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Language:
Español
Stats:
Published:
2024-02-12
Completed:
2024-06-10
Words:
9,604
Chapters:
7/7
Comments:
52
Kudos:
315
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35
Hits:
4,026

Déjame saborear el licor en tus labios

Summary:

Cinco tipos de licor, cinco veces que Max y Sergio comparten un momento pasional.

O: 5 veces que el licor está presente para darles un poquito de valor y una vez que no es necesario.

Notes:

Diálogos en cursivas están en otro idioma, no hay advertencias ya que es solo un fic dulce con su buena dosis de smut, espero que lo disfruten.

Chapter 1: Tequila

Chapter Text

El sol caliente le quema la piel de los brazos, ahí donde olvidó colocarse protector solar por estar llegando tarde a grabar algo con marketing. A Max no le molesta —demasiado— tener que cumplir con sus tontos retos como en Las Vegas, con los trajes ridículos y todo, así que pone su mejor sonrisa al tomar asiento en el sofá.

Se mete a su celular en lo que Checo llega, es bien sabido que el hombre tiene una tendencia a llegar un poco tarde a cualquier cosa que no sea una carrera. Abre X en su cuenta privada curioso de ver qué hay en la aplicación el día de hoy, de inmediato su pantalla se llena de fotos y videos del segundo piloto de Red Bull, hace que un suspiro soñador escape de sus labios. Negará ante cualquiera que sigue un montón de cuentas que se dedican a postear sobre Sergio, después de todo, es un gran secreto lo mucho que le gusta el mexicano.

El motivo de sus suspiros entra por la puerta con esa misma sonrisa amable de siempre, Max se apresura a apagar su celular para que no pueda ver qué su pantalla está llena de imágenes suyas. Checo luce increíble con la playera de Red Bull y los pantalones cortos, aunque preferiría verlo sin la gorra. Se sienta relajado, con los lentes de sol sobre la mesa frente a ambos y le dedica una de sus encantadoras sonrisas, hace cosas en el corazón de Max.

Max se pone sus lentes de sol y pasa la entrevista diciendo frases tontas de doble sentido, empapándose de felicidad al ver que por más estúpido que se escuche, hace reír a Sergio. Lanza discretas miradas al notorio bulto en la entrepierna de su compañero de equipo y al terminar, toma un largo trago de su Red Bull para calmar un poco los nervios de tener toda la atención de Sergio sobre su persona. El equipo de marketing empieza a dispersarse una vez terminan por el día, aunque Max desea que el momento se alargue por otros minutos, poder disfrutar solo un poco más de la brillante sonrisa de Sergio solo para él.

Para su suerte, el mexicano le pide con amabilidad caminen juntos. Jura que sus ojos brillan con la emoción de pasar más tiempo a su lado, bromean sobre la falta de seriedad de Max en la entrevista de camino a la habitación de Sergio. Entran, trata de no curiosear demasiado mientras su compañero va a la cocina, su corazón late nervioso en su pecho.

—¿Quieres algo de beber? Tengo una botella de mi tequila aquí en alguna parte.

—Hombre, no. La última vez que bebí tequila acabé vomitando todo el día siguiente.

—El gran Max Verstappen —Checo dice con burla—, vencido por un simple licor mexicano.

Hace un puchero mientras Sergio se ríe a costa suya, ese lado competitivo suyo picado por la cariñosa broma de su compañero. —Bien, sírveme un trago.

A huevo que sí.

Sergio le da un vaso con una deslumbrante sonrisa, el primer sorbito casi hace que se arrepienta de su decisión. Estando ambos sentados, la conversación fluye con facilidad; entre risas y pequeños tragos de sus bebidas, recuerdan la época cuando Max era tan solo un rookie tratando de comerse el mundo entero, con talento y dedicación corriendo por sus venas, impresionó a todo el mundo en muy poco tiempo.

Pasan unas dos horas, Max siente su cabeza flotando felizmente por el alcohol ingerido, no tanto como para tenerlo borracho pero si el suficiente para no entrar en pánico por la forma en que su cuerpo se inclina en el espacio personal de Sergio más de lo que debería ser aceptable. Sus ojos caen con más frecuencia sobre los labios del mexicano, quién luce más sobrio que él aunque de igual forma relajado, orbitando alrededor del otro como atraídos por imanes.

Sus vasos están olvidados sobre la mesita del centro, la botella de tequila Patrón medio vacía acompaña el desorden de limón, sal y servilletas usadas. Sergio está tratando de contarle alguna anécdota divertida entre risitas que sacuden su cuerpo y achican sus ojos producto de su sonrisa. Max siente perder el aliento por la irreal belleza del hombre frente a él, tan inconsciente del tumulto de sensaciones que le provoca al más joven con una simple mirada.

El corazón le late fuerte en el pecho y lo llenan unas abrumadoras ganas de besarlo, quiere sostenerlo lo más cerca posible, sentir sus corazones latiendo al unísono y solo tal vez, descubrir a que saben sus labios y que sonidos puede sacar de su cuerpo si se atreve a dejarse llevar por sus más profundos anhelos.

—¿Max?

—Si. —Debe sonar un poco idiota, pero Checo sonríe de todos modos, con esa adorable expresión confundida que ha visto tantas veces antes en entrevistas. Se acomoda un poco más cerca de él, recargando su rostro en el respaldo del sofá; sus ojos no abandonan los de Sergio, cafés con un leve toque de verde, preciosos.

—Pareces ebrio.

—Estoy bien. Me siento un poco, eh, flotante.

Checo ríe. —Si, sé a qué te refieres. —Ambos permanecen en silencio unos momentos, Max siente que se inclina un poco más hacía él y algo cambia en los ojos de Sergio. —Por Dios, Max. Deja de mirarme de esa manera.

—¿Qué manera? —Un exaltado latido hace que le tiemblen las manos, algo magnético y peligroso flota en el ambiente.

—Así, tienes unos ojitos preciosos, encantadores y bellos. Luces igual que un ángel. —Sus rostros se acercan, Max permanece con la mirada perdida en su boca, separados a penas por un par de centímetros. —¿Puedo?

Asiente, sus ojos se cierran en el momento que sus labios hacen contacto por primera vez. Es un beso casto y dulce, un simple contacto de labios que enciende fuegos artificiales en su pecho mientras el calor se acumula en su vientre bajo; la barba de Sergio raspa un poco cuando mueve el rostro para tener un mejor ángulo, Max siente que podría morir ahí mismo.

A los pocos segundos se separan y el neerlandés se siente tímido, desvía el rostro con un obvio tinte rosa sobre las mejillas, con el fantasma del beso compartido todavía sobre sus labios. Un par de dedos lo toman del mentón para voltear su rostro de regreso a Sergio y sus labios se conectan una vez más. Lento y suave, danzan juntos provocando todo un huracán de sensaciones en el cuerpo de Max.

En un segundo está jadeando contra la boca de Sergio, sintiendo los labios arder igual que sus mejillas y su corazón desbocado en su pecho. Al siguiente, está sentado sobre los muslos de Sergio, pecho con pecho, siente la fuerza de los músculos debajo de sus piernas y sabe bien lo trabajado que es el cuerpo de su compañero, pero aún así lo sorprende. Sergio es más bajito y de alguna manera logra verse más grande que él, sus manos sobre las suyas lo hacen sentir pequeño.

