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Cristian levantó pesadamente la vista de su sopa caliente para corroborar el estado de sus dos amigos. Licha parecía ser el que mejor se encontraba, después de todo él se había encargado de despertarlo a la una de la tarde para que comieran algo ya que el alcohol reinaba en su sistema desde ya varias horas. Nahuel, en definitiva, estaba peor que él, sostenía con fuerza una botella con agua sin destapar y tenía los ojos cerrados. Los tres eran un desastre y la idea de que eran campeones del mundo seguía instalándose en sus cabezas, tangiblemente estaban afrontando las consecuencias de la celebración, pero subjetivamente, todavía les costaba creerlo.
“Cuti” Nahuel lo sacó de su diálogo interno. Cuando lo miró, su amigo seguía en la misma posición.
“Mmm”
“Treame una botella con agua más helada” No le respondió. “Dale” Suplicó.
Suspiró pesadamente y estuvo a punto de quejarse, pero miró nuevamente su sopa aún caliente y decidió hacerle el favor a su amigo que rozaba el límite de la vida y la muerte para darle tiempo a su sopa de enfriarse.
Estando en la máquina expendedora de bebidas en el pasillo al fondo, hizo un esfuerzo para elegir correctamente lo que debía. Le costaba concentrarse con todo el bullicio de otras personas en el comedor del hotel y con lo mucho que sentía la cabeza pesada. Se agachó para recoger la botella sosteniendo su frente y cuando se levantó dejó de escuchar de golpe el ruido a su alrededor.
Se quedó quieto unos segundos y se giró lentamente frunciendo el ceño como nunca antes, se sentía muy confundido. Miró el final del pasillo. No había movimiento y no sentía el aire golpear ninguna parte de su cuerpo. Se tensó completamente alarmado y sin perder la compostura caminó lentamente de regreso al comedor, mágicamente ya no sentía ningún malestar por la resaca. Cuando llegó a una distancia donde su campo de visión abarcó lo necesario, vio cómo absolutamente nada se estaba moviendo. El corazón le empezó a latir rapidísimo de golpe, la botella se le resbaló de las manos y en un movimiento desesperado llevó sus manos a su rostro para tallarse los ojos agresivamente guardando la esperanza de que fueran estos los que le estaban fallando, pero no fue así, volvió a encontrarse con el mismo escenario.
Sintió el silencio incrementándose cuando lo único que escuchaba era su respiración haciéndose cada vez más pesada, sus piernas las sintió débiles y lentamente se arrodilló, por su cabeza paseó el pensamiento de que ojalá fuera uno de esos sueños de mierda que le contó el Dibu en Qatar donde sentía su cuerpo en la cama mientras soñaba con cosas horribles, pero sin poder gritar ni moverse, que ojalá fuese eso y no que estuviera volviéndose completamente loco viendo alucinaciones y eso. Se empezó a desesperar y su respiración se volvió exponencialmente más y más agitada porque sentía que el oxígeno no le llegaba a los pulmones y posiblemente a la cabeza tampoco porque quizá, quizá sí se estaba volviendo loco.
De golpe paró al sentir un pinchazo en el hombro, se giró a buscar lo que le causó aquella sensación y se encontró con una especie de aguja con una laminita azul brillante como base. Iba tomarlo con sus dedos, pero su visión se tornó borrosa, comenzó a sentirse adormitado, su cuerpo dejó de responderle y su cuerpo empezó a caer directamente hacia el piso cuando unas manos lo tomaron por la cabeza para impedir el inminente golpe. Luchando contra perder la conciencia y forzando la vista pudo identificar la silueta de Otamendi, en el fondo sintió alivio de ver un rostro conocido y con todo el esfuerzo que podía dar logró hablar por primera vez después de haberse ido de la mesa con Nuhuel y Licha.
“Ota, ¿decime qué mierda está pasan…?” Con la pregunta sin terminar y sin obtener respuesta, Cristian el Cuti Romero había quedado inconsciente en los brazos de quien pensó que era su compañero Otamendi.
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Cuti despertó de golpe con la agitación golpeándole todos sus sentidos. Se sentó rápidamente y observó desespero a todos lados mientras tocaba el suelo como si esta acción le diera la seguridad de que era la vida real, que no estaba soñando y mucho menos que se había vuelto loco. Cuando su cerebro se empezó a convencer de que estaba bien miró detenidamente a los lados, no tenía idea de dónde mierda estaba. Desconcertado miró hacia atrás y vio que no se encontraba solo y se sobresaltó.
“¡Ay, Ota!, ¿qué hacés?” Cristian notó en su compañero de selección una expresión completamente ajena a lo que solía ver en él. Su referente más grande en defensa dentro de la cancha estaba sentado sobre sus rodillas con sus manos puestas en su pecho y estaba sonriendo, podría jurar que hasta los ojos le brillaban. Era todo muy extraño, una corriente de extrañeza le recorrió la espina dorsal.
“Cristian, me alegro enormemente que estés bien” Otamendi se arrastró hasta él y lo tomó de las manos y Cuti rápidamente deshizo el agarre. ¿Qué le pasaba? “Lo siento” Ota se había incomodado. “Dime, ¿no tenés ganas de vomitar o tal vez sientes que se mueve la tierra?” Ota le preguntó poniéndole mucha atención. Cuti lo miró de arriba abajo.
