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Summary:

Acabo de mudarme a este pequeño pueblo desconocido, recomendado enormemente por un extraño que ya estaba harto de mis insoportables quejas sobre mi vida, y Wally fue el primero en recibirme gratamente al lugar.

Aunque el lugar me parezca extraño, los vecinos son increíblemente agradables, pero la sensación de que algo más esta ocurriendo no deja mi mente un solo segundo.

*Nota: los personajes no me pertenecen, ellos pertenecen a Clown Illustration.

Chapter 1: ⚠️Advertencia⚠️

Chapter Text

⚠️ A D V E R T E N C I A ⚠️

El siguiente contenido está escrito en primera persona, puede abordar temas sensibles para algunas personas.

Esto es solamente ficción y meramente ficción.

Los personajes no me pertenecen, ellos pertenecen a Clown Illustration, por favor apoyen al original.

Las personalidades de los personajes pueden verse alteradas.

⚠️ A D V E R T E N C I A ⚠️

Chapter 2: Cada respiro que tomes

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Bajé del camión de mudanza que muy amablemente me trajo hasta mi nueva casa y, con ayuda de los conductores, metí cada una de las cajas que preparé con mis cosas; aunque no todas, porque tenía planeado regresar por más en un par de semanas, después de que el lugar me convenciera de quedarme.

Era de noche, no había nadie en la calle a pesar de que era un pequeño pueblo, y las casas lucían apagadas, como si todos estuvieran durmiendo. Miré la sala de estar llena de cajas y dejé escapar un gran suspiro de cansancio, todavía me quedaba mucho por hacer.

Me senté un momento en uno de los sillones color lila y observé las paredes de mi alrededor, eran tan coloridas que empezaban a hacer que me doliera la cabeza. Sabía que no sería el lugar de mis sueños, pero no esperaba que el dueño anterior de la casa tuviera tan mal gusto; si me preguntaran, diría que la sala de estar fue sacada de un programa infantil. ¿Por qué no tuve la inteligencia de preguntarle a ese misterioso agente inmobiliario sobre el diseño? Suspiré, bueno, algo debía de andar mal con la casa como para que estuviera tan barata; aunque yo esperaba problemas con la tubería o el cableado eléctrico.

Alcé la mirada, observando las espesas nubes de afuera a través de la ventana, y tomé mi celular, necesitaba configurar mi ubicación para obtener la información de mi alrededor, pero... No tenía señal. Algo debía de andar mal.

Caminé hacia la cocina, encendiendo la luz antes de entrar, y me horroricé al notar los brillantes colores en las paredes y en los muebles; maldición, ¿que acaso toda la casa tenía esta fastidiosa decoración? Ahora tenía que hacer un gasto extra para comprar pintura e intentar arreglar el mal gusto del dueño anterior, ¿o será que así era la casa desde el inicio?

Tomé nuevamente mi celular, con la disposición de buscar tiendas cercanas a las que pudiera acudir el día de mañana, pero seguía sin haber señal, recordándome la razón del porqué había ido a la cocina. Esto no puede ser verdad. No, no debo hacer conclusiones tan pronto, quizás todo esto sea un simple error.

Me dirigí hacia el pequeño comedor que estaba a lado de la cocina, despreciando cada vez más los llamativos tonos del lugar, caminé por el corredor hasta llegar al dormitorio, negándome a encender la luz por mi paz mental, y dejé escapar un gran suspiro al darme cuenta que, por más que cambiara de lugar, mi celular seguía sin señal.

¿Cómo se suponía que iba a vivir sin Internet? Después de todo mi mamá tenía razón, iba a tener que regresar con ella tarde o temprano, arrepintiéndome de una de mis más grandes decisiones en la vida. Mi orgullo morirá cuando ella me vea con esa sonrisa de superioridad y mi destino quedará marcado para siempre, no podría soportarlo.

Me senté en el borde de la cama, al menos estaba suave, me desplomé sobre ésta para ver el oscuro techo, preguntándome de qué color sería cuando encendiera la luz, y dirigí mi mirada hacia la gran ventana que estaba frente a la cama, notando como pequeñas gotas de agua empezaban a caer. Quizás estaba siendo muy pesimista.

Me levanté lentamente para abrir la ventana y ver el exterior, había árboles y arbustos muy cerca de la casa, no debería sorprenderme si veo a algún animal rondando cerca; ¿será un bosque lo que había más allá? Por más que me moviera no podía ver entre los árboles. Mi mirada cayó en uno de los pequeños arbustos cuando escuché que se estaba moviendo bruscamente, haciéndome pensar que en cualquier segundo saltaría un conejo en busca de algo de comer, esperé pacientemente a ver lo que estuviera provocando los movimientos en el arbusto y me incliné levemente hacia adelante, entrecerrando los ojos en un intento de divisar lo que había capturado mi atención.

Sin embargo, antes de que pudiera encontrar al causante de mi curiosidad, escuché un teléfono sonar.

No, no era el mío.

Sonaba como si fuera un teléfono fijo, de esos que están conectados con cables en alguna parte en específico de la casa. Olvidé por completo el asunto del arbusto, caminé siguiendo el sonido que inundaba el lugar y llegué al corredor. Justo en medio de éste estaba el teléfono sobre una pequeña mesa que no estorbaba en el camino; mis pensamientos sobre no tener acceso a Internet habían hecho que pasara por desapercibido aquel artefacto cuando caminé por aquí.

Levanté nerviosamente el auricular para acercarlo a mi oído y esperé en silencio a que la persona del otro lado de la línea dijera algo; quizás estaba cometiendo el mayor error de mi vida, ¿por qué contesté sí era imposible que la llamada fuera para mí? Digo, es mi primera vez aquí, era ilógico que alguien me estuviera buscando.

— ¿Hola...? —Una voz lenta, tranquila y masculina se hizo escuchar por la bocina, haciéndome sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo, y mordí mi labio inferior para evitar hacer ruido alguno; era muy estúpido fingir que no había alguien en casa cuando justo acababa de responder el teléfono.

¿Era muy tarde para fingir que soy el buzón de voz? Esperen un momento, ¿estos teléfonos si quiera tienen algo tan sofisticado como un buzón? Bueno, de alguna manera las personas de antes tenían sus contestadoras automáticas, ¿no era lo mismo que un buzón de voz? Entonces...

« ¿Hola? —La misma voz me sacó de mis pensamientos, recordándome que estaba en medio de una llamada—. Vecino*, sé que estás ahí.

—Ah... L-Lo siento —tartamudeó torpemente al darme cuenta que el contrario notó mi existencia. Me acaba de llamar vecino, ¿no? Quizás se dio cuenta del camión de mudanza, no me sorprendería debido a lo realmente pequeño que es el pueblo.

—Bienvenido, mi querido vecino —hubo unos segundos de silencio antes de que una pequeña risa se escuchara por la bocina.

Debo admitir que era una forma extraña de darme la bienvenida al lugar, pero sentía gratitud de que él se estuviera tomando la molestia para hacerme sentir como si estuviera en casa a pesar de lo tarde que era.

—Gracias, es muy...

— ¿Qué dices? —Me quedé callada cuando él volvió a hablar, iba a darle las gracias nuevamente, pensando que no me había escuchado, pero él continuó—: ya veo... Así que es esa persona...

¿Estaba hablando de mí? Miré alrededor del corredor con nervios y apreté los labios, esperando a que el contrario volviera a dirigirme la palabra; pero eso nunca pasó, el simplemente terminó la llamada antes de que pudiera agradecerle por la bienvenida. Observé en silencio el auricular antes de colgar yo también, le marcaría de regreso pero el teléfono no tiene una opción para devolver la llamada y tampoco posee una pantalla que pudiera reflejar el número de la persona que me acababa de llamar.

Apagué los focos de la cocina, el comedor y la sala de estar, me dirigí a tientas hacia el oscuro dormitorio con una caja en manos y cerré la ventana para evitar que el agua continuara entrando; probablemente no sea el fin del mundo vivir sin Internet, debería darle una oportunidad al lugar. Abrí la caja para sacar una pijama que usar y, después de haberme cambiado, me acosté en la cama; todo estaba tan callado y en calma que resultaba intranquilizante. Esperaba que aquí no aplicara el refrán de "pueblo chico, infierno grande", quizás era la única preocupación que rondaba por mi cabeza.

Me di vuelta sobre la cama, intentando conciliar el sueño, pero la vaga sensación de que alguien me estaba observando, combinada con el silencio del lugar, no me permitía cerrar los ojos un solo momento. ¿Eran estos los nervios de vivir sin nadie más por primera vez? Tomé mi celular para poner música en volumen bajo, empezando con mi canción favorita,en un intento de tranquilizar mi mente, y, antes de sumergirme profundamente en mi mundo de sueños, pensé lo parecido que era la voz de mi vecino y la del misterioso agente inmobiliario.

El sol entrando por la ventana hizo que me despertara, supongo que debería comprar cortinas para evitar despertar apenas se está haciendo de día, observé sin emoción los estúpidos colores de la habitación y salté de la cama al darme cuenta que las...

El sol entrando por la ventana hizo que me despertara, supongo que debería comprar cortinas para evitar despertar apenas se está haciendo de día, observé sin emoción los estúpidos colores de la habitación y salté de la cama al darme cuenta que las sábanas eran un vómito de arcoíris pastel, ¿por qué demonios todo era tan llamativo? No es que odie los colores alegres, es solo que esta diversidad de tonos está ocasionando que me duela la cabeza; me acostumbré a colores más oscuros, quizás eso decía algo de mi personalidad.

Agarré mi celular, con la intención de anotar que necesitaba comprar cortinas y latas, muchas latas, de pintura, pero me di cuenta que estaba apagado, se había quedado sin batería por haber estado reproduciendo música toda la noche. Suspiré sin ganas, me dirigí a la sala de estar para buscar en las cajas el cargador y, al encontrarlo, fui a la cocina en busca de una conexión libre que pudiera usar; quizás fue una mala idea haberme ido a descansar sin antes haber desempacado lo básico al menos, pero ya no había nada que pudiera hacer.

Arrastré una de las cajas hasta la cocina y empecé a sacar los víveres que había comprado antes de dejar la ciudad, aunque eran pocas cosas serían suficientes para sobrevivir un par de días; puse a calentar agua en una tetera para prepararme una taza de café que me despertara por completo y guardé varias cosas en el refrigerador verde menta. Nunca antes en mi vida había visto un refrigerador de ese color, ni siquiera en las caricaturas que solía ver cuando iba a primaria. ¿Cómo diablos se pintaba un refrigerador?

Rodeé los ojos al darme cuenta que mis cosas desentonaban enormemente y, haciendo caso a mis necesidades fisiológicas, arrastré otra caja hasta el baño, preparándome mentalmente para que una bomba de colores atacara mi vista; sin embargo, para mi sorpresa, me di cuenta que él baño en realidad no era tan desagradable. Aunque tuviera colores alegres, combinaban a la perfección y no me causaban un dolor de cabeza como las demás zonas de la casa, al menos podría tener algo de paz en el baño.

Observé mi reflejo en el espejo de cuerpo completo antes de salir del baño y me quedé un momento en el corredor, observando el teléfono de colores que había sobre aquella pequeña mesa. Ugh, parecía que acababa de salir de un maldito baúl de juguetes de un niño, ¿por qué todo en esta casa tenía que ser tan colorido?

 

Mi rutina matutina fue la misma de siempre: comí el desayuno hecho por mí, me di una refrescante ducha mientras escuchaba algo de música y me arreglé con las prendas que mi mamá tanto odiaba por sus colores oscuros, me preguntaba si esto era algún tipo de karma por haber hecho enojar tanto a mi mamá con la gama de tonalidades que a mí me gustaban.

Era obvio que la casa no estaba hecha para mí, pero no iba a rendirme tan fácilmente, eso se podía arreglar con algo de pintura y eso era justamente lo que iba a salir a buscar.

Abrí la puerta de madera color celeste y me di cuenta que había alguien esperándome en la acera de enfrente porque cuando salí, él se apresuró a acercarse.

Era un chico que encajaba a la perfección con la espantosa decoración del interior de la casa. Llevaba puesto un llamativo pantalón de líneas multicolor, un suéter azul de botones amarillos y una pañoleta roja amarrada a su cuello; bueno, su forma de vestir no era tan desagradable como el interior de mi casa. Su cabello era azul rey y estaba peinado de tal manera que me recordaba a un diamante... Sí, un diamante inquebrantable, aunque cualquier otra persona diría que tiene forma de bota y los más conocedores sabrían que era un tupé.

Bajé mi mirada, observando la carismática sonrisa que tenía en su rostro, y continué bajando hasta que me di cuenta que llevaba un cartel con letras coloridas que ponían "bienvenido al vecindario, vecino". Maldita sea, en serio, me estoy empezando a cansar de ver tantos colores.

— ¡Hola, hola, mi querido vecino! — Su tono era demasiado alegre, atrevería a decir que él estaba genuinamente feliz de que yo estuviera ahí, se detuvo a unos cuantos centímetros enfrente de mí y dejó escapar una risa metálica, podía ver sus esfuerzos para intentar contenerse—. ¿Sabes, vecino? Hoy amanecí como un campo sin vacas —hubo más risas por parte de él, y yo me mantuve en silencio, esperando a que continuara con lo que parecía ser un chiste—. ¡Desganado!

Él empezó a reírse sin control, su risa poco a poco iba aumentando y haciéndose cada vez más histérica. Hubo un punto donde me empezó a dar miedo, relacionaba sus carcajadas con una que haría cualquier villano después de haber conseguido justamente lo que quería, y giré sobre mis talones, pretendiendo regresar a la seguridad de mi casa, pero me quedé en shock al ver las paredes exteriores de la casa. Esto podría ser la representación exacta de la obra maestra de algún niño de kinder que acababa de dibujar la "casa de sus sueños".

Era de color melón, quizás ligeramente más claro, y tenía muchas pintitas de diferentes tonalidades de verde, amarillo, rosa, naranja, morado y café, en una variedad de tamaños. Era como si alguien simplemente le hubiese lanzado un puñado de confeti a la casa. Ahora no solamente tendría que lidiar con el problema del interior, sino que también del exterior; mis pensamientos se amontonaban uno tras otro haciendo que dejara de escuchar la interminable risa de mi supuesto vecino y contemplara con horror todo el trabajo que me esperaba. Qué fastidio.

—Bonita casa, ¿uh? —Él finalmente se había recuperado del ataque de risa, su respiración seguía agitada y su voz se escuchaba un poco ronca, parecía querer fingir como si su mala broma jamás hubiese ocurrido—. Me llamo Wally, encantado de conocerte.

— ¿Ah? —Dirijo mi mirada hacia él, no me había dado cuenta de que él ahora estaba a un lado mío mientras veía la casa, la expresión en su rostro me indicaba que no encontraba nada de malo con ésta; iba a responder con mi nombre, pero su voz se me hizo tan familiar que en su lugar dije—: ¡ah! Tú fuiste quien me llamó anoche, ¿no es así?

Él me dedicó una sonrisa de culpabilidad, sabía que había escuchado esa risa en otro lugar. —Entonces me recuerdas —él me entregó el cartel que llevaba en manos y dio un par de pasos para subir al peldaño que había poco antes de la entrada, dio media vuelta para verme y me dedicó probablemente la más carismática sonrisa que nunca antes había visto en mi vida—. Bien, andando, te daré un recorrido.

Él pasó a un lado mío, dirigiéndose a la calle, y empezó a caminar mientras hablaba de algún tema probablemente interesante; él ni siquiera se dio cuenta que yo me había quedado inmóvil, pensando seriamente en si debía seguirlo o no. Digo, no me costaría nada regresar a casa, no creo que Wally se diera cuenta de mis acciones por estar distraído con su propio tema de conversación; sin embargo, su carisma me estaba atrayendo a él, era como si realmente quisiera seguirlo y pasar el rato con él.

Bajé la mirada para ver el cartel que tenía en las manos una vez más, pensando profundamente en algo que no debía de meditarlo mucho; Wally no se ve desagradable como para preferir esconderme en mi hogar, esperando a que él se olvidara del asunto y me dejara andar por el pueblo por mi propia cuenta, pero supongo que el chiste malo con el que inició el tema de conversación me hacía dudar, ¿y si decía otro?

«¿Vecino? —Mi mirada regresó a él ante su llamado, estaba en medio de la calle esperando a que yo tomara una decisión; él ladeó ligeramente su cabeza hacia a un lado, podía presentir que se estaba haciendo la gran incógnita que yo también me hacía. "¿Iré con él?"

Notes:

*Es que me gusta mucho cuando Wally se refiere a nosotros como vecinos, siento que si uso la palabra vecina perdería el encanto. Aunque puede ser una imaginación mía. Si les molesta, díganme y lo cambio ^^.

Chapter 3: Y cada movimiento que hagas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—...como puedes ver, mi querido vecino, es la tienda —Wally se detuvo a unos centímetros de la entrada, extendió su palma hacia el gran edificio azul y dejó su mirada en mí, como si estuviera esperando mi reacción; después de una conversación absurda con pésimos chistes de por medio y el recorrido casi completo del vecindario habíamos llegado al único lugar que quería conocer.

Mis únicas esperanzas de conseguir latas de pintura para arreglar el desastre de casa que renté estaban en este preciso lugar, podía sentir mi corazón acelerarse por algo tan absurdo. Di un paso hacia la puerta, pero en lugar de seguir avanzando dirigí mi mirada hacia Wally, se había quedado callado y quieto, como si no fuera a seguirme al interior del edificio. Era extraño que de pronto quisiera darme tiempo a solas cuando justo antes de llegar me sujetó del brazo diciéndome que era su vecino favorito y que nunca se apartaría de mí bajo la excusa de que podría perderme en el pueblo.

— ¿Sucede algo? —Pregunté con curiosidad provocando que él esbozara una pequeña sonrisa traviesa, mi intuición estaba en lo cierto; él tramaba algo.

—Tengo prohibida la entrada —levantó su dedo, apuntando hacia un cartel no muy llamativo que estaba pegado en la ventana del comercio, y yo dirigí mi mirada hacia donde él estaba señalando—. Por una semana, al menos.

Él hizo una pequeña risita al hacer su último comentario, ¿qué demonios pudo haber hecho alguien como él para que lo vetaran temporalmente de un lugar? ¿No se supone que ese tipo de cosas solo pasan en televisión?

—Vaya... Eso es interesante —dije pensativamente sin poder quitar la vista del cártel, estaba hecho a mano y el dibujo que intentaron hacer de Wally daba algo de risa; tenía los ojos separados y estaba sacando lo que parecía ser la lengua, aunque por la ubicación podría decir que en realidad era la nariz.

Arriba del dibujo deforme de Wally había grandes letras que decían "Howdy's place no le da la bienvenida a", y debajo de la imagen y con letras de diferentes colores "Wally Darling".

¿Darling? Es un extraño apellido, debo de admitir, pero

¿Darling? Es un extraño apellido, debo de admitir, pero... Mi mirada cayó en picada al mencionado, quien mantenía una amplia sonrisa en su rostro, como si no le importara que hubiera un cartel de él negándole la entrada al local. De alguna manera, sentía que su nombre era bastante adecuado para él.

«¿Por qué te prohibieron la entrada? —Cuestioné con curiosidad, pensaba que no sería algo tan grave como alterar el orden público, faltas a la moral o robo a mano armada, pero quería saber qué cosa tan terrible pudo haber hecho para que el dueño de la tienda decidiera añadir esa regla temporalmente.

Él hizo una risa que me puso la piel de gallina. Oh, demonios; un mal chiste se avecinaba a pasos agigantados. Con el poco tiempo que he pasado con él pude darme cuenta de cuándo va a decir un chiste que me dejará sin habla por varios minutos mientras él se ríe como desquiciado para después recuperar el aire y fingir como si nada hubiese ocurrido. Sin embargo, ante la intriga sobre su veto del local y las pequeñas carcajadas que él estaba empezando a soltar, me dieron ganas de reír.

—Howdy me encontró peleándome con los maniquís —soltó de pronto, con rapidez, antes de que su risa le ganara. Si no le hubiese estado poniendo atención probablemente le hubiera pedido que me lo repitiera.

La imagen que se proyectó en mi mente de Wally peleando con unos simples maniquís hicieron que mis labios temblaran, era algo completa y totalmente absurdo; si otra persona me lo dijera probablemente no le creería.

— ¿Por qué...? —Suspiré profundamente, ahogando la risa que quería escapar de entre mis labios, aclaré mi garganta en un intento para mantenerme en calma e intercalé mi mirada entre Wally y el cartel—. ¿Por qué te peleaste?

Él tembló en un intento de contener su histérica risa que amenazaba con estallar tan pronto respondiera mi pregunta, puso las manos en sus labios y me miró a los ojos, era claro que se estaba esforzando para mantenerse en calma.

—Porque —su voz se apagó antes de que pudiera terminar con su respuesta, estaba empezando a preocuparme de que él pudiera desmayarse por falta de aire porque ahora su rostro estaba completamente rojo y parecía que en cualquier momento empezaría a llorar de la risa.

Él tomó una bocanada de aire, suprimiendo las risitas que salían sin control alguno, y con la manga de su suéter secó las pocas lágrimas que estaban empezando a caer de sus finas pestañas.

«Porque no soporto a las personas falsas.

Finalmente él estalló a carcajadas histéricas y desquiciadas, haciendo que un escalofrío recorriera mi espalda. Ahora solamente tenía que esperar a que su ataque de risa desenfrenada cesara y él cambiara el tema de conversación para dejar en el olvido su chiste sin gracia. Miré hacia mis pies, realmente su risa podría ser algo espeluznante si la escuchara a mitad de la noche sin razón ni motivo aparente, dirigí mi vista hacia la puerta principal del local y noté un cartel que decía "cerrado" a un lado de la perilla.

Oh, no.

Por favor dime que es una mentira.

Empujé la puerta y la jalé, repitiendo este proceso con algo de desesperación pero no conseguí que ésta abriera. Todo apuntaba a que mis retinas pasarían otro día de tortura; quizás mi única salvación era pedirle a mis vecinos algo de pintura que les sobrara, ¿pero conseguiría pintar siquiera la habitación con lo que pudieran ofrecerme?

«Es broma, es broma —Wally se acercó de nuevo a mí, colocando una mano suya en mi hombro mientras que la otra la usaba para retirar las lágrimas que habían caído por sus mejillas—. No te lo tomes tan en serio, vecino —su voz era ligeramente más ronca que antes, pero conservaba el tono juguetón—. Howdy me atrapó robando unas manzanas... Yo realmente amo las manzanas —hizo un notorio énfasis en la palabra "amo".

—Entiendo —asentí con la cabeza, haciendo una nota mental para no olvidar lo que podría ser el regalo perfecto para él a forma de agradecimiento por mostrarme el lugar, di un par de pasos para empezar a caminar a dirección opuesta y me detuve al sentir como Wally me jalaba suavemente de la playera—. Ah... ¿Sucede algo?

—Aún no te muestro mi casa, sígueme —él empezó a caminar sin soltarme de la playera, era claro que no me dejaría ir hasta mostrarme absolutamente todo el vecindario—. Además, ¿no sientes curiosidad por no haber visto a nadie más por aquí?

Su última pregunta me hizo darme cuenta de algo: aunque el pueblo era pequeño, demasiado pequeño, parecía que Wally y yo éramos los únicos dos aquí; no recuerdo haber visto a otra persona durante el paseo. Entonces empecé a sentir angustia, ¿me acababa de mudar a algún tipo de pueblo fantasma? No, debía ser alguna clase de broma. Pero...

— ¿Dónde están todos? —Terminé diciendo mi pensamiento en voz alta.

Una ráfaga de aire sacudió las ramas de los árboles que estaban arriba de nosotros, haciendo que una que otra hoja fuera llevada por ésta, y el silencio que se hizo presente empezó a causar estragos en mi interior; de pronto, toda la incomodidad que sentía por los chistes malos de Wally y el hecho de que él parecía querer saber cada detalle de mi vida empezó a minimizarse para abrirle paso a un sentimiento de vacío que me estaba dejando sin aire. Cada segundo sin que él respondiera era como una eternidad para mí, ¿era tan difícil contestar aquella cuestión? Bajé la mirada para ver la palma de mis manos, estaba empezando a sudar de los nervios, y me di cuenta que Wally ya no me estaba jalando de la playera para que lo acompañara, yo lo estaba siguiendo inconscientemente.

—Bueno, mi querido vecino —él arrastró cada una de sus palabras, haciendo que mi angustia por no obtener una respuesta clara fuera en aumento. ¿Cómo era que él podía cambiar todos mis sentimientos en menos de un parpadeo?—, todos están muertos...

Ah, sí. Eso tiene mucho sentido...

Mi cuerpo se tensó al escuchar sus últimas tres palabras.

¿Acaba de decir que estaban muertos?

Dejé de caminar, quedando a mitad de la calle, y dejé mi vista en él, sintiendo como mi alocado corazón quería salir del pecho. ¿Qué pudo haber sucedido para que los demás habitantes del pueblo hubiesen muerto y que Wally fuera el único sobreviviente? La necesidad de salir huyendo de ahí se hizo presente en mi interior, pero me era imposible moverme; todavía estaba en trance, tratando de asimilar la nueva información obtenida.

Wally mantenía una sonrisa astuta en el rostro y su mirada, como desde que lo conocí, estaba fija en mí, atrevería a decirme que estaba analizando con detenimiento mi forma de reaccionar ante sus frías palabras. Sentí un gran peso caer en mis hombros, por algo estaba tan económico este lugar, y tuve que apretar los puños para evitar temblar.

Quería volver a casa.

«De ganas de darte la bienvenida —Wally hizo una pequeña risa y extendió su brazo hacia la casa roja a la que nos estábamos dirigiendo.

Levanté con lentitud la mirada mientras daba un par de pasos más, encontrando a una pequeña multitud sentada en una mesa de madera que se ubicaba en la parte trasera de la casa, y sentí como si el aire volvía a fluir en mí; entonces entendí que Wally estaba jugándome una broma pesada y de mal gusto, por un momento pensé que... Dejé escapar un profundo suspiro, borrando todas las ideas que empezaron a bombardear mi cabeza con intensidad, y me acerqué con alegría a las personas que me saludaron en voz alta apenas me vieron, pretendiendo que una de las experiencias más aterradoras de mi vida no acababa de suceder.

 

   

 

Mis amables vecinos me aclararon de que Wally tuvo la idea de organizar una fiesta sorpresa para darme la bienvenida al vecindario; no pude evitar sentirme como la persona más idiota del mundo por creer tan ingenuamente las palabras de él, supongo que debería irme acostumbrando a su naturaleza juguetona y bromista para evitar pasar por este tipo de situaciones de nuevo.

Sin embargo, todos mis sentimientos pasajeros seguían presentes, aunque no con la misma intensidad de antes. Fue una fracción de segundo, pero no pude evitar pensar que Wally escondía algo más detrás de esa encantadora sonrisa carismática y su apariencia amable. Mi pecho todavía dolía, evidencia que quedó del ritmo cardíaco que aumentó exponencialmente con tres simples palabras, y mis manos hormigueaban intensamente; los estragos que había causado la broma de Wally en mí me hicieron hacerme una pregunta: ¿él realmente era ese chico que parecía ser amante de los chistes sin gracia y de aspecto inofensivo?

Dejé escapar un gran suspiro silencioso, tratando de organizar todos mis pensamientos mientras caminaba. Era algo ridículo querer dudar de la naturaleza real de Wally por algo tan tonto como una broma, quizás solamente quería encontrar una razón que explicara el porqué la casa estaba tan económica y, claramente, debía ser por la inexistente señal telefónica que había en el lugar. Porque el vecindario era muy tranquilo, sin considerar el hecho de que somos nueve personas aquí, y los vecinos se veían como personas totalmente agradables, aunque no los conociera a todos todavía.

Asentí con la cabeza para dar por concluido el tema, con satisfacción de haber podido tranquilizarme por completo.

— ¿Vas a quedarte mucho tiempo? —Sally se asomó a la cocina y arqueó una ceja hacia mí, esperando una respuesta por mi parte.

Me quedé en silencio un momento, me di cuenta que llevaba cargando una caja de latas de refresco y me había quedado en medio de la cocina de Sally mientras trataba de organizar mis pensamientos, había dejado de prestar atención a lo que ella me estaba contando con tanta emoción hace unos minutos atrás. Oh no, había hecho justo lo que mi mamá hacía conmigo: dejarme hablar mientras ella está concentrada en sus propios pensamientos.

—Lo siento —me disculpé de inmediato con un genuino arrepentimiento, era horrible hablar sobre algo que te gusta y que nadie te estuviera poniendo atención, me apresuré para volver a seguirla y sujeté con fuerza la caja que llevaba entre manos, odiaría que se cayera por mi mala fortuna de accidentarme de las formas menos pensadas—. ¿Llevabas mucho tiempo esperándome? Me distraje un momento y...

— ¡Ja, ja! No te preocupes —ella me dedicó una amplia sonrisa mientras cerraba la puerta de su casa, y volvimos a caminar hacia la casa de Wally; como no estaba muy lejos podía ver a los demás esperándonos con paciencia para empezar a comer—. Me refería a si planeas quedarte mucho tiempo en el vecindario.

Solo hacían falta las bebidas y Sally había olvidado llevarlas, yo me ofrecí de manera voluntaria a acompañarla hasta su casa para ayudarla; tenía cierto remordimiento de que todos hubiesen aportado con algo a la fiesta menos yo a pesar de que la fiesta era para mí. Al notar que Wally me estaba saludando desde lejos, no pude evitar pasar la caja hacia una de mis manos para poder devolverle el saludo con la otra, y dirigí la mirada hacia Sally, tratando de ignorar un poco el hecho de que tenía otra vez la mirada fija de Wally en mí.

—Aún no lo sé —respondí con sinceridad, mi verdadera intención era quedarme un mes para ver si el lugar me convencía de estar aquí por más tiempo porque el hecho de no poder tener acceso al internet resultaba como un inconveniente para mí. Me había acostumbrado tanto a su uso que veía complicado vivir sin aquel recurso en mi vida diaria—. El vecindario se ve como un buen lugar —y mentira no era—, pero aún no sé si sea para mí.

Esa última frase hizo eco en mi mente, no solamente lo estaba diciendo por el diminuto detalle del internet, sino también porque todo aquí parecía ser sacado de algún cuento infantil y era bastante obvio que yo no formaba parte de ese ambiente, tenía miedo de no poder encajar con los demás por mis peculiares gustos. Esto me recordaba a cuando estaba en primaria, tenía el presentimiento de que mis increíbles intentos por ser como los demás en busca de la aceptación grupal volverían a suceder en mi vida adulta; qué tontería.

—Ya veo —ella suspiró tras su corta respuesta, me dio la impresión de que estaba decepcionada de lo que yo acababa de decir, y volvió a sonreír con alegría, a este punto me preguntaba si sus sonrisas eran reales o eran parte de una buena actuación—. De cualquier manera, me gustaría invitarte a que formes parte de alguna de mis obras, ¿te gustaría?

Bajé la mirada, nunca nadie antes me había querido involucrar en la dinámica grupal tan fácilmente en tan poco tiempo, sentí mi corazón acelerarse gracias a los nervios y asentí lentamente con la cabeza; aunque mi experiencia actuando era prácticamente nula, no quería rechazar la invitación que Sally me estaba haciendo. —Me encantaría.

—Me aseguraré de darte un buen personaje, creéme —ella parecía estar emocionada con la idea de tener un nuevo integrante y me dio un par de palmadas amistosas en la espalda que hicieron que perdiera el equilibrio y terminara cayendo a centímetros antes de dejar la caja de refrescos sobre la mesa.

Un jadeo de sorpresa fue lo único que escuché cuando mi barbilla aterrizó en el suelo, de haber soltado la caja probablemente hubiese alcanzado a poner las manos para evitar que el dolor que empezó bajo mi mandíbula se desplazara hacia mis codos, rodillas y pecho, pero mantuve la caja firmemente sujetada para evitar que ésta cayera. Había muchos pensamientos cruzando por mi mente mientras bajaba con lentitud lo que llevaba en manos para dejarlo enfrente de mí, sentí un bochorno apoderarse de mi rostro y el ardor de mis nuevas heridas hicieron que mis ojos se llenaran de lágrimas; no podía dejar que ninguno de mis nuevos vecinos me viera de esta manera, pero podía sentir su pesada mirada encima de mí y estaba empezando a entrar en pánico al no saber qué hacer.

— ¿Necesitas una mano?

— ¿Estás bien?

— ¡No puede ser! Lo siento tanto.

— ¿Te ayudo?

— ¿Se te movió el piso, vecino?

— ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

—No te rías, Barnaby; y tú, Wally, no bromees.

—Ven, déjame ayudarte.

Todos empezaron a hablar al mismo tiempo que se acercaban a mí, mi cabeza daba vueltas al no saber a quién ponerle atención, sentí mi barbilla palpitar y, parpadeando lo más rápido que podía para desaparecer las lágrimas que amenazaban con salir, noté que empezaron a caer gotas de sangre en el lugar exacto donde mi rostro había aterrizado; no quiero imaginar la patética imagen que estoy dando frente a todos porque probablemente eso haría que el bochorno en mi rostro aumentara.

Al ser incapaz de pronunciar palabra alguna, sus insistentes preguntas para saber mi estado actual cesaron, y en sus rostros se reflejaba una expresión de preocupación genuina. ¿Qué se supone que debería de hacer?

Notes:

No suelo hacer referencias gráficas para mis fanfics xD como lo del cártel, ustedes ya saben porque no JAJAJAJA DIOS MÍO, pero mi capoomigo se grabó narrando una parte de este capítulo y tuve que hacerlo para subir el video al Faceeee aaaaa le quedó hermosooooo jajaja

Muchas gracias por leer! Y por sus comentarios! Nos vemos en la próxima ♥

Chapter 4: Cada vínculo que rompas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Corrí. 

En lugar de quedarme a intentar tranquilizar a los vecinos que estaban preocupados por mí decidí huir a casa como si fuera un infante buscando con desesperación el consuelo de su amada madre. Tenía tantas ganas de romper en llanto que mis piernas se movieron por sí solas, atravesando las solitarias calles del vecindario hasta conseguir cerrar la puerta de mi casa detrás de mí. 

Mi respiración agitada era evidencia de mi falta de condición física y las lágrimas que caían sin control alguno indicaban mi vulnerabilidad por mi inexperiencia en este tipo de situaciones; arrastré los pies con cansancio hasta llegar a mi habitación y empecé a buscar entre los cajones el botiquín de primeros auxilios que compré en una farmacia de mi ciudad. Tenía la fama de que los accidentes me siguieran constantemente, así que no dudé en hacerme con un botiquín desde que empecé a ser consciente de este hecho. 

Mi visión borrosa por las lágrimas hacían difícil la búsqueda, maldije en voz baja sintiendo como mis palabras temblaban, y tomé la primera caja que sentí con los dedos; ahora solo tendría que ser valiente para aguantar el alcohol en la herida de mi barbilla. A pesar de todo, la razón de mi llanto silencioso no era por el dolor físico, sino por la idea de haber mostrado tanta vulnerabilidad enfrente de mis nuevos vecinos; no quería que me vieran como una persona débil que podía derrumbarse fácilmente con pequeños accidentes que estaban fuera de su alcance. 

La comunicación que tuve con los demás fue prácticamente nula, muy apenas me sabía sus nombres, y aún así no dudaron en reflejar sus preocupaciones por mí, un desconocido a fin de cuentas. 

Me senté en la orilla de la cama, dejando el botiquín a un lado de mí, llené un trozo de algodón con alcohol y tomé una gran bocanada de aire, cortando con mi llanto al saber que una nueva oleada de dolor se avecinaba; suelo hacer un drama con este tipo de cosas por lo que volví a apreciar el hecho de que en mi casa solo estuviéramos uno de mis vecinos y yo. 

¿Qué? 

Parpadeó varias veces al darme cuenta que hay una persona parada en la entrada de mi dormitorio y entrecierro un poco los ojos, preguntándome si se trataba de la realidad misma o era una alucinación provocada por el fuerte impacto que mi cabeza recibió. Los dos nos observamos en silencio por un par de segundos, era como si estuviéramos esperando a que el otro dijera algo. Él llevaba un libro bajo el brazo y, a juzgar por su expresión facial, parecía estar molesto; quería preguntarle qué estaba haciendo en mi casa, pero tenía la sensación de que aquello solamente lo terminaría haciendo enojar. ¿Estará esperando a que termine de curar mi herida? Quizás deba apresurarme. Acerqué el algodón a mi barbilla, y él reaccionó casi de inmediato. 

— ¡No! —Corrió hacia mí, sujetando mi muñeca antes de que pudiera hacer lo que pretendía, y frunció el ceño—. ¿Qué intentas hacer? —Por el tono de voz que usó me atrevería a decir que estaba a punto de regañarme; me quitó el algodón y me entregó el libro que llevaba con él mientras rodaba los ojos—. Página 1827.

En lugar de bombardearlo con preguntas que saltaron a mi mente desde que noté su presencia, preferí hacer caso a su indicación implícita y abrí el libro en la primera página, donde había un pequeño texto escrito a mano que decía "Dueño: Frank Frankly". Me hizo un poco de gracia notar una pequeña mariposa dibujada a lado de su nombre. 

« ¿Dónde está la cocina? —Cuestionó antes de que pudiera llegar a la página que me había mencionado, tomando un par de cosas que tenía en el botiquín de primeros auxilios. 

—Ah… —Alcé la mirada un momento, tratando de recordar mi croquis mental de la casa, y me incliné un poco hacia adelante para ver por el pasillo, notando que en la sala de estar había una chica—. Saliendo, última puerta a la izquierda. 

—Bien, ahí te espero —él se marchó sin agregar nada más. 

Regresé mi vista al libro abierto en la página que Frank había indicado y me di cuenta que habían pasos detallados para tratar una herida en el rostro; aunque era un lindo gesto que él se hubiese tomado la molestia de haber venido a mi casa para ayudarme, no podía evitar que la sensación de extrañeza se hiciera más profunda. Aquello me dejaba en claro que ahora estaba en un nuevo vecindario, uno que era muy diferente a lo que me había acostumbrado tras años de vivir en el mismo lugar de siempre. 

Tras una rápida lectura me dirigí al baño y observé un momento mi rostro lleno de tierra, lágrimas secas y sangre en el espejo, sintiendo vergüenza de que todos me hubieran visto de esta manera antes de que saliera huyendo. Ugh, vaya primera impresión que dejé en la mayoría. 

Me lavé el rostro con agua y jabón, teniendo especial cuidado donde estaba la herida, y respiré profundamente para tratar de calmar mi ansiedad, de nada me servía seguir atormentándome sobre lo que los demás pensaban de mí después de la caída. Más tarde hablaría con ellos para pedirles disculpas por haber arruinado la fiesta que organizaron para mí. 

Quizás sea buena idea preparame para los chistes que Wally podría hacer sobre lo que había pasado, aunque tenía la vaga sensación de que ya había hecho uno justo después de que me caí. ¿O me estaba confundiendo? Como mi cabeza dolía horrores cuando todos empezaron a hablar no conseguí entender palabra alguna de lo que estaban diciendo. Suspiré con pesadez al recordar con claridad la risa característica de él y fui a la cocina, donde Frank me condujo hasta una silla azul que tomó del comedor. 

—Perdón si te asusté —comentó mientras cortaba cuidadosamente un trozo de gasa, parecía tener todo bajo control—. Wally dijo que Julie y yo te ayudáramos con tu herida, hubiésemos llegado antes pero Julie me convenció de que te prestara el libro para que supieras cómo curarte. 

—Ya veo, siento las molestias —me encogí suavemente de hombros, tratando de no hacer movimientos bruscos para no interrumpir su trabajo, y desvié la mirada para intentar tranquilizarme; no era normal para mí que alguien estuviera siendo tan amable como para hacer este tipo de cosas. 

Esto no estaría pasando si me hubiese accidentado frente a mis amigos más cercanos, ellos me hubiesen ignorado hasta que yo resolviera mi problema. Quizás por eso no podía eliminar el sentimiento de extrañeza de mi interior; siempre pensé que debía ser alguien importante o especial para recibir un trato amable, incluso si se trataba de mis amistades. 

—No es problema —al terminar sacudió sus palmas, como si acababa de hacer un buen trabajo, y extendió su mano, ofreciéndome una vez más su ayuda, pero esta vez para levantarme—. No todos comenzamos con el pie derecho, es bueno tener a alguien en quien apoyarse de vez en cuando. 

De alguna manera, sentí cómo sus palabras llegaron a mi corazón. Probablemente era una tontería, pero me sentía feliz de que él fuera mi vecino. Iba a tomar su mano, pero el sonido de la puerta siendo azotada ocasionó que mi mirada se dirigiera hacia la entrada, encontrándome con un alegre Wally mirándome fijamente. No sabía por qué Wally me miraba de esa manera, pero me daba la sensación de que estaba tratando de leer mis pensamientos; me preguntaba si los demás vecinos también lo notaban y si se sentían igual de incómodos en su presencia.

— ¡Querido…! —Tomó una bocanada de aire antes de continuar, miró en silencio la mano extendida de Frank y arqueó una ceja mientras se inclinaba ligeramente hacia nosotros—. ¿Acaso interrumpí algo? Me disculpo si fue así —aunque sus palabras no se escuchaban sinceras. Su carismática sonrisa se desvaneció por un momento, me tomó de la muñeca antes de que pudiera decir algo y me jaló para llevarme con él, ocasionando que Frank nos siguiera para no quedarse solo en la cocina—. Querido vecino, la comida se enfriará si no nos apuramos. 

— ¿De qué…? —Al pasar a un lado de Julie, noté que ella me miraba de una forma en particular que reconocía casi al instante gracias a mis experiencias pasadas; sus ojos desbordaban desdén, era claro que no todo iba a ser de color rosa en el vecindario—. ¿... hablas? —Continuamos caminando hasta salir de la casa. 

Me quedé sin palabras.

Habían traído la mesa que estaba en el jardín de Wally junto a las decoraciones, parecía que todos estaban dispuestos a continuar con la fiesta de bienvenida a pesar de que lo había arruinado todo.

—Eddie tuvo la idea de traer las cosas —explicó Sally, con una pequeña sonrisa en el rostro, mientras se acercaba a mí para rodearme con uno de sus brazos y llevarme con él—, ¿no es brillante? 

—Solo pensé que sería mejor para ti si la fiesta era aquí —Eddie se encogió de hombros, como si no quisiera llevarse toda la atención de este lindo gesto—, así cuando acabe no tendrás que caminar mucho para volver a casa. 

—Ah, Poppy —Julie, quien acababa de salir, pasó a un lado de nosotros para ir con la mencionada—, déjame ayudarte.

—Aunque Home se pondrá triste… —Wally murmuró, me preguntaba a qué se refería con Home, agitó la cabeza con suavidad y se acercó a mí para tomarme de los hombros con confianza—. Por cierto, vecino, hiciste un muy buen intento, felicidades.

— ¡Oh! Muchas gra… —Antes de que pudiera agradecerle por sus amables palabras, me quedé en silencio; trataba de recordar algo que yo hubiera hecho como para que Wally me estuviera felicitando—. ¿Qué intenté? 

Noté que tanto Sally como Eddie y Frank miraban con curiosidad a Wally, al parecer ellos también estaban intrigados por las repentinas palabras que soltó después de su misterioso comentario sobre Home. 

Los labios de Wally se curvaron para formar una sonrisa temblorosa y un par de risitas se escaparon de entre ellos; bueno, no necesitaba de más señales para saber que un nuevo chiste se aproximaba, al menos me había preparado mentalmente para asimilar cualquier broma sobre mi caída. Así que adelante, Wally. Me preparé para esto.

—Huir de tu sombra, claro —al responder, por alguna razón él no estalló en risas como esperaba que lo hiciera. Las carcajadas que se escuchaban eran por parte de Sally y Eddie, incluso Frank hacía su esfuerzo para no reír. Wally tomó un poco de aire, manteniendo su carismática sonrisa en su rostro—. Es imposible escapar de tu sombra, querido vecino, creéme. 

A pesar de que el chiste me había causado gracia por imaginarme huyendo de mi propia sombra y de que él había usado un tono amigable en su voz, no podía evitar sentir sus palabras como un tipo de amenaza. Bajé la mirada, no sabía cómo sentirme al respecto; sé que me había preparado para cualquier chiste de Wally sobre mi caída, pero él se había enfocado en mi huida. Y no solo eso, sino también estaba el hecho de que sus palabras me incomodaron inexplicablemente. 

—Wally, te dije que no molestaras al vecino con tus bromas tontas —di media vuelta al escuchar la voz que me sacó de mis pensamientos, olvidándome por completo de aquel extraño momento, y tuve que levantar la cabeza para ver su rostro. Oh, por Dios. Él sí que era el "kilómetro parado"—. Lo siento, no pude presentarme antes. Soy Howdy, soy dueño de la tienda que…

Él continuaba hablando, pero yo dejé de escucharlo. Cuando Wally me habló de él cuando fuimos a su tienda me lo imaginé diferente. Maldición, es que él no solamente era alto como Poppy y Barnaby, sino también fuerte porque en una de sus manos llevaba las dos cajas de refrescos que Sally y yo llevábamos mientras que en otras dos llevaba sillas desplegables. 

Aunque no soy de este tipo de persona, ¿sería mucho pedirle si él…?

— ¿Puede cargarme? —Terminé diciendo mis pensamientos en voz alta de forma accidental, tragué con dificultad cuando Howdy hizo una pequeña risa simpática que hizo darme cuenta de lo que acababa de decir y sentí un gran bochorno en mi rostro cuando las miradas de Wally y Julie cayeron en mí—. N-No, perdón, yo solo… 

—No es ningún problema, vecino, solo déjame acomodar esto —Howdy me dedicó una amplia sonrisa mientras caminaba para dejar las cosas que llevaba en sus manos según Eddie y Frank se lo indicaban. 

Dios, ¿qué pasaba conmigo? Bajé lentamente la mirada para ver mis pies, me sentía como una persona completamente tonta por haberle pedido algo así a Howdy en el segundo que lo estaba conociendo, ni siquiera le pude decir mi nombre. Dejé escapar un suspiro mientras alzaba la vista, observando como todos hacían un esfuerzo para que la fiesta de bienvenida que habían preparado para mí diera inicio en una nueva ubicación, y ladeó ligeramente mi cabeza hacia el costado; pensándolo bien, no había tenido oportunidad de presentarme correctamente con todos, ni siquiera con Wally quien fue el primero en darme la bienvenida al vecindario. Supongo que puedo hacerlo después de que Howdy me cargara. 

Sentí un ligero bochorno en mis mejillas a la vez que mis labios temblaban en un intento de ocultar una boba sonrisa, de solo pensar en estar tan alto y en los seguros brazos de alguien fuerte me hacía sentir especial. ¿Mi emoción estaba siendo demasiado obvia? A juzgar por la mirada atenta de Wally diría que sí, ¿pero qué podía hacer? Simplemente me era imposible siquiera intentar ocultarlo. Estaba a punto de dar media vuelta para acercarme a Howdy, pero por alguna razón noté que Wally había parpadeado. 

¿Por qué de pronto me pareció inusual aquella simple acción? Me puse a pensar en si él lo había hecho antes y sentí como mi corazón dio una fuerte punzada al ser incapaz de encontrar una respuesta clara; digo, era imposible que alguien no parpadeara, ¿entonces por qué de pronto me llamó la atención que lo hiciera? 

Todo se hizo distante en una milésima de segundo, había dejado de escuchar las conversaciones animadas de mis vecinos, y sentí un inexplicable vacío en mi interior; ¿por qué me estaba afectando tanto algo como eso? Levanté mi mano para saludarlo, pues él acababa de hacerlo, e hice un intento por sonreír de una forma en la que él no se diera cuenta de toda la incomodidad que me invadió de pronto. 

—Bien, ¿estás listo, vecino? —La voz de Howdy me sacó de mis pensamientos, y yo di un paso hacia atrás cuando él intentó acercarse—. Perdón, ¿sucede algo? 

Era imposible para mí intentar explicar lo que acababa de pasar. Mi emoción de que él me levantara por los aires había desaparecido por completo, incluso empecé a dudar en si realmente esa sensación había estado presente hace unos segundos atrás. Fue como si hubiese cambiado de opinión en un parpadeo. Mi mirada pasó del rostro confundido de Howdy al alegre y carismático de Wally. En un parpadeo… 

—Lo siento, Howdy —volví a levantar la mirada para ver sus ojos, aún sin poder encontrar palabras para explicar lo que acababa de suceder, y me encogí ligeramente de hombros—. Mi cabeza sigue dando vueltas por la caída, ¿podríamos dejarlo para después? 

—Ey, no te preocupes —él me dedicó una amplia sonrisa comprensiva mientras con uno de sus brazos me rodeaba y empezaba a caminar conmigo hacia la gran mesa roja de madera—. Será hasta que te sientas bien, ¿sí? 

Asentí lentamente con la cabeza, sintiéndome con suerte una vez más por tener a las personas más agradables y amables del mundo como vecinos en este nuevo lugar, y decidí dejar atrás aquella extraña sensación que me invadió. Me senté en uno de los extremos de la mesa, espacio que parecía estar reservado especialmente para mí, y todos empezaron a ver cómo acomodarse alrededor de la mesa. 

A mi lado derecho tenía al simpático de Wally, quien se había apresurado en abrirse paso entre la multitud para ganarle el lugar a Sally, y a mi lado izquierdo estaba Howdy, quien empezó a murmurar un par de cosas como si le estuviera llamando la atención a Wally por lo que acababa de hacer. Esto sería una comida realmente larga, ¿no es así?

Notes:

Ho-Ho-Hola

JAJAJAJA primero que nada, quiero disculparme por haber tardado tanto xd y es que soy la persona más tonta del planeta Tierra... Y es que, estoy a semanas de que acabe el semestre, este último me he estado en modo "a salvar el semestre" Y AÚN ASÍ TUVE LA BRILLANTE IDEA DE EMPEZAR UN NUEVO FANFIC?! God, I'm a mess...

Pero bueno... Batallé mucho en escribir, no solo por mi atareada vida universitaria, sino porque no sabía si estaba yendo por un buen rumbo y me desesperé.. Me quedé sin amigos para ayudarme con mis Fics, antes tenía un bestie qué me tiraba paro cuando lo necesitaba y mi amigo de confianza está ocupado para leer lo que escribo, así que soy yo y yo contra el mundo xd

BTW, sigo con mi búsqueda de un Beta Reader, ya tengo 2 en mi lista pero no me terminan de convencer 😞 igual, hay que darle tiempo al tiempo

Y nada, muchas gracias por esperar y nos vemos en la próxima!! Espero les haya gustado 💕✨

Chapter 5: Y cada paso que des

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Comía felizmente el puré de papa que quedaba en mi plato; aunque no estaba participando activamente en las diversas conversaciones de mis nuevos vecinos, estaba feliz de poder escucharlos mientras disfrutaba de las delicias que habían traído para compartir. Si muriera ahora, moriría feliz; era como si con cada bocado pudiera saborear el paraíso. Esto ni siquiera se podía comparar con la comida de mi madre, aunque no era como si ella cocinara mucho. 

Me preguntaba cómo estaba, no había podido hacerle saber que me instalé sin problema alguno en mi nuevo hogar e incluso conocí a todos mis vecinos en un mismo día, probablemente no me creería y se echaría a reír mientras me da indicaciones detalladas de lo que haré cuando regrese a su casa con mis maletas en mano. Bajé mi mirada hacia el plato que tenía enfrente, dejando los cubiertos sobre la mesa por un momento, e hice un corto suspiro; era cierto que no teníamos la mejor relación del mundo y quizás fue muy impulsivo de mi parte haber tomado la gran decisión de mudarme, pero ella seguía y seguirá siendo mi mamá, debería de al menos intentar marcarle desde el teléfono de mi casa para avisarle que todo estaba yendo mucho mejor de lo que ella me comentó un día antes de marcharme. 

Con el tenedor empujé tristemente el pedazo de pollo en salsa de champiñones que quedaba en mi plato, pensando en cómo resumir todo lo que me había pasado en tan pocas horas desde que me mudé porque incluso para mí parecía una mentira. Empezaría con el desastre de decoración que tenía la casa, detallaría con horror la ausencia de señal telefónica en la zona y haría una breve mención a la llamada nocturna de Wally para darme la bienvenida; aunque, pensándolo bien, podría omitir esa parte. Después le contaría que cuando salí de casa al día siguiente, el vecino más carismático del vecindario me estaba esperando con un chiste sin gracia para después darme un tour por el lugar, me dio un susto de muerte poco antes de finalizar con el breve recorrido y me invitaron a formar parte del club teatral del vecindario, en el cual aparentemente todos participaban. Entonces le platicaría la maravillosa forma en la que había arruinado la fiesta de bienvenida y… 

—Vecino —Howdy pasó cuidadosamente una servilleta por mi mejilla, provocando que mis nervios brotaran casi al instante, e hizo una pequeña risa cuando terminó de limpiarme—, te ves un poco distraído, ¿está todo en orden? 

—Cla… 

— ¡Oh, Howdy! —Wally me interrumpió mientras se inclinaba hacia adelante, acercándose ligeramente al contrario, y se limpió los labios con su puño de una manera un tanto amenazadora; si no fuera tan lindo probablemente me hubiese sentido intimidada por aquel simple gesto—. No tienes que fingir amabilidad con el vecino, ya está al tanto de tu verdadera naturaleza, ¿no es así? —Giró hacia mí con una sonrisa apática dibujada en su rostro y, antes de que pudiera responder, regresó su mirada hacia Howdy—. Si en realidad fueras amable no me prohibirías la entrada a tu tienda por una cantidad ridícula de días. 

Howdy se limitó a hacer una sonrisa amable, aunque forzada, y contestó lo más calmado que podía estar en una situación así:

— ¿Oh, es así? Entonces el vecino también debe saber que si te prohibí la entrada fue por tu manía de irte sin pagar, ¿sabes cómo se le llama a alguien así? —Observé un breve instante la lata de refresco que estaba a lado de mi plato cuando contesté mentalmente la pregunta de Howdy que quedó en el aire y levanté la vista una vez más, teniendo el privilegio de poder presenciar en primera fila la intensa batalla de miradas que había entre Howdy y Wally, a la vez que Sally y Julie se veían cada vez más interesadas en la discusión—. Ladrón, eso es lo que eres. 

Wally hizo un jadeo hasta que sus pulmones se quedaron sin aire, claramente ofendido por lo que acababa de escuchar, entrecerró los ojos mientras pensaba qué decir y se inclinó todavía más hacia el frente, señalándolo con uno de sus dedos índices. 

—Eres tan irritante que hasta un mosquito preferiría buscar otro objetivo para no tener que estar cerca de ti —Wally sentenció seriamente, una respuesta propia de él.

Howdy estaba haciendo un esfuerzo enorme por mantener su compostura, lo sabía por la forma en la que una de sus cejas empezó a temblar. Él dejó escapar un corto suspiro, dejando la servilleta que había usado para limpiarme sobre la mesa, y, al igual que el contrario, se inclinó hacia adelante hasta que sus frentes estuvieran a unos centímetros de distancia. 

—Wally, Wally, Wally —El más alto apartó la mano de Wally con la que lo estaba señalando amenazadoramente y su ceño se frunció ligeramente, el ambiente parecía tensarse cada vez más y empezaba a tener el presentimiento de que pronto Wally se lanzaría contra Howdy para empezar una absurda pelea que claramente perdería—. Supongo que tienes una forma única de demostrar tu afecto —habló con dejos de sarcasmo en su voz y su mirada se intensificó de un segundo a otro—. Sin embargo, déjame recordarte que yo soy el dueño de la tienda y tengo el derecho de prohibirle la entrada a personas que no cumplen con su pago. 

— ¡No tienes el derecho de tratarme así! —Exclamó Wally de pronto, cruzando los brazos sobre su pecho, y, con el orgullo herido, retrocedió, alejándose del contrario—. ¡Yo solo quería llevarme unas manzanas gratis! 

Howdy también regresó a su lugar antes de que la discusión entre ellos dos empezara a escalar y sacaran a la luz resentimientos personales enfrente de todos, rodó los ojos con cansancio y puso una mano en su frente, era como si le estuviera doliendo la cabeza. 

Se hizo presente un gran e incómodo silencio en todo el lugar porque cuando Howdy llamó a Wally "ladrón" todos dejaron de hacer lo que estaba haciendo para poner su atención absoluta en el par que acababa de dejar una atmósfera de tensión. Apreté los labios nerviosamente, dudando en si era buena idea decir algo finalmente; sentía como si toda la discusión empezó por mi culpa, aunque realmente había sido Wally quien atacó primero. 

—No entiendo por qué robas mis manzanas si pagas tus pinturas sin falta —mis ojos se agrandaron con el comentario de Howdy, ¡era justo lo que necesitaba escuchar! 

Dirigí mi mirada hacia él, parecía que iba a continuar hablando pero yo fui más veloz y terminé diciendo:

— ¡Eso es! ¡Pintura! —Mi corazón se aceleró por tener que interferir en el pequeño altercado, mis labios temblaron al sentir una vez más la mirada de todos encima de mí y me encogí ligeramente de hombros, sintiendo los nervios recorrer desde el centro de mi estómago—. L-Lo siento… Yo realmente necesitaba saber si vendías pintura —devolví mi mirada hacia mi plato casi vacío y sentí un bochorno recorrer con intensidad mis mejillas, pero la sensación se fue haciendo menor cuando las conversaciones ajenas volvieron a surgir, rompiendo finalmente con la tensión del ambiente—. Quería pintar mi casa. 

Mis palabras fueron perdiendo emoción gradualmente, ahora solamente me sentía como una persona estúpida por no saber esperar mi turno para hablar. Sin embargo, ambos rieron ante mi actitud, ocasionando que los volviera a ver con confusión. 

—Aunque no tengo en el almacén, puedo mandarlas a pedir, vecino —Howdy habló con calma y una sonrisa brillante en su rostro, parecía querer continuar con nuestra conversación pero su mirada salió disparada hacia Wally—. Estoy dispuesto a reconsiderar la prohibición de tu entrada a la tienda, Wally, pero bajo dos condiciones. 

Él arqueó una ceja con curiosidad, parecía interesado en las exigencias del contrario para deshacerse de una vez por todas de su veto temporal de la única tienda en el vecindario, bajó los brazos con lentitud y movió suavemente su mano para que Howdy continuara hablando. 

«Primero, debes disculparte con el vecino, conmigo y con todos en la mesa por tu irrespetuosa actitud —su tranquilidad me sorprendió, era como si la pequeña pequeña discusión de antes jamás hubiese ocurrido—. Y segundo, debes comprometerte a pagar lo que consumas en mi tienda. 

Una vez más bajé la mirada, pero esta vez para pensar en qué tanto pudo haber robado Wally para que Howdy tuviera que prohibirle la entrada a su tienda. ¿O qué tanto consiguió robar antes de que Howdy se diera cuenta? De cualquier forma, ¿no vivimos justo a lado de un bosque? Debería de haber por lo menos un árbol de manzanas por ahí; quizás sea bueno investigar un poco más allá de las calles y casas de los vecinos, aunque de solo imaginarlo me cause una extraña sensación de vacío. 

Wally levantándose de su asiento para disculparse personalmente con cada uno de los vecinos hizo que mi atención se dirigiera a la mesa; Sally, quien estaba sentada a un lado de Howdy, escribía velozmente en una libreta de bolsillo a la vez que esporádicamente alzaba su mirada para ver a todos, era claro que tenía una idea brillante en mente. 

Julie, quien estaba a lado de Wally, sonreía muy amable y amigablemente a Frank mientras hablaban con Eddie al otro lado de la mesa, parecía que los tres se llevaban bastante bien. Ahora que lo pienso, la manera en la que Frank y Eddie intercambian miradas de vez en cuando me decía que probablemente había algo interesante ahí. Y finalmente, Poppy y Barnaby estaban concentrados en un Wally arrepentido por poner en riesgo la fiesta de bienvenida. 

Le di un pequeño sorbo a mi refresco, sintiendo cómo el burbujeante líquido bajaba por mi garganta, y suspiré de alivio; me empezaba a gustar formar parte de este extraño, colorido y lindo vecindario, por primera vez en mi vida me sentía como si formara parte de una comunidad. Mi vista se volvió borrosa por un par de lágrimas que se juntaron debido a mis pensamientos sentimentales; sin embargo, la sensación se esfumó al recordar que todavía tenía una llamada que realizar.

—Gracias por todo, nos vemos mañana —me despedí de ellos con una gran sonrisa en mi rostro, mis mejillas empezaban a doler por tener que forzarme a mantener la misma expresión por tanto tiempo, cerré la puerta lentamente cuando noté que los únicos...


—Gracias por todo, nos vemos mañana —me despedí de ellos con una gran sonrisa en mi rostro, mis mejillas empezaban a doler por tener que forzarme a mantener la misma expresión por tanto tiempo, cerré la puerta lentamente cuando noté que los únicos que faltaban dieron media vuelta para irse y dejé escapar un gran suspiro de cansancio. 

Me sentía feliz, en serio, pero nunca antes había querido mantener una sonrisa por una cantidad insana de minutos. Pasé una mano por mi cabello, resintiendo el dolor de mi cuerpo debido a la caída, y caminé despacio hacia la cocina para guardar la comida que sobró. 

Le dije a Poppy que no hacía falta que me quedara con todo, pero ella insistió hasta que me dejó sin escapatoria; supongo que los próximos días habrá en el menú un delicioso recalentado. Cerré la puerta del refrigerador e hice un grito mudo junto a un salto de sorpresa al notar a Sally de pie con una resplandeciente sonrisa en su rostro, ¡¿qué demonios?! 

— ¡Sally! —Mi corazón latía con fuerza y velocidad, la idea de morir por un infarto provocado por uno de mis sigilosos vecinos se hacía cada vez más una realidad. Puse una mano en mi pecho, sintiendo el acelerado ritmo de mis latidos contra mi palma, y agité suavemente la cabeza, intentando deshacerme de la sensación que me asaltó al notar a Sally detrás de la puerta del refrigerador—. ¿No podías decirme que estabas ahí? Casi me matas del susto —caminé para sentarme en la silla que Frank había llevado de mi comedor para que le fuera más fácil curarme e hice un par respiraciones profundas, logrando calmarme tan rápido como me había alterado—. ¿Te puedo ayudar en algo? 

—Lo siento, vecino —ella rascó nerviosamente su nuca mientras de su bolsillo sacaba su libreta y anotaba un par de cosas velozmente, dudaba de que lo que estuviera escribiendo fuera legible ya que no parecía molestarse en hacer correctamente los trazos de cada una de las letras—. Solo estoy… ¡Emocionada! —Su sonrisa se amplió enormemente y dirigió su mirada brillosa en mí—. Ya lo decidí —tomó sin dudar una de mis manos, sus ojos llenos de emoción nunca dejaron de verme—, serás uno de los personajes principales en mi siguiente obra.

— ¿Yo? —Pregunté con sorpresa, no podía imaginarme en el escenario interpretando un papel tan importante en algo que jamás había hecho antes, empecé a sentir los nervios recorrer mi estómago y solté suavemente sus manos, sentía que era demasiado para alguien tan simple como yo. 

— ¡SÍ, no hay nadie más que tú! —Ella no pareció darle mucha importancia a mis evidentes dudas. 

Sacó su libreta de bolsillo y me la extendió para que leyera sus ideas; en efecto, la letra no era perfecta pero al menos podía entenderla. 

Sally no esperó a que terminara de leer, empezó a explicarme por qué nada más yo podía ser uno de los tres personajes principales, detalló profundamente en la forma en la que pude ocasionar que Howdy y Wally hubiesen discutido de esa manera y expuso la profunda trama que se le ocurrió en un parpadeo. 

Al estarla escuchando no pudo evitar sentir su emoción subir por mi cuerpo, una sonrisa temblorosa se formó en mi rostro y asentí con energía cada vez que terminaba una oración; podía ver con claridad los personajes actuando en mi mente, era algo fantástico. Parecía ser una buena oportunidad para probar algo totalmente diferente a lo que normalmente hago, salir de mi zona de confort no me vendría mal. 

Aunque los otros dos personajes principales serían ocupados por Howdy y Wally, sentía emoción por participar en una obra de teatro con todos mis nuevos vecinos. Terminé aceptando la amable oferta de Sally, deseando que terminara pronto con el guión para poder ensayar y no causarle una gran decepción cuando me vea en el escenario, me despedí de ella con una gran sonrisa en el rostro y cerré la puerta cuando ella se alejó lo suficiente de mi casa. 

Miré hacia el reloj colgado en la pared y suspiré profundamente, el cansancio había desaparecido los constantes dolores de mi cuerpo después de la caída. Ya era de noche, lo único que quería hacer era ponerme mi pijama e ir a la cama a descansar. Alcé la vista para ver el largo corredor oscuro de mi casa y apreté los labios con nervios, no recordaba que diera una sensación tan terrorífica. 

Antes de que pudiera dar un paso, escuché golpes en la puerta. Supuse que se trataba de Sally, ¿quién más podría ser a esta hora? 

— ¿Olvidaste algo, estrellita? —Al abrir la puerta mi mirada tuvo que salir disparada hacia arriba cuando no encontré a Sally, sentí un bochorno en mi rostro al ver cómo Howdy agitaba su mano para saludarme y quise morderme la lengua por haberlo llamado con tan ridículo apodo. 

Ni siquiera fui capaz de corregirme, era demasiado vergonzoso. 

—Buenas noches, vecino —él me dedicó una sonrisa amable, parecía que iba a pasar desapercibido el hecho de que lo había llamado “estrellita” y dio un vistazo rápido hacia atrás, dándome la impresión de que se estaba asegurando de que nadie lo estuviera viendo—. Lo siento, hay algo que quiero decirte —mi corazón dio un vuelco al notar la seriedad en sus palabras—. ¿Puedo pasar?

Tragué saliva con dificultad mientras analizaba las únicas dos opciones que tenía. 

Howdy no se veía como un mal tipo, a pesar de lo alto y fuerte que se veía, pero seguramente podría empezar rumores en el vecindario si lo dejaba pasar a mi casa siendo tan tarde; aunque, pensándolo bien, mis vecinos no se veían cómo ese tipo de personas en realidad. Mi barbilla empezó a arder, recordándome que pronto debía hacer el cambio de la pequeña gasa que Frank colocó para evitar que se infectara, y todavía tenía que llamarle a mi mamá para avisarle que todo estaba bien. 

¿Qué podía ser tan importante para que Howdy viniera a hablar conmigo a solas?

Notes:

Hola a todos!! Quiero pedir una disculpa, el semestre fue un caos total y me deprimí bastante xd

Ni modo, la vida es así, gracias por esperar! Nos vemos en la próxima!

Chapter 6: Te estaré vigilando

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Cambié rápidamente la gasa que tenía en la barbilla por una nueva, queriendo tardar lo mínimo posible. Terminé cediendo ante mi inmensa curiosidad de por qué Howdy se había tomado la molestia de regresar a mi casa cuando probablemente ya todos estarían dormidos, porque dudaba que mis vecinos fueran tan modernos como para desvelarse viendo vídeos o algún programa en la televisión. ¿Quizás escuchando un programa en la radio?

Bueno, si de algo podía dar por hecho era de que Sally definitivamente seguiría despierta para continuar escribiendo el libreto de su próxima obra teatral, Frank probablemente estaría leyendo un buen libro o dos y no tengo dudas de que Wally estaría ocupado siguiendo alguna rigurosa rutina de belleza.

Salí del baño nerviosamente, me sentía como si acababa de olvidar cómo caminar, y mi mirada se dirigió sin tardar hacia el teléfono que estaba a mi lado derecho cuando noté a Howdy esperando pacientemente en la sala a que regresara; aún tenía una llamada pendiente y me incomodaría dejar pasar otro día. No quisiera que mi mamá se preocupara y terminara mandando policías al vecindario, sería un gran escándalo debido a los pocos que somos aquí.

Continué caminando, convenciéndome de que la conversación con Howdy apenas duraría unos minutos y tendría toda la noche para comunicarme con mi mamá, me senté en uno de los tres sillones que había y, tras un corto suspiro, lo observé; tenía una expresión seria y mis instintos no me ayudaban para saber cómo reaccionar. ¿Quizás me dirá algo por haberle pedido que me cargara? ¿Y si era algún tipo de clave y yo no lo sabía?

Aún no había terminado de desempacar y las cajas con la mayoría de mis cosas seguían estando en la sala principal, en el mismo lugar donde los ayudantes de la mudanza las habían dejado; tenía planeado hacerlo cuando pudiera pintar las paredes de mi casa, pero parecía que sería necesario tener la sala despejada para poder recibir cómodamente a mis vecinos cuando me visitaran.

—Y bien —hablé después de haberme aclarado la garganta un par de veces, con indecisión de las palabras que debía usar. Era la primera vez que tenía que atender por mi cuenta a un vecino tan tarde en mi casa—, ¿en qué te puedo ayudar?

Él dio un pequeño sorbo a su vaso con agua, recorrió rápidamente el lugar con su mirada y volvió a dejar el vaso sobre la mesa; aunque no lo conociera bien todavía, podía notar que él también estaba nervioso.

—Yo solo quería disculparme —suspiró profundamente, bajó los hombros y dejó su mirada en una de las cajas de cartón que estaba en el suelo; era claro que se sentía genuinamente arrepentido—. Mi discusión con Wally pudo haber arruinado tu fiesta de bienvenida —explicó antes de que yo le preguntara y se inclinó hacia adelante, apoyando un par de codos sobre sus rodillas—, lo siento, vecino —tras un breve silencio que me pareció eterno, agregó—: no quisiera causarte una mala impresión de mí.

Sentí un pequeño bochorno en mi rostro, el arrepentimiento real de Howdy me hizo darme cuenta que en realidad todos estaban haciendo un esfuerzo para que me sintiera a gusto en este nuevo vecindario, aunque todavía mantenía mis dudas sobre Julie. Suspiré con pena, no podía creer que un alguien fuerte y de presencia imponente como él estuviera siendo tan abierto con sus emociones con una persona que acababa de conocer, me acerqué para sentarme a su lado en un intento de reconfortarlo y dejé la mirada sobre el vaso de agua que estaba enfrente de los dos, preguntándome qué debería decir en una situación así.

Mis brazos se tensaron, apreté con ligereza las rodillas con las palmas de mis manos en un intentó de deshacerme de los nervios y mi herida en la barbilla ardió, como si quisiera recordarme lo que había pasado antes de la pequeña fiesta de bienvenida que todos habían preparado para mí. Mi mente estaba tan concentrada con la idea de que lo había arruinado todo, de no haber sido por Frank probablemente me seguiría lamentando por mi torpeza en la oscuridad de mi habitación mientras intentaba curar mis lesiones de una manera incorrecta.

Entonces, al recordar la amabilidad de Frank, supe exactamente qué decir.

—No todos comenzamos con el pie derecho —con esfuerzo conseguí posar mi mano en uno de los fuertes antebrazos de Howdy, y, cuando él alzó la mirada para verme, le dediqué lo que yo esperaba que fuera una sonrisa amistosa; no tenía la costumbre de sonreírle a los demás, así que intenté recrear escenas que había visto en mis series favoritas—, es bueno tener a alguien en quien apoyarse de vez en cuando.

Y aunque era una descarada copia de lo que Frank me había dicho a mí, yo realmente quería ser esa persona en la que Howdy pudiera apoyarse cuando más lo necesitara y este momento parecía ser uno de esos porque él, al igual que yo después de haber huído tan precipitadamente, tenía miedo de haber arruinado algo que era importante para todos.

La expresión de él se suavizó casi al instante, corrigió su posición sin retirar su mirada llena de alivio de mí, obligándome a levantar la barbilla para no interrumpir el contacto visual, y acercó una de sus cuatro manos hacia mi cabeza, como si quisiera darme alguna palmada amistosa; sin embargo, antes de que sus dedos aterrizaran sobre mi cabello, ambos giramos hacia la ventana que estaba detrás de nosotros cuando se escuchó un golpe en el exterior de la casa.

— ¿Qué fue eso? —Interrogé rápidamente con el corazón latiendo a mil por hora, me sentía como si fuéramos un par de amantes que acababan de ser lo suficientemente desprevenidos como para dejar que alguien los sorprendiera, me levanté segundos después de que Howdy lo hizo y me quedé inmóvil sin saber qué más hacer.

El estruendo se había escuchado demasiado cerca, me atrevería a asegurar que había alguien afuera de mi casa, y por el ruido metálico que fue apagándose gradualmente juraría que mi contenedor de basura acababa de sufrir algún tipo de daño.

Howdy se volvió hacia mí y llevó uno de sus dedos hacia sus labios mientras que un par de manos las apoyaba contra su cintura, su indicación de que guardara silencio era clara. Asentí en silencio y caminé detrás de él, saliendo con cautela de la casa.

Todo era muy oscuro afuera, las lámparas públicas no alcanzaban a bañar mi entrada con luz y, a pesar de la poca claridad, conseguí divisar que había alguien tirado en medio de la basura que se recolectó después de la fiesta de bienvenida. Estiré mi mano hacia el interior de mi casa para encender los focos de afuera y mis ojos se agrandaron al notar el causante de semejante desastre.

— ¡¿Wally?! —Howdy y yo exclamamos al mismo tiempo, ni siquiera nos volteamos a ver sorprendidos por habernos sincronizado casualmente para pronunciar el nombre de la persona que se estaba poniendo de pie lentamente en medio de toda la basura.

— ¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —Inquirí al notar que mis vecinas más cercanas, Julie y Sally, salían de sus respectivas casa para saber por qué había tanto alboroto a estas horas de la noche.

— ¡Ja, ja! ¡Vaya manera de arruinar mi gran entrada dramática! —La carismática sonrisa en el rostro de Wally tembló con ligereza al pronunciar sus palabras, era como si estuviera improvisando lo que estaba diciendo—. Solo estaba practicando un truco para la nueva obra de Sally, como voy a ser uno de los personajes principales quiero que mis entradas sean perfectas.

Mi mirada salió disparada hacia la mencionada, ¿realmente se había comunicado tan rápido con Wally para informarle sobre su nuevo proyecto en mente? Sin embargo, dudaba que ella fuera capaz de escuchar el palabrerío de Wally desde donde se encontraba.

— ¿En serio, Wally? —Howdy arqueó una ceja con incredulidad, posando un par de sus manos sobre la cadera mientras veía despectivamente al contrario—. ¿Cayéndote de un bote de basura? —Su otro par de brazos se cruzaron sobre su pecho, adoptando una actitud completamente intimidante. Si fuera a mí a la que le estuviera hablando, probablemente ya hubiese quebrado en llanto mientras suplicaba piedad—. No estoy seguro de que sea la mejor entrada dramática que hayas ideado.

— ¡Hey, no subestimes el poder de la improvisación! —Levantó sin problema el contenedor de basura y empezó a recoger lo que había en el suelo para regresarlo a su lugar—. En serio, tenía todo bajo control hasta que el bote decidió traicionarme —suspiró con irritación, era como si realmente estuviera culpando al basurero por su caída, y empezó a retirar la basura que se le adhirió a su pijama de rayas coloridas—. Pero, ¿quién necesita un truco cuando puedes hacer una entrada espectacular?

Suspiré lentamente, ver a Wally convertido en un desastre hacía que me dieran ganas de reír.

—Bueno, Wally, pudiste haber entrado por la puerta como cualquier persona normal —él se ruborizó ante mi comentario y yo me limité a hacer una pequeña risa, la situación era bastante absurda—. ¿Por qué elegiste el enfoque de "caída de bote de basura"?

— ¡La puerta era demasiado predecible! —Exclamó Wally en un intento de justificarse, aclaró su garganta para bajar el volumen de su voz y sacudió sus palmas, como si acababa de hacer un trabajo bien hecho—. Además, estoy trabajando en un proyecto revolucionario llamado "el diario de la basura", es una nueva forma de reciclar desde la perspectiva de... —Se calló un momento, como si estuviera pensando, y sus ojos se agrandaron cuando logró conseguir una respuesta—. ¡La basura! ¿Quién necesita un cubo de basura cuando tienes a Wally el visionario?

No pude evitar rodar los ojos y bajar los brazos con la explicación del contrario, por el poco tiempo que llevaba conociéndolo podía convencerme del supuesto proyecto en el que estaba trabajando. Iba a acercarme a Wally para quitarle un tenedor de plástico que se había enredado en su cabello, pero cuando Howdy notó que había bajado la guardia colocó una mano enfrente de mí para que no me moviera, al levantar la mirada me di cuenta que Howdy tenía los ojos entrecerrados.

—Wally, eso suena bastante improbable —Howdy dio un paso hacia él, inspeccionando la escena de crímen, y puso una mano en su barbilla, como si estuviera pensando profundamente en la información que acababa de recolectar—. Siempre eres el personaje principal en las obras teatrales de Sally, ¿y hasta ahora quieres mejorar tus entradas? —A este punto de la conversación entendí por qué Sally había elegido a ellos dos como los otros dos personajes principales en su nuevo proyecto, bajé mi mirada para dejarla en Wally y esperé una respuesta—. ¿No será que nos estabas... espiando?

La última palabra la pronunció con tanto suspenso como pudo, ni siquiera había pensado en la posibilidad de que Wally estuviera haciendo algo así, pero tenía sentido. Miré el bote de basura acomodado bajo una de las dos ventanas que daban a la sala principal y pude ver claramente cómo había sucedido todo.

Wally probablemente se hubiese subido al bote de basura para alcanzar a ver a través de la ventana, quizás iba a tocar la puerta pero cuando escuchó la voz de Howdy decidió ver qué estaba pasando.

Sin embargo, como la ventana seguía estando demasiado alta como para que Wally pudiera ver algo, él se habría puesto de puntillas, cosa que habría hecho perder el equilibrio y caer.

De solo pensarlo hacía que me hiciera sentir vulnerable, ¿en serio tendría que lidiar con un vecino mirón? Seguro mamá entendería si regreso a su casa por este tipo de razones... ¡Mi mamá! Maldición, ¿cuántas veces más olvidaré que todavía tengo una llamada pendiente con ella?

— ¿Espiando? ¡¿Yo?! —Colocó dramáticamente una mano en su pecho, la expresión en su rostro parecía indicar que estaba ofendido e hizo una risa pausada y monótona, la que normalmente hace cuando hace sus peculiares bromas—. ¡Eso es absurdo, pero gracias por preocuparte por mí!

Wally recorrió sus extremidades con la mirada, palpó un par de veces su pecho con ambas manos y giró hacia atrás en un intento de ver su espalda, sentí remordimiento por no haberle ofrecido ayuda antes. Después de su rápida autoinspección, alzó la mirada para vernos a ambos.

«Estoy bien —su sonrisa se amplió, sacudiendo sus pijamas para retirar cualquier mota de polvo que siguiera en ésta—. No tengo ninguna lesión, mi pijama no se rompió y mi peinado... —Pasó una mano por su cabello azul y sus ojos se agrandaron cuando sus dedos toparon con un champiñón seco enredado entre sus mechones—. ¡Mi cabello! —Sollozó en voz alta, la carismática expresión en su rostro cambió a una llena de melancolía combinada con terror, y dirigió su mirada suplicante hacia mí—. ¿P-Podría usar el baño?

Asentí en silencio y me eché a un lado, dejando que Wally entrara a mi casa.

—Está en el fondo a la izquierda —agregué después de que él pasara la entrada principal y tropezara un par de veces con mis cajas.

Levanté la cabeza para ver a Howdy una vez más y me encogí de hombros, no quería estar sola con Wally cuando él saliera del baño así que pensé en invitarlo a pasar una vez más, pero al parecer él ya tenía intenciones de regresar adentro sin esperar a que le diera indicación alguna.

Él sostuvo la puerta para mí, esperando a que fuera la primera en entrar, le agradecí con un pequeño asentimiento con la cabeza y antes de poner un pie dentro de mi morada escuché pasos apresurados aproximándose, al dar media vuelta me encontré con los rostros de Sally y Julie.

— ¡Vecino, ¿Wally se encuentra bien?! —Cuestionó Sally con rapidez, era claro que merecían algún tipo de explicación por ver a Wally en medio de la basura y Howdy y yo saliendo en busca de una explicación.

—Él está perfecto, su peinado se arruinó un poco —Howdy bajó su mirada hacia Julie, quien asintió rápidamente como si acabara de entender una indicación implícita y entró a la casa sin pedirme algún tipo de permiso para hacerlo.

Sally alternaba su mirada entre él y yo, hizo una pequeña sonrisa de culpabilidad y siguió a Julie hasta el baño.

Bien, sí. No tengo ningún problema con que entren a mi casa como si fuera la suya, al menos sabía quiénes estaban adentro y nadie me podría sorprender como lo habían hecho Frank y Sally.

Suspiré con resignación, di media vuelta para asegurarme de que no hicieran un desastre en la única zona aceptable visualmente de mi casa y sentí la mano de Howdy sobre mi hombro derecho, deteniendo mi andar antes de siquiera empezar.

—Vecino, yo... —Howdy desvió la mirada hacia el suelo, dejando sin querer la puerta completamente abierta; agradecía que no era temporada de insectos porque si no, me alteraría de solo pensar que podría encontrar invitados no deseados en el interior de mi casa cuando menos me lo esperara—. Lo siento, sólo quería venir a disculparme y todo se salió de control.

—Hey, esto no es tu culpa —hice una leve sonrisa tratando de hacer que Howdy se sintiera mejor, a pesar de que era mi primer día en el vecindario sabía que con Wally uno nunca sabía lo que podría suceder—. Esto parece casi como una pijamada, es divertido.

— ¿Una pijamada? —Repitió Howdy con gracia, agregando una amigable y contagiosa risa al final.

Reí un momento con él, sintiendo mi corazón dar un vuelco; Howdy me estaba agradando más de lo que había imaginado. Me volví hacia el interior de la casa al sentir miradas encima de mí y agrandé los ojos al notar los rostros resplandecientes de Wally y Sally, ¿qué tanto habrán escuchado de nuestra breve conversación?

— ¡Eso suena emocionante, vecino! —Wally barrió con la mirada a todos los que estábamos presentes, su sonrisa amigable volvió a aparecer en su rostro y se acercó a nosotros dos—. Vamos, ustedes son los únicos que faltan ponerse una pijama.

Howdy y yo intercambiamos miradas, al parecer no tenía otra salida más que aceptar la repentina pijamada en mi casa. Suspiré y asentí sin mucho entusiasmo, no había mucho espacio en mi habitación por lo que sería un caos la manera en la que íbamos a acomodarnos para dormir los cinco.

Me desperté con el sonido que hace el escusado cuando alguien jala de la cadena, palpé torpemente por la par de colchas en las que me dormí y encendí la pantalla de mi celular para ver la hora en el reloj; había conseguido dormir unos reconfortant...

Me desperté con el sonido que hace el escusado cuando alguien jala de la cadena, palpé torpemente por la par de colchas en las que me dormí y encendí la pantalla de mi celular para ver la hora en el reloj; había conseguido dormir unos reconfortantes veinte minutos.

Puse las manos en mi cabeza, maldiciendo mentalmente de haber accedido a hacer una pijamada en mi casa la noche anterior, me levanté sin ganas de hacerlo, y me di cuenta que era la única persona en la habitación; mi cama, donde Howdy y Wally habían pasado la noche estaba desarreglada, y las cobijas que estaban en el suelo, una manera muy poco ortodoxa para suavizar el frío piso de madera seguían tendidas. Al parecer Sally y Julie tuvieron compasión de mí y me dejaron descansar un rato más antes en el lugar donde nosotros tres pasamos la noche.

Hice un gran bostezo, sintiendo un par de lágrimas brotar de mis párpados, y caminé con lentitud hacia el baño, deteniéndome en la puerta cuando noté que Julie estaba saliendo. Nuestras miradas se encontraron por una fracción de segundo, tuve que mirar al suelo para que los nervios no me traicionaran; no quería sonar como una persona paranoica, pero sentía que yo no era completamente de su agrado.

—Buenos días, Julie —las palabras apresuradas salieron a trompicones de mis labios, dejé mi mirada en la contraria y pasé nerviosamente una mano por mi cabello desarreglado, recordándome por qué no me gustaban las pijamadas—. ¿Dormiste bien?

Ella se limitó a rodar los ojos, como si nuestra nula interacción la hubiese cansado, giró su cabeza hacia el extremo contrario del pasillo y caminó sin decir una sola palabra, dejándome con la inquietud sobre nuestra posible enemistad.

Sabía que no todo sería de color rosa en este nuevo vecindario, pero era difícil aceptar la realidad. Julie parecía una chica agradable, me hubiese gustado que no me hubiera rechazado tan rápido; ¿pero qué cosas pienso? Ninguna amistad es sencilla, lo sé por experiencia, no debería de darme por vencido tan pronto.

Levanté la cabeza con ánimo, entré al baño y mi esperanza sobre conseguir una sincera amistad con Julie se desplomó al suelo en un instante cuando mi mirada se detuvo en el espejo; sí, bueno, creo que las cosas serán demasiado complicadas e incómodas entre ella y yo.

"Largo de aquí", era lo que ella había escrito con letras rosas sobre el espejo; era un mensaje inesperado, pero debía de admitir que su caligrafía era preciosa.

Lavé lentamente mi rostro después de haberme quitado la gasa de mi herida, ignorando por completo las palabras que me impedían ver con claridad mi reflejo, estiré el brazo para alcanzar una toalla y al secar mi rostro me di cuenta del plumón rosa que Julie dejó tirado, aunque no tenía tapa. Probablemente se la llevó accidentalmente.

Escuché la puerta principal cerrarse, supuse que todos mis vecinos se habían levantado temprano y marchado a sus respectivos hogares, me acerqué un poco más al espejo para examinar la cicatriz de mi herida e hice una diminuta sonrisa, debía de agradecerle correctamente a Frank por su amabilidad.

Estaba a punto de quitarme la pijama para darme una ducha hasta que escuché el tintineo de un par de ollas, no debía ser un genio para saber que todavía había alguien en mi casa. Salí lentamente del baño, limpiaría el vidrio después de bañarme para aprovechar el agua, y entré a la cocina, encontrándome con un Wally arreglado, bien peinado y usando un mandil mientras iba de un lado a otro con ollas e ingredientes en la mano. No sé cómo lo había logrado, pero al parecer sabía con exactitud en dónde tenía guardadas mis cosas.

—Oh, buenos días, vecino —su suave voz me hizo sentir alegre en un segundo, olvidándome por completo de la desagradable sorpresa que Julie preparó especialmente para mí en el baño de mi propia casa, colocó una taza de café sobre la mesa y me dedicó una resplandeciente sonrisa, era claro que alguien había pasado una buena noche a diferencia de mí—. Ya sabes lo que dicen, al que madruga —hizo una pausa innecesariamente larga, sus labios se curvaron en medio de pequeños temblores, y se inclinó ligeramente hacia mí— ¡nadie le hace el desayuno!

Rió, como ya estaba empezando a acostumbrarme, y salió disparado hacia la estufa cuando olfateó la sútil advertencia de que la comida se quemaría si no se apresuraba.

—Buenos días, Wally —tomé asiento, siguiéndolo con la mirada.

Él era el culpable de mi insomnio de anoche; cada vez que estaba a punto de caer en los brazos de morfeo, me sentaba de golpe sobre las cobijas para ver hacia donde Wally y Howdy se encontraban, teniendo la horrible sensación de que alguien me estaba observando mientras intentaba conciliar el sueño. Sin embargo, los dos parecían estar profundamente dormidos como para estar haciendo algo así, incluso me aseguré de que Wally estuviera descansando a pesar de que repitiera entre sueños "estoy durmiendo".

—El desayuno estará listo en cinco minutos —comentó mientras tarareaba una canción, le colocó tapa a uno de los sartenes que estaba usando y se volvió hacia mí, señalándome con su mirada la taza de café que estaba sobre la mesa—. Adelante, es tuyo.

— ¡Oh! Gracias —acerqué la taza con cuidado de no derramar una sola gota.

El color del líquido me indicaba que era algo que podía beber, no era tan oscuro pero tampoco tan claro, le di un pequeño sorbo y no pude evitar sorprenderme de que era tal cual como me gustaba; alcé lentamente mi mirada, dejándola una vez más sobre Wally. ¿Cómo lo había logrado?

Chapter 7: Cada uno de los días

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El desayuno olía delicioso, nunca me hubiese imaginado que Wally tuviera semejante habilidad para la cocina; me hacía sentir un poco de envidia, mis dotes culinarios no eran la gran cosa pero al menos podía sobrevivir por mi cuenta. A lo mejor si a mi mamá le hubiera gustado cocinar yo sabría un par de recetas envidiables, pero no era el caso; siempre tuve el apoyo del internet y los amables cocineros que subían sus tutoriales, de no ser por ellos probablemente viviría de sopas instantáneas y almuerzos preparados.

Sin embargo, con la nula conexión que había aquí, me estaba empezando a preocupar por mis futuras comidas. Debería pedirle a Frank algún libro de recetas o ir con Poppy para pedirle que me enseñe a cocinar, ella también tiene una gran sazón.

El desayuno era increíble, no había otra forma de poder describirlo; Wally se las había arreglado para hacer huevos, tocino, waffles y un cóctel de frutas, todo eso antes de que despertara. Me sentía algo triste de no poder desayunar con Howdy y Sally, pero seguramente ellos tenían cosas qué hacer y lo entendía. Howdy, siendo dueño de la única tienda en el vecindario, seguramente debía abrir temprano para acomodar las cosas y dar un buen servicio. Y Sally, con su emoción de ayer con la nueva obra teatral, probablemente estaría llenando su libreta con ideas. Mientras que con Julie... Bueno, agradecía de que se hubiese ido. Las cosas hubiesen sido terriblemente incómodas con los tres aquí.

Alcé la mirada un momento, notando a un sonriente Wally observando su plato lleno de comida, y cuando estiré mi mano para alcanzar la taza del café, tumbé accidentalmente un tenedor.

—Ah —me incliné hacia debajo de la mesa, tomando el cubierto de metal que terminó a un lado de los pies de Wally, y al regresar me sorprendí de que el plato de él estuviera casi vacío; ya no había waffles, ni siquiera algo del cóctel de frutas en éste, lo único que quedaba eran migajas—. Oh, wow.

—Me tendrás que disculpar, vecino —pasó elegantemente una servilleta por sus labios, aunque no pareciera que lo necesitara en realidad, y arrastró ligeramente la silla hacia atrás para poder levantarse—, pero ¿podrías permitirme el baño un momento?

—Claro —arrastré la palabra sin seguridad, aún no podía entender cómo fue que Wally había conseguido comer tan rápido, lo seguí con la mirada hasta que desapareció al doblar por el pasillo y observé el teléfono que parecía más un juguete que uno de verdad, aún necesitaba llamar a mi mamá.

Me comí lo último que quedaba en mi plato y dejé las cosas en el fregadero, después lavaría los platos y cada uno de los utensilios que Wally usó para hacer el desayuno. Hablando de lavar cosas, ¿no había algo en el baño que debía de limpiar?

¡Oh, no! ¡El mensaje de "bienvenida" de Julie en el espejo! ¿Cómo lo pude olvidar?

Corrí hacia el pasillo, con la esperanza de encontrarme a Wally fuera del baño, pero no fue el caso. Probablemente él ya se habría encontrado con las lindas palabras que Julie dejó especialmente para mí.

Suspiré profundamente, pensando cómo darle una explicación sin hacerme la víctima porque odiaría que Wally me tuviera lástima, y bajé la mirada al teléfono que estaba a centímetros de mí; algo se me ocurrirá, por ahora debería de aprovechar que él está en el baño para hacer esa llamada pendiente a mi mamá e informarle que todo estaba yendo bien en el nuevo vecindario.

Saqué mi celular del bolsillo del pantalón, me desplacé por mis contactos hasta dar con el número de mi mamá y, antes de que pudiera marcar los primeros dígitos, escuché la puerta del baño abrirse, haciendo que mi vista saliera disparada hacia Wally.

Él parecía estar tranquilo, no interrumpió el contacto visual cuando nuestras miradas se encontraron, se acercó lentamente hasta que hubiera un par de pasos de distancia entre los dos e hizo una diminuta sonrisa, tan pequeña que podría confundirse con una línea recta.

— ¿Qué pasa, vecino? —Interrogó con voz neutra, estaba empezando a dudar de que él se hubiera dado cuenta del mensaje en el espejo.

Sin embargo, ayer se había alterado cuando descubrió que su peinado estaba arruinado, ¿en serio voy a suponer que él no se dio el tiempo de admirarse en el espejo? Claramente lo vio y está esperando a que yo se lo diga, pero ¿cómo le voy a decir algo así sin dar pena?

Wally había sido muy amable conmigo desde que llegué al vecindario; fue el primero en darme la bienvenida, me dio un extenso recorrido por la zona con bromas tontas de por medio, le pidió a Frank que curara mi herida y me hizo el desayuno. Sí, él me estaba demostrando una excesiva amabilidad y, aunque me incomodara la manera en la que me veía fijamente, no quería aprovecharme de él para que solucionara los problemas que pudieran surgir con mis nuevos vecinos.

