Chapter Text
A veces cerraba los ojos y deseaba que el tal Sasuke no regresara. Aunque, inmediatamente después, la culpa lo carcomía. Siempre existía la posibilidad, por supuesto, y era una posibilidad muy alta, pero… ¿qué clase de persona desea el mal a otra solo porque le conviene?
Gaara no era mala persona, simplemente había experimentado demasiadas cosas en su vida y, ahora que un rayo de luz al fin lo alcanzaba, ese rayo no era suyo.
Oh, pero cómo deseaba que lo fuera.
Se sentía como una persona cruel, apática. El que Sasuke Uchiha desapareciera le causaría un profundo sufrimiento al hombre que amaba, y a pesar de eso se encontraba deseándolo con fervor, y despreciándose por ello.
Si el esposo de Naruto no volviera a casa nunca, ¿le daría el omega alguna oportunidad? ¿O solo estaba engañándose a sí mismo?
Si hubiera conocido a Naruto hace años, ¿habría hecho alguna diferencia? Si hubiera llegado a su vida antes, tal vez podría haberlo enamorado. Si tan solo se hubieran encontrado antes, mucho antes, tal vez habría tenido una oportunidad, tal vez Naruto fuera ahora suyo, tal vez ese bebé fuera su sangre y no de otro.
Tal vez…
Ah, tantas posibilidades y todas sin sentido. El pasado era imposible de cambiar y, aunque el futuro no estaba escrito, era demasiado impredecible.
Demasiado.
Pero, sin importar el desenlace de esta historia, solo podía sentirse agradecido por haber conocido esos ojos azules que le habían enseñado lo que era el amor. Siempre tan radiantes, tan sinceros, igual que el día en que lo conoció.
Eran unos ojos que profesaban miles de emociones y sentimientos, como si su propia alma se reflejara en ellos. Si tan solo esos sentimientos fueran para él…
.
.
.
Algún tiempo atrás
.
.
.
Con un suspiro frustrado, caminó a pasos reacios hasta la puerta de la casa vecina. No tenía muchas ganas de estar conociendo gente nueva tan pronto, si era honesto, pero su hermana le había dicho que sería buena idea presentarse a la gente del vecindario, o al menos a las casas que quedaban más cerca de la suya.
Entonces, la promesa que le había hecho a Temari lo hizo encontrarse frente a la puerta de una casa ajena durante una mañana soleada, preguntándose a sí mismo si esto era de verdad una buena idea o si sería mejor darse la vuelta y hacer de cuenta que nunca estuvo ahí en primer lugar. Al final, se resignó y, con un suspiro, alzó el puño para dar un par de suaves toques sobre la madera. Tal vez tuviera suerte y nadie lo habría escuchado. O, mejor aún, no había nadie en casa, así podría ahorrarse la molestia y la…
La puerta se abrió entonces y un par de brillantes ojos, más azules que el cielo de esa misma mañana, lo saludaron. El dueño de esos ojos, un hombre rubio de piel ligeramente tostada, le ofreció una sonrisa cortés, y Gaara no pudo evitar notar las marcadas ojeras que amenazaban con opacar esa refulgente mirada.
—Hey, tú debes ser el nuevo vecino, ¿no es así? —fue lo primero que le dijo.
Gaara abrió la boca para responder y luego la cerró, optando por solo asentir con la cabeza. El hombre, claramente un omega, y no porque luciera delicado o femenino como solían señalar los estereotipos, sino por el evidente abultamiento que tenía en la zona del abdomen. Era bastante obvio que estaba en cinta, aunque, de cuántos meses, Gaara no podría decir.
— ¡Bienvenido al vecindario! —el rubio le sonrió ahora con más ganas, ofreciéndole una mano para que la estrechara. Sintiéndose algo confundido y fuera de lugar, el pelirrojo extendió la mano para darle un suave apretón, pero esta fue apresada con firmeza y sacudida bruscamente de arriba abajo como saludo. —Noté que la casa de al lado ya no luce tan deshabitada como de costumbre, así que asumí que alguien debía de vivir ahí. Pensé en ir a presentarme yo mismo para darte la bienvenida, pero creo que te me adelantaste, ¿eh? Te acabas de mudar, ¿no es así? Es curioso, no mucha gente busca mudarse a pueblos pequeños como este. Bueno, no es que estemos en un campo ni nada por el estilo, pero la mayoría de las personas buscan irse a las grandes ciudades, ¿me entiendes? Aunque, bueno, en tiempos como estos supongo que muchos buscan un sitio más tranquilo donde asentarse. No es que yo sepa mucho tampoco, la idea de cambiar de pueblo nunca se me pasó realmente por la cabeza, ¿sabes? —acarició su abultado vientre con un gesto pensativo y, luego, al volver a centrarse en el rostro impasible de Gaara, parpadeó y se rascó la nuca, avergonzado. — ¡Ah, perdón! A veces hablo un poquito demasiado, ¿no? No quiero parecer grosero, lo siento. Como sea, ¿cómo te llamas?
El pelirrojo solo lo miró, todavía algo aturdido luego de tanta palabrería. Era como si los pulmones de ese hombre nunca se quedaran sin aire, no creía haberlo visto hacer una pausa ni para respirar. Y, ahora que al fin habría dicho algo que podía responder, se sintió como un tonto. Sin embargo, el ojiazul seguía sonriendo sin ninguna incomodidad.
—Gaara. —contestó finalmente. Ni siquiera pensó en el hecho de que había omitido su apellido sin querer. Pero, queriendo corregirlo, repitió: —Gaara Sabaku.
La sonrisa del rubio se amplió.
Era un tipo extraño, concluyó el pelirrojo. Demasiado animado, demasiado energético. Al menos para su gusto, era así. Pero, al mismo tiempo, se notaba que era una buena persona, vibrante y genuina.
—Bueno, Gaara, es un placer conocerte. Yo soy Naruto Uchiha.
.
.
.
Chapter 2
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Los tiempos de guerra eran difíciles, Gaara lo sabía mejor que nadie.
Sí, vivir en un país que sufría los estragos de dichos conflictos era complicado. La falta de hombres y mujeres para continuar haciendo funcionar al país estaba causando muchos problemas económicos. Hacían falta trabajadores para que todo siguiera marchando. Además, la comida no era tan abundante como en otros tiempos.
Sin embargo, eso era algo que podía sobrellevarse. Vivir de primera mano los estragos de la guerra era algo diferente. Gaara vio, con sus propios ojos, el campo de batalla. Se había enlistado en el ejército hacía varios años, sin pensar en que una guerra podría desatarse. Milagrosamente, había sobrevivido sin mayores consecuencias físicas. Muchos no contaban con esa suerte. Sin embargo, las heridas en el alma eran difíciles de sanar.
Ver morir a la mayoría de sus aliados fue duro. Muchos amigos y no tan amigos, sus vidas desperdiciadas por la codicia ajena. También, verse obligado a matar, a convertirse en un asesino. Los soldados enemigos no eran diferentes a ellos, no en realidad. Era una partida eterna de matar o morir de la cual nadie quería ser parte, porque incluso el jugador vencedor perdía más de lo que podría llegar a ganar.
Gaara había salido vencedor, porque aún conservaba su vida, pero había perdido mucho más. Su hermano mayor, Kankuro, había muerto en el campo de batalla. Luego de la terrible noticia, fue informado de que su madre enfermó. Cuando regresó a casa finalmente, luego de años siendo testigo de las desgracias de la guerra, ya no la encontró. Solo quedaba su hermana mayor, Temari, ya que su padre había fallecido varios años atrás.
La vida no era sencilla. Todavía llevaba en el bolsillo la última carta que le había escrito su madre, en la cual le rogaba que volviera a casa a salvo. Las pesadillas lo atormentaban cada noche. Cada vida que arrebató era como una tonelada de peso sobre su espalda.
Incluso estando en casa, se sentía como un extraño. Su hermana había intentado animarlo, hacerle ver que debía aprovechar cada momento de la oportunidad de estar vivo, pero no tenía las fuerzas, no tenía energías para continuar. No tenía un propósito.
Era algo irónico, ¿no? En el campo de batalla, lo que impulsa a cada soldado a seguir adelante es el deseo de volver a casa. Regresar a los brazos de sus familias, de sus seres queridos. Gaara lo había conseguido, pero seguía sintiéndose tan vacío como antes.
Y, por esa misma razón, fue que Temari lo instó (o más bien obligó) a cambiar de ambiente. Así fue como terminó buscando una casa en algún sitio lejos de su ciudad natal, donde podría comenzar desde cero, donde nadie lo conociera, donde tal vez pudiera volver a encontrarse a sí mismo.
No tuvo que hacer mucho trabajo, Temari fue quien se encargó de casi todo. Gaara no hizo mucho más que empacar las pocas pertenencias que consideraba valiosas y marcharse, no sin antes prometerle a su hermana que escribiría de vez en cuando. Cuando al fin llegó a su destino, se encontró conforme con la pequeña casa que Temari había conseguido para él. No era nada lujosa ni extravagante, sino acogedora. Al entrar, descubrió que tenía una habitación, un cuarto de baño, una cocina no demasiado pequeña, y una sala de estar bastante amplia en comparación con todo lo demás. Era un buen lugar para una sola persona, o tal vez para una pareja, pero no para más.
Invirtió los siguientes días en limpiar el lugar. No se apresuró, simplemente fue quitando el polvo de cada esquina con paciencia. También limpio el frente y el patio de la casa, deshaciéndose de las malas hierbas y recordando el césped. Así, la casa ya no luciría tan abandonada como cuando llegó.
Su siguiente “misión”, que no era más que un encargo de su hermana, fue tener que presentarse a la gente del vecindario. Gaara nunca había sido alguien extremamente social, pero tampoco es como si fuera un marginado. La idea de ir de casa en casa simplemente para anunciar su presencia en el pueblo le causaba cierta ansiedad. Por eso, decidió comenzar despacio. Para mantener su promesa, haría lo que su hermana le dijo, pero solo iría a las dos casas a sus costados y a la casa de enfrente. Ya más era pedirle demasiado.
Así fue cómo, aquella mañana de verano, se encontró frente a aquella puerta. El momento en el que Naruto Uchiha comenzaría a ser parte de su vida.
Al pasar un mes de haberse mudado, Gaara consideró que tal vez no estaba viviendo la mejor época de su vida, pero el cambio sí le había hecho bien. Estar frente a otro escenario y más o menos relacionándose con otras personas había conseguido que sus hombros se destensaran un poco.
Además, ahora tenía un nuevo pasatiempo. Por más increíble que pareciera, su más reciente interés era la jardinería.
Comenzó cuidando las pocas plantas que ya estaban en la propiedad, podándolas y regándolas todos los días. Luego, decidió que haría un huerto. Y eso era justo lo que estaba haciendo en ese instante.
Arrodillado en el suelo, vistiendo no más que unos pantalones de mezclilla y una camisa manga larga arremangada por arriba de los codos, aflojaba la tierra de su patio para, más tarde, comenzar a sembrar las semillas de los alimentos que tenía. Tal vez incluso sembraría algunos tubérculos. Esperaba cosechar suficientes hortalizas en un futuro para reducir su gasto en frutas y verduras, aunque tampoco esperaba vivir enteramente de sus cosechas.
Cuando decidió que la tierra estaba lista, se puso de pie, sacudiéndose la suciedad de las manos y caminando hacia el costado de la casa para enjuagarse las manos con la manguera. Desde donde estaba, podía ver a la perfección la calle, y no pudo evitar notar una figura en movimiento en la acera.
Parpadeó, observando a su vecino llevar con algo de dificultad varias bolsas que probablemente pesaban más de lo que debería cargar con su avanzado embarazo.
El omega tendía a saludarlo cuando se encontraban de casualidad, y siempre se mostraba bastante abierto a pesar de haber tenido casi nulo contacto con él. Verlo ahora, sobre esforzándose, no le sentó bien, pero no se sentía cómodo acercándose tampoco.
Optó por hacer de cuenta que no lo había visto, creyéndose un patán por hacerlo, pero cambió de parecer al escuchar como este maldecía en voz alta cuando una de las bolsas se le deslizó de su agarre, el contenido siendo esparcido por el suelo.
No podría levantar todo eso solo, así que, sin decir nada, Gaara se acercó con resignación y comenzó a recoger las verduras que se habían escapado de la bolsa, sin reaccionar ante el sonido de sorpresa que soltó el rubio.
—Te lo agradezco mucho. —sonrió agradecido, dispuesto a aceptar la bolsa de regreso antes de continuar.
El pelirrojo negó con la cabeza y, en lugar de regresarle la bolsa, le quitó las demás, ignorando el llamado del rubio, y caminó hasta la puerta de la casa vecina para esperar a que el otro lo alcanzara.
— ¡Hey! —se apresuró el ojiazul, detrás de él. —No era necesario que te molestaras. —murmuró, buscando su llave entre sus bolsillos.
—No es una molestia. —fue todo lo que decidió responder.
La puerta fue abierta, mostrando una pequeña parte del interior del lugar.
—Anda, pasa. —lo instó Naruto. —Deja que te agradezca con un café o algo.
—No es necesario. —dijo, pero entró de todos modos, dispuesto a dejar las bolsas sobre una mesa para que el omega no tuviera que recogerlas del piso. Seguro que sería una tarea difícil, considerado el gran abultamiento de su vientre.
El lugar era apenas más grande que su propia casa, con una sala del mismo tamaño pero una cocina ligeramente más amplias. Si había más de una habitación, no lo sabía.
Depositó las compras sobre la mesa del comedor y le hizo una inclinación de cabeza al omega antes de darse la vuelta, dispuesto a irse. Invadir el espacio de otra persona, y más si era un omega en cinta, lo hacía sentir inquieto. Era curioso, especialmente porque no podía percibir el aroma de ningún alfa en la estancia.
— ¡Espera, espera! Insisto. Además, apenas hemos hablado desde que te mudaste, ¿no? Nunca está de más conocer un poco a las personas que te rodean.
Gaara titubeó.
No quería quedarse, pero tampoco quería que el rubio se sintiera rechazado. Por un segundo, pensó en su hermana y en que a ella le gustaría que socializara un poco.
Suspiró.
—Un café suena bien.
.
.
.
Notes:
En honor al cumpleaños de Naruto les comparto hoy el segundo capítulo :D
Esta historia no tendrá un desarrollo muy rápido, pero tampoco demasiado lento porque soy demasiado impaciente para eso XD Mientras tanto, me gustaría oír teorías y opiniones :D
Chapter 3
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
Chapter Text
Sentado en una de las sillas del comedor, Gaara observó a Naruto preparar el café mientras este tarareaba alguna canción que él desconocía. Cuando la taza le fue ofrecida, agradeció en voz baja y la tomó, y continuó observando al rubio dar vueltas por la cocina, sacando las cosas de las bolsas y guardando cada una en su lugar.
—No deberías comprar tantas cosas de una sola vez. —comentó, inmediatamente dándose cuenta de que tal vez ese comentario sonaba un poco grosero.
No lo dijo de mala manera. Una persona embarazada no debería hacer tanto esfuerzo, eso es todo. ¿Qué pasaría si no hubiera nadie para ayudarlo la próxima vez que se le cayera algo?
—No tengo realmente otra opción, ¿sabes? —respondió el rubio, quien no parecía ofendido por el comentario. —Hoy es el único día que tengo libre del trabajo y no tengo más tiempo para hacer compras en otro momento. Debo comprar todo de una sola vez o correré el riesgo de necesitar algo durante la semana. —suspiró con agotamiento, dejándose caer sobre el asiento libre una vez que hubo guardado todo.
Gaara observó cómo se acariciaba el vientre en círculos, como si eso lo ayudara a relajarse.
Entonces, el rubio trabajaba durante la semana y, aparentemente, vivía solo. Era una lástima. Con un embarazo tan avanzado debería pasar su tiempo descansando y preparándose para la venida del bebé, no trabajando para sobrevivir. Pero bueno, si la vida fuera justa él tampoco estaría aquí ahora.
— ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué decidiste mudarte a este lugar? —inquirió el rubio, curioso.
—Quería cambiar de ambiente. —fue su simple respuesta. No era una mentira, pero tampoco englobaba la complejidad de la verdad.
—Oh, ¿no te gustaba tu antigua ciudad?
El pelirrojo se encogió de hombros. No era que no le gustara, simplemente ya no se sentía bien ahí. Luego de todo lo que había ocurrido, él…
Sacudió la cabeza.
—Solo necesitaba cambiar de aires. —respondió vagamente.
—Entiendo. —el ojiazul decidió sabiamente no preguntar más. —Bueno, ¿y qué te parece el pueblo?
Gaara le dio un sorbo a su café, sintiendo el líquido calentarle la garganta.
—Es tranquilo.
Naruto rio.
—Sí, es bastante agradable, ¿cierto? Yo crecí aquí, así que probablemente conozco a todo el mundo. Como no estamos en una gran ciudad, las personas son muy cercanas, así que todos nos llevamos bien. Me gustaría criar a mi bebé aquí. —frotó amorosamente su vientre al hacer mención de la criatura que crecía dentro de él.
A Gaara le pareció curioso cómo alguien que evidentemente llevaba un pesado día a día deseaba quedarse en ese lugar. Si su situación fuera otra, él probablemente buscaría como salir a buscar más oportunidades fuera de ese pueblo. Para “ser alguien en la vida”, como diría su padre. Irónicamente, justo ahora buscaba todo lo contrario. Solo quería un sitio que le diera paz, y no sabía qué tanto le tomaría encontrarla.
