff pero Robert Downey Jr. tiene lo suyo también.— A veces la atracción de su amigo por Bebe le hacía olvidar que Clyde era bisexual, por lo que podía conversar cómodamente sobre sus gustos y al mismo tiempo coincidir.—Bueno, sobre el porqué llamaba, amigo, ¿no leíste los mensajes del grupo?

—Voy a ser honesto contigo: silencié el grupo en cuanto me metieron.— Confesó indiferente.

Siempre tan simpático y sociable tú.— Soltó Clyde con sarcasmo.

—Hombre, no voy a leer dos mil mensajes.

Bueno, el punto es que ahora mismo estamos en casa de Token, a las doce más o menos iremos a Raisins, y queríamos saber si te gustaría venir con nosotros, la previa apenas está empezando. Están Marsh y los demás chicos.— Le dijo, Craig miró la hora, recién eran las 19:45.

—¿Raisins? ¿Qué no había cerrado ese antro?— Craig estaba completamente seguro de que Raisins había sido clausurado hace dos años, cuando fue demandado por hacer trabajar niñas con vestimentas no muy apropiadas.

Sí, pero ahora es más grande y las chicas Raisins se supone que son mayores de edad, así que no hay problema, aunque nosotros solemos ignorarlas ya que bailamos juntos, ya sabes, hombres bailan en grupos de hombres, mujeres bailan en grupos de mujeres, excepto Token y Stan, esos dos están del anillo.— A veces Clyde odiaba ser de los pocos solteros en un grupo donde casi todos tenían pareja, hasta Jimmy tenía lo suyo.

—Honestamente, Raisins nunca fue mi estilo, no soy de bailar con gente.— Confesó, aunque al pensar en la acción de bailar, inevitablemente recordó la vez que bailó con Tweek en el salón de Química. A Craig en realidad no le gustaba bailar, solo lo hacía por entretenerse cuando limpiaba su cuarto en soledad, pero reconocía que no se le daba nada bien.

¡Pero puedes estar con nosotros o sentarte en los sillones! Pusieron unos muy cómodos en el fondo, también puedes beber a gusto.— Clyde intentaba convencer a su amigo, lo cual no daba resultados hasta que recordó un pequeño pero muy importante detalle.—¡Además Raisins empezó a contratar chicos! Así que podrás ligar ahí, si quieres.

—Bueno... Pensándolo bien...— Cayó en la tentación.—Pero no me esperen ahora, primero debo ir a casa, mi mamá no está porque tiene doble turno en el trabajo y alguien tiene que hacerle de comer a Tricia.

¿En serio cocinas?— Preguntó Clyde incrédulo.

—En mi casa no hay machismo, hermano.— Alegó con orgullo.—Claramente no estoy incluyendo a Thomas en la frase.— Agregó.

De acuerdo, Master Chef, ¿Cómo a qué hora te pasas?

—Supongo que a las 21 hs.— Teorizó el azabache apagando el cigarro en la nieve.

Ok, tienes la dirección de Token en el grupo, si quieres te la reenvío. ¡Nos vemos!

La llamada finalizó.
Desde que ambos empezaron a juntarse, en pocas semanas Craig dedujo que podía estar teniendo un mal día a causa de la escuela, su padre o el trabajo, pero en cierta forma, conversar con Clyde siempre le subía el ánimo, sin importar qué tan grave sea lo que sucede o qué tan estúpido sea su amigo.

Cuando la llamada terminó, se subió a la moto y se dirigió a su casa.
En cuanto abrió la puerta, se quitó la chaqueta de cuero y saludó a su hermana de forma poco convencional.

—¡Hola engendro, ya llegué!— Gritó desde la entrada.

—¡Hola muerdealmohadas!— Correspondió su hermana desde su habitación.

Luego de saludar, subió las escaleras y se metió al baño a darse una ducha rápida, al terminar se colocó una remera negra, una camisa azul sin abotonar y un pantalón de jean color negro. El mayor de los Tucker no perdió más tiempo y se puso manos a la obra en la cocina, preparando un estofado con papas, zanahoria y carne.
Cuando comprobó que a la preparación le faltaba poco para ser servida, le pidió a su hermana que le ayude poniendo la mesa, aunque esta intentó poner una excusa para no salir del cuarto.

—¡Vamos mocosa! Yo ya hice todo.— Ordenó con un hilo de voz agotado.

—Agh, bueno, ya voy.— Respondió rendida.

Oyó la puerta abrirse y de las escaleras bajó Tricia vestida con una minifalda de jean, un cinturón negro y un top color cyan, su cabello anaranjado estaba algo despeinado y en su rostro percibió una generosa cantidad de maquillaje.

—¿Vas a algún lado?— Interrogó su hermano mientras servía el estofado en los platos.

—Luego de comer, iré a casa de Karen.— Le informó Tricia.

—¿Karen McCormick?

—Sí, ¿Quién más?— Dijo sarcástica. Terminó de poner los vasos y se sentó a esperar que su hermano trajera el plato servido. En cuanto el plato tocó la mesa se dispuso a degustarlo.

—¿Y de ahí a dónde?— Craig continuó indagando mientras le daba las primeras probadas a su cena, y no por presumir, pero sí le había quedado rico.

—¿Esto es un interrogatorio o qué?

—Solo responde.

—No.— Negó rápido.

—En cualquier caso, te llevaré.— Avisó con el tono desinteresado de siempre, pero se pudo detectar algo de preocupación en sus palabras.

—Es cerca, no necesito que me lleves.— Objetó Tricia.

—No es segura la calle de noche.— Respondió su hermano algo molesto.—No voy a aceptar un no por respuesta, así que cuando termines de comer y arreglarte, te llevaré en la moto.

—A mi edad a ti ya te dejaban caminar solo en la calle a esta hora.— Murmuró Tricia con notoria inconformidad. Solía enfadarse porque a su hermano le diesen más libertad que a ella.

—Son casos diferentes.— Contestó Craig.—Sé que crees que somos injustos, pero es por tu propio bien. Que camines sola en la noche es mucho más peligroso a que lo haga yo.

—Me sé defender, soy una Tucker.— Continuó Tricia. Llevar el apellido Tucker era sinónimo de "peligro" para muchos, ya que a pesar de tener una personalidad tranquila, en la sangre ya llevaban la fuerza que solía caracterizarlos a la hora de confrontar cuerpo a cuerpo, tanto de parte de Laura, por el lado de Craig, como de Thomas, por el lado de Tricia.

—Nunca dije lo contrario.— Contraargumentó.—Pero lamentablemente allá afuera las cosas están jodidas y si ni yo estoy lo suficientemente a salvo siendo hombre, tú la tienes peor.

—¿Estás diciendo que soy más indefensa por ser mujer? Que forma de pensar tan machista tienes, hermano.— Tricia estaba molesta, odiaba cuando pensaba que su hermano la subestimaba solo por ser mujer, aunque no era el caso.

—¡Que no soy machista!— Exclamó Craig enfadado, le molestaba que Tricia use esa palabra tan fuerte en su contra cuando su intención era solo protegerla.—¡Machista será Thomas, pero no yo! Él ni siquiera te dejaría salir vestida así, en mi caso no me importa porque es tú cuerpo y yo creo que puedes hacer de tu culo un florero si quieres.— Se defendió.—No estoy subestimando tu fuerza ni nada por el estilo, pero simplemente la realidad es otra y si te dejo ir sola, yo no sé si vas a llegar a la casa de Karen o si vas a volver a casa algún día porque alguien te...

La desdichada imagen mental de su hermana siendo secuestrada o algo peor por algún hijo de puta con poca moral y respeto le generó un mal cuerpo desde los pies hasta la cabeza.
Al ver el rostro asustado de Tricia, paró en seco, no quería convertirse en un hermano sobreprotector que inspire miedo en ella, y repensó sus palabras.

—Lo que quiero decir es que lamentablemente el mundo no es un lugar bonito, y si puedo evitar que te pase algo, lo haré.— Explicó más calmado.—Piensa que tienes suerte, otros hermanos ni siquiera se preocupan por acompañar a su hermana a algún lado.

—Y un hermano con moto al que puedes sobornar con fotos de chicos lindos a cambio de favores no lo tiene cualquiera.— Rió Tricia.

—¿Lo ves? No es tan malo tener un guardaespaldas.

—Y aunque no opines lo mismo, cuenta con que tú también lo tienes.— Le aclaró señalándose a sí misma.—Si alguien intenta hacerte algo, primero deberá pasar sobre mí, porque la única que te patea el trasero soy yo.

—Cuento con ello.— Coincidió su hermano dedicándole una media sonrisa.

—¿Y tú a dónde vas?— Los papeles se invirtieron.

—A casa de Token, y de ahí a Raisins.

—¿Irá tu novio?— Preguntó Tricia con una sonrisa pícara.

—No tengo novio.

—¿Y el tal Tweek? ¿Era el rubio bajito de tu cumpleaños? ¿Qué pasó con él cuando fueron arriba?— Cada pregunta que Tricia hacía causaba en Craig una extraña combinación de tristeza y vergüenza.

—No creo que vaya.— Se limitó a responder sin parar de llevarse comida a la boca.

—Me dijo mamá que pasaste la noche en su casa.— Le contó ella.—¿Pasó algo ahí?

Sin poder evitar que el recuerdo del beso viniera a su mente, empezó a reír nervioso, haciendo que Tricia abriera la boca sorprendida al deducir lo que pasó... Con malinterpretación.

—¡No puede ser!— Exclamó ella emocionada.—¿Ustedes...?

—¡Come y calla!— Le ordenó él sin mirarla a la cara completamente sonrojado.

—¿Pero lo...?

—¡Solo nos besamos apasionadamente! No la pude poner ¿Contenta?— En cuanto compartió esto, ambos empezaron a reír.—Ahora come.

Esa noche Craig quería asegurarse de pasarla bien, por lo que quería evitar pensar en lo que pasó en esa habitación aquella noche, o sabía que estaría amargado hasta el día siguiente.

Los dos hermanos continuaron cenando hasta que sus platos se vaciaron, discutieron un rato sobre quien debía lavar los platos, Craig insistía con que su hermana se encargue de esa parte ya que él hizo la cena, y Tricia se negaba a hacerlo continuando con su visión, en donde Craig la enviaba a hacer dicha tarea solo por su sexo.

—Cuando llegue mamá, le voy a decir que no quisiste ayudar.— Amenazó Craig en dirección a las escaleras.

—Y yo le voy a decir lo que escondes en el cajón que siempre está trabado.— Solo con esa frase puesta en la mesa, Craig frenó de golpe y volteó a verla como si de un ser del inframundo se tratara.

—Eres una perra.— Expresó Craig con odio, Tricia lo tenía en la palma de su mano.

—Mira quien lo dice, perra.— Se burló su hermana.

—¡Bien! Tú ganas esta vez, pero a la próxima no te salvas.— Bufó rendido acercándose a la mesada de la cocina viendo como su hermana pasaba a su lado yendo a su habitación.

Casi siempre se repetía esa secuencia cuando estaban solos: él cocinaba, él lavaba, él ordenaba. En cierta forma se sentía orgulloso por hacer más que el promedio los chicos de su edad, pero en el fondo le preocupaba que su hermana no sea capaz de hacer mucho más que ordenar su habitación, y hasta ahí, teniendo en cuenta que en algún momento Tricia deberá vivir sola y él o su madre no estarán para hacer las cosas por ella.

Tal vez sea tema de conversación para la siguiente reunión familiar.

Al dejar el último plato limpio, fue a su habitación y se peinó como siempre: flequillo a un costado y lacio. En dos semanas le había crecido mucho el cabello en los laterales que había rapado.
Llevaba años haciendo ese corte, así que consideró que sería bueno cambiar esta vez, dejarlo crecer.

Regresó al pasillo de la entrada en la espera de su hermana con la chaqueta puesta, el casco y las llaves preparadas.

Aún recordaba cuando ella quería comprar la ropa que tenía puesta esa noche, su padre no quería permitirlo y sus argumentos para ello eran uno peor que otro, sin embargo cuando la misma chica pretendía comprar camisetas xl, tampoco estaba de acuerdo.
Y para sorpresa de muchos que creían que "padre misógino= hijo misógino", fue Craig quien discutió con él por defender la libertad de su hermana para vestirse como ella quisiera hacerlo.

No lo había notado hasta hace poco y es más por el hecho de la rivalidad entre hermanos que por su ceguera en sí mismo, pero debía reconocer que su hermana era una mujer guapa. Tricia era casi tan alta como él y estaba bendecida con la misma varita, delgada y atlética, las faldas o las camisetas xl (las que por cierto, suele robarle a él) le quedaban espectaculares. Su cabello rubio con tonalidades anaranjadas, herencia de su padre por desgracia, le llegaba hasta la cintura y hacía buena combinación con sus ojos verdes.

Aunque no quisiera admitirlo, la chica estaba destinada a ser un imán de hombres, así como él lo era para las mujeres (y hombres desde que se declaró abiertamente gay), se sentiría más tranquilo si tan solo fueran personas decentes que se limiten a pensar en ella como una linda muchacha y ya, pero para su pesar, los "piropos" era algo con lo que lidiaba a diario, y no estaba seguro de si su carácter fuerte y contestatario la ayudaba o alguna vez la llevaría a la boca del lobo. Cualquiera sea el caso, él se prometió a sí mismo estar ahí al pie de la batalla, no le molestaba discutir con nadie si el objetivo era defenderla, no obstante, se sentía especialmente orgulloso del repertorio de insultos que la chica poseía, era divertido verlos a los dos uniéndose para insultar a algún pervertido en la calle.

En fin, hermanos, esa divertida relación de amor-odio que les agradaba tener.
Claro, siempre y cuando tu hermana menor no te amenace con decirle a tu madre que fumas marihuana.

Hija de... mi madre. Pensó.

Tricia cerró la puerta de su habitación tras ella y se acercó a él con su cabello ya arreglado, tan lacio como le gustaba llevarlo, y una chaqueta negra para no morir de frío mientras estén sobre la moto.
Al salir de la casa, ella se paró de repente.

—¿Cómo me veo?— Preguntó Tricia.

—Ni que fueras hermana mía.— Rió él sacando un cigarrillo, pero no lo encendió.

—¿En el idioma Craig qué significa?— Preguntó confundida.

—Que estás linda.— Respondió.—¿Y yo qué tal?

—Asquerosamente Tucker.— Contestó.

—¿Y en el idioma Tricia eso es...?

—Que estás guapo.— A ninguno de los dos le gustaba halagar al otro, estaban tan acostumbrados a insultarse mutuamente que decirle algo lindo al contrario se sentía como romper el código de hermanos.—¿Puedo decir que eres mi novio para darle celos a Kenny?— Rió la muchacha, aunque el nombre mencionado le borró la sonrisa al mayor.

—¡¿Cómo que Kenny?!— Preguntó casi espantado.

—El hermano de Karen, duh.— Dijo Tricia como si fuera obvio.

—Ya sé estúpida, pero él es muy grande para ti y además es mi amigo.— Recriminó él.

Por nada en el universo ni por el amor de Dios, no permitiría jamás que alguien como McCormick se acercara a su hermana.

—Solo dije que me gusta, no que me lo quiero coger.— Se defendió encogiéndose de hombros.—O sea, si quiero, pero tiene novio y además no quiero que mates a nadie.

—Mientras se mantenga alejado a cinco metros de ti, todo irá bien.

—¡Ah, no mames! Sale con tu otro amigo.

—Son una relación abierta.— Le informó, y enseguida se dio cuenta de su error.

—Uy, haberlo sabido antes.— Bromeó ella con una expresión juguetona.

—Te toca un pelo y le rompo la cabeza.— Amenazó Craig.

—¡Tranquilo! Solo bromeo, es lindo pero no saldría con él.— Se sinceró.

—Eso espero.

Craig se subió a la moto encendida y le pasó el casco a su acompañante mientras esta se aferraba a su espalda, pero continuaba mirándolo tentada de risa.

—¿Qué te pasa?

—¿Por qué te pones tan celoso?— Cuestionó entre indignada y divertida.

—No estoy celoso. Solo...— Ni él podía creerse eso.—Cumplo con mi rol.

—Awwww, sabía que bajo esa cara de orto había un hermano dulce.— Se burló ella.

Craig rodó los ojos y se colocó el casco.

—No te acostumbres.— Advirtió llevando la vista al frente.—Agárrate fuerte, monstruo.

Abandonaron la residencia Tucker y no volvieron a hablar hasta que llegaron a la casa de Karen, cuando se aseguró de que Tricia ingresó a la casa, se puso en marcha hasta su siguiente destino: la casa de los Black.

 

 

 

Esa "casa" ocupaba una manzana completa. Por fuera las paredes estaban pintadas de un color anaranjado claro y un tejado rojizo sobre el techo que llegaba hasta la cochera doble y disponía de una división más, la cual aparentemente era un cobertizo del mismo color que el resto de la residencia.
Justo en el medio del camino a la entrada se ubicaba una fuente color blanca.

A Craig no le daban los ojos para apreciar semejante lujo, por su mente pasó la fugaz idea de que Token y su familia vendían droga, sino no se explicaba como alguien que iba a una preparatoria estatal y vivía en un pueblo tan pequeño poseía tremenda mansión.

Tocó la puerta y el timbre a la vez, no tenía muchas esperanzas de ser escuchado a juzgar por lo fuerte que sonaba DVBBS, esperó hasta ser atendido por su amigo afroamericano, quien vestía una camisa violeta, una remera amarilla fluorescente y unos jeans ajustados color azul oscuro.

Se saludaron chocando los cinco y al final se dieron un para nada delicado abrazo.

—¡Viejo!— Lo saludó Token en cuanto le abrió.

—Tú portero no me quería dejar pasar, si te dice que le saqué el dedo, es todo mentira.— Se apresuró en defenderse mientras se adentraba a la mansión con las manos en los bolsillos de la chaqueta.

Token lo miró de arriba abajo.

—No sabía que había tormenta de facha.— Lo halagó.

—Cállate, mírate al espejo.— Respondió el recién llegado sonriendo.

—Wow, ¿Esa belleza es tuya?— Preguntó Token observando la moto azul y negra, fumando un cigarrillo que llevaba a la mitad.

—Sí, no es la gran cosa como esta abominación que tienes por casa, pero algo es algo.— Rió sin dejar de recorrer el interior con los ojos.—¿Puedo vivir aquí? No como mucho, puedo vivir a base de arroz, te lavo la ropa para aportar en la casa si es necesario.

—Me sirve.— Aceptó en broma el dueño de casa cerrando la puerta y llevó a su amigo abrazado hasta la sala, donde se encontró con el resto de la banda.—Miren lo que nos trajo el viento.— Anunció.

El primero en acercarse a él fue Clyde, quien de un salto lo abrazó por el cuello casi colgándose de él. Clyde vestía una remera blanca con palabras en diferentes idiomas, una camisa bordó y unos jeans grises holgados con roturas.

También pudo captar con su olfato una considerable cantidad de perfume mezclado con el inconfundible aroma a tabaco.

—¡Al fin llegas, hijo de puta!— Lo retó su amigo.

—Perdón, estuve de niñera.— Se excusó Craig.— Y trabajando, tal vez deberías probarlo.

—Nos levantamos con humor, por suerte.— Añadió Stan burlándose de Craig antes de acercarse y saludarlo.—¿Cómo estás?

—Supongo que bien.

Stan se había puesto una camisa azul, la cual en el interior era blanca con lunares rojos muy pequeños, la llevaba arremangada hasta la altura de los codos, su camiseta debajo era color roja y los jeans oscuros.
Sentados en los sillones, se encontraban Kyle, Jimmy, Butters y Kenny.

En la mesa de café en medio de ellos había de todo, menos café: cigarrillos, marihuana, varios vasos vacíos y unas cuantas botellas de cerveza, vodka y energizantes en lata.

—Llegaste justo a tiempo para el desafío de la pipa.— Le comentó Butters mientras lo saludaba, tenía los ojos más rojos de lo que recordaba.

—¿Qué es eso?

—Básicamente, Jimmy cuenta un chiste y el que ríe, tiene que fumar de aquí.— Explicó Kyle mostrándole un bong de vidrio ya cargado de agua. De la boquilla se escapaba el vapor, lo que explicaba el enrojecimiento en los ojos de Butters.

Craig tomó el bong entre sus manos y lo observó con detenimiento. Nunca había tenido uno y le picaba la curiosidad saber como se sentiría.

—Créeme, si te pones como Kenny, es muy complicado no perder.— Le comentó Stan. Luego de eso, le enseñó una caja de vino.—¿Gustas?

Asintió y bebió el vino desde el pico abierto de la caja.

Cuando todos los miembros estaban reunidos en la misma ronda, Jimmy sacó sus notas.

—La otra vez fui a una e-en-entrevista de trabajo, y una de las preguntas fue "¿Nivel de inglés?", y p-pu-pues le dije que "alto", ni modo, soy norteamericano, carajo, entonces...— Sin terminar de contar el chiste, pudieron escuchar como a Kyle se le oyó una pequeña risa y se le quedaron viendo.

—¡No me estoy riendo del chiste!— Intentó excusarse.

—Cagaste.— Token se acercó entre risas al pelirrojo de camisa naranja y le puso el bong en la mano.

Las miradas estaban puestas en él a la espera de que el judío pusiera el encendedor sobre la cazoleta.
Cuando Kyle posó los labios dentro del tubo, acercó la flama hasta donde se encontraba la hierba e inhaló el humo un buen rato antes de expulsar el humo por la boca.

—Como le g-gu-gusta el tubo.— Comentó Jimmy haciendo reír a sus amigos.—Y eso también cuenta como chiste, así que ahora t-to-todos tienen que fumar, por c-cu-culos.

Ante la jugada de comediante del grupo, el siguiente en inhalar el humo fue Butters, quien ya llevaba dando varias inhalaciones; a continuación de él, Kenny se incorporó como pudo y se acercó torpemente a la boquilla.
La ronda fue girando hasta que llegó el turno de Tucker, quien no había prestado atención al correcto uso del bong, y por su falta de experiencia, atinó a envolver la punta de la boquilla con los labios, provocando que sus amigos rían a carcajadas.

—¡Golosa!— Le gritó Kenny acostado desde el sillón.

—Sabemos que te gusta el tubo pero tampoco le hagas un oral, amigo.— Se le burló Clyde a su lado, riendo de cómo Craig se tomó la cara y no paraba de reírse de él mismo.

—Tienes que poner los labios dentro de la boquilla.— Le explicó Stan haciendo una mímica luego de reírse descaradamente de Craig.

Al terminar de observar a su amigo, volvió a intentarlo. Sintió el cálido humo llenarse en su boca, pasando por su garganta hasta llegar a los pulmones relajando cada músculo al pasar, cuando expulsó el humo, se recostó sobre el respaldo del sillón para disfrutar de esa placentera euforia.

El bong dio la vuelta a la ronda dejando detrás un amontonamiento de adolescentes flotando entre nubes ficticias de humo con aroma a hierba Tegridad, con el paso de los chistes y anécdotas casi imposibles de creer relatadas por Jimmy, el ganar ya no era opción para ninguno de los chicos, el mismo comediante se reía se sus propias palabras o las cosas que se le venían a la cabeza, como cuando tuvo su primera vez con una prostituta luego de una persecución digna de película hollywoodense. 

El dueño de la casa puso sobre la mesa un mazo de cartas españolas y destapó una botella de vodka saborizado.

—¿Y esa madre?— Preguntó Stan recostado sobre la espalda de Kyle.

—Juguemos un juego.—Anunció Token, quien parecía estar más lucido que el resto de los integrantes.—Yo tomo una carta del mazo sin voltearla, y les pregunto a cada uno qué carta creen que sea, es decir, par o impar. Si aciertan, no beben, pero si se equivocan, tienen que tomar un shot, ¿entendieron?

—Simón.— Respondió Kenny quien continuaba inhalando el bong junto a Craig y Clyde.

—Ok, empiezo yo.— Token tomó una carta del mazo sin mirarla.—Yo digo que es... Par.—Al lanzar la carta, se descubrió que era un tres de copas.—Me cago en la puta.

Token fue el primero en beber una tapa cargada del alcohol que tenía en mano, mientras sus amigos se burlaban de su mala suerte.

—¿Par o impar?— Preguntó a Kyle.

—Par.

La carta era un cuatro de espadas. No bebió.

—¿Par o impar?— El siguiente era Stan.

—Impar.— Cuando la carta tocó la mesa, resultó ser un dos de copas.—Puta madre.— Expresó antes de beber el líquido, haciendo una mueca a causa de lo fuerte que estaba el trago.

Continuaron el juego durante media hora más hasta que el mazo fue descartado por completo, Token consideró que sus amigos ya estaban suficientemente ebrios, guardó las botellas sin abrir en la bodega de la cocina y descartó las que ya estaban vacías.

Una vez que la sala estaba ordenada, los amigos permanecieron sentados en diferentes sillones charlando animadamente sobre cosas de la vida, por parte de Kenny, envuelto en los efectos de la marihuana y el alcohol en partes iguales, alzaba sus manos al aire mientras se meneaba en el sillón cantando una curiosa canción que nada tenía que ver con la que sonaba en los parlantes de su amigo.

Tengo todo lo que quieren las wachas, fuman, toman y se arrebatan, tengo todo lo que las vuelve locas...

—Menos dinero.— Se burló Jimmy haciendo reír a sus compañeros.

—Cuando tienes una buena, gruesa, larga y venosa manguera de bomberos, lo que menos importa es el dinero.— Argumentó Kenny sin dejar de bailar cerca de su novio.

—Mucha información.— Comentó Craig terminando una lata de energizante.

—No te hagas el santo.— Insinuó Kenny.—Aunque no supero a Token.

—Nadie supera a Token.— Aportó Jimmy.

—¿A qué se refieren?— Preguntó Craig al afroamericano, aunque tenía una sospecha de lo que podían estar aludiendo. Token se acercó a su oído y le susurró, aquello le hizo expandir los ojos.—¡¿Pero cómo le haces para caminar con eso?!— Exclamó sorprendido.

—Es una pregunta que jamás obtendrá respuesta, ¿está claro?— Respondió Token encogiéndose de hombros.

—Ok, polilla.— Respondió Craig recostándose sobre Clyde.

Por otro lado, Stan y Kyle se encontraban en la cocina preparando algunas salchichas en la hornalla de su amigo, la hierba consumida les estaba abriendo el apetito y no querían arriesgarse a llegar al punto de convertirse en caníbales. Kyle cortaba el pan y preparaba los aderezos, mientras que Stan vigilaba que las salchichas no se pasaran de cocción mientras comía una hamburguesa de soja que había preparado con anterioridad.

—¿Recuerdas cuando jugábamos a ser superhéroes y decíamos que combatiríamos a los malandros que fumaban marihuana?— Stan asintió.— Y míranos ahora, nuestros yo pequeños estarían decepcionados de nosotros.

Las reuniones previas antes de las salidas casi siempre incluían una pequeña escena donde Kyle se lamentaba consigo mismo por seguirle la corriente a sus amigos en el vicio, seguido de frases como "no bebo nunca más" y relacionadas. Era curioso lo alegre que se lo veía diciendo aquello, como si su mente dijera una cosa pero su rostro otra, en nada se parecía al chico sano y centrado que era en la escuela, aunque debía aceptar que era más medido que él.

Claro, excepto esa noche.

Stan se limitó a reír cuando a su mente llegó el recuerdo del Cometa Humano dándole rcp luego de que un poderoso rayo invisible impactara contra él.

—Bueno, pero eso era cuando pensábamos que era algo que te convertía en un monstruo sin consciencia.— Agregó Stan haciendo memoria de la primera vez que probaron la hierba, Kyle estaba muy asustado al principio, pero la relajante sensación disipó sus miedos un rato después. Terminó de comer la hamburguesa y se limpió las manos.

—Es cierto.— Coincidió el judío acercándose a Stan con los panes ya cortados, intentó alcanzar un envase de kétchup por encima de la cocina, pero rozó por accidente el jarro donde las salchichas se cocinaban, ocasionándole una quemadura.—¡Puta madre!— Gritó sobresaltado.

Stan sostuvo a Kyle del brazo accidentado y lo acercó rápidamente al grifo de agua, girando la llave hasta el lado más frío.

—Pudiste haberme pedido permiso.— Lo regañó.

—Lo siento.— Se lamentó el judío mojando su antebrazo rojizo.

—No te preocupes.— Lo tranquilizó Stan, cerrando el grifo cuando notó que la quemadura estaba menos hinchada, se acercó a la alacena donde sabía que Token guardaba una pomada mientras Kyle se sentaba sobre la mesada. Stan volvió con él y posó encima de la rojiza zona una crema.—¿Te arde?

—Está bien, gracias.

—No es nada.

Podía sentir lo rápido que su corazón estaba latiendo en cuanto pudo olfatear mejor a su amigo, creyó que el humo opacaría el perfume amaderado de su compañero, uno que le regaló para su cumpleaños número dieciséis. Pero ahí seguía, presente en la camisa anaranjada, impregnada en su pálida piel.

Cuando subió la mirada, notó que Kyle giró la cara en dirección a la puerta, como si vigilara que nadie entrara.

—¿Estás bien?— Interrogó Stan con una media sonrisa. Kyle volvió a mirarlo.

—Estoy bien.— Le aseguró. Dejó pasar un momento de silencio para analizar el engañoso semblante de su amigo, lo conocía muy bien.—¿Otra vez discutiste con ella?

Stan se auto regañó en su interior al no disimular mejor, sabía que podía engañar a todo el mundo, menos al pelirrojo.

—Algo así, pero es más algo con mi padre que con ella.

—¿La cagaste otra vez?

—Debo reconocer que sí.

Kyle le dio un suave golpe en la frente con la mano abierta.

—Te dije que pienses dos veces antes de molestarte con ella.

—No es mi culpa que mi padre se ponga en mamón.— Se defendió.

—Pero Wendy no tiene la culpa, luego te andas quejando.— Lo regañó notablemente molesto el pelirrojo.—A veces te pones bien pendejo.

—¡Oye!— Exclamó ofendido.

—¿Quieres que te diga lo que quieres oír o lo que necesitas?

—Preferiría que no digas nada.— Respondió bajando la mirada.

—Pues lo siento hermano, pero debes afrontar la realidad.

Stan alzó la vista con una sonrisa juguetona, confundiendo a Kyle.

—¿De qué te ríes?

—Te ves lindo cuando te enojas.— Piropeó.

—No es el momento.— Reprendió Kyle a su amigo, aunque aquellas palabras le removieron el corazón y se le escapó una sonrisa.

—Y sigues viéndote lindo.— Continuó posando sus manos sobre la mesa, inclinándose hacia él.

—Para, estás drogado.— Intentó frenar Kyle a su amigo, alejándolo con la mano sin éxito.

—Estamos.— Corrigió.

Cuando hicieron contacto visual, ambos entrecerraron sus ojos jugueteando con la cercanía de sus rostros, acariciando sus narices mientras susurraban cosas sin mucho sentido y riendo estúpidamente, sin llegar a rozar sus labios en ningún momento. Esa tensión les alteraba las hormonas a niveles que no creían llegar a pasar, pues sabían lo que ambos querían, pero ni la marihuana ni el alcohol les dio la suficiente valentía para sellar la situación con broche de oro.

O tal vez, solo lo hacían porque ya llegaría el momento de "descargarse" de tanta tentación.

Token llamó desde la sala a los miembros que faltaban con una bolsa en la mano.
Los amigos sirvieron las salchichas en los panes y los llevaron al resto del grupo antes de que terminen de prepararse para irse.

—Bueno, yo soy el único que está 100% consciente, así que como siempre, voy a ser el conductor designado.— Empezó y abrió la entrada de la bolsa.—Ya saben cómo va esto, tomen dos cada uno por si acaso.

Los chicos se acercaron hasta el saco y metieron la mano, guardando lo que sea que contenía en los bolsillos de sus camisas o sus billeteras.

—Tú también toma dos, Craig.— Le llamó la atención el de violeta.

El mencionado lo miró confundido, se aproximó hasta la bolsa y metió la mano tanteando dos envoltorios de plástico rígido.

Eran condones.

Su cara se enrojeció ante la idea que tenía su amigo en mente.

—Y en tu caso, debo darte algo más, sígueme.— Demandó el afroamericano caminando hasta las escaleras, en dirección hasta su habitación, siendo seguido por el azabache.

Cuando llegaron hasta la puerta de la recámara de su amigo, este se adentró y volvió a salir, teniendo en su mano un lubricante.

—Me tomé la molestia de investigar un poco y descubrí que para ustedes es muy importante esto, así que llévalo.— Le ordenó dándoselo en la mano.

—Bro, agradezco que me tengas tanta fe, pero dudo que llegue a...— Titubeó Craig algo avergonzado.

—Solo llévalo por las dudas.— Interrumpió su amigo.

—Es que...— Murmuró rascándose la nuca.

—¿Sí?

—¿Prometes no burlarte?— Se anticipó el pelinegro.

—Claro que no, suéltalo.— Le aseguró Token cruzándose de brazos.

Craig tomó aire y miró hacia un lado.

—Soy virgen.— Confesó.

—¿Te crees que no me di cuenta?— Respondió su amigo.

—¿Cómo...?

—Viejo, te pones rojo como un tomate cuando alguien te piropea y te sorprendiste al ver el condón.

—Puede ser porque sea vergonzoso.— Argumentó en su defensa.

—También te pones así cuando alguien que te gusta está cerca tuyo como si no supieras que hacer.— Lanzó sin tapujos.

Craig le miró y supo lo que su amigo estaba intentando decirle.

—¿De qué estás...?

—Rubio, bajito, ojos celestes, cafeinómaco... ¿Te suena esa descripción?

En cuanto Token le dijo aquello, Craig sintió un pequeño atisbo de vergüenza al pensar en la sola posibilidad de que no haya ocultado bien sus intenciones con respecto al artista.

—¿Alguien más lo sabe? ¿Tan malo soy disimulando?— Preguntó preocupado.

—Nah, relájate, para el resto de los chicos eres un chico frío sin sentimientos.— Se rió.

—Para tu información, no me gusta románticamente hablando, solo me parece atractivo, ¿si?— Intentó defenderse.

—Claro que sí.— Respondió alargando la "A" con demasiado sarcasmo, sin creerle.

—Hablo en serio.— Insistió.—No quiero una relación de momento.

—Sí, seguro.— Continuó su amigo.—Dentro de tres meses veamos si sigues diciendo lo mismo.— Lo desafió palmeando su hombro y caminando hasta la escalera.

Craig se quedó unos segundos en el lugar con la respiración agitada, al tocar su rostro, sintió las mejillas calientes al pensar en lo que sabía que sucedió con el "rubio bajito" y el cómo Token había acertado con respecto a su atracción por Tweek.

Mientras caminaba detrás de su amigo, se repetía mentalmente que lo suyo con Tweek era pura atracción física y nada más, hasta asegurarse de que se lo creía a ciencia cierta.

Cuando bajaron a la salida, se subieron al auto del dueño de casa y partieron rumbo a su destino: Raisins.

 

Chapter 18: Raisins

Notes:

Canciones del capítulo:

▪Say So de Doja Cat.

▪Poker Face de Lady Gaga.

▪Alive de Lil Jon, 2 Chainz y Offset.

▪Turn Down for What de DJ Snake, Lil Jon.

▪Bad Man (Smooth Criminal) de Polo G.

▪Just Dance de Lady Gaga.

▪Godzilla de Eminem ft. Juice WRLD.

▪ Baddest de Yung Bleu, Chris Brown, 2 Chainz.

▪Hey Ma de Pitbull, J Balvin y Camila Cabello.

▪X de Nicky Jam y J Balvin.

▪Escápate Conmigo de Wisin y Ozuna.

Link: https://open.spotify.com/playlist/6P3PVC84ohtfbwILJjHIZT?si=5546e765491741c3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

 

En casi dieciocho años, no había tenido jamás la experiencia de estar solo en su casa, salvo cuando sus padres se quedaban horas extras en la cafetería, pero sabía que volverían en pocas horas.

Hoy era su primera noche solo con él mismo, al menos se había ahorrado la molestia de cocinar, su madre había preparado unos ricos spaguettis con albóndigas antes de ir a la trabajar, le había salvado la cena.
Terminó de disfrutar esa deliciosa cena y se encerró en su habitación, no tenía sentido tener la puerta cerrada estando solo, pero temía que si alguien entrara a secuestrarlo no pueda oírlo antes; en cualquier caso, el ruido que hacía la puerta antes de ser abierta le daba tiempo suficiente para preparar la sartén.

Por momentos dibujaba, luego se distraía mirando memes o buscando música, y al final tardaba horas en terminar ese paisaje nevado que intentaba plasmar en el cuaderno A4.

Procrastinar es mi pasión.

Se recostó en la cama y entró a Instagram.
Desde que se sentó con el grupo de Stan en la cafetería, casualmente sus seguidores habían empezado a subir, le hacía sentir algo presionado, no era alguien que se sacara selfies seguido, aunque solía subir fotografías que tomaba cuando el ángulo, la luz, el escenario y los colores estaban de su parte.

Tocó sobre el primer círculo de stories que apareció sin ver de quién era. Bebe presumía la blusa brillante que consiguió para ir a Raisins, en la siguiente story se la veía sacándose una selfie delante del espejo con el resto de las chicas; Wendy, Red, Nelly y las demás.
Deslizó su pulgar por la pantalla para pasar a la siguiente, el cual era Clyde.

¿Los stories de Bebe y Clyde juntas? Que casualidad, hasta Instagram los shippea.

Todavía no sabía si era muy pronto para considerarlo nuevamente amigo luego de su alejamiento, lo cual le hizo sentir una pequeña punzada.
No era fácil mantener amistades cuando sobre piensas mucho las cosas y tienes la constante sensación de ser una carga más que una amistad.
Sin mencionar que no había mucho que pudiera hacer con ellos fuera de la escuela con sus padres poniendo muchos horarios para respetar o advirtiéndole cada dos por tres sobre los peligros que había afuera al punto que no podía caminar sin voltearse porque sentía que algo o alguien lo seguía.

Salir con Token y los demás a Raisins nunca fue una opción para él, sus padres odiaban ese antro.
¿Quedarse en la casa de ellos a dormir? ¿Y si sus padres eran borrachos? ¿Quién sabe que cosas horribles podrían hacerle mientras duerme?

Con el tiempo, Tweek notaba que él no tenía nada para ofrecerles a sus preciados amigos. Además, era obvio que ellos se llevaban mucho mejor y que la pasaban bien con o sin él.
Y poco a poco se alejó.

¿Habrán notado su alejamiento? Probablemente.
¿Pero fue lo mejor para ellos? Seguro.

Habían pasado años desde la última vez que se sentó cerca de ellos, todavía no les había dado una explicación sobre lo que lo hizo alejarse, y esas tres semanas estaba ahí, con ellos, al menos en la cafetería y en el camino a casa.

Desde que Craig se integró al grupo.

Aún no habían hablado sobre lo que pasó esa noche, y las cosas que imaginaba Tweek eran peores que la misma realidad.
Tendría que haberle dicho algo cuando lo llevó hasta la cafetería el miércoles, pero en cuanto lo vio con la campera de cuero y subirse a la moto, las palabras no pudieron salir de su boca.

No había sabido hasta el momento lo mucho que Tucker podía hacerle temblar las piernas solo con mirarlo y no era el único.
Desde que Craig empezó a trabajar ahí, hubo un aumento en la clientela femenina, no exageradamente, pero podía deducirlo por la forma poco discreta en que lo veían cuando este se encontraba de espaldas o cuando se quitaba el casco.

Y no podía culparlas, esa pinta pondría de rodillas a cualquiera, acentuaba sus atributos masculinos, hasta al propio Tweek se le desviaban los ojos...

No, no pienses en eso.

Intentó volver a centrarse en la historia de Instagram de Clyde, la cual había detenido con el pulgar desde hace rato.

Tacos, un meme, otro meme... Shitpost, para variar.
Pasó las stories con rapidez hasta que se detuvo a observar las fotos frente al espejo que el castaño compartió luciendo su look, se veía muy bien, al parecer iba a salir.
Lo último que quedaba era un boomerang grabado dentro de un auto en donde pudo ver a Clyde, Token, Stan, Butters y...

¿Craig?

¿Craig estaba yendo con ellos a Raisins? Por lejos nunca hubiera adivinado que era su estilo.
Y se veía muy guapo.

Bueno, eso no es novedad, si  hasta  con ese gorro que suele usar  en   la  escuela se ve atractivo, cualquier cosa podría quedarle bien.

—Bueno, al menos se adapta rápido.— Dijo en voz alta.

Y lo decía con sinceridad, ojalá él pudiese entrar a un grupo y en tan poco tiempo salir con ellos.

Un chico guapo liga fácil. Oyó en su cabeza.

—Cállate.— Susurró.

¿Piensas que él siente algo por ti?

—No siento nada por él.— Sabía que mentía.

Ya debe estar acostándose con alguien.

—¡AGH! ¡CÁLLATE!— Exclamó a todo pulmón tomándose del cabello, tapando sus oídos.—¡No me importa lo que haga o deje de hacer! ¡Fue solo un beso! ¡No somos nada!

En cuanto terminó de hacer ese descargo, la voz dejó de escucharse, no solía callarse con facilidad y menos cuando era de noche, pero agradecía que por esa vez, haya podido silenciarla.
Tomó el termo cargado con el café que su mamá preparó antes de dejarlo y dio un largo sorbo. De algún modo, era como sentirse a salvo bajo su ala protectora.

Volvió a ver la última historia de Clyde. El castaño había etiquetado a Craig en la misma, y se dio cuenta de que no lo estaba siguiendo.

Entró a su perfil, no había muchas fotos, las pocas publicaciones que tenía eran de Stripe.
Solo había tres fotos de Craig, una donde el chico estaba frente al espejo de su habitación sentado en la silla de su escritorio, tenía una pierna flexionada sobre el asiento y la otra en el piso. Vestía como siempre, el chullo y el saco azul, una camiseta blanca y un pantalón negro.
Hasta estando sentado se notaba que era alto.

Tweek miró sus piernas al pensar esto.

Suertudo.

La segunda era más casual, vestía la chaqueta de cuero con una camiseta blanca y llevaba una bufanda alrededor de su cuello color mostaza, aparentemente se la había tomado su hermana a juzgar por los comentarios, en la foto se le veía que estaba distraído fumando, y aunque no le agradara lo suficiente ese vicio del azabache, tenía que admitir que en esa foto se veía muy bien.

Y con la última publicación, agradeció encontrarse acostado en la cama o seguramente se caería de culo, se levantaría y se volvería a caer.

Ese chico que parecía tan reservado y callado en la escuela estaba parado frente al espejo, con una mano en su bolsillo tirando hacia abajo dejando ver una de las líneas de la "V" en su vientre bajo y con los dientes sostenía el extremo de su camiseta, dejando mostrar sus abdominales. La siguiente foto de esa misma publicación dejaba caer la camiseta y la mano ya fuera del bolsillo mostraba el dedo medio.

Siempre con esa expresión en su rostro que oscilaba entre lo intimidante y lo sensual.

Sintió un golpe de calor en toda su cara al ver esa faceta tan escondida del chico del chullo, era la única foto donde mostraba más carne de la que aparentaba tener. En cuanto recordó que ese cuerpo estuvo con él una noche en su cama, sus piernas se juntaron apretándose la una a la otra y su pulgar ascendió hasta su boca.

Y la mejor parte es que se habían besado.

El calor de su rostro se ramificó bajando desde el pecho hasta su entrepierna y sintió su pecho expandirse y contraerse con pesadez. Sus censurables pensamientos se multiplicaban y se sentía sucio por no poder detenerlos, o no querer.

Aquello se asemejaba a un pecado, un placer culposo, pues sentía que no tendría que stalkear sus fotos y mucho menos excitarse de esa forma, sin embargo no podía dejar de mirarlo.

Es tan...

Tan...

¡Jesucristo! ¿Por qué me lo haces  tan   difícil Yo quiero ir al cielo, pero no puedo evitar pecar, ¡es demasiada presión!

Sacudió su cabeza, luchaba contra su propia voluntad para apartar esas ideas de su mente. Tocó el botón de retroceso y antes de abandonar su perfil, se detuvo a sobre pensar un buen rato si era conveniente seguirlo o no.

¿Debería?

Volvió su vista al escritorio donde su dibujo reposaba abandonado desde hace un rato.
Todo parecía indicar que dibujar sería lo único que le salvaría esa noche de ir al infierno, si es que ya no tenía un pase vip ahí con todas las ideas sexuales que nacieron en su mente en pocos segundos.

Y antes de levantarse de la cama, hizo lo que no creía que podría lograr.

Le dio a "seguir" y dejó el celular en la cama como si este le estuviese quemando las manos.
La noche sería larga.



La situación en la que se encontraba el Volkswagen de Token se asemejaba a una partida casi perdida de tetris. El auto tenía capacidad para cinco personas, eran ocho, lo que significaba que algunos debían ir sentados en las piernas de un afortunado amigo. Butters viajaba sentado sobre las piernas de Kenny y Stan sobre las de Kyle, generando así una situación no muy agradable para Clyde, se encontraba en medio de Butters y Kenny quienes no paraban de besuquearse en el camino, y junto a Stan y Kyle, a pesar de no estar haciendo nada más que lanzarse miradas de vez en cuando, hasta el castaño podía sentir esa tensión agobiante entre los súper mejores amigos.

—Gira a la izquierda, derecho está cortado.— Le indicó Craig a Token mirando la pantalla de su celular con el Google Maps abierto.

—Gracias amigo.— Agradeció el conductor a su copiloto.

—¡Pongan música!— Pidió Clyde desde el asiento trasero.

—¡Sí! ¡Prendan la radio!— Lo apoyó Kenny.

—No puedo, estoy manejando.— Se negó Token.

Craig se inclinó hacia adelante encendiendo la radio instalada en la cabina de Token.

Comenzó a sonar Say So de Doja Cat, las voces de Kenny y Clyde coreando la canción se apropiaron del silencio del auto, moviéndose sincronizadamente al ritmo de la canción en sus asientos. Al terminar ese tema, Poker Face tomó el protagonismo.

—¡El tema de Cartman! Lo voy a cantar en su honor— Gritó Kenny emocionado por la canción. Amaba a Lady Gaga.— Can't read my, can't read my, no, he can't read my poker face

—She's got me like nobody — Le siguió Clyde moviendo sus manos y engrosando su voz, volviéndola más profunda.

Esto será un viaje largo. Pensó Token levemente agobiado.


 

Habían esperado media hora en la larga cola para entrar a Raisins hasta que por fin llegaron a la puerta, entrando uno por uno.

Ese lugar no se parecía en nada al Raisins de hace unos años.

Decir que lo expandieron en tamaño era solo un detalle menor.
Al final de la enorme pista de baile donde estaba atestado de adolescentes moviéndose al ritmo de la música, había una barra de tragos iluminada por luces leds en los laterales de la mesa, las heladeras y la bodega que se hallaba en el medio de los refrigeradores transparentes.
Hacían cambios de luces cada cierto intervalo de tiempo, de azul y verde cambiaban a amarillo y naranja.

Alrededor de la pista podían distinguirse algunas mesas redondas y en las esquinas estaban los sillones que había mencionado Clyde en la llamada.

El oscuro lugar estaba cubierto de humo, vapor artificial que desprendían las pequeñas máquinas escondidas en los techos y las luces de distintos colores bailaban y recorrían todo el perímetro de la disco.

Y sobre un pequeño escenario se encontraba el DJ, su mesa era muy similar a la barra de tragos ya que desprendía una luz led color cyan y a los costados de dicha mesa donde se hallaba la computadora del divertido chico que sonreía y se movía al ritmo de Alive, cuatro parlantes de gran tamaño eran los responsables de envolver el interior con esa canción de Lil Jon.

Al primer lugar donde se dirigió el grupo de amigos fue a la barra, en el camino a esta, Craig se distraía mirando los detalles que aún le faltaba destacar de aquel sitio.
Al sentir una mano acariciar su pecho de pasada, volteó a ver a la dueña de esa mano, la chica era de piel tostada, castaña, estaba excesivamente maquillada, vestía un top blanco con el nombre del lugar y un short anaranjado bastante corto.
Volvió la vista al frente indiferente e incómodo cuando esta le hizo un gesto manual haciendo un vaivén con el puño cerrado cerca de su boca y su lengua empujando contra su mejilla.

—¿Qué quieren tomar, lindos?— Preguntó la bartender coqueta.

Los chicos se miraron mutuamente y luego pusieron su atención en la pantalla con las bebidas que servían ahí. Desde cervezas hasta daikiris de diferentes sabores frutales.

—¿Les va un vodka con speed?— Sugirió Stan, y asintieron al mismo tiempo.

—Ya se los preparo.— Respondió la voluptuosa dependiente con una sonrisa traviesa en su rostro antes de ir a buscar las botellas para prepararles un vaso a cada uno. Clyde se le quedó viendo mientras esta se daba la vuelta.

—No te la vas a coger.— Le susurró Kyle burlándose.

—¿Y tú qué sabes?— Respondió el castaño ofendido, se giró a Craig y se dio cuenta de que este también se reía de él.—¿En serio, bro?

—Las cosas como son.— Dijo encogiendo sus hombros.

—Bueno, de todos modos de no ser así, ella se lo pierde.— Se defendió el castaño elevando sus hombros, restando importancia a las burlas de sus amigos.

—Aquí tienen, amores.— La muchacha les entregó los alargados vasos a cada uno del team.— Son $15 cada uno.

Luego de que la banda terminó de pagarle, se giraron en las sillas con vista a la pista de baile. Token buscaba con la mirada a su novia, sabía que estaría allí con sus amigas. Al cabo de unos minutos, una mano morena le saludó desde cierta distancia y se aproximó a él dándole un beso.

—Que apuesto, mi niño.— Le halagó Nichole a su chico. La novia de su amigo vestía una hermosa minifalda color ciruela y un top amarillo con volados.

—Hola preciosa.— Token tomó la mano de su novia y la besó, para luego acariciar su nariz de lado a lado con la suya.

Tales expresiones de amor, causaron que tanto Craig como Clyde se miraran y se llevaran dos de sus dedos apuntando hacia la garganta, lo que les hizo soltar una leve risa, pasado un buen rato en el que la pareja se abrazaban y susurraban cosas en sus oídos, Token recordó que ahí estaban sus amigos, también se dio cuenta de que Craig no conocía a Nichole.

—¡Que tonto soy!— Se auto regañó.—Amigo, ella es Nichole, mi novia.— Token presentó a Nichole con las manos abiertas hacia ella, como si le estuviese enseñando un valiosísimo diamante.

—Lo noté.— Respondió Craig.

—Así que este es el chico más guapo del salón según la lista, ¿eh?— Comentó la afroamericana riendo, dejando a Craig y Token igual de confundidos.

—¿Lista?— Preguntó Craig sin comprender de qué hablaba la chica, al parecer Token tampoco estaba al tanto de lo que la chica decía.

—¿No vieron la última publicación del Instagram de sexto año?— Tanto los dos chicos a los que se dirigía como el resto de los integrantes negaron con la cabeza.—Entren a leerla, Bebe acaba de publicarla.

—¿No la adulteró como la otra vez?— Consultó Stan con notable desprecio en sus palabras.

Esa era la razón por la que la chica de rizos rubios no le agradaba al líder de la pandilla más popular de la preparatoria. Seguía sin perdonarle las inseguridades que aquella lista le causó a Kyle en cuarto grado, cuando por un soborno de parte de Clyde, pusieron a su mejor amigo "por casualidad" en el último puesto, por debajo de Eric Cartman.

—Stan, eso fue hace nueve años, supéralo.— Replicó Nichole volteando los ojos.

Con la información aportada por la novia de su amigo, la curiosidad se hizo con el grupo y Butters entró desde su celular a Instagram buscando en la lupa la cuenta de Instagram que administraban todos los alumnos del sexto año, con excepción de Cartman al haber publicado fotografías vergonzosas de Kyle hace poco y de Craig, ya que seguía siendo relativamente nuevo.

La última entrada del feed mostraba una foto de la cartulina rosa en la que escribían el miércoles, sin embargo dentro de ella había una hoja blanca cuadriculada pegada, en el encabezado de la misma se leía en letra imprenta y subrayada "Top 10, los más guapos del sexto año", las "o" del título eran corazones y alrededor del mismo habían dibujado varios destellos. En el top cinco se encontraban:

1- Craig Tucker (44 votos).

2- Kenny McCormick (36 votos).

3- Stan Marsh (35 votos).

4- Tweek Tweak (34 votos).

5- Token Black (29 votos).

Al deslizar la primera foto, encontraron los puestos restantes, ocupados por:

6- Kyle Broflovski (28 votos).

7- Clyde Donovan (25 votos).

8- Butters (20 votos).

9- Jimmy Valmer (15 votos).

10- Eric Cartman (5 votos).

—¡Le gané a Cartman! Me sirve.— Celebró Jimmy alzando su vaso con vodka mientras movía la parte superior de su cuerpo al ritmo de la intro de Turn Down For What.

Por parte de Clyde, releyó la lista un par de veces para asegurarse de que estaba leyendo bien, ¿Kyle le había ganado esta vez? 

—No puedo creer que me haya ganado un judío.— Se lamentó Clyde denotando ciertas intenciones de provocación en lo que parecía ser una broma de amigos.

La canción estaba casi cerca del estribillo, así que Kyle esperó el tiempo que le pareció prudente para responder. Si iba a humillar al de camisa roja, quería que sea de una manera épica.

—Muy judío y todo, pero soy más guapo que tú.— Justo después de acabar la oración, la canción estalló junto a las vitoreadas que le dieron sus amigos para terminar de hundir la tumba que su compañero había cavado.

Luego de que la humillación de Clyde pasó a segundo plano, Kenny observó el top cinco y al verse debajo de Tucker, bebió un trago largo de su vaso con el fin de desinhibirse lo suficiente para tomar acción, lo que en realidad no era necesario porque ya se encontraba bastante ebrio. Craig parecía indiferente a lo que la lista indicaba, solo permaneció sentado sobre la silla con una mano dentro del bolsillo de su pantalón y con la otra fumaba un cigarrillo que encendió hace poco, no sabía bien qué observaba, parecía sumergido en su propio mundo sin tener un punto fijo al que mirar. Kenny aprovechó esa distracción para acercarse lentamente a él con una mirada más coqueta de lo habitual.

—¡Craig! Estamos en primer y segundo lugar, ¡hay que celebrarlo!— Sin darle margen de tiempo para siquiera detenerse a mirarlo, tomó la cara del muchacho entre sus manos y le plantó un húmedo beso, causando que sus amigos alrededor rían al ver la reacción de Craig.

El ojiverde estaba atónito, cuando el estado de shock se convirtió en molestia, empujó a Kenny lejos de él, aunque esto no parecía borrarle la sonrisa al rubio, quien se estaba divirtiendo con la situación.

—¡¿QUÉ MIERDA, MCCORMICK?!— Exclamó molesto y avergonzado, el hervor aumentó cuando vio como este no parecía tomarlo con seriedad.—¡¿Por qué hiciste eso?!

—Para reforzar la amistad, te quiero amigo.— Respondió Kenny con una enorme sonrisa y regresó junto a Butters como si nada hubiera pasado, dejando que todos sus amigos rían por la hilarante situación.

Una parte de él quería golpear a Kenny por haberlo tomado desprevenido. Por otro lado, tampoco podía quejarse, debía admitir que Kenny era atractivo de todos modos.

Pero no era Tweek.

El estar en tercer lugar era todo un honor para Stan, ya estaba acostumbrado a estar dentro del top cinco de cada año, llegando incluso a ocupar el primer lugar durante tres años consecutivos.
Sin embargo no podía ignorar el hecho de que el dueño del primer lugar ese año desilusionaría a sus compañeras si supieran que la posibilidad de llevarlo al rincón oscuro era cero.

—¡No eres merecedor de ese poder!— Se burló Stan señalando a Tucker.

—No seas envidioso, Stan, ¿por qué lo dices?— Preguntó Nichole sin entender a qué se refería el de camisa azul.

—Craig es gay.— Le explicó Token.

—¿Q-? Nah.— Negó Nichole incrédula sacándose el cigarrillo de la boca.—No te creo.

—Es en serio.— Le insistió Jimmy.

Nichole le lanzó una mirada descreída al joven, solo lo creería de la boca del mencionado.

—¿Eres...?— Intentó preguntar Nichole a Craig.

—Sí.— Respondió interrumpiéndola.

—¿Te gusta Token?— Preguntó burlona.

—No.

—¿Kenny? Te acaba de besar.

—No.

—¿Quién te gusta?— Continuó indagando la novia de su amigo entre débiles risas, ganándose una mirada pícara de Token al saber la respuesta.

—No lo diré.— Respondió llevándose el cigarro a la boca.

—¿Por qué los más lindos siempre son gays?— Se lamentó la muchacha entre falsos llantos.

—Es el poder homosexual.— Respondió Kyle entre risas.

El tiempo volaba entre las risas, los vasos, los cigarrillos y las conversaciones que tenían los egresados amontonados en esa barra.
El primero en abandonar ese círculo fue Token llevando a Nichole de la mano a la pista de baile. Stan tomó del brazo a Kyle y en compañía de Kenny y Butters se dispusieron a mover sus cuerpos de un lado a otro en la pista con las bebidas en su mano aún.

Unas chicas Raisins que Jimmy conocía se acercaron a este muy animadas, al parecer se conocían de otras salidas a las que han ido con anterioridad, antes de que Craig llegara a la preparatoria. Jimmy compró una bebida para él y las chicas, luego de recibir sus tragos, se dirigió con ellas a un sillón desocupado en el fondo, dejando a Clyde y Craig solos en la barra.

—¡Craig!— Le llamó Clyde golpeando el brazo de su amigo, quien continuaba fumando.—¡Mira esa Raisin!— Señaló una chica con largo cabello rubio con puntas anaranjadas.

El azabache llevó la vista a la muchacha que Clyde le señaló, primero sin interés, hasta que su cerebro hizo "clic" al reconocer su figura y volvió a observarla con detenimiento, quería creer que solo se trataba de alguien parecida a ella, pero no ella.

No puede ser...

—No es cierto...— Murmuró impactado, quitándose el cigarro de la boca antes de alejarse de Clyde. 

—¡Oye! ¡¿Me la presentas?!— Le gritó al verlo alejarse.—¡Si es eso, gracias!

No fue fácil abrirse camino entre la gente incluso siendo más alto que la mayoría de los que se encontraban bailando ahí, teniendo que empujar sin querer a algunos que no le permitían pasar, de todos modos, ¿Quién sería tan idiota o suicida de buscarle pelea a alguien que te lleva una cabeza de altura?

Cuando llegó hasta la chica, tocó su hombro haciendo que esta se de la vuelta. Tricia se ahogó con el humo del cigarro cuando descubrió a su hermano tras ella.

—¡¿Qué haces aquí?!— Se gritaron al mismo tiempo apuntándose con el dedo.

—Yo debería preguntar eso, tú sabías que yo venía aquí.— Respondió Craig con seriedad.

—¿No te parece obvio?— Respondió la muchacha estirando el top donde se leía "Raisins".—Trabajo aquí.

—¡Eres menor, no puedes estar aquí!— Respondió molesto.—¡Ya vengo, voy a buscar al dueño hijo de puta de este lugar!— Intentó darse la vuelta, pero Tricia se lo impidió tomándolo del brazo.

—¡Craig, no! ¡Escucha!

—¡¿Qué quieres?!— Preguntó girándose a ella nuevamente.

—Mira, sé que esto se ve mal, pero no es lo que crees...— Intentó explicar Tricia.

—Espero que no sea lo que creo.— Le contestó Craig, temiendo lo peor.

—¡Yo solo llevo las bebidas! ¿Sí? No me acuesto con nadie, te lo juro por Dieguito Maradona.— Exclamó desesperada la chica.

—Te acuestes o no con alguien, está mal lo veas por donde lo veas, ¡que tienes quince putos años, joder! ¡¿A quién se le pasa por la puta cabeza darle este tipo de trabajo a una niña?! 

La impotencia le estaba recorriendo el cuerpo con solo imaginar lo que podría pasarle por la cabeza a un degenerado que le doble la edad a su hermana para ofrecerle un empleo de tal categoría. A Craig no iban a engañarlo, sirva bebidas o tenga sexo, Raisins siempre había sido conocido por ser un antro con intenciones plenamente sexuales, rozando lo pedófilo, motivo por el que fue clausurado tanto tiempo.

"¿Chicas Raisins mayores?" ¡Mayores mis huevos!

—¡No soy una niña!— Gritó Tricia tomándose la sien.

—¡En comparación con un viejo verde de cuarenta años, sí!— Su propio comentario le hizo estremecer.

—¡¿Y qué pretendes que haga?! ¡Necesito dinero, no voy a pedírselo a mamá toda la vida y mucho menos a Thomas!

—¡Si necesitas dinero, podías habérmelo dicho! Sabes que no tengo problema con ayudarte.— Respondió llevando ambas manos a su pecho.

—¡No quiero que me ayudes!— Objetó su hermana.

—¡Tricia! ¿Acaso no sabes a lo que te estás exponiendo aquí? ¿Ya olvidaste porqué es conocido este lugar?— La voz le temblaba de ira.

—¡Sé porqué es conocido!

—¡¿Entonces?!

—¡Esto es solo temporal! Cuando encuentre un mejor empleo, lo dejaré, pero por lo pronto es lo único que tengo.— Explicó con pesadez, para ser sinceros, a Tricia no le gustaba ese trabajo tampoco.—¡Por favor, no le digas a mamá!

—Ruby, no me pongas en esta situación, sabes que tengo que hacerlo.— Se negó el hermano mayor.

—¡Prometo que no volveré a amenazarte con la marihuana!— Intentó convencerlo.

—¡Aquí no importa si mamá sabe lo de la hierba o no!— Rebatió.—¡Aquí lo importante es que estás en un trabajo demasiado...!

—¡Ya sé que es turbio el ambiente!— Completó la idea.—¡Pero juro que solo es hasta que consiga algo mejor!

Discutir era inútil, Craig se llevó las manos a la frente frustrado, no le importaba lo que haga su hermana, pero sí le preocupaba lo que otras personas no muy sanas mentalmente hablando podrían intentar hacerle, si es que no lo habían hecho ya. Desde que llegó ahí fue testigo de como miran a las chicas Raisins, y teniendo en cuenta que probablemente Tricia no sea la única menor infiltrada, le resultó enfermo.

Sin embargo, había un hecho imposible de ignorar: estaban en South Park, el pueblo donde todo puede pasar, la cuna de la corrupción, de la inestabilidad económica y la mismísima ley de la selva. No conseguiría nada llamando a la policía, no podían detener ni a un ladrón, ¿van a hacer algo contra un sitio al que la propia policía acostumbraba a ir? Porque sí, reconoció muchos rostros en ese lugar, ¡pero claro! "La prostitución es ilegal".

Hipócritas.

—Hablemos de esto en casa.— Propuso Craig viendo que no tenía sentido seguir discutiendo allí.

—Bien.— Tricia corrió su cara viendo que alguien le hacía seña, pidiendo su presencia.—Tengo que irme.

—Espera— La detuvo Craig.—, ¿tienes tu celular?

—Sí, ¿Por qué?— Preguntó Tricia.

—Dámelo.— Le pidió su hermano, la chica lo sacó del bolsillo de su minifalda y se lo entregó.—Te dije que no lo guardes ahí, te lo van a robar.— La reprendió tecleando en el celular de su hermana.

—¿Y tú dónde lo guardas?— Craig se palmeó cerca de la bragueta del pantalón.—Que trucazo.

Luego de tocar algunas cosas en las configuraciones del celular de su hermana, le devolvió el celular.

—¿Qué hiciste?— Preguntó Tricia confundida.

—Si alguien te hace sentir incómoda o te hacen algo, apreta rápido tres veces el botón de desbloqueo, tu celular me llamará instantáneamente.— Le indicó, luego tomó su cara entre sus manos para que le vea a los ojos, volviendo a su típica seriedad.—Prométeme por lo que más quieras en este mundo que si te ocurre algo, te vas a acordar de mí y de mamá y me vas a avisar.

—Lo prometo.— Juró Tricia alejándose de él.—Gracias por no decirle a mamá.

—De todas las cosas que debes agradecerme, esta no es una de ellas.— Declinó el mayor de los Tucker mirándola con seriedad.

—Lo sé.— Respondió Ruby con tristeza, caminando hasta un chico de la misma edad que Craig, sentado en los sillones rojos.

Observó con atención al chico, al parecer solo le pidió una bebida a juzgar por el anotador que sacó Tricia. Cuando se aseguró de que ese chico no demostraba tener terceras intenciones con Tricia, giró sobre su lugar y volvió hasta donde estaba Clyde.

Al sentarse nuevamente junto a su amigo, destapó la botella con vodka y le dio un largo trago.

—Sabes que eso no es agua, ¿verdad?— Preguntó Clyde con mordacidad, provocando que Craig le saque el dedo medio.—Oye, ¿Qué hablaste con esa chica tanto tiempo? ¿Le hablaste de mí?

—Ésta le hable de ti.— Respondió dejando la botella sobre la mesa de la barra, agarrando su propio paquete.—Es Tricia.

—¡¿Tu hermana es una Raisin?!— Exclamó con sorpresa el castaño.—¿Cuántos años tiene?

—Quince.

—Oh...— Clyde volvió la vista al suelo mientras daba otra calada a su cigarrillo.—¿Y tiene novio?

Esa pregunta causó que Craig le diera una mirada desconfiada.

—¿Por qué quieres saber?— Preguntó llevando el cigarrillo a sus labios.

—Ah, por nada, es solo que... Si yo tengo diecisiete y ella quince, cuando yo cumpla veinte, ella tendría dieciocho y entonces...

No pudo completar la suposición que estaba intentando proponer, si las miradas matasen, los verdosos ojos de su amigo ya lo habrían apuñalado veintiocho veces y tal vez más. Paró en seco y llevó la vista a la pista de baile bebiendo el vaso de zumo con vodka, sus ojos capturaron una hermosa chica, la cual se encontraba con su amiga conversando cerca de la pista de baile.

—Esa chica no es hermana tuya, ¿no?— Se burló Clyde recordando lo sucedido anteriormente, recibiendo otro fuck you de Craig. Luego se bajó de la silla.—¡Ven! Tú habla con su amiga en lo que yo coqueteo con ella.

—¿Perdiste la cabeza? No sé coquetear.— Se opuso Craig en cuanto Clyde tiró de su brazo para que baje de su asiento.

—Ya viste la lista, a ti no te hace falta coquetear para atraer a alguien.— Rió Clyde.—Solo habla con ella o invítala a un trago, mantenla ocupada para poder acercarme a su amiga.

—No lo sé, Clyde.— Dudó Craig cruzándose de brazos.

—¡Por fis!— Le rogó el castaño.—¡Luego te invito a una cerveza!

El más alto miró a todas direcciones incómodo, no mentía del todo, no se le daba del todo bien coquetear, ni siquiera con chicos. La mayoría de las veces que Craig consiguió besarse con otros chicos fue porque lo buscaron a él, era algo introvertido como para atreverse a acercarse a alguien sin saber de antemano si a esa persona él le llegaría a gustar.

No obstante, la mirada suplicante de Clyde le dio a entender que el castaño no aceptaría un no por respuesta.

—Te va a costar más caro que una birra.— Advirtió señalándolo con el cigarro.—Bien, te acompaño, pero que sea rápido.— Aceptó rodando los ojos.

Clyde bajó su puño celebrando su victoria contra la frialdad de Tucker. Los dos chicos caminaron entre la multitud hasta la chica que Clyde buscaba. La chica tenía el cabello largo, anaranjado, de pechos pequeños pero caderas anchas, su amiga llevaba el pelo negro hasta los hombros y a diferencia de su amiga, su busto era más voluminoso.

En cuanto los dos chicos se pusieron frente a ellas capturaron su atención, especialmente la de la chica de cabello negro, se quedó maravillada cuando vio a Craig.

—Hola, ¿quieres un trago?— Le ofreció Craig a la morena, con su profunda voz monótona.

—De ti lo que sea.— Le respondió la muchacha con sugerencia, abrazándose al brazo de Craig, llevándolo entre la multitud.

Clyde observó la escena conteniendo la risa al ver la cara de su amigo, quien le dedicó un último fuck you antes de perderlo de vista.




Butters y Kenny bailaban alegremente de las manos de unas chicas de Raisins meneándose al ritmo de Just Dance y en cuestión de tiempo se perdieron entre la oscuridad, las escasas luces de colores girando dejaron de iluminarlos para pasar a solo concentrarse en Stan y Kyle, quienes seguían bebiendo mientras bailaban, algo que podría ser más divertido si tan solo Stan dejara de buscar con los ojos a Wendy.

La había visto pasar con Bebe y Nelly cerca de la barra de tragos, y a pesar de que sus miradas se cruzaron, Wendy solo se limitó a saludarlo a la distancia con la mano y no volvió a dirigirse a él desde entonces.

No iba a culparla tampoco, realmente se comportaba como un idiota, y pensando en esto, intentó dar otro sorbo a su vaso, siendo detenido por Kyle.

—¿Qué?— Stan le miró extrañado.

—No te voy a permitir que sigas bebiendo.— Enunció Kyle llevando el vaso lejos de él.

—Oh, vamos, estoy bien.— Stan intentó calmar a Kyle mostrándole una lucida sonrisa.

Era fácil hacer enojar a Kyle cuando se trataba de provocarlo con malos hábitos como fumar o beber en exceso, es decir, Kyle también fumaba, bebía, pero casi siempre en su justa medida, a diferencia de Stan, siendo este mucho más irresponsable en lo que implicaba el consumo de dichas sustancias.

No obstante, Stan podía hacer lo que muchos solo soñarían; en su caso, con darle una linda sonrisa solía bastar si es que su amigo estaba algo más entonado de lo habitual, y amaba cuando podía contagiarle su sonrisa al pelirrojo, porque comenzaba a reír nervioso haciendo que sus ojos se achinaran y no había algo que le resultara más tierno que ver a Kyle nervioso y alegre.

Al darse cuenta de sus últimos pensamientos, sintió como su pecho le daba una leve punzada en plena carrera en la que se encontraba su corazón que no dejaba de latir con fuerza, como si estuviese agitado luego de darse la maratón de su vida. Ojalá el estado de euforia fuera permanente, sin problemas en los cuales pensar, sin molestas dudas existenciales y sobre todo, sin triángulos amorosos.

Pero tal como vino ese momento de suave felicidad, se fue al recordar que realmente no debía tener esos pensamientos, porque ese corazón se supone que pertenece a Wendy.

Y ella estaba ahí, y no quería verlo.

Ella estaba molesta.

Pero seguían siendo pareja, así que no podía solo besar a Kyle como si no hubiera nada que lo impida en el sentido moral de la acción.

Su estómago empezó a revolverse cuando recordó la situación en la que él mismo se había metido desde hace meses, y ver la linda expresión de Kyle no fue de ayuda esta vez, al contrario, le hizo revivir sus primeros años de relación con Wendy.
Cuando no podía besarla sin vomitar.

Y efectivamente, eso iba a ocurrir, lo supo en cuanto su garganta comenzó a saborear una saliva ácida y amarga.

Oh no, otra vez no.

Stan corrió tan rápido como pudo hasta el baño siendo seguido por su mejor amigo detrás.
En cuanto tuvo un inodoro delante suyo, se inclinó y vomitó.

—Por eso no quería que bebieras.— Dijo Kyle desde fuera del cubículo.

La luz blanca del baño yendo directo hacia sus ojos le hizo entrecerrar los ojos y permaneció con la mano en la cara unos segundos hasta que pudo adaptar su vista. El baño era grande, con paredes anaranjadas, techo negro con detales blancos y el piso estaba cubierto de cerámica blanca; a la derecha había seis espejos ovalados incrustados en la pared con lavamanos cuadrados color blanco por cada uno de ellos, los cuales reposaban sobre mesadas de mármol negro donde a los bordes se podía leer "Raisins" grabado y dos seca manos a los extremos de las mesadas.

A la izquierda estaban los tres cubículos y junto a estos, 6 urinales.

De no ser por el vomito de Stan ese baño olería bien, por muy increíble que eso pareciera, el baño se lo veía muy limpio.

Luego de un buen rato escuchando sus arcadas, escuchó que su amigo tiró la cadena, Stan salió del cubículo con los ojos llorosos pero su ropa estaba limpia, se acercó hasta el lavamanos y se enjuagó la boca con abundante agua.

—¿Mejor?

—Sí.— Respondió Stan sin verle a la cara.

—No tienes que avergonzarte, no es como si fuera la primera vez que te pasa.— Kyle lo observaba mirando hacia el espejo, echó una rápida mirada al cubículo donde estuvo su amigo y se aseguró de que no ensució nada. Metió las manos en sus bolsillos y se acercó hasta el urinal, tenía ganas de ir al baño de todos modos.

Stan terminó de mojar su cara y apoyó sus manos sobre el lavabo, le echó una mirada a Kyle aprovechando que este se encontraba de espaldas. Era curioso el cambio físico que tuvo Kyle en los últimos años, aún conservaba su figura delgada, pero de la cintura para abajo el asunto se volvía más voluminoso, eso le hizo recordar cuando sus compañeras de niñas calificaron a Kyle como el chico que tenía el mejor trasero. Claramente no era como el de una mujer ni por cerca, pero si era redondo y se veía "apretable".

Tienen razón... No, espera, no pienses en eso ahora.

—Exactamente, ¿Qué pasó con Wendy? ¿Por qué está molesta?— Preguntó Kyle en cuanto terminó de orinar, se acercó al lavamanos y se limpió, dando la espalda a Stan para que no le viera mojando su pene.

—Discutí con mi padre, ella se dio cuenta e intentó hablar con él para que me deje tranquilo, le dije que no se meta, se molestó conmigo, yo me molesté con ella y nada, henos aquí.— Contó sin ánimos.

—Te das cuenta de que es una estupidez, ¿verdad?— Expresó Kyle algo molesto girando a verlo con la bragueta ya subida.—Quería ayudarte.

—No me gusta que se meta en mis problemas, no quiero que viva esas cosas.— Explicó, sincero.

—Lo entiendo, pero hay mejores formas de decirle a alguien que no se entrometa.

—No con Wen.— Le aseguró.

Kyle se lavó las manos mientras pensaba las palabras de su amigo, había un detalle no menor en todo su relato: Stan no mencionó en ningún momento el beso que le dio el miércoles, como si aquello no fuera suficiente señal de que algo no va bien entre él y Wendy.
Apoyó sus manos en el mármol.

—Tengo una pregunta.— Le dijo serio, Stan giró su cabeza hacia él, viéndolo a los ojos.

—Dime.

—¿Por qué me besaste el miércoles?

La pregunta paralizó a Stan, el jueves y viernes no habían mencionado nada del tema y había creído que probablemente Kyle fingía demencia al igual que él o que no fue lo suficientemente relevante como para conversarlo.

Y francamente, ni siquiera él sabía qué fue lo que lo motivó a hacer aquello.

—Solo sentí el impulso.— Respondió dando la vuelta de cara al espejo.

—¿Impulso?— Repreguntó Kyle con retórica.

—Sí.

—Pues Craig y Clyde también son muy amigos pero no les he visto teniendo el impulso de besar al otro.— Expuso Kyle.

—No leemos mentes, no sabemos si ganas no tuvieron.— Respondió sin darle importancia.

—¡Stan!

—Mira...— Murmuró luego de dejar escapar un suspiro.—Si te soy sincero, no lo sé...— Se alejó del lavamanos.—Ese día me acordé de... "eso", y no pude quitarlo de mi mente, hasta donde recuerdo, y cuando me enteré que tú estabas igual, pues... Sentí curiosidad, ¡no lo sé!— Stan se llevó las manos a la cabeza y luego las tiró abajo con pesadez.—Para ser honestos, ¿te acuerdas de algo? Y con "acordarte" me refiero a que recuerdes con claridad qué sentiste.

Kyle intentó hacer memoria de esa noche rara, pero lo único que conseguía rescatar de su defectuoso disco duro eran imágenes borrosas y confusas sin poder recordar con exactitud qué sintió.

—No lo recuerdo... No del todo.— Admitió.—Lo único que logro rescatar es que... ¡Agh! No lo sé.

—¿No habías dicho el miércoles que te pareció increíble?

—Sí, y creo que lo fue, pero...—Kyle pasó su mano por su cabello, nervioso.—Stan, mira... Todo esto, todo eso... Fue extraño, y si te soy sincero, me siento más culpable por lastimar a Wendy que por el solo hecho de pensar si me gustan o no los hombres.— Con la última oración sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo, como si con sus palabras hubiese roto algo valioso por el que deba pagar muy caro.

—Cuando pasó, yo no salía con Wendy.— Corrigió Stan.

—¡Pero el miércoles sí!

—¡Pero...!— Ya se le acabaron las palabras y las excusas, solo agachó la cabeza y caminó de espaldas hasta la puerta de uno de los cubículos.—Creí...—

—¿Qué creíste?— Insistió Kyle.

—Solo quería probar algo, por eso lo hice... Creí que si solo lo hacía para comprobar algo y no porque me...— Stan no sabía como decir "me gustes" sin que eso suene como una declaración. Se pellizcó el entrecejo y volvió a verlo.—A lo que voy, solo lo hice por impulso y curiosidad, ¿si? Tal vez no lo hice por un motivo donde realmente importe el hecho de que el miércoles estaba reconciliado con Wen.

—Creo que entiendo, pero de todos modos, mientras sigas con Wendy, no puede volver a suceder.— Mortificó el pelirrojo caminando hasta la puerta, antes de ser detenido por Stan.

Esa costumbre de acorralarlo le estaba volviendo loco aunque no quisiera aceptarlo.

—Ey.— Kyle lo miró.—¿Cuál es el problema? Se supone que es mi cagada, no la tuya.

—¿No te parezco demasiado cómplice de todo esto?— Preguntó con dolor en su voz.

—No porque quien está en la relación soy yo, no tú.

—¡Igual!— Lo interrumpió poniendo sus manos al frente, tratando de mantener las distancias.—Quitando a Wen por un momento porque ya no hace falta aclarar lo qué tiene que ver, ¿no te pusiste a pensar lo que puedes estar causando en mí?

La situación que estaba intentando plantear era difícil de poner en palabras teniéndolo delante de él, tan cerca, sus rostros solo separados por unos diez centímetros. Y aquel tanteo dejó a Stan confundido.

—¿Causando en ti?— Repitió.

Kyle bajó la mirada a sus pies.

—Sí.— Respondió con debilidad.

—¿Qué te...?

—¡Estoy confundido! ¿Sí?— Admitió finalmente, apartó a Stan empujándolo con un brazo y volvió al lavamanos moviendo las manos en el aire mientras seguía hablando.—¡Hace meses estoy pensando en toda esta mierda y no sé que me está pasando!— Se apoyó contra el mármol cubriendo su cara con una mano, le empezaba a doler la cabeza y no sabía si era por el alcohol, la marihuana, la discusión o todo junto.—¡O tal vez sí lo sé! Pero es que contigo... ¡Contigo tan cerca solo siento que me confundo más!— Gritó dándose la vuelta, frustrado.—¡Tú puta y linda sonrisa! ¡Tú maldito perfume que se me queda en la nariz todo el puto día! ¡Tú tono de voz tan pegadizo!— Volteó a verlo, descubriendo que Stan quedó boquiabierto.—No puedo pensar en paz si estás así de cerca porque todo lo que pasa por mi mente son imágenes confusas, mucha culpa, ganas de besarte y luego golpearte por desestabilizarme así.

A Stan le brillaron los ojos con tremendas palabras, ignorando el hecho de que Kyle quiera golpearlo (cosa que sería de temer, pues Kyle era muy fuerte), no se había parado a pensar hasta ese momento que su mejor amigo pensara esas cosas de él. Pero el alma se le cayó a los pies cuando comprendió lo que Kyle intentaba decirle.

Distancia.

—¿Quieres... Que nos alejemos?— Logró preguntar en un hilo de voz bastante afligido y lento, con la música sonando afuera no estaba seguro de si Kyle le entendería.

Una parte de él decía que sí, que sería lo mejor.
Pero había dos detalles importantes en el medio: sus amigos se darían cuenta que algo pasaba entre ellos, el otro es que Kyle no quería alejarse de Stan.

O al menos no completamente.

—Solo necesito un poco de espacio para pensar, eso no significa que nos alejemos del todo, simplemente que tendremos nuestras limitaciones.— Respondió sin verle a los ojos.—Tal vez tú también debas pensar algunas cosas.

Ambos permanecieron en silencio, con los brazos cruzados, las miradas al suelo, la incomodidad se sentía en el aire, y era algo que notaban hasta los hombres que entraban y salían del baño, hasta que después de un rato volvieron a quedar a solas.

Kyle intentó acercarse a la puerta nuevamente, si seguía ahí seguiría soltando información de la que se arrepentiría más tarde. Stan le impidió el paso interponiendo su brazo en el marco de la puerta; si Kyle quisiera, podría solo levantarlo y continuar su camino, pero se detuvo, frente a él. Parecía querer decir algo que revoloteaba en su mente.

—¿Qué pasa?— Preguntó Kyle.

Las mejillas de Stan tomaron tonalidad ante la idea que tenía en su cabeza. Estaban tan ridículamente cerca que las pestañas de Kyle casi rozaron las de Stan al parpadear. El pelinegro inspiró hondo antes de cerrar la puerta con pestillo y alejarse de ella con Kyle dando pasos hacia atrás, como si estar en el baño a solas no fuera suficiente privacidad.

Hay dos baños más de todos modos.

—Tú tienes dudas que aclarar en base a esa noche que no recordamos, y yo también tengo cosas que pensar.— Empezó.—Pero con recuerdos a medias es difícil pensar.

—¿Entonces...?

—Hagámoslo.— Ni bien terminó de proponer aquello, su cara se volvió completamente roja.—Solo una vez más, y luego no volvemos a hablar ni hacer nada relacionado a esto hasta que ambos aclaremos nuestras dudas.

El corazón le latió desbocado, como en un torbellino de emociones que le hizo estremecerse. Eso estaba mal, la propuesta, sus sentimientos, su rostro carmesí, el lugar donde estaban parados y lo cerca que estaban uno del otro.

Tenía sentido, porque todo lo que habían estado especulando hasta el momento siempre fueron en base a una noche no muy lucida.

Pero estaba mal, seguía estando mal.

—¿Solo una vez más?— Indagó en un susurro sin mirarlo a los ojos.

—Una vez más.— Prometió Stan.

El calor que emanaban sus cuerpos ante el pequeño resquicio que separaba sus bocas era embriagante, tentador, prohibido.

—Está bien.— Aceptó, reuniendo valor.

Stan acarició su mejilla y rozó sus labios contra los de Kyle, cortando su respiración, pero haciéndole perder el miedo. El siguiente roce fue mucho menos delicado que el primero y Kyle atrajo a Stan con su brazo tras su nuca haciendo que sus labios se sellaran con los suyos deshaciéndose en un beso tan intenso que le hizo jadear contra sus labios. 

Acaramelado, opulento, extasiaba sus cinco sentidos; sin inhibiciones en sus movimientos, sin aire en los pulmones y con deseo en el tacto.

Continuaron ese largo beso hasta que se sintieron en la obligación de proveer de oxigeno sus pulmones, aunque la idea de morir besándose tampoco era mala.

Se miraron intentando recordar como se respiraba, dando desesperadas inhalaciones.

—No debemos dejarnos llevar.—Le dijo Kyle entre jadeos sin soltar su agarre.

—Tampoco deberíamos besarnos.— Respondió sin despegar su frente de la de su amigo.—Si vamos a pecar una última vez, hay que hacerlo como corresponde.— Sentenció.

Sus labios volvieron a encontrarse como afirmación, no necesitaban de tinta y papel para declarar ese contrato como genuino cuando sus dedos recorrían su espalda desde los omóplatos hasta el lumbar.

Stan abrió la puerta del cubículo más alejado de la puerta sin despegarse del aprisionamiento de esos suaves, aterciopelados y ahora, rojizos labios. Trabó el pasador antes de comenzar a quitarse la camisa.

Se necesitaban.

Ahora.


 

 

Llamar a esa situación "incómoda" sería hasta agradable, a medida que los minutos pasaban, dejar su nihilismo de lado para convertirse a la fe católica era una idea cada vez más seductora.

Jesucristo bendito por favor, ¡sácame de esta puta situación!

Sin mover más que sus hombros lentamente de atrás hacia adelante, Craig continuaba bailando con el estorbo que aparentemente le impedía coquetear a su amigo. Se sintió traicionado al recordar que el mismo chico que lo dejó a su suerte con una chica que no tenía intenciones amistosas precisamente, le había prometido por teléfono que los chicos solían quedarse en ronda bailando con sus amigos, y las chicas igual.

La muchacha parecía no darse cuenta de la incomodidad de Craig, o lo ignoraba, pero ella seguía meneando su cadera como si eso en algún momento surtiera efecto en el azabache. Confiando en la probabilidad de que Craig ardía por dentro pero que solo era inexpresivo, se lanzó sin miedo sobre él para intentar robarle un beso, pero para su sorpresa, fue rechazada con delicadeza.

—¿Te pasa algo?— Preguntó ella confundida.

Dios...

—Mira, eres linda y todo.— Dijo intentando ser lo más amable posible.—Pero tienes que saber que...

—¿Tienes novia?— Se apresuró a averiguar la chica.

—No jugamos en el mismo equipo.— Soltó sin más.

La cara de la joven era todo un poema, como si se le hubiera caído un ídolo. Lo observó incrédula hasta que se dio cuenta de que Craig iba en serio.

Ante la frustración, su respuesta fue mucho más dolorosa de lo que hubiera esperado. Le dio vuelta la cara de un cachetazo y desapareció entre la gente, abandonándolo a la mitad de Hey Ma. 

—Mujeres...— Murmuró refregando con fuerza la mejilla donde recibió el impacto.

Se regresó a la barra, donde por lo que parecía, pasaría toda la noche. Buscó a Donovan con la mirada y lo descubrió bailando muy pegado con el objetivo, Clyde lo vio y le sonrió, recibiendo como respuesta una seña amenazante que hizo Craig con su cuello y su dedo índice, haciendo que desviara los ojos con temor.

—¡JAJAJA! Veo que las mujeres realmente no son lo tuyo.— Escuchó a su lado de repente, haciéndolo sobresaltar en su lugar antes de verla. Era Red.

Vestía un top azulado con un nudo en el medio de su pecho y un minishort de jean negro con roturas en el muslo.

Si alguien se parara a analizarlos, se daría cuenta de que usaban los mismos colores.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó fingiendo demencia.

—¿Qué? ¿No puedo estar aquí?— Respondió echando el humo por la boca.

—¿Acaso todo South Park está aquí?

—Es la única discoteca en todo el maldito pueblo y pidiendo por favor.— Le contestó ofreciéndole un cigarro.—¿Con quién viniste?

Craig aceptó el cigarro por cortesía y lo encendió. Se sentía ligeramente culpable al darse cuenta de que todo lo que no fumó en dos semanas lo estaba haciendo durante la noche.

Luego le valió verga.

—Con los de siempre. Token, Stan, ya sabes.

—¿Y dónde están?— Preguntó Red antes de dirigirse a la camarera.—¡Un tequila, por favor! ¿Tú quieres algo?— Volvió a Craig.

—Tequila está bien.— Respondió.—Pues... Token está con Nichole, el hijo de mil puta de Clyde está por allá dándose el lote con una chica, Jimmy se fue a "contarle chistes" a unas chicas.— Dijo haciendo comillas con los dedos.—Y Stan...— Movió la cabeza a los lados buscando al chico.—Bueno, no sé donde está, la última vez que lo vi se fue corriendo al baño.

—¿Stan quebrando? Un clásico.— Agregó Red riendo mientras pagaba su bebida. Craig hizo lo mismo. Ambos presionaron las dos rodajas de limón sobre el vaso, giraron la silla de modo que quedaron uno frente al otro y bebieron al mismo tiempo.

—Sep.— Afirmó.—Y Kenny y Butters seguramente se fueron a peinar la coneja.— Red estuvo a punto de escupir su bebida con la última frase. Craig la miró.—¿Y tú?

—Con las de siempre. Nichole, Wendy, ya sabes.— Respondió imitándolo.—Y también vine con mi novio Kevin, pero se fue al baño hace rato y no ha...— Se detuvo cuando vio a lo lejos a su novio.—¡Oh mira, ahí viene! ¡Kevin!

La chica comenzó a sacudir la mano en dirección a sus espaldas, Kevin venía con las manos en los bolsillos hacia los dos chicos. Traía puesta una camisa cerrada color cyan y unos jeans desgastados.

—Perdón por tardar, uno de los baños estaba clausurado.— Se disculpó Kevin.

—¿Cuándo no? Raisins y sus problemas técnicos.— Dijo Red sin sorpresa.—Kevin, él es Craig, un compañero de la preparatoria. Craig, él es Kevin, mi novio.— Los presentó la chica.

Craig dejó la bebida y se giró a saludar con la mano al chico, al levantar la vista se dio cuenta de que lo conocía.

—¿Craig? ¿Craig Tucker?— Preguntó sonriente Kevin viéndolo con atención.

—¿Kevin Stoley?

Al reconocerse, Craig se levantó de su silla y se dieron un abrazo.

—¿Ya se conocían?— Les preguntó Red ligeramente asombrada.

—Fuimos juntos a la primaria.— Le contó Kevin soltando a Craig, quien apoyó sus brazos sobre la barra.

—El mundo es un pañuelo.— Comentó su novia bebiendo.

—Según el último censo, South Park tiene ochocientos habitantes y poco más, no es raro que muchos nos conozcamos al menos de vista.— Explicó Craig alzando sus hombros.

—¿Cómo estuviste? ¡Que bien te ves! La pubertad te pegó muy bien, ¿hiciste ejercicio?— Le dijo Kevin a su amigo de la infancia.

—Convengamos que siempre fui un hueso.— Rió Craig.—Pero sí, desde los dieciséis, si no mal recuerdo. Tú también te ves bien.— Lo halagó mirándolo.—¿Te sigue gustando Star Wars?

—Como siempre, sino pregúntale a ella.— Kevin señaló a Red, la chica rodó los ojos en broma dando a entender que lo ve seguido.—¿Y tú sigues viendo Red Racer?

—No porque a la hora que lo pasan estoy trabajando o durmiendo.— Explicó con un leve atisbo de dolor.

—Vaya, dos nerds fans de ciencia ficción, me siento en el cielo.— Rió Red viendo a ambos chicos.

Kevin tomó asiento abrazado a Red y continuó poniéndose al día con Craig. De la pista de baile llegaron Token, Jimmy y Clyde con sus parejas, seguidos por Wendy, Bebe y las demás chicas.

—Chicos, vengan, se desocuparon dos mesas en el fondo.— Les avisó Token.

—¡Y tenemos una buena idea!— Se le escuchó decir a Nichole con una botella de vidrio vacía en su mano.


 

 

La botella giraba en el centro de las mesas en la espera de señalar a alguno de los participantes que se encontraban sentados en los cómodos sillones y unirlos en un beso. Los únicos que estaban fuera de la ronda eran Token, Nichole y Wendy.

Los últimos en unirse a dicho juego fueron Butters y Kenny, quienes aparecieron después de un rato perdidos, al parecer se entretuvieron buscando a Stan y Kyle, pero no tuvieron éxito en su misión.

A medida que el juego avanzaba y X de Nicky Jam se reproducía por todo el salón, las cosas se iban poniendo más interesantes, sin embargo, el juego llegó a su climax cuando Kevin giró la botella y el pico de esta apuntó a...

—¡Kevin con Craig!— Gritó Bebe.

—Esto se puso interesante.— Añadió Red encendiendo otro cigarrillo, gustosa.

El novio de Red observó a Tucker, quien no parecía tener alguna objeción al respecto. Ante la duda y el nerviosismo del chico, Red empujó a Kevin para que se siente junto a Craig. Teniéndolo a su lado y con la vista puesta en él esperando a que hiciera algo, sintió un ligero temblor en las piernas y sus ex compañeros pidiendo a coro un beso con lengua no ayudaba.

—¿Ya besaste a un chico antes?— Preguntó Craig con total naturalidad.

—De hecho no, ¿y tú ya lo hiciste?

—No lo sé, tu dime.— Respondió sarcástico. Kevin ya sabía que Craig es gay.—Hay una primera vez para todo.

—¡Bésense ya, joder!— Les gritó Red con una lata de cerveza en su mano, disfrutando el espectáculo.

—Tranquilo, no es tan diferente a besar a una chica.

—¿En serio?— Preguntó Kevin confuso.

—Sí.— Le aseguró Craig para luego agregar algo más.—Bueno, yo nunca besé a una chica, pero eso dicen.

Mierda. Pensó Kevin.

—¡Te va a besar, no te va a coger, Kevin! ¡Relájate!— Le gritó Clyde muerto de risa al ver el rostro avergonzado del chico.

—¡Y disfruta! Que ya quisiera ser hombre para vivir eso.— Se lamentó Bebe haciendo reír al resto de sus amigos.

Kevin estaba algo nervioso ante la idea de besar a un chico, y que se tratara de Craig suponía un motivo aún mayor para estarlo.

—Tranquilo, cuando quieras.— Le dijo el azabache tranquilizándolo luego de quitarse el cigarro de la boca.—O si no quieres, simplemente decimos que no y ya.

—No, está bien. Creo que estoy listo.— Murmuró Kevin asintiendo la cabeza con nerviosismo.

—Bien.

Al tener el consentimiento expreso de su amigo, lo tomó de la nuca con firmeza y acercó su cara hasta fundirse en un furtivo beso. Al principio Kevin se quedó congelado, por una parte, la situación le resultaba bastante incómoda con todos viendo, y la otra parte era por lo bien que besaba. Jamás lo hubiera imaginado de esa forma teniendo en cuenta que su amigo siempre se caracterizó por ser bastante arisco, o eso era lo que recordaba de la primaria.

Y para aumentar el calvario/paraíso en el que se debatía Kevin, Craig no era del tipo que se iba con tonterías. Aumentó la intensidad en el movimiento de sus labios llegando a acariciar la comisura de sus labios con su lengua hasta introducirla en su boca, Kevin se sorprendió al sentir el frío del piercing pero no se detuvo.

Faltaban diez segundos para terminar la ronda.

Craig abrió ligeramente los ojos, encontrándose con la borrosa imagen de una cabellera dorada desordenada envolverse entre sus dedos.

¿Tweek?

—¡Tiempo!— Gritó Red.

Al separarse del beso, Craig se encontró con Kevin nuevamente, quien lucía avergonzado y si no lo conociera lo suficiente, diría que ahora Kevin estaba pensando en muchas cosas que antes no se le habían pasado por la cabeza.

Por alguna razón, descubrir a Kevin delante de él y no al rubio le hizo sentir un pequeño vacío, que fue acrecentándose a medida que el juego seguía su curso.

Besar a Kenny, besar a Kevin... Ninguno de los dos le surtió el mismo efecto que el beso que tuvo aquella noche en la habitación de Tweek.

El Craig que él conocía no le daba importancia a esas cosas. ¿Qué rayos estaba pasando con él?

No es lo mismo.



 

El baño cerca de la barra continuaba clausurado o cerrado por dentro, seguramente se trataba de alguna pareja que no aguantó las ganas, tuvo que dirigirse al que se encontraba junto a la escalera que llevaba al segundo piso, donde por lo visto había habitaciones. No tenía ganas de escuchar parejas que evidentemente la estaban pasando mejor que él.

Apoyado contra la pared, solo se limitaba a seguir fumando e insultar internamente a Wisin por las frases inoportunas que entonaba en esa canción que bailaban los otros afuera.

"Qué ganas tengo de buscarte y de volverte a besar". 

En efecto, así era.

Más pasaba el tiempo, más ganas tenía de irse, se arrepentía por no haber considerado la idea de proponerle a Clyde, Token o al mismo Stan que inviten a Tweek, tal vez esa noche hubiera sido mucho más interesante si él estuviera ahí para conversar como aquella vez que salieron. Hablaron de tantas cosas esa tarde que se le había olvidado por un rato que se conocían hace relativamente poco, e incluso se había sentido tan bien, en confianza, escuchado, comprendido.

Y por encima de todo, interesado.

Tweek tenía mucho para contar también, desde sus locas historias con los gnomos hasta teorías conspiranoicas que podría escuchar una y otra vez sin cansarse.

Pero no.

Tweek no estaba ahí y aunque no quisiera reconocerlo, lo extrañaba.

Y se sentía muy culpable, ¿de qué? Esa era la pregunta, ¿por haber besado a Kevin? ¿Por Kenny? ¿Por haber abusado de la confianza de Tweek para besarlo? ¿Por qué se sentía culpable por lo de Kevin si Tweek y él no tenían nada? ¿Y por qué Tweek se veía tan hermoso ayer en la cafetería con ese delantal verde?

—¡Mierda! ¡Controla tus malditas emociones!— Se dijo a sí mismo. Cuando la canción comenzó a decir "Escápate conmigo esta noche, bebé, te quiero comer..." lo tomó bastante personal, como si Wisin tuviera algo que ver con sus problemas.—¡Y cállate Wisin! Cielos, ya debo estar borracho o algo.— Se reprendió a sí mismo frotando su sien.

No, aunque eso aparentaba y por muy increíble que parezca considerando la gran cantidad de alcohol que ingirió, Craig no estaba borracho. Estaba irritado, cansado, algo mareado por estar dando tantas vueltas al asunto y triste para variar, pero no borracho. Debería seguir bebiendo para estarlo, y él conocía su tope.

Salió del baño y volvió al sillón, donde al otro extremo se encontraban Kenny y Butters besándose con tanta pasión que poco más podrían incendiar el lugar, pareciera que habían olvidado por completo que no estaban solos y que justo sobre sus cabezas había habitaciones. Craig al observar la escena que montaban los rubios se alejó lo más que fuera posible.

Si siguen así, hasta a mi me van a embarazar.

Token y Nichole bailaban juntos, Clyde y Bebe conversaban en otra mesa, Red y Kevin se besaban alejados de la multitud...

Todos tienen a alguien.

Nunca le había importado eso, siempre había disfrutado de su propia compañía, de su tiempo y de la soltería, porque no requería compromisos, no se arriesgaba a depender emocionalmente de nadie otra vez y lo principal, no castigaba a nadie dándole un suegro como lo era su padre.

Pero ahora mismo... Extrañaba a Tweek.

Sacudió su cabeza y se recostó en el sillón con el celular en la mano. No tenía ningún mensaje de Tricia y eso le hizo sentir aliviado, la había visto caminar con unas bebidas cerca de él hace poco.
Entró a Instagram con la intención de mirar memes para matar el tiempo, pero se llevó una sorpresa que le detuvo el corazón un par de segundos y tuvo que leer una y otra vez la notificación para asimilarlo.

"Tweek Tweak (@tweek_tweak) ha comenzado a seguirte."

Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, Cartman, si llega a ser otra broma tuya, juro que te rompo la cabeza, LA RE PUTA MADRE, ¿CÓMO SE RESPIRA?

Entró a su perfil para comprobar que era el verdadero Tweek y no una mala broma.
En el feed había fotografías muy bien tomadas a su parecer, de tazas, de sus dibujos, de elementos de la naturaleza como árboles y flores, el atardecer, no era fotógrafo y seguía sin entender una mierda de arte, solo estaba seguro desde su ignorancia, que todo lo que había en su feed era arte.

Solo había una foto de Tweek, y era una selfie tomada frente al espejo, posando su cuerpo hacia un costado con una mano en el bolsillo. Llevaba la misma camisa de siempre y unos jeans. Sonreía, y dudaba si lo de que su ojo esté cerrado era por estar guiñándolo o si se trataba de un tic. Sea como sea, estaba hermoso.

Sin darse cuenta, estaba sonriendo a la pantalla como un idiota.

Cuando quiso presionar el botón de retroceso abajo a la izquierda, por accidente presionó más arriba que abajo... Y le dio like a la foto.

La foto era de hace dos semanas, y para aumentar su pesar... Tweek estaba en línea en Instagram

Dejó caer el celular bloqueado sobre su cuerpo y se cubrió la cara con ambas manos con la respiración acelerada.

¿Algo más me puede salir mal hoy? Pensó con frustración. Que no se de cuenta, que no se de cuenta, que no se de cuenta. Rogaba en su interior.

No tocar el celular por un par de años parecía una buena idea en esas circunstancias, y de hecho lo consideraba.

Sin embargo la vergüenza que acababa de pasar también tenía que disiparla de algún modo, así que volvió a prender el celular, cerró Instagram, abrió YouTube y buscó lo que se le vino a la mente en el momento para calmar la ansiedad que le estaba invadiendo ahora:

"Cuyos peleando con música de Linkin Park".

Sin duda alguna, eso era mucho más fácil que tomar la iniciativa para volver a hablar con él.

Y eso último le dejó pensando.

Podría seguir así mucho más tiempo, pateando el tema con Tweek, seguir huyendo del problema en el que él mismo se había metido por sus estúpidas inseguridades, por sacar conclusiones apresuradas.

Pero eso lo convertiría en un cobarde.

Algún día tendrá que volver a hablar con Tweek de algo que no sea relacionado a la escuela o que sea más que solo un "hola" y "adiós".

Y si...

Al carajo, le voy a hablar.

Tomando valentía de hasta donde le faltaba, volvió a entrar a Instagram y buscó el perfil de Tweek.

Una vez que el teclado se desplegó delante de él, su mente se puso en blanco.

Bien... ¿Ahora qué mierda le digo?

Sí, pequeño detalle.

Pensó y pensó, hasta que escribió lo que se le vino a la mente y lo que creyó que sería la mejor forma de iniciar una conversación de domingo a las 03:45 am.

Pensó y pensó, hasta que escribió lo que se le vino a la mente y lo que creyó que sería la mejor forma de iniciar una conversación de domingo a las 03:45 am

Grande Craig. Pensó para sí mismo con sarcasmo.

Le fue difícil actuar con normalidad, se sentía tan ansioso, nervioso y por impulso arrojó el celular lejos de su alcance en el mismo sillón donde se encontraba.

Luego recordó que se lo podrían robar y lo recuperó.

En cuanto volvió a tener el móvil en las manos, este vibró, las palmas le empezaron a sudar. Inhaló y exhaló como si intentara recuperar el alma antes de desbloquear el celular.

Tweek le respondió.

Tweek le respondió

Seguramente lo que iba a proponer iba a ser rechazado o una locura, pero estaba solo, tenía a Kenny y Butters comiéndose el morro hace rato y realmente necesitaba hablar con Tweek cara a cara

Seguramente lo que iba a proponer iba a ser rechazado o una locura, pero estaba solo, tenía a Kenny y Butters comiéndose el morro hace rato y realmente necesitaba hablar con Tweek cara a cara.

Seguramente lo que iba a proponer iba a ser rechazado o una locura, pero estaba solo, tenía a Kenny y Butters comiéndose el morro hace rato y realmente necesitaba hablar con Tweek cara a cara

Tweek tardó un rato en responder.

La cagué.

Estaba a punto de sentirse un completo atrevido en el sentido idiota de la palabra hasta que cuando menos lo esperaba, la respuesta llegó.

Estaba a punto de sentirse un completo atrevido en el sentido idiota de la palabra hasta que cuando menos lo esperaba, la respuesta llegó

Volvió a guardar el celular en el bolsillo y estiró sus músculos para destensarlos, al menos así generaría la falsa sensación de sentirse relajado y disimular que por dentro burbujeaba a causa del hervor que los nervios le estaban dando

Volvió a guardar el celular en el bolsillo y estiró sus músculos para destensarlos, al menos así generaría la falsa sensación de sentirse relajado y disimular que por dentro burbujeaba a causa del hervor que los nervios le estaban dando. Dio una larga calada al cigarrillo y tardó un poco más en expulsar el humo de la boca.

Necesitaba relajarse, como sea.

De todos modos, el primer paso y el más difícil ya lo había dado. El como resulte ya no dependía de él, hizo lo que estaba a su alcance.

Y para su sorpresa, el celular volvió a vibrar.

Y para su sorpresa, el celular volvió a vibrar

Nuevamente, Tweek tardaba en responder. No es que hubiera pasado más de un minuto desde que envió ese cortante "Sí.", pero vamos, ¿Cómo era posible que a veces el tiempo pasara tan lento? Además, ¿Qué mierda era el tiempo en primer lugar?

Como los nervios le siguieran comiendo la cabeza, terminaría en un dilema filosófico consigo mismo en el cual no quería entrar.

Dos minutos después, su respuesta llegó...

Sí, Craig gritó internamente.

A veces agradecía que los mensajes disimulen tan bien la emoción que uno siente en realidad, o adiós reputación, ¿Cuántas veces hasta ahora podría haber perdido esa inmaculada imagen de chico serio y rudo a causa de los mini infartos que le causab...

A veces agradecía que los mensajes disimulen tan bien la emoción que uno siente en realidad, o adiós reputación, ¿Cuántas veces hasta ahora podría haber perdido esa inmaculada imagen de chico serio y rudo a causa de los mini infartos que le causaban ese chico? Ya había perdido la cuenta.

Se incorporó de su lugar y buscó a Token. Tocó su hombro y este se giró a verlo.

—Voy a buscar a Tweek, ya vuelvo.

Al oír el nombre de su amigo, Token sonrió genuino. Craig había logrado en semanas lo que él no pudo conseguir en cinco años: convencer a Tweek de que fuera a Raisins.

Buscó en su bolsillo y sacó la llave del auto.

—Ten.— Le dijo al azabache.

—Está bien, puedo tomar un colectivo.— Rechazó Craig, pero Token le interrumpió poniendo la llave en su mano de todos modos.

—No hay recorridos a esta hora.— Le dijo.—Sabes manejar, ¿no?

—Sí, he llevado a mi madre al centro algunas veces.— Respondió encogiéndose de hombros.

—Bien, ve a buscarlo, avísame cuando llegues.— Le dijo su amigo volviendo a poner su atención en Nichole.

—Sí.

Craig se giró con intensiones de ir hasta la salida.

—¡Craig!— Lo llamó nuevamente Token.

—¿Sí?

—Suerte campeón.— Le deseó su amigo con picardía riendo con su novia.

Craig entendió a lo que se refería, y le sacó el dedo medio antes de abrir la puerta.

Llegó hasta el auto y abrió la puerta. Una vez sentado, se abrochó el cinturón y puso sus manos en el volante, intentando respirar con tranquilidad.

Tranquilo, relájate, controla tus emociones. Se repitió mínimo unas diez veces.

Cuando sintió que estaba suficientemente listo, giró la llave para encender el auto, dio marcha atrás y se alejó de Raisins.

 

 

 

 

Notes:

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA LPM HASTA YO ESTOY NERVIOSA.

¿Qué les pareció el capítulo? Tengo que decir que me costó un huevo escribir, es el primer capítulo que escribo que supera las once mil palabras.

Y por favor, no me maten por la escena Crenny y el beso de Kevin y Craig, pero ya vieron que fue importante para que nuestro gay favorito se de cuenta de que NADA ES IGUAL SIN TWEEK<3

Y lo de Stan y Kyle...

Sentía que necesitaba que se hable de esto con seriedad: el beso que le dio Stan a Kyle el miércoles si estuvo mal, pero también creo que ambos están sacando conclusiones de hipótesis que no tienen claras porque ninguno recuerda muy bien lo de la noche de la discordia.

Así que se hicieron esta promesa de "una vez más" para luego cada cual pensarlo en silencio, sin la presión del otro... ¿Podrán cumplir esa promesa? ¿No? ¿Sí? ¿Wendy merece a alguien mejor? Sí, la verdad que sí.

Espero que les haya gustado, que se hayan reído y puesto nerviosos conmigo que es lo más importante y como siempre, nos vemos la próxima semana con el capítulo más esperado de toda Latinoamérica unida.

¡Hasta la próxima!🖤✨

Chapter 19: Deseo (+18)

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=VuxVtsgF2DA

Chapter Text

 

Estacionó el auto frente a su casa, durante el último tramo pensaba si sería buena idea tocar la bocina o si sería mucho más decente ir a tocar su puerta.

Inhaló y exhaló profundo por última vez sin despegar las manos del volante hasta fijarse que sobre él había un espejo desplegable. Lo bajó y se miró en el, no lucia cansado, estaba bien peinado y por suerte no había sudado nada en Raisins, por las dudas se echó más colonia.

Bueno... Estoy listo, vamos viejo.

Apagó la radio donde hasta el momento escuchaba Hell Above de Pierce the Veil, inhaló hondo una vez más antes de desabrochar el cinturón y soltó el aire al bajarse.

Caminó hasta la puerta con las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta, tocó el timbre en cuanto llegó y esperó pacientemente unos minutos.

No obtuvo respuesta.

Volvió a tocar el timbre, predispuesto a esperar un rato más.

Sin señales de Tweek.

Apretó el botón cinco veces consecutivas con su paciencia por los suelos, caminó en círculos sobre la entrada, se sentó en la escalera, golpeó la puerta, miró por la ventana, llamó a su celular, le dejó mensajes. Y nada, ¿Cómo alguien podía tardar veinte malditos minutos en abrir?

Esa es la tercera vez que escucho pasar a la misma moto... Pensó ligeramente atemorizado.

Consideró tocar la bocina del Volkswagen de Token, hasta que recordó un dato que le brindó Tweek en la noche de su cumpleaños.

Flashback

"—[...]no quería que mis padres me vean drogado, entonces subí por la ventana hasta mi cuarto, falseé la reja y entré[...]"

Fin del flashback

Miró en dirección a donde creía recordar que se encontraba la habitación del rubio, la luz encendida de una habitación brillaba contra la casa de un vecino. Tweek estaba despierto, ahora la cuestión era averiguar porqué no escuchó ni el timbre, ni las llamadas o el bendito celular vibrando como si estuviese endemoniado.

Caminó hasta el ala izquierda de la residencia, justo en la esquina había algunos arbustos, un tubo de agua por el que podría trepar hasta la habitación de Tweek, y frente a la ventana había un árbol del que sobresalía un tronco lo bastante ancho como para poder sentarse luego de treparlo.

Aunque el tubo le llevaría directo a su destino, ante la posibilidad de que Tweek esté despierto o distraído con algo, lo que menos quería era asustarlo, debía dejar que Tweek le viera antes de intentar entrar.
Trepó el árbol y se sentó sobre el tronco, cuando miró hacia la ventana, descubrió a Tweek de espaldas sentado en su escritorio con auriculares en sus orejas.

Con razón no me escuchaba... ¿¡Pero qué tan fuerte tiene esa cosa!?

Golpeó su ventana para llamar su atención.

—¡Tweek! ¡Soy yo, Craig!— Le gritaba desde fuera mientras picaba a su ventana, mas no consiguió la atención del rubio.

El volumen de la música debía estar anormalmente alto como para no poder oír los insistentes golpes en la ventana, ni siquiera los llamados y mensajes funcionaban porque Tweek tenía los cascos conectados a la laptop y no al celular, el móvil estaba en la cama, tampoco podría ver la pantalla encendida desde su posición.

En este punto, Craig tenía tres opciones: arrojar un ladrillo contra la ventana, irse o destrabar el cerramiento de metal presionando hacia las pequeñas hendiduras que se apreciaban desde su lugar y adentrarse a la habitación.

La primera opción seguramente le cueste una restricción de acercamiento por parte de los Tweak y que le quiten el dinero que le dieron para reparar la ventana. Y la segunda era impensable, Craig no pensaba irse sin Tweek.

Tomó la reja con sus manos y la sacudió de atrás hacia adelante hasta que cedió, abriéndose ante él como una puerta, subió la ventana y se adentró en la habitación, teniendo cuidado con no pisar algunas zapatillas y zapatos regados en el suelo.

Se acercó lo suficiente al rubio hasta que pudo estirar su brazo para tocarle el hombro mientras le llamaba.

—Tweek, soy Cra...— Sin poder terminar de avisar de su presencia, en un rápido movimiento Tweek se giró con violencia con la sartén en mano impactando contra su cabeza, desmayándolo.

Cuando Tweek reconoció la figura y vio al alto chico de cabello negro desplomarse en el suelo, dio un gritillo ahogado.

—¡AGH! ¡Craig!— Dejó caer la sartén y se quitó los cascos, arrodillándose junto al cuerpo inconsciente de su amigo, sostuvo su cabeza en sus manos y la posó en sus muslos. Lo zamarreó intentando hacer que despierte.—¡Lo siento! ¡Creí que era un ladrón! ¡Agh! ¿¡Estás muerto!? ¿¡Sigues vivo!?— Craig no respondió. Tweek se levantó del piso haciendo que la cabeza de Craig vuelva a caer con brusquedad y se colocó delante de Craig, tomó sus pies y los levantó en el aire para que el flujo de sangre viajara hasta su cerebro.—¡AGH! ¡CRAIG, HAGAS LO QUE HAGAS, NO CAMINES HACIA KENNY SI ES QUE ESTÁ AHÍ!

 

 

 

¿Alguna vez estuvieron en el umbral entre la delicadeza del tacto y la desesperación por devorar cada centímetro de aquello que anhelas?

Las yemas de sus dedos recorrían con lentitud su columna vertebral dejando un camino de fuego en la sudada piel, no sentía asco respecto a esto, era una reacción normal de su cuerpo ante el sofocante calor del cubículo y la excitación que hervía su cuerpo, con cada estocada que recibía en su interior y la piel del pelinegro rozando la suya al fluctuar el movimiento de sus caderas, alternando de atrás hacia adelante cuando paraba de subir y bajar sobre su pelvis, le hacía olvidar su rechazo a la sensación de la piel pegajosa; la humedad mejoraba el vaivén sobre sus piernas, extasiando su cuerpo, olvidando donde estaban, no quería contenerse, quería morder cada pequeña parte de su piel, marcarlo, hacerlo suyo.

Los dulces gemidos de Kyle llenaban el vacío de ese baño del que se apropiaron, ¿Qué carajo importaba si alguien ahí afuera lo necesitaba? El usar el asiento del inodoro para sentir sobre tus piernas y pene el glorioso movimiento de las caderas de Broflovski le parecía una mejor forma de sacarle provecho a ese pequeño rincón en el que estaban encerrados.

No sabía cuántas veces le agradeció a Dios por estar vivo para sentir ese placer, tratándose de alguien tan pesimista como Stan, aquello suponía un milagro.

Se meneaba, ascendía, descendía y se frotaba sobre su cuerpo con devoción, con astucia, con deseo, no estaba seguro de cómo lograba moverse tan naturalmente sobre Stan, pero al cerrar sus ojos era consciente de que sabía como hacerlo, porque lo había soñado, porque lo había imaginado miles de veces, porque ya lo había hecho y el cuerpo tenía memoria.

Las manos de Stan se derretían al apretar con suavidad su trasero, la punta de sus dedos se hundían sobre esa esponjosa porción, tan sensible al tacto, tan dulce, estaba seguro de que ni su almohada lograría recrear tal sensación.

Bajó sus manos hasta los tensados e inquietos muslos de Kyle, apretándolos con suavidad, jugando con sus cortos vellos, masajeando esa zona que llevaba tiempo forzándola al no haber parado de brincar sobre él desde hace un buen rato.

Y no deseaba parar. No necesitaba decirlo coherentemente, sus jadeos se lo hacían saber mientras intentaba decir la simple palabra "más".

—S... Stan.— Le gimió, relajando el movimiento de su cuerpo, notablemente agotado por tanto moverse.

Despegó su transpirada espalda de la pared para perderse ambos en un beso humedecido por sus lenguas y el vapor que podían sentir chocar contra sus labios. Kyle tomó a Stan del cabello y le empujó la cabeza en su dirección para que no se atreviera ni por un segundo a intentar escapar de sus labios. Lo tenía prisionero, hipnotizado y embrujado con la magia que demostraban las dulces pero intrépidas caricias que le otorgaban la fina carne bermellón.

Y a Stan le encantaba ser un prisionero al servicio de su majestad, ser hechizado por los encantos de ese precioso chico de, ahora, desarmados rizos por la humedad que ambos crearon en el aire.

Kyle lo liberó, ambos se incorporaron sin cortar el intenso beso en el que estaban atrapados hasta que la espalda de Kyle se pegó a la puerta del cubículo. No había huecos entre ellos, ni siquiera un alfiler podría intentar interponerse entre ambos.

Las manos de Stan bajaron dando un recorrido por el delgado y precioso cuerpo de Kyle sin dejar de presionar sus manos dividiendo su piel en pequeñas porciones, perdiéndose en su cintura, su cadera, el muslo de la pierna que mantenía en el aire pegándose contra él. No era el único que parecía estar haciendo una exploración por su cuerpo, Kyle aferraba sus inquietas manos a su espalda, sujetando con firmeza los fuertes omóplatos de Stan, rasguñando lentamente su espalda hasta detenerse en el lumbar, Stan mordió el anzuelo, necesitaba que continuara bajando.

Tuvieron que forzar un cierre a ese férvido beso cuando sintieron que sus pulmones le pedían a gritos un poco de aire, aún abrazados y unidos por un hilo muy fino de saliva, respiraron desesperados intentando no perder tiempo recobrando aire para poder continuar. Se deseaban, y no les importaba morir en el intento por demostrarlo.

Stan quitó el pasador de la puerta y Kyle entendió lo que quería. La puerta se abrió y caminaron hasta el lavamanos sin quitarse los ojos de encima en ningún momento hasta que Kyle sintió el frío del mármol en su piel, y volvieron a besarse, aunque este beso fue mucho más lento que el anterior y de corta duración. Kyle le dio la espalda a Stan dándole una privilegiada visión, lanzando el trasero en su dirección, estaba listo.

Una de las manos del pelinegro pellizcaron esa zona carnosa, tersa al tacto y blando al estrujarlo, con la otra acomodó el condón para que no se saliese. Abrió el grifo y mojó dos de sus dedos bajo el chorro de agua, masajeó el pliegue antes de introducirlos en su interior, acariciándolo con la punta de los dedos en movimientos circulares, escuchó la agitada respiración de Kyle por la estimulación que estaba recibiendo en esa zona erógena. Introdujo el dedo índice haciéndole soltar un gemido lastimoso, lo tomó del rostro y lo besó con pasión sin dejar de moverse dentro de él.

—¿Te gusta?— Preguntó jadeante contra sus labios, siendo devorado nuevamente por Kyle.

—Me encanta.— Y volvió a besarlo.

Amaba escucharlo así, como una melodía exquisita, luchando por mantenerse cuerdo, aún volviéndose loco de placer, de ansias, con los ojos cerrados disfrutando cada nueva sensación solo usando el resto de sus sentidos, disfrutando de estar consciente para poder vivirlo. Era cálido, tierno, suave, sin perder esa seductora vulgaridad propia del acto, tan pecaminoso, prohibido y peligroso.

—Otro.— Le escuchó susurrar al pelirrojo contra su boca.

No era un pedido ni una sugerencia, era una exigencia.

Y obedeció.

Con cuidado, hizo espacio con el dedo que ya se encontraba dentro de Kyle, dando paso al segundo, temía lastimarlo por su torpeza, pero en cuanto este lo introdujo hasta los nudillos y vio el arqueo en su espalda, supo que lo estaba haciendo bien.

Retiró ambos dedos y acomodó el glande en la entrada, pincelando de arriba abajo. Si Kyle se había hecho desear por tanto tiempo, él tenía derecho de devolverle esa deliciosa malicia. 

—Joder...— Maldijo Kyle entre suspiros.

No podía engañar a nadie, moría por volver a estar dentro de él, sentir sus apretadas paredes absorbiendo su dureza. Empujó contra la entrada hasta que se sintió envuelto en ese embriagante calor por completo, sin poder contener el aliento, ni los jadeos deseosos, se recostó sobre la espalda de Kyle, hundió su rostro en su cuello, sintiendo el perfume adentrarse en sus fosas nasales.

Ese amaderado aroma inmortalizaría para siempre ese recuerdo.

—Vamos.— Le ordenó el pelirrojo tirando la cabeza hacia atrás.

Esa demanda le estremeció sacándole el poco aliento que había podido recobrar. Empezó a mover sus caderas con lentitud, procurando no morir infartado en el intento de embestirlo. La electricidad que empezó a recorrer por su cuerpo al palpar ese punto dulce fue mortificante, juró que podía sentir como bombeaba su sangre hasta llegar a la palpitante cabeza, apretada, secuestrada.

Gimió, gimieron. El placentero y extasiado rostro de Kyle reflejado en el espejo gozando de sus estocadas que variaban entre pausas repentinas a desenfrenados chasquidos húmedos le cegó de placer.

Amaba dejar a Kyle contento.

—Amo escucharte así.— Confesó Kyle entre jadeos.

—Creo que me voy a...— Stan intentaba recordar como hablar como una persona normal.

—No, no te vengas.— Le ordenó Kyle.

—Es que estás tan...— Lloriqueó Stan contra su oído, gimiendo adolorido.

—Aguanta.— No sabía si estaba rogando o si era otra exigencia de su parte. Estaba encendido, intentando contener sus gemidos para ser claro.

Aumentó el ritmo del movimiento de sus caderas, siendo más intenso, más rápido, dejándose llevar por el delicioso palpitar de su pene y el como golpeaba con dureza ese maldito punto, haciéndole soltar al otro esos gemidos que se envolvían en su oído, se vio obligado a morder el hombro de Kyle repitiendo en su interior "no acabes, no acabes, no acabes".

Gimió, dolía, ¿Cómo algo tan placentero como eso podía ser tan doloroso? Necesitaba acabar, y juraba por dios que no quería, lo que más deseaba era seguir los mandamientos de su rey pelirrojo, pero, ¿Cómo Kyle podía ser tan malvado de ordenarle repetidas veces "no acabes" mientras lo apretaba tan fuerte?

Estaba al borde.

—Para.— Gimió Kyle. Stan se frenó.—Sal.— Consiguió decir con la respiración entrecortada.

El pelinegro liberó sus colmillos del pecoso hombro de Kyle, soltó el aire contenido y se abrazó al torso de su amigo. Sentía como si hubiera corrido una maratón, y aún no había acabado.

Quería clemencia, pero Kyle tenía otros planes para él.

—Ven aquí.— Palmeó el mármol antes de agacharse a buscar su pantalón.

Estaba claro que por el motivo de ser su última vez, no habría misericordia para él. Como si estuviese en el medio de las llamas del mismísimo infierno y siendo castigado por un demonio, exceptuando el frío que recorrió su espalda cuando sintió mármol bajo su trasero.

Metió la mano en los bolsillos y sacó su billetera, donde guardaba uno de los dos condones que Token les había dado. Mientras se lo colocaba, subió la vista a Stan, sentado sobre el lavamanos, con una pierna colgando, la otra flexionada, con su espalda recostada sobre el empañado espejo, sus manos apoyadas detrás de él.

Completamente desnudo.

La vista era espectacular, y le dolía saber que no podía decir que era suyo.

Muchas veces Kyle bromeaba con la idea de que Stan es lo más cercano a un idol de kpop que podría encontrar tratándose de alguien que era puramente americano. Los lacios cabellos negros cayendo en su frente tan perfectamente centrados en el entrecejo, algo humedecido ahora por la acción que estaban teniendo; la forma almendrada de sus brillantes, profundos, penetrantes y ahora excitados ojos lapislázuli haciendo aún más notoria la existencia de unas largas y abundantes pestañas obsidianas y sus cejas arqueadas, su recta y pequeña nariz, su blanca piel libre de espinillas, tersa, delicada, limpia, los labios rosados.

En la posición en la que estaba podía apreciar con admiración los hombros torneados, la figura esbelta, sobria, elegante, el seno firme, el abdomen trabajado y esa emanante sensualidad que desprendía, respirando con desespero, hinchando su pecho y exhalando con impaciencia, mirándolo con travesía, con lujuria. El perfecto contraste entre la elegancia, el misterioso erotismo de su mirada que le hacía temblar las piernas y la incivilización de sus deseos.

Lo esperaba.

Se acercó hasta Stan y abrió sus piernas, usando sus brazos como llave inglesa para atraerlo hacia él en la división entre los gemelos y los muslos. Agachó su cuerpo hasta la altura de su entrepierna, subiendo por la pelvis y repartiendo besos debajo del ombligo, pasando por los vellos que formaban un delineado triángulo invertido, dejando escapar la punta de su lengua para rozar la cabeza del hinchado miembro y todo el tronco, un lento, largo y desesperante camino de lava, donde la parada final fue su perineo.

Con solo dar unas primeras lamidas, Stan se arqueó, serpenteando sobre el mármol, exponiendo su erección y jadeando el nombre de su compañero. Kyle le lanzó una rápida mirada mientras succionaba esa zona tan deliciosa, sonriendo triunfante al oír esos lascivos sonidos provenientes de los hermosos labios de su mejor amigo. Osado, salvaje, subyugado por el placer y la pasión. Gruñía con su mano en la boca, luchando con su propia voluntad para evitar acabar.

Era jodidamente perfecto.

Dejó que las fugas de saliva se deslizaran desde su posición hasta llegar a la entrada que lo esperaba ansioso. Abrió el grifo que Stan usó unos minutos antes, mojó sus dedos en él y se fue un poco más abajo. Lamió el pliegue en círculos antes de introducir el primer dedo y encarar hacia la cara interna de sus muslos, mordisqueándolos, lamiéndolos, succionándolos, chocando su cálido aliento contra su carne. Estuvo un buen rato así hasta que la fricción dentro de su cuerpo hizo su trabajo, pasando de la leve incomodidad y temor por la delicada zona donde Kyle, con cuidado, preparaba para penetrar, a la embriagante, caliente y profana sensación de deleite que el movimiento de sus dedos le brindaba.

Sus caderas se movían con desesperación, con la erección apuntando hacia el techo y derramando líquido preseminal. Si pudiera recordar como hablar le rogaría que por favor dejara de hacerlo sufrir, lo necesitaba dentro, ahora. En este punto no sabía cuánto más podría contener el orgasmo ahogado. Lo tomó del cabello y lo jaló hacia atrás. Su mirada suplicante lo decía todo.

Kyle retiró los dedos, se aseguró de lubricar lo mejor posible a Stan para evitar causarle hasta el más mínimo dolor. Posó la cabeza en su entrada y lo miró esperando su permiso, Stan asintió.

Se introdujo en su interior, lento, disfrutando lo apretado que era, limpio, cálido, abrazador.

Exquisitamente prohibido e inalcanzable.

La sensible punta siendo succionada y estimulada por la presión generada a fuerza por Stan le causó una sensación maravillosa que se triplicó cuando empezó a moverse dentro de él, oficialmente dentro suyo. Escuchó a Stan gemir alto, echando la cabeza hacia atrás, mordiendo su labio y cerrando sus ojos tratando de seguir resistiendo.
La fricción hacia su trabajo complementario con las lentas embestidas que le brindaba, la contracción de sus paredes le ahogaban, lo ajustaban tan correctamente que perder la cordura sería tentador. Lo correcto.

Pudo sentir que estaba lo suficientemente dilatado, dándole la confianza necesaria para intensificar el último tramo de esa última vez. Aceleró la velocidad del vaivén hasta oír como las pieles chocaban chispeantes y como Stan gemía cautivado, provocativo, grave.

—¿Te gusta?— Preguntó Kyle.

—Ah... S...— Fue todo lo que pudo responder Stan, perdiendo la capacidad para formular alguna oración. Kyle le dio una corta pero dura embestida para despertarlo.—¡Ah! Mierda Kyle.— Gimió.

—Hasta cuando cogemos debo llamarte la atención.— Se quejó ladeando una sonrisa sin dejar de moverse.

—Sí ya sabes como soy, ¿Para qué me...? ¡Ah!— Una nueva embestida se sintió sobre su punto dulce.—¡Mierda!

—Eres un pendejo.— Susurró Kyle cerca de su cara, de una forma tan lasciva que tomó a Stan por sorpresa cuando le oyó continuar.—Y así me encantas.

Los minutos siguieron pasando de esa forma, rompiendo el silencio del cuarto del baño con los gemidos de éxtasis de Stan y los gruñidos apasionados de Kyle.
Lo tomaba de sus caderas con suavidad hundiendo las yemas de los dedos en la blancuzca piel, admirando la figura de un caballero perdiéndose en el placer que le daban sus propias manos subiendo y bajando por su largo tronco hasta la hinchada y rojiza cabeza, disfrutando las duras pero lentas estocadas que recibía en su interior.
De esa forma, ambos llegaron al climax y se entregaron sin restricciones al placer intenso del orgasmo que recorrió por sus cuerpos anestesiando cada sentido, dejándolos completamente agotados y tratando de recuperar el aliento.

Ambos se miraron a los ojos completamente deseosos, si con las miradas pudieran continuar aquello que empezaron, ahora mismo estarían en un segundo round dando todo lo que no hayan dado con sus cuerpos.

Stan incorporó su torso con dificultad para acercarse a su rostro y le devoró los labios dándole un beso lleno de dulzura, repleto de sentimientos que aún no asimilaba.

—¿Te duele?— Preguntó Kyle preocupado al terminar el beso.

Se quitó el condón y tomó el que Stan dejó a un lado cuando se subió. Los llenó de agua para comprobar que no hubieran fugas. Una vez que se quitó la duda, los vació y los depositó en el tacho de basura.

—No, ¿y a ti?— Stan se impulsó con sus brazos dejando el lavamanos, fue a buscar su ropa.

—Tampoco, creo que ahora sí lo hicimos bien.— Respondió tomando su camisa del suelo y poniéndose la ropa interior.

—Eso parece. La última vez me dolió el trasero toda la semana.— Compartió Stan entre risas terminando de vestirse, volviendo a peinar su cabello viéndose al espejo. Se lavó bien las manos y las secó.

—A mí igual.

Los dos chicos ya se encontraban vestidos, peinados y limpios. Ahora llegaba la parte difícil: salir del baño, porque una vez que atraviesen esa puerta, eso no se volvería a repetir y se convertiría en un recuerdo más hasta nuevo aviso.

A ninguno le gustaba la idea, pero sabían que era lo mejor.
Se miraron con tristeza antes de que Stan retire la traba del pestillo.

—Fue increíble.— Le dijo Kyle.—Ahora si estoy seguro de que lo fue.

Aquello le robó una sonrisa a Stan, quien trataba por todos los medios posibles, evitar pensar en qué situación y contexto estaban, no quería volver a vomitar después de semejante encuentro.

—Lo mismo digo.

Kyle depositó un último beso en sus finos labios y le dejó abrir la puerta.

—¡Órale pues! ¡Me estaba meando!— Clyde cruzó corriendo por el espacio que separaba a los súper mejores amigos y llegó al urinal bajando su bragueta apresurado.

Intercambiando miradas, Stan levantó su hombro sin darle importancia al apuro de Clyde, y salió por la puerta, seguido de Kyle.

 

 

 

El hielo en su cabeza ayudó a que la hinchazón se contuviera y el dolor bajara, su cabello lo disimulaba de todos modos, no se notaba. Estaba sentado en su cama esperando a que Tweek deje el botiquín en el baño. Su habitación estaba bastante desordenada en comparación a la primera vez que estuvo ahí y vio bastante ropa presumiblemente descartadas como opción sobre una silla y el suelo.

—¿Te sientes mejor?— Le preguntó regresando a la habitación. No sabía como mirarlo a la cara.

—Sí, estoy bien, no te preocupes.— Le respondió quitando la botella con hielo.—De todos modos es culpa mía, no debí haber entrado así.

—¡No! ¡Es mi culpa! Es que no llegabas y me puse a escuchar música, no creí que realmente vendrías.

—Son treinta minutos de aquí a Raisins.— Comentó. Lo miró ligeramente ofendido.—¿Y cómo que no creías que vendría realmente? Te dije que eso haría. De lo contrario, te hubiera enviado un mensaje o algo.

—Lo siento.— Tweek miró el piso con culpa.

—Ey, no lo digo para te sientas culpable. Simplemente...— Suspiró.—¿Sabes qué? Olvídalo, no es importante, estoy bien, tú estás bien, todo está bien, ¿sí?— Le dijo tomándolo de su mentón para que lo mirase. Tweek asintió.

Se incorporó con cuidado dejando la cama de Tweek, guardó las manos en los bolsillos y clavó la vista en la hoja que reposaba en el escritorio de Tweek. Ante esto, el rubio se levantó acomodando su pantalón, viendo a donde miraba Craig.

—Es la primera vez que te veo usar colores.— Comentó apoyando su mano en el borde de la hoja.

—Y es la primera vez que veo tus orejas.— Contraatacó con una media sonrisa.

—Ey, el miércoles no tenía el chullo puesto.

—Lo sé, pero no te miré tanto como ahora.

Aquello que parecía ser una confesión hizo que Craig volviera la vista al rubio, provocando que este desviara los ojos para evitar el contacto visual.

Hasta el momento Craig no había prestado atención a la imagen de Tweek. Vestía una camiseta verde esmeralda con escote redondo, un ceñido pantalón de jean color negro y una cazadora de cuero con el corte a la cintura. Su dorado cabello lucía tan despeinado y perfectamente rebelde como siempre.

Ya sea por el tiempo en que no hablaban más de dos frases cara a cara, por el alcohol en sangre... O la sencilla razón de que Tweek se veía fenomenalmente irresistible a los ojos del pelinegro. Esa osada imagen del chico que solía usar camisas mal puestas era insólita, le deslumbraba hasta qué punto podía llegar la belleza de Tweek, siendo capaz de burlar su desdén característico y, literalmente, volarle la cabeza.

Tweek volvió a mirarle, descubriendo que Craig continuaba mirándolo con una sonrisa de la que no se enteró.

—¿Sucede algo?— Preguntó Tweek ligeramente incómodo.

Su voz le hizo reaccionar, volviendo a su expresión tosca.

 —Te ves bien.— Le expresó por lo bajo, llevándose la mano a la nuca, evitando la mirada de Tweek.

Si Tweek no lo conociera lo suficientemente bien, diría que Craig estaba tenso.

¿¡Por qué me siento tan nervioso?! ¡Este no eres tú!

—Tú también.— Confesó Tweek con los ojos puestos en sus pies.

Algo en el aire se sentía familiar, volviendo a estar a solas sin que la escuela fuera una excusa para su encuentro. Les invadió de repente una inquietud tan agónica que el tiempo parecía congelarse en aquel instante, donde a kilómetros podía percibirse que había algo, que hubo algo, que eran algo. Fingir que entre ellos había un grueso e impenetrable muro de cristal a estas alturas sería estúpido, ya estaban bastante involucrados en el asunto y tal vez era justo aquello lo que delató los sentimientos de Craig por Tweek a los ojos de Token.

Suspiró.

—Bien, ¿nos vamos?— Craig rompió el hielo que se formaba alrededor.

Se giró en dirección a la puerta tratando de recuperarse del interno recelo que le causaba su presencia.

—Antes...

La voz de Tweek le hizo frenar justo en el límite entre la habitación y el pasillo. Se giró a verlo, Tweek guardó las manos en los bolsillos del jean y lanzó la cabeza hacia atrás, antes de dirigirse a él de una forma tan directa que le tomó por sorpresa.

—¿No crees que debemos hablar?

 

Chapter 20: Mutuo Acuerdo (+18)

Notes:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=kjkC-OriHWc

Chapter Text

 

—¿Exactamente de qué?— Preguntó Craig sin moverse de su lugar.

La atmósfera se volvió tensa desde el momento en que Tweek tomó la iniciativa sobre hablar de aquel asunto. Y aunque por fuera aparentaba encontrarse de maravilla y bajo control, por dentro temblaba de nervios y el corazón le latía a mil por hora.

—¿"No volverá a pasar" "lo siento"?— Parafraseó Tweek.—¿Besarme y luego actuar como si nunca nos hubiéramos conocido, de repente hablarme para invitarme a una peda en un antro, venir a buscarme porque no sé ir y aparentemente te preocupa que vaya solo? Sé que no nos conocemos lo suficiente, pero creo que al menos me merezco una explicación.

Mierda, eso fue directo hasta para mí. Pensó Craig.

—Mira, sobre eso...— Craig cerró la puerta de la habitación y se acercó a Tweek, manteniendo las distancias.—Esa noche no estaba en un buen momento, tú intentaste subirme el ánimo porque eres...— Un amor de persona, demasiado para este mundo.—Porque así eres, intentas hacer sentir mejor a los demás, y yo en lugar de tomarlo como se debe, como un idiota, me aproveché de esa confianza que me estabas dando porque para sorpresa de nadie, soy...— Craig pensó sus palabras, no quería hacer sonar eso como una confesión. Suspiró. Debía ser sincero con Tweek.—Soy increíblemente débil contigo. Y ni siquiera pensé en que ese fue...

—¿Mi primer beso?— Completó Tweek.

—¿Lo ves? Eso lo hace aún peor.— Craig comenzó a caminar sobre su lugar moviendo sus manos mientras seguía hablando.—Si lo piensas, en un mismo día te drogué y te hice besarme, un hombre que conociste en la misma puta semana, que estuvo preso tres putas horas por cagarse a piñas con su puto padre y ni siquiera te he dado la oportunidad de preguntarte si acaso querías eso, ¿Qué clase de influencia soy? Una muy mala, la verdad.— Se auto respondió de espaldas a Tweek, deteniéndose.

—¿Crees que incluso si no hubiera querido besarte, te hubiera dejado hacerlo?— Se defendió Tweek.—Craig por favor, entiendo que doy esa imagen, amigo, pero no soy tan débil e indefenso como me veo.

—No quita el hecho de que estabas intentando reanimarme.— Objetó Craig, volteando a verlo.

—No, estaba intentando reanimarte y de repente tuve la oportunidad de besarte.— Espetó Tweek.

—Tweek, no me estás entendiendo.— Respondió llevando su mano al puente de la nariz.

—No, ¡tú no me estás entendiendo!— Tweek se acercó a Craig apuntándole con el dedo.—¿Tan difícil es entender que realmente quería besarte?

—¿En esas circunstancias? ¿En serio?— Cuestionó Craig con incredulidad abriendo los brazos.

—¡En cualquiera!— Soltó Tweek ligeramente ruborizado.

—Entonces le hubieras avisado a tu cara porque no decía lo mismo.— Le recordó. Craig se sentía confundido y llevó sus manos al pecho.—Tweek, me miraste como si te hubiese arrancado una pierna.— Le dijo algo afligido.

—¡Porque fue mi primer beso y era evidente que no era el tuyo!— Explicó.—Y yo... ¡No sé besar! Es que, Craig, tú...— Rascó su cabeza avergonzado por lo que venía a continuación.—Tú... ¡AGH! Me besaste tan bien que realmente me sentí insignificante, ¡entré en pánico! Y cuando me dijiste que debíamos parar...— Antes de continuar, le dio la espalda, tomó algunos mechones de su cabello y los jaló hacia abajo con algo de fuerza.—¡No pude evitar pensar que fue por eso! ¡Yo no sé besar! Nunca tuve oportunidad de aprender a hacerlo, y estar contigo ahí...— Volvió a girarse agitando sus manos.—¡Fue como empezar un videojuego en dificultad dios en el nivel 20!

Ya no necesitaba más. Si aún con todo lo dicho Craig seguía dudando de sus genuinos sentimientos, ya no había mucho más que pudiera hacer.
Toda la situación suponía mucha presión para Tweek, después de exponer todo lo que pensaba, y en líneas pequeñas, lo que sentía, sintió como su corazón daba vuelco tras vuelco y como sus piernas empezaron a temblar. Se sostuvo contra el escritorio con la respiración acelerada esperando una respuesta de Craig, quien se quedó sin palabras.

El ritmo de sus pulsaciones se disparó a niveles que no creyó alcanzar, oía los latidos en sus tímpanos y sus temblorosas manos sudaban.
Su agitado corazón se inundó de emociones, en su mayoría, positivas.

Se acercó con precaución a Tweek.

—Pues...— Atinó a titubear, pero tomó aire de nuevo, debía y necesitaba sonar decidido.—El beso no estuvo mal.— Dijo llevándose la mano a la nuca.—De hecho...

—¿Qué?— Tweek continuaba sin mirarlo a la cara.

Craig respiró hondo. Solo pensar lo que iba a decir le hizo hervir las mejillas.
Probablemente a Tweek le agarre algo, pero iba a ser honesto, incluso si eso significa parecer un lanzado.

¿A quién engaño? Siempre fui un puto lanzado. Y literalmente "puto".

—Fue el mejor beso que di en mi puta vida.— Confesó suspirando solo de recordarlo.

A Tweek se le abrieron tanto los ojos que podrían salirse de sus cuencas y la piel se le tiñó de rojo sin conseguir salir de su asombro.

—Pero es cierto que necesitas aprender.— Añadió Craig entre leves risas para matar la tensión.

Mierda. Pensó Tweek pasando de la sorpresa a la propia decepción.

—¿Y cómo? ¿Qué... Tengo que hacer?— Preguntó sin mirarlo a la cara.

Al oír esa pregunta, una media sonrisa se formó en sus labios. Continuó acercándose a Tweek hasta que el rubio se vio en la necesidad de echarse más hacia atrás, como queriendo traspasar el escritorio.

—Pues... Solo hay una forma de aprender a besar.— Le dijo posando su mano en la pared y tomando el mentón de Tweek para que lo mirase a la cara, clavando sus ojos en esa celestial y angelical mirada.—Y es haciéndolo.

—¿Qué estás queriendo...?

—Bésame.— Se atrevió a decir en un suspiro.

A Tweek se le paró el corazón, la respiración y probablemente algo más.

—¡¿Qué?! ¡¿Tú quieres que te bese?!— Consiguió decir entre un sinfín de tartamudeos y tics.

—Solo si es lo que quieres.— Aclaró Craig.—No implicaría que nos comprometamos automáticamente.

Tweek ladeó la cara de izquierda a derecha tratando de salir de la penetrante mirada del pelinegro. Sentir el aroma de su colonia le aceleró la respiración, quería hundir su cara en su ropa y seguir aspirando ese rico perfume mezclado con el amargo olor del tabaco, incluso siendo alguien que no le gustaba el cigarrillo, debía admitir que esa combinación de aromas era tan deliciosa, tan intensa.

Tan... Craig.

—¿Y si lo hago mal?— Preguntó preocupado.

Craig golpeó con suavidad su mentón con su dedo índice. Tweek levantó la mirada.

Que hermosos ojos... Pensaron al mismo tiempo.

—No lo harás.— Le aseguró.—Y en cualquier caso, de los errores se aprende, ¿no crees?— Rió.

—¿Cómo tú alejándote de mí durante dos semanas solo porque creíste que me sentí profanado? Y luego el paranoico soy yo.— Rió Tweek, aún nervioso.

—En mi defensa puedo decirte, que si hubiera sido otro degenerado que le importe una mierda hacerte sentir incómodo o no, hubiera seguido y ahí si te sentirías "profanado". Así que considérame una persona decente, no paranoica.— Se defendió Craig rodando los ojos.

—"Decente".— Se burló Tweek haciendo comillas con los dedos.

Craig le sacó el dedo sonriendo, provocando que Tweek ría.

La risa pasó luego de unos segundos en donde seguían en la misma posición y la tensión sobre si besarse o no continuaba en el aire.
Tweek bajó la vista, luego la volvió a subir, Craig miró sus pies, volvió a mirarlo, y así estuvieron un rato corto hasta que Tweek volvió a hablar.

—¿Tú... me enseñarías?— Preguntó Tweek con un rubor en sus mejillas y sin poder contener algunos tics.

—Sí así lo quieres...— Craig acercó su cara a Tweek, con los ojos entrecerrados.—Puedo enseñarte todo lo que quieras.— Propuso con una voz ronca, profunda.

Mierda... Estoy coqueteando. Pensó Craig en su interior, sorprendiéndose de sus propias tácticas.

Tweek lo miró con ligera sorpresa, entendiendo a lo que Craig se refería.

—¿Todo?— Preguntó haciendo hincapié.

—Todo.— Determinó.

Sus miradas se clavaron mutuamente en los ojos del otro, con la intención latente y la respiración agitada.

Tweek olía a café.
Craig olía a tabaco y perfume de notas cítricas.

Miradas que decían más de lo que sus palabras podrían.

Tweek respiró hondo.

Y por fin respondió.

—Entonces...— El rubio pasó sus brazos por detrás de la nuca de Craig.—Enséñame todo lo que quieras.

—Será un placer.— Correspondió agachando la parte superior de su cuerpo a su altura y acercando su cara hasta atrapar los labios rosados del chico que ahora tenía preso en sus brazos.

Bajó la mano de la pared y posó ambas en la pequeña cintura de Tweek, presionando y dando caricias sobre ella. Tweek subió una de sus manos hasta su cabello y la otra recorrió con fervor los hombros, los omóplatos, la espalda.
El beso empezó siendo lento, fogoso, disfrutando al otro, como si estuviesen probando al otro antes de comenzar a devorarse con reciprocidad.

Sin despegarse, corrió con algo de descuido los objetos que se encontraban en el escritorio para hacer lugar y bajó las manos hasta los laterales de sus caderas, cargando en brazos a Tweek, subiéndolo al escritorio, mientras la intensidad de ese dulce intercambio de caricias subía y "comerse a besos" parecía ser algo literal.

Tweek tomó su rostro y lo sostuvo con firmeza, con menos delicadeza que al principio por la desesperación de sentirlo cerca, fundiendo sus labios. Esta repentina vehemencia de su parte le hizo entreabrir los ojos al pelinegro, como una invitación a desatarse por completo. Volvió a cerrarlos y envolvió sus labios en los del más pequeño, jugando con las caricias que le brindaba en la espalda, pasando la punta de su lengua por la comisura de sus labios haciendo que Tweek abriese la boca, esperando con ansias sentir esa humedad en su cavidad bucal. El frío del metal del piercing le dejó sin habla, fascinado, se sentía increíble y atrevido. Rebelde.
Con las nuevas sensaciones burbujeando en su interior, se abalanzó sobre él intentando defenderse de esa pelea en la que ambos salían ganando, succionando su labio, introduciendo con timidez su lengua, acariciando la de Craig, su paladar, salió de su boca y continuó disfrutando de las furtivas caricias que los incautos labios le brindaban.
Craig mordió su labio inferior con sensualidad, dejando al rubio sin respiración, con ganas de ir más allá.

Tweek tomó el borde de la chaqueta de Craig y la corrió sobre su hombro.

Se miraron a los ojos, deseosos.

Craig entendió el mensaje.

—¿Estás seguro?— Preguntó como pudo.

—Sí.— Respondió Tweek volviendo a besarlo.

—Solo...— Intentó decir Craig.

—¿Qué?

—¿Sin compromisos?— Preguntó mirándolo fijamente.

Amigos... con beneficios. Pensaron.

La idea era tentadora.
Rompía los moldes tradicionales de los que provenía Tweek, no le generaría la presión que implica una relación seria y era atrevido, así como cualquier cosa que Craig propuso desde que empezaron a conocerse.

Esto es tan... Diferente. Y me gusta.

—Sin compromisos.— Aceptó el rubio.

—De acuerdo.

Con el trato ya pactado por ambas partes, volvieron a deshacerse en un ardiente beso cargado de pasión, donde las lenguas no se quedaron quietas y las mordidas incentivando a cometer el pecado no faltaron. Mientras mordía su labio inferior, Craig se deshizo de su chaqueta y Tweek de la suya. Una vez que estas tocaron el suelo, Craig cargó a Tweek abrazando su cuerpo mientras continuaban comiéndose mutuamente.

Se sentó sobre la cama posando sus manos en la cadera de Tweek sintiendo como este se quitaba la camiseta. El rubio lo ayudó a él a sacarse la camisa y la remera, quedando ambos con el torso expuesto mientras Tucker se mantenía ocupado, repartiendo besos por su cuello soltándole agitados jadeos llenos de deseos.

Deseos de poseerlo y ser poseído.

Craig se acostó sobre la cama tomando a Tweek de las manos, entrelazando sus dedos y tiró su cabeza hacia atrás, contra la pequeña almohada que le consiguió a Tweek en su primera cita, dándole permiso al más pequeño de hacer lo que quisiera con él.
Tweek gateó sobre él, admirando el torso definido y fuerte del pelinegro, hasta la altura de su cuello, lo invadió con múltiples besos, leves mordidas, caricias con la punta de su lengua sobre la nuez, pasando por su mejillas enrojecidas hasta llegar al lóbulo de su oreja, al cual atrapó entre sus dientes con delicadeza.

Los graves sonidos que dejó escapar de su boca fueron excitantes, una nueva melodía para los oídos de Tweek y daba por sentado que no podría quitárselos de la cabeza antes de ir a dormir. El perfume se impregnó en su nariz hasta llegar a la corteza piriforme de su cerebro, quedando su fragancia inmortalizada en ella, al sentirlo lo supo mientras bajaba por el torso repartiendo besos en cada porción de piel, instantáneamente, sabía que no podría volver a oler el tabaco de la misma forma, que cuando camine por la calle y un grupo de fumadores contaminen el aire, solo podría recordar lo dulce que puede oler algo tan peligroso y fuerte sobre una piel tan suave, joven.

Y cítrico. Fresco, adictivo y rico perfume cítrico.

Llevó los brazos detrás de su cabeza, lo observó con magia, era realmente un poema escrito, una estrella fugaz, una pequeña porción de paraíso mandándolo al infierno y al cielo ida y vuelta, sin importar cuantos "padres nuestros" rezara, con cada deseo pecaminoso que se le venía a la cabeza al ver al rubio tan cerca del cinturón, tenso, tirante, no obtendría perdón de Dios si es que este existiera.

Tan perfecto, tan auténtico.

Tweek se alejó del pantalón y volvió a ascender hasta Craig con una mirada que le hizo perder la respiración, donde podría jurar que vio las estrellas en sus ojos y constelaciones en sus pecas. Cuando Tweek lo besó, cada una de sus terminaciones nerviosas volvió a cobrar vida y sintió lo más afín a una hiperventilación. Sus labios eran tersos, delicados, inocentes pero sin resultar infantil. No abrió los ojos ni aún terminado el beso; estaban demasiado felices, cómodos, entregados a sentir lo que sea que el otro quisiera hacerle vivir.

Y nerviosos.

Por encima de todo, nerviosos. Porque sabían que seguirían avanzando y no había vuelta atrás.

Dieron una vuelta sobre el colchón, quedando la espalda de Tweek contra el, igual que esa noche. Todo parecía un deja vú de aquella noche; sus piernas entrelazadas, los torsos desnudos, sus dedos recorriendo la espalda y el contorno de la columna, deslizando las yemas con tacto por encima de los omóplatos, los hombros...

Las cicatrices.

¿Qué...? Pensó Tweek al sentir aquello.

Esa textura sobre sus dedos no iba acorde con lo suave que era el resto de la piel de Craig, y aunque su primer impulso hubiera sido dar un respingo y preguntar sobre ello, una deliciosa mordida sobre su cuello le obligó a volver al aquí y ahora. Ellos estaban enredados, estrechado contra su cuerpo, rodeado con sus brazos y acalorado por la elevada temperatura que emanaba de ese cuerpo bendecido. Y se dejó llevar, las preguntas podrían esperar.

La lengua del pelinegro recorrió el cuello, el pecho y el abdomen, regando su cuerpo de besos húmedos, suspiros cálidos contra la albina piel y chupetones traviesos en aquellas zonas que no se verían a simple vista, que solo podría apreciar en la privacidad y recordar que quienes se los dejó fue él.
Tweek depositó sus manos en su cabello, presionándolo contra él para que no se separe, porque lo necesitaba así: sumiso, ardiente, sensual.

Para él.

De él.

Craig descendió más hasta llegar al bulto que tiraba contra el pantalón y el bóxer, miró a Tweek desde esa posición para asegurarse de que el rubio estuviera cómodo con eso.

—¿Puedo...?

—Sí.— Respondió Tweek sin dejarle terminar el resto de la pregunta.

Lo tomó de ahí, acariciando de arriba abajo con la palma abierta, presionando donde se encontraría la cabeza y haciendo círculos con las yemas de los dedos en donde presumían ubicarse los testículos. Los estimulados suspiros salieron de sus labios, deseando sentir más, entregado a la aventura de descubrir lo que muchos decían que era una de las mejores sensaciones que el ser humano podría sentir.

Sintió su pantalón ser desprendido y deslizarse por sus piernas, siendo solo apenas cubierto por el bóxer verdoso. Su vientre cosquilleó cuando sintió la humedad de su lengua y la dureza del metal encima de la tela partiendo desde la base hasta donde creía que estaba el frenillo. Tiró su cabeza atrás tratando de ignorar la vergüenza que comenzaba a sentir, suspirando pleno, placentero.

Sus ojos volvieron a encontrarse. La mirada de Craig, hambrienta; la de Tweek, impaciente.

Alterado por dentro.

¿Y  si  a Craig no le gusto?

Sintió como el bóxer era retirado de su cuerpo, quedando expuesto ante él.
Ambos se miraron.

Madre mía. Pensó Craig, gustoso con lo que sus ojos veían.

—Ala.— Fue todo lo que pudo expresar Craig con una sonrisa ladina y la mirada complacida.

Lo tomó con una mano y lo llevó a sus labios recibiéndolo con un beso en la cabeza y lamiendo al bajar por el grueso tronco, Tweek arqueó la espalda ante el nuevo estímulo sobre su cuerpo, jadeó pesado, apretando los ojos.

Cuando sintió su miembro sumergirse en la cavidad bucal, abrió los ojos y la boca, dejando salir un gemido.

—Jesucristo...— Jadeó estremeciéndose. Se tapó la boca con la mano intentando silenciarse, no obstante Craig tomó su mano y la alejó.

—Quiero oírte.— Susurró ronco, grave, profundo.

Volvió a su trabajo después de decirle eso, sus labios envolviendo esa parte subieron y bajaron, pegando su lengua al miembro, con movimientos perfectos y delirantes. El pulgar y el dedo índice se unieron alrededor de la base, deslizándose lento de arriba abajo, en sintonía con la felación que le brindaba en el otro extremo.

El calor le invadió las mejillas, el placer que estaba recibiendo era en cierto punto, abrumador. No pudo evitar sentir que eso era sucio, se sorprendía de sí mismo al escuchar la cantidad de alaridos que salieron de su boca y al haber pensado el motivo por el que algo tan "sucio" le guste. 

Que lejos estaba quedando ese Tweek virginal e inocente que creía que era.

Y le gustaba saberlo.

Mierda... Kenny tenía razón. Eso se siente muy bien. Pensó recordando lo que habían dicho en la cafetería ese miércoles.

Escucharlo así de desinhibido y tan alto era fascinante, como un ángel ardiendo en las llamas del infierno, sentirlo retorcerse, aferrándose al cabezal de la cama, maldiciendo, gruñendo ahogado cuando succionó con avidez uno de sus testículos y como parecía que el alma se despedía de su cuerpo cuando lamió el perineo, como si le hubiesen dado un electroshock. Subió sus manos a la cadera y lo tomó con cuidado, acariciando el suave costado de los glúteos, deshaciendo la piel en un delicado pasar de dedos llegando hasta las piernas, en camino a la cara interna de sus muslos y se detuvo ahí, solo presionando con cuidado y moviendo sus pulgares en círculos. La imagen que tenía desde su posición era, cuanto mucho, sublime, ¿desde cuándo la línea entre la pureza y la impudicia era tan ambigua? 

La agónica erección en su pantalón dolía, quería salir, pero aquello requería que se aleje de Tweek, cortar con esa oleada de placer que irradiaba su cuerpo no se lo perdonaría.

Algo estaba muriendo con lentitud a medida que Craig continuaba ahí abajo, una pérdida que le hizo pensar en que quería hacerle vivir a Craig lo que él estaba sintiendo en ese momento.

—Craig...— Gimió Tweek. Craig levantó la vista sin quitarse el miembro que devoraba. Dios, es tremendamente sensual.—Quiero...

—¿Mmh?— Preguntó el pelinegro liberando el miembro de Tweek y continuando con su mano.

—Hacerlo yo... Ahora... Esto...— Logró decir tratando de respirar.

Salió de encima, incorporando el torso y arrodillándose en la cama, cuando llevó las manos al cinturón, notó que estas temblaban ligeramente, sus dedos se movían con torpeza al deslizar uno de los extremos por la hebilla, abriendo el botón del pantalón, bajando la bragueta. Tweek despegó el cuerpo de la cama y descansó el peso en sus rodillas, llevándose hacia adelante, cerca del alargado bulto que se formaba en el pantalón que lentamente caía, uno que se marcaba sobre el muslo antes de llegar a la entrepierna.

Lo observaba con la mirada expectante, ansioso por ver lo que se escondía ahí.

Definitivamente lo que agonizaba en el interior de Tweek era algo mucho más abstracto que solo el miedo y un sinfín de pensamientos demasiado largos, algo que podría regalarle una larga conversación con Craig cuando todo esto pasara: inocencia, pureza, castidad. 

El elástico del bóxer se deslizó por las delgadas piernas descansando en el pantalón arrugado y un repentino golpe de calor se concentró en sus caras y sus sienes.

Y a Tweek se le subió el corazón a la garganta cuando se encontró con lo que Craig se guardaba.

¡¿Cómo mierda me va a entrar eso?! Pensó temeroso al principio. ¡Santa madre de Cristo! Creí que había bromeado.

—Mierda...— Dijo Tweek con una voz ligeramente temblorosa por los nervios, mas no el miedo, teniendo que morder su labio inferior para no sonreír como un completo pervertido.

—Me siento desnudo, literalmente.— Rió Craig ladeando la mirada.

Eres un imbécil... Pero que sonrisa tan putamente hermosa...

Se estiró y silenció su risa en un beso cálido, húmedo, con una considerable carga de deseo y profundo, esos anormales nervios que venían invadiéndole hace rato se disiparon dejando paso a la calentura y una descarga eléctrica que le recorrió el cuerpo desde la columna hasta el miembro que ahora chocaba con el estómago de Tweek, y se dejó llevar otra vez. Tweek lamió su cuello saboreando su aroma, el lóbulo de la oreja donde tenía el piercing, pasó con lento erotismo su lengua entre sus pectorales, desviándose a sus pezones antes de continuar bajando por los voluptuosos abdominales dejando un camino de saliva que finalizó en su pelvis sin dejar de acariciar con devoción los músculos levemente desarrollados.

Sus labios encontraron el glande palpitante y movió en perfectos círculos su lengua alrededor de el hasta que finalmente lo introdujo en su boca, su pequeña, suave y tierna boca, sin quitarle los ojos de encima al pelinegro, quien miraba con sorpresa a esos ojos cielo envenenados de lujuria.

—Joder...

Muchas veces había estado cerca de esa situación sin nunca haberla podido concretar, por lo que no había parado de imaginar lo que sentiría al vivir aquello, no obstante ni en sus más húmedas fantasías podría haberse soñado envuelto de un efecto tan vertiginoso y espasmos tan violentos como los que esa jugosa boca le ofrecía con tanta divinidad brindándole un enorme placer solo usando sus apretados labios y esa lengua de divina textura recorriendo el alargado y venoso falo. Esos ojos, esa corrompida mirada aceleraba su corazón, encendía su piel al rojo vivo y le hacía bombear más de la cuenta. La realidad superaba la fantasía, una vez más. 

Cuando Tweek se separaba de su miembro por un pequeño segundo para volver a proveer de aire a sus pulmones, notaba desde su posición como una hilera de saliva unía los labios hinchados y de sus ojos escapaban pequeñas lágrimas, pero no paraba.

Y el chasquido húmedo, el tentador sonido de succión...

—¿Te gusta?— Le preguntó entre suspiros sacando el pene de su boca e inmediatamente volvía a meterlo. Seguía sosteniéndole la mirada, desafiante, excitada.

No recuerdo ni como hablar, puta madre...

—Ufff...— Bufó, fue todo lo que consiguió decir.

Ante su nula respuesta, el rubio bajó hasta conseguir atrapar un testículo en el interior de su boca soltándole un gemido de lo más estimulante e instigador, un grave quejido, y ver su pene tapando parte del espectáculo que el rubio le ofrecía le encantó. Porno o erotismo, daba igual, lo único de lo que era consciente ahora es que estaba desvariando y considerando perder por completo la cabeza, porque quería llegar a esa garganta tan apretada y derretirse ahí mismo.

—¿Te gusta?— Volvió a preguntar con insistencia.

—¡Sí!— Respondió intentando recobrar el aliento. Llevó la cabeza hacia atrás.—Joder Tweek, sí.

Acarició su cabello y lo tomó con firmeza desde aquellos mechones que se encontraban en la nuca, sin lastimarlo, y cerró los ojos obligándose a dejar de mirarlo, lo que menos quería era correrse aunque la imagen fuera gratificante. De repente dejó de sentir la humedad en sus testículos y percibió la lengua recorrer el trayecto hasta la punta, su mano sentía como Tweek echaba su cabeza hacia atrás hasta recibir a su pene majestuosamente, hundiéndose en el hasta lograr pasar un poco la mitad, robándole el aliento una vez más, los dientes apenas le rozaron pero no le importó porque no los sentía, el como se disolvía dentro de su garganta, la sensible punta aprisionada en el arco sintiendo bajo ella algunas arcadas que obligaban al rubio a retirarla hasta que estas se calmasen y volverlo a intentar, sin quejas, sin peros, sin nervios, sin que él tuviera que pedirlo. Era increíble que aquella fuera la primera vez de ambos, y si la regla de la experiencia no fallaba, con el pasar de sus encuentros le esperarían mejores.

Solo pensar en eso le hizo morder los labios. Ya quería resolver otro encuentro con él, con mayor margen de tiempo para disfrutar, con menos alcohol en sangre y mucho más especial.

Tweek se detuvo y le miró con curiosidad antes de liberarlo de su boca infernal. Craig volvió la cabeza, respiraba como si hubiera corrido una maratón y tenía la cara roja como nunca lo había visto y probablemente nadie lo haya hecho, ¿Craig sonrojado? Claro, solo cuando alguna chica le decía algún piropo descarado y no precisamente porque le guste, sino por incomodidad. ¿Pero sonrojado por placer? ¿Por lujuria? ¿Por las desesperadas ganas de coger? Eso nadie lo había presenciado.

Solo él.

Relamió sus labios con lascivia tratando de limpiar el exceso de saliva y líquido preseminal, buscando nuevamente los labios de Craig y se fundieron en un beso ardiente, apasionado, tan intenso que sentían sus pieles arder al tacto, despertando una peligrosa hambre difícil de controlar, otra vez se dejaron caer en la cama, disfrutando el calor que lograba prenderse entre ambos al entrar en contacto y los ponían al borde del abismo, donde se mezclaba la estimulante electricidad que recorría entre sus bocas y enloquecían con lo enriquecedor de ese roce creando fricción contra sus miembros unidos. Sintió como ese sabor adictivo y peligroso invadió su boca tan abruptamente que le despertó instintos aventurados, animales, fue cuando recordó que todo esto se trataba solo de la previa.

—¿Qué quieres hacer ahora?— Preguntó Tweek agitado.

Era retórico, ambos sabían lo que ambos querían.

El deseo era mutuo.

—Comerte.— Respondió el pelinegro mordiendo el labio inferior de Tweek. Succionándolo.

—Lo sé.— Rió nervioso el rubio.—Pero... ¿Te molestaría si tú...?

—¿Si yo qué?— Volvió a besarlo.

—Sí...— Respiró profundo. Se le retorcían las tripas de nervios con solo imaginar lo que iba a decir.—Ya sabes... Si quieres... Hacerlo.— Propuso moviendo su cabeza señalando hacia atrás.

Craig enarcó la ceja y volvió a robarle un beso. No es que tuviera maestría en la práctica del asunto, pero sabía los riesgos, y tenía conocimiento en la preparación de esa zona, si iban a enredarse de esa manera alguna vez, lo mejor sería que él adquiriera la experiencia para transferírsela en otra ocasión. Sin embargo, no significaba que se sintiera tranquilo, le aterraba la idea de lastimarlo y el alcohol no le ayudó a calmar esa inhibición.

Pero tenía que demostrar confianza y seguridad para hacer sentir a Tweek seguro y confiado. Lo que menos quería era que la primera vez de ambos sea una pésima experiencia.

Volvió a besarlo antes de responder.

—Ve a prepararte.

 

 

En Raisins...

Token bebía una lata de cerveza en compañía de Nichole y Clyde mientras veían a Stan y Kyle bailando junto a Jimmy y Kenny. El castaño, quien se apoyó contra la barra con los brazos extendidos, parecía esperar a que alguien regresara.

Miró su reloj.

—¿Lo fue a fabricar a Tweek este hijo de puta o qué mierda?— Preguntó impaciente.

Token rió.

—Es Tweek, seguramente la idea de venir le habrá puesto nervioso o algo, a lo mejor Craig está intentando convencerlo.

—¡Pero pasó una hora y media, Token! ¿Qué tanto puede estar convenciéndolo?

Token sonrió de lado.

¿Será que...? Jajaja que galán mi amigo. Pensó para sus adentros, recordando que le había dado a Craig un lubricante y dos condones.

—Créeme que mucho.— Y bebió su lata.

 

 

En casa de Tweek...

Preparó los dos condones y el lubricante en la mesa de luz, y desde que se quedó solo en la habitación solo se concentró en intentar regular el ritmo en el que sus pulmones se contraían, pues en cuanto la puerta se había cerrado, permaneció prácticamente inmóvil, desnudo y sentado en la cama respirando demasiado rápido para tratarse de él, ni siquiera había corrido, si ese fuera el caso, estaría tosiendo desaforado. Pero no, solo estaba condenadamente nervioso.

Tranquilo... Tranquilo Craig...

 Miró sus manos, otra vez estaban temblando como si estuviera congelándose en medio del Polo Norte. Las rodillas también se sacudían ligeramente en su sitio.

—¡Puta madre! ¿Qué mierda me pasa? ¡Nunca soy así! ¡Controla tus malditas emociones, inmaduro!— Se regañó así mismo en voz baja, notando como el temblor paró.

Cerró sus ojos, inhaló profundo, exhaló relajado, repitiendo lo mismo unas cinco veces.

—Calmado... Tranquilo... Sosegado...— Repetía moviendo sus manos, chocándolas una con la otra. Volvió a inhalar.—Vamos viejo, mantén la calma, no te pongas nervioso.

Los nervios tenía sus sentidos muy atentos, escuchó el agua dejar de escurrir y el ruido del toallero chocando con la pared. La respiración se le frenó un momento y el corazón se le contrajo. No faltaba mucho.

Sus manos dejaron de temblar.

Bien.

La puerta del baño se abrió.

Vamos Tucker, hoy te conviertes en héroe.

La puerta de la habitación se abrió.

Tweek ingresó con una toalla atada a su cintura y con lentitud caminó hasta la cama mientras la puerta se cerraba detrás, siendo el único sonido que se escuchó en la habitación. Cuando lo tuvo delante de él, Craig llevó sus manos detrás y echó el peso de su espalda hacia ellas, dejando lucir los brazos curvilíneos, el abdomen atlético y los hombros anchos. Tweek tragó saliva y dejó caer la toalla, tapando un poco su abdomen con los brazos. El azabache le hizo apartar sus brazos para ver todo lo que tenía en frente con atención, incluida esa imperceptible e insignificante pancita hinchada y volvió a la posición en la que se encontraba.

Craig se mordió el labio, recorriendo su cuerpo con los ojos.

Cintura delgada y curva, lindas caderas, piernas torneadas, brazos delgados pero fuertes... Y una buena, muy buena, polla entre las piernas.

—¿Y... bien?— Preguntó Tweek con el rostro pintado en mil colores.

Volvió la vista a él, y la mirada se le iluminó, lo que veía era sencillamente arte, magia, sagrado, sobrehumanamente hermoso, glorioso, soberbio, perfecto. ¿Había algo que pudiera resumir todas esas palabras?

Tweek. Pensó. Simple y sencillamente... Tweek.

—No me cansaré de decir que eres hermoso.— Le respondió sonriente. Volvió a mirarlo de arriba abajo y se relamió los labios.—Y qué bueno que estás.

Unas risas tímidas rompieron con la agonizante tensión en el aire y Tweek dejó atrás la necesidad de taparse. Se dio el inmaculado placer de observar a su compañero de seductora sonrisa.

No puedo creer... Que este chico se haya fijado en mi.

—Ven aquí, muñeco.— Lo llamó Craig con la voz más sensual que pudo poner, moviendo su dedo índice hacia él, guiñándole un ojo. 

No supo explicarse a sí mismo el como su corazón comenzó a latir al escuchar ese apodo dirigido a él, como sus oídos parecían haber sido hechizados por la provocativa voz que Craig poseía y la electricidad se ramificó a cada zona de su cuerpo. Tomó la mano de Craig y se sentó sobre su regazo, de cara a él, con las piernas arrodilladas a los costados y los brazos detrás de su nuca. El beso no se hizo esperar más, pegaron sus labios con los del otro, rozando sus narices, inundando sus cuerpos en caricias, derritiendo sus labios con dulces, estimulantes y calientes roces, recorriendo sus barbillas, mejillas, cuello, orejas...
Continuaron ese beso mientras Craig dejaba el cuerpo de Tweek con delicadeza en la cama, poniéndose encima de este, dejándose atacar por las mariposas que comenzaban a revolotear en sus estómagos. El beso era tierno, persuasivo. Una mano de Tweek se había perdido en el cabello lacio azabache, la otra recorría la columna hasta la cintura y seguía bajando hasta el trasero firme, apretado.
Las manos del pelinegro se estancaron en su cintura, apretándola con cuidado, y sus labios bajaron al cuello, aspirando el aroma adictivo de su piel combinado con el perfume del jabón con el que se lavó antes de que su príncipe azul llegara a ponerlo patas arriba y desvestirlo solo con la mirada. Gimió alto lanzando la cabeza hacia atrás, sin poner freno a las desesperadas hormonas que burbujeaban en su interior, devastando su cuerpo en el interior de su ser. Cogió sus brazos, sus bíceps, los presionó.

Tan fuerte... Tan masculino... Tan tosco...

El aliento cálido sobre su cuello lo estremeció, sintiendo una dulce sensación descender hasta su entrepierna, sujetó con fuerza la sábana cuando se vio colmado de impetuosos besos, breves, acaramelados, apasionados, haciendo volar su mente, sus nervios, sus miedos, sus ansiedades...

Esto tiene que ser el jodido paraíso.

Y aunque se sintiera de lo más pleno de esa forma, Craig recordó que tenía que terminar de prepararlo. Se separó de Tweek, quien lo miró con curiosidad al ver el objeto que robó su atención, empujó su mano contra el colchón, mientras que con la otra tomaba el lubricante. Se arrodilló en la cama, dejando a Tweek una privilegiada visión de su pene erecto, endurecido.

Lo untó en su mano, cargando lo más posible en su dedo índice, con el primero que probaría su elasticidad. Tweek abrió sus piernas y lo recibió receptivo. Se sentía húmedo. Muy húmedo.

Craig volvió a enterrarse en su cuello con la mano masajeando con ternura la entrada, lubricando el pliegue lo más que pudiera sin dejar de complacerlo con sus atrevidos besos y sus succiones sorpresas a los pezones sensibles, continuando su lenta y sensual incursión. Su cuerpo empezó a gemir agónico, irregular, sus piernas empezaron a entumecerse y cada terminación nerviosa le dio un shock electrificante. Llevó las manos suaves hasta los hombros de Craig dándole un ligero masaje, lo sintió tenso.

Tal vez... A él le gustaría sentir esto.

—Craig...— Gimió.

—¿Te gusta?— Preguntó sin dejar de mover su dedo en círculos, acariciando el ano virgen.

—Me encanta, pero...

—¿Pero?— Craig lo miró.

—Me siento mal porque no... No te estoy haciendo sentir lo mismo.— Confesó tapando su cara.—Pero creo que tú lo harás mejor.

Craig llevó su mano hasta la cara oculta, acariciando el dorso de esta. Unos dedos se abrieron y dejaron ver los ojos de Tweek, con una mirada inocente, preocupada.

—Tweek, solo disfruta. Y por si no te diste cuenta...— Pegó su pene más a su vientre, haciéndole soltar un jadeo—Me tienes loco, ¿Cómo que no me haces sentir lo mismo? Además, ¿Por qué asumes eso?

—Porque...— Suspiró algo apenado.—Se nota que ya tienes experiencia. Y no sé si yo pueda...

Craig se echó a reír, confundiendo al rubio quien se encontraba en pleno lamento.

—Tweek...— Paró de reír.—También es mi primera vez.

Sus ojos se abrieron como platos y le miró incrédulo. No había forma en que se tragara eso.

—¡Agh! ¡¿Qué?! ¡No me jodas! ¡No te creo!— Lo acusó desconfiado, logrando que este vuelva a reír.

—Es la verdad, ¿Por qué te mentiría a ti?— Insistió Craig, muy sincero.

—¡¿Pero cómo mierda haces para verte tan tranquilo?! ¡No puedo entenderlo...!

Craig tomó una de sus blancas manos y la llevó hasta su pecho, donde sintió el latir violento, acelerado y desaforado de su corazón bajo su palma.

¿Él... Está nervioso?

Acarició su mejilla con su pulgar, clavando miradas.

—Relájate, Tweek... Sin presiones.

Sin presiones.

Doce letras, dos palabras, una indescriptible sensación de alivio, cientos de voces silenciadas y mil miedos pulverizados.

Relájate, Tweek.

Sus dedos previamente lubricados volvieron a su orificio, mientras que con la mano libre se encargaba de masajear su erección, jugando con la presión y deleitándose con su rostro abundante de gestos resistentes, suplicantes gemidos y airosos suspiros. Cuando se aseguró de que se encontraba suficientemente lubricado, atinó a intentar ingresar el primer dedo, pero antes de hacerlo decidió que lo mejor sería prepararlo mentalmente para ello.

—Voy a meter el primero, ¿sí?

Tweek asintió.

—¿Va a doler?— Preguntó con algo de temor.

—Trataré de que no duela tanto, ¿sí? A lo mejor te arderá unos segundos, pero voy a encargarme de que sea lo más leve que se pueda, ¿ok?

Volvió a asentir.

—¿Confías en mí?— Preguntó Craig mirándolo a los ojos, introduciendo la punta de la yema de sus dedos.

—Por supuesto.— Suspiró Tweek. Con la fe ciega y el corazón entregado.

Por supuesto que confío en ti, Craig.

Con delicadeza, el dedo se sumergió en la profundidad abriéndose paso por las estrechas paredes en su interior, girándolo, y moviendo de adelante hacia atrás, suave, delicado, dejando que Tweek se acostumbre esa nueva sensación y se sienta lo más cómodo que fuera posible. Ese primer dedo no se sintió tan mal, era extraño, una sensación que no había experimentado en su soledad, pero resultaba excitante escuchar el vaivén del frío dedo humedecido, chasqueando contra su interior.

Giró el dedo dentro suyo, presionando contra las paredes en busca de dilatarlo.
Craig continuaba masturbando la ardiente erección, observando con expectativa y encantado de ver al rubio deshacerse en sus manos pidiendo más. Le encantaba poder estar ahí para complacer sus deseos y hacer realidad sus fantasías, atento a cualquier orden que necesite oír y por encima de todo, cuidarlo.

Dejó de masturbarlo escuchando una leve queja de su parte, se untó más lubricante en la entrada y dedos, buscó el delgado cuello, sus labios murmurando bendiciones al cielo, y cuando los halló, lo envolvió en un abrazo íntimo y suaves caricias con sus labios sacándole varios suspiros cargados de una dulce obscenidad.

—¿Estás listo para el segundo?— Le susurró al oído, sintiendo su cabeza asentir.

—Hazlo.— Le ordenó Tweek tomando su rostro y poseyendo sus finos labios.

Sentirlo suspirar contra sus labios, lleno de agónica pasión e impaciencia, completa y ciegamente entregado a que lo hiciera sentir de verdad.

Aun más lento que el primer visitante, poco a poco, dejó pasar la punta hasta sentir la uña cubierta, cuando hizo esto, mordió con ternura su cuello escuchando como dejaba escapar un jadeo que parecía haber ahogado. Ascendió a sus labios y lo besó profundo, impulsando el cuerpo contra él como si hubiese algo más allá del colchón.

Miró sus ojos entrecerrados.
Pestañeó dos veces.
Hundió su mano en la nuca y le siguió el juego, derritiendo su lengua entrelazándola con la suya dentro de él.
Fue como una invitación a continuar.

Estiró la pared con el dedo que ya reposaba dentro, tanto como fuese posible, y lentamente ingresó, precavido, cuidadoso.
Una vez que estuvo dentro en su totalidad, se detuvo. Le dejó que asimile lo que estaba sucediendo y se prepare para lo que iba a suceder.

Continuaban besándose tan efusivamente como la primera vez, recibiendo de vez en vez algunas juguetonas mordidas y húmedas caricias. Lo sentía sonreír contra sus labios, algo que lo hizo relajar los músculos al fin. Algo en su corazón cosquilleó con vértigo cuando los dedos de Tweek se perdieron en sus finos cabellos negros mientras él continuaba succionando con ternura sus labios, recibiendo el aliento café en su boca y grabando a fuego lento la sensación de intimidad.

Pasó el tiempo suficiente de esa manera hasta que decidió que sería prudente abrir y cerrar los dedos dentro de su cavidad, sintiendo la carne dilatarse, ablandarse contra su piel y contraerse atrapándolo.

Tweek lo miró con picardía, ¿de cuántas maneras le dijo que sí sin siquiera abrir la boca más que para liberar esos sensuales jadeos?

Retiró los dedos y se enderezó en la cama, respirando agitado y observando con magia en los ojos esa celestial imagen.

Es perfecto. Pensó mil y una vez.

Estiró el brazo hasta tomar el condón, lo tanteó con los dedos para asegurarse de donde estaba el borde. Los condones no se abren con los dientes porque pueden rasgarse en un descuido si es que llegase a rozarlo, sin embargo, cualquiera coincidiría en que no hay nada más sensual que ver a un chico de apariencia tosca, atrevida y viril mordiendo algo con una sonrisa seductora, o eso era lo que pensaba Tweek desde su posición, apreciando la figura esbelta, musculada y el miembro endurecido.
Tucker rompió la punta del envoltorio plástico con los dedos, el resto lo retiró con los dientes y sacó el condón del empaque.
Lo tomó de la burbuja y lo desenvolvió sobre el cuerpo del pene hasta llegar a la base, asegurándose de que calce bien y se ajustara lo necesario.

Volvió a untar lubricante y lo esparció por encima del látex.

—¿Cómo quieres ponerte?— Preguntó el pelinegro.

—Creo que así esta bien.— Respondió Tweek.—Quiero verte.

Al oír esa seguridad en sus palabras, esbozó una sonrisa ladeada dejando salir una imperceptible risa. Se aproximó a Tweek tomando sus piernas flexionadas y con cuidado las levantó, dejándolas a los lados de su cuerpo asegurándose de que no queden demasiado abiertas o le dolerían las caderas.
Se llevó dos dedos a la boca y volvió a introducirlos en el interior de Tweek, comprobando que estaba listo, bien dilatado, lubricado y relajado.

Tomó su pene y lo apoyó sobre la entrada, pincelando de izquierda a derecha.

—¿Listo?— Consultó.

Tweek asintió.

Vamos.

Presionó la cabeza contra la entrada hasta sentir como esta poco a poco cedió el paso, de a poco el cálido abrazo de sus carnosas paredes fue envolviendo cada centímetro de su miembro.
Tweek acarició el perfil del rostro concentrado en la tarea intentando transmitirle paz, inhaló por la nariz y exhaló por la boca varias veces, mientras se esforzaba por relajarse y de a poco se dejaba llevar por la nueva oleada de sensaciones que abrazaron su cuerpo y elevaron su temperatura, así como el volumen de sus gemidos.

Estaba dentro.

Oficialmente estaba adentro.

Y no sabía como procesar la enorme cantidad de estímulos que le invadieron, la sensación era sencilla y llanamente increíble, Tweek era muy ajustado, cálido y la forma en la que sus paredes se contraían en torno al falo creaba una presión que era alucinante, dejándose envolver por el calor húmedo.

Bajó con cautela y volvió a moverse hacia atrás dejando escapar un gruñido lascivo, moviendo las caderas con cuidado y dándole a Tweek el margen necesario para derretirse como lo hacia en aquel instante, con la boca entreabierta, los ojos sorprendidos, los suspiros vívidos, placenteros y los libidinosos gemidos armoniosos.
Admiraba su rostro sonrojado, extasiado, agitado.

Enseñó la palma abierta y buscó los dedos de Tweek, quien estaba tan perdido en el placer que recibía que ni siquiera notó lo fuerte que apretaba las sábanas, mas aun sumergido en el placer, su cuerpo estaba receptivo, y en cuanto los dedos de Craig rozaron el dorso, dejó la sábana en paz y unieron sus palmas hasta quedar sus dedos entrelazados. Tweek bajó las piernas y Craig se recostó con suavidad sobre el cuerpo pequeño continuando con el ritmo pausado de sus caderas.

Besos infernales, caricias delicadas, la mirada enamorada, dedos prendiendo fuego lo que tocasen, traviesas succiones ocasionales, mordidas sensuales, rasguños en su espalda, palabras indecentes, manos entrelazadas, jadeos dulces, suspiros interminables, gruñidos excitantes, placer mutuo.

Sin salir de él, giró en la cama y se acomodó sobre el colchón, sosteniéndolo de las caderas y guiándolo con leves presiones de sus manos sobre ellas. Tweek irguió el torso y arqueó la espalda, sacando el pecho y luego llevándose ligeramente hacia adelante, apoyando las manos en el pecho fuerte de Craig, una sobre la otra. En esa posición la estocada se sintió muy dura, tocando con ese punto tan dulce en su interior, y vacilaba entre el dolor y la sobrecarga de placer que aquello le brindaba.
Empezó a mover su cadera con cuidado y precisión, en círculos perfectos, moviéndose de forma hipnótica, lenta, contorneando la cintura y meneándose tan atrevidamente como un demonio poseyendo a un joven e inocente pastor.

Craig llevó los brazos detrás de la cabeza y se permitió disfrutar con docilidad lo que supo que sería su perdición a partir de hoy, podría volverse adicto a ese cierre perfecto en la punta, permitirse volverse loco con esos movimientos tan carnales y dejarse llevar a las ardientes llamas del placer que lo atraían peligrosamente.
Y no quería ser el único disfrutando.

Tomó el pene endurecido y húmedo de Tweek y volvió a masturbarlo, siendo más intenso y menos delicado, algo que a Tweek le encendió una llama que no creía poseer, provocando que suba y baje sobre él desenfrenado, sin intermitencia, impúdico y enviando al demonio todos sus juicios.

—¿Qué tal?— Preguntó Craig en un suspiro mordiendo su labio. La escena de un Tweek desatado le prendió las mejillas.

—Es... tan...— Gimió alto y trató de recuperar el habla.—Intenso... Dios... Se siente tan...— Suspiró.—Tan bien... Tan... Grande... ¡Ah, Jesús!

Craig se apoyó sobre los codos y buscó los labios jadeantes, Tweek continuaba moviéndose, frotando su erección a punto de estallar contra el abdomen fuerte, sin bajar la velocidad pero si el ritmo, estaba en su punto. Su cavidad se volvía cada vez más calurosa y ajustada, quería acabar, pero no lo haría hasta que Tweek lo considerara suficiente.

Reciprocidad.

—¡Craig!— Gritó casi agonizante antes de empezar a correrse sobre su mano y su torso, entregándose a un orgasmo tórrido que le estremeció de pies a cabeza invadiéndolo de deliciosos espasmos.

Salió de él y se quitó el condón, permitiéndose acabar con un poco de ayuda de la mano de Tweek.

Sudados, agitados, temblando, dejándose caer debilitados.

Y abrazados.

—¿Te dolió en algún momento?— Preguntó Craig algo preocupado tratando de hablar como una persona normal, tomó sus cabellos y le acarició con dulzura.

Tweek negó.

—Fue perfecto.— Sentenció con una sonrisa. Se irguió en su torso con los brazos apoyados sobre él y levantó la cabeza como un resorte.—Viniste preparado, ¿eh?— Rió señalando el condón restante y el lubricante con los ojos.

—Token me los dio, aparentemente tenía mucha fe en mi y pensó que me llevaría algo gordo de Raisins.— Le explicó.

—¿Y no fue así?— Indagó.

—Pues... Kenny me robó un beso sin contexto y a un amigo de la infancia le dejé algunas dudas existenciales después de jugar al juego de la botella.— Comentó sin darle importancia.—Y una chica intentó besarme pero cuando le di a entender que me gusta morder almohadas me dio un cachetazo.

Prefería decírselo él antes de que se enterase por otra persona.

—Vaya tela.— Rió Tweek.—Entonces no tuviste tanta suerte como creía que tendrías.

—¿Cómo que no? Mira lo que tengo encima mío.— Objetó con una sonrisa tomando su cara entre sus manos y descendiendo por sus hombros hasta unir sus dedos alrededor de la cintura de avispa. Depositó un beso anestesiado en sus labios y acariciaron sus narices.

—Eres un idiota.— Expresó sonrojado y sorprendido. ¿Realmente Craig lo consideraba tal cosa aun habiendo besado a Kenny? O mejor dicho, siendo besado por él, nada nuevo en Kenny, a veces se preguntaba cómo se había salvado de esa suerte de ritual de iniciación.

—Corrección: me tienes idiota.— Corrigió volviendo a besarlo. Palmeó su trasero con suavidad cortando el recreo. Tomó el celular de la mesa de luz y miró la hora. Eran las seis de la mañana.—Bien, debemos vestirnos. A las 07:30 termina la fiesta.

Tweek rodó sobre la cama y le dejó salir. Tomó el bóxer y el pantalón, se los puso sentado sobre la cama y se levantó mientras abrochaba el cinturón. Con un pañuelo de la caja que tenía cerca se limpió el semen en su barriga y le pasó al rubio uno extra, el cual aceptó. Tweek lo imitó sin quitarle los ojos de encima admirándolo de espaldas. Ancha, fornida y tatuada de un lado.

Hasta que recordó la textura irregular en sus dedos y los llevó hacia donde recordó sentirlo. El tatuaje lo cubría.

—¿Qué te pasó aquí?

Dejó caer la camiseta sobre ella y tomó la camisa del suelo.

—Me lastimé.— Respondió cortante.—No es una historia interesante.

Mentira. Se dijo así mismo.

Tweek se levantó de la cama y se calzó los tenis, la remera y la cazadora otra vez. Se acercó al espejo junto a Craig y se peinaron delante de él. El mayor lo miró intentando desordenar más su cabello si es que eso podría ser posible, se lamió la mano y tomó algunos mechones haciéndoles apuntar hacia arriba, haciendo que Tweek se alejara riendo.

—¡Agh! ¡Asco!— Le gritó entre risas.

—¿Me comiste la verga y ahora te haces el delicado?— Se burló el azabache.

¿Por qué es tan directo?

—¡Tú lo hiciste primero!

—Pero yo no finjo ser una flor delicada, yo soy un guarro dentro y fuera de la habitación.— Se defendió poniéndose la chaqueta. Tomó el condón que usaron y lo infló para comprobar que no haya fugas. Todo en orden. Lo envolvió en papeles extras y lo depositó en el tacho de basura.

Ambos fueron al baño para lavarse las manos y enjuagarse la boca. Descendieron a la sala con destino a la puerta. La mirada periférica le ayudó a detectar un ligero temblor proveniente de Tweek y se giró a él.

—¿Pasa algo?

—¡Agh! Es que... No tengo llaves.— Confesó llevando una mano a su nuca.

Sus padres no le permitían tener su propia copia ante el temor de que cuando Tweek estuviera a solas le abra a algún extraño, solo le prestaban las copias de su madre si era extremadamente necesario, como cuando fue un compañero suyo (o sea, Craig) a hacer el trabajo de ESI a su casa.

Craig rodó los ojos.

—Bien, recurramos al plan C.

—¿No sería B?

—El plan B era subir por la ventana de la forma más cliché posible para salvar a Rapunzel de la torre, pero por desgracia no era la del cuento, sino la de Enredados.— Le recordó frotando donde había sido golpeado.

—Ya te dije que lo siento.— Refunfuñó Tweek cruzándose de brazos.—Vivimos en Colorado, se justifica que haya pensado en que era un ladrón antes de que un apuesto Flynn Rider. 

—Eugene Fitzherbert.— Lo corrigió.—Y no, lamentablemente solo se trataba del misterioso, infortunado y malditamente apuesto Feldespato.

—Feldspar.— Corrigió.—Como sea, ¿Cuál es el plan C?— Suspiró rodando los ojos exasperado.

—No te asustes.— Le advirtió acercándose al cerrojo.

Metió la mano en su bolsillo.

Una navaja.

Tweek chilló sorprendido.

—Te dije que no te asustes.

—¡¿Por qué tienes una navaja en el bolsillo?!— Exclamó algo atemorizado.

—Bienvenido a América.— Respondió sarcástico. Se agachó a la altura de la entrada de la llave.—¿Tienes un clip?

—Sí.— Tweek se giró hasta la mesa donde su mamá dejaba papeles, lapiceras y clips, solía usarlos para dejar sus notas. Se lo acercó a Craig, viendo como este lo desarmaba. 

Introdujo la hoja de la navaja junto con el sujetapapeles desdoblado, aplicó presión con ambas herramientas en la cerradura mientras giraba la hoja. Tweek veía eso debatiéndose entre si le asustaba el hecho de que Craig supiera abrir puertas sin llaves o si le parecía sumamente interesante.

¿Quién hubiera dicho que me gustarían los macarras? Pensó sin poder evitar remojar sus labios.

La cerradura hizo un "clic", y Tucker tomó el pomo de la puerta, abriéndola para ellos. Le dejó la vía libre a Tweek.

—Tú primero.

—Gracias, Feldspar.— Agradeció sarcástico.

Pasó la puerta y la cerró de la misma forma en que la abrió, guardando ambos instrumentos en la chaqueta y caminaron hasta el auto.

—Se parece al auto de Token.— Observó Tweek mientras Craig le abría la puerta.

—Es el auto de Token.— Aclaró caminando hasta la puerta del conductor. Se metió y se abrochó el cinturón.

—¿Se lo robaste?— Rió Tweek recibiendo un divertido fuck you de Craig.

—No le digas a tu madre que sé abrir una puerta sin llaves.

—¿Crees que lo haría?— Enarcó la ceja poniéndose el cinturón.—¿Hay alguna otra cosa ilegal que sepas hacer?

—Sé encender un auto sin llaves, no me preguntes cómo lo sé.— Giró la llave para encender el Volkswagen.—En mi defensa puedo decir que no es ilegal dependiendo para qué lo uses. Además, como si la legalidad fuese un inconveniente en este pueblo.— Finalizó su "tesis" elevando sus hombros, como si lo que hubiera dicho no fuera cuanto mucho, inmoral.

Tweek asintió con la cabeza mirándolo de arriba abajo.

—¿Qué?— Nunca se sintió tan juzgado como en aquel momento.

—Sexy.— Opinó Tweek sonriendo.

—¿Quién diría que las mañas de dudosa legalidad le gustarían a alguien que se sobresalta con escuchar un pájaro aletear a su lado?— Se burló.

Tweek lo tomó de su chaqueta y le robó un efusivo beso.

—Como si la legalidad fuese un inconveniente.— Parafraseó con los ojos pícaros.

—Me gusta tu actitud, rubio.— Susurró contra sus labios.

—Y a mí me gustas tú, piernas largas.— Y volvió a besarlo posando su mano en su muslo. Le dio una palmada y volvió a su asiento.—Vamos.

Craig encendió la radio, When We Were Young de Andy Black y Juliet Simms comenzó a resonar dentro de la cabina y dio marcha atrás, en camino a Raisins, otra vez.

Pero ahora, tranquilo, satisfecho.

Y tan feliz.

 

Chapter 21: Amigos (final de temporada 1)

Summary:

Final de la primera temporada del fanfic.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Estacionaron afuera de Raisins en el mismo lugar donde Token había dejado el auto. Bajaron juntos y se dirigieron a la entrada, el único inconveniente es que el encargado de la puerta los retuvo un rato pidiéndole el DNI a Tweek pensando que tenía menos de diecisiete años. Luego de sacarle el dedo sin ningún temor a semejante gorila que le pasaba en altura y musculatura que si quisiera podría dejarlo como papelito en el piso, pasaron la puerta y fueron directo hasta la barra.

La discoteca estaba igual de llena aún faltando una hora para el cierre, la barra estaba vacía de gente y todavía se seguían ofreciendo tragos. Craig ayudó a Tweek a llegar al asiento, sus piernas quedaron colgando y balanceándose de adelante hacia atrás; por su lado, no tuvo inconvenientes con esto y simplemente apoyó el trasero en la silla, con los pies uno por encima del otro firmes en el piso.

Tweek giró a la pantalla buscando algo para tomar, pero no conocía los nombres de los tragos y no veía nada que no tuviera alcohol.

—¿Qué quieres?— Le preguntó Craig al ver en su rostro el desconocimiento absoluto. Se sentó mejor en la silla y se giró a él.

—Tengo sed pero no veo nada ahí que no tenga alcohol, o eso creo, ¡agh! Debí haber traído mi termo.— Se lamentó.

—Aunque lo trajeras, no te dejarían pasar con el, no permiten entrar con bebidas o comidas de afuera, no les conviene por el negocio.

—Mierda.

Craig leyó los tragos buscando algo que Tweek pudiera tomar junto a él, en lo posible con poca cantidad de alcohol.

"Daiquiri". Leyó.

—¿Te parece eso?— Señaló la copa con una rodaja de naranja en el borde y lo miró.—Tiene jugo de naranja o la fruta que quieras, y creo que es lo que tiene menos cantidad de alcohol en todo el menú.

—Uh, se ve bueno.— Opinó Tweek.—Está bien, ¿Cuánto está?

—Yo invito.— Determinó. Le hizo seña a la bartender y esta se acercó con una sonrisa.

—¿Qué se te ofrece, guapo?— Preguntó con coquetería, Tweek se puso ligeramente incómodo.

—Dos daiquiris, ¿de qué quieres?— Respondió mirando a Tweek otra vez.

—¿No eres muy joven para estar aquí, cosita?— Indagó la chica apoyando su pecho en la barra.

—¿Y tú?— Contraatacó Craig con seriedad, recordando que por desgracia, su hermana trabaja ahí.

—Tengo diecinueve, pero si no me crees, te lo puedo demostrar.— Le respondió ladina, guiñándole el ojo.

Que manera tan sutil de ofrecer sexo. Se dijo para sus adentros, entre sarcástico e incómodo.

Tweek no comprendía lo que estaba pasando, pero sabía que no le agradaba cuando un tic apareció en su ojo después de tanto tiempo.

—No.— Negó con frialdad.—¿Qué gusto quieres, Tweek?

El rubio los observó nervioso a ambos, bajó la mirada.

—¿N-Naranja?— Respondió al fin.

—Dos de naranja.

—Son $12 cada uno, lindos.— Craig le pagó por ambos y la muchacha se fue a prepararlos.

Una vez solos, Craig notó que Tweek lo miraba algo serio, aún conservando los típicos tics.

—¿Qué quiso decir con "demostrártelo"? ¿Se refería al DNI? ¿Qué fue lo que pasó ahí?— Le dijo finalmente, con la voz nerviosa. Craig cubrió su mano con la suya tomándolo por sorpresa.

—Nada de lo que debas preocuparte.— Prometió con una sonrisa.

Y por alguna razón, el observar esa sonrisa confiada le hizo dibujar una en su rostro, calmado y tratando de evitar el contacto visual, aunque algo dentro de él quería seguir admirando esas esmeraldas.

—¡Chicos!— Stan se acercaba detrás de ellos junto a Token, Clyde, Jimmy, Kyle... Y Eric Cartman. Los dos chicos giraron sus asientos para verles.—Hasta que por fin llegaron.

—Hola chicos.— Saludó Cartman.

—¿Y tú qué haces aquí?— Preguntó Craig a Eric, casi altanero. La chica de la barra les dejó a cada uno una copa alargada con sus respectivos tragos.

—Heidi vino con sus amigas, y obviamente no me iba a quedar en casa tranquilo, así que vine a supervisarla.— Contestó bebiendo su piña colada, como si lo que hubiera dicho no fuera lo suficientemente preocupante.

—Chernóbil.— Le susurró Craig tapando su boca con la palma a Tweek haciéndolo reír mientras este bebía su trago.

—¡¿Tweek?! ¿Tú qué haces aquí? ¿No deberías estar bebiendo café o algo?— Cartman lo observó incrédulo.

—Craig lo invitó.— Respondió Token sentándose junto al rubio y asesinando a Eric con la mirada, no iba a permitir que la primera vez que Tweek les acompaña ahí resulte incómodo para él por culpa del castaño robusto.

Kyle, Jimmy y Stan se sentaron del lado de Craig. Eric permaneció parado junto a Token viendo a la pista de baile.

—¿Mucho tráfico o qué?— Indagó Clyde parándose frente a Craig con las manos en su jean.

—Oh, ¿ahora te importa?— Respondió Craig denotando ofensa.—Me abandonaste para ir a comerle el morro a esa chica.

—¿Celoso?— Se burló Clyde.

—Uhhh pe-pe-pelea de pa-p-pareja.— Añadió Jimmy.

—Yo si los shippeo.— Rió Stan haciendo un corazón con los dedos, apuntando a Craig y Clyde.

—Tu puta madre en patinete.— Respondió enseñándole el dedo medio al castaño delante suyo.

—Mi madre no andaba en patinete.— Se defendió Clyde.

—No, ahora traspasa pa-pa-paredes y m-mu-mu-mueve cosas en casas de apariencia tenebrosa.— Se burló Jimmy haciendo que todos rían a carcajadas.

—¿Comiste verga de payaso o qué?— Respondió saltando cual leche hervida.

—Relájate bro, toma asiento.— Lo calmó Token.

El castaño revoleó los ojos y se sentó junto al comediante bebiendo una lata de cerveza que le ofreció Jimmy.

—Ten cuidado con eso, Tweek.— Le advirtió Token señalando su copa.—Que sea muy dulce es peligroso, cuanto menos te lo esperas, te embriagas.

—¡Agh! ¡Prometo tomar poquito!— Respondió dejando la copa en la barra y juntando sus manos y pies.

¡Es tan adorable! Hay que protegerlo. Pensó Token.

—¿Qué te parece el lugar, Tweek?— Indagó Kyle desde su lugar viendo al rubio.

—¡Agh! Está...— Miró a todas direcciones antes de responder, las luces de colores le llamaban la atención.—Bonito, y muy bien decorado, me gusta.— Finalizó sonriendo.

—¿No te molesta el humo?— Le preguntó Clyde. En cuanto Stan escuchó la pregunta, apagó el cigarrillo en el cenicero recordando que a Tweek le hace mal el humo.

—Puedo tolerarlo, creo.— Le dijo algo inseguro, rascando su cabeza.

—Solo hagan el favor de no tirar el humo para acá.— Condicionó Craig llevando la copa a su boca.

En cuanto Craig puso la vista al frente, Stan notó algo peculiar bordeando el cuello de la camisa de Tucker, un detalle por el que no pudo evitar reír y llamar su atención.

—¿De qué te ríes?— Cuestionó viéndolo.

—¿Te atacó el chupacabras o qué?— Stan no paraba de reír mientras señalaba el costado de su cuello.

Seguía sin comprender la gracia, pero notó que señalaba algo en su cuello. Sacó el celular de su bolsillo y se vio en el reflejo: un marcado chupetón en el cuello se apreciaba colorido y latente en su piel.

¡Puta madre que me parió! Ni siquiera me di cuenta de que lo había hecho.

—¿Quién fue el afortunado?— Continuó interrogando el azabache de manera pícara y burlona.

—No te importa.— Respondió ruborizado y dando un largo trago a la copa.

Desde el lado de Clyde, se aproximaron Kenny y Butters, este último parecía estar cargando en su espalda al otro por lo borracho que se encontraba. Se situaron junto a Cartman sin despegarse uno del otro, recibiendo una mirada exasperada de este.

—¿Qué onda?— Les preguntó Kenny con un tono de voz algo adormilado.

—¿Buen polvo?— Preguntó Token a la pareja riendo.

—Emmm...— Butters se sonrojó ante la pregunta, miró su camisa y estaba notablemente mal acomodada.

—De los mejores.— Kenny se tomó la molestia de responder sin pelos en la lengua, levantando la cabeza con una gran sonrisa y pegando su cabeza a la cresta de Butters, como si quisiera que todo el mundo supiera que tuvieron sexo.

—Kenny, por favor.— Le pidió Butters con la sangre acumulada en sus mejillas.

—Que lindo que estemos todos reunidos.— Pensó Kyle en voz alta, dejando escapar un suspiro cargado con cierta nostalgia, observando a sus amigos. Sintió el brazo de Stan pasar por encima de sus hombros.

¿Está bien esto? Digo... No es un beso ni nada que se le asemeje, de todos modos, ¿no? Se preguntaba el colorado. Me gusta cuando me abraza... Dios, ¿Qué mierda estoy pensando?

—La verdad que sí.— Coincidió. Ambos se miraron.—¿Qué tal la pasaste?

—Realmente bien.— Sonrió.—¿Y tú?

—Por supuesto, ya te lo dije, me gusta más bailar contigo.

—Tú y yo sabemos que no solo bailamos.— Le recordó con cierta picardía, enarcando la ceja.

Stan le guiñó el ojo, consiguiendo que Kyle descifre el mensaje oculto en sus palabras.

—Idiota.— Soltó el pelirrojo ruborizado y quitándole los ojos de encima.

—¿Ya te dije que te ves lindo cuando te enojas?— Le susurró al oído y mordiendo la punta de su oreja rápidamente, para luego alejarse de él, dejando a Kyle aún más rojo.

Entre la multitud, aparecieron sus compañeras de la escuela colocándose sus abrigos, aunque al principio amagaron los pies y la mirada a la entrada, al ver a sus amigos reunidos allí, se acercaron a estos.

—¿La pasaron bien?— Preguntó Nelly en general, los chicos como respuesta asintieron sus cabezas.

—Nosotras ya nos vamos.— Les informó Nichole.

—¿Quieren que las alcance?— Se ofreció Token, recibiendo un beso de su novia conmovida por su solicitud.

—No te preocupes, vinimos en mi auto.— Se negó Wendy con amabilidad enseñando las llaves.

—La avenida está cortada, al parecer hubo un corte de luz al fondo, van a tener que cortar camino por la calle de la escuela secundaria.— Les explicó Craig.

—Gracias GPS.— Agradeció Red en un tono de voz sarcástico mientras se terminaba de acomodar la campera de jean negra. Craig solo le enseñó el dedo medio.

—¡La re puta madre, seguro me cortaron la luz!— Se quejó Jenny Simmons llevándose las manos a la cabeza.

—Manden al grupo la ubicación, avisen cuando estén en casa.— Les recordó Stan.

—Lo sabemos, hagan lo mismo.— Respondió Bebe. Se acercó a Clyde y acarició su hombro.—Adiós.— Se despidió de él con una dulce sonrisa, esto le tomó tan de sorpresa al castaño que accidentalmente la cerveza se le escapó de la boca y se manchó la camisa.

—Adiós amor.— Se despidió Heidi de Eric con un beso en su mejilla, a lo que este no demostró mucha felicidad a pesar de tratarse de su pareja.

—Oh, adiós amor.— Se despidió el robusto chico de brazos cruzados y con muy poca expresividad en su mirada, no obstante esto no parecía importarle a la muchacha.

El grupo despidió a sus compañeras con las manos mientras estas caminaban hacia la entrada, devolviendo el saludo.

Con la oleada de secuestros y situaciones aún más perversas que los noticieros transmitían y los diarios redactaban, preocuparse por ellas les quedaba corto. Era un ritual a este punto: cada que salían, sea juntos o separados, las chicas debían notificar en el grupo que compartían que habían llegado sanas y salvas, y así ellos se quedaban tranquilos. A pesar de las peleas que podían llegar a tener o las diferencias naturales, se conocen desde niños y se han visto crecer, el que forjaran una relación afectiva y amistosa entre ambos grupos era inevitable y el cariño que se guardaban era genuino, por lo que para desgracia de ellas, las atrocidades a las que estaban propensas a vivir no les dejaba de otra opción más que mantenerlos al tanto.

Ventajas de ser un grupo de estudiantes muy unido.

Craig no le quitó la mirada a Cartman de encima desde que vio el como trató a su pareja. Eric se percató de esto y le mantuvo la vista, hasta que el pelinegro volvió a enfocarse en su copa.

—¿Qué mierda mirabas?— Inquirió Eric.

—¿De verdad te importa?— Respondió Craig sin darle relevancia.

—Si tienes algo que decir, simplemente dilo, no seas gallina, Tucker.

—Si tienes una pareja, la tienes que tratar bien, y en tu caso, dar gracias.— Contestó en un hilo de voz tranquilo pero sin perder el filo en sus palabras y apuntándolo con el dedo. Al finalizar, volvió la vista a Tweek y continuó bebiendo.

—¡Es que es una perra manipuladora! ¿Qué no lo ves?— Chilló Cartman agitando ligeramente las manos.

—¿Y por qué sigues con ella?— Cuestionó Token. Ya estaba acostumbrado a escuchar esas palabras.

—Que linda forma de hablar de tu novia.— Soltó Craig con sarcasmo y girando los ojos hacia arriba.

—¡Dijo que iba a matarse! ¿Qué quieres que haga?

Se encogió de hombros y decidió que no era algo que realmente le importase. Craig no conocía lo suficiente a Cartman, pero podía apostar que todo lo que decía eran mentiras o la situación a la inversa. Era un experto detectando parejas tóxicas de todos modos.

Continuaron hablando y riendo de los sucesos de la fiesta de esa noche, rememorando anécdotas y situaciones divertidas que se les venían a la cabeza. La intención era vivir la última hora que quedaba entre risas y cánticos poco entendibles, pero la paz se vio irrumpida por un alto chico de desordenado cabello color café con patillas y una enorme nariz acercándose al grupo, amenazante, y tomó a Clyde de la camisa con visibles intenciones de golpearlo. Al ver la escena, Stan y Craig se levantaron de sus asientos precipitándose a él.

—¡Te acostaste con mí Lexus, pedazo de mierda!— Le gritó el agresor al castaño en su cara y levantó el puño.

—¡No sé de qué estás hablando!— Se defendió Clyde intentando zafarse.

Craig fue el primero en llegar a ellos y empujó con una mano al violento atacante haciéndole retroceder temblorosamente un par de pasos, era casi de su altura o un poco más alto, pero no le importó.
La gente empezó a interesarse en la escena que se estaba montando y se acercaron poco a poco, formando un circulo imperfecto a su alrededor.

—¡¿Qué te pasa, la concha de tu madre?!— Le gritó en defensa de Clyde. Inmediatamente Stan llegó a su lado y abrazó a Clyde por el hombro.

—¡Tocá de acá!*— Le ordenó Stan de manera altanera, señalándolo.

—¡Les conviene a ustedes irse a menos que también quieran recibir la paliza que le voy a dar a este hijo de puta!— Les respondió parándose firme frente a ellos, sus amigos parecían estar llegando detrás de él, vitoreando a su favor cada cosa que este decía.

—¿Todo porque tu novia se le insinuó? ¿No deberías enojarte con ella en vez de con él?— Respondió Stan.

—¡¿Estás insinuando que mi novia es una puta?!— Contraatacó furioso.

—Él solo dijo que ella se le insinuó, tú asumiste que el hecho de que se le insinúe a alguien la convierte en una puta, lo cual habla peor de ti que de ella.— Respondió Craig cruzando sus brazos con tal calma que era provocativa.

Las personas que estaban cerca dejaron escapar un alargado "¡uh!" ante la espontánea respuesta del muchacho nuevo. No era la primera vez que el victimario en cuestión armaba escándalo por una situación que se repetía cada fin de semana, razón por los que muchos le tenían miedo y agachaban la cabeza cada que este ponía el grito en el cielo.
Pero Tucker y Marsh eran la excepción a la regla.

—¡Mira chico nuevo, como sigas abriendo esa bocota, te voy a dar peor que a él!— Gritó amenazante señalando a Craig con el dedo.

—Atrévete.— Le dijo desafiante.

—¡Wow, wow! ¡Chicos, calma! Esto no es necesario.— Se interpuso Kyle en la pelea tomando a Stan y Clyde del brazo, tratando de alejarlos de la escena. Tweek lo acompañó a su lado.

—¡Vamos Craig! ¡Agh!— El rubio tomó su mano y lo empezó a alejar del grupo de bravucones.

—¡Sí, mejor toma la mano de tu rubia y váyanse si no quieren morir!— Soltó con veneno el castaño riendo a carcajadas de su propio chiste junto a su grupo de amigos.

Al oír aquello, Tweek paró en seco con esas palabras dando vueltas en su cabeza mil veces.

"Rubia".

Soltó la mano de Craig y sin pensárselo dos veces, caminó hasta el idiota que intentó golpear a Clyde mientras respondía de una manera que dejó boquiabiertos a todo el grupo de amigos.

—¡Manos te van a faltar para pelarme la verga!— Inmediatamente después de contestarle, arremetió contra él dándole un puñetazo en la barbilla que le hizo retroceder a causa de la fuerza que aplicó para ello.

Suspiros de impresión y manos tapando sus bocas, fue la reacción general de la pequeña pandilla de sexto año ante un Tweek que no conocieron hasta ese día. Kenny, quien por lo general solía reír con esas confrontaciones, se mantuvo rígido, atemorizado de lo que pudiese pasarle al pequeño rubio. Y por parte de Craig, se paralizó, aun en contra de su voluntad, se le escapó una sonrisa.

—Ya me enamoré.— Murmuró para sí mismo, pero Token lo escuchó.

—¿Acabas de decir lo que creo...?

—No dije nada.— Se apresuró a negar sin quitar los ojos de encima de Tweek, seguía firme en el lugar donde golpeó al grandulón.

Le tomó unos pocos segundos darse cuenta de que fue golpeado por alguien a quien él mismo le llevaba más de una cabeza de altura, acostumbrado a que normalmente fuese al revés. Una vez que recobró el sentido, volteó a su dirección otra vez y no dudó en intentar abalanzarse encima del más bajo.

—¡ESTÁS MUERTO, ENANO!— Gritó furioso.

—¡Ah, no, sobre mi cadáver!— Craig saltó en defensa de Tweek y se aproximó rápido a ellos poniéndose delante del chico de ojos celestes.

Sin darle tiempo a procesar lo que estaba a punto de sucederle, lo golpeó con el puño en la nariz haciéndole sangrar al instante. Seguido de eso, lo cogió por los hombros y clavó su rodilla en el abdomen con tal fuerza que parecía desinflarse sobre él, y como cereza del pastel, lo sujetó con fuerza de la camisa verde y lo lanzó encima de la barra haciendo que se deslice hasta el otro lado chocando con varias copas, rompiéndolas al pasar.

Las chicas del público se sujetaban entre ellas compartiendo el mismo vértigo y adrenalina que les generaba ver la pelea, los chicos por otro lado, se rieron a carcajadas de la humillada que le pegó el nuevo al malandro del barrio, como muchos solían llamarlo.
Uno de los amigos del chico que acababa de golpear, de cabello negro y bastante robusto, se le acercó por la espalda intentando sacar ventaja de ello, y lo hubiera hecho de no ser porque Stan llegó antes de que cumpliera su cometido y le encajó una patada en las costillas lanzándolo cerca del público, el cual se apartó para evitar recibir el paquete.

—¡Pelea como hombre!— Lo desafió sin contener la ira.

—¡Tú lo pediste!— Gritó un rubio de aproximadamente la misma edad que su líder y golpeó a Stan en la cara. Por desgracia, Stan estaba debilitado por el alcohol que ingirió en la noche. Tweek lo sostuvo por detrás para que no cayera al suelo, ayudándolo a ponerse de pie y devolver el golpe.

Ante esto, Kyle tomó una de las botellas que estaban cerca de él desde la barra y la precipitó con fuerza contra esta rompiéndola en mil pedazos. El ruido del vidrio impactando contra ella llamó la atención del atónito público y se acercó hasta el rubio con serias intenciones de herirlo de gravedad, el rubio chilló de miedo al ver que tenía una botella rota y se intentó alejar, pero Kyle no se lo permitió. Lo tumbó en el suelo y se subió encima de este.

—¡DALE, CON LA SILLA!— Le gritó Butters a Kyle empujando una silla a su lado.

Kyle la tomó y la ocupó para ir a por otro miembro del grupo que amenazaba con meterse en la pelea.
Pero Jimmy se le adelantó golpeándolo con la muleta en la cabeza.