Sergio lo hace colocar sus manos sobre sus hombros, Max se aferra al material de su camisa al volver a besarse. Caliente, demandante, perfecto; así se siente cada beso compartido con Sergio, le roba el aliento y lo lleva a ver estrellas con la forma en que su lengua devora su boca con hambre. Se besan por lo que parecen horas, hasta que la piel de Max pica por el constante roce de su barba y a Checo se le entumen las piernas por la falta de circulación.

Al despedirse, Max se atreve a robar un último pequeño beso de los labios del mexicano, quién solo le sonríe encantado. Todo el camino de regreso a su propia habitación Max prácticamente corre con más energía que si se hubiera tomado diez Red Bull en cinco minutos. Está feliz, todavía incrédulo de todo lo que sucedió.

Se encierra en su habitación y se lleva la mano al rostro, la comisura de su boca todavía arde y está empezando a amar la sensación de leve dolor si eso implica besarse mucho más con Sergio. Se pregunta que más cosas vendrán después, y que significa esto para su tumultuosa vida. Sonríe, debe comprar un tequila Patrón pronto, solo para tener un recuerdo más de lo sucedido. Después de años de tratar de ignorar el sentimiento, finalmente pudo besar a Sergio.

¿Qué puede ser mejor que eso?

 

 

Chapter 2: Whisky

Chapter Text

 

Las palabras se pierden en un murmullo confuso al tiempo que sus ojos se cierran sin que pueda hacer algo para detenerlo. Su cabeza quiere caer a un lado y dejarse arrastrar al mundo de los sueños, pero hace su mejor esfuerzo por no sucumbir a quedarse dormido unos minutitos en medio de la reunión. Ni siquiera las galletitas y el café repartido en la mesa ayuda a mantenerlo despierto por más de cinco minutos.

Un golpe en la pierna lo despierta, afortunadamente nadie parece darse cuenta de su estado somnoliento, nadie más que Sergio, el responsable del mencionado golpe y a su vez, evitar que su cabeza caiga de golpe contra la dura madera de la mesa de reuniones. Junta su pierna derecha con la izquierda de Checo, tratando de transmitir con ese simple contacto su agradecimiento y a su vez, tantear el terreno con el mexicano.

Han pasado tres días desde ese momento, cuando los anhelos de Max al fin fueron escuchados por el universo y le permitieron probar los labios de Sergio. Ha pasado cada minuto desde entonces recordando sus labios suaves y su lengua reclamando su boca con maestría, llenándolo de placer solo con sus besos tan adictivos.

Otra vez no está prestando nada de atención, aunque al menos ahora puede decir con orgullo que no es por quedarse dormido. Se permite perderse un poco en una fantasía en la que se volvió más atrevido aquella noche y sus labios bajaron por el cuello de Sergio en un camino de besos y pequeñas mordidas marcadas en su pecho, poder tomar entre sus manos sus pectorales y apretarlos a su antojo.

Una ronda de aplausos explota su burbuja, no sabe qué sucede pero él también aplaude con entusiasmo, Sergio a su lado parece aguantarse la risa. Todos se apresuran a la puerta, ansiosos por empezar las vacaciones ya sea bebiendo o tomando las maletas para ir a sus casas a descansar. Sergio sale y antes de que pueda alcanzarlo, la voz de Christian lo detiene en seco.

—Tú no, Max. No creas que no me di cuenta que te estabas durmiendo durante toda la reunión. Así que vas a quedarte aquí a limpiar.

—Pero yo-

—No.

Horner abandona la sala sin decir otra palabra, dejándolo solo con el montón de basura por recoger. Derrotado, empieza juntando todos los empaques vacíos de galletas, papas y endulzantes para el café. Encuentra una bolsa grande donde mete los vasitos usados junto al resto de basura, refunfuñando sobre como pudieron crear tanto desorden en tan solo una hora.

Max podrá ser muchas cosas, muchas veces no acata las órdenes recibidas y es un poco rebelde en general, pero no tiene intenciones de pasar las vacaciones escuchando los reclamos de Christian sobre lo importante qué es poner atención además de cumplir una sencilla tarea, así que hace las cosas bien. Al terminar, se deja caer sobre una de las sillas con una botella de whisky en mano. La había encontrado escondida en un cajón aparentemente imposible de abrir y decidió tomarla como una recompensa por su arduo trabajo.

Cinco tragos después, estando a mitad de otro, la puerta se abre provocándole un intenso ataque de tos por intentar beber, darse la vuelta y esconder la botella al mismo tiempo. La persona que entró se apresura a cerrar la puerta y corre a su rescate, dándole palmaditas en la espalda hasta que logra respirar con normalidad.

No mames, ¿estás bien? —Oh, Max reconocería ese acento en cualquier parte. Con las mejillas rojas, asiente, dejando la botella para voltear a ver a Checo.

—Pensé que ya te habías ido.

—Regresé por ti, no nos hemos visto en un tiempo y te extrañé.

Las mariposas en su estómago se agitan emocionadas creando toda una revolución en su sistema, se queda sin palabras por cortos segundos que Sergio aprovecha para tomar la botella y darle un largo trago. Observa embelesado el movimiento de su cuello al tragar, sus nervios atenuados al menos por el momento. Él deja la botella en la mesa, le sonríe y, con total confianza, se inclina para plantarle un beso en los labios.

Al instante, Max lo toma del rostro para que no pueda separarse del beso; le lame el labio inferior pidiendo acceso a su boca que le concede con un pequeño suspiro. Se pone de pie, atrapando a Sergio entre la mesa y su cuerpo sin dejar de besarlo hambriento. Él corresponde con la misma intensidad, enredando los dedos de su mano derecha en el corto cabello de su nuca y usando la otra para estabilizarse.

Max se siente borracho de euforia. Está besando a Checo Pérez, quién ha sido su crush desde que tenía diecisiete años. El mexicano hace un dulce sonido cuando le chupa la lengua, calienta toda su sangre que se acumula en su entrepierna; la necesidad de más lo abruma, hace que separe sus labios de los de Sergio y los lleve a su cuello, mordiendo la piel que tiene a su alcance. Él jadea, mueve la cabeza para darle un mejor acceso y no hace nada para detener sus manos que batallan un poco para desabrochar su pantalón.

Al lograrlo, las manos de Sergio lo detienen. Se separa para poder mirarlo a los ojos, cafés con un toque de verde, con las pupilas dilatadas y cargados de lujuria. —¿Estás seguro? —susurra—, no tienes que hacer nada que no quieras.

—Quiero hacerlo.

Él asiente, liberando sus manos; las de Max tiemblan un poco al bajar la vista al bulto en el pantalón desabrochado de su compañero. Con un poco de su ayuda, lo baja lo suficiente para exponer su erección; la saliva se acumula en su boca al ver su miembro, grande y con una gota de líquido bajando por la cabeza roja. Traga, de repente un poco intimidado por la situación. Sergio le acaricia el cabello regresándole algo de tranquilidad y confianza.