El rubio continuó acariciando su estómago distraídamente, al parecer olvidándosele el hecho de que había dejado de hablar. Fue agradable al inicio, pero luego Gaara comenzó a inquietarse debido al mutismo y trató de aligerar el ambiente con lo primero que se le vino a la cabeza.
—Linda casa.
Claro, su cabeza era un fiasco en lo que se refería a sociabilizar, así que no tenía idea de por qué abrir la boca fue una buena idea.
Sin embargo, no se esperó la reacción inmediata que su comentario provocó.
— ¡Lo es! —Naruto solo amplió su sonrisa. —Mi esposo la construyó antes de que nos casáramos por esa idea tonta que aún tienen los alfas de que tienen que proveer un hogar y todo eso.
Ah, entonces estaba casado. Bueno, eso tenía sentido, aunque debía admitir que al principio creyó que Naruto era una de esos omegas que terminaban como padres solteros. No era algo muy bien visto, que una persona tuviera hijos sola fuera de un matrimonio, pero tampoco hubiera sido la primera vez que lo veía. Además, él no era quién para juzgar. Si Naruto era padre soltero o estaba casado, no era asunto suyo ni debería importarle.
El esposo de Naruto debía llevar bastante tiempo lejos, le llegó el furtivo pensamiento. En la estancia solo se percibía el agradable aroma del omega, no había ningún rastro de la esencia de otra persona. Se preguntaba si el alfa del rubio habría sido reclutado también. El pelirrojo había conocido muchas personas así, obligadas a apartarse de sus familias y enfrentar un destino con un único probable desenlace. Cientos de vidas destrozadas por conflictos completamente ajenos a ellos.
Sintió algo de lástima, notando cómo, a pesar de sonar animado, los recuerdos le traían al omega evidente pesar.
Le dio otro sorbo a su café, escuchando a Naruto contar la historia de la casa y de cómo su esposo básicamente se la había obsequiado como regalo de bodas.
Cuando regresó a su propia vivienda, todavía respiraba el olor a café.
Decidió pasar el resto de la tarde leyendo.
Los primeros retoños de su huerto comenzaron a germinar alrededor de una semana después de haberlos sembrado. Eran únicamente algunas semillas de tomate las que comenzaban a hacer acto de presencia. También había enterrado unas zanahorias, pero las hojas de estas no parecían querer retoñar aún. A pesar de eso, el vistazo de los primeros tallos verdes lo hicieron sentir satisfecho.
Con cuidado, regó su huerto, inseguro de la cantidad de agua que podrían necesitar sus hortalizas. Tal vez debería buscar algún libro que lo guiara, solo para no correr el riesgo de ahogar o resecar su próxima cosecha.
Dejó la regadera junto a la puerta y entró sin importarle seguir con las botas puestas. El día apenas comenzaba y tal vez fuera una buena idea hacer algo de limpieza dentro de la casa, aunque estaba de humor para salir a tomar algo de sol.
Al final, optó por lo segundo. Ya podría limpiar un poco más tarde.
Decidido, desenrolló las mangas de su camisa, dejando que le cubrieran las muñecas, y se dispuso a salir. Justo cuando estaba abriendo la puerta, observó a su vecino caminando en la acera frente a su casa. Al parecer, él también había pensado en salir un rato de casa.
—Ah, buenos días, Gaara. —lo saludó el rubio al notar el movimiento. — ¿También vas de salida?
Le respondió con un asentimiento, cerrando la puerta tras de sí y acercándose hasta quedar a una distancia bastante prudente.
—Mmm, sí, supongo que hace un buen día para estar afuera. —comentó distraídamente, alzando la mirada al cielo. —Aunque yo en realidad voy a hacer las compras de la semana. Como te dije el otro día, este es mi único momento libre.
Oh, claro. Había pasado exactamente una semana desde aquella taza de café. Gaara realmente no había notado el paso del tiempo.
—Bueno, ya no te entretengo. Que tengas un buen día. —sonrió para despedirse, dispuesto a seguir su marcha, pero observándolo extrañado cuando Gaara comenzó a seguirlo.
—También me dirijo a hacer las compras. —fue toda la explicación que ofreció.
No era su idea original, pero concluyó que también le caería bien llenar un poco la alacena. Aunque eso era solo una excusa para ayudar al rubio de nuevo con las bolsas. Le sentaba mal que el omega tuviera que hacer todo solo, y ayudarlo a cargar las compras una vez a la semana no iba a matarlo.
— ¿Ah, sí? ¡Qué bien! Vayamos juntos, entonces. Como eres nuevo aquí, puedo mostrarte dónde conseguir los…—continuó parloteando, mencionando los sitios más convenientes para buscar artículos con los que llenar su despensa. A Gaara no le molestó.
¿Era esto hacer amigos, como su hermana le insistía que hiciera?
Las amistades que había tenido antes fueron más un resultado de la situación, no algo que él buscara abiertamente. Tal vez fuera tiempo de cambiar e irse abriendo a más personas poco a poco. Tal vez Naruto Uchiha podría ser un buen comienzo, o al menos eso fue lo que pensó en lo que el rubio continuaba conversando con él incansablemente, sonriéndole a cada persona que se detenía en la calle a saludarlo.
.
.
.
Chapter 4
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Otra semana más había transcurrido y esta vez Gaara estaba pendiente de la hora en que el rubio saldría para sus compras semanales.
La vez anterior, luego de ayudarlo de nuevo a cargar las cosas, terminó en casa del rubio siendo invitado esta vez a un panecillo con té que aparentemente una amiga le había regalado en el trabajo. También había visto al rubio salir temprano por la mañana y regresar casi al anochecer. Suponía que ese era el horario laboral que tenía aunque, cuál era su trabajo, Naruto no le había contado y Gaara no había mostrado su curiosidad sobre el asunto.
Se preguntaba qué haría el rubio una vez que tuviera al bebé. No necesitaba ser médico para darse cuenta de que el parto no debía de estar muy lejos, y trabajar con un recién nacido no era algo realmente posible, ¿no? Además, cuidar solo a un niño seguro no era tarea fácil, y menos en el mundo actual, donde el futuro era incierto.
— ¡Ah, buenos días, abuelo! —una voz animada y radiante lo sacó de sus pensamientos.
Con curiosidad, se asomó a la ventana y vio a Naruto conversando con un hombre de edad avanzada. Su voz era tan alta y escandalosa que no tuvo problemas en escucharla incluso a través de la ventana.
Gaara había visto al anciano en otras ocasiones. Era el cartero. Pasaba todas las mañanas entregando la correspondencia al vecindario. Y, al parecer, Naruto lo conocía lo suficiente como para llamarlo con tanta familiaridad.
Poniéndose de pie, se dirigió hacia la puerta para salir de casa, observando entonces como el hombre le entregaba al rubio su correspondencia antes de despedirse con un amigable: —Qué tengas un buen día, muchacho.
Entonces el hombre siguió caminando hasta quedar frente a su residencia e inclinó la cabeza como saludo.
—Debe ser el señor Sabaku. —una sonrisa gentil se dibujó en su arrugado rostro. A Gaara no le sorprendió que supiera su nombre, debido a su trabajo. —Es un placer, soy Hiruzen Sarutobi.
El pelirrojo inclinó la cabeza en reconocimiento.
—Tengo una carta para usted. —informó Sarutobi, buscando entre la correspondencia hasta dar con el sobre indicado y tendiéndoselo para que pudiera tomarlo. —Que pase buenos días. —se despidió con simpleza.
—Igualmente. —respondió Gaara por cortesía, observándolo marchar.
Giró el sobre para darse cuenta de que era una carta de Temari. Oh, claro, había prometido escribirle y hasta el momento no lo había hecho. Seguro al menos la mitad de las letras entre sus manos serían regaños por parte de su estimada hermana mayor.
— ¡Gaara, buenos días! —giró hacia la izquierda para encontrarse a Naruto, quien se había acercado mientras estaba distraído. Se veía de muy buen humor, a juzgar por la manera en que sus ojos brillaban esa mañana. —Veo que conociste al abuelo Hiruzen, ¿eh? Ha sido el cartero de esta zona por años, creo que incluso me cambió algunos pañales. —comentó con humor y se notaba el cierto cariño que le guardaba al anciano. — ¿Has recibido alguna carta importante?
Gaara se encogió de hombros.
—Mi hermana. He olvidado comunicarme con ella desde que llegué aquí.
—Oh, entiendo. Debe ser divertido tener hermanos, ¿no? Yo soy hijo único, y mis padres lamentablemente fallecieron hace años, así que las únicas cartas que espero son las de mi esposo.
— ¿Recibiste alguna?
El rubio inmediatamente sonrió.
— ¡Sí! No puedo esperar a leerla. Bueno, de hecho sí puedo, se me hará tarde para ir al mercado. Si me retraso más estará muy lleno y será un fastidio. La leeré más tarde, cuando esté cómodo en cama.
Gaara no pudo evitar notar que, detrás de la genuina emoción que Naruto demostraba ante la expectativa de leer la carta, también había algo de nostalgia y amargura.
Despidió a Gaara desde el marco de la puerta luego de invitarlo a tomar algo como agradecimiento por ayudarlo a cargar sus compras una vez más.
Pronto iba a hacérsele hábito, y a decir verdad le daba algo de vergüenza aprovecharse de la buena voluntad de su nuevo vecino. En cualquier otra situación, se hubiera negado a recibir ayuda. Él era muy independiente, le gustaba hacer las cosas solo.
Ahora, sin embargo, había llegado al punto de aceptar que necesitaba que le echaran una mano de vez en cuando.
Los tobillos y la espalda de dolían horrores, además de que el peso y el tamaño de su vientre lo limitaba para hacer ciertas cosas simples por las cuales nunca se había preocupado antes. Ya ni siquiera podía verse los pies, agacharse era un enorme problema, y todo lo que quería era estar en cama, hacerse una bolita y dejar que su esposo lo arrullara contra su cuerpo, respirando su aroma.
Cerró la puerta y exhaló pesadamente, la soledad de la casa comenzando a agobiarlo nuevamente.
Tal vez Gaara no fuera del tipo conversador, aunque bueno, Sasuke tampoco lo era, pero al menos le servía como compañía, una pequeña distracción de la aburrida rutina en la que se había convertido su vida.
Naruto no estaba hecho para vivir solo. Al menos no luego de todos los años durante los cuales no hubo un día que no despertara con Sasuke a su lado. La presencia del alfa era una constante para él. Ahora que no la tenía, era como estar perdido en medio del océano, sin estrellas con las cuales guiarse.
Se frotó la barriga con insistencia al sentir a su bebé golpearlo con una suavidad muy contrastante a las patadas que recibía en medio de la noche directo en su vejiga.
Le echó un vistazo rápido a la cocina, pensando en que debería comenzar a preparar algo de una vez para tener qué comer para la noche y el día siguiente, pero al final optó por ir a la habitación y tumbarse en la cama, decidido a relajarse un rato y tal vez tomar una siesta. Este era el único día que tenía algo de tiempo libre para descansar un poco y sentía que lo necesitaba.
La marca de mordida en su cuello ardió levemente, señal de que Sasuke probablemente estaba pensando en él. Sabía que el alfa también podía sentirlo, donde sea que estuviera en esos instantes. De alguna manera, era como si estuviera ahí, haciéndole saber que no estaba solo después de todo. Aunque, bueno, realmente no estaba solo. El regalo que Sasuke le había dejado crecía lenta pero constantemente dentro de su cuerpo.
Era algo que ya habían discutido algunas veces, tener hijos. Decidieron que lo mejor era no intentar luego de que iniciara la guerra y les informaran que Sasuke sería enlistado en el ejército gracias al servicio militar obligatorio, ya que el futuro de repente se había tornado incierto. Qué irónico fue que justo en ese momento fue que lograron concebir, y todavía peor considerando que Sasuke se había marchado sin saber nada, porque ni siquiera Naruto lo sabía en aquel entonces. Tuvo que enterarse por medio de sus cartas, muchas de las cuales escribió en medio de un ataque de llanto de los cuales culpaba a las hormonas.
Pero, a pesar de todo, Sasuke le había dicho que saber que iba a ser padre lo había llenado de dicha, y que ahora tenía otra razón más para asegurarse de ser fuerte y regresar a casa sano y salvo, con ellos, con su familia.
Y Naruto confiaba en él para que lo hiciera.
Cuando sus párpados comenzaron a cerrarse, el breve pensamiento del sobre guardado entre sus ropas lo despabiló.
¡La carta de Sasuke!
Se sentó de golpe, arrepintiéndose de inmediato cuando el brusco movimiento le causó un pequeño calambre en la espalda baja y maldijo en voz baja. Buscó la carta con desesperación y, cuando al fin la encontró, la observó como si fuera su tesoro más preciado.
Abriéndola con cuidado, sacó las hojas del sobre, el olor a tinta junto con el leve aroma de Sasuke le llegó a la nariz y no pudo evitar inhalar profundamente, deseando más.
Desdobló el papel y comenzó a leer.
Notes:
¿Tres semanas seguidas de actualización? ¿Quién soy? ¿Qué está pasando? XD
Chapter 5
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Con un suspiro, Gaara dobló cuidadosamente la carta de Temari y la guardó en uno de los cajones de su armario.
Cinco páginas.
Su hermana le había escrito cinco páginas de las cuales dos eran reclamos por no haberse comunicado desde el principio. Otras dos fueron dedicadas a contarle lo último que había ocurrido en su vida, lo cual no era mucho, a decir verdad. Más que todo era Temari hablando de cosas que otras personas le habían contado. Y la última fue un sermón sobre cuidarse, tratar de socializar con su nuevo vecindario y una advertencia de que estuviera listo para recibirla como visita en cuanto lograra juntar algo de dinero para pagar el pasaje.
Y, bueno, el que Temari llegara de visita pronto era algo que ya había previsto de todos modos. Y eso estaba bien; echaba de menos a su hermana.
Seguro que en cuanto llegara, lo obligaría a ir de puerta en puerta por toda la calle para presentarse formalmente con todos sus vecinos. Sería un dolor de cabeza, ciertamente, pero al menos eso dejaría a su hermana tranquila por un tiempo.
Probablemente se sorprendería al darse cuenta de que Gaara sí había tenido algo de contacto humano desde que se había mudado. Ni siquiera estaba seguro del porqué, pero la presencia de Naruto no le molestaba en lo absoluto. Era inclusive un poco distractoria; conseguía hacer que su mente dejara de pensar en sus problemas y lo hacía concentrarse en otra cosa.
Era agradable tener un nuevo amigo y poder ayudarlo de vez en cuando lo hacía sentirse útil. Y vaya que el rubio necesitaba ayuda. Viviendo solo, trabajando una jornada completa, teniendo que cuidarse a sí mismo y, además, con un avanzado embarazo a cuestas. Su barriga no hacía más que aumentar de tamaño, y Gaara no podía evitar preguntarse si ese niño nacería en cualquier momento. Y, por cierto, no estaba demasiado emocionado por tener un bebé recién nacido como vecino. Los niños eran bastante ruidosos y, a decir verdad, no sabía muy bien cómo tratar con ellos.
Bueno, no pensaría demasiado en eso. Era de alguna manera egoísta pensar en los inconvenientes que podría atraer el niño de Naruto para él considerando que el omega tendría que criarlo en situaciones poco convencionales: en medio de un país en crisis, solo, y con un esposo ausente que probablemente no volvería, como ocurría en la mayoría de los casos.
No le había preguntado a Naruto directamente, pero considerando la situación actual, sus propias experiencias y observaciones, la probabilidad más alta era que el esposo de Naruto hubiera sido reclutado en el Ejército para el Servicio Militar Obligatorio.
En tiempos de guerra no era una opción, y todos los hombres, tanto alfas como betas, eran llamados tarde o temprano para servir a su país. O, como él prefería llamarlo, para ir a morir como personas inocentes en medio de disputas ajenas, siendo obligados a convertirse en asesinos para sobrevivir lo más posible hasta el inminente final.
Pocas eran las personas como él, que tenían la suerte de conservar sus vidas, pero no tanto su estabilidad mental. En el mejor de los casos, los soldados volvían a casa inválidos, ciegos, sordos, mutilados, o en cualquier otro tipo de estado deplorable. En el peor de ellos, no volvían del todo. Era así de sencillo.
Incluso Gaara, a pesar de tener todas sus extremidades aún, sufría ciertas secuelas físicas de vez en cuando, pero suponía que debía considerarse afortunado de tener una oportunidad para vivir una vez más.
Solo esperaba no desperdiciarla.
No volvió a ver a Naruto hasta varios días después, cuando lo vio regresar del trabajo un viernes mientras regaba el jardín.
El rubio lo saludó sonriente con una mano y Gaara le devolvió el saludo inclinando levemente la cabeza en su dirección.
Ninguno de los dos dijo nada. Naruto entró a su casa y él continuó en lo que hacía. No hubo saludos, no hubo preguntas de cómo había estado su semana en los días que no se habían visto… Le hizo preguntarse si la ausencia de su usual palabrería significada algo.
No era un experto leyendo a las personas, y tampoco pensaba inmiscuirse en problemas ajenos, pero… Esas bolsas debajo de sus ojos, marcadas y oscuras, opacando su mirada, era algo que la sonrisa de Naruto no podía esconder.
—Gracias por ayudarme otra vez, Gaara. —Naruto le agradeció apenado, comenzando a sacar las compras de las bolsas. —Creo que esto se me hará una mala costumbre.