Entre los miembros de la pandilla contraria, había un afroamericano alentando a sus amigos a que no perdieran la pelea. Bebía tan calmadamente que no se esperaba que un robusto chico lo tomara del cuello y lo golpease en medio de los ojos.
Ese golpeador era Cartman.

—¡A POR ELLOS!— Exclamó un chico de cabello anaranjado a todo pulmón causando que el resto de la pandilla se abalanzaran contra el grupo de amigos de sexto año.

—¡¿USTEDES Y CUÁNTOS MÁS?!— Gritó Token acercándose al área de la pelea arremangando su camisa siendo seguido por el resto del grupo quienes no dudaron un segundo en enredarse codo a codo en aquello que parecía una guerra barrial, incluso Kenny se despertó lo suficiente para liarse a puñetazos con un azabache que se aproximó a él.

De esta forma, fue que pasaron de las risas a participar en una pelea digna de ser ambientada con la canción "Ultraviolento" que el DJ se encargó de poner desde su computadora.
Porque los amigos están en las buenas, en las malas y en los putazos.


 

—¡Aaah, bien! ¿Qué tenemos aquí?— Harrison caminaba frente a los muchachos de la preparatoria que estaban siendo esposados de cara a la pared de Raisins y a medida que los iba nombrando por sus apellidos, estos se giraban a verlo con odio en los ojos. No detuvieron a los bravucones del antro, estos se fueron en cuanto oyeron las sirenas.—Marsh... Broflovski... McCormick... Stotch... Tweak... ¡Oh, mira nada más!— Exclamó en cuanto reconoció a Craig. Este se giró al ver venir tal reacción.—Tucker, ¿Cuándo no?

—¿Me extrañabas, Harrison?— Preguntó con una sonrisa notablemente falsa.

—Un poco, ¿tienes algún mensaje para mí desde la última vez que nos vimos?— Se burló el líder de la policía del condado. Tenía las manos esposadas desde la espalda, no podía hacerle su famosa seña.

—Sí, este.— Sin miedo ni en los ojos ni en la voz, le escupió en la cara.

El policía se limpió el gargajo insultándolo por lo bajo, le atravesó hasta los huesos con la mirada que le lanzó. Craig sonrió ligeramente orgulloso de sí mismo, y a Harrison no le quedó de otra más que continuar con los restantes.

—Cartman... Black... Valmer... Y Donovan.

—¿Me puede dejar en mi casa?— Preguntó Clyde mirando la patrulla.

—Sí, por supuesto que te llevaremos a casa, a tu nueva casa.— Respondió un policía de cabello castaño denotando mucho sarcasmo en sus palabras, desanimando a Clyde.

—No debiste actuar así.— Reprochó Tweek a Craig con la vista al frente y en voz baja.

—Yo no le debo nada a él, y motivos para no respetarlo me sobran. El que sea policía o como mierda quiera llamarse no le da automáticamente derecho a pasar encima de nadie o ningunearlas como él ha hecho innumerables veces con mi madre. El que quiera mi respeto, se lo tiene que ganar.— Le contestó sin quitar la vista del punto fijo.

—Pero tiene autoridad por su cargo.

—Me la suda.

Los cinco policías que se encargaron de atender el llamado proveniente de Raisins terminaron de anotar los testimonios en sus libretas y se acercaron a los aprehendidos, los tomaron por los brazos sin ningún tipo de delicadeza y los ingresaron a empujones dentro de los patrulleros. En camino a la comisaría.


 

—¡MIERDA, MIERDA, MIERDA, MIERDA! ¡ESTAMOS EN LA CÁRCEL!— Lloriqueó Clyde sacudiendo la reja en donde estaban nueve de los diez integrantes del gang.

—¿Primera vez?— Craig se apoyó contra el rincón con las manos en los bolsillos intentando no alterarse. Llevó la mirada a Tweek, quien parecía estar al borde de convulsionar de nervios. Puso su mano en el hombro tembloroso.—Tranquilo Tweek, todo va a estar bien. Solo deberás pagar una fianza y...

—¡¿POR QUÉ TIENES QUE INSISTIR EN SER TAN LÓGICO?! ¡ESTOY EN LA PUTA CÁRCEL! ¡¿QUÉ DIRÁN MIS PADRES?! ¡ME VENDERÁN COMO ESCLAVO CUANDO SE ENTEREN! ¡GAH! ¡MUCHA PRESIÓN!— Exclamó meciéndose en lugar con las manos en los cabellos.

—¡No te hagas el inocente!— Lo acusó Cartman irritado.—¡Estamos aquí por tu culpa!

—¡Cállate culón! ¡Tú golpeaste a ese chico solo porque era negro, no porque querías defendernos!— Le gritó Kyle.

—¡Pero el que empezó todo fue Tweek!

—¡Cuida tu boca o me vas a conocer!— Lo amenazó Craig con los ojos fríos y enseñándole el dedo medio.

—¡La culpa fue de Clyde por tirarse a una chica sin averiguar antes si tenía novio o no!— Culpó Stan sentado en el piso.

—¡¿Y yo qué sabía?!— Se defendió Clyde.

—¡T-t-tú ya co-co-conoces a Le-l-exus! ¡Sabes que no es de fi-fi-fiar!— Lo reprendió Jimmy.

—¡Cierren el orto! Butters quiere dormir.— Exclamó Kenny acariciando el cabello de Butters, quien descansaba con la cabeza recostada en sus piernas.

La atmosfera se relajó un poco cuando escucharon la reja abrirse y vieron a Token ingresar a la celda, siendo este el último que faltaba.
Se aproximaron expectantes a él.

—¿Y bien?— Stan fue el primero en romper el hielo.

—Bueno, hablé con mi padre...— Llevó su mano a la nuca.—No estaba muy contento, tengo que decir.

—¿Por qué será?— Cuestionó Craig con bastante sarcasmo recorriendo la celda con los ojos.

—La cuestión es que está hablando con ellos ahora mismo, y hay una alternativa a estar encerrados un mes aquí, no es muy agradable, pero es mejor que esto.— Les explicó.

—¿Cuál es?— Preguntaron al unísono viéndole confundidos.


 

Recoger basura era una tarea interminable en South Park, y la dificultad aumentaba cuando se trataba de la carrera de llegada al pueblo montañoso. Las agujas atravesaban los paquetes de snacks, los pañales y las latas que la gente tiraba al suelo, junto a las apestosas zanjas.

Ciertamente, hacer aquello era mejor que perder el mes entero tras las rejas y el naranja no les sentaba mal a los guapos muchachos.

—¡No se fuma aquí!— Regañó uno de los supervisores a Craig al ver que intentaba encender un cigarrillo.

Sin ánimos de pelear, Craig guardó el cigarrillo sin prender en el bolsillo de su mono anaranjado y le hizo un fuck you desde su lugar, volviendo a tomar la vara con la que recogía la basura.

—Somos diez, ¿Cómo es que este lugar sigue tan lleno de basura? ¡Llevamos dos horas aquí!— Se quejó Stan cerrando la bolsa ya llena de basura.

—Porque Cartman no está colaborando.— Respondió Kyle dando una violenta estocada a las latas de cerveza debajo del mítico letrero de madera donde se leía "South Park". ¿Cómo puede ser que beban tanto? Era la carretera, no las afueras de Raisins o Rufians.

—¡No pienso hacer una tarea que no merezco hacer!— Objetó el gordinflón apoyándose contra el árbol.

—¿Tengo que recordarte que golpeaste a un chico por el solo hecho de ser negro?— Lo acusó Token levantando dos bolsas repletas sobre sus hombros, caminando hasta el camión que las recogía.

—Y probablemente nos hubiera golpeado a nosotros, lo vi en sus ojos negros.— Se defendió Cartman sin culpa.

Tweek llevaba sobre su hombro una bolsa hasta el mismo camión, en cuanto se deshizo de ella, tomó otro costal para recoger lo que le faltaba de la pequeña montaña de basura que aisló en un costado. Se colocó cerca de Craig y le dedicó una mirada apenada.

—Lo siento por haberte metido en esto. A todos.— Se disculpó sin mirarlo a los ojos.

—Ey, no es tu culpa.— Lo consoló el azabache.—En primer lugar, yo fui el que se metió a defender a Clyde. Tal vez solo debía haberlo llevado lejos.— Reflexionó.

—Fue muy lindo de tu parte.— Sonrió Tweek.

Aquellas palabras le robaron una media sonrisa a Tucker, llevó la vista al pasto y nuevamente lo observó. ¿Quién hubiera dicho que alguien tan pequeño tendría semejante fuerza?

—Oye, ese golpe fue muy bueno.— Lo halagó riendo.—¿Dónde aprendiste a pelear?

—Cuando era niño, fui a unas clases de boxeo. No continué, pero aprendí algunas cosas.— Explicó recordando con cierta nostalgia.

—Se nota.

—¿Tú donde aprendiste?

—Pues... En la escuela y por ende, en la calle a la salida. Ya sabes, "la ley de la selva".— Respondió recordando la primera vez que se vio involucrado en una pelea. Lo curioso era que siempre le buscaban pelea y nunca las creaba por su cuenta, pero el único que pagaba los platos rotos era él.

—Tú no peleas en el barrio, tú eres el barrio.— Se rió Tweek contagiando al ojiverde.

—De hecho, seria interesante pelear contigo.— Admitió mirándolo insinuante.

—Te voy a hacer mi perra.— Le advirtió el rubio señalándolo.

—No tengo ninguna objeción al respecto.

Ambos se miraron ligeramente sonrojados y con una sonrisa dulce, algo inimaginable considerando la situación en que se encontraban y las ropas que llevaban, pero incluso en esas circunstancias, no perdían oportunidades de robarse algún suspiro o dedicarse sonrisas y miradas cómplices.

—Quisiera decir que aprendí algo hoy, pero realmente no se me viene nada a la cabeza.— Se lamentó Kyle juntando la basura.

—Yo creo que puedo rescatar algo de todo esto.— Pensó Stan en voz alta.—No importa que tanto se pudra la situación...

—Siempre podemos echarle la culpa a otro que no tenga nada que ver con nada para desviar la atención de nosotros y salir más o menos ilesos.— Completó Clyde.

—¡Exactamente! Yo digo que le echemos la culpa a Butters.— Propuso Stan.

—¡Oigan, estoy aquí!— Protestó Butters llevando unas bolsas detrás de él. Stan se giró a mirarlo, y vio a Kenny a su lado de brazos cruzados con el ceño fruncido.

—¡Es broma, Butters!— Lo tranquilizó Token acercándose a Butters, revolvió su cresta con una sonrisa.

—Pero si quieres, no es broma.— Murmuró Clyde por lo bajo.

—¡Clyde!— Se hizo oír Kenny bastante molesto por lo que sea que planeaba hacer.

—Lo que iba a decir es...— Stan se enderezó y cogió aire.—Sin importar qué tanto peleamos por tonterías o qué tan grande sea el problema en el que nos metamos; al final del día, nos tenemos a nosotros para hacer todo más ligero y divertido. Es decir, piensen hacer esto por separado: sería horrible, aburrido, una tortura, pero no.— Sonrió.—Eso incluye estar limpiando el límite del pueblo disfrazados de Kenny.— Finalizó riendo por lo bajo.

—O pelearnos con tipos tres años mayores a todos nosotros.— Continuó Kyle rascando su nuca.

—Y que lo digas.— Añadió Jimmy.—Nu-nu-nunca voy a olvidar como Tweek le co-co-cortó su mandarina en gajos a tremendo mastodonte.— Rió Jimmy dejando de recoger la basura.

—O Kyle partiendo una botella.— Agregó Butters.

—O Kenny cogiéndose a la madre de Cartman.— Recordó Clyde provocando que todos, con excepción de Eric, estallen en risas.

—¡Una palabra más y te juro que te meteré este palo en el culo!— Lo amenazó el mencionado mostrándole el recogedor de basura.

Ignorando la amenaza, continuaron riéndose tomándose la barriga o apoyándose unos sobre los hombros de los otros limpiando las lágrimas que desbordaban de sus ojos.
Las risas se calmaron y se miraron entre ellos.

Stan abrió los brazos.

—¿Amigos?

Kenny no lo pensó y correspondió a la invitación del abrazo grupal.

—Amigos.

El siguiente en unirse al abrazo fue Kyle, seguido de Jimmy, Token, Butters y Clyde. Con algo de duda, Cartman se acercó a ellos y pasó su brazo por encima de los hombros de Clyde.

—Ven aquí, Tweek.— Invitó Butters al rubio más pequeño.

Los ojos de Tweek se expandieron al recibir dicha invitación, sin poder salir de su asombro. ¿Aquello era real?

—¡Agh! ¡¿Yo?!

—Sí, amigo.— Le sonrió Token extendiendo su brazo.

Nervioso pero sonriente, Tweek se dejó abrazar por Token sin contener pequeñas lágrimas de emoción desbordando de sus ojos celestes. Token lo jaló hacia ellos rascando su cabellera dorada, la ronda estaba casi cerrada.

Solo faltaba uno.

—Craaaaig.— Lo llamó Stan.

El chico del chullo miró al pasto bajo sus pies con los brazos cruzados.

—Vamos marica, no te hagas el duro.— Volvió a llamarlo Stan un poco más agresivo que antes, le ofreció la mano.—Ven.

Era la primera vez que sentía ese calor recorriéndole el pecho. Incluido, aceptado, comprendido.
Ladeó la mirada con algo de duda, pues seguía sintiéndose extraño relacionándose con, en su opinión, tanta gente.
Suspiró algo resignado dejándose llevar por lo que su corazón le decía: "únete". Abrió los brazos y se acercó a ellos, siendo ligeramente atraído por la fuerza de Stan.

La ronda se cerró y los diez chicos permanecieron en silencio, abrazados, felices, en calma, dejándose llenar los corazones por la protección que les brindaba esa suerte de calor sincero, amistoso, compañero...

Familiar.

—¿Beso de diez?— Propuso Kenny rompiendo el silencio y la seriedad del momento.

—¿Eso es posible?— Indagó Butters confundido.

—La cara de Cartman es muy gorda, no creo que nos de lugar a todos.— Se burló Kyle viendo al más robusto del grupo.

—¡Acabaste con mi paciencia, rata judía!— Gritó Eric furioso, rompiendo la ronda para acercarse a Kyle.

—¿Y qué piensas hacer?— Kyle no se echó hacia atrás y empujó a Eric con ambas manos.

—¡Te voy a matar!

—¡Atrévete!

Sin perder más tiempo, ambos se envolvieron una pelea a puño limpio revolcándose en el pasto quemado y descuidado. Los demás miembros no se molestaron en separarlos, solo los rodearon e hicieron sus apuestas por ver quien salía victorioso de aquella confrontación, muertos de la risa.
La pelea no duró mucho al ser separados por los supervisores y obligados a continuar con el servicio de limpieza comunitaria, sin embargo, nada ni nadie les quitaría esa sonrisa que se inmortalizó en sus rostros.

Eran jóvenes, tenían toda una vida por delante y estaban llenos de júbilo, ¿Qué más aventuras les esperarían a este grupo de guapos, divertidos y hormonales adolescentes?


*: "tocá de acá" es una expresión altanera argentina. Se usa para decirle a alguien que se largue de ese lugar.

Notes:

¡Nos vemos en la segunda temporada!

Chapter 22: Paradojas y travesuras (+18)

Chapter Text

Luego de los acontecimientos de Raisins, al grupo le tocó vivir una de las semanas más aburridas de su año escolar.
Los profesores de la preparatoria fueron alertados del servicio comunitario que debían cumplir y el motivo, sus padres también fueron notificados, por lo que ambas figuras de autoridad llegaron al acuerdo de mantenerlos separados por un tiempo con tal de reducir los conflictos al mínimo.

Era sábado por la noche y para entonces, su castigo ya se había levantado, no obstante, el acuerdo entre padres y profesores duraría una semana más por lo menos.

—No te pregunté... ¿Cómo tomaron tus padres todo esto?— Craig estaba acostado en la cama aún vestido como estuvo todo el día, camiseta negra lisa y un desgastado jean negro con roturas que siempre usaba. En una mano sostenía el celular sobre su oreja, en la otra un cigarrillo.

Nunca vi a mi padre tan enfurecido ¡GAH! ¡Craig! ¡¿Y si esta semana estuvo pensando en venderme como esclavo?! ¡Pudo haber averiguado en la semana sobre como enviar una persona por correo! ¡¿Me meterán en una caja de Amazon?! ¡¿Y SI ME CONVIERTO EN UNA CAJA DE AMAZON?! ¡AGH! ¡Es mucha presión!— Tweek del otro lado de la línea estaba sufriendo un ataque de nervios, se encontraba exaltado pero no podía gritar muy alto, supuestamente estaba durmiendo y sus padres estaban en la sala bebiendo café y mirando tv.

—Tweek, no te convertirás en una caja de Amazon, ya te lo dije ayer.

¡Mido lo mismo que un gnomo! ¡Quepo perfectamente en una caja!

—Los gnomos miden 30 cm. cuanto mucho.— Craig apoyó su pierna sobre la rodilla flexionada, mirando la luna por la ventana. Dio una pitada al cigarrillo y lentamente expulsó el humo por la boca.

¡¿Los viste?!— Preguntó Tweek preocupado.

Craig cerró los ojos, no tendría que haber dicho eso.

—No... — Suspiró.—Aunque dudo que haya sido peor que mi madre.

No me imagino a Laura enojada, parece muy comprensiva.

—Ninguna madre es comprensiva si su hija le dice que su hermano tuvo una pelea en un antro y que está en la comisaría.— Recordó. Volvió a llevar el cigarro a sus labios y soltó el humo.—Y enojada es un ogro, aunque bueno, la entiendo.

No debiste haberte echado la culpa con mis padres, yo empecé la pelea.— Se lamentó Tweek.

—Tweek, si no empezabas tú con la pelea, lo iba a hacer yo de todos modos. Ese hijo de puta quería golpear a Clyde y yo no iba a permitir eso.

Oyó a Tweek suspirar.

Lo sé, pero ahora temo que piensen que eres una mala influencia.

—De hecho, soy una mala influencia.— Rió.

Tú no me enseñaste boxeo.— Dijo Tweek riendo por lo bajo.

—No.— Craig echó una bocanada de humo.—Te enseñé otras cosas.

Al decir eso, Tweek rió nervioso y Craig soltó una sutil risa nasal. No necesitaba verlo para saber que sonreía avergonzado.

Y qué cosas... Pensaba que bromeabas cuando me dijiste que era "así".— Confesó entre suspiros.

—¿Cómo?

Pues... Grande.— Contestó entre risas.

Aquello descolocó a Craig, quien frenó su mano en camino a su boca.

—¿De qué estás hablando?— Interrogó confundido.

Un pequeño silencio inundó la llamada.

¿Tú de qué hablabas?— Preguntó Tweek igual de confundido.

—De la hierba.

Tweek no dijo nada por unos segundos, a través del teléfono escuchó un golpe sordo seguido de un quejido ininteligible. Procesó sus últimas frases hasta percatarse de la idea que Tweek tenía en mente.

Rió avergonzado.

—Pervertido.— Lo acusó tapando su rostro.

¡Ngh! ¡Mira quien habla!

—Bueno, admito que también te enseñé ese tipo de cosas, pero no es ilegal tener sexo.

Eh... La marihuana no es ilegal, ¿O sí?

—En Colorado no. Bueno, en realidad me expresé mal.— Se corrigió.—Me refiero a que fumar porro está mal visto. Tener sexo también, pero no tanto como lo primero, al fin y al cabo, ¿Quién va por la calle diciendo que "lo hizo"?

Kenny y Clyde.

La respuesta salió de su boca de manera tan espontánea y acertada que ambos no pudieron evitar reír fuerte. Apretó los ojos con fuerza mientras intentaba controlar su tos y el volumen al que reía, al otro lado de la llamada escuchó la risa del rubio más opaca, supuso que se tapó la boca para no alertar a sus padres, si es que no lo oyeron aún.

Las risas paulatinamente se desvanecieron, mutando en un largo suspiro.
Apagó el cigarrillo en el cenicero para posar la mano detrás de la nuca, miró al techo y sonrió levemente triste.

—Me hubiera gustado verte hoy.— Confesó casi en un susurro cargado de nostalgia.

Craig...— Rió nervioso.— también.

—Extraño tu adictivo olor a café.— Se burló.

Eres el menos indicado para hablar de adicciones.— Lo reprendió haciéndolo reír.—Al menos el mío es un rico aroma, no puedo decir lo mismo del tuyo.

—No fue lo que dijiste esa noche... Ni ayer en el baño... Ni anteayer en el...— Lo atacó con una sonrisa pícara en los labios solo de recordar las rateadas arriesgadas a las que se aventuraron en la semana.

¡No estaba en todos mis sentidos!— Se justificó rápido.

—¿Estás seguro?— Rió Craig, poniéndolo aún más nervioso.—Porque creo que me estabas sintiendo muy bien.

—¡Bueno, sí, lo admito! No es el aroma más agradable del mundo... Pero en ti es sexy.— Dio el brazo a torcer.—Aunque... No tanto como tu voz.— Le dijo en un suspiro, el cual en los oídos de Craig se oyó muy sensual.

Sus mejillas ardieron y podía sentir como su corazón se estremecía, palpitando a mayor velocidad y cosquilleando su interior.

—¿Crees que mi voz es sexy?— Le preguntó con lentitud y profundo. A pesar del característico tono nasal, su voz se volvió un poco más ronca que de costumbre al susurrar, pero aquello logró sacarle una risita traviesa al rubio a través del celular.

Demasiado...— Craig se mordió el labio inferior sin dejar de sonreír, dejándose atacar por las mariposas que revoloteaban en su estómago, le encantaba cuando la voz de Tweek delataba su excitación.—Lástima que no puedo oírla aquí. Quiero decir...— Suspiró.—No es lo mismo por teléfono que en persona.

La mirada esmeralda volvió a posarse en la ventana, la luz de la calle opacaba algunas cuantas estrellas, pero la luna seguía viéndose completamente redonda y blanca.

Movió el cuerpo para buscar la caja de cigarrillos y el encendedor en su mesa de luz. Sacó otro y se lo puso en los labios. En lo que tardó en encender la llama, recordó algo que le hizo abrir los ojos lo más que pudo y volvió la vista a la ventana por un segundo. Dejó el cigarrillo sin encender y volvió a tomar el móvil.

—Tweek.

¿Si?

—Tus padres, ¿saben que tu reja está mal soldada?— Preguntó expectante a la respuesta.

No, sino ya la hubieran arreglado, ¿por qué?

El "no" era toda la respuesta que necesitaba para dar rienda suelta a su plan para esa noche.

Sin decir una palabra más, cortó la llamada. Impulsó el torso hacia arriba hasta quedar sentado al borde del colchón, buscó sus Vans bajo la cama y se las calzó de un tirón. Estiró los brazos y arqueó la espalda mientras se incorporaba de la cama y caminó hasta la silla del escritorio donde se hallaba su campera azul, su laptop, algunas fotocopias correspondientes a la materia de filosofía y sus apuntes de física. Descubrió la silla y se colocó la campera.

Antes de predisponerse a irse, cerró la puerta de la habitación con llave y observó el cajón que siempre permanecía cerrado recordando lo que ocultaba ahí. Se agachó hasta tener al mismo frente a su nariz, lo destrabó usando la navaja que siempre permanecía oculta en su campera y lo abrió, de ahí sacó dos condones, el frasco de lubricante... Y unos "cigarros de la felicidad". Como era evidente, no podía cargar con todo en la mano y no sería muy seguro guardar los condones en el bolsillo del jean, por lo que fue por la mochila de la escuela. Abrió el cierre y guardó lo que necesitaría para esa noche.

Cajón, asegurado.
Luz, apagada.
Celular, listo.
Cargador, listo.
Chullo, en su cabeza.

En marcha.

Abrió la ventana de su habitación, ambas piernas cruzaron el umbral con sumo cuidado hasta que pudo sentarse en el marco de ella. Se sostuvo con fuerza del marco superior y llevó sus pies lo más bajo que pudo hasta que estos pisaron la delgada cornisa. Con ayuda de ambas manos, giró el cuerpo sin dejar de sostenerse del marco hasta que tuvo que cerrar la ventana, ahora sus manos se aferraban a la base de la ventana.

Tomó aire y sin pensarlo más, impulsó el cuerpo para dar un salto hasta caer sobre el césped con las rodillas flexionadas. No era la primera vez que se escapaba de casa, de todos modos.

Miró a la ventana por última vez y se puso la capucha de la campera.

En camino a casa de Tweek.

 

Ese repentino corte activó su inseguridad y las preguntas a su cabeza no tardaron en llegar, ¿había dicho algo malo? Cada que repasaba en su cabeza la conversación, no lograba comprender que fue lo que hizo que Craig cortara de golpe.
Se quedó triste un rato, y pensaba pasar así el resto de la noche.

Al cabo de varios minutos, su celular vibró.

Rió bajo al leer la sugerencia del pelinegro y dejó el celular en el escritorio

Rió bajo al leer la sugerencia del pelinegro y dejó el celular en el escritorio.

Se acercó a la ventana y ahí estaba, cerca del árbol, con la mochila recargada en un hombro y una mano oculta en el bolsillo de la campera. Miró a todas direcciones en un conflicto interno entre lo romántico de la situación y el pavor a ser descubiertos.

Me siento como en un cuento donde él es un príncipe poco ortodoxo. Pensó Tweek con una sonrisa mientras subía la ventana y apoyaba sus codos en el marco de esta.

—¿Buscas a la princesa?— Preguntó Tweek burlón.

—No, buscaba al apuesto príncipe Encantador.— Respondió Craig con los ojos puestos en el rubio.

Tweek rió sin abrir la boca.

—¿Qué haces aquí? Si mis padres te ven, te van a matar.— Interrogó Tweek mirando a todas direcciones empezando a sentir nervios de la situación.

—Estoy dispuesto a correr el riesgo.— Rió Craig.—¿Me vas a dejar entrar o vas a volver a golpearme con la sartén?

—¿Nunca me vas a perdonar eso?

—¿Perdonarte? Gracias a ese golpe tuve el privilegio de ser atendido por ti.

El corazón le golpeó fuerte en el pecho con latidos desbocados que le estremecieron y sonrojaron sus mejillas. Apretó los ojos tratando de reprimir una risa nerviosa causada por el cosquilleo en su estómago y suspiró antes de responder.

—Entra.— Invitó Tweek, apartándose de la ventana.

Craig se acercó al árbol y lo abrazó con sus piernas mientras con sus manos se impulsaba hacia arriba, trepando hasta el tronco frente a la ventana.

Pasó ambas piernas por la ventana e ingresó a la habitación, siendo recibido por un dulce beso en los labios.

—¿Sabes lo arriesgado que es esto?— Cuestionó Tweek caminando hacia atrás sin dejar de mirar los labios de Craig.

—Eso es lo que lo vuelve interesante.— Respondió con una sonrisa ladeada, y le regaló otro beso, corto pero suave.

Dejó caer la mochila en el suelo cerca de la cama, abrió el cierre de su campera y se sentó al borde de la cama.

Tweek no tardó en sentarse a su lado, y cuando lo hizo, una de sus manos se posó sobre la de Craig. El ojiverde lo observó con una sonrisa tímida, bajó la mirada y Tweek se dio cuenta lo que sucedía. Se sobresaltó e intentó alejar su mano, sin embargo, Craig volvió a atraparla y dio leves caricias sobre el dorso.

—Tranquilo.— Sonrió.

Ya se había acostumbrado al tacto áspero de la mano del pelinegro, y aún si sus caricias no fueran las más suaves, todo en ellas tenía su esencia. Podía reconocerlas incluso con los ojos cerrados y la mente en otro espacio-tiempo. Sintió la cama moverse y abrió los ojos; Craig subió ambas piernas dejándolo atrapado entre ellas y pasó las manos por detrás de su nuca juntando sus frentes. Sintió su aroma penetrar su nariz y soltó un suspiro que llevaba conteniendo, extrañaba sentirlo de esa forma.
Sí, se habían visto (e hicieron más que solo verse) a escondidas en el baño de la escuela y tras las gradas de la cancha, pero extrañaba la cómoda combinación de la suavidad de su cama, sus dedos jugando con sus cabellos y el aroma a tabaco de su ropa mezclándose con la colonia.

Ese beso tenía un sabor diferente, se sentía ameno y nostálgico, al parecer no habían bastado los que compartieron en la tarde del día de ayer. Desde aquella fogosa reconciliación antes de partir a Raisins, cayeron en la cuenta de que sus besos tenían un efecto químico y físico en ellos que los volvían adictivos y muchos nunca eran suficientes, siempre tenían que ir por más. Tan intensos como dulces, indispensables como la Tierra y la luna, como el sol y la flora.

—Entonces... — Entre beso y beso, Craig volvía a abrir el fuego, el hielo ya había sido destruido y derretido hace rato.—¿Qué hacemos? ¿Miramos la serie que te comenté ayer, una película... O nos quedamos así?

—¿Qué tal si mejor te vas a tu casa antes de que tu madre descubra que no estás y mis padres te echen a patadas?— Bromeó Tweek volviendo a besar al pelinegro.

—¿Y por qué haría eso?

—¿No te preocupa que tu madre vaya a verte y...?

—Mi madre no entra a mi habitación, nunca lo hizo. Existe algo llamado "privacidad", ¿sabes?— Contestó Craig.—Y llave en la puerta. Benditas sean las llaves.

Envidia y atracción. En eso se dividían sus sentimientos hacia Craig.

El aire de peligro y cinismo que acompañaba ese rostro de facciones perfectas y misteriosas se le hacía increíblemente irresistible; a la vez, no podía evitar anhelar poseer al menos el cinco por ciento de serenidad que manejaba el azabache en situaciones límites donde solo bastaba hacer algo de ruido o que sus padres de repente entren a su habitación para descubrirlos con las manos en la masa.

Su mente solo pensaba en lo peligrosa que era aquella travesura, su cerebro enviaba señales de alerta a su cuerpo que en cualquier otra situación explotaría en tics constantes, tartamudeos nerviosos, pensamientos intrusivos y temblores.

Pero  su cuerpo no respondía a esos estímulos.

La corriente era apaciguada por la cálida presencia del chico del chullo, sus húmedos labios sobre los suyos y paseando por sus mejillas, como si no existiera nada en el mundo más que ellos dos.

—¿Qué te parece si hacemos una combinación de la primera y la tercera opción?— Propuso Tweek ligeramente nervioso, un tic hizo presencia cuando Craig lo besó al costado del ojo.

El tener a Craig tan cerca le transmitía tranquilidad y más paz de la que pudiera imaginar, no obstante, llegaba un punto en donde el mismo Craig llegaba a causar cortocircuitos en su sistema.

—Buena idea.— Aceptó Craig sonriendo.

A Tweek se le escapó una risa temblorosa.

—Deberías sonreír más seguido.— Opinó acariciando su nariz con la suya. Aunque quisiera, no podía alejarse de ese abrazo.

—Lo hago contigo.

—Sí, pero, hablo de... No solo conmigo.

—No me gusta sonreír falsamente.— Objetó desviando la mirada.

—Entiendo, ¡Agh! Pero es que tu sonrisa es hermosa. Y... No sé, siento que es una pena que no se pueda apreciar más seguido.— Tweek soltó las manos de la cintura de Craig y unió sus dedos índices con nerviosismo, jugando con ellos. Craig echó las manos hacia atrás, soltó un suspiro pensativo.

—Hace unos años atrás no hubieras dicho lo mismo.— Difirió.—Desde los nueve hasta los trece años usé frenos.— Reveló con disgusto.

Lo miró sorprendido, pero le creyó.

—Bueno, eso reafirma lo que digo.— Se encogió de hombros.—Y personalmente... Creo que los chicos con frenos son lindos.

—¿Tienes un fetiche con el metal como Kenny o qué?— Se burló Craig, denotando incredulidad.

Con lentitud, Tweek acercó su cuerpo al pelinegro mientras le hablaba suave, hizo caminar dos de sus dedos por su torso hasta abrazarlo por la nuca.

—No...— Susurró en un tono sensual y tentador, dibujando una sonrisa en Craig, sus labios rozaban los suyos mientras hablaba.—Solo tengo un fetiche con los pelinegros fumadores de gran estatura con mala reputación.— Finalizó con un  corto y lento beso que terminó en una leve succión.—Voy por la laptop.

Corrió una de las largas piernas del pelinegro dejándole pagando un beso. Mientras su visitante se acomodaba en la cama y se quitaba las zapatillas, Tweek fue primero hacia la puerta y le colocó el seguro.
En el camino de vuelta a la cama, tomó la laptop del escritorio y la abrió.

—¿Cómo dices que se llamaba?— Preguntó Tweek mientras tecleaba en la laptop apoyada en uno de los brazos, y se sentó en la cama junto a Craig.

—Black Mirror.— Respondió acomodándose en la almohada que colocó contra el respaldo.

Tweek ingresó el nombre de la misma en el navegador y clickeó en el primer enlace que apareció.
El capítulo que eligieron ver era el tercer episodio de la primera temporada, titulado "Toda tu Historia".

En un futuro, ni lejano ni cercano, las personas podían instalarse tras sus orejas un chip que recopilaría toda información y recuerdos, como un álbum de fotos de la vida donde la cámara eran sus ojos.
El protagonista de dicha episodio comienza a sospechar que su pareja lo ha estado engañando, y con la tecnología de su lado, acaba descubriendo la verdad tras su muy cercana amistad con un hombre que al parecer, conoció en Marruecos.

Una frase dicha a mitad del capítulo dio vueltas en las cabezas de Tweek y Craig hasta el final.

"No todo lo que no es cierto es una mentira".

—Es una pésima forma de negar los hechos.— Soltó Tweek con cierto fastidio.

—Quiso aplicar la paradoja de Epiménides porque se sentía acorralada por la situación. La frase no está mal formulada, sólo está mal situada, porque aún si ellos no estaban en una relación en ese entonces, lo cual le da un punto a ella en el sentido de que no lo engañó, no quita que le mintió todo el tiempo sobre quién era el padre de su bebé o sobre cuánto tiempo salió con él realmente.— Opinó Craig inclinándose hacia la laptop para deslizar el dedo en el touchpad.

—Pero la frase no tiene sentido.— Insistió Tweek.

—Eso parece porque es una paradoja, cumple su función. A primera vista, es una idea extraña, donde se oponen dos ideas totalmente distintas y hay que pensarla una y otra vez hasta darse cuenta que, aun pareciendo contradictoria o yendo contra la lógica, tienen algo de verdad....

—Craig, más despacio, son las doce y media de la noche y aún no me recupero de la clase de física.— Lo frenó el rubio tomando su cabeza con ambas manos.

—Lo siento.— Rió.

—Solo dije que vayas más despacio, no que pares.— Indicó con una sonrisa.

—Eso suena muy doble intencionado.— Bromeó mirándolo fijo.

—¡Hey!— Espetó Tweek levantando el torso.

—Tenía que decirlo.

—Está bien, está bien...— Suspiró y volvió a recostarse.—¿Qué es eso de la paradoja de Epimides?

—Epiménides.— Lo corrigió.—Se lo conoce también como la paradoja del mentiroso. Básicamente, tiene como objetivo demostrar quién miente y quién dice la verdad en un grupo de personas donde hay una situación en concreto con dos versiones distintas y por lo tanto, interpretaciones diferentes.— Explicó.—Por ejemplo, Epiménides dijo una vez "todos los cretenses mienten", eso lo incluía a él, ya que él era cretense también. A partir de ahí, esa frase, ¿es cierta o falsa según tú?

—Emmm...— Tweek se llevó la mano a la barbilla, pensativo.—¿Verdadera? Supongo que todos mintieron alguna vez.

—Si es cierto que todos mienten, entonces la frase es falsa porque Epiménides es de Creta, lo que lo hace formar parte de los "cretenses", entonces la afirmación se contradice. Ahora, suponiendo que no es cierto que todos mientan, la frase también es falsa, ya que al menos un cretense estaba diciendo la verdad, en este caso, Epiménides, por lo que no todos mienten.— Respondió Craig.—Quién afirma algo que es mentira en base a contradicciones, probablemente esté mintiendo. La frase es falsa en todas sus interpretaciones cuando se analiza, porque la verdad no tiene contradicciones, ya que se basa en hechos que se pueden probar. En cambio, la mentira se construye de forma que parezca una verdad ya que no tiene hechos comprobables y probados. Lo único que puede no ser cierto y sin embargo no ser una mentira ya que no hay una construcción implícita son las interpretaciones en torno a situaciones ambiguas, porque se prestan a ser interpretadas de diferentes maneras.

En cuanto se dio cuenta de que había hablado más de lo que pensaba hacerlo, volteó a mirar a Tweek, quien le veía con una expresión confundida intentando procesar la información, pero sus ojos y la forma en la que le miraba denotaba admiración y, al parecer, entusiasmo por besarlo.

—Creo que a mi lista de fetiches voy a añadir "pelinegros fumadores de gran estatura, con mala reputación e inteligentes con posibles crisis existenciales".— Fue el veredicto del rubio.

—En resumen, todo el mundo miente. Y no es necesario ser "inteligente" para deducirlo. De hecho, la idea que tenemos de inteligencia está demasiado sobrevalorada. Lo que yo digo podría decirlo Stan con otras palabras y seguiría siendo igual.

—¿Acabas de decirle "tonto" a Stan?— Rió Tweek.

—En efecto.

Entre risas, el rubio volvió a incorporarse buscando atrapar su rostro con las manos, obligándose a ignorar la computadora para poner atención al más pequeño.
Se giró para tenerlo de frente y volvió a abrazarle las caderas con las piernas.

—No tenía idea de que tuvieras en la cabeza más cosas, además de números, que de por sí ya impresiona.— Susurró.

—Leo más de lo que parece.— Confesó.

—Me doy cuenta.

—Y aún así... Prefiero los números y las ciencias exactas.— Concluyó.—Los humanos son muy vuelteros para mi gusto.

—¿Eso me incluye?— Indagó enarcando la ceja.

—No, tú eres un demonio con piel de ángel.— Respondió en un suspiro.—Nos haces pensar a todos que eres tierno e inocente cuando en realidad eres peor que yo, solo necesitas que enciendan la mecha para mostrar tu verdadero tú.— Comentó riendo.

—Entonces, ¿soy un mentiroso?

—No, eres una paradoja por la que no me molestaría volverme loco.

Dicho eso, Tweek no pudo resistir más el impulso de rodear su cuello en un abrazo y callarlo con besos. Besos que empezaron siendo dulces y delicados, con caricias cuidadosas, y a medida que se extendían, la intensidad de aquella acción aumentaba y cuando menos se dieron cuenta, Craig se encontraba encima del cuerpo de Tweek invadiendo la piel de sus mejillas y su cuello con múltiples besos que le robaron suspiros al más pequeño, estirando las mangas de su campera por instinto. Craig se sentó sobre Tweek para quitarse la campera y seguido de eso, se sacó la camiseta.
Tweek se apoyó sobre sus manos y en cuento tuvo su torso cerca, le brindó algunos besos y leves lamidas. Se abrazó a él apretando su trasero sobre el jean y recorriendo su espalda, tratando de arañarlo con sus muy pequeñas y nada prolijas uñas.
Le oyó gemir contenido, y subió la cabeza para que este lo encontrara y volviera a unir sus labios con los suyos.

Volvieron a recostarse sobre el colchón corriendo la laptop con sus pies como pudieron, besándose tan apasionadamente que el frío de la noche no se sentía.
Lo estrechó tanto contra su cuerpo como pudo para compartir ese calor corporal que poco a poco les empezaba a quemar y usar ropa en aquel momento suponía una agonía.

Podían haber avanzado al siguiente paso desde ese punto, de no ser por un golpeteo en la puerta proveniente desde afuera de la alcoba.

—¡Tweek!

La voz de su padre se oyó a través de la puerta, no parecía molesto ni nada que se le asemeje, pero el solo hecho de oírlo hizo a Tweek dar un grito ahogado y Craig se obligó a separarse con inmediatez de él.
Tweek se levantó de la cama con torpeza a causa del temblor que le invadió.

—¡Oh por dios! ¡¿Qué hago?! ¡¿Qué hago?! ¡AGH! ¡Mucha presión!— Exclamó jalando su cabello.

—¡Shhh!— Lo calló Craig.—Tranquilo, abre la puerta.

—¡Pero...!

—¡Tweek! ¿Estás bien?— Insistió Richard del otro lado de la puerta.

—¡Agh! ¡Ya voy!— Respondió. Volvió la vista a Craig.—¿Qué...?

—Abre la puerta.— Repitió.

Justo después de eso, se bajó de la cama con la campera y la camiseta en mano, y procedió a esconderse debajo de ella, estiró la sábana para tapar el hueco donde se ocultaba y así, quedar fuera del rango de visión de Richard.

Sus ojos iban a de un lado a otro y su respiración estaba muy acelerada. Inhaló y exhaló un par de veces hasta que logró verse al menos, no tan sospechosamente alterado.
Antes de ir a la puerta, notó que la mochila de Craig y sus zapatillas estaban a la vista, volvió a acercarse a la cama y las pateó debajo de ella sin mucho cuidado.

—¡Auch!— Se quejó Craig al recibir la patada de Tweek junto con su mochila.

—¡Perdón!— Se disculpó rápido. Llevó la vista a la puerta y la volvió a donde se encontraba Craig.—¡No hagas ruido!

Volvió a coger aire y soltarlo con forzada calma antes de sacar el seguro de la puerta y abrir a su padre.

—¡Agh! Hola papá.— Saludó Tweek rascando su cabeza. Rogaba que justo ahora, su padre no le dé más importancia de la que debe a sus tics o su temblor.

—Hola hijo.— Respondió Richard con una media sonrisa. Tenía dos tazas en las manos.—Te traje un poco de café.

Su padre le entregó una de las tazas, él la aceptó y la tomó con ambas manos, dio un leve sorbo.

—Gracias.— Le dijo Tweek cabizbajo.

—De nada, hijo.— Sonrió Richard.—Tweek, he estado hablando con tu madre y... Sé que hemos sido un poco duros contigo esta semana, y quería hablar contigo para que entiendas porqué, tal vez ahora no nos entiendas, pero no es que no te queramos o que no nos agraden tus amigos, es solo...

—Papá.— Lo interrumpió Tweek.—Sí lo entiendo, tranquilo, sé que es porque me quieren y quieren lo mejor para mí.

—Oh... Entonces me alegro que hayas podido comprendernos.— Respondió su padre con una dulce sonrisa y posó su mano en la desordenada cabeza de su hijo.—Eres tan maduro.

Esto es muy vergonzoso. Pensó Tweek recordando que alguien bajo su cama estaba oyendo todo eso.

—Bueno... Gracias por el café, papá, ahora iré de vuelta a dormir.— Tweek fingió un bostezo y estiró su brazo libre, esperando que así, su padre lo deje en paz.

—Sí Tweek, que tengas dulces s...— Antes de terminar la oración, corrió la cabeza y su vista dentro de la habitación, algo había llamado su atención.—Oye, ¿ese no es el gorro de tu amigo, Craig?

Bajo la cama, Craig mantenía las manos sobre su boca. Al oír la última pregunta de Richard, sus ojos se abrieron tanto como era posible y una de sus manos ascendió a su cabello mientras su respiración comenzaba a descontrolarse.
Y efectivamente, su gorro no estaba sobre su cabeza.

¡Ay carajo! Se quejó para sus adentros.

—¡Oh! Sí, es que se le cayó en la escuela y bueno... Pensaba devolvérselo el lunes.— Mintió Tweek entre titubeos y algunos tics.

—Ya veo. Aunque ya se lo había olvidado una vez, ¿no? Esos días donde usabas el gorro aquí.— Le recordó Richard.

¡Mierda! La piel de Tweek tomó un tono carmesí al instante. No le había dicho a Craig que usó su chullo dentro de la casa la primera vez que él se había quedado en su casa.
Desde el lado de Craig, presionó más sus manos contra su boca para contener lo que hubiera sido un grito de impresión, sus mejillas tomaron color solo de imaginar a Tweek usando el chullo. Tenía sospechas de que lo había usado, ya que cuando se lo devolvió ese miércoles en la escuela, el gorro olía a puro café.

—Sí, ya se lo había olvidado una vez.— Respondió completamente avergonzado. Ya Craig sabía su pequeño secreto.

—Ese chico no olvida su cabeza solo porque la tiene pegada al cuello.— Bromeó Richard con simpatía.

¡Oye! ¡Eso ofende! Se quejó Craig dentro de su cabeza.

—Bueno, ya me voy, que tengas dulces sueños, hijo.— Se despidió Richard con dulzura, y besó a Tweek en la frente.

—Igualmente papá, adiós.

Cerró la puerta y volvió a poner el pestillo, posó su oído en la madera para procurar que nadie esté merodeando por allí.

Cuando comprobó que no era así, se apoyó contra la puerta tratando de controlar su respiración; agitado y aliviado al mismo tiempo, aún con el corazón en la boca.

—Ya puedes salir.— Le indicó a su visitante.

—Se me metió el culo hasta adentro.— Comentó mientras salía de su escondite.

—Dímelo a mí.— Contestó en un suspiro.

Tucker se paró del todo poniéndose la campera sobre el torso desnudo y volvió a sentarse en la cama, mirando al rubio contra la puerta, como si esta se fuera a caer.
Tomó su chullo nuevamente y se lo colocó en la cabeza. Soltó una leve risa, sabía el porqué de la evasiva mirada celeste de Tweek.

—Así que... Usaste mi gorro.

El rubio ocultó su cara con las manos, ya no podía escapar de aquello.

—Solo quería ver cómo me quedaba.— Titubeó.

—Ahora yo quiero ver eso.— Le dijo en un tono vacilante entre el desafío y la burla.

—¡Jódete! No lo verás.—  Se negó Tweek cruzándose de brazos.

—Anda — Craig se levantó de la cama y se dirigió al rubio. Al llegar a su posición, se inclinó hasta su altura, y por desgracia, Tweek no pudo oponerse ante su cercanía. Le miró por un segundo.—, seguro te queda mejor que a mí.

Sin más preámbulos, Craig se quitó el chullo de la cabeza y lo colocó en la melena dorada.
Tweek levantó la cabeza y clavó los ojos celestes en él, con un leve atisbo de molestia que a Craig se le hizo infinitamente adorable.

—Te ves tan tierno enojado que aún me cuesta creer que hayas podido partirle la madre al idiota del bar.— Rió agachando la cabeza.

—¿Sabes qué más puedo hacer incluso viéndome "tierno"?— Le dijo haciendo comillas con los dedos.

—¿Qué?

—¡Esto!— Ni bien terminó de responder, Tweek rodeó a Craig con los brazos a la altura de la cadera y ajustó el agarre en el trasero.

Sus pies despegaron del suelo y sintió su pecho estrecharse contra el flacucho hombro. Enredó las piernas alrededor de la cintura del rubio y se aferró con fuerza de su cuello mientras Tweek lo llevaba hasta la cama, sintiendo un ligero temblor, pero no le fue difícil cargar a Craig.

—¡Tweek!— Lo llamó entre risas.

—No grites, idiota.

Depositó a Craig en el colchón haciéndose un espacio entre las piernas largas, y empezaron a reír con las manos atrapando la carcajada en sus palmas al recostarse sobre la cama.

Risa natural, cosquilleo en el pecho y la mirada maravillada.

Se sentía afortunado y bendecido, porque lo tenía ahí, bajo su cuerpo, al chico que muchos catalogaban como mala influencia y alborotador, con una sonrisa brillante, los ojos achinados y completamente a su disposición, no había ido ahí por nada y lo sabía. ¿Cómo realmente podían ser la misma persona? Si tan solo pudiesen verlo ahora, total y completamente adorable, divertido y relajado, como si no hubiese ningún peligro fuera de esa recámara y todo aquello fuera un juego, donde la única regla era disfrutar ese efímero instante; entre risas, suspiros, manos inquietas ansiando palpar por debajo de la molesta ropa y miradas que decían más que las palabras, parpadeando al encontrarse, mezclándose como el cielo azul y el verde césped del campo.

Y a pesar de todo, no perdía esa sensualidad inefable que calentaba la sangre en sus venas y creaba en su mente escenarios tan ardientes como perfectos.

Tan dual, perfectamente formulado. Física y química en estados puros.

Hundió la nariz en el cuello delgado, dejándose embriagar con el aroma abstracto y cálido del cigarro, cerrando los labios en una porción de su carne y besando con dulzura, profundizando la presión de sus labios y mordiendo con cuidado sus hombros en cuanto en sus oídos percibió los sensuales jadeos del pelinegro, murmurando su nombre, desligándose poco a poco de su autocontrol. Fue cuando sintió las suaves manos de Tweek adentrarse por debajo de su campera abierta, pellizcando con devoción los oblicuos definidos, deslizando las yemas sobre los pectorales y descendiendo por el torso delgado y atlético dejando un rastro de besos húmedos hasta llegar al límite del pantalón, donde una erección ahogada presionaba contra el botón del jean y exigía salir.

Tweek cerró la mano alrededor de la dura erección por encima del pantalón y la apretó ligeramente,  seguido de eso, lo acarició desde la base hasta el botón con la palma abierta haciendo presión con ella, una y otra vez, amagando de vez en cuando con sus dedos cerca del borde del pantalón, escondiendo un dedo por dentro de él, tirando hacia abajo, para luego volver a bajar la palma hasta donde se hallaban los testículos y más abajo. Craig gruñó contra la palma que cubría su boca, anticipándose a lo que sabía que le esperaba. La mirada pícara y juguetona del rubio, observando con alabanza el bulto, y sus ojos sufridos porque necesitaba que por favor, le sacara de esa agónica espera y lo adentre en su húmeda cavidad.

El corazón le latía con fuerza, la sangre hervía bajo sus mejillas y la respiración se volvió pesada e irregular. Tan erótico, tan lascivo.

La imagen perfecta del deseo.

—Oh... Tweek...— Gimió Craig.—Por favor...

"Tierno".

Recordó esa palabra, resonó en su cabeza como un objetivo. Un concepto integrado en el sistema de Craig que debía destruir. Entonces sonrió.

Sin más preámbulos ni anticipaciones que le arruinaran la sorpresa, cogió el pantalón de los bordes, asegurándose de sentir la ropa interior en sus dedos, y los bajó hasta quitárselos del todo. Los ojos esmeraldas de Craig se ensancharon ante el repentino atrevimiento, sintiendo como su erección palpitó y especialmente, lo húmedo que se sentía. Ya no quería estar dentro de la boca de Tweek, le urgía estarlo.

Lo tomó desde la base y presionó, haciéndole soltar un jadeo contra su mano. Ascendió hasta él y lo besó en los labios con ímpetu, con desespero y tan brusco que cuando dejó de hacerlo, requirió de más de una bocanada profunda para recuperar el aire que le había robado.

Con su lengua hizo una exploración por todo el tronco, en movimientos circulares que se detenían en el frenillo y volvía a bajar, dejándolo con deseos de más. Lo saboreaba con cierta malicia, una que era encantadora y hechizante. Bajó a los testículos, los lamió justo en el pliegue que se formaba en el medio de ellos, de arriba abajo, lento, suave y delicioso, chocando la lengua en el perineo, pequeño accidente que lo veía como una buena oportunidad para succionarlo; un sonoro gemido contra su mano se escapó y la espalda se le arqueó. Volvió a subir haciendo el mismo trayecto, dos, tres recorridos ida y vuelta, fueron suficientes para que la impaciencia le consumiera y le rogara que por favor, de una vez por todas, lo metiese en esa boca tan infernal.

Y Tweek amaba complacerlo. Tentarlo al mal.

¿Y cómo no hacerlo? Eso era un espectáculo privado, íntimo, suyo.

Se quitó la camisa, deslizando el cuello por sus hombros con una mirada lasciva y una lentitud erótica, de ensueño.

—Eres tan ruidoso...— Su camisa y el chullo cayeron al piso, y continuó con sus pantalones. El rostro de Craig estaba al rojo vivo ante semejante visión.—Deberé opacarlo con algo.

Tomó el celular de la cama y lo desbloqueó, la canción que escuchaba antes de que Craig llegara era ideal para aquella ocasión. Subió el volumen al máximo, de todos modos, no debía preocuparse por sus padres, Tweek solía poner música para dormir.

Dejó el celular en la mesa de luz con Watermelon Sugar sonando y volvió a su posición, tomó el miembro palpitante, latente.

—Ahora sí.

Introdujo ese hinchado miembro dentro de él y succionó el glande humedecido, llenándolo de saliva y continuó introduciéndolo hasta sentir que chocaba con su garganta. Lo liberó apreciando el sonido sensual que desprendió de sus labios, seguido de eso, presionó el interior de sus labios contra el falo jugoso, como una caricia que lo dejó al abismo de la tentación, cayendo al vacío sin ninguna intención de aferrarse a la cordura, sabía que estaba a su merced, con los ojos entrecerrados y la boca abierta pidiendo más; continuó con besos fogosos, lamidas enroscadas y otra vez, adentro de él, siendo apresado por ese sello perfecto contra su paladar y armoniosos movimientos ascendentes y descendentes que le hizo arquearse nuevamente. Estaba entregado a lo que sea que el rubio planeara.

Y por supuesto, cuando pensaba en "lo que sea", era literal.

Tweek descendió hasta el pliegue entre sus piernas, pasando su lengua allí, dando una vuelta por la cara interna de los muslos depilados y tonificados.

Y su última parada: su intacta entrada.

Con la punta de su lengua lamió el pliegue, girando su lengua en círculos perfectos e ingresándola en él, solo una parte de la punta, pero era suficiente para que Craig suspirara de placer.

—Hay...— Craig intentaba hablar. Tweek lo observó.—En mi mochila...— Otro rico jadeo.—Lubricante...

Perfecto.

Bajó su mano hasta el piso y tanteó el borde de la mochila. La tomó como pudo y la deslizó por el piso hasta finalmente subirla a la cama. La abrió sin mirar, tomó un condón y el lubricante con inmediatez.

Lubricó sus dedos con aquel líquido mágico, observó su entrada con admiración, pero también con duda y una repentina inseguridad le invadió.
Su miembro no era tan largo como el de su compañero, pero si más grueso y eso era lo que temía.

¿Y si lo lastimaba?

—Tweek...— Su voz gimiendo su nombre atravesó cada barrera y cada capa insignificante de inseguridad formada en él.

Sonrió de lado, confiado y decidido. Acercó el dedo índice y acarició el pliegue con círculos suaves y juguetones. Craig cerró los ojos preparándose para vivir una nueva y curiosa experiencia, y el que sea Tweek quien le brinde aquello lo hacía el doble de especial, porque fue el primer chico con el que llegó más allá de unos besos. Y no se sentía incómodo ni nervioso.

Sin presiones.

Solo vivirlo. Vivirse el uno al otro.

Jugó un rato con sus dedos rozando y acariciando la entrada hasta que el dedo medio ingresó con cautela. Volvió a arquear la espalda, esta vez, pudiendo reprimir el gemido. Necesitaba procesar la nueva sensación.
Volvió a lubricar el dedo tanto como pudo, de modo que al segundo intento, el dedo medio se adentró sin problema. Lo dobló dentro de él para acariciar la pared, generando una estimulante fricción que lo hizo jadear al fin. Empezó a moverlo, lento y dulce. Gemidos alargados y murmullos ininteligibles, deleitándose en ese nuevo placer. Sus estrechas caderas inquietas, elevándose instintivamente.
Si el cielo se sentía así, estaba empezando a tocarlo con la yema de los dedos, presionando las nubes y viendo las estrellas.

I just wanna taste it, I just wanna taste it... 

Esa parte de la canción resonaba en sus mentes una y otra vez.

Querían probarse.

Cuando el segundo dedo ingresó en Craig con algo de ayuda del dedo que ya estaba moviéndose dentro de él; un instinto salvaje se apoderó de él, un deseo incontrolable de que Tweek lo penetre con fuerza y sin misericordia. El lubricante estaba haciendo bien su trabajo, calentando el interior, sus dedos haciendo ese delicioso vaivén que dilataba la zona, deleitándose con el sonido chasqueante y húmedo de los dedos y la mano de Tweek chocando su entrada mientras continuaba con el delicioso oral que le brindaba con disfrute; profundo, placentero y ardiente.

Cálido, apretado, húmedo, latente.

Así se sentía en sus dedos y era majestuoso.

Subió hasta la altura de su torso, cubriéndolo con su cuerpo en la medida de lo posible, admirando en primer plano esa excitante expresividad, lejos de ser monótona, los ojos cerrados y la boca abierta, perdiendo el control de sus propias palabras. Palabras que motivaron a Tweek a ingresar un dedo más en esa palpitante y humedecida cavidad; su espalda volvió a arquearse, sus caderas se despegaron del colchón y sus dientes aprisionaron su pulgar jadeando contra él, completamente rendido y receptivo en cuerpo y alma a las embestidas sin misericordia en su interior y deseando con todas sus fuerzas llegar al último paso, pero Tweek no lo dejaría pisar el último círculo de ese lujurioso infierno tan rápido, y continuó con ese intenso movimiento de dedos hasta que notó el cómo las piernas de Craig comenzaban a temblar y su respiración se volvió tan agitada que parecía desesperado por recuperar aire. Empapado en sudor, el miembro duro como roca y sus palabras eran exactas y concisas con sus deseos, siempre directo, como es él.

—Solo hazlo.— Gimió el pelinegro mirándolo con súplica.

Si la voz de Craig se le hacía sexy por sí misma, lo que oía en ese momento era una dulce melodía.

Llevó su mano por encima de su cabeza y tomó el negruzco cabello desde ahí, lo jaló para que lo mirase fijo, frente con frente, narices tocándose y labios atrapando los suspiros del otro.

Lo besó. Extrañaba sus labios.

—¿Cómo quieres que me ponga?— Preguntó Craig.

¿Craig Tucker me está preguntando a mí como quiero que se ponga? Pensó para sus adentros, recordando la apariencia estoica, silenciosa y firme que demuestra cada día en la escuela, en la cafetería y en el barrio. Y ahora lo tenía ahí, bajo su cuerpo, temblando de placer y sumiso a todos sus deseos.

Aunque lo último no lo sorprendió. Craig siempre se comporta sumiso y obediente a los pedidos del rubio.

—Me gusta verte, quédate así.— Respondió con los ojos entrecerrados y sus labios sellando los del pelinegro.

Retiró los dedos de él y buscó el preservativo a su lado mientras Craig se liberaba del calor que la campera le daba, el único calor que quería sentir en ese momento era el de sus pieles rozándose. 

Calor corporal, calor sexual. 

Al igual que Craig en su primera vez, lo abrió con cierta dificultad, pues sus manos temblaron un poco ante la acción, si a eso le sumaba el palpitar descontrolado de su corazón y el calor que sentía en su rostro al punto de no sentirlo. 
Deslizó el condón sobre el miembro hasta la base, lo untó con abundante lubricante y lo acercó hasta su entrada otra vez.
Observó a Craig con detenimiento mientras sus dedos volvían a irrumpir en su entrada, la cual en este punto, se abría ante él con suavidad.

Exagerado.

Eso definía completamente lo que tenía frente a él, la palabra justa para calificar la belleza del pelinegro. Exageradamente guapo, exageradamente atractivo, exageradamente sensual, exageradamente hermoso.

Perfecto.

Era perfecto sin proponérselo.

Tan perfecto que asusta.

Tomó aire una vez más antes de quitar los dedos y posar la cabeza, entrando con cuidado en él. Un largo gemido salió de su boca y se prolongó hasta que Tweek estaba completamente adentro de él, aferró sus manos al cabezal de la cama y echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por el maravilloso hormigueo que recorrió su cuerpo y la dulce sensación que bajó hasta su entrepierna. El ajuste en su miembro y el cómo le quemaba a fuego lento con palpitaciones deliciosas era maravilloso, el rubio se quedó sin palabras, con la boca abierta y los jadeos entrecortados.

Era mejor de lo que imaginaba. Infinitamente mejor.

Comenzó con movimientos lentos, tomando a Craig de sus largas, torneadas, depiladas y delgadas piernas; oyó los suspiros cada vez más apasionados, los roncos gemidos descontrolándose de a poco, jadeos irresistibles y ese tonificado cuerpo estremeciéndose de puro placer. A cada movimiento lo sentía más suave que el anterior, y fue cuando decidió dejarse envolver por sus más íntimos anhelos de carne, el correr vertiginoso de su sangre hasta su miembro, no desperdició la oportunidad de aprovechar la posición en la que se encontraban y recorrió sus manos por todo ese hermoso cuerpo justamente musculado, sus abdominales, sus pectorales, su cintura, sus bíceps, su cuello, clavículas, algunos jalones de cabello, caricias, pulgares que se introducían en la jadeante boca por casualidad y eran lamidos con adoración por esa preciosa lengua de suave textura y frío piercing; chocó sus caderas contra ese firme trasero con mayor dureza, vibrante, hasta enterrarse en lo más profundo del azabache.

—Joder... Ah... Joder... Tweek...

Gruñidos, gemidos, la tensión que sentía formarse alrededor de su miembro, suspiros placenteros, miradas lascivas, mordidas lujuriosas.

Era el combo perfecto para encender sus más profundos deseos y sumergirse de una vez en el pecado.

No se dio cuenta del momento en el que aumentó la velocidad de ese movimiento repetitivo, estaba poseído por lo que ese cuerpo le hacía sentir, y golpear en su punto dulce era su manera en aquel entonces, de agradecerle por brindarle el inmenso privilegio de estar dentro de él, probarlo, sentirlo, saborearlo y apreciarlo de esa manera.

Tan real, tan espontáneo, tan complacido, tan consensuado, tan confiado.

—Oh... Sí... Así... Joder...

Dejó caer su cuerpo sobre él y lo besó con desespero, intenso, efusivo, succionando los cálidos labios de vez en cuando, mordiendo la carne rosada y ahogando sus gemidos sin mucho éxito; realmente no les importaba quedar aturdidos por ellos, le encantaba saberse autor de esos profundos y graves gemidos, amaba ese Craig tan desatado, tan lascivo y seductor. Inundados en el placer que sus cuerpos se permitían brindarse, sin cuestionamientos estúpidos sobre si así debía ser su sexo ni dándole muchas vueltas. Tweek deseaba darle placer y deseaba sentir placer, y viceversa con Craig.
Querían placer, gemir, sentirse, tocarse y disfrutarse. Sin condiciones, sin encasillamientos ni roles predeterminados.

El sexo es debe ser meramente recíproco. O no es nada.

Sentía su miembro frotarse contra el vientre de Tweek, tentador, urgido y necesitado de atención. Llevó su mano hasta él y comenzó a masturbarse tratando de seguir el ritmo de las embestidas de Tweek, disfrutando el golpeteo constante en ese punto dulce hasta que luego de un largo rato que se pasó como agua y unas últimas pero brutales estocadas en su interior, ambos llegaron al climax, dejándose envolver en el éxtasis embriagador y una caliente corrida por parte de ambos que les dejaron sin aire en los pulmones después de soltar un último gruñido opacados con un beso y sus extremidades temblando.

Tweek salió de Craig y se quitó el condón repleto de semen, cayó en el cuerpo del ojiverde tratando de recuperar el aliento, y casi inmediatamente, Craig envolvió el pequeño cuerpo con sus brazos, intentando respirar con normalidad y volver a activar su sistema nervioso.

—Dios... Eso se sintió...— Tweek hablaba entre bocanadas forzosas. Su cabeza intentaba conectar palabras mientras que su oído se distraía con facilidad al detectar Adore You, ¿Cuánto tiempo estuvieron haciéndolo? Ya había perdido la cuenta de cuántas canciones diferentes oyó de fondo.—Increíble.

—Excitante, delicioso, perfecto... Tremendo... Extraordinario... Ya se me terminan las palabras para describirlo.— Craig no salía del transe, aún tenía la cabeza en todo lo sucedido. Estaba al borde de perder la consciencia.

No se molestó en ver lo que hacía Tweek al sentir como estiraba el brazo a la mesa de luz, seguía concentrado en su respiración y tratar de no quedarse dormido tan pronto. Tweek bajó el volumen de la música cuando tuvo el celular cerca de ellos.

—¡Son las dos y media de la mañana!— Informó con sorpresa.

—Mierda... ¿Una hora y media? Parecía más...— Consiguió opinar entre suspiros.

El rubio se corrió de encima de su cuerpo para poder acostarse a su lado. Tomó la mochila para guardar el lubricante, había terminado en el suelo con todo el movimiento del colchón, sus cuerpos y las sábanas.

Cuando miró hacia adentro, notó algo que antes había ignorado o de lo que no se había percatado.

—¿Cuándo pensabas decirme que trajiste esto?— Craig lo miró confundido hasta que el rubio le enseñó frente a sus ojos uno de los dos cigarrillos que había preparado.

—Supongo que cuando recuperara la consciencia.— Le contestó un poco más revivido.

—¿Y por qué no me dijiste antes? Podríamos haberlos...

—No, te habrías quedado dormido o, caso contrario, no podría haber disfrutado de verte como estuviste porque aún tienes que acostumbrarte.— Explicó.—Yo porque hace tres años lo llevo consumiendo, pero tú empezaste hace poco, y no lo voy a fumar solo.

Tweek volvió la vista a ambos cigarrillos.

—¿Y... Te gustaría encenderlos?— Propuso el rubio.

Craig extendió la mano.

—Pásame el encendedor y abre la ventana.

 

El resto de la noche la pasaron abrazados, tapados con una suave cobija, la música reproduciéndose con sutileza, la ventana dejando entrar el aire fresco de la noche y dejando salir el humo de la hierba; la luna iluminándolos junto a muchos pequeños faros de luz blanca en el firmamento, Craig acariciando la melena rubia, Tweek acariciando el pecho suave y juntos disfrutando de la relajante sensación que la hierba producía en sus cuerpos.

En silencio, y no uno incómodo.

Era un silencio de calma, de paz, de disfrutar la presencia del otro y el contacto con el momento, permitiendo a la marihuana hacer su trabajo y adorándose en la privacidad de sus mentes, pero delatándose con la mirada. Un beso de vez en vez, caladas compartidas, pequeñas risas sin ningún motivo aparente y caricias dulcificadas.

Hasta que quedaron profundamente dormidos.

 

La alarma de Craig sonó a las seis de la mañana, y afortunadamente, no tardó en despertar, siempre tuvo el sueño ligero y en ese caso, suponía una ventaja.

Tweek refregó los ojos al despertar y se besaron, corto y tierno, como una caricia. Se levantaron de la cama y se vistieron. Tomó su mochila y volvió a la ventana, se sentó en el borde del marco, y antes de pasar al tronco, se besaron por última vez.

Tweek permaneció un rato en la ventana, viéndolo con una sonrisa tonta mientras se alejaba. Craig giró a verlo por última vez, le saludó de lejos con la mano presumiendo una sonrisa y desapareció.

No sería la última travesura que tendrían.

Y ambos lo sabían.

Chapter 23: El Club de la Discordia

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/X-mn745dS0s

Chapter Text

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Temporada 2

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Sinopsis:

El  Club  de Teatro abre sus  puertas  de la mano de un exigente profesor.

Los alumnos de sexto año deciden inscribirse en el para participar en las obras de este último año por  última  vez, todos juntos.

A partir de su apertura, se forman lazos  que tal vez causen algunas confusiones y se desencadenarán una serie de eventos que los chicos deberán enfrentar, como sentimientos encontrados, tomar decisiones cruciales, secretos saldrán a la luz y especialmente, miedos y mucha presión.



 

 

En el límite entre el pasillo de los casilleros y las puertas a la libertad, se olía el cigarrillo y se podía oír a  Fit For Rivals  a través de los auriculares. Tendría que estar en la clase de la señorita Garrison, pero no es como si le interesara especialmente soportar sus anécdotas sexuales o cuánto le mide el pene a su nuevo novio, necesita un respiro, aunque el costo sea una reprimenda por parte de los perceptores o Mujer Fuerte.

Guardaba la mano en el bolsillo de su jean negro y reposaba la espalda sobre el marco de la puerta, intentaba alejar los malos pensamientos en cada calada, mantener su imagen tosca y fría intacta y disfrutar de la cálida luz diurna, en el fondo sabía que se mentía, era consciente de que esa calma no era real. ¿Pero quién no se ha mentido ha sí mismo alguna vez?

No fue una buena semana, y mucho menos una mañana.

Soltó el humo suavemente y cerró los ojos.

—Aaah...— Suspiró con desgano.—Que mierda.

Volvió a ponerse el cigarrillo en la boca, con completa disposición a permanecer así hasta que sea oportuno.

O que sus amigas lleguen corriendo hasta ella con una gran sonrisa y dos bolsas de consorcio.

-¡Rojo!

Se quitó los auriculares y los dejó moviendo en sus hombros mientras con la mano corría su cabello de intenso color carmesí hacia atrás. Tiró el cigarro al suelo y lo pisó.
No quería ahogar a Wendy con el cigarro otra vez.

—Hasta que por fin llegaron.— Les dijo la pelirroja a las dos chicas que se aproximaron en su posición.

—¿Fumabas?— Bebe agitó la mano cerca de su nariz al percibir el amargo aroma que había en el aire.

—¿Qué viene que adivinas?— Respondió Red con sarcasmo.

Entre algunas tosidas, Bebe metió la mano en su bolso y sacó un perfume splash de aroma floral, el cual comenzó a esparcir encima de Red, provocando que esta entre en un ataque de tos.

—Mejor.— Dijo Bebe con cierto alivio, inhalando la fragancia.

—¡Puta madre, Bebe!— Se quejó Red tapándose la boca.

—Al menos ya no apestas a cáncer.

—Apesto a prostituta infantil.— Red frunció el ceño y le sacó el dedo medio a Bebe.

—¿Pueden dejar de pelear?— Refunfuñó Wendy llevándose la mano al entrecejo.

—Ala, ya te pareces a Stan.— Se burló Red.

—Cállense.— Ordenó Wendy denotando hartazgo.—Bebe ya terminó los conjuntos, vamos a mostrarles a los demás.

—A menos que quieras seguir adelantando tu muerte aquí.— Bromeó Bebe mirando a la pelirroja.

—Meh, ya no tengo nada bueno por lo que esperar aquí.— Suspiró Red encogiendo sus hombros.

Luego de oír eso, Bebe le dio un fuerte abrazo a Red elevándola del piso, uno al que la pelirroja no correspondió y enseñó una cara de molestia.

-¡Awww! eso suena tierno viniendo de ti.

—Suéltame.

Lentamente, fue liberada del abrazo cubierto de perfume que le dio Bebe contra su voluntad.
Y las tres chicas caminaron juntas hasta el salón.

—¡Ya terminé los conjuntos!

El grito de Bebe informando al salón sobre la nueva noticia sacó del sueño a algunos en el fondo, dejaron otros de escribir en las hojas, aunque realmente no escribieron nada importante, Garrison nunca da clases que sean importantes.

—Profesora Garrison, ¿podemos pausar la clase para que podamos probarnos los conjuntos?— Preguntó Wendy con amabilidad. La profesora solo se encogió de hombros y continuó limando sus uñas.

En la pizarra solo había dos cosas dibujadas: un pene y una vagina. La clase no era interesante, estaba claro.

Por la puerta ingresó Red con las manos en los bolsillos y el rostro serio, se sentó en medio de Craig y Clyde, sin saludarles, como si no se hubiera percatado de su presencia.

—Hola, buenos días chicos, ¿Cómo están? ¿Qué onda qué onda?— Clyde estaba siendo sarcástico, reprochando el hecho de que su amiga no les haya saludado.

—Clyde, si sigues hablando, te voy a patear las pelotas.— Respondió Red cruzándose de brazos.

—Bueno, que carácter.— Clyde puso los ojos en blanco y estiró los brazos mientras bostezaba.—Craig, ¿Qué le pasa a Red?

—¿Tengo cara de saberlo?— Craig apoyó la mejilla en la mano esperando a que las chicas muestren lo que sea que había en esas camperas.

Sobre unas mesas desocupadas, Wendy posó ambas bolsas y desató los nudos que las cerraban.
Una bolsa contenía la ropa de las chicas y en la otra la de los chicos, separada de forma que no se haga un desastre a la hora de repartirlas.

Entre sus manos sostuvo un empaque de plástico transparente que contenía su conjunto, abrió el cierre y lo sacó. Alzó la campera y la enseñó tanto de frente como detrás.
El cuerpo de la campera era color magenta y mangas blancas con dos finas líneas del mismo color a lo largo de los brazos. En la parte de atrás se leía su apellido bordado en letras blancas en la espalda baja. Delante, en el lado izquierdo del pecho, estaba bordado el logo de la preparatoria.

Dejó la campera en la mesa y levantó la camiseta, la cual se sabía por anticipado que era reversible.
La primera versión era blanca con el nombre de la institución en el dorso, con dos líneas horizontales color magenta en las mangas cortas, y en el reverso se leía su apellido ubicado en la misma zona que en la campera.

La segunda versión, al dar vuelta la camiseta, la tela era de un claro color gris, casi blanco. Delante se leía "Cows" en letras negras con bordes blancos, las mangas eran negras y al reverso se leía en letras negras el apellido, en la zona alta de la espalda.

Los modelos eran iguales para todos solo variando en los apellidos, los altos y los colores.

Wendy y Bebe repartieron los empaques y cada grupo fue al baño a probarse su respectivo conjunto.

En el baño de hombres, Clyde custodiaba la puerta de brazos cruzados apoyado sobre el marco.

—¿Contraseña?— Le preguntó a Stan mientras elevaba la pierna para impedirle el paso.

—No mames, Clyde.— Expresó Stan con cierto cansancio.

—¿Contraseña?— Insistencia.

Marsh suspiró rendido y rodó los ojos. Sabía que no le quedaba de otro más que seguirle el juego al castaño.

—Puta tu mamá.— Respondió al fin.

Clyde bajó la pierna.

—Pase, mi gótico culón.— Se burló Clyde, recibiendo un golpe en las costillas de parte de Stan.

Desde fuera del baño se podía sentir el embriagante aroma del cigarrillo, y sabía de quién era culpa.
Sentados sobre el lavabo, Craig y Kenny conversaban con un cigarrillo en las manos cada uno y sobre sus regazos descansaban los empaques de plástico con los conjuntos. Butters, siendo abrazado por Kenny, jugaba con su móvil; los cubículos ubicados del lado izquierdo estaban ocupados.

—Empiezo a compadecerme de tus pulmones.— Soltó Stan observando al otro pelinegro.

—Claro, porque tú no fumas.— Le respondió sarcástico mientras le tiraba el humo en la cara.

—Por lejos no tanto como tú.— Intentó responder apartando el humo de su rostro.

—¿Quién...?

—¡Tú!

—¿Te preguntó?— Continuó Craig esbozando una sonrisa, sacándole el dedo medio.

El rubio a su lado empezó a reír tomándose la panza, acabando por ahogarse con su propia inhalación. En cuanto Butters oyó la tos atragantada como si tuviera un punto de escupir un pulmón, quitó la vista del celular y golpeó con la mano abierta la espalda del chico de chamarra naranja.

—¿Estás bien, amor?— Preguntó preocupado el chico de la cresta.

—Sí, tranquilo cariño.— Respondió con una dulce sonrisa cuando terminó de toser.

—Sí te mueres con tu propio humo o saliva, te juro que lo voy a grabar y enviar a  "Mil maneras de morir"  en la categoría "pendejos".— Se burló Stan señalando a Kenny.

—¿Otra vez?— Preguntó Kenny entre risas.

—¿Cómo que "otra vez"?— Indagó Tucker con confusión, hasta donde sabía, nadie podía morir "otra vez".

—Es una larga historia.— Se limitó a responder el rubio.

La puerta del cubículo abriéndose llamó la atención de los cuatro chicos, Token salió de el utilizar la nueva campera morada y la camiseta a juego. Corrió el cuerpo para permitir a Butters tomar su lugar, y la puerta volvió a cerrarse.
El primero expresa en su opinión (a su manera) fue Kenny, quien le chifló posando los dedos en la boca desde su posición.

—Que hermoso hombre de chocolate.— Le dijo el rubio entre risas.

—Kenny, me sonrojas.— Respondió Token llevando la mano a su nuca y cerrando sus ojos.

—No te preocupes, eres negro, no se nota.— Dijo Craig dando otra calada al cigarrillo.

—Eso fue racista!— Reclamó Token con el ceño fruncido y apuntando a su amigo.

—Pero tengo razón.

—... Pero tienes razón.— Coincidió con una sonrisa más relajada.

La puerta del otro cubículo se abrió, y de ella salió Kyle, utilizando la campera que Bebe construyó a su medida, de un color anaranjado más claro que el que usó para la campera de Kenny.

Los ojos azules de su amigo se posaron en él en cuanto distinguió el ushanka verde, y ahí se quedó, con la mirada centrada en su mejor amigo.
La belleza del pelirrojo era innegable ya Stan se le hacía difícil no prestar atención a eso, aunque lo intentara evitar.

—Disimula.— Le susurró Craig al oído reprimiendo la risa y sacándolo de la hipnosis, recibiendo como respuesta una mirada furiosa de parte de Marsh.

—Fachero facherito.— Lo halagó Kenny señalándolo y guiñándole un ojo con cierto descaro.

—Gracias Ken.— Agradeció el judío con una sonrisa.

—Sí... — Se le escapó a Stan. Kyle le miró enarcando la ceja, lo que lo hizo reaccionar.—Quiero decir, te ves bien.—Terminó de decir con cierto nerviosismo, evadiendo la mirada de iris verdes.

—Gracias Stan.— Se limitó a decir Kyle, con una corta sonrisa.

Echó una mirada rápida a los demás integrantes de la pandilla y abrió el paso hacia la salida del baño, dejando a Stan con una ligera sensación de amargura en el cuerpo.

Eso se sintió... Cortante.

—¡Negro!— Llamó Clyde a Token caminando hasta el cubículo libre.—Vigila la puerta, yo voy a ponerme mi nueva piel.— Y cerró la puerta.

—Como si alguien fuera a entrar.— Murmuró Token cerrando la puerta.—Por cierto, ¿estudiaron para el examen?

Esa pregunta sacó a Stan de su mal estar, causando otro aún peor.

—¿Cuál examen?!— Preguntó con una expresión de horror en su rostro.

—El de filosofía.— Token se encogió de hombros.

—Yo sí.— Contestó Craig.

—Yo estudié en el camino.— Respondió Kenny.

Los nervios le invadieron, el fin de semana estuvo pensando en muchas cosas relacionadas a la noche en Raisins, Kyle y Wendy; olvidó completamente que esa era semana de exámenes.
Posó las manos en su cintura y expulsó el aire, tembloroso; entonces senti una mano en su hombro.

—Tranquilo, estudiaremos en el patio antes de la hora.— Le dijo Craig intentando calmarlo.

Kenny apagó su cigarrillo y se impulsó con las manos contra el lavabo para incorporarse.

—Y ya que hay más privacidad...— Kenny empezó a quitarse la chamarra anaranjada.

—¿Qué mierda McCormick?— Preguntó Craig tomándose el puente de la nariz.

—¡Ay vamos, Tucker! Somos hombres, no te hagas el mojigato.— Respondió el rubio quitándose la camiseta blanca y arrojándosela en la cara al azabache, quedando con el torso al desnudo.

—No es ser mojigato — Craig apartó la camiseta que le fue arrojada. Flexionó una de sus piernas sobre el lavabo escondiendo el pie debajo del muslo mientras continuaba hablando—, se llama "pudor", algo que claramente no tienes.— Se defendió apagando el cigarrillo y tratando de evitar que se le vayan los ojos.

—Tranquilo, ya te acostumbrarás a ver a Kenny desnudo.— Lo tranquilizó Token entre risas.

—¿O es que te gusta y no quieres que te ocurra un "accidente"?— Lo cuestionó Stan cruzándose de brazos, levantando una de sus cejas.

—Es un chico guapo, no te lo voy a negar — Aclaró.—, pero no me gustan todos los hombres, ¿sabes? Tengo mis preferencias.— Respondió despreocupado.

—¿Quieres que especifique cuáles son?— Se burló Token con la mano en la boca. Sabía exactamente las características particulares que tenía el interés amoroso del chico del chullo: Rubios de cabello largo, baja estatura, bajo perfil, cafeinómanos y algunos problemas de ansiedad.

Hijo de puta.

—Cállate paki.— Contestó clavándole con la mirada, disimulando el nerviosismo que le hizo sentir la repentina pregunta.

—Cállate gay.— Contraatacó entre risas y pasó uno de sus brazos por detrás de su cuello, dándole un abrazo.

—Suéltame.

—Amargo como mate de diabético.— Bromeó Stan con una ligera risa, consiguiendo que Craig le saque el dedo del medio, otra vez.

—Cállense todos y disfruten las vistas.— Kenny dijo su propio torso con las manos y las hizo descender con lentitud.

Clyde salió del cubículo al mismo tiempo que Butters, con el nuevo conjunto puesto. Se encontró con un Kenny semidesnudo pensando con la longitud de la nueva camiseta; sus ojos se fueron inevitablemente a la cintura fina y la prcticamente nula presencia de grasa en el vientre de su compaero.

Tragó duro, y no porque le gustase Kenny. Era atractivo, de eso no había ninguna duda, mas esa no era la cuestión.

Fue un pensamiento destructivo y fugaz el que lo invadió, obligándose a bajar la mirada y poner una forzada sonrisa en sus labios.

—¡Hey!— Craig llamó su atención.—Te queda muy bien.— Le dijo a Clyde señalándolo.

La sonrisa se volvió natural.

—Gracias amigo.— Le agradeció.

—Ahora sí pareces alguien medianamente respetable.— Se burló Token.

—¡Jódete, negro!— Respondió el castaño haciéndole un  fuck you.

—¡Esa es mi seña!— Dijo Craig alzando el dedo medio.

Entre tantas risas, besos acaramelados que compartieron Kenny y Butters, y las "discusiones" sin sentido adornando el ambiente, el único que se sintió fuera de lugar era Stan.
Perdido en sus pensamientos y desconectado de la realidad, entre el sentimiento de culpa, la sensación de vacío que le dejó ese encuentro con Kyle y ahora, estaba seguro de que desaprobaría el examen.
No eran pocas las cosas que asfixiaban su mente, sabía que le sería difícil continuar disimulando el rostro malhumorado y no se sentían con suficientes ánimos para nada explicar, y los cubículos libres le llamaban como un escondite.

Se encerró ahí dejando caer la mochila en el suelo y se apoyó contra la puerta, suspirando con pesadez, como si tuviera contenido el aire todo ese rato. Oyó con dificultad como sus amigos se iban cuando la difusa voz de Jimmy les llamó, también escuchó la puerta a su lado cerrarse, apostaba que quien estaba junto a él era Craig ya que era el otro, a parte de él mismo, que aún tenía que vestirse, y de ser así, suponía un alivio, pues el chico no era muy hablador, lo que le daba un rato de soledad con sus propios pensamientos.

Cerró los ojos mientras se quitaba la camiseta que tenía puesta para cambiar por la que Bebe algodón, sintió la tela suave en sus dedos y la miró.

Lo llevó a un recuerdo que no consiguió reprimir.

Escena retrospectiva:

—Muy bien... — Bebe sostenía la cinta por encima de sus hombros desnudos hasta asegurarse de que la medida estuviera bien. Se alejó posando la uña del pulgar en el número y lo anotó en el cuaderno.—Listo, era la última medida que necesitaba.

Se oyó un repiqueteo en la puerta de su cuarto, la rubia no tardó en atender.

—Tu mamá preguntó por ti.

La voz era de Wendy.

Bebe lanzó una rápida mirada a Stan, quien estaba poniéndose otra vez la camiseta observando a Wendy. Bebe cruzó la puerta sin decir una palabra y la cerró tras ella, dejando a los dos chicos a solas en su habitación.

La pelinegra lo desapareció, con la camiseta que se ajustaba en los brazos fornidos y resaltaba los firmes pectorales, y aunque no podía evitar pensar impurezas cuando lo veía de ese modo, se esforzó por mostrar neutralidad y verle a los ojos.

—¿Cómo estás?— Rompió el hielo.

—Iba a preguntarte lo mismo.— Respondió con una ligera sonrisa.—Pues... Supongo que bien, ¿y tú?

Ella suspiró y posó las manos en su cintura, mirando el piso bajo sus pies. Stan apreció el despeinado rodete sostenido con un lápiz y el flequillo cayendo sobre su frente.
Siempre se le hizo precioso su cabello recogido.

—Agotada, pero supongo que cuando vaya a dormir hoy me sentiré renovada mañana. Al menos le aligeré el trabajo a Bebe.

—¿Tú también tomaste las medidas?— Interrogó levantando la ceja.

—Sí, pero claramente a Bebe le tocó la mejor parte.— Rió Wendy alzando sus hombros.

—Wen...— Murmuró con un ligero sonrojo.

—No lo decía por ti, sino por Kenny y Craig.— Bromeó la chica, deleitándose con el rostro indignado de Stan.—Es broma, también me refiero a ti.

—Bueno... Con Kenny si tienes posibilidades.— Continuó con el juego.

Ambos soltaron algunas risas vagas, mientras se acercaban con lentitud el uno al otro hasta quedar frente a frente.
Intercambiaban miradas, observando sus ojos, luego sus labios, ninguno se animó a decir nada con respecto a la pelea pasada, hasta que Wendy volvió a tomar la iniciativa.

—Te noto extraño.

¿Debería decirle? Se preguntó Stan.

No...

O quizás...

Sí... no.

—Es que...— Comenzó a hablar sin pensar.

Quería continuar, juraba que sí.
Wendy sería, obviamente, la persona a la que acudiría por ayuda y sabiendo abiertamente lo que sucedía, y lo haría, estarían las manos en el fuego por ella.
Pero se cruzó con su mirada. Fue ver sus ojos y quedarse en blanco, imaginando millones de escenarios posibles y mil desenlaces, uno peor que el otro. Wendy y él han estado saliendo desde los diez años, es la única chica con la que ha estado en tantos años y, hasta cierto punto, se había acostumbrado a esa presencia tan potente que la pelinegra tenía a donde sea que iba. Sin mencionar el giganteco cariño que le guardaba, no obstante, ¿era solo cariño? ¿O aún había un difuso amor?

En cualquier caso, sabía que aún si ella no sabía lo de Kyle, ya la había cagado. Y aunque no quisiera lastimarla, sabía que el daño ya estaba hecho.

Y estaban en la casa de Bebe.

No, no era el momento, pero ella esperaba una respuesta.

Tal vez se arrepentirá después, pero el miedo le carcomía.

—Siento mucho lo de la otra vez... No debí haberme molestado contigo y...

Wendy interrumpió sus disculpas... Con un beso, al que él correspondió.

Fin del flashback.

—Soy un idiota.— Se dijo a sí mismo en voz muy baja.

Sintió su pecho contraerse y hundirse en un vacío profundo y oscuro, sin conseguir frenarlo a tiempo antes de que se viese consumido por este, y se resigno a continuar escuchando a su consciencia, la cual, como es sabido, no le decía nada bonito.
Por años, le han atribuido el título de líder a él por ser el de "mejores planes", el más "simpático", el más "alegre"; no podía culparlos, pues, de hecho, era la imagen que siempre ofreció a los de afuera.

¿Quién imaginaría que el chico más alegre del salón (después de Kenny) se encontraría bebiendo vino de una licorera a escondidas en el baño porque no puede soportar la idea de haber sido infiel, de, posiblemente, estar por perder a su mejor amigo porque no le es fácil tomar decisiones y para colmo, descuidar el buen promedio que estaba obteniendo?

Y lo que más le dolía en el ego, era saber que él mismo se puso en esa situación.

No bebió tanto como para ponerse ebrio, solo hasta que su cuerpo sintió que todo estaba bien.

Ocultó la licorera en la mochila y se la llevó al hombro, abrió la puerta con cuidado, asegurándose de que Craig continuaba en el otro cubículo y no le vea los ojos humedecidos.
Se mojó la cara y vio al espejo.

Sonrió hasta que luciera creíble.

Encaró hacia la puerta y se encontró a Tweek del otro lado.

—¡Oye Tweek! ¡Nos vemos en el patio!— Le saludó con una radiante sonrisa y se alejó.

—¡Nos vemos, Stan!— Correspondió Tweek.

El rubio se acercó al espejo del baño y se desabrochó los botones de la camisa. La gran ventaja de usar camiseta: no había botones, por lo tanto, no habría temblores a la hora de cerrarlos.

Se quitó la camisa de leñador y preparó la nueva prenda, antes de hacerlo, comprobó que su apellido estaba bien escrito, pues la mayoría solía confundir "Tweek" con "Tweak", error común, pero que costaba caro en muchas ocasiones, no son pocas las veces que sus padres tardaron en hacer trámites por dicha equivocación, ¡ni hablar cuando se egresó de primaria con una camiseta que decía "Tweek" cuando todos los demás tenían sus apellidos bien escritos!

Por suerte en esta ocasión todo estuvo en manos de Bebe. No fueron muchas las veces que Tweek pudo entablar (o mejor dicho, seguir) conversaciones con ella debido a su ansiedad, sin embargo, Bebe siempre se comportaba muy amable con él, al igual que Wendy.

La primera versión de la camiseta le agradaba, comprobó la segunda.

Sí, la segunda le gustó más. Y amaba la nueva campera.

Pero... ¿Y su camisa? ¿Qué haría con ella?

¿Tal vez...?

La tomó de las mangas y descubrió un estilo que vio en internet mientras buscaba una referencia para dibujar telas. La amarró a la altura de la cadera y acomodó un poco la remera, sin saber si dejarla fuera del pantalón o por encima de este. También se quitó la cola para el cabello que tenía en la muñeca y se ató el pelo con una cola baja.

—Bueno...— Giró la cintura de un lado a otro, buscando defectos.—Creo que está bien así...

No, te ves ridículo.

Otra vez esa molesta voz... A la que siempre se vio obligada a darle la razón.

—¿Ya que?— Se dijo a sí mismo, resignado.

De repente, un ruido de impacto se oyó a su lado y de un brinco se volteó a ver que o quién lo produjo. Craig estaba paralizado con las manos enseñando las palmas mientras sus ojos caían en la puerta del cubículo, al parecer, se había desprendido de sus bisagras.

Decidió ignorar el accidente y lo miró de pies a cabeza, traía puesta la camiseta y la nueva campera, y como se imaginaba, era color azul marino.
Dejó escapar un suspiro seguido de una complacida sonrisa, después de todo, ver a Craig  siempre  era un placer visual.

Y así, disimularía lo inseguro que se sentía respecto a su apariencia.

—¡Juro que yo no hice nada! ¡Solo la abrí y...!— Intentó excusarse rápido, haciendo reír a Tweek.

—Esa puerta siempre se cae. Supuestamente el mantenimiento anduvo por aquí ayer... Pero continúa pasando.— Respondió apoyándose en el lavamanos, adoptando una postura más relajada.

Craig se echó a reír un poco más tranquilo, y se acercó al rubio.

—En fin, típico de escuela pública, supongo.— Comentó sin ningún rasgo de sorpresa, antes de mirar con atención el nuevo look de Tweek con una sonrisa.—Te ves muy bien así.

Miente.

—¿Lo dice en serio?— Cuestionó con cierta duda y una sonrisa falsa.

—Sabes que nunca te miento.— Le recordó.—Aunque...

Sin anticipo, se acuclilló a su altura y acercó su mano a la parte detrás de su cabeza, tanteó la cola de cabello con la yema de los dedos y la deslizó por las hebras doradas hasta que estas ocasiones liberadas. La acción tomada por sorpresa a Tweek causó algunos tics en su ojo y por un momento, tuvo el impulso de decirle que no lo hizo, por desgracia, se encontró con los ojos maravillados, apreciándolo como si fuera una estrella que impactó contra la Tierra.

La voz se calló y agradeció que así fuera, quería apreciar esa sonrisa embobada tanto como el tiempo se lo permitiese.

Si tan solo le diera la vida para rendir pleitesía a esos ojos sinceros, repletos de ternura y tan brillantes como la luz de la luna sobre el lago Starks en una noche de verano. 

Y solo él tenía el honor de apreciar postales similares.

—Te ves mejor así, tu cabello suelto es hermoso.— Le dijo el azabache acariciando su mejilla con el dedo índice hasta llegar a su mentón.

El rubio no pudo contener la sonrisa y sintió como el calor se acumulaba en sus mejillas sin juntar el valor suficiente para sostenerle la mirada. ¿Era normal que su corazón latiera así cuando tenía a Craig tan cerca? ¿Siempre se veía así de lindo? Dejó salir un suspiro contenido cuando se hizo esa última pregunta.
Desde que surgió a ser más cercano, ya sea por esa  amistad con derechos  que estaban sobrellevando o alguna otra razón que desconocía, notó que con él podía tomarse el lujo de actuar de una forma más natural, segura y auténtica, sin mayores miedos que el de ser descubiertos. No había voces que interfirieran en sus encuentros ni inseguridades que le impidieran ser él mismo.

Libertad. Confianza.

Eso por lo menos... Mientras Craig estaba presente.

No... No pienses eso, no ahora.

—Gracias Craig.— Se limitó a decir con una sonrisa y un leve tic.

—De nada.— Le respondió con una sonrisa ladeada y serena. Luego enderezó el cuerpo, recuperando la postura casual.—Bueno, ¿vamos al patio? Van a repasar antes del examen.

—De acuerdo.

Craig caminó por delante de Tweek, se habían acostumbrado de ese modo para evitar que los revoltosos adolescentes de cursos más abajo que ellos lleguen a empujar a Tweek en una descuidada carrera por el pasillo a sus salones de clase, sin embargo, algo en Tweek se llenó de determinación cuando Craig estaba por cruzar la puerta, suficiente como para ponerse a su lado, acorralarlo contra ella, estirarse hasta conseguir sus labios y robarle corto pero profundo y avaricioso beso, sin darle margen de tiempo a procesar lo que estaba ocurriendo, pero tampoco le dio mayor importancia, pues su mente quedó nublada y sus piernas temblorosas, hasta que Tweek dejó de besarlo, dedicándole una fogosa mirada en conjunto con una sonrisa tan pícara que le dejó la cabeza dando vueltas con imágenes que no pudo evitar visualizar.

—Tú me quitaste la cola del cabello, yo tenía que quitarte algo, aunque realmente quisiera...— Bajó la mirada a su campera, corriendo una parte del cierre para tocar el torso por encima de la camiseta nueva, sintiendo la respiración agitada hinchando el pecho y aumentando la temperatura del chico del chullo.—Quitarte otras cosas.— Le guiñó el ojo mientras con su pulgar y dedo índice atrapó el mentón, antes de liberarlo de esa sorpresiva intervención y salió por la puerta con normalidad, como si nada hubiese sucedido.—Vamos al patio, piernas largas.

No pudo reaccionar por varios segundos, tratando de pensar a qué se refirió con que le "quitó algo", ¿se refería al beso, a su respiración oa su cabeza? Porque cualquiera de las tres era válida. Inhaló y exhaló con el cuerpo recostado sobre el marco hasta que su respiración volvió a la normalidad y el calor en sus orejas y mejillas bajó con grave.

—Joder.— Consiguió decir en un último suspiro, antes de abandonar el baño.





El segundo periodo estaba cerca de comenzar, lo que significaba dos cosas: pasillos cargados de alumnos buscando desesperadamente sus libros en los casilleros y que el examen comenzaría dentro de pocos minutos.

Metió la mano en el casillero en busca de la carpeta de filosofía, notando como sus manos temblaban.
El repaso en grupo (o como él diría, "tuve una clase de Wendy y Craig donde resumieron casi dos años en veinte minutos y ahora estoy dudando sobre si yo realmente existo o no") le hizo recordar algunos datos claves para poder afrontarlo y sentir un poco de fe en sí mismo para conseguir un, al menos, "supera las expectativas".

—Usando tus propias palabras, define "falacia".— Kenny se apoyaba sobre el casillero junto a Stan leyendo una suerte de guía de estudio.

Stan prefirió que Craig respondiera, confiaría en lo que su memoria retenga para sobrevivir al examen.

—Razonamiento erróneo de carácter persuasivo y convincente que busca vulnerar un argumento irrefutable.— Respondió Craig con la vista al frente antes de moder una manzana, los cuales segundos antes lanzaba al aire.

Yo hubiera respondido "pelotudez que alguien dice para no admitir que le cerraron el culo", pero eso se escucha más correcto.  Pensó Stan mientras cerraba el casillero y recargaba su mochila en un hombro.

Los tres chicos empezaron a caminar con lentitud por el pasillo, impidiendo recibir un empujón de los chicos de secundaria en el trayecto.

—¿Cómo se clasifican y respetan los tipos de falacias? Definilas.— Continuó leyendo Kenny.

—Se clasifican en dos grupos —Siguió Craig—, formales y no formales. Las formales presentan argumentos deductivos que utilizan un modelo no válido de inferencia. Dicho de otro modo, cuando las premisas son las que invalidan el argumento. Y las no formales son aquellas que se basan en argumentos inductivos con premisas que no lograron establecer una conclusión debido a su contenido, o sea, engañan mucho en el contenido de la premisa.

—¡Bien! — Festejó McCormick.—¿y los tipos?— Kenny no sabía si Stan no respondía porque Craig se le adelantó, si estaba pensando en otra cosa o si simplemente, no tenía ni idea de lo que hablaban. Clavó su mirada en él.—¿Stan?

No respondió, tenía su mirada perdida en el suelo mientras continuaba caminando, como si estuviera muy inmerso en sus propios pensamientos como para seguirles el apunte.

No puedo retenerlo... No puedo retener las palabras... Es frustrante.

Sus pensamientos no colaboraron en su intento por tratar de recordar lo que sus amigos hablaron, y cuando creía lograr rescatar algo de toda esa lluvia de información, una molesta sensación de inseguridad le invadía otra vez, como si algo se le estuviese olvidando y no pudiera recordar ni saber qué es.

Y eras frustrante. Frustrante y doloroso.

Pero no tanto como el golpe que recibió en la nuca en un intento por hacerlo reaccionar.

—¡La concha de tu madre, Tucker!— Le reprochó a Craig sobando su nuca.

—Stan, Kenny no te pidió que te subas al  Eva , solo te preguntó qué es una falacia  Ad Hominem. — Le contestó sin ninguna responsabilidad sobre el golpe que le dio, y siguió comiendo la manzana.

Stan no estaba de humor para soportar su amor duro. Se paró en su lugar y lo sostuvo de la campera, decidió ponerse a su nivel.

—Otro golpe de esos y te hago tragar esa puta manzana por el culo.— Le murmuró en la cara con el fastidio burbujeando por sus venas.

—Relaja la raja*, Marsh, yo que tú lo pensaría dos veces.— Respondió el pelinegro más alto con total calma.

—¡Chicos, cálmense! Ahí está PC.— Kenny se interpuso entre los dos azabaches antes de que la situación se sobrecaliente.

Los tres chicos llevaron la atención al frente, una distancia con gran corta les pudo observar a PC conversando con Mujer Fuerte y el señor Mackey; no entendieron el contexto de esa conversación que mostrón, no obstante, el eco les hizo llegar a sus oídos la voz femenina diciendo: "El club" seguido de un gesto de silencio por parte de PC, antes de abrazarla por los hombros y caminar los tres juntos hacia el pasillo izquierdo.

El trío de jóvenes hizo un efímero intercambio de miradas curiosas con una misma idea en mente. Se acercaron hasta el final del pasillo y doblaron a la izquierda, vieron la puerta del despacho de Mujer Fuerte apenas asomada al marco.
Las voces de los embajadores figuras de autoridad y el consejero se oían con mayor claridad ya medida que se fueron acercando, podrían oír de qué club hablaron.

—¿Será prudente? Muchos talleres y clubes ya tienen sus horarios y alumnos reclutados...—  PC no parecía estar de acuerdo con la noticia que le daba la mujer rubia, o al menos daba muchas vueltas en el asunto.

—Escapaba de nuestras manos, fue difícil encontrar un nuevo profesor.—  Explicó la vicedirectora.

—¿Pero no será mucha presión para los alumnos? No estamos hablando de un profesor cualquiera, mmmkay?

—Es eso o se sigue posponiendo la apertura del club de  teatro , y no creo que sea lo mejor, más para los alumnos que se egresan este año... —  Continuó la vicedirectora.

—Aguanta, ¿Quién es? ¿Meryl Streep?— Susurró Kenny en voz baja a los dos chicos que le acompañaban.

—Shhh, siguen hablando.— Lo calló Stan asomando más la cabeza en dirección a la puerta.

—Bueno... Supongo que no queda de otra. — Oyeron al director PC con cierta resignación.— Les haremos saber a los alumnos de esto en la asamblea de hoy .

—¿Asamblea?— Preguntó Tucker en un susurro, siendo silenciado por Stan.

—Pero la asamblea de hoy es sobre...

—Hablaremos de ambas cosas.—  Interrumpió PC a Mackey.— Mujer Fuerte, toca el timbre del segundo período, continuaremos hablando mañana antes de la primera clase del club.

Escucharon los ruidosos pasos de los tacones de Mujer Fuerte contra la cerámica y posteriormente, la campana del inicio del segundo período se hizo oír en toda la preparatoria.
Stan, Kenny y Craig se alejaron del despacho de la vicedirectora con destino al salón donde el examen tendrá lugar, y cuanto más se acercaban a la puerta, más atrás se quedará Stan, desviándose hasta los baños.

Se apoyó en el lavamanos en un inútil intento por regular sus nervios. Abrió el grifo y se mojó la cara con abundante agua notando como sus manos temblaban un poco.

¿Era realmente el examen el que lo ponía así o el motivo por el que no se preparó para ello causaba esa impotencia? Sabía que era la segunda, sin embargo, no quitaba que el hecho de desaprobar por no saber separar las cosas fuera increíblemente molesto.

Como un balde de agua helada golpeándole la espalda.

Tenía dos opciones: la primera era simplemente irse y considerar el recuperatorio oral, aunque no tuviera un justificativo médico.

Oh...

Sí, sabía que esa no era la solución.
Sí, sabía que solo se trató de un estúpido placebo.
Sí, sabía que tarde o temprano tenía que enfrentar el examen, y el de mañana, y el de pasado mañana.

Pero ahora  necesitaba  un pequeño sorbo de su pequeño veneno.

Para su  mala  suerte, Kenny y Craig se percataron de su ausencia y lo siguieron hasta ahí.

Mierda .

—Stan.— Lo llamó Craig cerrando la puerta tras él.—¿Qué pasa?

—¿Es por el examen?— La voz del rubio de oyó suave detrás de él, sintió su mano posarse en su hombro.

Inhaló y exhaló profundo, asintió con la cabeza, consciente de que no estaba siendo sincero en su totalidad.

Sí, y no.

—Oye, entiendo el nerviosismo, pero no es un integrador, relájate.— Intentó calmarlo Craig apoyado contra la puerta del baño.—Podrás levantar la nota.

Tenía razón, y claro que la tenía.

Sí, la nota podría levantarla con trabajos prácticos, tareas y participación en clase. Aún así, ese no era todo el problema, por ende, también era consciente de que mientras tuviera ese dilema en la cabeza, situaciones como las de ahora se seguirían repitiendo, y claro que no podría entregar justificativos médicos en absolutamente todas las instancias de evaluación.

Pero, ¿Cómo decirles a sus amigos el verdadero problema sin sentirse una mierda?

—Sí, lo sé, pero...— Titubeó girando a ver a sus amigos.

No, mejor no lo digas.

—O puedes dar el oral.— Propuso el mayor.

—Agh, odio las lecciones orales.— Refunfuñó Stan.—Además, para eso necesitaría un justificativo médico y...

Antes de que pudiera terminar de excusarse, el ojiverde llevó la mochila al frente y buscó algo en ella, recibiendo una mirada intrigada de parte de los otros dos chicos.
Sacó lo que parecía ser una pequeña libreta de notas y se la arrojó a Stan.

En la esquina inferior derecha de cada hoja se apreciaba un sello de tinta negra con el nombre de una enfermera y lo que parecía ser un número de matrícula.
Leyó los detalles celestes impresos en los bordes de la hoja blanca lisa:  "Hells Pass Hospital".

—¿Cómo mierda conseguiste...?— Soltó Stan con sorpresa, no es como si esas libretas se pudieran comprar en cualquier librería.

—Créeme, no quieres saberlo.— Lo frenó el pelinegro.—Llénalo con la letra más mierda que tengas y se lo damos al profesor.

—Craig, esto es muy arriesgado, ¿y si se dan cuenta?

—Falsifico la firma de mi madre desde los doce años y nunca me sorprendió.— Craig rodó los ojos.—No van a ponerse a descifrar jeroglíficos médicos para ver si mientes o no.

Tenía lógica, no obstante, seguía sin atraerle la idea de dar lección oral.
Todo parecía indicar que sacarse el examen de encima, bien o mal, era la mejor opción.

—Agh... No lo sé.— Suspiró Stan con resignación.

—O...— Oyeron a Kenny hablar para sí mismo.

Llevaba un rato pensando mientras sus amigos discutían, hasta que por fin una idea le iluminó la cara.

—¿Tienes una lapicera que no funciona?— Indagó Kenny.

—¿Por qué tiene una lapicera que no funciona?— Stan estaba confundido.

—Está bien, te presto la mía entonces.— Kenny metió la mano en su mochila.—Saca tu carpeta.

Seguia sin comprender el punto al que queria llegar Kenny, pero no habia mucho tiempo para dudar. Abrió la mochila y sacó la carpeta de la clase. El rubio se la quitó de las manos y comenzó a pasar las hojas hasta dar con una hoja en blanco. Abrió los ganchos y se la acercó a Stan.

—¿Nunca notaste que cuando escribe sobre otra hoja, lo que escribe se marca?— Preguntó Kenny señalando las palabras marcadas que podría leerse en la hoja en blanco. Hizo un pequeño rayón con la lapicera sin tinta y este se marcó sutilmente.—A contra luz se pueden ver.

—No estaría entendiendo a lo que quieres llegar...— Expresó Stan aún pensativo.

—A lo que quiero llegar es que escribas las respuestas de la guía de estudio con esta lapicera en una hoja en blanco y uses esa hoja para el examen.— Sintetiza Kenny.—A medida que vas respondiendo las preguntas de la fotocopia, vas leyendo las respuestas marcadas en la hoja. legible porque te dará la sombra del que se siente delante de ti y la luz de las ventanas del costado. Al responder, escribes por encima para ocultarlo cuando entregues el examen.— Le específicamente.— No se dará cuenta y aunque notara alguna palabra marcada, no le dará mayor importancia porque todos sabemos que las palabras que escribimos se marcan por accidente en la hoja siguiente , pero no va a asumir que estuviste leyéndola o que fue adrede.

Sin perder tiempo en debatir si copiarse en un examen es moralmente justificable, correcto o incorrecto, el plan de Kenny era perfecto y eso lo demostró la expresión de sorpresa en los rostros pálidos y las bocas abiertas.

—¡Trescientos mil de IQ!— Soltó Craig, de la misma forma en que hubiera reaccionado si le hubieran dicho que encontró vida en algún planeta no muy lejano.

—Eres un hijo de puta muy listo, Kenneth McCormick.— Stan tomó la lapicera sin tinta ya gran velocidad, comenzó a escribir en la hoja que planeaba usar para el examen apoyándose en el lavabo, echando rápidos vistazos a los apuntes de las clases anteriores .

—Que la cantidad de comidas que comas en la semana no sea un impedimento para hackear el sistema desde adentro.— Se elogió así mismo el rubio con aires de superioridad, como si lo que dijo no fuera, por lo menos, lamentable.

—Mil gracias, Kenny.— Le dijo sin mirarlo.

—¿Cuál gracias? Encuérate, perra.— Bromeó Kenny dándole una nalgada a Stan aprovechando la posición en la que este se había puesto, y dio un respingo ante la impresión.

—Debo admitir— Le volvió a hablar Craig a Kenny, aún pensativo.—que me impresionaste. Nunca había pensado en eso.

—Y tú estudiando.— Stan no perdió oportunidad de burlarse de Craig.

—Te seré sincero, Marsh...— Suspiró, preparándose para revelar algo que le dolería en el ego a Stan.—No estudié un carajo.

Esa confesión le hizo pasar de la adrenalina a la profunda vergüenza. Dejó de escribir para ver a Craig con la mirada desconfiada.

—¡No yo jo...!

—No te estoy jodiendo, no quería que Token me de un sermón, ¿bien? Sino dime en qué momento tengo tiempo para estudiar en la semana si trabajo hasta las diez de la noche, me duermo a las once y me levanto a las cinco de la mañana.— Le seguro enumerando los horarios con los dedos.

—Pues en la mañana.— Respondió elevando el hombro, como si resultara obvio.

—Sí, pero no es suficiente, o estudio o hago la tarea. Y esta semana elegí hacer la tarea.— Explicó con serenidad. Stan siguió sin poder creerlo.

—Tiene el machete* en el cerebro.— Rió Kenny.

—Como sea.— Puso los ojos en blanco ligeramente exasperado.—Adelántense, ya los alcanzo.— Pidió el pelinegro volviendo a enfocarse en la hoja.

El mayor se encogió de hombros y le hizo seña con la mano a Kenny para retirarse del baño. El profesor de filosofía siempre les dio a los alumnos diez minutos de repaso antes de comenzar un examen, así que aún le quedará tiempo a Stan de escribir en pocas palabras las respuestas de la guía de estudio, abreviando palabras o anotando lo que llamaban "palabras claves", las cuales le servirían como punto de partida para desarrollar el resto de las respuestas.

Cuando pensó que escribió lo necesario, guardó todo y se dispuso a salir del baño.

Pero antes...

Miró el cubículo.

Solo un sorbo... Por si acaso.





El gimnasio poco a poco iba acumulando a los estudiantes en las gradas, la asamblea comenzaba a las cuatro de la tarde. Los altavoces del instituto avisaron de este evento poco antes de finalizar el examen, tomó por sorpresa a la mayoría de los alumnos cuando mencionaron que se hablaría sobre una "problemática social poco hablada que afectaba a uno de los suyos" y el club de teatro, pero sin dar más detalles. Las teorías no tardaron en llegar, ¿se cerrará el club que Red había creado con tanto esfuerzo? ¿Hablarán sobre la obra de ese año? Seguramente Hamlet Romeo y Julieta, pensaban los estudiantes, obras sobreexplotadas en el ámbito de las artes escénicas por años, que se interpretaron del derecho y de revés, en español y en inglés.

Más tardaba en iniciar dicha asamblea y en cualquier momento, Red pasaría de morder sus uñas a masticar sus dedos, los nervios enervaban y ya no sabía cuál era su mayor temor, que los fondos no fueran suficientes este año, que se siga atrasando la fecha de apertura y los postulados se den de baja o que el profesor continúe recurriendo a Shakespeare. Y no, a Red no le disgustaba Shakespeare, lo amaba; eso no significaba que no hubiera otras obras que le gustaría encarnar, como Edipo Rey, El Médico a Palos, entre otras.

El club de teatro fue lo que la mantuvo cuerda los últimos años, desde que su cambio de apariencia alertó a su madre al punto de causar innecesarias pero dolorosas fricciones en su relación. Por lo que el destino del club ese año era crucial para evaluar cómo terminaría su cabeza este año, al menos, hasta que pueda entrar a la universidad, lo cual, también dependía de que el club ese año abriera sus puertas y terminar su carta de presentación a Juilliard School con broche de oro.

Por supuesto, todos creían que solo se trataba de un capricho por ser la presidente del club, y no podía culparlos aunque razones no le faltaban, de todos modos, nadie imaginaba que la opinión de su madre tuviera tanto peso en la chica ruda del salón, y tampoco lo sabrían porque Red no lo mencionaba ni lo haría.
Porque sería estúpido que la opinión de su madre la quebrara, ¿no? Sería débil si así fuera.

No realmente, pero eso Red no lo entendía. Se repetía una y otra vez que mientras ella se quisiera, la opinión del resto le era indiferente, incluso la de ella. 

¿Hasta qué punto ella soportaría su propia mentira?

Sus amigas conversaban sobre ello, y junto a ella estaba el grupo de los chicos, quienes seguro también estaban sacando sus propias conclusiones. Subió el volumen de Sex Pistols y hasta que no viera a PC o Mujer Fuerte con un micrófono en mano, no se los quitaría.

—¿Ustedes qué creen que querrá decir sobre el club?— Les murmuró Token a los amigos que se sentaron en las gradas de abajo.

Jimmy, Token, Kyle y Stan se sentaron uno junto al otro en la fila superior, teniendo debajo de ellos a Tweek, Clyde, Craig, Kenny y Butters.

—Escuchamos a PC, Mackey y Mujer Fuerte conversando.— Resumió Craig.—Hay un nuevo profesor.

—¿Quiénes escucharon?— Preguntó Jimmy.

—Yo, Stan y Craig.— Respondió Kenny.

—El burro por delante.— Soltó Craig.

—Y si en ese orden estábamos espiando.— Se justificó Kenny.

—Se dice "Stan, Craig y yo" de todas maneras.— Continuó.

—¡Lo siento, genio! ¿Me darías clases de dramática? Digo, sería interesante tomar clases contigo.— Le dijo Kenny en un tono burlón, guiñando un ojo.

—Gramática.— Volvió a corregirlo.

—Esperen, esperen...— Los interrumpió Kyle enseñando la palma.—¿Cómo que "espiando"?— Interrogó casi desaprobatorio, y llevó la vista a Stan.

Tragó saliva, Kyle se veía bonito cuando se molestaba, pero no significaba que sus reprimendas fueran agradables.

—Digamos que los escuchamos por accidente en el pasillo, hablaban de un club y nos picó la curiosidad, entonces...— Intentó explicar Stan, a sabiendas de que a Kyle no le haría gracia el resto de la historia.—Los seguimos hasta el despacho.

Kyle frunció el ceño y Token se tomó el entrecejo. Sí, definitivamente tendrían que haber ocultado esa parte de la historia.

—¡¿Están pendejos o qué?!— Exclamó en voz baja con enojo en su voz, Stan escondió su cara con ambas manos.—¡¿Y si los descubrían?!

—¿Qué iban a hacer?— La sarcástica voz de Craig volvió a oírse.—¿Mandarnos a detención?

—¡¿Te parece poco?!— Replicó Kyle.

—Sí.— Respondió encogiéndose de hombros. Era enviado a ese lugar dos o tres veces a la semana, de todos modos. Ya lo sentía como su casa.

—Kyle...— Le llamó Stan con voz calma, esperando que con eso su amigo bajara los decibeles.—Tranquilo. No pasó nada y no hicimos nada malo.

—No es el punto...— Suspiró Kyle, más relajado pero continuaba molesto.—Simplemente, ya sabes como es PC de exagerado, no quiero que te expongas gratuitamente a ser castigado.

Y estaba siendo sincero, tal vez demasiado.

—¿O sea que aún te preocupas por mi?— Stan enarcó la ceja.

Kyle lo miró con seriedad.

—Siempre me preocupo por ti.

Sí, fue demasiado sincero. Y sabía que se reprocharía eso por los siguientes minutos si la sonrisa de Stan no desaparecía.

Cambia de tema. Pensó cuando sintió la sangre acumularse en los pómulos.

—¿Cómo está tu estómago?— Preguntó Kyle tratando de aligerar la tensión que empezaba a formarse.—Dijeron que estabas muy descompuesto hoy.

Esa parte de la historia no le habían comentado y explicaba las leves risas que había oído al ingresar al aula. Buscó a Kenny con la mirada molesta, como este estaba escuchando la conversación, se giró a ellos y ladeó la cabeza en dirección a Craig.

Stan miró el chullo justo a la altura de sus pies, si desperdiciaba la oportunidad de golpear su cabeza ahora, sería una idiota. Cruzó las piernas con un descubrimiento intencional y sonrió con satisfacción al ver cómo su cabeza se movió.

—¿Qué mierda te pasa?!— Preguntó refregando su cabeza.

—¿Era necesario decir eso?!— Reclamó.

—Se dice "gracias", cerdo mal agradecido.— Y la sacó el dedo del medio, volviendo a ignorar su presencia.

El ojiazul estaba a punto de responder otra cosa hasta que sintió la mano de Kyle en su hombro, y casi como si fuera por inercia, volvió a poner atención al pelirrojo.
Ahora era él quien buscaba calmarlo.

—Tranquilo.— Y sonrió.

Maldita sonrisa contagiosa. Maldijo Stan en su interior cuando sintió sus labios temblar. Llevó la mano a su nuca y desvió la mirada, sin poder borrar la sonrisa que le había dibujado y el calor que invadió su cara.

Desde abajo, Clyde observaba la escena de reojo mientras su oído percibía risas cómplices entre Kenny y Butters y, al mismo tiempo, se encontraba en medio de lo que parecía un intento de flirteo de Craig hacia Tweek.

Literalmente.

Tweek estaba a su izquierda y Craig a su derecha.

Necesito un fierro golpeador de parejas felices. Pensó incómodo.

—¿Qué lees?— Le preguntó el azabache al rubio, notando que no despegó la mirada del libro que traía en manos desde que se sentó.

Nunca, desde que el chico del chullo pisó la escuela, le había visto sonreír de  esa  manera. También notó un brillo especial en su mirada.

Continúa. — Respondió Tweek enseñándole la portada.—También se lo conoce como  "Moriré besando a Simon Snow".

Tucker tomó el libro y lo volteó, observando cada detalle del arte de tapa. Los colores celestes y amarillos dibujaban dos rostros masculinos de perfil mirándose fijamente. En la contratapa había reseñas de lo maravilloso que era la autora, y en una de las solapas se leía la sinopsis que buscaba.

—¿Esto sería Harry Potter pero en gay?— Le preguntó con una sonrisa ladeada devolviendo el libro.

Personalmente, Craig no era amante de las novelas románticas, pero si tenía que opinar al respecto, le agradaban los romances que iniciaban con una enemistad, y la idea de que Harry y Draco están enamorados no se le hacía tan descabellada. Tenia potencial.

Más en manos de Tricia. Odiaba admitirlo, pero su hermana escribió muy bien.

—De hecho, sí. Rainbow Rowell escribió una fanficción de Harry Potter en un momento de su carrera.— Le explicó Tweek.

—Mi hermana escribió uno donde Harry y Draco se aman.— Le comentó.—Ella no lo sabe, pero lo leí.— Confesó.

—¡¿En serio?! ¡¿Cómo se llama?!— Tweek estaba genuinamente interesado.

"El amor no sigue un plan" , o "El amor no sigue un plan", lo subió hace como dos años.

Al oír el nombre, los ojos de Tweek se abrieron con sorpresa y un agudo chillido se le escapó, teniendo que taparse la boca con las manos.

—YO LEÍ ESE FANFIC, ES UNA PUTA MARAVILLA!

Tweek y Craig estuvieron indirectamente unidos por medio de Tricia durante dos años antes de conocerse por obra del destino, ¿Quién lo hubiera dicho?

—Sí, debo reconocerlo. Y eso que no me gusta mucho el romance, menos en los fanfics.— Admitió.—¿Quién se enamoraría de un infiel manipulador que te humilla, te grita, te golpea y te mete los cuernos con todo el pueblo? Yo lo mandaría a tomar por culo.

—Bueno, a muchos les gusta la temática de  enemigos a  amantes .— Aportó el rubio alzando los hombros.—¿Qué lees?

—Hace mucho no leo "novelas" que no sean de la escuela, pero si tengo que elegir, me gustan las de ciencia ficción.— Respondió Craig.—Y algo de terror.

—¿Escuchaste hablar de  "172 horas en la Luna " ?— Indagó Tweek  scrolleando  en su celular hasta hallar una imagen de la tapa del libro que comentaba, y se la enseñó.

-No.

—Si quieres, léelo cuando tengas tiempo, te encantará. Es de terror y ciencia ficción.— Le seguro Tweek con una sonrisa.—Aunque probablemente te quite las ganas de ir al espacio.—Añadió rascando su nuca.

Hace tiempo que Craig no leía algo que no estuviera ligado a la escuela y a su futura carrera, y de hecho no planeaba leer nada parecido a una novela a menos que fuese por obligación.
Sin embargo, lo mucho que brillaba la mirada del rubio cuando hablaba de los libros que le gustaban, recomendándole títulos y el entusiasmo con el que le hacía una breve sinopsis de los mismos, le fue difícil de ignorar y le prestaba toda su atención.

Claro, Craig no se daba cuenta de que su mejor amigo en medio de ellos estaba prácticamente ahogado por la tensión romántica que se sentía en el aire cuando Tucker observaba o hablaba con Tweek.

Craig... Disimula. Desde Disney notaron que quieres ponerle un anillo de pureza a Tweek. Pensó Clyde juntando sus manos. O hacerle cosas no precisamente puras.

—Tal vez deba rebajar un poco tu cabello.— Analizó Butters acariciando la cabellera dorada de Kenny.—Antes de que crezcan más.

El cabello de Kenny era abundante y no tenía un aspecto definido, algunos mechones eran ondulados y otros lacios, pero el largo no pasaba de la nuca.

—¿Tú crees? A mí me gusta así.— Objetó Kenny.

—A mí también,— Coincidió Butters.—lo digo para que mantengas el largo.

—Míralo de esta forma: si sigue creciendo, me vería como una hermosa princesa.— Bromeó meneando la cabeza para que el cabello se moviera.

—Ya lo eres.— Juró el chico de la cresta.

Sus miradas se cruzaron, no importaba cuánto tiempo llevaran saliendo y si eso debería significar que vieran venir la respuesta del otro, el cariño que era capaz de demostrar Butters hacia él siempre lo tomaría con la guardia baja. A veces Kenny se cuestionaba si realmente se merecía tenerlo a su lado, qué habrá sido lo que hizo en su vida pasada para merecerlo, Butters era perfecto ante sus ojos.

Era comprensivo y seguro de sí mismo al punto que podía tener la relación que llevaban, era capaz de entender cuando el tiempo no estaba de su lado y apreciaba los regalos improvisados que le obsequiaba en las fechas especiales.
La mayoría de las veces Kenny no podía evitar sentirse culpable cuando se le pasaba por la cabeza que Butters merecía a alguien mejor, alguien que pudiera darle la estabilidad emocional y económica que realmente merecía.

Y sin embargo, aún teniendo la posibilidad de acostarse con quien quisiera y en el proceso, enamorarse de alguien más, siempre volvía a él. Siempre acababa eligiéndolo a él.

Su relación abierta solía ser criticada y vista con malos ojos, especialmente por los adultos mayores, quienes al parecer, no se tomaban la molestia de observar su propio entorno antes de disponerse a señalarlos. Es decir, al menos ellos no estaban engañando ni lastimando a nadie. Kenny y Butters sabían separar bien el sexo del amor, no precisamente eran cosas que iban de la mano y coincidían en que la monogamia estaba sobrevalorada, como si los "monogámicos" no engañaran a sus parejas ni fueran tóxicos en ocasiones.

No obstante, y maldiciendo lo irónica que era la vida, después de casi diez años de relación, Kenny empezaba a preguntarse, ¿realmente estaba dispuesto a continuar con ese trato que tenían desde los quince años?

Se sentía cómodo así, de eso no había duda, pero... Hace algunos meses que acostarse con otras chicas o chicos ya no le causaba el mismo efecto que le provocaba Butters, lo cual debería ser lógico, pues, de quien estaba enamorado a fin de cuentas era de él, pero, esos meses empezaba a cuestionarse su propia filosofía.

Despertarse a la mañana los fines de semana, desayunar con Karen, pasar el día entero los tres juntos en su departamento, irse a dormir con él acariciando su cabello y despedirse el lunes luego de la escuela, cada uno a su casa.
Una rutina que probablemente desaparezca cuando Butters vaya a la universidad.

Y ese era otro problema que chocaba con su duda existencial acerca de la relación abierta: ¿Por qué impedirle hacer lo que quisiera cuando sabía bien que más temprano que tarde, ambos estarían distanciados físicamente?

Como sea, sus pensamientos se vieron irrumpidos por el ruido de interferencia del micrófono que PC conectó y ensordeció a todos los presentes en el gimnasio.

—Bien, presten atención.— Llamó PC.—El motivo por el que los hemos reunido aquí es para conversar sobre una problemática social que nos ha comentado uno de los suyos que le está afectando de sobre manera y... ¡Y DEMONIOS LESLIE, CIERRA LA MALDITA BOCA!— Exclamó el director saliéndose de sus propias casillas, apuntando con el dedo a una chica de cabello corto oscuro y diadema amarilla, quien se quedó horrorizada con el llamado de atención, y confundida para variar, no había dicho nada.—Como decía— Volvió a su tono de voz calmado y diplomático.—, este compañero en particular se siente afectado y nos pidió que hagamos un espacio de consciencia. Con ustedes, Eric Cartman.

El director se apartó del medio para darle su lugar a Eric y ofrecerle el micrófono, intentó incentivar a los presentes aplaudiendo al chico robusto, pero nadie le siguió el juego, por el contrario, sus ceños se fruncieron y los murmullos no se hicieron esperar.

—Esto tiene que ser una puta broma.— Espetó Kyle con indignación.

—Gracias director.— Agradeció Cartman.—Compañeros y amigos...

—¡Ni siquiera tienes amigos!— Le gritó una voz masculina desde el fondo, muchos voltearon a ver.

Era Butters. En cuanto se dio cuenta de que le pusieron más atención de la que esperaba, estiró aún más su capucha y trató de esconder su rostro.

Eric solo se encogió de hombros y continuó su discurso.

—Como decía, en las últimas semanas he sido tratado con desprecio por parte de muchos de ustedes solo por mi cuerpo; se burlan de mi peso y me miran con asco. Así que me armé de valor y decidí no quedarme callado, y por eso estoy aquí— La pantalla blanca se abrió y Mujer Fuerte encendió el proyector. Una diapositiva se proyectó con la palabra "gordofobia" en letras rojas.—, para hablarles de la gordofobia.

Kyle levantó la mano.

—¿Si Kyle?

Kyle se levantó de su asiento.

—Nadie te trata con desprecio por tu cuerpo, es porque eres un grano en el culo cuando te lo propones y luego te la das de víctima.— Lo enfrentó, seco y firme.

—¿Tienes arena en la vagina, Kyle?— Preguntó Eric, sereno, como si su tono neutral hiciera menos venenosa su pregunta.

—¡No! ¡No tengo arena en mi vagina y tú no eres víctima de nada!— Siguió Kyle.

—Como decía antes de que el judío pellirrojo sin alma gordofóbico me interrumpa...— Intentó continuar Eric.

—¡Que no soy gordofóbico, culón! ¡Hazte cargo alguna vez de tus mierdas, carajo!

—Me llamaste culón despectivamente.— Se lamentó Cartman con la mano en el corazón.

—Mejor vamos al grano.— Interrumpió PC la disputa de los dos chicos tomando el micrófono, Cartman salió de escena para tomar asiento.—La Alcaldía de South Park consideró este fenómeno y calculó que lo mejor sería crear conciencia...

—O calculó cuántos votos le asegurará esto para las elecciones del año que viene.— Le susurró irónico Craig a Clyde.

—Y es por eso que decidir invertir fondos estatales para lanzar una campaña en contra de este tipo de discurso de odio. Se llevará a cabo el día de la feria de los clubes.— Finalizó PC.

—Díganme que esto es una broma...— Stan no podía creer lo que escuchaba.

—¡¿Pero qué ven mis oídos?!— Exclamó Clyde en voz baja.

—Y ex-exac-exactamente, ¿en qué va a ayudar?— Cuestionó a Jimmy.

—¡En nada, claro está! ¡¿Por qué Cartman siempre se sale con la suya?!— Token estaba indignado.

—¿Alguna pregunta?— Consultó el Director PC.

Wendy alzó la mano y esperó a que PC le diera la palabra para ponerse de pie.

—Director, con todo el respeto que usted merece, creo que tenemos que tener en cuenta lo siguiente: las puertas de los baños a veces se caen solas, a veces no hay agua o se inundan los pasillos de los baños, la luz se va , la comida de la cafetería no respeta el menú de los vegetarianos, en invierno los calefactores no funcionan, muchas veces hemos tenido que pedir sillas o mesas en otros salones y en casos extremos, pedir una tiza o un borrador de más. Y considerando que el dinero que debería destinarse a los clubes de la escuela no alcanza o, en el peor de los casos, no se deposita, creo que hay que encargarnos primero de la atracción principal de la feria de los clubes, que son justamente los clubes, antes que pensar en ello.

—¿Está diciendo que la gordofobia no importa, señorita Testaburger?— Cuestionó con desaprobación el director PC.

Craig levantó la mano, pero no esperó a que le dieran la palabra para intervenir.

—Está hablando de ordenar prioridades, cosa que al parecer es muy difícil para la alcaldesa.

—Sí, bueno...— PC empezaba a sentirse incómodo.—Pasemos al otro anuncio.— Cambió de tema, echando un rápido vistazo a la hoja en su mano.—Después de casi dos meses, desde que este ciclo lectivo comenzó, hemos conseguido un nuevo profesor para el Club de Teatro, por lo que a partir de mañana, todos los alumnos que se han inscrito al club comenzarán sus actividades. Por favor, reciban con un fuerte aplauso al profesor y director de teatro de Broadway, Gran Gay Al.

Las puertas del gimnasio se abrieron, un hombre bronceado vestido con una camisa rosa abierta en la parte superior de estampado hawaiiano, pañoleta celeste atada al cuello y un ajustado pantalón marrón ingresó a la asamblea. Su cabello era castaño, sus bigotes finos y usaba lápiz labial color rojo intenso.

A pedido del director, los alumnos aplaudieron, aunque la que más se emocionó por la presencia del reconocido director fue Red, lo conocía y admiraba su trabajo. Sería un completo honor ser instruida por él.

Los aplausos cesaron y PC le alcanzó el micrófono.

—Gracias director PC.— Fue lo primero que dijo el nuevo profesor antes de dirigirse a los alumnos.—Y gracias por la cálida bienvenida. Arthur Miller una vez dijo "el teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma", es por eso que, cuando Mujer Fuerte me contactó para hablarme sobre que les faltaba un profesor, decidí llevarme la responsabilidad al hombro e impedir por todos los medios que me fuesen posibles, que un arte tan hermoso y expresivo muera por falta de personal.— Relató.—Eso sí, sugerí que me permitieran a mi encargarme del programa de este año, con el fin de que no interpreten Romeo y Julieta por decimocuarta vez y se pueda hacer algo más original.

Red suspiró con alivio.

—Lo que sí quiero advertir— Su voz cambió repentinamente, volviéndose más seria y un aire de superioridad que intimidaba.—, que me tomo este arte muy en serio.— Hizo énfasis en la palabra "muy" para dejar en claro su punto.—Por lo que no permitiré, bajo ningún punto de vista, que le falten el respeto a algo tan maravilloso.— La atmósfera de la asamblea se tornó más pesada a medida que seguía hablando.—Si no tienen el talento...— Sus ojos se posaron en Tweek, una coincidencia que le heló la sangre e hizo temblar su cuerpo.—Simplemente, ahórrenme el disgusto.— Una vez terminado su discurso, volvió la vista a PC con una enorme sonrisa.—Mil gracias, Director.

Los muchachos quedaron boquiabiertos luego de presenciar los repentinos cambios de tono del nuevo profesor y un mal cuerpo les inundó al analizar sus palabras una y otra vez.

Y Tweek no dejó de temblar hasta que la asamblea terminó.





—No sé porqué esto me da mala espina.— Stan se apoyaba sobre el casillero esperando a que Kyle termine de guardar sus cosas.

—Tal vez es un poco estricto, no significa que sea malo per se.— Kyle luchó por encajar uno de los libros de literatura en un pequeño hueco. Stan espió el libro que su amigo intentó hacer entrar a la fuerza.

—¿Aún tienes esa mierda?— Fue lo primero que pudo decir cuando leyó  "The eyes of the Siberian Dog" .—Todavía no puedo creer que nos hayan hecho leer eso en tercero, ¿Qué buscaban? ¿Un suicidio masivo?

—Es deprimente.— Coincidió Kyle mientras conseguía por fin hacer entrar el libro y cerrar el casillero.—Pero le tengo aprecio— Suspiró posándose sobre el casillero.—, algo así como tú.— Bromeó.

—¿Debería ofenderme?— Río Stan.

—No.— Le prometió Kyle antes de girarse de espaldas a él, encarando hacia la salida.—Bueno, ya me voy a casa, nos vemos mañana.

—¿No quieres que te acompañe?

Kyle se frenó en su lugar y cerró los ojos, en su interior sabía que su corazón le pedía que le dijera que sí, como siempre.
Pero no podía.

Volteó a verlo con una expresión de seriedad que le borró la sonrisa a Stan al caer en la cuenta de la situación en la que estaban.

A veces olvidaba la conversación en el baño de Raisins.

—Stan... Sabes que no.— Kyle suspiró. Realmente quería volver con Stan a casa, y que Stan continúe "coqueteándole" como era costumbre. Pero no podían seguir ignorando lo que había en medio, y no, no hablaba solo de Wendy.—Mira... Estas semanas, o mejor dicho, meses, he estado pensando mucho en esto, y tal como te dije en Raisins... Necesito espacio para pensar. No significa que nos alejemos definitivamente y todo eso, solo... Ciertas limitaciones.— Recalcó—Y una de ellas es volver solo para poder pensar con tranquilidad.— Le dolía decir esas palabras, pero no le quedaba de otra y Stan también lo sabía.—Espero que me entiendas.

El paso de un estadio a otro fue violento y sabía que podía haberse ahorrado ese mal momento si tan solo su cabeza hubiera actuado antes que su boca, recordándole esa conversación antes de ofrecerse a escoltarlo como siempre hacían.

Y... No sabría como seguir describiendo la decepción que sintió Stan de él mismo cuando volvía a pensar en lo idiota que se vio, y se limitó a asentir.

—Nos vemos, Stan.— Se despidió el pelirrojo antes de cruzar la puerta.

Lo despidió con la mano hasta que la silueta de Kyle se perdió al doblar la esquina.

En su pecho se conservó la sensación extraña que le dejó el rechazo de Kyle y suspiró con resignación. No había nada que pudiera hacer con eso más que respetar las distancias y tratar de buscar la forma de no perder la cabeza.

Su celular vibró en el bolsillo de su pantalón.
La notificación era de Wendy, recordándole que lo esperaba fuera de la escuela.

Se dio media vuelta y caminó hasta el baño, echando un rápido vistazo hacia adentro para asegurarse de que tenía suficiente privacidad y de que los cubículos estuvieran vacíos. Una vez dentro, cerró la puerta con la espalda y dejó salir el aire contenido, sintiendo como su respiración se contraía y las manos le sudaban. 

Se sentía estúpido, estúpido y patético. La conciencia le pesaba, sosteniendo sobre ella unas desafortunadas palabras que llegaron a su mente.

Y la peor parte, es que tenía razón.

Uno de los dos va a salir lastimado por tu culpa. Y el pinchazo en su pecho se sintió más intenso, teniendo que presionar los ojos al cerrarlos.

No lloraría, no ahí, no ahora. Aunque el nudo en la garganta lo mataba.

No podía hacer esperar más a Wendy, así que apresuró el protocolo y metió la mano en su mochila.

Uno más.





La sesión ya había finalizado, y como cada sesión, Tweek se ofrecía a ordenar el salón de artes. Llevaba los pesados bastidores en manos hasta el armario en el extremo del tercer piso. Siempre criticó lo mal organizados que estaban los salones, ¿Por qué el armario que solo utilizaban los "artistas locos" estaba en la otra punta? ¿Acaso estaba hecho así apropósito para hacerle realizar más ejercicio de lo normal? "Los caballetes no son cómodos de llevar", les diría, solo para informárselos.

En camino allí, a la altura de la escalera, chocó con alguien que subía y por poco los bastidores y caballetes caían al piso. Iba a insultar a quien sea el idiota que no se fijó por donde caminaba, aunque no era culpa de ninguno, simplemente Tweek cruzó y simplemente el muchacho dobló a la misma vez.

—Lo siento.— Se disculpó el chico.

Reconocería esa voz grave y nasal donde sea. Se dejó ver a través de uno de los atriles, alzando la cabeza lo más que pudo.

—¡Tweek! Pensé que estabas en el pasillo.

Se le perdona. Pensó.

—Iba a alcanzarte en cuanto lleve esto.— Le explicó a Craig continuando su camino.

—Déjame ayudarte, se ve incómodo eso.— Se ofreció tomando uno de los atriles por la parte superior, pero Tweek se alejó.

—Tranquilo, puedo hacerlo.

—Lo sé.— Sonrió.—No creo que sea pesado, pero llevar eso es incómodo.— Enarcó la ceja viendo las piernas de Tweek, la forma en la que estaba caminando no coincidía con lo que el rubio decía.

Lo oyó suspirar derrotado.

-All Right.

El rubio soltó un poco el agarre en dos de los tres atriles que intentó cargar. Craig colgó uno en cada brazo y con las manos tomó uno de los bastidores de uno de sus compañeros en arteterapia. Muchos colores frios y figuras abstractas. No era buena señal.

Llegaron hasta el armario y Tweek comenzó a guardar las últimas cosas que quedaron.

—Oye, ¿Te inscribirás a teatro?— Preguntó Craig.

—Ni soñarlo.— Negó Tweek rotundamente guardando una pintura, por la forma en la que la alejaba de su cuerpo tanto como podía, parecía estar fresca. No mancharía su campera nueva.

—Da muchos puntos extras, te serviría para matemáticas.— Intentaba convencerlo.

Tweek cerró la puerta del armario con fuerza.

—¡Agh! ¿Y exponerme ante tantas personas solo por un par de puntos? ¿Y con ese profesor?— Sí, tenía un punto.—¡Es mucha presión!— Empezaba a entrar en pánico.

Se vio venir esa reacción de parte del más pequeño.
Hora del plan b: manipulación seductora.

—No obstante tienes que actuar.— Craig posó sus manos en los hombros temblorosos.—Puedes encargarte del vestuario, de la escenografía, utilería...

Tweek miró a todas direcciones. Craig tenía razón, no era obligación actuar, pero aún así no estaba convencido.

—¿Tú te inscribirás?— Craig asintió.—Bueno... No lo sé.

Craig lo tomó del mentón.

—Anda...— Le sonrió, y estaba siendo malvado, porque sabía que Tweek no se negaba a nada si le sonreía.—Podría ser divertido. Seríamos compañeros tras bastidores. Y recuerda: puntos extras en matemáticas, no tendrás que derretir tu cerebro en cada ecuación.

Esa idea le hizo formar una sonrisa en sus labios, tentándose.

—Entonces, ¿ya no me darías clases particulares?— Indagó con una sonrisa ladeada.

—Las clases particulares siguen en pie.— Prometió.

Se separó de Tweek y este posó las manos en la cadera, pensativo y con la mirada en el piso, evaluando los pros y los contras. Cuando menos se lo esperó, estaba grabando algo.
Y al parecer no era un recuerdo bonito. Se vio difuminado, interferido e inexacto en su mente. Como si su cerebro lo hubiera bloqueado parcialmente para protegerlo.

—Es que...— Alcanzó a decir en un susurro para sí mismo, pero Craig lo oyó.

Luces, un telón rojo... y él corriendo con lágrimas en los ojos.

—¿Sucede algo?— Preguntó en un tono preocupado.

Y como si su voz tuviera el antídoto perfecto para sacarlo de los malos pensamientos y devolverlo a la realidad, Tweek sacudió su cabeza y volvió la vista a Craig.

Sonrió, y no pudo evitar devolverle la sonrisa.

Maldito y bendito Craig.

-All Right. Voy a entrar.— Aceptó finalmente.—Iré a tomar mi mochila.

Dijo y se alejó de Craig con lentitud.

Cuando se aseguró de que Tweek no podía verlo escuchar nilo, buscó su celular en el bolsillo y entró a WhatsApp, tocando el botón del micrófono para un audio.

—Está adentro.

Y se lo envió a Red.

 

 

 

Glosario de palabras y frases raras:

*: "Relaja la raja" es una forma de decirle a alguien que se calme, pero obvio, depende como lo uses, suena provocativa y posiblemente no lo calme un carajo.
*: "Machete" es un papel que usan los estudiantes a escondidas para ayudarse en las pruebas escritas.


Chapter 24: Nace una Estrella

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/lNmbVwWFZMM

Chapter Text

—Sean bienvenidos y bienvenidas a la primera clase del club.— El profesor Gran Gay Al daba apertura a su primera clase escribiendo en la pizarra verde la palabra "teatro".

Las luces cálidas iluminaban el escenario de tonos ocres donde algunos estudiantes se encontraban sentados sobre unos bancos de patas de hierro, hechos del mismo material que los asientos de las gradas del gimnasio y el campo deportivo del patio; otros en el pulido piso de madera y algunos pocos alejados de la luz, apoyados sobre la fría pared blanca oculta tras el negro telón donde se apreciaban las típicas máscaras que representaban el drama y la comedia.

—Algunos ya me conocerán, otros me habrán escuchado nombrar y otros ni siquiera me deben conocer.— Volteó a ver a los alumnos una vez que terminó de escribir "comedia" y "drama".—Me llaman Gran Gay Al, fui escritor y actor; actualmente soy director y crítico de teatro. Dirigí las nuevas versiones de "La Bella y la Bestia", "Los Miserables", "El fantasma de la Opera", "Cats" y autor de "El Circo de los Marginados". Mis principales críticas fueron publicadas en The New York Time y The Wall Street Journal.— Relató cada hazaña y logro con un acento tan fluido como exótico que caracterizaba el dramatismo teatral, digno de pertenecer a su profesión. Dio un paso al frente al finalizar su presentación, chocando sus palmas, reproduciendo un sonido multiplicado por la acústica del teatro.—Bueno, ya me he presentado, ahora quiero conocerlos a ustedes.

Como era esperable por la mayoría, la primera persona en levantar la mano fue Red, no había parado de expresar su emoción por conocer al director de Broadway desde que se les dio la noticia.
El profesor le cedió la palabra.

—Me llamo Rebecca McArthur, pero mis amigos y compañeros de clase me llaman Red. Soy la presidente del club de teatro desde hace cuatro años.

—¿En serio?— El profesor esbozó una gran sonrisa ante el dato brindado por la pelirroja.

—Sí.— Respondió Red.—Y... No por querer quedar bien...— Red movió su cuerpo de lado a lado con cierta timidez, tomando sus manos por detrás de la espalda.—Pero realmente soy una gran fanática de su trabajo como actor y por "El Circo de los Marginados".

—Y es una gran actriz.— Wendy posó sus manos sobre los hombros de Red.

—Entonces me honra muchísimo saber que me tienes una estima tan alta, Red. Espero verte en el escenario, entonces.— Gran Gay Al le dedicó una última sonrisa antes de que Red vuelva a su lugar.—¿Alguien más?

Wendy alzó la mano.

—Mi nombre es Wendy Testaburger...

—¡Bu Wendy!— Se le oyó gritar a Cartman.

Wendy puso los ojos en blanco.

—Como decía, mi nombre es Wendy Testaburger. Soy la presidente del centro de estudiantes y del comité de mujeres del instituto.

—¡Increíble iniciativa! Muchas gracias por tu presentación, querida.— Le felicitó el profesor.—¿Alguien más?

Sentado en el piso, Kenny levantó la mano.

—Mi nombre es Kenneth McCormick, aunque mis amigos me dicen Kenny, Ken... Mis mejores amigos me dicen "la puta de South Park".— Stan, Kyle y algunas chicas detrás de él rieron.—El que está acá— Codeó a Craig a su lado.—me dice McCormick porque mi apellido es espectacular, la verdad— Y por último, miró a Butters a su derecha.—, y el niño hermoso de aquí me dice "amor".— Butters rió con timidez.—Y no soy presidente de nada importante como mis amigas ni nada por el estilo, pero soy DJ en fiestas los fines de semana y tengo la increíble capacidad de haber estado cerca de la muerte en numerosas ocasiones y seguir vivo.

—¡Vaya habilidad!— Exclamó el profesor entre risas.—¿Quién es el siguiente?

Wendy codeó a Stan, y este levantó la mano. Craig notó esa secuencia y en una tos fingida soltó un "gobernado" tratando de que solo fuera audible para Clyde.

—Mi nombre es Stanley Marsh, mis amigos me dicen Stan. Y soy capitán del equipo de básquet y vóley.— Miró a Craig y lo señaló.—Ahora te toca a ti, que te escuché, gracioso.

—Lo dije para que lo escuches.— Mintió.

Los presentes rieron de la situación de los pelinegros, incluido el profesor.

—Muchas gracias, Stan. Seguro tienes muy merecido ese puesto.— Sonrió antes de girar a Craig.—¿Quieres presentarte?

—Bueno...— Suspiró antes de empezar.—Mi nombre es Craig Tucker... Y no sé qué decir.— Unas risas acompañaron la presentación del chico del chullo.

—Es "el chico nuevo" y es el capitán del equipo de natación y quemados.— Clyde posó la mano en el hombro de Craig mientras agregaba la información, intentando salvar la presentación de su amigo.

—¡Y es marica!— Añadió Cartman desde el fondo, siendo completamente ignorado por el azabache.

—¡Vaya! ¿Cómo que no sabes qué decir? Eso es muy bueno, Craig.— Le dijo el profesor.—¿Algo más?

Craig pensó un poco.

—Y... Sí tengo cara de culo no es porque me caigan mal, solo nací con esta cara.— Finalizó hablando en general al grupo. A decir verdad, nunca se había presentado a sus compañeros, por lo que la aclaración no estaba de más. Algunas risas débiles se escucharon de fondo. El profesor le dedicó una sonrisa más y puso su atención en Clyde.

—¿Te quieres presentar tu también?

Clyde asintió.

—Me llamo Clyde Donovan, y...

—¡Se la come doblada en el Uno!— Se le oyó a Token desde el fondo, junto al telón.

—¡Tú cállate que si no sonríes, no se te ve desde ahí!— Los presentes volvieron a reír del enfrentamiento entre los dos amigos. Clyde tomó aire y volvió a donde se quedó.—Y juego fútbol americano.

—Muy bien, Clyde.— Sonrió el profesor.

La siguiente en solicitar presentarse fue Bebe.

—Mi nombre es Barbara Stevens, me dicen Bebe, y soy capitana del equipo de porristas.

—Según toda la historia de películas estadounidenses— Susurró Craig en el oído de Clyde—, ustedes terminarán juntos.— Como respuesta, recibió un golpe en el brazo de parte de su amigo.

El siguiente en presentarse ante el profesor fue Token.

—Mi nombre es Tolkien Black, pero mis amigos me llaman Token. Y fui presidente del club de música hasta el año pasado.

—Soy Kyle Broflovski y...

—Y soy un judío de Jersey.— Completó Cartman desde el fondo, provocando algunas risas.

—Y soy uno de los delegados del curso.— Terminó su presentación ignorando la burla de Eric.

—Y-yo soy Ji-Jimmy Valmer, me gusta la comedia y el st-st-stand up.

—Yo soy Leopold Stotch pero mis amigos me dicen Butters. Y me interesa la peluquería, aunque también pienso estudiar algo relacionado a finanzas... Todavía no me decido.— Comentó rascando su cabeza.

—Yo me llamo Nichole Daniels y soy la capitana del equipo de vóley femenino.

Los integrantes del club siguieron levantando la mano y haciendo un breve resumen de sí mismos al profesor, comentando cargos dentro de la comunidad de alumnos increíbles o habilidades tan interesantes como admirables.

Solo faltaba una presentación, de parte de alguien que solo se limitó a escuchar y temblar en su asiento. Sus manos sudaban, consciente de que las presentaciones se agotaban y su turno estaba cada vez más cerca de llegar, acelerando el ritmo de sus pulsaciones, conservando en su pecho la permanente sensación de pánico.

—¿No falta nadie más?

No, no queda nadie más. Rogaba desde el fondo que no se diera cuenta y continuara la clase.
Mientras fuera así, la calma volvería paulatinamente a su mente y los nervios se normalizarían, frenando sus temblores.

—¡El rubio de ahí! ¿Cómo te llamas?

No, ¡no quiero!

Su cuerpo volvía a ser invadido por una horrorosa inquietud que le llenó el cuerpo de temblores involuntarios y haciendo de su cabeza un lugar catastrófico, un desierto en su boca y la garganta enredada. La voz no le saldría incluso si intentara decir algo.
Sabía que eran solo segundos, pero el tiempo se hacía eterno sin decir nada.

Vamos idiota, ¡di algo!

—Soy...— Murmuró tembloroso, en voz baja.—Soy...

—¿Puedes hablar más alto? Desde aquí no se escucha.— Pidió Gran Gay Al.

Jesucristo, Buda, quien sea... Ayúdenme.

Tweek no podría jamás describir con palabras o con dibujos lo pequeño que se sentía en ese momento frente a los ojos de alguien con un prontuario impoluto y tanta influencia en el mundo del arte como el mismísimo Gran Gay Al. En silencio, rodeado de personas a quien realmente no terminó nunca de conocer a pesar de haber pasado la mayor parte de su vida con ellos, los ojos puestos en él y la presión carcomiendo su cabeza por cada segundo que no decía nada; en este punto, el corazón le dolía como si una aguja le pinchara.

Odio las presentaciones.

—Soy...

—Tweek.— La voz de Craig sonó como una campana salvándole de perder un ring. Suspiró aliviado, como si el alma le volviera al cuerpo.—Se llama Tweek Tweak, y es artista. Uno muy bueno, diría yo.

¿Es un ángel?

—Oh, ¿y qué haces?— La voz del profesor denotó un cierto grado de incredulidad, sin embargo, se las arregló para sonar lo más interesado posible en el pasatiempo de Tweek.

El rubio buscó los ojos verdes, en ellos esperaba encontrar un poco de aliento y paz. Su rostro sereno le dedicó una sonrisa que le llenó el estómago de mariposas.

Definitivamente, es un ángel.

—Pinto. Con acuarelas y café.— Respondió, entre interminables titubeos y sin poder sostener la mirada de aquel intimidante profesor, no obstante, fue entendible y la información fue más que suficiente para Gran Gay Al.

—Me alegra mucho saber que hay muchos artistas de diferentes ramas aquí.— Gran Gay Al le dio una sonrisa a Tweek, y volvió la vista al grupo en general.

Tweek soltó el aire contenido y miró nuevamente al azabache. Craig le levantó el pulgar y pudo descifrar que sus labios le dijeron que lo hizo bien; aún con una mueca de sonrisa no muy convencida, le dio las gracias.

Gracias a ti... Craig.

—Muy bien— La voz de Gran Gay Al se volvió a oír a través de todo el anfiteatro y le sacó de su pequeño lugar feliz.—, por hoy no vamos a hacer nada. La primera actividad del club comenzará a partir de la semana que viene, hasta entonces, les voy a dictar la primera tarea que entregarán la semana que viene en grupos mixtos de tres. También les voy a sugerir que discutan entre ustedes qué roles tomarán en el club. Luego le diré a Red las opciones que tendrán, tanto de los roles como de las obras.

La puta madre. Maldijeron Craig y Red en sus interiores.

—Para la semana que viene, quiero que entreguen una línea de tiempo resumiendo la historia del teatro desde sus inicios hasta la actualidad.— Finalizó la consigna.—Nos veremos la semana entrante.


El clima entre los alumnos se alteró tras la primera clase de teatro. Resolvieron encontrarse después de clases en un salón vacío para conversar acerca de las opciones de obra y los roles que llevarán a cabo cada quien; desgraciadamente, no era posible el diálogo pacífico con todos hablando a la vez y en ocasiones entrando en pánico ante el nerviosismo que generaba el nivel de profesionalismo del profesor, sin mencionar la primera impresión que les dio en la asamblea.

Parados frente al pizarrón, Stan intentaba calmar a los integrantes del curso de sexto año, siendo acompañado por Craig y Wendy a cada lado.

—¡Chicos, silencio!— Ordenó Stan desde su posición, aunque sus compañeros hicieron caso omiso al pedido.—Los llamamos aquí para discutir sobre la obra y quien se va a encargar de cada cosa.— Los gritos y las discusiones no cesaron.—¡Silencio, por favor!

Hartos del bullicio, Wendy y Craig dieron un paso al frente.

—¡CÁLLENSE!— Gritaron al unísono.

Instantáneamente, el alboroto cesó, recibiendo la atención que intentaban obtener.

—Gracias chicos.— Agradeció Marsh a los dos chicos antes de dirigirse a sus compañeros.—Red, ¿Qué obras te dio Gran Gay Al para que elijamos?

Sentada en una posición cómoda sobre uno de los escritorios, Red buscó en el bolsillo del pantalón deportivo una arrugada hoja de papel.

"Los Locos Addams", "Los Miserables" y "Hamilton"— Leyó.—, todas son versiones musicales.

—Por votación— Propuso Wendy.—, levanten la mano quienes quieran "Los Locos Addams".

Solo tres levantaron la mano.

—Los que quieran interpretar "Los Miserables".— Continuó Craig. Cinco personas levantaron la mano.

La respuesta era evidente.

—¿Hamilton entonces?— Preguntó Stan, viendo como prácticamente todo el salón alzó la mano.—Bien, Red, anota que interpretaremos esa.

De su mochila, Red extrajo un pequeño bloc de notas. Levantó la tapa violeta y comenzó a apuntar en el papel.

—¿Y quienes actuarán? Además de mí. Necesitamos ser, cómo mucho, catorce actores.— Consultó Red mientras anotaba en el bloc de notas el nombre de la obra ganadora.

—Supongo que eso lo podemos decidir mañana.— Sugirió Stan, pensativo.—Hoy investiguemos cada uno sobre los personajes para tener una respuesta segura.

—Bien.— Aceptó Red.—Entonces... ¿Quién se encarga del vestuario?

—¡Red!— Bebe alzó la mano.—Sí alguien actúa, ¿puede encargarse de otra área también?

—Si estás segura de que puedes cargar con ambas cosas, sí.

—Bien, entonces yo me encargo del vestuario.

—Ok.— Anotó.—¿Quiénes quieren hacerse cargo de la escenografía? Necesitaríamos como mucho, tres o cuatro encargados.

Craig alzó la mano.

—De eso podemos encargarnos Tweek y yo.— Propuso.—Teniendo en cuenta que muchos actuarán, habrá dos del elenco que tendrán que ayudarnos.

—Cuenten conmigo.— La voz de Heidi se oyó entre el silencio, parada en junto a Cartman, alzó la mano para demostrar la decisión en su ofrecimiento.

—Muy bien...— Red volvió a tomar nota.—¿Música?

—Obvio que yo.— Kenny se señaló a sí mismo.

—¿Peinado?

—De eso puedo encargarme yo.— Se ofreció Butters.

—¿Narrador?

—Creo que yo puedo hacer eso.— Contestó Stan.

La conversación entre los estudiantes no se extendió a más de las cinco de la tarde, donde Red les adelantó cómo maneja el club de teatro la selección de actores, contando con dosinstancias de demostración y ejercicios de entrenamiento que posiblemente, les parezca ridículos a los recién ingresados, tal como le resultó a ella en su primer contacto con el teatro.

Los corredores de los casilleros se vaciaban poco a poco. El sol aún brillaba a través de las ventanas de las puertas de entrada y su luz chocaba en la aguamarina chapa de acero.

—Entonces, ¿harás el trabajo con Tweek?— Clyde se apoyaba contra el casillero junto a Craig, jugaba con una lapicera haciéndola girar entre sus dedos. A veces se le caía y tenía que volver a tomarla del suelo, pero le entretenía lo suficiente como para esperar a su amigo.

—No, Bebe y Wendy ya le ofrecieron estar en su grupo.— Craig cerró el casillero y se llevó la mochila al hombro. Clyde dejó de jugar con la lapicera y le siguió el paso hacia la salida.—¿Tú ya tienes grupo?

—Pues, hablé con Red y ella aceptó, y ahora pensaba decirte a ti.— Le propuso mientras caminaban hasta la parada de colectivo.

Por supuesto que la respuesta es sí.

—Bueno, hazte la idea de que ya aprobamos entonces.— Supuso.—Si hay alguien que sabe del tema es ella.

—Sí, solo que ya me advirtió que no podríamos juntarnos en su casa. Algo sobre su madre, realmente no especificó qué y tampoco quise indagar mucho.

—Podemos juntarnos en mi casa.— Ofreció Craig.—Tenía pensado pedir el día de mañana... Y probablemente cambiar de turno.

—Está bien, ¿a qué hora?

—Después de clases.

—Bien, le avisaré entonces.— Clyde lo señaló con los dedos índices. Corrió su vista a la calle, dos colectivos se acercaban.—¿Ese es el que te deja cerca de tu casa?— Señaló el último autobús.

El padre de Clyde le había enviado un mensaje durante el último período, hubo un fallo eléctrico en la zapatería y necesitaba su ayuda para repararlo y de paso, atender a los clientes, aquello significaba que no viajarían juntos esa tarde.

—Sí, ahora le avisó a mi madre que...— Craig metió la mano en el bolsillo de su pantalón para tomar el celular, pero no sintió nada. La respiración se le contrajo cuando revisó en sus otros bolsillos y no lo encontró.

—¿Qué pasa?

—No encuentro el celular.— Revisó la mochila y tampoco encontró nada.

—¡Mierda!— Se lamentó el castaño y tiró el cigarro al suelo.—¿Quieres que te ayude a encontrarlo? Tal vez lo dejaste en el casillero o en el salón.

—No, tú toma el autobús. Yo tomaré el próximo, volveré a la escuela.

El colectivo que llevaba a Clyde a la zapatería de su padre frenó. Miró a su amigo para asegurarse de que estaba seguro de quedarse solo, suspiró apenado de no poder ayudarlo y asintió.
La puerta del bus se abrió.

—Bueno, ¿tiene sonido?— Clyde subió el bus.

—No.— Craig se dijo "estúpido" en diez idiomas diferentes.

—De todas maneras, te voy a estar llamando, a ver si la vibración te ayuda.— Clyde se sentó contra una ventana que estaba abierta. El bus comenzó a moverse.—Suerte, nos vemos mañana.

Los autobuses partieron, y cuando su amigo comenzó a alejarse subido al transporte público, Craig corrió de vuelta a la escuela tratando de, primeramente, no desesperarse, y en segundo lugar, tratar de hacer memoria del último lugar donde usó el celular.

Revisó el casillero, no estaba ahí.
El salón que usaron para la reunión, tampoco.

—Carajo...— Comenzaba a estresarse.—¿Dónde mierda lo dejé?

Se detuvo en medio del corredor a pensar con la paciencia que no tenía. Sabía que tenia el celular guardado en el bolsillo durante la clase de Física, que lo usó durante el recreo y el almuerzo, también recordaba haberlo guardado en la mochila durante la clase de Lenguaje y no lo había sacado hasta la hora de Biología.
Entonces, recordó que en el club de teatro se sentó en el piso, dejó el celular a su lado y...

¡Mierda!

Sin perder más tiempo, continuó su camino por el pasillo hasta llegar a la entrada principal del teatro. Bajó la barra e intentó empujar una de las dos puertas, pero no cedió.

—Carajo...— Pegó la frente en la enorme puerta lamentando su torpeza.

Antes de rendirse en su búsqueda y considerar irse con las manos vacías, un sonido opacado tras la puerta captó la atención de su oído, pegó la oreja a la fría chapa de acero para escuchar mejor y comprobar que no fue una alucinación suya. Parecía oírse la suave melodía de un piano.

Si hay alguien  dentro ...  Entonces  la puerta del escenario está abierta.

Volvió a apurar el paso con dirección al patio, recordando donde se ubicaba la pequeña puerta al escenario.
Mientras iba acercándose al semicírculo, notó dos cosas: la primera era que su celular no se veía ahí, y la otra era que la melodía se escuchaba dulce en sus oídos y que el timbre de voz se le hacía muy familiar.
Procedió con cautela por el ancho y corto pasillo oscuro, las luces continuaban encendidas iluminando con la misma intensidad el escenario de tonos ocres y el telón desprendía un vivo color escarlata.

Sin embargo, nada irradiaba tanta luz como el pianista en cuestión.

Tweek.

So when I'm all choked up, but I can't find the words every time we say goodbye. Baby, it hurts when the sun goes down and the band won't play, I'll always remember us this way...

Las notas armoniosas chocando en cada palabra que entonaba se condimentaba con tonos que denotaban una dulce melancolía, de emotivo ruego por no quedar a la deriva con sus recuerdos.

Lovers in the night, poets tryin' to write, we don't know how to rhyme, but, damn, we try, but all I really know, you're where I wanna go, the part of me that's you will never die.— Su voz parecía tocar el cielo cuando se desplazaba de una nota a otra con absoluta fluidez, desbordando pasión en cada palabra que recitaba y la emoción le erizaba la piel mientras más alto se hacía oír en el eco y más bajo sonaba al final de cada estrofa.

Sus ojos no daban crédito al espectáculo que presenciaba tras el telón cuando Tweek repentinamente dejó a un lado el piano y se levantó del asiento para caminar hasta el centro del semicírculo, sus movimientos lucían precisos y naturales. No había lugar para sobre pensar, sin temblores ni dudas en la posición que ponía sus manos, dignas del dramatismo que caracterizaba a todo actor innato, la entrega reflejada en el balanceo de sus brazos, el cómo desplazaba sus piernas por la pista y la oleada de sentimientos que reflejaban las expresiones del rostro de porcelana, tan armonioso con el ritmo lento y romántico que destilaba la coreografía increíblemente improvisada al compás de la canción que aún recitaba; como si en ese preciso instante, algo estuviera naciendo en él, algo que lo hacía ver tan suelto y apasionado como esa tarde en el salón de química, y totalmente opuesto al chico temeroso que acostumbraba a ver temblando cuando un profesor se dirigía a él o su espacio personal se veía invadido por más personas de las que podría tolerar.
Este, definitivamente, era Tweek. Ese conjunto de perfectos movimientos, de sentimientos latentes y palabras seguras; arte fluyendo por sus venas y explotando hacia afuera.
Ese era Tweek.

When you look at me and the whole world fades... I'll always remember us this way.— Cerró su puesta en escena con broche de oro, en bajas notas, lanzando la cabeza hacia atrás y la postura inclinada, manejando un equilibrio impresionante sin perder el histrionismo del principio de su actuación, ni descuidar la delicadeza con la que se movía con anterioridad.

Posiblemente, el susto que le de se lo reprochará más adelante y aceptaría toda expresión de enojo de su parte, incluso si eso implicara que lo volviera a golpear con la sartén por accidente, pero no había palabras que describieran lo maravilloso que fue ser testigo de semejante actuación, y Craig comenzó a aplaudir.

Su corazón se paralizó un instante antes de sobresaltarse, al borde del pánico, y sus ojos descubrieron a Craig tras el telón, oculto en el pasillo de la entrada al escenario. El rostro se le acaloró de vergüenza e internamente comenzó a reprocharse por ser tan descuidado, quería que lo tragase la tierra.

—¡AGH! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Hace cuánto estás viendo?! ¡¿Qué tanto viste?!— Las preguntas seguían cayendo en la realidad como una cascada mientras el corazón volvía a latirle con fuerza.

Craig salió de su "escondite", aunque no estaba realmente oculto, solo se había detenido a ver el tesoro que encontró desde el telón. Ahora ambos estaban siendo iluminados bajo la misma luz.

—Lo suficiente como para que pudieras maravillarme más de lo que ya lo hacías, y yo creyendo que eso sería imposible.

Cuando Tweek y Craig se conocieron, Tweek estaba convencido de que Craig era un agente de la CIA, y tratándose de alguien con un cerebro que maquinaba a mil por hora, era un pensamiento hasta lógico, coherente y razonable. Pero ya llevaban varias semanas conociéndose y la sola idea de seguir pensando aquello sería absurdo, no... Ahora estaba completamente seguro de que Craig no era real.
Siempre con palabras exactas que sabían cómo funcionar perfectamente para tocar en lo más profundo de su corazón, aún cuando algo en su interior quería darle un buen golpe por espiarlo y luego asustarlo. Siempre con cumplidos que resultaban poéticos y sensatos, capaz de darle la valentía de congelar sus inseguridades y callar las voces en su cabeza.

Brillante y seguro.

—¡¿Pero qué haces aquí?! Pensé que todos se habían ido.— Intentó volver a su pregunta inicial, rogando no sonrojarse justo ahora. No, no era momento de ponerse romántico, realmente necesitaba respuestas.

—No hay nadie.— Le informó esperando que eso lo calmara un poco.—Y yo tampoco estaría aquí, pero antes de subir al colectivo me di cuenta de que perdí el celular.— Confesó apenado.

¿Celular?  Oh, sí, ese celular.

—Pues...— Tweek se dio la vuelta, buscó algo en la mochila que reposaba en el asiento del piano.—Encontré este.— Tweek le enseñó un teléfono con un gastado case azul.

—¡Sí, es ese!— Craig estiró la mano para recuperar su teléfono.

—Pensaba dejarlo en la direc...— Se frenó antes de entregárselo y miró la pantalla.—Está vibrando, ¿Quién sería "el dramas"?— Preguntó bastante confundido.

—Por supuesto que es Clyde.— Respondió tomando el móvil, deslizó el ícono de llamada verde hacia la derecha y se llevó el celular a la oreja.—Hola cara de mierda.

¡Por fin encontraste el puto móvil, cara de verga! Ya se me estaba agotando el saldo de tanto llamar, ¿Dónde mierda estaba?— Se oyó a través de la salida de voz. Tweek tuvo que taparse la boca para no soltar una carcajada.

—Luego te digo, ¿llegaste bien?

Sí, mi buen amigo con el cual no tengo sexo gay.— Ambos rieron de su chiste.—Y creo que dije eso en voz muy alta porque la señora de atrás me miró como si te hubiera dicho que maté un cachorrito.

—Dile que solo somos muy buenos amigos.— Craig agradecía desde lo más profundo de su frío ser el tener la posibilidad de contar con un amigo tan seguro de sí mismo como para bromear de esa manera sin que resulte incómodo.

Señora, la amistad hoy en día se refuerza así.— Bromeó.—Bien, tengo que cortar, luego me cuentas como te va con tu crush secreto.

A veces estaba convencido de que a Clyde le haría bien cerrar la boca... Si es con ayuda de un bozal, mejor. Por supuesto que Tweek escuchó eso, enarcó la ceja con curiosidad, una que le hizo sudar frío a Craig.

—Jaja que gracioso.— No sabía como disimular la incomodidad que le generaron esas dos palabras.—Adiós.

Y cortó la llamada.

—¿Así que tienes un "crush" secreto?— Tweek se cruzó de brazos dibujando una sonrisa.

Era en momentos como estos donde Craig deseaba tener el dos por ciento del talento de Tweek para actuar.

—¿Qué? ¡No! ¿Cómo crees? Ya sabes como es Clyde.

El rubio llevó la mano a su pecho.

—Me siento ofendido.

¿Podría cagarla aún más?

—No, o sea, no me refiero a eso. Es decir— Era increíble como ese rubio podía sacarlo de su cómoda neutralidad.—, tú sabes como es Clyde, pero eso no significa que no sea cierto que no tenga un crush... ¡En realidad! Yo no dije nada, fue una suposición de él, pero no quiere decir que...

Tweek soltó una risa que le hizo detenerse, y colocó las manos sobre sus brazos. ¿En qué momento sus papeles se invirtieron?

—Mejor no aclares que oscureces.

—Pero es...— Un dedo de Tweek sobre sus labios interrumpió otra interminable oración llena de justificaciones contradictorias.

—Calladito te ves más lindo.

Craig regresó a la calma, lo suficiente para recordar el punto de partida. Se sacó el dedo de encima.

—¡Y tú no me cambies la conversación porque tú y yo sabemos lo que vi!

Tweek evadió la mirada.

—¡Tú no viste nada!— Se alejó de Craig buscando su mochila con la mirada.

—¡Tweek, por favor!— Lo siguió.—Lo que vi ahí... ¡Fue maravilloso!

—Vamos, Craig.— Dijo incrédulo mientras continuaba guardando sus cosas.—No hablas en serio.

—Tweek, mira, tal vez no sea la persona con mayor conocimiento artístico y esas cosas, pero la pasión que le pusiste a esa...— Estiró el brazo para señalar el centro del escenario.—Performance, si quieres decirlo de ese modo, no la he visto ni en las novelas que ve Clyde, y eso que se supone que son "actores profesionales".— Hizo comillas con los dedos mientras seguía los pasos de Tweek hacia el pasillo oscuro.

—Craig, La Rosa de Guadalupe no es la mejor comparación que puedes hacer, hasta los videos de Tik Tok están mejor actuados.

—¡Mi punto es...— Craig lo tomó por los hombros, obligándole a voltear a verlo.— que tú— lo señaló.—sí tienes el talento!

—Creo que exageras.— Volvió a evadir la mirada llena de entusiasmo.

—¿Exagerar? Creo que a veces te olvidas que soy tan sincero que duele.— Objetó.—Tweek, tal vez todavía no puedas creerme del todo, pero si para mí algo es un alfajor de mierda, lo digo sin filtro, y puedo jurar que lo tuyo es de otro mundo.— Le aseguró, no obstante la mirada de Tweek seguía vacilando.—Y creo que tremendo talento debería ser explotado.

—Craig, no creo que pueda ser capaz de...

—Te lo juro por Stripe y yo no juro por Stripe en vano.— Lo miraba directo a los ojos y esas orbes jade eran transparentes, solo un ciego no podría ver la sinceridad en ellos. Craig se negaba a salir del teatro sin sacar a Tweek de su negación.

El dramático juramento por Stripe era un punto a su favor, no había algo que Craig amara más en el universo que a su mascota.
No desconfiaba de Craig, eso lo había dejado claro en su primera vez, también sabía que "sin filtros" era prácticamente su segundo nombre y una de las razones principales por las que visitaba con mayor frecuencia la detención que su propia casa, de todos modos, los egos frágiles de los profesores siempre han sido susceptibles a pensamientos independientes.
No hay nada que se rompa más fácil que el orgullo de un profesor cuando su propio alumno le corrige.

Pero volviendo a la actuación, no, su desconfianza no era sobre Craig. Era sobre él.

Independientemente de si es cierto que actúa bien o mal, pues no es ese el verdadero debate, ¿Cómo podría mostrarse así frente a tantas personas y no paralizarse en el intento? Porque Tweek tiene mucha imaginación, y por supuesto que la ha usado para imaginar la escena: él con muchas horas de ensayo y estudio encima, mostrándose bajo los reflectores y, cuando cae en la cuenta de los miles de ojos que están sobre él, su mente se pone en blanco. No habla, no se mueve, no respira, no reacciona. Solo puede oír las risas penetrar en su mente hasta retorcerla, el rostro tensarse y los ojos ardiendo al llenarse de lágrimas.

Y si eso le ha llegado a pasar en lecciones orales que ha sido obligado a rendir en su infancia y el comienzo de su adolescencia con un público considerablemente reducido, no era necesario ser científico ni un genio para adivinar lo que podría suceder con un público mayor.

—Craig... — Su respiración se aceleró.—Realmente no lo sé... En serio, soy... Soy malo actuando.

Excusas y más excusas.

—Puedes hacerlo, Tweek.— Volvió a jurar.—Eres capaz de mucho más de lo que crees.

Permanecieron unos instantes mirándose el uno al otro. La idea era una completa locura y un desafío que Tweek estaba cien por ciento seguro de que no podría aceptar, pero su mente solo se limitó a esparcir un hormigueo a todo su cuerpo mientras grababa a fuego lento esa frase.

En casi dieciocho años de vida jamás le habían dicho algo similar y mucho menos jurando tanta sinceridad en su voz y en sus ojos.

—Al menos dime que lo vas a pensar.

No podía ignorar el riesgo que suponía todo eso para él, pero...

—Prometo...— Suspiró y volvió a pensar lo que estaba por decir. Sabía que tratándose de él, no podía prometer ninguna acción.—Que tal vez lo piense.

Solo eso necesitaba, no pretendía que le dijera que sí porque comprendía que no era capaz de ver todo lo que él es. Pero un "tal vez" era mejor que un no rotundo.

—Con eso es suficiente.— Declaró con una sonrisa, una que contagió al rubio.

Sintió como sus pulsaciones se normalizaban estando entre las manos del azabache, se dio el enorme placer de respirar profundo, sacar el aire y perderse en los ojos del otro, porque ahí se sentía seguro. En ellos, irónicamente, podía encontrar la paz que buscaba y creer en él. Ciegamente.

El beso no se hizo esperar mucho más. La unión de sus labios fue corta, pero la magia permaneció latente y persistente incluso cuando se separaron.

Ya en una postura más relajada, dejó su mochila deslizarse por sus brazos hasta que la escuchó impactar, llevó la vista al piano y nuevamente al azabache.

—¿Quieres oír algo más?— Propuso con una sonrisa dulcificada.

—Podría oírte todo el día.— Respondió en un prolongado suspiro.

Caminó hasta el piano y disfrutó la privacidad que le daba el estar de espaldas para dejar salir una ensanchada sonrisa por la que tuvo que morder su labio inferior para evitar que se le escape una sonora y estúpida risa. Se sentó frente al enorme instrumento y levantó la tapa, esperó a que Craig tomara asiento antes de empezar a teclear Do y La menor de Million Reasons.

You're giving me a million reasons to let you go, you're giving me a million reasons to quit the show, you're giving me a million reasons, give me a million reasons, giving me a million reasons, about a million reasons. If I had a highway, I would run for the hills, If you could find a dry way, I'd forever be still, but you're giving me a million reasons, give me a million reasons, giving me a million reasons, about a million reasons. I bow down to pray I try to make the worst seem better, Lord, show me the way...

Tweek siempre cantaba con los ojos cerrados, le ayudaba a concentrarse en lo que tocaba, en la delicadeza con la que sus dedos se deslizaban por las teclas y en la letra que recitaba.

No necesitaba verlo para saber que Craig no le quitaba la mirada de encima.

Pero nunca sabría la admiración con la que lo miraban esos ojos hechizados y lo atento que lo escuchaba, como un divino versículo, admirando un milagro materializándose ahí mismo.
En su voz, en sus dedos, en sus expresiones y en su belleza.

I've got a hundred million reasons to walk away...

Tweek... Si tan solo pudieras verte desde mis ojos.

But, baby, I just need one good one to stay...

Eres una estrella...

Eres mí estrella.


Chapter 25: Monólogos de closet

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/dn7ALaq1V2g

Chapter Text

Esa noche decidieron ordenar pizza, a Sheila no le agradaba la idea de no cocinar, pero por esa noche estaba dispuesta a hacer una excepción. La familia estaba reunida en la mesa redonda y prestaban atención a la nueva entrevista de Stephen Colbert mientras continuaban hablando del caso al que fue solicitado el servicio de Gerald Broflovski. Por la poca atención que le dio a la charla familiar, un empleado de una cooperativa o algo por el estilo sería despedido tarde o temprano, por lo que ideó un poco ortodoxo plan y requería el asesoramiento de Gerald para llevarlo a cabo y sacarle la mayor cantidad de dinero posible a dicho empleador.

O eso fue lo que entendió.

Kyle movía algunos de los trozos que cortó con el tenedor de plástico esperando a que la porción se enfríe un poco, sus amigos siempre se reían de su costumbre de cortar la pizza o el comerla con cubiertos, constantemente aludían que lo hacía por delicadeza.
No, no es que lo hiciera por ser "delicado" ni nada que se le asemeje, simplemente, la pizza le encantaba y comer las porciones a mordiscos grandes le hacía sentir que no la disfrutaba del todo y que se le terminaba rápido, de alguna forma, cortarla le hacía disfrutar su sabor por más tiempo.

"Cada loco con su tema" era la respuesta que solía brindar como una forma de evitar insultarlos.

Apoyó la mejilla en su mano y empezó a comer algunos de los trozos recordando con cierta nostalgia la última vez que comieron pizza en grupo en el centro comercial hace algunos meses, cuando Clyde y Eric hacían sus típicos comentarios acerca de su manía. Podía aceptarlos viniendo de Clyde, pero no de Cartman. Cuando estaba decidido a aventarle una aceituna en la cara, Stan sobó su espalda y automáticamente se calmó. Stan era el único que no juzgaba sus hábitos, de hecho, sonrió cuando recordó la cara de Stan pidiendo una porción de pizza cortada y Kyle en lugar de darle el tenedor, lo sostuvo en su mano haciendo que comiera de el.

Y ahora volvía a comer pizza cortada, pero Stan no estaba ahí para ponerle ojos de cachorro mientras le pedía un pequeño pedacito de pizza. Caer en aquello le borró la sonrisa y continuó masticando mientras fingía poner atención a The Late Show.

—... La nueva película de Amazon "Red, White and Royal Blue" se ha estrenado hace apenas unas horas y ya se ha convertido en un éxito de la plataforma de streaming.— Comentaba Stephen Colbert mientras en una pantalla a su lado se mostraban algunas escenas del rodaje.

Cuando el presentador hizo una breve sinopsis del film, una de las escenas de la miniatura junto a Stephen mostró a dos hombres besarse, los actores que interpretaban a Henry y Alex. Kyle sintió como se le tensaron los hombros y no movió los ojos del plato, imaginaba la reacción de sus padres; miradas despectivas y expresiones de asco.

Ya van a empezar.

—Bue...—Sheila desvió la mirada del televisor, denotando desagrado en su expresión.—¿Es necesario que se besen así?

Comentarios de mierda.

—Sí, no sé porque hacen tanto énfasis como si eso fuera lo único que importa.— Gerald se sumó a la conversación después de terminar su porción de pizza.—Quiero decir, no soy homofóbico, pero creo que no es apropiado ni mucho menos relevante basar toda una historia en que dos personajes son gays.

Claro , porque no hay mil millones  de   películas  donde el  único  enfoque es en dos personas heterosexuales conociéndose e incluso teniendo sexo en plena pantalla.

—Yo tampoco soy homofóbica— Continuó Sheila.—, pero no entiendo la necesidad de que se besen así, bueno... Esto porque es una película, pero he visto ese tipo de parejas en la calle y no sé si les gusta hacerlo por provocar incomodidad a los demás apropósito o qué, pero... ¿No se ponen a pensar que puede haber niños viendo?

—Sí, es incómodo.

Sí, por supuesto, porque las parejas hetero no se besan en  público , ¿no? Ah no cierto, ahí  no  tienen  problemas  con que los vean "los niños".

—Me refiero, lo hacen también las parejas que son chica y chico, y también es muy incómodo, sobre todo en el bus. Pero cuando lo hacen parejas que son dos chicos o dos chicas...— Gerald le alcanzó los platos a Sheila.—Es diferente.

"Diferente".

¿Cuál es la puta diferencia entre dos personas del mismo sexo besándose y dos personas de diferente sexo? No. Mejor dicho, ¿Cuál es la puta diferencia que USTEDES encuentran?

—Tal vez porque les pagan.— Teorizó Sheila mientras dejaba los platos en la mesada de la cocina.—El gobierno apoya mucho toda la onda esa del lgbt.

No todos los gays forman parte del lgbt.

—¿Kenny sigue siendo así, Kyle?— Sheila le quitó el plato vacío a Kyle y lo llevó hasta la mesada mientras preguntaba.

—¿Así cómo?— Kyle intentaba disimular la tensión que sentía en el cuerpo provocada por la incómoda conversación. Odiaba el cómo sus padres trataban el tema y cómo se referían a su amigo.

—Y... Gay.— Sheila encogió sus hombros como si no fuera necesario aclarar.

—No es gay, es pansexual.— Ya estaba cansado de aclararlo.

—¿No es lo mismo?

—No.— Rodó los ojos.—A los gays solo le gustan los hombres, en cambio Kenny se siente atraído por hombres, mujeres y personas que no entran en los géneros binarios.

Para ser honestos, Kyle no entendía bien la definición tampoco, sin embargo, solo sabía que Kenny se definía así y lo veía feliz de ese modo, eso era todo lo que importaba.
No tenía que entenderlo para apoyarlo, no estaba lastimando a nadie con su definición, su forma de querer o la forma en la que disfrutaba su sexualidad, porque Kenny amaba a Butters y también amaba a Marjorine, Kenny era feliz y la felicidad ajena, esa que no lastima a nadie, no se cuestiona.

—Para mi es todo lo mismo.— Sheila ignoró completamente la explicación de su hijo.—Y ese chico nuevo...

—¿Craig?

—¡Ese! ¿También es gay?

"También".

—Sí.

Sheila movió la cabeza con negación mientras lavaba los platos.

—No lo parece.— Opinó Gerald con cierto escepticismo.—Pensaba que su novia era esa chica pelirroja, la que siempre está en la plaza con ustedes. A menos que me digas que ella también es gay.

¿Qué tiene que "parecer" para ser gay o lesbiana según tú?

—¿Red? No, ella sale con Kevin Stoley, y él no tiene pareja.— Respondió Kyle.—Y en tal caso si le gustaran las chicas sería lesbiana, no gay.

Gerald rodó los ojos. No entendía la "moda" de la juventud.

—De hecho, esa chica tiene más posibilidades de ser lesbiana que el hijo de los Tucker de ser gay, con esas pintas que se lleva la muchacha.— Sheila suspiró, Kyle enarcó la ceja sorprendido de hasta qué punto llegaban los estereotipos de su madre.—Que pena, es un chico muy guapo, podría tener muchas chicas... Lástima la reputación que tiene.

—¿Reputación?

—¿No te dijeron que lo expulsaron de su otra escuela porque golpeó a otro chico?— Sheila se volvió a mirarlo un segundo, con la mirada punzante.—Es un problemático.

—Además, ¿no inició esa pelea en el bar que fueron la otra noche?— Cuestionó Gerald sin levantarse de su lugar.

—No fue él, fue Tweek— Defendió Kyle.—, pero fue para defender a Clyde, no es que le guste pelear. De hecho... Es un chico muy tranquilo.— Rescató Kyle pensando en su nuevo amigo.—Y hace cálculos grandes en un instante.

—Igual que las calculadoras.— Bromeó Sheila mientras secaba una copa.—De cualquier manera... No me agrada ese chico.

—A muchos no les agrada, pero eso no significa que sea malo.— Expuso el pelirrojo.

—Kyle, golpear a una persona hasta dejarla inconsciente y pelear con tu padre a golpes no es algo que haría un "buen chico".— Sheila lo miró con cara de circunstancia.—No por ser gay significa que puede hacer lo que quiera y quedar impune.

¿Qué mierda significa eso?

—¿Y eso a qué viene?— Kyle levantó la voz, se sorprendió de su propia reacción porque no tenía pensado decir eso en voz alta.—¿Y si ese chico lo estaba provocando? No sabemos la otra versión de la historia como para juzgar. Y sobre lo de su padre... ¿Acaso no viste cómo estaba Laura? Si llegaba un poco más tarde, a lo mejor y la mataba.

Sheila y Gerald miraron a su hijo tan confundidos como el mismo Kyle.
¿Por qué defendía a Craig? ¿Era por ser su nuevo amigo, por sentido común... o se sentía familiarizado con algo de él?

—Bueno, con esa lógica, tú lo estás defendiendo sin saber la otra historia tampoco.— Contraatacó Sheila alzando el hombro.—Pero es esa versión contra la de todo el pueblo, y dudo que todo el pueblo se ponga de acuerdo para mentir sobre un chico.

—Falacia Ad Populum e ignoraste completamente el tema de Laura.— Soltó Kyle sobre las últimas palabras de su madre mientras la señalaba, prácticamente hablando sobre ella.—Y en ningún momento lo dije para defenderlo, yo no sé qué habrá pasado entre él y ese chico, tampoco me importa— Aclaró intentando quitarse de encima la responsabilidad de defensa.—, solo puedo decir lo que sé, y lo único que yo sé, porque aquí entre nosotros yo soy el que ha hablado con él más que tú, es que es un chico tranquilo que no jode a nadie. Punto.

Sheila soltó una leve risa.

—Un chico gay y tranquilo que vendía droga de niño— Sentenció Sheila con determinación y un ligero tono sarcástico.—, hermoso prontuario.

Kyle la miró sorprendido tratando de descifrar si se trataba de otro rumor estúpido de los que escuchó en el supermercado... No, se veía demasiado segura de sus palabras como para estar mintiendo o hablando por rumores.
No tenía idea de la existencia de aquella historia y no tenía base para contraargumentar sobre eso.

—Bueno, no voy a opinar sobre eso porque no estaba enterado.— Dijo para sí mismo.—Pero mi duda es... ¿Tu problema con él es por lo que dijiste, por lo que escuchaste... O porque es gay?— Interrogó con firmeza.—Porque hasta donde sé, Cartman es peor que él pero no te he escuchado hablar mal de Eric en los últimos años.

La mujer regordeta dejó los platos secos sobre la mesada de cerámica, provocando un ruido sordo que presagiaba una acalorada discusión. Kyle sabía que tenía que callarse en algún momento, o eso lo llevaría a una conversación que no tenía ganas de tener ahora.

—Yo no tengo ningún problema con que decida ser gay.— Intentó defenderse la señora de cabello rojo.—Solo...

Ser gay no es una decisión.

—¿Ah, sí? Porque llevas destacando eso hace como veinte minutos y luego dices lo de que vende droga y tal como si fuera algo nunca antes visto en este pueblo, ¡por favor! La policía hace la vista gorda mientras dice que lucha contra el narcotráfico cuando todos sabemos perfectamente que ellos son el narcotráfico— Kyle golpeó la mesa.—, y aún así siguen votando a McDaniels hace años cuando nada de eso se resolvió hasta el día de hoy, entre ellos, ustedes.

—¡Kyle Broflovski!— Lo reprendió Sheila.

Los rostros de Sheila, Gerald y Ike, su hermano adoptivo, estaban perplejos, ¿desde cuándo Kyle estaba tan interesado en defender a alguien como Tucker hasta el punto de insinuar que la Alcaldesa McDaniels era inepta? Teniendo en cuenta, a parte, que ella era una gran amiga de los Broflovski hace años y una de las grandes clientes del estudio de su padre, a quien ha contactado en numerosas ocasiones para que le ayude a sacarse de encima las múltiples pruebas de corrupción y lavado de dinero en su contra.

Prácticamente, estaba faltándole el respeto a la mejor cliente de los Broflovski, a quienes le debían la mayor parte de su patrimonio.

Kyle relajó el ceño y se dio cuenta que la estaba cagando mucho.

—¿Hay alguna razón en particular por la que te esmeras tanto en defender a ese chico, Kyle?— Cuestionó Gerald con la ceja levantada.

Empatía, tal vez.

—No intento defenderlo, solo me molesta el enfoque que le dan a su orientación...

—¡Ya dije que no me importa que decida ser gay...!— Sheila elevó la voz.

¡Ay carajo!

—¡Ser gay no es una decisión!— La contradijo Kyle, a la defensiva.

—¡¿Y tú como sabes eso?!— Preguntó Sheila sin salir de su enojo.

¿Cómo lo sé?

La pregunta de su madre lo dejó fuera de lugar, al mismo tiempo que le hizo sentir estúpido porque con el ritmo que llevaba la conversación, era evidente que terminaría en una pregunta que no sabría responder. Se veía venir.

Lo más estúpido de todo es que hasta el momento, Kyle seguía considerándose un hetero confundido.
Estaba bastante seguro de que era heterosexual hasta que llegó esa pregunta.

Y aquella pregunta, inevitablemente le trajo a la memoria la adorada imagen de Stan desnudo gimiendo su nombre en el baño de Raisins y toda la seguridad que tenía de que era un heterosexual confundido se fue al carajo.

—Simplemente... Es lo que dicen mis amigos.— Se las ingenió para responder.—No estoy seguro porque yo no sé qué se siente, pero creo que nadie sabe más de su sexualidad que uno mismo, ¿no?

Ahora repítetelo a ti mismo hasta que te lo creas.

Sheila le sostuvo la mirada durante segundos que se sentían eternos, sus ojos le clavaban como puñales en el pecho tratando de hurgar en sus más profundos secretos. Estando de espaldas a él no podía verlo, pero podía jurar que sentía los ojos de su padre pegados en la nuca desnuda analizándolo como si estuviera ocultando algo en su ropa que se viera a simple vista.
Con disimulo, tragó saliva mientras se ponía de pie haciendo el mayor esfuerzo posible para que el sudor no se hiciera visible en la ropa, sentía las axilas húmedas de los nervios y la cabeza caliente con la ensalada de emociones que le quemaban por dentro.

Agradeció la comida en un tono más calmado, aunque eso no fuera a cambiar el ambiente que se generó durante la discusión y sabía que más temprano que tarde se volvería a tocar el tema, se despidió de sus padres para irse a dormir a su cuarto, dejando la cocina en un silencio sepulcral.
Cerró de un portazo una vez dentro de la habitación, se quitó la camiseta de un tirón mientras soltaba el aire. Cabeceó la puerta con los ojos puestos en el techo y dejaba que la espalda desnuda y sudada se deslizara contra su sostén.

Rendido, frustrado, cansado.

No es que fuera raro que perdiera los estribos, pero jamás le pasaba en presencia de su familia salvo que fuera porque un troll estuviera molestando a las chicas de la escuela o algo similar.

Cerró los ojos tratando de autoconvencerse de que la puerta cerrada significaba el fin de esa discusión y que no se trataba de ningún placebo porque todo estaba perfectamente bien y no había nada fuera de lo normal en su vida; ningún miedo por el cual volver la vista atrás y el espejo no reflejaba la fría realidad.

Porque el espejo y los ojos le mentían.

El espejo no reflejaba lágrimas deslizándose sobre sus mejillas mientras entre sollozos imploraba que todo eso que sentía fuera pasajero y pronto todo vuelva a la normalidad.

Bueno... En realidad sí, eso reflejaba y no mentía.
Pero a Kyle le gustaba engañarse así mismo en ocasiones.

Daría cualquier cosa porque en ese preciso momento estuviera llorando por Heidi por decidir estar con Eric de nuevo a pesar de todo el dolor que le hizo pasar.
Hasta llorar por ella sería más digno que estar llorando porque en algún momento de su vida se convirtió en eso que deseaba a su mejor amigo.

Y en cualquiera de los dos casos, era plato de segunda mesa.

Pensar que cuando perdió su virginidad con ella creyó que eso le enseñaría a no meterse más en relaciones ajenas.

Das asco. Pensó para él mismo.
Pocas veces se dirigió a él con tanto odio. La repulsión que le tendría Cartman si se enterara de lo que pasó entre él y Heidi o Wendy si supiera lo que hizo con Stan, no se compararía jamás con el que sentía Kyle a su persona.

Kyle tenía suerte en muchas cosas, tenía una familia con un buen sustento económico en los tiempos que corrían en el pueblo de las montañas, buenas calificaciones en la escuela, buenos amigos, gozaba de una salud decente, una reputación intachable siendo considerado un chico "muy maduro para su edad" desde los diez años, y una beca en Harvard con su nombre. A diferencia de la mayoría de los chicos de su edad, tenía muy en claro su plan de vida.
Estudiaría abogacía al igual que su padre, se graduaría con honores, se instalaría en el estado de Massachussets y dedicaría su vida a la defensa de la justicia.

Aquello lucía perfecto para él: simple, cómodo, alcanzable y lineal.

Solo había un aspecto donde Kyle nunca tenía suerte: el amor.

Ha tenido posibilidades de ligar en su infancia y pasó por varios flechazos en su corta vida, pues para su pesar, el pelirrojo también era muy enamoradizo. Sin embargo, había dos patrones que se repetían con constancia: no ser correspondido o que la persona que le gustaba siempre estaba en algo con otra persona.
Y por desgracia, en algunas ocasiones se ha enamorado de prohibidos, dichos sean; Nichole Daniels, la novia de Token, Leslie Meyers, la chica que le gusta a Jimmy desde la infancia, Bebe Stevens, el amor platónico de Clyde, Heidi Turner, actual pareja de su "amienemigo" Eric Cartman (con la cual ha llegado bastante lejos) y algunas chicas más de las que ahora no recuerda el nombre, por suerte.

Y ahora... Stan Marsh, su mejor amigo y novio de Wendy Testaburger, la cual es también su amiga.

Esto último arruinaba parte de su plan de vida, en primer lugar, porque Kyle planeaba alguna vez tener hijos, formar una familia hermosa y tradicional, ¿Cómo haría eso si ni siquiera podía mantener a una misma chica más de dos semanas antes de que le rompan el corazón? Ni puta idea, solo sabía que en un futuro quería ser padre. Y en segundo lugar, porque era evidente, ahora más que nunca, que sus padres jamás aprobarían una relación de ese tipo, y junto con ello, las posibilidades de crecer en el campo laboral con apoyo familiar se irían por la borda.

Sí, así era Kyle Broflovski, estaba pensando en la palabra "relación" cuando ni siquiera podía terminar de digerir del todo la palabra "atracción" a la hora de definir qué era lo que estaba sintiendo por Stan.

Y posiblemente solo sea eso: una confusión disfrazada de amor por culpa de un error.

Quería creerlo así, lo repitió tantas veces que parecía habérselo aprendido de memoria.
Pero cuando pensaba en sus ojos, cada pensamiento negativo y de rechazo perdía credibilidad con el acelerado latido de su corazón. ¡Eran esos putos ojos azules que le recordaban el cielo nocturno y le transmitían la misma paz que le invadía cuando iban al lado Stark! Y casi como si fuera un disparador de sensaciones para las que aún no estaba preparado para asimilar en su interior, las lágrimas volvieron a salir a flote, una tras otra y podía jurar que por primera vez, experimentó lo que siente el alma cuando se llena de angustia.
Y sintió coraje, muchísimo. Ya no estaba seguro de si estaba enojado porque esa conversación con sus padres le tocó profundo, por saberse un hombre con códigos muy cuestionables (o nulos) o por la molestia que sentía al saber que Stan ya no era solo un amigo.
La silueta de su perfecto perfil se visualizaba en su mente como si no supiera ese dato; ya sabía que Stan era hermoso, no era necesario que su (hija de puta) mente se lo recordara como sal cayendo sobre una herida abierta. El recuerdo de su explosiva risa le hizo sumirse en muchos más recuerdos que ya no podía ver de otra manera, porque mientras más pensaba en los nuevos aspectos que había empezado a notar en su mejor amigo, más sentido le encontraba a muchísimas cosas.

Como su sonrisa involuntaria cuando Stan le miraba de la forma en la que solo Stan lo hacía, su voz cuando el pelinegro le decía abiertamente "te quiero, amigo", las impensadas miradas que le lanzaba cuando hacía algo que le resultaba particularmente lindo, entre otros cabos sueltos que logró atar mientras no paraba de repetirse lo idiota que fue por nunca haberle dado atención a pequeños detalles, y ahora eran enormes. Como tragar una pastilla enorme en seco, como golpearse con una dura pared corriendo a alta velocidad, como impactar después de la caída libre, como un baldazo de agua congelada desnudo...

Como el ardor en sus brazos luego de haber estado rascándolos todo este tiempo.

El dolor le hizo frenarse un segundo a observar lo que estaba sucediendo fuera de su cabeza, con la visión empañada por las lágrimas, descubrió sus brazos enrojecidos, arañazos muy marcados sobre la piel blanca y un preocupante brote de granitos sobre la zona de los bíceps y hombros que pasó por alto. Tampoco había notado que se encontraba agitado, como si hubiera corrido una maratón.

Se sentía tan estúpido, idiota y patético.

Y por desgracia, seguía siendo humano, y los humanos solemos buscar culpables.

—Todo es tu culpa...— Murmuró entre dientes mientras las lágrimas caían sobre sus palmas.—Stan... Todo es tu culpa...— Sollozó ahogado, el nudo en la garganta le estaba quemando la voz.—Por tu culpa... — Continuó ceceando con voz queda.—Por tu culpa me vuelvo anormal...

Y volvió a llorar a lágrima viva tratando de ahogar un desconsolado sollozo con el dorso de la mano. Esas últimas palabras absorbieron tanto su interior que le hicieron salir de sí mismo para pasar a ser un observador de todo lo que estaba sucediendo en esa oscura y deprimente habitación. Nada de eso se sentía real, la realidad que le rodeaba no se sentía tangible, se sentía como un mal sueño o el decaimiento que te deja una pesadilla apenas despiertas. Se veía a él mismo y no sentía que fueran la misma persona: sentado en el piso, aferrado a sus piernas, la cara hinchada y destructivos susurros ininteligibles hasta para él. 
El Kyle que conocía no estaría acusando a la ligera, mucho menos a su mejor amigo, ¿de qué tenía culpa? ¿Qué hizo él? Stan no lo obligó a besarlo, tampoco lo obligó a tener sexo con él (en dos ocasiones), y mucho menos le ponía un arma en la cabeza para que le mirase con deseo.

—No... Tú tienes la culpa— Se regañó viéndose al espejo, centrando su atención en los párpados hinchados.—, si no hubieras dicho que sí, si nunca te hubieras fijado en él de esa forma y si fueras un poco más normal, ahora estaríamos mejor y solo sufriríamos por una mujer cuanto mucho.

Sí, sufrir por una mujer era menos doloroso porque al menos podría decirlo abiertamente. En cambio, ¿decir que sufría porque estaba experimentando sentimientos extraños por su mejor amigo? De tan solo pensarlo, las despreciables frases de sus padres volvían a su cabeza, solo tenía que cambiar los nombres para saber que también serían dirigidas a él si tan solo supieran las cosas que su mente pensaba.

¿Así se sintió Craig cuando lo descubrió? ¿O Kenny? Se preguntaba. Si tan solo pudiera...

Se golpeó las rodillas con los puños y se llevó las manos a la cabeza, aplastando y tirándo su cabello hacia atrás. Le empezaba a doler la cabeza y la garganta le ardía.

No, no podía, y estaba claro que por lo menos ellos dos no habían pasado por el melodrama que se estaba montando su mente. No imaginaba a ninguno de los dos llorando por algo semejante, y no lo decía porque desde su visión para todos resultara fácil menos para él, es que los conocía, estaba seguro.
Porque a ellos no les importaba la opinión de los demás.

Pero a Kyle sí, y mucho, y tuvo que llegar a este punto para darse cuenta de que así era.

Volvió a ver su cara en el espejo, ¿Cuánto tiempo llevaba llorando? ¿A qué hora subió? ¿Y desde hace cuánto no se escucha el sonido de la tv en el living? ¿Ya todos se habían ido a dormir?

Con dificultad, se levantó y caminó hasta la cama para tomar el móvil, desbloqueó el celular mientras se sentaba en el colchón.

Era la una de la madrugada.

Se recostó y dio vueltas en la cama una y otra vez, sus ojos estaban tan hinchados que le pesaban y la cabeza no daba abasto, pero no podía conciliar el sueño. Entró a Instagram con la esperanza de que ver algunos memes y tal vez algunos videos le ayuden a despejar la mente e intentar dormir otra vez.
O desvelarse, no era conveniente porque tenía clases en la mañana, pero mientras no llorase, cualquier cosa le venía bien.

Al pasar las stories de Instagram notó algo que lo detuvo como si hubiese visto un cartel de neón luminoso que literalmente rezara "soluciones existenciales aquí".

Butters estaba despierto.

¿Y sí...?

Tenía que estar muy desesperado para meditar sobre si hacer aquello o no.

Sí, lo más lógico sería recurrir a Kenny o Craig para hablar sobre un tema de ese estilo ya que se les veía asumidos de sus realidades y por lo tanto, tendrían un mejor punto de vista que él. No obstante, ambos chicos pasaban bastante tiempo con Stan.
No es como si no fueran sus amigos también, claro que lo eran, sobre todo Kenny. Eran de fiar, de eso no tenía dudas. Pero su mente le decía que mientras menos sepan las personas más cercanas a Stan, mejor.

Y no subestimaba a Butters. Nadie que no sea lo suficientemente maduro podría mantener la relación que tenía con Kenny, y eso era buena señal.

Decidió enviarle un WhatsApp, le saludó como siempre y seguido de eso preguntó si seguía despierto, esperó pacientemente la respuesta hasta que llegó. Sí, Butters seguía despierto y le preguntó qué necesitaba.

"¿Puedo llamarte? Sé que es tarde y seguramente sea molestia... Pero necesito hablar con alguien sobre algo que me ha estado sucediendo."

Enviado.
Recibido.
Visto.
Escribiendo...

"Claro! Llama".

Cerró los ojos y respiró profundo preguntándose otra vez si estaba seguro de lo que pensaba hacer. Le hormigueó la mano pidiendo presionar el botón "llamar".

Y marcó a Butters.

—¡Hola Kyle!— Lo saludó.—¿No puedes dormir?

—Hola Butters...— Suspiró.—No... Honestamente no.

—Oh, entiendo...— Lo escuchó por lo bajo con un tono de extrañeza. Conociendo al rubio, seguro tenía la mano en la barbilla.—¿Quieres contarme?

—Bueno...— Volvió a inhalar. La mano le empezaba a sudar.

Aunque él le había pedido hablar, Butters notó el nerviosismo en la débil respiración de Kyle. Presintió que era algo difícil de soltar para el pelirrojo.

—Tómate tu tiempo.— Le dijo esperando que de ese modo se tranquilizara.

Inhaló más calmado y soltó el aire sintiendo como los músculos se volvían menos tensos.

¿Por dónde empezar? Sí, lo llamó sin saber cómo empezar a tocar el tema. Por eso odiaba su impulsividad.

—Butters— Volvió a hablar. Su voz sonó temblorosa.—, tú... ¿Cómo te diste cuenta de que Kenny te gustaba?

¿Nunca te lo conté?

—De hecho, no.

Butters hizo una pausa, y por alguna razón, sintió que había sonreído.

Bueno...— Suspiró antes de empezar.—Fue cuando Charlotte me dejó.

—¿La de Canadá?

Sí. Cuando ella me dejó, yo estaba muy triste y me sentía muy culpable porque dije cosas que incluso ahora las pienso y me arrepiento.— Butters sonaba nostálgico.—Y todo fue para peor, porque yo no tenía energía para nada y mis padres se pusieron más estrictos conmigo. Me presionaban mucho porque veían que yo no movía un dedo... Y luego me mandaron a Hawái.

En esa última oración, Butters sonó más feliz.

—Y fuiste con Kenny.

Sí...— Un suspiro con aires de romance se escuchó a través del teléfono.—Él me escuchó y ayudó mucho desde entonces. Me venía a buscar a casa para ir a la escuela, me acompañaba de regreso, hasta ahorró dinero para comprarse un celular para poder hablar conmigo desde su casa. Kenny me ayudó a superar a Charlotte, se había convertido en mi mejor amigo... Y en el proceso, me enamoré de él.— Kyle sonrió.—Cuando me enamoré de él, caí en la cuenta de que siempre había sentido algo por él. Luego Kenny se separó de Tammy Warner, la chica de quinto con la que él había salido en cuarto año y yo le devolví el favor. Iba a buscarlo, lo acompañaba a su casa, charlábamos durante horas, lo invitaba a mi casa porque sabía que las cosas en la suya no iban bien... Una vez le hice panqueques y se los llevé a la escuela, ¡Kenny los comió de un bocado!— Ambos rieron.—Luego los probé yo y me di cuenta de que sabían muy mal, me había excedido con el azúcar, eso explica que Kenny no haya ido a la escuela esos días, seguramente eso lo dejó muerto en el baño. Pero él juraba que eran los panqueques más deliciosos que comió.— En su voz se podían percibir los sentimientos que le invadían cuando hablaba de Kenny, y pensar eso se le hizo infinitamente hermoso a Kyle.—Una noche, mis padres no estaban y estaba muy aburrido, entonces lo llamé para que venga a jugar conmigo. Llegó bastante triste, pero cuando le preguntaba qué había pasado, decía que nada, aunque yo sabía bien qué era: sus padres habían vuelto a pelear.— La sonrisa de Kyle se borró.—Entonces... Le propuse jugar a los disfraces, ¡y nos disfrazamos de chicas! Fue muy gracioso, y Kenny se veía hermoso vestido de princesa... Bueno, ante mis ojos se veía como una princesa, en realidad tenía unos trapos rosados viejos y ya.— Eso le hizo soltar una ligera risa, ¿Kenny princesa?—En ese momento, yo le conté que solía vestirme de esa forma y que cuando era así me llamaba Marjorine, pero no se lo decía a nadie porque temía que me traten de raro... ¿Sabes qué me dijo?

—No, ¿Qué?

Que sin importar que sea Butters o Marjorine, para él era la persona más linda que sus ojos vieron. Y... Me besó.— Butters rió bajito.—De hecho, me dijo que durante todo ese tiempo quería decirme lo que sentía por mi, pero que siempre algo pasaba: o yo lloraba por Charlotte, o un camión por poco le pasaba por encima, o se caía por las escaleras, entre otras. Además del miedo, claro.

—¿Miedo?

Al rechazo— Lógico.—, a que lo vea como un bicho raro, que no lo entienda, el qué dirán... Ya sabes. Pero cuando me confesó lo que sentía, dejó de lado esos miedos... Y me pidió ser su novio delante de todos en la cafetería con una bandera pansexual en el hombro, literalmente, por si no quedaba claro. Hasta me llamó Marjorine.

—Bueno, esa parte sí la recuerdo, fue cuando dije "¿Pero que ha pasado aquí?"— Comentó Kyle divertido.

Sí, seguramente fue inesperado para la mayoría, en plan, ¿Kenny? ¿El Kenny amante de las tetas está con un chico? Bueno, sigue siendo el mismo Kenny amante de las tetas de siempre, solo que sabe apreciar la belleza en los demás, sean del género que sean, tengan tetas o no. Pero mucha gente no está lista para esa conversación.

—¿Y tus padres cómo lo tomaron?

Pues...— Se lo oyó dudoso.—Digamos que no lo tomaron muy bien, sobre todo mi padre. Pero cuando el gobierno aprobó ese plan para pagarle a las personas que forman parte de alguna minoría, lo vieron como una nueva fuente de ingresos, cosa con la que no estoy de acuerdo porque no me siento lo suficientemente invalidado como para que el Estado tenga que pagarme, pero bueno, así son las cosas... No están cien por ciento de acuerdo, pero lo toleran, siempre y cuando Kenny y yo no hagamos "cosas" en casa.

—Entiendo.

De todos modos, cuando Kenny y Karen se fueron y consiguieron esa pequeña casa, a veces Karen se quedaba en la casa de una chica llamada Tricia y nos daba privacidad a mi y a él. Y tuve "mi primera vez" con él. Ahora ella está más grande y entiende mejor el concepto de privacidad, así que no va a nuestra habitación a menos que la llamemos.

—Veo que te llevas bien con ella.— Kyle no dejaba de sonreír, la historia de Butters y Kenny era inspiradora.

¡Karen es genial!— Butters lo dijo como si se hubiera aguantado las ganas de gritarlo todo ese tiempo.—En nuestro cuarto aniversario, cuando Kenny ya vivía solo con ella, nos hizo a mi y a él una cena romántica y ella se vistió de mesera porque no podíamos pagar un restaurante elegante. Pero para el postre, Kenny la hizo comer con nosotros, luego nos peinó el cabello a ambos, miramos películas y dormimos en el sillón.

—Pero espera... ¿Entonces tu primera vez con él fue a los catorce?— Kyle sabía que Kenny ya tenía experiencia desde hace tiempo, por lo que le extrañó que haya tardado tanto con Butters.

Digamos que sí, si te refieres a penetración, sí. Kenny fue muy paciente conmigo y en ningún momento me hizo sentir presionado a hacerlo.— Comentó.—Pero hemos explorado diferentes formas de pasarlo bien en el proceso, así que... Nunca le di demasiada relevancia al hecho de "perder la virginidad", y él tampoco.

—¿Por qué no? Se supone que es un momento especial, más si es alguien a quien amas tanto como a Kenny.

No lo estaba juzgando, solo nunca había oído a alguien hablar del tema con tan poca importancia y quería saber su punto de vista.

Sencillamente... Porque no existe.— Respondió con seguridad.—Porque cuando hablamos de virginidad o relaciones sexuales siempre pensamos en penetración, y no es la única forma de "tener sexo", el sexo es cualquier tipo de práctica erótica, eso incluye las aconceptivas: los besos, las caricias, los abrazos, la masturbación, el sexo oral... Entre otras. Por lo que, si vamos al caso, nadie es virgen, porque todos hemos practicado actos sexuales sin saberlo. Pero la gente cree que solo hay una forma de "perder la virginidad" y eso generó durante años mucha presión social a las personas de nuestra edad o menos a "tener sexo" sin estar preparados o poner las relaciones a pender de un hilo: "si no hay penetración, no hay sexo, si no hay sexo, no hay amor". Y por un momento, yo caí en eso.

—¿Y qué te hizo cambiar?

¿Sinceramente? ¿Aunque suene cliché?

—Sí.

Amor. Simplemente amor, pero amor del sano, del que te complementa, del que respeta tus tiempos y te hace sentir seguro. No ese amor idealizado, apresurado y condicionado que te meten en la cabeza desde niño.— Su voz sonaba segura y concisa, no dudaba de sus palabras.—Y es ese amor el que me hizo tener una confianza ciega y absoluta con él.— Continuó.—Con Kenny nunca tuve temas "tabú" o de los cuales avergonzarme, somos adolescentes, nos queremos y nos entendemos mutuamente. Fue así como a los quince años él me preguntó abiertamente si tenía curiosidad por tener relaciones con una chica, y honestamente, la tenía, entonces le dije que sí. Kenny consideraba que éramos muy jóvenes como para ser tan estrictos con nosotros mismos, sin mencionar que de los dos, el que tenía menos experiencia era yo, entonces me ofreció "abrir" la relación, con algunas condiciones para que podamos separar bien lo que era la vida sexual de la vida amorosa, y acepté. Tuve mi primera experiencia sexual con una chica ese mismo año, Kenny me asesoró bastante bien y me sentía muy cómodo cuando pasó, porque confirmaba que mis sentimientos por Kenny eran genuinos y que no me equivoqué al elegirlo como compañero de vida. En él encontré la paz, confianza y comodidad que nunca me hicieron sentir mis padres. Así fue como me di cuenta de que Kenny me gustaba y me enamoré de él, sin miedo.

Esbozó una sonrisa, un sentimiento nostálgico recorrió su cuerpo cuando se imaginó en el lugar de Butters.

Quitando lo de la relación abierta... Debe ser hermoso vivir algo así. Pensó.

Pero Kyle... ¿Por qué querías saber?

Cierto.

—Bueno... Solo...— Le costaba encontrar las palabras adecuadas para empezar la "conversación".—Prométeme que nada de lo que te diga saldrá de esta conversación. No se lo cuentes a nadie, ni siquiera a Kenny.

Un típico comienzo.

Lo prometo.— Sonaba sincero.

Respiró hondo.

—Me acosté con Stan.

Silencio.

... ¡¿Qué tú y él qué?!

Pánico.

—Lo que escuchaste.

Pero... ¿Wendy lo sabe?

—Ese es el problema...— Empezaba a arrepentirse de haberlo dicho.

¿Cuándo fue?

—¿Recuerdas esa vuelta que fuimos a Denver con Token y los demás? Stan se había puesto muy borracho y yo dije "voy a seguir jugando por él", pero terminé peor porque yo no estaba acostumbrado a beber.

Butters guardó silencio un momento para intentar recordar.

¡Ah! Sí, lo recuerdo. ¿No fue cuando Stan se había separado de ella y lo fuimos a buscar a su casa para que saliera?

—Exactamente.

Bueno... Técnicamente, no estaban juntos, así que no veo el problema.

—El problema es que... no fue la única vez.

¿Y cuándo pasó de nuevo?

—Hace como dos semanas... En el baño de Raisins.

Escuchó un sonido sordo en la otra línea, pareciera que Butters se chocó la mano contra su frente, como atando cabos.

¡Con razón esa puerta no se abría! ¡Calentones hijos de puta! ¡Casi me meo y Clyde también! Cojan todo lo que quieran, pero no traben el baño.

Sí, a Butters le resultó más indignante que sus pantalones casi se mojaran con orina que el hecho de que Stan y Kyle estuvieron juntos de la forma más porno posible en el mismo lugar donde estaba Wendy.

—¡Ah, no mames Butters! ¡Había dos baños más!— Se defendió.—Pero eso no es lo importante... El punto es que Stan y Wendy en ese entonces... Estaban peleados, pero no separados.

A la...

—¡Y me siento pésimo!— Su voz se volvió a quebrar.—Porque... No estoy seguro de si Stan me gusta... Y creo que soy gay y no lo sabía hasta ahora.

Sollozó un poco nuevamente y Butters solo se limitó a decirle repetidas veces "cálmate, Kyle" hasta que se tranquilizó.
Lo oyó suspirar pesado, pensando qué decirle o cómo.

Bueno...— Volvió a hablar.—Vayamos por partes, ¿bien?

—Sí.

Ok, en primer lugar, que te guste un chico no significa que seas intrínsecamente gay, a lo mejor solo te pasa con Stan... ¿Has estado con una chica alguna vez?

Pensó en Heidi.

—... Sí.

Sexualmente.

—Sí.