«Vamos, puedes decirlo —me animó, regresando a su rostro la sonrisa despreocupada y llena de carisma de siempre, me dio un par de palmadas amistosas en la espalda, y yo suspiré con resignación.

No parecía que me iba a dejar hasta que le respondiera; deslicé mi celular al bolsillo de donde lo saqué y asentí lentamente.

—Oh, no es nada —acomodé un pequeño mechón de cabello detrás de mi oreja, miré una última vez al teléfono que tenía enfrente y regresé la mirada al rostro del contrario, teniendo preparada la respuesta que le daría—. Solo quería llamar a mi mamá.

Él parpadeó y a los pocos segundos sus ojos se agrandaron como si acababa de darse cuenta que había cometido un error.

— ¿Qué? —Había una clara expresión de confusión en su rostro, yo me limité a arquear una ceja por no comprender a qué se refería.

— ¿Uh? —Iba a repetir lo que había contestado, pero no recordaba las palabras que había dicho hace un par de segundos atrás. ¿Qué fue lo que le dije para desviar el tema de conversación? Por más que me esforzara por recordar no podía dar con la respuesta—. Lo siento, creo que lo olvidé.

—No te preocupes, vecino —se apresuró en hablar, como si quisiera dejar atrás lo que acababa de ocurrir, me tomó de los hombros mientras me dirigía a mi habitación y me dio un pequeño empujón para que entrara—. Vamos, debes arreglarte —él esbozó una sonrisa radiante, aunque había rastros de culpabilidad en su rostro—. Nos espera un gran día.

Cerró la puerta, dejándome a solas en mi desordenado cuarto. ¿Qué acababa de pasar?

Me pareció demasiado extraño que Wally no quisiera decir una sola palabra desde que salimos de mi casa, ni siquiera me hizo mención alguna sobre nuestro supuesto "gran día"; él se mantuvo callado, ni siquiera me contestaba cuando le hacía pregunta...

Me pareció demasiado extraño que Wally no quisiera decir una sola palabra desde que salimos de mi casa, ni siquiera me hizo mención alguna sobre nuestro supuesto "gran día"; él se mantuvo callado, ni siquiera me contestaba cuando le hacía preguntas que fácilmente me podría responder con chistes. Me dio la impresión de que estaba arrepentido, pero ¿de qué exactamente? ¿O lo habré hecho enojar sin darme cuenta? Quizás debí haber mostrado más gratitud por el desayuno que me había hecho.

No podía evitar sentirme preocupada por su repentino y extraño cambio de actitud, pero no quería hacerle millones de preguntas que lo podrían hacer sentir incómodo hasta que me dijera si le pasaba algo, prefería esperar a que él me contara sin necesidad de presionarlo.

Hice un corto suspiro y asentí ante mis propios pensamientos, no tenía otra opción más que ser paciente y esperar que Wally quisiera sincerarse conmigo; sin embargo, era apenas el segundo día de conocernos, ¿él tendrá la suficiente confianza como para contarme sus problemas?

Probablemente la mejor opción sería acompañarlo hasta llegar con alguien en quien confiara realmente, pero ¿quién podría ser esa persona? Dudo mucho de que sea Howdy por la forma en la que habían discutido ayer en la fiesta de bienvenida e imploraba con todo mi ser de que no fuera Julie porque no tenía ganas de verla después de lo que había pasado en mi baño; Wally fue muy amable, como siempre, y borró el mensaje antes de que saliera del baño, lo sabía porque cuando entré para tomar una ducha ya no estaban las hermosas letras rosadas en el espejo.

Antes de abrir la puerta de la tienda me di cuenta que el cártel donde le prohibía la entrada a Wally ya no estaba exhibiéndose en la ventana, hice sonar una pequeña campana que anunció mi entrada y observé a mi alrededor con asombro; desde afuera la tienda no parecía ser la gran cosa, pero estando aquí adentro me daba cuenta de que mis ideas estaban equivocadas.

— ¡Oh, vecino! Bienvenido —Howdy me saludó con un tono alegre en su voz mientras la sonrisa en su rostro de hacía cada vez más amplia, estaba limpiando la vitrina del mostrador con un trapo húmedo y, con su otro par de manos, acomodaba cosas que había detrás de él—. Me alegra que hayas venido a verme —él se detuvo un momento, reflexionando en lo que acababa de decir, e hizo una risa nerviosa; había un pequeño rubor en sus mejillas—. ¡La tienda! —Él se aclaró la garganta, volviendo a limpiar la vitrina con sus cuatro manos, como si de pronto el mostrador se hubiese vuelto lo suficientemente importante como para enfocar toda su atención en una simple tarea; me daba la sensación de que solamente quería parecer casual—. Me alegro que hayas venido a la tienda, sip.

Me pareció bastante adorable la actitud de Howdy, no podía evitar encontrar tierno la forma en la que se ponía nervioso a pesar de que era mucho más alto y fuerte que yo; cualquier otra persona esperaría que él tuviese una actitud intimidante, lo entendería porque es la imagen que daba, pero me agradaba que en realidad fuera todo lo contrario. Aunque aún así debería de tener cuidado de no hacerlo enojar.

—Gracias —fue lo único que pude decir después de haber hecho una pequeña risa.

Howdy despegó su mirada del vidrio que estaba limpiando para verme y la sonrisa que tenía en su rostros se desvaneció.

— ¿Te encuentras bien? Parece como si no hubieses dormido toda la noche —él se quedó callado un momento, reflexionando en las palabras que acababa de decir, e hizo un pequeño suspiro, poniendo sus manos en su cadera—. ¿No te dejamos dormir bien anoche? —Movió la cabeza de un lado a otro con desaprobación y cruzó un par de brazos sobre su pecho—. Le dije a Wally que era una mala idea lo de la pijamada y aún así él...

—Hola —Wally salió de detrás de mí y alzó la mirada para ver con una sonrisa despreocupada a Howdy, ocasionando que él se callara y su expresión se endureciera.

—Bienvenido, Wally —sus palabras parecían ser más forzadas que sinceras, colocó una mano suya en medio de sus cejas, como si estuviera irritado de que Wally estuviera en su tienda, y suspiró, reprimiendo eficazmente sus sentimientos—. Hice inventario, Wally, sabré si una manzana desaparece de repente.

Antes de que Wally le respondiera, coloqué una mano en su boca para evitar que hablara y lo acerqué a mí haciendo una risa nerviosa, quería hacerle creer a Howdy que solamente estaba jugando con Wally, aunque mis intenciones parecían ser obvias. No quiero que vuelvan a discutir por el tema de las manzanas, la discusión pasada fue demasiado incómoda y no quiero pasar de nuevo por esto.

—No te preocupes, yo tendré un ojo en él —le aseguré con una gran sonrisa falsa en mi rostro, pero Howdy pareció relajarse con mis palabras.

—Gracias —él también sonrió, pero, a diferencia de mí, su expresión era sincera, sacudió sus manos un par de veces y se inclinó ligeramente hacia nosotros, mostrando un particular interés en mi rostro—. Tengo algo que te ayudará a no sentirte tan cansado —comentó con seguridad, abrió un cajón del mostrador y tomó un par de llaves—. Por favor tómate la libertad de explorar la tienda, estaré aquí en seguida.

Asentí alegremente, agradeciendo con la mirada la amabilidad de Howdy y el hecho de que se estaba preocupando por mí, observé cómo subía unas escaleras hasta que desapareció de mi vista y dejé escapar un pequeño suspiro de alivio, acababa de darme cuenta que por alguna razón estaba sintiendo nervios desde que vi a Howdy.

— ¿Hm? ¡Hm! —Bajé la mirada al notar que Wally estaba exigiendo que lo soltara y me alejé de él con vergüenza, limpiando mi mano con la ropa que llevaba puesta por reflejo. Él se acercó al mostrador y observó atentamente su reflejo en el vidrio, asegurándose de que su peinado siguiera intacto—. Eso fue un poco rudo de tu parte, vecino.

Mi mirada cayó en picada hacia el suelo; no sabía bien cómo expresar una disculpa por lo que había hecho, no creo que a Wally le gustaría escuchar algo como "necesitaba callarte para que no pelearas con Howdy". Él tenía razón, había sido muy rudo de mi parte cuando él lo único que ha hecho por mí ha sido preocuparse y mostrar una amabilidad excepcional.

Lo miré discretamente en silencio, encontrando encantadora la forma en la que se preocupaba por su imagen; aunque hacía preguntarme por qué una persona que derrochaba carisma le importaba tanto lucir bien. Bueno, era cierto que Wally no siempre era alguien amable, recordé los pequeños disgustos que había pasado por su culpa y la incomodidad que me acompañaba cuando él me miraba fijamente, y arqueé una ceja cuando un pensamiento cruzó por mi mente: ¿él realmente era ese chico que parecía ser amante de los chistes sin gracia y de aspecto inofensivo?

Mi corazón dio un vuelco, ¿dejá vu?

Aparté la vista al darme cuenta que el reflejo de Wally me observaba, di media vuelta rápidamente en un intento de dejar aquellas sensaciones que me aterraban atrás y caminé por los pasillos, repitiéndome una y otra vez que me tranquilizara. No entendía por qué me alteraba tanto de solo imaginar que Wally podía estar escondiendo su verdadera personalidad.

—Oh, querido vecino —él me siguió tan pronto me metí a uno de los pasillos, podía escuchar con claridad sus pasos detrás de mí haciendo eco por el lugar e hizo una pequeña risa, como si quisiera aligerar el ambiente—, quisiera preguntarte algo.

—Por supuesto, ¿qué sucede? —Mi mirada continuaba examinando los diversos estantes con artículos variados; a pesar de que los nervios seguían presentes en mí, sentía una chispa de alivio de que Wally estuviera volviendo a hablar conmigo.

—Es solo que —hizo una breve pausa, como si estuviera pensando qué decir— noté que Howdy parece tener un interés especial en ti.

Fruncí el ceño sin querer al escuchar las palabras de Wally.

— ¿En serio? —Tomé una botella de refresco para leer los ingredientes que tenía—. Él solo está siendo amable conmigo como todos en el vecindario.

Más bien, casi todos.

—Sí, claro, amable —noté un ligero toque de sarcasmo en la voz de Wally que hizo que arqueara una ceja, pero continué leyendo la etiqueta. Él se aclaró la garganta—. Por cierto, sobre lo de anoche...

— ¿Qué pasa? —Dejé la botella en el lugar donde pertenecía y continué caminando, tratando de ignorar los productos que habían para concentrarme en mi búsqueda de cortinas para mi casa.

—Ustedes dos estaban solos en tu casa —el sonido de sus pasos volvió a escucharse detrás de mí, presentía que si me giraba para verlo lo encontraría a una distancia que podría resultar incómoda si alguien me estuviera haciendo el mismo interrogatorio que Wally—. ¿Pasó algo interesante?

Me detuve al encontrar las cortinas que se exhibían en el fondo de la tienda, había una gran variedad y todas parecían estar llenas de polvo; suponía que no era muy usual que alguien comprara este tipo de mercancía.

—Sí —respondí con una pequeña sonrisa en el rostro mientras tomaba una cortina para examinar la tela—, un vecino cayó del bote de basura que está afuera de mi casa —reí al recordar a Wally acostado en el suelo en medio de todos los deshechos—. Creo que estaba improvisando una entrada dramática.

Él resopló y yo finalmente le dirigí la mirada; no parecía estar contento con la respuesta que acababa de darle.

—Sabes a lo que me refiero, vecino —Wally suspiró para tranquilizarse, se apoyó contra un rollo de tela que se encontraba cerca y volvió a esbozar una sonrisa carismática, fingiendo que hace un instante su expresión no había cambiado para mostrar su desesperación de conseguir información—. Parecía que tú realmente disfrutabas su compañía.

Hizo énfasis en la palabra "realmente" y sentí rápidamente como un bochorno se dispersaba por mi rostro al no comprender a lo que Wally quería llegar con la conversación.

—Bueno, me cae bien —las palabras salieron a trompicones de mis labios, por alguna razón me sentía como alguien tonto por no saber exactamente qué responder para que la conversación no se tornara incómoda; de cualquier manera, ¿por qué Wally estaba tan interesado en saber qué estaba haciendo con Howdy?—, pero eso es todo. Aún estoy conociendo a todos en el vecindario.

Wally se cruzó de brazos, manteniendo su sonrisa pero con una mirada más penetrante de lo habitual. Era evidente que no estaba satisfecho con mi respuesta.

— ¿Solo te cae bien? —Preguntó sin dejar de analizarme con detenimiento. Su actitud era un tanto inquietante, pero decidí no darle más importancia y centrarme en lo que realmente me interesaba: las cortinas. Me limité a asentir en silencio—. Perdona mi insistencia, vecino, es solo que quiero asegurarme de que no te estuvieras metiendo en problemas.

Aunque me interesaba saber qué tipo de problemas me podría meter por mantener una amistad con Howdy, preferí desviar un poco el tema de conversación. El tono inquietante con el que Wally preguntaba acerca de mis sentimientos hacia Howdy y aquella mirada que parecía ver directo a mi alma era suficiente para mí saber que no debía contestar con sinceridad a sus preguntas y que no era prudente detallar mi forma de interactuar con Howdy con él.

—Bueno, ¿y tú cómo te llevas con Howdy? —Pregunté, intentando cambiar el enfoque hacia él. Sabía que a pesar de que ellos intentaban mostrar una actitud pacífica frente al otro, había momentos de tensión; presentía que lo que había pasado ayer durante la fiesta de bienvenida no era la primera vez que ocurría.

Wally soltó una risita y desvió la mirada hacia el techo de la tienda. Parecía un tanto incómodo ante la pregunta.

—Oh, Howdy es un buen tipo, supongo —respondió de manera evasiva—. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, así que, ya sabes, tenemos una relación complicada—. Tomé suavemente otra cortina para analizar la tela mientras escuchaba la respuesta de Wally, aunque me gustaría saber más acerca de la relación de ambos—. Oh no, vecino. Tú quieres un color opaco.

— ¿Qué? —Dejé de ver la tela amarilla que estaba sujetando con delicadeza y ladeó ligeramente mi cabeza hacia un lado mientras veía la sonrisa de Wally ensancharse; no entendía su comentario.

—Me refiero —él tomó la cortina para ponerla frente a él, la tela se deslizó fácilmente entre mis dedos, la luz entrando por las ventanas del local hacían que pudiera verlo a través del fino tejido, y mi corazón dio un vuelco ante la intensa mirada que me estaba dedicando— a que tú quieres algo que te brinde privacidad, vecino —habló con un tono enigmático, sentí una leve intención de amenaza tras sus palabras—. Algo que te proteja de miradas indiscretas y que pueda mantener tus asuntos resguardados.

Traté de disimular mi incomodidad y devolví la mirada a las cortinas. Sin embargo, mi mente no dejaba de dar vueltas a las palabras de Wally. ¿A qué se refería con "mantener mis asuntos resguardados"? ¿Acaso estaba insinuando que había algo que debía ocultar? No podía evitar sentir que Wally sabía más de lo que aparentaba, y eso me hacía sentir vulnerable.

Antes de que alguno de los dos pudiera agregar algo más a la inquietante conversación, Howdy apareció con una sonrisa orgullosa en el rostro y una pequeña caja entre manos, retiró con delicadeza la tapa y sacó cuidadosamente lo que parecía ser un collar, sosteniéndolo en alto para que todos fuéramos capaces de observarlo. Había una brillante piedra color violeta colgando de los finos lazos que formaban el accesorio.

—Aquí tienes, vecino. Esto te ayudará a sentirte más descansado y relajado —me explicó Howdy mientras sostenía el collar frente a mí—. Es un amuleto especial que compré por error. Se dice que tiene poderes para calmar la mente y proporcionar energía positiva.

Agradecí a Howdy con una sonrisa no solamente por interrumpir la conversación que yo y Wally estábamos teniendo, sino también por el accesorio que me estaba entregando con orgullo. Aunque no era alguien que creía en este tipo de cosas, su amabilidad y preocupación genuina me conmovieron.

—Gracias, Howdy. Es un gesto muy amable de tu parte —dije, sintiendo el peso reconfortante de la piedra en mi mano. De pronto una sensación de seguridad recorrió mi ser, dejando atrás la intranquilidad que sentí tras el último comentario antes de que Howdy regresara.

Wally, que había estado observando en silencio, intervino con su característica sonrisa juguetona.

—Wow, ¿un amuleto mágico? Eso suena fascinante. ¿Puedo verlo?

—Lo siento, Wally, pero no estoy seguro de si sea conveniente que otros lo toquen —respondió Howdy con cierta reserva, me parecía increíble como su actitud amigable podía cambiar de un segundo a otro con Wally—. Tiene una energía particular y podría no funcionar correctamente si es tocado por demasiadas personas.

Wally rió, como si fuera un comentario inocente, pero una chispa de desafío brilló en sus ojos. Era evidente que Wally no estaba dispuesto a aceptar esa respuesta.

Decidí cambiar de tema para evitar cualquier tensión entre ellos.

— ¡Oh, Howdy! —Ni siquiera lo pensé, me puse el collar que él me acababa de regalar y sentí la cálida piedra contra mi pecho; sé que era una tontería, pero ya no me sentía sin energías como hace un momento atrás. En realidad, era reconfortante—. Quisiera llevarme estas cortinas, por favor.

—Por supuesto, buena elección —me felicitó Howdy con una sonrisa mientras tomaba los artículos para que no lo hiciera yo, y caminó hacia el mostrador conmigo siguiéndolo—. Te haré un descuento especial por la primera vez que compras en la tienda.

—Es muy amable de tu parte —le dediqué una amplia sonrisa, haciendo que él rápidamente desviara la mirada hacia la caja registradora, y saqué un par de billetes del bolsillo de mi pantalón para pagar.

—Iré a buscar cambio, por favor espera aquí —Howdy tomó el dinero de mi mano con delicadeza, cerró la caja registradora antes de dar media vuelta y empezó a caminar hacia las escaleras, pero se quedó paralizado antes de que pudiera subir los escalones—. ¡¡Ah!! ¡¡Wally!!

Su voz se escuchó ronca y más grave de lo normal, era claro que Wally acababa de meterse en problemas. Me acerqué a él para ver lo que estaba pasando y me di cuenta que el contenedor donde Howdy había colocado las manzanas estaba medio vacío y la única persona que se encontraba cerca era Wally; pero ¿cómo había llegado ahí sin que nos diéramos cuenta? ¡Solo nos descuidamos un segundo! ¿Qué demonios había hecho con las manzanas tan rápido? Ahora comprendo por qué Howdy está tan molesto de que Wally le robe su fruta, quizás no es por el hecho de que está perdiendo dinero, sino porque él es demasiado rápido como para poder anticiparse a sus movimientos.

Wally dejó de ver fijamente a las manzanas, dio media vuelta lentamente y dejó caer la única manzana que estaba sujetando con sus dos manos, la cual rodó hasta llegar a los pies de Howdy.

—Yo no sé qué pasó —Wally esbozó una sonrisa de culpabilidad mientras se encogía de hombros, ¡era pésimo mintiendo!

—Wally, tú... —Howdy tomó la fruta que estaba cerca de su pie y la aplastó hasta hacerla puré, el jugo de manzana empezó a escurrir por su brazo.

Agrandé los ojos al darme cuenta de lo realmente fuerte que él era, tenía la sensación de que si no hacía algo pronto Howdy terminaría haciendo algo que podría lamentar, me puse rápidamente frente de él cuando él dio un paso hacia Wally y agité los brazos para atraer su atención.

— ¡Howdy! Yo pago por las manzanas de Wally —hablé rápidamente consiguiendo que él bajara la mirada para verme, después de todo me sentía culpable porque le había dicho que mantendría un ojo en Wally y aún así logró desaparecer la mitad de las manzanas de la tienda.

—No, él debe de —Levantó una de sus manos para señalar a Wally, pero ambos cuando dirigimos nuestras miradas hacia el lugar donde lo habíamos visto por última vez nos dimos cuenta que él ya había escapado— pagar... Se fue, otra vez.

Recorrí el lugar con la mirada, encontrándome con uno de los pies de Wally saliendo por la ventana, y suspiré con pesadez, era demasiado tarde como para perseguirlo; no puedo creer que él en realidad haya robado de nuevo las manzanas de Howdy justo después de que él le hubiese permitido la entrada a la tienda otra vez.

Cerré la puerta de mi casa detrás de mí, pasé por encima de varias cajas de cartón que esperaban a que continuara desempacando y salí por la puerta que estaba enfrente de la del baño para acceder al jardín; antes de poder colocar las cortinas nece...

Cerré la puerta de mi casa detrás de mí, pasé por encima de varias cajas de cartón que esperaban a que continuara desempacando y salí por la puerta que estaba enfrente de la del baño para acceder al jardín; antes de poder colocar las cortinas necesitaba lavarlas porque estaban llenas de polvo. Dejé las telas en una tina que se estaba empezando a llenar con agua y vertí una generosa cantidad de jabón; no recordaba la última vez que había lavado algo a mano, suponía que debería acostumbrarme porque la casa no contaba con un electrodoméstico tan importante como lo era la lavadora.

Le eché una cubeta de agua al tallador para limpiarlo y comencé a tallar las cortinas, las palmas de mis manos me empezaron a dar comezón y los brazos me dolían como nunca; si mamá me viera ahora mismo probablemente se reiría de mí, pero después me ayudaría para que pudiera terminar rápido. Suspiré, pasando un brazo por mi frente para limpiar las gotas de sudor y agua que recorrían mi rostro, y miré al cielo; sentía que estaba olvidando algo importante.

Mientras enjuagaba las cortinas, alcé la mirada para ver mi reflejo en la ventana que estaba frente a mí y recordé las letras rosadas que Julie había escrito en el espejo del baño; ella realmente quería que me fuera, ¿no es así? Ni siquiera hemos cruzado palabra alguna y Julie ya sabe que me odia, era un récord personal. Bueno, no tengo intenciones de irme tan pronto todavía, había programado en dos semanas más regresar a casa de mi mamá por las cosas que me faltaron traer, pero también tenía la opción de quedarme allá y no regresar al vecindario.

Aún era muy pronto para tomar una decisión tan grande; me gustaba el vecindario porque era tranquilo y limpio, y la mayoría de los vecinos me dio una cálida bienvenida al lugar y me hicieron sentir que pertenecía aquí. Sin embargo, la actitud hostil de Julie y los momentos inquietantes que pasaba por culpa de Wally eran motivos sumamente poderosos para que me hicieran reflexionar seriamente en la opción de quedarme en casa de mi mamá.

Lo que pasó hoy en la tienda no fue normal, aún podía sentir la mirada penetrante de Wally atravesando mi alma y me preguntaba si realmente las cortinas que terminé comprando serían suficiente para no tener que pasar por una situación así. Bajé lentamente la mirada para ver las telas pesadas en mis manos mientras las exprimía, sintiendo el agua fría escurrir entre mis dedos, y de nuevo un escalofrío bajó por mi espalda, reactivando el terror que se había quedado anclado a mi corazón por pensar que Wally no era ese vecino carismático que pretendía ser.

Sentí una rafága de aire mover mi cabello, levanté la vista para ver mi reflejo una vez más y di media vuelta rápidamente cuando divisé una silueta asomarse detrás de mí; solamente era Eddie.

—Buenos días, vecino —él saludó con una sonrisa en el rostro, se quitó la gorra que llevaba puesta y empezó a abanicarse en un intento de deshacerse del calor que sentía—. Vaya día tan caluroso, ¿no es así?

—Uh... ¿Supongo? —En realidad en mi ciudad solía estar mucho más caliente que aquí así que de alguna forma no podía estar de acuerdo con el comentario de Eddie, pero me sentía feliz que él considerara esta temperatura como calurosa porque eso significaba que no hacía tanto calor en esta zona—. ¿Quieres un vaso con agua?

—Eso me encantaría sin duda alguna —él abrió la pequeña reja para acceder al jardín desde afuera y se acercó a mí sin dejar de echarse aire con su gorra, dándose cuenta que estaba lavando las cortinas nuevas que compré—. Oh, lo lamento, no quisiera ser una molestia.

—Para nada, ya estaba terminando —le dediqué una pequeña sonrisa mientras empezaba a colgar las telas en los tendederos que iban de un extremo del jardín a otro y noté que Eddie había dejado su bolsa llena de correo en un espacio seco y me ayudaba a colgar las telas húmedas—. ¡Gracias!

—No es nada —él me sonrió con amabilidad.

Después de haber colgado las siete cortinas que compré para cubrir las ventanas de mi casa, nos dirigimos al comedor que estaba convenientemente cerca a la puerta del jardín. Le serví un vaso con agua fresca y se lo entregué con cuidado de no derramar ninguna gota, el tema de conversación se había acabado desde que él me empezó a ayudar a colgar las telas y mi cabeza no podía pensar en un tema de conversación adecuado para intentar mejorar el ambiente incómodo que se había creado entre los dos; preguntarle inmediatamente por Frank podría hacerme quedar mal, aunque sí quería encontrar la manera adecuada de agradecerle por haber curado mi herida, y quizás no sería muy inteligente de mi parte hablarle de Julie.

Podría preguntarle sobre Howdy, pero me avergonzaba por lo que él pudiera pensar al mostrar interés en él; hablaría sobre Barnaby o Poppy pero todavía no los conozco lo suficiente como para decir algo.

—Oh, antes de que lo olvide —Eddie empezó a buscar adentro de su bolso de cartero, moviendo de un lado a otro los diversos sobres que había adentro, hasta que tomó uno y lo extendió hacía mí—. Tienes correo, vecino.

Notes:

Holaaa, gracias a todos por seguir pendiente de las actualizaciones ♥

Nos vemos en la próxima!!!

Chapter 8: Y cada palabra que digas

Summary:

Nota: Gracias a todos por seguir esperando las actualizaciones:'3

Tardo más de lo que quiero por algo llamado "responsabilidades" >:( AJSEKLAEJAKL pero ni modo, ya casi entro de nuevo a la escuela por lo que mis actualizaciones futuras están corriendo mucho riesgo ;-;

Espero les haya gustado y nos vemos en la próxima!! ♥♥♥

Chapter Text

Ladeé ligeramente mi cabeza hacia un lado al ver el sobre en la mano de Eddie; siendo mi segundo día en este vecindario no esperaba recibir algo tan pronto, incluso me daba la ligera impresión de que probablemente la carta iba dirigida al dueño anterior de esta casa.

— ¿Para mí? ¿Seguro? —Tomé el sobre con manchas amarillentas y le di media vuelta para ver los datos del destinatario; efectivamente, no se trataba de ningún error. Mi nombre estaba escrito en la parte delantera junto a la nueva dirección en la que vivía.

—Yo también me sorprendí, vecino —él rascó suavemente su nuca mientras terminaba de tomarse el agua que le había servido en un vaso de cristal, se levantó mientras tomaba su gorra y dudó qué camino tomar para salir de la casa, así que decidí guiarlo hasta la puerta principal—. Supongo que ya hiciste buenos amigos aquí, ¿no es así?

Me encogí de hombros; sentía que todavía era muy pronto para asegurar una amistad. Regresé mi mirada al sobre que tenía entre manos, a pesar de que tenía muchas dudas rondando por mi cabeza también quería saciar mi curiosidad respecto a esta misteriosa carta; sin embargo, no me sentía lo suficientemente valiente como para hacerlo por mi cuenta.

—Oye, Eddie —salí de la casa en un intento apresurado de alcanzar al cartero antes de que se fuera, logrando que se detuviera antes de que llegara a la banqueta. ¿Sería muy extraño pedirle que se quede conmigo para abrir la carta?

Él dio media vuelta para verme, esperando a que continuara hablando; los nervios empezaron a subir por mis piernas, sentía que era algo completamente ridículo lo que le quería pedir. Separé los labios, con decisión de hacerle la absurda petición, pero a lo lejos se escuchó:

— ¡Oh, Eddie!

Los dos volteamos hacia el dueño de la voz: Barnaby. Tenía una sonrisa maliciosa mientras tenía la vista fija en el cartero, frotó sus manos un par de veces como si tuviera en mente alguna idea perversa y bufó; aunque yo no entendía lo que Barnaby trataba de hacer, Eddie sí porque rápidamente empezó a correr, sujetando con fuerza su gorro y su bolso.

Barnaby hizo una pequeña risa y empezó a perseguirlo.

Con la adrenalina corriendo por mi cuerpo, me encontré en medio de una extraña situación. Eddie corría a toda velocidad mientras Barnaby, un vecino que parecía disfrutar de hacer bromas, lo perseguía. ¿Qué estaba pasando aquí?

Decidí unirme a la persecución, aunque no tenía del todo claro de por qué lo hacía. Tal vez era la emoción del momento o la necesidad de descubrir qué escondía esa misteriosa carta. Sea cual fuera la razón, me sumé a la carrera con el sobre en mano, sintiendo cómo mis latidos se aceleraban con cada paso.

Eddie giró una esquina y, sin dudarlo, lo seguimos a toda prisa. Barnaby reía como un niño travieso, disfrutando cada momento de esta inusual escena. Mientras avanzábamos, el vecindario se volvía más desconocido, y me di cuenta de que estaba dejando atrás la familiaridad de mi nuevo hogar. Sin embargo, la curiosidad y la emoción me impulsaban a continuar.

Me quedé sin aliento a mitad de la frenética carrera, lo último que pude observar antes de detenerme a tomar aire fue la silueta de Barnaby haciéndose cada vez más chica, miré hacia suelo y puse mis manos sobre las rodillas, sintiendo mis hiperventilaciones hacerse más lentas conforme los segundos pasaban. Cuando finalmente conseguí estabilizar mi respiración, me tomé el tiempo para ver alrededor; me había adentrado en el bosque sin siquiera darme cuenta de aquello.

Sabía que los árboles y arbustos tan cerca de mi casa pertenecían a un bosque, entonces deberé pensar seriamente en cómo mantener a los animales salvajes lejos de mi casa; quizás cuando vaya de nuevo a la tienda de Howdy en la noche le pida consejos para esto.

Alcé la mirada para ver el cielo, pero lo único que encontré fueron ramas y hojas de los grandes árboles. Aunque no se veía como un bosque profundo, tenía el ligero temor de perderme.

Empecé a caminar con desconfianza, tratando de recordar el camino por el que Barnaby se había ido, y dejé escapar un gran suspiro tratando de divisar las casas del vecindario por entre los árboles; no quería entrar en pánico todavía, apenas han pasado unos minutos desde que me dejaron atrás.

En realidad no sabía si me estaba alejando o acercando al vecindario, solamente caminaba con lentitud mientras observaba las líneas en los árboles, su forma ovalada me llamaban la atención.

Tras un par de minutos sin dejar de avanzar, encontré la solución de los problemas de Howdy: un árbol de manzanas. Sin embargo, había muy pocas como para poder satisfacer las exigencias de Wally con esta fruta y esas pocas seguían inmaduras, como si el árbol apenas estaba dando frutos.

Di pasos alrededor de éste, mirando en todo momento a las ramas para darme una idea de cuántas manzanas había aproximadamente, tropecé con una raíz salida y caí al suelo, el sobre que ya había olvidado que traía conmigo se deslizó por el césped hasta terminar en frente de unos bonitos zapatos blancos abiertos que mostraban unas calcetas color verde.

La caída no fue tan severa como la que tuve en la fiesta de bienvenida, pero aún así el impacto me había dejado en shock por un breve instante. Alcé la mirada cuando percibí que una sombra se proyectó encima de mí, cubriéndome de los rayos del sol, y que el sobre había desaparecido de mi vista; al ver de quién se trataba, internamente deseé que la tierra se abriera en dos y me tragara.

—Ah… Uh… —De un momento a otro me sentía inferior, y no solamente por el hecho de estar bocabajo en el suelo; había lidiado ya con personas a las que yo no les agradaba pero siempre había sido en un contexto escolar. Sentía una dificultad nueva al tratarse de uno de mis vecinos—. Hola.

Julie arqueó una ceja mientras me miraba desde arriba, ni siquiera me ofreció ayuda para que me levantara. Era una situación incómoda, no tanto como la de Wally con el asunto de las cortinas, pero se le acercaba.

Finalmente me levanté después de que ella rodara los ojos, sacudí mis pantalones para retirar el polvo y dejé la mirada en la carta que Julie seguía sosteniendo, no sabía cómo pedirle que me la devolviera.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó con aires de superioridad, haciéndome sentir vulnerable.

Tragué saliva, sintiendo la incomodidad crecer en mi pecho mientras Julie escudriñaba el sobre con su mirada penetrante. No sabía cómo responderle sin que mis nervios fueran evidentes ni darle más razones para burlarse de mí. Mantuve mi postura lo más firme posible, tratando de no mostrar mi ansiedad.

—Estaba siguiendo a Barnaby y terminé aquí por accidente —respondí, tratando de que no se percatara de mi incomodidad de estar en el mismo lugar que ella aunque mi voz temblaba ligeramente. Aunque debía ser obvio esperar una reacción así de mí después del mensaje que dejó en mi espejo esta mañana.

Julie suspiró profundamente, me daba la sensación de que ya se estaba cansando de interactuar conmigo, y volvió a dirigirme la mirada, sus ojos llenos de incredulidad.

—Siempre tan torpe, ¿no? —Hizo una pausa, sabía que esperaba mi respuesta y aunque sus palabras buscaban herirme, preferí quedarme en silencio por miedo a empeorar la situación entre ella y yo—. Supongo que las desgracias siempre te siguen.

Me tensé ante sus palabras, sintiendo que se estaba burlando de mí por lo que había sucedido en la fiesta de bienvenida. Mi rostro se calentó, pero traté de mantener la calma y no caer en su juego.

—Bueno, todos tenemos momentos en los que nos despistamos —respondí de manera casual—. ¿Tú qué haces aquí?

Ella levantó una ceja y se cruzó de brazos, como si estuviera evaluando si debía responderme o no.

—Estaba cuidando de MI árbol. A diferencia de algunos, no me meto en problemas cada vez que doy un paso fuera de mi casa —una sonrisa condescendiente se formó en sus labios después de hablar.

Apreté los puños a mi lado, sintiendo la irritación crecer. No me gustaba cómo me trataba, pero sabía que no podía permitirme estallar en ese momento.

—Parece que te estás divirtiendo mucho con mi sobre. ¿Podrías dármelo de vuelta? —Hablé sin sonar demasiado suplicante y extendí una mano hacia ella, esperando que me lo entregara de vuelta.

Ella jugueteó con el sobre entre sus dedos, aún sonriendo con malicia. Quizás mis intenciones de recuperar la carta debieron haber sido más discretas.

—Toma —dijo con un gesto de indiferencia mientras que, con un movimiento despreocupado, dejaba caer el sobre en el suelo—. No quiero involucrarme en tus asuntos.

—Gracias —respondí con sinceridad, por un momento pensé que sería más difícil conseguir lo que quería, me agaché rápidamente y recogí el sobre, sintiendo un alivio momentáneo al tenerlo de nuevo en mis manos.

Julie soltó una risa corta y me miró de arriba a abajo, como si me estuviera evaluando de nuevo.

—Es mejor que te vayas de aquí —aunque ella parecía estar dándome alguna amenaza, no pude evitar detectar un atisbo de preocupación en su voz mientras se daba la media vuelta para irse, dejándome a solas en el bosque con una mezcla de emociones y pensamientos que giraban en mi mente.

La observé mientras se iba, sintiendo una tormenta de complicados sentimientos dentro de mí. No sabía qué pensar de Julie; su actitud hacia mí era desconcertante y me dejaba preguntándome qué tenía en mente. Pero una cosa estaba clara: había experimentado otro momento tenso y la amistad que esperaba formar con Julie era claramente algo imposible debido a su hostilidad hacia mí.

Con el sobre de vuelta en mi mano, decidí dejar atrás aquel encuentro desagradable y concentrarme en encontrar el camino de regreso al vecindario. A paso lento, pero seguro, empecé a caminar en dirección opuesta a la que había venido, esperando que esta vez no me alejara más de lo necesario y pudiera encontrar el camino de vuelta a casa. Mientras avanzaba por entre los árboles, tomé cuidadosamente el colgante que Howdy me había regalado esta mañana, tratando de tranquilizarme.

Estando sin compañía en este bosque estaba haciendo que mis nervios salieran a flote, a pesar de que no llevaba mucho tiempo aquí. Quizás debí haber seguido a Julie cuando me abordó de esa manera cuando la encontré, pero no quería pasar más tiempo con ella. Sus palabras seguían sonando en mi cabeza y sin querer apreté con más fuerza la piedra del collar, tratando de buscar la tranquilidad que tanto necesitaba.

Intentaba restarle importancia al pequeño enfrentamiento que tuve con Julie, pero los sentimientos de impotencia seguían conmigo; tuve qué haber dicho algo, ¿no es así? Debí al menos defenderme y dejarle en claro que no debería de meterse conmigo, aunque aquello pudo haber hecho más grande el problema. Ni siquiera me atreví a reclamarle por el mensaje en mi espejo, ¿y así pretendo no involucrar a Wally en mis problemas personales?

Probablemente él hubiese convencido a Julie de que dejara su hostilidad a un lado y me diera una oportunidad mientras esbozaba esa sonrisa tonta llena de carisma que siempre tenía en el rostro. No lo sé… Quizás le estoy dando demasiado mérito a Wally.

Dejé escapar un gran suspiro, soltando la piedra del colgante para que regresara a mi pecho, y me senté en una piedra mientras contemplaba la carta que llevaba en manos; quería leerla con Eddie, pero ahora eso no será posible. ¿Debería arriesgarme y leerla por mi cuenta o debería intentar de nuevo salir del bosque para leerla en la comodidad de mi casa?

Si me espero, podría tener una excusa para volver a la tienda de Howdy, aunque de cualquier manera voy a verlo al anochecer para encargarle la pintura que necesito para mi casa; esperen un momento, ¿por qué estoy pensando en Howdy?

Parecía que tú realmente disfrutabas su compañía”, las palabras de Wally en la tienda se repitieron con lentitud en mi cabeza; haciéndome pensar en lo que quiso decir con aquella frase. Todavía era muy pronto para concluir mis sentimientos hacia Howdy, pero una cosa sí era segura: quiero conocerlo más.

Me encogí de hombros, lo único que aspiraba en este nuevo vecindario era una amistad con todos.

Abrí cuidadosamente el sobre que tenía entre manos y saqué una hoja doblada en tres, mi corazón latía con fuerza pero tenía la determinación necesaria para leer su contenido. Coloqué el sobre vacío detrás de la carta y rápidamente me dirigí a la parte superior para ver quién era el remitente; sin embargo, no estaba firmada.

“Querido vecino”.

Bueno, al menos tengo una pista de quién se tomó el tiempo para escribirme esto.

“Espero que te estés adaptando bien a tu nuevo hogar en el peculiar vecindario al que has llegado. Permíteme felicitarte por tu llegada, ya que he esperado ansiosamente este momento”.

¿Esperaba ansiosamente este momento?

No lo comprendo, ¿cómo es que alguien de aquí estaría esperando a que llegara a este vecindario? Sentí un aire frío pasar por mi espalda, no era para nada reconfortante las ideas que se estaban empezando a formar en mi mente con lo poco que he leído, suspiré profundamente y volví a leer la información que venía en el sobre, leyendo lenta y cuidadosamente cada una de las letras para asegurarme de que la carta en serio iba para mí.

— ¡Oh, vecino! —La voz de Wally se escuchó detrás de mí, provocando que rápidamente volviera a guardar la hoja en el sobre como si de algo malo se tratara, me di media vuelta para verlo acercarse y guardé la carta en el bolsillo trasero de mi pantalón, pretendiendo que no estaba haciendo nada antes de que él apareciera—. ¿Qué haces aquí? —Hizo una pequeña risa—. ¿Será acaso que te perdiste?

Sentí mi rostro acalorarse con sus palabras, no quería admitir tan pronto que me había perdido en el bosque y mucho menos enfrente de Wally, quien siempre ha estado atento a mí desde que llegué al vecindario. Hice un pequeño suspiro, esperando que el calor en mis mejillas bajara, y asentí suavemente, sin poder verlo a los ojos por miedo a que sintiera lástima por mí.

«Bien, ya que estamos aquí los dos —él dio un par de pasos para alejarse de mí y de detrás de su espalda sacó una canasta—, podemos tener un picnic, ¿te gustaría?

— ¿Un picnic? —Repetí con curiosidad, me tomó por sorpresa la repentina propuesta de Wally.

Nunca antes había estado en un picnic; pensaba que esas cosas solamente sucedían en películas o libros.

—Por supuesto —de la canasta que llevaba sacó un amplio mantel de cuadros blancos y rojos para colocarlo sobre el suelo y, sin siquiera haber esperado a que aceptara su propuesta, empezó a sacar las cosas que llevaba para el picnic—, solos tú y yo.

Sentí cómo mis labios temblaban con ligereza en un intento de hacer una pequeña sonrisa mientras observaba a Wally preparar el picnic con entusiasmo. La evidente sorpresa en mi rostro no pasó desapercibida por él porque continuó:

«Definitivamente es tu primer picnic, ¿verdad? ¡Pero no te preocupes, estoy aquí para guiarte en esta experiencia culinaria al aire libre! —Se señaló a sí mismo con el pulgar y sonrió de oreja a oreja, mostrándose orgulloso de ser mi guía en esta nueva pequeña aventura, desapareciendo momentáneamente toda la tensión que sentía por culpa de Julie. y la intriga por la carta.

Wally dio una pequeña palmadita sobre el mantel, invitándome a tomar asiento, y empezó a sacar una variedad de deliciosos bocadillos y bebidas de la canasta: sándwiches de diferentes tipos, frutas frescas, galletas y una botella de limonada casera. La simple vista de la comida hizo que mi estómago gruñera en respuesta, haciéndome notar que tenía hambre.

—Se ve increíble —admití, agradeciéndole con la mirada por su amabilidad y el esfuerzo que estaba poniendo en hacerme sentir que formaba parte de esta pequeña y particular comunidad.

Y, estando ahí, sentados en medio de árboles que de alguna manera nos mantenían escondidos de los demás, empezamos a platicar de cualquier cosa; sobre nuestros pasatiempos y primeras impresiones de los vecinos y el vecindario. De las cosas que nos gustaba hacer o comer, coincidiendo muchas veces en la forma que pensábamos. Me sentí a gusto estando frente a Wally, incluso empecé a sentir agradable la manera en la que me miraba fijamente cada vez que hablaba.

Todo lo que había sucedido antes de que él me encontrara en el bosque pasó a un segundo escenario; en ese momento solamente éramos él y yo teniendo un agradable e improvisado picnic mientras nos conocíamos.

Cuando mi estómago se sintió satisfecho con la comida, me acosté sobre el mantel para ver el cielo que estaba empezando a teñirse de color naranja sin dejar de hablar sobre mi vida antes de mudarme; Wally realmente estaba interesado por conocerme a fondo y yo no le veía problema alguno de compartirle algunas experiencias que he vivido como la vez que pateé la calle accidentalmente al querer patear una cáscara de sandía o la vez que horneé mi primer pastel sin que se quemara.

Después de unos minutos Wally acomodó las vasijas vacías dentro de la canasta y también se acostó sobre el mantel, dejando las cosas que seguían afuera en medio de nosotros dos; la conversación solamente fluía como agua, no podía recordar la última vez que había hablado con tanta libertad y sin sentir incomodidad. Wally me estaba escuchando con verdadera atención y no podía evitar sentirme feliz por eso.

El sol continuó descendiendo, bañando el bosque con una luz dorada y cálida. El ambiente tranquilo y relajado del picnic me hizo sentir en paz, como si todos mis problemas se hubieran desvanecido por un momento. Mientras compartía risas y confidencias con Wally, me di cuenta de que esta era la clase de momento que esperaba encontrar en mi nuevo vecindario.

Un pequeño silencio para descansar se hizo presente entre nosotros; Wally y yo simplemente estábamos viendo las nubes amarillentas en el cielo que muy apenas se podían ver a través de las ramas de los árboles.

—Sé que puede ser abrumador estar en un lugar nuevo —Wally finalmente habló, queriendo volver a tener un tema de conversación después de todo lo que habíamos compartido—. Pero créeme, todos en el vecindario son amigables, solo necesitas un poco de tiempo para conocerlos mejor.

Me preguntaba si él me estaba diciendo eso por lo del mensaje de Julie en el baño, después de todo todavía no le había hablado más al respecto y probablemente no lo haría hasta que yo haya podido solucionar el problema.

—Gracias, Wally. Realmente aprecio que estés aquí y me hagas sentir como si estuviera en casa —mis palabras estaban llenas de sinceridad, de no ser por él probablemente todo este proceso de la mudanza hubiese sido un verdadero caos, giré mi cabeza para verlo observar el cielo y sentí un vuelco en mi corazón; a pesar de los sustos que me había dado en estos días, sentí la necesidad de ser más que un simple vecino para él—. Realmente no sé cómo agradecerte toda tu amabilidad.

Wally sonrió sinceramente, giró su cabeza para que nuestras miradas se encontraran y puso su mano sobre la mía; antes su forma de verme me llenaba de incomodidad, pero ahora era diferente. Me sentía bien, feliz.

—Eso es lo que los vecinos hacen, ¿verdad? Nos apoyamos mutuamente. Y si alguna vez necesitas hablar o pasar un buen rato, estoy aquí para ti.

Sentí un bochorno en mi rostro, alejé un poco mi mano la de él y regresé mi vista al cielo anaranjado, sin saber qué decir. No podía evitar sentirme como una persona afortunada de tener a alguien como Wally en mi vida desde el primer día en este nuevo lugar.

—Ha sido un día bastante curioso, ¿verdad? —Wally comentó mientras se ponía de pie, extendiendo la mano hacia mí para ayudarme a levantarme.

—Sí, definitivamente ha sido un día lleno de sorpresas —respondí con una sonrisa torpe, aceptando su ayuda para ponerme de pie antes de que decidiera que sería una buena idea tomar una siesta en medio del bosque.

—Pero al final, creo que hemos logrado convertirlo en algo especial —Wally dijo con una chispa traviesa en sus ojos y su usual sonrisa llena de carisma.

Wally me acompañó hasta la puerta de mi casa, todavía no estaba oscuro así que todavía podía hacer algo antes de ir con Howdy para pedir la pintura que necesitaba urgentemente, sacudí mi mano de un lado a otro cuando noté que Wally había vuelto la mirada hacia mí y entré a mi casa, cerrando la puerta detrás de mí.

Mi día mejoró exponencialmente con el repentino picnic de Wally; tenía una sonrisa tonta en mi rostro y di pequeños saltitos hasta llegar a mi habitación, la cual seguía desarreglada por la pijamada de anoche. Recogí las cobijas que estaban en el suelo, salí de la casa al acordarme que había dejado las cortinas colgando y empecé a bajarlas con cuidado, aún feliz por haber pasado la tarde con Wally.

Nunca imaginé que podía tener semejante momento con él y por alguna razón mi sonrisa no se podía desvanecer; simplemente había sido genial, si podía llamarlo de esa manera. Fue una experiencia completamente agradable que me hizo olvidar la tensión incómoda con Julie.

Empecé a poner las cortinas donde debían estar y dejé escapar un gran suspiro cuando terminé; un trabajo bien hecho merece un maratón de vídeos que tengo en mi lista de “ver más tarde”. Caminé a mi habitación, encendí el ventilador del techo y me recosté sobre la cama, empezando a buscar mi celular en los bolsillos de mi pantalón.

Me encontré de nuevo con el sobre de la carta que no terminé de leer, lo dejé a un lado, para leerla cuando terminara de ver mis videos, encendí la pantalla de mi celular y, al notar que la pantalla de mi aplicación continuaba cargando, recordé que en este vecindario no había nada de señal.

Me la había pasado tan bien que había olvidado por completo aquel pequeño detalle para nada insignificante; sin más opciones, decidí recurrir a la galería. Tenía ahí unos videos guardados por si me aburría y el momento había llegado, suponía que era una solución momentánea en lo que pensaba qué hacer respecto a la señal.

Fui desplazándome hasta que llegué a unas viejas fotos que me había tomado meses antes de decidir mudarme tan repentina y abruptamente; no lo iba a negar, la persona con la que salía en esas fotos había sido una de las razones de por qué quise irme a un lugar lejos de la casa de mi mamá. Tan lejos donde no pudiera encontrarlo por casualidad porque el simple hecho de imaginar un reencuentro hacía que me doliera el alma.

Quedaron muchas cosas inconclusas, a pesar de que pregunté de forma debida.

Bloqueé la pantalla antes de querer ir más profundo en mi galería, no era momento para deprimirme por cosas que ya pasaron, salí de mi habitación, dejando mi celular y la carta sobre la cama, y abrí el refrigerador en busca de algo pequeño para comer; supongo que es lo que hacía cuando no tenía nada más qué hacer.

Cerré la puerta del refrigerador sin sacar nada y me giré para ver el reloj colgado en la pared, todavía faltaban algunas horas para poder ir con Howdy de nuevo. Quizás debería ir con Eddie para pedirle algún consejo sobre qué regalarle a Frank por haberme ayudado con mi herida y tal vez después iría con Barnaby para pedirle ayuda para darle algo a Wally por toda su amabilidad.

Asentí con determinación, regresé a la habitación por mi teléfono, que en realidad no me servía de mucho, y salí de la casa en dirección a la oficina de correos donde Eddie trabajaba hasta tarde, o al menos eso dijo Wally cuando me dio el tour por el vecindario.

Chapter 9: Cada juego que juegues

Chapter Text

Llegué a la oficina de correos y entré con una ligera campanilla que sonó al abrir la puerta. Eddie estaba detrás del mostrador, concentrado en organizar algunos paquetes y sobres. Levantó la vista al escuchar la campanilla y esbozó una sonrisa cuando me vio.

— ¡Hey! Nos volvemos a ver —comentó Eddie con un tono alegre, había olvidado que antes de que me perdiera en el bosque estaba tratando de seguirlo mientras Barnaby lo perseguía.

—Hola, Eddie. Solo pasaba a saludarte y tal vez pedirte un consejo sobre algo —respondí con una sonrisa nerviosa.

— ¡Claro, dime en qué puedo ayudarte! —Él dejó una pila de sobres en una bandeja que decía "por archivar" y dirigió su completa atención hacia mí, estaba más atento de lo que esperaba.

Desvié ligeramente la mirada hacia un lado, tratando de que los nervios no me atacaran en ese momento, hice un pequeño suspiro y regresé la vista hacia él; la razón verdadera de mi nerviosismo era porque no quería hacerle creer a Eddie ideas erróneas sobre mi interés en Frank, tenía la ligera sospecha que había algo especial entre ellos dos y no quería arruinarlo por un malentendido.

—Verás... —Hice una pausa, tratando de pensar en las palabras adecuadas para usar en una situación así—. Yo me preguntaba si podía regalarle algo a Frank.

— ¿A Frank? —Repitió con notorio interés.

— ¡S-Sí! —Respondí apresuradamente, sintiendo como si me hiciera falta el aire, sentí mis mejillas calentarse de un segundo a otro y pasé una mano por mi cabello, haciendo un enorme esfuerzo por no caer en los nervios—. Y-Ya sabes, la vez que me caí, él me ayudó y...

— ¡Señor Dear! —Un Frank más molesto de lo normal entró a la oficina de correos apresuradamente, su ceño fruncido hacía evidente el estado de ánimo en el que se encontraba, y su mirada intensa se posó en Eddie, quien simplemente se levantó de un salto—. Tenemos que hablar.

La repentina entrada de Frank interrumpió nuestra conversación con una tensión palpable. Eddie asintió nerviosamente y miró de reojo hacia donde yo estaba, como si buscara alguna indicación de qué hacer.

—Claro, Frank. ¿Puedo ayudarte en algo? —Eddie habló en voz baja, tratando de ocultar su nerviosismo.

Frank se acercó al mostrador con pasos largos y detuvo su mirada en mí por un breve momento antes de volver su atención a Eddie.

—No aquí —era evidente que se trataba de un asunto que yo no debía escuchar—. Quiero hablar contigo en privado, Eddie —dijo Frank con su tono usualmente tranquilo pero con un atisbo de urgencia.

Eddie asintió de nuevo y salió de la oficina por la puerta principal de cristal, dejándonos a Frank y a mí en el área principal. No pude evitar sentir una mezcla de nervios y curiosidad sobre la conversación que estaba a punto de tener lugar; sin embargo, debía de respetar su privacidad y simplemente me limité a encogerme de hombros cuando Frank dirigió su mirada hacia mí, antes de salir también de la oficina.

Las voces eran apenas audibles desde donde yo estaba, pero las expresiones faciales de ambos hablaban por sí mismas. Frank estaba visiblemente molesto, su mandíbula tensa y sus cejas fruncidas. Eddie, por otro lado, parecía preocupado y un poco inseguro, moviendo las manos mientras hablaba.

Después de unos minutos que se sintieron como una eternidad, la conversación pareció llegar a un punto de calma. Frank suspiró profundamente y pasó una mano por su cabello, visiblemente agotado. Eddie asintió con seriedad, pareciendo haber llegado a un acuerdo o una solución.

Finalmente, ambos regresaron al interior de la oficina y Frank se volvió hacia mí, su expresión ahora más suavizada.

—Vecino —Eddie regresó detrás del mostrador, esbozando una gran sonrisa temblorosa mientras me veía, dándome la impresión de que lo que sea que habían discutido allá afuera, me iba a afectar a mí en cierto modo—, le comenté a Frank que te gustaría ir a cazar insectos con él.

— ¿Eh? —Una sonrisa de confusión total se dibujó en mi rostro al escuchar las palabras del cartero y mi mirada se quedó fija en él, esperando una explicación más completa de lo que acababa de decir.

Los ojos nerviosos de Eddie se desplazaban hacia Frank y regresaban a mí repetidamente, como si estuviera tratando de darme alguna clase de mensaje sin que el otro lo supiera. Miré de reojo al que estaba a lado de mí, él estaba empezando a cruzar sus brazos sobre su pecho, y mi atención regresó a Eddie, aún sin comprender a lo que quería llegar.

—Ya sabes, vecino —el cartero carraspeó un par veces, acercándose ligeramente a mí, su sonrisa nerviosa simplemente temblaba cada vez más mientras veía la pose que Frank estaba empezando a tomar—. Como te gustan los insectos, quieres ser compañero de Frank para cazarlos, también para agradecerle por haberte ayudado durante la fiesta de bienvenida.

Frank arqueó su ceja hacia mí, podía notar un atisbo de esperanza brillar en sus ojos, y los tres nos quedamos un par de segundos en silencio; finalmente entendía lo que Eddie pretendía.

— ¡Oh! ¡S-Sí! —Me sonrisa se amplió con alivio; aunque los insectos no son precisamente de mi agrado, podía ayudar a Frank si con aquello podía agradecerle correctamente por sus cuidados del otro día—. Tienes razón —me dirigí a Frank, quien fue bajando lentamente los brazos, aún dudando en si estaba hablando con honestidad—. Realmente me gustaría acompañarte, Frank.

Frank suavizó una vez más su expresión, asintió con entusiasmo por tener un nuevo compañero para cazar insectos y colocó una mano en mi hombro, dándome un amistoso y anticipado apretón. —Cuento contigo, vecino. Mañana nos organizamos —se apartó de mí y dirigió su mirada al cartero—. Lo veo en casa, señor Dear.

Él salió de la oficina, haciendo sonar la campanilla una vez más, y un suspiro lleno de alivio no tardó en escapar de los labios de Eddie mientras se dejaba caer en la silla de madera y pasaba su brazo por la frente.

—Lo siento, vecino —el cartero se removió sobre su asiento, volviendo a tener a su alcance la pila de cartas que estaba clasificando, y su mirada llena de complicidad no tardó en caer sobre mí—, no tienes inconvenientes sobre cazar insectos con Frank, ¿verdad? —Él volvió a centrarse en separar los sobres sin esperar a que le diera una respuesta—. A mí me dan pavor. Frank está molesto porque siempre que me pide que los cazemos juntos, le digo que después y hago todo lo posible para que ese "después" no llegue.

Asentí, comprendiendo completamente la situación en la que ambos se encontraban; atrapar bichos con Frank no era algo que tenía en mente, pero al menos así podría agradecerle por las atenciones durante la fiesta de bienvenida.

—Supongo que ahora podrás regresar temprano a casa —comenté con un tono de diversión en mi voz, pensando que la verdadera razón de que Eddie trabajara hasta tarde era para tener una excusa válida que lo justificara para no acompañar a Frank en aquella peculiar actividad.

Las mejillas del cartero se tiñeron de un ligero tono rosado.

—No me malinterpretes, vecino —él hizo una risa nerviosa, dejando su sombrero sobre el mostrador, y regresó su atención hacia mí—. Amo a Frank, en serio, y si tan solo fuera más valiente, me encantaría pasar mis tardes atrapando insectos con él en lugar de clasificar la correspondencia —suspiró una vez más, dando la impresión de que se estaba reprochando a sí mismo por su actitud, y bajó la mirada para ver el anillo en su dedo, una pequeña sonrisa formándose en su rostro—. Él merece disfrutar de sus pasatiempos aunque no sea conmigo.

—Lo entiendo —hablé con calma, las genuinas expresiones de Eddie estaban haciendo que entendiera que sus sentimientos por Frank eran profundos, me acerqué un poco más al mostrador y sonreí con astucia, teniendo una idea en mente—. ¿Qué te parece si te ayudo con tu fobia a los insectos? Así podrás acompañarlo.

— ¿Qué? —Eddie parecía interesado en mi propuesta, pero su expresión estaba llena de incredulidad—. ¿Es eso posible?

—Podemos intentarlo —sugerí, pensando profundamente en alguna forma de poder combatir el miedo de Eddie a los insectos—. ¿Quizás si convives un poco con los insectos hasta que te des cuenta que no hay nada de qué temer?

El cartero se quedó un momento pensativo, reflexionando profundamente sobre mis palabras, su mirada se llenó de determinación y sujetó con firmeza entre sus manos una de las mías, tomándome por sorpresa ante su repentino movimiento.

—Vecino, ¿en serio me ayudarías?

A pesar de que los nervios empezaron a escalar por mi cuerpo, asentí con seguridad. No podía echarme para atrás después de haberle propuesto algo así a Eddie, ahora tendría que hacer espacio en mi agenda para pasar tiempo con él y ayudarle a su fobia con los insectos, a pesar que a mí me resultaban de mal gusto.

Al salir de la oficina de correos, me di cuenta que ya estaba empezando a oscurecer

Al salir de la oficina de correos, me di cuenta que ya estaba empezando a oscurecer. Los colores naranjas y amarillos que había en el cielo ahora estaban haciendo la transición para convertirse en tonos azules profundos; el cambio en la paleta de colores permitía que las primeras estrellas empezaran a brillar en lo alto.

Tenía la impresión de que en este lugar se vería un hermoso cielo estrellado ya que no parecía haber mucha contaminación lumínica y estaba en lo cierto, observaba con embelesamiento la forma en la que los primeros astros hacían su brillante aparición.

Ante mi propia distracción me fue imposible ver como una pelota de voley me golpeaba en el brazo, hice un sobresalto ante el repentino ataque y miré a ambos lados tratando de averiguar quién había sido el descuidado que permitió que la pelota impactara contra mí.

—Oh, una disculpa, vecino —Barnaby me dedicó una amplia sonrisa mientras tomaba de nuevo la pelota y la ponía bajo su brazo, apoyó su pulgar con orgullo contra su pecho y bajó su mirada para verme—. Estaba practicando para el partido de mañana —de pronto se calló, como si una idea acabara de cruzar por su mente, y se inclinó hacia mí, derrochando interés en su mirada—. ¿Te gustaría unirte al partido, vecino?

Me encogí de hombros ante la repentina invitación, miré a ambos lados como si esperara que alguien me diera una pista sobre qué debería decir y regresé mi mirada a Barnaby, su sonrisa se mantenía intacta mientras esperaba mi respuesta.

«Será un partido rápido —agregó antes de que pudiera decir algo, el tono de su voz había cambiado ligeramente para intentar convencerme y dio un par de pasos a mí alrededor, haciéndome sentir como si me estuviera juzgando—. Poppy se alegraría de tener un compañero en su equipo, como ella no se le da bien los juegos, nadie quiere jugar con ella y normalmente termina perdiendo.

La imagen de Poppy jugando sola contra el equipo de Barnaby hizo que mi corazón se achicara, sin embargo, ¿cuántas personas serán contra Poppy? Sería muy injusto que todo el vecindario fuera contra ella sola. Ella se veía tan amable, una persona que cocinaba tan delicioso era imposible que tuviera maldad en su corazón.

—Seguro, seré del equipo de Poppy —me encogí de hombros, no sentía seguridad al dar mi respuesta, pero tampoco quería dejar que mi vecina pasara la pena de jugar sola; estoy consciente de lo horrible que se siente tener que hacer alguna actividad sin ayuda porque nadie quiere ser de tu equipo.

A pesar de que mis habilidades para el voleibol eran prácticamente nulas, haría mi mejor esfuerzo para que Poppy pudiera disfrutar del partido.

—Genial —Barnaby me dio una palmada amistosa en la espalda, haciendo que perdiera el equilibrio, y su sonrisa se amplió, mostrándome sus dientes—, nos vemos mañana en la mañana aquí mismo, asegúrate de traer tu botella de agua, vecino.

Asentí ante las indicaciones del contrario y agité la mano para despedirme de él cuando se giró para continuar practicando por su cuenta, golpeando la pared de su propia casa con la pelota de voley. Viendo sus movimientos, me di cuenta que en realidad no debía esforzarme mucho ya que Barnaby parecía ser, al igual que yo, un novato en este deporte.

Miré una última vez el cielo estrellado y continué mi camino hacia la tienda de Howdy, haciendo un repaso mental de los colores que quería para mi nueva casa; sin embargo, los fugaces recuerdos del picnic con Wally me distraían de mis propios pensamientos. Sentí como mis labios temblaban en un intento de contener una sonrisa nerviosa que quería cruzar por mi rostro; ahora la emoción por actuar junto a él en una obra teatral se hacía más presente, preguntándome si de aquella interacción surgiría algo más.

Agité suavemente la cabeza, aún era demasiado pronto para pensar en algo más que una amistad.

Al llegar a la entrada principal de la tienda, me percaté que las luces del interior estaban apagadas y el cartel a lado de la perilla volvía a decir "cerrado"; sin embargo, no pude evitar hacer un suspiro de alivio de que el anuncio donde Howyd le impide el paso a Wally al local no estuviera en la ventana.

Di un par de pequeños golpes en la parte de madera de la puerta, acerqué mi rostro en un intento de detectar algún movimiento al otro lado y me aparté con un sobresalto cuando la figura de Howdy se acercaba, abriéndose paso entre la oscuridad.

La pequeña campana volvió a sonar cuando él abrió la puerta, nuestras miradas se encontraron casi al instante.

—Oh, buenas noches, vecino —él me dedicó una amplia sonrisa mientras pasaba una de sus manos por su nuca, haciendo notorio que intentaba disimular su expresión para que no fuera tan evidente que estaba feliz de verme, y acercó lentamente su mano para tomar la piedra del colgante que me había regalado—. ¿Cómo te has sentido? —Alzó su mirada para verme una vez más—. Te ves menos agotado que en la mañana.

—Y me siento así —confirmé tras hacer un corto suspiro, ya había olvidado que pasé una mala noche en la que no pude dormir como me hubiese gustado por culpa de la sensación que me despertaba cada vez que iba a caer en el sueño profundo y me hacía sentir como si alguien me estuviera observando desde la oscuridad de la habitación—. Muchas gracias, probablemente el collar me está ayudando más de lo que imaginaba.

—Es bueno saberlo —él soltó delicadamente la piedra sin retirar su mirada de mis ojos.

Me limité a observarlo, sin saber qué más agregar a la conversación; pronto los dos nos dimos cuenta que habíamos caído en un silencio incómodo.

Bajé la mirada, sin saber cómo iniciar una nueva conversación y, antes de poder preguntar sobre las pinturas que necesitaba para mi casa, empecé a oler algo extraño; un aroma que me hacía sentir de vuelta en casa cuando me olvidaba de mis piezas de pan en la estufa.

Agrandé los ojos al reconocer el olor.
— ¿Algo se quema? —Me hice a un lado en un intento de ver hacia el interior de la tienda, pero no encontré algo que resaltara a primera vista.

—Ja, ja, ja, ¿qué cosas di...? —Sin embargo, antes de que Howdy pudiera terminar de hablar, dio media vuelta, preso del pánico, y corrió escaleras arriba.

Ante la incertidumbre de si debería esperarlo afuera o seguirlo, preferí seguirlo para asegurarme de que no fuera nada grave. Cerré la puerta de la tienda detrás de mí, subí las escaleras con cuidado y seguí el humo que estaba avanzando lentamente hacia la sala principal; al llegar a la cocina, encontré a Howdy con el sartén en la mano y una sonrisa de alivio, cuando mi mirada se desplazó hacia la estufa me percaté que lo que se estaba quemando era un trozo de comida que probablemente se había caído del sartén directo al fuego.

Me dirigí a una de las ventanas para abrirla, permitiendo que el aire fresco del exterior entrara al lugar mientras que el humo salía, y observé a Howdy mientras él trataba de mantener su compostura después del pequeño susto. Sus mejillas se habían coloreado ligeramente por la vergüenza, y sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y diversión, observando con atención el pequeño pedazo de comida carbonizado que había quedado sobre la estufa.

«Eso estuvo cerca, ¿verdad? —dijo Howdy con una risa nerviosa mientras dejaba la sartén sobre un soporte metálico en el centro de la mesa, evitando que la superficie se quemara por el calor todavía presente del material.

No pude evitar hacer una pequeña risa mientras asentía suavemente con la cabeza, me parecía interesante cómo Howdy podía tener descuidos así. —Sí, por suerte no fue nada grave. Pero recuerda tener más cuidado la próxima vez.

Howdy asintió, agradecido por mis palabras. Nos quedamos en silencio por un momento, escuchando el suave murmullo del viento que entraba por la ventana abierta. La tensión anterior se había disipado, y ahora nos encontrábamos en un momento de tranquilidad.

Mi mirada se dirigió hacia la mesa que había en medio de la cocina, notando cómo las cosas estaban acomodadas de tal forma que me hacía pensar que Howdy estaba esperando a alguien más para cenar; sentí de pronto la urgencia de retirarme, probablemente estaba interrumpiendo los planes de Howdy por culpa de mis pinturas.

— ¿Esperas a alguien? —Mi pregunta ocasionó que él hiciera un pequeño sobresalto y escondiera su rostro detrás de la puerta del refrigerador, acción que justificaba por completo su evasión por hacer contacto visual—. Lo siento si estoy interrumpiendo algo —agregué antes de que él pudiera decir algo y di un par de pasos a dirección de la puerta, pero me detuve antes de cruzar el umbral—. Podemos dejar el pedido de las pinturas para maña...

— ¡No! —Me interrumpió de pronto, incorporándose para verme desde donde estaba, y se aclaró la garganta al darse cuenta que se acababa de exaltar—. Ah... Lo siento —él empezó a jugar nerviosamente con los dedos de su mano, alternando su mirada entre mí y sus manos—. Quiero decir —suspiró profundamente, sacando un par de botellas de jugo de su refrigerador, y desvió la mirada hacia a un lado mientras me acercaba una de las bebidas frías—, podríamos...

La expresión incierta en el rostro de Howdy no pasó desapercibida para mí mientras aceptaba el jugo que me ofrecía, ladeé ligeramente mi cabeza sin ser capaz de retirar mi mirada de él; Howdy parecía estar luchando consigo mismo para reunir el coraje para hablar. No comprendía con exactitud lo que Howdy intentaba con las cosas que hacía, pero mi mente ya estaba trabajando con esfuerzo para construir una teoría que pudiera explicar lo que estaba sucediendo.

Howdy continuó balbuceando, evidentemente nervioso por la situación, pero se aclaró la garganta de nuevo y volvió a hablar mientras jugueteaba nerviosamente con la etiqueta del jugo.

«Me refiero a que podríamos... Umm, ver algunas muestras de pinturas juntos, ya sabes, para asegurarnos de que los colores coincidan con lo que tengas en mente.

Abrí la botella con cuidado y le di un pequeño sorbo, tratando de ahogar los nervios dentro de mí; no quería sentir que estaba estropeando los planes de Howdy, pero también me apuraba pedir las pinturas que necesitaba para decorar mi casa como quería. Sin embargo, no podía ignorar esa pequeña voz dentro de mí que me decía que probablemente Howdy tenía algo más en mente que solo anotar mi pedido.

—Claro —respondí con una sonrisa en el rostro, queriendo que mis sospechas no fueran notorias—. En realidad me interesaban colores no tan llamativos... ¿Tendrás algún catálogo o algo así?

Howdy asintió con lentitud, parecía que mi respuesta lo había tranquilizado, y salió de la cocina, dejándome a solas con mis pensamientos.

Me senté en una de las cuatro sillas que había alrededor de la mesa para esperarlo y dejé mi botella a medio beber sobre la mesa, el aroma de lo que Howdy había cocinado estaba haciendo que sintiera hambre. Esperaba no tardar en elegir los colores, necesitaba llegar a casa para hacer algo decente de comer antes de ir a dormir.

Suspiré profundamente al ver los únicos dos platos vacíos que había sobre la mesa y empecé a pensar a quién pudo haber invitado Howdy a cenar, al hacer una lista rápida de los vecinos, sentí un vacío horrible de solo pensar que Julie podría aparecer en cualquier segundo. Mis manos temblaron cuando tomé de nuevo la botella de jugo, después de lo que había ocurrido en el bosque, tenía en claro que debía evitarla tanto como pudiera.

Cuando Howdy regresó con el catálogo de pinturas, acomodó una de las sillas para acercarse a mí y colocar el catálogo sobre la mesa para que ambos fuéramos capaces de ver las diversas opciones que podía seleccionar.

A medida que pasábamos de hoja, la conversación fluía de manera natural, y mi preocupación inicial sobre estar interrumpiendo su cena se desvaneció lentamente. Aun así, no podía evitar sentir que Howdy tenía algo en mente más allá de la elección de colores.

Mientras anotaba las tonalidades que quería en una libreta que Howdy ofreció, pude notar por el rabillo de mi ojo cómo él lanzó una mirada nerviosa hacia la sartén y luego regresó a mí. Parecía indeciso, como si estuviera luchando consigo mismo.

Finalmente él decidió hablar de nuevo:

—Sabes... —Había sutiles dejos de vacilación en su voz y dejó su mirada llena de determinación en mí, como si ya hubiese tomado la valentía que necesitaba—. Ya que estás aquí, podríamos cenar juntos —alcé una ceja con curiosidad al escuchar sus palabras, y él rápidamente empezó a mover sus manos con ademanes nerviosos—. Q-Quiero decir, si no tienes prisa o algún inconveniente, podrías quedarte a cenar. No es necesario que te vayas tan rápido.

Su confesión me tomó por sorpresa, pero aún así sentí como si apareciera una chispa entre nosotros, la misma que sentí durante el picnic con Wally. Mi mente comenzó a conectar los puntos y las sospechas que había tenido antes se volvieron más claras. ¿Era posible que Howdy hubiera usado el pedido de las pinturas como excusa para invitarme a cenar? A pesar de mi sorpresa, sentí una sensación cálida de emoción creciendo dentro de mí.

—Claro que sí, me encantaría —le dediqué una amplia sonrisa, anotando los últimos códigos de las pinturas que requería en la libreta, y escuché cómo Howdy suspiraba con alivio.

Realmente me parecía tierno que Howdy hubiese estado nervioso todo este tiempo por intentar invitarme a cenar.

Howdy retiró el catálogo junto a la libreta y empezó a servir la cena que salvó justo a tiempo antes de que se quemara, el delicioso aroma que salía al levantar la tapa hacía que mi apetito aumentara significativamente. Al parecer todos aquí sabían cocinar.

La cena al principio fue callada, aún había restos de tensión en el ambiente que Howdy había dejado con su indecisión de invitarme a quedarme para acompañarlo, pero poco a poco, esa tensión fue disipándose. Ambos nos sumergimos en nuestras respectivas porciones de comida, saboreando los deliciosos sabores que Howdy había preparado. Era evidente que era un cocinero talentoso, y no pude evitar querer un cumplido por su habilidad.

—Wow, esto está increíble — dije mientras saboreaba un bocado—. Me gustaría poder comer esto todas las noches.

Él sonrió tímidamente y agradeció el cumplido. La conversación empezó a fluir más suavemente ahora que la tensión inicial había desaparecido por completo. Hablamos de una variedad de temas, desde nuestros intereses y pasatiempos hasta nuestras experiencias personales. Descubrí que compartíamos muchos intereses en común, lo que hacía que la velada fuera aún más agradable.

A medida que pasaba el tiempo, me di cuenta de lo fácil que era hablar con él, lo agradable que era su compañía y, al igual que con Wally, me sentí como una persona afortunada por tener a Howdy como mi vecino. Parecía que ambos habíamos encontrado una conexión especial esa noche.

Mientras disfrutábamos de lo último que quedaba en nuestros platos, desvié mi mirada hacia el reloj que estaba colgado encima de la puerta de la cocina; el tiempo se pasó volando que ni siquiera lo había notado, debía de descansar decentemente al menos para poder prepararme para el partido de mañana.

—Oh, ya es bastante tarde —pasé una servilleta por mis labios, asegurándome de que no se quedara ninguna mancha que pudiera dejar en evidencia mi falta de cuidado, y me encogí ligeramente de hombros cuando la mirada llena de curiosidad de Howdy se posó en mí—. Barnaby me invitó a un partido de voleibol mañana en la mañana —expliqué mientras me ponía de pie, sintiendo mi estómago satisfecho por la comida.

—Déjame adivinar, ¿estarás en el equipo de Poppy? —Él se puso de pie igualmente, empezó a caminar delante de mí para bajar las escaleras y atravesar la tienda, guiándome hasta la entrada principal.

— ¿Es algo malo? —Alcé mi mirada para verlo a los ojos, deteniéndome antes de cruzar el umbral de la puerta.

—Para nada, te vas a divertir —él aseguró con una sonrisa, por alguna razón sus palabras me tranquilizaron respecto al partido de mañana.

Ambos nos quedamos en silencio, indecisos por cómo despedirnos después de todo lo que había pasado. Howdy tomó valor una vez más y me miró a los ojos con sinceridad. —Sé que esto es un poco inusual, pero realmente me alegra que hayas decidido quedarte para cenar. He disfrutado mucho de tu compañía esta noche.

—Yo también me la pasé bien —respondí con sinceridad, una pequeña sonrisa cruzando por mi rostro—. A veces, las cosas más inesperadas resultan ser las mejores.

—Suerte en el partido de mañana, anota un punto por mí —él habló con un atisbo de diversión en su voz mientras pasaba una de sus manos por mi cabeza, despeinándome en el proceso.

—Anotaré hasta dos —le contesté mientras hacía una pequeña risa, me alejé con lentitud después de algunos segundos y agité suavemente mi mano de un lado a otro para despedirme definitivamente de él por hoy.

Mientras caminaba de regreso a casa, no podía dejar de sonreír. Había encontrado algo especial en esa cena inesperada con Howdy, sin embargo, el picnic improvisado con Wally también rondaba por mi cabeza, provocando que mi corazón se acelerara. ¿Podría ser este el inicio de un triángulo amoroso?
Me encogí de hombros ante mi propia pregunta mientras una pequeña risita se escapaba de entre mis labios; debía de tener presente que todavía era muy pronto para pensar algo más allá de una simple amistad, no quisiera arruinar las cosas con mis vecinos tan pronto.

Cerré la puerta con llave, esta vez asegurándome de que fuera imposible abrir la puerta desde el otro lado para evitar sorpresas como la noche pasada, pasé con habilidad por encima de las cajas de cartón que seguían esperando en la sala principal ...

Cerré la puerta con llave, esta vez asegurándome de que fuera imposible abrir la puerta desde el otro lado para evitar sorpresas como la noche pasada, pasé con habilidad por encima de las cajas de cartón que seguían esperando en la sala principal y caminé por el largo pasillo con intención de dirigirme a mi habitación; sin embargo, me detuve a mitad del camino cuando escuché el teléfono sonar.

Aunque era una coincidencia escalofriante que alguien me estuviera llamando justamente cuando estaba pasando enfrente de éste, tomé el auricular sin tardar para acercarlo a mi oído.

— ¿Hola? —La voz inconfundible de Wally se escuchó al otro lado de la línea, haciendo que sonriera inconscientemente ante este hecho—. Buenas noches, vecino.

—Hola, Wally —mi sonrisa se amplió, como si él pudiera verme.

—Querido vecino, Barnaby me contó que mañana vas a participar en el partido de voley —su voz carismática hacía que mis defensas se bajaran por completo, asentí tras escuchar sus palabras—. Quería desearte buena suerte, seguramente lo harás genial pero nunca está de más.

—Gracias —desvié la mirada con una creciente vergüenza combinada con emoción, saber que Wally se había tomado la molestia para desearme suerte en el partido hacía que sintiera una extraña sensación de calidez en mi pecho—. Sabes, tengo muchos nervios por esto, pero me siento mejor sabiendo que tengo el apoyo de buenos amigos como tú y Howdy.

— ¿Howdy? —Se quedó un momento callado, yo simplemente me limité a hacer un ruido para confirmar que él había escuchado bien—. Oh, sí, eso es fabuloso —continuó, el tono de su voz menos carismático que antes, y se aclaró la garganta para pasar desapercibido su ligero cambio de humor—. Por cierto, quería preguntarte algo.

Mi interés se incrementó notoriamente. ¿Qué podría querer Wally preguntarme? Mi mente comenzó a dar vueltas, imaginando todas las posibilidades, y mi corazón dio un vuelco ante las posibilidades más cursis.

—Claro, adelante. Pregunta lo que quieras, Wally —la sonrisa que estaba en mi rostro desde el momento que escuché la voz del contrario al otro lado de la línea estaba tambaleando mientras hacía un esfuerzo para evitar que mis nervios se reflejaran en las palabras que acababa de decir.

Wally pareció tomar un respiro profundo antes de continuar, y pude sentir la tensión en su voz mientras hablaba.

—Después del partido... ¿Te gustaría ir...?

Justo cuando estaba a punto de decir más, hubo un ruido fuerte seguido de una serie de maldiciones por parte de Wally. La línea se llenó de sonidos de caos, como si hubiera caído o algo hubiera salido mal en su extremo. No pude evitar poner los ojos en blanco ante la sinfonía demencial; a pesar de la sorpresa que me llevé de que Wally fuera capaz de decir esas palabras, sentí una genuina preocupación llenar mi interior.

—Wally, ¿estás bien? —pregunté con preocupación, esperando que él fuera capaz de responder después de lo que había ocurrido.

Sin embargo, lo único que pude escuchar fueron crujidos de lo que parecía ser madera junto a bisagras rechinando.

— ¡C-Cállate, Home! —El quejido de Wally se escuchó lejos, como si el teléfono hubiese terminado en un lugar diferente a donde él se encontraba.

Dejé escapar un suspiro de alivio al escuchar su tartamudeo; a pesar de no saber con quién estaba discutiendo, la tensión que sentí de pensar que algo malo le pudo haber ocurrido desapareció gradualmente.

Hubo un par de rechinidos más hasta que finalmente escuché como Wally recogía el auricular y se lo acercaba; tenía la esperanza de que terminara de hacer la invitación que él tenía en mente, pero en su lugar escuché:

—Lo siento, debo irme, tengo que atender algo urgente. ¡Hablamos después!

Antes de que pudiera decir algo más, Wally cortó la llamada abruptamente. Me quedé allí, con el teléfono en la mano, la confusión y preocupación por lo que acababa de escuchar seguían rondando en mi interior. Parecía que Wally tenía la intención de invitarme a una cita, pero debido al repentino percance prefirió terminar la conversación.

Dejé escapar un gran suspiro y dejé el teléfono en su lugar, continuando mi camino hacia la habitación. Con cada paso que daba, sentía mis párpados hacerse cada vez más pesados; ni siquiera tenía la energía suficiente para ponerle la pija. Tomé la carta que había dejado sobre mi cama para dejarla guardada en un cajón de la cómoda que se encontraba a un lado y me dejé caer sobre el colchón, sintiendo el mismo cansancio que sentí al despertar en la mañana. Ni siquiera me preocupé en poner música para que me hiciera compañía mientras soñaba.

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Ese fue un grandioso partido, vamos a celebrarlo en mi casa”, las palabras de Wally resonaban como si él estuviera cerca, repitiéndome lo que me dijo segundos después de que el juego de voleibol se hubiese terminado. 

Poppy y yo habíamos ganado el juego contra Barnaby y Howdy, a pesar de que los tres me sacaban una abismal diferencia respecto a las alturas. Al parecer la deidad del deporte se apiadó de mí y me concedió habilidades temporales para poder sacar una ventaja en el puntaje final del partido.

Cuando la amistosa competencia terminó, decidí ir a mi casa para tomar un refrescante baño para deshacerme del incómodo sudor que cubría mi cuerpo debido a mi falta de condición física para este tipo de actividades bajo el ardiente sol. Al salir del baño, por alguna razón, ya llevaba puesta la ropa que usaría. 

No le quise dar mucha importancia, así que simplemente caminé hacia la puerta principal, despidiéndome de mi mamá antes de llegar al exterior. 

—Ten cuidado —ella habló antes de que pudiera alejarme lo suficiente de su casa, asentí como respuesta y caminé sin un rumbo definido.

Por alguna razón que ignoraba, mis pies sabían el camino que debía de seguir para llegar a la casa de Wally. Al estar frente a la vivienda de él, un escalofrío bajó por mi espalda al notar como lo que creía eran manchas oscuras en las cortinas de las ventanas se movían; teniendo una vista completa de su hogar, me atrevería a decir que me estaba observando con atención.

—Hola —levanté una de mis manos para saludar a Home, aunque no sabía si realmente debía hacerlo. Los nervios de que una casa me estuviera viendo fijamente hacía que una incomodidad inimaginable se esparciera por mi interior a una velocidad increíble—. W-Wally me invitó.

Las bisagras de las ventanas rechinaron con emoción, la puerta principal se abrió para mí y el foco que había sobre la puerta parpadeó varias veces; era claro que estaba esperando a que entrara. Tragué saliva con dificultad y empecé a caminar con desconfianza hacia el interior de la casa viviente de Wally.

Al pasar el umbral, la puerta de madera se cerró automáticamente, haciendo que mis nervios incrementaran ligeramente; miré alrededor de la sala principal, esperando encontrarme con Wally pronto, pero como no había señales de él, decidí pasearme para ver la decoración del lugar. No pude evitar hacer una pequeña sonrisa cuando noté el sillón individual a un lado del teléfono, podía imaginarme con claridad a Wally mientras sostenía el auricular y hablaba conmigo.

Las luces del techo empezaron a parpadear para indicarme el camino que debía seguir para llegar con Wally, o al menos eso era lo que pensaba. Me alejé del colorido teléfono, empecé a caminar, siguiendo los focos iluminándose con un patrón definido, y escuché a un lado de mí la advertencia de mamá sobre tener cuidado. ¿Debería cuidarme de algo en particular? 

Subí lentamente las escaleras y me detuve frente a la puerta que las luces me condujeron, dudando enormemente en si debía abrirla o tocar antes. No se trataba de mi casa, así que lo correcto sería tocar; sin embargo, por alguna razón mi mano tomó la perilla plateada. 

Quería detenerme, sabía que debía respetar la privacidad de Wally, pero era de esos horribles momentos en los que pareciera que tu cuerpo tuviera conciencia propia.

Mis dedos se apretaron en la perilla, empezando a girarla con lentitud, pero me aparté cuando la puerta se abrió antes de que pudiera empujarla. 

—Vecino, ¿pretendías echar un vistazo rápido sin que me diera cuenta? —Wally rió carismaticamente sin mostrar alguna señal de estar molesto por lo que estaba a punto de hacer, salió de la habitación sin permitirme ver aunque fuera un poco el interior y cerró la puerta detrás de él—. Lo siento, todavía no es momento de que lo veas. 

— ¿Por qué no? —Interrogué con curiosidad, sin comprender a qué se refería con “todavía no es momento”. 

Wally se quedó callado, su sonrisa llena de carisma se amplió, y mantuvo su mirada penetrante en mí, sus ojos tenían un brillo espeluznante; no podía evitar sentir como los nervios en mi interior empezaban a aumentar a pasos agigantados, haciéndome retroceder instintivamente hasta que mi espalda tocó la pared. 

Él se acercó lentamente, como un depredador acechando a su presa. Su mirada seguía fija en mí, su sonrisa nunca desapareció, pero ahora tenía algo siniestro en ella.

—No te preocupes, mi querido vecino. Ya llegará el momento en que veas lo que hay detrás de esa puerta —acercó su rostro al mío, mi cuerpo empezó a temblar de miedo—. Pero no es hora todavía —tomó un mechón de mi cabello entre sus dedos, haciendo que un escalofrío bajara por mi espalda, y juntó su frente con la mía—. Debes ser paciente —susurró con un tono que envolvía mi mente en un escalofrío.

Mis pensamientos se agitaban en un torbellino de confusión y miedo. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Por qué sus palabras sonaban como una promesa amenazante? Mi mente gritaba que debía huir, que esto no era normal, que algo estaba mal. Pero mi cuerpo seguía paralizado contra la pared, como si estuviera en una pesadilla.

Wally se acercó aún más, su aliento cálido rozando mi mejilla. Instintivamente di un paso hacia a un lado para intentar escapar, pero mis piernas temblaban y me tambaleé. Él me agarró del brazo con fuerza, su agarre apretándome dolorosamente.

—No te preocupes, cariño. No te haré daño. Solo quiero que confíes en mí y me entregues la carta —susurró mientras su sonrisa se ensanchaba aún más, mostrando unos dientes que parecían afilados como cuchillos.

El pánico me invadió por completo. No podía quedarme allí. Forcejeé con todas mis fuerzas, logrando liberar mi brazo de su agarre, corrí para alejarme desesperadamente de él y descendí las escaleras a toda velocidad. Las luces del techo seguían parpadeando, pero esta vez me guiaron fuera de la casa de Wally.

Corrí por la calle, alejándome lo más rápido que pude de esa pesadilla. Mi corazón latía con fuerza y mis pulmones ardían, pero no me atrevía a mirar atrás. Sabía que debía huir, mantenerme a salvo.

Finalmente, me detuve para recuperar el aliento baja la seguridad de la luz de una farola que se encontraba en la esquina, pero la curiosidad y el miedo me invadieron de nuevo. ¿Qué había detrás de esa puerta en la casa de Wally? ¿Por qué me había detenido? ¿Qué era lo que no estaba listo para ver?

A pesar del miedo que me dominaba, una voz que podía escuchar con claridad me decía que debía regresar, que debía averiguarlo. Lentamente, me di la vuelta y miré hacia la casa de Wally. En la ventana del segundo piso, vi algo que me heló la sangre.

Una sombra oscura se movía tras el cristal, una figura retorcida y grotesca que no podía identificar. Mi corazón volvió a latir con fuerza, pero esta vez no era por el esfuerzo de la carrera. Era el miedo y la curiosidad que me impulsaban a regresar y asomarme.

Sin pensarlo dos veces, me dirigí de nuevo hacia la casa de Wally, decidida a descubrir el oscuro secreto que se ocultaba detrás de esa puerta. No podía dejar que el miedo me dominara. Tenía que enfrentar lo desconocido, incluso si eso significaba adentrarme en un abismo de terror.

En lugar de que la puerta se abriera como lo había hecho anteriormente, una de las ventanas se levantó. Quizás debía tomarlo como una señal para alejarme inmediatamente de ahí, pero había perdido de nuevo el control de mi cuerpo. Me acerqué con lentitud a la ventana abierta y me quedé observando lo que pensaba que eran las cortinas. 

— ¡Ayuda, vecino! —La clara súplica de Howdy se escuchó desde el interior de la casa haciendo que mi corazón se sintiera pesado ante su voz llena de desesperación.

Con lágrimas rodando por mis mejillas, me acerqué con intención de regresar al interior y ofrecer la ayuda que Howdy estaba pidiendo; a pesar de no saber lo que estaba ocurriendo o de si sería capaz de enfrentarme a alguien que creía inofensivo como Wally, mi sentido de ayuda era más poderoso.

Coloqué mis manos en el borde de la ventana, mientras mi mirada bajaba en busca de algo que pudiera usar para impulsarme, y escuché un sonido que me hizo paralizar. Al volver a levantar la mirada, me di cuenta que la ventana estaba bajando a toda velocidad y que no conseguiría retirar mis manos a tiempo.

Apreté los ojos fuertemente, anticipándome al dolor tortuoso que estaba a punto de llenar mi interior.

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Desperté de golpe al escuchar un estrépito sonido, mi mirada cayó inmediatamente sobre mis manos para asegurarme de que estuvieran bien y suspiré de alivio al darme cuenta que solamente había sido un sueño. Más bien, una horrible pesadilla.

Me quedé sentada sobre la cama, tratando de analizar todo lo que había pasado, tomé cuidadosamente la piedra que seguía colgando de mi collar y suspiré profundamente en un intento de que los latidos de mi corazón se regularizaran, no podía entender cómo algo que crea tu propio cerebro puede sentirse tan real; incluso el sonido de la ventana cerrándose se había escuchado genuino.

¿Por qué habría soñado todo eso? Agité suavemente la cabeza mientras pasaba las manos por mi cabello en un intento de acomodarlo, quería borrar las imágenes que seguían presentes y rondando libremente por mi mente. Dejé escapar un bostezo, pretendiendo dejar la pesadilla en el olvido, tomé la carta del cajón donde la había guardado y me dirigí al baño con intención de leerla mientras me ocupaba de mis necesidades.

En realidad, no podía dejar de pensar en las palabras de Wally diciendo que confiará en él y le entregara la carta; era un alivio saber que ya era de día y que solamente me debía de preocupar por mi desayuno antes de ir al partido de voleibol. Me senté en la taza, dejando fluir lo que tuviera que fluir, apoyé los codos sobre las rodillas y empecé a sacar lentamente la hoja del sobre, mis ojos recorriendo con rapidez las palabras que ya había leído.

"Como habrás notado, la comunidad es un lugar encantador y acogedor, pero como en todos los lugares, hay secretos que se esconden detrás de la fachada".

No pude evitar arquear una ceja ante la última oración, instintivamente giré el sobre para ver si podía encontrar el nombre del remitente, pero no obtuve éxito.

"No es casualidad que estés recibiendo esta carta. Hay fuerzas en juego que trascienden la lógica y la razón, fuerzas que pueden traer maldiciones".

Entrecerré ligeramente los ojos al terminar de leer el párrafo, mis dudas sobre lo que la persona que me había mandado la carta intentaba decirme empezaban a acomularse lentamente en mi cabeza. Mi vulnerabilidad salió a la luz una vez más, sintiéndome como un ser indefenso que acababa de entrar a la boca de su depredador.

"La amabilidad de algunos de los vecinos puede no ser lo que parece..."

Antes de que pudiera continuar leyendo, escuché sonidos metálicos dentro de mi casa, mi primer pensamiento fue que se había metido algún animal por accidente, pero los sonidos no eran aleatorios. Era como si alguien estuviera buscando entre mis cosas.

Aunque quería continuar leyendo la carta, debía de ver lo que estaba pasando. Guardé de nuevo el papel en el sobre y, tras mirar alrededor del baño, decidí dejarlo detrás del espejo; espero no olvidar que lo puse ahí. Me aseguré de dejar en orden el baño antes de salir y empecé a caminar siguiendo los sonidos que se hacían más audibles conforme me acercaba a la cocina.

—Oh, buenos días, vecino —su suave voz me inundó de alivio en un segundo, olvidándome por completo de que algún loco estuviera en mi casa, colocó una taza de café sobre la mesa y me dedicó una resplandeciente sonrisa, era claro que alguien no había tenido pesadillas a diferencia de mí—. Ya sabes lo que dicen, el que hace el desayuno —hizo una pausa, sus labios se curvaron en medio de pequeños temblores, y se inclinó ligeramente hacia mí mientras terminaba de amarrar el mandil que había sacado de uno de mis cajones— ¡no tiene que lavar los platos!

Por alguna razón sentía esto como un fuerte déjà vu.

Estaba a punto de tomar la taza, dejándome llevar por las intenciones de Wally de querer preparar de nuevo el desayuno, pero me detuve antes de que mis dedos tocaran la taza; recordé que ayer había cerrado la puerta principal con llave.

— ¿Cómo entraste a mi casa? —Lo seguí con la mirada, haciendo nota mental de sus movimientos libres en la cocina, realmente parecía haberse aprendido el lugar de memoria porque no batallaba para encontrar las cosas que necesitaba para ponerse a cocinar.

—Oh, ya sabes —él me dedicó una pequeña sonrisa mientras abría un huevo justo encima del sartén caliente, girándose para tirar el cascarón en el bote de basura—, solamente me metí por la ventana —regresó su atención hacia lo que estaba cocinando, dándome la impresión de que estaba minimizando la situación—. Quería asegurarme de que comieras bien antes de tu partido.

