Chapter 1: Rhaenyra Targaryen
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El brazo de su abuelo se apretó alrededor de sus hombros y la atrajo más contra su pecho. Cuando gritó dracarys, él se estremeció y ella recargó todo su peso contra él. Rhaenyra acababa de perder a su madre y un hermano, Ellion Martell acababa de perder a su única hija y un nieto.
Toda su familia materna estaba con ella. Mara Martell, la Princesa Gobernante de Dorne y la prima de la madre de Rhaenyra; Qoren Martell, el Heredero de Lanza de Sol y único primo de Aemma Martell, y sus hijos, Aliandra, Qyle y Coryanne, quienes eran más hermanos que primos segundos para Rhaenyra. Incluso el tío Daemon estaba con ellos, con ella.
Su padre estaba a metros de ella, solo, con Otto Hightower como la compañía más cercana.
Bien.
Viserys Targaryen no merecía el consuelo de nadie, no cuando había ordenado que mataran a su esposa, a la única madre de Rhaenyra. Y que tuviera a esa sanguijuela del Dominio como fuente de ánimo era sumamente apropiado; había alejado a su único hermano por Otto Hightower, entonces Otto Hightower podía ser su familia.
Las Llamas y la Madre Rhoyne sabían que para Rhaenyra, Viserys Targaryen había dejado de ser su padre.
…
Toda la Corte estaba reunida en el Salón del Trono.
El rey estaba sentado en Trono de Hierro, con Blackfyre en las manos, tratando de aparentar ser el gran rey Targaryen que se consideraba. Otto y Alicent Hightower estaban parados al pie del trono; él lucía presumido y arrogante, ella se mostraba nerviosa, pero había algo que la hacía levantar la barbilla, seguramente ya sintiendo que estaba por encima de todos.
Rhaenyra sabía lo que estaba pasando, lo que el rey estaba por anunciar.
Seguramente él y sus Hightower pensaban que hacer el gran anuncio a toda la Corte, desde el Trono de Hierro, haría menos probable que la gente mostrara su disgusto. Bueno, ellos estaban equivocados.
La Fortaleza Roja pertenecía a los Targaryen, pero desde que Ellion Martell llegó con su hija, la princesa Aemma Martell que se convirtió en esposa del heredero y después del rey, el castillo de los Conquistadores se doblegó a los dornienses, no que el rey o sus torres fueran conscientes de ello.
Otto Hightower era demasiado orgulloso y le gustaba que la gente lo viera como el verdadero poder detrás del trono, pero los Martell eran, de hecho, inteligentes y poco les importaba el reconocimiento mientras todo funcionara según sus deseos. De ahí que Rhaenyra y su abuelo supieran de las visitas nocturnas de la sirvienta de ésta en la habitación del rey y de la decisión que éste había tomado.
Su abuelo no había evidenciado nada porque estaba esperando que tanto el rey como los Hightower se sintieran seguros, que estuvieran en lo alto, antes de tirarlos al suelo.
—Buenos días, mis lores y damas —la voz del rey resonó por todo el salón —. He decidido tomar una nueva esposa.
Él no miró a Rhaenyra y definitivamente mantuvo sus ojos lejos de la comitiva dorniense, quienes contrario a los colores cálidos que eran conocidos por vestir, tenían rostros como si hubieran sido tallados en hielo.
—Pienso casarme con Lady Alicent Hightower antes del verano.
Un silencio pesado se apoderó de todo y todos.
Rhaenyra tomó la mano de su abuelo, su agarre fue correspondido con fuerza. Ambos estaban furiosos e indignados en nombre de Aemma Martell, independientemente de que estuvieran conscientes de las intenciones del rey. Coryanne, la hija menor del primo Qoren, quien formaba parte de la Casa de la Princesa desde que Rhaenyra tuvo edad para formar una, pasó un brazo por la cintura de Rhaenyra, transmitiendo su apoyo feroz.
Lord Corlys fue quien rompió el silencio.
—Esto es absurdo —la Serpiente Marina dio un paso al frente y la princesa Rhaenys no hizo nada para detenerlo —. Alicent Hightower es la hija de un segundo hijo, sin importar que éste sea la Mano del Rey, un matrimonio con ella no aporta nada a la Corona. No ejércitos, no oro, ni siquiera buena sangre.
Padre e hija enrojecieron por la humillación.
—De una princesa dorniense a una dama de una Casa menor que ni siquiera forma parte de la línea principal, me apena ver lo poco con lo que la Corona se está conformando.
— ¡Lord Corlys! —el rey se levantó, sonrojado de vergüenza, aparentando ser un dragón en su ira justa.
El grito hizo poco para acallar los susurros sobre comparación entre la princesa Aemma Martell y la dama Alicent Hightower.
—Parece que su opinión sesgada proviene de su deseo insatisfecho de que su hija, Lord Velaryon, no fuera elegida como nueva reina —Otto Hightower logró elevar su voz lo suficiente para atraer la atención de la Corte.
Todos los lores y damas presentes estaban ansiosos por escuchar cómo se desarrollaba la historia.
—Mi Laena no fue propuesta, Ser Otto, de principio porque Casa Velaryon y, al parecer, el resto del reino no estábamos informados de que el rey estaba buscando una nueva reina. ¿Cómo podíamos considerar tal cosa cuando el luto por la difunta reina Aemma no ha terminado? Nuestra amada Reina del Sol se ha ido por cuatro lunas, pero Lady Alicent de alguna manera encontró su camino al rey.
Nuevos susurros surgieron.
Alicent intentó hacerse pequeña y dio un paso atrás.
—No me gusta lo que está insinuando, Lord Corlys —el rey frunció el ceño, pero se notaba desequilibrado.
Obviamente no pensó que nadie se daría cuenta y mucho menos que señalaría cómo nació su interés por la hija de la Mano del Rey. Viserys Targaryen pensaba que todos eran tan estúpidos como él.
Antes de que Lord Corlys siguiera hundiendo la reputación de los Hightower, la princesa Rhaenys tomó la palabra.
—Casa Velaryon no propuso a su única hija, una dama con la sangre de la Vieja Valyria, descendiente directa de los Conquistadores y el Viejo Rey y la Buena Reina, porque respetamos el acuerdo hecho entre la Casa Targaryen y la Casa Martell. Si bien el nacimiento de hermosos niños de pura sangre valyria sería suficiente recompensa, nuestra Laena es muy joven, una niña ella misma, que estará mejor sin el peso de una Corona y sin la tristeza de nada para heredar a sus hijos.
Rhaenyra admiró el movimiento de su tía.
Si bien dejaba subyacente que Casa Velaryon tenía ambiciones, como todos, que no serían satisfechas con el matrimonio de más alto rango que existía en Westeros, proyectaba a su Casa de casada como una Casa recta que le importaba la salud y felicidad de su hija. Además de que destacaba la ambición de los Hightower de una manera que los pintaba como simples codiciosos sin escrúpulos, después de todo Alicent sólo tenía dieciséis onomásticos, apenas cuatro años mayor que la prima Laena. Sin mencionar que los niños que saldrían del nuevo matrimonio del rey no serían valyrios puros porque Laena tenía un linaje real impecable.
— ¿A qué acuerdo entre los Martell y los Targaryen se refiere la princesa? —fue el susurro demasiado fuerte de un lord.
