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It's Hard To Be The Bard

Summary:

Se dice que a través de los reinos se pueden escuchar sus hermosas melodías. Historias sobre figuras fascinantes; que logran robarse el corazón y aliento de quienes las escuchen.
Tanto el reino de los humanos como el de los demonios reconocen su presencia. Si eres lo suficientemente afortunado, podrías llegar a escucharlo tocar en alguna taberna o festival, tal vez frente a importantes nobles o incluso ante la mismísima realeza.
Todos saben el nombre del codiciado y elusivo bardo; Shang Qinghua.
La gente se pregunta ¿Cómo puede crear canciones tan hermosas? ¿Tan innovadoras? ¿Tan populares?

La cosa es que, Shang Qinghua tiene un secreto.

En realidad, sus canciones son solo covers; covers “Bardcore”.

Notes:

Holaaaaa :)
Okay so...este es un AU que empecé a desarrollar en mi Twitter (que es @Haugthygirl12, por si quieren seguirme idk) y que decidí traer aquí .
Si no saben que es el Bardcore, básicamente es un género musical, que consiste en hacer covers de canciones pop en estilo medieval.
Este fanfic nace de mi amor por SVSSS, Moshang y el Bardcore.

Also, cabe aclarar que no tengo un beta reader o un editor, así que si tengo errores o si me equivoco en algo, les agradecería mucho si me lo hicieran saber. :)
Y también, si llego a hacer referencia a un cover o canal en específico, dejare los links de estos (todo esta en Youtube, así que es accesible)

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

 

Ser un Bardo era entretenido, pero no era algo sencillo. Y aquel que dijera lo contrario, claramente era un idiota; o al menos eso pensaba Shang Qinghua.

Y no lo decía solo por hablar, lo sabía por experiencia; porque él había sido ese idiota, y ahora, vivía las consecuencias de eso. 

Pero, para ser justos, jamás pensó que moriría electrocutado, o que gracias a la inútil entidad llamada Sistema, sería capaz de transmigrar a una de sus novelas.

No esperó que sería capaz de reiniciar su vida en un nuevo mundo y mucho menos que tomaría posesión de un nuevo cuerpo. Pero, sobre todo, no se imaginó que el Sistema sería tan cruel como para enviarlo a la peor de todas de sus novelas; aquella que hizo bajo la influencia de cantidades cuestionables de bebidas energéticas y fideos instantáneos,  producto de todas esas noches en las que decidió ignorar sus estudios por actualizar los capítulos. 

Su primera historia: Proud Immortal Demon Way. Un pobre intento de fantasía medieval; con un protagonista demasiado poderoso (extremadamente OP), montones de criaturas mágicas, hermosas damiselas en apuros y numerosos villanos. 

El Sistema le había dado una nueva oportunidad. Sin embargo, las veces en que Qinghua regresaba de una de sus misiones, cubierto de sangre y rasguños por tratar de defenderse de alguna bestia, pensaba que tal vez hubiera sido mejor simplemente morir. 

Su nueva vida apestaba: en el mejor de los casos era mediocre, y en el peor, estaba a punto de morir por culpa de su estúpido Sistema. No había balance o estabilidad; en un momento podía tener una misión sencilla y al segundo podía recibir una nueva misión que implicaba escabullirse a la guarida de alguna bestia con la intención de robar algún artefacto.  

El Sistema le había hecho imposible la vida desde el primer día. 

Como suelen decir “si no puedes contra tus enemigos, úneteles”, por lo que Shang Qinghua se había visto obligado a seguir los caprichos del Sistema; tanto como para su supervivencia, como por cansancio y en especial, el terror de ser potencialmente eliminado. 

Tuvo que abandonar a su nueva familia y hogar, decirle adiós a todo por lo que llegó a sentir algo de cariño y emprender un nuevo camino. Teniendo que viajar a través de los vastos territorios humanos y demoníacos; deteniéndose en cada pueblo a probar su suerte o a hacer el ridículo. Aceptando invitaciones de mercaderes, caballeros, eruditos, nobles e incluso de la realeza a presentarse con su laúd, pero al mismo tiempo tocando en cada mercado, taberna y plaza pública que encontraba, donde la gente estuviera dispuesta a darle algunas monedas y  escuchar sus historias y canciones. 

Al principio las cosas no fueron para nada dulces, su propia inexperiencia para escribir buenas canciones y su pánico escénico causaron que hiciera el ridículo en varias ocasiones o que se ganara los insultos de su público. 

Los recuerdos de sus primeras presentaciones aún le causaban un amargo sabor de boca. 

Y aunque sabía que tenía que afrontar aquello con profesionalidad; recordando que el pasado era el pasado y que no le serviría de nada molestarse, en especial porque técnicamente, como el autor y creador de este mundo, era su culpa todo lo que le estaba pasando. 

Pero su orgullo era solo suyo, y solo él podía magullarlo. 

De todas maneras, el Sistema no lo dejaría salirse con la suya; su destino ya estaba escrito (literalmente), y su misión no solo era continuar con la historia original de PIDW, sino hacerla mucho mejor, o al menos decente.

Incluso si eso significaba que algún día perdería su fama, y terminaría muriendo nuevamente, en las manos de su personaje favorito…

Que sería olvidado por aquellos que algún día le amaron; que sería cubierto por la gigante sombra de la irrelevancia y nadie más lo conocería más que, como el pobre e iluso bardo que murió desangrado en el Desierto del Norte….

Pero hasta que ese día llegará, Shang Qinghua seguiría haciendo lo que hacía mejor: viajar. Huir.

De todas formas, no le importaba tener que sobrevivir de sus ahorros y propinas, o dar shows a cambio de alimento y posada, o en ocasiones, tener que robar algunas monedas para poder reparar su viejo laúd. No le incomodaba tener que acampar en los bosques o lidiar con fanáticos obsesivos (con esto último ya tenía bastante práctica). Tampoco le molestaba tener que cubrir la mitad de su rostro con esa ridícula máscara que el Sistema le proporcionó en una de sus misiones. 

 

Shang Qinghua estaba bien con eso. 

 

Mientras Mobei Jun no supiera de su existencia, no podría ser su mecenas; entonces, Shang Qinghua formuló, no moriría

O al menos eso esperaba.

[SISTEMA 0.1 +NUEVA MISIÓN+]

“Claro, ¿cómo puedo olvidarme de ti? mi estupido Sistema”, masculló Qinghua de forma sarcástica, mientras afinaba su laúd e ignoraba los avisos del Sistema. 

 

[+NUEVA MISIÓN+]

[Nueva Misión: ¡Momento de Brillar!]

“Ya te escuché”, comentó Qinghua, aun con la mirada puesta en su instrumento “no tiene caso que me lo repitas, no es como que puedo negarme”, replicó elevando la mirada momentáneamente y presionando la opción de aceptar. 

Hacía unas semanas que había comenzado a trabajar en una famosa taberna, mejor conocida como “El Loto Blanco”. Situada en el territorio del Rey Yue Qingyuan, soberano de los doce picos que conformaban la hermosa e imponente montaña Cang Qiong. 

El Loto Blanco podría tener una apariencia sencilla; pero su interior albergaba un encanto que otros establecimientos matarían por replicar. 

Era conocido por ser la locación predilecta para reunirse; con buena comida y alcohol. Con un ambiente alegre y vibrante, rebosante de comensales de todo tipo; desde pomposos nobles gastando sin cuidado su oro, recatados eruditos reuniéndose con sus colegas a compartir sus descubrimientos, nobles caballeros mostrando sus trofeos o contando sus victorias,  e incluso uno que otro demonio escondido entre la gente, probablemente estafando a algún iluso. 

A pesar de eso, lo más esperado era el entretenimiento y el Loto Blanco era destacado por presentar lo mejor, como actores, acróbatas, bailarines y músicos. No por nada los nobles invertían su dinero en el establecimiento; incluso se murmuraba que el mismo Rey Yue daba exuberantes donaciones, para mantener a su pueblo entretenido. 

““Al pueblo, pan y circo” ¡pero con un toque medieval!”, fue lo primero que Shang Qinghua pensó cuando ese rumor llegó a sus oídos. 

Pero no era quien para quejarse, no si quería conservar su actual trabajo y seguir obteniendo buenas propinas y los puntos del Sistema. 

“¡Momento de Brillar” era de sus misiones más frecuentes; ya que solo debía de dar un buen espectáculo y ganarse algunos puntos de satisfacción de los comensales (básicamente lo que hace un bardo común y corriente, pero el Sistema insistía en presentar esta misión como algo revolucionario y emocionante). 

Era una misión sencilla, y la mayor parte del tiempo lograba divertirse. No obstante, Shang Qinghua se encontraba nervioso. 

Aunque eso no era algo nuevo. Siempre lo estaba antes de presentarse, incluso ahora que ya tenía una “fanbase ” sólida y que mantenía una gran lista de posibles mecenas a los que podría recurrir si eso de ser un “espíritu libre” fracasaba. 

Sus recurrentes nervios se debían a una sola cosa, a un secreto que jamás podría revelar…

Sus canciones, aquellas que cantaba con tanta emoción, las que lo hicieron salir de la miseria y que lo hicieron famoso a través de los reinos;  no eran suyas. Solo eran covers de canciones pop de su mundo original; modificados ligeramente en la letra y con la melodía adaptada para ser tocada en un laúd. 

Sus piezas no tenían nada de original, pero ahora el mundo, su nuevo mundo , las reconocía como suyas.

Nunca tuvo la intención de que fuera así, solo lo había hecho por diversión y para apaciguar la constante nostalgia que cargaba con su antiguo mundo. No esperó que un noble pasaría por donde él estaba, y que lo escucharía cantar “Somebody That I Used to Know” de Gotye y tampoco imaginó que le pagaría tres sacos de oro por presentarse ante sus amigos e interpretar la misma canción.

No esperó que aquel hombre lo recomendará con sus conocidos y que esos conocidos comenzarán a emplearlo y hablar con otros de él. Nunca pensó que las noticias se esparcieran tan rápido. “¡Es el medievo! no es posible que me haya vuelto viral a causa de vagos rumores”, pensó en su momento, cuando empezó a ser reconocido y la gente comenzó a mirarlo con admiración. 

La situación se había salido de control, pero ¿Quién era Qinghua para rechazar tal oferta? si había sobrevivido por tanto tiempo no fue solamente por su ingenio y cobardía, sino también por ser algo oportunista. 

Claro, ese pequeño incidente estuvo a punto de causarle una penalización OOC, ya que iba en contra de la historia original de PIDW. Pero Shang Qinghua logró salvarse de esa, refutando con al Sistema que esa era la mejor oportunidad de lograr su principal misión; “Ser el mejor Bardo en el reino” , y este, para su sorpresa, aceptó su excusa y lo dejó continuar con esta locura que él mismo había provocado. 

Y esta noche era especial, ya que presentaría una nueva canción, o al menos eso era lo que los afiches pegados en el exterior del Loto Blanco decían; aunque aun no sabia cual. 

Siempre estaba la posibilidad de cantar alguna de sus canciones sobre la amada Lady Britney de la Casa de Spears, como “ Toxicum” , de la querida Lady Stefani De la Casa de Germanotta, como “ Bad Romance” , tal vez podría cantar de nuevo sobre la icónica Lady Dolores de Parton, con su canción “ Jolene” o algo de la melancólica Lady Lana de la Casa de Rey, como “ Summertime Sorrow”.

Aunque, ahora que lo pensaba, sus canciones sobre el cuarteto de legendarios juglares ABBA también estaban siendo un éxito, en especial “Gimme! Gimme! Gimme! (A Knight After Midnight)” , “The Dancing Queen” y “Mamma Mia”.

Shang Qinghua soltó un suspiro, solo esperaba que el público no lo abucheara. 

A pesar de que se encontraba en la parte trasera del escenario, en su “camerino”, era capaz de escuchar el ruido del lugar; en especial, de la gente llamando su nombre. 

Se miró en el espejo por última vez, examinó que su cabello estuviera bien amarrado, que su rostro se viera limpio y que su ropa se viera decente, aunque hizo una nota mental de que debía de arreglar las costuras en su camisa.

Por último, se ajustó su máscara, amarrando con fuerza el listón azul. 

“Aquí vamos”, dijo con determinación, saliendo por fin de su escondite. 

 



Mobei Jun no sabía con certeza que era lo que estaba haciendo dentro de ese lugar. No era un lugar que frecuentara, y aún menos que le interesara. Detestaba el bullicio, y el Loto Blanco era el último lugar en el que le gustaría estar. 

Pero, para su mala suerte, tenía que estar ahí, en esa taberna infestada de humanos olorosos y ebrios, acatando las órdenes de su padre y tío y esperando a que Lord Lang, sobrino de su divina majestad, el Rey Tianlang-jun, se presentará a su importante reunión. 

Mobei Jun debía de permanecer oculto entre la gente, sentado en un rincón lejano. Pretendiendo disfrutar de las comidas y bebidas humanas, fingiendo que encontraba interesantes a los músicos que estaban tocando en el escenario. Soltó un suspiro, para después mirar el perímetro en busca de Lord Lang, pero lo único que encontró fueron más humanos; tratando de encontrar asiento en el concurrido lugar, gritando y discutiendo entre ellos.  

Frunció el ceño. Realmente quería irse de ese lugar. 

Una conmoción repentina lo hizo sobresaltarse en su asiento. Al parecer, mientras él estaba sumergido en su miseria, varias personas se habían despegado de sus mesas y de la barra, acercándose al escenario. 

“Otro músico insípido”, musitó Mobei Jun, dándole un sorbo a su ginebra. 

La gente gritaba con adoración y júbilo el nombre del músico, un tal “Shang Qinghua”

Mobei Jun enarcó una ceja, mientras contemplaba ese escándalo. Los humanos eran seres tan extraños. Eran capaces de enaltecer a su simple bardo como si tuviera una estirpe noble, y a sus propios Reyes les criticaban sin piedad alguna, en varias ocasiones rebelándose en contra de ellos. Si una figura como ese Bardo existiera en su reino, o siquiera en el territorio demoníaco, Mobei Jun estaba seguro de que no sobreviviría ni un día. Con un poder así, capaz de ganarse la admiración y lealtad de otros tan rápido, sería eliminado por sus rivales al instante. 

Notó que algunos humanos se empujaban unos a otros, tratando de acercarse más al escenario. 

Jamás entendería a los humanos...

“¡Querido público!”, exclamó de repente una nueva voz, de forma clara y con ánimos. “Como saben, esta noche entonaré una nueva pieza” dijo un joven hombre, alzando uno de sus brazos, y mirando al público con una expresión de completa seriedad “Esta noche les relataré una historia conmovedora, que vivieron los increíbles Caballeros de Backstreet; un grupo de jóvenes que buscaban a quien amar”, bajó su brazo, tocando las cuerdas de su instrumento, “damas y caballeros, les presento  I Love Thee That Way.” 

El público rompió en aplausos de inmediato. 

Mobei Jun lo contempló. 

El tal Shang Qinghua tenía la apariencia de un hombre joven. De estatura baja, vestimenta simple y de cabello marrón largo, el cual estaba amarrado en una coleta con un listón amarillento. A pesar de que llevaba puesta una máscara que le cubría la mitad del rostro, era más que obvio que era un joven apuesto.

Su sonrisa era hermosa, mirada era brillante, y su voz…

Su voz era encantadora, “de otro mundo”. A pesar de que Mobei Jun no tenía idea alguna sobre las personas de las que el bardo cantaba, podía notar que sus palabras albergaban anticipación y misterio, motivando a los presentes a escuchar cada detalle de la historia que estaba narrando. Incentivaba al público a entregarse de lleno a ese espectáculo, a disfrutar de cada momento. Otros músicos lo acompañaron en su melodía, enriqueciendo la canción con los sonidos de los tambores, panderetas y flautas. 

Mobei Jun encontró que era difícil apartar su vista del Bardo, en especial cuando este se movía libremente por el escenario, dando brincos y vueltas; ganándose los aplausos del público. 

Estaba completamente embelesado.

De repente, un grupo de mujeres chillaron de emoción, haciendo que por un instante, la atención de Mobei Jun flanqueara. Aparentemente, el bardo las había visto fijamente al momento de entonar una parte del coro. Mobei Jun notó que el tal Shang Qinghua aceptó con gusto aquellos gritos, volviendo a hacer lo mismo. Las mujeres extendieron sus brazos hacia adelante tratando de tocarlo, como si con tocar la punta de su bota bastaba. 

Pero el Bardo se limitó a sonreírles y a guiñarles de una forma coqueta. 

Mobei Jun frunció el ceño ante esto, e inconscientemente apretó el tarro donde bebía su ginebra. 

“Es increíble, ¿no lo cree, mi Lord?”, escuchó decir a una joven mesera, la cual dejaba en su mesa otro tarro, lleno hasta el tope. “El Loto Blanco no ha estado vacío ni una sola noche desde que Lord Shang comenzó a presentarse. Sus historias son las mejores”.

Mobei Jun asintió ante el comentario de la jovencita. 

En realidad, no tenía noción alguna de la existencia de Shang Qinghua. Jamás había escuchado sus baladas o visto alguna de sus presentaciones. A pesar de que el reino demoníaco era conocido por amar las celebraciones y el entretenimiento, la música no era de lo principal. Normalmente disfrutaban de cosas mucho más carnales, como banquetes, combates u orgías. 

Solo era sabido que su divina majestad, el Rey Tianlang-Jun era todo un fanatico de las costumbres humanas. Por lo que a veces dejaba que algunos artistas humanos se pasearán por sus territorios; pero ninguno de esos artistas se acercaba al talento de este Bardo. 

Mobei Jun tenía la certeza de eso, aunque era la primera vez que lo escuchaba. El joven bardo había logrado capturar su completa atención e intriga.

Quería escuchar más de él, saber más…

“Es una pena que no acepte tener un mecenas”, comentó la mesera, soltando un suspiro y negando ligeramente. Mobei Jun parpadeó por unos segundos, regresando a la realidad. 

“Es muy codiciado”, advirtió la joven, “por lo que se sabe, varios nobles, e incluso reyes, han intentado convencerlo de aceptarlos, pero los rechaza a todos.” dijo, para después abrazar la bandeja que cargaba “con ese talento que tiene, podría conseguirse cualquier mecenas, podría tener varios si así lo quisiese… Incluso podría llegar a tener una fortuna más grande que el Rey Yue o el viejo Rey del Palacio Huan Hua, pero, parece que eso no le importa”. 

“Hmm”, resopló Mobei Jun, teniendo en su rostro una expresión complicada. 

Para cuando observó de nuevo a Shang Qinghua, este se encontraba entonando la última estrofa de la canción, y después de dar una nota alta, alzó sus brazos en signo de victoria, siendo empapado por los aplausos del público nuevamente. 

“¡Gracias a todos!”, exclamó el bardo, recuperando el aliento y haciendo reverencias “Y recuerden, que pueden encontrarme aquí, en el Loto Blanco. Y si desean contratarme, ¡no cobro mucho!” dijo, sonriendo de lado y con un guiño. “¡Que tengan una buena velada”!

 

[+MISIÓN “MOMENTO DE BRILLAR” COMPLETADA+]

 

“Bueno, al menos esto prueba que “I Want It That Way” trasciende mundos”, murmuró Shang Qinghua,  arrastrando los pies, para después colocar su laúd en una mesa y dejarse caer sobre una silla. Estaba exhausto.

Tan pronto como terminó con su presentación, algunos de sus fanáticos trataron de acercarse, pero consiguió evadirlos sin mucha dificultad, logrando esconderse de nuevo en la parte trasera del escenario. Dejó caer su cabeza hacia atrás, y soltó un suspiro, había sido un show divertido. Solo tenía que esperar a que alguno de los meseros le trajeran su paga y podría irse a descansar.

Pero eso tardaría un buen rato, después de todo, esta noche había sido casa llena. 

No tenía ningún inconveniente en esperar, así que, para pasar el rato decidió abrir una botella de vino que un fan le había obsequiado la noche anterior (ser famoso realmente tenía sus ventajas). Bebió con tranquilidad, mientras que escuchaba la voz monótona del Sistema, la cual se encontraba procesando los logros de la noche. 

[Puntos de satisfacción obtenidos: +200000]

Avisó el Sistema de repente, causando que Shang Qinghua escupiera por completo lo que bebía. 

“¡Qu…QUÉ!”, exclamó, golpeando su pecho y tosiendo, “esto debe de ser un error…¡¿cómo es posible esto?!”, cuestionó en voz alta, observando los números en la brillante pantalla del Sistema. 

Shang Qinghua pasó sus manos por su cabello, estrujándolo ansiosamente, comenzando a caminar de un lado a otro. Estaba consciente de que era bueno, pero no era tan bueno . Sus misiones normalmente le daban entre 100 a 800 puntos, lo cual, no estaba para nada mal. 

Pero esto debía de ser un error…algo estaba mal, muy muy mal. 

“¡Hey! ¡No puede entrar ahí, Lord Shang está descansando!”, replicó con enfado una voz femenina “¡Hey!”

“Requiero de sus servicios” interrumpió una nueva voz. Una voz masculina; profunda, clara y distante. Una que Shang Qinghua reconocía. “Deseo hablar con él”, ordenó. 

Shang Qinghua miró hacia la puerta. Se estremecía como si quisieran derribarla. 

 

[¡FELICIDADES!

¡FELICIDADES!

¡FELICIDADES!

¡Las cosas buenas deben de ser dichas tres veces! 

\(^O^)/]

[NUEVO PERSONAJE DESBLOQUEADO: Príncipe Mobei Jun]

 

Shang Qinghua tragó saliva, sintiendo una gran pesadez en sus entrañas. 

“Oh no…”

 

~*~

Chapter 2

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Una vez que Mobei Jun derrumbó la puerta, encontró que la habitación estaba completamente vacía.  Enarcó una ceja, e ignorando los reproches de la joven mesera, entró. 

Las habitación parecía ser un almacén, ya que habían muchas repisas repletas de jarrones con encurtidos, varios costales en el suelo y alguna que otra herramienta. Pero era notable que se habían hecho algunas modificaciones para acomodar al famoso bardo, había múltiples velas encendidas esparcidas en la habitación, un espejo sobre una cómoda, una mesa y una silla de madera, estas últimas permanecían encima de un grueso tapete. 

Pudo ver que tanto en la cómoda como en la mesa había varios presentes para el bardo. Desde canastas llenas de flores y botellas de vinos, a pasteles, golosinas, diversos pergaminos y notas. 

Volvió a fruncir el ceño. 

“No está aquí”, masculló Mobei Jun, para después mirar a la mesera en busca de respuestas. 

Esta entró a la habitación y miró a todos lados. “Huh, creí que había entrado aquí”, comentó, cruzándose de brazos “probablemente fue a tomar algo de aire, o tal vez está con alguno de sus admiradores”. 

Mobei Jun, quien había decidido recorrer el cuarto como si fuera suyo, se detuvo en seco. 

“¿Tiene idea de cuándo regresará?”, cuestionó Mobei Jun, su expresión seria.

La joven se encogió de hombros “No lo sé, no me pagan por saber su horario”, replicó, mientras colocaba ambas manos en su cintura y miraba hacia el suelo. “por cierto, deberá pagar por la puerta”.

Mobei Jun gruñó fastidiado. Ella soltó una risa. 

“¿Qué? ¿Cree que porque es un noble lo voy a dejar pasar? He visto muchos hombres como usted mi Lord, pero no crea que su encanto y promesas vacías me harán dejarlo salirse con la suya” comentó la joven mesera, pasando sus manos por la comisura de su ojos, limpiando una lágrima falsa “Lord Shang no tiene la culpa de que sus fans sean unos dementes, pero créame que no me pagan por aguantarlos a ustedes o a sus destrozos”, hizo una pequeña pausa, su mirada volviéndose un tanto intimidante  “Si no quiere que se le niegue la entrada al Loto Blanco, le recomiendo que pague de una buena vez”, sugirió.

Mobei Jun terminó por extender un saco repleto con las monedas que los humanos usaban. 

La joven lo aceptó con gusto, y después de hacer una reverencia, guio al príncipe demonio hacia la salida. 

Shang Qinghua tenía dos opciones. 

Bueno, realmente eran tres, pero la última no era para nada buena. 

La primera, la más obvia; huir. Ya era un experto en eso y tenía la ventaja de que nadie conocía su rostro, o al menos nadie que importara. Bien podría comenzar desde cero en algún otro reino, se cambiaría de nombre, quizás se cortaría el cabello, conseguiría otro oficio y…

[¡ALERTA!]

[¡ALERTA!]

[Usuario 0.1 ha entrado al nuevo punto de retorno en Proud Immortal Demon Way. 

Este es un punto crítico de la historia, por lo que se recomienda discreción en su próxima decisión]

[NUEVA MISIÓN: “¡¿Un príncipe es mi Mecenas?!”]

[¿Desea aceptarla?]

“¡¿Estas demente?! ¡No, claro que no!”, masculló Shang Qinghua , el pánico filtrándose en su voz “aún no quiero morir”.

Su camerino se encontraba repleto de una cacofonía de sonidos que solamente lo alteraban. Entre las advertencias del Sistema y los fuertes golpes a la puerta; el joven trataba de no desmoronarse. 

La segunda opción que tenía era quedarse y enfrentar su más grande miedo…

“Ay si, como si esas cosas pasaran”, murmuró, golpeándose mentalmente por pensar en algo tan estúpido. 

Sin embargo, sabía que si no actuaba lo suficientemente rápido, eso podía hacerse realidad. La única salida de ese cuarto, estaba siendo atacada por un demonio que lo quería matar. Y, por azares del destino, quizás por algo divino o tal vez gracias a su malvado Sistema, la puerta seguía intacta, resistiendo cada golpe, pero no podía durar demasiado; en algún momento debía de caer. 

Shang Qinghua comenzó a pasar sus manos por las paredes y repisas tratando de encontrar algún indicio de un pasadizo escondido o posible escondite. Las alarmas del Sistema prevalecían, repitiendo incesantemente que si rechazaba la misión, el protocolo de castigo sería activado. 

Ignoró esto y se tiró al suelo, pasando sus manos por cada tabla, incluso raspando la madera con sus uñas. Podía sentir su corazón palpitar fuertemente, como si fuera a salirse de su pecho en cualquier momento. Su manos y piernas temblaban, no sabía si lo que sentía en sus mejillas eran sus propias lágrimas o el sudor frío que su frente exudaba.  Estaba desesperado. 

Su tercera opción también era tentadora; aceptar la frecuente oferta del Sistema y simplemente regresar a su hogar en su viejo mundo, en el mundo real. Pero no era algo factible, tomando en cuenta que había muerto. 

“Sistema, por favor ayúdame”, suplicó Shang Qinghua, hincándose frente a la pantalla esmeralda del Sistema. “Cumpliré la misión en otro momento, te lo juro. Pero aún no, no estoy listo”, chilló lastimosamente, juntando sus manos frente a su rostro. 

El Sistema analizó sus peticiones, tomándose su dulce tiempo. Y para Qinghua, ningún otro silencio le había parecido tan eterno y cruel. 

Por un instante creyó que el Sistema le había ignorado, cuando un “DING” se escuchó en la habitación. 

[El Usuario 0.1 ha solicitado ayuda. ¿Desea canjear algunos de sus puntos y activar la opción de “crear escondite”?]

Shang Qinghua miró la pantalla por unos segundos. Una mueca de disgusto e indignación se extendió en su rostro.

“Todo este tiempo…tenías esa opción ¡¿Y HASTA AHORA ME LO DICES?!”, exclamó furioso, tomando entre sus manos las orillas de la pantalla. Si pudiera, estrangularía al Sistema. 

Terminó aceptando el trato, obedeciendo las indicaciones del Sistema. Este le indicó que debajo de la mesa se crearía una puerta trampa, como esas que los magos usaban en sus trucos de magia. Solo que esta no lo haría desaparecer, sino que lo resguardaría momentáneamente, en un escondite que el Sistema había creado. 

Shang Qinghua quitó rápidamente la alfombra y entró en su escondite. Y para ser uno creado de la nada, no estaba tan mal. Era como si estuviera dentro de una larga caja, donde solo podía permanecer recostado boca arriba. 

Muy parecido a un ataúd. 

“¡¿QUÉ DEMONIOS, SISTEMA?!” murmuró frunciendo el ceño. 

No obstante, antes de que pudiera seguir maldiciendo al Sistema, escuchó un estruendo. 

“No está aquí”, escuchó decir a Mobei Jun. Su voz era profunda -mucho más de lo que esperaba-, resonando incluso en su pequeño escondite. Shang Qinghua cerró sus ojos, podía notar que el demonio estaba enfadado y eso no era nada bueno. 

Enseguida escuchó una voz femenina, una que aunque reconocía a la perfección, no esperaba escuchar ahora. 

Se trataba de Ning Yingying, mesera del Loto Blanco, y futura consorte y miembro del Harem del futuro Rey Luo Binghe, protagonista de Proud Immortal Demon Way. 

Una hermosa y amable joven. De baja estatura, figura esbelta, de piel pálida y mejillas rosadas, con su cabello azabache trenzado. De ojos curiosos y brillantes, y con una sonrisa encantadora e inocente. 

Su positivismo y  espíritu servicial hacía que fuera muy querida en la taberna, tanto por los demás empleados como por los comensales. Y también por los fans de PIDW. Shang Qinghua sabía que la joven era uno de los personajes más queridos de su novela. 

Aun así, la joven se escuchaba diferente esta noche. Parecía igual o más fastidiada que el príncipe demonio. 

Ella le respondió sin mucho interés, y Shang Qinghua notó que cuando mencionó la palabra “admiradores” el suelo de madera se cubrió con escarcha al instante. Tuvo que contraerse en su lugar al sentir los pequeños picos de hielo tocar su nariz. 

“Ning Yingying, me agradas pero ¡¿ACASO ESTAS LOCA?! ¡¿DESEAS MORIR?!” exclamó Shang Qinghua en su mente “Aun no te casas con Luo Binghe, ¡No puedes hablarle así a Mobei Jun!”.

Mientras más escuchaba la conversación ajena, menos podía creer lo que oía. Ning Yingying, siendo una joven tan gentil y dócil, estaba reclamando y exigiendo a Mobei Jun, EL FUTURO SOBERANO DEL DESIERTO DEL NORTE Y PRÓXIMO MANO DERECHA DEL PROTAGONISTA, que pagará por los daños a la propiedad. 

Si no estuviera a segundos de orinarse por el miedo, pensaría que era la cosa más divertida que había escuchado en esa noche. O quizás, lo más divertido que había escuchado en su vida. 

Al final, las cosas parecieron funcionar, pues ambas figuras se retiraron del camerino, y solo así, Shang Qinghua pudo dejar escapar el aire que retenía. 

[EVASIÓN DE MISIÓN: -1000 puntos]

[IMPLEMENTACIÓN EXITOSA DE OPCIÓN: “CREAR ESCONDITE” 

Sustracción de puntos: -1800]

Shang Qinghua soltó un suspiro; realmente estaba exhausto. 

Lo peor de todo, es que el Sistema tenía razón. Y él, como el imbécil que era, había olvidado por completo la razón por la que este lo había arrastrado hasta el Loto Blanco en primer lugar. 

Shang Qinghua había entrado a una nueva faceta de Proud Immortal Demon Way; el momento en que la trama del Shang Qinghua original tomaba importancia. Aunque este había sido un personaje secundario al principio -y un original character que creo solo por aburrimiento- al final terminó siendo parte de la trama y por ende, su backstory y su destino final estaban bien planeados. 

En la historia original, Shang Qinghua había adquirido su fama cantando canciones controversiales. Sátiras a las monarquías humanas y demoníacas, en especial a estas últimas. Solía ridiculizar a esas figuras y plasmarlas de una manera indecorosa y humillante. 

En múltiples ocasiones estuvo a punto de recibir graves castigos, llegando a ser aprehendido con la amenaza de morir en la horca o en la hoguera, pero sobrevivió a todo eso. Su voz era su arma más letal. Hermosa y melodiosa, capaz de embelesar a cualquiera. Tenía una lengua de plata y siempre lograba salirse con la suya. Era tanto su carisma, que podía recitar cualquier cosa, incluso un recetario, y lo convertiría en el mejor soneto de la historia. 

Gracias a su irreverencia, su desvergüenza y rebeldía, había conseguido un gran número de seguidores.   

Era polémico, pero popular. Atrevido y despreocupado, pero peligroso. 

Después de expandir sus historias por los reinos, comenzó a trabajar en una famosa taberna llamada “El Loto Blanco”. Sus presentaciones fueron aclamadas por todo el mundo. No obstante, fueron estas mismas las que causaron su perdición. 

En especial, una noche, en la cual se presentó con una nueva canción. Una que narraba la historia de dos monarcas; el Rey y la Reina del Desierto del Norte. Donde retrataba al Rey como un bruto salvaje y a la Reina como una seductora, que se aprovechó de que su esposo fuera un completo imbécil para gobernar el Norte, que decidió seducir a su hermano, el príncipe Linguang-jun, para intentar robarle el trono. 

La canción fue bien recibida; pero con lo que no contaba el bardo, era que el príncipe Mobei Jun, estaría entre la audiencia. Escuchando con suma atención, cada insulto dirigido hacia sus padres. 

Mobei Jun le dio una espantosa golpiza, una que Shang Qinghua apenas pudo sobrevivir. Sin embargo, el joven demonio no estuvo satisfecho con eso, y decidió capturarlo para su propio entretenimiento, convirtiéndose en su “mecenas” por así decirlo. Solo que eso fue todo lo contrario a una bendición, pues la tortura del bardo estaba lejos de terminar; había despertado la furia de un poderoso demonio y de eso no existía escapatoria alguna…

[¡ALERTA!]

[¡ALERTA!]

[PELIGRO DE PENALIZACIÓN]

A pesar de que se encontraban en una temporada cálida, las noches solían ser frías; esta no era la excepción. Shang Qinghua maldijo por lo bajo por haber olvidado ese detalle, sintiendo como el viento lo golpeaba bruscamente, helando la mitad de su rostro y escurriéndose entre su delgada capa. Por un momento pensó en regresar a la taberna, al cálido y acogedor lugar, pero ya era demasiado tarde para eso. 

Ahora, lo único que lo rodeaba era la oscura arboleda. 

[¡ALERTA!]

[PELIGRO DE PENALIZACIÓN]

[¡ALERTA!]

Y claro, el Sistema, también lo acompañaba. 

Fue una pena tener que abandonar el Loto Blanco, en especial cuando las cosas por fin le estaban resultando. Tener que mentir nuevamente, explicando que debía de viajar esa noche, ya que había recibido una misiva que le pedía regresar a su pueblo natal y cuidar de su convaleciente madre, también le había parecido complicado y de mal gusto. 

Pero tenía que escapar.

Mobei Jun finalmente lo había encontrado y una nueva misión se había activado, y si bien recordaba, una pronta y aún más peligrosa misión se desbloquearía…una que garantizaba su muerte. 

[¡ALERTA!]

[PELIGRO DE PENALIZACIÓN]

[¡ALERTA!]

A pesar de que el Sistema era irritante, Shang Qinghua agradeció la brillante luz que sus múltiples ventanas emanaban. La vela que cargaba se había consumido minutos atrás, y no amanecería al menos dentro de unas horas. Claro, las luces rojas y verdes parpadeando de manera intercalada eran algo intimidantes, pero nada que no pudiera ignorar. 

Más allá de la molesta voz del Sistema, era capaz de escuchar los sonidos de la naturaleza. El viento golpeando las copas de los árboles, el canto de las cigarras, el croar de las ranas, el crujido de sus propias pisadas sobre las hojas secas, gemidos de dolor…

“¿Gemidos de dolor?” se cuestionó Qinghua, deteniéndose. 

Era algo difícil de ver, pero si entrecerraba los ojos, podía advertir que no muy lejos de donde estaba, un gran bulto yacía en el suelo. Shang Qinghua  dio un paso hacia adelante, en dirección a bulto. Las ventanas del Sistema lo seguían, iluminando su caminar. 

Se dio cuenta de que los sonidos provenían de ese bulto, y que estos eran guturales, casi animalísticos. Por un momento consideró retirarse, en caso de que se tratara de una bestia salvaje. Pero aunque fuese un completo cobarde, no era tan malo como para abandonar a un animal herido. 

Del suelo tomó una vara, y la usó para tocar el bulto. Las ventanas del Sistema se acercaron a la figura, haciendo que fuera más visible. 

Shang Qinghua se percató que era de gran tamaño, de un color oscuro, y que en la parte superior, justo en los hombros, tenía un grueso y bello pelaje. Volvió a tocar la figura con la vara, causando que esta se moviera de improviso y que a Shang Qinghua casi se le saliera el alma del susto. 

“¿Pero qué demonios?...”, murmuró, sintiendo su cuerpo helarse ante lo que contemplaba. 

No era una bestia, sino un demonio. 

Era Mobei Jun

 

[¡FELICIDADES!

Finalmente ha aceptado la misión: ¡¿Un Príncipe es mi mecenas?!”

+400 puntos \(^O^)/

El Sistema le desea mucho éxito y que esta misión sea de su agrado]

 

Shang Qinghua pasó sus manos por su cabello, y se dejó caer de rodillas en el suelo. 

La vida lo odiaba.

A pesar de lo mucho que detestaba esta ironía y que deseaba poder sumergirse en su miseria, había algo que no comprendía del todo ¡¿Qué estaba haciendo Mobei Jun en el bosque?! Y aun peor ¡¿Por qué estaba inconsciente?! 

Cuando pudo recobrar su compostura, se acercó con cuidado al demonio. Examinó con la mirada su cuerpo, observando con detenimiento su pecho y torso en busca de alguna herida, pero no había ni un solo rastro de sangre, corte o algún signo de combate. 

Después contempló el rostro del demonio, buscando alguna pista, pero lo único que encontró fue que Mobei Jun era todavía más sexy de lo que alguna vez imaginó. Mucho más de lo que su talento de escritor de segunda era capaz de describir. Ni siquiera los fan arts le hacían justicia a su Rey.

“Sabe, mi Lord, es injusto para todos los mortales tener que vivir con la idea que no importa en qué situación se encuentre, siempre se verá atractivo”, murmuró Shang Qinghua, quitando una hoja que descansaba en la frente del demonio.

Miró la marca demoníaca de Mobei Jun, está aún brillaba un pálido azul, pero lo hacía de una manera inestable. Dirigió su mano hacia la frente, pero la removió al instante, estaba ardiendo. 

“Oh no…esto no es bueno” musitó, intentando mantener la calma “Sistema ¿Qué fue lo que sucedió con Mobei Jun?”

El Sistema permaneció en silencio, y Shang Qinghua ahogó un grito de frustración. 

Volvió a acercarse al príncipe, lo suficiente para poder captar un olor peculiar. Uno que se desprendía del aliento y prendas del demonio. 

“¿Cicuta venenosa?” farfulló Shang Qinghua, frunciendo el ceño y poniendo una mano en su barbilla “Pero, el único uso de este veneno no aparece hasta el penúltimo acto de Proud Immortal Demon Way cuando…”, sintió como algo hizo click en su mente “Linguang-jun …asesinó al padre de Mobei Jun”. 