Me mantuve en silencio, sin saber qué decir con la información obtenida, coloqué una mano en la frente para tratar de organizar mis pensamientos e ideas y resoplé con cansancio; debía de encontrar las palabras adecuadas para dejarle en claro a Wally que no me gustaba que irrumpiera en mi casa aunque sus intenciones fueran amables.

Mis ojos se agrandaron al recordar lo último que alcancé a leer de la carta y mi mirada nerviosa se desplazó lentamente hacia Wally, quien parecía estar esperando a que volviera a hablar. ¿Y si la amabilidad de Wally no es lo que parece ser...?

Él parpadeó, llevándose consigo las sensaciones que se estaban apoderando de mí con lentitud, y me quedé en trance, tratando de recordar lo que acababa de hacer antes de llegar a la cocina; había despertado de una horrible pesadilla, pero, ¿y luego?

«Vecino, si no bebes rápido tu café, se enfriará —Wally me sonrió con amabilidad, sus ojos regresaron al sartén donde estaba cocinando un par de huevos, y empezó a tararear una canción mientras esperaba a que fuera el momento de sacar la comida del fuego.

—Sí —musité, mis pensamientos moviéndose en un torbellino tratando de llenar el espacio claramente vacío que había en mi mente, y me senté lentamente sobre la mesa, encontrándome con mi propia mirada en el reflejo del café humeante—. De cualquier forma —intenté ignorar la sensación de que se me estaba olvidando algo importante y tomé con decisión la taza caliente con café—, no entres a mi casa sin mi permiso, Wally.

Tras decir mis palabras, él dirigió rápidamente su mirada llena de incredulidad hacia mí y, tal y como había pasado ayer después del desayuno, sus movimientos empezaron a ser rígidos y una sonrisa nerviosa cruzó por su rostro mientras intentaba darle vuelta a los huevos; tenía la impresión de que él acababa de hacer una equivocación que solamente él podía saber cuál era.

—Claro, vecino —él habló con voz temblorosa, haciendo un descomunal esfuerzo en concentrarse en lo que estaba haciendo—. Lo tendré en cuenta.

Hice una nota mental para asegurarme de que todas las ventanas y puertas de mi casa se encuentren cerradas para antes de dormir y evitarme sorpresas así desde temprano. Un bostezo de cansancio se deslizó por entre mis labios y apoyé un codo sobre la mesa, preguntándome a qué carta se refería el Wally de mi sueño.

Wally se ofreció a llevar mi botella de agua junto a una mochila que él había preparado antes de llegar a mi casa mientras me guiaba hacia una cancha al aire libre donde Barnaby y Poppy ya me estaban esperando; los saludé desde lejos antes de acer...

Wally se ofreció a llevar mi botella de agua junto a una mochila que él había preparado antes de llegar a mi casa mientras me guiaba hacia una cancha al aire libre donde Barnaby y Poppy ya me estaban esperando; los saludé desde lejos antes de acercarme a ellos y me empecé a preguntar si Wally sería quien jugaría en el equipo de Barnaby ya que no parecía haber alguien más cerca.

—Gracias por haber venido, vecino —Poppy se dirigió a mí con una gran sonrisa que me hizo sentir que había valido la pena aceptar la invitación de Barnaby al partido y pasó una mano por mi cabello, haciéndome sentir como cuando era un infante y mi mamá me deseaba suerte para antes de hacer la mayor ridiculez de mi vida—. Aprecio mucho que quisieras formar parte de mi equipo.

Me sentí un poco sorprendida por el gesto afectuoso de Poppy. Aunque nos conocíamos desde hace poco tiempo, su amabilidad y cariño me hacían sentir comodidad en su presencia.

Barnaby, por su parte, se acercó con una sonrisa y me dio un fuerte apretón de manos.

—¡Estoy emocionado de que estés aquí! —exclamó—. Todavía no estamos completos, así que podemos empezar a calentar.

Asentí suavemente ante la sugerencia de calentar, mi mirada se desplazó hacia donde había visto a Wally por última vez y me di cuenta que él ya había sacado una silla desplegable junto a una sombrilla donde podría ver el partido con total tranquilidad, aunque parecía que iba a continuar sacando cosas de la mochila.

Entre Barnaby, Poppy y yo empezamos a pasarnos la pelota, usando la red que había en medio de la cancha. El sudor no tardó en bajar por mis sienes debido a mi falta de costumbre a este tipo de actividades bajo el sol.

Mientras practicábamos, me di cuenta que Poppy se ponía nerviosa cada vez que la pelota se le acercaba y que Barnaby, a pesar de que yo era su objetivo más cercano, se divertía molestando a Poppy. Una estrategia para llevarnos la victoria a casa empezaba a maquinarse velozmente en mi cabeza.

— ¡Ánimo, vecino! —Wally gritó mientras movía ambas manos en un intento de conseguir mi atención.

Abandoné la posición en la que estaba para verlo, de cualquier forma parecía que Poppy y Barnaby estaban ignorándome para practicar, y mis ojos se agrandaron al darme cuenta que había un gran cartel donde la mitad de este estaba mi rostro mal dibujado, en la otra mitad el de Poppy y en medio de las dos una pelota de volley. Arriba de los dibujos y con letras de diferentes colores y tamaños ponía "ánimo equipo".

Sentí mis mejillas calentarse ante el evidente esfuerzo de Wally en un partido que no le estaba tomando mucha importancia y, antes de que pudiera acercarme para preguntarle cuándo había hecho todo eso, sentí un golpe en mi espalda con la pelota.

Al voltear para ver quién había sido, me encontré a Barnaby con una sonrisa traviesa en el rostro.

— ¡Ups, vecino! —Su sonrisa se curvó ante una risa anticipada, se agachó para tener de nuevo entre sus manos la pelota que usaríamos para el partido y se la lanzó a Poppy sin necesidad de retirar su mirada juguetona de mí, afortunadamente Poppy no había bajado la guardia como yo y consiguió atraparla—. Creo que te di una impactante bienvenida al juego.

Me quedé en silencio, asimilando su chiste, y me encogí de hombros al escuchar las sonoras risas de Wally y Barnaby.

Justo en ese momento, antes de que pudiera reclamar por el golpe intencionado, Julie apareció en la cancha, con una expresión desdeñosa en el rostro. No parecía estar contenta de verme allí, lo que no era sorprendente considerando nuestras diferencias desde que me mudé.

Frank, quien había estado siguiéndola, se sentó en una de las sillas libres que había bajo la sombra de Wally y me saludó agitando la mano de un lado a otro, su ceño se frunció al ver el cartel que Wally había hecho y, aun lado de este, colocó uno donde apoyaba a Julie y Barnaby.

La tensión en el aire era palpable mientras nos preparábamos para el partido bajo el brillante sol de la tarde.

Poppy me susurró mientras tomaba su posición en la cancha con una sonrisa tranquilizadora:

—No te preocupes, estamos en esto juntos, vecino.

Una agradable sensación de calidez recorrió mi pecho tras sus palabras de aliento, me preguntaba si había detectado la tensión que apareció en el ambiente después de que Julie apareciera en la cancha, asentí suavemente hacia ella y me apresuré para tomar mi posición igualmente, preparándome para cualquier cosa que pudiera suceder durante el partido.

El juego empezó con gran intensidad. A pesar de la desventaja inicial debido a mi evidente sorpresa de que Julie fuera mi rival en el partido, Barnaby y Julie estaban determinados a ganar y pronto tomaron la delantera en puntos. Julie se movía con una agresividad impresionante, y su mirada desafiante no pasaba desapercibida.

Durante un breve descanso, aproveché la oportunidad para distraer a Julie y tratar de romper su concentración. Sabía que si quería que mi equipo tuviera una oportunidad de ganar, necesitábamos hacer que Julie perdiera su ritmo ya que era la única que estaba haciendo anotaciones.

Me acerqué a Julie cuando fuimos por nuestras respectivas botellas de agua, estaba haciendo un gran esfuerzo por parecer amigable, y le di un gran sorbo a mi botella, disfrutando la sensación de frescura bajando por mi garganta.

—Hey, Julie, se nota que sabes jugar voleibol —comenté, tratando de disimular mis intenciones.

—Gracias —Julie me miró con desconfianza, pero respondió brevemente, sabía que no podía mostrar su verdadera actitud hacia mí cuando Frank y Wally estaban tan cerca de nosotros.

Realmente no sabía si este truco iba a funcionar, pero no perdía nada con intentarlo, ignoré la mirada atenta de Wally sobre mí y le di un sorbo más al agua, haciendo un esfuerzo por lucir natural.

—Me preguntaba... —Alcé brevemente mi mirada para ver los ojos de ella y apreté nerviosamente la botella de agua—. ¿Qué sueles hacer con tu mano izquierda durante el juego?

No pude evitar notar que la expresión de Julie cambió ligeramente, como si estuviera distraída por la repentina pregunta que le acababa de hacer; tanto Frank como Wally, miraron hacia la mano izquierda de Julie, probablemente haciéndose la misma pregunta.

Aprovechando que aparentemente mi distracción había funcionado, Poppy y yo regresamos al campo y comenzamos a recuperar terreno. Nuestra coordinación mejoró, y empezamos a anotar puntos con más frecuencia. Barnaby y Julie parecían desconcertados por nuestra repentina mejora, y la tensión en su equipo se hacía más evidente con cada punto que perdían.

El marcador se igualó, y la presión aumentó en el campo. Indiscutiblemente la pequeña pregunta inofensiva que le había hecho a Julie antes de regresar al juego estaba funcionando tal y como debería, su concentración estaba ocupada en saber lo que hacía con su mano izquierda en lugar de lo que realmente importaba: anotar puntos.

Mi cuerpo se sentía increíblemente agotado debido a la intensidad del encuentro y el hecho de estar jugando bajo el ardiente sol, lo único que me reconfortaba era saber que el juego estaba a punto de terminar y la probabilidad de que Poppy y yo ganaremos era demasiado alta.

Unos minutos más tardes tomamos la delantera por apenas unos puntos, me acerqué a Poppy al notar que ella no consiguió atrapar la pelota antes de que cayera al suelo y le di una palmada amistosa en el hombro para que no se preocupara, el juego estaba bajo control todavía y los tres puntos que llevábamos de sobra eran más que suficientes para dar por hecho nuestra inesperada victoria.

Mi boca se sentía incómodamente seca, mis piernas hormigueando al igual que mis brazos y mi cuerpo empapado de sudor, necesitaba desesperadamente algo de agua fresca pero no podía pedir un descanso cuando el partido estaba a minutos de terminar; me coloqué en mi posición, preparándome para jugar lo último que quedaba.

Podía ver la irritación, estrés y desesperación creciente en Julie por estar perdiendo sin comprender por qué, nuestras miradas se encontraron momentos antes de que saltara para hacer un saque. En un último esfuerzo por ganar, Julie golpeó la pelota con una ferocidad inusual. Pero en lugar de golpear la pelota hacia nuestro campo, la lanzó directamente hacia mi rostro. El impacto fue doloroso y sorprendente. Caí al suelo mientras los jadeos de sorpresa de los espectadores se escuchaban de fondo.

Mi mirada salió disparada hacia Julie, quién estaba sorprendida por lo que acababa de suceder, pero no arrepentida. Escuché a Barnaby preguntarme si era algún tipo de imán para los desastres y reí débilmente; mi cuerpo estaba agotado mental y físicamente, el calor me tenía como rehén y el golpe de Julie había hecho que sintiera como si mi cabeza estallara en miles de pedazos.

De pronto dejé de escuchar los sonidos de mi alrededor y me sumergí en una tranquila y reconfortante oscuridad; sabía que debía ser paciente y esperar a recuperarme de todos mis malestares.

Chapter 10: Cada noche que te quedes

Chapter Text

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que cerré los ojos, pero poco a poco, comencé a recobrar la consciencia. Mi cuerpo se sentía pesado como una roca, mi cabeza aún latía por el impacto de la pelota, y mi vista seguía siendo borrosa. Parpadeé varias veces, tratando de aclarar mi visión, pero todo parecía una mezcla de colores y sombras difuminadas.

Fue entonces cuando noté una figura junto a mí. Intenté hablar, pero mi garganta estaba reseca, y solo logré emitir un susurro ininteligible. Noté que había capturado la atención de la figura, y finalmente, mis ojos empezaron a enfocarse. En ese momento, reconocí a Julie a mi lado, con una expresión de sorpresa en su rostro. Ella estaba diciendo algo, pero mis oídos aún no funcionaban correctamente. Solo pude percibir el movimiento de sus labios sin entender las palabras.

Sin saber qué más hacer, decidí cerrar los ojos por un momento más, con la esperanza de que el descanso me ayudara a recuperar mis sentidos por completo. Sentí cómo mi cuerpo se hundía sobre la cama, cada vez más cerca de regresar a la oscuridad reconfortante que necesitaba.

Sin embargo, esta vez no tuve la oportunidad de regresar al mundo de mis sueños. Alguien me sacudió suavemente, desapareciendo al instante la sensación de cansancio. Abrí los ojos de nuevo y vi a la figura borrosa inclinándose sobre mí.

Esta vez, la voz que llegó a mis oídos tenía más claridad. Era la voz de Poppy, suave y reconfortante:

— ¿Estás bien? —Preguntó con evidente preocupación, mientras colocaba una mano cálida en mi frente.

—Sí, creo que he estado peor —murmuré con dificultad, la incómoda y desagradable sensación en mi garganta me recordaron que debía tomar urgentemente algo de agua.

Poppy sonrió con alivio y se apartó un poco. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estábamos en una habitación desconocida. No estaba en el campo de juego, y eso me desconcertó aún más. ¿Cómo había llegado allí? Además, ¿no estaba Julie hace unos segundos aquí conmigo? ¿O habrá sido mi imaginación?

Alcé la mirada para encontrarme con los ojos de Poppy y me encogí de hombros; teniendo en cuenta que acababa de despertarme después de haberme desmayado en medio de la cancha, no creía que era buena idea preguntarle sobre Julie. Después de todo, podría tratarse de una alucinación y solamente la terminaría preocupando más de lo que debería.

—Cuando te desmayaste, le pedí a Barnaby que te cargara hasta mi casa —explicó Poppy con voz dulce y tranquila mientras me ayudaba a incorporarme lentamente, asegurándose en todo momento que me encontrara bien.

Mi mente estaba lenta todavía, pero poco a poco podía sentir cómo las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Podía hacer una imagen mental de lo que había pasado después de que mi rostro hubiera sido golpeado tan bruscamente con la pelota de volley; separé los labios con intención de hablar de nuevo, pero la resequedad me impedía emitir sonido alguno.

Ella pareció entender lo que estaba pasando y, con una cálida sonrisa, me ofreció un vaso de agua fresca. Mientras bebía, me di cuenta de toda la suerte que tenía por tener vecinos que genuinamente se preocupaban por mi bienestar. No podía evitar mirar de reojo a Poppy mientras acomodaba unas cosas en un mueble cercano, la sensación agradable de calidez volvió a inundar mi pecho.

«Fue un gran partido —comentó de pronto, su voz cantarina me confirmaba que ella se la había pasado bien—. No entiendo cómo, pero vencimos al equipo de Barnaby y Julie —se giró hacia mí, dedicándome una amplia sonrisa y sus ojos brillando de la emoción—. Nunca subestimes el valor de tu determinación y trabajo duro, querido.

Mis mejillas se calentaron tras las amables palabras de Poppy, recordándome una vez más a mi época infantil cuando más necesitaba escuchar algo así para no sentirme como una persona completamente inútil que lo único que sabe hacer es arruinar todo. Dejé el vaso vacío sobre la cómoda de al lado y me senté en el borde de la cama, preparándome para levantarme.

— ¿Qué te puedo decir? —Sonreí nerviosamente, mis intenciones eran ir y darle un fuerte abrazo a Poppy, pero me arrepentí al recordar todo lo que sudé durante el partido de voleibol; en su lugar, simplemente extendí mi puño hacia ella—. Somos un gran equipo.

—Lo somos —ella rió suavemente, revolvió mi cabello como si de un niño me tratara y se alejó hacia la puerta, llevándose el vaso vacío consigo.

Instintivamente la seguí, ya no había razón alguna para permanecer en la habitación de Poppy si ya me sentía mejor que antes, y, mientras bajábamos las escaleras, no pude evitar imaginarme cómo sería aprender a cocinar con ella; quizás sería como lo que siempre quise con mi propia madre. Entonces la idea de pedirle prestado un libro de cocina a Frank se fue directamente al basurero, no quería perder la oportunidad de pasar más tiempo con Poppy mientras me enseñaba algunas de sus recetas.

—Poppy —hablé antes de cruzar el umbral de la cocina, su decoración rústica me hacía recordar a las típicas casas en campos que aparecen en películas o series, y dirigí mi mirada hacia el anticuado refrigerador, dándome cuenta que éste era uno de los pocos electrodomésticos que había en el lugar—, si no es mucha molestia y tienes tiempo, ¿podrías enseñarme una que otra receta?

Poppy se detuvo frente a la encimera y me miró con una sonrisa encantadora. Sus ojos brillaban con entusiasmo mientras asentía.

—Claro que sí, querido —se acercó a mí para tomar una de mis manos entre las suyas con evidente emoción y nuestras miradas se encontraron; aunque a veces solía incomodarme hacer contacto visual con los demás, esta vez se sentía diferente—. Te aseguro que vamos a divertirnos juntos y...

Antes de que ella terminara de hablar, se escucharon un par de pequeños golpes en la puerta principal, interrumpiendo nuestra conversación. Miré a Poppy con curiosidad, y ella se encogió de hombros, dándome a entender que no estaba esperando a nadie; por alguna razón, en la única persona que podía imaginar al otro lado de la puerta era Wally, probablemente estaría preocupado por saber cómo estaba después del inesperado golpe en mi rostro con la pelota.

Ella salió de la cocina, cruzando la sala principal, y yo me quedé esperando bajo el umbral de la cocina, mi mirada atenta sobre la puerta a la que Poppy se estaba dirigiendo.

Después de unos segundos donde mi curiosidad incrementó, Poppy se apartó de la entrada y se dirigió a mí con una sonrisa llena de complicidad en su rostro.

—Es para ti, vecino —comentó mientras se acercaba a mí y me daba un par de palmadas amistosas en la espalda—. Ven mañana en la mañana y te enseñaré a hacer unos deliciosos waffles caseros.

Asentí ante su indicación, suponiendo que ya había llegado el momento de irse de su casa, agradecí una vez más por sus cuidados junto a la propuesta que acababa de hacerme y, tras un pequeño suspiro para deshacerme de los nervios, salí de su hogar.

Lo primero que me encontré al salir fue un lindo ramo de flores naranjas, las cuales fueron apartadas de mi rostro rápidamente cuando la puerta terminó de cerrarse detrás de mí, alcé mi mirada para encontrarme con los ojos de Howdy y sentí mis mejillas calentarse, realmente esperaba que fuera Wally quien me estuviera esperando.

—O-Oh, vecino —tartamudeó al hablar, dos de sus manos se encargaban de mantener escondido el ramo detrás de él mientras que el otro par acomodaba nerviosamente su cabello azul junto su bonito sombrero que, a mí criterio, formaba parte de su uniforme—. E-Eddie me dijo que Frank le dijo que habías tenido un accidente durante el partido —su mirada indiscreta me inspeccionó de pies a cabeza, como si estuviera esperando a encontrarse con algo fuera de lo usual—, vine tan pronto tuve oportunidad y pensé en traerte esto para animarte.

Extendió de nuevo el ramo hacia mí, la suave fragancia que las flores emanaban hizo que mi corazón diera un vuelco y que una sonrisa temblorosa y tonta apareciera en mi rostro; no sabía qué pensar con aquel detalle, definitivamente no me esperaba recibir algo después de haberme desmayado antes de que el partido acabara.

— ¡Gracias, Howdy! —Tomé con delicadeza el ramo, cada flor parecía un pequeño sol encerrado en un pétalo, emanando calidez—. Son muy hermosas. Hace tiempo que no recibía flores, me hace feliz que hayas pensando en mí.

Las flores se alzaban erguidas sobre tallos fuertes y verdes, como soldados en formación, listas para conquistar el mundo con su belleza. Era como si los pétalos se abrieran gradualmente, revelando un corazón dorado que invitaba a mirar más de cerca. Cada pétalo era una obra maestra en sí mismo, con bordes suavemente ondulados y una textura aterciopelada que invitaba a tocar.

—No es nada —su sonrisa se amplió, dejándome ver por una fracción de segundo el tono rojizo en sus mejillas, se inclinó suavemente hacia mí y bajó el tono de su voz, como si se estuviera asegurando que solamente yo escuchara a pesar de que éramos los únicos que estábamos fuera de la casa de Poppy—. Se supone que todavía no es tiempo de que florezcan, pero Julie me ayudó para que se vieran así.

Arqueé rápidamente una ceja con curiosidad ante la mención de Julie, ¿eso significaba que ella le había ayudado para que él pudiera entregarme este pintoresco ramo de flores naranjas? Aún con esa información en mente, no podía evitar sentirme como la persona más especial en el mundo por tener este precioso detalle en mis manos.

—Realmente te lo agradezco —mi mirada se quedó fija en los pétalos anaranjados, preguntándome qué tan fácil pudo haber sido para Howdy conseguir algo así para mí tan pronto supo sobre mi accidente, y suspiré profunda y lentamente mientras trataba disimular un poco mi boba sonrisa—. Sinceramente me dejaste sin palabras, yo... —Me fijé en un par de manchas de tierra que había en su mandil, una nueva duda que cruzó por mi mente hizo que cambiara el tema de conversación antes de haber terminado mi frase anterior—. Howdy, ¿de dónde conseguiste las flores?

— ¡Oh! —Él bajó instintivamente la mirada, dándose cuenta de por qué le había preguntado algo así, rió nerviosamente mientras sacudía su uniforme y desviaba su mirada hacia un lado, tratando de parecer despreocupado respecto al asunto—. Había plantado esas dalias hace un par de meses, no esperaba que vivieran, pero Frank me prestó un libro y, bueno, como te dije, todavía no era temporada para que florecieran.

Una sensación cálida recorrió mi interior, por un momento pensé que Howdy habría ido corriendo en busca de flores para regalarme. Aunque no las había plantado con esa intención, no pude evitar sentir que eran especialmente para mí desde el momento que él decidió sembrarlas.

Nos quedamos un momento en silencio, pensando seriamente qué decir en una situación así, le dediqué una sonrisa nerviosa y dudé en abrazarlo; no quería hacer contacto físico cuando mi cuerpo estaba repleto de sudor seco y, probablemente, emanando mal olor. Sin embargo, Howdy, a diferencia de Poppy, pareció entender mis intenciones y se acercó con los brazos abiertos, dándole igual el desastre que era en ese momento.

Mis mejillas no tardaron en calentarse y mis nervios ocasionaron que mi cuerpo temblara con ligereza ante la ansiada muestra de cariño; por desgracia, la inconfundible voz de Wally se escuchó demasiado cerca de nosotros y, antes de que pudiéramos acercarnos lo suficiente, nos dimos cuenta de que él se encontraba en medio de ambos.

— ¿Oh? —Wally alternaba su mirada entre nosotros, parecía como si supiera lo que estaba a punto de suceder y nos había interrumpido en el momento adecuado—. Lo siento, vecino, pero es necesario que vengas a mi casa —se giró hacia mí, dándole la espalda a Howdy, y, cuando iba a tomar mi mano, notó el ramo de flores que llevaba conmigo—. ¡Oh, Howdy! Es tan tierno de tu parte.

Wally hizo un gesto exagerado de admiración hacia las flores, la mirada que le dedicaba a Howdy era de genuina sorpresa. Howdy, por otro lado, carraspeó ligeramente, intentando no parecer afectado por los comentarios de Wally y la clara incomodidad que había inundado el ambiente.

Me quedé en silencio sin saber qué decir, sabía que las cosas entre ellos dos podían ponerse tensas en cuestión de segundos, apreté nerviosamente los labios mientras pensaba en las palabras adecuadas que podía usar para evitar una discusión entre ellos y mi mirada salió disparada a Wally cuando sentí sus dedos entrelazarse con los míos.

—Sí, Howdy ha sido muy amable conmigo —confesé con una sonrisa imposible de ocultar, pretendiendo cambiar el tema de conversación para desviar la atención de Wally—. Así que, Wally, dijiste que me necesitabas para algo, ¿cierto?

Wally se aclaró la garganta y asintió, pero sus ojos no abandonaron el ramo de flores en ningún momento. Parecía que el gesto de Howdy lo había tomado por sorpresa y no sabía cómo reaccionar ante eso. Empezó a caminar sin agregar nada más, negándose a soltar mi mano como una clara indicación implícita de que lo siguiera.

Pasamos a un lado de Howdy, nuestras miradas cómplices se encontraron por última vez, antes de que fuera evidente para Wally que Howdy y yo estábamos conscientes de que ahora teníamos un abrazo pendiente.

Al llegar a casa de Wally, no pude evitar sentir un escalofrío bajar por mi espalda al recordar la horrible pesadilla que había tenido, me quedé de pie mientras observaba atentamente las ventanas y sentí como si mi alma se saliera de mi cuerpo cua...

Al llegar a casa de Wally, no pude evitar sentir un escalofrío bajar por mi espalda al recordar la horrible pesadilla que había tenido, me quedé de pie mientras observaba atentamente las ventanas y sentí como si mi alma se saliera de mi cuerpo cuando noté el movimiento de las cortinas. ¡Debía de ser imposible! ¡No puede ser natural que una casa tenga vida!

— ¿C-Constance? —Tartamudeé con nerviosismo, solamente conocía una vivienda con vida y no era del todo amigable.

— ¡Oh, vecino! ¡Qué extraña manera de saludar! —Wally rió con diversión ante mi comentario, colocó una mano en mi hombro y extendió la otra hacia su hogar—. Te presento a Home.

Sentí un horrible nudo en mi estómago cuando la puerta se movió para intentar saludarme y, sin querer, mi mano se apretó en el ramo de flores que Howdy me había dado; no quería pensar que lo de mi pesadilla se repetiría, pero ¿no estaba siendo demasiada casualidad? Tragué nerviosamente mientras levantaba mi mano libre para devolverle el saludo a la casa viviente de Wally, di media vuelta y empecé a caminar, con decisión en alejarme todo lo posible de Home.

«Oh, estás yendo por el camino equivocado —Wally se apresuró y me tomó de los hombros para detenerme antes de que pudiera bajar de la banqueta, dándome media vuelta y encaminándome de vuelta hacia Home—. Sally te está esperando para medirte.

Sus palabras me sacaron de mi estado de nerviosismo momentáneamente, y pensé en lo realmente emocionada que Sally se ha mostrado con su nueva idea para la obra de teatro. No podía negar que yo también sentía ciertas ansias de trabajar en el proyecto teatral con Howdy y Wally, y eso me ayudó a calmarme un poco.

Mi corazón latía con fuerza mientras me esforzaba por mantener la compostura. Miré a Wally con una sonrisa forzada y asentí, tratando de no demostrar mi incomodidad por la situación.

Con lentitud, me dejé llevar por él hacia su peculiar casa, manteniendo mi distancia de las ventanas que parecían tener vida propia; podía sentir mis dedos doler, dándome un recuerdo vivaz de mi pesadilla. La sensación de que la casa estaba observándome no desapareció del todo, pero intenté no darle más importancia de lo debido.

Wally soltó mis hombros antes de cruzar el umbral. Home parecía observarnos con curiosidad, y aunque mis nervios seguían latentes, intenté mostrarme amigable.

—Hola, Home. U-Un placer conocerte —tartamudeé al final, extendiendo mi mano libre hacia la puerta como si estuviera saludando a una persona real, la otra simplemente se apretó alrededor de las flores.

La puerta se movió nuevamente, esta vez de una manera más amigable, como si estuviera respondiendo a mi saludo. Era una experiencia extraña y surrealista, pero traté de no pensar demasiado en ello.

—Le agradas, vecino —Wally me dedicó una amplia sonrisa después de que se escucharan un par de rechinidos de la puerta—. Estoy seguro que se llevarán bien.

Me encogí de hombros ante las últimas palabras de él; preferiría evitar cualquier interacción que involucrara a Home, y decidí continuar caminando, sintiendo la atenta mirada de Home sobre mí incluso después de haber pasado el umbral.

Cuando entramos en la casa, me sorprendió enormemente encontrarme con un ambiente cálido y acogedor, exactamente el mismo que había visto en mi sueño. Las paredes estaban decoradas con colores brillantes y obras de arte originales; incluso el sofá individual que recordaba con lucidez estaba ahí, a un lado del teléfono. Mis piernas se tensaron cuando sentí la repentina necesidad de salir de la casa de Wally, pero al escuchar la voz de Sally acercándose hizo que me moviera automáticamente hasta donde ella se encontraba, sintiendo los pasos de Wally detrás de mí.

—¡Oh, finalmente llegaste! —Exclamó Sally con una sonrisa luminosa al verme—. Estaba ansiosa por empezar.

A pesar de su gran sonrisa en el rostro, podía notar las ojeras bajo sus ojos y el cansancio emanando de ella; entendía que la emoción de un nuevo proyecto la hiciera esforzarse más de lo debido, pero ¿no debería descansar como es debido al menos?

«He estado pensando seriamente en tu vestimenta —se acercó con rapidez, le entregó la libreta que llevaba en mano a Wally y tomó una cinta amarilla que descansaba sobre sus hombros para empezar a sacar mis medidas, diciéndolas en voz alta mientras Wally las anotaba en la libreta—. Es que simplemente no he podido dar con tu gama correcta de colores y...

Sally se detuvo cuando estaba midiendo uno de mis costados, más precisamente en donde estaban las flores que Howdy me había regalado, su mirada empezó a intercalarse entre mí y las dalias mientras una sonrisa brillante cruzaba su rostro; estaba a punto de confesar que había sido Howdy quien me las había dado, pero ella no parecía estar interesada en saberlo.

« ¡Eso es! —Regresó la cinta amarilla sobre sus hombros, provocando que tanto la atención de Wally como la mía se desviara hacia ella mientras tomaba el ramo de flores y lo levantaba para que los tres lo viéramos—. ¡Naranja! ¡Ese es tu color! —Movió las flores, haciendo evidente que ahora ella estaba comparándome con las dalias—. ¿Cómo no lo vi antes?

Después del comentario de Sally, la ventana más cercana a nosotros empezó a moverse, haciendo rechinar sus bisagras; hice un pequeño sobresalto ante el repentino sonido, pero Wally y Sally asintieron al mismo tiempo, como si hubieran entendido algo que yo no.

—Oh, Home, por favor —Wally llevó sus manos a sus mejillas, evidentemente avergonzado, y dejó su mirada sobre mí—, solo son colores.

—Aunque es una muy buena observación —Sally rió con emoción, regresándome las flores con cuidado para después dirigirse con Wally, tomar su libreta y hacer anotaciones en una hoja nueva—. Esto es simplemente —se quedó un momento callada, leyendo ágil y rápidamente cada una de sus anotaciones mientras cambiaba de hoja— perfecto.

Entrecerré los ojos con confusión, no tenía idea de lo que Home pudo haber dicho para obtener dichas reacciones de ambos, bajé la mirada para ver una vez más las dalias anaranjadas que tenía en mano e incliné mi cabeza hacia un lado, pensando seriamente en las palabras de Sally sobre mi color.

No era un tema del que tenía conocimiento, pero aún así dudaba que el naranja fuera un color que me quedara bien. Sin embargo, quería confiar en el buen juicio de Sally, no por nada ella se hacía cargo de todo lo que necesitaba para su obra teatral.

—Vecino, Poppy y tú estuvieron espectaculares en el partido de hoy —Wally hizo que alzara la mirada para verlo mientras hablaba, su sonrisa carismática no tardó en reflejarse en su rostro—. Nunca había visto a Poppy tan emocionada por un partido de voley antes.

—Es porque somos un gran equipo —murmuré con nerviosismo, no podía evitar sentirme feliz de haber logrado que Poppy hubiese disfrutando del juego amistoso que hubo horas antes—. Gracias por habernos ido a apoyar, tu cártel era muy lindo.

La sonrisa de Wally se amplió y sus ojos parecían brillar con emoción tras mi pequeño cumplido.

— ¡No es nada! —Tomó mi mano libre de pronto, sosteniéndola con firmeza, bajó su mirada hacia el ramo de dalias que llevaba conmigo y volvió a verme a los ojos, como si se le acabara de ocurrir una idea—. ¡Oh! Te lo voy a regalar para que lo pegues en tu casa.

Él me soltó la mano y caminó hacia las escaleras; yo no me atreví a seguirlo, no teniendo esa horrible pesadilla rondando por mi cabeza. En su lugar, preferí acercarme a Sally quien seguía haciendo anotaciones en su libreta. Aunque la emoción en mí era evidente por ser parte de la obra, no podía evitar la inquietud que sentía por la casa viviente. Era algo que no podía ignorar por más tiempo.

—Sally, ¿qué sabes de Home? —Pregunté con la mayor suavidad posible. No sabía si Home podía escucharme independientemente del volumen de mi voz y no quería que se sintiera ofendido de alguna manera.

—Bueno, vecino, Home es una entidad muy especial en este vecindario. Es una casa con vida propia, y aunque puede parecer extraño al principio, en realidad es bastante amigable —guardó la libreta en su bolsillo, parecía estar interesada en explicarme más sobre la peculiar casa de Wally—. Home es como un miembro más de la comunidad. No te preocupes, no te hará ningún daño, y con el tiempo te acostumbrarás a su peculiar personalidad.

—¿Y cómo te llevas tú con Home? —Aunque sentía genuina curiosidad por la dinámica que pudiera haber entre ellos dos, también quería saber qué esperarme de Home.

—Home y yo somos buenos amigos. Siempre procuro tratarlo con amabilidad y, en general, me ha sido de gran ayuda en la organización de mis obras teatrales. Siempre que necesito algo, parece anticipar mis necesidades y actuar en consecuencia. A veces puede ser un poco travieso, pero en general, nos llevamos bien.

Asentí, tratando de entender mejor la situación. Aunque su explicación arrojaba algo de luz sobre Home, esa respuesta fue suficiente para que me tranquilizara un poco; al menos sabía que Sally había tenido una experiencia positiva con Home. Sin embargo, la inquietud persistía, especialmente después de mi pesadilla y por el hecho de que era una casa con consciencia propia.

Antes de que pudiera hacer otra pregunta acerca de Home, Wally llegó con el cartel que había hecho para el partido en sus manos, entregándomelo con una sonrisa llena de amabilidad en su rostro. Al ver la pancarta más de cerca, me percaté de las diminutas manchas de pintura cerca de mi cara dibujada; a pesar de que el dibujo de Poppy parecía ser casi una fotografía, en el mío se notaba la falta de experiencia de recrear mi rostro.

—Es muy bonito —mencioné mientras enrollaba con lentitud el cartel para evitar que se dañara y le dediqué una sonrisa a Wally, por alguna razón su alegría genuina era bastante contagiosa—. Lo hiciste tú, ¿no es así?

—Wally es un gran pintor —comentó Sally mientras se acercaba con nosotros, elevando ligeramente el volumen de su voz al darse cuenta que no le estábamos poniendo atención a ella.

Las tablas de madera en el suelo de la casa de Wally crujieron repentinamente, sacándome un nuevo sobresalto involuntario.

—Por favor, no soy tan bueno —él habló con un tono exagerado de modestia mientras su sonrisa llena de carisma cambiaba por una que reflejaba una ligera vergüenza, se señalaba a sí mismo con uno de sus dedos mientras que su otra mano pasaba por la parte trasera de su cabeza—. Gracias, Sally y Home.

Me encogí de hombros al darme cuenta que había pasado desapercibido otro comentario de la casa viviente de Wally, me atrevería a decir que su forma de comunicarse es mediante los sonidos que hace. Sin embargo, no tenía la menor idea de cómo interpretar dichos ruidos.

—Sería encantador si me enseñaras a pintar, Wally —solté de pronto, como si mi boca se hubiese movido por sí misma. No tenía una genuina intención de decirlo, pero por alguna razón terminé diciéndole.

— ¡Oh, por supuesto! —Había capturado totalmente la atención de él con mi pequeña sugerencia que salió en contra de mi voluntad, y asentí suavemente ante sus palabras cargadas de emoción—. ¿Por qué no separamos tiempo para mañana? Me gustaría ensayar alguna de mis líneas de la nueva obra de Sally.

Arqueé una ceja ante las palabras de Wally y me volví hacia Sally, quien rápidamente extendió un reducido número de hojas engrapadas hacia mí. Miré a ambos lados antes de aceptar lo que me estaba siendo ofrecido, pensando seriamente con cuál de mis dos manos, las cuales ya estaban ocupadas con las flores de Howdy y el cártel de Wally, sujetar lo que parecía ser el libreto de la obra de teatro.

—Aquí tienes, vecino, en esta primera parte también tienes líneas —Sally habló con un notorio orgullo en su voz después de que yo hubiese tomado el libreto con la misma mano donde tenía las flores—. Ahora, me retiro. Tengo tela naranja que conseguir y un atuendo que confeccionar.

Ella salió, despidiéndose de todos, incluso de Home. Daba pequeños saltos que derrochaban la alegría que sentía por este nuevo proyecto; podría jurar que era la primera vez que veía a alguien tan emocionado por algo que le podría llevar horas terminarlo.

—Yo también me voy, Wally —empecé a caminar hacia la puerta principal que Sally no se había molestado en cerrar, sujeté con firmeza todo lo que llevaba en mis manos y escuché los pasos de Wally a un lado mío—. Mañana voy a cazar insectos con Frank en la mañana, después de eso podemos pintar un poco.

Agregué antes de siquiera poder poner un pie en la puerta, como si necesitara confirmación sobre algo que había sugerido de la nada.

—Suena como una buena idea —Wally concordó conmigo fácilmente; sin embargo, se detuvo en seco, provocando que involuntariamente diera un paso hacia atrás—. Sin embargo, estaré un poco ocupado a esa hora... ¿Por qué no nos vemos aquí después de que termines de hacer Waffles con Poppy?

Ladeé ligeramente mi cabeza hacia un lado tras las palabras de él. Había olvidado por completo que Poppy me había dicho que fuera mañana a su casa, pero ¿cómo era que Wally lo sabía? Tragué nerviosamente y continué con mis pasos hacia la salida; sin embargo, la puerta amarilla se cerró de pronto, como si me estuviera reteniendo más tiempo.

— ¿U-Uh...? —Empecé a sudar frío ante esta extraña reacción de Home, no podía entender por qué me estaba impidiendo el paso.

Entonces, cuando estaba empezando a pensar lo peor, pequeños crujidos provenientes del interior empezaron a escucharse. Si no tuviera la mente llena de recuerdos alterados de mi pesadilla hubiese podido captar que se estaba riendo.

—No bromees con el vecino, Home —Wally hizo una pequeña risa y abrió la puerta para mí, su sonrisa despreocupada me indicaba que no había por lo que debía asustarme—. Lo siento, vecino, a veces Home le gusta hacer travesuras.

Asentí lentamente y aumenté la velocidad de mis pasos para salir de la casa, el miedo trepando por mis piernas era demasiado poderoso como para quedarme a discutir más sobre el asunto. Ni siquiera quise girarme para despedirme de Wally o para preguntarle cómo sabía lo de mañana con Poppy, simplemente me marché.

Chapter 11: Te estaré vigilando

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Al salir de la casa de Wally, el aire fresco y el cálido sol de la tarde me reconfortaron. El breve encuentro con Home y las extrañas circunstancias en las que Wally parecía estar al tanto de mi agenda me dejaron con una sensación de inquietud que no podía ignorar.

Caminé de regreso a mi casa con el cártel en una mano y las flores de Howdy y el libreto en la otra. A medida que avanzaba por las tranquilas calles del vecindario, la idea de pintar con Wally al día siguiente y el entusiasmo de Sally por el proyecto teatral comenzaron a disipar parte de mi ansiedad. Después de todo, esta era una única oportunidad para sentirme más parte de esta linda comunidad, y no debía dejar que los extraños eventos de la casa de Wally lo arruinaran.

Al llegar a mi casa, decidí colgar el cartel en la pared del corredor, justo a un lado del teléfono. Miré las manchas de pintura en mi retrato con una sonrisa. Aunque no fuera perfecto, me recordaba lo bien que me la había pasado con Poppy durante el partido.

Después de colocar el cartel en su lugar, saqué un jarrón de una de las cajas que seguían en mi sala de estar y lo llené con agua para colocar ahí las flores de Howdy. Las dalias anaranjadas iluminaron mi habitación con su vibrante color. Decidí que era momento de tomar esa tan merecida ducha que necesitaba.

Mientras empezaba a desvestirme, no pude evitar pensar en Home. Esa entidad viviente me intrigaba, y no podía quitármela de la cabeza. A pesar de mi inquietud inicial, parecía que tanto Wally como Sally se llevaban bien con Home, y eso me brindaba cierta tranquilidad.

Al salir del baño, sentí como si mis energías se hubieran renovado de un segundo a otro, aunque podía sentir mis piernas y brazos ligeramente adoloridos por haberlos forzado tan duramente durante el partido de volleyball.

Me senté en el borde de la cama mientras esperaba a que mi cabello se secara, no quisiera que la ropa que ya llevaba puesta se humedeciera por culpa de mi cabello, y tomé el libreto que había dejado en la mesita de noche; estaba muriendo de ganas por saber qué clase de personaje Sally había pensado para mí y qué tipo de obra participaría por primera vez fuera del ámbito académico.

Comencé a hojear el libreto. Las páginas estaban llenas de diálogos y descripciones de personajes. Mientras leía, mi corazón empezó a latir más rápido al darme cuenta de que mi personaje era un androide llamado R-bot*, creado para amar incondicionalmente a William Davis, un solitario ingeniero que lo había apostado todo para crear a R-bot. Pero había un giro en la historia que me dejó sin palabras.

El androide se encontraba atrapado en un dilema emocional. A pesar de su programación original de amar solo a su creador, había desarrollado sentimientos por alguien más en secreto, creando un interesante triángulo amoroso. R-bot no podía evitar que sus circuitos se sintieran atraídos por un amable vendedor de refacciones llamado Greeting Bug, que solían visitar con demasiada frecuencia, y había desencadenado una serie de emociones que desafiaban su programación.

Mientras seguía leyendo el libreto, sentí como la vergüenza y los nervios se peleaban arduamente en mi interior. El papel de R-bot no parecía que era algo sencillo de interpretar, no cuando Wally y Howdy no tenían la mejor relación en todo el vecindario y algo como esto podría hacerlos discutir más de lo debido.

Ahora entiendo por qué Sally estaba tan emocionada con su idea de la obra teatral después de la fiesta de bienvenida que todos habían hecho para mí; esto, sin duda alguna, les daría una buena excusa a aquel par para que discutieran frente a todos y descargaran todos esos resentimientos que tenían.

Sacudí ligeramente mi cabeza, quería pensar que ellos dos no empezarían una pelea por algo tan simple como ser rivales amorosos en la obra de teatro, me recosté sobre la cama y levanté el libreto para leer de nuevo la primera página, quería empezar a memorizar mis diálogos y acciones para no hacer el ridículo cuando todos quisieran ensayar.

— ¿Oh? ¿Pero qué está pasando aquí? —Leí con monotonía mientras me incorporaba lentamente, podía imaginarme con cierta exactitud la manera en la que debía moverme por el escenario, me levanté y empecé a dar pequeños pasos por la habitación, tratando de traer a la realidad a mi personaje—. Este sentimiento tan dulce y cálido... —Hice una breve pausa, miré hacia a un lado y mi mano libre se dirigió hacia mi pecho—. ¿Será lo que los humanos llaman amor? —Sin querer, mis dedos empezaron a jugar con la piedra que colgaba del collar que Howdy me había regalado—. A pesar de que el señor William me programó para amarlo, mi fusibles parecen sobrecalentarse cuando pienso en How... Greeting.

Mis mejillas se calentaron en un instante cuando mi mirada se encontró con mi reflejo en el espejo justo en el momento que iba a cometer la confusión de nombres; esto es simplemente ridículo, ¡no voy a poder hacerlo!

¡Ya sé! Llamaré a Sally y le diré que... ¿Qué le voy a decir? ¿Qué excusa puedo dar para no tener que decirle que prefiero no pasar vergüenza en su obra?

Me encogí de hombros y desvié mi mirada hacia las dalias anaranjadas; quizás si pudiera ensayar unas cuantas líneas con Howdy haga que me sienta mejor con el papel que Sally pensó exclusivamente para mí.

Divisé a Howdy por la gran vitrina de la tienda, iba a mover los brazos para que me viera, pero me detuve en seco cuando noté que en una de sus manos llevaba el libreto de Sally abierto mientras sus labios se movían

Divisé a Howdy por la gran vitrina de la tienda, iba a mover los brazos para que me viera, pero me detuve en seco cuando noté que en una de sus manos llevaba el libreto de Sally abierto mientras sus labios se movían. ¡Él estaba ensayando!

Me agaché rápidamente para evitar llamar la atención de Howdy y me acerqué con cautela a la puerta que se había quedado convenientemente entreabierta, agudizando mi oído para tratar de escucharlo.

—Debo confesar —su voz se escuchaba cargada de confianza, sus palabras seguras me daban una idea de toda la experiencia que él tenía con respecto a las obras teatrales—, R-bot, encuentro tu compañía bastante encantadora —incluso el tono de su voz se escuchaba sincero, no pude evitar sentir algo de envidia por su evidente habilidad—. Ya entiendo porqué William te protege tanto.

Abrí rápidamente el libreto que llevaba en mi mano, tratando de encontrar la parte que Howdy estaba ensayando, e hice una pequeña sonrisa de victoria al encontrar el diálogo exacto que él estaba recitando.

—Por favor, señor Greeting —murmuré en voz baja, tratando de sonar lo más parecido a un robot—. Espero que el propósito con el que el señor William me creó no suponga un obstáculo para nosotros.

Howdy hizo un gran suspiro dramático.

—Esto es una tontería —soltó de pronto, ocasionando que yo arqueara una ceja porque él ya no estaba siguiendo el diálogo escrito—. Oh, ¿por qué no puedo simplemente verte a los ojos e invitarte a una cita?

Mis mejillas no tardaron en calentarse al escuchar las inesperadas palabras de Howdy, tragué nerviosamente al darme cuenta que él pretendía invitar a alguien a una cita e intenté levantarme, con intenciones de irme, pero mis piernas adoloridas por el partido no respondieron como debían y terminé cayendo hacia el interior de la tienda.

Si la campana no fue suficiente para anunciar mi aparición, entonces mis quejidos de dolor lo hicieron.

« ¡Santos caracoles! —Howdy dejó el libreto sobre el mostrador mientras se acercaba velozmente hacia donde había aterrizado y, después de haber evaluado la situación, se agachó para quedar a mi altura, su mirada preocupada fija en mí—. ¿Te encuentras bien, vecino? ¿Qué estabas tratando de hacer? Ni siquiera te vi pasar.

Desvié la mirada hacia el suelo al escuchar sus últimas palabras, pensando seriamente qué decir para que no supiera que lo había estado escuchando todo este tiempo, y me incorporé lentamente sin su ayuda, dándome cuenta que había caído encima de mi libreto.

—Yo... —Mi mente se quedó en blanco por un breve instante, si no hubiese relacionado esta situación con la de Wally cuando cayó del bote de basura probablemente hubiese terminado revelando los detalles exactos de lo que estaba haciendo—. Estaba practicando un truco que quiero hacer en la obra de Sally.

—Ya veo —Howdy hizo una pequeña risa mientras se levantaba, extendió una de sus manos hacia mí para ayudar a levantarme completamente del suelo y su mirada brilló con diversión—. Así que estás emocionado por tu papel como R-bot, ¿no es así?

Asentí, todavía con la vergüenza decorando mi rostro, acepté su amable ayuda y le dediqué una pequeña sonrisa, tratando de que no fuera muy notorio que estaba mintiendo.

—Es que es la primera vez que hago algo como esto —agregué en voz baja mientras me encogía de hombros; las mentiras siempre funcionan cuando la mitad de lo que dices es verdad.

—Entiendo —él tomó el libreto que seguía en el suelo, lo sacudió para quitarle la tierra que se le había pegado y dejó su mirada fija en una de las hojas—. Me hubieras visto la primera vez que tuve el protagónico en una de las obras de Sally, me metí tanto en mi papel que solamente respondía al nombre de Edward Hyde por tres meses.

No pude evitar hacer una pequeña risa tras el comentario de su experiencia personal, alcé la vista y mi sonrisa se amplió cuando nuestras miradas se encontraron; no podía evitar sentirme especial por poder compartir este tipo de momentos con Howdy.

Y, como ya me estaba empezando a acostumbrar, un silencio incómodo se hizo presente entre nosotros dos; de pronto recordé el abrazo que nos faltaba y los nervios comenzaron a trepar por mis piernas.

Howdy se mantuvo mirándome fijamente, como si estuviera tratando de leer algo más allá de mi respuesta. Y él dio un paso hacia mí, como si él también se hubiese acordado de lo que nos faltó hacer cuando me regaló las dalias.

—Claro —la campanilla de la puerta se escuchó agitarse bruscamente; la puerta probablemente se hubiese azotado de no haber sido por el mecanismo que hacía que se cerrara con lentitud—, pero si yo digo algo así, me tachan de espía.

Wally chasqueó la lengua, observándonos con evidente desaprobación, y me quedé en silencio, analizando las palabras que él acababa de decir; ¿qué tanto tiempo llevaba escuchando nuestra conversación? ¿Tenía sentido quejarse de algo así en este momento?

Quiero decir, básicamente acaba de confesar que estaba escuchándonos, ¿no es así?

—Bienvenido a la tienda —Howdy lo saludó sin mucho ánimo, me devolvió el libreto y, antes de que pudiera regresar detrás del mostrador, se detuvo al sentir que Wally lo había detenido tomándolo de uno de sus cuatro brazos.

Dejé escapar un pequeño suspiro, la aparición de Wally no me permitiría preguntarle a Howdy sobre esa persona especial que estaba planeando invitar a una cita.

—Quiero recordarte que tú eres un solo vendedor —Wally puntualizó con una claridad escalofriante, mis ojos se agrandaron al notar por primera vez esa actitud desafiante de él, y frunció ligeramente el ceño; podía notar que su agarre en el brazo de Howdy se había apretado gracias a la forma en la que su piel parecía querer enrojecerse— y yo soy todo para R-bot.

Howdy alzó una ceja con dejos de indignación en su rostro y mantuvo su mirada en los ojos de Wally, podía notar cómo la tensión entre ambos estaba aumentando.

—Eres su creador, William —replicó con seguridad, haciéndome buscar los diálogos que ellos dos estaban recitando sin necesidad de leer sus respectivos libretos, y escuché una corta risa casi sarcástica—, ¿eso no te convierte en su papá? Además, R-bot puede desarrollar sus propias emociones —él se inclinó hacia Wally, su aura imponente parecía haber incrementado el doble con aquel simple acto—. Así que te recomiendo mantenerte alejado de su programación si no quieres que te dé una refacción defectuosa.

Wally hizo un jadeo perfecto, casi como si de verdad se hubiera sorprendido de las palabras que Howdy acababa de decir.

— ¡Lo sabía! —Exclamó mientras su ceño se fruncía cada vez más, su expresión reflejaba la supuesta traición por la que estaba pasando—. Sabía que por tu culpa el código de R-bot se había encriptado por sí mismo. ¡Cuando se entere...!

Howdy empezó a reír, primero fueron pequeñas risitas hasta que se convirtieron en carcajadas cargadas de genuina locura y maldad.

Un escalofrío bajó por mi espalda por lo que estaba presenciando en primera fila; la actuación de ambos era de profesionales, ¿cuántos años llevaban participando en las obras de Sally? ¿Y por qué demonios ningún buscador de talentos había dado con ellos?

—Cuando R-bot se entere, ¿qué? —Howdy volvió a su expresión seria y atemorizante, su mirada no dejaba los grandes ojos de Wally—. ¿Crees que irá corriendo a tus brazos a buscar protección? —Se burló con crueldad, una de sus manos tomó la muñeca de la mano que Wally seguía usando para sujetarlo del brazo—. ¿Al menos creerá las palabras que atrevas a decir en mi contra?

Howdy intentó liberarse del agarre de Wally, pero él parecía estar sujetándolo realmente fuerte. Intentó una y otra vez, pero no lo consiguió.

Arqueé una ceja con confusión, bajé la mirada para leer una vez más el libreto que tenía abierto entre mis manos y volví a alzarla cuando Howdy seguía sin poder quitarse la mano de Wally de su brazo.

« ¿Qué orugas, Wally? —Howdy finalmente se rindió, esperando a que él decidiera soltarlo por su propia voluntad, y dejó escapar un suspiro de resignación, parecía estar avergonzado por no poder liberarse del agarre de él.

— ¿Oh? —Wally parecía tener dificultades para soltar el brazo de Howdy y una sonrisa tonta cruzó por su rostro—. Por supuesto, había venido a comprar removedor de pegamento.

Howdy y yo parpadeamos perplejos ante las palabras de Wally; gracias a que ambos se habían dejado llevar por el momento, Wally había olvidado por completo el pegamento en su mano. Bueno, eso explicaba la violencia innecesaria contra la campana de la puerta.

—No puede ser —Howdy suspiró profundamente, sus palabras cargadas de decepción, y su mirada cayó directamente en Wally—. Te dije que cuando necesitaras removedor, me hablaras por teléfono antes porque lo guardo en el almacén.

—Bueno, si te hablaba por teléfono, el auricular se me hubiese quedado pegado en la mano —replicó con voz calmada.

Y así fue como ambos dejaron su perfecta actuación atrás, dejándome con ganas de verlos en el escenario.

—Yo puedo ir a buscar el removedor —sugerí con amabilidad, no sabía qué tan desordenado pudiera estar el almacén donde Howdy guarda los productos, pero creía que no será difícil encontrar lo que necesitaban.

—Eso sería grandioso, vecino —Howdy me dedicó una sonrisa de agradecimiento combinado con alivio, estiró uno de sus brazos libres para buscar por encima del mostrador y colocó dos manos a los lados de su cabeza—. ¡Oh no!

Me acerqué ligeramente al notar la reacción de Howdy y tuve que aguantar una risa al ver que los pies de Wally ya no tocaban el suelo.

— ¿Sucede algo? —Musité mientras me esforzaba por no reírme.

— ¡Howdy, ten más cuidado! —Wally se quejó cuando se percató de mis labios temblorosos.

—Debo entregarle un encargo que Julie me pidió para esta hora —bajó el brazo para que los pies de Wally regresaran al suelo y pasó con evidente preocupación una de sus manos por su cabello—. No llegaré a tiempo estando así con Wally.

Me encogí suavemente de hombros, de cierta manera me afectaba el agobio de Howdy respecto a entregar a tiempo el encargo de Julie, y deje escapar un pequeño suspiro. Aunque quería evitar cualquier interacción que pudiera surgir con ella, no podía dejar a Howdy en este inesperado aprieto.

—Puedo entregarlo yo si quieres —ofrecí con voz calmada, tratando de disimular que el simple hecho de encontrarme con Julie me incomodaba de sobremanera.

Howdy asintió rápidamente con la cabeza y me entregó una canasta mediana con flores tejidas en la agarradera; había un mantel de cuadros rosas ocultando los productos que llevaba en la canasta.

—Por favor, vecino —él agregó mientras mandaba un par de brazos hacia atrás, provocando que Wally se quedara oculto tras él—, prometo compensarte.

Asentí ante sus palabras amables y me acerqué a la puerta, preparándome mentalmente para lo que estaba a punto de venir.

Sin embargo, también quería aprovechar la vuelta para preguntarle a Julie cómo le había ayudado a Howdy con las dalias que me regaló.

—Espera, vecino, tengo que acompañarte —habló rápidamente Wally, tratando de despegarse de Howdy nuevamente, pero sin conseguir éxito.

—Ni hablar, vamos al almacén en este mismo instante —Howdy replicó con autoridad, caminando hacia donde estaba el almacén mientras arrastraba a Wally con él.

Me detuve un momento al llegar a la puerta de la casa de Julie, realmente tenía la esperanza de que algo o alguien se interpusiera en mi camino y me impidiera llegar a mi objetivo

Me detuve un momento al llegar a la puerta de la casa de Julie, realmente tenía la esperanza de que algo o alguien se interpusiera en mi camino y me impidiera llegar a mi objetivo.

Sin embargo, el universo parecía poner de su parte cuando se trataba de hacer cosas que realmente no me daban algún tipo de beneficio.

Intenté golpear suavemente la puerta, pero mis nervios hicieron que usara más fuerza de la necesaria. Tragué nerviosamente al darme una idea de cómo este pequeño error podría llevarme a una ardua discusión con Julie.

—Adelante, estoy en la cocina —su voz se escuchó con total claridad desde donde me encontraba, ni siquiera podía poner de excusa de que no la había escuchado.

Bueno, lo que sea para ayudar a mi buen amigo Howdy.

Observé por un breve instante la flor que decoraba la entrada, abrí la puerta y, en contra de mi voluntad, me adentré en su hogar siguiendo los sonidos que provenían de la cocina; lo único que podía pensar para tranquilizarme, era que al menos no se trataba de una casa viviente con la que tuve una horrible pesadilla.

«Llegaste justo a tiempo —volvió a hablar, esta vez con un volumen de voz ligeramente más bajo que el que había usado para hacer que entrara—. Puedes dejar las compras sobre la mesa, por favor.

Al llegar a la cocina, me encontré con Julie dándome la espalda, sacando del horno lo que parecía ser galletas recién horneadas; tan pronto el delicioso aroma inundó el lugar, mi estómago rugió en respuesta. Coloqué la canasta sobre la mesa, la cual los utensilios estaban acomodados de tal manera que hacía evidente que Julie estaba esperando a alguien más para comer.

«Oh, Howdy, parece que alguien tiene hambre —ella rió suavemente, me parecía sumamente interesante cómo Julie parecía ser amable y gentil con todos los demás.

En ese momento, recordé que Howdy pretendía invitar a alguien a una cita. ¿Acaso había algo entre Julie y él? Mi corazón dio un vuelco que me dejó sin aire de tan solo contemplar aquella situación; sabía que no tenía razones para sentirme de esta manera, pero no podía ignorar la sensación de como si una espina me estuviera atravesando el pecho con la sola idea de ver a ambos juntos.

Sin embargo, ¿no había sido Julie quien lo había ayudado con las dalias que me regaló? Mi mirada se quedó fija en la larga cabellera rubia que descansaba en la espalda de ella, tratando de organizar cada uno de mis pensamientos antes de decidir abrir la boca y arruinar todavía más la relación que Julie y yo teníamos.

Separé mis labios, con intención de decir algo, pero volví a juntarlos antes de poder hacer cualquier ruido cuando me encontré con los ojos llenos de sorpresa de Julie; por supuesto, ella no esperaba verme en su cocina cuando se suponía que era Howdy el que debía de estar aquí.

—H-Hola —tartamudeé, esperando que mi presencia en su hogar no fuera motivo suficiente para que dejara en evidencia una vez más que yo no era de su agrado—, Howdy le pasó algo y me pidió que te trajera la canasta.

— ¿Qué? —Ella metió la mano al cesto, pasándola por debajo del mantel que mantenía los productos cubiertos, y sacó un tarro de mermelada, regresando de nuevo a la barra donde había dejado la bandeja de galletas recién horneadas—. ¿Está bien?

—Sí —me apresuré a responder cuando ella no me atacó, parecía que Julie también se preocupaba por Howdy y era capaz de poner a un lado sus diferencias conmigo con tal de saber que él estaba bien—, solamente se quedó pegado con Wally por accidente.

—Ya veo.

Me quedé en silencio con su último comentario, dudando en si debía irme antes de que Julie decidiera retomar su actitud agresiva contra mí, y retrocedí un paso; no quería irme sin antes hacerle un par de preguntas.

—Por cierto —empecé, pero mi voz bajó de volumen de golpe; era evidente que la intimidación que ella ejercía sobre mí era bastante efectiva. Aclaré mi garganta un par de veces y apreté suavemente los puños, tratando de mantener los nervios a raya—, estabas conmigo cuando desperté en casa de Poppy, ¿no es así?

Julie no se molestó en dirigirme la mirada, ella continuó rellenando las galletas que acababan de salir del horno como si mi presencia se hubiera reducido a la nada misma.

—Sip —contestó con un tono inusualmente amigable—. Estaba preocupada por ti y le insistí a Poppy que me dejara cuidarte hasta que despertaras.

Su respuesta me dejó sin aire de un segundo a otro.

« ¡Oh! ¿Howdy te entregó las dalias? —Al terminar de rellenar las galletas, las colocó en un tazón de cerámica, con cuidado para que no se quebraran, limpió sus manos con agua y dejó el bol en el centro de la mesa, acomodando las cosas que había sobre ésta para que no se viera amontonado—. Eran muy hermosas, ¿no es así? Cuando me fui de la casa de Poppy, lo vi haciendo jardinería, lo cual era muy raro porque él no suele atender su jardín cuando tiene la tienda abierta —empezó a explicar sin necesidad de esperar una respuesta por mi parte y aterrizó su mirada en mí.

«Entonces lo vi sacando las dalias antes de tiempo y solamente pude pensar en una cosa: Howdy tenía planeado regalártelas —hizo una pequeña risa juguetona, como si se sintiera cómoda con lo que me estaba contando, y acomodó un mechón de su cabello—. Sé cómo hacer florecer las flores, así que le ayudé para que las dalias se vieran hermosas para ti —su dulce sonrisa se desvaneció por una fracción de segundo y el arrepentimiento que no había visto en su rostro cuando el balón aterrizó en mi rostro, finalmente apareció en un lúcido brillo en sus ojos—. De esa forma pensé que podría disculparme contigo por todo.

— ¿Absolutamente por todo? —Interrogué sin poder dar crédito a lo que estaba escuchando; ¿en serio todos nuestros problemas se iban a solucionar gracias al balonazo que me dio?

—Sip —contestó sin dudarlo y dio un paso hacia el frente, tomando suavemente mis manos para sostenerlas con firmeza—, espero que puedas perdonarme por haberte golpeado con el balón.

— ¿Y qué hay del mensaje en el baño y lo que pasó en el bosque? —Quizás no era el mejor momento para recordar estas cosas, pero la incomodidad que sentía por esta inesperada reacción de Julie me hizo hablar sin pensar.

Ella ladeó suavemente su cabeza hacia a un lado, una clara expresión de confusión cruzó por su rostro, y yo tragué nerviosamente; ¿quizás estaba mal interpretando las cosas? ¿Qué tal si ella lo único que quería era disculparse por el accidente en el partido de volley y continuar con nuestra enemistad?

— ¿Qué cosas dices, vecino? —Rió suavemente, haciéndome sentir como si acabara de decir mentiras—. No sé a qué te refieras, pero si alguien te está molestando de esa manera puedes hablarlo conmigo.

Me quedé en silencio una vez más, iba a recordarle con lujo de detalles lo mal que se había comportado conmigo desde que nos conocimos, pero el teléfono sonando hizo que el momento se perdiera. Quizás era lo mejor.

Si Julie quería hacer las paces conmigo, aunque aquello implicaba dejar en el olvido los infortunios que me hizo pasar, ¿quién era yo para arruinar esta oportunidad de oro?

«Sí... Entiendo —la voz de Julie me regresó a la realidad, miré a mi alrededor para buscarla, pero ella ya no se encontraba en la cocina, y dejé escapar un pequeño suspiro de alivio, no pensé que el único problema que tenía con los vecinos de esta linda comunidad se acababa de resolver—. Solo no te excedas, Sally, es importante que tomes descansos y comas bien.

Sentí una punzada en el pecho al escuchar el nombre de Sally, dirigí mi mirada hacia la puerta de la cocina y me acerqué lentamente con intención de escuchar un poco más de la conversación que Julie estaba teniendo al teléfono, pero ella ya había terminado la llamada y entró al lugar con desánimo.

— ¿Qué sucedió con Sally? —Pregunté con interés, si Sally estaba en problemas podía ir corriendo a su casa para asegurarme de que ella se encontrara bien.

—Oh, no es nada —una débil sonrisa se formó en sus labios mientras jalaba una de las sillas para sentarse—. Simplemente volvió a cancelar la comida que tenemos juntas cada semana por culpa de su nueva obra.

Me hice un reproche mental por haber pensando que Julie estaba esperando a Howdy para comer con él.

—Es que está muy emocionada —comenté, como si le quisiera dar una justificación de las acciones de Sally, y me incliné ligeramente hacia ella—. ¿No has leído el libreto?

—No —contestó tras un suspiro—. Sally primero entrega sus copias a los personajes principales —explicó mientras empezaba a servir comida en uno de los platos vacíos que estaban sobre la mesa.

Asentí en silencio, quizás era momento de irme para dejar que Julie comiera tranquila. Además, también sentía hambre y quería ir a casa a prepararme algo. Di un paso hacia la puerta de la cocina, pero ella me detuvo rápidamente.

«Espera, no te vas a ir sin comer, ¿no es así? —Ella me entregó el plato que estaba sirviendo y empezó a colocar comida en el segundo recipiente—. Por favor, preparé mucha comida pensando que Sally vendría.

Bajé la mirada hacia el platillo y, después de unos segundos, la alcé para ver a Julie; algo muy extraño estaba pasando, no había duda alguna. Sin embargo, no iba a desaprovechar esta única, realmente única, oportunidad para acercarme a ella.

Mientras comíamos, ocurrió algo que no esperaba en absoluto: Julie decidió explicarme por qué yo no le caía bien. Al parecer, ella solía tomar cariño a las personas que se mudaban a la casa en la que me quedaba, pero antes de que pudieran establecer una amistad sólida, se marchaban del vecindario, dejándola sola. Sin embargo, de alguna manera, Julie se acostumbró al inusual patrón que se repetía sin cesar, hasta que la dueña anterior de mi casa pareció cambiarlo todo.

Ambas habían construido una amistad única e inigualable. Se convirtieron en confidentes la una de la otra, y era común verlas pasear y jugar juntas por todo el vecindario. Nunca antes había experimentado algo así con alguien que no fuera Sally. Lamentablemente, incluso después de que esa amiga en particular le prometiera a Julie que nunca se alejaría de su lado, se fue sin decir una palabra.

Julie se enteró cuando, como de costumbre, entró a la casa una mañana y no encontró rastro alguno de ella, como si su amiga jamás hubiera habitado el lugar. Julie quedó devastada, por supuesto, y cuando Wally dio la noticia de que alguien nuevo iba a mudarse al vecindario, ella decidió tomar todas las medidas necesarias para protegerse a sí misma.

Me encogí suavemente de hombros, entendiendo perfectamente lo que estaba pasando, ya que alguien muy especial para mí también me abandonó sin explicación. Todavía podía ver claramente el banco en el que nos sentamos para despedirnos, aunque yo pensé que sería para resolver los problemas que habíamos arrastrado desde el pasado. Incluso la sensación de cuánto me esforcé por no romper en llanto frente a la gente que pasaba ignorándonos, revivió una vez más.

Al compartir mi experiencia personal con ella, sentí cómo todas las supuestas diferencias que teníamos finalmente desaparecieron, abriendo el camino hacia una amistad sólida.

La conversación avanzó, pero esta vez tomando un rumbo mucho más amigable y divertido. Y lo que pensé que jamás sucedería, sucedió.

Ahí estaba yo, comiendo y hablando tranquilamente con Julie, la persona quien creía me haría la vida de cuadritos mientras siguiera viviendo en el vecindario; hice una sonrisa amplia al darme cuenta que ahora no tenía ningún problema por quedarme a vivir aquí.

Dejé escapar un gran bostezo, mientras me dirigía de vuelta a la tienda de Howdy, había pasado más tiempo de lo que creía con Julie

Dejé escapar un gran bostezo, mientras me dirigía de vuelta a la tienda de Howdy, había pasado más tiempo de lo que creía con Julie. No me quejaba, realmente había sido una agradable y bonita conversación que me gustaría repetir en alguna otra ocasión.

Sin embargo, aún me parecía intrigante que ella parecía haber olvidado lo del mensaje en el espejo de mi baño y la discusión que tuvimos cuando me perdí accidentalmente en el bosque al intentar perseguir a Eddie y Barnaby.

Miré hacia las estrellas, tratando de pensar en si realmente estaba bien dejar pasar aquellos pequeños detalles con tal de conservar la agradable amistad de Julie. La noche era fresca y la brisa soplaba con gentileza, casi parecía ser mentira que era otoño.

—Bienvenido de vuelta —saludó Howdy con una amplia sonrisa cuando salió de la tienda a tirar la basura en el contenedor de afuera, dejó el pequeño bote en el suelo y colocó un par de manos sobre su propia cintura, no pude evitar sentir alivio de ver que Wally ya no estaba pegado a él—. ¿Cómo te fue? ¿Lograste entregar las cosas a tiempo?

—Por supuesto —le respondí con una pequeña sonrisa en el rostro, buscando en mis bolsillos el dinero que Julie me había entregado para pagar el encargo que le había hecho a Howdy—, pero ¿cómo te fue a ti? Por lo que veo, encontraste el removedor de pegamento.

— ¿Removedor? —Repitió con interés, alzando una de sus cejas.

Cuando encontré los billetes que debía entregar, los saqué sin mucho cuidado y mi mirada curiosa se dirigió rápidamente a los ojos de Howdy, haciéndome dudar si en realidad había utilizado el removedor de pegamento para despegarse de Wally. Extendí mi mano hacia él, con intención de darle el dinero de Julie, y parpadeé lentamente cuando él no continuó hablando.

—Usaste un removedor, ¿no? —Insistí, el silencio de Howdy solamente estaba haciendo que mi intranquilidad y nerviosismo aumentara levemente.

Mi sonrisa se fue desvaneciendo con lentitud, adoptando una expresión más seria y preocupada; la imaginación de Howdy arrancando a la fuerza a Wally de su brazo cruzó rápidamente por mi mente. Alcé la mirada para encontrarme con el rostro serio de Howdy y tragué nerviosamente, no parecía estar bromeando.

Sin embargo, él empezó a reír, ocasionando que instantáneamente me relajara y riera con él por haber caído en su broma.

—Oh, vecino, debiste haber visto tu expresión —con una de sus manos que no se encontraban en la cintura tomó los billetes que le estaba entregando y nuestras palmas se rozaron.

Las risas de ambos se cortaron casi de inmediato, como si aquel pequeño contacto físico hubiese sido suficiente para haber congelado el momento y cambiar el ambiente de diversión que había a nuestro alrededor. Howdy tomó con firmeza mi mano, no parecía tener mucho interés en el dinero que seguía sin guardar, y su mirada se suavizó cuando se encontró con mis ojos.

— ¿Sucede algo, Howdy? —Interrogué nerviosamente, la sensación cálida que él transmitía era bastante reconfortante en medio de las frescas brisas que solamente me recordaban que debía de prepararme con suéteres para los días que estaban por venir.

—Sí, yo... —Él se quedó callado de pronto, pensando seriamente en lo que iba a decir, y, sin soltar mis manos, acomodó los mechones de cabello que se cayeron en mi rostro gracias a las corrientes de aire que pasaban entre nosotros. Mis mejillas se calentaron de un segundo a otro y no podía dejar de ver los brillantes ojos de Howdy—. Quería saber si te gustaría...

Volvió a callarse, podía notar que estaba luchando contra sus propios nervios para poder continuar hablando.

— ¿Si me gustaría...? —Repetí, tratando de motivarlo para que terminara de hacerme la pregunta que probablemente tenía en mente; mi corazón estaba acelerado de solo imaginar que era yo ese alguien que quería invitar a una cita.

—Si te gustaría... —Él parecía dubitativo con lo que iba a decir, dejó escapar un gran suspiro, desvió la mirada hacia un lado y, dando un paso hacia atrás, soltó mis manos—. Trabajar conmigo, y-ya sabes —pasó nerviosamente una de sus manos por su cabello mientras que otra guardaba el dinero en el bolsillo de su mandil naranja—, nunca viene mal un par de manos extra en la tienda.

—Oh —la pregunta de Howdy me tomó por sorpresa, en realidad estaba esperando otra cosa... ¿Qué pasa conmigo? Se supone que somos amigos, no debería sentirme mal por algo como esto—. Claro, me encantaría trabajar contigo.

Howdy forzó una sonrisa; era evidente que no estaba feliz consigo mismo de haberme hecho esa pregunta, pero parecía agradecido de haber aceptado su oferta laboral.

«Debo irme, mañana voy a cazar insectos temprano con Frank —comenté antes de que el ambiente se volviera incómodo.

—E-Está bien —tartamudeó ante la repentina despedida—. Mañana te doy más detalles del trabajo —susurró casi para sí mismo—. Descansa, vecino.

—Igualmente, Howdy.

Dejé escapar un suspiro más, por alguna razón me sentía como si un tractor hubiera pasado encima de mí unas veinte veces mientras el conductor reía diciendo "muda muda muda" una y otra vez. Sabía que el esfuerzo que hice en el partido de voleibol era el mayor culpable de mi sensación devastadora, pero la desilusión que tuve cuando Howdy no me invitó a una cita fue la gota que derramó el vaso.

Bueno, al menos ya iba a tener trabajo en mi nueva vida en este vecindario; no iba a poder sobrevivir con los pocos ahorros que logré recolectar de mis anteriores empleos, así que de alguna manera me aliviaba la oferta que Howdy me había hecho.

—Pss. Vecino.

Al escuchar aquellas palabras mezcladas en los silbidos de las brisas nocturnas, me detuve para ver de dónde provenían. Miré a mi alrededor y me llevé un pequeño susto al encontrarme a Eddie escondido detrás de uno de los arbustos cercanos a la oficina de correos.

Ladeé mi cabeza hacia un lado, sin comprender por qué el cartero se estaba escondiendo, y me acerqué con sigilosidad, asegurándome de que nadie me estuviera viendo para no revelar accidentalmente la ubicación de Eddie.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Murmuré sin tardar cuando estuve lo suficientemente cerca de él.

—Lo siento, vecino —él también susurró; me sentía como si estuviéramos en una película de espías con tanto misterio alrededor nuestro—, pero quería saber cuándo ibas a ayudarme con mi pequeño problema con los bichitos.

Cierto, había olvidado por completo que le prometí a Eddie ayudarlo con su fobia para que pudiera cazar insectos con Frank.

—Mañana —respondí nerviosamente, estaba empezando a sentir como mi agenda para dicho día se estaba apretando cada vez más.

—Muchas gracias, vecino —él me dedicó una amplia sonrisa desde en medio de los arbustos—. Ahora, continuaré escondiéndome de Frank hasta que libere el nuevo insecto que atrapó hoy.

Hice una pequeña risa al escucharlo; no podía creer que Eddie le tuviera tanto pavor a los insectos, asentí suavemente con la cabeza y me despedí de él.

Esa noche, mientras caminaba de regreso a casa, no pude evitar pensar en mi inusual y peculiar encuentro con Eddie; podría jurar que alguien podría malinterpretar la situación si nos hubiera visto. Su fobia a los insectos era peculiar y, de alguna manera, me hizo olvidar un poco mi propio dilema emocional.

Al llegar a casa, me encontré con Wally sentado frente a la puerta color celeste de mi casa. Cuando él me vio, no tardó en levantarse y tomar un sombrero que había dejado a un lado de él en el suelo.

Me tomó con la guardia baja que Wally estuviera esperando mi regreso, pero agradecía de que esta vez no se hubiese metido a mi casa sin mi consentimiento o, al menos, conocimiento.

—Mi querido vecino —su sonrisa carismática se amplió en su rostro, colocando el sombrero sobre mi cabeza sin antes preguntarme, y asintió con aprobación, como si le gustara la forma en la que me veía con el accesorio nuevo—, vas a necesitar esto para cazar insectos con Frank.

—Ah, muchas gracias —le dediqué una sonrisa amable, alzando brevemente la mirada para tratar de ver el sombrero, y me encogí de hombros, Wally siempre parecía estar atento a lo que iba a necesitar.

—No tienes qué agradecer —contestó con un gesto amigable y un brillo travieso en los ojos. Parecía estar escondiendo algo, y eso hacía que los nervios fueran aumentando ligeramente en mi interior.

Wally se quedó de pie, mirando a su alrededor, como si buscara algo en particular en la oscuridad de la noche. La luz tenue de la farola cercana iluminaba su rostro, y pude ver una expresión pensativa en sus ojos.

«Bueno, en realidad no solo pasé por aquí para entregarte el sombrero —dijo finalmente, rompiendo el breve silencio. —Tenía algo más que decirte.

Mi curiosidad se despertó, y dejé el sombrero en mis manos para prestar toda mi atención a Wally. ¿Qué más podría tener para mí?

—¿Qué estás tramando, Wally? —Pregunté con una ceja alzada, aunque sabía que no obtendría una respuesta directa de él.

Wally rió suavemente ante mi pregunta, como si disfrutara del misterio que había creado. Luego, se inclinó hacia mí, su voz bajando a un susurro conspirador.

—¿Tramando, yo? No, no se trata de un plan maestro. Es solo que... —Hizo una breve pausa, haciendo que me interesara por completo lo que tenía que decirme—. Estoy emocionado de que mañana pintaremos juntos.

Mis mejillas se tiñeron de un sutil rubor ante la sinceridad de Wally. A pesar de todas las idas y venidas en este vecindario, había algo reconfortante en la amistad que estaba construyendo con él. Me di cuenta de que, a pesar de mis problemas personales, estos encuentros inesperados con mis vecinos estaban trayendo un equilibrio inusual a mi vida.

—Me emociona también, Wally. No tengo mucha experiencia, pero puedo asegurar que aprenderé contigo —le dije con una sonrisa sincera.

Wally asintió con aprobación y luego, como si quisiera añadir más misterio a la conversación, miró a su alrededor nuevamente antes de volver a hablarme en voz baja.

—Y, vecino, recuerda que en la pintura, al igual que en la vida, a veces es necesario mezclar dos colores inesperados para obtener algo hermoso.

Mis pensamientos se enredaron con las palabras de Wally mientras miraba el sombrero que me había entregado, mi ceja se había arqueado involuntariamente. Su misteriosa declaración sobre mezclar colores inesperados para obtener algo hermoso resonó en mi mente, dejándome con un sentimiento de intriga.

Wally me miró con ojos llenos de expectación, como si esperara que captara el significado implícito en su comentario. Mi mente comenzó a dar vueltas mientras intentaba descifrar sus palabras. ¿Estaba insinuando algo? ¿Podría ser que estuviera hablando de algo más que la pintura?

Traté de mantener mi expresión serena, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Wally, por su parte, sonrió con ternura y, acercándose un poco más, añadió en un tono más suave:

—Es decir, a veces, algo hermoso puede surgir de la unión de dos...

—Hola, ustedes dos —Barnaby se acercó a nosotros con una sonrisa amplia, interrumpiendo la explicación de Wally acerca de su misterioso comentario, y me entregó una red para mariposas—. Vecino, Howdy me dijo que te lo regalaba ya que mañana cazarás insectos con Frank.

Mis mejillas se encendieron rápidamente cuando tomé el objeto que Barnaby me estaba entregando, no podía creer que Howdy también me estuviera dando un regalo para usarlo el día de mañana.

La inesperada entrada de Barnaby interrumpió la conversación en un momento crítico, justo cuando Wally estaba a punto de decir algo que parecía importante. La sorpresa de recibir un segundo regalo en tan poco tiempo me dejó sin palabras por un instante, y mis pensamientos se dividieron entre el regalo de Wally y la amabilidad de Howdy.

Wally, por su parte, pareció sorprendido por la repentina interrupción de Barnaby. Su mirada, que antes estaba llena de expectación y misterio, se transformó en una expresión de sorpresa y, tal vez, un toque de irritación. Parecía que no esperaba que alguien más me diera un regalo en ese preciso momento.

—Oh, gracias, Barnaby —respondí finalmente, forzando una sonrisa mientras sostenía la red de mariposas en mis manos, la interrupción había dejado un ambiente incómodo en el aire.

—Parece que tienes muchos vecinos generosos, querido vecino —comentó Wally con una sonrisa forzada, aunque sus ojos mostraban un brillo de competitividad—. Deberías sentirte afortunado.

Barnaby, ajeno a la tensión que se estaba acumulando, continuó hablando animadamente sobre cómo debía usar la red y me dio algunos consejos para la caza de insectos. Mientras él hablaba, podía sentir la mirada de Wally quemándome.

Cuando Barnaby finalmente terminó de darme sus tips, dirigió su mirada hacia Wally y le dio un pequeño golpe amistoso en el hombro, como si quisiera capturar su atención.

—Vamos, hay que dejar que el vecino descanse, tuvo un día muy agitado —Barnaby rodeó a Wally con uno de sus brazos antes de que él pudiera responder, ambos se despidieron de mí y se marcharon mientras murmuraban palabras que no conseguí escuchar.

Notes:

*"R-bot", no pude pensar en nombre más genérico para el personaje, así que R-bot es una abreviatura de "Reader-bot".

Chapter 12: Especial

Chapter Text

Estaba de nuevo aquí.

La puerta cerrada estaba frente a mí y la curiosidad de saber qué había al otro lado se hacía cada vez más grande, a este punto ya era imposible de controlar. Acerqué lentamente mi mano a la perilla, tenía la decisión de arriesgarme con tal de saber lo que Wally mantenía oculto en ese lugar, y la fui empujando con lentitud.

Las luces del corredor se apagaron, impidiéndome ver el interior de la habitación, y me adentré a paso lento mientras mis manos palpaban la pared en busca del interruptor. El aire helado impregnado con un empalagoso aroma a pintura del interior no tardó en envolverme.

—Todavía no es momento —una voz que podría jurar que provenía de entre los tablones de madera del suelo inundó el ambiente.

—No me importa, Home —respondí sin siquiera pensarlo dos veces y, al darme cuenta que no podía distinguir las figuras en la densa oscuridad, me detuve—. Muéstrame, Home. ¿Qué esconde Wally en este lugar?

Sin embargo, Home no contestó. Podía interpretar su silencio como una clara oposición a decirme lo que Wally mantenía oculto con recelo.

—Enciende la luz, Home —la voz de Wally se escuchó peligrosamente cerca.

No pude evitar tragar nerviosamente cuando me percaté que él se encontraba en la misma habitación que yo. Un par de bisagras rechinaron en respuesta ante la orden de Wally y el foco que colgaba del techo se encendió, permitiendo que lo viera sentado frente a un gran lienzo en el que estaba pintando.

— ¿Este es tu estudio de arte? —Pregunté con interés y miré a mi alrededor; había muchos espejos colgados en la pared, tantos que era imposible no verme en uno de ellos.

—Bienvenido, mi querido vecino —se levantó del banco en el que estaba sentado, ignorando la pregunta que acababa de hacerle, y dejó el pincel que estaba usando en un vaso con agua que se encontraba en una pequeña mesa con varios botecitos de pintura en ella—. Bienvenido a mi galería, mi adorado vecino, donde tú eres la estrella.

Alcé una ceja con curiosidad ante sus palabras, podría encontrarle sentido ya que los espejos me hacían sentir como si mi imagen estuviera decorando las paredes de Wally una y otra vez.

Wally me dedicó una sonrisa amplia, empezando a voltear el lienzo en el que estaba trabajando para mostrármelo, y su mirada penetrante se quedó fija en mi rostro, como si estuviera ansiando ver mi reacción.

El foco encima de él empezó a parpadear repetitivamente, mi rostro mal dibujado se mostraba a mitad del lienzo mientras empezaba a deformarse cada vez que la habitación quedaba a oscuras.

«Recuerda, vecino —agregó Wally entre pequeñas risas histéricas que evidenciaban la locura que se apoderaba de él—, siempre serás la más...

════ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ◎ ════

Desperté al escuchar golpes en la puerta, provocando que los alocados latidos de mi corazón finalmente se calmaran, había tenido otra horrible pesadilla donde Home y Wally habían sido los protagonistas. Suspiré profundamente y retiré algunas gotas de sudor que se habían acumulado en mi frente.

No había podido pasar una noche tranquila ya que la horrible sensación de que alguien me estaba observando nunca me abandonó, ni siquiera cuando puse algo de música en mi celular para tratar de calmarme y conciliar el sueño.

Traté de aplacar mi cabello mientras pasaba mis manos por éste una y otra vez, pausé la música que seguía sonando y me fijé en la hora, todavía era temprano como para salir de la cama. Además, la frescura del ambiente era un motivo más para quedarme bajo las cálidas sábanas.

Nuevos golpes en la puerta hicieron que emitiera un suave gruñido por tener que levantarme de la cama en contra de mi voluntad. Caminé por el corredor, pasé por encima de las cajas de cartón que seguían esperando a ser vaciadas para ponerlas en la basura y abrí la puerta, era tan temprano que el sol ni siquiera había salido.

— ¿Vecino? ¿Todavía no estás listo? —Frank me barrió con la mirada e hizo un gesto de desaprobación.

Él parecía estar más que preparado para iniciar con nuestra cacería de insectos. Llevaba una red para cazar mariposas idéntica a la mía, solo que más vieja, y una misteriosa caja de metal, luciendo un uniforme similar a los que usan los paleontólogos.

«Andando, vecino, hay que aprovechar que todos están dormidos para que los insectos no teman salir de sus refugios —entró a la casa sin esperar a que lo invitara, observó por un momento las cajas que seguían en el suelo, su ceño se frunció apenas unos centímetros, y se sentó en uno de los sofás lila, abriendo la caja que llevaba para asegurarse que tenía todo lo que necesitaba—. Anda, aquí espero.

Asentí suavemente ante su indicación y me dirigí de vuelta a mi habitación, tratando de fingir que no me había dado cuenta que se había molestado por mi falta de organización.

En realidad, no tenía ropa apropiada para estar afuera en busca de insectos; supongo que usaré la ropa que si mi mamá me la viera puesta, me diría sin pensarlo dos veces: "el vagabundo de la esquina está muy enojado porque le robaste la ropa".

ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ   ㅤ   ㅤ ㅤ

Frank no parecía estar del todo feliz conmigo como su ayudante para atrapar insectos, ¿y cómo estarlo si yo estaba cometiendo error tras error? Al parecer, nuestras definiciones de "bichos únicos o extraños" eran completamente diferentes.

Cuando yo veía una oruga multicolor o un caracol cuyo caparazón tenía forma de mano o una mariposa cuyas alas parecían tener ojos que me observaban desde la distancia y le decía a Frank de tan sorprendente descubrimiento, él arqueaba la mitad de su monoceja mientras me decía que no olvidara que estamos buscando insectos inusuales o poco comunes de ver.

Los primeros rayos del sol empezaron a salir, haciendo que me colocara el sombrero que Wally me había regalado el día anterior, y continué observando meticulosamente el suelo cercano a un par de arbustos. No era mi actividad favorita, si tan solo Eddie supiera que primero se moriría de aburrimiento antes de que un bicho se le pudiera subir seguramente acompañaría siempre a Frank a hacer este tipo de cosas.

— ¿El señor Dear te ha dicho algo? —La pregunta que Frank soltó de pronto me tomó con la guardia baja, me dirigí a él para asegurarme que estuviera hablando conmigo y, tras darme cuenta que así era, regresé a mi labor de buscar insectos.

—En absoluto —respondí sin querer mostrar mucho interés en la curiosidad de él; no sabía si Eddie pretendía mantener oculto su pavor a los insectos de Frank hasta que él pudiera acompañarlo a cazarlos—. ¿Por qué la pregunta?

—Ayer los vi platicando en la noche —él se sentó bajo la sombra de un árbol, quitándose el sombrero que llevaba, y pasó el dorso de su mano por la frente—. No soy detective, vecino, pero una conversación en los arbustos fuera de la oficina de correos es cuanto menos sospechoso, ¿no lo cree?

—Entiendo —murmuré nerviosamente, sin saber realmente qué decir para que no descubriera el plan que Eddie y yo teníamos—. Es que, después de haber salido de la tienda de Howdy, se me cayó mi reloj en los arbustos justo cuando Eddie iba pasando, él se ofreció ayudarme y eso fue todo.

Desvié un momento mi mirada hacia Frank, esperando que mi mentira se hubiese escuchado convincente para él. Sin embargo, antes que él pudiera agregar algo más a la conversación, un jadeo de sorpresa escapando de entre mis labios hizo que se quedara callado.

No sabía cómo decirlo, pero ahora mismo había una cucaracha café, de esas que ocasionan náuseas con sólo verlas, caminando alegremente por uno de los brazos de Frank, ascendiendo con total libertad hacia su hombro. Yo solamente quería llorar por no ser capaz de advertirle a Frank el peligro que lo estaba acechando.

Apreté mis labios nerviosamente, ¿cuándo se suponía que se lo iba a decir? ¿Después de que él se diera cuenta por sí mismo? Si yo estuviera en su lugar, realmente preferiría que me quitaran el cucaracho para no congelarme del miedo.

«Quédate quieto —tuve que hacer un enorme esfuerzo para que mi voz se escuchara tranquila y no asustarlo antes de tiempo; afortunadamente, él pareció ver el pánico en mis ojos y me dio el beneficio de la duda haciéndome caso.

Tomé la red que Howdy me había regalado la noche pasada y, teniendo mucho cuidado, conseguí tumbar ese asqueroso insecto del brazo de Frank. Me sentía como alguna clase de deidad benevolente por haberme puesto la mano en el corazón y haber decidido ayudar a Frank de esta manera. Sin embargo, en lugar de escuchar un "me has salvado, estoy agradecido", escuché:

— ¡Eso es! —Frank tomó al cucaracho de una de sus antenas, haciendo que mi corazón se detuviera cuando él me lo acercó, y una sonrisa triunfante cruzó por su rostro—. ¡Solo míralo! Es único en su especie, necesito investigar esto.

Él corrió hacia su caja de metal, tomó un frasco vacío y dejó a la alimaña dentro, haciendo que mi alma regresara a mi cuerpo tan pronto él colocó la tapa para evitar que se escapara.

« ¡Esto es asombroso! —Frank me dedicó una resplandeciente sonrisa, era evidente que estaba emocionado por esa sucia y asquerosa cucaracha—. ¡No puedo esperar a mostrárselo a Eddie!

Arqueé una ceja con curiosidad hacia él, era la primera vez que lo escuchaba llamar a Eddie por su nombre. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios, la relación que había entre ellos dos se hacía cada vez más evidente, pero no quería entrometerme hasta que alguno de los dos se animara a darme más detalles sobre su relación; aunque, para este punto, las cosas estaban siendo bastante claras para mí.

Lo siento, Eddie, probablemente pases otra tarde entre los arbustos porque el insecto que Frank te quiere mostrar es realmente de los más desagradables que pueden existir. Incluso alguien como yo no era rival para dicha abominación.

Antes de salir de casa, me aseguré de que las dalias que adornaban mi habitación tuvieran agua suficiente para sobrevivir todo el tiempo que estaría fuera; me devastaría que se marchitaran tan pronto

Antes de salir de casa, me aseguré de que las dalias que adornaban mi habitación tuvieran agua suficiente para sobrevivir todo el tiempo que estaría fuera; me devastaría que se marchitaran tan pronto. Quizás sea una buena idea volver a plantarlas, deberé pedirle a Frank el libro que le había prestado a Howdy para poder cuidar de ellas como él lo había estado haciendo hasta el momento que decidió cortarlas para mí.

Empecé a caminar, sujetando con firmeza una bolsa donde llevaba ingredientes que creía necesitar para preparar waffles con Poppy, y divisé a Julie jugando con Barnaby. Ambos dejaron de hacer lo que estaban haciendo solamente para saludarme desde lejos con una amplia sonrisa en sus respectivos rostros; les devolví el saludo agitando mi mano y continué con mi camino.

Aún me parecía una mentira todo lo que había pasado ayer con Julie; aún tenía dudas en si realmente dejaría a un lado su hostilidad hacia mí porque la forma en la que repentinamente hicimos las paces no había sido para nada normal. O al menos así lo veía yo, ¿quizás se asustó mucho cuando me desmayé en el partido de voley?

Miré hacia el cielo, tratando de recordar cada pequeño detalle que seguía en mi mente antes de haber perdido la consciencia, y dejé escapar un gran suspiro; Julie se había sorprendido justo después de haber recibido la pelota en mi rostro, pero no alcancé a ver un arrepentimiento genuino en ella antes de que yo me desmayara. Sin embargo, la primera vez que me desperté ella estaba ahí, ¿no es así?

Apreté los ojos con fuerza, tratando de organizar todos mis pensamientos sobre la nueva y misteriosa actitud de Julie hacia mí, y murmuré un par de maldiciones; ¿por qué tengo que darle tantas vueltas al asunto? Debería de agradecer que ella haya sido la que dio el primer paso para arreglar nuestras diferencias en lugar de querer buscar el supuesto error que no existe.

—Oh, vecino —la voz de Poppy hizo que saliera de mis pensamientos en cuestión de segundos, mirando a mi alrededor hasta darme cuenta que ya estaba frente a su puerta—. Buenos días, ¿estás listo para aprender a cocinar unos ricos waffles?