— ¿Nada para heredar? —susurró una dama.
El abuelo de Rhaenyra respondió las dudas.
—La princesa Rhaenys ha mencionado un punto importante —Ellion Martell no necesitó elevar la voz, él tampoco se apartó del lado de Rhaenyra —. Rey Viserys, debes recordar que mi hermano, el anterior Príncipe Gobernante de Dorne, acordó con el Rey Jaehaerys que la unión de Dorne a los Siete Reinos, bajo la Corona Targaryen, se mantendría únicamente si un niño con sangre Martell se sentaba en el Trono de Hierro. Es por ese acuerdo que sucedió mi matrimonio con la princesa Daella Targaryen y es por eso que Dorne te entregó a una de sus princesas, a mi amada hija, como esposa.
El tío Daemon siempre se burlaba que el único matrimonio inteligente que la Buena Reina logró concertar fue el de la abuela de Rhaenyra con un príncipe Martell. No sólo fue políticamente inteligente, sino que Daella y Ellion aprendieron a amarse verdadera y sinceramente. Debido a la edad de su abuela, el nacimiento de su madre fue complicado y aunque no tomó la vida de ninguna, le impidió tener más hijos. Al abuelo no le había importado, él siempre estuvo más que satisfecho con su única hija –Aemma había sido su adoración– y agradecido por mantener a su esposa a su lado. Lamentablemente, la abuela Daella había fallecido un año antes que su propia hija debido a una enfermedad.
Rhaenyra casi podía escuchar la realización en cada uno de los presentes.
El rey miró a Ellion Martell como si fuera un pez fuera del agua.
Otto Hightower parecía que había sido abofeteado.
—Es tu derecho tomar una nueva esposa, rey Viserys —no había reverencia ni respeto en la voz de su abuelo al pronunciar el título del rey —. Cásate con Lady Alicent como es tu deseo, pero recuerda que ya tienes un heredero. La princesa Rhaenyra es la hija de la princesa Aemma Martell, la única niña con sangre Targaryen y Martell. Si quieres mantener el acuerdo del Viejo Rey, si quieres a Dorne como aliado, ella será reina.
Más susurros surgieron, estos más fuertes y urgentes.
Desacuerdos, aceptaciones, gritos sobre la ley y la tradición, gritos sobre respeto, miedo y desdeñosidad, todo fue de un lado a otro.
Al final sólo había una cosa que Viserys Targaryen, quien estaba tan empeñado en mantener la paz y ser la segunda venida del Conciliador, podía hacer.
…
El banquete de bodas del rey fue un asunto tenso.
Sólo los Hightower se esforzaban por lucir felices. Cualquier satisfacción que pudieron haber sentido en otra circunstancia era forzada ahora. Tenían una reina con su sangre y apellido, pero ninguno de los niños que ella diera a luz sería rey. No a menos que quisieran una guerra con Dorne.
Ellos eran los autores de los susurros de que la herencia de Rhaenyra iba contra la tradición, pero ésta no era nada cuando la ley respaldaba a la primera futura reina gobernante de los Siete Reinos. Cuando los lores y damas de todas las Casas del reino, grandes o menores, llegaron a la capital para jurar lealtad a Rhaenyra, la princesa Mara Martell se aseguró de que el rey cambiara la ley para que la herencia del Trono de Hierro radicara según el orden de nacimiento y no el género.
Hubo muchas quejas del Consejo, especialmente de la Mano del Rey, pero Mara convenció al rey bajo advertencias veladas. El rey era un hombre débil, así que cedió.
Además, Rhaenyra tenía Casas importantes aliadas a ella por sangre o por amistad. Joanna Westerling, una de sus damas, estaba comprometida con Jason Lannister; su madre la había ayudado a concertar ese compromiso. Todas sus damas eran de confianza, excepto por Alicent, claro estaba, pero la lealtad de Joanna no tenía duda ya que era diga sobrina de su tío, Ser Harrold.
Coryanne había tomado la difícil decisión de sacrificarse al comprometerse con Borros Baratheon. El heredero de Bastión de Tormentas era analfabeto y el peor machista que cualquier mujer podía tener la desgracia de conocer, pero era la cantidad justa de idiota para que Coryanne pudiera manipularlo a su antojo. Los Hombres de la Tormenta y los dornienses eran prácticamente enemigos naturales, pero nadie se atrevería a dejar escapar a una princesa como esposa, especialmente una princesa que estaba emparentada con la Heredera al Trono de Hierro.
La tía Rhaenys había sido la mediadora, alisando las plumas de su tío y primo, pero después de conocer a Coryanne, Lord Boremund parecía complacido con el compromiso de su hijo. Coryanne Martell era exóticamente hermosa, pero muy aterradora y extremadamente competente en cualquier cosa que se proponía.
Un bebé o dos, y me desharé de él. No es necesario prolongar este matrimonio una vez que obtenga el poder suficiente, Coryanne se había encogido de hombros cuando Laenor le preguntó si realmente iba a aguantar a su primo patán. Él y Laena la miraban con ojos estrellados desde entonces.
Sus primos pequeños, que estaban asistiendo a la boda junto con sus padres, vestían de negro al igual que Rhaenyra y todos los dornienses presentes. La mayoría de los lores y damas que no provenían del Dominio vestían colores oscuros o completamente negros; los Baratheon lo hacían por palabra de la prima Rhaenys, los Lannister por dirección de Lady Joanna y el resto por consejo de las hijas que servían a Rhaenyra.
El periodo de luto por la reina Aemma Martell no había terminado, después de todo.
— ¡Es tiempo de la ceremonia de cama!
Hubo quietud.
Ninguna mujer, ni ningún hombre se acercaron a los novios para empujarlos y desvestirlos. Después de un momento vergonzoso para el rey y la nueva consorte, las parientes femeninas de Alicent se acercaron a guiarla mientras Otto Hightower indicaba al rey que se levantara y fuera a la habitación.
El tío Daemon no había asistido a esa farsa de boda, como dejó claro en una carta, prefiriendo ver cangrejos y piratas sucios que a una bestia ándala en los brazos de un hombre valyrio.
Lord Corlys, como pariente por matrimonio, ni siquiera se ofreció para acompañar al rey. Mucho menos el abuelo Ellion, quien había sido un segundo padre para él y el tío Daemon desde el fallecimiento del abuelo Baelon.
—No te preocupes, rayo de sol —su abuelo se inclinó para besarla a un costado de la cabeza, en sus trenzas.
—No me preocupo, abuelito —ambos sonrieron, cómplices.
Alicent y el rey podían acostarse tantas veces como quisieran, ningún bebé saldría de eso.
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Todo el negro y el anaranjado que vio cuando llegó a la Fortaleza Roja ahora estaba contaminado con pequeños puntos verdes, como sarpullido esparciéndose en un cuerpo sano.
En otro momento pudo haber sido preocupante, pero ahora mismo era simplemente hilarante.
Alicent Hightower era verdaderamente una ovejita estúpida. La chica hipócrita había llegado al banquete nupcial de Rhaenyra vistiendo un espantoso vestido verde; si ella lucía amarillenta en rojo Targaryen, en el verde, que ni siquiera era el color oficial de Casa Hightower, lucía deslavada y lo único que resaltaba era su cabello rojizo, que a la vez destacaba la palidez de su cara de manera enfermiza y no atractiva.