Shang Qinghua contempló perplejo al príncipe inconsciente. Su mente era un completo desastre; repleto de preguntas y muy pocas respuestas “¡¿Qué demonios está pasando?!” era la principal. 

Volvió a acercarse al  rostro del demonio, y ahora, además del veneno,  fue capaz de percibir otro olor, uno muy familiar. 

“Bueno, nunca pensé que tendría que lidiar con un demonio envenenado y ebrio, esta será una larga noche” comentó, soltando un largo suspiro y recibiendo +500 puntos del Sistema. 

~*~

Notes:

Holaa! :)
(Se que a lo mejor ya leyeron esta parte en mi hilo de twitter, pero les prometo que lo que sigue ya es nuevo XD)
Les pido una disculpa por tardar tanto en actualizar, por el momento estoy en finales en la Uni y pues esta dlv jasjajs pero ya casi salgo de vacaciones, así que tendré más tiempo libre :D

Also, les agradezco mucho los kudos y comentarios que me han dejado (tanto aquí como en mi twitter), neta sus palabras son super bonitaas y me llena de alegría y emoción el saber que les esta gustando lo que escribo.

Espero que este capítulo también haya sido de su agrado.
Les tqm.
Byeee.

Chapter 3

Summary:

Donde la suerte de Shang Qinghua vuelve a arruinar sus planes y donde Mobei Jun por fin encuentra lo que buscaba.

Notes:

Ok so....ya se que me desaparecí por un buen rato jajajs, una disculpa.
Se suponía que estaría de vacaciones, pero ni siquiera eso detuvo a mis profes de dejarme tarea, pero ni pedo, así es la vida en la Uni lol

Este capítulo es más largo que los anteriores (o eso creo) y me tomó varios intentos de escribir jasja. Espero que les guste y que les parezca divertido, o que al menos sea suficiente para compensar la demora.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Shang Qinghua estaba maldito. 

 

Y aunque ya no le avergonzaba admitirlo, aún había algo de deshonra en su situación actual. Miraba en momentos al techo, imaginando lo que sea que su otra versión estaría pensando o diciendo sobre él en ese momento. Contemplando con horror cómo, a pesar de su conocimiento sobre su inminente muerte, había decidido auxiliar a su futuro asesino.

Probablemente su otro yo lo golpearía en la cabeza con su propio laúd, quizás lo ridiculizaría con alguna de sus tan aclamadas canciones o lo estrangularía con las cuerdas de su instrumento. 

Para este punto de su vida, cualquiera de esas opciones le parecía una solución relativamente tolerable… especialmente cuando se encontraba en una situación como aquella, con su choza cubierta de hielo y nieve y él, tratando de no morir por hipotermia. 

“Para.., paraíso inver… invernal mi trase …trasero”, masculló, muy apenas siendo capaz de hablar. Respirar le resultaba laborioso, sintiendo dolor en sus pulmones cada vez que inhalaba. 

Se encontraba sentado en un taburete de madera, ligeramente encorvado, tratando miserablemente de calentarse. Sus ropajes remendados apenas cubrían sus extremidades, estas siendo dos tallas más pequeñas, su excusa de capa apenas si podía conservar algo de calor, la tela era tan delgada que podría ser usada como un trapo de cocina. 

Trató de usar sus manos para atrapar el calor en su aliento, pero estas estaban ligeramente entumecidas. 

Shang Qinghua temblando de pies a cabeza, sus dientes repiqueteando incesantemente. 

No tenía un termómetro para comprobar su teoría, pero podía jurar, por la forma en la que sentía sus huesos estremecerse, que la temperatura dentro de su hogar era aún más baja que en la Antártida. 

Los inviernos en su antiguo mundo llegaban a ser intensos: los autos cubiertos de nieve, las calles congeladas y los árboles completamente secos. Incluso llegó a vivir varias temporadas heladas dentro de su propia novela, con horribles periodos de sequías, lagos congelados y pérdidas de ganado. 

Pero nada de eso podía siquiera compararse a lo que estaba experimentado, pues esta horrible nevada era causada por un demonio. 

Y no cualquier demonio, oh no; sino el maldito heredero al gélido e inhospitable Desierto del Norte, Mobei Jun. 

Shang Qinghua maldijo el momento en que, tras haberse quedado dormido mientras escribía, al despertar vio que en la televisión estaban pasando un documental sobre la tundra, y en consecuencia, que su cerebro privado de sueño, pensara que sería una gran idea agregar a su novela un lugar con esas características; creando un paisaje en el que Luo Binghe pudiera tener aventuras. O en todo caso, como al final terminó escribiendo, siendo el hogar natal de  imponentes e intimidantes aliados. 

Aliados que no solo usaban el elemento como un símbolo o arma, sino también para curar sus heridas.

Pero ahora estaba a punto de dejar como paleta helada al pobre bardo. 

“Sé que suelo explotar la hipérbole cuando escribo” logró murmurar Shang Qinghua, sin sentir del todo sus labios o lengua “pero, Sistema, ¡¿era necesario que tomaras toda la basura que escribí tan literal?!”, exclamó con enfado. 

Al momento, lo que recibió no fue un comentario mediocre del Sistema, sino el crujido de su cama y por alguna razón, el impacto de dos estalactitas contra la nieve. 

El bardo dio un respingo, soltanto un sonido similar a “eep” y casi perdiendo el equilibrio.

Aquel crujido provenía del otro lado de la habitación, donde el joven demonio permanecía dormido en su cama; con el torso al descubierto, pero cubierto con una serie de harapos húmedos. Ahora tenía a la vista la ancha espalda del joven monarca, cubierta por una delgada escarcha, la cual se amoldaba a los músculos del demonio, extendiéndose por su grisácea piel como copos de nieve con intrincados diseños. Su largo cabello negro caía con fluidez sobre sus definidos omóplatos; como agua en una cascada.  

Qinghua soltó un suspiro al notar que Mobei Jun aun seguía noqueado, para después reposar su cabeza sobre sus rodillas. 

“Mi Lord, realmente tiene que dejar de hacerme esto… no puede asustarme de esa manera, mi corazón no es lo suficientemente fuerte”, murmuró derrotado, plantando una mano sobre su pecho, calmando su agitado corazón. 

Muchos creerían que no haber dormido durante toda la noche lo tendría menos alterado, pero Shang Qinghua estaba aún más en alerta que nunca.

En cada momento, desde que lo encontró en el bosque, había estado cuidando del demonio. Cerciorándose de que su temperatura no volviera a aumentar, que estuviera lo más cómodo posible y estando atento en caso de que Mobei Jun decidiera despertar de repente. 

En su opinión, la situación era un poco ridícula, pero su miedo siempre había sido mayor a su orgullo y este solía provocar que hiciera cosas, sin importar que tan estúpidas, peligrosas o humillantes fueran. 

A pesar de eso, Mobei Jun había permanecido dormido. Su respiración era tranquila, su pecho subía y bajaba lentamente. Su expresión era neutral, pero extrañamente serena. 

Shang Qinghua se preguntó si los demonios eran capaces de soñar, recordando que aunque existían demonios que eran capaces de habitar los sueños de la gente y de otros demonios, alimentándose de esos como parásitos, como Meng Mo. Tenía entendido que había ciertos demonios que eran incapaces de soñar, muchas veces teniendo barreras para proteger sus pensamientos. 

Shang Qinghua no recordaba si le había llegado a dar esta capacidad a Mobei Jun, pero esperaba que, si estaba teniendo un sueño, al menos fuera algo bueno… no necesitaba tenerlo de mal humor. 

En especial cuando un resplandor cubría por completo al demonio, un halo helado y de un vibrante azul. No lo suficientemente brillante como para dejar ciego a alguien, pero demostrando la magnitud de poder que albergaba, tanto que curar sus heridas era algo que podía hacer casi en automático.  

Shang Qinghua sintió un escalofrío recorrer su espalda, el cabello de su nuca levantándose.  

Algunos podrían preguntarse, si el demonio le provocaba tanto miedo, ¿por qué se había molestado en ayudarlo? ¿Por qué lo había llevado hasta su casa?

A lo que Shang Qinghua podría responder: Porque mi estupido Sistema aceptó una misión que ni siquiera quería y ahora estoy atascado con él. 

Pero siempre había otras respuestas, así como había otras opciones. Y él lo sabía. 

Mentiría si dijera que no lo había llegado a considerar. Que no había pensado en lo que hubiera pasado si simplemente abandonaba a Mobei Jun.

Si estaba tan aterrado por su destino, ¿por qué no lo cambiaba?

 

¿Por qué no mataba a Mobei Jun?

 

Eso era lo más razonable, lo que cualquier persona razonable haría en su lugar.  

Si lo analizaba, jamás se le presentaría una mejor oportunidad que la que tenía delante de él. Teniendo al príncipe del Norte en un estado tan vulnerable e inestable. Alejado de cualquier testigo, en un lugar remoto y que fácilmente podía desalojar o destruir. 

Bien podría interrumpir el proceso de sanación y culpar la repentina muerte del monarca a una desviación de Qi o cualquier otra maldición o enfermedad; de todas formas, nadie podría probar que él había estado involucrado. 

Por lo que Qinghua tenía entendido, la medicina de los demonios aún era muy primitiva, muchas veces solo practicando ritos antiguos de sanación, a veces realizando prácticas como cortar extremidades o dejar sangrar al paciente, o en ocasiones, usando ingredientes peligrosos para curar malestares o heridas; como el ingerir la carne o intestinos de alguna bestia.

Siendo el medievo, aunque abrieran el cuerpo y realizarán una autopsia, no podrían encontrar nada. Shang Qinghua había hecho su tarea en sus investigaciones al crear su mundo, por lo que podía asegurar que nadie más podía atraparlo. 

Incluso el Sistema parecía estar ligeramente de acuerdo con su razonamiento. Ni siquiera objetando o reprimiendo las múltiples ideas del bardo. Ni una luz roja cuando consideró sacar el cuerpo de Mobei Jun y dejarlo en el bosque, ni una advertencia cuando pensó en dejar que el sangrado interno se encargará de sofocar al demonio. 

El Sistema ni siquiera había marcado un OOC; Qinghua supuso que entonces, la idea de matar a Mobei Jun no era un concepto tan alocado para alguien como él, o al menos no para la versión original de su historia. 

Shang Qinghua volvió a pensar en su versión original, el cual, a pesar de estar débil, probablemente desnutrido y cargando con varias heridas, había juntado el valor para intentar deshacerse del demonio. 

Qinghua supuso que aquella versión debió de haber fallado. 

¿Pero él? Él podría tener éxito.  

Todas las piezas encajaban a la perfección, en bandeja de plata.

Se estaría deshaciendo de la raíz de todos sus problemas…

Shang Qinghua pensó en todos los prospectos que jamás se permitió imaginar. En todo lo que tuvo que posponer por tener que ocultarse y huir constantemente.  

Empezaría desde cero, primero deshaciéndose de su estúpida máscara, cambiando su vestimenta y modificando su apariencia con algún encantamiento.  

Viajaría al territorio más mundano y remoto, se asentaría en el campo o tal vez una planicie de suave césped. Una vez ahí construiría una cabaña y establos. Conseguiría animales; como una vaca, gallinas, ovejas, cerdos, y un caballo. Y a todos les llamaría con nombres ridículos, como princesa o garbanzo. Se volvería un granjero o un artesano, tal vez aprendería a trabajar el hilar y la rueda, quizás aprendería a hacer licor u hornear. 

Tal vez se enamoraría de alguien… quizás hasta podría formar una familia. 

Sin un demonio que lo acechara, por fin podría ser libre…

Pero Qinghua, siendo él mismo, terminó por acobardarse. 

De todas formas, había un factor que había olvidado. Mobei Jun era importante para la trama, por ende, su desaparición solo haría que la trama se descarrilara por completo del canon. 

Y Qinghua no quería ni siquiera estar cerca si eso llegara a pasar. 

Lo que había pasado en el bosque le había abierto los ojos a la posibilidad de que su historia podría tener cambios, cosas que él no había escrito o que ni siquiera había anotado en sus notas, pero que se manifestaron igualmente. 

Si Mobei Jun moría…¿qué tantas desgracias no sucederían? 

Shang Qinghua conocía a sus personajes, pero en especial a sus villanos, como el imbécil de Linguang-jun. Estaba seguro de que esa escoria no solo se aprovecharía para usurpar el trono del Desierto del Norte, pero también lo usaría como excusa para unirse con otros clanes de demonios poderosos, e incluso pedir la ayuda de su divina Majestad, para vengar la muerte de su “amado” sobrino. 

Si recordaba bien, el tío de Mobei era un demonio apegado a la antigua, aún conservando sus creencias retrógradas. Los demonios eran una raza superior y por ende, merecían el territorio que los humanos actualmente poseían. Sabía que si Linguang-Jun llegaba a enterarse de que su sobrino falleció en un reino humano, lo usaría como una razón para alborotar a los demonios y declarar la guerra contra los humanos . 

Y Shang Qinghua sería el único culpable de todo eso.

Si optaba por ser egoísta y un cobarde, sus manos se llenarían con sangre de inocentes.  No importaba si se trataba de algún personaje principal, la esposa número #320 de Luo Binghe o un simple carne de cañón, al final del día, si se dejaba influenciar por sus deseos, todos perecerían. 

Por lo que, aterrado por esta idea, se dedicó a mantener con vida al demonio. Ni un solo momento apartando su vista del príncipe.

Shang Qinghua elevó la mirada, encontrando que Mobei Jun seguía dándole la espalda. Sintió como sus ojos comenzaban a cerrarse con pesadez, su cabeza comenzaba a dolerle y su estómago gruñía incesantemente, sonando en toda la choza.

Se levantó de su asiento, encontrando que su cuerpo se sentía adolorido, pero que el movimiento ayudaba a despabilar sus extremidades. Se amarró su bolsa y, mirando por última vez al príncipe, abrió la puerta de la choza, por fin saliendo del lugar.

Salir sin su máscara siempre era un riesgo.  

No solo porque existía la gran posibilidad de que alguien pudiera descubrir su identidad, sino porque no solía recaudar el suficiente dinero; al menos no como su contraparte “talentosa”. 

No era que Shang Qinghua estuviera, de alguna manera celoso, de su talentosa “stage persona” , pero él tenía otros talentos y no veía gente haciendo largas filas para contratarlo por su impecable sentido de logística y su habilidad como escribano. 

Porque sí, cuando no se encontraba haciendo covers, bailando como un mono cirquero o siendo adorado por sus admirados, se paseaba de local a local ofreciendo su ayuda en las finanzas. Había pasado demasiado tiempo dentro de su mundo tratando de conseguir dinero, así que terminó aprendiendo a la perfección su economía y bueno, también estaba el factor de que él había inventado ese sistema en primer lugar. 

Aún recordaba los comentarios de odio que recibió cuando pasó dos capítulos enteros explicando la economía de su mundo. Todos sus fans de ese tiempo reclamaban que era algo aburrido e inutil de explorar; que deseaban ver a Luo Binghe combatiendo monstruos o desposando hermosas doncellas, no viéndolo resolver un acertijo que parecía una lección de cómo pagar impuestos. 

En su momento, Shang Qinghua respondió: “Ustedes querían ver más worldbuilding. Yo soy un autor generoso, así que esto es lo que obtienen y si siguen exigiendo más de mí, haré otros tres capítulos iguales “.

Sus fans enloquecieron y vaya, como extrañaba leer los comentarios. En especial los de su hater más persistente, un idiota presuntuoso con un nombre de user ridiculo. Un tal Peerless Cucumber. Aunque si bien recordaba, para su sorpresa, ese tipo se lo había tomado con humor. Pero de todas maneras dejo su comentario de diez párrafos explicando que aún así, ese sistema estaba lleno de errores y blah blah blah.

“Ay callate idiota, no estudié comercio internacional y tuve una pasantia como contador para que me digas que hacer” , fue lo primero que Qighua pensó al leer las estupideces que su hater había respondido.

Ahora bien, cuando no estaba encargándose de las finanzas, se dedicaba a ofrecer sus servicios como escribano, o un intento de escribano. La cosa era más complicada con esto, pues a pesar del gran número de personas analfabetas, los servicios de un escribano solamente eran aceptados si estaba calificado por el Consejo de Eruditos

O más bien conocido, como el grupo de cobardes e ineptos que trabajan bajo el mando de una de las personas más malvadas en todo el reino. El estratega del Rey Yue Qingyuan y su mano derecha. La escoria misma: Shen Qingqiu, el Gran Erudito. 

Shang Qinghua, como siempre, optó por ser realista. Aceptando que jamás podría ser certificado. No tenía el suficiente dinero ni estatus para lograrlo, ni siquiera con el dinero que hacía como bardo. Y aunque tratara de usar sus conexiones como bardo, era mínimo el éxito. 

Ser un escribano oficial era solamente para los privilegiados.

Además, el Sistema no lo permitiría, no si obstruía con su objetivo principal.

Por lo que Shang Qinghua optó por ser pragmático; hacerse pasar por un escribano, pero cobrar barato. 

Había hecho esto desde hacía un tiempo, casi al mismo tiempo en que su carrera como bardo comenzó a estallar.

En cada pueblo que se detenía, ofrecía sus servicios como contador y escribano. Trabajaba por periodos cortos para mercaderes y se dedicaba a escribir lo que la gente quisiera. Cuentos, recados, cartas o poemas, Shang Qinghua escribía cualquier cosa, claro, siempre de manera cautelosa y a un precio razonable. 

Ser exigente no lo llevaría demasiado lejos y si alguien lo llegaba a acusar con algún caballero, podría afrontar hasta veinte años en las mazmorras, y no estaba muy a favor de esto último. 

En el pueblo en el que se encontraba había conseguido algunos clientes, aunque no los suficientemente para ganar algo decente.

Pero era un error suyo, pues debía de haber pensado las cosas antes, ya que el pueblo en el que se encontraba estaba dentro del territorio del rey Yue Qingyang, y no muy lejos se encontraba el pico Qing Jing, donde residían los eruditos. 

La gente no aceptaría tan fácilmente el trabajo de un farsante, por más irónico que sonara,  por lo que tuvo que usar otros métodos. 

Nunca creyó caer tan bajo como para tener que promocionarse a sí mismo; diciéndole a la gente, después de una de sus presentaciones, que su gran amigo estaba de visita en el pueblo y que él era de los mejores escribanos que conocía, tanto, que él le había ayudado a escribir varias de sus canciones…

Algunos podrían decir que es patético, pero Qinghua le llamaba aprovechar las oportunidades. 

Sin su máscara y el encantamiento que la cubría, Shang Qinghua solamente era Shang HaoHua, Shang Hoaran o Shang Li, dependiendo del pueblo que visitaba. Un desconocido que solo estaba de paso, buscando la manera de sobrevivir como cualquier otra persona: un joven hombre, de estatura pequeña y complexión normal, aunque un tanto por debajo de su peso esperado. Con cabello largo y rebelde, ojos marrones y unas cuantas pecas sobre sus regordetas mejillas y el puente de su nariz. 

Alguien común y corriente, con un rostro que tendrías que ver demasiado para notar algo remarcable, a quien no le prestarías la suficiente atención si lo vieras pasar por la calle, y a quien probablemente tampoco recordarás haber visto en primer lugar. 

Solamente era un tipo. Y estaba bien con solo ser eso.

Su promoción fue un rotundo éxito, teniendo al día siguiente un gran número de personas haciendo encargos. Escritos de todo tipo, unos más largos que otros. Más recados, notas, cartas, poemas y avisos. 

Aunque lo más curioso era que, una gran parte de estos encargos fueran cartas de amor para “Shang Qinghua”. 

Decir que eso le resultaba extraño, era poco. Claro, no ignoraba el hecho de que sus fans le aman y estiman, pero tener que escribir como “su sonrisa es más brillante que el sol” “su largo cabello parece más suave que la seda misma” “su voz es hermosa cual jilguero” y otras cosas que prefirió ignorar por su propia sanidad, se estaba volviendo incómodo. 

Ya sabía que la gente estaba enferma; en su antiguo mundo lo presenció con sus propios ojos en la caja de comentarios de su novela, pero ahora notaba que quizás algunas cosas no cambiaban. 

Pero si debía satisfacer tales ideas para que le pagaran, lo haría sin dudarlo. 

No obstante, con su repentina renuncia al Loto Blanco, sus ventas bajaron exponencialmente y ahora se encontraba viviendo los estragos de su decisión. 

Shang Qinghua llevaba horas en la calle, sentado sobre su tapete y garabateando en un papel. Su humilde puesto consistía en un tapete que extendía en el suelo, una tabla de madera que usaba como mesa, varios pedazos de papel apilados y con una roca sobre estos para que el viento no se los llevará, varios pinceles, unos más gastados que otros, un frasco de tinta y un cartel donde se leía “¡Cartas y poemas, o lo que sea que usted quiera!, ¡consíguelas con solo cinco monedas!”

La gente pasaba a su lado, ignorándolo por completo. Varios de ellos portaban rostros que Shang Qinghua reconocía como los mismos que hace dos días le rogaban por escribir una carta. Algunos de estos lo veían, pero sus miradas llegaban a ser frías y las muecas que le daban eran de indignación o de odio. 

Entendía la indignación por el precio, pero no estaba muy seguro de la razón del odio, pero podía presentir que se trataba por la partida de Shang Qinghua, y de alguna manera, ahora la gente pensaba que él tenía la culpa de esto. 

“Realmente la vida me odia” murmuró para sí mismo, jugando con el pincel que tenía en sus dedos, mirando con desgano la gente que pasaba delante de él. 

Observaba a los mercaderes gritando sus ofertas y mostrando sus productos, a la gente acarreando carretas o jalando las riendas de sus caballos, a las mujeres cargando con canastas y conversando entre ellas, a los hombres discutiendo, a los niños jugando a perseguir gatos o la ocasional gallina. 

Shang Qinghua soltó un suspiro, aceptando la derrota y comenzando a empacar sus cosas. Aún podía escuchar los gruñidos de su estómago, resonando con fuerza. De igual manera, podía sentir un ligero dolor de cabeza y su nariz comenzaba a congestionarse. 

“No, no, no me voy a resfriar” murmuró para sí mismo, limpiando su nariz con la manga de su camisa. 

Sin embargo, no pudo seguir con lo que hacía , cuando logró captar algo que le llamó la atención. Fue algo que notó en la periferia. A un hombre, probablemente en sus cuarentas, conversando con un caballero. Esto podría ser una vista normal en el pueblo, pero Shang Qinghua notó que aquel hombre lo miraba en momentos, alternando su vista entre el caballero y él. 

Trató de ignorar aquello y prosiguió guardando sus cosas, aunque de una forma más rápida.

“Mierda”, murmuró Qinghua al levantar la vista y contemplar que el caballero estaba a la mitad del camino. 

Entonces, decidió hacer lo que cualquier persona razonable haría; correr. 

“Mierda, mierda, mierda,” masculló aterrado, dándose a la fuga. Escuchando de fondo la conmoción de la gente y relinchar del caballo. 

Había tomado un atajo por el bosque, un lugar con el que estaba más familiarizado. Con cada paso que daba, era capaz de sentir como su corazón martillaba contra su pecho. Por primera vez en su vida agradeció las veces en las que el Sistema lo había hecho cumplir misiones en las que debía de correr por su vida; una excelente práctica, en su humilde opinión. 

Esquiva las rocas, saltaba por las raíces salidas y por los troncos caídos, atravesaba los arbustos y evitaba impactarse contra los árboles. 

Podía escuchar el fuerte galope del caballo, así como las órdenes que el caballero daba.

El Sistema se hizo presente, asustando en el proceso al bardo.

[¡ALERTA!]

[¡ALERTA!]

[Usuario 0.1 se ha encontrado en una situación fuera del canon establecido. 

Debido a la naturaleza de esta, se le recuerda que si llegaba a ser aprehendido o lastimado, causando que sea incapaz de continuar con sus misiones pendientes, el Sistema se encargará de activar el protocolo de castigo. ]

“YA LO SÉ, ¡PEDAZO DE BASURA!” exclamó furioso hacia las brillantes ventanas que le seguían el paso. “LÁRGATE”. 

Las ventanas desaparecieron y escuchó de nuevo la voz del caballero. Shang Qinghua sabía que debía de pensar en algo, y rápido. Por lo que decidió hacer algo estupido y saltar hacia un pequeño barranco que encontró. 

La caída fue aparatosa y por un momento juró que se había dislocado algo, pero resultó en una gran ventaja sobre el caballero, pues este pareció confundido por la repentina acción, pero no lo suficiente como para dejar de seguirlo. 

Shang Qinghua optó por desviarse nuevamente del camino que había tomado, y esta vez, escalando un árbol. Encontró un fuerte roble, el cual escaló hasta el tope cuál ardilla, aferrándose a las ramas y usando el follaje como escondite. No estaba seguro si su plan funcionaría. Aunque su previo truco le había dado una buena ventaja, no podía estar tan confiado de que aquel caballero no se esforzaría en encontrarlo, quizás buscando por todo el bosque hasta arrestarlo. 

Qinghua se aferró aún más a las ramas, cerrando con fuerza sus ojos. Trataba de recuperar el aliento y de calmar su pánico. Desde donde estaba era capaz de ver al caballero y a su corcel. El hombre miraba a todos lados, probablemente decidiendo la dirección que tomaría. 

Shang Qinghua contuvo la respiración cuando observó al caballero alzar ligeramente la mirada. 

El silencio era pesado, una completa tortura.  

[¡ALERTA!]

[¡ALERTA!]

Advirtió de repente el Sistema, espantando a Shang Qinghua; tanto, que no solo soltó un grito, sino que terminó cayendo desde donde estaba. 

“Ahora si me rompí algo”, murmuró Qinghua, sintiendo un dolor adormecedor invadir por completo su cuerpo. Trató de darse la vuelta, pero solo ocasionó que su torso ardiera, provocando que tosiera fuertemente.

 

Estaba perdido. 

 

Podía sentir la mirada del caballero puesta sobre él.

Shang Qinghua sintió como algo chorreaba de su cabello, un líquido oscuro, pero que su olor indicaba que era sangre. 

Volvió a cerrar sus ojos con fuerza al usar su brazo derecho como soporte, pero para su mala suerte, volvió a caer pesadamente en el suelo. 

Por el rabillo del ojo pudo ver como el corcel se acercaba a donde estaba. Y fue ahí que Shang Qinghua decidió cerrar nuevamente sus ojos, dejando que las cosas continuaran, disfrutando de los últimos momentos que tendría de libertad y probablemente de vida, de acuerdo al Sistema. 

Lo había intentado, quizás no lo suficiente, pero se había esforzado. 

¡Hey! ¡Había llegado muy lejos, denle algo de crédito! 

Pese a que estaba listo para ser aprehendido, para que lo esposaran con una soga y lo arrastraran por todo el bosque y el pueblo como signo de humillación; lo único que fue capaz de sentir, en lugar de la cuerda amarrada en sus muñecas que esperaba, fue un intenso frío. 

 

Hielo .

 

Lo que sentía en el suelo era hielo.

 

Mobei Jun estaba ahí…

 

 

Mobei Jun había despertado en un lugar desconocido. Deseando por unos instantes volver a estar inconsciente. 

Al menos así su cuerpo entero no doliera. 

Su visión era algo borrosa, pero aún podía distinguir ciertas cosas, como la luz de la mañana reflejándose sobre numerosas estalactitas que colgaban del techo, o los copos de nieve que caían lentamente sobre su regazo. 

Cuando trató de levantarse, encontró que la simple acción le ocasionó algo de vértigo, tanto que tuvo que sostener la cabecera de la cama, buscando algo de equilibrio. 

No estaba bien, pero se encontraba mucho mejor que por la noche…

Aún podía recordarlo con claridad; después de que se le negara tener una audiencia con el famoso bardo y de ser reprendido por aquella joven mesera, regresó a su mesa y continuó esperando a que Lord Lang apareciera.

Pero nunca apareció, o al menos no de la forma que esperó. 

Lo que recibió fue una misiva que apareció de la nada frente a sus ojos, un pergamino amarillento con un mensaje con letras carmesí y que rápidamente se consumió en llamas del mismo color. 

Por lo que pudo leer, la razón de su ausencia se debía a un conflicto, uno muy cerca de los territorios de su divina majestad. 

Una terrible disputa entre dos clanes de gran influencia. 

Aunque Lord Lang no se molestó en dar muchos detalles, era obvio que su presencia era necesaria. Siendo el mediador y una persona sensata, decidió quedarse a apaciguar a las familias. Ignorado por completo su junta previamente establecida, incluso con meses de anticipación.

Mobei Jun plantó su puño en la mesa con un sórdido golpe, atrayendo la atención de algunos comensales y empleados. Con el ceño fruncido y apretando su mandíbula, dejó una gran saco de monedas y de inmediato abandonó la concurrida taberna. 

Después de eso, si bien recordaba, se adentró por el bosque; y con el paso de los minutos comenzó a sentirse extraño, a debilitarse. En varios momentos se impactó contra los árboles, dándose cuenta de que estaba viendo doble. 

El dolor que sentía en su torso y cabeza eran insoportables, como si un Rinoceronte-Phyton de Luna Negra estuviera encima de él, pisoteandolo incesantemente. 

A pesar de eso siguió avanzando, aun cuando el entumecimiento de sus piernas se lo hicieran complicado o que cada vez le era más difícil respirar. 

Cuando sintió que ya no podía continuar, optó por recargarse en algún árbol y detenerse a descansar. 

Supuso que después de eso perdió el conocimiento.

Y ahora, se encontraba en ese extraño lugar. 

Una vez que consiguió ajustar su vista y sentarse a la orilla de la cama, notó que no solo su torso estaba desnudo, sino que había varios harapos húmedos pegados sobre su piel. 

Mobei Jun enarcó una ceja, tomando entre sus manos uno de los pedazos de tela, observando que al tocarlos se llenaban de escarcha. 

Por un momento se sintió aliviado, al menos sus habilidades se habían encargado de sanarlo a tiempo. 

Cuando alzó la mirada, contempló el lugar. A pesar de que estaba cubierto de hielo, podía distinguir que se trataba de una choza. Había algunos muebles de madera, como una mesa y un taburete, un baúl, una cómoda y la cama en la que se encontraba. A un lado del taburete, en el suelo, descansaba un pedazo de tela de un color marrón oscuro, lo que Mobei Jun supuso que era una capa. También había una cubeta, pero el agua estaba completamente congelada.

No obstante, algo más logró captar la atención del demonio, causando que se levantara casi de golpe y se acercara a la cómoda donde este objeto permanecía. 

Sobresalía entre la nieve, pero parecía inmutable ante la temperatura. Se trataba de un viejo instrumento, que a pesar de los años que cargaba, lucía en muy buenas condiciones. Era notorio que el dueño lo cuidaba con esmero; conservando sus cuerdas intactas y su madera pulida.

 

Era un bello laúd. 

 

Observó la parte inferior del instrumento, donde un diseño intrincado de flores y libélulas era visible, estas rodeando unas iniciales que igualmente estaban grabadas…

•𝓢𝓠𝓗•

Mobei Jun pasó las yemas de sus dedos por las iniciales, sintiendo cada curva y hendidura, teniendo cuidado de que sus garras no rasgaran la madera o el grabado. No sabía si seguía alucinando o si la fiebre había regresado. Simplemente no podía creer lo que estaba observando. 

A pesar de eso, aquella expresión anonadada que tenía, rápidamente se convirtió en una de determinación. Tomó su capa y salió de la pequeña choza, con una sola idea plagando su mente. 

Debía de encontrar al bardo, antes de que desapareciera de nuevo. 

Su deseo de poder encarar de nuevo al elusivo hombre era mucho más potente que su propio razonamiento, ocasionando que avanzara sin un rumbo determinado; simplemente caminando por todo el bosque. Y así lo hizo por varias horas, hasta que escuchó algo peculiar. 

No muy lejos de donde estaba, algo se había impactado contra el suelo, algo pesado. 

Sin pensarlo dos veces, y de repente recordando que podía teletransportarse, creó un portal, encontrando del otro lado lo que había estado buscando. 

En el suelo, en un deplorable estado, yacía un hombre. Mobei Jun notó de inmediato el cabello rebelde del joven hombre, de un marrón claro, con ciertos toques dorados. Notó que había una gran mancha con sangre, la cual solamente crecía. Notó las ropas del joven, gastadas, rasgadas, llenas de polvo y hojas. 

Trataba de levantarse del suelo, pero sus extremidades temblaban, provocando que cayera repetidas veces. 

A un lado del joven, había un caballero montado en un fino corcel. Este lo miraba fijamente, pero no hacía nada por evitar el sangrado o para ayudarlo a ponerse de pie. 

Mobei Jun frunció el ceño, su mirada tornándose oscura e intimidante.

Apretando ambos puños, creó bajo sus pies un camino de hielo, el cual se extendió velozmente en forma de afilados picos, casi apuñalando al corcel y claramente espantando al caballero. 

Mobei Jun juntó sus manos por un momento, para después separarlas y crear varias lanzas de hielo, dispuesto a lanzarlas en caso de que ese hombre tratara de acercarse al bardo. No obstante, aquel caballero, intimidado por el demonio, optó por huir del lugar. 

Mobei Jun dio dos pasos hacia adelante, dándole a conocer su presencia al bardo. Este pareció reaccionar al momento, pues, a pesar del dolor que claramente sentía, logró hacer una reverencia, postrándose ante él.

“Mi…mi Lord…Lord”, dijo el joven hombre, manteniendo su frente pegada al suelo.

Mobei Jun derritió los picos de hielo que acorralaban al joven, convirtiéndolos en agua que empapó el césped y tierra.

“Este humilde y despreciable siervo le agradece profundamente su ayuda”, dijo el joven de nuevo. Mobei Jun volvió a acercarse, a lo que notó que el joven temblaba ante su presencia. 

“Tu…”, murmuró, su voz profunda y clara. Miraba fijamente la espalda del joven, notando múltiples rasguños. Su ceño solo se profundizó. 

“Yo…”, respondió el bardo, su voz pequeña y temerosa. 

Mobei Jun enarcó una ceja, ligeramente confundido y tanto indignado. ¿Por qué el humano estaba tan asustado? Le había salvado la vida; prueba suficiente de que no tenía intenciones de hacerle un mal o provocarle dolor. 

“Tu eres el Bardo, ¿no es así?”, cuestionó.  

“Mi Lord, este siervo es…es solo un inútil sirviente, este no…no podría…” respondió el joven, titubeando en sus palabras.

“Eres el Bardo, ¿si o no?” cuestionó Mobei Jun, acercándose mucho más, la sombra que su figura creaba, cubriendo al joven hombre por completo. 

“Lo soy” respondió el joven temblorosamente, “el nombre de este siervo es Shang Qinghua, mi Lord… usted me ha salvado de un terrible destino y por eso, este sirviente está en deuda con usted”. 

Mobei Jun miró como el bardó elevaba su torso, despegándose del suelo, aun con la mirada baja, pero poniendo su puño contra su palma, en signo de respeto. 

“Y por esto mismo, deseo poder servirle en lo que sea que necesite” dijo, en su voz notándose una gran determinación y algo más que Mobei Jun no pudo descifrar del todo “deseo poder seguirle… deseo poder seguir a mi Lord por el resto de mi vida”.

 

~*~

Notes:

AAAAAAHHHHHH hola de nuevo ajsjajs

Qué les pareció? ya por fin se conocieron estos vatos WUUUU!!! pobre Qinghua tho, he really can't catch a breath lol
Y Mobei Jun? bueno él al menos se consiguió un sirviente en el proceso jajsajs

Also, les tengo una noticia muy cool: YA TENGO UN BETA READER YAYY!! (muy buena onda por cierto jasjajs, además de que me ayudó a editar este capítulo jejje)

Y yap, eso sería todo. Aprecio mucho sus comentarios y sus palabras bien bonitas.
De nuevo, una disculpa por la demora jeje

les tqm byeeee :)

Chapter 4

Summary:

Donde Shang Qinghua descubre lo difícil que es servir a un demonio y donde Mobei Jun trata de comprender las peculiaridades de su sirviente humano.

Notes:

Hi

Okay, lo sé, me tardé un chingo en actualizar, y por eso les pido una disculpa. La universidad cada vez se pone más intensa y me dejan más tareas y no tengo mucho tiempo libre :(
Also, mi estimada beta reader también ha andado ocupada con sus cosas y pues apenas tuvo tiempo de corregir este cap XD

Pero de todas formas, espero que les guste y que haya valido la pena la espera jejej

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

“¡Ah!”, exclamó Shang Qinghua al sentir cómo algo frío y pequeño se impactaba contra su nuca, siendo algo tan repentino y rápido que casi lo hizo perder el equilibrio y derribar el caldero en donde cocinaba. 

“Hmm”, se escuchó por parte del demonio, quien permanecía sentado sobre un grueso tronco que él mismo había cortado, en vista de que lo único que el bardo tenía disponible era un diminuto taburete. Su tono denotaba que le parecía entretenido molestar a su nuevo sirviente mientras trabajaba. Y lo único que Shang Qinghua pudo hacer al respecto, fue fruncir el ceño detrás de su máscara y morderse la lengua, continuando de mala gana con su labor de mezclar los ingredientes en la sopa. 

“¡¿Cómo esperas que cocine algo decente si sigues lanzando proyectiles de hielo?! ¡Este es el quinto!” farfulló el joven en voz baja, mirando con odio los pedazos de zanahoria y cebolla que flotaban en el caldo. 

No debía de sorprenderse tanto por el comportamiento de Mobei Jun, en realidad, era algo bastante común que los demonios actuaran así. Aún recordaba claramente aquellos viajes en los que se veía obligado a cruzar por el territorio demoníaco para llegar a un reino vecino. Una mala idea en retrospectiva, pues los residentes siempre terminaban por darse cuenta de su presencia y acababa siendo invitado –o más bien obligado– a quedarse en los palacios y residencias de acaudalados demonios, donde era espectador de cómo trataban a sus sirvientes y esclavos. 

Era horrible. 

Y eso tomando en cuenta que la gran mayoría eran demonios de menores rangos o prisioneros de guerra, pero aún con la posibilidad de revelarse y defenderse si se lo proponen. Shang Qinghua solamente era un humano. “Mi piel es suave y mis huesos frágiles, no podría siquiera apuñalar a Mobei Jun”,  consideró, mirando de reojo como el demonio mantenía su mirada puesta en él, su expresión completamente neutra, pero exhudando sin esfuerzo alguno un aire de prepotencia y superioridad. 

“Ah, Mobei Jun ¿te parece entretenido mi torpeza? ¿mi miseria?” cuestionó Shang Qinghua irritado, apretando entre sus dedos la cuchara de madera hasta que sus nudillos se tornaron ligeramente blancos. “ ¿acaso no puedes ignorar mi existencia?”. 

Aunque debía de admitirlo, Mobei Jun estaba siendo increíblemente benevolente. No solo al salvarlo de aquel caballero, sino también dándole tiempo de volver a ponerse su máscara, de limpiarse un poco la suciedad y sangre y de tratar algunas de sus heridas una vez que regresaron a su choza. El Clan Mobei no era conocido por ser considerado o amable, mucho menos con el servicio; no con las incontables historias y rumores hablando sobre la crueldad de la familia (esparcidos principalmente por estos mismos). 