Pasa la lengua por la punta casi gimiendo por el sabor, Sergio suspira, acariciando su cabello con una mano temblorosa. Sintiéndose más seguro, lame toda la cabeza y toma la base con una mano, apretando con suavidad. Levanta la mirada para ver a Checo ya mirándolo, con los labios entreabiertos y los ojos llenos de deseo. Con lentitud, se traga la mayoría de su erección, dejando una buena parte fuera; le duele la mandíbula por lo mucho que tiene que abrir la boca y sus ojos empiezan a lagrimear producto del esfuerzo.

Ayudado por su mano, ahueca las mejillas y mueve la cabeza, chupando y lamiendo todo lo que está en su boca. Aparta la mano para obtener algo de soporte al colocar ambas sobre los muslos de Sergio, sin dejar de chuparlo, él hace un pequeño ruido y sus caderas empujan hacía adelante. Max, nada preparado para el repentino golpe contra su garganta, se aleja tosiendo.

Ay carajo, perdón. Max, lo siento. —Al terminar de toser, Max se ríe. Checo se une a él después de pocos segundos, sosteniendo su cabeza y besando sus mejillas.

—Está bien, solo dame un poco más de tiempo para acostumbrarme.

Sergio asiente, le da un beso sobre los labios y se acomoda una vez más contra la mesa. Permanece quieto mientras lame y chupa solo la mitad de su longitud, usando sus manos para cubrir la parte restante. Intenta tomarse su tiempo para no volver a ahogarse, pero el peso de su erección contra su lengua se siente tan bien al igual que su sabor, no puede tener suficiente.

Los pequeños gemidos de Sergio inundan sus sentidos, aumentando su necesidad de complacerlo y escuchar más de esos encantadores ruidos que salen de sus labios. Le permite sostenerlo del cabello y mover su cabeza a su antojo, le folla la boca cuidando no golpear contra su garganta, gimiendo en voz baja su nombre junto a palabras en español que Max no entiende. Minutos después, cuando sus labios arden y sus rodillas le duelen, las caderas de Sergio pierden ritmo al momento que su orgasmo estalla sobre la lengua ansiosa de Max.

Traga todo con un sonido de gusto escapando de su garganta, pese a los débiles intentos de su compañero por alejarlo de su miembro sensible, se asegura de lamerlo todo antes de alejarse. Checo luce como un desastre, jadeando y con los pantalones desabrochados, todo un encanto que tiene que besar en ese momento. Lento, suave; deja que el deseo los inunde a ambos pero no puede insinuar llevar las cosas más allá, un ruido fuera de la oficina los pone en alerta a ambos. Mientras Max le arregla la ropa, Sergio trata de disimular su apariencia desalineada.

Se apartan solo segundos antes de ir Christian abra la puerta, ambos le dan pequeñas sonrisas nerviosas a su jefe quién los mira fijamente de un manera aterradora para ambos. Max se esfuerza en lucir menos culpable, sintiendo que tiene pegado a la frente un enorme letrero en letras neón que dice “se la acabo de chupar a mi compañero de equipo”.

—Hablaré contigo después —dice, señalando al mexicano—, ahora salgan de aquí.

Nunca habían obedecido una orden tan rápido en sus vidas.

Chapter 3: Vodka

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Tener vacaciones es un concepto un poco extraño para Max, acostumbrado a estar pegado a la pantalla de su computadora o conduciendo por horas hasta olvidar todo lo que lo rodea, concentrado en el auto y la pista. Pero, le prometió a Checo que descansaría, en palabras del hombre, “como Dios manda”, así que aquí está, tirado sobre su cama sin saber que demonios hacer con su tiempo libre. Tal vez no está con la cara metida en el monitor de su computadora, pero está despierto bastante tarde luego de consumir una Red Bull y una lata de cerveza.

Toma su celular y abre X en su cuenta secundaria, su pantalla llena con imágenes de Checo en México, al parecer en un concierto de una banda mexicana que no reconoce. Sonríe al verlo tan contento con una curiosa estrella pegada en la frente, sus ojitos brillan de emoción mientras canta junto a la multitud; las palabras en español se pierden en su mente mientras trata de buscarles un significado.

Cada vídeo o foto de Checo recibe un me gusta de su parte, su colección bastante grande de fotos de su compañero de equipo aumenta todavía más con sus favoritas, aquellas dónde se le ve sonriendo o con su carita confundida. Un suspiro soñador escapa de sus labios y el corazón se le detiene por segundos al ver un mensaje del hombre que tiene su corazón en sus manos. Arroja lejos su celular, consumido por los nervios; claro, no es la primera vez que comparte mensajes con Sergio, no debería ser diferente en ningún sentido.

Excepto que lo es, su mano tiembla ligeramente al recuperar su celular para abrir el mensaje, un sentimiento extraño burbujea en su vientre mientras observa el mensaje, ansiedad o emoción, no sabe distinguirlo, sus cejas se juntan en un gesto de confusión al leer las letras. Está en español, y es una cosa curiosa por si misma que Checo decida hablarle en su lengua materna sabiendo que no entiende el idioma. Lo mete al traductor, sus mejillas se tiñen de rojo al comprender sus palabras.

Te extraño, estoy pensando en ti”

Responde con rapidez que también lo extraña, añadiendo una pequeña broma sobre Checo estando desesperado por verlo de nuevo. Para su sorpresa, él le dice que tiene razón, la necesidad de volver a verlo y tenerlo entre sus brazos lo carcome por dentro a cada segundo del día. Se gira para acostarse sobre su costado derecho, sus dedos nerviosos juguetean frente a la pantalla sin estar seguro de que decir.

En la pista, él tiene el control. Sabe a la perfección cuando frenar y en qué momento acelerar, sabe cuándo es necesario cambiar los neumáticos y cuando pueden resistir otras dos vueltas. Es su elemento, es natural, no por nada es el mejor. Fuera del monoplaza, la historia es muy diferente; muchas veces se encuentra pensando de más sus interacciones con Checo, sobretodo ahora que su relación ha dado un giro tan drástico, no sabe que hacer con las emociones.

Una llamada entra a su celular, lo que no ayuda en nada a disminuir sus nervios. Se dice a sí mismo que todo va a estar bien y responde la llamada, voces se escuchan de fondo sin que pueda entender sobre que hablan, la risa de Sergio se escucha entre el resto y poco después, hay silencio.

Leoncitooo. —Max tiene que contener su risa al escucharlo arrastrar la palabra. —Puta madre, ¿con que chingados elaboran el kosako?

—Checo, ¿estás bien?

—Estuve en una pequeña fiesta, creo que me pasé de copas. —Una risita. —Logré escaparme y ahora estoy encerrado en un baño.

Imaginarse a su coequipero de fiesta es bastante sencillo, ellos han salido a celebrar varias veces junto al resto de la parrilla. Aún así, hay algo en el ruido de fondo que le dice que las fiestas en México son otra cosa. —Se escucha divertido. ¿No quieres regresar a la celebración?

—No, te extraño. —Suena tan quejumbroso y adorable que Max quiere comérselo a besos. —No he dejado de pensar en ti.