Su llamado a la guerra era risorio. Ella no tenía nada qué pelear. Sin hijos no había razón para que ella disputara el Trono de Hierro. ¿Envidiar a Rhaenyra por ser una princesa de nacimiento y por ello obtener lo que le correspondía por derecho? ¿Detestarla por casarse con el hombre que siempre deseó? Como sirvienta de Rhaenyra, Alicent Hightower no tenía derecho a envidiarla o criticarla; ella sólo había sido una más de las damas en la Casa de la Princesa, nada destacable más allá de ser la hija de la Mano del Rey. Si Coryanne no hubiera estado con Rhaenyra desde el inicio, tal vez Alicent Hightower hubiera tenido una oportunidad de ser cercana a la princesa, aunque Qyle no estaba tan seguro de eso tomando en cuenta que el resto de las damas tenían mejores personalidades que la insulsa chica Hightower.
La amargura por el esposo de Rhaenyra podía tener algo de razón, después de todo, aunque mayor, Daemon Targaryen era guapo, un espadachín hábil y un jinete de dragón, todo lo que Viserys Targaryen no era. (El padre de Qyle se había encargado de enviar a uno de sus mejores hombres para que se encargara de Lady Royce. No tenían nada contra ella particularmente, pero Rhaenyra necesitaba un esposo de sangre Targaryen para mantener fuerte el linaje y que sus hijos se convirtieran en jinetes de dragón; sabiendo perfectamente que el rey nunca anularía el matrimonio de su hermano, los Martell tenían que encargarse del asunto con sus propias manos. Convencer al rey de que permitiera el matrimonio de Rhaenyra y Daemon fue relativamente sencillo cuando el tío abuelo Ellion y Mara le hicieron entender la necesidad de descendientes puros, casi taladrándole en la cabeza la razón por la que Laenor Velaryon no era una opción viable; Otto Hightower hizo todo lo posible por impedirlo, pero su veneno no era tan fuerte como el poder de convencimiento de Mara Martell y los argumentos de culpabilidad por el asesinato de la tía Aemma, así como la deuda que tenía con Dorne.) Sin embargo, Alicent Hightower era una reina consorte, en lugar de amargarse porque su vida no era un cuento de hadas, debería aprovechar y disfrutar todo lo que tenía mientras pudiera.
Disfrutar de los vestidos de alta calidad, de las joyas y las delicias, así como de ser servida; todo lo que nunca habría obtenido si su padre no fuera ambicioso y ella no fuera una tonta obediente. Más allá de impedirle tener hijos, Rhaenyra y la Casa Martell la habrían dejado en paz, vista como un adorno junto al rey.
Pero no ahora.
No cuando había demostrado ser capaz de ser mezquina sin provocación.
Al menos sólo Casa Hightower y algunas otras Casas del Dominio le seguían el juego, de lo contrario la familia de Qyle tendría más con lo que lidiar.
Y hablando del diablo.
—Príncipe Qyle, princesa Coryanne —saludó Alicent Hightower cuando Qyle y su hermana doblaron un pasillo.
Primas Hightower y su séquito de damas del Dominio la seguían, Ormund Hightower la escoltaba del brazo. Criston Cole se veía tan fastidiado como Qyle ya comenzaba a sentirse. (El tío abuelo Ellion había aconsejado a Rhaenyra que no convirtiera al caballero en su escudo juramentado, no gustándole la forma inapropiada con que la miraba. No era por ser mojigato, sino que Cole realmente parecía obsesivo con su atención y eso era algo que su prima no necesitaba.)
—Altezas —saludaron con reverencias el sequito Verde.
—Consorte, damas, Lord Ormund —saludó a su vez.
Coryanne no se molestó en hacerlo.
Los Verdes hicieron muecas idénticas.
Las damas de Alicent Hightower estaban acostumbradas, pero era la primera vez que Ormund Hightower estaba en la Fortaleza Roja desde la Boda Bestial –como comenzó a ser llamado por la Corte y los plebeyos desde que la carta del príncipe Daemon se hizo pública gracias a Coryanne.
—Diríjase a la reina como corresponde, príncipe Qyle —Ormund Hightower enderezó la espalda, intentado verse imponente sobre la figura más pequeña y delgada de Qyle.
—Mis disculpas —dijo sin inmutarse, viendo a Alicent Hightower —, reina consorte.
Los primos enrojecieron.
¿De verdad pensaban que le ganarían en mezquindad e ingenio a un Martell?
— ¿Y la reverencia apropiada? —Ormund Hightower era tan estúpido como su prima y tío.
—Mi hermano y yo sólo nos inclinamos ante aquellos que lo merecen o, en todo caso, los que nos superan en rango —fue Coryanne quien habló, su voz era sedosa, pero aburrida.
—Mi prima es la reina de los Siete Reinos, no sólo merece tu respeto, te supera en rango por mucho —continuó el hombre —. Alicent Hightower está por encima de ti —declaró con intención, fuertemente, buscando atraer la atención de todo aquel que estaba cerca.
Sin duda esperaba humillar a Qyle y Coryanne, y por extensión a la Casa Martell y a Rhaenyra.
—Alicent Hightower es la reina consorte de los Siete Reinos —repitió Qyle.
—Una mujer soltera que se escabulle como una rata en los aposentos de un hombre, por la noche y sin acompañante, no merece ningún respeto, ciertamente no de mi parte —entonces Coryanne agregó —: Reina consorte o no, sigue siendo la hija de un segundo hijo de una Casa menor y, como tal, no está por encima de una princesa o príncipe de sangre.
— ¡Cómo te atreves, princesa! —Alicent Hightower tuvo el valor de replicar por su honor inexistente —. ¡Soy la esposa del rey!
—Segunda esposa —Qyle tarareó, sonriendo dulcemente cuando Alicent Hightower lo miró con la boca abierta.
—Una sustituta pobre para mi tía Aemma, quien fue una princesa de Dorne y también tenía sangre Targaryen —Coryanne suspiró.
Por actuaciones como ésta era que la mayoría pensaban que eran gemelos, cuando en realidad Qyle era dos años mayor que Coryanne.
— ¡Mucho le sirvió a Aemma Martell tener sangre real por ambos lados! ¡Nunca le dio hijos varones al rey! —Ormund Hightower se atrevió a gritar.
Todo quedó en silencio.
Las expresiones del séquito verde se volvieron asustadas y dieron un paso atrás cuando Qyle y Coryanne dieron un paso al frente.
Alicent Hightower tuvo la sensatez de amonestar a su primo.
—Aemma Martell le dio un heredero digno y fuerte al rey —la voz de Coryanne salió afilada como un cuchillo —. Una hija que es un jinete de dragón y que tiene más sangre Targaryen que cualquier niño que tu prima expulse de su útero… si es que algún día lo hace. Hermano, ¿cuántos años han pasado desde la boda del rey con su consorte?
—Tres —respondió obedientemente.
— ¿Y cuántos hijos le ha dado en ese tiempo?
—Ninguno.
Alicent Hightower se mordió los labios, apretó sus manos y desvió la mirada.
—La reina es joven, ella tiene mucho tiempo para darle hijos al rey —Ormund Hightower no estaba dispuesto a aceptar la derrota.