Quizás Qinghua debía de sentirse agradecido, pero ni siquiera habían pasado doce horas desde que había comenzado a trabajar para Mobei Jun y ya comenzaba a arrepentirse de haber hecho esa promesa. 

Porque sí, lo que había dicho en medio del bosque –cuando estaba agotado y herido, con la amenaza de ser encarcelado y bajo la atenta mirada de su inservible Sistema–, había sido una promesa. 

La cuestión era que Qinghua había olvidado un pequeño detalle… una de las tantas reglas de su estúpido mundo, que simplemente agregó para facilitar varias situaciones en la trama, pero que jamás se molestó en memorizar. 

Que las palabras albergan un gran valor, en especial para los demonios.

Siendo seres impulsados por sus instintos y costumbres, muy pocas veces tenían el lujo de usar las palabras para resolver conflictos. No tenían tiempo que perder en negociaciones o cordialidades simplonas, ¡esas eran cosas de humanos! y los humanos eran débiles y cobardes en comparación a ellos. 

Por falta de tiempo –o más bien, su incapacidad de darle un desarrollo básico a todos sus personajes de relleno– Shang Qinghua creo a la mayoría de los demonios con las primeras características que se le vinieron a la mente –para nada inspirados en la gente que conocía en su otro mundo– los hizo seres crueles, imbéciles, codiciosos, impulsivos, y directos; con un coeficiente intelectual para reirse y con la mentalidad de que si algo les gusta, son merecedores de tenerlo y volverlo de su propiedad. ¿Y si odian algo? su primer instinto era  pelear entre ellos, destruir todo a su paso.  

Y algunos podrían decir, “bueno, esa es la idea popular de cómo un demonio debe de comportarse” y Shang Qinghua estaría de acuerdo, incluso aplaudiría. Pero leer sobre estos seres era algo completamente diferente a vivir en el mismo mundo con ellos. 

En aquella época, cuando apenas comenzaba a experimentar lo que era estar atrapado en el cuerpo de alguien más, lo único que escuchaba eran los murmullos de sus nuevos padres y hermanos. Voces que hablaban sobre marcharse a un nuevo reino, por octava vez consecutiva, debido a las guerras entre las familias de demonios, las cuales habían dañado los campos y los puertos, sobre los destrozos de pueblos enteros y las masacres que estas familias hacían entre ellos y los pueblos en la periferia. 

Shang Qinghua aprendió después, gracias a sus viajes y a sus interacciones con estos seres, que familias enteras y linajes antiguos habían desaparecido debido a este nocivo comportamiento; que al apegarse a las viejas costumbres, ellos mismos habían causado su propia exterminación. 

Las cosas cambiaron para bien cuando su divina majestad, el Rey Tianglan-Jun, tomó el poder y se convirtió en el supremo gobernante del territorio demoníaco. Siendo influenciado por las costumbres humanas que tanto amaba y observando cómo se manejaban los reinos humanos y sus habitantes –Qinghua supuso que la difunta Su Xiyan también debió de influir al cambio de su conducta– decidió que era tiempo que los demonios fueran más civilizados y diplomáticos. 

Y al ser el único demonio celestial aún de pie, los clanes y los demás demonios menores no tuvieron más opciones que adaptarse.

Desde entonces, las palabras, y en consecuencia, el saber el nombre de un rival, pronunciar un juramento o hacer promesas; se volvió importante para ellos. Descubrieron que las palabras albergaban un poder inmensurable, pues estas pueden fijar uniones, establecer inquebrantables alianzas, iniciar o terminar guerras, dar control de uno mismo a un amado o dar por contado los días de un enemigo.   

Y lo que Qinghua había dicho, no era algo que se podía tomar a la ligera…

“Al parecer ser un noble, no puede quitarte ser un completo malcriado” murmuró Shang Qinghua, a lo que recibió otro golpe helado en su nuca. 

Se giró de inmediato, cruzando miradas con el demonio. Los atentos ojos de Mobei Jun brillaban bajo el sol de la tarde, pero su mirada era seria. “Deja de balbucear y sigue trabajando”, replicó el demonio, mientras se hacia un lado su capa y se cruzaba de brazos,  “estoy esperando”. 

Shang Qinghua nuevamente apretó con ambas manos la cuchara que cargaba, sus nudillos tornándose blancos y sintiendo bajo sus dedos algunas astillas. Mobei Jun alzó una de sus pobladas cejas, como si estuviera demandando una respuesta o acción por parte del bardo. 

Mobei Jun lo estaba desafiando.  

Pero a pesar de las claras intenciones del demonio, Qinghua se limitó a ignorar el ardor en su estómago y hacer una reverencia, con la idea de que aunque deseaba golpear  a Mobei Jun con su cuchara, también apreciaba tener sus extremidades completas. 

Después se dio la vuelta y tomando con su otra mano un cuenco de madera, comenzó a servir su sopa. Él mismo había salado la carne –y no, no era porque tenía una procedencia dudosa–, y había comprado las zanahorias y cebollas un día anterior en el pueblo, con un gran descuento de hecho. 

Olía bien y probablemente tenía un sabor decente, por lo que esperaba que fuera suficiente para el demonio y su paladar. Aunque por la expresión que Mobei Jun hizo al probarla, solo le recordó a Qinghua que este demonio, uno de los seres más intimidantes de la tierra –después del protagonista, claro– seguía siendo un mocoso mimado.

“¿Es en serio?” , cuestionó Qinghua al ver al demonio comiendo con lentitud, sufriendo con cada bocado que daba. “He visto a los demonios comer cosas peores ¡¿COMO PUEDE DARTE ASCO MI COMIDA?!” , pensó, experimentando una gran indignación, al mismo tiempo que sintió como su ojo derecho temblaba en forma de tic. Qinghua estaba consciente de que sus habilidades culinarias no eran las mejores, recordando que en su otra vida había sobrevivido de comida para llevar, chatarra de tiendas de conveniencia y paquetes de ramen instantáneo. 

Pero no era tan malo. 

Claro, no era un chef y jamás podría ganar un concurso de cocina, pero podía apostar su pierna derecha, que el demonio jamás había puesto pie en una cocina, así que no tenía por que opinar. Shang Qinghua se sirvió un cuenco y comió en silencio, con la intención de probarle al demonio que estaba sobreactuando. Mordió con lentitud las zanahorias aún crudas y trató de despedazar la carne, encontrando difícil de hacerlo. Y bueno, concluyó que la sopa no era buena, pero no era lo peor que había cocinado y ¡Hey! al menos era comestible. 

“Shang Qinghua”, llamó Mobei Jun de repente, haciendo que el bardo parara de pelear con la carne y elevará la vista.

“Si, mi Lord”, respondió Qinghua, dejando la carne de vuelta en el cuenco y limpiando su boca con la manga de su camisa. 

“¿Realmente ese es tu nombre?” cuestionó Mobei Jun, dejando a su costado su tazón. La mera acción luciendo elegante y calculada. “He escuchado que los músicos tienden a ocultar sus nombres de otros, con otros títulos o nombres falsos, así que me he preguntado si mi nuevo sirviente planea hacer lo mismo”.

Shang Qinghua tragó con cierta dificultad, el sabor de la sopa provocándole asco de repente.  

“¡Oh, pero que descortés de mi parte!”, chilló mientras se levantaba torpemente de su lugar, y se acercaba al demonio “Disculpe la incompetencia de este sirviente,  el plato de un lord jamás debe de estar vacío”, explicó haciendo una pequeña reverencia y tomando con cuidado el tazón, regresando a estar frente al caldero.

“Shang Qinghua” llamó de nuevo el demonio, esta vez su voz siendo más profunda e impaciente. “Responde a tu lord.”

Shang Qinghua, quien se encontraba sirviendo sopa con la velocidad de una tortuga sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar las últimas palabras del demonio. 

“Yo…” murmuró Shang Qinghua, mientras se daba la vuelta y regresaba a donde estaba Mobei Jun, “sí mi Lord, ese es mi nombre” respondió, extendiendo al demonio el tazón con  humeante sopa.

Qinghua observó con cierta malicia como el demonio miraba por unos segundos el cuenco, su expresión neutral temblando ante la vista y el potente olor de ésta. Ante esto, una sonrisa de suficiencia se expandió en su rostro, sintiéndose satisfecho de que al menos su destrozado orgullo podría reclamar su venganza contra Mobei Jun, aunque fuera por medio de su horrible sopa. 

“Shang Qinghua”, pronunció Mobei Jun, elevando la mirada, ignorando por completo el tazón delante de él; ajeno al vapor que golpeaba su barbilla y el claro olor que le incomodaba “¿realmente deseas poder seguir a tu Lord por el resto de tu vida?”, cuestionó Mobei Jun, recitando cada palabra con claridad y sin dejar de observar los marrones ojos del bardo. 

Shang Qinghua de inmediato asintió, sorprendiéndose un poco por lo fácil que resultaba aceptar aquello. “Predisposición del Sistema” , supuso en ese instante. 

“Seguir a un demonio significa traicionar a tu especie, implica que deberás de entregarme por completo tu vida. Deberás de permanecer a mi lado en todo momento; seguirme a mi territorio, a mi palacio, incluso al campo de guerra si es necesario” dijo, Mobei Jun, sus ojos ligeramente tornándose incandescentes “Jamás podrás servir a otro lord o separarte de mi lado… al alba, lo primero que verás será a mi y al anochecer mantendrás vigilia ante mis necesidades. Serás mi ojos y mis odios, todo aquello que veas lo reportarás a mí primero” explicó, su voz continuando siendo cautivante, aunque sus palabras eran intimidantes ”tendrás que actuar como mi sombra”.  

Shang Qinghua lo sabía –él lo había escrito para que fuese así–, pero ahora que se enfrentaba a estos cuestionamientos, no podía evitar sentirse desconcertado, en especial por la actitud que el demonio estaba tomando referente al juramento.  

Mobei Jun le estaba explicando las consecuencias, cuando bien pudo simplemente aceptar la promesa y seguir dándole ordenes. 

Eso era algo raro. Y la falta de coerción y violencia por parte del joven príncipe hacía que Shang Qinghua comenzará a creer que el Sistema estaba de alguna forma jugando con su mente, o que esta misma entidad había programado mal a Mobei Jun. Porque claramente, no podía ser posible que el demonio le estuviera dando la posibilidad de arrepentirse. O que le estuviera dando la opción de escoger o le estuviera permitiendo huir... ¿verdad?

 

“[¡ALERTA!]

[¡ALERTA!]

[El Usuario 0.1: El Sistema desea recordarle que la misión: ¡¿Un príncipe es mi mecenas?! sigue en desarrollo. 

Se le recuerda que el incumplimiento de misiones, así como la deserción de estas, afectará de gran manera su rendimiento y el Sistema se verá obligado a activar el protocolo de castigo.]”

 

“Ah, Sistema, ¿qué haría yo sin ti? ” pensó con sarcasmo para sus adentros “ya te habías tardado, pedazo de basura”.

“Este sirviente no ha hablado solamente por hablar, mi lord” interrumpió Qinghua, aclarando su garganta e ignorando la voz del Sistema repitiendo la advertencia. “Sé que mi vida es efímera y frágil a sus ojos, ¿qué podría hacer un humano como yo, por alguien como usted, que otros demonios más capacitados no podrían?”, cuestionó, soltando una risa nerviosa “No poseo riquezas que intercambiar o poder alguno en los territorios, pero estoy dispuesto a retribuir la amabilidad que usted me ha mostrado”.

Mobei Jun alzó una ceja de manera inquisitiva, su mirada yendo en dirección a la humeante sopa que permanecía a su lado. Shang Qinghua lo imitó, para después soltar una risa nerviosa. 

“Ah… quizás no en cuestiones culinarias. A decir verdad, mis talentos son poco sorprendentes, pero le juró mi Lord que tengo mucho por ofrecer” aseguró con gran fervor “puedo encargarme de la limpieza o de remendar ropa. Soy bueno con los números y puedo escribir lo que usted desee” explicó “tengo un vasto conocimiento de los reinos, y aún conservo varias conexiones que pueden resultar útiles. Puedo ser su sirviente, su espía o su mensajero… haré lo que sea que usted desee de mí”. 

Ni siquiera sabía si a Mobei Jun le interesaría alguna de esas cosas, pero esperaba que las habilidades que adquirió a la fuerza a lo largo de su viajes no hubieran sido en vano, en especial todo lo que su estúpido Sistema le hizo pasar para llegar a este punto de la historia. 

“¿Harás lo que sea?”, cuestionó el demonio. 

“Lo que usted desee, mi Lord”, respondió Qinghua. 

“Entonces…” pronunció Mobei Jun, al mismo tiempo que comenzaba a levantarse de su asiento “Muéstrame tu rostro”, ordenó, su voz siendo autoritaria y de un tono barítono, digna de un monarca. 

“Mi lord…”, musitó Qinghua, sintiendo sus extremidades repentinamente temblorosas.

“He dicho”, repitió Mobei Jun, inclinándose ligeramente hacia adelante, quedando justamente a la altura de la cabeza del bardo “muéstrame tu rostro”.

“Oh no”, murmuró Qinghua, comenzando a retroceder.

“Estoy frito…¡mierda! estoy muerto” consideró Qinghua, mientras miraba de un lado a otro en busca de una posible ruta de escape. Trató de activar alguna opción del sistema para poder evitar la situación, pero por más que presionaba opciones, la misma respuesta se mostraba ante sus ojos 

 

[Lo sentimos, la opción que intenta marcar no está disponible en este momento.

Por favor, inténtelo más tarde

 ¯\_(ツ)_/¯ ]

 

Mobei Jun siguió avanzando, de manera calculada y lenta, con un claro objetivo en su mente. Parecía un leopardo acechando a su presa, y su recia figura solo hacía que Qinghua se sintiera aún más diminuto e indefenso; totalmente acorralado. 

Por lo que, cuando el demonio estuvo a unos cuantos centímetros de él, lo único que el bardo pudo hacer, fue blandir la única arma que tenía en mano y dejar en claro que estaba dispuesto a luchar. 

“¡Estoy armado! ¡Y…Y no temo usarla!” chilló Qinghua, amenazando al demonio con la cuchara de madera, como si de una mítica espada se tratara. Tratando de mantener una postura de combate intimidante, pero realmente asemejando un ciervo recién nacido.   

El ceño de Mobei Jun solo se profundizó, claramente enfadado de que sus deseos fueran tan descaradamente rechazados –siendo quizás, la primera vez que algo así debía de suceder– y de un solo y fugaz movimiento, rompió la cuchara en pedazos. 

“Mierda” musitó Qinghua, completamente aterrado pero al mismo tiempo sorprendido.

Mobei Jun, como un buen cazador, aprovechó el shock del joven bardo para efectuar su primer ataque, tomando el cuello de su camisa y elevándolo del suelo con facilidad.  El joven bardo soltó un grito de pánico al sentir como era sacudido en el aire por unos segundos, asemejándose a una muñeca de trapo. Pero para la sorpresa del demonio, demostró una gran resiliencia.

Qinghua escuchó un sonido parecido a “tsk” por parte del demonio. No tenía idea de si Mobei Jun encontraba la situación graciosa, molesta o patética. Claro, él estaba consciente de que su apariencia era todo menos intimidante, luciendo pequeño y débil, retorciéndose y sacudiendo sus pies y brazos. Pero cuando su vida estaba en juego, Shang Qinghua podía dejar a un lado su cobarde naturaleza y pelear por esta. Y si debía de seguir sacudiéndose como pez fuera del agua o  arañar al aire como un gato enojado, lo haría. 

Simplemente no podía dejar que Mobei Jun se aprovechara de aquello. No podía permitir que el demonio viera su verdadero rostro, y en consecuencia, arrebatarle a su única carta para escapar su peligroso futuro. 

“¡ALTO!”, gritó Qinghua a modo de súplica al percibir cómo la mano libre de Mobei Jun se aproximaba hacia su rostro, sus afiladas garras haciendo a un lado su cabello y estas, de manera lenta e incluso metódica, comenzaban a trazar la línea de su quijada, después el contorno de sus labios, y por último, la punta de su nariz. Haciéndose camino hacia el perímetro de su máscara.  

“¡Espere…ESPERE UN SEGUNDO!”, exclamó Shang Qinghua, mientras aferraba sus manos a la muñeca del demonio, tratando de separar la garra de su rostro. Mientras que al mismo tiempo usaba sus piernas para golpear lo más fuerte que podía el abdomen y piernas del demonio.

Y no fue hasta que sintió como Mobei Jun tomaba un puñado de su cabello para inclinar su cabeza hacia atrás, que Shang Qinghua finalmente se detuvo. 

“¿Te atreves a desobedecer? ¿A ir en contra de mis órdenes?” gruñó Mobei Jun con enfado, agitando de nuevo al bardo. Inconsistente de que la fuerza que utilizaba, aunque era poca para los demonios como él, era lo contrario para un humano.

“Mi lord, yo no me atrevería a…a siquiera pensarlo”, tartamudeo Shang Qinghua, sus ojos cerrados por completo, tratando de controlar las repentinas náuseas que experimentaba. “pero no puedo…no puedo hacerlo”, explicó, su tono apenado y derrotado, “no me obligue a hacerlo… se lo suplico”. 

“Tsk”, fue lo único que Qinghua escuchó del demonio, y cuando volvió a sentir como dos afiladas garras apretaban sus mejillas, Shang Qinghua solamente pudo apretar aún más sus ojos. Rezando a los cielos que lo protegieran de lo inminente. 

Y cuando sintió como las garras del demonio lo soltaban al instante, así como el repentino impacto contra el suelo y que un olor a quemado comenzaba a hacerse presente. 

Shang Qinghua supo que el demonio había fracasado, y que él ahora realmente estaba frito. 

“¡Mi Lord!”, escuchó Mobei Jun, después de lo que pareció una eternidad de silencio. “¡Mi Lord!” , volvió a escuchar, la voz mucho más cercana que al principio. 

Mobei Jun gruñó en respuesta, siendo este un sonido parecido al de una bestia herida, pero  haciéndole saber a su sirviente que aquel “truco” que había realizado no había sido suficiente para matarlo. 

Recibió un sonido de alivio de parte de este, y un par de manos que comenzaban a quitar su largo cabello de su rostro. Mobei Jun abrió lentamente sus ojos, todo le parecía borroso pero lo que podía hacer de las sombras y las formas que veía, notó la figura del bardo. Este repetía una y otra vez una serie de palabras que no lograba captar del todo.  

Después de unos segundos, cuando su vista estaba mejor y podía escuchar más con más claridad, pudo ver que el bardo estaba hincado a su lado, mirándolo con preocupación y diciendo "Mi Lord, por favor perdóneme, no fue mi intención" .

Mobei Jun encontró que era mucho mejor quedarse recargado contra aquel tronco y escuchar lo que sea que el bardo tenía por decir. Y vaya que tenía que explicarse. Quizás había sido su error haber asumido que su nuevo sirviente sería endeble y obediente, pero jamás imaginó que el bardo tendría trucos bajos la manga, y en especial, que sería uno de esos usuarios de magia y encantamientos tan tramposos. 

“Mi lord… yo”, murmuró Qinghua, tomándose su tiempo en hablar, pero ninguna palabra logrando escaparse de sus labios. A lo que Mobei Jun pensó que trataba de encontrar la manera de evadir el hecho de que había logrado lanzarlo contra los árboles sin levantar un solo dedo o que la magia que había empleado era una que se había presuntamente extinguido siglos atrás. 

“Es un encantamiento viejo, pero fuerte” admitió Mobei Jun, mientras usaba su mano para elevarse ligeramente y enderezarse. “¿Quién te ha enseñado ese tipo de magia? ¿Lo has conjurado tú mismo?”, inquirió al momento en el que pudo ver el rostro del bardo; su mirada fluctuando entre los ojos del joven y la máscara que los enmarca de una manera cautivante y enigmática. 

En respuesta, o quizás incomodidad, Shang Qinghua elevó sus dedos hacia su rostro, tocando la superficie de la máscara con la yema de sus dedos. 

Mobei Jun debía de admitir que si ver aquella máscara de lejos era impresionante, hacerlo de cerca era algo inigualable. La máscara era una pieza única, algo totalmente diferente a lo que alguna vez había visto en el arsenal o en la bóveda de tesoros de su palacio. De una brillante chapa dorada e intrincadamente grabada, y con un arcaico encantamiento cubriendola. 

Mobei Jun elevó su garra afectada, contemplando los daños por unos momentos en silencio. Aún podían verse restos del encantamiento de defensa, una serie de chispas efervescentes pero ardientes, con un sonido semejante al de un fuego artificial siendo encendido y desprendiendo un olor a quemado. 

Shang Qinghua se retorció en su lugar al ver el daño que había causado, pero pareció calmarse de momento al ver como Mobei Jun agitaba su mano unas cuantas veces, usando sus poderes para sanar sus dedos chamuscados.

“He escuchado grandezas del magnífico Shang Qinghua”, admitió Mobei Jun recordando lo que había escuchado decir a la gente dentro del Loto Blanco, “de su bella música, su proeza con la lírica, su habilidad con el laúd y de aquella máscara que se rehúsa a quitarse” dijo, inclinándose hacia adelante y atrapando la barbilla del joven bardo. “Pero ¿estás seguro de que solamente eres un bardo?”, cuestionó Mobei Jun, moviendo de poco a poco la cabeza del joven bardo, fascinado por el encantamiento que a pesar del tiempo aun era visible en la máscara. 

“Bueno mi Lord, también soy su sirviente” respondió Shang Qinghua vagamente “¿qué más podría ser? No creerá realmente que soy un hechicero ¿verdad?”, cuestionó con nerviosismo, tragando saliva con pesadez.

“No, no lo sé…”, comentó Mobei Jun, soltando la barbilla del joven e inhalando profundamente. 

Ante esto, la mirada de Shang Qinghua volvió a llenarse de preocupación y alerta. Mobei Jun sintió como el bardo rozaba el lomo de su mano contra su mejilla, frunciendo el ceño – o al menos haciendo un puchero que Mobei Jun encontró irresistible de ignorar.

“Mi Lord, iré a buscar algo de agua” comentó el bardo, levantándose de su lugar “no me tardo” dijo, mientras corría hacia la choza, para después dirigirse hacia el bosque cargando con una cubeta, desapareciendo de la vista del demonio y dejándolo completamente solo en aquel bosque. 

“Shang Qinghua era un hombre raro” , fue lo primero que le pasó por la cabeza a Mobei Jun.  

O quizás así eran todos los humanos y él, al no tener demasiadas expectativas y experiencias con estos, simplemente no podía descifrarlo. Aunque Mobei Jun ni siquiera sabía si deseaba esforzarse en algo tan laborioso. 

O tal vez era simplemente una singularidad del bardo… un momento estaba salvándole la vida, después estaba suplicando por su vida y haciendo promesas al aire, al otro estaba desafiando su autoridad y arañando como si de un cachorro de leopardo se tratara, para después usar un encantamiento para noquearlo y lastimarlo y en vez de reclamar su victoria, lo primero que hacía era ayudarlo y curarlo. 

Mobei Jun no sabía si el dolor de cabeza que comenzaba a experimentar era debido al golpe contra los árboles, al encantamiento o el hecho de que se estaba esforzando por entender las acciones de su nuevo sirviente.   

No podía negar que aquella impresión en el Loto Blanco no lo había afectado, y tampoco podía negar que, a pesar del poco tiempo que el joven bardo había estado a su servicio, le gustaba tener a ese hombre escuálido y parlanchín a su lado, incluso si este carecía de habilidades culinarias, se riera en los peores momentos y temiera hacer contacto visual, podía ver el potencial que el Bardo prometía con tanto fervor.

“Son medicinales, Mi Lord” escuchó de repente, sacando a Mobei Jun de sus pensamientos y dándose cuenta de que Shang Qinghua de nuevo estaba hincado a su lado. El joven lucía calmado y concentrado, muy diferente al comportamiento que había demostrado al demonio.  “Son buenas para calmar muchos tipos de malestares”, explicó humedeciendo un pañuelo con el agua de la cubeta, al mismo tiempo que le extendía un puñado de hierbas.

Mobei Jun aceptó las hierbas, acercando su boca a la mano del joven y dejando que el bardo lo alimentara. Quizás no era una de sus momentos más impresionantes y valerosos, pero no podía negar que la acción no le provocaba un repentino calor en su pecho. Y debía de aceptarlo…no le desagradaba la extraña sensación.

“Tu máscara” comentó Mobei Jun, una vez que terminó de masticar y tragar las hierbas, “¿dónde la conseguiste?”. 

“La conseguí en uno de mis viajes”  dijo Qinghua, escurriendo el trapo con un solo apretón “Y solo para dejarlo en claro, mi Lord, no soy un hechicero”.

“¿Esperas que crea eso?” respondió Mobei Jun, en lo que pensó fue un murmuro, pero se escuchó más como un gruñido. 

“Usted puede creer lo que desee, mi Lord, pero hablo con la verdad cuando digo que no tengo madera para eso”, comentó el bardo, pasando con cuidado el pañuelo por la frente del demonio “pero lo que ocurrió fue que, cuando estaba viajando por las fronteras de un territorio del oeste, me quedé atrapado en una tormenta de arena, y lo único que pude hacer fue resguardarme en una cueva que encontré no muy lejos de donde estaba”. 

“¿Entonces vas solo por ahí robando reliquias?” cuestionó Mobei Jun, a lo que el Bardo negó con rapidez.

“¡No, no! Cuando entré, lo único que encontré fue un pequeño y descuidado altar. Tenía varios objetos extraños… la máscara estaba en el suelo y solo me la probé por mera curiosidad.” aseguró, bajando la mirada, “pero cuando traté de devolverla, la máscara se rehusó a ser puesta de nuevo en el altar, tanto que cada vez que lo intentaba, la cueva comenzaba a estremecerse y derrumbarse”.  

Shang Qinghua volvió a meter el pañuelo en la cubeta, tomándose su tiempo en dejar que la tela quedará empapada. 

“Mis opciones eran muy limitadas, era quedármela o morir en un derrumbe” confesó, sin querer soltando una risa, como si de algo gracioso se tratara. Mobei Jun frunció el ceño ante esto, cosa que hizo cambiar de actitud al bardo “Este siervo lamenta haberlo lastimado”, comentó Shang Qinghua, haciendo una pequeña reverencia “No fue intencional, lo juro por mi vida.” dijo “Pero, la máscara sólo obedece a su usuario, y si alguien intenta tocarla, se defiende.”

 “¿Es… es por eso que ese caballero te perseguía?” cuestionó Mobei Jun de una manera entrecortada, cerrando momentáneamente sus ojos cuando sintió la tela húmeda contra sus mejillas. “¿Es por eso que terminaste herido?”, ante ese pensamiento su expresión se volvió complicada, haciéndose agria al pensar en el caballero lastimando aún más al bardo.

Shang Qinghua soltó una risa nerviosa, y con sus manos temblorosas continuó limpiando el sudor y suciedad de las mejillas del demonio.

“Mi lord, eso es…” 

“Me refiero a tu máscara ¿es por eso que ese caballero te perseguía?”, cuestionó Mobei Jun “¿quería robarla? ¿lastimaste a alguien con ella? ¿te inculpó de algo? ¿quería arrestarte por uso de magia?”

“Es… es más complicado que eso, mi Lord” explicó el bardo, apartando el trapo de la frente del demonio, su expresión consternada “¿por qué no mejor le preparó su cama? debe de estar cansado, podemos hablar de esto cuando…” comentó, comenzando a levantarse. 

Sin embargo, antes de que pudiera terminar, Mobei Jun se abalanzó hacia adelante. Con su mano tomó la muñeca del bardo, apretándola lo suficientemente fuerte como para impedir que se fuera, pero no demasiado como para lastimarlo.

“Mi lord, usted no se encuentra bien”, indicó Qinghua, tratando de escapar del agarre, pero al mismo tiempo enfatizando sus palabras. “Su fiebre ha vuelto y solo empeorará si no la trato en este momento”

“Puedo curarme” masculló Mobei Jun, respirando con cierta dificultad pero consiguiendo juntar la suficiente fuerza para despegarse del suelo. Shang Qinghua siguió los movimientos, poniendo su mano libre en la espalda del demonio, ayudándolo a estabilizarse al estar de pie “mis poderes serán suficientes”. 

“Quizás lo sean, pero no en esta ocasión” comentó Shang Qinghua, utilizando como ventaja el firme agarre de Mobei Jun, para hacerlo caminar, aunque despacio, hacia la choza.

Con cada paso que daban, Mobei Jun podía sentir su cuerpo ardiendo dolorosamente. No había un solo momento en el que siquiera pisar el suelo no le pareciera un martirio. Su dolor de cabeza era insoportable y su respiración era laboriosa. 

“Shang Qinghua” murmuró Mobei Jun al sentir como el bardo lograba zafarse del agarre y dejarlo caer sobre la vieja cama. 

“Normalmente nadie toca mi máscara a excepción de mí” explicó Shang Qinghua, yendo de un lado a otro dentro de la pequeña choza, “sabía que podía defenderme del peligro, pero nunca había visto lo que podía causar” dijo, yendo al exterior nuevamente y volviendo con la misma cubeta. 

Mobei Jun ladeo su cabeza, notando como el bardo hacía aparecer de la nada muchos más harapos para humedecer, o al menos así parecía. “Pero creo que el encantamiento de mi máscara fue suficiente para reactivar su fiebre y otros síntomas” dijo, comenzando a remover la gruesa capa del demonio, y hacer a un lado la ligera camisa que cubría su fuerte pecho y torso “O quizás el encantamiento no solo trata de defenderme de mi oponente momentáneamente, sino que busca dentro del enemigo alguna debilidad y la activa; tal vez por eso reactivó el veneno que quedó en su sistema…” murmuró Shang Qinghua para sí mismo, pero aun así Mobei Jun fue capaz de captar aquello. 

Shang Qinghua decía aquello como si se tratara de un descubrimiento fascinante, y no la gran revelación que era, para Mobei Jun. 

“¿Veneno? ¿de qué estás hablando?” cuestionó Mobei Jun, frunciendo el ceño, aunque esto no era del todo visible ya que tenía un pedazo de tela cubriendo su frente. 

Shang Qinghua paró en seco en sus movimientos, dándose cuenta de que sus palabras habían sido escuchadas. 

Aunque aquello solamente duró unos cuantos segundos, cuando un nuevo sentimiento parecía invadirlo. Mobei Jun lo notó al ver como la cabeza del joven se ladeaba ligeramente, así como sus gruesos labios se abrían un poco, y sus ojos se estrujaban.  

“Mi lord…¿no lo sabe?” cuestionó confundido Shang Qinghua. La pregunta “¿entonces, no recuerda nada sobre esa noche?” queriéndose escapar de aquellos labios.

“Recuerdo un poco”, respondió Mobei Jun, “estaba en esa taberna infestada de humanos”

“Oh ¿se refiere al Loto Blanco?” cuestionó Shang Qinghua, mientras removía con cuidado uno de los pañuelos húmedos. “Es bastante popular y agradable, pero puedo entender su disgusto” comentó, su tono indicando la ironía del todo, “No me malinterprete, mi Lord, pero, no parece ser alguien que disfrute de ese tipo de ambientes”.

Mobei Jun cerró sus ojos por unos segundos, sintiendo como aquel trapo era reemplazado por otro, apreciando el alivio momentáneo. 

“No quise estar allí”, explicó con cierto enfado e indignación “ni frecuento esos lugares, incluso si es una taberna lo suficientemente decente” advirtió, ganándose un sonido por parte del bardo. uno que no pudo descifrar si se trataba de una risa o un resoplido. “Pero debía de estar ahí”. 

“Suena como una tortura mi Lord” confesó el bardo, su tono siendo inesperadamente empático –aunque quizás era su fiebre haciéndole creer que el sarcasmo igualmente presente, no estaba realmente ahí– “pero no todo debió de ser tan malo, ¿o si?” dijo, ladeando ligeramente la cabeza “¿Qué hay de la comida? ¿las bebidas? el servicio es cordial y eficaz e incluso el entretenimiento suele ser un deleite”, comentó, tomando el pañuelo de la mejilla del demonio y limpiando el sudor debajo de esta. De manera lenta y cuidadosa, haciendo que el demonio cerrará de nuevo sus ojos. 

“Hmm”, murmuró Mobei Jun, momentáneamente saboreando el metódico tacto, pero al mismo tiempo concordando que, en efecto, el entretenimiento en el Loto Blanco podía ser un deleite.

“Y después de eso, mi lord ¿recuerda algo más?” cuestionó Shang Qinghua de repente. Apartando su mano del rostro del demonio y levantándose de donde estaba sentado. Mobei Jun frunció el ceño ante esto.  

“Me retiré del lugar”, dijo, para después moverse en la cama y terminar recostado de lado, siendo capaz de ver al bardo de espaldas en específico. Vió como trituraba algo con un mortero. A su lado había un cofre de madera, donde resaltan algunos viales con tapas de corcho, y justo a la izquierda del cofre, una bolsa repleta de las mismas hierbas que le había dado para tratar el dolor.  

“Caminé por este bosque, sin un rumbo determinado y sin la manera de guiarme” confesó Mobei Jun, usando sus brazos para levantarse y acomodarse en la cama “Pero  después de un tiempo, comencé a sentir como si mis entrañas me estuvieran torturando” dijo soltando un gruñido gutural y casi sin aliento, pero logrado sentarse “no podía caminar sin tropezar, no podía respirar correctamente, todo mi cuerpo dolía, ardía... era como si estuviera muriendo lentamente”, admitió, detestando la sensación que esos recuerdos le daban. 

Notó que al decir lo último el joven bardo se estremeció, pausando en su labor de inmediato. 

“Al día siguiente me desperté en este lugar, y estaba cubierto como ahora, con harapos empapados”, comentó, tocando ligeramente uno de los pañuelos de su cuello, jugando con la esquina y sintiendo la tela en las yemas de sus dedos. “Con el paso del día, recobre mi fuerza y mis habilidades fueron suficientes para sanar mis síntomas…”dijo, elevando sus manos, para después dejarlas caer. 

“Entonces fue cuando fui a buscarte y te encontré…indefenso, sufriendo” , pensó en decir Mobei Jun, pero optó por continuar diciendo: “creí que lo que me había ocurrido había sido alguna falla en mis habilidades, pero jamás habría pensado que alguien haría algo tan bajo y cobarde como envenenarme”. 

“Le sorprendería de lo que es capaz la gente” respondió oportunamente Shang Qinghua, volviendo a sentarse a un lado de la cama, teniendo en manos un cuenco con una solución verdosa. “Pero al menos conserva sus recuerdos, mi Lord. Hay algunos venenos raros que te hacen olvidar cosas. Pero ahora que sabemos que no estamos lidiando con eso, es un buen comienzo.”

“No veo nada bueno en eso, Shang Qinghua” recplicó Mobei Jun con disgusto, su ceño profundizándose “fui envenenado.”

“Lo sé, mi Lord, pero si vamos a lidiar con este tipo de brotes, necesitaremos saber a qué nos enfrentamos.” explicó el bardo, extendiendo el cuenco “sus poderes le ayudarán a sanar la mayor parte de esta recaída, pero por el momento, esto le ayudará a bajar la fiebre y a disminuir el dolor muscular”. 

Mobei Jun miró el contenido del cuenco con detenimiento. El olor era fresco, aunque la apariencia dejaba mucho que desear. Arrebató el cuenco de las manos del bardo y bebió todo de un solo trago. El sabor era amargo y si no fuera porque estaba desesperado, había escupido el resto en el momento. 

“Parece que sabes bastante sobre venenos”  comentó Mobei Jun, dejando en su costado el cuenco y captando la risa nerviosa del bardo “¿Acaso es un requerimiento para convertirse en bardo?”, cuestionó con cierta curiosidad sobre la vida que su sirviente había llevado antes de conocerle. 

“Oh no, pero creo que no sería una mala idea si así lo fuera”, respondió, soltando otra risa nerviosa, bajando ligeramente la mirada “digamos que, con una vida como la mía, uno se ve envuelto en varios… accidentes” explicó, claramente luchando por encontrar la palabra correcta, “pero he aprendido lo suficiente para tratar ciertos casos” .

“Entonces, ¿sabes qué tipo de veneno fue el que se me suministró?” inquirió Mobei Jun, enarcando una ceja. 

Shang Qinghua negó, para después elevar la mirada. “pero los síntomas son similares a otros venenos que he tratado… pero este tiene ciertas características que lo hacen distinto” advirtió “por eso necesito saber, mi lord, ¿hizo algo que normalmente no? ¿Comió algo distinto? ¿Bebió algo?...”

Mobei Jun pensó aquello en completo silencio, tratando de retroceder en sus pasos todo lo que había transcurrido durante esa noche. El bullicio, la incomodidad, el hedor a humano, pero había algo que logró parecerle importante, un altercado que podría ser la razón de su malestar, una idea que le parecía que hacía que todo encajara a la perfección. 

“Me ofrecieron algo de comida y bebida mientras esperaba.” explicó, atrayendo la atención del bardo." si no recuerdo mal, en su mayoría carnes secas, tal vez algo de pan.” 

Shang Qinghua plantó su mano sobre su barbilla, lo que le indicó a Mobei que el joven estaba pensando. 

“Tendría sentido que el veneno fuese ocultado de esa manera” explicó “la sales y especias de la carne ocultarían el sabor” consideró, moviendo ligeramente sus hombros “pero, si comparamos este tipo de venenos a otros similares, su forma original en polvo no logra causar tanto daño y menos a alguien con su complexión”, dijo, levantándose de repente, terminando en el centro de la choza. 

“No comí en grandes cantidades” comentó Mobei Jun “puedo ingerir alimentos humanos, pero no siempre son de mi agrado”. 

“Eso es lo que estaba pensando” advirtió Shang Qinghua, golpeando el suelo con su pie repetidas veces “No sería algo efectivo.” dijo, poniendo sus dedos sobre su sien y caminando en círculos. “A menos que…” murmuró, ahora mirando a Mobei Jun “mi Lord ¿de casualidad bebió algo que le ofrecieron?”. 

Mobei Jun asintió, recordando los tarros llenos hasta el tope que le dieron en el transcurso de esa noche, pero siendo incapaz de recordar la cantidad exacta de estos que bebió. “Pero no sabía del todo bien”. 

“Mi Lord…” dijo Shang Qinghua, luciendo como si estuviera al borde de un ataque de risa, enfado o llanto. Mobei Jun no sabía que era posible demostrar las tres al mismo tiempo. “¿entonces por qué la bebió?”.

“Lo tomé como una formalidad” respondió, encogiéndose de hombros “escuché que es parte de las costumbres humanas ofrecer bebida y comida a las personas de gran afluencia”. 

“Claro, si quieres que te cobren una fortuna en la factura.” replicó Shang Qinghua, poniendo ambas manos en su cintura, caminando en dirección a la cama donde el demonio reposaba, ”Mi lord, creo que es apropiado que sepa, que hay una regla muy importante que debe seguir mientras esté aquí en el reino humano…” dijo, para después pausar un momento, “No, ¿sabe qué? esto también debe de seguirlo en los otros reinos; nunca acepte un trago que no sabe que tiene, que no vio cómo lo prepararon o si está en un lugar que no conoce.”