Debería ser una confesión dulce, pero hay algo en la forma que pronuncia las palabras que hace que el calor se enrosque en el vientre de Max. —¿Si? Dime qué piensas. —Es a penas un susurro, la temperatura sube en su habitación al escuchar el pesado jadeo al otro lado de la línea.

—Me vuelves loco Max. No hay un solo segundo del día que no esté pensando en ti, en tenerte entre mis brazos, volver a probar tus labios. Recuerdo mucho ese día, lo que me hubiera gustado hacer si no nos hubieran interrumpido.

También ha pensado en ello, en la mirada cargada de lujuria que Sergio le dedicó al correrse en su boca, como sus manos apretaron la mesa con fuerza y las venas de sus antebrazos se hicieron más visibles; una visión erótica sacada de un sueño húmedo, Max está seguro que le hubiera permitido tomarlo ahí mismo si las cosas hubieran sucedido de manera diferente.

Se muerde el labio, sintiendo su miembro despertando dentro de la tela de su ropa interior. Sergio suspira, susurrando en tono ronco. —Max, te deseo. Tengo tantas ganas de tenerte conmigo, desnudarte, descubrir cuáles son tus puntos más sensibles y que sonidos puedes hacer cuando te toco. No paro de imaginar cómo te sentirás alrededor de mi verga, que lindo debes lucir drogado de placer.

Max tiene las manos metidas dentro de su ropa interior tan pronto Checo dice las primeras palabras. Su erección caliente suplica por un poco de alivio que llega al envolver una mano en la punta, pasa un dedo por la hendidura recogiendo el líquido pre seminal para esparcirlo por todo su miembro. Contiene un suspiro, su mano se aprieta en la base y piensa por un breve segundo que sus jadeos son audibles para Checo.

—Sergio…

—Bebé, sigue, quiero escucharte.

Deja que los sonidos escapen de sus labios sin vergüenza alguna, jadeos y gemidos con él nombre de Sergio llenan la habitación y pronto se le suman los propios ruidos de Checo al otro lado de la línea, su voz ronca le murmura un montón de inmundicias junto a descripciones de las cosas que le gustaría hacerle. Le habla de manera vulgar mezclada con palabras en español que por su tono, Max puede intuir el significado de la mayoría.

Sabe lo que está haciendo Sergio, lo sabe por la forma en que su respiración se corta y sus gemidos aumentan de volumen. Max cierra los ojos dejándose llevar por las sensaciones que lo abruman y lo inundan, su mano húmeda por saliva y líquido que gotea de la punta de su miembro recorriendo toda su longitud al ritmo de los jadeos de Sergio, el sonido de su voz y la forma en que pronuncia su nombre igual que una oración, el sudor que baja por su frente, la fricción de la tela que todavía cubre su cuerpo. Chupa dos dedos de su mano libre, llevándolos a su entrada una vez están cubiertos de suficiente saliva. El ángulo es un poco incómodo por la tela de su pantalón todavía estorbando, pero se las arregla para introducirlos en su interior, moviéndolos rápidamente sin darse tiempo para acostumbrarse.

Sergio termina primero, lo sabe por el profundo gemido que escucha en el altavoz seguido de varios pequeños jadeos intercalados con su nombre. Max pierde cualquier filtro que pudiera mantener su boca cerrada y empieza a hablar de lo mucho que quiere entregarse a Sergio, como desea que sean sus dedos los que estén en su interior, poder montarlo y llevar a ambos al límite terminando en la boca del otro. Perdido en su fantasía, con el placer recorriendo cada célula de su cuerpo, el momento que su orgasmo lo golpea lo aturde.

Solloza el nombre de su compañero de equipo mientras cuerdas blancas pintan su vientre, la ola de placer derrite su cerebro de la mejor manera. Durante varios minutos, permanece ahí acostado sin hacer otra cosa que recuperar el aliento, con la electrizante sensación de plenitud corriendo por su sangre caliente. Checo ríe al otro lado de la línea, sonando tan falto de aire como él.

—Voy a ponerte las manos encima tan pronto vuelva a verte, bebé.

Pese a su cansancio, siente su miembro dar un movimiento, muy interesado en las palabras de Checo. Se permite sonreír, las mariposas en su estómago se agitan con emoción. —Lo estaré esperando con ansias.

Notes:

Checo luce un poco mirrey en algunas fotos, pero sin duda acabaría tomándose hasta el agua del florero en una buena fiesta ✨

Chapter 4: Champagne

Chapter Text

Bahréin llega con las expectativas demasiado altas para el equipo, todo el mundo habla sobre el nuevo monoplaza y están emocionados de ver qué pueden lograr. Max adora correr, estar practicando durante horas para asegurarse de que todo sea perfecto, odia tener que tomar descansos de hacer lo que ama.

Sin embargo, en esta ocasión las cosas son diferentes. No ha podido estar a solas con Checo ni un solo segundo desde que ambos llegaron, siempre hay al menos una persona con ellos ya sea de marketing o un ingeniero ajustando los últimos detalles de los autos. El mexicano es paciente, le ha dedicado pequeñas sonrisas y guiños cuando nadie les está prestando demasiada atención, gesticulando “luego” en silencio, con esa preciosa sonrisa y sus ojitos de cachorro. Max no quiere esperar, se siente como un globo a punto de reventar con la necesidad de reclamar los labios de su compañero de equipo y detesta tener que cumplir con sus obligaciones primero.

Checo parece ser consciente de su desesperación lo cual también parece divertirlo de sobremanera. Max estaría ofendido de no ser por las poco discretas miradas que el mexicano le ha estado dedicando, comiéndoselo con los ojos cada que puede. No va a quejarse, ya que ha estado haciendo lo mismo, sobretodo cuando el otro piloto usa ese ignífugo blanco que resalta de manera deliciosa su pecho. No están siendo ni un poco disimulados con su necesidad de estar cerca, pero a quien le importa.

Las prácticas, la clasificación, incluso la carrera pasa como un vago borrón en su mente. Lo que si registra y con bastante orgullo es que acaban de conseguir el primer 1-2 de la temporada, con él ganando la carrera teniendo a Sergio detrás. Es un gran comienzo para lo que parece ser un buen año para Red Bull, para Max y para Sergio. Sale del monoplaza sintiéndose contento, de inmediato busca a su compañero para poder darle un abrazo que trata de trasmitir todas las cosas que tienen atoradas en el pecho.

Siente que el tiempo retrocede en lugar de avanzar mientras pone su mejor sonrisa para las entrevistas y los medios que no se cansan de hacer siempre las mismas preguntas. Está tentado a empezar a gritarle a todo aquel que se le acerque cuando por fin los dejan libres por el resto del día, logra actuar como un ser humano normal por cinco minutos antes de correr buscando a Sergio por todas partes en el paddock.

Lo encuentra chismeando —esa palabra se la enseñó el propio Checo— junto a Fernando y Carlos afuera del garage de Ferrari; los tres parecen muy enfrascados en una conversación en veloz español. Su coequipero está de espaldas, así que los españoles le señalan que Max está parado esperando con gesto incómodo a qué terminen de charlar. La sonrisa de Sergio es cegadora y brillante, hace que Carlos levante las cejas y Fernando intente infructuosamente contener una risa.