Ok...— Butters parecía querer decir algo, pero continuó analizando.—¿Te ha gustado algún otro chico? Que no sea Stan.

Kyle lo pensó un poco.

No tiene que ser exactamente un interés amoroso, solo alguien que hayas visto y dicho "wow, que chico tan guapo" y que no haya sido algo objetivo.

Su mente viajó unas semanas atrás, tenía una respuesta, pero no estaba seguro de si era válida.

El vestuario... No puede ser.

—Eso creo... No estoy seguro.— Respondió dudoso.

¿Quién?

Silencio, otra vez.

Y un suspiro resignado.

—Craig.

Butters se echó a reír del otro lado, como si hubiera adivinado.

—¿Qué pasa?

Amigo... ¿A quién no le gusta Craig? Medio colegio le quiere entrar, hasta yo le tengo ganas.— Y continuó riendo.—Uno muy cómodo con su "heterosexualidad", viene ese tipo y te voltea como tazo cinco veces antes de que toques el suelo.

Opinión popular, evidentemente. Dejó de sentirse culpable de repente.

—¡No me gusta románticamente!— Se apresuró a aclarar.—Solo... Recuerdo cuando Clyde y Stan le escondieron la ropa en la primera clase de gimnasia y...

¿Viste el orto que tiene?— Continuó Butters como si estuviera liberando en ese instante todos sus pensamientos prohibidos.—No es tan culón, pero tiene "todo en su lugar" y...

Se nota que es novio de Kenny.

El rubio no ayudaba y Kyle se tapó la cara tratando de no pensar barbaridades sobre Tucker, no ahora.

—¡Butters, no ayudas!

Lo siento, lo siento.— Se disculpó entre risas.—Bien, el caso es que si te gustó.

—Sí, bueno, por lo menos... Físicamente si.

Y dijiste que estuviste con una chica ya.

—Sí.

Bueno... ¡Ahí tienes! Si tu problema es ser gay, pues no te asustes, todo en ti emana bisexualidad. Así que ya se fue ahí una de tus preocupaciones, aunque— se interrumpió.—, definirte bisexual o gay en realidad queda en ti.

—¿Entonces soy bi?

Eso no puedo responderlo yo, Kyle— Replicó.—, la introspección se trata justamente de eso.

Mierda.

Bueno, lo segundo: sobre Stan y Wendy... ¿Qué piensas al respecto?

—¿A parte de que soy una mierda?

Suponía que dirías eso.— Comentó Butters. Kyle lo imaginó afirmando solemnemente con la cabeza.—Así que te voy a dar mi punto de vista.

—Adelante.— Dice Kyle acomodándose en la cama. Le urgía taparse con su frazada más cálida.

Bien, primeramente, no eres una mierda, son cosas que pasan, y como te pasó a ti, le puede pasar a cualquiera, no digo que esté bien o que tengas cero responsabilidad sobre el hecho de que Stan engañó a Wendy, porque por más que la relación sea de Stan y es su responsabilidad cuidarla, tú sabías que no estaba solo y aún así accediste. Estoy hablando de la vez en Raisins, ¿no? Porque lo de Denver... Vaya y pase, ambos estaban solos. Pero, tómalo con pinzas, no te estoy juzgando, porque hay cosas miles de veces peores que esas, así que yo no diría que eres "una mierda" o que lo hiciste por el placer de lastimar a alguien, simplemente te dejaste llevar, ¿es un error? Sí, ¿hiere a alguien? Sí, por desgracia, muchas decisiones que tomamos, sean buenas o malas, a veces hieren a alguien que queremos. No digo que esté bien, pero es algo inevitable, y sostengo; no es lo peor que puedes hacer, y errar es humano. Así que quítate de la cabeza eso de que eres una mierda.— Butters emitió una tos.—En segundo lugar, estamos de acuerdo en que la relación es de Stan, ¿no?— Kyle asintió e hizo un sonido de afirmación.—Bien, entonces tiene que quedar muy en claro que, quitando lo que dije anteriormente de tu papel en esto, la responsabilidad es mayor o completamente de Stan, por lo tanto, lo que pase ahora entre ellos corre totalmente por su cuenta, es Stan quien tiene que decidir si seguir con ella o no, no tú, porque él es el que tenía la responsabilidad afectiva de su relación. Tú no entras en eso, así que lo que pase a partir de ahora, no será tu culpa. Que ni se le ocurra a Stan hacerte cargar una mochila que no te corresponde.— Butters se removió en su cama.—Y en tercer lugar, sé que esto probablemente sea más difícil de responder, pero, ¿Qué sientes cuando estás con Stan?

Qué pregunta.

Una pregunta muy importante a la que aún no encontraba una respuesta que se pueda resumir en una palabra.

No estoy preguntando qué sientes por él, sino lo que sientes cuando estás con él.— Recalcó.

Kyle se tomó su tiempo para responder, llevando su memoria a diferentes escenarios que han sido especiales en su relación con él: su infancia, las salidas al lago Stark, las pijamadas, las horas que jugaron Guitar Hero juntos...

Y el primer beso.

Sí, podría haber estado muy alcoholizado esa noche, pero recuerda muy vivamente su primer beso con Stan.

Un recuerdo más hermoso que el otro.

—Me siento nervioso, intranquilo...— Intentaba gesticular tratando de explicar sus procesos mentales, algo tan ambiguo como su cerebro.—Como cuando estas esperando una respuesta, pero sin saber a qué, es decir... ¡Ah! No me sé explicar, es como...

Como una pregunta interna que tienes sin saber y sabes que hay algo que él podría decir que te quitaría esa sensación de duda, pero no sabes lo que es. Solo sabes que es algo que podría hacerte feliz.

Butters era un genio explicando lo que él mismo no podía. Definitivamente, no se equivocaba cuando decía que Butters era infravalorado.

—Exactamente.— Asintió.—Y... Me siento triste— Siguió.—, porque una parte de mi sabe que quiere decirle más que solo un "te quiero" o darle un abrazo sin intenciones "amistosas", pero por otro lado... Me siento seguro, cómodo, como si con él fuera la única persona con la que puedo ser yo mismo.— Sonrió levemente al terminar de decir eso, no obstante, la sonrisa no le duró mucho.—Pero... En Raisins y ayer en la escuela, le dije que necesitaba espacio para pensar en todo esto... Y ya no estoy muy seguro de lo que quiero... ¿Y si a lo mejor me termino ilusionando de más? Porque... Dudo que él sienta lo mismo que yo ahora...

Kyle.— Lo interrumpió Butters con tono determinante.

—¿Sí?

Esto que te voy a decir no es una sospecha, es algo que tengo muy claro hace mucho y no entiendo como nadie se dio cuenta, salvo Kenny y yo— Adelantó.—, Stan es bisexual, se le re nota, demasiado, hace años que Kenny me lo dijo y coincido con él. Es bisexual de acá a la China, y entiendo el motivo por el que no quiere salir del closet, y no hablo solo del asunto contigo.

—¿Entonces?

Stan sigue en el closet porque hace mucho que está con Wendy, y si llegara a decir que es bisexual, lo primero que van a pensar todos es que la engañó con un hombre en el medio.— Teorizó.—Ojo, no hablo de ti, estoy hablando de el solo hecho de que Stan un día diga "soy bisexual" y flamee una bandera rosa, violeta y azul. Tal vez no lo parezca, pero hasta el día de hoy, la bisexualidad está hiper estigmatizada, y lo que menos quiere alguien que sale del closet como bisexual es que lo apunten con el dedo diciendo que es un gay reprimido, un hetero jugando a ser gay, una etapa de transición hacia la hetero u homosexualidad, o, de plano, que es infiel. Es decir, Stan fue infiel, pero lo fue porque es pelotudo nada más, no por el hecho de ser bisexual. Y créeme, a nadie le gusta que asuman cosas de su vida privada solo por su sexualidad.

Kyle se quedó pensativo, estaba tratando de recordar alguna señal de que a Stan le haya atraído otro chico que no fuera él. Se le pasó por la cabeza Gary Harrison. Stan se llevaba muy bien con él, pero no lo había pensado desde ese enfoque.

—¿Crees que a Stan le haya gustado ese chico mormón? Uno rubio.

¿Gary Harrison?— Kyle afirmó con un sonido.—Por supuesto que le gustaba, se le notaba en la forma en la que lo miraba. Pero no pasó nada con él, ya sea porque el chico era hetero o porque a Stan no le gustaba lo suficiente como para dejar a Wendy por él.

—O le faltó decisión.

También. Puede ser... Pero contigo lo hizo dos veces. Así que me quedo con lo segundo, no le gustaba lo suficiente como para dar el siguiente paso. Contigo fue diferente.

—Estábamos borrachos en las dos ocasiones.

Kyle...— Resopló.—Esas son excusas. El alcohol amplifica sensaciones que ya existen, al igual que las drogas. Es decir, si alguien estresado bebe alcohol, se estresa más, y si alguien tiene deseos por alguien, el alcohol amplifica más ese deseo y lo desinhibe.— Explicó.—Piénsalo de este modo, hay personas que hasta el día de hoy justifican sus actitudes o acciones de mierda con los efectos del alcohol: "la toqué porque estaba borracho, no sabía lo que hacía", ¡patrañas! Si lo hizo estando borracho, es porque lo pensó sobrio. Dos más dos es cuatro, no es mucha ciencia.— Butters sonaba molesto con ese ejemplo. Hizo una breve pausa para calmarse, pensó Kyle, y prosiguió.—Cuestión: los dos se acostaron juntos, los dos estaban borrachos, para algunos sería debatible el consentimiento expreso ahí y todo eso... Pero lo hicieron por segunda vez, y déjame decirte, que a Stan no lo vi tan borracho como otras veces, y tú tampoco lo estabas. Se veían muy despiertos los dos durante la pelea. Así que yo creo que lo de ustedes fue mutuo.

Kyle suspiró pesado y cerró sus ojos por la irritación.

Podríamos decir que tal vez todo se dio muy de golpe y por eso estás así. Porque si Stan esa noche no se hubiera puesto ebrio, si él hubiera asumido la ruptura con Wendy de un modo más maduro, dándose su tiempo y tal vez, saliendo contigo para distraerse, a la larga, tal vez ustedes dos terminaban en algo de todos modos, pero masticando lentamente el proceso. Ahora, todo parece muy apocalíptico y fuerte porque pasaron de cero a cien. Pero, como dice Kenny, Craig y las matemáticas, el orden de los factores no altera el producto. Sea como sea... Siento que ustedes dos hubieran acabado así, era cuestión de tiempo.

Se tomó el puente de la nariz con los dedos. Empezaba a digerir las palabras de Butters, aunque aún le costaba extrapolarlo a su realidad.

—Como sea...— Otro suspiro.—Lo que me preocupa es... ¿Cómo les voy a explicar esto a mis padres?

Kyle.— Volvió a llamarle la atención.—Primero lo primero, explícatelo a ti mismo, date tu tiempo, espacio y haz tu introspección en paz, no metas a nadie más en la ecuación hasta que tú no lo tengas claro. Primero estás tú, no Stan, ni Wendy, ni nosotros ni tus padres.— Asintió.—Y como te dije antes, no cargues una mochila que no te corresponde, tú ya tienes demasiado. A veces hay que ser un poco egoístas y ponernos a nosotros por delante. Cuidarse también es amor propio. Y recuerda— Añadió.—, pase lo que pase, sabes que siempre estaremos contigo y que te aceptamos seas como seas. Bueno, al menos yo puedo hablar por mi, pero creo que todos pensamos igual. Digo... En el grupo hay un pansexual cis, uno con tendencias queer, un gay, un bisexual declarado y uno en el clóset, ¿por qué no aceptarían a otro más?— Kyle empezó a lagrimear, pero eran lágrimas de felicidad, de saber que no todo estaba perdido.—Y si en algún momento te decides, sales del closet y tu familia no te acepta... Nosotros somos tu nueva familia.

Se limpió las lágrimas y los mocos que se asomaban con el dorso de la mano. No dejó de sonreír.

—Gracias Butters, de verdad.

No es nada, amigo.— Le respondió entre bostezos.—Bueno... Trata de dormir algo, si te queda algo más para decir, podemos hablarlo mañana en el recreo, ¿te parece?

—Sí, está bien, pero por el momento no tengo nada más que decir... De verdad, muchas gracias por la charla Butters, pensaba hablar con Kenny o Craig... Pero bueno, ellos están bastante cerca de Stan y...

Tranquilo, si hubieras hablado con ellos sería igual, dudo que alguno tenga la brillante idea de soplarle a Stan... Aunque con Craig no te recomiendo hablar, es muy bueno aconsejando, pero es muy tajante y recurres a él por una duda existencial y sales con veinte más. Yo sigo pensando en lo que dijo sobre los universos paralelos.

Kyle rió.

—Sí... Pero creo que lo mejor que pude haber hecho fue hablar de esto contigo. Eres muy bueno aconsejando, deberías dedicarte a algo de eso.

No gracias, suficiente tengo con lo mío.— Rió.—Además prefiero darles mis mejores consejos a mis amigos. Tienen exclusividad.

—Y te agradezco por eso.

No tienes que agradecerme nada, para eso están los amigos, ¿no?

Otra sonrisa... Y un bostezo.

Por fin un bostezo.

—Sí.— Otra vez bostezó.—Bueno... Te dejo, me voy a dormir. Nos vemos mañana, Butters.

Dulces sueños Kyle.

Cortó la llamada y se refregó los ojos antes de girarse para intentar dormir.

Lo último que pensó antes de dormir fue: "Los sentimientos son fatales".

 

Chapter 26: El mundo de los sexos I

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/nxK8t56a_vk

Chapter Text

Se le empezaban a secar los ojos por haber buscado tanta información sobre los personajes de El Gran Gatsby y tener la mínima decencia de saber de qué va la historia.
No tenía que preocuparse por escoger entre ellos, ya había declarado que sería el narrador, por lo que empezaba a aprenderse el nombre de Nick Carraway y hacerse la idea de que estaba profundamente enamorado de Jordan Baker.

¡Mojón! ¡Baja la música!— Escuchó a su hermana del otro lado de la puerta de su cuarto. Echó la cabeza hacia atrás y dejó salir un suspiro.

De mala gana, giró la perilla del volumen mientras se disculpaba para sus adentros con Robert Smith.

¡Bájalo más!

Será...

Se levantó de la cama y fue hasta la puerta. Shelly estaba en camino a su habitación hasta que oyó la puerta abrirse.

—¿Por qué jodes tanto? Ponte algodones en los oídos o algo.— Sugirió Stan bastante molesto.

La música era lo único que lo estaba manteniendo despierto, gracias a ella era que pudo aprovechar más el tiempo para estudiar para el examen de historia mientras buscaba información de la obra.

—Sabes que no puedo dormir con ruido.— Le recordó a regañadientes.

—¡Pues vete a la granja con papá o algo si no quieres oír nada!— Stan hizo un ademán con la mano señalando el norte.

—¡Usa tus putos auriculares, mojón!— Gritó Shelly por última vez antes de cerrar la puerta de su cuarto temporal.

Al fondo del pasillo del segundo piso, una puerta se abrió, su abuelo estiró el cuello por la rendija.

—¡Cállense ya, maldita sea! ¡Dejen dormir al prójimo!— Y dio un portazo final. Esto alertó a Sharon, quien gritó desde su cuarto que dejaran de discutir.

Stan puso los ojos en blanco y también se encerró en su habitación, resignándose a apagar el parlante y buscar sus auriculares.

Odiaba a su hermana, y detestaba la puta mala suerte que le perseguía, demasiado conveniente para su gusto, como si todo estuviera planeado para joderle la vida.
A Shelly aún le faltaban dos años para graduarse en la Universidad de Denver, estudiaba medicina, y lamentablemente fue despedida de su empleo de medio tiempo en la ciudad, y al no tener con qué pagar la renta, no le quedó de otra que regresar a su casa hasta nuevo aviso. Denver no estaba tan lejos de todos modos, podía llegar en autobús, eso sí, el viaje era largo y debía despertarse a las cuatro de la mañana para arreglarse, esperar en la parada hasta que llegue el bus y llegar a tiempo.

Se sentó en el piso apoyándose contra la cama, presionó el botón aleatorio y volvió a enfocarse en la lectura, en la mañana también tendría examen, lo que significaba una noche de sueño menos. Esa semana estuvo sobreviviendo con tres horas de descanso por día.

Cuando terminó de leer un párrafo de la guía de estudio, comenzó a sonar "Carry On Wayward Son" de Kansas, y a partir de ahí, no pudo volver a concentrarse en lo que leía, aunque hiciera el mayor esfuerzo en conservar la información. Pensó en quitar la canción, pero no solucionaría nada ya que en su inconsciente continuaba sonando y un tarareo involuntario salía de su boca.

Era su canción. La canción de ellos.

Dejó caer la cabeza sobre el colchón mientras echaba al aire un suspiro.

Lay your weary head to rest, don't you cry no more...— Cantó bajo, con un pequeño quiebre en la voz.

Hizo a un lado las hojas impresas para tomar su celular y desbloquearlo, por aburrimiento, masoquismo o ambos juntos, tocó el ícono de la galería y miró una por una las fotos que tenía guardadas ahí, específicamente, aquellas donde sabía que Kyle salía, y si eran selfis de ellos dos juntos (sin el resto del grupo) se detenía un buen rato a apreciar la sonrisa de su mejor amigo y lo lindo que se veían los rulos cayendo sobre su frente.

La siguiente tira de fotos estaba repleta de fotos con Wendy, besándose, mirando a cámara, fotos secretas que él le tomaba a ella cuando se distraía o cuando estaba en su casa totalmente desarreglada. Siempre había considerado que se veía hermosa al natural, sin arreglarse y con ropa de entrecasa.

Y las fotos con Kyle volvieron a aparecer.

Una sonrisa se dibujó en su rostro al verlas, acompañadas por algunas (o varias) lágrimas que se deslizaban lentamente por sus mejillas y aterrizaban en la pantalla del móvil.

Con su temblorosa mano libre abrió el cajón de su mesa de luz. De el sacó su preciada y salvadora... Licorera.

Un trago... Y todo mi mundo vuelve a sonreír.


 

 

Su celular vibró por octava vez, y seguido de eso, la pantalla se encendió mostrando una llamada entrante de "Fucker".

Estiró sus brazos con torpeza en busca del móvil mientras dejaba escapar un bostezo tan profundo como el sueño que aún le invadía, y eso que ya llevaba levantado hace una hora, y aún no se había quitado el pijama.

—¿Aló?— Preguntó con total tranquilidad sabiendo que su amigo no estaría de los mejores humores.

¡Clyde, la re concha de tu madre! ¡Hace diez minutos te estamos esperando, vamos a llegar tarde, hijo de mil puta! ¡Apúrate!

—Siempre es un placer escuchar tu tranquila voz, amigo.— Bromeó mientras se quitaba el pijama sin ningún apuro, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

¡Hola Clyde!— Se oyó a Kenny al fondo de la llamada.

Si no bajas en cinco minutos, te rompo la ventana y me voy solo.— Amenazó Craig.

¿Cómo que solo? ¿Yo estoy pintado o qué?— Kenny puso la voz más llorona que fuese posible para generar lástima en Craig, quien en respuesta dejó escapar un suspiro frustrado.

Nos vamos solos.— Se corrigió.

—Enseguida bajo.— Respondió Clyde bostezando.

Más te vale.

Una vez finalizada la "bonita" llamada, Clyde dejó el celular bloqueado sobre el mueble donde estaba el espejo de cuerpo completo. Subió la bragueta del pantalón de jean y siguió con la parte de arriba. Cuando pasó ambos brazos por la camiseta que tomó de la cama, tuvo la magnifica idea de mirar su torso desnudo en el espejo.

Y ese maldito rollo seguía ahí.

Miró su cuerpo en el espejo, tratando de buscar algo que rescatar.
Bien, podía decir que tenía algo parecido a unos brazos fuertes, y su pecho no estaba marcado, pero tampoco tenía tetillas.

Pero al bajar a su abdomen... Las cosas cambiaban para mal.

Vale, no estaba para nada cerca de parecerse a Cartman y su cara era puntiaguda, no tenía mucho pómulo ni exceso de grasa en ella, pero tampoco se asomaba a la delgadez a la que le gustaría aspirar, y en la que se había mantenido durante algunos años. Una de sus manos pellizcó el rollo en su cintura y le dedicó una mirada de asco.

Malditos tacos... ¿Por qué tienen que ser tan ricos? Pensó con tristeza, pues sabía que no iba a poder resistirse a comerse alguno ni aunque lo intentara.

—Horrible.— Murmuró mientras terminaba de vestirse y se ponía la campera de egresados. Tomó su mochila y la llevó al hombro.

Le dio una última mirada molesta a su reflejo y abandonó la habitación.

Tengo que adelgazar.

Llegó hasta la planta baja, saludó a su padre y abrió la puerta. Craig y Kenny lo esperaban sentados en el cordón de la calle, puso su mejor sonrisa y se acercó al dúo.
McCormick y Tucker vivían en la misma zona del barrio, se habían acostumbrado a ir a la escuela de esa manera: Kenny pasaba por Craig, y juntos iban a buscar a Clyde.

—¡Buenos días!— Saludó animado.

Kenny dejó de lado lo que sea que estuviera comiendo y se volteó a saludarlo con la mano.

—Buen día era cuando yo me levanté.— Y el sermón ahumado de Craig no tardó en llegar.

Los dos chicos se levantaron y saludaron al castaño chocando los puños, la mirada de Clyde se detuvo en el pequeño plato hondo que Kenny tenía en las manos. El contenido era leche y algo que no logró distinguir qué era, ¿cereal? ¿Qué tipo de cereal era ese?

—¿Y eso qué es?— Preguntó curioso.

—¡Oh!— Terminó de tragar la última cucharada que le quedaba.—Arroz con leche, no pude desayunar en la mañana y Craig me preparó un poco.— Respondió con una sonrisa mientras hacía un ademán con la cabeza en dirección al mencionado.

Clyde no pudo evitar hacer una expresión de asco. Sí, ya recordaba el sabor de lo que Kenny comía.

—¿Cómo puedes comer eso? Es un asco.

Craig le echó el humo del cigarro en la cara causándole un ataque de tos. 

—Como se nota que nunca pasaste hambre.— Soltó con odio antes de darse la vuelta.

Kenny se limitó a guardar el tazón ya vació en su pequeña mochila, subirse el cubrebocas y seguirlo en silencio.

—¡Sabes que tengo razón!— Contratacó el castaño mientras les seguía detrás.

—Cuando hay hambre, no hay pan duro.— Contestó Craig de espaldas.—Mejor camina, ya estamos llegando tarde por tu culpa.

—¡Pero camina más lento! Mis piernas no son tan largas como las tuyas.— Lloriqueó intentando seguir los pasos de su mejor amigo.

—¡Pues te jodes!— Craig respondió enseñándole el dedo corazón desde su posición.

Caminaron por no más de cinco minutos hasta que llegaron a la parada de autobuses más cercana a la casa de los Donovan. Craig con el cigarrillo en la boca y la vista en el celular, y Clyde con las manos en los bolsillos, se apoyaron a cada lado de la señal de tránsito
Kenny, por su parte, buscó en su campera la cajetilla de cigarrillos y sacó uno, solo para darse cuenta de que no tenía con qué prenderlo.

—No tienes para comprarte un desayuno decente... Pero si para cigarrillos.— Se burló Clyde. Pero no porque se le hiciera gracioso, realmente le preocupaba la situación de su amigo y le irritaba un poco su estándar de preocupaciones.

—Estos me los regaló Butters, tiene sabor a frutas.— Compartió con una sonrisa ignorando las palabras de Clyde. Respondería de la misma forma si le hubiera comentado que Butters le regaló flores. Se bajó la cremallera del cubrebocas para que se le escuchase con más claridad.—El único problema es que me olvidé el encendedor.

—Te lo enciendo.

Craig sacó su encendedor y lo acercó al cigarrillo en los labios de Kenny. El rubio le dio una primera calada y el humo chocó en la cara de su compañero.

—Gracias guapo.— Agradeció Kenny en un tono burlón al percatarse de la mirada de Craig, y le guiñó el ojo antes de pasar su brazo por encima de los hombros de Tucker.

En circunstancias normales, Craig se habría sacado de encima el brazo ya que no le gustaba que lo abracen, pero estaba muy concentrado en la lectura de su celular, y a pesar de haber tenido una tensa discusión con su padrastro la noche anterior durante la cena, no podía decir que eso le arruinó completamente el humor.

—¿Qué lees?— Preguntó Kenny con curiosidad.

127 horas en la Luna, me lo recomendó Tweek hace dos días.— Contestó sin quitar la mirada del archivo pdf.

Sí, en exactamente dos días Craig se había casi devorado el libro, solo le faltaban veinte páginas para terminar de leerlo. Pero no era la gran cosa para él, ya había leído libros más extensos, algunos rozando las dos mil páginas, lo que le había ayudado a desarrollar no solo su facilidad de análisis, sino también la rapidez con la que podía leer.

No obstante, el qué tanto le atrapara la lectura era un factor importante, y ese libro le llamó la atención desde la primera frase.
Sin mencionar que el hecho de que haya sido Tweek quien se lo recomendó le daba una motivación extra para hacerlo.

Estar tan concentrado en la lectura le hizo olvidar el motivo por el que el cuello de su campera estaba tan arriba, y el abrazo de Kenny lo había bajado un poco, dejando entrever los bordes de algunas marcas moradas. Cuando detectó esto, Kenny le bajó el cuello y Craig se puso a la defensiva de un salto.

—¡Aaaala!— Soltó Kenny en medio de una risa picaresca mientras Craig se apartaba con el rostro completamente rojo.—Tú si que no pierdes el tiempo.

—¡¿Qué tiene?!— Clyde intentó mirar también, pero Craig lo apartó.

—¡Déjenme!— Craig tomó el cuello de su campera y lo tiró hacia arriba cubriendo hasta su nariz.

—No sabía que salías con Edward Cullen.— Se rió Kenny.

—Es alergia.— Mintió Craig.

Y vaya que era muy malo mintiendo.

—¿Eso o experimentaste la asfixia auto erótica vestido de Batman?— Continuó Kenny cizañero.

—Es alergia.— Repitió.

—Vamos Tucker, no necesitas mentir, no somos tu madre.

Ah, ni mencionen eso. Pensó avergonzado.

Flashback

Llegó a su casa a las nueve y media de  la  noche, Richard Tweak le dejó salir antes de la hora de cierre, y también había conseguido que le redujera el horario laboral de los días de semana para poder concentrarse en la escuela.

Estaba ayudando a Laura a preparar la cena, Tricia había puesto los platos y Thomas estaba en el sillón mirando la televisión, quedándose dormido cada tanto.

—¿Cuánto está el kilo de cebolla?— Preguntó Laura a su hijo mientras revolvía el guiso que preparaba.

—Tres dólares.— Contestó sin dejar de picar la cebolla.—Compré en la verdulería que está en la misma cuadra.

—Es bueno saberlo, en el supermercado lo cobran más caro.— Laura miró a su hijo con una sonrisa, y se dio cuenta de que tenía el cuello de la  campera  sospechosamente muy arriba.—Hijo, ¿no tienes calor?

Hizo un ademán con la mano tratando de llegar a la chaqueta, los reflejos de su hijo se activaron y volteó, aunque eso no impidió que Laura llegara a ver algo extraño en su piel.

—No, está bien.— Dijo y tomó la tabla donde dejaba las capas de cebolla.—Voy a tirar las cáscaras.

Apresuró el paso hasta el cesto. Laura enarcó la ceja y se limitó a dar una corta e inaudible risa antes de caminar hasta el baño.

"Este chico piensa que me puede engañar." Pensó divertida.

Tricia  había  escuchado la conversación desde el comedor, o al menos había notado lo extraño que actuaba su hermano. Esperó a que su madre se fuera para irrumpir en la cocina y sorprendió a Craig con la guardia baja. Bajó el cuello de la chaqueta y se tapó la mano para no soltar una escandalosa carcajada.

En efecto, su hermano tenia la piel del cuello repleta de chupetones hasta llegar a la clavícula.

Craig se volvió a subir el borde de la chaqueta y le hizo seña de silencio a la chica.

—¡Mierda!— Consiguió decir con cierta falta de aire ante la sorpresa.

Comenzaba a envidiar la vida sexual de su hermano y no tenía muchos detalles.

—¡Por tu bien, cierra tu puta boca!— La amenazó apuntándole con el dedo.

—Cajón trabado.— Intentó contrarrestar su amenaza.

—Raisins.— Craig sacó el as bajo la manga.

Sí, definitivamente Tricia salía perdiendo ahora.

—Bien, tú ganas.— Se rindió.—Pero luego quiero detalles.— Sonrió divertida.

—No.

—Que aburrido.— Le dijo decepcionada para luego hacer un puchero infantil.—Por favorcito.

—No.

—¿Solo una pequeña parte?— Insistió.

—No.

—Vamos, es por motivos profesionales.— Intentó convencerlo.

—¿Para qué? ¿Para crear un escenario donde Draco le de con la varita no mágica a Harry o qué?

—Exacto.— Le dijo con una sonrisa insolente.

—Por supuesto que no.

—Al menos dime que fue quien yo pienso.— Rogó con la mirada.

Sí, Tricia podía ser muy insistente y molesta cuando quería, pero realmente le hacía ilusión la sola idea de que Craig haya avanzado con su nuevo objetivo. Notaba algo diferente en Craig con el rubio del que le comentó con anterioridad, algo que no había visto nunca con sus otros ligues.

Craig suspiró y se sonrojó al recordar lo de esa tarde en el club de teatro.

—Sí.— Confesó, y Tricia rió.—Pero cierra la boca, no es nada serio, no quiero que todo el mundo se entere.

—Pues ocúltenlo mejor.— Le dijo señalando donde estarían las marcas.—Ponte hielo o ráscalos suavemente con un cepillo.

—Gracias por insinuarme tus conocimientos sexuales.— Le dijo sarcástico. Aún no asimilaba que su hermana menor podría ser sexualmente activa.

Incluso antes que él.

¿Cómo tenía que tomar que su hermana (probablemente) "debutó" antes que él?  ¿Debía sentirse humillado o preocupado?

—De nada.— Bromeó la pelirroja antes de irse, cuando su madre ingresó a la cocina.

Laura miró a Craig sosteniéndose de la mesada, aún conservaba un rubor en las mejillas. Lo tomó de la barbilla y lo miró a los ojos.

—¿Te cuidaste?— Fue lo único que preguntó.

Asintió con la cabeza sin mirarla, y el rubor aumentó al oír su risa. Craig siempre había sido muy abierto con su madre en lo que respectaba hablar de sexo, no había tabúes con ella.

Cuando se trataba de otros chicos en el pasado, no tenía vergüenza en comentarle. Pero... Con Tweek no le pasaba igual.

Y que ahora su madre sepa que estaba teniendo una aventura con alguien, aunque no sepa de quien se trataba, le dio un golpe de pudor.

¿Por qué? No sabe. Solo sabía que Tweek empezaba a hacer estragos su propia seguridad. Y eso le ponía nervioso.

Además creía que le había dejado bien en claro que no quería que le haga chupones (visibles, si quería marcarlo en otras partes, no tenía problema).

"Tweek... Ya te la voy a devolver." Juró para sí mismo.

Fin del flashback.

Y si que su madre y hermana se enteren que tuvo sexo no era ya demasiado vergonzoso, que sus amigos se rían en su cara por la evidencia que dejaron en él, aumentaba su deseo de ser tragado por la tierra y escupido en Marte.

—¿Cuándo fue? ¿Con quién? ¿Está bueno?— Continuaba interrogando Kenny picando su mejilla y Clyde descojonándose de la risa detrás suyo.

—¡Cállense los dos! ¡Jódanse!— Respondió haciéndoles la seña. Apagó el cigarrillo cuando vio el bus llegar.

El trío se subió al transporte encontrándose con el resto de la banda ahí.
Craig y Kenny se fueron a los asientos del fondo, donde Stan los esperaba y se puso los auriculares.

Miró los asientos de adelante. Tweek estaba sentado junto a Wendy, oyendo la animada conversación de la novia de Stan con Bebe. Sintió una mirada sobre él y llevó la visión a los asientos traseros.
Cuando lo vio, le dedicó una sonrisa tímida.

Sí, ambos recordaban lo del día anterior.

Flashback

Tras bastidores, Craig se sentó de golpe en un banquillo con Tweek sobre su regazo y con una mano sostenía sus muñecas sobre la cabeza contra la pared, sin dejar de besarlo con desenfreno.

—¿No tienes miedo de que alguien nos vea?— Preguntó Craig en medio del beso, se quedó sin aire cuando Tweek empezó a quitarse la campera.

El chico sobre su regazo lo tomó con firmeza del rosario que colgaba en su cuello.

—¡Vaya! Me llevaste a coger al baño cuando se suponía que no podíamos vernos, saltándonos una clase, con gente entrando y saliendo del baño, y ahora estás asustado por unos besos con la escuela vacía. Tu percepción del peligro es incoherente, Tucker.— Se rió Tweek mirándolo a los ojos, como si eso fuera un juego.

Cuando Tweek le miraba hambriento sabía que no iba en broma.

—¿Quién dijo que estaba asustado?— Lo miró desafiante pegando su frente con la suya antes de robarle un beso.

—Así me gustas más: sin vueltas, decidido... Me gusta que me lo dejes fácil.— Se burló Tweek recorriendo con la mano libre el torso bajo la tela de la camiseta.

Craig lo miró con cierto recelo, ¿acaba de decirle "fácil"?

—¡Ey! Tolero muchas cosas, pero no que me traten como perra barata.— Soltó con un fingido tono de ofensa.

Aunque sí se sentía (muy ligeramente) ofendido.

Tweek le miró insolente y bajó la mano que recorría su torso hasta el duro paquete sobre el jean.

—¿Y si hago esto?— Preguntó apretando con suavidad lo que tenía en su mano y alzando la ceja.

—Voy a tomarlo, pero me ofende muchísimo.— Respondió tratando de mantener seriedad.

"¿A quién engaño? Si me gusta que me trate así".

—Me sirve, ahora cállate y desnúdate.— Ordenó liberando las muñecas del mayor.

Y volvió a besarlo con pasión mientras Craig se deshacía de su campera.

Fin del flashback.

Craig le guiñó el ojo desde su asiento y llevó la vista a la ventana.
Wendy notó esa interacción entre los dos chicos quedando con la boca abierta, haciendo que Tweek se encogiera en su lugar con un rubor intenso en su cara.

 

 

 

Al llegar a la escuela, sacaron los libros y fotocopias necesarias de los casilleros y se dirigieron al aula de clases a la espera del examen.
Stan continuaba repasando durante el tiempo extra, se sentía un poco más confiado a diferencia del día del examen de filosofía, aunque eso no le quitaba los nervios.

De repente, Garrison se asomó al aula donde los alumnos esperaban y le dirigieron su atención.

—Chicos, la profesora de historia no va a venir, lamentablemente ha despertado muy enferma.

Contrario a la reacción que requería, los alumnos de sexto (específicamente, los varones) empezaron a festejar y aplaudir al saberse salvados del examen, por ahora.

Garrison frunció el ceño ante la respuesta del alumnado.

—Pendejos de mierda, se van a ir al infierno.— Refunfuñó antes de cerrar la puerta.

Los chicos se reunieron al fondo del salón, juntando las mesas alrededor del pupitre de Stan e iniciaron una conversación ininteligible para las chicas, la cuales se la ingeniaron bastante para pensar lo peor.

—¿Cómo van a festejar que la profesora está enferma? Que hijos de puta.— Comentó Wendy indignada. Aunque su enojo se veía influenciado más por el hecho de que ella estudió para el examen y lo sintió como una pérdida de tiempo. Podía haber adelantado otras tareas, entre ellas, su pre-ingreso a la universidad.

Si tan solo le hubieran avisado con anticipación que la profesora faltaría.

Cuando un alumno falta, tiene que tener justificativos, incluso por cosas que no requerían atención médica, anunciar con anticipación si tomarán tal o cual fecha para dar lección y no fallar porque le hacen perder tiempo al profesor.
Sin embargo, los profesores de esa escuela, solían llegar tarde sin avisar o de plano no ir y dar aviso a último momento, entonces, ¿de qué servía tener un grupo en Facebook si no avisaban de esos contratiempos?

—No te indignes tanto, los hombres tienen peores temas de conversación, más que festejar que una profesora está enferma.— Bebe se hizo oír en un tono desilusionado.—¿Sabían que nos puntúan del cero al diez? ¿O "esta tiene buenas tetas, diez", "esta es plana, cero" y tal? Una vez lo escuché en el bus y sin saber de quienes hablaban, les juro que me deprimió.

—¿Estarán hablando de eso ahora?— Nelly volteó a mirar a los chicos, y ya no sabía como percibir las risas.

Red soltó un suspiro hastiado.
Sus opiniones solían ser impopulares, pero no le veía el sentido a no decirlas.

Es  un país libre.

—Ey, sé que lo de ellos está mal, pero nosotras hacemos lo mismo y a veces somos más crueles.

Todas las miradas cayeron en la pelirroja.

—Red, eso no pasa con tanta frecuencia...

—Wen— La frenó Red.—, hace menos de un mes publicaron en Instagram una lista de los chicos más lindos.— Refutó.—A Kyle le viven mirando el orto, a Craig le dijeron directa e indirectamente en varias formas que se lo quieren coger, entre otras cosas. No digo que ellos no hagan eso ni tampoco que esté bien, pero no seamos hipócritas. Miremos para adentro antes de criticar a los de afuera.

Algunas se mantuvieron pensativas y otras le fruncieron el ceño, básicamente por estar en lo cierto y darse por aludidas. No obstante, el foco de la conversación no se siguió desviando y continuaron teorizando sobre lo que los hombres hablan en privado.

¿Cómo es el mundo de los hombres?

Mientras tanto del lado de los chicos, conversaban alegres, algunos sentados en el pupitre o en las sillas, otros parados. Un comentario de Kenny les hizo soltar una carcajada. Sentado sobre la mesa y con los pies sobre la silla, Craig servía agua en el mate de madera y lo hacía girar en la pequeña ronda que se formó, y de paso, aprovechaba para tomar algunos de más cuando no le prestaban atención.
Los mates fueron acompañados por bizcochos que Jimmy compró antes de ingresar al salón.

Y la conversación era...

—Si a una tortuga se le sale el caparazón, ¿se queda desnuda o sin casa?— Preguntó Clyde en general con la mano en la barbilla, usando todo el poder de su cerebro para encontrar una respuesta.

—Se muere.— Respondió Kyle encogiéndose de hombros.

—¡¿Cómo?!— Clyde parecía indignado. Se arrepentía de haber preguntado.

En lo que Kyle explicaba lo que sabía sobre el proceso de cicatrización de las tortugas en caso de quiebre de caparazón, Kenny observó a Stan
Aún recordaba lo nervioso que se había puesto antes del examen. Lo notaba un poco más animado, sin embargo, algo en él, en su aura, en su forma de hablar o el modo en que bajaba la vista con frecuencia cuando oía a Kyle se le hizo inusual.

A veces agradecía su papel como espectador al ver más allá de lo superficial y notar esas cosas de las que la mayoría no se percata.

Una idea le iluminó.

—¿Y cuándo nos juntamos en la casa de Stan?

Stan le miró con rareza, esa pregunta debería hacerla él por ser el dueño de su casa.

—¿Eso no debería preguntarlo yo?

—Tu casa es mi casa.— Kenny llevaba tanto tiempo siendo amigo de Stan que no era raro verlo por ahí. A veces le visitaba de sorpresa si el tiempo se lo permitía, y no era mal recibido, casi era parte de su familia, al igual que Kyle y aunque suene raro, Cartman.

—Yo no voy a poder— Se oyó la voz de Token.—, es que el fin de semana ya tengo planeado pasar el día con Nichole y...

—¡Pero no dije cuándo!— Lo frenó McCormick al borde de la risa.

—No puede, no importa cuando.—Se sumó Craig a la burla, dándole una última mirada a su amigo antes de arremeter de nuevo contra el pobre Token.—Pollera¹.— Finalizó emitiendo un ruido con el mate mientras el grupo se reía de Token.

—¡Tú comparte el mate! Que te vi tomarte cinco seguidos.— Lo acusó Token, ofendido.

Otro ruido con el mate se hizo oír de parte de Craig entre el silencio de los chicos.

Stan miró a Kenny con circunstancia.

—¿Y por qué quieres que nos juntemos en mi casa?

Kenny se encogió de hombros.

—Simplemente para relajarnos luego de esta semana de exámenes. ¿Hace cuánto no nos juntamos en tu casa a comer pizzas y jugar con el Nintendo o a Guitar Hero?

—Oh, bueno...— La última vez que Stan jugó a Guitar Hero fue hace unos meses con Kyle.—Tiene sentido. Tal vez estaría bien el sábado.

—¿A qué hora el sábado?— Preguntó Clyde.

—¿A las 8 pm.?— Stan no estaba muy seguro. Realmente no tenía pensado hacer nada el fin de semana, más que dormir.

—Yo voy.— Dijo Butters levantando la mano.

—¿Y tú Craig?— Preguntó Kenny.

—Voy, pero más tarde.

—¿Por el tra-tra-trabajo?— Indagó Jimmy.

—También.— Preparó un mate y se lo alcanzó a Jimmy.—Pero no me voy a quedar hasta tarde, me tengo que despertar temprano.

—¿Un domingo?— Stan enarcó la ceja.

—Tengo que pasar por mi hermana.

—Cosas de hermano mayor, te entiendo.— Empatizó Kenny.

—Sí... Ponele.— Afirmó dudoso.

Flashback

Estaba en su cuarto leyendo algunas fotocopias de la escuela, cuando alguien tocó la puerta. Bajó el volumen de Megadeth y se levantó a abrir.

—Hola hermanito.— Lo saludó Tricia.

Cuando le llamaba cariñosamente, era porque necesitaba un favor.

—¿Qué quieres?— Preguntó cortante.

—¿Me prestas tu carpeta de matemática de tercer año? Tengo que completarla para antes del viernes o me van a bajar la nota.— Le pidió con los brazos cruzados.

Suspiró y abrió la puerta por completo para que su hermana pasara a buscar lo que necesitaba, volvió a su cama a retomar su estudio en lo que la chica revolvía entre las cajas del armario. La miró de espaldas, recordó la noche de Raisins y la conversación que tuvieron ahí.
Aún tenía cosas que hablar con ella.

Volvió a levantarse para cerrar la puerta, si quería tener esa conversación, necesitaba la mayor privacidad que se pudiera. Acto seguido, arrimó la silla del escritorio cerca de su cama.

Tricia encontró la carpeta, al girarse miró de soslayo los movimientos de su hermano. Se veía venir lo que Craig le diría.

—¡Ya la encontré! Gracias.— Fingió demencia mientras caminaba apresurada, llegó hasta el pomo y lo giró.

—Antes de que te vayas...— La frenó su hermano. Ella volteó a verlo mientras abría la puerta.—Tenemos que hablar, siéntate aquí.

Regresó la vista al frente y dejó escapar un suspiro de derrota, sabía que tarde o temprano tendría esa charla. Cerró la puerta resignada y caminó con lentitud hasta la silla, Craig se sentó frente a ella en la cama con las piernas abiertas, los codos sobre las rodillas y la mirada fija.
T ricia juntó las piernas y las manos con nerviosismo mientras jugueteaba con sus dedos. La mirada de su hermano le  hacía  sudar frío , y no era para menos.

—Bien... ¿De qué quieres hablar?

—Creo que tú ya sabes sobre qué quiero hablar.

Tricia exhaló pesado  asintiendo con la cabeza.

—Bien...— Subió el volumen de la música para asegurarse de que no se escuche la conversación del otro lado y chocó las palmas al volver a la posición inicial. Levantó la cabeza para mirarla a los ojos antes de empezar.—¿Me vas a decir cómo terminaste trabajando ahí?

—Yo...

—Y te recomiendo que te ahorres las mentiras.— Le advirtió.—Sé cuando las personas mienten.

"Mierda." Pensó su hermana.

—Ok, Lightman².— Bromeó Tricia. Inhaló y exhaló otra vez, desvió la mirada por un segundo y volviendo a ponerla en su hermano. Había imaginado esa charla muchas veces, y le sorprendía de sobremanera el grado de nerviosismo que podían provocar esas frías orbes.—Hay una chica en mi escuela, la conocen en Raisins como Porsche. Se enteró de mi situación... Digo, la nuestra. Y... Me contó del lugar. Entonces el jueves antes de tu cumpleaños, fui con ella a Raisins para decirles que me interesaba el trabajo, y luego volví a casa de Esther porque tú y mamá tenían entendido que yo estaba ahí.

Craig cerró los ojos, recordaba que la llamada de Tricia interrumpió lo que podía haber sido un primer beso con Tweek.

—¿Y cómo te aceptaron?

—Solo me preguntaron si tenía más de diecisiete años y me explicaron lo que hacen las chicas ahí...

—Espera— La frenó.—, ¿ni siquiera te pidieron el DNI?

—Dijeron que no era necesario.— Se encogió de hombros.

Craig tuvo que respirar profundo para no soltar todos los insultos que pasaron por su cabeza.

—¿Y qué te dijeron? Sobre lo que había que hacer.

—Algunas chicas bailan, otras sirven bebidas, otras son meseras y otras son...

Se detuvo en la  oración   titubeando  por  lo bajo, ¿Cómo decirlo sin  que  a él le de un infarto o  que  salga a cortar cabezas?

—¿Prostitutas?— Preguntó Craig.

—Les dicen... "Acompañantes".

—O sea, prostitutas pero con un nombre más "bonito".— Hizo comillas con los dedos, marcando una mueca de asco.—Continúa.

—Y pues... Dije que prefería solo ser mesera. Las meseras cobramos muy poco porque "no hacemos tanto" según él, pero...

—¿Quién es "él"?— Preguntó determinante.

Tricia pestañeó un par de veces antes de responder.

—Keyshawn.

A Craig se le cortó la respiración por un momento. Se llevó las manos a la cara e intentó mantenerse lo más sereno que pudiese , no  quería  llamar la atención fuera del cuarto y tampoco  quería  hacer sentir peor a su hermana.

—La puta madre, Trish... ¿Dónde te metiste?— Dijo lentamente. Su voz se oyó opacada por las manos sobre su cara.

—¿Lo conoces?

—Personalmente no, pero sé cosas de él.— Se sacó las manos de la cara y volvió a mirarla. Tricia enarcó la ceja, guardó silencio un momento antes de continuar.—Yo también hice cosas  estúpidas  por dinero.

—Creo que sé a qué te refieres...

Craig  entrelazó  sus dedos y apoyó la barbilla.

—Sí...— Suspiró.—Quiero que me seas sincera.

—Sí.

Tragó saliva antes de continuar. Deseaba que la respuesta sea "no" y que sea un "no" sincero.

—¿Alguien intentó pasarse contigo en lo que llevas ahí? Ya sea él o algún cliente. Y me estoy  refiriendo  a...

Tricia subió y bajó la mirada.

—Él... Dice cosas, pero no hace nada. En cuanto a los clientes, algunas veces a algunos "se les va la mano". Pero no es mi tarea complacerlos "de ese modo", entonces... No es algo  que  pase a menudo.

"No te alteres, no te alteres", se  repitió  Craig en su interior al menos, cincuenta veces.

—Y se llevan una buena patada en los  huevos  de mi parte.— Rió para aliviar la tensión, aunque esto no le hizo gracia al mayor.

—Pero...— Le temblaba la voz. Suspiró para volver a su neutralidad.—¿Nadie te protege ahí? Tus compañeras... El patovica, ¿alguien?

Sabía que la respuesta era no.
Tricia negó con la cabeza.

—Solo me dicen que me controle y que mejor... Les haga pagar.

Craig se tomó el puente de la nariz.

—Como  te  dije allá, no me  acuesto  con nadie.

—Te creo.— Le aseguró.—Ahora escucha...— Volvió a mirar a su hermana con seriedad.—¿Hasta cuándo piensas trabajar ahí?

—Hasta encontrar algo mejor.— Prometió.

—Sabes que esto no me gusta nada, ¿verdad?— Su voz sonaba consternada entre  el enojo, la impotencia y  la  tristeza.

—Lo sé.

Se pasó las manos por el cabello, tratando de buscar las palabras correctas para continuar con la conversación.  Sabía  que de nada serviría pedirle que deje ese trabajo ahora, él mismo sabía que no estaban en la mejor posición económica ahora mismo. Sin ir más lejos, la "propina" que  le  dio Richard Tweak se la dio a su madre para terminar de pagar la hipoteca.

Craig no  había conocido a  Keyshawn, pero sí  ha  escuchado suficientes cosas de él en el pasado como para saber que era el tipo de "chulo" con el que no  había  que meterse.

Y no  sería  hipócrita con su hermana. Él mejor que nadie  sabía  lo que era rebajarse hasta ciertos puntos cuando la situación apretaba y el dinero no alcanzaba.

—Mira... Esto es lo que vamos a hacer.— Volvió a hablar. Tricia le prestó atención.—Desde mi lado, te puedo decir que voy a intentar averiguar algo que puedas hacer, que sea seguro y que te pague más o menos bien, para que cuando salgas de ahí, tengas donde  caerte   hasta  que nos vayamos de Colorado.— Tricia asintió.—Y, porque quiero asegurarme de que mínimamente salgas y vuelvas viva, te voy a llevar y te voy a ir a buscar, y no voy a aceptar un "no" por respuesta, da gracias que mamá no sabe nada.— Tricia intentó decir algo, pero al final no emitió ninguna queja al respecto.—Y lo último...— Posó sus manos en los hombros de su hermana.—Quiero que por favor, por lo que más  quieras , me prometas  que  sin importar qué tanto te ofrezcan...

—Craig, no puedo  prometerte  nada.— Lo interrumpió sollozando. Las manos ascendieron a sus mejillas,  acunando  su cara  entre  sus manos.

—Por favor...— Le volvió a pedir.—Haz con tu cuerpo lo que quieras, pero no con la gente de ese lugar. He visto caras conocidas ahí, y no estoy hablando de mis compañeros, estoy hablando de Yates, de Murphy, de...— Se tragó sus palabras,  ya había  dejado en claro a lo que  iba .—Lo que digo es... Si ves que no es de fiar o es alguien violento, no te dejes incomodar ni mucho menos "utilizar", porque no sabes cómo pueden  usar  eso en tu contra,  y  sabes bien que  si  te lo digo, es por algo.— Tricia desvió la mirada.—No quiero que caigas tan bajo...  Tú no.

"No como yo".  Quería  decirle.

Tricia volvió a verlo con la mirada expectante.

Sabía  porqué  se lo decía.

—Pero   ya no...

—No, ya no, pero porque tengo otro trabajo.— La cortó. Respiró hondo antes de continuar.—Tricia, por favor... Prométeme que lo dejarás en cuanto encontremos algo mejor, que me permitirás ir a dejarte y buscarte... Y que no vas a caer en eso.

—Lo intentaré...

—No,  promételo .— Le exigió.—Porque te juro que si yo me llego a enterar que alguien ahí te hace algo, va a desear que su madre no hubiera  abierto  las piernas y no me importa si es Keyshawn.

Tendrías  a su gente encima si le haces algo.— Le advirtió.

—Lo sé.

—Te mataría si...

—¡Al carajo con eso! Yo no le tengo miedo, temo por ti.— Enfatizó.—No quiero que te  involucres  más de lo que ya lo estás. Lo que quiero es asegurarme de que cuando consigas otro trabajo o cuando nos vayamos de aquí, no tengas que estar huyendo de nada. ¿Me entiendes?

—Sí...— Tricia volvió a suspirar.—Lo prometo.

—Y si algo llega a pasarte ahí  adentro , llámame. No importa la hora.

—Cuenta con eso.— Prometió.

—Bien.— Craig pegó su frente contra la de ella.—Perdón por pedirte tanto, pero quiero que me entiendas... Realmente me da miedo que algo te pase.

—Lo entiendo...

Tricia se abalanzó sobre su hermano para abrazarlo, con las lágrimas saliendo a flote.

—Gracias Craig.— Se le oyó a Tricia entre sollozos.

Él cerró los ojos y correspondió al abrazo.

—No me lo agradezcas... Es lo mínimo que puedo hacer. Pero si puedo hacer  más , cuenta con que lo haré. Lo prometo.

—Solo...— Tricia lloraba en su hombro, cada vez más fuerte.—Tengo miedo de que si llegara a pasar algo... Tú...

Si  algo llega a pasar, te aseguro que los que van a tener miedo serán ellos. No yo.— Juró Craig.  La corrió de su hombro con suavidad mientras le seguía hablando.—Y  que  te quede claro, que mi  opinión  de ti no cambia con esto. No por trabajar ahí significa que eres más o menos mujer,  más  o menos respetable, nada de lo que se te ocurra. Que nadie te haga creer que tiene el derecho de rebajarte, de hacerte pensar que vales menos o que te pueden faltar el respeto. Eres mucho más que una falda o un trabajo. Y si algún imbécil se atreve a pensar lo contrario...— La  señaló .—Pelea. Pelea como una Tucker.

—¿No es "pelea como una chica"?— Sonrió ella limpiándose las lágrimas.

—Sí— Limpió una lágrima con el pulgar—, pero no eres cualquier chica.— Le dijo con una sonrisa ladeada.

—Sé que siempre te digo que eres un idiota...— Tricia miró las estrellas  fluorescentes en el techo del cuarto.—Pero ojalá hubieran más hombres como  .

—Sí, ojalá hubieran más personas como yo.

—Pero  sigues  siendo un idiota.— Se burló ella volviendo a mirarlo.

—Muérete.— Respondió enseñándole el dedo.

Fin del flashback.

¿Y quién irá a verme hoy al partido?— Preguntó Clyde al grupo llevando una sonrisa confiada.

De vuelta al presente, Craig se dio cuenta de tres cosas: hoy tenían gimnasia, Clyde tenía un partido de rugby y se supone, se reunirían Red y él en su casa para hacer la línea de tiempo de teatro.

Y las tres piezas no encajaban.

—Pero hoy tenemos gimnasia.— Le recordó recibiendo el mate que le entregaron sus amigos para que lo vuelva a llenar.

—Sí.— Se encogió de hombros sin entender lo que Craig intentaba decir.

—Y nos tenemos que juntar en mi casa.

—Sí.

—Vas a llegar muerto.— Le dijo anonadado.

—¡Patrañas!— Negó el contrario.—¿Quién viene a verme?

La mayoría alzó la mano, a excepción de Kyle y Cartman. ¿Los motivos? Sencillamente, Eric no tenía ganas de ir a verlo y Kyle prefería llegar temprano a su hogar.

No es por subestimar a su amigo, pero en gimnasia Clyde caminaba cuando PC no estaba mirando y al anunciarse el circuito de ejercicios siempre se oía una queja de su parte porque odiaba hacer abdominales. Y como broche de oro, Clyde siempre acababa adolorido después de los entrenamientos intensivos.

Por ende, Craig no podía imaginar a Clyde haciendo tres cosas que requerían mucha concentración y esfuerzo, sumando las clases normales que de por si no es poco, y que llegue ileso al final del día.

Ya se imaginaba cargándolo hasta casa.

—¿Y pa-para qué se juntarán en t-tu casa?

—Por el trabajo de teatro.

—¡Oh!— Butters parecía recordar algo.—Hablando de eso, Kenny— El mencionado volteó a ver a su pareja.—, ¿Cuándo vamos a empezar nosotros?

—Pues...— Kenny lo pensó un momento.—Stan, ¿hoy estás ocupado?

—¿Ustedes tres? Pero los grupos son mixtos.— Kyle sonaba confundido.

—No olvides a Marjorine.— Le respondió Butters señalándose a sí mismo con la mano mientras se sentaba en el regazo de Kenny.—Ya hablé con el profesor.

Se miraron con Kenny y le susurró algo al oído, seguramente algo pícaro, ya que Butters rió.

Consíganse una habitación. Pensó Stan.

Le agradaba ver a uno de sus mejores amigos siendo feliz con la persona que amaba, aunque eso no significaba que sus muestras de afecto no le incomodasen de vez en cuando, especialmente cuando tenía en frente a Kyle y no podía ni siquiera darle un abrazo por los hombros ignorando que, por lo menos por ahora, algo tan impenetrable como una muralla de hielo se interponía entre ellos.

—¿Tú con quién haces grupo?— Preguntó Stan a Kyle.

El tono en su voz se oía apagado, estaba siendo precavido con sus palabras, mas su lenguaje corporal no ayudaba.
Manos en los bolsillos de su campera, mirada vacilante y apoyado sobre el escritorio. Solo bastaba una rápida ojeada para que su cerebro distinga que, obviando la incomodidad, Stan podía acelerarle el pulso, sin importar qué tanto se oponga a caer en sus encantos.

Dios, es tan guapo... ¡Ay carajo, Kyle, concéntrate!

—Con Nichole y Token.— Respondió al fin, tratando de mantener el rostro serio.—Por cierto, Token, ¿Cuándo nos vamos a reunir para hacer el trabajo?

—De hecho, Nichole me dijo que pensaba adelantar el fin de semana y yo iba a ayudarla, si quieres, te espero en casa y vamos juntos.

Kyle asintió como respuesta.

—¿Eso significa que el sábado no irás a lo de Stan?— A Kenny le extrañó que Kyle no haya confirmado su asistencia antes, y ahora eso.

—Paso por ahora— Rechazó Kyle con amabilidad—, planeaba usar el fin de semana para sacarme cosas de encima.

No respondió, no era necesario, ¿Qué iba a decir? No hacía falta nada más.
Es decir, realmente quería preguntar el verdadero por qué, pues eso de que se quería sacar cosas de encima podrá creérselo su madre, pero no Kenny.

—¿Y tú Tweek? ¿Tú con quién haces el trabajo?— Token le alcanzó unos bizcochos de la bolsa al rubio mencionado.

—Con Wendy y Bebe.— Respondió con algunos titubeos de por medio. Tantas repentinas miradas sobre él lo hacían sentir presionado.

—Suertudo.— Le festejó Clyde con un guiñó al escuchar que su amigo formaba grupo con dos chicas. Entre ellas, la chica que le gustaba.

—¿Qu-qué se si-si-siente que incluso Tweek tenga más s-su-suerte con Bebe que tú?— Jimmy no perdió oportunidad para burlarse del castaño.

El suertudo será él. Pensó Tweek para sus adentros enfocando su vista en cierto chico.

Para su suerte, todos se concentraron en el chiste de Jimmy y en burlarse de Clyde como para poner atención a las dulcificadas miradas que compartían Craig y Tweek.

En toda la noche, ninguno de los dos dejó de pensar en el otro, ya sea porque se pasaron durante horas rememorando esa candente tarde en el Club de Teatro o el momento que compartieron previo a eso. Tweek recitó algunas de las muchas canciones que sabía interpretar en piano, varias supo reconocerlas con sólo algunos acordes, otras no las registraba, pero definitivamente empezarían a gustarle.

Miró sus cabellos alborotados, los ojos celestes como el cielo y sintió que el mundo se detenía en ellos. Juraba que podía escuchar el corazón latirle con fuerza en el oído y la garganta, solo por saber que tenia su atención.

La distracción era tal que no asimilaba lo que pasaba a su alrededor, hasta que sintió su mano derretirse bajo el líquido hirviendo que servía sin detenerse.
Maldijo por lo bajo mientras dejaba el termo y el mate a un lado para agitar la mano afectada.

—¡No mames! ¿Te quemaste?— Clyde se acercó a su amigo, sentía un cierto desespero por no saber como ayudarlo.

—No boludo, me quería mojar la mano nomas.— Respondió con dificultad a causa del ardor, conservando el sarcasmo característico.

—Uhh ma-ma-mataste a Manuel.— Se burló Jimmy.

—¿No seria "Manuela"?— Preguntó Kenny aguantando la risa.

—Es lo mismo pero en gay.

El salón fue inundado de carcajadas a todo pulmón. Las risas no se podían contener por más tiempo, demasiados habían sido los comentarios por los que trataron de tener el mínimo respeto de no llamar la atención de manera escandalosa, pero ese último chiste de Jimmy fue la gota que derramó el vaso.
Tweek hizo un esfuerzo por no reír, y en parte se sentía responsable del accidente de su amigo, ya que reconocía que si tal vez no le hubiese sostenido la mirada que sabía que a él le encantaba, no hubiera tenido ese descuido.

Pero eso fue justamente lo que le hizo sonreír: él, el adorable (en público) y pequeño Tweek Tweak, era la mayor distracción del serio y estoico Craig Tucker.

¿Qué mejor que eso para enaltecer su autoestima?

 

 

 

Llámenlo desconfiado o véanlo como alguien que le daba muchas vueltas a un asunto que a lo mejor era menos abstracto y complejo de lo que aparentaba, hasta él mismo llegaba a dudar de si tendría que darle tanta importancia o no, pero nadie le sacaba a Kenny una cosa de la cabeza: Stan estaba muy raro, y eso no sería alarmante si no fuera porque Kyle se encontraba bastante distante con respecto al grupo.
Respondían con monosílabos, evitaron sentarse juntos en el almuerzo, no hablaban mucho durante las clases o en los recreos y en gimnasia no se eligieron el uno al otro para el rutinario circuito de ejercicios.

Pensó por un momento que pudo ser una pelea, algún mal entendido tonto que se solucionaría con una simple conversación o un par de días distantes, pero cuando ese era el caso, los súper mejores amigos ni siquiera participaban en el mismo círculo social.
Pero no, Kyle estaba sentado ahí, Stan también, y no se percibía la misma esencia.

El partido de Clyde estaba cerca de llegar al final con el resultado empatado, su equipo había empezado ganando con una gran diferencia de anotaciones, no obstante, conforme pasaron los minutos, el club contrario consiguió alcanzarles y durante todo el segundo tiempo el equipo de Clyde hizo lo posible por desempatar el marcador, lo que le dio bastante tiempo para analizar las actitudes de los dos chicos.

—¿Sucede algo, amor?

Su dulce voz irrumpió en sus pensamientos, Kenny salió de su cabeza un rato para apreciar los ojos lapislázuli y el cabello rubio que rozaba sus hombros. Su genuina preocupación siempre le sacaba una sonrisa, aunque estuviese nervioso.

Apoyó su cabeza en el hombro de Kenny, él solo pudo ceder a los encantos de la muchacha y los dedos se perdieron en el cabello rubio, brindando suaves caricias que empezaron a hacer efecto casi al contacto.

—Nada de lo que tengas que preocuparte, cariño.— Le aseguró con una sonrisa.

Marjorine posó una de sus piernas sobre la de Kenny y se aferró a su brazo, solo bastaron algunos minutos para que entrara en un sueño profundo. Su rostro angelical, entre el bullicio de los fanáticos del juego y el agudo sonido del silbato, era una perfecta representación de la paz entre el caos. Apoyó la mano en el jean aguamarina que tenía puesto, acariciando su cabeza contra la suya y permitiéndose disfrutar el momento.

—¡VAMOS CLYDE, RÓMPELES EL CULO! ¡TACKLEALO!— Red se paró de su asiento usando sus manos como un megáfono para que su apoyo le llegue a su amigo.

—Me rompiste el tímpano.— Craig se tapaba las orejas por encima del chullo mientras veía de reojo a su compañera.

—Lo siento.

La pelirroja tomó asiento otra vez junto al chico, aún con la vista en el juego.

Regularmente ella iba a verlo jugar para brindarle apoyo emocional, o insultarlo como nadie cuando la cagaba en grande. Además que le apasionaba el deporte, le daba una buena excusa para no llegar a su casa temprano y soportar a su madre. No obstante, el llegar tarde a su hogar por andar presenciando "juegos de hombres" también era un motivo de pelea dentro de su hogar.
Hiciera lo que hiciera, su madre no estaría feliz de todos modos, así que optó por hacer lo que le sintiera necesario.

A su lado, Craig fumaba un cigarrillo intercalando su mirada entre el juego de su amigo (el cual, dicho sea de paso, no comprendía del todo ya que no le gustaba el fútbol) y el celular en su mano.

Tweek:

Iré a casa de Wendy en un rato. ¿Debería llevar algo para comer? Es la hora de la merienda...

¿Pero y si llevo algo que no le gusta? ¿Será vegetariana?

✓✓06:00 pm.

¿Qué hago si se ponen a hablar de cosas de chicas? Yo no sé nada de eso.
¿Debería opinar? ¿Qué pasa si digo algo y no dicen nada?
Oh dios, es mucha presión.

✓✓06:00 pm.

Craig:

Solo sé tú mismo, no lo pienses tanto.

Yo creo que les caes bien, dudo que hagan algo que te haga sentir incómodo.
Sobre lo de llevar algo, yo lo haría, es un buen gesto no caer con las manos vacías.

✓✓06:01 pm.

Y sobre lo de "cosas de chicas"... Tú háblales de Harry Styles y ya tendrán tema de conversación.

✓✓06:01 pm.

Tweek:

Lo dices como si supieras del tema.

✓✓06:01 pm.

Craig:

Fuente: Tricia. Más confiable que Wikipedia.

✓✓06:02 pm.

Tweek:

Por cierto, ¿Cómo le está yendo a Clyde?

Lamento no poder ir, pero me necesitaban en la cafetería :(

✓✓06:03 pm.

Craig:

No te pierdes de mucho, siguen empatados. Y el árbitro le cagó una anotación a alguien de su equipo.

Red por poco baja a golpearlo.

✓✓06:03 pm.

Tweek:

Vaya tela...

✓✓06:04 pm.

Mándale mis saludos.

Bueno, a él y a uno de los chicos de las gradas jaja ;)

✓✓06:04 pm.

Craig:

¿Chico de las gradas?

✓✓06:05 pm.

Tweek:

Sí, uno que es muy guapo, besa muy bien y me está hablando en este preciso momento.

✓✓06:05 pm.

Craig:

Que raro, solo conozco un chico con esa descripción y lamentablemente no lo veo aquí.

Me haría falta.

✓✓06:05 pm.

Al minuto, su celular vibró y desde la notificación vio que Tweek le envió una foto y la abrió con cuidado. En ella se lo veía apoyado sobre el mostrador, usaba la camisa de siempre y el delantal de la cafetería. La forma en la que se ajustaba en su cintura y marcaba con sutileza la cadera se le hizo muy sexy.

Y la pose le favorecía, alteraba su imaginación.

Bendita imaginación.

Tweek:

¿Te hago falta?

Me encanta saberlo.

✓✓06:06 pm.

Craig:

Nene... No seas malo.
Estás jugando con fuego.

✓✓06:07 pm.

Tweek:

Y con gusto me quiero quemar.

✓✓06:08 pm.

Craig:

Si tan solo no tuviera que hacer el trabajo ese...

✓✓06:08 pm.

Tweek:

¿Qué harías? O mejor dicho... ¿Qué me harías?

✓✓06:09 pm.

Craig:

Qué no te haría sería la pregunta.

✓✓06:09 pm.

Tweek:

¿Qué no me harías entonces?

✓✓06:09 pm.

Craig:

Nada cristiano precisamente.

Y te recuerdo: hay gente. Por favor, para.

✓✓06:10 pm.

Tweek:

¿Por qué?

✓✓06:10 pm.

Craig:

Porque me la vas a parar.

...

Olvídalo.

✓✓06:10 pm.

Tweek:

Misión cumplida.

✓✓06:10 pm.

—¿Está interesante la conversación?— Escuchar la voz de Red prácticamente sobre su oreja tan de repente le hizo sobresaltar.

Hizo un rápido movimiento para alejar el celular de la visión de su compañera. Daba gracias que no se le ocurrió dejar el chullo en la casa, así podía disimular el tono carmesí del que se habrán teñido sus orejas.
Sentía bastante calor en el cuerpo, y sabía que no era por tener la campera cerrada hasta el cuello. Miró a Red, parecía divertirse con la situación, y antes de que se diera cuenta (si es que no lo había hecho ya), se cruzó de piernas para disimular la erección ahogada en el jean.

—¿Qué te importa?— Su respuesta se oyó difusa bajo el cuello de la campera.

—Solo te pregunté si estaba interesante, no despegas la vista del móvil desde hace rato.— Tenía una sonrisa peligrosa, de esas que sabes que conoce tus secretos.—Parece que estabas muy entretenido hablando con... ¿Tweek?— Le dijo con una sonrisa ladina.

Nunca  más abro un mensaje  de Tweek  en público.

Craig se removió un poco en su lugar con la vista en el juego, ya estaba por terminar y aún continuaban empatados.

—¿Pero qué insinúas? Solo le estaba diciendo que se relaje. Hoy se juntará con Wendy y Bebe para el trabajo y eso le estaba poniendo nervioso, nada más.

No era mentira, pero no era toda la verdad. Una paradoja.

Red volvió la vista al campo conservando una sonrisa triunfante, había conseguido poner nervioso al chico del chullo y eso le hizo sentir orgullosa de sí misma.
Ya sabia qué tecla tocar en él para sacarlo de su carta de presentación.

El partido terminó al cabo de unos minutos. De lejos podía verse que a Clyde le hervía la sangre, había hecho un buen partido y parecía no ser suficiente.
Se quitó el casco con frustración y resopló con hastío hasta que llegó a las gradas en dirección a "su" público.
El primero en recibirlo fue Token, palmó su hombro como una forma de decirle que se tranquilizara porque lo había hecho muy bien, y el gesto fue comprendido. Soltó una corta sonrisa mientras sus amigos bajaban a acompañarlo.

—Estuviste bien, amigo.— Stan se acercó al jugador y le pasó el brazo por los hombros, palmeando las hombreras.

—Me-me-mejoraste mucho en los p-pa-pases.— Resaltó Jimmy.

—Sí, no es tu culpa que el árbitro sea un forro³.— Red continuaba con el enojo a tope, buscó al árbitro con la mirada y le sacó el dedo medio. Si hasta ella desde su lugar vio que la anotación era válida, él que estaba más cerca no podía no verla.

—Tal vez un doxxeo le haga reflexionar.— Propuso Craig fijándose en el árbitro.

—¡Ya está bien! ¡Ya está bien!— Los frenó Clyde.—¿Qué más da? El próximo juego será mejor.— Finalizó encogiendo sus hombros.

—Así se habla.— Sonrió Token antes de mirar su reloj.—Bueno gente, yo me voy, nos vemos mañana.— Caminó lentamente hasta la salida mientras saludaba a los presentes, y estos le despedían con un "chau" en conjunto.

La ronda se disolvió en cuestión de minutos.
Kenny despertó a Marjorine de su breve descanso cuando Stan se acercó a la pareja para caminar juntos hasta la casa de Kenny. Desde fuera se apreciaba un curioso aroma dulce, como a vainilla. Al abrir la puerta, con lo primero que se encontraron fue con Karen, la más pequeña de los McCormick. Estaba esperando de brazos cruzados frente al horno, de donde provenía el rico aroma.

—¡Hola princesita!— La saludó Kenny abrazándola por la espalda.

Karen atinó a dar un respingo por la sorpresa, el shock no duró más de un segundo y correspondió al abrazo de su hermano mayor con una sonrisa.

—¡Kenny! ¿Hoy no fuiste a trabajar?— La muchacha se colgó del cuello de su hermano. Él la levantó del suelo y le hizo dar un par de vueltas.

—No— La bajó y se separó del abrazo, tomando sus manos.—, el señor Kim me dijo que no iba a abrir hoy. Tenía que ir a ver a alguien, un problema de pagos o algo así.

Karen corrió la cabeza para ver quien más había llegado. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro cuando se encontró con Stan y fue corriendo a darle un abrazo.

—¡Stany!

—¡Karen!— Stan la rodeó con los brazos.—Huele muy bien eso que estás haciendo.— La elogió al separarse.

—Encontré una receta de galletitas en internet y quise probarla. Espero que me hayan salido bien, así podemos comerlas con la merienda.— Llevó la mirada al horno con cierto anhelo. Kenny le sonrió confiado, estaba seguro de que quedarían deliciosas.

En cuanto el abrazo llegó a su fin, inmediatamente corrió hacia Marjorine y se dieron un cariñoso abrazo girando en su sitio.

—¡Estas hermosa, Marjorine!

—Gracias bonita, ¿hace mucho llegaste?

—Como hace media hora. Ike y Tricia me acompañaron de camino hasta aquí.

El temporizador emitió un sonido cuando la manecilla de su reloj terminó de dar la vuelta completa. Kenny tomó un trapo que colgaba de la mesada y abrió la chueca puerta del horno para retirar la bandeja con cuidado. El dulce aroma a vainilla y chocolate se alojó en las narices de los presentes.
Marjorine sacó un plato del fregadero para servir las galletas, cuando Kenny llevó el plato a la mesa donde se sentaron juntos con Stan, Marjorine buscó en la alacena cuatro tazas y junto a su amada cuñada prepararon café, aunque no perdieron oportunidad para conversar en lo que el agua se calentaba en la lumbre.

Stan intentó tomar una de las galletas, pero estaba tan caliente que la dejó caer en el plato.

—Está caliente.

—Gracias por la advertencia.

Kenny apoyó la mejilla en la mano evaluando si sería conveniente indagar sobre el extraño comportamiento del muchacho ahora mismo o no. Miró de soslayo a la cocina, no creía que Karen y Marjorine tomen asiento muy pronto.

Sí, era mejor aprovechar el tiempo que tuviesen.

—Oye viejo— Stan le miró.—, ¿pasó algo hoy?

Su amigo frunció el ceño tratando de aparentar confusión.

—No, ¿Por qué lo dices?— El mentirle tan descaradamente a Kenny le dio un mal sabor de boca.

—Últimamente...— Buscó en su cabeza las palabras correctas para no sonar tan directo.—Te he notado algo tenso desde lo del lunes. Pensaba que solo se debía al examen, pero ayer estabas igual y hoy también.— Entrelazó ambas manos sobre la mesa.—Y también me di cuenta de que tú y Kyle...— Stan tragó saliva al escuchar su nombre.—Estaban extraños.

—¿A qué te refieres con "extraños"?— Rascó su nuca mientras se apoyaba más sobre la mesa. Aparentar normalidad se le estaba haciendo difícil.

—No hacían contacto visual, se hablaban poco, no se sentaron juntos en el almuerzo, en gimnasia no hicieron equipo... Y que Kyle rechace una juntada nocturna en tu casa es raro lo vea por donde lo vea. Es decir, Kyle hace los deberes y eso en la tarde, podría ir tranquilamente... Pero no quiere.— A Stan le dolió la última parte.—¿Han tenido una pelea o algo así?

¿Podía considerar lo del lunes una pelea? Definitivamente, no. Cuando peleaban o discutían, que por suerte sucedía poco, solían optar por no compartir tiempo juntos para calmar las aguas y evitar que la situación se torne peor.
Esto era más un "vamos a estar juntos en el grupo para no levantar sospechas pero tú y yo sabemos que no está todo bien".

Stan no estaba enojado con Kyle, o al menos él no lo llamaría enojo. En tal caso, con el único que estaba enojado era con él mismo.

—No amigo, solo...— Vaciló—Solo he estado un poco nervioso por algunas cosas de casa, ya sabes, Shelly volvió a vivir conmigo y mi madre y todo esa mierda. Y la escuela... También me tiene algo estresado, eso es todo.

—Pero cuando es así, lo normal es acercarte a tus amigos, no alejarte.— Kenny alzó las manos con confusión. No entendía la lógica que Stan estaba manejando.—Sabes que puedes hablar con nosotros sobre cualquier cosa.

—Bueno... Tal vez a ti te funcione así, pero no a mi.— Alzó el hombro con indiferencia.—Pero te aseguro que no es nada de lo que tengas que preocuparte.

No te creo una mierda. Se dijo Kenny en su interior.

—Y si así fuera... ¿Me lo dirías?

Era doloroso mentirle, escucharle seco porque sabía que en realidad quería decir "dime la verdad", ver sus ojos examinándolo como un libro abierto y saber que no le estaba creyendo. Y al darse cuenta de que Kenny realmente no creía en su palabra, el peso de la decepción se hacía presente en sus hombros.

Es decir, si le miraba de esa forma con solo saber que le estaba mintiendo sobre lo de Kyle, ¿con qué cara le miraría si supiera lo de Wendy y qué tiene que ver Kyle en todo eso? Eso le aterraba más.

—Claro que sí.— Contestó con voz queda, tratando de sonar lo más convincente posible.

Detrás de Kenny, Marjorine y Karen se acercaron a ellos con las tazas de café ya preparadas, las dejaron delante de ellos y tomaron asientos. La hermana pequeña de Kenny se encargó de llevar la charla de la merienda comentando lo que hicieron en la clase de ciencias de hoy y como Tricia la defendió de unas brabuconas, Kenny puso toda su atención en la anécdota que compartía la pequeña.

Lo que Kenny no sabía era que Marjorine sabía exactamente lo que pasaba, y es por ese motivo que la presencia de Stan le sentaba incómoda, no por Stan en sí mismo, sino porque sabía que Kenny había estado todo el día pensando en el comportamiento de sus dos amigos y aunque ella supiera lo que estaba pasando entre la pareja de amigos, le había prometido a Kyle guardar el secreto, lo que la estaba llevando a mentirle. Y si había alguien a quien odiaba mentirle era a Kenny.

Pero no traicionaría a Kyle.

 

 

 

—¡Me duele todo!

Camino a casa de Craig, Clyde no dejó de frotar diferentes partes de su cuerpo mientras se quejaba del dolor en sus músculos buscando que Craig se apiade y le hiciera el favor de cargarlo
Antes de encaminarse al destino, fue a su casa a tomar una ducha y cambiarse a pedido (o ruego) de Red. Ya no era el olor a sudor lo que decoraba el ambiente, sino el excendente de colonia que se había echado encima.

—¡A joderse! Yo te advertí que ibas a llegar muerto.— Le recriminó su amigo.

—Tuve fe en que llegaría en una pieza, ¿pero qué iba a saber yo de que me golpearían tanto?— Suspiró.—Si tan solo alguien se apiadara de este hermoso y sensual cuerpo y lo llevara en sus fuertes brazos...

Antes de que pudiera terminar de lanzar su indirecta (muy directa), Red lo abrazó por la cintura impulsando el cuerpo hacia arriba, recargó al castaño en su hombro y lo sostuvo allí con un brazo, antes de continuar su camino.

—¡Red!— Gritó sorprendido empezando a mover brazos y piernas.—¡Bájame!

—Calla princeso.

—Queda poco para llegar— Informó Craig.—, sí trajiste el afiche, ¿no Clyde?

—Me ofende que preguntes.— Expresó Clyde cruzando sus brazos detrás de la espalda de Red.—¿Qué te hace pensar que no podría con una simple cosa?

—¿Experiencia?

—¡Pues te equivocas— Le dijo señalándolo con una sonrisa triunfante antes de llevar la mano a su mochila.—, porque aquí lo ten...!— La voz se le fue quedando gradualmente al no sentir ningún afiche en donde debería haber uno.—go.

Pararon en seco y Red dejó caer el cuerpo de Clyde en el pavimento ignorando por completo el quejido de dolor que este dio al impactar contra el cemento.

—¡Clyde, te pedimos solo una cosa!— Lo regañó Craig mirándolo con enojo.

—¡Es que lo tenía hoy en la mañana! Pero creo que cuando fui a cambiarme, me olvidé de sacarlo de la mochila de la escuela y...— Se excusaba mientras se incorporaba con cuidado.

Red se acercó vertiginosamente a Clyde con intenciones de golpearlo, Craig logró detenerla antes de que cumpla su objetivo sosteniéndola por los brazos tipo llave inglesa.

—¡Ve a buscarlo, hijo de tu puta madre!— Le gritó Red con furia viendo como Clyde se alejaba en dirección contraria, directo hasta su casa.

 

 

 

Decidieron adelantarse puesto que Clyde ya conocía la casa de los Tucker.

—¡Ya llegué!— Anunció Craig al abrir la puerta.

—¡Hola hijo!— Lo saludó su madre desde la mesa redonda de la cocina, estaba acompañada de su hija y mucho papeleo. Sabrá Dios cuáles son las hojas de Tricia y cuáles son las de Laura.

Se acercó a ellas, pero solo le dio un beso en la mejilla a su madre. Red pretendía esperarlo a un costado del arco entre el living y la cocina, observó el espacio y por lo bajo, a Laura.
Era impresionante el parecido que tenían Laura y Craig, con la diferencia de que ella era rubia y un poco más baja que él; no pudo evitar admirar el aprecio que reflejaban sus ojos, un aprecio genuino, incondicional, familiar.

¿Quién pudiera?

Laura notó la silueta tras el arco y clavó su vista en ella esperando a que se acerque o si ella debía dar ese paso.

Tal vez es tímida.

—Craig, ¿no me vas a presentar a tu visita?

Sus ojos se abrieron más de lo normal al oír a la madre de Craig pidiendo verla. Miró su ropa con cierta preocupación, no sabía que conocería a su madre el primer día que iba a su casa, y de haberlo sabido... ¿Se habría puesto algo más "femenino"?

Llevaba puesta una camiseta del equipo de baseball de South Park y un jean azul oscuro que caía holgado sobre las pantorrillas.

Al final, sólo suspiró, las madres de sus amigas solían comentar en su ausencia que era muy "marimacho" o poco fina para vestir, y demás calificativos. No había nada que pudiera decir Laura que otras madres, incluida la suya, no hayan dicho ya.

Se adentró a la cocina con las manos en los bolsillos tratando de mantener el contacto visual y demostrar confianza, una que bien sabía que no se tenía.

—Hola.— Saludó a las dos mujeres.

—Ella es Red, es una compañera de la escuela.— La presentó Craig.—Ella es mi madre, Laura— Miró a Tricia—, y lamentablemente esta es mi hermana menor, Tricia.

La respuesta de Tricia no se hizo esperar y ambos hermanos se sacaron el dedo.

Laura se acercó a la chica y la saludó con un beso en la mejilla. Red puso una corta sonrisa en su rostro, no estaba tan segura sobre cómo debía reaccionar.

—Hola, ¿Cómo estás?— La saludó Laura con una sonrisa tan amena como sincera.

—Bien... Gracias.— Respondió educada.

—Todavía tiene que venir Clyde, así que lo esperaremos arriba.— Craig caminó en dirección a la escalera esperando que Red le siguiera.

La pelirroja miró por última vez a Laura esperando que aquello no se malinterpretara.

—Con permiso.— Murmuró haciendo un ademán de reverencia con la cabeza.

Se dio la vuelta en busca de las escaleras, tratando de no darle mucha importancia a la primera impresión que se habrá llevado Laura.

—¡Linda camiseta!

Se detuvo a la mitad de camino en cuanto oyó ese cumplido. Volvió la vista hacia abajo y vio a la mujer rubia asomándose por el arco.

—¿Jugaste en el equipo? ¿Es tuya la camiseta?

¿Realmente una mujer de su edad le estaba diciendo que se veía bien?

—Jugué en el equipo femenino hace dos años.— Respondió entre pequeños titubeos.—En realidad esta camiseta era de mi novio, pero me la regaló.

Laura sonrió una última vez.

—Te queda muy linda.— Volvió a decirle, antes de volverse.

No salió de su asombro, permaneció estática en el escalón algunos segundos procesando ese intercambio de palabras, esa era la primera vez que la madre de un amigo elogiaba su vestimenta sin señales de disgusto.
Sea sincera o no, no pudo evitar sonreír antes de continuar su camino hacia la habitación.

Que mujer tan agradable.

Laura volvió al papeleo que la esperaba paciente en la mesa, en cuanto se sentó, ajustó la cola de caballo y enfocó su visión en el historial de pagos que le enviaron del trabajo.
Sin aviso, Tricia golpeó la inestable mesa con las palmas y los ojos muy abiertos provocando que esta se moviera y las cucharas en las tazas emitieran un tintineo, como si algo totalmente increíble hubiera pasado caminando por sus narices.

—¡¿Craig trajo una chica a casa?!— Expresó sin más.—¡¿En qué clase de multiverso estamos?! ¡¿Quién es él y qué hicieron con mi hermano puto?!

—Tricia— Llamó su madre alargando las vocales.—, que tú hermano haya traído una chica a casa no significa que sea heterosexual.

—¡Pero era hermosa!— Apuntó las escaleras con la mano.

—Sí, es bonita— Coincidió Laura.—, pero la orientación sexual no se basa en si alguien te resulta objetivamente atractivo o no.— Le explicó.—A mí me parecen guapas muchísimas mujeres, y eso no me hace lesbiana o bisexual. Sin ir más lejos, hace unos días cuando hablamos con tu hermano sobre algo de la tv, dijo que Jennifer Aniston era guapa— Le contó alzando los hombros.—, pero sigue siendo el mismo Craig.

—Bueno, pero es Jennifer Aniston.— Discrepó, como si las opiniones populares no fueran señal de nada.

—El punto es que no importa qué tan linda sea, él no deja de ser quien es.

—Sí, bueno, él... ¿Pero y ella?— Cuestionó Tricia.

—¿Qué hay con ella?

—¿A ella le gustará Craig?

Llevó la vista a las escaleras y lo meditó un momento.

En efecto, era la primera vez que Craig llevaba una chica a su casa. Su hijo siempre había demostrado cierto recelo por establecer lazos con mujeres; por lo general, no solían verlo como un amigo, sino como un objetivo de conquista difícil, o en el peor de los casos, un "amigo gay".

La misma Laura entendía lo que era ser considerada un objetivo antes que una amistad para el sexo opuesto.

¿Y era algo molesto y que sucedía a menudo en su juventud? Por supuesto.

Sin embargo...

—Yo creo que existe la amistad sincera y sin segundas intenciones entre el hombre y la mujer.— Señaló Laura con total convicción.—Además la chica dijo que tenía novio.— Le compartió.—Yo realmente lo dudaría.

 

 

 

—Creía que tu habitación sería multicolor.— Bromeó en cuanto puso un pie en la habitación de Craig.

—No me faltes el respeto.— Se recostó en la cama con los brazos tras la cabeza, estaba agotado para pelear con su compañera.—Hasta que llegue Clyde... ¿Quieres merendar o algo?

—Mejor esperemos a Clyde o va a llorar— Suspiró acercándose a la cama después de poner su mochila en la silla del escritorio. Craig la miró y ella señaló la cama.—¿Puedo?

Craig se encogió de hombros y volvió la vista al techo. Red se sentó a su lado apoyando el peso en los brazos detrás de ella, aún pensaba en la corta conversación que tuvo con Laura y seguía sin poder creerlo del todo.

—Tu madre es encantadora.— Le dijo en un suspiro.

—Y sí, ¿A quién te crees que salí?

Red rió.

—Que egocéntrico.

—Se llama "amor propio".

Mala elección de palabras, Tucker. Pensó divertida.

—Y hablando de "amor"...— Empezó a decir con suspicacia.—¿Qué era esa sonrisa al celular?

—Sabes que eso solo pudo haber sido que estaba mirando memes o que alguien haya dicho algo gracioso, ¿verdad?— Intentó evadir la conversación.

—Vamos, Craig.— Cizañeó Red entre risas.—Estoy en pareja hace dos años, sé reconocer una sonrisa enamorada cuando la veo.

Carajo.

—Yo no diría tan rápido que estoy enamorado.— Se incorporó de golpe, apoyándose sobre los brazos.

—¡Ja!— Se burló con una sonrisa victoriosa.—Eso significa entonces que algo te pasa.

Ya no tenía sentido negar lo evidente.

—Tal vez.— Suspiró.

—¿Y cómo es que alguien como tú se fijó en alguien como Tweek?— Indagó con incredulidad.

—¿Qué tiene de malo?

—Nunca dije que tuviera algo de malo.— A Red se le hizo muy tierno el cómo Craig se puso a la defensiva.—Es solo que tú pareces tan ácido y Tweek es tan...— Apretó las manos en el aire.

—¿Tierno?

—¡Sí!— Asintió.—¿Qué te atrajo de él?

Craig pensó un momento la respuesta, la imagen de Tweek vino a su mente sin esfuerzo: sus ojos celestes, su cabello dorado alborotado, sus pecas, sus ocurrencias, el cómo se le ilumina la mirada cuando habla de las cosas que le apasionan, su increíble talento artístico, su cintura, su...

Espera, no pienses en eso pajero de mierda. Se regañó.

—Es un chico simpático.— Se le ocurrió decir.

—Mucha gente es simpática.— Le dijo alzando los hombros.—Si ese es tu estándar, hasta Clyde podría gustarte...

—Pero Clyde no es rubio.— Respondió como si hubiera olvidado un detalle muy importante.

—¿Entonces tu tipo son los rubios?— Preguntó con una sonrisa ladina.

—Podría decirse que sí.

La chica solo respondió con una risa que no salió de la garganta.

—¿Y él no lo sabe? Yo no sé si Tweek es gay o no... Pero tal vez...

—De hecho...— La interrumpió con un tono vacilante.

Red se detuvo a mirarlo con expectativa, y cuando estaba por preguntarle si se le confesó a Tweek, Craig se bajó el cierre de la campera y tiró el cuello hacia abajo dejando al descubierto el camino de chupones que Tweek le dejó.

—¡SALAVERGA!— Exclamó impactada.—¡¿Ese fue Tweek?!— Craig asintió.—¡¿Entonces ustedes ya...?!

—Sí, ya cogemos.— Respondió rápido volviendo a subirse el cuello de la campera hasta la nariz.

—Iba a preguntar que si ya salían pero no me quejo.— Una vez salida de su asombro, comenzó a reír con picardía.—Míralo a Tweek, no es ningún lento.— Y volvió a reír.—Se volteó al chico nuevo...

—¡Ni una palabra de esto o te robo a Kevin!— La amenazó señalándola con el dedo.

—¡Kevin es hetero!

—Sabes lo que dicen de los heteros, ¿no?— Le preguntó con burla.—Y solo para que sepas, soy bueno volteando tazos.

—¡Ni se te ocurra, Tucker!

—¡Mantén la boca cerrada entonces!

—¡Ok, ok! ¡Tranquilo!— Frenó la discusión con las manos en alto llamando a la paz.—No tenía pensado decir nada tampoco. Pero volviendo a lo de Tweek, ¿fue solo una vez o...?

Craig mostró cinco dedos, dejando a la chica con la boca abierta.

—Jodeme...

—No te jodo.

—Bien— Sacudió la cabeza.—Pero entonces... ¿Están saliendo o...?

—No.— Respondió descubriendo la cara antes de que Red terminara de preguntar.—Solo somos "amigos con beneficios".— Hizo comillas con los dedos.—No estoy buscando una relación, de momento.

—¿Por?

—Simplemente, no me siento preparado para eso.— Respondió con el tono de voz apagado.—Y teniendo en cuenta que el año que viene me mudaré...— Apoyó la mejilla en la mano mirando al piso.—No tendría mucho sentido que empiece algo con alguien y ni en pedo tendría una relación a distancia.

No mentía, no obstante, no estaba diciendo toda la verdad.

—¿Es solo eso o es porque aún no...?

—Si lo dices por lo de "salir del armario", yo nunca estuve "en el armario".— Se adelantó a la pregunta, en efecto, Red estaba por preguntarle si seguía "en el closet".—Mi madre se encargó de criarnos sin meternos en la cabeza que teníamos que cumplir con expectativas de ningún tipo, así que cuando me gustó un chico por primera vez simplemente fui a decirle a mi madre "Mamá, me gusta ese chico", y no se sintió como si estuviera confesando algo descabellado.— Le contó con la voz monótona.—Si un heterosexual no tiene que organizar una reunión familiar para decir "mamá, papá, soy heterosexual", no le veo el sentido a que yo tenga que hacer eso. Se supone que los gay buscamos que nos traten de la misma forma que a un hetero, pero si seguimos normalizando el tener que "confesar" que somos gays como si fuera un secreto, sería continuar con esa burocratización de la sexualidad si eres "raro", y no tolero eso.

—¿No te dio miedo que no te aceptaran?

—No.— Respondió sincero.—El único que no lo acepta es mi padre, pero me trae sin cuidado porque de todos modos nunca tuve mucha relación con él.

—Entiendo...— Comentó Red rascando su cabeza.—Pero lo que iba a decir también era... ¿Realmente tu padre no influye en nada en tu decisión de no tener una relación?

Antes de que Craig pudiera siquiera pensar en la respuesta, la puerta de su cuarto se abrió y Clyde entró con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Traje el afiche!— Gritó al entrar al cuarto con el papel enrollado en la mano, en la mano contraria tenía una bolsa de panadería.—Y medialunas.

—¡Por fin!— Red se levantó de la cama.—¿Podemos empezar?

—Arreglen el escritorio.— Les dijo Craig yendo hacia la salida.—Voy a calentar agua y traeré sillas para ustedes.

Bajó hasta la cocina y puso la tetera al fuego. Mientras esperaba a que el agua hirviera, volvió a repasar la conversación que estaba teniendo con Red antes de que Clyde llegara y sobre todo, en la última pregunta que Red le hizo: ¿Realmente tu padre no influye en nada en tu decisión de no tener una relación?

Y lo pensó bien.

Sí. Se respondió a sí mismo. Algo influye.

 

 

 

Le sudaban las manos de nervios y su cuerpo no dejaba de temblar esperando en la puerta de la casa de los Testaburgers, todo lo que se oía era el ruido de la bolsa de galletas entre sus manos. Había llegado hace unos minutos y pasó el rato reuniendo valor para tocar el timbre, imaginando en su cabeza cómo saludaría o cómo le entregaría a la chica las galletas que hizo para la ocasión, ¿y si no le gustaban? ¿Y si no estaban bien cocinadas o si sabían mal? Las formas estaban desprolijas, ¿eso importaba mucho? Dicen que la presentación es importante.

Inhaló y exhaló profundamente repetidas veces para tratar de calmarse, y con el corazón latiéndole en la garganta, se llenó de valentía para por fin tocar el timbre, experimentando cómo el corazón se le empezaba a encoger en un fuerte estremecimiento.

Tú puedes... Tú puedes...

La puerta se abrió al cabo de unos segundos.

—¡Hola Tweek!— Lo saludó Wendy corriéndose del camino.—Pasa.



¹Pollera: forma de decirle a un amigo o amiga que está detrás de su pareja todo el tiempo.
²Lightman: el nombre del protagonista de Lie To Me.
³Forro: dicho a una persona, significa que es una persona estafadora, de malos modales. También es otra manera de llamar al "condón".

 

Chapter 27: El mundo de los sexos II

Chapter Text

Era la primera vez en la vida de Tweek que visitaba la casa de una compañera de escuela sin que el motivo sea un cumpleaños o una entrega de café a domicilio, y, de hecho, seguía sin comprender como sus padres le permitieron aquello después de lo sucedido en Raisins.
Por supuesto que no había sido fácil convencerlos. Desde que Wendy le había ofrecido formar equipo con ella y Bebe, Tweek no había hecho más que ensayar en la soledad de su habitación y su mente cómo decirles a sus padres que le dejen ir a su casa.

Cuando tuvo el valor de hacerlo, las típicas preguntas no tardaron en llegar: ¿Quiénes son sus padres?, ¿Quién es ella?, ¿La conocemos?, ¿Dónde vive?, ¿Con quién vive?, ¿Quiénes son sus padres?, ¿Su padre es de fiar?, ¿A qué hora es y a qué hora vuelves? Te pasaremos a buscar, ¿Esa zona es segura?, ¿Hay alguna comisaría cerca?, ¿Es transitado?; No dejes que su padre te traiga a casa, aunque te lo ofrezca, sabes que puede ser una trampa, entre otras tantas advertencias que no eran de ayuda y solo le hicieron sentir inseguro durante todo el trayecto.

Podía decir que la casa era cálida en el interior; los muebles de las salas, el color borgoña de las paredes y la decoración minimalista encajaban a la perfección con Wendy. Esa fue la primera impresión que tuvo Tweek.

Bebe ya había llegado hace un par de horas y lo saludó cariñosa en cuanto lo vio. Le hubiera extrañado no verla ahí de igual manera. Las dos chicas son amigas prácticamente desde que llegaron al mundo, hasta sus padres se volvieron amigos inseparables. No era raro que Bebe se quedara en su casa durante días y viceversa.

—Ponte cómodo, Tweek.— Wendy lo escoltó hasta la mesa del comedor, corrió su silla para que se sentara al lado de Bebe y caminó hasta la alacena.—¿Té o café, chicos?

—¿Tú que quieres, Tweek?— Bebe miró al chico a su lado.

—¿Café?— Respondió dudoso enredando mechones de su cabello entre sus dedos, su mirada se centró en el jarrón de colores vibrantes con flores blancas en el centro de la mesa.

—Está bien.— Asintió Wendy con una sonrisa y abrió una de las puertas de la alacena en busca del café.

Me siento muy extraño... ¿Me veré grosero por no mirarlas cuando me hablan? Espero que no. ¿Les incomoda mi presencia aquí? Pero... No dije nada malo. ¿De qué habrán hablado antes de que yo llegara? No creo que hablen mal de mí, ¿o sí? ¿Pensarán que soy raro?

Tantos eran los pensamientos que iban acumulándose con el pasar de los minutos que se perdió más de la mitad de la conversación que estaban teniendo las chicas. El miedo a dar una pésima impresión con su silencio o, en su defecto, dar su opinión y que la respuesta sea un silencioso intercambio de miradas antes de retomar el tema empezaba a acelerarle el ritmo al que se hinchaban sus pulmones y las palpitaciones se sentían tan irregulares que temía morir.

Esto será un día largo.

 

 

 

Con el termo ya cargado, Craig regresó a su habitación abriendo la puerta con el codo ya que sus manos estaban ocupadas, en una tenía el recipiente de madera y el frasco de azúcar, en la otra el termo y agarrado en un pellizco, una pequeña bolsa de galletas.
Desde la cocina se oían las risas de los dos chicos que lo esperaban ahí, y mientras estaba ausente no le dio mucha importancia, hasta que los vio hurgando entre la caja de CDs.

—¡Oye, Tucker!— Fue lo primero que le dijo Red entre descaradas risas mientras sostenía un CD de R.E.M, específicamente, el álbum Out of The Time.—¿Eres un viajero del tiempo o qué?

Por supuesto que Red no se estaba refiriendo a la banda ni al álbum, sino al hecho de que Craig tuviera en su habitación un radiograbador en pleno siglo XXI.
Dejó la merienda sobre el escritorio ya despejado y se acercó a sus compañeros.

—¿Y tú qué pretendes que haga? ¿Tirarlo? Esta mierda sigue funcionando bien.— Respondió a la defensiva quitándole el cd de la mano a la pelirroja.

—Claro que sí.— Le dijo Clyde alargando la "A" con claro sarcasmo mientras se llevaba otro pedazo de medialuna a la boca.

—Pues escúchalo tú mismo.— Para demostrar su error, Craig enchufó el pequeño grabador a la toma de corriente y escogió un cd al azar de la caja de zapatos donde los guardaba. El cd que puso era un recopilatorio de las mejores canciones de los años 80' y 90', y la primera canción en darle la razón con respecto al funcionamiento de su grabador fue Should I Stay or Should I Go de The Clash.

Se oía fluido, claro y a buen volumen, como si el grabador fuese recién comprado.

El grabador era de su madre, en su cumpleaños número cuarenta y cinco se había comprado uno más pequeño para llevarlo consigo al trabajo, entonces Craig heredó el grabador

—Cuando vea una chispa salir de la toma de corriente, te aviso.— Continuó burlándose Red.

—Menos charla y más acción, ¿no?— Craig puso los ojos en blanco tomando asiento.

Red suspiró en silencio y se acercó a la silla ubicada al medio, Clyde la siguió sentándose más cerca del grabador buscando algo dentro de la mochila. Craig encendió la laptop y en cuanto la ventana de Windows le dio la bienvenida, buscó entre los documentos recientes los pdf sobre la historia del teatro y relacionados que descargó ayer en la noche antes de dormir, hubiera leído por arriba para tener una mínima noción de fechas o nombres, pero en cuanto tocó la cama quedó desmayado de sueño.

—Bueno, pregunta para empezar— Red volvió a hablar, los chicos la escuchaban sin sacar los ojos de lo que leían.—, ¿Qué tanto investigaron?

Clyde se aclaró la garganta.

—El teatro es un género literario pensado para ser representado— Leyó Clyde en su celular.—, sea en prosa o verso, y por lo general, dialogado; las artes escénicas cubren todo lo relativo a la escritura de la obra teatral, la interpretación, la producción y los vestuarios y escenarios. El término drama viene de la palabra griega que significa 'hacer', y por esa razón se asocia normalmente a la idea de acción...

—Wow, me impresiona viniendo de ti.— Admitió Red mirando al castaño a su izquierda.

—Nada que no se pueda encontrar en El Rincón del Vago.— Agregó orgulloso.

—Entonces— Interfirió Craig leyendo el pdf. Tosió sobre el codo antes de continuar.—, podríamos ir poniendo en la línea que el teatro inició en el siglo V y VI antes de Cristo.

—Es lo que estoy haciendo.— Red sostenía una regla contra un papel A4 en blanco y trazaba una línea de extremo a extremo con un lápiz de grafito.

Marcó una línea muy pequeña en vertical al comienzo de la línea horizontal, sobre ella escribió "siglo V", y debajo "nacimiento del teatro en Grecia (Atenas)", no se preocupó porque se vea prolijo, lo cual no era necesario porque su letra era curva y preciosa, elegante, en este caso lo principal era que se leyera bien. Craig y Clyde compartieron miradas confusas al ver lo que la chica en medio de ellos hacía, ¿para qué?

—¿Eso no debería ir en el afiche?— Cuestionó Clyde mirando la hoja mientras frotaba la mano sobre su nuca.

Red levantó la cabeza para mirarlos, el lacio cabello rojo fuego se movió ligeramente sobre su cara y cayó en sus hombros mientras movía la cabeza en dirección a ambos chicos sosteniendo un ceño casi fruncido.

—Si nos equivocamos en el afiche, no lo podríamos borrar.— Explicó pensando con firmeza que no era algo que necesitara aclarar.

—Escribámoslo con lápiz.— Sugirió Craig elevando los hombros, se sobresaltó con el ruido que se oyó cuando la chica soltó el lápiz sobre la mesa.

—Nunca han borrado lápiz en un afiche, ¿cierto?— Preguntó retóricamente.—Si por lo menos el afiche fuera blanco, podríamos— Tomó el afiche celeste que Clyde consiguió.—, pero tiene color. Si lo borramos por encima, se va a desgastar y créanme que se ve horrible.

—Lo que importa es el contenido.— Opuso Craig.

—Créeme cuando digo que en todos los ámbitos artísticos, la primera impresión cuenta y mucho. Nadie va a detenerse a leer algo con muchos borrones o con palabras que se cortan a la mitad en el límite del afiche y continúa debajo, mejor prevenir que lamentar.

—Bueno, que se caguen.— Dijo Clyde prácticamente ignorando el argumento de Red y tomó el afiche.—Sin miedo al éxito, sabemos que eso está bien, así que lo apuntamos.

—¿Ustedes, los hombres, siempre hacen las cosas sin pensar?

—No lo hacemos sin pensar— Respondió Craig mientras servía agua en el recipiente ya cargado de yerba y se lo pasó a Red.—, simplemente somos más prácticos y damos menos vueltas.

—Lo cual significa que lo hacen sin pensar pero con otras palabras.

—No no no no— Negó Clyde haciendo una pausa al final para pensar mejor su respuesta antes de continuar escribiendo "siglo V".—, bueno, sí.

—Entendí esa referencia.— Craig acercó el puño cerrado a su amigo por encima de la cabeza de Red y Clyde lo imitó. La chica en medio soltó un bufido audible.

—Ustedes dos comparten la misma neurona.— Concluyó la pelirroja devolviendo el mate.—Por eso sus afiches siempre se ven feos.

—¡Ay vamos Red! Solo te estás preocupando porque quieres impresionar a Gran Gay Al.— Se rió Clyde poniendo los pies sobre el escritorio mientras continuaba leyendo en su celular.

—¿Quién no quiere impresionarlo?— Preguntó incrédula con las manos abiertas, como si no pudiera haber nadie que dijera que no.

—Yo no.— Se sinceró Craig.

—¿Por qué será que no me sorprende?— Inquirió Red con sarcasmo.—Y volviendo a lo de antes, si lo hacemos primero en borrador, será más fácil pasarlo al afiche.

—¡Bien!— Craig puso los ojos en blanco con tono resignado a la par que dejaba de beber la infusión.—Lo haremos en el borrador entonces, pero traten de no tardar tanto, no quiero que estén aquí cuando mi padre llegue.— Sirvió nuevamente el agua y se lo alcanzó a su compañera.

—Bien...

—¡Wow-wow! ¡Espera!— Clyde sacó los pies del escritorio balanceándose ligeramente en la silla quedando a nada de caer, pero con un impulso torpe hacia adelante consiguió salvarse.—¿En serio es tu padre?

—Por desgracia.

—Yo creía que eras el hijo del lechero.— Le dijo Clyde y Red se rió a carcajadas.

—Ésta es hijo del lechero.— Contestó Craig tomando su entrepierna.

—Y qué lechero.— Comentó Clyde con picardía sin poder aguantar las risas.

Una carcajada sincronizada a todo pulmón escapó de sus bocas por un corto rato antes de volver a la tarea. Con el fin de evitar las distracciones, trataron de permanecer en silencio y limitarse a hablar solo cuando era necesario. El grabador dejó de reproducir una canción de Radiohead y Cherry Bomb de Joan Jett empezó a resonar en la habitación.
Red balanceó la cabeza de un lado a otro con lentitud disfrutando la canción.

Can't stay at home, can't stay at school, old folks say, "You poor little fool"...— Cantó por lo bajo mientras continuaba anotando con el lápiz en la línea de tiempo provisoria.—Down the streets I'm the girl next door, I'm the fox you've been waiting for.— Subió gradualmente el volumen al que cantaba conforme la letra avanzaba, agitando el lápiz contra la hoja imitando el movimiento de unas baquetas de batería. Su cabello se movía al ritmo de sus pequeños pero enérgicos cabeceos.—Hello, daddy, hello mom, I'm your ch-ch-ch-cherry bomb!

Hello world— Clyde la acompañó tratando de imitar su ritmo.—I'm your wild girl, I'm your ch-ch-ch-cherry bomb!— Cantaron sincronizados la última parte haciendo una mímica con las manos, como si estuviesen golpeando una batería con las manos cruzadas.

Por lo general, Craig prefería estudiar o hacer la tarea en silencio (es decir, solo con la música, sin voces adicionales), y por un segundo pensó decirles que bajaran el volumen o se callen. Sin embargo, cuando miró a ambos compañeros, no pudo hacerlo. Se veían demasiado alegres anotando o leyendo mientras coreaban la letra como para decirles que dejen de hacerlo.

Y Joan Jett era su cantante femenina favorita.

Stone age love and strange sounds too, come on, baby, let me get to you— Craig se sumó a sus amigos moviendo la cabeza de izquierda a derecha mientras seguía leyendo.—, Bad nights causing teenage blues.

Get down ladies, you've got nothin' to lose!— Con la vista en el techo, la voz de Red tomó fuerza. Regresó a la posición inicial con mayor energía cuando el estribillo llegó, volviendo a gesticular con las manos, esta vez, usando dos lápices.—Hello, daddy, hello, mom, I'm your ch-ch-ch-

Cherry bomb!— Cantaron los tres al unísono haciendo la misma imitación de baquetas.—Hello world I'm your wild girl, I'm your ch-ch-ch-cherry bomb!

El resto de la tarde transcurrió divertida, entre anotaciones, cánticos y bromas.
Y Craig juró que hace mucho no pasaba una tarde de tarea con amigos tan buena en su casa como ese día.

 

 

 

—¡Por fin!— Celebró Bebe cuando terminaron de escribir la última fecha importante en el afiche color rosa chicle.—¡Odio las líneas de tiempo! ¿A quién mierda se le ocurrió que sería una buena idea mandar esto como tarea? ¿No saben que rompemos los afiches cuando nos graduamos?

En cuestión de hora y media consiguieron terminar el trabajo para el que se reunieron. Wendy se levantó para disponerse a lavar las tazas. Tweek continuó contemplando el afiche en el que ayudó, cualquiera podría quedarse observándolo por horas y no querría dejar de hacerlo, en lo visual era impecable, combinando a la perfección las fuentes cursivas e imprentas fantasía, el añadir detalles en blanco alrededor de las letras y algunas decoraciones extras con el marcador negro no estuvieron demás.
Y por supuesto, la información era correcta. Así que no solo era visualmente hermoso, también estaba bien resumido y la información era la acertada.

—Sí... Es agotador, pero es un buen recurso de estudio, de hecho.— Wendy cerró el grifo cuando terminó de lavar las tres tazas.—Tener algo que puedas ver seguido con información bien resumida te ayuda a recordarlo.

—Mi problema es con fechas específicas, no importa que tan resumido esté.— Replicó Bebe mientras arqueaba la espalda, tanto tiempo en la misma posición le empezaba a pasar factura.—Puedo decir absolutamente todo lo que sé sobre la Segunda Guerra mundial, pero no me pidas que te diga cuándo empezó o cuándo terminó porque me quedo en blanco.

Coincido. Pensó Tweek, pero no se atrevió a decirlo en voz alta.

—Sí... Como sea.— Suspiró Wendy.—¿Quieren irse ya o les gustaría ir a mi habitación?

Bebe se recostó sobre el respaldo de la silla pensativa, antes de levantarse y volver a estirar el cuerpo.

—Vamos a tu cuarto, quiero ver esa chaqueta nueva de la que me hablaste.— Aceptó la invitación empezando a ascender las escaleras, siendo seguida por Wendy.

La invitación era abierta, por lo menos Wendy entendió que dijo "quieren" y no "quieres". Pero Tweek no lo percibió de esa manera, porque bien sabía que pudo haberlo dicho solo por educación básica, no porque realmente quisiera tenerlo ahí. Es decir, hablando objetivamente (y por objetivamente, Tweek se refería a lo que él y nada más que él pensaba), ¿Quién querría tenerlo ahí?

No tenía punto intermedio, o hablaba mucho hasta que empezaba a cagarla y no podía detenerse, o no hablaba nada, y eso, estaba casi seguro, de que le hacía verse como un maleducado. Y sin mencionar los tics o la forma en la que reaccionaba cuando le hablaban de repente, porque eso era obvio que incomodaba.

Así que Tweek no se levantó de su silla.

—¡Tweek!— Lo llamó Wendy al darse cuenta de que no las seguía.—Ven.

Al principio vaciló, en el fondo, algo que convivía con él desde hace tiempo le decía que ese no era su lugar. Volvió la vista al florero en el centro de la mesa, enfocándose en los pétalos abiertos de las flores más pequeñas, destacaban a pesar de la presencia y altura de las flores más grandes. Volvió a mirar a Wendy.

Asintió antes de levantarse de la silla para seguir a las otras dos chicas.

Cerró la puerta a sus espaldas en cuanto llegó a la habitación de Wendy. A primera vista, le sorprendió lo grande que era.
Las hileras de bombillas y los posters de algunos cantantes que descansaban en las paredes lavanda fue lo primero que llamó su atención. En los cables pudo destacar que había una generosa cantidad de fotos polaroid enganchadas donde las protagonistas indudablemente eran sus amigas, en algunas pudo distinguir a Stan, y en otras pocas, a Kenny, Kyle, Butters y Marjorine.
La luz del crepúsculo se dejaba apreciar a través de la tela malva de las cortinas, le sentaba perfecto a las ficus que adornaban el escritorio donde, asumía, Wendy pasaba la mayor parte del tiempo, a juzgar por la ordenada pila de apuntes que pudo destacar y los resaltadores pastel.

Bebe se había apropiado de una parte de la cama mientras esperaba a que Wendy sacara del blanco armario de pared un chaleco de jean.
En cuanto a Tweek, optó por sentarse en la cómoda y pequeña silla de escritorio.

—¿Y dices que lo encontraste en k-mart? Increíble.— Bebe sostenía de los hombros la nueva prenda de su amiga mientras miraba con atención los detalles.

La conversación de las chicas sobre los descuentos que k-mart ofreció el fin de semana se extendió por algunos minutos, minutos donde Tweek no habló ni una sola palabra.
Y por supuesto que no quería incomodarlas mirándolas fijo o de reojo, así que se concentró en las stories de Instagram.

Basura, basura... ¡Oh, que deliciosas se ven las galletas que horneó Karen!... Basura... Basura...

Y justo cuando sentía que su ánimo y dignidad no podían caer más bajos por saberse totalmente incapaz de entablar una conversación con las chicas o al menos dar una puta opinión, llegó a las stories de Clyde.
Eran tres, en la primera mostraba su vestuario antes de salir a jugar, la segunda era un boomerang que grabó con Red haciendo caras graciosas, y la última era un video donde al principio enfocaba un radiograbador (Tweek empezaba a preguntarse quién tenía un radiograbador en pleno siglo XXI) con un texto: "volvimos a los años 80' con el bro" y a continuación, etiquetó a Craig.
A mitad del video, volteaba la cámara para enfocarlos a los tres escribiendo sobre un afiche celeste que reposaba sobre el escritorio mientras cantaban con animosidad You Spin Me Round de Dead or Alive.

Una sonrisa escapó de su rostro al verlo, aunque sea de fondo, pero el solo hecho de que esté ahí y sonriendo fue motivo suficiente para que él también lo hiciera.

Mientras Bebe buscaba en el armario con qué combinar la nueva prenda, Wendy no estaba segura del porqué su invitado no participaba, tal vez, no le interesaba la conversación, o estaba incómodo...
¿Cómo podría sacar a Tweek de su cascarón?

Fue cuando se fijó en la sonrisa que Tweek le daba al celular, y recordó la escena de la que fue testigo en el autobús.

—Y bien Tweek...— Tanteó Wendy sentándose lentamente en la cama con la vista puesta en el mencionado.

Abrió los ojos tanto como pudo al oír su nombre, bloqueó el celular y le prestó atención a su compañera, le intrigaba el saber por qué le miraba y hablaba de esa manera... particular.

—¿Sí?— Titubeó.

—Así que... ¿Qué fue ese guiño?— Fue la primera pregunta de Wendy, y la cual, le sacó el aliento a Tweek.

¡¿En serio recuerda eso?!

—¿Guiño?— Cuestionó aparentando confusión.

—El que te dio Craig hoy en el autobús.— Le recordó ella. Bebe giró la cabeza al oír el nombre.

—¿De qué me perdí?— Bebe corrió a sentarse en la cama junto a Wendy tratando de entrar en la conversación.

Pocas veces en su vida, Tweek se había sentido tan observado como ahora.

—A alguien en esta habitación...— Wendy conservaba una sonrisa burlona mientras marcaba cada vocal con lentitud y miraba a Tweek con diversión.—Craig le echó el ojo.

Bebe siguió la mirada de Wendy hasta donde apuntaba y se encontró con un Tweek completamente sonrojado queriendo esconderse tras la silla.

—No es cierto...— Susurró con la boca tan abierta que la mandíbula podría caer tranquilamente en el suelo.

Los segundos se hacían largos y Tweek no sabía cómo responder ya que no estaba seguro de si aquello era bueno o malo, hasta que las dos chicas en la cama empezaron a gritar emocionadas frente a él.

Y por alguna razón, cada músculo tenso entró en estado de relajación y su mente dejó de acelerarse.

—¡¿Le gustas a Craig?! ¡¿En serio?!— Preguntó Bebe volviendo de a poco a su voz normal, conservando aún la exaltación.

—Emmm...— Tweek lo pensó un momento, no estaba seguro de cómo responder.—¿Supongo?

—¡¿Están saliendo?!

—¡Bebe, cálmate, lo asustas!— Espetó Wendy golpeando la cabeza de su amiga sacudiendo algunos rizos.—¿Están saliendo?

—Eh... No.— Contestó rascando su nuca.

—Pero sabes que le gustas.— Reiteró Wendy.—¿Se te confesó?

—¿A ti te gusta?

—¿Ya se besaron alguna vez?

—¿Hace cuánto que se conocen?

—¿Cuándo...?

—¡AGH! ¡Esperen! ¡Muchas preguntas, mucha presión!— Tweek les mostró las palmas y frenó la tormenta de preguntas. Cuando ambas chicas guardaron silencio, tomó aire.—Bueno... En primer lugar... Sí, creo que me gusta.

—¡Ay, ven aquí!— Bebe lo tomó de la muñeca y lo jaló hasta ellas, ubicándose en medio de las dos chicas.—¿Cómo qué crees que te gusta?

Tweek miró a ambos lados, las chicas le miraban con mucha emoción y expectativa. Pareciera que en serio esperaban hablar con él.

Eso se sintió... ¿Nuevo? ¿Debía entrar en confianza? ¿Debía hablarles de Craig?

Exhaló antes de continuar.

—Digamos que me siento cómodo con él.— Les contó.—Me trata como...— Pensó.—No sé cómo decirlo, siento que me hace sentir... ¿Seguro?

—¿Y te dijo que le gustas? ¿Cómo te lo dijo? ¿Cuándo fue?— Bebe estaba tan emocionada como si lo que estaba sucediendo entre Tweek y Craig (sea lo que sea) le sucedía a ella.

—Fue hace unas semanas, en Raisins.— Recordaba todo lo de esa noche como una película que pasaba por sus ojos.—Me fue a buscar porque le dije que estaba solo y me convenció para ir. Y... Hablamos y... Ahí me lo dijo.— Finalizó con un leve nerviosismo.

—¿Pero cómo lo dijo?— Insistió Wendy con intriga.

—Creo que dijo... — Hizo memoria mientras su rostro tomaba una tonalidad rosácea.—"Soy increíblemente débil contigo" y luego...

Las sensaciones exploradas en el primer beso en su habitación y en el beso que se dieron antes de tener sexo por primera vez volvieron a hacerse presentes en su mente. Había pensado muchas veces en su primer beso durante la semana en la que estuvieron distanciados, pero nunca lo había analizado tan profundamente como en esos escasos segundos.
Y llegó a la conclusión que nunca, nadie, jamás, podría besarlo de la forma en que Craig lo hizo y causarle el mismo tumulto de emociones complejas y vigorosas que él le hizo sentir.

Suave, húmedo, cálido... Libre.

—Me besó.

Bebe y Wendy volvieron a emitir un gritito emocionado que le hizo sonreír tembloroso.

Esto se siente bien.

—¿Y besa bien?— Preguntaron las chicas al mismo tiempo.

Esa pregunta le hizo recordar las caricias de sus labios, como los movía sobre los suyos, como parecía derretirse cuando lo aprisionaba contra él.
Soltó un bufido acalorado.

—"Bien" queda corto.— Respondió en un suspiro.

—¡Qué envidia!— Exclamó Bebe.—¡Te felicito Tweek!— Hizo una pausa antes de declarar algo que Tweek aún no había dicho.—Te estás cogiendo al más lindo.

—¡Bebe!

—Tiene razón.— Y los ojos de Bebe y Wendy no pudieron hacerse más grandes ante la respuesta de Tweek.

—Fuertes declaraciones.— Soltó Bebe entre el impacto y la risa.

—¿Cómo que...?

—Esa noche fue a mi casa, me invitó a ir, hablamos, me besó... Y una cosa llevó a la otra y...

Y lo mejor es que no fue la única vez... Ni lo será.

—¿La tiene grande?— Indagó Bebe.

—¡Pero bueno, Bebe!

—Ay vamos Wen, que tú estabas preguntándote lo mismo.

—Era así.— Tweek puso los dedos índices a cierta distancia ganándose otra asombrada mirada de las chicas.

—Dime que no te la...— Intentó adivinar Bebe hablando con lentitud, sin salir del asombro.

—Sí...

—¿Cómo sigues vivo?

—Pero Tweek.— Wendy interrumpió la conversación de los dos rubios.—¿Cómo es eso de que no salen? Es decir, ¿es algo sin compromisos o se están conociendo?

—Creo que ya se conocen muy profundamente.— Agregó Bebe entre risas.

En lo que Wendy reprendía a Bebe por sus chistes sexuales, Tweek rememoró el "trato" con Craig.

Sin compromisos.

Sí, no había compromisos como los de una relación en el medio, eso estaba claro. Sin embargo, algo era innegable y era que en el proceso de esta amistad con ciertos beneficios que llevaban, estaba conociendo a Craig.
Y lo que venía viendo de él, más allá del envoltorio, le estaba gustando más de lo que creía que podría llegar a hacerlo.

Entonces... ¿Craig me gusta?

—Digamos... Que es "algo" sin compromisos, pero...— Pensó bien sus preguntas.—¿Creo que él me interesa?

—¿Qué es lo que te gusta de él?— Preguntó Wendy.

—¿Qué es lo que no podría gustarle?— Bebe se hizo oír.—Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles.

—Eso también.— Coincidió Tweek con una sonrisa.—Bueno... Es un chico muy inteligente, tiene una forma de pensar y analizar muy interesante... Sabe mucho sobre todo, por decirlo de algún modo. Me gusta su humor... La forma en la que me escucha cuando hablo de cosas que me gustan... Su risa... Su voz... Su rebeldía...

A cada cualidad que iba nombrando, se le iba haciendo más difícil el no sonreír como un tonto enamorado.

—Tweek...— Lo detuvo Bebe, sonriente.—Sí no te conociera lo suficiente...

—Diría que estás enamorado.— Completó Wendy con la misma sonrisa.

"Enamorado".

Sería muy pronto decirlo así, y la palabra "enamorado" se sentía poderosa cuando la combinaba con Craig.
Y eso le daba miedo porque sabía que, de ser así, no sería el único interesado.

—Yo... No estoy seguro si decirlo así.— Suspiró.—Digo... Hace relativamente poco lo conozco, y...

—¿Temes que te rompa el corazón?

No, temo no ser lo suficientemente bueno como para estar con él.

—Tal vez... Bueno, en realidad lo dudo viniendo de él, pero... ¿No creen que parece un poco...?— Pensó en su cabeza la forma de articular las palabras de modo que suene coherente. Chasqueó con los dedos cuando encontró la frase correcta.—¿"Muy bueno para ser verdad"?

—Si me lo preguntas a mi— Se metió Bebe.—, tiene pinta de ser rompecorazones. Pero, ¿Quién sabe?— Se encogió de hombros.—Las apariencias engañan.

—Además dices que te hace sentir seguro, y eso es muy importante.— Lo tranquilizó Wendy.—Yo no tendría miedo.

—Es que...— Tweek seguía dando vueltas en sus pensamientos intrusivos.—Entiendo por qué él me atrae... ¿Pero y él? ¿Por qué yo?

Wendy lo miró frunciendo el ceño, Tweek alzó la vista por casualidad, y antes de que pudiera preguntar qué fue lo que dijo de malo, ella abrió la boca.

—Tweek, no puedes despreciarte de ese modo. Si tú entre tantas personas le gustas, es por algo.— Enunció con seriedad.—Al dar a entender que crees que no tiene motivos "reales" para que le gustes, estás invalidando lo que él ve en ti.

—Exacto, Tweek.— Aportó Bebe. Tweek giró la cabeza para verla.—Además, ¡mírate!— Bebe gesticuló con sus manos como si quisiera explicar el "todo" en Tweek.—¡Eres precioso!

—¡Y tienes mucho talento!.— Añadió Wendy con una sonrisa.

—¡Sí, bobito!— Bebe lo tomó de las mejillas.—Deberías quererte más.

—Pero yo nunca dije que me odio.— Tweek no comprendía porque su visión "objetiva" de sí mismo fue percibida como un acto de odio.

—Menospreciarte es una muestra de poco amor propio.— Explicó Wendy.—Infravalorar los motivos por los que alguien se sienta atraído por ti, no reconocer lo bueno en ti... Es lo mismo.— Se encogió de hombros.—Tienes que ser más seguro de ti mismo, porque si tú no te quieres y valoras, nadie lo hará.

—Debes trabajar esa autoestima.— Sugirió Bebe.

—¿Y cómo?— Tweek seguía sin comprender lo malo en su visión.—Es decir... Chicas, yo, ¡AGH!... Creo que no me están entendiendo.— Ambas estaban por decir lo contrario, pero Tweek continuó hablando.—Yo apenas sé caminar por la calle solo y si no me pierdo es un milagro, no puedo hablar con desconocidos ni para pedir algo tan simple como la hora o... ¡Pedir que el bus pare! Me pone nervioso, me pone nervioso hablar, estar entre tantas personas, suelo preferir estar solo aunque quiera estar con mis amigos... ¿Al menos puedo considerarlos así?— Señaló sus ojos.—¡Tengo tics cada quince segundos! Y... Y...

Se detuvo cuando sintió que el pecho empezaba a subir y bajar con frenesí, con las manos puestas en su pecho, se concentró tanto como pudo para juntar aire en los pulmones, tanto como le fuera posible para evitar una hiperventilación. Las chicas no tardaron en abrazarlo cuando notaron que la situación podía irse de las manos.
Esperaron en silencio durante unos minutos a que Tweek se calmara para volver a hablar.

—Tweek...— Wendy tomó la palabra.—Todos tenemos defectos y cosas que nos cuestan, pero eso no significa que tengamos menos valor. Intenta concentrarte en las cosas buenas que también tienes, que no son pocas. Pero no lo hagas por Craig— Le aclaró.—, hazlo por y para ti. No es fácil y no hay una receta exacta, pero créeme que cuando descubras y veas las cosas buenas que tienes, te sentirás la persona más amada del mundo; amada por ti mismo.

—Lo entenderás con el tiempo— Bebe acarició su hombro tratando de calmarlo.—, algo que a mí me ha ayudado mucho a quererme y ver cosas buenas en mi fue ocuparme de mi apariencia— Le contó.—, ponerme ropa que me quede bien según mi cuerpo o mis gustos, peinarme... Parece estúpido, pero créeme que las rutinas de belleza o los cambios de apariencia ayudan bastante a cambiar la forma en la que nos vemos a nosotros mismos. Pero como dice Wendy, no hay una receta exacta, tal vez lo que a mí me sirve a ti no, pero todo es cuestión de probar.

Su mirada vacilaba entre mirar a la rubia y a la morena. Aunque intentara, no podía evitar la sensación de sentirse como un estúpido porque las dos chicas se enfocaran tanto en hacerlo sentir mejor, cuando esa debería ser su tarea. Sus intenciones eran buenas y lo comprendía, sin embargo su mente no conseguía soltar la idea de que estaba siendo una carga.

Pero tenía qué.

—Gracias chicas.— Les sonrió.—Intentaré... Pensarlo. Y... Perdón por las mol...

—No.— Wendy calló su boca con un dedo.—No tenemos nada para perdonar ni tú ningún motivo para pedir perdón.

Tanto Wendy como Bebe tomaron sus manos aceptando su agradecimiento. El dolor punzante se fue desprendiendo de su cuerpo a medida que una sonrisa aún más grande se trazaba en sus labios, disfrutando la suavidad de sus manos y la energía positiva que burbujeaba en la habitación. Lazos nuevos se formaban, algo más profundo que el compañerismo.
Aún no se sentía preparado para ponerle un nombre, pero estaba abierto a recibirlo cuando así fuera.

Bebe tocó un ícono en su celular y la cámara frontal se desplegó en la pantalla. Alejó el celular en un ángulo donde se los veía a los tres juntos.

—¿Nos sacamos unas fotos, chiquis?— Ofreció con una sonrisa.

Wendy miró a Tweek antes de responder.

—¿Estás cómodo con eso?

Tweek asintió con una sonrisa.

Se acomodaron para salir en la pantalla, y Bebe presionó el círculo blanco para inmortalizar las múltiples fotos que se sacaron.

 

 

 

—Te acompaño hasta tu casa, amigo.— Ofreció Kenny por tercera vez.—O quédate a cenar.

La noche había llegado al cielo tan pronto que no se percataron de cuánto tiempo habían estado charlando. Cuando la merienda terminó, Karen se fue a dormir esperando despertar cuando la cena estuviera lista. Por otro lado, Kenny, Stan y Marjorine se ocuparon del afiche, ¿el resultado? No era ni sería jamás, ni por cerca, la línea de tiempo más prolija. Marjorine intentó salvarlo con algunas líneas de colores y nubes en los títulos principales, pero nada podría compensar la letra de ninguno de los tres (y algunas fallas ortográficas).

No obstante, la información era correcta, eso era después de todo, lo más importante.

—No, está bien.— Volvió a rechazar con amabilidad, guardando las manos en los bolsillos de la campera.—No quiero hacerles gastar, además mi madre ya habrá cocinado en casa.— Se excusó.

Siendo sinceros, Marjorine agradecía que Stan no se quedara más de lo debido. Descansando en el apoyabrazos del sillón, esperaba pacientemente a que Stan le saludara con un beso en la mejilla y se fuera para así poder procesar con tranquilidad todo lo que se había enterado la noche anterior. Quizás, con un poco de soledad, podría volver a mirar a Stan a la cara sin sentir una creciente necesidad de golpearlo y decirle que le está haciendo mal a Kyle.

—Bueno, me avisas cuando llegues a tu casa, ¿sí?— Se rindió Kenny mientras buscaba la llave de la puerta en su llavero, ¿por qué tenían tantas llaves?

—Como siempre— Respondió Stan ahogando un bostezo. Caminó hasta Marjorine y besó su mejilla antes de volver a la puerta.—Nos vemos Marjorine.

—Cuídate Stan.— Le deseó Marjorine con sinceridad.

Sí, no importa que esté molesta con él. Stan seguía siendo de sus mejores amigos a pesar de todo, y no desearía que le sucediera nunca nada malo. Es justo por eso que estaba molesta, sabía que esto no solo le hacía daño a Kyle o a Wendy, aunque no estuviera enterada, le estaba haciendo daño a él.
Los ojos caídos, la constante distracción, el estar perdido en sus pensamiento con recurrencia, el que no quisiera quedarse a cenar (cuando Kyle y él iban a casa de Kenny siempre se quedaba a comer con ellos).

Se estaba lastimando, y a Marjorine le molestaba mucho que fuera tan ciego como para no darse cuenta.

—¡El sábado a las ocho entonces!

—¡Los veo allá!— Se despidió Stan del otro lado de la vereda.

Cuando oyó la puerta cerrarse, fue por su abrigo y mochila.

—Amor, es muy tarde.— La llamó Kenny.—Mejor quédate.

—Me gustaría.— Suspiró mientras se vestía la campera.—Pero mis padres me dijeron que llegue a casa antes de las nueve.

Sus brazos rodearon su cintura y la nariz se enterró en el cabello rubio, moviéndola de izquierda a derecha con somnolencia y ternura. Kenny amaba el aroma de su acondicionador.
Cerró los ojos y pensó en que este era su momento favorito del día.

—¿El fin de semana sí te quedas?

Había algo raro en la forma en que Kenny parecía no querer estar solo, por desgracia, sabía que tenía que ver con la incertidumbre de no saber qué ocurría con sus amigos. Kenny podía ser la persona más alegre que alguien podría encontrar la mayor parte del tiempo, llegando incluso a aparentar que la decadencia económica no impactaba en su ánimo cuando era lo opuesto. Lo que nadie sabía (excepto su pareja) es que Kenny solía tener el (mal) hábito de actuar como un superhéroe para cualquiera que lo necesitara, aunque eso significara que él se pusiera en último lugar. Y cuando sentía que no era de ayuda, especialmente si se trataba de un amigo tan cercano como Stan, se volvía vulnerable, por sentirse "poco útil".

Marjorine acarició el cabello de su novio y plantó un casto pero dulce beso en sus labios.

—Como siempre.— Respondió sonriente.

Kenny le dedicó una última sonrisa antes de subirse la capucha de la campera y acercarse a la puerta. El trayecto hasta la casa de Marjorine fue silencioso, Kenny continuaba pensativo aunque trataba de disimularlo, pero Marjorine le dio su espacio, no hablaría a menos que Kenny quisiera hacerlo.

Aunque de nada servía que Kenny le quiera hablar sobre su obvia preocupación, ya que sabía que no diría nada.

—Oye... Cariño.— Habló finalmente, mientras continuaba pensando.—¿No notaste raro a Stan y Kyle estos días?

Odio hacer esto...

—¿Raros?— Fingía demencia.

—Distantes.— Especificó.—Digo... Siento que tuvieron una pelea o algo así, pero... Una parte de mi dice que es algo más grande, y por alguna razón... Siento que Stan no confía en mi para decirlo, y eso... Me hace preguntarme si tal vez yo...

—Tú no hiciste nada malo.— Lo cortó antes de que empezara a culparse por algo que no hizo.—Dale tiempo, tal vez necesita meditarlo primero a solas.

Kenny se quedó un momento en silencio hasta que procesó las tranquilizadoras palabras de su amor.

—Tienes razón.— Y sonrió antes de dejar escapar un beso sobre el cabello de ella.

Quedaron frente a la puerta de los Stotch, Kenny se despidió con un cálido beso antes de darse la vuelta y emprendió su camino a casa. Marjorine lo observó de espaldas un rato hasta que su figura desapareció entre la oscuridad.

—Lo siento Kenny.— Dijo para sí misma con tristeza y la mirada baja.

Se adentró en su hogar, donde las malas noticias no tardaron en llegar. Tanto Stephen como Linda, sus padres, comenzaron a reprenderla por "llegar tarde", a pesar de que aún no eran las nueve de la noche como dijeron.

Insultos, gritos sobreactuados por parte de su madre...

Aquí vamos otra vez. Pensó para sus adentros, preparada para otro largo sermón que probablemente, le quite las pocas ganas de sonreír que conservaba.

 

 

 

Luego del contratiempo que les había dado Clyde en la tarde, llegaron al acuerdo de que Craig se haría cargo del afiche. Hacía poco que finalizaron su tarea y los visitantes recogían sus cosas para volver a casa.

—¿Y por qué no actuarás?— Cuestionó Red a Craig en lo que terminaba de atar los cordones de sus zapatillas.

—Créeme que no me quieren ver actuando, esa silla de ahí tiene más expresión que yo.— Le advirtió.

—¡Ay, no puedes estar hablando en serio!— Negó con incredulidad.—Al menos probemos con algo, no sé...— Miró a Clyde.—¡Clyde!

—Diga.— Respondió atento.

—Improvisen una confesión no correspondida.

—¿Qué cara...?— Estaba por decir Craig cuando fue interrumpido por el castaño.

—¡Craig!— Clyde puso su voz más dramática y por lo tanto, la peor actuada.—¡Me gustas! ¿Te gusto?

Miró a Red de reojo a sabiendas de que iba a decepcionarla, pero al menos eso le ayudaría a saber que hablaba en serio.

—A ver, Clyde...— Pensó cómo respondería a una confesión no deseada.—Yo te voy a ser sincero, ¿de acuerdo?— Trató de fingir un nerviosismo que no se lo creía ni él mismo.—Yo... Para tener pareja, para las relaciones sentimentales... Vivido todo lo vivido, sinceramente, no estoy capacitado para eso...

—Ok ok, suficiente— Lo cortó Red.—, tienes razón, pareces muerto.— Suspiró.—Es una pena, me hubiera gustado verte actuar junto a Tweek en los protagónicos...

—¡Espera!— La frenó.—¿Cómo que Tweek estará en los protagónicos?

—Los personajes secundarios ya los pidieron.— Explicó.—Dependiendo cómo vayan las audiciones, se definirán los papeles, pero los personajes principales son los que están libres aún, y por ahora solo tengo a Tweek y Lola...

—¡¿Lola?!— A Clyde se le podían haber salido los ojos de tan grandes que los puso.—Wow, Tweek va a estar muy feliz de actuar con ella.

¿A qué viene eso? Se preguntó Craig, extrañado sería poco decir.

—¿Por?

—¿Tweek no te lo dijo?— Preguntó Clyde confundiendo aún más a su amigo.—Lola era el amor de Tweek a principios del secundario, pero nunca tuvo valentía para acercarse a ella.

Y la verdad... Craig no estaba seguro de cómo reaccionar a eso, cómo tomarlo o cómo sentirse.

—Ya veo.— Se limitó a responder.

—Como sea.— Lo interrumpió Red antes de que Clyde continuara hablando.—Mañana hablaré con Tweek para ensayar juntos en el recreo.— Se colocó la mochila tras la espalda.—¿Vamos Clyde?

Clyde asintió con la cabeza antes de seguirla. Bajaron los tres hasta la entrada y desde allí, Craig los despidió con la mano antes de cerrar la puerta.

Volvió a su habitación y se recostó en la cama repasando el día que había tenido. En definitiva, fue muy bueno, jamás hubiera creído que se divertiría tanto haciendo una tarea con Clyde y mucho menos con Red. Había descubierto que tenían muchas cosas en común y que su presencia le resultaba cómoda, algo nuevo tratándose de una chica. Por lo general, las mujeres tendían a buscar la amistad de Craig por el solo hecho de tener la dicha de decir "tengo un amigo gay", algo que no percibió en Red y esperaba que no fuera así.

Y ahora mismo tenía tiempo para hacer algo que hace bastante no hacía: tomar una siesta. Puso música con su celular y lo dejó sonando en la mesita de luz.

De esa forma, pretendía hacer parecer que las palabras de Clyde sobre Tweek y su antiguo amor no quedaron dando vueltas en su cabeza. Es decir, ambos son solteros, su "relación" era meramente carnal/sexual, no había sentimientos de por medio ni promesas de amor que lo atara el uno al otro, así que no tenía por qué darle importancia al hecho de si Tweek le había gustado una chica... O si le gusta una chica... O si es bisexual... O si probablemente haya sido un hetero experimentando todo este tiempo.

No tiene importancia, por supuesto que no le molesta ni le importa lo suficiente como para que le afecte de alguna manera, a él también le gustan otros chicos de la escuela, como... Tweek... No, aparte de Tweek.

¿Kenny podía contar como crush? Muchas veces había pensado en que McCormick estaba bien. Sí, no como Tweek, pero...

¡¿Me gusta alguien además de Tweek?! Empezaba a desesperarse. Sí, por supuesto, me gustan otros chicos, tal vez no se me vienen a la cabeza sus nombres ahora, pero por supuesto que me gustan otros. Se decía a sí mismo sabiendo muy en el fondo que estaba mintiéndose descaradamente.

Miró la jaula de Stripe del otro lado de la cama, sus ojos lo miraban fijo, como si estuviera leyendo sus pensamientos o como si comprendiera lo que estaba sucediendo.

—No me mires así.— Le ordenó seco.

Stripe emitió un chillido, y aunque no le entendiera, asumió que hasta su mascota estaba burlándose de él. Craig le sacó el dedo antes de voltearse y quedarse dormido por una gloriosa pero corta hora.

Y en esa corta pero tortuosa hora soñó con Tweek.

 

 

 

Su padre llegó puntualmente a recogerlo, Tweek se despidió de las muchachas y volvió a su casa. Cenó con su familia, se aseó y se fue a acostar.

Sus sueños se volvieron cada vez más extraños, y cuanto más bizarros se volvían, más oscuro se veía y más profundo caía en un agujero que vaya a saber uno a donde lo llevaba. Durante lo que parecía ser una caída tan interminable como la de Alicia en el País de las Maravillas, sus ojos viajaban con desespero a tantas direcciones como sus globos oculares le permitieran, ojos blancos y enormes le observaban desde las penumbras, eran tan grandes que no podía distinguir la distancia a la que se encontraban, algunos parecían estar pegados a su nuca.
Escuchaba voces, sonaban distorsionadas y amplificadas por un incomprensible eco, pues ahí no había nada de acústica. Pudo distinguir voces femeninas cargadas de burla, otras masculinas que derrochaban maldad y veneno en cada una de las cosas que les decían. Quería gritar, pero se quedaba sin voz, quería huir, pero, ¿a dónde iba ir si no dejaba de caer? Quería golpear, patalear, hacer algo que demostrara que no era un ser indefenso, pero cuanto más se movía, más se enredaba entre hilos que se ataban en las falanges, como si de un títere se tratara. Los hilos comenzaban a asfixiarlo, la visión se le nublaba, las voces se hacían oír cada vez más escalofriantes, el corazón le dolía por la violenta velocidad a la que latía, y no se detuvo hasta que un pinchazo le dio fin a su sufrimiento.

Risas.

Risas macabras.

Palabras hirientes.

Amontonamientos de ojos.

Oscuridad.

Y al principio del agujero, allá afuera, en la luz... Vio un chullo azul.

Despertó empapado en sudor y con el corazón latiendo desbocado, buscó a tientas el móvil para comprobar la hora. Se llevó una enorme decepción de sí mismo cuando notó que no habían pasado ni diez minutos desde que se acostó. ¿Cómo pudo haber tenido una pesadilla en tan poco tiempo? Y sobre todo, ¿Por qué? ¿Qué fue lo que la ocasionó? ¿Cuál fue el suceso traumático que lo llevó ahí? ¿O es que ya no hacía falta que le pasara nada en especial para crear escenarios así cuando viajaba al mundo de Morfeo? Esperaba que no fuera la última opción.

Abrazó la almohada con desesperación como si ella le fuera a explicar lo que pasaba en su cabeza o salvarle de las voces que escuchaba.

Estúpido. Inútil. Raro. Patético. Anormal. Loco. Solo molestas. Nadie te necesita. Deberías estar solo. Eres un estorbo.

Y muchos adjetivos calificativos similares, uno tras otro, uno peor que otro.

Taparse los oídos no funcionaba y su termo ya no tenía café, lo único que le quedaba era aguantarlo hasta que decidan callarse o él caiga dormido nuevamente.

Y como si lo hubiera pedido o manifestado con el pensamiento, su celular emitió dos vibraciones. Con cuidado de que su temblor no le haga tirar el celular, lo tomó hasta atraerlo a él, presionó el botón de encendido y vio las notificaciones.

WhatsApp... Dos mensajes de Craig.

Abrió el chat arrepintiéndose en el momento en que la pantalla se puso en blanco, podría haber esperado un momento para ver el mensaje, Craig podría pensar que Tweek estaba esperando su mensaje como si no hubiera otra cosa en el mundo más que él, ¿lo verá raro? ¿Y si piensa que Tweek tiene otras intenciones? ¿Y si piensa que es un psicópata?

Y... Todas las dudas y voces de su cabeza quedaron en segundo plano cuando vio la foto que Craig le envió.

Una foto y un gif.

En la foto se lo veía parado frente al espejo del baño, apoyando una mano en la pared. La silueta delgada pero atlética se apreciaba con delicadeza sobre la tela blanca y semi transparente de la camiseta básica, los músculos de los brazos se afirmaban tanto en el brazo extendido como en el que sostenía el celular.
Y el gif... Terminó por volarle la cabeza. Craig levantaba la remera con sensual lentitud hasta la altura de donde terminaban los pectorales, dejándole saborear la majestuosa visión de la cintura diminuta y el abdomen marcado, con una sonrisa ladina en su rostro y la lengua asomándose para enseñar el piercing del que se había enamorado desde la primera vez que lo sintió en su boca.

—Mierda...— Resopló contra su palma viendo la repetición una y otra vez. Sentía la sangre acumularse bajo los pómulos y el cuerpo entrando en calor.

Adiós voces, pesadillas y todo lo que le impida dormir feliz esta noche. Ya sabía bien con qué soñaría, y estaba cien por ciento seguro de que después de soñar aquello, no podría pasar por las puertas del cielo cuando muera.
Y no se arrepentiría.

Otra vez vibró el celular.

Craig:

No sé si estás comiendo con tu familia y tampoco me importa.

Considéralo una venganza por lo de hoy y los chupetones.

✓✓09:45 pm.

Tweek:

Si esta es tu forma de vengarte, te voy a hacer cosas malas más seguido...

✓✓09:46 pm.

Craig:

Realmente espero eso.

Y con mi venganza completada, me voy a dormir.
Nos vemos mañana, lindo.

Que tengas... "Dulces" sueños jajaja.

✓✓09:47 pm.

"Lindo"

A Tweek le daría un ataque en cualquier momento y aceptaría con gusto morir de esa manera.

Tweek:

Voy a tener muchos sueños esta noche después de esto pero dudo mucho que sean dulces precisamente.

✓✓09:47 pm.

Craig:

Tranquilo... Mañana puedo hacerlos realidad, si lo deseas.

✓✓09:47 pm.

Tweek:

Ya no es si lo deseo o no.
Es tu obligación hacerlos realidad.

✓✓09:48 pm.

Craig:

Con mucho gusto.

✓✓09:48 pm.

Tweek:

Dios...

Que descanses... Guapo.

✓✓09:48 pm.

Craig:

Besos.

✓✓09:48 pm.

Se recostó más cómodamente sobre el colchón dejando el celular en la mesa de luz. Viendo el techo, pensó en las palabras de Wendy y Bebe.
A solas, con la mente tranquila y el cuerpo cálido de emociones desbordando por su piel...

Tal vez tenían razón.



 

Chapter 28: El jugador

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=Ffe0CoCTxIw

Chapter Text

Las campanas anunciando el final del último periodo del día viernes se gritó como un gol sacando del medio en el partido final de un torneo decisivo.

Los pasillos se encontraban sobrecargados de alumnos sacando sus pertenencias de los casilleros. Tanto los chicos como las chicas del sexto año quedaron en reunirse en la plaza cercana a la escuela para tomarse un descanso, la jornada se sintió más intensa de lo normal, entre los exámenes y las tareas que no paraban de acumularse. No les venía mal un rato de desconexión y convivencia.
Si no disfrutaban de esos pequeños y gloriosos momentos ahora, ¿Cuándo lo harían?

—¿Y quién trajo la pelota?— Token cerró su casillero y se apoyó sobre este a beber agua de su botella.

—Vamos a sacar alguna del armario del gimnasio.— Respondió Stan con simpleza, así se ganó una mirada de sospecha de Token.

—Pero... ¿El armario del gimnasio no tiene...?— Antes de que Token terminara de preguntar, Stan miró de reojo a Craig. Token miró a su amigo esperando una respuesta de su parte, pero solo desvió la mirada.—No me digas que...

Con disimulo, Craig asomó la mano por encima del bolsillo de la campera escolar y le dejó ver la punta cuadrada de bronce, Token reconoció que se trataba de la llave del armario, abrió la boca con la intención de decir algo, pero se frenó al instante para tomar aire. Lo que menos quería era llamar la atención y quedar metido en lo que sea en que se hayan metido sus amigos.

—¡¿Están locos?!— Exclamó cuidando su volumen.—¡¿Cómo mierda la consiguieron?!

—La idea fue mía— Kenny intervino en la conversación con una palmada amistosa sobre el hombro del mayor del grupo y se posicionó en medio de Token y Craig.—, se la dije a Stan, dijo que era buena idea, y Craig hizo el trabajo sucio.

—Claro, manden al que tiene antecedentes.— Comentó Craig con una marcada ironía en su voz apoyando la espalda en el casillero.

—¡No íbamos a mandar a Kenny!— Stan alzó las manos y los hombros con contrariedad.—A menos que quieras reforzar el estereotipo de que todos los pobres roban.

—¡Yo también soy pobre, Marsh!— Manifestó Tucker cruzado de brazos.

—Pero no tanto como Kenny.

—Gracias Stan.— Kenny se hizo escuchar con un ligero tono sarcástico.

—Y además tú si robas.— Continuó Stan.

—¡No es robar si lo vas a devolver después!— Se justificó.

—¿Y cómo piensan devolverla?— Preguntó Token ligeramente molesto.—Los directores se van ahora y la dirección la cierran con llave, ¡y no vayas a decirme que también tienes la llave de la dirección!— Token apuntó a Craig con el dedo frunciendo el ceño.

Ante la acusación, Craig se llevó la mano al pecho haciendo un gesto de dolencia.

—Me ofende muchísimo que pienses así de mi.— Dramatizó, antes de volver a su voz monótona.—Y para eso están los clips y las navajas.

—Voy a evitar preguntar para qué ocupas eso.— Token rodó los ojos.—Creo que voy a decirle a Tweek que trate de no juntarse contigo, así no le pegas lo malandro.

—¿Me hablaban?

Llevaron la vista hacia la dirección de donde provenía la voz. Tweek se acercó al grupo acompañado de Clyde abrazándolo por los hombros. Token miró a Craig con deseos de joderlo en grande y compartir los malos hábitos de su amigo con el chico que le gustaba. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Stan volteó al sentir unos dedos caminar por su espalda.

—Stan.— Lo llamó una voz femenina.

Detrás suyo Wendy sostenía sobre el brazo una pila de hojas, ojeó entre los papeles hasta que descubrió las que llevaban "Marsh, Stanley" y se las tendió. No estaba sola, estaba acompañada por una chica castaña algunos algunos centímetros más baja que su novia. Era de tez blanca con pecas en los costados de sus ojos marrones

—¿Qué es esto?

—Las evaluaciones de la semana.— Respondió la chica que la acompañaba a su lado, entregando algunas hojas a Kenny. Se detuvo a leer el siguiente nombre.—¿Tucker?

Levantó la mano al oír su apellido. La chica juntó varias hojas y se las dio, abriendo los ojos con cierta sorpresa al ver cómo se descontó la cantidad de hojas que tenía.
Seguido de eso, observó el siguiente nombre.

—¿Tweek?— El rubio acercó la mano en cuanto lo nombraron. La chica sonrió al verlo.—Por cierto— Continuó hablando acomodando un mechón de su cabello tras su oreja—, mañana Red y los chicos que actúan se van a reunir para hacer los primeros ensayos, ¿irás?

Mientras Tweek le respondía que tenía que ser antes de las seis de la tarde porque debía entrar a trabajar a la cafetería, Craig observó de reojo la interacción ignorando por completo la gran cantidad de hojas que posó sobre el brazo.

Creo que esa  chica  es Lola.

—¿Esas son evaluaciones o el manuscrito de La Biblia?— Clyde abrazó a Tucker por los hombros tratando de espiar su calificación.

—Piérdete.— Craig intentó ocultar el montón de hojas dentro de la mochila.

—¿Cuánto sacaste?— Le preguntó Kenny a Stan mirando su papeleo por encima del hombro.

—"Supera las expectativas", setenta y cuatro por ciento en filosofía; "Aceptable", sesenta y ocho por ciento en matemáticas... Y el resto más o menos es el mismo patrón.— Resumió alzando los hombros, al menos no reprobó.—¿Y tú?

—En general, ochenta por ciento.— Respondió espiando nuevamente sus exámenes.—Solo desaprobé química.— Miró a Token.—¿A ti cómo te fue?

—"Supera las expectativas".— Respondió sin darle suficiente importancia.—¿Cómo te fue a ti, Craig?

Él alzó los hombros.

—Bien.— Contestó sin entrar en detalles.

—Craig, queremos números.— Se mofó Kenny.

—No grac...— Antes de que pudiera terminar de negarse, la mochila se deslizó de sus brazos con fuerza. Tweek le quitó la mochila aprovechando su distracción.—¡Tweek, devuélveme eso!

Haciendo caso omiso al pedido de Craig, sacó el montón de hojas que había guardado y las revisó por arriba, llevándose una sorpresa mayor a la que esperaba.

—Chicos...— Saludó Kyle con la mano mientras se acercaba al grupo. Notó la sorpresa en los ojos de Tweek y no pudo evitar darle importancia, se acercó a él y tocó su hombro.—¿Qué pasa, Tweek?

—¡Agh!— Se sobresaltó en su lugar, Kyle se alejó ante la impresión.—¡¿En serio escribiste quince hojas en filosofía?!— Exclamó mirando a Craig.

—¡Dame eso!— Craig intentó quitarle las hojas.

Los -increíble e innecesariamente- largos exámenes de Tucker pasaron a manos de Token. Su amigo se dispuso a leer algunas páginas al azar, más que nada buscando la calificación de cada uno.

—¿"Sobresaliente"?— Dijo finalmente, como si necesitaría decirlo en voz alta para creerlo.—¿Por qué motivo ocultarías un "sobresaliente", noventa y ocho y cien por ciento?

—¡¿Cien por ciento?!— Exclamó Kenny.—¿Ocultabas eso? ¿Qué tiene que hacer Clyde entonces con su cuarenta por ciento? ¿Quemarlo?

—¡De mi no vas a estar hablando!— Se defendió Clyde señalando a Kenny.

Cuando los exámenes de Craig dejaron de ser foco de atención, recuperó sus hojas y volvió a esconderlas en la mochila. Miró a Tweek por encima de su hombro y descubrió que estaba mirándolo, no sabría descifrar si contenía una risa burlona o nerviosa.

Encontrarse de nuevo con la mirada de Tweek sobre él le dio una extraña sensación de confort, recordaba que antes de que sus exámenes fueran arrebatados, la completa atención de Tweek estaba en la chica castaña que entregó las evaluaciones corregidas. No pudo oír la conversación como le hubiera gustado porque Clyde interrumpió, pero...

¿Por qué le interesaba saber de qué hablaba con ella?

De cualquier modo, debía aprovechar que ahora Tweek estaba viéndolo, debía hablarle, ¿Qué podía decirle?
Es decir, algo con lo que pueda asegurarse una conversación extensa con Tweek.

Y que sea mejor que la que haya tenido con Lola, algo que Craig jamás admitiría que le preocupaba.
En realidad, ¿era consciente de que eso le preocupaba? 

Volvió a apoyarse sobre el casillero encogiendo su cuerpo con lentitud dejando salir un suspiro.

—¿De qué te ríes?— Preguntó finalmente, mirando al rubio.

Tweek se enderezó un poco.

—No es risa.— Respondió.—Es solo...— Hizo una pausa para pensar.—Sabía que eras inteligente, por lo que me dijiste del ingreso adelantado en Stanford, pero no pensé que realmente fuera tan así, ¿entiendes?

Craig rió sin poder evitar el rubor.

—Yo...— Posó la mano sobre la nuca.—No diría que lo soy, me refiero, no me definiría a mí mismo "inteligente" solo por unos números altos.— Dijo alzando el hombro.—Las notas son después de todo, eso.

—No seas modesto.— Lo detuvo.—Yo no podría obtener un cien por ciento en física, química o matemática aunque me fuera la vida en ello.

—Podrías.— Objetó con determinación.—Es cuestión de encontrar una forma de estudiarlas que se acomode a ti y que no se base solo en mecanizar.

—¿Mecanizar?

—Memorizar sin analizar, pero trasladado a los números y las fórmulas.— Explicó.—Lo que sería estudiar sin aprender ni entender el tema, por ende, algo que inevitablemente olvidarás.— Hizo una pausa.—Es la forma en la que nos "enseña" la escuela a estudiar todos los días, si te quieres poner a analizarlo.— Bufó.—Supongo que ahí está la explicación de porque casi todo el mundo odia las matemáticas.

—Culpable.— Tweek alzó la mano.

Craig sonrió un poco más, no era su intención que Tweek se responsabilizara.

—Aunque debo admitir que contigo las estoy odiando un poco menos.— Confesó Tweek.—Tal vez deberías ser profesor.

—No gracias— Negó con rapidez de la misma forma en que lo haría si le hubiese dicho que le raparía toda la cabeza.—, no tengo paciencia y no me gustan los niños. Suficiente tengo con Tricia.

—Pero conmigo...

—Tú no eres un niño y tampoco eres Tricia.— Lo interrumpió. Giró sobre sí mismo para mirar a Tweek frente a frente, ahora reposaba el peso de su torso sobre el brazo contra el casillero.—Contigo es diferente.

—¿Aunque no me sea fácil entender a la primera?— Tweek se sintió ligeramente intimidado por la manera en que Craig lo miraba.

Esa era una intimidación... Burbujeante. De esas que te hacen sonreír en contra de tu voluntad y se te sale el corazón. Tweek comenzó a pensar en un sinónimo para eso, ¿emoción le dicen?
Por otro lado, Craig no era ningún tonto, sabía cómo mirarlo y cómo acercarse a él para doblegarlo. Ya habían estado muy cerca como para saber qué cosas dejan a Tweek temblando.

Y obviamente usaría eso a su favor, no desaprovecharía la oportunidad.

—Podría explicarte lo mismo una y otra vez, y no me cansaría.— Le dijo con una voz profunda y ronca, moviendo los labios con cierta lentitud con los ojos buscando el contacto directo. Tocó su nariz con el dedo índice al finalizar su oración, y apreció la forma en que las mejillas de Tweek tomaron color con ese mínimo tacto.

Fuera de esa burbuja, los chicos esperaron a que todos los que confirmaron su asistencia a esa pequeña juntada estuviesen reunidos. Kenny miró por encima del hombro las caras que conocía, notó que Kyle se había acercado también.
Parecía de mejor humor que los días anteriores, por desgracia, no podía decir lo mismo de Stan. Tal vez él lo había notado al ser una amistad mucho más cercana, no obstante no pudo evitar sentir una creciente duda: ¿Realmente nadie se daba cuenta de lo tenso que estaba?
Era evidente que el problema de Stan era con Kyle, y al parecer Kyle no estaba tan incómodo como se lo veía durante la semana, así que por lógica, el que tiene algo que le preocupa es Stan, pareciera como si quisiera acercarse pero algo no se lo permite o él mismo impedía aquello, ¿Stan hizo o dijo algo? ¿Será que si habla con él, estaría mejor?

A veces Kenny no comprendía porqué las personas a su alrededor se enredaban mucho por cosas que solo podrían solucionarse hablando.
Es decir, él no habló con Butters sobre su dilema con su tipo de relación y el futuro de esta, pero es diferente.

Siempre es diferente.

Recordó entonces que Craig tenía la llave del armario del gimnasio. Y obviamente, Craig no sería el más indicado para ir ahí teniendo en cuenta que no tenía una reputación muy reluciente.

Pero Kyle era muy querido por la junta escolar, y Stan era su mejor amigo.

No importa qué tan distanciados estén, ellos son mejores amigos, siempre lo han sido, de seguro no es nada del otro mundo y solo bastaría que hablen a solas para resolverlo.

Sonrió para sí mismo al sentir que él podía dar pie a la reconciliación de sus amigos de la infancia. Buscó a Craig con la mirada y se acercó a este con paso alegre y suelto.

—Oye Tucker.— Tocó su hombro para que este girara, cuando Craig se dirigió a él, observó a Tweek. Así que te estás ligando a Tweek, ¿eh? Pensó divertido.—Perdón por interrumpir tu ritual de apareamiento— Hizo una pausa que duró un microsegundo seguramente, pero fue suficiente para darse cuenta de que Tweek se ruborizó más de lo que ya estaba y que Craig le dio una mirada asesina, como si hubiera dicho algo que no tenía que decir.—, quería decirte si me podías dar la llave del armario.

Craig alzó la ceja ante el pedido.

—Pero...

—Sería menos sospechoso si va Kyle, ¿entiendes?— Kenny comenzó a rezar internamente que Craig no lo tome TAN mal.

—¿Tanta cara de delincuente tengo?— Cuestionó con cierta ofensa.

—Tucker, literalmente tienes una llave robada en el bolsillo.— Respondió con sátira.

—¡Pero ustedes...!

—No te pusimos un arma en la cabeza para que lo hagas.

De mala gana y sin tener nada para contra responder (que no sean insultos), Craig hizo dos cosas: la primera fue sacarle el dedo medio, cosa que hizo reír a Kenny al esperar esa respuesta de su parte, y la segunda fue buscar en su bolsillo la llave.

Al recibirla, giró para buscar a Kyle.
Por fortuna, tanto Stan como Kyle estaban conversando, y a juzgar por como Kyle observaba las hojas de Stan, asumió que estaba dándole un sermón por alguna pésima respuesta o falta ortográfica.

Al menos están hablando.

—Stan, "había" va con "h" y tilde en la "i".— Kyle se tomó el puente de la nariz mientras regañaba a su amigo.

—¡Kyley!— Kenny se acercó hasta el pelirrojo y le enseñó la llave mientras le hacía la pregunta.—¿Podrías hacernos el favor de ir a buscar las pelotas en el gimnasio?

—Está bien.— Aceptó de inmediato.

No es como si fuera la primera vez que tienen esa llave en su poder.

—Stan, ¿lo acompañarías? Digo, hay que sacar la red y eso.— Propuso con fingido desentendimiento.

Su pecho dejó de inhalar por un instante, aunque trató de no hacerlo notar. Lo miró con intriga, sin embargo, no le quedó de otra que asentir y seguir a Broflovski, ya que se detuvo en cuanto oyó a Kenny decir lo último. Dudosos, caminaron juntos hasta el gimnasio perdiéndose entre los pasillos.

Espero que con eso resuelvan sus problemas. Pensó Kenny guardando algo de esperanza.






En los pasillos solo se oía el eco de las voces de sus amigos más atrás, y si podían permitirse exagerar, ambos podrían jurar que oían sus corazones latiendo a la velocidad de un zumbido. Se aseguraron de espiar por la rendija de la puerta antes de abrirla por completo.
Se miraron antes de separarse y asintieron, como si con solo mirarse ya supieran lo que debían hacer; Kyle vigilaba la puerta, Stan abría el armario.

Luego de algunos intentos, Stan consiguió hacerse con el. La pelota de básquet y la de vóley no fueron difíciles de localizar, estaban puestas en el estante sobre su cabeza, lo extraño fue que la red no estaba detrás de estas.
Bajó la mirada y agudizó la vista para detectar las siluetas dentro del no muy iluminado armario, fue entonces cuando descubrió la red de vóley detrás de las colchonetas que usaban para el circuito de abdominales, se apoyó sobre el marco de la puerta y se inclinó hasta atrapar la delgada soga.

Sin moros en la costa, Kyle descansó sobre la puerta, miró hacia donde Stan se encontraba y la curiosa forma en la que estaba parado, ¿Qué buscaba? ¿Por qué simplemente no se metía en el armario?

Jaja... "Meterse en el armario", "Stan", "estar dentro del armario"... Qué cosas. Se burló en su mente dándose cuenta en el mismo segundo de que tranquilamente esa misma broma valía para él también.

No recordaba la última vez que se había sentido tan idiota por algo que él mismo pensaba, pero tampoco importaba, de hecho, esa era la idea. La razón por la que se esforzaba tanto por pensar en algo, por muy idiota que ese "algo" sea, era desviar la atención tanto como pudiera y dejar de pensar que Stan se veía muy bien desde ese ángulo, inclinado hacia dentro del armario, con una de sus piernas en el aire, hacia atrás... Resaltando su...

Joder.

—Mierda.— El quejido sonó forzado, Stan tiraba de la red, pero esta no cedía, algo estaba reteniéndola.

Ahora entendía porqué Wendy siempre los regañaba por guardarla sin enrollar. 

—¿Qué sucede?

—Algo aplasta la red...— Respondió Stan mientras continuaba tirando del objeto. Se asomó más para ver qué era aquello que le impedía sacarla.—Carajo, tiene las pesas.

—Pues quita las pesas prime...— Su voz bajó el volumen gradualmente cuando logró escuchar con debilidad una voz en el pasillo, acercó el oído a la puerta para comprobar si escuchó bien o no.

No entendía lo que decían, pero una de las voces parecía ser la del Director PC, y efectivamente se acercaba a su posición.

—¡Ay carajo!— Exclamó en voz baja mientras se alejaba de la puerta y corría hacia Stan.

—¡Ya saqué la red!— Informó Stan con una sonrisa, una que fue desapareciendo a medida que Kyle se aproximaba a él.

—¡Viene PC! ¡Escóndete!— Habló demasiado rápido como para que su amigo lo entendiera. Lo tomó de la camiseta para jalarlo hasta dentro del armario y cerró la puerta del mismo justo en lo que oyó el peculiar sonido que hacía la puerta del gimnasio cuando la abrían.

Empapados por la súbita penumbra del estrecho compartimiento, Stan tropezó con una soga de saltar y una de las piernas de Kyle, estuvo a punto de precipitarse contra el suelo de no ser porque Kyle logró mantener el equilibrio y lo sostuvo con las manos contra su pecho. En el momento en que Stan asimiló la veloz secuencia, observó los ojos de Kyle y luego el -inoportuno- lugar donde estaban sus manos. Kyle notó que los ojos de Stan se abrieron ligeramente, y se dio cuenta del motivo, estaba prácticamente apretando su pecho.
Sacó las manos como si se hubiera quemado y enseguida le hizo un gesto de silencio, esperando que no le de relevancia a ese accidente.

—Eso fue lo que me dijeron.— Mujer Fuerte parecía insistente, al parecer llevaban un rato hablando de lo mismo.

—Pero dijimos que...— PC se oía agotado, lo cual sería comprensible. Era el último día de la semana y al parecer los contratiempos le seguían.—¡Dios! Como odio lo desorganizados que son. Primero los del mantenimiento, y ahora esto.

—Lo sé, pero no queda de otra.— Kyle imaginó a Mujer Fuerte poniendo los ojos en blanco.

—Puta madre.— Se quejó Stan con la voz amortiguada por la mano de Kyle.

Del otro lado de la puerta, se oyó el ruido del interruptor chocar contra la tapa de plástico, PC continuó hablando sobre la llamada que recibió del jefe o asistente de campaña de la alcaldesa McDaniels. Los minutos que demoraba en llegar a la salida se hacían eternos para los dos amigos que se encontraban en el armario, entre el saco de boxeo y colchonetas, sogas que se enredaban en sus pies, conos que se clavaban en sus piernas y a un movimiento torpe de cabeza de chocar contra el estante y tirar las pelotas.

En su vocabulario no había palabras que pudiesen detallar lo extraños e incómodos que se sentían con lo cerca que tenían al otro después de tantos días distantes. Evitaron el contacto visual tanto como la fuerza de voluntad se lo permitían, pero la tensión era imposible de ignorar, una que se recargó sobre sus hombros, haciéndolos sentir más pesados y rígidos al igual que el resto de los músculos de sus cuerpos.

Otra vez solos, cerca, viéndose de reojo entre las sombras y tratando de contener el aliento que los delataría, y no precisamente con el Director PC.

—Creo que empiezo a comprender a Tom Cruise.— Fue la única manera que encontró Stan de aliviar la tensión.

Funcionó a medias, lo supo porque la sonrisa de Kyle se torció hacia arriba sin llegar a soltar una risa, él se esforzó por reprimirla.

Pero al menos lo hizo sonreír. Había olvidado por completo lo lindo que lucía así y se sintió tan gratificante haberlo logrado que sus hombros se dieron el pequeño gusto de relajarse.

Volvieron a guardar silencio. Todo era muy malditamente tentador: sus frentes chocaban una con la otra, sin importar donde pusieran sus manos, inevitablemente rozaban a su compañero, la respiración de ambos se oía entrecortada y sentían como un latido golpeaba con fuerza contra los pechos, no tenían margen para ignorar la latente cercanía del otro, una que mezclaba adrenalina, temor a ser descubiertos, incomodidad y, ¿para qué negarlo? Calor.
El clima dentro del armario era frío y el polvo que se asentaba en sus narices era molesto, lo que hizo que la calidez de la sola presencia del otro se acentuara. A veces olvidamos lo transparente que puede ser nuestro cuerpo, habla por nosotros cuando no podemos o no sabemos usar las palabras, era un lenguaje sencillo, sin abstracciones. Y por desgracia, inevitable.

Tan puro como los sentimientos y como jamás lo sería el raciocinio humano.

Soltaron el aire cuando oyeron la puerta cerrarse del otro lado y por primera vez, se miraron a los ojos.

—Creo que tenemos que dejar de acabar de esta forma.— Murmuró Kyle en lo que abría la puerta corrediza como podía, tanteando con torpeza la madera en una ciega búsqueda de la manija.

—De hecho, es una curiosa forma de estrechar lazos.— Ironizó Stan, volvió a tomar la red y las dos pelotas antes de salir del encierro.

—Creo que ya estrechamos muchos lazos.— Se arrepintió de decirlo en el mismo momento que terminó la oración. Aún de espaldas, suponía que Stan sonreía.

—Sí, pero fue a espa...

—¡No te atrevas a decirlo!— Le advirtió haciendo una pausa entre cada palabra. Lo apuntó amenazante con el dedo índice girándose a él antes de salir del gimnasio.

Stan rió un poco más en la oscuridad del gimnasio, la risa fue amortiguándose hasta que se desvaneció en el aire convirtiéndose en un suspiro nostálgico.

—Sí... Y aún así siento que no estrechamos los suficientes.— Dijo para sí mismo en un tono de decepción. No sabía si estaba decepcionado porque los lazos que ellos alguna vez tuvieron se fueron debilitando o por tener la intención de seguir "estrechándose" con Kyle.

El gimnasio volvió a quedarse vació y parcialmente oscuro, solo iluminado por las ventanas que dejaban pasar la cálida luz del sol.

Todavía había luz.





Los equipos estaban divididos en cuatro. La cantidad de jugadores en cada uno realmente no importaba ni sus integrantes, a veces intercambiaban sobre la marcha o no se volvía a repetir la misma formación en el siguiente juego, porque no era un partido importante, a veces jugaban de a tres contra cuatro, cinco contra cuatro, y demás.
Aquellos que no jugaban, se sentaban alrededor de la cancha de básquet o de la improvisada cancha de vóley y platicaban hasta que les tocase jugar.
El primer partido de básquet lo había ganado el equipo conformado por Kyle, Eric, Stan, Butters y Kenny contra el equipo de Token, Nichole, Craig, Wendy y Clyde. Por pedido de Nichole, hubo una revancha en la cual el equipo de Token salió victorioso.
Las dos chicas se cansaron para el tercer juego y se fueron a sentar en el bordillo. Para reemplazarlas, entraron Kevin Stoley y Red. La ausencia de ellas les permitió a sus amigos jugar un poco más fuerte, ya que hasta entonces se limitaban en el uso de la fuerza para no lastimar a ninguna de las dos, claro, exceptuando a Red, con ella no era necesario tener cuidado, más bien, eran ellos los que debían cuidarse.

Las poses dinámicas eran la nueva obsesión de Tweek, ver a sus amigos jugar, correr, saltar y la forma en que el cuerpo se les tensaba para bloquear al contrario le fue de gran ayuda para tomarlos como referencias. Dejó que "How to be a Heartbreaker" lo envolviera mientras hacía bosquejos sueltos y desprolijos en el cuaderno que llevaba consigo a todas partes.
No solía tardar mucho en bocetar porque los detalles solía añadirlos al pintar, sin embargo, con uno de los modelos en particular se tomó más tiempo del necesario. Quería plasmar con fidelidad lo suave que se movía el cabello en los quites, la forma en que los músculos de las pantorrillas se marcaban cuando desplegaba los pies del suelo, la sonrisa victoriosa cuando le quitaba el balón a Stan y la mirada de concentración cuando corría por el campo de juego.
Volvió la vista a su referencia para captar más aspectos que tal vez estaba pasando por alto, o cuál era el siguiente movimiento para saber hacia donde torcer la curva de grafito. Y en el momento en que posó sus ojos en su numen¹ ya no supo cómo regresar al papel.
El cuaderno tapaba parte de su cara para esconder la sonrisa que se dibujaba sin esfuerzo cada vez que lo veía parando de correr para secarse el sudor de la frente con la camiseta y dejaba apreciar esa exquisita porción de piel. Escuchar la risa jovial que soltaba con las bromas de sus amigos y algunos insultos amistosos que le decía a sus, ahora, contrincantes, fue una dosis de serotonina que le dio más de una suave descarga eléctrica en el corazón y hacia recorrer por su cuerpo un dulce cosquilleo, se sentía volar cuando lo veía sonreír y un curioso temblor agitaba su cuerpo cuando sus miradas se cruzaban.

Él no puede ser real...

—¡Tweek!

Una mano tocando con un dedo su hombro y una voz femenina lo devolvió a la realidad, no pudo reprimir el grito de sorpresa mientras giraba a ver quién lo llamaba. Sus auriculares cayeron sobre sus hombros cuando dio un respingo en su sitio.
Wendy se sobresaltó ante el susto que le dio a Tweek, y un segundo después rió bajito tapando su boca.
No era su intención asustarlo y sabía que no debía, pero no pudo evitar pensar que se veía adorable.

—¿Qué pasó?— Preguntó entre titubeos. Le molestaba perderse tanto en sus pensamientos al punto de ignorar cuando alguien le hablaba. No le gustaba verse como un maleducado.

—Estás arrugando la hoja de tu cuaderno.— Señaló.

Tan pronto como se lo dijo, Tweek trató de aplanar la hoja usando sus manos.

—Alguien está muy distraído hoy, eh.— Bebe se sentó a su lado mientras comentaba con una acentuada picardía. Llevó los ojos hacia donde Tweek estaba viendo antes de que Wendy le llamara.—No te culpo tampoco.

—Bebe, ¿Acaso le estás echando el ojo a Craig delante de Tweek?— Cuestionó Wendy alzando la ceja.

—Wen, solo míralo.— Hizo un ademán con la cabeza hacia la cancha.—Más que jugar, pareciera que se le está insinuando a alguien, y ese alguien...— Tomó a Tweek por los hombros.—Es este pequeñín.

—Bueno, entonces estás pasando por alto que Craig no es el único que se le está "insinuando" a alguien mientras juega.— Le dijo moviendo la cabeza hacia la zona derecha de la cancha.

No captó sobre quién hablaba hasta que volvió a fijarse en los jugadores. Claro que no hablaba de Stan, ni Kyle (aunque siempre lo encontró atractivo), por lejos no se refería a Eric, Kenny... Estaba bien, pero no era su tipo, al igual que Butters; Tolkien es novio de Nichole, por lo tanto queda afuera, lo mismo con Kevin...

Solo quedaba uno.

Bebe bajó la vista y se cruzó de brazos.

—¡Ay vamos...!

—Wen— La cortó Bebe sin mirarla directamente.—, sabes que probablemente él...

—Bebe, yo no creo que a él le importe.— Intentó tranquilizarla.

—¡Agh! ¿De qué hablan?— Tweek no comprendía qué era eso que a Clyde "le importe".

—No es nada importante, Tweeky.— Respondió Bebe.

—Lo es si te pone así.— Objetó Wendy. Puso su atención en Tweek.—¿No recuerdas el estúpido rumor que difundieron de ella en cuarto año?

Tweek creía recordar a lo que se refería.

—Lo de...

—Sí.

En cuarto año de secundaria, Bebe empezó una amistad con un chico de sexto año y con el tiempo se llegó a integrar a su pequeño grupo. Lo que ella no sabía es que él tenía otras intenciones con ella, las cuales no eran precisamente amistosas.
Cuando éste se le confesó, Bebe, de forma muy educada, le dijo que se sentía halagada pero que no sentía lo mismo por él y que esperaban que pudieran continuar siendo amigos.
El chico no tomó nada bien el rechazo, por lo que la alejó de su grupo de amigos y, acto seguido, difundió rumores sobre ella, incluso llegando a insinuar que se ha acostado con muchos chicos... Y chicas. Esos rumores arruinaron un flirteo que Bebe estaba teniendo en quinto año con un ex compañero de la escuela.

Bebe no volvió a intentar coquetear con nadie desde entonces.
Por supuesto, no tenía pelos en la lengua a la hora de decir quién le parecía atractivo, pero jamás volvió a decir nada referido a algún chico que realmente le guste.
Eso explicaba el porqué temía tanto por involucrarse con Clyde y el cómo dudaba sobre los verdaderos sentimientos de Donovan.

—Yo no creo que Clyde se crea eso.— La voz de Tweek se oyó dulce, calmada y por sobre todo, segura.—De hecho... Creo que para él eres mucho más que solo una cara bonita.

Sería mentir si dijera que le creía por completo, sin embargo, ver a Tweek tratando de animarla le hizo poner una pequeña sonrisa en su rostro.
Además... Tweek no mentiría, ¿no? Y es amigo de Clyde.
Tal vez esté en lo cierto, tal vez no.

Observó a Clyde jugar. Sonriente, alegre, divertido, emanando esa energía cargada de júbilo que solo podía compararse con la de Kenny... ¿Realmente él estaría interesado en ella de manera no solo sexual? ¿A él le gustaría salir a caminar con ella o estar en su habitación viendo películas y solo viendo películas?
Muchos pensamientos, muchas emociones, muchas incógnitas y muchos miedos.

Sacudió la cabeza y volvió con Tweek.

—Gracias Tweek.— Y sonrió.

En la cancha, ambos equipos iban empatados. Le tocaba a Red sacar esta vez.
Golpeó la pelota y el punto comenzó. Stan recibió el lanzamiento, la devolvió con ambas manos tratando de lograr que la pelota pique en la esquina y deje fuera de lugar a los contrincantes.
Token bloqueó el contraataque de Stan, dio el pase a Craig y este la golpeó con fuerza contra el campo rival, en dirección a la zona que cubría Cartman.
Eric se había preparado para recibir la pelota en sus antebrazos, no obstante, no la recibió de manera correcta. El balón salió disparado a sus espaldas y le concedió un punto al equipo de Token.

—¡Ey, no hagas trampas, Tucker!— Gritó molesto mientras iba a recoger la pelota.

—Si tú no sabes jugar, no es mi problema.— Craig respondió burlón a la acusación guardando las manos en los bolsillos.

—¡Yo si sé jugar...!

—Deja de llorar, gordo.— Respondieron Red y Craig al unísono enseñando el dedo medio a Eric.

Cada uno volvió a su posición y volvieron a sacar.

—¿Se han dado cuenta...— Wendy no quitaba la vista de la cancha, su mirada delataba que estaba analizando.—que Craig y Red realmente son parecidos?

—Si me dices que se parecen físicamente, iré a comprarte anteojos.— Bromeó Bebe.

—No tarada, me refiero a la personalidad.— Contestó Wendy.—No me extrañaría que las asiáticas...

—A las asiáticas solo les gustan las relaciones gays.

—A eso me refiero.— Coincidió.—No me extrañaría que la vuelvan "la villana" en algunas de sus ficciones.

El Club de Escritura estaba integrado mayoritariamente por las estudiantes de intercambio asiático-americanas, las cuales tenían una forma particular de ver las relaciones entre compañeros y estudiantes.
Y tenían cierta costumbre por poner a las mujeres en los papeles de "rivales" o "estorbos" de los protagonistas.
Wendy las había apoyado hasta cierto punto, pero en cuanto señaló la enorme cantidad de misoginia que demostraban sus obras, escritos y el cómo incomodaba a sus compañeros de clases lo que ellas creaban y publicaban, la declararon prácticamente su "enemiga número uno".

Tweek observó la interacción entre los dos, en efecto, Wendy tenía razón.
Ambos eran muy parecidos, como si fuesen la contraparte del otro, y objetivamente hablando, Red era la chica más linda del salón, tenía ese aire cínico y atrevido que combinaba con su personalidad.

Entonces se hizo una pregunta que probablemente nunca debió hacerse.

En el hipotético caso de que Craig fuese heterosexual... ¿Se fijaría en Red de manera romántica? Y si... ¿Y si en realidad Craig es bisexual y aún no lo sabe y lo descubre estando cerca de Red?

...

¡¿Y si se vuelve completamente heterosexual y se  enamoran  perdidamente uno  del  otro y se casan y tienen cinco hijos?!

—¡AGH! ¡OH POR DIOS!— Gritó repentinamente mientras jalaba su cabello.

—¡Tweek! ¿Qué te pasa?

La voz no era de Wendy, tampoco de Bebe. Giró el torso buscando a la propietaria de la voz.
Lola sostenía un cuaderno en sus manos y lo miraba preocupada.

—Emm...— Hizo una pausa para inhalar y exhalar profundo. No quería seguir alternándose.—Nada, solo... Olvidé mi goma de borrar.

Y no era mentira, su gama de borrar quedó en su escritorio.

—Oh, en ese caso...— Lola llevó su mochila adelante y metió la mano en el bolsillo más pequeño, halló una goma prácticamente nueva y se la alcanzó.—Te presto la mía.

—Gracias Lola.— Tweek aceptó la goma sin mirarla a los ojos.

Lola se sentó en el medio de Wendy y Tweek apoyando el cuaderno en sus piernas.
Tweek continuó con la vista fija en sus pies tratando de volver al pensamiento anterior y darle un significado a ese miedo irracional. Un significado que no involucre sentimientos que, claramente, no le correspondía sentir.
¿Y qué si Craig se fijaba en Red al darse cuenta de su parecido y, quizás, se cuestione su propia sexualidad a raíz de eso? ¿En qué le afectaba a él? No era su novio.
Eran "algo", pero no "algo" oficial ni serio.

¿Entonces por qué empezó a preocuparle notar lo cerca que estaban ambos?

Buscó con la mirada algo con lo cual distraer la atención de esos pensamientos.
Se fijó en el cuaderno de Lola y en lo que dibujaba con tanta concentración. El dibujo era un lujoso salón, la composición contemplaba un sillón de respaldo alto a la izquierda, un hogar con leños encendidos en el centro dibujado en perspectiva, decoración floral en cada extremo, detalles ornamentales de reluciente material hasta donde alcanzaba la vista y una alfombra de suave textura a los pies de la escena.

—¡Wow! ¡Está genial!— Exclamó Tweek.

Lola lo miró confundida, pero no tardó en dibujar una sonrisa.

—¿De verdad?— Preguntó con retórica.—Muchas gracias Tweek.

—¿De qué es? ¿Usaste una referencia?

—Sí, me guié en la película de El Gran Gatsby. También quiero colaborar con la escenografía, así que decidí hacer algunos bocetos para...

—¡¿Eso es un boceto?!— Preguntó asombrado.—Así lucen mis dibujos terminados.

—Quisiera verlos.— Pidió Lola posando los brazos sobre el cuaderno y enderezando su postura.

El partido volvía a estar empatado gracias a una buena asistencia de Stan, la cual finalizó con una anotación de Kenny justo en el borde de la cancha.
En lo que Red regañaba a Clyde por no haber logrado evitar el punto y esperaba a que Cartman y Kyle dejen de discutir por algún motivo que no valía la pena detallar, Craig se tomó un momento para estirar, ya estaba bastante cansado y estaba considerando tomarse un pequeño descanso, lo único que le impedía hacerlo eran los comentarios provocativos de Stan hacia él.
Por lo que, a menos que hubiera un motivo mayor para sentarse a descansar un momento, no dejaría el partido.

Ese motivo que necesitaba lo encontró cuando miró hacia el bordillo, específicamente hacia donde Tweek estaba sentado... Con Lola.
Y por algún motivo, sintió muchísimas ganas de dejar de jugar.

—Chicos, voy a descansar un rato.— Anunció a su grupo.

—Andá maquina, nadie te detiene.— Se burló Red antes de que Token realizara el saque.

Haciendo caso omiso a la burla de su amiga, Craig caminó hasta donde Tweek estaba sentado tratando de lucir lo más casual que fuese posible con las manos en los bolsillos de la campera y el rostro relajado, de esa forma lograría no delatar que sentía una extraña incomodidad con lo cerca que estaba esa chica de Tweek.
Bueno, incomodidad no sería la palabra.

—Permiso.— Craig se sentó en medio de Lola y Tweek, conservando aún las manos en los bolsillos y con la vista al frente.

—Sí, está bien.— Murmuró Lola.

—Ay, perdón, ¿interrumpía algo?— Preguntó Craig haciéndose el desentendido. Se removió en su lugar dando la impresión de que se alejaría de los dos, pero Tweek lo tomó del brazo para retenerlo.

Wendy y Bebe se miraron la una a la otra desde sus lugares reprimiendo una risa...
Entendieron perfectamente lo que estaba pasando con Craig.

—No realmente— Respondió Tweek apoyando la mano en su nuca.—, Lola me estaba enseñando sus dibujos, ¡son muy buenos!

—¿Ah sí?— Craig actuó como si realmente le hubiese interesado saber eso.

—No es para tanto.— Lola escondió su cara tras el cuaderno para ocultar el sonrojo.

—¡Lo son!— Insistió Tweek.—Enséñale a Craig.

—A ver si es cierto.— Craig se enderezó más y asomó la cabeza cuando vio que Lola bajó lentamente el cuaderno. Se mordió la lengua para no decir lo que le causó ver que Tweek estaba en lo cierto.—Ey, está muy bueno.

—Gracias.— Lola le sonrió con timidez.—Es que le estaba diciendo a Tweek que yo también estaba en arteterapia y...

Bueno, bueno, no me cuentes tu puta vida. Pensó Craig en lo más profundo de su cerebro mientras mantenía el rostro sereno de siempre y una media sonrisa convincente.

Y en verdad, no escuchó absolutamente nada de lo que Lola le decía, como si la hubiese bloqueado mentalmente o dejado en visto.

De un momento a otro, notó que el cuerpo de Tweek emitió unos cuantos temblores. Al principio se sentía nervioso con ellos porque solían ser impredecibles y pensaba que algo de lo que él dijo o hizo le provocó esa reacción. A esta altura, ya estaba acostumbrado a ellos y sus motivos (por lo general, irreales y algo exagerados para su entender, aunque nunca se lo diría).

Este no era el caso. Tweek abrazaba su cuerpo y se encogía sobre él mismo, estaba claro lo que pasaba, ¿Cómo no iba a sentir frío? Estaba en camiseta en medio de la nieve.

—¿Por qué no te pones la campera? Te vas a cagar de frío.— Preguntó Craig enarcando la ceja.

—Sí Tweek, tiene razón— Coincidió Lola—, si quieres te doy mi campera.

—La tengo aquí.— Respondió el rubio enseñando la manga que se ataba a su cintura.—Porque pensaba ir a jugar con ustedes en el siguiente partido, pero no me llamaban y no...— Tweek dejó de hablar cuando sintió las manos de Craig cubriéndolo con su campera por encima de los hombros.—Craig, pero tú...

—Ya que no usarás la tuya...— Craig desató las mangas atadas alrededor de la cintura de Tweek. Se colocó la campera de Tweek como intercambio, cuando acabó de calzársela, miró las mangas con extrañeza, ¿Por qué le quedaba bien su campera? ¿Tweek no debería ser talle s?—¿No es un poco grande esta campera para ti?

—Oh, es que...— Tweek pasó los brazos por dentro de las mangas de la campera de Craig mientras pensaba cómo responder. ¿Qué debía responder? No le diría que le pidió a Bebe que la haga en talle m para cumplir su deseo personal de ver a Craig con su campera. Deseo cumplido.—Me gusta usar camperas grandes.

—Bueno... Tiene lógica.— Craig se limitó a sonreír.

Tweek soltó una risa sin aire viéndolo por encima del hombro. Se miraron fijo dentro de lo que terminó asemejándose en sus cabezas a una burbuja reconfortante, una donde solo ellos podían adentrarse tras algunos segundos en silencio, con miradas nerviosas y risas dulcificadas por las emociones que florecían dentro de ellos como flores en primavera.

—¡Oigan!— La puta que te parió, Red.—¿Quieren entrar?— Les preguntó a Tweek y Craig.—Kevin y yo en un rato nos vamos.

Craig miró a Tweek.

—¿Quieres jugar?

Tweek intercalaba los ojos entre mirar a Craig, a la pareja que se retiraba y aguardaban su respuesta y los dos equipos que esperaban en la cancha.

—Pero...— La voz le tembló, y esta vez no fue el frío.—Yo... No soy muy bueno jugando.

—¿No dijiste que te viste Haikyu? Deberías saber.— Le dijo Clyde haciendo botar la pelota bajo su palma.

—Pero...

—Tweek.— Craig volvió a hablarle con seriedad.—Tranquilo, solo es un juego amistoso. Si quieres, te enseño.

—Bueno...— Tweek no dejó de vacilar con la mirada.—Está bien.

Los equipos habían intercambiado integrantes. De un lado estaban Token, Eric, Butters y Kyle. Tweek decidió sumarse al equipo donde estaban Kenny, Stan, Craig y Clyde, por indicación de Stan, se colocó en la posición de saque.
El vóley era parte de los deportes que practicaban en educación física, pero cuando llegaba la hora de jugar, Tweek solía desaparecer disimuladamente justo después de dar el presente.

Golpeó la pelota para hacer un saque bajo y miró con decepción como esta chocó con la red.

—Y yo pensaba que Scott Malkinson era malo para los deportes.— Cartman se mofó del fallido intento de Tweek. 

Se quedó congelado en el mismo lugar dejando que la vergüenza recorra su cuerpo en forma de sudor frío y un molesto calor en su cara.

—Al menos él puede correr cinco minutos y no se agita.— Craig respondió en su defensa con el dedo en alto causando que sus amigos se burlen de Cartman. Eric intentó atravesar la red para discutir con Craig, pero sus amigos se lo impidieron.

Craig recuperó la pelota y se acercó a Tweek aprovechando la distracción de los demás.

—¿Estás bien?— Preguntó posando su mano en el hombro del rubio.

Tweek asintió.

Dejó el balón en el piso y lo tomó por los hombros tirando de él hacia atrás. Tweek no puso resistencia, solo se limitó a mirarlo curioso.

—Ponte detrás de la línea.— Indicó. A continuación, volvió a tomar el balón y puso el pie izquierdo más adelante pero sin llegar a tocar la línea.—Una forma de sacar es como hiciste tú, pero te faltan algunas cositas.— Craig sostuvo la pelota sobre la palma izquierda con el brazo extendido.—El brazo que menos usas, sostiene la pelota a la altura de la cintura. Tanto el brazo que la sostiene como la pierna, van hacia adelante. No debes tocar la línea porque es falta. Dobla un poco las rodillas, te inclinas hacia adelante, doblas un poco el brazo con el que vas a sacar...— Indicó llevando el brazo derecho hacia atrás.—Y con tu mano útil— Golpeó la pelota con fuerza haciendo que esta cruce al otro lado de la cancha.—, golpeas la pelota.— Continuó con la explicación mirando a Tweek.—Cuando hagas el saque, cambia el peso del cuerpo de un lado al otro. Si le pegas a la pelota con la mano abierta, el saque es más preciso, si lo haces con el puño cerrado, es más fuerte.— Tweek asintió tratando de recordar todos los pasos.—¡Kyle, pásame la pelota!

Broflovski le devolvió la pelota a Craig y él se la pasó a Tweek para que lo pusiera en práctica.

 —Inténtalo.

Aún inseguro, Tweek trató de imitar la posición de Craig, aunque haciéndola tal como él la hizo se sentía incómodo.

—Me es incómodo.— Confesó apenado.—Es que soy zurdo.

—Es lo mismo.— Craig se acercó aún más a él. Pasó un brazo detrás de él para mover con cuidado su brazo diestro.—Pon este brazo adelante y sostén la pelota con la mano abierta.— Tweek se dejó guiar.—Tu brazo útil, o sea, el izquierdo— Tomó el brazo de Tweek haciendo lo que le iba indicando en palabras.—, va hacia atrás, un poco doblado, solo un poco.— Tweek lo miró para ver cómo lo hacía Craig y lo imitó. Lo siguiente que hizo Craig fue palmar la pierna derecha del rubio un poco por encima de la rodilla.—Esta pierna, un paso adelante. La zurda, atrás.— Tweek hizo lo dicho.—Dobla las rodillas.— Tweek dobló sus rodillas.—Inclínate hacia adelante.— Tweek llevó las caderas hacia atrás, dejando el torso inclinado hacia adelante.—En esta posición— Craig tomó el brazo izquierdo de Tweek sosteniéndolo desde la muñeca. Lo movió hasta que su mano tocó la pelota, pero sin llegar a golpear.—le pegas, con la mano abierta o cerrada.— Tomó sus hombros y los enderezó con suavidad.—Los hombros en dirección a la red.

Craig alejó un poco la cabeza para asesorarse de que la posición estaba bien y se dio cuenta de que Tweek no le quitaba la mirada de encima.

—Gracias profe.— Le dijo Tweek con la voz más... ¿Coqueta? Que había oído hasta ahora.

La cercanía de su cara, el tono de su voz y la forma en que sus ojos lo recorrían de arriba abajo deteniéndose en sus ojos y labios le acaloraron las mejillas. Apretó los labios para reprimir una risa nerviosa.

Empezaba a sospechar de que todo eso fue una excusa para que tenerlo cerca.

Y la mejor parte es que estaba en lo cierto. Tweek sí sabía sacar.

—De nada.— Susurró cerca de su cara.

Sin dejar de mirarse, Tweek golpeó el balón con el puño cerrado sin poner atención hacia donde apuntaba. La pelota salió disparada a una mayor velocidad, altura y fuerza. A diferencia del saque anterior, no pegó en la red.

Se obligaron a romper el contacto visual cuando oyeron un ruido seco impactar contra el piso y a sus compañeros gritando alterados.

La pelota le pegó a Kenny en la cara causando que este se desmaye.

—¡Oh dios mío, Tweek mató a Kenny!— Gritó Stan horrorizado a un lado de su amigo.

—¡Hijo de puta!— Kyle señaló a Tweek con molestia corriendo la red para pasar al otro lado y comprobar si su amigo estaba bien.

—¡Agh! ¡LO SIENTO! ¡Oh por dios, maté a McCormick!— Tweek se tomó de la cabeza con intenciones de jalar su cabello, pero Craig le quitó las manos de encima.

—¡Mejor cuida tu boca o la lavaré con un antepasado tuyo, judío!— Replicó Craig enfadado y haciéndole su seña típica a Kyle.

—¡Kenny!— Butters corrió hasta su novio desesperado y lo tomó las mejillas.—¡¿Estás bien?! ¡Despierta por favor!

—¡Suban un poco sus piernas!— Indicó Token del otro lado.—Lo más seguro es que esté inconsciente. Si le hacen llegar sangre al cerebro, despertará.

Craig se acercó hasta McCormick y realizó la acción que sugirió Token. En cuestión de unos segundos, Kenny abrió los ojos.

—¡Kenny, amor!— Butters abrazó a Kenny con alegría.—¿Estás bien?

Entre quejidos, Kenny se sentó en el piso sobando su cabeza. Tocó su nariz al sentir un líquido chorrear de ella, en efecto, era sangre.

—Sí, estoy bien.— Respondió alzando los hombros. Hizo una pausa antes de continuar.—Fuah, vi al Diego.— Comentó para relajar el ambiente.

—¡Kenny!— Tweek corrió a darle un abrazo.—¡Lo siento! ¡De verdad lo siento! ¡Yo...!

—Tranquilo Tuercas.— Kenny sacudió a Tweek por los hombros con confianza. Tweek y Butters lo tomaron de las manos para ayudarlo a incorporarse.—Sé que no lo hiciste apropósito.

—Ven.— Butters lo tiró hacia él.—Vamos a curarte lo de la nariz.

En la siguiente media hora, el resto del grupo continuaron jugando con la tranquilidad de que Kenny se encontraba bien. Tweek fue asesorado en todo momento por sus amigos y las chicas del público, quienes se comprometieron a aconsejarlo para que mejore en su juego, estaba claro que ahora mismo no dominaría todas las técnicas y golpes, pero a fin de cuentas, la terminó pasando bien.
Al finalizar el último partido, con la victoria del equipo de Kyle, tanto los chicos que debían ir a trabajar como aquellos que solo volvían a sus casas se despidieron.

—¿Cómo lo hice?— Le preguntó Tweek a Craig con la vista en la calle.

—Nada mal para ser la primera vez.— Respondió Craig encendiendo un cigarrillo.

—Deberías dejar eso.— Lo regañó Tweek.

—Últimamente no estoy fumando tanto... Creo.— Intentó contar mentalmente cuántos cigarrillos quedaban en la caja.—Además siempre que alguien enciende un cigarrillo en una parada, el colectivo aparece como por arte de magia.

—Lo digo en serio.— Insistió.—Estabas bastante agitado cuando terminó el partido.

—Lo sé. Pero es complicado.

Tweek se acercó a Craig.

—Es una pena... Pensaba darte un premio por haber ganado el otro partido, pero con ese olor a cáncer...

Craig inmediatamente tiró el cigarrillo a la calle.

—¿Cuál es el...?— Sin poder terminar de preguntar, Tweek lo tomó de las caderas y lo elevó del piso. Craig enredó las piernas alrededor de las caderas de Tweek y se abrazó a su cuello. Tweek le dio un beso tan efusivo que le hizo mantener los ojos abiertos hasta que pudo retomar el ritmo cuando salió del asombro. El beso se volvió paulatinamente más ameno y la suavidad de los labios de Tweek se le hizo adictiva, una adicción menos peligrosa que el cigarrillo, frenética como una droga y dulce como la caricia de un ángel. Tweek lo bajó con suavidad, sonriéndole al apartarse de él.—Joder...

Escucharon el ruido de un autobús frenar a una cuadra de donde ellos esperaban. Tweek se acercó al borde y le hizo seña para que se detuviera.

—Nos vemos.— Se despidió con la mano.

—Avísame cuando llegues, lindo.— Craig le guiñó el ojo.

Apreció por última vez el rubor en las mejillas pecosas y se subió al colectivo.
Craig esperaría el autobús que lo llevaba a su casa, se daría una ducha e iría al trabajo.
Aún tenía la campera de Tweek puesta, subió el cuello de esta y olfateó el aroma que tenía impregnada en ella.

Café.






Stan y Kyle quedaron a cargo de devolver la pelota, la red y la llave del armario del gimnasio a la escuela. 

—¿Crees que Tweek podría jugar en el torneo?— Kyle esperó a Stan en la salida. Escuchó el armario cerrarse por última vez y abrió la puerta cuando escuchó los pasos aproximarse a él.

—Con algo de práctica, supongo que sí.— Alzó los hombros.—Nos serviría para sacarnos de encima a algunos, ¿no crees?— Insinuó imaginando a Tweek golpear a sus contrincantes con el balón "por accidente".

—En quemados, tal vez.— Respondió entre risas.

Dejaron la llave en la oficina del director, la cual increíblemente continuaba abierta, y dieron por acabada su última tarea.
Los dos chicos salieron de la escuela y esperaron el bus en silencio. Viajaron juntos en los asientos para dos personas. Faltando diez minutos para llegar hasta la parada donde debían bajar, Stan se quedó dormido y la radio del transporte reprodujo "The Winner Takes It All" de ABBA.
La inercia del autobús doblando en las esquinas o pasando por los reductores de velocidad, provocó que la cabeza de Stan terminara tarde o temprano reposando en el hombro de Kyle, y él, ya sea por el sueño que también le invadía o por debilidad, inclinó su cabeza hacia él. Le fue difícil ignorar la suavidad y calidez del cabello de Stan contra su mejilla.

La calidez del novio de su, técnicamente hablando, amiga/"cuñada". Y se sintió la peor lacra del mundo al pensar en eso.

Miró sus pestañas largas, negras como la obsidiana, el cabello azabache lacio y brillante, los labios rosados, la mano de Stan sobre su pierna. Sus dedos tamborilearon en su muslo tratando de hacer cesar el hormigueo que recorría por su mano. Quería tomar su mano otra vez. Su suave, delicada y blanca mano, uñas pintadas de negro, dedos finos...

Estiró la mano hacia ella una, dos, tres veces, y en todas las veces se acobardó, el latido de su corazón lo agobiaba y el tumulto de emociones volvía a hacerse presente en su cabeza, su pecho y su estómago.

Esto está mal.

Lo despertó cuando el autobús se detuvo en su parada. Bajaron, se despidieron con un choque de puños y cada cual caminó hasta su casa.
Stan se giró pensando en decirle algo, pero cuando lo vio de espaldas y ya lejos de él, las palabras no pudieron salir de su boca.

El ganador se lo lleva todo.
El perdedor se queda pequeño cerca de la victoria...
Y nada más quedará por decir.

 

¡Hasta el próximo capítulo!🖤✨

Chapter 29: El destape

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/VVKeLeEpQf8

Notes:

Advertencia:

Este capítulo toca temas vinculados al alcoholismo y una leve mención a ataques de pánico causados por TAS (Trastorno de Ansiedad Social) que puede resultar incómodo y/o delicado para algunas personas.

Cabe recordar que para escribir sobre temas relacionados con adicciones/problemas de cualquier tipo siempre me informo con anterioridad para escribir con la mayor coherencia que sea posible y que la mayoría de las situaciones de este fanfic están basadas en acontecimientos reales, por lo que me aseguro de relatar desde un punto de vista realista.

Y demás está decir que mi intención no es alentar dichas adicciones, sino lo contrario.

Por favor, leer con criterio formado.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Al finalizar su día laboral en City Wok el día viernes, Kenny recibió una llamada a su celular solicitando su servicio de DJ en una fiesta organizada en el asilo de ancianos de South Park.
No era su ambiente, pero por la cantidad ofrecida no podía negarse. Llegó a su casa, se bañó rápido, le dejó comida para calentar junto con una nota explicando su ausencia a su hermana y partió al asilo con su computadora y la mezcladora de sonido.
La fiesta estuvo entretenida para tratarse de ancianos, bailaron canciones viejas, se sumaron a las actividades planeadas por los cuidadores del asilo, jugaron al Bingo (y en esta ocasión, Kenny fue quien cantó los números que salían en la bolsita) y hasta bailó con algunas ancianitas. Se caía del sueño en la computadora, pero no podía decir que fue una mala noche, se sintió bastante cómodo y dentro de todo le trataron bien.

Llegó a su casa alrededor de las dos de la mañana y con las pocas fuerzas que le quedaban, dejó las cosas que llevó en la mesa y se desplomó en el sillón sin cenar (no es como si hubiera algo para cenar de todos modos). Aunque gracias a esa fiesta, ahora tenía algo de dinero para comprar comida suficiente para algunas semanas y con algo de esfuerzo (o suerte) tal vez le alcance para pagar la renta y algunos servicios.

La alarma de su celular sonó cinco veces, pero no la oyó, lo cual era de lo más esperable, había estado despierto desde las siete de la mañana hasta las dos de la madrugada sin una siesta de por medio.

Karen se acercó a Kenny con una bandeja en mano: dos tostadas peladas y un vaso de leche, el último hasta que Kenny o ella pasen por el supermercado.

Se detuvo a mirarlo antes de despertarlo, no quería arruinar esa imagen, la imagen de Kenny tranquilo, descansando, sereno, sin preocupaciones ya que no parecía estar teniendo pesadillas.
El sillón no era cómodo para dormir, los almohadones estaban gastados y hundidos, por lo que imaginaba el cómo le dolerían las costillas después de dormir toda la noche contra la madera que se sentía por debajo.

Pero ahí estaba: relajado, dándose el descanso que merecía.

Ojalá verlo siempre así.

—Kenny...— Lo llamó con dulzura, aún contra su voluntad.—Kenny, ya son las ocho, levántate.— Sin respuestas.—Te hice el desayuno.

Kenny se movió sobre el sillón hasta que su cara quedó al descubierto. Abrió los ojos con pesadez, los refregó con sus manos y miró a su hermana con la bandeja.

—Ay... Gracias princesa.— Le dijo entre bostezos.—No tenías qué...

—Sí, sí tenía.— Objetó. Volvió a poner una sonrisa mientras acercaba más la bandeja.—Siéntate.

Kenny obedeció a su hermana y se sentó en el sillón, tratando de disimular una mueca de dolor. Si sus costillas pudieran hablar...

Ella acomodó la bandeja en sus piernas y se sentó a su lado. Kenny levantó el brazo para que su hermana se acercara. Karen apoyó la mejilla en su hombro y dejó que la abrazara.

—¿Tú ya desayunaste?

—No, aún no...— En cuanto oyó el "no", Kenny le acercó a ella una de las dos tostadas.—No Kenny, son para ti, ayer no comiste...

—Tranquila, cuando vaya a trabajar de camino iré al mercado. La fiesta de anoche me dejó algo para estas semanas.— Le aseguró para tranquilizarla.

—Déjame algo de dinero y voy a comprar yo más tarde.— Propuso.—Pero tú mientras come las dos tostadas que te hice, o me voy a sentir ofendida.— Le dijo en un tono divertido.

Kenny aceptó devuelta la tostada con cierta resignación, pero no se opondría más tiempo, la palabra de Karen era sagrada. Tomó la mano de su hermana y la besó en los nudillos.

—Lo que diga la reina de la casa.

—¡Kenny!— Rió avergonzada. Kenny no resistió las ganas de abrazarla con más fuerza al oírla.

—¡Pero si lo eres!

—¡Termina de desayunar!— Exclamó ella entre risas. Kenny la soltó y volvió a concentrarse en la bandeja.—¿Hoy viene Leo?

—Sí, un rato después de que yo me vaya. Dile que te acompañe a comprar, no quiero que vayas sola.

—No te preocupes...

—Debo hacerlo.— Dijo masticando la tostada.—De paso, pasan tiempo juntos y...

Unos golpes en la puerta obligaron a Kenny a interrumpirse. Tragó la tostada y corrió la bandeja para ir a abrir la puerta. Primero espió por el orificio de la puerta, vio un cabello rubio que le resultaba tan familiar que le llenó de emoción.

—¡Cariño!— Saludó a su novio en cuanto abrió la puerta. Butters se lanzó sobre él para abrazarlo.

—¡Sorpresa! Me aseguré de despertarme temprano para venir a verte antes de que te vayas.— Se separó de Kenny tomando una de sus manos. Con la otra mano, le enseñó una bolsa plástica.—Traje galletitas para desayunar, un paquete de fideos para el almuerzo y algunos snacks para llevar esta noche a casa de Stan.

—Eres un amor.— Kenny le dio un beso corto en los labios, lo veía con los ojos brillantes. Amaba la forma en que Butters siempre parecía saber lo que necesitaban.—De todos modos, iré a comprar...

—Nada de "iré"— Karen se acercó a la pareja. Kenny soltó a Butters y permitió a su hermana aferrarse a él.—Leo y yo somos los que "iremos" a comprar. Tú solo concéntrate en el trabajo y cuando vuelvas, te echas una siesta, ¿entendido?

—Pero...

—Tiene razón, Ken.— La apoyó Butters acariciando el cabello de su cuñada.—Anoche volviste tarde y pasaste la mayor parte del día despierto, no has comido bien. Lo mejor sería que cuando vuelvas, comas algo y descanses bien para que puedas disfrutar lo de esta noche.

Otro bostezo lo atacó con la guardia baja justo cuando intentaba convencerlos de que no era necesario que se preocupasen tanto por él. Butters y Karen rieron por lo bajo cuando lo vieron estirarse otra vez. Kenny se encogió de hombros y decidió que no iban a dar el brazo a torcer, así que bebió su vaso y caminó hasta el rincón.

—Bien, iré a bañarme.— Anunció tomando dos cubetas para llenar. Hace dos semanas que la presión del agua del baño iba fatal.

Cuando Kenny desapareció de su vista, Karen volvió al sillón y ordenó un poco las desordenadas frazadas a cuadros que estaban sobre este. Kenny estaba tan cansado cuando volvió que ni siquiera se molestó en taparse con ellas.

—¿Otra vez durmió en el sillón?— Indagó Butters guardando algunas de las cosas que compró en la vieja alacena.

—Sí...— Respondió Karen. Suspiró antes de continuar.—Así y todo, insiste con que yo solo debo concentrarme en estudiar.

Hace tiempo, Karen le propuso a Kenny que ella también podría trabajar para ayudarle con el pago de las cuentas y el mantenimiento, pero él nunca estuvo de acuerdo con ello, y no, no porque tuviera ideas machistas ni mucho menos. Más bien, le preocupaba el tipo de trato que podrían tener con ella tratándose de una chica joven, bonita y de bajos recursos.

Además, Kenny siempre consideró a Karen muy inteligente, y que debía concentrar eso en la escuela para poder entrar en la universidad el día de mañana.

—Trata de entenderlo, no lo dice por hacerte la contra.— Butters se acercó a ella cuando terminó de guardar lo comprado.—Se preocupa por ti, quiere...

—Darme lo mejor, sí, ya sé.— Completó ella con la vista en el piso.—Pero, ¿tanto le cuesta entender que yo también quiero lo mejor para él?

Tanto ella como la mayoría de sus amigos, estaban seguros de que, si Kenny no trabajara tanto, tendría las mejores calificaciones de la escuela. Y era una lástima que no pudiera enfocarse solo en ello, fácilmente podría obtener una beca en alguna universidad.

Pero la realidad no se podía ignorar.

—No es que le cueste entenderlo, es que...— Butters hizo un ademán con la mano con dirección al baño y negó con la cabeza.—Es Kenny.

En vista de su situación, Butters se propuso dar lo mejor de sí para sacarlos de la situación en la que estaban, ya que él sí iría a la universidad y se aseguraría de encontrar algo bueno, ya sea para colaborar con los futuros estudios de Karen o conseguir un buen hogar para los tres.

Claro, cuando Karen se gradúe de la preparatoria.

Por ahora... Él tampoco podía hacer mucho, y eso le hacía sentirse inútil.

Karen suspiró, salió de sus pensamientos cuando la escuchó murmurar algo que no comprendió. Butters pasó un brazo por sus hombros.

—Tranquila. Ya vendrán cosas mejores.

Karen sonrió.

—Dios te oiga.



 

 

Thomas se marchó en la mañana, se encontró con su hijo en el comedor antes de irse y se despidieron con un fuck you. Media hora después, Laura partió a su trabajo. A ella la despidió con un beso en la mejilla. Craig se mantuvo despierto desde entonces, y como Richard ayer le informó que el día de hoy iban a abrir más tarde y de algunos cambios de puestos en el día, se quedó en su casa. Aprovechó el tiempo para sacar los apuntes de la mochila y hacer tareas pendientes. Terminó de desayunar y encendió un cigarrillo.

A Laura no le gustaba que Craig fumara dentro de la casa, y él solía hacerle caso cuando ella estaba presente, pero dejó las ventanas abiertas y consideró que no se quedaría tanto tiempo, así que no creía que el olor se sintiera mucho para cuando ella volviera.

Mientras subrayaba una respuesta sobre una de las fotocopias, escuchó unos pasos bajar las escaleras.

Tricia se acercó a la mesa con la vista en el celular y solo se sentó a su lado sin saludar. Él se le quedó viendo esperando algo, pero no vio iniciativa de su lado.

—Buen día, ¿no?— Le dijo sin sacar la vista de la fotocopia. Empezó a anotar la respuesta en la carpeta.

—Hola.— Lo saludó desganada y sin mirarlo.

Seguido de eso, ambos hermanos se sacaron el dedo del medio.

Craig la miró de reojo, no había nada en la mesa.

—¿Vas a desayunar algo?

—En un rato.— Tricia empezó a toser y abanicarse con la mano.—¿No te dijo mamá que no fumaras dentro de la casa?

—Cuando ella está.— Agregó él.

—Bueno, pero no me mates a mí.— Volvió a toser.—Si te quieres morir, muérete tú solo.

Craig puso los ojos en blanco y apagó el cigarrillo en el cenicero.

—¿Ya?— Le preguntó con cansancio en la voz. Tricia asintió.—Y en tal caso, si yo me muero, tú me vas a seguir a mí.

Tricia enarcó la ceja sin entender de qué hablaba.

—¿Te crees que no te vi fumar en Raisins?

—Ah, sí, eso.— Tricia dejó el celular en la mesa.—Pero realmente no fumo, solo lo hago ahí porque Keyshawn dice que nos hace ver más "interesantes".— Hizo comillas con los dedos.—Pero no estoy de acuerdo. En realidad, ni siquiera sé hacerlo, solo lo dejo encendido en mi boca. No me gusta el cigarrillo.

Craig asintió.

—Haces bien.

Tricia abrió más los ojos con su comentario. Tomó una de las fotocopias que Craig estaba ignorando y lo golpeó en la cabeza con ellas.

—¡¿Qué carajo?!— Exclamó molesto.

—¿Es en serio?— Preguntó con incredulidad.—Si se supone que hago bien, ¿por qué tú...?

—Que yo lo haga, no quiere decir que tú debas hacerlo. Si me tiro de un puente, ¿tú también?

—No, antes de que te tires te ahorco yo, ¡y no me cambies la conversación!— Lo reprendió.—Es algo hipócrita de tu parte, ¿sabes? "Haz lo que digo, pero no lo que hago"...

—Para tu información— La interrumpió.—en ningún momento dije que no lo hicieras. Lo ideal sería que no y no te lo recomendaría si me preguntas, pero ya es tema tuyo hacerlo o no.

—¿Pero por qué tú...?

—No es fácil dejarlo, ¿bien?— Respondió exasperado.—Al menos ya no estoy fumando tanto como antes, desde que empecé a trabajar con los Tweak no tengo mucho tiempo y, además, PC me tiene limitado con eso. Por el torneo y esas mierdas.— Explicó.—Así que alégrate, posiblemente me tengas vivo hasta los cuarenta.

—Entonces, ¿Estás fumando menos para caerle bien a tus suegros y verte fuerte para Tweek? Tengo que darles las gracias entonces.

—¡Que no son mis suegros!— Insistió cerrando los ojos.—¿Y desde cuándo asumes que yo quiero verme bien "para alguien"? Eso no es muy feminista de tu parte.

—Pero bien que te gustaría que lo fueran.

—Sí, como sea.— Craig elevó los ojos y volvió a su lectura.—¿Y por qué te preocupa tanto de repente?

Tricia apoyó los codos sobre la mesa sin quitarle la fruncida mirada de encima.

—¿En serio me estás preguntando eso? Ayer cuando volviste de la escuela parecía que habías corrido una maratón.

—Pues sí, me intentaron robar, prácticamente corrí una maratón.