Ante esto Mobei Jun enarcó una ceja, para después tomar entre sus garras el cuenco que el bardo previamente le había entregado. 

“Eso no cuenta, es medicinal” replicó Shang Qinghua, cruzándose de brazos “además, si yo quisiera hacerle daño lo habría hecho”. Mobei Jun lo miró fijamente, recalcando la situación en la que ambos se encontraban, y Shang Qinghua pareció entender a lo que se refería, pues regresó a sentarse a un lado de la cama.

“El punto es que, debieron de haber diluido el veneno” dijo el bardo, regresando al tema inicial, “¿Quizás con vino? ¿cerveza? ¿agua?…Mi Lord, exactamente ¿qué fue lo que bebió?” dijo, girando la cabeza en dirección al demonio. 

“Ginebra”. 

“Bien, el veneno debe de ser incoloro, por lo que no debió de notarlo, tampoco debe de desprender un olor en particular, pues su agudo sentido del olfato no lo detectó y probablemente, tampoco tenga sabor” dijo, moviendo sus manos de un lado a otro, como si estuviera imaginando que él mismo preparaba la bebida o si las estuviera comparando con una bebida normal “aunque, quizás el sabor de la ginebra fue suficiente para ocultarlo, de cualquier forma, este veneno debe de actuar al momento de hacerse un líquido y es lo suficientemente fuerte como para afectar a un demonio de su rango” concluyó Qinghua, mirando en dirección al demonio. 

Mobei Jun permanecía en completo silencio, aun tratando de digerir cada una de las cosas que el bardo había mencionado; impresionando por el rápido pensamiento e inteligencia que este demostraba tener. 

“Quien sea que lo envenenó, sabía que estaría en esa taberna” consideró Shang Qinghua, ”sabría que aunque es una técnica asociada con la cobardía, era la mejor manera para deshacerse de usted sin que usted siquiera lo notara y sin dejar un rastro…” 

Mobei Jun asintió ante esto, su expresión amarga ante la idea. 

“Así que, mi lord ¿tiene alguna idea de quien podría ser?” cuestionó Shang Qinghua, poniendo sus manos en su regazo, “¿quizás algún rival? ¿Algún amante fallido? ¿Tal vez un complot del que usted haya escuchado algo?”. 

Mobei Jun miró al bardo, asintiendo nuevamente. “Tengo un presentimiento” pronunció, su tono denotando cólera. “Ella fue la que me sirvió durante toda la noche, nadie más se paró cerca de mi mesa, solo ella.” dijo, dando un resopló “Además, fue muy grosera”.

Shang Qinghua parecía anonadado por sus palabras, a lo que Mobei Jun supuso, el bardo debía de pensar en la misma persona que él tenía en mente. 

“Mi Lord, ella jamás haría eso” pronunció el bardo, muy a pesar del shock inicial que esa suposición le causó. “Yingying ni siquiera mataría una mosca”. 

Mobei Jun gruñó ante la familiaridad con la que el bardo se dirigía a la joven mesera. Por unos instantes pensando que quizás ambos estaban tramando algo contra él. Pero en cuanto más trataba de considerar esa posibilidad, encontraba que el comportamiento del bardo no cuadraba en todo eso, por lo que solo le quedó sentirse ofendido por aquel apodo con el que el bardo llamaba a la joven. 

“Mi lord, ¿de verdad está considerando aquello?” cuestionó el bardo, anonadado. “oh no, de verdad lo está considerando” dijo, horrorizado.  “Claramente en negación” , pensó Mobei Jun.

“Mi lord, yo la conozco bien, y si, le gusta hacer bromas, pero siempre son inofensivas, incluso para aquellos que ella detesta…pero no tendría sentido alguno, ella no tiene un motivo para lastimarlo”. 

“Quizás no hay un motivo” pronunció Mobei Jun, “ pero ¿y si es una cómplice?” 

“Mi lord…”

“Tú mismo lo has dicho, me sorprendería de lo que es capaz la gente”, respondió, sus ojos brillando peligrosamente,  “y es algo universal que la gente haría cualquier cosa si logra ganar algo de eso. Tal vez hizo un trato con aquel que desea verme muerto, quizás le ofrecieron una gran suma de dinero o le prometieron algún tipo de título. Ella no tuvo que hacer mucho, solo entregar las bebidas al objetivo.”

“¡Ella sería incapaz!”, exclamó Shang Qinghua, levantándose de golpe, dispuesto a defender el honor de la joven, incluso si su postura desafiaba a su lord “¡Ella no es así!”. 

“¿Cómo puedes estar tan seguro?”, gruñó Mobei Jun, mostrando sus colmillos afilados y mirando al bardo de manera amenazante,  “dímelo, Shang Qinghua ¿Dónde reside tu lealtad? ¿Cómo te atreves a defenderla? ¿Cómo sabes que ella no lo hizo?”. 

“¡Lo sé! ¡porque yo…!” replicó el bardo con enfado, pero cortando lo que planeaba decir. Dejando al aire su furia, pero pareciendo incapaz de revelar lo que pensaba en su totalidad. La expresión de Mobei Jun solamente se agravó, y sintió por unos instantes como la fiebre desaparecía, reemplazándola por algo aún más potente y cegador. 

Shang Qinghua pareció notar aquello, pues comenzó a inhalar y exhalar, presuntamente para calmarse. Y cuando por fin pudo hacerlo, soltó un largo suspiro. 

“Solo…solo sé que ella no es la culpable, ¿está bien?” dijo, sonando derrotado y negando lentamente “mi instinto me lo dice, ella no lo es”, hizo una pequeña pausa, su mirada detrás de su máscara volviéndose suplicante “por favor, mi Lord, confié en mi”. 

Ante esto, Mobei Jun se vio conflictuado. En primera instancia, ¿por qué habría de hacer algo como tal? Esa mesera, aunque quizás no la culpable, seguía siendo una opción para un cómplice. Claro, aquella noche ella parecía ser amable, cordial e incluso dulce, pero tal vez todo fue una estratagema para que él bajara la guardia... No sería la primera vez que alguien lo hacía. 

No sería la primera vez que alguien de apariencia bondadosa terminaba traicionándolo de la peor forma…

Pero el bardo, su sirviente, su salvador... él pensaba lo contrario. Ese hombre extraño, de naturaleza contradictoria, intelecto intacto y un fuego oculto, pensaba de otra manera.

Creía en esa chica, en esa cara amable y sonrisa brillante.

“No creo que sea ella” interrumpió de la nada Shang Qinghua, quizás sospechando que el silencio que se había creado era incómodo “pero, quizás podría llevarnos al verdadero culpable, estoy seguro de que  puede ayudarnos”. 

Mobei Jun dejó escapar un largo suspiro. "Bien” respondió tajantemente, “Pero si no es así, habrá consecuencias para los dos".  

Y sin decir una palabra se desplomó de nuevo, en la vieja y chirriante cama.

 ~*~

Notes:

uuuhhh and the plot thickens jejeje
Qué les pareció???

Les agradezco mucho los kudos y comentarios que me han dejado. Neta sus palabras son muy bonitas y me motivan a continuar con este fanfic.
Espero que les haya gustado este capitulo.
Les tqm
Byeeeee :)

Chapter 5

Summary:

Donde Shang Qinghua trata de probar la inocencia de su amiga, Mobei Jun desconfía de su nuevo sirviente y donde ambos terminan envueltos en una nueva aventura.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Mobei Jun estaba observándolo.

Shang Qinghua no estaba muy seguro de cómo sentirse al respecto.

Tenían a su alrededor una vista impresionante, un pueblo lleno de vida y conocido como uno de los más bellos dentro del reino. Con banderas y listones de colores amarrados a los lados de edificios, múltiples vendedores que gritaban sus ofertas, mercaderes que detenían a los transeúntes para ofrecer sus exóticos productos, actores ambulantes que demostraban sus increíbles y temerarios talentos, campesinos arreando ganado y manejando sus carretas, nobles paseándose en sus finos carruajes y apantallando con sus riquezas… tantas cosas y personas que ver, y nada de eso lograba ser suficiente para llamar la atención del demonio. 

Este prefería desperdiciar su tiempo mirando al bardo, y no de una manera contemplativa o curiosa, sino como si quisiera hacerle un hoyo a su cabeza. 

Shang Qinghua podía comprender el sentimiento hasta cierto punto. 

Debía admitirlo, quizás había sido un error reaccionar de esa manera durante su discusión con Mobei Jun…

Sabía muy bien lo que pasaba cuando un sirviente levantaba la voz de forma indeseada. Y especialmente, lo que ocurre cuando logras enfadar a un demonio de alto rango. A decir verdad, fue todo un milagro que siquiera fuera capaz de ver la luz de un nuevo día.

No había sido una de sus ideas más brillantes o la ejecución más buena, pero durante ese momento, no le importó la mirada reprobatoria de Mobei Jun, ni las consecuencias de sus acciones o la cantidad de puntos que el Sistema podría quitarle.  

Simplemente no pudo quedarse callado… o al menos no del todo. 

“¡Lo sé! ¡porque yo la creé! Yo sé que ella no lo hizo, porque yo no la diseñé para hacer eso.” 

Eso fue lo que pretendió decir durante su discusión con el demonio. Lo que pudo haberse escapado de sus labios de no ser por las prontas alarmas del Sistema que no tardaron en aturdir sus oídos. No solo amenazándolo de marcar una penalización OOC, pero sugiriendo que se mordiera la lengua y se ahogara en su propia frustración si hacía falta. 

Recordándole que: él sabía mejor que eso… 

Y así era… la mayoría del tiempo. Pero a veces, como esa ocasión, lograba hasta sorprenderse así mismo por lo valiente y estúpido que podía lograr ser. 

Porque vaya que había logrado causar problemas innecesarios. 

“En algún momento se tendrá que aburrir”, pensó Qinghua durante el transcurso de la mañana, creyendo que la atención que recibía terminaría en cualquier momento. 

Estaba equivocado. 

Aquello continuó hasta el mediodía, cuando el demonio se negó a dejarlo fuera de su periferia y lo siguió hasta el manantial de donde usualmente conseguía toda el agua que necesitaba. Primero mirando con escrutinio el líquido cristalino y después concentrando su atención en el bardo que trataba de hacer su trabajo y llenar las cantimploras.

“Bueno, al menos es precavido”, consideró Qinghua, tratando de justificar la actitud del demonio, y sin tomar ofensa al momento en que vio como Mobei Jun olfateaba el agua minuciosamente. “ Parece que se tomó muy en serio mi consejo”.

Al principio consideró esto como una buena señal, incluso premiándose por haber dejado una buena impresión en el demonio. Casi esperando que el Sistema apareciera con una de esas notificaciones emergentes con un mensaje como " [Mobei Jun recordará esto para más tarde] " , para después darle algunos puntos por ganarse la confianza del demonio o ayudar en la satisfacción de éste, o alguna otra basura que el Sistema solía decir.

Pero Shang Qinghua no tardó en darse cuenta de que no necesitaba que el Sistema le dijera eso, porque aparentemente Mobei Jun estaba más que dispuesto a mostrarle que recibió el memo.

Tan pronto como se adentraron por el pueblo, Mobei Jun le ordenó conseguir algo de fruta, pues este se había negado a comer el desayuno que el bardo le había preparado. Qinghua acató la orden, consiguiendo un saco de manzanas a un precio razonable, pero al momento en que se las mostró al demonio, lo que menos esperó fue que este le exigiera llevarlo hasta el puesto donde las había conseguido, donde Mobei Jun no sólo decidió irrumpir en la fila que había, sino que también procedió a examinar cada una de las manzanas, tomándose el tiempo en inspeccionar el olor, color e incluso la textura. 

Qinghua aún no podía creer la cantidad de veces que tuvo que disculpar el comportamiento de su Lord a la gente que trataba de hacer sus compras o la forma en la que tuvo que jalar a Mobei Jun de su capa para evitar que siguiera estorbando y ganarse aún más reproches. 

Bien, la situación era clara, el demonio estaba tomando precauciones.

La mayoría de estas dirigidas hacia él, pero Qinghua podía entenderlo.

Ser envenenado no era una experiencia encantadora o entretenida, y para un demonio como Mobei Jun, debía de ser un golpe bajo para su orgullo, sobre todo si tomaban en cuenta que una pequeña máscara había sido capaz de derribarlo y reactivar el veneno que quedaba en su cuerpo.

No obstante, contrarrestando aquello, también había sido él quien curó los malestares del demonio durante toda la noche, quien le preparó medicinas y lo salvó nuevamente de las garras de la muerte…

Okay, quizás la confusión del demonio tenía más sentido. 

Probablemente Mobei Jun lo veía como su asesino en potencia, pero al mismo tiempo como la única persona lo suficientemente capacitada para tratar los síntomas del veneno.  Tal vez, a los ojos del demonio, él era bastante cobarde como para atreverse a envenenarlo, pero competente para hacerlo de todas formas y  sin que fuera capaz de saberlo.

Quizás Mobei Jun se había dado cuenta de que no podía deshacerse de él; al menos no todavía, no si anhelaba erradicar por completo el veneno que aún dormitaba en su cuerpo, o si quería encontrar al culpable, o si pretendía sobrevivir los terribles síntomas, y en especial si deseaba conservar a su endeble y leal sirviente.

O tal vez estaba malinterpretando las acciones del demonio y Mobei Jun solamente estaba enfadado porque se atrevió a llevarle la contraria y eso era algo completamente inaceptable. 

“Mocoso mimado”, masculló Shang Qinghua, mientras escuchaba como el demonio comía manzanas con gusto. “Solo tenemos que llegar al Loto Blanco y acabaremos con esto” , pensó, en un intento de relajar sus hombros, pero al mismo tiempo ajustándose nerviosamente su capa al percibir como un grupo de personas pasaban a su lado. 

Usualmente no se molestaba en ocultarse de la gente, porque pasar bajo el radar de la misma nunca había sido algo que le beneficiara. Sin embargo, ante todo lo que había pasado los últimos días, con su repentina renuncia al Loto Blanco, su presunta desaparición y la situación con aquel caballero, Qinghua no estaba muy seguro de si sería una buena idea mostrar su rostro en aquel pueblo.

Por fortuna, la gente que pasaba a su lado estaba mucho más intrigada en el galante y fornido demonio, que en el enclenque de mala postura que caminaba delante de él. Qinghua se percató de esto al notar que los pasos de esas personas se hacían cada vez más lentos, disturbando el flujo de la calle para admirar al estoico demonio.

“Que escándalo”, musitó Shang Qinghua al escuchar a esas mismas personas murmurar y preguntarse la razón por la que aquel apuesto demonio estaba de visita en el pueblo. Y aunque algunas eran coherentes, otras eran ridículas. No pudo contener su risa cuando escuchó como uno de esos jóvenes preguntaba a su grupo si creían que la presencia del demonio significaba que planeaba conseguir una esposa humana. 

Pero cuando sintió como Mobei Jun le daba un golpe en la cabeza, para después tomarlo del cuello de su capa y comenzar a jalarlo en una dirección completamente diferente, fue que Qinghua paró de reírse. 

“Mi… mi lord” masculló Qinghua, poniendo ambas manos en su cuello “Mi… lord” llamó de nuevo, mientras sus pies se arrastraban por el suelo y hacía todo lo posible por no ahogarse por completo.

Mobei Jun hizo oídos sordos a sus súplicas, manteniéndose atento al camino e ignorando las curiosas miradas que la gente le daba. Shang Qinghua ignoró sus instintos de pedir ayuda a los demás transeúntes, recordando que eso sólo haría que el demonio estuviera aún más enojado con él, por lo que se resignó a ser arrastrado a quien sabe dónde. 

Después de un largo camino, cuando por fin se detuvieron, Qinghua vio un cartel familiar en el techo, fue entonces que entendió dónde estaba. Era la entrada al “Loto Blanco”. 

"Estabas distraído", comentó Mobei Jun, su voz inexpresiva, y soltando el cuello del bardo, haciéndolo caer al suelo "te dirigías en una dirección diferente".

“Oh” respondió Qinghua desde el suelo, “disculpe la incompetencia de este sirviente, mi Lord”, comentó, levantándose y limpiando la tierra de su ropa, para después dar una pequeña reverencia “le aseguro que esto no volverá a pasar”. 

Mobei Jun resopló con irritación, para después ignorar al bardo y abrir la puerta de la taberna. 

Ante eso, Qinghua rodó la mirada, “en efecto, un mocoso mimado”, masculló, jalando hacía abajo la capucha de su capa y siguiendo al demonio al interior del lugar.

...

Aún era temprano, y en la taberna no había demasiada gente. Mobei Jun contempló con cierto asombro la serenidad que el lugar poseía durante la tarde: un ambiente cálido y luminoso, y la dulce melodía que tocaban unas jóvenes en el escenario de la taberna. Se escuchaban las conversaciones y murmullos de las personas, demostrando lo vacío que estaba el lugar en comparación a cuando anochecía. 

Miró detrás de él, donde el Bardo permanecía, pero este parecía buscar algo con la mirada. Mobei Jun podía suponer lo que era, y su expresión se tornó amarga. 

“Bienvenidos sean, mis Lords”, habló de repente un joven hombre, el cual Mobei Jun no se había percatado de que había estado delante de ellos por algunos minutos. “¿en qué puedo ayudarlos?”. 

Mobei Jun miró al joven por un instante, notando que más que nada, parecía un chiquillo pretendiendo ser un adulto. Con el cabello apenas arreglado, y un intento de barba en su mentón. Estuvo a punto de hablar, cuando el Bardo dio un paso hacia adelante, interrumpiéndolo.

“Solo estamos de paso” comentó el bardo de forma amable, para después levantarse un poco la capucha que cubría su cabeza. “¿sabes si YingYing está trabajando hoy, Ming Fan? necesito hablar con ella”. 

“¡Oh!” exclamó el joven con sorpresa, logrando captar la atención de algunos comensales. 

Mobei Jun vio al bardo moverse de repente, cubriendo la boca del joven rápidamente, para después susurrar un “shh” . Ante esto enarcó una ceja, intrigado por la reacción del bardo. 

“Lo siento, Lord Shang”, se disculpó el joven una vez que el bardo removió su mano. “me emocioné… es que creí que no lo volvería a ver desde que se fue”, confesó el joven encogiéndose de hombros, pero en su mirada había un brillo de ilusión.  

“Descuida”, comentó Qinghua, limpiándose la palma de su mano con su capa, pero sonriéndole al joven “es bueno verte de nuevo, Ming Fan”.

Mobei Jun frunció el ceño, no muy contento por la familiaridad que parecía haber entre el joven y su sirviente. El joven, de nombre Ming Fan pareció notar su disgusto, pues tragó con dificultad pero rápidamente respondió la pregunta del bardo.

“El señor Li la mandó a comprar unas cosas que faltaban en la cocina, así que supongo que aún está en el mercado”, respondió, concentrando su mirada solamente en el bardo por el temor de tener que ver al demonio. “pero pueden esperarla si así lo desean, no creo que tarde mucho en regresar”. 

“Eso sería espléndido, Ming Fan”, respondió satisfecho el bardo.  

El joven asintió un tanto atolondrado, como un cachorro buscando la aprobación de su dueño, a lo que Mobei Jun soltó un gruñido que hizo que el joven reaccionara y prosiguiera a guiarlos a una de las salas privadas del establecimiento. 

“Le diré a Yingying que están aquí cuando regresé” fue lo último que dijo Ming Fan, antes de que Mobei Jun cerrará en su cara la puerta de la habitación. 

“Bien, ahora solo queda esperar”, escuchó decir al Bardo, para después darse la vuelta y ver que esté ya había tomado asiento en una de las sillas acolchonadas.

Mobei Jun observó el interior del lugar. Era amplio y limpio. Con una ventana que dejaba entrar la luz de la tarde, así como el ruido del exterior. De paredes de madera y con algunos grabados y detalles en estas. Tomó asiento en un largo sillón, observando que en el centro había una mesa de madera, donde había dos botellas de vino y algunos cálices de chapa dorada.  En una esquina estaban dos sillas, una que el bardo ya estaba ocupando. Miró hacia arriba, observando las vigas de madera y  el candelabro que por el momento estaba apagado. Después vió hacia abajo, donde descansaba una alfombra de piel, probablemente de una bestia perteneciente al territorio humano. 

“Vaya, no es de extrañar que los nobles inviertan su dinero en este lugar” comentó Shang Qinghua, mirando todo el lugar con fascinación, para después soltar un silbido “es bastante agradable”, dijo, tomando en sus manos una de las botellas de vino e inspeccionándola. 

Mobei Jun frunció el ceño al ver aquello, cosa que el bardo notó al instante. Dejando de nuevo en la mesa la botella y comenzando a jugar nerviosamente con sus pulgares. 

“Lo siento, mi lord” respondió prontamente, “pero descuide, no creo que Yingying tarde demasiado, estoy seguro de que Ming Fan nos notificará cuando…”

“Parece que igualmente conoces bien a ese joven” interrumpió Mobei Jun de repente, cruzándose de brazos, e inspeccionando la reacción del bardo. 

Shang Qinghua se encogió de hombros. “Bueno, es un buen chico.” explicó “un poco raro, pero con buenas intenciones” dijo, riendo como si estuviera recordando algo con afecto. Cosa que no le fascino al demonio.

“Parece que él te admira” respondió Mobei Jun de manera tajante, pero al parecer su tono pasó desapercibido para el bardo, pues este sólo se encogió de hombro. 

“Quizás, pero aún es joven e impresionable” dijo, recargando su cabeza en el respaldo de la silla “creo que solo le agrado porque soy famoso, o quizás porque le he ayudado a acercarse más a Yingying… pobre chico, espero que algún día sepa cómo expresar sus sentimientos” dijo, mirando hacia el techo, “o al menos termine por darse cuenta de que ella no está interesada en él”. 

“Lucía emocionado de verte”, replicó Mobei Jun, enarcando una ceja ante esta nueva información.

Al decir aquello, el bardo se tensó, para después sentarse apropiadamente en la silla. 

“Bueno, mi lord, eso tiene una buena explicación” confesó el bardo “la verdad es que no debería de estar aquí en el Loto Blanco” explicó, para después aclarar su garganta ”De hecho, se supone que no debería de estar en ese pueblo”.

Los ojos de Mobei Jun se abrieron con sorpresa, pero mucho antes de que pudiera exigir una explicación, la puerta de la habitación se abrió de golpe, presentando ante sus ojos a una joven muchacha que portaba una expresión consternada. 

...

Shang Qinghua se levantó de la silla con un respingo, asustado por el repentino impacto. Pero pronto fue envuelto por un reconfortante y firme abrazo. 

“¡Lord Shang, regresó!”, exclamó Ning Yingying con emoción, unas cuantas lágrimas acumulándose en sus ojos. 

“Yingying, solo fueron unos cuantos días”, le recordó Qinghua, un poco sin aliento. 

“Vaya, ¿desde cuándo Ning Yingying tiene tanta fuerza?” , pensó, al mismo tiempo en que le daba unas palmaditas al cabello de la joven. 

“Eso no importa, es un gusto verle de nuevo” comentó la joven, una vez que se separó, para después cerrar la puerta detrás de ella. “Creí que no lo vería de nuevo… ¿Cómo le fue en su viaje?” preguntó, sin esperar a que le ofrecieran sentarse, pero igualmente tomando asiento en una de las sillas. “Dígame, ¿está todo bien con su familia? ¿Cómo se encuentra su madre?”, cuestionó la joven, genuinamente preocupada. 

“Mierda, sabía que algo se me olvidaba”, pensó Qinghua, observando la expresión atribulada de la joven, y sintiendo como la culpa lo invadía. 

No obstante, no tuvo el tiempo necesario como para dejar que sus mentiras le provocarán cargo de consciencia, cuando escuchó un ruido por parte del demonio. El cual no se veía para nada contento de ver de nuevo a la joven y en especial que está ignorara de tal manera su presencia.

Ning Yingying igualmente giró la cabeza en dirección al ruido, observando al demonio con sorpresa. 

“Usted…” murmuró Ning Yingying, observando a Mobei Jun, para después volver a mirar a Shang Qinghua “Lord Shang, ¿qué está pasando? ¿por qué está aquí ese demonio?”. 

“Bueno…” 

“Lord Mobei” interrumpió el demonio, ignorando el hecho de que Qinghua planeaba decir algo. Pero observando a la joven con irritación y frialdad.

Ning Yingying miró de nuevo al demonio y frunció el ceño ante la descortesía de este. 

“Ah, Ning Yingying, te presento a Lord Mobei” respondió Shang Qinghua, de inmediato asimilando su tarea de intermediario. “pero supongo que ya debes de conocerlo”. 

“Hm, supone bien, Lord Shang” respondió ella, cruzándose de brazos, manteniendo su actitud abrasiva. Lo que se ganó un gruñido del demonio. 

“Excelente”, dijo Qinghua, dando un aplauso para tratar de romper el ambiente de animosidad que se había creado “entonces podrás ser de mucha ayuda”. 

La joven miró de nuevo al bardo, su previa expresión tornándose en una de curiosidad. 

“Verás, necesitamos saber si de casualidad llegaste a ver algo extraño unas noches atrás, en específico, la noche en la que me presenté por última vez” comentó “tengo entendido que tú fuiste la mesera que sirvió en la mesa de Lord Mobei”. 

Ning Yingying asintió, pero por la cara que hizo, lucía aún más confundida que al principio. 

“Así fue, Lord Shang, pero no veo cómo eso es algo relevante” comentó la joven, frunciendo ligeramente el ceño, “esa noche estuve atendiendo la mayoría de las mesas ¿no lo recuerda? era casa llena; y no sabría decirle si vi algo fuera de lo normal, el Loto Blanco recibe cualquier tipo de comensales, claro, mientras paguen”. 

Shang Qinghua plantó una mano sobre su sien, soltando un suspiro. 

“Pero, ¿qué es lo que ocurre Lord Shang?”, inquirió Ning Yingying con preocupación al ver lo estresado que estaba el bardo “¿Sucedió algo malo?”. 

“Lo que sucedió, jovencita”, interrumpió Mobei Jun, de manera tajante y ruda “fue que alguien de esta pocilga se atrevió a alterar mi bebida”, dijo, comenzando a levantarse con lentitud, “Y tengo una fuerte sospecha de quién podría ser el culpable”, comentó, su aura amenazadora haciéndose presente. 

Ning Yingying soltó un chillido de pavor al momento en que vio el hielo invadiendo el techo; pero soltó un grito aun más fuerte al ver como una serie de afilados picos de hielo se expandía desde donde estaba el demonio, viajando con rapidez hacia donde ella estaba sentada. Subió de inmediato sus piernas, tratando de protegerse de los picos que la rodearon al instante. 

“¡Hey! ¡¿Pero qué le pasa?!” exclamó de repente Shang Qinghua, rompiendo con una patada algunos de los picos y plantándose frente a la asustada joven, bloqueándola de la vista del demonio, “Mi Lord ¡Basta!” replicó el bardo con enfado, rehusándose a hacerse a un lado, incluso con los picos de hielo que continuaban creciendo.

Esto era demasiado, incluso para lo que Qinghua imaginó que Mobei Jun haría una vez que se reunieran con la joven. 

“Mi Lord ¡Es suficiente!”, exclamó de nuevo, experimentando esa misma rabia e impotencia que había sentido durante su discusión con el demonio, “¡deje de asustarla!”. 

“Lord Shang, estoy… estoy bien” murmuró detrás de él la joven, su voz pequeña y algo entrecortada, jalando ligeramente la camisa de este “pero le puedo asegurar que esa noche, solo entregue las bebidas que la barra me daba, yo jamás le haría daño a alguien”. 

Shang Qinghua lo sabía. 

Él había escrito a Ning Yingying como un interés amoroso puro; su arquetipo de personaje siendo el de la mejor amiga de la infancia que sin importar que, siempre estaría ahí para el protagonista, incluso cuando el corazón de este se oscureciera.  La había diseñado con la bondad y empatía que él mismo habría apreciado tener en su antiguo mundo, pero la cual jamás recibió. 

Su propósito era ser la luz entre la más espesa de las neblinas; no una villana simplona o la secuaz de alguien más. 

“Yo lo sé, Yingying”, respondió Qinghua, mirando de forma desafiante al demonio que contemplaba todo en un abrumador silencio. “Sé que no eres así, y estoy dispuesto a probárselo a Lord Mobei” dijo, amenazando con su mirada al demonio, que si no se deshacía de los picos de hielo, habría peores problemas. “Pero ya sabes como son los demonios, a veces suelen ser groseros”.

Mobei Jun lo fulminó con la mirada, gruñendo ante aquel comentario y mostrando ligeramente sus afilados colmillos, pero para la sorpresa de Qinghua, poco a poco los picos de hielo comenzaron a derretirse. 

“Bien”, comentó Qinghua sintiendo todavía la adrenalina al tope, dándose la vuelta e hincándose frente a la joven, examinando que no tuviera ninguna herida. “Sé que eres inocente, Yingying” dijo, plantando con cuidado su mano en el hombro de la chica, apretando ligeramente, con la intención de reconfortarla, “pero si queremos callar a ese demonio de ahí” comentó, moviendo su cabeza hacia atrás ”necesitamos que nos ayudes a encontrar a alguien que pueda saber qué fue lo que pasó esa noche”. 

La joven asintió, luciendo un poco más tranquila ante el apoyo del bardo. “Está bien Lord Shang” dijo, con un tono determinado ”creo que sé a quién está buscando”. 

...

Ambos siguieron a la joven en completo silencio. Bajaron las escaleras de la taberna hasta llegar al primer piso, donde el lugar comenzaba a lucir mucho más vivo y cálido, y donde las múltiples mesas y barras comenzaban a llenarse. Mobei Jun hizo una mueca de disgusto, al captar cómo un grupo de humanos bebían como si su vida dependiera de eso, pero su atención pronto se desvió al notar como su sirviente jalaba hacia abajo la capucha de su capa, tratando de ocultarse de los comensales.

¿Cuál era la razón de aquello?, seguía siendo un misterio para el demonio. Quizás era una nueva contradicción por parte del bardo, consideró Mobei Jun, sin despegar la vista de la figura del joven, la cual caminaba de igual manera que a las afueras de la taberna. Con nerviosismo y haciéndose pequeño.

“Es aquí”, indicó la joven de repente, interrumpiendo los crecientes pensamientos del demonio.

Mobei Jun esperaba que la joven terminará llevándolos a una nueva sala como en la que previamente se encontraban, o quizás una aún más llamativa y elegante para los estándares humanos. Sin embargo, cuando observó cómo la joven se detuvo frente a una puerta situada entre lo más recóndito del local, comprendió que estaba equivocado. 

Ning Yingying tocó a la puerta tres veces, y un hombre de mediana edad y complexión robusta, con entradas prominentes, pero una larga barba, fue quien abrió la puerta. 

“Yingying, querida” saludó el hombre, sonriendo ampliamente al ver a la joven, para después hacer una pequeña reverencia “caballeros, ¿qué puedo hacer por ustedes?”. 

“Perdone que lo interrumpamos Señor Li, pero necesitamos de su ayuda” comentó Shang Qinghua, subiendo de nuevo su capucha y recibiendo una cálida sonrisa por parte del dueño de la taberna. 

“Oh, Lord Shang”, comentó, luciendo sorprendido, pero con la cautela de no llamar la atención, siendo mucho mejor para leer la situación que Ming Fan. “pero si es un gusto verle de nuevo, ¿desea que hable a la cocina y que le preparen lo usual? ¿o prefiere comer algo nuevo?”. 

Shang Qinghua sonrió. “Me temo que no estoy aquí por su deliciosa comida, Señor Li” comentó.

“Requerimos de su ayuda”, explicó de repente Mobei Jun, su expresión continuaba siendo de pocos amigos. 

“Oh” comentó el señor Li, quien después de meditarlo, soltó un suspiro “parece ser algo serio… pasen, pasen,” dijo, haciéndose a un lado y permitiendo que los otros tres entraran a la habitación. 

Mobei Jun se paseó por la pequeña oficina, un tanto sorprendido de que el dueño de tan aclamada taberna tuviera un espacio para sí mismo tan poco sorprendente. Podría escuchar de fondo la conversación entre la joven y el hombre, como ella le contaba lo sucedido con las bebidas y el envenenamiento. Ante estas revelaciones el ceño del hombre se profundizó, y Mobei Jun contempló con una expresión de suficiencia como el hombre regañaba a la joven mesera por ser tan descuidada. Sin embargo, aquella reprimenda no fue lo suficientemente satisfactoria, pues la joven logró defenderse, además de que terminó por desviar la conversación de ella, haciendo que tanto el hombre como ella hablarán sobre el bardo y su situación. 

A lo que Mobei Jun, pudo enterarse de ciertos detalles que Shang Qinghua había mantenido en secreto de él hasta ahora. 

Como el hecho de que el bardo había renunciado a su trabajo porque planeaba visitar su pueblo natal para cuidar a su madre, pero que debido a su encuentro con el demonio, había tenido que posponer aquello. 

“¿Y qué hay de tu familia? ¿Ellos saben que sigues aquí?” cuestionó el Señor Li detrás de su escritorio, juntando ambas manos con preocupación.

“Oh, mandé varias misivas al día siguiente” comentó Shang Qinghua “aún no he recibido respuesta de mi hermano, pero mi hermana mayor vive a un pueblo de distancia, y me dijo que podía estar tranquilo, que ella se encargaría de todo hasta que pudiera retomar el viaje”.

El señor Li soltó un suspiro, al mismo tiempo que Ning Yingying colocaba su mano en el hombro del bardo, en signo de apoyo. El bardo miró por unos segundos hacia abajo, para después rascar su nuca. 

“Pero aparte de eso” comentó, “Señor Li, ¿tiene alguna idea de lo que pudo haber pasado?” 

El señor Li colocó su mano en su sien, “Recuerdo que esa noche fue casa llena, por lo que tuve que tener a todo el equipo cocinando” explicó, “tuve que quedarme por un tiempo para poder ayudarles e inspeccionar de que hicieran bien los platillos, de vez en cuando salía a conversar con los comensales o preguntaba si hacía falta algo más…”, dijo, mirando hacia abajo y revisando algunos papeles.

“Y durante ese tiempo, ¿no logró ver algo extraño?” cuestionó el bardo, “¿quizás alguien raro que no suele ver por aquí?”

“Bueno, ahora que lo dices”, dijo, sacando del montón de papeles, uno en específico “recibí una queja de uno de los jóvenes, de Ming Fan” dijo, buscando en su delantal un par de lentes pequeños y poniéndoselos para poder leer mejor “dijo que vio a un hombre de aspecto extraño mezclándose en el fondo durante su actuación, Lord Shang” comentó, a lo que la expresión de los presentes cambió por completo “después reportó que ese mismo hombre estaba hablando con un tipo escuálido que estaba sentado en la barra, dijo que ambos parecían estar discutiendo , pero que uno de ellos tenía algo en la mano”. 

“¿De casualidad, A-Fan no describió cómo se veía ese hombre?” cuestionó Ning Yingying de repente, ganándole la oportunidad al bardo. 

“Hm” murmuró el hombre, girando la hoja “Veamos, del hombre dijo que era de alta estatura y que vestía una larga capa y algunas telas que impedían ver su rostro” comentó, “del otro tipo, aquí dice que se trata de un hombre de estatura pequeña, delgado, calvo, de grandes anteojos y mala postura…”

Al decir aquello, el hombre hizo una pausa, su ceño profundizándose. 

“Señor Li, no estará hablando de…”, comentó Ning Yingying, que parecía suponer lo mismo que el hombre.

“Me temo que sí” respondió el señor Li, dejando en su escritorio el papel “ay Rong Ye, ¿en qué diablos te has metido?”, dijo negando lentamente. 

“Espere un momento, ¿Rong Ye? ¿el boticario?”, preguntó de repente Shang Qinghua. 

“El mismo”, respondió el señor Li. 

“Señor Li” interrumpió Mobei Jun, “¿no cree que es descortés usar un título tan prestigioso para alguien que está suministrando veneno a otros?”, cuestionó, su ceño fruncido.  

“Mi Lord, tiene usted mucha razón” advirtió el señor Li, con cierto sarcasmo en su voz ”pero debe de saber que a pesar de eso, sigue siendo uno” respondió, mirando de nuevo al bardo  “después de todo él aprendió la profesión de su padre, Rong Xuan”. 

“Pero…¿por qué haría algo así?” cuestionó Shang Qinghua, probablemente frunciendo el ceño detrás de su máscara “creí que sólo trabajaba en su botica preparando medicinas y ayudando pacientes”. 

El señor Li se cruzó de brazos, recargándose en la silla. “Bueno, Lord Shang, si le soy sincero, el negocio de los Rong no está pasando por buenos momentos.” dijo, negando lentamente “solía ser un negocio familiar muy exitoso y de renombre, pero con la expansión del pueblo, la llegada de otros boticarios e incluso por la influencia de algunos usuarios de magia, las cosas empezaron a ir cuesta abajo y bueno, ya no es lo que solía ser” explicó, ladeando la cabeza “y a veces uno hace lo que sea para sobrevivir.”

“Pues no parece estar tan sorprendido de que ese hombre se dedique a la venta de venenos”, comentó Mobei Jun , sintiendo un ardor en sus entrañas ante la actitud tan relajada que optaba por tener aquel hombre. 

“No, no lo estoy” admitió el hombre, volviendo a enderezarse “porque no vende venenos, solo drogas.”

Al escuchar eso tanto el bardo como la joven ahogaron un sonido de sorpresa. Y Mobei Jun agradeció en sus adentros de no ser el único que todo eso le resultaba indignante, o al menos sorprendente. 

“Lo hace para mantener el negocio de su padre en marcha”, confesó, rascando su cabeza con una de sus manos “claro, muy pocos saben de esto o al menos, solo los que pueden mantener ese tipo de vicios”, dijo soltando un suspiro, “tengo entendido que lo venden en la parte de atrás de su local y honestamente, no creo que el viejo Rong Xuan sepa las estupideces en las que se mete su hijo, pero al menos puedo admitir que el imbécil hace buen dinero con lo que vende…”

“Pero no lo entiendo, señor Li” comentó Ning Yingying, “¿cómo es posible que ese tipo de cosas entren al Loto Blanco?” cuestionó asustada “las bebidas que servimos ya son alcohólicas, ¿por qué nuestros clientes necesitan algo así? ¿por qué no hace algo al respecto?”.

“Bueno querida, hay cosas que nuestros clientes demandan ” dijo con franqueza, a pesar de la mirada triste de la joven “Algunos quieren ver cosas que no están en este plano, algunos disfrutan del adormecimiento, otros de la adrenalina, algunos quieren afrodisíacos” explicó, bajando la mirada, “yo jamás permití que introdujeran esas cosas, pero son los nobles quienes traen consigo todo eso, y lamentablemente, no puedo hacer mucho al respecto si se tratan de ellos”.

“Pero señor Li”, replicó Ning Yingying plantando sus manos sobre el escritorio del hombre, sorprendiendo tanto a Mobei Jun como al bardo. “Entiendo que aquello no puede controlarlo, pero lo que ocurrió con Lord Mobei es inaceptable, tenemos que reportarlo a su majestad” dijo, con completa determinación. 