—Lo siento, tengo que irme.

—Si. —Fernando lo señala con un movimiento de cabeza, hace que las mejillas del neerlandés se tiñan de rosa. —Se ve que te mantendrán muy ocupado, por si la carrera no te ha quitado suficiente energía. Ve, se nota que el león te quiere comer.

Carlos se ríe igual que Checo aunque luce algo avergonzado, Max solo se despide con un gesto de su mano y le toma toda su fuerza de voluntad no arrastrar al mexicano por lo impaciente que se encuentra. Sabe que siguen cubiertos de sudor y champagne que también bebieron en abundante cantidad, pero no podría importarle menos. Christian intenta detenerlos para hablar de algo y la paciencia de Max llega a su límite.

—¡Estamos ocupados! —Le grita, comenzando a correr sujetando con fuerza la mano de Sergio que ríe a carcajadas detrás suyo. Los mete al primer baño vacío que encuentra y cierra la puerta con cerrojo, agitado después de todos los eventos del día pero finalmente, a solas con Sergio. Él también se da cuenta de eso, su mirada se vuelve más pesada a cada paso que da en su dirección hasta tenerlo acorralado entre su cuerpo y la pared.

Se miran durante breves segundos, asegurándose de que el otro está bien y quiere continuar. El momento en el que sus labios hacen contacto después de semanas de no verse es sublime, Max gime contra su boca tomándolo de las mejillas para mantenerlo lo más cerca posible, sus lenguas se enredan haciéndolo gemir desde lo profundo de su garganta. Las manos de Sergio se apresuran a recorrer sus costados, buscando quitarle el incómodo traje que estorba en su camino.

Sin querer romper el beso que es más lengua que labios, ambos se las arreglan para acabar medio desnudos. Las manos de Sergio contra su piel se sienten tan calientes como la sangre que corre por todo su cuerpo, acumulándose en su más que notoria erección. —Joder bebé.

Se deja guiar hasta estar de frente a un lavabo, con las manos aferradas al mármol frío y con una vista perfecta de si mismo gracias al espejo, abre las piernas lo más que puede con la ropa amontonada a la altura de sus rodillas. El aliento de Sergio choca contra su cuello y se le eriza la piel al sentir el contacto de su mano sobre su miembro caliente y necesitado; besos caen sobre su nuca al mismo tiempo que Sergio lo masturba con suavidad con su mano izquierda, apretando la base al bajar y haciendo círculos sobre la punta. Rasguña el lavabo dejando caer la cabeza hacía adelante soltando pesados jadeos de placer, por la diferencia de altura no puede ver a Sergio detrás suyo.

La mano derecha de Sergio agarra con fuerza una de sus nalgas, el ligero ardor se suma a las sensaciones placenteras que vuelven papilla su cerebro. Una palmada lo sobresalta, tiñe sus mejillas de rojo igual que la piel azotada hace segundos. Lo escucha escupir varias veces y abre un poquito más las piernas, el miembro húmedo y caliente de Sergio se acomoda entre sus muslos que aprieta hasta que un profundo gemido resuena en las paredes del baño.

—Así, justo así. —Con ayuda de la saliva, el deslizamiento entre sus muslos se vuelve fácil y húmedo, Sergio lo sostiene de la cadera con la izquierda y su mano derecha atiente su miembro sensible que no deja de gotear líquido. Controlados por el deseo y la lujuria, a penas pueden quedarse callados al dejarse envolver en la pasión del momento.

Max tiene que cerrar los ojos cuando todo se vuelve excesivo; el calor de su cuerpo, las embestidas simuladas, la palma de Sergio que cubre casi la mitad de su erección y sus gemidos combinados. El espejo se empaña con su respiración y el ritmo de Sergio se pierde mientras se corre, pintando de blanco el mármol del lavabo y parte de los muslos de Max. Sin perder un solo segundo, Sergio le da la vuelta y lo sienta sobre el mueble, luce despeinado, agitado y precioso, y se lleva a la boca el miembro de Max tan rápido que sus caderas se sacuden hacía arriba.

Lo toma del cabello con una mano, desordenado todavía más sus rizos pero sin importarle, su boca se siente de maravilla alrededor de su miembro aumentando aún más el pozo de placer en su vientre. Sergio lo devora por completo, chupando y gimiendo de gusto al enredar su lengua en la punta goteante. Max gime, jadea y finalmente, se corre en su boca con el cuerpo tenso por las chispas de intoxicante placer que lo recorren.

Sergio traga, puede ver su garganta moviéndose, se limpia la comisura de la boca y se acerca para darle un beso lento que busca calmar sus respiraciones junto a sus corazones agitados. No del todo saciado, trata de llevar el beso más allá solo para ser detenido por su compañero.

—¿Qué te parece si terminamos la celebración en mi cama, leoncito?

Joder, si.

Chapter 5: Ginebra

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Lamentablemente, esa tan ansiada celebración en la cama del mexicano debe posponerse por lo que parecen ser varias horas para celebrar con todo el equipo. Es su tercer gin tonic de la noche, el alcohol está empezando a bajar sus defensas e inhibiciones. Agradece que no haya cámaras dentro del bar que estén enfocadas en su rostro, pues no hay manera de ocultar el brillo en sus ojos ni la sonrisa de pura adoración que tiene al ver a Sergio. Bailaron juntos, más pegados de lo que debería ser socialmente aceptable, compartiendo miradas llenas de anhelo y deseo acumulado.

Ahora, Checo está bailando solo alguna canción en español que Max no entiende, pero el ritmo hace que el mexicano mueva las caderas de manera que lo tiene hipnotizado. Sergio se deja llevar por la música sin importarle tener los ojos de todos encima, Max siente que ha caído en alguna especie de hechizo ya que no puede dejar de verlo. El sudor que baja por su frente, sus rizos despeinados, la expresión de su rostro y la forma en que se mueve. Cuando él voltea a verlo y su sonrisa se vuelve coqueta, su corazón se salta un latido al tiempo que sus labios se separan; está tan enamorado de él.

La canción continúa sin que ninguno aparte la mirada del otro, perdidos en su propia burbuja en la que el resto del mundo deja de existir. No es tan tarde, aún así Max sabe que tan pronto sean capaces de alejar la mirada, darán por terminada la celebración con el equipo para concentrarse en obtener una recompensa más íntima. Max ha olvidado seguir bebiendo su gin tonic por lo distraído que se encuentra, así que cuando alguien se lo quita de la mano ni siquiera protesta, más ocupado en observar al mexicano.

Empieza otra canción que parece gustarle a Sergio, pero la paciencia de Max, de por si bastante corta, ha llegado a su límite. Se pone de pie sabiendo que en sus ojos se refleja la tormenta de emociones que se acumulan en su interior; deseo, nerviosismo, necesidad. Pareciendo ser conscientes del enojo que pueden provocar en el piloto neerlandés si se atreven aunque sea a mirar en dirección al mexicano, la gente se aparta mientras camina y le permiten a Checo tener su espacio personal para no tener que rozar accidentalmente a nadie. Al estar frente a él, aprovechando la música suave, coloca sus manos sobre su cintura para acercarlo.