—El punto es que a tu edad no deberías respirar o toser como si fueras un tractor descompuesto, idiota.— Tricia se levantó de la silla y se dignó a buscar algo para desayunar.—Creo que es un buen momento para que te preocupes por tu salud.

—Tomo agua, hago ejercicio y prácticamente hago la misma dieta que mamá. Creo que estoy bastante bien en comparación al "fumador promedio".

—De nada te va a servir eso si sigues haciendo mierda tus pulmones.— Tricia empezó a batir el café que estaba preparando en su taza. La cuchara chocaba una y otra vez contra ella, parecía descargar su enojo con ella.

Si se ponía a explicarle los motivos por los que él continuaba fumando, iba a tener que tomar otro.

Dejó salir un suspiro frustrado.

—Si te digo que voy a intentar dejarlo en algún momento, ¿eso te va a tranquilizar?

—Supongo.— Dijo alzando el hombro, no muy convencida.—Cambiando de tema, ¿a qué hora entras a trabajar?

—En un rato. ¿Tú debes estar en Raisins a la hora de siempre?

—Sí.

Tricia terminó de hacerse su café y se sentó junto a su hermano. Él continuaba leyendo y anotando las respuestas bajo una división donde se leía "respuestas". Desayunó en silencio mirando sus redes sociales hasta que se aburrió. Terminó el café y fue a lavar su taza.

—¿Y qué tal van las cosas con Tweek?— Preguntó mientras abría el grifo.

—Bueno...— Craig pensó en el día de ayer y en lo que le había comentado Clyde antes de irse de su casa.—¿Supongo que bien?

Tricia lo miró alzando la ceja.

—¿Supones?

Soltó la fotocopia en la mesa, a pesar de que seguía con la vista en ella ya no estaba prestando atención al contenido, solo la veía.

Se recargó sobre el respaldo de la silla y se llevó las manos detrás de la nuca.

Pensó un momento antes de hablar.

—Por así decirlo... Todo apunta a que "nos gustamos", pero creo que existe la posibilidad de que él sea... ¿Bisexual?— Dudaba de cada palabra que decía.

—¡¿Cómo?!— Tricia abrió los ojos tanto como pudo. Casi se le resbala la taza recién lavada de las manos.—¿Estás diciéndome que estás compitiendo contra una chica?

—Sí... ¿No? ¿Tal vez?— Craig empezó a balancearse con ligereza en la silla.—Es decir, Clyde me comentó que a Tweek antes le gustaba una chica, una que está en el Club de Teatro y que probablemente protagonice la obra de apertura con él. Y no sé si...

—¿Crees que le pueda seguir gustando?— Tricia secó su taza con un trapo verde que reposaba en la mesada.

—Tal vez. O volver a gustar, ¿Quién sabe?— Alzó un hombro.—Pero, de todos modos, lo que tenemos no es algo serio, así que... Supongo que no debería preocuparme tanto.

—¿Estás seguro que no quieres nada serio?— Indagó Tricia con burla.—Porque si sientes celos en una relación sin compromisos...

—¡Uy, que tarde se me hizo! Debo irme a trabajar.— Craig fingió mirar la hora en un reloj invisible y se levantó de la silla, se tambaleó un poco cuando lo hizo por el balanceo previo. Apresuró el paso hasta las escaleras y desapareció.

Tricia comenzó a reír a carcajada suelta por la actitud que tomó su hermano de repente.
Vibró su celular, espió las notificaciones... Y la sonrisa se le borró.

Un mensaje de Keyshawn en el grupo que compartía con otras empleadas de Raisins y uno privado.

El mensaje del grupo era el siguiente:

Keyshawn:

Las espero hoy a las 21 hs. puntual.

 11:30 am.

Y el privado...

Keyshawn:

Hola Ruby.

✓✓  11:30 am.

Hoy viene un invitado especial. Probablemente le intereses.

Espero que te comportes.

✓✓  11:30 am.






Cada minuto que pasaba solo era un recordatorio de lo estúpido que fue al haberle dicho a Kenny que sí podían reunirse en su casa esa noche. Tendría que haber respondido "no", "no tengo ganas", "no puedo", cualquier cosa hubiera sido mejor que decir "sí".

Despertó alrededor de las dos de la tarde con un dolor de cabeza fatal, de los que piensas que tu cerebro y tu cráneo se están partiendo por la mitad, cada músculo le pesaba y la luz que entraba por la ventana le dañaba los ojos, y eso que no era un día soleado, era como cualquier otro día en ese pueblo montañoso. Pero hoy era especialmente molesto.

Su visión continuó borrosa y deslumbrada por unos cuantos segundos. Empezó a reconocer las figuras y los colores luego de ladear la cabeza unas cuantas veces, todo seguía igual a como lo recordaba, las paredes violetas, la puerta del baño junto al armario, los posters de sus películas y bandas favoritas continuaban donde siempre, un cuaderno en el suelo de la habitación, la mesita de noche a su lado, la guitarra apoyada sobre sus piernas, el celular reproducía una canción que no lograba identificar (no estaba seguro de si se debía a la resaca o si se trataba de alguna canción que se reprodujo en aleatorio de Spotify) y lo que parecía un zumbido.

Llevó la mano en dirección al móvil y con algo de dificultad pudo tocarlo con los dedos, al cabo de algunos tanteos consiguió cogerlo. Miró la pantalla, se trataba de una llamada de su padre... Una de veinticinco. Sintió su corazón subir de golpe al darse cuenta de que su padre llevaba un largo rato intentando contactarlo, pero no estaba lo suficientemente enérgico como para desesperarse por ello.

—¿Hola?— Atendió entre bostezos.

—¡Stan, por el amor de Dios! ¡¿Dónde carajo estás?!— Sí, Randy estaba muy molesto.—¡Llevo llamándote desde esta mañana para que vengas a ayudarme en la granja y no atendías el puto celular! ¡Fui a buscarte a casa y tu madre me dijo que estabas dormido!

Y en realidad, tenía motivos para enojarse.

Los sábados Stan tiene que ir a trabajar junto a él y encargarse de administrar los pedidos de Granjas Tegridad hasta las seis de la tarde. Técnicamente, Randy es su jefe y no había favoritismos desde que Stan cumplió los dieciséis.

Nunca habían tenido una relación muy agradable como padre-hijo para ser sinceros, y con el divorcio quedó demostrado ese hecho. Randy tiene la costumbre de avergonzar a Stan con actuaciones melodramáticas o extremistas, por momentos ha interferido en su vida arruinando planes y pasatiempos pasajeros, hasta ha llegado a meterlo en problemas que le costaban varios regaños por parte de sus vecinos, compañeros de escuela, amigos e incluso por parte de su madre.

—Lo siento papá, me quedé dormido. Es que...— Corrió la guitarra a un lado y se sentó en el colchón con dificultad. Alejó el teléfono de la oreja cuando oyó a Randy alzar la voz.

—¡Mira, me trae sin cuidado si te enfiestaste anoche o lo que sea, pero si te comprometes con algo, debes cumplirlo!— Stan se colocó los tenis mientras oía el sermón a través del celular. Randy hizo una pausa y lo oyó suspirar, podría apostar a que tenía los dedos en el entrecejo, un gesto que les daba identidad a los Marsh.—Espérame ahí, iré a buscarte a casa.

—Puedo ir en colectivo...

Bus, autobús.— Lo corrigió. Stan puso los ojos en blanco ante eso.—Y no, ya sabes que no me gusta que vengas solo hasta aquí, puede ser peligroso. Desayuna algo. Te veo en un rato.

La llamada finalizó, su cerebro no llegó a procesar las últimas frases que le dijo su padre, pero tampoco le dio más importancia de la que creía que tenía, a fin de cuentas, Randy tenía razón. Sí, tal vez fue más algo parecido a la coacción que a un ofrecimiento voluntario, pero Randy no lo amenazó con un arma en la cabeza para que lo ayudara con la granja los días sábados. No era tanta carga horaria para tratarse de un solo día a la semana y su padre le pagaba bien (además que le regalaba algo de hierba para él y sus amigos).

Durante su infancia, Stan odiaba la hierba y todo lo que tuviera que ver con el negocio, siempre lo vio como el responsable de la separación de sus padres (y en parte estaba en lo cierto). No fue hasta que cumplió los dieciséis que probó la marihuana por primera vez, incentivado por Kenny y Clyde. Solo la fumaba cuando sus amigos se reunían o cuando estaba realmente nervioso, fuera de eso, nunca se consideró a sí mismo un "adicto".

Por lo menos no de la marihuana.

Mientras se ponía la camiseta de "100% Hemp Tegridy", hacía memoria de cómo fue que terminó así. Todo lo visualizaba como si fuera una nebulosa, solo alcanzó a recordar que estaba tocando la guitarra, en su cuaderno escribió algo que ahora aparecía en sus recuerdos como una mancha borrosa, se sintió angustiado y bebió un sorbo de su querida licorera. Aquello se repitió un par de veces más en la misma noche y de pronto, todo se quedó en negro.

Sintió nauseas al momento en que terminó de ponerse la campera y corrió al baño. Se inclinó delante del inodoro con las rodillas sobre el felpudo y devolvió todo lo que había comido la noche anterior.

—Creo que ya se me fueron las ganas de desayunar.— Murmuró luego de limpiarse la boca con el dorso de la mano.

Tiró de la cadena y echó un chorro de limpiador en el agua con la esperanza de que el olor se apaciguara. Se dio una ducha con el agua hirviendo, al salir se lavó la boca, las manos, los dientes y se peinó el flequillo, no se preocupó por el resto del cabello porque estaría oculto debajo del gorro de todos modos.

Bajó al comedor considerando la idea de tostar un pan o algo que le llenara el estómago, cuando llegó al refrigerador se topó con un papel escrito por su madre: "Hay pizza fría". Volteó a la mesa y ahí se hallaban dos porciones que sobrevivieron a las garras de su hermana.

Se sentó para disponerse a comer, pero no alcanzó a terminar ni la primera porción, entre el celular, el sueño y principalmente la falta de apetito (algo extraño considerando que aún estaba con resaca), los minutos pasaron y Randy ya había llegado a su casa. Cuando oyó la bocina, guardó las porciones de pizza en un tupper y salió de la casa.

—¿Tu mamá te dejó algo preparado para el almuerzo?— Preguntó Randy al ver el tupper que Stan traía en mano.

—Sí, algo así.— Le respondió en un tono serio mientras se ponía el cinturón.

Randy le sostuvo la mirada unos segundos.

—¿Te encuentras bien?

Stan se recostó sobre la ventana sin mirarle a la cara.

—Sí. Solo conduce.

—¿Seguro que...?

—¡Estoy bien!— Lo cortó en seco.—Solo tuve una semana complicada, nada más.

—¿Complicada por qué?

—Tuve exámenes.— No sintió culpa por ocultarle la verdadera razón, de todos modos, tampoco estaba mintiendo.

—¿Y los aprobaste?

—Sí... Algo así.— Dijo alzando ambos hombros.

—Bueno... Bien, es la única obligación que tienes ahora.— Randy dio marcha atrás para ponerse en camino a la granja.—Cuando tengas que trabajar ocho horas por una miseria, ahí verás lo que es una semana verdaderamente complicada.

Sí... Claro, porque la escuela es poca cosa. Pensó sarcástico.

—Como sea.— Suspiró Stan con los ojos cerrados.

Durante el camino, Randy intentó entablar conversación con Stan, pero su hijo solo se limitó a escucharlo, responder con monosílabos y asentir o negar con la cabeza. A veces se sentía un pésimo hijo por no ser más cercano a él, como debería tal vez. No obstante, cada vez que intentaba abrirse con él por algún problema que le agobiaba, tendía a decir cosas que no ayudaban (como el decir que su única obligación es estudiar) o le daba largas conversaciones que, a fin de cuentas, no llevaban a ningún lado. Su madre casi nunca estaba en la casa y seguramente si le dijera que estaba agobiado o estresado, a lo mejor le respondería lo mismo que su padre: "es tu única obligación". Lo sabía porque ya lo había dicho en alguna ocasión.

De todos modos, Stan podía entenderlos, eran adultos con muchísimas responsabilidades, obligaciones, cuentas que pagar y con complicaciones aún mayores que las de él. No podía hacerles perder el tiempo por "problemas" que él mismo se creó y cosas tan banales como el no encontrar un rumbo a su vida.

Tenía casa, comida, amigos, novia y puede estudiar "gratis", ¿con qué derecho se quejaba?

Él solo tenía que estudiar de lunes a viernes durante ocho horas diarias sin ningún tipo de incentivo para hacerlo, soportar profesores que no le caían nada bien, no perder la única relación amorosa que tuvo en su vida, salvar su amistad más importante, tener buenas notas para ganar una buena beca para una buena universidad, reprimir su bisexualidad, no molestar a sus padres ni amigos, elegir bien su carrera para no auto joder su vida, pensar en independizarse, mostrarse feliz y sonriente todo el tiempo, no beber...

Problemas del primer mundo, no son gran cosa.

Se repitió hasta creérselo.

Llegaron a la granja y el -corto- día laboral comenzó.







Papá:

Hola Tweek! Recuerda avisarnos cuando llegues a la casa de tu compañera.

No saques el celular en la calle ni en el bus.

Si ves a alguien no muy confiable, solo dale todo y corre.

Cuídate!

✓✓  12:46 pm.

La residencia de los McArthur estaba ubicada a solo cuatro cuadras de la preparatoria, lo que le hizo preguntarse el porqué Red solía llegar tarde si no vivía lejos.

Antes de partir, había memorizado lo mejor que pudo el camino hasta su destino para no estar sacando el celular en el autobús. Sentado en uno de los asientos del fondo, miraba el paisaje nevado por la ventanilla del transporte y hacía garabatos en el vidrio empañado por el aliento frío que salía de su boca. Tweek se preguntaba cómo fue que sus padres le permitieron ir a la casa de Red, es decir, Tweek realmente creía que sus padres no le darían permiso porque debía trabajar en la cafetería, eso y que no conocían a Red. Sin embargo, la respuesta acabó siendo todo lo contrario a lo esperado. Incluso le dijeron que podría ausentarse los días sábados a partir de ahora, de esa forma podría concentrarse en las tareas de la semana o en las extracurriculares, como el teatro y sus actividades de arteterapia.

¿Estaban empezando a darle más "libertad"?

El autobús estaba parcialmente lleno, la mayoría de los pasajeros rondaban los treinta y pico, a juzgar por las expresiones adormiladas, aburridas o molestas, asumía que estaban yendo o viniendo de trabajar, como uno de los pasajeros a su lado, un chico de unos veintitantos que viajaba dormido. Por su cabeza cruzó la idea de despertarlo, ¿y si se había pasado de estación? Pero, ¿y si tenía un viaje muy largo y por eso aprovechó para descansar? Con ambas posibilidades en mente (y el miedo a su reacción) optó por hacer lo que suele hacer en la mayoría de las ocasiones que requiere alguna interacción social: nada.

El autobús dobló en una calle donde los baches abundaban, le molestó porque desarmonizaba por completo la ambientación que le había dado esa canción que sonaba en la radio. La primera vez que oyó "Do I Wanna Know?" de Arctic Monkeys no le había convencido del todo, hasta que la oyó unas... Cinco o seis veces en el celular de Craig.

Cuando lo recordó cantando el estribillo con el humo del cigarrillo saliendo como nubes de algodón de los labios rosados, formó una sonrisa en su rostro que no pudo evitar.

Pensar en Craig fue lo que le hizo darse cuenta de que estaba divagando demasiado. Volvió la vista al camino y se dio cuenta de que estaba a pocos metros de su destino. Se levantó del asiento para llegar al timbre de parada, la puerta de bajada estaba bloqueada de gente.

Mucha gente...

Si tan solo alguno tuviera el pulgar sobre el botón como un indicio de que están esperando estar en la parada para presionarlo, la presión de tener que pedir permiso para pasar entre las personas y tocarlo él mismo no se sentiría tan temblorosa en su cuerpo. Intentó tocar el hombro de una señora vestida con un abrigo marrón para pedirle amablemente que se corriera, pero en cuanto alzó el brazo para hacerlo, su propio cuerpo se contraía y le hacía dudar de su acción, ¿qué haría si la señora interpretaba su acción como una muestra de impaciencia? ¿y si le miraba mal por querer pasar por delante de ella? Tal vez estaba pensando en tocar el botón y solo debía esperar. Se puso en punta de pie para espiar por las ventanas, ya estaba en la parada en la que debía bajar, ¡¿por qué nadie tocaba el condenado botón?! O mejor dicho...

¿Por qué le estaba costando horrores algo tan simple como pedir permiso?

Intentó decir la palabra "disculpe" entre balbuceos, cuando finalmente pudo decirla, se dio cuenta de que la señora no le oyó (o tal vez sí pero simplemente lo ignoró). ¿Debía decirlo de nuevo? ¿Pero y si lo oyó la primera vez y decirlo por segunda vez resultaba molesto?

Pensamientos demasiado largos para tratarse de una acción muy cotidiana. Pensamientos que empezaban a ponerlo nervioso. Nervios que le daban palpitaciones. Palpitaciones que le hacían sentirse mareado. Mareos que le hacían sentirse enfermo. Un efecto en cadena que no había experimentado hace tiempo de esa manera.

—Joven, ¿quieres pasar?

La señora se había girado por casualidad y lo vio parado detrás suya aún con la mano extendida. Tweek salió de su trance al oírla, miró a los costados y se dio cuenta de que había estado parado y titubeando todo ese rato. Se sintió patético.

Asintió con nerviosismo y la señora se hizo a un lado. Llegó hasta el botón pasando entre los pasajeros, oír el timbre le dio sensación de alivio, ahora el conductor debía frenar en la siguiente parada (porque entre tanto balbuceo se había pasado al menos dos cuadras) y toda esa presión por intercambiar palabras con otras personas quedaría atrás hasta nuevo aviso.

Error. El colectivo no paró, el conductor no había oído el timbre.

Tenía que gritar "parada". Solo una palabra y podía salir.

¡Cómo le hacía sudar tratar de decir una puta palabra!

Tweek odiaba llamar la atención y no quería que al gritar "parada", alguien se fije en él y tal vez piense que se ve como un tonto o... Algo, simplemente no quería que mucha gente notara su presencia.

Abrió la boca y se quedó en blanco, ¿qué era lo que tenía que decir? Lo había olvidado.

—¡Oye! ¡Presiona el maldito botón!— Gritó uno de los pasajeros. Un hombre de cuarenta y pico con chaqueta de jean y una bandana.

Oírlo le revolvió el estómago. Estaba seguro de que vomitaría en cualquier momento. Si eso sucedía, lo siguiente sería morir de vergüenza.

—¡Parada!— La señora de abrigo marrón, una vez más, le había salvado.

Respiró aliviado cuando vio el autobús detenerse. Bajó apresurado y respiró desesperado, sentía que se había ahogado con su propia saliva y un persistente nudo en la garganta. Jamás se había sentido tan aliviado por estar en aire fresco.

—Mierda...— Consiguió decir en entrecortadas exhalaciones.

Miró en sentido contrario, tenía que volverse algunas cuadras para llegar a la casa de Red. Corrió por cinco minutos hasta que, por fin, llegó.

Miró el celular en cuanto fue recibido por Red. Tenía algunos mensajes de su padre, su madre y uno reciente de Craig, el cual abrió primero por accidente.

Craig:

Pregunta tu padre que si ya llegaste a la casa de Red.

Por favor, respóndeme rápido porque ya me preguntó tres veces y no quiero sacarle el dedo por pesado.

✓✓  13:21 pm.

Tweek:

Acabo de llegar. Ya le aviso.

✓✓  13:23 pm.

Y no le saques el dedo, por favor. Quiero que todavía tengas la opción de entrar por la puerta.

✓✓  13:23 pm.

Dicho y hecho, Tweek salió del chat de Craig y abrió los mensajes de su padre, sintió un mal sabor de boca al recordar por enésima vez en el día que afuera era peligroso. Pensó en responderle que no era necesario que le recuerde eso, pero no quería recibir cuarenta mensajes cargados de sermones, anécdotas y metáforas que no le lleven a ningún lado. Así que solo texteó un "ya llegué, no te respondí porque iba parado en el bus".

Guardó el teléfono, pero lo sacó de nuevo al sentirlo vibrar.

Craig:

Seguiré entrando por tu ventana. Es más romántico así.

✓✓  13:24 pm.

Tweek:

Es cliché.

✓✓  13:25 pm.

Craig:

El cliché es cliché por algo.

Es una idea repetida que (bien aplicada) sigue siendo un buen recurso.

✓✓  13:25 pm.

Tweek:

Bueno... Pensándolo bien, creo que es un buen cliché.

✓✓  13:25 pm.

Craig:

Seguiré haciéndolo entonces, pero ahora con tu consentimiento.

✓✓  13:25 pm.

Bien, te dejo, tengo que cubrir el puesto del hijo de mi jefe.

Al cual le doy como cajón que no cierra por las noches. Otro cliché muy bueno.

✓✓  13:25 pm.

Tweek:

Lo que no es muy bueno es la idea de que te despidan.

✓✓  13:26 pm.

Craig:

¿Por qué? Ni que lo hiciéramos en la cafetería o que sirviéramos un café con leche de dudosa procedencia.

✓✓  13:26 pm.

Tweek:

A veces eres increíble.

✓✓  13:26 pm.

Por cierto, no sería mala idea lo de hacerlo en la cafetería ;).

✓✓  13:26 pm.

Craig:

Luego soy yo la mala influencia, ¿no?

Pequeño y hermoso demonio.

✓✓  13:26 pm.

Tweek:

Es que lo disimulo mejor que tú.

Bien, te dejo, no quiero distraerte más tiempo.

Nos vemos, tigre.

✓✓  13:27 pm.

Craig:

¡Rómpete una pierna!

✓✓  13:27 pm.

Sonrió para sí mismo, leyó de nuevo esos últimos mensajes antes de guardar el móvil en el bolsillo canguro del buzo verde olivo.

Se dirigió al patio, donde le dijo Red que estaban el resto de los chicos que actuarían en la obra.

Llegó al patio... Y se congeló en su lugar al encontrarse con más personas reunidas de las que esperaba.

Oh Dios... Esto no será fácil.






Una vez concluido el día laboral en la granja a las seis de la tarde, Stan fue llevado hasta su casa, Randy lo despidió con una palmada en la espalda antes de irse en el auto. Se adentró en su casa y se encontró con su madre. Vio su cartera negra apoyada sobre la mesa, acababa de llegar de la clínica estética, supuso que estaría cansada.

—¿Mamá?— Preguntó Stan desde la puerta de entrada.

—¡Hola Stan!— La voz de su madre se oyó desde la cocina. Se acercó al arco que dividía las habitaciones, vio a su madre de espaldas mientras acomodaba cosas en la alacena.—¿Cómo te fue en el trabajo?

¿Cómo le fue a Stan en el trabajo? Como la mierda.

Si tener que lidiar con cinco clientes molestos él solo (sí, Randy lo dejó solo en esa situación) porque la marihuana que habían comprado tenía líquidos blanquecinos que no pudo explicar de dónde provenían no fue suficiente para que su día laboral entrara en la categoría "malo", su padre le había llamado la atención varias veces en el día porque se quedaba dormido en la mesa o porque no le prestaba atención cuando hablaba. Y a todo eso, podía sumar que no había conseguido comer nada más a parte de ese cutre desayuno, ni siquiera terminó de comer las porciones de pizza que se llevó en el tupper.

Tenía sueño, hambre pero no apetito, cansancio mental y la cabeza le martilleaba. Ni siquiera tenía suficiente energía para estar molesto o triste.

Sin embargo, la respuesta que le dio fue...

—Normal.— Contestó con las manos en los bolsillos y la mirada vacilante en el piso, con un pequeño levantamiento de hombros para hacerlo ver casual.

Sí, tal vez estaba mintiendo descaradamente, pero imaginar a su madre volviendo del trabajo agotada y con la cabeza en la cita que tendría con su nuevo novio dentro de un rato le hizo reprimir toda queja. Estaba seguro que lo último que querría Sharon sería escuchar a su hijo hablar y hablar de lo mierda que se sentía por muchas cosas.

Pero no era un problema para Stan hacer eso, ya estaba acostumbrado a no validar sus propias "quejas".

Porque no tenía de qué quejarse.

Su madre se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

—Bien amor.— Acarició el costado de su cara y se fue caminando. Continuó hablando mientras se dirigía a su habitación.—En un rato viene Roy a buscarme. Compré pizza para que le des a tus amigos cuando vengan, solo le tienes que poner el queso y con lo que quieras acompañar.

Oyó la puerta cerrarse justo cuando terminó de hablar.

—Sí, gracias ma.— Murmuró.

Abrió la nevera en busca de algún alimento, algo que con verlo le despierte el apetito, pero nada le abría el estómago, solo tomó la caja de leche y se sirvió un vaso antes de cerrar la puerta. Subió a su habitación y sacó el celular.

Se sacó las zapatillas usando sus pies y se recostó en la cama mientras leía los mensajes que tenía. Uno de Wendy, otro de Shelly que enseguida archivó para no abrirlo, algunos mensajes en el grupo de 6to año pidiendo una tarea de la que ni siquiera estaba enterado de que existía y un grupo que recientemente creó Kenny.

Kenny ha creado el grupo "Fiesta en casa de Marshmellow".

Kenny ha agregado a Stan.

Kenny ha agregado a Butters.

Kenny ha agregado a Tucker.

Kenny ha agregado a Clyde.

Kenny:

Arriba gente que es sabadooooo

✓✓  09:16 am.

Tucker:

¿Pero qué le pones al desayuno para estar con ese humor a la mañana? ¿Merca?

✓✓  09:10 am.

Kenny:

Buen dia para ti también Fucker<3

✓✓  09:15 am.

Tucker:

Ya te dije que no me llames así.

✓✓  09:17 am.

Clyde:

Ese apodo solo lo puedo decir yo.

✓✓  09:30 am.

Tucker:

¿Te caíste de la cama que te has despertado tan temprano?

✓✓  09:45 am.

Clyde:

Esoty en la zapatería

✓✓  09:50 am.

Tucker:

Estoy*

✓✓  09:50 am.

Clyde:

Estoy*

Hijo de puta estaba corrigiendo.

✓✓  09:50 am.

Tucker:

Muy lento.

✓✓  09:51 am.

Butters:

Que raro que estés contestando los mensajes, Craig.

✓✓  10:09 am.

Kenny:

Creo que ya silencio el grupo </3

✓✓  01:52 pm.

Clyde:

Me dijo que silenció el grupo desde que lo creaste pero estaba aburrido y se quedó viendo un rato a ver si decían algo importante.

En fin xq hiciste el grupo?

✓✓  02:02 pm.

Kenny:

Porque siempre hacemos grupos cuando nos juntamos, no? Cuando no vienen todos, para no joderlos.

Y para saber a que hs irán en la casa de Marshmellow, y si van a llevar algo.

Yo y Leo caemos a eso de las 21 hs.

✓✓  03:15 pm.

Clyde:

Puedo ir con ustedes? No tengo pareja </3

[Sticker de gato llorando]

✓✓  03:32 pm.

Butters:

Ve con Craig.

✓✓  03:34 pm.

Clyde:

Me bloqueó xq le mandé un video de una boda de cuyos que terminaba con asado de cuyos.

[Sticker de gato llorando]

✓✓  03:36 pm.

Kenny:

Dsp te preguntas porque la pones muy poco en remojo.

✓✓  04:30 pm.

Clyde:

Parece que no pudo soportar el estilo Neutrón.jpg.

✓✓  04:32 pm.

Tucker:

Kenny, ¿me dejas ser administrador?

✓✓  05:20 pm.

Kenny ha hecho administrador a Tucker.

Tucker ha eliminado a Clyde.

Tucker:

De nada.

✓✓  05:30 pm.

Kenny:

JAJAJAJAJAJA que hdp

✓✓  05:32 pm.

Butters:

C mamó.

✓✓  05:35 pm.

Kenny:

Llevo cerveza?

✓✓  05:40 pm.

Tucker:

No Kenny, no te hagas drama, compro en la esquina cuando salgo.

Yo voy a las 22 hs. más o menos.

✓✓  05:55 pm.

Butters:

Nosotros llevamos las papas igual amor, ven a casa cuando salgas.

✓✓  06:00 pm.

Kenny:

Ok en un rato voy.

✓✓  06:10 pm.

Stan:

Como que fiesta? Dijimos que iva a ser algo tranqui, Kenny.

✓✓  06:25 pm.

Tucker:

Iba*.

La "v" sale carita.

✓✓  06:26 pm.

Stan:

Le hable a Kenny

✓✓  06:26 pm.

Kenny:

Va ser algo tranki Marshmellow.

✓✓  06:28 pm.

Kenny ha cambiado el asunto de "Fiesta en casa de Marshmellow" a "Reunión privada en casa de Marshmellow".

Kenny:

Queda hasta serio

[Sticker]

✓✓  06:29 pm.

Tucker:

Entendí la referencia.

✓✓  06:30 pm.

Stan:

Entocs Kenny y Butters vienen a las 21hs, Clyde mas o menos viene a la misma hora y Craig a las 22hs

Son todos?

Tengo pizza, espero que alcance para todos.

✓✓  06:31 pm.

Tucker:

Por mí, está bien.

O llevo para hacer más si llega a faltar.

✓✓  06:31 pm.

Kenny:

X2

Ya hablé con Clyde viene conmigo y Butters.

Y dice que lo desbloquees Craig.

✓✓  06:32 pm.

Tucker:

No.

✓✓  06:33 pm.

Kenny:

Dijo que la chupes entonces.

[Sticker]

✓✓  06:33 pm.

Tucker:

A.

✓✓  06:34 pm.

Stan:

Puto.

✓✓  06:35 pm.

Tucker:

Te dicen.

[Emoji de fuck you].

Bueno, tengo que seguir trabajando. Nos vemos.

✓✓  06:35 pm.

Kenny:

Yo ya salí, espero llegar vivo a casa jajan't.

Nos vemos a la noche perros.

[Emoji de pulgar arriba]

✓✓  06:36 pm.

Dejó el celular a un lado. Algunos de los mensajes de sus amigos le sacaron una pobre sonrisa, hubiera deseado mantenerla más tiempo. Vio el vaso con leche que a fin de cuentas no bebió y luego miró el techo.

Trató de mentalizarse que por esa noche debía estar bien. Sonreír, pasar el tiempo con sus amigos y distraerse, no pensar en nada que le destruya, ignorar todo, estar bien.

Estar bien.

Estar bien.

Estar...

¿Por qué su vista se volvía borrosa?

¿Por qué sentía los ojos húmedos?

¿Por qué le temblaban las manos?

...

¿Por qué estaba volviendo a beber?






—¡Ya llegué!— Avisó Kenny en cuanto entró a su casa.

La puerta de su habitación se abrió y Butters salió a recibirlo con un abrazo.

—Me estaba preocupando ya.— Le dijo su novio, y lo besó.

Kenny alzó la vista, buscó a Karen con la mirada, pero no vio a nadie más salir de su cuarto.

—¿Y Karen?

—Fue a ver a Tricia.— Le explicó. Kenny lo miró con intención de preguntar lo que resultaba obvio.—Yo la acompañé a su casa.

—Ah, bueno... Qué raro que no me dijo hoy antes de que me vaya.— Kenny se rascó la cabeza y desordenó su pelo más de lo que ya estaba.

—En realidad se lo sugerí yo. Me refiero... — Butters se sentó en el sillón de la sala, pensativo. Kenny se acercó a la alacena.—Lucía preocupada por ella... ¿Deberíamos decirle a Craig?

—Depende, ¿te dijo por qué?— Kenny encontró una nueva bolsa de cereales y no dudó en servirse. Se lo enseñó a Butters, él asintió, así que Kenny tomó otro recipiente.

Butters pensó en la conversación que tuvo con ella.

Flashback

Terminó de ordenar la cama de Kenny. Sábanas cambiadas y bien tendidas.

Volvió a la cocina a comprobar si los fideos que dejó en la olla ya estaban listos. Los coló y sirvió en dos platos. Karen le ayudó a poner la mesa y se sentaron juntos a comer.

Lo extraño de ese almuerzo fue el silencio. No era algo propio de ambos, solían conversar muchísimo en la comida. Sin embargo, Karen tenía la mirada perdida, no sacaba los ojos del plato y solo enredaba cada fideo en su tenedor sin llevarlo a su boca.

—¿Sucede algo, Karen?

Karen lo miró.

—Es...— Parecía estar a punto de decirlo, pero se arrepintió.—Nada realmente.

—Si te tiene preocupada, evidentemente es algo.

—Es que prometí...— Seguía dubitativa.—No decirlo.

Butters la miró empático, ¿Quién hubiera dicho que su cuñada y él estarían en la misma situación? Acarició la mano de ella para consolarla, hacerle entender que la comprendía.

—Te entiendo.

Pasaron unos minutos más en silencio, Butters casi terminaba el plato, pero a Karen aún le quedaba mucho.

—Bueno...— Ella volvió a romper el silencio.—¿Prometes no decirlo?

—Por supuesto.— Butters tragó el último fideo y asintió con la cabeza.—¿A Kenny?

—No te pediría eso, pero es que...— Hizo a un lado el plato para apoyar los brazos.—Es sobre Tricia, y sé que ustedes se llevan bien con su hermano, y no sé si... Tal vez quieran decirle, o si ya sabe... Realmente no sé qué hacer. Y no quiero que se meta en... Más problemas.

—Bueno...— Butters tomó su plato y lo llevó hasta el fregadero.—Realmente no sé cómo será la relación de ellos, pero por lo menos Craig parece ser muy pegado a su familia, dudo que Tricia le oculte algo si ese algo le causa tanto problema.

—Sí, entiendo...— Karen llevó su plato a la olla para recalentar los fideos.—El problema es que no sé en qué está metida, y ella no quiere decirme, pero sé que es algo malo.— Estiró las mangas de su buzo (mejor dicho, uno que heredó de Kenny). Siempre hacía eso cuando estaba nerviosa.—Tricia hablaba hasta por los codos, y últimamente está muy apagada, siempre está revisando el celular... Y creo que empezó a fumar, igual que Craig.

—Que cagada...— Se lamentó Butters.—Y a ti te angustia que no te diga lo que está pasando.

—¡Es que insiste que está bien! Que no pasa nada, pero yo sé que algo oculta y Ike está de acuerdo conmigo.

Butters se apoyó en la mesada con las manos dentro de los bolsillos del abrigo color cyan. Entendía la angustia de Karen, el no poder hacer nada por un amigo, no poder siquiera darle un sermón.

La entendía perfectamente y estaba seguro de que Kenny también.

—¿Y por qué no vas a visitarla? Tal vez puedas pasar tiempo con ella, hablar o lo que sea, y cuando se sienta en confianza, tal vez te cuente lo que sucede o puedes preguntarle. Yo te acompaño.

Karen sonrió.

—Me parece una buena idea.— Aceptó.—Iré a cambiarme.

—¡Pero primero termina los fideos que estás calentando!— Le gritó Butters cuando vio que se iba directo a su habitación.

—¡Sí!

Fin del flashback.

—En realidad no lo sabe.— Dijo Butters aceptando el pequeño plato hondo con cereal.—Solo sabe que es algo que le está afectando.

—Entiendo...— Kenny se llevó la mano a la barbilla.—Tal vez no sea necesario decirle, conociéndolo... Ya habrá hablado con ella si se dio cuenta.

—Sí... Supongo.— Butters dio una probada al cereal.—No le pusiste leche.

—¡Oh, lo olvidé!— Kenny extendió el brazo.—Dame y le pongo.

—No, la leche va a antes del cereal, ya así no tiene gracia.— Se burló Butters.

Kenny le miró con extrañeza.

—¿Qué clase de persona pone el cereal después? Es primero el cereal, luego la leche.— Sostuvo con firmeza.—Hasta yo que como poco lo sé.

—¿Me estás diciendo que te gusta sentir el cereal húmedo en vez de crujiente? Eso sí que es raro.

—Hay muchas cosas que me gusta sentir húmedas.— Kenny le guiñó el ojo antes de comer otra cucharada de cereal.

—No Kenny, tienes que dormir.— Se negó Butters. Ya sabía las intenciones de su novio.

—Duermo después.— Lloriqueó esperando que eso lo convenciera.

Kenny recostó la cabeza en el muslo de Butters y refregó su mejilla contra él. Butters le acarició el pelo con la esperanza de que eso le diera sueño, sin embargo, Kenny no cedió.
Cuando sintió sus manos pasar por encima de su entrepierna, le fue difícil negarse. Ya no quería hacerlo, mejor dicho.

—Eres demasiado tentador.— Se quejó Butters cuando Kenny ajustó su agarre. Kenny se incorporó un poco para llegar a la altura de su cara.

—¿Eso significa...?

—Significa que te pongas en cuatro.

—En cinco querrás decir.— Bromeó Kenny bajando los ojos para que Butters entienda a qué se refería.

—Cállate.— Le ordenó antes de callarlo con un beso.

Kenny le siguió el beso mientras comenzaba a quitarse la parca anaranjada.




 

 

A las 20 hs. Tweek se encontraba en su habitación acostado en su cama, tapado hasta la cabeza.

Les escribió a sus padres que ya estaba en su casa y no volvió a tocar el celular. Sabía que Red le había escrito, pero no quería responderle.

Ni a ella ni a nadie.

Regulaba su respiración como podía, hacía ejercicios que le recomendó la profesora Ellen, aunque ahora no tenían ningún efecto. Su cuerpo temblaba, los tics en sus ojos habían aumentado, sentía miedo y el pánico le haría correr en cualquier momento, ¿pero a dónde iría?

Ya corrió suficiente por un día.

Se sentía un cobarde, ridículo y un pésimo compañero.

—Oh Dios...— Sollozaba bajo las frazadas.—¿Cómo los miraré a los ojos el lunes?




 

 

Estacionó la moto a metros de la puerta de Raisins, Tricia se bajó de la moto y le devolvió el casco. La noche estaba oscura y fría como de costumbre, esa cuadra solo estaba iluminada por una luz anaranjada, el gigantesco cartel del club.

—¿Me das algunos cigarrillos?— Le preguntó mientras acomodaba su abrigo.

Craig subió el protector del casco para mirarla con nitidez. No podía decirle que no. Buscó en el bolsillo de la chaqueta de cuero la caja de cigarros, sacó dos y un billete.

—Toma, para que te compres algo para comer si puedes.

—Pero ya comí en casa.— Le dijo Tricia tomando lo que su hermano le dio.

—Solo por si acaso.— Craig se quitó el casco y lo apoyó en la moto.—¿A qué hora paso? ¿A las seis?

—Como siempre.— Respondió Tricia guardando los cigarros y el dinero en su cartera.—Debo entrar ya, gracias por alcanzarme.

—Anda, yo te miro de aquí.

Asintió con la cabeza antes de alejarse de Craig.

Tricia le sugirió a Craig que lo mejor sería que no le vieran con ella fuera del club, no quiso explicarle el motivo pero le dijo que solo era por si acaso. A Craig cada vez le agradaba menos la idea de que su hermana trabajara ahí, pero aceptó de todos modos. No era para siempre.

Cuando se aseguró de que su hermana ingresó al club, volvió a ponerse el casco y se marchó.

Dentro, Tricia se quitaba el abrigo mientras se dirigía a la suerte de camerino que tenían las empleadas. El revelador uniforme la esperaba allí, y unos cuantos kilos de maquillaje. Antes de que pudiera abrir la puerta, una mano le apretó el brazo y la obligó a voltearse. Estuvo a punto de gritar de la impresión.

—¿Qué fue lo que dijo Keyshawn de los novios?— Interrogó el guardia de la puerta con seriedad.

El guardia era alto y de brazos fuertes, de piel morena y tenía el cabello rapado a los costados.

Pero eso no era suficiente motivo para que Tricia le temiera.

Se quitó la mano de encima en un forcejeo mientras le respondía.

—Es mi hermano, infeliz.— Le puso el dedo del medio en la cara antes de entrar al camerino y cerrar la puerta.

—Esa chica necesitará en algún momento un buen escarmiento.— Refunfuñó el guardia alejándose de la puerta del camerino.







La hora en la que sus amigos llegarían se aproximaba, cuando sintió un ligero mareo se obligó a dejar de beber. Quería recibirlos sobrio en la medida de lo posible.

Se miró al espejo y se arregló el cabello. Se puso lo primero que encontró literalmente hablando: la nueva campera de la escuela que colgaba de la silla de su escritorio y un pantalón deportivo de algodón color negro que había tirado a los pies de la cama, lo que podía decirse "ropa cómoda".

Su celular vibró por un mensaje de Wendy:

Wen :

Diviértete hoy!

✓✓  08:52 pm.

Stan:

Gracias linda

✓✓  08:55 pm.

Se sintió lo más rastrero que había en la faz de la Tierra luego de enviarle ese mensaje.

Bajó al living a preparar la consola y luego entró a la cocina para poner al horno las pizzas que su madre le compró. Cortó varios pedazos de queso mozzarella y los esparció a lo largo de las tres pizzas. Una sería solo de mozzarella, otra con jamón y a la última le pondría pimientos.

Abrió el horno de la cocina y escuchó a Shelly bajar por las escaleras.

—Wow, ¿en serio sabes encender el horno?— Se burló su hermana acomodando su abrigo.

Stan solo la miró de reojo con fastidio.

—¿No tienes algo mejor que hacer?— Respondió mientras ponía una de las bandejas dentro del horno.

—Sí, iré a ver a mi novio.— Le contestó abrochando el último botón de su campera contra la nieve.—¿Tu novio no vendrá hoy?

Stan chocó la mano contra la pared interna del horno cuando escuchó la pregunta y se ocasionó una quemadura. Insultó por lo bajo y agitó la mano herida con desespero antes de llegar al grifo.

—¿Cómo que "novio"?— Preguntó mientras mojaba su mano.

—Pues el judío, ¿de quién voy a estar hablando?— Le dijo poniendo los ojos en blanco.—No sé, pasan tanto tiempo juntos que parecen más novios que otra cosa.

Si pensaba que su día no podía ir peor, se equivocaba.

—No, no vendrá y no es mi novio.— Respondió molesto. Cerró el grifo y se volteó a verla.—Si no vas a decir nada bueno, mejor vete ya.

Shelly abrió un poco más los ojos.

—Como digas, mojón.— Volvió a poner la vista en blanco y se dirigió a la puerta.

La puerta de entrada se cerró. Ya en la soledad, se apoyó sobre el lavabo de la cocina y pensó el motivo por el que le había molestado tanto lo que dijo Shelly: ¿Le molestaba que había insinuado que él y Kyle tenían una relación amorosa o haber tenido que responder que no vendría?

Tal vez ambas respuestas eran correctas.

Las manos le temblaban y sabía lo que necesitaba para que dejen de hacerlo. Sirvió el vino que quedaba en la caja en un vaso de plástico y lo bebió completo de un trago.

Tranquilo, tienes que estar bien. Se repitió en su interior varias veces hasta que le quedara grabado.

Tocaron el timbre tres veces, reconoció que era el toque de Kenny.

Tomó las llaves y fue a la puerta, no necesitaba mirar por el agujero para asegurarse de que fuera su amigo.

Respiró profundo antes de abrir la puerta.

Tranquilo, sonríe, sé cómo eres siempre.

—¡Kenny!— Lo saludó emocionado.

Debería ser actor.

—¡Marshmellow!— Kenny le dio un abrazo ni bien entró a la casa. Pasó la mano por los brazos para quitarse la nieve de encima y luego se quitó la capucha de la parca.

Butters le siguió detrás y saludó a Stan con un golpe de puños, la otra mano la tenía ocupada con algunas bolsas de papas y nachos.

—¿Y las pizzas?— Fue lo primero que preguntó Clyde al abrazar a Stan.

—Se dice "hola".— Rió Stan cerrando la puerta.—Las pizzas ya están en el horno.

Sus amigos dejaron sus abrigos en el perchero de la entrada y tomaron asiento en el sillón de la sala.

—¿No que íbamos a jugar al Guitar Hero?— Preguntó Clyde al no ver las guitarras de dicho juego.

—Ah...— Stan se sintió increíblemente tonto por haber olvidado ese detalle.—Es que... Olvidé decirle a Kyle que me devuelva las guitarras.

—Qué pena, no voy a poder enseñarles mis dotes musicales.— Rió Clyde. Metió la mano en la mochila que colgaba de su hombro y sacó una caja de cd.—Traje el GTA de todos modos.

—Yo traje mis ganas de jugar.— Dijo Kenny imitando a Clyde.

Stan sonrió a medias.

—Bueno, ustedes empiecen a jugar.

Butters olfateó el aire, algo olía a quemado.

—¿Ustedes también huelen como si algo se estuviera quemando?

—¡LAS PIZZAS!— Stan se llevó las manos a la cabeza antes de correr a la cocina, fue seguido por Kenny.

—Cagamos, hay que pedirle al marica que traiga pizza.— Se lamentó Clyde con seriedad.

Butters sacó el celular y envió el mensaje.

Butters:

Craig, puedes comprar pizza en el camino? Luego te pasamos lo que haya salido.

✓✓  09:18 pm.

Craig:

????

Pero Stan dijo que tenía.

✓✓  09:20 pm.

Butters:

Creo q se quemaron

✓✓  09:21 pm.

Craig:

Una cosa tenía que hacer nada más...

Bien, llevo yo.

✓✓  09:22 pm.

—¡Las pizzas están bien!— Gritó Kenny desde la cocina.

—Bien quemadas.— Respondió Butters en burla.

Stan y Kenny cortaron en ocho porciones cada pizza y las sirvieron en una bandeja de madera. Stan las llevó hasta la pequeña mesa de la sala y regresó a la cocina en busca de los vasos.

—Con razón se hicieron tan rápido, tenías la llama al máximo.— Señaló Kenny entre risas apagando el horno.

—Sí, no puse atención.— Stan sacó una Coca-Cola de la heladera y la empezó a servir en cada vaso rojo. Le alcanzó a Kenny uno de ellos.—¿Cómo te fue hoy en el trabajo?

—Bien, como siempre.— Respondió sin darle mucha relevancia.—¿Y a ti?

Ah... ¿Por qué mierda pregunté?

—Regular.

—¿Quieres contarme?

Stan negó con la cabeza.

—No, está bien.— Rechazó.—Mejor vamos a la sala, quiero... Distraerme.

—Claro.— Aceptó Kenny.

O evadir preguntas. Supuso Kenny para él mismo.







La música sonaba fuerte, pero no lo suficiente como para no oír si Craig llegaba. Tocaron la puerta una hora después, los chicos continuaron jugando a Grand Theft Auto en lo que el dueño de casa atendió a la puerta. Stan puso el ojo en la mirilla y vio a un chico vestido mayormente de negro con un chullo azul cargando dos cajas de pizza, un paquete con latas de cerveza y un casco en el antebrazo.

Me va a matar.

—Hasta que te dignaste a venir.— Le dijo al abrir la puerta.

—"Hola Craig, gracias por traer las cervezas y las pizzas que tuviste que comprar con lo último que te quedaba en el bolsillo porque soy un idiota que quemó las que tenía"— Se burló el mayor.—¿Puedo pasar?

—Si quieres.— Stan se corrió de la puerta.

—Permiso.

Stan tomó las cajas de pizza que Craig cargaba en brazos y las llevó hasta la mesa del living. Craig tomó el casco con ambas manos para luego quitarse el cubrebocas y la chaqueta, pero el perchero ya estaba ocupado por los abrigos de sus amigos.

—Stan— El mencionado se giró.—, ¿Dónde puedo...?

—Ah, sí.— Stan cogió la chaqueta y el casco.—Los dejo en mi habitación. Tú ve a sentarte.

Subió por las escaleras hasta su cuarto a dejar las cosas de Tucker, le fue imposible ignorar el embriagante olor a cigarrillo que tenía la campera.

—Creo que se me petó un pulmón de oler eso.— Comentó a solas tapando su nariz luego de colgar el abrigo y dejar el casco en el escritorio.

Tomó el picaporte para volver a la sala con sus amigos y se detuvo ahí. Había estado con ellos durante una hora y ya se sentía agobiado, disimular su inquietud se le hacía cada vez más difícil. Soltó la perilla y decidió permanecer un rato más en su habitación hasta que se sintiera tranquilo, lo malo es que eso no era suficiente.
Aún olía el cigarrillo de la chaqueta y se le antojó uno. Buscó su caja de cigarrillos y se metió en el baño de su habitación a fumarlo. Tras dar algunas caladas se sintió más tranquilo.

Ahora sí podía volver con sus amigos.

Salió del baño y volvió a poner la mano en el pomo de la puerta.

Pero antes...

Miró el cajón de su mesa de luz. Se acercó al mueble y de ahí sacó la licorera que atesoraba, le dio un largo trago al contenido. Su cuerpo ya se sentía más relajado, se sentía alegre y las preocupaciones dejaron de invadirlo.

Salió de su habitación y caminó hasta la sala, notó como el piso bajo sus pies parecía moverse a cada paso, pero lo ignoró tanto como fuese posible.

Clyde, Butters y Craig estaban sentados en el sillón amarronado, mientras que Kenny estaba sentado en una silla con el respaldo al revés.

—Ahí vino.— Señaló Craig con un movimiento de cabeza.

—¡Stan, te perdiste la persecución de Clyde! ¿Qué hacías tanto en la habitación?— Preguntó Kenny.

—Para mí que le estaba mandando nudes a Wendy.— Bromeó Clyde y sus amigos rieron.

—No, a tu chica.— Contraatacó Stan sentándose junto a Craig.

—¿Cuál de todas?— Respondió Clyde con aires de superioridad.

—Clyde— Intervino Craig tratando de no tentarse a reír.—, Bebe te preguntó la hora y le dijiste "jueves", deja de dártela de Casanova.— Luego observó a Stan y le mostró una lata de cerveza.—¿Quieres?

Stan asintió con la cabeza y aceptó la lata.

—¡Hablando de Bebe!— Clyde ignoró las risas.—¡Creo que tiene novio!— Se lamentó ocultando su cara en sus manos.

—¡¿Cómo?!— Butters puso pausa al juego y miró a Clyde sorprendido.

—Y si la pobre esperaba a que tú avances...— Teorizó Craig con cizaña.

—¡Deja de poner sal en la herida, Tucker!— Lo señaló Clyde conservando el tono melodramático en la voz.

—Bueno, pero, ¿Cómo qué crees?— Volvió a preguntar Butters.

—Es que subió una historia a Instagram mostrando que salió a comer con alguien y creo que era un chico.— Comentó Clyde. Bebió un sorbo de cerveza al final.

Al menos no soy el único deprimido. Pensó Stan mientras bebía de su lata.

Kenny puso la silla en la que estaba sentado delante de su amigo para hablarle de frente. La silla tenía el respaldo de madera en dirección a Clyde.

—A ver Clyde...— Empezó mientras tomaba asiento en ella.—Tú deja que Bebe tenga novio, ¿por qué? Porque si Bebe está soltera, serías tú contra veinte. Pero si Bebe tiene novio, eres tú contra uno solo.

Clyde se llevó la mano a la barbilla y pensó en lo que Kenny le dijo. No veía fallas en su lógica.

—¡Qué buena id...!

—Pero estarías compitiendo contra el que le ganó a veinte.— Aportó Craig desde la otra punta del sillón y rompió todas las esperanzas de Clyde.

—Gracias por cagarme la poca motivación que tenía, hijo de puta.

—De nada.— Craig se cruzó de piernas y bebió su cerveza.

Los temas de conversación variaban, el joystick iba de mano en mano cada vez que alguien perdía y cedía su turno, las pizzas fueron devoradas y las latas desaparecieron, por lo que Clyde y Craig salieron a comprar más.

La noche transcurría tranquila y el tiempo parecía irse como agua entre las bromas y los juegos, por lo que nadie consiguió percatarse que uno de ellos en particular, estaba bebiendo más de lo que tal vez debería y sin nada en el estómago más que la pizza de la mañana, lo que hacía que el factor de riesgo fuera aún mayor.

Nadie se dio cuenta de lo alcoholizado que estaba Stan hasta que lo vieron dar tropezones cuando caminó hacia el baño.

—Creo que... No deberían darle más alcohol a Stan.— Le murmuró Craig a Kenny.

—Pero bebió lo mismo que todos.— Kenny no comprendía como era posible que fuera el único al cual el alcohol le empezaba a afectar.

Craig se puso a pensar en los posibles factores que hicieron que Stan empezara a reír por cualquier cosa que dijeran y a tambalearse cuando se ponía en pie. Miró las cajas de pizza.

—Desde que llegué, no le he visto tocar ni una porción, ¿comió antes?

Kenny se quedó pensativo.

—Eh... Creo que no.

—Mierda.

Ambos se pararon con la intención de ir a buscar a Stan, pero la puerta del baño se abrió.

—¡Chicos!— Stan había salido del baño y se sentó en el piso de la sala. Su voz sonaba suelta y confusa, las palabras se le atropellaban cuando intentaba hablar muy rápido, su visión se nublaba y hacía un efecto de túnel típica de borrachos.—¿Saben qué estaba pensando? Que podríamos jugar a esos juegos que juegan las niñas en las pijamadas.

—¿Cómo cuál?— Preguntó Butters.

—Creo que no...— Kenny intentó decirles a sus amigos que no le hicieran caso a Stan en ese estado, pero fue interrumpido por Clyde.

—¡Yo voto por "verdad o reto"!— Propuso Clyde con cierta emoción.

—¡Uy, ese juego le encanta a Karen!— Butters apoyó la propuesta de Clyde.

—¡Muy bien! Yo empiezo.— Stan tomó una de las botellas que habían comprado y la colocó acostada en la mesa.—Kenny, Craig, siéntense.

—Esto no va a terminar bien.— Murmuraron Craig y Kenny al mismo tiempo mientras tomaban asiento.

Stan hizo girar la botella, el pico apuntó a Butters.

—¿Verdad o reto, Butters?— Preguntó Stan bebiendo de la lata.

—Stan, creo que deberías...

—¡Cállate un rato, Craig!— Volvió con Butters.—¿Verdad o reto?

Esto es incómodo. Pensó Butters.

—Verdad.— Respondió.

Stan fingió una tos mientras soltó por lo bajo un "marica".

—¿Cuántos años te llevaba la persona más grande con la que estuviste?— Preguntó Stan.

—Creo que esas cosas no se deberían preguntar...— Insistió Craig, pero fue interrumpido por Butters.

—Diez.— Con excepción de Kenny, todos lo miraron asombrados.—¿Ustedes cómo creen que conseguí el IPhone X?

Kenny percibió que Butters se estaba sintiendo incómodo. Miró a Stan con el ceño fruncido, pero este ni siquiera se dio por aludido.

—El más tranquilo del grupo.— Bromeó Clyde.

—¿Quieres hacerla girar tú, Clyde?— Preguntó Stan.

Clyde asintió e hizo girar la botella. El pico señaló a Craig.

—¿Verdad o reto, bro?

—Verdad.

—Otro marica.— Rió Stan. Le dio hipo entre cada risa.

Clyde pensó su pregunta.

—¿Te sientes atraído sexual o emocionalmente por alguno de nosotros?

—¿Te refieres a los que estamos aquí o del grupo en general?— Preguntó Butters por curiosidad.

—Del grupo.— Contestó Clyde.

—Sí.— Respondió Craig.

Todos se le quedaron viendo.

—¿Quién?— Preguntó Stan.

—¡Dinos, dinos!— Kenny lo tomó de los hombros y lo zamarreó.

—No.

—No se vale, nos dejas con la duda.— Rió Stan abriendo otra lata.

—Si dejas de beber, te digo.— Le dijo Craig a Stan.

—Buena propuesta, pero la verdad es que tampoco me importa mucho, amigo.— Stan no comprendió que Craig realmente deseaba que dejara de beber. Hizo caso omiso a su comentario y bebió un largo trago de la lata.—¿A quién le toca?

—A mí.— Respondió Kenny.

—Kenny...— Butters se dio cuenta de lo que su novio tenía en mente.

En el juego vio la oportunidad perfecta para que Stan soltara de una vez lo que sucedía con Kyle, así que la hizo girar lento con la intención de que el pico le apuntara y así lo hizo.

—Yo elijo reto.— Stan se anticipó a la pregunta.

—Bien.— Kenny abrió un poco más sus piernas y adoptó una postura seria.—Te reto a decirme en privado qué está pasando entre tú y Kyle.

Las risas se disiparon y el silencio se adueñó del living. Stan se le quedó viendo perplejo, un sudor frío le recorrió la espalda al creer que Kenny sabía lo que tuvieron Kyle y él en Raisins.

—Kenny, creo que eso debías haberle dicho a solas... Y cuando estaba sobrio.— Le reclamó Craig al oído.

—Shhh sé lo que hago.— Le aseguró el rubio.

—Está bien, está bien.— Stan se levantó con dificultad del piso. Caminó delante de Kenny dando zancadas y pasos torpes.—Ven, te contaré tooodos mis secretos, my friend.

Kenny puso los ojos en blanco y siguió a su amigo hasta la cocina.

—Tomen nota.— Craig se hizo oír nuevamente.—No más alcohol para Stan.

—Craig, ¿sabes a qué se quiso referir Kenny con...?

—No sé Clyde, y creo que mientras menos nos metamos, mejor.







Kenny abrió la ventana de la cocina para que le diera aire a Stan, estaba apoyado contra la mesada con las pocas fuerzas que le quedaban.

—Viejo, ¿Qué mierda te pasa?— A Kenny se le estaba agotando la paciencia.—¿Qué fue esa pregunta a Leo? Tú sabes que...

—Oh, claro.— Stan se giró a mirarlo.—A ti no te tembló la boca para presumir que te cogiste a la madre de Cartman y ahora de repente les da pudor que les hagan preguntas referidas a sexo.

—Primero, te estoy hablando por Butters, y yo no soy Butters. Segundo, sabes muy bien que yo no fui quien habló, sino ella.— Le dijo molesto.—Y no me cambies la conversación, ¿qué mierda está pasando entre tú y Kyle? Porque claramente algo está pasando y no me digas que nada porque el verte así...

—¿Así cómo?— Stan se llevó las manos al pecho y se acercó más a Kenny. El rubio tuvo que sostenerlo para que se caiga hacia adelante.

—¡Stan, estás ebrio!

—Lo dices como si tú nunca...

—¡Pero yo no me pongo a hacer preguntas incómodas en público!

—Lo estás haciendo ahora.

—¡Porque ya no sé cómo hacerte hablar!— Kenny zamarreó por los hombros a su amigo.—Ya, dime qué mierda te sucede y, sobre todo, ¿qué carajo pasa con Kyle?

—¡Nada!— Stan empujó a Kenny con suavidad.—Pasan que cosas, ¿bien? Simplemente fue algo que pasó una vez y ya... Bueno... Dos... O tres, ¿qué importa? Pero ahora estoy en la mismísima mierda misma y él en vez de... No sé. ¿Qué se yo? La cosa es que tiene buen culo, ¿tú viste el culo que tiene? Es hermoso. Y mi padre al parecer se masturba encima de la hierba. Y creo que voy a vivir bajo un puente, ¡que lindo es el amor!

Kenny lo miró con la ceja elevada, como si Stan hubiera hablado en otro idioma.

—No te he entendido una mierda.

—¡Que me siento de la verga!— Stan se cubrió la cara con ambas manos.—Kenny, ¡nunca hago nada bien! Por eso me voy a quedar sin amigos, sin novia, sin trabajo y sin futuro, y me siento tan...

Había muchas palabras que quería decir, muchas que podrían definir a la perfección qué pasaba por su cabeza...

¡Pero hablaba con Kenny! Alguien que evidentemente tenía más y peores problemas que él, problemas que tal vez ni siquiera conocía porque estaba muy ocupado pensando en él mismo y sus patéticos problemas, ¿Cómo le daba la cara para quejarse delante de él?

Al no encontrar la forma de liberar la angustia que empezaba a atascarse en su garganta y sentir que no merecía la pena seguir quejándose, las lágrimas empezaron a desbordarse por sus ojos.

—¡No puedo con esto! ¡No puedo!— Sollozó.—No, realmente no, es tan estúpido...

Kenny se acercó a su amigo y le tocó el hombro tratando de consolarlo.

—Amigo, lo que sea que tengas que decir...

Stan se alejó, no quería sentir que Kenny lo compadecía, no él.

—¡No me tengas lástima! ¡Yo soy el que debería sentir pena por ti y por las situaciones que tienes que pasar, pero no! Tú con todos tus problemas eres hasta más resistente que yo, más maduro y yo soy solo un idiota que llora por idioteces.— Continuó sollozando.

—Estás diciendo cualquier cosa.— Lo frenó Kenny. Si Stan estuviera sobrio y le dijera eso, probablemente se enojaría.

—Pero no— Stan ni siquiera oía a Kenny.—, en cierta forma hasta te envidio, porque teniendo más dificultades que yo, te las arreglas mejor y no te metes en problemas y tuviste los putos huevos para salir del clóset y hasta tienes una hermosa relación con Butters y Marjorine, yo no me llevo bien ni conmigo.

¿Qué tiene que ver que haya salido del clóset?

—Créeme que no me las arreglo mejor que tú y por, sobre todo, hay muchas cosas que no envidiarías de mí.

—Pero ¡¿cómo no?!...

—¿Está todo bien?— La voz de Craig tomó por sorpresa a ambos amigos. Al ver la escena se dio cuenta de que su pregunta era estúpida, se acercó a ambos con las manos en los bolsillos.—Kenny, voy a llevar a Clyde y Butters a sus casas. En un rato vuelvo...

Stan sostuvo a Craig de la campera.

—No, que no se vayan, ahorita voy y jugamos a...

Craig inhaló profundo para no perder los estribos. Odiaba a los borrachos.

—"Ahorita" te vas a acostarte.— Le respondió con el mismo tono tratando de zafarse del agarre de Stan.

A Stan no le gustó el tono demandante de su voz. Se irguió para ponerse a su altura y mirarlo a los ojos.

—Tú no me vas a mandar en mi propia casa, ¿ok?— Lo señaló.—No te creas que porque eres más alto que yo me vas a dar órdenes.

—Stan...— Kenny se cubrió la cara con una mano.

—¿Y te digo algo?— Siguió hablando Stan, dudaba de sus propias palabras, es más, ¿con quién estaba hablando?—Ni siquiera me caes tan bien. Siempre te crees que lo sabes todo y te crees superior al resto solo porque no tienes pelos en la lengua, y la verdad es que a todos nos molestan tus comentarios sarcásticos que no ayudan en una mierda.

—Stan, la estás cagando demasiado, ¡ya para!— Volvió a advertirle Kenny.

—Tranquilo, está borracho.— Dijo Craig restando importancia a la posible confesión de Stan.

—Igual admito que si no tuviera novia, te entraría como político a la corrupción.— Stan pasó los brazos detrás de la nuca de Craig y apoyó la cabeza contra su hombro

Craig expandió los ojos al sentir las manos de Stan bajar por su espalda hasta el trasero.

—Perdiste culo.— Observó Stan, luego lo apretó un poco.—Igual se siente durito.

¿Qué carajos? Pensó Craig empezando a dudar si golpear o no a Stan en ese estado.

—Está muy borracho.— Reafirmó. Se liberó del "abrazo" de Stan cuidando que no se le cayera encima.—Voy a llevar a Clyde y Butters a sus casas, vuelvo enseguida.

—Sí, por favor.— Rogó Kenny.

—¡Ay, por favor! Pero es temprano y nos estábamos divirtiendo.— Stan tomó a Craig del brazo para retenerlo.

—¡No!— Craig apartó a Stan tratando de no pasarse de fuerza.—¡Estás poniendo incómodos a todos!

—¡OH, claro! Porque tú no nos pones incómodos a nosotros cuando te la das de sabido y qué se yo.— Dijo Stan sarcástico dándole un provocativo empujón a Craig. Oyó a Kenny gritar algo detrás suyo, pero no le dio importancia.—Te la das de malo, pero te enfrentan y te escondes.

—No me estoy escondiendo, simplemente no soy tan cobarde como para pegarle a alguien ebrio.

—Stan, en serio— Kenny intentó mantener alejado a Stan de Craig, pero su amigo era más fuerte.—, para ya.

—Y todavía insistes con tener la última palabra.— Stan corrió a Kenny y volvió para empujar a Craig.—Estoy harto de que me trates de idiota delante de todos, que me sobres y me hagas pasar vergüenza, ¿entendiste? ¡Harto!— Otro empujón.—Siempre quieres hacer ver que las cosas son fáciles solo porque para ti son fáciles, ¡pero no!

—Dame otro empujón y te vas a arrepentir.— La poca paciencia de Craig se iba agotando con cada empujón que Stan le daba. Se dio vuelta para caminar hasta el arco que dividía la cocina y el living, pero Stan volvió a molestarlo con otro empujón.—Te lo advertí.

Craig volvió a girarse con intensión de devolverle el empujón a Stan, pero Kenny intervino entre ellos y, por desgracia, se lo dio a Kenny. Cayó de espaldas contra Stan, afortunadamente, no logró precipitarse contra el piso.

—¡Craig, Stan, basta los dos!— Gritó el rubio.

—¡No empujes a Kenny, hijo de puta!— Le gritó Stan y le dio un puñetazo en el hombro.

Antes de Craig pudiera devolver el golpe, Kenny los intentó separar nuevamente, pero esta vez fue ayudado por Clyde y Butters, llegaron cuando escucharon que la discusión se había acalorado. Clyde sostuvo a Craig, Butters sostuvo a Stan y Kenny quedó en medio.

—¡BASTA LOS DOS!— Exclamó Kenny con hastío.

—La verdad que, para aguantar a un borracho, me hubiera quedado en mi casa.— Refunfuñó Craig caminando hasta la sala.

—¡Ve a tu puta casa entonces!— Respondió Stan. Kenny lo llevó abrazado hasta la silla de la cocina.—¡Suéltame, Kenny!

—¡Quédate aquí!— Le ordenó molesto y corrió a la sala.

Una vez solo, Stan miró el piso de la cocina tratando de procesar lo que estaba sucediendo.

¿Por qué todos están tan enojados?

¿Kyle vino? Es decir, estaba abrazando a Kyle, ¿no?

¿Qué...? ¿Qué está pasando? No entiendo...

En la sala, sus amigos se ponían sus respectivos abrigos. Craig esperaba en la puerta cruzado de brazos a que ambos se terminen de preparar.

—Kenny, ¿estás bien?— Preguntó Butters preocupado.

—Tranquilo, no es nada que no pueda manejar.— Kenny le dio un beso en la frente a su pareja para que se tranquilizara. Caminó hasta Craig.—Oye, ¿estás bien? ¿Te pegó fuerte?

Craig negó con la cabeza.

—¿Puedo pedirte que, por favor, me ayudes con esto cuando dejes a los chicos en sus casas?— Kenny juntó sus manos en forma de ruego.

Craig miró hacia la cocina.

—No creo que quiera mi ayuda.— Respondió elevando ambas cejas.

—No le hagas caso, está borracho...

—Los niños y los borrachos dicen la verdad.

—¡Lo sé! Pero conozco a Stan, puedo asegurarte que no diría nada de eso si no estuviera así, ni siquiera debe saber en dónde está parado.— Tomó una de las manos de Craig y la cubrió con ambas manos.—Por favor. No voy a poder cargarlo solo hasta su habitación y tú sabes de estas cosas tanto como yo.

Si se lo estuviera pidiendo otra persona, la respuesta de Craig sería un rotundo "no", pero en lo último llevaba razón y, además, comprendía porqué no le estaba pidiendo ese favor a Butters.

Kenny amaba mucho a Butters como para involucrarlo en una situación a la que, de seguro, su novio no estaba acostumbrado a vivir.

Él haría lo mismo por... Tweek.

Suspiró profundo y asintió con la cabeza.

—Está bien. Volveré en cuanto los deje a ellos. Mantenlo vigilado.

Kenny sonrió y le dio un abrazo a Craig.

—¡Gracias amigo!

—Suéltame.

No podían ir más de dos personas en la moto, así que propuso hacer dos viajes. Al primero que llevó fue a Butters. Kenny le pidió que no lo llevara a la casa de sus padres, sino a la suya. Cuando dejó a Butters allí, regresó por Clyde.

Kenny se quedó solo en la casa con Stan, volvió a la cocina para comprobar que siguiera en la silla. Su amigo se quedó dormido sobre la mesa, suspiró aliviado por no tener que soportarlo despierto. Aprovechó la oportunidad para acercarse más a él y le quitó el gorro de lana para acariciar su cabello.

No iba a sentir las caricias, pero al menos quería darle una muestra de afecto que notablemente Stan estaba necesitando.

Amigo... ¿Qué está pasándote?






—Gracias por traerme.— Agradeció Clyde a su amigo una vez que bajó de la moto.—¿No deberías usar el casco?

—A esta hora...— Craig se fijó en su celular. Eran las dos de la mañana y tenía un cigarrillo en los labios.—No hay nadie en la calle. Además, el casco está en la habitación de Stan, y no pensaba entrar ahí.

—Entiendo.— Suspiró Clyde.

—Ni una palabra de esto a Token, Kyle, Jimmy o Tweek.— Le dijo Craig con firmeza.—Supongo que esto ya es lo suficientemente vergonzoso para Stan y para nosotros como para que lo sepa más gente.

—Sí, está bien.— Clyde rascó su cabello.—Bueno, ve con cuidado, nos vemos el lunes.

Clyde se giró para caminar hasta su casa.

—Clyde.— Lo llamó Craig. Parecía estar dándole muchas vueltas a algo.—¿A ustedes los hago sentir incómodos?

Clyde lo miró extrañado.

—No.— Respondió sincero.—Por lo menos no a mí, ¿por qué? ¿Eso te dijo Stan?

Craig asintió.

—No le hagas caso... Dudo que lo haya dicho en serio. Quiero decir... Eres un poco bocazas, pero eso no significa que nos caigas mal o nos hagas sentir incómodos.— Clyde podría ser bromista y hasta dar la impresión de ser inmaduro la mayor parte del tiempo, pero en lo poco que Craig llegó a conocerlo, podría poner las manos en el fuego por él porque era muy sincero a la hora de decir las cosas. Clyde no tenía caretas.—¿En serio te dolió eso?

—No es que me haya dolido.— Contestó Craig.—No es como si fuera la primera o la última persona que ha dicho algo así de mí, me trae sin cuidado, en serio. Y de mí han dicho cosas peores.— Soltó una bocanada de humo.—Es solo que...

—Es la primera vez que estás en un grupo y no quieres sentir que eres una molestia.

Clyde tenía razón.

—Algo así.— Admitió Craig.

—Si te sirve de algo...— Clyde le quitó el chullo y revolvió el cabello de Craig.—A mí me agrada tu sarcasmo, lo que no me gusta es que me bloquees en WhatsApp.

Craig no pudo evitar sonreír.

—Eres un idiota.— Le dijo entre risas mientras lo miraba.—Está bien, te voy a desbloquear si dejas de mandarme videos de cuyos muertos.

—Lo prometo.— Le respondió Clyde, cruzando los dedos descaradamente delante de él.

Craig rió y le sacó el dedo medio. Tiró el cigarrillo en la nieve y volvió a encender la moto.

—Iré a ayudar a Kenny y ver cómo está Marsh.

—Luego me cuentas.— Lo golpeó con el puño en el hombro de manera juguetona.—Nos vemos, bro.

Cuando Clyde entró a su casa, Craig dio una vuelta en U y volvió a casa de Stan.







Oír el ruido de la moto fuera de la casa lo despertó. Miró a su derecha, Stan continuaba durmiendo plácidamente en la mesa. Kenny se levantó de la silla para abrirle a Craig.

—¿Llegaron bien?— Fue lo primero que le preguntó.

—Sí, tu hermana te mandó saludos.— Le informó.—¿Y Marsh?

—Está dormido en la cocina, ayúdame a cargarlo a su habitación.

Craig asintió y fue a buscar a su... ¿amigo?

No quería que se asustara, así que le movió el hombro para despertarlo. Stan abrió los ojos con cuidado, no parecía recordar nada de lo que había pasado hace poco, lucía confundido y adormilado. Craig le indicó que pasara su brazo por encima de sus hombros y que dejara que lo lleve. Stan no comprendía porqué Craig quería ayudarlo a hacer algo tan simple, pero no se negó, solo se dejó manejar.

Cuando Craig comenzó a llevarlo, Stan cayó desmayado contra su cuerpo y no le quedó de otra que cargarlo. Se aferró a su cuello y descansó la cabeza en el hombro mientras murmuraba un nombre que no consiguió distinguir. El estómago y la cabeza le daban mil vueltas, sentía una molesta acidez subir por su pecho hasta llegar a la garganta.

Kenny lo esperó en la escalera para guiarlo hasta su habitación, al llegar a mitad de camino, Craig sintió algo húmedo recorrer su espalda.

Stan le vomitó encima.

—Kenny... Quítame a Stan de encima o lo voy a tirar por las escaleras.— Craig dijo cada palabra con lentitud tratando de mantener la calma, aunque en este punto era tarea difícil.

Antes de que Tucker cumpliera su promesa (porque sabía que lo haría), Kenny se acercó a Stan y consiguió que se soltara de Craig. Inmediatamente se sacó la campera y teniendo cuidado de no pisar el vómito que cayó en el escalón, buscó el cuarto de lavado para dejar su prenda sucia.

En el piso de arriba, Kenny ayudó a Stan llegar hasta su habitación. Recuperó de forma parcial la estabilidad, así que Kenny le indicó que entrara a su baño e hiciera lo que tuviera que hacer, ya sea bañarse, seguir vomitando o lo que viera necesario.

Unos minutos después, Craig entró a la habitación, estaba usando una polera blanca.

—¿Dónde está...?— La pregunta que estaba a punto de hacer se vio interrumpida por unas arcadas que vinieron desde dentro del baño del cuarto.—Olvídalo.

—Iré a limpiar lo de la escalera.— Le informó Kenny caminando hasta la puerta. Fue detenido por Craig, pero no le dejó hablar.—Tranquilo, estoy acostumbrado a limpiar vómito, trabajo en un restaurante chino de todos modos.

Sin más remedio, le soltó el brazo y permaneció en la habitación.

Revisó su celular y notó que no tenía ningún mensaje de Tricia.

Craig:

¿Todo bien?

✓✓  02:56 am.

Monstruo:

Sí.

✓✓  03:00 am.

Qué alivio.

—Ya limpié la escalera.— Kenny volvió a la habitación. Oyó el ruido del agua cayendo de la ducha.—Al parecer me hizo caso en una de las veinte cosas que le dije hoy.

—Sí.

Kenny rascó su cabeza sin saber muy bien qué decir en ese momento.

—Oye, gracias por ayudarme con esto, te abriré la puerta.

—Espera.— Craig tenía la mirada fija en algo.

Kenny siguió la mirada de Tucker hasta donde apuntaba. En la desordenada cama había un recipiente plano, de color brillante y forma cuadrada. Ambos se acercaron a verlo con mayor detenimiento.

Craig tomó la licorera en sus manos.

—Creo que ahora entiendo cómo se emborrachó tanto.— Abrió la tapa y olió el contenido.—Vino.

Le acercó la licorera a Kenny y él también olfateó el pico.

—Entonces... ¿Crees que él estuvo bebiendo desde antes que nosotros...?

—Creo no, estoy seguro.— Craig se puso de rodillas en el piso y buscó la aplicación de la linterna en su celular.—A eso podríamos sumarle que probablemente no comió nada.— El flash de su celular se encendió y espió debajo de la cama.—No me jodas...

—¿Qué encontraste?

Metió la mano debajo de la cama y sacó a la luz una caja repleta de botellas de diferentes bebidas, tantas como pudieron reconocer y varias licoreras.

Kenny se quedó boquiabierto con el descubrimiento. Sabía que Stan era propenso a ponerse ebrio, pero jamás había imaginado que aquello se trataba de un hábito oculto desde hace quién sabe cuánto tiempo.

Imaginó cuántas veces Stan se habría puesto en ese estado y él no se había enterado. Organizó esa juntada de amigos con la intención de que Stan se distrajera y tal vez, le de alguna respuesta sobre lo que estaba sucediendo con su amigo. No solo no logró distraerlo de nada ni encontró las respuestas que buscaba, sino que ahora se enteraba de que los nervios en la escuela y la distancia con Kyle solo se trataban de la punta de un iceberg que se destapó por casualidad.

¿Qué hubiera pasado si esa noche no iban a su casa? ¿Stan se hubiera alcoholizado en silencio? ¿Ese secreto seguiría oculto bajo su cama?

Empezaba a preguntarse si él siquiera podía considerarse su amigo realmente, ¿Cómo no se dio cuenta? ¿Cómo no sospechó al menos un poco? Pasó la mitad de su vida entre borrachos, ¿Cómo pasó por alto las posibles advertencias?

El ruido del agua se cortó. Craig volvió a guardar la caja bajo la sábana y escondió la licorera. Stan salió del cuarto del baño con el cabello mojado, el torso desnudo y el pantalón de un pijama. Refregó sus ojos antes de mirar a sus amigos.

—Chicos...— Consiguió decir entre bostezos.—¿Qué fue lo que...?

Craig se acercó a Stan, lo condujo con cuidado hasta la cama y Kenny lo ayudó a recostarse. Ambos se aseguraron de taparlo bien y permanecieron a su lado hasta que se durmió.

Con Stan dormido y sin dar algún indicio de llegar a despertar fácil, Craig metió la mano bajo la cama de nuevo y volvió a sacar la caja con la evidencia.

—Ya hablaremos con él mañana cuando esté sobrio.— Le dijo a Kenny. El rubio solo asintió con la cabeza y siguió a Craig escaleras abajo.







Kenny sabía que Stan guardaba un colchón inflable en el sótano, lo usaba cada vez que se quedaba a dormir en su casa cuando eran niños. Se aseguró de arreglarlo bien para que Craig durmiera cómodo mientras él ocupaba el sillón de la sala.

—Me siento un pésimo amigo.— Murmuró Kenny, todavía no conseguía salir del shock.—Es decir... Sabía que se ponía borracho fácil, pero...

—No te sientas culpable.— Craig tampoco podía conciliar el sueño. Debía ir a buscar a su hermana a las seis, así que para lo poco que iba a dormir, prefirió servirle de psicólogo a Kenny.—La mayoría de los alcohólicos sienten vergüenza de su hábito, se aseguran de esconderlo bien. Así que no lo supiste porque Stan se aseguró de ocultarlo bien.

—Pero es que...— Kenny tragó saliva para reprimir algunas lágrimas que se asomaban.—Dijo muchas cosas que... Parece que está escondiendo muchas cosas y que son esas cosas las que lo llevaron a terminar así.

—¿Qué cosas dijo?

—Dijo algo como... "Fue algo que pasó una vez, o dos, o tal vez tres", algo sobre que su padre se masturba sobre la hierba que vende...

—Nunca más le vuelvo a comprar a ese hombre.— Comentó Craig asqueado.

—Y... Algo sobre que alguien tenía un buen culo, pero no sé de qué hablaba...— Siguió pensando.—¡Ah! También dijo "te las arreglas mejor y no te metes en problemas y tuviste los putos huevos para salir del clóset".

Craig tomó dos cigarrillos, le ofreció uno a Kenny, pero lo rechazó con un gesto. En su lugar, buscó en su parca anaranjada un porro que siempre llevaba encima y reservaba para esos casos en los que no sabía cómo mantener la calma. Ambos encendieron los cigarros antes de continuar con la conversación.

—¿Se estará refiriendo a una amante?— Teorizó Craig.—O... "Un" amante.

—Bueno, honestamente...— Kenny dio una primera calada.—Siempre había tenido la certeza de que Stan era bisexual, pero como siempre estuvo con Wendy y él nunca dijo nada... Opté por no incomodarlo con preguntas.

—Bueno, si con el apretón que me dio a mí no te quitó las dudas...— Rió Craig.

—Pero estaba borracho. Es decir, no lo justifico, sigue estando mal, pero...

Escuchó una leve risa nasal viniendo de Craig.

—McCormick, yo puedo emborracharme hasta tener un coma alcohólico y te aseguro que seguiría siendo gay en ese estado.

—Me refiero a que parecía que ni siquiera sabía que eras tú.

—Bueno... Creo que tiene sentido, porque dijo que "perdí culo".— Hizo comillas con dos dedos.—Pero lo dijo como si ya hubiera tocado antes a alguien, alguien que claramente no era yo porque a mí jamás se me acercó así, ¿entiendes? Tal vez... Hablaba de Wendy o...

—O tal vez se refería a la persona con la que "algo pasó una, dos o tal vez tres veces".

—Exacto.

Cada cosa que iba teorizando o descubriendo resultaba ser peor que la anterior. En serio esperaba que solo se tratara de una pelea con Kyle y nada más.

—Llámame idiota, pero me niego a creer que Stan le haya podido hacer eso a Wendy.— Le dolió la sola idea de imaginar a su amigo haciendo lo que pensaba.—Es que... No parece ser ese tipo de chico.

—No creemos fantasmas.— Lo cortó Craig.—Y en el caso de que sea cierto lo de que Stan engañó a Wendy con otra persona, tomemos todo lo de hoy como una forma en la que Stan demostró su sentimiento de culpabilidad, lo cual... Sería un primer paso y un indicio de que, tal como dices, no es "ese tipo de chico".

—Sí... No lo sé...— Kenny soltó una bocanada de humo.—¿Tú perdonarías una infidelidad?

Craig lo pensó un poco.

—Tal vez...— Luego de responder, dudó.—No lo sé, debería estar en la situación para averiguarlo.

—¿Y crees que podrías ser capaz de ser infiel?

—Eso no. Y no lo digo porque quiera verme moralmente correcto ni nada por el estilo, la moralidad es algo bastante subjetivo y cambia con el tiempo. Lo digo porque me conozco y sé que soy hasta cierto punto...— Pensó la palabra correcta.—Hiriente con lo sincero que llego a ser. Pero es mejor que ser un amable mentiroso, ¿no?

Kenny abrió un poco los ojos y asintió con el porro atrapado en los labios.

—Tienes razón.

—¿Tú perdonarías una infidelidad?

Kenny atinó a reír.

—Viejo... Mi novio literalmente se puede coger a quien quiera.

—Bueno, pero sexo es sexo y amor es amor. Son dos cosas diferentes.

—Bueno, sí. Perdón, ya estoy algo...— Soltó una risa corta.

—Lo sé.— Craig se llevó una de las manos detrás de la cabeza.—Y exactamente...— Fumó un poco más y soltó el humo.—¿Qué se considera infidelidad en una relación no-monogámica?

—Depende de a quien le preguntes. En primer lugar— Soltó otra bocanada de humo.—, poligamia y poliamor no es lo mismo. Poligamia se refiere a matrimonio con varias personas, poliamor se refiere a relaciones con diferentes personas, pero no estando casados.— Explicó.—En mi caso con Butters... Él puede encontrarse con quien quiera, o yo puedo acostarme con quien yo quiera, pero queda todo ahí. Si vemos a esa persona con la que estuvimos alguna vez, podemos saludarnos e incluso hablar, pero no tenemos con esa persona el mismo trato que tenemos entre nosotros. Él prácticamente vive conmigo, desayuna conmigo, sale a comprar conmigo, cuidamos a Karen juntos, dormimos juntos... Es diferente.

—¿Entonces considerarías que Butters te es infiel si a otra persona la tratara como te trata a ti?

—Por lo menos yo, sí.

—¿Y cómo manejan el tema de los celos? ¿O no los tienen?

—Claro que sentimos celos, somos humanos, no existe una persona en el mundo que no sea al menos un poco celosa.— Dio una larga calada al porro y continuó hablando.—Pero una cosa son los celos, la otra es la posesión. Yo soy celoso con Butters, claro que sí, pero no soy posesivo. No siento que Butters "me pertenezca".— Finalizó haciendo comillas con los dedos.

—Entiendo.

—¿En qué momento dejamos de hablar de Stan y empezamos a hablar de mí?— Rió Kenny.

—Ni puta idea, pero mientras me mantenga despierto hasta las seis, hablemos de cualquier cosa.

—Pero... ¿Preguntabas sobre mi relación por algo en especial?

Craig fumó.

—Simple curiosidad.— Respondió indiferente.

Kenny asintió.

—¿Qué debes hacer a las seis?

—Debo ir a buscar a mi hermana.

—Hablando de eso...— Kenny soltó el humo nuevamente.—Karen me dijo que estaba preocupada por ella. Me dijo que tiene la sospecha de que está metida en algo, pero no sabe qué es y cada vez que le pregunta, le dice que no es nada. ¿Tú...?

—Trabaja en Raisins.— Confesó.

Kenny se atragantó con el humo con la respuesta de Craig.

—¡¿Raisins?!— Se sentó y lo miró con los ojos agrandados.—¡Viejo! ¿Eso no te...?

—Claro que me preocupa, pero ya hablé con ella y según Tricia, no va a ser para siempre. Es hasta que encuentre algo mejor, y yo voy a ayudarla a encontrar algo mejor pronto, por lo menos hasta que nos mudemos el año que viene.— Emitió una tos cargada de humo.—¿Y de qué te sorprendes? Te vi en Raisins bailando con empleadas.

—Pero las conozco, tienen mi edad.— Se defendió.—A poco crees que yo me encamo con gente de cualquier edad.

—Te cogiste a la madre de Cartman, McCormick.— Se burló Craig.

—Bueno, pero no es lo mismo estar o fantasear con una señora de cuarenta y tantos que con una niña de catorce o quince años. Es muy diferente.— Se defendió mientras se acostaba otra vez.

—Supongo. Como sea... La cuestión es que Tricia no va a estar ahí para siempre, y me encargo de llevarla y traerla para asegurarme de que esté bien. Pero con algo de suerte, en un mes o menos encontraré algún empleo de medio tiempo que se acomode mejor a su edad.

—Awww.— Kenny suavizó su voz.—Nunca hubiera creído que fueras tan buen hermano.

—No es para tanto.— Contestó con modestia.—Ya que no tiene la mejor figura paterna del mundo, intento que al menos tome algo bueno de mí. Con algo de suerte, tal vez no termine con una pareja que la trate como si fuese un pedazo de mierda y la valore como mujer.

—Eres el hombre que toda mujer quiere... Pero en gay.— Volvió a reír Kenny. Ya estaba bastante sumido en los efectos de la marihuana.

Craig se encogió de hombros.

—Es lo que hay.— Y volvió a fumar.

Kenny pensó en otra pregunta.

—Y... Sobre lo que te preguntaron hoy...— Tanteó.

—¿Qué cosa?

—Sobre el chico que te gusta.

—Ah... Sí, sigo sosteniendo lo que dije.

—¿Puedo intentar adivinar al menos?

—Inténtalo.

—¿Soy yo?

Craig miró a Kenny de reojo. Lo estaba mirando con la mejilla apoyada en su mano. Ambos rieron.

—Admito que sí me gustabas de niño.— Le confesó. Kenny soltó una escandalosa carcajada.—Pero nunca habíamos hablado, así que no duró mucho ese crush. Y no, no lo dije por ti.

—¡¿Es en serio?! ¿Por qué nunca me lo dijiste?

—¿Por qué tú ibas a la escuela a la mañana y yo a la tarde y... Ni siquiera íbamos a la misma escuela?— Más que pregunta, fue un motivo. Craig solo había visto a Kenny dos veces cuando eran niños.—Ni siquiera sabía que eras tú cuando llevé a Tricia a tu casa la primera vez que mi hermana y la tuya se vieron fuera de la escuela.

—Bueno... Tiene sentido.— Volvió a fumar.—Bueno, volviendo a la adivinación... ¿Tweek?

No necesitó respuestas en palabras, la cara de Craig se tiñó de rojo con solo oír el nombre.

—¡Lo sabía!

—Mejor cállate.— Craig se cubrió la cara con la mano.

—¿Por qué? Tweek es un chico lindo, no te culpo porque te guste.

—¡No es eso! No te lo voy a negar. Tweek es...— ¿Qué palabra podía ser mejor que "perfecto" pero sin la parte idealizante e irreal?—Es un bombón.— Sintió cosquillas en el estómago al mencionar aquello.—Es solo que...— Muchas cosas vinieron a su mente, prefirió reducirlo a una frase.—Es un poco complicado.

—¿Quieres definir "complicado"?

Craig lo pensó un poco. Tomó su celular para ver cuánto tiempo le quedaba. Eran las cuatro de la mañana. Decidió poner una alarma para que lo despierte antes de las seis.

—Tal vez mañana— Apagó el cigarrillo y se acomodó en la cama.—, luego de que hablemos con Stan. Por ahora... Tal vez lo mejor sea descansar un poco.

—Sesión de terapia amorosa en grupo, me gusta la idea.— Kenny imitó la acción de Craig.—Que descanses, Fucker.

—Igualmente, rubio oxigenado.

Notes:

Creo que al final no fue tan angst como esperaba. O sí, no sé, defínanlo ustedes.

Mierda, 16 mil palabras según Word. No vuelvo a actualizar hasta que me recupere mentalmente del cringe e incomodidad que me dio escribir a Stan ebrio.

Y como me lo veo venir...

Mi intención con este capítulo no es generar odio a Stan, si no todo lo contrario. Tal vez sea difícil empatizar con él porque es el personaje que más fácil se desestabiliza y más cagadas se manda, pero les aseguro que él no va a ser así durante todo el fanfic y que probablemente con el siguiente capítulo podamos comprender mejor lo que realmente sucede en su cabeza.

Tal vez también me quieran cortar la cabeza con la mini-escena Crenny (lo confieso, me gusta el Crenny, pido perdón), pero, guarden las antorchas por favor, tal como dijo Craig, el crush no duró mucho y solo se quieren de manera platónica.
Los que me conocen, saben que odio escribir triángulos amorosos de manera dramática (tal vez solo hice una excepción con Style, pero les puedo prometer que el triángulo no va a durar todo el fanfic) o usar otras ships que me gustan como un obstáculo para la pareja que escribo. Así que no se preocupen que Kenny no será un obstáculo para el Creek ni Craig será un obstáculo para el Bunny.

Son más bien bros/vecinos de barrio humilde🤙🏻

Solo me gusta usar el recurso de los celos de manera cómica, como ya hice en el capítulo anterior con Craig, Lola y Tweek o Craig, Red y Tweek.

¿Qué les pareció este capítulo? Saben que me interesa leer sus opiniones♡

Espero que les haya gustado este capítulo. Nos vemos en el siguiente🖤

Chapter 30: La cabeza contra la pared

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/MOzefWdCyiQ

Chapter Text

Stan despertó con vagos recuerdos de la noche anterior, como si la mañana de ayer se repitiera. Un desagradable deja vú.
Otra vez estaba de rodillas delante del inodoro y vomitaba hasta dejar el estómago ahí mismo.
Se lavó la boca y la cara, se veía terrible.

Bajó las escaleras muy despacio, casi arrastrando los pies, oía murmullos que provenían de la cocina, las voces eran masculinas.

¿Randy estaba en la casa con su tío Jimbo? Eso ni siquiera tenía sentido, esa era la casa de su madre, no debería estar ahí.

Cuando llegó a la sala, vio a los chicos que hablaban.
Kenny estaba apoyado contra la mesada batiendo un café y Craig estaba sentado en la silla con el celular.

La televisión sonaba de fondo, al parecer, estaba puesto en el canal de noticias.

—La protesta de los maestros se salió de control.— Comentaba el periodista.—En la noche del viernes, unos ladrones ingresaron por la fuerza a la Escuela Técnica de South Park y se llevaron varios materiales: computadoras, ventiladores, estufas y herramientas de los talleres. Los maestros reclamaron por la seguridad de la escuela, acusan al Estado de Colorado y a la policía del pueblo por no haber patrullado la zona como debían y reclaman una compensación por los daños. La policía acabó reprimiendo a los manifestantes.

Craig miró la televisión de reojo y suspiró. No era la primera vez que eso pasaba en su antigua escuela.

—Que país de mierda.— Refunfuñó mientras volvía la vista al celular.

Al oírlo, Kenny puso atención a la televisión y sintió rabia al ver cómo los policías golpeaban a un maestro.

—Ah pero cuando tienen que detener a un asesino, un violador...— Soltó Kenny con desaprobación mientras batía el café.—Nunca aparecen los hijos de puta.

Stan llegó al arco de la cocina y finalmente habló.

—¿Chicos?— Preguntó adormilado.—¿Qué hacen aquí?

Si las miradas mataran, Stan se hubiera partido en dos ahí mismo. Craig pateó una de las sillas para despegarla de la mesa.

—Buen día, ¿no?— Craig le llamó la atención, lo miraba con el ceño fruncido.—Siéntate.

Miró a Kenny, aún seguía parado contra la mesada, percibió algo de decepción o tristeza en sus ojos.
Se sentó en la silla vacía y esperó hasta que Kenny los acompañó. Su amigo le sirvió una taza de café y galletas, preguntó un par de veces qué pasaba, pero Kenny solo le respondió que primero desayune y luego hablarían.

Desayunó en silencio con dos dudas, la primera era, ¿qué les pasaba a sus amigos? La segunda, ¿qué hora era?

Cuando ya tenía el estómago lleno, sintió ganas de vomitar otra vez, y volvió a encerrarse en el baño.
Craig y Kenny intercambiaron miradas, querían ignorar las arcadas de Stan como sea. Desgraciadamente, ninguno tenía auriculares.
Kenny, para poner la menor atención posible a los ruidos, se entretuvo con un papel de color rosa que halló sobre la heladera. Buscó un video en su celular y siguió cada paso.
Al cabo de un rato, logró hacer una flor de papel.

—¿Crees que a Butters le guste?— Le preguntó a Craig enseñándole la flor.

Craig despegó la vista del celular y miró lo que hizo Kenny.

—Seguramente.— Respondió con una media sonrisa.

Tal vez Kenny no tenía suficiente dinero para comprar regalos muy caros, pero se aseguraba de demostrarle su cariño a Butters con todo tipo de detalles, como ese.
Sonrió al imaginarse el rostro feliz de Butters y la guardó con cuidado en el bolsillo de la campera.

Notó que Craig estaba muy al pendiente del celular. Sí, siempre lucía serio, pero si estuviera hablando con Tweek, tal vez estaría más sonriente y no era el caso.

—¿Pasó algo?— Le preguntó.

Craig suspiró.

—Thomas quiere que le compre cerveza cuando vuelva a casa.— Suspiró y dejó el celular en la mesa.—Creo que voy a lidiar con más de un borracho hoy.— Dijo desanimado, aunque intentaba mantener un tono monótono.

—Me imagino que no le comprarás, ¿o sí?

—Si no le compro, me va a romper las pelotas y tal vez se la quiera agarrar con mi mamá y conmigo. Pero si le compro, se va a poner en pedo y va a romper las pelotas y tal vez se la agarre con nosotros de todos modos.

—Mierda...— Se lamentó Kenny, entendía su situación.—¿Entonces qué harás?

—¿Qué se yo?— Dijo con hastío.—Capaz en dos días me pego un tiro.

Kenny no sabía si reír o preocuparse por el chiste.

Escucharon el sonido de la cadena del agua. Stan, por fin, salió del baño y volvió a la mesa.
Los miró a ambos preguntándose si le convenía hablar, si debía esperar a que alguno de ellos hable primero o si era mejor volver al baño.

Aunque no tenían pinta de que quieran irse pronto, es como si tuvieran todo el tiempo del mundo.

—¿Te sientes mejor?— Preguntó Kenny rompiendo el silencio.

Stan solo asintió con la cabeza. Era la primera vez que se sentía intimidado por la mirada de Kenny.

De nuevo, segundos que se sintieron eternos en silencio.
Los miró cabizbajo, no sabía por qué estaban molestos, pero estaba bastante claro que fue por algo que hizo. Craig estaba cruzado de brazos, Kenny tenía los dedos entrelazados y los brazos sobre la mesa.

Su inconsciente identificó ambas figuras como "policía bueno, policía malo".

—¿Qué...?— Tenía miedo de hablar. La voz le temblaba, pero no tanto como una de sus piernas.—¿De qué quieren hablar?

Craig miró a Kenny.

—¿Empiezas tú o empiezo yo?— Dijo con el tono de voz de siempre, pero Stan lo sintió más amenazante que de costumbre.

Que empiece Kenny, que empiece Kenny. Rogó en su interior.

Kenny asintió. Se acomodó mejor en su silla para tener a Stan más de frente.

—Stan, ¿recuerdas algo de lo que pasó anoche?

Pregunta fácil.

—¿No?— Contestó dudoso.

—¿No recuerdas o quieres hacernos creer que no...?— Craig le respondió con claras intenciones de confrontar el problema directamente, pero Kenny intervino (otra vez).

—Craig.— Le llamó la atención Kenny con el ceño fruncido, y volvió con Stan.—¿Seguro que no recuerdas nada?— Stan negó con la cabeza.—¿Nada de nada?

Volvió a hacer un sonido de negación con la garganta.

—Creo...— Dijo dudoso.—Que solo recuerdo que estábamos en la sala, jugamos con el Xbox...— Suspiró con molestia.—Y es hasta dónde llega mi memoria.

—Ya veo.— Murmuró Kenny.

—¿Por qué lo preguntas?— Interrogó Stan sin dejar de mirarlos. Temía a la respuesta.—¿Pasó algo más? ¿Llamé a alguien o...?— Metió la mano en el bolsillo de su buzo, pero no sintió su celular.—¿Dónde está mi celular?

Craig sacó del bolsillo delantero un celular. Era de Stan.

—Agradéceme que te ahorré pasar más vergüenza.— Le dijo deslizando el celular en la mesa.—Por cierto, tienes algunos mensajes de Wendy y de tu madre, tal vez quieras responderles.

—¡¿Cuándo y por qué mierda tomaste mi...?!— Se vio interrumpido cuando su teléfono empezó a sonar. La imagen que apareció en la pantalla era la foto de perfil de Wendy.—¡Mierda! ¡Es Wendy!— Volvió a pasarle el celular a Craig.—¡Contesta por mí!

Craig bufó y puso la mano en su frente.

—Quiero que me paguen un dólar por cada vez que tengo que salvarte el culo, sería más millonario que Token.— Sin más remedio, Craig atendió el celular de Stan.—Hola.

—¿Stan?— Preguntó Wendy al otro lado de la línea, confundida.

—No, Craig.

O sea, Stan pero alto y azul.

—Técnicamente. Stan no te puede contestar, está algo...— Miró a Stan, él hacía señas de negación.—Se siente un poco mal del estómago. ¿Quieres que le diga algo de tu parte?

Oh, es que... Bueno, es algo tarde y me parecía raro que no escriba, y quería saber si estaba bien. Sabía que ayer se iban a reunir y bueno... Solo eso.

Craig lo miró con el ceño fruncido y tapó el micrófono del celular.

—Te voy a patear el culo después de esto.— Le advirtió entre dientes, y volvió a hablarle a Wendy.—Sí, está bien, le diré que te devuelva la llamada cuando esté mejor, pero tranquila, no es nada grave.

Está bien, ¡gracias por avisarme! Adiós.

—De nada, saludos.— Cortó la llamada y le devolvió el celular a Stan.—Bien, volviendo a tu pregunta... ¿Prefieres que te lo diga Kenny o...?

—Kenny.— Respondió Stan sin dudarlo.

—Cagón.— Soltó Craig acomodándose mejor en la silla, puso los pies sobre la mesa y miró a Kenny.—Dile tú.

Stan miró a Kenny. Su amigo bajó el volumen de la televisión y juntó las manos sobre la mesa. Soltó un último suspiro antes de mostrar una cara más seria y firme.

—Bien, Stan. En primer lugar, creo que no hace falta decirte que te emborrachaste mucho ayer, cuando los chicos y nosotros estábamos aquí.

—Bueno...— Stan empezaba a sentirse avergonzado y aún no sabía el resto.—Sí, lo supuse.

—Y cuando eso pasó...— Kenny empezó a usar sus dedos para enumerar lo que empezaba a decir.—Dijiste cosas malas de Bebe delante de Clyde mientras jugábamos al GTA— Stan abrió la boca para decir algo, pero un gesto de Craig le hizo guardar silencio para que no interrumpa a Kenny.—, hiciste muchos comentarios y "chistes" referidos al suicidio, le hiciste preguntas incómodas a Leo en "¿Verdad o Reto?" e incluso nos llamaste "maricas" a algunos del grupo durante el juego, y no de manera amistosa, si me lo preguntas.— Y tenía razón, Stan estaba por decir que seguramente lo dijo en broma, como siempre lo hacen.—Lloraste conmigo en la cocina, dijiste algunas cosas sin sentido de las cuales te voy a empezar a interrogar ahora, manoseaste a Craig...

—¡¿QUÉ CARAJOS?! ¡No, eso sí que...!— Exclamó Stan atónito.

—Sí, sí lo hiciste.— Confirmó Craig con seriedad.

—Luego le dijiste algunas cosas...— Kenny no sabía cómo describir los dichos de Stan hacia Craig.—Extrañas, luego lo empujaste, le diste un golpe...

—¡¿Cómo?!— Stan miró a Craig.—¡¿Yo-yo-yo?!

Craig estiró el escote redondo de la polera hasta llegar al hombro. Tenía un moretón.

—Luego te quedaste dormido en la mesa, y cuando te estábamos llevando a tu habitación, vomitaste sobre él.— Finalizó Kenny, al menos lo que le correspondía decir, porque sobre el descubrimiento... Ya le hablaría Craig.

Stan sentía como las orejas le ardían y la espalda se le congelaba por el sudor que le recorría. Jamás había sentido tanta vergüenza e impotencia, porque estaba claro que un "perdón" no bastaría.

—Craig...— Intentó decir con la voz temblorosa.—Lo... Lo siento. Te lavaré la ropa, te lo prometo.

—¡Obvio que lo harás! Yo no pienso lavar tu mierda.— Exclamó mientras señalaba la puerta del lavadero. Luego, se paró de su silla y se agachó en busca de algo.—Pero de eso podemos hablar luego, además del hecho de que no te caigo bien y todo eso, gracias por cierto.— Le dijo con una voz más irónica.

—¡¿Qué tú a mí qué?!— Stan guardó silencio de repente, cuando Craig hizo ruido al poner sobre la mesa una enorme caja... Su caja. Ahora sí quería morirse.—¿De... De dónde...?

—¿De dónde la saqué?— Completó Craig mientras volvía a sentarse.—¿Pues de dónde más? Bajo tu cama. A menos que me digas que coleccionas botellas vacías, lo cual no te lo creería una mierda... Marsh, esto es grave.

No tenía excusas, ya no tenía nada para ocultar y se había quedado sin palabras.

En completo estado de shock, Stan apoyó los codos sobre las rodillas temblorosas y la barbilla en las manos, porque ya no sabía cómo mirar a sus amigos a los ojos. La cocina se quedó en un silencio sepulcral por parte de ellos, solo oyéndose la televisión por lo bajo, la espera de alguna palabra de Stan o algún reclamo más de parte de Kenny o Craig se hizo eterna.
Sus ojos estaban muy abiertos, parpadeaba muy poco y sentía cómo le ardían, quería llorar, ¿pero de qué iba a servir? Lo hecho, hecho está. Llorar no servía de nada.

Pero ahí estaba, derramando lágrimas, con la visión borrosa y sintiendo cómo todo parecía ir más lento. Su cuerpo, su foco de visión, el tiempo, todo.

Eres un idiota.

—No sé...— Le temblaba la voz por los sollozos que intentaba ahogar.—Qué decirles...

Una parte de Kenny, quería abrazar y consolar a Stan.

Pero ya había decidido que abordaría el tema con seriedad y sin palmadas en la espalda.

—Podrías decirnos... ¿Cómo y cuándo empezó esto?— Dijo señalando la caja.—Claro, si lo recuerdas.

Claro que lo recordaba.

Tragó saliva y respiró hondo varias veces hasta que consiguió calmarse lo suficiente como para poder hablar con algo más de claridad, pero aún no conseguía el valor de mirarlos a los ojos.

—Hace seis años.— A Kenny se le encogió el corazón solo de hacer la cuenta. A los doce años.—Cuando mis padres se divorciaron, mi papá se quedó con mi custodia y mi madre con la de mi hermana.

—Recuerdo eso.— Agregó Kenny.

—Yo no lo sabía.— Acotó Craig.

—Asumí que te habías dado cuenta de que mis padres no estaban juntos o que los chicos ya te lo habían dicho.— Explicó Stan.—La cuestión es que fue durante ese tiempo cuando yo...— Guardó silencio para ordenar sus ideas.—Randy, es decir, mi padre... Vivía muy histérico y me obligaba a ayudarlo con el negocio, ese año me fue muy mal en la escuela y cuando mi madre se enteró, tuvo una muy fuerte discusión con mi padre y a mí me regañó bastante por lo mal que me estaba yendo. Mi padre estaba muy enfocado en la marihuana como para darse cuenta de que yo realmente no me sentía bien viviendo en la granja, y mi madre estaba demasiado enfocada en demostrar los errores de mi padre como para darse cuenta de que no podía poner atención en la escuela porque estaba triste y no porque estuviera yendo "por su mismo camino".— Hizo comillas en el aire.—Y en la escuela, no sabía cómo decirles a ustedes todo lo que sentía, porque realmente parecía una tontería en comparación con...— Observó a Kenny, pensaba decir algo, pero prefirió reformular su oración.—Cualquier otra cosa. Y para colmo, Wendy me había dejado. Un día, Randy olvidó comprar gaseosa para mí, no estuvo en casa en todo el día y no sabía dónde comprar algo para beber por ahí, así que tomé lo que había en la heladera. Recuerdo que era una caja de vino. Al principio, no me gustó, pero luego de un rato, extrañamente, me sentí mucho mejor. Ya no me sentía nervioso y sentía más "valentía" para afrontar las cosas, como ir a la escuela, juntarme con ustedes... Desde entonces, no lo dejé. A los quince, mi mamá decidió que yo iba a estar mejor con ella, y las peleas empezaron otra vez; durante toda esa disputa legal por mi custodia y toda esa mierda... Lo único que me mantuvo más o menos estable fue...

—Beber.— Murmuró Kenny.

—Sí...— Stan se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.—Nunca se los dije porque en la escuela yo... Bueno, ya saben, lo del equipo, pasar de año, "pueblo pequeño" y todo eso, tenía miedo de que me vean como un...

No quería decir la palabra que realmente debía decir.

—Alcohólico.— Completó Craig.

—Eso y además, un fracasado.— Finalizó Stan.—Creo que es todo lo que puedo decir sobre esto.

Craig bufó por lo bajo.

—Que jodido...— Pensó la situación en silencio.—Prácticamente, te trataron como un objeto.

Stan asintió. Todos sus movimientos se sentían lentos, incluso algo tan simple como asentir.

—Bueno... Pero, ahora estás con Sharon— Habló Kenny con desconcierto.—, eso es mejor, ¿no?

—Estar con mi mamá es más aguantable porque, al menos, no tiene problemas tan estúpidos como los de mi padre, pero no quiere decir que sea mejor. La mayor parte del tiempo está en el trabajo, y cuando vuelve a casa, se arregla y se va con su novio, así que no hablo mucho con ella. Y las pocas veces que intenté hacerlo, ella... Me dio a entender que mis preocupaciones no debería tomarlas tan en serio porque yo no tengo problemas reales y, digo... Tiene razón, pero...

—No minimices tus problemas.— Kenny dijo cada palabra con tanto cuidado que parecía que en cualquier momento explotaría.

—¡Pero a ver! No me vas a decir que esto es comparable con lo de tu familia o lo de Craig.

—No tiene razón.— Agregó Craig.—Porque a todos nos afectan cosas diferentes y de distintas maneras. No porque a mí me pase algo malo o a Kenny, significa que lo nuestro es real y lo tuyo no y por eso, no merece atención. Al fin y al cabo, lo que me pase a mi o a él, es asunto de él o mío, en ti no afecta ni para bien ni para mal, a ti lo único que te va a afectar es lo que te esté pasando a ti, sea lo que sea, y merece toda la atención del mundo. Incluso algo que no es realmente "un problema", puede convertirse en algo muy jodido si no se lo atiende como se debe. No se trata de compararte o quedarte en el molde solo porque a otro le está pasando algo "peor", porque eso que a ti te pasa, seguirá ahí. Y créeme, pueden dar mucho miedo lo reales que son los problemas que dejas bajo la alfombra cuando se destapan.

Stan guardó silencio, pensó muchas cosas que, tal como decía Craig, ocultaba bajo la alfombra.

—¿Hay algo que te mantenga bebiendo al día de hoy?— Preguntó Kenny.—¿Hay otra cosa que te esté preocupando?

Sí.

—No.— Respondió con la voz al borde de quebrar.

—Marsh.— Le dijo Craig con seriedad.

—No más mentiras, Stan.

No quería seguir ocultando nada, pero había mucho en su cabeza y no tenía la menor idea de cómo ponerlo en palabras.

Además que seguía pareciéndole estúpido.
Excepto el asunto, eso no era estúpido, era malo por donde lo mire. No lo mirarían nunca más con los mismos ojos si lo dijera.

—Es que...— Musitó.—No puedo...

—¿No puedes decirnos?— Preguntó Craig enarcando la ceja.—Stan, ¿te volviste reggaetonero?

—¿Qué? ¡No! Es malo, pero no tanto.— Se defendió Stan.—Es solo que... No sé cómo decirlo.

—Como te salga.— Dijo Kenny.—Solo dilo, no importa qué tan incoherente suene.

—¿Seguros?

—Totalmente.— Le aseguró Kenny.—Tomate tu tiempo.— Miró la heladera.—¿Tienes agua?

Stan asintió y Kenny fue a servirse algo para tomar, también le ofreció a Craig.

Con la tranquilidad brindada, Stan se quedó en silencio ordenando sus ideas, hasta que se sintió listo para decir todo lo que guardaba.

—Bueno...— Volvió a hablar.—Para empezar, no tengo ni la menor idea de qué hacer con mi vida. Sí, suena tonto y tal vez algo de lo que no debería preocuparme porque "aún hay tiempo", pero eso dije el año pasado con la esperanza de que al día de hoy ya tenga algo en mente y aquí estoy. No quiero terminar como mi padre, ¿bien? No quiero seguir sus pasos de elegir una carrera inservible por descarte para terminar vendiendo hierba y sin un puto sentido en la vida. Sé que es algo tonto y...

—Deja de repetir que es "tonto".— Lo calló Kenny.—Es entendible.

—¿Quieres continuar o quieres hablar de eso?— Preguntó Craig sacando un cigarrillo.

—No fumes aquí.— Le advirtió Stan.

—¿Quieres que te ayudemos o no?

Stan se tomó el entrecejo con fastidio.

—Abre la ventana al menos.— Le dijo resignado. Craig se levantó a abrir la ventana.—Otra cosa es...— Pensó en decir directamente el asunto con Kyle, pero le dio pudor. Sin embargo, había un tema que se relacionaba.—Hay algo que nunca les dije, pero... Han pasado algunas cosas y... Creo que es momento de decirles que yo...— Guardó silencio para pensar las palabras.—Sé que sonará contradictorio pero, lo cierto es que hace tiempo sé que yo... No soy heterosexual.

Kenny abrió un poco los ojos. Él ya lo sospechaba hace tiempo, pero no pensaba que Stan lo diría abiertamente.

—¿Y la novedad?— Preguntó Craig fumando.

—¿No te sorprende?— Cuestionó Stan.

—Stan, tienes pinta de todo menos de heterosexual.

—¿Gracias?

—Bueno, en eso específicamente...— Volvió a hablar Kenny.—No estaría viendo el problema.

—¿Tu novia lo sabe?— Indagó Craig.

—Nadie, en realidad. No sentía que fuera un problema porque, bueno, estoy con Wendy, ¿por qué debería salir del clóset? No es como si fuera a cortar con ella para irme con un chico, ya que ninguno me había atraído más que ella como para eso... O eso pensaba. Y eso me lleva al tercer problema.— Stan miró a sus amigos unos segundos antes de continuar.—Creo que me están pasando cosas con un chico... Y no sé qué hacer con Wendy.

—Define lo de "me están pasando cosas".— Pidió Kenny.

Mierda...

Ya era hora de soltarlo.

—Me acosté con un chico.

Ni bien terminó de decir esa oración, Kenny tragó el agua con apuro y se ahogó con ella. Craig le dio unas fuertes palmadas con la intención de ayudarlo a escupir el agua, pero solo le hizo doler la espalda.

Cuando volvió a la normalidad, se le quedó viendo sin pestañear.

—¡¿ENGAÑASTE A WENDY?!

Stan no respondió.

—Ah, esto se pone cada vez mejor.— Murmuró Craig en un suspiro. Sin inmutarse, siguió fumando.

—¡¿Fue solo uno?! ¡¿O hay más?!— Kenny aún intentaba procesar la información, aunque temía seguir escarbando.

—Cálmate, McCormick.— Le dijo Craig, antes de volverse a Stan.—¿Con quién fue?

—… Kyle.

—¡¿KYLE?! ¡¿NUESTRO KYLE?!— Kenny empezó a atar cabos.—¡Pero con razón estaban tan distanciados!

—Ustedes sí que no pierden el tiempo, ¿eh?— Se burló Craig.

—¡¿Y desde cuándo es esto así?!

—Hace unos meses.— De repente, a Stan le vino un recuerdo en la mente.—¿No recuerdas la vez que entraste al baño y Kyle y yo estábamos ahí? Cuando le quemaste el pito a Kenny con el mate.

Craig se le quedó viendo extrañado hasta que recordó a lo que se refería. Se llevó la palma a la cara al percatarse de todo.

—¡La puta madre! Con razón estaban así.— Exclamó como si hubiese descubierto un tesoro.

—¿Y tú eres el inteligente del grupo?— Se mofó Stan.

—No le di importancia, ¿bien? Además no es como si me fuera a caer de culo por ver a dos "amigos" experimentando, ¿viste?— Se justificó antes de fumar.

—¿Kyle es la persona con la "que pasó algo una, dos o tres veces" como dijiste?— Le preguntó Kenny. Stan asintió.—¿Alguien más?

—No. Solo... Solo con él llegué a algo, pero me han gustado otros chicos.— Confesó avergonzado.—Simplemente, no me gustaron lo suficiente como para cortar con Wen o algo.

—¿Quiénes fueron?— Preguntó Kenny, ya más tranquilo.

—Uno fue Gary...

Kenny golpeó la mesa.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que el mormoncito te gustaba!— Exclamó con atisbo de triunfo.

—Sí, pero tampoco te emociones— Lo interrumpió Stan.—, nunca le dije nada, era demasiado obvio que era hetero.

Craig los miró a los dos con atención y volvió a hablar.

—¿Hablan de Gary Harrison? ¿Un chico rubio, mormón?

—Sí.— Respondió Stan.

—Ah.— Hizo una pausa para recordar algo.—No es hetero.

Iban a decir algo más, pero se detuvieron a ver a Craig.

—¿Cómo lo sabes?— Preguntó Stan con sospecha.

—Creo que eres lo suficientemente inteligente como para deducirlo tú solo.— Contestó Craig sin darle importancia a la confesión.

—¡Craig, la concha de tu...!

—¡Pero volviendo al tema!— Lo interrumpió.—¿Hubo alguien más?

—Prométanme que no se reirán.— Sentenció Stan.

—¿Ves algún motivo para reír?— Preguntó Kenny con seriedad.

Stan bebió un sorbo de agua antes de hablar.

—Token.

Silencio.

Ninguno emitió alguna opinión inmediata, tanto Kenny como Craig aguardaron hasta que Stan diera algún indicio de estar bromeando o algo, pero cuando se dieron cuenta de que no era el caso, se miraron y soltaron una carcajada. Craig se tapaba la cara y Kenny golpeaba la mesa sintiendo como empezaba a dolerle el estómago de tanto reír.

Stan se cruzó de brazos con el rostro serio, iba a decir que no se rían, pero decidió esperar pacientemente hasta que sus amigos dejen de reírse de él.

Con amigos así, ¿quién quiere enemigos?

—¡Tenemos que decirle a Token!— Craig sacó su celular para hacerle creer a Stan que le enviaría un audio a Token, pero Stan se lo quitó de las manos. Craig siguió hablando, pero la risa lo interrumpía.—Me lo imagino con su voz toda tranquila y diplomática diciendo:— Imitó la postura de Token y su tono de voz. Kenny soltó una carcajada aún más fuerte con esto.—"Stan, me siento halagado y quiero que sepas que te aprecio mucho, pero a mí no me gustan los chicos".

Kenny fue el primero en dejar de reír y se limpió una lágrima que escapó de su ojo. Recobró aire y volvió a ponerse serio, o al menos eso intentaba.

—¿Dónde está el chiste? Y quiero una explicación no racista.— Dijo Stan al fin.

—En que te gustan de todos los colores literalmente.— Respondió Craig haciendo que Kenny vuelva a reír y perder su postura seria.

—Y claramente tienes un tipo: te gustan los inteligentes.— Agregó Kenny.—No te vayas a enamorar de Craig.

—No gracias, no tengo tan mal gusto.— Bufó Stan.

—¿Ah sí? Tu mano apretando mi culo "durito" ayer no dice lo mismo.

—¡¿Podemos volver al tema por favor?!— Exclamó exasperado.

Con algo de esfuerzo, Kenny y Craig volvieron a ponerse serios.

—Bien— Dijo Kenny.—¿Por dónde quieres empezar? ¿Sobre tu futuro o Wendy y Kyle?

Stan lo pensó un poco.

—Supongo que... Por lo de Wendy y Kyle. Es lo que más me está molestando últimamente.

—Bien.— Repitió Craig.—¿Cómo empezó todo esto?

—Empezó en las últimas vacaciones.— Comenzó a relatar Stan.—Wendy y yo habíamos terminado porque ella se enojó por algo que ahora no recuerdo... Y yo preferí ignorarla porque no quería pelear, pero a ella no le gustó eso y me cortó. Yo estaba muy mal, pero me convencieron de ir a Denver a un bar que había abierto hace poco. Con Kyle bebimos más de la cuenta y los perdimos de vista. Entonces...

Flashback

—Me estoy cagando de frío.— Chillo Kyle sentado en el bordillo de la parada de buses. Abrazaba su cuerpo para intentar dejar de temblar.

Ya habían pasado una hora y media, el autobús no llegaba y Stan estaba cansado de intentar mantenerse en pie. Se sentó junto a Kyle, la piel de él estaba más blanca que de costumbre y le dio curiosidad averiguar qué tan frío estaba. Se sacó el guante de una mano y lo agarró de la mejilla. Kyle lo miró por el rabillo del ojo.

La amarillenta luz de la avenida les daba sobre las cabezas, añadía una tonalidad peculiar a los rizos de Kyle y a la piel de Stan. A esa distancia, Stan pudo observar con mayor detenimiento las diminutas pecas que adornaban los pómulos de Kyle y el color de sus ojos.

Nunca lo había mirado de esa manera, pero Kyle era muy... Peculiar.

Bueno, en realidad a Stan le pareció todo menos "peculiar".

—¿Tienes mucho frío?

Kyle asintió.

Stan soltó su mejilla y volvió la vista a la calle recientemente asfaltada. Pensó en silencio si podía hacer algo para que Kyle no llegue a casa resfriado esa noche. Miró su chaqueta negra, debajo tenía un buzo blanco lo suficientemente abrigado como para sobrevivir al frío, así que no sería gran cosa quitarse una prenda. Se sacó la chaqueta y se la puso en los hombros a su amigo.

—Te dije que te pusieras la campera de siempre.— Lo reprendió Stan.

Kyle miró la chaqueta que Stan le puso e intentó devolvérsela, pero Stan volvió a estirarla contra sus hombros.

Estaba calentita y conservaba el perfume de Stan, no pudo evitar sentir el aroma, se sentía de lejos y se volvía más intenso cuanto más la cerraba. En silencio, se dio el lujo de sentir un poco más la fragancia cerrando el cuello de la chaqueta sobre su cara, el aroma era fresco e hipnotizante, le hacía sentir cómodo y cálido. Inhaló ese perfume hasta que se le quedó grabado en la memoria.

Miró a Stan y le dio las gracias.

Con el pasar de los minutos, Kyle se quedó dormido y Stan le ofreció su hombro para que reposara la cabeza ahí. Desde su posición, sintió el aroma del acondicionador que Kyle usaba, también destacó que los rizos que le rozaban la mejilla eran suaves.

Quiso observar el rostro de su mejor amigo durmiendo, pero una borrosa luz a lo lejos le hizo poner atención a la calle. Despertó a Kyle y ambos intentaron hacer señas para que el autobús les pare, pero solo pasó por su lado a gran velocidad empapándolos con el agua acumulada en el costado de la acera.

—¡EMPÁPAME ÉSTA SI TIENES HUEVOS, CORNUDO! ¡¿POR QUÉ NO ME COMES LA PIJA?!

—Em... Sí te la empapó, técnicamente. — Stan se rió.

Chúpala . — Le respondió con fastidio.

—¡Kyle, cálmate!— Stan le tapó la boca a su amigo.—Por lo que parece, nadie nos va a parar ahora, mejor busquemos donde esperar más seguros hasta que esté más transitado.

Kyle aceptó.

Se acercaron a un motel cerca de la avenida y pidieron una habitación con dos camas. Al entrar a la habitación, lo primero que hizo Kyle fue ir a la ducha y darse un baño de agua caliente. Stan esperó su turno.

Cuando ambos estuvieron limpios y a una temperatura más agradable, cada cual se acostó en una de las camas. Las camas estaban a escasos centímetros una de la otra y ellos se acostaron de cara al otro. Seguían mareados y eufóricos por el alcohol que aún llevaban en la sangre, pero eso no les impidió conversar (aunque no tenían idea de lo que hablaban).

De un momento a otro, Stan se puso serio porque el recuerdo de Wendy llegó a su mente.

—¿Sigues triste por ella?— Preguntó Kyle al notar el repentino cambio de humor de Stan.

—Un poco.

—Relájate amigo, ustedes siempre vuelven. Ya verás que se le va a pasar y podrán hablar bien.

—¿Sabes cuál es el problema?— Lo interrumpió.—Es que ya no sé si realmente sigo sintiendo algo por ella o no, y presiento que a ella le está pasando lo mismo... Pero...

—¿Tienes miedo a estar solo?

Stan asintió con duda.

—No lo sé... Solo sé que... Ya no sé qué pensar.

Kyle palmeó su hombro.

—Cálmate, eres un chico bueno, inteligente, buena onda y atractivo.— Stan abrió los ojos y tragó saliva con lo último.— Si  no es Wendy, será otra chica, y si no, te tienes a ti mismo y eso debería ser suficiente. Nadie se muere por nadie.

—¿Crees que soy atractivo?— Preguntó sonrojado.

Kyle se rió.

—De todo lo que te dije, ¿solo te quedó eso?

—Solo responde.

—Pues... ¿Supongo? No soy gay, pero objetivamente hablando, cumples con el estándar, creo.

Stan rió y se sintió un poco nervioso.

—¿Y tú?— Preguntó Kyle de repente.

—¿Yo qué?

—No homo, pero— Kyle se rió desorientado.—, ¿crees que yo sea atractivo?

Stan entrecerró los ojos para enfocar la vista y lo miró con atención. Kyle tenía unos lindos ojos verdes, el color de su cabello era llamativo y resaltaba una piel tersa, blanca y cuidada, además del color durazno de los labios finos. Su nariz... Siempre fue algo que su amigo detestaba, pero ahora que lo miraba mejor, su nariz romana le daba un toque especial a su apariencia, algo que lo distinguía del resto.

Y en ese momento, Stan sintió que se iba a morir.

—Eres hermoso.

Si pudiera abrir más los ojos, seguramente se le hubieran reventado. Soltó una risa nerviosa y Stan se relajó .

—Mentiroso.

—No miento.— Aseguró.—Supongo que por eso, Heidi no se pudo resistir a hacerlo contigo.

—Hombre...— Kyle escondió la cara en sus manos. Su voz se oyó más desanimada.—No quiero deprimirme yo también.

—¿No han vuelto a hablar del tema?

—No.— Suspiró.—Al final volvió con Cartman. No quiere tener problemas con él.

—Que mierda.— Resopló.

Kyle elevó los hombros.

—¿Qué se le va a hacer?

Un silencio inundó la habitación. Stan se quedó pensando en lo que le dijo Kyle antes: "Si no es Wendy, será otra chica". Pero... ¿Y si no era una chica?

Kyle no sabía que Stan era bisexual.

—Oye... Kyle...

—¿Sí?

—Tú... Dijiste... Que si no era Wendy, sería otra chica, ¿no?

—Sí, ¿por qué?

Suspiró nervioso antes de seguir.

—En el hipotético caso de que sea... Un chico... ¿Qué pensarías?

Kyle expandió un poco los ojos ante la suposición, pero relajó la mirada y respondió:

—Nada.

—¿De verdad?

—Si tú eres feliz, es suficiente.

Stan sonrió.

—¿Por qué lo preguntas?

—Bueno... Es que... A veces... — No encontraba las palabras en su ebrio cerebro.—¿Tú no tienes curiosidad sobre cómo sería estar con un chico?

La pregunta dejó a Kyle pensativo unos segundos.

—Creo que nunca lo he pensado... Pero debe ser incómodo, ¿no? Digo... No es que los homosexuales tengan el sexo tan fácil, ¿entiendes? No sé si sea agradable meterlo en... Ya sabes.— Teorizó. —Y de seguro debe ser doloroso... ¿Ellos no sentirán miedo con respecto a eso? A mí me daría miedo.

—No lo sé.

—Entonces... ¿Quieres decir que tienes curiosidad por lo que es estar con un chico?— Preguntó despreocupado.

No era exactamente "curiosidad".

Stan sabía que podría estar con un chico.

Stan sabía que le gustaban los chicos.

Kyle es un chico.

Y un chico lindo.

Y ambos estaban borrachos.

—Eso creo.— Confesó.

—¿Y con quién exactamente?

—No lo sé. Supongo que debería ser alguien que me caiga bien y con quien tenga confianza, ¿no?

Luego de unas risas débiles y un silencio, Kyle se sentó en la cama con la vista puesta en Stan. Él lo imitó por curiosidad. Sus caras quedaron frente a frente, Stan advirtió que su boca se agitó ligeramente. Sus rodillas se rozaron, una breve chispa de calor en medio de esa fría noche en Denver. De pronto, Kyle dibujó una sonrisa y Stan se preguntó qué pasaba por su cabeza.

Y Kyle le sacó el aliento con lo que le propuso:

—¿Quieres que ese beso sea conmigo?

La cara de Stan se le pintó de colores y empezó a titubear sin decir algo en concreto.

—¿Un beso? ¿Tú y yo?

Kyle se encogió de hombros.

—Solo sería para que te saques la curiosidad. No es como si nos vayamos a enamorar de golpe ni nada por el estilo.

Stan relampagueó los ojos de la impresión, estaba bastante conmocionado como para reaccionar y solo permaneció con la boca abierta intentando responder algo que no salió de su boca. Tiene su lógica, pensó, muy convencido de que Kyle tenía algo de razón. Ambos sabían bien que eran amigos, y eso no cambiaría las cosas.

Y sería una anécdota divertida en el futuro.

Tomó aire y asintió.

—Bien, ¿cómo lo quieres?— Preguntó Kyle como si fuese un depósito de besos.

—Em... ¿con la boca?— Respondió Stan.

Kyle hizo una mueca de frustración.

—Dios, eres tonto.

Kyle tomó a Stan de la cara con las dos manos y le dio un beso. Stan se quedó petrificado tratando de asimilar el contacto. Sintió como el mundo alrededor se le difuminaba e intenta pensar cómo llegó a este punto. ¡Estaba siendo besado por su mejor amigo!

Cerró los ojos, solo pudo pensar en que los labios de Kyle eran muy suaves y eso le hizo entrar en un cortocircuito.

El beso fue corto y ambos se alejaron con lentitud, aún con los ojos entrecerrados y los labios algo humedecidos. Y a Stan eso no le parecía suficiente. Necesitaba más.

Stan probó suerte y le devolvió el beso, y sintió una explosión en su pecho cuando Kyle abrió la boca contra la de él, sintió el impulso de restregar su lengua contra la de Kyle y se sintió tan maravilloso que se animó a subir la intensidad del beso. Ese beso se volvió algo cada vez más grande y llenó cada rincón de su cuerpo con una sensación tan embriagadora como el whisky que compartieron en el bar.

No se dio cuenta en qué momento pasó todo, pero de repente, estaba sobre el regazo de Kyle y cayeron a la cama.

Una brevedad que resultó eterna.

Fin del flashback.

—Luego me subí encima de sus piernas y seguimos hasta que...

—Mucha...— Craig le enseñó el dedo índice para indicarle que pare.—Información.

—¡Para mi no! Yo quiero detalles.— Exclamó Kenny.

—¡¿En serio Kyle se cogió a la novia de Cartman?!— Preguntó Craig sorprendido.

—Bueno, yo me cogí a su madre, él a su novia...— Dijo Kenny a medio reír y se dirigió a Craig.—Si tuviera padre, tú podrías...

—Lo cierto es que esa no... No fue la única vez.— Stan continuó.—Unos días antes de ir a Raisins, yo lo besé. Luego tuve una estúpida discusión con Wen por culpa de mi padre, entonces cuando fuimos allá, Kyle me increpó en el baño, me preguntó por el beso, yo le dije que fue para comprobar qué me causaba estando sobrio, pero obviamente un beso no fue suficiente y no quería aceptar lo que sentí en ese entonces. Estaba... Confundido.

Un largo silencio con sabor a duda permaneció en la cocina, los dos chicos trataban de adivinar qué era lo que Stan sugería. Craig se dio una idea de lo que pasó y lo planteó.

—Por favor, dime que no...

—Entonces lo hicimos una última vez en Raisins con la condición de que luego de eso, tomaríamos cierta distancia uno del otro.— Stan terminó de confesar.

Craig chocó la palma en su rostro.

—Veo que te gusta complicarte la vida tú solo.

—Tal vez.— Stan no le dio importancia al comentario, en cierto modo, parecía cierto.—Así que bueno, ahora estoy aquí; Kyle casi no me habla, no sé qué hacer con Wendy y en cualquier momento mi cabeza va a explotar.— Dijo mientras ponía la cara contra la mesa y los brazos detrás de la nuca.—¿Ustedes qué harían en mi lugar?

—Yo nunca estaría en tu lugar.— Respondieron sus amigos al unísono.

Stan levantó la cabeza con una mueca de frustración. Eso no le hizo sentir mejor.

—¡Bueno loco!— Exclamó.—Para ustedes es fácil decirlo porque supieron cómo llevar el tema de su sexualidad y porque entre los dos se dieron vuelta a medio South Park.

—¿"Medio South Park"?— Repitió Kenny.—Medio Colorado diría yo.— Craig se rió ante la aclaración.

—¡Como sea!— Stan frenó las risas.—¿Cómo creen ustedes que debería resolver esto?

—Bueno.— Kenny terminó de beber su agua y volvió a ponerse serio.—Vayamos por partes.— Propuso.

—Sí, en primer lugar— Intervino Craig.—, corta esa puta relación con Wendy, no llevará a ningún lado a esta altura y ya no tiene sentido.

—Si fuera tan fácil, ¿crees que estaría aquí?— Cuestionó Stan.

—¿Y cuándo dije yo que sería fácil?— Craig encendió otro cigarrillo.—Obviamente va a costar, pero a la larga, hacerlo ahora te va a ahorrar problemas en el futuro. Bueno, más problemas, mejor dicho. Además...— Fumó un poco antes de continuar.—No conozco a Wendy tanto como ustedes, pero si yo fuera ella, y mi novio, o sea tú, me engañara, preferiría que me lo cuentes tú y cortes conmigo antes que enterarme por otro lado. No lo tomaría a mal porque al menos me dijiste la verdad.

—¡¿Cómo no tomarías a mal algo así?! ¡Lo que hice fue horrible!— Reconoció Stan.—Yo... Aunque ella no lo sepa, la herí... Y yo...— Su voz empezó a quebrarse.—Yo no quiero lastimarla porque la quiero, y...

—¡Quieres!— Resaltó Kenny la palabra clave.—La quieres y nadie duda que le tienes mucho aprecio a Wendy, pero mejor empieza a aceptar el hecho de que ya no la amas.

—Sí, mejor empecemos por ahí.— Dijo Craig.—¿Qué sientes por Wendy concretamente? ¿Qué es lo que hace que te cueste tanto dejarla?

—Bueno... Creo que ella fue alguien que me llamó la atención desde el primer momento que la conocí y desde entonces...

—Fue.— Remarcaron Kenny y Craig.

—¡Es!— Se corrigió.—Wendy siempre fue y es una persona con la que me siento conectado de muchas maneras, y cuando empezamos me sentía muy bien, porque es hermosa, muy atenta cuando alguien está mal y una de las personas que me comprendió mejor que nadie. Sin embargo... Siempre tuve la sensación de que ella merece alguien mejor, y sé que ella podría tenerlo si quisiera, pero no sé porqué continúa conmigo, y yo no sé porqué sigo con ella incluso sabiendo eso.

—Arrancamos para el orto si piensas de ese modo.— Le dijo Craig soltando humo.

Stan decidió ignorar el comentario y continuó con lo que hablaba.

—La cuestión es que yo tuve muchos errores con ella, así como ella conmigo, pero a pesar de eso, ella... Continuó a mi lado, sí, de manera intermitente, pero continuó. Y yo... Creo que ninguna otra persona estaría conmigo tanto tiempo habiendo gente más inteligente y mejor en varios aspectos. Si yo cortara con Wendy... Probablemente nunca vuelva a tener otra relación, siento que si llegara a desperdiciar lo que tengo con ella y fuera por otro camino como...

—Kyle.

—Sí, tal vez.— Hizo una pausa.—En tal caso, no hay nada que me asegure que valdrá la pena. Hace ocho años estoy con Wendy, y en realidad, no sé si sea prudente tirar tantos años a la basura por una... ¿Calentura? Además... Si otra persona supiera que yo alguna vez la engañé, ¿quién querría estar conmigo? Asumirían que siempre fui un infiel incapaz de amar, ¡y encima soy bisexual! Y ya saben lo que dicen de los bisexuales.— Stan se encogió en su silla.—Creo que cumplí el prejuicio más horrible que tienen contra nosotros.— Hizo otra pausa.—En definitiva, creo que la quiero, pero no sé si siento lo mismo que al principio. Y tengo miedo de estar cagándola y que al final todo pierda sentido porque la única persona que podría ser mi pareja sería ella.

—Hay una frase— Habló Kenny.— que dice que no puedes pretender amar a otros o que otros te amen si ni siquiera te amas a ti mismo.

—La he oído.

—En sí mismo no está en lo cierto— Opinó Kenny.—, porque tú no te quieres, a juzgar por todo lo que dijiste sobre ti mismo, pero yo a ti te quiero y siempre lo haré. El problema de no amarte a ti mismo es que otras persona, como yo, te vamos a decir que te queremos y todas tus cualidades y tú no nos vas a creer.

—A mí parecer—Intervino Craig.—, lo que está pasando aquí es que tienes miedo a los cambios grandes. Y si esto te da miedo, déjame decirte que entonces la vas a tener muy jodida, porque allá afuera te van a pasar muchas cosas que requerirán tomar decisiones difíciles y cruciales que van a derivar en cambios tanto buenos como malos, y tú temes a eso porque te acostumbraste a estar en una zona de confort que, al final, solo funciona como un placebo.

Stan lo miró confundido.

—No te entendí una mierda, pero sí.

—La concha de tu madre.— Se quejó Craig contra la palma de su mano.—Zona de confort. Una rutina o grupo de personas que te hacen sentir cómodo, sin complicaciones y que te mantiene feliz, pero con el tiempo solo te lleva a sentir un vacío espiritual porque, ¡Sorpresa! Tu vida termina siendo demasiado fácil como para sentir una emoción real. Y el humano necesita experimentar de vez en cuando algo de adrenalina para sentir que está vivo o que vive para algo.

—Y— Agregó Kenny.— eso me hace pensar que por eso te está costando tanto pensar una carrera para ti, porque sabes que elijas la que elijas, te va a sacar de tu zona de confort porque te tienes que enfrentar a la posibilidad de fracaso, y es algo que no quieres. No lo quieres en tu vida amorosa, ni con amigos, y menos que menos, con una carrera. Entonces, te bloqueas ante la incertidumbre.

—Prefieres la comodidad de lo que ya conoces aunque no te haga feliz, a afrontar los problemas que la comodidad te trae y los cambios que te van a llevar a algo que no conoces, porque asumes que van a ser malos.— Craig emitió una tos antes de continuar.—Pero lo cierto es que son necesarios, incluso si al principio son malos.

—Si cortas con Wendy, seguramente te sientas solo y eso te haga sentir que escogiste mal, porque pasaste tanto tiempo de tu vida con ella que asumiste eso como lo normal y no sabes estar contigo mismo. Lo más probable, es que una vez que hagas eso, quieras estar automáticamente con Kyle.— Teorizó Kenny.

—Pero eso tampoco es recomendable— Opinó Craig.—, porque vas a caer en lo mismo: asumir la compañía y el solo hecho de tener una pareja como lo normal, se vuelve una rutina vacía, zona de confort y el ciclo se repite hasta que te das la cabeza contra la pared. Algo parecido a lo que te está pasando ahora.

—Así que lo que yo creo que sería mejor para ti, y creo que Craig estará de acuerdo conmigo, es contarle todo a Wendy.— Dijo Kenny con determinación.—Sé que no es fácil y probablemente te de miedo, pero tú estás como estás porque sientes culpa, es culpa por no decirle. Tal vez se enoje cuando le digas, o tal vez no, pero una vez que te saques esa carga de encima y afrontes el problema, salga como salga, te sentirás mejor que ahora.

—Y sobre lo de tu indecisión y miedo al fracaso con respecto a la universidad.— Craig fumó un poco y soltó el humo mientras hablaba.—Te estás presionando más de lo que deberías porque tienes en la cabeza que la vida está guionada, que si a los dieciocho...

—Diecisiete.— Lo corrigió Stan.

—Diecisiete.— Repitió Craig.—Que si a los diecisiete no tienes algo en mente, estarás acabado. Y a los diecisiete no tienes porqué saberlo todo.

—Pero tú ya sabes a qué te vas a dedicar— Stan lo interrumpió—. Al menos ya sabes qué sentido tendrá tu vida.

—¿Sentido?— Craig se quitó el cigarrillo de la boca y le preguntó con incredulidad y un atisbo de risa.—Lamento decepcionarte, pero la vida en sí misma no tiene sentido y puede llegar a ser demasiado oscura si tú no te mueves para buscar eso que llamamos "sentido de la vida". Así que si lo que esperas es que el "sentido de tu vida" llegue de la nada mientras estás sentado frente a tu laptop pajeándote viendo porno gay de pelirrojos judíos, te van a comer vivo.

—¿Por qué lo dices tan brusco?— Preguntó Stan con la voz algo quebrada.

—Prefiero ser yo quien te lo diga antes de que te lo diga alguien que no quiera verte medianamente bien.— Le respondió Craig apagando el cigarrillo y sacó uno nuevo.—Que yo sepa a qué quiero dedicarme no significa que algo está mal contigo per sé. Tiene más que ver con el hecho de qué tanto miedo le tienes al fracaso o a exponerte a la incertidumbre, algo que debes entender que es parte de la vida y principalmente de la "experiencia universitaria", además de que cada quien tiene sus tiempos y toda esa mierda.

—Tienes que vivir, Stan.— Kenny puso su mano sobre la de Stan.—Lo que quieras hacer, vendrá a ti solo una vez que entiendas que tienes que vivir, con todo lo que eso implica. Te irá mal en muchas cosas, en el trabajo, en el amor, en los estudios, pero solo vas a fracasar si prefieres mantenerte en el molde.

Stan se rascó la cabeza mientras pensaba las palabras de Kenny y Craig.

—Creo que soy demasiado inmaduro en comparación a ustedes.— Dijo lamentándose.

—No confundas "madurar" con "crecer rápido".— Habló Kenny con lentitud, pero determinado. Y finalizó con una voz más quebrada.

A Stan le demoró un poco más entender el peso de las palabras de Kenny, pero lo comprendió cuando vio la tristeza en la mirada de Craig.

El silencio no se prolongó por más tiempo. Kenny se repuso y se aclaró la garganta.

—Como sea... Espero que algo de lo que dijimos, te ayude, lo puedas entender y empieces a tomar decisiones. De verdad, lo espero.— Dijo afligido.—Porque una vez que lo entiendas y lo pongas en práctica, esto— Señaló la caja con botellas.— desaparecerá de tu vida definitivamente.

—Empezando por Wendy.— Le recordó Craig mientras soltaba una bocanada de humo.—No me gusta ser el de las presiones, pero cuanto antes termines con ella y todo este triángulo amoroso, mejor para ti y tu salud mental. Y— Tomó una de las licoreras de la caja.—lo harás sin esto.

—No creo que pueda hacerlo.— Dijo Stan con la voz temblorosa.

—¿Quieres que lo de ayer se repita?— Preguntó Kenny alzando la voz.—¿Quieres seguir siendo el amigo alcohólico que nos pone incómodo a todos y no resuelve sus problemas o prefieres ser el perro empoderado que creo que conozco?

—"Perro empoderado".— Rió Craig.—Es lo mejor que escuché hasta ahora.

Los tres chicos se rieron ante las palabras de aliento de Kenny. Stan se sintió menos tenso luego de la charla, no estaba seguro de poder aplicar sus consejos ese mismo día, algo lógico. Sin embargo, el hecho de ya no mantener tantas cosas en secreto le hizo sentirse mejor.

Y no necesitó ni una gota de vino para sonreír.

—Y Stan.— Kenny volvió a llamar su atención cuando la risa cesó.

—¿Sí?

—Sobre lo de Wendy y Kyle, quiero que entiendas una cosa.— Lo abrazó por los hombros mientras hablaba.—¿Lo que hiciste estuvo mal? Sí. ¿Eso significa que eres una pésima persona? Por supuesto que no. Un error no define a nadie. Lo que te va a definir, es lo que hagas a partir de este error. Y yo creo que en el futuro, la persona que esté a tu lado, será muy afortunada de tener a su lado la mejor y más madura versión de ti.

—Sea una persona o tú mismo.— Agregó Craig.—Lo importante es que estarás bien.

—Muchas gracias, chicos, en serio lo digo.— Agradeció Stan genuino y sonriente. Pensó un segundo algo que dijeron con anterioridad y se dirigió a Craig.—Por cierto, Craig, sea lo que sea que haya dicho anoche sobre ti, quiero que sepas que no fue cierto. Me caes bien, me intimidas un poco a veces, pero eso no significa que me caigas mal. Lo digo de verdad.

—No te preocupes, suelo causar esos sentimientos.— Reconoció el mencionado con desdén.

—Y hablando de sentimientos...— Kenny juntó sus manos y habló con un tono pícaro.—Tucker, ¿quieres abrirnos el corazón y decirnos que es lo "complicado" en lo tuyo con Cafecito?

—¡¿Quién es Cafecito?!— Interrogó Stan, se quedó callado cuando dedujo la respuesta él mismo.—¡¿Tweek?! ¡¿TÚ Y TWEEK?!

—¿Por qué te sorprende tanto?— Preguntó Craig mientras fumaba.

Stan comenzó a reír a carcajadas, Kenny llegó a tentarse un poco pero no se rió hasta saber lo que Marsh tenía en mente.

—¿Qué es lo divertido?— Craig estaba más confundido que antes.

—¿Te suena el meme del pequeño hamstercito tratando de comer una banana gigante? Pues así se vería una relación entre ustedes dos.

Y dicho esto, Kenny volvió a reírse descontroladamente. Tanto que se cayó de la silla, pero no se detuvo.

—¡Santa mierda! ¡Es la mejor imagen mental que he tenido hasta ahora!— Exclamó entre risas y casi sin poder respirar.

Craig, avergonzado porque hasta él se imaginó lo que dijo Stan, levantó el pie y lo puso sobre Kenny.

—Vuelve a sentarte o te piso.— Dijo amenazante.

—Sí sabes que eso no me da miedo, ¿verdad?— Le dijo relajando la risa.—Me excita que me ahorquen o pisen.

Lo peor es que no era el único al que le gustaba ese fetiche.

Craig tomó a Kenny de la remera y lo obligó a sentarse otra vez, aunque este no paraba de reír.

—Bueno, bueno...— Kenny tomó aire.—Fuera de joda, ¿por qué dijiste ayer que era algo "complicado"?

—Creo que no es muy difícil deducirlo.— Echó una bocanada de humo y continuó.—Tweek y yo venimos de mundos diferentes. Hay cosas con las que yo estoy acostumbrado a lidiar, pero Tweek no, y no quisiera exponerlo a ciertas situaciones. No sería muy prudente de mi parte arrastrarlo a mi mierda cuando sé bien que él tiene una vida más... Normal.

—¿Podríamos hablar de que ese es el cuarto cigarrillo que prendiste en una hora?— Señaló Stan.

—Ah, sí.— Respondió Craig sin darle la importancia que realmente cargaba.—Bueno, en resumen, eso sería mi "asunto" con Tweek, pero realmente no estoy desesperado por tener una relación formal con él y con nadie en realidad. Siempre he tenido en mente que una relación es una gran responsabilidad, y si voy a asumir esa responsabilidad, quiero que sea cuando yo esté realizado. Y hoy por hoy, no me veo cerca de eso.

—Para cuando estés realizado, ya te habrá dado cáncer de pulmón.— Agregó Kenny.

—¿Estamos hablando de Tweek o del tacabo?— Preguntó con exasperación.—Porque si es lo segundo, dejo de hablar al pedo, ¿viste?

—Realmente quisiera saber el lore detrás de tu adicción.— Respondió Kenny mientras llevaba las manos detrás de su cabeza.

No era un tema de conversación con el que Craig se sentía cómodo, porque lo llevaba a pensar en el cómo empezó todo, y peor aún, como es que continuó con eso.
Sintió los hombros tensos y una de sus piernas empezó a temblar.

—No hay mucho lore, simplemente estaba muy solo en mi otra escuela, luego tuve un grupo de amigos no muy saludable... A eso añadan una insalubre cantidad de estrés y ansiedad con el que tengo que lidiar cada día porque no sé si cuando me vaya a dormir me despertarán los gritos de mi madre pidiendo auxilio porque mi padre la va a matar o cuál de todos los saludos de despedida será el último...— Se detuvo cuando sintió un quiebre en su voz. Luego de un momento, volvió a hablar.—En realidad, no es algo de lo que quisiera hablar, ¿sí? Tal vez otro día se los cuente más detalladamente, pero por ahora...

—Entendemos.— Le dijo Stan.—Volvamos con Tweek entonces.

—Y... ¿El vampiro que te hizo esas marcas de pertenencia sabe de Tweek?— Preguntó Kenny con burla.

—Hace rato me estoy preguntando eso.— Añadió Stan entre risas.—¿Quién te hizo lo del cuello?

Craig había olvidado completamente que aún se notaban los chupetones. Se subió el cuello de la polera y se encogió en la silla.

—De hecho fue Tweek.

Silencio otra vez.

—¿Tú y él entonces ya...?— Murmuró Stan atónito.

—Sí.

—O sea que no te sientes preparado para tener una relación con Tweek, pero sí para darle como a control sin pilas.— Concluyó Stan.

—¿Te sorprendería saber que soy versátil en ese sentido?— Soltó Craig como una confesión.—"Si me das, yo te doy".

—El punto es que piensas que le vas a arruinar la vida si te metes en una relación seria con él, y entiendo que lo pienses así. Pero eso no lo decides tú— Le dijo Kenny.—, eso tiene que decidirlo Tweek.

—Como te dije en tu cumpleaños— Habló Stan.—, no puedes dejar que todo lo que haga o deje de hacer tu padre, maneje tu vida. Si tú y Tweek se aman y quieren estar juntos, no debería ser algo complicado.

—Están olvidando que estamos hablando de alguien que es potencialmente peligroso y un chico que nunca ha tenido una pareja.— Le recordó Craig con seriedad.—Esto no se trata de que el amor lo pueda todo y toda la mierda hollywoodense, es más complicado que eso. Y si realmente lo quiero, no voy a dejar q...

—¡DIJISTE QUE LO QUIERES!— Exclamó Kenny.

—¡LO DIJO! ¡SABÍA QUE BAJO ESA CARA DE ORTO HABÍA UN CORAZÓN!— Gritó Stan casi tan emocionado como Kenny.

—¡¿Pero por qué no me chupas bien la...?!

—¡ADMITE QUE AMAS A TWEEK Y YA!— Lo señaló Kenny sin poder creerlo.

—¡ESO!

—¡A ver, a ver, a ver!— Los frenó Craig con las manos en alto.—Sí, me gusta, sí, lo quiero, pero yo no diría aún que lo amo o algo así. Creo que es muy pronto decir eso.

—Bueno, pero sientes algo por él.— Afirmó Stan.—Algo que es más que solo amistad o atracción sexual.

Sin ningún esfuerzo, Craig dibujó una sonrisa.

—Sí.— Admitió.—Por eso quiero mantenerlo a salvo.

—Y es por eso que creo que deberías, al menos, intentarlo.— Opinó Kenny.—A lo mejor y termina siendo algo que les haga bien a los dos, ¿quién sabe?

No estaba convencido, era más complicado que el solo hecho de animarse a tener una relación con Tweek, pero no quería seguir ahondando en el tema.

—Puede ser.

Cuando dieron esa conversación por terminada, Kenny llamó por teléfono a una casa de comidas y pidió a domicilio. Al cabo de veinte minutos, su pedido llegó y los tres almorzaron.
En el almuerzo hablaron de varias cosas, la mayoría se centraron en anécdotas de cómo Kenny sobrevivió a la muerte. Sin embargo, tanto Stan como Craig se observaban entre ellos con una duda en común.

Y era: ¿La relación entre Kenny y Butters realmente iba muy bien como para que él no mencionara ningún problema?

—McCormick.

Kenny tragó los fideos chinos al oír su apellido.

—¿Tucker?

—Ya que nosotros ya hablamos de nuestros "problemas"— Hizo comillas en el aire.—, ¿nos compartirías los tuyos con Butters?

—Sí, cuenta tu chisme ahora.— Stan apoyó la idea.

—A menos que ustedes sean la relación perfecta.

Terminó su caja de fideos haciendo el mayor esfuerzo posible porque no se le revuelva el estómago cuando pensaba en lo que significaba la palabra "problema" en su relación.

Algo que estaba pateando hace tiempo porque no le quería dar más importancia de la que en realidad tenía.

Dejó los palitos chinos dentro de la caja vacía antes de hablar.

—No sé si llamarlo o no "problema"— Empezó.—, porque Butters y yo tenemos muy en claro que nos queremos. Pero últimamente he estado pensando mucho en qué va a pasar con nuestra relación cuando Butters vaya a la universidad.

—Pero podrías ir a vivir con él, ¿no?— Preguntó Stan.—Tengo entendido que Stephen lo ayudaría con el tema del alquiler hasta que Butters consiga trabajo ahí.

—No es tan sencillo— Objetó Kenny.—, recuerden que está Karen en el medio. No puedo alejarla de sus amigos así sin más y mucho menos la voy a dejar sola. Vivir los tres juntos será muy caro, o sea, puedo conseguir algo allá, pero no creo que sea tan sencillo, y no quiero que Butters cargue conmigo y ella hasta entonces.

—Pero...— Craig pensó en voz alta.—No es como si la distancia vaya a ser un problema para ustedes, me refiero... No son una relación cerrada.

—Ese es justamente el problema, amigo.— Resopló Kenny.—Y es que... Hace tiempo no disfruto el estar con otra persona, ¿entiendes? Pero supongo que no porque yo ya no lo disfrute, significa que tengo que decirle a Butters que ya no me siento muy cómodo con la relación abierta y limitarlo a él, ¿no? Más con el hecho de que el año que viene vamos a estar distanciados...— Kenny hizo una pausa con la mirada en un punto fijo.—No quiero tampoco que una relación de nueve años se vaya al carrer por una duda que tal vez sea pasajera. Además... no me gustaría alimentar ese prejuicio de que las relaciones no-monogámicas no funcionan o son pasajeras, ¿entienden?— Suspiró.—No sé qué hacer, tengo que pensarlo bien.

Craig terminó de comer los fideos e hizo a un lado la caja china. Se cruzó de brazos y pensó la situación.

—Bueno, yo nunca tuve una relación, pero, ¿no que lo fundamental es la comunicación? Tal vez deberías planteárselo a él y ambos decidir qué hacer.

—¿Pero y si se lo digo y las cosas cambian para mal?— Cuestionó Kenny.—Sí, sé que es irónico porque justamente hablábamos con Stan sobre los cambios, pero es que no me gustaría que algo como esto desestabilice lo que tenemos, no me siento preparado aún para eso. Butters y yo pasamos por muchas cosas para llegar a donde estamos, ¿entiendes? Y... No quiero cagarme en eso.— Kenny se levantó de la silla y tomó las cajas vacías para tirarlas a la basura.—Pero supongo que tienes razón, debería hablarlo con él en algún momento.

—Supongo.— Coincidió Craig. Luego, sacó otro cigarrillo. Stan se le quedó viendo hasta que obtuvo su atención.—¿Qué te pasa?

—Sabes mucho de relaciones... Pero nunca tuviste pareja.— Le dijo como si fuese una anomalía.

—El entrenador no juega.— Contestó Craig alzando los hombros.

Kenny miró la hora en el celular.

—Bueno, supongo que ya debería irme.— Dijo estirando su cuerpo.

—Sí, yo también.— Craig se levantó de la silla y la puso contra la mesa.

Sus dos invitados caminaron hasta la sala para recoger sus cosas. Stan buscó las llaves y los esperó hasta que estén listos para irse. Salieron afuera cuando todo estaba en orden.

—Por cierto, Kenny, ¿verás a tu hermano estos días?— Preguntó Stan.

Kenny negó con la cabeza.

—No lo sé, debería preguntarle si está, ¿por qué?

—Me da vergüenza decirle yo porque él me cae bien, de verdad. Pero, ¿sería mucho pedir que, por favor, cuando esté con mi hermana en casa, se aseguren de que el respaldo de la cama no choque la pared?— Stan se sintió incómodo de solo mencionarlo.

Kenny se rió un poco.

—Y bueno, los McCormick somos así.— Dijo con tranquilidad.—Pero veré cómo tocar el tema.

Craig oyó la conversación y los miró desde la puerta.

—¿Desde cuándo Kevin tiene novias?— Preguntó confundido, pero no tanto como Stan y Kenny al oírlo.

—Desde siempre, ¿por qué?— Indagó Kenny.

Craig solo guardó silencio y caminó hasta la moto.
Stan y Kenny comprendieron lo que quiso decir con eso.

—No me jodas.— Balbuceó Kenny.

—¡¿TE COGISTE A MI CUÑADO?!— Preguntó Stan sorprendido.

—No me lo cogí, solo le metí la lengua hasta la garganta.— Respondió con naturalidad.

—Sutil.— Se rió Kenny.

—¿Y luego soy yo el que hace las cosas mal porque va de cero a cien?— Cuestionó Stan.

—Pero yo por lo menos estoy soltero.

Stan no supo cómo responder a esa cerrada de culo.

—Pero te lleva como cuatro o cinco años.— Le recordó Stan.—Y sale con Shelly.

—¿Y? Fue el año pasado. Tenía dieciséis y ambos estábamos solos, tampoco es para tanto.— Respondió despreocupado.

—¿Eso significa que Tweek está domesticando al gato Tucker? Quiero ver eso.— Se mofó Stan. Craig le enseñó el dedo corazón.

A él le gustan mayores, de esos que llaman señores.— Cantó Kenny entre risas.

—Cállate, McCormick. ¿Nos vamos?— Le dijo Craig señalando el casco extra.

—Bien.— Se giró a Stan y le dio un abrazo.—Cuídate amigo.

—Y lava mi campera, por favor. Luego regreso a buscar el cajón.— Le recordó Craig mientras se ponía el casco.

Kenny se sentó detrás y se abrazó a Craig cuando éste se puso en marcha.
Stan los despidió con la mano en alto hasta que los perdió de vista.

Entró a su casa y se quedó parado en la sala, aún le seguía dando vueltas a la conversación que tuvo con sus amigos.

Aún no sabía qué hacer, las posibilidades buenas y malas todavía estaban presentes en su cabeza y le daban miedo, pero estaba seguro de algo.

Ya no quiero  estar  así.

Sacó su celular y abrió los mensajes que Wendy le había dejado.
El teclado se desplegó en la pantalla, como si su celular supiera antes que él lo que debía hacer.

Pasaron los minutos y varias horas, Craig ya había regresado para llevarse el cajón con las botellas y volvió a dejarlo solo. Fue a su habitación, se acostó de forma horizontal, vertical, con las piernas contra la pared y la cabeza colgando del colchón. Así fue hasta que tomó algo de valor y tecleó:

Stan:

Wendy.

El lunes podemos hablar de algo?

Chapter 31: Mucha presión

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/QpL8P8cEXxA

Chapter Text

¿Alguna vez han hecho algo porque en ese momento tuvieron el suficiente impulso para tomar la iniciativa y luego se arrepintieron?

Eso fue exactamente lo que le pasó a Stan, y por eso ese lunes no quería ir a clases.

Luego de haber tomado valentía para enviarle el mensaje a Wendy, su Wi-Fi cayó, así que el mensaje no salió. Stan se había autoconvencido de que esperaría pacientemente a que la conexión vuelva y dejaría que el mensaje le llegue.
Sin embargo, con el paso de los segundos esa idea fue perdiendo fuerza hasta que cayó en la tentación de ese mágico botón que WhatsApp amistosamente ofrecía en esas situaciones. Presionó los dos mensajes que intentó enviar y seleccionó la opción "eliminar para todos".
Por un lado, Stan había salvado su propio cuello porque Wendy no podría leer lo que le escribió, pero, olvidó que el "eliminar para todos" en WhatsApp es un arma de doble filo, porque aunque el texto no se leyera, Wendy vio que Stan le envió algo que luego eliminó. Varias podrían ser las razones: o se equivocó de chat, o no quería que ella supiera lo que envió.

O ambas.

Cuando Stan se dio cuenta de esto, pensó cuál sería la mejor causa de muerte que podría usar de excusa para faltar a la escuela el lunes.
No solo no se le ocurrió ninguna excusa, si no que tuvo que asistir el lunes de todos modos, así que siguió su otro plan: evitar a Wendy. Y ese plan no era nada fácil, primero que nada, porque ambos tomaban las mismas clases, y la otra era la culpa que le carcomía. Se sentía, efectivamente, como un cobarde y un idiota.

Stan cerró el casillero aún absorto en sus pensamientos, cuando giró la cabeza se encontró con Craig a su lado en silencio, contra el casillero y con los brazos cruzados. Stan se sobresaltó en su lugar y se puso la mano en el pecho, el corazón le latía con fuerza por el susto que le dio.

—¡Carajo Craig, me asustaste!— Exclamo.

—Red me pidió que te dijera— Empezó a hablar ignorando por completo el susto de su amigo.—que Nichole le dijo que Bebe le dijo a Clyde que Wendy te busca.

—¿Por qué simplemente no me dices "Wendy te está buscando"?— Preguntó mientras se cargaba el morral al hombro.

—Primero, respeto la cadena, segundo, no vayas a decirme que nunca viste Harry Potter.

—Bueno, dile a Red que...

—¡No soy tu puta lechuza!— Lo frenó Craig antes de que terminara la oración.—El punto es que Wendy te espera en el patio.

—Y...— Stan comenzó a caminar al lado de Craig, no sabía si se dirigía al patio o si optaría por salir corriendo.—¿Sabes para qué?

Craig lo observó de reojo, iba a responder que no sabía (porque realmente no sabía), pero se detuvo cuando notó el temblor en la voz de Stan. Algo no iba bien.

—Déjame adivinar...— Dijo Craig con un leve suspiro antes de tomarse un momento para analizar a Stan.—Le enviaste un mensaje a Wendy cuando nosotros nos fuimos.

—Sí.

—Un mensaje para cortar.

—Sí.

—Se te cortó el Wi-Fi al igual que al resto del pueblo.

—Exacto.

—Cuando se te cortó el Wi-Fi, entraste en pánico y toda la decisión que tenías se te fue al carajo, entonces borraste el mensaje.

—Sipi.

—Como WhatsApp es igual a mi en el sentido de que le gusta ver el mundo arder pero no arder con el, le llegó a Wendy la notificación de que borraste el mensaje pero no le explicaste por qué.

—Exactamente.

—Y ahora te quieres esconder de ella porque no sabes cómo afrontar la situación.

—Sí, así fue exactamente como pasó.— Afirmó Stan con una sonrisa falsa.—Y por desgracia, amanecí vivo, así que mi madre me obligó a venir de todos modos.

No esperó otra respuesta de parte de Tucker luego de oír su suspiro de frustración. Intentó decir algo gracioso para romper la tensión entre ellos, pero ni el consiguió reírse de sí mismo cuando doblaron hacia el pasillo que los llevaría hasta el salón de su siguiente clase y vio a lo lejos que Wendy hablaba con Kyle.

Y apostaba todo lo que tenía a que estaban hablando de él.

Sintió como el estómago le dio vueltas y el pobre desayuno en su estómago amenazaba con salir expulsado. Tomó a Craig de la campera y lo arrastró al baño con él antes de que Wendy y Kyle se dieran cuenta de su presencia.
Empujó a un chico de cuarto año que salía por la puerta y con el baño ya vacío, vomitó en el lavabo. Craig se encargó de sacarle el dedo al chico que insultó a Stan y aseguró la puerta con el peso de su cuerpo. Ya se había resignado a que esto sucedería más seguido de lo que imaginaba.

Mientras Stan vomitaba, el morral se le deslizó del hombro y un ruido metálico llamó su atención. Se acercó al morral y lo tomó para revisarlo sin importarle que Stan le hizo señas para que no lo espiara.

Sacó la mano del primer bolsillo que revisó: una licorera pequeña.
Quiso sentirse triste, pero la tristeza se convirtió en enojo.

—¡Dame eso!— Stan dejó de vomitar, quiso quitársela de las manos, pero ya era demasiado tarde.—No es lo que parece, lo juro...

—¡¿Qué hablamos ayer, Stan?!— Le gritó enfadado. Destapó la licorera y vertió el líquido dentro del lavabo.—¡Dijimos que lo harías sin esto!

—¡Craig, carajo, tú no lo entiendes!— Exclamó con la voz rota. Stan quería pensar que las lágrimas en sus ojos se debían al vómito y no a lo que Craig había hecho.

—¡"Craig, carajo" las pelotas! Cuatro horas estuvimos hablándote Stan, ¡cuatro putas horas! Y te chupó un huevo todo lo que hablamos.

—¡No es que me chupó un huevo, es que...!— Stan gritó, pero no terminó la oración cuando oyeron el ruido del agua. Alguien tiró la cadena.

No se habían dado cuenta de que no estaban solos y por un segundo, sudaron frío. La puerta del cubículo se abrió, Stan y Craig dejaron de discutir para ver quién salía.

—¡Oigan, oigan!— Kenny se abrochó los pantalones una vez fuera del cubículo. Traía la campera de egresados atada por las mangas en diagonal. Hizo una "T" con las manos.—¡Tiempo fuera! ¿Qué mierda les pasa a ustedes dos?

Stan quiso negar lo que sea que Craig fuera a decir, pero no fue necesario, Kenny vio la licorera en sus manos. Su mirada pasó de la exaltación a la preocupación.

—Stan...— Fue todo lo que alcanzó a decir.

Estaba acorralado y ya no le quedaban excusas.

—¡Miren! ¡En serio lo siento! ¡Les juro que agradezco de todo corazón que me hayan dado consejos por cuatro horas y me siento mal por haber hecho exactamente todo lo contrario a lo que me dijeron!— Confesó con la voz ahogada sin dejar de caminar a lo largo del baño.—¡Pero les juro que yo no puedo con esta presión! Intenté, les juro que lo intenté. Estuve toda la noche despierto pensando en cómo venir aquí y hablar con Wen porque sé que quiere hablar sobre el mensaje que borré. Pero cuando estaba por bajar...— Intentó gesticular con las manos algo que no sabía poner en palabras, hasta que pudo seguir hablando.—¡Me cagué! ¿Bien? Sabía que no iba a poder con esto sobrio, entonces, busqué una pequeña reserva que tenía y bueno... Pensé que eso me daría algo de valentía, ¡pero no!

—Porque el alcohol amplifica las emociones que verdaderamente sientes, Marsh, no te da "valentía". Eso es lo que tu adicción te hace creer, pero no es así.

—¿Alguien me puede explicar qué pasó?— Kenny insistió.

—A este pelotudo se le juntó el ganado.

—Lo de "pelotudo" sobraba un poco.— Resaltó Stan con ofensa.

—¿Cómo que "se le juntó el ganado"? ¿Kyle y Wendy estaban juntos?

—¡Sí! Y estoy seguro de que Wendy le preguntó por mí o algo así.— Lloriqueó Stan.—Chicos, quiero morirme, me encantaría morirme ahora mismo, ¿Cómo me mato sin dolor?

—Stan, esa no es...— Habló Kenny, pero Craig lo interrumpió.

—Tomas una jeringa sin líquido y te...

—¡Tucker, no ayudas!— Lo reprendió Kenny antes de volver con Stan.—Tú tranquilo Stan, no te desesperes.

—¡¿Cómo esperas que no me desespere?!

—Mira, mientras el ganado no sepa que es ganado, la granja está tranquila.— Dijo Kenny con pacifismo.

—McCormick, uno del ganado sabe que es ganado.— Le recordó Craig.

—Entonces valiste.— Dijo Kenny en el mismo tono.

Stan se les quedó viendo a ambos chicos con una expresión de confusión.

—Sí se dan cuenta de que ninguno está ayudando, ¿no?

—Yo nunca quise ayudar, yo solo te dije lo que me pidieron y luego iba a ir a buscar a Tweek.— Se sinceró Craig.—Por cierto, ¿ustedes lo vieron hoy?

Ambos negaron con la cabeza.

—¿Se habrá tomado el día?— Teorizó Kenny.

—No creo, no suele faltar...— Dijo Craig pensativo.—Le preguntaré a alguna de las chicas.

—Awww se preocupa por su noviecito.— Kenny rió y tomó una de las mejillas de Craig.

Le corrió la mano con algo de pena antes de meter las manos en los bolsillos y salir del baño. Cuando dobló en la esquina, chocó con alguien y a Stan se le fruncieron muchas partes del cuerpo cuando oyó la voz al otro lado de la puerta.

—Lo siento Craig, no te vi.— Se disculpó Wendy mientras acomodaba su boina.

—No, yo lo siento.— Él asumió la responsabilidad del choque.

En el fondo, a Craig se le hizo gracioso oír las disculpas de ella. Era razonable que él no la haya visto, ¿pero que Wendy no lo vea a él?

—Por cierto, Craig, ¿viste a Stan?

Dentro del baño, Stan estaba por sufrir un colapso. Kenny tuvo que subirle el cuello de la campera hasta arriba para amortiguar cualquier sonido que hiciera.

Por un momento, Craig evaluó la posibilidad de decirle que Stan estaba en el baño. Sin embargo...

—No, ¿por qué?— Respondió con seriedad.

Wendy pensó en decirle el motivo, pero optó por no entrar en detalles.

—Por nada. Pero si lo ves, ¿puedes decirle que lo estoy buscando?

De hecho, ya lo sabe.

—Sí, claro.

—Gracias.— Le sonrió y continuó caminando.

—Wendy— La llamó él.—, ¿viste a Tweek? Creo que no lo vi llegar.

Ella se giró al oír la pregunta, sintió un cosquilleo interno al notar la forma en que Craig preguntó por Tweek, con la voz suave, algo preocupado y si se permitía verlo así, nervioso.

—No, no lo he visto, ¿no probaste con escribirle?

—Sí, pero no responde.— Dijo en voz baja.—Bueno, tal vez debería ir a verlo.

—Sí, además, en el Club de Teatro harán los primeros ensayos y se entregarán los trabajos. Debería venir por lo menos a esa hora.— Sugirió ella.

—Entiendo.

Ambos se retiraron en direcciones opuestas.

En el baño, Stan ya no podía aguantar el temblor de sus piernas y tuvo que sentarse en el piso si no quería terminar desmayándose. Abrazaba sus rodillas contra el pecho y su mirada estaba fija en un punto.
Las manos le sudaban a cántaros, le zumbaban los oídos, su cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento reventaría porque su respiración era muy acelerada y se sentía sofocado.

Sabía que todo estaba en su mente, no iba a morir, pero la sensación era tan tangible que lo único que podía hacer para no colapsar del todo era aferrarse a la presencia y al brazo de Kenny. En aquel momento, eso era su sostén.

Kenny notó el temblor en las manos de Stan y esa respiración entrecortada.
Conocía esas señales: eran el augurio de un inminente ataque de pánico.

Tenía experiencia en la materia ya que fue testigo de los -muchos- ataques de pánico de Butters, con el tiempo aprendió a controlarse a sí mismo para no desesperar a su pareja en esas situaciones, por lo que cuidó de no alterarse cuando las caricias que le daba en la espalda a su amigo no lo calmaron al instante y simplemente se mantuvo de esa forma hasta que se tranquilizó.

El timbre de receso sonó, pero ninguno de los dos se movió.

—Deberías ir a clases.— Le dijo Stan mientras se secaba una lágrima que recorría su mejilla.

—Le pediré a Butters la tarea.— Respondió Kenny con desinterés. Su celular vibró y miró la notificación desde la barra de tareas.—Craig me puso esto.

Le enseñó la pantalla a Stan y leyó el mensaje.

Tucker:

Dile a Stan que no se  preocupe  por la tarea, luego se lo paso.
Espero que  esté mejor.

✓✓10:20 am.

Stan apretó los ojos enrojecidos, se sintió barrido por una ola de algo mucho más grande que él mismo.
Sintió la incomodidad de ser una carga.

—Pero... Ustedes no...

—Nada de peros.— Lo calló.—La tarea puede esperar.— Seguido de eso, abrazó a Stan.—Primero estás tú.

Por cada muestra de cariño que Kenny le daba, Stan empezaba a sentir más culpa.

No se sentía merecedor de tenerlo como amigo, y con mayor razón después de haberlo decepcionado.

Pero por alguna razón, Kenny continuaba ahí y no parecía querer irse.
Pasaron algunos minutos de esa forma, en silencio. Stan se permitió llorar en su hombro y Kenny buscó algunos memes graciosos que había almacenado en su galería, pensó que tal vez con eso le sacaría alguna que otra risa, por muy corta que sea.

Y funcionó, Stan sonrió un poco. Una corta y miserable risa, luego un silencio vacío antes de que un gemido doloroso saliera de su garganta. Kenny advirtió que estaba por volver a quebrarse, y le dio otro abrazo.

—Kenny, me siento muy mal.— Sollozó.

—Lo sé, amigo. Lo sé.— Acariciaba su espalda mientras cerraba sus ojos.—Tranquilo, todo va a estar bien.

—Tranquilo, todo va a estar bien

El primer periodo terminó. Craig fue a su casillero a dejar los libros que ya no usaría y a sacar algo de dinero para la cafetería. Durante las clases no pudo permitirse un momento para preguntar a sus compañeras sobre Tweek, así que planeaba buscar a Red en la cafetería, recordaba que Tweek fue a ensayar a su casa el sábado.

Murmuraba maldiciones por lo bajo mientras luchaba por sacar las fotocopias lo más prolijas que pudiera, no tenía ganas de volver a gastar, especialmente por la parte de esperar en la larga cola de la fotocopiadora.
Cuando halló los apuntes de Idiomas, tiró de los papeles y cayeron al suelo.

—Genial.— Bufó exasperado.

Se agachó para recoger los papeles. Una mano pequeña, de uñas largas pintadas de verde y piel blanca empezó a ayudarlo. Levantó la vista para ver quién era.

—Hola Craig.— Lo saludó Lola sin mirarlo. Cuando recolectó una buena cantidad de papeles en su brazo, se incorporó y buscó en su mochila una abrochadora.—Toma, tal vez te sirva.

—Gracias.— Craig asintió con la cabeza una vez. Tomó los papeles que Lola recogió y la abrochadora, revisó por arriba a qué materia pertenecían las fotocopias y las dividió con los dedos.

—No es nada.— Dijo sonriente.—Por cierto, ¿sabes por qué Tweek no vino hoy?— Craig la miró cuando oyó el nombre.—Es que luego del segundo periodo, los del Club de Teatro nos reuniremos para ensayar y arreglar algunas cosas de la escenografía. Tú también deberías asistir.

Ya lo sabía, Sherlock.

—No, no lo sé.

—Ah, bueno, está bien. Le preguntaré a Red entonces.— Dijo pensativa.—Gracias Craig, nos vemos luego.

Lola lo despidió con una sonrisa y la mano en alto, él le devolvió el gesto. Esperó hasta asegurarse de que Lola estaba fuera de su rango de visión y audición. Se volvió al casillero y guardó las fotocopias con molestia mientras refunfuñaba en voz baja.

—Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles.— Cerró el casillero de un portazo.—Que país.

En los pocos metros recorridos no dejó de pensar en la molesta incomodidad que sentía por ese aparente interés de Lola por Tweek, y antes de ahondar más en esa idea y preguntarse a sí mismo si aquel interés era mutuo...

Bueno, no tenía que preocuparse por eso en realidad.

¿O sí?

¿O no?

¿Acaso era un interés meramente escolar? ¿Había algo romántico ahí?

¿O tal vez algo sexual?

¿O...?

La puta  madre .

Ya estaba dándole demasiadas vueltas. Más de las que se dijo en un principio que no le daría.

Se puso los auriculares poco antes de llegar a la puerta de la cafetería, sacó el celular para buscar una canción que le ayudara a callar esos pensamientos. La necesidad de ignorar el asunto le hizo olvidar un consejo importante: no caminar mirando el celular.

Cuando abrió la puerta, escuchó un golpe y un grito de dolor.

—¡Pero la recalcada concha de tu re putísima madre!— Exclamó Red cuando pudo volver a hablar mientras se cubría la nariz.—¡Mira por donde vas, ciego de mierda!

—¿Y tú no me viste? Eso sí que es ser ciega.

—¡¿Y cómo iba yo a verte?! Rayos x todavía no tengo.— Contestó molesta. Volvió a quejarse por el dolor, al mirar su mano notó que goteaba sangre.—Mierda.

—Vamos a la enfermería.— Propuso Craig.

—Claro que iré a la enfermería.— Dijo ella mientras caminaba hacia el pasillo.—Idiota.

Durante el camino a la enfermería, Craig cuidó de que Red no se desmayara, la sangre que derramaba le llegó a causar algo de miedo, no pensó que la había golpeado tan fuerte

Durante el camino a la enfermería, Craig cuidó de que Red no se desmayara, la sangre que derramaba le llegó a causar algo de miedo, no pensó que la había golpeado tan fuerte. ¿Le habrá quebrado la nariz? ¿Lo llevarían preso por eso?

—¡Ni una puta gasa!— Exclamó Red mientras golpeaba una de las alacenas con el puño.—¿Qué clase de enfermería tercermundista es esta?

—Sí sabes que en el tercer mundo ni siquiera hay enfermerías en las escuelas, ¿no?— Le preguntó Craig mientras revisaba los cajones del extremo de esa habitación.

—Cierra el culo y sigue buscando.

Abrieron y cerraron muchos cajones, alacenas y botiquines, revolvieron toda la habitación durante diez largos minutos hasta que finalmente encontraron un paquete de gasas abierto, una botella de alcohol a la mitad y algo de algodón.
En vista de que la enfermera no tenía intensiones de llegar temprano a su puesto, Red se sentó en la camilla y dejó que Craig lave la herida.

Él mojó el algodón con alcohol y Red lo miró con rechazo, su cabeza se echó hacia atrás a la defensiva.

Ante esto, Craig se quitó la campera de egresados... De Tweek.
Ahí se dio cuenta de que no se la había regresado, notó la mirada de juicio en Red cuando se detuvo en medio de la acción. Tragó saliva.

Dobló la campera y se la acercó a ella.

—Puedes morder la campera si te duele mucho.— Le indicó y volvió a acercar el algodón a la nariz herida.—¿Lista?

Red asintió y mordió la campera. Craig advirtió que los ojos de su compañera mostraban terror.

Cuando Craig apoyó el algodón en la herida, Red soltó una fuerte maldición y mordió la campera con fuerza. Al cabo de unos segundos, Craig terminó de desinfectarle la herida y la cubrió con una gasa.

—Listo, no estuvo tan mal, ¿no?

—Tu puta madre.— Respondió Red mientras se secaba las lágrimas.—Algún día te voy a romper la nariz y no con la puerta.

—Claro, la envidia, ¿no?— Craig volteó su rostro y acarició el tabique de la nariz con el dedo para presumirla. Red se negó a responder, solo puso los ojos en blanco y se colocó un algodón en la fosa nasal que aún sangraba.

Tras la puerta se oyó el timbre que anunciaba el inicio del segundo periodo. Red no se molestó en levantarse de la camilla, lo último que necesitaba era desmayarse en medio de la clase de idiomas.

—¿No deberías ir a clases?— Le preguntó ella mientras veía como se sentaba a su lado.

Craig levantó un hombro.

—No he faltado a ninguna clase desde que llegué, saltearme una no me va a afectar en nada.— Contestó sin demostrar preocupación.—Además que no hay algo más del verbo copulativo o sobre los auxiliares del que no nos hayan hablado ya.

—Ay él, el adelantado.— Masculló Red.—A ver, demuéstralo.

You're a cuckold.— Le dijo Craig conteniendo la risa. Red enmarcó la ceja.

—No sé qué has dicho, pero sé que te estás burlando de mí.

—Por supuesto.

Red alzó el dedo del medio cerca de su molesta cara adornada con una sonrisa burlesca, Craig solo rió por lo bajo mientras miraba sus pies rozando el suelo. Los de Red colgaban de la camilla y se mecían despacio en el aire.

—¿Vendrás hoy a la reunión del Club de Teatro?— Preguntó Red.

—Sí, no prometo quedarme mucho tiempo, pero sí.

De pronto, Craig recordó el motivo por el que había planeado buscar a Red.

—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Técnicamente, ya la estás haciendo.— Respondió ella.

—La concha de tu madre.— Resopló. Red soltó una risa apagada.

—¡Era broma!— Red alzó las manos en señal de paz, luego volvió a posar el algodón en su nariz.—Dime.

—Sé que el sábado, Tweek fue a tu casa para ensayar.— Cuando Craig dijo estas palabras, la sonrisa de Red se borró.—Intenté preguntarle cómo le fue, pero no me respondió... Y hoy no vino a la escuela, lo cual es extraño en él ya que nunca lo vi faltar. Entonces, quería saber si pasó algo el sábado o si solo es que me está evitando de alguna manera... O alguna mierda así.

Oyó a Red suspirar cuando él terminó de hablar. Entrelazó sus dedos mientras pensaba la respuesta y adoptó una postura más encorvada, como si se estuviera preparando para una conversación seria.

—Creo que no es ninguna novedad para ti saber que Tweek es un poco...— Dijo mientras gesticulaba con sus manos.

—¿Ansioso? ¿Nervioso? ¿Alterado? ¿Paranoico?

—Sí, algo como eso.— Afirmó ella. Volvió a suspirar antes de continuar.—Lo cual es malo para alguien que tiene tanto potencial como él.

—¿Qué quieres decir con eso?

—El sábado fue una gran sorpresa para mí el verlo en mi casa, realmente no estaba segura de que vendría, pero así fue.— Red se lanzó hacia atrás y se apoyó sobre los brazos. Miraba hacia el techo como si estuviera proyectando sus recuerdos ahí.—Durante los calentamientos lo vi bien, pero cuando empezamos a ensayar el primer acto cambió completamente.

—¿Qué pasó?

—Al principio ensayamos solos, recordaba sus líneas completas y lo hacía muy bien, demasiado. Pero cuando llegó el momento de ensayar delante de los demás y pasó él solo...— Red tomó aire, se veía la tristeza en su rostro, en la forma en que dudaba si continuar hablando, como si entendiera el sentimiento.—Se quedó en blanco. Se equivocó una vez y no pudo volver a retomar el ritmo. Cada vez que intentaba corregirse, se equivocaba más y más, hasta que...

—¿Hasta que qué?— Por primera vez, Red oyó la voz de un Craig preocupado.

Flashback

Tweek estaba estático, no parecía estar conectado al mismo tiempo y espacio, se limitaba solo a estar de pie y con los ojos muy abiertos, lucía desconcertado y su pecho subía y bajaba con frenesí. Sus labios se movían con torpeza, hacía un gran esfuerzo por tratar de vocalizar algo, pero la mirada asustada y la forma en que temblaba delataba el hecho de que no podía recordar lo que debía responder o el modo. Incluso cuando llevaba la atención al libreto en las manos y repasaba unos segundos repitiendo mentalmente las líneas de su personaje, volvía al principio: mente en blanco, mirada de horror, temblores y balbuceos.

—Tweek, tranquilo.— Repitió Red.—Tú sabes que lo sabes, solo... Mantén la calma.

—¡No!— Gritó de repente.—¡Yo puedo hacerlo! Solo... solo...— Su  voz  volvió a apagarse y se quebraba a medida que repetía la misma palabra: "solo".—¡Oh por Dios! ¡No puedo! ¡No puedo recordarlo!— Tweek se llevó las manos al cabello y lo jaló con fuerza mientras comenzó a caminar en círculos.

Se oía que murmuraba por lo bajo lo poco que  podía  retener de su  diálogo , pero en cuanto llegaba a la parte que no lograba recordar, su respiración  volvía  a agitarse.

Red corrió hasta él, separó las manos de su cabello y lo miró a los ojos. Estaban rojos y húmedos, lágrimas  silenciosas  caían por sus mejillas y se le formó un nudo en la garganta.

La  última  vez que lo vio así fue hace mucho tiempo y realmente no  quería  que volviera a suceder.

—¡TWEEK!

Le  sostuvo la mirada unos segundos, luego observó su alrededor y parecía volver a esa realidad de repente. Entonces se dio cuenta de que estaba llorando.

Estaba llorando en público.

Volvió a mirar a Red con la  intención  de responder o pedir  perdón , pero no pudo.

Solo caminó, rápido y sin mirar hacia atrás.

Fin del flashback

—Se le pusieron los ojos rojos, era como si... Como si por un segundo, Tweek no estuviera ahí, como si... Volviera de un shock.— Dijo Red mientras movía las manos abiertas cerca de su cara.—Y salió corriendo. Creí que solo iría al baño, pero no volvió. Cuando salí afuera, lo vi esperando el autobús... Y se fue antes de que pudiera decirle algo. Le envié mensajes, lo llamé... Nada.

Craig no contestó nada, Red observó que su mirada estaba clavada en la cerámica blanca de la enfermería y acto seguido, posó los codos en los muslos y juntó las manos, apoyó la barbilla en ellas. Red no supo identificar si estaba pensando en la situación que le comentó o si esperaba una instrucción de su parte, u otro comentario.
Algo que le soltara una palabra.

—Tweek tiene muchos dotes para las artes, y estoy segura de que tiene lo que necesita para actuar.— Replicó.—Sin embargo, si él continúa así no va a poder actuar, no solo porque lógicamente estas cosas nos van a atrasar a los demás y todo eso, ya que tenemos el tiempo limitado.— Hizo una pausa para morderse los labios.—Sino por su propio bien, porque tampoco quiero que le dé un infarto en medio del escenario y yo ahí... Exponiéndolo, sabiendo que eso podría haber pasado. Sería negligente de mi parte. Piensa en que esto fue algo que hicimos entre nosotros, los que actuamos, en privado, sin profesor ni nada, y se puso así. Yo no quiero imaginarme lo que podría pasar si lo llegara a exponer al público.

Craig volvió a la posición inicial. Expulsó el aire muy despacio.

—Entiendo.

Paseó los ojos por la habitación blanca, se detuvo en una pared que resaltaba por las manchas de humedad. Volvió con Red y vio la campera de Tweek sobre su regazo, entonces se le ocurrió una idea.

—Me siento culpable por haberte pedido que lo convenzas de hacer esto.— Dijo con tristeza, parecía un pensamiento que retuvo desde hace días y recién pudo soltar.

Craig podía sentir lo mismo que ella, se imaginaba que no debía ser nada fácil estar frente a tantas personas e interpretar un personaje siendo consciente de que te están observando, él no podría hacerlo ni aunque le pagaran. Eso no significaba que no le pareciera injusto que alguien como Tweek, a quien vio con sus propios ojos interpretar una pieza tan maravillosa con la gracia y la sensibilidad que a pocos actores de su edad ha visto demostrar, se deje vencer por esa inseguridad o miedo que no le hacía justicia a su talento. Alguien con tales habilidades no debía privarse de esa manera. No era justo. Estaba completamente seguro de que Tweek no merecía sufrir por esto.

—¿Qué tal si hablo con él ahora?— Propuso.—Quiero decir... Podría ir a su casa, decirle que voy a devolverle la campera y... Bueno, intentar tocar el tema y ver qué me dice.

Red se encogió de hombros.

—Has lo que creas conveniente.— Dijo ella sin mostrar convencimiento.—Pero no lo presiones. Si no se siente preparado...

—Lo sé.

Craig se bajó de la camilla. Red le alcanzó la campera antes de que se retire y la olvide. Caminaron juntos por los pasillos que llevaban a las aulas, cuando encontraron el aula de idiomas, Craig siguió su camino a la salida.

Red tomó la perilla de la puerta y antes de abrirla, volvió a mirar a Craig.

—¡Tucker!

Él se giró.

—Mándale saludos de mi parte.

Craig asintió.

—Claro.

Red miró al piso por última vez sintiendo una punzada en el pecho, no estaba segura de si era por los cigarrillos o porque al ponerse en el lugar de Tweek se sintió terrible, pero no le quedó de otra que entrar a clases, antes de que alguien más abra la puerta y la golpee en la cara de nuevo.

Red miró al piso por última vez sintiendo una punzada en el pecho, no estaba segura de si era por los cigarrillos o porque al ponerse en el lugar de Tweek se sintió terrible, pero no le quedó de otra que entrar a clases, antes de que alguien más a...

El segundo recreo tardó en llegar, la clase de idiomas le resultaba aburrida a Kyle, pero no podía quejarse, tenía la mejor calificación en francés y español y eso era alabado tanto por su familia como por los profesores.

Tal vez sea una mierda como amigo, pero aún era un buen estudiante.

—¡Kyle!

Volteó a ver al dueño de la voz, que por supuesto era Butters. Sonrió al verlo, desde la conversación de aquella noche, se sentía mucho más cercano a él.

—¿Qué tal, Butters?— Le dijo mientras cerraba el casillero. Miró el cabello de su amigo y notó un nuevo accesorio.—¿Y esta rosa?

—¡Ah! Me la regaló Kenny, la hizo con papel, ¿no es hermosa?— Se quitó la flor de la cabeza y se la enseñó en mano. El tallo estaba algo doblado, pero la parte de la flor aún se encontraba bien.

—Es hermosa, que lindo detalle.

Cuando Kyle veía esos detalles de Kenny para con Butters, solía sentirse ligeramente culpable por la imagen que solía tener de Kenny cuando eran más chicos. Siempre había creído que Kenny no podría ser un buen novio porque era un niño bastante hormonal, pero el tiempo se encargó de demostrarle que se había equivocado.

Kenny era un novio excelente.

Lástima que no podía decir lo mismo de... Ya saben.

—¿Qué tal estuvo la reunión de la otra vez?— Kyle y Butters comenzaron a caminar juntos hacia el patio mientras continuaban hablando.

Mierda...

Butters había olvidado por completo que Kyle no había ido, por lo que no sabía nada sobre lo de Stan.

¿Debía decirle?

—Pues... Estuvo bien, la verdad.— Dijo tratando de sonar lo más convincente posible.—Hubo pizza, juegos de video, Clyde llorando en la esquina por Bebe... Meh, lo normal.

Kyle lo miró de reojo y detuvo el paso para mirarlo fijo, Butters desvió los ojos para no hacer contacto visual.

No, definitivamente no se lo creía.

—Leo...

—Y Stan se emborrachó y se peleó con Craig y dijo cosas sin sentido y...

—¡Ay, carajo! ¡¿Por qué le dieron de tomar?!

—Todos estábamos bebiendo.

—¡Pero saben que Stan es flojo con la bebida!— Podría seguir haciendo reclamos sobre eso, pero prefirió enfocarse en lo que de verdad le preocupaba.—¿Y qué cosas "sin sentido" dijo?

Butters y Kyle se sentaron en la murallita que dividía los terrenos.

Leo no había escuchado lo suficiente como para poder darle un informe completo a su amigo, pero siendo el único que al parecer sabía el contexto, no fue difícil de resumir.

—No escuché qué fue exactamente todo lo que dijo, pero si parecía extrañar a alguien, lucía molesto por algo que hizo y... Bueno, tú y yo sabemos lo que puede ser.

Kyle suspiró frustrado. Tal vez en una situación distinta, saber que Stan lo extrañaba le haría ilusión. Pero solo lo hizo sentirse aún peor.

Además... Tranquilamente pudo haberse referido a Wendy y no a él.

—¿No has hablado con él?

—Sí, nos saludamos en el colectivo.

—Eso no es hablar, Kyle.

Tenía razón, simplemente se negaba a responder a eso con un "no".

Era tan raro decir que "no" a esa pregunta.

—Es que no sé si debería hacerlo ahora. Las cosas aún están frescas y... Siento que tal vez lo mejor sea dejarle su tiempo y que... En cualquier caso, él me hable cuando esté mejor.

—¿Y qué hay de ti?

Kyle lo miró.

—¿Yo qué?

—Dices que quiere que te hable cuando él esté mejor, pero, ¿tú lo estarás? Y si no lo estás... ¿Aún así vas a hablarle?

Volvió la atención a sus manos. Entendía a lo que Butters se refería.

—Supongo que ya estaré bien para entonces.

Su celular vibró, lo sacó del bolsillo y se sintió débil cuando notó la desilusión que recorrió su cuerpo al ver que el mensaje no era de Stan, aún cuando se esforzaba por convencerse a él mismo de que no estaba esperando su mensaje.

El mensaje era de... ¿Heidi?

Heidi:

Hola Kyle.

El consejo estudiantil quiere hacer una reunión al final del día.

Después de teatro.

¿Estarás?

✓✓ 15:12 pm.

—Además...— El timbre de fin de receso sonó. Ambos chicos se levantaron del murillo.—Yo también tengo mis propios asuntos.

Butters se detuvo y vio a Kyle alejarse.

Hay algo más que está ocultando. Pensó Butters.

Tweek amaneció con dolor de cabeza, igual que el sábado y el domingo

Tweek amaneció con dolor de cabeza, igual que el sábado y el domingo. 

Le costó horrores convencer a sus padres de que le dejen quedarse en casa ese día, les prometió en muchas formas que volvería a trabajar al día siguiente y también asistiría a la escuela. Sus padres no aprobaban la excusa de faltar a la escuela por enfermedades o dolores, ya que siempre le repetían "cuando tengas que trabajar, no vas a poder faltar ni aunque tengas 40 grados de fiebre".

Ese argumento no pudieron seguir sosteniéndolo después del 2020 y Tweek usó ese hecho en su contra, por lo que tuvieron que darle la razón... Por hoy.

Así que Tweek hizo lo que cualquier adolescente haría estando a solas en casa un lunes por la mañana: beber mucho café mientras miraba videos de conspiraciones en YouTube.

Bueno, cualquier adolescente con ansiedad, más bien.

Cuando el reloj marcó las doce del mediodía, se preguntó si valdría la pena cocinar algo, estaba bastante concentrado en su nuevo dibujo y en Halsey como para sentir hambre.
Dejó que el lápiz se deslice sobre la hoja y los trazos se unieron hasta que empezaron a formar dos ojos y una nariz.
Continuó con los labios, unos finos, rosados y suaves... Labios masculinos.

Alejó de la hoja para observar el dibujo, todo iba bien, la proporción era correcta, los ojos tenían la misma medida, los labios... Sus ojos...

Ya había visto esos ojos, había rozado esa nariz y había besado esos labios.
Conocía esa cara.

—¡Santa mierda!— Exclamó Tweek cuando se dio cuenta de a quien dibujó inconscientemente. Sintió como se le calentaban las mejillas.

Se sobresaltó en la cama y los auriculares se le cayeron de los oídos, fue cuando escuchó el timbre de la puerta.

—¡Mierda! ¿¡Hace cuánto estarán tocando!?— Se preguntó preocupado mientras se levantaba de la cama.

Tomó la campera que había dejado colgada en el respaldo de la silla del escritorio y bajó las escaleras a tropezones.

—¡YA VOY!— Gritó mientras luchaba por ponerse la campera bien.

Espera... ¡¿Y si es un asesino?!

—No debí haber gritado que ya iba.— Murmuró asustado, arrepentido de su error.

Se acercó con lentitud a la puerta y miró por la cerradura del medio.

Vio, lo que parecía, un chico con las manos en el bolsillo del pantalón.

¿Es...?

Se puso en puntas de pie para alcanzar la cerradura más alta y mirar el rostro de su visitante.

Y ese gorro no puede ser de otra persona. Pensó.

—¡Un segundo!— Exclamó alejándose de la puerta para ir a buscar las llaves de su madre (y rogando a Buda que su madre haya dejado sus llaves en la casa).

Las llaves de su mamá estaban en un recipiente de porcelana, y volvió a abrir la puerta.

—Hey, amigo.— Lo saludó Craig.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó Tweek desconcertado.

—Por lo general la gente saluda con un "hola", pero lo acepto.— Rió Craig.—¿Puedo pasar?

—Claro.— Tweek se corrió del camino y dejó pasar a Tucker. Cerró la puerta tras él.—¿No deberías estar en la escuela?

—Lo mismo pregunto.

Espero que nadie le haya  contado  nada.

—Es que me dolía la cabeza. Era insoportable.— Se excusó.

Craig le alzó una ceja.

—¿Esa no es típica excusa para no...?

—¡Ya no me duele la cabeza!— Aclaró Tweek.

—Llego yo y ya no te duele la cabeza, que conveniente.— Se burló Craig con una sonrisa pícara.

Mierda, debe pensar que soy un...

—¡No es por eso!— Titubeó sonrojado.—¡En serio, ya no me duele! No tiene nada que ver con que hayas venido y esté casualmente solo en casa y eso, sé que parece eso, pero...

Craig se rió, conmovido por los nervios de Tweek.

—Tranquilo, te creo.— Dijo con una voz calmada. Luego prestó atención a la campera que Tweek tenía puesta.—Linda campera.

Tweek no comprendió porqué dijo eso de repente, se miró a sí mismo y se dio cuenta de la razón: tenía su campera.

—¡Puta madre! Olvidé devolvértela.

Comenzó a quitársela... Y debajo de la campera no tenía nada que le cubriera el torso.

Craig no sabía si reír, calentarse o sentirse igual de nervioso que Tweek.
O las tres opciones juntas.

—Deja que vaya por una remera y...— Avisó Tweek con la voz temblorosa mientras volvía a subirse la cremallera, pero Craig volvió a bajarla.

—No te preocupes, el azul te queda muy bien en la piel.— Le respondió sin dejar de mirar a su torso.

—Mis ojos están aquí.— Advirtió Tweek mientras señalaba sus propios ojos.

—Voy a mirar donde yo quiera.— Bromeó Craig. Tweek le empujó la cara con la mano y desvió la atención. Miró las paredes y las fotos, no recordaba la última vez que estuvo en esa sala.—¿Pintaron las paredes?

—Siempre tuvieron este color.— Contestó confundido.

—Juraría que cuando vine la última vez, no se veían así.

—Es que esta es la segunda vez que entras por la puerta como una persona normal.

—Oh, puede ser eso...— Luego se dio cuenta de que Tweek se estaba burlando de él.—¡Ey! Yo entro con estilo.

—Estilo pandillero.— Continuó burlándose Tweek. Craig le sacó el dedo medio.—Aún no respondes a mi pregunta.

—Estaba aburrido.— Se excusó Craig.—Y no falté ni un día en lo que va del año, no va a pasar nada porque me saltee las clases de la tarde.

—No suenas preocupado.

—En la técnica me vivía rateando, uno se acostumbra.— Se explicó Craig encogiendo sus hombros.—De esa escuela sales con salida laboral y medio delincuente.

—Ya veo.— Suspiró Tweek, no podía comprender como cosas como ratearse no ponían nervioso a Craig, incluso si ya estuviera acostumbrado como dice. Tweek no se imaginaba haciendo algo tan arriesgado.—¿Has almorzado ya?

Tweek caminó hacia la cocina, no se molestó en decirle a Craig que lo siguiera porque asumió que lo haría.

—No, ¿y tú?— Respondió mientras tomaba asiento.

Dile que sí, si le dices que no va a querer cocinar para ambos y no quieres molestarlo.

—No, tampoco.— Respondió Tweek ignorando a la voz de su cabeza.

Por eso no la pones si no es con este virgo.

—¿Qué te gustaría comer?— Preguntó Tweek apoyándose en la mesada, de brazos cruzados.

Craig no estaba seguro de si Tweek lo estaba haciendo con esa intención o solo se debía a que estaba más hormonal de lo normal, pero una pregunta como esa viniendo de Tweek con su campera y sin nada debajo de ella era una combinación bastante... Tentadora.

—Lo que quieras.— Se limitó a responder tratando de sonar lo más decente posible. Miró su ropa y recordó la excusa con la que iba a presentarse en su casa.—Por cierto, yo también te quería devolver la campera.

Craig se bajó el cierre y se quitó la campera de Tweek, procuró dejarla en el respaldo de la silla para no llevársela otra vez.
Tweek no perdió la oportunidad de observar la sutileza con la que la tela de la remera de egresados marcaba la silueta de su cintura, su pecho y sus hombros.

Creo que ya sé lo que quiero de comer.

—¿Tweek?— Lo llamó Craig para intentar devolverlo al presente.

Tweek sacudió su cabeza, se sintió profundamente avergonzado por quedarse embobado viéndolo. Esperaba que Craig no se haya dado cuenta.

—¿Qué decías?— Respondió por fin.

—Que te quiero comer...

Eso fue sincericidio.

—¡¿QUÉ?!— Exclamó Tweek con sorpresa.

—¡Que comeré lo que tu quieras!— Se corrigió Craig.—¿Qué sabes hacer?

Y... Tweek nunca supo que llegaría el momento en el que tendría que confesar su peor pecado como repostero.

—Te seré sincero... Sé repostería, pero no sé cocinar.— Confesó.

Craig lo miró con desconfianza.

—Sí, ahora dime que sabes multiplicar pero no sumar.

—La única vez que intenté hacer fideos se me quemaron.— Comentó Tweek mientras sentía cómo un simbólico cartel de "inútil" aparecía en su frente.

—¡Pero eso solo necesita agua y sal!

—Pero se me quemaron.— Tweek levantó sus manos, sin mucho más que decir al respecto.

Craig miró a la esquina, había unas cajas con mercadería y por encima de ellas vio dos cajas de fideos instantáneos. No le molestaría cocinar para Tweek, es decir, cocina para su hermana la mayoría de las veces, ¿por qué no haría lo mismo por Tweek?

Además que podría hablar del tema, de paso.

—Bueno... Si quieres puedo hacer yo.— Dijo mientras se levantaba a buscar la comida.

—¡No te molestes! Está bien.— Intentó detenerlo Tweek.

—Mira, me preocupa realmente que pretendas irte el año que viene a vivir solo sin saber hacer un fideo. Al menos déjame enseñarte a hacer esto y tal vez no mueras a medio año.

—¿Medio año? Me tienes mucha fe.— Y justo cuando terminó de decir eso, se dio cuenta de lo patético que sonó.—Olvida lo que dije.

—No prometo nada.— Se burló Craig, ya pensaría como aprovecharía ese dato.

—Eres un hijo de puta.

—Pero te gusta este hijo de puta.— Y le guiñó el ojo como si ese fuera un motivo por el que alguien debería enamorarse de él.

Y pues... No estaba equivocado.

Almorzaron juntos en el sillón de la sala. Decir que Craig cocinó sería darle mucho mérito para ser que solo hirvió agua para fideos instantáneos. Sin embargo, para alguien que pone a hervir agua y se le evapora como Tweek era todo un logro.

—¿Me estás diciendo que solo con hervir agua tres minutos ya puedo hacerme esta cosa?— Volvió a preguntar, aún sin creerle.

—Sí Tweek, la maruchan no es la gran ciencia.— Respondió mientras terminaba de comer sus fideos.—Para ser un alimento hiperprocesado y potencialmente cancerígeno, no es la gran ciencia.

Craig no se dio cuenta de que dijo lo último en voz alta, en el rostro de Tweek pudo ver cómo consideraba vomitar lo que acababa de comer y un profundo terror.

Y por cosas así, Craig prefiere hablar poco.

—¡Es una forma de decir!— Se apresuró en responder antes de que Tweek entre en otra crisis de ansiedad.—Quiero decir, lo dije porque la hacen chinos, y ya sabes, en los chinos no se puede confiar...

—La maruchan es japonesa.— Lo corrigió Tweek tratando de no entrar en pánico.

—Es la misma mierda.— Respondió sin darle importancia a lo racista de su comentario.—¡Pero tranquilo, no te dará cáncer siempre y cuando no la comas en exceso!

—¡¿Eso significa que sí podría darme cáncer?!— Exclamó Tweek horrorizado mientras tiraba de su cabello.

—¡No es lo que quise decir! En realidad...— Craig se dio cuenta de que ya no tenía sentido querer darle una explicación lógica a esa conversación sobre si la maruchan era o no cancerígena (aunque sí lo fuera). Optó por cambiar de tema.—¿Sabes qué? Mejor olvídalo.

—Trataré.— Respondió ligeramente traumatizado.

Tweek se juró así mismo no volver a comprar ningún alimento oriental, a lo mejor, el presidente Norcoreano planeaba matarlo a base de maruchan, ¿Quién sabe? Uno debe ser precavido.

—Por cierto... ¿Pasó algo con tu celular?— Interrogó Craig.

—¿Mi celular?— Preguntó Tweek con confusión.

—Sí, es que te envié mensajes el sábado, el domingo y hoy, pero ni siquiera te llegaban.

Tweek no podía decir que sabía leer a Craig porque aún estaban conociéndose el uno al otro, pero si había algo que sabía muy bien era que Craig era listo (o mejor dicho, no era lo suficientemente tonto).
Lo miró con cierta desconfianza luego de esa pregunta y sintió que había algo detrás de ella.

Porque de seguro Craig no era la única persona a la que no había respondido en esos días.

—Ah, es que estuve algo ocupado y preferí mantener el celular apagado. Ya sabes, para no distraerme.— Se excusó.

—¿Ocupado con la obra?— Preguntó con la misma expresión monótona de siempre, trató de mostrarse lo más desentendido posible.

Tweek sintió una leve punzada en el pecho cuando oyó esa palabra, y le hubiera gustado decir que sí, que estaba muy ocupado ensayando y que la emoción porque llegue el día de la puesta en escena definitiva lo tenía con la cabeza en las nubes. Es más, se lamentaba por dentro porque si las cosas realmente estuvieran bien, ahora mismo podría darse el gusto de "practicar" algunas líneas en privado para su invitado y darle un final feliz.

Por el contrario, todo lo que sintió Tweek fue una sudoración invasiva recorrer su espalda desde la nuca, los tics en sus párpados se intensificaron, unas incontrolables ganas de salir corriendo como alma que se la lleva el diablo y cuando menos se lo esperó, ya tenía una uña atrapada entre sus dientes.

—Sí... Aunque hablando de eso...— Jugó con sus dedos mientras pensaba cómo decir lo que quería sin sonar como un fracaso humanizado.—Decidí que ya no voy a participar.

—¡¿Qué?! ¡¿Y eso por qué?!

Craig no debería sentirse sorprendido por aquellas declaraciones, cualquiera que conociera a Tweek y hubiera oído el relato de Red, habría imagino que esto sucedería tarde o temprano. No obstante, él aún guardaba algo de esperanza de que podría al menos conversar con él antes de que tomara una decisión, una que bien sabía, no era la que Tweek realmente deseaba tomar.

—Es que...— Tweek se levantó del sillón y le dio la espalda a Craig mientras seguía hablando.—Me he dado cuenta de que yo... No es algo en lo que realmente sea bueno, y no siento que pueda estar frente a tantas personas...— "Haciendo el ridículo, pasando vergüenza, siendo la burla".—Haciendo eso.

—¿Qué no eres bueno dices?— Craig se levantó del sillón y se acercó a Tweek, buscaba mirarlo a la cara, pero Tweek no le permitía hacerlo.—Tweek, entiendo que te pueda dar nervios, pero no te tires abajo así, tú y yo sabemos que no es verdad.

—Yo no estoy tan seguro.

—Tweek, yo lo vi con mis propios ojos, sé lo talentoso que eres y sé que puedes...

Ay no, lo que faltaba, que te tenga lástima.

—¿Qué puedo hacer qué, Craig?— Tweek se giró y lo miró fijo, sonó tan cortante como alterado y no le dejó terminar de hablar. Craig notó que Tweek empezaba a tartamudear y que el tic en su ojo se presentaba con mayor frecuencia.—¿Cantar una canción de Lady Gaga? No es lo mismo cantar una canción cualquiera a aprenderte un libreto entero y recitarlo de memoria mientras finges que sientes las emociones del personaje y hacerlo ver creíble para un montón de personas pero sin dar cringe ni morir en el intento.

—No es solo que hayas cantado bien esa canción— Espetó Craig.—, sino la forma en que la interpretabas con tus expresiones, tu voz, tus movimientos, la forma en la que caminabas. Eso no lo puede hacer cualquiera y sin embargo tú si puedes. Y lo sé porque lo vi.

—¡No, claramente no lo puede hacer cualquiera y es justamente por ese motivo que yo no puedo actuar en esa obra!— Sostuvo Tweek.—¡Encima va a estar todo el puto pueblo porque la alcaldesa va a hacer una no sé qué cosa, así que la obra no solo la van a ver los de la escuela, sino todo South Park! ¡Si me equivoco lo verán todos otra vez y voy a volver a ser la puta burla de...!

Se dio cuenta de que habló más de lo que realmente debía y sintió un enorme deseo de morderse la lengua, pero ya era tarde.

—¡Espera, espera!— Lo frenó Craig.—¿Cómo que "otra vez"?

"Otra vez".

Esas dos palabras retumbaron en la cabeza de Tweek como eco hasta que todo sonido y voz se silenció paulatinamente y esa realidad en la que estaba discutiendo con Craig se volvía irreal. Se quedó a solas con lo que parecía ser un desconocido, un espejismo, alguien muy parecido a él en lo físico, pero que no reconocía para nada. Vacío y fuera de él, perdido en flashes que se presentaban ante él como escenarios borrosos. No sabía cómo calmar esa fría sensación en su nuca, como si le hubiesen tirado agua helada, cómo volver a respirar sin sentir dolor en su costado se volvía una tarea imposible, no controlaba su pecho inquieto, sus pulmones inflándose y desinflándose con violencia y sin descanso.

Tweek no se sentía mal, no estaba triste, ni asustado.
Estaba perdido y vacío.

—No es nada, no te preocupes. Solo... Déjame solo.— Respondió en voz baja mientras se volteaba con lentitud.

—Tweek...

Craig siguió a Tweek escaleras arriba, lo llamó varias veces pero Tweek no respondía, no sabía si era porque no quería o si no lo escuchaba, y eso último empezaba a causarle terror.

Tweek intentó cerrar la puerta tras de él sin ser completamente consciente de que le estaba cerrando la puerta en la cara a Craig, pero detuvo la puerta con la mano y se adentró en su habitación de todos modos, y como Tweek no emitió ninguna queja ni le pidió que se fuera otra vez, asumió que podía quedarse.

Tweek se sentó sobre la cama y abrazó sus piernas contra el pecho, ignoraba por completo la presencia de Craig frente a él, no lo miraba y tampoco le hablaba. A Craig no le molestaba estar en silencio, ningún silencio con Tweek era incómodo, disfrutaba esa compañía que solo ellos podían darse mutuamente.

Pero en este contexto, Craig estaba comiéndose la cabeza preguntándose si tenía que decir algo o esperar a que Tweek le hablara, y los minutos con esas ideas dando vueltas en su cabeza se volvieron infernales.

Tal vez preguntarle por el acontecimiento del sábado no era la mejor opción, y preguntarle qué le pasaba era inútil porque Tweek solo negaba con la cabeza.
Algo que siempre se criticó así mismo era su poca capacidad para improvisar un consuelo, se le daba mejor el dar respuestas o soluciones rápidas desde su punto de vista. Y podría decir algo como "tienes que calmarte", "es solo una obra escolar", "estás exagerando"...

Pero algo en su interior le decía que eso no era lo que Tweek necesitaba ahora, y si no era eso... ¿Qué era?

Dios... Sí que soy inútil para estas cosas.

Podía decir lo correcto o cagarla otra vez. Aceptaría cualquiera de los dos finales con tal de no seguir con el nudo en la garganta por más tiempo.

—Lamento si te hice sentir presionado, admito que... Vine justamente para hablar de esto porque... Red me lo contó, lo del sábado.— Cuando mencionó a Red, se sintió observado.—Y no te voy a preguntar nada que no quieras responder. Mi intención no era ni es obligarte a hacer nada que no quieras, jamás lo haría. Yo respetaré lo que decidas hacer, siempre y cuando la razón de esa decisión sea que simple y llanamente no te guste ni interese; no que sea porque pienses que no puedes hacerlo porque "no eres lo suficientemente bueno", como dices. Sé que esto te apasiona, lo sé porque te vi hacerlo y vi en tu cara...— No podía parar de mover sus manos. Estaba nervioso.—Esa euforia y bienestar que solo noto en ti cuando haces... Arte. Y es algo maravilloso de ver.— Sintió que Tweek no le estaba creyendo.—Nada de lo que estoy diciendo se debe a que tú y yo... Tengamos cierto tipo de cercanía. Lo digo porque es verdad, sabes que soy sincero y nunca podría permitirme mentirte. Hay pocas cosas en este mundo que me maravillan de esta forma, al principio creía que solo el espacio y el cielo nocturno podían captar mi atención de esa manera, porque es algo misterioso, complejo y hermoso al mismo tiempo, solía pensar que era lo único que podía mantenerme hipnotizado un largo rato con la cabeza en alto y los ojos brillantes. Pero cuando te vi... No solo el hecho de verte a ti, que eso ya es demasiado para mi.— Confesó entre risas débiles.—Sino verte hacer algo que te gusta, algo que te apasiona y que lo haces tan bien... Es hermoso. Eres hermoso, y no solo de vista; en tus acciones, tu forma de expresarte, lo genuinamente feliz que te ves cuando pintas o interpretas un rol, incluso cuando interpretas a alguien que no eres tú, te veo a ti, porque solo tú puedes hacer que me quede horas viéndote bailar, cantar, pintar y actuar. Pero por encima de todo, solo tú puedes hacer que alguien como yo se quede por horas como un idiota admirando lo hermoso que le sienta a alguien ser tan feliz, porque eres tan misterioso como transparente, complejo y eso es lo que te hace hermoso, como el espacio, como las estrellas.— Hizo una pausa y suspiró. No estaba seguro de si lo que decía era correcto o si siquiera serviría de ayuda.—Es por eso que me gustaría que no te rindas, que venzas esa barrera que te separa de algo que genuinamente está hecho para ti. Sé que no debe ser fácil y no sé qué fue lo que pasó la "otra vez", lo único que sé es que si te vieras desde mis ojos, entenderías porqué no quiero que, sea lo que sea que haya pasado, te tire abajo, porque esa inseguridad no le hace justicia a lo talentoso y precioso que eres cuando explotas la mejor parte de ti, que eres tú mismo, porque sé que eres capaz de hacer más de lo que piensas, pero necesito que lo creas. No por mi, no porque yo lo diga o porque lo diga Red o los demás. Créelo por ti.

Sin mucho más para decir, Craig se levantó de la cama sintiendo como su corazón se oprimía ante el silencio que continuaba reinando en esa fría recámara. Tal vez no dijo las palabras correctas, tal vez Tweek no lo escuchó, tal vez nada de lo que dijo fue de ayuda, pero al menos no se reservó nada y fue sincero, solo debía esperar una respuesta, tarde o temprano.

—Craig.— Murmuró Tweek.

Craig se detuvo en la puerta y lo observó.

—¿Puedes quedarte?

—Eso no se pregunta.