Mi expresión se relajó casi de inmediato, no podía evitar encontrar sumamente agradable la presencia de ella a mí alrededor; asentí con una gran sonrisa en mi rostro, debía admitir que estaba un poco impaciente por aprender una receta de Poppy.

Ella abrió la puerta de su casa y me recibió con una cálida sonrisa. Era increíble lo realmente a gusto que me sentía a su lado, como si estuviera en un lugar seguro y acogedor. Y, una vez más, volví a sentir un calor reconfortante llenando mi pecho gracias a Poppy.

Entré en su rústica cocina y Poppy comenzó a mostrarme los ingredientes y utensilios que íbamos a necesitar para preparar los waffles. Mientras ella hablaba, no podía evitar notar cómo su voz era suave y reconfortante, como una melodía que me tranquilizaba. Me recordaba a mi infancia, cuando veía en televisión lo que siempre quise hacer con mi propia mamá.

Poppy me enseñó paso a paso cómo mezclar la masa, cómo calentar la plancha y cómo verter la mezcla para cocinar los waffles perfectos. Cada gesto suyo estaba lleno de paciencia y cariño, y me hacía sentir como la persona más especial en todo el mundo.

A medida que pasábamos más tiempo en la cocina, empecé a ver a Poppy de una manera diferente. No solo como una amiga y vecina, sino como la mamá que alguna vez quise tener. Sus gestos de cuidado y afecto me recordaban a lo que necesitaba en ese entonces, y yo anhelaba esa sensación de hogar y seguridad que, por alguna razón, se me había negado injustamente.

Poppy y yo continuamos cocinando juntos, riendo y compartiendo historias. Cada minuto a su lado fortalecía ese lazo especial que estaba creciendo en mi corazón. En ese momento, me di cuenta de cuánto significaba para mí su presencia en mi vida y cuánto apreciaba tener a alguien como ella para llenar el vacío que había sentido durante tanto tiempo.

Sabía que apenas llevaba algunos cuántos días conociéndola, pero, por favor... ¿Cómo podía desaprovechar esta oportunidad?

Mientras saboreábamos los deliciosos waffles que habíamos preparado, no pude evitar sonreír y darle las gracias a Poppy por ser tan increíble y por ser como una madre para mí en ese momento de mi vida. Ella sonrió con ternura y me dio un abrazo reconfortante, reafirmando el lazo especial que se había formado entre nosotros.

Mientras lavaba todo lo que habías utilizado para preparar los waffles, alguien tocó el timbre de la casa, provocando que Poppy dejara los platos secos sobre la barra y se dirigiera hacia la puerta principal mientras se secaba las manos con una toalla que hace un momento colgaba de la agarradera del horno.

A pesar de que sentía una gran curiosidad por ver de quién se trataba, decidí terminar de lavar los platos y, como Poppy seguía ocupada, de secarlos también. Cuando finalicé, caminé hacia la sala principal, y le dediqué una pequeña sonrisa a Eddie, quien acababa de entrar a la casa.

—Qué bueno que te veo aquí —él me dedicó una amplia sonrisa mientras Poppy se dirigía a la cocina, llevándose consigo varios sobres de correspondencia, y metió una mano a su bolso, buscando entre los sobres—. Te llegó una carta —me entregó un sobre color amarillo con los bordes de colores y yo sentí como si esto ya lo hubiese vivido; no podía recordar, pero ¿Eddie no me había entregado ya una carta hace días?

—Gracias —murmuré pensativamente, la sensación de que estaba olvidando algo se hacía cada vez más fuerte, pero decidí no darle mucha importancia por el momento.

Observé que el remitente de la carta era Wally y no pude evitar arquear una ceja con curiosidad al mismo tiempo que mi corazón daba un vuelco; la emoción de recibir una carta de él empezó a inundar lentamente mi interior. Abrí el sobre sin mucho cuidado y empecé a leer el contenido, murmurando una despedida a Eddie cuando noté por el rabillo de mi ojo que él se estaba yendo.

 Abrí el sobre sin mucho cuidado y empecé a leer el contenido, murmurando una despedida a Eddie cuando noté por el rabillo de mi ojo que él se estaba yendo

Fruncí ligeramente el ceño al notar las faltas ortográficas evidentes de la invitación de Wally, pero no le iba a dar más importancia de lo necesario. Una pequeña sonrisa cruzó por mi rostro al pensar qué disfraz iba a usar, pero pronto se borró cuando encontré mi idea en la lista que muy amablemente Wally había agregado.

— ¿Sucede algo malo, querido? —Levanté la mirada al escuchar la voz ligeramente cargada con preocupación de Poppy y negué con la cabeza lentamente.

—No tengo un disfraz para la fiesta —me encogí suavemente de hombros.

Poppy observó su propia invitación, parecía que su mente estaba maquinando un plan para dar una solución a mi pequeño problema, y colocó una mano en mi hombro; la sensación que me transmitía me hacía sentir como si me quisiera levantar el ánimo.

— ¿Por qué no le pedimos ayuda a Sally? Estoy segura que ella puede prestarte un disfraz, querido — ella me dedicó una amplia sonrisa tras hacer su sugerencia.

Sentí como si mi rostro se iluminara; Poppy tenía razón, si alguien podía ayudarme en esta situación era Sally. ¿Quién más podría tener disfraces de reserva en este vecindario si no fuera ella?

 ¿Quién más podría tener disfraces de reserva en este vecindario si no fuera ella?

La noche ya se había instalado. Mi tarde se consumió en la búsqueda de un disfraz, con la ayuda de Barnaby, Julie, Poppy y Sally. Al mismo tiempo, reorganizaba mi agenda para trasladar todas mis tareas programadas para hoy al día siguiente. Sorprendentemente, nadie se quejó al respecto; todos comprendieron y agradecieron que fuera yo quien cambiara la fecha.

Después de un breve debate sobre cuál disfraz me favorecería más, tomé la ropa junto con sus respectivos accesorios y me apresuré de vuelta a casa. En mi mente, repetía la receta de un pay de manzana que Poppy me había compartido poco después de que Julie y Barnaby me dieran la idea perfecta, entre pequeñas risas llenas de complicidad, para expresar mi agradecimiento a Wally por su amabilidad. Aparentemente, no parecía ser algo demasiado complicado de hacer, así que le aseguré a Poppy que podría hacerlo sin su generosa ayuda.

Al terminar de ponerme el disfraz que indudablemente haría juego con uno de los que venían en la lista, me dirigí a la cocina para tomar con ambas manos el pay que acababa de enfriarse al aire libre y salí de casa, dirigiéndome hacia la de Wally; suponía que ya todos se encontraban en Home porque yo tuve que hacer dos veces el postre cuando me di cuenta que en lugar de haber usado harina había usado bicarbonato de sodio.

La culpa era completamente mía por no haberme tomado el tiempo de etiquetar las cosas que estaba empacando tal y como mi mamá me había recomendado hacer antes de que decidiera guardar todo; según yo, tendría todo ordenado y organizado para mi segundo día aquí.

Tener que pasar la fiesta en Home no me producía ninguna sensación de tranquilidad; sin embargo, no quería que mis inseguridades acerca de la casa viviente de Wally fueran a arruinar esta linda convivencia que Wally tuvo la amabilidad de invitarme.

Con una de mis manos sujeté firmemente la piedra que colgaba de mi cuello, llenándome de valentía mientras mis pasos me acercaban cada vez más a la puerta color amarilla, y me encogí de hombros cuando regresé el colgante a su lugar.

—Ho... Hola —mi voz se desvaneció por algunos segundos cuando la mirada de Home se posó sobre mí, haciendo que los recuerdos de mi nueva pesadilla empezaran a combinarse con la anterior—. Wally me invitó a su fiesta.

Si planeaba quedarme a vivir aquí, debía aprender a ser más amigable con Home. Después de todo, era como un vecino también.

Home no emitió ruido alguno, ni siquiera abrió la puerta para mí, simplemente me observaba como si no me hubiese comprendido. Del bolsillo de mi disfraz saqué la carta que Wally me había mandado y la sostuve con una mano, esperando que Home la leyera y me dejara pasar. ¿Una casa viviente sabría leer?

Al parecer, no.

« ¿Wally? —Alcé mi voz al notar que no conseguiría nada con Home y me alejé un poco para tratar de ver por una de las ventanas, pero lo único que podía divisar era mi propio reflejo.

Tal vez si lo llamaba podría conseguir que me esperara hasta que volviera a su casa; di media vuelta, con decisión de dirigirme al único teléfono que yo tenía y funcionaba como debería, pero el rechinido de la puerta me detuvo.

—Vaya —la reconocible voz de Wally me hizo girar sobre mis talones, encontrándomelo apoyado contra el marco de la puerta y usando un lindo disfraz de diablito; mis mejillas no tardaron en calentarse al descubrir con quién hacía juego mi disfraz—, dime, vecino —Wally se acercó a mí con seguridad, la puerta cerrándose por sí sola cuando se alejó lo suficiente de ella, y dejó su mirada fija en mi rostro—, ¿será acaso que has venido a perder tus alas conmigo?

El comentario de Wally me dejó sin palabras, podía sentir el calor abrumador reunirse en mis dos mejillas mientras veía directamente a sus ojos; no sabía si debía tomar su pregunta como un intento de coqueteo o una simple broma. Sin embargo, mis manos temblorosas levantaron lentamente el pay para que Wally fuera capaz de verlo.

—T-Te hice un pay —murmuré con dificultad, tratando de mantener calmados mis nervios crecientes, e hice un diminuto suspiro de alivio cuando la atención de Wally se dirigió hacia el postre— de manzana... Ya sabes, por toda tu amabilidad desde que llegué al vecindario.

—Oh, vecino —la sonrisa carismática que había estado en el rostro de Wally se encogió notablemente, y mi corazón se detuvo por una fracción de segundo, pero recordé que a él le encantaban las manzanas y supuse que solamente quería hacerme una broma.

Sin embargo, me quedé en silencio, a que continuara con lo que sea que tuviera en mente. Él me observó por una fracción de segundo, parecía querer decir algo aunque no se veía seguro de hacerlo, y regresó la mirada al postre.

«Es solo que se ve tan delicioso —soltó de pronto, había algo en su tono de voz que me hacía dudar que estuviese hablando con sinceridad, y tomó el pay de mis manos, sujetándolo con delicadeza—. Me siento agradecido que hayas pensado en mí, vecino, pero me voy a sentir mal si soy el único quien —hizo una pausa, parecía estar pensando seriamente en las palabras que iba a usar— vaya a disfrutar de esto... ¿Te parece bien si lo comparto con el resto de vecinos?

Entrecerré levemente los ojos, tratando de descifrar los verdaderos motivos que lo estaban orillando a proponer algo así, y asentí con suavidad al no poder encontrar una mínima pista que me diera idea alguna de lo que estaba realmente en sus pensamientos.

—No suena como una mala idea —murmuré suavemente, esperaba otro tipo de reacción por parte de Wally cuando supiera que había horneado un pay de manzana exclusivamente para él, y lo seguí cuando él empezó a caminar hacia la entrada de su casa.

Bueno, quizás no había sido el momento adecuado para regalarle un postre únicamente a él, aquello podría verse mal para los demás vecinos que estaban presentes en la fiesta. Volveré a hacer uno y me aseguraré de entregárselo cuando no tuviera invitados en su hogar, así no tendría motivo alguno para sentirse incómodo.

Cuando ambos estuvimos frente a la entrada principal, Wally tomó la perilla de la puerta y la giró, pero ésta nunca se abrió. Él lo intentó una y otra vez, pero el resultado era el mismo.

— ¿Sucede algo? —Interrogué con evidente curiosidad; no podía evitar pensar que algo extraño estaba sucediendo con Home, aunque desconociera su usual comportamiento.

—No, todo está en órden, no te preocupes —me dedicó una pequeña sonrisa, devolviéndome el pay para que lo sujetara de nuevo mientras él se encargaba de intentar hacer girar la perilla con toda su fuerza.

Con cada intento fallido, mi incertidumbre aumentaba. No sabía cómo debía comportarse una casa con consciencia propia, pero me atrevería a asegurar que no permitirle la entrada a su dueño era algo que no debería hacer.

«Home, abre la puerta —Wally finalmente se rindió en intentar abrirla por su cuenta y empezó a golpear suavemente, como si esperara que alguien en el interior de la casa se diera cuenta de lo que estaba sucediendo y decidiera ayudarlo—. ¡Home!

Apreté los labios cuando una pequeña risa quiso escapar de entre ellos al notar la desesperación de Wally, me alejé lo suficiente para poder ver a Home y dejé escapar un pequeño suspiro de alivio al notar su expresión de diversión; recordé las palabras de Sally diciéndome que Home solía hacer travesuras y probablemente esta era una de ellas.

Wally siguió golpeando la puerta mientras yo observaba a Home, quien parecía disfrutar de la situación. Era evidente que la casa tenía un peculiar sentido del humor y estaba jugando una broma en este momento.

«No sé qué está pasando —Wally suspiró con frustración y se volvió hacia mí, preocupado—. Esto no es normal. Debería poder entrar en mi propia casa sin problemas.

—Tal vez si intentamos decirle "por favor" nos deje entrar —sugerí casi en voz baja, preguntándome si Home seguía jugando con nosotros.

—No, no lo creo —él rechazó rápidamente mi idea y se dirigió a Home una vez más, como si estuviera trazando un plan para poder regresar a la fiesta a pesar de la evidente oposición de su casa—. No se lo cuentes a nadie, pero Home suele comportarse diferente cuando es Halloween.

Sentí como si me quedara sin aire ante su repentina declaración, ¿me estaba tratando de dar algún tipo de advertencia? No pude evitar agrandar los ojos sin retirar mi mirada de Home y un escalofrío bajó por mi espalda, haciéndome sentir vulnerable.

Sin embargo, antes de que pudiera expresar mis nuevas preocupaciones por la casa de Wally, la puerta se abrió de golpe, haciendo que él diera un paso hacia atrás, sorprendido. En el umbral de la puerta, una figura apareció lentamente, emergiendo de la poca iluminación del interior de la casa. Era Frank, llevaba un disfraz de drácula, y no parecía estar muy feliz de vernos, aunque ya sabía que esa era su expresión de siempre.

— ¿Qué es todo este alboroto, Wally? —Preguntó Frank, con una expresión de total confusión combinada con desaprobación en su rostro.

Wally y yo intercambiamos miradas, indecisos en si debíamos explicarle lo que acababa de suceder o pretender que la supuesta broma de Home nunca había sucedido.

Frank pareció entender que no recibiría una respuesta y, con un gesto de su mano, nos indicó que entráramos. Wally y yo seguimos a Frank de regreso a la fiesta, pero no pude evitar sentir una extraña sensación en el ambiente. Por alguna razón, percibí la música y el murmullo de la gente de una manera sombría, como si Home estuviera vibrando con esa extraña energía. La decoración de Halloween, las luces tenues y las sombras de las personas en disfraces creaban un ambiente hipnótico, realmente Wally se había esforzado para crear la ambientación adecuada en la fiesta.

Todos los que me vieron llegar a la zona despejada de la sala principal de Wally me saludaron casi al unísono, yo les dediqué una sonrisa mientras me dirigía hacia la mesa de snacks, colocando el pay que había preparado en medio de los diferentes aperitivos que aguardaban por ser comidos.

Tomé un pequeño chocolate en forma de calavera y lo comí, sintiendo un líquido sabor cereza esparcirse por mi boca tan pronto lo partí a la mitad; la inesperada sensación hizo que sintiera un escalofrío bajar por mi espalda y me alejara de la mesa para integrarme al pequeño grupo donde estaban Poppy, Julie y Barnaby.

— ¿Cómo te sientes con el disfraz, vecino? —Preguntó Poppy, haciéndose a un lado para que pudiera acomodarme entre ella y Julie, su traje de calabaza empujó accidentalmente a Barnaby y un par de dulces rodaron de sus manos hacia el suelo, aunque nadie más que él y yo nos dimos cuenta de ello.

—Bien —respondí sin dar muchos rodeos, mi mente seguía trayendo lo que había pasado con Home, y forcé una pequeña sonrisa; a pesar de que me sentía especial de que Poppy estuviera preocupada por cómo me sentía con el disfraz que me ayudó a escoger junto a los demás, era inevitable caer en la intranquilidad que Home me transmitía—, realmente es perfecto, gracias a todos por haberme ayudado.

—Oh, vecino —Barnaby habló antes de que Julie o Poppy pudieran responder a mi genuino agradecimiento, y una sonrisa traviesa cruzó por su rostro después de haber recorrido la mesa de snacks con su mirada—. ¿Qué dijo Wally acerca del pay?

Mi curiosidad se intensificó al ver la sonrisa juguetona en el rostro de Barnaby y las risas cómplices de Julie. Parecía que había algo que no sabía acerca del postre que había traído.

Traté de mantener una expresión serena, esforzándome para aparentar que la situación no me estaba afectando, y miré a Poppy, esperando que ella pudiera explicarme lo que estaba sucediendo, pero se encogió de hombros como respuesta; al parecer ella no estaba coludida con lo que sea que aquel par estaba planeando.

Necesitaba saber por qué era tan gracioso que le haya regalado un pay de manzana a Wally, separé los labios, mis palabras ya estaban listas para salir de mi boca, pero, en lugar de hablar, me di media vuelta cuando sentí pequeños golpecitos en mi hombro derecho.

Howdy estaba frente a mí, sabía que era él a pesar de que estaba usando su disfraz de fantasma. Así que él había sido quien me había robado la idea antes de que yo leyera la lista de disfraces que ya estaban ocupados.

—Ah, hola, Howdy —saludé con calma, las pequeñas risas de Barnaby y Julie todavía se escuchaban detrás de mí.

—H-Hola... Vecino —él habló con un suspiro, parecía estar nervioso, aunque era difícil saberlo con seguridad ya que la sábana que estaba usando encima de él cubría su rostro y no me permitía ver sus expresiones—, te ves increíble —el tono de su voz disminuyó con la última palabra, pero fui capaz de escucharlo por encima de la música—. Yo... Estaba pensando...

— ¿Sucede algo malo? —Arqueé una ceja hacia él, no podía evitar sentir esa ligera preocupación rondar por mi interior por la forma en la que él estaba hablando.

Decidí omitir las pequeñas risas y murmullos llenos de complicidad de Barnaby y Julie, tenía más interés en saber lo que Howdy iba a decirme; aunque, conociéndolo, sería capaz de darme más detalles del empleo que me ofreció ayer.

— ¡No! —Agrandé mis ojos cuando él elevó su voz sin querer, Howdy carraspeó un par de veces al darse cuenta de lo que acababa de hacer y dejó escapar un gran suspiro, acomodando el disfraz que llevaba puesto—. Lo lamento, es solo que estoy muy nervioso —me explicó, esta vez con más calma—. La verdad es que estaba pensando en invitarte a bailar —su mirada cayó en picada hacia mí, podía notar un brillo de esperanza en sus ojos, y me acercó una de sus cuatro manos, esperando a que la tomara—. ¿Aceptarías?

Sentí mis mejillas calentarse ante la inesperada propuesta de Howdy, contemplé su mano por una fracción de segundo y la tomé sin querer cuando Barnaby me dio un pequeño empujón para que aceptara la oferta de Howdy.

—Ve y diviértete, vecino —Barnaby hizo su acostumbrada sonrisa traviesa y chocó las manos con Julie, quien parecía aprobar por completo las acciones de su amigo.

Mientras caminaba con Howdy hacia la parte despejada de la sala de Wally, mi mirada se deslizó hasta Poppy, quien levantó su pulgar en un intento de darme ánimos. No pude evitar hacer una pequeña risa al darme cuenta que todos parecían estar de acuerdo en que bailara con Howdy; sin embargo, al entender que acababa de aceptar su invitación, recordé que mi experiencia en el baile era prácticamente nula.

Mis pies me hicieron detener antes de que Howdy pudiera conducirme al centro de la sala de estar; él se volvió hacia mí casi de inmediato y su mirada se suavizó.

—No te preocupes —él habló con tranquilidad, parecía que se había dado cuenta de lo que me había motivado a quedarme en estado de shock—. Si no te sientes seguro, podemos dejarlo para cualquier otro momento.

Mi corazón dio un vuelco ante su amabilidad.

Por desgracia, antes de que pudiera darle una respuesta, las luces se apagaron y la música se detuvo. La sorpresa de quedar completamente a oscuras me tomó por sorpresa y la intranquilidad se apoderó de mí; parecía como si todo estuviera en pausa, dándome la horrible sensación de que algo malo estaba a punto de suceder.

Me quedé en silencio sin saber qué hacer, mi corazón latía fuertemente cuando las palabras de Wally acerca del extraño comportamiento de Home en este día resonaron en mi cabeza, e intenté tranquilizarme cuando sentí una reconfortante calidez tomar mi mano; suponía que se trataba de Howdy ya que era el único que se encontraba cerca de mí antes que las luces se apagaran.

— ¿Están todos bien? —La voz preocupada de Eddie no tardó en hacerse escuchar, rompiendo el pesado silencio que se hizo presente cuando la música se apagó.

—Aquí estamos bien —Julie respondió con tranquilidad; esperaba que con "estamos" incluyera a Poppy también.

Alguien levantó las cortinas para permitir que la luz de afuera iluminara el interior, aunque no fuera suficiente para acabar completamente con la oscuridad. Mi mirada salió disparada hacia la última vez donde había visto a Poppy y un suspiro de alivio se escapó de entre mis labios; por una fracción de segundo me preocupé de que Home le hubiese hecho algo mientras éramos incapaces de verla.

Con una inquietud menos, decidí recorrer el lugar con la mirada. Poppy, Barnaby y Julie seguían juntos cerca de la mesa de snacks; Eddie, Frank y Sally parecían estar ocupados buscando entre los cajones de Wally, y, para mi sorpresa, descubrí que Howdy había sido quien había abierto las cortinas. Entonces, si él estaba allá, ¿quién me estaba sosteniendo la mano todavía?

Giré con lentitud mi rostro y sentí la tensión abandonar mi cuerpo al encontrarme el rostro sonriente de Wally a un lado mío; parecía que estaba esperando el momento en el que me diera cuenta que había estado sujetando su mano durante todo este tiempo. No lo había visto acercarse; aunque, para ser justos, todo estaba oscuro y hubiese sido realmente extraño que me hubiera percatado de su cercanía.

Aunque me sorprendió ver a Wally tan cerca de mí en medio de la oscuridad, no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Su sonrisa cálida y sus ojos centelleantes me hicieron despreocuparme por un breve instante.

—Parece que nos hemos quedado en medio de un apagón inesperado —comentó Wally con un toque de diversión en su voz—. ¿Te encuentras bien, querido vecino?

Asentí, sintiéndome un poco más en calma gracias a su presencia ya que lo único que podía pensar era que Home no podría hacerme nada si su dueño estaba conmigo.

Howdy se acercó a nosotros, bajó su mirada indiscreta para ver cómo Wally y yo estábamos tomados de la mano y carraspeó un par de veces, llevándose uno de sus puños hacia sus labios; su intento de llamar nuestra atención era evidente, pero efectivo porque Wally me soltó para después alzar su barbilla para mirar a Howdy.

— ¿No deberías revisar el cuadro eléctrico de Home? —Él inquirió sin mucho interés en que Wally hiciera lo que acababa de sugerirle, parecía estar satisfecho con el hecho de que él se hubiese alejado lo suficiente de mí.

—Es una buena idea, Howdy —Wally respondió con una sonrisa forzada, incluso con esta mala iluminación era capaz de reconocer los gestos de Wally, y acomodó la pequeña capa roja de su disfraz—, pero necesito una lámpara.

—Puedes usar este llavero —Poppy quitó el colgante de sus llaves, presionó un pequeño botón ocasionando que un pequeño haz de luz saliera disparado contra la pared a la que estaba apuntando y colocó sus llaves de vuelta al bolsillo de su disfraz mientras que con su otra mano sujetaba el llavero.

Una pequeña sonrisa se deslizó por mis labios; sin importar lo que Poppy hiciera, me hacía pensar en ella como una madre preparada para cualquier situación que pudiera surgir. Di un paso hacia Poppy, pretendiendo tomar el llavero para entregárselo a Wally; sin embargo, los tablones del suelo se separaron y se cerraron segundos después de que Poppy cayó sin darle oportunidad de siquiera gritar por la sorpresa.

Con el sonido escalofriante de los tablones cerrándose, una sensación de terror se apoderó de mí. Mi corazón latía desbocado, y todo a mi alrededor parecía distorsionarse en la oscuridad. Todos, a excepción de mí, hicieron un jadeo de sorpresa por lo que acababa de suceder, pero yo sentía como si mi mundo se viniera abajo.

Las cosas habían pasado tan rápido que ni siquiera tuve oportunidad de hacer algo para evitar que el suelo se la tragara. Miré la pequeña linterna que Poppy había sostenido unos momentos antes, parecía inalcanzable en medio del suelo sellado. Era como si estuviera presenciando una pesadilla viviente. La sonrisa de Wally y su cálida presencia ya no eran suficientes para disipar mi inquietud.

¡NO! —Finalmente salí de mi estado de trance, dejándome caer de rodillas al suelo mientras golpeaba una y otra vez los tablones, pretendiendo romperlos para meterme y sacar a Poppy de donde quiera que hubiese terminado.

Un par de manos fuertes me sujetaron firmemente de los hombros y me alejaron del suelo, lo último que pude hacer fue tomar el llavero, haciéndome dar media vuelta para poder ver quién me estaba deteniendo de mis acciones desesperadas.

—Tranquilo, todo estará bien —Howdy murmuró suavemente, agachándose para quedar a mi altura, y me acercó a su pecho con sus cuatro brazos, podía sentir que él estaba teniendo cuidado con las alas que adornaban mi espalda.

La reconfortante sensación de calidez inundó mi pecho, mis manos se apretaron alrededor de lo que Poppy había dejado antes de ser tragada por el suelo, y, tras guardar el objeto en uno de mis bolsillos, correspondí el abrazo de Howdy.

—Sí, vecino, tranquilo —Wally se acercó a mí, colocando una mano sobre mi hombro, y me dedicó una pequeña sonrisa despreocupada—. Home es inofensivo, probablemente haya dejado a Poppy en otra habitación.

A pesar de la seguridad que los brazos de Howdy me ofrecía, no podía evitar temblar y preocuparme por lo que le pudo haber pasado a Poppy. La casa de Wally no me generaba ningún tipo de confianza y esto simplemente me daba más razones para mantenerme lejos de Home tanto como pudiera.

Dejé escapar un gran suspiro, tratando de mantener bajo control la ansiedad que crecía velozmente en mi interior, y me separé con lentitud de Howdy, agradeciéndole en silencio por el abrazo que tanto necesitaba en ese momento; a mi alrededor se encontraban todos, parecían genuinamente preocupados por la reacción que había tenido.

Aquello me hizo preguntarme si había exagerado con lo sucedido pues todos parecían estar más preocupados por mí que por Poppy y su repentina desaparición.

—Vamos a buscarla, vecino —sugirió Sally mientras tomaba mi mano para hacer que la siguiera; sin embargo, Frank nos detuvo extendiendo su brazo junto con su capa antes de que nos pudiéramos alejar lo suficiente de ellos.

—Espera, Sally —él ordenó sin ningún ápice de emoción en su voz y miró a su alrededor, como si estuviera buscando algo—. No sabemos por qué Home está haciendo esto, lo mejor sería mantenernos juntos.

—Por favor, Frank —ella replicó, soltando mi mano y colocando las suyas sobre su cadera, parecía como si lo fuera a regañar por lo que acababa de decir—. Estamos hablando de Home. Además, el vecino está preocupado por Poppy.

El suelo bajo nosotros empezó a temblar suavemente, provocando que todos empezáramos a buscar una posición para no perder el equilibrio, pero aquello nos hizo separarnos levemente, lo suficiente como para no provocar más accidentes por si alguno se llegaba a caer.

Los tablones empezaron a crujir, era como si nos estuviera advirtiendo de que volverían abrirse para llevarse a uno de nosotros, y bajé instintivamente la mirada hacia el piso, tratando de anticiparme a la siguiente víctima de Home.

Mis ojos se agrandaron cuando conseguí notar una grieta extenderse hacia los pies de Sally y, antes de que pudiera darle algún tipo de advertencia, el suelo empezó a separarse; maldita sea, tenía tanto miedo que ni siquiera podía tomar la mano de Sally para jalarla hacia donde estaba yo.

— ¡Sally! —Julie, sin embargo, dio un brinco para empujar a Sally, su sombrero de bruja salió volando ante su repentina acción, y evitar que fuera tragada por el suelo; ambas rodaron lejos del agujero que empezó a cerrarse cuando se percató que no conseguiría llevarse a alguien más y los temblores cesaron, dándonos un momento de tranquilidad.

—Wow, Julie —Sally estiró sus brazos para alejar su pecho del suelo y miró directamente a los ojos de Julie, era claro que no se esperaba ser salvada en el último minuto por ella—. Gracias...

A pesar de la mala iluminación, noté un gesto de vergüenza en el rostro de Julie.

— ¿Te encuentras bien, Frank? —Mi mirada se desplazó hacia Eddie, quien tenía a Frank apoyado en uno de sus hombros para evitar que cayera.

Hice una pequeña sonrisa, a pesar de lo terrorífico de la situación no podía evitar sentirme feliz por ellos cuatro porque parecía no importarles el desastre que se estaba convirtiendo la fiesta de Halloween con tal de que el otro estuviera bien.

— ¿Y Barnaby? —Pregunté en voz alta cuando terminé de recorrer el lugar con la mirada y no haber encontrado señal alguna de él.

La preocupación en mi interior aumentó, y miré a mi alrededor, buscando alguna pista sobre su paradero. Home seguía siendo un lugar inquietante y peligroso, y me preguntaba si debíamos seguir adelante en busca de Poppy y Barnaby, o si era más sensato tratar de salir de allí lo antes posible.

Howdy y Wally no tardaron en acercarse conmigo, de no haber sido por mi comentario probablemente ninguno de los dos se hubiera dado cuenta que Barnaby había desaparecido.

— ¿Qué está pasando con Home, Wally? —Frank gruñó con irritación, dándole un suave empujón a Eddie para que dejara de rodearlo con su brazo; a mi parecer, Frank estaba avergonzado por aquella muestra de preocupación y estaba haciendo cualquier cosa para disimularlo—. No me voy a quedar aquí a esperar a que el señor Dear o yo seamos tragados por Home.

Eddie se encogió de hombros mientras daba pequeños pasos lentos detrás de Frank, parecía como si se estuviera disculpando por el comportamiento de él.

—Por favor, Frank —él murmuró, su voz perfectamente audible ya que no había sonido alguno que pudiera mantener oculta su conversación—, no seas duro con Home, ¿qué tal si solamente nos...?

Sin embargo, antes de que él pudiera dar su teoría de lo que estaba sucediendo, el foco que había sobre el techo cayó a un lado de mí; me hubiese dado en la cabeza de no haber sido por Howdy quien me jaló hacia él para ponerme a salvo.

Los cables eléctricos empezaron a bajar rápidamente por el lugar donde debía ir la bombilla de luz, enredándose sin tardar en los tobillos de Frank y Eddie, y, sin permitir que ninguno de los dos reaccionara, los empezó a jalar hacia el techo.

— ¡Eddie! ¡Frank! —Intenté saltar para tomar la mano de Eddie antes de que desapareciera, pero no fui lo suficientemente veloz y lo único que conseguí fue que las yemas de mis dedos rozaran con la palma del cartero.

Mi mirada quedó fija en el techo, tratando de procesar todo lo que estaba sucediendo; ya ni siquiera podía seguir contemplando la idea de quedarme e intentar salvar a todos, el terror me estaba consumiendo y lo único en lo que podía pensar era escapar antes de que yo fuera la siguiente víctima en la lista de Home.

— ¡Chicas, detrás de...! —La voz alarmada de Howdy hizo que volteara a ver hacia donde Sally y Julie estaban, encontrándome con su ausencia.

No hacía falta que preguntara por lo que había pasado, mi labios estaban temblando de ansiedad mientras mi mirada recorría frenéticamente la habitación. Home se había vuelto una verdadera caja de peligros y sorpresas, y la desaparición repentina de Sally y Julie había sido la gota que derramó el vaso.

Howdy, Wally y yo estábamos solos, rodeados por la extraña magia de Home. Sentía un nudo en el estómago mientras contemplaba lo que había sucedido en cuestión de minutos: Poppy había desaparecido en el suelo, Frank y Eddie habían sido arrastrados hacia el techo por los cables eléctricos, y ahora Sally y Julie también estaban en algún lugar desconocido.

— ¿Qué haremos, vecino? —Wally dirigió su atención hacia mí, haciéndome salir de mis desoladores pensamientos con sus palabras.

Tragué nerviosamente mientras me encogía de hombros; nunca antes en mi vida me había tenido que enfrentar a algo así, ni siquiera sabía si debía mantener la idea de que Home era inofensivo como Sally aseguraba. Y la tranquilidad de Wally ante la situación hacía que me sintiera como si estuviera sobrereaccionando.

El deseo por huir antes de que pasara a ser una víctima más era enorme, pero no podía simplemente escapar con Wally y Howdy. Aunque me generaba un increíble pavor adentrarme más en la oscuridad de Home para intentar encontrar a los demás vecinos, sabía que al menos debía intentarlo. Salir de la casa con ellos era la verdadera victoria.

—Hay que ir por ellos —murmuré sin mucha convicción en mi voz.

— ¿Qué? —Howdy me tomó de los hombros una vez más, haciéndome girar sobre mis talones para verlo a los ojos, y su otro par de manos se encargó de quitarse la sábana que tenía encima de él—. ¿Acaso enloqueciste? No sabemos por qué Home está haciendo esto y...

Tomé nerviosamente una de las muñecas de Howdy, haciendo que cortara con su monólogo de por qué ir en busca de Poppy, Julie, Sally, Frank y Eddie era una malísima idea, y traté de mostrarme valiente, aunque por dentro estaba muriendo de incertidumbre y temor.

—Lo sé —musité con un suspiro, recorrí el lugar nuevamente con la mirada y volví a mirar a los ojos de Howdy—, pero nos necesitan. Haremos más como equipo si dejamos que ellos salgan por cuenta propia.

—El vecino tiene razón —Wally me rodeó con uno de sus brazos, tratando de integrarse al momento que estaba sucediendo entre Howdy y yo—. La unión hace la fuerza.

Howdy se quedó en silencio, analizando las palabras que acababa de escuchar, y su agarre en mis hombros de aflojó, tomándolo como una señal de que estaba de acuerdo con nosotros; sin embargo, antes de que pudiera dar un paso para alejarme, él volvió a sujetarme firmemente, impidiendo que me moviera. Mi mirada atenta salió disparada hacia Howdy una vez más.

—Es que... ¿Qué haré yo? —La voz de Howdy parecía temblar ligeramente al pronunciar aquellas palabras, volvió a abrazarme con sus cuatro brazos, esta vez dándole igual si me tumbaba las alas por accidente, y dejó su barbilla en mi hombro; algo en este abrazo me daba entender que él tenía miedo—. ¿Qué haré yo si desapareces?

Mi corazón se encogió al ver la preocupación en los ojos de Howdy y escuchar lo que lo estaba atormentando en ese momento. A pesar de su aspecto imponente y la supuesta tranquilidad que había estado mostrando ante esta extraña situación, también tenía sus propios miedos. Era evidente que no quería que me arriesgara, y eso me hizo darme cuenta de que debía ser más prudente en mis decisiones porque a alguien le importaba lo que me podría suceder.

— ¿Y yo? —dijo Wally con un tono un poco áspero, sin siquiera darme tiempo para responder a las palabras de Howdy—. ¿Qué pasa conmigo? ¿No piensas en lo que me pasaría si te pasa algo a ti, vecino? No permitiré que te pase algo.

Mi mirada saltó entre Howdy y Wally, sintiendo el peso de las emociones en el aire. Estaba claro que tanto Howdy como Wally se preocupaban por mí, pero sus enfoques eran diferentes. Wally quería protegerme, mientras que Howdy parecía temer perderme. En medio de todo esto, la urgencia de encontrar a los demás vecinos seguía siendo apremiante.

—Está bien, chicos, el tiempo de charla ha acabado —murmuré nerviosamente, tratando de regresar el enfoque hacia lo que realmente importaba—. Debemos encontrar a los vecinos, entre los tres nos vamos a cuidar, ¿de acuerdo?

Howdy y Wally asintieron al mismo tiempo y, como si Home se hubiese dado cuenta que finalmente nos íbamos a poner en marcha, el suelo empezó a temblar de nuevo. Esta vez, pude sentir como la grieta pasaba por debajo de mis pies, dándome a entender que yo era su siguiente objetivo.

Howdy me tomó gentilmente de la mano, jalándome hacia él mientras el agujero que iba a tragarme volvía a cerrarse. Las ventanas gruñeron ante la audacia de él y los cables empezaron a descender, pero Howdy parecía anticiparse y moverme en consecuencia; sin embargo, podía notar su mirada llena de temor, a pesar de que estaba haciendo un excelente trabajo manteniéndome a su lado.

— ¡Cuidado! —Wally alcanzó a jalarme del brazo, haciéndome girar hasta sentir su pecho, y me inclinó hacia atrás, colocando su mano en mi cintura para darme soporte y no perder el equilibrio.

El suelo tembló con intensidad, y una grieta profunda se abrió en el suelo en el que me encontraba segundos antes de que Wally me tomara. Miré con horror mientras el abismo se extendía, y en medio de todo el caos, vi a Howdy ser arrastrado hacia abajo por las fuerzas misteriosas de Home. Sus manos se aferraron desesperadamente al borde del agujero, pero no pudo resistir la fuerza que lo arrastraba al interior de la tierra. Grité su nombre en un intento desesperado por detenerlo, pero fue en vano.

—Vecino —Wally murmuró cerca de mi oído, aprovechando la posición en la que me encontraba, y su agarre se apretó, asegurándose de que no me fuera a caer—, al parecer solo quedamos tú y yo.

La forma en la que había pronunciado las palabras hizo que un escalofrío recorriera mi espalda, dejándome sin aliento y con el corazón latiendo a mil por hora; en este momento de incertidumbre total, no sabía qué esperar.

« ¿Qué te parece si no buscamos a nadie y nos quedamos juntos? —Pronunció cada una de sus palabras de manera lenta, asegurándose de que las estuviera escuchando, y yo intenté zafarme de su agarre; no me estaba agradando lo que él estaba proponiendo—. Piénsalo, vecino, seríamos tú y yo para siempre.

— ¿Qué estás diciendo? —Murmuré sin poder dar mérito a lo que estaba escuchando, forcejeé una vez más para dejarle en claro a Wally que quería que me soltara y fruncí suavemente el ceño hacia él—. No es momento para tus chistes.

Me incorporé lentamente con ayuda de Wally, nuestras miradas encontrándose en medio de todo el caos que había ocurrido en tan solo pocos minutos. El suelo dejó de temblar y los cables regresaron lentamente a donde pertenecían; la luz del interior volvió a encenderse y la música sonó de nuevo. Era como si todo estuviera volviendo a la normalidad.

— ¿Te gustó, vecino? —Preguntó Wally, su mano todavía sobre mi cintura, y me dedicó una amplia sonrisa, dejándome sin palabras—. Home pensó que sería divertido jugarte una broma con ayuda de todos.

— ¡Fue bastante divertido! —Exclamó Julie desde una de las habitación, su voz acercándose a donde nos encontrábamos.

—Todos actuaron perfectamente —reconoció Sally con orgullo, entrando a la sala con una gran sonrisa en su rostro mientras aplaudía.

— ¿Todo esto fue una broma? —Interrogué con sorpresa, realmente no sabía cómo reaccionar ante este cambio de eventos.

—Sí, vecino, una broma muy elaborada, ¿no te pareció genial? —Wally soltó una risa mientras me daba una palmada en la espalda, como si hubiéramos compartido un chiste interno.

— ¿No te diste cuenta de lo bien que actuamos? —Julie se acercó, riendo entre dientes mientras se ajustaba el sombrero que llevaba, que ahora parecía un poco torcido.

— ¡Exactamente! Pero te juro que creíste que era real. Eso nos hizo sentir que estábamos en una película de terror, ¿verdad, chicos? —Sally asintió con entusiasmo.

Mientras procesaba la revelación, Wally soltó una carcajada y retiró su mano de mi cintura. —Lo siento, vecino, pero tenía que seguir la broma. Todos estaban muy emocionados por participar y no los podía decepcionar —añadió Howdy, un poco avergonzado por confesar su complicidad en el plan de Home.

El alivio empezó a inundar mi interior, pero no pude evitar encontrar la situación bastante abrumadora. Aunque era un alivio saber que mis amigos estaban bien y que todo había sido un juego, todavía estaba procesando la intensidad de la experiencia. Miré a Wally y luego a los demás vecinos, quienes se habían unido a nosotros, y finalmente dejé escapar un enorme suspiro.

—Debo admitir que me estaba muriendo de miedo —pasé una mano por mi frente, sintiendo como si mi alma regresara de nuevo a mí cuando noté que Poppy, Frank, Eddie y Barnaby se encontraban bien—. Pero, ¿por qué hacer una broma así? ¿Qué ganaron con eso?

Bueno, vecino, todos queríamos que experimentaras el espíritu de Home de una manera única —Sally se acercó y puso su brazo alrededor de mis hombros, con una expresión cómplice—. Ahora sabes que Home es muy juguetón y es realmente inofensivo.

Los murmullos de las conversaciones volvieron a inundar el ambiente, dejando atrás toda la espeluznante experiencia que me hicieron vivir; caminé lentamente hacia la mesa de snacks para tomar un vaso de refresco, incluso la mesa logró sobrevivir a semejante teatro, y me senté en el sofá, queriendo tomarme unos segundos para mí.

Las palabras que Wally me susurró después de que Howdy fuera tragado por Home seguían resonando en mi mente, ¿eso también había sido parte de la broma? Le di un pequeño sorbo a mi refresco, alzando mi mirada para ver hacia la ventana que figuraba uno de los ojos de Home.

Y si Home era capaz de hacer todo eso, ¿era realmente inofensivo?

Chapter 13: Oh, ¿no puedes ver...

Chapter Text

Definitivamente no pasé una buena noche después de la realmente espeluznante fiesta de Halloween de Wally. Giré sobre la cama una vez más, estirando mi mano para apagar la música que no me ayudó a calmarme como otras veces, y me cubrí completamente con la cobija ligera, tratando de buscar refugio mientras mis pensamientos terminaban de organizarse. 

Si querían que viera a Home como algo inofensivo, habían hecho un pésimo trabajo.

Volví a cerrar los ojos, tratando de tranquilizarme con la reconfortante calidez que estaba generando bajo la cobija, y suspiré profundamente; la terrible experiencia me ayudó a darme cuenta de lo mucho que mis vecinos me importaban. 

El solo recordar como Poppy había sido tragada por Home seguía haciendo que me sintiera con impotencia; nunca me había puesto a pensar cómo reaccionaría si algo malo le sucediera a uno de mis vecinos. ¿Y cómo pensarlo si apenas los estaba conociendo? Parecía mentira que solamente he estado viviendo aquí cuatro días porque me sentía como si este siempre hubiese sido mi vecindario, como si los que una vez fueron desconocidos para mí, ahora eran una parte fundamental de mi día a día. 

«Piénsalo, vecino, seríamos tú y yo para siempre…»

Las palabras de Wally volvieron a repetirse en mi mente, haciendo que un nuevo escalofrío bajara por mi columna; teniendo los ojos cerrados, podía transportarme a ese momento de alta tensión después de que Howdy desapareciera. La forma en la que Wally me veía y el tono de voz que había utilizado no parecía que fuera parte de una actuación; de alguna manera, aquello se había sentido real. Demasiado real. 

Suspiré con resignación, no parecía que podría conciliar el sueño de nuevo, me incorporé sobre el colchón en contra de mi voluntad y estiré los brazos hacia el techo, tratando de mantenerme en calma. No quería que mi totalmente razonable temor a Home causara estragos en mi vida, quería pensar que mientras estuviera lo suficientemente lejos de la casa de Wally, yo estaría bien. 

Me senté en el borde que estaba más cerca de la puerta, considerando en dar una vuelta por la sala de estar para regresar a la cama y dormir hasta que fuera hora de visitar a Poppy para aprender una nueva receta. Sin embargo, noté una sombra familiar proyectándose en el suelo. 

¿Qué…? Era claramente la silueta de Wally; nadie más en el vecindario tenía ese peinado tan característico de él. Fruncí el ceño ante la idea de que él se había metido otra vez a mi casa sin permiso, aunque en parte era mi culpa por no haberme asegurado de que todo estuviera cerrado antes de irme a la cama. 

Bueno, al menos Wally no era un psicópata suelto que me asesinaría mientras dormía. 

— ¿Wally? —la sombra se movió ligeramente tras haber hablado con la voz ronca, debía de esperar un poco más de tiempo para poder hablar como normalmente lo hago—. Ya te descubrí, no tienes que…

Antes de terminar la frase, unos ojos aparecieron en la sombra del suelo, observándome con una atención escalofriante que me puso en alerta. Era el mismo tipo de mirada que Wally me había dirigido antes en un par de ocasiones, llenándome de terror y pánico al no saber cómo reaccionar.

Me quedé en blanco mientras mi corazón revoloteaba dolorosamente dentro de mi pecho y un par de gotas de sudor bajaban por mis sienes, ¿qué se suponía que debía hacer cuando al suelo de mi casa le salen un par de ojos? No podía creer que esto fuera real, froté mis párpados con los puños, tratando de despertar completamente de lo que parecía ser una tercera pesadilla, y volví a mirar, lo único que quedaba era la oscura silueta de Wally.

Me acerqué lentamente hacia la sombra, mi corazón latiendo a mil por hora por la terrorífica imagen, e hice un muy pequeño suspiro de alivio cuando verifiqué que los ojos habían desaparecido. ¿Quizás era una alucinación por el cansancio? ¿Cuándo había sido la última vez que había descansado bien? 

Inconscientemente, mi mano buscó la piedra del collar que Howdy me había regalado. Aunque se suponía que servía para el cansancio, no podía evitar encontrar cierto consuelo y protección en el accesorio. Sin embargo, al palpar mi pecho, me encontré con la sorprendente ausencia de mi apreciado regalo.

« ¿W-Wally? —tartamudeé nerviosamente, sintiendo cómo mi cuerpo empezaba a temblar, no sabía si era por el frío o por el miedo de pensar que me habían quitado el colgante sin que me diera cuenta. 

Si mi nueva vida en este vecindario iba a estar llena de momentos escalofriantes como este, entonces lo mejor sería que me fuera de vuelta a la casa de mi mamá, no me importaba que ella fuera a burlarse y a decirme “te lo dije” tan pronto me viera en la puerta de su casa. 

Maldita sea, si tan solo alguien me hubiese advertido lo terrorífico que resultaría vivir en una casa sin nadie más, me hubiese preparado mentalmente con meses de anticipación. Si esta misma situación estuviese ocurriendo en mi anterior casa, fácilmente podría culpar a uno de mis familiares y sentirme en calma. Pero ahora, siendo yo la única persona en esta casa, ¿a quién podía culpar? 

Al no obtener respuesta alguna de Wally, reuní algo de valentía y me aventuré hacia el corredor. Para mi reconfortante sorpresa, no encontré a nadie en el pasillo. La sombra que se proyectaba en mi habitación era simplemente el resultado de una ardilla que curioseaba al otro lado de la ventana. Al parecer, olvidé cerrar la cortina, permitiendo que la luz de una lámpara del exterior creara esa sombra en mi habitación.

Con una preocupación menos, dejé escapar un pequeño suspiro de alivio. Sin embargo, mi alivio se vio opacado por la inquietud de encontrar mi preciado colgante.

Regresé al dormitorio, encendiendo la luz para iniciar mi búsqueda. Removí las cobijas, pero fue en vano; el collar tampoco estaba en mi cama. ¿Dónde más podría haberlo dejado? 

Abrí cada uno de los cajones de mi habitación, sacando lo que había en su interior sin preocuparme por el desorden que poco a poco se estaba instalando en mi dormitorio. Me agaché para revisar debajo de los muebles y maldije internamente al no encontrarlo.

Mis pensamientos se acumulaban mientras mi mirada se dirigía hacia el techo, intentando recordar cuándo y dónde lo había visto por última vez.

Mientras analizaba cada uno de mis pensamientos, decidí que si no iba a regresar a la cama a dormir, entonces empezaría mi día mucho más temprano de lo usual. Me dirigí a la cocina para preparar mi taza de café diaria y encendí la estufa para que el agua en la tetera empezara a hervir. 

El aroma a manzana aún persistía en el lugar debido a los dos pays que había horneado ayer. Quizás deba comprar un aromatizante para deshacerme de este empalagoso aroma. 

Mientras esperaba, reflexioné. No podía asegurar si había ido a la cama llevando el collar, ni siquiera había verificado mi reflejo en el espejo para confirmar su presencia. ¿Realmente lo llevaba puesto?

La duda me consumía mientras intentaba reconstruir los pasos de la noche anterior. Era extraño no sentir la piedra en mi pecho a pesar de que llevaba pocos días conmigo. La incertidumbre sobre su paradero empezaba a sembrar una inquietud más profunda en mi mente.

Entonces, la idea de que el collar se hubiese quedado en Home cruzó por mi cabeza, haciéndome sentir impotente casi de inmediato. Quizás Home, durante su inofensiva broma, tomó el colgante sin que me hubiese dado cuenta de ello. O probablemente fue Wally mientras intentábamos evitar que su casa nos desapareciera como a los demás. 

La tetera silbando me distrajo de mis propios pensamientos, resignándome a la idea de que mantenerme lejos de Home no parecía ser una opción. 

Después de salir de la casa de Poppy, despidiéndome de ella con una gran sonrisa en mi rostro, empecé a caminar hacia Home

Después de salir de la casa de Poppy, despidiéndome de ella con una gran sonrisa en mi rostro, empecé a caminar hacia Home. Mis pasos se hacían más rígidos conforme me acercaba a la casa viviente de Wally. 

Realmente no quería estar cerca de Home, pero debía recuperar el collar que Howdy me había regalado días atrás. No era capaz de decirle que lo había perdido, él probablemente se pondría triste y eso me dejaría con el corazón roto. 

—Oh, querido vecino, llegaste temprano —Wally saludó con una amplia sonrisa en el rostro, derrochando carisma desde el inicio del día, y terminó de sacar un par de lienzos, los cuales colocó en unos caballetes que ya se encontraban en su jardín delantero. 

Home seguía a Wally con la mirada y abrió y cerró la puerta un par de veces cuando detectó mi presencia; no quería ser descortés así que le devolví el saludo, intentando mostrarme natural para no levantar sospechas de mi desagrado. 

Wally me tomó de la mano y me guió a uno de los taburetes que había frente a los lienzos, provocando que me sentara involuntariamente, y él colocó una pequeña mesa con varias pinturas y pinceles a un lado de mí. 

— ¿Qué es todo esto? —interrogué mientras arqueaba una de mis cejas, no comprendía lo que Wally estaba haciendo, y lo seguí con la mirada. 

Él terminó de acomodar su lienzo a lado del mío y se sentó en su propio taburete rojo, ordenando rápidamente las pinturas que estaban sobre la mesa que había ahora en medio de nosotros dos. 

—Lo vamos a necesitar —él respondió con calma y tomó un pincel para entregármelo, su mirada parecía brillar con felicidad mientras me observaba—. Fui temprano con Howdy y compré más pintura para los dos, así podré enseñarte sin problema. 

Me quedé en silencio tras sus palabras; el asunto de mi colgante perdido combinado con mi temor incrementado por Home había hecho que me olvidara por completo que le había pedido a Wally, en contra de mi voluntad, que me enseñara a pintar. 

—Ah, por supuesto —forcé una sonrisa para que no fuera evidente mi pequeña confusión por el momento y tomé uno de los frascos con pintura. Estaba a punto de sumergir el pincel en esta, pero la inquietud de saber dónde estaba mi colgante apareció de nuevo, obligándome a regresar el pincel sobre la mesa—. Antes de empezar… Quisiera preguntarte algo, Wally.

— ¿Sucede algo malo, vecino? —él ladeó ligeramente su cabeza hacia a un lado e, inesperadamente, su mirada se desvió hacia las pinturas que habían sobre la mesa—. ¿No he traído tu color favorito? No te preocupes por eso, si mezclamos dos colores podríamos… 

—No, no es eso —me apresuré a hablar para evitar que Wally siguiera con su comentario acerca de las pinturas, me encogí suavemente de hombros e hice lo mismo que él, mi mirada recorrió los frascos de pintura que había en medio de nosotros; ciertamente había una generosa variedad de tonos. Incluso ahí, un poco más apartado de los demás, estaba mi color favorito—. Es solo que… —dudé, no sabía cómo preguntar por mi collar sin querer insinuar que él o Home lo habían tomado. 

—Oh, vecino, me estás matando de la curiosidad —Wally comentó después de que hiciera una pausa silenciosa, tratando de elegir las palabras correctas para que él no imaginara cosas erróneas, y tomó delicadamente mi mano, sujetándola firmemente entre las suyas mientras su mirada buscaba la mía—. ¿Está todo en órden? 

No pude evitar notar la genuina preocupación en sus ojos, como si lo que estaba sucediendo no era lo que había planeado; ah, maldición. Mi innecesario y accidental suspenso por no saber expresarme bien a tiempo estaba provocando que él se preocupara de más cuando no era necesario.

—Sí… Perdón —murmuré tras un suspiro, retirando lentamente mi mano de la calidez en la que estaba rodeada, y volví a bajar la mirada hacia los frascos de pintura—. No es nada grave —me encogí de hombros, aunque sentía preocupación por no saber dónde estaba mi collar, no era una emergencia ni nada parecido—. Al despertar, me di cuenta que el amuleto que Howdy me había regalado ya no estaba… Quería saber si de casualidad lo habrías visto.

Wally se inclinó con interés hacia mí, su mirada cayó en picada a mi pecho, provocando que involuntariamente me inclinara hacia atrás para alejarme de él; sabía que Wally solo estaba buscando el collar, pero me era imposible esperar pacientemente a que él terminara con su inspección visual. 

—Oh, lo siento, vecino, no lo pensé —él rió suave y pausadamente cuando notó mi incomodidad y regresó su atención al lienzo blanco que tenía enfrente—. Así que tu collar está perdido, ¿uh? 

Asentí en silencio con la cabeza, esperando que él supiera algo sobre el asunto. 

«No recuerdo haberlo visto mientras limpiaba —comentó con una pequeña sonrisa traviesa en el rostro y dirigió su mirada hacia Home—. ¿Qué hay de ti, Home? ¿Viste el collar de nuestro vecino? 

Me quedé en silencio mientras esperaba una respuesta de Home, pero mi mente estaba debatiendo arduamente en si sería buena suerte que la casa viviente de Wally tuviera el collar o no. 

Un par de sonidos provenientes del interior de Home no tardaron en hacerse escuchar; Wally asintió con total normalidad, comprendiendo exactamente lo que la casa quería decir, mientras que yo me hacía la misma pregunta de siempre: ¿cómo podía entender a Home con simples sonidos? 

—Dijo que sí lo ha visto —una pequeña sonrisa de alivio se dibujó en mi rostro con el comentario de Wally—, pero no recuerda dónde. Supongo que nos tocará echar un vistazo  dentro, vecino. 

Mi sonrisa se desvaneció casi tan rápido como había aparecido. Dejé mi mirada brevemente en los grandes ventanales de la casa de Wally y la bajé hacia la mano que esperaba a ser tomada con paciencia. 

— ¿Home no lo puede buscar? —pregunté con desánimo e intenté cambiar de expresión al darme cuenta que ni siquiera intenté disimularlo. 

—Ja, ja, ja —Wally rió ante mi cuestión y me dio un par de palmadas amistosas en la cabeza, haciéndome sentir como si acababa de decir algo tonto—. Home es como nosotros, querido vecino, ¿o acaso tú puedes ver lo que hay dentro de ti? 

Inevitablemente sentí mis mejillas arder de vergüenza ante la explicación de Wally, negué suavemente con la cabeza y, con resignación, tomé su mano para que me guiara al interior de su espeluznante y para nada tranquilizante hogar; cuando nuestros dedos se entrelazaron, noté que él había dejado escapar un suspiro. ¿Tanto le gustaba que nos tomáramos de la mano? 

Al entrar, todo estaba como antes de la fiesta de ayer; Wally tenía una habilidad extraordinaria para la limpieza porque ni siquiera había una pequeña migaja de todo lo que a Barnaby se le había caído en el transcurso de la noche.

—Iré a buscar en la sala —la tranquila voz de Wally me sacó de mis propios pensamientos, regresando mi mirada a él, y me señaló hacia la escalera—. Puedes buscar en el segundo piso si quieres, vecino. 

Entrecerré levemente los ojos ante la sugerencia, sintiendo los nervios brotando de mi piel de la sola idea de estar explorando la segunda planta sin la compañía de Wally. Sin embargo, mi deseo de recuperar el collar que Howdy me había regalado era mucho mayor que cualquier paranoia que pudiera tener. 

—B-Buena idea —tartamudeé sin querer mientras caminaba hacia las escaleras y me quedé con un pie en el primer escalón cuando me percaté de lo realmente oscuro que estaba arriba. 

Inconscientemente estiré el cuello de mi playera para permitir que una suave brisa proveniente de la segunda planta me refrescara para despejar mi mente; sabía lo que me esperaba después de que subiera el último escalón, lo había visto en mis pesadillas. ¿Realmente estaría ahí el estudio de arte de Wally? ¿Por qué no fuimos a su estudio si me iba a enseñar a pintar? 

Con esas nuevas preguntas en mente, me sentí vulnerable. 

«Sabes, Wally —retrocedí con evidente nerviosismo en mis movimientos y pasé una mano por mi cabello, desviando mi mirada hacia la cocina—. Creo que buscaré en la cocina, puede ser que el collar se haya ido entre los platos.

—Oh, excelente observación, vecino —Wally me felicitó con calma, tomando las almohadas decorativas de sus sofás para continuar con la búsqueda, y, después de unos cuantos segundos, asintió—. Adelante, esta también será tu casa. 

Asentí ante sus palabras amables y me dirigí hacia la cocina con decisión, sintiendo una extraña seguridad por la decisión que acababa de tomar; sin embargo, me quedé inmóvil antes de cruzar el umbral, mi mente había traído de vuelta el último comentario de Wally, reproduciéndose con lentitud hasta que detecté la extrañeza en su oración.

“Esta también será tu casa...”

Iba a decirle algo a Wally respecto a su frase y a la posible equivocación que había hecho, pero algo brillante que se veía en la puerta entreabierta de la alacena capturó mi completa atención. Caminé con prisa, agachándome para tomar el objeto con mis manos, y esbocé una pequeña sonrisa de alivio al descubrir que se trataba de mi collar. 

Podía sentir como si volviera a ser yo otra vez ahora que sabía que el amuleto que Howdy me había dado estaba de nuevo conmigo; esa sensación de extrañeza que me acompañó desde que desperté finalmente desaparecería. 

Mientras le retiraba las pequeñas pelusas que se le habían quedado pegadas a la fina cadena, comencé a preguntarme cómo fue, entonces, que Home sabía exactamente en dónde se encontraban mis vecinos durante la fiesta de disfraces. 

Wally dijo que Home no podía ver hacia su propio interior, pero esa noche parecía como si hubiese sabido exactamente en qué lugar nos encontrábamos. Incluso la primera vez que estuve aquí, ¿no había cerrado la puerta antes de que pudiera salir? Si Home no puede vernos, eso significa que… ¿Nos puede sentir en su interior? 

Miré hacia el techo, tratando de encontrar una respuesta a estas repentinas cuestiones que saltaron a mi mente de la nada, y apreté los puños sin querer al no saber qué respuesta quería obtener con aquello; Home seguía siendo una entidad con abundantes misterios, pero no tenía la mínima intención de descifrarlos. 

Un escalofrío bajó por mi espalda al sentir como si alguien me estuviera observando, haciendo que me pusiera de pie, y comencé a caminar hacia la puerta principal, tratando de olvidar cualquiera de mis pensamientos de hace cinco segundos. 

—Oh, vecino, lo encontraste —la voz de Wally me hizo detenerme momentos antes de abrir la puerta, teniendo que girarme para verlo con su sonrisa envidiablemente calmada en el rostro—. Me alegro por ti. 

—Sí, estaba en la alacena, probablemente se me cayó cuando te ayudé a… —me quedé en silencio después de haberme puesto el amuleto en el cuello; por alguna extraña razón, no se sentía igual que antes. 

La sensación de seguridad y protección no se hizo presente como en veces anteriores. Desvié la mirada hacia la piedra, examinándola con detalle; era el mismo collar de siempre, pero ahora se sentía diferente. ¿Estaré alucinando? Alcé la mirada para ver a Wally una vez más, su mirada atenta estaba sobre mí, como si estuviera esperando a que le dijera algo, y envolví el pedrusco con mi mano, incapaz de expresar mi confusión. 

— ¿Hay algo malo con el collar, vecino? 

La pregunta directa de Wally me tomó con la guardia baja, haciéndome tragar con nerviosismo, y negué suavemente por miedo a verme como una persona que está perdiendo razón de sí. 

—Lo… Lo siento, Wally… Pero recordé que debo hacer algo con Eddie —salí corriendo de la casa con la suerte de que esta vez Home abrió la puerta para mí, como si se hubiese dado cuenta de mi urgencia por huir antes de que Wally decidiera hacer más preguntas o comentarios respecto al asunto.

Dejaría la supuesta clase de pintura para otro día, por ahora necesitaba distraerme de mis propios pensamientos y encontrar una razón lógica que explicara el porqué sentía tan diferente el amuleto que Howdy me había regalado. 

Mis piernas no se detuvieron hasta que quedé a algunos cuantos metros de la oficina de correos; sin embargo, en lugar de dirigirme a la entrada para encontrarme con Eddie, decidí esconderme detrás de los arbustos, teniendo en mente la idea de que ...

Mis piernas no se detuvieron hasta que quedé a algunos cuantos metros de la oficina de correos; sin embargo, en lugar de dirigirme a la entrada para encontrarme con Eddie, decidí esconderme detrás de los arbustos, teniendo en mente la idea de que debía ocultarme de Wally, aunque era algo tonto porque él no me había perseguido después de que lo hubiese dejado solo en su casa.

Estando en cuclillas entre los arbustos y la pared trasera del edificio, decidí quitarme el collar una vez más para poder examinarlo con detenimiento; debía haber algo diferente, algo en mí me lo repetía una y otra vez. 

Mis dedos trazaron lentamente el contorno del preduzco, sus afilados detalles me decían que no había nada inusual o diferente en la pieza. Por desgracia, aún no podía sentir la calma que el amuleto me transmitía con tan solo hacer contacto con la piedra, mis ojos se llenaron de lágrimas al imaginar lo que Howdy podría pensar de mí si se enterara de que había roto el primer regalo que me había dado.

No quería que él pensara que yo era una persona descuidada o que le importaba poco las cosas que le daban; odiaría que él tuviera esa impresión de mí. Limpié algunas lágrimas que consiguieron rodar por mis mejillas y volví a enfocar mi mirada en el collar, no importaba el ángulo por el que lo viese, era el mismo que Howdy me había regalado días atrás.

Suspiré con derrota, algo en mí me seguía repitiendo que ese no era el collar aunque fuera exactamente igual a lo que recordaba. Volví a poner el collar alrededor de mi cuello, sin lograr experimentar aquella calma que tanto necesitaba en este nuevo vecindario, y supuse lo peor: de alguna manera lo habría roto. 

Aún con el collar puesto, tomé la piedra una vez más y la alcé para verla contra la luz, buscando alguna grieta interna que estuviera pasando por alto. Sin embargo, la piedra del amuleto estaba igual de impecable que antes, ni siquiera había una grieta que me pudiera hacer pensar que se habría desabrochado con algún movimiento brusco y caído al suelo sin que me hubiese dado cuenta. 

Ante aquella nueva idea, jalé suavemente la piedra para comprobar la resistencia de la cadena; como me lo temía, que hubiese pasado algo así era completamente imposible porque incluso durante el partido de Volley, el amuleto había permanecido conmigo en todo momento.

Debía haber algo mal, algo que no estuviera viendo, ¿pero qué? 

Entonces, como una señal del universo, las palabras que Howdy había dicho momentos después de haberme entregado el collar resonaron en mi mente. 

Tiene una energía particular y podría no funcionar correctamente si es tocado por demasiadas personas”.

La teoría de que alguien más había tomado el amuleto sin que yo lo supiera se hacía cada vez más fuerte, haciéndome sentir un horrible hueco en mi estómago; ¿quién pudo haberlo tomado? Y, lo más importante de todo, ¿en qué momento lo había hecho? ¿Cuándo pude haber bajado la guardia tanto que no noté que me habían quitado el collar?

Un escalofrío bajó por mi espalda; no quería pensar mal de ninguno de mis vecinos porque no me han dado motivos para hacerlo, a excepción de Julie, pero ella cambió su actitud de un día para otro y sería muy insensato de mi parte el solo pensar que ella pudo haber sido la culpable. Apreté nerviosamente los puños mientras repasaba mentalmente la lista de mis amables y queridos vecinos en busca de alguien que pudo haberse hecho con el amuleto sin mi conocimiento. 

Dejé escapar un gran suspiro al darme cuenta que mis pensamientos no me llevarían a ningún lado; aunque quisiera, no era capaz de echarle la culpa a alguien. Quizás lo único que podía hacer era aceptar que había sido mi culpa el posible daño al collar y hablar con Howdy para ver si podría repararlo. 

Debía de pensar seriamente en cómo decirle a Howdy sobre el amuleto, aunque todavía no tenía la menor idea de cómo pude romperlo, si es que eso había pasado. ¿Qué es lo que haría R-bot si uno de sus preciados accesorios, que fueron regalos del señor Greeting, dejara de funcionar sin explicación o motivo aparente?

Sentí mis mejillas arder por compararnos con los personajes de la obra de Sally, como si Howdy sintiera algo por mí como el señor Greeting con R-bot. Sin embargo, la sola idea de algo así hacía que me pusiera nerviosa y pensara en William, el personaje que interpretaba Wally. 

No pude evitar sentir algo de compasión por R-bot, estar en un triángulo amoroso debía ser algo difícil y complicado; a veces este tipo de dilemas amorosos daban tantas vueltas que los seguidores de la historia les podría resultar, en algún punto, aburrido de seguir, dejando abandonada la obra en cuestión. Agradecí mentalmente al universo de que yo no tuviera que pasar por algo así. 

 — ¿Qué estás haciendo, vecino? —hice un leve sobresalto al escuchar la voz de Eddie detrás de mí, mis pensamientos me habían hecho olvidar que estaba detrás de la oficina de correos. 

Antes de romper en llanto y confesar la culpa con la que cargaba por haber roto el amuleto, noté una catarina caminando cerca de mi pie y no dudé en tomarla con la punta de mi dedo para mostrársela a Eddie, quien rápidamente dio un par de pasos hacia atrás al notar el resplandeciente azul de las alas del insecto; era una buena oportunidad para dejar de atormentarme por el collar, aunque fuese por un momento.

— ¡Mariquita! —exclamé en voz alta y con una gran sonrisa en el rostro, dándome cuenta demasiado tarde lo mal que pudo haberse escuchado aquello. Carraspeé un par de veces mientras sentía mis mejillas arder y cambié la catarina de mano—. Quiero decir, hoy empieza tu entrenamiento para superar tu fobia a los insectos y pensé que sería buena idea empezar con algo tan pequeño como una mariquita. 

Eddie no parecía tranquilo con mi aclaración después de haber gritado a los cuatro vientos la forma en la que suelo referirme a las catarinas; entrecerró levemente los ojos con una clara desconfianza en su mirada y acomodó su gorro después de hacer un pequeño asentimiento con la cabeza. 

—Me tomaste por sorpresa, vecino —él confesó con una sonrisa nerviosa, su mirada seguía atentamente al pequeño insecto en mi mano; era evidente que estaba esforzándose por mantenerse en su lugar, probablemente porque su orgullo quedaría en los suelos si escapaba de algo tan chiquito e inofensivo—. P-Pero pensé que lo dejaríamos para otro día.

— ¿Qué dices? —finalmente me levanté y me acerqué a Eddie, pasando por encima de los arbustos en un intento de que me extendiera la mano y yo pudiera dejarle la catarina a él; sin embargo, él se limitó a retroceder un par de pasos más—. Ayer no pudimos porque fue la fiesta de Wally, pensé que querrías recorrerlo para hoy.

—Sí… —suspiró nervioso mientras palpaba con rapidez su bolsa de cartero—. Pero… Uh… Yo no…

Enarqué una ceja ante sus dudas, era evidente que estaba buscando una excusa para posponer el entrenamiento para superar su fobia a los insectos; y no lo culpaba, pero debía recordar que él me lo había pedido para que pudiera compartir la afición de Frank como tanto deseaba. 

—Dame tu mano —exigí sin vacilar, pero con suavidad, extendiendo una de las mías para que él hiciera lo mismo. 

Eddie hizo un leve sobresalto y acercó su mano temblorosa; estaba a punto de tomarla para dejarle el pequeño insecto en su palma, pero de pronto sentí una mirada intensa encima de mí. 

Observé a mi alrededor en busca de la persona que sentía que me estaba viendo, y Eddie aprovechó mi distracción para correr de regreso a la oficina de correos, ocasionando que lo siguiera instintivamente. Definitivamente había alguien observándonos, ¿pero quién? 

—Lo siento, vecino, es que recordé que había cartas que debía organizar —se disculpó Eddie nerviosamente, moviendo varios sobres que tenía detrás del mostrador, y dejó su gorro colgado junto a su bolso.

—Oh, Eddie, por favor —suspiré con incredulidad y me acerqué al mostrador mientras observaba mis manos, había perdido de vista a la catarina que había recogido del suelo—. Sé que esto da miedo, pero piensa en Frank. 

Eddie alzó la mirada después de que hubiese pronunciado aquel nombre, capturando su completa atención a pesar de todos los sobres que esperaban por ser acomodados.

«Lo estás haciendo por él, para que puedas convivir más con él —le recordé con suavidad, notando cómo su expresión cambiaba por completo a algo de culpabilidad mezclado con valentía. 

—Sí, tienes razón. Supongo que podría intentarlo de nuevo…

— ¡Oh, Eddie! —Barnaby interrumpió a Eddie por accidente, el tono que había usado al hablar me indicó que estaba preparado para algún juego, y esperó a que me girara para verlo; él mantenía sus manos detrás, ocultando algo de nosotros.

—Barnaby, ¿vienes por tu paquete? —Eddie empezó a buscar entre las cajas que había detrás del mostrador—. Debería de estar por aquí.

La sonrisa de Barnaby se amplió conforme se acercaba sigilosamente al cartero, tuve que echarme a un lado para darle oportunidad de que tomara el posible paquete que había ido a recoger; sin embargo, agrandé los ojos con pánico al ver algo moverse entre las manos de Barnaby. 

— ¡Dame tu mano! —Barnaby no dudó en hacer la misma exigencia que yo hice momentos atrás, ¿era él el que nos estaba observando? 

La mirada que sentí encima de mí era demasiado pesada, dudaba que se trataba de Barnaby, pero al parecer él también nos había visto mientras intentaba colocarle una catarina en la mano. ¡Oh, no! Barnaby pensaba que estábamos jugando, ¿qué clase de insecto será el que tiene escondido? 

Eddie pareció dudar ante la repentina orden del contrario, pero estiró su mano sin vacilar ya que se trataba de su amigo, ni siquiera logré decir algo para detenerlo antes de que cometiera, probablemente, una de sus grandes equivocaciones de toda su vida.

Barnaby depositó un escarabajo goliat en la palma del cartero, ocasionando que tanto él, como yo, nos quedáramos inmóviles del pánico. Entonces, lo siguiente que pasó, era perfecto para que alguien grabara a cámara lenta y pusiera de fondo la canción de “What a wonderful world” . 

Eddie agitó su mano con fuerza para intentar hacer que el escarabajo cayera al suelo mientras Barnaby reía por el supuesto juego en el que se había auto-incluido; por desgracia, el escarabajo cayó en la parte derecha de mi pecho. El repentino y desagradable peso en mi playera ocasionó que hiciera un sobresalto y agitara la tela una y otra vez hasta conseguir que el insecto se desprendiera de mi playera y aterrizara en el suelo con un asqueroso golpe que resonó por el lugar.

Maldita sea, de todos los insectos que existían, ¿por qué Barnaby eligió un escarabajo? ¡Y este era gigantesco! 

Eddie y yo saltamos hacia el mostrador, teniendo que abrazarnos para que ninguno de los dos se cayera y estuviera en la misma superficie que esa aberración de la naturaleza, y sentí como él me apretaba contra suyo; claramente él tenía más miedo que yo.

—Barnaby, llévate esa cosa —le pedí mientras apartaba mi rostro lo suficiente para buscar a Barnaby con la mirada, pero él ya se había ido. ¡Nos había abandonado con ese insecto aquí! 

¿Sería este el castigo del universo por haber descuidado el collar que Howdy me había regalado? 

El escarabajo desplegó sus alas, dispuesto a empezar su vuelo, probablemente hacia nosotros y asesinarnos por haberle hecho tan groseros desplantes; golpeé suavemente el brazo de Eddie para que viera a lo que teníamos que enfrentar ahora, pero el pobrecillo tenía su rostro escondido entre mi nuca y la pared. Eddie había tenido que acuclillarse para lograr esconderse levemente detrás de mí. 

¿Eso significaba que yo era el escudo humano? 

Antes de que el escarabajo se separara del suelo, una red para cazar mariposas cayó encima de él, deteniéndolo justo a tiempo. 

Suspiré de alivio al ver que el insecto había sido atrapado y alcé la mirada para ver quién había sido nuestro héroe; por supuesto, era Frank. Entonces, al verlo preparado para la ocasión, entendí que él fue quien me había estado mirando con tanta intensidad cuando estábamos fuera de la oficina de correos.

Frank me dedicó una mirada llena de molestia, pero no me preocupé porque esa era su expresión habitual, y se inclinó suavemente para intentar ver a Eddie quien seguía temblando detrás de mí.

—Nos salvaste, Frank —suspiré con alivio, queriendo bajar del mostrador, pero Eddie mantenía firme su agarre, y le di un par de palmadas en la cabeza para intentar hacerlo reaccionar—. Eddie, Frank está aquí. 

Eddie me soltó tan pronto escuchó el nombre del contrario y bajó del mostrador avergonzado, pero aliviado de ver a la alimaña contenido por la red para cazar mariposas de Frank. 

—Oh, Dios, pensé que moriría —Eddie comentó con un tono nervioso en su voz, echándose aire con su propio gorro mientras caminaba y ordenaba rápidamente los sobres que había detrás del mostrador; los había dejado caer todos cuando Barnaby tuvo la brillante idea de dejarle un insecto en la mano. 

Bajé con cuidado del mostrador, sintiendo la intensa mirada de Frank sobre mí, como si estuviera esperando a que dijera algo más; miré a Eddie, esperando que él supiera que estaba esperando Frank de mí, pero él seguía ocupado ordenando las cartas. 

—Uh… Gracias, Frank —hablé con algo de nerviosismo porque ni siquiera así logré suavizar su expresión, miré al suelo pensando en si había algo importante que debía decirle y sentí como si mi rostro se iluminara al recordar que le quería pedir un libro—. Por cierto, Howdy me comentó que hace tiempo le prestaste un libro para plantar dalias, ¿podrías prestármelo? 

Frank cruzó los brazos, como si no le agradara lo que le acababa de pedir, y empezó a mover su pie con impaciencia; no estaba comprendiendo esta actitud tan extraña de él. 

—Frank, el vecino te está hablando —Eddie comentó al darse cuenta que todavía no recibía una respuesta verbal de Frank, aunque su lenguaje corporal ya me había dejado en claro que no me prestaría nada. 

Me preguntaba si estaría molesto porque todavía no le había devuelto el libro que me prestó cuando me ayudó a curar mis heridas en la fiesta de bienvenida. 

—Claro —él murmuró entre dientes, teniendo que hacer un esfuerzo extra para cambiar de expresión, y metió al escarabajo en un frasco de cristal—. Sígueme, vecino. 

Bien, quizás no conocía mucho a Frank, pero realmente me estaba dando la impresión de que estaba molesto conmigo. 

Lo seguí tan pronto salió de la oficina de correos, despidiéndome de Eddie con la promesa de que mañana regresaría para continuar con su entrenamiento, y suspiré brevemente al ver el escarabajo en el frasco; incluso Frank había tenido tiempo de ir por algo para encerrar al insecto, me imagino que estuvo observándonos en todo momento. 

El camino a su casa fue silencioso, él parecía estar ocupado organizando sus pensamientos mientras que yo buscaba cualquier tema de conversación para no hacer más incómodas las cosas.

La tensión en el aire era palpable mientras caminábamos hacia la casa de Frank. Mis intentos por romper el hielo con alguna charla casual fueron recibidos con respuestas cortas y miradas esquivas. Algo no estaba bien, y la única pista que tenía era esa intensa mirada de desconfianza que Frank dirigía hacia mí.

Finalmente, llegamos a su casa, y mientras entrábamos, pude notar que Frank volvía a verme con intensidad, era claro que algo le estaba molestando de mí. La situación se volvía cada vez más complicada. Frank me condujo a la sala de estar y señaló un estante lleno de libros.

—Aquí está el libro que necesitas para las dalias —dijo con tono brusco, mirándome con desaprobación de arriba a abajo, como si me estuviera juzgando con intensidad para sus adentros. 

—Gracias, Frank. Siento que hay algo que te molesta. ¿Pasa algo? —pregunté, tratando de sonar casual y con interés en su respuesta.

Frank soltó un suspiro exasperado, como si estuviera conteniendo algo.

—No sé, ¿acaso el señor Dear y tú tienen algún asunto pendiente? —preguntó con cierto deje de desconfianza en su voz.

Fruncí el ceño, tratando de entender a qué se refería.

—¿Eddie y yo? No, para nada. Somos solo vecinos, amigos. De hecho, me está ayudando con algo importante —respondí, intentando sonar inocente.

Todavía no sabía si Eddie quería mantener en secreto todo este asunto de su pánico a los insectos, así que no me quedaba de otra más que volver a mentirle a Frank para conseguir algo de tiempo y abordar el tema con Eddie. 

Me sentía mal por ser una persona deshonesta con Frank, sobre todo después de lo amable que fue conmigo durante la fiesta de bienvenida, pero tampoco quería que se sintiera mal de que Eddie y él no pudieran compartir su afición. 

Él resopló, como si mi respuesta no lo convenciera del todo.

—De cualquier forma, vecino, no sabía que te interesa la jardinería —Frank cruzó los brazos sobre su pecho, su mirada intensa seguía en espera a que le dijera la verdad. 

—A-Ah —tartamudeé, desviando la mirada hacia el libro que ahora estaba entre mis manos, y pasé con delicadeza mis dedos por la portada, tratando de deshacerme de mis nervios por la idea de que había hecho algo que molestara a Frank—, lo que pasa es que Howdy me regaló unas dalias y me gustaría plantarlas para que nunca se marchiten. 

Frank pareció interesado en lo que acababa de decir, como si acababa de pensar en una buena idea, y se aclaró la garganta para llamar mi atención, lo cual funcionó porque no tardé mucho en regresar mi mirada a él. 

—Así que Howdy te regaló las dalias —repitió con cierto tono de alivio en su voz, giró para buscar otro libro en su estante e hizo una pequeña sonrisa victoriosa al encontrar lo que estaba buscando—. Si no mal recuerdo, eran naranjas, ¿no es así? 

Asentí torpemente a la vez que intentaba leer el título del libro que Frank estaba abriendo. “El significado de las flores y sus colores”. Sentí mi corazón acelerarse de lo que podría venir en el texto, pero, antes de empezar a imaginarme diferentes posibilidades, me recordé que probablemente Howdy no me las había dado con cualquier intención que Frank fuera a decirme. 

«Aquí está —parecía que su humor había mejorado a comparación del que tenía—. Oh, vecino, aquí dice que las dalias naranjas significan una declaración de amor. 

— ¿D-Declaración? —repetí con incredulidad, sintiendo mis mejillas arder con rapidez de tan solo pensar que Howdy podría estar enamorado de mí. 

—Así es —Frank cerró el libro para regresarlo a su lugar y se acercó a mí, tomándome de los hombros mientras me guiaba a la puerta de su casa—. Me imagino que tú y Howdy tienen mucho de qué hablar —me dedicó una sonrisa de complicidad, pero yo no entendía lo que él pretendía—. Howdy es un buen tipo, siempre es amable con todos, y, debo confesarlo, hace buena pareja contigo. 

Las inesperadas palabras de Frank me dejaron sin aire, ¡¿qué es lo que estaba tratando de decirme?! ¿H-Howdy y yo? 

¡Claro que no! Quiero decir, era imposible que Howdy sintiera algo por mí, apenas nos estábamos conociendo y… Yo no quiero complicar las cosas en el vecindario con romances, si de por sí somos poquitos, sería una tortura que, si las cosas salen mal, mi ex no solamente fuera mi vecino, sino también el dueño de la única tienda del lugar. 

—Solo quiero que recuerdes que el señor Dear es un hombre casado. A veces las amistades pueden malinterpretarse, ¿sabes? —advirtió, su mirada fija en la mía.

Me sentí incómodo. ¿Estaba insinuando que Eddie y yo teníamos algo más que una amistad? Tragué saliva y traté de mantener la calma, aunque el asunto de Howdy me había dejado con dudas dando vueltas en mi mente como para decir algo para defenderme.

Él tampoco esperó una respuesta, cerró la puerta cuando consiguió sacarme de su casa, y yo suspiré con resignación. 

Mientras caminaba de vuelta a la tienda de Howdy, me pregunté cómo iba a resolver este malentendido con Frank. No soportaba la idea de que él pensara como si estuviera intentando algo más allá de una amistad con Eddie. 

Me detuve frente a la tienda de Howdy, sintiendo un horrible vacío en mi estómago por tener que decirle sobre lo del amuleto; las cosas que me había dicho Frank acerca de la supuesta confesión de Howdy solamente empeoraban las cosas

Me detuve frente a la tienda de Howdy, sintiendo un horrible vacío en mi estómago por tener que decirle sobre lo del amuleto; las cosas que me había dicho Frank acerca de la supuesta confesión de Howdy solamente empeoraban las cosas. 

Si lo que él había dicho era cierto, entonces Howdy se sentiría mal de que yo hubiese descuidado un regalo que me había dado. 

Apreté el libro contra mi pecho, arrepintiéndome de tener que informarle lo que había sucedido; quiero decir, el collar se veía en perfectas condiciones, él jamás se daría cuenta que estaba roto. 

Por desgracia, yo necesitaba esa sensación de seguridad y tranquilidad que el amuleto me transmitía. Si no lo tenía de vuelta, entonces me sería más difícil adaptarme a este nuevo lugar. 

Sin embargo, no tenía la valentía suficiente todavía. Iba a dar media vuelta e ir directo a casa, pero mi mirada se encontró con la de Howdy a través del cristal. 

Instintivamente alcé la mano para saludarlo, y él me hizo una seña para que entrara a la tienda; gracias una vez más, universo*. 

Dejé el libro que Frank me prestó en la estantería donde estaban los periódicos y revistas, como estaba cerca de la entrada no se me olvidaría al salir, y caminé al mostrador con temor, podía sentir cómo se empezaba a formar un nudo en mi garganta. 

—Vecino, qué bueno que te veo por aquí —Howdy me saludó con su característica sonrisa en el rostro y apoyó un par de manos sobre la superficie del mostrador para inclinarse hacia mí—. Quería decirte más detalles del empleo. C-Claro, si es que todavía estás interesado en la propuesta… ¡De trabajo, por supuesto! 

Entrecerré levemente los ojos ante su evidente nerviosismo y las palabras de Frank resonaron en mi mente, ocasionando que mis mejillas ardieran de un segundo para otro. 

Solamente conseguí asentir con la cabeza para que Howdy comenzara a decirme lo que le ayudaría a hacer en la tienda y cuándo podría empezar a trabajar con él. 

También me dijo que la pintura que había pedido para mi casa, acababa de ser enviada por lo que probablemente en una semana más la estaría recibiendo. 

Cuando Howdy terminó de contarme todo lo que tenía que decirme, nos quedamos en silencio; sabía que era mi culpa porque no había dicho palabra alguna desde que él empezó a hablar, pero me era imposible pronunciar siquiera una vocal sin tener la sensación de que quebraría en llanto. 

Si tan solo Frank no me hubiera hecho saber el maldito significado de las flores… 

«Vecino, ¿estás bien? —la preocupación en la mirada de Howdy fue suficiente para que las primeras lágrimas comenzarán a rodar por mis mejillas—. Oh, no. No, no, no, no, no —pude notar el pánico en su voz mientras buscaba pañuelos tras el mostrador y lo rodeó con rapidez para acercarse a mí mientras limpiaba las lágrimas cayendo con dos pañuelos al mismo tiempo—. ¿Qué pasa? 

Estaba haciendo un gran esfuerzo por contener las lágrimas e intentar hablar aún con el maldito nudo en la garganta, pero no lo podía hacer. Me era increíblemente difícil ponerle un alto a las lágrimas teniendo a Howdy frente a mí; esto no debería estar pasando, ¿por qué me sentí tan vulnerable tan de repente? 

—Rompí el collar —alcancé a murmurar con dificultad, quitándome el amuleto para entregárselo a Howdy. 

Mi tristeza por tener que decirle la verdad y la vergüenza de que me estuviera viendo en ese estado me estaban consumiendo por completo; necesitaba ponerme un alto para poder hablar en calma con él, pero mis lágrimas no parecían obedecerme. 

Simplemente me sentía fatal por haber descuidado algo que yo comencé a atesorar en tiempo récord. 

Howdy inspeccionó el amuleto con detenimiento y asintió suavemente, como si comprendiera lo que andaba mal con el collar. 

—Tranquilo, seguramente fue un accidente —él habló con calma, pasando una mano por mi cabeza en un intento de consolarme—. Hablaré a la tienda donde lo compré, probablemente me puedan dar una solución. 

Yo asentí, incapaz de decir más palabras, y tomé el otro pañuelo que Howdy aún sostenía. 

—Adelante, Howdy, yo me quedo con el vecino —una voz femenina provocó que alzara la mirada para ver de quién se trataba. 

Julie llevaba una canasta de compras con ella, estaba saliendo de uno de los corredores para acercarse a mí, y colocó una mano en mi hombro, dedicándole una pequeña mirada a Howdy para que se fuera sin preocupaciones. 

—Volveré enseguida —Howdy vaciló al momento de irse, como si no quisiera dejarme en un momento así, pero confiaba en que Julie sabría manejar la situación. 

—Vecino, debes de calmarte —Julie me habló con una extraña mezcla de firmeza y suavidad, tomándome de los hombros para que la viera a los ojos—. Fue un accidente, nada de esto fue tu culpa. Howdy lo dijo, ¿no es así? Y se nota que estás arrepentido por lo que sea que haya pasado con el collar —las palabras de Julie comenzaban a hacer efecto en mí, ocasionando que la producción de lágrimas fuera escaseando—. Howdy no está molesto, está preocupado. 

Sentí mis mejillas arder nuevamente con el último comentario de ella; Julie tenía razón, en ningún momento Howdy se vio molesto o enojado de que el amuleto se hubiera roto. 

Después de unos segundos, asentí con pesar mientras que los pañuelos que tenía en mano se encargaban de desaparecer cada una de las lágrimas que estaban en mis mejillas y nariz. 

—Gracias, Julie —articulé con dificultad, haciendo pequeñas pausas en mi respiración para lograr tranquilizarme por completo, y la observé con un profundo agradecimiento; desde que dejamos todo en el olvido, Julie pasó a ser una amiga clave en el vecindario—. Eres muy buena en esto, ¿cómo lo haces? 

Ella hizo una suave risa, dando un paso hacia atrás para retroceder y volver a tomar la canasta. 

—Oh, tengo hermanas menores —Julie comentó con un suave tono de melancolía en su voz, sorprendiéndome de sus palabras—. Ellas solían meterse en problemas con mis padres bastante seguido, siempre he tenido debilidad por las personas que lloran con tanta sinceridad. 

Desvié un momento la mirada, ella en realidad era una chica de muy buen corazón, y conseguí hacer una pequeña sonrisa, quedando únicamente los pequeños jadeos después de tanto llanto. 

—No sabía qué tienes hermanas —comenté con interés, me preguntaba cómo serían ellas. 

—Sí, viven con mis padres todavía —ella alzó la mirada hacia el techo, como si un buen recuerdo estuviera cruzando por su mente, y dejó escapar un suspiro de resignación—. Hace tiempo que no las veo, las extraño. 

Alcé una ceja ante su repentina confesión, la forma en la que sus ojos brillaban me indicaba que realmente había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo con su familia. 

Debía de ser difícil estar lejos tanto tiempo; yo, con los pocos días que llevo en el vecindario, no podía evitar extrañar a mi antiguo hogar, a mis familiares, a los pocos amigos que tenía. 

Me había mudado con la confianza de que podría hacer videollamadas y mantenerme en constante contacto a través del chat, pero no contaba con que aquí ni siquiera había señal para el teléfono. 

Saqué mi celular, observando que las rayitas de señal seguían vacías, y suspiré con resignación; supongo que la única forma de contactarme con ellos sería con el teléfono que hay en casa. Me giré para ver a Julie, quería preguntarle dónde vivían sus hermanas, pero noté que ella veía con curiosidad mi móvil. 

—Oh, es mi celular —expliqué, no sabía si ella había visto uno antes, lo desbloqueé y se lo entregué para que pudiera examinarlo—. Aunque no me sirve mucho ahora, puedo escuchar música y tomar fotos. 

— ¿Fotos? —ella repitió con curiosidad, observando con interés la pantalla principal donde tenía los íconos de las aplicaciones que más utilizaba—. Esto es una locura, ¿en serio puedes hacer todo eso? Es como la computadora de Frank, aunque debemos conectar una cámara para tomarnos fotos. 

Hice una pequeña risa ante la imaginación de todos reunidos frente a esos computadores viejos, de los cuales tenían protectores de pantalla bastante llamativos y podrían dejarte entretenido por horas. 

—Claro, mira —abrí la cámara y cambié su dirección para que Julie pudiera verse en la pantalla. 

Ella se sorprendió enormemente, como si nunca hubiera visto algo así, y miró hacia atrás, como si quisiera asegurarse que lo que estaba viendo en la pantalla era lo mismo que había en la realidad. 

— ¡Esto es asombroso! —Julie exclamó con emoción y miró a su alrededor, dándose cuenta que Howdy acababa de regresar—. ¡Howdy, ven, vamos a tomarnos una foto! 

Howdy arqueó una ceja con curiosidad, observando lo que Julie sostenía frente ella, y se acercó para ver de qué se trataba; tuve que aguantarme una pequeña risa al ver que él también se sorprendió de verse en la pantalla. 

«Vecino, únete —Julie comentó, lanzándome una mirada rápida en espera de que le hiciera caso, y se apartó ligeramente de Howdy para que me pusiera en medio de ellos dos. 

Aunque no solía tomarme fotos a menudo, sabía que esto era algo que quería tener en mi celular; no tardé en encontrar mi lugar en medio de ambos y tuve que ayudarle a Julie para que tomara la foto, mis ojos aún se veían rojos por tanto llorar. 

Tras tomarnos la fotografía, les expliqué cómo es que escuchaba música sin necesidad de un disco (o pagar una cuantiosa suma cada mes) y también les enseñé algunos juegos que tenía, ellos parecían realmente impresionados por mi celular, aunque no era de los más modernos que había en el mercado. 

Julie se despidió de nosotros un momento después, llevando consigo las compras que había realizado, y Howdy y yo comenzamos a hablar sobre la obra de Sally. 

Quedamos en hacer un ensayo juntos, aunque moría de vergüenza de tan solo pensar que él vería mi mala actuación, y me prometió que nos la pasaríamos en grande trabajando juntos en la tienda. 

El asunto del amuleto quedó resuelto gracias a Howdy, él había conseguido contactar con la tienda donde lo había comprado y le explicaron cómo recargar la energía del collar; tendría que esperar un par de días para poder tenerlo conmigo de nuevo. 

—Oh, vecino —él se acercó a mí antes de que yo pudiera abrir la puerta de la tienda, tomando el libro que había dejado en la estantería cerca—. No supe qué hacer cuando comenzaste a llorar —explicó con un suspiro, provocando que volviera a sentir nervios al recordar la vergonzosa escena—, así que perdóname por actuar tan tarde, pero… 

Howdy me abrazó con fuerza, sus cuatro brazos me envolvían con calidez y delicadeza, haciéndome sentir como si yo fuese algo preciado para él; una reconfortante y agradable sensación de calma inundó mi ser, haciéndome sentir mucho mejor que cuando Julie me ayudó a detener mi llanto. 