El calor de su cuerpo se filtra por su ropa, puede sentir su mejilla sonrosada contra su cuello junto a su respiración haciéndole cosquillas, el olor de su cabello se mezcla con el aroma a alcohol y el perfume que siempre usa. Inhala hondo, importándole un carajo parecer un raro. Sergio se ríe, posando sus manos sobre sus hombros para acariciarle el cuello. —¿Nos vamos ya?

Asiente embobado por él, que lo toma de la mano y lo guía lejos del bullicio ignorando las cabezas curiosas que voltean en su dirección. Ninguno está pasado de copas, pero Checo ha bebido menos que él, así que le da las llaves de su auto para que pueda llevarlos a su hotel, con un pequeño puchero, Max bebe la botella de electrolitos que le pusieron en las manos en el momento que subió al auto, ni siquiera sabe de dónde la sacó. El auto se estaciona con suavidad y el cuerpo de Max recupera aún poco de sobriedad, un cosquilleo zumba debajo de su piel impidiéndole quedarse quieto.

Sabe que en cuanto suban a la habitación de alguno de los dos, ni siquiera un terremoto logrará alejarlos. El camino es silencioso y sin más que una mirada, dicen entrar a la habitación que pertenece a Checo. La luz cálida ilumina el poco desorden que hay en su sala, sus maletas y un par de zapatos regados sobre la alfombra. Sergio lo lleva a su habitación, el neerlandés lo sigue sintiendo los latidos de su corazón golpeando con fuerza contra sus costillas, y cuando el cuarto se llena de luz, voltea a mirar a su acompañante.

Sergio lo mira con las pupilas dilatadas, se acerca dos pasos y pese a la diferencia de altura, Max se siente a su merced. Frente a frente, pasan un par de segundos antes de ceder al deseo de juntar sus bocas. Lo sostiene de la nuca con una mano, dejando la otra sobre su cintura para mantenerlo lo más pegado posible; las manos grandes de su coequipero recorren su espalda sin pudor al tocarle los glúteos un par de veces, hace que su sangre caliente se acumule en su vientre, su erección creciendo con cada contacto de sus lenguas.

Dan pasos torpes hasta caer sobre la cama, las manos recorren el cuerpo ajeno sin pudor, deseosos de sentirse más cerca. Manos ansiosas quitan las capas de ropa que los separan del tan anhelado contacto piel con piel; hacen un desorden prendas regadas por el suelo que a ninguno le interesa recoger. Zapatos, algunos accesorios e incluso sus celulares van a parar al mismo lugar sin una pizca de delicadeza. Sergio se las arregla para tenerlo debajo suyo, el calor de su cuerpo mucho más ancho hace que Max sienta que se quema por dentro del puro deseo que inunda cada célula de su ser.

La lengua del mexicano recorre su cuello al tiempo que sus manos le aprietan el pecho. Max se queja sin mucho entusiasmo al sentir sus dedos jugueteando con sus pezones, todo su cuerpo salta de la cama al tener esa cálida boca envuelta por completo en uno de sus pectorales; Checo lo agarra igual que si fueran un par de tetas, su agarre fuerte junto a las múltiples lamidas y succiones tienen a su sensible miembro chorreando líquido. Finalmente, luego de minutos de deliciosa tortura, Checo tiene piedad de él y aleja su maravillosa boca de sus pezones hinchados y rojos; solo para llevar su tortura más allá.

Sus grandes manos le separan las piernas lo suficiente para acomodar su cabeza entre sus muslos y, antes que pueda preguntar que está haciendo, siente su lengua caliente y húmeda trazando el borde de su ano. Max casi grita, aferrándose con fuerza a las sábanas de la cama al tiempo que sus muslos se aprietan alrededor de su cabeza. Eso parece agradarle al mexicano, un dulce sonido choca contra el sensible anillo de músculo que cede ante su lengua insistente que entra lamiendo cada pedacito de su interior.

Max no sabe ni le importa que clase de sonidos está haciendo, demasiado perdido en el dulce placer de tener a Sergio comiéndoselo con tanta desesperación y gusto, como si fuera a morir si aleja su boca para permitirse respirar. No deja de chorrear líquido contra su vientre, cabalgando las olas de placer gimiendo desesperado. Antes de que pueda llegar a su clímax, aparta la cabeza de Checo con brazos ligeramente débiles. Él se aleja, tiene un brillo encantador en la mirada que combina con su sonrisa engreída al verlo, Max sabe que debe lucir como un desastre; con el pelo revuelto, las mejillas rojas, jadeando y sudando.

No se avergüenza de lucir desalineado, sabe que Sergio adora verlo perder el control que tanto se esfuerza en mantener. Lamiendo su labio inferior, abre las piernas lo más que puede. Al instante, los ojos del mexicano bajan y observa atento el movimiento de sus manos, un suspiro abandona sus labios rojos al meter el primer dedo, está relajado bastante relajado así que le toma poco tiempo ingresar un dos dígitos más. Sergio solo observa atento cada una de sus expresiones, apenas rozando la piel de sus muslos con tanta adoración y deseo que lo hace temblar.

La mirada de Sergio sobre él no hace mucho para disminuir la ola de necesidad que se acumula en su vientre. Con un sonido húmedo, saca sus dedos de su interior y abre un poco más las piernas, una clara invitación imposible de resistir. Sergio se lanza hacía adelante para capturar sus labios en un beso sucio, la punta de su miembro presionando contra su agujero suelto y preparado.

Joder, bebé. —Jadeando, rompen el beso. Checo se lame los labios cubiertos de saliva. —Espera. Yo no —traga— no tengo condones.

—No importa —susurra contra su boca— hazlo así. —Checo gime, empujando con suavidad contra su entrada. Ambos contienen la respiración durante los breves segundos que el anillo de músculo presenta resistencia y finalmente cede ante la presión, Max siente el aire abandonar sus pulmones y el placer inundar su cuerpo.

Sergio lo llena de manera deliciosa, el peso de su cuerpo sobre el suyo y su respiración agitada abruman sus sentidos. Su cerebro repite su nombre una y otra vez, gime sin pudor, arañando su espalda con cada golpe contra su próstata. Sergio le murmura inmundicias al oído, tomándose su dulce tiempo para abrirlo por completo sobre su longitud, moldeando sus paredes internas a su gusto.

Max se siente en el mismísimo cielo.

Notes:

Disculpen la demora, el capítulo final tardará aproximadamente una semana y media en llegar.

¡Muchas gracias a quienes me leen! ❤️

Chapter 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Es un mal fin de semana, no hay manera de fingir lo contrario. Se han tambaleado todo el camino a Mónaco en la temporada, peleando con uñas y dientes para mantener su lugar en el campeonato, es frustrante y agotador que lo que suponía sería un buen año haya resultado en tal cantidad de desastres, sin sumar los escándalos con los medios.