Regresó a la cama junto a Tweek, esta vez a su lado. Cuando acomodó sus piernas sobre el colchón, Tweek cabeceó su brazo con suavidad en busca de un abrazo, y así se lo dio. Tweek lo abrazó por la cintura y posó una pierna por encima de las suyas, como si quisiera literalmente meterse en la piel de Craig porque estar sobre él no era suficiente. Apoyó la cabeza en su pecho, apreció las dulces caricias en su cabello y los suaves latidos de su corazón; poco a poco sintió como su cuerpo se sentía más ligero y vulnerable.

Estaba seguro.

Y si estaba seguro, era porque podía confiar en Craig.

Craig también lo maravillaba y se sentía tan bien el saberse su octava maravilla.

Está bien... Está bien, todo está bien.

—Cuando tenía cinco años... Actué en la obra de navidad, era la primera vez que actuaba y me sentía muy nervioso por eso, pero estaba emocionado, no veía la hora de que el día llegue.

Flashback.

Tweek pasaba horas ensayando en su habitación y repetía la pista de Jingle Bells una y otra vez para sentirse en ambiente.

—¿Todavía estás ensayando amor?— Hellen cargaba una canasta llena de ropa, se dirigía al lavarropa en el sótano, pero se detuvo cuando vio que Tweek seguía en la sala hablando solo.

—¡Falta una semana para la obra, mamá! Tengo que estar listo.

Richard se acercó a su hijo con una taza de café en mano como era costumbre. Sonrió al ver a su hijo practicar sus líneas y caminando de aquí para allá, imitando lo que para él era el andar de los duendes. Tweek interpretaría al asistente de Santa Claus, interpretado por Eric Cartman al ser el único niño que cumplía con los requisitos para serlo.

—¿La obra será en tu escuela, cielo?— Preguntó Richard luego de beber un sorbo de su taza.

—¡Sí! Y será abierta para todo el pueblo. ¡Voy a ser famoso papi!— Gritó entusiasmado.

—Me alegra verte tan emocionado, hijo.— Respondió sonriente.

Y lo estaba.

Realmente... Lo estaba.

Hasta que...

—Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti, ¿no crees, cariño?

Un pequeño Tweek de tan solo cinco años lo miró con los ojos abiertos, asustado, pensó que escuchó mal, seguramente no lo comprendió. Tenía que ser eso.

—¿Se... burlarían de mí?— Preguntó con la voz temblorosa.

—Claro hijo, la gente de las artes son personas muy exigentes, te harían llorar con sus críticas.— Richard en ningún momento borró la sonrisa de su rostro, como si lo que dijera no fuese lo suficientemente aterrador. Se acercó a su atemorizado hijo y acarició su cabello.—Sigue ensayando, hijo.

Por primera vez en su vida, con tan solo cinco años, Tweek sintió algo que la mayoría de las personas empiezan a sentir en la adolescencia, o al menos a ser conscientes de lo que significa. Algo que era más grande que él mismo, algo que lo congelaría en más de una ocasión a futuro.

Inseguridad.

" Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti."

" Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti."

"Se burlen de ti...".

"Sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo".

"Burlen de ti... burlen de ti... burlen de ti".

Fin del flashback.

—Cuando llegó el día de la obra, me sentí tan emocionado como siempre, creí que me había olvidado de esa conversación. Pero me equivoqué, porque cuando abrió el telón...

Flashback

La tela rojiza se abrió con lentitud, el público se puso de pie para aplaudir a los pequeños actores del escenario. Padres, tíos, abuelos, hermanos, todos ellos estaban ahí para ver a sus niños.

Durante semanas, Tweek soñó que el telón se abría y le llovían rosas, que sonreía y agradecía al público con la carisma que representa a todo actor, estaba mentalmente preparado para salir a saludar al público que fue a verlo.

O eso creía.

Cuando el telón lo dejó expuesto a un público que no paraba de aplaudir, se sintió aterrado. Sabía que iba a haber mucha gente, lo tenía claro, pero llevado a gran escala... "Mucha gente" era poco decir.

Empezó el primer acto, por suerte no tenía que hablar aún. Eso no significaba que no podía sentir los ojos juzgadores de las decenas y decenas de personas sobre él, como puñales en su espalda, estaban sobre él en cada paso que daba, en cada movimiento...

—¡Jojojo! Santa ya está aquí.— Exclamó Cartman cuando entró a escena con un enorme costal sobre el hombro.—¡Oh, mi espalda duele mucho! ¿Alguno de mis fieles duendes puede ayudarme? ¿Bling? ¿Podrías ayudarme?

Tweek estaba tan metido en su papel de "duende que acomoda regalos" que olvidó por completo el nombre de su personaje. Cuando Cartman repitió la línea dos veces más, se giró a verlo, vio la impaciencia y el enojo en su mirada, y era evidente que el público notó aquello.

Primer error cometido con éxito.

Tweek se sobresaltó y corrió hacia su compañero para cargar su pesada bolsa de regalos, ¿Qué era lo peor que podía pasarle además de olvidar el nombre de su personaje? De seguro nada más.

Bueno, tal vez... Sí.

Cuando se puso su disfraz, olvidó revisar un detalle muy importante antes de ponerse a caminar: atar sus cordones.

Pisó su propio cordón y se cayó de cara al piso, las cajas de regalos se esparcieron por todo el suelo del escenario. Ni siquiera hizo el mínimo esfuerzo por levantarse del piso cuando oyó las risas del público. Solo pensaba en lo ridículo que se veía y rogaba que el telón bajara para tapar su vergüenza, pero el show aún no había terminado y su calvario apenas estaba comenzando.

" Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti."

—Los duendes tienen que elegir entre caminar o pensar, porque si hacen ambas, pasan cosas como estas.— Cartman no perdió oportunidad para mofarse con la caída de Tweek con tal de sacarle risas a la audiencia.

Tweek se preguntó si eso que dijo lo planeó en el momento o si ya estaba escrito en el libreto, y no por pura inocencia...

Es que no tenía idea de qué decía el libreto.

Estaba en blanco absoluto.

Se incorporó ayudándose con sus manos sudorosas, tenía la respiración agitada, las mejillas encendidas y los nervios le palpitaban en la garganta anudada. Sentía un sabor tan amargo en la boca que se sintió asqueado.

Suspiró e intentó sacarse de la cabeza esa molesta sensación, pero le resultó imposible porque no podía parar de pensar una y otra y otra vez en lo mismo.

" Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti."

"Se burlan de ti...".

"Sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo".

"Burlan de ti... burlan de ti... burlan de ti".

—¡Tweek!— Lo llamó Cartman en voz baja, parecía insistente, como si ya lo hubiese llamado anteriormente.

Abrió los ojos y parpadeó varias veces para volver al presente, miró al público y notó que todos estaban en silencio y con la vista puesta en él, porque al parecer, Santa Claus le hizo una pregunta a Bling y esperaba su respuesta...

¿Y qué mierda tenía que responder?

¡Dios, ha olvidado todo!

—A-ah... Esto... Sí, claro, eh-h... E-estoy de acuerdo.— Respondió sintiendo como su corazón latía fuerte, como si estuviera frente a un examen para el cual no había estudiado. La mirada confusa de Cartman le hizo sentirse más idiota de lo que ya se reconocía y se calló de tajo.

—Sí, discúlpenlo, el tropezón lo dejó pendejo.

Y más risas.

Y risas.

Y burlas.

Y carcajadas.

Y...

Sus padres lo estaban viendo todo, lo estaban oyendo todo, absolutamente todo.

"Sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo".

—Bueno, ahora Bling y yo tendremos que...— Cartman guardó silencio cuando vio... Lo único que le faltaba.—Bling... ¿No prefieres ir al baño?

¿Y eso por qué?

No entendía a lo que se refería Cartman ni porqué estaba mirando hacia su pantalón hasta que...

Oh...

Por...

Jesucristo.

Una enorme mancha en su entrepierna evidenciaba que los nervios le jugaron muy en contra y de la forma más sucia que pudieron encontrar.

Su visión e mpezó a empañarse, de golpe todo se veía oscuro, lento y  gigante , como si fuera un peón en un gran juego. No se percató del momento en que las lágrimas empezaron a empapar su cara, pero ahí estaba: en medio de un escenario frío que solo lo iluminaba a él como el protagonista del mayor papelón hecho en vida. Sentía tanto coraje, demasiado. No sabía si lloraba por rabia, vergüenza o impotencia. Tal vez eran las tres. Todo eso dejó de sentirse real cuando escuchó las risas diabólicas del público y no supo distinguir si era su mente jugándole una broma muy pesada o si ese era el duro sonido de la realidad en la que estaba atrapado. En primer lugar, ¿Qué era real ahora? ¿Esto realmente estaba pasando o solo era un mal sueño? Rogaba que así fuera.

Quería despertar. Quería que todos esos demonios abandonaran su cuerpo. Era muy pequeño para sentirlos parte de él.

"¡Por favor, paren! Me están asustando..." Pensaba entre lágrimas, quería decirlo, pero su voz no salía y se sintió controlado por algo que no estaba a su alcance.

"Tengo que despertar".

"Sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo".

" Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti."

"Papá tenía razón... Debí haber practicado más y tal vez esto... No hubiera pasado".

"La gente de las artes son personas muy exigentes, te harían llorar con sus críticas."

"Tal vez... Incluso si hubiera practicado más, esto habría pasado de todos modos".

Quería llorar, patear algo, salir corriendo, arrancarse la piel y los pelos, cualquier cosa que pudiera sacarlo de esa situación era bienvenido. Sus piernas no le respondían, su cuerpo temblaba de nervios y el pinchazo en su cuello se intensificó, así como el calor en su cara y los deseos de desaparecer.

"Es... Mucha presión."

Gritó. Gritó tan fuerte como jamás lo había hecho, hasta que se desgarró la garganta, hasta que el alarido se entrecortó y salió un sollozo que no consiguió ahogar, hasta que su voz se quebró y el eco de su dolor le aturdió los oídos.

Y corrió tan lejos y rápido como pudo, pero las risas y la vergüenza lo acompañaron a todas partes, desde ese momento. 

Si alguna vez existió un Tweek extrovertido, entusiasmado y soñador... Murió esa noche, en ese escenario.

—Lo siento por no haberte escuchado... Papá.

—Está bien hijo, está bien. No te preocupes. Estás a salvo.

"Siempre estás a salvo con nosotros, hijo."

Fin del flashback.

—No volví a actuar después de eso.— Terminó de relatar los hechos y miró a Craig, notó que no estaba ahí con él, parecía pensar mucho en algo.—¿En qué piensas?

—Quiero cometer un crimen de odio.— Dijo con seriedad.

Tweek rió un poco por lo ocurrente y determinado de su expresión.

—¿Lo dices en serio?

—Es broma pero si quieres no es broma.

Y... Sonaba muy seguro de sus palabras, así que Tweek dejó de sonreír.

Rompió el abrazo y se acomodó en el respaldo de la cama. Suspiró profundo, esa amargura volvió a invadirlo y dejó que lo poseyera.

—Sobre lo del sábado... Básicamente recordé eso, y cuando me equivoqué en el ensayo de Hamilton, me paralicé. Todo esto vino a mi mente y no...— Respiró hondo y dejó escapar el aire.—No pude continuar.

—Y es completamente entendible.— Craig sostuvo la mano de Tweek con ambas manos.—Te hicieron perder la confianza en ti mismo siendo muy pequeño, es lógico que haya pasado.

Tweek observó las manos de Craig. En comparación a las suyas, eran un poco más grandes y se sentían ásperas, no obstante, si algo descubrió de ellas durante ese tiempo que estaban coqueteando, es que eran cálidas como ninguna otra, y la seguridad que le brindaba sentirlas era poderosa.
Ningún tacto anterior le había hecho sentir esa paz que Craig podía transmitirle cuando le tomaba la mano.
Podía mostrarse tan vulnerable como lo necesitara y sabía que estaba bien, porque su mano lo sostenía.

—¿Crees que deba continuar?

—Como dije— Le recordó Craig.—, si es lo que realmente te gusta y te hace feliz, lo peor que te puedes hacer a ti mismo es prohibírtelo. Pero esa pregunta no debo responderla yo, yo solo te di mi punto de vista. Debes preguntártelo a ti.

Sonaba tan fácil y sabía que no lo era, sería estúpido de su parte engañarse diciendo lo contrario.
Pero... En sus ojos veía confianza. Una confianza ciega que le hizo sentirse tonto por no poseerla, y a la vez sintió que le estallaría el corazón en cualquier momento porque Él lo estaba mirando de esa manera.

Tweek admiraba a Craig, y Craig admiraba a Tweek, se veía y sentía ese sentimiento. Era sincero, como siempre.

Sí, la idea de estar frente a tantas personas le ponía los pelos de punta por decir lo menos, le temblaba los manos solo de imaginárselo.

Y cuando los pensamientos negativos, escenarios borrosos y las voces crueles amenazaban con volver a atacarlo y hacerle dudar de sus capacidades, sus ojos lo iluminaban otra vez, su presencia lo envalentonaba y su voz le ayudaba cruzar barreras que creía impenetrables.

¿A qué podía temerle cuando Craig lo miraba así?

—Vayamos al club.— Dijo Tweek con la voz decidida.

Craig sonrió y lo besó de sorpresa, no pudo sentirse más orgulloso.

Stan caminaba por los pasillos con cuidado, ya habían terminado las clases de la tarde, lo que significaba que tarde o temprano tendría que cruzarse con Wendy

Stan caminaba por los pasillos con cuidado, ya habían terminado las clases de la tarde, lo que significaba que tarde o temprano tendría que cruzarse con Wendy.
Y maldita sea, realmente no quería hacerlo, no hoy. Buscaba la forma de pasar desapercibido y salir de la escuela antes de ser arrastrado al club de teatro. Y estaba muy cerca de conseguirlo, solo tenía que cruzar el último pasillo de casilleros y ya estaría fuera de la zona de fuego.

—¿Stan?

Mierda.

—Hola...

Chapter 32: Demasiadas emociones

Summary:

Canción del capítulo: Creep de Radiohead.

¡Hola de nuevo! No sé si alguien sigue leyendo este fic, pero espero que les haya gustado este capítulo y lamento por la demora en actualizar, últimamente no he tenido tiempo ni motivación. Han pasado varias cosas, entre ellas, mi mascota/hijo perruno, Teo, lamentablemente falleció.

Pero bueno, la vida sigue (para mi pesar), así que aquí estoy, tratando de escribir y dibujar.
Prometo no tardar tanto con el siguiente capítulo.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

En el auditorio se encontraban algunos de los miembros del club de teatro, se oía el murmullo de las muchas conversaciones que tenían lugar en cada grupo hasta que el ensayo comience.

Wendy había encontrado a Stan en el corredor. Él tuvo que reconocer que la idea de escaparse del club fracasó.

—Hola Wendy, ¿Qué pasa?— Preguntó como si no supiera porqué lo buscaba.

—Pues... Eso venía a preguntar, de hecho.— Dijo Wendy, sonaba cautelosa.—Hoy no hemos hablado y... Ayer te llamé y me respondió Craig, me dijo que no te sentías muy bien.

Lo que en realidad Wendy quería decir era "siento que estás evitándome", pero no lo hizo porque sabía a donde llevaría aquello: "estás exagerando" y una discusión.
Y quería ahorrarse ese momento.

Stan entendió lo que ella realmente quería decir con eso, porque no es tonto y sabe que Wendy tampoco lo es.
No quería llevar la charla a una discusión, no ahora, no estaba listo. Solo quería llegar a su casa y dormir para no pensar más en el asunto, calmarse y con algo de suerte, que el dolor de cabeza se le pase.

Además, su cerebro le recordaba que necesitaba beber y eso le hacía sentir horrible.

—Oh sí, es que...— Se rascó la cabeza con nerviosismo.—Es que el sábado tomé un poco más de la cuenta y Craig te lo dio a entender técnicamente, así que... Digamos que me daba algo de pena hablarte luego de eso porque... Bueno, creo que entiendes a lo que me refiero.— Respondió, sintió como su rostro se enrojecía.

—Ajá.— Asintió Wendy.—¿Y el mensaje?

Mierda, hazte el tonto.

—¿Cuál?— Preguntó Stan con un tono desentendido.

Era solo hacerte el tonto, tampoco te pases de verga. Pensó Stan.

—El que borraste.— Le recordó Wendy.—Leí la notificación, creo que dijiste algo sobre hablar conmigo hoy. ¿De qué querías hablar?

Ay, carajo.

—Pues...— Stan hizo su mejor esfuerzo por pensar en una excusa, algo que le libre de eso ahora.—Nada, solo era eso. El sábado tomé más de lo que tenía en mente y eso me hizo sentir bastante culpable y no sabía si hice algo tonto como llamarte borracho o alguna mierda así... Y como no lo recordaba, pues quería preguntarte y, en cualquier caso, hablarlo. Pero me dio vergüenza y preferí borrarlo.

Wendy no tardó en reaccionar, tal como Stan esperaba. Se llevó la palma a la cara con frustración y luego se apretó el entrecejo.

—Dios, Kenny debería dejar de hacerte tomar tanto.— Expresó Wendy.

—De hecho, el que trajo la bebida fue Craig.— Se excusó Stan.

—Como sea, yo conozco a Kenny.— Insistió Wendy.

Kenny y Wendy eran buenos amigos, no precisamente porque Wendy sea "la novia de". Kenny le tenía mucho aprecio a Wen y viceversa.
No obstante, eso no significaba que Wendy no reconociera que a veces... Kenny era mala influencia. Al menos un poco.

Tal vez Tucker no era un santo (y Stan tampoco), pero nunca bebieron hasta despertar en un descampado. Kenny sí.

—Sí, bueno... En fin, no es para tanto.— Finalizó Stan mientras rodeaba a Wendy con los brazos.

—Si tú lo dices.— Tarareó Wendy con un tono dubitativo.

Wendy correspondió al abrazo de Stan. Él besó su cabeza, su nariz se enterró en su cabello negro y olió el perfume frutal de su cabello. Ella sonrió porque disfrutaba ese contacto, le gustaba tener a Stan cerca de esta forma, y a él también. Wendy se sentía suave y pequeña, diría “delicada”, pero a Stan no le gustaba relacionar a Wendy con esa descripción. Definitivamente, ella no era delicada.

Aquel podría haber sido un bonito momento de pareja de no ser porque en el fondo, muy en el fondo, ambos sentían esa molesta sensación de que algo era… Diferente.

Stan sabía bien a qué se debía eso, tenía muy presente que ese ambiente tan extraño provenía de su culpa, sus dudas y las cosas que ya sabe. Pero Wendy no lo sabía, y eso a Stan le quemaba. Nunca se había sentido tan asqueroso.

Y eso que no se enteró que Kyle pasó por el pasillo que conducía al centro estudiantil y de soslayo vio el bonito abrazo de la bonita pareja.

Abrazados y aspirando la fragancia del otro, ambos trataron de mantener su atención en ello para ignorar esa extraña aura de ausencia de algo. De repente, Stan sintió un escalofrío recorrer su espalda, alguien estaba detrás de ellos. Se giró para ver quién era.

Craig llegó al instituto acompañado por Tweek y cuando vio a quién abrazaba, lo miró con la cara más despectiva que le había enseñado hasta ahora. Stan le frunció el ceño y Craig se limitó a poner los ojos en blanco antes de continuar su camino. Definitivamente, odiaba los dramas innecesarios.

Stan también los odiaba.

Pero lo que más odiaba era estar metido en uno, y por su culpa.

Joder.

 

 

 

 

 

Cuando Red se aseguró de que todos los miembros del club de teatro ya se encontraban reunidos, dieron comienzo al calentamiento en grupo. Formaron una ronda y a un ritmo sincronizado de palmas, giraban la parte superior de sus cuerpos de un lado al otro.

Al terminar, se dividieron las tareas para acelerar los resultados de la forma más eficiente que fuese posible. Mientras algunos ensayaban sus líneas en pequeños grupos sobre el suelo del escenario, los demás se encargaban de sus respectivas áreas tras bastidores.

Tweek y Craig dibujaban con carbonilla sobre la enorme y dura plancha de cartón que Red encontró para la escenografía. Bueno… Dibujaban sonaba a manada, la realidad es que quien hacía más trazos era Tweek. Craig más bien estaba insultando a la carbonilla en varios idiomas por lo fácil que podía romperse en sus manos.

—La puta que te parió.— Gruñó Craig por lo bajo mientras soltaba la carbonilla sobre el cartón. Se arrodilló sobando su espalda baja. Ir al trabajo después de esta actividad iba a ser un suplicio.

Tweek se sobresaltó por su reacción y luego lo miró confundido. Imitó su pose y miró lo que Craig estuvo haciendo. Para ser alguien que no suele dibujar, no lo hizo tan mal. Siguió prolijamente la guía que Tweek trazó con anterioridad, a excepción de algunos manchones de carbonilla provocados por las roturas.

—Lo estás haciendo bien.— Tweek le sonrió a Craig mientras se acercaba a él.

Tweek posó la barbilla en el hombro del contrario. Craig, quien hasta antes de ese acercamiento estaba tenso, sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando percibió uno de los brazos de Tweek cruzar su cintura por detrás. Lo miró con atención en el momento en que Tweek acercó su mano a la suya y agradeció que Tweek no lo miró a la cara porque, en primer lugar, estaba muy seguro de que le daría un infarto; y segundo, el estómago le dio mil vueltas acrobáticas, algo que identificó como nervios, y no estaba muy seguro de si esta vez podría disimularlo como siempre hacía.

No tenía idea de lo que Tweek estaba diciendo, solo estaba perdido en sus suaves expresiones al explicarle, sus ojos brillantes, cómo le movía la mano con delicadeza y lo manejaba para que aprendiera el correcto uso de la carbonilla.

Le gustaba que Tweek le pusiera ese tipo de atención. Mejor dicho, le encantaba.
Tal vez consideraría renegar más seguido.

—¿Entendiste?— Preguntó Tweek con una sonrisa cuando finalizó su explicación.

—Perfectamente.— Mintió Craig, sin poder reprimir la sonrisa boba.

Tweek no se había percatado de lo cerca que estaba de su rostro hasta que la voz susurrante de Craig lo envolvió. Si se acercaba un poco más, sus narices llegarían a rozarse, solo pensarlo le hizo enrojecer las mejillas, pero no se alejó. Sentía su respiración cerca y los ojos verdes miraban hacia sus labios.
Tweek no sabría poner en palabras lo débil que se sintió cuando Craig ensanchó la sonrisa con cierto atisbo de seducción, no pudo evitar reír de nervios. Sintió cómo sus brazos y piernas temblaron.

—Creo que no has escuchado nada de lo que dije.— Dijo Tweek entre risas nerviosas en un intento por aliviar la tensión que se estaba formando.

—Es que es difícil concentrarme si tú...— Craig pasó su brazo por detrás de Tweek y lo tomó de la cintura.—Estás tan cerca.

—¿Y eso te molesta?— Susurró Tweek mientras entrecerraba los ojos.

—Para nada.— Respondió Craig acercándose con lentitud.

—¡Chicos!

Una voz femenina los sorprendió de espaldas. Ambos se alejaron sobresaltados y continuaron haciendo trazos con la carbonilla. Craig la reconoció por su voz, su irritante tono de voz asquerosamente femenino. Sin embargo, no la odió por ser Lola, sentiría exactamente lo mismo por cualquiera que hubiera decidido interrumpir su momento con Tweek.

Lola se asomó entre los dos chicos y observó el escenario que dibujaban.

—¿Cómo van con eso? ¿Necesitan ayuda?— Preguntó Lola mientras veía con atención cada detalle.

No, vete a la verga. Pensó Craig.

—Creo que Tweek lo tiene bajo control, pero gracias igual.— Le respondió Craig con tono indiferente.

—¡Agh! De hecho...— Lo interrumpió Tweek mientras sostenía el celular. En la pantalla se podía ver una captura de Hamilton, enfocada en el escenario.—¿Tú sabes cómo añadir estos brillos sin que desentone tanto?— Le preguntó a Lola.

Lola se arrodilló en medio de ellos y tomó el teléfono de Tweek, deslizó los dedos sobre la pantalla para aumentar la imagen y observó con detenimiento. Los dos chicos asomaron la cabeza, Lola señalaba áreas de la captura y el cartón mientras sugería detalles para añadir (como perforar dos extremos del cartón para introducir una barra y una tela que funcione como cortina) y cambios en el fondo, mencionó algo sobre la perspectiva en lo que Tweek coincidió.

Craig solo se limitó a escuchar la charla de los dos artistas, pero no entendía nada de lo que hablaban, ¿qué mierda era perspectiva? ¿qué carajo era una penumbra? Apenas si sabía cuáles eran los colores primarios y secundarios (y ni siquiera estaba seguro de estar en lo correcto). Oír a Lola y a Tweek nombrar triadas de colores le parecía chino básico.

Entonces, tragó fuerte y trató de mantener el rostro sereno cuando entendió que era exactamente lo que sentía. La famosa tercera rueda.

Craig era la tercera rueda.

En el sector de las butacas, Stan estaba sentado con sus piernas cruzadas y con su copia del libreto en la mano. Prestaba atención a los párrafos que le correspondían resaltados con marcador naranja (un amable favor de Wendy).

Y aunque sus ojos estaban puestos en el libreto, con la misma velocidad con la que aquellas palabras se metían su cerebro, se iban. No importaba cuánto sacudía su cabeza para devolverse a la realidad y prestar atención a tres miserables renglones. Es decir, era el puto narrador: su aporte a la obra es decir dos o tres pelotudeces demasiado obvias para agregar contexto y ya.

¿Cómo puede ser que tres malditos renglones no le entraban en el cerebro?

Entonces entendió que no estaba viendo las palabras. No.

Estaba viendo el color con el que fueron resaltadas.

Un convenientemente color naranja.

¿Y de quién era ese color?

Vamos, podría intentar engañarse a sí mismo como siempre lo hace y pensar que le recuerda a su buen amigo, Kenny. Pero había dos detalles:
1) La persona que le atrae que usualmente viste de naranja, es Kyle.

2) No se sentía atraído por Kenny como para distraerse así por él.

Se atrevió a levantar la mirada y observarlos a lo lejos, a ellos, a las dos personas más inteligentes, morales, atractivas y leales que ha tenido el privilegio de conocer (y mucho más), y solo suspiró con tristeza mientras cambiaba de página para fingir que estaba leyendo. Por un momento, se le pasó por la cabeza preguntarse cómo es que Kyle estaba manejando todo este asunto teniendo en cuenta que tanto él como Wendy comparten espacios en común, como la sala de delegados.

Y se sintió incluso peor porque se imaginó lo incómodo que debía ser eso para su mejor amigo. ¿Y qué estaba haciendo él para que Kyle deje de pasar por esa situación? Nada.

Stan solo estaba huyendo. Huía sabiendo que estaba en camino a un callejón sin salida.

—¿Está ocupado?

Una voz masculina lo arrancó de sus pensamientos. Antes de que pudiera responder, Craig se desplomó en el asiento junto a él con cara de pocos amigos. Stan se enderezó en la silla y dejó de fingir que leía. Cambió la posición de sus piernas, ahora su pierna izquierda descansaba sobre la derecha. Apoyó la mejilla en la mano y miró a Craig.

—¿Y cómo lograste convencerlo de venir?— Preguntó Stan en un intento por romper el hielo.—¿La magia del amor homosexual? ¿Un oral de treinta minutos?

—¿Y cómo fue que tú y Wendy terminaron abrazados hoy? ¿La magia del amor heterosexual? ¿La fuerza de la comunicación?— Respondió Craig con sarcasmo.

—Ya está bien, no te pases de lanza.— Stan se hundió en su asiento sintiéndose derrotado y estiró las piernas bajo la butaca de la fila frente a él.

Craig suspiró.

—En cierta forma, te admiro.— Dijo Craig con sorna en sus palabras. Stan no se lo pudo tomar en serio.—Juegas en los dos equipos y en términos de ligar, vas ganando. Yo llegué a tercera base en menos de un mes con una persona y ahora la estoy pecheando como un campeón.

—Sí, voy “ganando”, pero, ¿a qué precio?

—Buen punto.

Stan no tenía idea de qué hablaba Craig, pero la última respuesta le hizo entender algo muy obvio: Craig no estaba tan jodido como él. Y aunque el caso fuese al revés… Estaba seguro de que Craig no estaría como él.

Digo, ya se lo dijo claro: “Yo nunca estaría en tu lugar”.

Solo Stan podía estar en esa situación.

No veo la hora de que termine el día.

—¡Chicos!— Red llamó la atención de los presentes. En algún momento, Red se ató la campera a la cintura y dejó lucir una musculosa de tiras finas.—¿Qué les parece si hacemos la puesta en escena? Empezando por Stan narrando la época de Hamilton viviendo en las Islas Nieves y tratemos de finalizar con el casamiento entre Hamilton y Eliza, ¿les parece bien?

Stan se levantó de la butaca mientras estiraba la espalda, juró que escuchó cómo le tronaron los huesos cuando hizo eso. Wendy siempre le decía que debería corregir su postura, incluso Kyle se lo recuerda.

Tucker no se molestó en moverse ya que él no actuaba. Tenía la vista puesta en cómo sus compañeros asomaban algunos barriles y, en especial, en el actor que llevaba en sus manos un enorme cartón que completaba la escenografía y lo colocaba contra la pared con ayuda de Lola. No sabía de qué se reía y no estaba seguro de querer saberlo, solo alcanzó a pensar…

Que se veía hermoso así.

¿Tweek llegó a sonreír de esa manera con él? ¿O es algo viejo que Lola sacó a relucir?

¿Qué mierda me está pasando? ¿Por qué me molesta tanto ella? Si no me hizo nada. A Craig le fastidiaba mucho tener ese sentimiento de rechazo hacia ella, y no lograba comprender de dónde venía.

O tal vez sí…

—¿Alguna vez te conté— Stan interrumpió sus pensamientos y por primera vez, se sintió agradecido por ello—que Red intentó coquetear conmigo cuando éramos niños?

—Acabo de perder todo mi respeto hacia ella.— Contestó Craig con tanta seriedad como pudo.

—Chupame la pija.

Los actores se reunieron a los lados del escenario, aquellos que aún no terminaron de estudiar sus líneas continuaron leyendo el libreto. Stan pasó al medio del escenario con el libreto en la mano, no se molestó en disimular que no lo tenía aprendido, al fin y al cabo, solo era un ensayo, todavía les quedaban algunas semanas para la obra. Al vagar con la mirada mientras recitaba la apertura, confirmó que casi todos sus compañeros lo estaban observando, a excepción de uno.

Kyle se encontraba conversando con Heidi, probablemente estaban intercambiando opiniones sobre la elaboración del resto del guion. Y por supuesto que, por sí mismo, eso no tenía nada de malo, no era ningún secreto que tanto Heidi como Kyle eran los mejores escribiendo (no por nada eran considerados dos de los cinco alumnos más inteligentes del salón o de la escuela). Lo malo era saber que, al igual que Wendy y él, ellos tenían su historia.

En cuanto ese dato llegó a su mente, muchos recuerdos de lo mucho que Kyle deseaba estar con ella lo invadieron; cómo sus ojos centellaban cuando la veía pasar, cómo Kyle se molestaba con Eric cuando él no la trataba bien, cómo sonreía cuando ella se le acercaba, entre otras cosas que le hicieron revolver el estómago. Y no pudo evitar darse cuenta de una cosa: Kyle estaba sonriendo de esa forma.

—¿Stan?— Red enarcó la ceja ante esa pausa repentina.

Stan volvió a mirarla como si el hecho de tenerla en frente no fuera suficiente para percatarse de que ella estaba ahí. Las miradas estaban sobre él, entre ellos, la de Kyle.

Ay… Carajo. Se quedó mudo en algún momento mientras miraba a Kyle y no se dio cuenta.

Sacudió la cabeza fingiendo un estado de somnolencia bastante decente. A veces se pregunta porqué no se dedica a la actuación, de todos modos, es muy bueno haciéndole creer a los demás que está bien.

—Lo siento, creo que estoy un poco distraído.— Se disculpó mientras esbozaba una sonrisa convincente antes de continuar por donde se quedó.

Stan terminó de narrar y recibió algunas críticas constructivas de Red. Volvió a su asiento junto a Craig, miró para el lado de Kyle y notó que ya no sonreía como antes.

Sí, efectivamente, él no le sacaba esa sonrisa.

—Muy bien.— Volvió a hablar Red. En su mano derecha sostenía una hoja donde había anotado el orden de los sucesos; con su otra mano, gesticulaba.—Ahora, se abriría el telón y Token entraría por la izquierda, da la bienvenida y empezaría a cantar “Alexander Hamilton”.— Indicó.

Nichole palmeó la espalda de su pareja antes de que este fuera tras el telón.

Craig prestó atención al principio de la introducción y trató de seguir haciéndolo por respeto a su amigo (y tenía que admitir que Token cantaba increíble), pero cuando volteó a ver a Tweek, ya no pudo seguirle el hilo a Token, aunque tuviera los oídos maravillados por su interpretación. Se sintió horrible por saber que ya no estaba prestando atención…

Pero, ¿Quién podía juzgarlo? Tweek se veía particularmente lindo cuando estaba distraído, leyendo la letra de la canción que debía interpretar junto con Token en breve. La tela del telón no le permitía ver mucho, pero hasta donde alcanzaba la vista, tenía la mano en la boca (Tweek se mordía las uñas cuando se ponía nervioso) y estaba sentado sobre el suelo de madera.

Token dejó de cantar cuando Red señaló algunos errores en su performance, esa interrupción también sacó a Craig de sus pensamientos. Escuchó los comentarios que le hizo Red a su amigo y asintió con la cabeza para fingir que si entendía lo que ella estaba diciendo para no quedar como idiota, antes de levantarse del asiento y caminar hasta el bastidor, donde se encontraba Tweek.

Cuanto más cerca estaba de Tweek, más notaba los temblores y espasmos que estaba sufriendo, a la distancia no los había notado y se apresuró a su posición.

—¿Y bien?— Preguntó Craig mientras su espalda se deslizaba por la pared hasta sentarse junto a Tweek.

Oír su voz tan repentinamente le hizo sobresaltarse y emitió un leve grito de impresión, pero se calmó cuando confirmó que solo se trataba de Craig. Retiró el pulgar de entre sus dientes y se aclaró la garganta.

—¿Qué cosa?

—¿Necesitas ayuda con eso?— Le preguntó Craig mientras se llevaba la mano a la nuca. No quería verse tan pesado para Tweek, esa idea le ponía nervioso.—O sea, no soy bueno actuando, pero sé leer.

Eso fue, probablemente, lo más estúpido que dijo en años; sin embargo, Tweek lo vio como un gesto simpático y rió por lo bajo.

—Creo que estoy bien— Respondió.—, solo…

—¿Solo?

Tweek miró al escenario.

Craig creyó entender cuál sería el problema, y lo confirmó cuando la pierna de Tweek volvió a temblar.

—¿Es el escenario lo que te pone nervioso o los otros chicos?— Indagó.

—Todo.— Hizo una pausa para respirar profundo, pero eso no lo hizo sentir más tranquilo.—Tengo miedo que lo del sábado se repita o…— Tweek dejó el libreto en el piso y abrazó sus piernas.—Peor.— Terminó de decir en voz baja.

Craig comprendió el miedo de Tweek, no se atrevería a subestimarlo, la idea de pasar frente a tantas personas, literalmente estar en medio del foco... Hasta a él le daba escalofríos.

Cuando Tweek dejó de abrazar sus piernas, posó la mano en su muslo. Si tan solo supiera lo cerca que estaba Tweek del infarto, tal vez se habría reservado el tacto. El corazón de Tweek latió a la velocidad de un zumbido y sintió como se le acaloraba la cara.

Y más importante aún: dejó de temblar.

—Si te hace sentir más tranquilo, estaré delante del escenario cuando te toque pasar. Si mirarme te hace sentir más seguro, hazlo.

—¿Pero y si me olvido?

—Tweek, es solo un ensayo. Uno de muchos.— Le recordó.—Pasa con el libreto en la mano, tal como hizo Stan; nadie se va a burlar por eso. Hasta Token y Red están con los libretos en la mano. Si te olvidas, solo vuelve a leer. Tómate tu tiempo.

Tweek intentaba creerle, pero algo dentro de él no paraba de repetirle que le estaba mintiendo. Las voces en su cabeza le decían que no lo hiciera, pero la voz de Craig le decía que lo intente.

—Todo va a salir bien.— Le aseguró Craig con una sonrisa.

Esa sonrisa era toda la afirmación que necesitaba.

—¡Tweek!

La voz de Red resonó en el auditorio y sacó a los adolescentes de esa mirada interminable y chispeante que compartieron.

—¿Listo?— Preguntó Craig.

—No realmente— Se sinceró Tweek.—, pero daré lo mejor.

—Esa es la actitud.— Lo halagó Craig y le guiñó el ojo.

Me voy a derretir. Pensó Tweek. Al levantarse, sus piernas temblaron y tuvo miedo de derretirse literalmente.

Cuando terminó de estirar las piernas, su cuerpo se precipitó hacia adelante y chocó con el pecho de Craig, quien lo sostuvo con cuidado para que no se caiga. Cruzaron sus miradas otra vez y una sonrisa involuntaria se dibujó en sus rostros.

—¿Interrumpo algo?— Red se paró delante de ellos con las manos posadas en su cadera. Ambos se separaron cuando la notaron y trataron de fingir que no había pasado nada.—Hamilton, suelta a Eliza solo por un segundo y ven a salvar a tu país. Los Estados Unidos de América no se hará una nación grande por sí solo.

—Eso sonó muy nacionalista de tu parte.— Bromeó Craig en un intento por disimular el hecho de que en este momento su cara estaba tan roja como el telón.

Tweek caminó hasta donde se situaría la puerta, tenía que esperar a que Token diga “¿Cómo es tu nombre, hombre?” para salir a escena y presentarse. Tenía el libreto en la mano tal como le sugirió Craig, leía las líneas de su canción con la sensación de que la escuchaba en su mente. Vio Hamilton tantas veces que perdió la cuenta, sabía la obra de memoria. Eso debería darle una ligera sensación de ventaja.

¿Pero de qué le servía a él esa ventaja cuando sabía que estaba rodeado de tantas personas que podrían burlarse de él o sentirse decepcionados porque no era ni el 0,1% de Lil-Manuel Miranda?

¿Por qué todo lo que construía en su cabeza resultaba tan aterrador? Era una puta obra escolar y era un puto ensayo, no tenía que dramatizarlo todo siempre, ¿por qué pareciera que le gusta ponerse en esa situación por su propia voluntad?

El estómago se le revolvía y sentía la ansiedad ascender por su garganta. No quería repetir lo del sábado ni lo de la obra de navidad.

Caminó hacia atrás tratando de controlar su respiración hasta que chocó la espalda con la pared y soltó un prolongado suspiro tembloroso. La voz de Token se oía distorsionada y empezó a sentir un mareo que le oscureció la visión.

Cálmate. Se rogó a sí mismo mientras con sus dedos retorcía mechones sueltos de pelo. Cálmate por favor.

Get your education, don't forget from whence you came.— Token cantaba de cara a donde estaría el público. Red no le siguió haciendo correcciones, por lo que continuó cantando sin pausas.—And the world is gonna know your name, what's your name, man?

Dicha la palabra clave, Token se hizo a un lado para que Tweek se presente. Pasaron unos cuantos segundos, pero nadie salió.

And the world is gonna know your name, what's your name, man?— Alzó un poco la voz creyendo que Tweek no lo escuchó, sin embargo, tampoco hubo respuestas.—¿Estoy cantando muy bajo?— Se preguntó en voz alta.

—No.— Respondió Red, se asomó al escenario con los brazos cruzados.—¡Tweek, te toca!

Sin respuestas.

—¿Tweek?

—Voy por él.— Anunció Craig mientras se subía al escenario. Al llegar al pasillo, vio a Tweek contra la pared y volvió a hablar.—Tweek, ¿estás bien?

Se acercó a Tweek y notó unas pocas lágrimas recorrer sus mejillas; verlo de ese modo lo teletransportó a la primera vez que presenció uno de sus ataques de ansiedad y se forzó a sí mismo a respirar hondo para no desesperarse y empeorar la situación. Lo tomó de las manos para que suelte su cabello. Tweek abrió los ojos cuando sintió unas cálidas manos ásperas alrededor de sus muñecas. Poco a poco, la vista se le iluminó y el zumbido en sus oídos cesó.

—Perdón, lo-lo siento mucho.— Titubeó Tweek.—Iba a salir, pero…

—No tienes que darme explicaciones, Tweek.— Craig frotó los nudillos de Tweek con sus pulgares. Entendía que Tweek estaba en un momento delicado y que cualquier movimiento inoportuno podría alterarlo, así que trató de mantener sus emociones a raya, aunque le costaba horrores.—Tranquilízate, todo va a estar bien.

—Pero…— Sollozó Tweek haciendo un gran esfuerzo para no continuar llorando.—Lo voy a hacer mal y todos me van a ver…

—Tweek, Token se equivocó un montón de veces, Stan también y solo es el narrador. Y está bien.

—¿Está todo bien?— Token se acercó a Tweek y Craig. Su sonrisa de borró cuando vio a Tweek con los ojos llorosos.—¿Qué pasó, Tweek?

En vista de que Tweek no respondería, Craig lo hizo por él.

—Está nervioso, le da miedo equivocarse delante de los chicos y que se burlen… Ya sabes.

Token, ahora que comprendió la situación, emitió una risa leve que se ganó la mirada extrañada de Tweek.

—¿Así que es eso?— Tweek asintió.—Jajaja, pero Tweek, la mayoría está leyendo sus propias líneas, están muy ocupados como para mirarnos. Es más, amigo, hasta hace no mucho, yo me tropecé con mi propio pie.

Craig no se molestó en evitar soltar una carcajada. Token estaba por mirarle con el ceño fruncido hasta que notó ese tono nasal en la carcajada de su amigo y sonrió con burla.

—Dios, que horrible risa tienes.

—Pero yo, al menos, no tengo tres piernas izquierdas.— Le contestó Craig cuando dejó de reír.

—Dos, idiota.— Lo corrigió Token.

—Creo que no me entendiste.

A Token le tomó pocos segundos darse cuenta de lo que quiso decir Craig, la risa tímida de Tweek confirmó su idea. Le dio un golpe en el hombro a Craig como reprimenda y seguido de eso, le tapó los oídos a Tweek.

—No digas cosas así delante de Tweek.— Sentenció Token.

—Ay, vamos…

—¡El punto es!— Token retiró sus manos de las orejas de Tweek y regresó al tema principal.—Todos aquí nos equivocamos y está bien que así sea. Uno aprende equivocándose porque ve dónde debe reforzarse y tal. Y, Tweek… Todos nos reímos con todos, no nos burlamos de nadie.— Con el pulgar, apuntó fuera del pasillo.—Kenny se equivocó de pista y puso El Sonidito— a Tweek se le escapó una risita con eso.—, a Red se le trabó la lengua hablando, yo casi me caigo… Y nos reímos, pero no para humillar a otro, sino para tomar las cosas con gracia; transformar un momento vergonzoso en uno gracioso que alivie la tensión.

—Estás entre amigos.— Craig lo abrazó por los hombros. Tweek se sonrojó ligeramente cuando sintió que el pulgar de Craig frotándose contra él.—Tú puedes.

“Amigos”.

A Tweek le gustaba como sonaba esa palabra, durante muchos años le temió a ella porque sentía que él no fue hecho para eso. Probablemente, aún le debe una explicación a Token, Clyde y Jimmy acerca de eso (y tal vez a Stan), pero ahora no quería seguir pensando en eso, era difícil no hacerlo porque su cerebro luchaba por recordárselo a como dé lugar.

No obstante, su voz y esa palabra, lo llenaron de una sensación tan relajante que recorrió su cuerpo de pies a cabeza, y el temblor cesó nuevamente. Respiró profundo y sonrió.

—Quiero volver a intentarlo.— Afirmó Tweek.

—Sí, lo haremos de nuevo.— Token salió del pasillo. Se oyó que le pidió a Red comenzar desde el principio.

Craig también iba a retirarse, pero un tirón en su brazo le hizo girarse otra vez y Tweek lo besó de sorpresa.

—¿Y eso?— Preguntó Craig mientras trataba de recuperar el aliento, no porque el beso haya sido largo, sino por la sorpresa.

—Necesito inspiración.— Respondió Tweek con un guiño (o tic, Craig no sabría diferenciarlo).

Craig caminó hasta la salida del pasillo con una sonrisa atontada y sin dejar de mirar a Tweek, porque Craig todavía no aprendía los riesgos de caminar sin prestar atención al camino; en consecuencia, chocó con uno de los cartones de la escenografía, lo que llamó la atención de sus amigos, y, como cereza del pastel, se tropezó con su propio pie. Afortunadamente logró mantener el equilibrio.

—A eso es a lo que yo llamo “karma”.— Se burló Token.

Como no supo que responderle, le sacó el dedo medió y bajó del escenario, pero permaneció cerca de este.

—Bueno, volvamos a empezar, ¡Kenny!— Exclamó Red.

—¿Qué?— Respondió McCormick desde la mesa donde se encontraba la consola.

—Pon la pista uno.

—Sí, señora.— Contestó con una voz más aguda mientras hacía clic en “play”.

La canción volvió a sonar. Token, quien interpretaba al ex vicepresidente Aaron Burr, se paró en medio del escenario y repitió la introducción. Caminó de un lado a otro siguiendo las indicaciones de Red mientras interpretaba la canción.

En el pasillo, Tweek esperaba con los ojos cerrados a la pregunta clave. Y aunque sintió una oleada de ansiedad aproximarse a él, se esforzó por repetirse una y otra vez “estás entre amigos” junto a su mantra más personal: “eres capaz de mucho más de lo que crees”.

Las voces no cesaron, pero Tweek pudo ignorarlas.

—Get your education, don't forget from whence you came and the world is gonna know your name, what's your name, man?

Estás entre amigos. Volvió a repetir en su mente, antes de tomar aire por última vez.

Tweek abrió los ojos y salió al escenario, un poco inseguro, pero definitivamente más decidido, cantó con el pecho lleno de una emoción más grande que él mismo:

Alexander Hamilton.— Sus amigos lo vitorearon en cuanto lo vieron y escucharon. Tweek miró a los pies del escenario y un revoloteo lo atacó cuando vio la cara de Craig ahí, en la primera fila. Le sonrió y eso se sintió como una intensa corriente de energía.—My name is Alexander Hamilton, and there's a million things I haven't done… But just you wait, just you wait.

La sorpresa fue compartida, ninguno de sus amigos (excepto por Craig) esperaba que desplegara una voz semejante. Era la primera vez en muchísimos años que presenciaban ese Tweek tan expresivo y atractivo artísticamente hablando. Tal fue la impresión, que todos dejaron de leer los libretos para admirar la actuación de Tweek. Incluso Kenny se vio en la necesidad de bajarle el volumen a la pista para escucharlo con claridad. En una situación normal, eso congelaría a Tweek en su lugar, de hecho, no estaba tan lejos esa posibilidad.

Tweek estaba perfectamente consciente de que su entrada llamó la atención, y cuando sintió que su respiración estaba por agitarse, buscó sus ojos.

Ojos verdes llenos de orgullo, de felicidad, maravillados y cautivados.

Estás entre amigos. Volvió a pensar.

Y efectivamente, estaba entre amigos.

 

 

 

 

 

El ensayo continuó durante una hora más, donde improvisaron algunos chistes para sentir que esa versión de la obra de Broadway era más propia. Hubo risas, algunos bloopers que se llevarán a la tumba y todo estaba marchando relativamente bien.

Llegó la última escena a interpretar: el cómo Eliza Schuyler, interpretada por Lola, y Alexander Hamilton se conocieron en el baile de invierno, se enamoraron y posteriormente, se casaron.

Nichole interpretó a Angélica Schuyler, la mayor de las hermanas Schuyler y la mujer que estuvo enamorada de Hamilton desde el primer momento en que lo vio, pero priorizó la felicidad de su hermana menor, Eliza.

Desde el momento en que Tweek, en el papel de Alexander, besó la mano de Lola, Craig no pudo evitar sentir una enorme incomodidad, al punto en que se debatía sobre si seguir mirando el resto del ensayo o fingir distracción con el celular.

Sabía que era ficción, que era todo teatro (literalmente) y que solo estaban actuando, se lo repitió muchas veces, pero no podía ignorar el hecho de que Lola, alguna vez, fue el amor platónico de Tweek, según Clyde.

Cálmate, eso seguramente fue hace mucho.

Cálmate, es solo una chica.

Cálmate, tal vez ni siquiera le duró tanto el “enamoramiento”…

¡¿Por qué mierda te estás diciendo estas cosas?! Dios, ustedes no tienen ningún tipo de compromiso, no son NOVIOS, no es algo de lo que debas preocuparte.

—¡Al fin!— Escuchó a Clyde detrás de él exclamar con felicidad.—¡Va a suceder!

—¿Eh?— Craig no entendió la emoción.

—¿Nunca viste Hamilton?— Preguntó Clyde. Craig negó con la cabeza.—¡En la escena de la boda, Eliza y Alexander se besan!

Craig no sabría describir en palabras el vacío repentino que creció en su pecho, porque sabía lo que estaba a punto de ver y no estaba seguro de si quería verlo.

Se le abrieron los ojos con horror y miró a su mejor amigo como si le hubiera hablado en otro idioma.

—Pero… Acá nada que ver, ¿no?— Craig rogaba que la respuesta sea no. No recordaba la última vez que le tembló tanto la voz.

—Es una boda, obvio que debe haber un beso.— Respondió Clyde como si fuera una pregunta muy estúpida. Miró nuevamente al escenario y sonrió.—¡Ahí viene!

Con duda y tratando de hacerse a la idea de lo que vería a continuación, Craig tragó saliva y miró al escenario.

Casi al final de “indefensed”, Tweek colocaba un anillo en el dedo de Lola. Los ojos de ella desbordaban amor, se sentía tan viva que podía transmitirse esa emoción de estar casándote con el amor de tu vida. Y cuando terminó, ambos se miraron a los ojos, felices, Lola cantó la última estrofa de la canción muy cerca del rostro de Tweek. Sus ojos se fueron entrecerrando a medida que la distancia entre ellos se acortaba.

Y entonces…

Ocurrió.

Sus labios se juntaron con dulzura y todo lo que giraba en la órbita de ambos, parecía detenerse. El beso se sentía tan genuino gracias a la química que lograban Tweek y Lola actuando juntos, que costaba creer que fue un ensayo de obra de teatro y no una boda.

O al menos eso sintió Craig.

Y, ¡maldición! Todo estaba pasando tan lento que le resultaba eterno.

Involuntariamente, un nudo se le formó en la garganta junto con el vacío que lo sorprendió con la guardia baja hace tan solo segundos atrás, y escuchar a Clyde murmurar sobre lo feliz que estaría el Tweek de doce años si supiera que a sus casi dieciocho años estaría besando a su amor platónico, no ayudaba en un carajo.

No entendía porqué le estaba afectando tanto. Es decir, Craig fue quien propuso que todo esto fuera algo sin compromisos y que ellos serían solo y únicamente amigos con beneficios. Porque él no está para algo que involucre más compromiso.

No debería estar sintiendo esa incomodidad.

Esto no debería importarle.

Esto no era real.

Pero le importaba, le incomodaba y el beso se sentía muy real, como si detrás de el hubiera un deseo contenido, una fantasía infantil.

Tweek lucía muy feliz. Lola se veía muy feliz. Y eso no parecía actuado.

Craig no estaba nada feliz. Pero, ¿quién iba a notarlo? Su cara de póker era difícil de leer, y lo agradecía.

Solo pudo morderse el labio inferior con impotencia y bajar la mirada, porque, ¿qué más podía hacer?

Tweek y Lola se separaron con cuidado, y antes de alejarse uno del otro, Lola le dio un beso en la mejilla y le susurró algo.
Cuando Red los aplaudió, los demás la siguieron entre cumplidos y vitoreo. Desde el escenario, Tweek buscó la mirada de Craig, notó que estaba cabizbajo y lo miró un rato más hasta que Craig volvió a subir la mirada.

En ese momento, Craig cayó en la cuenta de que era el único que no estaba aplaudiendo, así que se unió a ellos y le dedicó una sonrisa muy forzada a Tweek. Eso fue suficiente.

—Bueno chicos— Miró la hora en su celular—, los que quieran irse, pueden hacerlo. Si alguien se quiere quedar conmigo para seguir ensayando y tal, es libre de hacerlo.

—¡Yo me quiero quedar!— Se ofreció Clyde.—Quiero practicar más al rey.

—Yo también me quiero quedar, Token igual.— Dijo Nichole mientras tomaba la mano de su novio. Él le dio un beso en la cabeza.

—Y yo.— Anunció Lola, continuaba sonriente.—¿Tú te quedas, Tweek?

—Es que…— Tweek miró a Craig.—Ahora les digo.

Tweek bajó del escenario temblando de emoción, ¡consiguió actuar sin tener ningún ataque de ansiedad de por medio! Era algo que definitivamente quería celebrarlo con Craig.

A diferencia de Tweek, Craig se sentía… Extraño. La imagen del beso siguió rondando en su cabeza sin parar. Sentía impotencia porque se sentía mal, no lograba entender qué era exactamente lo que le molestaba de todo eso y tampoco sabía cómo lidiar con todo eso en su cabeza ahora. Y hablando de cabeza, le dolía como el infierno y no estaba seguro si era por todas las emociones experimentadas hasta ahora o si se debía a que no había fumado desde la mañana.

De cualquier manera, cuando vio a Tweek acercarse a él, respiró muy hondo, se dijo a sí mismo que mantenga la calma y que simplemente sonría como pueda.

—¡Oh por Dios! ¡Lo hice, lo hice!— Exclamó Tweek con las manos en la cabeza y una enorme sonrisa.

—Sí, ya lo veo.— Craig respondió con un tono irónico sin pensarlo.

Paró en seco porque se percató de que su boca fue más rápida que su cabeza, y ante la mirada de incomprensión de Tweek, trató de ingeniársela para que sus malditas emociones no le ganen la pulseada.

—Quiero decir, ¡que sí! ¡Lo hiciste! Y estuviste muy bien.— Volvió a responder, un poco más vacilante y nervioso que antes, pero Tweek no lo ha notado (por suerte).

—¡Muchas gracias, Craig! En serio, gracias.— Tweek sacó de los bolsillos de la campera una de las manos de Craig y la cubrió con ambas manos.—Hace mucho no hacía esto, me había olvidado completamente cuánto me gusta actuar, realmente te lo debo.

—Pero el que actuó fuiste tú.

—Sí, pero nunca hubiera entrado si tú no me hubieras convencido.— Le recordó Tweek con una sonrisa casi tan brillante como el sol.

Algo dentro de Craig se regocijó cuando Tweek le dijo aquello con esa sonrisa que podía alegrarle hasta el día más nublado a cualquiera. Sí, no le quitó el mal sabor de boca que le dejó el beso de Lola, pero al menos le hizo sentir que flotaba.

—Y por eso…— Tweek se rascó la nuca con duda.—Hay algo que quería pedirte si no es molestia.

—Lo que quieras.— Respondió Craig esbozando una sonrisa.

—Quería preguntarte si tendrías algún problema con cubrirme hoy en la cafetería. Es que algunos de los chicos van a quedarse para seguir ensayando y yo quisiera hacerlo también para perfeccionar algunos aspectos…

Sí, como besar con más pasión a la extra esa. Pensó Craig sintiendo cómo sus pies se estrellaban violetamente contra el piso otra vez y volvía la sensación de vacío.

A veces, Craig olvidaba una regla esencial de Física: toda caída libre, tiene un impacto.

—Claro, no hay problema.— Respondió con una sonrisa.—Entonces… Ya me voy para allá.— Dijo señalando con el pulgar la puerta de salida y empezó a avanzar hacia ella.—Mañana me cuentas qué tal te fue.

—¡Claro!

Tweek lo saludó con la mano extendida y volvió con el grupo de actores.

En lo que la puerta del auditorio tardó en cerrarse, la sonrisa de Craig cambió a una mueca seria y exhaló todo el aire que contenía por la nariz, como si a través de ella conseguiría drenar toda la frustración, impotencia y todas esas emociones complejas que estaban agobiándolo.

Caminó con paso apresurado hasta la salida de la escuela para esperar el colectivo que lo dejaba en su casa, se cambiaría de ropa y se iría a la cafetería en moto. Se apoyó en la señal de parada y sacó un cigarrillo.
Desde la mañana no fumaba, ya eran las seis de la tarde y sentía que, si pasaba otra hora más sin uno y sintiendo alguna otra emoción más ese día, se desmayaría. Al dar las primeras caladas, el dolor de cabeza insufrible se fue, pero continuaba dándole vueltas a todo lo que había sucedido: lo de Stan, la historia detrás del miedo escénico de Tweek, las constantes interrupciones de Lola, el ensayo, la tensión cotidiana que viene por defecto en tus configuraciones cuando eres estudiante, el beso…

En especial, la forma en que se miraron antes y después del beso. Esa escena se repitió mil y una vez en su cabeza, y el temblor involuntario en su pierna derecha iba en aumento.

Se miró la cara en el vidrio del celular cuando lo tomó para buscar una canción que calle esos recuerdos y notó que tenía una cara de mala hostia impresionante. Es decir, él sabía que siempre tenía cara de culo, pero lo de ahora era otro nivel.

Estaba cansado, se sentía molesto, nervioso, incómodo y para aumentar aún más su malestar, porque tenía que reconocer que era un poco masoquista, estaba seguro de que ese beso de Tweek y Lola se repetiría una y otra vez ese día; y a pesar de que no estaría ahí para presenciarlo, de solo imaginarlo le daba un pinchazo en el corazón.

Sin tener ninguna canción en mente para buscar, optó por poner en aleatorio y dejar que la música lo elija a él, y no al revés.

Y como sabemos que Craig siempre está meado por un dinosaurio, la canción que se reprodujo primero fue nada más y nada menos que Creep, de Radiohead.

El colectivo estaba cerca, así que tiró el cigarrillo y le hizo seña de que frene. Se subió, pagó con la tarjeta y se abrió paso entre los pasajeros de pie hasta los asientos vacíos del fondo, junto a la ventana. Una vez sentado, dejó caer su cabeza contra la ventana, sin energía, con muchas preguntas y ninguna respuesta.

Durante el viaje, se preguntaba, ¿qué era lo que realmente le molestaba de todo esto? ¿El beso? No, no puede ser el beso en sí mismo, era consciente de que en el mundo del teatro y la actuación en general, era muy normal ver un beso. Por lo tanto, no le molestaba el beso.

¿Le hubiera molestado que el beso fuese con cualquiera de las otras chicas? Como, por ejemplo, Nichole.
¿Le hubiera molestado que Tweek bese a Bebe en la obra? La primera respuesta que se le venía a la cabeza era no. Hasta llegó a pensar que no porque Bebe no era competencia para él, y en el mismo segundo que lo pensó, se preguntó a sí mismo: ¿competencia? ¿Qué carajo estás pensando, Tucker?

¿Y si el beso hubiera sido con otro chico? Solo pensar eso le hizo revolver el estómago por séptima vez en el día. Pero en términos de molestar, tal como estaba ahora, creía que no.

Entonces, ¿le molestaba el beso porque fue con Lola? ¿O por lo que se imaginaba que Lola significaba para Tweek?

Y ahora, la pregunta del millón: ¿Por qué todo esto lo estaba afectando así?

Craig sostenía que uno nunca termina de conocer a alguien, ni siquiera a uno mismo, pero estaba bastante seguro de algunas cosas de él mismo como para que ahora dude. Él no era alguien que dejaba que los sentimientos lo consumieran, siempre tenía el control de sus emociones y todo lo que genuinamente no era de su interés pasaba a segundo plano, para así no tener que lidiar con cosas que no valían su atención.

Pero desde que conoció a Tweek… Mierda. En cuanto pensaba en él, se le revolucionaba algo en el pecho. Cuando pensaba en su voz, de repente se le ocurrían mil nombres para describir lo que cobraba vida en la boca de su estómago. Cuando tenía su atención, sentía que era capaz de bajarle la luna. Cuando pensaba en sus besos, sentía que estaba en medio de galaxias y muchas estrellas colapsando a su alrededor.

Él tenía todo bajo control hasta que Tweek llegó y le voló la cabeza.

Ahora no tenía ni puta idea de qué hacer con tanta información y no entendía que era ese sentimiento de malestar que lo golpeaba en el pecho cada vez que recordaba ese maldito beso, y peor, sabía que ahora mismo, mientras él estaba yendo a su casa, mientras él buscaba la ropa para cambiarse e ir al trabajo, ese beso seguramente estaba volviendo a ocurrir.

¿Y cuál era la peor parte? Que todavía lo esperaba un agobiante día laboral.

Demasiadas emociones hacían que su cabeza colapse y el pecho le doliera, ¿o eso se debía a que se fumó tres cigarrillos seguidos desde que salió de la escuela?

Realmente, ya le daba igual.

Notes:

Nos vemos en el próximo capítulo y, nuevamente, perdón

Chapter 33: Lo esencial

Notes:

Canción del capítulo: https://youtu.be/Okwkj6ZLyTA

¡Chequeen en mis trabajos mi one-shot Bunny llamado "Buenos días o buenas noches... Como sea" ya que es parte de esta historia!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

—En cierta forma, he hecho algo y necesito tu consejo.— Stan tenía los codos apoyados en la mesa del mostrador.—Pero no quiero que venga cargado de juicios, ni críticas o comentarios sarcásticos.

Craig dejó de trapear la mesa de melamina cuando terminó de escucharlo. Se limitó a levantar una ceja y preguntarse si Stan era tonto o se hacía.

—Y vienes conmigo.— Le respondió Craig como si quisiera asegurarse de que Stan era consciente de con quién fue a hablar.

—Sipili.

Estaban en la cafetería de los Tweak, donde lo predominante era el aroma del café. Stan sabía que Craig cubriría a Tweek y le preguntó si podía ir a verlo.

En realidad, Craig le dijo que no, pero Stan insistió tanto que finalmente cedió. Para su buena suerte, no pidieron delivery, así que no tuvo que salir. Lo malo, había muchos clientes en la cafetería y muchas de las chicas no fueron a tomar café, precisamente (Stan se sintió observado desde que entró y Craig ya había aceptado, solo por cortesía, dos números telefónicos que, eventualmente, tiraría a la basura cuando sea la hora de cierre o se los daría a Clyde, o Kenny).

No le quedaba de otra, Craig sabía lo que le esperaba al involucrarse en ese grupo y ya era tarde para echarse atrás. Suspiró con hartazgo y dejó el trapo a un lado.

Seguido de eso, señaló a Stan mientras se apoyaba en el mostrador.

—Te voy a escuchar, pero si quieres mi consejo, va a venir incluido con juicios, críticas, comentarios sarcásticos y una patada en el orto si no te entra en la cabeza, ¿entendido?

Stan tragó saliva, ya se imaginaba que no iba a ganarse la compasión de Craig con solo pedirla.

—Bueno.

—Está bien, cuéntame.— Craig volvió a tomar el trapo y continuó limpiando.

—¿Cómo...?

El tintineo del timbre se hizo escuchar en la cafetería y Stan volteó en dirección a la puerta.

—¿Qué onda gente?— Saludó Kenny a ambos chicos haciendo una seña con el pulgar y el dedo meñique.

—¿Y tú qué haces aquí?— Lo cuestionó Craig.

—¿Qué, no puedo? ¿hay algún tipo de política anti-pobres de la que no me enteré o qué?

Craig rodó los ojos.

—Como sea.

—Y mi jefe me mandó a pedir café.— Aclaró Kenny.—¿Tienes café?

—No lo sé, es una cafetería, ¿tú que crees? Tu puta madre.— Contestó Craig mientras señalaba el enorme "Tweak Bros. Coffee" en la pared color crema detrás del mostrador.—Y límpiate los pies antes de entrar.

—¿Asumes que, porque soy pobre, estoy sucio? Crecimos en el mismo barrio, Tucker.— Se defendió Kenny con ofensa, aunque de todos modos se limpió las botas en la entrada.

—Literalmente tienes barro en las botas, y espero que solo sea barro. Voy a tener que limpiar de nuevo, maldita sea.— Resopló Tucker.—¿Qué te pidió tu jefe?

—Un expreso y dos medialunas.— Le respondió Kenny.

Espresso.— Lo corrigió Craig mientras anotaba en la pequeña libreta.

—Lo sé, es solo que me gusta cómo lo dices.— Bromeó Kenny con un tono coqueto. Craig lo miró con seriedad antes de girarse para preparar el pedido de Kenny. En respuesta, Kenny cambió su sonrisa coqueta por una incómoda, y soltó:—Público difícil.

—Hola, sigo aquí.— Advirtió Stan al sentirse ignorado.

—Nunca te dije que dejes de hablar.— Excusó Craig.—Dime.

—Está bien. ¿Recuerdan que le había enviado un mensaje a Wendy para hablar hoy y luego lo borré?— La pregunta fue retórica. Stan caminó a lo largo del mostrador mientras continuaba hablando.—Bueno, en parte lo borré porque me sentí inseguro, pero también fue porque, en primer lugar, ni siquiera pensé en cómo hacerlo. Y si voy a hacerlo, quiero hacerlo bien y de la forma menos dolorosa posible. Así que mi pregunta es, ¿cómo cortas con alguien sin herir sus sentimientos?— Stan volvió a quedarse quieto frente a la caja registradora a la espera de la respuesta.

Se había asegurado de hablar lo suficientemente bajo para que los clientes no escuchen su situación, lo último que quería era que más personas estén enteradas de su situación amorosa, incluso si fueran desconocidos.

Nunca se sabe cuándo alguien puede volverte un meme en Internet, especialmente en la cloaca celeste.

Craig terminó de preparar el café de Kenny en silencio, absorto en sus pensamientos tratando de buscar una respuesta que pudiera ayudar a Stan, pero había dos problemas:

El primero era evidente, y es que él nunca tuvo que cortar con nadie, o al menos con nadie a quien pudiera considerar algo más que un ligue. En su escuela anterior, antes de enredarse con varios de los “hetero-curiosos” (Craig necesitaba muchísimas comillas para nombrarlos), lo primero que hacía era dejar en claro que eso no era una relación y que ambos eran libres de hacer lo que quisiesen. Así que no tenía experiencia en eso.

El segundo, y el más importante, es que ambos eran muy diferentes en ese aspecto. Craig había aprendido a ser muy independiente emocionalmente hablando, no tenía problemas para alejarse de personas con las que haya entablado un vínculo (lo que no significa que no le afecte hacerlo).

Pero Stan era mucho más sensible en ese aspecto. Decirle que simplemente vaya y le diga a Wendy “quiero terminar” no funcionaría en él.

—Lamento decirte que creo que no puedo ayudarte con eso.— Se sinceró.—¿Tú tienes alguna idea, McCormick?— Preguntó mirando al mencionado.

—Gracias por cederme la palabra, su señoría.— Respondió Kenny con un grave y sobreactuado tono de voz. Craig empezó a preguntarse si acaso Kenny estaba drogado.—Por cierto, ¿cuánto duele el café?— Le preguntó mientras buscaba en su bolsillo el dinero que Lu Kim le dio para pagar el pedido.

—Veinte.— Contestó Craig en un tono monótono que ocultó -sin mucho éxito- la pesadez de la respuesta.

Kenny lo miró como si hubiera insultado a Karen.

—Órale, ¿qué rompí?

—No me mires así a mí, yo no pongo el precio. Culpa a la alcaldesa de “Colozuela”.— Craig no tenía humor para discutir con nadie por el precio del café, menos con Kenny.

Sin tener nada más para argumentar, porque entendía a la perfección la situación de Craig ante esto, le dio cuatro billetes de cinco dólares soltando un prolongado suspiro por la boca. Cuando terminó de pagar (con mucho dolor, ya que dos de esos billetes eran suyos), volvió a dirigirse a Stan.

—En mi experiencia siendo cortado por muchos y muchas relaciones de una noche, te puedo decir qué hacer para herir sus sentimientos, como por ejemplo: ghostearla, tener sexo y al día siguiente mirarla como si fuese un tumor, ser muy directo o decirle a un amigo que corte con ella por ti.— Kenny caminó a una silla vacía junto al mostrador y Stan lo imitó. Dejó el café en la mesa y se recostó en el respaldo de la silla.—Créeme, mientras no hagas nada de eso, su corazón va a estar a salvo.

—Creo entender, pero no se me viene a la cabeza qué decirle, literalmente. O qué debo decirle y qué no.

Kenny pensó unos segundos con la mano en su barbilla, hasta que una idea llegó a su mente.

—¡Hagamos esto! Tú serás Wendy y yo seré tú.— Propuso Kenny.

—Está bien.— Aceptó Stan con duda.

Kenny respiró profundo y cuando exhaló el aire, su rostro alegre cambió a una drástica expresión de tristeza y desesperanza, con la mirada muerta y la sonrisa decaída.

When you go and would you even turn to say “I don't love you”…— Kenny cantó una parte de la canción de My Chemical Romance intentando imitar la voz y los gestos de Stan de una forma muy caricaturizada.

Stan lo estaba asesinando con la mirada y Craig hacía un esfuerzo para nada exitoso por no reírse de su interpretación.

—¡Vete a la mierda, Kenny! Yo no soy así.— Se defendió Stan con las cejas fruncidas por la molestia.

—No, eres peor.— Opinó Craig entre risas.

—¡Y a ti que te den por el culo!—  Contestó Stan con rapidez.

—Dios te oiga.— Respondió Craig con sus manos juntas, como si estuviera pidiéndole a Dios que mágicamente le aparezca un lindo y dotado rubio para que le saque a vergazos todo el estrés que cargaba encima.

—Marica.— Murmuró Stan esperando que solo Kenny lo oiga, pero no fue así.

—Por lo menos sé tomar decisiones.

Y esa munición fue bastante pesada como para pensar en alguna forma de rebatirla sin recurrir a los golpes o a escapar del café. Stan se mordió los labios y apretó el puño para no hacer ninguna de las dos cosas.

—Bueno, ahora hagámoslo en serio.— Kenny hizo volver a Stan a la conversación. Se repitió a sí mismo que tome esto en serio, claramente no era la mejor ocasión para hacer chistes. Se aclaró la garganta y juntó sus manos entre las piernas.—Wendy, necesito hablar contigo.

Stan lo miró unos segundos con extrañeza antes de recordar que Kenny era él y él era Wendy. Suspiró y trató de responder como lo haría ella.

—Dime Stan.

—Bien.— Stan prestó atención a cada gesto que Kenny hacía y la seguridad que demostraba al hablar.—Sabes que te quiero muchísimo y que eres una parte muy especial de mí, eso jamás nada ni nadie podría cambiarlo.— Kenny hizo una pequeña pausa antes de continuar.—Pero hay algo que debo confesarte.

—¿Qué es?— Stan no estaba seguro de cómo reaccionaría Wendy, en realidad. Por su parte, se sentía nervioso por lo que fuera a decir Kenny.

—Desde hace mucho tiempo sé que yo soy bisexual. Tenía miedo de decirte porque no sabía cómo lo tomarías y tenía miedo de que me dejes por eso, es por eso que nunca te lo dije, ya que no veía alguna razón para “salir del clóset”… Hasta hace poco.

—¿Qué quieres decir?

—Wendy… Hay alguien que me gusta, y yo también le gusto; y ese alguien es un chico.— Stan abrió los ojos, no se imaginaba diciendo eso con esa seguridad.—Sé que esto puede ser chocante y difícil de entender, pero quería decírtelo porque, como dije, eres muy importante para mí y te quiero muchísimo, y no quiero herirte. Es por eso que quiero cortar esto por lo sano, diciéndote la verdad de frente. No voy a pedirte que me perdones, porque sé que esto debe ser muy duro y doloroso para ti, solo quiero pedirte que, por favor, me comprendas. Podemos seguir siendo amigos si eso está bien para ti, y si no, respetaré tu decisión.

Debía admitir que las palabras de Kenny eran perfectas, tenía la madurez necesaria para afrontar una situación de ese calibre sin titubeos y con la decisión reflejada en la mirada. Claro, esto era solo una puesta en escena, pero ponía las manos en el fuego a que Kenny realmente sería capaz de actuar así en una situación similar.

Pero lo que no le gustaba era el final. Sabía que era estúpido sentirse triste por hacerse la idea de que Wendy podría simplemente alejarse de él para siempre, incluso odiarlo. Era estúpido porque él provocó eso, era la consecuencia que tenía que asumir. Después de todo, ¿qué esperaba?

Eso no significaba que no doliera imaginarlo. Se lo merecía, pero dolía.

—Está bien…— Murmuró.

—¿”Pero”?— Interrogó Kenny.

Stan exhaló el aire por la nariz, con aire de decepción.

—Pero no puedo hacerlo.— Confesó, sintió cómo se le quebró la voz y se sintió un reverendo inútil.

—Pues vas a tener que poder, Marsh.— Craig se acercó a la mesa luego de llevar un pedido.—Sí, va a doler y todo, pero tarde o temprano vas a tener que dar el paso, antes de que te consuma.

—¿Crees que Wendy va a estar en la ignorancia por siempre?

—¡No! ¡Ya sé que no!— Exclamó Stan exaltado. Atrajo las miradas de los otros clientes y sintió un hormigueo de vergüenza recorrerle la espalda, al igual que calor en la cara. Bajó la voz.—Ya sé que no voy a poder ocultarlo por mucho tiempo, pero cuando pienso en cómo ella va a odiarme…— Paró de hablar justo después de decirlo. Tenía un nudo en la garganta que lo atormentaba.—No puedo.

—¿Y para qué viniste?— Craig tenía las pelotas en el piso con la indecisión de Stan. Kenny lo miró con desaprobación ya que Craig le había prometido que no sería tan duro con él, pero la paciencia se le agotaba.—Estamos justo donde empezamos.

—¡No es algo fácil!— Stan volvió a alzar la voz. No sabía qué hacer, ni él mismo entendía por qué fue en busca de ayuda. Sabía que no podía.—No puedes opinar si no lo…

—¿Crees que las situaciones tienen que ser fáciles para poder afrontarlas?

—¡No puedes opinar de algo que no sabes qué se siente! ¿Crees que a mí me gusta sentir esto? ¡Ni yo tolero mi puta indecisión!

—A mí no me alces la voz, que yo te estoy intentado ayudar.— Lo frenó Craig.—Pero no te puedo ayudar ni Kenny tampoco, si no colaboras.

—¿Crees que asumir que yo quiero las cosas fáciles para afrontarlas es ayudar?— Stan tenía un punto.—Muchas gracias, pero no ayuda en nada.

—Bueno, tírate a un pozo, ¿qué se yo?— Soltó Craig con hartazgo antes de levantarse.

—¡Tú tírate a un pozo!— Gritó Stan mientras lo seguía para continuar discutiendo.

Kenny masajeó su cabeza para intentar mantener los pies sobre la tierra.

—Dios, dame paciencia, porque si me das fuerza, los mato a los dos.— Murmuró para sí mismo antes de seguir a sus amigos y tratar de frenar esa discusión sin sentido.

Kenny tomó el café y las medialunas de su jefe, y se paró en medio de ambos para mantenerlos separados mientras ellos continuaban diciéndose cosas. En un momento, enfocó su atención en la puerta de la cafetería y a lo lejos divisó dos figuras que reconocería en cualquier parte.

Hablando de Roma…

—¡Oigan, dejen de discutir!— Dijo Kenny, a lo que los dos chicos lo miraron.—Stan, no te asustes y mira disimuladamente a la puerta…

—¿Qué pasó?— Stan miró a la puerta con muy poco disimulo.

—Wendy viene hacia acá con Bebe.

Stan iba a gritar, pero Craig se encargó de taparle la boca con el trapo de limpieza y lo arrastró con él hacia el baño. Kenny los siguió detrás aun con la vista puesta en la puerta, quería asegurarse de que las chicas no los hayan visto a la distancia.

—Debo decir que esta es una forma muy rara de proponer un trío, Tucker.— Bromeó Kenny.

—¡McCormick, ve a hacerte una paja si estás tan caliente! Puta madre.

—Es justo lo que pensaba hacer cuando llegue a casa.

Una vez en el baño, Craig le retiró el trapo de la boca a Stan.

—¡Qué asco!— Exclamó Stan mientras intentaba limpiarse la lengua.

—De nada— Respondió Craig con indiferencia.—, una parte de mí, me dice que te empuje a Wendy; pero solo por esta vez, te voy a permitir escaparte.

—¿Gracias?

Craig abrió la ventana del baño de empleados y con la mano, los invitó a salir.

—Salgan antes de que los saque a ambos de una patada en el ojete.— Fulminó.

Ni bien dijo esas palabras, Stan corrió a la ventana y pasó ambas piernas por el marco para salir.

—Te debo una.— Dijo Stan antes de salir por completo.

—Sí, sí, lo que tú quieras.— Bufó Craig, con la paciencia por el subsuelo.

Kenny fue el siguiente en salir, se sentó en el marco de la ventana con cuidado de no derramar el café y las medialunas.

—Gracias guapo.— Le dijo a Craig mientras le guiñaba el ojo y salía por la ventana.

Una de sus piernas pasó exitosamente hacia afuera, y cuando estaba a punto de pasar la otra, su pie chocó con el marco y se enganchó a él, provocando que Kenny caiga contra el pavimento, justo encima del café y las medialunas.

Craig y Stan se llevaron los dedos al entrecejo, como si no pudieran creer lo que presenciaron.

—¡Estoy bien!— Gritó Kenny mientras se levantaba con aires de victoria. Se miró la ropa y comprobó que no podía decir lo mismo de su mandado.—Y tu café continúa caliente.— Le dijo a Craig enseñándole los pulgares, aprobando la calidad del producto.

Craig suspiró. Aún no entendía cómo fue a parar con ellos, o peor, cómo fue que alguna vez se sintió atraído por Kenny.

—Prepararé otro y lo llevaré a City Wok, no te preocupes por volver a pagarlo.

—¿Puedo chupártela? Como agradecimiento.— Propuso Kenny con tono de broma, pero no obtuvo respuesta porque Craig cerró la ventana y salió del baño.—¿Eso es un sí?

 

 

 

Cuando Wendy y Bebe ingresaron a la cafetería, fueron recibidas y atendidas por Helen. Craig, tal como le dijo a Kenny, preparó otro café espresso con dos medialunas más y lo llevó a City Wok.

Al volver, se estacionó junto a los ventanales de la cafetería y se quitó el casco antes de bajar de la moto. Ingresó al local apurando el paso y Hellen lo recibió afectuosa, como siempre. Se puso el delantal otra vez y volvió a la caja registradora para continuar atendiendo.

Bebe estaba bebiendo un frappuccino de fresa, mientras que Wendy había optado por un té helado, ninguna se percató de su presencia (aunque a Bebe le pareció haber visto a alguien muy parecido). Ambas se habían sentado en una mesa redonda para dos personas.

—No ves la hora de tirarte a la cama.— Señaló Bebe antes de cortar con el tenedor un pedazo del pudín glaseado de limón que compartían.

Como una forma de darle la razón, Wendy se refregó los ojos y volvió a apoyar el codo en la mesa. Con su mano libre, tomó el té helado y dudó un poco si beber o no.

Bebe notó su expresión decaída, y estaba bastante segura (porque la conocía mucho) de que no se debía al sueño o al cansancio mental que podía generar la organización de la feria de los clubes. Iba a decir algo, pero prefirió apretar los labios y beber el frappuccino. Si Wendy quería decir algo, ya se lo diría.

Reconoció algunas señales: Evitaba mirarla a los ojos y sus suspiros se prologaban más de lo normal. Estaba a punto de confesar algo.

—He estado pensándolo mucho.— Dijo finalmente.

—¿Sobre qué?

—Sobre Stan.

¿Stan?

Craig no estaba del todo seguro si el día había sido muy cargado a nivel emocional como para estar escuchando voces o qué, pero reconocía la voz femenina a sus espaldas, y evidentemente, solo conocía a un Stan. Miró a la imagen que le reflejaba la cafetera para no voltearse y distinguió una boina lila acompañada por una melena rubia abundante. Continuó secando el bowl de la mezcladora mientras escuchaba a las chicas detrás de él.

¿Ahora qué mierda hizo este imbécil? Pensó.

—¿Qué pasó?— Preguntó Bebe.

Wendy bebió su té sin salir del todo de sus pensamientos. Hizo una pausa cuando dejó su bebida a un lado.

—Es que realmente… No ha pasado nada. Quiero decir… Él no ha hecho nada ahora. Es solo…

Wendy apretó sus labios, le costaba terminar la oración.

—Ya no sientes lo mismo.— No fue una pregunta, Bebe lo afirmó.

Con dolor en sus ojos y los dedos de sus manos entrelazados por debajo de su nariz, Wendy se armó de valor para responder:

—Desgraciadamente.— Wendy apoyó los brazos en la mesa y por fin miró a Bebe. Los ojos café aún conservaban un pequeño atisbo de negación.—Me siento horrible por esto, pero… Últimamente, no pude evitar sentir que algo entre él y yo… No es igual.

—¿Hace cuánto sientes eso?

—Desde la última vez que volvimos.

—¿Y por qué decidieron volver?

Costumbre.

Wendy se encogió de hombros. Tal vez podría solo responder que Stan y ella se habían acostumbrado al uno al otro, y sería cierto.

Pero si necesitaba una respuesta más detallada, probablemente sería que no estaba segura de si quería enfrentarse a las acusaciones de su familia por no ser capaz de mantener una relación.

Era sinónimo de fallar. Estar fallada.

—Creo que fue porque era extraño estar sin él. Y…— Suspiró.—Me sentía cómoda con él. Ya teníamos algo construido y… Destruirlo solo por unas dudas, no valdría la pena.

Bebe terminó de beber su frappuccino mientras asentía con la cabeza analizando las palabras de su amiga.

—Como si fuera una zona de confort, ¿no?

Wendy enarcó la ceja.

—¿Qué quieres decir?

—Que tu relación con Stan te asegura muchas cosas: en primer lugar, tener una pareja— Bebe usó sus dedos para enumerar cada cosa que iba diciendo.—, lo cual te hace sentir menos sola. Segundo; significa no tener que pasar por el proceso de conocer a otra persona. Y tercero; estar con él significa ya haber logrado un “objetivo” en la vida según lo que la sociedad dice que es correcto. Entonces, como dices, estás cómoda con él, y no estar con Stan termina siendo extraño, algo que te hace sentir incómoda porque te acostumbraste a su compañía, a ser su pareja; incluso si eso significa que ya no hay amor.

El té helado se vació finalmente, Wendy escuchó cada palabra de Bebe (y Craig también) sintiendo una punzada en el pecho por cada cosa en la que Bebe estaba en lo cierto.

—Y sumemos que mi familia me va a ver como un fracaso si corto una relación de casi ocho años.— Agregó Wendy mientras cortaba otro pedazo del pudin. Jamás un pudin de limón le había sabido tan amargo.

—¡Al diablo con ellos! El año que viene estarás en Northwestern estudiando dos carreras más de las que ellos han aspirado en su vida.

—¡Bebe!— Wendy levantó la voz.

—Lo siento pero es la verdad.— Sostuvo Bebe.—Sí para ellos funcionó,  perfecto, los felicito, pero tú no tienes porqué seguir los mismos pasos. El amor debería ser una rutina cómoda, donde estás ahí porque quieres estarlo, donde amas a esa persona cuando está desnuda y cuando recién se levanta. No estar por estar. Tú y Stan se quieren, eso es innegable; pero acéptenlo: están mejor por separado.

Wendy, escúchala. Tú eres mucho más inteligente. Rogaba Craig en su interior mientras reponía los vasos de café.

Wendy se recargó en la silla y suspiró. Bajó la cabeza, sintiéndose peor que antes.

—Además… He notado que últimamente Stan está… raro.

—¿Más?— Se burló Bebe antes de comer otro pedazo del postre.

—Está distante. Y no estoy segura de si es algo que tiene que ver conmigo, o si está pasando por un mal momento y no me está diciendo… No quiero ser la que lo hunda. No podría soportar ser la responsable de su sufrimiento.

—Pero si alargas esto y él se sigue ilusionando con algo que ya no existe, también lo harás sufrir.

La miró con los ojos brillantes, al borde de las lágrimas. Bebe apretó los labios para reprimir su propia tristeza. Puso las manos sobre la mesa y Wendy no necesitó de palabras para entender que su amiga quería tomarla de las manos. Bebe acarició con sus largas y cuidadas uñas rojas el dorso de su mano.

—Tranquila. Tómate el tiempo necesario para asimilarlo. Verás que cuando lo hagas, todo estará mucho mejor.— Bebe le habló con una voz dulce.

—¿Pero y si lo lastimo?— Sollozó Wendy.—¿Y si ya no quiere verme después de eso? ¿Y si me odia?

—Si en verdad te ama, te va a dejar ir.

—Eso no tiene sentido.

—Lo tiene, créeme.— Le aseguró Bebe. Con el pulgar, limpió una lágrima que se resbalaba por la mejilla de Wendy.

Bebe sonrió. Wendy le correspondió.

—Como sea.— Wendy guardó su celular y sacó la tarjeta para viajar en colectivo. Miró afuera, estaba oscuro y las luces de la calle ya estaban encendidas.—Deberíamos volver a casa.

Bebe guardó sus cosas en su bolso rojo favorito y también miró hacia afuera, puso una expresión de miedo al hacerse la idea de que debían caminar de noche. Un recuerdo llegó a su cabeza, era una noticia que oyó en la mañana. La familia de Allison Mertz reportó su desaparición, había salido de su casa a comprar, dijo que volvía al rato, pero jamás regresó.

Ese tipo de noticias se oían tan a menudo en ese pueblo que era imposible no hacerse una pregunta: “¿y si la siguiente soy yo?”.

—¿Y si le dices a Stan que venga a buscarnos? O Token.— Preguntó Bebe abrazando su propio cuerpo.

Se conocían muy bien como para preguntar el porqué. Bebe tenía miedo, mucho, y no era la única.

A Wendy también le daba miedo.

—Mi mamá nos va a esperar en la parada.— Le dijo Wendy para calmarla.

Bebe solo asintió otra vez. Tiraron los residuos en el cubo de basura y salieron de la cafetería.

Ya en la parada, esperaron con paciencia a que el colectivo llegue. Durante la espera, varios autos y motos les tocaron bocina, les chiflaron y dijeron… Lo que comúnmente llaman “piropos”.

Un nombre muy bonito para algo tan asqueroso.

Las dos chicas tomaron el colectivo, bajaron en la parada donde la señora Testaburger las esperaba y llegaron a salvo a sus casas.

 

 

 

En la cafetería ya no quedaba nadie. Craig se encargó de limpiar el piso y lavar los platos. Desde que el último cliente se fue, no paró de pensar en la conversación que tuvieron las chicas mientras hacía su tarea de la escuela, y había una gran duda que circulaba en su cabeza: ¿debía decirle a Stan lo que se enteró para que pueda hablar con Wendy con más confianza o no decirle nada e insistir con que afronte la situación tal cual?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el tintineo de la puerta. Era Richard, el padre de Tweek.

Después de lo que Tweek le reveló de su infancia, se le hizo difícil disimular su molestia hacia él, pero no le quedaba de otra. Quería conservar su puesto.

El señor Tweak se acercó al mostrador, con paso lento y las manos en los bolsillos. Miró la cafetería y silbó.

—Es la cafetería más limpia que vi en mi vida.— Lo halagó Richard.

Craig hizo una sonrisa muy corta.

—¿No deberías volver a casa?— Preguntó Richard mirando al joven.

—No me falta mucho, cuando termine, me voy.

—Te entiendo, es un lugar tranquilo para estudiar.

—Sí, mucho.

El celular de Richard sonó y atendió en el segundo timbre mientras caminaba hacia la cocina.

—Hola.— Se lo escuchaba a lo lejos.—¿Sí? Oh… ¿Ahora? Bueno, está bien. Nos vemos.

Cuando la llamada terminó, Richard volvió de la cocina y se acercó a Craig para darle una llave.

—Craig, cuando termines con eso, ¿podrías cerrar por mí? Me llamó uno de los proveedores, hubo un pequeño problema con el pedido de mañana.— Explicó Richard.

Realmente, a Craig no le interesó el motivo. Con decir que cierre por él, era suficiente.

—Sí, seguro.— Le respondió sin sacar la mirada de la carpeta.

El padre de Tweek le dio una palmada suave en el hombro y se dirigió a la puerta.

—Gracias Craig, nos vemos mañana. Y por favor, no te vayas muy tarde, está un poco peligroso andar de noche.— Dijo Richard mientras se ponía una campera de invierno color beige.

—No se preocupe, sé cuidarme solo.— Le aseguró Craig, volteó la página de la fotocopia y siguió leyendo.

—Lo sé.— Sonrió Richard.—Buenas noches, hijo.— Se despidió antes de cerrar la puerta.

—Buenas noches.

Otra vez a solas en la cafetería. Solía hacer los deberes hasta que Richard cerraba, tal como dijo, era más tranquilo ahí; sin las tensiones de su entorno, su música y el olor a café impregnado en las paredes lo hacían el lugar ideal para concentrarse.

Una ventaja de haber crecido dentro una familia disfuncional era el hecho de que podía hacer tarea con normalidad a pesar de haber tenido un pésimo día. Hay personas que se distraen o descargando tocando música, bailando, haciendo ejercicio, durmiendo o pasando el tiempo con una mascota. Craig se había acostumbrado a hacerlo con la tarea.

Tal vez no era el estudiante con la mejor conducta, pero nadie podía negar el hecho de que era muy aplicado.

Cuando terminó de resumir el último texto de Historia (otra vez estaban viendo Revolución Industrial), tomó el celular y le envió un mensaje a su mamá.

Craig:

Hola má, en un rato voy a casa. Me quedé a hacer tarea en la cafetería.

¿Todo bien en casa? ¿Necesitas que compre algo de camino?

Avísame cualquier cosa.

✔✔21:10.

Mamá:

No amor, está bien.

Sí, todo bien. Tú padre se fue a dormir hace un rato, Tricia estuvo haciendo tarea.

Ven con cuidado.

Estoy haciendo fideos con carne picada, tu favorito 😘💞

✔✔21:12.

Craig sonrió a la pantalla.

Craig:

Gracias má. Te aviso cuando salgo.

✔✔21:13.

Bloqueó el celular y subió el volumen de la música antes de recostarse en el mostrador.

Ahora que no hacía más que escuchar una canción aleatoria (probablemente de los Red Hot Chilli Peppers), se dispuso a intentar poner la mente en blanco. Cerró los ojos sin buscar dormir precisamente, solo quería estar tranquilo y no pensar en nada porque ya lo hizo (y demasiado) por este día.

Sin embargo, su mente le hizo visualizar muchas veces un cabello rubio alborotado y una sonrisa angelical.

—La puta que me parió.— Refunfuñó por lo bajo, luego lo pensó mejor y se arrepintió.—Perdón mamá.

Pasó unos minutos así, disfrutando la soledad y al mismo tiempo, atormentándose a sí mismo con la imagen que no podía sacar de su mente: Tweek, su sonrisa, su beso con él…

Y el beso de ellos.

Cuando finalmente decidió que era momento de irse a casa, escuchó la campanita de la puerta.

—Ya está cerrado.— Avisó desganado.

Pero no recibió ninguna respuesta. Levantó la cabeza y vio a una figura sentada en uno de los sillones junto a la ventana, cabizbaja, sosteniendo una patineta bajo el pie y con los brazos apoyados en la mesa redonda. El cabello rojo carmesí le caía en la cara y traía una campera escolar, similar a la de él, pero en violeta.

Red.

Él se levantó y caminó hasta donde ella estaba. Tocó su hombro con un dedo y Red lo miró. Tenia los ojos un poco colorados y el maquillaje algo corrido.

Estuvo llorando.

—Perdón, vi que estaban las luces prendidas y…— Se excusó ella. Tenía la voz rota.

—No te preocupes.— La interrumpió Craig.—Te traeré café.

—No tengo dinero…

—La casa invita.— Dijo Craig, yendo hacia la cocina.

 

 

 

En resumidas cuentas, desde que Red llegó a su casa de la escuela, su madre no ha dejado de reclamarle y hacer escándalo por cosas que no eran la gran cosa, y la gota que derramó el vaso para que Red decida salir de su casa hasta que ella se duerma, fue la cena. En medio de la tensión acumulada a causa de los gritos y constantes comentarios de mierda de su madre, Red se puso nerviosa y se le cayó un plato. Su madre explotó de furia, le echó en cara cosas que no iban al caso, y como cereza del pastel, cuando Red le respondió, le dio un cachetazo.

No era la primera vez que lo hacía, tampoco la última, pero por hoy, Red estaba cansada, y decidió refugiarse en la cafetería hasta entonces.

—Desde que soy pequeña, es igual. Por más que me esfuerzo, no logro recordar si es que hubo alguna vez en donde ella haya sido cariñosa conmigo de verdad.— Comentó Red mirando el café calentando una de sus manos, la otra sostenía un cigarrillo.

No se podía fumar dentro de la cafetería, pero Craig supuso que para cuando sea de mañana, el olor ya se habrá ido, así que no se preocupó por eso. Solo se aseguró de apagar el sistema de detección de humo.

Él se había sentado junto a ella, del lado del pasillo. No hacía más que echar algunas bocanadas de humo, pero Red sabía que la escuchaba. La música del celular de Red se oía bajo, parecía tener en repetición la misma canción de Avril Lavigne, pero no molestaba.

—Al principio, sólo eran pequeños regaños cuando era pequeña. Cuando me veía correr o jugar de una forma brusca, se me acercaba a arreglarme la ropa y decirme como advertencia: “pórtate bien, eres una niña”.— Siguió relatando.—En su momento creía que me lo decía porque era pequeña y me podía lastimar. Pero cuando empecé a crecer, lo entendí mejor.

Analizando sus palabras, Craig retiró el cigarrillo de la boca y vapeó hasta que el humo desapareció. Red esperaba una opinión de él antes de seguir.

—Entonces… Desde niña, quiso mostrarte cuál, se supone, era tú lugar en el mundo.

Ella asintió con el cigarrillo en la boca. Lo atrapó entre los dedos y soltó el humo.

—Nunca fui precisamente una hija obediente, pero de niña no quería tener muchos problemas, así que le seguía la corriente. Pero cuando cumplí los trece años, estaba harta y acabé odiando todo lo que era estereotípicamente femenino, incluso si eran cosas que me gustaban, como el maquillaje, la moda, y esas cosas. Como a ella le gustaba el estereotipo de femineidad y me lo imponía por la fuerza incluso en lo más mínimo, algo en mí me decía que todo lo femenino era tonto y lo masculino era mejor; me hacía ver rebelde, distinta, única, superior…— Red agachó la cabeza al recordar eso, sentía vergüenza de ella misma, un pasado que quisiera olvidar.—Hasta podría decir que era bastante machista, sin darme cuenta.

—Adivino.— Craig meditó.—“No eras como las otras chicas”.

Esas palabras le trajeron varios recuerdos que pagaría por eliminar. Inhaló profundo con los ojos perdidos en el impecable techo sobre su cabeza mientras pensaba cómo explicar sus sentimientos con respecto a esa frase que tantas veces repitió en su cabeza. A veces con orgullo, muchas veces con desprecio hacia ella misma.

—Sí y no.— Respondió en un largo suspiro.—Debo admitir que en su momento encontraba cierta satisfacción al recibir esa aceptación masculina, y al mismo tiempo, ver cómo le explotaba la vena a mi madre, o cuando sentía que otras chicas me envidiaban por ser más “original”. Pero…— Lo miró.—Lo cierto es que cuando tienes una madre que todo el tiempo está preguntándose qué fue lo que hizo mal para “tener un hijo en el cuerpo de una hija” o por qué yo no era más normal, por qué no era como las otras chicas… Sientes que algo está mal contigo. Sientes que estás mal.

—Hay un poco de comentario en su transfobia.— Se burló Craig.

Juró que esa fue la primera vez en el día que vio a Red sonreír, al menos un poco.

—Sí, ella es el tipo de persona que cree que eres más o menos mujer dependiendo lo que hagas o cómo te vistas.— Resumió.—De hecho, durante un tiempo, sus palabras y prejuicios me hicieron cuestionarme si yo realmente era un niño.

—¿Te refieres a un chico trans?

—Sí.

Él asintió mientras fumaba. Quería que ella siga hablando.

—La cuestión es que yo estaba muy decidida a no dejarle volver a interferir en algo tan privado como mi forma de vestir o peinar, y las cosas no hicieron más que empeorar, incluso al día de hoy que estoy mucho más familiarizada con mi lado “femenino” y no salgo a comprar pan sin estar maquillada. Yo creía que con el tiempo, me aceptaría como soy y por el amor que, se supone, todas las madres tienen hacia su hija, dejaría sus prejuicios de lado y no me vería por mi estilo, sino por quien soy.— Hizo una pausa para sentirse tonta por haber creído en eso alguna vez.—Pero me equivoqué.

Red apagó el cigarrillo en su pequeño cenicero. Inmediatamente, sacó otro y lo encendió.

—Al día de hoy, no me cree el hecho de que sea heterosexual. Cree que soy lesbiana y eso le causa un asco impresionante. También cree que Kevin es gay y que sale conmigo porque “me veo como hombre”. Asume que soy una inútil porque “no acepto mi rol como mujer”, como lavar para un hombre, cocinar para un hombre y todo eso.— Sintió que Craig la observaba con una duda y se apresuró en responder.—Sí, sé cocinar, sé lavar, sé planchar, pero Kevin no es un inútil que espera que me quede en casa todo el día y le haga de sirvienta, a él le gusta que hagamos esas cosas juntos, ya que reconoce que son cosas básicas que todo adulto debería saber hacer independientemente de su sexo.

—Estaba a punto de ofrecerme a enseñarte a lavar la ropa.— Dijo Craig más calmado.—Y a cagarte a pedo por no hacerlo al menos por ti.

—Pues te lo metes en el culo, porque no lo necesito.— Le dijo ella con un tono agresivo.

—¡Ok, ok! ¡Entendí! Solo era broma.— Craig se alejó ligeramente de ella con las manos en alto, en son de paz. Volvió a la posición inicial.—¿Y qué más?

Red apoyó la mejilla en su mano, recordando más detalles de su infernal convivencia.

—Y llegó un punto donde me dijo que si yo no iba a ser la hija que ella quería, entonces ella no sería una madre.— Recordó con dificultad. Cuando agachó un poco su cabeza y su cabello se corrió, Craig vio en su cuello lo que parecía ser un moretón, como si alguien la hubiese tomado con fuerza de ahí.—Desde entonces… Su trato oscila entre la indiferencia y la hostilidad.— Volvió a mirarlo e hizo una sonrisa sarcástica, su maquillaje corrido y los ojos rojizos resaltaron más, acentuando esa falsa sonrisa.—Y hemos aquí.

El pequeño ventilador de techo continuaba girando, el molesto ruido que causaba al moverse con debilidad, por primera vez en todo el día, tomó protagonismo mientras ninguno de los dos decía algo. No era un silencio incómodo, no lo considerarían así, más bien, a él le daba cierta ventaja para ordenar la información que Red le confió con el corazón abierto.

Y realmente se sintió… ¿Identificado? Es decir, él no podía imaginar a su madre siendo hostil con él ni nada que se le pareciera (a menos que esté realmente molesta, que afortunadamente solo ha pasado dos veces en su vida), ni tampoco tuvo problemas con su forma de vestir (más que nada porque Craig jamás en su vida usó algo parecido a una red o algo “femenino”) o “su rol” dentro de la casa o en la sociedad.

Pero sí sentía que todo eso le recordaba a alguien.

Sí. En efecto, así era.

—¿Y qué hay de tu padre?— Preguntó Craig, extrañado porque ella no lo mencionó.

Red se encogió de hombros.

—Él hace lo que ella dice. No me hace ni dice nada, pero tampoco me defiende. Prefiere estar en buenos términos con ella.

Auch.

Si su madre fuera como el padre de Red, Craig no estaría aquí al día de hoy, definitivamente.

Estaría a muchos kilómetros de distancia o muerto.

—¿Y qué te hizo cambiar tu forma de pensar?— Volvió a preguntar.

—Mis amigas.— Red sonrió con tristeza.—Cuando estaba intentando salir con Kevin, me ponía nerviosa la idea de querer verme mejor y llamar su atención, pero no sabía cómo. Entonces, Bebe, Wendy y las demás, a pesar de que durante gran parte de mi infancia las vi como tontas por gustarles el rosa, lo femenino y todo eso, me ayudaron a encontrar mi forma de ser “femenina”. Realmente, eso no importó mucho con Kevin porque yo a él le gusté desde el primer momento, pero sí me hizo abrir los ojos y cuestionarme a mí misma. A partir de ahí, entendí mejor todo.

Él la miró expectante.

—¿Y qué fue?

—Lo estereotípicamente femenino o lo que entendemos por femenino o masculino, realmente no tiene nada de malo. Hay una tendencia a que a las chicas les guste el rosa y a los chicos el azul, por ejemplo, y no está mal que así sea. Lo que está mal es que te quieran obligar a que seas parte de la regla. Yo no odiaba “lo femenino” por ser tonto o “débil” ni me gustaba “lo masculino” por ser “mejor”; sino porque mi madre me privó de ser yo misma solo por lo que ella creía que debía ser “lo correcto”. La tendencia a una cosa puede ser una guía, una forma no verbal de comunicar algo, pero somos libres de no seguirla. Y cualquiera sea, está bien.— Red sentía estar en medio de una epifanía, algo en su pecho se calmó cuando terminó de exponer su idea. Sin embargo, cuando Avil cantó nuevamente el estribillo de “I’m a Mess”, su mirada volvió a oscurecerse.—En el fondo… Desearía que ella lo entendiera.— Se encogió de hombros con resignación.—Es lo que hay, supongo.

Los codos de él descansaban en sus rodillas moviendo la cabeza al lento ritmo de la canción. Lo que Red dijo se oía como algo que su propia madre habría dicho y por un breve instante se sintió el hombre más afortunado del mundo, porque él no lidiaba con prejuicios ni roles de…

Oh, no, es cierto. Él tampoco estaba libre de esa mierda.

Sacó el cigarrillo de sus labios y emitió una sonrisa que desprendía una vibra de molestia.

—Si me dieran un dólar por cada vez que me han dicho “no pareces gay”…— Recordó. Volvió a poner el cigarrillo en su boca mientras seguía recordando situaciones en donde se vio señalado por esos prejuicios.

Red lo miró con pesadez, como si se lo pudiera imaginar.

—No es lo primero que digo de mí mismo al conocer a alguien, tengo más y mejores cosas que decir de mí y por las cuales, realmente, sentirme orgulloso. Pero cuando doy a entender mi orientación, lo primero que dicen es “no se te nota”. No me enoja, pero es tan jodidamente molesto.— Cuando sacó el cigarrillo, emitió una leve tos y respiró hondo antes de volver a hablar.—Y me hace preguntarme por un segundo cuál es exactamente la imagen que tienen de alguien como yo, digo, ¿qué es lo que alguien gay debería usar para que “se le note”? ¿Una bufanda de plumas? ¿Ropa rosa y ajustada? ¿Hablar como una persona de ciudad? ¿Escuchar Lady Gaga? ¿La bandera LGBTIQ flameando en el orto? Bueno, lo último es casi una realidad, teniendo en cuenta que nos estamos devaluando, pero, ¡ey! El Departamento Estatal de Género y Diversidad tiene Apple.— Finalizó con sarcasmo.

No solía decir abiertamente sus pensamientos en torno a la política, no porque no le interesaba o por miedo a ser criticado. Sencillamente, había aceptado de un modo saludable que la gente podía tener la verdad frente a su cara y aún así ignorarlo, así que no estaba interesado en ser el responsable de encaminar a nadie hacia sus pensamientos anarquistas.

A Red no pareció molestarle lo último, de hecho, parecía entender y estar de acuerdo con él.

—¿Qué dice tu padre al respecto?— Preguntó Red.

—Creo que ya te dije que no tengo buena relación con él.— Craig empezó a jugar con un llavero de peluche que colgaba de la mochila de Red.

—¿Pero es por eso? ¿O es un conjunto de muchas otras cosas?

Se tomó su tiempo para responder porque quería pensarlo bien antes de decir nada. Parte de su cerebro atacado por la nicotina aún conservaba ese rasgo propio de la ansiedad: pensar mucho antes de hacer cualquier cosa.

Red se había abierto a él y no se conocen desde hace mucho, tal vez sería justo estar igualados.

Pero… No. Había cosas que definitivamente no quería sacar a la luz.

Otra vez.

Así que solo dijo lo que consideraba obvio e importante.

—Mira, hay muchos factores, muchas cosas de las que no quiero hablar… Y seguramente habrás escuchado por ahí.— Confesó.—Pero mi mala relación con él no es tanto por eso, ya que el que me acepte o no, realmente no me parece importante. El punto principal es que alguna vez golpeó a mi madre, y por desgracia, no fue solo una vez.— Red empezaba a arrepentirse por preguntarle.—Incluso si fuera el mejor padre del mundo, el más progresista, abierto de mente y lo que se te ocurra, no haría la diferencia. Él, alguna vez, lastimó a la persona que más amo en este mundo, y eso lo hace estar veinte metros bajo tierra para mí.— Dijo apagando su cigarrillo en el cenicero de Red. Buscó la caja en su campera y sacó otro.—Y si quieres un plus, él la culpaba a ella en su momento por el hecho de que yo le haya salido “torcido”. No tengo recuerdos con él siendo feliz, jugando a algo o simplemente siendo un padre presente, pero la “culpa” es de mi madre, bajo su lógica.— Antes de que se le forme un nudo en la garganta, encendió el cigarrillo y se recostó más en el respaldo de ese pequeño sillón.

Ella no dijo mucho, solo suspiró. La música en su celular volvió a apoderarse del momento y juntos disfrutaron eso, hasta que Red recordó la breve conversación que habían tenido en la habitación de él.

—Es por eso que no quieres tener una relación, ¿no?— Craig no respondió, pero ella lo tomó como una afirmación.—No quieres que lidie con un suegro así.

La forma en que lo dijo, le hizo preguntarse a Craig si ella lo decía exclusivamente por él o por ella.

—Un poco.— Contestó.—Además… Hay mucho de mí que dudo que alguien pueda aguantar.

—¿Tu mala reputación?

Sí, tal como lo sospechaba, algo tuvo que haber oído de él. Era un pueblo pequeño, si estornudas, los vecinos saben quien te limpió la nariz. Craig la miró y se dio cuenta de que la mirada de Red no lo juzgaba, más bien parecía tener muchas preguntas y curiosidad, que por respeto, no haría.

—Eso y que soy un desastre.— Se sinceró.

Red lo miró con los ojos muy abiertos.

—Oye, no digas eso, ¿qué hay de lo que dijiste de que te quieres a ti mismo y…?

—Que me quiera y acepte a mí mismo no significa que voy a tapar el sol con un dedo.— La interrumpió.—Me quiero y me acepto como soy, pero también reconozco que en muchas cosas soy una mierda. Soy aburrido, asqueroso, no soy de tener mucha iniciativa, fumo como un escuerzo porque es la única forma en la que sé autorregular mis emociones, tengo actitudes de mierda hasta con las personas que quiero, fui bastante promiscuo y sé bien que podría seguir siéndolo, tengo problemas con la justicia y cualquier vecino que me conozca te podría ampliar la lista.

Sacó tanto de su pecho que sintió haber hecho una catarsis, porque sentía los ojos húmedos y el corazón acelerado.

Recordó a Tweek, todas sus diferencias y los motivos por los que enamorarse de él sería estúpido, arriesgado y doloroso. Suspiró y se hundió más en su lugar.

Por fin pudo encontrar la respuesta: no le molestaba el beso del ensayo de Tweek porque Lola es o fue especial para él según las palabras de Clyde. Sino porque sabía muy bien que era, por lejos, mucho mejor opción que él. Y como Craig lo quería, si se diera el caso de que Tweek le dijera que está teniendo química con ella y de que le gustaría intentar algo, él no se opondría.

Se ama mucho como para aferrarse a algo que no está destinado a él, y a Tweek lo quiere mucho como para lastimarlo.

¿En serio estaba pensando en todas estas posibilidades sin siquiera haber empezado nada con Tweek? Necesitaba un cigarrillo más fuerte, sin duda.

—No soy buen material para novio.— Concluyó.—Por eso prefiero estar solo.

Red sintió que se le achicaba el corazón. Desde el primer día que Tucker estuvo en la escuela (el día de su arresto), jamás le había visto con una expresión de tristeza en el rostro. Verlo y escucharlo le recordó a ella en el pasado, cuando aún no tenía el valor para avanzar con Kevin, cuando las mismas dudas que invadían a Craig, la atormentaban a ella.

Miró la pulsera en su brazo derecho, una que tenía un dije de Bebé Yoda. Kevin se la regaló el día que mandó a la mierda cada rastro de duda y le dijo que “sí”. Recordó su voz diciéndole la que fue la frase que marcó un antes y un después en ella, incluso en los peores momentos:

Flashback

Tal vez tú te veas como una bola de fuego perdida en el espacio— Un pequeño Kevin de catorce años abrochaba la pulsera alrededor de la muñeca de una pequeña Red de quince años. Su pulgar acariciaba la piel de su mano con delicadeza, como si fuera una flor.—, pero para mí eres una estrella.— La miró sonrojado y Red pensó que era el chico más hermoso que sus ojos vieron.—Un libro que mi madre me leyó de niño decía que no se ve bien sino con el corazón, porque lo esencial es invisible para los ojos.— Red estaba paralizada y le costaba disimular su nerviosismo. Sintió que el corazón le iba a mil cuando Kevin tomó su cara entre sus manos. Le costaba mirarla a los ojos sin sonreír con timidez y la cara roja como el cabello de ella.—Rebecca McArthur, sé mi estrella, sé mi rosa, sé mi Princesa Leia, y a mí concédeme el honor de ser tu principito.

Y se dio cuenta de que era el indicado.

Fin del flashback.

—¿Alguna vez leíste “El Principito”?— Preguntó Red mientras tomaba el dije de Bebé Yoda entre su pulgar y su dedo índice.

Craig sonrió involuntariamente.

—Lo leí a los nueve. La primera vez que lo leí fue como: “no he entendido una mierda, pero gracias”.— Red se rió. A ella le había pasado igual.—Pero hace poco lo había vuelto a leer por curiosidad. Es un gran libro.— La miró extrañado.—¿Qué hay con eso?

—Bueno, no sé si recuerdas lo que le dice el Zorro al Principito antes de irse.

Craig se lo sabía de memoria, pero ahora mismo, su mente estaba muy abrumada como para recordarlo. Negó con la cabeza.

“No se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”.— Citó ella.

Él se le quedó viendo para descifrar a dónde quería llegar ella.

—Tal vez algunos solo te juzguen por lo que escuchen de ti. Y sí, sirve mucho quererse para que eso no afecte, pero es inevitable el miedo a…— Pensó la definición correcta.—“Arruinarle la vida al otro” por lo que las malas lenguas andan diciendo o nuestro “desastre”, porque sentimos que no podemos darle lo que necesita o porque somos un desastre.— Cruzó una de sus piernas mientras hacía memoria de la conversación que tuvieron.—Yo fui o sigo siendo un desastre, no quiero verme como un ejemplo de nada, solo quiero que tomes esto como otro punto de vista, de un desastre a otro.— Aclaró.—Lo esencial de nosotros no es lo que los rumores dicen o el pasado que nos persigue, sino lo que nos hace ser queridos por las personas correctas.— Ella tocó su mano, la mano de él estaba fría en contraste con su mano cálida.— Tweek te quiere porque ve en ti más allá de lo que los ojos le permiten; los chicos te quieren, yo te quiero. Y el día que puedas realmente ver lo esencial en ti, te vas a abrir a recibir lo que mereces. Y créeme— Red lo tomó de la palma, él no puso resistencia.—, no estás solo.

En medio de tantos líos mentales y pensamientos que eran demasiado largos hasta para él, las palabras de Red penetraron en su revuelta cabeza hasta que se alojaron en su corazón. Seguía muy abrumado como para realmente coincidir en todo ahora, pero estaba segurísimo de que esas palabras algún día le servirán.

Craig le sonrió y apretó un poco su mano. Red seguía rota por lo sucedido, pero aún se permitía sacar ese lado resiliente, el que le permitía adaptarse a las situaciones y sacar lo mejor de ella, incluso cuando peor se sentía.

Era lo esencial en ella.

—Gracias Red.

—No, por favor.— Dijo modesta.

—Y este es el momento en el que debo confesarte— Dijo Craig con lentitud, intentando mantenerse serio (sin lograrlo en realidad)—… Que antes de que llegaras, fui al baño y no me lavé.

Era mentira, pero necesitaba romper la tensión.

Red abrió los ojos tanto como pudo y alejó su mano de él como si le quemara. Craig se rió a carcajadas por la reacción.

—¡Era broma! ¡Era broma!

Red tal vez le creía, pero el cachetazo que le acomodó no.

 

 

 

Ya eran las diez de la noche. Craig le avisó a su madre que se quedó hablando con una compañera de la escuela en la cafetería y que la acompañaría a su casa porque era tarde. Cerró las persianas, llevó a Red en la moto y esperó hasta que entró por la ventana a su habitación.

Craig llegó a su casa, lo primero que vio fue a su padre durmiendo en el sillón y las luces del segundo piso estaban apagadas. La única luz prendida, además de la televisión del living, era la cocina. Él caminó hasta la cocina con la intención de calentarse la comida que su madre había hecho, pero Laura estaba sentada en la mesa de la cocina, y cuando lo vio, fue a abrazarlo.

—Mamá, deberías estar durmiendo.— Le dijo correspondiendo al abrazo.

—No amor, está bien, iba a esperarte de todos modos.

Laura lo soltó y se giró a la cocina.

Craig se sentó a esperarla y no dijo ni una palabra. Se hizo presente un revuelto de todos los acontecimiento de ese día en su cabeza, pero principalmente de la conversación que escuchó de Bebe y Wendy, lo que lo mantuvo perdido en sus pensamientos hasta que la comida estuvo lista. No le comentó nada a Red porque, obviamente, no iba a delatar a Stan con una amiga de su novia, pero mientras más lo pensaba, más se preguntaba qué hacer con esa información, y claramente él no tenía la respuesta.

—¿Estás bien amor?— Preguntó su mamá mirándolo con atención.

Él salió de sus pensamientos. Se dio cuenta de que hasta ese momento solo separó la comida para que se enfríe un poco, pero no probó bocado.

—Sí.

—¿Seguro? Hace rato estás distraído.

Tenía razón.

Bebió un poco de agua y pensó cómo decirlo.

—Sé que por lo general se dice “tengo un amigo que…” para referirse a uno mismo con sus padres, pero esto realmente le está pasando a un amigo, yo sé algo que él no y no sé qué hacer… Y quisiera tu opinión.— Explicó.

—Te escuchó.— Respondió su mamá.

—Mi amigo, Stan…

—¿Cuál es?— Preguntó Laura confundida.

Mierda, si Laura a veces confundía los nombres de Craig y Tricia siendo solamente dos hermanos, no estaba seguro de cómo ubicaría a Stan en su grupo de nueve amigos.

—El hijo de Randy.

—¡Ah! ¿El drogón?

—¿Hay otro Randy?— Craig aguantó la risa.—Bueno, el caso es que él quiere cortar con su novia, pero tiene miedo y no sabe cómo hacer exactamente, y toda la situación lo tiene muy angustiado porque hace años salen juntos y le da miedo la idea de hacerla sufrir, estar solo y todo eso.

—Ajá.

—Y resulta que hoy en la cafetería, la novia de él y su amiga se juntaron y hablaron de él. Resulta que ella también quiere cortar, pero está igual que él.— Craig comió un poco de la comida. Cuando tragó, volvió a hablar.—Por un lado, siento que debería decirle para que él sienta confianza para cortar y se termine el problema, pero por otro lado, quiero que él se enfrente a las situaciones tal como las vive porque me gustaría que se vuelva un poco más fuerte y aprenda a afrontar las cosas con miedo… No sé si me explico.

—Entiendo.

—Y siento que si le digo lo que sé, sería como apoyar que haga cagadas y luego resuelva las cosas del modo fácil, sin enfrentarse a las consecuencias. Además de que siento que no le estaría ayudando a madurar, que es lo que le vengo diciendo hace días.

—Sí, entiendo.

—Y bueno…— Craig se apoyó en el respaldo de la silla viendo su plato.—Y no sé que hacer, es la primera vez que tengo amigos, encima amigos con estos problemas— Laura sonrió enternecida con esa parte.—, y no quiero meter la pata. Entonces… Quiero saber tu opinión.

Laura se limpió con la servilleta y apoyó la mejilla en su mano, pensando la situación.

—Bueno…— Dijo ella mientras seguía evaluando la situación.—Yo creo que lo más obvio sería que le digas, pero con lo que me dices sobre ser un buen amigo y ayudarlo a enfrentar las cosas con incertidumbre…— Hizo una pausa para beber agua. Luego, posó ambos brazos en la mesa y pensó más a fondo.—Poniéndome en tu lugar y teniendo eso en cuenta, yo creo que insistiría en animarlo a dar el paso, pero no se lo diría directamente.

—Entiendo…— Craig pensó que tenía sentido.

Ambos siguieron comiendo hasta que terminaron y lavaron juntos lo que usaron. Craig se sintió bastante bien luego de haber buscado un consejo en ella, y el sentimiento era mutuo, había pasado un tiempo desde que él expuso un problema con ella.

Pero lo que más le conmovió a la señora Tucker era el hecho de que Craig, por primera vez, estaba preocupado por ser un buen amigo y actuar como tal. Y sobre todo: tenía amigos.

Sin embargo, su instinto de madre le decía que su hijo ocultaba algo más, algo que se esforzaba por no pensar, ¿qué sería?

—Gracias por la comida.— Le agradeció Craig luego de salir del baño, fue hacia ella y la saludó con un beso en la mejilla.—Buenas noches.— Dijo despidiéndose de ella y con intenciones de caminar a su cuarto.

—No es nada amor, duerme bien.— Lo saludó Laura. La duda seguía en su cabeza, así que cuando oyó que comenzaba a subir, volvió a buscarlo.—Craig.

Él se giró.

—¿Sí?

—¿Pasó algo más este día de lo que te gustaría hablar?

Lo primero que se le vino a la cabeza era Tweek y volvió a sentir el pinchazo en el pecho.

Muchas cosas, de hecho.

—No.— Dijo disimulando seguridad.

—¿Seguro?— Laura no le creía.

—Sí.— Mintió.

—Bueno…

Volvió la vista en la escalera, y cuando llegó al segundo piso, ella volvió a llamar su atención.

—Hijo.

—¿Qué?— Craig volvió a detenerse.

—Recuerda que puedes contarme lo que sea.— Le dijo Laura, antes de volver a la cocina.

Mierda, no me creyó. Pensó.

Abrió la puerta de su habitación y no se molestó en encender la luz. Vio su cama como si fuese agua en el desierto y se desplomó sobre ella.

Miró las estrellas fluorescentes que continuaban pegadas en el techo desde hace años y el cuadro que colgaba a un lado de su cama, ese que Tweek le regaló por su cumpleaños. Un sentimiento agridulce de vacío y limerencia lo invadió, sus recuerdos vagaban entre lo de teatro, los coqueteos y los besos que se dieron solo ese día. Y antes de que su cerero realmente lo traicione y le haga pensar en que lo del ensayo se repitió más de una vez ese día, buscó en su celular una canción para escuchar antes de dormir.

Y encontró la canción perfecta.

I’m a Mess, de Avril Lavinge y Yungblud.

—But I know I'm a mess, I'm a mess…— Cantó con somnolencia.—When we're not together. Such a wreck, such a wreck, I hope it's not forever. Will I see you again? I wish it was me and you 'til the end. But I know I'm a mess, I'm a mess… I know I'm a mess, I'm a mess

Y cayó dormido.

Notes:

¡Espero que les haya gustado el capítulo! Muchas gracias por continuar leyendo esta historia, no olviden seguirme en mis redes para enterarse cuando subo un nuevo capítulo, one-shots o dibujos<3

Chapter 34: Recaída (+18)

Summary:

Canción de capítulo: https://youtu.be/pqnMAFPe96w

Notes:

Último capítulo medianamente alegre antes de que los destruya emocionalmente en el siguiente capítulo. Disfrútenlo<3

Chapter Text

—¿Me estás diciendo que tengo que llevar toda la campaña por mi propio subsidio?— Replicó Cartman con el ceño fruncido.

—La escuela no tiene fondos.— Explicó PC mientras firmaba algunos papeles. En la parte superior del papel se leía "Ministerio de Educación de Colorado, Condado de Park, Municipio de South Park".—Tenemos que priorizar la feria, ya que el presupuesto educativo está muy limitado este año. Y a fin de año tenemos que llegar con el dinero preciso para el baile de graduación de ustedes, los estudiantes de sexto año.

—¿Usted está diciéndome a mi, una persona gorda que sufre discriminación, que una feria y un baile de graduación para el que aún faltan meses y que puede hacerse en cualquier momento, es más importante que la discriminación que sufrimos todo el tiempo por el solo hecho de existir? ¡No puedo creer la falta de preocupación de esta escuela!

—Lo hacemos cada año, es parte de la tradición de esta escuela. Faltan dos semanas para la feria y los alumnos se han esforzado mucho en sus respectivos clubes para el evento, no podemos retrasarlos, eso perjudicaría las fechas y la programación del resto de sus presentaciones.— Volvió a responder PC con la vista puesta en lo que escribía.—Puedo ofrecerte dos alumnos como ayudantes y que la primera hora de la feria se dedique a tu campaña, pero no más.

—¡¿Dos?! ¡En este instituto asisten, al menos, trescientos malditos pubertos!— Cartman golpeó el escritorio del director para obtener su atención.—¡Esto es algo que involucra a todos! ¡¿Y solo me dará dos...?!

—La presidenta del centro estudiantil Testaburger y el delegado Broflovski son muy eficientes con esas cuestiones, les diré que te ayuden.

Las quejas de Eric cesaron en lo que PC terminó de nombrarlos y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Mejor de lo que esperaba.

 

 

 

En cuanto PC dio por terminada la visita de Eric Cartman a su oficina, Eric caminó hacia el centro de estudiantes con un humor burbujeante. Su idea marchaba mejor de lo que tenía en mente.

No solo se estaba haciendo con el dinero que la alcaldesa le ofreció a cambio de que le ayude a buscar oportunidades para enaltecer su imagen pública a un año de las elecciones, sino que también podría molestar a las dos personas que más le irritaban y ninguno podría hacer nada contra él, porque sería considerado discurso de odio.

¿Qué más podía pedir?

—Entonces...— Wendy leyó la forma que Cartman mismo escribió. Apretó los ojos por cada error ortográfico que este había cometido.—¿Dices que quieres que las personas gordas de South Park tengan un momento durante la feria para demostrar que su belleza no normativa también es bella y concienciar sobre la gordofobia?— Wendy formuló la pregunta con mucho cuidado y desconfianza. Conocía muy bien a Cartman, algo en todo eso que sonaba tan "bonito", ocultaba algo más.

A su lado, Kyle miraba a Cartman con recelo.

—Sí. En los últimos años, el odio irracional hacia nosotros, los gordos, ha aumentado exponencialmente. La gente necesita saber sobre esto, Wendy, y para eso necesito tu ayuda, y la de Kahl, claro.

Kyle le arrebató a Wendy los papeles que tenia en la mano, los leyó muy por encima y observó a Cartman con una muy seria expresión de circunstancia.

—¿Y nosotros por qué? ¿Esto no era algo de lo que se encargaría la alcaldesa o algo así?— Preguntó Kyle.

Kahl, entiendo que la alcaldesa no te caiga bien por tus ideas de extrema derecha, pero en este momento, ella nos necesita y nosotros, las personas gordas, la necesitamos a ella. Tal vez tu enorme nariz de judío te impida ver los privilegios que tienes por ser un hombre blanco cis, delgado y heterosexual, pero...

Kyle le tiró los papeles en la cara a Cartman con desprecio y se cruzó los brazos.

—¿En serio me quieres hacer pensar que tú, la persona más discriminadora que ha pisado esta tierra después de Hitler, quiere apoyar una campaña contra la discriminación de las personas gordas, mientras eres discriminador?— Kyle se puso de pie, su rostro enfadado demostraba firmeza.

—Kyle, está bien.— Dijo Wendy. Kyle la miró sorprendido. Luego, ella se dirigió a Cartman mientras entrelazaba sus dedos.—Lo tendremos en cuenta Eric, veremos qué podemos hacer para ayudarte con esto y a la brevedad te llamaremos.

—¡Excelente Testapu...! Digo, Testaburger.— Celebró Cartman. Buscó en su mochila otra carpeta y la dejó en el escritorio. Wendy respiró muy profundo para resistir sus ganas de tomarlo del cuello.—Ahí tienen una lista más detallada, y una copia de la forma de autorización. Sabía que podía contar contigo, Wendy. Nos vemos luego.

—Adiós Eric.— Lo despidió Wendy.

—Adiós Kahl.— Saludó Eric desde la puerta antes de cerrarla.

—¡Que mi nombre es Kyle, gordo de mierda!— Exclamó Kyle inútilmente mientras hacía un bollo con la copia de la forma que Cartman dejó y la arrojó hacia la puerta. Eric ya no podía oírlo.

—Cálmate Kyle, ya se fue.

—¿Y tú por qué aceptaste? No creerás que en serio quiere hacerlo por amabilidad, ¿o sí?

—Kyle, los dos conocemos a Cartman y ninguno de los dos es estúpido. Obvio que no le creo un carajo.

—¿Entonces por qué...?

—Porque con Cartman a la cabeza de esta campaña antidiscriminación, no hace falta que hagamos nada para demostrar que esto no le importa en realidad. En cualquier momento, se va a pegar un tiro en el pie y quedará en evidencia. Y eso solo será su culpa.

—¿O sea que tenemos que aguantarlo solo para que se pise a sí mismo? ¿Tienes idea del estrés que eso va a implicar?

—Kyle, una vez que Cartman cometa el error de demostrar la persona discriminadora que es, ya no nos pondrán a ayudarlo nunca más. Y teniéndonos a nosotros dos de su lado, eso se le hará fácil. Su lado misógino y antisemita saldrá a la luz en menos de lo que canta un gallo. Confía en mí.

—Pero...

—Kyle, ¿confías en mi o no?— Wendy demostraba mucha seguridad en sus palabras.

Él no estaba seguro de si podría aguantarlo (mejor dicho, sabía que no iba a poder). Kyle ya estaba pasando por bastante estrés como para sumar a Cartman.

Suspiró frustrado y asintió con la cabeza.

—¡Muy bien! Porque yo también confío en ti.— Dijo Wendy con una sonrisa. Su celular sonó y ella miró la pantalla.—Ya tengo que irme, nos vemos Kyle.

Ambos se saludaron con un beso en la mejilla y Wendy salió del salón del centro de estudiantes.

Kyle se quedó solo en el salón. Esa expresión de confianza de Wendy en él le oprimió el pecho y le anudó la garganta.

Instintivamente, se relamió los labios y se sintió una completa mierda cuando su cerebro lo traicionó y le trajo recuerdos de la última persona que lo besó ahí, y lo mucho que le había gustado ese último beso.

Y esos malditos ojos azules... Ese suave cabello negro... Esa sonrisa tan dulce y seductora...

—Sí supieras, Wen...

 

 

 

El atardecer en South Park adornaba el cielo de colores cálidos, aunque no podía decirse lo mismo del clima. Los vientos helados que chocaban contra la cara de Stan parecían cortarle la cara, agradeció el estar acostumbrado al clima montañés, o probablemente estaría teniendo el peor día de su vida.

De hecho, así era en realidad.

Estaba mentalizado, dispuesto y decidido, lo haría al fin.

Había pasado un poco más de una semana desde esa conversación con Kenny y Craig. No diría que estuvo toda la semana sin beber porque sería mentira, pero al menos había logrado algo que no creyó posible: en toda esa semana no se había emborrachado ni siquiera un día. Aún llevaba consigo la licorera porque le era difícil dejarla en su casa, ¿y si realmente la necesitaba?

Tal vez no era mucho, pero era más de lo que hubiera esperado conseguir.

Se sentía tan nervioso que podía sentir como su estómago se le contraía y la pierna derecha no se le dejó de temblar desde que se sentó en el banco de la plaza, y no, no era por el frío. Tenía una calza debajo del pantalón de jean, de ninguna forma podía tener frío en las piernas.

—¿Y cuándo dije yo que sería fácil?— La voz de Craig se hizo oír en su mente. También podía sentir el aroma de su cigarrillo.—Obviamente va a costar, pero a la larga, hacerlo ahora te va a ahorrar problemas en el futuro. Bueno, más problemas, mejor dicho. Además... No conozco a Wendy tanto como ustedes, pero si yo fuera ella, y mi novio, o sea tú, me engañara, preferiría que me lo cuentes tú y cortes conmigo antes que enterarme por otro lado. No lo tomaría a mal porque al menos me dijiste la verdad.

Estaba preparado para cortar, eso era un hecho, ¿pero decirle exactamente el motivo? ¿Él realmente se animaría a hacer eso?

—[...]  lo que está pasando aquí es que tienes miedo a los cambios grandes. Y si esto te da miedo, déjame decirte que entonces la vas a tener muy jodida, porque allá afuera te van a pasar muchas cosas que requerirán tomar decisiones difíciles y cruciales que van a derivar en cambios tanto buenos como malos, y tú temes a eso porque te acostumbraste a estar en una zona de confort que, al final, solo funciona como un placebo. Zona de confort. Una rutina o grupo de personas que te hacen sentir cómodo, sin complicaciones y que te mantiene feliz, pero con el tiempo solo te lleva a sentir un vacío espiritual porque, ¡Sorpresa! Tu vida termina siendo demasiado fácil como para sentir una emoción real. Y el humano necesita experimentar de vez en cuando algo de adrenalina para sentir que está vivo o que vive para algo.

Ahora lo entendió. Odiaba que tuviera razón.

—Si cortas con Wendy, seguramente te sientas solo y eso te haga sentir que escogiste mal, porque pasaste tanto tiempo de tu vida con ella que asumiste eso como lo normal y no sabes estar contigo mismo. Lo más probable, es que una vez que hagas eso, quieras estar automáticamente con Kyle.— Eso había dicho Kenny. En su momento, creyó que era imposible que pueda ser tan estúpido como para pensar en ir por Kyle en cuanto se quede solo. Ahora se dio cuenta de que sí era posible ser tan estúpido. Lo bueno es que lo sabía, así que no lo haría (o eso espera).

—Pero eso tampoco es recomendable— ¿Realmente Craig habló tanto ese día?—, porque vas a caer en lo mismo: asumir la compañía y el solo hecho de tener una pareja como lo normal, se vuelve una rutina vacía, zona de confort y el ciclo se repite hasta que te das la cabeza contra la pared. Algo parecido a lo que te está pasando ahora.

Wendy estaba acercándose. Sus dedos presionaron la tela del pantalón.

Wendy... Hay alguien que me gusta, y yo también le gusto; y ese alguien es un chico.— Stan recordó las palabras que Kenny le dictó.—Sé que esto puede ser chocante y difícil de entender, pero quería decírtelo porque, como dije, eres muy importante para mí y te quiero muchísimo, y no quiero herirte. Es por eso que quiero cortar esto por lo sano, diciéndote la verdad de frente. No voy a pedirte que me perdones, porque sé que esto debe ser muy duro y doloroso para ti, solo quiero pedirte que, por favor, me comprendas. Podemos seguir siendo amigos si eso está bien para ti, y si no, respetaré tu decisión.

Wendy se sentó a su lado, pudo escuchar un "hola" que le dedicó y por el rabillo del ojo alcanzó a ver la bufanda que él le regaló hace tres años y su hermoso cabello negro moverse con el viento.

La miró. Estaba igual de hermosa, o tal vez más. De hecho, Stan no logró recordar si hubo algún día en donde Wendy no se haya visto, como mínimo, hermosa.

Era una lástima haberla desperdiciado tanto.

—Hola Wen.— Saludó él.

Wendy se sacó la mochila y la posó sobre sus piernas. Mientras ella corría las hojas y la nieve que se había acumulado sobre su lado del banco con la mano, Stan continuó en silencio intentando calmarse, tratando de no olvidar las palabras de Kenny y los golpes de realidad de Craig. Necesitaría todo lo que tenía a su disposición para afrontar esto.

Ella lo miró y él le sostuvo la mirada. Sin decir nada, Wendy comprendió que Stan quería hablar. Algo en ella se sintió vacío, sentía como todo en su cuerpo parecía temblar de ansiedad.

¿Acaso era este el vacío existencial previo a una ruptura?

—¿Qué pasa?

Cuando escuchó esa pregunta, a Stan se le encogió el estómago. De golpe, todo se sintió ajeno, como si él no estuviera ahí, como si ella estuviera lejos de él y todo lo que estaba por suceder no estaba en sus manos.

Después de pensar en silencio y coger un poco del valor que no tenía, negó con la cabeza y suspiró. Era hora.

—Wendy... Hay algo de lo que necesito hablarte.— No podía creer que realmente estaba diciendo esas palabras. En el momento en que dejó de hablar, supo que a partir de ahora no habría marcha atrás.

—Dime Stan.

El corazón le latía en la garganta cuando se dio cuenta de que no recordaba exactamente todo lo que Kenny le sopló. Le entró pánico al pensar que podría decir algo de lo que se arrepentiría después. Su estómago amenazaba con salir expulsado en cualquier momento, como si saltara por todo su torso queriendo escapar.

—Bueno...— Consiguió decir con dificultad.—Tú sabes que te quiero, mucho, y que eres muy importante para mí, mucho, y es algo que jamás cambiará. Pero... Hay algo que tengo que confesarte... Y es...

Su respiración se estaba descontrolando, diría que necesitaba aire como una excusa para escapar si tan solo estuvieran en un lugar cerrado, pero estaban en medio de la plaza más limpia y oxigenada de la tierra. Estaba perdido.

Sin esperarlo, Wendy posó la mano en la rodilla de Stan. Su pierna dejó de moverse como por arte de magia y una sensación de tranquilidad le devolvió el alma al cuerpo.

—Está bien, Stan. Tómalo con calma.

—Es que no puedo.

—Puedes hacerlo, solo respira profundo.— Wendy lo tomó de la mano y gesticuló con su mano libre cerca del esternón, subiéndola hasta su pecho.

Stan observó el movimiento de Wendy e inhaló al ritmo de su mano, sostuvo el aire durante unos segundos hasta que Wendy volvió a bajar la mano, y exhaló todo el aire. Ya se sentía más relajado, el miedo seguía presente y continuaba oprimiendo su pecho, pero se sentía, extrañamente, más confiado.

Ok... Voy a hacerlo.

—Wendy...

—¿Sí?

—Tú... Me conoces bien.

—Claro.

—Y yo te conozco a ti.

—Sí, supongo.— Respondió un poco extrañada.

—Y sabes que, como dije... Te quiero, muchísimo, y eres muy importante para mi y jamás haría algo con la plena intención de lastimarte o...

—Eso ya lo sé, Stan.— Wendy lo interrumpió con suavidad.—¿Qué hay con eso?

Él volvió a respirar profundo.

—¿Cuántas probabilidades crees que hay de que yo no sea heterosexual?

Al principio, la pregunta tomó desprevenida a Wendy. Cuando Stan le envió ese mensaje donde decía que quería hablarle, ella pensó en tomar esta oportunidad para plantear el terminar la relación. Desde que llegó, todas las señales que Stan estuvo dando hasta el momento le indicó que, en efecto, él mismo la había citado para cortar.

Pero esa pregunta sí que la tomó con la guardia baja. Pensó bien su respuesta y también el posible motivo de la pregunta, ¿Stan estaba pasando por una etapa de autocuestionamiento?

Cualquiera sea el caso... Wendy nunca pensó en Stan como una persona queer, al menos no con seriedad. Pero pensándolo bien, tampoco ha asumido que fuese heterosexual en su totalidad. En cierta forma, siempre le dio igual eso, ya que estaba con ella y eso era lo único que sabía.

—Supongo que... ¿Un cincuenta por ciento de probabilidad?— Respondió ella, insegura. No quería acusarlo directamente y no estaba segura de cómo reaccionar hacia dónde iba la conversación.—Debo suponer que esto no es una pregunta casual, ¿cierto?

Tal vez no fue la forma más sutil de encarar ese tema.

Se rascó la nuca esperando a otra reacción de parte de Wendy, tal vez otra pregunta donde le ruegue que no era lo que pensaba o algo típico de las salidas del clóset; sin embargo, la miró y no vio ningún indicio de agregar algo más.

—Bueno... Hace un par de años, me di cuenta de que a un cantante que me gusta bastante, lo miraba de otra manera, solo que en ese momento no hubiera dicho que tenía un crush con... Él.

—Adivino.— Wendy lo interrumpió con una sonrisa divertida.—Gerard Way.

—¡¿Cómo...?!

—Stan, necesitabas un babero cada vez que pasaban en MTV un videoclip de My Chemical Romance.— Se burló ella. Stan soltó una risa menos forzada.—Y no te culpo, el chico era guapo, como tú. Yo también me enamoraría de él.

—¿"Era"? Lo es.— Sostuvo Stan.

Wendy se encogió de hombros.

—Para gustos, colores.— No iba a discutir con Stan sobre los estándares de belleza de cada uno.—Lo que no entiendo es, ¿Cuál es el problema? Quiero decir... Que te haya parecido guapo un artista varón, no significa inmediatamente que eres gay, puede que solo te haya parecido lindo o tal vez solo eres un poco bisexual.

—Es que... Yo no diría "un poco".— La contradijo.—Y esa es la parte que me duele.

—¿Por qué? No tiene nada de...

—Porque me han gustado chicos... Que ambos conocemos, mientras estábamos juntos.— Dijo con dificultad. Hasta a él le dolió decirlo.—No lo suficiente como para replantearme mi relación contigo y eso, pero sí debo admitir que hubo chicos que me han parecido un poco más que solo guapos.

—Oh...— Wendy mostró una expresión pensativa. ¿Cómo debía tomar eso?—Bueno, eso ya es diferente. Pero, ¿qué hay con eso? Dicen que los ojos están para ver, ¿no?

Él suspiró. Ojalá solo hubiera sido cosa de vista.

Las risas desaparecieron y la angustia le atravesó la garganta.

—El problema es que me gusta alguien, y yo creo que... Le gusto a esa persona también. Y esa persona es un chico.— Confesó Stan con la voz rota. En el fondo sabía que incluso ahora, que se suponía que estaba siendo sincero con ella, continuaba mintiéndole.

Porque no le iba a decir que sabe muy bien que esa persona gustaba de él. Probablemente Craig lo iba a matar cuando sepa que no se lo dijo.

Wendy no lo miraba molesta, pero una parte de ella no parecía estar ahí, como si estuviera procesando mucha información. Y Stan no la culpó de que así fuera, era lógico.

—Sé que esto puede ser chocante y difícil de entender— Siguió hablando en modo automático, no sabía si de algo serviría ya, pero por una vez en su vida, quería seguir un consejo que Kenny (con mucha paciencia) le dio.—, pero quería decírtelo porque, como dije, eres muy importante para mí y te quiero muchísimo, y no quiero herirte.— Lo que diría a continuación, le hizo quebrar en llanto. Sabía que decirlo le iba a doler, pero jamás pensó que se sentiría de esa forma.—Es por eso que quiero cortar esto por lo sano, diciéndote la verdad de frente. No voy a pedirte que me perdones, porque sé que esto debe ser muy duro y doloroso para ti, solo quiero pedirte que, por favor, me comprendas. Podemos seguir siendo amigos si eso está bien para ti, y si no...— Se mordió el labio inferior antes de terminar la oración, sintió como le temblaba.—, respetaré tu decisión.

El silencio, el frío de esa tarde y la ansiedad lo estaban matando por dentro, estando ya moribundo. Sin más que decir y sin ya la valentía para mirar a su -ahora- exnovia a la cara, se levantó del banco con intenciones de caminar lentamente hasta su casa; pero algo lo detuvo.

Wen lo tomó de la mano y tironeó de ella para que volviera a sentarse.

—¿Es por eso que estuviste tan distante estas semanas?

Stan asintió.

—Sentía asco de mi mismo por fallarte así.

—Los sentimientos no se controlan, las acciones sí. Y tú no hiciste nada malo, Stan. Simplemente... Sientes lo que sientes. Y si lo reprimes, nunca serás feliz, y yo quiero que seas feliz, Stan.

Stan, definitivamente, se sintió la mierda más grande del mundo.

—¿No estás enojada?— Preguntó Stan, sorprendido.

Wendy negó con la cabeza.

—¿Por qué me enojaría? ¿Tan mala crees que soy?

—¡No! No quise decir eso, pero...

—Entiendo que pienses eso, ya que yo fui muy tóxica antes. Pero el tiempo que estuvimos juntos me hizo apreciarte sin sentir que me perteneces. Al contrario, te amo, y como te amo, lo que quiero es que seas feliz, así como yo también quiero serlo, independientemente de si estamos o no juntos.— Le dijo sonriente.—Y si sientes que tu felicidad está en ese chico, ve por él. Yo te apoyo y estoy orgullosa de ti.

Aquellas palabras, más allá de la culpa, se sintieron como una caricia en el alma. Wendy lo rodeó con los brazos y le dio el abrazo más dulce que había recibido en meses. Este no era como el que se dieron en la escuela, este se sentía lleno de amor, de paz. Cerró los ojos y correspondió al abrazo.

Aún no conseguía entender cómo alguien como Wendy terminó al lado de alguien como él.

Inmediatamente después de pensar eso, juró que escuchó en su cabeza como Tucker lo regañaba por no tener el suficiente amor propio.

—¿Y quién es el afortunado?— Preguntó Wendy entusiasmada.

¿En qué momento la conversación cambió el tono? Hasta hace pocos minutos sentía cómo todos los órganos y músculos se le entumecían y se contraían sobre sí mismos por los nervios, y ahora parecía una conversación de... ¿Amigos? ¿Podía considerar a Wendy una amiga después de tantos años llamándola "novia"? Era extraño.

Ahora, ¿cómo reaccionaría ella sabiendo que el "afortunado" era su mejor amigo desde niño y que ella conocía tan bien que hasta podía considerarlo su amigo?

Por donde lo viera, sonaba mal, ¿no? Y sin mencionar que hizo más que solo gustarle.

—Prométeme no...

—No me voy a enojar ni poner celosa ni nada, ya no tengo motivos para hacerlo. Solo dilo.— Le aseguró Wendy.

Sintió un poco chocante esa oración, pero no iba a admitirlo. Él tampoco tenía motivos ni derecho a molestarse.

Miró la copa del árbol lleno de nieve que estaba a su derecha, al pensar en la respuesta, sintió calor en la cara y no quería verse como un bobo enamorado, no era el mejor momento.

—Kyle.

Escuchó una leve risa provenir de Wendy, la miró confundido al no entender qué era lo divertido.

—¿Qué?

—Sí hubiera apostado, hubiera ganado.— Dijo Wendy con aire de superioridad.—Tienes un "tipo" bastante específico, por lo que veo.

...

¿Desde cuándo Wendy y Craig se parecían? Él me dijo exactamente lo mismo (aunque de un modo más racista).

—Me lo han dicho.— Rió.

—¿Y tú le gustas a él?— Interrogó Wendy.

—Eso creo.

—¿Y cómo lo sabes? ¿Te lo dijo? O... ¿Ha pasado algo?— Preguntó cautelosa.

Responder a eso con la verdad cambiaría totalmente todo, y apenas podía intentar asimilar este cambio de relación con Wendy.

No, ya fueron demasiados cambios para un solo día.

—Solo es una corazonada.— Respondió. Probablemente se va a arrepentir de esto más adelante.

Wendy sonrió y puso su mano en el hombro de él.

—Nada pierdes por averiguarlo e intentar, ¿no crees?

Ya lo he averiguado, de hecho.

—De hecho, sí. Es mi mejor amigo, perdería mucho si intento y no funciona.— Razonó él.

—Pero Kyle es buen partido y está soltero.

—Siempre lo estuvo.— Bromeó Stan.

Wendy le despeinó el flequillo de un manotazo. A veces Stan olvidaba lo fuerte que era ella.

—Lo siento.

—Insisto. Nada pierdes por intentarlo.— Wendy se levantó del banco, Stan la imitó. Estaba anocheciendo y deberían volver a casa.—Tienes un serio problema a la hora de tomar una decisión porque eres inseguro y no quieres lidiar con frustraciones grandes. Es algo que siempre noté en ti, pero, ¿te digo algo? Tienes mucho potencial para lograr las cosas que quieres, no deberías temer tanto.

—¿Tú crees?

—Es lo que me enamoró de ti cuando éramos niños.— Dijo ella con nostalgia.—Así que no te reprimas, puede que te sorprenda la recompensa. Dicen que el que no arriesga, no gana. Puede que tú ganes si tan solo te arriesgas un poco.— Wendy finalizó con una sonrisa, segura de lo que decía.

Esa seguridad que Wendy tenía en él le hizo contagiarse de su sonrisa.

Se miraron con los ojos frágiles, ambos guardaban sus ganas de llorar para la soledad. La tristeza dulce de esa despedida los fue vaciando poco a poco hasta que los dejó con una versión en miniatura de lo que alguna vez sintieron.

Stan la acompañó a la parada del colectivo, porque aún sentía esa necesidad de protegerla en un pueblo plagado de inseguridad, y esperaron en silencio hasta que el transporte se aproximó a su ubicación.

Ambos se miraron, sabiendo que llegó el momento de despedir una etapa.

—Nos vemos, Wen.— Se despidió Stan guardando las manos en los bolsillos.

—Nos vemos, Stan.— Wendy le sonrió una última vez y se giró en su lugar, se subió al colectivo.

El colectivo se alejó de la parada, Stan vio a Wendy a través de la ventana trasera, cuando ella terminó de pagar su boleto, se sentó en el fondo y miró a la ventana. Cuando lo vio todavía ahí, lo saludó con la mano. Él suspiró con tristeza, pero no borró la sonrisa de su rostro, y también alzó la mano para saludarla.

Cuando perdió el colectivo de vista, se giró para caminar hasta su casa. Se puso los auriculares, y cuando Green Day empezó a sonar, les permitió a sus lágrimas salir a flote de forma silenciosa, como siempre.

Por el lado de Wendy, no estaba mejor. En cuanto dejó de saludar a Stan, se cubrió la mitad de la cara con la bufanda púrpura que Stan le había regalado y lloró en silencio. Creía que romper sería más fácil esta vez, ya lo habían hecho tantas veces en el pasado que no pensó que esta vez le afectaría, durante su relación hizo el duelo, había llorado, había sobre pensado y había hablado durante horas con ella misma. Pero esto se sentía muy diferente a lo que había proyectado.

No se sentía molesta con Stan, tampoco le afectaba el hecho de que el nuevo amor de Stan fuese Kyle, sinceramente le deseaba lo mejor y que se le dé.

Pero dolía este cambio.

Otra vez soltera, después de ocho largos años.

Tenía que pensar cómo dar esa noticia a su familia y prepararse para escuchar todas sus críticas y preguntas. Tendría que volver a dormir sola los fines de semana, así como también los códigos y juegos de palabras que ambos dieron vida en su relación, quedarían atrás.

Ahora ambos estaban enfrentando una dura realidad. Cuando una relación termina, también muere un lenguaje único que existía entre esas personas: palabras inventadas, dobles sentidos, apelativos cargados de historias que nadie más que ellos conocían y usaban. Incluso el "yo" que eran en esa relación.

Dicen que uno deja al amor de su vida por otro amor o por otra vida. Y ahora tanto Stan como Wendy no estaban pensando en ninguna de las dos.

Pero había algo que jamás iba a morir y que mantendría el cariño incondicional que se tenían intacto: los recuerdos y las enseñanzas que ambos se dejaron.

Y así fue como ambos se despidieron como buenos amigos, abrazando el fin y el comienzo de una nueva etapa con miedo y tristeza, pero sabiendo que eso era lo mejor.

 

 

 

Al llegar a su casa, Stan no encontró a nadie ahí; su madre tal vez seguía en el trabajo, o con su novio. Su hermana salió con Kevin, y su abuelo probablemente dormía, no quería ir a molestarlo.

Acompañado por el silencio, subió a su cuarto y cerró la puerta con el peso de su cuerpo decaído. Sintió que sus piernas flaquearon y se derrumbó en el suelo, cayó sobre su trasero y abrazó sus rodillas. El sentimiento de vacío en su corazón no hizo más que crecer al ser consciente de todo lo que estaba pasando: su familia no estaba, ya no tenía novia y no podía hablar con ningún amigo.

Bueno, en realidad, sí podía hacerlo, el problema es que Stan estaba en esa etapa de la depresión donde ya ni siquiera buscas ayuda porque no la quieres. No te importa.

Cerró sus ojos, escuchó lo que su corazón y su cabeza le decían.

—... Estoy perdido.— Y quebró en llanto.

Estaba solo. No quería estar solo, pero a la vez sí. Incluso cuando no estaba solo, en la escuela, con sus amigos, con sus compañeros o su ex novia... Se sentía así.

¿Desde cuándo estaba así de solo?

O... tal vez no estaba tan solo.

Siempre podía encontrar compañía en su pequeña licorera.

Cerró sus ojos, se sintió decepcionado de sí mismo por lo que iba a hacer, pero no sabía qué más podía hacer.

En realidad, sí lo sabía; podía tomar su celular y llamar a Kenny, él siempre lo atendía. O podía enviarle un mensaje a Craig, le contestaría cuando se desocupe y probablemente le diría que iría a su casa. También podía mandarle un mensaje a Token.

O a Clyde.

O a Jimmy.

O a Butters.

Tweek, tal vez.

Incluso a Cartman.

Pero no quería.

Perdón Kenny. Lo intenté. Pensó antes de destapar la licorera y darle un largo trago.

Bajó la licorera y relamió sus labios para limpiarse lo que derramó, esperó un rato a que el malestar se apacigüe, con la mirada muerta y sus oídos apenas prestando atención a la canción que sonaba en sus auriculares. No obstante, la opresión en su pecho no desaparecía y le pareció extraño. Normalmente, con un solo trago la amargura desaparecía, pero ahora continuaba ahí, hasta se sentía mucho más pesado.

Tal vez necesitaba tomar un poco más. Y así lo hizo.

Y otro, y otro...

 

 

 

El fin de semana pasó rápido, y cuando el sol se asomó por las montañas del pueblo de Colorado a eso de las siete y media, una nueva semana de clases inició.

Algunos alumnos ya ocupaban sus asientos en el salón, temblando de frío, pues hacía veinte grados bajo cero esa mañana. Había rostros que parecían seguir en la almohada y otros simplemente no demostraban nada más que resignación, ¿a quién le gustaba los lunes? ¿Quién podía despertarse un lunes con tanta energía?

—¡Buenos días amigos!— Kenny entró al salón con el entusiasmo que lo caracterizaba y que muchos no podían comprender cómo podía iniciar un lunes de ese modo. De cualquier modo, a sus compañeros les agradaba.—'Ta re linda la mañana, ¿cómo amanecieron? ¿Se la dieron en la pera el finde?— Una corriente de frío le hizo temblar.—¿Está prendida la estufa? Sino la prendo yo.

Cuando Kenny se acercó a la estufa para encenderla, Stan entró al salón. Vestía la campera de egresados y una bufanda roja. Pasó todo el fin de semana en su habitación durmiendo, sin ánimos, pero aún tenía que mantener la apariencia de chico alegre. Así que no le quedó de otra que taparse las ojeras con maquillaje y presentarse a clases, aunque no había hecho la tarea y eso le hizo sentirse completamente inútil.

—Buen día chicos.— Saludó con normalidad y se acercó a Kenny.

Detrás de él, entró Craig. A diferencia de ellos, no saludó a nadie. Estaba tapado hasta arriba con dos camperas, una bufanda y probablemente llevaba una calza debajo del pantalón deportivo. Su rostro reflejaba sueño y mucho malhumor.

—Que asco de frío, me cago en puta.— Balbuceó por lo bajo mientras se acercaba a Kenny y Stan con ambas manos en los bolsillos.

—Craig, ¿nos ayudas?— Preguntó Stan señalando la estufa.

Él alzó una ceja.

—¿En serio no saben prender una estufa?

—No es que no sepa— Respondió Kenny abriendo la parca.—, es que no me hace falta porque yo vivo caliente.— Bromeó.

—Lo sospechaba.— Remató. Dejó la mochila en su asiento y se agachó a la altura de la estufa.—A ver si se corren, manga de forros, déjenselo a alguien que fue a la técnica, porque parece que hay muchos requisitos para prender una estufa.— Dijo sarcásticamente.

—Y terminó aquí.— Se burló Stan.

—Técnicamente, no fue mi culpa.

—Le rompiste la cabeza...

—Daño colateral.— Craig olió algo extraño y acercó la cara a la estufa.—¿Ustedes no sienten el olor a gas?

—¿Olor a gas?— Rió Kenny.—Respiramos gas, prácticamente.

—Con razón no lo sienten.— Bufó mientras cerraba la llave del gas.—No podemos prender la estufa, moriríamos todos.

—¿Y dónde estaría lo malo?— Preguntó Stan con sinceridad disfrazada de sarcasmo.

Craig lo miró con seriedad, calculando cuántas serían las probabilidades de que Stan se esté volviendo gótico (otra vez). Sacó el encendedor del bolsillo.

—Pensándolo bien...

—Buen día.— Saludó Wendy desde la puerta.

—¡Hola linda!— Kenny la saludó.

—Hola chicos.— Seguido de eso, miró a Stan.—Hola Stan.

Él la saludó con la mano con una leve sonrisa y Wendy se sentó en su respectivo asiento. Kenny miró a Stan, extrañado por su reacción.

—¿Y eso?— Preguntó.

Stan lo miró.

—¿Qué?

—¿Actualizaron la novela de Wattpad?— Se burló Craig mientras volvía a pararse.

—Mira, el día que dejes de ser tan...— Stan estaba a punto de mandar a Craig a la mierda, pero se contuvo cuando vio a la profesora Garrison al salón.

—¡Si el grupito del fondo sigue hablando, se me separa!— Sentenció la profesora en cuanto se sentó en su escritorio. Detrás de Garrison, varios alumnos entraron y se sentaron en sus lugares.

Los tres chicos se separaron, con un murmuro de reproche de Craig por lo bajo. Hablarían en el recreo o en e cambio de una clase a otra.

Y antes de enfocarse en esa aburrida "clase", Stan le echó un último vistazo a Kyle. Cuando Kyle se sintió observado, miró hacia atrás. Stan lo miraba triste, pero de alguna manera, se las arregló para saludarlo con una sonrisa. Y Kyle le correspondió.

Tal vez eso era buena señal.

 

 

 

La pequeña reunión de Stan, Craig y Kenny se dio en el baño del primer piso, como se estaba volviendo costumbre. Ese baño al que nadie quería ir por el olor a cigarrillo que suele haber.

—¡¿Cortaste con Wen?!— Esa fue la reacción de Kenny cuando escuchó a Stan decir, literalmente, "corté con Wendy". Si no estuviera sentado en el piso se habría caído de culo, más que nada porque la marihuana ya le estaba afectando (efecto tardío).

—Lo que oíste.— Dijo Stan sin poder disimular su propia extrañeza al decir eso, con la cadera apoyada en el lavamanos, donde Craig estaba sentado.

—¿Y qué tal estuvo? Quiero decir...— Kenny se esforzaba mucho por formular una oración coherente en su drogado cerebro.—O sea, cuéntanos. ¿Lloraste?

—No creo que se haya reído.— Respondió Craig.

—Yo no lloré cuando corté con Tammy, ¿qué se yo? Puede pasar.

—Estabas internado por sífilis y anestesiado hasta el ojete.— Le contestó Tucker mientras fumaba.

—Detalles, Tucker, detalles.— Lo cortó Kenny restándole importancia.—¿Cómo fue?

—Pues... Le dije para vernos en la plaza después de su reunión del centro de estudiantes, y le dije lo que tú me dijiste. De hecho...— Stan seguía sin procesar del todo lo ocurrido ese día. Se alejó del lavamanos y caminó hasta la otra esquina del baño—Lo tomó muy bien. Supongo que el hecho de que haya estado distante últimamente le dio indicios de esto, no sé, Wendy no es tonta, se da cuenta de las cosas.

Mientras Stan continuaba hablando sin prestar atención a sus amigos, Kenny miró de reojo a Craig, y Craig también lo miró. Ellos sabían la verdadera razón por la que Wendy aceptó tan bien el rompimiento.

—Y bueno... Supongo que estamos en buenos términos.— Terminó de hablar.

—Y apuesto a que no le dijiste el verdadero motivo por el que querías cortar.— Lo desafió Craig.

—Le dije que me gustaba alguien más. Salí del clóset con ella.— Explicó.

—Una cosa es que te guste alguien, otra cosa es que te den por atrás en el baño de un boliche cuando aún estás comprometido con alguien. Me parece que es más que solo gustar.

—Extraño cuando hablabas menos.— Soltó Stan, afectado por el punto de Craig.

—Pasa que su rubio está muy ocupado siendo una superestrella del teatro y no lo está atendiendo.— Bromeó Kenny.

—Yo me atiendo solo...— En cuanto dijo eso, se dio cuenta de que fue una pésima elección de palabras. Más hablando con Kenny, que cualquier agujero que ve le encuentra la forma sexual.

—Te puedo dar una mano siempre que lo necesites. Es agotador hacerlo siempre uno mismo.— Se burló Kenny, Stan estalló en risa.

—Chúpenme la pija.— Gruñó frustrado. Volvió a fumar.

—Con gusto.— Volvió a reírse Kenny y Stan se tomó la barriga, ya le dolía de tanto reírse.

Craig les hizo una seña con el dedo a ambos y decidió actuar como un NPC hasta que sea la hora de la siguiente clase.

—Craig, te juro que no queremos ser malos— Stan no podía contener la risa.—, pero te regalas.

—Que te jodan cada que respires.

—Pero bueno— Stan dejó de reír.—, el punto es que corté con ella, le conté que me gusta Kyle y lo tomó bien. ¿No es eso lo que importa?

Craig se encogió de hombros.

—Supongo. Mientras nadie diga nada.

—¿Y quién va a decir algo? Solo lo sabemos nosotros tres.— Pensó Kenny en voz alta.

—Y Kyle.

—Sí, pero nadie se pega un tiro en el pie.— Dijo Craig mientras apagaba el cigarrillo.

Stan lo miró fijo, con sospecha.

—¿Tú no estarás pensando...?

—Marsh, me importa una mierda tú, Wendy, Kyle y todo este lio; si me preguntas a mí, hubiese preferido una vuelta de tuerca a esto de los triángulos amorosos y que sean más originales, como, por ejemplo, que lo tres hablen, se den cuenta de que funcionarían muy bien los tres juntos y sean una hermosa relación poliamorosa.— Dijo sarcásticamente.—Si yo insistía con que se lo dijeras abiertamente, era solo porque prefería que seas sincero y te ahorres algún problema a futuro por ocultar algo. Pero bueno... Mientras no se entere, todo bien. Lo importante es que tú estés bien y hayas aprendido algo de todo esto.

—¡Sí! ¡El sábado salgamos a Raisins!— Gritó Kenny con felicidad.

—Es lunes, manija de mierda.— Dijo Craig.

—Perfecto, tenemos cuatro días para buscar ropa que sirva para que les perrees a los nenes y a las nenas.— Bromeó Kenny.

—Seis.— Corrigió, erróneamente, Stan.

—Cinco días.— Habló Craig con decepción.—¿Cómo llegaron a sexto sin saber sumar?

—Me volteé a la preceptora.— Respondió Kenny entre risas.

—Ah.

El timbre de su siguiente clase sonó de repente. Kenny se levantó del piso y caminó alegremente hacia la puerta, Craig se lavó las manos y se echó perfume para intentar ocultar el olor del cigarrillo. Y Stan se quedó parado esperando que salgan, necesitaba estar solo.

—Bueno gente, a seguir estudiando o al menos fingir que lo hacemos...

—McCormick, hueles a marihuana.

—Dudo que eso te moleste.

—A mí no, pero a la profesora sí.— Craig le dio su perfume para que lo imite e intente opacar el olor a hierba.

—Esto es lo más cerca que voy a estar de coger contigo, ¿no?— Bromeó Kenny mientras se perfumaba.

Le gustaba mucho ese perfume, tal vez luego compre una imitación barata (o una imitación de la imitación que Craig usaba). Craig se limitó a suspirar con resignación y siguió a Kenny detrás, pero antes...

Volteó a ver a Stan, seguía parado y mirando sus pies. Parecía estar esperando algo.

—Ey.

—Oh, ya los alcanzo.— Dijo Stan con una sonrisa, haciendo una seña de espera con la palma.

—Tengo una pregunta.— Craig cerró la puerta del baño a sus espaldas.

—Sí, ¿qué?

—Cuando cortaste con Wen y volviste a tu casa, ¿bebiste?— Lo interrogó Craig mientras se cruzaba de brazos.

Hasta el día de hoy, Stan no se acostumbraba a lo directo que podía ser. Siempre lo tomaba con la guardia baja.

—No.— Respondió después de un rato.

—Mientes.

—¡No! ¿Cómo crees?— Stan se puso a la defensiva, lo que fue suficiente indicio para Craig de que estaba mintiendo.

—No le voy a decir a Kenny— Prometió.—, pero por lo menos quiero que me lo digas a mí.

Stan continuaba sin mirarlo, le ponía nervioso el ruido de los múltiples pasos en el segundo piso y en el pasillo, temía que alguien entre y los escuche, y que ese alguien sea Kenny, o casualmente Kyle.

—Mírame.

Suspiró. Sintió la vergüenza ascender a su cara cuando asintió.

—¿Te emborrachaste?

Stan volvió a asentir.

—Y ahora tienes la licorera, ¿no?

Stan no hizo nada, no era necesario. Fue evidente.

Escuchó el chasqueo de lengua de su compañero, lo sintió pararse a su lado. Craig estiró la mano, sin saber qué hacer realmente, ¿debía consolarlo? ¿Regañarlo? ¿Acariciarlo o meterle un cachetazo para acomodarle las ideas?

Si tan solo no fuera tan malo consolando a alguien.

Se metió las manos en los bolsillos y suspiró, porque no había nada que pudiera decir que ya no le haya dicho. Pensó bien sus palabras, algo que haya olvidado decirle, algo que no lo haga mierda.

—Es normal recaer, no es fácil dejar algo que te hace sentir tranquilo, aunque sea malo para ti.— Stan lo miró mientras hablaba, ¿Craig estaba hablando de él o sobre sí mismo?—No te voy a juzgar porque al menos estás haciendo algo por cambiar esto, hay muchos alcohólicos que ni siquiera lo intentan. Y solo por eso... Te ganas mi respeto.— Stan sonrió levemente. Sabía que lo decía con sinceridad.—Pero por favor, que no quede solo en el intento.

—Intentaré que eso no sea así.— Era lo único que podía prometer Stan.

—Lo sé. Confío en ti.

—No sé si deberías...

—Lo hago.

Sin mucho más que añadir, Stan se limitó a suspirar, aceptando un poco el peso de su confianza. Por otro lado, Craig esbozó una sonrisa. Sabía que Stan volvería a equivocarse, pero se aseguraría de poder mantener esa confianza en él. Stan la necesitaba.

—Bueno, vamos a clases.— Craig zamarreó ligeramente del hombro a Stan mientras lo guiaba a la salida.

Abrió la puerta del baño y del lado de afuera, sintió un impacto. Ambos, asustados, salieron a ver a quién golpearon.

—La puta madre, ¿a quién le rompí la nariz ahora?— Exclamó Craig cuando se asomó.

Era Kenny. Se frotó la frente para calmar el dolor del golpe. En realidad, no le dolía, su cuerpo continuaba adormecido por el efecto de la marihuana, pero sabía que le dolería más tarde.

—Olvidé mi celular.— Kenny pasó de largo a ambos y entró al baño en busca de su teléfono.

—Yo me adelanto.— Anunció Stan mientras se alejaba del baño.

Craig sostuvo la puerta del baño. Kenny se acercó a la salida del baño con su celular en mano, y cuando notó que Stan no estaba ya, se puso un poco más serio.

—¿Y cuándo piensas decirle que Wendy quería cortar con él?

—Ya no hace falta.— Respondió sin darle importancia.

—¿Y qué hay de la sincerid...?— Protestó Kenny cruzado de brazos, pero no pudo terminar de hablar cuando la puerta volvió a impactar contra su cara.

—Detalles, McCormick, detalles.

 

 

 

Después del tercer ensayo en grupo, Tweek continuó practicando en su casa y en los recreos de cada día. Conforme pasaban cada uno de ellos, Tweek se sentía más seguro de sí mismo. Los comentarios mayormente positivos de Red y los halagos de parte de sus amigos aún se sentían extraños en contraste con las voces que solía escuchar en su cabeza, pero tal como le dijo una y otra vez la profesora de arte terapia, debía hacer el intento por reemplazar los pensamientos negativos con pensamientos positivos (Tweek era consciente de que debía volver, pero teatro le estaba consumiendo casi todo su tiempo). En el tiempo que tenía libre para dibujar, se percató de que ya no hacía remolinos ansiosos con la misma frecuencia. ¿Acaso era esta una señal de que su ansiedad se estaba controlando?

...

¡¿Su ansiedad se estaba controlando?!

Soltó el cuaderno cuando se percató de eso, asombrado y tomó su celular. Necesitaba decirle a alguien, preguntarle a alguien si lo notó más calmado.

Y ese alguien era...

Hola Tweek.— Lo atendió Craig al otro lado.

—¿Te desperté?

No. Solo miraba un video que dejé guardado, pero resultó no ser tan interesante como esperaba. ¿Pasó algo?

—Oye... ¿Tú me has notado diferente?

Amm... ¿En qué sentido?

—¿Más calmado?

Hubo una pausa, supuso que Craig estaba pensándolo. Definitivamente no esperaba esa pregunta esa noche.

Eso creo. Quiero decir... En teatro te ves, al menos, más confiado.

Tweek hizo un gesto de festejo agitando la mano. Agradecía saber que no era algo que solo imaginó.

—Dios, nunca pensé que podía hacer eso.

Yo te lo dije: eres capaz de más de lo que piensas.— Tweek sintió que el corazón le dio un vuelco cuando escuchó su voz decir eso otra vez.—¿Estás preparado para mostrarle tu actuación al profesor?

—Sí... Eso creo.— Titubeó.—Quiero decir, me pone nervioso aún, o sea, es Gay Al, pero creo puedo. Ustedes estarán, tú estarás, ¿no?

Por supuesto. En primera fila, como siempre.— ¿Por qué todo lo que Craig decía sonaba tan coqueto? Amaba que lo coquetee.—¿Qué escenas van a hacer?

—Creo que... Empezando por la primera canción, hasta cuando matan al hijo de Hamilton.

Lo escuchó hacer un ruido con la garganta, como si se aclarara antes de hablar. Sentía que estaba nervioso por preguntar algo.

¿La boda también?

Abrió los ojos ante la pregunta. Sintió que había algo más que Craig quería preguntar, algo que no parecía estar tan ligado al teatro.

—Supongo. Aunque honestamente, prefiero hacer eso más rápido.

¿Qué parte?

—La boda, no sé, realmente la vida amorosa de Hamilton no me parece tan relevante.

Literalmente lo funan por acostarse con una prostituta siendo casado. La primera "funa" de los Estados Unidos.

—Los Padres Funadores.

Ese comentario aligeró la tensión que había sentido en la voz de Craig desde que preguntó sobre la boda. Ambos rieron, tuvieron que taparse la boca para no hacer bullicio.

—Bueno, pero me refiero... La boda es un poco aburrida, aunque sí me agrada que, a pesar de que Angélica estaba enamorada de él y sufrió por ello, aún así los apoyó a Eliza y Alexander incondicionalmente.

Ajá...

Un silencio se hizo presente en la llamada. Lo escuchó tararear por lo bajo.

—¿Pasa algo?

No. Solo...

—¿Solo?

Craig se quedó en silencio, formulando la pregunta en su cabeza antes de cometer un error. Tomó aire para mantenerse tranquilo.

¿Puedo preguntar algo?

—Claro.

¿Qué sentiste al hacerlo?

—¿Qué cosa?

El... beso con Lola.— Dijo con dificultad.— En el ensayo de la otra vez.

¿Y esa pregunta?

—Pues... ¿Cómo cuando te ponen algo en la boca? Y luego te lo quitan. No sé... Así de... Meh. Sin ofenderla, pero literalmente fue eso.

Craig no parecía esperar esa respuesta.

Suena a insípido.

—Es que... Es teatro. No lo hago porque quiera, es para hacer una boda actuada.

Pero... ¿No te gusta?

¡¿Qué?!

Quiero decir, a ver, soy gay pero no ciego. Es una chica linda.

¿Por qué Craig hacía estos planteos de repente? Como si... Le importara.

—... ¿Sí? Pero... ¿Gustarme? ¿Por qué me gustaría?

No lo sé, solo pregunto. Es decir...— Tweek definitivamente murió y revivió cuando lo oyó nervioso. ¿En serio Craig estaba inseguro? ¿Craig?—O sea, no tengo problema, en serio, quiero decir, no tiene por qué, pero si te gusta, y tú le gustas, o no, o sea, yo no quiero ser el tercero ni nada. No quiero dar problemas, podemos ser amigos, ¿entiendes? No... Agh.

—¡¿Tú estás celoso?!

No boludo, solo quiero evitarte problemas.

Tweek se enderezó en la cama, no escuchó la respuesta de Craig y hasta ignoró la jerga en español que usó para expresarse, estaba muy inmerso en su propia impresión ante lo que Craig estaba demostrando como para portarse maduramente.

—¡A mí no me jodas! ¡Estás celoso!

¡Que no!

—¡Estas celoso! ¡estas celoso! ¡estas celoso!— Cantó Tweek entre risas.

Te odio.— Dijo derrotado.

—No se nota.— Se burló Tweek. Daría lo que sea por ver su cara roja.

Voy a matar a Clyde.— Murmuró Craig al borde de la risa. No se reía porque fuera gracioso, sino por sentirse estúpido.

¿Clyde?

—¿Por qué a Clyde?

Silencio.

Tweek amaba la forma en que Craig se delataba cuando hablaba de más. Era tan transparente que le daba ternura.

Craig suspiró rendido.

Él... Me comentó que tú y ella... Bueno, que a ti te gustaba de más chico.

... Oh por Dios.

—¡Ay carajo! ¿Por qué Clyde se acuerda de cosas como esas? Apenas si se acuerda lo que pasa en la misma mañana.

¿Pero es cierto?— La pregunta de Craig se oyó como un ruego, como si quisiera no escuchar la respuesta, aunque intentaba camuflar eso con casualidad.

—¡No! O sea... Te explico.— Tweek acomodó su postura. La espalda contra el respaldo de madera.—Cuando teníamos como doce años, a todos los chicos ya les estaba gustando alguien, o tenían pareja, y yo... Bueno, me gustaba alguien, pero me daba miedo decir quién era y qué me vean raro.

¿Y eso?

—Era un chico. Más grande.

Pero... Kenny y Butters ya salían.

—Pero es Kenny. A él lo quiere todo el mundo, yo era más... Antisocial. Creía que no lo tomarían igual.

¿Y entonces?

—Me gustaba un chico de cuarto, yo estaba en primero. Se llamaba Pete.

¿¡Thelman!?

—¿Lo conoces?

Claro, es del pueblo, ¿en serio te gustaba él? Tienes buenos gustos.

En el fondo, ambos se sintieron un poco celosos del otro.

—Ahora que lo pienso... Te pareces un poco a él. Debo tener un tipo.— Meditó.—Pero volviendo al tema, me gustaba él, y no estaba muy seguro de que lo tomen bien... Entonces cuando Clyde me preguntó, tuve que mentir. Y bueno... Dije Lola.

Ahora todo tiene sentido.— Craig sonó aliviado luego de eso, y a Tweek eso lo divertía.

—Sí... Y fue realmente incómodo, porque desde que se lo dije, Clyde intentaba por todos los medios, hacer que pase tiempo con ella. Me arrepentí cada día de ese año de habérselo dicho.

No sé porqué no me sorprende.

—Sí, como sea...— Tweek volvió a recordar cómo fue que hablaron de esto, y sonrió burlonamente.—Celosito.

Te voy a estrangular.

—Sí sabes que eso no me da miedo, ¿no?

...

¿Por qué le gustó imaginar sus manos alrededor de su cuello? Él tenía manos grandes y ásperas, se sentían bien...

... No podía estar calentándose con eso. No.

¿Y Craig? De repente se calló.

Siempre supe que te gustaba la mierda pervertida. Lo sospechaba.— Tweek se rió con descaro ante su impresión.—Y luego soy yo la mala influencia, ¿no?

—Hermano, literalmente me robaste un beso y te sacaste la camiseta la primera noche.

Hacía calor.— La respiración de Craig le indicó a Tweek que no era ese tipo de calor lo que estaba sintiendo ahora. ¿Quién diría que Craig era tan jodidamente fácil de prender?

—No era calor.

—... ¿Qué estás buscando exactamente?

Tweek apretó los labios y bajó la mirada. Bajo el ombligo sentía una sensación dulce, y cálida.

—Usa la imaginación.— Ronroneó, acomodándose más en la cama.—Creo que eres lo suficientemente inteligente.

No... Uses... Ese tono de voz.— Lo escuchó decir entre la risa y los nervios. Reconocía esa voz, estaba igual que él.

Al parecer hasta el más duro no podía resistirse a ese tipo de tentaciones.

—¿Por qué?— Continuó Tweek, hablando con un tono de voz lascivo.

Se escuchó que Craig alejó el teléfono y eso se le hizo gracioso. Lo imaginaba tapándose la cara, sonrojado.

Despacio, su mano se posó en el pecho, subiendo y bajando sobre el plexo solar, como si dudara si realmente bajarla o esperar a que la situación realmente se dé.

Entonces, Craig tomó el teléfono y sintió un escalofrío que lo recorrió desde el pecho hasta abajo.

Porque puedo hacer lo mismo.— Tweek jadeó involuntariamente. Estaba usando ese tono de voz. Había perdido, podía aceptarlo.—Y sé que a ti te afecta más.

Se llevó el dedo índice a la boca y mordió la falange para amortiguar un jadeo. No quería darle la razón, pero su propia respiración lo delató. Craig se rió de la forma en que su respiración se volvió tan pesada.

Extrañaba escuchar esos ruidos. Me encantan. Quisiera escucharlos en mi oído.

—Lo estás haciendo.— Habló Tweek con dificultad.

Pero me refiero a... Tú boca literalmente en mi oreja, y tus piernas apretándome.

Las piernas de Tweek se apretaron la una contra la otra por instinto, recordando cómo se sentía apretarlo. Su cintura diminuta, la espalda ancha.

Era un hermoso recuerdo.

—¿Mis piernas?

Te juro que fue lo primero que miré, la primera noche que estuvimos juntos... Son un manjar.

—Dios, cállate.

No, tú empezaste esto. Ahora asume las consecuencias.— Su voz sonó profunda, como un ronroneo suave.—Tus muslos son demasiado suaves, gruesos... Podría dormir toda la vida ahí. Cuando los aprieto... Se siente tan...

Podía imaginar su sonrisa ladeada, sus ojos entrecerrados y la forma en que mordía su labio inferior cuando estaba excitado. Esa imagen mental generó un estímulo eléctrico en Tweek, que se abrió paso por todo su cuerpo. Bajó la mano hasta el pantalón del pijama, su erección tiraba contra el, rogando que lo deje salir. Pero Tweek había memorizado las zonas que Craig recorrió de su cuerpo antes de llegar ahí, cada porción de piel sensible bajo su tacto. Su mano apretó el interior de su muslo y arqueó la espalda, recordaba cuando Craig lo lamió y besó en esa zona, nunca había imaginado que esa parte sería tan placentera.

Oyó el jadeo de Craig del otro lado, luego de oír el arrastre del cinturón y el sonido de la hebilla.

—¿Qué tienes puesto?— Preguntó Tweek con curiosidad. Se imaginaba a Craig sin camiseta y con jeans ajustados. No podía dejar de pensar que esa combinación era excelente.

El jean y el bóxer.— Respondió Craig, sabiendo que el hecho de no haber mencionado una camiseta daba a entender que no la traía.

Santo Cristo. Rezó Tweek.

Su vientre tonificado fue lo primero que se le vino a la cabeza, amaba la manera en la que los abdominales se asomaban cuando estaban acostados, el elástico del bóxer apenas apretando piel.

—Eres un hijo de puta.— Murmuró Tweek, porque Craig sabía lo que estaba haciendo.

Aunque ahora...— Craig alargó cada vocal, y Tweek entendió lo que estaba haciendo.—Creo que el jean me está molestando.

Tweek subió la mano y rozó con la yema de los dedos la delicada piel de sus testículos. Necesitaba atenderse, necesitaba que Craig lo atendiera, que use su lengua, sus manos, sus dedos, su maldito y largo pene en su boca.

Mierda, si tan solo no hubiera oído la misma moto pasar un par de veces y la alarma vecinal no hubiera sonado, seguramente se estaría escapando ahora mismo hacia la casa de Craig para terminar con toda esa necesidad.

En cuanto escuchó el primer jadeo a través del teléfono, sacó el aire que estaba conteniendo y finalmente, apretó su erección, palpitaba en su mano, como si hubiera pedido ser liberada de presión. Se sentía duro y su piel caliente.

Pensó en lo que dijo Craig sobre sus piernas, e inmediatamente, recordó que él era pura pierna. No tenía muslos y pantorrillas gruesas como él, más bien eran muy delgadas sin llegar al punto de tener rodillas huesudas, pero eran largas, tonificadas y suaves. Agradecía profundamente a esa política de natación que sugería tener el cuerpo depilado.

—A mí también me gustan mucho.— Jadeó Tweek. Recordó esa noche que Craig se coló en su casa y lo hicieron. Tweek arriba, Craig abajo y sus piernas sobre sus hombros.—Tus piernas.

¿Ah, ¿sí?— Dijo Craig de forma coqueta y Tweek sintió cómo todo su ser parecía cosquillear. Ese "¿Ah, ¿sí?" dicho en ese tono era su debilidad.

Al otro lado de la línea, Craig se rió. El comentario lo tomó con la guardia baja, se sentía avergonzado.

Era tan lindo cuando se mostraba vulnerable.

Bueno, entonces estamos a mano.— Alcanzó a decir antes de que se le escape un jadeo.

—Te escuchas ocupado.— Murmuró Tweek, esforzándose por hablar claro, con el gemido vibrando en su garganta y sin ser liberado. Sus manos acariciando su propio miembro empezaron a sentirse húmedas.

Escuchó a Craig quejarse del otro lado, como si estuviera intentando contenerse porque le gustaba la sensación y no quería que se termine. O porque esto le parecía insuficiente ya que había probado lo que era estar con Tweek.

¿Y tú no?— Se burló.

Tweek miró hacia abajo, sonrió para sí mismo, como si Craig lo hubiese atrapado. Subió su mano un poco más, acariciando la punta con el pulgar y lanzó la cabeza hacia atrás, soltó un suspiro que le removió el pecho a Craig.

—Yo no era así.— Se rió Tweek. Apretó los labios para no dejar escapar un gemido.—Esto es tu culpa.

Me alegra saberlo. Porque realmente me gusta ser el único que sabe cómo se ve esa carita tuya al tener sexo.

Hasta ese momento, Tweek tenía una vaga idea de cómo era Craig, pero en esa idea no estaba ese rasgo que ahora mostraba: algo de posesión. No sabía si era por el calor del momento o si él en verdad podía ser posesivo, tampoco era como si Tweek estuviera en sus cinco sentidos para pensarlo profundamente. Sólo se limitó a pensar en lo sensual que eso sonó.

—Y a mí me alegra que  seas el único que pueda verla.— Gimoteó.

¿Sabes otra cosa que me gusta?— Craig continuaba hablando, su voz sonaba entrecortada. Cada jadeo que dejaba salir, provocaba una ola calurosa llena de sensaciones que encendían cada parte del cuerpo de Tweek.—La forma en que lo chupas, cómo me tocas, el ruido que haces cuando succionas... Dios, como amo escucharte cuando...

Sin dejarlo terminar de hablar, Tweek dejó de tocarse a sí mismo para llevarse dos dedos a su boca y empezó a succionarlos, el chasquido húmedo dejó mudo a Craig por unos segundos. Tweek sonrió travieso cuando lo imaginó conteniendo el aire para intentar no venirse antes que él.

Mierda...— Dijo entre risas nerviosas. Tweek volvió a poner la mano sobre su miembro y continuó el trabajo. Escuchar a Craig sorprendido (y excitado) por las formas en que Tweek lograba sorprenderlo, se sintió maravilloso. Se sentía poderoso de alguna manera.

Porque sabía que él era el único que lo había escuchado de esa forma, hasta ahora. Y en cierto modo... Quería seguir siendo el único que tenga el privilegio de oír al chico nuevo, tímido e introvertido autodestruirse y dejándose llevar por sus instintos más reprimidos, deseoso de cumplir fantasías que solo se reservaba para él mismo.

Tweek era el único que podía sacar ese lado a la luz.

—Es increíble lo débil que puedes ser.— Se burló Tweek, ya no se molestaba en contener sus gemidos, solo se cuidaba de no ser muy ruidoso.

Es que sabes cómo ponerme en marcha.— Reconoció entre risas débiles, opacadas por su respiración agitada.—Eres increíble, Tweek.

Gimiendo suavemente, Tweek arqueó la espalda, los dedos de sus pies se enroscaron debajo de las medias. Escuchó a Craig suspirar bajo y un gruñido apagado. Le encantaba escucharlo gemir, pero necesitaba que siga hablando, que se siga desnudando de esa forma.

Por la ventana entraba una brisa fresca que contrastaba con la calidez de su piel. Necesitaba con urgencia que sea Craig quien acaricie su piel, que le quite la camisa y lo toque tanto como quiera, que haga lo que se le ocurra.

No sabes cómo me gustaría tenerte ahora...— La voz de Craig parecía responder a sus propios pensamientos.—No sé qué se sienta, pero realmente me gustaría tenerte en mi cama, las manos atrás de la espalda, sujetadas con el cinturón... Jalarte el pelo. Que me pidas que te coja.

La temperatura de todo su cuerpo aumentó vertiginosamente, de repente él mismo empezó a sentirse cada vez más débil. Miles de imágenes recorriendo su, ahora, nublada mente. Cada suspiro, jadeo y deseo que Craig expresaba, lo hacía retorcerse de un placer que ya no era dulce o suave, era intenso y desesperado. Necesitaba correrse, pero no quería.

La idea de Craig era intrigante, pensar en darle el control de esa manera le daba curiosidad, aunque también le generaba algo de ansiedad, imaginó que sería una ansiedad agradable, de las que intensifican cada uno de tus sentidos minuto a minuto. Y ya no podía sacarse esa hermosa imagen de la cabeza; Craig siendo dominante, entregarle a él todo el cuidado de su cuerpo y la responsabilidad de romperlo como fuera necesario y tanto como quiera. Sonrió con nerviosismo, tragó un gemido que atentaba con acabar con él mismo y recuperó algo de aliento para poder hablar al fin.

—Te necesito tanto, ¡Ah!... Sobre mí... O debajo de mí.— Ya no había retorno en este punto, si debía acabar, dejaría llevar por el orgasmo. Era muy intenso.—Quiero que estés aquí... Y hagas lo que quieras... Que me dejes hacerte lo que quiera...

Tweek...

—Que me cojas... Detrás de mí...

Dios... Tweek...

—Que me abofetees... Realmente no me molestaría...

¡Ah! Puta madre, Tweek... Por favor, para...

—Craig... Por favor... Solo quiero que seas .

Tweek...— Ese último suspiro sonaba a que era el momento.

En un arrebato, las sábanas se arrastraron debajo de sus pies, moviéndose sin sentido junto con la marea de placer que subió por su cuerpo mientras seguía imaginando el peso del cuerpo de Craig sobre él, aplastándolo contra el colchón, inmovilizándolo y embistiéndolo como solo él podía hacerlo, tocando su parte más sensible una y otra vez. Sus manos atadas, su boca amordazada, sus gemidos graves y su voz profunda penetrando en su oído con frases tan sucias como las cosas que quería que le hiciera, hasta que finalmente acabó sobre sí mismo, y a juzgar por el gemido opacado de Craig, él también había llegado al anhelado clímax. La habitación de ambos quedó en silencio, y por un rato, solo se oyó la respiración pesada de ambos, tratando de recuperar un poco del aliento que perdieron, pero con una sonrisa de satisfacción en sus rostros.

Santa mierda... Siento como si hubiéramos perdido la virginidad por tercera vez.

¿Por qué siempre tenía que arruinar el momento? Tweek apenas tenía algo de aire para intentar respirar y ahora lo perdió por reírse de ese comentario.

Algo en su vientre se agitó, como si las alas de algo lo hubieran acariciado por dentro, y eso le hizo reírse un poco más.

Buscó unos pañuelos en su mesa de noche y se aseguró de limpiarse bien antes de acomodarse en su cama, lo suficientemente cansado como para dormir, pero increíblemente satisfecho.

—Eres un idiota.

Te reíste, así que eres tan idiota como yo.

—Eso no me ofende para nada.

Mejor así, porque solo tú eres capaz de ponerme de esta forma.

—¿Caliente o idiota?

Ambos.— Rió Tucker. A continuación, bostezó.—Deberíamos ir a dormir... ¿Cómo rayos voy a mirarte a la cara después de esto?

—Con la misma con la que me vienes mirando desde que empezamos a hacerlo.

Sí, pero las otras veces no te dije exactamente... Todo lo que quería hacerte. Quiero decir, tan abiertamente.

Las alas que lo acariciaban en su interior ahora revoloteaban con frenesí al oír a Craig avergonzado. Era particularmente tierno escucharlo de ese modo, amaba la manera en que esas dos personalidades de Craig podían coexistir y aún así sentirse tan genuinas. Ambos rieron dulcificados, seguramente por la increíble sensación que el clímax dejó en sus cuerpos, como si estuvieran drogados del deseo por el otro.

O tal vez no era solo el clímax.

—Espero que cumplas con tus palabras.— Condicionó Tweek.

Soy un hombre de palabra.

—Cuento con ello.— Tweek bostezó.—Bien... Te veo mañana en la escuela. Que duermas bien.

Que duermas bien, precioso. Besos.

Craig colgó...

Justo antes de que Tweek gritara contra su almohada por el hermoso apodo que le dijo.

Definitivamente, Tweek dormiría muy bien esa noche.

 

 

 

A la mañana siguiente en la preparatoria de South Park, abundaban los murmullos y los pequeños grupos repartidos a lo largo y ancho de los pasillos, obviamente todos hablaban sobre la primera puesta en escena ante el galardonado director de teatro. No obstante, el pacifismo que reinaba se fue a la mierda cuando Clyde ingresó al instituto.

—¡Es hoy! ¡Es hoy!— Clyde gritaba emocionado por los pasillos, buscaba a sus amigos con la mirada. Corrió un poco más hasta que se encontró con Token, Stan, Jimmy y Kenny. Saltó hasta alcanzar los hombros de Token y se trepó a él.—¡Es hoy!

—Cálmate, Clyde. Ya sabemos que es hoy.— Respondió Token con tranquilidad, aunque lucía sobresaltado por la sorpresa.

—¿No te pone nervioso actuar frente a Gay Al?— Preguntó Stan. Tenía unas hojas en la mano, estaba repasando la apertura de la obra.

—Un poco, pero, ¡ey! ¡Soy el rey de la obra!— Clyde se dejó caer y alzó los brazos con emoción.—¡Saluden al puto rey, Clyde Donovan!

—L-lo-lo de puto na-nadie lo discute, lo otro es de-de-debatible.— Comentó Jimmy con sorna.

Pese a las risas de sus amigos, a Clyde no se le borró la sonrisa del rostro.

—Hablando de putos, ¿y Fucker?— Preguntó Clyde mientras apoyaba la espalda en un casillero.

—Ahí anda.— Kenny hizo un ademán con la cabeza hacia un costado. A lo lejos, se lo vio conversando con Tweek apoyado sobre el casillero.

Viendo con atención la forma en que Craig parecía mirarlo como si fuese la octava maravilla del mundo (probablemente sin ser consciente de que lo veía de ese modo), Token no pudo contenerse e hizo una sonrisa burlona.

—¿Qué pasa?— Preguntó Clyde sin entender.

El único que parecía no darse cuenta de los sentimientos de Craig hacia Tweek (a parte del propio Craig) era Clyde.

—Nada.— Negó Token, sin dejar de sonreír.

—Igual traten de tomarlo tranqui— Volvió a hablar Kenny.—, esta es solo la primera muestra, la que importa realmente es la segunda, o eso me dijo Red.— Explicó.

—¿Y tú qué tal estás, Stan?— Token tomó del hombro a Stan, sin embargo, a Stan le tomó unos segundos darse cuenta de que le habló.

Desde que cortó con Wendy no había vuelto a beber, ni siquiera un sorbo. El primer día creyó que sería un poco más fácil olvidarse de la bebida, ya que al menos se había quitado el asunto de Wendy de encima, pero conforme pasaban los días, la abstinencia empezó a hacer estragos en su interior. Probablemente si algunas gotas de vino le rozaran la lengua, se sentiría un poco más dispuesto y menos nervioso con la presentación de hoy; sin embargo, su constante distracción y el ocasional temblor de sus manos hablaban por sí mismos. No podía autoengañarse.

—¿Mmh? Ah, eh...— Stan intentó recordar qué fue lo que le preguntó mientras dejaba de lado el guion. La voz sonaba apagada, un poco más cautelosa.—Creo que voy a estar bien.

—¿Estás bien, amigo?— Token notó lo extraño que se veía Stan. Su voz demostró preocupación, la misma que tendría un buen padre con sus hijos ante el más mínimo rastro de tristeza.

No. Me siento en la mierda, no quiero estar aquí, quiero beber, quiero ir a fumar, quiero dormir, quiero drogarme, quiero estar solo.

—Sí.

—¿Seguro? Puedes...

—Estoy bien, Token.— Stan se esforzó mucho para demostrar una corta sonrisa.

Se había acostumbrado tanto a estar serio en los últimos días que no se había percatado de algo que el resto sí estaba empezando a notar: Stan sonreía poco, y cada vez menos.

El timbre que anunciaba el primer periodo del día sonó, los chicos esperaron hasta que Jimmy cerró su casiller. Mientras caminaban hacia la clase entre risas y empujones, Stan vagaba con la mirada por los corredores sin prestar atención a nada de lo que su grupo hablaba. Las risas y el ruido de los alumnos yendo de un lado a otro sonaban opacos sin necesidad de usar auriculares. Su visión cansada le hacía ver todo ir a un ritmo menos acelerado de lo que realmente era, en cámara lenta, cada cara que pasaba a su lado, incluso si era alguien corriendo, podía verla detenidamente, aunque no estuviera prestándole atención. La mayoría de los rostros lucían sonrientes, llenos de vida, y Stan no estaba seguro de si envidiaba eso o si se preguntaba cuán reales eran esas sonrisas.

En el fondo, Stan quería creer que no era el único que se sentía vacío, tal vez... Eso le haría sentir menos solo en esto. Stan no estaba solo, claramente.

Pero así se sentía, incluso estando en medio de su grupo de amigos de toda la vida. Y si había algo peor que estar realmente solo, era sentirlo sin importar cuántas personas tengas a tu alrededor.

Era una mierda sentirse así.

Cuando el grupo de Stan llegó a la escalera, el grupo de las chicas los alcanzó desde el otro corredor. Tanto Nichole como Red fueron a abrazar a sus respectivos novios mientras subían las escaleras, y cuando el grupo de ellas se abrió, Wendy quedó expuesta a él.

Stan quería que lo tragara la tierra.

—Hola Stan, ¿qué tal?— Lo saludó ella mientras subían juntos las escaleras.

—Bien.— Mintió.

—¿Nervioso por lo de hoy?

—Un poco. ¿Y tú?

Wendy alzó ambos hombros.

—Algo, también.— Se sinceró.—¿Y Kyle?

Ahora era Stan quien alzaba los hombros, ni siquiera lo vio en el autobús en la mañana.

—No lo sé, no lo vi desde...

El peor error que pudo cometer Stan fue girar la cabeza al oír esa risa tan familiar, o, mejor dicho, risas. Wendy miró hacia donde él se quedó estupefacto sin entender porqué se calló de repente. Kyle subía las escaleras mientras conversaba muy alegremente con Heidi Turner, era extraño verla sin Cartman y aún más extraño era verla sonriendo. En otra situación, eso pondría contenta a Wendy, porque amaba a su amiga y le gustaba verla feliz, pero la cara de Stan... Decía demasiado.

Heidi y Kyle los vieron cuando se acercaron al final de la escalera. La misma Wendy pudo presentir la tensión que Stan sintió al ver a Kyle delante suyo; si Wendy sentía que se le iba a voltear el corazón sin siquiera ser ella la que estaba enamorada de Kyle, no quería imaginarse lo que Stan sintió cuando Kyle lo saludó con esa sonrisa.

Sonrisa que Heidi le dibujó. Eso le dolía hasta a ella.

—Nos vemos luego.— Le susurró Wendy a Stan mientras se alejaba con Heidi. Él solo alcanzó a asentir.

Estaban solos, por primera vez después de semanas.

—Hola.— Saludó Kyle.

—Hey.— Fue lo único que le salió decir en ese entonces.

—Hoy es la muestra al profesor, ¿no? Lo de Hamilton.— Preguntó, era notable que solo lo dijo para tener una conversación.

—Sí.— Respondió Stan mientras pensaba qué más decir para no sonar tan cortante.—Ustedes... Tienen que enseñarle la decoración que planearon, ¿no?

Kyle asintió.

—Sí... Aunque admito que la mayor parte fue idea de Wendy y Heidi, yo me estoy encargando más de averiguar precios y eso.— Kyle rascó su nuca mientras hablaba, lucía tenso y a Stan eso no le pareció extraño.

—Me imagino.

Solo bastó con un corto silencio para que ambos empiecen a sentirse incómodos, no por la presencia del otro (bueno, un poco sí), sino porque no sabían cómo continuar remando esa conversación sin que luzca extraña.

Stan pensó con inquietud qué más decirle. Mientras pensaba, apretó y lamió sus labios sin ser consciente del efecto que eso tuvo en el interior de Kyle, quien se limitó a morder el interior de sus mejillas para reprimir un suspiro caliente.

—Estoy seguro...— Dijo Stan siendo carcomido por los nervios.—De que lo harán bien.

Kyle sonrió un poco ante el comentario.

—Gracias.— Respondió.—Y tú... Suerte con tu ensayo hoy. Siempre te dije que tienes buena labia a la hora de exponer, aprovéchala.

—Lo tendré en cuenta.

Ambos se dieron cuenta de que no había nada más que hablar por el momento, así que simplemente caminaron hasta el salón. Juntos, en silencio y ahogados en profunda agonía por el roce ocasional de sus manos al pasar.

Sentir el suave dorso de la mano de Kyle profundizó el golpe bajo al verlo venir tan sonriente con Heidi. Muchas preguntas atacaron su cabeza, una más dolorosa que la otra.

Menos mal que el salón estaba cerca, aunque para su desgracia, estar en clases no era lo que Stan necesitaba ahora. Su cerebro cansado, aturdido y frustrado necesitaba alcohol. Él estaba muy firme en su decisión de no ceder a esa tentación...

¿Pero cuánto tiempo podría durar así?

 

 

 

Antes de que la hora de teatro comience y deba estar frente al famoso director, Tweek decidió ir a despejar su mente en el salón donde más paz sentía después del auditorio: el salón de arte.

La acuarela sobre el lienzo parecía haberlo extrañado después de tanto tiempo, y para salir de su zona de confort, decidió pintar algo que no solía hacer: a él mismo, interpretando a Hamilton. En la pintura, sus pies firmes en el piso, el pecho hinchado y la expresión intrépida mostraban la seguridad que él esperaba tener en el escenario frente a Gay Al.

Contempló su propia obra un rato, tratando de mimetizarse con ella. Se sentía inspirado, no veía la hora de interpretar Alexander Hamilton y deslumbrar al profesor con su voz y su actuación. Esta era, probablemente, la mayor oportunidad de su vida, su oportunidad para redimirse de aquel episodio que lo alejó de los escenarios hasta hoy. Exhaló el aire por la nariz mientras disfrutaba de la paz y confianza que recorría su cuerpo.

Alexander Hamilton.— Cantó Tweek. La soledad de ese salón era ideal para ensayar sin pena. Caminaba por el salón con audacia, metido en su papel.—My name is Alexander Hamilton. And there's a million things I haven't done... But just you wait, just you wait. When he was ten his father split, full of it, debt-ridden, two years later, see Alex and his mother bed-ridden...— Se frenó en medio del giro, se esforzó por recordar cómo seguía la letra y sus movimientos. Luego de unos segundos, lo recordó y continuó.—Half-dead sittin' in their own sick, the scent thick...— Otra pausa para recordar... Ya era la segunda vez que se olvidaba la letra. Continuó cantando en voz baja, con pasos lentos, inseguro.—And Alex got better but his mother went quick...— Ahora se quedó paralizado en su lugar, no lograba recordar qué movimiento tenía que hacer. Esa canción que tenía tan grabada en su cabeza empezaba a volverse borrosa.—Moved in with a cousin, the cousin committed suicide... Left him with nothin'...

Y ahora sí... No recordaba nada de nada.

No puede ser.

Buscó desesperado la canción en su celular y la escuchó en la parte donde se quedó. Cerró sus ojos y repitió la línea junto a Lin-Manuel Miranda, la repitió tres veces para grabarla en su mente. Dejó el celular a un lado y volvió a intentarlo.

 And there's a million things I haven't done... But just you wait, just you wait. When he was ten his father split, full of it, debt-ridden, two years later, see Alex and his mother bed-ridden...

Otra vez se quedó en blanco.

Esto empezaba a preocuparle. Miró la hora, faltaban veinte minutos para ir a teatro.

Tenía que salirle bien, tenía que recordarlo. No podía no salirle, no hoy, no ahora.

 Moved in with a cousin, the cousin committed suicide... Left him with nothin'...

No, esa parte no iba. Pensó asustado de sí mismo.

Empezó a sudar cuando cayó en la cuenta de que, efectivamente, todo lo que tenía aprendido desapareció de su mente, como si su sistema se hubiera reseteado. Tweek empezó a sentir una sensación de pánico instalada en su estómago que le era familiar, como un viejo enemigo haciéndole una visita solo para recordarle que nada se había resuelto en realidad y amargarle la existencia. Sintió como la ansiedad ascendió por su garganta, impidiéndole hacer cualquier cosa, desde intentar continuar cantando hasta respirar.

Se movió hacia atrás, dejó escapar un suspiro tembloroso cuando la espalda chocó con la pared empapelada de afiches con información sobre teoría del color. Los dedos empezaron a retorcer los mechones de su cabello con frenesí mientras intentaba recordar cómo respirar, pero su cabeza estaba inundada de voces y recuerdos que le impedían concentrarse, como si volviera en el tiempo, a ese día.

Será mejor que procures ensayar mucho para no equivocarte entonces, porque sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo y se burlen de ti. Sonó en su cabeza como un martillo rompiendo una enorme casa de cristal.

Sería una pena que te equivoques delante de todo el pueblo.

—No...— Sollozó. Las lágrimas recorriendo sus mejillas sin detenerse, el corazón acelerado y la falta de aire no auguraban nada bueno.

Estaba pasando.

No otra vez.

 

Chapter 35: Colapso (+16)

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=VuSu-cAas54

Notes:

TW: Este capítulo puede contener escenas sensibles. Cuando dicha escena comience, las primeras tres palabras estarán escritas en negrita.

Al final del capítulo habrá un pequeño resumen y explicación para quienes prefieran salteársela.

Chapter Text

 

 

 

—Bueno clase, presten atención.— Al llamó la atención de los pocos presentes.

Los alumnos ingresaron al auditorio sin apresurar el paso, de todos modos, ¿cuál era el incentivo para ser tan puntual? Luego de la clase de presentación, no tuvieron ninguna otra clase de teatro que realmente se parezca a una clase. En el segundo encuentro con Al, revisó las líneas de tiempo que les mandó a hacer solo por compromiso y muy por arriba; la calificación fue de nueve para todos y no hubo mayores correcciones, lo cual se sintió realmente injusto para aquellos estudiantes que se lo habían tomado en serio como Red (y solo se la nombra a ella porque a Clyde y Craig literalmente les chupó un huevo) o el grupo de Tweek, Bebe y Wendy. La tercera y cuarta clase se podría resumir en dos cosas:

Caminen en círculo sin chocar a nadie y traten de turnarse para decir un número cada uno.— Había explicado en esa ocasión.—Por ejemplo: McArthur dice “uno”, Marsh dice “dos”, Valmer dice “tres”. Si repiten el mismo número o hablan al mismo tiempo, vuelven a empezar. ¿Entendido? Ahora practiquen eso.

Y fuera de Red y Tweek, ninguno entendió cuál era la finalidad de ese ejercicio, tampoco hicieron un esfuerzo real por descubrirlo.

¿A ti te interesaría entender un ejercicio que ni siquiera al profesor parece importarle? Generalmente no. El profesor Al pasó las siguientes clases leyendo una revista o en el celular mientras los chicos hacían ese ejercicio y otro que consistía en formar una ronda, rotar la cintura y aplaudir, y cuando terminaban de hacer eso… Hora libre.

Y en la última clase, Al directamente brilló por su ausencia. Cuando fue notificado de que solo quedaban dos clases antes de la feria de apertura de los talleres, decidió que ahora sí actuaría como un profesor de teatro; esperaba que los chicos hayan usado el tiempo que tuvieron para prepararse bien, porque Al no tenía ganas ni tiempo para lidiar con alumnos que simplemente no estaban preparados para eso.

¿Cuál era la peor parte de esto, además de que los chicos del taller no estarían para nada preparados para la feria de no ser por Red? Gran Gay Al fue contratado por la escuela, orden transmitida por ministerio de educación, que a su vez fue una orden directa de la alcaldesa McDaniels, y le habían pagado una absurda cantidad de dinero por estar ahí. Dinero público, claro está.

El piso del auditorio rechinaba cada vez que alguien respiraba fuerte y los reflectores estaban sostenidos por unos (para nada confiables) alambres del taller de carpintería; pero Gay Al era más importante para McDaniels que el hecho de tener un auditorio en condiciones de que, como mínimo, nadie muera por ser demasiado iluminado por un reflector (en la cabeza).

—Ahora realizaremos los ejercicios que les estuve enseñando últimamente y luego pasamos a lo importante: la primera prueba.— Explicó.—Formen una ronda junto a mi, con sus piernas bien separadas, y cuando giran el torso a los lados, aplauden. Traten de sincronizarse.

Los alumnos solamente se limitaron a asentir e imitaron al profesor. Mientras todos ejercitaban, Craig buscaba con la mirada a Tweek, pero no lo encontró y le resultó extraño.

—¿Vieron a Tweek después de la última clase?— Le murmuró a Clyde.

—No. Pero vi que subió arriba…— Respondió.

—No creo que suba para abajo.

—Chupala, bueno, como te decía, lo vi irse arriba. Tal vez fue a pintar o algo.— Finalizó Clyde.

Los ejercicios de calentamiento terminaron y los alumnos esperaron a la siguiente indicación. Al tomó el registro que descansaba en el pequeño escritorio sobre el escenario y dijo que pasaría lista antes de empezar con la primera muestra, lucía una expresión de desdén mientras repasaba los nombres, los cuales no terminó de aprenderse (tampoco lo haría). Tomó asistencia a los pocos alumnos de cuarto y quinto año, dejando para el final a los de sexto.

—¿Testaburger?

—Presente.

—¿Tucker?

—Acá.

—Se dice presente.— Lo reprendió el profesor antes de continuar (no vio que le alzó el dedo medio cuando le dijo eso).—¿Turner?

—Presente.

—¿Tweek?

Sin respuesta.

—¿Tweek?— Volvió a preguntar el profesor, notablemente impaciente.

—¡Es “Tweak”!— Corrigió Clyde, luego se quejó cuando sintió los codos de Token y Craig contra sus costados.—¡¿Qué?!

—Bueno— El profesor sonó decepcionado al decirlo mientras alzaba ambos hombros. Escribió algo en el registro antes de seguir.—, ¿Valmer?

—Pr-pre-pr-pre…

—Suficiente.— Lo interrumpió el profesor, claramente harto de su tartamudeo.

Hasta que Jimmy terminó de decir “presente”,  la puerta del auditorio se abrió y todos voltearon a ver de quién se trataba. Tweek bajó las escaleras del pasillo y se frenó cuando vio que sus compañeros estaban sentados frente al profesor y que éste sostenía el registro en sus manos. La fría mirada que el profesor le dedicó le hizo helar la sangre.

—Llegas tarde.— Dijo Al usando un tono intimidante.

La forma en que lo dijo fue tan severa para Tweek que sintió cómo un sudor frío lo bañó de repente. Podía sentir la mirada de todos sobre él, incómodos y expectantes. Sus piernas temblaron cuando intentó retroceder, solo por instinto.

—Lo si…

—Te pondré media falta, ve a sentarte antes de que cambie de opinión.— Sentenció. Tweek intentó moverse, pero el miedo lo tenía paralizado, lo que irritó a Al.—¡Ahora!

Tweek se sobresaltó cuando elevó la voz, lo que le dio suficiente impulso para caminar hasta un asiento vacío junto a Kyle y Butters, ambos lo miraron con la misma expresión de preocupación.

—¿Estás bien?— Le preguntó Butters, preocupado.

Tweek solo asintió. Segundos después, su celular vibró y metió la mano en el bolsillo para sacarlo.

La pantalla presentó una leve rotura en el extremo de arriba, producto del ataque de ansiedad que sufrió en el salón de artes. Apretó los labios cuando lo notó, sintiéndose culpable.

El mensaje que hizo vibrar su celular era de Craig.

Craig:

¿Todo está bien? ¿Pasó algo que llegaste tarde?

Tweek:

Nada, estoy bien.

Craig:

¿Seguro?

Tweek iba a escribir una respuesta, pero Kyle tocó su hombro con desespero, miró al frente y se encontró al profesor viéndolo fijamente, en completo silencio. Entonces Tweek trató de guardar el celular en el bolsillo de su campera, pero…

—No, no.— Volvió a hablar el profesor y estiró la mano.—Dámelo a mí.

—Ay, dios.— Murmuró Craig para él mismo. Se sentía completamente responsable por el mal momento que Tweek estaba pasando.

Si que el profesor te quite el celular es un momento demasiado vergonzoso por sí mismo, que te obligue a pararte frente a una clase de treinta personas y llevarle el celular mientras el espacio se inunda de un silencio aún más incómodo que el anterior, es aún peor.

Le entregó el celular sin poder mirarlo a la cara y regresó a su lugar como si algo se le estuviera quemando (además del rostro por la vergüenza que sentía). El profesor Al lo observó desde que se acercó a entregarle el celular hasta que Tweek volvió a su asiento. Se escuchó el rechinar de su butaca, y seguido de eso, Al se aclaró la garganta.

—¿Quién se encargó del vestuario?— Preguntó.

Algunas de las chicas observaron a Bebe, ella levantó la mano con lentitud, su rostro ya no mostraba la misma seguridad que al principio.

Se levantó de la butaca y alzó la enorme bolsa de consorcio con ambos brazos que descansaba a su lado.

—¿Algún caballero que se digne a ayudar a su compañera, por favor?— Preguntó el profesor con prepotencia.

—No necesito ayuda.— Bebe bajó los pocos escalones que la separaban del profesor con absoluta facilidad. Dejó la bolsa en su escritorio y se paró a su lado.

—Antes que nada— Al tomó una porción de la bolsa con el pulgar y el dedo índice, notablemente disgustado.—, una futura vestuarista debería cuidar sus creaciones, eso incluye en donde la transporta. Y esta bolsa, no se ve para nada estética ni… Higiénica.— Juzgó asqueado.

¿En serio la está criticando desde ya… Por una puta bolsa? Pensó Wendy, indignada, poniéndose de pie.

—Disculpe profesor…— Habló Wendy.

—Deben levantar la mano para hablar en clase.— Respondió el profesor, totalmente desinteresado en lo que Wendy vaya a decir.

—Pero usted tiene que fijarse lo que realmente importa, que es la ropa.— Continuó hablando, ignorando las palabras del profesor.—No todos pueden permitirse un organizador de ropa, son muy caros, y más para una estudiante.

Permaneció de pie a la espera de una disculpa para su amiga, o al menos una justificación. Pero todo lo que recibió fue mirada llena de indiferencia y continuó sacando la ropa de la bolsa para seguir (des)calificando a Bebe. Red, quien estaba igual o más decepcionada de la persona que solía admirar, tiró de la manga del suéter púrpura de Wendy; Quería gritarle, insultarlo… Hasta golpearlo, pero la desventaja era imposible de ignorar, y tuvo que sentarse, atragantada por la impotencia.

—Bueno… No es una maravilla, pero he visto cosas peores.— Al terminó de ver cada prenda que Bebe confeccionó con su expresión característica: siempre despectiva, no se le había escapado una sonrisa ni de casualidad.—Tendrá que mejorar en las costuras internas y en la elección de telas en general, los vestidos gritan “segunda mano” y los trajes de los hombres parecieran hechos por madres para el acto escolar de sus hijos de primaria. Espero ver una mejora antes de la feria.— Luego de la (nada constructiva) devolución, miró a Bebe como si no hubiese estropeado su autoestima y desmeritado tres semanas de arduo trabajo, y soltó la última camisa que había tomado como si de un trapo húmedo y viejo se tratase.—Puede sentarse.

Bebe tardó en ir a sentarse porque estaba petrificada, sus ojos llenos de rabia e impotencia estaban clavados en el profesor, su boca abierta quería decir algo, reclamarle una verdadera crítica y no las chicanas baratas que se dedicó a escupir, pero no consiguió articular palabras.

Con el puño cerrado y tembloroso, cerró la bolsa y caminó tan rápido como pudo para alejarse de la escena. De pronto, cuando caminaba por el medio de la escalera del escenario hacia las butacas, se oyó el ruido plástico de la bolsa desgarrándose, y todas sus confecciones se esparcieron por la escalera. Inmediatamente, Wendy corrió a ayudarla a recoger la ropa. Sobre su nuca, Bebe sintió la pesada mirada del profesor viendo ese espectáculo, algo satisfecho por haber adivinado cómo sería el desenlace.

Dios… Pobre Bebe. Pensó Tweek, sintiéndose más aterrado que antes. Sintió como su corazón empezó a latir a mayor velocidad, tenso.

—¿Escenografía?— Al llamó al próximo equipo de condenados.

Varios de los estudiantes que se encargaron de armar el escenario para la obra se pusieron de pie y le enseñaron al profesor las planchas de cartón pintadas. Con ellos, Al fue un poco menos duro, pero eso no significaba que les haya tirado flores. Criticó el material utilizado, pero también la irregularidad de los trazos de algunas de las planchas.

Y ahora le tocaba a Craig tragar un poco de mierda.

—Si dibujar no es tu fuerte, debiste haber pensado mejor la tarea que ibas a hacer, ¿no te parece?— Al miró la plancha que Craig dibujó junto con Tweek (y corregida por Lola). Dudaba sobre si hacer una mueca desaprobatoria o reírse con sorna del trabajo del estudiante.

Craig se encogió de hombros y eso a Al le extrañó, generalmente sus críticas destrozaban la confianza de sus estudiantes. No era este el caso.

—Honestamente, me importa un carajo, solo estoy aquí porque quiero asegurarme una buena nota en literatura porque no tengo ni las ganas ni el tiempo para volver a leer un libro que ya leí cuatro veces en la técnica. Y por el solo hecho de estar aquí y hacer algo, esos puntos extras ya me corresponden... De hecho asistí más aquí siendo alumno que usted siendo profesor, si la presencialidad no es su fuerte, debió haber pensado mejor antes de tomar este trabajo, ¿no le parece?— Respondió Craig con seriedad, sobrando por completo el intento de Al por humillarlo y usando su propio truco en su contra.

El silencio se vio opacado por un murmullo que hizo eco en el auditorio, los estudiantes impresionados por la valentía de su compañero para enfrentar al profesor, y otros muertos de la risa por como barrió el piso con él, sin usar un tono soberbio ni nada que se le aparente.

—Que sea la última vez que me hablas de ese modo, o te vas de este auditorio sin los puntos extras y leyendo ese libro por quinta vez te guste o no, ¿entendido?— Amenazó Al a regañadientes y mirando a Craig mientras le apuntaba con el dedo.