—Por supuesto —Coryanne asintió falsamente comprensiva —. La princesa heredera estará muy contenta, ella siempre ha deseado tener hermanos y hermanas pequeños. Además, siempre se necesitan buenos caballeros para formar parte de la Guardia Real o princesas para casar por alianzas favorables para la Corona.
Esta vez Alicent Hightower se mostró enojada, parecía que no le agradaba que sus hijos inexistentes fueran tratados como cosas prescindibles, tal como su pariente había insinuado que la tía Aemma había sido.
—Sin embargo, creo que la reina consorte está mejor de esta manera —Qyle intervino —. Sería triste que otra madre fuera abierta brutalmente para sacar un bebé de su interior.
La muerte, el asesinato, de la tía Aemma era bien sabido en los Siete Reinos. El tío abuelo se había asegurado de que todos lo supieran cuando maldijo al rey por masacrar a su hija cuando se anunció la muerte del príncipe Baelon.
Ellion Martell no había dejado el lecho sangriento de su única hija, abrazando su cuerpo frío, derramando lágrimas silenciosas y rogando su perdón por no haberla protegido. Nadie se había atrevido, no que hubiera podido, a separarlo de ella. Sólo la dejó cuando se enteró que su nieto no había sobrevivido; había reído casi histéricamente por un largo rato, entonces besó a su hija en la frente, la cubrió con mantas limpias, y salió de la habitación para buscar al rey.
Maldijo al rey y lo declaró asesino de parientes, gritándole que nunca encontraría paz y que los dioses nunca lo perdonarían.
Después buscó a Rhaenyra, compartieron el dolor de la pérdida, se consolaron y prometió que la protegería como no había podido proteger a su Aemma. Ellion Martell se había mantenido junto a su nieta desde entonces.
Era él quien se aseguraba de que a la copa del rey nunca le faltara el veneno imperceptible que le impedía tener hijos.
Habiendo tenido una hija ya, así como todos los bebés que no llegaron a término o fallecieron en la cuna, nadie sospecharía siquiera que Viserys Targaryen era estéril. No. La culpa por la falta de hijos recaía en Alicent Hightower.
Pobrecita Alicent Hightower que era incapaz de cumplir con su deber.
Qyle se sentiría mal por ella si no fuera porque era capaz de ver al monstruo escondido debajo de su piedad. Un monstruo que poco a poco iba rompiendo la máscara.
—Como dices, príncipe Qyle —Alicent Hightower lo miró con sus saltones ojos marrones, disimulando su mueca mezquina con una sonrisa preocupada —. Temo por la princesa Coryanne —entonces miró a su hermana —. ¿No tendrás a tu bebé dentro de dos lunas?
Coryanne sonrió, más divertida y depredadora por las palabras de Alicent Hightower que realmente amenazada.
— ¡Qué acabas de decir a mi esposa, Puta Verde! —el cuñado de Qyle llegó gritando detrás de ellos.
Borros Baratheon era un patán, pero un patán mandilón que no temía defender a los suyos. No era realmente osado considerando que Alicent Hightower no tenía verdadero poder o apoyo, pero era simbólicamente favorable y sin duda alguna era muy divertido escucharlo insultarla con todos los sinónimos de prostituta que conocía.
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Éste es mi heredero.
Pensó espontáneamente en cuanto tuvo a Lucerys Targaryen acunado en sus brazos.
Tenía poco más de veinte onomásticos y seguía sin casarse. No estaba interesada en las relaciones románticas o sexuales como la mayoría de las personas; todo su afecto estaba reservado para su familia y amigos, los cuerpos y rostros de hombres y mujeres sólo le provocaban una admiración objetiva, pero nada más.
Afortunadamente su padre y Mara no tenían intención de obligarla a contraer matrimonio. Mara, habiendo nombrado a su primo, el padre de Aliandra, su heredero tras la muerte de su esposo y único hijo a manos del rey Buitre una década atrás, no podía reprocharle a Aliandra sus deseos. Además, Aliandra tenía hermanos que le darían sobrinos de los cuales podría elegir heredero –estaba contando a Rhaenyra como hermana.
Qyle se había enamorado de una Osa Mormont, con quien se había casado el año anterior, pero ninguno de los dos deseaba tener hijos. Su hermano detestaba a los niños, excepto a los que provenían de sus hermanas, y Lyra estaba demasiado concentrada en su deber como maza juramentada de Rhaenyra como para distraerse con alguien además de Qyle.
Coryanne ya le había dicho que nunca le entregaría a ninguna de sus hijas, que Cassandra sería la Dama de Bastión de Tormentas y Maris sería cualquier cosa que deseara cuando creciera. Borros Baratheon llevaba ocho lunas pudriéndose bajo la tierra como para comentar al respecto y Lord Boremund estaba debidamente aterrorizado por su nuera como para ir contra sus deseos.
Así, sólo le quedaban los hijos de Rhaenyra. Ella ya tenía al pequeño Jacaerys como heredero por lo que no podía envidiarle darle un segundo hijo o hija a Aliandra.
Ahora, mientras veía al recién nacido Lucerys, Aliandra pensaba que este niño con el rostro de la tía Aemma estaba destinado a ser el Príncipe de Dorne. Así el trono de Lanza de Sol también regresaría a la línea del tío abuelo. Después de Mara, quien era la única hija de Morion Martell, le seguía en la sucesión Ellion Martell, el hermano pequeño de su padre, pero en lugar de aceptar la herencia tras la declaración de Mara de no volver a casarse, la cedió a Qoren Martell, el único hijo de su hermana menor; era por esto que el padre de Aliandra y ella misma eran los herederos.
Lucerys Martell, Príncipe Gobernante de Dorne, sonaba bien y sería una manera de honrar a la tía Aemma y la tía abuela Daella.
Lucerys la miró con ojos desenfocados y bostezó lindamente.
Este era el mejor niño del mundo, Aliandra moriría y mataría por él.
—Supongo que es lindo —dijo mientras lo regresaba a Rhaenyra.
Daemon y Jacaerys estuvieron sobre ellos de inmediato, realmente actuaban como dragones protegiendo a su nueva cría. Era especialmente adorable por parte de Jacaerys, que era todavía un bebé con sus dos onomásticos.
Jacaerys tenía el cabello y la piel bronceada de los Martell, pero sus ojos eran los de Daemon. El niño, según la Serpiente Marina, tenía el rostro de la reina Alyssa Velaryon, de quien había retratos en Marcaderiva. Fue por eso que Rhaenyra decidió nombrar a su primogénito con un nombre tradicionalmente Velaryon.
Lucerys también era un nombre Velaryon porque fue Laena quien lo nombró. Rhaenyra había sufrido un susto de aborto durante su segundo embarazo y había sido Laena quien la ayudó y apoyó durante todo el calvario; Coryanne había estado en Bastión de Tormentas, Aliandra en Lanza de Sol, y Rhaenyra no había querido preocupar a Daemon y su abuelo, por lo que sólo habían sido ella y Laena. Debido al duro momento que las acercó más, Rhaenyra prometió el honor de nombrar su hijo o hija a Laena.
—El rey lloró cuando lo conoció después del nacimiento —Elinda, la doncella noble más joven que servía a Rhaenyra, comentó mientras servía vino a Aliandra y su padre.
Mara no había hecho el viaje a Desembarco del Rey, pero envió bendiciones y regalos al nuevo príncipe. Coryanne llegaría con sus hijas los próximos días.