“¿Crees que no lo he intentado ya?” inquirió el hombre, levantando una ceja, “he hablado con múltiples caballeros sobre este asunto, temiendo que alguno de estos días el imbécil de Rong Ye cometiera un error y terminará haciendo algo estúpido… pero ninguno de ellos pareció importarle la situación, y lo sé porque una gran mayoría de caballeros consumen la porquería que Rong Ye les vende”, explicó, escuchándose derrotado y frustrado “su majestad no tiene el tiempo para lidiar con algo como esto, eso es lo que me repiten, incluso cuando he tratado de ir hasta el palacio, pero las cosas no cambian, y a mi edad y con lo que he tenido que ver…no van a cambiar”, hizo una pausa, para después quitarse sus anteojos y volver a guardarlos en su delantal “no puedo hacer más, sino perdería las contribuciones de la gente y de su majestad…y ustedes entenderán, tengo a muchas personas bajo mi ala y no puedo fallarles”. 

La sala permaneció en silencio por unos instantes, cuando el Señor Li, prosiguió de nuevo “Solo digo”, mirando con detenimiento a cada uno de los presentes “que si quieren respuestas sobre ese veneno, deben ir a la botica de los Rong”. 

...

Los tres terminaron caminando por las calles del pueblo, hasta que después de pasar por varios locales, por fin arribaron frente a la botica de los Rong. Un lugar de tamaño promedio y cimientos fuertes a pesar de los años, con un tejado azul, descuidado y con algo de musgo, en las paredes crecía una planta trepadora y algunas flores. “Parece un lugar decente” , consideró Qinghua, observando como de la chimenea se escapaba un humo oscuro. 

“Bien, este es el plan” habló Qinghua, atrayendo la atención de los otros, “nos separaremos, ustedes dos” dijo, apuntando al demonio y después a la joven, “se encargaran de hablar con el viejo Rong Xuan, y yo me encaré de hablar con Rong Ye”. 

Los otros dos fruncieron el ceño casi al mismo tiempo, pero Shang Qinghua no tenía tiempo para debatir aquello

“Descuiden, he lidiado con cosas peores” comentó, para después abrir la puerta del local, siendo recibidos por una nube de humo de un color y olor extraño y los saludos de un viejo hombre. 

“Bienvenidos sean a mi humilde botica”, saludó con entusiasmo un hombre de mayor edad, de arrugada piel, larga y ceniza barba y vestimentas oscuras, “disculpen lo anterior, un percance menor, pero díganme ¿qué puedo hacer por ustedes?”. 

“Tenga buenas tardes, señor Rong”, comentó Qinghua, haciéndose paso en el lugar, notando que a pesar de que estuviera en “picada”, seguía luciendo equipado para tratar cualquier enfermedad. 

Había una larga mesa de madera, y a sus lados repisas llenas de frascos y viales de diferentes tamaños y con contenidos de distintas consistencias y colores. Varios embudos, pesas, cajas, velas y morteros estaban esparcidos en todo el lugar. Dos de las paredes estaban tapizadas por libros, papeles, y diagramas con dibujos extraños sobre el cuerpo humano. Había una chimenea en el centro, y en esta un caldero colgaba con algo oscuro hirviendo. Del techo colgaba un viejo candelabro, así como varias plantas y raíces medicinales. 

“Oh, pero si es usted Lord Shang” comentó con deleite el anciano, al ver más de cerca al bardo.

“Es un gusto verlo de nuevo” comentó Qinghua con una sonrisa “estos dos son mis amigos” dijo, haciéndose a un lado para que el hombre viera mejor a la joven y al demonio “asumo que ya conoce a Ning Yingying, pero él es Lord Mobei”, explicó, a lo que recibió un aplauso feliz del anciano. “Venimos aquí porque me dijeron que usted tiene todo tipo de medicinas y remedios” explicó Shang Qinghua, para después mirar de nuevo al demonio y con sus ojos comunicar un “lo siento, mi Lord”. 

“Oh, ¿y cuál sería el problema?” preguntó el anciano, rascándose la barbilla con algo de confusión. 

“Lord Mobei últimamente no se ha sentido muy bien” explicó, ahora mirando con preocupación al anciano “ha buscado ayuda con otros, pero nada parece mejorar sus síntomas, ¿será que usted puede hacer algo al respecto?”. 

Ante esto el rostro del anciano se iluminó. “¡Por su puesto! debo de tener algo para ayudarlo”, dijo, riendo con satisfacción y dirigiéndose a la mesa de madera, comenzando a organizar las cosas que la ocupaban.

Shang Qinghua soltó un suspiro, para después captar como Mobei Jun lo fulminaba con la mirada al momento en que el anciano boticario lo jalaba de la capa para hacerlo que se sentara en una silla. 

“Lo siento” , dijo, solamente moviendo sus labios y encogiéndose de hombros. 

Ning Yingying pareció encontrar la situación divertida –una clara satisfacción de tener su venganza contra el demonio–, simplemente mirando en dirección al bardo para darle un pulgar arriba. Señalando que ella podía encargarse del resto y que era hora de efectuar la otra parte del plan. 

“Ah, Señor Rong” llamó Qinghua, teniendo sus manos detrás de él y balanceándose ligeramente para que no se notara que estaba retrocediendo. 

“Si, Lord Shang” respondió el anciano, despegando la vista del gran libro que tenía en la mesa. “¿necesita algo?”. 

“Escuché que su hijo Rong Ye trabaja aquí de vez en cuando” comentó con casualidad “me preguntaba si está aquí, me gustaría hablar con él sobre unas cosas”.

El anciano sonrió ampliamente, para después levantar su mano y señalar detrás del bardo “Oh, está en el cuarto de atrás, creo que prepara un ungüento para uno de nuestros clientes”  dijo con claro orgullo, “puedes ir con él si gustas”. 

“Claro, muchas gracias” respondió Qinghua, comenzando a retroceder lo suficiente hasta toparse con la puerta del cuarto que mencionó el anciano. 

“Bien, Lord Mobei, dígame ¿cuáles son los síntomas que lo acongoja?” cuestionó el anciano y eso fue lo último que Qinghua escuchó antes de adentrarse al misterioso cuarto. 

Shang Qinghua sabía que esto era peligroso, o al menos que las cosas podrían salir muy muy mal. 

Pero tenía la confianza de que podía lograrlo, o al menos eso era lo que se decía. 

La habitación en la que estaba era relativamente pequeña. Con una pequeña ventana que dejaba entrar la luz, varias velas esparcidas en la habitación y dos mesas pegadas a la paredes. De su confiable bolsa sacó un largo pedazo de papel y al susurrar unas cuantas palabras, las líneas dibujadas en este se encendieron de un color rojo. Shang Qinghua pegó el talismán en la puerta y con una pequeña sonrisa, avanzó por la habitación.   

“¡Mierda!”, escuchó de repente la voz de un hombre, pero al mismo tiempo el sonido de algo quebrándose. 

Shang Qinghua aprovechó para avanzar un poco, usando unas cajas de madera apiladas, como escondite, pero logrando tener una mejor visión de lo que había ocurrido. Pudo ver que en ambas mesas había un caos similar al que el anciano tenía. Varios papeles y libros desparramados, algunas raíces y plantas, morteros, pequeñas cajas y varios frascos de cristal.  Sin embargo, lo que llamó la atención del bardo fue ver como Rong Ye había logrado crear toda una estación para la elaboración de drogas. Con varios matraces y viales de cristal conectados entre ellos por un tubo de lo que parecía ser cuero o un tipo de hule, con mecheros debajo de estos y con barriles que poco a poco se llenaban con un líquido incoloro. 

“No puede ser, el tipo aprendió a cómo destilar y a sintetizar drogas” , Ahora viendo como Rong Ye continuaba recogiendo pedazos de cristal del suelo. Se encontraba horrorizado, pero bastante impresionado.

Aprovechando la situación, Shang Qinghua alzó ligeramente uno de sus pies, sacando de su bota una daga que ocultaba, y poco a poco, salió de su escondite, preparándose para atacar.

...

“Vaya” murmuró el anciano, observando con gran asombro un frasco de cristal “pero si esto es bastante fascinante”, advirtió con emoción a la joven y el demonio, ignorando el hecho de que los otros dos eran incapaces de comprender su emoción. 

Mobei Jun frunció el ceño ante las palabras del viejo hombre, para después mirar a la joven, quien le respondió encogiéndose de hombros.

Dentro del frasco no había algo fascinante de ver, sino unas cuantas gotas de sangre que el señor Rong había extraído al pinchar uno de los dedos del demonio.    

“¿Asumo que se trata de algo bueno?”, comentó Ning Yingying acercándose a donde estaba el anciano, inclinándose para contemplar la viscosa y oscura sangre mezclándose lentamente con el otro líquido transparente “¿quizás?” 

“Oh, todo lo contrario, jovencita”, comentó, ajustándose sus anteojos “pero eso no quita que sea fascinante”. 

Dicho esto, se dio la vuelta, recibiendo la mirada disgustada del demonio. Cosa que aunque podría intimidar a cualquiera, el señor Rong la dejó pasar por completo. 

“Lord Mobei, a pesar de que su fisonomía es similar a la de un humano, debo de admitir que los rumores de las propiedades que posee la sangre demoníaca sin duda son maravillosas” dijo, acercándose a donde estaba el demonio “y por lo que se sabe de la estirpe del Desierto del Norte, sus poderes de curación ya deberían de estar trabajando para sanar sus dolencias”, comentó. “¿Debe de estarlo sintiendo? justo en el centro de su abdomen”. 

Mobei Jun asintió, a lo que el anciano se giró hacia la mesa donde había una serie de hojas sueltas y algunas plumas con tintas. 

“Pero, me temo que quizás eso no sea suficiente”, admitió para después soltar un suspiro.

Ning Yingying se acercó hacia la mesa, plantando una mano en el hombro del anciano. “¿Qué es lo que descubrió, Doctor Rong?”, cuestionó. 

“Verán, en la muestra que tomé, la sangre debería de ser un color índigo puro, pero esta luce contaminada y de un color verde oscuro, y si es lo que creo que es… me temo que no puedo hacer mucho por usted.” admitió, mirando momentáneamente al demonio “Este tipo de venenos es difícil de tratar, ni siquiera realizar una flebotomía sería de mucha ayuda” advirtió con pena. 

“Ya veo”, respondió Mobei Jun, mirando por unos instantes hacia abajo, sintiendo un ardor esparcirse en su garganta y un peso caer en sus entrañas. 

“¿Pero debe de haber otra manera de curarlo? ¿no?” comentó de repente la joven, mirando con preocupación al anciano “quizás si hace más pruebas, pueda encontrar algo más”. 

El anciano volvió a suspirar, mirando al demonio. “Solo si está dispuesto a intentarlo, mi lord” dijo, sus ojos viéndose aún más cristalinos detrás de sus grandes anteojos.

Mobei Jun lo consideró por un momento. Mirando a la joven y al anciano de manera intercalada, notando que sus expresiones eran expectantes. Estaba consciente de que aquello quizás terminaría siendo una pérdida de tiempo, tomando en cuenta las palabras y acciones previas del bardo. De cómo a pesar de todo lo que hizo, el veneno seguía dentro de su cuerpo. 

Consideró negarse, contemplando la resignación de que quizás el veneno simplemente jamás se esfumaría, pero otro pensamiento invadió su mente, recordándole que debían de continuar con el plan de distraer al hombre mientras que el bardo estaba ocupado. 

“Puede proseguir, Doctor Rong”, respondió Mobei Jun, sacudiendo ligeramente sus hombros y preparándose para lo que sea que el hombre planeaba hacer. 

El hombre juntó ambas manos con cierto entusiasmo, para después acercarse a su gabinete donde guardaba todas sus herramientas. 

...

“Hey ¡¿Quién te crees que eres?! ¡¿Qué demonios haces?!”, exclamó Rong Ye, cuando después de forcejear por unos minutos, logró ser acorralado por el bardo.  

“Buena tarde, Rong Ye” saludó Qinghua, quitándose la capucha de su capa, y moviendo hacia adelante su daga. 

Rong Ye miró el filo de la daga, tratando de retroceder pero la mesa detrás de él se lo impidió. Sin embargo, cuando el hombre volvió a elevar la vista, encontrándose con el rostro del bardo, Qinghua pudo notar que la expresión de espanto del tipo se transformó en una semejante a burla.  

“Oye, ¿no eres ese bardo que solía tocar en el Loto Blanco?” cuestionó, ajustando sus anteojos en el puente de su nariz, para después ladear la cabeza.  

“No, no lo soy” masculló Qinghua, frunciendo el ceño detrás de su máscara, y sin dejar de blandir su afilada daga. 

“¿En serio? pero si hasta llevas esa ridícula máscara.”, comentó Rong Ye, el temor que sentía desapareciendo al momento de saber la identidad del joven de la daga. “Eres ese Shang Qinghua ¿no?”, cuestionó, dando pequeños pasos hacia adelante, ignorando que el bardo lo estaba amenazando con un arma.  

“¿Y que si lo soy?, ¿te crees muy gracioso, imbécil?” preguntó Qinghua con disgusto, a lo que recibió una risa burlona por parte del calvo hombre. 

“Uy, andas bravo” comentó burlonamente el hombre “¿qué vas a hacer? ¿me atormentarás con tu voz? ¿bailarás hasta que me aburra?”. 

“Mira, nada de esto se tiene que poner complicado, ¿entiendes?” replicó Qinghua, ignorando la nueva actitud del hombre “solo estoy aquí porque me dijeron que vendes algo que me interesa, ¿es así?”. 

Ante esto Rong Ye, sonrió de lado. “Entonces ¿el magnífico Shang Qinghua desea comprar mis productos? ¿Eso es lo que entiendo?” dijo, cruzándose de brazos, pero teniendo una sonrisa que estaba sacando de quicio al bardo. 

“Ay, por todos los cielos” masculló Qinghua, guardando de un solo movimiento su daga, para después golpear con fuerza la rodilla derecha del hombre, haciéndolo caer de golpe al suelo. “No quiero comprarte nada imbécil, solo quiero saber ¿de donde conseguiste la cicuta venenosa y por qué demonios la vendiste en el Loto Blanco?”. 

“No…no sé de qué hablas” masculló Rong Ye, tratando de enmascarar su dolor con su estúpida risa. 

“Bien, parece que necesitas un incentivo”, comentó Qinghua, tomándolo del cuello de su camina y forzándolo a levantarse. Por un momento agradeció que el tipo fuera más o menos de su misma altura y peso, porque de no ser así, Qinghua hubiera tenido varias complicaciones. 

“¡¿A dónde me llevas?!” exclamó Rong Ye enfadado, mientras cojeaba al caminar. 

“Ya lo dije”, masculló Qinghua, abriendo ligeramente la puerta de la habitación, “necesitas un incentivo” explicó, presionando con fuerza el rostro del hombre contra el marco de la puerta y forzandolo que viera hacia la otra sala. 

“Míralos con atención” murmuró Qinghua, de forma amenazante. “¿qué es lo que ves?”.

“Es mi…mi padre, está…con unos clientes” masculló con cierta dificultad el hombre, a lo que Qinghua presionó aún más. 

“Oh, pero no son clientes normales” musitó Qinghua, de una forma que podría hacer a alguien retroceder. “Obsérvalos con atención”, dijo, moviendo hacia arriba la cabeza del hombre. 

Rong Ye obedeció, y para la suerte de Qinghua, Mobei Jun se hizo presente a la vista de ambos. El demonio lucía taciturno ante la constante plática y atención del viejo boticario. Pero incluso de esa manera, luciendo tan distante y frío, lograba emanar un aura que podía aterrorizar a un ejercito entero. 

“Oh no”, escuchó decir a Rong Ye, su voz escuchándose pequeña y temerosa. 

“Exacto… Ahora dime ¿a quién crees que fue que le dieron el veneno que vendiste? ¿hm?” respondió Qinghua con una sonrisa, jalando al hombre al interior de la habitación,  tirándolo al suelo y volviendo a cerrar detrás de él. 

“Tenemos que irnos” respondió Rong Ye, arrastrándose con la intención de acercarse a la puerta, “ese demonio nos va a matar” dijo, hincándose frente al bardo y mirándolo con desesperación. 

Shang Qinghua ladeo la cabeza, para después patear el pecho del hombre y hacerlo caer de sentón. 

“Más bien, te matara a tí”, dijo, cruzándose de hombros “tú fuiste el que consiguió la cicuta venenosa y quien la llevó al Loto Blanco”. 

“No…no” dijo, poniendo sus manos delante de él y negando frenéticamente “yo no conseguí la cicuta, ese tipo de planta solo se consigue en el reino Huan Hua” explicó, con algunas lagrimas acumulándose en sus ojos “un hombre raro me dio la hierba para que la hiciera polvo y solamente la entregue en el Loto Blanco, pero lo juro, yo no la puse en ninguna de las bebidas”. 

“¿Cómo sabes que la pusieron en una bebida? ¿Eh?” cuestionó Qinghua, inclinándose amenazadoramente “jamás mencioné eso”.

“Porque… porque ese tipo de venenos solamente puede activarse al contacto con un líquido” explicó Rong Ye, con la voz temblorosa, al borde del llanto. “pero es todo lo que hice, lo juro por mi vida” dijo, con lágrimas en sus ojos y moco escurriéndose de su nariz, “por favor, Lord Shang, ayúdeme”, pidió, volviendo a hincarse, aunque con dificultad “se lo suplico, no quiero morir”. 

“Claro, no quieres morir” respondió el bardo, ajeno de cualquier bondad “pues debiste de haber pensado eso primero antes de dedicarte a crear sustancias peligrosas… dices que no quieres morir, ¿pero no te importa matar a otros? ¡¿es eso?!” exclamó esto último, cosa que hizo temblar hasta la médula al hombre. 

“¡Ayuda! ¡Papá ayuda! ¡Ayúdenme por favor!” suplicó a gritos Rong Ye, sin obtener respuesta alguna, más que la risa del bardo.  

“Nadie vendrá” indicó Qinghua, “puse un talismán que cancela el sonido”. 

Rong Ye lo miró horrorizado, sus húmedos ojos viéndose aún más lastimeros detrás de esos grandes anteojos. Se quedó callado por unos minutos, hasta que no pudo contenerlo más y estalló en llanto. 

“Agh, eres patético”, masculló Shang Qinghua hastiado, rodando la mirada. Pero a pesar de sus palabras, en un santiamén sintió un nuevo peso en sus piernas y contempló con sorpresa como Rong Ye se aferraba a estas.  

“Lord Shang, por favor…usted no lo entiende” murmuró el hombre despavorido “debo de hacer esto, no puedo negarme. A los ricos no les importa si eres bueno en algo, lo único que les interesa es lo que pueden sacar de eso”, explicó, sintiendo su garganta ardiendo “mi padre ya es un hombre mayor y batalla con todo lo que hace, la gente ha parado de tomarlo en serio y el negocio solo ha quedado en ruinas con el paso de los años”. 

Shang Qinghua trató de decir algo, pero fue interrumpido por el llanto del hombre.  

“Mi padre es todo lo que tengo y yo soy todo lo que él tiene…si hago esto es sólo porque es la única forma en la que podemos sobrevivir” hizo una pausa, limpiándose su nariz con la manga de su camisa “sé que he cometido un grave error y…y si es necesario, ayudaré en lo que sea” dijo, con una sonrisa llena de esperanza que con el paso de los segundos se esfumó, siendo reemplazada con una lúgubre expresión “pero si he causado un daño irreparable, aceptaré las consecuencias… pero no le hagan daño a mi padre” imploró, recargando su frente contra las piernas del bardo “si me han de matar, lo único que suplicó es que mi padre jamás se entere de lo que hice; no quiero causarle más sufrimiento”. 

Shang Qinghua contempló aquello en silencio, escuchando las súplicas del hombre, averiguando si había algo genuino detrás de estas y no era un simple espectáculo para salvarse el pellejo. 

Entonces concluyó que Rong Ye era un hombre patético. 

Pero, al mismo tiempo, podía notar su resiliencia. 

Su intención era noble, debía admitirlo, pero era una pena que desperdiciara sus habilidades, herramientas e inteligencia en algo que solo le traería la ruina a su familia que tanto trataba de salvar. Shang Qinghua podía ver que el hombre estaba entre la espada y la pared. Haciendo lo posible para poder darle una vida mejor a su padre;  trabajando a espaldas de él y manteniendo las apariencias para hacerlo sentir orgulloso. Obedeciendo a los mismos que lo miraban con desdén, que lo amenazaban y que le impedían ser alguien mejor. 

Rong Ye tampoco parecía ser tan mala persona, solo demasiado confiado para su propio bien y algo engreído, probablemente ya que nadie jamás le había descubierto. Pero esa máscara de superioridad y confianza se había quebrado pronto, revelando a un hombre frágil, exhausto y subestimado por todos; quien estaba dispuesto a aceptar sus errores y a sacrificarse por el bien de su padre…

Rong Ye era un hombre patético… pero también era un hombre demasiado trágico. 

“AHG ¡MALDITA SEA!”, exclamó Qinghua completamente frustrado de que sus sentimientos decidieran intervenir ahora. Rong Ye soltó las piernas del bardo al instante, y lo miró boquiabierto.. “Mierda… me voy a arrepentir de esto, pero, si me dices lo quiero saber, dejaré que vivas”. 

“¡Por supuesto, Lord Shang!” exclamó Rong Ye, volviendo a abrazar las piernas del bardo y ahora llorando lágrimas de alegría.  

“¡No me toques!” reclamó Qinghua, a lo que el hombre acató de inmediato y lo soltó.

“Ahora, dime ¿cómo puedo curar el efecto de la cicuta?” Preguntó el bardo, lentamente quedando en cuclillas y a la altura del hombre “y no quiero mentiras”. 

“No… no hay forma de curarlo”, respondió Rong Ye, tragando con dificultad “se pueden tratar y regular  los síntomas, pero dependiendo de la cantidad ingerida, es poco probable que se pueda hacer algo para curarlo por completo”.

“¿Y en los demonios?”

“Con los demonios es más complicado, depende mucho de su anatomía y de la especie que sean” explicó, acomodando de nuevo sus lentes “en el caso de su acompañante, el cual por la marca en su frente y la coloración de su piel puedo suponer que es de la realeza demoníaca del Desierto del Norte, puedo decirle que las posibilidades son casi nulas a la hora de curar ese veneno”.

Shang Qinghua lo tomó del cuello de su camisa, apretando con rabia la tela entre sus dedos y aniquilandolo con la mirada. Aunque en realidad no era a Rong Ye a quien miraba, sino a sí mismo en el reflejo de los anteojos del hombre. 

Una ironía cruel, opinaba Qinghua, pero adecuada para la situación; pues él sabía a la perfección que ese veneno no tenía cura. Y a pesar de que deseaba poder descargar toda su ira en el hombre y reprochar hasta quedarse mudo, sabía que al único que podía culpar –de nuevo– era a sí mismo. 

“¡Pero!”, exclamó Rong Ye con los ojos firmemente cerrados “hay algo que podría funcionar”. 

“¿En serio?”, inquirió el bardo con sorpresa, comenzando a albergar la esperanza de que dentro su estúpido mundo existiera algo que pudiera sanar al demonio. Algo que el Sistema quizás había tomado de sus notas; a estas alturas Qinghua estaba dispuesto a aceptar lo que fuera. 

“¡Si!” respondió Rong Ye asintiendo frenéticamente “Se trata de las cascadas de la Luna Creciente” explicó “las propiedades del agua son curativas, se dice que hasta divinas, puede curar cualquier malestar, sea pequeña o mortal… quizás también la cicuta venenosa” explicó. 

Sin embargo, aquellas palabras no le brindaron el alivio que buscaba, mucho menos la solución a su problema. 

Soltó a Rong Ye, para después levantarse, mirando a la nada por unos momentos. “Las cascadas de la Luna Crecientes, dices”, dijo Qinghua en forma de murmuró, sintiendo un ardor en su estómago. “solo que nadie sabe donde se encuentran o si siquiera existen…¿de que podría servirme eso?”. 

“Pero vale la pena intentarlo, ¿no?” respondió el hombre, mirándolo desde el suelo, aun temblando con nerviosismo. “tengo entendido que existen algunos records que aluden a su existencia, los que pudieron ser recobrados después de las guerras de los demonios…aunque, bueno, varios de estos han sido divididos entre eruditos y apotecarios a lo largo del territorio”.

Shang Qinghua soltó un largo suspiro, de repente sintiéndose extremadamente agotado. Miró hacia la ventana, notando que no tardaría demasiado en atardecer, y que si no se daba prisa, Ning Yingying se preocuparía por él y Mobei Jun… probablemente terminaría derribando la puerta. 

“Bueno”, comentó, comenzando a buscar algo dentro de su confiable bolsa, ganándose la mirada atemorizada y expectante de Rong Ye “has cumplido tu parte del trato, así que, vivirás otro día” contempló, sonriendo ligeramente y sacando una pequeña píldora de color blanco “Lo único que tendrás que hacer, es masticar esto”.

“¿Qué es eso?” preguntó el boticario, tomando con su mano la píldora, examinándola con interés. 

“Es una píldora de escape… si sabes a lo que me refiero”, explicó Qinghua, aclarando su garganta “pero esto no te matará o lastimará. La he modificado para que actúe como un sedante, el cual te hará lucir muerto por unos cinco minutos a lo mucho”. 

“¿Por qué..?” trató de preguntar Rong Ye, sin encontrar las palabras correctas para representar su opinión sobre eso. 

“Si la masticas de una vez, me dará el tiempo suficiente para explicar como, a pesar de que te insistí y golpee simplemente te negaste a cooperar, y después de eso preferiste suicidarte, por lo que no pude sacarte más información.” explicó Qinghua, poniendo ambas manos en su cadera “Cuando despiertes tus sentidos volverán, y quizás tengas algo de jaqueca pero ¡hey! ¿acaso no es eso mejor? ¿O prefieres que mi acompañante venga a buscarme y te mate?”. 

“Gracias” murmuró el hombre, sosteniendo con ambas manos y con extremo cuidado aquella píldora “realmente se lo agradezco Lord Shang”. 

“Solo deja de meterte en problemas como estos” comentó Qinghua frunciendo el ceño y mirando a su alrededor, encontrando fascinante todo lo que el hombre había logrado crear a pesar de la situación “digo, pareces ser un tipo inteligente y tienes todo este equipo y aun así decides desperdiciarlo en satisfacer a esos imbéciles” explicó, “estoy seguro de que tus descubrimientos podrían ser apreciados por los demás apotecarios o incluso por los clientes que tienen o los que podrían llegar tener” advirtió “en vez de que vendas esa porquería, mejor ayuda a tu padre y haz que este lugar regrese a su esplendor… quizás no como antes, pero puedes hacerlo a tu manera; esta vez de una forma genuina”. 

“Lo haré, Lord Shang, se lo juro por mi vida”, aseguró el hombre, postrándose en el suelo. 

Dicho esto, y dándole un último vistazo al lugar y al hombre en el suelo, decidió darse la vuelta, caminando hacia la salida. 

“Espere, mi Lord”, llamó de repente Rong Ye, antes de que Qinghua quitara el talismán de la puerta “aun no le he dicho quién fue la persona que suministró el veneno a su acompañante”, indicó Rong Ye “el sujeto de ropaje extraño”. 

“Oh, descuida, eso ya lo sé.”, comentó Qinghua, moviendo su mano de un lado a otro.  

Rong Ye lo contempló estupefacto y en completo silencio, de no ser por los anteojos que tenía, tal vez y sus ojos se saldrían de sus cuencas ante la sorpresa y rodarán en el suelo, como en las caricaturas. 

“Se muy bien quién es el culpable, pero aun no puedo revelar esas cosas… arruinaría el final.” explicó, consciente de que lo crípticas que sus palabras sonaban ”Así que ponte masticar de una buena vez si no quieres que un demonio del clan Mobei parta cada uno de tus huesos“.

“Está loco…”, musitó Rong Ye. 

“Si, pero este loco te está salvando la vida” dijo, encogiéndose de hombro, al mismo tiempo que ponía su mano en la perilla de la puerta “así que hazlo de una buena vez”.

Rong Ye así lo hizo, llevando sus manos hacia su boca y masticando experimentalmente la tableta. Shang Qinghua lo observó por unos segundos, notando que los párpados del hombre comenzaban a cerrarse poco a poco. Fue ahí que removió el talismán de la puerta, recitando nuevas palabras que hicieron que este se deshiciera en el aire. Después, abrió con cuidado la puerta, para recibir una notificación del Sistema. 

 

[DEJAR VIVIR A RONG YE: +200 puntos.

¡¡Continúe con el buen trabajo!! ]

 

“Dulces sueños, Rong Ye” musitó, logrando cerrar la puerta al mismo tiempo en que el cuerpo del hombre se estampó inconsciente en el suelo.  

...

“Bueno, no estuvo tan mal ¿o sí?”, escuchó decir a Ning Yingying una vez que salió de la botica.  

Shang Qinghua contuvo una risa y miró hacia donde permanecían de pie la joven y el demonio. Notó que Ning Yingying cargaba consigo una caja con varios frascos y paquetes, mientras que el demonio se mantenía callado y quieto, con varias gasas cubriendo su brazo y su mano izquierda. 

Ante el comentario, el demonio resopló, dándole un ligero golpe a la joven en su hombro. Ning Yingying lo contempló con indignación, igualmente propinándole un golpe en el brazo, ganándose un gruñido por parte del demonio. 

“Sistema, dame paciencia” , murmuró Qinghua al contemplar aquello, poniendo su mano sobre su frente y negando lentamente, pero acercándose hasta donde sus acompañantes estaban.

“Lo sé, quizás no fue la solución que buscamos, pero al menos el Doctor Rong logró encontrar medicinas que pueden ayudar” dijo de nuevo la joven, la cual parecía tratar de hacer conversación mientras esperaban a que el bardo regresara, “además, aún existe la posibilidad de que Lord Shang le saque información a Rong Ye”, advirtió, ganándose la atención del demonio. 

“Me temo que eso no será del todo posible”, interrumpió Qinghua, captando la atención de ambos. 

“¿No lograste hacer que ese hombre hablara?” cuestionó Mobei Jun, frunciendo profundamente el ceño. 

“Si y no” admitió el bardo, rascando su sien. “trate de sacarle información, pero el idiota solo repetía que no había sido el culpable. Y bueno, él decidió….” trató de continuar, pero al notar que seguían a las afueras del local, Qinghua optó por hacer un gesto con su mano, usando su dedo con una navaja y pasándola por su garganta, para después cerrar sus ojos y sacar su lengua. 

Ning Yingying ahogó un sonido afligido, poniendo sus manos sobre su boca, mientras que Mobei Jun soltó un gruñido. 

“Aunque mencionó algo de Huan Hua… quizás es una pista del paradero de nuestro culpable” comentó Shang Qinghua, poniendo su mano sobre su barbilla “o tal vez es el origen del veneno, no sabría decir con certeza”. 

Los tres permanecieron en silencio por algunos segundos, considerando la nueva información que el bardo había obtenido, cosa que Qinghua aprovechó para por fin llevarlos lejos del local. En su mente contaba los segundos del efecto del sedante, además del tiempo en que el viejo Rong Xuan iría a buscar a su hijo a la parte trasera y no pensaba que sería una buena idea estar ahí para cuando eso pasara. 

Una vez que estuvieron caminando nuevamente por las calles del pueblo, fue que Qinghua volvió a hablar. 

“Si lo estimó correctamente, nos tomará algunas semanas de viaje desde este pueblo a Huan Hua”, comentó, mirando hacia el horizonte, sin captar las expresiones de los otros dos que venían siguiéndolo “mi Lord, creo que aun puedo conseguir algunas provisiones y conseguir una carreta”, dijo, mirando de reojo a Mobei Jun “si nos retiramos hoy, tendremos una ligera ventaja”. 

Ning Yingying corrió por un momento, quedando delante del bardo y haciendo que se detuviera. 

“Lord Shang, ¿se está escuchando?” preguntó Ning Yingying, mirándolo consternada “¿Planea ir a Huan Hua? ¿Dónde la gente es tan prepotente y dura con los forasteros, en especial con los demonios?”. 

Shang Qinghua asintió. “He estado allí un par de veces, y no fue tan…malo” confesó, tratando de ocultar el odio que realmente sentía hacia ese lugar, “tengo algunos conocidos que quizás puedan ayudar, además de que hay muchos médicos allí, tal vez podamos encontrar a alguien que pueda tratar a Lord Mobei.”

“Pero el doctor Rong dijo que no tiene cura”, replicó la joven “Lord Mobei dijo que usted dijo lo mismo”.

“Bueno, tal vez ambos estamos equivocados…”, refutó Qinghua “yo solo soy un bardo y puede que la edad del señor Rong Ye ya le está nublando su juicio, y de todas formas, vale la pena intentarlo, ¿no?”. 

No era que dudaba de las palabras del hombre, Qinghua sabía que este era muy sabio y un experto en su área. Pero debía de encontrar la forma de avanzar con la trama, o si no, recibiría algún castigo por parte del Sistema. Y no, no le fascinaba la idea de tener que ir al reino de Huan Hua y revivir sus malos recuerdos, pero sí debía de viajar a ese lugar, confrontar de una vez por todas al imbécil de Lianguang-jun, y en el proceso usar eso como distracción para huir nuevamente, lo haría en santiamén. 

“En ese caso, conozco a alguien que nos puede ayudar, es el mejor médico que conozco, y creo que vive cerca del territorio de Huan Hua”, comentó Ning Yingying, con una sonrisa en su rostro. 

“Oh, ¿en serio? ¿Quién es?”, preguntó Qinghua con curiosidad, preguntándose si él de casualidad conocía a alguien así, pero rápidamente notando algo entre las palabras de la joven y frunciendo detrás de su máscara “Espera un segundo, ¿nos puede ayudar?... Yingying, no estarás pensando en acompañarnos, ¿o si?”

“Claro, ¿sino cómo lo va a encontrar? ¿eh?” comentó, plantándose a un lado del bardo, cargando con un brazo la caja de medicinas, y envolviendo su mano con el brazo de Qinghua. 

“¿Qué?”, murmuró Qinghua, algo shockeado por todo lo que estaba pasando, pero siendo capaz de sentir la punzante mirada del demonio puesta sobre él nuevamente. “Yingying…”

“He leído que es más seguro viajar en pequeños grupos” dijo, ignorando por completo al demonio que caminaba detrás de ellos “además, siempre he querido conocer más allá del reino, quizás hasta podría tener aventuras como las que siempre nos cuenta a mi y a a-Fan” dijo con clara emoción.

“Yingying, sigo sin creer que sea una buena idea…” confesó Qinghua, con preocupación, imaginando el posible desastre que se haría ante la clara animosidad que existía entre el demonio y la joven. “No creo que Lord Mobei esté de acuerdo con eso, además…”

“Además” interrumpió la joven, sonriendo ampliamente y apretando ligeramente el brazo del bardo “puedo cocinar para ustedes.” 

Un nuevo silencio se creó, no era pesado, pero sí inquietante. Shang Qinghua sintió escalofríos al percibir como Mobei Jun de repente tomaba la delantera. 

“Bien, puedes venir.” respondió finalmente el demonio, sorprendiendo a ambos humanos.

“¡¿Mi Lord?!”, exclamó con sorpresa el bardo, ignorando por completo el hecho de que el demonio hacía eso simplemente porque encontraba asquerosa su comida.

“Gracias Lord Shang, Lord Mobei”, dijo, haciendo una pequeña reverencia y con una sonrisa en su rostro “Ohh, ¡esto será increíble!” exclamó alegremente, apretando aún más el brazo del bardo y dando pequeños brincos. 

“Claro…”, murmuró Qinghua, mirando hacia arriba, donde nuevas pantallas verdes aparecían junto con un confeti digital.  

 

[¡FELICIDADES! 

¡FELICIDADES!

¡FELICIDADES!

¡Las cosas buenas deben de ser dichas tres veces! 

\(^O^)/]

NUEVO ARCO DESBLOQUEADO: La Verdad, Los Amigos y lo que se encuentra en el camino.

El Sistema le desea mucha suerte]

 

“Claro…”

Notes:

Holaa a todxssss :D
IM BACK!!! (also FELIZ AÑO NUEVOOO, esperemos que el 2023 sea mejor que el año anterior lol)
¿Qué les pareció el nuevo capitulo? la verdad me divertí mucho escribiendo a Qinghua interactuando con otros personajes, así como la caótica rivalidad de Mobei Jun y Ning Yingying jasjajs
Además, ahora tenemos un misterio (no tan misterioso) por resolver y una nueva aventura wuuhhh!!

Espero que les haya gustado este capitulo y les agradezco mucho los kudos y comentarios que me han dejado. La neta sus palabras son muy cool y me motivan a continuar escribiendo este fanfic.

Les tqm
Byeeeee :)

Chapter 6

Summary:

Un nuevo arco se ha desbloqueado, por lo que el trío de viajeros debe de embarcarse en un nuevo y emocionante viaje… aunque claro, no sin antes tener algunos inconvenientes.

En donde Mobei Jun asiste a su primera feria, Ning Yingying los mete en problemas y Shang Qinghua trata de mantener su sanidad intacta.

Notes:

OMG HOLAAA!!! :D
La neta quien sabe si alguien siga leyendo esta historia, pero YAYY por fin tengo un nuevo cap!! un verdadero milagro navideño si me lo preguntan XD
And look.... yo lo sé, dejé bien abandonada esta historia y por eso lo siento mucho (T .T) tbh fue toda una combinación de falta de tiempo y de inspiración/bloqueo de escritor, además mi beta reader también es una persona ocupada por lo que corregir lo que tengo escrito también toma tiempo (pero woow si ha pasado mucho tiempo, ya hasta terminé la Uni y todo eso jasja) pero ustedes no se preocupen, no voy a abandonar la historia jajs solamente seguiré actualizando de q modo tortuga, pero si la voy a terminar!!!!

Pero en fin, aquí les traigo algo nuevo jeje y pues espero que les guste mucho!!! :))

Chapter Text

La habitación permanecía en completa penumbra, aunque por el alboroto del exterior, era claro que el amanecer había sido hace horas. 

A pesar de ello, para el demonio seguía siendo demasiado temprano para estar despierto, y de no ser por su estómago que gruñía incesantemente, Mobei Jun habría conciliado el sueño nuevamente. O al menos eso suponía, pues estaba seguro de que los constantes ruidos que escuchaba a las afueras de la posada serían suficientes para mantenerlo despierto. 

Apenas era el comienzo de su viaje por el territorio humano, pero el demonio ya extrañaba las calladas mañanas que su hogar le daba. Nada de pájaros cantando, pláticas de humanos, cero relinchar de caballos; en el palacio del Desierto del Norte sólo había silencio, y este solamente podía ser disturbado si Mobei Jun así lo ordenaba.

Con pisadas pesadas, el demonio caminó hacia las ventanas, haciendo a un lado las gruesas cortinas e instintivamente cubriendo sus ojos al sentir que el sol de la mañana lo cegaba de repente. Tras dejar que sus pupilas se acostumbraran, Mobei Jun comenzó a buscar el origen del alboroto. Pero, para su mala suerte, aquello no tenía un origen específico, sino que se trataba de toda la ciudad confabulando en su contra.