Craig le alzó el pulgar con la misma expresión indiferente, hasta que el profesor se volteó, entonces cambió el pulgar por el dedo medio. Sus compañeros rieron por lo bajo, lo que alertó a Al y volteó a verlo. Rápidamente, escondió la mano.

—¿Hiciste algo?— Preguntó el profesor, cansado de la presencia de Tucker.

—No.— Mintió mientras enseñaba su mejor cara de “yo no fui”.

Al le sostuvo una mirada de desconfianza durante unos segundos más antes de darle la espalda.

—Siéntense.

En cuanto dejó de observarlo, Craig no solo le volvió a alzar el dedo medio, sino que lo hizo con ambas manos por una pequeña fracción de segundos, esta vez sus compañeros aguardaron la risa. De este modo, los estudiantes del equipo de escenografía regresaron a sus lugares.

Bueno… Pudo ser peor, creo. Analizó Tweek lo sucedido recientemente. Craig lo llevó bien… Pero es porque él es… Distinto. Creo que si me hubieran dicho eso a mí, yo…

Su estómago se revolvió. Ahora su corazón latía más rápido que antes.

—¿Narrador?

Mierda. Pensó Stan.

Lo bueno de ser el tercero en presentar su parte es que ya había visto cómo calificaba el profesor, así que ya no se iba a llevar una sorpresa, y si a la misma Bebe había tratado como basura siendo que los diseños de la ropa (desde su punto de vista) eran muy buenos… No esperaba que a él lo tratase mejor.

Caminó hasta el centro del escenario, justo donde la luz se situaba, sacó el papel del bolsillo y lo desenvolvió, tomó aire antes de comenzar a leer, pero cuando iba a hacerlo…

—Párate derecho.— Ordenó el profesor.

Stan puso los ojos en blanco, pero obedeció de todos modos. Otra vez se preparó para leer, pero…

—Mira al público.— Volvió a interrumpirlo.

Para este punto, Stan tuvo que cerrar sus ojos para contener las ganas de mandarlo a cagar.

—Y sin el papel.

—¡No me jodas!— Exclamó extendiendo los brazos.

—¡Sin papel!

Como yo diga lo que opino de esto, a mi me llevan preso. Pensó con rabia mientras guardaba con resignación el “machete” que se había hecho.

—Ahora sí, empieza.

“Queridos norteamericanos…”

—¿No será “americanos”?— Cuestionó el profesor.

Ay dios… Puto nacionalista hijo de puta.

—América es el continente.— Explicó Stan.—Nosotros somos norteamericanos, en todo caso...

—Sí, sí, bueno…— Al profesor no le gustó el comentario de Stan.—Prosigue.

“Queridos norteamericanos, no es secreto que nuestra nación ha pasado por muchas épocas y dificultades: la esclavitud, por ejemplo, así como también tener al asfixiante pie de Inglaterra sobre nuestras cabezas, imponiendo lo que era suyo y lo que, según decían, era de nosotros. Hoy somos un país diferente, y eso se lo debemos a nuestros Padres Fundadores; entre ellos, Alexander Hamilton. Esta es su historia.”

El profesor hizo ver su labio inferior mientras asentía con la cabeza. Hasta ahora, fue el gesto menos despectivo que tuvo en el día.

—No está mal, pero…— El profesor pensó qué era lo que podía criticar.—Tu voz…

—¿Qué tiene?— Preguntó Stan, confundido.

—Es tan… Deprimente. Hablas como si acabaras de salir de rehabilitación después de una sobredosis o algo así. Si puedes hacer que suene menos triste y más atrayente, sería mejor.— Comentó el profesor Al mientras anotaba algo en su libreta, seguramente datos que tomaría en cuenta para la segunda y última muestra. Levantó la vista otra vez cuando se percató de que Stan continuaba de pie.—Es todo.

Por favor… Pero si no estuvo tan mal. Pobre Stan. Pensó Tweek. La tensión en sus músculos y el temblor en sus rodillas no tardaron en presentarse, y su corazón latió todavía más fuerte. Para su desgracia, el no tener el celular encima le impedía poder revisar la hora, así que toda su ansiedad estaba carcomiendo lenta y dolorosamente su asustado cuerpo, que no sabía distinguir entre cinco minutos y una insufrible e interminable hora. Una sensación parecida al entumecimiento se alojó en su garganta, porque sabía que los próximos serían…

Los actores.

Decepcionado pero no sorprendido, Stan bajó del escenario y regresó a su asiento, un poco más deprimido que antes. No estaba deprimido porque no le haya gustado al profesor, eso ya se lo esperaba. Sino por las palabras que utilizó… ¿Realmente era necesario decir lo de la sobredosis? Porque de hecho, no le faltaban ganas.

Su celular vibró en su bolsillo, antes de responder miró al profesor y se aseguró de que no le estuviera viendo, no quería pasar por lo mismo que Tweek. Cuando se cercioró de que Al estaba distraído, puso su teléfono entre los muslos con el brillo al mínimo y lo desbloqueó.

Kyle:

¡Creo que estuviste muy bien! A mí me gustó :)

Algo en su pecho se colapsó cuando leyó el mensaje. Buscó con la mirada a Kyle en los asientos de la fila de atrás. Kyle lo miró de reojo e hizo una media sonrisa, antes de volver a poner su atención al frente.

Sonrió para sí mismo cuando sintió el cosquilleo en su estómago, esta vez fue una sonrisa verdadera. Por un segundo se olvidó de que estuvo triste toda la semana.

Stan:

Gracias Kyle :’)

—Encara Messi, encara Messi…— Le susurró Craig a su lado, quien había visto el pequeño cruce de miradas y sonrisas de los dos chicos. Stan le dio un pequeño golpe en el hombro como respuesta, algo avergonzado por haberse expuesto.

—No es lo que piensas.— Intentó desmentir Stan mientras volvía a guardar su celular.

—Claro, y yo nací ayer.— Dijo en voz baja y tapando su boca, conteniendo su risa.

—Cállate.

—Ahora lo importante.— El profesor Al habló alto y claro, todos lo miraron en silencio y a la espera de su siguiente llamado.—Los actores, al escenario.

Los oídos de Tweek se ensordecieron, todo sonido fue reemplazado por un pitido sutil. Observó como todos sus compañeros se ponían de pie y caminaban hacia el escenario, sabiendo que él también debía hacerlo. Intentó impulsar su cuerpo con los brazos y se sorprendió al notar que pesaba más de lo recordaba; al mismo tiempo, se sentía como si cualquier paso en falso podría hacerle perder el equilibrio, y estaba seguro de que si eso pasaba, se desmayaría.

Afortunadamente, consiguió caminar hasta el pasillo detrás del escenario sin morir en el trayecto. En la oscuridad encontró la oportunidad de devolverse así mismo al presente, tomó aire y se ahogó en el intento, aunque no era nada que toser un poco no le ayude. Se percató entonces de que estaba teniendo más tics de lo que era normal en él.

—Mierda.— Murmuró luego de intentar frenar sus tics y fracasar.

Tweek no estaba ansioso, no, era lo que le seguía a ansioso; primero estaba nervioso por presentarse frente a Al y fallar u olvidarse algo, como le pasó en el salón de artes, y ahora estaba nervioso porque no podía calmarse y eso le ponía… Más nervioso. Esa etapa era a la que él llamaba “ansiedad al cuadrado”.

Una ola de calor lo abrazó junto con una angustia esclavizante, lo que provocó un ligero mareo que le obligó a ponerse de cuclillas mientras continuaba buscando la manera de calmar el ritmo acelerado al que su pecho subía y bajaba. Demasiados pensamientos entraban y salían de su cabeza, tan rápidos y uno detrás del otro, y no le daba el tiempo para procesarlos o comprenderlos del todo.

Eran muchas las emociones que movían ese piso de concreto tan firme que él (y sus padres) se encargaron de construir durante los últimos trece años, desde el primer y último día que se subió a un escenario frente a lo que podría llamar “un público” y que sufrió un episodio lo bastante traumático como para que lo siguiera perturbando hasta el día de hoy.

Era extraño sentir tanta mierda aglomerarse en su cabeza cuando hace pocas semanas sí se subió a un escenario con gente y ya había pasado por esta etapa de pánico escénico. Pero había una diferencia: semanas atrás no se sentía solo y sus amigos eran su escudo.

Ahora parecía que eran el Gran Gay Al y él solos, porque si les gusta a sus amigos ya no importa, lo que importaba era que le guste a Al. Y si no le gustaba a Al, ni todos los amigos del mundo podrían protegerlo de su devolución ni de él mismo.

La ansiedad es una reacción emocional y física ante la premisa de un peligro. Pero esto no se sentía como una premisa. Tweek de verdad estaba en peligro.

—Cálmate Tweek, cálmate.— Se susurró así mismo con la voz temblorosa, casi sin aire. Cerró los ojos y respiró profundamente.—Cálmate, todo va a salir bien… Encuentra tu centro… Sí, eso, encuentra tu centro.

Había algo que su familia le había enseñado de pequeño y que aún practicaba antes de pintar o dibujar algo (nunca para antes de actuar porque hasta este año no había vuelto a actuar, y menos para lecciones orales porque después de su tercer ataque de pánico se negó rotundamente a volver a tomar otro examen oral). Y eso era meditar hasta conseguir visualizar nítidamente algo que lo relaje.

Cerró sus ojos y se enfocó en su respiración. Se imaginó en un lugar del que se sentía parte: un árbol y un enorme campo de girasoles, sus flores favoritas, bañadas de una hermosa luz solar y un cielo pintado de naranja y rosa (Tweek amaba los atardeceres más que cualquier otra etapa del día, porque el amanecer lo cansa y la noche le preocupa porque es muy temprana). El único sonido que rompía el silencio era el canto de las aves y… Una seductora voz tarareando R U Mine?, acostado a su lado, con la pierna derecha descansando sobre la rodilla izquierda y un cigarrillo encendido entre los dedos largos…

Espera… ¿Por qué en su lugar seguro había otro chico? Y… ¿Por qué se le hacía tan familiar?

—¡Agh!— Exclamó Tweek cuando abrió los ojos encontrándose más alterado que antes.

Ok, apenas si podía asimilar el hecho de que cuando Token termine de cantar y ser calificado, sería carne de cañón para un profesor con una prestigiosa carrera en el teatro y lidiar con sus traumas más profundos… Ahora Craig se coló en la única fantasía que lo mantenía estable y en paz.

Y ojo, no es que Craig no le hiciera sentir bien, todo lo contrario (y si se ponía a pensar de qué formas lo hacía sentir bien, seguramente tendría que salir corriendo a darse una ducha muy fría), pero… Los sentimientos que florecían en su interior cuando estaban así de solos eran los que empezaban a alterarlo, y ahora formaban parte de la enorme colección de sentimientos y emociones que Tweek aún no lograba entender.

—Se tomaron en serio la obra de Broadway, por lo que veo.— Rió Al cuando Token acabó de cantar.

Red lo miró extrañada.

—¿A qué se refiere, profesor?— Preguntó Red… Aunque en el fondo creía saber de qué hablaba.

—Pues…— El profesor miró a Token, quien lo veía con el ceño fruncido. Negó con la cabeza.—Nada, estuvo bien. Hasta en la voz te le pareces.

Eso fue un… ¿Halago? ¿O burla por el hecho de que Leslie Odom Jr. también era negro?

Racista de mierda.

Token pensó en enfrentarlo, pero sabía bien que Tweek estaba esperando para entrar y mientras más tardase, más ansioso se sentiría. Así que con toda la bronca del mundo, apretó los labios y se tragó el orgullo.

—Entonces… Ahora viene Hamilton.— Pensó el profesor.—¡Que pase la estrella!

Oh dios… ¡Oh Jesucristo!

Llegó el para nada esperado llamado y lo único que Tweek quería en ese momento era meter los dedos en el enchufe que tenía a su lado y que le rocíen con cianuro en polvo (dato que aprendió de Craig, porque solo un nerd puede maquinar maneras nerds para suicidarse)…

Sí, ya estaba empezando a mimetizarse con su sentido del humor.

Tweek se levantó del piso y tomó una respiración profunda.

Tú puedes… Tú puedes, Tweek.

Y salió a escena.

Alexander Hamilton. My name is Alexander Hamilton, and there's a million things I haven't done. But just you wait, just you wait…— Tweek cantó como siempre lo había hecho, le tembló la voz un par de veces y el aire salía de su boca cuando llegó a la última parte, pero lo había hecho; cantó solo delante de sus amigos, alumnos de otros cursos y un profesor, y no cualquier profesor: sino delante de Gran Gay Al.

Este logro le hizo abrazar la falsa esperanza de que ese día podría terminar bien.

En lo que quedaba de canción, sus compañeros desplegaron el resto de la performance con tanta gracia y magia que resultaba increíble que solo se trataran de estudiantes de preparatoria que en realidad estaban ahí por pura conveniencia (o por amor a la obra de Hamilton, tal vez, la mayoría tenía Disney o Cuevana).

—Disculpe, ¿es usted Aaron Burr, señor?— Preguntó Tweek (Hamilton) a Token (Aaron).

—Depende, ¿quién lo pregunta?

—Ah, pues…— Un maldito tic lo interrumpió.—Claro. Señor, soy Alej-¡Agh! Alexander Hamilton.— Respondió mientras hacia una reverencia. Trató de hablar rápido para ocultar los crecientes tics, pero no funcionó.

—¡Paren aquí!— Ordenó Al, y miró a Tweek.—¿Puedes dejar de hacer esos ruidos raros y esas… Cosas con tu ojo?

¿Qué carajo? Craig pensó indignado. Instintivamente apretó el puño.

Tweek siempre se sintió acomplejado con sus tics o sus sustos fáciles, era consciente de que a todos les molestaba compartir tiempo con una persona que tiembla, que tiene tics como un loco de atar y que su facilidad para que le tomen por sorpresa era irritante (incluso para Craig, nunca se lo dijo pero Tweek lo sabía.)

Pero que se lo haya confirmado Al delante de casi cuarenta o treinta (ya perdió la cuenta) alumnos, en medio de un escenario y con la luz señalándolo acusatoriamente, igual que en la obra de navidad, generó un eco maldito en su mente que reavivan las voces que creyó muertas y la sensación de que un baldazo de estalactitas puntiagudas caía sobre su cabeza.

Cálmate Tweek… Cálmate.

—¡Oiga!— Clyde se aproximó al escenario de forma vertiginosa.—En primer lugar, son tics, y en segundo lugar, a pesar de sus tics, lo hace increíble, ¿cuál es el problema?

—Selección natural, alumno, ese es el problema. Una jirafa con el cuello corto no puede alcanzar las hojas de los árboles más altos, lo que significa que consumirá menos alimento que el resto, y por lo tanto, es más probable que muera…

—Si supiera que esa teoría quedó obsoleta desde el siglo XIX…— Rebatió Craig.

—Eso lo averiguaremos ahora.— Lo interrumpió Al enseñándole la mano. Volvió a fijarse en Tweek.—Canta My Shot.

Tweek lo observó confundido. Quería creer que todo esto solo se trataba de una pesadilla.

—¡Agh! ¡¿Q-qué yo qué?!

—Lo más importante aquí es el protagonista, y para asegurarnos de que esto no es una mala elección, te pondré a prueba. Canta My Shot.— Repitió Al con un tono imperativo que se alojó en su mente, un nuevo eco.

Se encontraba en un laberinto de espejos donde no podía ver más allá de su propio reflejo, desesperado por hallar una salida que no implique caer en el pánico y correr maniáticamente rompiendo espejos de manera indiscriminada hasta que no quede más que un camino despejado, cubierto de vidrios rotos al pasar y manchas de sangre.

Una parte de Tweek quería pensar en que no debía dejarse comer por los buitres y dar lo mejor de sí porque sabía que era capaz de hacerlo.

Pero fue débil. Y dejó que los buitres se lo comieran compulsivamente hasta dejarlo delante de una persona infinitamente superior a él, a la que jamás podría alcanzar o imitar.

Hasta sus amigos lucían gigantes a su lado.

—I-I am not throwin' away my shot… I am not throwin' away my shot…

Y fuera de eso, no recordaba nada más.

La cara del profesor habló por él mismo, por lo que no era necesario que exprese en voz alta lo decepcionado que se sintió por el Alexander Hamilton que tenía delante suyo.

—Suficiente.— Pero claramente el profesor parecía sentir la necesidad de humillarlo aún más. Pasó de largo a su lado y se acercó al resto del elenco.—Continuaremos con…

—La puta madre, ¿por qué todo me está saliendo mal?— Murmuró Tweek para él mismo, sin poder terminar de digerir lo mal que le estaba yendo ahora.

Lo que Tweek no esperaba era que el profesor lo oyera.

Aquí empezó su verdadero calvario.

—Tweak, por favor, retírese que ya terminó y…— Al volvió a dirigirse a Tweek, su voz se adueñó del silencio del auditorio y tomó por sorpresa Tweek.

—¡Pero profesor, usted no entiende!— Para este punto, Tweek ya estaba en modo automático, ni siquiera se dio cuenta de que las lágrimas empezaron a caer sin control. De alguna forma, pensó que si expresaba o se explicaba, Al podría tener un poco de piedad por él.—¡Llevo semanas practicando! Déjeme mostrarle lo que sé, otra canción, y verá que…

—Ya vi suficiente, y ahora quiero seguir con los demás…

—¡Pero profesor…!— Tweek quería estar muerto, nunca había anhelado tanto las ganas de morir como en ese momento.

—Mira Tweek, si yo tuviera que compadecerme por cada alumno con pseudoansiedad que tengo, no debería ni abrir la boca, y no te creas que porque alces la voz, llores un poco y uses tu “ansiedad” como excusa a tu falta de preparación y talento me voy a conmover. Ya está. Ahora déjame continuar con mi trabajo, no le cagues el ensayo al resto de tus compañeros que sí están hechos para esto y tú ve a tratar esos tics tan molestos a algún lado, porque yo no soy psicólogo y no tengo porqué aguantarlos.

A partir de ahí, Tweek se quedó completamente desconectado de la realidad. Ya no oía ni sentía, solo se quedó ahí: estupefacto, indefenso y perdido. Literalmente.

El mundo fuera de su cabeza inundada de risas y de su propia voz repitiéndose que su padre tenía razón seguía moviéndose, Al mostró intención de seguir la clase como si no hubiera pasado nada.

Y él solo se dejó perder. No es como si esto le sorprendiera… Sabía que pasaría.

No estaba hecho para esto.

Lo siguiente que pasó fue extraño y confuso para Tweek, como secuencias borrosas y voces opacadas por un tapón en sus oídos o alguna mierda así, no importaba, porque él dejó de estar ahí. Solo quedaba su cuerpo, un cuerpo reprogramado por el pánico en cuenta regresiva para su inminente explosión.

Cuando Al volteó para hablar con el resto de sus alumnos (que no se mostraron indiferentes al trato que recibió Tweek), Craig se subió al escenario siendo seguido por Stan, que lo tomaba como podía de la campera y los hombros para que se detenga, pero no lo consiguió. Se acercó peligrosamente al profesor con los puños cerrados, generando que el resto del alumnado entre en un estado de histeria abrumador.

—¡¿Quién mierda te crees que eres para hablarle así, a quién te comiste?! ¡Concha de tu madre!

—¡Craig, cálmate! Lo vas a empeorar.— Lo frenó Token, poniéndose frente a él.

Tweek no lograba conectarse con lo que pasaba y tampoco escuchó lo que Al le respondió a Craig, el mundo no tenía sonido y las voces eran un eco distorsionado. No lograba entender porqué esas figuras desenfocadas frenaban a Craig o por qué todos estaban tan inquietos, ¿qué estaba pasando? ¿por qué Craig estaba tan enojado? ¿Qué dijo Al?

—¡Ésta me vas a expulsar, hijo de re mil puta!— Craig no escuchaba a nadie, ni a Stan ni a Token, nadie. Suficiente había aguantado el impulso de decirle lo que pensaba y suficiente mierda le había escuchado decir. Ahora era su turno.—¡Pídele perdón ahora mismo o…!

¿O qué?— Lo desafió el profesor, lo miraba despectivo.—¿Me vas a pegar? Y bueno… ¿Qué se puede esperar de un burro más que una patada? Y más tratándose de un Tucker, por lo que veo siempre es igual: violentos, arrogantes, de muy baja clase…

Craig sacudió los brazos tan fuerte como pudo para sacarse los brazos de Stan de encima (lo cual requería de mucha fuerza, teniendo en cuenta que Stan es cinco centímetros más bajo que él pero tenía más masa muscular) y le dio un fuerte empujón a Token para que se quite de su camino y poder romperle la cara al profesor, y por poco lo logró, ya que Token llegó a tambalearse y casi perdió el equilibrio (tengamos en cuenta que Token mide, aproximadamente, 1,92 metros y pesa cerca de 95 kg., mientras que Craig es solo dos pulgadas más bajo pero su peso está entre de los 70 kg., es decir, para -casi- derribar a una montaña como Token tienes que estar literalmente fuera de ti). No obstante, Token se mantuvo firme y uso casi toda su fuerza para mantenerlo alejado del profesor. Sí, Token también quería verlo tragando tierra, pero no quería que expulsen a su amigo, así que no se lo iba a permitir.

Y con mucho esfuerzo, consiguieron bajarlo del escenario, pero el show continuaba, porque estaba claro que Craig no era el único enojado con Al.

—¡Usted se tiene que arrepentir de lo que le dijo a Tweek!— Señaló Clyde. Para entonces, Stan se estaba encargando (con mucha dificultad) de alejar a Craig de la escena, pero se seguían escuchando insultos a lo lejos.—Lo que le dijo fue muy cruel…

Tweek sintió una fuerza que no era suya tomándolo de los brazos y arrastrándolo, fuera del escenario, fuera de la luz, directo a la oscuridad del pasillo de salida. Butters y Kyle se acercaron a Tweek y le ayudaron a salir del escenario, en camino a las puertas del auditorio.

De lo que siguieron discutiendo puertas adentro, Tweek nunca se enteró, más que nada porque no conseguía salir del shock, la tensión era tan agobiante que ni su cuerpo ni su alma pudieron hacer algo por tratar de salir de ese estado. Las voces se volvían cada vez más opacas a medida que se alejaba, no comprendía qué era lo que Kyle le decía mientras salían del auditorio, probablemente eran palabras de aliento tan cliché como “todo va a salir bien, Tweek”.

No, nada iba a salir bien y eso Tweek lo sabía muy bien.

Su ansiedad le había enseñado muy bien una cosa: todo lo que puede salir mal, pasará. Y ahí estaba la prueba de que esa frase dicha más de una vez por su padre era cierta.

No podía sentirse más estúpido por haber creído alguna vez que él iba a poder con esto.

No estoy hecho para esto… Ni para nada.

 

 

 

Después de cuarenta interminables e infernales minutos, la hora de teatro terminó. Los alumnos que no salieron del auditorio enojados con el profesor, salieron asustados y con mucha razón.

La primera muestra finalizó y solo quedaría esperar hasta la semana que viene para la segunda y última prueba, que solo Dios sabía si sería igual o más desastrosa que esta. Tweek suponía que no, ya que en esta primera muestra ya se realizó la limpieza que hacía falta: él ya no era Hamilton (no es como si lo hubiera sido alguna vez, pensaba), Craig quedó expulsado del club sin los puntos extras por obvias razones (cosa que realmente no le importó), Al le comentó al director PC que Craig se acercó a él con intenciones de confrontarlo físicamente y que lo había insultado, así que lo llamó a dirección, Craig negó todo y repitió más de una vez lo que Al le dijo a Tweek, pero no le creyeron del todo, y en todo caso, “no justificaba su reacción”. En fin, además de ser expulsado del club, también se llevó una amonestación de tres días (esta era la primera de tres amonestaciones límites que un alumno podía tener antes de ser expulsado de la escuela) con tarea extra; Jimmy también quedó fuera del club por vaya a saber uno por qué, ¡ah! Y le devolvió el celular que le quitaron. De los demás no sabía, aunque estaban conversando a su lado mientras caminaban todos juntos a casa, seguía absorto en la angustia sorda y ahogándose silenciosamente.

Sus tics iban en aumento y sentía su cuerpo temblar cuanto más repasaba la escena del auditorio en su cabeza, una y otra vez. Su cabeza no le permitía pensar en nada más y tampoco hacía algún esfuerzo por olvidarlo, sabía que sería al pedo, su cabeza siempre iba a mil por hora y esta no sería la excepción. La misma frase retumbó en su inconsciente y no podía dejar de recordar la mirada de completa decepción del profesor.

“—No te creas que porque alces la voz, llores un poco y uses tu “ansiedad” como excusa a tu falta de preparación y talento me voy a conmover.”

La ansiedad te hace creer que estás en peligro y que tienes que huir, muchas veces es algo que te daña por dentro, otras veces te hace creer que algo va a venir a dañar tu cuerpo, pero innegablemente, la ansiedad siempre te daña.

Tweek, sin quererlo creer, tuvo razón en algo: no tenía ni la preparación ni el talento para hacer teatro, pero todas las personas a su alrededor se encargaron de mentirle y hacerlo vivir en una fantasía donde tenía un talento oculto que debía sacar al mundo. Y ahora la vida le dio una bofetada de realidad. Gran Gay Al le había confirmado eso que nadie se atrevía a decirle.

No podía confiar en nadie, ni en nada…

Estaba desprotegido.

Fue cuando sintió que el aire de todo el mundo lo abandonó.

—¿Estás bien, Tweek?— Preguntó Craig cuando notó la respiración irregular de Tweek.

A diferencia de todas las otras veces donde Craig le tocaba el hombro, esta vez eso no le reconfortó, sino que se sobresaltó, asustado.

—Sí.— Mintió, siendo consciente de que le estaba costando respirar.

—¿Seguro? No te ves bien.— Le dijo preocupado.

—¿Quieres que te compremos algo, Tweek?— Le preguntó Stan.—Hay un kiosko cerca, ¿quieres un caramelo?

—No, estoy bien.— Volvió a mentir Tweek. Sentía una mezcla de enojo, miedo e impotencia burbujear desde su estómago hecho un desastre, ascendiendo.

—Si estás pensando en lo que te dijo Al… No le hagas caso, es un idiota.— Kenny caminaba de la mano con Butters.

—Si quieres decir algo, dilo, no te lo guardes, estás con nosotros.— Le recordó Craig.

En una situación normal, Tweek entendería a la perfección que ellos se lo decían por su bien y que estaban preocupados. Pero estando al borde de un inminente ataque de pánico, no podía dejar de pensar que lo estaban agobiando, y no sabía cómo decirlo amablemente.

Más porque sus pulmones cada vez funcionaban peor y estaba asustado porque no se quería morir en medio de la calle.

—No puedo.

—Vamos Tweek— Habló Clyde.—, somos tus amigos, puedes contar con…

… “Amigos”.

—¡DIJE QUE NO!— Le gritó Tweek sin poder contener más sus propias lágrimas. Un grito que les heló la sangre a todos.

—¡Pará! ¡¿Por qué te la agarras con nosotros?! Te estamos tratando de ayudar.— Respondió Clyde, enfadado.

—¡No le grites así, pelotudo!— Saltó Craig en su defensa.

—¡Él empezó!

—¡Déjalo tranquilo!

—¡Dejen de pelear! ¡Lo van a poner más nervioso!— Los reprendió Kenny, que veía venir lo que sucedería.

—Tweek, ¿quieres…?— Y la voz insistente de Token fue lo que hizo que llegara a su punto límite.

Finalmente, después de meses, quizás años, Tweek colapsó.

—¡¿QUIEREN DEJARME DE JODER?!— Tweek se giró al grupo con una expresión de enojo que los hizo retroceder. Volvió a mirar a Clyde.—¡¿”AMIGOS”?! ¡¿TÚ TE HACES LLAMAR MI AMIGO?! ¡¿DESPUÉS DE QUE TODOS USTEDES ME ABANDONARON?! ¡¿QUÉ CLASE DE AMIGOS DE MIERDA SON USTEDES?! ¡SI YO NO ME HUBIERA JUNTADO CON CRAIG, USTEDES NO ME HUBIERAN VUELTO A HABLAR, DEJEN DE SER TAN HIPÓCRITAS! ¡¿EN SERIO CREEN QUE SOY TAN PELOTUDO PARA CREER QUE USTEDES QUIEREN SER MIS “AMIGOS” OTRA VEZ?!— Gritó desgarradoramente, con los ojos inundados de lágrimas.

Clyde y Token se quedaron helados en su lugar. Un nudo en sus gargantas se formó porque sabían de qué hablaba Tweek, pero no sabían cómo hacer para convencerlo de que las cosas no eran así. No en realidad.

Stan intentó acercarse a Tweek, pero este lo empujó como si fuera la peste.

—Tweek, por favor escucha…

—¡NO, TÚ ESCUCHA, QUE TÚ TAMPOCO TE QUEDAS ATRÁS, STANLEY! ¡¿O NO SE ACUERDAN CUANDO QUISIERON USARME PARA REEMPLAZAR A KENNY?! ¡CLARO, LES FALTABA UN RARITO EN SU PUTO GRUPITO DE MIERDA! ¡PORQUE SÍ, TAL VEZ YO ERA UN BICHO RARO, PERO AL MENOS NO ERA TAN PATÉTICO COMO USTEDES PARA PENSAR QUE TODO EL MUNDO LOS QUERÍA CUANDO EN REALIDAD TODO EL MUNDO LOS ODIABA!

Craig no sabía que hacer, era la primera vez en su vida que presenciaba un ataque de pánico a este nivel. Solo se limitó a intentar abrazar a Tweek para evitar que se siga arañando la piel de los brazos o se arranque el cabello, pero no contaba con algo: Tweek era más fuerte que él, y en un ataque de pánico esa fuerza se vio multiplicada. Tal vez abrazarlo no era lo mejor en ese momento, porque Tweek se sentía muy apretado ya, pero, ¿qué más podía hacer? No quería quedarse de brazos cruzados mientras observaba como Tweek se colapsaba.

—¡¿Pero qué estás diciendo?!— Preguntó Stan entre lágrimas, entre enojado, triste y asustado.

—¡Tú cállate, imbécil!— Lo calló Craig, igual de desesperado y haciendo un enorme esfuerzo por separar las manos de Tweek de su cabello.—Tweek, por favor, relájate…— Le suplicó al oído.

—¡Y TÚ ME OBLIGASTE A ANOTARME AHÍ CUANDO TE DIJE CLARAMENTE QUE NO QUERÍA PORQUE NO ESTABA HECHO PARA ESTO, LO SABÍAS! ¡TE DIJE QUE ESTO PASARÍA Y NO ME HICISTE CASO!

—¡Tweek, lo siento, en serio lo siento! Pero por favor relájate, hablemos bien, por favor.— Por primera vez después de meses, Craig sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, y no sabía si se debía a que Tweek tenía razón con respecto a lo que dijo sobre lo de no querer anotarse en teatro y que él lo convenció de lo contrario, o porque evidentemente no podía frenar el ataque de pánico de Tweek.

—¡Craig, suéltalo! ¡Lo vas a hacer sentir peor!— Kenny intentó alejar a Craig de Tweek, su experiencia en los ataques de pánico de Butters le había enseñado que a veces, los abrazos no contenían, sino que ahogaban.

Pero no pudo porque Tweek lo alejó de una patada en el estómago (sin saber, claramente no sabía lo que estaba haciendo, solo sintió que algo se acercaba y reaccionó).

—¡YO SABÍA QUE NO SERVÍA PARA ESTO, NI PARA ESTO NI PARA NADA! ¡SOY UN IDIOTA POR CREER QUE YO PODÍA!— Sollozaba Tweek (y todos).—¡SOY UNA MIERDA! ¡SIEMPRE ARRUINO TODO! ¡SIEMPRE HAGO TODO MAL! ¡POR ESO NADA ME SALE BIEN NI NADIE QUIERE ESTAR CONMIGO, NI SIQUIERA USTEDES! ¡SÉ QUE NO ME SOPORTAN!

—¡Tweek, eso no es verdad!— Sollozó Butters.

—¡SABÍA QUE NO PODÍA, ESTO… ES…! ¡AGH! ¡ESTO ES MUCHA PRESIÓN! ¡NO PUEDO!

Lo siguiente que ocurrió era imposible de entender estando en esa situación. Tweek ya no hablaba, solo gritaba y lloraba hasta que sintió un ardor en la garganta. La vista se le nubló al punto que solo veía manchas borrosas de colores (las camperas de sus amigos) y luego todo se volvió oscuro. Su pecho empezó a doler como si hubiera fumado cuatro cajas de cigarrillos en ayunas y alguien le hubiese golpeado el pecho justo después de terminar el último. También se sentía empapado, con mucho calor en el cuerpo, especialmente en la nuca y la frente. Intentaba mirar a los lados, pero no veía una salida de esa asfixia que lo aprisionaba, no podía modular ni abrir los ojos (no hacía diferencia, no podía ver de todos modos), tampoco podía escucharse a sí mismo. No veía ni sentía nada más.

Ver a sus amigos histéricos no ayudó en lo absoluto. Enojarse con ellos no sería inteligente, ninguno sabía qué hacer exactamente, era la primera vez que todos presenciaban algo así (incluso Kenny, que aún con todos los ataques de Butters, podría jurar que ninguno había llegado a ese extremo), todos querían que se calme pero no sabían cómo hacerlo. Clyde salió corriendo, probablemente a comprar algo, Stan estaba llamando por teléfono, ¿a quién? ¿Una ambulancia? Hasta que llegue, probablemente Tweek ya esté muerto (o en proceso de estarlo).

Después de un forcejeo intenso con Craig, Tweek logró escapar de sus brazos y empezó a correr, no sabía a dónde quería ir, solo sabía que quería escapar, que nadie lo viera… Y al mismo tiempo quería que alguien lo salve, de él, de su cabeza y de su miedo, pero todo era muy confuso como para buscarle una explicación racional. Es lo que tienen los ataques de pánico: miedo desmedido e irracional.

Cayó en medio de la nieve entre temblores y un llanto incontrolable. Se estaba muriendo, sentía que se iba a morir. Morir de verdad. Y que nadie iba a poder hacerlo volver.

Craig se levantó tan rápido como pudo y corrió, rogando que el mareo que empezó a sentir producto del estrés no le juegue en contra ahora.

Una de las millones de cosas malas que tiene el fumar cigarrillos compulsivamente es que cuando corres, te quedas sin aire. No sabía cuántos metros tuvo que correr para alcanzarlo, pero cuando finalmente lo alcanzó, todo el cansancio le cayó de golpe como una puñalada. Stan, Kenny y los demás miembros del grupo los alcanzaron y lo ayudaron a sostener a Tweek para evitar que se siguiera lastimando o golpeando a Craig, porque sabían que a él se le iban las fuerzas.

—¡TWEEK, TRANQUILO!— Le gritó Craig, ya no sabía cómo mantener la calma, estaba histérico. No le importaba quedarse sordo con Tweek gritándole literalmente en la oreja, solo quería que se calme de una vez.—¡NO ESTÁS SOLO, ACÁ ESTOY! ¡ACÁ ESTOY!

Le repitió eso mismo unas siete veces, hasta que los golpes y los gritos fueron disminuyendo. Tweek no se movía y sus ojos estaban cerrados, su cuerpo pesaba más de lo que recordaba. Ahora Craig estaba por entrar en pánico porque creyó que Tweek tuvo un paro justo entre sus brazos.

—Se desmayó.— Confirmó Kyle cuando le tomó el pulso. Craig suspiró aliviado.—Tenemos que llevarlo al hospital, la ambulancia dijo que venía en diez minutos, y ya pasó media hora.

—Hell Pass queda a treinta kilómetros, y mi madre se quedó con mi auto desde lo que pasó en Raisins.— Dijo Token.

—Voy por el mío.— Stan reaccionó rápido y se dispuso a correr hasta la parada.—¡Esperen y cuiden a Tweek!

—¡Voy contigo!— Kyle lo siguió detrás, y Stan no vio porqué decirle que no.

Stan y Kyle tomaron el primer colectivo que los llevaría más rápido hasta su calle.

Craig continuó abrazando a Tweek, que dormía en sus brazos (bueno, estaba desmayado). Clyde se acercó a ellos para ofrecerle unos caramelos que había comprado para Tweek. Caramelos con sabor a café, sus favoritos.

Craig los aceptó de mala gana. Estaba triste, cansado, con un dolor insoportable en el pecho y una culpa que le remordía la consciencia.

—Perdón Tweek.— Sollozó.

 

 

 

Llegaron al hospital Hell Pass alrededor de las 18 hs., con una cola de tres cuadras delante de ellos. No podían esperar tanto, tenían a Tweek desmayado en los brazos de Craig y no sabían si al despertar le daría otro ataque o no.

Los hospitales públicos de ese pueblo eran raros: nunca tenían personal ni los instrumentos ni turnos, y a no ser que te estés muriendo no te dan bola, pero el 40% del presupuesto anual supuestamente era para salud. ¿Dónde estaba el 40% del presupuesto? El hospital por fuera era un asco y por dentro era peor. Graffittis, manchas de humedad en las paredes, sillas rotas, doctores tomando un café como si no hubiera tres cuadras de cola de personas buscando ayuda y personas discutiendo porque no los atienden.

Pero al igual que cualquier otro organismo del Estado, el hospital no estaba exento de la corrupción y Token lo sabía bien, para su desgracia. Así que con tirarle unos mangos extra al primer médico que encontró cerca fue suficiente para que les dejen pasar primero. Sí, incluso antes que al tipo sin una pierna que lo vieron esperando parado, porque ni siquiera fueron capaces de ofrecerle una puta silla, aunque sea de plástico. Kenny se encargó de tomar un bote de pintura que jamás usarían para pintar las paredes del hospital y se lo acercó. No era una silla, pero era mejor que nada.

Una doctora de cabello rosa los atendió y se llevó a Tweek. Le inyectaron un par de cosas y despertó a las 19 hs. sin recordar nada de lo que pasó después de salir del auditorio, solo pudo suponer que tuvo otro ataque de pánico y se largó a llorar, porque no quería imaginarse las cosas horribles que habrá hecho o dicho. Les pidió disculpas, pero no era necesario, nunca hubo nada que perdonar, le dijeron.

—Craig, no sé qué cosas te habré dicho, pero…— Sollozó Tweek apoyando la frente en su pecho. Craig le acarició el cabello, ahora estaba un poco más tranquilo. Tweek estaba “bien”.

—No pasa nada Tweek, ahora te vamos a llevar a tu casa, te vas a bañar, vas a dormir y soñar cosas lindas, ¿sí? Ya pasó. Fue un mal momento nada más.— Le dijo con dulzura.—¿Quieres que te cocine algo?

 —No… Solo…— Tweek quería pedirle algo, pero sabía que la respuesta sería “no”.

—¿Mmh?

—No les digan a mis padres.— Pidió.

—Tienen que saber. Eres su hijo.

—Pero…

—Tweek, no pienses en eso.— Lo frenó.—Deja que yo me encargue, ¿sí? Yo voy a hablar con ellos.

Tweek no quería que ellos supieran, pero no estaba a discusión. Tal vez… Merecía que ellos lo supieran.

De todos modos, ellos siempre le advirtieron que exponerse era peligroso y no les hizo caso. Y estaban las consecuencias de querer enfrentar el mundo siendo tan malditamente débil.

 

 

 

En el camino a South Park se quedó dormido, viajó en el auto con Stan, Kyle como copiloto y Craig no dejó de abrazarlo. Los demás se volvieron en colectivo. Llegaron a su casa las 20:15 y sus padres lo esperaban en la puerta, lo llevaron hasta su habitación y dejaron que duerma.

En otra situación, Craig hubiera hablado con ellos de una forma más dura, por decirlo de alguna forma, culpándolos a ellos de lo que le pasó a Tweek (porque lo era). Pero Craig estaba cansado, hambriento y con las pelotas por el piso, así que les explicó resumidamente lo que pasó y dijo que iría a verlo al día siguiente. Sus padres lo entendieron, le agradecieron y pidieron disculpas por no haber respondido al celular. Después se fue a su casa.

Por el lado de Stan y Kyle, se quedaron conversando fuera del auto de lo que pasó.

—Nunca había visto a Tweek así… Pobrecito.— Se lamentó Stan.

Estaba deseando entrar a su casa y beber para calmar todas las emociones que sintió en el día.

Para ser Stan, ya había aguantado mucho tiempo sin beber.

—No quiero ni pensar lo que se debe sentir eso.— Dijo Kyle. Pasó de la tristeza calma a la furia en pocos segundos.—¡Ese hijo de re mil puta de Al! ¿Cómo le va a decir eso? Como si la ansiedad podría usarse como excusa. Cómo se nota que nunca la sufrió, pareciera que nunca fue alumno.

—La mayoría de los profesores se olvidan de que alguna vez fueron alumnos.

—¡¿Pero era necesario basurearlo tanto?! Tendríamos que hacer algo. Mañana voy a hablar con Wendy para…

—Kyle… Ya veremos mañana qué podemos hacer.— Lo interrumpió Stan antes de bostezar.—Por ahora, tratemos de enfriar la cabeza y luego vemos.

Kyle respiró profundo y dejó salir todo el aire. Stan tenía razón, tenían que dejar de darse manija por esa noche. Mañana sería un nuevo día y una buena oportunidad para pensar qué podrían hacer con Al.

—Tienes razón.— Afirmó Kyle.—Bueno, ya…— De pronto se sintió nervioso. Pasaron tantas cosas en el día que no se percató de que habían viajado juntos en el colectivo otra vez, uno al lado del otro, y de que volvieron a pasar tiempo a solas en general. Qué loco.—Me tengo que ir.

—Nos vemos mañana.

—Sí.

Se miraron un segundo que fue instantáneo, Kyle le dio un beso en la mejilla y se fue. No iba a negar que realmente deseaba que el beso fuese en la boca, extrañaba cómo se sentía besarlo y tal vez una noche pasional no le vendría mal para desahogar tanto estrés. Pero se propuso así mismo ponerse bien y estar bien solo, y no iba a cambiar ese plan por una calentura. Era difícil pero tenía que intentarlo.

Entró a su casa y había olor a comida. Su madre le preguntó porqué llegó tan tarde, pero Stan no tenía ganas de hablar. Hoy no.

Se sentó a cenar, fue una cena tranquila. Pensó en decirle lo de Tweek, pero realmente necesitaba poner la mente en blanco y cuanto antes estuviera en su habitación, mejor.

Al llegar a su habitación, se sentó en el piso contra la puerta de la habitación. La cama estaba a pocos pasos, pero cuando Stan dijo que estaba cansado era literal: cansado de caminar, cansado de estar parado, cansado de estar despierto y cansado de no beber nada.

Abrió la mochila y sacó la licorera, por cada vez que daba vuelta la rosca de la botella, se sentía una mierda. Estaba volviendo a fallarle a Kenny, a sus amigos, a Wendy, a Kyle, y a él mismo. Pero si le servía para dormir y calmar el estrés que le dejó ese día, pensó que eso le haría sentirse menos culpable.

Antes de acercar el pico a sus labios, miles de cosas pasaron por su mente: el rompimiento con Wendy, la cercanía con Kyle durante el día de hoy, el ataque de pánico de Tweek, el profesor Al… Y cuanto más pensaba, más justificaciones encontraba para lo que estaba a punto de hacer.

Pero al final, no lo hizo.

Delante de él, en la pared contraria, estaba su guitarra, esa que no había vuelto a tocar desde la noche anterior a la desastrosa reunión en su casa. Y… Miró la licorera, miró la guitarra…

Y la ganadora entre ambas fue la guitarra. La extrañaba más que al alcohol (o de eso quería convencerse).

La sacó de su funda y se sentó en la cama. Por un momento temió de haberse olvidado cómo poner los dedos, y le llevó un par de minutos recordarlo, pero lo logró.

Las primeras notas que tocó le recordaron a una canción que era su placer culposo, una que expresaba exactamente todo lo que sintió en estas semanas, así que continuó tocándola.

Flowers in hand, waiting for me, every word in poetry. Won’t call me by name, only baby. The more that you give, the less that I need. Everyone says I look happy… When it feels right… (Flores en mano, esperan por mí. Cada palabra es una poesía. No me llamabas por mi nombre, solo me decías “bebé”. Cuanto más das, menos necesito. Todos dicen que me veo feliz… Cuando esto se siente bien).

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En otra parte, Craig llegó a su casa con necesidad de tirarse a su cama y olvidarse por un par de horas de que estaba vivo. Pero no contó con que en casa le esperaba otro problema.

—¡¿Dónde estabas?! ¡¿Qué son estas horas de llegar a casa?!— Su padre lo esperaba en el viejo sillón del living. Se acercó a él cuando lo vio llegar y notó que estaba ignorándolo.—Llego a la tarde y no hay nada comprado para comer porque no estaba ni ésta inútil— Dijo señalando a Laura.—, ni tú…

—¡No me rompas las pelotas que hoy no tengo tiempo para tus pelotudeces!— Advirtió Craig antes de subir por las escaleras.

—¡¿A quién le dices eso, pendejo de mierda?! ¡Mírame cuando te hablo!— Ordenó.

Craig volvió a bajar la escalera, se precipitó contra él y lo dejó contra la pared sin siquiera tocarlo.

—¡Mira, hoy tuve un día de re mierda y si me buscas, me vas a encontrar, así que no me rompas las pelotas porque te…!

—¡CRAIG, THOMAS, YA BASTA!— Gritó Laura mientras abrazaba a Craig para alejarlo de la escena.

Tricia también se interpuso entre los dos. Insulto va, insulto viene…

Otra noche normal en la casa de los Tucker.

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I know that you’re wrong for me, gonna wish we never met on the day I leave. I brought you down to your knees, ‘Cause they say that misery loves company. (Sé que no eras la indicada para mí, voy a desear que nunca nos hayamos conocido el día que me vaya. Te puse de rodillas porque dicen que la miseria ama la compañía).

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

Tweek despertó en medio de la noche, escuchó a sus padres llorar. Supo que él era el motivo, porque no paraban de repetir “yo se lo dije, que no lo haga”.

Era su culpa. Por su culpa ellos lloraban.

Por su culpa sus amigos lloraron.

Por su culpa, Craig lloró.

Y ahora él lloraba también.

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

It’s not your fault I ruin everything, and it’s not your fault I can’t be what you need. Baby, angels like you can’t fly down hell with me, I’m everything they said I would be. (No es tu culpa que yo lo haya arruinado todo, y no es tu culpa que yo no sea lo que necesitabas. Bebé, los ángeles como tú no pueden volar al infierno conmigo. Soy todo lo que dijeron que sería).

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

Kenny llegó tarde a trabajar ese día, lo bueno es que Lu Kim no lo castigó, al contrario, le preguntó qué le pasó y le propuso que si necesitaba tomarse el día, que lo haga. Pero Kenny se negó, no porque no necesitara un descanso, sino porque necesitaba el dinero.

Pero en toda la jornada no dejó de pensar en Tweek.

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

—La-la-la… I’m everything they said I would be. I’ll put you down slow, love you goodbye, before you let go, just one more time, take off your clothes, pretend that it’s fine, a little more hurt won’t kill you… (Soy todo lo que dijeron que sería. Te bajaré despacio, te amo y adiós, antes de que te vayas, solo una última vez, quítate la ropa, finge que todo está bien, un poco más de dolor no te matará…).

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

Cuando Clyde llegó a su casa, lo único que hizo fue llorar en los brazos de su padre. Le contó todo lo que pasó hoy, lo que el profesor le hizo a Tweek, lo que Tweek le dijo, luego su ataque de pánico… Y lo mucho que lamentaba haberse alejado de él hace unos años, convencido de que era todo su culpa. Si tal vez él se hubiera acercado más a Tweek en el pasado, si lo hubiera llamado más seguido para salir aunque supiera que la respuesta era no… Todo hubiera sido mejor opción que distanciarse.

Pero no lo había hecho con maldad, dijo mil veces, y su papá le dijo que sabía que no era así.

Pero nada era consuelo suficiente, porque Tweek tenía razón: era un amigo de mierda, un hipócrita.

Lo siento tanto, Tweek… No sabía que me necesitabas tanto.

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

Tonight, mother says, “You don’t look happy”… Close your eyes... I know that you’re wrong for me, gonna wish we never met on the day I leave. I brought you down to your knees, ‘Cause they say that misery loves company. (Esta noche, mamá me dijo “no te ves feliz”… Cierra tus ojos… Sé que no eras la indicada para mí, voy a desear que nunca nos hayamos conocido el día que me vaya. Te puse de rodillas porque dicen que la miseria ama la compañía).

⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

Wendy no escuchó la conversación entre Stan y Kyle sobre no maquinar nada hasta mañana, así que ella ahora se encontraba pensando mucho, ¿qué podían hacer para darle una lección a Al? No podía seguir en ese club. Lo de hoy fue muy fuerte de ver y escuchar (y eso que Wendy no sabía que Tweek tuvo un ataque de pánico).

Por otro lado, Stan y Kyle… No los sintió tan distantes el día de hoy, no cómo pensó. Se preguntaba si Stan estaría con él ahora mismo, o si esperaría un poco. En realidad no importaba, ella quería que Stan avance.

Pero ella… Se seguía sintiendo rara, el estar sola otra vez. Y todavía no dijo nada en su casa, no encontraba el momento ni el lugar.

8 años…

¿Qué hizo mal ella? Una relación se termina porque ambas partes dejan de colaborar en ella, ¿realmente afectó tanto a su relación el cómo fue ella antes? Pero ella ya es diferente, ¿no? Hoy era una chica nueva. ¿Pero y si esta fue su última relación? ¿Qué haría con la siguiente? ¿Habría otra? ¿Qué errores no debía cometer otra vez? ¿Cuáles fueron los errores de Stan que la llevó a dejar de amarlo como pareja? ¿Qué buscaba ahora? ¿Y si tenía estándares muy altos? ¿El problema fue de él o de ella o de los dos? ¿Qué haría cuando su siguiente relación termine antes de poder formar una familia y tal? El reloj biológico continuaba corriendo y sus padres querían un nieto…

¿Ella quería tener hijos? ¿Se imaginó teniendo hijos con Stan alguna vez?

Ufff… Muchas preguntas le dieron sueño y miedo.

Todavía tenía mucho que aprender sobre el amor propio y las relaciones. Y le preocupaba no hacerlo pronto.

 ⋆⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⊱∘──────────────∘⊰⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋅⋆

It’s not your fault I ruin everything, and it’s not your fault I can’t be what you need. Baby, angels like you can’t fly down hell with me, angels like you can’t fly down hell with me. (No es tu culpa que yo lo haya arruinado todo, y no es tu culpa que yo no sea lo que necesitabas. Bebé, los ángeles como tú no pueden volar al infierno conmigo, los ángeles como tú no pueden volar al infierno conmigo).

Stan acabó de cantar, y de alguna forma… Esto se sintió bien.

Funcionó mejor que el vino.

 

 

 

 

Resumen y mucho texto de explicación que nadie pidió (?)

Hola.

Sí, este capítulo creo que fue más crudo que los anteriores. Era la idea.

Para quienes se lo saltearon, en resumen, Tweek tuvo un horrible ataque de pánico casi mortal en plena calle, ¿la causa? El profesor Al se burló de su ansiedad y lo basureó a más no poder porque se quedó congelado en el ensayo.

La razón por la que se siente tan real es porque fue una experiencia real, no exactamente así, pero lo fue. Me costó mucho escribirlo, no por el tiempo o las palabras, sino porque la persona en la que me basé para escribir a Gran Gay Al (perdón por arruinar al personaje) me generó tantas inseguridades con respecto a mi “inteligencia” que no me creerían. En el 2019 yo cursaba el profesorado de artes (carrera que dejé después de esto que voy a contar, a parte porque nunca me gustó la idea de ser profesora), tenía una materia llamada Historia de las Artes Visuales, una materia donde nunca me fue de maravilla, para ser sincera. Cerca de fin de año, tuvimos una lección oral en grupo y pasé tres semanas estudiando para eso. Cuando llegó el día, pasamos con mi grupo, yo sabía lo que quería decir y mis compañeros también, pero durante la lección, uno de ellos habló de la parte que me correspondía a mí (sin querer), por lo que me quedé en blanco. Y ojo, no es que solo estudié eso, yo estudié todo, pero esa era la parte que mejor recordaba. Así que cuando me tocó hablar, me quedé medio muda. Algo que intenté hacer para zafar fue querer agregar información a lo que dijo mi compañero, pero la profesora (se llamaba P. Ares, sí, como el programa de descarga que usábamos los que tuvimos una pc en el 2010 que por cada 20 troyanos, te descargaba un tema) me forzó a hablar de un tema que no tenía muy bien estudiado, me hizo preguntas demasiado específicas como para intentar chamuyar o algo. Tartamudeé, fue lo único que hice. La profesora vio que no valía la pena y siguió con mi otro compañero, lo que me hizo entender que fui la peor del grupo. No recuerdo si dije algo o si miré a mi mejor amigo (que ahora es mi novio, hola amor, gracias por leer mis traumas, te amo), pero la cuestión es que la profesora se volteó a mirarme y me retó, yo me puse nerviosa, lloré sin darme cuenta e intenté convencerla de que sí había estudiado, solo que eso justo no me lo acordaba o algo así, no me acuerdo, pero lo que me dijo me marcó muchísimo, tanto así que fue lo que me impulsó a definitivamente dejar la carrera, con tal de no volver a verla:

“Mira Brenda, si yo tuviera que compadecerme por cada alumno con pseudoansiedad que tengo, no debería ni abrir la boca, y no te creas que porque alces la voz, llores un poco y uses tu “ansiedad” como excusa me voy a conmover. Ya está. Ahora déjame continuar con mi trabajo, no le cagues la lección al resto de tus compañeros que sí están preparados para esto y andá a tratar esa “ansiedad “ a algún lado, porque yo no soy psicóloga y no tengo porqué aguantarlo.”

Eso me lo dijo delante de mis otros tres amigos y en el salón de al lado estaba mi salón con el resto de mis compañeros, y escucharon todo. Divino.

Yo entré en shock, ni bien me dio la libreta, me fui corriendo, no podía más con la vergüenza, la angustia, la tristeza. Fue el peor día que pasé en la facultad por lejos.

A diferencia de Tweek, a mi nadie me defendió de ella, ni mis amigos, ni mis compañeros, nadie, estaba sola. Sí, mi -ahora- pareja me dijo algo que no recuerdo en el colectivo para subirme el ánimo y eso, pero yo ya no lo necesitaba, lo necesitaba en ese momento, no después. También recuerdo que una amiga con la que en ese entonces estaba peleada (ahora no) se enteró y escribió algo en su muro para que lo lea yo y me sienta mejor, pero en ese momento estábamos peleadas (o yo enojada con ella) y no le dije ni gracias. Pero es lo mismo que antes: no necesitaba eso después, lo necesitaba antes, cuando la profesora me estaba haciendo sentir una puta mierda.

Y algo que no me gusta es llamar la atención, así que cuando el resto de mis compañeros me empezaron a ahogar con preguntas en vez de dejarme tranquila porque ya la había pasado muy mal, me sentí sobrepasada.

El ataque de ansiedad no me agarró ahí ni en el colectivo, fue en mi casa. Fue la segunda vez que experimenté eso y me dio miedo morirme asfixiada por puro nervio, pero nada, acá estoy, no estoy muerta (o al menos no tanto jaja).

Pero bueno, dejé la carrera, también dejé diseño gráfico porque no me gustó y acá estoy, ahora me dedico a escribir y dibujar gays dándose como cajón que no cierra, y lo mejor es que me están pagando para hacerlo. Así que desbloqueé el Happy Ending JAJAJAJA cosas de la vida.

(Ares, si lees esto, espero que se te haya salido la cadera de lugar:)).

Espero que les haya gustado este capítulo (estamos a 5 capítulos de terminar esta temporada), comenten qué les pareció, muchas gracias por el apoyo y nos vemos en el siguiente. Y recuerden que pueden apoyarme en mis redes sociales.

Nos vemos<3

Chapter 36: El enemigo de mi enemigo es mi amigo I

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=9r2eh9pXMqE

Chapter Text

A la mañana del día siguiente, cuando Thomas y Laura se fueron a trabajar, Craig se despertó. Por un segundo se asustó cuando vio que eran las 07:20 am. y seguía en la cama, hasta que recordó.

—Ah, cierto que me amonestaron.— Pensó más tranquilo.

Se levantó y fue a la cocina a prepararse el desayuno. Puso la pava a hervir, preparó la yerba, se prendió un cigarrillo y se sentó en la inestable mesa redonda con la laptop encima. Revisó su casilla de Gmail y vio que ya le habían enviado una carpeta con todas las tareas extras que los profesores prepararon para aquellos alumnos que sean amonestados en sus horarios, así que se puso manos a la obra con mucho ánimo.

—Me cago en mi puta vida.— Murmuró para sí mismo mientras se tomaba la cabeza y tiraba su cabello hacia atrás, antes de tomar el primer mate.

Bueno, no tenía mucho ánimo, en realidad.

Cerca de las 8, Tricia fue a la cocina a abrir la heladera y no lo vio hasta que sintió el olor a cigarrillo.

—Qué raro, es como si Craig estuviera aquí.— Musitó cuando sintió el fuerte aroma.

—Sí, dejo mi esencia a donde voy.— Se burló él.

Tricia se sobresaltó tanto al oírlo que se golpeó la cabeza con el techo de la heladera. Le hirvió la sangre cuando lo escuchó descostillarse de risa como si esto fuera divertido.

—¡¿Tú que haces aquí?!— Preguntó ella mientras cerraba la heladera. Tenía un yogur bebible en la mano.—¿No deberías estar en la escuela?

—Podría preguntar lo mismo.

—Entro a las 09:30, la profesora de geografía tiene licencia y no hay suplente.— Explicó Tricia mientras se sentaba frente a Craig.—Ahora responde tú.

—Me suspendieron por tres días. Discutí con un profesor, un rato después me llamó con el megáfono desde dirección, les conté todo el asunto pero no me creyeron.— Explicó resumidamente después de soltar el humo del cigarro.—Y me enviaron tarea extra por correo, luego tengo que pedirle a Kyle, Token o a Wendy lo demás.

—¿Y eso por qué? ¿Qué pasó?— Preguntó Tricia mientras se servía el yogur. Nada como desayunar escuchando los chismes de tu hermano en la mañana.

—Trató mal a Tweek. Bueno...— Pensó su corrección mientras fumaba.—A todos nos intentó hacer pasar un mal momento, pero con Tweek se fue de mambo.

—¡¿Cómo que trató mal a Tweek?!— Exclamó Tricia muy molesta mientras le daba un golpe a la mesa.—¡¿Cómo se llama?! ¡Hay que cancelarlo!

—¡Wow, wow, wow! Relaja los panes que no vamos a cancelar a nadie, ¿ok?— La frenó Craig haciendo un vaivén con la mano que sostenía el cigarrillo. Tricia tosió por el humo que le fue a la cara.—Es "Gran Gay Al" o alguna mierda así, vaya nombre todo cagado, pero lamentablemente el hijo de puta tiene alta carrera y mucha plata, así que va a ser al pedo cancelarlo. A parte que es el único actor barra director de teatro de este pueblo de mierda que triunfó fuera de Colorado, dudo que quieran bajarlo del pedestal.

—¡¿Gay Al?! ¡¿En serio?! ¡Pero si a ese tipo ya lo escracharon por todos lados por maltratar a sus empleados! ¿Cómo puede ser que...?

—Bienvenida a la corrupción.

A pesar de, literalmente, trabajar en un ambiente manejado por la corrupción, Tricia continuaba sin comprender la magnitud que tenía. Pero le aterraba, eso era seguro.

—¿Cómo puedes fumar mientras desayunas? Eres asqueroso.— Preguntó Tricia mientras le quitaba el termo y el mate a Craig. Él solo le alzó el dedo del medio.—¿Y cómo lo tomó Tweek?

Esa pregunta hizo que Craig volviera a recordar los gritos de auxilio, el llanto incontrolable y el miedo que sintió al tener a Tweek inconsciente en sus brazos. Alejó la computadora porque empezaba a molestarle tenerla delante, no es como si la Revolución Industrial fuese de extrema preocupación para él en este momento.

—Pues... Nada bien.— Craig se quitó el cigarrillo y vapeó una última vez antes de apagarlo. Era el segundo de la mañana.—Cuando salimos de la escuela, tuvo un ataque de pánico, en la calle...— Tragó saliva para que no se le quiebre la voz. Nunca nadie lo sabría, pero ya lloró en silencio durante la noche, no quiere volver a hacerlo ahora.—Lo llevamos al hospital y luego a su casa. Por eso llegué tarde ayer.

Con solo ver la mirada de su hermana, se dio cuenta de que hasta a ella se le había caído el alma a los pies.

—Ay no, pobre Tweek...— Dijo afligida.—¿Y tú qué hiciste?

Otra vez la culpa golpeaba su puerta.

—¿Te soy sincero? Cagarla, creo que es lo único que hice.— Volvió a sacar un cigarrillo de la caja y lo encendió.—Nunca había visto algo así y no supe cómo reaccionar o qué hacer, lo único que me salió hacer fue abrazarlo; y eso, al parecer, no sirvió. Pero, ¿qué iba a hacer? ¿Quedarme parado viendo cómo se lastimaba los brazos o se arrancaba el pelo?— Volvió a fumar mientras pensaba qué no estaba mencionando.—Y, a parte, que él haya llegado a esa situación es mi maldita culpa, porque yo fui el que le dijo que debería anotarse en Teatro porque era muy bueno, y lo es... Pero, la puta madre, ¡yo mismo veía que era mucha presión para él! ¿Por qué carajo le insistí?

—Porque te gusta y quieres que los demás vean en él lo que tú ves.

Eso sonó un poco vergonzoso para Craig, pero tenía razón.

—Como sea, pero se supone que si quieres a alguien o alguien te gusta, quieres que esté a salvo. No que le dé un ataque de pánico que obviamente iba a tener por exponerse.

—Creo que te estás echando más culpa de la que en realidad te corresponde.— Lo interrumpió Tricia.—Mira, no sé exactamente cómo eres estando enamorado y eso, pero basándome en tu única experiencia, lo que menos quieres cuando alguien te importa es que esté en una "zona de confort" donde constantemente esté a salvo. Quieres que se arriesgue.

¿Por qué tenía que mencionar esa única experiencia?

—Lo sé, pero... Esto no es como esa vez. Es diferente.— Respondió incómodo.

—¿Y sus padres qué dijeron?— Preguntó Tricia mientras servía agua en el mate y se lo alcanzó a su hermano.

—Ellos son la principal razón por la que Tweek es así. Ellos siempre están... Constantemente sobre él, sobreprotegiéndolo, tirándolo para abajo y generándole miedos que estoy seguro de que Tweek no los tendría de no ser por ellos.— Respondió Craig mientras bebía el mate.

—¿Has pensado en hablar con ellos?

—Sí, tal vez lo haga hoy después de trabajar. Pero realmente dudo mucho que cambien de parecer. Han sido como son los últimos diecisiete años, no creo que porque un pendejo de dieciocho y con nula experiencia parental como yo les diga que tienen que dejar de atosigar tanto a Tweek y le ayuden a tenerse más confianza, cambien mágicamente.— Dijo mientras le devolvía el mate.

—¿Entonces qué harás?

—Primero hablaré con Tweek, le dije que iría a su casa después de comer. Y dependiendo lo que hable con él, veré qué hacer.

—Me parece bien.— Tricia miró su celular para ver la hora. Luego se puso de pie.—Debo irme.

—Avísame cuando tomes el colectivo y cuando llegues.— Le recordó Craig.

—Sí.— Tricia se detuvo frente al arco de la cocina y miró sus manos, adornadas por uñas de polygel. Olvidó mencionarle una buena noticia a Craig.—Por cierto...

Craig volteó a verla. Ella le enseñó sus manos y tardó unos segundos en darse cuenta de lo que tenía de nuevo. Le sorprendió ver sus uñas tan largas, Tricia solía mordérselas.

—¡Eh, qué bonito!— Craig tomó una de las manos de Tricia y miró los detalles de las uñas. Eran de color celeste, con punta coffin y decoradas con líneas doradas en los costados.—¿Lo hiciste tú?

—No son reales. Las hicimos con Karen el otro día.— Explicó mientras se acercaba.—Estuvimos practicando un poco y nos dimos cuenta de que se nos da bien. Y... Estuve pensando en nuestro trato, sobre lo de dejar Raisins cuando consiga algo mejor, y esto creo que podría ser un buen reemplazo. Así que... Decidí que el sábado será mi último día ahí, y luego renunciaré para emprender este proyecto con Karen. Tal vez no gane tanto como en Raisins, pero es mucho más seguro.

—¿Un emprendimiento de uñas acrílicas?— Preguntó él. Tricia asintió sonriente.—Suena muy bien.

—Sí, sabía que dirías eso.— Sonrió Tricia. Ladeó la cabeza y señaló la puerta con el pulgar.—Bueno... Ya me voy. Mándale mis saludos a Tweek.

—Sí, cuídate.— La despidió Craig, unos segundos después recordó lo que quería decirle, entonces se acercó a la puerta.—¡Trish!

—¿Sí?— Preguntó ella volteándose.

Craig le sonrío.

—Espero que les vaya muy bien a ti y a Karen con eso... Y me alegro mucho por ustedes, por ti.

Parecía un comentario más, pero viniendo de él y conociendo a su hermano... Tricia entendió lo mucho que significaban esas palabras para Craig.

Le sonrió con dulzura y continuó caminando hasta la parada. Craig solo dejó el celular de lado cuando Tricia le avisó que llegó a la escuela, y volvió a la tarea.

Sin embargo, en lo único que siguió pensando hasta las 11:30 fue en el chico en quien no ha dejado de pensar ni un solo día desde que lo vio por primera vez: Tweek.

 

 

 

Cuando sonó el timbre que anunciaba la hora del almuerzo en High School South Park, los estudiantes de sexto año se reunieron en el patio de la escuela, tal como habían acordado en el primer recreo. Los presentes en esa reunión eran Stan, Kyle, Kenny, Butters, Wendy, Red, Bebe, Heidi, Lola, Leslie (ella va a quinto año, pero quería unirse a la reunión de todos modos), Annie, Nelly, Jenny, Nichole, Token, Clyde y Jimmy. Cartman también fue invitado a la reunión, pero no se presentó porque, al parecer, tenía que visitar otra vez al Director PC.

Podría decirse que la atmósfera que se respiraba al día siguiente del suceso en teatro era mucho más liviana y tranquila.

—Se está hospedando en el hotel de la avenida, podríamos ir antes de que llegue ahí a las diez de la noche, dejar abierta la llave del gas, nos vamos y cuando él llegue y se quiera prender un pucho, ¡boom! Vuela todo a la mierda.— Planteó Bebe mostrando un plano muy detallado de la zona céntrica del pueblo. En el plano había marcas rojas que señalaban el hotel donde Al y su pareja se hospedaban, el auto de Bebe y una ruta de escape. Mientras Bebe explicaba su plan maestro, sus ojos brillaban.

Lo de "liviana y tranquila" era sarcasmo.

—¡Muy buena idea, Bebe!— La apoyó Kenny mientras le mostraba el pulgar en alto.

—En realidad es una pésima idea.— Discrepó Stan.

—Bebe, la idea es que Al la pague cara sin que nosotros estemos en peligro de ir a la cárcel.— Wendy tomó el plano que Bebe enseñó y volvió a enrollarlo.

—¿Y si armamos un tiroteo escolar el día de la feria?— Propuso Butters.—No sería nuestra culpa si, por accidente, una bala lo impacta a él.

—¿Y de quién sería culpa entonces?— Cuestionó Stan.—Y no, nada que implique armas ni invadir propiedad privada.

—Tucker propone que podríamos incendiar la cafetería...— Leyó Clyde en su celular, probablemente leyó un mensaje de Craig.

—¡Lo apoyo!— Exclamó Red.—Sé dónde conseguir mucho combustible para...

—¡Ni fuego!— Exclamaron Stan y Wendy en oposición.

—Ahí le digo.— Respondió Clyde mientras empezó a teclear en su celular.

—¿E-e-en-ton-ces qué ca-c-carajo hacemos?— Preguntó Jimmy, molesto.—Hablar ayer e-en d-di-di-dirección no sirvió, y eso sería lo más pa-pa-pacífico que podríamos hacer, pero no funcionó.

—Convengamos que le pegaste en la pierna con la muleta, no es que hayas sido muy pacífico.— Le recordó Token.

—Y que agradezca q-que solo se ll-lle-llevó ese golpe, la otra opción era en-e-enfrentarse al otro y eso no iba a ser nada pa-p-pacífico.— Jimmy estaba orgulloso de su acción, aunque eso le haya costado la expulsión del club.

—¿No te dio miedo que te responda de la misma manera?— Le preguntó Leslie a Jimmy.

—No es como si pudiera r-ro-romperme las piernas.— Bromeó Jimmy. Leslie rió de su chiste.

Qué bonita risa. Pensó Jimmy.

—¡Sería muy amable de nuestra parte actuar pacíficos cuando claramente no lo merece!— Bebe se levantó de su lugar.—¡Ese bastardo le hizo pasar un horrible momento a Tweek, se burló de Tolkien por su piel, se burló de la voz de Stan y estoy cien por ciento segura de que él me rompió la bolsa solo para humillarme! Traje esa bolsa desde mi casa y nunca se rasgó.

—Ahora tengo una gran duda.— Habló Heidi.—¿Por qué hace esto? ¿Cuál es su motivación para hacerlo? Hasta donde sé, ninguno de nosotros le hizo nada.

—Es de ese tipo de profesores que huelen el miedo.— Teorizó Kenny.—Hay profesores que cuando notan que un alumno se pone nervioso con facilidad, los presionan el doble, como con...

—Tweek.— Respondió Kyle con tristeza. Seguía sin superar el episodio de ayer.—Dios... Sigo sin poder sacarme de la cabeza lo que pasó con Tweek ayer.

—¿Qué pasó con él? ¿Algo más a parte de lo de Al?— Preguntó Nichole.

—Tuvo un ataque de pánico.— Explicó Stan.—Lo llevamos al hospital.

Cuando Stan les informó esa amarga noticia a los ausentes en el momento, se escuchó cómo algunos dejaron escapar un "¡oh!" por la sorpresa. Nichole se aferró al brazo de Token, afligida. Wendy miró a Stan en busca de una negación, pero él acabó de confirmarle que, lamentablemente, era verdad.

—¡¿CÓMO QUE TWEEK ESTÁ EN EL HOSPITAL?!— Exclamó Bebe mientras se abrazaba a Clyde.

—Ya no está ahí.— La tranquilizó Clyde mientras acariciaba su brazo. En una situación diferente, se hubiera sentido en el cielo con ese abrazo, pero la tristeza podía con él.—Pero sí se puso muy mal.

—Stan, Kyle y Craig lo ll-llev-va-varon a su casa anoche.— Dijo Jimmy mientras recordaba el momento. Su mirada reflejaba la angustia que sentía.—Cuando sucedió, nos dijo algunas co-co-cosas a nos-nosotros... Está muy molesto.

—¿Cosas como qué?— Preguntó Nichole mientras miraba a su novio, pero él solo tenía la vista en sus pies en completo silencio. Nichole reconocía esa pose: Token sentía culpa.—¿Por qué Tweek está molesto con ustedes?

De los tres que fueron acusados por Tweek de haberlo abandonado años atrás, el más afectado era Clyde, podía verse la culpa, la angustia y el dolor en sus ojos.

Durante la noche, lo despertaron pesadillas que lo hacían volver a la tarde de ayer una y otra vez.

Tweek le gritaba  que era una mierda de amigo.

Él era alejado por una fuerza oscura que impedía a Tweek salir al exterior, imposible de penetrar, haciendo inútil cualquier esfuerzo que Clyde hiciera por sacarlo de ahí. Sumido en la oscuridad, solo podía pedir los gritos de Tweek pidiendo auxilio, hasta que estos se enmudecieron. Poco a poco, Clyde notó que esa fuerza oscura se disipaba, por lo que volvió a acercarse ahí. Lo llamaba por su nombre y no obtenía respuestas, algo que empezó a asustarlo.

Cuando la oscuridad finalmente se desvaneció, se encontró con el peor escenario, uno que tuvo la desgracia de presenciar a la inocente edad de diez años...

Una tina llena de sangre.

Brazos cortados.

Y su madre muerta dentro de ella.

La peor parte es que en su cabeza no dejaba de dar vueltas la posibilidad de que Tweek podría haber terminado así, y él... ¿Qué hizo?

Dejarlo solo. Igual que a su madre.

—¡Clyde!— Lo llamó Bebe con desespero.—¿Por qué lloras?

Clyde se tocó la mejilla por puro instinto y se sorprendió al notar que unas gotas se deslizaban por su cara. Todos estaban mirándolo a la espera de una respuesta, pero él no sabía qué decirles, es decir, Clyde era un chico que lloraba fácil, y aceptaba de manera saludable esa característica suya. Pero, ¿cuál era el límite entre ser algo llorón y estar seriamente inestable?

Además, nadie sabía la verdadera causa de muerte de su madre y prefería continuar así. No podía simplemente decir: "Nada, solo me hizo mierda la idea de que Tweek termine igual que mi madre y sentir el doble de culpa por no haber estado para él cuando me necesitaba".

Se secó las lágrimas y respondió.

—Estoy bien.— Mintió. Se relamió los labios antes de continuar hablando.—Sobre lo que dijo Tweek... Básicamente, nos odia por habernos alejado de él, odia al grupo de Stan por haberlo intentado usar para reemplazar a Kenny en el tiempo que Kenny empezó a salir con Tammy... Y odia un poco a Craig por haberlo convencido de que se una al club de teatro.

—Pero si ustedes no lo dejaron tirado, él se alejó.— Recordó Nichole.—Entiendo que él lo vea así, pero creo que tampoco iba a servir de mucho si le insistían con que siga siendo parte del grupo. Lo hubieran hecho sentir... Presionado.

—Cualquier cosa hubiera sido mejor que dejar que sea así.— Murmuró Token con la voz afligida.

—A mí m-me la de-dejó barata.— Suspiró Jimmy con alivio.

—Chicos.— Los llamó Kyle a los tres.—Sé que eso de Tweek les afecta, a nosotros también nos dolió que nos diga nuestras verdades, pero nos estamos yendo de tema, tenemos que enfocarnos en esto primero. Lo de Tweek lo veremos después.

—¿Pero qué mierda vamos a hacer?— Le preguntó Butters a Kyle. Su voz demostraba impaciencia ante la tardanza por encontrar una resolución.—No quieren hacer algo violento, y tampoco podemos ser muy pacíficos. A este paso, Al se va a salir con la suya y nos va a hacer pasarla mal. Yo no pienso seguir en el club después de la feria, ya lo advierto.

—Yo tampoco.— Dijeron varios de los presentes.

—A mí se me ocurrió una idea... Pero creo que no va a agradarles.— Habló Wendy y todos la miraron en silencio.—Pedirle perdón a Al.

Si las miradas acuchillaran, ahora Wendy hubiera sido rebanada en pedazos.

—¡¿Pedirle perdón a ese arquero de pijas?! Conmigo no cuenten.— Determinó Red.

—Eso no sería justo, los que la pasamos mal fuimos nosotros.— Opinó Kenny.

—Pero piénsenlo de esta forma: Al piensa que el problema somos nosotros...— Intentó explicarse Wendy, pero fue interrumpida por un audio de WhatsApp que Clyde reprodujo y todos escucharon atentos.

¡¿Pedirle perdón?!— El audio era de Craig. Clyde lo estaba manteniendo al tanto de todo lo que estaban hablando, ya que él también quería opinar.—¡¿Perdón de qué?! Pero si nosotros no hicimos nada, carajo. Esto se resuelve con un balazo y al río, no me jodan.

—Voy a borrar el audio, por si caemos presos.— Pensó Clyde en voz alta y ligeramente asustado por la idea de que los incumplen de homicidio por ese audio.

—Déjenme terminar de hablar.— Pidió Wendy.—Sé que a muchos no les gusta esa idea, pero piénselo de este modo: Al piensa que la culpa es nuestra por no ser lo suficientemente buenos, así que para ganarnos la confianza de alguien que cree estar por encima del mundo, tenemos que jugar su propio juego.

—Tiene sentido.— La apoyó Stan.—Pero falta algo, ¿para qué queremos ganarnos su confianza?

—Para exponerlo.

Wendy iba a responder, pero una voz la interrumpió y llamó la atención de los presentes. Una voz que no esperaban escuchar. Cartman se acercó al grupo con lentitud con una Tablet bajo el brazo. Las manos en los bolsillos y la expresión serena era señal de que algo traía entre manos.

—Supongo que ya saben, pero, Gran Gay Al ya fue acusado repetidas veces de maltratar a sus empleados.— Comentó Eric mientras enseñaba la pantalla de la Tablet. Stan, Wendy y Kyle la tomaron y observaron lo que Eric quería que vieran.—El único problema es que todas las veces que lo cancelaron, las únicas pruebas que mostraban eran mensajes de WhatsApp y audios confusos, por lo que los fans de Gay Al y la gente de este pueblo lo defendieron aludiendo que los chats y audios eran falsos o sacados de contexto. Y siendo el abogado del diablo, es fácil pensar eso. Pero hay algo que es imposible de burlar.

Los chicos se le quedaron viendo a la espera de que Eric termine la oración, pero Cartman quería que ellos lo dedujeran por ellos mismos. Al ver que ninguno reacción, suspiró frustrado.

—Esta es la parte en donde ustedes completan mi oración.

Fue cuando Stan, Wendy y Kyle llegaron a la conclusión.

—Un video.— Dijeron al unísono.

—Exacto.— Afirmó Cartman.—Y todos aquí tenemos celulares para grabarlo en alta definición, menos tú Kenny, lo siento pero tu Alcatel solo sirve para grabar los típicos videos que Dross analiza, sin ofender.

Kenny frunció el ceño y se subió el barbijo para insultarlo por lo bajo sin que le entienda.

—Bien que ese Alcatel fue testigo de cómo me la mamó tu madre, gordo chupavergas.— Masculló Kenny contra su barbijo.

—Así que el plan es el siguiente:— Cartman continuó hablando.—Le pedimos disculpas a Al por lo que pasó ayer, de la forma más arrastrada y chupamedias posible. Eso hará que él nos vea como alumnos dominados y continuará actuando como el patán que es con toda impunidad. Ante esto, nosotros no tenemos que confrontarlo por nada del mundo, tenemos que agachar la cabeza y decir que sí, ya saben, jugar el papel de la víctima. Para entonces, ya habremos dejado nuestros celulares en puntos estratégicos para que él no los vea y grabaremos toda la clase. Les diremos a los alumnos de primero, segundo y tercero que hagan lo mismo, así tenemos más pruebas. Luego, juntaremos todos y cada uno de los videos para hacerlo uno solo, el detalle aquí es que todos los videos son tomados en ángulos diferentes, lo que dará a entender que hay muchos testigos, sería la palabra de Al contra cien videos mostrando lo mismo. Eso lo proyectaremos el día de la feria, delante de todo el pueblo. A Al no le quedará de otra más que irse y nosotros continuaremos con el show, eso incluye tener a Tweek como Hamilton, Jimmy volverá a la obra y todos felices y todos contentos.

—Antes de decirte que es un buen plan— Habló Kyle sin dejar de mirar a Eric con desconfianza.—, ¿por qué nos ayudas?

—¿Recuerdas lo que les dije a Wendy y a ti sobre mi campaña contra la gordofobia? Bueno, olvídalo. Porque hoy fui a dirección para hablar de eso con PC, y esos hijos de puta del Director PC y Gran Gay Al me desplazaron para darle espacio a una charla sobre la conducción distraída o alguna mierda por el estilo. Ese hijo de puta se metió conmigo y el resto de la paga que me iba a ofrecer McDaniels para ayudarla a levantar su imagen, así que ahora es personal.— Le respondió Cartman con la mirada fija. Kyle conocía muy bien a Eric, y estaba seguro de que hablaba con la verdad, tenía sentido.—¿Esa respuesta te basta, Kyel?

—Kyle.— Lo corrigió.—Es un buen plan, hay que hacerlo.

—¿Están todos de acuerdo?— Preguntó Stan para el resto del grupo. Todos asintieron.—Está bien, lo haremos. Avísenle a Tweek y Craig.

La campana que anunciaba el fin del almuerzo sonó, por lo que dieron esa pequeña reunión por finalizada. Mientras todos los estudiantes de sexto año caminaban hacia el aula, Stan y Kyle se quedaron atrás, continuaban analizando la ayuda que Eric les brindó.

—¿Confías en Cartman?— Le preguntó Stan a Kyle, este último se encogió de hombros.

—Su motivación tiene sentido. Sabemos que Eric hace semanas está planeando esa campaña, y que Al haya interferido con su plan creo que es motivo suficiente como para que lo tenga en su lista negra. Estamos hablando de Cartman, al fin y al cabo.

—No creía que a esta altura contaríamos con su ayuda.— Rió Stan mientras guardaba las manos en los bolsillos.

—Yo no le llamaría "ayuda", más bien es un ajuste de cuentas. Básicamente se trata de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".— Explicó Kyle.

—Bueno, sí, es verdad, eso suena más como Cartman.

—Sí.— Rió Kyle.—Por lo visto, algunas cosas no cambian.— Dijo mirándolo.

—¿Y otras sí?— Preguntó Stan jugando el papel de inocente, pero estaba seguro que Kyle entendería lo que quiso decir entre líneas.

Kyle abrió la boca como si quisiera agregar algo, pero al instante la cerró y una sonrisa nerviosa se le formó involuntariamente. Stan también rió, algo nervioso. Se limitaron a mirarse y reír, no hacía falta decir o agregar nada más, porque ambos sabían lo que el otro pensaba y eso era suficiente.

Y porque las miradas dicen lo que las palabras no pueden describir.

—Vamos a clase.— Kyle dijo eso sin poder continuar viendo a Stan a los ojos y se apresuró en caminar. Luchar contra su propia sonrisa no era nada fácil.

Stan lo siguió detrás, con la satisfacción de saber que algunas cosas estaban encaminándose un poco mejor.

Chapter 37: El humano y la resiliencia

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=87cVZvXXUCI

Notes:

Tw: Mucho texto de charlas filosóficas. Demasiado.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Esa noche, lo que menos hizo Tweek fue dormir. Durante la noche estuvo despierto y su desvelada pasó por distintas etapas; la primera hora consistió en llorar con la mano cubriendo su boca mientras sentía cómo el pecho se le cerraba y encogía, pero, de algún modo, no llegó hasta el punto de sufrir otro ataque de pánico, resultó un alivio por un lado (no quería que sus padres se despierten en medio de la noche y desperdicien tiempo de bendito descanso por su culpa, eso le haría sentirse aún peor); no obstante, sintió una profunda rabia en su interior, ¿cómo puede ser que ahora que estaba solo, desprotegido y con fuertes probabilidades de que el ataque de pánico lo mate, se detenga a medio camino así como así? ¿Por qué en la tarde tuvo que pasarle cuando estaban todos sus amigos presentes? Era una cagada. Una enorme y gigantesca montaña de cagada, ¿tan difícil era morir de forma espontánea sin tener que recurrir al suicidio? Dios era un troll en ese sentido.

La siguiente instancia de esa larga noche consistió en tratar de burlar a su mente para auto convencerse de que no estaba en la mierda y que la razón por la que no podía conciliar el sueño no era por haber sufrido la mayor humillación que recibió de un profesor hasta ahora, y posterior a eso, colapsar en un fuerte ataque de pánico delante sus amigos y del chico que le gusta; sino que el motivo era ese fanfic tan interesante que estaba siguiendo desde hace semanas y que no podía dejar de leerlo.

Luego se fastidió cuando se dio cuenta de que se dejó de actualizar en marzo del 2016 y no tenía final. Ya era marzo de 2021.

La última etapa de la noche se basó principalmente en mirar videos en Tik Tok y YouTube. Para aumentar aquel pesar, el algoritmo de Tik Tok de Tweek no colaboró en nada. Sólo fue cuestión de que él le diera like a un video de alguien hablando de cómo se sentía (un usuario que afirmaba tener ansiedad) para que le salieran veinte videos más de ese estilo, y eso le hizo sentir aún más miserable. Especialmente porque se identificaba con todos ellos (independientemente de si esas personas realmente sufrían ansiedad o no, teniendo en cuenta lo romantizado que estaba ese trastorno en esa aplicación asquerosa).

Y para finalizar, se movió incómodamente en su cama de un lado a otro durante un largo rato mientras escuchaba una playlist donde tenía varios temas de Mitski y las canciones más depresivas de Demi Lovato.

Hay algo peor que no tener sueño por estar deprimido, y eso era: tener sueño, estar extremadamente cansado, con la cabeza yendo a mil por hora, y aún así, no poder dormir.

Sus padres ya sabían que él no tenía intención de asistir a clases, así que no se molestaron en ir a despertarlo, solo le dejaron su café preparado para cuando su hijo se despierte. A las 8 am. Tweek pudo dormir al fin, pero no fue por mucho tiempo. A las 9 ya estaba con los ojos abiertos otra vez.

En el fondo, Tweek planeaba no comer para morir por inanición porque no tenía en mente volver a salir de su casa. Pero sabía que su detallado plan nunca se podría llevar a cabo, porque:

  1. Sus padres no se lo iban a permitir y le iban a hacer comer por el culo si es necesario.
  2. A Tweek le preocupaba mucho la idea de quedarse libre de la escuela y joderse (más) la vida.
  3. Dicho sin mucho tacto, Tweek era un puto adolescente calentón (como la mayoría en esa etapa) y estaba seguro de que necesitaría volver a acostarse con Craig en algún momento. Así que entre morir de una forma y otra, prefería que Craig lo mate de esa

Bajó a la cocina y tomó la jarra de café (sí, la jarra, no una taza). Luego de ese desayuno cuestionable para su propia salud, continuó mirando videos hasta que escuchó unos golpecitos en su ventana.

Era su ladrón azul.

—Ya sabes que puedes pasar.— Le dijo a través de la ventana, su voz se oyó opaca tras el vidrio, pero Craig consiguió entenderlo. Abrió la ventana desde fuera y se adentró a la habitación.

—Consentimiento expreso. PC estaría orgulloso de mi.— Se auto elogió Craig mientras se acercaba a la cama donde Tweek continuaba acostado con el celular en mano.

No negaría que se alegraba de ver a Tweek, a pesar de haberlo visto el día de ayer, aquel episodio de pánico y la angustiante espera hasta que Tweek se despertara (Craig no sabía que Tweek no había dormido), le hizo sentir que habían pasado semanas desde la última vez. De alguna forma, esto le recordó a su reencuentro previo a la primera vez de ambos; con la diferencia de que, esta vez, no le había golpeado con la sartén, la cual aún lo miraba amenazante desde su escondite en el escritorio. Probablemente, era la único Tweak que lo odiaba.

Y lo otro que era diferente en esta ocasión era que Tweek no se veía bien. Las ojeras bajo sus ojos apagados y que aún tuviera puesto el pijama a pesar de ser la una de la tarde lo delataba.

Cuando se sentó al lado de Tweek, él dejó de lado el celular y Craig le tendió una bolsa llena de algo y con la mirada vacilante, sin ser capaz de mirarlo de frente. Tweek lo observó con curiosidad, no le había pedido que trajera algo. Abrió la pequeña bolsa y se encontró con un montón de caramelos con gusto a café y otros rellenos de dulce de leche. Sus favoritos.

—¿Cuánto gastaste en esto?— Se burló Tweek mientras admiraba la absurda cantidad de caramelos que ahora poseía. Se cruzó de piernas, como si se preparara para meditar.

—De nada.— Respondió Craig intentando mantener un tono serio. Nunca le había costado tanto disimular su vergüenza.

¿Cómo puede ser que en la noche de su primera vez se sentía menos apenado y ahora se le caía la cara por unos caramelos?

Oh, cierto, el alcohol. Si bien era cierto que esa noche no había bebido lo suficiente como para emborracharse y no era tan flojo como Stan, lo había consumido, así que tal vez eso lo explicaba…

Craig era realmente bueno para engañarse a sí mismo.

—Oh sí, lo olvidaba.— Murmuró Tweek antes de cambiar radicalmente el tono de su voz, de uno normal a uno más nasal, profundo y serio.— Gracias, cerdo malagradecido.— Le dijo imitando su tono de voz.

Por primera vez desde que lo conocía, Craig sintió la enorme necesidad de que Tweek se quede en silencio o lo iba a enamorar porque su humor era débil y más si venía de su parte.

—¿No fuiste a la escuela?— Preguntó Tweek algo extrañado.

Craig enarcó la ceja. Estuvo a punto de preguntarle si en serio no recordaba lo que pasó el día anterior, pero cerró la boca al acordarse de un dato que leyó la noche anterior cuando se metió en Google para encontrar datos que necesitaría saber sobre los ataques de pánico o de ansiedad.

“Entre las consecuencias que provoca, en algunos casos se puede presentar una pérdida de memoria, que a su vez, como en un ciclo vicioso, aumenta la ansiedad. El estrés, la ansiedad o la depresión pueden causar olvidos, confusión, dificultad para concentrarse y otros problemas que interrumpen las actividades diarias. Las personas tienen lagunas en su memoria, que pueden abarcar desde minutos hasta décadas de su vida.”1

—No. Pero no es como que me vaya a quedar libre por faltar un día.— Respondió mientras dejaba que sus antebrazos descansen en sus rodillas en el vago intento de demostrar una actitud casual. La intención de Craig no era mentirle, tarde o temprano le diría la verdad, pero en vista de la preocupación de Tweek, lo más conveniente era no contarle esa parte de la historia. Al menos hasta que las aguas se calmen.

O hasta que alguien más se lo diga.

Sin embargo… Tweek lo miró con sospecha.

—¿Qué?— Preguntó Craig a la defensiva. La mirada desconfiada de Tweek le causó escalofríos.

—¿Estás seguro de que no hiciste nada estúpido ayer?— Lo interrogó Tweek con una mirada que parecía estar inspeccionándole el alma.

Eso consiguió que la lista de personas que podían hacer sentir intimidado a Craig aumente: en primer lugar, su mamá; en segundo lugar, Red; y ahora Tweek.

—Pues… Digamos que solo le dije a Al que se pasó de la raya y poco más…

—Craig.— Lo interrumpió Tweek alargando la letra “a” en su nombre, claramente sin creerle la ligereza de su versión.

—Bueno, si no vas a creer mi versión de los hechos, no entiendo por qué me preguntas. Pareces la CNN.— Se defendió Craig.

—Mira, tal vez no nos conocemos mucho, pero ya vi cómo reaccionas cuando alguien se mete con un amigo tuyo o conmigo.— Explicó Tweek mientras desenvolvía un caramelo de café.—No recuerdo bien qué pasó, pero quería saber si me dirías la verdad, y veo que no.

Bueno, fue atrapado y ahora sentía vergüenza por dos cosas: la innecesaria y romántica bolsa de caramelos y su nula capacidad para mentirle a Tweek.

Stan estuvo quién sabe cuánto tiempo jugando a dos puntas sin levantar sospechas y yo no puedo mentir sobre algo que literalmente pasó ayer. Pensó Craig sintiendo algo de asco de sí mismo al admirar una infidelidad.

—Está bien, tal vez me excedí un poco con Al, pero no te preocupes por mí, estoy acostumbrado a esto y no me van a expulsar por una amonestación, solo tengo que comport...

Dios, ahí estaba mostrando otra vez esa fachada de superado y “todo me resbala” que Tweek odiaba.

—¡¿Por qué siempre tienes que sonar tan relajado?!— Tweek lo interrumpió. Le importaba muy poco lo que Craig tuviera para decir, porque claramente no estaba viendo el problema como debería. Y le enfermaba que viera una amonestación como algo de cada día cuando él era incapaz de verlo así.—¡Hombre, te metieron una puta amonestación por MÍ culpa! ¡Y son tres amonestaciones máximas antes de ser expulsado, y tratándose de ti son muy pocas!

Ah, muchas gracias por tenerme tanta fe, crack. Pensó Craig algo ofendido por el comentario final.

—Primero: no fue tu culpa.— Lo frenó Craig.—Segundo: entiendo que creas lo último, pero realmente no soy tan problemático. Y tercero: sueno relajado porque, como dije, estoy acostumbrado a pasar por esto. Sé el terreno en donde estoy y los límites, siempre y cuando no los vuelva a cruzar, no va a pasarme nada.

—Y porque seguramente fumaste cinco cigarrillos antes de venir aquí.— Lo acusó Tweek mientras olía el inconfundible aroma a tabaco que el otro desprendía.

—Seis.— Lo corrigió Craig.

—¡Los que sean! Eso no me importa, ¡pero lo que me enferma muchísimo es lo poco te importa y que me lo enrostres!—Confesó Tweek con el ceño fruncido.

—¿Enrostrarte qué? Literalmente intenté ocultarte lo que pasó para que no te pongas así.— Contestó Craig. No mentiría, se sentía personalmente atacado por Tweek, como si esto fuera un reproche de algo que Tweek se guardó hace tiempo, pero no quería exaltarse porque la discusión en sí misma le resultaba muy estúpida.

—¡No necesito que me mientas! Lo que yo necesito es que no me hagas sentir peor.

Tweek tenía muchas emociones encontradas y no sabía exactamente qué hacer con ellas o cómo gestionarlas. Sintió inquietud cuando se dio cuenta de que esto podría desencadenar una pelea que no deseaba tener, menos tratándose de Craig.

—A ver, ¿y de qué forma te hago sentir peor?— Por primera vez, Craig se dirigió a Tweek en un tono confrontativo.

—¡Porque sabes bien que yo no puedo ser así, y a mí me encantaría poder seguir esa filosofía tuya de vida light, pero no puedo! Y haces ver esas cosas como si no fueran nada y me haces sentir tan…— Estúpido, miedoso, insoportable y un largo etcétera.— ¡Agh! ¡No lo sé!

—Tweek, nada de eso no tiene sentido…

Tweek no sabría poner en palabras lo mucho que esas seis palabras le hincharon las pelotas.

—¡Para ti no lo tiene porque eres un puto nihilista que todo le vale mierda, si pudieras mirar más allá de tu propio ombligo y tratar de ponerte en mi lugar…!— Exclamaba mientras se levantaba de la cama. Craig siguió su mismo movimiento, y ahí Tweek recordó lo pequeño que era en comparación.

—¡Bueno, lamento que yo sí pueda controlar mis putas emociones, inmaduro!— Exclamó Craig, tan frustrado como molesto. Y eso Tweek lo notó, porque no volvió a emitir otra palabra, solo se quedó mirándolo, entre enojado y asustado.

El vacío silencio les hizo caer en la cuenta a ambos de que esto se les estaba yendo de las manos y tenían que parar.  Volvieron a tomar asiento cuando se percataron de que se habían levantado la voz, y eso no era lo que querían. No entre ellos.

Puto idiota, lo que menos necesitas ahora es pelearte con él. Cierra la boca. Ese fue, probablemente, el pensamiento que a ambos les pasó por la cabeza, razón por la que permanecieron en silencio durante un largo rato.

—Ey, lo siento.— Fue Craig quien decidió romper el silencio. Tweek se sintió aliviado de oír eso, no porque sintiera que Craig le debía una disculpa (aunque en realidad así era), sino porque temía haberlo arruinado todo.—No tomes en serio lo que dije. No eres inmaduro… Y ciertamente yo no puedo controlar ni mis propias emociones.— Añadió mientras jugaba con sus dedos nerviosamente.

—Perdóname tú a mí. Y no, te equivocas con lo último, puedes hacerlo.— Lo corrigió Tweek, su voz sonó suave, pero vacía. Abrazó sus piernas hasta que las rodillas tocaron su pecho, se veía más pequeño de lo que ya era, a Craig se le hizo una imagen muy tierna y triste a la vez.—Ojalá yo pudiera controlarme como tú. Me ahorraría muchos…— Ni siquiera podía pensar en la frase “ataque de pánico” sin que sus ojos vuelvan a humedecerse.—Momentos como los de ayer.

—Si yo pudiera controlarme a mí mismo, no hubiera reaccionado como lo hice.— Le recordó Craig.—Si lo piensas, tú reacción tuvo más sentido que la mía.

—No, no lo tuvo.— Negó automáticamente.—Tendría que haber aceptado sanamente que no sirvo para esto y ya. No hacer un escándalo.

El corazón de Craig sintió un hueco cuando Tweek afirmó esas mentiras. Era doloroso escuchar cómo el chico que le gustaba se tiraba tanta mierda.

“No sirvo para esto”.

La distancia entre ambos se sentía innecesaria en este punto, y no es que quisiera estar alejado de Tweek, pero Craig dudaba sobre si sería prudente darle un abrazo, teniendo en cuenta que ayer eso no fue de ayuda. Estiró el brazo hasta acariciar su mano. Ese pequeño tacto fue suficiente para sentir cómo su corazón se aceleraba y se conectaba con su tristeza.

—No pudiste evitarlo, la situación te superó.— Craig cubrió la mano de Tweek, él seguía sin mirarlo a los ojos, pero sabía que estaba triste. No necesitaba verlo fijo para darse cuenta de que derramó varias lágrimas.—Y sé que no vas a creerme ahora y que probablemente no quieres escuchar nada sobre el tema, pero no digas que esto no es para ti, entiendo que estés triste y que te sientas inseguro, pero no permitas que sus palabras de mierda te afecten, porque en el fondo sabes que no es así. Y nosotros mismos sabemos que nada de lo que él dijo es cierto.

—Craig, no necesito más mentiras.— Discrepó Tweek.—Tiene razón, esto es selección natural. Una jirafa con el cuello corto eventualmente morirá por no alcanzar las hojas más altas. Una hormiga que no puede cargar más de su propio peso, morirá aplastada. Un actor que no tiene talento, ni puede recordar sus líneas y tiene pánico escénico, no puede actuar.— La habitación se llenó de un aroma salado, un aroma que Tweek relacionaba con la tristeza. Se limpió las lágrimas que se deslizaban sin parar por su mejilla con el dorso de la mano y volvió a esconder la mitad de su cara.—Supongo que es lo malo de la realidad: aunque duela y no nos guste, hay que aceptarla.

Había una característica que Craig odiaba mucho de las personas cuando algo malo les sucedía, y era lo autodestructivas que llegaban a resultar, ya que sin importar lo que les dijera, les entraría por un oído y se les saldría por el otro. Y Tweek en este momento estaba siendo ese tipo de persona. Pero lo cierto es que si llegara a recriminarle su actitud, sería una enorme hipocresía por su parte, ya que por momentos él solía pensar igual. Quizás, al mismo tiempo, eso explicaba su dureza a la hora de hablar con personas que suelen ser tan autodestructivas, como Stan. A lo mejor… Solo se veía a sí mismo y no le agradaba. O porque sabía que no había mucho que él pudiera hacer por esas personas y eso lo frustraba.

“Esto es selección natural. Una jirafa con el cuello corto eventualmente morirá por no alcanzar las hojas más altas. Una hormiga que no puede cargar más de su propio peso, morirá aplastada.”

“Selección natural”.

De pronto, cuando analizó lo que Tweek había dicho, encontró la forma correcta de responder.

—¿Qué necesita un baterista para tocar la batería?— Le preguntó Craig.

Tweek lo observó confundido, ¿a qué venía esa pregunta?

—¿Talento?

Craig negó con la cabeza.

—No necesariamente, me refiero a algo más básico. Muy básico.

Tweek siguió pensando, ¿qué podría ser lo básico para ser baterista?

—¿Dinero?

Esa respuesta hizo reír a Craig.

—Sí y no.

—¿Baquetas?

—Sigue intentando.

—¿Tambores? ¿Bombo? ¿Platillos? ¡Agh! ¡Me rindo!

—Es más fácil, lógico y obvio de lo que crees.— Le dijo Craig mientras buscaba en su bolsillo un cigarro y su encendedor. En el momento que Tweek adivine la respuesta, tendrían una larga conversación.

Tweek pensó en algo tan fácil, lógico y obvio que hasta le resultó estúpido.

No puede ser eso… Es muy obvio.

—¿Manos? ¿Brazos?

—Sí.— Afirmó Craig mientras prendía el cigarrillo.—Entonces, ¿qué pensarías si te dijera conozco a un baterista al que le falta un brazo y aun así su carrera musical es ridículamente exitosa?— Preguntó otra vez mientras echaba unas bocanadas de humo.

—Que me estás jodiendo.— Respondió Tweek con sinceridad.

—Pues no, realmente existe.— Aseguró Craig mientras tomaba su celular y buscaba un video de Rick Allen en YouTube. Cuando encontró un video de su solo de batería en el tour del 2018, le alcanzó el teléfono a Tweek.—Este hombre es Richard Allen, o Rick, y es el baterista de Def Leppard. En el 84 tuvo un accidente en su auto y perdió el brazo izquierdo, sin embargo, siguió tocando con la banda hasta el día de hoy.

Tweek no era un fanático del rock, así que no tenía idea de la existencia de Def Leppard o sobre las historias de superación personal dentro del género. Cuando el solo de Rick comenzó, no pudo dar crédito a lo que veía y oía, el hombre del video tocaba su querida batería con tanta pasión que uno ni siquiera se percataba de la terrible desgracia por la que había tenido que pasar. El público lo miraba como si fuese una eminencia dando un mensaje a los pobres mortales a través de la batería, y solo empezaron a ovacionarlo cuando terminó, elevando la baqueta en su mano como un santo grial. Él lucía feliz, sus admiradores estaban felices.

A nadie le importaba que le falte un brazo.

—Es muy bueno.— Reconoció Tweek.—Pero no entiendo qué tiene que ver Rick Allen conmigo.

—Que al igual que tú, él también tiene una limitación, y una muy jodida.— Le explicó Craig.—Pero él ama lo que hace, no le importa si le falta uno o los dos brazos, si tiene que tocar con los pies, lo haría porque está completamente loco, pero no permitiría que las dificultades lo alejen de lo que él ama, porque es feliz haciéndolo. Seguramente algún idiota como Al le habrá dicho que por “selección natural”, él no volvería a ser el gran baterista que era antes del accidente. Pero ahí lo tienes. Y la gente lo ama igual, con sus dificultades y limitaciones.

—Porque tiene el talento…— Tweek continuaba negado a aceptar el mensaje que Craig intentaba trasmitirle.

—Tweek, ¿te digo una cosa? El talento y la idea que la sociedad tiene preconcebida acerca de lo que significa o vale, está asquerosamente sobrevalorada.— Determinó.—El talento puede facilitarte algunas cosas, hay personas que tienen más facilidad de hacer ciertas cosas que otras, pero la realidad es que sin práctica ni pasión, y por consecuencia, resiliencia, no puedes hacer nada.

—¿Resi-qué?— Preguntó Tweek con temor de sonar como un idiota, pero en su vida había escuchado u oído esa palabra.

—Resiliencia, la capacidad de adaptarse a circunstancias difíciles y superarlas.— Le explicó Tucker.—Tú puedes tener todo el talento que quieras, pero si no tienes la capacidad para adaptarte a cambios que pueden desestabilizarte y gestionar las frustraciones, como perder un brazo en el caso de Rick, no vas a llegar a nada ni vas a cambiar nada de ti, siempre vas a estar en el mismo lugar. A lo que voy es que en esta vida, y más en un ambiente tan exigente como las artes, vas a tener que pasar por muchas presiones, obstáculos, te vas a frustrar un montón y te vas a encontrar con mucha gente igual o peor que Gay Al; y no solo ahí, te las vas a cruzar hasta en la fila para comprar el pan. Gente que te va a querer hacer sentir una puta mierda, que te va a decir que no eres suficiente y que nunca vas a llegar a nada; que va a ir a por tus puntos débiles, y va a atacar tu ansiedad, tu pánico escénico, tu pasado. Te van a pisar, te van a basurear, te van a querer hundir. Pero, ¿sabes cuál es la verdad detrás de todo esto?

—¿Cuál?— Preguntó Tweek conteniendo un sollozo.

—No puedes dejar que las personas de mierda manejen tu vida, porque no van a definir tu vida ni tu carrera, esas personas no son ni van a ser tu peor enemigo en esta vida. Es gente que está de paso por esta vida y solo va por ahí repartiendo mierda a ver quién cae. Sin embargo, solo hay una persona que siempre va a estar ahí, todo el tiempo, y de la que dependes totalmente. Solo hay una persona que puede permitir que esos ataques te afecten y que puede evitar que sigas haciendo lo que te gusta.

—… ¿Dios?— Preguntó Tweek.

—¿Me ves cara de ser alguien que te va a venir a decir que tu vida está en manos de un ser de dudosa existencia que manda a su propio hijo a la Tierra para que sea criado como cerdo para el matadero?— Contestó Craig con sarcasmo.—No, me refiero a ti.

—¿Yo? ¿Mi propio enemigo?... Aguarda, ¿qué clase de charla motivacional es esta?

—Meh, no tomes esto como una “charla motivacional”, de hecho, creo que la gente que busca desesperadamente un discurso motivacional cada vez que tienen que tomar una decisión, lo hacen porque es más cómodo seguir ordenes directas de una voz que piensa por ellos y eso no va conmigo.— Volvió a fumar.—Así que no, esto no es una charla motivacional, tómalo más como una advertencia para el resto de tu vida; más que nada porque soy el menos indicado para hablar de motivaciones, literalmente me estoy matando a cada segundo, y hasta cierto punto, soy consciente de eso.— Le dijo enseñándole el cigarrillo entre sus dedos.

—Entiendo.

—Volviendo a lo anterior, todos somos nuestro peor enemigo, especialmente porque siempre estamos con nosotros, no hay forma de dejarnos atrás y seguir solos. Puedes ver eso como una condena y verte a ti mismo fracasar en todo lo que amas mientras te castigas por ello, o verlo como una fortaleza y hacerle un “jódete” a los idiotas que te quieren hacer dudar de ti. Con esto no te aseguro que vas a conseguir todo lo que quieras en la vida, al contrario, va a haber muchas cosas que no te van a salir como quieres, pero ahí está la clave: lo primordial no es el talento, ni las críticas ni tus limitaciones, ni siquiera si llegas a tu meta, sino cómo te adaptes a las circunstancias, cómo manejes la frustración que implica el solo hecho de estar vivo y en la medida en que permitas que lo que los demás te digan o hagan, te afecte. Y sin importar si las cosas se te dan como quieres o no, lo importante es que siempre acabes saliendo mejor. Las opiniones de la gente de mierda como Al solo te van a dañar si tú lo permites. Una vez que entiendas eso, estoy seguro de que vas a conseguir todo lo que te propongas o al menos, no vas a ser lastimado por esta gente, porque el potencial lo tienes, el talento lo tienes y el apoyo de las personas que vemos tus cualidades, lo tienes. Lo único que te hace falta es convencer a tu peor enemigo.

Quizás, esta era la conversación con Craig que Tweek siempre buscó evadir, no porque le aburriera o le molestara darle la razón. Sino porque incluso siendo aquel el mejor consejo que alguien le había dado en la vida, con todo el dolor del mundo y la carga de sentirse un idiota encima, no podía aceptarlo.

—Entiendo lo que dices…— Murmuró Tweek apenado.—Pero…

—¿Pero?

Lo siento, Craig.

—Pero yo no soy tú.— Dijo mirándolo con los ojos llenos de lágrimas.—Te lo agradezco, en serio te agradezco que te hayas tomado la molestia de venir aquí y hablarme, y por eso lo siento mucho, de verdad, pero no puedo hacerlo. No soy una máquina, por desgracia, solo soy humano. Y uno muy débil.— Sollozó.—Lo siento.

Luego de disculparse por tercera vez, Tweek quebró en llanto mientras volvía a esconder su cara. La angustia tomaba su garganta con fuerza y se sentía más miserable que ayer, creyó que eso no podía ser posible, pero así fue.

El vacío en su interior se le llenó de culpa y lágrimas cuando sintió a Craig rodeándolo con los brazos. Escondió la cara en su pecho y no pudo continuar conteniendo el dolor.

Por el lado de Craig, aunque continuaba mostrando la fortaleza que lo caracterizaba, algo dentro de él se sintió roto. Se sintió tan jodidamente inútil.

Tenía razón, él no podía aconsejarle ni podía ayudarlo. Tweek era humano, y él una puta máquina. Por primera vez, Craig se sintió mal por lo único que le hacía sentirse bien consigo mismo.

¿Soy una puta máquina? ¿Tan así me veo?

—Lamento decep…— Intentó decir Tweek con la voz quebrada, pero fue interrumpido por Craig.

—Tú no me decepcionas.— Le aseguró. Acarició el cabello de Tweek con dulzura y le besó la cabeza, disfrutando el dulce aroma del acondicionador de manzana, pero con una sensación agria en el pecho.

Me siento más decepcionado de mí mismo. Pensó en su interior.

 

 

 

Marsh:

Puedo ir a verte al trabajo?

Necesito decirte algo

De lo de hoy

Craig:

No.

Marsh:

Dale culo roto, es importante.

Craig:

Bueno pero que sea rápido.

Y chupame la pija.

Marsh:

No gracias, pero voy llendo.

Craig:

Es solo “voy” y YENDO va con Y.

 

 

 

En cuanto Stan llegó a la cafetería, se encargó de contarle a Craig a qué acuerdo llegaron hoy en la escuela. Hasta donde terminó la explicación del plan, iba bien. Pero toda la disposición que estaba mostrando Craig se fue al carajo cuando preguntó de quién fue la idea, y Stan podía engañar a mucha gente, pero no a Tucker.

—¡¿Cartman?!— Exclamó Craig prácticamente golpeando la mesa con la cafetera. Poco le importaba si los presentes en la cafetería lo miraban con impresión.—¡¿En serio están tomando en consideración un plan de CARTMAN?!

—Sé que no te agrada…— Stan hizo un gesto de “cálmate” con ambas manos, pero no sirvió de mucho.

—¿”No agradarme”? Por culpa de ese gordo hijo de re mil puta me quedé fuera de la primera clase, hermosa primera impresión, la verdad.— Respondió sarcástico.—Creo que demás está decirlo, pero, conmigo no cuenten. Encima me expulsaron de ahí, así que no voy a poder grabar nada.

—¡Pero no hay más opciones!— Stan comprendía el disgusto de su amigo, pero necesitaba meterlo en el plan, aunque sea contra su voluntad.—Mira, no es necesario que estés en el club porque ya hay muchos estudiantes, más que suficientes como para que no puedan decir que es solo un ajuste de cuentas de un grupo de estudiantes vengativos…

—Que lo es.— Dijo Craig mientras secaba el filtro de café.

—Pero lo que sí necesitamos es que convenzas a Tweek de que vuelva al club, porque esto lo vamos a hacer principalmente para hacerle justicia a él.— Añadió Stan con determinación,  parecía algo no negociable.

Como si no lo hubiese intentado ya. Pensó Craig con amargura.

—Que tú dejes el alcohol lo veo más probable.— Disparó Craig.

¿Y eso a qué viene? Pensó Stan extrañado. Craig solía ser una mierda, pero no así.

—¡¿Y ese ataque tan gratuito?! Con esa lógica, yo voy a dejar de beber cuando tú dejes de fumar.— Contraatacó Stan elevando un poco el tono de voz.

—¡Perfecto! Moriremos juntos, romántico, ¿no?— Respondió Tucker con sarcasmo.

—¿Qué mierda te pasa? ¿Por qué estás tan irritable?— Preguntó Stan con hartazgo.

—Sucede que llegué a mi casa ayer a la noche, mi viejo estaba en pedo, se puso a reclamarme que llegué tarde y que no hice el mandado que ÉL con sus dos huevos no pudo dignarse a hacer, discutimos, me fui a “dormir” re tarde y ni siquiera pude dormir. Me desperté temprano, hice la tarea extra que me mandaron por la sanción, todo a los pedos, al mediodía fui con Tweek justamente para tratar de convencerlo de que tiene que volver a actuar y, ¡sorpresa! No lo conseguí. Y hasta hace veinte minutos, antes de que tú llegaras, casi le tiro el café en la cara a un viejo de mierda que me hizo ir y venir como un pelotudo más de tres veces.— Craig se percató de que estaba hablando en voz alta, y el hombre del que hablaba justamente caminaba hacia la salida, pero se detuvo a observarlo cuando oyó que Craig hablaba de él. Lo miró ofendido, pero Craig le sostuvo la mirada y lo apuntó con el dedo.—Sí, estoy hablando de ti, ¿algún problema, tobogán de piojos?— El señor abrió los ojos tan grandes como pudo y solo se limitó a salir del lugar rápido. Craig se relajó luego de eso, y se encogió de hombros como si nada hubiera sucedido.—Listo, ahí te resumí mi hermoso día, ¿no te parece motivo para estar “irritable”?

Habían pasado algunas semanas desde la última conversación profunda que tuvieron, en el medio habían sucedido muchas otras cosas y, eventualmente, Stan acabó olvidando el hecho de que Craig no la estaba pasando mejor que él (y sumemos el hecho de que él no suele hablar de su vida, por lo que es difícil saber si pasó algo nuevo o no).

Tragó saliva cuando sintió un pequeño nudo, producto de la culpa que lo abrazó de repente.

—Carajo, qué mierda, hermano.— Empatizó Stan.

El trapo en la mano de Tucker se deslizó con menor frecuencia, hasta que dejó de moverlo del todo y se quedó con la mirada perdida.

—¿En qué estás pensando?— Le preguntó Stan.

—En abrirme un Only Fans y que me mantenga un viejo con mucha plata.— Respondió con demasiada seriedad como para estar bromeando.

De hecho, te harías millonario. Pensó Stan viéndolo de arriba abajo, enfocándose en su torso, luego se dio cuenta de que fue un pensamiento muy bisexual tirando a gay y sacudió la cabeza para ahuyentar ese tipo de pensamientos.

—Oye, entiendo que te frustre no haberlo podido convencer a Tweek hoy. Pero no es tu culpa, si es lo que piensas.— Stan posó la mano en el hombro de Craig.—No sé si Token te lo dijo una vez, lo de que “uno no puede ayudar a alguien…”

—“Que no quiere ser ayudado”.— Completó Craig con desgano.—Ya me lo había dicho una vez y justamente por Tweek. Tendría que haberle dado bola.

—Sí, eso. Sin embargo… De nosotros, el que más se relaciona con él eres tú, estoy seguro de que en unos días, tal vez, si le vuelves hablar, a lo mejor lo vuelva a pensar y…

—Tweek no quiere ayuda, Stan.— Lo interrumpió Craig mientras se acercaba a un cliente y tomó su pedido (por suerte solo pidió café con leche).—Ya hasta estoy pensando la posibilidad de que solo esté sobreactuando y yo aquí preocupándome al pedo, para que mañana probablemente vaya a la escuela y esté lo más bien, como si no hubiera pasado nada. Y yo no le puedo llevar el apunte a ese nivel de ciclotimia2.— Dijo mientras se volteaba para hacer el café con leche.

Aunque en este momento la conversación se trataba de Tweek, Stan no pudo evitar la sensación de equivalencia: estaban hablando de un chico con un problema al que no buscaba solución y eso hacía que sus amigos (en este caso, Craig) se frustren y le den muchas vueltas a su problema.

Resultaba familiar a su caso, y sintió culpa al imaginarse que pudo haberles dado el mismo malestar cuando descubrieron su secreto.

Pero rápidamente entendió algo. Había algo que ellos habían hecho por él, y, aún con sus dificultades, estaba teniendo un efecto muy importante en Stan: buscó ayudarse. Algo que por sí solo no podría haber hecho.

No debemos dejarlo solo.

—Escucha.— Dijo Stan.—Puede que ahora Tweek no parezca querer ayuda… Pero la necesita, Craig.— Tucker volteó a mirarlo.—Tuvo un puto ataque de pánico, esto ya no se trata de resolver solo un problema con consejos y respuestas rápidas, sino de que él vea que estamos ahí para él y no soltarle la mano ahora que lo necesita más, porque si con amigos es difícil querer encontrar soluciones— Dijo señalándose a él mismo—, imagínate haciéndolo solo.— , esto Craig lo comprendió bien. Era complicado como el inferno.— La gente a veces necesita ayuda para ordenar sus emociones, pero debemos estar ahí para él y apoyarlo. No juzgarlo por cómo él gestiona sus emociones. Puede ser agotador, y lo entiendo, lo veo en ustedes cuando se frustran por mi culpa, pero, ¿qué es más importante? ¿Los resultados a pasos cortos o que todo siga igual?

Por primera vez desde que se conocen, Craig pensó que Stan tenía algo en el cerebro además de alcohol.

No lo puedo dejar solo.

—Debo irme.— Anunció Stan al ver la hora en su celular.—Tengo que revisar si los chicos de la clase de teatro de hoy grabaron algo, así ya me fijo cómo unir los videos en uno solo.

—¿Necesitas ayuda con eso?— Preguntó Craig mientras entregaba el pedido de café con leche y recibía el pago.

—Está bien, tú solo encárgate de Tweek. Kyle se da maña con estas cosas, él va a ayudarme con eso.— Explicó Stan.

Mientras guardaba los diez dólares del pago en la caja registradora, Craig, involuntariamente, le levantó una ceja al oírlo nombrar a Kyle; algo que puso a Stan nervioso cuando se dio cuenta de lo mucho que deseaba decir eso, inconscientemente.

—Es solo por lo del plan.— Aclaró Stan levantando sus manos.

—Por supuesto Romeo, te creo.— Dijo sarcástico.

—No debí decirte eso.— Se reprochó Stan en voz baja mientras caminaba hacia la puerta.—Te veo la semana que viene, cuando te levanten la sentencia.— Se burló mientras abría la puerta para salir.

—¡Come piña, lo hace más dulce!3— Le gritó Craig cuando Stan se fue dando el portazo, y se empezó a cagar de risa porque sabe que lo escuchó.

Cuando la jornada laboral llegó a su fin y Craig volvió a su casa, continuó pensando en Tweek y la conversación con Stan mientras tomaba un baño, y por mucho que le jodiera darle la razón a Marsh, estaba en lo cierto. No podía asegurar si Stan estaba cien por ciento sobrio o no, pero notablemente estaba un poco mejor que hace algunas semanas. Y ese logro podía adjudicárselo a él y a Kenny, que mal que mal, lo estaban acompañando. Si ellos no hubieran intervenido, seguramente Stan seguiría mintiendo y bebiendo a escondidas de forma compulsiva.

El problema no estaba resuelto del todo, pero era un cambio, pequeño, pero cambio al fin.

Al salir de ducharse y después de vestirse, tomó su teléfono y le escribió a Tweek.

Craig:
Lamento si hoy no fui de mucha ayuda y te hablé mal, estaba frustrado. Y antes de que lo pienses, no, no es tu culpa, solo que tenía (tengo) una idea diferente de cómo solucionar las cosas y bueno, esperaba que resulte así, pero no. No somos iguales y no puedo ayudarte de la misma forma en que me ayudo a mí mismo, y eso no está mal, solo somos diferentes.

Como sea, solo quiero que sepas que sin importar qué suceda, yo voy a estar siempre para ti. Si necesitas a alguien que te ayude, alguien con quién hablar o solo a alguien que te escuche…

Aquí estoy. Sabes dónde encontrarme, y no me voy a ir. Tus problemas, tus miedos o tu belleza jamás podrían asustarme o alejarme.

Y sostengo lo que te dije ese día y lo voy a sostener siempre, hasta que me muera:

Eres capaz de más de lo que crees.

Pase lo que pase, lo seguiré pensando.

✓✓ 22:15.

Al enviar el último mensaje, sus dedos se siguieron desplazando por el teclado del celular y teclearon un “Te amo” que no completó, pero sabía lo que estaba por escribir y se detuvo, lo dejó pensando con el corazón latiendo como un testigo falso y un calor lo invadió de repente.

Al final, solo lo borró y dejó el celular a un lado.

Todo el día tuvo la estática percepción de que su forma de actuar y de ver las cosas (como el amor, la vida, el sexo y los problemas), eran similares a las de una máquina: evaluando con frialdad si eso en cuestión le afectaba directamente a él o no, y si no era así, solo lo descartaba y seguía en lo suyo. Siempre supo que era así, pero solo cuando Tweek lo mencionó de forma tácita fue cuando realmente lo analizó.

¿Eso podía considerarse “humano”?

Si no hubiera estado a punto de enviarle un intenso “te amo” a Tweek, tal vez hubiera respondido que no. Pero nada más lejos de la realidad. Incluso siendo tan estoico como aprendió a serlo, ni alguien así podía escapar a esos sentimientos.

Sí, era humano después de todo.

 

 

 

Pasaron los días y el fin de semana estaba a punto de terminar, pero Tweek continuó firme en su decisión de no ir a la escuela ni al trabajo hasta sentirse seguro de volver y enfrentar el problema.

Wendy le había estado enviando la tarea por correo durante todos esos días (por WhatsApp no porque mantuvo el celular apagado toda la semana para no responder ningún mensaje), por lo que tampoco tuvo mucho tiempo libre para continuar deprimiéndose. Las tareas (en especial las matemáticas y todo lo que tuviera números) le ponían ansioso y mucho, pero al menos no tenía la presión de que el profesor lo esté vigilando de cerca o mandándolo al pizarrón, por lo que pudo concentrarse un poco más en la soledad.

Y continuaba teniendo episodios de ansiedad y pánico a lo largo de esos días, porque cuando dejó de tener tarea, se quedó a solas con su cabeza parlante, ésta recriminándole cada día lo que sucedió esa tarde y su comportamiento con Craig cuando fue a verlo. Así han pasado noches de insomnio, llanto, mucho café y voces que le hacían sentir un fracasado.

El domingo a la noche, cuando la paciencia de sus padres se iba agotando y empezaban a exigirle que el lunes vuelva a la escuela, cenó temprano y se fue a su habitación a las 21 hs. Antes de acostarse a dormir, decidió encender el celular para saber qué cosas debería responderles mañana a sus amigos.

55 mensajes acumulados en su casilla, de todos sus compañeros del curso (menos de Cartman, lo tenía bloqueado después de que le había enviado un enlace a un screamer que le dejó casi infartado).

Casi le daba otro infarto cuando vio el número de mensajes. CINCUENTA Y CINCO.

Leyó algunos de los mensajes desde el widget de WhatsApp, mas no se atrevió a abrirlos. Los que definitivamente le hicieron llorar fueron los de Token, Clyde y Jimmy. Después de haberlos acusado ese día, los tres le enviaron muchos mensajes para explicarle su punto de vista, disculparse muchas veces e insistir en hablar del porqué se alejaron, pero en persona. Y sí, Tweek sabía que se debían esa charla.

No tuvo el valor para contestar ninguno de los mensajes, todos le hicieron sentir un horrible pesar en su corazón, y volvió a replantearse si era buena idea ir mañana a la escuela… Hasta que leyó el último remitente.

Craig:

Lamento si hoy no fui de mucha ayuda y te hablé mal, estaba frustrado. Y antes de que lo pienses, no, no es tu culpa, solo que tenía (tengo) una idea diferente de cómo solucionar las cosas y bueno, esperaba que resulte así, pero no. No somos iguales y no puedo ayudarte de la misma forma en que me ayudo a mí mismo, y eso no está mal, solo somos diferentes.

Como sea, solo quiero que sepas que sin importar qué suceda, yo voy a estar siempre para ti. Si necesitas a alguien que te ayude, alguien con quién hablar o solo a alguien que te escuche…

Aquí estoy. Sabes dónde encontrarme, y no me voy a ir. Tus problemas, tus miedos o tu belleza jamás podrían asustarme o alejarme.

Y sostengo lo que te dije ese día y lo voy a sostener siempre, hasta que me muera:

Eres capaz de más de lo que crees.

Pase lo que pase, lo seguiré pensando.

✓✓12/03/2021 22:15.

Leerlo con su voz en la cabeza hizo que su corazón diera un vuelco. Por un momento creyó que la había cagado para siempre. Pero no, él seguía ahí.

Craig seguía creyendo en él, después de todo.

Bueno… No les respondería ahora, pero lo haría mañana. Iría a la escuela.

Se puso los auriculares y se dispuso a escuchar un poco de música antes de dormir. Buscó en su biblioteca algo que lo relaje, pero nada le llamaba la atención. No quería a Lana del Rey, ni a The 1975, ni a Harry…

Entonces apareció Hamilton, el soundtrack de la obra musical de Broadway.

Lo invadió una oleada de emociones, por un lado, algo en él no quería saber nada de Hamilton desde lo sucedido con Al, sin embargo, una voz (que no eran las que lo acosaban a diario) se hizo presente en su mente. Una voz que lo hacía sentir seguro, y que de alguna forma, siempre le hacía sentir que todo estaría bien.

“—No puedes dejar que las personas de mierda manejen tu vida.”

Abrió el álbum del soundtrack, sus ojos no podían dejar de leer “My Shot”. Cuando el recuerdo de Al exigiéndole que la cante estaba a punto de hacer presencia, le dio play.

De todos modos… My Shot era (y es) su canción favorita.

Era fuerte, empoderante, enérgica…

A medida que la canción avanzaba, él la cantaba en voz baja, y no, no la cantaba después de la letra, la cantaba a tiempo, porque se la sabía de memoria. Porque esa canción la sintió propia.

No era para demostrarle a Al nada, ¿qué mierda tenía que demostrarle a ese hijo de puta? ¡Nada! ¡Al carajo con él! Era para demostrarse a él mismo que Tweek Tweak podía hacer lo que sea que se proponga, que él tenía el talento y la capacidad para superar toda esta mierda, porque él tenía la oportunidad, siempre la tuvo, y no iba a tirarla.

No iba a tirar su oportunidad de demostrarse a él mismo que él es capaz de más de lo que piensa.

En algún momento, mientras toda esta eufórica epifanía le atravesaba el corazón y lo envalentonaba a través de la canción, se quitó los auriculares y empezó a cantar la canción con pasión, en voz baja, pero fuerte en su interior.

I'm past patiently waitin' I'm passionately mashin' every expectation, every action's an act of creation! I'm laughin' in the face of casualties and sorrow. For the first time, I'm thinkin' past tomorrow and I am not throwin' away my shot! I am not throwin' away my shot! (Estoy harto de esperar pacientemente. ¡Estoy apasionadamente aplastando cada expectativa, cada acción es un acto de creación! Me estoy riendo en la cara de los damnificados y el dolor, ¡por primera vez, estoy pensando en el futuro! ¡Y no voy a desperdiciar mi oportunidad! ¡Y no voy a desperdiciar mi oportunidad!)

Se detuvo cuando vio su reflejo en el espejo, se desconocía… O pensándolo bien, esta era la forma en la que quería verse a sí mismo, y quería seguir viéndose así. Pose segura, el pecho hacia afuera, sudado y agotado pero sonriente, de pie y con la frente en alto.

Así se veía el retrato que pintó ese día antes de la primera muestra con Al, y ese día creyó que no podría verse así nunca.

Pero ahí estaba, delante de sus ojos, frente al espejo, era él: Tweek.

—Soy capaz de más de lo que creo.— Dijo para sí mismo, mirándose, impactado por lo real que lo sintió. Luego volvió la vista al espejo, lleno de un orgullo que no paraba de crecer. Y con seriedad y firmeza, declaro:—No voy a desperdiciar mi oportunidad.

 

 

1Ciclotimia: Es un trastorno mental. Es una forma leve del trastorno bipolar donde una persona tiene oscilaciones del estado de ánimo que van desde depresión leve hasta euforia emocional. Recomiendo no usar este término a la ligera (como lo hace Craig en ese diálogo) ya que es estigmatizante para las personas con este trastorno o personas con ansiedad de cualquier tipo.

2Comer piña (o ananá, como le decimos en Argentina) hace más dulce el sabor del semen. Craig se lo dijo a Stan asumiendo que algo pasará entre ellos si están a solas, por eso Stan se molestó.

Notes:

¡El 1 de marzo cumplí 23! <3

Chapter 38: Charlas pendientes

Summary:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=zHHKUsbk7qI&pp=ygUubG9uZyBsaXZlIHRheWxvciBzd2lmdCBzdWJ0aXR1bGFkYSBlbiBlc3Bhw7FvbA%3D%3D

Chapter Text

—Hola Stan, pasa.— Saludó Kyle cuando le abrió la puerta.

—Hola amigo.

Habían pasado casi dos meses desde la última vez que Stan visitó la casa de los Broflovski. Se limpió la nieve de las zapatillas antes de pasar a la sala. Realmente no había cambiado nada, el calor del hogar seguía siendo el mismo, el aroma a comida y productos de limpieza invadían el aire y la tranquilidad que se respiraba le sentó de maravilla. La nostalgia lo atrapó con la guardia baja, Stan había imaginado que se sentiría extraño volver a la casa de Kyle después de todo lo sucedido, pero resultó ser más acogedor de lo esperado. Se sentía como estar en casa.

—¡Stan!— Sheila estaba en el comedor, pero al oír la puerta, se asomó a espiar. Se acercó a Stan y le dio un abrazo. El alborotado cabello de la señora Broflovski le hizo cosquillas en barbilla y la mejilla. Sheila había olvidado lo alto que era el mejor amigo de su hijo.—Tanto tiempo, ¡qué alto que estás!

—Mamá, ha medido lo mismo los últimos dos años.— Le recordó Kyle, algo incómodo por el afecto que Stan estaba recibiendo.

—Para mí ustedes siempre serán pequeños, así que cada vez que los vea les voy a recordar lo mucho que crecieron y lo mucho que me entristece eso.— Sostuvo Sheila mientras liberaba a Stan del abrazo.—¿Y cómo estás, cariño?

—Bien, algo atareado, pero todo bien.

—¿Tu mami?— Cuando Kyle oyó eso, asumió que su madre comenzaría con la lista de preguntas típicas. Puso los ojos en blanco y fue a la cocina a preparar algo para beber con Stan cuando subieran al cuarto.

—Trabajando.

—¿Y tu padre?

Stan se encogió de hombros.

—Ahí anda, en la granja.

—Pero se siguen viendo, ¿verdad?

—Los fines de semana, sí.

—Es bueno eso, mantener una buena relación con tu padre a pesar de todo es muy importante.— Opinó Sheila, Stan solo se limitó a asentir.—¿Y cómo van las cosas con Wendy?

Cuando Sheila hizo esa pregunta, Kyle se detuvo en la cocina. Había olvidado que el “cuestionario de madre” a Stan incluía esa pregunta al final.

—Bien, aunque en realidad, ya no somos pareja.— Stan se tocó la nuca con incomodidad.

¡¿Cómo?! Pensó Kyle, un sudor frío le recorrió la nuca al imaginarse los muchos motivos por los que ellos pudieron haber cortado, y todos eran relacionados a él.

—Oh, ¿qué pasó entre ustedes?— Preguntó Sheila con una expresión entristecida (más por Stan que por Wendy, a Sheila no le caía muy bien ella).

Yo les pasé. Pensó Kyle en su interior, entre la culpa y la vergüenza.

—Simplemente, me di cuenta de que la quería más como una amiga que como una novia.— Excusó Stan.—Y ella estaba de acuerdo.

—Pero tantos años juntos…— Sheila negaba con la cabeza.

—Y los valoro mucho, valoramos. Pero es mejor así. Aún tenemos una muy buena relación y nos guardamos mucho cariño, y creo que eso es lo importante.— Comentó Stan.

—¿No tienen pensado volver esta vez?— Indagó la señora Broflovski.

Seguramente. Pensó Kyle, no apostaba a que Stan realmente quisiera estar sin ella…

Y si así fuera, tampoco se ilusionaría.

—No.— Respondió Stan con determinación.—Ya no.

Kyle perdió la apuesta consigo mismo, y también casi pierde la respiración cuando escuchó la respuesta de Stan, con un tono tan seguro, firme.

No te ilusiones, idiota.

—Pero ustedes se querían mucho.

—Y nos seguimos queriendo, pero no de ese modo.— Repitió Stan.—No ha pasado nada realmente.— Stan se sentía pésimo por mentirle a Sheila, pero ella no tenía por qué saber los motivos.—Simplemente, se nos terminó el amor de tanto usarlo.— Concluyó.

Kyle sabía que eso era mentira, pero creyó que era una mejor manera de decirlo sin entrar en detalles. Estaba bien.

Odiaba cómo su madre sometía a sus amigos a interrogatorios exhaustivos, como si fuera que realmente le importara las vidas de ellos; y luego él tenía que soportarla hablando mal de sus amigos. El blanco principal era Kenny, demasiado liberal para alguien muy cerrada. Stan gozaba de cierto privilegio por ser su mejor amigo y eso hacía que Sheila lo viera como un hijo más. Al mismo tiempo; solía sentir pena de Cartman y a Butters directamente no lo registraba porque no podía entender si era hombre o mujer. Cuando el grupo de Token se sumó a la ecuación, Sheila afirmaba que Token le caía simpático, aunque eso no implicaba que se reserve los comentarios y chistes racistas cada que tenía la oportunidad, y no de la forma en la que ellos solían hacerlos… Ella era mucho más tediosa al mencionar su color de piel; Clyde era gay de clóset bajo su punto de vista (sí, Sheila no creía que la bisexualidad existiera); Jimmy era un maleducado (que no se equivoca, pero aun así era buena persona y ella no quería verlo de ese modo); Tweek era “raro y no pinta nada ahí” y Craig era mala influencia.

No conocía a alguien más careta que su madre, y lo jodido era que aunque eso le desagradara mucho, no podía hacer nada.

Se dispuso a salir de la cocina, estaba seguro de que el interrogatorio había terminado, pero no, Sheila tenía una última pregunta y Kyle casi se cayó de culo cuando la oyó.

—Entiendo.— Dijo su madre, entendió que Stan no deseaba hablar del tema de Wendy.—Pero desde entonces… ¿estás solo, soltero pero no solo o ya tienes a alguien que te gusta?

Entonces Stan respondió y Kyle se vio obligado a sostener con fuerza los vasos si no quería soltarlos y derramar la bebida en el suelo.

—Lo último, tal vez.

Me voy a morir como siga haciendo preguntas.

—¡Stan!— Lo llamó antes de asomarse al living nuevamente. Hizo un movimiento de cabeza apuntando a las escaleras.—¿Vamos?

—Oh, claro.— Respondió Stan volviendo en sí, y antes de seguir a Kyle, observó a Sheila.—Un gusto Sheila, permiso.

—El gusto es mío, hijo.— Apretó su mejilla con sus largas uñas y volvió a la cocina.

En el camino a la habitación, Stan se forzó a sí mismo a mirar hacia abajo si no quería caer en la tentación de mirar a Kyle, en especial en las escaleras. Daba gracias a Dios que no era una escalera muy larga, pero las ganas de observar el movimiento de Kyle al subir hicieron que cada escalón pese más que el anterior.

No le mires el culo, no le mires el culo, no le mires el culo, no le mires el culo… Repetía Stan en su cabeza. Quizás caminar en un puente inestable con lava hirviendo debajo de él le haría sentir menos tenso.

Ok… Él está detrás. Pensó Kyle con incomodidad, instintivamente pensó en su culo y en el hecho de que Stan podría estar viéndolo. No, eso no está pasando… ¿O sí?

—¡Ah!— Exclamó Kyle cuando chocó un escalón. Se balanceó hacia adelante, pero consiguió estabilizarse. No derramó nada de lo que llevaba, por suerte.

—¿Estás bien?— Stan intentó sostenerlo, pero no consiguió tocarlo.

—Sí, solo… Olvídalo.

Kyle llegó primero a la planta de arriba, el tropezón se dio justo en el momento en que estaba pensando sobre si Stan estaría viéndolo o no. El pensamiento volvió y por un segundo, estaba a punto de morirse de vergüenza… Hasta que lo pensó mejor.

Bueno, pensándolo mejor… Que se joda.

Stan se sintió aliviado de que no le haya pasado nada, hasta que se dio cuenta de que miró arriba, y se quedó mirándolo desde abajo mientras Kyle continuaba subiendo, lo que significaba…

Mierda, ya le miré el culo.

Entraron a la habitación y no perdieron el tiempo en conversaciones profundas o tocar el tema nuevamente. Aunque en el fondo ambos tuvieran sus preguntas y cosas para decirse, no querían arriesgarse a arruinar la primera vez que volvían a estar a solas en una habitación; a pesar de que la cama extendida y perfumada con desodorante para tela se veía muy tentadora, Stan tenía bien asumido lo que quería por el momento y no lo echaría a perder por una discusión innecesaria o una calentura.

Kyle le dio una silla extra a su invitado y se sentaron uno junto al otro (sí, cada mínimo roce de brazos era un suplicio).

Eligieron los videos con mejor resolución. Kyle se encargó de juntarlos, escribió el subtítulo con rigurosidad y con una fuente tan legible como fuese posible. Mientras él se encargaba de eso, Stan, por su lado, arreglaba el audio de los videos para que las voces se oyeran más nítidas.

—¿Cómo haces eso?— Preguntó Kyle con curiosidad.

—Volví a tocar.— Respondió Stan.—He estado practicando un poco y lo he estado grabando, pero con los ruidos de afuera, de la casa y la nula acústica de mi habitación, necesitaba limpiar el audio.

—¿Qué tocas? ¿Death metal otra vez?— No era el género favorito de Kyle (demasiado ruidoso para su gusto), pero era el tipo de música que a Stan le gustaba, así que lo toleraba.

Además, independientemente de que no sea su estilo, los guturales de Stan eran asombrosos.

—No, por ahora. Intenté con Annabel de Alesana, pero no lo hice muy bien y no quiero joderme la garganta. Estoy tratando de ir de a poco.

—Me parece bien.— Y le sonrió. Stan no se murió al verlo sonreír de pura suerte.

El trabajo se extendió dos horas más de lo esperado porque la computadora de Kyle empezó a correr cada vez más lenta y no le dejaba ni siquiera guardar lo que ya habían hecho. Luego de quince infernales minutos, consiguió almacenar el progreso y reiniciar la computadora, pero eso no calmaba su enojo.

—Kyle.— Stan lo abrazó de un modo casual, pasando su brazo sobre sus hombros, pero bien sabía que no se trataba de un simple gesto de compañerismo. Simplemente necesitaba tocarlo.—Tranquilo, verás que cuando inicie, volverá a funcionar bien.

Solo bastó su voz para volver a poner los pies sobre la tierra.

Una vez resuelto el pequeño percance, Kyle agregó algunos detalles más, como zooms en los rostros de los alumnos para hacer foco en la incomodidad que sentían, pero eso fue contraproducente. Se sintió horrible al ver sus rostros avergonzados y ser consciente de que si los niños no estaban emitiendo ninguna queja al respecto, era porque ellos se lo habían pedido, pues necesitaban demostrar lo abusivo que podía ser Al frente a un alumno débil, ¿a qué costo? Hacerlos sentir impotentes. Y eso no era todo, escuchar la suerte de críticas que salían de la boca de Al, provocaban en Kyle el creciente impulso de romper su propia computadora.

¿Te parece eso una expresión de tristeza? ¿Tienes alguna expresión al menos? ¿Eres autista o qué?— Inquirió Al con desdén a un niño de segundo año. Él bajó la mirada con vergüenza.

—Hijo de una gran puta.— Murmuró Kyle con fastidio.

Afortunadamente, Ike no iba a su escuela, pero si a algún desgraciado se le ocurriera hablarle a su hermano de la misma forma en que estaba haciéndolo Al con ese niño, Kyle lo habría [la autora no pudo completar la oración porque es ilegal en varios países].

Stan lo observó de reojo. Normalmente, solía creer que se veía atractivo cuando se molestaba, pero hasta a él le dolía la cabeza de escuchar el insoportable timbre de voz de Al. Típico acento cheto y careta de ciudad.

—Oye— Habló Stan.—, creo que estaría bien dejarlo aquí por hoy. Ya adelantamos mucho.

Kyle suspiró, Stan entendió que fue su forma de darle la razón. Guardó el progreso y cerró el programa, aún se sentía molesto, pero una parte de él que seguía siendo racional, le decía que debía evitar tomárselo tan personal.

—Es muy tarde.— Bostezó Kyle al ver la hora en su computadora, eran las once de la noche. Luego giró su silla para ver a Stan de frente. Ya estaba cerrando la mochila, puesta entre sus piernas.

—Mejor regreso a casa, antes de que me espere “el Brayan” en la esquina.— Bromeó Stan viendo a la ventana mientras se colocaba la mochila en la espalda.

—Oye, antes de que te vayas...— Kyle se paró de la silla, al igual que Stan. Él hizo un ruido con la garganta para que continuará.—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya me la estás haciendo.— Se burló Stan.

—Cuidado, no vayas a matar a alguien de la risa.— Respondió Kyle con sarcasmo mientras se cruzaba de brazos y fruncía un poco el entrecejo.—Hablo en serio, y creo que no es una pregunta muy cómoda.

Stan torció un poco los labios, creía saber por dónde iba.

—¿Cómo fue que tú y Wen decidieron romper?

Stan, demasiado conmocionado por la pregunta tan directa como para tener alguna reacción, tardó un poco en darse cuenta de que debía responder. Mientras pensaba cómo formular una respuesta que satisfaga la duda, rascó su nuca sin saber exactamente cómo ocultar la ansiedad o qué hacer con ella.

—Bueno… Nos vimos en la plaza de siempre, y llegamos a la conclusión de que ya no era lo mismo. Pero quedamos en buenos términos, por eso aún puedes vernos a mí y a ella hablar como si nada.— Explicó.

—¿Así nada más?

—En resumen. Realmente no hubo mucho revuelo.

Kyle no desviaba la mirada, eso significaba que tenía más preguntas y Stan sabía exactamente cuáles eran.

—Le dije que me gustaba alguien más, y que no quería herirla.— Confesó.

Kyle abrió los ojos con sorpresa. No esperaba oír eso.

—¿Y lo tomó bien?— Preguntó.

—Le dije que eras tú.— Continuó confesando.—Y si, en realidad lo tomó muy bien.

Kyle no sabía que a Stan se le estaba haciendo muy jodidamente difícil decir eso, solo Dios sabía cuánto necesitaba vomitar (eso haría una vez que esté en casa); y francamente no le importaba porque sus oídos dejaron de escucharlo cuando de su dulce y estúpida voz salió ESO.

¡¿STAN ACABA DE CONFESARSE CONMIGO?! ¡¿LITERALMENTE?!

Sí, era literalmente eso, no podía interpretarlo de otro modo. Dijo “le dije que me gustaba alguien más, y le dije que eras tú”, no estaba sordo, eso fue lo que Stan dijo.

Mierda, agradecía a Dios el no tener ningún problema cardíaco, porque si así fuera y tuviera un marcapasos encima, explotaría.

—¡¿Qué tú qué?!— Exclamó incrédulo, aunque sabía bien lo que había oído.

—Lo que oíste.— Insistió.

—¡Stan, Wendy me va a odiar!

—No, de hecho, lo tomó bien.

—¿Wendy Testaburger? ¿La que intentó matar a una profesora porque te gustaba de niño? ¡¿Esa Wendy?!

—Eso fue hace años, ella ha cambiado para entonces, y realmente eso no importa.— A Stan le molestaba que le recuerden las actitudes tóxicas de Wendy en el pasado.—El punto es que fui honesto con ella, le dije que me sucedían cosas contigo y que, de hecho, me han pasado cosas así con otros chicos. En otras palabras, le dije que el closet estaba muy chico.

Era demasiado bueno para ser verdad, ¿no? O tal vez solo se golpeó la cabeza contra el monitor muy fuerte, se desmayó y todo esto formaba parte de una alucinación. Una demasiado real, tanto que le daba miedo porque no estaba seguro de qué tan preparado estaba para escuchar todo eso ahora, o peor aún, responder.

Kyle siempre había contado con una ventaja por encima de Stan, y era el hecho de ser quien siempre tenía una respuesta preparada, solía ser el más maduro de los dos y casi siempre tenía todo premeditado. Pero ahora mismo los papeles se habían volteado. Stan ya había asumido lo que sentía, y lo que le gustaba. ¿Pero Kyle? Él continuaba coqueteando con Heidi a escondidas de Eric mientras su cabeza no dejaba de pensar en lo que pasó en los baños de Raisins con Stan una y otra vez.

Es que, Jesús, fue perfecto, había sido tan perfecto como la vez que perdió su virginidad con Heidi. Se sentía casi igual, solo que un poco más angustiante, y eso era lo que lo alejaba de pensar en tantas posibilidades… Odiaba ser un cobarde.

¿Y ahora qué se suponía que debía decirle?

—Stan… Yo…

—Sin embargo…— Lo interrumpió Stan.—No quiero que te confundas. Yo corté con Wendy para estar soltero porque necesito estar solo, no para estar contigo.

Ok, eso sí se sintió un poco doloroso.

—Sé que suena mal, pero no es por la razón que crees.— Aclaró.

—¿Por qué es entonces?— Preguntó un poco confundido.

—Salí con Wendy ocho años y necesito algo de tiempo para mí. Aún necesito conocerme y sentirme bien conmigo, saber lo que quiero y lo que no, así que no tengo en planes tener una pareja antes de eso, prefiero no cometer los mismos errores.

Stan se sintió liberado después de decirlo, como si ya hubiera pagado la última deuda que le quedaba pendiente. Una parte de él quería abalanzarse sobre Kyle y devorarlo a besos, no se mentiría a sí mismo, pero sabía que aún no estaba listo para eso. Y si algún día iba a estar con Kyle (o con quien sea), quería hacerlo bien, sin lastimar a nadie.

Kyle se sintió un poco aliviado de oír una respuesta que no le culpe del todo a él (no era necesario que se lo diga porque ya lo sabía). Un poco sorprendido y ligeramente descolocado ante la repentina demostración de madurez de Stan, esbozó una -sincera- sonrisa de orgullo.

—Pues me alegro mucho por ti.

Stan sonrió.

—¿Y tú cómo lo llevas?— Ahora le tocaba a Stan interrogar.

Kyle alzó un hombro mientras dibujaba una mueca torcida.

—No sabría decírtelo, si te soy sincero.

—Inténtalo.

Kyle metió las manos en los bolsillos y se movió un poco en su lugar, buscaba ansiosamente una respuesta explicativa.

—Estoy confundido.

Eso no fue nada explicativo.

—¿Heidi otra vez?— Stan era un maestro en el arte de disimular los celos, aunque el dolor de panza no dijera lo mismo.

—Sí…— Kyle no estaba muy convencido ahora, no cuando tenía a Stan delante de él, con sus ojos expresivos mirándolo, humedeciendo los labios con la lengua cada tanto, esa pequeña costumbre que tenía de mover la cabeza para despejarse el flequillo que le quedaba tan sexy que debería ser ilegal y contrastaba mucho con la dulzura que emanaba… Definitivamente, perdió el hilo de la conversación en lo que notaba todos esos detalles que lo confundían aún más.—Y… Emm…

Stan alzó una ceja.

—¿Y?

—Yo… He estado pensándolo mucho también… y…— No salían las palabras de su boca, incluso si tuviera muchas ganas de gritarle que definitivamente sentía muchas más cosas.

—No tienes que darme una respuesta concreta ahora…

—¡No! Quiero hacerlo.— Lo interrumpió.—Escucha… Tú… Definitivamente, yo, emm…— Respiró hondo.—En realidad, creo que… Aún necesito pensarlo, tal vez el que estemos alejados no ayudó, porque lo único que pareciera que hago es… Huir. Sin embargo, creo que es innegable que yo…

Stan lo miró con atención, sus ojos parecieron brillar esperanzados, y a Kyle se le hizo la expresión más hermosa que vio en toda su puta vida.

Y no lo resistió.

—¡Al carajo!— Exclamó antes de posar su mano en la nuca de Stan y besarlo como si fuera la única forma en que pudiera explicarle todo lo que tenía en la revuelta cabeza y en el acelerado corazón. Stan no alcanzó ni a cerrar los ojos, solo le siguió el ritmo como pudo, lo cual no le fue fácil porque Kyle literalmente le estaba comiendo la boca de una forma tan frenética que no podría haberla imaginado ni en su más profunda fantasía. Extrañaban esa sensación y no lo supieron hasta que la sintieron otra vez. El beso no se extendió por más de diez segundos, pero fue tan intenso como para que la sensación le dure toda la noche.—Mira, no sé qué carajo pasa conmigo.— Kyle intentó recobrar el aire. Stan seguía en trance, perdido en el beso.—Hay días donde estoy completamente convencido de que soy bisexual y de que eso está bien, otras veces dudo sobre si realmente quiero esto o no, y otros donde simplemente mi cabeza es un desastre y tengo miedo. Pero la única forma en la que podré responder a ello con seguridad es… Dejando de huir.

—Sí, sí, lo que digas, pero…— Stan estiró los brazos hasta sus hombros para poner distancia entre ambos. Su cara continuaba roja a causa del beso.—Por lo pronto, necesito que te alejes solo un poco o vas a tirar mi mes y medio de reflexión a la mierda.

—Sí, está bien.— Kyle se separó de su amigo, pensándolo en frío, fue un error besarlo. Era difícil fingir demencia ahora, pero ninguno se arrepentía, de todos modos, ya cometieron tres errores antes, ¿qué diferencia haría un cuarto error?

Y uno tan necesario.

Kyle acompañó a Stan hasta la salida y se despidieron con un simple saludo de manos. Se quedó esperando en la puerta hasta que vio a Stan entrar a su casa, solo después de eso, volvió adentro.

Justo después de cerrar la puerta de su habitación, se desplomó sobre esta, sin energía y con las piernas temblando a medida que la adrenalina abandonaba su cuerpo. Había besado a Stan sin alcohol en sangre, en su habitación, tomando él la iniciativa, de forma impulsiva y justo después de que Stan se le confesara.

Esta sería una noche que recordaría por el resto de su vida, hasta que se dé la siguiente oportunidad, si es que la llegara a haber.

¿Cuándo será la próxima vez? No lo sabe y realmente no estaba seguro de querer saberlo. Por ahora, era feliz sabiendo que a Stan le gustaba y que estaba priorizando su bienestar.

Tal vez él debería seguir su ejemplo.

Si tan solo el miedo no fuera más fuerte...

 

 

 

Desde que Stan llegó a casa, no pudo sacarse de la cabeza ni del cuerpo el recuerdo de ese beso tan fugaz. Su respiración seguía siendo pausada porque estaba seguro que de dejarse llevar por la emoción, podría tener un infarto, pero no había forma en que pudiera frenar el calor que lo abrazaba desde la cabeza hasta la punta de los dedos. Todo se sentía tan acogedor, como si caminara entre nubes, como si el aire fuera dulce y solo pudiera respirar su perfume.

¿Eso realmente había pasado o solo tenía demasiadas ganas de besarlo que lo imaginó todo?

No estaba seguro, pero incluso si lo hubiera soñado, estaría contento. Así que el hecho de que haya sido real, lo hacía todavía más especial.

Necesitaba expresar todas esas emociones de la forma en la que estaba intentando acostumbrarse, y para su suerte, la casa era toda suya; su madre estaba en la casa de su novio, Shelly volvió a Denver y su abuelo fue a visitar a unos amigos.

En cuanto se encerró en su habitación, tomó la guitarra, sus auriculares y escuchó “Heart Attack” de Demi Lovato una sola vez, le fue suficiente para sacar las notas de oído.

Never put my love out on the line— Comenzó a cantar mientras tocaba las notas.—, never said yes to the right guy, never had trouble getting what I want, but when it comes to you, I'm never good enough. When I don't care, I can play 'em like a Ken doll, won't wash my hair, then make 'em bounce like a basketball. But you make me wanna act like a girl, paint my nails and wear high heels, yes, you make me so nervous that I just can't hold your hand. (Nunca puse en riesgo mi amor, nunca le dije que sí al chico correcto, nunca tuve problemas para conseguir lo que quiero, pero cuando se trata de ti, nunca soy lo suficientemente bueno. Cuando no me importan, puedo jugar con ellos como si fueran solo un muñeco Ken, no me lavo el pelo y luego los hago rebotar como una pelota de baloncesto. Pero tú me haces querer actuar como una chica, pintarme las uñas y usar tacones altos, sí, tú, me pones tan nervioso que no puedo ni siquiera sostener tu mano.)

La vibración del celular en su bolsillo le hizo detener la canción… Necesitaba que sea Kyle. Si fuera Kyle, podría morir en paz.

Desbloqueó la pantalla, y en efecto, era Kyle.

Dios, toma mi alma y haz con ella lo que quieras que yo ya estoy hecho.

Kyle:

Lo siento si fui impulsivo, no se volverá a repetir a menos que tú lo quieras. Lo prometo.

Quiero que sepas que respeto tu decisión y que me alegra mucho lo que estás haciendo por ti.

Por mi parte, aún siento que necesito tiempo… Tengo mucho en la cabeza todavía y necesito pensar bien qué hacer y eso. Solo espero que eso no te moleste.

Como sea, gracias por ayudarme hoy, ya extrañaba tenerte en casa.

Que duermas bien, Stan.

Stan:

No te preocupes, lo entiendo. Como te dije, yo no necesitaba tu respuesta ahora, yo solo necesitaba decirte lo que te dije. Así que no te sientas presionado, tómate el tiempo que necesites, pero realmente me gustaría que lo hagas por ti, no para complacerme a mí. Solo quiero que tengas eso claro.

Y no, por favor, no te disculpes…

Tu impulsividad me encanta.

Luego del último mensaje, Stan dejó el celular a un lado y volvió a tomar su guitarra, mucho más feliz que antes, incrédulo al no haber pensado que eso podría ser posible. Solo quería disfrutar este momento.

You make me glow, but I cover up, won’t let it show— Cantó mientras tocaba con su guitarra con euforia, sintiendo cómo esa canción cobraba tanto sentido ahora.—So I’m puttin’ my defenses up, ‘cause I don’t wanna fall in love. If I ever did that, I think I’d have a heart attack, I think I’d have a heart attack, I think I’d have a heart attack. The feelings got lost in my lungs, they're burning, I'd rather be numb and there's no one else to blame. So scared, I take off, and I run I'm flying too close to the sun, and I burst into fla-fla-flames.— Si no fuera porque estaba muy concentrado en la canción, en su guitarra y en los sentimientos que dejaba salir a través de ella, se habría sorprendido de sí mismo por haber alcanzado una nota tan alta.—You make me glow, but I cover up, won’t let it show, so I’m puttin’ my defenses up, ‘cause I don’t wanna fall in love. If I ever did that, I think I’d have a heart attack, I think I’d have a heart attack, I think I’d have a heart attack! (Tú me haces brillar, pero me cubro, no dejaré que se vea... Así que estoy poniendo mis defensas en alto, porque no quiero enamorarme. Si alguna vez hiciera eso, creo que tendría un ataque al corazón, creo que tendría un ataque al corazón, creo que tendría un ataque al corazón. Esos sentimientos se perdieron en mis pulmones, están ardiendo, preferiría ser insensible y no se puede culpar a nadie más. Asustado, salgo corriendo. Estoy volando demasiado cerca del sol, y reventaré en llamas. Me haces brillar, pero me cubro, no dejaré que se vea, así que estoy poniendo mis defensas, porque no quiero enamorarme. Si alguna vez hiciera eso, creo que me daría un infarto, creo que me daría un infarto, ¡creo que me daría un infarto!).

¿Hace cuánto que no sentía ese brillo en su interior?

 

 

 

El fin de semana llegó, valga la redundancia, a su fin. Y otro maldito lunes comenzaba, otro frío amanecer se alzaba en el pueblo. Algunos de los alumnos de sexto año ya se hallaban en el salón y conversaban mientras esperaban a su profesora para dar comienzo a la clase. En el fondo, Bebe encabezaba una conversación dentro del círculo de mujeres, y por muy interesante que era la charla, Wendy no podía poner toda su atención en ella, estaba más concentrada en el hecho de que Kyle no había llegado aún, y eso era extraño. Muy extraño.

Hizo contacto visual con Stan y notó que se sentía perseguido. Como no podía pararse y encararlo sin que luzca como una escena de ex novia celosa aunque no lo sea, decidió enviarle un mensaje por WhatsApp.

Wendy:

Últimamente, Kyle ha estado llegando tarde, incluso a las charlas del centro de estudiantes.

Romeo, ¿Tú tienes algo que ver con eso?

Stan sintió el celular vibrar y sabía que era Wendy, lo tomó sin dejar de mirar a Token mientras él hablaba sobre algunas reflexiones que estuvo haciendo con respecto al equipo de gimnasia.

—A ver, el torneo es a mitad de año, en básquet tenemos cierta ventaja en cuanto a altura, solo sería cuestión de que Kyle vuelva a su racha y que Tucker se desenrede los pies porque es alto al pedo.— Analizaba Token. Stan asintió con la cabeza, si le hubiera prestado verdadera atención, lo último le habría hecho reír.—Solo deberíamos enfocarnos en vóley, armar bien el equipo, ver si Tweek se adapta porque, no sé tú, pero yo le veo potencial, y cuando la piscina esté arreglada de una vez…

Tomó una tiza del escritorio y comenzó a hacer trazos que Stan solo miró de reojo. Desbloqueó el celular y leyó el mensaje de Wendy. Sintió las mejillas calientes porque sabía lo que insinuaba Wendy con ese mensaje. La noche anterior, Stan habló con él hasta tarde.

Nada sexual ni romántico, solo… Hablaron.

Probablemente por cosas así, a Kyle le costó despertarse temprano durante la semana pasada y este día.

Stan:

No de la forma en la que piensas.

Wen:

Si necesitas ayuda para sacarte unas buenas nudes, sé tus mejores ángulos y conozco un lugar donde venden linda lencería, también tienen cosas para hombres.

Kyle va a tener que rezar 20 veces para que su Dios lo perdone por todos los pensamientos impuros que va a tener.

La forma tan natural en la que Wendy le ofreció sacarle fotos desnudo PARA KYLE, le hizo temblar las manos y se movieron con torpeza. Se vio obligado a hacer malabares para rescatar su celular de la caída.

—¿Todo bien?— Le preguntó Token, preocupado.

—Sí, todo bien.— Respondió Stan casi sin aire, sosteniendo el celular con fuerza.

—¿Por qué estás tan rojo?

 Maldita Wendy.

—Butters, Kenny, ¿les importaría dejar de comer delante de los pobres?— Clyde llamó la atención a la pareja, sentado en el escritorio de la profesora ausente.

—Te puedes unir, si quieres.— Bromeó Kenny sin dejar de rozar su nariz contra la de Butters, éste se rió. Butters llevaba puesta la campera escolar de Kenny, y Kenny tenía puesta la de Butters.

—Qué gay.— Murmuró Cartman, también asqueado por todo el amor que la parejita se estaba dando en público.

—No, gracias, háganle esa propuesta a Tucker mejor.— Se burló Clyde, hasta que sintió la ausencia de su amigo.—Lo extraño. Sin él no son buenos días, solo días.— Dijo en un sollozo fingido.

Justo cuando terminó esa oración, la puerta se abrió.

—Ya volví, hijos de puta.— Anunció Craig mientras cruzaba la puerta, tapado hasta los labios con una bufanda, la capucha y una campera puesta sobre otra.

—¡Lo liberaron!— Se burló Red desde la otra punta del salón, algunos se rieron de su comentario.

El primero en recibir a Craig fue, obviamente, Clyde. Corrió a abrazarlo como si realmente no lo hubiera visto en años por estar preso.

—¡CRAIG! ¡Te extrañé tanto, hermano! ¡Estar en química y matemática sin ti fue una tortura!— Lloriqueó Clyde.

—Si, si, suéltame.

—¿Q-qu-qué tanto aprendiste d-d-de t-t-to-todo esto?— Preguntó Jimmy mientras se acercaba al grupo.

—Que no debo decirle a los profesores sus verdades.— Respondió poniendo los ojos en blanco.

—Qui-qui-quisiste hacer más que s-so-solo eso…

—Por hijo de puta.— Sostuvo Craig.

No, claramente no le bajó la calentura, ¿quién lo diría?

—¿Cuánto te costó la fianza esta vez?— Se burló Stan.

—Pregúntale a tu padre.— Contestó Craig.

—Veo que los días de suspensión no te hicieron reflexionar en nada con respecto a tu conducta de mierda.— Respondió Marsh.

—Allá la están haciendo reflexionar.— Se burló Tucker.

Token notó un olor extraño y acercó su nariz a Craig.

—¿Fumaste hierba antes de venir aquí?— Le preguntó con cierta desaprobación.

—Mira— Craig usó sus dedos para enumerar cada cosa que nombraba.—, estuve casi una semana haciendo la puta tarea extra donde el 70% de lo que hice no sirve ni para mierda; más lo que dieron aquí en clase y tuve que pedírselo a ustedes, que por cierto, no entendí una mierda tu letra, pero agradezco el gesto; hice doble rol en la cafetería porque Tweek no se presentó en toda la semana y me peleé con medio mundo porque no saben pedir ni un puto café de mierda. Si no me fumaba un porro antes de venir aquí, nadie me iba a aguantar con el humor que cargaba.

—¿Y cómo te sientes entonces?— Preguntó Stan.

—¿Supongo que bien?— Craig dejó su mochila en la silla que solía ocupar y volvió con el grupo.—¿Me perdí de algo?

—Vino Messi.— Bromeó Kenny desde su lugar.

Cerrá el orto.

—En realidad…— Token miró hacia arriba, como si estuviera buscando en su memoria lo más importante de la semana.—No ha pasado nada muy interesante, salvo lo del plan de Cartman, que creo que ya te lo han contado.

Craig asintió. Cuando Eric oyó que lo nombraron, se acercó a ellos llevando su silla consigo (en realidad, solo buscaba una excusa para alejarse de Kenny y Butters). Se sentó con la silla al revés.

—Perdón, ¿están hablando de mi perfecto e infalible plan?— Preguntó con falsa humildad en su voz.

—Perfecto e infalible será cuando veamos los resultados.— Le recordó Stan.—No cantemos victoria antes de tiempo.

—Anulo mufa.— Le respondió Eric a Stan, sin prestar mucha atención a la verdad en su comentario.

—Como decía— Volvió a pronunciarse Token.—, Stan y Kyle ya editaron el video de los chicos de primer a tercer año. Solo faltaría lo de nuestra siguiente clase. Y por cierto, ¿sabes si Tweek decidió dejar el club? ¿definitivamente?— Consultó Token.

Craig se encogió de hombros.

—Intenté convencerlo, pero no hubo caso. Le envié un WhatsApp, y me dejó en visto ayer. ¿No vino en toda la semana?

Stan, Clyde, Jimmy y Token negaron con la cabeza.

—¿Cómo vengaremos a Hamilton sin Hamilton?— Preguntó Cartman con desdén.

—Tampoco nos respondió por WhatsApp.— Murmuró Clyde con dolor.

—Y-y no es p-pa-p-para menos.— Acotó Jimmy.—C-cr-creo que nos odia.

—No sé si lo llamaría “odiar”, es una palabra muy fuerte.— Intervino Stan.—Pero definitivamente, tiene sus motivos para estar molesto.

—Espero que vuelva pronto.— Deseó Token con un tono melancólico.—Quisiera hablar con él, aunque no resuelva nada ya.

Lo que ellos no sabían es que, en el pasillo que conducía a su aula, a pasos temerosos pero determinados, se aproximaba él. Estaba muy nervioso y su cabeza se llenaba de pensamientos intrusivos que intentaban dar marcha atrás con su plan y autoconvencerlo de volver a su casa; pero aún con las piernas y manos temblando de ansiedad, estaba decidido a afrontar el problema de una vez. Y nada, ni siquiera él mismo, lo detendría.

A un paso de la puerta, se detuvo para hacer una última respiración profunda.

—Tú puedes, Tweek.— Se dijo a él mismo mientras cerraba los ojos y dejaba salir el aire por la nariz.—Puedes hacerlo, eres capaz de más de lo que crees.

Y se dejó ver a través de la puerta.

—Hola.

Al oír su voz, todos voltearon a la entrada con sorpresa.

—¡TWEEKIE!— Celebró Kenny con los brazos arriba.

Inmediatamente, las chicas desarmaron el pequeño círculo y corrieron hacia él. Bebe fue la primera en darle un fuerte abrazo; por poco, Tweek no se ahogó contra sus pechos.

—¡Ay cariño, te extrañé tanto!— Lloriqueó Bebe sin soltarse de Tweek. Nichole intentó acercarse a Tweek, pero Bebe la detuvo con actitud juguetona (y un poco celosa).—Es mío, no lo toques.

—No, es de todas.— Bromeó Heidi mientras se atrevía a abrazarlo de todos modos.

Al ver la escena de las chicas disputando la propiedad de Tweek, Craig se vio obligado a reprimir una risa porque si él hablara…

—Yo también las extrañé, mucho.— Respondió Tweek haciendo un enorme esfuerzo por no hacer una sonrisa falsa.

Tal vez en otro contexto, se mostraría genuinamente alegre por el cariño que le demostraban, pero se sentía muy tenso como para hacerlo. Con delicadeza, se movió entre ellas para salir y dirigirse al grupo de chicos.

—Hola Tweek.— Saludó Stan.—¿Cómo estás?

—Mejor, creo.— Respondió Tweek tratando de no ponerse nervioso y centrarse en lo que vino a hacer realmente. Miró a Clyde, Token y Jimmy.—¿Podemos hablar?— Preguntó con la voz temblorosa.

Los tres chicos se miraron entre ellos. No se hacían los tontos, eran conscientes de que en algún momento esa conversación llegaría, y les intrigaba muchísimo lo que Tweek tenía para decirles.

—Claro.— Aceptó Token.—¿Quieres que sea ahora o…?

—¡La profesora ya llegó!— Anunció Wendy, quien estaba espiando el pasillo.

—Ahora vengo— Habló Craig mientras se alejaba del grupo con dirección a la salida.—, me voy a echar perfume antes de que la profesora quede volada.— Y se fue.

Tweek lo miró al irse y le tomó pocos segundos entender qué quiso decir. ¿Está drogado?

—Mejor en el recreo.— Decidió Tweek, los chicos asintieron mientras se levantaban del escritorio y caminaron a sus asientos.

La profesora llegó al salón cargando una pesada cartera púrpura y su carpeta. Detrás de ella, llegó el último que faltaba: Kyle.

—Tarde Broflovski.— Lo regañó la docente.

Y usted llegó conmigo, así que…

—Lo siento profesora, no volverá a pasar.— Contestó Kyle mientras sacaba la carpeta, tragándose la respuesta que realmente quería decirle.

La gran ventaja de sentarse al fondo, además de que estás fuera de la visión de los profesores, es que tú tienes una muy buena visión del salón (a menos que seas miope y/o tengas astigmatismo). Para su suerte, Stan no tenía ninguno de los dos problemas, y su visión era más que perfecta, así que apoyó la mejilla en su mano para apreciarla como se lo merecía. Poco le interesó lo que la profesora tuviera para decir, porque cuando vio a Kyle, el mundo solo se redujo a él.

Kyle echó una mirada hacia el fondo del salón cuando se giró a sacar su cartuchera y cruzaron miradas. Una sonrisa torpe e involuntaria se formó en sus labios antes de volverse.

Estos sí son buenos días.

Su celular vibró. Primero miró a la profesora, y como ella no estaba mirando hacia su posición, lo revisó debajo de la mesa.

Kenny:

LMFAO

PERO DISIMULA UN TOQUE, hasta acá se nota que te calentó.

Lo primero que se le pasó por la cabeza a Stan fue mirar sus propios pantalones. Suspiró aliviado cuando se aseguró de que no se había “empalmado”; sin embargo, al bloquear el celular y verse en el reflejo, notó lo rosado que estaba su rostro. Miró hacia el asiento de Kenny, y en efecto, Kenny se estaría partiendo el culo de la risa si no fuera porque se estaba conteniendo tanto como podía para no ser castigado.

Carajo.

 

 

 

Tweek no prestó atención en toda la clase, todo en lo que su cabeza inquieta pensaba era en cuánto faltaba para el primer recreo y lo que iba a hablar con Token, Clyde y Jimmy. Había cosas que no lograba recordar cómo se dieron con exactitud, como por ejemplo, en qué momento su cerebro asimiló las actitudes de sus amigos como señales de alejamiento o de ser una molestia; y si era un pensamiento que siempre tuvo, que sus padres incentivaron o que los chicos (inconscientemente) generaron en él.

Cuando la campana del primer recreo los liberó, sintió la temperatura de su cuerpo bajar de golpe, como si le hubieran tirado un baldazo de agua fría. La respiración se le descontroló, lo que le hizo dudar sobre si realmente podría hacerlo.

—Tweek.

Sobresaltado, salió de sus pensamientos, un poco aturdido por el contraste entre su cabeza y en dónde estaba. Vio a Craig a su lado, su cara reflejaba preocupación y trató de actuar con normalidad.

—¿Sí?

—¿Quieres que me quede contigo durante la charla con los chicos? ¿O te las puedes arreglar?

A esta altura, Tweek perdió la cuenta de cuántas veces se hallaba a sí mismo envuelto en una batalla con su propia cabeza y Craig lo sacaba de allí con algo tan simple pero significativo como… Su atención.

Era tan dulce.

—Creo que voy a estar bien.— Le aseguró con una sonrisa.—Gracias.

Craig le devolvió la sonrisa.

—Bueno, si me necesitas, escríbeme.

Tweek asintió con los ojos viendo a la mesa, Craig se giró para retirarse, y justo antes de que se fuera, Tweek recordó algo.

—Craig.

Él lo miró y reposó el cuerpo en el marco de la puerta mientras esperaba que Tweek hable.

Apuesto a que se va a disculpar por lo de la otra vez… Y no es necesario.

—Sobre lo del otro día… De verdad lo siento…

Lo sabía.

—No te disculpes, no hiciste nada malo.— Lo interrumpió Craig.—Está bien, lo entiendo. Te veo más tarde.

Tweek se quedó solo en el aula, con la mirada perdida, viendo la puerta.

—Es tan sencillo.— Murmuró para él.

Tomó su teléfono, su mochila y se retiró del salón. Los chicos le dijeron que lo esperaban en el patio, cerca de la salida de emergencia. Allí fue, ya estaban reunidos los tres y en cuanto Tweek apareció, ellos lo observaron. Todo se sentía como un deja vú, algo que ya había vivido en algún momento.

Un minuto… Es que lo viví.

Volver ahí le trajo recuerdos de su primer año de secundaria. Ahí pasaban los recreos jugando con la resortera, conversando, se pasaban las respuestas de último minuto…

Le sorprendió darse cuenta de que lo recordaba todo demasiado bien. No se había dado cuenta de cuánto extrañaba (y extrañó) eso hasta ahora.

Cuatro años después, volvían a encontrarse en el mismo lugar.

Tú puedes.

—¿Qué escuchabas?— Le preguntó Tweek a Clyde al verlo quitarse los auriculares.

Sí, eso, trata de romper el hielo.

Clyde sonrió nervioso.

—Créeme, no quieres saberlo.— Respondió entre risas mientras doblaba los auriculares alrededor de la palma.

—Ponme a prueba.

Clyde le mostró la pantalla de su celular con la canción que dejó en pausa.

—¡¿Kanye West?! ¿En serio, Clyde? Con razón Bebe te tiene en stand by.

La parte swiftie de Tweek se sintió traicionada. Cruelmente traicionada.

—Me merezco tus mejores insultos… Pero tienes que admitir que Watch the Throne es un buen álbum.— Se defendió Clyde.—Por favor, no le digas a Bebe o me va a bloquear en Instagram y ya conseguí que responda una de las cincuenta y dos stories que subo a diario solo para que ella note mi existencia.

—Solo si me prometes que le dedicarás Gorgeous cuando sean novios.— Presionó Tweek mientras acercaba su dedo meñique a Clyde.

Ambos rieron, todos rieron. A Clyde no le quedó de otra que corresponder. Todo sea por no desperdiciar tanto esfuerzo en un gusto culposo.

Su idea de empezar la conversación con algo totalmente diferente a lo que tenía en mente para aligerar la tensión funcionó, y podía sentirlo en sus hombros, ya no se sentían pesados ni entumecidos.

Estaba… bien.

—Bueno…— Token entendió que era momento de comenzar con la verdadera conversación.—¿De qué querías hablarnos?

Ok… Vamos, tú puedes.

Pensó cómo empezar, sintió la necesidad de calmarse y ellos le dieron ese espacio tan importante, lo agradeció en silencio. Respiró hondo un par de veces antes de sentirse listo para hablar.

—Sé que la semana pasada, cuando pasó… Lo que ya sabemos— A Tweek aún le costaba horrores decir “ataque de pánico”. Solo pensar en la palabra le traía vagos recuerdos de la sensación de asfixia, taquicardia… El sentimiento de estar cerca de morir.—, dije cosas de ustedes que no debí haber dicho, al menos no de la forma en que lo dije.

—Tweek, tú sí tenías q-que…— Protestó Jimmy.

—Déjame terminar.— Tweek interrumpió a Jimmy.—No, no fue la forma. Si iba a decirlo, tenía que ser aquí, de esta manera, porque aunque a veces pienso que lo que dije es así, lo cierto es que yo no tengo todas las respuestas sobre… Lo que nos pasó. En primer lugar, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué nos alejamos? ¿Hubo algo que yo hice mal o que di a entender como para que ustedes…?

“Me hagan a un lado”.

No, eso sonaría a reproche.

—¿Te hagamos a un lado?— Completó Token.

—Yo… No sé si decirlo así… ¿Lo hicieron?

La angustia ascendió por la garganta de Clyde hasta apretarla.

—Sí.— Reconoció Clyde. Se aclaró la garganta para que su voz no se escuche quebrada.—Bueno… No sé qué piensen ellos, pero…

—P-pe-pero primero queremos saber co-co-cómo tú lo v-vi-viviste.— Sugirió Jimmy.

Se tomó un momento de silencio, sus rostros pedían respuestas. Tomó aire y respondió.

—Desde siempre, tuve la sensación de que era el que sobraba, ¿saben? Quiero decir, tú tenías anécdotas muy interesantes de tu familia y eras el más querido del curso— Dijo mirando a Token.—, Clyde tenía novias y Jimmy era el gracioso de la clase. Además que tenían más libertad: podían salir a la hora que querían, ir a donde querían, volver a sus casas a la hora que querían… ¿Pero y yo? Yo solo… Era aburrido, no tenía nada de bueno, era y soy un maldito ansioso de mierda que todo le daba miedo y tampoco tenía nada interesante para decir. No tenía más amigos y mis padres no me dejaban salir porque temían que alguien me secuestre y me venda como esclavo. Yo… Sentía que era obvio que no hacía falta en su grupo, y que les aburría, pero no me lo decían porque les daba lástima. Y lo confirmé cuando dejaron de invitarme a sus juntadas…— A Tweek se le llenaron los ojos de lágrimas. De su boca salían sollozos y su voz se rompió.—Veía las fotos que subían a Facebook, divirtiéndose… Sin mí. Y pensé… “Ellos están felices así, ¿para qué seguir molestando?”. Sentí que todas fueron señales que no quería aceptar, pero que así era: ustedes ya no me necesitaban y nunca lo habían hecho. Ustedes se estaban alejando… Y yo los dejé ir.

Ninguno pudo contener la angustia que les causó conocer cómo fueron los acontecimientos desde el punto de vista de Tweek, lloraron con él. Ellos sabían que los pensamientos de Tweek eran erróneos, sin embargo, poniéndose en los zapatos de Tweek, entendían porqué Tweek lo creyó así, y no iban a culparlo por sentirlo de ese modo.

—Y además…— Siguió hablando Tweek. Había algo más que tenía que confesar.—Ustedes no lo sabían, pero yo… En primer año, yo les dije que me gustaba alguien…

—Lola.— Dijo Clyde.

—No, mentí.— Respiró hondo antes de mirarlos a los ojos.—Nunca me gustó ninguna chica.

El único que no se sorprendió por la confesión fue Token.

—Tweek, yo siempre supe que eras gay, y jamás me importó.— Confesó Token.

—¿Por qué nunca nos lo…?

—Clyde, ya de por sí era el rarito que tenía tics nerviosos, tenía menos libertad que una estrella adolescente con contrato en Disney y era aburrido como el infierno. No quería ser el “cupo gay” del grupo.

—P-p-pero Kenny y Butters ya estaban f-fu-fuera del clóset.— Dijo Jimmy, sin entender el problema de Tweek con su sexualidad.

—Y yo salí como a los… ¿Catorce o quince años?— Dijo Clyde.

La salida del clóset de Clyde no fue muy pensada, por decirlo de algún modo. De hecho, fue Kenny quien lo ayudó a confirmar las dudas sobre su sexualidad. En una fiesta, Clyde le confesó a Kenny sobre cuánta curiosidad le daba la idea de besar a un chico, para saber qué se sentía.

Y Kenny, ni lento ni perezoso, le hizo el favor de sacarlo de la duda.

Clyde entró a esa fiesta siendo heterosexual y salió diciéndole a sus otros dos amigos “chicos, soy bisexual”.

A ninguno le resultó extraño o raro. Lo tomaron como un dato cualquiera.

—Pero Kenny, Butters y tú eran… Queridos, sociables, hasta podría decir que eran los populares. Yo… Yo no. No lo iban a tomar del mismo modo. Ese fue el otro motivo por el que me alejé, pero la verdad no le di más importancia que a lo anterior que les dije.— Justificó Tweek.—Y luego… Bueno, hace unos meses, Craig se unió a ustedes y como yo estaba cerca de él, pues… Volví al grupo, pero siempre tuve la sensación de que solo me aceptaron otra vez porque Craig les cae bien, no porque realmente me quisieran de vuelta. Y creo…— Suspiró con la mirada caída.—Creo que eso es todo. Ahora… Quiero escucharlos a ustedes.

Token se limpió las lágrimas y aclaró la garganta.

—Bueno…— Comenzó.—En primer lugar, discúlpanos. No teníamos idea de lo que pasaba por tu cabeza, nosotros creíamos que lo que hacíamos estaba bien..

—Lo estaba.— Puntualizó Tweek. No quería que se sientan los malos de la historia.

—Tal vez, pe-pe-pero no nos dimos c-cu-cuenta de cómo te sentías.— Dijo Jimmy.

—Escucha Tweek.— Volvió a hablar Token.—Entendemos porqué lo sentiste así, y no voy a culparte porque creo que en tu lugar, habría sentido lo mismo. Sin embargo, hay algunas cosas en las que estás equivocado, y quiero que me escuches con atención.— Tweek asintió.—Bien, la primera es: tú nunca sobraste en el grupo, ¿Ok? Nunca. Aquí no hay quién sobre, no tienes que tener algo para decir siempre, no tiene nada de malo no tenerlo. Es algo que sinceramente, a ninguno de nosotros nos importó. A nosotros lo que nos importa es que estés aquí, ya sea en la escuela o en nuestras casas, no importa el lugar tampoco, solo nos gustaba que formes parte.

—Sí, además— Intervino Clyde.—, no era como si alguno de nosotros dijera algo muy interesante, ¿sabes? Quiero decir, mírame a mí. La vara soy yo.

—La v-v-va-vara está b-b-ba-bajísima.

—Eres un hijo de puta, Jimmy. Pero tienes razón y ese es mi punto.— Señaló.—Yo no es que sea la gran cosa: me quejo de todo, a veces solo vengo y digo “ayer me tiré un pedo” y no digo nada más, no me destaco por ser el más inteligente precisamente y a veces meto la pata…

—¿”A veces”?— Preguntaron los tres al unísono, incrédulos por el uso descarado de esa palabra, como si no fuera que Clyde casi siempre metía la pata.

—Bueno, siempre.— Se corrigió.—Y ojo, no lo digo para tirarme mierda, es que es lo que soy, ¿y sabes qué? A ellos no les importa, de alguna forma, me siguen queriendo y aceptando así. No importa qué tanto la cague o que tan estúpido sea lo que digo: ellos me quieren. Y lo mismo pasaba y pasa contigo, Tweek.

Tweek permaneció pensativo, intentando asimilar las palabras de Clyde.

—¡Es más!— Se sobresaltó Clyde.—Tweek, ¿cómo se te ocurre decir que no tienes nada de bueno? ¡Pero si eres buenísimo dibujando!

—Y cantando o tocando el piano.

—Y b-b-bo-b-boxeando.

—¡Y actuando también!— Resaltó Clyde.—Tweek, tú tienes un montón de cualidades que nosotros admirábamos y continuamos haciéndolo. Así como Token es bueno socializando, Jimmy con los chistes, yo con el fútbol, Craig con los números y las reflexiones, Stan con la música, Kyle con el básquet y las leyes, Kenny con el sexo, Butters con la moda, Cartman con… Bueno, siendo él.

—Cartman es bueno negociando.— Propuso Token.—Y Kenny… No sé como sea en el sexo— Dijo entre risas y con muchas ganas de preguntarle a Clyde cómo mierda sabía eso.

—Me dijeron.— Aclaró Clyde, también entre risas.

—Pero es buenísimo con las palabras y escuchando. Podría ser un buen psicólogo.— Continuó Token.

—O c-co-con las fiestas. No c-cu-cualquiera sabe animar una.

—Claro, eso también.— Agregó Clyde. Volvió con Tweek.—Y tú eres un gran artista, Tweek. ¿Lo ves? Todos somos buenos en algo.

—D-de hecho— Habló Jimmy otra vez.—, ¿Tú cr-crees que eres aburrido? Amigo, si ser n-nu-nuestro amigo dependiera d-de qué tan divertido eres, no entiendo qué hace Craig aquí. El tipo es un npc, no habla a menos que le hablen.

Todos estallaron en risas ante la repentina declaración de Jimmy. A Tweek le dolió burlarse de Craig, pero es que fuera de sus conversaciones con él que suelen ser más interesantes, Jimmy no estaba errado.

—Corrijo entonces, la vara es Craig.— Acotó Clyde.

—Son unos hijos de puta.— Rió Tweek.

—Ey, pero si él mismo lo reconoce.— Dijo Token.

—Bueno, eso es verdad.

Ok, el tema de si sobraba en el grupo o sobre si era aburrido ya estaba resuelto. Faltaba lo principal: ¿lo dejaron de lado conscientemente o no?

—Ahora… Sobre si te hicimos a un lado o no.— Retomó Token.—Tengo que decir que no te equivocas. Sí, así fue.— Reconoció con dolor.—Pero créeme que no fue por el motivo que tú crees, tampoco fue intencional.

—Básicamente…— Habló Clyde.—Invitarte a fiestas o a juntadas, no sentíamos que fuera necesario porque sabíamos que la respuesta sería no. Nos molestaba que tus padres no te dejen salir con nosotros, pero entendíamos que no era tu culpa, y como no era tu culpa, no queríamos hacerte sentir presionado o que pienses que tenías que hacerles frente a tus padres o que te sientas mal por decirnos que no… Si me entiendes, ¿no?

—Igual sí nos molestaba.— Se sinceró Jimmy.—Si soy honesto, tus p-pa-padres nunca me cayeron bien.

—A mí tampoco.— Agregó Clyde.

Token asintió, de acuerdo con ellos.

—Perdón que seamos crudos con eso, pero creemos que ellos son muy sobreprotectores y no te dejan ser tú, o crecer.— Dijo Token.—Eso nos frustraba mucho, porque no podíamos hacer nada contra eso y sentíamos que no podíamos simplemente decírtelo. Quizás te iba a caer mal.

—No se preocupen, creo que lo entiendo.— A Tweek no le agradaba que hablen mal de sus padres porque consideraba que lo hacían porque lo amaban, pero podía entender que, desde su punto de vista, se viera mal.

 —Sin embargo— Continuó Token.—, reconocemos que la mejor decisión no fue la que tomamos. Tal vez tendríamos que haber imaginado que vernos salir juntos, o que no te preguntemos más, te iba a caer mal. Nosotros no sentíamos que te estábamos haciendo a un lado porque sentíamos que con vernos en la escuela y pasar el rato ahí, sería suficiente. Pero de repente, también te apartaste del grupo en la escuela…— Se encogió de hombros.—Y creímos que tal vez, lo mejor era no molestarte más.

—Pero nos equivocamos.— Murmuró Clyde, afligido.

Un silencio se hizo lugar en el grupo, solo interrumpido por la campana del fin del recreo. Se miraron entre ellos, y como ninguno hizo siquiera el ademán de ponerse de pie para ir a la siguiente clase…

Decidieron que se la saltearían.

—No sabía que ustedes lo pensaron así…— Dijo Tweek.—Lo malinterpreté. Y… lo siento. Me equivoqué…

—Todos nos equivocamos.— Razonó Jimmy.—Y-Yo también lo siento.

—Digo lo mismo.— Coincidió Token.

Clyde solo asintió.

Los ojos de Tweek nuevamente se cristalizaron.

Pero ya no era tristeza.

—Entonces…— Habló Tweek, su voz tuvo un leve quiebre.—¿Podemos ser amigos otra vez?

—Nunca dejamos de serlo, solo necesitábamos esta charla.— Dijo Token con una sonrisa y abrió los brazos.—Y nos alegra que estés de vuelta.

Tweek abrazó a Token, dejándose llevar por la emoción. Por fin pudo quitarse del corazón esa espina que lo torturaba, y ahora se sentía muy feliz.

No había algo que pudiera arruinar esa alegría que desbordaba de su cuerpo.

—Bueno… Deberíamos volver a clases, ¿no? Ya estamos llegando tarde.

—Tweek, la escuela es temporal, la amistad es para siempre. Y más si tienes una resortera y hay latas ordenadas casualmente para ser derribadas.— Dijo Clyde mientras sacaba la resortera del bolsillo.

—¿Acabo de volver oficialmente al grupo y ustedes me están proponiendo saltearme clases?

—Solo se vive una vez.— Dijo Jimmy.

—Ven al lado oscuro, Tweek.— Invitó Token entre risas.

—Que lo digas tú… El chiste se cuenta solo.— Rió Jimmy, siendo acompañado por los demás chicos.

—Te vuelves caminando.— Amenazó Token.

—To-Token, eso ya es crueldad…

—Pateame entonces.

Los chistes moralmente cuestionables no cesaron, al igual que las risas. Se dedicaron a tirar las latas y burlarse de Clyde durante la siguiente hora, como si el tiempo retrocediera a sus mejores años como amigos.

Todo volvía a ser como antes.

—Oye, Tweek…— Dijo Token. Tweek estaba apuntando a una lata.—Sobre lo del plan de los chicos para exponer a Gay Al… ¿Qué dices?

Lo había olvidado.

Recordó la noche anterior, la fuerza que le llegó de repente. Su decisión seguía siendo la misma.

—No te lo voy a negar, me sigue dando miedo. Aún me paraliza pensar en él.— Contestó mientras soltaba la base. Golpeó una de las latas pero no consiguió tirarla, entonces volvió a cargarla e intentó de nuevo, con algo de rabia al recordar a Al. La lata cayó.—Pero cuenten conmigo. Creo que ya no soy Hamilton, pero haré lo que pueda.

—¿Qué onda?— Escucharon detrás de ellos. Una vez grave y algo nasal que solo podía ser de una persona.

Voltearon a verlo. Craig caminaba hacia ellos con las manos guardadas en los bolsillos de la campera, les extrañó verlo porque la clase aún no terminaba.

Eso significaba…

—¿Te mandaron a dirección?— Preguntó Token.

—Sí.— Respondió con el tono relajado mientras se apoyaba contra el árbol cubierto de nieve.

—¿Y por qué no estás ahí?— Preguntó Token con el típico tono de voz que auguraba un regaño.

—Porque no había nadie.

—Si no hay nadie, debes esperar en el pasillo, lo sabes.— Le recordó Token.

—Sí.

—¿Y entonces?

—Me chupó los dos huevos.— Dijo entre risas.

—¿Sigues drogado?

—No estoy drogado. Estoy perfectamente perfecto.— Respondió sacando un cigarrillo (cigarrillo de tabaco, no porro).

—Estás drogado.— Confirmó Token.

—¿Para qué preguntas entonces?— Craig encendió el cigarrillo y dio la primera calada.—¿Qué hacían? ¿Se burlaban de la pésima puntería de Clyde?

—Allá la estoy apuntando.— Se defendió Clyde, haciendo reír a sus amigos.

Token miró a Tweek, notó la forma en la que Tweek miraba al recién llegado.

Le gusta.

Y decidió que debía dejarlos un poco a solas, así que se acercó a Jimmy y Clyde. Tweek caminó hasta el árbol, donde Craig fumaba.

—¿Por qué te mandaron a dirección?

—Me dormí. El profesor me despertó, le dije que ya había terminado la tarea, que es cierto, y me dijo que eso no importaba, que yo tenía que seguir despierto aunque ya no diera nada más para hacer y que “no sea presumido” porque no todos pueden hacer cálculos a mi ritmo.

—Y le hiciste tu seña.

Craig asintió.

—Qué estupidez.

—Sí, pero meh, no importa. ¿A ti cómo te fue? ¿Pudieron conversar?

Tweek asintió.

—Veo que todo salió bien.— Dijo mientras veía a sus amigos felices.

—La verdad que sí. Creía que todo iba a salir mal.

—¿Y qué pasó?

Tweek lo observó y dibujó una sonrisa tímida.

—Me dije a mí mismo que soy capaz de más de lo que creo y tomé valentía.

—Fuah, alta frase.— Respondió impresionado.

—Me la dijiste tú, estúpido.

Si Craig no estuviera ligeramente influenciado por la marihuana de la mañana, habría comprendido que Tweek estaba agradeciéndole.

—Ah, cierto.— Se rió.

—Y sobre lo de teatro… Lo he pensado mejor.

—¿Sí?

—Quiero actuar, me gusta actuar, y quiero volver a hacerlo. También regresaré a terapia. Y…

Craig lo observó, esperando a que termine de hablar.

—¿Y?

Tweek sonrió con picaresca.

—Y me quiero cagar en toda su puta madre.— Declaró.

Ese comentario hizo reír a Craig. Le gustaba esa postura, y que Tweek se esté volviendo más bardero era un logro que se lo adjudicaría.

—Así me gusta. Lo vamos a hacer cagar fuego.— Asintió Craig mientras fumaba.

—Olvídate.— Coincidió Tweek entre risas.

No sabía cómo iba a resultar el plan y, tal como dijo, aún le tenía mucho miedo.

Pero ya no iba a permitir que le vuelva a pasar por encima a nadie nunca más. No lo haría.

Al, te metiste con el curso equivocado.

Chapter 39: El enemigo de mi enemigo es mi amigo II

Notes:

Canción del capítulo: https://www.youtube.com/watch?v=t3cP1hpMrIA&pp=ygUWY29uZmlkZW50IHN1YiBlc3Bhw7FvbA%3D%3D

Chapter Text

Para cuando la clase de teatro llegó, es decir, la última muestra frente al profesor y el último ensayo en clase hasta después de la feria, los alumnos de sexto año ya se habían preparado mentalmente para pasar vergüenza y mucha humillación sin poder decir ni “a”; pero bueno, al final, todo sea por la causa.

Todos esperaban en el auditorio en pequeños grupos, como siempre, los alumnos llegaron antes que Al. No obstante, esta vez fue un alivio, ya que tuvieron tiempo suficiente para dejar los celulares grabando en los puntos que Eric consideró primordiales para no ser vistos, y a la vez, que se grabara lo mejor posible.

—O sea que tengo que volver a mi época donde me dejaba humillar por dinero, pero esta vez, no me van a pagar.— Evaluó Kenny con decepción mientras fumaba. Bebe tomó su mano para detenerlo.

—Míralo por el lado positivo, amor: el pago es justicia.— Alentó Bebe.

—O una expulsión tatuada en el centro del ojete.— Discrepó Red mientras echaba una bocanada de humo.

—Qué alentador, querida.— Contestó Bebe con sarcasmo.

—No podrían expulsarnos porque tendríamos pruebas…— Intentó acotar Stan, pero fue interrumpido por Wendy.

—A veces las pruebas no son suficientes, mira lo que pasa cuando una chica expone a su abusador en una red social.

—Pero le arruina la reputación, sea verdad o no.— Objetó Craig.

—Pero no obtienen justicia…— Dijo Wendy.

—¿A quién carajo le importa la justicia? Con verlo cagarse encima, estoy satisfecho.— Admitió Craig mientras se llevaba a los labios el cigarrillo de Red.

Wendy puso los ojos en blanco, un poco estresada por la situación a la que iban a exponerse otra vez.

—Suponiendo que esto salga bien…— Pensó Stan.—Y echen a Al o algo por el estilo, ¿qué harán con el club?

Red se apresuró en fumar para responder.

—Intentaré convencer a PC de que yo puedo encargarme.— Dijo un poco pensativa.—Sé que suena a mucha responsabilidad para alguien de mi edad, pero, piénsenlo, ¿con quién ensayaron todas estas semanas que Al no se molestó en venir o dar una clase interesante cuando estaba presente?

—Si tú te quedas a cargo, yo me quedo.— Prometió Bebe con una sonrisa que fue correspondida por Red.

—Ay, se ven tan lindas juntas.— Kenny se rió.—Deberían considerar la idea de ser un poliamor con Kevin y el novio de Bebe, cuando lo tenga.— Bromeó.

Si tuviera poderes como los superhéroes de sus cómics, probablemente, Red hubiera quemado vivo a Kenny con solo mirarlo.

—Mira, yo te respeto a ti y a Butters, y defiendo que cada cual con su culo y relación haga lo que quiera, pero donde Kevin a mi me llega a proponer un poliamor, lo que va a recibir va a ser un politraumatismo en la cabeza, y si tú le metes esa idea a él, para ti también habrá.— Amenazó con determinación mientras apuntaba a Kenny con el cigarrillo encendido. Tanto Wendy como Bebe y el mismo Kenny rieron.

—El único poliamor que Red acepta es Craig, Kevin y ella.— Se burló Bebe. Red estuvo al borde de responder “sí”, hasta que analizó la frase por segunda vez. Inmediatamente, su dedo índice se dirigió hacia Craig, en completo estado de alerta.

—¡Y tú aléjate de Kevin, gata rompe hogares!— Exclamó amenazante Red.

—¡¿Yo qué hice?!— Craig se sobresaltó. La acusación lo tomó con la guardia baja, estaba muy ocupado mirando a alguien más antes de ser atacado gratuitamente.

—¡Tú besaste a mi novio en Raisins, no te hagas!

—Primero: estaba un poco borracho.— Eso era una mentira.—Segundo: a ti no te molestó.

—Estaba un poco borracha también.

—Y bueno, dormiste, hermana.— Se burló Tucker, sabiendo que ese chistecito le iba a costar un poco caro.

Sin mostrar ninguna gracia hacia su chiste, Red se aproximó hasta él con vertiginosidad, le dio un carpetazo en la cabeza y lo insultó por lo bajo.

Mientras tanto, Stan no entendía nada de la conversación. Él estuvo en Raisins esa noche y estaba bastante seguro de que nunca pasó lo que Red afirmaba.

Empezó a preguntarse: ¿Eso habrá sucedido cuando yo…?

Mierda, esa noche sí que fue rara.

El intercambio de palabras hizo reír a los demás integrantes de la conversación en ese rincón del escenario. Lamentablemente, las risas y la buena vibra no permanecerían por mucho más tiempo. Heidi envió un mensaje al grupo de WhatsApp para advertir a sus compañeros de que vio a Gay Al entrar al instituto.

—¡Ya llegó el desgraciado!— Gritó Token desde el extremo del auditorio.

Wendy observó a Craig y a Jimmy, que se aproximaba a ellos. Algo en ellos dos le hizo pensar en el título “persona no grata”.

—Tienen que irse…

—Sí, lo sé.— Craig se puso la mochila en la espalda mientras se paraba y levantó la mano para saludar.—Nos vemos mañana. Jimmy, apúrate.

Jimmy lo miró molesto.

—Me muevo t-tan r-ra-rápido como p…— No logró terminar su oración porque Tucker se acercó hasta él por la espalda y lo abrazó por el estómago para llevarlo alzado hasta la salida. Tuvo que tomar las muletas con mayor fuerza, un poco sorprendido por la acción y por el cambio de altura.—¡O-ok p-pe-pero no me apoyes!

—Un chiste más de esos y te dejo caer.— Condicionó Craig.

El elenco de actores se reunió en el centro del escenario, mientras que Kenny encendía la computadora para preparar el instrumental, Bebe acomodó las bolsas (esta vez eran de tela) con el vestuario para los actores y en el fondo, Lola, Tweek y otros estudiantes acomodaban los últimos detalles de la escenografía, corregida en base a las críticas de la clase anterior.

Por otro lado, Red acompañó a Craig y Jimmy hasta la salida de emergencia.

—Vuelvan con cuidado, avisen cuando lleguen.— Dijo ella.

—S-seguro.— Respondió Jimmy. Se aseguró de acomodar correctamente las muletas para dirigirse a la parada de colectivo.

—Red...— Craig habló, y por el tono suave de su voz, ella sabía lo que él iba a decirle.

Sobre Tweek. Pensó Red, sonriendo ante la idea.

—Tranquilo, Tweek estará bien.— Le prometió.

—Deséale suerte de mi parte.— Pidió mientras colocaba la capucha de la campera escolar en su cabeza.

—Por supuesto.

Sin nada más para decir más que hacer un asentimiento de cabeza, Craig se marchó siguiendo a Jimmy, y Red cerró la puerta de emergencia.

Esperar el autobús junto a Jimmy era como viajar con un podcast humano; Jimmy, a diferencia de Clyde, no necesitaba que alguien le responda a menudo, se conformaba con una risa vaga y continuaba hablando. Y en cierta forma, Jimmy tampoco esperaba una risa descontrolada o forzada de parte de él, lo cual era de agradecer.

Eso no significaba que a Craig le disguste el humor de Jimmy o no lo entienda. Es solo que ahora mismo, mientras Jimmy le comentaba una anécdota en el tren, él no podía parar de pensar en otra cosa.

¿Y si Tweek tiene otro ataque de pánico hoy? ¿O en cualquier otra ocasión?

Ya había pasado una semana desde ese incidente, y aunque no volvió a repetirse, estaba preocupado porque seguía sin saber exactamente qué podría hacer él en una situación así. Había buscado en internet algunas respuestas, también lo había consultado con Kenny, pero seguía sin sentirse seguro, no todos los métodos funcionan con todas las personas.

Tal vez la mejor forma de averiguarlo sería preguntarle a Tweek directamente, pero solo imaginar la situación, lo hacía sentir… Tan nervioso.

¿Cómo podría preguntarle eso sin dejar en evidencia que estaba tan jodidamente… “Enganchado” como para preocuparse de esa manera? Sí, tal vez lo estaba sobre pensando mucho y en realidad Tweek no lo vería como la gran cosa. Y también estaba la posibilidad de que Tweek se espante porque sería mucha presión que Craig se preocupe por él.

Eso y un cartel luminoso en la frente que diga “propuso ser amigos con derechos para no comprometerse ni enamorarse y se enamoró igual, qué boludo” eran prácticamente sinónimos.

Así que, ¿a quién podría pedirle ese tipo de consejos? Tendría que ser alguien que realmente sepa sobre el tema, y trate con personas como Tweek todo el tiempo.

Entonces…
Él la recordó.

También recordó que ese alguien estaba presente en la escuela, ahora mismo.

¡Qué estúpido! Conozco a alguien así.

—Y el tipo me s-s-siguió mirando.— Jimmy seguía hablando sobre una discusión que tuvo en el tren a Denver con un hombre que lo empujó al entrar.—Y yo j-justo me estaba cagando de risa, se-s-seguro habrá pe-p-pensado que me estaba riendo de él…

—Y es todo un tema.— Respondió Craig mientras soltaba humo, y se sintió culpable por no tener ni puta idea de qué le hablaba Jimmy.

—Y sí, me podría haber c-ca-c-cagado a palo.— Jimmy corrió la cabeza, con la vista en el autobús que se acercaba. Sacó la tarjeta de su bolsillo, así no perdería tiempo buscándola arriba del colectivo.—Al fin llegó.

—Oye, yo…— El colectivo se estacionó delante de ellos, tenía que buscar una excusa rápida.—Recordé que tengo que buscar algo en dirección, por el trabajo y eso, debo volver.

—Oh, está bien, yo me voy entonces.— Jimmy se acercó a la puerta, Craig lo ayudó a subirse al colectivo. De pronto, Jimmy volteó otra vez, como si considerara la idea de bajarse.—¿O quieres que…?

—No, descuida, no tardaré mucho. Tú vuelve a casa.— Le contestó.

—Bueno. Nos vemos, amigo.— Se despidió Jimmy con una sonrisa. La puerta del colectivo se cerró y este avanzó.

Craig caminó de vuelta a la escuela. Subir las escaleras hasta el tercer piso después de semanas sin siquiera asomarse por esos salones le trajo culpa, y se reprochó a sí mismo su falta de compromiso. Pero vamos, desde el momento en que Mackey le dio a elegir, supo que escogió mal. No le gustaba dibujar, nunca fue bueno en eso y si siguió yendo ahí por un tiempo, fueron por dos motivos: porque la otra opción era enfrentar a Mackey y que le haga cada semana diferentes preguntas con las que no se sentiría cómodo respondiendo. Y el otro motivo era Tweek.

La puerta seguía tan colorida como el primer día, y detrás de ella se escuchaban algunos murmullos apagados.

Tomó aire antes de tocar la puerta dos veces, y esperó la respuesta con las manos en los bolsillos.

La puerta se abrió pocos segundos después, la mujer subió la mirada y no supo disimular la sorpresa de encontrarse a su “alumno/paciente” después de tantas semanas sin siquiera oír de él. Y esbozó una sonrisa incrédula.

—Tucker, tanto tiempo.— Lo recibió la señorita Ellen con calidez.

—Sé que es raro que aparezca por aquí después de un par de… Bueno, un mes y algo.— Craig mostró sus palmas como si eso lo defendiera de los juicios de la profesora. Y volvió a guardarlas.—Pero quería hablar con usted. Si no es molestia, claro.

Ellen abrió la puerta por completo. La luz que entraba por la ventana lo encandiló un poco, como la primera vez que entró a ese salón.

—Por supuesto que no es molestia.

 

 

 

Desde el pasillo podía oír la voz de Al y el corazón se le cayó hasta el estómago. No podía oírlo sin sentir una incómoda sensación en la garganta.

Decepción.

Cuando llegó al escenario, sintió que todos los ojos se posaron en ella, porque la sola mirada de Al parecía la de una multitud.

—¿Dónde estabas?— Preguntó el profesor con un tono autoritario.

Desde aquella discusión tan fuerte con su madre, Red no había vuelto a sentir cómo la piel se le erizó. Ese día volvió a hacerlo.

—Solo despedí a mi novio.— Mintió, su cara sostenía una expresión seria. No quería darle el gusto de verla intimidada.

“Novio”. Pensó Tweek. ¿Kevin vino y no lo vi?

Trató de hacer memoria, no recordaba haber escuchado la voz de Kevin ahí, tampoco oyó que tocaran la puerta. Solo recordaba que vio a dos personas ir delante de Red: Jimmy y…

Oh, claro. Él no podía estar aquí, Jimmy tampoco.

Sin embargo, no pudo obviar la sensación de que algo en su estómago se revolvió cuando intentó interpretar la mentira de Red literalmente. ¿Por qué justamente tuvo que usar la palabra “novio”?

¡No es que estuviera celoso! Claro que no, solo que… Bueno, pudo haber dicho “amigo” tranquilamente, y seguiría siendo igual, porque no tenía que especificar de quién hablaba. O “mejor amigo”, si es que lo sentía tan cercano, pero, ¿”novio”?

—¿Tú otra vez?

La voz de su pesadilla lo sacó de su otra pesadilla, qué irónico.

Miró hacia arriba y ahí encontró el rostro de Al, lo miraba como si no pudiera creer que Tweek reunió el suficiente valor para volver a presentarse. Y lo comprendía porque, en realidad, él tampoco podía creerlo. Probablemente estaba disociando y su consciencia no podía hacerle llegar la señal de alerta para salir corriendo a algún refugio anti pánico.

Pero ahí estaba. Era lo que importaba, y aunque Al no lo supiera, hoy daría su mejor actuación.

De todos modos, una de las cámaras enfocaba su mejor ángulo.

—Sí, profesor.— Respondió Tweek, la voz se oyó temblorosa y apenas audible.

—Creí que te había dejado bien en claro que tú no tenías madera para ser Hamilton…

—Solo quiero otra oportunidad.— Lo interrumpió, y por la forma en la que Al lo observó, fue una mala idea.

—Más te vale que valga la pena, hoy no tenemos mucho tiempo para tics y esas cosas.— Al se dirigió a Stan.—¿Ensayaste para hoy?

Stan asintió con la cabeza.

—Bien. Se te ve más sobrio incluso, espero que la voz acompañe.

Cuando Al pasó al siguiente alumno a humillar, Stan respiró tan hondo como pudo para evitar dos cosas: hacer lo que Tucker no pudo; y correr al baño a beber porque, mierda, estaba sobrio pero las ganas de beber lo devoraban por dentro y recordarlo no le cayó nada bien. Apretó los puños y suspiró lentamente.

Alguien cubrió su puño con la mano y recordó que no estaba solo, porque esa mano era de Kenny.

—Lo estás haciendo bien.— Le susurró.

Stan sonrió, pero no era suficiente. Algo le decía que no lo haría bien para siempre, aunque eso quisiera.

—¿Tú?— Esta vez, Al se dirigió a Bebe.

Ella alzó la bolsa con la vestimenta.

—Hice los arreglos que me pidió, señor.— Dijo Bebe con el tono de voz un poco más bajo de lo normal. Esperaba que las cámaras pudieran registrar su voz.

—Ver para creer.— Al le quitó la bolsa de las manos y se giró para dirigirse a su escritorio.—Ustedes ensayen mientras veo lo que De La Prada confeccionó.— Ordenó.

Bebe arrugó la nariz ante la forma en que Al pronunció el nombre de la diseñadora española con un acentuado disgusto. No estaba segura de sí fue porque la mujer era española, porque sus diseños no eran de su agrado y la usó para burlarse de ella (la opción más probable) o simplemente porque era demasiado estadounidense como para pronunciar algo en español.

Mientras Al corregía (y rebajaba) a Bebe, los alumnos tomaron posiciones detrás del telón y Kenny se acercó hasta la mesita donde su computadora esperaba para reproducir las pistas de la obra (editadas por él mismo para que se adapten al tiempo de duración).

—Bueno, Stan, empieza.— Indicó Red.

Stan asintió, un poco nervioso por tener que recitarlo de memoria. Lo bueno era que cualquier error o muestra de nerviosismo no sería en vano, ya que la poca tolerancia de Al a los errores estaría documentada en video.

Queridos Norteamericanos— Empezó, puso sus manos entrelazadas detrás de la espalda y aclaró un poco la voz.—, no es secreto que nuestra nación ha pasado por muchas épocas y…

—¡No se escucha!— Lo corrigió Al desde el escritorio, no levantó la vista del vestido que estaba mirando, el del personaje Eliza.

Stan tragó saliva, no se había dado cuenta de que estaba hablando bajo, y se puso un poco más nervioso que al principio. Abrió la boca para volver a intentarlo, pero el aire tembloroso lo intimidó, sentía que no podían salir las palabras, como si se hubieran atascado en alguna parte de su cerebro.

Pensó en que si no estuviera sobrio, probablemente saldrían sin problemas.

Miró a todas partes, hasta que sus ojos detectaron a dos personas que lo veían con la seguridad que a él le faltaba.

Wendy asintió una vez. Y Kyle movió sus labios para formar una corta pero poderosa frase: “tú puedes, vamos”.

Queridos Norteamericanos— Volvió a empezar, habló más alto y enderezó su postura.—, no es secreto que nuestra nación ha pasado por muchas épocas y dificultades: la esclavitud, por ejemplo, así como también tener al asfixiante pie de Inglaterra sobre nuestras cabezas, imponiendo lo que era suyo y lo que, según decían, era de nosotros. Hoy somos un país diferente, y eso se lo debemos a nuestros Padres Fundadores; entre ellos, Alexander Hamilton. Esta es su historia.— Terminó de recitar.

Stan se volteó para desaparecer de escena hasta el siguiente acto, pero tuvo que volver la vista cuando oyó aplausos de parte de tres personas.

Dos de ellos eran Wendy y Kyle, sentados en las primeras butacas del auditorio. El motivo por el que demostraron su gusto por oírlo era evidente, sabían que Stan estaba nervioso por la crítica, y verlos animándolo fue… Lindo. Muy lindo.

Su mejor amiga y… su “mejor amigo”.

El otro y el más efusivo, era Kenny, estaba de pie y hasta tenía lágrimas delineando sus mejillas. Stan se sintió un poco avergonzado, como cuando tu madre te dice sus apodos cursis delante de tus amigos, pero agradeció el aliento.

—¡Hermoso! ¡Viva los Estados Unidos de América, hijos de puta!— Gritó con orgullo.

—¡Silencio!— Ordenó Al a Kenny, dejó de aplaudir de repente, solo volvió a sentarse.—Bueno Marsh, suenas un poco menos… Perdido que la última vez, pero trabaja en tu modulación, a veces pareciera que tienes una papa en la boca.

Y usted claramente necesitaría una pija en la boca. Pensó Stan, cansado por la aparente necesidad del profesor de tener que destacar algo malo siempre.

Stan se alejó del centro. Cuando Kenny pulsó play a la primera pista, el telón se abrió. El primer número no tuvo interrupciones por parte de Al más que alguna que otra mueca de no convencimiento o un leve movimiento de cabeza si le agradaba. El segundo número tampoco tuvo interrupciones.

Al dejó de criticar a Bebe justo antes de que Tweek comience a interpretar “My Shot”. En términos generales, seguía sin estar convencido con Bebe. Parte de sus dudas era el motivo por el que Bebe se encargó del vestuario, incluso llegó a indagarle si fue porque era “la rubia”. La pregunta e insinuación le cayeron muy mal a Stevens, pero prefirió solo hacer un murmuro inseguro (un hombre gay que menospreciaba a las mujeres rubias y con muchos prejuicios sobre ellas era oro puro para una exhibición pública). Sin embargo, Al destacó que al menos hizo las correcciones principales que él le marcó y eso era mejor que nada. Bebe volvió a los bastidores con sus bolsas de ropa y Al se dispuso a prestar toda su atención al ensayo.

Especialmente a Tweek. Clavó sus ojos en él.

—A ver si esta vez lo haces bien.— Desafió.

Un poco de la seguridad de Tweek se vio amenazada por su desprecio. Cerró los ojos y respiró hondo.

Pensó en algo que le hiciera sentir capaz de hacerlo.

En alguien, paran ser exactos.

“—Craig... Realmente no lo sé... En serio, soy... Soy malo actuando.

—Puedes hacerlo, Tweek. Eres capaz de mucho más de lo que crees.”

“—¿Quieres oír algo más?

—Podría oírte todo el día.”

“—Las opiniones de la gente de mierda como Al solo te van a dañar si tú lo permites. Una vez que entiendas eso, estoy seguro de que vas a conseguir todo lo que te propongas o al menos, no vas a ser lastimado por esta gente, porque el potencial lo tienes, el talento lo tienes y el apoyo de las personas que vemos tus cualidades, lo tienes. Lo único que te hace falta es convencer a tu peor enemigo.”

Siempre sabía qué decir para animarlo.

Él tenía un gran talento para hacerlo sonreír.

I am not throwin' away my shot, I am not throwin' away my shot, hey yo, I'm just like my country. I'm young, scrappy and hungry, and I'm not throwin' away my shot.— La primera estrofa de Tweek se oyó como si hubiese aceptado el desafío.

Su mirada no delataba temor y su cuerpo no temblaba, se movía con gracia y actitud, seguro de sí mismo en cada movimiento y cada verso. Cada paso que daba y cada gesticulación se sentía violenta, molesta y orgullosa, estaba claro el porqué: era la forma más sutil que Tweek encontró para decirle a Al “me has subestimado”.

La inseguridad seguía ahí y Al podía percibirla, pero el empeño muy exitoso de Tweek para ocultar sus puntos débiles lo golpeó en su propio ego, porque al terminar el número, se dio cuenta de que no tenía nada para recriminar.

Sin que Tweek tuviera que decirle nada, acabó diciendo mucho.

Pero Al se sentía tranquilo, porque esto no terminaría ahí, aún le quedaban cuarenta minutos más y podría pasar cualquier cosa. Él no vio nada especial en Tweek desde el primer momento y seguía sin verlo, no permitiría que un muchacho sin ningún talento le convenza de lo contrario. Tantos años de trayectoria no podían ser burlados por un adolescente de porquería que no podía ni mirarlo a los ojos sin temblar. No se lo iba a permitir.

 

 

 

Craig no reconocía ninguno de los rostros del salón, pero tampoco hizo un gran esfuerzo por recordar quienes eran los chicos presentes, solo asumió que eran de secundaria (no parecían ser mayores de quince) y que, lógicamente, Ellen tenía más alumnos que recurrían a ella para despejarse o ser ayudados. Su clase no solía tener más de quince alumnos, según recordaba, y todos ellos parecían ser de turnos diferentes.