—No me molesta ayudar. —le aseguró el pelirrojo, observándolo guardar las cosas al igual que las últimas veces. No se sentó hasta que Naruto le insistió que lo hiciera y le sirvió una taza de café junto con unos bizcochos que recién había comprado.
Contrario a lo normal, Naruto no inició una conversación inmediatamente, sino que se sirvió un vaso lleno de agua y tomó uno de los bizcochos para darle un bocado, su mirada ligeramente ausente.
Gaara no pudo evitar pensar sobre esto en voz alta.
—Estás callado.
Naruto parpadeó un par de veces y lo miró, soltando una risita nerviosa justo después.
—Lo siento, ¿es incómodo?
—No. —dijo la verdad. —Pero sí extraño.
El omega le dio otro bocado al bizcocho y, luego de tragar, suspiró.
—Supongo que he tenido la mente en otro planeta últimamente. —murmuró distraídamente, terminándose su postre y agarrando otro.
—… ¿Ocurrió algo? —no sabía si entrometerse era una buena idea, pero el rubio tenía cara de necesitar a alguien con quien hablar de sus problemas. Él no era bueno dando consejos, pero sabía escuchar, así que al menos podría hacer eso por él. Además, no era chismoso, así que lo que fuera que le dijera se quedaría entre ambos.
Entonces, estaba dispuesto a escuchar a menos que Naruto no quisiera hablar sobre ello. Tampoco insistiría en el caso de que así fuera.
—No realmente. —respondió Naruto en voz baja, y parecía que eso sería todo, pero al parecer solo necesitaba ese pequeño empujón para comenzar a hablar. —O, bueno, no algo que no supiera que iba a pasar de todos modos. —suspiró, terminándose su segundo bizcocho y yendo por un tercero. — ¿Recuerdas la carta que recibí el otro día?
Gaara asintió despacio.
—De tu esposo, ¿no?
—Sí… Dijo que la escribió el día antes de que los enviaran al campo de batalla.
Ah, entonces sus suposiciones eran ciertas. El esposo de Naruto había sido una víctima más de toda esta retorcida situación. Naruto también, solo que de una manera menos directo.
Probablemente, al momento de escribir la carta, acababa de terminar el entrenamiento que les daban a todos los soldados nuevos. Desde cómo manejar armas, días extenuantes de entrenamiento físico, hasta diferentes tipos de códigos de comunicación y de conducta. Luego de ese proceso, extremadamente rápido en comparación con una persona que decide enlistarse de manera voluntaria en tiempos de paz, eran enviados directamente al frente.
—Así que supongo que solo estoy algo preocupado.
Gaara no tenía que ser un genio para entender lo que realmente significaban esas palabras. Naruto estaba aterrado, y realmente no había nada que hacer al respecto.
—Lo lamento. —fue todo lo que se le ocurrió decir. Incluso si supiera las palabras correctas de consolación en esta situación, no le parecía que fueran a ser suficiente.
— ¿Por qué te disculpas? —preguntó un curioso Naruto.
—No lo sé.
Naruto soltó una risita y tomó otro bizcocho, devorándolo de un solo bocado.
Notes:
Pasé de actualizar tres semanas seguidas a desaparecerme como por dos meses XD
Pero bueno, ahora que tengo un poquito más de tiempo libre estoy intentando ponerme al día con varios fics, así que esperen las otras actualizaciones :D
Chapter 6
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Entonces… ¿Tu esposo fue reclutado en el SMO? —preguntó Gaara, abofeteándose mentalmente un segundo después.
No se supone que debería preguntar por ese tipo de cosas por dos razones: ya lo sabía, y era un tema delicado para el omega. No le convenía que lo hiciera pasar un mal rato, podría hacerle daño a su salud o algo. O eso creía haber escuchado sobre embarazos, que no había que permitir que las personas experimentaran emociones demasiado fuertes porque podrían hacer daño al bebé. Y venía él, con su pregunta estúpida.
— ¿El qué? —el rubio parpadeó confundido, llevándose otro bizcocho a la boca. Él solo ya había arrasado con la mitad de la caja.
—El Servicio Militar Obligatorio.
—Oh. —murmuró, tomando otro bizcocho de la caja. —Sí, hace algunos meses.
Gaara lo observó devorar el postre con expresión ausente, como si su mente de repente estuviera en otro lugar, muy muy lejano.
—Lo lamento. —musitó sin saber qué más decir. No es como si en realidad hubiera algo que pudiera decir que lo hiciera sentir mejor, pero quedarse en silencio le resultaba más incómodo. ¿De qué se disculpaba? Tal vez de tocar el tema y hacer que Naruto pasara un rato amargo.
—No es algo por lo que deberías disculparte. —le contestó el omega, ofreciéndole una pequeña y triste sonrisa. —Además, ya es una situación muy común, no hay nada qué hacer. No debería sentirme tan afectado, ¿cierto? Quienes realmente sufren más son los que se van. Yo estoy aquí, solo, pero estoy bien. —comenzó a juguetear con las mangas de su camisa en un gesto ansioso. —No estoy luchando por mi vida ni estoy en riesgo ni nada por el estilo. Tengo un techo sobre mi cabeza, puedo trabajar para tener comida en la mesa, sé arreglármelas solo…
El cuerpo de Gaara se tensó involuntariamente cuando comenzó a divisar un atisbo de lágrimas en los ojos de su vecino, a pesar de que este se apresuró a restregarse los ojos con el dorso de la mano para secarlas. Esperaba que su rostro no delatara su incomodidad.
—No deberías subestimar lo que sientes. —optó por decirle en un vago intento de consuelo. —No porque estés aquí quiere decir que no estés pasándolo tan mal como muchos en el campo de batalla.
—Mi vida no está en peligro. Estoy aquí, sentado sin hacer nada, mientras Sasuke está…
—Estás donde debes estar. Tal vez pienses que es injusto, pero así es la vida.
—Yo tendría que haber ido con él…—soltó con voz afligida Naruto, tapándose el rostro con las manos y temblando ligeramente.
Gaara lo miró fijamente. La guerra no es un lugar para alguien como tú, quiso decirle, pero se contuvo para evitar ofenderlo.
— ¿Qué harías en medio de una batalla en tu estado? —le preguntó entonces. —Tal vez crees que no haces nada estando aquí, pero pronto tendrás un niño que dependerá de ti. Además, lo único que mantiene con vida y esperanza a un soldado es saber que hay alguien esperándolo en casa.
Naruto frunció el ceño y apretó los puños, probablemente queriendo refutar alguna de sus palabras, pero al final desvió la mirada y suspiró. Detestaba que lo trataran diferente por su subgénero y, aunque Gaara no había hablado de ello directamente, de todos modos se sintió irritado.
Pero tenía razón, ¿no? Si, en un caso hipotético, él también hubiera sido reclutado y luego hubiera descubierto que estaba en cinta… No era una buena combinación. Lo habría vuelto todavía más vulnerable, y probablemente lo hubieran enviado de regreso a casa de todos modos. Pero estar solo aquí sin su marido y con un bebé en camino tampoco era una situación muy buena que digamos.
—Pareces estar muy convencido de lo que dices. —masculló entre dientes, decidiendo no rebatir para no iniciar una discusión. Ya sería demasiado enojarse con un hombre que hasta este momento no había sido otra cosa que amable con él solo porque tenía una opinión que discrepaba de la suya.
Gaara se encogió de hombros.
—La idea de volver a casa con mi hermana fue lo que me hizo seguir adelante.
Naruto jadeó, sorprendido.
— ¿Tú estuviste ahí?
—Me uní al ejército antes de que la guerra comenzara. Fui de los primeros en ser enviados al campo de batalla.
—… ¿Cómo es?
—Vi a casi todos mis compañeros morir, mis manos están manchadas de sangre. Quería defender a mi país, pero terminé perdiéndome a mí mismo en el proceso. Por eso vine aquí, necesitaba alejarme de lo que conocía y comenzar de nuevo. La guerra cambia a las personas, muchos no vuelven y, los que lo hacen, jamás vuelven a ser los mismos otra vez. Todos los días tengo pesadillas sobre lo que vi, lo que hice, dónde estuve… —exhaló un suspiro tembloroso.
Una mano cálida cubriendo la suya lo hizo sobresaltarse levemente en su asiento y, cuando alzó la mirada, se encontró con unos ojos azules, iguales al mismo cielo, llenos de compresión.
—Lo siento, no quise hacerte recordar sobre… —hizo una pausa y bajó la vista un segundo antes de regresar su mirada a sus ojos. —Pero si necesitas un amigo en algún momento, puedes venir cuando quieras.
Gaara lo miró y luego sus manos antes de retirarse del gentil toque y asentir con la cabeza. Decidió dar las gracias y despedirse, y Naruto no objetó ni le reclamó que no se hubiera terminado el café. Lo dejó marchar con una sonrisa cortés y deseándole una buena noche, aunque todavía faltaban algunas horas para que anocheciera.
En silencio, Gaara entró en su hogar, dirigiéndose directamente hacia la habitación. Quitándose únicamente los zapatos y los calcetines, se tumbó boca arriba y dejó que el sueño se llevara toda esa corriente de memorias que atormentaban su mente.
Soñó con un cielo azul, brillante y cálido. Y, por primera vez en mucho tiempo, dormir le trajo paz.
Notes:
¿Feliz año nuevo? XD
Chapter 7
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sentado en una silla junto a la ventana de su habitación, Naruto observaba silenciosamente el firmamento despejado, las estrellas titilando a lo lejos, adornando la noche con su tenue luz. Apoyó su cabeza contra el marco, su mano subiendo y bajando constantemente por su vientre, intentando distraerse un poco de los molestos dolores que lo atenazaban de vez en cuando.
Se preguntaba si Sasuke estaría viendo el mismo cielo que él, donde sea que estuviera en ese momento. ¿Podría tomarse un descanso lo suficientemente largo para detenerse a mirar las estrellas? ¿Podría disfrutar hacerlo, a pesar de las circunstancias?
Ojalá las cartas no tardaran tanto tiempo en llegar, ojalá Naruto pudiera oír su voz y preguntarle directamente cómo estaba, qué cosas pasaban por su cabeza, recordarle que tenía que volver a casa pronto…
La guerra cambia a las personas. Muchos no vuelven y, los que lo hacen, jamás vuelven a ser los mismos otra vez.
Las palabras de Gaara no salían de su cabeza. Le hacían temer y, su presencia, al mismo tiempo, le daba esperanza. Porque si Gaara había podido sobrevivir, Sasuke también podría, ¿no?
Su alfa era fuerte, no se dejaría vencer tan fácilmente. Lucharía hasta poder cumplir el tiempo estipulado y luego, en un abrir y cerrar de ojos, estaría de vuelta aquí, con Naruto, donde pertenecía.
Jamás vuelven a ser los mismos.
Las experiencias pasadas, lo que hay alrededor, la muerte, el trauma, el no saber si te convertirías en uno más de los muchos que no consiguieron lograrlo… Dejaba mella en las personas, ¿no? Era lógico, pero al mismo tiempo era algo en lo que no se había detenido a pensar muy detenidamente. Uno era nada más que producto de las vivencias y momentos experimentados en el pasado.
Cuando Sasuke volviera (y sí, era cuando, porque definitivamente regresaría. Tenía que hacerlo), esas experiencias lo habrían moldeado, transformándolo en una persona diferente. Pero no podía ser tan diferente, ¿cierto? Podrían superar los problemas juntos, podría ayudar a Sasuke a que su pasado no afectara negativamente su futuro, podría ayudarlo a salir adelante.
Otra punzada de dolor lo hizo desconcentrarse del rumbo que tomaban sus pensamientos y comenzar a frotar su estómago con más insistencia.
—Creo que no piensas esperar mucho más, ¿uh? —le habló en voz baja a su bebé.
No era la primera vez que experimentaba ese tipo de dolores. Falsas contracciones, le había explicado su doctora. Eran comunes en el último trimestre del embarazo y no indicaban nada peligroso, era simplemente su cuerpo preparándose para el futuro parto. Pero Naruto ya tenía 37 semanas de embarazo, lo que era poco más de nueve meses, así que el bebé podría nacer en cualquier instante.
No estaba demasiado preocupado por eso, a decir verdad. Si Sasuke podía soportar la guerra, él podría soportar el parto de su bebé. No quería que Sasuke se preocupara por él, y menos estando tan lejos, sin ninguna manera inmediata de darse cuenta de lo que le ocurría a Naruto. Por eso, sería fuerte y lidiaría con lo que tuviera que lidiar.
Pero por el momento, podía tomarse un momento de paz y observar las estrellas. No quería pensar más en el futuro, no quería pensar en los “¿qué pasaría si…?”. Solo un instante de tranquilidad, ¿era mucho que pedir?
El día inició como cualquier otro. Se levantó, hizo su desayuno y salió al patio a echarle un vistazo a su pequeño huerto. Las plantas comenzaban a crecer, pero todavía faltaba mucho para que viera el resultado de su esfuerzo en frutas y vegetales.
Observó a Naruto salir a trabajar, como todas las mañanas, pero este no lo vio y Gaara tampoco quiso llamar su atención para saludarlo.
Habían pasado un par de días desde la última vez que estuvo en su casa y la idea de encontrarse de nuevo con el omega lo hacía sentir algo incómodo, por alguna razón. Tal vez fuera por el tema tan sensible que habían tocado antes, o tal vez le temía un poco a lo mucho que estaba comenzando a disfrutar su compañía.
Un amigo.
¿Cuándo fue la última vez que había tenido un amigo?
Bueno, uno que no hubiera perdido en el campo de batalla.
Por primera vez en mucho tiempo, deseaba enormemente no estar solo, tener algo de compañía. Y ese nuevo sentimiento lo asustaba un poco. No quería volverse dependiente de esas emociones, porque usualmente no eran duraderas. Pronto comenzaría a preocuparse por Naruto más de la cuenta y… Si se aferraba mucho a él, sería un problema. No quería agobiarlo, a pesar de que el rubio estaba abierto a tener una amistad con él y escuchar sus problemas.
No esperó que comenzara a preocuparse tan rápido. Si bien era cierto que no siempre se encontraba con Naruto cuando este volvía del trabajo, sí notaba que en su casa había luces encendidas, señal de que su vecino estaba ahí. Pero hoy… Luego de verlo salir en la mañana, no vio más señales de él. Ni siquiera en la noche, cuando se asomó por la ventana y la casa continua estaba en penumbras.
Por eso, salió de casa cerca de medianoche y tocó la puerta, pero nadie atendió. Decidió esperar durante un rato pero, cuando se acercaron las doce y nadie apareció, regresó a su casa, colocando una silla junto a la ventana para poder estar pendiente en el caso de que Naruto regresara.
Pero, ¿qué le había ocurrido al omega? ¿Debería preguntar al resto de los vecinos? Ni siquiera sabía sus nombres y nunca hablaba con ellos, pero todos conocían bien a Naruto.
¿Estaba volviéndose paranoico? No porque el rubio no hubiera regresado significaba que algo malo le hubiera pasado. Tal vez ese día decidió dormir en la casa de alguien más, algún amigo o familiar, o tal vez le pidieron quedarse trabajando hasta tarde, lo que sería una grosería considerando su estado.
Tenía que dejar de pensar. Crear situaciones imaginarias en su cabeza no solucionarían nada. Ahora no le quedaba otra cosa que esperar.
Notes:
Este cap. estuvo rápido XD
Chapter 8
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Luego de dos días más sin tener idea del paradero del rubio, las luces de un vehículo iluminaron la oscuridad de su sala de estar.
Asomándose por la ventana, Gaara observó cómo el coche se estacionaba frente a la casa de Naruto, para que luego una silueta cubierta por un abrigo saliera por una de las puertas con un bulto en brazos. Intercambió algunas palabras con el conductor y, cuando se dio la vuelta, Gaara pudo identificar a su vecino, el cual llevaba un par de días desaparecido.
Este se despidió de la persona dentro del coche y luego caminó hasta su casa, abriendo la puerta delantera con algo de torpeza por tener los brazos ocupados, y luego desapareciendo dentro de la oscuridad de la estancia. El carro arrancó luego de que Naruto entrara en casa, y desapareció por las calles nocturnas.
Gaara dejó escapar el aire de sus pulmones cuando notó las luces encendidas en la casa vecina, sintiendo el alivio al saber a Naruto en casa, finalmente.
Sin embargo, ya era muy noche como para ir a preguntar cómo se encontraba, así que, consolándose con el conocimiento de que el rubio se encontraba a salvo, decidió irse a la cama. Ya era casi medianoche, después de todo.
“Ella es hermosa, Sasuke. Su cabello es negro, igual al tuyo. Sus ojos son oscuros, algo grises, pero Sakura dice que los bebés normalmente cambian el color de sus ojos luego de algunos meses, así que todavía no sé si tendrá tu color de ojos o el mío.
Es tan pequeña y frágil que tengo miedo de lastimarla sin querer. Siento que no sé realmente lo qué estoy haciendo, especialmente si no estás tú para ayudarme. Siempre sabes qué hacer, al fin y al cabo. Pero no te preocupes, voy a cuidarla bien para que crezca sana y fuerte para cuando regreses.
Todavía no he pensado en un nombre, pero…”
Dejó la pluma de lado cuando escuchó los gimoteos de la recién nacida que descansaba en la cuna de la habitación.
Había decidido dejarla ahí para poder estar pendiente de ella durante la noche. Aparentemente, los bebés necesitaban comer cada dos o tres horas, según lo que había entendido, así que lo mejor era tenerla lo más cerca posible para que no se le escapara alguna hora de comida. Como ahora, que la niña comenzaba a inquietarse, sin llegar a llorar realmente.