Pasa muchas horas en el simulador, obsesionado con pulir su habilidad a un nivel perfecto, y cuando se vuelve dolorosamente obvio que el problema no es él si no el auto, su ira alcanza niveles incontenibles. Se siente regresar a su época de Mad Max, enojado con los ingenieros y los pobres mecánicos cuyo único trabajo es llevar los neumáticos por el garaje. Todos los miran cuál si fuera un lobo rabioso a punto de perder el control para liarse a golpes con el primer desafortunado que se le ponga en frente, igual que antes. Pero a diferencia del pasado, ahora tiene a alguien para calmar su angustia y mantenerlo anclado a tierra.

Eso hacen; horas antes de dar inicio al espectáculo de “el Gran Circo”, están en el motorhome de Max, abrazados lo más juntos que es posible en el piso. Hay mucho espacio disponible y otras superficies más cómodas, pero Max decidió tumbarse en el suelo por la frialdad que se filtra en su cuerpo y extendió los brazos en una invitación aceptada al instante. No hacen mucho, comparten un par de miradas sin romper el agradable silencio, solo existiendo en el espacio del otro.

Hay unas palabras atoradas en el pecho de Max que luchan por salir a la superficie. ¿Qué somos? Quiere preguntar, mirando los hermosos ojos cafés con motas verdes de su compañero de equipo. ¿Qué quieres de mi? Ansia saber la respuesta, conocer si para Checo es solo un modo de obtener sexo fácil para aliviar sus deseos o significa algo más. ¿Qué puedo hacer para que me quieras de la misma manera en que yo te quiero? Odiaría sentirse como un simple juguete; si antes estaba ilusionado con Sergio, después de descubrir como se sienten esos labios recorriendo su cuerpo y sus manos tocando cada rincón de su ser, duda que pueda hacer algo para dejar ir los sentimientos guardados tan celosamente durante años.

—Deberíamos levantarnos ya.

Hace un ruido evasivo, no quiere alejarse de la calidez de sus brazos. —¿Ya tan rápido te dolió la espalda? —Él se ríe, acelerando su corazón al darle un cariñoso beso en la frente.

—No soy tan anciano, lo sabes. —Sus gruñidos al levantarse con el cuerpo algo acalambrado contradice lo antes dicho, Max reprime una risita, se coloca de pie y antes de que Sergio pueda irse, lo toma de la cintura y lo carga hasta la cama. Los acuesta a ambos de lado siendo Checo la cuchara pequeña, él no se queja y permite que lo abrace.

Max suspira contra su cuello, las mariposas en su estómago tan agitadas como siempre. Sergio se da la vuelta fijando sus ojos marrones en los suyos, una cálida sonrisa adorna su rostro, tan bonito. —¿Todavía te duelen los moretones?

Es un susurro, pero enciende sus mejillas de rojo intenso por la vergüenza. La última vez que lo hicieron (hace tan solo cuatro días), Checo había dejado por accidente algunos moretones en sus muslos y caderas, marcas de amor con la forma de sus dientes adornando la nívea piel, ni hablar de los chupetones en su espalda y pecho. Asiente un poco tímido, el mexicano no salió del todo ileso, varios rasguños en la espalda y muchas mordidas en el torso, Max siente que el marcador está igualado.

—Ya no se ven tan mal. —La conversación se siente íntima de alguna manera, Sergio hace un ruido afirmativo y lleva sus manos a acariciar sus costados, sus cejas se juntan en una breve confusión que ante sus ojos resulta encantadora.

—Perdón, no quise lastimarte.

Y no lo hizo, en absoluto. Si, acabó adolorido por el trato rudo, pero decir que no le había gustado sería una vil mentira. Recordar esos momentos no es la mejor idea teniendo tan cerca a Sergio, el calor de su cuerpo tan pegado al suyo. Max cierra los ojos, recordando la sensación de sus cálidas y grandes manos sujetando su cintura con fuerza, sus jadeos y el sonido de piel chocando contra piel, sus propios gemidos desesperados por cada duro golpe contra su maltratada próstata después de tres orgasmos seguidos. Sergio se lo había cogido como un animal, dejándolo exhausto, feliz y saciado.

Exhala con lentitud sintiendo su temperatura aumentar y la sangre acumulándose en su miembro cada vez más despierto. Su risa choca contra la piel de su cuello; pronto, su mano está apretando su erección con suaves movimientos para llevarlo a su máxima dureza. —No es el mejor momento mi amor, no tenemos tanto tiempo.

—Entonces hazlo rápido. A menos que estés demasiado cansado, claro, a tu edad-

Checo lo interrumpe tomándolo del cuello para juntar su labios, metiéndole la lengua y apresurándose en desnudarlo de la cintura para abajo. Max gime contento, ayudándolo a quitarle los zapatos y después el resto de la ropa, él simplemente baja su pantalón lo suficiente para sacar su miembro. Intercambian sus posiciones, acostados de lado con la espalda de Max pegada al pecho de Sergio. Ahora cargan a todos lados una botellita de lubricante, así que no se sorprende al sentir dos dedos resbaladizos entrar con suavidad.

Adora que el mexicano sea dulce con él, procurando su placer y bienestar la mayoría del tiempo. En estos momentos, sin embargo, Max quiere sentir otra vez ese deseo arrollador que lo llevó a dejarle moretones. Le muerde el labio inferior, suplicando contra su boca. —Por favor, Sergio, hazlo ya.

Él obedece sin rechistar, sus dedos pronto reemplazados por la punta de su erección cubierta de lubricante. Max gime al sentir los primeros centímetros abrirse paso en su interior, estirándolo deliciosamente, la mano sobre su garganta se aprieta y la mano libre de Sergio lo toma del muslo, haciéndole levantar la pierna para profundizar el ángulo. Pese a las súplicas de Max, el mexicano no acelera el ritmo, embestidas lentas sacuden su cuerpo, el placer lo hace jadear y gemir con los ojos cerrados. Aún así, no es suficiente para ninguno de los dos.

—Ponte en cuatro, leoncito. —Max obedece, separa las rodillas y se acomoda con el pecho pegado al colchón. Las manos de su compañero se posan en sus caderas para acercarlo más al borde de la cama, la habitación pronto se llenó con sus jadeos, gemidos y el sonido de sus pieles chocando. Su cuerpo rebota con cada embestida y pronto, tiene la mano de Sergio envuelta en su erección, masturbándolo al mismo ritmo despiadado de sus movimientos.

El placer que recorre su cuerpo se acumula en su vientre, un cúmulo de sensaciones lo abruman por completo y se corre con el nombre de su compañero en su labios. Espasmos sacuden su cuerpo y chorros blancos manchan la cama y la mano de Sergio, quién se corre no mucho después, metido hasta lo más profundo en su cuerpo. Max se queja un poco al sentirlo salir, el semen sin duda escurriendo de su maltratado agujero; chilla de sorpresa ante el lengüetazo y la mordida dejada en su glúteo derecho, volteando a ver a su compañero que solo sonríe.

—Es tu culpa —dice, volviendo a nalguearlo— por estar tan pinche bueno.

A su pesar, se ríe, sudado y cansado. —¿Te has visto en un espejo? —Checo se carcajea, acariciando la zona rojiza con cuidado.

—Es hora de cambiarnos, leoncito. Vamos, te veré en el podio.