Entonces comprendí que si el amuleto de Howdy me hacía sentir de esa manera, era gracias a él. Correspondí el abrazo, su uniforme tenía un sutil aroma a manzana, y pensé que si moría en ese momento, moriría feliz de tener un amigo tan especial como lo era Howdy. 

—Gracias —comenté con calma cuando nos separamos, alcé la mirada para verlo a los ojos y le dediqué una sonrisa de agradecimiento, sabía que podía contar con Howdy para lo que fuese—, era justo lo que necesitaba. 

Howdy pareció ponerse nervioso de mi comentario y asintió torpemente, levantando su sombrero con una mano mientras que la otra acomodaba su cabello azulado. 

Me despedí de él una vez más y me dirigí a mi casa con el libro de Frank en mano, queriendo estallar de felicidad por lo bien que habían resultado las cosas. 

A pesar de que mi humor había mejorado enormemente gracias a Howdy y Julie, volví a sentir como si alguien me estuviera observando; por desgracia, esta vez sentía una mirada mucho más intensa que la de Frank y me daba la sensación de que había estado mirándome desde hace rato. 

Al ver a mí alrededor, no me encontré con nadie, era solamente yo en las tranquilas calles del vecindario. 

Antes de que sobrepensara la situación, mi estómago gruñó levemente, recordándome que pronto sería la hora de comer.

Chapter 14: ...que me perteneces a mí?

Chapter Text

Tan pronto pasé por encima de las cajas que empezaban a acumular polvo en espera de que terminar de desempacar, escuché golpes en la puerta principal. 

Aparté las cajas de en medio, colocándolas a los costados de los sillones, y abrí la puerta, encontrándome con Wally y su sonrisa de siempre en el rostro. 

Me percaté que ahora no vestía con su acostumbrado suéter azul; llevaba puesto un lindo overol del mismo diseño de sus usuales pantalones multicolor. 

—Querido vecino, mira lo que traje —él sacó de detrás suyo una caja con herramientas para la jardinería, ocasionando que alzara una ceja por lo conveniente de la situación—. Me di cuenta de que saliste de la tienda de Howdy con un libro de jardinería y me pregunté si tendrías las herramientas necesarias. Así no tendrás que volver con Howdy. 

Lo miré con incredulidad después de su completamente creíble explicación, siempre tenía una excusa perfecta para cuando aparecía de la nada. Dejé mi mirada en él, su linda sonrisa llena de carisma no me decía nada más que él solamente estaba siendo amable con la persona que seguía siendo nueva en el vecindario. 

«Oh, también traje algunas cosas para cocinar —él agregó, dando algunos pasos para hacerse a un lado y tomar una bolsa que había dejado en el suelo, y regresó su atención a mí, haciéndome sentir algo de incomodidad—. ¿Qué te parece si cocino algo y después plantamos lo que quieras? 

De alguna manera podía sentir la ansiedad de Wally para que aceptara su propuesta y lo dejara pasar al interior de mi casa; aunque me parecía extraño que él tuviera tanta prisa para que accediera, decidí darle el beneficio de la duda porque él siempre ha sido muy amable conmigo y me ha intentado ayudar en todo lo que puede. 

Después de asentir con una sonrisa, abrí la puerta aún más para dejar pasar a Wally. Mientras entraba, sentí una ligera corriente de aire frío, pero no provenía de ninguna ventana abierta. Mis ojos se posaron en Wally, quien parecía impaciente por adentrarse en mi hogar.

—Gracias, ¡esto será divertido! —aseguró con un entusiasmo que rayaba en lo exagerado, mientras se desplazaba por la sala.

A medida que avanzábamos hacia la cocina, noté que sus ojos se movían de un lado a otro, como si estuviera analizando cada detalle de mi casa. Podía percibir una energía inusual en él, algo que no había notado en nuestras interacciones anteriores. Era como si estuviera más interesado en el entorno que en la actividad que estábamos a punto de realizar juntos.

Mientras Wally sacaba las cosas de la bolsa en la cocina, sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. Traté de sacudir la sensación, atribuyéndola a la vulnerabilidad que se queda después de llorar, pero algo en la forma en que Wally se movía y observaba cada rincón me hacía sentir mucha incomodidad.

—Vamos a hacer algo delicioso. ¿Tienes alguna preferencia en particular? —preguntó, pero sus ojos parecían buscar algo más que una simple respuesta a su pregunta culinaria.

Decidí ignorar mi creciente incomodidad y le sugerí algo fácil de preparar. Mientras Wally se sumergía en la cocina, noté que su expresión cambió sutilmente. Su sonrisa seguía allí, pero ahora parecía más forzada, como si estuviera ocultando algo detrás de ella.

— ¿S-Sabes, Wally? —Tuve que aclarar mi garganta para que mis crecientes nervios no fueran tan evidentes—. Creo que sería mejor si cocinamos juntos —noté como la sonrisa de él titubeó, sabiendo que estaba a punto de replicar ante mi comentario; sin embargo, algo en mí me decía que debía mantenerme firme con mi petición—. Es que siempre eres muy amable conmigo y siento que desde que llegué aquí, no he cocinado para mí…

Me quedé en silencio ante mi última oración, tratando de recordar la última vez que había preparado mi comida; ciertamente ayer había hecho el pay de manzana, pero no alcancé a probar una rebanada porque resultó que a Frank le había gustado tanto que no le bastaron con cuatro pedazos. 

Y estos últimos días cocinaba con Poppy, pero ella solamente me decía cómo hacer las cosas mientras ella hacía lo más importante. 

—Te ves preocupado, vecino —Wally apoyó sus manos sobre la mesa, inclinándose hacia mí sin necesidad alguna de desviar la mirada o preocuparse por la poca distancia que había entre los dos—. ¿En qué piensas? 

Miré hacia a un lado con evidente nerviosismo, la forma directa en la que Wally me acababa de hablar empezaba a lanzar enormes alertas de que me alejara de él, pero sentí que solamente estaba exagerando la situación; Wally era alguien inofensivo, no podría matar ni a una mosca, ¿cierto? 

—Simplemente pensé que era curioso que desde que llegué aquí, yo no… —Él parpadeó, provocando que mi oración se quedara incompleta por olvidar lo que quería decir.

La mirada de Wally me envolvió de repente, como si pudiera leer mis pensamientos más íntimos. Su mirada era intensa, penetrante, y por un momento, sentí como si todos mis secretos e inseguridades estuvieran siendo expuestas ante él.

—¿No qué, querido vecino? —su voz sonaba suave, pero podía percibir un deje de intriga en ella, como si estuviera esperando ansiosamente mi respuesta.

Traté de recomponer mis pensamientos, pero algo en la mirada de Wally me desconcertaba. Sus ojos parecían brillar con una luz extraña, una luz que no podía explicar. ¿Qué era lo que realmente ocultaba detrás de esa sonrisa amable y esa actitud servicial?

—Nada, olvídalo —respondí rápidamente, sacudiendo la cabeza como para despejar mis pensamientos. Pero la sensación de incomodidad persistía, como un zumbido molesto en el fondo de mi mente.

Wally asintió, parecía conforme con mis palabras porque regresó a lavar las verduras que sacó de la bolsa mientras tarareaba una canción, y yo me limité a observar sus movimientos; quizás estaba enloqueciendo, pero juraría que había algo que quería evitar que Wally hiciera, ¿pero qué? 

Sin poder recordarlo, dejé escapar un gran suspiro de frustración; empezaba a darme cuenta que últimamente se me estaban olvidando las cosas con mayor frecuencia que de costumbre, quizás debería de empezar a tomar alguna vitamina que me ayudara a recordar. 

—Vecino, quiero decirte que soy muy feliz —Wally me miró de reojo, asegurándose de que lo estuviera escuchando mientras él le daba vueltas a lo que quisiera que hubiera en el interior de la olla. 

— ¿Feliz? —repetí con curiosidad, pensando que Wally podría decir una ridiculez por estar cocinado una vez más para mí.

Wally dejó de tararear por un momento y se giró hacia mí, con una expresión que parecía un equilibrio entre sinceridad y misterio. Sus ojos brillaban con intensidad mientras sostenía mi mirada, como si estuviera a punto de revelar un secreto profundo.

—Sí, mi querido vecino. Feliz de tenerte aquí, compartiendo estos momentos conmigo. Es como si hubieras llenado un vacío que ni siquiera sabía que existía —sus palabras eran suaves, pero resonaban en el aire de una manera extraña.

Su comentario me tomó por sorpresa. No esperaba que expresara sus sentimientos de esa manera, y mucho menos que lo hiciera con tanta intensidad. Aunque algo en su tono de voz me hizo sentir cierta inquietud, no podía negar que sus palabras despertaron un pequeño destello de emoción en mi interior.

—Es muy lindo de tu parte decir eso, Wally —respondí con precaución, tratando de mantener la conversación en un terreno seguro—. Pero, ¿por qué te sientes así? No creo que sea tan especial.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Wally, pero esta vez, era una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Oh, pero eres especial, querido vecino. Tú eres la más… —murmuró las últimas palabras, haciéndome imposible escucharlo, y continuó cocinando, pero sus movimientos eran más lentos, como si estuviera saboreando cada instante—. Desde el momento en el que llegaste, he sentido que estábamos destinados a conocernos. Tú y yo…

Mis mejillas ardían con intensidad y la sensación de que las cosas podrían empeorar en cualquier segundo me estaba carcomiendo; las palabras de Wally eran claras y directas, aunque no entendía si él simplemente estaba agradecido de que seamos amigos o estaba tratando de decir algo más como con el tema de la combinación de colores. 

Las alarmas en mi mente empezaron a sonar, y aunque intentaba convencerme de que estaba exagerando, las frases incompletas que dijo me hicieron sentir completamente vulnerable.

«Me hace pensar en Eddie y Frank —comentó Wally sin esperar a que le diera una respuesta, provocando que arqueara una ceja con curiosidad ante el repentino cambio de tema, como si quisiera dejar en el olvido lo que acababa de decir.

— ¿Eh? —fue lo único que alcancé a pronunciar con curiosidad, mis pensamientos comenzaban a amontonarse uno sobre otro; no entendía la relación que podría haber entre la extraña confesión de Wally y ellos dos. 

—Solo pienso que me gustaría mucho tener algo como lo que tienen Eddie y Frank —él explicó con calma, dejando escapar un pequeño suspiro, y se quedó callado, dejando aquellas palabras en el aire. 

Entendía que esperaba una respuesta de mi parte, ¿pero qué debía responder? Ciertamente a mí también me gustaría tener algo como ellos dos, aunque las relaciones discretas no son de mi estilo, pero… Dudaba mucho que Wally estuviera pidiendo mi opinión acerca de lo que yo quería en una relación. 

—Wally —pronuncié con nerviosismo, necesitaba que él fuera más claro conmigo porque empezaba a sentir que esta conversación estaba dirigiéndose a un rumbo completamente distinto al que yo creía—, ¿acaso tú…?

— ¡Oh, vecino! —él exclamó de pronto, provocando que no pudiera terminar mi pregunta para saber a qué se estaba refiriendo, y se giró con la cuchara de madera en mano, su sonrisa carismática se ensanchara—. ¿Por qué no me dices cuándo podremos retomar nuestra clase de pintura? Me dejaste solo con Home después de que hubieras encontrado tu collar. 

Bajé la mirada al recordar que Wally tenía razón, había huido con el pretexto de que tenía que hacer algo con Eddie; sin embargo, no era momento de pensar en eso, aún quería averiguar sobre los extraños comentarios que él acababa de hacer.

«Digo, compré mucha pintura para los dos —él continuó hablando, dejando la cuchara a un lado en la barra y empezando a cortar verdura en cuadros, y me miró de reojo, haciendo una fingida expresión de severidad—. No me vas a desistir de la clase después de lo que he invertido, ¿no es así? 

Sentí mis mejillas arder y, sin darme cuenta, él había logrado cambiar el tema de conversación.

—Claro que no —respondí rápidamente, esperando que Wally no creyera que iba a cancelar nuestra clase de pintura así porque sí—. ¿Por qué no pintamos esta noche en mi casa? Seguramente será divertido. 

—Oh, ¿una cita nocturna? —él habló con un tono juguetón en su voz, haciendo claro que ahora estaba bromeando, y asintió después de haber echado cada una de las verduras dentro de la olla—. Será todo un honor.

Le dediqué una pequeña sonrisa tras su aprobación de retomar su clase de pintura, al menos había conseguido que aceptara que nos juntaramos en otro lugar lejos de Home. 

Mientras Wally continuaba cocinando, comenzamos a platicar de cualquier cosa; de pronto me sentí como la vez del picnic, feliz de que alguien me escuchara con tanta atención como él, aunque todavía seguía siendo un poco incomodo la manera en la que mantenía su mirada fija en mí. 

Después de una deliciosa comida, fui por las flores de Howdy y salí al jardín donde Wally ya me estaba esperando con su caja de herramientas y el libro que Frank me había prestado. 

Abrí el libro para asegurarme de hacer los pasos con la mayor exactitud posible, no quería que las dalias murieran por culpa de mis posibles descuidos en la manera de plantarlas, y coloqué el libro abierto en el borde de la ventana para poder leerlo con sólo alzar la mirada.

Al empezar a hacer el hoyo para la flor, nos encontramos una piedra a medio enterrar, ambos tuvimos que excavar con las manos a su alrededor para intentar sacarla; nuestras manos se rozaron más veces de las que creía necesarias, pero no podía quejarme. Wally había hecho un esfuerzo por traer las herramientas y ayudarme con este pequeño proyecto de jardinería. 

Después de sacar la piedra, me aseguré de que el hoyo tuviera la profundidad indicada en el libro, y alcé la mirada para ver a Wally, quien tenía una mariposa en su cabello y varias manchas de tierra en el rostro. 

—Tienes algunas manchas —comenté tras una pequeña risa al notar la expresión de ligera sorpresa que él hizo, me giré para buscar algún pañuelo limpio y, al regresar mi mirada a Wally, me di cuenta que ahora había tres mariposas en su cabello. 

Le entregué el pañuelo, dudando en su debía informarle que ahora habían cinco mariposas descansando en su cabello, y volví a ver su rostro, las manchas simplemente se habían hecho más grandes. 

— ¿Sucede algo malo, vecino? —Él preguntó con calma, ajeno de que un par de mariposas más acababan de posarse sobre él, y me devolvió el pañuelo apenas sucio—. ¿Todavía tengo manchas? 

Me limité a dedicarle una pequeña sonrisa, negando suavemente con la cabeza, y continué plantando las dalias, ignorando un poco lo bonito que Wally se veía con esas mariposas y su sonrisa despreocupada, completamente ajeno a la presencia de éstas. 

—En realidad nunca antes había hecho algo como esto —comenté mientras volvía a cubrir el hoyo con tierra, sintiendo una agradable satisfacción por haber hecho un buen trabajo.

—Me alegra que te estés divirtiendo —él observó las flores anaranjadas, parecía que todavía no se sentía del todo a gusto con el detalle que Howdy me había dado especialmente a mí, y me dio una pequeña palmada amistosa en el hombro—. No te preocupes, vecino, algún día yo te daré unas dalias rojas. 

Alcé una ceja ante su repentino comentario, pensando que probablemente el rojo y naranja hacían una buena combinación, pero al encontrarme con la mirada de Wally, me hizo pensar que él no se estaba refiriendo a eso. 

Antes de que siquiera pudiera preguntar acerca de su ofrecimiento de darme flores rojas, escuché el chirrido de un ave encima de nosotros, ocasionando que alzara la mirada al cielo para buscarlo por lo cerca que parecía estar. 

Al parecer, el pájaro había detectado todas las apetecibles mariposas sobre la cabeza de Wally y no tardó en caer en picada para intentar atrapar una, ocasionando que la mayoría escaparan a tiempo y que Wally se encogiera de hombros para evitar cualquier desperfecto en su peinando. 

Wally lucía alarmado por la situación, aún había una pequeña mariposa cuya patita se había enredado en el cabello de él, y yo intenté ayudar. 

Sin embargo, no conseguí hacerlo a tiempo. El ave consiguió comerse a la mariposa, su repentino aterrizaje en el peinado de Wally ocasionó que él se sobresaltara e intentara huir, pero se tropezó con una de las herramientas que había en el suelo y terminó derribándome por accidente. 

Nuestras frentes quedaron juntas en un parpadeo, ocasionando que agrandara los ojos y sintiera mis mejillas arder con intensidad. 

—Oh, vecino, ¿qué haces ahí abajo? —Wally rió con suavidad, como si lo del pájaro nunca hubiese pasado, y se quedó en silencio, como si estuviera disfrutando de ese instante de cercanía. 

Teniéndolo tan cerca, me era imposible evitar su mirada; había algo en sus ojos que me impedían reaccionar, como si estuviera en trance o algo similar. 

Sabía que ya era momento de que se me quitara de encima y dejar esto como un accidente divertido, pero una parte de mí también quería esperar para ver qué más podría ocurrir. 

Podía sentir la tranquila respiración de Wally en la punta de mi nariz y logré percibir la manera en que sus labios se entreabrieron con ligereza; el pánico comenzó a apoderarse de mí, ¡¿él iba a aventurarse a darme un beso?!

¡¿Aquí?! ¡¿Justo en frente de las dalias que Howdy me había regalado?! 

Howdy se acercó con grandes zancadas a Wally, su expresión dejaba en evidencia la frustración e irritación que sentía en ese momento, y lo tomó violentamente del cuello de su camisa, levantándolo sin dificultad alguna para ponerlo a su altura; sus...

Howdy se acercó con grandes zancadas a Wally, su expresión dejaba en evidencia la frustración e irritación que sentía en ese momento, y lo tomó violentamente del cuello de su camisa, levantándolo sin dificultad alguna para ponerlo a su altura; sus otros dos manos se apretaban con tentación de acertarle un par de puñetazos. 

—Te reto a que lo digas de nuevo —él escupió las palabras con severidad, manteniendo su mirada fija en Wally, y yo tragué con nerviosismo evidente, incapaz de creerme lo realmente atemorizante que Howdy podía llegar a ser.

—Nos besamos —repitió Wally con una sonrisa victoriosa, parecía no temer de las posibles consecuencias que un simple par de palabras podría desencadenar—. Aunque fue un accidente, me dijo que me amaba y me volvió a besar. 

Howdy gruñó, soltando a Wally mientras daba pisadas pesadas que hacían retumbar el suelo, caminando de un lugar a otro mientras procesaba la información que él acababa de presumirle. 

— ¡Mientes! —se giró hacia Wally, arremangando las mangas de su uniforme para dejar al descubierto sus músculos tensos, haciéndome tragar en el acto una vez más; mi mirada nerviosa de desplazaba velozmente entre el rostro sonriente de Wally y la expresión enfadada de Howdy. 

— ¡Corte! —Sally habló con su megáfono improvisado con una cartulina enrollada desde atrás de nosotros, la audiencia, y bajó de su silla para ir con Wally y Howdy, revisando los libretos que les había entregado con anterioridad. 

—Vecino, ¿cómo puedo terminar la grabación? —preguntó Frank con curiosidad, sus manos sujetaban con firmeza mi celular para grabar los ensayos de la nueva obra teatral de Sally, y yo detuve la grabación por él.

Después del pequeño accidente que Wally y yo habíamos tenido después de haber plantado las dalias, Sally llamó nuestra atención cuando se aclaró la garganta y se inclinó hacia nosotros para inspeccionar la escena, la pequeña sonrisa en su rostro me hacía entender que se estaba haciendo ideas equivocadas con lo que había visto. 

Wally se levantó antes de poder haber dicho o hecho algo más y sacudió sus ropas para retirarse el polvo que se le quedó pegado, aunque realmente había caído encima de mí y no se había ensuciado tanto como yo lo había hecho. 

Aclaramos la situación con Sally para evitar que hiciera algún comentario que pudiera interpretarse de manera equivocada, y ella fingió escuchar porque su mente estaba ocupada en cómo implementar lo que acababa de ver en su obra. 

Hizo sus anotaciones en la libreta que lleva siempre en su bolsillo y nos dijo que quería hacer un ensayo general porque había una escena que todavía no la terminaba de convencer y estaba planeando reemplazarla, pero necesitaba el apoyo de su fiel y querida audiencia. 

Así que aquí estábamos todos reunidos, presenciando cómo el señor Greeting Bug estaba a punto de iniciar una pelea con William Davis por haberlo encontrado en un callejón junto con R-bot mientras la obligaba a recibir un beso que claramente no quería; sin embargo, Greeting no tenía la menor idea de la oposición del androide ante aquella repentina muestra de cariño no correspondida. 

Cuando Wally y yo llegamos al lugar donde suelen hacer los ensayos de las obras teatrales de Sally, noté que Frank estaba un poco desanimado. Al querer indagar el qué le estaba causando aquel malestar, él no quiso responderme, aún molesto por lo que él creía que yo estaba haciendo, pero Eddie me explicó por él. 

La cámara que siempre usaba para grabar cada uno de los ensayos que hacían de las obras no funcionaba correctamente por lo que le deprimió saber que esta vez no podría hacerlo; entonces, en un intento por hacer las paces con Frank, si es que eso es lo que se hace después de alguien te dijera indirectamente que creía que le quitarías a su marido, le entregué mi celular para que pudiera grabar.

Por supuesto, esto emocionó a Frank ya que nunca antes había tenido experiencia en este tipo de dispositivos, le encantó que le mostrara cada una de sus funcionalidades aunque hubo varias que no entendía del todo como el conectarse a internet o descargar libros con ayuda de un bot.

—Vecino, ven aquí, por favor —Sally me hizo una señal para que bajara de las gradas y me acercara donde Howdy y Wally se encontraban, teniendo miedo de que ella finalmente me dijera que ya quería verme actuando con aquel par de actores profesionales. 

Asentí suavemente y bajé con lentitud, mis piernas temblaban gracias a los nervios de estar bajo la atenta mirada de todos mis vecinos haciendo algo que solamente había hecho una vez en mi niñez.

«Bien, vecino —Sally me tomó de los hombros, dejándome en medio de Howdy y Wally, quienes me veían con una sonrisa que no podría comprender del todo, y tomó el libreto que llevaba conmigo—. Es tu turno de brillar. 

Ella me acompañó para alejarme de los chicos, dirigiéndose a su asiento, tomó su megáfono para gritar “acción” y se inclinó hacia el frente para poder observar la escena en la que tenía duda en si debía cambiarla o mantenerla como estaba. 

— ¡Mientes! —repitió Howdy en voz alta, provocando que hiciera un pequeño sobresalto que me hizo olvidar un momento mis crecientes nervios, su mirada de frustración dejó el rostro de Wally para posarse en mí, su expresión se suavizó tan pronto yo entré en su campo visual—. R-bot… El ingeniero Davis está mintiendo, ¿no es así? —sus ojos vidriosos hicieron que mi corazón se encogiera, apartando a Wally de su camino, y me tomó de los hombros, logrando sentir su fingida desesperación por obtener una respuesta—. Ustedes dos no se besaron, ¿verdad? 

Wally hizo una pequeña risa, parecía estar perdiendo genuinamente la paciencia debido a la terquedad del señor Greeting y su oposición por aceptar lo que había pasado. 

— ¡Cuéntale, R-bot! —él exclamó con aires de superioridad, acercándose a nosotros para intentar ponerse en medio, pero Howdy se mantuvo firme y no permitió que fuera capaz de separarme de él—. ¡Cuéntale lo mucho que disfrutaste de mis besos! Dile… ¡Dile que tus algoritmos ahora solo sirven para revivir cada uno de nuestros besos! 

— ¡Cállate, maldita sea, cállate! —Howdy se dirigió a él, soltándome y tomando a Wally por el cuello de su camisa una vez más; a este punto me preguntaba si a Wally no le dolía la manera en la que Howdy lo estaba sujetando. 

Mientras analizaba la escena con detenimiento en busca de señales para descubrir su truco, sentí un poco de confusión ya que ambos me miraron de reojo, como si estuviera esperando a que dijera algo. 

¡Ah, maldición! ¡Mi línea! 

Pude sentir mis manos empezar a sudar y pequeños temblores recorrían mi cuerpo, incapaz de recordar lo que debía de decir; mi mente me mostraba la imagen del libreto, incluso el color con el que había subrayado mi diálogo, pero no lograba acordarme qué decía. 

— ¡No! —exclamé de repente, sin saber en realidad si era lo que tenía que decir, y sentí mis mejillas arder con intensidad al darme cuenta que tenía la mirada de todos encima mío. 

Ay, maldita sea, esto no es lo mío. 

Bajé corriendo del escenario improvisado y me dirigí a los arbustos más cercanos que había, devolviendo la ahora no tan deliciosa comida que Wally había hecho para mí. 

Mi estómago dolía como nunca, mi cuerpo no dejaba de temblar y la sensación de que me seguían observando comenzaba a ser completamente abrumador para mí; lo lamento tanto, Sally, pero no podré ser uno de los papeles protagónicos de tu obra. 

Escuché a lo lejos varios murmullos de mis vecinos junto a expresiones de asco; lo entiendo, lo comprendo a la perfección, sé lo desagradable que esta situación puede llegar a ser para los espectadores. 

—Oh, querido —la voz de Poppy acercándose ocasionó que apretara los puños, manteniendo mi rostro oculto entre las ramas de los arbustos—. Déjame ayudarte.

Ella dejó una botella de agua cerca de mí y comenzó a pasar sus manos con cuidado para retirar los mechones que se pegaban a mi rostro debido al sudor; me sentía completamente vulnerable, incapaz de controlar mis temblores y mi respiración agitada. 

Sentía como si fuera a morir en cualquier segundo, la opresión en mi pecho provocaba que hiciera respiraciones forzadas y pesadas, en un intento desesperado de llenar mis pulmones con aire porque no sentía que lo estuviera haciendo. 

«Vecino, cuenta conmigo —Poppy me pidió con amabilidad, sus manos aún sostenían mi cabello para mantenerlo apartado de mi rostro, y me ayudó a incorporarme con lentitud, alejándome de los arbustos—. ¿Está bien? Voy a empezar. Uno… Dos… Tres… 

Sus palabras de alguna manera lograron tranquilizarme, mi mirada buscó la de ella, llena de preocupación genuina, pero también de una necesidad de asegurarse de que estuviera bien. 

—Cuatro… —logré pronunciar con esfuerzo, aún no podía dejar de temblar, pero al menos ya no tenía la horrible sensación de que me hacía falta el aire—. Seis… Siete… 

—Oh, te comiste el cinco —Poppy hizo una suave risa, dejando pequeñas caricias sobre mi cabello—. Empecemos de nuevo, ¿sí? 

Asentí temblorosamente, una sensación cálida comenzó a expandirse en mi pecho con cada número que lograba pronunciar con Poppy, y tomé la botella de agua para darle un largo sorbo. 

Cuando solo quedaban pequeños temblores y espasmos por todo lo que acababa de atravesar, me senté en el suelo para descansar un momento. 

—Gracias, Poppy —mi voz apenas era un hilo lleno de gratitud, no sabía qué palabras usar para agradecerle por haberme ayudado con esta horrible situación con el cariño que solamente ella sabía darme—. En serio, muchas gracias. 

Ella me dedicó una sonrisa cálida, girando al escuchar los demás pasos acercándose a donde nos encontrábamos. 

— ¿Está todo en orden? —preguntó Frank sin querer sonar muy preocupado, a pesar de estar molesto conmigo, podía notar que él estaba haciendo a un lado sus posibles resentimientos para asegurarse de que estuviera bien. 

— ¿Necesitas que te acompañe a casa? —sugirió Julie, indecisa en si podía tomar mi mano o debía darme espacio todavía. 

—Oh, mi estrellita —Sally se agachó para quedar a mi altura, pasando una mano por mi frente para comprobar si tenía temperatura; a pesar de que sus acciones no tenían sentido, agradecía que estuviera preocupada por mí—. Si lo de la actuación es mucha presión para ti, pudiste haberlo dicho. 

—Sí, vecino, pude haberte ayudado… —Eddie se quedó callado al recibir un codazo de Frank y se aclaró la garganta para corregir lo que iba a decir—. Pudimos haberte ayudado. 

—Bueno, hiciste una gran salida dramática —reconoció Barnaby con un tono neutral, haciéndome pensar si me estaba tratando de animar o estaba burlándose de mí por la forma en la que huí. 

—Vecino —Howdy se abrió pasó entre los demás vecinos, arrodillándose para quedar a mi altura, y su expresión se suavizó al comprobar que me encontraba en un mejor estado—, no vuelvas a asustarme así. 

Él me estrechó sin vacilar frente a todos, estar entre sus brazos y su sutil aroma a manzana logró que mis temblores finalmente cesarán. Y, antes de que pudiera corresponder al abrazo, Wally consiguió meterse en medio de los dos, abrazándome con la misma preocupación que la de Howdy. 

—Oh, vecino, nos diste un buen susto a todos —Wally habló con calma al separarse de mí, provocando que bajara la mirada a forma de disculpa, y me ayudó a que me levantara del suelo—. Pero nos alegra ver que estás bien —él agregó, quitando un poco de culpabilidad que había caído sobre mis hombros con su primer comentario. 

Levanté ligeramente la barbilla, recorriendo los rostros de cada uno de mis vecinos, e hice una pequeña sonrisa al sentir su preocupación y cariño alrededor mío; realmente me sentía en casa con ellos aquí, empezaba a pensar lo mucho que me gustaría aquí para siempre. 

Wally entrelazó sus dedos con los míos, robando brevemente mi atención, y no pude evitar sentir aquella simple e inofensiva acción como una promesa. 

Regresé a casa de noche, después del ataque de nervios que había tenido, Sally me regaló muy amablemente muchos consejos para poder actuar sin caer en los nervios

Regresé a casa de noche, después del ataque de nervios que había tenido, Sally me regaló muy amablemente muchos consejos para poder actuar sin caer en los nervios. 

Estuve practicando con ayuda de todos hasta que conseguimos hacer la escena sin problema alguno; todos se sintieron felices de que lo hubiera logrado y aplaudieron mientras me felicitaban, haciéndome sentir como si hubiera ganado algo. 

Al terminar el ensayo, Poppy nos dio sándwiches a todos para cenar juntos bajo las estrellas mientras veíamos las grabaciones que Frank había hecho con mi celular. 

Wally y yo tuvimos que posponer la clase de pintura, pero no nos quejamos de ello. Nos pareció lo más apropiado debido a la hora y todas las cosas que me habían pasado en el día. 

Terminé de ponerme la pijama y me acosté bajo las cobijas, sintiendo el clima más frío de lo usual; quizás ya va siendo hora de que desempaque ropa más abrigadora, suponía que era cuestión de tiempo para que fuera imposible salir de la casa sin, al menos, un par de suéteres. 

Puse música en mi celular mientras se cargaba y cerré los ojos, dejándome llevar por los suaves ritmos de la canción que estaba sonando y despejando mi mente de cualquier pensamiento o idea que quisiera cruzarse.

Mientras comenzaba a entrar a un sueño profundo, recordé lo muy cerca que Wally estuvo cuando cayó encima mío al torpeza con una de sus herramientas de jardinería; sin embargo, mi imaginación alteró el recuerdo porque en lugar de que él intentara besarme, él pronunció con lentitud: 

Oh, pero eres especial, querido vecino. Tú eres la más… Desde el momento en el que llegaste, he sentido que estábamos destinados a conocernos. Tú y yo…

Y, finalmente, me sumergí en el estado de inconsciencia que tanto necesitaba después de tantas emociones vividas en un solo día. 

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No sabía en dónde estaba, pero sentía un intenso frío, deseando enormemente tener un suéter más abrigador que el que llevaba puesto. 

Todo se veía borroso, haciendo que me diera cuenta que estaba en medio de una espesa y muy abundante neblina, impidiéndome ver lo que había a mi alrededor. 

Mis pasos lentos y cuidadosos eran lo único que podía escuchar además de lo que parecía ser agua cayendo gota por gota. 

Me detuve un momento, tratando de saber en dónde me encontraba, e intenté agudizar el oído para intentar reconocer algún otro sonido que no fuera el agua goteando; sin embargo, no escuchaba la gran cosa. Quizás algunos murmullos que aún se escuchaban distantes. 

Empecé a caminar hacia donde escuchaba las voces lejanas, esperando encontrar a alguien que pudiera ayudarme para saber cómo regresar a casa con mamá, y pronto la neblina comenzó a desvanecer lentamente. 

Mis pasos se detuvieron al ver una banca verde de metal bajo un gran árbol de moras y agrandé los ojos al reconocer el lugar; la última vez que estuve aquí fue para despedirme de alguien, probablemente, para siempre. 

— ¿Entonces? Tú no estarías haciendo esto sin razón —mi propia voz se escuchó demasiado cerca, provocando que buscara a mi alrededor solamente para darme cuenta que comenzaba a materializarme en aquella banca. 

—Es cierto —concordó él con una sonrisa amarga, desviando su mirada hacia el frente. 

La gente que me atravesaba como si yo fuera un fantasma permanecía ajena a la conversación que tuve hace tanto tiempo atrás. 

Me observé, notando como mi yo que se encontraba en esa banca estaba haciendo un descomunal esfuerzo por no romper en llanto ahí mismo, e intenté darme algo de consuelo, pero mi mano simplemente atravesó el hombro que intenté tocar. 

— ¿Entonces por qué? —escuchar mi voz a punto de quebrarse ocasionó que retrocediera un paso. 

—Lo siento, pero estarás mejor sin mí —él me miró de reojo, como si estuviera evaluando mi reacción, y suspiró con pesadez, olvidando que todo ese tiempo que me esforcé por recuperar nuestra amistad fue precisamente porque yo estaba mejor con él—. Solo te pido que no me vuelvas a buscar. 

Sentí gotas frías sobre mis mejillas, al palparlas con una de mis manos me percaté que todo este tiempo había estado llorando, y apreté los labios al notar la expresión que suprimí al instante, negándome a que el que una vez fue mi mejor amigo se diera cuenta de cómo sus palabras me estaban afectando. 

Observé levantarme con prisa, recordé que en ese momento necesitaba huir antes de que las lágrimas fueran más rápidas que yo, y él me imitó, con intención de seguirme. 

— ¡Déjame en paz! —mi exigencia ocasionó que él se detuviera en seco, sorprendido de la forma en la que le hablaba por primera vez, y desaparecí junto a la neblina. 

Caí sobre mis rodillas después de que él también se hubiera desvanecido frente a mí, dejándome con el corazón roto y la devastadora sensación de que si hubiera actuado diferente, probablemente ahora siguiéramos siendo amigos. 

Todo comenzó a ponerse oscuro, las miles de preguntas que llevaba arrastrando cayeron sobre mí como si fuera lluvia, haciéndome sentir como si me estuviera hundiendo. Tal vez esto había sido mi culpa, quizás me merecía esto, a lo mejor él tenía razón. 

¿Por qué no le dije lo mucho que me gustaba tener su amistad? 

—Vecino, ¿pero qué haces aquí? —Wally se detuvo a un lado mío, sujetando con firmeza un paraguas multicolor, y me extendió una mano para ayudarme a levantarme. 

—Creo que le estaba diciendo adiós a un amigo —murmuré con amargura, levantándome con ayuda de él para después frotar mis ojos con ambas manos, tratando de quitar cada una de mis tontas lágrimas.

—Ven, vayamos al lugar donde debes estar —Wally comenzó a caminar, sujetándome firmemente de la mano para guiarme. 

Conforme avanzabamos, la oscuridad de mi alrededor empezó a disminuir hasta que logré reconocer el jardín delantero de la casa de Wally. 

Antes de que pudiera negarme o intentar ir a mi casa, Home abrió la puerta para dejarnos pasar y nos guió con las luces hasta la segunda planta. 

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunté nerviosamente al notar que Wally pretendía llevarme hasta donde se encontraba su estudio de arte, provocando que ambos nos detuviéramos en medio del amplio corredor después de haber subido las escaleras. 

—Vecino —Wally se giró hacia mí y me tomó suavemente de las mejillas para hacer que quedara a su altura, dejando pequeñas caricias con sus pulgares—, puedo ver el dolor que todavía sientes por este sujeto. 

— ¿Qué? —desvié un momento la mirada al escuchar el rechinido de la puerta, Home estaba abriéndola con lentitud, como si nos estuviera invitando a pasar. 

—Oh, mi adorada pieza de arte, claramente te estás obsesionado por la persona equivocada —Wally mantuvo su agarre firme en mi rostro, obligándome a mantener el contacto visual con él. Yo me limité a arquear una ceja con confusión ante sus palabras—. No, no algo tan grave como una obsesión, pero algo así. Solo necesitas un poco de ayuda para concentrarte en otra persona. 

Me aparté lentamente de él al darme cuenta que la puerta de su estudio estaba completamente abierta, esta vez la luz se encendió sola para dejarme ver todos los espejos que colgaban de las paredes. 

— ¿Con otra persona te refieres a Howdy? —pregunté sin mucho interés mientras inspeccionaba el estudio de Wally con atención; me parecía extraño que en lugar de pinturas hechas por él, hubieran tantos espejos. 

— ¡Ja! —Wally dio una fuerte pisada, dejando en clara su indignación por el comentario que había hecho, y colocó sus manos sobre su propia cadera, entrando al estudio para poder ponerse frente a mí—. ¿No fui yo quien te dio un lindo tour por el vecindario? —remarcó la palabra “yo” para dejar en claro su punto—. ¿No fui yo tu primer amigo aquí? 

Hice una pequeña risa ante sus reproches, alzando mi mirada al darme cuenta que los espejos parecían no reflejar a Wally. 

«Así que te sugiero que reconsideres tu respuesta —él habló con severidad, adentrándose más al estudio para dirigirse a donde tenía varios botes de pintura en una mesa—. Este es mi vecindario y sé cómo lidiar con pestes y plagas —se quedó un momento en silencio, probablemente porque se dio cuenta que ya no le estaba poniendo atención, y sentí su mirada encima mío, obligándome a dejar de ver la ausencia del reflejo de Wally—. Y con lo de tu amigo… Me encargaré personalmente de que lo superes. 

No supe qué hacer o decir, Wally no parecía dispuesto a escuchar alguna réplica de mi parte acerca de su comentario; dejé escapar un pequeño suspiro de resignación y recorrí el lugar con mi mirada una vez más, tratando de encontrar algún espejo donde pudiera ver el reflejo de él. 

—Wally, creo que hay algo de malo en tus… 

—Por cierto —él me interrumpió velozmente, acomodando su lienzo en blanco en medio de la habitación y arrastrando la mesa para tener cerca sus pinturas—. ¿Dónde dejaste la carta, vecino? 

— ¿Cuál carta? —interrogué con curiosidad, sin comprender a qué se refería. 

Wally resopló con frustración, haciéndome sentir culpable por no poder ayudarlo. 

Wally sujetó con firmeza el pincel, haciendo trazos veloces y rápidos en su lienzo, y dio media vuelta a su pintura para que pudiera verla. 

Había dibujado en menos de cinco minutos un sobre con manchas amarillentas, dando la completa imagen de que se trataba de algo antiguo, y estaba mi nombre completo escrito en la parte del destinatario; curiosamente no habían datos del remitente. 

—Esta carta —Wally la encerró con un círculo rojo, algunas gotas comenzaban a extenderse por el lienzo para manchar el perfecto sobre qué él había hecho, y me miró con intensidad y frustración, ansiando desesperadamente una respuesta—. Eddie te la dio, ¿no es así? Entonces, ¡¿dónde demonios está?! 

Hice un sobresalto cuando Wally alzó la voz, perdiendo por completo aquel tono tranquilo y amistoso en su voz, y tragué nerviosamente sin saber qué responder; realmente no sabía nada de una supuesta carta, aunque tenía una vaga sensación de que ya la había visto antes. 

— ¡No sé de qué hablas! —grité con temor, sabiendo que esto lo haría enojar. 

Wally se puso de pie con lentitud y comenzó a estirarse, su rostro se volvió completamente oscuro y sus ojos se agrandaron mientras me veía fijamente. Todo esto con un fastidioso pitido de fondo. 

Mi corazón dio una punzada fuerte ante la horripilante visión, pero antes de que pudiera correr, todo se quedó congelado. Incluso el sonido había muerto. 

La imagen estática de Wally desapareció con un destello cegador y ahora me encontraba en la cocina de él, buscando en su alacena un sartén que nos sirviera para cocinar unos pedazos de pollo para agregarlo a la pasta que ya se estaba cociendo. Olvidando por completo lo que fácilmente pudo haberme matado del susto. 

Saqué un par de latas de fijador para cabello con extracto de flores, quizás por esto Wally tenía tantas mariposas en el cabello la vez pasada, y también un espejo del tamaño de un lienzo, obligándome a usar ambas manos para evitar que se rompiera. 

—Oh, veo que lo encontraste —Wally se inclinó hacia mí con una sonrisa despreocupada y ladeó suavemente su cabeza mientras tomaba mi amuleto detrás del espejo—. Vaya, pensé que ya me había deshecho de esto. 

Desvié mi mirada hacia él, notando como lanzaba el collar que Howdy me había regalado al basurero sin ningún tipo de arrepentimiento, y me encogí de hombros; algo en mí me decía que el amuleto real estaba en manos de Howdy. 

— ¿Por qué tienes un espejo aquí? —pregunté con curiosidad, levantándome con lentitud para dejar el pesado objeto sobre la mesa, podía sentir sus orillas increíblemente afiladas. Un movimiento en falso y perdería mis dedos. 

—Ja, ja, ja —Wally hizo una suave risa y acomodó su delantal mientras se acercaba a la estufa encendida—. Míralo bien, vecino. Aunque, debo admitir, me halaga que creas que sea un espejo. 

Fruncí el ceño con clara confusión, examinando de cerca el espejo. Ahí claramente estaba mi reflejo, pero atrás de mí no estaba la cocina de Wally. 

Me acerqué un poco para intentar ver el escenario que había detrás de mi reflejo y varias lágrimas comenzaron a bajar por sí solas al reconocer la banca verde bajo el frondoso árbol de moras. 

— ¿Cómo conoces este lugar? —le pregunté con dificultad, tratando de hacerme escuchar por encima del nudo en mi garganta, y di media vuelta solamente para ver lo cerca que se encontraba de mí. 

—Oh, mi adorado vecino —Wally me sujetó de la cintura sin ningún tipo de reserva, inclinándose para lamer mis lágrimas y provocando que un escalofrío bajara por mi espalda—. Me mata verte sufrir de esta manera —se acercó aún más a mí, impidiendo que pudiera huir, y tomó una manzana que había sobre la mesa—. Desapareceré tu malestar, ¿no te gustaría? 

— ¿Desaparecer? —repetí con lentitud y curiosidad; a pesar de que Wally estaba invadiendo descaradamente mi espacio personal, parecía que tenía más interés en lo que me estaba proponiendo. 

—Sí, como esta pequeña manzana —la acercó a mis labios, quizás para que la mordiera, pero la alejó antes de que pudiera intentar hacerlo, dándome cuenta que solo quedaban algunas semillas y el palito de la fruta—. Desapareció, ¿no es así? 

Asentí torpemente, sintiendo mi cuerpo temblar al ver mi reflejo temeroso en los grandes ojos de Wally, y desvié la mirada con nerviosismo, esperando que me dejara ir. 

«Oh, vecino… Déjame cuidarte, quédate conmigo —él me suplicó con un susurro, acercándose cada vez más a mi rostro, y juntó su frente con la mía—. Quiero demostrarte lo mucho que te amo y que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que no te vayas de mi lado. 

Cerré los ojos ante las palabras cargadas de promesas oscuras y comencé a pedir para mis adentros despertar pronto, ya no quería estar aquí. 

—Cualquier cosa —Wally repitió con seguridad, sus aliento rozó con delicadeza mis labios cerrados para evitar cualquier tipo de contacto con él, y se desvió ligeramente al percatarse que no quería besarlo, acercándose a mi oído—. No lo olvides, tú eres la más… 

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Desperté con los párpados húmedos, probablemente había llorado mientras dormía, y estiré los brazos hacia el techo. 

Había soñado con tantas cosas que muy apenas lo podía recordar; creo haber visto a Wally en mis sueños, aunque no me sorprendería ya que últimamente he estado soñando con él. Pero lo que sí tenía claro era el recuerdo que hace tiempo no me atormentaba, una de mis razones de por qué había aceptado mudarme tan lejos de mi ciudad. 

Empezaba a preguntarme si realmente había sido mi culpa por haber permitido que una amistad así se acabara de aquella manera. ¿No debí haber luchado más? ¿No debí haber dicho otra cosa en lugar de alejarlo? 

Suspiré con pesadez y me levanté al escuchar el teléfono sonando, preguntándome si se trataba de Wally quien me estaba llamando. Juraría que él era la única persona que me llamaba. 

Alcé la mirada para ver el cartel que Wally me había regalado después del partido de volley con Poppy y levanté el auricular del teléfono para acercarlo a mi oreja. 

— ¿Hola? —la inconfundible voz de Wally se escuchó al otro lado de la línea, haciéndome hacer una pequeña sonrisa involuntaria—. Buenos días, mi querido vecino. 

—Buenos días, Wally —respondí sin tardar, empezaba a tomar como costumbre escuchar su voz a través del teléfono, y comencé a jugar con el cable enrollado.

— ¿Cómo amaneciste, vecino? Yo tuve un sueño muy bonito —él habló con calma, haciéndome sentir un poco de envidia por su supuesto maravilloso sueño, y yo dejé escapar un suspiro por accidente—. Oh, se escucha como si alguien hubiese tenido una pesadilla. 

—Para nada, Wally —contesté rápidamente, no quería explicarle el recuerdo que tuve en forma de sueño—. Estoy bien, pero ya casi es hora de que vaya con Poppy —mentí, en realidad nunca establecimos una hora en concreto para aprender a cocinar—. ¿Hay algo que me quieras decir?

—Sí, sobre nuestra clase de pintura —Wally comenzó a hablar, podía percibir un pequeño tono de tristeza en su voz por no haberle querido contar mi sueño—. ¿Qué te parece si lo dejamos para hoy en la noche? Sé lo muy ocupado que estás en todo el día. 

—Ah, claro, voy a hacer un espacio en la sala para nosotros dos —le aseguré con una sonrisa que claramente él no podía ver—. Bueno, si eso es todo… 

—Espera —él habló rápidamente, provocando que volviera a acercarme el auricular a la oreja para escuchar lo último que quería decirme—, si alguna vez tienes una pesadilla que no te deje dormir, puedes llamarme sin ningún problema. Te escucharé sin importar la hora que sea. 

Mi corazón dio un vuelco ante sus sinceras palabras de preocupación y mi sonrisa comenzó a temblar; en momentos así era cuando más especial me sentía por tener un amigo como Wally. 

—Lo tendré en cuenta. Gracias —murmuré con felicidad contenida, colgando el teléfono para finalizar con la llamada. 

Dejé escapar un gran y profundo suspiro, la sonrisa en mi rostro se mantenía intacta, y regresé a mi habitación para alistar la ropa que usaría hoy; pronto tendría que ponerme a lavar las prendas que se habían juntado en estos días y tener preparados los suéteres abrigadores. 

A pesar de todo lo que había logrado empacar, había dejado varias cosas en casa de mi mamá. Debería hacer una lista de todas las cosas que iba a necesitar y saber cómo demonios le haría para ir de visita a mi antiguo vecindario. 

Tomé mi celular ya desconectado y abrí la aplicación de notas; no me acordaba a qué horas había detenido la música, ni siquiera cuándo había quitado el cargador del enchufe. Me quedé mirando un momento a la pantalla, pensando seriamente en por qué estaba en mis notas, y dejé el celular sobre la cama. 

Ah… ¡Es cierto, iba a escribir lo que me hacía falta! 

Me coloqué el mandil que Poppy me había regalado la vez que me enseñó a preparar unos deliciosos waffles y comencé a separar las tazas de harina que íbamos a ocupar

Me coloqué el mandil que Poppy me había regalado la vez que me enseñó a preparar unos deliciosos waffles y comencé a separar las tazas de harina que íbamos a ocupar. 

—Poppy, quería darte las gracias —comenté mientras comenzaba a cernir la primera taza de harina sobre la barra ya limpia y preparada para poder amasar sin dificultad—. Fuiste de mucha ayuda ayer después de que olvidé mis líneas en el ensayo. 

Dejé la mirada en la pequeña montaña de harina que se comenzaba a formar y mi visión comenzó a ser borrosa; las lágrimas se habían acomulado en mis ojos, listas para salir cuando menos me lo esperara. 

—No tienes que agradecer —ella habló con calma, dejando los demás ingredientes en uno de los extremos de la barra, y comenzó a buscar los utensilios necesarios para esta receta—. Quería asegurarme de que estuvieras bien. Te quiero mucho y es normal que me preocupes. 

Sus palabras hicieron que me detuviera, como si hubiera escuchado mal a pesar de que Poppy había hablado con la mayor claridad posible; una agradable sensación cálida se expandió por mi pecho y le dediqué una sonrisa, nunca podré agradecerle lo suficiente por su gran amistad. 

—Yo también te quiero mucho, ma… —me mordí la lengua al darme cuenta del gran error que iba a cometer y desvié la mirada hacia la harina, un bochorno no tardó en subir a mi rostro—. Ma… Maestra de cocina.

Intenté corregir en el último segundo, pero suponía que Poppy se habría dado cuenta de cómo iba a llamarla por error. Miré de reojo a Poppy para ver su reacción ante mi equivocación; ella no parecía molesta o incómoda, al contrario, me atrevería a jurar que no le parecía importar que la estuviera viendo cómo la figura materna con la que siempre había soñado tener. 

Antes de que pudiéramos decir algo más, escuché el timbre de la puerta. Poppy me pidió amablemente si podía ver quién era mientras ella continuaba cocinando. 

Al abrir la puerta, tuve que levantar la mirada para poder ver el rostro avergonzado de Howdy. 

— ¡V-Vecino! —él saludó con una amplia y temblorosa sonrisa, con una mano ajustó su corbata, con otra acomodó su sombrero y utilizó una más para mostrarme la canasta que llevaba cargando—. Poppy me hizo un encargo… —explicó con una calma forzada, colocando su mano libre en mi cabeza amistosamente—. No esperaba encontrarte aquí. 

—He estado viniendo porque Poppy me enseña a cocinar —le expliqué con una pequeña sonrisa, haciéndome a un lado para dejarlo pasar a la casa y que dejara la canasta sobre la mesa desocupada de la cocina. 

—Oh, Howdy, había olvidado que ibas a venir —rió Poppy suavemente, parecía que iba a buscar algo, pero noté como si una mejor idea hubiese cruzado por su mente—. Vecino, ¿podrías pagarle a Howdy? Debo de tener dinero en mi bolso. Está en la sala de estar. 

—Claro, sin problemas —comenté mientras me dirigía a la bolsa tejida de Poppy, sintiendo los pasos de Howdy cerca de mí, y comencé a recolectar las monedas que encontraba sueltas.

—Por cierto —Howdy volvió a poner una mano sobre mi cabeza sin razón o motivo aparente, y lo miré momentáneamente para seguir buscando las monedas qué debía darle—, ¿realmente te interesa lo del trabajo de medio tiempo? N-No quiero presionarte ni nada parecido —agregó rápidamente—. Solo… Siento que sería divertido trabajar juntos. 

—Yo pienso lo mismo —concordé con una pequeña sonrisa en el rostro, pasar tiempo con Howdy era algo que quería hacer, aunque fuese trabajando con él—. ¿Qué te parece si voy después de desayunar? 

— ¡Por supuesto! —exclamó con un inesperado tono de voz más alto de lo usual y lo miré con curiosidad, empezaba a entender que cuando Howdy se ponía muy nervioso tendía a elevar su voz—. Perdón, perdón, ¿qué me está pasando? —murmuró más para sí mismo, pero alcancé a escucharlo.

—No te preocupes, debe ser la primera vez que contratas a alguien para que te ayude, ¿no es así? —le sonreí con calma, entregándole las monedas en una de sus manos, pero nuestras palmas rozaron y ambos nos quedamos inmóviles mientras nos veíamos a los ojos. 

Esto me traía recuerdos de cuando me propuso trabajar con él. 

—Sí… Debe ser eso —él murmuró tras un suspiro, pasando el dinero a otra de sus manos y guardándolo en el bolsillo de su delantal sin mucho interés—. Entonces esperaré en la tienda a que vayas. 

Yo asentí suavemente, desviando la mirada hacia nuestras manos todavía juntas, y carraspeé al notar por el rabillo de ojo como Poppy se asomaba por la cocina para ver qué estaba sucediendo. 

Howdy pareció sonrojarse con una velocidad increíble y me revolvió el cabello antes de irse; toda su actitud me hizo pensar que no quería marcharse todavía, como si realmente le gustara mi compañía. ¿Podría ser que Howdy…? 

¿Qué? 

Parpadeé con cierta confusión, sin recordar por qué estaba viendo la puerta de madera de Poppy después de que Howdy se hubiese ido, y me dirigí de vuelta a la cocina donde Poppy me seguía esperando. 

Bueno, lo que haya sido, no debió haber sido importante porque lo olvidé por completo.

Chapter 15: Mi pobre corazón duele...

Chapter Text

Después de un delicioso y completamente agradable desayuno con Poppy, salí de su casa con la intención de dirigirme a la tienda de Howdy y dar inicio mi primer día como su ayudante. 

Sin embargo, antes de poder encaminarme hacia la tienda de Howdy y empezar mi primer día siendo su ayudante, me detuve al notar la expresión de nostalgia en el rostro de Julie, quien se dirigía al bosque. 

La sensación de que algo malo podría estar pasándole fue tan grande que no dudé en seguirla hasta donde se encontraba el árbol de manzanas, ocasionando que me doliera el estómago al recordar la última vez que estuve aquí con Julie. 

Aún creía que era mentira el cómo ella parecía haberse olvidado de todos esos momentos que pusieron en duda mi estadía en el vecindario. 

—Buenos días, vecino, es una sorpresa verte por aquí —ella me dedicó una pequeña sonrisa mientras arrancaba con delicadeza las ramas más bajas que no tuvieran hojas.

—Ah, lo sé —hice una suave risa mientras me encogía de hombros, sujetando inconscientemente las ramas que Julie me iba entregando—. Iba de camino a la tienda, pero te vi un poco… Triste. ¿Está todo en orden? 

—Gracias por preocuparte —ella habló con calma, sin necesidad de dirigirme la mirada mientras continuaba su trabajo de quitar las partes que el árbol no necesitaba en ese momento, y dejó escapar un gran suspiro—. En realidad, he estado pensando en mis hermanas. 

Asentí con comprensión, debía ser duro mantenerse alejado de la familia tanto tiempo. Desvié la mirada un momento, ¿mi mamá me estaría extrañando en este momento? Y no solo ella, sino a todos los que dejé atrás por venir a instalarme en este lindo, realmente lindo, vecindario. ¿Esperarán a que regrese? 

Dejé escapar un pequeño suspiro, quizás deba visitarlos pronto solo para decirles que estoy bien. Tal vez incluso debería tomarme un tiempo extra para arreglar las cosas con mi amigo, quería pensar que el sueño que había tenido se trataba de algún tipo de señal por parte del universo. 

— ¿Por qué no vas a visitarlas? —pregunté con curiosidad, tratando de centrarme en el problema que Julie me estaba contando y no en los míos, empezando a acomodar todas las ramas que me estaba entregando sobre mis brazos. 

—Tengo muchas cosas qué hacer aquí —ella murmuró pensativamente, no se escuchaba del todo convencida con lo que me estaba diciendo, y acercó una pequeña escalera para continuar retirando las ramas de más arriba—. No hay nadie que pueda tomar mi lugar. 

Retuve sus palabras más tiempo del necesario, tratando de pensar qué era todo lo que Julie hacía para que le fuera imposible visitar a su familia, y mi mirada se dirigió rápidamente hacia las manzanas que estaban próximas a madurar. Realmente desconocía todas las actividades de Julie, pero tenía el leve presentimiento que lo único importante que estaba haciendo y que tal vez no podría descuidar era su árbol de manzanas.

—Yo podría hacerlo —ofrecí con una pequeña sonrisa, regresando mi mirada a ella.

Julie pareció sorprenderse de mis palabras y asintió antes de que pudiera cambiar de parecer. Me explicó cómo cuidar del árbol mientras estaba fuera y también la frecuencia con la que debía alimentar sus peces. 

Ella dijo que usualmente organizaba juegos para todo el vecindario, aunque al final eran unos cuántos los que participaban, y me dio su opinión personal sobre jugar con Wally. 

Al parecer Julie no le gustaba mucho jugar con él porque, en la mayoría de los casos, Wally era un competidor fácil de vencer y había ocasiones en las que lo había lastimado de manera accidental. 

Mientras asentía a cada una de sus indicaciones y le entregaba las ramas que había estado sosteniendo durante todo este tiempo, noté un inusual brillo en su mirada, como si estuviera dudando de lo que quería hacer. 

«Oye, no te preocupes —puse una mano en su hombro, tratando de hacer que se sintiera tranquila con su decisión, y levanté uno de mis pulgares para que lo viera—. Haré un buen trabajo. Igual, si te preocupa algo, podrías llamarme. 

—Sí… —Julie suspiró sin convicción y desvió la mirada hacia el árbol, provocando que yo hiciera lo mismo—. Vecino, ¿podríamos vernos esta noche antes de que me vaya? Te buscaré en tu casa. 

— ¿No le dirás a nadie? —pregunté con curiosidad, pensaba que al menos querría despedirse de Frank o de Sally. 

—No —ella respondió rápidamente, haciéndome entender que yo tampoco debía decir nada. Me empezaba a preguntar por qué tanto misterio por la visita a su familia—. Solo… Me gustaría que me acompañaras al autobús. 

No sabía qué pensar ante su repentina confesión; no esperaba que me pidiera a mí, yo la persona que no fue gratamente bienvenida al vecindario por ella, acompañarla antes de que se fuera con su familia. Aparté la mirada hacia el suelo, dudando brevemente de mi propia propuesta, pero Julie me dedicó una mirada significativa, y yo asentí nerviosamente, empezaba a cuestionarme si realmente era una buena idea cubrir a Julie en sus actividades diarias mientras estaba fuera del vecindario por quién sabe cuánto tiempo. 

Me despedí de Julie amistosamente y regresé al vecindario para empezar a caminar hacia la tienda de Howdy, teniendo la vaga sensación de que ella sabía algo más que yo al momento de hacer mi propuesta de encargarme de sus cosas. 

Miré hacia atrás con cierta desconfianza, Julie iba a toda prisa hacia su casa. Sus manos estaban cerradas en puños y su expresión indicaba que estaba centrada en sus pensamientos. No me considero una persona experta en las emociones, ¿pero no debería estar feliz por ver a su familia después de tanto tiempo sin verse? 

Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia al asunto, dirigí mi mirada hacia el frente e inconscientemente quise tomar la piedra del amuleto, pero recordé que estaba con su dueño original cuando las puntas de mis dedos se encontraron con la tela de mi sudadera. 

Cuando me encontraba cerca de la tienda de Howdy, observé brevemente por el gran cristal donde podía verlo detrás del mostrador e hice una pequeña risa silenciosa al notar que él escondió algo detrás suyo tan pronto nuestras miradas se encontraron. ¿Me tendría preparada una sorpresa? 

Hice un pequeño suspiro para aparentar que no había notado su rápido movimiento y entré a la tienda, fingiendo buscar a Howdy con la mirada hasta que él se acercó conmigo, un par de manos seguían detrás de él. 

—Bienvenido a la tienda, vecino —él me dedicó una amplia sonrisa temblorosa y desvió la mirada, como si estuviera indeciso en darme lo que tenía detrás de él—. Yo… Quería darte esto —me mostró un delantal color naranja, justo como el que estaba usando él, pero de un tamaño mucho más reducido—. No pensé que ibas a llegar tan pronto y no me dio tiempo de envolverlo. 

—Pero es un uniforme, Howdy —hice una pequeña risa al notar la expresión de vergüenza y sorpresa que acababa de hacer tras mi explicación, como si no hubiese pensado lo que le acababa de decir, y tomé con cuidado el delantal para ponerlo encima de mi ropa—. Generalmente los uniformes no vienen envueltos. 

Me quedaba un poco grande, pero nada que no pudiera arreglar en casa, y noté que mi nombre estaba bordado en la parte superior izquierda junto con una pequeña oruga, haciéndome sonreír por la decoración. 

—Pensé que te gustaría —Howdy explicó todavía avergonzado y nervioso, acomodando unas latas que se encontraban en forma de pirámide; empezaba a preguntarme si su forma de tranquilizarse era enfocarse en otra tarea.

—Es perfecto, muchas gracias —le dediqué una amplia sonrisa cuando volvió a verme una vez más. 

En realidad me hacía feliz saber que Howdy estaba esperando que aceptara el trabajo que me había ofrecido de la nada; el hecho de que se había tomado el tiempo para hacer un delantal parecido al suyo y, todavía, que le hubiese bordado mi nombre me hacía sentir sumamente especial. Howdy siempre me hacía sentir así.

Howdy volvió a verme, quedándose con un par de latas en la mano, y sus mejillas no tardaron en colorearse de nuevo; la forma en la que me veía con absoluta atención hicieron que mis nervios brotaran, había algo en el brillo de su mirada que me recordaba a esas escenas de películas románticas, cuando el protagonista se da cuenta que es amor lo que siente cuando cruza miradas con la co-protagonista. 

—B-Bueno —tartamudeé al no saber qué más hacer y retrocedí un par de pasos cuando las latas comenzaron a rodar por el suelo; al parecer había hecho que Howdy se sobresaltara cuando hablé de nuevo. 

Ambos reímos ante el pequeño accidente y empezamos a recoger las latas para volver a acomodarlas sobre la mesa en la que se encontraban; cuando íbamos a tomar la última lata, su mano se posó sobre la mía, iba a retirarla tan pronto sentí su cálido contacto, pero me sorprendí al notar una mano extra sobre la de Howdy.

Al levantar la mirada, me di cuenta que se trataba de Barnaby.

—Hola, vecino, no sabía qué trabajabas aquí —Barnaby me saludó con una amplia sonrisa, tomando él la lata que Howdy y yo íbamos a agarrar al mismo tiempo. 

— ¡Bar-Bar! Bienvenido a la tienda —Howdy sacudió las palmas de sus manos después de volver a hacer la pirámide de latas a una velocidad increíble, aunque suponía que debía ser normal para él por tener cuatro manos. 

—B-Bienvenido —alcancé a tartamudear nerviosamente al recordar que ahora yo también tenía que darle la bienvenida a los clientes que venían—. Howdy acaba de contratarme como su ayudante de medio tiempo. 

—Por supuesto, muy inteligente de tu parte, Howdy —Barnaby exhaló humo después de haber tomado la pipa en sus manos e hizo una pequeña carcajada—. Si hubieses contratado a Wally, le hubieras dado un cuarto de tiempo. 

Ambos rieron ante el comentario de Barnaby, pero yo me quedé pensando. Cuando finalmente comprendí el chiste, decidí no reírme para no dejar en evidencia que había tardado en entender. 

—Uh, tenemos público difícil esta mañana —la sonrisa de Barnaby se ensanchó, como si estuviera aceptando algún tipo de desafío implícito, apagó la pipa y la colocó sobre el cenicero vacío que Howdy acababa de sacar para él—. Bien, vecino, veamos de qué estás hecho. 

—Siempre le doy a Barnaby un hot-dog si me hace reír —explicó Howdy al notar mi confusión en el rostro y le dio un par de palmadas en la espalda a Barnaby, animándolo para que comenzara este reto que él mismo había empezado. 

Asentí suavemente, dejando mi mirada en Barnaby; ya había escuchado un par de sus chistes, tiene un humor muy similar que el de Wally por lo que empezaba a dudar si realmente lo conseguiría. 

— ¿Sabes, vecino? —él empezó, sacándole una risa anticipada a Howdy—. El otro día le vendí a Howdy mi aspiradora. Lo único que estaba haciendo era juntar polvo. 

Howdy rió ante las palabras de Barnaby, dándole una palmada en el hombro que, si a mí me la hubiese dado, probablemente me hubiera enterrado unos centímetros en la tierra. 

Yo, sin embargo, me encogí de hombros, desviando la mirada a un lado al notar que Barnaby se ponía más serio por no conseguir lo que quería. 

Mientras Barnaby esperaba a que hiciera aunque fuese una pequeña risa, traté de disimular mi falta de reacción con una sonrisa amistosa. No quería herir sus sentimientos, pero su chiste simplemente no me hizo reír.

Barnaby, determinado a hacer sacarme una carcajada, decidió continuar con sus chistes sin desanimarse por la falta de reacción inicial. Sacó una serie de ocurrencias y chistes, algunos más elaborados que otros, mientras Howdy disfrutaba cada uno de ellos con una risa contagiosa que llenaba la pequeña tienda.

« ¿Cuál es la montaña más limpia? El volcán. Porque primero echa cenizas y después, lava —Barnaby soltó entre risas, con una expresión de confianza en su chiste.

Howdy se doblaba de la risa, golpeando amistosamente la espalda de Barnaby mientras este último seguía esperando una mínima reacción en mí. Sin embargo, aunque debía admitir que había sido un mejor chiste que el anterior, no parecía querer ceder ante la risa.

« ¿Supiste del astronauta claustrofóbico? ¡Pues solo necesitaba un poco de espacio! —Barnaby continuó, con un brillo travieso en sus ojos.

Howdy, esta vez, tuvo que contener su risa, golpeándose el muslo con un par de manos mientras intentaba controlarse. Me observó con expectación, esperando que finalmente cediera ante el humor de Barnaby. Pero mis labios apenas temblaron, me estaba dando más risa la reacción de Howdy que el mismo chiste. 

Barnaby se cruzó de brazos, aliviado de que esta vez no hubiese recibido una de las palmadas de Howdy. 

«Bien... Así que así va a ser —Barnaby murmuró con ciertos aires de que se daría por vencido pronto y se inclinó hacia mí, mirándome desde su envidiable altura—. Estaba guardando este para una ocasión especial. ¿Sabes por qué el payaso fue al médico? 

Me quedé un momento en silencio, tratando de anticiparme al chiste, arqueé una ceja con curiosidad y me encogí de hombros. 

— ¿Por qué? —pregunté con genuina curiosidad y dirigí rápidamente mi mirada a Howdy, quien hizo una pausa forzada para poder escuchar la respuesta que Barnaby me daría. 

—Porque sentía algo chistoso. 

Está bien, ese estaba muy bueno. 

Hice una pequeña risa que fue opacada por la de Howdy, él incluso estaba golpeando la encimera con sus cuatro manos por lo gracioso que le había resultado el chiste con el que Barnaby se había llevado la victoria. 

—Oh, por mis orugas —Howdy retiró una lágrima que se había asomado por todo lo que se había reído e hizo un gran suspiro para intentar tranquilizarse—. Bar-bar, ya que conseguiste hacer reír al vecino, te daremos dos hot-dogs.  

—Ya sabes cómo me gustan —Barnaby le dedicó una sonrisa de victoria y me dio una palmada en la espalda, empujándome levemente por la fuerza que había usado—. Vecino, no pensé que en realidad fueras todo un reto cuando Wally me lo dijo. 

— ¿Wally habla de mí contigo? —mi mirada se quedó sobre él y me sorprendí de la velocidad de mi pregunta; creo que nunca antes había reaccionado así de rápido. 

—Oh, sí. Ya sabes —Barnaby se sentó en un banco de madera que se encontraba frente al mostrador Mientras observaba a Howdy moverse para empezar a preparar sus bocadillos—. Ese pequeñín me habla de muchas cosas. 

—Sí, pero… 

—Vecino —Howdy me interrumpió y dejó las cosas con una muy ligera agresión sobre la mesa, como si de alguna forma le hubiese molestado el tema de conversación que estaba teniendo con Barnaby—, ven, te voy a enseñar cómo prepararlos. 

Asentí suavemente, miré una última vez en Barnaby con esperanza de que él retomara la conversación, pero no parecía estar interesado en darme más detalles. Dejé escapar un gran suspiro, yendo detrás del mostrador con Howdy, y conecté una parrilla eléctrica al verla sobre la mesa.

Barnaby y Howdy conversaban de cualquier cosa; tan pronto terminaban con un tema, empezaban otro sin necesidad de silencios de por medio. Me comencé a preguntar, entonces, por qué Howdy parecía siempre batallar en mantener una conversación conmigo si se notaba que él era excelente sacando plática. 

Mientras ambos platicaban, Howdy empezó a preparar los hot-dogs, diciéndome uno que otro consejo mientras él hacía todo. 

Después de que Barnaby hubiese comido, Howdy tuvo que irse a atender una llamada con uno de sus proveedores, y yo me quedé recogiendo el plato que Barnaby había usado junto a los materiales que Howdy ocupó. 

—Cuéntame, vecino —Barnaby hizo un gran suspiro, apoyando sus codos sobre el mostrador e inclinándose levemente hacia mí para poder ver lo que estaba haciendo—. ¿Te está gustando el vecindario? 

Ladeé suavemente la cabeza ante la repentina pregunta, pero asentí en silencio mientras dejaba en el basurero las servilletas sucias después de una deliciosa comida, y sacudí mis manos para asegurarme de que no se me quedaran migajas. 

—Es muy diferente a lo que ya me había acostumbrado —admití con una pequeña sonrisa nostálgica por recordar mi antiguo vecindario, aquel donde crecí y, de alguna u otra manera, fui conociendo a los que vivían cerca—. Es ese tipo de diferente bueno, ¿sabes? Siempre pensé que no encajaría en ningún lugar, pero eso cambió cuando empecé a conocerlos —exprimí un trapo hasta asegurarme de que no goteara y comencé a limpiar la mesa donde Howdy había hecho los hot-dogs—. Me gusta ser parte de esta pequeña comunidad. 

—Entonces no te gustaría irte —él afirmó más que preguntar, se cruzó de brazos y asintió para sí mismo—. ¿Planeas quedarte mucho tiempo aquí? 

No pude evitar arquear una ceja ante su pregunta que, por alguna razón, se me hacía demasiado familiar; ¿no me habían preguntado algo así antes? 

Al no poder contestar mi propia pregunta, me encogí de hombros mientras continuaba limpiando el mostrador, mi mirada fija en la superficie roja de madera. Ciertamente me gustaba este vecindario, ¿pero en serio iba a dejar toda mi vida atrás para quedarme aquí con ellos? ¿Podría decir ese adiós definitivo? 

Barnaby hizo una pequeña risa que me sacó de mis pensamientos y me revolvió el cabello sin ningún tipo de cuidado; por alguna razón, aquella simple acción me sacó una pequeña risa.

«Aquí tienes —Barnaby me entregó una brillante moneda antes de que se levantara y tomara su pipa nuevamente—, por un buen trabajo. 

Contemplé la moneda que había caído en mi mano cuando menos lo esperaba y rápidamente alcé la mirada para agradecerle a Barnaby por darme mi primera propina; sin embargo, él ya se había ido. 

Cuando Howdy terminó con su llamada, empezamos a hacer inventario de las cosas que ya habían en la tienda y sacamos cosas que ya estaban caducadas para evitar que alguno de los vecinos despistados tuviera una desagradable sorpresa después de su compra; Howdy parecía querer asegurarse de ofrecer productos de primera calidad. 

Al terminar con el inventario, miré a mi alrededor en busca de algo más que pudiera hacer; sin embargo, no parecía haber algo más que estuviera pendiente. Incluso el suelo relucía de limpio y fácilmente cualquier ave podría chocar contra los vidrios de la tienda.

— ¿En serio necesitas un ayudante? —hice una pequeña risa ante mi propia pregunta y me senté en el banco en el que Barnaby estaba hace unas horas. 

Howdy se puso nervioso rápidamente, dejando caer accidentalmente la libreta que usaba para hacer inventarios. 

—A veces suele ser todo un reto la tienda —él alcanzó a murmurar nerviosamente mientras recogía la libreta y se ponía al otro lado del mostrador, justo enfrente de mí. 

—Me lo imagino —aunque en realidad no lo creía del todo; Howdy parecía saber bien cómo administrar la tienda por sí mismo. 

Después de unos segundos donde nos quedamos en silencio, Howdy se aclaró la garganta un par de veces para llamar mi atención. 

—Vecino, ¿podríamos ver nuestro ensayo? —preguntó con curiosidad, inclinándose levemente hacia mí—. Creo que no lo estoy haciendo bien en mi actuación. 

— ¿Qué? —quise reír ante la inseguridad absurda de Howdy mientras sacaba mi celular, buscando en la galería los videos que Frank había tomado—. Howdy, por favor, eres el mejor actor que he conocido. 

— ¿En serio? —arqueó una ceja con interés hacia mí, tomando con delicadeza el celular para que ambos pudiéramos ver la grabación y pasó por mi cabello—. Supongo que no puedo engañarte —hizo una breve risa, delatándose a sí mismo, y suspiró con una pequeña sonrisa en el rostro—. En realidad, me gusta meter mis promociones en las mejores partes de la obra, pero me ha costado encontrar la oportunidad para hacerlo sin que Sally pueda evitarlo. 

—Oh, ya veo —asentí con comprensión, por alguna razón pensé que lo que Howdy quería hacer era algún tipo de comercial. 

Mientras ambos revisabámos las grabaciones con atención, haciendo notas de las partes en las que Howdy podría modificar el diálogo y cómo yo podría ayudarle para no arruinar la trama, el tiempo continuó de manera rápida. 

Cuando menos me lo esperaba, mi turno había acabado después de haber compartido ideas divertidas para modificar ligeramente los diálogos de la obra. 

— ¡Querido vecino! —Wally acercándose a nosotros con su gran sonrisa nos devolvió a la realidad, dándonos cuenta de que el tiempo se había pasado volando—. Qué grata sorpresa verte por aquí. 

—Ah, Wally, buenas tardes —saludé con una pequeña sonrisa, me giré para ver el reloj y alcé la mirada para encontrarme con la de Howdy, él dio un leve asentimiento para indicarme que ya podría irme—. Mi turno acaba de terminar. 

Me quité con cuidado el delantal que Howdy me había regalado y lo dejé colgado en el perchero, así no lo olvidaría mañana cuando regresara. 

—Bienvenido a la tienda, Wally —Howdy suspiró sin mucho entusiasmo, saliendo de detrás del mostrador para seguir los pasos de Wally, y se detuvo para girarse hacia mí—. Nos vemos mañana, vecino. 

—Hasta mañana —me despedí con una sonrisa y salí de la tienda, haciendo sonar la campanita de la puerta. 

Después de que la puerta se hubiera cerrado por sí sola, me pregunté cómo no nos habíamos dado cuenta de que Wally había entrado a la tienda. Di media vuelta para ver a través de los grandes ventanales y me encogí de hombros, sin querer darle muchas vueltas al asunto ya que sentía hambre y mis pensamientos se ocuparon en qué podría cocinar. 

Mientras me acercaba a casa, lo primero que vi fueron las dalias que había plantado con ayuda de Wally e iba a sacar mi celular para verificar la hora, pero me di cuenta que lo había olvidado con Howdy. 

Hice un pequeño suspiro ante mi propia torpeza, después iría a la tienda para recuperarlo, y me metí al jardín para regar las flores antes de ponerme a cocinar. 

Me asomé por la ventana para alcanzar a ver el reloj colgado en mi habitación y abrí la manguera con confianza, dejándola cerca de las únicas flores que había en el jardín. 

Después de algunos minutos cerré la llave y comencé a arreglar la manguera, escuchando pasos cercanos. Desvié la mirada para saber de quién se trataba y suspiré de alivio al ver a Eddie con un par de sobres en la mano. 

—Buenas tardes, vecino —él saludó mientras abría la reja para acceder al jardín, acercándose con confianza sin esperar una indicación de mi parte—. Tienes correspondencia.

Asentí suavemente al terminar de arreglar la manguera en donde debía de ir, sacudí mis manos para retirar el polvo que se había quedado pegado y tomé los sobres, sintiendo un ligero bochorno al ver que Wally y Howdy me habían mandado cada quien una carta. 

—Muchas gracias, Eddie —iba a abrir las cartas para leerlas ahí mismo, pero mi mirada se posó en el cartero al notarlo nervioso—. Uh… ¿Quieres un vaso con agua? 

—Eso me encantaría sin duda alguna —comentó con sinceridad, pero se mantuvo firme frente a mí y se inclinó ligeramente, teniendo que bajar su voz para evitar ser escuchado por otras personas—. En realidad, vecino, me gustaría invitarte a comer. 

Mi mirada curiosa dejó los sobres que tenía en la mano para posarse en Eddie, sin entender los motivos de su repentina invitación. Arqueé una ceja, en espera de recibir más información, y alcancé a divisar una figura asomarse detrás de un árbol cercano. 

«Es Frank —Eddie explicó con un suspiro, avergonzado por la actitud del otro, y se ajustó la corbata, dejando en evidencia sus nervios—. Me ha estado siguiendo toda esta mañana y quiero aclararle las cosas.

—Ya veo —murmuré con comprensión, sintiéndome en parte culpable de que se desarrollara esta incómoda situación, y asentí para aceptar su invitación—. Está bien, solo iré por los libros de Frank para devolverlos. 

Eddie me dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento mientras caminaba para salir del jardín y esperarme afuera. 

Entré por la puerta trasera, buscando rápidamente los libros que Frank me había prestado, y dejé las cartas sobre mi mesita de noche, las leería cuando tuviera tiempo para hacerlo. 

Crucé por encima de las cajas, recordándome que debía hacer espacio en la sala para que Wally y yo pudiéramos pintar, y salí de la casa, asegurándome de cerrar la puerta con llave. 

 


Moví con evidente incomodidad una de las pequeñas zanahorias que había en mi plato; la tensión en el ambiente era tan grave que ni siquiera me daban ganas de comer a pesar del hambre que tenía desde que salí de la tienda de Howdy. 

Frank no estaba ni un poco feliz de tenerme aquí, compartiendo una comida en la que debían estar solamente él y Eddie; supongo que yo también me molestaría si yo estuviera en su misma posición. 

Miré de reojo a Eddie, quien parecía seguir pensando qué hacer en la situación en la que nos encontrábamos, y le di un pequeño y nervioso sorbo al vaso con agua que estaba frente a mí. 

— ¿Y bien? —Frank finalmente rompió el silencio que me estaba sofocando, dejando caer el cubierto sobre el plato para que el sonido atrajera tanto mi atención como la del cartero—. No me dirás que solamente venías a devolverme mis libros, ¿o sí, vecino? 

Le dediqué una pequeña sonrisa de culpabilidad y dirigí mi mirada a Eddie; él me había dicho que solamente le siguiera el juego, pero empezaba a preocuparme de que no tuviera nada en mente para arreglar este malentendido. 

—Tienes razón, Frank —Eddie habló antes de que yo terminara escupiendo toda la verdad acerca de mi plan para ayudarlo con su fobia a los insectos—. Hay algo que debes saber y soy yo el que te lo debe decir. 

— ¿Qué es lo que sucede, señor Dear? –Frank se cruzó de brazos, dirigiendo su mirada ligeramente menos furiosa que la que me dedicaba a mí desde que llegué a su casa, y esperó impaciente una respuesta, sus dedos golpeaban ansiosamente su antebrazo. 

Decidí aprovechar que la atención de Frank ahora estaba sobre Eddie para tomar una pieza de pan y sumergirla levemente en mi pequeño plato con crema de elote. 

—El vecino y yo estamos teniendo una aventura —Eddie declaró sin ningún tipo de vacilación, haciendo que sintiera como si mi alma se fuera a los pies. 

Dejé caer mi pieza de pan sobre el plato y mi mirada salió disparada hacia el cartero, esperando que él empezara a reír para saber qué se trataba de una broma. Sin embargo, eso nunca sucedió. En su lugar, él colocó una mano encima de la mía, provocando que la mirada de Frank se dirigiera hacia mí velozmente. 

— ¡No! ¡No es cierto! —exclamé torpemente, tratando de recuperar mi mano, pero Eddie la estaba aplastando contra la mesa para evitar retirarla—. Frank… Frank, él solamente está bromeando. 

— ¿Señor Dear? —Frank gruñó con irritación y se dirigió a él con su mirada echando chispas, sus manos se apretaron alrededor de sus antebrazos en señal que estaba conteniendo su ira.

Eddie arqueó una ceja hacia mí e intentó darme una señal con los ojos para que le siguiera el juego; estaba comenzando a creer que Eddie no tenía la menor idea de cuáles eran las verdaderas sospechas de Frank.

—Él ya piensa que estamos teniendo una aventura —murmuré lo más bajo y disimuladamente posible, mientras en mi interior rogaba una y otra vez de que el cartero pudiera arreglar su gran error. 

—Oh —Eddie pareció entender finalmente su grave equivocación, ajustando su corbata mientras recorría el lugar con la mirada y retiró su mano de la mía, dedicándole una sonrisa nerviosa a Frank—. Ah… Lo que pasa es que el vecino está interesado en cambiar la apariencia de mi uniforme. 

Frank arqueó una ceja, claramente incrédulo por lo que estaba escuchando.

—Claro, igual que estabas ayudándole a buscar su supuesto reloj en los arbustos la vez pasada —respondió con sarcasmo y su mirada se intensificó, si es que eso era posible, impaciente por escuchar la verdad. 

— ¿Cómo sabías que yo no…? 

— ¡Porque nunca te he visto un reloj! —exclamó Frank antes de que pudiera terminar con mi pregunta, ocasionando que me encogiera de hombros, sintiéndome como la persona más estúpida del mundo por haber inventado tan ridícula excusa. 

 —Hay que calmarnos, Franky —Eddie hizo un suave suspiro mientras se levantaba de su asiento para tomar con delicadeza los hombros del mencionado, haciéndome apartar la vista con algo de vergüenza por estar en medio de una discusión de pareja. 

Sin embargo, al escuchar la supuesta buena idea de Eddie sobre resolver el malentendido, comprendí que él realmente no quería que Frank supiera acerca de su fobia a los insectos, aunque pensaba que era tonto que quisiera mantenerlo todavía como un secreto porque me negaba a creer que Frank no era lo suficientemente listo para darse cuenta de los temores del cartero. 

Entonces, dejé escapar un gran suspiro, atrayendo la atención de Eddie y Frank. 

—Debemos ser sinceros, Eddie —comenté con ligera vacilación, atrayendo el interés de Frank y la mirada aterrada de Eddie; maldita sea, ¿por qué me dejan en esta complicada situación? Si tan solo hubiera alguna manera de aclarar el malentendido sin revelar la fobia de Eddie—. Lo que pasa es… 

—Tienes razón, vecino —Eddie suspiró con derrota, alejándose de Frank mientras se abanicaba con su propio sombrero, y se sentó de nuevo en su lugar, dejando su mirada en el plato intacto que había frente a él—. Frank, debí haberlo dicho antes, perdón —la irritación de Frank pareció desvanecerse con la sinceridad en las palabras de Eddie—. El vecino y yo estamos… 

— ¡Preparándote un regalo sorpresa! —exclamé de pronto, interrumpiendo a Eddie justo a tiempo, y le di un par de palmadas en el hombro al cartero, me mataba verlo de esa manera—. Él me dijo que quería darte algo especial, pero no se le ocurría nada, y yo he tratado de ayudarle. 

—Pero mi cumpleaños ya pasó —comentó Frank con cierta inseguridad en su voz, tomando la mano de Eddie sobre la mesa con delicadeza.

—No tiene que ser una fecha especial para darte algo —Eddie respondió con una pequeña sonrisa de alivio y con una extraordinaria confianza, como si ya hubiera pensando en aquello mucho antes de esta complicada situación. 

—Oh, Eddie —Frank se sonrojó ligeramente y se acercó a él, pero se detuvo al recordar que yo estaba ahí con ellos—. ¿Por qué no vas por la jarra con té helado? Ya debería estar listo. 

Eddie asintió sin rechistar y se levantó rápidamente para obedecer la orden implícita de Frank; podía notar en su expresión que estaba aliviado por haber conseguido liberarse de tan complicada situación que se desarrolló por no haberme querido sincerar con Frank.

«Admiro tu habilidad para mentir —las repentinas palabras de Frank hicieron que la pieza de pan que había rescatado de la crema de elote volviera a caer en el mismo plato—. Sin embargo, sé que lo haces porque el señor Dear está avergonzado de que yo sepa sobre su pequeña fobia —su mirada astuta brilló tras su propio comentario, dejándome en shock por su brillante jugada—. Supongo que puedo confiar en ti después de todo. 

Yo aún no podía creer lo rápido que Frank había tirado nuestras mentiras, sabía que él no era alguien fácil de engañar y me sentía como la persona más tonta del universo por haber creído lo contrario por una fracción de segundo. 

—Frank, lo siento —murmuré, sintiendo una gran culpabilidad en mis hombros—, no pretendía mentirte, pero… 

—Tranquilo —me interrumpió con una sonrisa casi imperceptible en el rostro, esta vez su tono se escuchaba más calmado, como si estuviera entendiendo mis razones detrás de las descaradas mentiras—. Estabas protegiendo al señor Dear, lo comprendo. 

—Bien, preparen sus vasos para la catarata de sabor —Eddie regresó con la jarra de té helado en una de sus manos, vertiendo una generosa cantidad en el vaso vacío de Frank primero. 

Yo dejé escapar un pequeño suspiro, sintiéndome de nuevo a gusto con la presencia de Frank; sabía que mis acciones, aunque equivocadas, habían servido para recuperar su confianza y la de Eddie. Le agradecí con la mirada mientras Eddie servía té en mi vaso, y él se limitó a hacer un pequeño asentimiento con la cabeza, dejando mi conciencia tranquila una vez más. 

Después de una deliciosa comida hecha por Frank, salí de su casa, despidéndome alegremente de la pareja recién reconciliada desde lejos; no tardé en dirigirme a la tienda de Howdy, con la única intención de recuperar mi celular, pero escuché a Poppy llamándome por mi nombre, provocando que la buscara rápidamente con la mirada. Era tan extraño cuando alguien me llamaba por mi nombre, ya me había acostumbrado a que me llamaran “vecino” o “querido vecino” o cualquier otro que tuviera que ver con “vecino”.

Al divisar a Poppy junto a Sally no muy lejos de donde me encontraba, decidí cambiar el rumbo de mis pasos para acercarme a ellas dos, observé con curiosidad las telas que Sally llevaba cargando con ambos brazos e hice mi cabeza a un lado, preguntándome qué estaban planeando. 

—Oh, vecino, tan curioso como siempre —Sally hizo una suave risa, empezando a caminar hacia su casa, yo la seguí por instinto—. Solo quiero modificar tu atuendo como R-bot, Poppy me dio una idea genial y quiero implementarla. 

Alcé mi mirada para ver a Poppy, dedicándole una pequeña sonrisa anticipada de agradecimiento; no sé por qué, pero creía que cualquier idea que tuviera ella acerca de mi estilo o aspecto era una buena idea. Creía ciegamente que ella me conocía mejor que cualquier otra persona.

Sally me entregó mi disfraz, dándome pequeños empujones hacia un vestidor, y corrió la cortina para darme privacidad. No pude evitar sorprenderme que Sally tuviera algo así en su casa, aunque tenía sentido ya que ella se encargaba de los atuendos. 

Aprecié los detalles en la ropa que me hacían parecer un robot, admirando cada vez más a Sally por todo el esfuerzo que le pone a sus obras teatrales, y comencé a vestirme, la ropa se ajustaba a la perfección a mi cuerpo. 

— ¿Has practicado tus líneas? —preguntó Sally con curiosidad, podía escuchar su voz acompañado del sonido de las tijeras cortando tela. 

—Ah… No desde ayer —admití con un poco de vergüenza al recordar mi ataque de pánico durante el ensayo general.

—Deberías practicar con Howdy —ella me recomendó con tranquilidad, alzando su mirada tan pronto yo corrí las cortinas para salir del vestidor—. Se nota que te quiere mucho, estoy segura que estaría dispuesto a ayudarte. 

—Sally tiene razón, vecino —Poppy concordó rápidamente, como si le hubiese divertido ver mis mejillas ardiendo por el tema de conversación que estábamos teniendo—. Él siempre ha sido una persona amable, pero cuando se trata de ti… Pareciera que no tuviera límites. 

—Chicas, por favor —mis mejillas no podían arder más de lo que ya estaban haciéndolo, una tonta y temblorosa sonrisa quería formarse en mi rostro y tuve que desviar la mirada hacia la ventana para tratar de tranquilizarme. 

—No te pongas nervioso, vecino —dijo Poppy con un tono reconfortante mientras se acercaba y me daba una palmadita en el hombro—. Todos estamos aquí para ayudarte a que te sientas cómodo. Y seguro que Howdy estará encantado de practicar contigo.

Asentí, agradeciéndoles con la mirada por el apoyo de ambas. A veces olvidaba la buena suerte que tenía por tener vecinas tan amables y comprensivas como ellas. Tomé una respiración profunda, intentando calmar los nervios que aún revoloteaban en mi estómago y desvié mi mirada hacia la ventana en lo que esperaba a que Sally se desocupara para ajustar el atuendo.

Y, ante todo pronóstico, mis nervios cesaron después de haber hecho un sobresalto cuando divisé a través del vidrio la silueta inconfundible de Wally; me acerqué a pasos apresurados a la ventana, pero no había nada ni nadie. Mi corazón latía con fuerza debido a la repentina e inesperada supuesta aparición de él.

Froté mis ojos con los puños cerrados, preguntándome si había sido real lo que acababa de ver, y abrí la ventana para asomarme a los alrededores; sin embargo, no había ni un solo rastro o evidencia de que Wally hubiera estado ahí hace cinco segundos. 

— ¿Qué sucede, vecino? —Poppy también se asomó por la ventana por un breve momento y bajó la mirada hacia mí, curiosa por lo que pude haber visto. 

—O-Oh… Pensé haber visto a Wally, pero fue mi imaginación —confesé con cierta vergüenza ante mi torpeza, había dentro de mí que me decía que realmente lo había visto; no sé cómo, pero tenía esa sensación que se apodera de mí cada vez que él me veía.

Ah, me escuchaba como el loco que se ponía a pedir limosna en el centro de mi ciudad; me alejé de la ventana, pero la miré de reojo como para asegurarme que realmente hubiera sido una confusión de mi parte. Era imposible que una persona apareciera por unas milésimas de segundo para volver a desaparecer como si nada.

Sin embargo, esta sensación de estar bajo la mirada de Wally no se iba; tuve que hacer un enorme esfuerzo para no ver a mi alrededor solamente para asegurarme de que él no estuviera cerca.

—Debes estar pensando mucho en Wally —Sally comentó con un tono de diversión en su voz, acercándome el trozo de tela que acababa de recortar y lo acomodó para que estuviera encima de la ropa—, ¿no es así? —me dedicó una sonrisa que me hizo entender que estaba insinuando algo y se alejó un par de pasos para ver el atuendo completo.

—C-Claro que no —respondí con cierta vergüenza, desvié mi mirada hacia Poppy, quien me dedicaba una sonrisa similar a la de Sally, y mis mejillas comenzaron a arder de un segundo a otro; esto era peor que cuando Frank creía que le robaría a su esposo—. Wally y yo solo somos amigos. 

—Sí, igual que tú y Howdy —Sally hizo una pequeña risita cargada de sarcasmo, haciendo trazos rápidos en su libreta de siempre, y regresó su mirada a mí, recorriéndome de arriba a abajo—. Por cierto, escuché a Barnaby decir que estás trabajando con él, ¿es cierto? 

— ¡Es cierto! —Poppy respondió por mí con emoción, arrastrando ligeramente una silla cercana para sentarse en ella, y tomó con delicadeza mis manos para hacer que la viera a los ojos—. ¿Cómo te fue en tu primer día de trabajo? 

Sally se acercó, interesada en lo que podría responder; su libreta en mano me decía que estaba preparada para anotar cualquier idea que cruzara por su mente tan pronto yo hablara. 

—Fue divertido —respondí con una pequeña sonrisa nerviosa y recibí miradas repletas de interés, haciéndome sentir como si lo que estaba diciendo era importante—. Howdy me dio un delantal personalizado, bordó mi nombre junto a una pequeña oruga, y Barnaby nos contó chistes para obtener hot-dogs gratis.

—Uh, esa es una buena idea —Sally murmuró, anotando en su libreta. 

— ¿Qué? ¿La comida a cambio de chistes? 

— ¿Qué? ¡Oh! No, no, no —Sally hizo una pequeña risa ante mi pregunta, guardando la libreta en el bolsillo de su pantalón, y retiró la tela que había dejado encima de mí con un movimiento ágil, haciendo dobleces para mantenerlos fijos con pequeñas agujas—. Me refiero a que R-bot trabaje con el señor Greeting en su tienda de refacciones.

Al terminar con su explicación, colocó por encima lo que acababa de hacer. Al mirar hacia abajo, me percaté que se trataba de un delantal un poco menos lindo que el que Howdy me había dado esta mañana. 

Intercambié mi mirada entre Poppy y Sally un par de veces, preguntándome qué tanto de mi vida sacará para acoplarlo en su obra. 



Después de haberle ayudado a Sally con la pequeña modificación al atuendo de mi personaje, me dirigí a la tienda de Howdy. No solamente para recuperar mi celular, si no también para pedirle ayuda con mis líneas cuando tuviera tiempo. 