El ejercicio de hoy consistía en pintar a partir de una canción, la que los estudiantes prefieran. Algunas pinturas le resultaron curiosas, otras elevaron su autoestima al darse cuenta de que no era el peor dibujando, pero todas tenían un algo. Tal vez esta clase le hubiera encantado a Tweek, lástima que haya tenido que hacer malabares con sus horarios desde que se unió a teatro y se la haya perdido. Craig esperaba que la repitieran para el horario de Tweek.

La sesión de ese día no fue muy larga, los estudiantes se retiraron unos quince minutos después de que él entró, y la señorita Ellen se fue a comprar un café. Así que en cuanto regresó (con dos pequeños vasos descartables) y estuvo a solas con la señorita Ellen, se preparó para hablar con ella.

—Qué frío que hace afuera, ¿no?— Comentó la señorita con un tono casual después de dejar ambos vasos en el escritorio, Craig asintió. Ellen se frotó las manos y le acercó un vaso a Craig, que ya estaba sentado delante de la silla de ella.

—Gracias, pero no…— Intentó rechazarla él, un poco apenado por el gesto.

—Tienes las manos en los bolsillos desde que viniste hasta ahora, estoy segura de que tienes frío.— Tenía razón.—Vamos, yo invito.

No le vio el sentido a volver a negarse. Craig rodeó el vaso con sus manos y dejó que se calienten un poco.

—Gracias.

La señorita lo miró de arriba abajo mientras Craig bebía el café. Le resultó interesante el contraste entre la primera impresión que el chico le dio a simple vista y el cómo se comportaba en realidad.

—¿Te cuesta aceptar regalos, gestos o favores a menudo?— La señorita Ellen preguntó con un tono suave mientras batía su café con la cucharilla plástica.

—No.— Respondió antes de llevarse el vaso a los labios. Bebió un sorbo y pensó que mentir no era una buena forma de empezar, pero esto no se trataba de él, sino de la persona que realmente apreciaba los vasos de café.—¿Puedo preguntarle algo?

—Lo que quieras.

Craig dejó el vaso.

—Yo tengo un amigo que… Él…— No estaba seguro de si podía mencionar su nombre.

—Todos tenemos un amigo, Craig.— Rió la profesora. Si le pagaran un dólar por cada vez que alguien le comentó la historia de “mi amigo”, “el amigo de mi amigo” para no referirse a ellos mismos, hoy en día tendría mucho dinero.

—No, quiero decir, en serio es un amigo.— Reafirmó él.—Y últimamente han pasado cosas que nunca viví y no sé cómo ayudarlo.

—¿Qué tipo de cosas?— Preguntó Ellen después de beber un poco de su café.

—La semana pasada caminábamos a casa después de un problema que tuvo con…— No podía decir que su amigo tuvo un problema con un profesor, porque de alguna forma, terminaría mandando al frente a Tweek.—Un tipo. Ese tipo le hizo pasar un muy mal momento, entonces cuando caminábamos a casa, mi amigo empezó a sentirse mal, y luego simplemente…— Tuvo la necesidad de beber café para ignorar la molestia en su garganta al recordarlo.—Se salió de control, empezó a gritar y, bueno, fue como un ataque de pánico, o ansiedad, no sé cuál es la diferencia.

—Los síntomas son parecidos, tanto en lo emocional como en lo físico.— Contestó la profesora Ellen, él puso toda su atención en ella.—Pero hay dos diferencias fundamentales: la primera es cómo se producen. Los ataques de ansiedad tienden a desarrollarse tras un proceso de acumulación de emociones estresantes previo, y que va creciendo hasta estallar; con los ataques de pánico no sucede así, suelen ser reacciones abruptas. La segunda diferencia es la intensidad. Los síntomas físicos que se sufren durante un ataque de pánico son, generalmente, más intensos que los de un ataque de ansiedad. Los ataques de ansiedad pueden manifestarse en varios niveles, pero en el caso de un ataque de pánico, normalmente son severos desde el inicio. Igualmente, es posible experimentar ambos ataques a la vez; por ejemplo, podrías experimentar ansiedad mientras te preocupas por una situación estresante, como un examen importante. Y cuando llega la situación, la ansiedad puede culminar en un ataque de pánico, tranquilamente. ¿Comprendes?

Craig asintió. La explicación le hizo repasar lo sucedido una vez más, hasta llegar a la conclusión de que, probablemente, Tweek experimentó ambos ataques.

—Bueno… Y la cuestión es que yo en ese momento, no supe qué hacer, no entendía lo que pasaba y me puso nervioso. Intenté abrazar a mi amigo para calmarlo, pero creo que no funcionó, tal vez lo alteré más, no estoy seguro. Y quería preguntarle, ¿qué puedo hacer en una situación así?

El oír la voz grave de Craig con un sutil tono preocupado y tembloroso, provocó una sonrisa dulcificada en la señorita Ellen. La forma en que le brillaban los ojos cuando decía la palabra “amigo” delataba un sentimiento mucho más profundo.

Uno que Ellen entendió perfectamente. Y lo compadeció.

Dejó el vaso vacío a un lado y posó ambas manos en la rodilla de la pierna cruzada. Craig no pudo evitar mirar el anillo en su dedo anular, era dorado y estaba adornado por pequeñas piedritas anaranjadas y rosadas.

—Lo primero que tienes que entender es que, no hay nada que entender.— Le dijo Ellen. Craig la miró confundido.—Y no es malo, no porque no lo entiendas significa que no puedes ayudarlo, solo procura no presionarte a ti mismo por entenderlo, ¿sí? Y tampoco intentes hacer preguntas en ese momento, no va a ayudar. Tampoco lo juzgues, no lo hagas sentir peor de lo que está, porque no es solo una sensación de estrés, es algo más severo

Él asintió.

—Sé que lo que voy a decir parece difícil, pero tienes que evitar alterarte o mostrar nerviosismo frente a una situación así, porque puede alterar más a la persona que está sufriendo el ataque y hacerle creer que realmente está en peligro.

—Sí… Tiene sentido.

—Ahora, una vez que tengas eso entendido, lo que puedes hacer por alguien cuando tiene ataques de pánico o ansiedad es: ayudarlo a respirar profundamente, hazlo con él, contando lentamente desde diez. Si tu amigo toma algún medicamento en momento así, como benzodiazepina, intenta suministrársela en caso de que él por sí mismo no pueda hacerlo en ese momento. Puedes ayudarlo a que desvíe su atención con algún objeto, que vea todos sus detalles, algo que le transmita confort; puede ser una almohada, un peluche, un reloj…

Al mencionar ese punto, Craig recordó que Tweek aún conservaba en su cama la almohadita que sacó de la maquina de peluches, cuando salieron a comer en su cumpleaños. Cuando entró a su habitación la última vez, Tweek estaba abrazándola.

Probablemente eso ayude.

—No invadas su espacio si no es lo que quiere, hay personas a las que les ayuda ser abrazadas, otras no porque sienten que se asfixian. No hagas suposiciones con respecto a lo que necesita, intenta preguntarle. Tampoco lo sorprendas con nada, trata de ser predecible con tus acciones. Y usa frases cortas y simples que pueda entender, como “entiendo que sientas miedo, pero no estás en peligro”, “acá estoy”, que esto es pasajero, que lo quieres y estarás ahí siempre. Es muy importante que recuerde que no está solo, porque te puedo asegurar, que la sensación de soledad durante un ataque de pánico es terrible.

—Entiendo.

—Y cuando veas que el ataque pasa, no lo bombardees con preguntas: si él quiere hablar de lo que pasó, lo hará cuando sienta que sea el mejor momento. Puedes darle un caramelo ácido o darle agua para estimular sus sentidos sin que se haga daño; también puedes ponerle música que le haga sentir tranquilo, o si tiene un videojuego en su celular o una serie confort que le ayude a distraerse, anímalo a poner ese juego o esa serie. En general, se trata de mantener en calma y que se sienta seguro. Y por último, anímalo a que busque ayuda profesional, puede ser un psiquiatra, psicólogo o neurólogo.

Craig terminó de tomar el café y observó al piso sin tener idea de qué decir. Despegó la espalda de la silla y giró el vaso vacío en su mano mientras trataba de representar en su cabeza las cosas que la señorita Ellen le aconsejó. La idea de imaginarse a sí mismo tratando de socorrer a Tweek en una situación así seguía dándole escalofríos, aún dudaba de si podría estar a la altura.

Pero definitivamente lo intentaría.

—¿Tienes alguna otra pregunta?— Preguntó la señorita, trayendo a Craig a la conversación otra vez.

Él negó con la cabeza.

—No, creo que es todo.— Craig se levantó de la silla.—Muchas gracias.

La señorita Ellen dejó su silla y se acercó a la puerta.

—Gracias a ti por confiar en mí.— Ellen abrió la puerta.—Y por cierto… Hace tiempo no vienes, creo que…

—Sobre eso— Craig alzó los hombros y desvió la mirada, un poco avergonzado por lo que iba a decir.—, creo que esto no es para mí, y ese es el motivo por el que empecé a faltar. También porque bueno, empecé a trabajar, a veces el turno rota y bueno… Lamento no haberle dicho antes. Tal vez algún día vuelva, pero…

—Craig.— La profesora llamó su atención, lo cual se oyó como un (dulce) reproche.—Creo que sabes bajo qué condiciones estás en esta escuela. Y yo no soy quién para juzgarte, entiendo, lo entiendo por completo. Yo también di muchas vueltas cuando se trataba de asistir a terapias que no me gustaban, no quería aceptar que tenía… Algunos problemas.— Lo último lo dijo en un susurro, sus ojos vagaron por su brazo. Craig siguió el recorrido de su mirada y notó un tatuaje en las muñecas. Parecía cubrir algo. Sintió un pequeño malestar cuando lo comprendió.—Mi pareja me ayudó a entender que necesitaba ayuda, y fue cuando dejé de dar vueltas. Busqué la terapia y la ayuda que sí requería, con la que realmente me sentía a gusto, y aquí estoy.

Craig creía entender a dónde quería llegar la profesora.

—Lo que quiero decir con esto es: no te conformes con el primer tratamiento que te ofrecen solo porque ya lo empezaste, eso hace más mal que bien. Es normal que algo no te convenza y busques otra forma de estar bien. Lo que no está bien es que abandones la búsqueda por completo. A la larga, solo estarás evitando un problema, y eso no es una solución.— Ellen puso la mano en su pecho.—Conmigo puedes contar siempre que lo necesites, y considera a Mackey también, él es un gran profesional. Pero hazlo, Craig. No por el título, no por tu familia, ni siquiera por mi o tu amigo, hazlo por ti.

Craig se había propuesto dos misiones: conseguir buenos consejos sobre el asunto de Tweek, y no convertir esa conversación en un sermón acerca de su propia salud mental. Seguía siendo una conversación que le daba pereza tener, pero sabía que Ellen tenía razón.

Trabajaría en eso en algún momento.

—Entiendo.— Respondió por fin, antes de retirarse del aula con lentitud.—Muchas gracias por sus palabras. Las tendré en cuenta.

Ellen asintió con una sonrisa, para luego, cambiar su actitud a una completamente cómplice. No quería verse como una chismosa, pero había una duda que le carcomía.

Su radar nunca fallaba, no podía fallar ahora.

—Y una última cosa.— Dijo Ellen, y llamó la atención de su (ahora oficial) exalumno, quien volteó a verla.—Ese amigo tuyo, ¿realmente lo ves solo como un amigo?

La pregunta (y la obvia insinuación) lo golpeó tan desprevenido que su primera reacción fue soltar una leve risa sin quererlo, y la risa de la profesora solo hizo que el calor en su rostro aumentara. Pensó en no responder a la pregunta y seguir su camino, hasta que recordó un pequeño detalle de su conversación.

“Pareja”.

—Y su pareja, ¿es “él” o “ella”?

La señorita Ellen desvió la mirada y escondió las manos detrás de la espalda. Culpable.

Ambos dejaron la conversación amigable y siguieron con su camino.

En el colectivo, volvió a repasar la conversación con la profesora. Recordó el tatuaje que tapaba las cicatrices, recordaba el anillo en su dedo y su sonrisa. Era una mujer muy feliz. Nadie que pudiera verse así de feliz después de haber pasado por quien sabe qué cosas podría mentir con respecto a cómo encontrar la felicidad, o buscarla.

Tiene razón.

Y él también la tenía: la profesora era demasiado guapa como para ser heterosexual. Su radar aún funcionaba, tal vez fue su única victoria en esa conversación.

Craig se sintió un poco más seguro, aunque en realidad, esperaba nunca tener que poner en práctica lo aprendido, ya que eso significaría volver a ver a Tweek en esa situación. Y no había nada en el mundo que deseara menos que ver a Tweek sufrir otra vez.

Pero al menos trataría de estar para él.

Y para empezar a ponerlo en práctica, tomó su celular y comenzó a crear una lista de música, la cual sería exclusivamente para esos momentos de Tweek.

¿Qué le gustaba a Tweek? Pensó. Harry Styles, Taylor, el colorado que dijo que le hicieron bullying por culpa de South Park, los coreanos, Demi Lovato, Lady Gaga… Realmente no conozco mucho de ellos, pero averiguaré.

Y durante todo el trayecto a casa, Craig escuchó (a pesar de que los datos no le estaban ayudando) algunas canciones de los artistas que recordaba para agregarlas a la lista.

 

 

 

El ensayo continuó su curso, hubo algunas interrupciones por parte de Al, pero nada que impidiera a los alumnos llegar hasta el final, con el asesinato de Hamilton. Tweek, quien se hallaba tendido en el suelo, no había asimilado cuánto había progresado. Sonrió para él mismo cuando el telón se cerró y Stan narró la última parte de la obra.

Sonreía porque estaba orgulloso de su logro, por supuesto, pero había algo dulce cosquilleando en su pecho cuando pensó en que quería correr a contarle a Craig sobre esto, o llamarlo por teléfono y darle las gracias por haberlo impulsado, no veía la hora de ver su reacción.

… ¿Por qué podía oír su voz en el silencio diciéndole “sabía que podrías”?

¿Por qué la sensación de su presencia le atravesaba hasta los huesos? Él no estaba ahí.

¿Y por qué podía ver su sonrisa incluso con los ojos cerrados? Esa sonrisa que solo él tenía el privilegio de apreciar.

La sonrisa que le dedicaba cuando lo veía fuera de la cafetería; cuando el turno de Tweek terminaba y empezaba el suyo, y lo esperaba apoyado sobre su moto negra, con una mano en el bolsillo del jean rasgado, la otra quitando el cigarrillo de sus labios mientras echaba una bocanada de humo al cielo, el viento nocturno moviendo su cabello lacio y el celular reproducía alguna canción de Arctic Monkeys a bajo volumen o los Guns N Roses.

Bendita la imagen mental que su visualización de artista podía brindarle. Demasiado real y detallado como para conseguir sonrojarle un poco las mejillas.

¿Por qué su corazón latía tan fuerte contra su pecho? Solo estaba pensando en… Él.

Tuvo que apartar todos los pensamientos cuando oyó el arrastre del telón nuevamente, se puso de pie con torpeza mientras un (muy comprometido y débil) aplauso de Al retumbaba en el auditorio. Su rostro no lucía mayores emociones, además de indiferencia y un asentimiento de cabeza.

Tweek había conseguido mantener la calma al no haber sido interrumpido durante el ensayo, pero el instinto de prepararse para una pésima devolución lo mantuvo alerta hasta unos veinte minutos de terminar el ensayo, cuando finalmente se olvidó de Al.

Casi caía en la trampa de su optimismo, que le intentó hacer creer que lo había convencido. Afortunadamente, Tweek no era tan tonto.

Ventajas de la ansiedad.

—Bueno, debo decir…— Al se puso de pie por primera vez, caminó hasta el frente de su escritorio y se apoyó contra este.—Que estuvo bien.

Clyde se asomó hacia el costado de Stan para susurrarle.

—Qué bien.

Al se aclaró la garganta.

—Sin embargo… Hay una gran falla entre ustedes. Una muy importante.

—Qué mal.— Murmuró Clyde nuevamente.

—Porque todo el elenco es pasable.— Continuó Al

—Qué bien.— Celebró otra vez Clyde.

—Pero su protagonista— Miró a Tweek por encima del hombro con una mueca de desprecio.— se ve y se nota demasiado forzado.— Giró sobre el mismo y se acercó a Tweek hasta tenerlo en frente y verlo desde arriba.—La próxima vez que intentes desafiar a alguien, por lo menos asegúrate de hacerlo bien, y en lo posible, no usar el teatro para medirte… Y menos conmigo.— Sentenció Al.

La asfixiante y enorme sombra de Al cubriendo a Tweek se alejó con la misma frialdad con la que se acercó. De pronto, la luz del reflector dejó de sentirse amigable y confiable para Tweek; ahora lucía amenazante y calaba en sus huesos la incómoda sensación de estar completamente expuesto y desnudo frente a muchas micro inseguridades que creyó tener controladas para enfrentar la crítica que sabría que recibiría. No sabría decir si se sentía más humillado por Al y el filo de sus palabras, o por la autopercepción que había formado de él mismo.

Al continuó hablando mientras daba pasos controlados y firmes delante del elenco, como si lo que hubiera hecho no fue, cuanto mucho, inmerecido. Y por lo poco que consiguió entender dentro del eco de su cabeza, hablaba sobre un reemplazo para Hamilton.

Humillado y reemplazado en el mismo día, ahora de manera oficial.

No extrañaba esa voz, definitivamente no.

¿Eso fue lo mejor que pudiste hacer?

Ansiedad en la garganta.

No te puedes controlar ni a ti, ¿y creías que podrías con nosotros?

Estómago revuelto.

Fracasaste, qué sorpresa.

Respiración agitada.

Pobre iluso, tan débil, y tan solo.

Sudoración excesiva en sus manos.

Y justo antes de que el pánico se hiciera con él, un importantísimo detalle iluminó su mente como un foco de luz en la oscuridad.

Espera.

¿Solo?

Aunque el pánico le hiciera sentir eso, esa parte de Tweek que aún era razonable, le decía que no podía estar solo porque se sentía muy observado, y lo que lo observaban eran…

¡Las cámaras! ¡Al no lo sabe!

Si Al actuaba como lo hacía porque se sentía impune y superior, sin medir las consecuencias de sus actos, incluso si esas fueran muy graves, y más ahora que las cámaras registraban cada una de sus despreciables actitudes, eso significa que si Tweek…

Entonces… Tweek tuvo una buena pero arriesgada idea.

Sus compañeros se enojarían con él y se llevarían un gran susto, de eso estaba seguro y ya se encargaría de pedirles perdón uno por uno, pero si las cosas salían bien, se lo agradecerán.

Dejó que las lágrimas salieran como un grifo abierto hasta que el espontáneo sollozo se hizo oír por encima de voz demandante del profesor, y tal como se lo propuso, llamó su atención. No necesitó mover la cabeza para saber que se aproximaba a él nuevamente.

—¿Tweek?— Le susurró Lola a su lado, su entrecejo se apretó por la preocupación.

Tweek se sentía mal por ignorarla y fingir que no la había oído porque estaba entrando en pánico. Lola sería la primera a la que le pediría perdón luego de esto.

Además, Al ya estaba ahí, y el show debía continuar.

—¡¿En serio es lo único que sabes hacer?!— Exclamó Al con disgusto y lo vio de arriba abajo, en el suelo de madera se veían unas oscuras manchas que dejaron algunas de las lágrimas derramadas.—Uno te marca tus errores, ¡¿y todo lo que haces es llorar?!

Tweek empezó a respirar más rápido, sin dejar de llorar y temblar. Su vista perdida en un punto aleatorio del auditorio le hizo concentrarse en su actuación e ignorar sus palabras (en el sentido de tomárselo como un ataque personal). Si veía a Al directamente a los ojos, probablemente se desconcentraría y el acto se vería arruinado.

—¡¿Sabes algo, niño?! ¡Yo soy homosexual y soy menos marica y llorón que tú! Será por eso que llegué a algo en la vida, ¡¿no crees?! ¡A mí también me han reprendido mis profesores y no armaba tanto revuelo por eso!

Las manos de Tweek fueron hacia donde se situaba su corazón, latía incontrolablemente rápido. No estaba seguro de si su cuerpo estaba en sintonía con su falso ataque de pánico o si era la adrenalina y el temor a ser descubierto, cualquiera sea la razón, lo hizo sentirse más genuino mientras se ponía en cuclillas, el temblor en sus rodillas lo hubiera llevado a caer de bruces si no fuera por la asistencia de alguno de sus compañeros. Supo que se trataba de Stan cuando lo escuchó hablar, sería el segundo en su lista a quien le pediría perdón por el susto.

—¡Agh, levántate! No tengo tiempo para esto.— Al presionó el entrecejo con sus dedos, el “ataque de pánico” de Tweek (aunque no se le cruzó por la cabeza que Tweek esté fingiendo), no lo conmovió, más bien, intensificó su impaciencia. Odiaba a los alumnos llorones. Y acto seguido, con suma frialdad, tomó a Tweek los brazo con fuerza para obligarlo a pararse.

—¡Déjelo en paz, imbécil!— Exclamó Red con la furia ardiéndole en las venas mientras quitaba la mano del profesor de encima de su compañero. Ya le chupaba un huevo la consecuencia de levantarle la voz e incluso tocarlo, de todos modos, ya no se saldría con la suya.

En lo que Bebe marcaba el número de emergencias con los dedos temblorosos por la desesperación, Wendy, junto con Stan y Token, se encargaron de sacar a Tweek del auditorio por la puerta trasera.

¡¡Por favor, por favor, por favor, no me saquen, yo tengo qué…!!— Sollozaba Tweek, el tono de su voz se elevaba cada vez más a medida que las palabras parecían ahogarlo.

—¡Tweek, tranquilo por favor! Estarás bien, está todo bien, solo escucha mi voz, por favor.— Wendy intentó consolarlo, pero la ausencia de resultados la llevó a quebrar en llanto también.

—¡STAN, ABRE LA PUTA PUERTA!— Ordenó Token, no solía levantar la voz a ninguno de sus amigos, pero estaba muy asustado. No estaba seguro de si lo mejor para Tweek sería estar al aire libre, teniendo en cuenta que la última vez que lo estuvo, salió corriendo sin rumbo y tuvo demasiada suerte para que aquello no termine en una tragedia.

Token agradecía profundamente a Dios por el poco tránsito de ese día. Y por vivir en un pueblo poco transitado, en general.

Stan se apresuró hasta la puerta para abrirla y dejar que sus dos amigos salgan al patio nevado con Tweek en brazos. Una vez fuera, se acercaron a uno de los árboles cercanos y con cuidado, dejaron a Tweek justo debajo de la sombra de este.

—¡Traeré sus cosas!— Anunció Stan antes de volver corriendo al establecimiento.

Token se quitó la campera de egresados y la puso sobre los hombros de Tweek; por su lado, Wendy sostuvo sus muñecas con fuerza para evitar que éste se arranque el cabello, pero no se atrevió a acercarse más. No quería ahogarlo.

—Tranquilo, Tweek.— Le susurró Wendy.

Y la respuesta de Tweek fue… Un guiño.

O al menos lucía muy calmado para tratarse de un tic.

… Eso fue un tic, ¿cierto? Pensó ella, un poco descolocada.

En el auditorio, las cosas continuaban acalorándose a medida que la discusión subida de tono entre Red y Al parecía no ceder, llegando al punto donde ni siquiera se distinguía lo que hablaba uno y otro porque se gritaban por encima. Stan se detuvo un segundo a tratar de escuchar el revuelo.

—¡¿Qué no le ve lo malo?!— Reclamó Red, sin poder creer lo que su profesor le había dicho. Él siguió repitiendo “¿qué tiene de malo?” con soberbia mientras ella gritaba.—¡¿Qué parte de que un viejo de mierda de cincuenta y pico de años se crea con el derecho de gritarle y humillar a un adolescente con ansiedad está bien?! ¡Eso es de cobarde!

—“Ansiedad”, sí, por supuesto, todos hoy en día tienen ansiedad y creen que por eso hay que compadecerlos.

—¡Nunca dije eso! ¡No ponga palabras en mi boca que yo no dije!— Le gritó Red mientras lo apuntaba con el dedo.

—¡El dedo se lo mete donde le quepa, pendeja maleducada!— Respondió Al mientras corría el dedo de Red hacia un lado.

—¡A mi no me insulte porque yo a usted no lo insulté!

—¡¿”Viejo de mierda” no le parece un insulto?!

—No lo insulté, lo describí.— Se justificó Red.

Un silencio inundó de repente la sala, nadie se quedó indiferente ante la declaración de Red. Al la miró con fuego en la mirada, ya no soportaba a la pelirroja.

—Fuera de mi obra.— Fulminó.

—¡¿”Su” obra?!— Red rió incrédula.

—¡Di lo que quieras, pero te quedas fuera de mi obra y punto!— Al señalaba con su dedo en dirección a Stan. Por un segundo, se le cortó la respiración, hasta que comprendió que en realidad estaba indicando la salida (lo cual no era mejor).

—¡YO HICE TODA LA OBRA! ¡YO!— Le gritaba Red al profesor Al, su voz sonaba áspera y parecía escupir fuego por cada palabra que salía de su boca.—¡Yo repartí los putos personajes, yo me encargué de los ensayos, de TODAS las putas clases que usted no estuvo presente, de seleccionar las escenas, de recortar las canciones! ¡Yo fundé este club! ¡Usted no tiene derecho a nada aquí! ¿Quiere saber qué hizo usted mientras yo me encargaba de todo eso? Lo único que hizo fue dar tareas sin ningún sentido porque ni siquiera nos la corrigió ni nos ha explicado una mierda de nada solo para rellenar una puta hoja en el informe CON PUTAS MENTIRAS.— El delineado de sus ojos se diluía entre las lágrimas de rabia que bajaban por el contorno de sus mejillas enrojecidas por la furia, no solo con él, sino consigo misma por haber admirado alguna vez a ese patán. Su dedo acusador en alto se acercó a la cara del profesor solo para finalizar con un:—Usted podrá tener todo el dinero que quiera, toda la trayectoria que quiera, todo el desmerecido reconocimiento de los medios y toda la ayuda del Estado que se le antoje, pero yo jamás le haría a alguien ni el un por ciento de lo que usted le hizo a Tweek, yo por lo menos no me dedico a medirme con gente que en comparación mía son niños, ni los humillo, ni los hago sentir una puta mierda, ¿sabe por qué? Porque hay algo que tengo yo y usted no, incluso teniéndolos de verdad: Huevos.

Red colgó la mochila en uno de sus hombros y salió por la puerta trasera, chocó a Stan en el camino, pero él no le reclamaría eso.

Sin Red presente, el auditorio se sumió en un silencio sepulcral donde todos los alumnos dejaron de fingir vulnerabilidad, nunca hizo falta actuarla, porque era la realidad: frente a Al se sentían vulnerables y bajo un foco constante.

Y es que para que hasta alguien como Red se quiebre de esa manera, había que llegar a un límite.

Faltaban solo cinco minutos para finalizar la clase y la falta de palabras por parte del profesor expandía la espera, ¿continuaría humillándolos? ¿desaprobaría a todos? ¿continuaría dando su devolución? ¿por qué estaba tan callado?

Miró la hora en su reloj y suspiró.

—Continúen ensayando la misma obra hasta que llegue el día, seguiremos con el programa. Yo me encargaré del reemplazo para Hamilton, conozco a un exalumno que es ideal para el papel, ¿entendido?— Anunció Al con un notorio cansancio en la voz. Los alumnos solo asintieron, sus rostros aún reflejaban aturdimiento.—Y que sea la última vez que uno de ustedes me hace una escena así, ¿me entienden?— Un silencio lo acompañó al final de su pregunta. No lo preguntó para que le respondieran, sino como una advertencia. Y el silencio solo ole afirmaba que consiguió transmitir su mensaje. Unos segundos después, aplaudió dos veces para volver a atraer la atención de los alumnos.—Pueden retirarse, nos vemos en la feria.

La mayoría de los estudiantes (por no decir todos) prácticamente volaron hacia la salida. Stan en algún momento se vio rodeado por Kenny, Butters, Bebe y Clyde, no hacia falta que dijeran nada, sus rostros delataban que tenían muchas preguntas para hacerle. Les enseñó las palmas a sus amigos en señal de cautela, con los ojos puestos en la espalda de Al mientras este subía la escalera hasta la salida principal.

Cuando el furioso sonido del portazo rompió el silencio del auditorio, Stan sintió que respiró por primera vez en dos horas.

—Recojan los celulares.— Dirigió Stan, inmediatamente la ronda se deshizo y cada cual tomó uno o dos celulares de los puntos ocultos, también se tomaban el tiempo de parar la grabación de los que sobrevivieron con menos de quince por ciento de la batería.—Tweek está en el patio, vayamos a verlo, a ver cómo está.— Miró a Bebe.—¿Te dijeron cuánto tardarían en llegar?

—Dijeron que “vendrían pronto”.— Contestó ella haciendo unas comillas con la mano libre mientras paraba la grabación de su propio celular.—Lo cual puede ser un horario entre veinte minutos o mañana.

Stan asintió.

Cuando sus amigos salieron del auditorio, Stan tuvo el impulso de seguirlos, estaba preocupado por Tweek de todos modos.

Y antes de que corriera, un dedo tocó su hombro dos veces y se giró.

—Debemos darle esto a Tweek.— Kyle movió su hombro para enseñarle la mochila de Tweek (ya se le había olvidado a qué venía), también cargaba la suya. Levantó su otra mano para mostrarle su morral.—Y tú no te olvides esto.

No era el mejor momento para sentirse enamorado, pero Stan dibujó una sonrisa tonta. Estiró las manos para tomar el morral, pero Kyle se lo alejó.

—Nop.— Negó Kyle mientras se colocaba el morral en el hombro libre.—Deja que te lo llevo. No quiero que estés más…— Apretó su hombro con el pulgar y dos dedos más, Stan sintió que se lo iba a derretir.—Tenso.

Stan nunca había sentido las piernas tan débiles como en ese entonces, sus rodillas parecían estar hechas de gelatina. ¿A Kyle se le ocurría comportarse así justo ahora?

Dejó que Kyle lo lleve hasta la salida tirando de la manga de su campera, las sonrisas desaparecieron al no poder distinguir a Tweek entre la pequeña multitud que estaba reunida en el árbol donde había dejado a su compañero. Stan se las arregló para pasar al frente. Por suerte, Tweek continuaba ahí, estaba aferrado a sus rodillas y parecía estar mejor.

Stan suspiró aliviado, temía que ese ataque fuese igual o peor que el anterior.

—¿Cómo estás, amigo?— Le preguntó Stan mientras colocaba la mano en su rodilla.

—Mejor.— Contestó Tweek, dejó escapar un suspiro… Antes de decir lo que iba a decir.—Entonces…— Su mueca cambió radicalmente.—¿Realmente lo hice tan bien?

Stan se le quedó mirando sin comprender a qué se refería. No, de hecho, todos los presentes, lo observaron como si le hubiera salido una segunda cabeza.

—La idea era exponer la mierda de persona que es Al sin importa la situación, ¿no?— Habló Tweek otra vez, como si les hubiera dado la pista de un acertijo.

Y cuando comprendieron de qué se trataba todo esto… No supieron cómo reaccionar.

—¡Agárrenme que lo mato!— Le gritó Red, y se acercó en dirección hacia él. Si Nichole no la hubiera frenado, no sabría cómo terminaría eso.—¡¿Tienes alguna idea del susto que nos diste a todos?!

—¡Lo sé, y lo siento!— Se disculpó Tweek rápidamente.—En mi defensa, estuve a punto de tener un ataque de pánico real, en serio, se los juro porque se muera el mismísimo Lin-Manuel Miranda. P-pero luego pensé: “Ey, Al no tiene corazón, a él realmente no le importaría que un alumno suyo colapse por su culpa, así que, ¿por qué no usar eso a nuestro favor?”.— Algunos de sus compañeros dejaron de fruncir el ceño para asentir convencidos, incluida Red.—Fue arriesgado, lo sé, y de verdad les digo que la parte más difícil de esto fue darles el susto. Si lo hubiera pensado antes, se los habría dicho. Y sí, podría haber notado que estaba actuando, o podría haber reaccionado como un humano, pero no, ¡y lo tenemos grabado, y lo va a ver todo el mundo!

Stan inhaló y exhaló lo suficiente para resistir las ganas de matarlo.

—Tweek…— Hablo Clyde con seriedad.

—Lo siento chicos.— Murmuró. Tweek se encogió un poco más en su lugar.

—Eres un grandísimo hijo de puta.— Expresó Clyde.

—Lo sé…

Y sin previo aviso, Stan alzó a Tweek del suelo y lo abrazó con la misma efusividad que hubiera tenido si le hubiese donado un riñón.

—¡Y eres un puto genio!— Exclamó Stan con un orgullo que no le cabía en el pecho. A Tweek ya no le preocupaba tener un ataque de pánico, ahora temía por sus costillas.

—Ahora sí no siento el aire.— Dijo Tweek con dificultad.

Ante la escena, Bebe chocó el codo contra Wendy.

—Si Tucker lo viera, el tacto más suave que tiene con tu ex lo deja con dos derrames cerebrales.— Le susurró Bebe a Wendy entre risas.—A Lola casi la mataba por menos.

Cuando Stan soltó a Tweek, Token se acercó más a su amigo y se aclaró la garganta antes de hablar.

—Más allá de que fue un gran susto el que nos diste, del que quiero que hablemos luego…— Token parecía iluminado, y una sonrisa se le escapó sin querer.—Tweek, ¿ahora te cabe alguna duda de que eres increíblemente talentoso?

Tweek no lo habría dicho de esa forma, estaba consciente, basándose en el susto que generó, que lo hizo bien, pero, ¿podría llamarse a sí mismo “talentoso”?

—Yo… Eh… Creo que estás exag…

—¡No exagera, hermano!— Lo interrumpió Kenny.—¡Nos la comimos doblada todos!

—En el idioma McCormickniano— Acotó Butters.— quiso decir que eres un gran actor.

Lo siguiente fue una catarata de comentarios halagando lo mucho que los engañó, entre la indignación y el respeto. En ocasiones, cuando Tweek recibía comentarios positivos, a Tweek le costaba horrores aceptarlo; en realidad, esperaba que estén demasiado furiosos con él como para no dirigirle la palabra (incluso si entendieran que fue para llegar al mismo fin), pero no fue así.

O al menos, lo perdonaron demasiado rápido.

Todo se sentía muy cálido y ameno después de tanta hostilidad, y esa sensación le resultaba familiar: estaba entre amigos, y mientras así fuera, siempre estaría acompañado.

Jamás volvería a sentirse solo.

 

 

 

Grupo de WhatsApp de la “Clase 2021”. Jueves a las 23:50.

Kyle:

Muchachos.

Ya terminamos el video.

Se los mostraremos mañana después de química.

Descansen.

✓✓ 23:50

Eric:

Ya quiero ver sus mensajes de agradecimiento cuando este plan funcione.

✓✓ 23:51

Kyle:

Ya veremos, gordo.

✓✓ 23:51

Chapter 40: El show debe continuar (Final de Temporada 2)

Summary:

¡Lo siento mucho por nunca haber publicado este capítulo aquí! Lo había olvidado por completo.
Además, creía que nadie más me leía aquí, supongo que por eso lo olvidé...
¡Pero a partir de este mes (o el siguiente) voy a empezar a publicar este fanfic nuevamente con su nueva temporada! Y prometo no volver a olvidarme de subirlo aquí, se los jurometo, se los promejuro.

¡Y muchas gracias por los 173 kudos! La verdad nunca creí que podría llegar a tantos con este fic, pero me siento muy agradecida y feliz de ver cuanta gente le está gustando, mil gracias 😭🖤✨

¡Disfruten el capítulo!

Canción: https://youtu.be/uO4SpuFvAvs

Chapter Text

-Boyle-Mariotte- Leyó el profesor Richard Adler en voz alta para la clase de sexto año. Era la última clase del día viernes y de la semana, por lo que, para los estudiantes, el tiempo parecía correr más lento. Eric usaba el celular debajo de la mesa en un intento porque la hora sea menos pesada; Clyde se quedó dormido sobre su propia mano un par de veces, siendo despertado por Craig para no ser reprendido por Adler; sin embargo, Craig también se quedaba dormido encima de la mesa y Token era quien lo despertaba. Y Stan... Stan seguía sin comprender la clase y no iba a pedirle al profesor que volviera a repetir las cosas (se quería ahorrar un mal momento), así que mientras miraba al profesor, pensaba en lo que iba a comer cuando esté en su casa o cuántos puntos necesitaban los Colorado Rapids para acercarse a New York City en la liga.-, o también llamada "Ley de Boyle", son postulados que fueron llevados a cabo de una manera independiente por los físicos Robert Boyle en el 62 y Edme Mariotte en el 76. Esta ley pertenece a las llamadas: leyes de los gases, la cual asocia el...

La risa entrecortada de Clyde hizo que el profesor se frenara y le dedicó una mirada furtiva, y aunque Clyde hacía lo posible para no seguir riéndose, lo cierto es que su cabeza no dejaba de recordarle todos los chistes de gases que Jimmy alguna vez le contó, y no podía ponerse serio ni proponiéndoselo.

Por otro lado, a Craig no le hacían gracia los chistes de gases, pero la risa de Clyde era contagiosa de muchas maneras, hasta para él. Y aunque ocultó su cara con la campera de egresados para que no se notara, Richard Adler ya lo había atrapado.

El profesor Adler lo tenía en la mira desde su primer enfrentamiento verbal, haga lo que haga, buscaría la manera de joderlo.

-¿Qué es tan divertido?- Preguntó Richard Adler con severidad.

-Nada.- Respondió Clyde, ser el centro de atención ahora le era incómodo, sobre todo porque seguía temblándole la mueca.

-¿Y tú?- Adler apuntó a Craig ahora. Él solo negó con la cabeza, sin destapar su boca.-¿Te burlas de mí?

-A veces.- Murmuró Craig en el silencio, y se oyeron algunas risas de parte de sus compañeros, lo que incrementó la molestia del profesor.

Adler cerró el libro de texto con la misma mano que lo sostenía y se acercó lenta pero autoritariamente hasta el asiento del alumno (relativamente) nuevo. Clyde dejó de sonreír y se encogió en su asiento, pero Craig ni se mosqueó.

-Un chistecito más y te vas a dirección, ¿me oíste?- Craig asintió. Adler se giró, y justo cuando lo hizo, Craig le alzó el dedo del medio.-Ya les dije mil veces que no soporto a los pendejos que joden...- Las risas de los alumnos delataron que Craig hizo algo, no sabía qué, pero seguramente fue otra burla. Adler se giró nuevamente, Craig aparentaba no haber hecho nada, pero ante la duda...-¡Fuera de...!

-De su clase, sí.- Completó Tucker con sorna. Se levantó y caminó hasta la puerta. La cerró detrás de él.

Adler se quedó viendo la puerta con el ceño fruncido como si su enojo pudiera derretirla.

-Como decía, "La Ley de Boyle", son postulados de...

-¡Eso ya lo dijo antes!- Señaló Kenny desde su lugar.

-¡¿Quieren dejarme terminar?!- Adler alzó la voz y calló las risas que amenazaban con tomar protagonismo.-Entonces, estos son postulados que...- El timbre que anunciaba el fin de esa jornada escolar lo interrumpió. Frustrado, tiró el libro de texto al piso y tomó su morral.-Nos vemos la siguiente clase.- Se despidió, rendido y resignado. Abrió la puerta y abandonó el salón.

Y los estudiantes de sexto solo... Celebraron. Aplausos, gritos de alegría y silbidos llenaron el salón de clases, y la idea de que Adler lo oyera era un extra.

-¡GANAMOS!- Festejó Kenny sacudiendo los brazos hacia arriba, como si su equipo favorito hubiera convertido un gol sacando del medio.

Craig se asomó a la puerta y espió hacia el escritorio con cuidado antes de entrar.

-Viejo de mierda, no soporta nada.- Se quejó antes de volver a sentarse.

Había una sola razón por la que no estaban corriendo a tomar sus cosas del casillero y abandonar la prisión. Y si había alguien realmente impaciente por ello, era Kenny.

Y para acabar con la espera, señaló a Stan y Kyle.

-Bueno, no nos hagan esperar más.- Advirtió.

Stan y Kyle se miraron, el guiño de Stan le dio vía libre al otro de sacar el celular de su bolsillo y lo enseñó al público.

-¿Quién quiere un poco de cine?

 

 

 

 

El video no duró más de cinco minutos, lo cual hablaba significativamente del enorme trabajo que supuso para Stan y Kyle resumir tantas horas de grabación en un tiempo lo suficientemente consumible, resumido y conciso como para transmitirlo antes de interpretar Hamilton. Las burlas capacitistas y gordofóbicas de Al hacia los estudiantes de secundaria, la discusión con Red, sus implícitos comentarios misóginos, racistas y la prácticamente nula compasión ante el ataque de pánico de Tweek fueron el foco principal.

Clyde encendió la luz cuando el video llegó a su fin, aún estupefacto por el trabajo de sus compañeros.

-Falleció Hollywood, revivió el cine independiente.- Expresó Clyde mientras aplaudía.

-¿Ven?- Habló Eric.-Mi idea por sí misma es buena, pero permitir que haya sido dirigida por alguien como Kyel fue todo un acierto.

Kyle frunció el ceño ante el mensaje detrás de ese "cumplido".

-¿Qué intentas decir con eso de "alguien como Kyel"?- Cuestionó Kyle.

-Pues porque eres...

-Sí, muy bien.- Craig se hizo oír, sonaba molesto.-¿Lo puedo cagar a piñas después de que pasen el video?

Al parecer, nadie le advirtió sobre el falso ataque de pánico de Tweek.

-Craig, la idea es que nadie termine preso.- Le recordó Stan.

-Me chupa un huevo, ¡¿ustedes vieron lo que le hizo a Tweek y ninguno de ustedes hizo un carajo...?!

-Fue actuado.- Lo interrumpió Clyde, y señaló a Tweek con admiración.-El hijo de perra lo fingió.

A Craig no se le pudo haber cruzado jamás por la cabeza la idea de que Tweek mintiera sobre eso, y buscó en el rostro de Tweek alguna señal de que solo lo decían para calmarlo, pero no la halló. Miró a Tweek con los ojos muy abiertos, estaba impresionado y asustado en partes iguales por la capacidad de Tweek para mentir/actuar de esa forma.

Le había dicho que él podía ser capaz de más de lo que creía, pero jamás creyó que podría ser capaz de manipular así a una audiencia entera.

Había creado a un monstruo sin darse cuenta.

-Eres un hijo de puta.

-Aprendí del mejor.- Respondió Tweek y le guiñó el ojo.

Fue el mejor cumplido que le han hecho a Craig en... Dieciocho años.

-Entonces- Habló Stan.-, ¿están seguros de que esto va a funcionar?

-Amigo- Eric se dirigió a Stan.-, hoy en día se cancela a alguien hasta por respirar más fuerte porque les quita el oxígeno a personas con asma y mierdas así. Es imposible que esto falle.

-¿Y si falla?- Insistió Stan.

-Pueden golpearme.- Cartman se encogió de hombros, muy seguro de que eso no sucedería, por lo que estaba dispuesto a cualquier cosa por demostrar su confianza.

-Con esa condición, yo acepto.- Se pronunció Kyle.

-Pido tu cara.- Anunció Craig.

Al menos si fallaba el plan, no todo sería malo.

-Yo por otro lado, estoy muy seguro de que va a resultar.- Animó Kenny.-Así que me comprometo a traer tomates podridos para tirarle cuando todos los padres y vecinos quieran correrlo.

-Huevos y harina también.- Agregó Butters.

-Pero eso es para cumpleaños, amor.

-¿Y? Podríamos ensuciarlo más.

La idea de su pareja lo hizo sonreír, abrazó a Butters por los hombros y depositó un beso en el costado rapado de su cabello.

-Por eso te amo.

Cartman puso los ojos en blanco.

-Sí, sí, ya los vimos.- Dijo Eric con algo de incomodidad.-Sin embargo, todavía no les dije cuál es el precio por mi valiosa ayuda.

Kyle alzó una ceja con desconfianza.

-Dijiste que solo querías vengarte de PC por no darte pelota con el tema de tu campaña de mierda.

-Sí, pero eso es solo un efecto colateral que tiene ayudarlos, no un pago.- Aclaró Eric.

Stan suspiró con pesadez.

-¿Cuál es tu precio?- Preguntó mientras se apretaba el entrecejo.

-Que me dejen regresar al grupo.

Los cuatro chicos lo miraron extrañados.

-Nosotros nunca te prohibimos nada.- Dijo Stan.-Tú te fuiste por decisión propia y no regresaste porque estabas ofendido porque Kenny se cogió a tu madre.

-¡Ay vamos, hermano! Esas son cosas del pasado.- Reclamó Kenny.

-Fue hace siete meses.- Le recordó Eric.

-Pasado es pasado.- Insistió Kenny con una sonrisa cínica.

-¡Y ustedes se reían de mi!- Acusó Cartman.

-Y como para no reírse, te voltearon a tu madre.- Se burló Clyde.

-Cuando tú tengas madre, opinas.- Lo frenó Cartman. Prácticamente fue un knockout.

-Bueno eh, no te pases o te voy a regresar al pozo sin fondo donde McCormick dejó descendencia, la concha de tu madre.- Craig saltó en su defensa, y lo señaló. Cartman entendió que era una advertencia más que una amenaza: una palabra más y era hombre muerto.

Y no es que Cartman le tenga miedo a Craig (supongamos que no), pero no tenía nada más para decirles a ellos.

-Como sea, ese es mi pago. Tómenlo o no hay trato.- Determinó Eric.

Los ojos de todos sus compañeros (incluidos los de Jimmy, aunque con mayor dificultad) se posaron en Stan y Kyle, notaban una mayor presión por parte de la mirada de Tweek, por quien pensaron en vengarse de Al, en primer lugar.

Pese al descontento de Tucker por tener que considerarse a sí mismo dentro de un grupo donde también estaba el idiota que lo mandó a detención el primer día, el miedo de McCormick porque todo esto no sea más que un plan de Eric para asesinarlo por haberse metido con su madre y el pesar de Kyle porque al que prácticamente le estaba robando la novia (o ex novia, era difícil saberlo tratándose de ellos) estaría más cerca que antes, lo cierto es que sin la idea de Eric, probablemente no hubieran llegado a este punto por cuenta propia.

Así que no tenían muchas opciones.

-Trato hecho.

 

 

 

 

 

La feria de los talleres llegó. Por fin llegó.

Directivos, profesores, integrantes del centro de estudiantes y el DJ (o sea Kenny, porque es el único del pueblo, básicamente) fueron los primeros en llegar para preparar la decoración, souvenirs y equipos de audición. Las guirnaldas verdes se elevaban desde el techo y seguían los pasillos hasta el gimnasio, donde exponían la mayoría de los talleres divididos en stands. Por otro lado, el pasillo que llevaba al auditorio, donde se exponían los talleres de música, coro y teatro, estaba decorado con guirnaldas blancas, rojas y azules. No era un día patrio ni por cerca, pero eran las únicas guirnaldas en las que había invertido la escuela en años sin contar las doradas y plateadas, que se reservaban exclusivamente para los actos y los bailes de graduación. Aunque teniendo en cuenta que los tres talleres interpretarían temas relacionados con la historia de Estados Unidos, pensaron que podían usar esa casualidad como justificación a su falta de interés.

Por la mañana, algunos de los profesores se encontraban bebiendo un café en su sala asignada mientras escribían los informes que debían entregar antes del fin de semana. Cuando dos profesores de escuelas diferentes y sin alumnos en común realizaban esta actividad en conjunto, usualmente no conversaban porque no tenían nada en común, pero cuando lo hacían profesores con alumnos en común y un pésimo salario como era el caso de Garrison y Adler, las conversaciones fluían como agua en un rio, y uno lleno de veneno.

-No vamos ni a mitad de año y mi cerebro lo único que quiere es que me meta un tiro en las bolas.- Se quejó la profesora Garrison.

Adler miró a su compañera de reojo, sin dejar de escribir en su computadora.

-Creí que te habías operado.

-Lo hice, y francamente me estoy arrepintiendo.- Confesó.-Tener vagina no es fácil.

-No quería saber ese dato.

Garrison se desplomó con un alto grado de dramatismo sobre su silla, acarició su poco cabello y frente con ansiedad.

-¿Recuerdas cómo eras de adolescente?- La pregunta de la profesora fue retórica.-Cuando los profesores eran una figura respetable.- La profesora miró la pantalla del portátil con el ceño fruncido, leía el apellido "Testaburger" una y otra vez, como si no pudiera digerirlo por completo.-Y ahora te contestan como se les canta el culo. Esta juventud perdió el respeto.

Adler asintió. Casualmente, el informe que estaba escribiendo pertenecía a su propio alumno pesadilla.

-Y que lo digas.

-¿A ti Testaburger también te causa problemas?- Preguntó Garrison.-Yo a esa pendeja no la soporto. No veo la hora de que se reciba y se vaya a la mierda de aquí, ¿quién se cree que es para decir lo que es y no un útero?

-Ella ya no, hace un tiempo que ya no lo hace.- Respondió Adler sin agregar mucha información.

Garrison sonrió.

-Oh, claro, cierto que me contaste...

-Sí.

Garrison miró a Adler con una ceja alzada.

-¿Entonces quién?

Adler movió su portátil en dirección a Garrison y los ojos de esta brillaron al leer el nombre del alumno problemático de Adler.

Oh, él.

-Bueno, en lo personal, no me molestaría que él me jodiera, y no solo hablo de las clases, si me entiendes.- Se rió Garrison.-¿Él ya es legal?

-No lo sé...

-Bueno, no es que eso sea excluyente...

-Es muy molesto.- La interrumpió Adler.-Es incluso peor que McArthur y Testaburger juntas, y eso es mucho decir.

-¿Y con qué molesta?

-Intenta corregirme y esas mierdas.- Respondió Adler, su tono de voz sonaba exhausto.

-Mmh, ¿chico listo?

-Se ganó una beca y el ego se le habrá subido a la cabeza. Debe creer que es intocable.

Garrison y Adler han sido amigos desde que Adler enviudó, y ella sabía que para Adler todo era más difícil desde entonces. También tenía conocimiento de los métodos antiéticos y hasta depravados a los que Adler recurrió para mantener el control de lo único que lo alimentaba y que no lo jodieran.

"Jode antes de que te jodan", fue el consejo que Garrison le ofreció a su compañero, y lo ha seguido al pie de la letra, porque a Adler, definitivamente, no le gustaban los alumnos que jodían.

-Bueno...- Murmuró Garrison con aire de superioridad, su respuesta era evidente y le extrañaba que Adler aparentara no saberlo.-Todos tenemos un punto débil, y por lo que yo oí en este pueblo tan pequeño... Él también lo tiene. Entonces solo es cuestión de demostrarle al mocoso que nadie es intocable, ¿no crees?

A Adler le tomó pocos segundos entender lo que insinuaba su compañera. Iba a protestar porque jamás había pensado de esa forma sobre un chico, pero luego comprendió que lo atrayente ahí no era que fuese un chico, sino... Algo más complejo, algo que alimentaba su ego herido.

Adler suspiró.

-Sí.

Tecleó un poco más. Al finalizar el informe del alumno durante sus clases de ese mes, presionó la opción "Guardar como..." y cliqueó en la casilla para darle un nombre al archivo de Word.

Craig Tucker - Química 6to año - Marzo 2021.docx.

Guardar.

 

 

 

 

El gimnasio estaba terminado, después de poner los manteles en los stands y repartir los flyers con el programa de la feria, Kyle y Heidi decidieron que era momento de descansar.

-No quiero volver a ver un folleto en mi vida.- Se quejó Heidi mientras se sentaba en la primera grada.

-Dímelo a mi.- Kyle rió sin aire.-Imprimirlos fue un infierno.

-¿Sigues con eso?- Se rió Heidi.

-"No hay magenta", y la mierda es completamente cyan.- Recordó Kyle con fastidio, aunque la risa de Heidi lo hacía sentirse menos molesto al respecto.

A decir verdad, Heidi le hacía sentir menos molesto en general, lo cual no sería tan malo si no fuera porque Eric otra vez estaba cerca de ellos.

Y que en cierta forma, seguía coqueteando con Stan, pero teniendo en cuenta de que Stan quería estar solo...

No, no intentes poner excusas.

-¡Kyle, cariño!- La voz de su madre se oyó desde la distancia y sintió como toda la sangre de su cuerpo subió hasta su cara. Debía verse más rojo que su propio cabello, si es que eso podía ser posible.

Como cada año, una de las primeras familias que llegaron fueron los Broflovski, y Sheila buscaba a su hijo entre los organizadores, hasta que al fin lo encontró. Algunos presentes voltearon a verlo cuando ella lo llamó, Kyle sentía que se le caía la cara de vergüenza.

¿Tenía que llegar justo cuando había conseguido un momento con Heidi?

-Mamá...- Kyle tragó saliva para mantener el impulso de escapar solo como una fantasía. Cuando Sheila acunó su cara entre las manos, lo acercó a ella y comenzó a besar su mejilla como si no lo hubiese visto hace años.

Y Heidi seguía ahí viendo la embarazosa escena, aunque a ella se le hizo adorable.

-Ay, las madres y sus muestras de afecto públicas.- Kenny se paró junto a Heidi con una sonrisa risueña (como siempre), pasó el brazo por los hombros de su compañera y admiró cómo su amigo parecía ser un tomate.-Sí no fuera amigo mío, le haría bullying por esto...- Se detuvo y lo pensó mejor.-No, cambiando de opinión, le haré bullying de todos modos.

Heidi rió.

-¿Qué tal Butters? ¿ya está en la mesa de los boletos?- Preguntó Heidi.

-Ah, lo sacaron de ahí. Aparentemente, hubo una confusión con los papeles que le entregaron a la vicedirectora, así que ahora estará de portero en el auditorio junto con Eric.

Heidi asintió... Y dejó de hacerlo cuando pensó cuidadosamente cada palabra de Kenny.

-Espera. Si Eric y Butters están en el auditorio... ¿Quiénes están en boletería atendiendo a la gente?

Kenny la miró y alzó las cejas. No era muy difícil la respuesta.

-... Ahora sí que tengo miedo.- Declaró Heidi.

 

 

 

 

 

-Y recuerden.- Habló Mujer Fuerte a los dos nuevos vendedores, ellos estaban sentados detrás de una mesa que funcionaría como mostrador. Sobre ella había boletos y una alcancía.-Los boletos están a dos dólares, sean amables y respetuosos con los ingresantes, y si hay algún problema, lo llaman a PC o a mí, pero no reaccionen ustedes, ¿bien? Y los puntos que les fueron restados por el club, serán restaurados.

Red y Craig asintieron de mala gana.

-¿Tienen alguna pregunta?- Preguntó Mujer Fuerte.

-Sí, yo.- Habló Craig y señaló su camisa blanca, los tiradores y la corbata amarilla.-¿Esto es necesario?

La etiqueta "formal" no era su favorita.

-Hay que atraer clientes, ¿no?- Sonrió Mujer Fuerte. Vio como uno de los tiradores estaba cayéndose de su hombro.-Y ponte bien los tiradores.- Lo reprendió mientras llevaba el tirador de vuelta a su lugar.

-Sí, bien, ¿y la paga?- Preguntó Red mientras se cruzaba de brazos y se paraba de su lugar.

Mujer Fuerte alzó la ceja ante su pregunta.

-Creí que los puntos serían suficientes.

-Los puntos no pagan el almuerzo.- Desafió Red.

Mujer Fuerte suspiró.

-Está bien, les daré diez.

Craig se rió.

-He visto empleados en McDonald's mejor pagos.

-Veinte.- Mujer Fuerte elevó su presupuesto.

-Eso es mucho menos de lo que me costó este horrible vestido.- Protestó Red mientras agitaba la falda de su vestido negro.

-Cuarenta.- Ofreció Mujer Fuerte.

-Para vender un rapidito es buen precio, pero no para soportar a más de diez personas.- Argumentó Craig con seriedad mientras cruzaba su pierna. Red, a su lado, se rió por lo del "rapidito".

Mujer Fuerte suspiró hastiada, si seguía así, probablemente estaría toda la tarde negociando con esos dos pendejos.

-¡Cien para cada uno y la merienda es gratis! ¿Bien?- Fue su última oferta.

-¡Perfecto! Tenemos un trato.- Craig estiró la mano, pero solo recibió la mano de la vicedirectora y la miró confundido.

-Cuando yo vea que hicieron un buen trabajo, les pagaré.- Aclaró Mujer Fuerte mientras sacudía la mano de Craig.

-Sin un adelanto, no vamos a asegurarle nada.- Sostuvo Red con firmeza.

Por lo que parecía, Mujer Fuerte no estaba armada de suficiente paciencia ese día como para soportar una negociación tan intensa. Decidió que rendirse era lo mejor.

-¡Está bien! ¡Cincuenta para empezar y el resto cuando terminen! ¡Más les vale hacerlo bien!- Exclamó Mujer Fuerte mientras buscaba dos billetes de cincuenta dólares en su cartera y se los dio a los chicos de mala gana, y abandonó la mesa.

-¡Cerveza gratis!- Exclamó Craig en voz alta para que la vicedirectora lo oyera. Mujer Fuerte volteó a verlo como si reconsiderara ir a quitarle la paga adelantada.-Es broma, señora.

Mujer Fuerte puso los ojos en blanco y siguió su camino.

-¿Por qué los escogí?

Red acomodó la falda de su vestido y volvió a sentarse, sin dejar de reírse.

-¿"Un rapidito"? ¿En serio?

-Los cigarrillos no se pagan solos.- Bromeó Craig, miró sus tiradores, se sentía incómodo usándolos.-¿Estoy vendiendo boletos o en una audición para Cincuenta Sombras de Grey?

-Depende, ¿Eres Grey o Anastasia?

-Probablemente, Anastasia.

Red arqueó las cejas.

-No te veo a ti chupándosela a un tipo que te trata como una mierda.

-Ropa gratis, departamento gratis y auto gratis.- Enumeró Craig con los dedos.-Tengo dignidad, pero todo tiene un precio, ¿y a quién engaño? He hecho cosas peores por menos de lo que vale una caja de Malboro.

-¿Cómo qué?- Preguntó Red con una mirada de curiosidad.

Craig negó con la cabeza.

-El "qué" me lo voy a llevar a la tumba.

De pronto, Red notó un moretón de tono opaco en la mejilla de su compañero.

-¿Tiene que ver con eso de tu cara?- Preguntó Red intrigada.

Craig ladeó la cabeza.

-No, esto solo fue un idiota.- Respondió con desgano, luego escondió los labios.

Craig guardó las manos en los bolsillos de su pantalón y le entró un repentino escalofrío en el cuerpo.

Hacía frío como todos los días y extrañaba su campera. Cuando vio a Red, comprendió que el quejarse de eso delante de ella sería estúpido, porque él al menos tenía las piernas tapadas.

Y verla también le hizo pensar que su vestido no era tan horrible. En sí, Red nunca se veía horrible.

-Es bonito.- Dijo con sequedad.

Red lo miró confusa.

-¿El qué?

-Tu vestido.

El que, por supuesto, no salió más de veinte dólares. Podría engañar a una vicedirectora que vestía Channel, pero no a alguien que acompañaba a su hermana a comprar ropa en k-mart regularmente.

Red intentó tomar eso como un cumplido sincero, pero no pudo evitar sonreír con un aire de burla.

-Le voy a decir a Tweek que estás coqueteando conmigo.- dijo Red y movió la palma con desdén.

-Probablemente lo haría si no fuera gay, siendo sincero.- Confesó Craig, parecía no ser completamente consciente de lo que estaba diciendo a juzgar por la indiferencia en su rostro. O, tratándose de Craig, le daba igual.

Esa repentina declaración chocó a Red como si estuviera cruzando la calle a ciegas en una avenida sin semáforo. A veces le costaba diferenciar cuando Craig hablaba en serio y cuando no.

-¿Estás diciendo lo que creo?

Craig se encogió de hombros.

-No estoy diciendo que me casaría contigo ni nada por el estilo. En primer lugar, dudo que me correspondas si fuera el caso.

Red ladeó la cabeza, su sonrisa temblaba y no sabía si eran nervios o incomodidad por el peso de ser sincera.

-Me agradas... Pero solo como un amigo, independientemente de tu orientación.- Se sinceró Red.

-Lo suponía.- Aceptó él con naturalidad.

-Lamento por dejarte en la zona de amigos por defecto.- Se rió Red.

-Sobreviviré.- Bromeó él.

Incluso si Craig fuese heterosexual, a Red se le hacía imposible imaginarse a sí misma enamorada de un chico que no fuera Kevin. Y Craig podrá ser parecido a él en casi todo, pero Kevin era sencillamente irreemplazable para Red. Y para ella era un placer que así fuera.

-Aunque si esto sirve de consuelo, si Kevin no me pide matrimonio antes de los treinta y tú continuas soltero, podríamos casarnos para que nuestras herencias queden en buenas manos.- Propuso ella en tono de broma.

Craig negó con la cabeza.

-No gracias, prefiero a Kevin.

-¡Que es mi novio, prostituto!- Exclamó ella sorprendida.

-Dijiste que querías que nuestras herencias queden en buenas manos. Y te aseguro que tengo muy buenas manos, si me entiendes.- Insinuó él.

Red golpeó a Craig en la cabeza con una boleta, y agradeció profundamente que su amigo nunca se interese en ella. Al principio creyó que no podría sacar nada de él más que su cara de póker y sus respuestas planas, pero resultó que era bastante molesto una vez en confianza. Eso le agradaba.

 

 

 

 

El canto de los chicos del coro se oía opaco detrás de las puertas del auditorio. Aún estaban ensayando y hasta que llegue la hora de las funciones, tendrían para un rato.

Para la mala suerte de Butters, el nauseabundo olor de los tomates no parecía ser opacado por la bolsa de tela. Si seguía apretando su nariz, se asfixiaría, pero si aflojaba el agarre, el putrefacto olor podría descomponerlo.

-¿De dónde mierda sacaste todos esos tomates?- Preguntó Butters a Eric mientras alzaba el puño del saco celeste hasta su nariz. Esperaba que el aroma de su perfume lo alivie.

-¿Olvidaste lo que propuso tu novio el otro día?- Habló Eric mientras se posaba contra la pared.-Normalmente no sería algo que me interese, pero dadas las circunstancias...- Alzó los hombros.-Si vamos a echar a un cretino de un teatro, tiene que ser del modo tradicional, ¿no?

-¿Le vamos a tirar tomates?- Interrogó Butters.-No creía que ibas a tomar en serio lo que dijo Kenny.

-Nosotros no, el público.- Dijo Eric con una enorme sonrisa.-¡Tomates podridos para lanzarle al hijo de perra por solo un dólar! Un ofertón, ¿no crees?

-¿Pretendes que vendamos tomates podridos?- Butters hizo una mueca de asco.

-Butters, tú y tu novio han hecho cosas peores y por menos de lo que vale uno de esos tomates podridos. No me vengas ahora con delicadezas.- Respondió Eric con un ligero tono de desaprobación y desdén.

-Y dale con eso.- Murmuró Butters con hartazgo.

-La diferencia es que con esta venta, tú y yo nos dividiremos el cincuenta por ciento de las ganancias y ambos contentos, ¿qué opinas?- Sonrió Eric, y extendió su mano a Stotch.

Butters miró la mano que Eric le ofreció mientras su cabeza daba vueltas en "diferencia".

-¿"La diferencia"? ¿Diferencia con qué, exactamente?

-A nada, ¿tú a qué crees que me refiero?- Preguntó Eric con desentendimiento.

-No sé, tú pusiste de ejemplo a Kenny y ahora hablas de una diferencia con "algo".- Replicó Butters.

-Creo que estás un poco perseguido.- Se sonrió Cartman con superioridad.

-No soy perseguido, simplemente te conozco.

-Bueno, ¿tú qué ganas de él?- Preguntó Eric, usó su típico tono pasivo-agresivo.-¿Hay algo que tengas tú de él que no tenga, no sé, el resto del Estado? ¿Tienes exclusividad de alguna manera en algo?

Butters sintió un calor en la nuca acompañado de un molesto pitido en los oídos, tuvo que apretar los puños para contener el impulso de responderle a Eric como realmente deseaba hacerlo. En el pasado, Butters fue una especie de bufón para Eric y eso lo había metido en problemas más de una vez, y todo por intentar defender la supuesta inocencia o buena intención de sus acciones o palabras. Pero con los años y los malos ratos que el propio Eric le hizo pasar, Butters aprendió que nada bueno (o cien por ciento bueno) podía salir de su boca.

Respiró por la nariz antes de responder a sus capciosas preguntas.

-Amor.- Contestó Butters con seguridad.

Eric rió bajo.

-Por supuesto.

-Es en serio.- Sostuvo Butters mientras intentaba disimular su molestia tanto como podía.

-Te creo.- Insistió Eric entre risas.-¿Por qué te molestas si estás tan seguro de ello?

-No estoy molesto.

-Díselo a tu cara entonces.- Eric hizo un ademán hacia el rostro de Butters.-Pero no te preocupes, la mitad de las ganancias de los tomates podridos serán totalmente tuyas, eso sí lo tienes asegurado y exclusivamente para ti.

Butters iba a responder a su cizaña, pero optó por solo cerrar los ojos y mantener la calma. Pensó en que Eric simplemente era como era, y jamás iba a cambiar su visión del amor (sin mencionar que, de todos modos, Eric tenía una relación tóxica con todo el mundo), eso no tenía porqué hacerlo dudar de su relación con Kenny. Ellos estaban bien así.

Y lo seguirían estando...

¿Cierto?

 

 

 

 

-Tweek, ¿cómo te quedó?- Preguntó Bebe desde afuera del baño.

Tweek abrió la puerta del baño sin dejar de observar el vestuario que llevaba puesto. Las mangas del saco café eran algo largas para sus brazos, pero nada que no pudiera resolver con solo arremangarse, y era justo lo que hacía. Cuando levantó la mirada del botón a la diseñadora de su traje, se encontró con unos ojos azules llenos de emoción, orgullosa de su creación y de ver a su amigo vestido con ella.

-¿Qué pasa?- Preguntó Tweek, un poco preocupado.

-Craig tiene mucha suerte.- Expresó Bebe al borde de las lágrimas.

-¿Por qué?- Tweek arqueó la ceja.

-¡Estás hermoso, amor!- Bebe se acercó a Tweek y apretó sus mejillas.-No veo la hora de verte en el escenario.

Tweek siguió mirando su atuendo, se sentía extraño usando esa camisa con volados, era muy extravagante para lo que acostumbraba a usar y temía verse ridículo.

-¿No me veo un poco...?- Preguntó Tweek con la voz temblorosa y la mirada baja.-Quiero decir, el traje está lindo, pero no es algo... ¿Extravagante para mí?

-Eres actor, cariño.- Le recordó Bebe.-¡Te ves increíble! Y si no me crees, sácate una foto y súbela a stories.- Sugirió Bebe mientras le guiñaba el ojo.

-¿Por qué haría eso?- Preguntó Tweek sin comprender a donde apuntaba Bebe.

-Para que Craig la vea, duh, ¿nunca reacciona a tus stories de Instagram?

Lo cierto es que Tweek no subía fotos de sí mismo a stories, así que la respuesta era no.

¿Y si lo intenta?

-¡Bebe! ¿Cómo se pone esta...?- Clyde gritó desde lo lejos, los pasos se oían cada vez más cerca de los dos chicos hasta que apareció en sus rangos de visión. Llevaba puesto casi todo el traje del Rey, salvo por la corona, la peluca y la capa, la cual intentaba enganchar alrededor de su cuello. Clyde se quedó en silenció cuando levantó la mirada y se encontró con Tweek vestido como Hamilton. Soltó la capa y llevó las manos hasta su boca.-¡No mames, el Principito!- Gritó emocionado y acto seguido, abrazó a su amigo.-¡Llévame a tu planeta, por favor!

-Es Hamilton, imbécil.- Bebe tomó la capa que Clyde dejó caer, la sacudió y la enganchó al traje de su compañero con facilidad.-Tweek, ve a hacer lo que te dije.

-Quisiera.- Dijo Tweek con dificultad, ya que Clyde no parecía querer soltarlo y se le cortaba la circulación.

 

 

 

 

Stan llegó a la escuela vistiendo una camisa negra y un jean. Le extrañó no encontrar a sus compañeros de teatro a simple vista, y aún más cuando vio que una mesa bloqueaba uno de los pasillos y una larga cola delante suya.

"Boletería", ¿Quién mierda está aquí?

Cuando la fila avanzó, le sorprendió encontrarse con Craig y Red atendiendo. No es por juzgarlos mal, pero, ¿poner a las dos personas más antipáticas que pisaron el planeta Tierra a tratar con gente? Bueno, tal vez Red no sería para tanto, ¿pero él? ¿en serio?

-¿Venden boletos para el auditorio?- Preguntó Stan a Craig cuando se acercó a la mesa.

-No, son para hacer avioncitos, ¿Quieres uno?- Respondió Tucker con sarcasmo.-Solo uno por persona, así evitamos atentados.

-Qué chistoso, me muero de risa.- Contestó Stan con el mismo tono.-¿Cuánto está?

Red intentó decirle a Stan que los actores o integrantes del coro no pagaban entrada y que pasaban directamente, pero fue interrumpida por Craig con una mejor idea.

-Diez dólares.

Stan abrió los ojos de par a par. Craig se moría de risa por dentro.

-¡¿Qué?! ¡¿Cada uno?!- Exclamó pasmado.

-Cubre los vestuarios, la escenografía y esas cosas. Eso dijo la vicedirectora.- Dijo Craig con tanta seriedad como pudo para sonar convincente.

Stan suspiró y metió una mano en su bolsillo.

-¿Ya qué?- Protestó Stan mientras le daba el billete a su amigo y recibía el boleto.-¿Los demás están en el auditorio?

-Junto con los del coro.- Craig recordó unas caras que vio antes de Stan. Considerando que ya estaba siendo un mal amigo por sacarle dinero, decidió que iba a hacer una buena acción para compensarlo.-Por cierto, llegaron tu padre, el reemplazo de tu padre y tu madre.

Stan cerró los ojos con fastidio.

-Ay carajo.- Suspiró.-Bueno, será mejor que no me vean.

Stan dio media vuelta, pensó que sería mejor entrar por la puerta del escenario. La puerta de emergencia se abrió antes de que él bajara la barra y se encontró de frente con Kyle. Sostenía una carpeta con solapas y una lapicera sobre su oreja.

-Kyle.- Fue lo único que a su atolondrado cerebro se le ocurrió decir, ni siquiera le dio el tiempo para disimular su nerviosismo.

Kyle sonrió al verlo y sostuvo la puerta para que Stan entre. Mientras se acercaba, lo recorrió con los ojos de arriba abajo. Pensó en que el negro siempre fue el color de Stan, le quedaba como guante.

Y él tenía esa camisa verde que su madre le obligó a llevarse.

-Señor narrador.- Le dijo con una coquetería burlesca, y Stan solo respondió con una risa tímida mientras se acercaba.

-¿Qué hacías ahí?

Kyle enseñó la hoja tipo oficina que tenía abierta en la carpeta.

-Pasé lista. Y como viene McDaniels para grabar un video sobre "las mejoras" de la escuela "gracias" a ella y un poco de la feria, el director se quiere asegurar de que el "presupuesto" se invirtió bien. Así que nos mandó a mi y a Wendy a anotar que haya tanta cantidad de materiales y no sé qué carajo más, para pasárselo a ella.- Respondió de mala gana.-Pero da igual, seguramente va a inflar los números en cámara, como siempre. Y tampoco creo que se quede para la obra, así que no entiendo el...

-¿Sigue cayéndote mal?- Preguntó Stan, aunque ya sabía la respuesta.

Kyle puso los ojos en blanco.

-Stan, que sea vegana no la hace automáticamente una buena alcaldesa, ni siquiera una buena persona.

-Nos ayudó cuando...

Otra vez con la anécdota de la orca.

-Éramos niños y lo hizo para limpiar su imagen porque la estaban acusando de malversación de fondos...

-Dilo de nuevo.- A Stan no le interesaba ninguno de los argumentos de Kyle para odiar a McDaniels, solo le gustaba la forma en que Kyle nombraba términos legales. Se oía muy intelectual y eso le traía. Acercó su rostro a Kyle y sonrió cuando notó cómo sus ojos evitaban el contacto visual.

-¿Qué cosa?- Preguntó Kyle, de pronto se sintió preso de sus propios nervios.

-"Malversión"...

-"Malversación de fondos", tarado.- Lo corrigió Kyle tratando de mantenerse serio, pero con Stan cerca era imposible.

-Gracias.- Dijo Stan con una sonrisa de triunfo. Mantuvo el contacto visual por pocos segundos antes de pasar a su lado para entrar al auditorio.

Kyle no dejaría que Stan se salga con la suya. Entonces aprovechó que tenía los antebrazos descubiertos para rozar su piel con el dedo índice y susurrarle.

-Buena suerte.- Y soltó la puerta detrás suyo.

Stan esperó hasta que la puerta se cerró, suspiró el aire contenido.

La ironía era el karma constante de Stan: antes, cuando se proponía coquetear con Kyle, él lo evitaba. Ahora que se había separado y se había propuesto a sí mismo mantener cierta distancia y permanecer soltero, Kyle volvía a aparecer y desafiaba su (poca, muy poca) fuerza de voluntad.

-Esto no va a ser fácil.- Dijo para sí mismo, tomando consciencia de que como continúe así, tarde o temprano su pacto de "permanecer solo" iba a durar poco.

 

 

 

 

Red miró a Craig con una mueca confusa.

-¿Acabas de robarle a tu amigo?

Craig guardó el billete en su bolsillo y sacó su celular.

-Le presté cinco para el kiosko, aún no me devolvía.- Respondió él mientras abría la aplicación de Instagram.

-Cinco.- Replicó Red.-Le pediste diez.

-Intereses.

Cuando los datos de internet funcionaron y su inicio de Instagram se actualizó, la primera storie que apareció fue la de Tweek. Tocó sobre ella y un impulso por querer esconderse debajo de la tierra lo devoró cuando vio que la había subido hace apenas dos minutos.

Una vez que abro esta mierda y me pasa esto.

La multimedia tardó unos pocos segundos en cargarse por completo, y cuando lo hizo, casi se quedó sin aire. Tweek posaba frente a un espejo de cuerpo completo, tenía el pelo largo y suelto, vestía un saco que le llegaba hasta la altura de las rodillas de color café, debajo de este pudo identificar un arnés y lo que parecía ser el mango de una espada de utilería; además, llevaba una camisa blanca con volados en el pecho, pantalones apretados del mismo color y botas marrones de caña media. Supuso que era el vestuario que diseñó Bebe para la obra.

Que Dios bendiga a Bebe en cada momento de su vida y la lleve al cielo.

-¿Encendieron la calefacción aquí o el que está como un calefactor eres tú?- Se burló Red al tocar la mejilla de su compañero, quien reaccionó algo sobresaltado.

-Cállate.

-¿Qué estás viendo? ¿Una storie de Tweek?- Red le arrebató el celular a su amigo y observó la foto. Craig intentó recuperar el teléfono, pero Red se giró y le dio la espalda a este.

-¡Dámelo, conchuda!- Craig tomó un mechón del cabello de Red y tiró de ella con fuerza.

-¡Ay! ¡Ahí va!- Red gritó de dolor pero no dejaba de reírse por lo que estaba escribiendo en la respuesta a la historia de Tweek desde la cuenta de Craig. Cuando envió el mensaje, Red bajó la resistencia y le devolvió el celular.

-¿Qué escribiste, tarada?- Craig fue a su chat con Tweek y leyó el mensaje.-Nah, qué hija de p...- Masculló mientras se tapaba la cara con las manos.

-Cuando te coja en la noche, me lo agradecerás.- Aseguró ella con orgullo.

-La chota te voy a agradecer.

 

 

 

 

Al momento en que Tweek subió la foto a Instagram, recalculó la situación en la que se encontraba en ese instante y lo que sucedería después, entonces la realidad lo golpeó. Se sobresaltó de una manera que solo podía comparar con el momento en el que uno despertaba de un sueño profundo y siente que se cae de una gran altura; toda la seguridad que había reunido con tanto esfuerzo por semanas se veía esfumada en su reflejo.

Volvió a mirarse en el espejo y comprendió que el estar vistiendo ese atuendo era una clara e innegable señal de que "ese" día había llegado y tenía que aceptarlo, porque a la realidad no le importaba si él así lo quería o no. Era lo que era y punto final.

Hoy iba a enfrentarse (realmente) a su mayor terror. Tantos ensayos delante de sus compañeros y amigos (a los cuales erróneamente había adoptado como "zona de confort") le había hecho olvidar que una obra de teatro suele celebrarse en un auditorio delante de muchas personas, no solo por sus personas favoritas. Muchas de esas personas seguramente fueron testigos del incidente de aquella vez, estaba seguro de que cuando el público lo viera en el escenario, recordarían su primera presentación y...

Lo recordarán. Pensó Tweek mientras su respiración se aceleraba. Todos ellos... Seguramente lo recuerdan.

Las risas de las paredes, la forma en la que el baño parecía comprimirse sobre sí mismo y la brea desbordante de los grifos cubría la superficie del lavamanos y amenazaba con llegar hasta su posición, lo obligaron a retroceder y encerrarse en el cubículo detrás suyo. Sabía que su refugio no lo salvaría por mucho tiempo; en cualquier momento, el cubículo se reduciría hasta aplastarlo, si eso no pasaba, sería la brea la que lo ahogue.

Y si no era ni una cosa ni la otra, daba igual, porque el pánico ya lo tenía preso de todos modos.

Voy a morir. Pensó asustado y al borde de las lágrimas. Voy a morir aquí.

Cuando parecía que ya no quedaba más espacio y la brea empezaba a ascender por el inodoro en el que se encontraba sentado, Tweek cerró los ojos con fuerza y abrazó sus piernas, pegando las rodillas contra su pecho y rogaba que lo que sea que le fuera a suceder, sea rápido.

Entonces su celular vibró.

Abrió los ojos con cuidado y notó que no había brea en el suelo ni en las paredes. El baño era del tamaño de siempre y el cuarto estaba en silencio.

Estaba a salvo. Suspiró aliviado.

-Tengo que dejar de tener estos episodios.- Se regañó a sí mismo mientras se levantaba del inodoro y se apoyaba contra la puerta del cubículo.

Sacó el celular del bolsillo de su abrigo y lo desbloqueó con el patrón. La notificación era de Instagram y...

Craig había respondido a su historia.

¡Mierda! Si lo hizo. Pensó, entre emocionado y nervioso.

Tocó en la notificación y leyó lo que le había escrito...

Craig Tucker (@ctucker):

Cómo me gustaría ser soldado inglés para que me atravieses con esa espada.

Pocas veces en su vida Tweek se había reído con tanta intensidad. Era una risa sincera mezclada con algo de vergüenza, algo de nervios y algo de... Algo. Nunca sabría cómo describirlo con palabras, ni siquiera estaba seguro de que existieran las palabras que necesitaría para hacerlo.

Qué ocurrente. Pensó Tweek.

Tweek Tweak (@tweektweek):

A ti te llaman Romeo de casualidad?

Tengo que admitir que si quería que respondieras, pero no esperaba esto

Luego de enviar la respuesta, Tweek salió del chat y vio que su inicio se había actualizado. La primera cuenta que apareció en la parte de stories fue la de Red, y como sintió que algo lo estaba llamando a ella, tocó sobre el círculo rosado y naranja.

La multimedia cargó demasiado rápido y no le dio tiempo para preparar a su corazón para lo que iba a ver.

La primera multimedia era un video grabado con la cámara delantera de su celular, primero se enfocaba a ella misma, y mientras Red hablaba, corrió la cámara hasta mostrar a Craig, que estaba tomando mate y mirando el celular, sin prestar atención a su amiga.

-La alergia a la pala está potente.- Dijo Red en el video, y antes de que corte, Craig le sacó el dedo medio a la cámara sin sacar la mirada del móvil.

La siguiente multimedia era un selfie de ambos tomada desde arriba con un texto que decía "bi panic" y mostraba lo que llevaban puesto. Ella tenía un vestido negro corto, muy pegado al cuerpo y un escote en forma de corazón, no era demasiado elegante, pero le quedaba bien para la ocasión.

Y él...

Ay dios mío, me encantan los hombres con camisa y corbata. Pensó Tweek mientras sus ojos prácticamente se quedaban clavados en el -innecesariamente largo- escote de la camisa de Craig. Los primeros tres botones de la camisa blanca estaban sueltos y dejaban apreciar buena piel. Incluso si no tenía un pectoral ultra desarrollado, sintió una incontrolable necesidad de apretarlos. Del cuello de la camisa colgaba una corbata amarilla con un nudo flojo y también llevaba tiradores que marcaban los hombros que tanto le gustaba tomar a Tweek cuando él se ponía encima y...

Mierda. Tweek sintió que la temperatura subía y por supuesto que no era la calefacción del baño (ni siquiera tenían agua, menos iban a tener calefacción). Como siguiera profanando a Craig en su mente, su erección sería imposible de apagar, ni toda el agua fría de la tierra le ayudaría a bajar la calentura.

Dio marcha atrás y volvió al chat con Craig.

Tweek Tweak (@tweektweek):

Por cierto...

Linda camisa.

Juro que solo miré la camisa, en lo absoluto miré tus pechos, digo, pecho.

Fuente: créeme.

Craig Tucker (@ctucker):

Bue, no es que haya mucho para mirar tampoco

Y gracias

Aunque en realidad odio usar camisas

Tweek Tweak (@tweektweek):

Tú y yo sabemos que lo primero es mentira

Y qué raro, tú siguiendo las normas incluso si no te gustan... estás enfermo?

Craig Tucker (@ctucker):

Culpa mía, no respondí el correo de la escuela

Entonces enviaron la carta a mi casa

Y la abrió mi mamá cuando yo estaba fuera

Leyó que había que venir "bien vestido" y bueno...

Era esto o no había cena :')

Tweek Tweak (@tweektweek):

Bendita sea tu mamá y la carta

Craig Tucker (@ctucker):

Bendita sea Bebe porque te ves increíble

Es la primera vez que la historia de este país de mierda me interesa de verdad

No veo la hora de verte actuar

Luego de que mandemos al carajo al viejo forro este, claro jaja

Esa confianza que Craig le tenía le hizo recordar el porqué estaba ahí, vistiendo así.

Si alguien como Craig confiaba tanto en él... ¿Por qué seguía inseguro?

Tweek Tweak (@tweektweek):

No te voy a mentir

Sigo teniendo miedo

Mucho miedo

No sé si voy a poder, con los ojos de todos sobre mí...

No podría ni siquiera abrir los ojos, no podría mirarlos a todos ahí...

¿Y si no resulta como esperamos? ¿Y si no actúo de todos modos? Y si lo hago y me equivoco, ¿qué hago?

En toda su vida, cada vez que Tweek sentía miedo por algo y la ansiedad lo atacaba indefenso, jamás pudo encontrar respuestas a las dudas que lo atormentaban, y la más fácil era solo... No hacer nada.

Pero con Craig eso era diferente, porque siempre tenía una respuesta.

Craig Tucker (@ctucker):

Simple

Abre los ojos

Y si te equivocas, no importa, lo vuelves a intentar

Dicen que el show debe continuar, no?

Tweek sonrió al teléfono.

Tiene razón.

Tweek Tweak (@tweektweek):

Gracias

<3

Guardó el teléfono y abrió la puerta del cubículo, encontrándose con el espejo. Su reflejo lo recibió con una nueva imagen: una apariencia fuerte, decidida y segura de sí misma.

Ese era su verdadero reflejo.

 

 

 

 

 

La última vez que la preparatoria de South Park contuvo a tantas personas dentro del establecimiento fue durante la entrega de medallas de los egresados del año anterior, y aunque fue un curso pequeño, no tan diferente del actual, la visita de parientes y amigos de las familias ayudó a redondear los números y ocupar todos los asientos.

Las horas pasaron, la alcaldesa McDaniels, tal y como había anticipado Kyle, llegó al establecimiento como había prometido y sus votantes fanáticos no dudaron en sacarse fotografías con ella; se saludó cordialmente con el profesor Al y los directivos, y cuando terminó de sacar fotografías del instituto por fuera, se retiró. Un gesto que dejó algo desconcertados a los directivos y votantes fieles, pero lo dejaron pasar, al fin y al cabo, había mucho para ver y los padres no se perdieron de ninguna exposición, parecían bastante conformes con los resultados de las actividades de los clubes.

Y antes de que se dieran cuenta, el coro estaba a punto de terminar su acto, y los actores de Hamilton (con el alumno de Al incluido, un chico llamado Bridon que ya había interpretado el papel anteriormente) esperaban con ansias que llegue la hora de su función. No veían la hora de ver a Al corriendo por el pasillo cubriéndose la cabeza por la lluvia de tomates podridos que caerían sobre él una vez que proyecten el video.

Dentro del auditorio, Randy se sentó en el lado contrario a donde estaban ubicados Sharon y Ruy. Se sentía incómodo por la presencia de ellos y sabía que a eso se expondría al estar ahí, pero quería sorprender a Stan con su presencia.

Mientras los chicos del coro se acercaban al cierre de su presentación, Randy divisó a Wendy caminando por el pasillo, y se paró para ir a saludar a su... Nuera.

-¡Wendy!- La llamó él a un volumen lo suficientemente alto para que ella lo oyera, pero no como para interrumpir la presentación.

La joven oyó que la llamaron y buscó entre la fila al dueño de la voz. Randy alzó la mano para que lo viera y se puso de pie para salir de su butaca e ir a saludarla mientras pedía a las personas del camino que le dejaran pasar.

-¡Señor Marsh!- Lo saludó Wendy con una sonrisa.

-¿Cómo estás, querida?- Le preguntó él con la confianza de siempre.

-Bien, ¿y usted?

-Bien, hace tiempo no te veo. Stan debería llevarte a la granja más seguido, ese chico es tonto, siempre olvida llevarte.- Propuso él con una sonrisa. Evidentemente, no tenía idea de la separación de su hijo.

Y Wendy, incómoda por darse cuenta de que Stan tampoco dijo nada a su familia acerca de que ellos habían roto su relación (y menos aún sobre su orientación), solo atinó a asentir.

-Sí, es cierto.- Respondió Wendy tratando de prometer el menor compromiso posible. Tenía que escapar de esa conversación cuanto antes.-Debo ir al baño.- Le dijo con amabilidad, rogando que con esa excusa la charla se acabe.

Randy asintió y volvió a su lugar pidiendo que le dejen pasar nuevamente. Wendy, una vez libre de Randy, corrió escaleras arriba.

Dentro del baño más cercano al auditorio, Butters prendía y apagaba la pantalla de su celular en un ansioso intervalo de treinta segundos mientras terminaba de vestirse para la obra. De todos modos, estuvo en la puerta todo el día y Cartman podía seguir custodiando la entrada en su breve ausencia. Tweek seguía con el vestuario de Hamilton, sentado sobre el lavamanos y sonaba sus nudillos para evitar mirar la hora en el celular.

Y Kyle trataba de mantener la calma de los dos chicos para que ninguno colapsara.

-En cinco minutos...- Murmuró Butters con la voz sin aire.

Tweek lo miró de reojo. Estaba haciendo un gran esfuerzo para no decirle que se calle, trataba de entender que Butters estaba tan nervioso como él y que no era su intención.

Kyle miró su celular. No había notificaciones.

-Kenny debería haber conectado el proyector ya.

Ni bien terminó de comentar aquello, su teléfono vibró y volvió a chequearlo. Era Kenny.

Kenny:

Gente, ya estoy en la sala del proyector, ya conecté el audio para la obra y el proyector.

Mierda, no terminan más de cantar

Qué somnífero

Para cuando terminen, ya me jubilé

-Bueno, ya está ahí.

-Qué suerte que le dejen ir ahí con confianza, ser dj tiene sus beneficios.- Sonrió Butters mientras acomodaba su saco de época.

Tweek había hablado muy pocas veces con Butters. No le caía mal y estaba bastante seguro de que él tampoco le caía mal a Butters, sin embargo nunca tuvo la oportunidad de entablar una conversación larga, o cuando cruzaba por su cabeza decirle algo, el tema de conversación cambiaba y simplemente se guardaba sus opiniones. Quería aportar algo a la conversación antes de que eso suceda.

Pero... ¿Y si lo ignora? Tal vez lo que quiere decir no es tan importante como para continuar la charla a raíz de eso.

¿Y si pensaba que era un metido?

No, no lo sobre pienses. Se dijo a sí mismo. Simplemente, habla, dile alguna maldita cosa.

-Y tú eres su pareja, así que los beneficios deben ser compartidos, ¿no?- Preguntó Tweek luego de juntar suficiente valentía.

Butters lo observó un poco sorprendido. Tweek no solía dirigirle la palabra fuera de un saludo cordial o pedir prestado algún material escolar, y eso lo llevaba a creer que a Tweek no le agradaba él.

Kenny habló con él sobre aquellos pensamientos prejuiciosos en varias ocasiones, y era momento de hacerlo valer.

Sonrió y le respondió.

-Bueno... si te refieres a entrar a fiestas gratis o sin invitación, sí, así es.- Miró a Kyle con picardía.-Si a tu platónico de clóset se le da por volver a tocar y tiene éxito, tú tendrías beneficios también. Así que yo que tú, dejaría de andar de pata de lana.

De pronto Kyle se sintió muy expuesto con esa declaración. Que Butters le haya tirado un palazo sobre sus sentimientos inconclusos con Heidi lo tomó con la guardia baja, y el que prácticamente lo haya sacado del clóset con Tweek era algo que no estaba en su planes ahora.

-¿"Platónico de clóset"?- Preguntó Tweek.-¿Te gusta alguien, Kyle? ¿Quién?

Kyle miró a Butters con el ceño fruncido. Él tardó algunos segundos en percatarse de lo que hizo y se estrelló su palma contra la cara.

-Soy un imbécil.- Declaró Butters.

-Un GRAN imbécil.- Remarcó Kyle mientras se cruzaba de brazos.

-No estaría entendiendo.- Tweek no comprendía porqué lo que Butters había dicho era malo.

Kyle estuvo a punto de decir que no era nada y solo fingir que era un comentario que solo él y Butters entendían. Miró a Butters buscando el visto bueno, pero su mirada no enseñaba una inclinación firme, era más bien un "estás por tu cuenta".

Kyle tomó aire para relajar la tensión en sus hombros, y una vez que lo decidió, respondió a Tweek.

-Sí... Me gusta alguien.- Confesó.

-¿Y quién es?- Preguntó Tweek con curiosidad.

-Adivina.- Kyle lo desafió.

-¿Heidi?- Preguntó Tweek.

Kyle ladeó la cabeza.

-Sí-no, bueno... es complicado. Pero en realidad...- Suspiró con pesadez, la sangre se acumulaba bajo sus mejillas.-Butters se refiere a un chico.

A Tweek le sorprendió su confesión. Nunca se le había pasado por la cabeza que Kyle no fuese heterosexual, teniendo en cuenta que venía de una familia conservadora.

Entonces, elevó su apuesta.

-¿Cartman?

Una espontánea mueca de desagrado se formó en el rostro de Kyle.

-No, que asco.

-Si no es él, entonces...- Tweek lo pensó mejor. Si no era Cartman, y Kenny tampoco porque era pareja de Butters y viceversa, solo quedaba una opción entre los más cercanos.-¿Stan?

Kyle asintió con lentitud.

-Es atractivo.- Opinó Tweek.-Wendy tiene mucha suerte...

-Ellos ya no están juntos.- Lo interrumpió Kyle, y enseguida se preguntó si acaso no estaba soltando demasiada información.

No es que no confiara en Tweek o que no lo considere un amigo. Simplemente, nunca había compartido nada relevante con él.

Tweek lo miró con los ojos muy abiertos.

-¡¿No?! Qué extraño, Wendy no me dijo nada, ¿de qué me perdí?

El celular de Kyle volvió a vibrar con el mensaje que más ha esperado en semanas.

Kenny:

Empieza la obra.

-Ya es hora.- Anunció Kyle, abrió la puerta y salió.

-Vamos Tweek.- Butters fue hacia la puerta del baño y la mantuvo abierta.

Tweek bajó del lavabo, respiró profundo y siguió a Butters. Cuando la puerta del baño se cerró y se aseguró de que Kyle estuviera adelantado a ellos, miró a Butters.

-¿Stan sabe?- Le preguntó Tweek.

Butters rió nervioso.

-Es complicado.

El silencio se quebró cuando los reflectores volvieron a encenderse, el público expectante llevó la atención al frente

El silencio se quebró cuando los reflectores volvieron a encenderse, el público expectante llevó la atención al frente. Una poderosa luz blanca siguió los pasos de Stan hasta el centro del escenario y el público comenzó a aplaudir. Stan observó la primera fila, donde encontró los rostros de algunos de sus compañeros que no actuaban, profesores, y especialmente, el profesor Al. Sostuvo el micrófono cerca de su cara con una sonrisa vaga, y pensando en Tweek detrás del escenario preparado para recuperar el puesto que le perteneció desde el principio, en Red sentada al fondo del auditorio dispuesta a ver una obra de la que fue desplazada, en Craig junto a ella con muchísimas ganas de ver al hijo de puta que le provocó un ataque de pánico a Tweek prendiéndose fuego y en Kenny dentro de la sala del proyector esperando ansioso por poner el video, habló:

-Primero que nada...- Un grito desde las butacas centrales interrumpió a Stan. Su padre, Randy, se paró de la suya con una cámara en mano y agitaba su mano libre.

-¡UUU! ¡VAMOS STANLEY! ¡SALUDA A LA CÁMARA!- Gritó Randy con animosidad.

Stan se apretó el entrecejo deseando que el piso se abra y lo trague.

Kenny, desde su lugar, sonrió ante la demostración de afecto de Randy hacia Stan. Entendía que para Stan era vergonzoso; pero por lo menos, incluso con todos sus defectos (que no son pocos), Randy quería a su hijo, y eso a Kenny le conmovía. Daría cualquier cosa porque su padre hubiese vitoreado así por él alguna vez.

-Randy me representa. Soy Randy.- Rió Kenny mientras soltaba el humo de su cigarrillo y pulsó el botón para bajar la manta donde se proyectaría el video.

-Como decía- Continuó Stan.-, muchas gracias a todos y a todas por acompañarnos en la primera obra del año, esperamos que este apoyo nos acompañe durante las siguientes obras, ya que para los de sexto año, serán las últimas.

-¡No me hagas llorar!- Gritó Clyde desde el vestíbulo, y el público se rió.

-Si tu continúas como estás, no va a ser tu último año, tranquilo.- Respondió Stan e hizo que el público riera más. Aguardó hasta que las risas cesaron para continuar.-¡Y este año tenemos el honor de que al club de teatro lo dirija nada más ni nada menos que el gran Gay Al!- Mientras Stan continuaba su discurso, el público aplaudió ante la mención del reconocido director y actor de Broadway.-Es increíble que una persona tan humilde como exitosa, nacido en este pueblo y que se ha convertido en una gran estrella a nivel nacional, nos haya dado el gusto de contar con su valiosa presencia y enseñanza, tanto a los que sueñan con llegar a donde usted está como a los que solo nos unimos por diversión.

Algo anda mal. Pensó Al, seguía sosteniendo una sonrisa falsa a pesar de sentirse extremadamente nervioso, algo en el discurso halagador de Stan le hacía ruido.

Detrás del escenario, los actores compartían sus propias opiniones. Nichole se acercó al oído de Heidi para susurrarle.

-Esto se va a poner bueno.- Dijo ella con una amplia sonrisa.

Stan tomó aire.

-Es por eso que decidimos grabar y recopilar los mejores momentos que hemos pasado en estas primeras semanas con él siendo nuestro profesor, y mostrárselos a ustedes para que juntos podamos darle una cálida bienvenida a la institución. Una bienvenida...- Stan miró a Al y sonrió ampliamente.-Que realmente se merezca.

Una catarata de agua helada recorrió a Al desde la nuca hasta la punta de los dedos de sus pies, la sonrisa de Stan resultaba aterradora y cínica para él, ya que sabía que lo que sea que ese chico (o todos) haya grabado, no podía ser bueno. Obviamente no lo pensaba desde el sentido de reconocer que él era una mierda, sino que para Al, las personas "comunes" no conseguirían entender su forma de enseñar y la considerarían poco políticamente correcta.

Se puso de pie y subió al escenario con prisa, le arrebató el micrófono a Stan con el objetivo de intentar frenar la transmisión, pero justo antes de que pudiera hablar, el micrófono fue desconectado desde la consola de sonido gracias a Kenny.

En medio del escenario, con los reflectores apagados y siendo bañado por el comienzo de la película que amenazaba toda su carrera artística y reputación en su pueblo natal, Al vio en primerísima primera fila el fin de su carrera.

3, 2, 1.

"Estos videos fueron grabados desde el día que Gran Gay Al comenzó a dar clases de verdad, es decir, hace dos semanas aproximadamente. Sí, él entró como profesor del taller de teatro a finales de febrero, y recién se puso a trabajar (dar las clases, básicamente) hace dos semanas. La mayoría de las clases del mes de marzo fueron autogestionadas por los estudiantes y dirigidas una estudiante de sexto año, quien es, al mismo tiempo, quien creó este club: Rebecca McArthur (o Red)."

Craig miró a Red con una sonrisa sorna.

-¿Cómo te vas a llamar Rebecca? ¿Tanto te odiaban tus padres?- Le murmuró a su compañera.

-Cerrá el culo.- Respondió ella sin sacar la vista de la pantalla.

En cuanto el público terminó de leer el texto de apertura, el auditorio se sumó en un silencio distinto al que había antes de que el profesor Al se subiera al escenario para intentar frenar a Stan, pasó de la confusión a la incomodidad.

"-¿Quién quiere ser el primero en pasar?- La filmación que abrió el video fue una clase que Al dio a los alumnos de primero, segundo y tercero, los cuales interpretaría una versión simplificada de The Beauty and the Beast antes de Hamilton. No se veía su rostro ya que la cámara estaba puesta sobre el piso, pero podía reconocerse la ropa y la voz se podía identificar con bastante claridad, a pesar del eco que Stan y Kyle no consiguieron limpiar del todo y el opaco murmullo de los niños del video, pero en estos casos los subtítulos ayudaban a comprenderlo mejor. Al estaba bastante aturdido como para reconocer a tiempo qué día fue y qué información contenía, pero el pecho le latía rápido y sudaba mucho bajo los brazos, había deducido de qué se trataba todo eso.

-¿Tú?- Señaló Al a alguien que, aparentemente, levantó la mano.-Pasa al frente.

Delante de las piernas del adulto, una niña algo voluptuosa y con cabello largo color castaño se paró con firmeza en su lugar y sacó unas hojas detrás de la espalda.

-¿Qué papel interpretarás?- Preguntó Al.

-A Bella.- Respondió la niña.

En el momento en que la alumna respondió, Al emitió una tos que parecía incómoda, acompañada por una risa levemente interrumpida. Los niños que antes murmuraban se silenciaron, seguramente porque oyeron esa tos extraña y no comprendían qué pasaba.

-Perdón, dijiste...

-Bella.- Respondió la niña otra vez.

-¿De verdad?- Preguntó Al, como si no pudiera creerlo.

-Sí, usted lo aprobó. La señorita Red...

-¿La señorita Red no te dijo nada sobre cómo luce realmente Bella?- Preguntó Al.

-Sí... Pero...

-¿Hay alguna voluntaria que quiera interpretar a Bella?- Preguntó Al, sin dejar terminar de hablar a la alumna, quien podía verse incómoda a juzgar por la forma en que uno de sus pies intentaba retroceder.-Y en lo posible, que... Ocupe menos espacio."

Un eco de sorpresa se extendió a lo largo y lo ancho del auditorio.

-¡¿Esto es cierto?!- Preguntó sorprendido una persona del público.

-¡¿Ese es Al?!- Preguntó otra persona.

Kenny seguía presenciando la exposición al profesor desde la sala y continuaba fumando. Incluso habiendo visto el video que sus amigos editaron antes que el resto, seguía sin poder creer de lo que era capaz Al, y eso que él fue testigo de lo que fue, probablemente, lo peor.

Red y Craig, por otra parte, lo estaban disfrutando como una película.

Y Cartman, con la oreja pegada a la puerta principal, envió un mensaje a Butters para que salga por la puerta trasera y lo ayudara a repartir los tomates podridos, tal como habían acordado.

-Nadie desplaza a Eric Cartman sin sufrir una consecuencia al respecto, marica.- Murmuró para él mismo, orgulloso de cómo su plan iba viento en popa.

La indignación del público no hacía más que aumentar a medida que los clips y audios se reproducían en la pantalla, los insultos que comenzaban a oírse no eran pocos ni nada tibios. Algunos de los estudiantes de sexto año se asomaron al escenario para presenciar la culminación de su plan. Butters y Cartman, una vez reunidos, tomaron cada uno una caja con tomates podridos, abrieron la puerta del auditorio y comenzaron a ofertarlos por los pasillos entre las butacas.

-¡Esa es mi hija, hijo de re mil puta!- Gritó un padre furioso mientras se ponía de pie con la clara intención de dirigirse hacia donde Al se encontraba, pero fue retenido por su esposa en un intento de calmarlo.-¡Suéltame que lo mato!

-¡Suéltelo, doña!- Gritó Craig, arengando desde el fondo.

Y para terminar de enterrar su reputación, que ya era inexistente en este punto, el último clavo del ataúd de la carrera de Al fue el último clip: el (falso) ataque de pánico de Tweek, y por supuesto, el más fuerte de ver.

Los padres de Tweek, indignados, se fueron directo al escenario a pedir unas explicaciones que Al jamás les daría. El profesor intentó salir por el vestíbulo del escenario, pero los alumnos de sexto año le bloquearon el paso.

-Señor, baje por allá, que el público lo aclama.- Bromeó Clyde mientras observaba la multitud enfurecida que esperaba que Al se bajara del escenario.

-¡Fueron ustedes!- Los acusó el profesor con la sangre al punto de hervor.

-Oh no, ¿cómo nos descubrió?- Dijo Bebe con sarcasmo.-Por supuesto que fuimos nosotros, viejo meado. Ahora vaya a asumir las consecuencias.

-¡Ustedes no tienen derecho a hacerme esto!- Replicó Al con furia.

-¡¿Y usted a nosotros sí?!

Al oír esa voz, sus compañeros se apartaron del camino y Tweek se mostró delante de Al, vestido como Hamilton y con la expresión desafiante.

-¡¿Quién se cree que es?! ¡¿En serio cree que tiene algún tipo de derecho a tratarnos como nos trató?! ¡A todos!- Reclamaba Tweek mientras fruncía el ceño.-Tal vez en Broadway le funcione, ¡pero aquí no más, y probablemente en ninguna otra parte del país! ¿Sabe qué? ¡¿Por qué mejor no se va a la mierda, viejo chupaverga?!- Exclamó Tweek mientras hacia una seña característica de una persona muy característica: mano en alto y dedo del medio arriba.

El profesor no podía creer lo que sus ojos veían, ¿ese chico cobarde realmente lo estaba enfrentando? ¿Ese chico tan cobarde le estaba haciendo una seña obscena? ¿Y para colmo osaba quitarle el lugar a su mejor alumno en su propia cara? Esto no podía dejarle pasar.

Se aproximó a Tweek con violencia en las pisadas y los ojos inyectados de sangre. Mientras gritaba un fuerte insulto contra Tweek, alzó el brazo con la palma abierta, pero antes de impactar contra él, Hellen, Richard, Stan y Kyle lo tomaron por detrás y lo alejaron de los estudiantes. Y a pesar de sus inútiles intentos por resistirse, inevitablemente terminó bajo el escenario gracias a un fuerte bofetón de parte de Richard Tweak por intentar golpear a su hijo.

Al caer de bruces, ya no era el profesor con aires de superioridad que siempre presumía ni un maestro de la humillación, ahora era una presa cobarde e indefensa del público furioso que lo esperaban con sed de violencia, reclamos y muchísimos tomates.

Kenny admiró desde una despejada vista como el profesor Al, con el saco sobre la cabeza para que no vieran su rostro en pánico, intentaba escabullirse entre un temible público lleno de ira para abandonar el auditorio lo más sano posible y desconectó el proyector. Fumó una última vez mientras analizaba todo lo sucedido.

-Efectivamente...- Soltó el humo despacio y sonrió.-Es cine.

 

 

 

 

El último encuentro entre Aaron Burr (Token) y Alexander Hamilton (Tweek) se llevó a cabo a la hora acordada y en el mismo lugar donde Hamilton, a manos de un duelo con George Eacker, vio morir a su hijo, Phillip Hamilton (Butters). Acordaron encontrarse en Weehawken porque la ley era más laxa en Nueva Jersey.

-Raise a glass to freedom.- Cantó Hamilton mientras alzaba su arma y disparaba hacia el cielo. (Levanta una copa por la libertad).

Entonces Burr, convencido de que Hamilton iba a apuntar contra él, disparó y la bala lo impactó justo entre las costillas. Hamilton cayó al suelo, y así, entre los brazos de Eliza (Lola) y Angelica (Nichole), murió.

Hamilton nunca tuvo intención de matar a Burr. En su última carta lo había dejado en claro.

Las luces bajaron, y el reflector apuntó a un Burr lamentándose por saber que siempre sería recordado como el asesino de Hamilton, aunque haya sobrevivido.

-In every picture it paints, it paints me and all my mistakes. When Alexander aimed at the sky, he may have been the first one to die. But I'm the one who paid for it. I survived, but I paid for it. Now I'm the villain in your history, I was too young and blind to see, I should've known, I should've known. The world was wide enough for both Hamilton and me. The world was wide enough for both Hamilton and me.- Cantó Burr con la voz quebrándose en la punta de su lengua. (En cada cuadro que pinta, me pinta a mí y a todos mis errores. Cuando Alexander apuntó al cielo, pudo haber sido el primero en morir. Pero soy yo quien pagó por ello. Sobreviví, pero pagué por ello. Ahora soy el villano de tu historia, era demasiado joven y ciego para ver, debería haberlo sabido, debería haberlo sabido. El mundo era lo suficientemente amplio tanto para Hamilton como para mí. El mundo era lo suficientemente amplio para Hamilton y para mí).

-Eliza se encargó de mantener vivo el legado de su amado esposo hasta el día de su muerte, cincuenta años después.- Narró Stan mientras el telón se cerraba con lentitud.-Consiguió fondos para el Monumento a Washington, dedicó lo que le quedó de vida a hablar en contra de la esclavitud y estableció el primer orfanato privado en la ciudad de Nueva York, que fue de ayuda para cientos de niños, a los cuales cuidó y vio crecer. ¿Quién vive? ¿Quién muere? ¿Quién contará su historia? Ella ha contado su historia, y ahora a nosotros nos corresponde seguir contándola.

Y el telón se cerró.

Ni bien Stan terminó la última oración, el público se puso de pie y ovacionó a los jóvenes y talentosos actores, especialmente al alma de ese elenco: Tweek Tweak.

Volvieron a abrir el telón para que el pequeño elenco saliera a recibir el amor y los elogios de los espectadores. Incluso hicieron subir al escenario a Red, y lo merecía totalmente.

-Dirección, Red McArthur.- Siguió hablando Stan a través del micrófono.-Vestuario, Bárbara Stevens. Escenografía, Lola, Jenny Simons y Tweek Tweak. Guion, Red McArthur. Música, Kenny McCormick.- El público, por algún motivo, aplaudió aún más animado ante la mención del DJ.-Elenco, Tolkien Black como Aaron Burr; Lola como Eliza Schuyler; Nichole Daniels como Angelica Schuyler; Bárbara Stevens como María Reynolds; Clyde Donovan como Rey George III; Heidi Turner como Peggy Schuyler; Leopold Stotch como Phillip Hamilton...

Sin poder creer lo lejos que había llegado, Tweek paseó los ojos por todo el auditorio, y se preguntaba si eso estaba pasando en realidad o si solo se trataba de una fantasía. Sí, era solo una obra escolar y era la primera del año (y de su vida en años), pero jamás se había imaginado que él realmente podría ser capaz de cautivar al público de la forma en que lo hizo. Esto era un enorme avance para él y se sentía orgulloso de sí mismo.

Bajó la vista y encontró sus ojos, sus aplausos. En primera fila, como siempre.

"Eres capaz de más de lo que crees" dijo, y lo conquistó.

-... Y Tweek Tweak como Alexander Hamilton.- Finalizó Stan, y la ovación del público a este último sacó a Tweek de sus pensamientos.

Tweek no estaba seguro de qué le depararía el futuro, y no saberlo siempre le causaría ansiedad, ¿podría seguir actuando? ¿algún día los ataques de pánico se irán del todo? ¿y si otra vez le toca enfrentarse a alguien como Al? Tenía muchas preguntas de las que ansiaba una respuesta rápida y en lo posible, optimista. Pero ahora mismo, eso no era lo más importante. Lo más importante era el momento, el ahora.

Él ahí, siendo ovacionado por el público, felicitado por sus amigos y por él (especialmente por él).

Había pasado tiempo desde la última vez que se sintió realmente feliz.

 

 

 

 

Había mucha mierda para limpiar cuando la feria terminó, y a falta de personal de limpieza, el director asignó a varios estudiantes como colaboradores. Todo estaba hecho un asco y el olor de los tomates podridos era nauseabundo, pero estando juntos encontraron la forma de hacerlo más ligero, entre los comentarios acerca de lo ocurrido con Al y las risas, el tiempo pasó rápido y consiguieron dejar el auditorio tan limpio como pudieron, hasta donde la energía les rindió. Cada cual se fue a su casa alrededor de las doce de la noche.

-Estamos orgullosos de ti, hijo. ¡Lo hiciste increíble!- Richard y Hellen no pararon de hablar durante todo el camino de vuelta a casa sobre lo mucho que les gustó la obra y lo orgullosos que estaban de Tweek.

Al llegar a casa, cenaron ligero y continuaron hablando de todo lo sucedido, con más detalles sobre todo lo que Tweek vivió con Al, que aunque ya se habían enterado por parte de Craig sobre lo "estricto" que era el profesor, no sabían en profundidad todo lo que su hijo vivió por su culpa, ya que Tweek estuvo muy afectado por ese episodio como para siquiera salir de su habitación o poder articular alguna oración coherente.

Cuando terminaron de hablar y los platos ya se hallaban vacíos, se despidieron y Tweek se fue a su cuarto.

Con su celular, eligió una canción aleatoria de su playlist, se cambió de ropa por una más cómoda y se acostó sobre su cama mirando al techo mientras en su cabeza seguía repasando todo lo sucedido en esas semanas y lo de ese día. Podía decir que era el final que necesitaba.

O bueno, no era un final, porque seguía sufriendo de ansiedad, porque después de hoy habría otro día; y después de ese día, le seguiría otro. Y era consciente de lo probable que era que esta historia volviera a repetirse en algún momento en el futuro, pero si ese fuera el caso, sentía que estaba mejor posicionado en su presente como para poder afrontarlo, había aprendido algo importante: todo lo malo que vivió con Al, no duró para siempre, porque nada duraba para siempre, ni lo bueno ni lo malo. Por lo que si esto volviera a suceder, Tweek ya tenía asegurada una cosa: que no iba a durar para siempre.

De pronto, oyó unos suaves golpes en la ventana. Se levantó y corrió la cortina para ver qué era, o quién. Era Craig y traía en su mano dos bolsas de McDonald's.

-Probablemente ya cenaste, yo también, pero no comí prácticamente nada en el día, así que sigo con hambre.- Le dijo Craig cuando Tweek levantó la ventana. Ya no tenía la ropa que usó durante la feria. Había cambiado la camisa por un buzo azul en la mitad superior y negro en la inferior, y el pantalón de vestir por uno deportivo color negro.

-De hecho, aún tengo hambre.- Dijo Tweek mientras se apartaba de la ventana, señal que Craig entendió como invitación.

Tweek se sentó en uno de los poof y aceptó una de las bolsas que Craig le dio. La bolsa contenía una Big Mac, papas y una lata de cerveza, cosa que le sorprendió y miró a su compañero con una expresión desconcertada.

-¿Desde cuándo McDonald's vende cerveza?- Lo interrogó.

Craig se sentó en el poof frente a Tweek, estiró las piernas y fue el primero en abrir su lata.

-No lo hace, pero suponía que era una buena ocasión para conseguir unas.- Se explicó.-A menos que no te guste, y creo que debí haber pensado en esa probabilidad antes de comprarlas, en ese caso, si quieres...

-Está bien.- Tweek lo frenó. Era tierna la forma en que Craig de repente parecía inseguro de sus decisiones y sobre pensaba.-Nunca probé, pero...- Abrió la lata, unas gotas cayeron en la alfombra cuando lo hizo.-Supongo que hay una primera vez para todo y hay que experimentar, ¿no?

-Es lo que digo yo cuando voy a mandarme una cagada.- Craig alzó un poco su lata y la acercó a Tweek.-¿Brindamos?

Tweek sonrió y brindó con él.

-¿Por qué sería?- Preguntó Tweek.

-Porque eres el mejor actor del país, ¿tal vez?- Ofreció Craig.

Tweek rió con incredulidad y rompió el contacto visual.

-No exageres.

-Solo soy sincero.- Se defendió Craig. Sacó la hamburguesa de su papel, era una de queso y carne.

-Bueno, si eres tan sincero, dime de dónde salió el dinero para esto.- Tweek lo observó con una mirada acusatoria.-Hasta donde sé, no tenías nada.

Craig se rió.

-Una parte fue porque con Red negociamos con Mujer Fuerte y llegamos a un acuerdo, por lo de los boletos.- Lo miró serio.-Yo nunca atendería tan amablemente a alguien gratis.

-¿Y "la otra parte"?- Continuó interrogando Tweek.

Craig pensó si sería una buena idea decirle que a la alcaldesa McDaniels se le cayó la billetera en medio del tumulto de personas y que él amablemente se la regresó, pero más ligera. Mucho más ligera.

-Lo ahorré.- Respondió mientras bebía de la lata y evitaba la mirada de su amigo.

Tweek alzó una ceja.

-Oye, trabajo con tu padre, no me mires como si fuera un delincuente. Me has visto ahí.- Craig se puso a la defensiva, algo ofendido por la falta de confianza de Tweek.

-Te creo, está bien.- Respondió Tweek entre risas, a pesar de que muy en el fondo creía que Craig estaba ocultando algo, no seguiría poniéndolo contra las cuerdas. Amaba ponerlo nervioso.

Tweek movió la lata de cerveza en su mano considerando todas las posibilidades: podría ponerse muy ebrio solo con un sorbo y sus padres lo castigarían. O puede que no le guste y eso significaría que Craig gastó en él por nada. También podría gustarle y generarle una adicción a la bebida. Y siendo consciente de todas ellas, decidió probarla.

Sabía muy diferente a lo que acostumbraba (café, cappuccino, café, jugos de naranja, café), de hecho era una bebida mucho más amarga que el propio café. Pero... No estaba mal para ser su primera cerveza.

Pero su favorito seguía siendo el trago que pidió en Raisins y, para su desgracia, no pudo terminarlo antes del revuelo que se generó. Lo recordaba con mucho antojo.

-¿Y bien?- Preguntó Craig cuando vio a Tweek probar su primera lata de cerveza.

-Me gusta.- Dijo Tweek, dando un trago más largo.

-Primero la marihuana, luego la comisaria, "la seña" y ahora el alcohol.- Craig enumeró todas las cosas que Tweek experimentó influenciado por él.-Soy una mierda.

-Olvidaste mi "primera vez".- Agregó Tweek.

Craig rió sin aire y negó con la cabeza divertido.

-¿Qué mierda estoy haciendo contigo?- Se preguntó antes de darle otro mordisco a la hamburguesa.

La respuesta sencilla sería resumirlo todo en un "me estás corrompiendo" y seguir riendo alrededor de la dinámica "el rebelde y el inocente" que mantuvieron desde que se conocieron. Pero Tweek lo analizó con mayor profundidad, como siempre lo hace con absolutamente todo, porque lo que para el resto era sencillo, Tweek siempre le encontraba una segunda posibilidad. Y si le daban más tiempo, podría darle hasta tres alternativas más.

Sí, Craig lo había corrompido en algunos aspectos y si sus padres lo supieran, el contacto físico más tranquilo que Richard y Hellen tendrían para con Craig, lo enviarían a otra vida (si es en el cielo o en el infierno, nunca lo sabría).

Sin embargo, la forma en que Craig lo había "corrompido" siempre se trató de libre elección. Tweek siempre tuvo el poder de decisión en el abanico de posibilidades que Craig abría para él, y cualquiera fuera la elección, Craig nunca lo hizo sentir culpable del camino que elegía, al contrario, siempre lo respetó, porque confiaba en Tweek, en su madurez y en el porqué de sus decisiones.

De hecho, si Craig nunca hubiera osado corromperlo, Tweek probablemente nunca hubiera decidido actuar en la obra, porque era preso de sus miedos y de sus inseguridades.

Fue su corrupción lo que lo liberó.

Tweek terminó las papas, la hamburguesa y su lata estaba casi vacía. Se perdió tanto en su análisis para buscar una respuesta correcta a la pregunta anterior de Craig que se perdió del resto de la conversación.

No sabía si la valentía lo atrapó por la euforia generalizada a raíz de la obra, si era por la cerveza o porque Craig lo atraía demasiado, pero interrumpió lo que sea que estuviera diciendo en ese momento para sentarse a horcajadas sobre sus muslos y besarlo como hace mucho no lo hacía. El beso impulsivo tomó a Craig con la guardia baja y atinó a echarse hacia atrás, hasta que se alineó con el ritmo y le siguió la corriente con complacencia, sea a donde sea que Tweek planeara llegar, él estaba dispuesto a seguirlo.

A medida que el beso se intensificaba, la respiración de ambos se hacía más pesada y las manos de Tweek se aventuraron por debajo del buzo de Craig, y sintió un enorme gusto al descubrir que no había más ropa debajo de este.

-¿Esto también es culpa mía?- Susurró Craig mientras intentaba no perder el poco aire que le quedaba.

-Me preguntaste qué hiciste conmigo, ¿no?- Tweek se inclinó aún más sobre él, ansioso por seguir hundiéndose en el fervor.

-Sí, pero creí que eso ya...

-Tú me liberaste.- Respondió Tweek con determinación.

-No, eso lo hiciste tú, yo no hice nada.

-Craig.- Negó Tweek.-No podría haberlo hecho sin ti.

Craig solo supo sonreírle, se sentía tan malditamente afortunado de estar ahí y de, en cierta forma, sentirse partícipe del Tweek que tenía encima suyo. Ese Tweek que ahora mismo se estaba desnudando para él, que también podía enfrentar a un profesor si este se pasaba de la raya, y que también era capaz de cuestionar las ideas con las que fue criado y romper con eso si lo veía necesario.

-Bueno... ¿Quieres que cumpla lo que querías esta mañana?- Le preguntó Tweek con una sonrisa burlona mientras trataba de contener la risa por recordar el mensaje que "Craig" le envió por Instagram.

Craig no lo comprendió a la primera, estaba muy prendido como para pensar en algo que no fuera "quiero hacerlo". Se vio obligado a hacer memoria cuando notó que Tweek esperaba una respuesta de su parte.

Mierda, el mensaje de Red. Recordó completamente avergonzado.

¿Qué era lo peor? Red tenía razón. Craig cogió esa noche y se lo agradeció. Le debía una enorme disculpa después de eso.

Chapter 41: Elefantes en la habitación (temporada 3)

Summary:

Sinopsis de temporada:

El torneo de educación física se acerca, y los problemas no se toman vacaciones.
Kenny intenta manejar su vida entre las deudas, las horas extras y que Butters no se preocupe por él, Stan empieza a preocuparse por la cercanía entre Heidi y Kyle y Craig se enfrenta a un trauma tanto nuevo como pasado que lo llevará a desafiar sus propios límites y miedos.

Canción del capítulo: https://youtu.be/Q9SrwnEAjOw

Notes:

TW: este capítulo contiene escenas no explícitas que pueden resultar sensibles para algunas audiencias. Si sos sensible a escenas de A.S, te recomiendo dejar de leer cuando aparezcan marcadas en negrita cuatro letras y vayas directamente a las notas finales.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

Kenny llegaba tarde a su casa otra vez.

Su día ideal, si es que podría llamarse de esta manera, involucraba elementos básicos: mañanero (obligatorio), desayunar (opcional), ir a la escuela a tiempo, estar con sus amigos al terminar las clases (su parte favorita del día), ir a trabajar y que no le rompan las pelotas, llegar a casa, comer (después de 3 días, obligatorio) y dormir.

Esa rutina funcionaba para él y le permitía que su vida se sintiera, como mínimo, equilibrada (lo que eso signifique para un chico de su edad con su tipo de vida).

No obstante, Kenny no era un dios y no podía controlar lo que estuviera fuera de su control, lo cual significaba que no siempre podría llegar a tiempo a las clases, tampoco podía controlar la poca o mucha eficiencia de los transportes públicos y no podía elegir qué clientes tendría que enfrentar en City Wok.

Así que, por desgracia, a veces le tocaba llegar tarde a su casa. Tarde y sin batería en el celular.

Cuando el reloj marcó las once de la noche, Karen comenzó a revisar su teléfono cada quince segundos y mordía sus uñas acrílicas cuando sus ojos no veían el logo de WhatsApp en las notificaciones con alguna respuesta de su hermano. Estaba a punto de marcar el número de Butters, y fue cuando oyó la puerta abrirse.

— Holiiiis —dijo Kenny luego de una épica entrada.

Karen sintió cómo le volvió el alma al cuerpo, apagó la pantalla de su celular y corrió a abrazar a su hermano sin saludarlo. Por la fuerza que empleó al estrecharlo, Kenny supo que estaba molesta.

— No sabes lo preocupada que estaba —le reprochó Karen con el ceño fruncido, trataba de no sonar muy dura con él, pero el mal cuerpo era difícil de ignorar—. Pudiste haberme avisado, estaba a punto de llamar...

— Karen —la interrumpió—. Si hubiera podido llamarte, créeme que lo hubiera hecho. Si no lo hice, es porque no podía —aclaró Kenny.

Karen suspiró, su molestia se diluía con la conformidad de que su hermano ya estaba ahí, y era lo importante.

— ¿Fue un mal día? —preguntó Karen mientras soltaba a Kenny de su abrazo.

Kenny se encogió de hombros mientras se las arreglaba para quitarse la parca con la poca energía que le quedaba, pero trataba de disimularlo lo mejor que podía. De algo tenían que servirle las pocas clases de teatro que tomó en la escuela las últimas semanas.

— Yo no diría eso —respondió Kenny en un vago intento por tranquilizar su mente —. Simplemente hay días más atareados que otros —colgó la parca en el perchero y volteó a verla por última vez antes de meterse al baño — ¡Lo bueno es que así sea! Mientras más trabajo, mejor —y cerró la puerta.

— Como digas —murmuró Karen mientras abrazaba su cuerpo.

La parca de Kenny estaba demasiado fría.

¿Habrá caminado hasta allí para no gastar dinero?

No preguntó. No le daría el gusto a Kenny de seguir demostrando sus dotes actorales a la hora de simular que nada de esto era un problema para él.

Un aroma apagado atrajo su atención y recordó que había preparado arroz con huevo para comer con su hermano cuando llegara del trabajo. Miró dentro de la olla y comprendió que su cena ya estaba fría. También destacó, sintiendo un vacío en el estómago, que sus dos porciones no alcanzaban a una completar una porción "normal". Karen pensó en que ella hoy tuvo la oportunidad de almorzar en la escuela y que merendó junto a Tricia mientras practicaban diseños para su nuevo emprendimiento de uñas, así que, ¿qué le haría una comida menos? No sería nada nuevo, y consideró que su hermano se lo merecía más.

— Kenny —habló cerca de la puerta —. Hice arroz con huevo. Yo ya no tengo hambre, así que puedes comerte todo lo que preparé.

— ¡Cómelo tú! —gritó Kenny tras la puerta del baño, justo después de que se oyera cómo se echaba encima un baldazo de agua —. Yo ya comí en City Wok.

Karen iba a insistir, pero conocía a su hermano de sobra y esa discusión sería una pérdida de tiempo.

No le creía, no porque Kenny fuera un mentiroso compulsivo, sino porque sabía con qué cosas él podría llegar a mentir con tal de que a ella no le faltase nada. Y en efecto, Kenny estaba mintiendo, no le gustaba hacerlo, pero mientras el agua del balde lo limpiaba de la traspiración del día, sentía que era lo correcto: él necesitaba que su hermana estuviera bien alimentada y fuerte, para eso trabajaba, y si para eso tenía que ceder comida, lo haría porque, ¿qué le iba a hacer un plato más o un plato menos?

Su estómago lo castigaría más tarde por aquella decisión, pero no se retractaría.

Kenny terminó de bañarse. Mientras se secaba el cabello con la toalla, abrió la puerta y se encontró con la casa a oscuras, Karen parecía haberse ido a su cuarto.

Él tocó la puerta y esperó a que Karen le diera permiso de pasar. Sus luces aún estaban prendidas y su cama extendida.

Kenny envidiaba sanamente lo ordenada que podía ser su hermana. Su cuarto, en cambio, era lo más parecido a la casa de Jesse Pinkman durante la cuarta temporada de Breaking Bad, y eso que Kenny solo ha consumido el diez por ciento de lo que ha probado el personaje antes, durante y después de Jane.

— ¿Ya te vas a dormir? —preguntó Kenny.

— Sí, solo revisaba que tuviera guardada la carpeta para mañana. Tengo historia y literatura —respondió Karen con una sonrisa mientras señalaba su mochila con un movimiento de cabeza. Llevaba el cabello suelto, su pijama de tirantes finos y pantalones cortos color amarillo, el único que tenía — ¿Y tú?

— Sí, venía a desearte buenas noches —Kenny la saludó con un beso en la mejilla, y paró en seco para decirle lo que realmente venía a averiguar antes de irse a dormir —. Karen, ¿le has dicho algo a Butters sobre que llegué tarde hoy?

Karen negó con la cabeza.

— Iba a hacerlo, pero llegaste y no lo llamé.

Kenny asintió.

— Bueno, mejor así —suspiró Kenny —. No por nada, pero simplemente, no quiero que se preocupe de más, ¿entiendes?

— Es tu pareja, claro que va a preocuparse, igual que yo.

Cómo le pesaba a Kenny que, en ocasiones, su hermana le demuestre la madurez que a él le faltaba.

Él suspiró mientras rascaba su cabeza.

— Sí, lo sé y lo agradezco, entiendo que es tu forma de demostrarme tu cariño y realmente lo aprecio, pero no hay nada de qué preocuparse, en serio, simplemente fue un atraso —prometió él, con esperanza de salvarse de tener que dar explicaciones.

— Bueno —aceptó Karen, más rendida que convencida —. Pero la próxima vez asegúrate de tener el celular con carga.

Kenny sonrió y le acercó el meñique. Ella lo recibió.

— Lo prometo.

— Por tu vida —amenazó Karen con travesía.

— Entonces lo prometo por ti —sonrió Kenny, cuando él juraba por Karen, no lo hacía en vano.

Se abrazaron afectuosamente por última vez y Kenny se fue a su habitación. Se quitó la ropa mientras caminaba rendido hacia el colchón que lo esperaba en el suelo. Sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando se quedó solo con el bóxer, así que abrió ligeramente la puerta de su habitación y extendió el brazo hasta el perchero para tomar su parca. Volvió al colchón y se tapó con ella.

Conectó su cargador a la toma de corriente y enchufó su celular, esperó pacientemente a que este se encendiera para poder escribirle a Butters o ver si tenía mensajes suyos. Al iniciar, su celular sufrió un ligero congelamiento cuando las notificaciones empezaron a llegar: llamadas y mensajes de Karen (se le formó un nudo en la garganta al darse cuenta de lo mucho que la preocupó), mensajes del grupo de la escuela, mensajes de Stan, respuestas a sus estados y, lo más importante, mensajes de Butters.

Butters:

Llegué a casa y mi padre estaba enfadado con mi madre

Y se la agarró conmigo

Qué sorpresa

[Sticker de gato enfadado]

Avisame cuando llegues de trabajar!!

Amor?

Llegaste bien?

Por favor, escríbeme apenas me leas, no me preocupes...

Si Kenny ya se sentía terrible por haber preocupado a Karen, esto no le hacía sentirse mejor.

Esta no era la primera vez que sucedía, sabía que algún día Butters le pediría explicaciones de verdad.

Cuando llegue ese momento, ¿Por dónde empezaría? ¿Por la parte en donde estaba juntando tanto dinero como pudiera para ir al viaje de egresados con sus amigos y con él? ¿Por la parte en donde tiene que trabajar más de lo que acostumbraba para mantener la vida con Karen?

¿O de que en los últimos meses ha fantaseado con la idea de una vida juntos... con todo lo que eso pueda implicar? Como mudarse juntos definitivamente, seguirlo de cerca... ¿Tal vez exclusividad sexual?

No, eso sí que sería lanzar una bomba.

Su amor iba como viento en popa, si no tenía en cuenta estas mentiras blancas y fingía demencia al respecto. Adelantarse a los hechos y avanzar demasiados casilleros antes de saber el número de los dados significaría echar un ancla demasiado pesada como para volver a poner el barco en altamar.

Kenny no era alguien orgulloso, no tenía problema en buscar ayuda cuando lo necesitaba, pero con estas situaciones en específico se sentía agobiado solo de pensarlo, además de que era consciente de que no había más soluciones que el tiempo y él mismo; y si le agobiaba a él, no quería ni pensar en su hermana, o Butters.

Suspiró y tecleó en su teléfono otra mentira.

Tendría que ir pronto a la iglesia para confesar todas estas mentiras. Con algo de suerte, Dios lo perdonaría.

Kenny:

Hola amor, ya estoy en casa.

Lo siento por tardar, es que no tenía batería y cuando llegué a casa, no había luz

Y no pude cargar el celular apenas llegué

Pero ya volvió y aquí estoy!!<3

Lamento lo de tus padres:((

Mañana te daré todos los cariños que necesites<33

Me voy a dormir, espero soñar contigo como cada noche~

Dulces sueño cariño, te amooooo<3333

Dejó el celular a un lado, posó las manos detrás de su cabeza y miró al techo descascarado de su habitación. Encendió un cigarro de marihuana mientras pensaba en sus malas acciones del día, fijó la vista en las innumerables manchas de humedad y suspiró con pesadez.

— Bien —murmuró mientras el humo salía de su boca —, ya le mentí a Karen y le acabo de mentir a mi pareja por... Quinta vez en el año, tal vez —reflexionó en voz baja, sentía la culpa colgarse en sus hombros —. Soy un imbécil.

Esperaba que la marihuana le ayudara a sentirse más relajado, pero solo consiguió sentirse más miserable. Era frustrante no poder evadir la realidad ni siquiera por un momento.

Apagó el cigarro con el suelo y se quedó dormido envuelto en el peso del cansancio de otro pesado día de su complicada vida.

Y con culpa al ocultar su, técnicamente, doble vida.

Lo bueno, es que aunque no lo supiera, mañana podría almorzar después de dos días, Karen escondió en su mochila un tupper con la cena de hoy. Y cuando lo descubra, su día automáticamente será maravilloso.

También tratará de dejar de llegar tarde a casa sin avisar, siempre y cuando su vida se lo permitiera, claro.

 

 

 

La noche fría se transformó en amanecer tan pronto que nadie pudo notarlo, el viento seguía soplando igual de fuerte y era tan helado que podía agrietar hasta la piel más dura, pero al menos la luz del sol era reconfortante y se podía ver el camino sin problema.

La mañana de cada uno se vivió diferente. Craig se despertó con un llamado nervioso de Tweek.

— Estoy muy nervioso por lo de hoy, ¿qué pasa si no apruebo? —se escuchaba su preocupación a través del altavoz del teléfono.

— Yo creo que te irá bien —Craig se puso una camiseta básica blanca mientras escuchaba la voz nerviosa de Tweek, cosa que le hizo sacar una sonrisa. Sabía que era difícil para Tweek, pero no podía evitar pensar que se oía muy tierno —. La última vez que practicamos, pudiste resolver los ejercicios casi sin mi ayuda.

— Bueno, el incentivo ayudó mucho —Y dicho incentivo era, básicamente, Craig bajando su mano por el cuerpo de Tweek por cada respuesta correcta —. Pero vamos, no es muy motivador tener a la profesora cruzada de piernas delante.

La imagen también le daba dolor de estómago a Craig. Afortunadamente se sentaba al fondo y aprobó el examen de matemática con una calificación sobresaliente, agradeció mientras se ataba las agujetas de las zapatillas. Se compadeció de Tweek, debía ir a la batalla solo esta vez.

— Usa tu imaginación, eres artista —fue lo único que se le ocurrió decirle.

— Si uso mi imaginación, habrá una recta extra en el examen.

El comentario tan espontáneo tomó a Craig desprevenido, porque esperaría ese tipo de comentarios de Kenny, pero no de Tweek. Y no supo contener la carcajada, a pesar de que sabía que probablemente Tweek estaba hablando muy en serio.

Tweek abrió la boca para defenderse... Pero acabó contagiándose de su risa.

Tweek no lo sabía a ciencia cierta aunque tuviera sus sospechas, pero era el único que tenía tanto acceso a Craig hasta ahora, y si quisiera podría presumir de todo lo que ha visto de él y las chicas de su clase lo odiarían por eso; pero Tweek estaba particularmente orgulloso de sentir que era el único que podía hacerlo reír así. Podría presumir de los besos, del sexo y de los cigarrillos después de hacerlo, pero para Tweek nada de eso se comparaba con las charlas estúpidas o chistes ocasionales que lo llevaban a reírse hasta que tuviera que tomarse la barriga por el dolor.

Craig se reía con el resto de sus amigos, sí, pero... Pasaban tanto tiempo juntos que Tweek creía que había una diferencia entre una y otra risa: la que él le sacaba se sentía más auténtica, espontánea. No había compromisos que lo obligaran a fingir.

Internamente, esperaba continuar siendo el único que pudiera lograrlo, por lo menos hasta que sus carreras universitarias los haga tomar caminos separados.

— Tendrás que hablarme sobre lo que imaginas, tarde o temprano —insinuó Tucker.

— ¿Por qué hablarlo cuando podría enseñártelo?

Tweek no podía verlo a través del celular, pero el nervioso e ininteligible murmullo seguido de un silencio repentino lo delató como un truco de magia fallido. Si tan solo pudiera ver cómo Craig escondió su rostro sonrojado debajo del gorro, se le explotaría el corazón.

— Te veo luego —Fue la única forma que encontró Craig para salir de la situación. No porque fuese incómodo para él, sino porque si siguieran hablando, como ahora, probablemente se saltarían las clases de hoy y él no quería perjudicar (más) a Tweek.

Estaba a dos firmas falsificadas de los padres de Tweek de ser acusado por fraude o usurpación de identidad.

Cortaron la llamada casi en seco, pero de un perfecto humor. Ya tenía todo listo para ir a clases, solo tenía que esperar a Clyde, o éste no le hablaría el resto de la semana, e ir a buscar a Kenny para que este no enfrente los peligros del barrio en la madrugada solo.

 

 

 

Butters, quien no concilió el sueño hasta que recibió el mensaje de Kenny, se despertó un poco más tarde de lo habitual y aún le pesaban los parpados mientras se alistaba para la escuela, para su buena fortuna, el autobús también estaba retrasado y consiguió tomarlo. Buscó el rostro de Kenny entre sus compañeros, pero no estaba allí. Lo sospechó desde el momento en que no oyó un alboroto dentro del bus. No es que considere aburridos a sus otros compañeros (si había algo de lo que nunca podían renegar los estudiantes de este curso, era del aburrimiento), pero Kenny era indiscutiblemente el alma ahí, y nadie podría negarlo.

Se sentó junto a Kyle, sin dejar de pensar en cuáles serían las probabilidades de ver a su pareja hoy.

¿Otra vez se quedó dormido? ¿O simplemente hoy no irá a la escuela?

Tal vez buena fortuna hubiera sido haber tomado el autobús más tarde.

— ¿Por qué no vino Kenny? —preguntó Kyle.

— No lo sé —respondió Butters alzando los hombros. Giró la cabeza hacia atrás, donde Clyde viajaba despierto y Craig dormía silenciosamente contra la ventana, envuelto en su bufanda—. ¡Clyde! ¿Vieron a Kenny hoy?

Clyde negó con la cabeza.

— Él lo llamó —Clyde señaló a Craig.—, pero no contestó y supuso que se quedó dormido otra vez.

Butters iba a preguntar cuántas veces lo llamaron, y se calló antes de hacerlo, prefería guardar su preocupación para él mismo. No era lo suyo mostrarse como una pareja posesiva o vigilante.

Además, supuso que la tolerancia de espera de su compañero durmiente era de un llamado.

— Entiendo —suspiró Butters —. Otra vez.

A regañadientes, Butters tendría que esperar hasta llegar a la escuela y que Kenny, al menos, se presente.

 

 

 

La clase de historia empezó al horario habitual, ni un minuto antes ni uno después. A las siete de la mañana.

El profesor valoraba mucho la puntualidad, por lo que llegar tarde a su clase, era equivalente a un mal momento bien merecido, y Kenny tocó la puerta del salón a las ocho y media. Algo que hizo sonreír a su pareja, sí, pero no al profesor.

Kenny se quedó dormido y tuvo que correr durante la mitad del camino para alcanzar alguno de los autobuses, así que no solo estaba atrasado y cansado, también muy traspirado. El profesor lo miró de arriba abajo con desaprobación cuando abrió la puerta.

— Llegaste atrasado —sentenció el profesor arrugando el entrecejo.

Si Kenny estuviera en sus cinco sentidos ahora mismo (no tanto por la marihuana, sino por el cansancio que aún mantenía a su cerebro adormecido), habría sabido que lo mejor era callar, agachar la cabeza y pasar al salón sin decir ni una palabra.

Pero no lo estaba. Así que, conteniendo la felicidad de que llegó vivo y con todas sus extremidades, contestó con tono de cachondeo un:

— No me diga.

Y el profesor le cerró la puerta en la cara.

— No debí haber dicho eso —reflexionó.

Así que tuvo que esperar en el pasillo.

Media hora después, el timbre del primer recreo sonó y sus compañeros salieron de la clase. Butters fue el primero en acercarse a él, mientras Kenny luchaba contra el temblor de sus piernas congeladas para ponerse en pie.

— ¡Por fin llegaste, amor! Estaba empezando a preocuparme —Butters lo abrazó por la cintura con fuerza, haciendo que este separe sus pies del piso y lo hizo girar en el aire, sin soltarlo ni por un segundo. No era consciente de lo desabrigado que estaba hasta que sintió el calor de Butters en su pecho.

Butters siempre fue más fuerte, y desde que lo superó en altura en tercero de secundaria, Kenny no renegaba de ser cargado por él.

— Si, debí haber pensado antes de hablar. Tengo que dejar de juntarme con Tucker —se quejó Kenny mientras era puesto nuevamente en el piso.

— Pero, ¿qué pasó esta vez? —interrogó Butters.

Kenny alzó la ceja con desentendimiento.

— Nada, solo me quedé dormido —se excusó Kenny —. Creo que olvidé de poner la alarma.

Técnicamente, eso no era mentira.

— Pero anoche me contestaste muy tarde...

— Es que no tenía luz en casa cuando llegué y mi teléfono estaba muerto. Te lo dije en un mensaje —lo interrumpió Kenny.

Eso si era una mentira.

— Sí, pero Kenny, es como la... cuarta vez que sucede —cuestionó Butters, Kenny pudo sentir como el corazón golpeó su pecho por los nervios, no tenía nada ensayado —. Y sabes que puedes contarme lo que sea. Si esto es por el trabajo o si algo está pasando con Karen...

Imbécil, ¿estás contento? Ya preocupaste a tu niño. Escuchó Kenny en su cabeza con un tono de reproche mientras Butters hablaba, aparentemente provenía de eso que él llamaba "consciencia".

Kenny necesitaba una distracción, solo una excusa, quien sea, la que sea.

Dios, ayúdame, he sido un buen católico, algo promiscuo y me he bebido y metido hasta lo que no se debe, pero católico al fin. Por favor, ¡sálvame!

Y casi con un haz de luz iluminando su silueta, Stan salió del salón y se acercó a la pareja, ya que él también quería verlo. Kenny juraría que escuchó a un ángel cantar lírico cuando Stan apareció para salvarlo.

¡Gracias Dios!

— Hola amigo, ¿por qué tan tarde? ¿Otra vez se te durmió el gallo? —bromeó Stan.

Kenny, poniendo en práctica todos sus recursos actorales, tomó a Stan por los hombros y puso una expresión de sorpresa lo suficientemente creíble viniendo de él.

— ¡Stan, qué gusto verte! ¡Justo me preguntaba si quisieras aprovechar el recreo para repasar conmigo! —Stan hizo un enorme esfuerzo por reprimir una expresión confusa. Kenny miró a Butters, continuando con su número mientras se alejaba lentamente con Stan—. Anoche estuve estudiando mucho y no puedo perder ni un segundo. ¡Dicen que los recuperadores somos equipo! Así que necesito a mi Paul McCartney en esta travesía. ¡Nos vemos después, amor!

— ¿Me perdí de algo...? —le murmuró Stan a Kenny, extrañado por el comportamiento de su amigo

— ¡Y traje condón! —fue lo último que le gritó Kenny a su novio antes de doblar al pasillo.

El último dato hizo que algunos de los estudiantes voltearan a ver a Butters, quien se encontraba muy confundido como para siquiera procesar la idea de que Kenny había confesado públicamente que pensaba tener sexo con él en la escuela (aunque tampoco sería la primera vez).

Al entrar al baño, Kenny dejó caer el peso de su cuerpo en la puerta y soltó un largo suspiro.

— Te debo una paja —agradeció Kenny, a su manera.

— Con que me des un poco de contexto de lo que pasó ahí, a mí me basta —dijo Stan, rechazando con amabilidad la propuesta indecente.

Kenny se separó de la puerta y caminó hasta el lavabo.

— No es nada malo, en realidad. Solo, estos días estuve trabajando unas horas extras en City Wok y no se lo dije a Butters, aún —se explicó.

— Por eso estuviste llegando tarde.

Kenny asintió.

— Pero no le veo lo malo, deberías decírselo.

— Si se lo digo, Butters va a pensar que estoy en la miseria absoluta...

— Literalmente duermes en el piso, la humedad sostiene tu pared, tienes un jardín solo compuesto por moho y estás colgado del cable de tu vecino —le recordó Stan.

— Y va a querer ayudarme más de lo que en realidad debería, y con Karen haciendo ese papel ya tengo suficiente. No me gustaría que se preocupe más de la cuenta, más por cosas que no son su problema aún.

Stan suspiró.

— Bueno, no sé cómo decirte esto, pero es tu pareja, tiene qué y va a hacerlo. ¿Y no eras tú quien me decía que debería ser más abierto con...?

— Sí, sé lo que te dije y lo sigo sosteniendo —se defendió Kenny —. Se lo voy a decir, no pienso ocultárselo más, pero primero quiero verme un poco menos echo mierda para que cuando le diga que realmente no es tan malo como se ve, me crea. Y para eso, primero tengo que organizarme bien.

Stan asintió. No seguiría insistiendo en el tema de Butters, ya que bueno, a diferencia de él, Kenny solía saber manejar sus mierdas, o eso suponía por la forma tan resolutiva en la que hablaba.

— Entiendo. Pero, amigo, sabes que si necesitas ayuda... —Stan se encogió de hombros y se señaló —. De acuerdo, no soy Tolkien, pero no me molestaría ayudarte con lo que tengo ahorrado para lo que necesites, hermano. Me puedes devolver cuando puedas, sin apuros, sin compromiso. O pueden comer tu y Karen en casa cuando quieran, siempre estoy solo de todos modos, creo que no me haría mal algo de compañía.

Kenny sonrió. Stan valía oro.

— Tal vez vaya a verte. Por lo demás, gracias, pero voy a estar bien, Stany —dijo Kenny —. Solo me faltan un par de cuotas atrasadas del viaje de egreso, pero con la mayoría de las cosas de la casa estoy al día, al límite, pero sin tantas deudas. Y hoy voy a poder llenar la alacena para sobrevivir una semana más.

Stan asintió.

— Bueno, al menos tienes una ventaja: te vaya bien o mal en las calificaciones, aun así podrías ir al viaje si llegas a pagar todo —Stan se rascó la cabeza, un poco ansioso por pensarlo —. A mí me tienen con la soga al cuello.

— Pero tú trabajas...

— Sí, pero el sueldo que me da Randy no alcanza a cubrir la cuota completa. Y es mi ahorro para la universidad, si es que voy —Dijo sin mirar a Kenny directamente a los ojos.

Kenny no estaba seguro de si Stan murmuró lo último porque lo anhelaba o porque le aterraba.

— ¿Y esa excusa de que debías repasar? —preguntó Stan.

— ¡Ah! Es que hay recuperatorio de matemáticas, del que por supuesto, no estudié un pingo, pero confío en que tengo un Dios aparte.

— Yo también reprobó ese examen —dijo Stan con pesar —. Podríamos prepararnos juntos, ¿cuándo es?

— Es...

Kenny sacó su teléfono y revisó el muro de Facebook de la escuela, en el apartado de recuperatorios y mesas de exámenes.

— En cinco minutos.

Stan pudo sentir como el corazón le dejó de latir, como si estuviera montado en la subida de una montaña rusa y de repente se precipitara al vacío.

— Todavía estás a tiempo para decir que es broma —advirtió Stan.

— No es broma, aquí lo dice —Kenny le enseñó su teléfono —. Creí que lo sabías, enviaron la publicación de Face al grupo de WhatsApp...

— Kenny, ¡¿quién mierda usa Facebook hoy en día?!

Stan se sentía un idiota. Vio en enlace, ¡lo vio! Pero creyó que era un anuncio más de la escuela y le restó importancia.

Sin mencionar que ese grupo tenía más memes que otra cosa.

— Bueno, aún estás a tiempo —Intentó alentar Kenny.

— Tres minutos, Kenny, tres. Si en una clase normal no me entra ni la mitad de la información, ¿qué me voy a meter en tres minutos?

— Esa es una pregunta capciosa —bromeó Kenny.

Stan lo miró.

— Pajero —Stan chasqueó la lengua y se llevó la mano al ceño. Un dolor de cabeza se hizo presente y sabía que duraría unas largas horas.

— ¡Tranquilo! Solo concéntrate y yo te ayudo... —dijo Kenny mientras sacaba su carpeta.

— ¡No! Gracias, pero no va a servir —Stan caminó hasta el final del baño, con las manos detrás de su cabeza, muy concentrado en no perder la cabeza —. Si tan solo fuera tan fácil como, no sé, tener un clon que sea igual a mi o lo más parecido posible, pero que sepa cosas que yo no, y así poder librarme de esto...

— Sabes que eso no es... —Kenny iba a bajar a Stan de su nube de fantasía, pero el ruido chillón de la puerta abriéndose interrumpió la conversación.

Craig entró al baño y ni siquiera se dio cuenta de la presencia de sus otros dos amigos. Estaba con la vista en su mano y el ceño fruncido. Parecía intentar quitar una mancha de tinta azul con su mano, pero era frustrante ver cómo ésta en lugar de desaparecer, solo se esparció más.

Pequeños accidentes que llevaban a peores destinos.

Stan y Kenny se miraron con un pensamiento en común.

— ¿Estás pensando lo que yo? —preguntó Stan, aún dudoso de su propia idea. Sabía que ponerla en palabras sonaba aún más loco que solo pensarla.

Y probablemente Craig diría que no.

En cambio, Kenny lo tomó por los hombros con una expresión eufórica, como si hubiese presenciado un milagro del mismísimo Jesús.

— ¡Dios existe! —Exclamó emocionado. Tantos años de catecismo y rezos interminables sirvieron de algo.

Stan y Kenny se acercaron a su amigo; Kenny con una alegría burbujeante en sus saltos y Stan con las manos en los bolsillos, seguro de que la respuesta sería un rotundo "no" (si es que no se enojaba más, claro).

Kenny se apoyó en el lavamanos junto a Craig y puso su sonrisa más coqueta.

— Ey amigo... —Kenny tamborileó con los dedos en la mesada, buscaba las palabras correctas con las cuales empezar esa conversación —. ¿Cómo te fue en el examen de matemáticas de la semana anterior?

Craig los miró a ambos con ligera sospecha. Sus manos ya estaban limpias y se las empezó a secar con su propia campera.

— Bien —Respondió sin más.

Nos va a mandar a la mierda. Pensó Stan.

— ¡Genial! ¿Con cuánto? —Siguió indagando Kenny.

Craig alzó la vista, haciendo memoria sobre su nota.

— Creo que un... ¿Noventa y ocho? O noventa y seis, no sé, el punto es que lo pasé —Respondió Craig en un intento por quitarle importancia a la calificación.

Incluso para alguien muy orgulloso de sí mismo, había algo que le daba vergüenza reconocer en público.

Kenny emitió un silbido.

— Eso significa que eres muy bueno con los números, casi tanto como con los hombres, ¿no? — Elogió con un tono persuasivo.

Craig sintió un leve calor en el rostro. Aun conociendo a Kenny, seguía tomándolo con la guardia baja.

Lo de la mancha de tinta en su mano, fue un (fallido) intento de ayudar a Tweek con una lapicera que le dejó de funcionar de repente, y explotó en su mano. Así que, en términos de "bueno con los hombres", tal vez no estaba en su mejor promedio el día de hoy.

Aunque a Tweek se le hizo un gesto divertido y lindo.

— Algo.

Bueno, tal vez Kenny pueda ablandarlo... Pensó Stan.

— Y eres muy parecido a Stan —Kenny lanzó su último dardo para llegar al punto de la cuestión.

Craig se sorprendió por ese último comentario, ¿a qué venía?

Miró a Stan detrás de él y frunció un poco los labios y el entrecejo.

— Un tiro en los huevos dolía menos —contestó Craig mientras recorría a Stan con la mirada.

— No creas que para mí es un halago —se defendió Stan ante el comentario de su amigo.

— Ya, ya —intervino Kenny —. Pero el punto es que eres parecido a él, solo que eres bueno en matemáticas —dijo con un tono de voz lo suficientemente meloso y convincente como para meter a alguien en una estafa piramidal sin que piense en las consecuencias y las contras.

— No me gusta cómo estás diciendo eso —Craig habló con pausa y negando con la cabeza, haciendo énfasis en lo poco que confiaba en el instinto de sus amigos.

Las veces que les siguió el juego, no salió bien parado, como cuando Kenny le pidió ayuda para mover a un ebrio Stan desde el comedor hasta su habitación. Ya sabemos cómo de sucio terminó eso.

— El plan es este —Kenny empezó a exponer su idea con una energía vibrante. Como si, realmente, se tratara del plan definitivo para volverse millonarios —. Tú te vistes como Stan y viceversa, intercambian clases, haces el examen de Stan, él te reemplaza en tu clase para que no te descuenten la asistencia y cuando todo termine, se cambian en el siguiente recreo, ¡y ualá! Aquí no ha pasado nada, ¿qué opinas?

— Opino que debes dejar el paco —Declaró Craig, lejos de sentir una pizca de la emoción de Kenny por su plan.

— Sabía que no aceptaría —Resopló Stan.

— ¡Ay vamos Craig, hazlo por un amigo! — Kenny prosiguió con el plan b de su protocolo: rogar.

— ¡Te pagamos! —Exclamó Stan cayendo en la misma desesperación, pues el timbre del recreo se hizo oír, lo que indicó que el tiempo se acortaba más en lo que ellos no llegaban a una resolución.

— No —Sostuvo Tucker.

— ¡Todos los paquetes de cigarrillos que quieras este mes! —Stan sacó su última carta, y consiguió la mirada pensativa de Craig.

Al menos consiguió que considere la propuesta.

— Cigarrillos y vino —Craig subió la apuesta.

El vino le serviría para alguna ocasión especial.

— ¿Quién eres? ¿El Pomberito? —Rió Kenny, pero Stan lo golpeó con el codo.

— Trato hecho —Aceptó Stan.

Cuando Stan acercó su mano para estrecharla, Craig la quitó del medio para exponer una posible falla en el plan.

— Sin embargo —Craig les frenó la locomotora —, hay unos... Pequeños problemas.

— ¿Cómo cuál? —Preguntó Kenny sin comprender.

Craig se paró frente a Stan y usó su mano para medirse. Por media cabeza, lo superaba en altura.

— Yo soy más alto.

Stan también comprendió las diferencias físicas que podrían estropear el plan.

— Y los ojos —Destacó Stan como otra diferencia inamovible.

Kenny los miró detenidamente. Sí, había algunas diferencias físicas, como la altura, los ojos y el hecho de que Stan era ligeramente más "grande".

— Bueno, sí —Aceptó Kenny —, pero habría que mirarlos muy detenidamente para darse cuenta. En fin, ¡no pierdan más el tiempo e intercambien ropa! —Kenny los tomó de la ropa a ambos y los obligó a entrar en dos cubículos consecutivos y cerró la puerta.

Stan y Craig se pasaron la ropa por debajo de las paredes del cubículo.

Los problemas empezaron con los pantalones, mientras que a Craig se le bajaba por la altura de la cadera, Stan batallaba para que pasaran sus muslos sin romperse.

— Oye Tucker, comer un poco no te haría mal, ¿sabes? —bromeó Stan cuando consiguió abrocharse el botón del pantalón. Tuvo que agacharse con cuidado para doblar lo que sobraba del pantalón, ya que le quedaba un poco largo.

— Y a ti no te vendría mal aflojarle a los postres, gordo —contraatacó Craig mientras pasaba la hebilla de su cinturón hasta, casi, el último agujero.

— Pobre de ti, ya quisieras... —Respondió Stan mientras se colocaba la camiseta y campera de Craig, la cual solo se sentía un poco ajustada. Eso sí, la camiseta tenía bastante escote, algo que le avergonzó.

Por el lado de Craig, la camiseta le quedaba apenas un poco más holgada de lo que solía usar y era más cerrada en el escote, pero no se notaba demasiado, la campera disimulaba un poco. Con el calzado y los gorros no hubo ningún problema, tenían el mismo talle.

Ambos salieron al mismo tiempo del cubículo y se miraron sin poder esconder la sorpresa que demostraron sus ojos. Salvando algunas diferencias, ciertamente tenían un parecido.

— Nos vemos algo... —Stan fue el primero en intentar decir algo al respecto.

— Te ves horrible —Declaró Craig.

— Pues me veo como tú —Stan se defendió.

Kenny tardó unos segundos en salir del trance, se preguntó si estaba viendo bien o si esto era otro efecto colateral de la marihuana de esa mañana.

— Aquí entre nos, ¿quién fue el padre que "se resbaló"? —Preguntó Kenny entre risas.

— ¡Basta de bromas! Avancemos con la trama —Craig tomó la mochila de Stan y encaró hacia la puerta, pero fue detenido por Kenny.

— ¡Espera! Arréglense el flequillo, eso los delata mucho.

Stan miró a Craig y luego se puso frente al espejo. Dividió su flequillo en dos, mientras que Craig se lo llevó todo hacia un lado. El parecido se volvió hasta confuso, como dijo Kenny, habría que mirarlos demasiado para percatarse de las pequeñas diferencias.

— Ay no, soy algo peor que un cosplay barato; soy un emo —se lamentó Craig.

— El término correcto creo que es "gótico" —corrigió Kenny.

— Son la misma mierda —respondió Craig, ganando una mirada molesta de Stan.

Los muchachos salieron del baño. Stan caminó hasta el salón de la próxima clase, mientras que los otros dos se dirigieron al salón de matemáticas.

Dentro del salón y sentado donde solía hacerlo su amigo, Stan se sintió aliviado, pues ya no tendría que preocuparse por matemática. Estaba seguro de que la nota que Craig saque en el recuperatorio lo salvaría, por lo menos hasta el fin de este trimestre.

Se preocupó cuando Clyde se sentó junto a él, Sabía muy bien que Clyde no lo delataría apropósito, pero también era consciente del alta volumen de su voz en los momentos menos afortunados. Por suerte, no fue muy difícil pasar por Craig con él, solo tenía que asentir, negar con la cabeza y responder con monosílabos cada tanto, usando un tono de voz un poco más grave, que como cantante, eso no le era problema.

Durante la clase, anotó cada cosa que la profesora explicó, tan rápido como fuese posible para poder pasárselo a su amigo cuando volvieran a encontrarse. Imaginaba que se burlaría y maldeciría en partes iguales por lo ininteligible de su letra, pero al final diría algo como "la intención es lo que importa". Pocas veces, Stan se había propuesto con tanta firmeza prestar atención en clases, y ahora que lo estaba haciendo, no comprendía cómo Wendy, Craig, Tolkien o incluso Kyle podían tan solo escucharlo, recordarlo y no necesitar de repasar; él estaba seguro de que se perdió desde el momento en que la profesora dijo "hoy es...".

Y hablando de Kyle... Ahí estaba, en diagonal a su asiento, delante de todo y muy concentrado escribiendo en su carpeta. La luz que entraba por la ventana lo delineaba muy hermosamente, como si Dios lo estuviera iluminando solo para él; su cabello rojo brillaba con intensidad y el brillo en su piel le daba calidez a su tono claro y resaltaba las pecas oscuras en el puente de su nariz.

Kyle era mucho más que un buen estudiante, había facetas y capas de él que solo él conoce por tantos años siendo amigos, pero no negaría que ese punto de vista era su postal favorita.

Cuando la profesora dejó de dictar para tomar asiento y a leer o escribir vaya uno a saber qué, notó que Kyle buscó algo en el bolsillo. Era su celular. Lo prendió, tecleó algo y...

La notificación de WhatsApp sonó por apenas un instante, aunque logró silenciarlo rápido, fue suficiente para romper el silencio y llamar la atención de algunos, incluida la profesora.

— Guarden los celulares —para suerte de Stan, la profesora no estaba con demasiada energía como para levantarse a ver de quién se trataba.

De lo que no se salvó, es de la mirada extrañada de Kyle en su dirección y al asiento vacío a su lado, tuvo cuidado de no tener contacto visual directo para no delatarse (si es que no lo había hecho ya). Cuando notó que Kyle volvió la vista a su carpeta, sacó el teléfono de su bolsillo.

El mensaje que Kyle tecleó era para él.

Kyle:

Buena suerte hoy!

¿Cómo no sentirse suertudo, teniéndolo a él así de atento?

Levantó la mirada a él otra vez y notó que Kyle hablaba con alguien. Tolkien en su rango de visión no le dejaba verla directamente, pero por su voz, sabía que se trataba de Heidi.

Y... Stan sabía que no debería molestarle, porque él mismo dijo que no quería tener nada aún y el mismo Kyle le confesó que estaba en una situación rara con ella que lo tenía confundido. Lo comprendió en su momento y seguía comprendiéndolo.

Pero aún así, algo en su pecho se apretaba cuando los veía cerca, sabiendo su historia.

Y todo lo que podía hacer era intentar no entrar en pánico y no pensar demasiado en ello.

Fácil, ¿no?

Ya decía yo que tenía demasiada suerte. Pensó, desanimado.

 

 

 

Cuando el timbre de receso sonó, tanto Stan como Craig se reunieron en el baño a devolverse sus pertenencias, tal como acordaron. Lo que Stan no esperaba, era que Craig le diese un golpe en la cabeza con la mano abierta cuando acabaron de cambiarse.

— ¡¿Y eso por qué?! —preguntó Stan extrañado, refregando donde lo golpeó y frunciendo el ceño con molestia.

— ¿Cómo mierda un avión va a volar en velocidad negativa? ¿Vuela hacia atrás? —el recuperatorio se trataba de resolver el mismo examen que tomaron, corregir los errores. Cuando Craig oyó eso, pensó que solo sería algún que otro error inocente que cualquiera podía cometer en matemática, como sumar en vez de multiplicar o saltearse algún paso; nunca imaginó que serían cosas tan... Ilógicas — ¿Y cómo una mujer puede tener 2,5 hijos? ¿Le sale el tercer hijo por la mitad o qué carajo?

— Bueno, Jimmy técnicamente...

Cuando Stan iba a justificar su respuesta, un sonido molesto de interferencia se hizo oír por los parlantes de los pasillos.

— Estudiantes —PC habló a través del micrófono lluvioso —. Reúnanse en el gimnasio en quince minutos, hay novedades relacionadas a educación física y el torneo.

Fue todo el comunicado.

— Entonces, ¿cuánto saqué? —preguntó Stan, volviendo al tema anterior.

— Aprobaste con noventa y siete —respondió Craig, caminando hacia la puerta del baño.

Stan apretó los puños, como un festejo.

— ¡Sí! ¡Me salvé! ¡Gracias amigo!

— ¿Cuál gracias? El vino y los cigarrillos para hoy —le recordó Craig, antes de cerrar la puerta.

— ¿Y de dónde saco el vino ahora? —preguntó Stan.

Craig volvió a abrir la puerta.

— Tu habitación es prácticamente un viñedo.

— Vete a la mierda, hermano —refunfuñó Stan, antes de seguirlo.

 

 

 

El gimnasio estaba repleto de estudiantes, la mayoría hablaba entre sí sobre sus teorías del anuncio. Lo que sea que fuese a comunicarse, era importante si involucraba el torneo, ya que ellos particularmente llevaban una desventaja con respecto a las demás escuelas.

La primera, es que llevaban cinco años sin ganar absolutamente nada en ninguna categoría.

Y la segunda, el torneo de educación física consta de cinco deportes: carrera de resistencia, handball, vóley, básquet y natación; hasta ahora no han podido practicar nada del último, ya que la piscina hasta ahora ha estado clausurada por reparaciones (los sonidos de la maquinaria fueron tan insoportables en la última semana que rogaban que esté terminada, más por los ruidos que por usarla en sí misma).

Así que las expectativas sobre el torneo eran bajas, pero eso no quitaba que los estudiantes del último año aún conservaban algo de ilusión de ganar algo, por lo menos antes de partir a la universidad y no volver a verse hasta el reencuentro (sería una excelente excusa para hacer una fiesta y beber, sí).

Tanto vicedirectora como director se presentaron a la reunión convocada, si nadie les prestara atención, no notarían nada extraño, pero Butters era observador y se dio cuenta de que la costura de la camisa de ella estaba al revés.

— Alguien se estuvo divirtiendo —comentó en el oído de Kenny, recibiendo un ronquido como respuesta: se había quedado dormido sentado —. Amor, despierta —lo llamó, sacudiéndolo un poco del hombro.

Kenny se despertó sobresaltado, tuvo que sostenerse del banco para no caerse hacia atrás, estando en la última grada eso hubiese sido trágico.

— ¿Qué pasó? ¿Descubrieron a Stan? —preguntó adormilado.

Butters no sabía de qué hablaba.

— ¿Descubrirlo de qué? —preguntó confundido.

Kenny recordó para qué habían ido al gimnasio. Le habría contado ahí mismo a Butters lo que hicieron él, Stan y Craig, pero vio a PC tomar el micrófono.

— Luego te cuento.

Mujer Fuerte conectó el cable del micrófono, un sonido ensordecedor se apoderó del gimnasio por un instante y obligó a los estudiantes a taparse los oídos. Lo bueno es que les ahorró el pedir silencio.

— Tal vez ya se lo han imaginado, pero les traemos buenas noticias —habló PC —. La piscina ya está habilitada para ser usada...

— Tres meses tarde —gritó un chico al fondo.

— ¡Leslie, cierra la maldita boca! —respondió PC casi como un reflejo.

— ¡Pero si ni siquiera he hablado! —se defendió ella, consternada.

— Lo siento, es la costumbre —se disculpó el director antes de proseguir —. Como decía, sé que tomó mucho tiempo y hubiese deseado que no se presentaran los retrasos que tuvimos, también soy consciente de que no falta mucho para el torneo intercolegial, pero así es como han sido las cosas y debemos adaptarnos a las circunstancias. Mañana será la primera clase de natación del año, así que vengan preparados para meterse en la piscina —se escucharon algunos aplausos por parte de los alumnos y un vitoreo general —. Los trajes de baño ya están en administración, busquen su talle al final del día. Recuerden que los chicos deben usar shorts de baño por encima de la rodilla, y las chicas deben usar una malla entera, pueden usar un short corto para nadar si no se sienten cómodas solo con la malla. Les sugiero también que, si tienen intenciones de participar en los equipos del torneo, consideren depilarse tanto las piernas como los brazos para mejorar su rendimiento. Y por último, recordarles que el uso de bikinis o de shorts de baño más arriba de lo indicado, está prohibido. Tampoco pueden ducharse descalzos o completamente desnudos, y mucho menos juntos en la misma ducha —resaltó PC, haciendo un incómodo énfasis en "juntos".

— Ah, pero eso ya lo sabemos —dijo Clyde en voz alta.

— Al parecer algunos no entendieron el mensaje —PC enseguida dirigió su mirada a donde se hallaban Kenny y Butters, este último se cubrió el rostro con su propio suéter para esconder su sonrojo delator.

— No me quemes —suplicó Kenny, pero su súplica solo generó risas en sus amigos.

— Eso es todo —finalizó PC.

Cuando la reunión acabó, Stan buscó a Kyle con la mirada. Cuando lo encontró, se acercó a su posición, por la forma en que Kyle se detuvo, pareciera que ambos tenían algo que decirse al respecto.

— Ahora sí me siento un poco nervioso —dijo Kyle con una sonrisa nada convincente. No había pensado en el torneo desde hacía unas semanas, entre los sucesos del teatro y sus propias cosas, se le había olvidado por completo.

— ¿Crees que podrás competir? Nos harías mucha falta en básquet.

— Sí, ya me anoté para el equipo, aunque de todos modos, no había muchas opciones. Hubiera entrado de todos modos.

Stan sonrió, apretando los labios y moviendo los pies para evitar decir lo que pensaba.

"Porque eres el mejor".

— ¿Qué pasa? —Kyle notó el gesto.

— ¿Qué pasa con qué? —preguntó confundido, y algo nervioso.

— Cuando te aprietas los labios, miras al suelo y mueves los pies, es porque quieres decir algo.

Para mala suerte de Stan, Broflovski podía leerlo como un libro, y aún no se acostumbraba.

Imagínate si tan solo fuéramos...

— Nada, solo que... —Dios, Stan se sentía estúpido por ponerse así por algo tan tonto como un simple elogio. "Ah pero para que te la metan no estabas nervioso", le diría Kenny —. O sea, hubieras entrado igualmente porque eres de los buenos. Como te dije, harías falta.

Kyle acercó su mano a un cabello suelto de Stan y se lo acomodó detrás de la oreja (sabía cuáles eran los mechones que formaban parte de su flequillo y cuales no). Este ante el movimiento solo se quedó duro, por un segundó olvidó cómo exhalar.

— Cuenta conmigo, Stan —dijo con suavidad antes de marcharse, junto con el resto de los alumnos.

Stan se quedó en el lugar, expulsando el aire con lentitud. La forma en que su nombre se oyó en la voz de Kyle, le hizo arder la cara. Sonó muy suave, muy cálido... Tanto como el roce involuntario (o eso creía) de su dedo en la piel de su oreja cuando acomodó su cabello.

Lo de estar solo un tiempo, realmente le estaba costando la vida.

— Oíste a PC. No se duchen juntos y mucho menos desnudos —oyó una voz burlona tras suyo, y era muy femenina para tratarse de Craig o Kenny. Se giró y ahí estaba Wendy —. Aunque si quieres, yo te hago carpa, pero por favor, no sean ruidosos —y le guiño el ojo antes de salir del gimnasio.

A veces olvidaba que ellos dos fueron novios durante mucho tiempo, y que él en realidad le hizo algo horrible a ella, algo que no pensaba confesar nunca.

Pero, ¿qué más da?

Stan se sorprendió ante el comentario despreocupado, y miró a todas partes pensando en que alguien pudo haberla oído... Pero al final sonrió como un tonto. Un tonto que estaba estúpidamente enamorado.

Por otro lado, Craig y Tweek ya estaban fuera del gimnasio, pero en lugar de ir a clases, se encaminaron al patio. Estar rodeados de gente solía agobiarlos a ambos, y afortunadamente, podían comprender la sensación sin necesidad de decirlo o explicarlo.

Tweek le abrió la puerta a Craig, quien tenía las manos ocupadas encendiéndose un cigarrillo. Era el primero que fumaría en el día, ya que cuando estaba esperando el bus, no le dio tiempo ni siquiera para encenderlo. Se apoyó en la pared, dio una bocanada y expulsó el humo caliente con suavidad. Quitando lo obviamente insalubre que era ese hábito, y que a Tweek ya le aburría repetírselo, lo cierto es que cada vez que lo veía en esa posición, no podía evitar pensar en lo sensual que le quedaba y no entendía aún el porqué de eso. Pero disfrutaba la vista.

— Bueno, si no tuvimos suficiente con el teatro... —Tweek se desplomó a su lado — Y con los exámenes, ¡mierda! ¿A quién carajo le interesa lo que es medio común múltiplo?

— Es "mínimo" común múltiplo —lo corrigió Craig, echando el humo —. Y sirve para resolver problemas que implican una repetición de algo en el tiempo.

— Bueno, pero, ¿eso a mi de qué me va a servir? —siguió cuestionando Tweek.

Craig lo pensó un poco mientras fumaba. Ser alguien a quien le gustaban las matemáticas traía estas situaciones, la constante justificación de "¿y para qué sirve?".

— Puede servir para calcular cuánto es el menor número de comida que debes comprar para no desperdiciar, o cada cuánto ves a una persona. También funciona para simplificar expresiones de álgebra y...

Tweek tiró de la campera de Craig hacia abajo para darle un beso impulsivo. Fue inesperado para Craig, pero aún así se dejó llevar, y la sensación de ese beso era infinitamente mucho más placentera que su cigarrillo barato.

— Lo siento, es que me gustas cuando hablas de cosas así —se justificó Tweek, quien a pesar de que seguía sin entender la función de las matemáticas más allá de las funciones simples, le gustaba cómo se oía en la voz de alguien que las comprendía mejor.

— Eso es muy sapiosexual de tu parte —se burló Craig, volviendo a llevarse el cigarro a los labios. Fumó y volvió a hablar, esta vez mirando para el lado de Tweek —. ¿Y en el recuperatorio cómo te fue?

— Ochenta —respondió Tweek con felicidad. Le enseñó la palma para que choquen los cinco, y así fue —. Muchas gracias por ayudarme.

— Cuando quieras, enano.

— ¿Ayudaste a Stan también? —preguntó Tweek con curiosidad.

— Un poco, ¿por qué? —preguntó fingiendo extrañeza antes de fumar.

— Aprobó, con una nota muy alta —Tweek hablaba como si fuese más creíble hablar sobre gnomos roba-calzones que sobre Stan aprobando con una nota mayor a setenta —. Por un segundo, creí que no era él.

Craig se cagaría de la risa si no fuera porque prefería proteger esa información hasta que lo considerara necesario.

— Claro, como si hubiese sido reemplazado por alguien parecido pero más inteligente, más guapo, más pillo, etcétera, etcétera.

— Algo así —se rió Tweek, sin siquiera pensar por un segundo que Craig estaba hablando en serio.

Si seguían la conversación, Craig temía decir algo incorrecto, así que cuando soltó el humo, cambió de tema.

— ¿Te vas a anotar en algo para el torneo?

— Solo a vóley. Con el teatro no tengo mucho tiempo para lo demás, ¿y tú?

— Creo que Marsh y Tolkien me obligarán a estar en todo —dijo desganado.

La parte de "estar en todo", sin mencionar ninguna excepción, hizo que la mirada de Tweek se iluminara.

— ¿Eso incluye natación? —preguntó con emoción en la voz y en su rostro.

Craig se encogió de hombros. Estaba por responder algo como "no me llama la atención" o "me da paja", pero ver su expresión prácticamente maravillado le hizo cuestionarse a sí mismo antes de responder.

— Sí —dijo sin más, suficientemente convincente —. ¿Por qué? —preguntó con la mirada puesta en esa mirada angelical, mientras se llevaba el cigarro a la boca.

Sabía perfectamente la respuesta y hacerle esa pregunta con esa pose era malvado de su parte, lo supo por la forma en que las mejillas pecosas de Tweek se tornaron rojas y buscaba desviar la mirada a cualquier otro lado.

— Nada, solo... —se rascó el cabello —. Creía que te sentaría bien, porque bueno... Tienes la altura y eso —se excusó con torpeza.

— Entiendo: quieres verme en poca ropa y mojado, pero no sentirte pajero por eso —se burló Craig, Tweek se sobresaltó un poco por la (acertada) afirmación.

— No seas tan presumido —se defendió Tweek, sin conseguir mirarlo a la cara —. Solo creía que sería bueno para ti.

Generalmente quien conseguía poner al otro así de nervioso era Tweek, así que Craig disfrutaba los momentos en los que podía dejarlo fuera de lugar como si fuese una buena fiesta de cumpleaños. Lo tomó de la barbilla y lo hizo mirarlo de frente, acercó su rostro al suyo, soltando un poco humo que Tweek no sabría distinguir si era vapor por el frío que hacía o si era su cigarro. Y la primera la descartaba porque no sentía frío, precisamente.

— No te juzgo, me pasa lo mismo contigo y el vóley —dijo bajado la mirada a su cadera y sus muslos. Puso una mano en su cintura, apretando con el pulgar y el índice una pequeña porción de piel, lo que hizo que el interior de Tweek se estremeciera como una catástrofe.

El timbre se oyó en toda la escuela, llamando a los estudiantes a volver a clases, lo que hizo que Tweek se lamentara para sus adentros. Craig se quitó el cigarrillo de la boca y lo apagó contra la pared antes de tirarlo a la nieve.

— Entonces, ¿nos vemos más tarde? —preguntó Tweek, tratando de recuperar el tono normal de su voz.

— Sí —él lo tomó del mentón y lo besó. Fue apenas un roce, pero fue suficiente para sonreír como un tonto cuando finalizó. Y Tweek por poco se le derrite en las manos.

Tweek realmente no era un apasionado de los deportes (tal vez salvo por el boxeo y el baile), y aunque no renegaba de asistir para ver a los chicos guapos, jamás había esperado ansiosamente estas fechas. Y ahora, las cosas eran diferentes.

No veía la hora de que fuera mañana y ver a Craig en traje de baño, y nadando... De solo imaginarlo, se le hacía agua la boca (y algo más).

 

 

 

Finalizadas las clases, todos se fueron a sus casas o a pasar el rato alrededor de la escuela. Los chicos caminaron por la acera, como de costumbre. Al principio, planearon jugar algo de básquet, vóley o handball solo por practicar y divertirse, pero algunos tenían deberes o debían entrar al trabajo pronto. Incluso Clyde tuvo que retirarse rápido. Su padre tenía que ir a buscar los zapatos que encargó directamente a la distribuidora, ya que los imbéciles del correo simplemente no se dignaron a aparecer por su casa, así que alguien debía encargarse de la tienda.

Y como sus amigos lo adoraban, lejos de darle palabras de ánimo, se burlaron de él desde que se los comentó, hasta que se tomó el autobús. Cosas como "por fin va a tocar una pala", "que alguien saque foto", "el apocalipsis se acerca", entre otras cosas.

Kenny y Butters se quedaron en la parada de colectivo, saludaron con la mano a sus amigos y se sentaron a esperarlo con cigarrillos en las manos, aunque Butters no fumaba tanto como él y sus amigos, pero le gustaba acompañarlo. Y tenía algunas preguntas, así que aprovechó la ocasión para intentar charlar sin interrupciones convenientes.

— Entonces... ¿Lo de anoche fue solo la luz? ¿O hay algo más? —preguntó Butters, un poco serio.

— Amor, ya te dije lo que pasó —Kenny evadió la pregunta.

— Kenneth —cuando Butters lo llamaba por su nombre significaba que iba en serio. Kenny sintió como una puñalada en el pecho el tono de su voz y la forma en la que lo llamó —. Siento que hay algo que no me estás contando, y no me gusta sentir eso. No me gusta que me dejes fuera.

Menos mal que Kenny sabía fumar más de lo que sabía sumar, sino se hubiese ahogado con su propia culpa, anudándose con firmeza en su garganta, cuando dio esa bocanada.

Suspiró.

— Mi compañero se tomó unos días, y cubro su puesto —fue lo único más o menos sincero que se le ocurrió decirle, sin la necesidad de tener que maquillar demasiado su propia historia y olvidarse de su guion después.

Mentira no era, uno de sus compañeros se pidió unos días por duelo y alguien debía cubrir su puesto. A veces era Kenny, otras veces era alguna compañera. Pero el permiso por duelo terminaba mañana, así que solo estaría diciéndole una media verdad hasta mañana, y luego sería una mentira otra vez.

No obstante, eso pareció relajar un poco a Butters, aún había algo que no le cerraba del todo. Pero esa respuesta era mejor que solo un "se me cortó la luz" o "no tenía batería". Conocía bastante bien a Kenny, y sabía que generalmente no salía de su casa sin cargar bien el celular.

¿Podía pasar? Sí, por supuesto, como a cualquiera. ¿Pero varias veces en dos semanas? Eso ya era sospechoso.

— Oh, entiendo... —dijo Butters con tono comprensivo —. ¿Entonces estarás más tiempo hoy?

— Sí, volveré algo tarde hoy, no esperes mi aviso despierto, por favor —avisó Kenny. El autobús que lo llevaba a City Wok hizo presencia, así que tiró el cigarrillo y lo apagó con una pisada.

— ¿Pero me avisarás cuando llegues, salgas y estés en casa? —preguntó Butters, no quería sonar molesto preguntando lo mismo, pero necesitaba que Kenny comprenda lo importante que era para él saber que estaba bien.

— Sí, bebé. Te amo, gracias por preocuparte por mi —dijo Kenny muy rápido, tanto que Butters comprendió lo que dijo segundos después. Kenny lo tomó de las mejillas y lo besó, un beso un poco brusco pero dulce. Butters detuvo el autobús por él, mientras se dejó llevar por el beso solo unos instantes.

Al terminar, Kenny se subió y le lanzó un beso desde la ventana cuando el bus avanzó. Butters lo saludó desde la parada, ahora solo... Y sintió una ligera tristeza al verlo irse, como si la voz de su intuición se hiciera eco en su cabeza con un innegable y ruidoso "algo más pasa", y se sintió tonto por no seguir insistiendo, aunque eso implicara que Kenny lo viera como un hinchapelotas.

Cuando a uno empieza a gustarle alguien, lo primero (y prácticamente, lo único) que preocupa es que el otro sea fiel, como si fuese el único problema que podría desestabilizar un vínculo o a quienes lo conforman individualmente. Pero cuando estás enamorado de verdad, son una pareja durante tantos años y tenés eso superado, ya sea como Kenny y Butters o como otras parejas con un vínculo más "convencional" (o sea, monógamo sexoafectivamente hablando), tus preocupaciones se expanden a cosas más profundas; como la estabilidad emocional de tu pareja, que no le falte plata (no por tu interés, sino por su seguridad o independencia), que llegue bien a su casa, que coma bien, que duerma bien, que no le pase nada (como morir).

Butters era consciente de que estaba en esa segunda etapa, y aunque solía enorgullecerse de cómo ellos llevaban su relación y lo emocionalmente maduros que habían logrado ser, no quitaba que el hecho de que podía ser frustrante esos momentos en donde sentía que Kenny estaba ocultando algo.

Y que ese algo no perjudicaba a Butters (tampoco le importaba), sino a él mismo.

Por ahora, solo podía confiar en que Kenny, si tenía algo más que decirle, se lo dirá.

 

 

 

La primera clase de natación consistió en su mayor parte en ejercicios de resistencia y respiración. La segunda parte fue la más complicada para los fumadores del curso, como Craig, pero consiguió arreglárselas y rendir como era esperado. PC lo elogió varias veces por su técnica, solo corrigiendo lo básico.

Terminada la sesión de ejercicios iniciales, PC se centró en los integrantes del equipo de ese año, indicando cómo brasear dependiendo de las habilidades o limitaciones de sus estudiantes, evaluó el orden más conveniente para la competencia y tomó los tiempos de cada uno.

— Así que ustedes formarán así: abre la carrera Tucker, en estilo libre. Cuando vuelve, sigue Black, usando estilo braza o pecho; cuando llegue al punto de nuevo, Broflovski se mete, nado de espalda. Y por último, Marsh realiza el nado en mariposa. Tenemos un mes y medio, así que no falten a ninguna clase. Los martes practicaremos resistencia, handball, vóley y básquet. Los jueves, nos enfocaremos en natación por llevar más tiempo entre el calentamiento, que ustedes se cambien, el entrenamiento y el estiramiento final. ¿Está todo claro?

Los cuatro chicos asintieron. La clase se dio por finalizada y algunos se dirigieron directamente a la ducha.

— Lo que me va a doler el brazo mañana —bromeó Token, quien en realidad era el más fornido de los chicos, así que el dolor sería mínimo.

— ¿Qué me queda a mí entonces? —Kyle ya sentía las consecuencias del entrenamiento en su espalda baja.

— Ay, no fue para tanto —los calló Stan, quien resultó el menos afectado —. ¿No, Tucker? —y miró a Craig, quien estaba haciendo un muy fallido esfuerzo para ocultar lo mucho que le estaba costando recuperar el aire.

Intentó responder, pero a falta de palabras, solo le sacó el dedo. Stan se rió.

— Pero hermano, con el lomo que tenés, ¿cómo vas a quedar tan hecho pija? —se le burló Token.

Craig tomó aire (como pudo).

— Porque una cosa es... —respiró —. Levantar dos bidones de agua porongas, o hacer abdominales comunes —volvió a respirar, un poco más agitado, pero logró componerse y señaló la piscina —. Otra cosa es hacer esta mierda.

— No entendí nada de lo que dijo —se burló Kyle.

— Que lo metamos de nuevo, dijo —alentó Token.

Y Stan, ni lento ni perezoso, lo tomó por los brazos, Token por las piernas, tan rápido que Craig no pudo hacer algo al respecto más que gritar "hijos de puta" y sacudirse como podía para liberarse, pero no tuvo éxito. A la cuenta de tres, Token y Stan lo arrojaron al agua otra vez, y huyeron de la escena, con las amenazas de Craig resonando en los pasillos.

Nadó hasta la orilla y se apoyó ahí.

— Hijos de un container de mil putas —dijo para sí mismo, mientras salía del agua, apoyando las manos y levantándose, de espaldas, hasta que logró sentarse.

Una mano en su hombro lo sorprendió, era PC.

— Lo hiciste muy bien, Tucker —se agachó hasta quedar a su altura —. Sé que no debe haber sido fácil, pero con el tiempo lo dominarás mejor.

— Sí, eso espero —fue lo único que se le ocurrió responder. Se puso de pie, y PC le ofreció una toalla, con la cual se secó la cara y un poco el cabello, al menos para no gotear demasiado en camino a las duchas.

— Entiendo porque cuando tenía tu edad, yo también fumaba, muchísimo —de repente, el director se sintió alguien cercano, cosa que como autoridad no solía demostrar —. Desde los dieciséis hasta los veinticinco, y muy de vez en cuando hasta los treinta. Así que sé que no es tan fácil como simplemente decirte "déjalo" y ya, pero te recomendaría que, por lo menos, los días de entrenamiento lo evites por completo, así te sentirás menos agotado después.

Sí, podía hacer eso. Sonaba lógico.

Craig asintió.

— Sí, está bien, profesor —prometió.

PC palmeó con suavidad su hombro y se dirigió a la salida.

— Te veo el martes, Tucker.

Una vez terminada la charla, Craig caminó hasta la ducha. Se puso el shampoo en el pelo y empezó a lavarlo enérgicamente. El agua salía caliente, lo que era un alivio, considerando que se sentía tan agotado. Aún estando ya limpio, dejó que el agua corra por su cabeza y cuerpo un rato más.

De pronto, sintió una presencia a su alrededor, y antes de que pudiera decir algo, alguien golpeó 3 veces la pared de su ducha.

— ¿Se puede? —preguntó Tweek con tono coqueto.

— En realidad, no —dijo entre risas, recordando las palabras de PC el día de ayer.

— Como si eso nos hubiera frenado en el baño, el otro día —le recordó Tweek, mientras ingresaba a la ducha de todos modos, y se aproximó peligrosamente a él, sus manos fueron directamente a su cintura.

— Nos va a ver PC y nos vamos a meter en problemas —susurró Craig contra los labios de Tweek, aunque cuando él empezó a acariciar su espalda y besar su cuello, sintió que tal vez no sería tan malo. De todos modos, no era la primera ni la última regla que rompían.

— Suenas como yo —se burló Tweek, antes de tomar la mano de Craig, eligió su dedo más largo y se lo llevó a la boca, sin apartar la mirada de él.

Esto estaba yendo tan rápido, que a Craig no le dio mucho tiempo para procesar la secuencia, pero definitivamente le gustaba la idea que Tweek tenía en mente.

— Uno de los dos tiene que ser el sensato, ¿no crees? —respondió, sin estar seguro ni de sus propias palabras, porque cuando vio que la mano de Tweek se dirigió a su entrepierna, masajeándola por encima del short de baño, toda la sensatez se le fue a la mierda.

— Yo no diría que te ves sensato, más bien luces... —Tweek flexionó sus rodillas y bajó hasta la altura que le interesaba. Sus manos acariciaron el torso de su compañero con suavidad, apreciando cada porción de piel que sus dedos rozaban, hasta llegar al elástico del short. Tiró hacia abajo y... Estaba como exactamente esperaba que estuviera —. Ansioso.

— Entonces apresúrate —dijo en un suspiro. Y necesitó sujetarse de la pared para soportar lo que vendría.

A decir verdad, unirse al equipo de natación fue una maravillosa idea.

 

 

 

Último día de la semana y la última clase comenzaba: química.

Adler repartió los exámenes ya corregidos, se podían escuchar las quejas de los que desaprobaron y el suspiro de alivio de quienes lo habían pasado. Cuando llegó a la mesa de los hombres, las reacciones se diferenciaban mucho una de otra. Mientras que por un lado, Stan se lamentaba porque le faltó solo un punto para aprobar, Kenny y Clyde prácticamente competían por ver quién había sacado la nota menos mala.

— ¡Mira McCormick! ¡Un treinta redondo! Buscala en el ángulo —le presumía con el examen en la mano, prácticamente refregándolo en su rostro.

— Y si, copiándonos cualquiera saca un treinta —y Kenny tenía razón, porque al menos él tenía el mérito de que desaprobó honradamente, mientras que Clyde se había hecho un machete en la mesa (y ni eso le alcanzó para aprobar siquiera). Los chicos en la mesa hicieron un "uhhh" ruidoso ante la respuesta de McCormick —. Descolgala.

— Cierren la boca —pidió Adler, a quien no le hacía mucha gracia la conversación de los adolescentes. Y le entregó su examen a Craig y a Tweek.

Craig aprobó, y a pesar de que en el examen no cometió ningún error, la nota no superaba un noventa. Algo que le hizo mirarlo de reojo y pensar que era un viejo de mierda, pero bueno, ¿qué más da? No estaba de humor para discutir, había sido una buena semana y no quería echarla a perder por un imbécil como él.

Por otro lado, Tweek se mostró desanimado, dejó el examen en la mesa y se recostó sobre este.

— ¿Te fue mal? —preguntó Craig, acercó su mano hasta la esquina de una de las hojas. Tweek solo asintió con la cabeza y levantó el brazo para que Craig pudiera sacar el examen. Le echó un vistazo a los ejercicios para corroborar dónde estaban los errores, pudo distinguir algunas fallas, pero muchas de las respuestas eran correctas.

Esto es demasiado raro... Pensó Craig.

— Bueno, los que aprobaron, continúen con la tarea de hoy y me la entregan la siguiente clase. Para los desaprobados, habrá un trabajo práctico que deben hacer para la clase que...

Craig alzó la mano, pero no esperó a que Adler le diera la palabra. Tweek a su lado lo tomaba del brazo y negaba con la cabeza, parecía decirle que no le dijera nada al profesor, pero ya era tarde.

— Profesor, creo que cometió un error con este examen.

— Las quejas pueden hacerse después de la clase, señor Tucker —respondió Adler sin darle importancia —. Como decía, los desaprobados deberán terminar este trabajo práctico para el viernes que viene...

— Si, para las quejas hay horario, pero para mandarse la cagada siempre tiene tiempo —en realidad Craig le dijo esto a Tweek, pero entre el silencio del aula, su comentario se escuchó con claridad, lo que generó un silencio mucho más incómodo.

Adler lo observó, si los ojos fueran cuchillas, hubiese cortado la tensión en el aire y su lengua solo con su mirada. Solo fue un instante, pero todos pudieron sentir como el ambiente se volvía inhabitable y las ansias porque la clase llegue a su fin solo aumentó.

El resto de los minutos transcurrió más o menos igual, y cuando el timbre de la salida sonó, los alumnos prácticamente salieron corriendo del aula. Lo bueno es que para ese día, planeaban ir a jugar juntos, teniendo en cuenta que el día de ayer y anteayer no consiguieron ponerse de acuerdo, así que al menos buscarían el modo de fingir demencia y hacer de cuenta de que nada sucedió.

Después de todo, ya estaban acostumbrados a los cruces de ellos dos.

— Craig, vamos afuera, no vale la pena —le sugirió Tweek, un poco suplicando. Prefería realizar el trabajo práctico aunque eso fuese injusto.

Incluso si Craig hubiese cedido a Tweek, lo hecho, hecho estaba.

— Tucker —llamó Adler, con cierta autoridad en la voz.

Craig miró a Tweek.

— Está bien, solo conversaré con él para hacerle entrar en razón. Si no lo consigo, te ayudaré con el trabajo, ¿sí? —Tweek asintió —. Ve con los muchachos, yo los alcanzaré.

Tweek se levantó de su asiento, un poco dudoso sobre la idea de dejar a Craig encargarse de esto cuando, en realidad, no le incumbe. Miró al profesor, luego a Craig, y finalmente, se retiró mientras se aferraba con firmeza de la correa de su morral.

Estaba seguro de que si se soltaba de ella, no podría resistir el impulso de correr al aula nuevamente, o de permanecer junto a la puerta.

Había algo... Que le decía que eso no iba a terminar bien. Algo estaba mal y no sabía qué era.

Tengo que quedarme. Pensó Tweek.

— ¡Tweek! —Kyle lo llamó desde la puerta de salida, interrumpiendo sus pensamientos —. ¿Vienes?

Volteó a verlo, a punto de decirle que no, pero dudó.

No, Craig estará bien, él sabe lo que hace y sabe manejarse por su cuenta. Solo estoy actuando ansioso de nuevo.

Entonces, corrió hacia Kyle.

— ¡Voy!

 

 

 

En el aula el clima no había cambiado. Adler había tomado asiento en su escritorio, las puntas de sus dedos se juntaron mientras esperaba a escuchar lo que el chico tenía para decirle.

Craig movió su silla en frente, sentado ahí, con las piernas cruzadas y las manos en los bolsillos, se atrevió a enfrentarlo, sin filtros.

— Mire, sé que empezamos con el pie izquierdo, y honestamente, yo no puse esfuerzo porque nuestro trato sea diferente, lo reconozco —habló Craig, prácticamente sin expresar ninguna emoción más que rectitud. Eso al menos hasta que llegó al punto de su cuestión. Llevó su cuerpo hacia adelante, juntó sus manos y abrió las piernas, intentando verse más serio con sus palabras —. Pero usted tiene que tener en claro algo: su problema es conmigo, y que intente perjudicar injustamente a mi compañero solo porque somos cercanos, como una forma de meterme el dedo en la llaga, me parece una forreada que no voy a dejar pasar por alto.

— Entonces... —Adler se reclinó sobre su silla, casi como si sobrara el reclamo de Craig —. Según tú, yo lo califiqué mal a propósito, ¿por ti? ¿No te parece un poco egocéntrico ese pensamiento?

— Si estuviera equivocado, creo que no estaríamos aquí, ya que usted simplemente me hubiese enviado a dirección y problema resuelto —dijo volviendo a su posición inicial, esta vez con una expresión de superación y balanceándose despreocupado en la silla —. Sabe que de tratarse de mí, solo lo hubiese insultado e ido castigado o dejado pasar porque no me extrañaría. Como el caso es Tweek, supuso que no me rendiría tan fácilmente. Y hemos aquí.

— Vaya Tucker, tienes una sorprendente habilidad mental para deducir —dijo con sarcasmo —, aunque convenientemente ignora el porqué de mi actitud, como si fuese una pobre víctima.

— No lo soy, sé por qué lo hace, y es porque le parezco un pendejo de mierda irrespetuoso que le demuestra que, en realidad, es incompetente en su propia área —dijo con tono de superioridad —. Sinceramente tampoco espero demasiado de un profesor estatal que entra por la ventana por ser el amigo del amigo de un amigo, pero la verdad, sí hubiese preferido un poco más de profesionalidad de su parte. O al menos tener más carpa.

Adler apretó el puño bajo su bolsillo, ya que para más dolor en su ego ya herido, Craig no estaba equivocado.

Pero Adler aprendió en su tiempo como maestro, que no debía responder a peleas que no podría ganar. Y si ahora estaba aquí, frente a frente con el chico, es porque tenía con qué responder.

Sonrió de lado y lo miró con los ojos inyectados de adrenalina. Craig no lo sabía, pero le dejó vía libre para atacar.

— ¿Un poco más de carpa, eh? —dijo con una risa fingida entre medio.

— Sí, quiero decir, si quiere joder a alguien, al menos hágalo bien.

"Joder", qué mala palabra usaste, muchacho.

— Es curioso que seas tú quien hable de "hacer las cosas con carpa"... ¿Cómo por ejemplo qué? —Adler sacó del cajón de su escritorio algunos recortes de diarios de la ciudad, manchados por la humedad, y una carpeta que Craig, para su desgracia, reconoció al instante —. ¿Vender drogas en tu antigua escuela? ¿Tener amigos abiertamente matones? ¿Cogerte al hijo de un traficante que causó la muerte de tantas personas a causa de ello? ¿Dejar que tu madre se...?

Cada palabra y pregunta que Adler hacía, se sentía como un martillazo, uno tan fuerte que resonaba en su cabeza y lo hacía sentir desarmado, haciendo que Craig se pregunte "¿por qué estoy aquí?" y si en realidad esto era una pesadilla de la que no se despertó en la mañana. No sabría ponerlo en palabras, pero por un momento dejó de escuchar y sentir a su alrededor, solo el eco de sus filosas palabras, un ruidoso pitido y el sudor frío bajando por su nuca como un baldazo de agua fría.

Y eso solo era la punta del iceberg, porque lo peor, Adler lo dejó estratégicamente para el final. Algo que Craig... Había bloqueado de su cabeza. Hasta el punto que inconscientemente, seguía creyendo que era una mentira.

Tenía que ser mentira.

— ¿Provocar la muerte de...?

— ¡Eso no es cierto! —fue lo único que pudo articular, mientras se levantaba de su silla con ferocidad, y ésta cayó al piso.

El siguiente movimiento de su profesor no lo vio venir. Adler lo tomó por la campera y de un tirón, lo arrastró por encima del escritorio, hasta aplastarlo contra el pizarrón.

— ¿Me estás desafiando? —preguntó contra su oído —. ¿Realmente crees que estás en posición de hacerlo cuando aquí tengo las pruebas, Tucker? ¿Realmente crees que puedes negarlo, cuando yo simplemente puedo marcar un teléfono, y contactarme con los padres de ese pobre niño que...?

Craig se giró sobre si mismo como pudo, y lo empujó con fuerza. Adler se tambaleó, pero logró reponerse rápido, y sus manos fueron directamente al cuello de él, lo retenía contra el polvoriento pizarrón y sujetó de ahí con fuerza, tanto que lo levantó del piso. A pesar de no poder respirar, no dejó de luchar por librarse. Craig empezó a dar patadas al aire, intentando acertarle, pero el viejo simplemente se corrió, sin dejar de mantenerlo donde lo tenía.

— Creo que todavía no entiendes tu situación, chiquillo —Craig intentó encajarle una trompada, pero el profesor tomó su puño y lo llevó por encima de su cabeza —. Es tan fácil como que yo agarre mi teléfono, marque a los padres, a la policía y... A Stanford.

En cuanto oyó lo último, Craig clavó sus ojos en él, entre asombrado, temeroso y furioso, con energía aún para pelear.

— Sí, así como tú dices que soy "el amigo del amigo de un amigo" para estar aquí, también soy "el amigo del amigo de un amigo", de, nada más ni nada menos, que el decano de la facultad de ingeniería, sí, ¡justamente donde vas a estudiar! O mejor dicho... Ibas.

Después de tanto esfuerzo y de contorsionarse como una serpiente envenenada, Craig le encajó una fuerte patada en el estómago, no consiguió derribarlo, pero sí que por fin lo soltara. Cuando cayó al suelo, sintió cómo un fuerte mareo lo golpeó, como si no hubiese comido ni dormido nada en todo el día, pero aún así intentó con todas sus fuerzas llegar hasta la puerta, lo que le tomó unos segundos que fueron eternos. Cuando rozó el picaporte con la punta de los dedos, su escape se vio frustrado por un nuevo de su campera, desde la capucha. Adler lo arrastró hasta el escritorio y lo estampó con fuerza contra este, haciendo que su cabeza impactara peligrosamente. El mareo volvió a apoderarse de su mente, todo se sentía como una película de terror, no obstante, la sangre que lo caracterizaba corriendo por sus venas lo mantenía en lucha. No iba a rendirse tan fácil, ni con todo el miedo que lo invadió.

— Soltame —gruñó Craig con dificultad, tratando de hablar a través de su garganta obstruida por la pesada mano del profesor —. ¡Soltame! ¡SOLTAME HIJO DE RE MIL PUTA! —gritó con la garganta desgarrada. No esperaba que lo hiciera, pero al menos rogaba que alguien lo escuchara antes de quedarse sin voz.

— Pero aun así... —el profesor siguió hablando, ignorando los gritos del alumno, los cuales solo se molestó en cubrir con su mano libre. Craig lo mordió en la palma, y aunque dolió como el infierno, mantuvo la compostura tanto como pudo —. Podemos negociarlo, porque no me gustaría que el cuerpito hermoso de tu mami haya sido entregado en ese momento por nada —cuando dijo eso, los ojos de Tucker se abrieron de par a par, ardieron de enojo, y lanzó los puños contra él sin pensarlo, pero Adler decidió tomarlo de los brazos, poniéndolos sobre su cabeza. Era difícil mantenerlo quieto porque era muy fuerte, pero hizo el esfuerzo porque sabía que podía domesticarlo —, y supongo que tú tampoco quieres eso para ella, y que ella siga sufriendo como sufre entre esas cuatro paredes con el alcohólico de tu padre. Sería egoísta de tu parte que, por seguir manteniendo tu orgullo intacto, perjudiques tu propio futuro y el de ella, ¿no lo crees?

Y esas palabras dieron en el blanco.

Bingo.

Craig podía pelear contra muchas cosas, pero... Definitivamente, no podría volver a hacer algo que perjudique a su madre.

No... Ella no merecía volver a vivir un drama por su culpa.

Craig se detuvo y solo se quedó viéndolo, completamente disociado, aturdido... Y sintiéndose completamente incapaz de hacer algo contra eso.

— ¿Qué quieres de mí? —preguntó, visiblemente asustado. Las lágrimas escaparon de sus ojos sin siquiera sollozar.

Adler sonrió con malicia. Y sus ojos, su mirada, se tornó oscura y turbia. Craig no podría olvidar nunca esa expresión.

— Que empieces a comportarte bien conmigo... Y solo hagas lo que te diga, cuando te lo diga —Adler se subió sobre él, sentado a horcajadas sobre la altura de su pecho, aún sosteniendo los brazos inmóviles de Craig con una mano. Y con la otra... Se desató el cinturón —. Si lo haces, Stanford no verá ninguno de esos periódicos, ni el informe policial, ni habrá llamadas de ningún tipo. No impediré que vayas a la universidad ni que te quiten la beca. Si dices algo de lo que sucedió aquí... — Adler bajó su pantalón, ver la expresión indefensa y silenciosa de Craig solo infló su pecho de orgullo —. Todos ellos lo sabrán, y no solo sabrán lo público. Entonces... Adiós beca, adiós universidad... Probablemente, adiós libertad. Y adiós a la idea de darle una nueva vida a tu madre. ¿Entendido?

Craig no reaccionó, estaba muy perturbado como para siquiera asentir, y las lágrimas no dejaban de brotar como una llave abierta, pero sin ningún ruido ni movimiento ni sollozo. Solo... Sus lágrimas cayendo por su mejilla sin freno, y él mirando cada movimiento con los ojos muy abiertos, sintiendo cómo todo iba en cámara lenta; no podía sentir sus brazos ni sus piernas, no podía escuchar, ni decir nada. Quería gritar, patalear, decirle que se detenga, que no siga. Quería pelear. Pero todo era inútil. El miedo le había robado todas las palabras de su cabeza y dejó su voz muda. Como si Adler lo hubiese arrojado a un pozo profundo donde nada ni nadie iba a rescatarlo.

Se sentía indefenso.

Estaba indefenso.

Y solo.

Y lo peor de todo... Es que él reconoció (erróneamente) que él se llevó a sí mismo a esta situación.

Yo... Me busqué esto.

— Tomaré ese silencio como un sí. Así que... —dijo Adler. Y acto seguido... Se bajó la ropa interior, y con aires de victoria, solo le ordenó un frío y cínico —. Chúpalo.

Notes:

Bueno, ¿dónde estuve todo este tiempo? En mi casa, trabajando en mi arte y esforzándome mucho por ganar plata con ello, básicamente. ¿Lo conseguí? Sí, podría decir que si, ¿mi salud mental? En la re verga.

Bueno, fuera de broma, el año pasado fue muy difícil para mi: mi abuela se accidentó, hubo peleas familiares por la herencia que aún no existe porque ella, para desgracia de algunos de mis parientes, sigue viva (quisiera decir que es meme, pero no es meme), y como la única persona que estaba dispuesta a cuidarla sin robarle ni comida ni plata, era mi mamá, entonces durante la mitad del año, ella tuvo que quedarse con ella en su casa.
Y si mi mamá no podía estar presente para cuidar la casa y mantener todo en orden, ¿quién debía encargarse de ello si mi papá, cuñada y mi hermano trabajaban fuera hasta casi la noche? Así es, yo, porque soy la única idiota que trabaja desde casa.

No reniego de la responsabilidad que me tocó porque, teniendo en cuenta que pronto me iré a vivir sola con mi novio/prometido/futuro marido, me sirvió para aprender y empezar a familiarizarme con algunas cosas que tiene el ser ama de casa. Lo bueno es que con algunas cosas ya tenía experiencia, como cocinar o lavar, y con otras no tanta, como... No tirar restos de pollo en el tacho porque se pudre y la casa termina infestada de gusanos (si, eso me pasó solo en la primera semana de estar sola :')).

¿Qué mas pasó? Bueno: estuve con el colon irritado un mes entero por vaya a saber Dios por qué, pero bueno, resulta que es una condición con la que viviré el resto de mi vida, así que ahora debo cuidarme de todo lo que como. También me dio dengue y por eso estuve una semana completa en cama sin poder comer ni hacer prácticamente nada (lo que hizo que me de depresión porque... bueno, no es nada lindo, no lo recomiendo), y me dejó posta muy débil. Para alguien como yo que le gusta hacer ejercicio y estar activa, perder el 40% de tu fuerza física y parte de la musculatura que había obtenido en dos años de rutina, fueron meses horribles por ese lado.

Pero buenas noticias no faltaron!

Me integré a un nuevo fandom, ahora publico dibujos de Hazbin Hotel, enfocandome más que nada en Radioapple (si no me siguen en twitter, ¿qué esperan? ¿una invitación?), y eso me hizo crecer bastante. Pero me niego a dejar el fandom de South Park, claro que no.
También me acerqué al tarot y ahora es mi nuevo hobbie.
Tuve algunas comisiones, nuevos patreons, nuevos amigos, mi hermano se casó con mi cuñada el 22 de marzo, fui testigo y dama de honor en su boda, intenté emborracharme tomandome hasta el agua de los floreros pero no lo conseguí (soy inmune al alcohol, lo descubrí en la despedida de soltera de mi cuñada), me fui de vacaciones en febrero de este año, tuve un lindo cumpleaños número 25... Y por ahora todo sigue bien.

Así que consideré que era buen momento para volver y organizarme mejor para cumplir con todas mis metas: mantenerme activa dibujando, ganando plata y haciéndome un lugar en los fandoms que me interesan, escribiendo este fic, etc.

Lamento mucho la ausencia y la tardanza, me dolió mucho fallar con el fic durante tanto tiempo, pero bueno... Pasaron muchas cosas y no eran las condiciones más adecuadas para que las palabras correctas para escribir lleguen a mi mente (sí, sé que Anna Frank escribió un diario encerrada en su closet durante una de las peores épocas de la humanidad, o la peor, pero bueno, ella es ella y yo soy yo).

Pero bueno, ¡estoy de regreso!

Y siento mucho si la parte de Adler fue... fuerte, sé que desentona mucho con el ambiente humorístico y tierno del 90% del capítulo. Pero bueno, ¿qué decirles? Como alguien que pasó un abuso de chica (no así, lo descrito en el capítulo no fue mi experiencia, pero la sensación sí), nunca hay un momento de tu vida que encaje coherentemente con un suceso así. Y sabiendo lo delicado que es el tema, me esforcé mucho por no ser demasiado explícita y abordarlo con seriedad. Claramente Craig NO tiene la culpa de lo que le pasó, la culpa NUNCA es de la victima, siempre es solo y únicamente del abusador.

Si alguna vez pasaron por algo así, quiero que sepan que no es su culpa y que no están solos, desde acá, tienen todo mi apoyo y amor, y si necesitan desahogarse, acá estoy para lo que necesiten. No soy psicóloga, pero si hablar les sirve, acá estoy.
Una vez dicho esto... ¡Así empieza esta temporada! Y nos vemos con el siguiente capítulo el próximo sábado por la noche. Muchas gracias por la paciencia y el apoyo que le dieron al fic durante mi hiatus, realmente lo valoro mucho. Me llenan el corazón de alegría y pasión por esto. No me alcanzan las palabras para decirles lo mucho que lo agradezco.

¡Hasta el siguiente sábado!

Chapter 42: Principios de trauma.

Chapter Text

Era difícil decir con precisión cuánto tiempo Craig llevaba arrodillado delante del inodoro; pero a juzgar por lo entumecidas que se sentían sus piernas, el dolor en su espalda por la postura, el sudor en todo su cuerpo (que lo llevó a quitarse tanto la campera como la remera cuando sintió que se estaba sofocando) y los fluidos gástricos causando un insoportable ardor en su garganta, llevaba un buen rato únicamente vomitando.

Para su ¿suerte?, la situación con Adler no fue más allá (aunque desearía, en principio, que ni siquiera hubieran llegado hasta donde llegó). El profesor recibió una llamada de Mujer Fuerte, quien lo citó de urgencia en su oficina. Y Adler sabía que no era opción hacerla esperar, así que... Volvió a vestirse y dejó salir a Craig, no sin antes volverle a recordar los detalles de su trato como una ley.

— Empieza a comportarte bien y haz lo que te diga, cuando te lo diga. Si lo haces, Stanford no sabrá de tu desastroso pasado. Si dices algo de lo que sucedió aquí, yo les enseñaré todo y la única institución que pisarás tú, sin arreglos bajo la sábana, será la prisión. Y adiós a la idea de darle una nueva vida a tu madre.

Solo volver a recordar cómo ese señor guardaba su...

Y se vestía cómo si hubiese terminado de orinar, es decir, de lo más normal y tranquilo, hizo que las arcadas volvieran. Craig ya no tenía nada en el estómago para vomitar, solo líquido y mucho asco.

¿Cómo pudo descubrir todo eso? Se preguntaba en cada expulsión.

Flashback

5 años atrás

Craig estaba intentado comer el sándwich que su madre le preparó para el almuerzo, sentado en una esquina del patio viendo como los chicos más grandes jugaban al rugby (deporte que, por cierto, le parecía increíblemente vendehúmos, y blando comparado con la forma en la que se jugaba en países del sur de América). La única razón por la que lo estaba presenciado con un poco más de atención (fuera del hecho de que ocupaban todo el patio, así que era difícil ignorarlos), era que uno de los jugadores le llamaba la atención: era rubio, casi tan alto como él y estaba bastante... "Bien".

A pesar de que se esforzaba por evitar todo contacto humano que no fuese su hermana, era inevitable no ser molestado por algunos imbéciles. Sintió un movimiento rápido en sus manos, y cuando se dio cuenta de eso, su sándwich estaba en el césped, cubierto de tierra.

— Te estoy hablando, rarito —dijo uno de sus compañeros de clase, presumiblemente quien le tiró el sándwich—. Dame tu almuerzo.

Cuando Craig se puso de pie, notó que al chico se le abrieron un poco más los ojos cuando notó la diferencia de altura, tal vez reconsiderando su acción. Pero estaba acompañado por sus amigos, quienes le daban palabras de aliento, así que se sentía valiente.

Lejos de sentirse intimidado, Craig se puso las manos en los bolsillos y lo observó de arriba abajo, como si fuese poca cosa.

— Ahí está —dijo señalando con la punta del pie el sándwich en el césped.

Caminó a su lado, chocándolo con el hombro. Literalmente, pasando de él.

En esa escuela, había como una especie de desafío interno que se basaba en tratar de intimidar a Craig, ya que era el único que, hasta el momento, no habían conseguido que reaccione como los otros "nerds" o "raritos".

Pero él era diferente. Tenía todo en contra para ser un blanco fácil de molestias: tenía una familia disfuncional, habían rumores de que era un hijo extramatrimonial y no planeado, hasta hace dos meses usaba brackets, era extrañamente callado (hasta el punto que sospechaban que tenía alguna condición como autismo o asperger, lo que causaba más burlas aún sin saber si era el caso), tenía intereses frikis, absurdamente inteligente y abiertamente gay; pero de alguna forma, no conseguían que se reconozca a sí mismo de esa forma, como alguien que podían molestar o pasar por alto. Es decir, mientras que otros chicos lloraban o salían corriendo cuando alguien se acercaba a decirles cosas o apodos humillantes, él permanecía en el lugar, respondía con facilidad y encontraba la forma de salir airoso.

Incluso si lo golpeaban, daba pelea. Pierda o gane, no se mostraba afectado.

Y ese bully ya estaba cansado de intentar e intentar y nunca tener resultados. Y los comentarios burlescos de sus propios amigos no eran de ayuda. Así que optó por el camino que tomaría cualquier cobarde: atacar por la espalda (esperando que sus otros amigos se unan).

Lanzó un puñetazo en dirección a la nuca de Craig, uno que podía ser tan fuerte como para dormirlo si le daba.

Vaya sorpresa se llevó cuando, no solo que lo esquivó, sino que le dio dos golpes tan o más fuertes de los que pensaba que podía darle. Uno en el pecho con el codo que lo dejó sin aire, y otro en el medio de la cara, lo que lo hizo caer en seco hacia atrás, sobre su espalda.

No sabía si llevarse las manos a la cara para detener el sangrado de la nariz, o al pecho y tratar de recuperar un poco de aire. Dio vuelta sobre sí mismo, sintió como el sándwich de jamón, queso, mayonesa y tierra, tirado en el piso, se embarraba en su cara.

Craig lo miró por encima del hombro mientras se limpiaba las gotitas de sangre que le quedaron en la mano.

— Eres patético —dijo con frialdad—, disfruta el almuerzo —y continuó su camino.

Subió la escalera para ir hasta su salón y pasar el resto del recreo ahí, cuando antes de doblar la esquina del segundo piso, oyó una voz llamándolo que no logró reconocer.

— Así que tú eres al que no pueden molestar, por lo que he oído —dijo el chico. Tenía cabello negro peinado hacia arriba, cejas pobladas, algo alargadas, y era de su altura —. Y con esa demostración, puedo confirmarlo.

Craig lo observó por el hombro sin mucho interés.

"Otro más..."

— Haz la fila —contestó sin más.

— No soy de esos, niño. De hecho, me impresionas —dijo el chico mientras se acercaba, tenía otros dos amigos acompañándolo a sus espadas. Le extendió la mano de forma amistosa y se presentó —. Billy Miller, un gusto, ¿y tú?