Con cuidado, asegurándose de sujetar bien su cabeza, la levantó y la cargó contra su pecho. La bebé lloriqueó por el movimiento, pero pareció relajarse un poco al sentir su aroma más de cerca.
—Ya, ya. —le habló con suavidad, el agotamiento de los últimos días evidente en su voz. — ¿Tienes hambre?
Por supuesto, la bebé no le contestó con palabras, pero Naruto optó por intentar esa vía primero y, si resultaba que estaba inquieta por otra razón que no fuera un estómago vacío, tendría que resolverlo luego.
Se acostó en la cama con su hija contra su pecho, sintiendo sus músculos tensos y adoloridos. Le tomaría algún tiempo recuperarse completamente, pero por el momento trataría de concentrarse en lo más importante, que era el hecho de no haber tenido complicaciones y que su hija estaba perfectamente sana.
Sin prisas, desabotonó su camisa de pijama para descubrirse el pecho, y luego guió la cabeza de la bebé delicadamente hacia su pezón. A la niña le tomó un par de intentos poder capturarlo pero, cuando lo hizo, apretó sus puñitos contra la piel del omega y comenzó a comer hambrienta.
Naruto la observó alimentarse. Detalló sus facciones regordetas y su rostro todavía sonrosado. Se preguntó a quién se parecería cuando creciera. Claro, Sakura le había dicho que la bebé era igualita a él, pero Naruto pensaba que esas eran puras patrañas. Él jamás lo entendió, el que la gente dijera que un recién nacido es igual a sus padres. ¡Los recién nacidos no se parecen a nadie! Al menos así era en su humildísima opinión.
Recordaba que Sasuke y él habían hablado una vez del asunto, luego de que naciera el hijo de Itachi, el hermano de Sasuke.
— ¿En serio le dijiste a Itachi que el bebé es igualito a él? — preguntó Naruto, incrédulo, cuando iban dirigiéndose al comedor del hospital donde Izumi, la esposa de Itachi, había dado a luz.
Sasuke volteó a verlo alzando una ceja.
— ¿Qué se supone que iba a decirle? Es lo que se acostumbra decirle a los padres luego de conocer al bebé.
— O sea, sí, pero, ¡es una tremenda mentira! Es un bebé, los bebés no se parecen a nadie. Son todos arrugados y tienen la piel toda roja… Ni siquiera son bonitos, no cuando están recién nacidos… — el rubio hizo una mueca e hizo fila detrás de Sasuke para ordenar comida.
— No dejes que Itachi te escuche. — le respondió Sasuke con diversión, dándose la vuelta para pagar por la comida de ambos.
Naruto lo siguió y, ya con las bandejas en mano, se dirigieron a una de las pocas mesas vacías del salón. Una mezcla de doctores, enfermeras, pacientes y visitantes yendo de un lado para otro, algunos buscando como almorzar con calma, mientras que otros corrían para regresar a tiempo a sus turnos.
— Sigo sin entender por qué la gente dice que los recién nacidos son hermosos cuando no lo son. — masculló, dándole un mordisco a su sándwich.
— La cabeza de los bebés debe estar adaptada para que el parto sea lo más sencillo posible, por eso muchas veces tienen formas extrañas, además de que su cráneo no está completamente formado. También ten en cuenta que antes de nacer nunca estuvieron en contacto con el aire o la luz, por eso su piel se ve algo arrugada y rojiza.
Naruto se le quedó viendo fijamente durante un minuto.
— ¿Y tú de dónde sacaste todo eso?
— El nuevo pasatiempo de Itachi es saber todo sobre bebés. — se encogió de hombros, volviendo a centrar su atención en la comida. — Es de lo único que habla.
— Mmm… — Naruto le dio otro bocado a su emparedado y alzó su vista al techo, pensativo. — Bueno, tiene sentido. Pero cuando tengamos nuestros propios hijos, no vayas por ahí diciendo que son los bebés más lindos que has visto, idénticos a ti, por favor. — hizo el comentario con un deje de la mano, despreocupadamente, pero de inmediato se exaltó cuando escuchó a Sasuke toser con violencia.
Se levantó de inmediato y le dio la vuelta a la mesa para darle unas palmaditas en la espalda.
— ¿Estás bien?
En cuanto logró dejar de toser, Sasuke lo miró con cara de pocos amigos.
— No digas esas cosas tan a la ligera. — musitó, dando un gran trago de agua para terminar de hacer pasar el trozo de comida que se le había quedado atorado de la impresión.
— ¿Eh? ¿Qué dije?
— ... Olvídalo.
Terminaron de comer y regresaron a la habitación de Izumi para despedirse. Naruto no pudo evitar notar los ojos de Sasuke sobre él con más frecuencia de lo normal.
Naruto se quedó viendo un punto imaginario en la pared en lo que era invadido por los recuerdos. En aquel entonces no se había dado cuenta, pero había mencionado tener hijos con Sasuke de la nada y eso era lo que lo había hecho atragantarse de repente. No habían discutido tener hijos antes de eso. Rayos, que ni siquiera estaban comprometidos. Y, aun así, a Naruto se le había escapado el comentario.
Ahora, con su hija en brazos, podía comprender por qué los padres siempre decían que sus hijos eran hermosos. Para él, la bebé que se alimentaba de su pecho era la criatura más preciosa en el mundo, y no estaba refiriéndose a belleza física, en realidad. Esperaba que, conforme fuera creciendo, pudiera encontrar más y más rasgos de Sasuke en ella, no solo el color de su cabello.
Debía cuidar de ella como si fuera el más valioso de los tesoros.
Y eso es lo que era. Su tesoro más valioso.
Notes:
El capítulo anterior estuvo rápido y este se tardó medio año XD
Para los que no saben, llevo casi dos meses enferma, así que no puedo prometer una fecha de actualización. A veces, cuando no me siento bien, escribir me ayuda a distraerme, como ahora, así que a lo mejor termino actualizando más estos días que de costumbre XD Pero de todos modos, no esperen mucho de mí.
Saludos :)
Chapter 9
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Gaara se encontró a sí mismo tocando la puerta de la casa de Naruto a primera hora de la mañana. Ni siquiera lo pensó.
Esta sería la hora en que normalmente Naruto saldría a trabajar, pero no había señales de él por ninguna parte. Gaara solo… quería asegurarse de que estuviera bien. Era el único amigo que tenía en este lugar, la única persona con la que se relacionaba, así que lo menos que podía hacer, luego de toda la amabilidad que el rubio le había ofrecido, era asegurarse de que se encontraba bien.
Cuál fue su sorpresa cuando, al abrirse la puerta, Naruto se encontraba ahí, con sus ojos azules opacados por el cansancio y un pequeño recién nacido en brazos.
… Oh.
Entonces ese había sido el bulto que lo había visto cargar la noche anterior.
— ¿Gaara? —murmuró el rubio, algo confundido y con la voz rasposa. No debía haber dormido mucho la noche anterior.
—Lo siento. —se disculpó el alfa inmediatamente, dándose cuenta de que había llegado en un momento inoportuno. —Lamento molestar. Solo quería saber si todo estaba bien. No estuviste varios días, así que…
Comprensión iluminó el rostro del rubio.
— ¡Oh! Perdóname, no fue mi intención preocuparte. —se apresuró a decir, mostrándose algo apenado. —Tuve un par de días algo ajetreados. —rio con suavidad, pero no pudo evitar el bostezo que salió de su boca.
Gaara no contestó por un segundo, desviando su mirada al bebé que se removía un poco entre los brazos del rubio.
—Felicitaciones. —fue todo lo que se le ocurrió decir.
Naruto le ofreció una sonrisa cansada pero genuina e, inconscientemente, atrajo más a su bebé contra su pecho con cariño. Lucía agotado, pero feliz, de algún modo.
—Gracias. Pero estoy muerto, apenas he podido pegar un ojo en estos días, de veras.
Era de suponerse. No hacía ni falta que se lo dijera, considerando su aspecto actual. Desgraciadamente, en estas circunstancias, no había nada que Gaara pudiera hacer para ayudarlo un poco, como antes. O al menos nada que se le ocurriera por el momento.
—Entiendo. Te dejaré descansar. —dijo entonces con toda la intención de retirarse. Ya había logrado calmar su ansiedad al asegurarse de que el rubio se encontraba a salvo, así que no tenía nada más que hacer ahí. Sin embargo, la voz de Naruto lo detuvo.
—Oh, ¿estás seguro? Puedes quedarte un rato si quieres. Aunque tengo la casa hecha un desastre, así que lo siento de antemano.
Gaara debería decir que no. Debería simplemente darse la vuelta y marcharse. Estar allí, con Naruto y su bebé recién nacido, no le correspondía. Esta no era una invitación como agradecimiento por ayudarlo con algo, como las veces anteriores. Gaara no debería estar ahí.
—... Está bien.
Ese día el pelirrojo se dio cuenta de que estas emociones, estos sentimientos, eran algo con lo que debía ser cuidadoso. No pudo negarse, a pesar de que lo único lógico y razonable hubiera sido hacerlo.
¿Qué estaba ocurriendo con él?
Conforme pasaban los meses, Gaara se fue acostumbrando a la compañía tanto de Naruto como de la niña. Porque sí, resulta que el bebé era una niña, y luego de pasar un par de semanas sin nombre, Naruto había decidido llamarla Nozomi. Cuando el pelirrojo le preguntó por qué se había decidido por ese nombre, Naruto le había sonreído con algo de nostalgia.
—En una de sus cartas, Sasuke me dijo que la esperanza de poder regresar y conocer a nuestra hija era lo que le hacía continuar luchando, así que quise reflejar sus sentimientos en ella.
“Nozomi” era un nombre bastante común, pero era el significado lo que lo había llevado a decidirse por él. Esperanza . No solo la de su esposo, sino la del propio Naruto también.
Gaara no le había hecho ningún comentario, pero su estómago se contrajo cuando escuchó a Naruto hablar de su esposo. No era algo nuevo, el rubio lo hacía todo el tiempo, pero Gaara estaba descubriendo poco a poco que cada vez le gustaba menos escucharlo. Y eso… eso era peligroso.
Ahora que Naruto no estaba trabajando para poder cuidar a su hija, ya que no podía permitirse contratar a alguien que la cuidara por él, y ya que Gaara también permanecía en casa todo el día, el que se relacionaran más fue inevitable.
Para distraerse un poco y, de paso, ayudar como pudiera a Naruto, comenzó a ayudarlo con el jardín. El rubio pasaba tan atareado ocupándose de su hija todo el día que la falta de atención a las plantas era notoria. Y, ya que no era una molestia y Gaara estaba trabajando en su propio jardín, decidió echarle una mano. Esto resultó en Gaara atendiendo el jardín de Naruto unas dos veces por semana y, por consecuencia, que el rubio lo invitara a tomar o comer algo como agradecimiento.
Gaara ya hace mucho tiempo había dejado de intentar resistirse y simplemente aceptaba cada vez. Pronto Naruto ya lo consideraba como su mejor amigo, y Gaara se sentía temeroso de nombrar los sentimientos que comenzaban a aflorar en él.
Se había acostumbrado tanto a la presencia de Naruto y de su hija, que sus sentidos se relajaban cada vez que estaban cerca. Notó cómo pronto comenzó a contar las horas para volver a ver al rubio, aunque este viviera a tan solo unos metros de distancia.
Cada vez que escuchaba a Naruto mencionar el nombre de su esposo, sentía la envidia burbujear en su interior. Cuando le pidió el favor de ayudarlo a tomarle una foto a su hija para poder enviársela por correo, mientras le contaba lo que le había dicho en su última carta, celos brotaron en su pecho. Se dio cuenta de que quería que Naruto hablara de él de esa manera, lo mirara a él con la añoranza que reflejaban sus ojos cada vez que una nueva carta llegaba. No conocía al tal Sasuke, pero se encontró a sí mismo queriendo ocupar su lugar.
Y todo eso lo aterró.
¿Qué estaba haciendo? ¿Se había vuelto loco?
No podía tener esa clase de sentimientos, y menos con respecto a un omega que ya estaba casado e incluso tenía una hija con su esposo.
Pero…
Pero alejarse ahora, cuando la presencia de Naruto en su vida le había otorgado tanto…
Suspirando, se asomó a la ventana. Desde ahí, podía ver el patio de la casa de Naruto, y cómo este animaba a la pequeña Nozomi, de ya casi un año de edad, a caminar hacia él.
La niña tenía el cabello y los ojos negros de su padre alfa, pero la alegría y la actitud de su padre omega.
No, no podía renunciar a esto. Al menos no aún. Solo quería poder sentir esta calidez un poco más… Solo un poco más…
Notes:
Resulta que estaba más enferma de lo que pensé y tuve que pasar un par de semanas en el hospital hace poco más de un mes, y todavía no estoy recuperada jajaja Así que vamos a ver en qué resulta todo esto.
Mientras tanto, aquí tienen otro capítulo, corto como los anteriores, pero es mejor que nada XD
Saludos :)
Chapter 10
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Poco después de que se cumpliera un año desde que Gaara se había mudado a esta pequeña ciudad, Temari fue a visitarlo por primera vez.
Llevaba prometiéndole ir desde que se había mudado, pero su hermana había respetado su espacio y entendía que necesitaba pasar un tiempo solo. Sin embargo, al parecer, ella ya había decidido que había pasado demasiado tiempo sin verlo y en su última carta le había avisado que llegaría para pasar las navidades juntos.
Gaara no se quejó, extrañaba a su hermana, aunque no lo admitiera en voz alta. Era la única familia que le quedaba y la atesoraba con todo su corazón. Por esta razón, cuando Temari apareció un día en su puerta, no pudo hacer otra cosa que abrazarla con cariño. En verdad la había echado de menos.
—Te ves mucho mejor de lo que esperaba —sonrió su hermana al deshacer el abrazo, acariciándole una mejilla con suavidad. —Al parecer, mudarte aquí te ha hecho más bien de lo que pensaba.
—Me he acostumbrado al vecindario —el pelirrojo se encogió de hombros, recogiendo su maleta del suelo para llevarla dentro de la casa.
La rubia curioseó el interior de la estancia, notando como todo parecía estar limpio y en orden. Le había preocupado que Gaara no estuviera cuidándose a pesar de asegurarle que sí lo hacía en sus cartas, pero la casa lucía bien y su hermano también, así que se permitió dejar escapar un suspiro lleno de alivio.
Gaara le mostró el cuarto de invitados, donde le aseguró que podría quedarse el tiempo que quisiera, aunque Temari ya había decidido que su visita sería de un par de semanas, solamente. Su hermano también le mostró el resto de la casa, incluido su huerto, y Temari estaba gratamente sorprendida de lo bien que parecía estar Gaara, especialmente si recordaba lo desamparado que se encontraba al regresar de la guerra.
Todavía daba gracias a Dios por que su hermanito volviera a casa sano y salvo. Luego de lo de Kankuro y de su madre, la hubiera destrozado el perder a la única familia que le quedaba. Gaara lo era todo para ella, todo lo que tenía, y daría lo que fuera por verlo feliz, incluso a pesar de la distancia.
—¿Y? ¿Cuándo me presentarás a tu amigo el vecino? —sonrió Temari mientras cenaban. Ella misma había preparado toda la comida, de las favoritas de Gaara, y el pelirrojo no podía hacer otra cosa que estar agradecido con su hermana por darle tantas atenciones, aunque ya no fuera un niño.
La pregunta no le sorprendió. Ya le había hablado de Naruto en sus cartas, así que Temari sabía que era su vecino y además un buen amigo. Era natural que estuviera deseosa de conocerlo, sobre todo porque Gaara no era una persona que se relacionara mucho con otras personas.
—¿Mm? —se hizo el desentendido, llevándose un bocado de verduras a la boca.
—No te hagas el tonto —lo reprendió la mujer con una sonrisa traviesa en el rostro. —Hablas de él en casi todas tus cartas, así que si es tan amigo tuyo como dices, también quiero conocerlo.
Antes de poder responder, el timbre sonó repentinamente, interrumpiendo la conversación. Extrañado, Gaara se levantó a abrir la puerta. No solía recibir visitas. Solo podía recordar una vez en todo ese año que alguien tocara a su puerta, y fue una persona que se había confundido de casa y buscaba otra dirección.
Temari lo siguió con los ojos llenos de curiosidad y se asomó sin cautela cuando abrió la puerta, queriendo saber quién se encontraba del otro lado.
—Ah, Gaara, buenas noches. Espero no molestar.
—... ¿Naruto? —preguntó extrañado el alfa, observando a su vecino, quien cargaba a su hija en un brazo y lo que parecía ser una bandeja en el otro. —¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo? —no pudo evitar preguntar, sin intención de ser grosero. Simplemente estaba genuinamente confundido con la presencia de Naruto en su puerta. Era la primera vez desde que se conocían que el rubio lo buscaba directamente en su casa.
Al escuchar su pregunta, el omega le devolvió una sonrisa apenada.
—Es que, bueno, recordé que me habías dicho que tu hermana vendría hoy a quedarse contigo un tiempo, así que preparé un pastel para ustedes —alzó la mano con la bandeja, cubierta con una tela, para mostrarle lo que había traído.
Sin tener tiempo para responder, fue empujado hacia un lado por una emocionada Temari, quien inspeccionó al rubio de pies a cabeza.
—¡Hola, mucho gusto! Soy Temari, la hermana mayor de Gaara —se presentó amigablemente.