La misma calle que había visto completamente vacía durante la noche en la que arribaron a esa ciudad, ahora se encontraba atiborrada de ruidosos humanos. Estos caminaban de un lado a otro como pequeñas hormigas, algunos acarreando sus carretas, otros simplemente conversando. 

Lo que más llamó la atención del demonio, fue que entre todo ese caos, en la calle adoquinada y de forma paralela, se extendían dos hileras de construcciones de madera. Estas lucían más rústicas en comparación con las demás tiendas que la ciudad tenía, algunas eran pequeñas, otras grandes, unas con telas de coloridos patrones amarradas para crear un techo y brindar algo de sombra, otras sin este recubrimiento, pero mostrando varios objetos en carretas y largas mesas. El demonio podía notar que varias de estas tenían, colgando de sus vigas o martillados a su postes de soporte, pedazos de madera cubiertos de símbolos y dibujos coloridos, los cuales atraían la atención de los transeúntes, incluso si la construcción lucía hecha a prisas.

“¿Tal vez están celebrando algo?”, se preguntó el demonio al ver que de varios edificios y postes colgaban listones, flores y banderas triangulares de distintos colores, así como se escuchaban los gritos, risas y cantos de los humanos. Sin embargo, tenía el presentimiento de que quizás estaba equivocado, puesto que ni siquiera en su propio hogar o en el resto del territorio demoníaco, había visto alguna celebración de este tipo. 

Miró hacia arriba por unos instantes, observando que algunas personas también abrían sus ventanas, algunos teniendo la misma curiosidad que él de ver que era lo que pasaba, otros para gritar palabrotas y tirar cubetas con un líquido que Mobei Jun no quería pensar en su procedencia, y unos cuantos para desempolvar sus sábanas y algunas de sus prendas. 

Mobei Jun frunció el ceño al captar como algunos de estos humanos se detenían en lo que hacían para observarlo fijamente. Sus expresiones mostrando una combinación de sorpresa, miedo y odio, aunque en unos cuantos de estos, había algo más que el demonio no sabía descifrar del todo, pero podía presentir que no era algo bueno, en especial por la forma en la que sus rostros se coloreaban de un rojo pigmentado y corrían al interior de sus habitaciones.

“Todos los pueblos humanos son lo mismo”, concluyó Mobei Jun –aunque realmente no tenía la suficiente experiencia para hacerlo– mientras cerraba la ventana y recorría las cortinas, volviendo a quedar en completa oscuridad.

O al menos así fue por un momento, cuando la puerta de su habitación se abrió ligeramente con un ruidoso crujido, dejando entrar algo de la luz del corredor. 

“Oh no, ¡no puedes entrar ahí querido!”, se escuchó de repente la voz de una mujer, al igual que el sonido de la puerta deteniéndose.  

“¿Ocurre algo con esta habitación?”, cuestionó otra voz, una más joven que la anterior, o al menos eso supuso el demonio. 

“¡Aish! querido, esos aposentos están ocupados por un noble, no podemos molestarle”, advirtió la voz detrás de la puerta, a lo que recibió un pequeño “oh” junto con la puerta cerrándose de nuevo. 

Mobei Jun frunció el ceño, no tanto por la audacia de ese sirviente al intentar entrar a sus aposentos sin permiso, sino ante la mera idea de que por culpa de las palabras de su sirviente, ahora los demás humanos lo percibían como un noble cualquiera. 

“Mi Lord, es una medida preventiva ”, escuchó decir al bardo la noche anterior, tras cruzar la frontera de Qiong Ding y Qing Jing, donde le insistió en que él debía de ser quien manejara las negociaciones con los dueños de las posadas en las que se hospedarían por el resto del viaje; “este no es su territorio, mi Lord, no dudo que haya algunos que conozcan su grandeza, pero la mayoría de estas personas son ignorantes y desconfiadas… en especial de los demonios”, explicó el bardo, para después aclarar su garganta “es demasiado peligroso que use su identidad verdadera por estos rumbos… en especial si deseamos atrapar al culpable de su condición”.

“Mi condición no hace menos apto para pelear”, refunfuñó Mobei Jun con enfado, mientras volvía a recostarse en su cama.

No obstante, muy en el fondo, el demonio sabía que aquello no era el caso. En especial cuando el bardo apenas logró controlar un brote espontáneo que sufrió durante la madrugada. La fiebre fue menos intensa y el dolor se disipó un poco al usar las medicinas recetadas por el boticario humano, pero por la expresión del bardo, aquello fue difícil de manejar… 

Una gota de agua cayó en su brazo, haciendo que Mobei Jun levantara la vista y observara que algo de la escarcha de la madrugada aún no se derretía de las vigas del techo. El demonio alzó su mano, haciendo que la escarcha se deshiciera al instante, pero en vez de agua, pequeños copos de nieve cayeron sobre él. 

“¿Mi Lord?”, llamó de repente su sirviente, su voz temerosa y a forma de murmullo, “¿está dormido?”, preguntó de nuevo, abriendo la puerta ligeramente con un rechinido.

Mobei Jun resopló. 

“Si así fuera”, dijo, su profunda voz resonando en la habitación, “estarías en graves problemas”, explicó, creando una brisa helada que fue capaz de abrir de golpe la puerta, haciendo que el bardo perdiera el equilibrio y cayera pesadamente al suelo. 

“¡Entendido mi lord!”, respondió el bardo rápidamente, levantándose del suelo y manteniendo la mirada baja “entonces, este sirviente tendrá más cuidado con sus acciones”, dijo, dando una pequeña reverencia, a lo que Mobei Jun rodó la mirada.

“¿Supongo que tienes mi desayuno listo?”, cuestionó el demonio, mientras pasaba sus garras por su alaciado cabello “¿O será que este Lord tendrá que ir a las cocinas y preparar algo por su cuenta?”

Ante esto, su sirviente levantó la mirada de inmediato, como si la sola pregunta le hubiera ofendido de alguna forma, sin embargo, el semblante del joven se congeló al instante, siendo incapaz de despegar su ojos de la figura del demonio. 

Mobei Jun alzó una de sus cejas, observando con cierta intriga la mirada perpleja del bardo. Sus labios ligeramente abiertos y sus pupilas dilatadas, casi cubriendo por completo el iris de sus ojos. El demonio bajó la mirada por unos instantes, preguntándose si había algo raro en su pecho o abdomen descubiertos, quizás el veneno le había causado algún tipo de irritación o manchas, pero tras unos segundos en los que sé examinó no encontró nada fuera de lo habitual, “¿hay algún problema, Shang Qinghua?”, inquirió Mobei Jun, recargándose en una de sus manos, viendo como el bardo volvía a la realidad en ese preciso momento. 

“Uhh…no, no mi Lord”, balbuceó su sirviente, para después bajar la mirada y salir por un momento de la habitación. 

“Shang Qinghua”, llamó Mobei Jun, su voz sonando más estricta, “vuelve ahora mismo”, ordenó, al ver la sombra del bardo asomándose en la entrada de la habitación. 

“Aquí tiene mi Lord”, respondió el bardo, mientras entraba de nuevo, esta vez cargando con un bandeja de metal donde había tres piezas de pan de centeno, varias frutas secas, nueces y algo de carne seca “espero que sea de su agrado, mi Lord”, dijo el bardo, lentamente colocando la bandeja a un lado del demonio, aun manteniendo su mirada en el suelo.  

Mobei Jun observó la comida con detenimiento, pensando en que realmente los humanos necesitaban más variedad en sus comidas. “¿Esto es todo?”, cuestionó el demonio, tomando entre sus garras el pedazo de carne seca y oliéndolo, para después hacer una mueca de desagrado y tirarla en la bandeja. 

El bardo dio un respingo ante el sonido, pero con una risa nerviosa respondió: “Siento mucho que la comida no esté en sus estándares, mi Lord”, se disculpó, haciendo otra reverencia, “pero las cocinas por el momento son un caos, al parecer por la noche se hospedó mucha más gente… para, para no perderse de la Feria de Qing Jing”, explicó, captando la atención de Mobei Jun.

“¿Feria?”, murmuró para sí mismo el demonio, “lo que está a las afueras de la posada, ¿eso es una feria?”, preguntó a su sirviente, a lo cual, asintió. 

“Es un evento que sucede cada tres años, mi Lord”, explicó su sirviente, “todos los mercantes y artesanos del territorio humano se reúnen en Qing Jing para crear alianzas con otros mercaderes y para mostrar y vender todos sus productos”, dijo, mirando de reojo al demonio por un momento, bajando de nuevo la mirada. “Su majestad el Rey Yue Qingyuan y el Gran Erudito Shen Qingqiu organizan este evento para promover el comercio en el territorio, obtener nuevos proveedores y descubrir rutas de comercio que beneficie a Cang Qiong”, comentó, a lo que Mobei Jun chasqueó su lengua. 

“Son muy ruidosos”, dijo, sentándose a la orilla de la cama, quedando a una distancia considerable del bardo. “gritan demasiado”. 

Ante esto, Shang Qinghua soltó una pequeña risa. 

“Así suelen ser los vendedores mi Lord. Además, tiene sentido que haya tanta gente presente, hay tantas cosas interesantes… quizás en tres años no vuelvan a tener algo que la gente desea; es mejor conseguirlo cuando se puede”, señaló, encogiéndose de hombros. 

Mobei Jun permaneció en silencio por un momento, analizando las palabras de su sirviente con cuidado. Un evento tan grande y tan esporádico debía de ser interesante de ver, en especial si tenían cosas jamás vistas en el territorio demoníaco “Con que es una feria…” , pensó mirando hacia la ventana, de donde aún podían escucharse esos ruidos que le habían molestado tanto, pero que ahora le causaban curiosidad. 

“Llévame a la feria”, ordenó, sorprendiendose a sí mismo y al bardo.

“Con… con gusto, mi Lord”, respondió su sirviente haciendo otra reverencia, tomando la bandeja de comida descartada, “descuide mi Lord, en la feria venden comida deliciosa, encontraremos un mejor desayuno para usted”, dijo, sonriendo ligeramente. 

Mobei Jun asintió, y al ver como el bardo salía de nuevo de la habitación, probablemente a preparar el dinero y sus capas, el demonio sintió algo que hacía mucho tiempo no experimentaba, una emoción que solamente podía recordar haber sentido alguna vez en su niñez... aunque también estaba la posibilidad de aquello fuera un efecto secundario de la falta de sueño o su enfermedad, ambas atacando su mente y haciendo despertar una sensación cálida en su pecho.

Algo que ningún demonio de hielo debía ser capaz de sentir…

“¿Qué le parece esto, Lord Mobei?, preguntó la joven mesera de repente, extendiendo bruscamente sus manos hacia su rostro, cargando en estas una planta humana de la que él no tenía conocimiento. “¿Acaso no es fascinante?”, cuestionó la joven, moviendo su cejas y teniendo una sonrisa burlona en el rostro. 

Mobei Jun observó la planta, era de un gran tamaño, incluso más grande que la cabeza de la joven. Tenía una forma circular con una protuberancia puntiaguda en la base, con dos hojas grandes que sobresalen de la parte superior y de un color carmesí profundo aunque con algo de tierra. De cierta forma parecía una versión inofensiva de una mandrágora, sin la cara de infante o el alarido capaz de dejar sordo y enloquecer a cualquiera. Pero quizá era igual de peligroso para los demonios. Después de todo, estaba siendo sostenido por esa mesera tan grosera. 

Mobei Jun dio un pequeño paso hacia atrás, mostrando sus colmillos al gruñir. 

“Deja en paz a Lord Mobei, Yingying”, interfirió la voz de su sirviente, el cual continuaba observando atentamente las plantas en la larga mesa, sin siquiera girarse a ver al demonio o a la joven. 

“Solo es una remolacha, Lord Shang”, respondió la joven, mirando de reojo al hastiado demonio “no le ocurrirá nada malo a Lord Mobei”, dijo ella, sonriendo de lado. 

Mobei Jun frunció aún más el ceño. 

“Hm, las remolachas son una gran fuente de hierro”, comentó el bardo para sí mismo, “y saben bien con algo de sal… llevaremos una”, dijo con más entusiasmo, juntando sus manos.

“Lord Shang, pero si saben a tierra”, se quejó de inmediato la joven, alejándose del demonio para poner la planta en la mesa y tomar del brazo al bardo. “Además, mancha de rojo todo, será una pesadilla tener que cocinarla”, dijo, jalando ligeramente el brazo del bardo y suplicando con la mirada, a lo cual el bardo soltó una risa.

“Ya sé, estoy jugando”, dijo dándole un pequeño golpe a la cabeza de la joven “pero si sigues molestando a Lord Mobei, la compraré”, advirtió, a lo que la joven le propinó un pequeño golpe en su brazo, haciendo que el bardo volviera a reír.

Mobei Jun resopló con enfado, disgustado con que la actitud de la joven no tuviera represalia alguna, y haciendo que el bardo aclarara su garganta, esta vez sacando otras dos plantas de una caja de madera y cargando cada una en sus manos. “Podríamos llevar algunas coles…”, dijo un tanto nervioso, nuevamente girando en su lugar, observando al demonio “¿le parece bien, mi Lord?”, cuestionó, su sonrisa nerviosa. 

Ambas coles, como había aprendido que se llamaba, tenían una forma ovalada, ambas envueltas en largas y verdes hojas con algunos toques de amarillo y blanco, que igualmente lucían enormes a comparación de las manos de su sirviente. 

“Esta col es parte de una de mis mejores cosechas, joven lord”, indicó el vendedor de repente, apuntando a la hortaliza que el bardo cargaba “puede cocinarla junto con otros vegetales y hacer una sopa deliciosa”, aconsejó, usando su mano para mostrar los demás vegetales de inusual tamaño. “Con una sola cebolla, una remolacha o una simple zanahoria, tendrá suficiente para alimentarse por una semana, mis vegetales son los mejores en todo el territorio, se lo aseguro”, comentó el hombre con entusiasmo, haciendo que la atención del bardo volviera a centrarse en la mesa con cajas de maderas repletas de vegetales, esta vez observando con detenimiento las remolachas y las cebollas. 

Mobei Jun miró en dirección a las cajas, permitiéndose sentir algo de asombro. Jamás había visto algo similar, claro, reconoció algunas de estas plantas por aquella vez que el bardo cocinó su asquerosa sopa, pero las demás seguían siendo un misterio para él. Plantas como esas no existían en el territorio demoníaco, puesto que la mayoría de las dietas de los demonios consistía en mera carne, tanto fresca como en descomposición, y las pocas plantas que existían tenían aspectos mucho más grotescos. Pero estas lucían inofensivas, y por lo que su sirviente le había murmurado, normalmente solían ser mucho más pequeñas, por lo que él suponía, que lo llamativo de este puesto era el tamaño de los vegetales.

“¿Se pueden sembrar en climas helados?”, preguntó de repente el demonio, tomando por sorpresa al vendedor, ya que hasta ese momento, Mobei Jun había decidido permanecer en completo silenció. 

“Es una excelente pregunta, mi lord”, respondió el hombre alegremente, emocionado por su curiosidad, “casi todo estos vegetales pueden sobrevivir las bajas temperaturas, algunos crecen bajo la tierra, así que pueden ser cosechados cuando sus hojas rompan la nieve fresca”, explicó, a lo cual Mobei Jun asintió seriamente, pensando en que quizas podia llevar algunas de estas semillas e implantar una forma de crecer tales plantas en el gélido suelo del Desierto del Norte. 

“Quiero esto, cómpralo”, ordenó Mobei Jun al bardo, apuntando hacia una de las coles que tenía en sus manos.  

“Como usted ordene, mi Lord”, respondió su sirviente de inmediato, haciendo una pequeña reverencia “Llevaré ambas coles, una cebolla, dos zanahorias y un rábano”, pidió al mismo tiempo que sacaba de su bolsillo unas cuantas monedas de bronce y plata, para después entregárselas al hombre. Éste las aceptó con gusto y comenzó a guardar cada vegetal en un saco de lino. “Nos durarán algunos días del camino”, escuchó decir al bardo, aunque por su semblante tan serio, suponía que estaba hablando de nuevo consigo mismo. “hasta que lleguemos al siguiente pueblo, entonces compraremos más provisiones…si, creo que funcionará” dijo, al mismo tiempo que aceptaba la bolsa de vegetales, “Gracias, gracias”, respondió el bardo con una sonrisa. 

Mobei Jun asintió en dirección al vendedor, recibiendo una respuesta familiar, mientras que la joven mesera sonrió ampliamente agitando su mano en forma de despedida. 

“Bien, lo siguiente por conseguir son especias”, comentó el bardo, poniendo sobre su hombro el saco de hortalizas, quedándose sin aliento por aquella simple acción. “Y más… más vale que haya buenas ofertas porque me niego a comer algo sin sal o por lo menos comino”, masculló esto último, su mirada llena de determinación. 

“¡Oh! Vi un puesto que tenía varios barriles y cajas con especias”, comentó la joven con entusiasmo, parándose de puntas y mirando a su alrededor, casi dando una pirueta en su lugar “¡Es por ahí!”, exclamó, aunque el demonio solo pudo ver las cabezas y sombreros del mar de humanos. “¡Vamos Lord Shang!”, dijo ella, tomando desprevenido al bardo, ambos adentrándose entre la multitud. 

Mobei Jun resopló disgustado, un “no de nuevo” cruzando por su mente, pero terminó por seguirlos.

La cuestión era que, cuando Mobei Jun le había ordenado a su sirviente visitar la Feria de Qing Jing, había pensado que solamente ellos irían a explorar. Sin embargo, su sirviente debió de haber abierto la boca, porque de la nada, al salir de la posada, la joven mesera estaba a un lado de ellos. Dando pequeños brincos de emoción y apretando en sus manos una pequeña bolsa con monedas. 

Entonces, Ning Yingying se dedicó a arrastrarlos a ambos a través de la gran feria, haciendo que se detuvieran en cada uno de los puestos y observaran todos los productos; muchos de estos vendían objetos de valor como pieles, cerámicas, artículos de madera y de hierro, otros ofrecían alimentos como frutas, legumbres, hortalizas, pan recién hecho, licores y hierbas medicinales, al igual que artículos más costosos, como lanas y sedas finas, perfumes, especias y aceite.

Sin embargo, lo que más le agradó al demonio, fue probar algunas de estas “delicadezas” que el bardo había mencionado. Carne sazonada y cubierta con un líquido que la hacía brillar un poco, pedazos de fruta cubiertos de miel y pedazos de membrillo, cuencos de sopa cremosa de almendras, panes rellenos de carne o vegetales, pescados encurtidos y muchas más cosas que resultaron más placenteras que lo que sea que trataron de darle de desayuno.

“Sus voces son como los cantos de sirenas, mi Lord” , le había murmurado el bardo a forma de advertencia, justo cuando se detuvieron, a petición de la joven, frente a un puesto donde vendían varias esencias y perfumes exóticos. En donde ella junto con un grupo de hombres y mujeres olían los viales y botellas de cristal pintado, “les dejan probar los productos más costosos y ¡bam! los atrapan, ni siquiera regatean el precio…pobres ilusos” , dijo con incredulidad, a lo que Mobei Jun miró de reojo al grupo de humanos, los cuales estaban hablando entre ellos sobre los aromas tan placenteros.

“¿Es algo malo?”, le cuestionó Mobei Jun, alzando una ceja de forma inquisitiva. 

“No necesariamente” , le respondió el bardo, “pero es mejor ser responsable a la hora de comprar en lugares así… hace un tiempo leí sobre un hombre que visitó una feria como esta, y en sus manuscritos mencionó que si intentaba comprar cada muestra de cada especia, consumiría por completo su fortuna”, advirtió, usando sus manos para explicar la historia, cautivando por completo la atención del demonio “se vio tentado por estas maravillas, gastó lo poco que tenía y la pobreza lo atormentó. Vendió sus túnicas y fue consumido por la glotonería, después ya no supo a donde ir o lo que sería de él….” comentó, su mirada luciendo ausente por unos momentos, pero regresando a la realidad al momento en que alguien lo golpeó en el brazo por accidente. “Pero eso no nos pasara, mi Lord haha” , le aseguró aunque algo atolondrado “soy excelente en regatear, además, solo compraremos lo necesario y regresaremos a la posada” .

Mobei Jun asintió, continuando su camino, contemplando la grandeza del evento. Había pensado que la vista desde su ventana era sorprendente y que el ruido era demasiado, pero ahora que estaba dentro de la feria, comprendió que quizás había subestimado la magnitud de esta.

Cualquier dirección a la que volteara, los puestos parecían ser ilimitados, cada uno ofreciendo algo completamente diferente. Si las palabras del bardo eran ciertas, entonces podía comprender cómo la gente común podía sacrificar lo poco que tenía o su fortuna completa con tan solo satisfacer sus caprichos… una visión muy demoníaca, incluso para los humanos. 

Por la parte del ruido, Mobei Jun había estado en lo correcto, los humanos eran demasiado ruidosos, incluso más que ciertas especies de demonios que conocía. Teniendo las voces de los tenderos, la gente que caminaba y parloteaba, los animales de carga y los de corral, los perros, las carretas que repiqueteaban contra las rocas del suelo, los mendigos pidiendo algo de comer, los artistas callejeros que daban piruetas y escupían fuego o los músicos que trataban de enaltecer su música y sus voces, a pesar de que a lo mucho, la gente solo aplaudía o lanzaba unas cuantas monedas.  

“¿Solo lo necesario?” , le cuestionó Mobei Jun, caminando detrás del bardo y sacando sus colmillos a cualquiera que siquiera chocaba contra él. 

“Antes de cruzar la frontera, logré conseguir cosas básicas, mi lord” , respondió el bardo, después de haber dado varias monedas a un dueto de una joven que tocaba una flauta de pan y un anciano que tocaba el laúd, “algunas frazadas y vendajes, encurtidos, carne seca, y un saco de frutas secas, están en la posada junto a mi equipaje” , enlistó usando sus dedos para recordar lo que ya tenían  “aunque bueno, ayer vi que Yingying estaba comiendo un puñado de fruta seca” , dijo, soltando una pequeña risa. 

“Comiendo mis provisiones, querrás decir” , pensó el demonio, resoplando con desagrado, lo cual al parecer llamó la atención del bardo. 

“No tiene de qué preocuparse mi lord, tomé cartas en el asunto y la castigué por su ofensa”, comentó su sirviente con seriedad, aunque Mobei Jun podía notar cierto sarcasmo en su voz.

Y ahora de nuevo estaban siguiendo los caprichos de la joven mesera, siguiéndola entre la multitud y sin ninguna atención hacia Mobei Jun, el cual no deseaba seguir teniendo contacto con más sudorosos humanos. 

“Yingying ¿estás… estás segura de que sabes a dónde vas?”, cuestionó el bardo, nuevamente sin aliento y esforzándose por seguirle el paso a la joven, a pesar de que el saco que lucía pesar lo mismo que él se lo hacía más complicado.

“Por supuesto que lo sé”, respondió ella, avanzando con toda la seguridad del mundo, “lo vi mientras íbamos al puesto de verduras”, indicó, mirando de reojo hacia atrás, “pero escuché que hay un atajo para llegar más rápido”.  

Continuaron con su camino, hasta que la mirada de la joven se iluminó con emoción, aumentando el paso ligeramente, dando vuelta en la calle y desapareciendo por un momento. El demonio y el bardo apresuraron el paso, alcanzando al lugar donde la joven se esfumó, encontrándose con un callejón, donde había algunas personas con pequeños puestos. “Creo que debemos de cruzar por aquí”, indicó la joven, manteniendo su sonrisa. Pero Mobei Jun no podía evitar sentir que no había nada por lo cual sonreír, en especial en ese lugar, donde era notorio la razón por la que esos vendedores estaban ocultos del resto de la feria.  

“Pues yo creo que debemos irnos”, murmuró el bardo, notando lo mismo que el demonio. Pero la joven continuó con su camino, avanzando como si no estuvieran en un posible peligro. No obstante, casi a la mitad del callejón, la joven no notó por donde avanzaba y terminó por tropezarse, derrumbando una carreta estacionada, en donde había varias jaulas con gallinas ahora completamente alteradas y tratando de escapar.

“Mierda”, escuchó decir al bardo, quien de inmediato dejó en el suelo el saco que cargaba y empujó hacia atrás a la joven, a lo que Mobei Jun por instinto la atrapó, pero de inmediato soltó. 

“Lord Shang, ¿pero que está haciendo?”, murmuró agitada la joven acercándose al bardo que estaba en cuclillas en el suelo. 

“¡¿Qué crees que hago?!” cuestionó el bardo mientras tomaba una de las jaulas, aunque la gallina en su interior moviéndose desenfrenada le hacía difícil la tarea “¡ayúdame a ordenar esto antes de que venga el dueño!”, ordenó, pero antes de que la joven pudiera tomar una de las jaulas, una nueva y enfadada voz se hizo presente. 

“¡¿Qué diablos le pasa?!”, exclamó con enfado una mujer, la cual se acercaba con prisas hacia donde estaban parados, cargando consigo un mazo de madera, “¡¿Acaso una ya no puede hacer negocios sin que arruinen su mercancía?!”, cuestionó furiosa, observando por un momento al bardo, “¡Y ahora también me roban mis gallinas!”, exclamó indignada, arrebatando la jaula al bardo, quien dio un paso hacia atrás y elevó ligeramente sus manos. 

“Esa no fue mi intención, mi lady”, respondió el bardo, sorprendentemente manteniendo la calma, “todo fue un malentendido, mi lady… pero estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo”, dijo, a lo cual la mujer lo miró con una furia silenciosa. 

“¡Lo siento mucho!”, intercedió la joven, en un afán por ayudar, “fue mi culpa, no vi por donde caminaba y yo…”

“Yingying, no es el momento”, masculló el bardo, interrumpiéndola. La joven cerró su boca de inmediato, en especial cuando notó como los nudillos de la mujer se volvían blanquecinos al apretar el mazo que cargaba.

“Si claro, ¡un accidente mi trasero!”, exclamó con sarcasmo “¡sólo son una bola de oportunistas!, vieron mi carreta sola y se les hizo fácil tratar de robarme” dijo, escupiendo en dirección al bardo, y soltando una risa, “esto no se va a quedar así, ¡ya verán cuando llame a los caballeros!” declaró, empujando fuera de su camino a ambos humanos, haciendo que ambos cayeran al suelo. 

“¡No! ¡Espere!”, exclamó la joven desde el suelo, “¡Por favor, no lo haga!”, dijo, levantándose torpemente, pero alcanzando a la mujer y aferrándose a su muñeca, “no…no hay necesidad de llamar a un caballero”, suplicó, clavando sus pies en el suelo, tratando de que la mujer no se escapara. “¡estoy segura de que podemos hacer algo para solucionarlo!”, rogó desesperada. 

Mobei Jun observó aquello, chasqueando la lengua, bastante indignado, “¿Quién era esa mujer para hacer tales acusaciones? ¿para atreverse a amenazarlos?” , fue lo primero que pensó, apretando sus puños. “Shang Qinghua”, llamó el demonio, con la intención de que su sirviente hiciera algo al respecto, sin embargo, no recibió una respuesta “¿Shang Qinghua?”, llamó de nuevo, esta vez observando a su sirviente, sintiéndose repentinamente desconcertado ante la expresión de este. 

El bardo estaba petrificado en su lugar, su rostro completamente pálido, su mirada llena de terror, temblando. Podía notar que su mano apretaba la tela de su camisa, justo donde se localizaba el corazón en los humanos, y aunque era poco audible, Mobei Jun podía escuchar que la respiración del joven era apresurada. 

El demonio dio un paso hacia adelante, con la intención de acercarse, cuando una memoria apareció en su mente en ese instante; de un joven bardo yaciendo en el suelo de un bosque, herido, desangrándose, con un caballero acechando…  

Mobei Jun frunció el ceño, sintiendo una potente energía recorriendo su cuerpo de pies a cabeza, creando una ráfaga de viento helado y hielo que aparecieron de la nada, haciendo que murmullos y sonidos de confusión se escaparan de los otros humanos. Entonces, alzó una de sus manos, haciendo que del suelo saliera disparada una pared de hielo, impidiendo que la mujer se escapara, y aterrorizando a los demás presentes. 

“¡UN DEMONIO!”, gritó despavorida la mujer al ver la figura del demonio, soltando el mazo que cargaba y dándose la vuelta para intentar romper la gruesa pared de hielo con las uñas de sus dedos, el miedo y pánico nublando por completo su intelecto. 

“¡Mi lord!”, se escuchó por parte del bardo, que por fin salió de su estado de pánico, “¡¿qué está haciendo?¡”, preguntó el bardo, claramente ansioso, pero Mobei Jun le ignoró, y avanzó en dirección a la mujer. Haciendo a un lado a la espantada mesera, y observando fijamente a la temblorosa mujer. 

“Así que…”, dijo Mobei Jun, plantándose frente a ella, su figura creando una sombra que la engullía por completo, y observándola con desdén “¿aun desea llamar a los caballeros?” 

¡Lo siento mucho, Lord Shang!”, exclamó Ning Yingying, una vez que entraron a la habitación del bardo. Bueno, una vez que el bardo entró y ella se quedó en el corredor, ya que sería mal visto que ambos estuvieran en la misma habitación sin un chaperon. “¡No fue mi intención!”, dijo la joven, como lo había estado haciendo desde que lograron salir de ese maldito callejón y regresar a la posada. 

Shang Qinghua sentía tantas ganas de golpear su cabeza contra la pared hasta quedar inconsciente o quizás dejar que algún carruaje lo arrollara y terminar con todo. Su corazón latía con demasiada fuerza, haciendo que su pecho doliera y podía sentir un sudor frío cayendo desde su frente, acumulándose en el las orillas de su máscara. 

Como pudo, tomó asiento en su cama, tratando de tranquilizarse. 

“¿Dónde hay un refresco cuando más lo necesitas?”, se cuestionó a forma de murmullo,  sus manos echas puños en su rostro, “soy demasiado viejo para esto… mi pobre presión”, se lamentó. 

“Lord Shang”, llamó Ning Yingying desde la puerta, su expresión avergonzada “realmente lamento lo que pasó… sé que debí de ser más cuidadosa y…”

“Exacto, debiste de ser más cuidadosa”, interrumpió Shang Qinghua, elevando la mirada “pero no lo fuiste, y nos metiste en grandes problemas”, replicó, frunciendo el ceño detrás de su máscara. “todo por tu maldito atajo…” 

“Yo realmente sabía a dónde íbamos, Lord Shang”, respondió la joven, tratando de defenderse, pero al ver la expresión del bardo, retrocedió el paso que había dado, “aunque eso ya no importa mucho,  pero…”, la joven desvió la mirada, mordiendo su labio inferior, “digo de todas formas, esa mujer estaba loca, ¿realmente valía la pena molestar a los caballeros por unas gallinas? ¿de verdad?”, preguntó al aire, soltando una pequeña risa, una que activó algo dentro del bardo. 

“¡Si!”, contestó Shang Qinghua, levantándose de la cama de un brinco, sintiendo que su sangre hervía “¡sólo por culpa de unas estúpidas gallinas nos encerrarían! ¿Sabes siquiera cuánto tiempo pasa la gente en esas mazmorras? ¡Años! ¡Décadas! La mayoría está ahí injustamente, pero créeme que a los caballeros les importa muy poco eso”. 

Ning Yingying abrió su boca, pero volvió a cerrarla, y tras unos segundos de mirar hacia el suelo, lo único que pudo hacer fue decir un “lo siento”. 

Shang Qinghua dejó escapar un largo suspiro, sintiendo su cuerpo entero estremecerse al dejar salir todo el estrés que tenía guardado. 

“Bien, que bueno que lo sientes” respondió, pasando su mano por su sudada frente “porque estás castigada”.  

“Sistema dame paciencia por favor” , pensó Shang Qinghua, deseando poder tomar alguna pastilla que le quitará la espantosa migraña que tenía. 

“¡¿Castigada?!”, replicó la joven, completamente indignada, cruzándose de brazos “¡¿Por qué?!”. 

Shang Qinghua bufó con sarcasmo.  

“¿Te atreves a preguntar? ¿acaso no te escuchaste?”, cuestionó el bardo, igualmente cruzándose de brazos “por tu culpa casi nos meten a las mazmorras…”

“¡¿Y qué hay de Lord Mobei?!”, interrumpió la joven, enfurecida “porque si bien recuerdo, ¡yo no fui quien hizo que una maldita pared de hielo apareciera y casi le quiebro la mano a la mujer!”. 

“Yingying no seas ridícula”, dijo Shang Qinghua, chasqueando la lengua, “no puedo castigar a Lord Mobei”. 

“Un ataque de un demonio es mucho peor que robar un par de gallinas y usted lo sabe”, replicó la joven con coraje, apuntando con su dedo al bardo de forma acusatoria “si los caballeros se enteran sobre eso, nos encerraran mucho más tiempo”. 

“¿Y qué harás al respecto? ¿eh?”, desafió, “porque estamos en el mismo bote, querida, y si nosotros nos hundimos, tú vienes con nosotros”, respondió, imitando a la joven y apuntando con su dedo. “No intentes cambiar las cosas, si no hubiera sido por Lord Mobei, todo hubiera sido peor…”, advirtió Shang Qinghua, aunque en su interior sabía que la joven estaba en lo correcto, pero no estaba de humor como para darle la razón, “tú sabes que no puede usar muchos sus poderes porque podría causarle una recaída y aun así nos salvó”, declaró “además, si bien recuerdo, él no causó que tuviera que darle a la mujer la mitad del dinero que tenía y también los vegetales que compramos ¿o sí?”. 

“¡Esto es injusto!”, exclamó la joven, frunciendo su ceño, y con algunas lágrimas saliendo de sus ojos. 

“Quizás lo sea, pero no me dejas muchas opciones, Yingying”, dijo, tratando de resistir la mirada de cachorro que la joven solía darle cuando estaba en problemas. 

“La audacia de decir eso cuando al menos yo si hice algo, y no me quede en mi lugar como un idiota”, masculló la joven, fulminando con la mirada al bardo, a lo que este soltó un suspiró, encogiéndose de hombros. 

“Bien, si así lo deseas”, dijo, acercándose a la joven “no saldrás de tu habitación por el resto del día… si me llego a enterar de que te escapaste o hiciste alguna otra tontería, yo mismo te encontraré y te regresaré al Loto Blanco ¿entiendes?”, preguntó enunciando cada una de sus palabras a lo que Ning Yingying simplemente lo miró con cólera y se dio la vuelta. 

Shang Qinghua soltó otro suspiro, cuando escuchó a la joven gritar “¡hazte a un lado!” y volvió a hacerlo cuando observó a Mobei Jun a la entrada de su habitación y de fondo se escuchó una puerta cerrándose de golpe.  

“Bueno… salió mejor de lo que esperé”, murmuró Shang Qinghua, sin que el dolor de cabeza se disipara. 

“Shang Qinghua” llamó al instante el demonio, haciendo que el bardo alzara la mirada.

“¿Necesita algo, mi Lord?”, preguntó el bardo, su voz algo nerviosa, preguntándose si el demonio había sido capaz de escuchar todo aquello, para después sentir un nuevo temor al pensar en que probablemente toda la posada había sido capaz de escucharlos. “Ah… no la escuche mi Lord, solo está enfadada, pero después se le pasará… o eso espero”, dijo, mordiendo su labio inferior, hasta que un nuevo pensamiento lo distrajo “por cierto, mi lord ¿cómo se encuentra? ¿algún síntoma o dolencia? si lo desea puedo prepararle un té medicinal”, preguntó acercándose al demonio, el cual simplemente continuó observándolo fijamente, hasta que un “Feria”, se escapó de su delgados labios. 

Shang Qinghua asintió, riendo nerviosamente “es verdad… no terminamos de explorar la Feria”, murmuró el bardo, y el demonio asintió ligeramente. “Bien, entonces vayamos” dijo, tratando de emular algo de entusiasmo, a pesar de todo lo que había ocurrido.  

Lo único que recibió fue un “Hm” por parte del demonio, y después de eso, este se dio la vuelta y caminó en dirección a la puerta principal de la posada, dejando atrás al bardo. 

“Okay… lo tomaré como un sí”, masculló Shang Qinghua, saliendo de su habitación y esperando ser capaz de alcanzar al demonio. 

….

“¿Es su primera vez en Qing Jing, Lord Shang?”, cuestionó de repente un vendedor, probablemente en sus veintes, de ojos claros y bigote delgado, “porque es mi primera vez viéndolo por aquí”, dijo con claro entusiasmo, haciendo que Shang Qinghua alzara la mirada de las cajas con legumbres y nueces, y notando que el joven además de darle una sonrisa amable, comenzaba a sacar una pequeña bandeja con varias nueces y semillas. 

El bardo fingió una risa.

Aún no estaba del todo bien por lo que había sucedido. Una parte de él seguía asustado de que la mujer cambiara de opinión y los delatara y la otra se sentía culpable por haber castigado a la joven, pero supuso que ver los demás puestos en la feria –aunque no tuviera el suficiente dinero para comprar algo– le ayudaría a disipar sus pensamientos. 

Solo que no contó que se sería reconocido, algo muy tonto de su parte.  

“Se podría decir que sí, en mis viajes usualmente solo paso por Qing Jing,  pero jamás tengo el tiempo o la oportunidad de quedarme y explorar”, admitió, mientras observaba con cierto interés la bandeja de nueces delante de él “y mucho menos había tenido el placer de ver una de estas ferias… que suerte la mía de por fin estar aquí, ¿no lo cree?”, cuestionó Shang Qinghua, sonriendo ligeramente. 

“Quizás sea el destino el que lo trajo en tan especial ocasión…” comentó el joven, sonriendo de lado “sabe, en unas horas habrá un desfile y al final de la feria se hará un espectáculo con músicos de todo el reino, tal vez podría presentarse” comentó, mientras empujaba hacia adelante la bandeja y con sus ojos le indicaba al bardo que estaba bien que tomara una muestra. 

Shang Qinghua elevó su mano, pero igualmente preguntó: “¿realmente se puede? no sabia que se acostumbraba a dar muestras gratis”, comentó, sus dedos flotando sobre un montón de almendras y semillas de girasol rostizadas. 

“Quizás en los demás puestos no, pero en el mío sí”, respondió el joven, con una amplia sonrisa. “en especial para alguien como usted, Lord Shang”, dijo, con un leve sonrojo en sus mejillas. 

Shang Qinghua sonrió igualmente, aunque dudaba que el joven hombre notara su incomodidad, dado que probablemente estaba teniendo toda experiencia de fanboy en su mente.

“Sahben increíblehf”, dijo el bardo dando un pulgar arriba y tomando otro pequeño puñado, poniéndolo en su mejilla cual hámster, alegre de por lo menos recibir algo de comida gratis en esa tragedia de día. “Uh, respecto a lo otro”, dijo una vez que terminó de comer “me temo que por el momento, no podré cantar”, dijo, rascando su nuca, apenado “solo estoy de paso…” 

“Ya veo”, respondió el joven vendedor, dejando en la mesa la bandeja con nueces, su expresión desanimada “pero… igual podría explorar un poco más ¿no? Sería una pena que se perdieran de nuestros bellos bosques de bambú o de las enormes bibliotecas de los eruditos…sabe, escuché que los Eruditos serán parte del desfile” dijo, pausando un momento, “si lo desea yo podría ser su guía”, musitó, apenas siendo audible. 