—Actúa como si tuviera algún derecho a adorar a Lucerys por su parecido con Aemma cuando fue él quien ordenó su asesinato —su padre se burló.
—Qoren —amonestó el tío abuelo —. Mantengamos temas tan oscuros lejos de los oídos de los bebés.
Jacaerys estaba demasiado distraído con su nuevo hermano como para darse cuenta de las pláticas de los adultos y Lucerys era un bebé que todavía no entendía las palabras, pero Rhaenyra, que siempre sería el bebé de Ellion Martell, escuchaba y entendía perfectamente.
—Disculpas, primita —su padre fue sincero con su disculpa.
—Está bien, yo tampoco estaba contenta. Daemon rodó los ojos por el dramatismo fuera de lugar.
—Casi ahogaba a mi bebé con sus lágrimas de cocodrilo —Daemon se encogió de hombros, sentando a Jacaerys en su regazo cuando pidió sostener a Lucerys.
—Pero nada se comparó con la cara pellizcada de la Mano o la mueca amargada de la consorte —Laena rio, aceptando una taza de té de Lady Alya Strong, una de sus cuñadas y también una dama de la Casa de la Princesa Heredera, equilibrándola sobre su vientre abultado.
Laena se había casado con Harwin Strong el año anterior y rápidamente quedó embarazada, tendría a su bebé en menos de dos lunas.
—Odian que Nyra diera a luz no sólo otro varón, sino que esta vez fuera un perfecto príncipe Targaryen —Qyle soltó una burla.
Los Verdes habían actuado como si la apariencia oscura de Jacaerys fuera una afrenta a los mismos dioses, compadeciendo al rey por el nieto que parecía más Martell que Targaryen. Aliandra no podía creer que pensaba esto, pero era un crédito del rey que la coloración le importara poco. Viserys Targaryen había llevado a un recién nacido Jacaerys al Salón del Trono, lo acunó en sus brazos mientras se sentaba en el Trono de Hierro y lo proclamó el heredero de su heredera, el futuro rey de los Siete Reinos.
Ahora, Lucerys no sólo era Aemma Martell y Daella Targaryen renacidas, sino que tenía el cabello blanco plateado de Daemon, aunque los rizos de la princesa Alyssa, los ojos púrpura por los que los Targaryen eran conocidos y la sonrisa de Rhaenyra. Él era todo lo que los hijos inexistentes de Alicent Hightower no eran.
—Eso es intrascendente, Lucerys sería igualmente perfecto aunque no hubiera nacido luciendo completamente Targaryen. Tan perfecto como es Jacaerys —Daemon besó el cabello oscuro de su hijo mayor, ayudándolo a sostener a su hermano pequeño.
Rhaenyra lo miró con ojos llenos de amor.
Aliandra sintió ganas de vomitar.
…
Había permanecido un par de lunas en Desembarco del Rey, el tiempo suficiente para ver a su heredero cumplir medio onomástico.
El rey lo consideró un hito tan importante como ella porque ordenó celebrarlo con un festín derrochador. Rhaenyra se aseguró de organizar un banquete menos elegante, pero con buena comida, para los plebeyos de la capital.
Ella se había asegurado de cuidar de los campesinos y los menos favorecidos como la tía Aemma y la Buena Reina Alysanne habían hecho. En los años desde que Rhaenyra fue nombrada heredera, se había encargado de mantener bien alimentado al pueblo; gracias a Daemon el crimen estaba controlado y gracias a sus contactos en Essos lograron traer sanadores a Westeros para que atendieran a todos aquellos que lo necesitaran, no sólo a los nobles o la realeza.
Los plebeyos, no sólo de la capital pues Rhaenyra se había asegurado de llevar las atenciones a cada rincón de los Siete Reinos, adoraban a su Princesa Heredera.
Aunque Otto Hightower intentó poner trabas en los planes de Rhaenyra, alegando problemas como la cantidad de oro, no logró frenar nada. La Casa Martell no tenía reparos en apoyar a la princesa de su sangre con oro y mano de obra para que tuviera éxito en sus proyectos.
—Mis sinceras felicitaciones a mi hijastra y mi cuñado, que han demostrado ser una pareja fructífera —la putita del rey se puso de pie, agarrando su collar de Estrella de Siete Puntas como si estuviera rezando, y sonrió a los lores y damas en las mesas debajo de la Mesa Alta —. He seguido su ejemplo y los dioses han decidido bendecirme —entonces llevó una mano hacia abajo, colocándola suavemente sobre su vientre —. Su Gracia y yo queremos compartir con ustedes una feliz noticia, ¡estoy embarazada! ¡Pronto le daré al rey y al reino un príncipe!
Sólo los que estaban vestidos de verde aplaudieron y gritaron felicitaciones y bendiciones.
El rey miraba desconcertado a su esposa, claramente no había sido informado sobre la feliz noticia de antemano.
Aliandra y su familia compartieron miradas críticas.
Pese a lo piadosa que afirmaba ser, la chica sonreía demasiado feliz para ser alguien que estaba embarazada de un bastardo.
Le había tomado años, pero Otto Hightower finalmente convenció a su hija de que arder en los siete infiernos por tener hijos bastardos no sería lo mismo que arder por no ayudar a su Casa de doncella a alcanzar la grandeza.
Notes:
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El títere Hightower era una maldita puta afortunada.
Desde que tuvo a su primer bastardo, expulsó un niño tras otro, definitivamente envalentonada porque cada uno de ellos nació con apariencia valyria.
Valyria, pero no Targaryen.
El titiritero había sido inteligente al buscar un hombre de coloración valyria, un lyseno que sacó de un burdel en Essos y que llevó a uno de los burdeles del Gusano Blanco, donde su querida hija podía abrirle las piernas sin interferencias ni enemigos.
Mysaria tampoco era tan lista como se creía. Ella habría sido útil si no estuviera tan empeñada en vengarse de Daemon por haber sido usada como la puta que siempre fue. (Coryanne no tenía nada contra las prostitutas, tenía algo contra la gente que quería dañar a su familia.)
Aegon, era tan obvio que fue la sanguijuela Hightower quien lo nombró que ni siquiera daba risa; Helaena, nombrada en honor a la madre de la hipócrita verde –seguramente la dama se estaba retorciendo en la tumba porque su nombre estaba siendo usado en tramas estúpidas más que por ser usado en un bastardo; y Aemond, para honrar a la princesa Rhaenys porque los Verdes estaban desesperados por conseguir aliados, lo que era doblemente estúpido porque incluso si el niño no fuera un bastardo, seguiría siendo un insulto. (Coryanne tampoco tenía nada contra los bastardos, sólo contra los bastardos de la rata verde. La misma rata que estaba embarazada por cuarta vez, ¿qué pobre nombre iban a torcer ahora?)
—El bebé será tan hermoso como sus hermanos y hermana —escuchó canturrear a una tonta del Dominio mientras cruzaba el jardín de Alyssa hacia los aposentos reales.
Resistió la necesidad de dirigirse al grupo de damas que estaban tomando el té en una esquina del jardín para burlarse de sus tonterías. ¿Qué los hijos y la hija de Alirata eran hermosos? Ni siquiera los ojos lilas y el cabello blanco podían disimular los rostros simples que poseían.