—Temari… —rezongó el pelirrojo detrás de ella, siendo completamente ignorado.
—Tú debes ser Naruto, ¿cierto? ¿El vecino de al lado?
El rubio sonrió enormemente, feliz de saber que la hermana de Gaara sabía sobre él.
—Así es. Naruto Uchiha, y esta es mi hija Nozomi —inclinó el rostro hacia la bebé que estaba acurrucada contra su pecho, observando con atención a los adultos con sus bonitos ojos negros y una mano regordeta en la boca. —Es un placer conocerte.
—¡Oh, pero si esta niña es una lindura! —comentó una encantada Temari. —Pero pasen, pasen, no se queden ahí. Apenas estábamos cenando, pueden unírsenos si quieren. Hay comida suficiente —lo invitó a pasar, y cuando el rubio se mostró dubitativo, no dudó en guiñar al interior de la casa.
Al verse repentinamente dentro de la estancia, Naruto le dirigió una mirada sorprendida a Gaara, quien solo se encogió de hombros y suspiró.
Temari tomó el pastel que Naruto traía en sus manos, agradeciéndole por su gesto, y se encaminó a la cocina para dejar la bandeja a un lado y servirle comida al rubio.
—Lamento la actitud de mi hermana —se disculpó Gaara, a lo que Naruto solo rio y negó con la cabeza.
—Me agrada —le confesó. —Lamento interrumpir su cena.
—No interrumpes. Temari quería conocerte de todas formas.
La pequeña Nozomi comenzó a balbucear cosas sin sentido y pronto toda la atención de Naruto estaba en su hija, alzándola de modo que sus rostros quedaran uno frente al otro. Fue entonces, al verlos convivir juntos, que a Gaara se le vino el fugaz pensamiento de que esta era la primera vez que tanto Naruto como la niña estaban en su casa.
Pronto Temari los llamó a la mesa y, para su sorpresa, Naruto y ella parecían llevarse muy bien. Nozomi, que era muy tranquila pero no estaba acostumbrada a los extraños, incluso dejó que la mujer la cargara.
El pastel de naranja que había traído el rubio tenía bastante buen sabor, aunque este admitió que era el primero que preparaba. En general, lo pasaron bastante bien, y más o menos una hora después Naruto insistió en que debía irse porque su hija comenzaba a adormilarse.
—Muchas gracias por recibirme —sonrió el omega antes de irse. —Y fue un placer Temari, espero que nos sigamos viendo mientras estés aquí.
—Claro que sí —respondió inmediatamente ella.
Dando las buenas noches, Naruto se marchó, emprendiendo un largo viaje de apenas unos metros de regreso a casa.
—Que tipo más agradable —comentó Temari con las manos en la cadera, observando al rubio caminar en la oscuridad hasta cruzar a su propia casa.
—Sí…
Temari lo miró, notando cómo realmente no le había prestado atención a sus palabras. Gaara esperó hasta asegurarse de que Naruto entrara en casa para suspirar y regresar a la suya, sintiendo los ojos de su hermana fijos en él.
Cuando se giró a mirarla, extrañado por el exceso de silencio, se dio cuenta de que esta lo observaba con los ojos abiertos y una mano cubriendo su boca.
—¿Temari?
—Estás enamorado… —susurró ella.
—¿Qué dices?
—Puedo verlo en tus ojos. Te enamoraste del vecino —insistió, sin ningún ápice de duda en su voz.
—Él está casado, Temari —le recordó inmediatamente su hermano menor.
—No has negado lo que dije. No creas que no noté el modo en que lo mirabas durante la cena, y luego, cuando se marchó… Oh, Gaara.
Gaara se quedó en silencio y se dio cuenta de que era cierto, en ningún momento refutó las insinuaciones de su hermana. Tal vez su mirada reveló más de lo que debía, o tal vez Temari era más intuitiva de lo que originalmente creyó.
Pero, oh, ahora todo tenía sentido. Llevaba tiempo negándose a nombrar esos sentimientos que afloraron dentro de él. Su necesidad de buscar a Naruto y de involucrarse con su hija, levantarse todas las mañanas con la esperanza de verlo, siempre aprovechar cada excusa para pasar un momento a su lado… Se había enamorado de Naruto.
Notes:
¿Actualización menos de un mes después del último capítulo? ¿Quién soy?
Chapter 11
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Gaara… —murmuró su hermana en un tono que el pelirrojo no pudo descifrar.
—No tengo ganas de escuchar sermones, Temari.
La mujer suspiró y lo siguió de regreso a la cocina cuando este le dio la espalda para disponerse a recoger todos los platos de la mesa y dejarlos en el fregadero.
—No voy a sermonearte —le contestó ella, sus brillantes ojos verdes observándolo con suavidad. —Solo me preocupas. Es la primera vez que me doy cuenta de que estás interesado en alguien, y resulta que es un omega casado y con una niña.
Gaara no le respondió, sino que se limitó a abrir la llave, dejando que el agua fluyera, y comenzó a lavar los trastos sucios con mucho interés. Podía escuchar los pasos de Temari resonar en la cocina, sus tacones golpeando el piso de madera en lo que caminaba de un rincón a otro, como animal enjaulado.
Definitivamente no estaba esperando que Temari se diera cuenta de sus sentimientos. Tal vez eran más evidentes de lo que creía. ¿Sería posible que Naruto también los haya notado? Tal vez fuera muy amable para rechazarlo directamente y por eso no decía nada, para no herir sus sentimientos.
Temari no volvió a hablar y lo dejó tomarse su tiempo limpiando la cocina a placer, pero en cuanto todo estuvo lavado, seco y guardado, no le dio tregua ni lo dejó escapar.
—¿Entonces? ¿Qué piensas hacer? —le preguntó de brazos cruzados.
—Nada —le respondió su hermano, encogiéndose de hombros. —Su esposo regresará de la guerra y continuarán siendo una familia.
—¿Y si no?
Gaara entonces la miró. Sus ojos verdes refulgían y sus hermosas facciones estaban levemente desfiguradas por su ceño fruncido. Temari lo miraba seria y firme, pero también con afecto.
—¿Si su esposo no vuelve? —insistió ella. —Tú y yo bien sabemos que las posibilidades de…
—Temari, por favor —Gaara la detuvo. Claro que lo sabía. Lo sabía mejor que nadie en realidad. Lo había experimentado en carne propia, todos los estragos que el campo de batalla los obligaba a vivir. La mayoría no regresaba y, los que lo hacían, normalmente se convertían en una sombra de lo que solían ser.
—¿Qué harás si no vuelve? —Temari impidió que la ignorara y se volvió aún más insistente. —¿Intentarás ocupar su lugar? ¿Serías un padre para esa niña y un esposo para ese hombre?
Gaara apretó los labios, porque incluso si no lo dijera en voz alta, muy dentro de él había florecido esa añoranza. Quería que Naruto lo mirara a él de la misma forma en que observaba el retrato de su esposo en casa, quería verlo sonreír para él, compartir su tiempo con él… Quería… Quería tantas cosas, pero no creía ser lo suficientemente egoísta para hacer algo al respecto. No podría, ¿no? No mientras Naruto tuviera a su esposo tan presente siempre, no mientras existiera la posibilidad de que dicho esposo regresara, aunque dicha posibilidad fuera mínima. Gaara no quería volverse una persona horrible solo por su egoísmo.
—Oh, Gaara… —Temari se acercó y acarició su mejilla con cariño, su mirada llena de preocupación y algo más que no supo identificar. —No le deseo el mal a nadie, pero si esta fuera tu oportunidad de ser feliz…
—Temari, por favor…
Sabía que su hermana no pretendía nada malo con esas palabras, sino que ella solo deseaba que él encontrara su felicidad. Pero Gaara no se interpondría. Sería lo que Naruto necesitara que fuera, y si eso era solo un buen amigo y vecino, entonces tendría que conformarse con eso.
Temari no volvió a tocar el tema de Naruto, y Gaara le agradecía internamente por ello.
Los días pasaron, y pronto se acercaba el día en que su hermana tendría que irse, por más que le hubiera insistido en que no hacía falta que regresara tan pronto. Ambos se encontraron pasando bastante tiempo en la casa de Naruto. Al parecer, al rubio le había caído bastante bien la beta, así que la había invitado a su casa en repetidas ocasiones. Gaara se les unía porque, bueno, era el niñero de relevo, aparentemente.
No le molestaba. Nozomi era una bebé muy agradable y tranquila, y ya estaba acostumbrada a su presencia, así que no era una molestia cuidarla un rato para que Temari y Naruto se distrajeran haciendo alguna otra cosa. Incluso, la rubia le ofreció al omega enseñarle un par de recetas nuevas, a lo que Naruto accedió encantado.
Así justo se encontraban una tarde nublada, la tormenta próxima a caer en cualquier momento, Naruto y Temari en la cocina experimentando una nueva receta, y Gaara con Nozomi en su regazo, mientras la niña balbuceaba cosas ininteligibles y agitaba su juguete favorito en el aire, cuando hubo unos toques en la puerta de la casa.
—¡Voy! —escuchó a Naruto gritar desde la cocina, sacudiéndose el harina de la ropa al dirigirse a la puerta para abrirla.
Ahí, del otro lado del marco, se encontraba una persona con la que Gaara ya estaba bastante familiarizado.
—Ah, abuelo. Buenas tardes —saludó Naruto con una sonrisa al anciano Sarutobi, el cartero de la zona. Este lo miraba con un rostro cansado y ojos llenos de compasión, pero por qué, Naruto no tenía idea. —Es extraño que venga directamente hasta la puerta. ¿Está todo bien? ¿Trae una nueva carta de Sasuke?
—No, una carta no. Un telegrama —le informó el hombre, sacando de su bolso el pequeño papel y ofreciéndoselo a Naruto. —Debía entregarlo cuanto antes, así que no podía esperar hasta mi ronda de mañana.
—Un… ¿Un telegrama? —repitió el omega, observando el papel como si fuera una trampa, reacio a tomarlo. Sin embargo, lo hizo, y con manos temblorosas desdobló el papel para ver su contenido.
—Lo siento mucho, muchacho —fue todo lo que el cartero pudo decir antes de inclinar la cabeza con respeto. Su mirada oscura se desvió al interior de la casa, donde Gaara y Temari se encontraban viendo todo, la segunda con la mano en la boca. —Se los encargo —les dijo a los presentes antes de marcharse.
—Oh, Naruto… —murmuró Temari, sin obtener ninguna respuesta por parte del rubio. Parecía haberse congelado, todo su cuerpo estaba rígido y, aunque no podían verle el rostro, no era difícil imaginar lo que estaba sintiendo.
Gaara y Temari ya habían pasado por ello, sabían lo que recibir un telegrama inesperado significaba.
El fuerte sonido de la lluvia azotando el techo era lo único que camuflaba el llanto proveniente de la residencia Uchiha.
Notes:
No me maaaaaten jajajaja Prometo que se vienen cosas buenas tarde o temprano.
Chapter 12
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El llanto de la pequeña Nozomi era opacado por la tormenta. La bebé se había sobresaltado al escuchar un trueno, así que Gaara la presionó contra su pecho para intentar tranquilizarla.
Naruto, por otro lado, no parecía reaccionar ni con los audibles sollozos de su hija. Estaba quieto como una estatua y les daba la espalda, así que ni Temari ni él tenían idea de lo que pasaba por su cabeza.
Preocupado, Gaara le pasó la niña a Temari para que ella intentara calmarla y se acercó a Naruto, poniéndole una mano en el hombro. Cuando pudo ver su rostro, se sorprendió de que este tuviera los ojos apretados con fuerza, sus manos temblorosas aferrándose al papel como si de ello dependiera su vida.
—¿Naruto? —lo llamó el alfa con voz suave, a lo que el rubio negó con la cabeza.
—N-No puedo mirar…
Oh. Naruto había tomado el telegrama, lo había abierto, pero no tenía el valor de leer las letras impresas en él. Temía a la información redactada en ese telegrama como jamás había temido a nada.
—¿Quieres que yo lo lea? —se ofreció el pelirrojo, recibiendo un asentimiento como respuesta.
En cuanto el papel estuvo fuera de su agarre, Naruto abrió los ojos y lo miró, respirando agitadamente y con lágrimas amenazando con desbordarlo.
—P-Por favor, dime que mi esposo no está… —ni siquiera pudo terminar, las palabras atorándosele en la garganta.
Gaara fijó su atención en el mensaje, conteniendo la respiración ante lo que pudiera decir. Por unos segundos que parecieron eternos, Naruto lo observó fijamente, temeroso del veredicto.
—Desaparecido en combate.
Gaara observaba a Naruto desde la entrada a la cocina, donde Temari se encontraba preparando la comida. El rubio llevaba ya un buen rato sentado en el sofá, con su bebé en brazos, arrullándola mientras esta dormía. Mecía el pequeño cuerpo de Nozomi de un lado a otro, sin pronunciar una sola palabra, y aunque estaba de espaldas a él, el pelirrojo sabía que su mirada estaba vacía, apagada.
Sasuke Uchiha llevaba oficialmente tres días desaparecido según la información otorgada por el urgente telegrama. Sin embargo, no había detalles sobre su situación o las circunstancias de su desaparición. Si había sido capturado, estaba perdido en algún lugar, o muerto, era imposible de saber para ellos. Y, con cada segundo que pasaba, las posibilidades de encontrarlo con vida disminuían exponencialmente.
Si se encontraba herido y solo, todo dependería de su preparación y de la gravedad de sus heridas, y, por supuesto, de si era encontrado a tiempo. Si había sido capturado, dependería del objetivo de sus secuestradores. Podrían retenerlo para obtener información, torturándolo en el proceso hasta acabar con su vida, o simplemente encarcelarlo en algún sitio, aunque eso último era menos probable, ya que mantener prisioneros implicaba el uso de recursos que eran escasos en tiempos de guerra. Y, si en verdad estaba muerto, solo era cuestión de que encontraran su cuerpo, si es que en algún momento lo hacían. Cientos de soldados morían en la guerra todos los días; era imposible encontrar, identificar o rescatar todos los cuerpos.
Naruto no había dicho nada luego de recibir la noticia, simplemente se había aferrado a su hija como si de ello dependiera su vida.
Cuando se hizo un poco tarde, Temari dejó la estancia para regresar a la casa de su hermano. Partiría al día siguiente, así que necesitaba arreglar sus cosas. Le dio un fuerte abrazo a Naruto antes de marcharse, siendo correspondida con la misma fuerza. Gaara, algo reacio a dejar solo a Naruto en esas circunstancias, al final optó por seguirla. El rubio necesitaba estar solo para dejar salir sus sentimientos.
Temari y Gaara no volvieron a verlo hasta que era hora de la rubia de partir. Naruto la despidió con una sonrisa y le entregó unos bocadillos para el viaje. La mujer se lo agradeció infinitamente y le aseguró que podía escribirle cuando quisiera. El omega lucía bien cuando partieron hacia la estación, Gaara con la intención de acompañar a su hermana para despedirla, pero Temari le advirtió que tuviera mucho cuidado con sus acciones, especialmente ahora. Naruto podría fingir que se encontraba perfectamente, pero la realidad no era así, y eso Gaara pudo comprobarlo al regresar más tarde a casa y encontrarlo sentado en las gradas frente a la puerta de su casa con una carta entre sus manos.
Al verlo ahí, quieto, con la vista fija en el papel, Gaara se alarmó un poco y, en lugar de entrar a su propia casa, trotó hacia la propiedad de al lado hasta alcanzarlo.
—Naruto —lo llamó, y el rubio se sobresaltó por la sorpresa. No había notado su presencia cerca de él. Sus intensos ojos azules lo miraron, húmedos por lágrimas no derramadas, antes de desviarse de nuevo hacia el papel.
—Es una carta de Sasuke —le dijo antes de que pudiera preguntar. —La escribió unos días antes de ser declarado desaparecido y apenas hoy está llegando.
Gaara dejó escapar el aire de sus pulmones, aliviado al darse cuenta de que nada más había ocurrido.
Sin decir nada, se sentó junto a él en la grada, intentando brindar un apoyo silencioso a su amigo, quien estaba sufriendo. Entonces, se percató de algo.
—¿Dónde está Nozomi?
—Durmiendo adentro —respondió Naruto, su mirada fija en el papel, releyendo una y otra vez las palabras trazadas por la nítida caligrafía de su esposo. En la carta, Sasuke le hablaba un poco de su vida, mencionando detalles que no estaban directamente relacionados con las misiones o los combates. Le contaba sobre sus compañeros, pequeñas anécdotas de su día a día, las comidas, los horarios… Aunque generalmente la mayoría de sus palabras iban dedicadas a las cosas que harían juntos cuando regresara, o preguntas sobre su hija. Al parecer, varios compañeros conversaban entre ellos sobre las familias que habían dejado atrás, especialmente sus niños, y Sasuke quería saber si su hija también hacía las cosas que los otros soldados comentaban.
¿Qué haría si Sasuke no regresaba? ¿Y si Nozomi no tuviera la oportunidad de conocerlo?
—¿Naruto? ¿Qué ocurre?
Al escuchar la voz ligeramente alarmada de Gaara, Naruto alzó la vista y se dio cuenta de que tenía la visión empañada por las lágrimas que caían ahora por sus mejillas.