Shang Qinghua aclaró su garganta, fingiendo no haber escuchado aquello. Sin embargo, su mente lo redirigió a pensar claramente lo que el joven había dicho, y una palabra logró hacerlo sentir escalofríos. 

“¿Los…los eruditos dices?”, cuestionó Shang Qinghua, sintiendo que por unos instantes su cuerpo entero perder fuerza “vaya… eso suena inverosímil”, comentó, tratando de entretener sus temblorosas manos en golpetear la mesa de madera que había delante de él “escuché que son unos ermitaños y que son demasiado celosos de sus manuscritos y demás secretos”, dijo, sus ojos mirando hacia los lados en busca de alguien que quizás estuviera escuchando la conversación.

“Descuide, Lord Shang, lo entiendo perfectamente”, respondió, alzando ambas cejas “tampoco lo hubiera creído de no ser porque esta mañana colocaron un anuncio en el ayuntamiento, incluso escuché del pregonero real que el mismo Rey Yue y nuestro querido Erudito Shen fueron quienes organizaron el evento para que coincidiera con la Feria trienal” explicó con gran emoción, ajeno al pánico que el bardo estaba experimentando. 

Shang Qinghua recargó su mano en la mesa de madera, sintiendo por unos segundos que en cualquier momento terminaría en el suelo por el shock. “¡Mierda, mierda, mierda! ¡Este día no puede ponerse peor!”, exclamó para sus adentros, golpeándose mentalmente. “Vaya, si que es todo un acontecimiento”, dijo Shang Qinghua, cuidando el tono y cadencia de su voz, no queriendo delatar que estaba a nada de orinarse del miedo. 

“¡Así es!” respondió alegremente el joven, pero rápidamente su expresión se apagó por un momento “Pero hace un rato escuché que puede que se cancele el evento”, murmuró, usando una mano para bloquear de otros su boca “tal vez solo sea un rumor, pero oí que hubo un ataque demoníaco dentro de la feria” murmuró, sin darse cuenta de la expresión del bardo “los caballeros no encontraron a la víctima, pero varios testigos dijeron ver a tres figuras con capa y una de ellas era un demonio…pero no hay nada que temer, Lord Shang, dicen que ya los están buscando a órdenes del Erudito Shen”. 

“Bien, ¡Si se puede poner peor!” , exclamó en su mente el bardo, sorprendiendose a sí mismo por no romper en un ataque de pánico. “Vaya, suena… uh interesante, pero me temo que tendré que perderme el desfile y el espectáculo… ya que solo estoy de paso”, explicó, sonriéndole al amable joven. Después de todo, no era como que ese chico estuviera al tanto sobre sus actividades ilegales como erudito falso, su incidente con el caballero del Rey Yue, o su reciente incidente con la mujer y sus gallinas. 

“Oh, entonces…” estuvo a punto de decir el joven vendedor, cuando calló de inmediato y una sombra lo cubrió tanto a él como al bardo. 

Shang Qinghua tragó saliva, ni siquiera atreviéndose a darse la vuelta y mirar a Mobei Jun, pero teniendo por seguro que el demonio debía de tener una expresión intimidante “Gracias por las nueces” respondió el bardo rápidamente, cuando sintió que el demonio lo tomaba del cuello de su capa.

Pero, contrario a lo que el bardo pensó que sucedería, el demonio no lo arrastró por las calles como hacía unos días cuando se dirigían al Loto Blanco, sino que ahora, quizás por la cantidad de personas que transitaban por la calle, Mobei Jun optó por elevarlo del suelo, cual felino cargando a sus crías. “Al menos no tengo que caminar” , pensó por un instante el bardo, tratando de ver el lado positivo y mantener la calma, evitando a toda costa observar al resto de la gente que se hacían a un lado para darle espacio a Mobei Jun, para luego detenerse momentáneamente en su camino y observarlos anonadados. 

 

[¡Buen día, Usuario 0.1!

El Sistema espera que su estadía en Qing Jing sea placentera] 

 

“Pues esto no es muy placentero que digamos”, murmuró el bardo a la pantalla verde.   

 

[¡Nos alegra escuchar eso! 

٩(˘◡˘)۶ ] 

[¡Recuerde estar atento para nuevas misiones secundarias y continúe con el buen trabajo!]

 

“Mi Lord”, llamó el bardo, mirando de reojo al demonio, “quizás no sea el mejor momento…y este sirviente no desea arruinar su diversión”, comentó Shang Qinghua, soltando una risa nerviosa, ignorando por completo a un grupo de jóvenes que pasaban a su lado y trataban de contener la risa al verlo de tal forma, “pero necesito hablar urgentemente con usted” dijo, juntando sus manos a forma de suplica y tratando –fallando– de imitar la mirada que Ning Yingying le había dado para causar lástima. 

Mobei Jun se detuvo abruptamente y lo miró fijamente, en lo que fueron los segundos más largos en la vida del bardo. Pero el demonio apretó su agarre y salió del mar de personas, entrando a un callejón que esta vez estaba desolado. 

“Habla”, ordenó, soltando sin aviso alguno al bardo. 

“Bueno…” dijo Shang Qinghua, acomodando el cuello de su capa, desviando la mirada “me temo que debemos de retirarnos antes de lo previsto”, dijo, encogiéndose en su lugar al sentir de repente la energía tan pesada que emanaba el demonio  “lo siento mi Lord, pero debido a lo que pasó con esa mujer, el Erudito Shen ha mandado caballeros a buscar a los responsables… debemos de irnos de inmediato”, dijo, cerrando sus ojos, esperando algún golpe. 

Pero no recibió nada de eso, sino que tras abrir sus ojos, se armó de valor y alzó la mirada, encontrando que Mobei Jun lo estaba viendo fijamente, esta vez de forma expectante.  

“¿Mi Lord?”

“¿Hay testigos?”, preguntó, cruzándose de brazos. 

Shang Qinghua asintió, “solo pudieron identificarnos como tres figuras con capas, una de ellas con poderes… probablemente un demonio”. 

Mobei Jun asintió, soltando un “hm”, pero no uno contemplativo, sino uno sarcástico, burlón. 

“Puede que quizás suene demasiado paranoico en esta situación mi Lord”, comentó Shang Qinghua, sintiendo un tic en su ojo –probablemente porque era el único que parecía entender el riesgo que corrían– “pero debemos de admitir que… bueno, su apariencia si es muy distinta a la de un humano promedio…” indicó, rascando su nuca “quiero decir; quizás sea una buena idea buscar algo de ropa nueva para usted o una forma de modificar su apariencia… creo que con eso podremos viajar sin muchos problemas y, lo más importante, usted estará completamente seguro”. 

Mobei Jun volvió a contemplarlo fijamente, tomándose su tiempo para analizar la propuesta del joven. Shang Qinghua por el otro lado, estaba esperando que Mobei Jun se indignara e hiciera algún berrinche sobre el bardo teniendo la audacia de hacerlo vestir con ropajes humanos que estaban por debajo de su estatus. 

Porque si lo pensaba bien, cualquier otra ropa –en especial la que podía costear el bardo– usualmente lo estaría. 

La vestimenta con la que había encontrado a Mobei Jun aquella noche en el bosque, que era la misma que ahora portaba, lucía simple, mundana, pero Shang Qinghua podía notar la calidad superior en el material. Incluso la capa del demonio, la cual habían tenido que dejar atrás en la posada en favor a una que cubriera la cabeza de Mobei Jun, era una prenda sublime; de un profundo azul que a simple vista se confundía con negro, y de una considerable longitud. Ya con eso podía ser suficiente para asumir el estatus del demonio, sin embargo, el pelaje que tenía en la parte superior solo hacía que otros quedarán en ridículo. Shang Qinghua había tenido el privilegio de extender la pesada capa en el ropero de la posada, y tocar aquel pelaje sin duda había sido una de las mejores experiencias que había tenido en su vida, nunca había tocado algo tan suave y exquisito, que hasta podía hacer que tus manos se resbalaran al tocarlo.

“Bien”, respondió Mobei Jun de repente, haciendo que el bardo regresará a la realidad y soltara un suspiro repleto de alivio. 

“Descuide mi Lord”, dijo Shang Qinghua, algo emocionado “conozco a la persona indicada para esta tarea”. 

….

 

[Hola de nuevo Usuario 0.1 

El Sistema espera que su estancia en Qing Jing sea placentera]

 

“No importa cuantas veces lo digas, sigue sin serlo” , pensó Shang Qinghua sarcásticamente.

 

[¡Nos alegra escuchar eso!]

[El Sistema desea informarle que la Misión

“La Verdad, Los Amigos y lo que encuentra en el camino” se encuentra en proceso.

Sin embargo, una misión secundaria se ha desbloqueado ¿desea aceptarla?]

[ SI | NO ]

 

“¿Qué? ¡No! ¡Claro que no!”, masculló el bardo al leer el mensaje nuevamente, mientras intentaba balancear la montaña de prendas que la dueña de la tienda le había entregado. 

“Oh, entonces ¿no desea ver estos modelos de camisa?”, escuchó por parte de la dueña con cierto desánimo, a lo que Shang Qinghua elevó la mirada entre la pila que cargaba, captando a la mujer desde lo más alto de su escalera, abriendo otro cajón de la pared y sacando una camisa de algodón con olanes y bordados en hilo de oro.   

“¡Si!, no… bueno, si”, contestó de forma atropellada a ambas preguntas, tratando de ocultar su breve estado de estupor del que había salido.  

 

[Misión Secundaria: “Un cambio de look” aceptada]

[Esta misión consiste en…]

 

Pero antes de que el Sistema pudiera continuar con su explicación, el bardo dio un paso hacia adelante, atravesando la pantalla y haciendo que se desintegrara al instante. 

“Mil disculpas Lady Xiao, mi cabeza está revuelta con varios asuntos, pero claro que me encantaría ver las camisas”, dijo amablemente al ver como la joven mujer bajaba la escalera y colocaba la nueva prenda sobre la pesada pila “estoy seguro de que a mi Lord igualmente le fascinará verlas” comentó con ánimos, confiado en que su habilidad para mentir entre dientes seguía intacta. 

Ante esto la joven mujer sonrió ampliamente y alzando una mano, agitó una pequeña campana plateada, llamando a uno de los empleados que se encontraba resguardando la puerta de la tienda. 

“Gracias”, respondió Shang Qinghua con alivio, una vez que el joven hombre cargó con la ropa, liberándolo del dolor de brazos. 

“Lleva estas piezas al probador del segundo piso”, ordenó Lady Xiao al joven hombre “y se cuidadoso, querido; tenemos a un lord esperando”, advirtió con gran seriedad, a lo que el ayudante asintió. 

Pese a esto, Shang Qinghua sintió un escalofrío recorrer su columna al ver como el ayudante estaba a punto de retirarse, haciendo que un “¡Espere!” se escapara de su boca. 

“¿Hay algún problema, Lord Shang?”, inquirió Lady Xiao apurada, agitando su mano al hombre, indicando que se detuviera. 

“Yo…”, murmuró el bardo, mirando a ambas personas “puedo encargarme de eso, realmente no es necesario que lo haga otra persona”, dijo, tratando de sonar casual, a pesar de sus manos temblaban ligeramente al tratar de tomar de nuevo el montón de ropa “Mi lord es muy… particular en cuanto a interactuar con extraños”, explicó mordiendo ligeramente su labio inferior, captando como la expresión de la mujer cambiaba de nuevo al escuchar aquello. 

Lucía… ¿apologética?

“Lord Shang, le aseguro que no tiene nada de qué preocuparse”, comentó de una manera tranquilizadora “mis empleados no molestaran de ninguna forma a su lord, pero por favor, permita que le ayuden a llevar estas prendas, son algo pesadas”. 

Resignado, el bardo asintió, dejando que el hombre le ayudara, observando cómo se alejaba hacia las escaleras. Shang Qinghua soltó un pequeño suspiro, cruzando los dedos para que Mobei Jun no asustara al pobre empleado…

Y es que, realmente, no estaba seguro de si podría tolerar un nuevo escándalo, en especial no dentro de tan bonita tienda, y menos con una vieja amiga. Porque si, cuando Shang Qinghua mencionó que conocía a la persona indicada para vestir a Mobei Jun, realmente lo decía en serio. 

Lady Xiao Lian, una alta, voluptuosa y bella mujer, de vestimenta elegante y colorida, con un largo cabello marrón estilizado en trenzas cubiertas por una red de hilo de oro y perlas. Descrita por el Sistema como una de las mejores costureras de Qing Jing, incluso de Cang Qiong; no solo llegando a vestir a la misma realeza, sino también exportando sus piezas y telas por todo el territorio humano. Shang Qinghua la había conocido años atrás, cuando ambos comenzaban sus vidas adultas. Ella era hija de una talentosa artesana y de un famoso mercader conocido por su exitoso negocio de telas y pieles exóticas y él, un enclenque de bardo que de la noche a la mañana fue descubierto por una de sus canciones y de alguna forma logró ser invitado a la residencia de la familia Xiao como un honorable huésped. 

"Lian-jie", como ella insistió en que le llamara, aunque Shang Qinghua nunca se había atrevido a hacerlo, le explicó en su momento que se debía a que habría una gran fiesta y que sus padres estaban entusiasmados de tener en su celebración al nuevo bardo que estaba causando furor entre los nobles y plebeyos. En su momento Shang Qinghua estuvo por la luna ante aquello, y fue aún más su emoción cuando Lady Xiao prometió confeccionar un traje especial para la ocasión. 

Así fue como ambos pasaron los días previos al evento en la sala de costura, el bardo quedándose quieto mientras la joven tomaba medidas con un listón, a veces ambos conversaban mientras ella trazaba el patrón de la tela y el bardo ayudaba a recortarla, en otros momentos permanecían en silencio, ya que la concentración de la joven al poner alfileres en la ropa era importante y el bardo permanecía completamente quieto para no ser lastimado por alguna aguja o alfiler. Y a veces, cuando la joven se cansaba de coser un dobladillo o aplicar piedras preciosas, ambos terminaban por conversar por largas horas, cosa que la joven aprovechaba para inculcar al joven bardo en la moda más reciente, en los colores de la temporada y en enseñarle lo más básico en costura, como subir la bastilla de un pantalón, remendar una camisa o coser un botón. 

La joven Xiao tenía un talento extraordinario, y una gran pasión por su oficio, su talento reflejando la influencia de sus padres y de lo que ella misma había aprendido por su cuenta.  

Shang Qinghua no pudo creer, cuando a dos días antes de la fiesta, con la joven haciendo los últimos ajustes en la hermosa camisa, le confesó que era la primera vez que había confeccionado algo para un hombre, y que en el futuro, deseaba poder hacer muchas más piezas, ya que comenzaba aburrirle solo hacer vestidos para su madre y sus damas de compañía. El bardo asintió ante la confesión, aunque no entendía del todo el porqué, ya que a su parecer la ropa para mujeres era mucho más hermosa, elegante y con muchas más oportunidades para crear piezas magníficas…pero bueno, él qué podía saber de eso, no era como que pasara largas horas haciendo vestidos y cosiendo a mano para entender las razones de la joven.

Además, era agradable por fin tener algo de ropa elegante y era emocionante ser el modelo de tan talentosa costurera. 

Al final, la fiesta fue un completo éxito y con su aparición con el bello atuendo, ocasionó que la joven obtuviera el empujón a su sueño que tanto deseaba, además, dándole más notoriedad y contactos al bardo, pero también recibiendo una promesa, de volver a vestirlo si es que sus caminos se cruzaban…

Cosa que realmente no sucedió, y no porque Shang Qinghua no quisiera ropa nueva o ver de nuevo a su amiga, sino porque odiaba tener que quedarse en Qing Jing. Cosa muy irónica, pero después de todas las experiencias del día, esperaba que el Sistema lo entendiera de una buena vez, para que en su próxima misión no lo hiciera regresar. Y si, el bardo sabía que era algo estúpido y que le tomaba bastante tiempo tener que rodear una ciudad entera, pero prefería eso y quedarse a descansar en Qian Cao y pasear por sus jardines botánicos o conseguir algo de trabajo en An Ding, que tener que quedarse en el territorio de los Eruditos. 

Pero esta vez el Sistema se salió con la suya, y como Shang Qinghua ya no tenía la energía suficiente para pelear, decidió aprovechar que estaban ahí, y visitar a su antigua modista. 

A pesar de lo que pensaba, no fue tan difícil encontrar la boutique. Por fuera, el lugar consistía en una estructura de dos pisos, con sus muros pintados con yeso blanco, los cimientos de piedra y un cartel de metal colgando de una barra del mismo material a las afueras. El interior era espacioso y prolijo, los pisos eran de madera oscura y pulida, y del techo colgaban algunos candelabros con varias velas encendidas. Lo primero que veías al entrar era un mostrador donde descansaba una pila de cajas adornadas con listones de terciopelo, y a un lado había una larga mesa donde se mostraba una colección de finas telas y unas cuantas herramientas de costura. 

Al otro lado de la tienda, estaban las prendas, organizadas por secciones, algunas extendidas para prevenir arrugas y otras guardadas en los cajones que sobresalen de las paredes. 

Shang Qinghua admiró todo con asombro; pensando en qué, aunque esta tienda no era para nada históricamente correcta –como casi todo en su novela – seguía siendo mucho mejor que cualquier tienda departamental de su mundo moderno. 

“¿Será que mis ojos me están engañando o el majestuoso Lord Shang realmente está en mi humilde tienda?”, cuestionó una nueva voz tan pronto como el bardo y el demonio entraron. La bella mujer observándolos desde las escaleras del local, con una enorme sonrisa al notar de inmediato al joven hombre de máscara dorada.

“He de ser yo a quien sus ojos le juegan trucos, Lady Xiao Lian”, comentó Shang Qinghua, haciendo una reverencia “sin duda no ha cambiado ni un poco desde la última vez que la vi, pero por lo que veo, su estilo solo se ha vuelto aún más exquisito”.   

Ella sonrió ampliamente, sin embargo, mientras más se acercaba a ellos, sus pisadas desaceleraron, al final parándose en seco ante la figura imponente que estaba detrás del bardo. Un hombre alto, de expresión taciturna pero extraordinaria belleza fría, siendo cubierto por una larga capa. La mujer lo miró con asombro, aunque también con temor.  

Al notar aquel cambio tan repentino, y antes de que ella pudiera decir algo que hiciera la situación más complicada, Shang Qinghua saltó al rescate, explicando que aquel hombre se trataba de su nuevo Lord a quien servía y para el cual buscaban ropa adecuada para un largo viaje. 

Con esta revelación, la expresión de la joven mujer mejoró un poco, recobrando algo de color de su rostro, entendiendo que quizás la expresión amarga del hombre se debía a aquello. “Siendo este el caso, tenga por sentado que será tratado de la mejor forma”, aseguró ella, sonriendo ligeramente y dando una reverencia. “Si así lo desea, su Lord puede esperar por sus prendas en uno de los proveedores privados”, sugirió la mujer al bardo, causando que el Lord resoplara hastiado.  

Una de las empleadas se acercó a ayudar tan pronto como Lady Xiao terminó de hablar, y con una reverencia, invitó al demonio a que la siguieran al segundo piso. Shang Qinghua estuvo a punto de acompañarlos, cuando Lady Xiao decidió que era mejor que él se quedara con ella, quien no perdió el tiempo en arrastrarlo por toda la tienda, hablándole sobre los colores de temporada, las colecciones de moda entre los nobles y ponerlo al tanto de los chismes locales, trayendo algo de nostalgia a toda la situación...

“Disculpe Lord Shang”, llamó Lady Xiao desde el otro lado de la tienda, haciendo que Shang Qinghua saliera de sus pensamientos y se diera cuenta de que había estado parado como idiota observando a la nada por varios minutos, y que el joven hombre que había llevado la ropa al probador, ya había regresado y se encontraba organizando las telas.  

“Ah, sí Lady Xiao”, dijo Shang Qinghua, dándose la vuelta y avanzando hacia donde estaba ella, a lo cual recibió una pequeña risa. 

“Igual de distraído, tampoco ha cambiado nada”, comentó con una sonrisa, negando ligeramente “le preguntaba si ¿su lord tiene alguna preferencia en el material de su ropa? ¿le gusta el lino, el algodón o la seda?”

“Mi Lord no está acostumbrado al clima del territorio”, respondió, recordando que en el poco tiempo en el que habían viajado en carreta, por fin saliendo de Qiong Ding para luego entrar a las premisas de Qing Jing, Mobei Jun había tenido una mueca de incomodidad y en varias ocasiones pasó su mano sobre su barbilla, tratando de quitar el sudor que se resbalaba por su esculpido rostro. “Creo que algodón es la mejor opción”, comentó, ganándose de nuevo una amplia sonrisa de Lady Xiao, quien ahora decidió explicar los beneficios del material y la forma apropiada de lavado. 

Shang Qinghua agradeció la información, solo que, como le había dicho a su amiga, su mente realmente estaba revuelta en varios asuntos. 

Sabía que la boutique de Lady Xiao era un lugar seguro, y que quizás –aunque solo fuera por la promesa que hizo años atrás– le ayudaría a ocultar a Mobei Jun, pero eso no quitaba el riesgo de que los caballeros del Rey Yue entrarán por la fuerza en cualquier momento o peor aún, que de alguna forma lograrán localizar a Ning Yingying y la atraparán en la posada…

 

[Misión Secundaria: “Un cambio de look” en proceso.]

 

Habló el Sistema, apareciendo de repente, como si tuviera la intención de mitigar los demás pensamientos del bardo y solamente hacerlo pensar en su ridícula misión secundaria.  

 

[Esta misión consiste en escoger un look que beneficie a Mobei Jun.

Debe de ser del agrado del personaje y cumplir con el objetivo planteado por el Usuario 0.1 aka ocultar su identidad;

de lo contrario se restaran varios de sus puntos obtenidos previamente]

[¡Mucha suerte y disfruten las compras!

(˵ •̀ ᴗ - ˵ ) ✧ ]

 

Shang Qinghua pasó su mano por la pantalla esmeralda, haciendo que se deshiciera en partículas diminutas. 

“Creo que esta camisa es perfecta, ¿usted qué piensa, Lord Shang?”, cuestionó Lady Xiao, atrayendo la atención del bardo. “La tela es resistente y es excelente para los climas calurosos” explicó mientras se acercaba al bardo, mostrando la camisa  “tiene este bordado de flores en el borde inferior de la camisa y en ambas mangas… quizás sea un diseño sencillo, pero estoy segura de que su mecenas la encontrará adecuada para el viaje”. 

“Ah...”, murmuró Shang Qinghua, algo atolondrado al escuchar las palabras de la mujer, dejando de ver el bello bordado de la camisa “Oh no, no, mi Lord no es mi mecenas”, explicó el joven nerviosamente, al instante recibiendo las alarmas del Sistema. 

“Lord Shang, no tenía idea”, comentó Lady Xiao, llevando su mano hacia su boca, dando pequeños golpes “por favor discúlpeme, simplemente asumí que…”, trató de continuar pero bajó la mirada, avergonzada. 

Shang Qinghua aclaró su garganta, haciendo que la mujer elevara la mirada “descuide, no la culpo por asumir aquello”, dijo, intentando pensar en una excusa rápida que eliminara la estúpida alarma del Sistema “es solo que... aún estoy en mi etapa de prueba”, dijo, rascando su nuca “todavía no es del todo oficial”, explicó fingiendo pena, pero logrando callar al Sistema. 

Lady Xiao le ofreció una pequeña sonrisa, al mismo tiempo que le entregaba la camisa con sumo cuidado “estoy segura de que pasará cualquiera de las pruebas que su Lord le de” dijo, para después guiñarle el ojo y susurrarle “con ese talento y belleza que tienes, sería un completo tonto si lo dejara escapar”.  

El joven bardo rio, asintiendo ante las palabras de su amiga, sintiendo sus mejillas un tanto acaloradas, pero agradeciendo que su máscara podía cubrir su vergüenza. Aunque la aparición de un brillo esmeralda consiguió arruinar su humor. 

“Será mejor que le lleve esto a mi Lord”, explicó alzando ligeramente la camisa “probablemente esta sea una de mis pruebas”, dijo, a lo que Lady Xiao asintió con entusiasmo, agitando su mano para que se retirara de inmediato. 

Shang Qinghua dio una pequeña reverencia, para después darse la vuelta y avanzar hacia las escaleras. “¡¿Sistema que demonios te pasa?!”, cuestionó en voz baja “casi me dejan sordo tus alarmas”, dijo, apretando la quijada. 

 

[El Sistema detectó una anomalía con el usuario]

 

“¡¿Huh?! ¡¿Pero qué estás diciendo pedazo de chatarra?!”, preguntó Shang Qinghua frunciendo el ceño severamente, “literalmente estoy en camino a vestirlo, y llevo la camisa que me pareció apropiada, además que hay montones de ropa esperándome arriba…”

 

[Usuario 0.1 usted previamente completó de forma exitosa la Misión: ¡¿Un príncipe es mi Mecenas?! 

 y se le otorgaron puntos debido a su buena labor.]

[Al momento de terminar esa misión, su estatus y el del príncipe Mobei Jun cambió dentro de la interfaz del Sistema.]

[Mobei Jun es reconocido como su mecenas y usted no puede negarse]

 

“Pues ese es TÚ problema, porque hasta donde yo sé, yo solo juré ser su sirviente” replicó el bardo, apuntando acusatoriamente la pantalla “y hasta donde puedo ver, solamente soy eso para él”. 

 

[Usuario 0.1

(≖_≖ ) ]

 

“No, no, nada de eso”, refutó Shang Qinghua furioso, “yo no acepté nada de eso Sistema y lo sabes perfectamente. Rebobina tu cinta, da replay o lo que sea que hagas, pero examina la situación con cuidado. Esa noche, ¿me viste darle click a la opción de aceptar de la misión? ¿Me escuchaste decir que lo aceptaba como mi mecenas?” 

 

[ ... ]

 

“¿Lo ves? Yo no acepté nada ¡Fuiste tú quien lo hizo sin mi consentimiento! Así que no puedes culparme por rehusarme.”, masculló Shang Qinghua con enfado “Esto es tu culpa.” 

 

[Pero, Usuario 0.1… Esta misión secundaria consiste en una actividad 

normal en la relación Mecenas-Músico.

(·•᷄‎ࡇ•᷅ ) ] 

[Es esperado que el Mecenas compre la ropa, 

accesorios o demás tesoros para sus músicos. 

Crea un vínculo más cercano entre ambas partes 

y otorga al usuario puntos de satisfacción]

 

“Ajá, si, muy idílico y todo”, masculló, apretando el barandal de la escalera, conteniendo sus impulsos de destruir la pantalla de nuevo “pero se te olvida que soy YO quien va a comprar la ropa de Mobei Jun y claro, que él no es mi mecenas”, dijo, recalcando cada una de sus palabras y pisando pesadamente los escalones, hasta llegar al segundo piso “soy su sirviente, y siempre será así.”, declaró Shang Qinghua, por fin llegando al segundo piso. 

Afortunadamente este estaba completamente vació, teniendo algunas sillas de madera, y tres habitaciones que funcionaban como probadores. Mientras que dos de estas puertas estaban cerradas. Shang Qinghua se acercó a uno de los probadores, tocando a la puerta, cuando escuchó la voz de Mobei Jun, esté inhalo profundamente, y poniendo su mano en el picaporte, entró.  

Avanzó por el pasillo, notando las paredes tapizadas con un papel verde olivo, “sin ningún rasguño” , agradeció en su interior el bardo. 

“¿Qué opina, mi Lord? bastante increíble ¿no?”, preguntó Shang Qinghua, al llegar a donde estaba esperándolo el demonio, el cual se encontraba sentado en una gran silla frente a un espejo y un tocador, pasando distraídamente sus garras por su cabello. “Le dije que conocía a alguien perfecto para la labor”, comentó con algo de entusiasmo, mientras dejaba en la pila la camisa que lady Xiao le había dado, a lo que Mobei Jun rodó la mirada, y se levantó de su lugar, plantándose en el centro de la habitación “Bien…”, murmuró Shang Qinghua, usando toda su fuerza de voluntad para no arrojarle algo a la cabeza al caprichoso demonio “¡será mejor que empecemos!”. 

Mobei Jun cerró sus ojos por un momento, y alzó sus brazos, manteniendo una expresión sería , aunque el bardo podía notar algo de resignación y aburrimiento. Shang Qinghua por el otro lado, avanzó lentamente hasta quedar frente al demonio. “Uhm”, murmuró, parándose de puntas y alzando sus manos a la altura del pecho del demonio.

Con sumo cuidado, Shang Qinghua desató los listones de la camisa, tragando pesadamente al ver algo del pecho demonio, y cerró los ojos por un instante, rezando a los Dioses e incluso al Sistema que no lo hicieran tener un corto circuito como el que tuvo durante la mañana. 

Si, técnicamente no era la primera vez que veía al demonio sin camisa, ya que eso fue cuando Mobei Jun estaba al borde de la muerte y a Shang Qinghua no le había pasado otro pensamiento por la cabeza más que salvarlo. Pero ahora, que tenía el cuerpo del demonio delante suyo, creado a la imagen de sus más profundas fantasías y deseos…Shang Qinghua no podía evitar pensar que estaba haciendo algo íntimo, prohibido. 

“Cálmate idiota” , se reprimió en su interior, “ahora eres un sirviente, esto es algo normal” se dijo, recordando que en muchos de sus viajes, cuando se llegaba a hospedar en las residencias de los nobles, solía ser aseado y vestido por otros sirvientes, los cuales ni siquiera parecía importarles ver a alguien desnudo, “ay no… si estoy teniendo una crisis por verlo sin camisa, ¿Qué diablos haré cuando tenga que bañarlo?”, se preguntó aterrado, pero sintiendo sus orejas y mejillas acalorarse. 

“Me sorprendió que lo hubieras hecho”, comentó Mobei Jun de repente, rompiendo el silencio en la habitación. 

“¿A que se refiere, mi lord?”, cuestionó Shang Qinghua al tener la camisa en sus manos, evitando ver al demonio directamente. 

“Castigar a esa mesera por lo que hizo, no sueles tomar en serio lo que ella hace en mi contra” dijo, el tono tan monótono que tenía cambiando al instante, tornándose tenso, como si hubiera tragado vinagre.

Shang Qinghua sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ante eso, “Sé que parece que suelo estar de su lado…”, dijo, dándose la vuelta y buscando una nueva camisa en la pila de ropa. 

“Porque lo haces”, replicó el demonio, y Shang Qinghua podía sentir como Mobei Jun le hacía un hoyo en la cabeza con la mirada. 

“Pero, mi Lord, es solo una joven inofensiva…” dijo, dándose la vuelta, cargando con una de las camisas que Lady Xiao le había recomendado, “la cual, hizo algo muy estúpido”, añadió el bardo tan pronto como vio la expresión del otro, “ y aunque fue un accidente, fue algo que nos pudo meter en muchos problemas, por eso me vi en la obligación de castigarla, mi Lord”, explicó, acercándose al demonio y mostrándole la prenda. 

“El castigo no fue suficiente”, refutó el demonio, aun frunciendo el ceño, pero dejando que el bardo le pusiera la camisa.  

“En mi experiencia, creo que lo es, mi Lord”, confesó el bardo, tratando de salvar su pellejo y el de la joven, “sé que para los estándares demoníacos puede ser algo muy leve, pero créame, no hay nada más terrible para una joven de su edad, que perderse un evento como la feria de Qing Jing”, aseguró, recordando la forma en la que sus nuevos padres solían castigar a sus hermanas mayores con prohibirles asistir a bailes o festivales.  

Mobei Jun soltó un “hmp”, claramente no muy convencido de aquello. 

“Pero tiene razón, mi lord”, admitió, “he sido negligente en mi atención a sus necesidades, así que me aseguraré de que algo así no vuelva a ocurrir”, dijo, poniendo una mano sobre su corazón, mirando seriamente al demonio, el cual continuó frunciendo el ceño y miró hacia otro lado de la habitación, no muy convencido de aquello tampoco. 

“¿Qué opina, mi Lord?”, preguntó Shang Qinghua, al hacerse un paso para atrás y dejar que el demonio se admirara en el espejo de cuerpo completo, “¿le parece bien?”, le preguntó, sonriendo nerviosamente.  

Mobei Jun miró hacia abajo, moviendo ligeramente sus brazos, viendo cómo se movían los olanes de las mangas, y después concentró su atención en los bordados en hilo de oro, los cuales brillaban al ser golpeados por la luz de las velas en la habitación. La expresión en su rostro se volvió más severa, “No”, fue lo único que pronunció, para tomar entre sus garras la delicada prenda y arrancarla de su cuerpo, ignorando la expresión horrorizada del bardo. 

Shang Qinghua sintió un temblor en su ojo y aquel dolor de cabeza que lo atormentaba desde temprano regresando…esto sería más difícil de lo que esperaba. 

“¿Lord Shang?”, se escuchó por parte de Lady Xiao, mientras terminaba de empacar un paquete para el cliente en el mostrador, veía como una pila de ropa era tirada encima del mostrador, la acción tan repentina sorprendiendo a la mujer y al cliente que rebuscaba algo en la bolsa amarrada a su cinturón. “¿Pero qué…?”, intentó preguntar la mujer, sus ojos completamente abiertos de sorpresa al ver todas sus prendas descartadas sin ningún cuidado, ahogando un pequeño ruido al ver una de estas completamente despedazada. “Disculpe…” murmuró la mujer sin apartar la mirada de la pila, su boca aun ágape, con indicios de desmayarse, pero moviendo su mano de un lado a otro, indicando a una empleada que se encargará de la venta. 

“Esto es todo lo que tengo”, respondió de inmediato Shang Qinghua, extendiendo una bolsa con el dinero restante y manteniendo su mirada en el suelo, evitando temblar ante el semblante fantasmal de Lady Xiao. “Te agradezco mucho todo, pero mi lord…”, murmuró Shang Qinghua, apretando la quijada. 

“¿No le gustó ninguna?”, cuestionó la mujer, su voz pequeña, casi perdiéndose entre el ruido de los demás clientes y empleados conversando. 

“No es mucho, pero, por favor acéptalo”, respondió Shang Qinghua, empujando ligeramente la bolsa “le diré a mi Lord que nos iremos”, dijo, haciendo una pequeña pausa “has sido muy amable con nosotros, y solo te he causado molestias…aunque fue bueno verte de nuevo”, dijo, elevando la mirada, riendo nerviosamente, aunque aquello cambió al momento en que captó la mirada de su amiga. 

Shang Qinghua recordaba esa mirada…

“Madame Xiao”, se escuchó por parte de una joven empleada, la cual cargaba con dos metros de tela lustrosa de distintos colores “Madame Feng ha preguntado si de casualidad…”, comenzó a explicar la joven, cuando Lady Xiao alzó una mano, haciendo que la otra callara de inmediato. 

“Querida, me temo que tengo un asunto urgente que atender”, dijo, con un tono repentinamente severo, haciendo que la joven retrocediera. Lady Xiao notó esto, de inmediato agregando, con una voz más amable “lo siento querida… habla con Xue Yi, estoy segura de que puede ayudarte con lo que busca Madame Feng”, explicó, a lo que la otra asintió, y a lo que Shang Qinghua sintió que era una mala señal, en especial cuando notó como se hacía caminó hacia las escaleras. 

“Lady Xiao Lian…”, murmuró el bardo, una vez que logró alcanzarla “por favor…no lo haga”. 

Pero Qinghua podía ver el fuego en su mirada y no había forma de frenar lo que ella tenía planeado. Así que, de un solo movimiento, la mujer abrió la puerta del probador, encontrándose con el demonio. 

Shang Qinghua se detuvo en secó, observando que el demonio aún permanecía en medio de la habitación, fijo en su lugar, posando frente al espejo de cuerpo completo… 

“Oh… cierto, olvidé quitarle la ropa”, musitó Shang Qinghua, haciendo una mueca detrás de su máscara. 

El demonio vestía una túnica de algodón teñida de un profundo rojo, encima de esta, tenía una capa ornamentada, hecha de lino, teñida de un bello verde olivo, decorada con un encaje de flores de hilo de oro. Sus pantalones eran de una lana oscura y resistente, con un cinturón de cuero negro y hebilla dorada que ajustaban las túnicas a la figura del demonio, enmarcando su prominente musculatura, y sobre su cabeza se vislumbraba un sombrero. Este era ancho de la parte trasera y terminaba en un pico en la parte delantera, el material lucía resistente, suave y lustroso, de un color terracota que hacía un buen contraste con la cinta verde olivo y la delgada pluma que colgaba de un costado. El sombrero escondía de forma disimulada su marca de la frente y la punta de sus orejas, cosa que Shang Qinghua había planeado minuciosamente para satisfacer los deseos del Sistema en encontrar la forma de ocultar la identidad de Mobei Jun. 

“Haha… se ve como Robin Hood” , contempló el bardo en su mente, encontrando la ironía graciosa, pero evitando reírse o sonreír ante la idea, en especial teniendo a la mujer echando humo de las orejas. 

“Shang Qinghua”, llamó el demonio al ver al bardo en el reflejo del espejo, igualmente captando el reflejo de la mujer, frunciendo ligeramente el ceño. 

“Lord Mobei ¿verdad?”, respondió la mujer, sonriendo ampliamente, mostrando su dentadura perfecta. 

“Shang Qinghua”, llamó de nuevo al bardo, ignorando a la mujer “quítame esta ropa”, ordenó. 

El bardo asintió, avergonzado del comportamiento del demonio, pero acatando la orden. No obstante, antes de que pudiera acercarse lo suficiente, fue interceptado por la figura de su amiga, quien se plantó delante del demonio, y comenzó a desajustar el broche de la capa. “Yo puedo encargarme de eso, mi lord”, aseguró Lady Xiao, sonriéndole forzosamente al demonio, el cual la miró con sorpresa, expresión que desconcertó al bardo. 

“Lady Xiao”, dijo Shang Qinghua, dando pequeños pasos “Lady Xiao”, dijo, sintiéndose de repente pequeño al ver como su amiga y el demonio lo miraban al mismo tiempo.

“Que bueno que este aquí Lord Shang”, comentó la mujer, mientras quitaba de los hombros del demonio la bella capa, doblándola cuidadosamente y cargándola en sus brazos, “de hecho, tengo una labor importante para usted, necesito que consiga mi herramientas de costura, un listón con marcas, un rollo de pergamino y algo de tinta”, pidió, ahora desabrochando sin ninguna vergüenza o miedo la hebilla del cinturón que descansaba en la cintura de demonio “y que sea rápido, por favor”. 

“Me va a matar… la va a matar” , pensó Qinghua con terror, mirando intercaladamente a su amiga y al demonio, no encontrado cuál era la expresión más aterradora, si la de Xiao Lian, llena de enfado, pero una enorme determinación o la del demonio, que ya parecía estar ideando las formas en las que podría castigar al bardo debido a su insolencia y a la humillación de la cual era victima. 

“Está bien”, respondió el bardo, dando una reverencia, escabulléndose de la habitación tan rápido como sus pies se lo permitieron, cerrando con un portazo. “Tiene que ser una maldita broma”, masculló al recargarse en la puerta, sintiendo su corazón acelerarse “mierda…mierda”, maldijo apretando la quijada. 