Coryanne era suficiente mujer para admitir que la querida Alicent no era fea, pero sus hijos no heredaron ninguno de sus rasgos agradables, ni siquiera la pobre Helaena. Todos esos niños habían heredado los rasgos pellizcados de su abuelo. Pese a su coloración, cuando estaban junto a los Targaryen, incluso junto a los Velaryon y los Celtigar, se notaba que no encajaban.
Pobres niños, sin tan sólo tuvieran el amor de su madre, pero ella sólo los toleraba por el bien de la ambición de su Casa. El rey sólo tenía ojos para Rhaenyra y sus nietos, fuera porque sospechaba la verdad o porque inconscientemente sabía que esos niños no eran suyos, nadie podía estar seguro.
…
Miró sin inmutarse a Daemon, que salió furioso de la habitación para gritarle al títere por atreverse a ordenar que le llevaran al nuevo bebé de Rhaenyra.
Tener hijos que parecían del rey había envalentonado a la musaraña verde para actuar como la dueña de la Fortaleza Roja y creer que ahora tenía poder sobre todos. Incluso si ella tuviera hijos legítimos, nunca tendría poder sobre la Princesa Heredera y sus hijos. Desde el principio de la tontería del rey de casarse con las torres, el tío abuelo dejó claro que la reina consorte no tendría poder alguno sobre Rhaenyra.
El rey estaba tan acobardado por la idea de arruinar lo que el Viejo Rey había conseguido con Dorne, que se doblegó a todo lo que los Martell demandaron para Rhaenyra. Ella no tenía que obedecer, ni inclinarse, ni solicitar oro a la chica que hasta hace poco la había vestido y servido vino. Rhaenyra tenía poder absoluto sobre su Casa, sobre su gente, incluyendo nobles y sirvientes.
Cuando se hizo obvio que la consorte no estaba preparada para administrar y dirigir una fortaleza, mucho menos una Casa Real, los deberes que le competían como esposa del rey fueron otorgados a Rhaenyra. Esa había sido otra humillación para los Hightower, pero ellos nunca había criado a su hija para ser reina, quien fue elevada tan alto por su padre al aprovechar la oportunidad del momento. Con los años, aunque la hipócrita aprendió, el poder siguió en manos de Rhaenyra pues seguía siendo una consorte sin hijos.
Incluso ahora el rey no vio la necesidad de cambiar el orden de las cosas porque Rhaenyra había estado haciendo un excelente trabajo. Además, Rhaenyra sería reina gobernante un día, lo mejor era que siguiera dirigiendo la fortaleza que un día sería completamente suya.
— ¡La reina está embarazada, mi príncipe, por favor, deténgase! —la sirvienta que la rata envió, corrió detrás de Daemon, completamente aterrorizada.
El embarazo avanzado fue la excusa usada para enmascarar su mezquindad al ordenar que le llevaran al pequeño Ellion en lugar de ser Aliputa quien lo visitara. Rhaenyra todavía no expulsaba la placenta, por amor a la Madre Rhoyne.
…
Laena, el tío abuelo y Coryanne estaban vigilando a los niños tomar una siesta en la guardería mientras Rhaenyra y Daemon asistían a la reunión del Consejo. Mejor dicho, ella y Laena vigilaban; el tío abuelo estaba concentrado, arrullando a su tocayo bajo la cálida luz del sol que entraba a través de la ventana.
El pequeño Ellion nació con la coloración invertida de Jacaerys; ojos marrones y cabello plateado dorado, con la nariz de Daemon, pero el rostro de la princesa Alyssa. Parecía que todos los bebés de Rhaenyra estaban destinados a ser las reencarnaciones de las mujeres Targaryen, por sangre o matrimonio, de antaño. Coryanne tenía una apuesta con su suegro de que los siguientes bebés lucirían como las Reinas Conquistadoras o, Madre Rhoyne mediante, como una Princesa Martell.
Maris refunfuñó dormida, girando hasta quedar encima de Lucerys. Cassandra estaba envuelta alrededor de Baela y Rhaena tenía un pie contra la mejilla de Jacaerys. En momentos como estos Coryanne deseaba haber continuado con las clases de pintura para poder retratarlos para la posteridad.
Las puertas se abrieron y una Rhaenyra cansada entró con un Daemon molesto detrás de ella.
Laena y Coryanne se levantaron para ayudarla a cambiarse el vestido mojado de leche materna. Daemon robó al pequeño Ellion del tío abuelo después de besar a sus hijos dormidos y acariciar las mejillas de sus sobrinas.
—Alicent y Otto están fuera de su mente —Rhaenyra suspiró mientras cruzaban la puerta que conectaba la guardería con sus aposentos —. Ella propuso unir las dos ramas de la familia al casar a Jace con Helaena.
—Cortaré mi cuello con Darksister antes de permitir que mi hijo se case con su bastarda —gruñó Daemon, siguiéndolas.
—Sabíamos que lo pedirían, ¿pero hacerlo en el Consejo? —el tío abuelo se paró en el umbral de la puerta, atento a la cama donde los niños dormían, pero escuchando la discusión de los adultos —. ¿Pensaron que los lores apoyarían la propuesta? Si el rey mostró desgana cuando Otto intentó convencerlo días atrás, ¿qué los hizo pensar que lo aceptaría ahora?
Para ser alguien que esperaba que sus dos ramas familiares se llevaran bien, no hacía nada para fomentarlo. Y decía mucho de su consideración por su nueva familia que no apoyara el matrimonio entre su nieto mayor y, él creía, su segunda hija.
—Los Verdes no piensan en nada más allá de su ambición, están completamente cegados al sentido común —Rhaenyra salió detrás de la pantalla con un nuevo vestido —. Aegon no se muestra prometedor para sus planes más allá del miembro entre sus piernas. Y siendo todos bastardos no hay forma de que tengan dragones para su facción. Esa urgencia los está haciendo imprudentes, sobre todo ahora que Daeron nació sin coloración valyria.
Ah sí.
El nuevo hijo de la musaraña había nacido luciendo como el bastardo que era, sin belleza alguna de la qué hablar como sus hermanos y hermana. Y, por supuesto, ninguno de ellos tenía dragones mientras que los hijos de Rhaenyra habían tenido huevos que eclosionaron en sus cunas; incluso Baela tenía un dragón que nació para ella después de un par de años. El gusano había abofeteado a su hija cuando ésta tuvo un ataque de histeria tras el nacimiento; ella estaba demasiado asustada de que todo se descubriera.
Y se descubriría, pero en el momento oportuno.
—Deberíamos revelar todo ya en lugar de seguir entreteniendo su farsa —Daemon pasó el bebé a los brazos de Rhaenyra.
—Aún no —el tío abuelo no apartó la mirada de los niños dormidos —. Deja que caigan más en la desesperación, que sientan un poco de lo que sintió Aemma. Tal vez ellos no dieron la orden ni sujetaron el cuchillo, pero alentaron su muerte y se beneficiaron de ella. Su final no será tan doloroso como el que aguarda a Viserys, pero su caída será dura.
Rhaenyra y Daemon no se inmutaron por la amenaza hacia su padre y hermano.
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Chapter Text
La retribución llegó poco a poco.
El primer evento ni siquiera fue planeado, pero Ellion se aseguró de torcer todo a su favor.
Aemond había intentado robar a Morning, el dragón de la pequeña Rhaena que recién había eclosionado. Sin educación valyria, el chico pensó que podía forzar el vínculo con un dragón porque éste era un bebé. Morning no lo tomó amablemente y arañó el rostro del chico hasta dejarlo deformado y ciego.