—Lo siento —se limpió el rostro con un brazo, su voz rompiéndose en un sollozo. —Es solo que… Tengo tanto miedo —admitió en voz baja. —Debo parecer idiota, aquí llorando mientras él está perdido o… —inhaló profundamente, sintiéndose incapaz de terminar esas palabras. —No sé qué voy a hacer si Sasuke no regresa. No puedo hacer todo yo solo, lo necesito. Nozomi también lo necesita. ¿Qué vamos a hacer sin él?
Gaara no supo qué fue lo que lo instigó a hablar. Tal vez el ver a Naruto tan desconsolado lo instó a encontrar la manera de consolar al omega. Fuera lo que fuese, las palabras salieron de su boca sin su control. Fue como si su corazón se hubiera apoderado de su razón por un momento, esa parte de él que quería atesorar a Naruto como su persona más preciada. Ya no había vuelta atrás, no después de decir: —No estarán solos —le aseguró. —Yo cuidaré de ti. Cuidaré de ambos.
Notes:
Honestamente pensaba retrasar más esta última escena, pero me dio flojera jajaja
Chapter 13
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—G-Gaara… ¿Qué… qué estás diciendo? —Naruto no estaba comprendiendo nada. Su voz temblaba y apenas se sentía capaz de hablar. Con los nervios a flor de piel y manos temblorosas, apretó el papel entre sus manos, arrugándolo sin querer.
—Deja que cuide de ti y de Nozomi —repitió el alfa. No sabía de dónde había sacado el coraje, o la estupidez, de decir estas cosas, pero ya no había marcha atrás. Incluso si Naruto nunca era capaz de corresponderle como quería, iba a dejarle claro sus sentimientos. —No estarán solos. Si me lo permites, yo los acompañaré y estaré aquí para lo que necesiten.
En un impulso, Naruto se puso de pie con las rodillas inestables y lo miró desde arriba con los ojos bien abiertos. Sentía el corazón desbocado golpeando contra sus costillas, su respiración agitada impidiéndole calmarse para pensar las cosas fríamente.
—Tú… Tú… No entiendo.
Gaara lo imitó y procedió a pararse también, quedando frente a frente con Naruto. Él lucía… perdido, confundido, ansioso, agitado. Miles de emociones bailaban en sus ojos y, sin poder refrenarse, Gaara se encontró a sí mismo queriendo ver esas dos lagunas azules más de cerca.
—Quiero hacerme cargo de ti. De ambos. Nozomi y tú son la familia que nunca pensé que añoraría alguna vez. Si me das la oportunidad, yo…
—No —el rubio lo detuvo con una mano en su pecho, y fue solo entonces que Gaara se dio cuenta de que estaba demasiado cerca. —No, ¡no! ¿Qué dices? —el rubio dio un par de pasos hacia atrás, poniendo distancia entre ellos. —¡Estás loco! ¿En serio estás diciéndome que tienes sentimientos por mí?
Viendo su desborde de emociones, el pelirrojo bajó la vista al suelo.
—Lo siento, Naruto, pero luego de conocerte, yo… Le diste sentido a mi vida, me ofreciste un lugar al cual pertenecer. Estoy dispuesto a aceptar solo lo que tú puedas darme. Y, tal vez, en el futuro podríamos…
—No —Naruto volvió a cortarlo. —Gaara… Gaara- oh, Dios. Estoy casado. Lo entiendes, ¿verdad? Estoy casado y tengo una hija con mi esposo. Lo sabías desde el inicio. Entonces, ¿por qué…?
Gaara no dijo nada más. Sabía que Naruto no esperaba realmente una respuesta. Lo observó pasarse una mano por sus cabellos rubios como el sol y luego negar repetidamente con la cabeza. Sin mediar más palabras, el omega se dio la vuelta y entró en su casa, cerrando la puerta tras de sí y dejando a Gaara solo en el pórtico, con propios pensamientos como única compañía.
Gaara tenía sentimientos por él. Por más que le daba vueltas al asunto, para Naruto nada tenía sentido. Nunca le había dado señales de que él podría estar interesado, ¿cierto? Sí, lo dejó entrar en su hogar, pero solo lo hizo porque Gaara genuinamente le agradaba y sabía que necesitaba un amigo. En ningún momento tuvo dobles intenciones al respecto.
Sin embargo, ahora que el alfa había sido honesto con sus sentimientos, no sabía qué hacer. No podía corresponderle, eso era evidente. Mientras existiera la más mínima posibilidad de que Sasuke pudiera regresar a casa, Naruto jamás se permitiría a sí mismo siquiera considerar estar con alguien más. La marca de mordedura en su cuello era prueba de ello, era la promesa de ambos de estar juntos para siempre. Esa marca no desaparecería ni siquiera con la muerte.
Naruto respetaba a Gaara, incluso sentía cierto cariño por él, pero en ningún momento sintió atracción ni sentimientos más allá de la amistad. Era un buen amigo, alguien en quien confiar, y Naruto le agradecía mucho por eso, pero sin importar lo mucho que Gaara lo hubiera ayudado, no podía ofrecerle lo que el alfa quería.
Tal vez, solo tal vez, si se hubieran conocido antes, si Sasuke no formara parte de la ecuación, si Naruto no guardara este tipo de sentimientos… Tal vez lo hubiera considerado. Tal vez incluso hubiera podido llegar a enamorarse y justo ahora su hija fuera pelirroja en lugar de tener esos preciosos cabellos color ébano, pero pensar en los “hubiera” no tenía sentido, y era algo que Naruto tampoco quería.
Incluso si Sasuke no regresaba, jamás se arrepentiría de conocerlo y de haber compartido su vida con él. Ni siquiera en sus peores momentos se le pasó por la cabeza que habría sido mejor si nunca se hubieran conocido. No. Amaba a Sasuke con todo su corazón. Él era su mejor amigo, su amante, su esposo, su único. Por mucho que no deseara lastimar a Gaara, no había manera de que pudiera engañarse a sí mismo.
Dejó escapar un sonoro suspiro. Sasuke estaba perdido, probablemente herido, tal vez incluso peor, y él estaba pensando en cosas tontas como esta. Sus problemas parecían tan insignificantes en comparación con los suyos. No, no parecían insignificantes, lo eran.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por los balbuceos de su hija desde la habitación. Ni corto ni perezoso, Naruto enfocó toda su atención en ella, quien se encontraba de pie en su cuna, sujetándose al barandal en un vano intento por trepar sobre este y poder escapar.
—¡Hey! ¿A dónde crees que vas? —Naruto sonrió inevitablemente ante el espectáculo, sujetando a la niña por debajo de las axilas y alzándola en el aire. Nozomi rio encantada y agitó sus bracitos regordetes en el aire.
—¡Baba!
El omega la sostuvo firmemente contra su pecho mientras le llenaba el rostro de besos.
—¿Tienes hambre ya? —le preguntó sin esperar una respuesta, aunque la hora del día y lo inquieta que se encontraba la niña eran señales suficientes. —Ven, vamos a comer algo. Luego, te leeré la carta que te envió tu padre.
A pesar de que Sasuke no estuviera ahí con ellos, Naruto intentaba mantenerlo presente. Le mostraba a Nozomi sus fotos de vez en cuando, y siempre le leía sus cartas. Porque sí, en los últimos meses Sasuke había comenzado a escribir en una hoja aparte letras para su hija. Era muy dulce y, de no ser por las circunstancias, Naruto probablemente se hubiera burlado de él por mostrar un lado tan lindo, poco característico del alfa. Sin embargo, ya que estas no eran situaciones normales, Naruto también se aferraba a las cartas que Sasuke le enviaba a su hija en lo que él sabía era un intento de su parte para mantener alguna especie de relación o contacto con ella.
Llevó a su hija hasta la cocina y, sin soltarla, comenzó a rebuscar las cosas que necesitaría para prepararle su comida. Nozomi todavía no cumplía un año de edad, pero Naruto ya intentaba darle de comer sólidos, principalmente papillas hechas con comidas variadas para que pudiera adquirir todos sus nutrientes.
—¡Gaa! —chilló ella de repente, estirando las manos hacia la mesa del comedor, que estaba algo lejos de su alcance.
—¿Huh? —Naruto buscó con la mirada lo que su hija estaba señalando y notó que justo sobre la mesa estaba el sonajero que Gaara hace no mucho le había regalado.
Algo frustrado, apretó los labios.
—¡Gaa!
—Gaara no puede venir a jugar ahora, cariño —le murmuró el rubio con suavidad, tomando el sonajero para ofrecérselo.
—Gaaaaaa —berreó la bebé, agitando el sonajero con fuerza y arrugando la carita.
Naruto suspiró y volvió a concentrarse en lo que era importante en ese instante: alimentar a su hija y, luego, leerle la carta de su padre.
Notes:
No tengo mucho que decir aquí, solo que creo que a esta historia le faltan entre unos 10 y 15 capítulos más. Lo que sí es seguro, es que ya pasamos la mitad de la historia.
Espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos en el próximo :)
Chapter 14
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Pasaron algunos días antes de que Naruto volviera a ver a Gaara, tiempo que se sintió algo extraño, puesto que tanto él como Nozomi ya se habían acostumbrado a la presencia del alfa cerca.
Naruto se maldijo a sí mismo por ello. No es que se arrepintiera de haberse acercado a Gaara, pero tal vez se había apoyado demasiado en él y había vuelto a su hija algo dependiente de su compañía. Era su culpa. Tener un amigo siempre cerca lo hizo sentir cómodo y algo más tranquilo. Tenía a alguien que lo distrajera frecuentemente de los pensamientos traicioneros que usualmente lo abrumaban cuando estaba solo.
Ahora, luego de varios días sin ver al alfa, se sentía agotado por lo inquieta que se encontraba su hija, algo que era poco común en ella.
¿Acaso estaba haciendo algo mal? ¿Tuvo que haber guardado más distancia con Gaara para no terminar en esta situación?
No había sido a propósito. Nunca se le ocurrió que las cosas pudieran acabar de esta manera, y no podía hacer otra cosa que sentirse culpable. Culpable por Gaara, por haberle permitido desarrollar esos sentimientos. O por no haber visto las señales, si es que las hubo. Al corazón no se mandaba, pero algo tenía que haber hecho para que Gaara se interesara en él de un modo que no le convenía, así que no podía evitar el remordimiento.
También sentía culpa por haber involucrado a su hija en el asunto. Gaara se había convertido en una constante en la vida de la pequeña y, ahora que no estaba, esta extrañaba su presencia. No tuvo que haberla acostumbrado a pasar tanto tiempo con él, probablemente, pero nunca pensó en ello como algo malo. Todavía no le parecía algo malo, pero ahora le preocupaba que su relación fuera a tener consecuencias no deseadas.
Gaara había expresado muy claramente que veía a Naruto y a Nozomi como la familia que nunca pensó que querría, y aunque de cierto modo era muy dulce que pensara de ese modo, Naruto no quería que su hija se aferrara al alfa como si fuera su padre. Nozomi ya tenía un padre, uno que forzosamente había sido apartado de ella y que, Naruto rogaba, regresaría pronto. No quería que nadie más ocupara el lugar que le pertenecía a Sasuke, pero tampoco podía apartar así como así a su hija de alguien que también la quería.
Pasó un buen rato pensando en lo que debía hacer, sin encontrar respuesta a todas sus incógnitas, cuando un día, después del almuerzo, hubo unos toques en su puerta.
—¡Voy! —gritó desde la cocina, donde todavía se encontraba lavando los platos y Nozomi jugaba tranquila en el piso de la sala, dónde Naruto podía verla.
Se secó las manos con una toalla y caminó hacia la entrada para poder abrir la puerta. Para su sorpresa, o, bueno, no tanto realmente, su vecino se encontraba ahí, con un semblante impasible que le hizo recordar a alguien que conocía.
—Gaara… Huh… Buenas tardes. Um… ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?
—Quisiera hablar contigo —contestó el pelirrojo inmediatamente, aunque luego pareció percatarse de que había sonado un poco tosco y trató de corregirse diciendo: —Solo si estás bien con eso, claro…
Naruto lo miró durante unos segundos que parecieron eternos antes de asentir y hacerse a un lado para dejarlo pasar. En cuanto entró a la sala Nozomi lo vio y, todavía con algo de torpeza, se puso de pie y caminó hacia él tan rápido como pudo con una sonrisa.
—¡Gaaaa!
—Ella… Huh… Te ha echado de menos —le dijo Naruto cuando vio que Gaara se sorprendía por la reacción de la niña, quien tenía los bracitos estirados hacia él para que la cogiera en brazos.
Gaara observó a Naruto, como pidiendo permiso con la mirada. Sabía que la situación entre ellos estaba tensa y no quería sobrepasar sus límites. Sin embargo, el rubio solo le dirigió una pequeña sonrisa, y eso fue suficiente para que Gaara se agachara para tomar a la niña.
Ambos se sentaron en el sofá, Gaara sosteniendo a Nozomi en su regazo mientras ella agitaba su sonajero alegremente.
—Quería disculparme —comenzó Gaara.
—¿Disculparte?
—Sí. No debí forzar mis emociones sobre ti. Estuvo mal de mi parte. No era ni el lugar ni el momento y, por eso, me disculpo.
Naruto se mordió el labio inferior pensativamente durante unos segundos antes de suspirar.
—También lo siento. Mi reacción fue un poco… brusca. Pude haberlo manejado mejor.
—No, fue mi culpa de todas formas.
Naruto no hizo ningún comentario directo al respecto, sin embargo, decidió dejar las cosas cien por ciento claras entre ellos antes de que pasara más tiempo.
—A pesar de todo, entiendes que no puedo corresponderte, ¿cierto? No me gustaría que nuestra amistad se arruinara por esto.
Gaara se quedó en silencio un momento y, sin pensar, su mirada se desvió a su regazo, donde Nozomi los miraba a ambos con ojos avispados, intercambiando su atención entre ellos cada cierto tiempo y con el sonajero ahora en la boca.
Por un segundo, quiso fingir que este era su lugar y que esta familia le pertenecía. Naruto le sonreiría de esa manera en que solo él sabía, lo miraría como si fuera su persona más preciada, y se acurrucaría en su hombro mientras compartían tiempo con su hija, haciéndose compañía mutuamente.
—¿Gaara? —la voz de Naruto lo trajo repentinamente de vuelta a la realidad, y solo entonces recordó la pregunta que le había hecho.
Por un lado, sabía que debía respetar los límites que Naruto estaba estableciendo entre ellos. No quería que esta fuera la razón por la que el rubio decidiera romper con todo lazo que los unía, aunque estos fueran lazos de amistad. La vida sin Naruto parecía sombría y opaca, a pesar de solo llevar un año de conocerse. No podía perderlo, no podía.
Y, no obstante, su corazón seguía añorando algo que no le correspondía. Inconscientemente, aferró su agarre en Nozomi, como si temiera que fuera a desaparecer en el aire. Por un segundo, deseó con todas sus fuerzas poder conservar esto, a pesar de las implicaciones que dicho deseo tenía.
El rostro de Sasuke Uchiha, el cuál solo conocía en fotografía, se le vino a la mente. Un hombre que, como muchos, había sido apartado de su familia para luchar una guerra que no le correspondía. Cada hombre que iba al campo de batalla era una víctima, sin importar el bando… Y aun así, sabiendo todo eso mejor que nadie, conociendo los terrores de la guerra y la añoranza de cada persona de volver a casa con sus seres queridos, Gaara comenzó a pensar… y desear que él no regresara. Tal vez así, y solo tal vez, si eso significaba que pudiera tener una oportunidad, entonces…
Oh, Dios… Estaba volviéndose una persona horrible.
—... Lo entiendo.
Notes:
Última actualización del año :D (probablemente jajajaja)
Les deseo a todos una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo.
Chapter 15
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
¿Qué está pasando conmigo?
Las preocupaciones inundaban su mente. No quería convertirse en una persona despreciable por culpa de un amor no correspondido. No quería desearle el mal a un hombre inocente solo porque envidiaba lo que ese hombre tenía y que él añoraba tener. Pero, principalmente, no quería ver a Naruto sufrir por ello.
¿Por qué tuvo que desarrollar esta clase de sentimientos? Entre sus planes nunca estuvo enamorarse. Es más, ya había aceptado que él estaría solo por el resto de su vida, no tenía las intenciones de enlazarse a alguien, y ahora… Ahora no sabía lo que estaba haciendo ni lo que le deparaba el futuro.
Naruto había sido muy claro con él, le había dicho que no podría corresponderle. Gaara ya lo sabía, lo supo desde el inicio, y aún así se permitió dejar crecer este cariño que sentía.
Tal vez… Tal vez no debió mudarse aquí. Puede que en realidad no debiera haber aceptado esa primera taza de café. Fue solo el detonante de una reacción en cadena y el comienzo de un sentimiento que, dadas las circunstancias, debió de ser prohibido. Quizás la decisión más sabia que pudiera tomar ahora sería regresar a la antigua casa de sus padres y dejar todo atrás… Pero no podía. Quería a Naruto demasiado y no se arrepentía de conocerlo. Naruto le había dado luz, le había puesto color a un mundo que consideraba triste y opaco.
No, no podía dejar ir estos sentimientos así como así. Incluso si Naruto no lo aceptaba nunca, quería seguir formando parte de su vida y disfrutando de su compañía. Por esta razón, no volvió a mencionar el tema.
Naruto parecía aliviado por poder dejar esa última conversación atrás y seguir con su vida. Volvieron a la misma rutina de antes, en donde Gaara visitaba con frecuencia la residencia Uchiha para ayudar a Naruto en lo que necesitara y pasar tiempo con él y Nozomi.