“No” dijo extrañado. “O sea, sí me siento mareado y medio raro pero creo que es por la resaca igual, solo dejame ir a mi cuarto y…” Cristian detuvo en seco su explicación cuando logró divisar por sobre el hombro de Otamendi al Papu de pie mirando hacia el cielo completamente serio, con los ojos entrecerrados y el ceño levemente fruncido, en la espalda llevaba dos barrotes cruzados en la espalda y llevaba un overol mecánico azul. Cristian regresó su atención a Otamendi y lo miró con extrañeza, porque Ota también llevaba el mismo overol. “Pero qué mierd…”
“Cristian, escuchame con atención” Sin tocarlo, Ota le habló con firmeza y seriedad tratando de obtener toda su atención. “Sé que esto es muy confuso y difícil, pero con Alejandro hemos calculado que posiblemente no tengamos mucho tiempo y en serio voy a necesitar que confíes en mí y que me creas lo siguiente que te voy a decir que es muy importante. Por favor solo trata de no desmayarte o enloquecer” Cristian no entendía un carajo, solo quería gritar e irse, tomar los últimos sucesos como una psicosis por el alcohol y prometer no volver a tomar así, pero percibía desesperación y preocupación en los ojos de Ota y había súplica en el tono de su voz. Tranquilo, se dijo, es Ota, admiramos y confiamos en Ota. Finalmente asintió mirándole a los ojos, Ota exhaló dejando salir la tensión acumulada y continuó: “Alejandro y yo no somos de este planeta y necesitamos tu ayuda para salvar al mundo”.
Un par de segundos tras escuchar aquello, Cristian estudió el rostro de Ota para buscar cualquier indicio de broma en él. No lo encontró y esto definitivamente era un sueño, pensó, y se echó a reír a carcajadas. Realmente no podía dejar de reír, empezó a lagrimear de la risa y se sujetó el estómago porque no podía parar de reír. Ota lo miró molesto y tras de él, el Papu negaba con la cabeza irritado e indiferente a la vez.
Cuando logró recuperar la respiración, Cristian logró decir entre risas: “Y que pensaba que yo era el que me había desquiciado. Dejate de joder, Ota, decime donde estoy para regresarme a mi cuarto” La risa había cesado y dio paso a la irritación.
“Hablo en serio” Dijo Ota más serio que antes. “Tenes que escuchar todo lo que tengo que explicar. Yo-” Poniéndose de pie, Cristian lo cortó. “Dejame en paz, lo digo en serio no estoy para-” Se vio interrumpido de una forma muy aterradora. Un sonido estruendoso se escuchó desde el cielo y Cristian se congeló de pies a cabeza, con miedo de voltear a ver el origen de aquel ruido extraño. Solo alcanzó a mirar a Otamendi quien se levantó lentamente del suelo y miraba el cielo con un deje de miedo y preocupación en su rostro. La puta madre, pensó, lo único que quería es que todo acabara de una buena vez.
Tenía cada músculo de su cuerpo tenso y sus manos le sudaban frío, aún así logró escuchar al Papu correr en dirección del ruido, no sin antes decirle algo a Ota pero no alcanzó a descifrar bien qué le dijo ya que el ruido a sus espaldas se sentía cada vez más cerca. Era el fin del mundo, sí era eso, al menos moriría siendo campeón del mundo, se dijo. Lo siguiente que supo fue que Ota lo había levantado como si fuera una pluma tal cual princesa en apuros, pero no le dio tiempo de quejarse porque eso que le estaba pasando estaba siendo catalogado millones de veces más que un apuro.
“Sentate ahí, Cristian, y por favor, no vayás a hacer ningún ruido”.
Tras oír la petición de Ota, simplemente atinó a cerrar los ojos y taparse las orejas, el ruido empezaba a ser hasta doloroso cuando de un segundo a otro ya no se escuchaba casi nada, solo un ruido ahogado lejano. Cuando abrió lo ojos se fijó que sobre su cuerpo y el de Ota había una especie de domo de cristal pero que no se podía ver a través de este. Pasó su vista por aquel artefacto extraño muy lentamente, era magnífico, era como estar dentro de una burbuja, parecía magia.
Ota lo miraba con cuidado y fascinado con la reacción de Cristian. “Desde acá adentro se puede ver el otro lado pero ellos no pueden vernos a nosotros, esto se podría traducir en tu lenguaje como algo que nos hace invisibles” le susurró tan bajo que apenas pudo escucharlo.
“Pero no veo nada tampoco” Ota le sonrió como si fuera un niño y abrió la boca para contestar pero se cortó porque se veía como si estuviera escuchando algo.
“Creeme, es por tu bien. Vamos” Al ponerse de pie el otro puso su mano izquierda en su hombro y levantó la otra. Hasta ese momento notó que el otro llevaba cubierto el dedo medio y el índice con una especie de tela metálica de su mano derecha, que al hacer unos movimientos casi imperceptibles el domo desapareció luego de unos segundos.
Entonces fue ahí que vio lo que jamás en su vida, o en la vida de la tierra, hubiera creído y tal vez la adrenalina de los acontecimientos de las últimas horas o la mano de Ota en su hombro no hicieron que se desmayara porque frente a él se erigía una nave blanca ovalada de por lo menos 20 metros de alto. Inconscientemente se pegó un poco al cuerpo que lo sostenía.
“¿Ahora me crees de que no somos de por acá?”
Notes:
Después de diez mil años, regresé. De vez en cuando me acordaba de esta historia y no podía solo dejarla así, me encariñé. Lo peor es que tengo el descaro de que todavía no aparece Sonny.
Nos vemos pronto o no tan pronto.
Itsoktonotbeok11 on Chapter 2 Mon 01 Apr 2024 03:34AM UTC
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Account Deleted on Chapter 2 Thu 09 May 2024 12:35AM UTC
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