Al entrar a la tienda, cubrí rápidamente mi cabeza al notar cómo Howdy levantaba la escoba con evidente molestia. 

— ¡Espera, soy yo! —supliqué con los ojos cerrados y mostrando las palmas de mis manos, esperando que se diera cuenta que se trataba de mí. 

— ¡Por mis orugas! —Howdy dejó la escoba a un lado rápidamente y me ayudó a levantarme, avergonzado de casi golpearme con una escoba. 

Oigan, esto me recuerda a mi mamá. Aunque mi mamá era más del método “pega primero, pregunta después”. 

«Perdóname, vecino —él hizo un leve suspiro de arrepentimiento, dando algunos pasos para intentar distraerse de sus propios nervios—. Pensé que eras Wally —pasó un par de manos por su cabello, su molestia se hacía cada vez más evidente por la forma en la que apretaba sus puños con su otro par de manos—. Es que… Mira lo que hizo —sacó un anuncio que tenía pegado en el costado de la tienda, señalando el cero extra que Wally había pintado—. Llegó, tomó todas las manzanas y dijo que iba a aplicar la promoción. 

No pude evitar reírme ante la explicación de Howdy y la astucia de Wally; originalmente el letrero decía “10% de descuento”, pero con el vandalismo de Wally ahora decía “100% de descuento”. Mientras reía por la imaginación que se estaba proyectando en mi mente, me di cuenta que Howdy, en lugar de molestarse por encontrar divertida la situación, se contagió de mi buen humor y me contempló por un instante, haciendo que mi corazón diera un vuelco.

—Supongo que no habrá descuentos por un tiempo —murmuré, tomando el cartel para comenzar a doblarlo y que Howdy pudiera guardarlo, pero dudaba que quisiera conservarlo.

—S-Sí —Howdy tartamudeó, recomponiéndose después de las carcajadas que me sacó sin siquiera proponérselo, desvió la mirada mientras se acentuaba un silencio incómodo alrededor nuestro y rascó nerviosamente su nuca, pensando qué más podría decir. 

—Así que Wally estuvo aquí —solté de pronto, recordando lo que supuestamente había visto cuando estaba con las chicas, e hice un pequeño suspiro, como si saber aquello me quitara un peso de encima—. Cuando estaba con Poppy y Sally pensé haberlo visto por la ventana, fue muy rápido pero sí me asusté —me quedé un momento en silencio al notar que tenía la total atención de Howdy, como si estuviera realmente interesado en mis delirios sin sentido—. A-Ah… Es que me sentía como si estuviera bajo su mirada, ¿sabes? Pero eso es imposible, ¿no? D-Digo, dijiste que él estaba robándote manzanas. 

Howdy hizo un profundo y largo, muy largo, suspiro, yendo a una de las estanterías para acomodar unas cajas de cereal; yo, ante la duda de su reacción, decidí seguirlo. 

—Hay algo extraño con Wally —él murmuró sin necesidad de dirigirme la mirada, parecía realmente concentrado en lo que estaba haciendo mientras me soltaba semejante información que ya me estaba haciendo sentir una poderosa intranquilidad—. No vayas a reaccionar a lo que te voy a decir. 

Agrandé los ojos sin querer ante la última advertencia de Howdy, mis manos comenzaban a sudar por no saber lo que él pretendía decirme, y carraspeé un par de veces cuando me miró de reojo, tratando de borrar los evidentes nervios que se estaban mostrando en mí. Me tomó un par de segundos, pero logré cambiar de expresión por una más normal. 

—B-Bien, puedes continuar —me giré hacia la estantería contraria en la que Howdy estaba trabajando, queriendo disipar mis nervios leyendo las etiquetas de los artículos que tenía enfrente. 

No sé por qué, pero me imaginaba esto como si hubiera alguna cámara escondida observándonos, esperando notar alguna interacción fuera de lo usual para que, quien sea que nos estuviera viendo a través de la cámara, pudiera actuar a tiempo.

—No estoy seguro, es una suposición —me aclaró mientras dejaba las cajas de cereal y comenzaba a acomodar algunas cajas de galletas—. Creo que Wally puede verlo todo, no sé cómo o por qué, pero él… lo sabe. Es como si pudiera verlo. 

Sus palabras hicieron que me acordara cuando Wally se presentó en mi casa con las herramientas para la jardinería, creyendo que se trataba de una coincidencia. Mis manos temblaron ligeramente al querer tomar una lata, procesando la aterradora creencia de Howdy. 

Quizás Wally ocultaba algo realmente siniestro. 

—Ya veo —fue lo único que alcancé a murmurar, mi cabeza seguía dándole vueltas a la idea. 

No podría desacreditar a Howdy; aunque su suposición se escuchaba como una locura e imposible de suceder, concordaba con las cosas que Wally hacía o no.

—Pero es tonto, ¿no es así? —Howdy hizo una pequeña risa tras su comentario, tratando de aligerar el ambiente, y se volteó hacia mí, sacando mi celular de uno de los bolsillo de su delantal—. Por cierto, olvidaste esto aquí. 

— ¡Ah! Gracias —tomé el celular y lo desbloqueé, dándome cuenta que había montones de aplicaciones abiertas; al parecer alguien se había tomado la libertad de explorar sus funcionalidades. 

Borré todas al mismo tiempo y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, sintiendo cómo ese pequeño vacío se llenaba con facilidad al tener de nuevo mi celular conmigo. 

—Vecino, tengo que hacer algunas… Cosas —él murmuró nerviosamente, haciendo que arqueara una ceja con curiosidad, y colocó una de sus manos en mi espalda para guiarme hasta la puerta de la tienda, haciendo evidente que me estaba corriendo—. No quiero ser grosero, pero el tiempo apremia. 

—Está bien —salí de la tienda con un suspiro, quería hacerle más preguntas acerca de Wally y su teoría, pero cuando di media vuelta para hablar de nuevo, me di cuenta que Howdy ya había cerrado la puerta con seguro. 

Me acerqué un poco para fijarme por el cristal de la puerta y noté cómo Howdy se dirigía rápidamente al teléfono, se notaba que lo que estaba planeando era algo urgente. 

Así que Wally puede verlo todo… 

Di media vuelta, sintiendo mi inseguridad crecer con cada paso que daba, y maldije internamente por no tener el amuleto de Howdy conmigo; en este momento, deseaba más tener el collar que mi celular. 

Mientras caminaba, miré hacia arriba al notar los hermosos colores anaranjados que empezaban a teñir el cielo despejado, una brisa cálida revolvió mi cabello como si estuviera jugando conmigo y vi una parvada surcar sin mirar hacia atrás, el invierno estaba a la vuelta de la esquina. 

Había tantas cosas en mi mente que me era imposible concentrarme en algo para dar por concluido el tema; los comentarios que había estado recibiendo sobre Howdy y Wally daban vueltas por mi cabeza. 

Además, la teoría de que Wally podía verlo todo me intranquilizaba enormemente. Era cierto que se escuchaba como una completa tontería imposible de pasar, pero había tantas pruebas que me podían hacer pensar lo contrario. 

Dirigí mi mirada hacia la fastidiosa decoración exterior de mi casa y agrandé los ojos al ver la puerta abierta, haciéndome sudar frío casi al instante. ¡Demonios, ¿no había cerrado con llave?!

 

Chapter 16: ...con cada paso que das

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Entré a mi casa con prisa y temor, aún sin poder recordar si había cerrado la puerta con llave, y sentí el alma salirse de mi cuerpo cuando noté que había menos cajas de las que deberían en la sala de estar. 

¡Alguien me había robado! ¡¿Dónde se supone que está la policía en este lugar?! 

Me dirigí rápidamente al teléfono que se encontraba a mitad del corredor y comencé a digitar el número de emergencias; sin embargo, antes de que pudiera levantar el auricular para concretar la llamada, escuché un par de pasos en la cocina. 

El maldito ladrón seguía aquí, aún tenía esperanza de recuperar mis cosas. 

Caminé lenta y temerosamente con el cuerpo pegado a la pared, tratando de escuchar los movimientos del invasor, y apreté los puños al escuchar mis platos chocando entre sí; me hacía pensar que estaba buscando algo. 

Entré al comedor, esperando que la puerta que daba a la cocina estuviera abierta para poder ver al intruso, y tuve que contener un gruñido de impotencia al ver la puerta cerrada. Debía hacer algo rápido, si iba en busca de Howdy probablemente el ladrón se iría con todas mis cosas, así que tenía qué pensar en algo con lo que pudiera asustarlo. 

Observé a mi alrededor y tomé una de las sillas de madera; nunca he golpeado a alguien con una silla, probablemente terminaría perdiendo el equilibrio cuando intentara levantarla para golpear al intruso, pero era lo único que se me ocurría. 

Quizás debería preguntarle a Howdy si vendía algún producto de autodefensa; jamás había cruzado por mi mente que algo así podría sucederme, ni siquiera nadie tuvo la amabilidad de advertirme. 

Aunque, ¿qué era lo que esperaba? ¿Que alguien de repente llegara conmigo y me dijera “oye, cuidado porque alguien podría meterse a tu casa a robar”? 

Como sea, debía concentrarme. El ladrón seguía buscando algo entre mis platos, debía aprovechar que estaba distraído para al menos alcanzar a rasguñarlo con alguna de las patas de la silla. Tendría suerte si una astilla se le encajaba, aunque el barniz de la silla se veía perfecto y dudaba que alguna astilla rebelde quisiera salirse de su lugar solamente para causar un poco de daño al ladrón. 

Abrí lentamente la puerta e intenté levantar la silla, pero el peso fue mayor y terminé cayendo de trasero al suelo, el mueble de madera cayó a un lado mío, peligrosamente cerca de mi mano. 

— ¡Oh! —Wally se incorporó rápidamente ante el repentino estruendo y arqueó una ceja hacia mí, sus manos en la cadera me daban la impresión de que me iba a regañar—. Vecino, ¿qué intentabas hacer? 

—Ah… Uh… —mis mejillas comenzaban a arder intensamente al darme cuenta que estuve a punto de golpear a Wally. 

Desvié la mirada hacia a un lado, tratando de buscar alguna excusa para disculparme por haberlo intentado golpear, y fruncí el ceño al recordar que él había entrado a mi casa sin mi permiso. Otra vez. 

«Pensé que eras un ladrón —respondí con calma, levantándome con la ayuda de la mesa, y sacudí mi ropa sin apartar mi mirada de él—. ¿Qué te dije de entrar a mi casa sin permiso? 

Wally se encogió de hombros, esbozando una pequeña sonrisa de culpabilidad, y dejó una caja vacía sobre la mesa. 

—La puerta estaba abierta cuando llegué, pensé que estabas adentro —comentó con un tono suave, casi como si realmente estuviera arrepentido—. Entonces vi las cajas y pensé que necesitarías ayuda para desempacar. 

Entrecerré levemente los ojos ante su explicación, alzando la vista para ver las cosas que Wally había acomodado por mí, y dejé escapar un gran suspiro de resignación ante su amabilidad excesiva; parecía que él estaba dispuesto a ayudarme en lo que fuese aunque no se lo pidiera. 

—Oh, Wally, ¿pero qué haré contigo? —negué suavemente con la cabeza mientras pensaba en cómo manejar a una persona que era al extremo amable, pero al ver la sonrisa carismática de Wally y la forma en la que sus ojos parecían brillar hicieron que apreciara sus acciones—. Gracias, eres el mejor vecino de todos. 

Mi comentario ensanchó su sonrisa, esta vez podía sentir aires de superioridad proviniendo de él. Me hacía pensar que acababa de alimentar su orgullo. 

—Claro que lo soy —Wally confirmó con seguridad, parecía estar derrochando confianza en sí mismo, y alisó su suéter azul con elegancia—. Tienes suerte de tener un vecino tan carismático, amable y guapo como yo. 

Hice una corta risa, encontrando divertida la forma en la que comenzaba a alabarse a sí mismo, y asentí para darle la razón, no iba a comenzar una discusión sin sentido después de que Wally se había tomado la molestia de ayudarme a desempacar. 

—Bien, ¿por qué no traes las cosas que necesitamos para pintar en lo que yo termino con las cajas? —sugerí con amabilidad, caminando hacia la sala de estar para tomar las últimas tres cajas que empezaban a guardar polvo. 

—Excelente idea, mi querido vecino —Wally continuó caminando hasta llegar a la entrada y se detuvo para dar media vuelta y verme una vez más antes de irse—. Estoy ansioso de pintar contigo. 

Me limité a hacer un pequeño asentimiento con la cabeza, acompañado de una diminuta sonrisa, y lo miré a los ojos, podía sentir de nuevo esa extraña energía que emanaba de Wally, como si estuviera absorbiendo algo de mí con solo mirarme.

Mi ya acostumbrada inquietud apareció dentro de mí. Me preguntaba qué motivaba ese comportamiento en Wally, y si había algo más que simplemente amabilidad detrás de sus acciones. Tal vez, detrás de esa sonrisa encantadora, se escondía algo mucho más oscuro que cualquiera se podría imaginar. 

Agité suavemente mi mano para despedirme momentáneamente de él y caminé por el pasillo a dirección de mi habitación, la idea de Howdy acerca de que Wally podía verlo todo se repitió en mi mente como si fuera una especie de señal. 

    

Después de haber acomodado las prendas para el invierno en mi armario y los cobertores gruesos encima de éste, regresé a la sala de estar, tratando de mantenerme en calma para evitar hacer que Wally se sintiera incómodo. 

Si él solamente era amable por naturaleza, entonces me vería como una persona horrible por dudar de él; si fuese lo contrario, ¿entonces qué haría? ¿Cómo puedo combatir con alguien así y bajo qué argumentos? 

Antes de que pudiera pensar más en la situación, la puerta principal se abrió, dejando ver a Wally arrastrando un carrito naranja con todo su material de pintura. Tan pronto dejó el carrito a un lado del sofá, comencé a ayudarlo a instalar los caballetes junto a los lienzos en blanco. 

—Ah, vamos a necesitar una mesa —murmuré más para mí que para Wally al ver todos los botes de pintura que quedaban sobre el carrito, yendo a la habitación para llevarme una mesa plegable pequeña que había comprado en línea desde hace años; una de mis mejores compras. 

—Yo traeré las sillas —comentó Wally mientras yo acomodaba la mesa en medio de los dos lienzos y los botes de pintura encima de ella; realmente Wally no se había medido a la hora de comprar. 

Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia a la emoción de Wally por pintar conmigo, y coloqué los pinceles sobre la mesa al mismo tiempo que él llegaba arrastrando un par de sillas. 

—Ah, déjame te ayudo, están un poco pesadas —hice una suave risa al recordar lo que había intentado hacer por pensar que Wally era un ladrón y dejé una de las sillas frente al lienzo. 

Wally se detuvo un momento para ver la organización de los lienzos y, dejando la silla a un lado, cambió la posición de los caballetes; de esta manera, uno de los lienzos estaría a espaldas del otro. 

Entrecerré levemente los ojos ante el pequeño cambio de última hora, ¿cómo se suponía que iba a enseñarme a pintar si no podría ver lo que estaba haciendo? 

—Si me ves pintando —Wally comenzó a explicar, como si me hubiese leído la mente, y terminó de acomodar su silla frente al lienzo—, vas a distraerte de tu propia creatividad. Vas a querer hacer lo que yo estoy haciendo y no debería ser así —me guió hasta mi asiento, colocando una de sus manos en mi espalda, y miró hacia el extenso blanco que había frente a los dos—. Para poder enseñarte todas esas cuestiones técnicas —pronunció en un tono desinteresado, parecía que Wally no estaba entusiasmado por enseñarme teoría—, primero quiero ver tus ideas. 

Rasqué nerviosamente una de mis mejillas, sin lograr comprender del todo lo que Wally estaba tratando de decirme, y dirigí mi mirada llena de confusión hacia él, sacándole un suspiro profundo. 

«Quiero decir, cualquiera puede dibujar una manzana o un plátano si se lo pides —colocó una de sus manos en mi barbilla, moviendo suave y cuidadosamente mi rostro para que viera el lienzo otra vez—. ¿Pero qué quieres pintar tú, vecino? 

Me quedé en completo silencio ante su pregunta, estaba teniendo un gran conflicto personal. 

Cuando era un infante, en la época donde más le interesa uno dibujar y colorear, nos decían qué hacer o qué esperaban ver con la indicación que nos daban. 

“Dibuja una casa”, un cuadrado y un triángulo era lo más aceptable para alguien con una habilidad casi nula como la mía. 

“Dibuja algo que te haga feliz”, tu familia, un amigo o una mascota era lo que esperaban ver. Probablemente hasta una serie de televisión era aceptable, aunque dependía del maestro.

“Dibuja un animal”, un tiburón no podía ser color morado y un perro no podía disparar rayos láser cada vez que ladraba. 

Coloqué una mano en mi barbilla, tratando de pensar en algo que realmente quisiera dibujar, y dirigí mi mirada hacia donde estaba Wally, dándome cuenta que él ya estaba sentado en su asiento, tarareando suavemente una canción mientras movía con habilidad el pincel sobre su propio lienzo. 

«No seas tímido —Wally comentó con suavidad, acomodando la mesa para que quedara cerca de los dos, y se asomó por un lado del lienzo para verme—. Estoy seguro que cualquier cosa que dibujes, será fantástico. 

Le dediqué una ligera sonrisa, tomando temerosamente el pincel que él había puesto a remojar en un vaso con agua, y observé la amplia variedad de colores que podía elegir para comenzar mi pintura; tenía todo, menos la idea de lo que quería hacer. 

Maldición, ¿por qué esto tenía que ser tan difícil? 

Escuchar los trazos de Wally solamente me estaban haciendo sentir ansiedad, él acabaría antes su pintura y probablemente tendría que esperarme toda la noche hasta que terminara. 

Mientras abría cada una de mis carpetas mentales en busca de algo que quisiera plasmar, apareció una ventana emergente con el recuerdo de mi fiesta de bienvenida al vecindario, haciéndome sonreír en el acto. 

Sería algo complicado, estaba consciente de ello, pero quería plasmarlo en el lienzo como pudiera; ya después de que Wally me enseñara todas esas cosas “técnicas”, podría mejorar el dibujo. 

Tomé la única paleta de colores que quedaba sobre la mesa y comencé a colocar cuidadosamente la pintura que iba a necesitar; nunca antes me había sentido así, con tanta decisión en intentar algo que solamente había visto en películas y libros. 

Comencé a dibujar la mesa en la que estaban todos los deliciosos platillos y continué con el cartel de bienvenida que estaba hasta el fondo; tuve que hacer una pausa para pensar en cómo retratar a mis vecinos. 

No tengo la menor idea de cómo dibujar personas, me saldrán monstruos si intentaba hacerlo, pero suponía que ese era el punto. 

¡Ay! Pero no quería sentir vergüenza por la pintura, ¿no hay otra manera mucho más sencilla de poder plasmarlos? 

« ¿Algún problema, vecino? —Wally dejó su pincel dentro del vaso con agua, asomándose de nuevo por un lado para poder verme. 

—No, no, solo estoy pensando —le respondí distraídamente, regresando mi atención al lienzo que tenía enfrente. 

—Ya veo —él murmuró con calma y extendió su mano hacia mí, haciendo que me desconcentrara apenas unos segundos—. ¿Podría ver los ensayos que hicimos, vecino? 

Saqué el celular de mi bolsillo y se lo entregué ya desbloqueado. Si no podía pintarlos como tal, entonces haría algo representativo de ellos. 

A Poppy podría ponerle un corazón con un gorro de chef; a Julie un par de flores coloridas; a Sally una estrella resplandeciente; a Eddie el sobre de una carta; a Frank un libro o una mariposa; a Barnaby quizás un hot-dog; a Howdy definitivamente una oruga; y a Wally, bueno, una manzana con copete estaría bien. 

Hice una pequeña risa ante mi propia imaginación y comencé con los dibujos, sin darme cuenta que Wally ya había terminado su pintura. 

—Oh, vecino, creo que me equivoqué —él me mostró el celular, lo miré de reojo solo para darme una idea de cómo ayudarle, pero mi corazón dio un vuelco doloroso al ver la fotografía que me estaba enseñando sin querer. 

—Ah… Solo… —dejé el pincel dentro del vaso para poder ponerle los videos de los ensayos a Wally, haciendo un triste suspiro al ver por un breve instante a la persona con la que había soñado—. Aquí tienes. 

Le devolví el celular e intenté distraer mis pensamientos con la pintura que estaba en proceso; no quería pensar en él porque si lo hacía, probablemente terminaría llorando y echándole más leña al fuego de mi propio tormento. 

—Lo siento, vecino, ¿hice algo que no debía? —el tono de preocupación de Wally me hizo darme cuenta que había dejado en evidencia mi vulnerabilidad frente a él y, conociendo cómo es, tendría que darle una breve explicación. 

—No, no fue eso —respondí nerviosamente, mi mirada pasaba de mi lienzo a Wally repetidamente, tratando de pintar los objetos representativos de mis vecinos—. Es una larga historia. Para resumir: él era un amigo muy querido, pero todo eso se acabó. 

—Ya veo —murmuró no del todo convencido con mi explicación y acomodó su silla para poder verme sin necesidad de estarse inclinando—. ¿Lo querías mucho? 

Su repentina pregunta hizo que hiciera una amarga sonrisa, tratando de concentrarme en la pintura para evitar soltar alguna lágrima. 

— ¿Quererlo? —repetí con un ligero tono de indignación en mi voz, provocando que la pequeña mariposa que intenté hacer saliera chueca. Él había sido mi mejor amigo durante años, era la única persona por la que hubiese puesto las manos en el fuego si era necesario—. Lo amaba —sí, como a un hermano. 

Escuché un suave gruñido de Wally ante mi declaración, ocasionando que lo mirara de reojo para asegurarme que estuviera bien, pero noté como si estuviera forzando una sonrisa. 

—Entonces —él suspiró con cierta frustración, haciéndome sentir nervios que intentaba disimular manteniendo la mirada en mis trazos inexpertos—, ¿quisieras arreglar las cosas con él? 

Dejé escapar un muy largo y profundo suspiro; la pregunta que no le había querido encontrar una respuesta en concreto finalmente me estaba haciendo frente, no había manera de escapar porque de cualquier manera Wally me presionaría para conocer más de mí. 

—Sí —desvié un momento la mirada al suelo, reflexionando en mis propios pensamientos después de haber respondido, y continué con mis trazos lentos—. Algún día, tal vez. Me gustaría recuperar esa amistad. 

—Vecino, pero puedo ver todo el dolor que esa despedida te dejó —Wally replicó, ocasionando que dirigiera mi vista a él, y su mirada se intensificó, como si estuviera enojado por lo que me había pasado—. No pensarás en irte para encontrarte con ese sujeto, ¿verdad? 

—En realidad… —comencé con un suave tono de culpabilidad en mi voz, sí había considerado aprovechar la vuelta a la casa de mi mamá para arreglar las cosas de una vez por todas; al fin y al cabo era incierto saber cada cuándo podría ir de visita.

— ¡No! —Wally exclamó con rapidez, sacándome un sobresalto ante su repentina reacción, y se acercó a mí para tomarme de los hombros y obligarme a verlo a los ojos—. No puedes irte, tú perteneces aquí… Conmigo. 

—Wally, pero yo… 

Lo siguiente que pasó fue algo extraño

Wally parpadeó una y otra vez, podía notar su desesperación con aquella simple acción, y, después de algunos segundos, dirigió su mirada a mi pintura, soltándome tan pronto giró su rostro.

—Es una bonita pintura, vecino —él comentó con calma, ocasionando que dirigiera mi vista al mismo lugar donde él estaba viendo, y pasé una mano por mi frente. 

¿Qué demonios acababa de suceder? 

Lo último que recuerdo fue que estaba pensando en cómo dibujar a mis vecinos, pero ahora había objetos representativos de ellos en donde estaban sentados durante la fiesta de bienvenida. 

¿Yo había hecho todo esto? ¿En qué momento? 

Oh, diablos, quizás sí podría ser algún tipo de artista después de todo. 

Quiero decir, mi pintura no era digna para presentarse en algún museo o una exhibición de bajo presupuesto, pero me había salido mejor de lo que creía y ni siquiera recordaba cómo lo había hecho. 

—Gracias —le dediqué una sonrisa de gratitud y después señalé la manzana con un intento del copete de Wally—. Este eres tú. 

—Sí, lo puedo ver —él rió suavemente, haciéndome sentir un poco de vergüenza por escuchar su risa tan de cerca, y desvié mi mirada hacia él—. Fue una excelente primera clase, ¿no lo crees, vecino? 

Asentí con la cabeza ante su pregunta y dejé el pincel dentro del vaso y la paleta de colores sobre la mesa; desconocía todo el proceso de limpieza de los materiales, así que tendría que dejarlo en manos de Wally. 

— ¿Qué pintaste tú? —pregunté con curiosidad, tomando un pañuelo para limpiar las pequeñas manchas de pintura que había en mis manos, y me levanté para rodear los lienzos. 

Wally también caminó para mostrarme lo que acababa de hacer, giró el caballete para que no tuviera que caminar más y sonrió con orgullo de lo que acababa de hacer. 

— ¿Qué opinas, vecino? No es lo mejor que he hecho —él dejó su mirada llena de interés en mí, como si realmente le importara saber mi opinión. 

—No seas modesto —comenté lentamente, apreciando la forma en la que la pintura de Wally parecía darle vida a la escena; por alguna razón, me hacía sentir como si ya lo hubiera visto antes—. Es hermoso, tienes una habilidad increíble. Pero… 

Entrecerré un poco los ojos, tratando de averiguar por qué tenía esta extraña sensación de déjà vu. Me acerqué un poco al lienzo, mi mirada recorrió la banca verde hasta llegar al árbol de moras que había encima de ésta. 

— ¿Pero? —Wally repitió con intriga. 

—No sé por qué, pero me hace sentir un poco triste —murmuré con confusión, tratando de entender los sentimientos que comenzaban a surgir por ver la pintura de Wally. 

—Ah, debe ser por los colores —él explicó con una sonrisa llena de carisma, y yo asentí torpemente, después de todo, era él quien sabía todas esas “cuestiones técnicas”. 

No podía apartar la mirada de la banca; por alguna razón, me daba el amargo y triste sabor de una despedida. 

Wally comenzó a acomodar las cosas en el carrito naranja que había traído, ocasionando que mi atención se desviaran a él y después al reloj; ¿cómo había pasado el tiempo tan rápido? Ya casi era hora de la cena y todavía debía esperar a Julie para acompañarla a tomar el autobús. 

—Gracias por venir, fue divertido pintar contigo —comenté con una pequeña sonrisa, queriendo hacerle entender que no iba a permitir que se quedara a cenar, y me acerqué para ayudarle a acomodar sus cosas—. Tal vez deberíamos intentarlo de nuevo otro día. 

—Tenlo por seguro, vecino —Wally esbozó una amplia sonrisa llena de carisma y caminó hacia la puerta, deteniéndose un momento para verme una última vez—. Mientras estés aquí, podremos pintar todas las veces que quieras. 

Asentí con una sonrisa de agradecimiento en el rostro, acercándome a la puerta para poder despedirme de él, y me sorprendí ligeramente cuando de pronto sentí los brazos de Wally alrededor mío, abrazándome cálidamente. 

«Me alegra que te sientas parte del vecindario —se separó apenas unos centímetros, lo suficiente para que pudiera ver su amplia y reluciente sonrisa. 

Dejé escapar un pequeño suspiro de ternura, sabía que Barnaby le habría contado a Wally acerca de mis pensamientos sobre el vecindario, y me tenté en revolver su cabello; aunque quisiera hacerlo, no quería que él hiciera un drama por estar despeinado. 

—Gracias, Wally —comenté con una felicidad genuina. 

A pesar de estar lejos de todo lo que conocí alguna vez, no podía evitar sentirme como parte de este lugar, como si realmente perteneciera aquí. 

—Nos vemos mañana —Wally alcanzó a darme un beso en la mejilla y se fue corriendo, sujetando con firmeza el carrito para evitar que se cayera algo. 

Sentí mis mejillas arder levemente y cerré la puerta, con decisión de ir a la cocina y preparar algo para cenar; sin embargo, la sensación del beso de Wally aún persistía, haciéndome sentir un extraño cosquilleo en el estómago. Si fuera posible, me gustaría recibir más de esas muestras de cariño. 

Abrí el refrigerador sin dudarlo, mis pensamientos aún repetían el pequeño beso que Wally me había dado antes de marcharse, y encontré comida que se había quedado después de mi fiesta de bienvenida, aún se veía bueno. Quizás podría calentarlo para cenar y hacer algún bocadillo para que Julie pudiera comer durante su viaje; aunque en realidad no sabía cuánto iba a tardar en llegar con su familia. 

 

 


Miré al reloj después de bostezar por tercera vez consecutiva en esa noche; Julie estaba tardando más de lo que creía, incluso me había dado tiempo de leer y responder las cartas que Wally y Howdy me habían mandado. 

Básicamente los dos se sentían felices de haberme conocido y les agradaba la amistad que empezábamos a formar; palabras más, palabras menos. 

La carta de Howdy incluía un cupón del 5% de descuento en cualquiera de mis compras en su tienda.

Le di un sorbo más a mi café, esperando poder mantenerme en alerta en lo que Julie decidiera aparecer, y terminé de guardar las cartas que acababa de escribir en sobres que seguían en blanco, casi listos para que mañana se los llevara a Eddie. Nunca antes había mandado una carta de la manera tradicional; aunque no quisiera reconocerlo, me emocionaba un poco todo el proceso que debe pasar una carta para ser entregada. 

Pegué los sobres para evitar que se abrieran por accidente y busqué bajo la mesa la pluma que había estado usando; tan pronto apoyé mi pecho sobre mis propias rodillas sentí mi cabeza hacerse más pesada, quedándome en esa inusual posición por un tiempo. 

Maldita sea, estaba muriendo de sueño. 

Cerré por un instante los ojos, imaginando lo divertido que sería que R-bot pudiera volar por los cielos y lanzar latas de refresco por la boca, aunque sería un problema si lo hacía mientras estaba volando. 

Probablemente el ingeniero William le divertiría los variados desastres que podrían ocurrir a raíz de ello, pero el amable señor Greeting estaría preocupado en arreglar ese tipo de fallas para evitar que R-bot se sintiera culpable por sus accidentes y pudiera volar con confianza. 

Podía verlo con claridad, casi como si yo estuviera en la escena que acababa de imaginar. No mentiré, incluso podía sentir las brisas de aire a mi alrededor mientras estaba en el cielo. 

Al sentir que mi cuerpo se iba hacia adelante, me desperté de golpe e intenté incorporarme con rapidez, pero terminé estrellando mi nuca contra el duro borde de la mesa. Dejé mis manos sobre donde me acababa de lastimar y murmuré varias maldiciones por mi propia torpeza, miré con furia la pluma que seguía en el suelo, como si fuera la culpable de mi accidente, y la recogí con el ceño fruncido. 

Al levantarme, me percaté que el golpe había hecho que mi café salpicara en la mesa y era cuestión de segundos para que el líquido llegara a los sobres en blanco. ¿Qué no puede pasarme una tragedia a la vez? 

Dejé los sobres en una zona segura junto con la pluma, tomé un trapo cerca para pasarlo encima del pequeño charco y me dirigí al fregadero para exprimirlo y lavarlo; una vez más estaba siendo víctima de mi propia torpeza, pero esta vez había una buena justificación. 

Estaba muriendo de sueño, ¿cuánto se suponía que iba a continuar esperando a Julie? ¿Y si ella se le olvidó que iba a viajar y se fue a dormir desde hace horas? 

Mientras exprimía el trapo con ambas manos, mi mirada se alzó para ver a través de la ventana que tenía enfrente y mi corazón dio una dolorosa punzada que me dejó sin aire al ver un par de ojos observándome desde el otro lado. 

— ¡Ahh! —el susto ocasionó que hiciera un pequeño salto hacia atrás y lanzara el trapo al cristal. 

Sin embargo, pronto comencé a tranquilizarme al notar que Julie ensanchaba una sonrisa, riéndose de mi reacción genuina de miedo puro. 

Cada vez la teoría de morir de un susto por culpa de mis vecinos comenzaba a cobrar fuerza, debería de hacer una lista de quiénes no me habían sacado un susto de muerte todavía. 

Tomé una bolsa con varios sándwiches que había preparado especialmente para Julie, me puse el suéter que esperaba pacientemente en el respaldo de la silla y me bebí de un trago lo que quedaba de mi café antes de salir por la puerta que llevaba al jardín trasero, encontrándome con Julie con tan solo poner un pie afuera. 

—Hola, vecino, lamento haberte asustado —aunque su disculpa se escuchaba completamente falsa, sabía bien que ella había disfrutado de mi reacción—. ¿Vamos? 

—Pensé que ya no vendrías —murmuré, siguiéndola sin esperar a que me lo dijera. 

—Lo siento, quería asegurarme que no me hiciera falta nada —la nueva disculpa de Julie ahora sí se escuchaba genuina.

Dejé escapar un pequeño suspiro y asentí, comprendiendo a lo que se refería; sin embargo, una vez mi mamá me dijo que una persona que tarda mucho en irse, era porque en realidad no quería marcharse. Me preguntaba si Julie habría tenido sus dudas antes de decidir tomar la maleta y poner un pie fuera de la casa. 

— ¿Está muy lejos la parada de autobuses? —pregunté en un intento de tener un tema de conversación mientras miraba la tienda cerrada de Howdy, una de las luces del interior seguía encendida por lo que pensé que él todavía no se había ido a dormir. Me pregunto qué estaría haciendo a estas horas de la noche.

—Un poco, hay que atravesar unos árboles así pon atención por dónde vas porque te tocará regresar solo —Julie me entregó una linterna, ocasionando que mi pequeña sonrisa se desvaneciera en un segundo. 

¿Cómo? ¿Yo? Si yo dependo completamente de la aplicación de mapas de mi celular para poder ir a cualquier lugar que quiera, incluso para regresar a casa de mi mamá cuando era necesario. 

Tragué nerviosamente, pero asentí ante sus indicaciones, tratando de grabar en mi memoria el camino por el que Julie estaba a punto de mostrarme, sintiendo la presión de lo que tendría que hacer en caso de que me llegara a perder. 

Tras dejar atrás un par de árboles, tuvimos que encender las linternas; la tenue luz que emanaba el vecindario no llegaba hasta donde nos encontrábamos, no quería ni imaginar lo oscuro que se pondría más adelante. 

Iluminaba uno que otro tronco, lamentando no poder encontrar más marcas que no fueran su particular decoración en el tronco; las líneas que había en la corteza formaban miles de óvalos, casi como si fueran ojos. Me recordaba a los árboles que estaban detrás de mi casa; quizás el vecindario estaba en medio del bosque, aunque no tenía sentido porque el camión de mudanzas me había dejado aquí.

Sin embargo, por más que intentara, no lograba acordarme de todo el camino que había tomado el camión para dejarme hasta mi casa; quería pensar que si no recordaba era porque había llegado de noche, muy apenas podía ver la carretera por la ventana, y era incómodo viajar entre dos desconocidos por lo que la gran parte del tiempo me la pasé jugando en el celular.

— ¿Crees que se pongan felices de verte? —pregunté con cierto nerviosismo, dirigiendo la luz de mi lámpara a una que brincó muy cerca de mí. 

— ¿Eh? 

—Tu familia —expliqué con calma después de que hubiéramos dejado la rana atrás, no sabría qué hacer si decidiera brincarme encima, probablemente se la terminaría lanzando a Julie.

—Ah —ella pronunció sin mucho interés, haciendo que arqueara una ceja con curiosidad por su falta de emoción—. Sí…

Caminamos unos segundos en silencio, la forma en la que Julie estaba actuando desde el momento en el que accedió ir a ver a su familia me parecía de lo sumo extraño; no soy quién para juzgar a una persona por la forma en la que reacciona ante ciertas circunstancias, pero Julie se había puesto triste en la tienda de Howdy por recordar a sus hermanas y ahora que estaba a punto de embarcarse a un viaje para ir con ellas, no parecía que tuviera el mínimo interés.  

—Julie, ¿estás…? —antes de que pudiera terminar de formular mi pregunta, ella tropezó con una roca que no alcanzó a ver y cayó de rodillas sobre el suelo rocoso. 

Julie comenzó a quejarse del dolor mientras se sentaba en la superficie con una de sus piernas flexionadas, probablemente la que se había llevado la gran parte de los daños. Me acuclillé a su lado, iluminando rápidamente la herida abierta que se encontraba sangrando de su rodilla; ah, maldición, eso dejará cicatriz.

Miré a mi alrededor en busca de algo con lo que pudiera lavar la herida o detener el sangrado, pero estábamos en medio de árboles y arbustos, aunque encontrase agua no la debería de usar para algo tan delicado como eso. 

—No importa —ella murmuró, sacando una botella de agua de su mochila para después verter una pequeña cantidad sobre su herida abierta, y de su maleta tomó una calceta larga, envolviendo su rodilla para evitar que la nueva abertura en su piel quedara expuesta—. ¿Puedes ayudarme a levantarme? 

—C-Claro —guardé la linterna en el bolsillo de mi suéter y le ofrecí mis dos manos para ayudarla; no podía creer lo rápido que se había tranquilizado y lo veloz que fue para arreglar su problema—. ¿Quieres que te ayude a caminar?

—Nop, no es necesario —Julie contestó con calma, retomando el camino con lentitud. 

Julie realmente era alguien de admirar; yo me hubiese puesto a llorar y me hubiese quejado mil veces de mi propia torpeza hasta que decidiera que era momento de hacer algo. 

Volví a sacar la linterna de mi bolsillo, vigilando que Julie realmente pudiera caminar ella sola, e hice un suspiro de alivio en el momento que llegamos a la carretera, convenientemente cerca de la parada de autobuses. 

Ella caminó hasta sentarse para esperar el camión y desvió la mirada al cielo, las estrellas y la luna eran los únicos testigos de nuestra pequeña aventura a altas horas de la noche; de no ser por el frío, probablemente sentiría mucho sueño. 

— ¿Qué traes ahí? —Julie pareció percatarse finalmente de la bolsa que llevaba conmigo, ocasionando que se la entregara rápidamente.

—Son algunos bocadillos, no sabía si tu viaje iba a durar mucho o no —murmuré con algo de vergüenza, nunca antes había hecho esto por alguien—. Así que si te sobran, podrías compartir con tus hermanas. 

—Muchas gracias —ella me dedicó una sonrisa cálida, haciéndome pensar en Poppy, y guardó la bolsa en su mochila mientras dejaba su mirada en la calle. 

Su expresión en el rostro me indicaba que había algo que quería decirme, pero no se atrevía a hacerlo. 

«Como soy la mayor —Julie soltó de pronto, su mirada vidriosa hizo que sintiera una punzada en el corazón, y suspiró profundamente—, no es usual que alguien se preocupe por mí. 

Hice un pequeño suspiro de compresión y me acerqué a ella con lentitud, dejando una mano sobre su espalda en un intento de ofrecerle confort; a pesar de que habíamos empezado con el pie izquierdo, no podía negar que ahora veía a Julie como una querida amiga. 

Quizás porque nuestros pasados eran similares. 

Me quedé en blanco por un instante; ¿de dónde había sacado que Julie y yo teníamos un pasado similar? 

Agité mi cabeza, no era el momento de pensar en esas trivialidades, y giré la cabeza para ver hacia uno de los lados de la carretera, sintiendo el aire helado enfriar la punta de mi nariz. 

—Será raro no verte por aquí —confesé cuando divisé el autobús acercándose, esto de despedirse, aunque fuera de manera temporal, se sentía inusual—, creo que te extrañaré. 

—Y yo a ti, vecino —Julie me dedicó una mirada llena de sinceridad, sintiéndome feliz de que ella me hubiera pedido que la acompañara hasta aquí. 

Sin embargo, la sensación de que Julie se estaba guardando algo para ella misma persistía. ¿Qué podría ser lo que no me quiere decir? ¿Algún tipo de secreto? 

Antes de que pudiera preguntar si quería decirme algo más, el camión se detuvo con un molesto chirrido, abriendo sus puertas con un rechinido que me hizo sentir escalofríos. 

Julie se puso de pie y caminó apenas algunos pasos, pero se detuvo para girar hacia mí. 

—Ven conmigo —ella suplicó, ocasionando que agrandara los ojos ante la repentina propuesta, y me tomó la mano con la que sostenía la linterna, ocasionando que cayera a nuestros pies. 

Su propuesta se escuchaba tentadora; podría aprovechar la vuelta solamente para ver a mi mamá y decirle que todo va de maravilla en mi nueva vida en este querido vecindario, pero, por otro lado, tenía responsabilidades aquí como el trabajo de medio tiempo. 

Además, ¿qué podrían pensar mis vecinos por haberme ido sin decir una sola palabra? Todos han sido muy especiales conmigo, no se merecen que me vaya sin siquiera despedirme como era debido. 

«Por favor, no quiero dejarte… —Julie insistió sin soltarme las manos, comenzando a caminar para subir el primer escalón del autobús. 

La forma en la que su mirada brillaba bajo la tenue luz de la luna me hizo dudar en si iba a dejar que se fuera sola, tuve el ligero presentimiento que había algo más para que ella me pidiera acompañarla. 

Giré la cabeza para ver hacia los árboles de los que acabábamos de salir, pensando en las palabras que Wally me había dicho más temprano en mi casa, y regresé mi atención a Julie; no sabía qué decisión tomar, ella realmente parecía decidida en convencerme para que fuera con ella.

 

Notes:

Ho-ho-ho-hola-la-la-la

Una actualización nueva, recién salidita del horno... Le insistí a mi beta que lo leyera, pero no lo logró y yo no iba a esperar a que tuviera tiempo xD a este punto lo despediré por no hacer su trabajo KSLEÑAKEÑLA

Total, aprovecho la ocasión para informarles que me enfermé XD nada muuuuy grave, pero sí tardaré para la siguiente actualización ;-;

Gracias a todos por seguir al pendiente y por sus comentarios y votitos 💕✨

Ahora sí, hasta la próxima!!! 

Chapter 17: Cada movimiento que hagas.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

A pesar de que la sugerencia de Julie era del extremo tentadora, no tenía una razón lo suficientemente válida como para que la quisiera acompañar.

Era cierto que pude haber ido a casa de mi mamá y haberme traído las cosas que me hacían falta, pero eso todavía podía esperar. Por alguna razón no quería dejar a mis vecinos, sobre todo a Wally. Sentía que él se merecía saber si me iba a ir, aunque fuese temporalmente.

Agité mi mano al darme cuenta que Julie se asomaba por la ventana trasera del autobús, esperando que llegara a su destino sana y a salvo, tomé la lámpara que seguía a mis pies y me adentré en el bosque, pero esta vez para volver a mi casa.

Julie no parecía feliz de haberse ido sola, espero que se le pase cuando haya llegado con sus hermanas y demás familiares, empezando a imaginarme una conmovedora reunión.

Pisaba con desconfianza las piedras en el suelo, tratando de recordar el camino de regreso al vecindario, y sentí un escalofrío bajar por mi espalda al escuchar un ulular demasiado cerca.

Intenté buscar la rana que había dejado atrás, pero obviamente no se iba a quedar ahí esperando para guiarme de vuelta al vecindario; maldición, debí haberlo pensado mejor cuando Julie dijo que me tocaría regresar sin su compañía, ¿por qué parecía gustarme meter en este tipo de problemas?

La lámpara comenzó a perder su brillo, provocando que murmurara un par de maldiciones ante la idea de quedarme completamente a oscuras, pero recordé que traía mi celular en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Al encender la linterna del celular, me sorprendí de la claridad con la que podía ver a mi alrededor cercano. Tal vez debí haber usado esto en lugar de la vieja linterna de Julie, probablemente hubiese visto la piedra con la que cayó y le hubiera evitado aquel pequeño accidente.

Guardé la linterna de Julie en el bolsillo de mi suéter y continué caminando, mis pensamientos regresaban a Julie y la conclusión que había sacado rápidamente de que ella y yo teníamos un pasado similar.

Recordaba a la perfección la conversación que había tenido en su casa la vez pasada cuando fui a entregarle su encargo ya que Howdy se había quedado pegado con Wally; tenía miedo porque no sabía cómo iba a reaccionar cuando me viera en su casa, pero todo fue diferente a lo que esperaba.

Ella y yo platicábamos sobre... Me quedé completamente inmóvil, tratando de recordar el tema de conversación que había tenido con ella hace días mientras comíamos, y pasé una mano por mi frente al repasar la escena en mi cabeza, recordando con exactitud que ella había creado una valiosa amistad con la persona que era la dueña de mi casa, pero fue abandonada sin decir una sola palabra.

¿Eso significaba que alguien me había dejado también? Coloqué una mano en mi barbilla, tratando de recordar qué mentira le habría dicho a Julie en lo que yo creía había sido un desesperado intento para agradarle; sorprendentemente, no podía lograr acordarme del relato que le había dicho y con el que había terminado de ganarme su confianza.

Ah, maldición. Ahora tendré que esperar a que Julie regrese para hacerle preguntas acerca de lo que le había dicho, esperaba no olvidarlo para ese entonces.

Antes de que diera un paso para retomar mi camino, escuché el crujir de unas ramas tan cerca que comencé a sentir pánico. Esperé un momento, intentando escuchar algo aparte del viento agitando las ramas de los árboles, y sentí que casi me desmayaba al ver una sombra alta y oscura.

— ¿Vecino? ¿Está todo en orden? —Howdy se acercó lentamente, la luz de mi celular alcanzó a bañarlo para distinguirlo de entre las sombras, y yo tuve que entrecerrar los ojos cuando me apuntó con su linterna, cegandome momentáneamente—. ¿Qué haces aquí tan tarde?

Froté mis ojos para deshacer la irritación y volví a verlo cuando dejé de sentir la luz encima mío, la tensión se desvaneció tan pronto vi que se trataba de Howdy.

—Estaba acompañando a Julie a la parada de camiones —expliqué con un suspiro, suponía que no había necesidad de mentir acerca de Julie ya que se darían cuenta cuando no la vieran aquí, y arqueé una ceja con curiosidad cuando pensé lo extraño que era que él supiera que estaba aquí—. ¿Tú qué haces aquí tan tarde?

Howdy pareció ponerse nervioso de un segundo a otro, jugueteando con el botón de su lámpara, y se encogió de hombros.

—Los vi desde mi habitación —confesó avergonzado, desviando su mirada hacia el suelo como si se estuviera disculpando por habernos espiado—. Me preocupé de que estuvieran jugando tan tarde en el bosque y sentí que estaban tardando en regresar...

Hice un suave "hm" de comprensión ante su explicación, me llenaba de alivio que Howdy se hubiera tomado la molestia de salir de casa por si nos metíamos en problemas, siempre dispuesto a dar una mano amiga. Bueno, más bien, cuatro.

«Así que Julie se fue, ¿no? —Howdy empezó a caminar, provocando que lo siguiera instintivamente para no quedarme en medio del bosque, e iluminó el camino con su linterna, aunque parecía que él no lo necesitaba porque caminaba con total seguridad.

—Sí, dijo que iría a visitar a su familia —comenté con tranquilidad, dándole las gracias a Howdy cuando sostuvo una rama para darme oportunidad de pasar.

—Ya veo —asintió suavemente con la cabeza, aprobando las acciones de Julie—. La familia es importante. Mis padres a veces...

Él continuó hablando y caminando, pero yo lo había dejado de escuchar y seguir; la misma rana (yo pensaba que era la misma, aunque fuese imposible) había saltado a mi pie, asustándome por no esperar que algo se posara sobre mi tenis.

Sacudí la pierna para hacer que se fuera, grave error. La rana saltó hacia mi cabeza, tomando impulso de donde intenté apartarla, y me hizo perder el equilibrio ya que apoyé mal el pie.

Mi tobillo se dobló dolorosamente hacia a un lado, haciéndome caer completamente al suelo, y murmuré un par de maldiciones mientras intentaba levantarme apoyándome de uno de los troncos de los árboles.

Sin embargo, una alucinación provocada por el sueño hizo que viera uno de los círculos de la corteza como si fuera un ojo; si mi cabeza no estuviera tan aturdida por la caída y el sueño que sentía, me hubiese dado cuenta que eran ojos muy parecidos a los que había visto en el suelo de mi habitación.

Retrocedí al instante con confusión y temor, dejando escapar varios quejidos audibles ya que mi tobillo seguía lastimado, y, antes de que cayera de trasero al suelo por segunda vez en el día (aunque prácticamente sería un nuevo día debido a la hora que era), sentí un brazo fuerte sosteniéndome de la espalda.

Ante la ausencia del dolor en mi retaguardia, abrí los ojos y me encontré con la mirada brillante de preocupación de Howdy; había logrado atraparme antes de que cayera, probablemente alertado por mis quejidos de hace un momento.

Dirigí mi mirada hacia el árbol donde creí haber visto los ojos, pero me di cuenta que se trataba de los delirios de una persona somnolienta, e hice un ligero suspiro de alivio.

—Gracias, Howdy —le dediqué una pequeña sonrisa mientras estaba entre sus brazos y apreté los labios con fuerza cuando él me ayudó para incorporarme, tratando de ahogar un nuevo quejido por culpa de mi tobillo recién jodido.

Howdy pareció preocupado por mi notoria expresión de dolor, provocando que desviara la mirada hacia mi tobillo apenas visible por la oscuridad del bosque. Maldita sea, ¿por qué me pasa esto a mí?

Quería mantener mi orgullo intacto, sabía que tan pronto le dijera lo que había pasado, él querría cargarme.

— ¿Sucede algo malo, vecino? —me preguntó con ese tono de voz que me hacía querer contarle hasta mis más profundos secretos, pero lo único que logré hacer fue negar con la cabeza en silencio.

Intenté hacer pequeños círculos con el pie para aliviar el dolor, pero no parecía que iba a funcionar.

—Estoy bien —bueno, quería verle el lado positivo, esto podría ser peor.

Podría estar lloviendo intensamente, con rayos cayendo alrededor nuestro, mientras intentamos llegar a casa con desesperación pues ninguno de los dos se sabía el camino.

Él me miró con cara de "no te creo", se cruzó de brazos y esperó a que caminara, evaluando cada uno de mis movimientos. Entonces pensé en si era buena idea seguir manteniendo mi mentira o sincerarme con Howdy y que me cargara hasta mi casa.

Iba a intentar dar un paso, pero me pareció estúpido hacerlo, podría lastimarme más y nada me costaba decirle a Howdy lo que realmente había pasado. Además, no parecía que mi peso fuese a ser un problema para alguien así de fuerte.

Después de confesar mi pequeño accidente, Howdy hizo que lo rodeara con uno de mis brazos para apoyarme en él mientras caminábamos hacia mi casa, no estábamos muy lejos del vecindario porque pronto divisé las tenues luces de las lámparas; mi rostro no podía estar más rojo como en este momento, había creído firmemente que Howdy mi cargaría.

—Por cierto, tengo algo para ti —rompió el silencio de la nada a algunos cuantos centímetros antes de que llegáramos a la puerta de mi casa y me dejó con cuidado, asegurándose que no fuera a caerme.

— ¿Para mí? —pregunté con curiosidad y dirigí mi mirada hacia él, quien acababa de meter un par de manos en los bolsillos de su sudadera y otro par en los de su pantalón.

Me tambaleé al sentir una punzada de dolor el mi tobillo, ocasionando que Howdy sacara sus manos rápidamente e intentara atraparme, cosa que hubiera servido si hubiera perdido el equilibrio otra vez.

Lo miré con sorpresa por su pronta reacción, y él, al darse cuenta que lo estaba viendo, se avergonzó por completo, pues sus mejillas no tardaron en colorearse.

—Lo siento, lo siento —se apresuró en disculparse, pretendiendo abrir la puerta para mí, pero el seguro se lo impidió.

Palpé en mis bolsillos en busca de la llave, pero no tenía nada, entonces recordé que había salido por la puerta del jardín, la cual se cerraba por sí misma sin necesidad de ponerle seguro o usar la llave.

—Je... —maldición.

Fui levantando lentamente la mirada, con evidente vergüenza por decirle a Howdy que no traía las llaves conmigo, y la bajé de golpe por la idea de quedar como una persona completamente tonta frente a él.

—Olvidaste las llaves, ¿no? —quise reír ante su acertada suposición, pero lo único que hice fue asentir en silencio, sin atreverme a verlo a los ojos.

Howdy hizo una suave risa y me revolvió el cabello sin preocupación alguna, parecía que mi torpeza natural no le molestaba ni un poco, provocando que me sintiera bien con ese pequeño error.

«Bien, ¿qué te parece si primero atendemos tu tobillo y después vemos la forma de entrar a tu casa? —su sugerencia se escuchaba completamente adecuada para la situación.

Iba a dar un pequeño brinco con el pie que no me duele para acercarme a Howdy, pero me quedé inmóvil al alcanzar escuchar mi teléfono sonar. No pude evitar pegar mi oreja a la puerta, asegurándome de estar escuchando bien, y sentí la necesidad de levantar el auricular tan pronto como pudiera; no entendía por qué me estaba sintiendo así, pero realmente quería contestar el teléfono.

Intenté girar la perilla repetidas veces, pero, por supuesto, esto no funcionó y la solté tan pronto dejé de escuchar el timbre del teléfono.

Eso había sido muy raro.

« ¿Vecino? —Howdy me dio un par de pequeños golpes en el hombro para atraer mi atención.

—Ah, perdón, es que escuché mi teléfono.

— ¿El teléfono? —repitió con evidente confusión—. ¿Quién te llamaría a esta hora?

—Probablemente Wally —murmuré con una mano en la barbilla, sabía que se trataba de él porque era el único quien me llamaba, pero me hizo dudar un poco por la hora.

—Vaya, parece que tiene energías de sobra —Howdy comentó con cierta sorpresa, provocando que me preguntara qué podría estar haciendo Wally y por qué me habría llamado.

Después de algunos cuantos segundos en silencio, decidí volver a hablar:

—De cualquier forma —conseguí acercarme a él con un poco de dificultad, apoyándome nuevamente para caminar con su ayuda—, ¿tendrás algo en la tienda para mi tobillo?

—Por supuesto, confía en mí —Howdy me dedicó una amplia sonrisa llena de seguridad, provocando que mis nervios disminuyeran levemente.

Antes de alejarme lo suficiente de mi casa, escuché el teléfono sonando una vez más y giré la cabeza hacia atrás, tratando de entender esta ansiedad que sentía por querer contestar el teléfono.

Sin embargo, también pensé en la gran coincidencia que hubiese sido si hubiera traído la llave conmigo. Si hubiera logrado abrir la puerta e ir a mi habitación para intentar curar mi tobillo lastimado, hubiese escuchado el teléfono a algunos cuantos centímetros lejos de mí, bastando con estirar el brazo para poder contestar.

 

Observé mi tobillo siendo vendado después de que hubiera aplicado una generosa capa de ungüento para el dolor, haciéndome sentir un poco mal por haber llegado a esta hora a su casa para que me ayudara.

—Estás congelado, querido —Poppy observó después de ponerme de nuevo el calcetín que llevaba puesto, dando como finalizado su amable curación—. ¿Quieres una frazada?

—N-No, estoy bien —murmuré nerviosamente, dándole un pequeño sorbo a la taza con chocolate caliente que Howdy había hecho mientras Poppy me ayudaba.

Poppy de cualquier forma se levantó del sofá en el que estábamos y empezó a subir las escaleras, por supuesto iba a ignorar mi respuesta e iba a traer una manta de cualquier forma.

Mientras íbamos a la tienda de Howdy, él encontró una nota de Poppy pegada en la puerta de cristal, diciendo que necesitaba una bombilla de emergencia, pues la que tenía en el baño se había fundido y ella dejaba el foco encendido para poder ver si necesitaba levantarse a mitad de la noche por agua o cualquier otra cosa.

Howdy estuvo a punto de ponerme a mí como una prioridad, pero yo le insistí que fuéramos con Poppy.

Él me repitió que era una mala idea ir con ella en el estado que me encontraba porque podría lastimarme más, pero no quería hacer esperar más a Poppy, quien sabe cuánto tiempo estaría esperando por su bombilla. Así que tuve que insistirle a Howdy una y otra vez, pero como él no cedía, entonces iba a hacerlo sin su ayuda.

Di a lo mucho un par de brincos porque pasos era imposible que los diera, tumbando accidentalmente una de las latas que Howdy había arreglado más temprano en la tienda, y él se dio por vencido, ayudándome para hacer lo que yo quería.

Durante el viaje no cruzamos palabra alguna, podía sentir como si él estuviera molesto por mi terquedad y yo estaba muriendo de culpabilidad por tener a Howdy llevándome de un lugar a otro.

— ¿Te encuentras mejor? —él salió de la cocina con su propia taza en una de sus manos, inclinándose hacia mí para poder ver el trabajo bien hecho de Poppy, y dejó su mirada para nada molesta en mis ojos; que me volviera a dirigir la palabra provocaba que sintiera un gran alivio.

—Howdy, me siento mal —mi repentina respuesta ocasionó que su mirada preocupada saliera disparada hacia mi tobillo vendado—. No por eso —su atención volvió a mis ojos una vez más—. No debí haberte insistido tanto en el estado que me encontraba.

—No pasa nada —me dedicó una pequeña sonrisa, jugando con uno de los mechones de mi cabello, y se apartó lo suficiente para darle un sorbo a su propio chocolate—. Entiendo que Poppy te preocupe, perdón por no haberlo querido ver antes.

Desvié la mirada tan pronto sentí mis mejillas arder y no por culpa del cálido aliento de Howdy acariciando mi cachete izquierdo, sino porque él era increíblemente amable conmigo.

— ¿Amigos? —levanté un poco mi taza, queriendo que él entendiera mi intento de disculpa por lo que había pasado, e hice un pequeño suspiro de alivio cuando nuestras tazas chocaron con suavidad, hubiese sido toda una tragedia si él hubiera decidido no perdonarme.

Él me dedicó una ligera sonrisa, como si no estuviera del todo de acuerdo, y desvió la mirada a un lado mientras se sentaba a un lado mío en el sofá de Poppy, teniendo que bajar la pierna para darle espacio.

Y ahí estábamos los dos, bebiendo chocolate caliente, sentados en el cómodo sofá de Poppy pasadas las tres de la madrugada; muy apenas conseguía mantener los ojos abiertos, no recordaba la última vez que sentía así de pesado los párpados.

—Vecino, en realidad... Quisiera que fuéramos... —Howdy habló, pero yo muy apenas alcancé a escucharlo, le di un pequeño sorbo más a la bebida caliente que tenía entre las manos y sentí mi cabeza irse para un lado—. Oh —por alguna razón él suspiró con desánimo—, déjame ayudarte —me quitó la taza con mucho cuidado y me acomodó de tal manera que pudiera apoyar mi cabeza en su hombro, rodeándome con un par de sus brazos—. Descansa, vecino.

Ni siquiera conseguí discutir acerca de dormir en su hombro, alcancé a ver la silueta borrosa de Poppy, había llegado a tiempo para cubrirme con una manta amarilla y sentí mis ojos cerrarse por sí solos, cediendo lentamente al sueño.

Esperaba que Poppy no se molestara por quedarme a dormir en su casa ni que Howdy se sintiera obligado a quedarse a mi lado para evitar despertarme.

Antes de sumergirme en mis sueños, sentí un ligero peso reconfortante en mi cuello que me hizo hacer una pequeña sonrisa al reconocer inmediatamente de qué se trataba.

Dejé escapar un gran bostezo, estaba empezando a agotarme el mismo escenario una y otra vez

Dejé escapar un gran bostezo, estaba empezando a agotarme el mismo escenario una y otra vez.

Eché un último vistazo a los espejos en las paredes del estudio de arte de Wally, aunque él siguiera insistiendo que no eran espejos, y caminé para bajar las escaleras; ya nada me parecía sorprendente o atemorizante.

¿Y cómo culparme si ya he soñado un montón de veces que estoy aquí? Podría atreverme a asegurar que incluso ya me aprendí los patrones para anticiparme a cualquier susto o desagrado.

Abrí la ventana que se encontraba al final del corredor, me asomé para saludar a Wally quien me esperaba abajo y salté para comenzar a volar; sin embargo, terminé cayendo en los brazos de él.

Bueno, el hecho de que no volara sí estaba siendo algo nuevo.

—Eso estuvo cerca, vecino —él amplió su sonrisa, dándome varios besos en el rostro,y apretó su agarre, obviamente no me dejaría ir.

—Espera, ¿qué haces? —por alguna razón, los besos de Wally empezaban a hacer que sintiera cosquillas e hiciera una suave risa mientras intentaba bajar de sus brazos.

Wally pareció tomar mis palabras como un juego, sus besos se hicieron más veloces e imposibles de esquivar hasta que se volvieron más atrevidos, buscando mis labios y bajando por el cuello.

—Solo pensé que —se detuvo un momento para verme con sus grandes ojos, acomodando un mechón de mi cabello hacia atrás, y comenzó a caminar conmigo, mi mirada no se podía apartar de él— ya es tiempo.

— ¿Tiempo de qué? —pregunté nerviosamente, logrando romper el contacto visual para ver a mi alrededor; nos estábamos dirigiendo a su habitación y, aunque quería huir, parecía que mi ropa se había pegado en sus brazos.

—Oh —Wally hizo una suave risa, tocándome suavemente la punta de la nariz, y me dejó sobre la cama mientras se empezaba a quitar su pañoleta roja—, ya sabes, mi querido... —cortó sus palabras con una pequeña risa, empezando ahora a desabotonar su suéter y provocando que desviara la mirada a un lado con vergüenza.

Él me tomó bruscamente de la barbilla, arrancándome un jadeo de sorpresa por su repentino movimiento, y sus ojos brillaron de tal manera que hiciera que sintiera un desagradable cosquilleo en el estómago. —No puedes tomar el lugar de Julie, vecino tontito.

— ¿C-Cómo sabes? —tartamudeé nerviosamente mientras observaba sus ojos que parecían robarme el alma; me sentía tan vulnerable frente a él.

Él volvió a reír y, antes de responderme, se tomó la libertad de besar mis labios lenta y tortuosamente, haciéndome entender que no tenía escapatoria alguna.

—Tú ya tienes un lugar aquí —Wally murmuró contra mi oído, haciendo que mi piel se erizara completamente en cuestión de segundos, y sentí su lengua húmeda moverse por el contorno de mi oreja hasta que mordisqueó el lóbulo—. Aquí conmigo, por supuesto. Solo conmigo.

Antes de que pudiera pedirle que se detuviera o que me dejara en paz, él volvió a abalanzarse a mis labios, devorándolos sin ningún tipo de compasión o vacilación.

Apreté los ojos, incapaz de hacer otra cosa, y un escalofrío bajó por mi espalda al sentir el collar de Howdy siendo jalado por Wally, desesperado por hacerlo a un lado.

Entonces cuando mi sentencia ya estaba firmada, todo comenzó a hacerse de color rosa y a aparecer brillitos por todos los lados, era como si estuviera en el cielo, pero de diferente color.

A lo lejos vi una catarata, estaba a punto de llegar a ella cuando de pronto...

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Me incorporé de golpe mientras jadeaba, mis mejillas ardían como nunca y, a pesar del frío que hacía, mi cuerpo estaba perlado con sudor. Observé a mi alrededor con cierto temor, estaba en mi habitación y aún faltaban un par de horas para que la alarma sonara, y esperé a que mi respiración se tranquilizara.

Maldición.

Maldita sea.

Demonios.

Acababa de tener un sueño con Wally. ¡Y no cualquier clase de sueño!

Tomé la almohada de mi cama y hundí mi rostro en ella, gritando por toda la vergüenza que sentía al tener un sueño de ese tipo; ahora jamás podría ver a Wally a los ojos, me sentía como si acabara de cometer algún tipo de pecado.

Bajé lentamente de la cama, el ambiente frío de mi alrededor estaba haciendo que me calmara lentamente, y tomé la piedra del amuleto de Howdy, sintiendo como si aquel perturbador sueño se estuviera borrando lentamente.

Desvié la mirada al calendario que estaba en la cocina, encendiendo la tetera para calentar agua para un café, y me dirigí al baño a lavarme la cara, teniendo que esperar un momento para que el agua saliera calentita.

Habían pasado dos semanas desde la última vez que había visto a Julie y la extrañaba demasiado, empezaba a preguntarme si se encontraría bien y la culpabilidad por no haberla querido acompañar se hizo presente de nuevo.

Me miré un momento en el espejo después de haber secado mi rostro con una toalla y bajé la mirada con cierta decepción; no podría perdonarme si realmente algo malo le había sucedido a Julie.

Estos días han sido extraños sin ella; al principio, su ausencia era al extremo notorio, incluso Sally me preguntó si hablaba en serio una decena de veces porque no podía creer que su mejor amiga se había ido sin despedirse.

Pero ahora, suponía que nos habíamos acostumbrado a que ella estuviera lejos, pero no podía evitar pensar cómo serían algunas cosas si ella estuviese aquí; me acerqué al teléfono del corredor y marqué de nuevo los números que había encontrado en su casa, con esperanza de contactarla. Pero no había respuesta, nunca la había.

Colgué con frustración el auricular, tomé las llaves de mi casa y salí para dar un corto y rápido paseo en bicicleta; Wally me había sugerido que cada vez que se me amontonaran las emociones, saliera a recorrer los alrededores, que tal vez así podría encontrar una fuente de inspiración.

Las clases de pintura con él habían sido un fracaso tras otro, él dijo que tenía un bloqueo creativo, yo no entendía cómo podía padecer algo así si ni siquiera había hecho más de una pintura. Quería llorar, me sentía como un completo fracaso.

Tomé la tela de una de mis playeras colgadas antes de montarme en la bicicleta que le había comprado a Eddie, después del paseo tendría que destender ropa, y comencé a andar con cierta lentitud para evitar arruinar mi jardín, dejando la reja abierta.

Los desayunos de Poppy habían cambiado a comidas, pues el clima frío hacía que no me dieran ganas de levantarme tan temprano como usualmente.

Howdy, por su parte, me cambió de turno al día siguiente que había entrado a trabajar con él porque se ponía nervioso cada vez que llegaba paquetería a la tienda estando yo ahí; no podía evitar sentir un poco de ofensa por esa actitud tan inusual en él, me hacía pensar como si él creía que le iba a robar algo.

Y aunque no quisiera darme una explicación válida para que no viera las cosas que llegaban a la tienda, no podía enojarme con él porque había conseguido reparar el amuleto que me regaló tantos días atrás.

A veces quería creer que se ponía así de nervioso porque finalmente había llegado la pintura que le había pedido a pocos días de haber llegado al vecindario, pero no. La pintura siempre tenía una excusa de por qué Howdy tendría que hacer el pedido de nuevo, dándome el mismo tiempo de espera.

Frank a veces solía visitarme en las mañanas, con la excusa de ver cómo iba todo, aunque en realidad sus visitas se debían para que le prestara alguno de mis libros de literatura; me causaba algo de gracia que él tuviera interés en mis gustos en la lectura, pero nuestra amistad se fortaleció más gracias a aquello.

Cuando no podíamos pintar, Barnaby y Wally me invitaban a jugar o hacer alguna travesura en la tienda de Howdy o en la oficina de correos, al parecer Wally ama molestar a Howdy y Barnaby a Eddie. A veces cenaba con Wally, antes de ir a algún ensayo con Howdy o con cualquier otro vecino que se quisiera unir.

En los tiempos libres que tenía, me aseguraba de cuidar a los pequeños peces de Julie y del árbol de manzanas, que ahora ya no tenía manzanas pues tuve que arrancarlas todas y ponerlas en un lugar seguro porque había amenaza de una helada.

Mamá me había contado que es mejor para los árboles enfrentar ese tipo de climas sin frutos pues había probabilidades de que estos mismos dañaran las ramas y el árbol no quisiera volver a retoñar.

Después del trabajo, iba con Eddie para entregar mis respuestas a las cartas que me llegaban y seguir ayudándolo con su pequeña fobia, cosa que había estado avanzando bastante bien porque había sido capaz de tocar una catarina sin morir en el intento. Aunque ahora tendría un gran descanso debido al frío, dudaba que hubiera algún bicho por aquí con este clima.

Sally solía ir a los ensayos cuando no tenía que hacerle más modificaciones al libreto, a veces, al terminar, pasábamos el rato platicando de cualquier cosa con Poppy porque, a pesar de que ella no me lo hubiera dicho, sabía que estaba triste por la ausencia de Julie.

El guión de la obra de teatro estaba tan avanzado que las únicas personas sin un personaje eran Poppy y Julie porque incluso Sally se había dado un papel de menor rango que robaba fácilmente el show cada vez que aparecía en escena.

Mi celular comenzó a llenarse de videos y fotografías de todos nosotros, causándome un poco de gracia como mi estilo personal resaltaba de entre todos por ser el menos llamativo. Qué ironía, ¿no?

Me adentré en el bosque, las llantas de la bicicleta pasaron por encima de las últimas hojas que habían caído de los árboles, y bajé de velocidad al darme cuenta que había llegado a una zona que no había visto antes.

— ¡Vecino! —escuché una voz llamarme a lo lejos, pero al mirar a mi alrededor no encontré nada.

Lo que sí divisé fue una especie de cabaña vieja, pero en buenas condiciones. Estaba muy alejada del vecindario, ¿será que alguien vivía ahí?

Tomé una foto a la cabaña con el celular y continué con mi viaje, pensando en cómo podría retratar aquel lugar durante la clase de pintura con Wally.

Sin embargo, mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuché pisadas demasiado cerca y perdí el control de la bicicleta, rodando por el suelo hasta que impacté contra el tronco de uno de los árboles. Mi cabeza palpitaba de dolor y mi vista no tardó en ponerse nublada por culpa de las lágrimas que salían por la tierra que se había metido en mis ojos.

« ¡Vecino, vecino! —un par de manos me agitaron de un lado a otro, empeorando mi estado después de la contusión en mi cabeza.

Ni siquiera era capaz de moverme, ¿quién demonios pensaba que era una buena idea agitar a una persona que acaba de golpearse la cabeza?

Moví los ojos con lentitud, tratando de enfocar a la única persona que estaba a mi lado, y sentí una fuerte punzada en el pecho al darme cuenta que se trataba de Julie.

— ¿Volviste? —pronuncié con un hilo de voz, a pesar de estar feliz por verla de nuevo aquí, me preocupé enormemente por las heridas que había en su rostro.

Intenté mover mi mano para inspeccionarla, pero era imposible hacerlo en el estado que me encontraba. Mi cabeza daba vueltas y, cada vez que parpadeaba, los círculos de las cortezas de los árboles se convertían en grandes ojos observándonos.

—Vecino, escúchame —ella me tomó firmemente de ambas mejillas, obligándome a verla mientras movía sus labios con rapidez.

Oigan, esto me recordó la vez que tuvimos ese partido de Volleyball. Escuchaba a la gente de mí alrededor hasta que pronto todo fue silencio, adentrándome lentamente a una oscuridad producida por el golpe.

¿Eso significaba que me iba a desmayar?

Las palabras que seguramente Julie estaba diciendo con tanta desesperación no me alcanzaban, todo se sentía demasiado distante. Mis párpados se sentían pesados y mi vista muy apenas podía detectar la silueta borrosa de Julie.

Je. La caída que había tenido hace dos semanas le dejó cicatriz en la rodilla.

Ella me dejó en el suelo nuevamente y se dio media vuelta, probablemente alguien acababa de llegar. Sin embargo, logré notar que su expresión no era de alivio, sino algo más como de horror.

¿Sería que Julie estaba escapando de alguien? Necesitaba ayudarla. Intenté mover una de mis piernas, pero fue inútil.

Lo siento, Julie, tendrás que luchar tu sola.

Intenté mantener los ojos abiertos, para al menos ser testigo visual, pero era algo que no podía hacer en ese momento de debilidad total; antes de que pudiera cerrar los ojos completamente, noté a Wally acercándose con una expresión muy atípica de él.

Parecía estar enojado, irritado, como si las cosas no estuvieran yendo como él las había planeado. Él observó a Julie, movió los labios en señal de que estaba hablando y, segundos después, se percató que yo también estaba ahí, juraría que estaba completamente horrorizado por solo verme.

Finalmente cedí ante la insistente oscuridad.

Desperté gracias al ligero cosquilleo de uno de mis mechones de cabello en mi rostro; estaba de vuelta en mi habitación, pero mi cabeza dolía como en el mismo infierno

Desperté gracias al ligero cosquilleo de uno de mis mechones de cabello en mi rostro; estaba de vuelta en mi habitación, pero mi cabeza dolía como en el mismo infierno. Poco a poco los recuerdos de lo que habían pasado antes de perder la conciencia comenzaron a llegar, ocasionando que me pusiera de pie rápidamente con intención de salir y buscar a Julie.

Sin embargo, me detuve a mitad del corredor tan pronto mi mirada se encontró con la de Barnaby, quien acababa de salir de la cocina con un vaso lleno de agua y un pequeño botiquín de primeros auxilios en una de sus manos.

—Vaya, finalmente despiertas —hizo un suave suspiro, caminando hacia mí para guiarme de nuevo a la habitación, y dejó las cosas sobre la cómoda, a un lado del cargador que uso para mi celular—. Déjame adivinar —él me dedicó una pequeña sonrisa juguetona y esperó a que me sentara—, ¿el árbol se atravesó en tu camino?

Apreté los labios en una ligera mueca que indicaba que su broma no me había hecho reír, pero decidí sentarme en el borde de la cama mientras él revisaba con atención mi cabeza, presionando con suavidad para buscar la zona exacta donde había golpeado contra el duro tronco del árbol.

—No es así, Julie chocó conmigo —expliqué con notoria ansiedad por Julie e hice un quejido de dolor tan pronto Barnaby encontró el centro de lo que podría ser un chichón—. Ella estaba huyendo de Wally, iba a decirme algo importante.

Barnaby me miró con confusión, tomándome suavemente de la barbilla para hacer que lo viera a los ojos, y movió un poco su rostro, tal vez esperando a que siguiera sus movimientos con la mirada.

— ¿Qué tan fuerte te golpeaste? —él cuestionó con gran preocupación en su voz; el hecho de que no hubiera hecho alguna broma era suficiente para hacerme pensar por un instante si lo que había visto realmente había sido real—. Dime todo lo que supuestamente viste, vecino, quizás tendré que llamar a Frank.

Bajé la mirada con un poco de vergüenza por tener que molestar a Frank por un simple golpe en la cabeza y negué suavemente, tomando a Barnaby del brazo para evitar que se marchara.

—En realidad no fue la gran cosa —murmuré pensativamente, tratando de hacerme a la idea que probablemente había sido un sueño en lugar de algo real. Aunque no se sintió como un sueño, ¿quizás alguna especie de alucinación?

—Bien, ¿qué fue lo que viste? —Barnaby insistió, tomando un par de frascos del botiquín para leer sus respectivas etiquetas, dándome la oportunidad de explicarme antes de que decidiera dejar el asunto en manos de un profesional como muy seguramente lo era Frank.

—U-Uh... —vacilé antes de siquiera atreverme a decir una palabra; no quería sonar como algún loco del centro, después terminaría preocupando de más a la gente a mi alrededor y no quería eso—. Creí haber visto a Julie, chocó conmigo mientras andaba en bicicleta y me dijo algo...

— ¿Qué te dijo? —Barnaby aplicó una crema fría en el centro de mi cabeza, provocando que me diera una horrible sensación de escalofríos por el abrupto cambio de temperaturas.

—No lo sé, no escuché —suspiré con pesadumbre, sentía que acababa de perderme algo realmente importante—. Entonces vi a Wally, pero es todo muy confuso... Había muchos ojos y... —alcé la mirada, encontrándome con el rostro lleno de preocupación de Barnaby, y dejé escapar un suspiro de resignación—. Quizás sí me pegué muy fuerte.

— ¿Sabes cómo me llamo?

—Barnaby.

— ¿En qué día estamos?

—Miércoles.

— ¿Qué estabas haciendo antes de quedar inconsciente?

—Fui a dar un paseo en bicicleta.

— ¿De qué color es tu ropa interior?

—A... —me quedé en silencio antes de poder responder su pregunta, frunciendo levemente el ceño ante su expresión de diversión.

—Yo creo que estás bien, vecino —él rió por la broma y salió de la habitación.

Aprovechando que él se había ido, jalé la tela de mi pantalón únicamente para asegurarme de que iba a decir el color correcto, sintiéndome como una persona tonta por hacer esto.

Me levanté con cuidado, mi cabeza todavía dolía pero no tanto como antes, y caminé para ir donde Barnaby, pero al ver por la ventana hacia el jardín de atrás, no pude evitar golpear el cristal y gritar. ¡Oh, no, debía apresurarme antes de que fuera demasiado tarde.

 

Notes:

Una disculpa por el retraso, pero ya me encuentro mejor xd

Y ahora, otra disculpa porque no habrá actualizaciones por lo menos en un mes (arpox) Salió un concurso interesante de escritura y me da muchas ganas de meterme, el problema (por así decirlo) es que debe tener 100 páginas como mínimo xd Apenas llevo 45, espero poder pero me siento con mucha presión

Total, quiero dedicarme esos días al concurso, así que si llego a terminar lo del concurso antes de tiempo o si tengo una chance para escribir una actualización de este hermoso fic, lo haré, no se preocupen:p

Pero como todo en esta vida es una incertidumbre, los veré en un mes más!! (aprox)

Los quiero mucho! Gracias por todo su apoyo!!

Nos vemos en la próxima! Coman frutas y verduras (btw, al fanfic todavía le quedan 5 capítulos a lo mucho)

Chapter 18: Y cada lazo que rompas.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Al salir al jardín trasero ya era demasiado tarde; los malditos animales que creía firmemente estarían invernando, acababan de llevarse mi ropa como si tuvieran de propósito gastarme una mala broma. 

Pateé una piedra con irritación, ¿de dónde demonios se supone que sacaré ropa para vestirme ahora? Esto era un gran y enorme desastre.

— ¿Atrapaste algo? —Barnaby preguntó con su tono juguetón de siempre al salir hacia el jardín, haciéndome sentir un poco de rabia por el simple hecho de que no se daba cuenta de la situación en la que me encontraba; sin embargo, en lugar de enojarme, preferí suspirar profundamente.

Miré hacia el lugar por donde los animales se habían ido, sintiendo una necesidad casi bestial de correr tras ellos y quitarle mis prendas aunque tuviese que darme de golpes con animales salvajes. 

La idea de que algo o alguien había despertado a los animales del bosque cruzó por mi mente; sin embargo, no le puse mucha atención porque escuché la voz de Wally llamándome con ese tono tan carismático que lo caracterizaba. 

—Buenos días, mi adorado vecino —él entró al jardín por la reja que había dejado abierta antes de salir a pasear en bicicleta y tomó una de mis manos para besar el dorso, haciéndome recordar el tonto sueño que tuve. 

—Eres todo un galán, pequeñín —Barnaby rió al ver mi expresión avergonzada y le dio a Wally un par de palmadas amistosas en el hombro que casi le hacen perder el equilibrio. 

—Buenos días —saludé con un suspiro, recuperando mi mano con lentitud y cierta incomodidad—. ¿Qué haces por aquí? 

—Oh, estaba buscando a Barnaby y vi un par de animales yendo al bosque —explicó con calma, haciendo que sintiera incredulidad por la casualidad de que él lo hubiera visto—. Parecían llevar ropa. 

Demasiada casualidad para ser cierto, aunque así era siempre con Wally. Llegaba en los momentos menos oportunos para ofrecer una mano amiga, como si supiera lo que iba a suceder y lo que iba a necesitar. 

—Sí, era la mía —respondí sin energía, ¿sería mi destino pasar el invierno con las prendas limitadas? 

Esto me orillaría a lavar la ropa cada tres días. Si hiciera calor, no le vería mucho problema, pero con el frío, las manos se me congelaban estando en el agua mucho tiempo y era increíblemente doloroso hacer cualquier cosa teniendo las manos así. 

Barnaby parecía que finalmente había comprendido lo que acababa de ocurrir y colocó una de sus grandes manos en mi cabeza, en un intento de decirme sin palabras que todo estaría bien. 

—Podría prestarte algo —Wally sugirió con un inusual brillo en su mirada. 

No pude evitar hacer una corta risa ante sus palabras, imaginando usar su ropa. Aunque era una oferta muy amable, había dos grandes problemas: su ropa definitivamente no me quedaría y, lo más importante, nuestros estilos para vestirnos no podían estar más alejados de parecerse. 

—O yo —Barnaby agregó con una sonrisa, viéndome en la necesidad de negar suavemente con la cabeza para rechazar ambas ofertas. 

—Les agradezco, pero no me quedaría su ropa —expliqué con calma, ambos asintieron al mismo tiempo, dándome la razón. 

Alcé la mirada al cielo para tratar de pensar en una solución al problema, poniendo una mano en mi barbilla, e imaginé la posibilidad de usar algo de ropa de Julie en lo que ella decidiera regresar a su hogar. 

Estuve a punto de compartir mi idea en voz alta, pero Wally pareció saber lo que iba a decir y se adelantó para darme otra sugerencia:

—Podríamos ver qué tiene Howdy. 

Arqueé una ceja ante las palabras de Wally, sin saber si estaba bromeando o hablando en serio. Barnaby parecía apoyar la idea de su amigo, haciéndome negar automáticamente con la cabeza. 

Creía que no estaban tomando en cuenta un pequeño detalle: Howdy era mucho más alto que yo, su ropa me haría tener un aspecto gracioso, aunque quizás podría ser bastante cómodo para dormir. 

—Oh, chicos, por favor —hice una suave risa antes de que la sugerencia fuera más lejos—. La ropa de Howdy tampoco me quedaría, pero no me quejaría si pudiera tener un par de sus sudaderas. 

Ambos me miraron con confusión, haciendo que un intenso bochorno apareciera en mi rostro al pensar que de nuevo había sacado conclusiones demasiado rápido. 

—Hablábamos de la tienda, querido vecino —la mirada de Wally brilló con astucia. 

Barnaby puso una mano en su boca, tratando de esconder una risa burlona en vano. 

Una vez más, había ido demasiado lejos con mis tontas imaginaciones. Y lo peor, Wally no parecía encontrar gracioso mis equivocaciones de ese tipo. 

Me quedé en silencio, el bochorno en mi rostro solamente se intensificó. 

Wally estaba a punto de decir algo más, pero Barnaby lo interrumpió poniendo una mano en su hombro para acercarse a él y susurrarle algo. 

Entrecerré los ojos con sospecha ante aquel intercambio secreto de palabras, desconfiando de cualquier cosa que ambos estuvieran planeando. Sabía que cuando hablaban en voz baja conmigo presente, nada bueno podría resultar. O tal vez sí, pero pasando por muchas tragedias antes. 

—Esto califica como una emergencia de estilo —Wally me explicó con calma, acomodando su sudadera azul con un movimiento parsimonioso, y me extendió la mano, esperando a que la tomara sin dudar como en veces anteriores—. Confía en mí. Barnaby le dirá a Poppy, a Frank y a Eddie que consigan la ropa en la tienda de Howdy, mientras que Sally, tú y yo pensaremos en una apariencia más… Acorde

Arqueé una ceja ante la mención de su última palabra, cruzándome de brazos en una clara señal de que estaba rechazando la idea. — ¿A qué te refieres? 

—Oh, mi querido vecino, no era con afán de ofenderte —Wally le hizo una señal a Barnaby con la mano para que se marchara, dejándonos solos en el jardín de mi casa, y me tomó suavemente de los hombros, esperando a que cambiara de postura—. Creo que lo has notado, tu estilo resalta mucho por aquí, ¿no quieres sentirte realmente como parte de esta comunidad? —antes de que pudiera responderle, él se apartó sin retirar un solo segundo su mirada sobre mí—. Solo estoy viendo por tu comodidad, si no te afecta esto, entonces no soy nadie para decidir por ti, mi adorado vecino.

Wally dio media vuelta, caminando hacia la reja que se había quedado abierta del jardín, pero se detuvo antes de alejarse lo suficiente como para dar por terminado el asunto, agregando de forma astuta: 

«Sólo pensé que sería una grata sorpresa para Julie cuando regresara porque pensará que te vas a quedar aquí con nosotros… Conmigo, de manera indefinida. 

Titubeé ante la mención de Julie. 

El hecho de ver su sonrisa cuando viera mi nuevo estilo, algo que le dijera a todo el mundo que formaría parte de esta linda comunidad de forma indeterminada, me hacía dudar en lo que yo realmente quería. Además, presentía que Wally tenía información sobre ella y no me la daría hasta que accediera a hacer lo que estuviera planeando.

—Espera —murmuré, escuchando una pequeña voz interna diciéndome que no aceptara el ofrecimiento de él en el instante que obtuve su completa atención, e hice un pequeño suspiro de resignación, bajando los brazos en señal de paz mientras trataba de convencerme que no iba a tomar una mala decisión—. Acepto, pero… ¿Qué sabes de Julie? 

Wally ensanchó su sonrisa y su mirada brilló con astucia, manteniéndose callado para no darme detalles antes de que yo cumpliera con mi parte del trato. Tragué con dificultad y lo seguí cuando él me lo indicó con una seña, mi estómago comenzaba a doler.

Esto definitivamente no iba a terminar bien, ¿cierto? 

Sally estaba lavándome el cabello mientras que Wally cambiaba el par de rodajas de pepinos de mis ojos por unas más frescas, ambos me aseguraron que iba a quedar irreconocible una vez terminaran conmigo, cosa que me preocupaba enormemente

Sally estaba lavándome el cabello mientras que Wally cambiaba el par de rodajas de pepinos de mis ojos por unas más frescas, ambos me aseguraron que iba a quedar irreconocible una vez terminaran conmigo, cosa que me preocupaba enormemente. 

No quería ver mi reflejo en el espejo y preguntarme si se trataba de mí la persona que estaba viendo, pero suponía que debía hacer un pequeño sacrificio para poder acoplarme mejor al vecindario.

Ya lo había notado, sabía que algún día tendría que dar este pequeño gran paso, pero nunca me imaginé que sería tan pronto. Hice un pequeño quejido de dolor cuando Sally, sin querer, estiró de más uno de mis mechones del cabello, provocando que casi me incorporara, pero Wally me detuvo y volvió a recostarme para que Sally siguiera trabajando. 

—Esto es muy exagerado —me quejé, ya habían pasado un par de horas desde que me hicieron recostarme en esta extraña silla mientras Sally hacía quién sabe qué con mi cabello—. Pensé que solamente cambiaría de ropa, Wally.

—Oh, vecino, ¿pero qué tiene eso de divertido? —hizo una pequeña risa, acomodando las rodajas de pepino sobre mis párpados cerrados una vez más, y me tomó de la mano, como si estuviera dándome alguna clase de apoyo emocional—. Será una gran sorpresa para Julie, ¿recuerdas? 

Dejé escapar un suspiro de resignación, aguantándome las ganas de levantarme de esta silla y ver el estado de mi cabello en manos de Sally.

—Eso significa que has hablado con ella, ¿no es así? —hice una pequeña pausa, esperando una respuesta de Wally, pero volví a hablar cuando él parecía negarse a contestar—. ¿Cómo ha estado? ¿Volverá pronto? 

Sentí como él apretaba ligeramente mi mano, dándome la vaga impresión de que no quería hablar conmigo acerca del tema. Sin embargo, habíamos hecho una promesa sin necesidad de decir palabra alguna. Yo ya había cumplido con mi parte por acceder a cambiar mi look.

—Sí… —él suspiró profundamente, haciendo que todos los pensamientos de mi cabeza se desvanecieron tan pronto volvió a tomar aire para hablar—. Hablé con Julie hoy por la mañana, tuve suerte de que la llamada entrara porque donde vive, no suele haber buena señal. Está bien, se está divirtiendo con sus hermanas, pero extraña el vecindario y volverá más pronto de lo que creemos. 

No pude evitar sentir intranquilidad con su respuesta; si se suponía que Julie aún no regresaba, entonces ¿realmente había alucinado con ella cuando choqué contra el árbol?

—Así que sigue en su casa —repetí con vacilación, algo en lo profundo de mi interior me decía que no era así, que Wally en realidad estaba tratando de esconderme algo—. Por un momento creí que…

¡Auch!

—Lo siento, vecino —Sally se disculpó rápidamente cuando intenté levantarme para alejarme de la fuente de dolor por inercia—, ya casi termino. 

— ¿Ibas a decir algo, mi querido vecino? —las caricias de Wally sobre mi mano se hicieron más amables, como si estuviera genuinamente preocupado de lo que estaba sintiendo. 

Me quedé en silencio por algunos segundos, pensando seriamente en si debía compartir mi alucinación con él. Decidí hacerle caso a mi instinto y cambiar el tema de conversación.

—Huele extraño —murmuré, poniendo un poco más de atención al aroma que se hizo presente casi desde que Sally comenzó a trabajar en mi cabello.

—No te preocupes por eso —Sally hizo una pequeña risa que logró tranquilizarme y finalmente empezó a echarme agua, como si lo estuviera enjuagando—. Vas a ver que valdrá la pena, vecino.

Antes de que pudiera decir algo, escuché la puerta principal abriéndose, el aire fresco del exterior hizo que me estremeciera por el repentino contraste de temperaturas. 

—Aquí tenemos la ropa —Barnaby comentó, sus pasos pesados hicieron crujir la madera del suelo, y escuché el papel de las bolsas que Howdy entregaba a sus clientes para que se llevaran las compras que habían realizado en su tienda.

—Me encargué de elegirla con las indicaciones que me diste, Wally querido —la voz de Poppy me hizo sonreír involuntariamente; sin embargo, la sonrisa duró apenas unos segundos pues intenté imaginar qué parámetros había tenido que seguir para la elección de las prendas. 

— ¡Excelente! —Wally exclamó con alegría mal contenida, soltó mi mano y escuché un par de pasos alejándose de mí; probablemente él se había levantado para inspeccionar con sus propios ojos lo que habían comprado para mí—. ¡Me encanta! Lucirá de maravilla. 

Arqueé una ceja con cierta preocupación, imaginándome las prendas más coloridas que podían existir. 

Por Dios, esto será un gran desastre.

— ¿Dónde están Eddie y Frank? —Sally preguntó al percatarse de la ausencia de aquel par. 

—Eddie tuvo que regresar a la oficina de correos, está saturado de trabajo el pobre —Barnaby explicó con calma, haciendo que pudiera imaginar a Eddie en su oficina caminando como un loco de un lado a otro para organizar toda la correspondencia pendiente—. Frank dijo que iría a ver insectos a la orilla del lago, pero estoy seguro que en realidad fue a ayudarle a Eddie con el trabajo.

Por alguna razón, aquella idea me hizo sentir un poco feliz. Aunque Frank no fuera del todo honesto con sus sentimientos, sus acciones eran lo que lo delataban. 

—Por cierto, vecino —Poppy se acercó a mí, pues escuchaba su voz como si estuviera a un lado de mí—. Howdy me dijo que no pasaba nada si te retrasabas hoy, pero que le avisaras cuando fueras a la tienda.

Asentí en silencio tras su recado, nunca antes me había pedido avisar antes de que fuera a la tienda. Me preguntaba si aquello tendría algo que ver con el repentino cambio de horario y el hecho de que se pusiera nervioso cada vez que un paquete llegaba a la tienda. 

—Bien, creo que ya está listo —Sally habló con un perceptible orgullo en su voz, colocando rápidamente una toalla alrededor de mi cuello para evitar que mi cabello mojara la sudadera que llevaba puesta—. Puedes irte a probar la ropa, vecino. 

¿Cómo?

¿Tan rápido? 

Sally me ayudó a incorporarme hasta sentarme e intentó secar rápidamente mi cabello con una toalla extra. Todos hicieron una expresión de sorpresa mal contenida cuando Sally terminó de secar mi cabellera, haciendo que tuviera una necesidad casi bestial de correr al primer espejo que encontrara. 

—Espera, mi querido vecino —Wally dejó una mano sobre mi hombro, como si hubiese leído mis pensamientos una vez más, y me dedicó una amplia sonrisa, señalando las bolsas que habían sobre la mesa—. No puedes verte si no tienes el look completo. 

—P-Pero…

—Nada de peros, vecino —Barnaby tomó una de las bolsas y la dejó sobre mis manos, empujándome hacia el vestidor donde me había puesto mi disfraz para la espantosa fiesta de Halloween—. Anda, sin pena. 

Suspiré con resignación cuando él corrió la cortina para darme privacidad, dejándome casi a oscuras, muy apenas podía visualizar la bolsa que llevaba conmigo. 

Empezaba a acostumbrarme a la incertidumbre que parecían querer crear siempre que se trataba de mí. 

Saqué de la bolsa lo que parecía ser una playera, tuve que palparla varias veces para encontrar la etiqueta y ubicar el frente de ésta en medio de la mala iluminación que había en el interior del vestidor. Hice lo mismo con los pantalones; a pesar de que no podía verme, me sentía como un chiste hecho persona.

Los tenis fueron más sencillos de poner. 

Incluso tuvieron la amabilidad de agregar accesorios como pulseras y un broche para la cabeza; oh, diablos, este cambio de look ya se me estaba haciendo algo sumamente exagerado. 