Creyó que eso sería suficiente, que podría contentarse con esos momentos a pesar de que sus sentimientos crecían cada día. Sin embargo, en el fondo de su corazón, su lado más egoísta seguía esperando el telegrama definitivo.
Pasaron meses sin recibir ningún tipo de noticia. Nozomi ya había cumplido año y medio y Naruto seguía sin recibir ningún tipo de noticias de su esposo.
No quería admitirlo, pero la presencia de Gaara en la casa lo ayudaba a mantenerse centrado y a no dejar a su mente divagar por mucho tiempo. Si estuviera completamente solo, probablemente ni siquiera saldría de su habitación. Dejaría que la preocupación y la incertidumbre invadieran su mente y se quedaría en un ciclo de ansiedad constante.
Dos años. Habían pasado dos años enteros desde que Sasuke se había ido y se supone que debía esperar al menos un año más para que regresara. Ahora, solo podía pensar en que ese año extra era irrelevante cuando ni siquiera sabía si el hombre seguía vivo o…
El sonido de un trueno lo sacó abruptamente de sus pensamientos, y se apresuró a tomar a Nozomi de los brazos de Gaara cuando esta comenzó a llorar por el susto.
—Tal vez será mejor que regreses a casa. Se avecina una tormenta —le dijo Naruto, observando el cielo con incertidumbre, notando como estaba todo cubierto.
El alfa, quien había estado sentado en la hierba del jardín de la casa de Naruto, se puso de pie y asintió, estando de acuerdo.
—Llámame si necesitas cualquier cosa.
Meciendo a la niña contra su pecho, Naruto murmuró una afirmativa y le dio las gracias por ofrecerse a arreglar el jardín, aunque realmente lo único que hizo fue podarlo y luego sentarse cómodamente en el césped con la bebé en su regazo.
Observó en silencio a Gaara entrar a su casa y luego procedió a refugiarse en la suya propia.
Oh, cómo odiaba los días de lluvia.
.
.
.
.
.
.
—¿Emocionado por volver a casa?
Alzó la vista hacia el único otro soldado con el que compartía el camión. Su voz se escuchaba amortiguada por la insistente lluvia que, de no ser por el toldo que los cubría, caería sobre sus cabezas.
El beta, porque su sensible olfato le indicaba que no podía ser otra cosa, tenía la piel morena y el cabello castaño. Sus ojos negros reflejaban cierta simpatía, al igual que la sonrisa animada que le dirigía.
—Hn.
—Vaya, eres un tipo de pocas palabras, ¿eh? —suspiró, echándose los brazos detrás de la cabeza para apoyarse contra ellos. —Y te ves cansado.
Levantó una ceja, como si su acompañante hubiera hecho un comentario muy estúpido.
—Hey, tranquilo. Todos estamos cansados de esta guerra, no solo tú —el beta desvió la mirada hacia la parte de atrás del camión, donde podía verse el exterior. Bueno, lo que la lluvia permitía atisbar. —Somos afortunados de poder volver a casa. Quiero abrazar a mi esposa y a mis hijos. Deben haber crecido mucho en todo el tiempo que no estuve —hizo una pausa, aunque su acompañante no estaba muy dispuesto a participar en la conversación. —¿Y qué hay de ti? ¿Tienes algo especial que hacer al llegar a casa?
Durante unos momentos, no contestó. Estaba demasiado agotado como para continuar con la plática. No obstante, la constante mirada del otro hombre fija en él le indicó que este realmente esperaba una respuesta.
—... Conocer a mi hija.
Justo en ese instante, la pequeña ventana que conectaba la parte de atrás del camión con la zona del conductor se abrió.
—Uchiha, tu parada.
Sasuke miró hacia afuera, apenas reconociendo la calle en la que había vivido años atrás.
El conductor le mostró una sonrisa sincera.
—Buena suerte, muchacho.
—¡Que te vaya bien, amigo! ¡Salúdame a tu hija!
Bajó del vehículo, siendo inmediatamente salpicado por las gotas de agua que caían del cielo. Pero no se apresuró, simplemente caminó hacia la acera y observó su casa, tal y como la recordaba. A su espalda, el camión reanudó su camino, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Exhaló profundamente y comenzó a avanzar hasta que estuvo en el pórtico frente a la puerta, donde el pequeño techo lo cubría del pésimo clima.
Al fin estaba de regreso en casa.
Notes:
Estoy viva xd
Creo
Y Sasuke también XD
Chapter 16
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Temía parpadear y verse de nuevo en medio del campo de batalla, luchando por sobrevivir en un ciclo eterno de asesinar o ser asesinado. Todo lo que deseaba era hundirse en los bonitos ojos azules de Naruto y volver a estar en sus brazos. Quería finalmente conocer a su hija, dejar de ser un extraño y ocupar el lugar que le correspondía.
Entonces, ¿por qué tenía tanto miedo? ¿Por qué no podía calmar el alocado ritmo de su corazón?
El breve destello de luz en el cielo, seguido del sonido de un trueno, lo hizo suspirar y resignarse. Quedarse ahí, con la despiadada tormenta encima de él, no valía la pena. Y estaba agotado. Probablemente podría dormir por días sin parar. Así que, decidido, levantó el brazo derecho y dio unos toques en la puerta, esperando que fueran lo suficientemente fuertes como para que Naruto pudiera escucharlos.
O tal vez no. Era tarde, era probable que el rubio ya estuviera en cama. Tal vez debería buscar algún sitio donde…
La puerta se abrió.
Bueno, solo un poco. Lo suficiente para que una cabeza rubia se asomara desde el interior.
El dueño vestía apenas unos pantalones y una camisa de pijama, pero se había puesto una bata encima para ir a atender la puerta. Se notaba que debía haber estado ya en cama, pero no lucía somnoliento.
Sus ojos azules se posaron en él, su ceño levemente fruncido. Vio cómo parpadeaba, como si inicialmente fuera incapaz de registrar quién era. Entonces, sus facciones se suavizaron, cambiando a una expresión de estupefacción. Sus ojos comenzaron a brillar, señal de las lágrimas que se acumulaban en ellos.
—¿Sa-Sasuke? —la voz le temblaba, y tuvo que aferrarse con fuerza a la orilla de la puerta para poder mantenerse en pie.
¿Y si era solo producto de su imaginación?
No sería la primera vez, a su mente le gustaba hacerle jugarretas de vez en cuando, pero…
—Estoy en casa, Naruto.
Con un sollozo, la puerta fue abierta completamente con rudeza y Sasuke se encontró a sí mismo prisionero de los cálidos brazos de su omega, que se aferraban a su cuello con fuerza, sin importar el agua de la lluvia ni lo empapado que estuviera su cuerpo.
Cerró los ojos, dejando escapar el aire que mantenía en sus pulmones y apretando a Naruto contra sí, enterrando la nariz en su cuello y respirando su familiar aroma por primera vez en mucho tiempo. Su cuerpo temblaba con pequeños espasmos y pronto se dio cuenta que el rubio no era el único que estaba llorando.
Se quedaron así, abrazados, por varios minutos. La mera idea de separarse parecía dolorosa cuando finalmente estaban juntos otra vez. O al menos así era hasta que un viento azotó en su dirección y Naruto estornudó involuntariamente. Sasuke entonces lo separó un poco de su cuerpo para buscar su mirada.
—Enfermarás —murmuró, instándolo a regresar al interior.
El rubio se quedó viéndolo unos segundos antes de reaccionar.
—¡Joder! Estás empapado, eres tú quien va a enfermarse.
Fue guiado dentro de la casa casi a la fuerza, la puerta siendo cerrada tras ellos. Sasuke dejó que la maleta que traía consigo, donde guardaba sus pocas pertenencias, cayera al suelo junto a la entrada sin preocuparse por ella en lo más mínimo.
Naruto volvió a abrazarlo, llorando en su oído, y Sasuke se limitó a rodear su cuerpo y apretarlo contra él, hundiendo su nariz en el cuello de su omega y respirando su intenso aroma, grabándolo a fuego de nuevo en su mente.
—Has vuelto. Has vuelto —repetía el rubio una y otra vez, enredando sus dedos entre los cortos cabellos negros de su esposo. —Estás vivo y estás aquí. Regresaste a mí…
Apartándose un poco pero manteniendo las manos en sus hombros, Naruto inspeccionó su rostro, como si con ello pudiera asegurarse de que Sasuke en verdad estaba sano y salvo, en sus brazos otra vez.
—Tenía tanto miedo de perderte… —murmuró con voz apenas audible, y luego cerró los ojos cuanto una mano acunó su mejilla y una boca cubrió la suya.
Fue un beso intenso y algo desesperado, el primero en más de dos años. Sus labios se acoplaron al instante, como si a pesar del tiempo todavía conservaran esa familiaridad y ese sentido de pertenencia. Los labios de Sasuke estaban secos y algo toscos, pero lo acogieron con una dulzura que hubiera podido derribarlo ahí mismo si no hubiera estado fuertemente sujetado a su cuello. Era un beso con sabor a hogar, a añoranza. Un beso de reconocimiento y promesa.
—Lo sé —susurró Sasuke contra sus labios cuando se separaron para recuperar el aliento.
—¿Qué pasó contigo? Recibí un telegrama, dijeron que estabas desaparecido en combate. Pasaron meses y no volví a saber nada más… Pensé- Pensé que tú…
Sasuke lo calló con un beso, más corto esta vez.
—Estoy aquí, estoy bien —le prometió. —Cuando me encontraron y regresé al cuartel, lo primero que hice fue escribirte una carta, pero me dijeron que me enviarían directo a casa y que la carta tomaría mucho más en llegar de lo que duraría mi viaje, así que me limité a tomar mis cosas y marcharme.
Naruto dejó salir un suspiro tembloroso y deslizó sus manos por los brazos de Sasuke para centrarse y sentir su calor. No obstante, cuando su mano derecha se encontró tocando una manga vacía, no pudo refrenar el jadeo de sorpresa que se le escapó.
—¡Mierda, Sasuke! Tu brazo… ¿Q-Qué? ¿Cómo? —tomó dos pasos hacia atrás y observó con los ojos bien abiertos que, efectivamente, la manga izquierda de Sasuke caía floja e inútil, el lugar donde anteriormente se encontraba su brazo totalmente vacío. Ni siquiera lo había notado al principio, con lo ocupado que estaba pensando que Sasuke estaba aquí otra vez.
El pelinegro suspiró.
—Fue el precio que tuve que pagar para poder volver aquí, contigo.
—P-Pero…
—Naruto, no importa. No me hubiera importado perder ambos brazos y ambas piernas con tal de poder volver a casa.
Pudo haber perdido mucho más que eso. Pudo haber muerto allá, solo, en medio de agonía y miseria. En cambio, con sacrificar un solo brazo, había ganado su libertad y un boleto directo de regreso a casa con su familia. Su muñón aún dolía como el infierno, los cientos de cicatrices todavía quemaban su piel, pero todos esos malestares se reducían a nada solo con la reconfortante presencia de su esposo.
—Que no te importa, dices… ¡Imbécil! —aunque sus palabras fueron algo duras, las manos acariciando sus hombros eran gentiles.
Sasuke no pudo evitar la pequeña sonrisa que se asomó en sus labios ante su actitud.
Oh, cómo lo había extrañado.
—Naruto —lo llamó, distrayendo su atención de la manga que colgaba libremente de lo que quedaba de su brazo izquierdo.
—¿Huh?
—Quiero conocer a mi hija.
Los ojos del rubio brillaron al instante.
Notes:
Bueno, este capítulo ya lo tenía escrito desde hace más de un año, así que pensé que no tenía sentido esperar más para publicarlo.
¡Nos vemos pronto¡ (Espero xd)
Chapter 17: 17
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
En silencio, debido a lo tarde que era, Sasuke se acercó a la cuna donde la pequeña silueta de una niña dormitaba profundamente.
La mano le temblaba, así que para liberar esa tensión optó por aferrarse al barandal de la cuna, observando a su hija dormir boca arriba, con la boca ligeramente abierta y los puñitos cerrados. Desprendía un aroma muy suave, todavía a leche, aunque ya tuviera más de un año, y a flores silvestres.
Quiso tocarla, pero no quería interrumpir sus sueños. Además, estaba empapado de pies a cabezas, y sucio, así que lo primero en su lista era darse una ducha y, a la mañana del día siguiente, al fin podría sostenerla en sus brazos por primera vez.
—Es hermosa…
Naruto, junto a él, sonrió.
—Debería despertarla para que…
—No, déjala dormir. Es tarde. Además, necesito…
—¿Una ducha y una buena noche de sueño? —terminó Naruto por él, con un toque de diversión.
—Hn.
Ambos fueron a la habitación principal, la habitación de ambos , y Sasuke notó, algo aturdido, cómo Naruto desaparecía de su campo de visión durante unos segundos antes de regresar con una toalla seca y limpia y una mudada de ropa para dormir.
Dejó que Sasuke entrara a ducharse solo, sin importarle hacerlo con agua fría a estas horas de la noche. Ya estaba acostumbrado a ello y la necesidad de limpiarse era más grande que sus ganas de tomar una ducha caliente.
Naruto, por otro lado, se quedó un momento observando la puerta del baño con la sangre bombeándole en los oídos. Su mente seguía procesando lo que acababa de pasar. Era entrada la noche y no sería la primera vez que su mente lo engañaba y lo hacía creer que su alfa estaba en casa cuando en realidad no era así.
¿Y si despertaba mañana para encontrarse solo de nuevo?
Sacudió la cabeza e inmediatamente ocupó su mente en buscar una nueva pijama. La que tenía puesta estaba húmeda por obvias razones, así que tendría que cambiarse antes de poder dormir. Para cuando Sasuke salió del baño, Naruto ya estaba listo de nuevo para ir a la cama, y no solo eso, sino que había reacomodado todo para crear un nido que fuera lo suficientemente cómodo para ambos.
—Prométeme que aún estarás aquí cuando despierte —le pidió Naruto, acurrucado contra él entre las sábanas.
La última vez que le había pedido a Sasuke hacerle una promesa, fue antes de que se marchara al ejército.
— Prométeme que regresarás. Prométeme que esta no será la última vez que nos veamos. Promételo, Sasuke.
En aquel entonces, Sasuke no había querido mentir y simplemente le había prometido que haría lo que estuviera a su alcance para regresar, pero no le aseguró nada cuando ni él mismo tenía la certeza de lo que fuera a pasar en el futuro.
Sin embargo, ahora que estaban juntos, sin el temor ni la incertidumbre de lo que ocurriría mañana, podía responder con completa honestidad y decir: —Lo prometo, Naruto.
Naruto todavía recordaba la última noche que Sasuke y él pasaron juntos. Recordaba sus fuertes brazos rodeándolo y la calidez de su pecho, el sonido de los truenos anunciando la inminente tormenta.
No había podido dormir nada esa noche, y sabía que Sasuke tampoco. Lo sostuvo cerca y en ningún momento aflojó su abrazo. Pasaron la noche abrazándose en silencio. Naruto recordaba el ritmo de los latidos de su corazón, su cálido aliento contra su piel.
No te vayas.
Por favor, no te vayas.
—Por favor…
Sus ojos se abrieron de golpe, buscando desesperadamente reconocer el sitio donde se encontraba. La sangre bombeaba en sus oídos, y los únicos sonidos que escuchaba eran su propia respiración y su corazón palpitando como loco.
Reconoció la habitación casi al instante, a pesar del tiempo que había transcurrido sin estar en ella. La veía con frecuencia en sus sueños, así que era difícil olvidarla. Inmediatamente, se dio la vuelta en la cama, topándose inmediatamente con el rostro durmiente de Naruto, con el ceño fruncido y los labios apretados.
—No te vayas, Sasuke…
Exhaló pesadamente, el alivio asentándose en su cuerpo y logrando relajarlo un poco. Con una mano -o, bueno, su única mano- acarició con delicadeza el rostro del omega, cuidando de no despertarlo. Naruto estaba hablando dormido, algo que hacía de vez en cuando sin darse cuenta.
—Estoy aquí, —le contestó. Estoy en casa, pensó cerrando los ojos, llenando sus pulmones con el aroma de su esposo, quien dormía plácidamente a su lado, relajándose al escuchar su voz y continuando su sueño pacífico. En parte, lo envidiaba. Él ya llevaba demasiado tiempo sin una noche de sueño tranquila y completa. Las pesadillas y recuerdos de los últimos dos años no lo dejaban en paz durante las noches, y esta no fue la excepción. Sin embargo, el confirmar que realmente estaba de vuelta en su hogar fue como un trago de agua fría luego de años en el desierto.
Sabiendo que no conseguiría volver a dormir, depositó un beso en la frente de Naruto y decidió levantarse por un vaso de agua. Su brazo izquierdo, o lo que quedaba de él, dolía horrorosamente. La sensación fantasma le hacía creer que su brazo seguía presente y le ardía, pero en realidad ya no había nada ahí.
Caminó hacia la cocina, notando como el sol todavía no salía en el horizonte. Debían ser alrededor de las cuatro de la mañana, si no se equivocaba. Buscó un vaso en los gabinetes y se sirvió agua, tomándosela toda en un par de tragos y luego respirando profundamente para ver si conseguía relajarse un poco más.
No era tan sencillo. Primero, porque luego de todas sus experiencias no se sentía capaz de bajar la guardia. Estaba tenso, rígido, y su cuerpo le protestaba por ello. Segundo, porque estaba desacostumbrado a su propio hogar. Los muebles estaban todos en el mismo sitio, pero la casa estaba diferente. Ahora había una silla para bebés en la cocina, y algunos juguetes tirados por ahí, entre otras cosas. Y tercero, y lo que probablemente estaba poniendo a prueba sus instintos, el aroma a alfa que inundaba el ambiente.