Pero sabía que no había tiempo que perder, en especial si a Mobei Jun se le ocurría volver a hacer una rabieta. Por lo que Shang Qinghua prácticamente corrió por las escaleras, encontrando que la boutique se había llenado aún más en su corta ausencia, pero logró llegar de nuevo al mostrador o al menos a la fila que había, donde el mismo empleado que le había ayudado a cargar las prendas, ahora estaba dando algunas monedas de plata a un hombre de capa azul. 

“Disculpa”, llamó Shang Qinghua desde el final de la fila, alzando su mano, “¡Disculpa!”, llamó nuevamente, usando su mano como si fuera un megáfono. Ante esto recibió algunas miradas extrañas y descontentas, aunque también otras curiosas y varias de sorpresa, probablemente porque lo habían reconocido. Ante esto, el joven del mostrador relevó con otro empleado, esquivando al resto de la gente y enfocándose en el bardo. 

“¿En que puedo ser de ayuda, Lord Shang?”, preguntó, su voz calmada a pesar del caos y de la expresión nerviosa que Shang Qinghua estaba seguro que tenía. 

“Lady Xiao necesita sus herramientas de costura…” dijo, a lo que el otro asintió “acompáñeme por favor”, pidió el joven, poniéndose delante del bardo. 

Ambos caminaron hacia una parte un tanto oculta de la boutique, cosa que confundió un poco al bardo, ya que casi a la entrada había logrado ver una mesa donde había todo un kit de costura listo para usarse, sin embargo, el joven Xue Yi – cómo aprendió que se llamaba al escuchar a otros empleados saludarlo con ese nombre– lo llevó a ese lugar, que más que nada lucía como una bodega, donde las paredes tenían varias puertas, similares a las que había en la parte delantera de la tienda. 

“Asumo que a su Lord no le gustó ninguna de las prendas”, comentó el joven de forma monótona, aunque Shang Qinghua podía notar su cansancio. 

“Exacto”

“Bueno, no se preocupe”, respondió Xue Yi, soltando un suspiro, pero sacando de una pequeña puerta en la pared una bella caja lacada, con un diseño de hojas doradas en la tapa “Su lord no saldrá de aquí sin un nuevo atuendo”, comentó, dejando la caja en las manos del bardo “se lo aseguro”. 

“Huh”, murmuró el bardo “yo creí que lo mataría”, confesó, encogiéndose de hombros, recibiendo una pequeña risa del otro, el cual abría otra pequeña puerta de la pared. 

“Podría hacerlo”, confesó, sacando unas afiladas tijeras “pero créame, esto es más que por una camisa rota”, dijo, dejando las tijeras sobre la caja “Madame Xiao es una mujer determinada y con un gran ego… no hay ni una sola persona en todo el territorio al que no le haya encantado su ropa.” 

Shang Qinghua asintió, pasando saliva pesadamente, rezando a los cielos e incluso al Sistema por el bien de su amiga, aunque con esta nueva información se preguntó si realmente debía de rezar por el demonio. 

“Gracias por la ayuda”, comentó el bardo, recibiendo un rollo de pergamino, sonriéndole ligeramente al joven. 

“No hay de que, Lord Shang”, respondió Xue Yi, dando una pequeña reverencia, “espero que Madame Xiao no haya perdido los estribos de nuevo” murmuró, “la última vez que pasó, tuvimos que esconder las tijeras por un mes”, confesó, cerrando la puerta de la pared y pasando por delante al bardo, quién cerró sus ojos y gimoteo, realmente angustiado de tener que entrar de nuevo al probador. 

 

[¡Hola Usuario 0.1!]

 

“Sistema, ahora no, por favor”, musitó el bardo, subiendo nuevamente las escaleras, “tengo suficiente problemas esperándome ahí dentro, no necesito una nueva cláusula a tu estúpida misión secundaria”, dijo, mirando con odio la pantalla. 

 

[El Sistema desea informarle que ante su repetidos fracasos, hemos aprobado este nueva ruta en la Misión Secundaria]

[¿Qué es más admirable que un artista confeccionando la ropa de su mecenas?

( ˶ˆᗜˆ˵ )₊˚⊹♡ ]

 

“Y de nuevo con eso”, masculló el bardo, acercándose al picaporte del probador, “que no es mi mecenas, y yo no sé coser cosas tan complicadas,” replicó, “ayudaré en lo que pueda, y se acabó”, dijo, manteniéndose firme y callando a su molesto Sistema. 

“Siento la demora”, comentó el bardo, caminando por el pasillo, notando que sus oraciones habían sido exitosas ya que no había ni un solo rasguño o estalagmita de hielo en las paredes. Nada de muertes, solo un demonio gruñón cubierto con una bata de terciopelo sentado en una silla pequeña para él, y Lady Xiao recargada en el tocador, examinando sus uñas. “Ah, me alegra que hayas encontrado todo”, dijo la mujer, acercándose al bardo y tomando todo lo que cargaba, “Xue Yi es de mucha ayuda”. 

Shang Qinghua asintió, soltando una risa nerviosa, tratando de evitar el semblante enfado del demonio. “¿comenzamos?”, preguntó el bardo, esperando que mientras tan pronto acabaran con esto, pudieran largarse de este lugar, cumplir con la misión y evitar aumentar la furia del demonio. 

“¡Por supuesto!”, exclamó la mujer alegremente, a lo que el demonio, a regañadientes se levantó de su lugar y se plantó en medio de ambos, quitándose la bata que lo cubría, y de nuevo, causándole un pequeño shock al bardo. Pero aquello podía esperar, y Shang Qinghua estaba seguro de que en algún momento esa reacción suya desaparecería. 

Y de cierta forma, así pasó, o al menos Lady Xiao se encargó de mantenerlo demasiado ocupado como para que otras ideas se pasaran por su cabeza. Toda la rutina le estaba trayendo recuerdos al pasado, ella tomando cada una de las medidas del demonio y Shang Qinghua anotándolas en un pedazo de pergamino, ella dejando que el demonio volviera a su asiento mientras ambos se encargaban en trazar en el pergamino el patrón que formarían la camisa y pantalón, discutiendo en momentos sobre las mismas medidas y decidiendo dejar que un poco de tela sobrara en los lados, ya que Lady Xiao perjuraba, cosa que casi hizo que Shang Qinghua le diera un ataque de risa,  que si dejaban demasiado ajustado la zona del pecho, cualquier botón o broche que decidieran coser, saldrían volando si Mobei Jun hacía algún tipo de flexión. 

Por el otro lado, el demonio lucía más calmado, o al menos eso supuso el bardo en los momentos que lo veía de reojo. 

“Bien… creo que esta listo”, murmuró la mujer, juntando con cuidado cada una de las piezas “solo tenemos que traspasarlo a la tela y después hacer los ajustes necesarios”, dijo, mirando con algo de entusiasmo al bardo, el previo enojo extrañamente disipado. “Llamaré a alguno de mis empleados para que traigan algo de té y algún bocadillo para usted, Lord Mobei”, dijo, volteando a ver al demonio, el cual desvío su mirada y resopló, pero no parecía exhibir una vibra hostil por el momento. 

Shang Qinghua arqueó una ceja, curioso por el cambio de actitud de ambos. El “¿qué habrá pasado? ¿de qué habrán hablado?” rápidamente invadiendo sus pensamientos. 

“Lord Shang, venga conmigo, necesito de su ayuda”, pidió la mujer de repente, a lo cual el bardo obedeció. “Sabe, ahora entiendo su actitud de al principio”, admitió Lady Xiao tan pronto cerraron la puerta de la habitación “realmente es un hombre complicado”, comentó, sacándole una risa nerviosa al bardo. 

“Si… son mis pruebas, supongo”, comentó el bardo, encogiéndose de hombros, aun sintiéndose culpable de todo. 

Lady Xiao puso una mano sobre el hombro de Shang Qinghua, apretando ligeramente, “no tienes que pagarme nada… no fue tu culpa”, comentó, recibiendo una mirada sorprendida del bardo “además, hablé con tu Lord, y le dije lo que pensaba”, dijo, chasqueando la lengua “no puede ir por ahí pensando que una labor como la mía es tan insignificante e inconsecuente que cree que puede destruir mis prendas a su antojo… quizás de donde él proviene tiene la libertad de hacer lo que le plazca, pero eso no pasará en mi tienda", afirmó, mirando a Shang Qinghua con seriedad "y si, sé que es mi primer cliente demoníaco, pero no por eso voy a bajar mis estándares e ignorar mis principios”, declaró, comenzando a avanzar, a lo que Shang Qinghua la siguió de nuevo al primer piso, ahora ya con menos gente, pero igual teniendo a varios empleados caminando de un lado a otro. 

Shang Qinghua observó el exterior de la puerta, notando que las linternas de las otras tiendas comenzaban a ser encendidas, y el sol de la tarde empezaba a desaparecer por un cielo lila y azul. 

“No…¿no te molesta? ya sabes...que sea”, preguntó Shang Qinghua, jugando con sus pulgares, mientras veía como la mujer comenzaba a examinar las telas que tenía, buscando entre cada yarda la indicada. 

“En Qing Jing no suele haberlos”, dijo, a forma de susurro, “pero es tu Lord de quien hablamos… es intimidante, pero parece saber las reglas de la ciudad”, comentó, sintiendo en sus manos la tela, cerciorándose de que fuera ligera, pero resistente “o quizás solo soy suertuda de tener tu amistad”, comentó, soltando una risa, a lo cual Shang Qinghua asintió. 

A decir verdad… el bardo no estaba siquiera seguro de que aquello hubiera sido suficiente para protegerla. Si, él era el sirviente de Mobei Jun, y si, él podía reclamar inmunidad al ser la única persona capaz de ayudarlo con su enfermedad, ¿pero Lady Xiao? “Quizás Mobei Jun cambió su opinión sobre la ropa”, consideró, pensando que probablemente le perdonó la vida por su utilidad. 

“Si, tal vez sea eso”, murmuró el bardo, su mirada desviándose de vuelta a la entrada, en donde podía vislumbrar que por la calle comenzaban a pasar figuras de vestimenta blanca y pulcra, con capas de seda verde que llegaban hasta el suelo, acompañados de una música alegre y los repentinos gritos y aplausos de emoción de la gente. 

“Oh, al final si hicieron el desfile”, mencionó de la nada Lady Xiao, haciendo que un escalofrío recorriera la espalda del bardo “y yo que pensé que esos eruditos jamás saldrían de sus bibliotecas”, dijo con sarcasmo. Pero a Shang Qinghua no le pareció tan gracioso, en especial cuando notó que a los lados de los eruditos, habían varios caballeros montados en sus caballos. 

“De casualidad no… ¿no tienes una letrina? es que necesito ir”, preguntó el bardo, de forma algo atropellada, pero esperando que la urgencia en su voz y ojos le ayudara. 

La mujer lo miró con sorpresa, pero elevó su mano, apuntando hacia atrás. “Sigue derecho al fondo y da vuelta a la izquierda”. 

El bardo asintió, casi corriendo, y a pesar de que una letrina no era de los mejores lugares para esconderse, el joven esperaba que esta no fuera tan mala. 

Bueno, de todas formas ya estaba a punto de orinarse del miedo, debía de aprovechar. 

La puerta de la habitación se abrió nuevamente, de una forma calmada a comparación con las otras veces,  pero igualmente interrumpiendo al demonio que comía plácidamente pequeñas “galletas”, como había aprendido que se llamaban. Las cuales tenían una forma circular, el sabor almendra y a una fruta llamada naranja, unas espolvoreadas con canela y otras con una porción de jalea de frutas encima.  

“Espero que hayan sido de su agrado, Lord Mobei”, se escuchó por parte de la costurera, quien cargaba con una camisa blanca y un pantalón negro con las costuras sin terminar, así como una caja en donde sobresalía una pequeña almohada con agujas y varias bobinas con hilo, “¿o quizás debería de enviar a uno de mis muchachos de nuevo a la panadería? escuché que los pudines y las tortas son excelentes”.

Mobei Jun alzó una ceja, observando como la mujer dejaba lo que cargaba en la mesa, “Son adecuadas”, respondió el monarca, dejando a un lado el plato con las demás galletas, “pero aún no me ha dicho lo que deseo saber, Lady Xiao”, dijo observando fijamente a la mujer.

Ella por el otro lado le sonrió, para nada intimidada por su mirada; simplemente poniendo sus manos en su cadera. “Y lo haré, mi lord, pero usted debe de cumplir su parte del trato”, dijo alzando uno de sus dedos, “por favor levántese, esto sólo tomará un momento”, pidió, girando en dirección a la mesa, mientras que el demonio se levantaba, su bata de terciopelo tirada en el suelo en un santiamén. 

Lady Xiao se acercó de nuevo, esta vez poniendo sobre él la camisa, de una tela extremadamente suave y fresca, tan blanca como la cal. Esta aún no estaba terminaba, había algunas secciones hilvanadas a mano, y otras sujetas solo por alfileres, pero el demonio podía notar el trabajo hecho en la tela por las delgadas líneas trazadas en tinta y la forma tan metódica en que recortaron cada pedazo. 

“¿Donde esta Shang Qinghua?”, preguntó Mobei Jun, mirando de reojo a la mujer, moviéndose ligeramente al sentir un pequeño pinchazo. 

“Losh sientof”, respondió ella, teniendo un alfiler en su boca. A lo que Mobei Jun resopló. 

La mujer, por el otro lado, tomó entre sus dedos un pequeño tramo de la tela en los hombros del demonio, notando que había dejado demasiado amplia esa parte, “está en la letrina”, respondió, una vez que puso el alfiler que tenía en esa parte, “volverá en un rato”, comentó, haciendo lo mismo del lado contrario, “ahora, le recomiendo que esté completamente quieto, no me gustaría lastimarle de nuevo”, advirtió. 

“No, no sería bueno que lo hiciera”, replicó el demonio, su voz seria. 

A decir verdad, un pequeño alfiler como ese ni siquiera podría perforar por completo su piel, pero Mobei Jun tampoco quería probar su suerte, no a sabiendas de lo que había dicho el doctor humano sobre su sangre o si de alguna forma su cuerpo afectado por el veneno era más propenso a tener heridas graves. 

Además, tampoco estaba de humor como para volver a escuchar las quejas de la mujer, en especial cuando él no había reaccionado de manera irracional. Él era un demonio, un príncipe heredero al trono del Desierto del Norte, por supuesto que esta no era la primera vez que se sometía al proceso de tener ropa hecha a la medida, de hecho, desde la infancia siempre había tenido ropa solo para él. Las propias modistas de su palacio, Demonios Araña del Oeste -las cuales, décadas atrás, migraron de su territorio buscando asilo en el Desierto del Norte- se encargaban de tener las mejores telas, pieles y pedrería para la ropa del Clan Mobei. Y cuando algún atuendo o prenda era insuficiente, era costumbre destruirlo para hacer claro el disgusto, y claro para que nadie más pudiera usarlo. 

Aunque bueno, no contó con que ahora se encontraba en el territorio humano, con sus confusas y diferentes costumbres y que por culpa de su sirviente ahora todo el mundo pensaba que solo era un Lord más del montón.

Mobei Jun apretó la quijada ante aquel pensamiento.  

“Sabe, Lord Shang no ha cambiado en nada”, murmuró la joven mujer, a lo que Mobei Jun supuso que había logrado captar su repentino cambio de humor. “aunque, sinceramente no creí que lo vería con un mecenas” indicó, “siempre me dio un aire de espíritu libre… pero supongo que después de tantos años, mi querido amigo a cambiado de opinión”, dijo casualmente, dando unos pasos para atrás, admirando la camisa en el cuerpo del demonio, sonriendo de lado. 

“¿Cómo fue que lo conoció?”, cuestionó Mobei Jun, observando que la mujer ahora tomaba el pantalón, el cual estaba en un estado similar a la camisa. 

“Fue varios años atrás”, explicó, acercándose al demonio y empujando a sus manos el pantalón, a lo que Mobei Jun, a regañadientes, comenzó a ponérselo “mi familia tenía un evento importante y mis padres buscaban músicos”, contó, comenzando a ajustar los lados del pantalón con más alfileres, “Lord Shang aún no era famoso en ese entonces, pero su primera canción creó un gran impacto, ya que un cliente de mi padre lo aduló tanto, que dejó curiosos a mis padres y decidieron contratarlo”, explicó, sacando de un bolsillo oculto en su vestido, el listón con marcas, poniéndolo a un lado del pantalón, marcando lo que debía de reducir. “por como lo describieron mis padres, pensé que sería un hombre con un aura noble o quizás egocéntrica, tal vez de mayor edad… pero para mi sorpresa Lord Shang era solo un joven muchacho, con ropa simple y una bella máscara, con un gran potencial”. 

“Y se volvieron amigos”, dijo Mobei Jun, mirando hacia abajo, notando a la mujer en cunclillas, haciendo un dobladillo en cada pierna del pantalón. 

“Claro, y también se volvió una musa para mi trabajo”, respondió con ánimos, levantándose “había otros sastres en la ciudad que pudieron haber hecho su traje, pero él me escogió, y aunque no tenía experiencia en eso, Lord Shang confío en mí y quizás él no lo sabe… pero eso fue muy importante para mí”, dijo sus semblante suavizándose, pero después aclaró su garganta,  “después de la fiesta, se quedó unos días más en mi hogar, cuando de la nada anunció su partida y… y desde ese día no lo volví a ver, hasta ahora”, confesó, poniendo sus manos sobre su regazo cuidadosamente “eso es todo, Lord Mobei”.

“¿Jamás volviste a verlo?”, repitió Mobei Jun, desconcertado de que aquello fuera algo posible, después de todo, todo el mundo parecía conocer a Shang Qinghua, además de que el bardo, por lo que había escuchado de otros humanos, viajaba sin parar, siempre apareciendo de la nada en algún bar o plaza. 

“Nunca se queda en Qing Jing”, comentó Lady Xiao, encogiéndose de hombros “no sé cual es la razón, pero estoy agradecida de poder volver a verlo”, dijo, aunque una mueca se hizo presente en su rostro “aunque es claro que nunca me hizo caso en mis concejos”, masculló, dándose la vuelta y dirigiéndose de nuevo a la mesa, “esa ropa que tiene no le beneficia en nada”, dijo, encarando al demonio casualmente, como si ambos igualmente fueran viejos amigos “Su camisa le queda pequeña y la tela de sus pantalones esta demasiado gastada, y aunque aprecio que al menos aprendió a remendar su ropa…ugh ¡lo que podría hacer con esa figura!” dijo, poniendo su mano en su frente de forma dramática, los adornos de su cabello tintineando por el movimiento. 

Entonces, el semblante del demonio se profundizó, pero sorpresivamente no era por enojo… era ¿descontento? ¿vergüenza? ¿preocupación?, Mobei Jun no estaba seguro de lo que era, pero aquello se volvía intenso, como un ardor en su estomago, al pensar en que su sirviente no tenía la vestimenta adecuada, en especial cuando era él quien servía a Mobei, quien se había convertido en sus oídos y ojos en el territorio humano y quien daría la cara por él durante el viaje a Huan Hua. 

No, eso no podía ser, Shang Qinghua no podía vestir harapos y ser una posible víctima de burlas y rumores por parte de otros humanos… no podía hacer quedar mal al demonio de esa forma. 

“Gracias por su cooperación, Lord Mobei, tengo claros los ajustes a su ropa”, habló de repente la mujer, sacándolo de sus pensamientos “lo tendré listo tan rápido como pueda, pero se está haciendo algo tarde” comentó “le pediré a Lord Shang la dirección de la posada en donde se están hospedando y haré que alguno de mis muchachos le entregue su ropa antes de que partan”, dijo, sonriendo ligeramente y dando una pequeña reverencia. “gracias por cumplir su parte del trato”. 

A lo que Mobei Jun alzó una mano. “He decidido agregar algo más a nuestro acuerdo”, respondió, su voz seria y profunda, haciendo que el semblante de la mujer cambiara de repente. Pero antes de que ella pudiera reclamarle, el demonio se acercó a una silla en el rincón de la habitación, donde su ropa estaba descartada, y sacó del bolsillo de su pantalón un saco con monedas.

“Monedas demoníacas, huh”, murmuró la mujer cuando Mobei Jun soltó en sus manos el saco y unas cuantas cayeron en el suelo “Lord Mobei, ya le dije todo lo que pasó entre Lord Shang y yo” 

“Por mi ropa” respondió el demonio, aunque a los segundos desvió la mirada, experimentando de nuevo esa sensación en su estómago, “y la de Shang Qinghua”

Mobei Jun no miró en dirección a la mujer, pero supuso que por el chillido de emoción que ella soltó, estaba totalmente de acuerdo con su idea.

Shang Qinghua se estaba tomando su dulce tiempo. 

A decir verdad, ni siquiera le importaba la posibilidad de que alguien más quisiera usar la letrina o si Lady Xiao o Mobei Jun pensaban que tenía algún tipo de malestar estomacal, mientras continuara escuchando la música del desfile, se quedaría ahí mismo.

De todas formas, no era como que lo necesitaran allá arriba. Para este punto estaba seguro de que Lady Xiao debía de estar haciendo ajustes de la camisa y al pantalón y que en cualquier momento el atuendo estaría listo. Sin embargo, eso lo dejaba ahora con una sola responsabilidad y dolor de cabeza; encontrar la forma de ocultar la identidad de Mobei Jun. 

“Una cara así no debería de ocultarse del mundo”, se lamentó Shang Qinghua para sus adentros. Pensando en que quizás podría crear alguna crema que funcionara como una base y hacer que la piel del demonio luciera más humana, aunque dudaba que sus habilidades con los cosméticos fueran más buenos que sus habilidades de modista. 

“Debe de haber algo que modifique su apariencia”, dijo, su mano en su mentón “no le gustan los sombreros, así que eso queda descartado”, contempló “quizás puedo hacer una peluca…¿cortar su cabello?”, se preguntó, para después negar “nah, probablemente me mata si intento hacerlo”, concluyó, recargándose en la pared “piensan Qinghua, tiene que ser algo que duré todo el viaje, algo que sea lo suficientemente fuerte para que incluso otros demonios no sepan quien es cuando lo vean…”, murmuró, cuando de repente una bombilla se prendió en su cerebro y decidió recurrir a la única opción que tenían. 

“Sistema”, llamó, a lo cual una pantalla verde se apareció de inmediato “parte de la misión es encontrar una forma de ocultar la verdadera identidad de Mobei Jun, ¿correcto?”.

 

[Así es, Usuario 0.1]

[La Misión Secundaria: “Un Cambio de Look”, continua en proceso, pero una vez que encuentre la forma de ocultar la identidad del príncipe Mobei Jun,

 el Usuario recibirá los puntos de satisfacción en su totalidad] 

 

“Okay, comprendo… Entonces, puedo usar cualquier cosa ¿verdad?”, preguntó, jugando con sus dedos.

 

[Exacto, Usuario 0.1]

 

“¿Qué tal usar magia?”, cuestionó, cuando una nueva idea se presentó en su mente “espera, quizás ¿podrías hacer lo que hiciste con mi máscara, pero en su nueva ropa? Ya sabes, agregar un poco de glamour mágico para hacerlo irreconocible, tal vez puedas sellarlo en las costuras de la ropa o en la hebilla de su cinturón.” preguntó, soltando una risa nerviosa “pero descuida, no tienes que usar mucho como con mi máscara haha, él ya es atractivo, no necesitamos que nos presten más atención.”

Sin embargo, la pantalla verde se congeló de inmediato y tras unos minutos, un círculo formado por pequeños puntos se formó, con la palabra “cargando” debajo de este, pero al final, la pantalla se tornó roja. 

 

[Solicitud rechazada.]

[El sistema no puede ejecutar tal acción, Usuario 0.1 

Inténtelo más tarde.]

 

“¡¿Eh?! ¡¿Por qué no?!”, cuestionó, cruzándose de brazos “¡OH! no me digas que es… ¡¿Es por qué es un demonio?! porque si ese es el caso, ¡qué vergüenza, Sistema!”, dijo destruyendo la pantalla con su mano, pero otra apareció detrás de él “¿O es un nuevo plan para que gaste más puntos? Porque si esto es como aquella vez con la puerta trampilla…”

 

[El problema principal no tiene correlación con las ideas que pueda tener el Usuario 0.1.]

[La máscara que porta es parte de este mundo y ya poseía una magia arcaica.

El Sistema solo agregó un glamour adicional para ocultar su apariencia y ayudar a que el Usuario 0.1 continúe con sus misiones.

Ese no puede ser el caso de esta ropa, 

no tiene ninguna propiedad mágica.]

 

“Sistema ¿no crees que estás siendo ridículo?” cuestionó Shang Qinghua, sintiendo que del enojo le ardía el estomago “¡Literalmente creaste este estúpido mundo! ¡Si alguien puede hacer lo que se le dé la gana, eres tú!”, masculló, chirriando sus dientes.   

 

[El Sistema lamenta su insatisfacción con la misión secundaria,

 pero el Sistema es incapaz de cumplir la petición, lo sentimos Usuario 0.1

૮(˶╥︿╥)ა]

 

La pantalla volvió a quedarse en blanco, pero no desapareció. Shang Qinghua supuso que el Sistema deseaba burlarse más de él o quizás verlo enloquecer por pensar en otras opciones. 

“¡Okay!” exclamó al aire, alzando sus manos “¡piensa Qinghua!”, dijo, poniendo sus manos a los lados de su cabeza “Han pasado algunos días desde el incidente, y no han habido avistamientos de guardias u otros demonios del Desierto del Norte, así que Lianguan-Jun debe de pensar que Mobei Jun está muerto, así que tenemos una pequeña ventaja” consideró, caminando en círculos en la estrecha letrina, y teniendo a la pantalla del Sistema que lo seguía con su luz  “pero cuando el Consejo Real y los súbditos noten la desaparición de Mobei Jun, entonces ese imbécil tendrá que fingir preocupación y comenzar una búsqueda… No hemos dejado muchos rastros, pero no tardará demasiado para que otros humanos cuestionen su apariencia. Lady Xiao ya lo sabe, y no ha dicho nada, pero otros no nos darán este trato y si llegamos a encontrarnos con otros demonios, puede que perciban su aura y esto llegue a oídos del Lianguan-Jun…”, Shang Qinghua especuló sintiendo que su cabeza estaba a punto de explotar al tratar de pensar en todas la posibilidades, no obstante otra realización lo golpeó al instante “pero no son capaces de sentir magia… no son capaces de percibir mi glamour ¿no es así, Sistema?”, cuestionó, activando nuevamente la pantalla. 

 

[Lo sentimos usuario 01, el Sistema no parece comprender la correlación de esas declaraciones]

 

“No, no, si pueden sentir magia”, se corrigió Shang Qinghua, “Mobei Jun dijo que podía notar magia antigua en mi máscara, pero lo que no pueden identificar es lo que has hecho Sistema, tu magia...tus códigos son demasiado poderosos para los demonios, incluso los de alto rango”, dijo, soltando una risa, pasando su mano por su cabello “solo tengo que usar tu magia, Sistema… debo de usar mi máscara”, dijo sonriendo con alivio, por primera vez en varios días, deshaciendo el nudo de su listón y quitándose la máscara. “Ugh”, se quejó al sentir la suciedad que el contorno de la máscara había dejado. Normalmente tenía como costumbre quitarse su máscara cuando dormía o tomaba un baño, pero teniendo en cuenta su trabajo como sirviente, varios peligros inminentes, así como el extraño interés del demonio en saber su identidad, Shang Qinghua se vio obligado a usar su máscara todo el tiempo.

“Quizás puedo romperla con un martillo”, murmuró, examinándola, buscando el mejor pedazo para quitar “haha, tal vez podría córtarla a la mitad y tener un rebranding y ser el Fantasma de la Ópera versión medieval”, bromeó, a lo que la pantalla del Sistema se tornó roja “huh, un público exigente”.  

Entonces, fue que lo notó, el viejo listón azul que colgaba de su máscara, que a pesar de los años y de todas las misiones y tragedias por las que había pasado, seguía completamente intacto. 

“Esto tiene que ser suficiente”, murmuró, a lo cual el Sistema, para su sorpresa, no debatió. 

Pese a esto, su tiempo en la letrina llegó a su fin, cuando varios golpes insistentes y una voz conocida comenzaron a llamarlo. “Lord Shang, ¿Se encuentra bien? ¿ya terminó?”, preguntó en una rápida sucesión Lady Xiao, “necesito hablar con usted”, pidió, por la intensidad de sus golpes, amenazado con abrir la puerta en cualquier momento. 

“¡Espera! ¡salgo en un momento!”, exclamó Shang Qinghua, a prisas poniendo el listón de nuevo en su máscara y abrochando fuertemente. “uh, lo siento…”comentó el bardo, sacando solamente su cabeza, “creo…creo que me cayó mal la comida del festival”, dijo, al salir por completo y cerrar detrás de él, captando que tanto Mobei Jun como Lady Xiao estaban fuera de la letrina esperándolo. “uh…” fue lo único que el bardo pudo decir al ver que Mobei Jun lo miraba fijamente, arqueando una ceja. 

“Mierda… ¿habrán escuchado?” , se preguntó en ese momento, sintiendo sus manos sudorosas de repente. “uh…¿ya está lista la ropa?”, preguntó Shang Qinghua, tratando de aparentar que no estaba teniendo una pequeña crisis de que los personajes de su novela supieran sobre la existencia del Sistema y en consecuencia que el bardo era todo un fraude. 

Sin embargo, solo recibió una cálida sonrisa por parte de la joven mujer y fue arrastrado por ella hasta la entrada de la tienda. Entonces observó que el lugar se encontraba vacío, solo teniendo a los demás empleados arreglando las repisas y las telas, incluso notó a Xue Yi, el cual se ocupaba limpiando el cristal de la ventana, donde en el exterior ya había anochecido por completo y los mercaderes de la feria desmantelaban sus puestos y guardaban sus mercancías en carruajes.

“Hablé con Lord Mobei sobre los detalles de la ropa, Lord Shang”, comentó de repente lady Xiao, haciendo que Shang Qinghua dejará de observar el exterior y se concentrara en ella, quien estaba detrás del mostrador, con papel y tinta listos “están casi listas, pero me preguntaba si ¿podría darme el nombre de la posada y el número de habitación que tiene? así puede ser más fácil la entrega”.

Shang Qinghua alzó una ceja detrás de su máscara “¿estás segura de eso? de verdad no deseo causar más molestias… yo puedo venir por ellas, no hay ningún problema”, respondió el bardo, todavía sintiéndose mal por todo lo que había hecho pasar a la mujer. 

“No hay ningún problema, Lord Shang”, aseguró ella, sonriéndole “de todas formas Xue Yi necesita hacer otras entregas y recoger unas nuevas telas, ¿No es así, querido?”, preguntó, alzando su mano de forma delicada y sonriendo, a lo cual el joven se detuvo brevemente en lo que hacía y asintió.  

“Esta… está bien”, aceptó el bardo, escribiendo en un papel lo que Lady Xiao le había pedido. 

“Es tarde”, avisó el demonio, “debemos de irnos”, dijo, mirando expectante a Shang Qinghua, este asintió, pero respondió “Mi Lord, ¿por qué no me espera afuera? si no es una molestia, me gustaría hablar por última vez con Lady Xiao”, pidió cerrando los ojos, resistiéndose a elevar sus manos ya que no quería hacer creer a su amiga que el demonio lo golpeaba… aunque realmente solía hacerlo cada que el bardo pedía algo que al demonio no le parecía. 

Sin embargo, para su sorpresa, Mobei Jun solo se dirigió a la puerta, por fin saliendo del lugar y manteniendo vigilia de la entrada como si fuera un guardia de seguridad. Shang Qinghua soltó una risa, pero sacó de su bolsillo su saco con monedas, de nuevo extendiéndoselo a la mujer “no me iré de aquí hasta que lo aceptes”, dijo, mirando seriamente a su amiga “fue una estupidez lo que hizo, y no quiero deberte nada, en especial por lo mucho que me has ayudado”.

Lady Xiao negó, igualmente mirándolo seriamente “eso ya no importa… además, te hice una promesa ¿lo recuerdas?”, cuestionó, su mirada brillante de repente “sé que ha pasado mucho tiempo, pero… siempre la tuve en mente, Shang Qinghua”, dijo, sorprendiendo un poco al bardo porque usara su nombre “esto es poco para lo que hiciste por mi en ese tiempo, ya te lo he dicho, confeccionaré lo que desees con mucho gusto, y eso aplica también para tu Lord.”, dijo, con tanta sinceridad y aprecio que le causó un escalofrío al bardo, así como una repentina comezón en sus ojos. 

“Te debo una…” comentó el bardo, sintiendo sus ojos un tanto húmedos, “haha verdaderamente me salvaste”, dijo, sonriéndole a la joven mujer, trayendo a su mente su breve despedida del pasado, frente a las puertas de la residencia de ella, ambos con muchos sueños, siendo demasiado jóvenes como para enfrentarse al mundo, pero al final, ambos logrando lo que se había propuesto. 

“Una carta bastará”, respondió ella, sus ojos igual de llorosos que los del bardo. Entonces ella salió del mostrador y antes de que el bardo pudiera tomar la iniciativa, ella lo envolvió en un fuerte abrazo.  Shang Qinghua devolvió el abrazo, sintiendo que una lágrima se resbalaba por su mejilla. 

“Realmente las despedidas no son lo mío” , consideró el bardo en el momento, experimentando esa sensación tan rara e incómoda que hacía mucho no sentía. 

“Lo haré”, prometió el bardo, una vez que ambos se separaron “intentaré no desaparecerme por tanto tiempo de nuevo”, dijo, haciendo que ambos rieran, y que Shang Qinghua pensara en ese momento que quizás, después todo, quedarse de vez en cuando en Qing Jing no era tan malo como pensaba…

 

[¡Felicidades Usuario 0.1!]

༘⋆ ദ്ദി(ᵔᗜᵔ) ༘⋆ 

[MISIÓN SECUNDARIA: “UN CAMBIO DE LOOK” 

COMPLETADA]

[Puntos de satisfacción +50000]

[¡Continúe con el buen trabajo!]

 

Cuando Mobei Jun se despertó, esta vez no fue por los molestos ruidos del exterior, puesto que la feria había acabado tan rápido como había empezado. Sino, que se trató de su sirviente, quien tocó tres veces a la puerta. 

“Entra”, ordenó el demonio, su voz grave y un tanto atontada por el sueño. 

La puerta se abrió con un crujido lento e inseguro, pero para cuando el demonio se sentó en su cama, el bardo estaba dentro de la habitación frente a su cama, cargando con una bella caja de madera lacada con un grabado de copos de nieve en la tapa. 

“Tengo entendido que tomó un baño por la noche”, comentó su sirviente, quien miraba hacia abajo “pero si lo desea puedo llamar al servicio por más agua para la bañera”, comentó, pero Mobei negó. Tener que usar sus poderes para poder enfriar el agua a la temperatura que él estaba acostumbrado era algo que, aunque normalmente le parecía sencillo, había resultado agotador. Así que, en silencio prefirió limpiar su rostro, su cuello y sus manos con el agua que otro sirviente había dejado en el tocador, y después observó al bardo, quien lo había estado viendo con sorpresa, igual que el día anterior, “¿Ocurre algo, Shang Qinghua?”, cuestionó confundido por los breves momentos en que su sirviente parecía descomponerse. Pero este negó rápidamente y sacó de la bella caja de madera, la ropa que Lady Xiao había confeccionado para él.

Su sirviente, poco a poco lo vistió, esta vez sin movimientos torpes e inseguros, sino haciendo su labor ágilmente. “Creo que Lady Xiao se ha superado a sí misma”, escuchó murmurar al bardo, una vez que ajustó la hebilla del cinturón. 

El demonio observó por un momento la camisa, un tanto holgada pero no de forma exagerada, con un cuello en forma de v que le dejaba mostrar algo de su pecho, de una tela suave, resistente y blanca como la nieve, en las mangas había un delgado y fino bordado de copos de nieve azules, de hilo de plata y con piedras preciosas de un azul índigo. Los pantalones eran de una lana azul oscura, casi negra, suave, resistente, incluso más cómodos que las que solían ponerle las modistas del Desierto del Norte. En ellos podía notar más del bello bordado, aunque este se perdía entre la tela al ser con hilo negro. 

Era una ropa hermosa.

“Mi lord, ¡se ve increíble!”, comentó de repente su sirviente, que había permanecido en silencio. Su boca ligeramente ágape y juntando sus manos. “Le sienta muy bien, mi lord”, dijo, sonriendo ligeramente, haciendo una seña con su pulgar que Mobei Jun no comprendió del todo, pero supuso que era algo bueno. “Solo que, creo que necesita algo más”, añadió el bardo, invitándolo a tomar asiento frente al espejo del tocador. 

Mobei Jun arqueó una ceja y el bardo soltó una risa nerviosa. “Estuve pensando en una forma de ocultar su identidad de otros, que no implicara algo demasiado drástico, así que…hice esto” dijo Shang Qinghua, sonriendo nerviosamente y elevando un listón de color azul. 

“Creí que dijiste que no tenías “madera” para usar magia”, respondió el demonio, frunciendo ligeramente el ceño al notar que el listón estaba cubierta de magia…de la misma que tenía la máscara del bardo. 

“Yo…tengo mis trucos” se defendió su sirviente, pero después ladeo la mirada, algo apenado “no pude pensar en otra opción, mi lord”, respondió, su voz aun nerviosa “pero este glamour sirve para modificar la apariencia de quien la porte… tanto demonios como humanos no lo reconocerán” explico, tomando del tocador un cepillo, “y es fácil de usar, solo tengo que trenzarlo en su cabello y ¡listo!”.

Ante esto, el demonio le arrebató el listón y el cepillo al bardo y comenzó a peinarse por su cuenta. Cosa que pareció sorprender al bardo, pero Mobei Jun simplemente no podía dejar que un sirviente de solo unos días lo viera desnudo o siquiera se atreviera a tocar su cabello.

No, eso…eso tendría que esperar. 

“Uh…bien”, respondió su sirviente después de un momento, “iré a empacar lo que falta y a despertar a Yingying, después regresaré para ayudarle, mi lord”, dijo, para después dar una reverencia y retirarse rápido de la habitación. 

Por el otro lado, Mobei Jun continuó cepillando su largo cabello, cuando sintió algo en el bolsillo de pantalón. Era una nota, con un mensaje en tinta dorada. 

“El trato finalmente está cerrado y su secreto está a salvo conmigo, ¡gracias por el dinero y espero que Lord Shang disfrute de la ropa!” -Lady Xiao

Mobei Jun guardó la nota, teniendo cuidado de no rasgarla con sus garras. 

Y si mientras cepillaba su cabello, las comisuras de sus labios se elevaron un poco, Mobei Jun no hizo mención de esto. 

Ya que solo fue un poco. 

~*~

Notes:

Holaa de nuevo!!
(Se que a lo mejor ya leyeron la primera parte en mi twitter pero shh hagamos como que no)
But, aside that, espero que si les haya gustado jasja.
Son libres de dejar comentarios o kudos :D
Les tqm.
Byeee