Craig no le aceptó la mano.

— Primero, no soy un niño. Segundo, creo que ya lo sabes.

Billy se rió. Le gustaba la actitud del chico.

— Voy a cuarto año, otra vez, así que para mí lo eres.

Craig enarcó la ceja.

— ¿Entonces cómo cuántos tienes?

— Tú tienes trece y estás en segundo. Adivina, dicen que eres bueno con los números.

Craig pensó unos segundos.

— ¿Dieciséis?

— Y tenemos un ganador —celebró Billy.

— Años de aporte, me imagino —le dijo Craig con sorna.

Billy se rió.

— Me gusta tu humor, niño.

— Que no me digas...

— Si no me dices tu nombre y no aceptas mi mano, te llamaré así.

"Qué molestia". Pensó Craig.

Se giró resignado y aceptó la mano extendida de Billy.

— Craig.

— ¿Apellido?

— ¿Qué te importa?

— Simple formalidad.

Craig puso los ojos en blanco.

— Tucker.

— Lo sabía —dijo Billy finalmente.

Craig le soltó la mano, un poco agobiado con la situación.

— ¿Qué quieres? —preguntó, visiblemente impaciente.

— Queríamos ofrecerte pasar el recreo—dijo señalando a sus otros amigos —. E invitarte a pasar el rato con nosotros en mi casa.

— Paso.

Craig se volteó otra vez, tratando de entrar a su salón. Entonces, Billy sacó algo de su mochila.

— Qué lástima. Creí que te gustaría jugar el nuevo videojuego de Red Racer con nosotros.

Craig volvió a mirarlo, y confirmó que, en efecto, lo tenía en su mano. Y se veía real.

— ¿Cómo sabes...?

— ¿Que te gusta? —completó Miller la pregunta que Craig iba a hacer —. Tu carpeta. Una vez te la robaron y la encontramos. Por eso la encontraste en dirección al día siguiente y no en una zanja.

Por lo general, Craig procuraba estar por su cuenta y alejado de los grupos. Especialmente si se veían... Como Billy, básicamente.

Pero aunque él lo negara, no dejaba de ser un niño de trece años que le gustaban los videojuegos. Y no tenía dinero para comprarse una consola actualmente, menos para jugar el videojuego de su serie favorita.

Así que...

— ¿Cuándo? —preguntó.

— Después de clases.

La campana sonó.

— De acuerdo, acepto.

Billy sonrió.

Ese fue el inicio de una amistad... De la que Craig se arrepentiría toda su vida.

Fin del flashback.

Tiró la cadena cuando confirmó que ya no le quedaba nada más por expulsar. Se quedó unos minutos sentado de espaldas al inodoro, intentaba respirar con normalidad y recuperarse del mareo. El gusto en su boca era repugnante y el ardor en la garganta se intensificó con creces.

Se levantó del piso, caminó con torpeza y casi se desplomó en el lavamos. La vista era confusa, entre las lágrimas que le causaron las arcadas y el mareo que le movía el piso, y respiraba muy agitado. Le tomó unos largos segundos fijar su visión en la canilla. Comprender lo que hacía ahí, dónde estaba.

Su mente estaba inundada de pensamientos, de preguntas, pero todos pasaban tan rápidos que no sabía identificarlos. Estaba bloqueado.

Cuando sintió que el mareo pasaba, abrió la canilla y se mojó la cara y llenó la boca con abundante agua. Cerró la canilla y se miró al espejo.

Tenía una expresión de horror en los ojos, muy abiertos y rojos por las lágrimas, apenas parpadeaba. Su piel estaba más pálida que de costumbre, salvo por los moretones alrededor de su cuello, producto del ahorcamiento, y notaba como el pecho se hinchaba y desinflaba con alta frecuencia.

No se reconocía, ese no era él. No podía ser él.

Tan rápido como pudo, se puso la remera, la campera con la capucha sobre la cabeza, y la mochila en la espalda. El teléfono en su bolsillo vibró y revisó quién era.

Tenía muchos mensajes del grupo que tenía con los chicos, y otros de Tweek. Vio la hora, ya era un poco tarde, pero sabía que aún seguían en la plaza porque solían quedarse hasta entrada la noche (salvo por los que entraban a trabajar a las 18 hs.).

No se tomó el tiempo de leer ninguno, pero sabía que se preguntaban por su tardanza, veía el arroba en las notificaciones, mencionándolo. Sus manos temblaban y no se le ocurría nada para escribir, entonces hizo lo que no suele hacer: enviar un audio.

— Tuve que irme a casa, hubo un problema con mi mamá y el otro. Lo siento —grabó y envió.

Salió del baño y caminó con paso apurado hasta la salida. Durante todo el trayecto, Craig no sintió sus propios pasos, era como si el cuerpo con el que se estaba trasladando, era uno prestado, y por lo tanto, todo se sentía ajeno, incluso podía sentir un temblor en sus rodillas, similar a cuando alguien se levanta después de estar un buen tiempo en cama. Todo se sentía irreal. Irreal, incómodo y asfixiante. Solo quería salir de la escuela, no importaba si el destino era su casa o caminar infinitamente hacia adelante hasta desmayarse del cansancio, solo necesitaba alejarse tanto como pudiera.

Tenía la molesta sensación de que alguien lo seguía, que algo lo vigilaba, a donde sea que vaya. Se sentía tan expuesto que ni siquiera la ropa que llevaba lograba cubrirlo por completo, y no quería que nadie lo viera, que nadie se diera cuenta de su existencia, ni del horror que aún podía reflejar su mirada perturbada y oscura. No estaba a salvo. No se sentía tranquilo. Estaba huyendo de un recuerdo que lo perseguiría como un ente astral que decidió pegarse a él, empeñado en absorber todo signo vital en él, si aún le quedaba.

Salió de los oscuros pasillos de la escuela, sin importarle que olvidó algunas cosas en su casillero, y tomó el autobús, pasó tan rápido a través de los pasajeros amontonados que casi se olvidaba de pagar el boleto. No era que quería colarse, simplemente no se percató de que había subido, ni de que el chofer le dijo dos veces que debía pagar, y solo lo registró cuando un pasajero lo tomó del hombro. El contacto fue brusco e incómodo, tanto que se sobresaltó y miró hacia atrás como si le hubiesen puesto un arma en la cabeza. Todo se escuchaba apagado: los autos que también transitaban la fina calle, las voces de la gente, el hombre de bigote diciéndole que el chofer le pidió que volviera a pagar, la música de la radio, y todo se movía lento.

Pagó el boleto sin decir ni una palabra y se sentó en el único asiento al fondo que quedó libre luego de que una chica se paró. Y con la mirada perdida, solo pegó la cabeza contra la ventana y dejó que el bus lo lleve a su casa (olvidó completamente que hoy debía presentarse al trabajo).

Necesitaba llegar, bañarse con fuerza... y olvidarse de alguna forma de...

"Chúpalo".

Tragó saliva, aún asqueado por la sensación ardiente del vómito y... el sabor de...

Eso.





Mientras tanto, los chicos estaban en la plaza, preparándose para irse cada cual a su casa.

Salvo por dos que aún estaban enfrentándose por el honor.

— Si encesto —Cartman sostenía el balón con ambas manos, su mirada puesta en sus dos objetivos, los cuales eran el aro y su contrincante, era desafiante —, me pides perdón de rodillas y lamiendo mi pie descalzo —sentenció, antes de lanzar el balón.

El balón tocó el aro y dio un giro alrededor de este, pero se inclinó hacia afuera, y volvió girando hasta la posición de su contrincante. Este mismo se inclinó hacia atrás, hasta que consiguió tomar el balón con una mano.

— Y si yo encesto, me das a tu vieja —desafió Kenny con burla, enfrentado a Eric pero dándole la espalda al aro.

— No hay chance de que la metas así —dijo Eric con seguridad.

Kenny lanzó el balón hacia atrás, aún de espaldas.

Y el balón entró en el aro.

— Yo la meto de todas las formas que te imagines, amigo, y no solo hablo de deportes —dice Kenny con orgullo, antes de lanzarle una mirada burlesca —. Pero eso tu mamá ya lo sabe.

Eric lo tomó de la parca naranja, lejos de sentir el mismo humor que Kenny manejaba. Y aunque era muy sabido que Eric podía dejarlo bajo tierra de una paliza (cosa que Kenny ya sabía por experiencia propia), Kenny no dejó de sonreír.

— Te espero a la salida, pobre de mierda —amenazó Cartman hablando entre dientes, notablemente fastidiado.

— Ni en pedo —respondió Kenny, restando importancia a la molestia de su amigo.

Sí, de alguna forma, seguían siendo amigos.

— ¡Basta los dos! —Kyle alzó la voz — Ya tenemos que irnos, el sol se esconde y escuché a una mujer gritar a lo lejos.

— ¿A la mamá de Eric? —preguntó Kenny en broma, parecía que no dimensionaba cuánto Cartman quería golpearlo.

— ¡Te voy a cagar a trompadas! —volvió a amenazar Eric.

— Vamos, no queremos que nos roben a ninguno, y Kenny tiene que entrar a trabajar pronto —volvió a apurar Kyle, necesitó meter las manos en los bolsillos por el frío que estaba haciendo, y eso que aún no era de noche.

— ¿Y con Tucker qué hacemos? —preguntó Clyde, preocupado por la ausencia de su amigo — ¿Tanto lo cagó a pedo el viejo ese?

Stan alzó los hombros. Volvió a sacar el teléfono de su bolsillo.

— Revisé el whatsapp siempre que pude, pero nunca... —el celular vibró y desbloqueó la pantalla rápidamente —. Ahí mandó algo.

Antes de que él presionara el botón de reproducción, Tweek ya estaba oyendo el audio en su propio teléfono.

— Tuve que irme a casa, hubo un problema con mi mamá y el otro. Lo siento.

Stan lo escuchó, sintiendo alivio de oírlo. Pero su reacción era muy opuesta a la de Tweek, quien no parecía muy convencido con el audio.

Su voz, su tono, todo sonaba como él, como él normalmente suele escucharse. Pero Tweek... No sabría explicarlo, porque era más como una sensación que un hecho, y no podrían comprenderlo como él; pero Tweek no se sentía aliviado, algo en su voz, aunque no supiera qué exactamente, le decía que pasaba algo más. Y no, definitivamente no era solo su padre.

Además, Craig nunca enviaba audios. Solo a él de vez en cuando, pero generalmente no enviaba ni escuchaba audios. Le parecían una molestia.

— Qué extraño, él enviando un audio, ¿no creen? —se extrañó Clyde.

— Tal vez tenía las manos ocupadas, tal vez con un cigarrillo o esperando el bondi —supuso Kenny.

— Puede ser —Clyde se llevó la mochila al hombro —. Como sea, los veo el lunes —miró a Tweek —. Tweek, ¿te acompañamos a la cafetería? —propuso señalándose a sí mismo, a Token y a Jimmy.

Tweek solo asintió, antes de seguirlos detrás.

Mientras que los otros chicos, Stan, Kenny, Kyle, Eric y Butters, se fueron caminando en sentido contrario. El celular de Cartman sonó, y bufó con molestia. Aun así, decidió atender.

— ¿Qué quieres Heidi? —preguntó con un tono de hartazgo, sin siquiera saludarla o preguntarle cómo estaba.

Kyle oyó su nombre, y lo miró con molestia. Llevaban saliendo, de manera intermitente, desde primaria, y su trato hacia ella no había cambiado desde entonces: siempre atendiendo sus llamadas con mala cara, fingía demencia cuando ella lo llamaba a lo lejos en los recreos, reacciones ariscas cuando ella se acercaba a abrazarlo o besarlo, rumores, comentarios pasivo-agresivos...

Era tan desagradable con ella, que muchas veces Kyle tuvo ganas de golpearlo (más que de costumbre) o demostrarle abiertamente a Eric que Heidi se merecía a alguien mejor...

Alguien como él, tal vez.

Bueno, en realidad... Heidi ya sabía, en carne propia, lo que era un mejor trato. Y lo sabía porque Kyle ya se lo había dado, y aunque solo fue una vez... Kyle a veces soñaba con el día en que Heidi recordara eso de la misma forma que él, que ella alguna vez se ponga a recordarlo y... Lo sienta tan especial como lo era para él.

Y que ella misma se diera cuenta de que merecía algo más.

A su lado, Stan observó a Kyle de reojo, y notó el ceño fruncido, cómo miraba con impotencia a Eric conversando con ella, cómo el puño de Kyle estaba cerrado, como si estuviera reprimiendo más que solo palabras.

Y sabía el motivo, justamente por eso el estómago le dolía. Stan sabía que no le había caído mal nada, solo... Eran emociones tratando de no salir.

A pesar de todo, Stan antepuso su rol como su mejor amigo ante sus evidentes celos. Y aunque podría interpretarse como una forma de Stan de meterse posesivamente en la mente de Kyle más que como un gesto amistoso y desinteresado, cubrió el frío puño de Kyle con su mano cálida.

El contacto lo tomó desprevenido y lo sacó de sus pensamientos. De pronto, Kyle se sintió... Tranquilo. Generalmente, cuando cambiamos de un estado a otro, solemos decir que fue "de golpe". Y aunque el tacto fue repentino, no se sintió brusco, fue suave y tan simple que Kyle olvidó completamente porqué estaba enojado. Su rostro se relajó, como la tensión en su puño.

Lo que hizo que sus dedos se desplieguen ligeramente... Hasta que se entrelazaron con los de Stan.

Sonrió nervioso ante la acción, se cubrió la boca para que no se le escapara una risa tonta. Miró a Stan de reojo y descubrió que Stan miraba su lado contrario, así que no pudo ver su rostro. No tenía idea de que Stan estaba haciendo un gran esfuerzo por contener su corazón para que no le explote.

Kenny y Butters notaron la interacción detrás de ellos, y a pesar de la emoción compartida, ambos se cuidaron de no mirarse el uno al otro. Butters le prometió a Kyle guardar el secreto, y lo mismo Kenny con Stan.

Hasta para fingir demencia eran una buena pareja.





Después de un viaje en colectivo, ya se encontraban en la cafetería. Tweek se despidió de sus amigos. Clyde y Jimmy se adelantaron porque sentían la urgencia de volver a su casa pronto.

Tolkien, quien fue el último en despedirse de Tweek, no pudo evitar notar que Tweek estaba muy pensativo, y durante el recorrido guardó mucho silencio.

— Tweek —se volvió hacia él — ¿Todo está bien?

Tweek asintió, no muy convencido y con el rostro serio.

— Sí...

Tolkien se acercó un poco más a él, una vez junto a Tweek, se agachó hasta su altura, con un aire casi paternal.

— ¿Estás así por Craig? ¿Tuvieron una discusión o algo?

Tweek negó con la cabeza.

— No, solo...

Miró a Tolkien, quien lo observaba con una mirada profundamente comprensiva. Eso le dio confianza para hablar.

— Creo que algo le pasó a Craig, algo malo —dijo finalmente, su voz se rompió un poco —. Y estoy preocupado porque no sé lo que es... Y si así fue, ¿será por mi culpa? ¿yo... hice algo malo o hay algo que podría haber hecho...?

Antes de que se pusiera a llorar, Tolkien lo abrazó mientras lo arrullaba y acariciaba el cabello alborotado de Tweek. Eso lo relajó un poco, como si le hubiese puesto los pies sobre la tierra antes de que se fuera por las ramas, como de costumbre.

— Tranquilo Tweek, no es tu culpa, nada de lo que pasa lo es. Simplemente es un problema familiar y Craig sabe manejarlo, ¿sí? —le dijo Tolkien con calma. Tweek asintió, moviendo su cabeza contra su pecho —. Calma, ya se verán el lunes y podrán conversarlo si él lo ve apropiado, ¿sí? Solo dale su espacio.

— Tienes razón —Tweek seguía sin creerlo del todo, la sensación de que había otra cosa era fuerte, pero no quería retener a Tolkien más tiempo. Se secó las lágrimas y se separó de su amigo —. Gracias Token.

— No es nada —Tolkien despeinó su cabeza con gesto divertido. Tweek sonrió —. Bueno, ya me voy. Ten buena jornada.

Tweek lo despidió con la mano y se metió a la cafetería. Su madre lo saludó con cariño, pero lo cuestionó por la tardanza. Él solo le respondió que estaba jugando con sus amigos, lo cual era cierto. Mientras se ponía el delantal, Tweek sacó su teléfono, y después de pensarlo bien, decidió escribirle a Craig.

Tweek:

¿Estás bien, Craig?

Tweek confiaba que, si realmente algo estaba pensando, Craig se lo diría a él en privado. Era transparente con él, después de todo.

Entonces, Craig vio el mensaje. Notó como el "escribiendo" iba y venía.

Sí, lo sabía, algo está pasando y va a decírmelo. Pensó Tweek, un poco aliviado de saber que su mente no le estaba jugando en contra otra vez y de que no se equivocó con la sinceridad de Craig.

Luego, Craig dejó de escribir y se vio solo su última conexión. Había salido del chat, lo que lo desconcertó un poco, pensando si era su conexión, la de Craig... O si simplemente, no podía (o no quería) responder.

Nuevamente, se puso en línea, unos largos dos minutos. Hasta que la leyenda "escribiendo" volvió a figurar, pero esta vez, no duró mucho. Y la respuesta finalmente fue recibida. Una que Tweek sintió como vacía, insuficiente y complaciente. Y lejos quedó ese alivio de que Craig confiaba en él y de que era sincero "al menos con él".

Craig:

Sí, lo estoy.

Tweek:

¿Seguro?

Craig:

Sí.

Tweek:

¿Qué pasó con Adler? ¿Todo bien con él?

Tardó en responder, como si fuera un silencio incómodo.

Craig:

Sí.

Tweek:

Bueno...

Entonces nos vemos el lunes!

Generalmente, Craig se despedía de él con un "buenas noches", un saludo... O extendían la conversación hasta la madrugada hablando de cualquier cosa, porque a Craig le encantaba hablar con él.

Ahora solo lo dejó en visto y no volvió a conectarse.

— ¿Sabes qué? Tirate a un pozo —dijo Tweek a su pantalla ya apagada, enojado y frustrado. Guardó el teléfono en su bolsillo y se enfocó en su trabajo.

Si Craig quería hablarle o no, por lo menos por estas horas laborales, le daba igual.





Si Craig pudiera sentir algo, se sentiría agradecido (por primera vez en su vida) de estar en casa. Si pudiera notar que su padre estaba dormido en el sillón sin molestar en lo absoluto, que su madre estaba charlando tranquila y animadamente con Tricia en el patio, que todo estaba bien...

¿Por qué nunca podía estar todo bien por completo?

Craig cerró con llave despacio para no llamar la atención, y subió la escalera tan rápido como pudo. Se encerró en su habitación y se desplomó sobre la puerta. Su mirada continuaba perdida e inexpresiva, su respiración por momentos se agitaba, su cuerpo se sentía muy tenso, rígido, y su mente se sentía bloqueada, como si no pudiera pensar en nada en concreto, y al mismo tiempo muchas emociones y pensamientos bombardeaban su cabeza hasta la saturación.

La necesidad de tocarse a sí mismo se hacía extrañamente fuerte, y no podía darle una explicación lógica en ese momento, lo que lo hacía sentir como un idiota. Se tocaba las manos con un apretón nervioso que hacía sonar sus nudillos, frotaba sus brazos como si tuviera frío, su estómago, su nuca, su cuello, su cara, su cabello... Y aunque estuviese haciendo todo un recorrido sobre sí mismo, su cuerpo se seguía sintiendo ajeno a él.

Esa sensación, ese molesto coctel de asco, repulsión, dolor, nervios, miedo... Eso no era propio de él, no podía ser suyo, era estúpido que un... Ni siquiera podía pensar en la palabra "abuso", lo tuviera tan roto. Tenía que arrancarse esa mierda de alguna manera.

Tenía que controlarse.

Necesitaba bañarse, eso lo relajaría un poco. Después solo se iría a dormir y a la mañana siguiente todo estaría bien.

Dejó su mochila en alguna parte de la habitación, tomó una toalla, ropa para cambiarse (lo que él llamaba "pijama", que solo consistía en un short de fútbol y una remera vieja) y abrió la puerta para irse al baño...

— ¡Amor! —su madre estaba frente a la puerta, aparentemente apenas se había aproximado a ella y pensaba tocar, solo que Craig justo abrió la puerta. Él se sobresaltó como si hubiese visto un fantasma —. No te escuché entrar, ¿llegaste hace mucho?

— Recién llegué —respondió con el timbre monótono de siempre, y sin mirarla.

— Oh, ¿te quedaste con tus amigos? —Laura sonrió.

— Jugamos un poco —mintió casi como un actor.

— ¿A qué? ¿Al fútbol, al vóley o...? —preguntaba Laura con interés.

— Básquet.

— ¡Qué bueno, mi amor! ¿Querés tomar mate antes de que te vayas a trabajar? Me imagino que tendrás hambre, hoy haré fideos con carne picada para cenar, pero primero podríamos...

Sabía que su mamá no estaba siendo molesta, por el contrario, imaginaba que ella estaba feliz por volver del trabajo temprano y quería aprovechar el tiempo con él. Y en cualquier otra circunstancia, Craig accedería con gusto.

Pero se sentía insensible y agotado en tantos sentidos de la palabra que no podía ponerlo en palabras. El término correcto sería que no estaba emocional ni mentalmente disponible para nada, ninguna otra actividad que no sea estar a solas y dormir. O al menos intentarlo.

Se sentía como una mierda al verla tan emocionada, pensando que tal vez ella estaba esperando su llegada exclusivamente por esto. Pero no podía hacerlo.

— Hoy no voy a ir a trabajar, me duele la panza y... —otra mentira —. Y no tengo hambre, perdón. Solo... —pensó sus palabras —. Estoy un poco cansado, hoy practicamos mucho y tuve mucha tarea.

— Oh, entiendo amor —Laura lamentaba que su plan se viera frustrado, pero no insistiría, no quería molestarlo —. ¿Quieres que te haga un té, una pastilla o...?

— No, gracias, creo que solo... —qué difícil que era para él mentirle a ella —. Me iré a bañar y me iré a dormir. Podemos hacerlo mañana cuando vuelva del trabajo, vengo más temprano.

Laura asintió, y le dio un beso en la frente.

— Que descanses, amor.

Y se retiró escaleras abajo.

Craig se encerró en el baño, se desvistió, notó que se sentía peor que antes, si es que eso podía ser posible...

Oh, ¡por supuesto que podía ser peor! Y eso lo descubrió cuando revisó su teléfono y vio un mensaje de Tweek. Un mensaje con una pregunta que realmente no quería hacerse a sí mismo.

Tweek:

¿Estás bien, Craig?

¿Bien? ¡¿Bien?! En este momento, Craig no sabría decir cómo estaba, en la mierda probablemente, pero definitivamente NO estaba nada bien. Y no solo no estaba bien, fue...

Él había sido... Craig fue...

No, no puedo... decirlo.

Craig:

Sí, estoy re bien, solo me ahorcaron y me metieron una...

Lo borró. No, no pudo ni terminar de escribir la oración sin sentir arcadas otra vez.

Volvió a intentarlo.

Craig:

No, la verdad no. Discutí con ese hdp y él me...

No.

Tomó aire, intentando controlarse.

Solo di que sí, que todo está bien y te vas a duchar y dormir.

Craig:

Sí, lo estoy.

Tweek:

¿Seguro?

Craig:

Sí.

Tweek:

¿Qué pasó con Adler? ¿Todo bien con él?

La pregunta tomó a Craig con la guardia baja, trayendo consigo imágenes desagradables que no podía borrar de su cabeza. Empezó a preguntarse paranoicamente si Tweek sabía algo, y si lo sabía, sabía que le estaba mintiendo, y si descubría que le estaba mintiendo, su... Como sea que le podrían llamar a eso de llevarse bien, hablar hasta la madrugada por teléfono y coger en casi cualquier oportunidad que tenían de estar solos; podría peligrar. Y ya tenía suficiente con su futura carrera comprometida.

Pero no, volviendo a ser lógico, no había forma de que Tweek lo supiera. Así que volvió a su plan original: "solo di que sí".

Craig:

Sí.

Definitivamente, podía sentirse peor. Y el reflejo en su espejo lo confirmó, porque las marcas en el cuello se volvieron más oscuras e imposibles de ignorar.

Y por un segundo, sintió el peligroso apretón en su cuello otra vez, tan real y tan fuerte que por poco se queda sin aire.

Miró la última respuesta de Tweek.

Tweek:

Bueno...

Entonces nos vemos el lunes!

Y literalmente, tiró el teléfono sobre la ropa que acababa de quitarse como si el tacto con él lo quemara, sin ninguna intensión de volver a tomar el teléfono hasta el lunes.

Se metió en la ducha, dejó que el agua caliente lo envuelva y se lleve consigo todo el sudor seco en su cuerpo, que relaje un poco la rigidez en sus brazos, piernas, pecho...

Que lo limpie.

Se sentó en el suelo de la bañera, con la cabeza bajo el chorro de la ducha y abrazó sus piernas contra su pecho. No podía comprender cómo había terminado así.

¿Cómo pudo pasar de haber tenido una buena semana... a estar un viernes por la noche rememorando bajo el agua caliente una y otra vez como su profesor, no solo lo amenazó, sino que lo abusó sexualmente como una forma de vengarse de él y de su comportamiento?

Este día tendría que haber sido diferente. Hoy tendría que haber salido de la escuela, ido con sus amigos a jugar, prepararse juntos para el torneo y divertirse como un puto muchacho de su edad; tendría que haber ido a trabajar, salir del trabajo a horario y haber llegado a su casa para comer con su mamá y esperar el momento apropiado para colarse en casa de Tweek en la madrugada y "pasar el rato" en su habitación hasta que ambos estuvieran satisfechos. Esos eran SUS viernes.

En lugar de eso... Estaba ahí, en una bañera fría, con la respiración agitada y los ojos irritados, analizando en su cabeza una y otra vez la secuencia de hoy, preguntándose qué podía haber hecho diferente, cómo pudo haber evitado lo de hoy, que tal vez esto le pasaba por "hacerse el vivo", que tal vez él permitió que todo haya terminado así...

Y asimilando la idea de que, en realidad, todo lo que pasó hoy fue...

Un abuso.

Las manos en su cabeza, empujándolo más.

Eso de lo que siempre había cuidado a Tricia, de lo que siempre escuchaba en las noticias, de lo que fue victima su madre alguna vez... Y nunca, en su puta vida, había pensado que podía sucederle a él. Pero así fue... Así era.

Arcadas. Y él riéndose de su cara.

Y... Simplemente, no pudo detenerlo.

— Eres bueno, mocoso.

Él no quería. No, definitivamente no. Sentía que se lo merecía, pero no lo quería.

— Tal vez te iría mejor en esto que con los números.

Ahora no podía sacarse de la cabeza... ni de la boca...

Y ahí subió por su garganta otra vez el gusto ácido y salado, tan repentino y violento que no pudo evitarlo. Entre toses y arcadas ahogadas, tuvo que girarse hasta la rejilla y vomitar, otra vez. Dejó que el agua se lo llevara y luego, cerró la llave. Si se quedaba más tiempo, su madre sospecharía que algo andaba mal.

Como pudo, con las pocas fuerzas que le quedaban después de todo, se secó el cuerpo, el pelo, se vistió, se cepilló los dientes y se fue a su habitación.

Se acostó en la cama a la espera de quedarse dormido en algún momento, pero pasaron una, dos... Cinco horas. Nada. No podía dormir, los sucesos girando en su cabeza como un video en repetición, no le dejaban descansar. Dio vueltas en su cama, cambió de lado, caminó en círculos en su cuarto, fumó un cigarrillo en la ventana, pero nada daba resultado.

Su último recurso fue un cigarrillo de marihuana.

Lo prendió y fumó un poco, sentado en la cama con las piernas contra su pecho. Afortunadamente, eso estaba funcionando, porque empezaba a sentir los párpados pesados...

Y muy, muy húmedos.

— No, Tweek... —murmuró para sí mismo, sintiendo cómo las lágrimas empezaron a caer —. No estoy bien... —la angustia aprisionó su garganta más fuerte que las manos de Adler en su cuello, y el quiebre fue inevitable —. Me siento... —sollozó —. Me siento muy mal...

Craig por fin se liberó, y lloró como un niño indefenso y asustado, adolorido por como su pecho se inflaba y desinflaba, solo, en la oscuridad de su fría habitación. Gracias a los efectos de la marihuana en su cerebro, por fin pudo conciliar el sueño, a las cinco de la mañana.

Lo que Craig no sabía, es que esto no estaría mejor mañana, como pensaba.

No todo podía solucionarse con un baño y marihuana.





Notas: lamento la calidad de la escritura y por no incluir ni los banners ni música.
Me cortaron la luz hace dos días y tuve que reescribir el capítulo en el celular y en la computadora de mi novio, ya que les prometí traer hoy el nuevo capitulo y no quería faltar otra vez.
El capítulo en realidad iba a ser más largo, pero por las circunstancias lo hice más corto, y abordaré lo demás en el capítulo 3. ¡Nos vemos el sábado que viene!

Con amor, Colapsito xoxo

 

Chapter 43: Mauerbauertraurigkeit 

Summary:

Canción: https://www.youtube.com/watch?v=mA3w-Afx6Yk

Chapter Text

TW: Mención de drogas.

Mauerbauertraurigkeit   es una palabra de origen alemán. En sentido literal, se traduce como "la tristeza del constructor de muros". Describe un sentimiento de tristeza en el que la persona que lo experimenta rechaza a todos a su alrededor por razones desconocidas, tanto que a veces ni siquiera lo comprende la persona que lo padece. Un "Mauerbauer" es alguien que construye un muro emocional imaginario a su alrededor.

Flashback

5 años atrás, esa tarde

De camino a la casa de Billy, Craig no bajó la guardia hasta no asegurarse de que la invitación a jugar videojuegos fuese cierta. Aún no confiaba en Billy y sus amigos del todo, y cuantas más calles hacia adentro caminaban, más presentía que se acercaba a una zona peligrosa, una de asentamiento donde era bien sabido que los robos y las drogas estaban a la orden del día, y tranquilamente podrías desaparecer en cualquier esquina de ese barrio abandonado, que nadie podría encontrarte (al menos, vivo).

Pero aunque la inseguridad se olía en el aire, los rostros raros y caritas curiosas parecían más atentas a los movimientos de Billy, lo que se le hizo digno de sospecha, y Craig lo sabía porque su barrio no era mejor para ser honesto, entonces conocía ciertas reglas: si no se metían contigo, solo podía ser por dos razones.

Porque contigo tendrían problemas.

O porque en esos lugares, todos eran iguales.

Craig temía a la segunda, y se aferró a la afilada tijera en su bolsillo durante todo el camino, solo por si era necesario. Su madre solía decirle que en situaciones de extremo peligro, simplemente dejara todas sus pertenencias y corriera, pero aunque él dijera una y otra vez "sí mamá, ya sé", lo cierto es que uno nunca sabía cómo reaccionaría realmente hasta que sucede. Y si su respuesta inconsciente fuera pelear, al menos se aseguraría de tener con qué hacerlo.

Afortunadamente, no fue necesario utilizarla porque, en efecto, la casa de Billy existía. Era horrible por fuera, pero por dentro, era una casa totalmente diferente. Los pisos estaban cubiertos por una elegante cerámica negra, las paredes no tenían ni un solo rastro de humedad (en la cabeza de Craig, eso era igual a tener plata), tan blancas como si se tratara de un consultorio médico y el amueblamiento creaban una estética moderna. Por un segundo, Craig se preguntó si no se habían equivocado de casa.

— Ok... —miró a Billy —. ¿Cuánto te deja la droga? —preguntó medio en broma y medio en serio.

Billy se rió, una risa de rareza más que una genuinamente graciosa, pero eso Craig no podía saberlo.

— Mi habitación está escaleras arriba —le indicó.

Los cuatro chicos subieron al cuarto de Billy. Craig no pudo esconder su sorpresa al ver lo amplia y cubierta de posters de películas que estaba esa habitación, fácilmente era dos veces más grande que la suya (y no tenía humedad, lo más importante). Además, Billy tenía una televisión de pantalla plana, un mueble para apoyarla y una consola puesta en uno de los espacios.

— ¿Impresionado, Tucker? —preguntó uno de los chicos, el cual fue directo a los snacks que Billy guardaba en su cajón. Parecían tener demasiada confianza como para hurgar entre sus cosas sin pedir permiso al dueño de la habitación, o eso pensó Craig.

— La verdad, esperaba encontrarme con pasta y alcohol en todas partes —admitió.

Tal vez estaba siendo demasiado sincero, por eso es que Billy se acercó a él y lo abrazó por los hombros, contacto que a Craig no le agradó para nada y se sacudió para sacárselo de encima.

— Qué arisco —bromeó Billy mientras le ofrecía el joystick, su otro amigo detrás suyo estaba conectando la consola y poniendo el videojuego.

— No me gustan los abrazos —se sinceró Craig —. Son invasivos.

— ¿Y si te abrazara una linda chica? —interrogó ese amigo de Billy que aún no había escuchado hablarle, quien supuso que era Todd.

— Nada es mejor que un abrazo de unas buenas tetas —opinó el otro chico, mientras se sentaba en uno de los tres pufs rojos de la habitación de Billy y continuaba devorando los nachos.

— No me gustan las chicas —confesó Craig, sin emociones visibles.

Todd pausó el juego inmediatamente ante lo dicho, necesitando procesar el hecho de que estaban compartiendo cuarto con alguien... ¿Gay? ¿O simplemente era muy chico aún para sentir atracción?

— ¿Cómo? —preguntó, como si no lo hubiera escuchado.

— ¿Eres maricón? —cuestionó el chico más gordo, incómodo.

Billy no emitió palabra alguna mientras bebía una bebida energética de una lata, especialmente porque él ya sabía ese detallito del chico nuevo en su cuarto. No le agradaba mucho ese detallito, sí, pero, ¿qué más da? Seguía pareciéndole cool.

Y necesitaba ver cómo Craig respondería a esto.

En efecto, lejos de sentirse ofendido u atacado, Craig le quitó los nachos de la mano al gordo y se apoyó en la cómoda.

— ¿Qué pasa? ¿Se te llenó el culo de preguntas? —preguntó con un tono coqueto antes de empezar a comer, lejos de sentirse incómodo.

Billy se rió en voz alta. Era la respuesta que esperaba.

— ¡Ya, ya! —los frenó Billy —. Acá no se juzga a nadie, juguemos, que para eso estamos aquí, ¿no chicos?

Todd y el chico gordo, aunque no estaban muy convencidos, decidieron dejar el tema y se centraron en lo que vinieron a hacer: pasar la tarde jugando.

Craig lo pasó bien, al menos Billy parecía ser un poco menos idiota que los otros dos. Estuvieron unas buenas horas jugando con la consola hasta que se cansaron, Craig pidió ir al baño (al fondo a la derecha, ¿Cómo no?) y se retiró unos momentos del grupo. Mientras se lavaba las manos, no podía dejar de admirar la belleza de ese baño, es como si se hubiese adentrado a otra época. Tenían una bañera antigua, un espejo con detalles de yedra y relieves claramente inspirados en la era victoriana bordeando las paredes. Por primera vez, sintió algo parecido a la envidia.

Seguía teniendo sus dudas sobre cómo la familia de Billy podía tener todo eso. Sí tenían tanto dinero para que su casa por dentro fuese un palacio, ¿por qué seguían viviendo en una villa? Si Craig tuviera la mitad de lo que se veía ahí, se hubiera ido de Colorado directamente.

Se secó las manos y miró hacia la cómoda, y sus ojos captaron... Algo raro que no había notado antes: el mueble estaba lleno de maquillajes que no sabría identificar, varios perfumes, un espejo redondo y...

Había polvo en la mesa. Un polvo blanco y espeso.

Primero pensó que podría ser resto de maquillaje, pero a simple vista, no veía alguno que coincida en el color.

Tampoco podía ser mugre, el baño estaba impecable en general, además, ¿quién barrería el polvo tan perfectamente pero no lo echaría a la basura?

Así que... No quedaban más opciones: cocaína.

— Lo sospechaba, la verdad —pensó, un poco indiferente.

Al fin y al cabo, su padre era alcohólico (una adicción igual de dañina), ¿quién era para juzgar los vicios de la familia de Billy?

No pensaba ahondar en el descubrimiento del baño, así que salió del baño y volvió a la habitación donde los chicos se encontraban. Creyó que nada podría sorprenderlo después de eso, hasta que entró a la habitación otra vez, y los nachos fueron reemplazados por prolijas líneas blancas en la mesa, cajas de cigarrillos y elementos que no sabría identificar.

— ¿Qué carajo? —soltó Craig sin pensarlo, la sorpresa fue tal que no pudo esconder su rechazo a la hora de pronunciar esas palabras. Y se ganó la mirada molesta de los dos amigos de Billy, quienes estaban listos para meterse ese polvo por la nariz.

Odiaba cuando no hacía caso a su propio presentimiento y resultaba tener razón, desde la primera vez que lo vio en la escuela, ya se olía que Billy andaba en cosas raras y por eso lo evitaba.

Por eso evitaba a todos los que se veían como él.

No es que a Craig le interesara lo que él hiciera o lo que se metiera, por él, cada quién podía arruinar su vida como quiera, todos eran libres de crear su propio infierno. Simplemente, no quería que lo involucren a él.

— No me digas que realmente creías que solo jugábamos play y cosas frikis de ese estilo —se burló Todd de la aparente "ingenuidad" de Tucker, y sin vergüenza alguna, aspiró una de las líneas sobre la mesa.

Craig no lo dudó más y alcanzó su mochila con una mano. Se la puso en un hombro y se volvió hacia la puerta.

— No lo sé, amigo. Hagan lo que quieran, pero yo me voy —sentenció mientras abría la puerta del cuarto.

— ¡Espera Tucker! —Billy se puso de pie mientras expulsaba el humo de su cigarrillo y se lo ponía sobre la oreja. Caminó hasta la puerta y volvió a cerrarla de un empujón —. Tengo algo para ofrecerte, por eso te quería aquí.

— Ja, sí, adivino, ¿Droga? —preguntó Craig con desdén —. No gracias, todavía no estoy tan jodido —rechazó mientras volvía a intentar abrir la puerta, pero Billy la cerró de nuevo.

Y solo por si acaso, metió la mano en su bolsillo y sostuvo la tijera con firmeza.

— Si quieres, sí. Pero no, lo que quería ofrecerte era... —Billy sacó su billetera del bolsillo, y dejó ver un fajo de billetes bastante generoso —. Un trabajo.

Craig lo recorrió con la mirada, aún conservaba algo parecido a lástima en sus ojos.

No se mentiría a sí mismo: esa abultada billetera lo tentó un poco, probablemente ahí había más dinero del que su madre le ha dado para el almuerzo en toda su vida, pero seguía firme en su postura.

— Repito: no estoy tan jodido.

— Craig —insistió Billy —. Te defiendes bien a ti mismo, eres ágil para responder en situaciones tensas y eres bueno con los números, lo cual es algo que llevo tiempo buscando. Quiero ofrecerte un trato justo por ello, a cambio de que tú me ayudes a distribuir la mercancía de mi familia.

— Ya tienes mi respuesta...

— Quinientos dólares por semana —interrumpió Billy, con seguridad de que Craig se callaría al escuchar el número.

Y así fue. Su cerebro, siempre activo, no pudo evitar hacer las cuentas. Serían dos mil dólares al mes, lo que era suficiente para ayudar a su madre con pagos como la hipoteca, y tal vez algunos servicios como la luz, el gas, el agua...

Pero, carajo, ¿a qué costo haría eso? Y esa duda ya no hacía referencia al dinero, sino algo más complejo.

Las personas que se adentraban en el mundo de las drogas nunca salían bien paradas, si es que al menos lograban salir de ahí. Podía incluir peligros constantes, ya sea con otros vendedores, con los consumidores, o peor aún: las familias de los afectados.

Su propia familia podría encontrarse en peligro, a pesar de que, en el hipotético caso de que Craig aceptara la propuesta, la idea sería justamente la opuesta. Y el dinero en ese caso no ayudaría en nada.

También, y no menos importante, podría obligar a Craig a realizar o participar de cosas horribles.

Realmente, ¿podría arriesgarse a pasar por todo eso... solo por intentar ayudar con dinero a su madre y hermana? Su primera respuesta era no, más centrándose en los términos negativos, pero... Sorpresivamente, se encontró dudando en silencio.

— Chicos, ¿pueden dejarnos solos? —pidió Billy a sus amigos.

— ¡Pero nosotros acabamos de...!

— Llévenselo a casa, pero necesito privacidad para hablar con él —reiteró Billy, con un tono un poco más demandante y la mirada más profunda.

Los otros dos chicos no se opusieron de nuevo. Juntaron el polvo en una bolsa, se llevaron cuatro de las cinco cajas de cigarrillos y salieron por la puerta, donde aún se encontraba un Craig muy silencioso y un Billy que no dejaba de mirarlo. Cuando oyó la puerta principal cerrarse, Billy suspiró y se guardó las manos en los bolsillos mientras se acercaba a la ventana abierta, sintió la brisa fría y el olor a tierra mojada. Observó el paisaje marginal y melancólico que envolvía a ese barrio: casas de cemente pelado superpuestas, techos de chapa oxidada, calles de tierra cubiertas de nieve y zapatillas colgando de los cables (algunas que lograba identificar a quienes pertenecía, otras puestas por él mismo). El cielo estaba nublado y solo hacía que todo se sintiera más carente de sentido. Más sombrío y real.

Tomó el cigarrillo puesto en su oreja y le dio una larga calada.

— Mis padres se separaron después de tenerme por error —le contó de repente —. Aunque siguieron viviendo juntos por mucho tiempo, ya que mi madre no tenía donde ir porque mi padre le quitó toda posibilidad de encontrar un empleo que la independizara. Estaba a su merced, en pocas palabras.

Craig no entendía porqué Billy se abrió repentinamente con él, pero decidió escucharlo con atención, a decir verdad, se sintió un poco reflejado en Billy. Soltó la tijera en su bolsillo y se sentó con cuidado en el puff, sin quitarle la mirada de encima.

— Todo empeoró cuando él se quedó sin trabajo: se sumergió en el alcohol y todo se volvió más hostil. Y aunque yo intentaba calmar las aguas entre ambos, nada era suficiente, yo solo era un niño.

Craig continuaba sin decir nada, pero Billy no parecía esperar una respuesta. Más bien, el silencio confirmaba que Craig entendía perfectamente lo que Billy decía., lo que le dio comodidad a Billy para continuar.

— Y un día, mi padre conoció a Stuart McCormick, supongo que sabes que él cocina y vende...

— Metanfetamina —Craig lo conocía. Nunca le compró nada ni intercambió palabras con él, pero había escuchado de él y lo había visto pasar por su casa con su camioneta vieja en varias ocasiones.

Sin mencionar que Craig se sentía profundamente atraído por el hijo del medio de los McCormick, Kenny, pero nunca se había animado a entablar conversación con él y tampoco iban a la misma escuela, tampoco tenían los mismos horarios. Aun así, las pocas veces que llegaban a cruzarse, Craig necesitaba tener algo en las manos para disimular la ridícula ansiedad que le causaba solo verlo.

— Y él le ofreció trabajar juntos. Mi padre tenía los contactos, McCormick tenía la receta, y como es un alcohólico sin remedio, solo pide botellas de su cerveza favorita como pago en lugar de dinero. Y así se formó el negocio —concluyó Billy, sentándose en el puff junto a Craig. Le dio una larga calada al cigarrillo y echó el humo con lentitud. Notó que Craig lo observaba con atención mientras lo hacía, entonces volteó a verlo y se lo ofreció.

Craig negó con la cabeza, aunque sentía una fuerte curiosidad.

— ¿Nunca has fumado? —preguntó Billy.

Craig negó con la cabeza otra vez.

— Deberías probarlo.

— No le encuentro la gracia.

Billy volvió a fumar y echó el humo más cerca de Craig, lo cual le provocó un poco de tos.

— ¿Cómo vas a encontrarle la gracia sin intentarlo? —cuestionó Billy con una sonrisa, y volvió a ofrecérselo.

Craig bufó.

— Bueno, tal vez solo un poco —dijo rendido.

— No tienes que hacerlo si no quieres —aclaró Billy con indiferencia.

Craig tomó el cigarrillo y lo observó por encima. El olor era espantoso.

— No veré cosas, ¿no? —preguntó con desconfianza.

Billy se rió.

— No es marihuana, solo es un cigarrillo común y corriente —diferenció Billy —. Solo te sentirás más relajado, ayuda a aliviar el estrés.

Dicho eso, Craig se llevó la parte anaranjada a los labios, no tenía idea de qué hacer.

— Aspira —instruyó Billy, Craig hizo caso —. No te tragues el humo —advirtió Billy al ver como aspiraba su amigo, pero cuando Craig empezó a toser se dio cuenta de que le advirtió demasiado tarde —. Te lo dije.

La cara de Craig se puso roja por el ahogamiento que se había provocado, y escuchar a Billy riéndose de él no lo hizo sentir mejor. Sintió un mareo muy molesto, y le devolvió el cigarro a Billy. Tenía suerte de que estaba tosiendo, o lo hubiese mandado a cagar.

— No es un refresco, no sorbas el cigarrillo como si fuera una pajita —lo reprendió con diversión en la voz —. El secreto está en llenarte la boca de humo y luego echarlo suavemente hacia afuera, unas cuatro o cinco veces, hasta que te acostumbres —seguido de eso, Billy siguió cada paso que le explicó a Craig y se lo demostró.

Ahora le tocaba a él, otra vez.

Craig pensó en decirle que se lo meta en el culo, pero no quería rendirse, y no tenía mucho que ver con el hecho de impresionarlo o callarle la boca por reírse de él, era algo que Craig quería experimentar. Aspiró el cigarrillo una vez más y esta vez lo hizo relativamente bien, al menos no se ahogó.

Con el paso de los segundos, entendió a lo que se refería Billy con lo de sentirse relajado. Pero Craig tenía cierto recelo a los vicios, así que luego de algunas caladas cortas, se lo devolvió a Billy.

— Entonces, volviendo a lo de tu padre —Craig intentó retomar el hilo de la conversación —. Supongo entonces qué, teniendo a quienes vender y quien cocinaba, solo le faltaba quien lo distribuyera.

Billy hizo un ruido afirmativo con la garganta.

— Y ahí es donde entras tú y esos dos pelotudos, ¿no?

Billy comenzó a reírse, sintiendo una carcajada repentina atacándolo.

— "Pelotudos", es una buena forma de describirlos —admitió —. Sí, así fue como yo inicié, y... Bueno, ellos son mis amigos desde siempre, así que se los comenté y accedieron. Esto nos volvió más unidos y, bueno —miró su billetera —, más independientes.

— Es un poco irónico que digas que son más independientes a partir de vender un vicio —Craig no lo dijo en modo acusador, en realidad no le importaba. Solo lo dijo como un comentario irónico y casual dentro de una conversación suficientemente ilegal.

— Craig, el vicio no lo vendemos nosotros —rechazó el juicio del chico mientras echaba el humo —. Tú puedes probar cualquiera de estas mierdas, pero puede no gustarte. Y si no te gusta, solo puedes rechazarlo y ya está, sigues con tu vida limpio. Pero si te gusta, está en ti volver a consumirlo. Los vicios no son las drogas y las drogas no son una enfermedad, tampoco una cura. Es una elección, como la gente que toma Coca-Cola o que va a comprar al McDonald's día por medio.

— No puedes comparar una Coca-Cola con una droga —Craig no podía creer la forma en la que Billy hablaba con tanta liviandad del tema, aún teniendo a un padre alcohólico y experimentar los efectos horribles que tenían los vicios en las personas.

— Dime la diferencia —retó Billy —. La Coca-Cola causa enfermedades de todo tipo, también causa dependencia a la cafeína, la cual también es una droga, produce daños a nivel físico y psicológico y reduce la calidad de vida. La cocaína podríamos decir que provoca lo mismo, pero a diferencia de esa marca tan vanagloriada por el capitalismo, está bien vista.

— ¿En serio te vas a victimizar con el capitalismo? ¿En serio? —se burló Craig.

— No me estoy victimizando, es la realidad.

— Mira —interrumpió Craig —, yo no te voy a decir lo que tienes que hacer o no con tu vida. haz lo que te de la gana, la moral y la ética son cosas subjetivas. Pero al menos hazte cargo, te da un poco más de dignidad.

— Todavía no me dices la diferencia entre la Coca-Cola y la droga.

La insistencia empezó a resultarle preocupante a Craig, comenzó a dudar sobre si Billy estaba yendo en serio con su comparación o si solo era consecuencia de tener el cerebro muy jodido por las sustancias y no tener idea de lo que hablaba.

— No me malinterpretes, estoy de acuerdo con todo lo que dices sobre que es dañina, y sigo sosteniendo lo que dije: hagan lo que quieran, no me importa moralmente hablando. Pero no vas a compararme a alguien al cual, como mucho, se le dañan los riñones, los dientes y el estómago consumiendo descontroladamente una Coca-Cola cada dos horas, con alguien a quien directamente se le funde el cerebro por consumir cocaína, ¿y tengo que traer a colación el tema de los cárteles? Porque una bebida la puedo comprar en el kiosko solo cruzando mi calle, pero para la otra coca son varios pasos más, ¿sabes?

— Y aún así, muere más gente por diabetes bebiendo Coca-Cola que por consumo de sustancias.

— Preguntémosle a la gente de la villa entonces —desafió Craig. Conocía, al menos, a cuatro familias donde alguno de los integrantes murió de sobredosis.

— La diabetes...

El relato ensayado de Billy colmó su paciencia. Craig detestaba la política y todo lo que le involucrara (teóricamente hablando, al menos). Para él, todos eran ladrones en menor o mayor medida, desde el más progresista hasta el más conservador, por lo que no solía involucrarse con personas demasiado politizadas que no pudieran ver los grises en los colores ni con los fanáticos que no podían aceptar ni la más mínima crítica a su político favorito. Simplemente, se rendía con esas personas y no gastaba su tiempo en debatir ideas que nunca llegarían a nada. Pero esto era diferente, porque era muy consciente del problema del narcotráfico, y ver a Billy hacer malabares mentales para no asumirse culpable ni parte del problema, le hizo pensar en todos esos políticos que se echaban la culpa el uno al otro de los problemas del país, sin hacer un mínimo de autocrítica: "porque los demócratas", "ah pero los republicanos", "los fachos", "los zurdos", "la derecha", "la izquierda". Todos, absolutamente todos, igual de culpables e igual de hijos de puta.

Sé todo lo hijo de puta que quieras y haz mierda el mundo, pero al menos asume tu papel como hijo de puta.

— Ajá, y la diabetes la inventó la Coca-Cola, ¿verdad? —dijo Craig con sarcasmo, pero no consiguiendo cubrir el enojo en su voz. Teniendo una madre diabética, la cual la padece desde los doce años, encontraba absurdo el punto de Billy. Y eran claramente las palabras de una persona que no vio a una sola persona diabética en su vida para asumir que solo una bebida azucarada podría causarla. Se puso de pie, dispuesto a dejar la conversación —. Lo siento, simplemente no hay punto de comparación. Si vas a ser un intento fallido de narco, hazlo, sé lo que quieras y vende lo que quieras, pero al menos hazte cargo de tu mierda.

Indignado, se acomodó la mochila en la espalda, fue un poco torpe en el proceso porque su cabeza estaba muy ocupada odiando y maldiciendo cada palabra de autodefensa y justificación cobarde de Billy. No le entraba en la cabeza como alguien realmente podría creerse su propio discurso tan descarada y ciegamente; como Billy aun así, hacía su mayor esfuerzo por seguir reteniéndolo, ¿es que acaso su molestia no le hacía ni un poco de ruido?

Y sin embargo, Craig volvía a verlo, ¿por qué continuaba dándole chance a hablar?

Billy ni siquiera se inmutaba, continuaba con esa misma expresión despreocupada y suficiente, y eso le rompía la cabeza a Craig. Hasta para alguien precozmente nihilista, era demasiado. Un montón.

— Tucker, tú y yo estamos hechos de la misma madera: nacimos y crecimos en el mismo basurero, nos criaron en el mismo desastre, tenemos el mismo potencial y aun así tenemos tantas posibilidades de salir de este pozo como de que los cerdos vuelen. El mundo está diseñado para que algunos triunfen y otros compren la mierda de los que triunfan, y si siquiera lo intentas, te cortan la cabeza para que no les hagas siquiera sombra en los tobillos. Ante tanta falta de oportunidades y desigualdad, ¿tu no crees que es justo que simplemente nos la rebusquemos? ¿crees que ellos no hacen cosas igual o más malas aún? ¿crees que ellos son ajenos a esto, que ellos no compran y venden también? Ellos son los principales acreedores y responsables de esta mierda, pero nosotros somos los perejiles que pagamos el precio en espera de una forma "limpia" de salir. O eso creen —Billy se dirigió a su cajón, de ahí sacó dos objetos. Volvió a Craig y le dio en mano lo que tomó: un teléfono, específicamente un celular con el logo de LG, un encendedor con el logo de Radiohead y un cigarrillo nuevo —. Si consideras mi propuesta, solo llámame. Mi número está agendado ahí.

Craig intentó devolver el celular, pero Billy lo colocó en su bolsillo a la fuerza. Insistir con Billy sería estúpido, según lo visto, así que lo dejó guardarlo (podría venderlo de todos modos).

— No lo olvides: son quinientos dólares por semana. Solo entrega y contabilizar. Es más dinero del que podrías tener en toda tu vida, Tucker. Sería un alivio para tu madre y hermana.

Billy era despreciable. Era malévolamente sabio en el arte de tocar las teclas correctas para lograr que sus desafortunados desgraciados consideraran sus sucias y peligrosas propuestas, con el pulso de un cirujano y la frialdad de un iceberg. Tenia el paquete completo para volverse un político de la talla universal.

Craig volvió caminando a su casa, entre calles frías y oscuras. Por momentos temía convertirse en una nueva víctima de ese barrio silencioso, pero para su suerte, había logrado evadir todas esas caras curiosas y ruidos indecentes de las damas nocturnas que llegaban a mirarlo con un repugnante deseo (Craig definitivamente no parecía de su edad, pero de ninguna manera pasaba por adulto).

Abrió la puerta de su casa en busca de un poco de ordinalidad hogareña; aburrido y tranquilo. Realmente no pedía mucho, solo silencio.

— ¡Te dije tres veces que consiguieras cerveza para hoy! —fue lo primero que escuchó ni bien abrió la puerta. El grito provenía de la cocina y la voz era de su padre. A juzgar por como la tele proyectaba un partido de fútbol de equipos que él no seguía, supuso que esta discusión llevaba ya un rato.

Se ve que pedir silencio era mucho pedir.

Craig caminó con lentitud hasta las escaleras, subía los escalones con cuidado, atento a cómo esa pelea se iba gradualmente a la mierda.

— ¡Pues lo siento, pero no había! —respondió Laura a la vez que daba un violento golpe a la mesada, o eso parecía desde la distancia —. ¡La próxima vez antes de comprar condones para irte detrás de tu perra, ahorra un poco para conseguir tu estúpida cerveza y así no me molestas!

— ¡Yo traigo el dinero aquí para que tú lo administres, literalmente solo tienes un trabajo!

— ¡Para tu información, tengo tres! Ir al estudio, servir a mis hijos, ¡y atender a un imbécil que ni siquiera sabe limpiarse el culo bien, por lo que se ve en tu ropa interior!

— ¡Claaaro! ¡Ir al estudio! ¡¿así se llaman los prostíbulos ahora?!

— No creo, si así fuera, ¡ahí hubiera visto a todos los gatos con los que te encamaste, pedazo de forro!

El sonido de los platos estrellándose fue la alarma que encendió en Craig un instinto de protección. Retrocedió en sus pasos y corrió hasta la cocina. Thomas gritaba un sinfín de insultos y tiraba del cabello de Laura con tanta fuerza como para arrancárselo, y ella hacía lo que podía por empujarlo lejos de ella, tratando de no quedarse pelada y sorda en el intento.

Solo consiguió quitárselo de encima cuando Craig llegó a ayudarla. Él le acomodó una buena patada en medio el estómago, haciendo que este se tambaleara hacia atrás y caiga al piso, sin aire.

— ¡Déjala en paz! —le gritó mientras se posicionaba frente a su madre, extendiendo sus brazos en modo de defensa.

Thomas se levantó con lentitud, ayudándose con la mesada de la cocina. Miró a su hijo y su esposa con decepción, rendido con la discusión.

— Me iré al bar —anunció resignado.

Caminó por el pasillo mientras se frotaba el estómago, seguía doliéndole como el infierno y le hacía preguntarse de dónde su hijo había sacado tanta fuerza para tener tan solo trece.

Trece años, fuerte y gay. No le podía resultar más bizarro.

Se giró para decir una última cosa antes de salir.

— Cuando aportes a esta casa, ahí podrás decidir quien deja en paz a quien —sentenció mientras su dedo apuntaba a Craig.

Tomó su chaqueta y salió por la puerta principal, caminando directamente hasta su auto. Lo puso en marcha y abandonó el hogar.

Laura caminó hasta la puerta para cerrarla con llave. Inmediatamente después, se apoyó sobre esta y respiró agitada, de repente el dolor en el cuero cabelludo se volvió molestamente presente. La discusión la estaba ahogando y había reprimido su miedo tanto como pudo para no perder el hilo, no podía quebrarse otra vez.

— ¿Estás bien? —preguntó Craig, su voz sonaba molesta, pero aun así seguía preocupándose por ella.

Laura asintió.

Craig bufó con molestia, era suficiente estrés en un día. No podía ser que todos se hubieran puesto de acuerdo para ser pelotudos al mismo tiempo, alguno tenía que ser mínimamente cuerdo.

— La próxima vez cómprale una cerveza berreta al menos —reclamó Craig, dejándose llevar por el enojo —. Si ya sabes que se va a poner así y a rompernos las pelotas a todos.

— Si lo hacía, no haría la diferencia —explicó Laura.

— Bueno, que se vaya a lavar el orto, qué se yo —fue su respuesta final, ya estaba suficientemente cansado de este día como para hacerse cargo de problemas que no eran suyos.

Subió hasta su cuarto y cerró la puerta tras suyo. Observó su cama con tentación, realmente necesitaba acostarse y dormir. Se quitó la campera y la remera para buscar una más vieja. Encontró una negra con un estampado de Venom, solo faltaba cambiarse el pantalón.

Cuando dobló la cintura de este, sintió algo en su bolsillo. Era el teléfono de Billy, el encendedor de Radiohead y el cigarrillo que le regaló. Por unos segundos, los observó a ambos con cierta tentación de usar ambas cosas, al menos para distraerse.

"Nah, qué estupidez".

Dejó ambos objetos en su mesita de luz, y prosiguió con su cambio de ropa; se cambió el pantalón por uno viejo y deportivo.

Se acostó en la cama dispuesto a descansar, pero no lograba conciliar el sueño, lo cual con el paso de las horas lo hizo sentirse más molesto. Se acomodó de mil maneras, pero todos los pensamientos que abrumaban su mente no lo dejaba dormir a pesar de sentirse muerto de sueño. Cuando el reloj marcó las dos de la mañana, se sentó en la cama. Sus dedos masajeaban su entrecejo como si eso le fuese a ayudar. No entendía qué pasaba con él, se suponía que tenía sueño y la mente muy agotada después de un día tan tenso, eso debería causarle sueño, el suficiente como para caer desmayado...

Y lo entendió. No estaba agotado, estaba estresado.

— Quiero dormir —se dijo a sí mismo.

Levantó la vista, y vio la mesita de luz con el celular, el encendedor y el cigarrillo sobre ella. Entonces, a su mente llegó la voz de Billy.

"No es marihuana, solo es un cigarrillo común y corriente. Solo te sentirás más relajado, ayuda a aliviar el estrés"

Normalmente, lo pensaría un par de veces antes de solo actuar, pero necesitaba dormir pronto o mañana sería un suplicio despertarse (vivo).

Tomó su campera y... Los tres objetos, sí, incluido el teléfono. Abrió la ventana y salió con cuidado a través de ella, impulsándose con los brazos hasta el tejado, uno que era más peligroso que la misma altura por lo viejas y humedecidas que estaban esas tejas, pero bueno, si se caía, técnicamente dormiría, ¿no?

Para siempre, pero dormido al fin.

Se sentó y encendió el cigarrillo, le dio una calada tal como Billy le enseñó. La boca llena de humo con notas mentoladas mantuvo su rostro cálido en medio de una noche fría y ventosa, y cuando lo expulsó, notó como la tensión en su cuerpo se disipaba con lentitud, al igual que los pensamientos fatalistas. Las primeras bocanadas en casa de Billy le habían resultado horribles, como si se estuviese tragando un papel incendiado.

Empezaba a encontrarle la gracia, y el aburrimiento tenía un nuevo gusto.

Con un poco más de calma y claridad, repasó en su mente la conversación con Billy. Seguía sin estar de acuerdo en muchísimas cosas con él y seguía pensando que Billy era una persona horrible, incluso peor que él. Pero tenía razón en una de tantas estupideces que dijo: quinientos dólares semanales no le venían mal a nadie, mucho menos a alguien como Craig con... Todo lo que eso implicaba, incluido su padre.

Había algo en particular que giraba en su mente como un disco rayado, y lo inoportunamente conveniente que se volvió con su disputa moral.

"Cuando aportes a esta casa, ahí podrás decidir quien deja en paz a quien."

Entre cada bocanada de humo que expulsaba, la idea se asentaba con más fuerza en su cabeza. Sabía que se estaba considerando meterse en una bomba de tiempo detenida.

¿Pero qué tenía para perder?

Encendió el teléfono, y una vez iniciado, buscó el número de Billy agendado ahí. Presionó el botón de llamada y sonó tres veces, hasta que respondieron.

— ¿Tucker? —preguntó somnoliento.

— ¿Cuándo empiezo?

Billy hizo un ruido de interrogación, pero se calló de inmediato cuando comprendió lo que Craig estaba preguntando. Craig se imaginó que sonrió con triunfo.

— La semana que viene, después de clases.

Craig fumó y expulsó el humo.

— De acuerdo.

Cortó la llamada y guardó el teléfono. Abrazó su pierna flexionada y se quitó el cigarrillo de la boca, dejando salir el humo con lentitud y admirando cómo este se mezclaba entre el viento helado. Los párpados se sentían más pesados, y supo que era hora de volver a dormir. Apagó el cigarrillo en la nieve acumulada de las tejas y volvió a su cuarto.

Ese Craig tan pequeño, ni siquiera llegaba a imaginarse cuán grande era el error que había cometido."

Fin del flashback.

— ¡Oye! ¡Oye! —llamaba un anciano impaciente tras el mostrador.

Craig sacudió la cabeza para salir del trance y poner atención a donde se hallaba y lo que estaba haciendo. Tenía la cafetera en mano y servía un vaso grande de café para... Quien sea que lo haya pedido, y ya no recordaba quien fue.

Volteó a ver al anciano molesto, era el mismo que siempre estaba jodiéndolo. Desde el primer momento en que empezó a trabajar en la cafetería, el tipo lo tomó de punto para hacerlo ir y volver con excusas estúpidas, y al final ni siquiera le dejaba una mísera propina. Si no fuera porque Richard Tweak le advirtió que no se pelee con ningún cliente y que, de haber problemas, le dijera a él o a Helen, Craig ya lo hubiese puesto en su lugar.

— ¿Qué quiere? —respondió desganado y un poco borde.

— Háblame bien, pendejo —exigió el anciano —. Mi medialuna está fría, y mi esposa pidió un rol de canela, no de manteca —reclamó señalando las dos facturas sobre la mesa.

Está confiando en su impunidad de una forma muy ridícula.

Craig dejó el café grande en el mostrador y tomó las facturas mientras le daba una mirada casi asesina, pero sin poder decirle nada de lo que quería decirle.

— ¡Café grande! —llamó Craig a quien sea que lo haya pedido, antes de adentrarse en la cocina para traerle unas facturas calientes al viejo.

En realidad no era necesario ir a la cocina porque en la barra había un microondas y algunas facturas extra para reemplazar las erróneas, pero se sentía abrumado y necesitaba alejarse un poco de la vista de los clientes molestos para insultarlos libremente.

— Viejo cagado y la puta madre que los re mil parió a estos gerontes hijos de mil puta, si tuviera un arma los re cagaría a tiros a todos —balbuceó casi para sí mismo mientras guardaba las facturas rechazadas en el tupper que para nada era suyo y para nada era para llevarse comida a su casa a escondidas sin pagar.

— Mal día, ¿eh? —escuchó una voz femenina y rasposa tras suyo de repente, se sobresaltó del susto, se suponía que estaba solo en la cafetería. Miró hacia atrás con una mano en el pecho y otra sosteniéndose de la mesada: era Red.

— ¡¿Y tú qué carajos haces aquí?! —preguntó, aún sorprendido por la visita inesperada.

— Ah, entré por la puerta de empleados —Red limpió la harina de la mesada y se sentó sobre ella. Llevaba una calza de red negra con una minifalda de jean y una blusa negra con hombro caído, y las mismas vans de siempre. Abrió una lata de energizante que tenía en las manos.

— La que dice claramente "prohibido entrar, solo personal" —dijo esperando que entendiera lo que realmente estaba queriendo decirle.

— Exacto —respondió Red con una sonrisa, sus ojos delineados se achinaron con picardía, como si esto no fuera más que un juego para ella. Bebió la lata —. Quería pedir un caramel latte, pero vi que había mucha cola, y bueno, no tenía ganas de esperar, tengo que volver a casa para seguir ensayando con los chicos de teatro, ¿por qué hay tanta gente? ¿qué están regalando?

— Mi alma, en varios pedazos —respondió él.

— Oh, entonces, ¿se te han acumulado?

— Si —Craig extendió la masa de medialuna sobre la mesa y la dividió en dos: una para justamente hacer medialunas, la otra para los roles de canela (sí, en las cafeterías usaban la misma masa de las medialunas para hacer todas las facturas y aun así las cobran como si fueran la receta tal cual).

Empezó a esparcir azúcar y canela dentro una de las mitades (y algunas cantidades de sal, no era tan asqueroso para escupir en la masa, pero definitivamente no se quedaría con los brazos cruzados).

— ¿Y eso por qué? ¿Te han estado molestando o solo estás bajo de energía?

— Ambos —respondió mientras cortaba los rollos en partes no exactamente iguales.

Red le acercó su lata. Craig la aceptó y le dio un trago largo. Cuando hizo eso, Red se percató de que estaba usando bufanda, raro teniendo en cuenta que dentro de la cafetería no hacía frío, y de que tenía algunas ojeras oscuras bajo los parpados.

— ¿Por qué tan cansado? ¿Qué hiciste anoche?

Dar vueltas y vueltas en la cama hasta cansarme, drogarme y llorar. Pensó él.

No podía responderle nada que fuese una mentira, estando trabajando solo, no tenía mucho tiempo para ocuparse en mantenerla. Y tampoco podía decirle la verdad porque... Eso solo desembocaría en una conversación todavía más larga e incómoda. Entonces decidió no responder.

Red bebió la lata mientras esperaba una respuesta de su amigo, lo miró de refilón mientras este le daba forma a la masa. Y desde su altura, podía ver un poco por debajo de la bufanda, y notó lo que parecían ser marcas con un leve tono morado y rojizo.

Acercó la mano hasta la bufanda y la bajó, se quedó perpleja al descubrir que las marcas parecían extenderse a lo ancho de su cuello, pero no pudo corroborarlo con detenimiento porque Craig le quitó la mano de encima y volvió a cubrirse, visiblemente molesto ante la invasión de su espacio. No era nada nuevo en realidad, Red siempre estaba invadiéndolo, y aunque no fuera de su agrado, la dejaba hacer al final porque era difícil evitarla.

Pero esta vez no quería a nada ni nadie cerca de él, bajo ningún motivo.

— ¡A la mierda! ¿Qué...?

— Red, solo vete, ¿quieres? Estoy ocupado —propuso en un tono demandante mientras llevaba las facturas en bandeja al horno tan rápido como podía, buscando evadirla de cualquier manera.

Pero Red lo siguió detrás, con más preguntas encima.

— ¿Pero qué te pasó? ¿Te peleaste con alguien o...?

— Nada, no pasó nada —respondió evasivo, pero por su voz delataba su mentira.

— ¿Fue Tweek?

Craig no respondió. Prefería que ella pensara que ellos dos eran muy brutos cuando se trataba de sexo antes que siga haciendo más preguntas que pudieran exponerlo.

— ¡Carajo! No sabía que Tweek era tan...

— Sí, a mi también me sorprendió —respondió con cansancio en su voz y sin mirarla mientras ponía la bandeja dentro del horno —. ¿Te puedes ir, por favor?

Red, quien no podía dejar de imaginar a Tweek ahorcando a Craig, teniendo en cuenta las diferencias de altura y de cuerpo, empezó a reírse a carcajadas de lo bizarro que le resultaba. Tenía tan arraigada la imagen tierna de Tweek que le costaba asimilar que le fueran esas prácticas.

— ¡No puedo creerlo, amigo! —dijo ella entre risas —. ¡Es la mejor imagen mental que he tenido en años! ¡Él ahorcándote mientras te entra fuerte y tú como perra diciendo "ay si papi, más"! —exclamó con su volumen de voz característico, entre risas y fingiendo gemidos escandalosos.

En otra situación, Craig la hubiese dejado continuar con sus burlas y sus imitaciones ruidosas, pero por dios, ¡estaba trabajando y estaban en una cafetería con mucha gente! Sin mencionar que estaba cansado y, aunque él nunca lo admitiría, bastante perturbado aún por eso.

Se giró y le cubrió la boca mientras la empujaba contra la mesa donde se hallaban tazas y algunos utensilios, los cuales emitieron un ruido cerámico ante el -fuerte- impacto del cuerpo de Red contra el mueble. La reacción de él la tomó por sorpresa, pasando de la diversión al miedo por la fuerza con la que la empujó, y un fuerte dolor en su cabeza se hizo presente cuando esta impactó contra la alacena en el empujón.

— ¡¿Rebecca, quieres callarte?!—gritó él contra su cara, con una mirada oscura sobre ella —. ¡Te dije que te vayas! ¡¿No ves que molestas?!

Red asintió, sus ojos lo miraban con terror.

Él le quitó la mano de la boca, respirando un poco agitado por la adrenalina, y cuando el frenesí bajó, se percató de la mirada desconcertada y molesta de Red, de como ella frotaba su cabeza y su espalda. Craig se dio cuenta de una cosa muy sencilla: la había cagado.

Red le lanzó una última mirada ofendida antes de tomar su lata e irse por donde entró a paso apresurado.

— Red, yo... —iba a decirle que lo sentía, pero cuando se dio la vuelta, notó que ella ya no estaba. Se llevó las manos a la frente y las pasó por su cabello, lo llevó hacia atrás —. Carajo —suspiró.

Sabía que no iba a ser fácil lidiar con su vida como antes, tal vez no era consciente de cuánto podría llegar a cambiar todo desde lo ocurrido ayer o a qué escalas, pero imaginaba que sería difícil no salirse de las casillas o mantener la calma como solía hacerlo.

Uno puede tener un mal día, pero, ¿era necesario que los acontecimientos de mala leche tuvieran que darse tan consecutivamente? Si su vida estaba siendo escrita con alguien, tenía que ser alguien que realmente lo odiara mucho.

Palpó su teléfono en el bolsillo, tendría que disculparse con Red tarde o temprano, aunque no tenía idea de cómo hacerlo y que su disculpa fuera suficiente para reparar el daño. O como al menos se justificaría.

No, no hay justificación en realidad. Pensó mientras alejaba la mano de su teléfono. De hecho... Creo que hasta me parecí a él.

Su propia consciencia lo hizo sentirse peor. Un claro síntoma de que necesitaba fumar, o dispararse, lo que pueda ocurrir primero.

Cuando el cronómetro del horno llegó a cero, abrió la puerta un poco apurado y tomó la bandeja de las facturas... Olvidándose por completo de ponerse los guantes de cocina.

Eso ya no era mala suerte, era simplemente estupidez. Y un poco de karma, no solo por Red, sino porque podría haberse evitado la quemadura si simplemente le daba al viejo otra medialuna o calentar la suya en el microondas.

— ¡Mierda! —gritó mientras soltaba la bandeja sobre la mesa. Agitó las manos y se vio las palmas rojas. Se mojó con agua fría y procedió a ponerse (tarde) los guantes.

Salió al mostrador y se acercó al viejo.

— Ahí tiene, llévesela.

El anciano lo miró con desprecio y quien parecía ser su esposa, movía su cabeza de un lado a otro con desaprobación, y no parecía tener nada que ver con cuanto tardó ni con las facturas.

— Si vas a estar cogiendo con alguien en la cocina, al menos baja el volumen de tu calentura —el anciano tomó las facturas y se las dio a su esposa. Craig solo se limitó a mirarlo confundido —. No esperes que te de propina.

Y se marchó, hablando en voz alta sobre lo maleducados que eran los "chicos de ahora" con los mayores.

Entendía que se había tomado su tiempo, pero... ¿Cogiendo con alguien? ¿De qué parte del culo se sacó eso?

Miró alrededor y había varios presentes que lo miraban como si tuviera un disparo en la frente, otros criticaban la actitud tediosa del hombre y un cualquiera al fondo simplemente le levantó el pulgar como si hubiese hecho algo excepcional.

Craig bajó la mirada y... Su bufanda estaba corrida, lo suficiente como para que se vieran las orillas de las marcas moradas; desde esa perspectiva, podía pasar por un chupón. Se miró en el reflejo de la bandeja y notó que tenía el cabello un poco desordenado.

Empezó a unir los puntos y... Carajo.

Los gemidos falsos de Red, el golpe contra la mesada después de eso.

Su cara se puso más roja que sus manos después de haberse quemado, y eso solo lo hacía mucho peor.

Primero Adler, luego Red y ahora toda la cafetería creía que era un pajero que se cogía a cualquiera en la cocina, y encima HETEROSEXUAL, ¿qué mas le faltaba? ¿Pelearse con Tweek? ¿Su padre borracho en la noche? Y lo peor es que cualquiera de las dos era muy probable que se dieran.

No, definitivamente no sería su día, ni su semana, por lejos.

 

 

 

Había algo más rápido que la velocidad de la luz, para el pesar de Michelson, y eso era el chisme: la velocidad a la que los rumores podían correr y el volumen al que podían esparcirse era demencial. Y si eso podía pasar en ciudades tan grandes como Nueva York, la escala en pueblos más pequeños como South Park era aún peor.

Porque no importaba a donde fueras en ese pueblo, muy probablemente puedas encontrarte con alguien que te conozca, ya sea de la escuela, el trabajo, ¡o del cabaret!

Stan se enteró el domingo que Kenny fue llamado a pasar música en la fiesta que organizaron los empleados de un estudio contable para uno de sus compañeros, algo que lo alegró enormemente porque Kenny solía ganar bastante dinero cuando lo llamaban para ser dj; salvo por el pequeño detalle de que Kenny conoció allí a la hija del dueño del estudio contable, una chica llamada Kelly, que casualmente tenían la misma edad (ella solo le llevaba algunos meses de diferencia), y parecía ser que Kelly quedó completamente encantada con el rubio, como solía pasar con la mayoría de las chicas, chicos y personas no binarias que tenían el placer de conocerlo. Y él quedó encantado con ella.

Y como no podía ser de otra forma, Kenny no tuvo mejor idea que encerrarse con ella en el ascensor del estudio, vaya uno a saber lo que habrá pasado (todos lo sabemos). Cosa que no era extraño viniendo de él, parte de su gracia era esa, lamentablemente hubieron personas a quienes no les causó ninguna gracia, como el "novio"/ex de la chica y al padre de Kelly, ergo, el dueño del estudio contable, ergo, quien lo contrató por sus servicios de dj, no para sus servicios como playboy (aunque Kenny no tenía tarifa, lo hacía de onda).

Ahora hay, no irónicamente, una recompensa de quinientos mil dólares por la cabeza de Kenny y todo el mundo lo sabía.

Pero, ¿quién le quita lo bailado?

Y ya había cobrado por adelantado, así que tendría para cubrirse por el resto del mes.

— ¿Pero te la garchaste o no? —volvió a preguntar Clyde.

— Esas cosas no se dicen —lo calló Kenny.

— Eso significa que sí, pero es muy caballero para hacerlo —tradujo Stan.

Kenny le dedicó una mirada furtiva.

— Si fuese Karen, no me gustaría que un idiota ande por ahí, diciendo a sus amigos que estuvo con ella.

— Y sin embargo, cada vez que te coges a alguien, se termina enterando todo el barrio —opinó Tolkien.

Kenny cerró su casillero.

— ¡Y encima se enojan conmigo! ¿Cuál hay? Ella quería, yo quería, a Butters no le importa, somos grandes, pasó, ¡y ya está! ¿Por qué tanto drama? ¿Es porque soy sexy?

— ¿Tal vez porque ella tenía novio y tu fuiste una gata rompehogares? —preguntó Tolkien con algo de desaprobación.

Kyle miró de reojo a su amigo y tragó saliva, se sintió un poco tocado.

— Novio mis pelotas, se la pasaron discutiendo toda la noche, y además, ¿pueden creer que el tipo no sabía lo que era un clítoris? La pobre cristiana descubrió lo que era un orgasmo esa noche.

— Lo de no hablar se fue a sabático —se rió Stan.

— ¿Clítoris?

— ¡Hola chicos! —saludó Bebe, parecía preocupada —. ¿Vieron a Tweek?

Clyde casi se ahogó con su propia saliva cuando vio que ella se acercó tanto, y que llevaba un suéter con escote rojo. Como Bebe era bastante alta, fue difícil de ignorar...los.

Tolkien observó la entrada y visualizó una cabellera rubia de baja estatura aproximándose.

— Está entrando.

— Gracias negri —dijo con dulzura antes de correr hasta el pequeño.

Tweek parecía no haber descansado muy bien, estaba somnoliento y bostezaba cada tanto. Esperaba que el café que cargaba en su vaso térmico le ayudara a despertarse. Le tomó por sorpresa ver a Bebe corriendo, y más cuando lo tomó del brazo para llevarlo a un costado de la escuela.

— ¡Bebe! ¿Qué cara...?

— ¡Tweek, escucha! Tengo algo muy serio que preguntarte —lo interrumpió ella tomándolo de los hombros —. ¿Tú... qué has sabido de Craig en estos días?

Tweek la miró confundido.

— ¿La verdad? Nada, no me escribió en todo el fin de semana —dijo algo molesto —. Pero bueno, supongo que me lo encontraré ahora y bueno, veré qué onda.

Bebe torció la mueca.

— ¿Por qué la pregunta?

Ella suspiró para aliviar su propia tensión.

— Mira, no estoy muy segura de que sea verdad, siento que es solo un rumor estúpido o que hay otra explicación. Pero me lo contó Annie y ella es de fiar —le aclaró tanteando el terreno —. Tú no estuviste en la cafetería el sábado, ¿no?

— No, estuve en la casa de Red ensayando con el resto de los chicos, ¿por qué?

Auch... Bebe hubiera deseado que Tweek le dijera que sí.

— ¿Por qué? —volvió a preguntar, empezando a impacientarse.

Bebe cerró los ojos y respiró hondo.

— Annie estuvo en la cafetería el sábado. Dijo que había un viejo que molestaba a Craig con que le de sus pedidos rápido o algo así, un viejo de mierda. Y dice que en una, Craig se fue a la cocina y se escuchó la voz de una chica...

— ¿Mi mamá? —preguntó él, pero luego recordó que ella se fue a almorzar con amigas, así que negó con la cabeza.

— Y un rato después... —se relamió los labios, a pesar de tener gloss, no pudo evitarlo porque estaba por contarle algo... Difícil —. Se escuchó un gemido de mujer y un golpe, como de tazas.

Tweek pasó de sentirse impaciente, a sentir un vacío creciente. Esa sensación de que el corazón te deja de latir por enterarte de algo que hubieras preferido no saber.

— Cuando él sale de la cocina, salió con el pelo medio desarreglado, dicen que tenía un chupón en el cuello y el viejo que lo molestaba, lo acusó de que estaba con alguien, y Craig no lo negó.

Tweek no sabía qué decir, intentaba encontrar la forma de que eso fuese un malentendido, pero, ¿por qué específicamente se escucharía un gemido de mujer? ¿O un sonido de tazas? Las tazas se hallaban en una mesada, colgaban de un soporte para tazas, la única forma de que eso pasara sería si alguien se... Apoyara sobre la mesada y esta se moviera porque...

Dios... Esto era una mierda, no podía ser verdad.

— Para mí —continuó Bebe —, Craig habrá, no sé, recibido un video de broma en su celular o algo así y sin querer lo abrió con el volumen muy alto. Y habrá estado apoyado en la mesada y por la impresión, se golpeó. Para mí, es lo más lógico.

— Sí, ¿y el chupón? —preguntó Tweek al borde del colapso —. Nosotros nos... O sea, el jueves pasado, después de natación, lo vi en las duchas y... Pasó algo. Pero yo no recuerdo haberle dejado algún chupón.

Bebe pensó.

— Tal vez si y no lo recuerdas.

Tweek empezaba a volverse una bola de nervios, no sabía qué pensar. La teoría de Bebe tenía mucho sentido, pero... ¿Y si en realidad si hubo una chica ahí?

Pero de ser así, era imposible que algo así, como lo que dijo Bebe que se decía, hubiera sucedido. Craig era gay, ¡demasiado! No había chance de que así fuera... A menos que...

— Tweek, ¿tú estás seguro de que él es gay? ¿no tienes idea de si podría ser bi?

Y esa pregunta le terminó de romper la cabeza.

— Estoy... confundido —dijo lentamente —. Estoy bastante seguro de que no es bi, pero...

Luego recordó algo del sábado: Red fue a la cafetería, pero... Volvió sin nada en las manos.

No puede ser.

Tweek sabía que Craig y Red eran muy cercanos, también sabia que Red estaba estúpidamente enamorada de Kevin, sabía que Craig era homosexual y Red era una buena chica, estaba casi seguro de eso. Pero también era difícil de ignorar para él que Kevin era bastante parecido a Craig (por lo menos en que era delgado, alto, cabello negro y bastante friki), que Red siempre estaba muy cerca de Craig (como de los chicos en general, pero bueno, uno celoso ignoraba cosas) y que Red era una chica absurdamente hermosa, tanto que se asemejaba a él.

¿Cuántas eras las probabilidades de que Craig...?

No, no puede ser, es ridículo.

— Red fue a la cafetería el sábado, pero volvió sin nada —comentó Tweek, no necesitaba aclarar lo que estaba insinuando.

Bebe alzó una ceja.

— ¿Estás insinuando que Red...?

— ¿Es una Tatiana? Sí, lo estoy —dijo molesto.

— Tweek, ella está super enamorada de Kevin, jamás haría algo como eso.

— Permitime dudar.

Bebe tuvo que reprimir una sonrisa. Sabía perfectamente que la posición de Tweek era complicada y que estaba muy enojado, pero no pudo evitar pensar que se veía tierno estando celoso.

— Tweek, sé que es una pésima forma de empezar el día y lamento no tener más información, pero sé que él te gusta mucho y prefería que escuches esto de mi boca y no de gente malintencionada —aclaró Bebe, sonaba tan suave que Tweek detestaba no poder tranquilizarse lo suficiente como para abrazarla en agradecimiento —. Y aunque sé que ustedes no tienen algo serio, tal vez quieras preguntarle al respecto. Si piensas hacerlo, hazlo con calma, tal vez te aclare las cosas.

Y hablando de Roma...

Bebe miró hacia atrás y Tweek siguió su mirada. Un chico alto con una mochila rosa y encapuchado entró a la escuela, y solo podía tratarse de una persona que ahora mismo estaba en muchos problemas.

Si Tweek supiera que a Craig no le entraba un problema más.

— Voy a hablar con él —dijo decidido mientras se alejaba de Bebe.

— ¡Tweek!

Wendy se acercó a Bebe, observó como Tweek caminaba con determinación. Extrañada, miró a Bebe.

— ¿Me perdí de algo? —le preguntó a su amiga.

— Tenemos que buscar a Red, antes de que Tweek la encuentre.

Craig estaba en su casillero sacando las fotocopias que, suponía, que necesitaría ese día. Estaba algo adormilado, sus ojeras se habían vuelto más oscuras y hacía un gran esfuerzo por retener en su cabeza que era lunes. Se había olvidado el gorro en su casa y en su lugar, se puso la capucha. Lo hacía verse como un ladrón de medianoche, pero era mejor que nada.

Notó que detrás de la puerta de su casillero (y un poco abajo, valía aclarar), estaba Tweek.

Ay carajo.

— Ey amigo —lo saludó con el tono despreocupado de siempre.

— ¿Qué tal tu finde? ¿La pasaste bien? —preguntó Tweek mientras se movía hacia el otro lado para verlo de frente, intentando no lucir nada exaltado.

No dormí, todo lo que comí me cayó mal o lo vomité, el domingo directamente estuve todo el día drogado y acostado en cama... Perfecto, la verdad. Pensó sarcástico.

— Si, creo.

— ¿Qué tal te fue en la cafetería el sábado? —tanteó Tweek, cruzó sus brazos a la espera de que Craig notara que algo en él era, no sé, RARO.

— Sí, salvo por un viejo de mierda, todo bien —respondió con desinterés.

— ¿Tu cita también? —disparó Tweek.

Craig alzó una ceja, confundido.

— ¿Cita?

— Sé que Red fue a la cafetería, a verte, supongo —comentó Tweek con fastidio en la voz.

Craig no sabía cómo pilotear esa conversación omitiendo el hecho de que él no trató muy bien a su propia amiga.

— Ah, sí. Fue a pedir un café, pero luego se fue y no me dio tiempo —explicó brevemente.

— ¿Fue a pedirlo a la cocina?

Craig empezaba a sospechar hacia donde iba esa conversación.

— ¿Por qué Red entró a una cocina donde solo podemos estar nosotros, los empleados? —Tweek reformuló su pregunta, haciendo énfasis en el "podemos" y "nosotros".

Craig se encogió de hombros.

— ¿Qué sé yo?

— ¿Ahora dejas pasar a cualquiera? Que raro viniendo de ti —Tweek ya no tenía forma de disimular su enojo.

— Tal vez olvidé poner la llave y ella pasó, ¿qué sé yo, Tweek? Si ya sabés cómo es ella de intensa —se defendió Craig, incómodo.

— Sí, intensa, igual que sus gemidos, ¿no?

Craig quería que la tierra se lo tragara, mataría a quien sea que le haya ido con el cuento a Tweek, justamente a Tweek. Se tomó el entrecejo y puteó por lo bajo.

— Mira, puedo explicarlo...

— Eso espero —amenazó Tweek, su mirada clavada en Craig hacia que la diferencia de altura pareciera insignificante.

— Simplemente ella entró, hizo una broma sobre tú y yo en esas situaciones, y yo tuve que callarla, nada más.

— Sí, ya imagino de qué forma.

La paciencia de Craig a este punto era nula, no había dormido ni comido nada que pudiera mantener en su estómago más de dos horas y su mente paralizada en lo que pasó el viernes en la tarde. No soportaba un problema más en su vida, y tampoco tenía ganas de abrirse con nadie.

Es decir, si hasta el chico con el que más se había abierto (de más de una forma), lo estaba acusando de... ¿Gato? ¿infiel? ¿mujeriego? No le veía el sentido a hacerlo directamente. Para eso, mejor se lo quedaba para sí mismo y ya.

— ¡Ay vamos, sabes perfectamente que soy gay! —Craig alzó la voz — ¡No, no pasó nada entre ella y yo, solo fue un malentendido! Y quitando eso, ¿por qué te pones así con estos planteos ridículos? Tú y yo no somos nada serio, ¿qué te importa a ti? —cerró el casillero de un portazo y se dio la vuelta —. Hasta luego.

Tweek se quedó petrificado en su lugar, Craig nunca le había hablado así. No sabría decir si se sentía más enojado que triste, o al revés.

— ¡¿Qué mierda te pasa?! — Le gritó, antes de verlo mezclarse entre los alumnos.

Cuando Craig llegó a una intersección, se cruzó con Stan, Clyde y Kenny de cerca. No los había visto porque se fue en el segundo autobús, y después de su encuentro con Tweek, sintió que la poca batería social que reservaba para ellos, se había disuelto.

— ¡Ey Craig! —saludó Stan.

Craig pasó de largo, sin siquiera mirarlos, lo que dejó recalculando a sus amigos.

— ¿Qué le pasa? —Stan se extrañó — ¿No me habrá escuchado?

Kenny se encogió de hombros.

— Escuché algo de él que claramente es mentira, debe estar fastidiado por eso.

— ¿Qué cosa? —preguntó Clyde, sin comprender.

— Nada que merezca nuestra atención.

Tal vez era así, pero Stan sentía que tenía que indagar. Lo siguió por el pasillo hasta que lo alcanzó.

— Oye, ¿estás bien? —dijo tocando su brazo.

Craig no se molestó en mirarlo y le corrió el brazo.

Descubrió que no quería ser tocado por nadie. Desde hace unos días, el toque de alguien causaba en él una estática... Molesta e incómoda.

— Sí.

Se podía sentir el aura hostil que manejaba su amigo, lo que lo hizo sentirse incómodo. Guardó las manos en sus bolsillos y trató de fingir casualidad.

— Si te preocupa los rumores que hay dando vueltas sobre ti y lo de la cafetería... Tómalo con calma, quienes te conocemos sabemos que es claramente mentira.

— Bien —dijo esperando que eso lo hiciera callarse, pero no fue el caso.

— Así que no te preocupes por eso...

Ay carajo.

Craig se paró en seco, observó a Stan de frente. Stan no pudo evitar notar las ojeras alrededor de sus ojos cansados y la molestia en su mirada vacía.

— Me importa una mierda lo que digan o lo que ustedes crean —lanzó sin pensar —. Solo no me rompan las pelotas, suficiente tengo con Tweek enojado y... —sentía venir un vómito verbal y decidió callarse. Bufó —Olvídalo.

— ¿Por qué Tweek...?

La campana sonó, anunciando las siete de la mañana.

— Solo olvídalo, y no me molesten, no estoy de humor —dijo Craig, volviendo a ponerse en camino para la primera clase.

Stan lo vio alejarse, aún con la sensación de que había muchas capas por sacar debajo de esa fachada de enojo y soledad.

 

 

 

El martes no fue un mejor día, él siguió guardando distancia con Tweek, con sus amigos y con Red, la cual solo vio una vez y fue el momento más incómodo del día. Nunca sintió que alguien podía insultarlo solo con una mirada cargada de delineador negro, hasta ese momento. No había almorzado en ninguno de los dos días y los recreos los pasó en el baño, haciendo nada en particular, solo fumando y mirando el techo, o las escrituras ridículas de las paredes.

Llegó la clase de gimnasia y no podía sentirse más débil social, física y psicológicamente para formar parte de un equipo. A sabiendas de que no podría esconderse tras la bufanda, decidió maquillar las marcas alrededor de su cuello con una base de maquillaje que Tricia no usaba, no fue difícil porque el color de estas ya no eran tan imponentes. Intentó poner algo de voluntad en atrapar la pelota en básquet, pero su cerebro no coordinaba con sus piernas, teniendo solo tres horas y media de sueño encima y bastante consumo de marihuana nocturno, juntando el fin de semana y esos dos días de clase.

— ¡Tucker! —oyó, justo antes de perder la pelota, por sexta vez en el partido.

Detrás suyo se encontraba Tolkien, con una sonrisa burlona y la actitud amistosa de siempre.

— ¡Pero desenredate las piernas, hermano, pareces una planta! —le dijo con tono vacilón.

En otra ocasión, Craig solo le levantaría el dedo y seguiría jugando. Pero esta no era la ocasión.

Cuando la pelota llegó de nuevo a Craig, sin pensárselo dos veces, se la tiró con bronca a Tolkien al pecho, haciendo que este casi se caiga de bruces.

— Metetela en el orto, entonces —soltó antes de retirarse de la cancha.

— ¿Pero qué carajo? ¡Dale calentón, era una joda! —le gritó Tolkien, sintiéndose extrañado por la reacción de su amigo. Craig no volvió a responder, solo se fue caminando por el pasillo que llevaba al vestuario.

Miró a Clyde, en busca de alguna respuesta o señal que no estaba viendo. Pero este solo se encogió de hombros.

— Creo que se peleó con Tweek, o con el papá de nuevo, no sé. Está re en una, dejalo que se le pase —dijo despreocupado.

En el vestuario, Craig estaba cambiándose de ropa. Se miró al espejo, era difícil ignorar el aspecto cansado de su rostro, su mirada también lucía distinta y aunque siempre fue delgado, las clavículas marcadas le dieron la impresión de que estaba un poco más flaco.

Lo cual sería normal, pues no conseguía retener una comida desde el viernes.

Si Craig estuviera despierto, bien descansado y de un humor relativamente normal, sería capaz de golpear a su faceta actual. Internamente se sentía ridículo, estúpido y un completo idiota por todo lo que estaba causando con su actitud de mierda, la barrera que ponía entre él y... Probablemente los únicos buenos amigos que había conseguido hacer en tanto tiempo. El único chico que realmente le interesaba. La única amiga que realmente lo veía por quien era, sin segundas intenciones.

Terminó de atarse las zapatillas y volvió a verse al espejo. Y definitivamente... No se sentía como él, no era él.

El muro entre él y todos a su alrededor se sentía cada vez más amplio e impenetrable, consciente de que esto solo era el principio, y no podía culpar a nadie más porque era consciente de que él lo construyó.

— Es mejor así —. Se dijo a sí mismo, resignado y sintiéndose derrotado por su propia cabeza.

Se llevó la mochila al hombro y caminó hasta la salida, a través de un pasillo tan frío y vacío como él mismo. Necesitaba fumar pronto, al menos eso calmaría un poco su estrés y apagaría... Esos pensamientos intrusivos.

 

Chapter 44: Alternativas incorrectas (+16)

Summary:

Canción del capítulo: https://youtu.be/8-T4kXfp-1U

Chapter Text

TW: trauma de A.S, drogas, alusión a anorexia.

(Hagan de cuenta que es el TW general de esta temporada).

 

La tarde en el centro de estudiantes se extendió más de lo que Wendy había calculado. Si le dieran una moneda por cada queja que recibió de los estudiantes más jóvenes por el estado de los baños o por la faltan de papel higiénico, ya podría haber ido ella misma a reconstruir un baño en condiciones óptimas.

El ambiente de ese pequeño salón se sentía ardiente y ni siquiera eran fechas patrias con actos escolares que organizar, pero los exámenes y trabajos prácticos les comió buena parte de su tiempo libre a todos y las tareas se habían acumulado. Wendy entró al salón cargando varias cajas de papeles higiénicos y toallas femeninas para restaurar en los baños, todo de su bolsillo. Los administrativos de la escuela ya habían gastado buena parte del presupuesto en arreglos estructurales (como piscina, electricidad, estufas, las gradas del gimnasio, etc.), y se olvidaron completamente de los insumos higiénicos o de botiquín (o se lo gastaron en gastos personales, como ya era costumbre).

Heidi se encontraba luchando con la fotocopiadora, ya había hecho todo lo que los tutoriales de YouTube le indicaron pero la máquina seguía emitiendo un ruido espantoso y las hojas se continuaban atascando.

— Creo que habrá que conseguir una nueva —sugirió Heidi, frustrada.

— ¿No será la tinta? —preguntó Wendy, aunque debía admitir que ella tampoco la entendía.

— Ya la cambié y nada.

— Lamento no haber dejado algo de dinero para reemplazarla —reconoció Wendy —. Había mucho para reponer de la enfermería.

— No te preocupes, tampoco nos alcanzaba —tranquilizó Heidi —. Cuando cobre, compraré una nueva.

Kyle entró al salón con el teléfono en la oreja, tan pronto como colgó la llamada y cerró la puerta, soltó un suspiro de frustración que había aguantado todo el camino hasta ahí.

— ¿Por qué es tan difícil conseguir un micro?

Kyle estaba averiguando a diestra y siniestra por micros que pudieran llevar a los estudiantes a la escuela donde se realizaría el torneo el mes siguiente. Si bien, contaban con el autobús escolar para llevar a quienes participarían, no había suficientes para llevarlos a todos los espectadores. Es decir, su “hinchada”.

— No te estreses, aún falta —lo tranquilizó Wendy mientras dejaba las cajas en el suelo y empezaba a separarlas: de un lado papel higiénico, del otro compresas femeninas.

— No quiero hacer todo a último momento, otra vez —dijo Kyle, recordando que el año pasado algunos estudiantes se perdieron el torneo porque no consiguieron medio de transporte. Ese fallo le valió meses de burlas por parte de Cartman —. Hablando de micros y viajes, ¿cuándo viene el coordinador del viaje de egreso?

— Mañana —ante la respuesta, Kyle putea por lo bajo (se había olvidado de la visita). Wendy se para en seco y se dirige a una de las carpetas sobre la mesa, una rosada con el estampado de “Burn Book” —. La mayoría ya terminó de pagarlo —dice mientras pasa las páginas de la carpeta, donde ella había anotado todos los detalles relacionados al viaje de egreso —, solo faltan Stan, que ya me dijo que para el mes que viene tiene todo cubierto; Craig, que se sumó hace poco; a Kenny le faltan como seis cuotas; y por último, Cartman. Y me pregunto —Wendy cerró la carpeta — ¿De dónde va a sacar Kenny dinero para pagar las seis cuotas que le faltan y contando? El viaje es en agosto, y lo veo complicado.

Kyle se ríe por lo bajo.

— Es un viaje donde las probabilidades de acostarte con alguien crecen en un ochenta por ciento, siendo Kenny, son del doscientos por ciento. Créeme, no se lo va a querer perder por nada del mundo, y si para eso tiene que vender su casa o su cuerpo, lo hará —bromeó Kyle, sabiendo que en realidad Kenny estaba trabajando mucho para conseguirlo.

— Va a tener que empezar a cobrar lo que hace por onda —dijo Wendy, entre risas —. Tengo que admitir que me sorprende que Tweek y Craig hayan accedido también.

Craig en principio no quería ir, nunca le había llamado la atención la idea del viaje de egresados. Pero el cambio de escuela y la forma en la que hizo buenos amigos tan rápido, hizo que considere la idea. O mejor dicho, su madre prácticamente lo obligó a que se sumara, usando la frase “no volverás a tener dieciocho, y después de la secundaria, tal vez no vuelvas a ver a tus amigos porque la vida cambia”. Y después de una larga conversación, él finalmente aceptó. Su madre pidió un préstamo para pagarlo, mientras que Craig cada mes le devolvía con lo que le pagaban en la cafetería.

— Si los padres de Tweek accedieron a que Tweek vaya, siendo… Bueno, ellos; no esperaba menos.

Los padres de Tweek, por otro lado, no querían que Tweek fuese al viaje. Primero porque no se sentían cómodos con la idea de que Tweek saliera de Colorado y esté lejos de su protección, rodeado de fiestas, jóvenes alcohólicos y drogadictos. Y segundo, a principio de año, Tweek estaba muy solo y no creían que él fuera a pasarlo bien. Sin embargo, Tweek empezó a rodearse de amigos (algunos les caían bien a sus padres, otros no, como Kenny y Jimmy) y consideraron que no estaría mal.

Y como Craig también iría, confiaron más en que alguien cuidaría de su pequeño (y mientras tanto, Craig pensando en cuántas formas se lo cogería durante esa semana).

Además, en agosto, en el primer día de estadía, Tweek cumpliría dieciocho años.

Un sonido molesto y metálico irrumpe el ambiente amistoso, seguido de una queja de Heidi. Kyle y Wendy voltearon a verla.

— Yo la ayudo —anunció él.

— Sí, tú eres el único que entiende esa cosa —Wendy palmeó su hombro y salió del salón.

Kyle se acercó hasta la fotocopiadora y Heidi. Presionó el botón de apagado hasta que esta se reinició.

— Lo primero que debes hacer es girar esta cosa de aquí —le enseñó Kyle —, eso reemplaza la tinta vieja y seca por la nueva; pones las hojas y ajustas. Luego en la computadora, cuando termines de escanear lo que tengas que imprimir, debes configurar que salga en blanco y negro en donde te aparece el nombre de la máquina, para que esta cosa no se atasque —Kyle volvió a intentar, siguiendo cada paso, y cuando pulsó “imprimir”, la fotocopiadora empezó su trabajo, sin ruidos molestos ni inconvenientes —. Y ya está.

Heidi no podía sentirse más estúpida por lo fácil que en realidad era. Observó la copia realizada con desprecio, ¿por qué no pudo hacerlo ella misma antes de que Kyle llegara?

— Está algo vieja, habrá que reemplazarla en algún momento, para cuando lleguen nuevos estudiantes a reemplazarnos —agregó Kyle, tratando de hacer sentir bien a Heidi.

Él volteó a verla de frente y enseguida se sintió hipnotizado por su lacio cabello castaño, y como al sol parecía más rubio. Su suéter verde realzaba su belleza al natural, y los ojos ámbar se encontraron con los suyos, vergonzosos y tímidos.

— Sí, también creía eso, aunque… —Heidi rascó su cabeza, forzándose a sí misma a no verlo muy hipnotizada, buscaba cómo romper esa tensión —. Creo que mi torpeza lo empeoró.

— No pasa nada, la mayoría tiene problemas para usarla.

Heidi tomó los apuntes impresos y los guardó en su carpeta. La presionó contra su pecho como si estuviese tratando de mantener sus secretos ocultos, y notó como él seguía cada movimiento con la mirada.

— Debe ser genial arreglártelas con la tecnología, eso resolvería el noventa por ciento de mis problemas —dijo ella, aferrada a su carpeta.

— ¿Tu computadora sigue fallando? —preguntó Kyle, con un poco de cautela porque… Era difícil olvidar lo que pasó ese día.

La primera vez de Kyle ocurrió un día en que Heidi le escribió porque su computadora fallaba. Cuando Kyle la reparó, ambos se quedaron hablando un rato sobre la escuela, Cartman, y… Cartman. Y como su relación se volvía insufrible. Kyle vio su oportunidad para ganar terreno, y consoló a Heidi un buen rato, hasta que una cosa llevó a la otra y terminaron acostándose.

Así que hablar de computadoras con ella, le traía ese recuerdo de manera inevitable. Y como a pesar de todo, aun así ella no lo eligió.

Como prácticamente todas las mujeres que pasaron por la vida de Kyle.

— No, hace mucho que viene funcionando bien —respondió ella mientras desviaba la mirada.

Ella también lo recordaba.

— Cualquier cosa, sabes que puedes escribirme —dijo Kyle sin pensar, pero enseguida sintió un sudor en la nuca, como si callera en la cuenta de que lo que estaba haciendo no era correcto.

No sabría decir por cual de todas las razones: si era por el hecho de que estaba intentando acercarse a una chica comprometida con alguien que se supone que es su amigo (un muy mal amigo, pero amigo al fin), o si era porque estaba jugando a dos puntas, con Heidi de un lado y Stan aún en la línea de espera, quien por cierto era novio de una chica que se supone que era su amiga y… La historia que ya conocemos de sobra.

— Sí, lo haré —Heidi sonrió y pestañeó mientras acomodaba un mechón de pelo detrás de su oreja, antes de salir por la puerta.

Kyle se apoyó contra la fotocopiadora y suspiró.

El recuerdo de su primera noche con Stan, pocos meses después de haber debutado con Heidi, lo llevó al pasado sin permiso. Con todas las emociones experimentadas recorriéndolo, desde el corazón que le latía acelerado, hasta el estómago hirviendo y los dedos inquietos, tamborileando el escáner de la fotocopiadora.

¿Una persona podía “debutar” dos veces? Se preguntó de repente. Y si así podía ser… ¿Cuál fue la favorita de Kyle?

Su pecho se inundó de un calor intenso cuando pensó en Stan, y si bien, Heidi fue… dulce y estaba demasiado feliz cuando sucedió, el sentimiento que lo invadía cuando pensaba en Stan era mucho más intenso. Todavía podía recordar cómo sus manos se entrelazaron el viernes, y cómo solo haciendo eso, el enfado desapareció.

Hacía que su pregunta se respondiera sola.

— Todo sería tan fácil… —se dijo pensativo.

Todo sería tan fácil si tan solo no fuera Stan.

 

 

 

El miércoles Craig faltó a la escuela porque se quedó dormido. Cuando despertó y se dio cuenta de que eran las nueve de la mañana, se maldijo a sí mismo. Podría haberse levantado de todos modos y asistir al segundo periodo, sí.

Pero a pesar de haber dormido unas cómodas cuatro horas (teniendo en cuenta que los días anteriores solo durmió una hora y quince minutos cada tanto, esto era un logro), seguía sintiéndose muy cansado y somnoliento, hambriento por no haber cenado y la cabeza le martilleaba con odio. Y teniendo en cuenta que se había comportado muy mal con sus amigos, no había muchos incentivos para levantarse y asistir. Así que decidió seguir acostado, afortunadamente, nadie en su casa se había dado cuenta de que él no salió de su habitación.

Se levantó de su cama alrededor de las diez, una hora absolutamente inusual para él, ya que siempre se caracterizó por ser bastante madrugador. Se hizo un té porque cualquier otra opción comestible le daba nauseas de solo pensarlo y desayunó parado, junto a la ventana de la cocina y apoyado en la mesada. En cuanto terminó el té, se encendió un cigarrillo. Notó que continuaba bostezando y los párpados se le cerraban solos.

No podía ser solamente sueño y no podía ser todo culpa de la marihuana nocturna (o sí).

Ya que estaría en casa y no tendría nada más importante que hacer hasta que fuera a trabajar, decidió que invertiría el tiempo en algo más productivo que solo fumar y drogarse. Así que buscó su tarea pendiente, puso rock en español y se puso en marcha.

Después de un buen rato, observó la tarea que estaba terminando y se sorprendió de lo bien que podía funcionar su cerebro, incluso con tan pocas horas de sueño, hambre y algo de droga en su circulación. De todas las cosas malas que había en su vida y en él mismo, al menos podía reconocer que era aplicado.

— Un día, el bote volcó y el premio a pique se fue. Todos te daban por muerto y vos allí en mi remolque sin luz como un polizón… —tarareó mientras buscaba una fotocopia de Historia.

En medio de su sesión de estudio, percibió una presencia extraña tras su espalda. Se giró cuando la sintió cerca, pero para su sorpresa no había nada. Extraño. Después de unos segundos volvió la cabeza a la mesa y tomó nuevamente el cigarrillo apoyado en el cenicero improvisado, agarró la fotocopia que necesitaba y empezó a leerla con atención para comprender el texto en profundidad, más que solo para buscar una respuesta.

Entonces, sin esperarlo, una mano grande y arrugada tapó su boca justo después de soltar el humo, y otra fue puesta en su cabeza, recostándola sobre la mesa con brusquedad. El sonido de la música se fue opacando paulatinamente hasta que solo se oía un silencio desesperante y aturdidor, de los que te obligan a no ignorar la situación en la que te encuentras. Intentó gritar, pero ningún sonido salía de su boca, tampoco podría traspasar la espesa mano que lo silenciaba. Entró en pánico cuando se dio cuenta de que la mano en su cabeza tomó su cabello con posesión y tiró con fuerza de él. El peso de un cuerpo mucho más grande que el suyo se impuso con autoridad sobre el suyo, sintiéndose más débil y delgado que nunca. Se sacudió para zafarse del agarre, pero el brazo de la imponente figura lo abrazó con asquerosa lascivia por su cintura, logrando así inmovilizarlo. Como si no fuese suficiente terror, algo respiró con espesor en su oído. Se oía agitado y entrecortado, una respiración que tenía muy familiarizada con él mismo, cuando se tocaba a sí mismo. Pero esa figura definitivamente no era él, y eso lo hizo perturbador.

Finalmente, eso que lo sujetaba habló a su oído.

— Es tan fácil simplemente tomarte —dijo entre suspiros. Craig empezó a agitarse por el terror que lo invadió —. Me pregunto qué tan fácil será… meterme.

Craig se despertó en la mesa respirando con desespero, muy acelerado y bañado en sudor. Miró a su alrededor en busca de la persona que lo acechaba, pero estaba en su cocina, y estaba solo. Nada ni nadie lo acompañaba ni mucho menos lo había tomado por la espalda. Confundido, miró su mesa y vio su tarea. Solo había avanzado un poco y cayó dormido sin darse cuenta.

El estómago se le revolvió de asco y la ansiedad escaló su garganta, se dirigió con urgencia al lavaplatos y abrió la canilla.

Por la tubería se fue el té que había consumido hace tan solo un rato.

Cuando terminó, se lavó la cara con el agua fría que salía del grifo y cerró la llave. Se sujetó de la mesada para no caerse, trataba de recuperar el aliento y asimilar lo que había ocurrido. La música en su celular seguía sonando.

“Hundimos tus pómulos y vos resplandecías. No te quedó sueño por vengar y ya no esperás que te jueguen limpio nunca más.”

Le tomó unos buenos minutos reponerse del susto, hasta que su respiración se normalizó y sintió que tenía fuerza para mantenerse sobre sus piernas sin depender de ningún otro sostén. Masajeó su cara y rascó su cabeza ansiosamente, soltó un suspiró largo y contenido.

Ya no soportaba la situación. Todo el tiempo cansado, de mal humor y asustado, no era sano, definitivamente. Y reconocerlo era mucho tratándose de alguien que fumaba en ayunas.

— No puedo seguir así —se dijo a sí mismo —. Tengo que hacer algo.

Si continuaba de ese modo, sus notas decaerían enormemente y eso afectaría a su beca, y por lo tanto, se arruinaría a sí mismo y todos sus planes a futuro; si continuaba de ese modo, arruinaría todas las amistades que aún le quedaban y se sentiría todavía más miserable; si continuaba así, se moriría de hambre porque llevaba ya cinco días sin comer prácticamente nada.

Necesitaba despertarse, enfocarse y…

Fue entonces que una idea rápida y fugaz, pero contundente, cruzó su cabeza como un rayo.

McCormick.

Claramente, no solucionaría sus problemas principales, pero al menos le ayudaría a ganar tiempo y evitar que su vida se siga yendo a la mierda tan rápido.

Tomó su teléfono y buscó un contacto que hace mucho tiempo no llamaba. Definitivamente, ese contacto no estaría feliz de ver su número en su teléfono otra vez, pero… Era su trabajo, ¿no?

Pulsó el botón de llamada y esperó pacientemente a que le atendieran del otro lado.

— ¿Hola? —el contacto respondió, se podía oír duda en su voz.

— Kevin, soy… yo —respondió Craig, sabiendo que Kevin sabía quien era desde la primera palabra que salió de su boca.

— ¡Vaya! Sí que respondes tarde, ¿eh? Basura —recriminó Kevin McCormick.

Una de las tantas veces que Craig le compró marihuana, el año anterior, Kevin estaba bastante drogado, algo deprimido porque había discutido con Shelly Marsh. Casualmente, Craig no tenía mucho dinero, pero, había muchas formas en las que un chico atractivo podía obtener lo que quería, incluso si el dealer era demasiado heterosexual. No habían llegado a tener sexo (especialmente porque Kevin, aun drogado, podía identificar la diferencia entre un pene y una vagina), pero pasaron una buena cantidad de horas besándose y fumando lo que Kevin cultivó, y Craig le pagó con un agradable final. Un poco antes de caer dormido, Kevin le regaló varios gramos de marihuana a Craig. Tal vez no sentía curiosidad por su pene, pero definitivamente quedó encantado con lo que él podía hacer con su boca y lo bien que se veía sin camiseta.

Semanas después Kevin le escribió, pero Craig no le devolvió la llamada, ¿por qué? Simplemente… Ya no estaba interesado.

Luego Kevin volvió a escribirle, pero fue para mandarlo a la mierda, ya que se enteró de que Craig tenía dieciséis (Craig le dijo que tenía dieciocho). Y nuevamente, Craig no le respondió.

— Sí, yo también te extrañaba —bromeó Craig —. Tranquilo, ya es un poco más legal que hablemos.

— No voy a volver a regalarte nada, bastardo.

— No pensaba pedirte nada regalado —aclaró — Solo por preguntar… ¿Tienes algo como… algo que me ayude a estar despierto o concentrado?

— Dormir y dejar de moverte gente por las noches —disparó Kevin, notablemente molesto.

— ¡Ay, qué gracioso! Lo anotaré en mi máquina de escribir invisible, ¡estoy hablando en serio, hombre!

— ¿Qué buscas exactamente? Hay al menos veinte drogas que pueden hacerlo.

Craig pensó, buscando en su memoria la sustancia que podía ayudarle.

— Algo como… ¿Adderall? No lo sé… Algo con anfetamina.

Kevin se rió al otro lado del teléfono.

— Estás jodido, ¿eh?

— Si, bueno… Estudio y trabajo —se justificó —. ¿Puedes decir lo mismo? Porque entre nos, creo que todavía no estoy tan jodido como tú.

— A tu madre le faltó cagarte bien a bifes cuando eras pendejo, para sacarte el veneno de la lengua.

— Sí, bien que esta lengua no te molestó mucho cierta noche —volvió a disparar —. ¿Tienes o no?

— Sí, tengo algo. Un frasco con quince pastillas está veinte, pero a ti te lo voy a dejar a cuarenta si sigues así —amenazó Kevin.

— Auch, eso dolió —rió Craig —. ¿Estás ahora?

— Sabes que sí.

— En cinco estoy.

— De acuerdo.

Craig colgó la llamada. Fue a buscar una campera con capucha, el casco y tomó las llaves de la moto.

 

 

 

Al llegar, se quitó el casco y se puso la capucha sobre la cabeza. De su antigua amistad con Billy, le quedaron varios recuerdos, ninguno de ellos bueno. Y algunos de esos recuerdos, querían su cabeza, así que no podía andar como si nada por el barrio de Kevin McCormick.

Tocó la puerta de la casa marginal y esperó hasta que él le abrió. Kevin no supo ocultar su sorpresa cuando lo vio, a pesar de las ojeras en sus ojos, seguía viéndose…

Debería ser ilegal verse así. Pensó.

Como ese evento canónico que lo llevó a cuestionarse su sexualidad. Al menos por una noche.

— Ey amigo —saludó Craig, moviendo la mano.

— No eres mi amigo —respondió Kevin, tratando de mantener una distancia profesional con él. Se alejó de la puerta, invitándolo a pasar indirectamente.

— No, pero si lo soy de Kenny —le informó Craig limpiándose las zapatillas antes de entrar (aunque con la suciedad que había en el piso, no hubiera hecho gran diferencia).

Kevin se volteó al oír eso y miró a Craig de arriba abajo. Puso los ojos en blanco, suponiendo qué tipo de amistad tenía él con su hermano.

— Por supuesto —acotó Kevin mientras buscaba el frasco de Adderall entre sus cajas.

— No es lo que crees, ya me retiré de ese mundo —aclaró Craig, apoyándose en la columna de la pared y metiendo las manos en sus bolsillos.

— ¿Ahora eres un ciudadano ejemplar? —preguntó Kevin con sorna.

— Como te dije, estudio y trabajo. Me cambié de escuela, conseguí una beca, hice buenos amigos… No en ese orden, pero me entiendes a lo que voy.

— ¿Y conociste a alguien que te hizo sentar cabeza? —Kevin se acercó a la mesa con una caja llena de frascos blancos, todos medicamentos estimulantes.

Craig iba a responder, pero… Se frenó. Pensó en Tweek, si bien, no era nada oficial y ahora mismo no estaban en los mejores términos… Era lo más cercano a un “sentar cabeza” que había experimentado hasta el momento. Y era tan distinto a Craig que le daba la ilusión de que él mismo se encontraba en un lugar diferente, un poco mejor, a pesar de que había regresado a donde se prometió no volver, y eso lo hizo llamarse a sí mismo “idiota”.

— Algo así —se sinceró, sintiéndose un poco avergonzado ahora por estar donde se encontraba.

Kevin lo miró en busca de rasgos de sarcasmo o algo que le dijera que eso era mentira, pero para su sorpresa, Craig parecía hablar en serio.

Sonrió de lado.

— Mis condolencias a esa pobre alma —acotó Kevin, tratando de esconder su impresión ante ese cambio. Tomó el frasco que buscaba y se lo dio en mano —. Se toma dos o tres por día, con cuatro o seis horas de diferencia entre una y otra. Como cualquier estimulante, puede elevar la frecuencia cardíaca, causar insomnio, cambios de humor y pérdida de apetito. No abuses de ella ni la tomes seguido, o puedes morir.

— Nada nuevo —se burló Craig, pensando cuantas veces estuvo al borde (no por sustancias, afortunadamente… o desafortunadamente, porque quieren lo pusieron al borde fueron personas, y las sustancias las puedes dejar, pero las personas que quieren matarte no). Buscó el dinero en su bolsillo y se lo entregó —. Gracias.

Craig salió por la puerta y se colocó el caso otra vez. Se subió a la moto, pero antes de encenderla, oyó la voz de Kevin.

— Tucker.

Él lo miró.

— Qué raro viniendo de ti esto —le dijo Kevin, refiriéndose a la compra. Kevin acostumbraba a venderle ese medicamento a estudiantes estresados con los exámenes e incapaces de concentrarse por sí mismos, características que no relacionaba con Craig —. ¿Dónde quedó el chico nerd que podía con todo sin ayuda de nada ni nadie?

De todas las cosas dolorosas que Kevin le había dicho en esos tensos minutos de conversación, esa fue la más potente. Craig miró la tierra bajo sus pies, haciéndose la misma pregunta.

— No será por mucho —respondió Craig, aunque se sentía más como una promesa que se decía a sí mismo que una respuesta al ataque de Kevin.

Dejó la casa atrás, sabiendo que no tendría que haber ido, en primer lugar.

 

 

 

Kenny y Stan se encontraban en el patio de la escuela, la hora del almuerzo mantenía a todos los estudiantes dentro del comedor, lo que les daba algo de privacidad para ponerse al día antes del inicio del segundo periodo.

— El sábado tengo otro evento —le informó Kenny a Stan mientras soltaba el humo de su cigarrillo de marihuana —. Además, Kyle me dijo que para el torneo me iban a pedir que lleve mi equipo, obviamente la escuela me va a pagar, encima es una escuela privada, así que plata tienen… En fin, estoy un poco más tranquilo.

— Por favor, que no se te cruce por la cabeza la brillante idea de cogerte a la hija o hijo del director —suplicó Stan mientras se recostaba contra la pared.

Kenny se puso la mano en el pecho y fingió que el comentario le dolió.

— Stan, me partes el corazón, ¿cómo vas a creer algo así de mí? —bromeó Kenny, fingiendo un sollozo.

Stan sacó de su bolsillo un cigarrillo y le tendió a Kenny la mano, una señal de que le pase el encendedor. Kenny se lo dio.

— Mmmm —Stan encendió el cigarrillo y dio una calada —. No lo sé, ¿experiencia?

— Además ya me lo cogí —añadió Kenny con sinceridad, Stan puso los ojos en blanco —. Es increíble lo pasivos que son los hijos de ricos, hermano. Se ponen en cuatro cinco veces antes de que toques el suelo.

Stan solía no tratar de pensar literalmente las cosas que Kenny le compartía, pero ese comentario le fue difícil ignorar. Podía entender la relación que Kenny estaba haciendo implícitamente, pero no estaba de acuerdo.

Al menos su experiencia le decía lo opuesto.

— ¿Te recordé algo? —preguntó Kenny con picardía, apreciando cómo las mejillas de Stan se teñían de rojo.

— Cierra la boca, Kenny —evadió Stan.

— ¿Y qué tal van las cosas con Kyle? —preguntó McCormick antes de dar otra bocanada —. La otra vez se agarraron las manitos, lo vi con estos bellos ojos.

Stan suspiró.

— Sí, supongo que por ahora… No pasó nada, pero estamos bien, supongo. A veces coqueteamos, creo —dijo antes de fumar nuevamente.

— ¿Y por qué no te veo contento?

Stan miró hacia arriba, pensando la respuesta.

— Dije que quiero estar solo, pero… Se está haciendo difícil.

— Amigo, “estar solo” solo significa no meterte a una relación seria de lleno, hace poco cortaste con Wendy, necesitas tiempo. Pero si quieres acostarte con él o besarlo, hazlo.

— No sé si sea buena idea —opuso Stan.

— ¿Por qué lo dices?

— A Kyle le sigue gustando Heidi —soltó, pensando en el viernes por la noche, cuando le tomó la mano —. Se nota por la forma en que se molesta porque Eric la trata mal.

— A mi también me molesta que Eric haga eso, y eso no significa que Heidi me gusta.

Stan suspiró resignado, no quería decir lo que iba a decir, o a lo que se iba a referir.

— Sabes bien de qué hablo.

Kenny hizo memoria, y recordó lo que Stan le reveló sobre Kyle y Heidi, durante su intervención.

— Bueno, Heidi fue su primera vez, y lo tuyo pasó justo poco después, normal que esté confundido —pensó Kenny en voz alta, uniendo los puntos —. Él considera sus opciones: con Heidi todo sería más fácil, salvo por Cartman; contigo tiene algunas dificultades extras, principalmente con su familia y… Bueno, no eres cualquier chico que le haya gustado, eres , hay un peso sentimental ahí que le daría miedo arriesgar demasiado. No esperes que tome una decisión rápido.

— Lo sé, pero…

Stan pensó en cuantas cosas no podía admitir abiertamente, como el hecho de que realmente… ¿Por qué tenía que ser ella? ¿Por qué no podía ser una chica con la cual Kyle tuviera recuerdos menos especiales?

Si fuera otra chica, cualquiera, Stan se acercaría sin miedo, tenía con qué competir. Pero Heidi era el gran amor de Kyle desde cuarto de primaria… No sentía que haya punto de comparación.

— Debo admitir que subestimé cuánto me iba a costar —confesó apenado.

— ¡Pero amigo! No es necesario que sean algo serio ya o que él tenga una decisión tomada desde ahora, solo… Diviértanse y háganlo, sáquense las ganas... O conoce a otras personas mientras…

— No puedo Kenny —lo interrumpió Stan —. Tal vez a ti no te pase, pero si yo… Estoy con él de cualquier forma, o con otra persona hipotética, no me voy a sacar las ganas, me voy a enganchar más.

Kenny miró a Stan de reojo.

— Entiendo… No te animas a acercarte a él de esa manera porque sientes que si él te llegara a lastimar o no te elige, no tienes ya un plan B en el cual refugiarte.

Stan empezó a toser, ahogado por el humo. No esperaba que Kenny sacara conjeturas tan… acertadas.

— ¿De qué parte del culo te sacaste eso? —preguntó Stan.

— Stan seamos sinceros: cuando estabas con Wendy y lo hiciste con él para sacarte las ganas, en cierto modo te sentías confiado de que tenías otra opción si con Kyle las cosas salían mal. Ahora es Kyle el que tiene esa posibilidad y tú estás solo, y no quieres que él haga lo mismo porque sientes que perderías, por el peso emocional que tiene Heidi en la vida de él. Crees que ella es más importante o especial, y eso te dolería porque realmente te estás enamorando y te sien tes vulnerable.

No podía responder nada contra eso. Kenny tenía razón. Volvió a fumar y relajó un poco su molestia, no tenía razón para enojarse.

— Tal vez, como sea… Creo que solo voy a dejar que pase lo que tenga que pasar —finalizó no muy convencido.

— Me parece bien, pero, amigo —Kenny terminó de fumar su porro y lo tiró a la nieve —. Si crees que te va a lastimar hacerlo, no lo hagas. Prioriza estar bien. Pero si en algún momento simplemente se da la oportunidad y quieres hacerlo, solo déjate llevar. Tal como dices, lo que tenga que pasar, pasará. Y si no resulta como quieres, al menos intenta rescatar la amistad o busca la forma de estar bien. Lo que mejor te haga, siempre que no sea embriagarte todos los días, claro.

Stan asintió. Kenny sabía que aunque hiciera de cuenta que no le importaba, seguía dándole vueltas al tema.

Y no se le ocurrió mejor idea que animarlo... A su modo.

— Y déjame decirte con sinceridad: yo entre Heidi y tú, me quedo contigo toda la vida. Tienes dos… — Kenny lo abrazó por la cadera y le apretó el culo —muy buenas razones para hacerlo.

— ¡Kenny, suéltame! —ordenó Stan entre risas y un a visible sorpresa en la cara.

— Perdón, quiero decir —Kenny soltó su culo para subir hasta el pectoral de Stan, y volvió a apretar — ¡Cuatro! —continuó entre risas

— ¡Como me toques el…! —amenazó Stan, antes de ser interrumpido por una voz familiar.

— Ustedes si que no pierden el tiempo.

Ambos se voltearon a ver de dónde venía la voz. Y para su sorpresa, era Craig. No se veía tan cansado ya, parecía más… Normal. Y por la forma en que les habló, estaba de buen humor.

— ¡Craig! —Kenny corrió a abrazarlo — ¡Te extrañé tanto! ¡No tenía de quién copiarme en clases!

— ¿Por qué llegaste tan tarde? —preguntó Stan, extrañado.

— Me olvidé de poner la alarma y me quedé dormido —mintió Craig —. Igual últimamente tenía bastante sueño, así que dormir un poco más no me vino mal.

La pastilla realmente hizo un efecto rápido. A los minutos de tomarla, se sintió mucho más despierto y con energía, por lo que decidió que sería mejor para él asistir al segundo periodo y… Al menos solucionar los problemas ocasionados a sus amigos, por lo menos eso le ahorraría algunos dolores de cabeza.

O eso era lo que él pensaba.

— Por cierto, ¿vieron a Tolkien? —preguntó Craig.

— Está en el comedor —indicó Kenny.

Craig asintió y entró a la escuela.

Kenny miró a Stan, quien no lucía muy convencido del aparente “buen humor” de su amigo.

— ¿Pasa algo? —preguntó Kenny a Stan.

Stan torció la mueca.

— Tengo un mal presentimiento.

 

 

 

— Ayer me porté como el orto —reconoció Craig delante de Tolkien, quien lo escuchaba atento. Él ya no se encontraba en el comedor, sino en su casillero, tuvo que buscarlo un buen rato hasta que dio con Tolkien —. Y me la agarré contigo, aunque no tenías nada que ver. Y quiero pedirte perdón por eso.

Tolkien le puso la mano en el hombro.

—Está bien amigo, aprecio que te hayas dado cuenta. Son cosas que pasan, pero nada que no se pueda solucionar hablando.

Craig sonrió y le dio la mano, y Tolkien la aceptó, pero tiró de ella con fuerza y lo atrapó con el otro brazo, apretándolo con fuerza, mientras con la otra mano le revolvía el cabello.

— ¡Ayuda! —gritó Craig, exagerando la situación.

— Así aprenderás a respetar a tus mayores, Tucker —reprendió Tolkien con diversión.

Una voz detrás de ellos interrumpió su diversión. Una voz femenina y rasposa que hizo que la piel de Craig se erizara.

Y siendo sinceros, a Craig le daba más miedo enfrentar a Red de lo que le podría haber dado Tolkien, siendo el único que lo superaba en altura.

— Token, ¿tienes la fotocopia que te presté el lunes? —preguntó ella, prácticamente ignorando la presencia de Craig (y fue completamente intencional). Tolkien la tomó de su casillero y se la entregó —. Gracias —dijo seca, y se fue caminando.

Craig se liberó del agarre de Tolkien.

— Te veo luego, amigo —le dijo a Tolkien, y caminó rápido hasta Red, quien buscaba en su casillero algunas cosas que necesitaría en la siguiente clase. Craig se apoyó en el casillero contiguo —. Red, ¿podemos hablar?

Ella cerró su casillero y lo observó con desconfianza. Miró a su alrededor, desconfiaba del eco que producía el pasillo.

— Aquí no.

Red se dirigió hasta la salida, sabiendo que Craig la seguiría. Cuando se alejaron lo suficiente, ella se paró delante de él con los brazos cruzados.

— ¿Qué quieres? —preguntó ella cortante.

Craig tragó saliva. Ni toda la anfetamina habida y por haber lo prepararía nunca para una conversación seria con ella.

— Quería pedirte perdón por lo del sábado. Fui… Un idiota. Y sé que nada justifica lo que hice, estaba teniendo malos días y… —negó con la cabeza, arrepintiéndose de lo dicho —. Nada, como dije, no justifica. Solo puedo decirte que no reaccioné nada bien y que no debí haber hecho lo que hice, y que me arrepiento por ello —se sinceró, sin poder mirarla a los ojos porque la mirada de ella era muy intensa y lo intimidaba —. Es todo. Entiendo si no aceptas la disculpa. Solo quería decirlo.

Craig se giró, dispuesto a caminar nuevamente a la escuela, pero Red lo tomó de la muñeca antes de que se siguiera alejando. Cuando él se giró…

Plaf.

Red le dio un cachetazo. Bien merecido, la verdad.

— ¿Estamos a mano? —preguntó él, refregándose la mejilla.

— Yo diría que sí —dijo ella, satisfecha —. Te perdono. Pero solo para que sepas, la próxima vez que se te ocurra ponerte así conmigo, te voy a patear en las pelotas —prometió Red.

Y Red lo que prometía, cumplía.

— ¿Tanto me pasé? —preguntó él. Desde su perspectiva, no sintió que había sido tan brusco. Red se giró y se subió la campera, le mostró un moretón que causó el golpe contra la mesada, donde él la había empujado. No era muy visible ahora, y más porque Red tenía un tatuaje ahí, pero imaginaba que habría dolido. Ahora sí que se sentía mal —. Carajo…

— Estoy bien, no duele. Pero… Mierda, me diste miedo —reconoció ella mientras acomodaba su ropa.

Craig desvió la mirada, esta conversación era más incómoda de lo que imaginaba que sería.

— Ahora que parece que estás de mejor humor, y que se te fueron las marcas del cuello —señaló Red, sin saber que en realidad estaban maquilladas. No eran tan visibles, pero seguí ahí —. ¿Puedes decirme por qué estabas tan molesto? Fuera de que yo fui a molestarte, que por cierto, me disculpo por eso. Pero sigue siendo exagerado que haya sido solo por eso tu molestia.

Craig se relamió los labios y dudó un poco antes de responder.

— Bueno…

Justo antes de que a él siquiera se le viniera a la cabeza como explicarle algo de la situación que estaba viviendo, o que al menos considere hacerlo, la campana sonó. Literalmente, salvado por la campana.

— Mejor, continuamos después —propuso él, sintiéndose aliviado por evitar la conversación.

Ella asintió y lo vio alejarse, cada vez más segura de que sea lo que sea que esté pasando con él, era algo muy malo. Tenía que serlo.

¿Pero qué?

 

 

 

Después de que las clases terminaran, a Craig solo le quedaba una persona con la cual conversar, y la más importante: Tweek. No consiguió hablar con él en ningún recreo ni entre clases, ya sea porque no se sentía seguro para iniciar la conversación o porque Tweek parecía evitarlo. Pero cuando Tweek fue a tomar su colectivo a la cafetería, él lo acompañó como solía hacerlo siempre. Ya no habías muchas más opciones: tendrían que hablar tarde o temprano.

— ¿Cómo estás? —preguntó Tweek.

— Bien —mintió Craig —. ¿Y tú?

— También.

Otra vez el silenció dominó la conversación. Nunca habían sentido tantas ganas de que la tierra se los tragara.

Pero si querían solucionarlo, uno de los dos tenía que dar el primer paso.

— Lo siento por lo del lunes —dijeron al unísono, acabando algo sorprendidos por la coincidencia.

Craig iba a decir algo sobre lo ocurrido ese día, sobre el malentendido, pero percibió que Tweek necesitaba hablar primero.

— Fue estúpido haberme enojado contigo de esa manera, y pensar que tú y Red podrían haber… Eso —habló Tweek, incómodo —. Sabía que no era posible, pero… Ustedes se ven bien juntos, ¿sabes? Y escuchar algo así y pensar en la posibilidad de que tal vez seas bi y que tú y ella… —se obligó a callarse —. Como sea, fue estúpido de mi parte, especialmente porque no somos nada serio y no tengo derecho a reclamar nada si así fuera, además Red es buena chica y yo la llamé…

Craig interrumpió el interminable monólogo nervioso de Tweek para besarlo de repente, tomándolo de la nuca con firmeza. Lo había extrañado mucho, besarlo era sin exagerar, lo único bueno que le pasó en los últimos días desde el… Incidente.

Tweek se dejó llevar y lo abrazó por los hombros, sintió como las manos de Craig bajaron desde su nuca hasta su cintura, recorriendo su espalda con lentitud, agachándose un poco para acortar la diferencia de altura. Tweek tuvo que sostenerse en las puntas de sus pies para no cortar el beso, pero eso no le molestaba, al contrario, solo lo hizo más excitante. Extrañaba la sensación de besarlo, de tener que hacer puntas para acercarse al menos un poco, de que Craig lo envolviera en sus brazos, enredar sus dedos en el cabello oscuro…

No se sentía como si hubieran pasado días tensos y sin hablar.

Cuando el beso terminó, permanecieron abrazados, mirándose a los ojos con ternura.

— Perdón por haberte hablado mal —se disculpó Craig, aún le dolía pensar que llegó a portarse así con Tweek —. No estaba enojado contigo, simplemente… Fueron días un poco tensos en casa.

Y a pesar de todo, seguía mintiendo, aún teniéndolo cara a cara. Internamente, Craig sintió que eso arruinaba el momento, en algún momento se volvió un buen mentiroso y no le gustaba la idea. Pero… Ni siquiera se le cruzaba por la cabeza cómo ser sincero con él… con ese tema.

— ¿Quieres hablar de eso? —preguntó Tweek, sus ojos transmitiéndole toda la seguridad y paz que Craig necesitaba.

Pero la conversación tendría que terminar ahí, pues el autobús que llevaba a Tweek a la cafetería llegó.

— Estoy bien. No te preocupes —aseguró Craig, haciendo seña para que el autobús se detenga en esa parada.

— Pero estabas muy…

— Estoy bien, Tweek —repitió Craig intentando sonar convincente —. No te preocupes, puedo manejar mis mierdas.

— Bueno… Si tú lo dices. Confío en ti —respondió Tweek, tratando de verse convencido, no le vio el sentido a seguir insistiendo.

El autobús frenó, y Tweek no tuvo más opción que subir. Pagó su boleto y se sentó en el último asiento. Miró por la ventana y saludó a Craig, antes de perderlo de vista. Cuando ya no pudo verlo, suspiró pesado y se permitió ser invadido por esa sensación de inseguridad que le torturaba la cabeza desde el viernes.

No, no le creía un carajo y estaba demasiado seguro de que había algo detrás de tantos “estoy bien”, y si Craig no iba a decírselo, lo averiguaría él mismo, de alguna manera. No sabía cómo ni por donde empezar, pero lo haría.

En la parada, Craig encendió un cigarrillo para matar el tiempo, hasta que el colectivo que lo llevaba a su casa llegara a la parada. Cuando lo vio aproximarse por fin, tiró el cigarrillo y le hizo seña para que parara. Una vez arriba del bus, Craig empezó a sentirse algo cansado, pronto tendría que entrar a trabajar y tenía que rendir… Mejor que los días anteriores, al menos.

Entonces, sacó una segunda pastilla de Adderall y la ingirió ayudándose con el agua de su botella. Habían pasado cinco horas desde la primera dosis, así que… Técnicamente no lo estaba haciendo mal. Y este día estaba yendo bien, así que… No tenía de qué preocuparse.

Todo estaba bien y estaría bien.

Por ahora.

 

Chapter 45: Efecto Mariposa

Summary:

Canción: https://youtu.be/139ZqczxiHs

Chapter Text

¿Hay algún acontecimiento en tu vida que podría haber cambiado tu rumbo por completo?

Se conoce como efecto mariposa a una pequeña variación, al principio insignificante, que deriva en cambios y consecuencias mayores a las que creemos que tendrían.

Por poner un ejemplo, un chico que repitió curso por faltar a muchas clases. No parece ser nada del otro mundo, muchos alumnos faltan a clases o repiten de año y eso no significa nada demasiado grave o importante al principio (más que un castigo de sus padres). El chico luego se graduó y llegó a la universidad, donde coincidió con una persona que se convirtió en el amor de su vida.

Si ese chico hubiese terminado la escuela a tiempo, si nunca hubiese faltado a clases durante ese año, si se hubiera graduado cuando realmente debía, todo hubiera salido bien en teoría, pero nunca hubiera conocido al amor de su vida porque él ya habría pasado por la universidad o estarían en cursos muy diferentes y no habrían tenido oportunidad de conocerse.

Repetir curso fue su efecto mariposa, el que lo llevó a una vida que no hubiera sido de otra manera si hubiese hecho "lo correcto". Una pequeña variación lo llevó a conocer a la persona más importante de su vida actualmente.

Y la vida está llena de efectos mariposa.

Entonces... ¿Qué habría pasado si tan solo él hubiera entrado a la cafetería ese día?

Flashback

Tres años atrás

En contra de todo pronóstico, Craig se adaptó bien al grupo de Billy, también al "negocio", pero siempre manteniendo su esencia de ser el "cortado". Estaba ahí, pero sin involucrarse demasiado, solo lo justo y necesario. Billy le pasaba las direcciones a las cuales debía entregar, Craig llegaba, cobraba, le dejaba el dinero a Billy, le daban su parte y seguía con su vida. Se las había ingeniado para mentirle a su madre sobre que consiguió un pequeño trabajo en un taller mecánico, lo cual era creíble de todos modos, teniendo en cuenta que asistía a una escuela técnica y que a Craig siempre le habían interesado los autos. Además, sabía que su madre no iba a prohibirle trabajar, ya que ella tuvo su primer trabajo a la misma edad (claro, ella vendía ropa o atendía kioskos, no vendía merca). Obviamente mentía con respecto a cuanto le pagaban, pero se las arreglaba para dejar dinero de vez en cuando en la mesa de luz de ella sin que lo supiera, o algunas cuotas de hipoteca o servicios... Mágicamente aparecían pagas.

El resto del dinero lo ahorraba para algo que ningún traficante en su lugar planearía jamás: sus futuros estudios. Craig seguía firme en su idea de estudiar y convertirse en una persona que valiera la pena, por supuesto que podría solo quedarse con vender drogas y vivir cómodamente, pero teniendo en cuenta los riesgos, prefería desvincularse antes de terminar el secundario y hacer otra vida.

Fuera de gastos camuflados de la casa y cigarrillos, no había gastado ni un dólar en nada: ropa, consolas, electrodomésticos, nada de nada. Todo lo que ganaba, iba directo a un cajón donde guardaba sus ahorros para sus estudios universitarios, eso incluía un departamento pequeño para él (genuinamente no se veía a los dieciocho o diecinueve conviviendo con una pareja, salvo algún que otro encuentro, no veía la necesidad de buscar algo demasiado grande) y uno más amplio para su madre y hermana, porque no pensaba dejarlas en South Park, y posibles emergencias. Todo muy medido y controlado, cosa que era una rareza viviendo de alguien de su edad y dentro de ese ámbito. La mayoría de los amigos de Billy, solo con su primer pago, se habían comprado zapatillas carísimas, celulares, televisores, relojes caros que ni siquiera sabían leer, fiestas, prostitutas, drogas más duras, etc.

Cuando caen en la cuenta, sus billeteras estaban en cero.

Durante las primeras semanas, los amigos de Billy pusieron a prueba su paciencia. Solo empezaron a respetarlo cuando, con el visto bueno de Billy, Craig se paró de manos... A su modo.

— Viejo, tranquilízate, solo era una broma —pidió uno de los chicos, tratando de no mostrarse asustado, pero el temblor en su voz lo delataba y el cómo miraba la navaja apuntando a su cuello con horror, como si viera su vida pasar por sus ojos.

— No me jodas—advirtió Craig con la mirada oscurecida. Y el tono en su voz se sintió más filoso que la hoja del arma blanca.

Esa fue la primera y última vez que se les dio por hacer algún comentario alusivo a su madre.

También fue la última vez que lo molestaron en general. Seguían sin ser amigos, pero Craig se había ganado su "derecho de piso" en poco tiempo dentro de ese grupo disfuncional. También dejaron de buscarle pelea en la escuela, porque aunque él actuaba solo, el rumor de que tenía contacto con Billy se corrió muy rápido. Y si él solo ya era jodido, arriesgarse a enfrentarse con Billy no era buena opción, el razonamiento de los menos tontos les decía que mientras menos problemas, mejor.

Una cosa era intentar molestar al raro, otra cosa muy diferente era molestar al raro que tenía un amigo... Más raro que él (y no en el sentido gay de la palabra).

Estando con Billy, Craig se enteró de mucho sobre mucha gente que, a juzgar por cómo lo evitaban, como si fuera la peste, resultaban estar igual o peor que él: sabía quienes tenían padres drogadictos, alcohólicos, maltratadores o ladrones, quienes estaban endeudados hasta el cuello, quienes la tenían chiquita (según comentarios de amigas prostitutas de Billy), las chicas que tenían nudes filtradas, quienes se habían propasado con alguna chica, entre otras cosas.

Y por supuesto que usaba esos datos a su favor cuando alguien se acercaba a intentar intimidarlo. ¿Era poco ético? Sí, pero prefería sobrevivir.

También se hizo muy cercano a Billy. Ambos tenían bastante en común con respecto a sus vidas, y poco a poco se fueron abriendo más al respecto el uno con el otro, nunca demasiado, pero sí lo suficiente para que Craig empezara a ver a Billy como un tarado interesante.

Tal vez... Demasiado interesante.

Pero eso Billy no podía saberlo, tenía novia (novias sería más apropiado decir, porque la fidelidad no era su mayor virtud), y Craig sabía bien que nunca pasaría nada entre ellos. Todo con lo que podía conformarse ese Craig tan joven y tonto era con elogios, cigarrillos compartidos (al que se volvió adicto ya que lograba no sobrepensar) y miradas que lo confundían.

Cuando necesitaba quitarse la idea de la cabeza, pensaba en el hecho de que habían cosas que no le gustaban nada de Billy: era otro bully más en la escuela, era tonto como una piedra (con todo el respeto a las piedras), nunca asumía culpa en nada y a veces robaba las pertenencias de otros solo por diversión, defecto que poco a poco le fue contagiando a él.

Aunque lo último Craig se lo perdonaba cuando Billy llegaba con un "lo vi y creí que te gustaría", como pequeños pines de Red Racer, Star Wars y Star Trek, cómics y caramelos ácidos (sus favoritos, en especial por su textura azucarada por fuera). Craig sabía que lo hacía solo para evitarse miradas juiciosas de su parte, pero debía admitir que le gustaba que lo tuviera en cuenta de esa manera. Y solo con ese detalle tan insignificante y peculiar, hacia la vista gorda a las demás banderas rojas.

Le gustaba pasar tiempo con él más de lo que podía admitir; no lo subestimaba en ningún aspecto, era divertido, sin filtros y tenía un carácter similar al suyo. Poco a poco le agarró el gusto a estar fuera de su zona de confort y exponerse a experiencias que se supone que no debía vivir a su edad, como drogarse juntos; hacerse algún tatuaje que escondía a su madre; piercings en la oreja y uno muy atrevido en la lengua (Billy le mencionó que eso se sentirá bien cuando tenga un encuentro con alguien, y desde entonces Craig no pudo quitarse la idea de la cabeza, aunque en principio solo se lo hizo porque Andy Biersack lo tenía y le gustaba cómo le quedaba); pasear en el auto (robado) de Billy y... Tomar alguna que otra billetera entre las multitudes. Sabía que era estúpido, arriesgado y que estaba mal. Pero... Dios, la pasaba bien con él.

¿Será que estaba experimentando lo que la mayoría llamaba "enamoramiento"? ¿O solo tenía ganas de estar con alguien por muy cuestionable que fuera? Era adolescente después de todo, no era muy diferente a cualquier otro chico de su edad en ese aspecto.

Billy se había esforzado por presentarle chicos con los cuales debutar, pero nunca tuvo éxito. No es que Craig considerara relevante "la primera vez" y que tenía que ser algo especial, para nada, solo que ningún chico llegaba a llamarle totalmente la atención. Eran aburridos, como él mismo, pero sin siquiera "algo" que le causara pensar "quiero acostarme con él, puede ser interesante".

Salvo por... Bueno, Billy. Pero estaba fuera de su alcance.

— Bueno, yo no soy gay— aclaró nuevamente Billy mientras echaba el humo del cigarro, antes de pasárselo a Craig. Llevó los brazos detrás de su cabeza, despreocupado sobre el hecho de que habían faltado a la escuela otra vez —. Pero el chico era fachero, pensé que te gustaría.

Craig se encogió de hombros, observar el danzante reflejo del sol del crepúsculo en el lago Spark tenía más importancia que los motivos por los que no avanzó con aquel muchacho que Billy mencionaba.

No le faltaba razón, era "fachero" (palabra que usaba el heterosexual promedio para referirse a otro hombre como guapo pero sin sentirse "gay"). Era rubio, pelo largo, corte taza y su ropa tan conservadora delataba lo lejos que estaba del mal mundo, lo que en palabras más simples podría resumirse con que "le faltaba calle".

Y como tal, cuando Craig se acercó a intentar ligar con él, se achicó como un cachorrito (aunque era evidente que tenía el culo con varias dudas). Definitivamente, no era su tipo.

Craig fumó el cigarrillo que Billy le compartió y dejó escapar el humo.

— Sí, pero... No sé, no lo vi muy seguro. Y eso me la baja un poco —respondió desinteresado, sabía en el fondo que era una excusa vacía —. Quiero decir... Si él no sabe lo que quiere, yo menos. Me gustan más decididos. Y en lo posible, que no sea por las drogas.

— Te entiendo, con las chicas es igual, hasta que la coca hace lo suyo —comentó Billy, ignorando por completo lo delictivo en sus palabras. Craig lo miró de reojo y pensó decir algo que... No llevaría a ningún lado, solo puso los ojos en blanco y lo ignoró —. Pero siento que estás siendo muy quisquilloso, y... Solo es sexo, no hay que ser demasiado selectivo en eso.

— Sí sabes que nosotros no tenemos un hueco "limpio" como las mujeres, ¿no? —bromeó Craig —. Si va a pasar en algún momento, al menos quiero que sea una experiencia agradable. No especial. Agradable —aclaró.

— Dah, pero ellas también tienen "ese" hueco, y es bastante...

— Mucha... —Craig le devolvió el cigarrillo en la boca para callarlo —. Información.

Billy fumó el cigarrillo con resignación y se reservó la experiencia particular que él había vivido. A veces se olvidaba que Craig apenas tenía catorce, casi quince, y que tenían perfiles muy diferentes. Billy había debutado a los doce, y a falta de estímulos y metas reales, todo lo que podía llenarlo ahora que estaba por pisar los dieciocho, eran la cantidad de chicas con las que estuvo (algunas que tranquilamente podrían ser denunciadas por estupro como mínimo), las drogas que vendía/consumía y el respeto que se había ganado dentro de su mundo. Le hacía sentirse vivo, el papel al que fue designado a interpretar lo cumplía a la perfección y no necesitaba nada más. Estaba rodeado de personas que validaron ese estilo de vida, que aspiraban a sus "logros" e idealizaban su vida como LA vida.

Salvo por Craig.

A él no le interesaba el lujo porque en exceso le resultaba vulgar, el sexo le generaba curiosidad mas no un interés intenso, y se suicidaría antes que pensar en dedicar su vida enteramente a vender drogas. Y aún en su situación, Billy tenía que admitir que Craig realmente estaba hecho para más... Más que esto.

Más de lo que él mismo podría aspirar nunca.

Era demasiado inteligente, cualidad que le iba a abrir muchas puertas en lo académico; siempre y cuando se portaran amable con él, era el chico más educado y hasta encantador que había conocido en ese barrio, y si lo buscaban, podía inspirar miedo sin la necesidad de armas.

Obviamente eso no era todo y había una cosa más que no quería reconocer: al menos tres de sus propias conquistas pusieron los ojos sobre él, y luego se lamentaban cuando se enteraban que su amigo no las registraría nunca como ellas querían. Esto hizo enojar a Billy y sintió el impulso de confrontar a Craig directamente, pero, ¿qué culpa tenía él? Literalmente no hacía nada, solo existía.

Billy tenía una vida cómoda en su propia mediocridad y estaba conforme con eso, y aunque Craig le caía bien porque era la primera persona que podía comprender su historia, no podía evitar sentir algo de envidia, porque su existencia le recordaba que él, aún en igualdad de condiciones, en realidad... Solo era un fracasado con plata sucia, uno de tantos y ni siquiera el mejor. Hasta su propio padre se lo recordaba cuando podía.

Craig tenía un propósito, no quería conformarse con esta vida ni con su propia historia, buscaba trascenderse así mismo. Billy estaba muy lejos de plantearse siquiera un propósito propio. Ninguno del que su padre se sienta orgulloso

Y eso siempre los iba a diferenciar.

— Bueno, pero entonces —habló Billy mientras echaba el humo, miró a los ojos a Craig (cosa que rara vez conseguía hacer, a no ser que fuese una discusión) —. ¿Cuál es tu tipo? Hazme la tarea fácil.

Craig trató de esconder la sorpresa, pero no pudo evitar abrir un poco los ojos. Desvió la mirada y trató de no ponerse nervioso o sonrojarse, no era el tipo de conversaciones que tenía con alguien, especialmente con él.

No podía decir que su tipo eran "mayormente los rubios, que me saquen de mi zona de confort (vendiendo droga por ejemplo), medio desarreglados rozando lo ciruja..." porque estaría describiendo justamente a Billy.

Alzó los hombros y trató de mostrarse relajado ante su mirada.

— La verdad nunca me puse a pensar en eso.

Billy se rascó la barbilla, pensativo.

— McCormick es rubio, el chico con Tourette también, el inglés... Creo que tienes un tipo.

Craig alzó las cejas, sin darle demasiada relevancia al hecho de que su amigo parecía haberle puesto atención a esos pequeños detalles.

Ni siquiera se dio cuenta de que Billy había puesto atención a sus gestos nerviosos durante ese breve intercambio, y muy en su interior, había llegado a una conclusión precipitada pero acertada: le gustaba él.

Billy no se sentía cómodo con la idea, claro que no, por muy guapo que fuera, no le gustaban los hombres. Sin embargo... era información importante a tener en cuenta. Solo por si acaso.

— Me da igual, no estoy desesperado. Si pasa, solo espero que sea bueno —concluyó Craig mientras se levantaba y se limpiaba el pasto del pantalón.

— Mientras puedes seguir con tu mano —se burló Billy desde su posición. Terminó de fumar el cigarro y le arrojó la colilla apagada a Craig.

A veces, las bromas sexuales ponían incómodo a Craig (además porque... tenía algo de razón), pero aún así soltó una ligera risa. Le tendió la mano para levantar a Billy del suelo, y Billy la aceptó.

Siempre lo levantaba del suelo.

Si lo pensaba bien, era la única forma en la que podía tomarlo de la mano sin que las cosas se pusieran incómodas.

— Es un poco tarde —notó Billy —. Vamos, te llevo a casa —dijo mientras le quitaba el seguro al auto.

 

 

 

El auto de Billy se estacionó a dos cuadras de la casa de Craig, por obvias razones, no podía dejarlo en la puerta.

— Gracias por tu servicio, muñeca —bromeó Billy mientras le daba una caricia juguetona en la mejilla, haciendo alusión a que lo estaba bajando en una esquina. Craig puso los ojos en blanco, se apartó la mano y bajó del auto a la vereda, no sin antes hacerle una seña con el dedo del medio.

— Seguro.

— Ah, chico —lo detuvo Billy desde la ventanilla —. ¿Mañana podrías ir conmigo a entregarle a unos chicos...?

— ¿Entregarles tu culo? Claro.

— No idiota, entregar...

— Ya sé de qué hablas —lo calló Craig. A veces le resultaba raro cómo Billy podía ser algo descuidado con el tema de la droga y él mucho más cuidadoso, siendo Billy quien prácticamente la manejaba —. Te confirmo luego, no me quedan muchas faltas disponibles.

— De acuerdo, niño listo. Te veo luego.

El auto arrancó y envolvió a Craig en una nube de tierra que lo obligó a cubrirse.

— Hijo de puta —lo insultó mientras tosía contra el pliegue del codo.

Caminó hasta su casa, sacó las llaves y abrió la puerta con cuidado, no fue recibido por ninguna luz, la casa estaba a oscuras y lo suficientemente silenciosa como para erizar la piel. Eran las 20 hs., bastante tarde para lo que acostumbraba a llegar, el sigilo con el que cerró la puerta delataba lo que pensaría su madre sobre ello. Podía oír los ronquidos opacos de su padre en el piso superior, no era como si eso hiciera alguna diferencia, Thomas generalmente no ponía atención a la hora que él llegaba, solo lo hacía con Tricia.

Con un poco de suerte, esperaba que su madre se haya atrasado de camino a casa del trabajo. Subió los primeros escalones, un pie a la vez, y cuando empezó a relajarse, una voz firme lo detuvo.

— ¿Dónde estabas? —preguntó Laura con un tono seco y molesto.

Craig se giró a verla como si le hubiese hablado un fantasma, estaba parada, aún vestía la camisa y saco que acostumbraba a usar en el trabajo y con los brazos cruzados sobre el pecho. Probablemente, lo esperó en casa desde que llegó del trabajo y no estaba en sus planes cambiarse hasta que Craig llegara.

Estaba enojada y tratar de evadir la conversación no llevaría a ningún lado. Algo tenía que alegar.

Él bajó algunos escalones para intentar acortar la distancia. No importaba cuánto creciera de altura, ella siempre conseguirá intimidarlo, al menos un poco.

— En la escuela...

— No intentes mentirme porque la escuela me llamó —lo interrumpió Laura mientras encendía su teléfono y le enseñaba el buzón de voz. La grabación se reprodujo cuando ella tecleó un número.

"Hola señorita Tucker, me comunico desde la preceptoría de la Escuela Secundaria Técnica de South Park, por motivo de que su hijo mayor, Craig Tucker, no se ha estado presentando a ninguna clase en esta semana. A lo largo del año, ha faltado unas treinta y dos veces, siendo treinta y nueve el límite y cuarenta motivo para reprobar la cursada. Queríamos comunicarnos con usted para conocer si hay algún motivo detrás de estas inasistencias para poder descontar las faltas que sean justificables, como causa de alguna enfermedad o..."

Laura cortó la llamada sin sacarle la vista de encima de su hijo, quien no podía siquiera intentar hacer contacto visual con ella. Estaba lo suficientemente avergonzado y nervioso como para pensar en algo para acotar.

— Yo también quiero saber si hay algún motivo detrás de estas inasistencias —exigió Laura, parafraseando con molestia.

Craig suspiró con incomodidad y levantó la vista, buscando en su cabeza las palabras adecuadas.

— Estaba con amigos —admitió.

— ¿Qué amigos? —cuestionó Laura.

— No los conoces...

— Dime que no es el hijo de los Miller —la voz de Laura sonó como un ruego roto, entre el miedo y el enojo. El silencio de Craig no hizo más que confirmarlo y el rostro de ella se transformó en una expresión de rechazo —. No debes juntarte con ese chico, escuché demasiados rumores sobre él y su padre...

— Bajo esa lógica, nadie debería juntarse conmigo —dijo Craig, haciendo referencia a la cantidad de veces que madres de otros alumnos le prohibieron a sus hijos acercarse a él porque "no vaya a ser que se les contagie lo violento o lo desviado".

— No es lo mismo: no hay nada de malo en ser como tú, pero sí hay mucho de malo en las drogas —diferenció Laura.

En una ocasión diferente, Craig le daría toda la razón a su madre.

No obstante, si él le dijera que tenía razón en sus acusaciones, estaría afirmando que Billy vendía y usaba drogas, y si afirmaba eso... Estaría confesando que él también estaba involucrado, y eso sí que sería un problema.

Así que.... No le quedó de otra que cubrir su espalda.

— Lo malo es creer en rumores sin conocer a las personas, en primer lugar —respondió él.

— ¡Ay vamos, Craig! —exclamó con sorpresa, esperaba esa respuesta de cualquier persona, ¿pero de su hijo? ¿el que por naturaleza odiaba a todo el mundo?

— ¡Ay vamos, Laura! —imitó él —. Mira, yo también le tenía algo de tirria al principio, no te culpo, parece un Jesse cualquiera, pero en el tiempo que llevo conociéndolo... Sí, es bastante imbécil, pero no es mal chico.

Laura lo miró con incredulidad.

— Craig, tengo cuarenta años, ¿piensas que no me doy cuenta de que alguien es mala semilla cuando lo veo? —cuestionó ella, segura de su propia experiencia.

— Pues por lo visto, no. Te casaste con una y hasta le diste hijos —soltó sin pensar, pero no podía negar que esas palabras llevaban consigo una amarga carga de resentimiento que no sabía que tenía hasta ahora.

El silencio que esa respuesta ocasionó fue espeso. Laura se quedó inmóvil, con los labios entreabiertos pero sin poder responder nada, como si las palabras se le hubieran atascado en la garganta, creando un nudo difícil de desatar, porque te esperas ese tipo de palabras de personas ajenas a tu realidad, pero no de tu propio hijo. Su mirada se cristalizó, pero había un destello de algo más profundo detrás: el eco incómodo de una verdad que no quería escuchar y que sacaba afuera su propia culpa.

— No tienes... —Laura intentó hablar sin que la angustia quiebre sus palabras, conteniendo el enojo y el dolor a presión—. No tienes idea de lo que dices...

— ¡¿Que no tengo idea?! —preguntó Craig indignado y alzando el tono, pero no lo suficiente como para ser un grito —. ¿Quién es el tarado que se tuvo que encargar de esa mala semilla los últimos siete años? —preguntó con enojo mientras señalaba al piso de arriba —. No finjas demencia: esa mala semilla no se hizo alcohólica de la noche a la mañana y tú lo viste formarse en eso, y aún así nos trajiste a nosotros a cargar con esta mierda. La diferencia con Billy es que si Billy resulta ser un hijo de puta, el único perjudicado seré yo, lo mandaré a la mierda y ya.

El sonido de un fuerte ronquido les recordó que no estaban solos y que era tarde para seguir escalando en esa conversación incómoda. El silencio congelaba la sangre y la tensión se podía cortar con tijeras, Laura se abrazó a sí misma en busca de algo de consuelo, Craig se frotó el entrecejo, sintiendo como la cabeza le empezaba a doler.

— Puedes juzgar a mis amistades o con quien hablo, adelante —continuó él, un poco más calmado —, pero ten algo de honestidad y mírate tú misma. Y lo siento por llegar tarde y no ir a la escuela, no volverá a pasar —finalizó seco, sintiéndose tan vacío como su propia promesa —. Voy a dormir.

Craig se giró y volvió a subir las escaleras, sin intención de volver la vista a su madre. Sabía que si lo hacía, se rompería.

— Sí, yo me casé y tuve hijos con una mala semilla —reconoció Laura en voz alta, algo quebradiza. Craig se detuvo a escucharla, y aunque se apretó los labios para ahogar un sollozo y miró hacia arriba para aguantar las lágrimas, se negó a voltearse —. ¿Cómo crees que sé lo que es una mala semilla en primer lugar? —preguntó retóricamente —. La diferencia es que yo no tenía a nadie que me advirtiera sobre eso. Fue muy tarde para mí, pero todavía no es tarde para ti. Algún día lo entenderás.

Laura se metió al baño, el sonido de la puerta corrediza cerrándose se adueñó de la casa en silencio. Esas últimas palabras hicieron que el corazón de Craig se encogiera.

Se encerró en su oscura habitación, la que en otras ocasiones fue un refugio, ahora se sentía como una cárcel mental fría y distante.

Se acostó en la cama tendida por él mismo, cerró los ojos y respiró hondo en un intentó vago por calmar ese torbellino de emociones que no comprendía del todo, intentó convencerse de que esconder la verdad por esta vez fue lo correcto, pero la sensación de que algo estaba roto, y que él mismo era parte de esa grieta, no lo dejaba en paz.

No diría que sentía culpa por lo que le había dicho a su madre, pero definitivamente no le dio alivio. Era como si esas palabras filosas fueran un puñal que desgarraba una piel que él mismo se asignó a llevar. El peso incómodo de haber escupido una verdad que... Pensándolo en frío, no era culpa suya ni tampoco de ella.

No realmente.

Darse cuenta de eso, le hizo sentirse un bastardo malagradecido y encima mentiroso. Más de lo que ya se sentía.

Miró el cajón donde sabía que guardaba el dinero.

— Perdón mamá —susurró angustiado mientras extendía la mano al cajón, posando la palma sobre este—. Solo debo aguantar un poco más. Te lo compensaré todo cuando nos vayamos de aquí, lo prometo.

 

 

 

Al día siguiente, Craig asistió a clases.

Como le había comentado a Billy que tenía muchas faltas, este se las ingenió para robar un bloc de notas del hospital público, con sus respectivos sellos y marcas de agua, y una radiografía de un pie con lo que parecía ser un esguince. Gracias a eso, y la habilidad de Craig para imitar firmas, consiguió justificar unas veinte faltas.

Por supuesto, tenía que ponerse al día, solo uno de sus compañeros se dignó a pasarle lo que se perdió. En realidad no fue mucho, había varios temas de matemáticas y ciencias naturales que conocía por sus propios medios, pero era mejor tener la carpeta completa solo por si era necesario.

Cuando las clases terminaron, Craig pensó en ir directamente a su casa, hacer buena letra, y así tratar de reparar el daño de la noche anterior, tal vez conversar con su madre y pedirle perdón por lo dicho, ¿debía volver a sacar el tema? ¿tenía algún sentido pedir perdón?

— Ey amigo —una voz grave y rasposa muy familiar le hizo levantar la vista.

Billy estaba ahí frente a él junto a sus dos amigos de siempre, pero no solo eso: él estaba montado sobre una moto negra. Parecía usada, pero en muy buen estado.

— ¡Paraaaa! —exclamó Craig sorprendido mientras una sonrisa se esbozaba en su cara —. ¿Ladronde la sacaste?

— Ay, lo dices como si fuera un...

Craig le arqueó la ceja, incrédulo.

— ¡Se la compré a un conocido! —prometió Billy y seguido a eso, hizo un gesto con sus dedos, uno de juramento, como si eso lo hiciera más creíble.

— Ponele que te creo —Craig se encogió de hombros.

— Ya, ya, basta de charla —Billy le lanzó un segundo casco. Craig lo atrapó y lo observó —. ¿Quieres dar una vuelta?

— En realidad pensaba ir a mi casa.

Billy hizo puchero.

— Vamos, solo será un ratico —le prometió con un tono de voz lastimoso.

Craig puso los ojos en blanco.

— Bien —aceptó mientras se acercaba a la moto, se sentó detrás de Billy y dejó que este le ajustara el casco.

Qué bueno que le cubría la cara, porque no podría explicar el enrojecimiento en su rostro al momento en que Billy estaba tan cerca para ayudarlo.

— ¿Está bien ahí? —preguntó Billy con un tono suave, sin dejar de sostenerle la mirada.

A Craig no le salieron las palabras de la boca, sólo consiguió asentir.

Internamente, Billy celebró esa interacción, hacía todo mucho más fácil.

— ¡Amigo! —llamó uno de los compañeros de Billy —. ¿Podríamos ir por un café antes? Estoy muerto de frío.

— Sí niñitas, iremos por un café —los calló Billy.

— ¿A dónde? —preguntó Craig.

— En Tweak Bros., en el centro —respondió Billy —. Nos queda cerca.

La moto arrancó y se pusieron en marcha.

 

 

 

Al llegar a la cafetería, estacionaron la moto y las bicicletas en el frente.

Caminaron hasta el letrero para leer las ofertas del día y eligieron su orden. Billy iba a ordenarse un capuchino con tostados, los demás decidieron que compraría un combo más grande, uno que incluía una porción de pastel y facturas. Craig, por su parte, tenía la vista puesta en las bicicletas y la moto, estacionadas sin ninguna cadena de seguridad, regaladas.

— Bueno, pago yo y después me pasan —ofreció Billy. Caminaron hasta la entrada y le abrió la puerta a sus dos amigos. Miró a Craig expectante —. ¿No pasarás?

Craig negó con la cabeza.

— Me voy a quedar a cuidar las bicis y tu moto, te la van a cagar robando sino —comentó mientras se apoyaba en el asiento y encendía un cigarrillo.

— Como quieras, ¿te traigo algo?

Craig pensó.

— Café solo.

Billy asintió y se adentró en la cafetería.

En el mostrador, un joven y nervioso chico de cabello rubio se encontraba limpiando con desespero una mancha de café de la mesada mientras atendía a una pareja.

— ¿Entonces un té helado para ti y un café cortado para ella con muffins de arándanos para cada uno? —consultó Tweek con la voz temblorosa y tratando de escribir la orden en el bloc de notas de una forma entendible.

La pareja, nuevamente, confirmó su orden.

— En un momento les llamo —Tweek se atropellaba con sus propias palabras, estaba siendo un día atareado y aún le quedaba cosas de la escuela por hacer.

Solo saber que tendría que pasar la madrugada haciendo trabajos prácticos provocaba en él un intenso deseo de arrojarse al horno de la cocina.

Refregaba la mesada a toda velocidad para secar los restos del agua, pero el trapo estaba tan húmedo que mojaba más de lo que secaba, y con el apuro entre el secado y el realizar la orden de la pareja, chocó su codo contra el jarro de leche caliente y esta cayó al piso.

Ahora no solo tenía más para limpiar y hacer, sino que se había quemado del modo más estúpido posible.

Gritó de dolor cuando sintió la piel arder y soltó el trapo para tomarse el brazo.

— ¡MIERDA! —exclamó —. ¿Qué más me falta? ¿Atender drogadictos?

La campana de la entrada sonó y Tweek se quejó para sus adentros.

Más clientes.

Enderezó su postura y se encontró con...

— No me jodas —murmuró al ver la apariencia de sus nuevos clientes, sintió como los vellos de sus brazos se erizaron.

No es que Tweek realmente juzgara a la gente por su vestimenta, era el menos indicado para hacerlo en cualquier caso, pero esos chicos realmente... Se veían como drogadictos. Eran lo que Tweek y cualquier persona imaginaría al pensar en la palabra "drogas".

Billy se acercó al mostrador, con las manos en los bolsillos de su pantalón remendado y a paso despreocupado.

— Hola, ¿podemos hacer nuestra orden? —preguntó Billy, bajó la vista al suelo del lado del mostrador, se percató del desastre pero decidió no decir nada al respecto (aunque sus amigos no pudieron contener la risa del todo).

Tweek tomó rápido la libreta y comenzó a anotar lo que Billy le dictó.

— Bueno —Tweek repasó la lista —, combo dulce, capuchino con tostados y...

Cuando alzó la vista, miró hacia la puerta y... Lo vio.

Vio a alguien fumando, medio sentado sobre la moto con las piernas cruzadas y mirando la calle. A simple vista se veía que era un chico alto, delgado, vestía de negro y azul. Parecía interesante, cuanto menos.

Cuando el chico corrió la cara en dirección a la cafetería, Tweek vio su rostro y... Fue como si su día hubiera dado un giro de ciento ochenta grados, solo por saber que alguien como ese chico podía existir, que alguien así podía ser real. El mundo dejó de girar solo para que Tweek tuviera la grata dicha de verlo.

El cigarrillo colgaba descuidadamente de sus labios, con la seguridad de que podía mantenerlo en su lugar, se lo sacó de la boca y expulsó el humo con la calma que ahora Tweek necesitaba. La luz tenue del atardecer delineó el rostro afilado, el oscuro cabello liso cayendo hacia los lados, apenas pasando la línea de las cejas, y la expresión serena transmitió a Tweek una calidez que nunca había experimentado. Un silencioso secreto que lo arrastraba como un letrero de "prohibido pasar".

Sintió como su corazón se apretó, no de miedo, sino de una especie de vértigo dulce que no entendía. Demasiado temprano para llamarlo amor pero muy tarde para volver a ser el mismo que era antes de saber que ese desconocido existía.

— Un café simple —terminó Tweek, un poco embobado, ligeramente sonrojado.

Le cobró a los chicos y se marchó rápido a preparar los pedidos.

Sirvió el té helado, muffins y el café cortado de los clientes anteriores, sacó las facturas del horno y cortó las porciones del pastel. Preparó el tostado y el capuchino.

Y por último, el café simple.

Sin realmente saberlo, apostaba que era el pedido de quien sea el chico desconocido del cigarrillo, así que se aseguró de prepararlo lo mejor que pudiera. ¿Lo querrá amargo o dulce? No lo sabía, tampoco se atrevería nunca a acercarse y preguntárselo él mismo.

Ni siquiera sabía su nombre y probablemente nunca lo haría. En primer lugar, ese chico no sabía que Tweek existía, tampoco lo sabría nunca, y eso le dolió un poco cuando lo pensó. Se conformaría entonces con el recuerdo de una chispa que incendió todo dentro de él hasta marcarlo de una manera tan patética y dulce.

Se acercó a Billy y sus amigos con sus órdenes listas, y dejó varios paquetitos de azúcar en la bolsa del tostado. A lo mejor, si ese chico quería el café dulce, podría pedirle a sus amigos, supuso.

Los muchachos dieron las gracias y salieron hacia la calle.

— ¿Cómo piensas comerte todo eso, gordo? —cuestionaron al chico gordito, quien devoraba el pastel de un modo poco agraciado.

— Pues con la boca —respondió él, defendiéndose.

— Mientras no tires todo al piso como el rarito que nos atendió, perfecto —respondió Billy con sorna, antes de entregarle el café a Craig —. ¿Quieres azúcar? El chico me dio tantos sobres que me va a dar diabetes en cualquier momento.

— Sí, no me gusta amargo —Craig apagó el cigarrillo en el piso y tomó dos sobres de azúcar. Los abrió, quitó la tapa y los vertió en el vaso de café.

Para no ser alguien amante del café... Debía admitir que estaba delicioso. Se sintió como si quien lo hubiera preparado lo conociera a la perfección.

Y tenía las manos tan congeladas que solo sostener el vaso entre sus manos le proporcionó un gran alivio. Odiaba el frío, lo cual era una desgracia para alguien que vivía en un pueblo donde nevaba once meses seguidos.

Pero el café que bebió consiguió que, finalmente, le encontrara algo bueno al invierno.

— ¿Le dejaron propina al chico que los atendió? —preguntó Craig.

— Sí —mintió Billy.

Cuando terminaron de beber y comer, se retiraron en las bicicletas y en la moto.

Tweek observó hacia la ventana, y sintió un enorme vacío cuando se dio cuenta de que se había ido. Una mezcla de anhelo y tristeza que no sabría nombrar con las palabras justas.

"No me conoce, no sabe que existo". Pensó melancólico y dulcemente trágico.

Pero él lo vio, y fue el chispazo más rápido, intenso y efímero que sintió en sus cortos catorce años de vida. Lo más cerca que ha estado del cielo jamás.

Algo en él cambió para siempre, y todavía no lo sabía del todo.

Si tan solo Craig hubiese entrado... Tal vez, solo tal vez, hoy todo sería diferente, y se habría ahorrado muchas desgracias innecesarias y puñales en la espalda.

Pequeños acontecimientos que causan cambios enormes.

Entonces... ¿Qué habría pasado si tan solo él hubiera entrado a la cafetería ese día?

 

 

Chapter 46: Estado de alerta

Summary:

Canción: https://youtu.be/wGoqcMMc2U0

Chapter Text

Las mañanas en South Park son frías en términos habituales, por lo que, si uno se levantaba a las seis de la mañana para empezar su rutina, como ir a trabajar o a estudiar, ya tenía que tener en cuenta que el día lo recibiría con una generosa temperatura de, como mínimo, menos 10 grados. Y eso en lo que podía considerarse una "buena" mañana.

Stan se despertó transpirado, sabrá Dios porqué, ¿será la irónica humedad del frío, que se había tapado con cuatro frazadas térmicas o tenía todo que ver con un sueño húmedo que para nada tenía relación con Kyle?

Podían ser las tres cosas, sí, pero la última le sorprendió particularmente. No era el tipo de persona que tuviera ese tipo de sueños, o que los recordara, en cualquier caso. Podía contar con los dedos de una mano los pocos sueños suficientemente significativos como para recordarlos, y no por el profundo mensaje que estos le proporcionaron, sino por lo bizarros que fueron.

Pero, ¿un sueño más o menos subido de tono, confuso, muy vivido y con Kyle?

Si existía una entidad que controlaba los sueños, definitivamente lo odiaba. O su propio subconsciente era un maestro del humor. Sabiendo que hacía lo posible por cumplir con su propia promesa de permanecer "solo" durante algunos meses, los necesarios, pareciera como si todo conspirara en su contra, todo en favor de tentar su propia paciencia.

Aún recordaba el peso del cuerpo de Kyle sobre su espalda en ese sueño, las mordidas en el cuello y los besos tan feroces que dejaban marcas moradas en su piel pálida.

Cada lúcido recuerdo de ese sueño hacía que su cuerpo reaccionara de inmediato; sus manos se crispaban en la sábana, el sudor en su piel caliente se volvía espeso y un calor incómodo pero dulce se acumulaba en su vientre.

— Me tienes que estar jodiendo —se dijo a sí mismo cuando despertó mientras se refregaba los ojos con fuerza, bañado en sudor y con algunos recuerdos del sueño, no pudiendo fingir demencia de ninguna manera.

Especialmente por cómo estaban sus asuntos ahí abajo.

Mierda.

Se destapó y maldijo el clima, entre temblores y asco por la humedad de su propio cuerpo. Ni siquiera se sentía tan despierto como para lidiar con el frío, la transpiración y su memoria malditamente vívida.

Lo único que podía rescatar de ese despertar, era el hecho de que llegaría temprano a la escuela, eran las 05:48 am.

Y no, no se arriesgaría a decirse a sí mismo "ok, cinco minutos más" y volverse a acostar. Especialmente por lo húmeda que estaba la sábana.

Esa noche se aseguraría de quitar una frazada y tal vez hacerse una paja antes de ir a dormir, tal vez eso le ayude a no soñar nada tentador.

Se dirigió al baño a ducharse, tanto para limpiarse como para apagar el incendio. Luego se cepilló y se vistió para la escuela. Bajó al comedor y se sirvió el desayuno, uno que pudo comer sin el apuro de correr a la parada.

— ¡Stan! ¿Te caíste de la cama? —lo saludó su madre entre risas, se encontraba arreglándose el cabello frente al espejo de la sala, preparándose para un nuevo día de trabajo.

— Lo dices como si no fuera que me levanto a las cuatro de la mañana para ir a la granja o atender la cosecha, ¡sábados y domingos! —se defendió Stan. Y era cierto.

— Solo bromeo, amor —respondió Sharon. En cuanto terminó de ponerse el pendiente rojizo en el lóbulo de la oreja, se dirigió a la mesa donde se encontraba su hijo. Le dio un beso en la cabeza y se sentó a su lado —. Es la primera vez en mucho tiempo que desayunamos juntos, normalmente cuando tú te despiertas, yo ya me estoy yendo o ya no estoy —destacó ella mientras movía el saco de su té caliente dentro de la taza.

— Es cierto —coincidió él, pensativo.

— ¿Cómo te está yendo en la escuela, cariño? —preguntó curiosa.

— Mira que tienes mil cosas sobre las cuales preguntarme y preguntas eso —ríe Stan, una risa que llevaba más incomodidad que humor.

— ¿Eso significa que te estuvo yendo mal?

Stan sorbió el café.

— Ay, Stan... —se lamentó Sharon.

— A ver —se anticipó él —, no soy una luz, pero tampoco tan mal —respondió Stan —. En el recuperatorio de matemática me saqué un noventa y siete.

Bueno, no yo, pero mi nombre aparece ahí. Pensó con culpa.

—¿En serio? —Sharon parecía no poder creerlo al principio, pero rápidamente puso una sonrisa —. Bueno, bien. Es bueno saber que empiezas a tomar tus responsabilidades con más seriedad, después de todo, solo tienes que cumplir con eso.

Por supuesto. Pensó Stan con sarcasmo.

— ¿Y Wendy? ¿Cómo están? —preguntó Sharon con completa casualidad.

Stan abrió los ojos, había olvidado por completo que nunca le mencionó a su madre que él y ella rompieron.

Hasta Sheila se enteró antes que ella.

— Bien, supongo.

— ¿Supones? —preguntó extrañada por la corta respuesta.

— Terminamos hace un mes —reveló él.

— ¿Otra vez? —rió Sharon, suponiendo que esta era una de esas ocasiones.

— Esta vez es definitivo —aseguró Stan mientras se terminaba el cereal.

— ¿Cómo las otras veces? —bromeó Sharon, no pudiendo tomar a su hijo en serio.

— Yo la dejé.

Eso sí tomó por sorpresa a Sharon. Abrió los ojos y tragó el sorbo de té con rapidez, quemándose con el líquido y dejando la taza en la mesa como si hubiese escuchado un disparo.

— ¿Y eso por qué? ¿Te hizo algo? —preguntó preocupada.

Stan negó con la cabeza. Empezaba a arrepentirse de haberle tirado ese baldazo de agua fría.

— No, solo... —buscó en su cabeza las palabras más... convenientes —. No era lo mismo: Peleábamos seguido, ella era algo celosa y yo un tarado. En algún punto, creo que dejamos de vernos como novios, pero estábamos acostumbrados a serlo, y no debería ser así. Pero seguimos siendo muy buenos amigos, de hecho, nos llevamos mejor así —explicó vagamente, con tranquilidad.

Tal vez no dijo todas las razones, pero no dejaba de ser parte de la verdad.

— Stan, pero, todas las parejas se pelean, es normal, no es motivo para separarse —intentó convencerlo Sharon de su error.

— No es motivo cuando los dos siguen enamorados —reflexionó él —, y creo que tú misma lo dices: "¿otra vez? ¿Cómo las otras veces?", y eso no es bueno tampoco, en algún punto es desgastante, incluso si quisiste mucho a la persona... Eso no puede ser bueno.

— Bueno... —habló Sharon, pensativa —. Tu padre y yo... Cuando éramos adolescentes también éramos así...

Stan le lanzó una mirada socarrona.

— Y eso salió muy bien —dijo con sarcasmo.

— Pero yo lo quería y quise mucho, y él a mí, por eso lo intentamos tanto —Sharon levantó las tazas y las compoteras para llevarlos a la mesada y lavarlos —. Entonces, ¿ya no la quieres? ¿eso quieres decir?

Stan suspiró, una sensación de vacío se hizo eco cuando puso en palabras un hecho que, aunque lo había aceptado, no dejaba de ser chocante.

— La quiero muchísimo y ella a mí, pero... Ya no nos amamos.

El sonido del agua corriendo sobre las tazas y el detergente burbujeante fue lo único que rompía el incómodo silencio que se formó en la cocina. Sharon con palabras de ánimo y aliento atoradas en su garganta, un poco dolida por su separación; y Stan pensando, casi en bucle, si continuar hablando... Y confesar algo más.

— Bueno hijo... No sé qué decirte. Si crees que es lo mejor para ti o para ambos... Pero yo te diría que...

— Me gusta otra persona —soltó Stan, casi como si le quemara la lengua.

Sharon cerró la llave del grifo y se giró, sosteniéndose de la mesada, más asombrada aún.

— ¿De verdad? —preguntó como si no fuera lo que literalmente Stan afirmó, él volvió a asentir —. ¿Y la dejaste por eso o porque peleaban mucho?

Stan apretó los labios, avergonzado.

— Ambas cosas —admitió —. No somos nada aún, dudo que pueda pasar, pero aun así... Supongo que es motivo más que suficiente para cortar.

Sharon tomó un trapo de cocina y empezó a secar las tazas, algo nerviosa. Era mucha información para una sola mañana.

— ¿Y quién es la nueva afortunada? —preguntó curiosa.

Y justo como si Jesús quisiera compensar a Stan por esa mañana tan particular, la bocina del autobús se hizo escuchar fuera de la casa, como un llamado celestial.

Gracias Dios. Pensó Stan con alivio, recogiendo su mochila tan rápido como su mente ya despierta y acelerada se lo permitió.

— Me tengo que ir, mamá —se despidió él, le dio un beso rápido en la mejilla y corrió a la puerta.

Sharon lo siguió detrás, pero no lo alcanzó.

— ¡Stanley!

— ¡HABLAMOS DESPUÉS! —gritó él mientras corría a la parada.

Sharon movió la cabeza a los lados y se posó sobre el marco de la puerta de entrada. Soltó un suspiro.

— Es un calco de Randy —pensó en voz alta antes de cerrar la puerta.

Ya dentro y terminando de arreglarse para irse a trabajar, siguió dando vueltas en la conversación que tuvieron. Había mucho que procesar, pero lo más importante...

Habían hablado. Nunca fue tan consciente de lo poco que sabía de él hasta ahora. Primero se lo reprochó, ¿cómo pudo haberse perdido tanto de él y cosas tan importantes?

Pero enseguida su tristeza fue reemplazada con un dejo de esperanza de que, a pesar de su falta, empezaba a enmendar su error. Y esa conversación, tarde o temprano, tendría que continuar.

Sharon se fue al trabajo un poco más... contenta, a pesar de todo.

 

 

 

— Carajo, ¿hace cuánto no hablabas con ella? —rió Kenny luego de lo que Stan le comentó, y dio un bostezo largo.

Como siempre, había dormido poco, y solía aprovechar el viaje en bus para compensar el sueño no aprovechado, pero la conversación con Stan prometía un buen comienzo de mañana.

— Hablar, hablamos, pero nada demasiado profundo —explicó Stan —. Ya sabes; el clima, a que hora vuelvo, a que hora ella se va o vuelve, "te dejé supremas en el freezer", "¿cómo subo un estado a WhatsApp?", lo típico. Generalmente estoy con ustedes o en mi habitación escuchando música, de todos modos.

— Todo menos agarrar la pala —se burló Kenny.

Stan le dio un juguetón golpe en el hombro en respuesta.

— ¡Sabes que no...!

— Ya sé, ya sé —se corrigió Kenny entre risas —. Prefiero trabajar de lunes a sábado en el City Wok antes que estar sábado y domingo en el medio de la nada... Pero al menos tienes marihuana a la mano. Así que tienes mis respetos.

— Bueno... —continuó Stan —. Volviendo al tema, le conté que me separé y que me gusta alguien más, me fui antes de decirle quien era.

Kenny abrió más los ojos, gratamente sorprendido debía reconocer.

— Amigo, eso es un gran avance, ¿pensás salir del clóset con ella ya?

— La verdad es que lo dije por impulso —confesó —, todavía no estoy seguro de cómo decirle o cómo va a reaccionar. No me siento listo aún, pero en algún momento tendré que contarle y soy consciente de eso.

— Sin presiones —Kenny le puso la mano en el hombro —. Cuando te sientas listo.

— ¿Algún consejo? —pidió Stan.

Kenny se rió y llevó las manos detrás de la cabeza mientras respondía despreocupadamente:

— No lo sé amigo, mi padre me apuntó con un arma cuando se enteró y mi madre no hizo nada, no creo que yo sea el más indicado para aconsejarte —recordó con gracia, como si estuviera contando una bella anécdota que atesoraría por siempre —. Si Tucker estuviera, podrías preguntarle a él, pero aparentemente se le durmió el gallo.

Justo en el momento en el que Kenny se refirió a la ausencia de su amigo, algo golpeó tres veces el lateral del bus, lo que hizo que el autobús se detuviera en la siguiente parada.

— Te hice seña hace tres cuadras, ¿me vas a decir en serio que no me viste? —increpó Craig al chofer ni bien se subió al colectivo, sonaba muy agitado, probablemente corrió al colectivo. Pagó el boleto antes de pasar al fondo —. Forro.

— Lo invoqué —celebró Kenny con los brazos en alto y extendió el puño para saludarlo. Craig se sentó junto a Stan, al lado de la ventana —. Amigo, ¿cómo le dijiste a tu mamá que atajabas con la cola?—preguntó Kenny al recién llegado, como quien preguntaba el precio del pan.

Craig, quien tenía a duras penas dos horas de sueño encima y los efectos del Adderall empezaban a hacer efecto en su sistema, solo se le quedó viendo con el ceño fruncido.

— Es muy temprano para ese tipo de preguntas —respondió con sequedad.

— Es que Stan le quiere decir a la madre que le gusta la carne y el pescado, pero no sabe cómo —explicó Kenny, poniendo a Craig al corriente. Stan se tapó la cara de vergüenza.

— Bueno, justamente así —señaló Craig —. No.

— ¿Cómo lo hiciste tú? —preguntó Stan.

Craig alzó los hombros y las manos.

— Volvíamos de la escuela, tenía unos seis años más o menos, me preguntó si alguien "me gustaba", le dije "Menganito", claramente no era una chica, y solo dijo "ah que bien".

— ¿Así nada más? —Stan arqueó la ceja.

— Sí, creo que ella lo sabía antes que yo.

— ¿Y no te dio miedo que te rechace?

— Ni siquiera sabía qué era ser gay —dijo Craig sin darle mucha importancia —. Y bueno, tengo un poco de suerte que ella no es homofóbica.

— Bueno, mi mamá creo que tampoco —destacó Stan —. Pero... Supongo que no lo va a esperar de mí, eso es lo que me preocupa.

— ¿No esperar de ti qué? ¿Qué te gusta dar y que te den? No, sí, seguro —se burló Craig.

— Ya, no es gracioso —se quejó Stan.

— Prueba esto —habló Kenny, su mirada estaba iluminada —. Le dices algo realmente grave primero, luego le dices que en realidad es mentira, que simplemente eres bi y te gusta Kyle, ¡y listo! Cuando vea que no es tan grave como tu primera mentira, lo va a tomar mejor.

— Es una pésima idea —dijeron Stan y Craig al unísono.

— Ay, ustedes se lo pierden, en mi cabeza suena muy bien.

— Por eso es una mala idea.

— Es mejor que lo poco y nada que aportaste tú —recriminó Kenny a Craig.

— ¡Que son las putas seis y media de la mañana, carajo! Mi cerebro no empieza a funcionar hasta las siete —se justificó Craig.

— Es tu trabajo, piensa rápido.

Craig se frotó la sien, la cabeza le dolía y la falta de sueño ralentizaba sus pensamientos.

— ¿Qué sé yo? Siéntate con ella en la merienda o la cena, lo hablas como nos lo dijiste a nosotros y listo. No creo que sea demasiada ciencia, tampoco es que hayas embarazado a alguien —aconsejó a Stan.

Kenny miró a Stan con suspicacia.

— No lo hiciste, ¿no? —preguntó.

— ¡Kenny, Kyle es un hombre!

— ¿Y? ¿Piensas que hoy en día no sería probable?

— Yo le haría un test a Stan —pinchó Craig.

— Cerrá el orto —lo calló Stan —. Y abrígate un poco, me das frío de verte —dijo mientras tomaba la manga de su campera, la tela era bastante liviana teniendo en cuenta que el frío te cortaba la cara.

Cualquier persona sobria temblaría, incluso estando bien abrigado. Pero claramente era difícil sentir el viento helado cuando uno estaba cubierto por anfetaminas, marihuana y/o cigarrillos.

— Corrí tres cuadras el colectivo, digamos que justamente frío no siento —respondió Craig, evadiendo la mirada de Stan.

— ¿Corriste tres cuadras y aún respiras? —preguntó Kenny a Craig con tono burlón y una sonrisa ladeada.

— Pues si aún con todas las drogas que habrán pasado por tu sistema, tú aún puedes hablar...

— ¡Broma, bromita! —rió Kenny, cortando lo que Craig iba a responder — A mi me pasa igual, yo tampoco siento frío, aunque no precisamente por correr.

Stan miró a Kenny de arriba abajo, tenía la parca abierta y una holgada remera blanca debajo. Podía sentir el aroma a marihuana en su ropa, desde su asiento.

Entendía a qué se refería. Su "forma" de no sentir nada de frío.

— Y sí.

En la siguiente parada que hizo el colectivo, subieron Butters, Heidi, Clyde... Y Kyle.

— Me perdieron chicos, nos vemos después —se despidió Kenny antes de cambiarse de asiento, hacia donde Butters iba a sentarse — ¡Amooor!

Stan puso los ojos en Kyle en cuanto su cabello se había asomado, quería levantar la mano para llamar su atención y pedirle que se sentara a su lado, pero cuando intentó desatarse las manos, tan firmemente entrelazadas por los nervios, se volvió un poco más pequeño en su asiento.

Craig miró de reojo a su amigo y notó el gesto, la timidez. Primero pensó en reírse, es decir, ¿cómo podía ponerse así después de, bueno, todo lo que ya vio de él?

Pero dentro de lo que aún le quedaba de raciocinio, entendió que aquel nerviosismo patético y paralizante, era genuino. Y solo podía deberse a una cosa.

Visualizó a Clyde y encontró la excusa perfecta para tener un buen gesto.

Se paró de su asiento y caminó hasta el asiento de dos, donde Clyde estaba.

No sin antes ponerle una "pequeña" traba a Kyle al pasar, por el cual casi se cae de cara. Stan se apresuró a ayudarlo, logrando así que no caiga al piso... Si no que, convenientemente, a sus brazos.

— Uff, eso estuvo cerca —suspiró Kyle, aliviado y ligeramente sonrojado.

— ¡Craig, ten cuidado! —exclamó Stan, molesto.

— De nada —respondió sin más.

Stan lo miró confundido, Craig le guiñó el ojo antes de sentarse con Clyde.

¿Y eso?

— ¿Estás bien? —le preguntó a Kyle.

— Sí, no fue nada. No creo que haya sido apropósito, creo que todos estamos un poco dormidos hoy —Kyle miró el asiento junto a Stan —. ¿Está ocupado?

— Sí, ¡no! —Stan no esperaba hablar con Kyle tan pronto y estaba con la guardia baja —. Siéntate, claro, si quieres, claro... Carajo, dije "claro" dos veces, pero...

— Gracias —Kyle asintió, aceptando la nerviosa invitación de Stan. Pasó al asiento junto a la ventana y puso la mochila entre sus piernas. Stan se sentó al lado —. Hace bastante que no nos sentamos juntos, deberíamos hacerlo más seguido.

Sí, tienes razón, deberíamos hacerlo más seguido. Pensó Stan, siendo traicionado por su propia mente.

Cuando se percató de lo que pensó, en el sentido en que lo pensó, sacudió la cabeza.

¡Kenny, sal de mi cabeza!

El aire burbujeante de un amor vergonzoso podía embriagar a cualquiera solo con respirarlo.

Pero no todos los asientos compartían esa atmósfera. Unos asientos más adelante, el aire era distinto.

A lo largo del trayecto a la escuela, el autobús se chocaba con rocas que levantaban las pesadas ruedas o se topaba con baches desprolijos que provocaban saltos y sacudones, algo típico de todo viaje a la escuela, debido a las condiciones en las que se encontraban las rutas y calles.

Siempre podían sobresaltar a los pasajeros, sí, pero no eran una sorpresa.

Sin embargo, había un pasajero dentro de ese bus que no podía evitar ponerse tenso cuando esto sucedía.

El bus saltó. Su rodilla tembló. Los dedos tamborileaban sobre su pierna inquieta sin permiso y sin motivo, uno real, al menos.

Otra vez el ruido. Otra vez la alerta.

¿Qué es eso? ¿Qué es esto?

Cada bache y sacudida del colectivo lo arrancaba de golpe de sus pensamientos, como si esperara lo peor en cualquier segundo.

Extrañamente ansioso, demasiado alerta.

— Amigo, ¿estás bien? —preguntó Clyde con un tono extrañado mientras posaba su mano en el hombro de Craig; gesto que, aunque inofensivo, también le provocó un inevitable (pero no muy notorio) sobresalto.

— Sí... Sí, estoy bien.

— ¿Seguro? Parecías...

— Dije que estoy bien, Clyde —respondió por última vez Craig, con una insistencia molesta e incómoda en su voz. Falsamente firme y tajante. A la cual, Clyde dejó de indagar, aún sin sentirse convencido del todo.

Craig quería responder que "si", claro y sin dudas visibles.

Quería que sea un "sí" sincero.

Pero no podía responder sin que su voz se escuchara llena de aire.

No tenía que estar preocupado, no había motivos.

Eso era lo que su lado más racional aún le dictaba.

Sin embargo, cada parte de su cuerpo le hacía creer que volvía de una guerra, incluso sin haber balas ni explosiones, cada bache sonaba como una emboscada. Como si nunca hubiera salido del campo de batalla.

Los nervios muy activos y los oídos muy sensibles al ruido.

Pero él se sentía tan adormecido e inquieto a la vez... Que era insoportable.

Sabía muy bien a qué se debía, pero incluso así, creía que estaría mejor que... Sin ellas.

 

 

 

Al término de las primeras clases del día, el timbre de recreo sonó, siendo acompañado por el habitual suspiro de alivio de los más agobiados. Algunos se dirigieron al patio a conversar, fumar, otros jugaban con una pelota medio pelada con la que solían pasar el rato y otros, como Kenny, se recostaban en la nieve debajo del árbol para dormir.

Kenny estiró los brazos y las piernas mientras suspiraba de placer.

— Los placeres del hombre —dijo mientras se llevaba las manos detrás de la cabeza después de sentir su cuerpo en paz —. Comer, cagar, coger y estirarse. Me falta comer nomas.

Escuchó una risa detrás suyo, pero no necesitó voltearse para saber quién era. Levantó la espalda solo para permitir que Butters se sentara detrás suyo, y él se recostó sobre su torso, entre sus piernas.

— ¿Día difícil el de ayer? —preguntó Butters mientras acariciaba el cabello de Kenny. Él cerró los ojos para disfrutar la sensación.

— No, ya no —respondió Kenny, haciendo poco y nada de caso a la pregunta, solo estaba enfocado en los mimos que su pareja le hacía.

— Me refiero a tu trabajo —replicó Butters —. Anoche me escribiste bastante tarde... Otra vez.

— ¡Ah! Si, eso — Kenny se puso un poco tenso, no esperaba que Butters lo confrontara —. Es que cubrí a un compañero.

— ¿Otra vez? —volvió a preguntar Butters.

— Sí... Ya sabes, horarios rotativos, es mitad de mes, cosas que pagar, etcétera —explicó vagamente —. Nada de lo que debas preocuparte, de verdad. Ya pronto volveré a mi horario habitual.

— No es que me preocupe, confío en ti —aclaró Butters sin dejar de acariciar el cabello de su novio —. Pero... Si necesitas ayuda, sabes que puedes pedirme lo que quieras, nunca me molestaría ayudarte con lo que sea que necesites...

Kenny tiró del suéter aguamarina de Butters para atraerlo hacía él, sus labios se encontraron en un beso suave y cargado de gratitud por parte de McCormick. Era consciente de que, en algún momento, tendría que sincerarse de verdad con Butters con respecto a su situación, tal vez aceptar su ayuda para aliviar su carga. Era lo mínimo que le debía después de todo el amor que Butters le entregó incondicionalmente durante estos cinco años, desde que tiene el privilegio de llamarlo "amor".

Pero por el momento, todo lo que necesitaba Kenny era besarlo, que Butters le correspondiera y sentir por escasos segundos que solo existía el mundo para ellos dos. Eso no solucionaría las cuentas sin pagar y las necesidades diarias, pero al menos le devolvía la certeza de que la felicidad podía encontrarse en algo tan simple como un beso.

Un beso de él.

— Ya lo sé —le hizo saber Kenny, con un susurro solo audible para Butters, tan relajante que podía convencer a cualquiera de que no estaba muerto de sueño, incluso estando durmiendo —. Si fuera algo realmente grave, ya te lo habría mencionado. Si no fue así, es porque puedo manejarlo, ¿sí?

Butters pestañeó, tratando de no creer en la trampa de su voz despreocupada. Pero era difícil no caer cuando Kenny lo miraba de esa forma, Butters debía reconocer que incluso después de tanto tiempo, seguía siendo débil cuando se trataba de Kenny.

Kenny y sus mentiras bienintencionadas.

— Lo dejaré pasar... Por ahora —dejó en claro Butters, no queriendo darle la satisfacción de seguir evadiendo lo que claramente terminaría siendo un problema para su amado, pero resultándole imposible no caer por completo en los ojos azules que le prometían tanta seguridad.

— Ese es mi chico —sonrió Kenny — ¿Qué hiciste ayer?

Butters respiró hondo, había algo que quería contarle.

Algo relacionado a su... "Acuerdo".

— ¿Recuerdas... cuando tuve esa cita con ese señor? —intentó refrescarle la memoria —. El que me dejó plata para el celular.

Kenny asintió.

— ¿Volvió a hablarte?

— No, pero si pasara, estaba pensando... —suspiró, un poco nervioso —. No sé si volvería a aceptarle una cita. Últimamente, hace meses, no me siento cómodo con la idea de tener citas... Por lo menos, no en persona.

Kenny lo miró cuando resaltó la parte de "no en persona".

— Y estaba pensando en que el año que viene iré a la universidad, y no me gustaría que me lo pagaran mis padres. Entonces, pensaba... —juntó sus dedos —. ¿Qué pensarías tú si me hiciera una "página web" para tener citas, pero virtuales?

Kenny pensó sus palabras con cuidado, todavía estaba un poco drogado por la marihuana de la mañana y quería asegurarse de que estaba entendiendo lo que Butters insinuaba.

¿En serio Butters estaba considerando hacerse un Only Fans, después de todo?

Hace algún tiempo Kenny le dio la idea de hacer eso para cuando cumpliera dieciocho, y Butters cumpliría diecinueve en septiembre. Por ese lado, no le vio el problema.

Después de todo, Butters siempre fue un chico hermoso, fácilmente cualquiera podría sentirse atraído por él y dejar toda su billetera por un poco de él.

Solo le preocupaban los riesgos, por supuesto.

Fuera de eso... ¿Por qué no?

Kenny alzó los hombros.

— ¿Qué pienso yo? —preguntó Kenny, extrañado —. Creo que está bien, siempre y cuando tengas cuidado, que tomes algunas precauciones... Pero, ¿por qué?

Butters se sonrojó un poco, pensando la respuesta.

— Es que... Bueno, no me molesta estar con alguien más si estás involucrado, pero cuando no es así, a veces me siento un poco inseguro —resumió —. Creo que me gusta más mostrarme, pero sin tocar, no sé si me explico...

— Sí, lo entiendo.

Butters rió ligero.

— Y si le puedo sacar algo de ganancia, pues, mejor, ¿no?

Kenny alzó el hombro.

— Si es lo que quieres, por mí está bien —respondió, seguro de sus palabras —. Pero, ¿y lo de que querías estudiar peluquería? ¿Lo vas a dejar de lado? —pasó sus dedos por el cabello de Butters, el cual fue cortado por él mismo —. No te iría mal tampoco, la verdad.

— Pero necesito dinero para el curso.

Kenny asintió, había olvidado ese pequeño detalle. De no ser porque sabía que Butters lo rechazaría, y que estaba bastante jodido, se hubiera ofrecido a ayudarlo.

— Además, si lo hago, me gustaría tener algo propio, ¿entiendes? Y para eso, necesito plata —hizo una pausa, antes de confesar algo más íntimo que solo una cuestión monetaria —. Y honestamente, me gusta más "hacerlo" así.

A medida que hablaba sobre la idea, Butters se oía más suelto, un poco menos nervioso. Cuando se percató de eso, Kenny sonrió para sí mismo, genuinamente contento de la confianza que Butters depositaba en él para comentarle lo que quería, para pedirle más un consejo que buscar un permiso.

En ese sentido, Butters siempre fue más maduro que él: incluso si le daba vergüenza, pedía ayuda, orientación.

— Entonces... ¿Crees que está bien? —volvió a consultar Butters.

— Amor, es tu decisión, no la mía. Si estás seguro, hazlo —repitió Kenny, un poco más dulce —. Solo quiero hacerte una sugerencia, por tu bien.

— ¿Que no enseñe mi rostro? —adivinó Butters. Kenny asintió —. Pensaba usar mascara y una peluca.

Kenny le alzó una ceja y sonrió juguetón. Solo imaginarlo, lo hizo sentirse un poco... Más caliente de lo normal.

—... Debo asumir que ya tienes algo, ¿no? —indagó Kenny, muy interesado.

Butters sacó su teléfono, con un video listo para reproducir.

Kenny lo tomó, conectó los auriculares de Butters y le dio a play.

Era un video corto de menos de un minuto, solo era Butters con una falda verde que apenas podría cubrir la piel de su trasero, medias blancas con transparencia por encima de las rodillas, un antifaz aguamarina que había obtenido en los Dulces 16 de Bebe y una peluca rubia que parecía muy real.

La cara se le puso tan roja que sentía que la nieve que caía del árbol se derretía antes de tocarlo.

— Y, ¿Qué te parece? —preguntó Butters.

Kenny pulsó en "compartir" y se lo envió a sí mismo.

— Lo analizaré cómodamente en privado y con una mano.

No importaba cuántos años estuvieran juntos ni cuanto lo conociera, esos ingeniosos comentarios siempre tomaban a Butters con la guardia baja y le provocaban la risa más ruidosa que alguien podría provocarle.

Lo amaba.

— Eres increíble —dijo Butters entre risas mientras lo abrazaba con más fuerza.

— Porque estás conmigo —admitió Kenny con una sonrisa.

Butters dejó de reírse para mirarlo a los ojos otra vez, y por un momento disfrutar de la fantasiosa e irreal idea de que todo era perfecto.

Lo amaba como si su corazón latiera con el único fin de hacerlo.

Lo amaba tanto... Que se negaba rotundamente a conformarse con un "puedo manejarlo" como respuesta.

Sí, a Butters le gustaba mostrarse, que lo vieran, genuinamente era algo que llegaba a calentarlo.

Aun así, no podía mentirse a sí mismo, había un motivo más detrás de su idea, y no lo confesaría nunca. Sabía que, de ser así, Kenny se negaría a apoyarlo, incluso si sus demás motivos eran válidos.

Pero esa parte Kenny no tenía por qué saberla, al menos, por ahora.

 

 

 

— ¡Uno, dos, tres toques! —contó el profesor PC mientras los alumnos practicaban vóley. Clyde, en la sexta posición, recibió la pelota para Tolkien, en la cuarta; el último toque se lo dejó a Craig, en la segunda posición, quien se encargó de rematar, pero fue bloqueado por Stan, al otro lado de la red. El balón se encontraba nuevamente de su lado, Tweek recibió la pelota en esta ocasión, y se lo tocó para Kyle, en la tercera posición. Con la palma abierta, metió la pelota en el campo rival, Stan intentó bloquearlo, pero se chocó con un chico de quinto en la segunda posición por no avisar que quería el balón, y terminó del lado de la defensa —. ¡Háblense! —instruyó PC para el equipo de Stan.

El partido estuvo reñido, los toques se volvían cada vez más frenéticos y un poco torpes, terminó con un empate de quince tantos por falta de tiempo.

El equipo de vóley titular estaba conformado (desde la sexta hasta la quinta posición) por Tolkien, Kyle, Stan, Tweek, Clyde y Kenny, con Butters, Craig y Eric como suplentes. A falta de alumnos en el sexto año, a veces tenían la necesidad de integrar a chicos de quinto año para completar los entrenamientos de vóley, básquet o handball, lo bueno es que no era molestia para los chicos de quinto año, porque les encantaba jugar.

El director PC procedió a darle sus observaciones a los alumnos, destacando mejorías y puntos flojos de cada uno. Cuando terminó, los dejó ir al vestuario.

En el vestuario, Stan buscó a Kyle.

— Casi te gano —le dijo cuando lo tuvo de frente y se cambiaba la camiseta de la escuela por una limpia, con toda la intención de mostrarse.

Y funcionó, porque los ojos de Kyle se clavaron en su torso antes de mirarlo a la cara.

— Como dijo el gran pelado, Toretto... —Kyle se subió el pantalón, un poco más disimulado de lo que fue Stan, pero definitivamente captó su atención —. No importa si ganas por mucho o poco, ganar es ganar...

— Técnicamente no ganaron, quedamos quince a quince... —le recordó Stan.

— No me bloqueaste —disparó Kyle.

— ¿Y si lo hacía? —preguntó Stan, seguro de que las cosas hubieran sido diferentes en ese caso.

— Nunca lo sabremos, porque no pasó —Kyle sonrió desafiante, acercándose un poco a él, a su cara. La poca diferencia de altura y de masa no significaba nada cuando lo miraba con tanta intensidad —. A menos que quieras revancha.

— No veo porqué no —tener su rostro tan cerca le trajo recuerdos sueltos del sueño que tuvo esa mañana, y tuvo que respirar muy hondo para reprimir cuánto quería... —. ¿Vamos a esperar el autobús? —cambió de tema al notar como los chicos salían del vestuario hacia la calle.

— Sí —Kyle aceptó con cierta resistencia, como si una parte de él quisiera permanecer con Stan, cada vez más solos. Él se adelantó, Stan lo vio irse... por motivos nada relacionados a la parte trasera de su amigo, claro.

Antes de perderse por completo, una mano palmeó su hombro juguetonamente.

— Te voy a dar un consejo que me dio un sabio ciruja —empezó Kenny, y solo con esa frase, Stan ya se esperaba algo vergonzoso —. Antes de tomar una decisión o charla importante —movió el puño de arriba abajo —. Hacete una.

A Stan se le tiñó el rostro de mil colores

¿Cómo dedujo eso?

— La puta que te parió, Kenny.

— Ya me lo vas a agradecer —aseguró él, mientras se llevaba los brazos detrás de la cabeza.

— Lo que sea que te haya dicho —Eric pasó junto a ellos —. No le creas.

— Que la tenés re grande le dije —rebatió Kenny.

Stan y Kenny se fueron detrás de Kyle y Eric hacia la salida.

Solo quedaron dos personas más en el vestuario.

— ¿Tienes carga en la tarjeta? —le preguntó Tweek a Craig mientras se secaba el pelo con la toalla, parado.

— Sí, ¿por qué? —Craig estaba sentado en el banco, atándose las zapatillas, pero no dejaba de mirar a Tweek, aún vestido con el short de gimnasia, que dejaba al descubierto sus piernas. Durante la rotación, le tocó estar en quinta posición, detrás de Tweek, y le costó horrores no distraerse.

— A la mía ya no le queda nada, me olvidé de cargarla y cuando me acerqué al kiosco, el sistema estaba caído —Tweek comentó con pesar.

— Te presto la mía —le ofreció Craig.

— Gracias, cuando termine mi turno, te la devuelvo y te doy la diferencia —prometió Tweek

En lugar de una respuesta, Craig posó su mano en la cadera de Tweek y la bajó por el muslo, apretando su piel con el pulgar, de una forma tentadora. El tacto tomó a Tweek desprevenido y lo miró con los ojos muy abiertos, pero nada disgustado.

Para nada.

— No hay apuro —aseguró Craig.

— ¿Y esa mano qué significa? —preguntó con una curiosidad coqueta, vacilando sobre si ponerse la camiseta o no. Apoyó la rodilla en el banco, cerca de la entrepierna de Craig. Él subió la mano un poco más.

— Todo el jodido partido...

Tweek no le dejó terminar su queja, se sentía satisfecho con darse cuenta de que su vestimenta fue suficiente para llamar su atención. Lo tomó de la cara con ambas manos y le dio un beso profundo, ahogando palabras con lenguas ansiosas, lleno de la adrenalina que el partido le dejó, explotando en un beso que solo se hacía más intenso.

Craig lo acercó a él, haciendo que Tweek se sentara sobre sus piernas para continuar desatándose a través de caricias cada vez menos reservadas y más desesperadas por tocar piel.

Craig empujó a Tweek hasta que su espalda tocó el banco, las manos de Tweek lo tomaron de la nuca y presionó su cadera contra la suya, buscando subir la intensidad hasta donde el tiempo les permitiera avanzar. Craig rompió el beso para bajar al cuello de Tweek, el quejido de este fue reemplazado por un gemido solo audible para él, de anticipación, cuando sintió que el piercing de la lengua lo recorrió cerca de su mandíbula.

Su boca fue bajando cada vez más rápido, un poco apresurado por llegar a donde evidentemente Tweek quería que llegara.

Sus dedos se aferraron al borde del short y Tweek se llevó la mano a la boca cuando lo sintió, Craig dio besos en su abdomen mientras se bajaba del banco al piso y reunía el valor suficiente para desnudarlo por completo ahí, en pleno vestuario, donde estaban solos hasta que el horario de las chicas llegara.

Y cuando se sintió listo para bajarlo por completo... Un intruso en su mente, en sus recuerdos, lo frenó.

"— Chúpalo."

Craig levantó la vista, y por un segundo que lo deslumbró como un flash, podría jurar que ese... No era Tweek.

Como una hoja afilada contra su pecho congelado, sintió como se le cortó la respiración, cómo se le cerró la garganta en un grito ahogado que lo hizo retroceder, el aire que hasta hace pocos segundos le demandaba aire por la intensidad que involucraba sus cuerpos encontrándose ahora se volvió irrespirable.

Fue apenas una milésima de segundo en la que su cerebro lo engañó con una imagen indeseable, pero la expresión desconcertada de Tweek le hizo comprender que ese encuentro se volvió irremontable.

Especialmente para él.

— ¿Craig? ¿Qué te pasa? —Tweek posó sus manos en los hombros de Craig, lo miró a los ojos buscando respuestas antes de que sus palabras lo negaran.

— No... Nada —respondió él, aparentando haber vuelto en sí mismo, aunque la forma en la que su cuerpo gritaba lo contrario lo delataba.

— Craig, ¿qué pasa? —insistió Tweek, y antes de que pudiera seguir presionando, el sonido de las puertas del gimnasio puso fin a ese breve intercambio, aunque Tweek se negaba a irse sin respuestas.

— Nada, solo... —Craig señaló la puerta, en dirección al ruido —. Hay que irnos.

Buscó la tarjeta del colectivo en su bolsillo y lo dejó en el banco, junto a Tweek. Tomó su mochila y se fue.

Tweek lo vio irse, con su nombre vibrando en su garganta y los ojos pidiendo, por favor, un por qué, un motivo.

Se puso la camiseta tan rápido como los nervios le permitieron, tomó la tarjeta y corrió tras sus pasos, pero al salir del gimnasio, solo encontró a las chicas.

Le preguntó a Bebe y Wendy si lo vieron.

— Está con los chicos en... —Wendy apuntó a la parada, pero el colectivo ya estaba partiendo, y quedó vacía —. Bueno... Lo vimos corriendo a la parada, se ve que ya se subió.

Tweek miró la parada vacía, aún tratando de entender qué pasó. El viento helado le chocaba la cara, pero en su mente no lograba salir del vestuario.

No entendía qué había pasado, solo sentía un temblor en sus manos, una vibración llena de eco que hacia un esfuerzo por sostener en su cuerpo lo que su mente no consiguió.

¿Dije algo? ¿Hice algo? Se preguntó con una punzada en el pecho. No... No dije nada... ¿Entonces...?

El silencio de su ausencia fue ruidoso, más que cualquier gemido o jadeo que podrían haber soltado si tan solo ese breve momento los hubiera consumido más.

Sentado en el último asiento del autobús, encogido en sí mismo, Craig se sentía torturado por la misma duda que ahora Tweek se hacía; y otra pastilla viajaba por su tracto, intentando callar una molesta pregunta.

¿Qué te pasa?

 

 

 

Después de merendar, Stan estuvo el resto del día pensando cómo hablaría con su mamá sobre la conversación de la mañana.

Pensaba cada palabra y silencio, cómo sería más o menos chocante, cómo empezar, qué información le convenía reservarse...

Estaba nervioso, demasiado. La última vez que se sintió así fue cuando a Wendy le tardó un día en bajar la regla, a pesar de que no tuvieron ningún riesgo real.

Pero para su suerte, su madre le escribió que se quedaría a dormir en la casa de su novio, porque saldría tarde de trabajar. Eso supuso un soplo de aire fresco, un poco más de tiempo, hasta el día siguiente.

Sin mucho más que hacer, decidió acostarse para dormir. Podría haber dormido rápido, de no ser porque algunos recuerdos del juego de hoy, casi enfrentado a Kyle, y de ese sueño prohibido, volvieron a asaltarlo en el estado de vigilia.

Y su cuerpo era traicionero.

"Antes de tomar una decisión o charla importante, hacete una". Escuchó en su cabeza como una canción en bucle.

— Kenny, la re concha de... —maldijo, antes de rendirse al deseo de su cuerpo.

Y aunque no quisiera aceptarlo, durmió bien luego de... Hacerlo.

Kenny estaría orgulloso.

 

Notes:

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