Lo había sentido desde el día anterior, pero había decidido ignorarlo. Ahora que estaba solo, hacer de cuentas que ese olor no estaba ahí era imposible. Saber que otro alfa había estado en su casa mientras él estaba ausente lo enervaba de un modo ridículo. Y no es que desconfiara de Naruto, porque no era así. Lo conocía mejor que nadie y sabía que, incluso en su ausencia y con altas posibilidades de que dicha ausencia fuera permanente, él jamás lo engañaría. Y la prueba de ello era que en la habitación los únicos aromas presentes eran el de su omega y su hija.
No obstante, quienquiera que fuera el dueño del olor desconocido, visitaba su hogar con suficiente frecuencia para que su aroma se sintiera también como parte de la casa. La molestia que sentía era algo meramente instintual, pero imposible de ignorar. Luego de tanto tiempo lejos, acostumbrado al olor de la sangre y la pólvora, los únicos aromas que quería sentir eran los de su familia.
Dejando escapar un suspiro, decidió revisar los cajones de la cocina y sus labios se curvaron hacia arriba ligeramente al encontrar un gabinete con su té negro favorito, ese que llevaba años sin probar y del que Naruto no era muy apreciativo, prefiriendo tomar café con crema y azúcar.
Sasuke puso el té en el mostrador y decidió entonces que ese era su momento de refamiliarizarse con la cocina.
Naruto se removió entre las mantas, enterrando su rostro en la almohada e inhalando profundamente.
Había tenido otro de esos sueños de nuevo, sueño en el cual Sasuke estaba en casa, a donde pertenecía.
Fue tan real… pensó, abriendo los ojos y observando distraídamente la pared. Si se concentraba, todavía podía sentir el aroma de Sasuke rodeándolo, aunque lógicamente sabía que solo era su mente haciéndole jugarretas. Notó también, algo extrañado, que estaba dentro de un nido. Llevaba ya varios meses sin hacer uno, y los últimos que hizo fueron para acurrucarse en él con su bebé. Hacer un nido para él solo había perdido la gracia, por lo que ya no era una costumbre.
Sin embargo, anoche, al parecer, sus instintos lo habían guiado a hacer uno, justo como en su sueño. Esto lo hizo fruncir el ceño y frotarse el rostro, dejando salir un profundo suspiro.
La luz del sol comenzaba a colarse por la ventana y, extrañado, notó como había más iluminación de lo normal. Eso solo podía significar una cosa: había dormido de más.
Soltando una palabrota, se puso de pie de un salto y se apresuró al baño para echarse agua en el rostro para despabilarse, y luego prosiguió a dirigirse directamente a la habitación de su hija. Nozomi a veces despertaba tarde, pero no necesariamente. Esperaba que en esta ocasión fuera la primera opción, ya que no la había escuchado llorar. Y, efectivamente, en cuanto entró a la habitación de la niña, se la encontró con la mano en la boca y ojitos somnolientos, señal de que no llevaba más de algunos minutos despierta.
Suspiró aliviado, inclinándose para tomarla en brazos.
—Buenos días —la saludó, dándole un beso en la mejilla antes de apoyarla contra su pecho. En respuesta, recibió un balbuceo amortiguado por el puño que su hija mordisqueaba. —¿Está rica la mano?
—Amphfrsh…
Naruto soltó una risita.
—Ven, vamos a desayunar.
Sus pies lo encaminaron hacia la cocina, decidido a buscar algo de comer para ambos, pero cuando llegó, una silueta de espaldas a él lo hizo detenerse.
La estufa estaba encendida, una tetera que desprendía aroma a té negro puesta sobre el fuego, y un hombre ocupado en cortar unas cebollas y tomates con algo de esfuerzo, debido a la falta de su brazo izquierdo.
Naruto casi se echa a llorar allí mismo.
Notes:
¡No estoy muerta!
…
Creo.
Bueno, este capítulo ya lo tenía escrito desde hace más de dos años, así que pensé que no tenía sentido esperar más para publicarlo.
¡Nos vemos algún día! xd
Chapter 18: 18
Notes:
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Advertencias: Omegaverse, Mpreg, lactancia masculina, yaoi, angst, Sasunaru, leve Gaanaru, menciones de guerra, dolor y sufrimiento, matrimonio sin infidelidades…
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—¿Intentabas cocinar? —preguntó Naruto, observando con curiosidad la encimera. Había varios ingredientes en ella, desde la cebolla y el tomate a medio picar, hasta huevos, arroz y algo de pan.
Su alfa, quien ahora cargaba por primera vez a su hija con su brazo derecho, se encogió de hombros sin mirarlo. Toda su atención estaba centrada en la niña entre sus brazos, quien lo miraba con ojos muy abiertos y movía la nariz graciosamente al olfatearlo.
Nunca fue del tipo de persona que creyera en el amor a primera vista, pero cuando esos bonitos ojos negros, idénticos a los suyos, lo miraban, se daba cuenta de cuan equivocado había estado y lo mucho que había valido la pena esperar por este momento. La bebé parecía analizarlo detenidamente, como si su presencia le resultara vagamente familiar pero desconocida al mismo tiempo.
Ante su falta de respuesta, Naruto se volteó a mirarlo y no pudo evitar sonreír enternecido ante la escena. Padre e hija juntos al fin.
Decidido a no interrumpir el momento, se dispuso a continuar con la tarea que su esposo había dejado a medias y comenzó a preparar el desayuno para los tres. Preparó huevos con tomate, cebolla, arroz y tostadas. Además, sirvió el té que Sasuke había dejado hirviendo en la estufa. Sasuke lo observó dar vueltas en la cocina con una pequeña sonrisa orgullosa y no pudo evitar molestarlo un poco cuando estaba poniendo la mesa.
—¿Seguro de que es comestible?
Naruto soltó un jadeó ofendido y le dio un manotazo en su hombro sano.
—¡Mira que eres odioso! Para tu información, me volví un experto en la cocina, ¡y un casi experto en repostería!
Sasuke alzó una ceja, y Naruto tembló ligeramente ante su intensa mirada.
—Bueno, el último pastel que hice no se me quemó, así que lo considero un logro.
El pastel en cuestión había quedado medio crudo, pero eso Sasuke no tenía porqué saberlo.
—Hn… Cuando me dijiste en tus cartas que habías aprendido a cocinar, estaba algo escéptico al principio.
El Naruto de hace unos años atrás no podía prepararse ni siquiera unos huevos revueltos. No había sido un problema en la mayor parte, ya que Sasuke cocinaba para ambos, pero luego de que este se marchara y Naruto descubriera su embarazo, supo que tendría que aprender a valerse por sí mismo sí o sí, especialmente si quería ser un buen padre para su bebé. No dejaría que ningún hijo suyo muriera de hambre, y mucho menos que se intoxicara con su comida, así que dio lo mejor posible para aprender a cocinar decentemente.
Su práctica había dado frutos, ya que ahora podía cocinar cualquier platillo ordinario sin ningún problema. Recetas más complicadas sí eran un desafío, pero de los errores se aprende.
—Qué falta de fe —se quejó el rubio, quitándole a Nozomi de encima para colocarla en su silla. La niña agitó los brazos energéticamente y comenzó a balbucear cosas sin sentido al sentir el olor de la comida.
Cuando Naruto le puso su plato enfrente, la bebé comenzó a agarrar la comida con las manos y llevársela a la boca con ansias, provocándole al omega una risa.
—Las primeras semanas que estuve fuera pasé preocupado de que fueras a morir intoxicado.
Naruto casi se atraganta con su propia saliva ante dicha burla pero, en lugar de seguir fingiendo estar ofendido, soltó una carcajada y colocó en la mesa la comida de ambos.
¿Y qué si durante los primeros días sin su esposo en casa terminó enfermo por no cocinar bien el pollo? Sasuke tampoco tenía porqué saberlo. Además, podía echarle la culpa a su embarazo, aunque técnicamente en aquel entonces aún era muy pronto como para tener síntomas.
Comieron juntos por primera vez en dos años. Sasuke dejó que Naruto hiciera toda la conversación y le contara cosas sobre Nozomi y sobre su vida, lo que había sido de las personas que conocía, entre otras cosas. Durante todo ese tiempo, se limitó a escuchar y observar a su omega con una diminuta sonrisa en el rostro.
—Mmm… —Naruto gimió bajito contra sus labios, respondiendo al beso con entusiasmo, pero sin dejarlo escalar.
Era un beso suave, lento. Un beso de dos amantes que buscaban reconocerse luego de mucho tiempo separados. Un beso que no buscaba volverse pasional, pero no por eso era menos intenso.
Naruto adoraba este tipo de besos. Lo hacían sentirse querido, valorado. No era un beso con un propósito, sino solo por el placer de compartir un momento íntimo entre ambos.
Sus labios se movían con parsimonia, dejándose llevar por la boca ajena. Sus manos acunaban el rostro del alfa entre ellas, asegurándose de que estuviera allí, manteniéndolo cerca. La mano de Sasuke descansaba en su espalda baja, impidiéndole apartarse de su cuerpo.
Habían dejado a Nozomi en su habitación para que pudiera tomar su siesta y ahora estaban solos en la cocina, sin hacer nada más que disfrutar de la compañía del otro.
Cuando sus labios al fin se separaron, Naruto escondió su rostro en el cuello del pelinegro y suspiró contento, sus brazos rodeándole el torso para anclarse en la espalda alta del alfa. Sasuke apoyó la cabeza contra la de Naruto y cerró los ojos cuando sintió un par de besos inocentes en su cuello.
Esto era todo. Era todo lo que quería y necesitaba. Su hogar, su esposo, su hija… Eso y nada más. Solo el cálido cuerpo de Naruto entre sus brazos y el conocimiento de que su hija estaba ahí, sana y salva y al alcance de sus brazos.
Dejó un pequeño beso contra esos mechones rubios rebeldes y sintió a Naruto bostezar contra su piel.
—Estás cansado…—murmuró. No fue una pregunta. Como respuesta, Naruto apretó su abrazo. —Tal vez tú también deberías tomar una siesta.
Naruto debía estar exhausto todo el tiempo, teniendo que hacer todo solo y con una niña que cuidar.
—Si lo hago no me daré cuenta cuando Nozomi despierte, —rezongó el rubio contra su cuello.
—Yo te avisaré cuando lo haga, —le aseguró Sasuke, separándolo un poco de su cuerpo para poder verlo a los ojos. —Ve a descansar.
Naruto pareció meditarlo unos segundos hasta que otro bostezo de le escapó sin poder controlarlo.
—Anda, —le insistió Sasuke.
—Bien, bien. ¿Vienes conmigo? —sin esperar respuesta, ya lo estaba guiando de regreso a la habitación.
Sasuke no dormiría más hoy, su cabeza no le permitiría conciliar el sueño tan pronto, pero accedió a acostarse con Naruto en lo que este se dormía, acunándolo entre sus brazos y dejando que su aroma lo arrullara.
Sí, definitivamente esto era todo lo que necesitaba.
La tormenta del día anterior había dejado los suelos húmedos y resbaladizos. Anduvo con cuidado de no caer, un paso en falso y lo menos que le pasaría sería doblarse un tobillo. A pasos seguros avanzó hasta la puerta de la casa y tocó el timbre, como era costumbre.
Esperó ansiosamente, deseando encontrarse con esos preciosos ojos azules y ese brillante cabello rubio saludándolo. Sin embargo, cuando la puerta se abrió, su corazón se detuvo. No era Naruto quien había atendido al llamado, sino un hombre apenas más alto que él, de cabello corto y ojos oscuros. No le fue difícil reconocerlo, ya que había visto ese mismo rostro en algunas fotografías anteriormente. Aunque nunca creyó que en serio fuera a encontrarse con él en la vida real.
En sus ojos vio algo que lo hizo sentirse identificado. Era la mirada de un hombre que había visto las atrocidades de la guerra, pero que, como todos, deseaba dejarlo atrás para poder seguir con su vida. Conseguirlo no era fácil, pero el anhelo de volver a casa era lo que motivaba a cada soldado a continuar y, este, al parecer, no era diferente. Otro detalle que no fue fácil de omitir fue el espacio vacío donde debería estar su brazo izquierdo, en el cual colgaba una manga vacía.
—¿Sí? —le preguntó este con voz monótona.
Claramente no era del tipo conversador, como Naruto.
—¿Dónde está Naruto? —no pudo evitar preguntar directamente, algo a la defensiva. Una parte de él, involuntariamente, lo hizo sentirse en alerta ante la presencia del otro alfa en el lugar que había llegado a asociar solo con Naruto y su hija. Fue una reacción instintiva. Su cuerpo quería reaccionar de modo violento ante la presencia de otro alfa en la casa de su… su…
¿Su qué?
No. Naruto no era nada suyo y el rubio ya se lo había dejado en claro. Pero hacer que su corazón entendiera eso…
El pelinegro entrecerró los ojos un poco.
—¿Quién lo busca?
—Gaara.
Al oír su nombre, el hombre ladeó ligeramente la cabeza.
—El nuevo vecino. —no era una pregunta, sino una afirmación. Sabía quién era, lo que quería decir que Naruto tuvo que haberle contado sobre él, aunque difícilmente podría considerarse nuevo luego de casi dos años viviendo en ese lugar. Entonces, su postura se relajó un poco. Seguía siendo cerrada, pero ya no de un modo defensivo. —Naruto duerme, le diré que ha venido a buscarlo cuando despierte.
No se le escapó que el hombre lo había tratado de usted.
Le sostuvo la mirada durante unos segundos más antes de asentir y darse la vuelta, escuchando como la puerta era cerrada tras de él. Entonces giró el rostro, admirando la antigua madera, antes de cerrar los ojos y continuar con su camino.
Notes:
Sasuke y Gaara al fin se conocieron :3
Pages Navigation
JustAnotherSillyFic on Chapter 1 Mon 15 Sep 2025 07:59PM UTC
Comment Actions
JustAnotherSillyFic on Chapter 2 Mon 15 Sep 2025 08:09PM UTC
Comment Actions
I_EATKIDS on Chapter 3 Tue 25 Oct 2022 12:44PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 3 Thu 27 Oct 2022 04:59PM UTC
Comment Actions
I_EATKIDS on Chapter 3 Sat 29 Oct 2022 04:10PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 3 Sun 30 Oct 2022 04:29PM UTC
Comment Actions
I_EATKIDS on Chapter 4 Tue 25 Oct 2022 12:50PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 4 Thu 27 Oct 2022 04:58PM UTC
Comment Actions
Angelica (Guest) on Chapter 5 Fri 16 Dec 2022 05:24PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 5 Mon 19 Dec 2022 05:33PM UTC
Comment Actions
honsoolhope on Chapter 7 Wed 15 Mar 2023 03:34AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 7 Fri 17 Mar 2023 07:57PM UTC
Comment Actions
Xxblackwaolf on Chapter 8 Mon 07 Aug 2023 01:25PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 8 Thu 10 Aug 2023 01:00AM UTC
Comment Actions
Izzytory36 on Chapter 8 Wed 13 Dec 2023 11:29PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 8 Thu 14 Dec 2023 04:48PM UTC
Comment Actions
Carlalalala (Guest) on Chapter 8 Sun 03 Aug 2025 04:25PM UTC
Comment Actions
Xxblackwaolf on Chapter 9 Sat 28 Oct 2023 11:30AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 9 Sun 29 Oct 2023 02:52AM UTC
Comment Actions
Anahi (Guest) on Chapter 9 Sun 29 Oct 2023 10:00PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 9 Mon 30 Oct 2023 01:49AM UTC
Comment Actions
Carlalalala (Guest) on Chapter 9 Sun 03 Aug 2025 04:31PM UTC
Comment Actions
Ana (Guest) on Chapter 11 Tue 05 Dec 2023 04:31AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 11 Mon 11 Dec 2023 11:45PM UTC
Comment Actions
spirit_ult_bird on Chapter 12 Thu 14 Dec 2023 05:18AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 12 Thu 14 Dec 2023 04:46PM UTC
Comment Actions
spirit_ult_bird on Chapter 12 Sat 13 Jan 2024 03:57PM UTC
Comment Actions
Ana (Guest) on Chapter 12 Thu 14 Dec 2023 06:09PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 12 Thu 14 Dec 2023 07:26PM UTC
Comment Actions
joyissexy on Chapter 12 Tue 26 Dec 2023 01:26AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 12 Tue 26 Dec 2023 05:12PM UTC
Comment Actions
Ana (Guest) on Chapter 13 Sun 24 Dec 2023 09:11PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 13 Mon 25 Dec 2023 04:25AM UTC
Comment Actions
Ana (Guest) on Chapter 13 Mon 25 Dec 2023 10:54PM UTC
Comment Actions
spirit_ult_bird on Chapter 14 Sat 13 Jan 2024 04:02PM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 14 Mon 29 Jan 2024 04:33PM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 14 Sun 28 Jan 2024 04:55AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 14 Mon 29 Jan 2024 04:33PM UTC
Comment Actions
WowDrivee on Chapter 14 Thu 08 Feb 2024 03:27AM UTC
Comment Actions
Furikake_Lover on Chapter 14 Mon 04 Mar 2024 09:47PM UTC
Comment Actions
spirit_ult_bird on Chapter 15 Fri 14 Jun 2024 05:03PM UTC
Comment Actions
Pages Navigation