Alicent Hightower no fue lenta a la hora de pedir retribución. Demandó que asesinaran a Morning, sin darse cuenta del grave pecado que estaba cometiendo contra los dioses valyrios, así como insultando a la Casa Targaryen; cuando nadie lo aprobó, entonces pidió que castigaran a Rhaena en su lugar. Como nadie en su sano juicio lastimaría a una niña pequeña, la mujer gritó que le quitaran la señoría a los Strong.
Una demanda perturbadora tras otra.
Nadie movió un dedo para apoyarla, nadie que no fuera miembro de su facción.
Incluso cuando le había dado tres hijos varones al rey, nadie fuera de los Verdes los tomaban en cuenta. Daemon había hecho un gran trabajo, cuando la chica estúpida ordenó ver al pequeño Ellion minutos después de su nacimiento, al gritarle que una mujer lasciva e infiel como ella no tenía derecho a ver a sus hijos con Rhaenyra, no fuera a ser que el pecado de tener hijos bastardos contaminara a sus preciosos bebés. El Príncipe Pícaro se había frenado para no arrastrarla de los cabellos hasta Rhaenyra, pero ser cruel no serviría a la imagen de la nieta de Ellion. De cualquier forma, su acusación de bastardía funcionó lo suficientemente bien.
Desde entonces todos miraban con sospecha a los hijos de la consorte, viendo sus deficiencias en comparación con los hijos de Rhaenyra. A simple vista parecían Targaryen, pero el tono del cabello era más blanco que platinado, los ojos estaban lejos de ser la sombra de los lilas y morados Targaryen, y nada en su rostro tenía parecido al rey, a Rhaenyra o sus hijos. Sumado a eso estaba la falta de dragones y la poca atención que el rey les brindaba.
Que Alicent Hightower los mantuviera encerrados en sus aposentos no ayudó a aminorar los rumores, especialmente cuando su último hijo nació siendo completamente ordinario.
Ellion se encargó de que su gente avivara los rumores y así el estigma de bastardía persiguió a los Verdes durante años. El desafortunado incidente de Aemond sólo cimentó la idea, después de todo un Targaryen no podría ser atacado por un dragón, ¿verdad?
Pasaron varios años desde entonces.
Los bisnietos de Ellion se convirtieron en jóvenes hermosos y ejemplares, en hábiles jinetes de dragón y príncipes competentes. Ver a los hijos de Rhaenyra florecer tan magníficamente volvió a Otto y Alicent Hightower muy imprudentes. Ellos que construyeron su castillo con hojas de pergamino creían que tenían una oportunidad. Absurdo.
Tan cegados estaban por su ambición que enviaron a dos de sus hijos directamente a su muerte. Los idiotas pensaban que cualquier sangre valyria tenía la capacidad de comandar dragones, pero si fuera así los Velaryon serían jinetes de dragón desde el apogeo de Valyria.
Ellion nunca olvidaría el olor a carne quemada cuando la Fortaleza Roja fue despertada en mitad de la noche por los gritos de la consorte. Cuando Ellion llegó al corredor principal donde ya había mucha gente reunida, se encontró con la espantosa imagen de dos cuerpos completamente carbonizados y uno más parcialmente quemado, quejándose agónicamente. Sabía de antemano lo que vería, pero no dejó de ser impactante.
Otto había escabullido a sus nietos en Pozo Dragón, empujándolos a intentar reclamar a Dreamfyre. Los niños, de catorce y once onomásticos, fueron incinerados por la dragona. Otto Hightower, que había estado parado imprudentemente cerca, apenas tuvo tiempo de correr; todo el lado derecho de su cuerpo, de la cabeza a los pies, resultó quemado. Él no sobrevivió más allá de un par de días bajo un dolor insoportable.
Alicent y la Casa Hightower, como era de esperar, exigieron que asesinaran a Dreamfyre y demandaron reparaciones por la pérdida de uno de los suyos, así como de los príncipes de su sangre. ¡Ellos eran tus hijos, Viserys! ¡Mi padre era tu suegro, quien te sirvió fielmente durante años!
Sorprendentemente, el asesino de hijas no se conmovió ni compadeció. ¿Lo eran? ¿Ellos realmente eran mis hijos, Alicent?
La consorte había palidecido completamente, casi cayendo de rodillas, obviamente asustada de que el rey estuviera enterado de sus pecados. Sin embargo, el asesino no insistió y simplemente le dio la espalda; no se puede forzar el vínculo con un dragón, el error fue de tu padre al llevarse a los niños. Dreamfyre no será castigada por actuar como lo hace un dragón y Casa Hightower no obtendrá nada ya que la culpa recae en uno de los suyos. Enfócate en los hijos que te quedan, Alicent.
No hubo funeral Targaryen para Aegon y Daeron, sus cuerpos fueron enviados junto con los de Otto Hightower a Oldtown, en donde serían enterrados en las criptas Hightower. Si eso no gritaba que los hijos de Alicent Hightower eran bastardos y que Viserys Targaryen lo sabía, entonces nada más lo haría.
Desde entonces, con el principal instigador muerto, los Verdes se marchitaron y Alicent Hightower se encerró con los bastardos que le quedaban. ¡¿Soy un bastardo?! ¡Madre, respóndeme! ¡Maldita puta, ¿por qué lo hiciste?! Eran los gritos que se repetían cada cierto tiempo detrás de las puertas de los aposentos de la consorte.
Aemond y Helaena aprendieron a detestar a su madre.
Ellion no quería imaginar el infierno que era dentro de esas habitaciones.
…
Finalmente, los años de consumir constantemente veneno comenzaron a mostrar exteriormente sus efectos.
La piel de Viserys Targaryen comenzó a secarse, adelgazándose y agrietándose como pergamino viejo. Ningún aceite podía humectarlo para apaciguar la picazón y ningún ungüento podía curar las heridas delgadas y punzantes que comenzaron a aparecer por todas partes.
El Rey de los Siete Reinos no podía hacer el mínimo movimiento sin sentir dolor, un dolor agudo y paralizante que le exprimía poco a poco la vida. Cada parte de él estaba siendo abierta, tan implacablemente como Aemma lo fue.
Con él agonizando lentamente, Rhaenyra se hizo cargo de la regencia.
Llamó a la princesa Rhaenys para que formara parte del Consejo, desempeñando el mismo papel que la Buena Reina. Una vez que Rhaenyra fuera reina, la princesa sería nombrada Lady Mano.
Rhaenyra también despidió a los lores que seguían en el bolsillo de los Hightower, reemplazándolos con lores dornienses y norteños para tener representaciones de cada uno de los Siete Reinos.
Si Alicent Hightower no se había atrevido a salir mientras Viserys Targaryen todavía se sentaba en el Trono de Hierro, ella pareció encerrarse a cal y agua, absolutamente aterrorizada de lo que pasaría con ella y sus bastardos ahora que Rhaenyra tenía todo el poder excepto por el título.
A la nieta de Ellion no podía importarle menos la chica y sus bastardos, no cuando su reputación estaba completamente en el suelo y no significaban amenaza alguna. Casa Hightower seguía insistiendo que los niños, los vivos y los muertos, eran legítimos, pero sin dragones y sin aliados no podían hacer absolutamente nada.