Te veré en el podio” es lo único que se repite en su cabeza al escuchar la bandera roja, GP comunicándole que fue Checo el principal afectado en el accidente. Se esfuerza en mantener su atención en la pista para regresar a boxes y al ver la transmisión del accidente, siente que su corazón se salta un latido de la manera más dolorosa. El monoplaza quedó peor que una lata aplastada y aún así, Checo salió prácticamente ileso; molesto y decepcionado, claro, pero en una sola pieza. De todos modos, el verlo regresar caminando no fue suficiente para aplacar su preocupación.

Es impulsivo, lo sabe, también sabe que se meterá en un montón de problemas. No es que le importe, la única cosa en su mente tiene adorables pecas y unos ojos encantadores. En lugar de sentarse a esperar que las condiciones sean adecuadas para reanudar la carrera, sale de su garaje a esperar a Sergio. Cuando lo ve aparecer, con el casco en la mano y los botines destrozados, ni siquiera lo piensa antes de correr hacía él. Lo atrapa con fuerza entre sus brazos, ignorando su quejido de dolor junto a las cámaras que sin duda están enfocadas en ambos. Sergio le da unas palmaditas en la espalda, permitiéndole ese momento de vulnerabilidad y comprobar como mejor le plazca que en efecto, su mexicano está bien.

—Aquí estoy leoncito, aquí me tienes.

Suena cansado, triste incluso, aunque hay una pequeña nota de aprecio en su tono. Max se aleja, observa esos ojos cafés con motas verdes que a pesar de la decepción, muestran una férrea determinación de nunca rendirse. Toma su rostro entre sus manos y sin dudarlo, estampa sus labios contra los suyos. No hay manera que vayan a ganar algo en Mónaco, con un DNF y él atascado en P6, y descubre que nada de eso le importa ahora. Checo sabe al champagne que toman después de una victoria, es adictivo, es calma, seguridad y tormenta. Checo significa todo para él. Lo ama.

Mientras se besan, bajo los flashes de las cámaras y el sol de Mónaco, Max descubre que no importa si pierde, mientras tenga a Checo a su lado, se siente como un campeón.

Notes:

¡Y es el final! Nos veremos pronto ya sea en One Shots o en otros ff.

Muchas gracias por leer ❤️

Chapter 7: extra

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Se besan por lo que parece una eternidad aunque no deben ser más de cinco minutos, mantiene la carita de Checo apachurrada entre sus manos y finalmente, se aleja de él. Algo de la tensión acumulada en sus hombros se ha ido y parece más tranquilo, una sonrisa que no alcanza a iluminar sus ojos se abre paso en su rostro, a Max le duele el corazón no poder quitarle el pesar a Checo solo con besos.

Un incómodo y molesto carraspeo rompe su burbuja, recordándole a Max dónde se encuentra y qué acaba de hacer. Tragando, se da la vuelta para ver a Christian mirándolos con los brazos cruzados, furioso. La valentía que lo había llenado se evapora de su cuerpo ante la expresión enojada de su jefe y lo más cercano que ha tenido a un verdadero padre. Sin decir nada, ambos pilotos se meten al garage de Max, con las cabezas gachas por el próximo regaño pero sin soltar sus manos que permanecen con los dedos entrelazados.

Los murmullos no se hacen esperar, y Max prefiere no hacer contacto visual con alguien, seguro que para el momento que se reanude la carrera, a nadie va a importarle el resultado pues estarán demasiado ocupados hablando de lo que acaba de hacer. Sergio aprieta su mano en silencioso apoyo, los mecánicos forman una especie de pared para mantener las cámaras fuera de la conversación.

—Sergio —comienza Christian, en el tono más bajo que puede considerando todas las cosas—, ya habíamos hablado de esto. —El mexicano se encoge un poco, a Max le molesta que hayan discutido la situación sin él.

—Si Checo se va, yo también.

Se apresura a decir, dejando sin palabras a Christian y generando exclamaciones de asombro de todo el equipo. Checo lo mira fijamente, así que le da una sonrisa y lo abraza, apretándolo contra su cuerpo.

—Max, creo que no entiendes-

—No. Tú no entiendes. —Aprieta a Checo más cerca, empezando a balbucear. —Sé que no he sido el mejor compañero, pero estoy donde estoy ahora en gran parte gracias a él. No seguiré en el equipo sin Checo. Es tan mío como yo suyo, y no quiero estar sin él.

Nadie dice nada, lo que más preocupa a Max es que Checo tampoco dice nada, se limita a mirarlo con las cejas juntas y los labios apretados en una fina línea. De repente, a Max se le ocurre que quizás Sergio quería mantener lo que sea que tengan oculto para siempre y el pensamiento provoca un latido doloroso en su pecho. Se les comunica que las condiciones son óptimas para iniciar otra vez la carrera y todo es dejado de lado a favor de atender los deberes más importantes.

Lo que dura el Gran Premio, Max se la pasa mordiéndose los labios por ansiedad; de no ser por el lío en el que se metió está seguro de que se habría quedado dormido a mitad de carrera por lo aburrida que fue. No está en el podio, así que cumple con las entrevistas obligatorias y al ser libre, huye de Christian y corre buscando a Checo. Él lo encuentra primero, lo arrastra a su motorhome cuidando que nadie los vea, un esfuerzo inútil a decir verdad pero Max prefiere mantener la boca cerrada por ahora.

Una vez solos, Max lo abraza. Adora el contacto físico con Checo y toma cualquier oportunidad que pueda para tener sus manos sobre él o viceversa. —Lo siento... —murmura, temiendo que Checo decida dejar las cosas ahora.

—He querido besarte frente a las cámaras por un tiempo. Supongo que solo nos queda una cosa que resolver.

Se sonroja, la esperanza florece en su pecho, echando raices con rapidez. —¿Y qué es?

—Evitar que Christian me mate y después, cómo vamos a anunciar al mundo que estamos juntos. —Sergio toma sus manos, lleva la derecha a sus labios para darle un cariñoso beso. —Te prometo que haré esto de manera más romántica después, leoncito.

—Es perfecto.

El anuncio de su relación se hace esa misma noche, Checo le dedica un romántico post en Instagram anunciando su amor a todo el mundo, él hace una publicacion un poco menos personal pero igual de linda, la cuenta de Red Bull sube una recopilación de videos juntos haciéndose ojitos y los felicitan con cariño. Las redes explotan mientras ambos pasan el tiempo en la cama de Max en su departamento en Mónaco. Reciben comentarios muy desagradables, claro, pero se enfocan en aquellos que los felicitan. Es solo el comienzo de su historia, y Max sabe que no importa que traiga el futuro, mientras tenga a Sergio a su lado, todo estará bien.

Notes:

• Christian tiene amenazado a Checo con que si lastima a Max lo deja sin chamba.

• A Jos le dió un infarto al enterarse, a nadie le importó su opinión.

• Max pasa vacaciones en México conviviendo con la familia de Checo, quien debe cuidar que no caiga en estafas comunes a turistas.

• Max lleva a Checo a conocer a su familia quienes lo adoran por completo.

• Red Bull empieza a subir más videos del "Chestappen" para conseguir más ventas y visitas.