—Vecino, casi olvido darte esto —Wally me extendió unas gafas desde el otro lado de la cortina, haciéndome tragar nerviosamente ya que logré percibir que ambos lentes tenían forma de corazón.

Titubeé al momento de tomarlos, sintiendo un horrible vacío en mi estómago por pensar el ridículo que iba a hacer tan pronto saliera del vestidor, y reemplace mis  anteojos de siempre con los nuevos en contra de mi voluntad. ¿Qué otra cosa podría hacer en este punto? 

Podía sentir los alocados latidos de mi corazón en las palmas de mis manos, la voz de mi interior me gritaba una y otra vez que pensara mejor las cosas y no saliera con la ropa que habían comprado para mí. 

Pasé varios segundos en silencio con la piedra del collar de Howdy siendo estrujada por una de mis manos en un intento en vano de tranquilizarme, la idea de salir y que se rieran de mi nueva apariencia estaba haciendo que mi estómago doliera como nunca. 

Mi mano tembló cuando intenté alcanzar la cortina que todavía me protegía de la mirada de los demás, acomodé un mechón detrás de mi oreja en un gesto nervioso y, finalmente, salí del vestidor. 

La atenta mirada de todos hizo que un bochorno se apoderara de mi rostro y el dolor en mi estómago fuera en aumento, teniendo que apretar los puños con fuerza en un intento de no salir corriendo. 

—Vaya, vecino… —Sally se quedó sin palabras, haciendo que mi ansiedad aumentara.

Desconocía si el silencio que se hizo presente era buena o mala señal, pero me parecieron los segundos más largos de toda mi existencia. Incluso más largos de cuando había tenido la mala fortuna de hacer las malditas planchas por un minuto o más. 

Wally no dejaba de observarme, había un inusual brillo en su mirada, y su sonrisa me indicaba como si acababa de conseguir algo que llevaba deseando toda su vida. 

Barnaby se compadeció un poco de mí porque fue por un espejo de tamaño completo para que pudiera contemplar mi estilo nuevo y mis ojos se agrandaron al ver a la persona que había en el reflejo. 

Mis ojos pasaron de mi ahora cabello anaranjado hasta las zapatillas color lavanda que adornaban mis pies; llevaba una playera café y mis pantalones eran de rayas blancas y rosadas, algo que jamás hubiera usado si hubiese tenido opción. 

Por alguna razón, al verme en el espejo, sentía que tenía cierto parecido con Wally, pero no lograba descifrar por qué este pensamiento brincó a mi mente tras segundos de ver mi reflejo.

Había una linda flor azul decorando mi cabello, las pulseras que me había colocado eran moradas y rosadas, combinando de alguna manera con el atuendo que llevaba puesto, y mis anteojos eran de color rosa pastel. 

Si alguien me preguntara, diría que soy un chiste convertida en persona. Me veo sumamente ridícul… 

—Vecino, te ves fabuloso —Poppy se acercó a mí, colocando una de sus manos en mi hombro, y me dedicó una amplia sonrisa, como si quisiera transmitirme algo de seguridad respecto a mi nueva apariencia. 

Los pensamientos negativos acerca de mí parecían querer desaparecer. 

—Así es, vecino —Barnaby seguía sosteniendo el espejo para mí, esta vez no había un tono juguetón en su voz, quizás para que yo supiera que no estaba haciendo una broma al respecto—. Solo mírate, pareces uno de nosotros. 

Su comentario hizo eco en mi cabeza, haciendo que bajara la mirada para dejar de verme. ¿Realmente esto era lo que quería? Ciertamente me emocionaba embonar finalmente en el vecindario, pero ¿en serio estaba conforme con el precio que parecía debía pagar para esto? 

—Mi querido vecino —Wally me dio un pequeño empujoncito en la barbilla para que levantara la mirada y lo viera a los ojos—, solamente tú podrías hacer que el atuendo luzca perfecto —no pude evitar hacer una pequeña sonrisa tras su comentario de aprobación—. Sin duda alguna, Julie se emocionará al verte. 

Asentí en silencio, tratando de apartar todas las inseguridades que habían me habían asaltado al verme en el espejo, e hice un pequeño suspiro.

—Gracias a todos. Me… Encanta —a pesar de saber que mis palabras eran una mentira, no las sentí como tal, haciéndome reflexionar si en el fondo me había gustado, aunque fuese un poco, este cambio.

 Me… Encanta —a pesar de saber que mis palabras eran una mentira, no las sentí como tal, haciéndome reflexionar si en el fondo me había gustado, aunque fuese un poco, este cambio

Estando en la privacidad de mi casa, aproveché para verme un momento más en el espejo del baño. Por alguna razón, había algo que me incomodaba, pero no lograba identificar si se trataba de la inusual forma de mis anteojos o el color de mi cabello. 

Si mi mamá me viera ahora, probablemente no podría reconocerme. 

Me alejé apenas un par de pasos del espejo, tratando de ver más de mi nuevo yo, y comencé a hacer varias muecas; como si estuviera tratando de familiarizarme con esta apariencia. 

Bueno, al menos ya soy parte del vecindario, ya no resaltaré en las fotos grupales que nos tomemos. 

Ahora me intrigaba lo que Howdy y Julie pensarían al respecto cuando me vieran. Traté de imaginarme la reacción de Howdy cuando me viera llegar a la tienda y…

¡Ah, es cierto! ¡Olvidé que debía avisarle cuando estuviera en camino! 

Me acerqué al teléfono para marcar al número que había visto miles de veces escrito en una de las paredes del local y, antes de que pudiera tomar el auricular, el timbre de mi puerta hizo que me desviara hacia la sala principal, dejando atrás el teléfono. 

Aparté ligeramente la cortina de la ventana que estaba a un lado de la puerta para ver de quién podría tratarse y sentí como los nervios empezaban a crecer dentro de mí al notar que se trataba de Eddie. Sabía que él estaba al tanto que tendría un cambio de apariencia, pero no había visto el resultado final. 

Abrí la puerta con lentitud, tratando de anticiparme a su reacción, y apreté los labios nerviosamente.

—Vecino, tengo corres… —la genuina expresión de sorpresa e incredulidad que apareció en el rostro de Eddie tan pronto sus ojos se encontraron conmigo me recordó a las caricaturas que veía años atrás. 

Agrandó los ojos hasta no poder más y dejó su oración incompleta, quedándose boquiabierto. Incluso las cartas que llevaba en mano se le cayeron al suelo. 

« ¿Vecino? —finalmente logró recomponerse, agachándose para recoger los sobres que ahora se encontraban ante sus pies.

Asentí torpemente, confirmándole que se trataba de mí.

«V-Vaya, no esperaba esto —rascó nerviosamente su nuca, desviando un momento la mirada hacia atrás de él, y regresó su atención a mí, haciéndome sonrojar por la forma que me veía de pies a cabeza—. De no haber sido que yo estuve presente en las compras de la ropa, pensaría que se trataba de otra persona —hizo una pequeña risa, tratando de aligerar el ambiente, y me entregó las cartas después de haberlas sacudido y haberse asegurado de que no estuvieran sucias—. Me encanta tu cabello.

—Gracias, sigo acostumbrándome a esto —mi mirada bajó a mis manos, inspeccionado quién me había mandado cartas, e hice una sonrisa al leer el nombre de Howdy en uno de los sobres; no lo iba a negar, me emocionaba tener correspondencia de él, aunque lo viera casi todos los días en el trabajo.

Fingí toser cuando me percaté que Eddie se había dado cuenta de mi reacción y desvié la mirada a un lado, esperando que no se hiciera ideas erróneas por haber sonreído de esa manera por algo tan simple. 

« ¿Vas a ir con Howdy? —pregunté tras leer el nombre de Howdy en una de las cartas que sobresalían de la mochila que Eddie llevaba con él.

—Así es, ¿necesitas algo? 

Después de pedirle de favor que le avisara a Howdy que iba en camino, me dirigí a la cocina para dejar los sobres sobre la mesa; regresando del trabajo, me prepararía una deliciosa taza de café y leería las cartas para poder responderlas. 

Salí de la cocina, quedándome un par de segundos en el corredor para ver el cártel que seguía pegado en la pared, e hice un pequeño suspiro al recordar el fatídico partido de voleibol donde me terminé desmayando. ¿Cuánto tiempo había pasado ya de aquello? 

Tenía la sensación de que llevaba toda una vida aquí, aunque en realidad llevaba poco menos de un mes.

Estaba a punto de tomar el delantal que usaba como uniforme, pero el teléfono comenzó a sonar, y, como si se tratara de algún hechizo, no tardé en dirigirme hacia éste para contestar. 

—Saludos, mi querido vecino —la voz de Wally me hizo hacer un silencioso suspiro, no sabía por qué esperaba que se tratara de otra persona.

—Hola, Wally, ¿sucede algo? —pregunté con ligera curiosidad, pensaba que era un poco extraño que me hubiera llamado a la casa cuando él ya conocía mi horario laboral en la tienda de Howdy. ¿O será que ya había llamado allá y Howdy le comentó que todavía no me encontraba ahí?

—Sí… B-Bueno, no —tartamudeó, nervioso—. Quiero decir —hizo un gran suspiro, como si estuviera ordenando sus palabras antes de decirlas. No pude evitar arquear una ceja con curiosidad ante su inusual comportamiento—. Yo quería saber si… ¡Ah! —el sonido del auricular cayendo hizo que tuviera que alejar el mío de la oreja, esperé un par de segundos antes de volver a acercarlo—. Perdón, yo solo… ¡No te rías, Home! 

Hice una pequeña risa silenciosa al escuchar los crujidos de madera de fondo, era evidente que cualquier cosa que hiciera Wally, Home estaba listo para reaccionar. 

—Uhm… —interrumpí la pequeña discusión que Wally parecía estar teniendo con su casa tras su pequeño accidente y desvié la mirada hacia el reloj, sabía que Howdy me había dado la oportunidad de llegar más tarde de mi hora de entrada, pero no quería abusar de su amabilidad—. Tengo algo de prisa, así que… 

— ¡Ah, espera! —él alzó ligeramente la voz, claramente apresurado para evitar que colgara—. La clase de pintura de hoy, quisiera que fuera en mi casa.

La sola idea de estar con Wally en su hogar hizo que las memorias de mi estúpido sueño regresaran de golpe, ocasionando que mis mejillas ardieran de vergüenza de un segundo para otro. 

—P-Perfecto, te veo saliendo del trabajo —hablé rápidamente, dejando el auricular en su lugar con un movimiento un tanto brusco. 

Mis nervios habían tomado control de mí, ni siquiera me había importado el hecho de que acababa de acceder a ir a la espeluznante casa de Wally a pintar; como lo del sueño era algo sumamente vergonzoso, no podía evitar pensar en la imposible idea de que Wally podría leer mis pensamientos y que de esta forma se daría cuenta de lo que me estaba matando de pena desde que desperté. 

Sabía que estaba exagerando, pero era mi propia vergüenza estaba tomando control de mi raciocinio. 

 

Guardé mis manos en los bolsillos de mi chamarra mientras caminaba hacia la tienda de Howdy, el vacío en mi estómago crecía con cada paso que daba debido a la ansiedad de saber lo que Howdy diría tan pronto me viera. 

No quería hacerme muchas ilusiones, ¿y si no lo notaba? 

Bajé la mirada con decepción al recordar las veces anteriores donde había hecho cambios significativos en mi apariencia y nadie pareció haberse dado cuenta de ello, ni siquiera el grupo con el que solía pasar mi tiempo libre. 

No, no debía pensar eso. Howdy era alguien sumamente diferente a cualquier persona que haya conocido antes… Además, ¿por qué me importa tanto lo que él pueda pensar respecto a mi nueva apariencia? 

Quiero decir, no era algo que haya sido completamente mi decisión. 

Sentí un gran bochorno en mis mejillas, de pronto la bufanda que llevaba alrededor de mi cuello se me hizo excesiva, y agité la cabeza de un lado a otro para apartar todas esas ideas contradictorias de mi cabeza, aunque agradecía pensar en otra cosa que no fuera en ese tonto sueño con Wally.

Suspiré profundamente, tratando de tener mi mente en blanco antes de abrir la puerta de la tienda, y me quedé inmóvil al escuchar los vidrios retumbando; por un momento pensé que se trataba de mi imaginación, pero agrandé los ojos de golpe cuando escuché como si estuvieran cayendo cosas al suelo. 

Lo primero que brincó en mi mente con la información auditiva que acababa de conseguir fue en que Howdy había tenido algún tipo de accidente; mi corazón se llenó de angustia de un segundo a otro y no dudé en abrir la puerta bruscamente, adentrándome con rapidez para poder ayudarlo. 

Vaya error. 

Al poner un pie dentro de la tienda, terminé pisando sin querer una de las tantas latas que ahora estaban regadas en el suelo; mientras trataba de no perder el equilibrio, pisando una lata tras otra, logré notar el gran desastre que había en el corredor principal. 

Detrás del mostrador se asomó Howdy, preparado para lanzar algo que no logré identificar; justo al otro lado, detrás de varias cajas de madera donde transportamos los artículos, se asomó Wally, no necesitaba preguntar para saber que él era el autor de esta catástrofe.

Esperen un segundo, ¿cómo demonios había llegado Wally tan rápido? Y, peor aún, ¿cómo logró hacer un desastre en tan poco tiempo?

— ¡Querido vecino, cuidado! —exclamó Wally con evidente preocupación, como si aquello fuera a evitar el accidente que estaba a punto de suceder.

— ¡¿V-Vecino?! —repitió Howdy con clara confusión, no parecía haberse dado cuenta que se trataba de mí.

El sonido metálico de las latas rodando resonaba en mis oídos, mientras trataba de mantenerme en pie en ese campo minado. Me sentía como en esas estúpidas caricaturas donde tenía que pasar una cantidad ridícula de tiempo para que el personaje que está sobre las latas finalmente se caiga dentro de una fuente o sucediera algo aún más absurdo; no sabía si debía agradecer que la tienda de Howdy no tenía fuentes ni similares. 

Si mi concentración no estuviera ocupada en mantener el equilibrio, me hubiese percatado que lo que había estado haciendo retumbar los vidrios era la música saliendo de las bocinas de la tienda a un volumen exageradamente alto. 

Finalmente terminé pisando mal una de las latas, Howdy y Wally parecieron haberse dado cuenta de este hecho ya que ambos intentaron acercarse a mí al mismo tiempo; por desgracia, la gravedad fue más rápida que ambos y terminé cayendo hacia atrás, mi mente trataba te anticiparse al dolor que sentiría por caer encima de estos objetos de aluminio. 

Sin embargo, en lugar de eso, un par de brazos consiguieron atraparme a la vez que decenas de cartas salían volando al campo de batalla en el que había terminado por accidente. 

Al levantar la mirada, me di cuenta que se trataba de Eddie, su expresión me indicaba que estaba sorprendido y preocupado por lo que estaba ocurriendo. 

Él movió los labios, pero no alcancé a escucharlo. Finalmente me había percatado de la música inusual que estaba inundando la tienda; no tenía la menor idea de que Howdy tuviera tan terrible gusto musical.

Las bocinas se apagaron, permitiéndome escuchar la voz de Eddie mientras me ayudaba a quedarme en un lugar seguro, apartando algunas latas con el pie para que no pisara alguna por accidente de nuevo.

—Parece que pasó un tornado por aquí —notó con incredulidad después de echarle un vistazo rápido al lugar. 

Y equivocado no estaba. 

Había estanterías desacomodadas, algunos de los productos se encontraban en el suelo; el corredor principal estaba lleno de latas de sopas junto a una variedad de objetos que me atrevería a decir que sirvieron como proyectiles. 

El muro improvisado de cajas de madera que Wally había hecho estaba a punto de derrumbarse y los vidrios del mostrador estaban manchados de diversas sustancias. 

Iba a ser un turno realmente pesado. 

Mi mirada salió disparada hacia Howdy, quien se encogió de hombros, avergonzado, y no tardó en señalar a Wally, como si lo estuviera haciendo responsable de este desastre. 

Wally, sin embargo, me dedicó una sonrisa carismática y se acomodó la sudadera con un movimiento elegante; era evidente que no estaba ni un poco arrepentido de lo que había pasado. 

—Yo solo estaba ayudando a Howdy —se defendió con lentitud, provocando que Howdy se molestara ante las palabras recién pronunciadas—. Él se puso histérico de repente y comenzó a lanzarme cosas.

— ¡Wally! —Howdy dio un paso hacia él, pero se detuvo al ver que lo había asustado. Su ceja tembló con frustración y suavizó la mirada cuando se dirigió a mí—. Eso no es cierto, Wally arruinó todo a propósito. 

Eddie y yo intercambiamos miradas, sin saber cómo actuar de intermediarios en este conflicto. 

—Yo vine a hacer compras de último minuto —Wally comenzó a hablar, atrayendo tanto mi atención como la de Eddie, y apuntó con su pulgar a Howdy, quien esperaba ansioso por lo que iba a decir—. Vi que Howdy necesitaba ayuda y como el gran vecino que soy, decidí darle una mano

Wally soltó una pequeña risita con la última palabra, yo rodeé los ojos por el chiste. 

«Entonces después de haber hecho un gran esfuerzo sin esperar nada a cambio, Howdy se molestó diciendo “Wally Darling, eres demasiado guapo y como no puedo ser como tú, debo de arruinar tu perfecto rostro con mis golpes” —Wally continuó hablando, los ojos de Howdy se agrandaron con indignación ante su discurso, y colocó el dorso de su mano en la frente, derramando drama—. Por supuesto intenté razonar con él mediante palabras y el uso de la razón, incluso estaba dispuesto a compartir mi rutina de belleza con él, pero ¿qué obtengo a cambio de mi increíble amabilidad? —hizo una pausa, girándose para enfrentar a Howdy con la mirada—. Que me lancen basura.

Tanto Eddie como Eddie y yo dirigimos nuestras miradas a Howdy.

— ¡No es cierto! —Howdy replicó rápidamente, tomando uno de los cientos de objetos qué había en el suelo, y se lo acercó a Wally para que lo examinara—. Eran dulces. 

—Howdy… —Eddie y yo suspiramos al mismo tiempo, tal vez porque Howdy acababa de darle la razón a Wally. 

Wally hizo una sonrisa de victoria, haciendo que Howdy frunciera ligeramente el ceño al entender que había caído en su trampa. 

—N-No fue así —él dejó el dulce sobre el mostrador, cruzando un par de brazos sobre su pecho mientras que sus otras dos manos libres las colocaba en su cintura—. Yo estaba tratando de poner música, pero… Uhm… No sabía bien cómo hacerlo y… 

— ¿Cómo? Si tú me enseñaste a hacerlo —hablé sin pensarlo dos veces, interrumpiendo el diálogo de Howdy. Eddie y Wally enarcaron una ceja hacia él, como si estuvieran esperando su defensa. 

—Es que… —Howdy murmuró, sus mejillas comenzaban a colorearse, y desvió la mirada hacia un reproductor de música nuevo, pero antiguo, aunque no tan antiguo como el que reproduce los discos de vinilo—. Q-Quise modernizarme y… 

— ¿Modernizarte? ¡Ja! —Wally repitió con un evidente tono burlón en su voz. 

— ¡Cállate! —Howdy le gruñó en voz baja, pero manteniendo un tono atemorizante. Era clara su vergüenza por haber intentado algo fuera de su zona de confort y haber fracasado rotundamente. 

Eddie volteó a verme con cara de “¿y ahora qué?”, yo me limité a encogerme de hombros. 

— ¿Por qué no nos dices qué pasó, Howdy? Así podemos comparar la versión de ambos —sugirió Eddie con calma, quitando un par de caramelos que había sobre un banco, y tomó asiento. 

Parecía estar más preocupado por resolver el conflicto entre ambos que recoger la correspondencia regada. 

Imité las acciones de Eddie, también tomé uno de los bancos para sentarme frente al mostrador, y agarré uno de los caramelos para quitarle la envoltura. 

—Veamos… —Howdy hizo un largo suspiro. 

Mientras Howdy contaba cada uno de los detalles que habían ocurrido antes de que llegara, los dulces cercanos comenzaron a desaparecer. 

Al parecer, Howdy estaba ocupado conectando el reproductor a los altavoces de la tienda, teniendo un rotundo éxito gracias a uno de los libros que Frank le prestó para esa ocasión en particular; sin embargo, el verdadero reto fue poner el cassette que había comprado y colocar la canción exacta que quería escuchar. 

Cómo Howdy solamente había usado tocadiscos, no tenía ni la más remota idea de cómo colocar un cassette, algo tan primitivo que yo tampoco tendría idea alguna de cómo hacerlo. Y, por desgracia, no había nada en el libro que le había pedido a Frank un par de días atrás. 

También mencionó que le daba vergüenza pedirle un libro más exacto porque empezaría a hacer preguntas y no quería dar tanta información de lo que planeaba. 

No pude evitar arquear una ceja ante aquello. Howdy había actuado muy extraño desde el día que decidió cambiarme el turno, ¿tanta pena le daba querer modernizarse un poco o había algo más detrás? 

Miré a los ojos de Howdy mientras hablaba, y él comenzó a evitar hacer contacto visual conmigo. ¿Qué escondes, Howdy? 

«Entonces Wally dijo que él me ayudaba a poner la canción que quería —Howdy continuó hablando, pero ahora parecía estarle dando su completa atención a Eddie—, pero empezó a picarle a los botones sin cuidado alguno y empezó a sonar las canciones pero de una manera extraña… como si estuviera yendo en reversa. 

Un escalofrío bajó por mi espalda al recordar una canción en reversa que escuché cuando era infante pues estaba la teoría de que tenía mensajes ocultos. En realidad no había letras encriptadas alabando a alguna entidad desconocida, pero recuerdo la incómoda sensación de estar escuchando algo así. 

Giré hacia donde se encontraba Wally, esperando ver su reacción y poder anticiparme si él terminaría confesando que se había inventado la historia que nos contó, pero no lo encontré. 

Mientras trataba de encontrarlo con la mirada, me percaté que las cajas que había usado para su muro improvisado, ahora se encontraban bajo una de las ventanas, usándola como escaleras. 

Wally había huido. 

Coloqué una mano en mi frente, ya podía escuchar a Howdy quejándose con molestia de que Wally siempre hacía lo mismo. 

Vi una vez más a Howdy, contándole a Eddie los detalles de la pelea, y suspiré con resignación; será mejor que empiece a limpiar este desastre. 

           

Tomé la última lata que se encontraba en el suelo, ésta había tenido la audacia de rodar hasta debajo de una de las estanterías lejanas, perdiéndose de la vista de todos, y se la entregué a Howdy para que la colocara en la punta de la pirámide, dando como finalizado la limpieza de emergencia en la tienda. 

Hice un largo suspiro y miré con alivio al reloj, por un momento pensé que arreglar el desastre que él y Wally habían hecho nos iba a llevar todo el turno. 

Estiré mis brazos hacia el techo, tratando de aliviar la tensión que seguía presente en mis brazos, y observé la moderna grabadora que Howdy había comprado. No quería decirlo, pero me recordaba mucho a algo que había encontrado por accidente en el armario de mis abuelos. Incluso creo recordar cómo mamá colocaba uno de sus antiguos cassettes, pero antes tuvo que meter una pluma para darle vuelta. ¿O me estoy confundiendo?

¡Agh, maldita tecnología analógica! 

—Iré a colocar los productos dañados en la estantería de descuentos —me informó Howdy mientras tomaba una caja de madera que había en el suelo llena de artículos que habían sido usados como proyectiles entre la pelea de Wally y Howdy.

—Claro —comenté con una sonrisa forzada, era mi oportunidad para echar un vistazo rápido a la grabadora, e intenté cambiar de expresión cuando noté la sospecha cruzando en el rostro de Howdy—. Yo… Yo me aseguraré de que no haya más caramelos en el suelo. 

Howdy asintió lentamente con la cabeza, no parecía muy convencido de mis palabras, pero aún así se retiró a la estantería que estaba hasta el fondo de la tienda para organizar los productos que tenía en descuento.

Esperé un par de minutos, fingiendo buscar caramelos con la escoba, y me fui acercando disimuladamente al mostrador del lado donde se encontraba la caja registradora; a un lado de está, se encontraba la grabadora nueva y a poco centímetros estaba la caja donde venía el cassette. 

Demonios, realmente era muy parecido al que había visto en el armario de mis abuelos, solo que este parecía recién salido del mercado. 

Presioné la tapa donde iba el cassette, logrando abrirlo con un pequeño clic de por medio, levanté la mirada para asegurarme que Howdy seguía ocupado con lo suyo y tomé cuidadosamente el anticuado formato en el que se escuchaba la música. 

La cinta estaba salida, probablemente donde Wally estuvo presionando a lo loco los botones. Entendí, entonces, que el peculiar sonido saliendo de las bocinas no era la música que se debía de reproducir, sino era como la interpretación de un músico al cual le habían desacomodado sus partituras y colocado de forma aleatoria. 

— ¿Piensas que las latas golpeadas deberían ir arriba o abajo, vecino? —la voz de Howdy hizo que mi corazón diera un vuelco, escondiendo el cassette bajo el mostrador por creer que se estaba acercando. 

Alcé la mirada, dándome cuenta que él seguía en el mismo sitio de antes, y suspiré de alivio; aún podía seguir dándole rienda suelta a mi curiosidad. 

—Arriba, así Poppy, Barnaby y Eddie podrán verlas sin ningún problema —comenté mientras buscaba por el mostrador una pluma, acababa de recordar lo que había hecho mi mamá para poner su música—. Y si Frank, Wally, Julie, Sally o yo te pedimos que la bajes, lo más seguro es que la compremos para no volver a molestarte. 

—Me encanta como piensas —Howdy comentó con un claro tono que me hacía sentir que estaba orgulloso, pero no tenía tiempo para pensar en eso. 

Metí la pluma en uno de los agujeros del cassette y comencé a darle vueltas de manera tranquila y suave, sintiéndome superior al ver cómo la cinta volvía al lugar donde pertenecía. 

Cuando logré componer este pequeño desastre, volví a dejar el cassette dentro de la grabadora. Al cerrar la tapa, uno de los botones saltó, sacándome un susto por lo inesperado de la situación. 

Los símbolos que había en los botones me los sabía de memoria, eran los mismos símbolos qué aparecían en mi reproductor de música del celular. Sin vacilar, presioné el botón para reproducir la música. 

Hice una pequeña sonrisa de victoria al ver los engranajes del cassette girando con naturalidad, pero me empecé a preguntar por qué no se escuchaba nada. 

Levanté el reproductor con ambas manos, girándolo para darme una idea de lo que podía estar fallando, y un cable cayó a mis pies, teniendo la suerte de que estos hubieran amortiguado el sonido. No podía evitar sentir los nervios recorrer mi cuerpo, no tenía la menor idea de por qué quería hacer esto sin que Howdy lo supiera. 

Me sentía como cuando me desvelaba en las noches y tenía que fingir estar durmiendo cada vez que mi mamá se levantaba a monitorearme para evitar algún castigo que involucrara alguno de mis preciados electrónicos. 

—Vecino, necesito que me des tu visto bueno con la… —Howdy se quedó callado justo al otro lado del mostrador, su mirada cayó en mis manos. En una de ellas estaba la grabadora y en la otra el cable para conectarla al amplificador. 

Ambos nos quedamos inmóviles, como si estuviéramos esperando la reacción del otro. 

Mis manos se movieron por reflejo cuando Howdy dio un paso hacia mí, creyendo que me quitaría la grabadora antes de que pudiera conectarla, y el final de una canción comenzó a salir por las bocinas de la tienda a un volumen adecuado. 

Los ojos de Howdy se agrandaron cuando el silencio volvió a hacerse presente en la tienda, mirando a su alrededor como si estuviera calculando cuánto tiempo tendría para que la siguiente canción se reprodujera, y un notable rubor apareció en sus mejillas; él estaba avergonzado, no había duda alguna de aquello. 

Howdy se abalanzó hacia la grabadora justo cuando la nueva canción comenzó a salir por las bocinas, pero yo me interpuse cuando reconocí aquella melodía. 

—Esa canción… 

— ¡N-No! No es así, te equivocas —replicó Howdy rápidamente sin dejar que terminara de hablar, podía sentir su desesperación por hacerme a un lado para llegar a la grabadora. 

La semejante obra musical que estaba saliendo por las bocinas me hizo hacer una sonrisa tonta, siguiendo la letra en un susurro para que Howdy no escuchara mis aullidos. Era mi canción favorita, no había duda alguna de ello. 

Howdy, frustrado por no haber logrado lo que quería, se apartó mientras caminaba de un lado a otro, probablemente en un intento de calmarse. 

Entonces todas las piezas sueltas del rompecabezas comenzaron a acomodarse por sí mismas; ese día que le había dejado mi celular a Howdy por accidente, fue el mismo donde se apresuró para echarme porque tenía una llamada importante. 

Él probablemente había estado buscando algún disco de vinilo donde estuviera mi canción favorita; sin embargo, al no encontrarlo, probablemente tuvo que recurrir a algo ligeramente más moderno. 

Howdy me estaba preparando una linda sorpresa, por eso había estado tan nervioso desde que había cambiado mi turno. 

—Howdy —lo llamé, deteniendo su andar de un lado a otro, y le dediqué una amplia sonrisa por todo lo que tuvo que invertir en este hermoso detalle—, muchas gracias, esto realmente me hace sentir feliz. 

Noté cómo los labios de Howdy temblaban al intentar decir algunas palabras, parecía demasiado nervioso como para responderme, y se acercó de nuevo a mí, esta vez para rodearme con sus cuatro brazos en un cálido abrazo. 

Por desgracia, aquel gesto duró apenas unos segundos, pues el reloj de la tienda comenzó a sonar para avisarnos de que la hora de cerrar había llegado. 

Ambos nos separamos por haber sido interrumpidos, yo feliz por escuchar mi canción favorita en mi trabajo, Howdy todavía nervioso y avergonzado. 

—Lamento haber hecho que tuvieras un turno pesado con tanta limpieza —comentó Howdy con calma, parecía estar haciendo un esfuerzo para intentar tranquilizarse. 

—No te preocupes, estoy desquitando el sueldo —hice una pequeña risa ante mi propio comentario, deteniendo el cassette después de que mi canción favorita se hubiera terminado, y apagué la grabadora. 

No podía dejarle estas tareas a Howdy después de lo que había ocurrido al inicio de mi turno. 

—Ya sé —Howdy hizo una sonrisa, su mirada fija en mí—. ¿Qué te parece si te invito a cenar por un buen trabajo? 

La idea de tener otra cena con Howdy era demasiado tentadora, sobre todo porque no tenía ningún ensayo programado para esta noche. 

—Claro, me encantaría —accedí sin pensarlo, la última vez que había cenado con Howdy me la había pasado bastante bien. Aunque la comida estuvo a punto de quemarse, fue una delicia culinaria. 

Pero no tanto como la comida de Poppy. 

— ¡Gusanomenal! —exclamó con evidente emoción, apresurándose para voltear el cartel de abierto que colgaba en la puerta, y comenzó a hablar sobre los platillos planeaba cocinar. 

Sin embargo, la sonrisa que tenía en mi rostro comenzó a desvanecerse cuando recordé la clase de pintura que Wally me hizo confirmar por teléfono antes de venir al trabajo. 

Howdy dejó de hablar al notar mi expresión, parecía comprender que estaba a punto de cambiar de opinión ante la idea de cenar con él. 

—Ah, lo siento —comencé, sintiendo mi corazón hacerse chiquito por haberle robado la ilusión de esa manera a Howdy—. Recordé que ya tenía un compromiso para esta noche. 

Ambos nos quedamos en medio de un silencio incómodo mientras me quitaba el delantal del trabajo para dejarlo colgando del perchero de la entrada, tomando de ahí mismo mi abrigo y la bufanda con la que había llegado. 

—Con Wally, ¿no es así? —él preguntó antes de que pudiera despedirme, mis ojos se agrandaron al sentir las palabras atoradas en mi garganta cuando intenté responderle.

¿Por qué el solo pensar decir la verdad estaba provocando esta sensación de dolor en mí? 

Asentí en silencio, incapaz de emitir ruido alguno, y sentí una horrible sensación de vacío cuando las cejas de Howdy bajaron al igual que su mirada, una expresión de derrota. 

«Está bien, vecino —él se acercó a mí, colocando una mano en mi espalda para acompañarme hasta la puerta de la tienda, y me dedicó una sonrisa, aunque en el fondo sabía que eso era probablemente lo último que quería hacer—. Lo dejaremos para otro día. 

Por alguna razón, la idea de que Howdy propusiera mover la cena para otra oportunidad, hizo que me tranquilizara un poco. 

—Por supuesto, estaré esperando con ansias —finalmente le respondí con sinceridad y salí de la tienda no sin antes despedirme de él, agitando mi mano de un lado a otro. 

Cuando escuché el seguro de la puerta, no pude evitar mirar hacia atrás, los focos de la tienda finalmente se apagaron y se encendieron los de arriba, de la casa de Howdy. Comenzaba a dudar en si debía quedarme o no, mordiendo mi labio inferior ante la incertidumbre. 

Al final, decidí cumplir con la clase de Wally

Al final, decidí cumplir con la clase de Wally. Me arrepentí cuando me acerqué de nuevo a la puerta de la tienda, mi mano levantada y preparada para golpear un par de veces, pero la imagen de Wally brincó a mi mente. 

Caminé por las calles frías hacia Home, frotando mis manos en un intento de sentir calidez, y me paralicé cuando la puerta se abrió mucho antes de que Home pudiera verme. 

Sin embargo, no me paralicé por este hecho, sino por la figura que estaba saliendo de la casa de Wally. 

¡Era Julie! 

Mis pasos se hicieron más rápidos, la bufanda alrededor de mi cuello no aguantó las sacudidas y terminó yéndose con el aire, pero mi atención estaba centrada en Julie. 

Noté de reojo como Home parecía sorprendido de verme, quizás hasta había algo de frustración en el intento de rostro que tenía con las ventanas y la puerta. 

—Julie —hablé entre pequeños jadeos para recuperar el aire, provocando que ella detuviera su andar y diera media vuelta para verme.

Tuve que inclinarme levemente hacia adelante, apoyando mis manos sobre las rodillas mientras intentaba regularizar mi respiración agitada, y alcé mi mirada, viendo a Julie como si hubieran pasado décadas desde que se fue en aquel autobús a ver a su familia. 

—Hola —su saludo carente de emoción hizo que me quedara sin palabras, sorprendiéndome de que ella no me hubiera abrazado o de no ver la emoción en sus ojos que Wally me aseguró por hacer este cambio de estilo.

Oh, por supuesto. Quizás no me reconoce. 

— ¿Qué pasa, Julie? —acomodé mis anteojos con un movimiento nervioso, esto se empezaba a sentir incómodo y extraño, y traté de limpiar el sudor de las palmas de mis manos con el abrigo que llevaba puesto—. ¿Te olvidaste de mí? Soy…

Una mano aterrizó en mi hombro, haciéndome callar de inmediato. Debido a la sorpresa que aquello me produjo, hice un sobresalto y dirigí mi atención a Wally, quien acababa de colocarse a un lado mío. 

—Oh, cielos, vecino —empezó a hablar, como si no se hubiese dado cuenta de la presencia de Julie, y me tomó de ambas manos, capturando mi atención por un instante—. Pensé que estarías cenando con Howdy. 

Arqueé una ceja con curiosidad ante su comentario; por desgracia, aunque me mataba de la duda saber cómo demonios había llegado a esa conclusión, había algo mil veces más importante. 

Regresé mi mirada a Julie, logrando que él viera en la misma dirección que yo, y noté su expresión de sorpresa, como si no esperara verla ahí. 

«Julie, veo que volviste al vecindario. ¿Por qué no me dijiste que volverías hoy? El vecino ha estado preocupado por ti —no pude evitar fruncir el ceño ante las palabras de Wally, ¿qué diablos estaba sucediendo? 

Julie acababa de salir de Home, ¿no es así? Entonces, ¿por qué Wally parecía sorprendido de verla aquí? ¿Estaría fingiendo? 

Mi mirada buscaba alguna señal en el rostro de Wally que pudiera decirme que estaba actuando, pues no tenía sentido alguno que… 

Él parpadeó, haciéndome sentir un vacío inexplicable de nuevo, y ante el breve silencio en mis pensamientos, dirigí mi mirada de nuevo a Julie. 

—Wally tiene razón —hice una pequeña sonrisa apenada, sintiendo como la mano que estaba sobre mi hombro se deslizaba lentamente hacía abajo. De alguna forma, era como si Wally me estuviera abrazando mientras hablábamos con Julie—. Me alegra que estés de vuelta. ¿Cómo te fue en tu viaje? 

Julie se quedó callada y entrecerró ligeramente los ojos, parecía confundida con la pregunta que acababa de hacerle. La mirada de ella se dirigió a Wally, como si esperara a que él dijera algo. 

—Oh, Julie —Wally hizo una simpática risa, como si acabara de darse cuenta de algo que ella y yo no—. Debes estar cansada por el viaje, ¿no es así? Quizás deberíamos dejarla descansar, vecino. 

—Mi viaje… —repitió Julie no muy convencida de lo que estaba diciendo, pero asintió ante la intensa mirada que Wally le lanzó.

—Sí, ya sabes —agregué, queriendo acercarme a ella, pero Wally apretó mi brazo, haciéndome quedar a su lado—. El viaje que hiciste para ir con tu familia, querías ver a tus hermanas. 

—Pero ellas están muertas… 

— ¡De tristeza de que hayas regresado! —Wally completó su oración rápidamente, teniendo que alzar su voz para evitar que me hiciera ideas erróneas demasiado rápido, y finalmente me soltó, acercándose a Julie para tomarla de los hombros mientras hacía una risa nerviosa—. Cielos, Julie, pensé que yo era el único quien hacía esas bromas. 

La intranquilidad comenzó a inundar mi pecho, algo raro estaba sucediendo aquí y no podía ni imaginarme qué estaba ocurriendo exactamente. Por un lado, estaba feliz de que Julie hubiese regresado al vecindario después de esa extraña alucinación que tuve; pero por otro, me generaba un gran conflicto verla así de confundida. Era como si no recordara el viaje que había hecho. 

—Pero… 

—Vecino, deberíamos dejar descansar a Julie —insistió Wally una vez más, ella giró su rostro hacia él y asintió cuando él volvió a dedicarle una mirada severa, como una advertencia implícita—. Seguramente está agotada por viajar tantas horas en el camión. 

—Sí, Wally tiene razón —Julie concordó, fingiendo un bostezo y estirando sus brazos hacia el cielo—. Nos vemos mañana, vecinos. 

Ella retomó su camino hacia su casa, dejándome con miles de dudas y la incertidumbre de no saber lo que realmente estaba pasando. 

Yo retrocedí un paso, no sabía qué hacer ante la extraña actitud de Julie. Ni siquiera me había dicho comentario alguno acerca de mi nueva apariencia. 

— ¿Estás listo para tu clase de pintura, mi querido vecino? —Wally me sacó momentáneamente de mis pensamientos, extendiendo su mano hacia mí en espera de que la tomara como ya era costumbre. 

—Supongo —respondí sin muchos ánimos, tomando su mano como si no tuviera otra opción, y me volví hacia atrás, viendo por última vez a Julie alejándose. 

Podría ser muy absurdo, pero algo dentro de mí me decía que ella no era Julie. Al menos no la misma que se hizo mi amiga después de haberle llevado sus compras a petición de Howdy. 
 
 
Wally sujetaba firmemente mi mano, guiándome hacia el interior de su casa, y comenzó a subir las escaleras mientras me hablaba sobre los avances que había estado teniendo en mis pinturas. Sin embargo, dejé de escucharlo no por recordar mi tonto sueño, sino por ver la puerta que tomaba protagonismo en mis recurrentes pesadillas. 

Era ahí el estudio de Wally si es que no me equivocaba, el mismo lugar que estaba lleno de espejos en mis sueños. Ante la idea de estar cerca de aquel lugar, me quedé inmóvil a mitad de la escalera, mi miedo me impedía continuar avanzando. 

— ¿Sucede algo, mi adorado vecino? —él se volvió hacia mí un par de escalones más arriba que yo, había algo en su mirada que le decía que él ya sabía mi inseguridad que me producía aquella zona en Home. 

—Yo… Yo pensaba que la clase de pintura sería en el jardín —respondí, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano por disimular mi nerviosismo. 

—Oh, vecino, pero en mi estudio tengo todo lo que necesitamos —Wally hizo una suave risita, dándome un ligero apretón en la mano para que volviera a caminar, pero mis pies no se movieron ni un solo centímetro. 

Mi mirada se mantenía fija en la puerta de madera cerrada, temiendo que Wally me arrastrara hasta aquel lugar en contra de mi voluntad. En este justo momento me arrepentí enormemente de no haberme quedado con Howdy a cenar, queriendo darle prioridad al compromiso que me surgió primero. 

Ahora que lo pienso, Wally me había dicho que él pensaba que iba a cenar con mi jefe, ¿no fue así? 

—Antes de ir… Wally, tengo una pequeña duda…

Wally hizo un largo suspiro, soltando mi mano como si en realidad no quisiera hacerlo, y colocó una mano en su rostro, parecía estar avergonzado y decepcionado al mismo tiempo. 

—Me descubriste —él murmuró con pesadez, sus hombros abajo me indicaba que se sentía derrotado. 

Arqueé una ceja con curiosidad ante su extraña actitud, no entendía que acababa de descubrir. 

«La clase de pintura era una tonta excusa para que vinieras —Wally confesó tras un nuevo suspiro, tomó mi mano una vez más y comenzó a caminar conmigo detrás de él, pasando de largo donde yo creía firmemente era su estudio de arte—. En realidad pensaba sorprenderte, pero eres demasiado inteligente, mi adorado vecino. 

Me guió hasta llegar a la terraza de su casa y lo que vi, me sorprendió por completo. 

Había música lenta saliendo del tocadiscos de Wally y también velas por casi todo el perímetro del techo, iluminando la zona en medio de la oscuridad de la noche. 

Pero lo que más llamó mi atención fue la mesa que había en medio de todo este escenario preparado por Wally, pues en ella estaba un mantel blanco bajo un par de platos llenos de comida que olía sumamente deliciosa. 

—Oh, Wally… No sé qué decir —comenté con nerviosismo, por supuesto no esperaba tener una cena bajo el centenar de estrellas en el cielo en compañía de Wally y su música romántica. 

—No tienes qué decir nada, mi adorado vecino —él nunca soltó mi mano, guiándome hasta la silla que me pertenecía, y esperó paciente a que me sentara antes de que él hiciera lo mismo, su amplia sonrisa evidenciaba su estado de ánimo—. Me es más que suficiente verte. 

Entrecerré levemente los ojos ante su última oración, una extraña frase para decir que no hacía falta agradecimiento alguno, pero a la vez algo dulce si realmente se conformaba con mi sola presencia. 

«Propongo un brindis —Wally tomó su copa llena de jugo de manzana, levantándola hacia mí en espera de que imitara sus acciones—, por habernos conocido. 

Asentí, concordando con el brindis de Wally. 

—Y por que sea así siempre —agregué con una sonrisa, Wally pareció complacido con mis palabras y chocamos las copas. 

La cena transcurrió con calma, las estrellas resplandecían sobre nosotros mientras hablábamos de cualquier cosa; me encantaba platicar con Wally, él siempre me ponía mucha atención y a veces sentía como si mis penas se hicieran menos. 

Yo terminé de cenar, a pesar de lo mucho que estaba parloteando, pero el plato de Wally parecía intacto. ¿Habré comido demasiado rápido? 

—Vecino, hoy no te pregunté —Wally hizo girar el jugo de manzana en la copa que acababa de sostener y alzó su mirada para encontrarse con la mía–. ¿Soñaste algo hoy? Lamento preguntar hasta ahora, pero sucedieron muchas cosas en el día.

La repentina cuestión de Wally hizo que las imágenes rosadas de mi sueño saltaran a mi mente, teniendo que desviar la mirada por ser incapaz de ver a Wally a los ojos. 

—N-No recuerdo —tartamudeé con cierta incomodidad; maldita sea, ya lo había olvidado. ¿Por qué Wally tuvo que recordarmelo? 

Esperé un par de segundos mientras miraba hacia el suelo, tratando de borrar esas imágenes antes de que mi vergüenza hablara por sí misma. 

« ¿Q-Qué hay de…? Oh, wow —cuando regresé mi vista a la mesa, me percaté que el plato de Wally estaba vacío; ¿cómo fue que comió todo tan rápido? 

—Yo sí tuve un sueño muy lindo, vecino —comentó mientras limpiaba sus labios con una servilleta aunque no pareciera que lo necesitara hacer realmente—. Estábamos Home, tú y yo… Parecía que era una boda o algo así—hizo una suave risa, su mirada cayó sobre mí, haciéndome sentir un bochorno en el rostro y desviar la mirada de nuevo hacia el suelo—, ¿no crees que es una señal del destino, mi adorado vecino? 

—Claro, es fabuloso… —murmuré sin prestarle mucha atención, mis pensamientos estaban luchando contra los recuerdos de color rosa sobre mi muy extraño sueño con Wally.

Notes:

Hola, hola, ratones sin c0l...
Ah no...

Jajaja aaaaa lo sé, lo sé, me desaparecí por muchísimo tiempo, pero cuando les cuente lo q pasó se morirán de risa [?]

Saliendo de la uni encontré una chamba donde me explotaban sabroso, entonces decidí envalentonarme y tomar unos cursos q prometían buena chamba (se escucha bait pero fue real xd)

El punto es q yo, siendo del norte de mi país, viajé hasta Puebla para tomar el dichoso curso e ir a CDMX para buscar chamba, una vez hecho esto ya me regresé a mi casita pq me dieron home office 🫶🏼

Así que aquí estoy, después de una gran y loca aventura q planeo hacer fic pero para otro fandom jeje

Gracias a todos por haber esperado 🥺 estamos pronto de acabar este hermoso fic, quizás este es el antepenúltimo capítulo... No sienten la emoción?

Sin más por el momento, nos veremos pronto!!! (tal vez *música de suspenso de Dross*)

Chapter 19: Cada sonrisa que finjas.

Summary:

*Spoiler: es cuando revelan detalles importantes o el final de alguna serie, novela, película, libro, etc.

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AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA me obsesioné con Squid Game JASKESAJELKA la segunda temporada superó mis expectativas y me hizo fan de la ship de In-Ho x Gi-Hun JAJAJAJA y un simp más del hermoso Mr Cachetadas ♥

Regresando al fanfic, yo también me sorprendí de que hubiera actualizado en tiempo récord, quizás es por la emoción de llegar al final que tengo preparado desde que inicié el fic JASKELJSALKEA

Una vez más, gracias a todos por seguir al pendientes de la historia y tomarse el tiempo de comentar, la verdad me hace feliz leer lo que les pareció cierta parte del fanfic JASKLEJSAKL

También quiero agradecer a mi beta reader pq sin él, esto no tendría pies ni cabezas, sus consejos me han sabido orientar bastante bien y permiten que les entregue un buen contenido:p aunque haré un mayor texto en el capítulo final

Nos vemos en la próxima!!!:3 ♥

Chapter Text

La cena con Wally transcurrió con normalidad, o al menos así quiero pensar que fue. Los nervios me ganaban cada vez que Wally me miraba a los ojos y terminaba perdiéndome parte de la conversación, dándole la razón en varias ocasiones sin saber lo que él estaba diciendo realmente.

Sin embargo, debo de admitir que me encantó haber tenido una bonita cena bajo las estrellas con él. Rodeados de velas aromáticas que nos negaban quedarnos completamente a oscuras y acompañados del buen gusto de Wally con la música clásica.

Aunque hacía frío y mis pies se estaban congelando, había disfrutado de aquel momento como nunca. Wally me había hecho sentir especial una vez más, como si mereciera este tipo de gestos.

Me quité cuidadosamente la flor azul de mi cabello, dejándola encima del lavabo del baño, y acomodé un par de mechones de mi cabello anaranjado con ayuda de un peine; seguía siendo extraño ver a esta persona en el espejo, pero me alegraba de verla.

Aquello significaba que formaba parte de una sociedad, que me habían aceptado y me habían involucrado en su peculiar estilo de vida.

Hice un pequeño suspiro al salir del baño, sintiéndome un poco triste de que Julie no hubiese reaccionado como me lo había imaginado cuando nos encontramos de nuevo; una parte de mí le seguía pareciendo extraño la forma en la que se había comportado, pero quería contribuirlo al supuesto cansancio por el viaje.

Levanté las frazadas que había sobre mi cama y me recosté, asegurándome de que éstas me cubrieran por completo. Odiaba levantarme a mitad de la noche por el frío que podía infiltrarse si estaban mal acomodadas.

Cerré los ojos, pensando en la sorpresa que me había preparado Howdy en la tienda, la cena que había tenido con Wally y en el comportamiento extraño de Julie. Mi intuición me decía que algo malo estaba por pasar, pero mi cabeza me decía que me durmiera y dejara las preocupaciones para otro día.

Y eso hice, caí en un sueño profundo.

Al día siguiente, desperté con la mente en blanco.

No había tenido sueño ni pesadilla alguna que me hubiese acompañado toda la noche como siempre sucedía desde que había llegado al vecindario.

Y por alguna razón, aquello provocó que sintiera como si me estuviera acercando al final de algo... Pero ¿de qué?

Miré hacia mi celular, esta vez la música seguía reproduciéndose, y miré hacia las persianas cerradas de mi ventana; sintiendo una extraña sensación en mi interior a pesar de que muy en el fondo sabía que estas cosas debieron haber pasado todos los días.

Con un pequeño suspiro, quité la música que salía de mi celular y dejé éste último cargando sobre la mesita de noche que se encontraba a un costado de mi cama, tomando las gafas en forma de corazón para observarlas con detenimiento.

Había algo que me molestaba.

¿Molestaba? No, creo que "molestia" era una palabra demasiado fuerte para intentar describir lo que sentía en ese momento.

Quizás, más que molestia, era más bien incomodidad. Sí...

Había algo extraño. ¿Qué exactamente? Bueno, no tengo la menor idea, pero mi instinto me decía que estuviera alerta.

Tomé la piedra del collar de Howdy con mi mano libre, la apreté en busca de tranquilidad, aunque en esta ocasión no parecía funcionar como en veces anteriores, y desvié la mirada hacia mi celular.

Tal vez me sienta así porque habían pasado muchos días desde la última vez que vi a mamá o por qué seguía sin reconocer a la persona que se reflejaba en la pantalla apagada de mi móvil, haciéndome sentir incertidumbre acerca de mi vida en este lugar.

Por desgracia, mis pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por el timbre de mi casa. Suspiré profundamente antes de colocarme los anteojos en forma de corazón e intenté peinar mi cabello con la mano mientras caminaba a la puerta principal con una cobija en la espalda, preguntándome quién podría ser a estas horas de la mañana.

Al abrir la puerta celeste de madera, me encontré con Frank llevando entre sus manos el libro que le había prestado la semana antepasada junto a un cuaderno donde hacía todas las anotaciones que creía pertinentes para discutirlas conmigo.

—Buenos días, Frank —me eché a un lado para dejarlo pasar y, en el momento que él ingresó, divisé a Julie caminando en dirección contraria de mi casa, haciéndome arquear levemente una de mis cejas por verla alejándose—. ¿Julie?

—Oh, sí. Julie dijo que había olvidado traer galletas —Frank me explicó con tranquilidad y se dirigió al sofá que siempre le gustaba usar cuando charlabamos sobre el libro de la semana, quitándose su bufanda para dejarla en el respaldo del mueble—. No tienes problema con que esté aquí, ¿verdad, vecino?

—Para nada —respondí con una sonrisa, cerrando la puerta para evitar que entrara nieve a la casa, y me dirigí a la cocina para poner hervir algo de agua.

Frank y Julie han sido mejores amigos desde... No lo sé, ¿toda la vida?

Cuando pregunté el tiempo que ambos llevaban conociéndose, los dos me habían respondido con un "desde que llegué al vecindario", ¿pero cuántos años serían exactamente? Bueno, supongo que aquello era lo menos que quería saber en ese momento, lo que en verdad me interesaba era saber si Frank había notado algo extraño en Julie.

«Frank —asomé mi cabeza hacia el corredor, pero vi de reojo una sombra que me pareció la de Wally y regresé mi atención a la cocina; sin embargo, parecía que había sido una simple confusión como usualmente me pasaba—, ¿puedes venir?

—Claro, ¿necesitas ayuda en algo? —él se acercó con su expresión malhumorada de siempre; estas semanas conviviendo con él, comprendí que aquella expresión no representaba realmente cómo se sentía en muchas de las ocasiones.

—Podría decirse —murmuré, como si alguien pudiera estar escuchándonos, y empecé a colocar en una bandeja el frasco de café y sobres de té, preparando las bebidas que podía ofrecerles a mis invitados.

Hice un pequeño suspiro, atrayendo la atención de Frank, quien estaba acomodando las tazas sobre la bandeja, y desvié la mirada hacia a un lado, sintiendo un extraño vacío en el estómago.

«De casualidad —empecé, esperando que Frank no dudara de mi buen juicio, y di un par de pasos para acercarme a la estufa, esperando a que el agua hirviera—, ¿has notado algo raro en Julie?

—Define raro —pidió Frank, suavizando su expresión al ver que la conversación se trataba de Julie.

—Uh... —dudé en si debía contarle con lujo de detalles lo que había pasado ayer cuando la encontré saliendo de la casa de Wally y bajé un momento la mirada hacia el suelo, pensando qué cosas podía contarle para saber si algo malo había sucedido con Julie—. Ayer que nos encontramos, no parecía recordar el viaje que había hecho para ver a su familia y tampoco parecía feliz de verme —hice una pequeña pausa, recordando la falta de emoción de Julie cuando nos reencontramos—. Fue casi como si no me conociera...

Murmuré aquella última frase, como si fuese un pensamiento que había dicho por error en voz alta, y regresé mi mirada lentamente hacia Frank, quien parecía estar pensativo con la información que acababa de darle.

—Realmente siento que Julie sigue siendo la misma —contestó Frank sin ningún tipo de duda; sin embargo, continuó—: pero...

El silbido de la tetera ocasionó que ambos hiciéramos un leve sobresalto, cortando la conversación de forma repentina; mi corazón dio un doloroso vuelco por el susto.

— ¿Pero...? —lo animé a continuar mientras apagaba la estufa y tomaba la tetera con cuidado para vertir una cantidad generosa de agua en cada una de las tres tazas que estaban sobre la bandeja.

—Debo admitir, vecino mío —Frank tomó la bandeja con ambas manos, dirigiéndose hacia la sala de estar para dejarla en la pequeña mesa que había en el centro. Por supuesto, lo seguí para no perderme palabra alguna de lo que fuera a decir—, me sorprendió que fueran muy amigos de un día para otro —se sentó en su lugar favorito, dejando su cuaderno a un lado de él, y colocó una de las bolsas de té dentro de una de las tazas—. No me mal entiendas. Lo que quiero decir es que ustedes dos no iniciaron con el pie derecho, así que fue una sorpresa ver que ya se llevaban bien.

"Demasiado bien", mi mente respondió casi al instante al escuchar las palabras de Frank.

—Sí, pero... —no estaba conforme con su explicación.

Algo en mi interior me insistía que algo estaba sucediendo con Julie y, esta vez, no podía ignorar mi intuición.

Los golpes en la puerta hicieron que dejara morir el tema de conversación, pues Julie acababa de anunciar que iba a abrir la puerta sin esperar una respuesta.

—Buenos días, ya volví —Julie saludó con una pintoresca sonrisa en su rostro, adentrándose al lugar como si fuese su propia casa, y se acercó a la mesa para dejar un contenedor de plástico lleno de galletas caseras.

La seguí con la mirada en silencio, tomando nota mental de cada uno de sus movimientos, y, cuando ella se sentó a un lado de Frank, dirigí mi atención hacia él, haciéndole entender que seguía desconfiando de su mejor amiga.

Quizás era una tontería, pero mis ojos la veían como el jugador 001 en aquel momento.

Frank cerró su cuaderno con renuencia y acercó su taza de té a sus labios, su mirada se dirigió a Julie.

— ¿Por qué no nos cuentas cómo te fue en tu viaje? ¿Te divertiste? ¿Viste algún insecto interesante? —le dio un sorbo a su bebida, claramente estaba ansioso por terminar con aquel tema de conversación y pasar a lo realmente importante.

—Por supuesto —Julie sonrió de oreja a oreja, tomando una galleta que tenía forma de su mismo rostro, y le dio una pequeña mordida, retirando las migajas con una servilleta—. Fue maravilloso, extrañaba tanto a mis hermanas...

Hizo una pequeña pausa, alzando su mirada hacia el techo como si estuviera recordando lo vivido en esos días que no supe nada de ella, y, después de algunos segundos, su atención cayó en mí.

«Pero estando allá me di cuenta que extrañaba mucho el vecindario —Julie extendió una de sus manos para dejarla encima de la mía, un acto que me pareció de lo más extraño—, sobre todo la compañía de mi vecino favorito.

—Ajam —Frank arqueó su ceja hacia Julie, se veía ligeramente ofendido por las palabras que acababa de escuchar.

Julie hizo una suave risita ante la expresión de su mejor amigo, retirando su mano de la mía, y le entregó una galleta con forma del rostro de Eddie.

—Mi vecino favorito después de ti, Franky, obviamente —agregó mientras endulzaba su propio té con miel.

—Solo quería asegurarme —Frank tomó la galleta con tranquilidad, me dedicó una mirada para asegurarse de que estuviera conforme con la respuesta de Julie y abrió su cuaderno, preparándose para lo que en verdad importaba.

— ¡Oh, vecino! Tienes que disculparme —Julie se dirigió hacia mí, sentándose en el borde del sofá para poder estar más cerca de mí, y se inclinó hacia adelante con evidente interés—. Ayer no lo noté porque el viaje estuvo realmente pesado, pero A-D-O-R-O tu look. ¡Es fantástico!

Sentí un bochorno en mi rostro ante la emoción en las palabras de Julie, una pequeña sonrisa temblorosa empezó a jugar en mis labios, y rasqué nerviosamente mi nuca.

Esto era lo que estaba esperando.

Quizás Wally tenía razón. Quizás Julie simplemente se había agotado del largo viaje que tuvo que hacer.

—Gracias, aprecio mucho tus palabras —murmuré con algo de vergüenza, pero con genuina felicidad.

—Bien, ahora... Quiero hablar seriamente de lo que hizo Irene cuando comenzó a coquetear ingenuamente con el hada —Frank habló con firmeza, su mirada fija en las anotaciones que tenía escritas en su cuaderno.

Asentí ante su introducción para que Julie entendiera lo que estaba pasando en la novela que había leído, tomando instintivamente una de las galletas, y le di un mordisco sin siquiera verla, mi atención estaba completamente absorbida por el resumen que él estaba haciendo.

Sin embargo, las migajas que cayeron sobre mis piernas hicieron que viera la galleta que estaba comiendo; esta tenía forma de mi rostro, el cabello anaranjado y las gafas en forma de corazón también estaban ahí.

Mi mirada se elevó lentamente hasta posarse en Julie, observando la manera en la que sonreía.

Así que no había notado mi apariencia anoche, pero de alguna forma había conseguido hacer una galleta parecida a mí.

Mis sospechas comenzaron a resurgir y mi desconfianza aumentó ligeramente. En definitiva, algo extraño estaba sucediendo y necesitaba saber qué era.

Después de haber aclarado ciertos puntos de la novela con Frank (y haber tomado una ducha con agua caliente), me dirigí sin tardar a la casa de Poppy

Después de haber aclarado ciertos puntos de la novela con Frank (y haber tomado una ducha con agua caliente), me dirigí sin tardar a la casa de Poppy.

Siempre me gustaba estar aquí, pero con este clima casi congelante, hacía que deseara quedarme para siempre en su hogar.

Poppy encendía su chimenea y horneaba postres deliciosos, logrando mantener el lugar a una temperatura sumamente agradable.

Y hoy no era la excepción.

Tan pronto Poppy me invitó a entrar, me quité el pesado abrigo que llevaba puesto junto a un gorro de lana, sintiendo cómo mi cuerpo dejaba de temblar por estar finalmente lejos del frío.

Aunque mi inquietud acerca de Julie seguía presente en mi interior, intenté apartar aquellos pensamientos para poder disfrutar de mi tiempo con Poppy.

Siempre era una especie de alivio emocional estar con ella y disfrutaba cada segundo a su lado; quizás no debería, pero no podía evitar ver a Poppy como una mamá cariñosa y atenta. Una madre que, sinceramente, me hubiese encantado tener.

Respiré profundamente, llenando mis pulmones con un delicioso aroma a pan recién horneado, y giré hacia la puerta de la cocina.

—Oh, Poppy, ¿no me esperaste para la receta? —le pregunté con cierta tristeza en mi voz; estos últimos días Poppy ha preferido cocinar ella sola y darme la receta escrita, confiando que podría hacerlo sin su ayuda.

—Lo siento, vecino —se disculpó con una sonrisa cálida, guiándome hacia la cocina con una mano en mi espalda, y me indicó que me sentara frente a la amplia mesa de madera—. Verás, necesito que esta vez pruebes los diferentes pasteles que hice.

Ella colocó cinco pasteles individuales sobre la superficie, todos lucían muy hermosos aunque fueran completamente blancos. Las decoraciones elegantes en color dorado y plateado me daban la sensación de que ya había visto este tipo de pasteles, pero ¿en dónde?

—Parece que te esforzaste mucho —comenté con ligera suspicacia, como si estuviera esperando que mis palabras fueran suficientes para obtener un poco más de información de Poppy, y clavé el tenedor en el primer pastel, encontrando un marmoleado de chocolate y vainilla.

Delicioso.

—Puede ser un pedido especial —hizo una suave risita, dándome a entender que no diría más sobre el tema, y se sentó frente a mí, examinando mi reacción con cada postre.

Realmente todo era muy delicioso, Poppy era la reina de la repostería, así que me fue increíblemente difícil decidirme por uno solo.

Antes de que pudiera dar mi voto al que más me había gustado, escuché pasos acercándose, dirigiendo mi mirada hacia el origen del sonido.

Era Wally y llevaba en sus manos una caja rosada. Él y Poppy compartieron una mirada llena de complicidad, haciéndome preguntar lo que estaban tramando.

—Mi adorado y bellísimo vecino, me encantaría poder darte los buenos días —Wally tomó suavemente mi mano libre, acercándola a sus labios para depositar un tierno beso, y la soltó antes de que yo pudiera apartarla, dejando la caja sobre la mesa.

—En realidad, Wally, ya son "buenas tardes" —le corregí con una pequeña risa, tratando de disimular el bochorno que apareció en mis mejillas por culpa de la manera en la que él me había saludado.

—Creo que no me entendiste —las palabras de Wally hicieron que dejara el tenedor enterrado en uno de los pasteles a medio comer que seguían en la mesa.

Arqueé las cejas con confusión, tratando de comprender lo que él se estaba refiriendo, y dirigí mi mirada hacia él. Como siempre, Wally mantenía una sonrisa carismática y su peinado perfecto, haciéndome preguntar internamente cuánto tiempo tardaría en peinarse.

—Estaré en la sala leyendo mis líneas —Poppy anunció de pronto, saliendo de la cocina para dejarnos a Wally y a mí a solas.

El breve comentario de Poppy fue suficiente para que olvidara lo que Wally había dicho, dándole un punto a su favor por no haber entendido lo que me dijo.

Tomé un pedazo más de pastel con el tenedor, pero Wally se apresuró y tomó suavemente mi muñeca para evitar que continuara comiendo.

—Oh, vecino, antes de eso —me soltó lentamente, como si el hecho de haberme detenido fuese algo que no había planeado. Ajustó su pañoleta roja en el cuello, con movimientos ligeramente temblorosos—. ¿Por qué no pruebas primero esto? Me pasé toda la noche haciéndolo.

— ¿Toda la noche? —repetí con curiosidad, no entendía por qué aquello me había llamado la atención.

Wally asintió suavemente con la cabeza y colocó sus manos a los lados de la caja rosa, haciendo que me inclinara hacia adelante de manera instintiva. Pero al moverla hacia mí, su mano resbaló y, en lugar de entregarme la caja con elegancia, esta se deslizó por la superficie, llegando a uno de los bordes de la mesa.

Parecía que ambos habíamos tenido la misma idea, pues intentamos alcanzar la caja al mismo tiempo. Antes de que cayera al suelo.

Sin embargo, no nos coordinamos a tiempo y terminamos aplastando la caja. El betún color rosado salió disparado hacia el techo, como una inesperada y deliciosa fuente, y aterrizó en el cabello de Wally.

Él miró a su alrededor y corrió hacia el horno apagado, agachándose velozmente para observar su reflejo en la ventana opaca que había en medio de la puerta.

Alzó sus manos con movimientos temblorosos, parecía que no tenía la menor idea de cómo arreglar aquel desastre, y yo bajé la mirada hacia la caja aplastada.

En realidad, quería ver si algo del regalo de Wally podría rescatarse y darle una probada pequeña; no quería que Wally sintiera que todo el esfuerzo de una noche se hubiera reducido a un lamentable accidente.

— ¡No! —Wally se lanzó al suelo, ocultando con su cuerpo los restos del regalo que había preparado para mí, y se separó ligeramente del suelo mientras sus manos palpaban el exterior de la caja con desesperación—. ¿Dónde...? ¿Dónde está...?

Él se preguntó a sí mismo entre dientes, sus manos comenzaron a recorrer su propia ropa en busca de lo que no logró encontrar en la caja aplastada o en el suelo.

La ropa de Wally ahora estaba llena de betún y la situación empeoraba cada vez que sus manos se movían de un lado a otro, revisando sus bolsillos.

— ¿Te puedo ayudar en algo? —le ofrecí con una ligera preocupación.

No era normal que Wally estuviera actuando de esta manera por el divertido accidente que había ocurrido; me parecía sospechoso que estuviera más desesperado por encontrar lo que sea que estuviera buscando en lugar de arreglar su peinado.

— ¡No! —alzó su voz, provocando que retrocediera un par de pasos para darle su espacio, y me miró un breve instante, como si se acabara de dar cuenta que se estaba alterando—. Cielos, perdón... Es solo que...

Wally dejó de hablar, sus movimientos se detuvieron por un momento, y regresó su atención a su reflejo en el vidrio de la puerta del horno. Levantó sus temblorosas manos una segunda vez y hundió sus dedos en su perfecto copete, justo donde el betún había aterrizado.

Me dejó sin palabras el hecho de que Wally estuviera arruinando su peinado frente a mí. Tuve que tomarme un par de segundos para poder regresar a la realidad, mis palmas sudorosas por la inesperada situación.

—Wally, ¿te encuentras bien? Puedo llamar a...

— ¡Estoy más que perfecto, vecino! —exclamó con una sonrisa temblorosa y falsa, los mechones de su cabello con betún rosado comenzaron a bajar de forma caótica, pegándose en su rostro—. Q-Quiero decir... No hay nada de qué preocuparse... Eh... Sí, puede que tengas muchas dudas del pastel... ¡No! No es un pastel —se aclaró la garganta, una de sus manos bajó para estirar el cuello de su sudadera—. ¡Es un símbolo!

Arqueé una de mis cejas con evidente confusión ante el extraño discurso que Wally parecía estar recitando mientras se despeinaba con desesperación y apreté los labios con nerviosismo, no sabía si él estaba entrando en alguna clase de crisis.

Miré hacia la puerta, pensando seriamente en si debía ir por Poppy para que ayudara al pobre de Wally, pero él capturó nuevamente mi atención cuando hizo un largo suspiro de alivio.

«Lo siento tanto, querido vecino —Wally habló con más calma, sentándose en el suelo mientras recargaba su espalda contra la puerta del horno, y pasó una mano por su cabello desordenado y embetunado—. No lo puedo creer, esto es un completo desastre.

La escena fue tan ridícula que no pude evitar reírme, y aunque él trataba de limpiarse con las manos, el desastre solo se hacía mayor. Sin embargo, algo en su rostro me hizo pensar que, de alguna forma, había algo muy dulce en todo ese caos.

—Un desastre muy divertido —agregué con una pequeña sonrisa y me fui acercando a él con lentitud al notar que estaba mucho menos tenso, observando por primera vez el cabello despeinado que caía sobre sus hombros.

Todo él desprendía un delicioso aroma a fresas con moras, probablemente necesitaría lavar más de tres veces su ropa para lograr desaparecer por completo el colorante y el olor de las telas. Y ni me quiero imaginar qué tanto tiempo tendrá que invertirle a su cabello.

Cuando nuestras miradas se encontraron en medio de un silencio reflexivo, Wally y yo comenzamos a reírnos de lo que acababa de suceder.

Me quedé con la duda de lo que Wally había intentado hacer, pero él parecía más tranquilo y determinado en conseguir lo que sea que estuviera planeando.

Al llegar al trabajo, donde Howdy ya me estaba esperando para acomodar juntos la nueva mercancía que acababa de llegar, me encontré con Barnaby, quien checaba las latas golpeadas de ayer

Al llegar al trabajo, donde Howdy ya me estaba esperando para acomodar juntos la nueva mercancía que acababa de llegar, me encontré con Barnaby, quien checaba las latas golpeadas de ayer.

—Hey, vecino —Barnaby me saludó, colocando una de sus grandes manos en mi cabeza, y depositó la lata que estaba examinando en su cesto de compras, al parecer el descuento lo terminó de convencer para comprarlo.

—Buenas tardes, Barnaby —continué colocando los envases de vidrio en las repisas de abajo de una estantería cercana, sin necesidad de dirigirle la mirada a Barnaby—. ¿Sabes qué dijo la pantera rosa cuando se le perdieron sus amigos?

Dejé mi mirada fija en una de las etiquetas, esperando no reírme antes de que pudiera terminar de contarle el chiste a Barnaby.

Howdy pareció interesado en lo que iba a decir porque dejé de escuchar movimientos en las repisas de arriba de la estantería en la que estaba trabajando.

—No tengo idea, ¿qué dijo? —Barnaby habló después de unos segundos en silencio, quizás en un intento de anticipar mi respuesta.

—Donde estarán taran taran taran taran taran taraaan —respondí, siguiendo el ritmo de la melodía de la pantera rosa.

Howdy y Barnaby rieron al unísono, yo me les uní segundos después pues era un chiste bastante absurdo que me habían contado hace años y recordé por estar disociando cuando Eddie me estaba contando algo acerca de unas hormigas que vio en su alacena.

—Te ves de buen humor, vecino —Barnaby comentó tras un suspiro, recuperando el aire que mi pequeño chiste le había robado, y se inclinó hacia mí, su mirada con una chispa de curiosidad mezclada con diversión—. ¿Sucedió algo interesante?

—Ya te dije que él solo estaba bromeando —Howdy respondió por mí, su buen humor claramente afectado por la repentina pregunta de Barnaby.

—Si estás tan seguro, ¿por qué te molesta que pregunte? —Barnaby le dedicó una sonrisa juguetona, divirtiéndose con la reacción de mi jefe.

—No me molesta, solo que es una pérdida de tiempo —Howdy contestó, regresando a su labor de acomodar los frascos en las repisas que no alcanzaba.

— ¿De qué hablan? —interrogué con confusión, era sumamente inusual ver a este par discutiendo. O al menos eso creía que estaban haciendo.

—No es nada —Howdy habló rápidamente, dedicándole una mirada seria a Barnaby, y tomó la caja que había en el suelo con un par de manos para que su otro par siguiera acomodando los frascos restantes.

Arqueé las cejas al no comprender lo que estaba sucediendo y dirigí mi mirada confusa hacia Barnaby, en espera de que él me explicara qué estaba pasando.

—Je. No es nada —repitió las palabras de Howdy con un tono burlesco, provocando que Howdy le respondiera con un gruñido de advertencia, pero mantuvo una sonrisa astuta en su rostro mientras se agachaba para quedar a mi altura—. Howdy no me cree que puedo leer el futuro viendo las manos de alguien.

Alcé una ceja ante el susurro de Barnaby, sin poder darle mérito a lo que él estaba asegurando, e iba a mostrarle mis palmas, pero no conseguí moverme un solo centímetro para cuando escuché:

—No le hagas caso, vecino —Howdy me ordenó. Por primera vez, me habló con un tono estricto, como si me estuviera advirtiendo de que si no hacía caso, tendría una severa reprimenda.

Barnaby me guiñó el ojo con complicidad, llevó uno de sus dedos a los labios para indicarme que guardara silencio y alzó sus manos, mostrándome los dorsos de éstas en completo silencio.

No pude evitar hacer una pequeña sonrisa ante la atrevida indicación de que ignorara una orden de mi jefe y asentí en silencio, empezando a subir lentamente mis manos.

« ¡Vecino! —Howdy hizo un largo suspiro, provocando que hiciera un sobresalto y diera media vuelta para verlo antes de que pudiera hacer lo que Barnaby me había pedido, y golpeó la repisa de madera de una forma que me indicaba que se le había acabado la paciencia—. Ve a rellenar los refrigeradores.

—E-Está bien —tartamudeé con nerviosismo, no esperaba que Howdy reaccionara de esta manera, y me giré hacia Barnaby—. Nos vemos luego.

Él asintió con una sonrisa burlona, tomando su canasta de compras del suelo.

—Vaya, al parecer te molesta más de lo que quieres admitir. ¿Tienes miedo de que...?

Dejé de escuchar las palabras de Barnaby cuando entré al almacén en busca de las cajas de refresco, preguntándome por qué Howdy se había molestado tanto con una de las recurrentes bromas de su mejor cliente.

Parecía que todos en el vecindario estaban actuando de una manera sumamente extraña el día de hoy; incluso Poppy, quien esta vez no me dio la receta de los pasteles que había probado en su cocina antes del desastre con el regalo sorpresa de Wally.

Hice un largo suspiro cuando encontré la caja llena de refrescos, tomándola con ambas manos, y salí del almacén para dirigirme a los refrigeradores que se encontraban cerca del mostrador.

— ¿En serio crees que el vecino acepte...? —alcancé a escuchar la voz de Barnaby, provocando que me tensara al saber que estaban hablando sobre mí, y me quedé de pie frente al refrigerador completamente abastecido; sintiendo que la orden de Howdy había sido una excusa para que los dejara a ambos a solas.

— ¡Cállate! —Howdy alzó su voz, y yo me acuclillé de forma instintiva, buscando la manera de no verme a simple vista por si alguno de los dos quería verificar que no estuviera cerca— Solo... —hizo un largo y profundo suspiro, el sonido del vidrio golpeándose chocando entre sí me indicó que Howdy había hecho algún movimiento brusco que hizo tambalear la repisa—. No quiero escuchar más de eso.

— ¿Por qué no hablas con él sobre esto?

—No lo haré.

—Insisto, Howdy, quizás ambos lleguen a un acuerdo.

—Barnaby, por favor. Ni siquiera nos llevamos tan bien para eso.

Ambos se quedaron callados un momento, las dudas comenzaban a brincar en mi mente una tras otra. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Seguían hablando de mí o habían cambiado de tema? ¿Howdy sentía que no nos llevábamos tan bien?

Mi corazón bombeaba como un loco, en espera de que soltaran algún detalle con el que pudiera armar el rompecabezas con cada una de las piezas que me estaban entregando con su supuesta conversación a escondidas.

—Solo digo que...

— ¡Barnaby! No lo haré, no insistas más. El vecino podría escucharnos y...

La campanilla de la puerta los hizo callar, pero a mí me hizo gruñir con frustración por no obtener la información completa.

—Bienvenido a la tienda —Howdy se apresuró a hablar, abandonando la incómoda conversación que estaba teniendo con Barnaby, y se acercó al mostrador para darle una más que cálida bienvenida a Eddie; sin embargo, giró sobre sus tobillos cuando me encontró frente al refrigerador—. Oh, vecino, sí que eres eficaz. ¿Podrías hacer inventario?

Él me entregó su libreta junto una pluma y se esforzó por dedicarme una sonrisa, aunque yo podía ver claramente la tensión con la que estaba cargando. Estaba intentando regresar a ser el mismo Howdy amable que había conocido.

—Claro... —respondí sin muchos ánimos, no parecía haberse dado cuenta que literalmente no había puesto ni una sola botella dentro del refrigerador.

Al terminar de hacer el inventario, anotando el último artículo junto a la cantidad exacta que teníamos en existencia, me senté sobre una caja vacía de madera.

Había miles de dudas rondando por mi cabeza; primero estaba Julie, su extraña actitud aún me tenía con los nervios de punta. Después estaba Wally, su nerviosismo para entregarme un regalo había llegado a un nuevo nivel a pesar de que ya estaba acostumbrado a darme algún detalle de la nada. Y finalmente, Howdy; se había exaltado demasiado con las bromas de Barnaby.

Un extraño sentimiento de tristeza recorrió mi interior al recordar la forma en la que me había alzado la voz frente a Barnaby, preguntándome qué error había cometido para haberlo alterado de esa manera; no quería preocuparme demasiado, pero el hecho de que aquello solamente había sido una excusa para poder hablar sobre mí hacía que me sintiera peor.

¿Howdy seguiría enojado porque ayer no me quedé a cenar con él?

No, no. No podía ser eso.

Al inicio del turno, él estaba bien. Me trató como siempre me trataba, no parecía que eso le había afectado de alguna manera, ¿o solamente estaba fingiendo y fue Barnaby la gota que derramó el vaso?

Apreté los puños ante la incertidumbre, luchando por no llorar en el almacén de mi trabajo, y mantuve la mirada en el suelo. A pesar de todo lo que tenía en mente ese preciso momento, la idea de que Howdy no consideraba que nos lleváramos bien. ¿Estaba fallando en nuestra amistad?

No quería que Howdy estuviera enojado conmigo.

No quería que él hablara a mis espaldas.

Ah, maldición, ahí van las lágrimas.

Y mucho menos quería que considerara que no nos llevábamos bien.

Usé la manga de mi suéter para limpiar mis mejillas, sintiéndome como la persona más ridícula del mundo por llorar en el trabajo, y tomé el pañuelo que Howdy me estaba ofreciendo.

«Gracias —murmuré mientras usaba el papel para sacudir mi nariz y me puse de pie rápidamente cuando me di cuenta que Howdy estaba ahí—. ¡Ah, yo...!

—Fui muy duro contigo, ¿uh? —preguntó, mostrando un genuino arrepentimiento en su expresión, y se sentó en la caja en la que hace un segundo estaba yo, ocasionando que me sentara a un lado de él con cierta desconfianza.

—N-No —mentí, no quería hacerlo sentir mal, y dejé mi mirada en la caja de golosinas que había frente a nosotros dos, pasando el pañuelo por mis mejillas para retirar cada una de mis lágrimas.

Hubo un momento de silencio entre nosotros, mis nervios y vergüenza creciendo con cada segundo que pasaba sin que dijéramos palabra alguna.

El nudo en mi garganta me impedía emitir sonido alguno, tenía que esperar a tranquilizarme antes de siquiera atreverme a abrir la boca, y tomé la piedra de mi colgante con una de mis manos, esperando que la serenidad volviera a mí.

«Yo... ¿No te agrado mucho? —pregunté con lentitud, temiendo de la respuesta que podría recibir.

A mí me agradaba mucho Howdy; con el perdón de Poppy, Julie y Wally, pero lo consideraba como mi vecino favorito en este lugar. Así que el pensar que él no se sentía de la misma manera, se creaba todo un caos tanto en mi mente como en mi corazón.

Quizás Howdy significaba más para mí de lo que quería admitir. Tal vez él era mucho más que un jefe o un vecino; era un gran amigo. Alguien que supo cómo obtener un lugarcito en mi corazón en tan poco tiempo.

¿O habría algo más de lo que no me he querido dar cuenta?

—Vecino, no digas esas cosas —la respuesta de Howdy me sacó de mis pensamientos, haciendo que dirigiera mi mirada hacia él—. Eres...

Se quedó callado de pronto, como si estuviera analizando qué palabras usar, y pasó una mano por su cabello, teniendo que quitarse su sombrero del uniforme con otra mano.

Yo regresé mi atención a la caja de golosinas, recordando la cantidad exacta de paquetes de bombones de chocolate que había adentro.

No quería que se sintiera presionado por hablar, así que simplemente suspiré antes de que Howdy pudiera decir algo más.

—Howdy, yo te tengo mucho afecto —le hablé con sinceridad, sintiendo mis mejillas ponerse calientes por la repentina confesión que salió de mis labios, y traté de no caer en los nervios cuando sentí la mirada de Howdy encima de mí—. Te considero como un gran amigo y no quisiera que esto cambie... No sabría qué hacer sin mi amigo Howdy.

—Yo también tengo mucho afecto por ti, vecino —respondió con una risa nerviosa, aunque sus palabras estaban cargadas con sinceridad—. Solo que...

Howdy volvió a quedarse callado; parecía que lo que sea que lo estuviera incomodando no le permitía hablar con la facilidad que él deseaba. Tomó mis manos con suavidad y dejó su mirada en ellas, como si estuviera buscando algo.

Aunque, debido a la situación en la que nos encontrábamos, pensé que solamente se trataba de sus nervios, haciendo de todo para no tener contacto visual conmigo.

«Necesito que me prometas algo —pidió, en voz baja a pesar de que éramos los únicos que estábamos encerrados en este almacén con mala iluminación.

— ¿Qué sucede?

Howdy levantó su mirada, encontrándose finalmente con la mía, y yo tragué nerviosamente al ver mi reflejo en sus ojos.

—Lo que sea que Wally te pregunte, le dirás que no.

— ¿De qué hablas? ¿Qué podría preguntarme...?

—Prometelo, vecino —insistió, impidiendo que mi mente generara más dudas que claramente no serían contestadas, y apretó suavemente mis manos, ansiando escuchar una promesa de mis labios—. Por favor.

No sabía qué pensar. Era una solicitud extraña; sin embargo, todo este día había sido sumamente anormal.

Y había algo en la determinación en la mirada de Howdy que no podía ignorar; me atrevería a decir que él tenía planeado algo, pero solamente podría realizarlo si yo le prometía rechazar cualquier cosa que Wally me ofreciera.

—Está bien —accedí con evidente confusión por la repentina petición de Howdy—. Lo prometo.

Howdy asintió suavemente con la cabeza y me despeinó con una de sus manos, haciéndome hacer una pequeña risa de que nuestra amistad hubiera regresado a la normalidad.

Howdy y yo fuimos los últimos en llegar a la casa de Sally, acudiendo a una reunión de emergencia ya que Sally no sabía cómo continuar con el libreto de la obra

Howdy y yo fuimos los últimos en llegar a la casa de Sally, acudiendo a una reunión de emergencia ya que Sally no sabía cómo continuar con el libreto de la obra. Sin embargo, ya sabía que esto solo era una reunión por convivencia porque hablábamos de cualquier cosa a excepción de la obra.

Saludé a cada uno de los vecinos con los que iba encontrando mientras caminaba hacia Sally, bajando el cierre de mi chamarra para después dejarlo en algún perchero que estuviera libre, y observé por encima de su hombro lo que estaba dibujando en ese momento.

— ¿Un vestido? —pregunté con curiosidad al ladear levemente la cabeza y darme cuenta de la forma que tomaban los habilidosos trazos de Sally.

Ella se sobresaltó al escucharme, cerrando de golpe el cuaderno, y se giró hacia mí con una sonrisa nerviosa, como si yo acababa de ver algo que no debía.

—Por mis estrellas, vecino —Sally comentó mientras colocaba una de sus manos encima de su pecho, dejando en evidencia que la había asustado—. No te escuché llegar.

Hice una suave risa ante su reacción.

— ¿Qué era ese vestido? ¿Un nuevo personaje? —pregunté con curiosidad, Sally bajó la mirada hacia el cuaderno y la regresó a mí.

—No se lo digas a nadie —susurró en voz baja, teniendo que acercarme para poder escucharla sobre los murmullos lejanos de los demás vecinos—, pero creo que ya sé cuál será el final de mi obra.

Agrandé los ojos ante las palabras de Sally, no podía creer que ya nos estábamos aproximando al final de la primera obra en la que me habían involucrado.

Sentí un poco de ansiedad por el hecho de que este proyecto estaba a punto de acabar, aunque en realidad todavía faltaba filmar más de la mitad de la obra. Que Sally estuviera próxima a terminar con el escrito era una sutil advertencia de que todo iba a terminar más pronto de lo que había pensado.

Sabía que no debería de preocuparme por estas cosas, porque todavía faltaba que Sally nos diera los siguientes libretos, aprendernos las líneas y actuar. Pero sentía un vacío en mi interior por pensar que esto acabaría.

Asentí levemente con la cabeza cuando me recuperé del shock de la noticia y susurré:

— ¿Me lo dirás?

Sally hizo una amplia sonrisa ante mi pregunta, parecía encontrar satisfactorio mi curiosidad innata por el final de la historia.

—Sólo te diré que habrá una boda —ella me soltó con una risita astuta y se apartó de mí, dirigiéndose a Julie y a Poppy para hablar con ellas y olvidarse de mí.

Me quedé ahí, de pie, con la chamarra a medio camino para quitarmela y con los ojos bien abiertos por el tremendo spoiler* que Sally acababa de darme.

¡¿Una boda?!

Pero... ¡¿Qué personajes se van a casar?!

Dudo mucho que Sally quiera una boda entre dos personajes secundarios, así que el final recae en el señor Greeting, R-bot y William.

Tragué nerviosamente, mi mirada salió disparada hacia Wally, quien conversaba animosamente con Barnaby y Eddie. Después observé a Howdy, quien hablaba con Frank.

Demonios, mi estómago dolía ante la intriga de esta situación. Juraría que Sally iba a dejar el final abierto, sin que R-bot tomara una decisión de con quién se iba a quedar.

Hice un suspiró de resignación, tendría que esperar a que Sally quisiera darme más detalles al respecto, y empecé a caminar hacia donde estaba ella, pero me detuve al escuchar:

—Mi querido y adorado vecino —Wally habló con su sonrisa encantadora de siempre; viéndolo de pies a cabeza, noté que consiguió arreglar su problema con el betún—, te ves fabuloso esta noche.

—Oh, gracias, tú también te ves bien —comenté con cierta vergüenza, nunca sabía cómo responder los halagos de Wally, y observé su copete perfecto—. Tu peinado se ve genial.

Wally ensanchó su sonrisa, parecía que acababa de hacerle un muy buen cumplido, y acortó la distancia entre nosotros dos, su mirada fija en mí.

—Sabes, he estado pensando mucho en algo —su tono se volvió más suave, como si estuviera preparando el terreno para algo importante. Los nervios aparecieron de pronto, un nudo en mi estómago se formó, mientras mi mente trataba de anticipar lo que podría estar a punto de decirme. Wally siempre tenía esa capacidad de que mis nervios salieran a flote en un parpadeo.

Pude ver cómo sus dedos temblaban ligeramente mientras se acercaba aún más, como si estuviera tomando una decisión crucial. Me sentí sin aire ante la cercanía de su presencia.

Justo cuando la distancia entre Wally y yo se acortaba, sentí el peso de su mirada en mí, y una nueva oleada de nervios me recorrió. La atmósfera se volvió densa, como si el aire mismo estuviera a la espera de lo que estaba por suceder. Wally hizo una pausa, como si estuviera a punto de decir algo más, pero de repente, una sombra se interpuso entre nosotros. Howdy, con su actitud relajada pero tensa, se había acercado tan rápido que no le dio tiempo a Wally de continuar hablando.

Wally y Howdy se quedaron frente a frente, sus miradas cargadas de una tensión que no había pasado desapercibida para mí. Howdy, al parecer, no había podido evitar interrumpir el momento que, por alguna razón, había llegado a ser importante para Wally. Y lo que hizo fue sencillo, pero cargado de una fuerte energía: le dio un apretón en el hombro, como si quisiera reclamar la atención que Wally estaba dedicando exclusivamente a mí.

Miré a mi alrededor rápidamente, dándome cuenta que los vecinos parecían estar atentos de lo que estaba a punto de suceder, ninguno con intención de intervenir.

— ¡Vaya, vaya, vaya! —dijo Howdy con una sonrisa forzada, y su tono se tornó un poco agresivo; aparentemente, su malhumor lo seguía acompañando—. ¿De qué estamos hablando, eh? ¿Acaso estoy interrumpiendo algo importante, Wally?

Wally, siempre tan despreocupado, mantuvo su sonrisa, pero pude notar el cambio en su postura. No estaba tan relajado como antes. A pesar de su usual confianza, algo se había quebrado en su actitud.

—Solo estaba conversando con nuestro vecino, Howdy —respondió con tono suave, pero su mirada llena de desafío—. ¿Te molestó eso?

Howdy frunció el ceño, pero su mirada no se apartó de Wally.

No entendía qué estaba pasando entre ellos, pero la atmósfera se volvía cada vez más densa. Mis manos comenzaron a sudar por los nervios. No era solo una disputa de palabras, era mucho más que eso. Algo más profundo y no dicho que se estaba filtrando en cada gesto.

—Mira, no tengo tiempo para juegos, Wally —el tono de Howdy se volvió más bajo, pero con cada palabra se hacía más claro que había algo que lo estaba quemando por dentro—. ¿Te has decidido finalmente a... hacer algo? O tal vez prefieres seguir jugando a ser el buen amigo, el consejero perfecto, ¿verdad?

La pregunta de Howdy fue directa, y sus palabras caían sobre mí como un peso incómodo. Pero lo peor no era eso, sino el modo en que él las decía, como si ya supiera lo que yo aún no lograba entender. Mis ojos pasaron de uno a otro, y pude ver cómo Wally apretaba los labios, notando claramente que las palabras de Howdy lo habían tocado.

— ¿Y qué se supone que eso significa? —replicó Wally, alzando una ceja con desdén, pero su mirada no dejaba de cruzarse con la de Howdy. Era obvio que había algo más detrás de todo esto, algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a decir de forma directa.

—Eh, chicos, vamos a tranquilizarnos —Barnaby se acercó con cautela, parecía que finalmente se había dado cuenta que la situación era como una bomba china, sin saber en qué momento estallaría y la gravedad de la explosión.

Antes de que Barnaby pudiera llegar a detener la confrontación de ambos, Howdy empujó a Wally, un empujón aparentemente inocente, pero con la fuerza suficiente para desestabilizarlo. Wally tropezó hacia atrás y, en un intento de equilibrarse, empujó a su vez a Howdy.

Mi respiración se aceleró y me di un paso hacia ellos, mis músculos se tensaron al hacer aquel arriesgado movimiento, sabiendo que si no actuaba, todo se descontrolaría aún más. Y, definitivamente, no quería ver cómo Wally resultaba gravemente lastimado por subestimar la fuerza de su oponente.

—¡O-Oye! —grité nerviosamente, intentando detener los empujones que iban aumentando en fuerza y velocidad con cada turno que pasaba—. ¡Basta!

Miré hacia atrás, Julie también se había acercado con la intención de ayudar, y tuve que hacer un profundo suspiro para llenarme de valentía y meterme en medio de los dos para conseguir detener la ridícula pelea que había empezado de la nada.

Sabía que la relación de Howdy y Wally era volátil, pero nunca me imaginé qué tanto. En serio, Howdy ni siquiera se ponía así de molesto cuando Wally le reducía enormemente la cantidad de manzanas que tenía en el inventario.

Ah, ¡era ahora o nunca!

Antes de que Howdy pudiera regresar otro empujón, conseguí hacerme espacio en medio de ambos. Por desgracia, los dos estaban demasiado cegados por su propia ira que mi presencia pasó desapercibida y terminaron empujándome.

Y me sentí como una pelota.

Howdy me empujó hacia Wally, Wally me regresó de vuelta, y así al menos un par de veces. Podía sentir la fuerza que ambos estaban usando para atacarse, gruñéndose cosas que me hacían desear tener el contexto completo de esta disputa para poder entender por qué demonios estaban tan enojados.

Cuando comprendí que las consecuencias de su pelea iban a recaer sobre mí, intenté salir antes de que volvieran a lanzarme contra el otro, pero no fui lo suficientemente veloz, pues mientras daba un paso hacia adelante, Wally me había empujado de nuevo.

Un pequeño grito escapó de mi garganta cuando perdí el equilibrio al tropezar con uno de los pies de Howdy, y antes de darme cuenta, caí hacia adelante, dirigiéndome sin control alguno hacia Julie.

El tiempo pareció detenerse un momento durante mi caída. No pude evitar que un fuerte golpe resonara cuando mi cuerpo hizo contacto con el suelo, cayendo a gatas frente a Julie. Un suspiro de frustración se escapó de mi boca al mismo tiempo que un jadeo grupal se encargó de silenciar la pelea que había detrás de mí.

Bueno, al menos mi caída había servido para algo.

—Cielos, vecino, supongo que las desgracias siempre te siguen —comentó Julie con una risita, ocasionando que sintiera un bochorno en mis mejillas.

Noté la mano que extendió hacia mí, ofreciéndome su ayuda para levantarme, pero en lugar de tomarla y regañar a Howdy y Wally por comportarse como unos idiotas, me quedé en trance al repetir esa frase mentalmente.