Los Verdes estaban completamente derrotados, perdedores de una competencia unilateral.
…
Más años pasaron.
Lucerys se mudó a Lanza de Sol para entrenarse como futuro Príncipe Gobernante de Dorne.
El pequeño Ellion se convirtió en el Guardia Real más joven de la historia, así como el primer príncipe Targaryen en hacerlo.
Los gemelos Aegon y Baelon se convirtieron en eruditos y sanadores, respectivamente, enfocados en ayudar a las personas del reino.
Visenya estaba en camino de convertirse en una joven tan aterradora como hermosa, dueña del nuevo castillo que se estaba construyendo para ella. Los Targaryen de Summerhall serían una rama cadete de la Corona.
Y Jacaerys se casó con la luchadora Baela Strong, con quien acababa de tener a su primogénito, una preciosa niña a la que nombraron Aemma.
Aemma Targaryen sería la segunda reina gobernante de Westeros.
…
Saludó a Ser Harrold, asintiendo en agradecimiento cuando abrió la puerta para él.
Sólo un Guardia Real para proteger los aposentos del rey, qué indigno.
El olor a incienso era fuerte en un intento de enmascarar el olor a hierro de la sangre que Viserys Targaryen perdía constantemente.
Esa mañana había tenido una hemorragia severa, los maestres y sanadores estaban seguros que no sobreviviría para ver la mañana siguiente.
Ellion no podía permitir que el asesino de su hija muriera sin despedirse adecuadamente.
—Buenas noches, dragón bonachón —saludó con el apodo con que lo había llamado desde que lo conoció y le entregó a su preciosa Aemma.
En comparación con antes, el apodo carecía de cualquier afecto ahora.
Viserys Targaryen se estremeció, pero abrió los ojos. Esos también estaban inyectados en sangre. Muy apropiado.
—No estoy libre de culpa, Viserys, lo sé —nunca se perdonaría por permitir que usaran a su hija como una yegua de cría —. Sin embargo, fuiste demasiado lejos —dijo mientras tomaba asiento en el borde de la cama, enfrentando a su yerno.
La excusa de hombre abrió la boca con gran esfuerzo, pero nada salió de ella. Él se había desgarrado la garganta años atrás, gritando estridentemente cuando el dolor de los cortes se volvió insoportable.
—Tranquilo, no te esfuerces —palmeó su pecho, provocando un gemido silencioso —. Quiero que sepas que no estaba al tanto del alcance del veneno, no creí que tu agonía se extendería durante tantos años, pero supongo que eres más resistente de lo que pensé. Sin embargo, admito que es gratificante ver el dolor que te he provocado más allá de la esterilidad.
Viserys Targaryen abrió los ojos tanto como pudo, su respiración se aceleró y su pecho comenzó a subir y bajar casi espasmódicamente.
— ¿Pensaste que el asesinato de Aemma quedaría impune? Ya ves, Viserys, Dorne nunca olvida y yo soy un hombre muy paciente.
Cuando Ellion se inclinó para que su rostro quedara cerca del otro, Viserys Targaryen intentó moverse, intentó gritar, pero todo fue en vano.
—La historia te olvidará, Viserys Targaryen, no serás más que una nota al pie en la grandeza de la primera reina gobernante de los Siete Reinos, apenas una mención como el padre de Rhaenyra Targaryen. En cambio, Aemma siempre será recordada, ella vivirá en el rostro de su nieto, en el nombre de su bisnieta y en los muchos descendientes que llevarán su nombre, que heredarán su belleza o tendrán su alma amable.
Entonces bajó el tono de su voz, susurrando como si le estuviera contando un secreto precioso.
—Me complace saber que lo último que verás en tu miserable vida es el rostro del padre de la mujer que asesinaste.
Se apartó, pero no se levantó. En cambio, comenzó a tararear la canción favorita de su hija, una balada dorniense que la propia madre de Ellion había compuesto. Nunca apartó la mirada del hombre que le había arrebatado lo que más amaba.
Ellion Martell sólo se apartó del lado de Viserys Targaryen cuando éste exhaló su último aliento.
Notes:
1. No lo mencioné explícitamente, pero los hijos de Alicent no tuvieron huevos de dragón ni se les permitió intentar vincularse a los dragones adultos porque los Martell hicieron que Viserys decretara desde el principio que ningún hijo que saliera de su segundo matrimonio tendría dragones. Obviamente ya habían planeado lo de la esterilidad, pero no iban a dejar nada a la suerte. Por eso mismo Otto finalmente se quebró y llevó a Aegon y Daeron al Pozo.
Los Verdes realmente creyeron que sólo por tener sangre valyria podían domar dragones; como los idiotas y misóginos que son, no repararon en que Laena y Laenor tuvieran dragones se debía a Rhaenys.2. Después del funeral de Viserys y que Rhaenyra fuera coronada, revelaron la infidelidad de Alicent. Lo hicieron todo legal al llevarla a juicio; el lyseno y Mysaria fueron algunos de los testigos. El lyseno que sólo fue usado, simplemente fue enviado lejos de Westeros; Mysaria pasó el resto de su vida en las Celdas Negras; Alicent hizo el Paseo de la Expiación (sólo le ‘perdonaron’ la putería, no la traición), entonces fue despojada de todo estatus real y noble, también de su apellido, y fue enviada a la Isla del Oso a trabajar como sirvienta, lejos de todo lo que conocía y sin un septo cerca.
Todos los Hightower varones adultos que estuvieron directamente involucrados, así como todos sus aliados, maestres y septones incluidos, fueron encarcelados en Ghaston Grey. Las mujeres fueron enviadas a las Hermanas Silenciosas.
La señoría Hightower quedó en manos de una niña pequeña de una rama secundaria.Helaena fue enviada a un convento y Aemond a un monasterio, todo después de quitarles el apellido Targaryen. No se volvió a saber de ellos.
3. Lo que Ellion dijo a Viserys se cumplió. Su nombre y su reinado pasaron sin gloria, sólo se le conoce como “Asesino de parientes y de reinas” y a regañadientes se le reconoce como el padre de Rhaenyra Targaryen, “La Magnífica”, (pero más en el contexto de que Nyra perseveró y triunfó a pesar de su padre). Su nombre nunca volvió a usarse, por nadie.
*Viserys II (Baelon), aquí no se llamó así porque obviamente Rhaenyra no iba a nombrar a uno de sus hijos como el hombre que asesinó a su madre.
4. Ellion Martell es quien pasó a la historia como el “Hacedor de Reinas”.
5. Muchas princesas y damas portaron el nombre de Aemma, especialmente en Dorne y en la Casa Martell. Durante su gobierno, Rhaenyra ordenó construir en Desembarco del Rey jardines inspirados en Dorne, a los que bautizó como “Los Jardines Soleados de Aemma”, con una estatua tallada a la semejanza de su madre.
6. Así como nombré a este Ellion por Elia Martell (la madre de Rhaenys y Aegon en tiempos de GoT), en el contexto de esta historia, en el futuro, Elia será nombrada en honor al “Hacedor de Reinas”.
7. Así como Aemma, Lucerys también se volvió un nombre muy popular en Dorne. Oberyn, Doran y Elia son descendientes directos de nuestro Lucerys.
Y eso es todo.
¡Gracias por acompañarme en este pequeño viaje!
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