Ella ya me había dicho esas palabras, aunque con un tono completamente diferente al que acababa de usar.

Entonces recordé el breve enfrentamiento que habíamos tenido en mis primeros días en el vecindario, en el bosque donde me perdí por haber perseguido a Eddie y Barnaby.

Julie actuaba de manera tan hostil conmigo en ese entonces.

"...ustedes dos no iniciaron con el pie derecho, así que fue una sorpresa ver que ya se llevaban bien..." las palabras de Frank que dijo en la mañana hicieron eco en mi mente.

Mi vista empezó a desenfocar la mano de Julie seguía frente a mí, prestando atención a lo que había detrás de ésta en mi campo visual: sus rodillas.

No había ni un solo rasguño.

Tampoco había cicatriz alguna de la caída que tuvo antes de que se fuera a visitar a sus hermanas.

—Vecino, ¿te encuentras bien? —Howdy se agachó a un lado de mí, provocando que Julie se apartara para que fuera él quien me ayudara.

Wally no tardó en ponerse al otro lado mío, sin permitir que Howdy se llevara todo el mérito de haberme levantado del suelo.

Las dudas y sospechas se amontonaban una tras otra en mi mente; sentía como si todavía me hiciera falta una pieza para completar este complejo rompecabezas, pero no podía pensar ahora.

No podía decirle a nadie lo que estaba pensando.

Una vez de pie, mis ojos pasaron de Howdy a Wally y viceversa. Me crucé de brazos y les dediqué una mirada de desaprobación por la forma en la que habían peleado.

Separé los labios, con ganas de reprenderlos por su actitud tan infantil, pero Julie me apretó suavemente del hombro, diciéndome sin palabras que no valía la pena hacerlo.

Giré sobre mis talones, agradeciéndole con la mirada a Julie por haberme calmado antes de estallar y observé su rostro, sintiendo mi estómago revolverse al recordar de golpe cada uno de mis pensamientos anteriores sobre ella.

Regresé a casa sin despedirme de nadie, estaba bastante irritable por la absurda discusión de Howdy y Wally que lo último que quería hacer era cruzar palabras con alguien

Regresé a casa sin despedirme de nadie, estaba bastante irritable por la absurda discusión de Howdy y Wally que lo último que quería hacer era cruzar palabras con alguien. 

Abrí la puerta principal de mi casa y, antes de que pudiera entrar para encerrarme junto a mis pensamientos, me volví al escuchar pasos peligrosamente cerca. 

Lo primero que vi fue el rostro avergonzado de Howdy y después la chamarra que me había quitado durante la acalorada discusión de aquel par. 

Ni siquiera me percaté de que la había olvidado a pesar del intenso frío del exterior. Probablemente todos los pensamientos que rondaban por mi cabeza mezclados con el enojo que me había ocasionando mi caída accidental no me permitió darme cuenta de mi alrededor. 

—T-Traté de llamarte, pero no me escuchabas —Howdy tartamudeó, entregándome con lentitud mi prenda de vestir, y bajó la mirada, claramente arrepentido por su manera de comportarse—. Lo siento tanto… 

La disculpa sincera de Howdy provocó que mi nivel de furia bajara considerablemente. Hice un pequeño suspiro mientras tomaba mi chamarra de las manos de Howdy. 

—No tienes qué disculparte. Las cosas se salieron de control más rápido de lo que imaginaba —respondí con calma, sorprendiéndome de lo efectivo que era Howdy para regresarme a la normalidad. 

—No, hablo en serio —Howdy insistió, dando un paso hacia adelante para acortar la distancia entre nosotros dos—. No tenía derecho de comportarme así… Es solo que han pasado muchas cosas en tan poco tiempo —él desvió la mirada hacia el cielo estrellado, parecía que no quería decir tontería alguna que arruinara su disculpa—. Supongo que tengo miedo. 

Enarqué una ceja por reflejo al escuchar su última oración. Mi corazón latió con fuerza y me hizo apretar la chamarra con mis manos, tratando de mantener los nervios a raya. 

— ¿Miedo? —repetí casi como un susurro, esperando que Howdy me diera una explicación completa. 

Él contempló el cielo un par de segundos, o eso me pareció a mí que estaba haciendo, y regresó su atención a mí. Había un inusual brillo de determinación en su mirada. 

—Sí… Miedo de… De perderte —su voz tembló con ligereza al soltar esas palabras que parecían tan difíciles de pronunciar, apretó sus labios en evidencia que estaba luchando por seguir hablando y suspiró, buscando valentía para no acobardarse después de haber confesado lo que parecía haber afectado su ánimo estos últimos días.

Yo me quedé sin aire ante la repentina revelación. Mi mirada buscaba algún indicio de que Howdy estuviera bromeando, pero no había nada más que una realidad difícil de aceptar. Mi corazón latía a mil por hora y mis manos comenzaron a sudar. 

«Quizás estoy exagerando —Howdy murmuró con una risa nerviosa, apartándose un par de pasos para permitir que volviera a sentir el aire fluir—. Pero ayer que te vi con este estilo —su mirada me recorrió de pies a cabeza—, no pude evitar tomarlo como un mal presagio. 

Ouch, eso me ofendió. 

Arqueé las cejas con evidente curiosidad, estaba a punto de defenderme de que esto ni siquiera había sido mi idea, pero él continuó:

—Es… Es como si estuviera perdiendo al vecino que conocí cuando llegó al vecindario —hizo un largo suspiro tras confesar lo que lo estaba atormentando. 

—Howdy, sigo siendo yo —le aseguré con una pequeña sonrisa de preocupación, no sabía que podía estar pensando él como para que llegara a conclusiones tan extremas—. Aunque por fuera me vea diferente, te aseguro que sigo… 

— ¿Y qué hay de cuando me rechazaste por ir con Wally? —la repentina cuestión de Howdy me hizo callar, haciendo que agrandara los ojos por la forma en que sus inseguridades estaban saliendo al aire—. ¿Qué con ese chiste en la tarde? Nunca cuentas chistes. 

Bueno, supongo que tiene razón con eso, pero… 

«Además, estabas llorando en el almacén por algo de lo que no estabas seguro —Howdy continuó, ocasionando que un bochorno apareciera en mi rostro al recordar aquel vergonzoso momento—. ¿Y cuál es el misterio con Wally? Parece que lo obedeces en todo lo que te dice. Estoy casi seguro que este cambio de estilo fue idea de él, ¿no es así? 

Me quedé completamente en silencio, reflexionando internamente en las palabras de Howdy. 

—Fue para sentirme parte de… 

—Oh, ¡por favor! —Howdy me interrumpió, hizo un suspiro de desesperación y miró hacia atrás, como si estuviera buscando más hechos con los que podía enfatizar su punto—. ¿Quién te hizo sentir que no eras parte ya de aquí? Ya te habíamos aceptado todos, ¿no? 

Bajé la mirada, me había quedado sin palabras. Sentía una gran confusión, no solo por todo el rompecabezas suelto de Julie, sino ahora también por todo lo que Howdy me estaba haciendo dudar. 

«Solamente piénsalo, vecino —él agregó con más calma, capturando mi atención otra vez—. A lo mejor estoy exagerando, pero es lo que he notado estos dos días. 

—G-Gracias… Lo… Lo voy a pensar —murmuré con dificultad, mi mente era una maraña gigante de pensamientos y no sabía por dónde empezar para despejarme. 

Howdy me miró con tristeza, titubeó cuando quiso inclinarse hacia mí y prefirió apartarse un paso más. Conocía bien a Howdy, y me atrevería a decir que su ataque verbal había sido una forma de desahogarse conmigo. 

Pero yo simplemente me le quedé viendo, incapaz de decir alguna otra palabra, y él pareció notarlo, pues dio media vuelta y caminó para desaparecer a través de la distancia sin siquiera despedirse. 

Howdy había dado justo en una de mis inseguridades. 

Entré a casa con lentitud, cerré la puerta con seguro y me dirigí hacia mi habitación, pero me quedé inmóvil frente al baño cuando, de reojo, vi el espejo que estaba colgado. 

Me coloqué frente al espejo y, una vez más, desconocí a la persona que tenía enfrente. Maldición, Howdy, ¿por qué tenías qué decirme todo esto? Necesitaba pensar en la situación de Julie, pero ahora mi mente repetía lo que había estado tratando de callar desde que vi mi nueva apariencia. 

Observé mi rostro con detenimiento en el reflejo del espejo, seguía en shock por las palabras de Howdy, y fruncí el ceño. La maraña de pensamientos simplemente estaba creciendo sin control alguno, haciéndome sentir sin aire. 

Se supone que había hecho esto por Julie, pero ella ni siquiera mencionó algo de que estaba feliz porque aquello significaba que me iba a quedar por mucho tiempo. 

El que Julie volviera a reinar en mis pensamientos fue la gota que derramó el vaso. 

Con movimientos bruscos, me quité los lentes, después arranqué la flor de mi cabello y saqué las pulseras de mi muñeca con rapidez, lanzando todos esos ridículos accesorios al suelo y los miré con desprecio. 

¿Por qué había permitido ir tan lejos? Howdy tenía razón, ya todos me habían aceptado tal cual y como era. ¿Por qué intenté convencerme de que ahora era diferente? 

Levanté lentamente la mirada hasta que volví a verme en el espejo, el cabello anaranjado ahora me hacía sentir impotente. Sin saber cómo manejar mi desesperación, golpeé el espejo con mi puño cerrado, dándome igual el daño que podía ocasionarme.

El vidrio se agrietó, haciéndome gruñir de frustración por no haberlo conseguido quebrar, y me preparé para darle otro puñetazo. Sin embargo, un sobre saliendo de detrás del espejo ocasionó que me detuviera. El impacto lo había hecho caerse. 

Tomé el sobre con curiosidad, no recordaba haber dejado esto aquí, y saqué la carta que venía adentro, una extraña sensación de déjà vu me recorrió en ese instante. 

Por alguna razón, sentí como si ya hubiese comenzado a leer esto antes.

Chapter 20: Y cada reclamo que hagas

Notes:

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Chapter Text

La idea de detenerme y fingir que no había encontrado nada en el baño cruzó por mi mente, haciéndome temblar levemente ante la incertidumbre de lo que debía hacer. Sin embargo, algo en el fondo de mí, me pedía a gritos que no me atreviera a dar un paso fuera del baño sin haber leído antes aquella carta.

Desdoblé la hoja que venía en el interior del sobre con cuidado, mis nudillos aún dolían por el golpe que le había acertado al espejo, y suspiré profundamente, tratando de llenarme de valentía.

Antes de leer, recordé los múltiples sueños que había tenido. El Wally de mis sueños me insistía en que le diera una carta, aunque yo no supiera a qué se estaba refiriendo.

Pero ahora, teniendo esto entre mis manos, mi instinto me decía que esto era lo que él estaba buscando.

  

✉️

Querido vecino.

Espero que te estés adaptando bien a tu nuevo hogar en el peculiar vecindario al que has llegado. Permíteme felicitarte por tu llegada, ya que he esperado ansiosamente este momento.

Como habrás notado, la comunidad es un lugar encantador y acogedor, pero como en todos los lugares, hay secretos que se esconden tras la fachada. No es casualidad que estés recibiendo esta carta. Hay fuerzas en juego que trascienden la lógica y la razón, fuerzas que pueden traer maldiciones.

La amabilidad de algunos de los vecinos puede no ser lo que parece. Hay una oscuridad oculta en cada rincón de este lugar, y no todos desean tu bienestar. Es fundamental que mantengas los ojos bien abiertos y nunca confíes ciegamente en nadie. Los que aparentan ser tus amigos podrían estar ocultando intenciones siniestras. Algunos querrán protegerte, otros querrán manipularte, y unos pocos podrían incluso intentar destruirte.

No confíes en todos a tu alrededor, pues algunos están más involucrados en esta situación de lo que parece. Pero tampoco te cierres por completo, pues entre las sombras también hay aliados que pueden ayudarte en tu camino.

Te daré un consejo: fíate de tus instintos. Si sientes que alguien te observa, es probable que así sea. Si escuchas susurros en la noche, no los ignores. Siempre hay una razón detrás de cada misterio.

Recuerda, estás bajo su mirada constante, sabe de cada una de tus respiraciones y de cada movimiento que hagas; de cualquier vínculo que hagas o deshagas y de cada paso que des. Te observa cada uno de los días y cada una de las noches que te quedes.

Piensa con cuidado cada una de las palabras que digas, pues las consecuencias podrían ser irreversibles.

✉️

    

Mis manos temblaron al terminar de leer la carta y sentí como si de pronto la temperatura hubiera bajado de golpe, calándome en los huesos.

Metí la carta de vuelta al sobre y la regresé a su escondite, sin saber exactamente cómo debía reaccionar después de leer lo que interpretaba como una advertencia.

Todo mi cuerpo estaba temblando, el vacío en mi estómago se intensificaba al recordar cada una de las palabras que había leído. Mi corazón latía a mil por hora y mis oídos se agudizaron, como si estuviera a la espera de escuchar algo que me hiciera confirmar los párrafos de la carta.

Necesitaba calmarme antes de que hiciera algo aún más estúpido que golpear el espejo.

Tomé torpemente la piedra que estaba en el amuleto que colgaba de mi cuello, apretando con tanta fuerza como si quisiera incrustar la decoración en la palma de mi mano, y empecé a hacer largas y profundas respiraciones.

No quería desconfiar de nadie del vecindario. Todos eran agradables y amables, me era difícil pensar que alguien estuviera conspirando en contra mía.

Tragué con dificultad, sintiendo unas horribles náuseas, y coloqué mi mano libre sobre mis labios; las pesadas palabras en la carta me estaban enfermando.

Y aunque no quería pensar en posibles enemigos, en mi mente confusa apareció la viva imagen de Julie junto a las sospechas que empecé a detectar desde su regreso.

Sentí una punzada dolorosa en mi pecho.

¿Y si estaba exagerando? ¿Por qué tendría que creer en las palabras de un desconocido? ¿Qué tal si todo era una tonta broma?

Reí lenta y nerviosamente al pensar en aquella posibilidad. Por supuesto, debía de ser así, todo en este vecindario resultaba ser un juego.

Salí del baño, aún temblando y apretando el agarre a la piedra de mi collar, ignorando por completo el dolor que me estaba provocando.

Mis pensamientos amontonados empezaban a agrandar la maraña que ya tenía en mi mente, tejiéndose entre sí para que me fuera imposible analizar alguno con calma.

Decir que tenía miedo era muy poco para describir cómo me sentía en ese momento exacto. Eran tantas emociones encontrándose una con la otra, empeorando la tormenta interna.

Me acosté en la cama, mis ojos permanecieron abiertos mientras miraba la bombilla apagada de mi habitación, y mi estómago comenzó a doler, cuestionándome todo del lugar en el que vivía.

Aunque mis principales dudas recaían en Julie, sabía que no tenía ni una sola prueba que pudiera confirmar alguna de mis sospechas.

Antes de que pudiera pensar en cuál sería mi siguiente movimiento, necesitaba información para saber cómo actuar. No podía precipitarme a hacer algo cuando no tenía nada confirmado.

El frío a mi alrededor era intenso, pero mi atención estaba centrada en las ideas que caían en mi mente.

Necesitaba trazar un plan que me pudiera regresar mi tranquilidad.

Comencé a cerrar lentamente los ojos, pretendiendo dejar que la almohada resolviera mis incertidumbres, pero el teléfono sonando me sacó del trance en el que había caído involuntariamente.

Tal vez escuchar la voz de Wally me haría sentir mejor.

Finalmente sentí como si el aire volvía a fluir con normalidad, provocando que soltara la piedra que sujetaba con tanta fuerza que se había quedado marcada en la palma de mi mano, y me levanté para contestar el teléfono, casi como una respuesta automática de mi cuerpo.

Para mi desgracia, observé cómo el techo oscuro de mi habitación comenzaba a cambiar de color gracias a los rayos del sol que se filtraban a través de las delgadas líneas de mis cortinas.

Había pasado toda la noche sin ser capaz de dormir aunque fuese una cantidad insignificante de tiempo. Ni siquiera la llamada de Wally y la intriga del porqué me había pedido reunirnos en la tarde me habían podido distraer de todo lo que tenía en la mente.

Ahora que lo pienso, Wally nunca me dijo dónde quería que nos viéramos. Simplemente me aseguró que tenía una sorpresa muy especial para mí.

Me senté con lentitud en el borde de la cama, sintiendo una extraña necesidad de salir corriendo. ¿A dónde? No tenía la menor idea, algo en mi interior me decía que debía estar lejos. Y rápido.

Suponía que necesitaba recuperar mi tranquilidad antes de cualquier cosa y, para eso, debía deshacerme de la idea de que la Julie que había regresado al vecindario no era la misma que se había ido.

No quería pasar un solo segundo más con estas dudas que me quitaron el sueño de una forma tan descarada.

Tendré que comprobar si Julie se trata de esa persona que me quiere destruir o si realmente la puedo considerar como una aliada para lo que sea de lo que me tenga que proteger.

Me levanté sin muchos ánimos, pasar la mañana en la cama no me iba a ayudar en nada, y pasé mis manos por mi cabello, tratando de aplacarlo.

Necesitaba pensar.

Más que pensar, lo que me urgía era trazar un plan que me ayudara a identificar si Julie era realmente ella. Por más estúpido y paranoico que sonara aquello porque, seamos sinceros, si resultaba que no era Julie, ¿entonces con quién estaba tratando?

¿Una hermana gemela que por alguna razón me odia? ¿Un malvado doppelgänger*?

Mi corazón dio un vuelco imaginando el rostro de Julie deformarse de un momento a otro. Quizás no debí haber visto tanto terror analógico antes de mudarme.

Agité mi cabeza de un lado a otro, descartando por completo esas ideas tontas, y me acerqué a mi closet, sacando la ropa que usaría después de darme una ducha.

Si necesitaba comprobar que Julie no era Julie, ¿cómo lo podría hacer?

Probablemente haciéndole preguntas específicas y, dependiendo de su respuesta, podría darme una idea de lo que estaba pasando en realidad.

Tomé la ropa que saqué junto a una toalla, teniendo todo listo para bañarme antes de que la temperatura empeorara, y caminé lentamente hacia el baño, pensando seriamente en las preguntas que debía hacerle.

Debía ser algo que pudiese comprobarlo con alguien más en caso de que yo estuviera teniendo un recuerdo falso, ¿pero qué?

Me quedé de pie frente a la puerta del baño, observando los accesorios que había dejado descuidadamente en el suelo, y después observé el cartel que Wally había hecho para mi partido de volleyball, aún pensando en una pregunta clave que pudiera darme cierta claridad en mis ideas amontonadas.

Suspiré con pesadez.

Esperaba que después de la ducha, mi mente pudiera despejarse aunque fuese un poco.

           

Al salir de casa y ver hacia la de Julie, sentí un extraño dolor en el estómago.

Decir que sentía nervios era decir poco.

No sabía exactamente que le iba a preguntar para descifrar si estaba mintiendo acerca de su supuesta identidad y tampoco sabía qué haría después de obtener un indicio de lo que estaba intentando probar.

Quiero decir, sería jodidamente aterrador que Julie no fuese Julie porque, seamos sinceros, ¿quién podría ser si no? Es cierto que había pensado en la idea de una hermana gemela, pero se escucha ridículo. Aunque no tan ridículo como lo del doppelgänger.

Hice un gran y profundo suspiro, tratando de tomar un poco de valentía, y empecé a caminar hacia la casa de Julie.

Mi corazón latía desbocado, mi cuerpo se tensaba más con cada paso que daba y sentí una desagradable sensación de vacío en mi interior, el frío de mi alrededor parecía querer llenar aquel vacío, haciéndome sentir mil veces peor.

Me detuve abruptamente a mitad del camino, dando media vuelta con intención de regresar a mi casa.

¿Qué demonios me pasaba?

No podía llegar a casa de Julie e interrogarla por mis paranoias que habían crecido con fuerza después de haber leído esa maldita carta anónima.

Además, ni siquiera sabía qué le iba a preguntar con exactitud. Suponía que sería estúpido decirle algo como “oye, ¿de verdad eres Julie?”. Dejaría en evidencia mis sospechas y mi locura.

Me detuve otra vez, observando el vómito de payaso que era mi casa. ¿En serio iba a pretender que nada estaba ocurriendo cuando existía la posibilidad de que alguien me estaba acechando para destruirme?

Apreté los puños con resignación y giré sobre mis talones, volviendo mi atención al hogar de Julie.

Mierda, mi estómago estaba matándome de dolor.

No quería asustar a Julie con mis sospechas, pero tampoco quería estar más tiempo con esa intranquilidad.

Miré hacia atrás, considerando la idea de regresar a casa y ponerme en marcha hasta que hubiera pensando en las preguntas que debía hacerle, pero algo en mí me decía que eso solo era una patética excusa para postergarlo.

Si regresaba a mi casa ahora, probablemente nunca me atrevería a enfrentar a Julie.

Apreté la piedra de mi colgante con una de mis manos, logrando recolectar un poco de valentía que me hizo volver a caminar hacia la casa de Julie.

Sí. Era ahora o nunca.

Y si resultaba que ella no era en realidad la persona que decía ser, entonces ya pensaría qué hacer.

Probablemente hablaría con mi mamá para que me diera consejos de cómo llevar la situación.

Mis pasos hacían crujir la nieve bajo mis pies, agradecía que pudiera caminar sin que mis botas se hundieran porque sería sumamente molesto, y me detuve frente la puerta amarilla adornada con una bella flor.

Los pétalos blancos me hicieron dudar en continuar con lo que planeaba, pero agité suavemente mi cabeza en un intento de ahuyentar mi cobardía. No era momento de retroceder.

Levanté mi mano, con intención de tocar el timbre, y dejé mi dedo índice unos centímetros antes de aterrizar por completo, volviendo a dudar de mí.

Esto era estúpido. Casi tanto como yo.

Retrocedí un paso hacia atrás, no podía permitir que unas simples palabras en anonimato me hicieran dudar de todo lo que conocía.

Por desgracia, no solamente era la carta.

Recordé la extraña actitud de Julie cuando había regresado al vecindario junto a sus rodillas perfectas, juraría que la caída que había tenido antes de marcharse le habría dejado una cicatriz al menos.

Mi corazón dio un vuelco doloroso y el vacío en mi interior pareció hacerse más grande todavía ante esta maldita incertidumbre.

¿Estaba dejándome llevar por la paranoia o estaba actuando como debería en una situación así?

Olvidenlo, debo ser el ser más estúpido en el universo por siquiera pensar en hacer algo así.

Le di la espalda a la casa de Julie una vez más, estaba a punto de irme, pero me paralicé cuando escuché la puerta abrirse.

— ¿Vecino? ¿Qué haces aquí? —la voz de Julie me hizo volverme hacia ella, haciéndome tragar con nerviosismo porque no sabía qué responderle.

Claramente no le iba a decir la verdad, terminaría complicando aún más las cosas, aunque quizás era mi oportunidad para poder interrogarla tal y como lo había planeado desde que salí de la cama.

—Oh… Buenas tardes —saludé, fingiendo normalidad, pero los nervios me azotaron de golpe al darme cuenta de mi equivocación—. ¡D-Días! Quise decir, buenas… ¡Buenos días! Aún es temprano y…

Julie hizo una pequeña risita, por supuesto que le divertía mi reacción. Me quedé en silencio, pensando que era la persona más imbécil del universo por ser incapaz de hacer algo sin delatar mis intenciones desde un inicio.

Un horrible bochorno se apoderó de mi rostro.

—Buenos días, vecino —Julie se colgó la canasta vacía que llevaba en uno de sus brazos, parecía que iba a ir a hacer compras en la tienda de Howdy.

—Y-Yo, uhm… —desvié la mirada a un lado, no podía pensar en algo qué preguntarle. Lo único que se me venía a la mente era el cartel que Wally había hecho para el partido de voleibol.

El partido…

Bueno, supongo que podría hablar de eso.

—Voy a ir a la tienda, ¿quieres acompañarme? —ella propuso de repente, supongo que se dio cuenta que sería más sencillo hablar mientras caminábamos para que ella no se retrasara con sus compras.

—Claro —asentí suavemente y la seguí tan pronto ella comenzó a caminar, sintiendo como los nervios querían apoderarse de mi cuerpo ahora que tenía las preguntas que quería hacerle para descubrir sus mentiras—. Sabes, estaba pensando…

— ¿Sí? —me miró de reojo, arqueando una ceja, y regresó su atención al camino blanco bajo nuestros pies.

Aquí voy. Universo, no me hagas quedar como el vagabundo que vivía en el centro de la ciudad en la que vivía y gritaba que el fin del mundo estaba cerca.

—En el partido de volley que tuvimos —comencé, sintiendo como si un nudo quisiera formarse en mi garganta por tener el atrevimiento de comenzar a hablar, y carraspeé un par de veces, haciendo un esfuerzo monumental para no retractarme—. Estuviste genial esa vez, Poppy y yo no fuimos rivales para ti. Aunque eras equipo con Frank, parecía que no lo necesitabas en realidad.

Lo hice. ¡Lo hice! ¡Y salió tan natural!

Quizás no debería sentir orgullo por mentir de esta manera, pero había conseguido sobreponerme a mis nervios y había dicho las palabras que fácilmente pudieron haberse atorado en mi garganta.

Julie se detuvo un par de segundos antes de que su mano aterrizara sobre la puerta de la tienda y se giró hacia mí, su expresión de confusión me indicaba que se había dado cuenta del detalle falso que había dicho.

—Oh, vecino, ese golpe de calor que te dio te afectó más de lo que pensé —ella comentó con preocupación, tocando mi frente como si estuviera comprobando que no tuviese temperatura.

— ¿Golpe de qué? —pregunté con los ojos entrecerrados, tuve que tomar con suavidad la muñeca de Julie para alejarla de mi rostro.

—De calor. Fue por eso que se terminó el partido antes de tiempo, ¿no lo recuerdas? —su explicación, lejos de tranquilizarme, lo único que hizo fue dejarme un amargo sabor en la boca.

Solté su muñeca lentamente, con cierta desconfianza, y tuve que forzarme a hacer una expresión neutra para que no viera el miedo que comenzaba a apoderarse de mí.

—Imposible olvidarlo… —murmuré, mi voz perdiendo volumen gradualmente, y bajé la mirada sin saber exactamente qué hacer.

Una parte de mí me gritaba que no debía mostrar lo que verdaderamente estaba sintiendo, pero la otra quería huir de ahí lo más rápido posible.

Julie hizo una suave risa, como si quisiera alivianar el ambiente, y se acomodó el gorro de lana que llevaba puesto.

—No lo pienses mucho, es algo que ya pasó —ella abrió la puerta de la tienda de Howdy, pero dio media vuelta para agregar un último comentario—. Además, mi compañero no fue Frank. A Frank casi no le gustan ese tipo de cosas.

Titubeé ante las palabras que acababa de escuchar, provocando que saliera de mis pensamientos paranoicos un momento; por un momento creí que el supuesto golpe de calor fue una excusa para que ella no cargara con el peso de que me había dejado fuera de combate en lo que supuestamente era un partido amistoso.

No importaba, yo también hubiera hecho lo mismo si me pasaba algo así.

«Fue Sally —comentó antes de entrar a la tienda, dejándome sin poder pronunciar palabra alguna.

Sentí mi corazón acelerarse y mis manos temblar por la incertidumbre de qué haría con la información que acababa de obtener.

Básicamente acababa de confirmar que, después de todo, ella no era Julie.

Retrocedí lentamente, incapaz de pensar qué demonios tenía qué hacer ahora que había descubierto este “pequeño” secreto de mi vecina. No sabía cómo podían reaccionar los demás si les contara esto. O si debía hacerlo.

Quizás la carta tenía razón después de todo, probablemente Julie está ocultando algo más oscuro. ¿Sería ella quien buscaba destruirme? ¿Habría más involucrados? ¿Realmente podía confiar en alguien aquí?

Ante mis innumerables cuestiones sin respuesta, sentí como si el frío del exterior se intensificara, haciéndome cada vez más difícil mover las piernas para caminar sobre la nieve y regresar a casa; necesitaba estar a solas, pensar seriamente en lo que estaba sucediendo antes de que mi lado paranoico hiciera una estupidez de la que me podría arrepentir.

Al verter harina en un recipiente de vidrio, la mitad cayó sobre la mesa, haciéndome suspirar con fastidio por quinta vez consecutiva en el poco tiempo que llevaba en la cocina de Poppy, tratando de aprender una nueva receta.

—Oh, querido —murmuró Poppy al ver el nuevo desastre que acababa de hacer; sin embargo, no hubo regaño alguno. En su lugar, limpió el polvo con una sonrisa de preocupación en el rostro y, con una caricia en una de mis mejillas, obtuvo mi atención por completo—. No quisiera ser entrometida, pero te he notado un poco… Distraído. ¿Todo está bien?

Hice un pequeño, pero reconfortante, suspiro cuando mis ojos se encontraron con los de ella. Era como un amable recordatorio de que todo estaría bien.

Por desgracia, mi instinto me seguía diciendo lo contrario.

Moví mi hombro con intención de alejar su mano de mi rostro, no quería exponer todos mis miedos e inseguridades probablemente estúpidas y sin sentido.

—Sí —musité y me sorprendí al escuchar que mi voz carecía de convicción; por supuesto, no la iba a engañar con una pobre mentira que ni siquiera mi verdadera y despistada madre se hubiese creído—. De hecho, creo que extraño a mi mamá. Me recuerdas tanto a ella y no he podido dejar de pensar en volver a casa para ver que todo esté bien.

No era mentira del todo, realmente echaba de menos a mi mamá. Han pasado semanas desde la última vez que la vi.

Además, tenía la pequeña esperanza de que si le contaba lo que estaba pasando con Julie, ella pudiera darme sabios consejos para poder sobrellevar la situación. Claro, eso si no me tachaba como una persona enferma que le urgía atención psicológica.

Donde tal vez sí era mentira, era que Poppy me hiciera pensar en ella. Bueno, quizás también era verdad porque, sin poder evitarlo, terminaba comparando a estas dos mujeres, haciéndome desear cada vez más que… No sé, mi mamá fuera un poco más como Poppy.

Ella volvió a sonreír con calidez, pero se apartó para darme mi espacio y regresar a la mezcla que ella misma estaba haciendo en su espacio en la mesa.

—Deberías ir a verla —sugirió unos segundos después de que el silencio se hubiera acentuado en la cocina, dejando de mezclar para ver mi expresión.

Asentí lentamente, era lógico pensar que, si extrañaba a alguien, debía tomarme el tiempo para darle una visita sorpresa.

—Seguramente se moriría cuando me viera —comenté sin mucho ánimo, recordando el drástico cambio que había tenido mi apariencia en estos últimos días, y dejé el tazón a un lado tras suspirar profundamente; había perdido completamente las ganas de seguir cocinando.

Un nuevo silencio reinó en la cocina.

No quería darle más detalles a Poppy de mi complicada relación con mi mamá y, seguramente, ella tampoco quería decir algo que me pudiera causar más conflictos o dudas acerca de lo que sentía.

Al menos había dejado de darle vueltas al asunto de Julie.

—Yo pienso que se alegraría de verte —Poppy vació su mezcla homogénea en un refractario de aluminio y tomó mi tazón, dejándolo a un lado como si no importara—. No hay ninguna mamá en la tierra que no le alegre ver la felicidad de su hijo.

Por desgracia, no pude evitar sentir un poco de envidia de que ella se sintiera tan segura con el pensamiento que acababa de pronunciar. Era evidente que había crecido en un ambiente completamente de amor y una tolerancia inigualable, donde los errores y las pequeñas equivocaciones no eran castigadas severamente.

— ¿Y si no es así? —solté de pronto, sin pensarlo dos veces.

Me quise morder la lengua en el segundo exacto que Poppy se volvió hacia mí, parecía que no se esperaba que fuera a decir algo así.

Estaba a punto de pedir disculpas, había convertido nuestra conversación en algo incómodo, pero ella me ganó diciendo:

—Entonces yo me alegraré por ti, querido.

Me quedé inmóvil ante su declaración, mi corazón latió dolorosamente ante sus conmovedoras palabras. No sé por qué, pero sentí como si alguna herida que no sabía que tenía se había cerrado por completo.

Un par de lágrimas se juntaron en mis ojos, sintiendo a su vez como un nudo se formaba rápidamente en mi garganta. No esperaba que ella dijera algo así, pero mi corazón se sintió cálido. Era como si todas mis preocupaciones se hubieran esfumado, aunque duró apenas unos segundos.

Al separarnos, ella se dirigió al horno para meter el refractario que había llenado, y yo aproveché para limpiar mis mejillas húmedas y calientes con la manga de mi sudadera.

La receta había terminado mucho antes de lo que era usual; además, el hambre se me había ido ante este tornado de sentimientos y pensamientos contradictorios que estaba arrasando en mi interior.

Sí, es cierto. Temía de lo que podía suceder (o no) con la Julie falsa, la idea de que la advertencia de la carta se cumpliera hacía que sintiera un intenso vacío en mi estómago que comenzaba a extenderse por todo mi cuerpo, queriendo huir a refugiarme bajo la fiable protección de mi madre verdadera.

Sin embargo, tampoco quería irme aquí.

No quería dejar a Poppy sola, ni a Wally, ni a Sally, ni a Frank y Eddie. Y mucho menos quería dejar a Howdy solo.

Me sentí un poco mal al darme cuenta que no pensé en Barnaby. Es un gran vecino, pero hay algo en él que no me convence del todo.

Desvié la mirada al suelo, mi cabeza dolía por no poder pensar cuál sería mi siguiente movimiento. ¿Me iría y dejaría mi nueva vida atrás? ¿O me quedaría y esperaría a que las palabras en la carta se cumplieran?

No lo sé.

Golpes en la puerta principal provocaron que saliera de mis pensamientos y me levantara casi por inercia, ya me había acostumbrado a abrir la puerta por Poppy.

«Oh, debe ser Howdy con mis compras —el comentario de Poppy me hizo frenar antes de llegar al umbral de la puerta de la cocina, sintiendo mi cuerpo tensarse por los nervios.

No había cruzado palabra alguna con él desde todo lo que me dijo ayer. Pensaba que sería sumamente incómodo estar en el mismo lugar después de su explosión de pensamientos.

—A-Ah yo… —tartamudeé, buscando una excusa tonta para evitar atender a Howdy, pero Poppy ya se había ocupado en la cocina.

—Si no es mucha molestia, querido, ¿podrías abrirle?

Asentí con una sonrisa forzada, dirigiéndome hacia la puerta principal. Maldición, realmente quería evitarlo hasta mañana, pero parecía que no tenía otra opción.

Me detuve cuando mi mano estaba a punto de alcanzar la perilla, necesitaba recibirlo con normalidad si no quería que Poppy se enterara del pequeño problema que había surgido entre nosotros, y finalmente abrí la puerta.

La cálida sonrisa de Howdy que obviamente iba dirigida a Poppy cambió drásticamente tan pronto su mirada cayó en mí, provocando que sintiera una dolorosa punzada en el pecho.

Él parecía sorprendido de verme ahí, pero sorprendido de la mala manera. Al parecer, él también tenía la idea de no verme hasta mañana.

Tragué saliva con dificultad al darme cuenta que el silencio entre nosotros se prolongaba sospechosa e incómodamente.

—H-Howdy… Adelante, Poppy está… —me eché a un lado, permitiendo que Howdy pasara, y bajé la mirada al suelo para evitar hacer contacto visual con él—. En la cocina…

—Gracias —murmuró con un tono apenas audible y entró sin antes sacudir sus zapatos afuera, quitándose la nieve pegada en sus suelas—. ¿Disfrutando de tu día de descanso?

Aprecié su intento de romper el hielo, pero estaba siendo demasiado incómodo y no soportaría pasar más tiempo con él. No después de todo lo que me había dicho.

—Oh, sí… Uhm… —dudé en lo que debía hacer, pero entonces recordé la llamada que tuve con Wally ayer en la noche, y sentí como si mi rostro se iluminara por tener la excusa perfecta para irme—. Poppy —me acerqué a la cocina, notando cómo Howdy empezaba a sacar cada uno de los productos que llevaba en la canasta, y pasé una mano por mi cabello—, debo de irme. Wally me pidió vernos, aunque no me dijo dónde, así que iré a preguntarle personalmente.

Había capturado la atención total de Howdy cuando mencioné a Wally, haciéndome sentir un leve bochorno por recordar la pelea de ayer.

—Por supuesto, ve con cuidado —Poppy se despidió de mí.

No esperé a escuchar algo más, rápidamente me dirigí por mi chamarra al perchero cercano a la puerta, y me lo puse, preparándome para salir al frío del exterior.

—V-Vecino —Howdy salió de la cocina con un par de latas en la mano, como si hubiese tenido un impulso para detenerme.

Sin embargo, yo fingí no haberlo escuchado y salí de la casa de Poppy.

Lo siento, Howdy, es solo que todavía no siento el valor suficiente para conversar contigo.

               

Menos mal Wally había decidido hacerse el misterioso, citándome pero sin decirme en dónde.

Sin querer, me había dado la excusa perfecta para haber escapado de lo que pudo haber sido algo aún más incómodo entre Howdy y yo. Y con Poppy de espectadora.

Caminé sin preocupación hacia Home, tratando de olvidar todos los problemas con los que estaba cargando, y suspiré de nuevo al recordar las palabras de la carta.

No quería darle muchas vueltas al asunto, pero simplemente era imposible.

Quizás deba hacerle caso a Poppy y organizar una visita a mi mamá, tenía el leve presentimiento de que un momento de convivencia con ella sería suficiente para poder calmarme.

Me detuve a unos metros de la puerta entreabierta de la casa de Wally, las ventanas que simulaban los ojos de Home estaban cerradas, dándome la impresión de que estaba durmiendo.

¿Home dormía? Creo que era algo que nunca me había preguntado, pero me hacía sentido considerando que, de alguna forma, está viva.

Me acerqué con lentitud hasta quedar a algunos cuantos pasos de distancia de la puerta y alcé la mirada, esperando que Home notara mi presencia.

—Hola, Home —saludé con cierto nerviosismo, pero no conseguí respuesta alguna.

No quisiera entrar a buscar a Wally sin que Home lo supiera, me hacía sentir algo extraño. Por más loco que suene esto, pero si yo fuese una casa viviente, no querría que la gente se metiera en mí mientras estoy descansando.

« ¿Home? —hablé de nuevo, esta vez con un tono ligeramente más alto que el anterior, pero seguí sin obtener respuesta.

Hice un pequeño suspiro y me puse de puntillas para intentar ver a través de la abertura en la entrada principal, con la esperanza de encontrarme a Wally.

Bueno, él ha entrado a mi casa sin mi permiso o conocimiento, suponía que no pasaría nada si hacía lo mismo.

Sin querer interrumpir el sueño de Home, entré de la forma más silenciosa posible. Con cada paso que daba dentro de la casa, sentía que me adentraba en un lugar prohibido y peligroso.

Las luces de la primera planta estaban apagadas, pero las que sí estaban encendidas eran las de la segunda. Quizás Wally se encontraba ahí y había dejado la puerta abierta descuidadamente.

« ¿Wally? —lo llamé en voz baja, procurando no hacer mucho ruido para no despertar a Home, y caminé hacia las escaleras.

Alcé la mirada, sintiendo el mismo vacío que me provocaba al pensar que estaba cerca de su estudio de arte, y coloqué una mano sobre mi estómago, tratando de tomar valentía.

No quería ser pesimista, ¿pero qué tal si Wally hubiera sufrido algún accidente? Digo, no era normal dejar la puerta abierta. Quizás Home la dejó así en un intento de pedir ayuda.

Sacudí mi cabeza de un lado a otro mientras subía las escaleras, estaba exagerando demasiado por nada.

Miré a ambos lados del corredor en la segunda planta, no parecía haber señales de Wally, y di media vuelta, con la intención de ir a casa a esperar a que me llamara.

Sin embargo, algo en mi interior me detuvo antes de bajar el primer escalón, haciéndome girar sobre mis talones para encarar la puerta cerrada del estudio de Wally.

Ese lugar había sido el protagonista de la mayoría de las pesadillas que había tenido desde que llegué a este vecindario.

Apreté nerviosamente los puños, tratando de convencerme de que un simple vistazo bastaría para deshacerme de ese miedo irracional, y miré hacia el final de las escaleras, procurando que Wally no estuviera cerca.

No debería estar husmeando en casas ajenas, lo reconozco, pero la idea de poder ver todas las obras de arte que Wally había hecho y la forma en la que tendría todo organizado me daba demasiada curiosidad.

De alguna forma, quería averiguar si mis sueños habían acertado como la vez que soñé con el interior de su casa sin haberla visto antes.

Asentí, llenándome de valentía, y me dirigí hacia el estudio, mi mano encontró rápidamente la fría perilla.

Mi corazón latía intensamente, el vacío en mi estómago parecía haberse extendido hasta convertirlo en algo doloroso y las palmas de mis manos comenzaron a sudar.

Finalmente estaba aquí, no podía echarme atrás ahora.

Abrí la puerta con una lentitud increíble, permitiendo que la luz del corredor bañara apenas una parte del suelo junto a un atril con una pintura en éste.

Cuando estuvo completamente abierta, noté que tendría que encender la luz del estudio para ver algo más que aquella pintura que Wally había hecho en mi casa y, por alguna razón, me hacía sentir triste tan pronto la veía.

Wally había dicho que porque había usado una combinación de colores para evocar esa sensación, pero algo en mí me decía que no era así.

La tristeza que sentía era real. Y, por más que intentara darle la razón a Wally, la sensación de haber estado en esa banca me hacía dudar de todo.

Eché un rápido vistazo alrededor del estudio, notando por las sombras que en las paredes colgaban rectángulos o cuadrados de madera y el dolor en mi estómago se intensificó al pensar en mis pesadillas y todos los supuestos espejos que habían.

Estaba tan oscuro que ni siquiera podía distinguir en dónde demonios se encontraba el interruptor para encender el foco.

Saqué mi celular del bolsillo y encendí la linterna.

El haz de luz de la linterna recorrió las paredes y, en un principio, mi cerebro tardó en procesarlo. Esperaba encontrarme con los espejos de mis pesadillas… pero lo que vi fue peor.

Mis pies apenas reaccionaron. Un escalofrío recorrió mi espalda, mi respiración se entrecortó y mi boca se secó. No… no podía ser real.

Era yo.

Docenas de pinturas, cada una capturando momentos distintos, algunos que ni siquiera recordaba haber vivido. Mi reflejo en la ventana de mi casa. Mi perfil en medio de una conversación. Mi expresión perdida en pensamientos. Incluso había un retrato con una mirada que nunca me había visto en el espejo.

Wally… ¿Cuánto tiempo había estado observándome?

Un sonido seco me arrancó del trance. Un crujido en el suelo. No iba a esperar a ver quién o qué lo había provocado.

Me giré y salí corriendo.

Bajé las escaleras tan rápido que sentí que tropezaría en cualquier momento. Mi única meta era salir. Respirar aire que no oliera a pintura fresca y obsesión.

Corrí hasta que mi pecho dolió y mis piernas flaquearon, hasta que un par de manos me sujetaron con firmeza.

—Vecino, deberías tener más cuidado —la voz calmada de Howdy hizo eco en mi mente, estaba a punto de chocar contra él sin darme cuenta por lo que acababa de descubrir.

Levanté la mirada y supe que mi expresión lo desconcertó.

A pesar de que él y yo no habíamos quedado en los mejores términos, algo en su rostro cambió al verme. No era burla. No era enojo. Era otra cosa.

« ¿Qué pasa? —preguntó con palpable preocupación, sus manos no abandonaron mis hombros ni por un solo segundo.

Giré lentamente el rostro para ver a Home, notando de reojo cómo Howdy imitaba mis acciones, y me tensé al notar que estaba a punto de despertar.

Quería irme de ahí, y Howdy pareció entenderlo, pues me tomó de la muñeca con firmeza, como si nunca quisiera soltarme, y me arrastró con él sin esperar a que le diera una respuesta. De igual forma, con lo que acababa de descubrir, jamás le hubiese podido dar una a tiempo.

El sonido de mis propios pasos apresurados se mezclaba con el de los de Howdy, haciendo crujir la nieve que no desaparecía pronto. El aire se sentía pesado, filoso. Como si el solo respirar podría causarme un daño irreversible.

No hablamos en todo el camino. Howdy no soltó mi muñeca, y yo no intenté apartarla. Mis pensamientos eran un desastre, un torbellino de imágenes, frases, advertencias. Wally. Julie. Mi madre. La carta. Las pinturas. Todo se entremezclaba y no podía encontrarle sentido.

Cuando llegamos a la tienda, Howdy sacó sus llaves y abrió la puerta con rapidez, haciéndome entrar primero antes de cerrar tras de sí.

El interior se sentía irreal después de todo lo que acababa de pasar. Estantes con productos perfectamente alineados. El suave sonido del refrigerador en la parte trasera. Un espacio tan común y familiar, pero que me hizo sentir tan fuera de lugar como si nunca hubiese estado ahí antes.

Howdy no perdió el tiempo y me guió directamente hacia el almacén. Parecía que aquí era donde se llevaban a cabo las pláticas importantes.

Cerró la puerta.

—Ahora sí —dijo finalmente, con una voz más firme de lo que esperaba—. ¿Vas a decirme qué demonios está pasando?

Tragué saliva.

—Yo…

Las palabras se me atascaron en la garganta. Sentía su mirada sobre mí, analizando cada uno de mis movimientos.

Howdy cruzó los brazos, esperando.

—No tienes idea de cómo luces ahora mismo —continuó—. Nunca te había visto así. Dímelo.

Abrí la boca, pero la volví a cerrar, arrepintiéndome en el acto. Mi pecho subía y bajaba con cada respiración agitada, como si mi propio cuerpo no estuviera seguro de cómo reaccionar.

No podía contarle todo. No tenía sentido. Ni siquiera yo entendía todo lo que había descubierto. Y me iba a doler hasta el alma que él pensara que estaba descendiendo a la locura con una velocidad impresionante.

Entonces, solo dije lo único que tenía claro en mi cabeza.

—Necesito irme.

La expresión de Howdy cambió.

—¿Qué?

—Necesito regresar con mi mamá. No puedo quedarme aquí más tiempo.

La incredulidad en su rostro fue reemplazada por algo más. Algo que no pude descifrar.

Se pasó una mano por la cara, suspirando.

—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

—Sí.

—¿Esto tiene que ver con lo que haya dicho Wally?

Desvié la mirada a un lado; por supuesto, se suponía que yo me había ido a reunir con él.

—Él… No estaba en casa —respondí con dificultad, mis pensamientos desorganizados estaban provocando un caos inigualable en mi interior.

—Entonces, ¿viste algo?

Mi silencio fue suficiente respuesta.

Por un momento, Howdy no dijo nada. Solo me miró, como si estuviera debatiéndose entre seguir preguntando o aceptar lo que le estaba diciendo.

Cuando finalmente habló, su voz fue más baja.

—Te llevaré.

Mis ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Qué?

—A la parada de autobuses —aclaró—. Si realmente quieres irte… yo te llevaré esta noche. Si vas solo, te vas a perder en el bosque.

Algo en su tono me hizo sentir que le dolía decirlo, pero en su mirada brillaba la determinación por darme una mano amiga como siempre lo había hecho desde que llegué al vecindario.

Sentía como si él realmente no quisiera que me fuera tan abruptamente pero, aún así, estaba dispuesto a hacerlo con tal de que estuviera bien.

Bajé la mirada con un suspiro, no entendía por qué Howdy me daba esa prioridad, e hice una mueca de tristeza, pensar en un adiós siempre resultaba algo deprimente.

—Entonces te veo en la noche —comenté sin poder verlo a los ojos y retrocedí unos pasos, con la intención de regresar a mi casa y empezar a empacar las cosas que necesitaría llevarme.

—Espera —Howdy se acercó rápidamente a mí, su mano capturó una de mis muñecas de nuevo y me jaló hacia él, dándome un afectuoso y cálido abrazo, podía escuchar su corazón latiendo desbocado.

Con mis brazos temblorosos, y aún en shock por las cosas que empezaban a acumularse en mi mente, conseguí corresponder al abrazo.

Sí, por supuesto.

Nos estábamos despidiendo sin necesidad de expresarlo con palabras.

Y la forma en la que sus cuatro brazos me rodeaban, me indicaba que a él le estaba doliendo más de lo que admitiría.

No quería apartarme de él, de alguna forma sentía una increíble seguridad y comodidad estando ahí. Howdy tampoco parecía querer soltarme, negándose a que había tomado la decisión de marcharme y él de irme a dejar hasta el lugar donde nos veríamos por última vez en quién sabe cuánto tiempo.

La campana que está en la entrada principal de la tienda fue la que nos separó en contra de nuestra voluntad; Frank y Eddie habían entrado, y lo sabía porque empezaron a llamar a Howdy.

Howdy no me soltó de inmediato. Sus brazos temblaron levemente antes de aflojar el agarre, como si una parte de él quisiera ignorar la interrupción.

Frank y Eddie siguieron llamándolo desde la entrada, el tono impaciente de Frank contrastaba con el silencio pesado entre nosotros.

Lentamente, Howdy se apartó, pero sus manos aún se quedaron en mis brazos por unos segundos más. Quise decir algo, pero tenía un nudo en la garganta. Él tampoco habló, sólo me miró con esa expresión que nunca había visto en él antes.

Parecía querer grabarse cada detalle de mi rostro.

La última despedida antes de que todo cambiara.

—Te veo en la noche —le repetí, pretendiendo no hacer más dolorosa la despedida.

Howdy inclinó la cabeza, pero no respondió de inmediato. Frank volvió a llamarlo con más insistencia, y fue entonces cuando se obligó a dar un paso atrás.

Yo aproveché ese momento para girarme y salir de la tienda, despidiéndome de Eddie y Frank rápidamente.

El aire frío golpeó mi rostro de inmediato. La nieve caía en pequeños copos silenciosos, aumentando el nivel de nieve en el suelo lentamente.

Mis pasos crujieron contra las capas blancas frescas mientras caminaba de vuelta a casa.

No sentía mis dedos. O tal vez era que no podía sentir nada en absoluto.

Mi mente volvía a revolverlo todo.

Las pinturas.

La carta.

Julie que no era realmente Julie.

El abrazo de Howdy.

Mi repentina huida.

Cada pensamiento se chocaba con el otro, como si compitieran por mi atención, pero lo único que realmente lograba procesar era la sensación de vacío que se expandía en mi pecho.

Me iba a ir.

Definitivamente me iba a ir.

Ni siquiera lo dudé cuando se lo dije a Howdy. No podía recordar cuándo fue la última vez que sentí esta intensa seguridad que estaba sintiendo en este momento.

Todo lo que había construido aquí, las amistades que creí tener, todo se estaba desmoronando como un castillo de nieve bajo la tormenta.

Apreté los labios y levanté la vista.

Ya estaba cerca de casa.

Tenía que empacar y tener todo listo para la noche.

También debía olvidarme de la forma en que Howdy me miró antes de soltarme.

Porque si seguía pensándolo demasiado… tal vez no querría irme.

                                 

El sonido de la cremallera de mi mochila rompió el pesado silencio de la habitación.

Había decidido llevar solo lo esencial: algo de ropa, mi billetera, mi celular y una botella de agua. Cargar con una maleta habría sido una completa locura, especialmente si tenía que atravesar el bosque en plena noche.

Cada objeto que metía dentro pesaba más de lo que debería, como si todo lo que cargaba no fuera solo tela o plástico, sino también las emociones acumuladas en las últimas horas.

Empezaba a comprender por qué sentía esa incomodidad cada vez que Wally se me quedaba viendo tan atentamente, la sensación de estar bajo su mirada cuando él accidentalmente revelaba detalles míos que nunca le había contado.

Incluso los momentos en los que ingenuamente pensaba que era una casualidad que Wally pareciera estar preparado con una solución para mis problemas, por ejemplo, con el estúpido cambio de apariencia.

Maldición, Howdy tenía razón.

De alguna manera, me había dejado llevar por las palabras de Wally y había estado cambiando lentamente, al menos lo suficiente para que yo no me diera cuenta.

Miré alrededor de mi habitación, pensando qué otra cosa podría considerarse como necesaria para mi huida esta noche, y suspiré profunda y pesadamente, mi mano dirigiéndose de forma instintiva hacia el colgante de mi collar.

Aún faltaban unas cuantas horas para que Howdy y yo nos encontráramos, pero cada minuto que pasaba dentro de esta casa me hacía sentir como si estuviera tentando a la suerte.

Solté el colgante y tomé un par de calcetines que había dejado en el suelo para meterlos en la mochila, pero un golpe en la puerta hizo congelarme.

Mi corazón dio un vuelco doloroso dentro de mi pecho, experimentando de nueva cuenta cómo mi alma se salía de mi cuerpo, dejando un cascarón vacío que apenas podía sentir el frío y la tensión que lo rodeaba.

Apreté el agarre en mi mochila, como si temiera que en cualquier momento alguien pudiera arrebatarmela, y caminé lentamente por el corredor, mirando de reojo el cártel que colgaba en la pared de mí y Poppy. Suponía que aquellos trazos no tan perfectos debieron haber sido un indicio de hace qué tanto Wally había comenzado a pintarme una y otra vez, perfeccionando su maniobra con cada pintura finalizada.

Respiré hondo, tratando de convencerme de que podría ser la visita inesperada de cualquier otro vecino y dejar la paranoia a un lado; sin embargo, cuando escuché la voz del otro lado, supe que no tenía tanta suerte.

—Vecino, ¿estás ahí? —era Barnaby, probablemente el que mejor se llevaba con Wally en todo el vecindario.

Dejé la mochila detrás de la puerta de la cocina, ocultándola ya que no me convenía de que Barnaby se enterara de que esta noche me iría, podría correr riesgo de que Wally lo supiera e intentara hacer algo para detenerme.

Abrí la puerta levemente, lo suficiente como para poder hacer contacto visual con Barnaby, y recargué mi hombro en el marco de la puerta, haciendo un esfuerzo increíble por mantener una expresión neutral.

— ¿Sucede algo? —tuve que carraspear un par de veces para deshacerme de los nervios que querían infiltrarse en mi voz.

—Wally quiere verte, me pidió que viniera a buscarte —explicó con calma, pero había un brillo inusual en sus ojos que me hizo ponerme alerta.

El frío que estaba sintiendo en ese momento no tenía nada que ver con la nieve que caía afuera.

—Pa… ¿P-Para qué? —maldita sea, no puedo permitir que los nervios me ganaran. No ahora.

Se encogió de hombros, fingiendo que no sabía lo que Wally tenía planeado, y me dedicó una sonrisa cargada de complicidad.

—Me dijo que era una sorpresa.

Maldije mentalmente, no quería ir con Wally.

No después de haber descubierto todas esas pinturas de mí.

—Estoy un poco…

Antes de que pudiera inventar una excusa, Barnaby me tomó de la cintura y me colgó en su hombro, como si fuese un costal de patatas.

« ¡¿Barnaby?! —intenté moverme, tratando de bajar antes de que él me llevara justo al lugar donde Wally me estaba esperando.

—Lo siento, vecino, pero le prometí al pequeñín que iba a llevarte —hizo una pequeña risa, como si quisiera reducir mi evidente resistencia, y caminó, cerrando la puerta con un simple empujón con la cadera.

El frío del exterior golpeó mi rostro, pero no era nada comparado con el vacío helado que se extendía en mi pecho. Barnaby seguía caminando con pasos seguros, como si no le importara en lo más mínimo que yo estuviera forcejeando sobre su hombro.

—¡Barnaby, bájame! ¡No puedes hacer esto! —espeté, pateando en el aire, intentando zafarme.

—Relájate, vecino, no es nada malo —rió con tranquilidad, como si todo esto fuera un simple juego—. El pequeñín tiene algo importante que decirte, eso es todo.

Algo importante.

Como si aquello fuera hacerme cambiar de opinión respecto a no querer pasar un solo segundo más con Wally.

La nieve crujía bajo sus botas para la nieve con cada paso, y por más que intentaba girar la cabeza para ver hacia dónde me llevaba, la posición en la que me tenía no me lo permitía. Todo lo que podía hacer era sentir cómo la ansiedad me consumía más y más.

Cuando finalmente se detuvo, me bajó con facilidad, dejándome de pie sobre la nieve.

Mi mirada se elevó automáticamente.

Ahí estaba Wally.

Esperándome en el mismo lugar donde habíamos tenido nuestro picnic hace semanas, con luces cálidas colgadas entre los árboles, dándole un aire casi… íntimo.

Sus grandes ojos brillaban con algo que no supe identificar, pero me hizo sentir náuseas.

Mi cuerpo no se movió cuando Barnaby puso una mano en mi espalda, empujándome suavemente hacia adelante.

—Aquí lo tienes, pequeñín —anunció con una sonrisa—. Justo a tiempo.

Wally esbozó una sonrisa suave, cargada de carisma y aprobación.

—Gracias, Barnaby.

Barnaby le guiñó un ojo y, sin más, se alejó un par de pasos, dándonos privacidad.

Pero yo no quería privacidad.

Quería huir.

—¿Vecino? —la voz de Wally me obligó a mirarlo de nuevo.

Quise responderle, pero me quedé en silencio cuando metió la mano en su bolsillo y sacó algo.

Mi respiración se detuvo.

Un estuche negro.

Lo abrió con lentitud.

Y ahí, sobre el terciopelo azul, descansaba un anillo de plata con una piedra preciosa sobresaliendo.

El aire pareció desaparecer de mis pulmones.

«Quiero que estés conmigo por siempre —dijo con voz suave, como si estuviera compartiendo el deseo más puro que jamás haya tenido—. Desde el primer día que te vi, supe que serías especial para mí.

Mi piel se erizó, en mi mente brillaba la clara imagen de todas las pinturas que decoraban su estudio de arte.

—Wally…

— ¿No lo sientes también? —inclinó la cabeza con una leve sonrisa—. He visto cómo me miras, cómo me buscas cuando estamos en grupo, cómo sonríes cuando hablo. Siempre supe que me correspondías.

Cada palabra se sentía como un peso más sobre mis hombros.

Me correspondías.

Joder.

Él parecía estar confiando en lo que estaba diciendo.

El nudo en mi garganta se hizo insoportable.

—No puedo —dije en un susurro, sintiendo el nudo pulsar contra mi garganta, como si quisiera dejarme un agujero por la impotencia de no poder decirle todo lo que sentía.

El brillo en los ojos de Wally tembló al igual que su encantadora sonrisa de siempre.

—¿Qué…?

Tragué saliva con dificultad.

—No puedo casarme contigo, Wally.

La incredulidad cruzó su rostro, como si no pudiera comprender lo que acababa de escuchar.

Sus ojos se entrecerraron un segundo, como si nunca hubiese contemplado la posibilidad de ser rechazado.

—¿No…? —repitió, como si estuviera deseando internamente de que acababa de escuchar mal.

Mi mente iba a mil por hora buscando las palabras exactas para usar. No podía decirle la verdad. No podía hablar de las pinturas, del miedo que sentía, de la necesidad de huir porque no sabía de lo que él sería capaz de hacer.

—N-Nos… Nos conocemos desde hace poco —mi voz tembló, aunque esto era cierto, no era la razón exacta del por qué lo estaba rechazando—. Es demasiado pronto.

Su sonrisa se desvaneció lentamente, dejando una expresión seria en su rostro.

— ¿Demasiado pronto?

—Sí —contesté, tratando de que la convicción de mi voz fuera lo suficiente para que Wally dejará de hacer preguntas acerca de mi respuesta.

Por un instante, solo el viento soplando entre los árboles rompió el silencio.
Wally no se movió, parecía seguir procesando el rechazo.

Después de lo que me pareció una eternidad, bajó el anillo y cerró el estuche con un chasquido seco, haciéndome hacer un pequeño sobresalto por el repentino sonido.

—Oh… —murmuró.

Parecía perdido en sus propios pensamientos, como si estuviera repasando cada interacción entre nosotros, cada conversación, cada mirada. Como si estuviera buscando el error en su lógica o en la mía.

Yo no le había dado ninguna clase de señal para que él pensara que pudiera haber algo más que una simple amistad entre los dos.

Pero, por alguna razón, él creyó que las había visto.

De repente, una pequeña risa salió de sus labios.

No era de felicidad ni de vergüenza por su equivocación.

Estaba vacía.

—Entonces… —alzó la mirada, y un escalofrío me recorrió la espalda—. Supongo que deberías reconsiderar tu respuesta, mi adorado vecino.

El aire se sintió denso.

—¿Q-Qué…?

Wally sonrió, pero no era su sonrisa habitual.

Era afilada.

—Porque me gustaría que cambies de opinión antes de que… —se quedó en silencio, mi corazón martilleaba contra mi pecho en agonía por el suspenso—. Ya sabes, antes de que te puedas arrepentir.

Mi cuerpo se tensó, las náuseas regresaron de golpe al mismo tiempo que esa maldita sensación de vacío se prolongaba en mi interior con rapidez, como si quisiera absorberme.

Wally empezó a caminar, dejándome en completo estado de shock mientras mis pensamientos arrasaban con todo lo que se encontraba en mi mente; lo único que pude atinar a hacer, fue seguirlo con la mirada, como si temiera que en cualquier segundo podría intentar atacarme o algo parecido.

De pronto mi mirada se puso borrosa, obligándome a apretar los puños con tanta fuerza que las uñas comenzaban a clavarse dolorosamente en las palmas de mis manos. No iba a llorar aquí, no ahora y no frente a él.

«Oh, por cierto —se detuvo antes de llegar con Barnaby, quien estaba a unos metros sin la intención de intervenir, y sentí de nuevo el peso de su mirada sobre mis hombros—, si yo fuera tú, me daría una respuesta antes de salir de casa de nuevo.

Wally giró sobre sus talones, dejando su última advertencia flotando en el aire frío del invierno, y caminó junto con Barnaby, dejándome a solas.

El frío de la nieve que empezaba a caer de nuevo se filtró por mi ropa.

Pero lo que me congeló por completo…

…fue que la advertencia de la carta se refería, sin duda alguna, a Wally.

*Es una “persona” que se parece físicamente a otra.

Notes:

Hola, hola!!

Aquí de nuevo:3 con una actualización del fanfic ♥

 

Me emociona que ya este es el penúltimo y a la vez se siente tan raro que esto vaya a terminar, I mean, hemos estado aquí cuánto tiempo? 1 año? Más? JAJAJAJAJ

 

Espero lo hayan disfrutado, agradezco de nuevo a mi Beta por revisar antes de publicarlo y hacer las correcciones necesarias en el fanfic:'3 además, quiero agradecer otra vez a las personas que siguen pendientes de las actualizaciones, las que leen, dejan votitos y comentarios ♥ me alegra saber que aún haya fans de Welcome Home y del enano copetón (jeje)!:)

El siguiente, y último, capítulo probablemente vaya a ser extenso, qué tanto? No tengo la menor idea, pudiera ser igual de extenso que este cap o una extensión similar del pasado, así que pacienciaaaaaa, espero yo traerles una actualización antes de que acabe abril

 

Así que, mientras tanto, disfruten de sus vacaciones!:D

Nos vemos en la próxima!!

Chapter 21: Te... Estaré vigilando...

Notes:

⚠️ A D V E R T E N C I A ⚠️

El siguiente capítulo tiene contenido sensible para el lector, muerte de personajes principales, depresión, horror psicólogo y escenas que pueden resultar incómodas.

Algunas de las escenas tuvieron que ser censuradas para evitar un baneo en la cuenta, si quieres leerlo, te invito a darte una vuelta en mi perfil de Ao3 (con el mismo nombre de usuario y fanfic).

TODO ESTO ES FICCIÓN Y NADA MÁS QUE FICCIÓN. El autor NO aprueba este tipo de situaciones en la vida real.

Note: give me your tears, reader. (Eso significa que va a doler, y mucho).

⚠️ A D V E R T E N C I A ⚠️

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Dejando caer un par de lágrimas sobre la hoja en la que estaba escribiendo, regresé mi atención al reloj de mi celular e intenté repetirme que necesitaba apresurarme y que no podía darme el lujo de seguir gastando tiempo valioso en escribir más y más líneas en una carta de despedida para todos mis vecinos favoritos. 

Doblé la hoja con manos temblorosas, sintiendo como si aquel simple movimiento fuese lo más difícil de hacer, y dejé la carta sobre la mesita de noche, esperando que fuera Poppy, Sally, Eddie o Frank quien la encontrara. Si llegaba a manos de Julie, Wally o Barnaby primero, temía de que distorsionaran mis palabras, dándoles un sentido que jamás tuve la intención de transmitir. 

Todo seguía sintiéndose tan surreal. 

La amenaza de Wally seguía dando vueltas por mi cabeza, haciéndome sentir como si el tiempo para irme del vecindario lo tuviese contado. 

Si yo fuera tú, me daría una respuesta antes de salir de casa ”. Mi corazón se sentía inquieto mientras intentaba buscarle un sentido a las últimas palabras que me había dicho después de su repentina propuesta de matrimonio. 

La idea de que él supiera que iba a escapar cruzó por mi mente, haciéndome sentir como si me hiciera falta aire, pero traté de tranquilizarme, repitiéndome que el único quien sabía de mis planes de esta noche era Howdy. 

Howdy, quien parecía dolerle hasta lo más profundo de su alma tener que verme partir, pero dispuesto a acompañarme hasta donde le fuera posible. 

Más lágrimas bajaron por mis mejillas, estaba pensando demasiado en el último adiós que tendría que darle antes de subirme al camión y en lo mucho que mi corazón dolería al verlo hacerse cada vez más chiquito conforme me alejaba.

Hice un pequeño suspiro, tratando de calmarme y no anticiparme a lo que estaba a la vuelta de la esquina, y volví a apretar la piedra que colgaba de mi cuello, buscando el consuelo que necesitaba tan desesperadamente para esa noche tan fría y dolorosa. 

Una parte de mí no quería irse. 

Había hecho bellas memorias en este lugar, consiguiendo esas amistades que valen oro puro, y había logrado tener un gran crecimiento personal con ayuda de mis vecinos… Por desgracia, ese lugar al que había llegado y que más de una vez me hizo sentir la felicidad verdadera ya no estaba, había desaparecido y dudaba mucho que podría regresar a lo que era antes.

Me levanté, sacudiendo mis pantalones en un gesto nervioso pero lleno de decisión, y caminé una vez más por toda mi habitación, asegurándome de no dejar nada importante atrás porque no sabía si iba a regresar. 

El suave crujir de la madera bajo mis pies y las brisas invernales del exterior era lo único que se escuchaba a mí alrededor. Era como si la vida misma hubiese acabado, dejando que una escalofriante tranquilidad reinara el vecindario. 

Cerré suavemente la puerta de mi alcoba detrás de mí, el corredor que me dejaba hasta la sala de estar se me hizo sofocantemente infinito. La idea de que alguien pudiera salir de la cocina, del comedor o del baño para interceptarme hizo que me pensara dos veces el continuar con mi camino. 

A pesar de aquello era imposible, pues las puertas y ventanas de mi casa permanecían cerradas, tenía la seguridad de que si alguien quería hacerme daño, ese tipo de cosas no serían capaces de detenerlo. 

Limpié mis mejillas con la manga de mi sudadera y tomé una gran bocanada de aire frío, haciéndome estremecer por lo verdaderamente vulnerable que me sentía por el solo hecho de tener que atravesar el pasillo que ya había usado cientos de veces sin tener que pensarlo demasiado. 

Mis pasos se sentían pesados, como si en mis pies tuviera atados dos bloques que me impedían moverme con libertad, e hice un sobresalto al escuchar el teléfono sonar en el momento exacto que pasé a un lado de éste. 

Maldición. 

Extendí mi mano de forma automática, mis dedos rozando el auricular, pero la certeza de que se trataba de Wally hizo congelarme antes de que pudiera contestar la llamada entrante. 

No.

No quería escucharlo. 

No quería volver a caer en sus estúpidos juegos, haciéndome dudar de lo que verdaderamente sentía o pensaba acerca de él. 

No quería ningún tipo de relación con mi acosador. 

Sí, porque Wally se había convertido en aquello tan pronto había descubierto las miles de pinturas que tenía de mí en su estudio. 

Sin embargo, el timbre del teléfono estaba perforando mis oídos. 

Una parte de mí parecía querer obligarme a levantar el auricular como siempre lo hacía. Tuve que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para alejarme aunque fuese un par de pasos de la mesita en la que se encontraba el teléfono de colores. 

No, no voy a contestar. 

Le di la espalda al aparato, tratando de ignorarlo, pero era como si el sonido fuese una especie de cadenas que se enredaban a mi alrededor y me jalaban hacia él. No me dejarían libre hasta que hiciera lo que no quería hacer.

En mi lucha por continuar caminando por el corredor, mi atención fue capturada por el cartel que decoraba la pared de Poppy y yo en nuestro partido de volley. 

Mi corazón latía con tanta fuerza que me dolía el pecho. El estómago, vacío. Y esa punzada de culpa. 

Me iba a ir.

Iba a marcharme sin despedirme. Ni siquiera de Poppy.

Ella no merecía eso. 

No merecía despertar mañana con la noticia de que simplemente había salido de la vida de todos. Sin una explicación.

Las lágrimas regresaron de golpe, acompañadas de un doloroso nudo en la garganta.

Mis pasos eran pequeños y temblorosos; aún con la vista empañada, hacía un esfuerzo por ver a todo mi alrededor con el temor de que alguna de las puertas se abriera de repente. No podía hacerlo. No sin agradecerle primero. No después de todo lo que había hecho por mí.

Poppy me había dado ese calor suave y constante que una madre debería tener. Pero ahora cada rincón del vecindario se sentía tan helado, tan ajeno, que pensar en dejarla atrás dolía como si me estuvieran arrancando una parte de mí. 

Volví a limpiarme el rostro con la manga de mi chaqueta. 

Cinco minutos, era lo único que necesitaba para poder despedirme de ella antes de emprender el viaje del no retorno. 

Al llegar a la sala de estar, me di cuenta que el teléfono había dejado de sonar. Ni siquiera me había dado cuenta del momento exacto en que mi casa volvió a sumergirse en el profundo e incómodo silencio. 

Hice un suave suspiro cuando me acerqué a la puerta de color celeste y revisé por una útlima vez lo que llevaba en la mochila antes de colgarla en mis hombros.

No era momento de lamentos ni arrepentimientos. 

Debía apresurarme porque no quería que Wally se diera cuenta que estaba a punto de abandonar el vecindario, no sabía de lo que podía ser capaz de hacerme con tal de retenerme aquí, y tampoco quería hacer esperar a Howdy.

Subí el cierre de mi chamarra y salí de mi casa, adentrándome a la oscura, fría e increíblemente silenciosa noche. Cerré la puerta de la forma más silenciosa posible y le di la espalda, observando los finos copos de nieve caer, como si las capas que ya había en el suelo no fueran lo suficientemente gruesas.

En serio lo iba a hacer. 

Mis piernas temblaban levemente y mi corazón latía con fuerza por el temor de que Wally me descubriera antes de que pudiera llegar con Howdy. Me sentía como alguna clase de malhechor que tiene que huir bajo la protección de la oscuridad de la noche.

Comencé a caminar lentamente, escuchando con atención el crujir de la nieve bajo mis botas, e intenté agudizar el oído cada vez que la helada brisa sacudía los arbustos cercanos, provocándome una punzada dolorosa cada vez que una rama se partía y golpeaba contra el tronco de su árbol.

Un suspiro de alivio se escapó de entre mis labios cuando finalmente conseguí divisar la casa de Poppy, estaba a nada de llegar a una zona que seguía considerando como segura en medio de este infernal caos. 

Noté que el único foco encendido en la casa de Poppy era la cocina, haciéndome preguntar qué podría estar cocinando a esta hora de la noche. ¿Quizás un antojo nocturno? 

Toqué el timbre con suavidad, esperando con cierta impaciencia escuchar la voz de Poppy diciéndome que podía entrar, pero los segundos pasaron en un eterno y angustiante silencio. Volví a tocar un par de veces más; no quería pensar que la estaba apresurando, pero en realidad no podía darme el lujo de hacer esperar a Howdy. 

Más segundos en silencio, sin recibir una respuesta de Poppy o escuchar algún movimiento al otro lado de la puerta que me indicara que estaba a punto de abrir.

Una punzada de preocupación cruzó mi pecho, ¿y si a Poppy le había pasado un accidente? Me sentiría fatal si ella necesitaba de cuidados y yo no estaba aquí para dárselos. 

Un doloroso nudo en la garganta impidió que tragara con comodidad y apreté uno de mis puños, con la intención de golpear la puerta con la esperanza de que esta vez recibiera una respuesta por parte de ella. Sin embargo, antes de que mis nudillos aterrizaran en la fría madera, una helada brisa empujó la puerta por sí sola, como si la hubiera dejado descuidadamente abierta.

Tragué con nerviosismo, mis manos empezando a sudar frío.

— ¿P-Poppy? —pregunté con voz temblorosa mientras me adentraba con lentitud a su casa.

Siempre que entraba a su casa, mi estómago gruñía de hambre. Usualmente había un aroma dulce inundando el lugar, como si se la pasara todo el día haciendo deliciosos postres.

Por desgracia, esta vez no fue así.

El olor que me dio la bienvenida a su hogar era exactamente lo contrario, incluso una desagradable arcada casi me hizo regresar la poca comida que había conseguido cenar antes de empezar mi huida.

Tuve que cubrir mi nariz con la manga de mi suéter, tratando de no respirar el desagradable hedor que había en el ambiente y, con pasos lentos y temblorosos, caminé hacia la cocina en la que Poppy y yo solíamos pasar horas para que yo pudiera aprender una que otra receta. 

Al tocar la puerta que iba hacia la cocina, sentí algo pegajoso que me hizo soltar la madera de inmediato; la inesperada sensación en la palma de mi mano hizo que un escalofrío recorriera mi espalda, haciéndome sentir vulnerable. 

En ese momento, algo en mí me imploraba salir de la casa de Poppy. Pero parecía que ya no tenía control de mí, pues mis pies volvieron a caminar tras unos segundos que usé para recuperarme de la sorpresa.

Conseguí abrir completamente la puerta de la cocina y me quedé ahí, bajo el marco de ésta. 

Mi mirada temerosa recorrió las paredes y las barras, sin encontrar nada particularmente extraño a excepción de una carta que estaba sobre la estufa, como si la persona que la hubiera puesto ahí quisiera que me acercara precisamente a ese punto de la cocina, justo detrás de la barra que usábamos como mesa de trabajo.

Mierda.

Esto se sentía tan jodidamente turbio. 

Había algo que andaba mal, mi subconsciente me lo estaba gritando a todo volumen, pero no podía simplemente dar media vuelta y desaparecer. 

Di un paso hacia adentro, sintiendo como si acababa de pisar un charco, y bajé instintivamente la mirada, llenándome de un pánico intenso.

Carmesí.

Al ver la palma de mi mano, me di cuenta que también tenía manchas del mismo color, y sentí como si mi alma se saliera de mi cuerpo. 

Sería muy estúpido de mi parte si trataba de venderme la idea de que lo que estaba en el suelo no era sangre.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y el molesto nudo en la garganta que comenzaba a sofocarme me impidió seguir llamando a Poppy una y otra vez, perdiendo la esperanza de que ella fuera a contestar.

Continué con el camino hasta detenerme frente a la estufa, el horno estaba encendido, y era el principal responsable de que la casa oliera tan asqueroso, y tomé temblorosamente la carta que estaba doblada a la mitad. 

Las lágrimas caían sin control alguno por mis mejillas mientras intentaba leer lo que estaba escrito; tuve que limpiar mi rostro con el dorso de mi mano un par de veces para que mi vista dejara de estar tan borrosa.

Aún tienes oportunidad de cambiar de opinión, mi adorado ”.

La hoja cayó de mis manos por accidente por el impacto que me causó leer esa lo que pareció haber sido la sentencia de muerte para Poppy.

La idea de que esto había sido mi culpa cruzó por mi mente, pero rápidamente la descarté porque el único culpable de algo tan monstruoso como esto era el maldito de Wally. 

Recogí la carta, temblando tanto que apenas pude sostenerla. Al levantar la vista para guardar la nota, mis ojos, por accidente, se toparon con la puerta del horno y ahí estaba ella. 

Detrás del vidrio de la puerta del horno, la sonrisa cálida que me había curado de cientos de males estaba siendo cocinada a temperatura alta. Ante la escena, mi estómago no lo soportó más, y terminé regresando lo que había alcanzado a cenar; el vómito cayó en la puerta del horno, impidiéndome que siguiera viendo la cabeza cercenada de Poppy, y salí corriendo. 

Wally Darling era un monstruo.

 

 

Mis huellas teñidas de rojo, por la sangre de Poppy que aún empapaba las suelas de mis botas, marcaban el camino desde su casa hasta la mía, las lágrimas se congelaban en mis mejillas y el viento helado las arrancaba como cristales rotos y mi corazón latía como un loco por la impotencia de no haber podido hacer nada para salvar a Poppy de un final tan espantoso. 

La escalofriante imagen de la cabeza de Poppy sería un recuerdo amargo que me acompañaría por el resto de mi vida junto a una enorme sensación de culpabilidad, pues, de haber aceptado la propuesta de Wally, esto jamás habría ocurrido. 

Abrí de golpe la puerta de mi casa, el viento se encargó de cerrarla por mí, y corrí hasta el teléfono, mis manos temblorosas apenas pudieron tomar el auricular y marcar el número de emergencia con desesperación. Las lágrimas continuaban cayendo sin control alguno, mezclándose con los involuntarios sorbeteos de mocos.

Necesitaba tranquilizarme, aunque fuese unos segundos. 

Debía ser capaz de decir lo que había ocurrido para que la persona que atendiera la llamada fuera a comprenderme. 

Respiré profundamente, mi mano se tensó alrededor del auricular al sentir que estaba esperando una eternidad, y sentí una punzada de esperanza cuando el sonido de espera había acabado.

—911, ¿cuál es su emergencia? —la voz extrañamente grave del señor me tranquilizó por un breve instante.

—Una… Una vecina está muerta —hablé con un nudo en la garganta, queriendo volver a romper en llanto al recordar la trágica escena, y coloqué mi mano libre en el estómago, haciendo una ligera presión al sentir algo de dolor—. Sé quién fue el responsable, necesito que vengan con patrullas y…

— ¡Pfff! ¡Ja, ja ja! —la risa del otro lado de la línea hizo congelarme, ¡¿por qué demonios se estaba burlando de mí?! —. Oh, lo siento, vecino. Es que te escuchas tan angustiado, déjame intentarlo de nuevo.

Reconocí la voz de Wally a mitad de oración, mi corazón se detuvo al darme cuenta que, de alguna forma, él había interceptado mi llamada y había aprovechado la oportunidad para hacerme una broma. 

— ¿Cómo…? —fue lo único que logré susurrar, con los labios temblorosos y la garganta estrangulada por el miedo.

— ¿En serio pensaste que tu teléfono iba a realizar la llamada? Mi querido tontito, siempre ha sido una línea directa conmigo —explicó con escalofriante calma, dejándome sin aire. Un sudor frío me recorrió la espalda. Siempre me pareció extraño que sólo él me llamara… pero jamás imaginé que todas las líneas estuvieran muertas, menos la suya—. ¿Puedo considerar tu llamada como que has cambiado de opción, vecino? Me haría muy feliz saber que lo reconsideraste. 

No…

Mis palabras se atoraban en el nudo de mi garganta, lo único que conseguí hacer fue regresar el auricular a su lugar, sintiendo la impotencia apoderarse de mí. 

No tenía sentido volver a intentar marcar el número de emergencias, así que colgué.

Wally había hecho algo horrible y, al igual que muchos, no parecía que tendría un castigo justo. 

El teléfono empezó a sonar. Retrocedí con el corazón desbocado. Luego, golpes en la puerta: primero suaves, como una petición educada... y luego desesperados, violentos, como si intentaran arrancarla.

— ¡Contesta el teléfono, vecino! —su voz llegó desde el otro lado de la puerta.

Huí hacia mi habitación. No me atreví a mirar atrás por el horror de ver a Wally entrando como si nada.

En ese momento, poco me importaba el pensar en cómo demonios podía estar él afuera de mi casa y, al mismo tiempo, estar en la suya para seguir llamando. La única interrogante que cruzaba por mi mente era “¿cuánto tiempo tardará en darse cuenta que la puerta no tiene seguro?”. 

La idea de verlo en mi habitación, con su sonrisa despreocupada de siempre, me hizo querer romper en llanto. La desesperación me estaba dejando sin esperanza, pero entonces recordé que Howdy seguía esperándome.

Tal vez, y solo tal vez, él podría ayudarme.

Limpié mi rostro con las mangas de mi abrigo, los golpes en la puerta seguían igual de insistentes junto el teléfono sonando, y me levanté con esfuerzo; todo se sentía tan surreal, una parte de mí quería pensar que era una pesadilla de la que me despertaría pronto, pero había otra parte que me advertía que la verdadera pesadilla estaba a punto de empezar si no me marchaba de aquí ya .

Necesitaba idear un plan para poder reunirme con Howdy antes de que Wally pudiera atraparme. 

Miré a mi alrededor y me quedé inmóvil al percatarme que los sonidos se habían muerto, dejando que el inquietante silencio de la noche volviera a reinar en mi casa. 

Mierda.

Eso solo podía indicar una cosa: Wally había entrado.

Mi estómago dolió como nunca y mis manos comenzaron a temblar con terror, en cualquier momento la puerta de mi habitación se azotaría y aparecería él. 

Con mis piernas temblando como si se fueran a quebrar en cualquier instante, me acerqué a la entrada de la habitación y abrí la puerta con lentitud, lo suficiente como para darle un pequeño vistazo al corredor vacío y oscuro.

A pesar de que estaba tratando de concentrarme en escuchar algo que pudiera delatar la ubicación exacta de Wally, lo único que mis oídos alcanzaron a percibir eran los alocados y poderosos latidos de mi corazón. 

Desvié la mirada hacia la ventana que estaba detrás de mí, agradeciéndome mentalmente de haber tenido la precaución de haber bajado las cortinas esta tarde antes de que se pusiera el sol, y devolví mi atención al oscuro corredor; por desgracia, me encontré con un par de ojos observándome.

Boo.

Hice un sobresalto, un grito de terror se escapó de mi boca, y retrocedí velozmente mientras observaba como Wally entraba con su maldita sonrisa y su peinado perfecto, ajeno al caos que estaba causando en mí. 

— ¡F-Fu…! ¡Fuera de aquí! —le grité con valentía vacilante, mi pecho y estómago dolían como nunca, y las lágrimas de impotencia estaban empezando a acumularse de nuevo.

Tenía enfrente a la persona que había acabado con una vida que apreciaba demasiado, y él no se veía arrepentido o que le importara un poco lo que había hecho a causa de su enfermiza obsesión conmigo.

Oww, míranos —habló con una sonrisa que iba de oreja a oreja, sus mejillas levemente sonrojadas mientras sus pasos acortaban la distancia que había entre ambos—. Nuestra primera pelea, mi adorado vecino.

Sentí repugnancia al escuchar el tono dulce de su voz al hablar, como si realmente fuera algo tierno.

Caminé de reversa hasta que mi espalda chocó contra una de las esquinas de la habitación, la que más alejada estaba de la puerta, y mis manos temblorosas empezaron a palpar lo que había detrás de mí, en busca de algo con lo que pudiera defenderme.

— ¿Te acuerdas de lo que te dije una vez, querido? —preguntó con interés, sus manos comenzaron a hacer trizas la carta que había dejado en la mesa de la cocina, y se detuvo a mitad del camino, observando mi cama vacía con una extraña sonrisa de satisfacción en su rostro. Estaba entre la ventana y la cama, lo suficientemente alejado de la salida—. No puedes huir de tu sombra. Y yo…

Antes de que él pudiera seguir hablando, le lancé el jarrón vacío en donde había colocado las dalias que Howdy me había regalado y ahora se encontraban enterradas en mi jardín; por supuesto, este acto lo tomó desprevenido, y yo aproveché para brincar por encima de la cama y huir.

— ¡Lamentarás haber hecho eso, maldito…! 

Su gruñido se fue apagando con la distancia, yo me dediqué a correr. 

Otra vez estaba en el oscuro y frío exterior, sin saber exactamente en dónde esconderme para que Wally no viera que mi intención era reunirme con Howdy, el único que aún podía ayudarme a sobrevivir esta pesadilla.

Mis pasos empezaron a hacerse lentos sobre la nieve, necesitaba descansar para recuperar el aire; nunca me imaginé que mi condición física me jugaría chueco en una situación así. Aunque lo comprendía, el aire entraba a mis pulmones como cuchillas afiladas de hielo, dañando todo lo que tocaban al bajar. 

Sin poder continuar más con mi camino, me detuve. Mis manos apoyadas sobre mis rodillas mientras observaba el vaho salir de mi boca para esparcirse hasta desaparecer. Sentía algunas gotas bajar por mi rostro, quedando congeladas a medio camino, pero no sabía si se trataba de sudor o si eran lágrimas. 

Un par de manos sobre mi espalda me hicieron hacer un sobresalto y dar media vuelta con rapidez, preparándome para defenderme en caso de que fuera Wally. Sin embargo, mis defensas bajaron ligeramente al ver que era Sally la que estaba frente a mí con rostro de genuina preocupación.

—Vecino, ¿sucede algo? Te estuve hablando, pero no me escuchabas —comentó, tomándome gentilmente de los hombros mientras me guiaba hacia el interior de su casa, refugiándome del frio intenso que comenzaba a calar más hondo en mí—. Escuché algunos gritos de tu casa, ¿estás bien? 

—No —conseguí responder débilmente entre jadeos, sentándome en el sofá donde ella me dejó, y bajé el cierre de mi chamarra; a pesar del clima, necesitaba sentir aire fresco en mi piel caliente antes de que explotara. 

—Por mis estrellas, ¿pero qué te pasó? —se quedó de pie, dispuesta a ir a cualquier lugar si yo se lo pedía.

Las lágrimas volvieron a juntarse en mis ojos, uniéndose al doloroso nudo en mi garganta, impidiéndome decirle a Sally que Wally, el acosador que tiene cientos de pinturas mías en su estudio, había asesinado a Poppy por su maldita obsesión de querer casarse conmigo y que estaba huyendo de él antes de que me hiciera daño. 

Me incliné hacia adelante, apoyando mis codos sobre las rodillas, y miré al suelo mientras dejaba que las lágrimas cayeran sobre mis botas, mi cuerpo temblaba en señal de que necesitaba algo más que simple consuelo.

—Oh, estrellita… —su voz se escuchaba triste, como si de alguna forma le estuviera afectando verme de esa manera, y su mano cálida se posó sobre mi espalda, haciéndome sentir que contaba con su apoyo—. Prepararé algo de chocolate caliente, ¿está bien? Puedes quedarte aquí, todo estará bien.

Antes de que pudiera suplicarle que no se fuera, Sally se dirigió a su cocina. 

Quizás había perdido la percepción del tiempo, pero no pasó mucho para que ella volviera a salir con una bandeja y dos tazas de chocolate recién hecho, como si ya lo hubiese tenido listo para servirlo. 

—Tienes suerte, vecino —comentó con una pequeña sonrisa que buscaba que me tranquilizara y me entregó una de las tazas antes de que se sentara enfrente de mí, su mirada llena de preocupación me examinó—, al parecer ya tenía leche en la estufa. Creo que lo olvidé cuando salí a ver qué ocurría.

Asentí en silencio, aunque aquella explicación no me tranquilizaba para nada. Dejé mi vista en el líquido caliente, como si una parte de mí ya lo estuviera rechazando solo por lo extraño que era que convenientemente la leche ya estuviera perfecta para agregarle chocolate y servirse.

—Perdón por esto —hablé con dificultad y agarré uno de los pañuelos que Sally me estaba ofreciendo, seguramente lucía como un completo desastre.

—No es molestia —respondió, dándole un sorbo largo a su chocolate caliente, y sostuvo la taza con ambas manos, provocando que imitara sus acciones para sentir algo cálido que pudiera calmarme en medio esta pesadilla real—. ¿Te encuentras mejor?

Volví a asentir, incapaz de mover mis labios para pronunciar una sola palabra sin sentir que quebraría en llanto otra vez, y respiré hondo, el aroma de la bebida caliente me hizo hacer un pequeño suspiro, logrando despejar levemente mi mente.

—Es… Es Wally —solté de pronto, capturando la completa atención de Sally, y apreté los labios al sentir un agudo dolor en el estómago; todavía no me sentía capaz de explicarle con lujo de detalles lo que había ocurrido, pero suponía que era cuestión de tiempo para que ella se diera cuenta por sí misma.

Sin embargo, algo que podía hacer en ese momento, era advertirle sobre Wally. 

— ¿Qué pasa con él? —Sally dio un sorbo más a su bebida, reduciéndola a nada. 

Antes de que pudiera decir algo, golpes en su puerta hicieron que me congelara y dejara caer la taza que yo estaba sosteniendo antes de que pudiera beber siquiera un trago del chocolate. 

Sally se percató del terror que se apoderó de mí de un momento a otro y avanzó en silencio hacia la puerta, espiando por la mirilla con sigilo. 

—Es Wally —susurró en voz baja, agradeciéndole que me hubiera avisado y no le hubiera abierto la puerta como si nada. 

Yo me levanté y me alejé tanto como pude de la sala de estar, buscando con desesperación un escondite; pero todo parecía demasiado obvio, Wally se daría cuenta en un segundo en dónde me encontraba. 

—Sal por la ventana de mi habitación —Sally colocó sus manos en mis hombros, haciéndome reaccionar cuando ya estaba volviendo a caer en la desesperanza, y me señaló con sus ojos en dónde se encontraba su alcoba—, yo trataré de… 

Sally hizo una arcada, quedándose sin aire y teniendo que soltarme para retroceder un paso, sus manos se dirigieron a su estómago indicándome la fuente de su dolor. 

— ¿S-Sally…? —mis piernas temblorosas intentaron acercarse a ella, pero los nuevos golpes en la puerta me hicieron reconsiderar mi decisión. 

—No… No te preocupes por mí —Sally me indicó con voz que apenas podía ser audible y cayó sobre las rodillas, como si sus piernas ya no pudieran soportar su propio peso.

Mi mirada salió disparada hacia el chocolate caliente que había dejado caer descuidadamente en la sala de estar, el líquido se había convertido en algo de color rosa con brillos. Demasiado lindo para que fuera algo que parecía mortal.

Sally vomitó parte de ese líquido, haciéndome retroceder más para evitar que mis botas se ensuciaran y dejaran huellas sobre la nieve, y observó sus palmas con horror, como si ella supiera qué era lo que acababa de ingerir por error. 

—Estaré bien —me aseguró, pero la duda se mezclaba en su voz temblorosa—. ¡Lárgate! —un par de lágrimas comenzaron a caer de sus largas pestañas y con un susurro me suplicó—: rápido. 

Finalmente, se desplomó en el suelo, su cuerpo parecía estar en un sueño profundo e irreversible, pero yo sabía que se trataba de la misma muerte.

Sally… Ella también… 

Y todo por mi culpa. 

Mi intención era acercarme a ella, doliéndome hasta el alma que alguien más tuviera que pagar las consecuencias de mi rechazo a Wally, pero la manija de la puerta comenzó a sacudirse violentamente. 

El seguro me mantenía a salvo, ¿pero por cuánto tiempo? 

Sin pensarlo mucho, me quité la mochila junto a la chamarra y tendí ésta última sobre el cuerpo inmóvil de Sally, suplicando su perdón en silencio y rogando que ahora estuviera en un mejor lugar.

Ella había sido una gran amiga en el vecindario; fue la primera en hacerme sentir parte de aquí al invitarme a su participar en sus obras de teatro. 

Con un último adiós, recogí mi mochila y fui hacia su habitación, encontrando la ventana por la que podría salir. Sin embargo, Wally estaba afuera y había probabilidades de que me viera. 

Regresé a la sala de estar, buscando desesperadamente una ruta de escape. Wally ya no forcejeaba con la puerta. 

No sabía si sentir alivio por esto o preocuparme más de la cuenta. 

Pensé en asomarme por la mirilla, pero descarté la idea rápidamente. Era demasiado peligroso. 

Entré de nuevo a la habitación de Sally, abriendo la ventana de par en par, pero el sonido de madera quebrándose me hizo paralizarme del miedo. 

Se había escuchado peligrosamente cerca. 

Giré lentamente sobre mis tobillos, mi corazón desbocado estaba listo para detenerse si veía a Wally detrás de mí, y me tranquilicé al encontrarme con la nada. 

Por desgracia, el sentimiento no duró demasiado. 

Un nuevo golpe se escuchó, la madera resistente parecía crujir a forma de protesta. Mis pasos lentos y temerosos me acercaron a la entrada de la habitación, tomando la suficiente valentía para asomarme y ver qué estaba ocurriendo. 

La puerta principal parecía estar dañada, como si alguien la hubiese intentado cortar, pero antes de que pudiera seguir analizando, observé como la hoja afilada de un hacha finalmente atravesaba la madera hasta partir la puerta en dos. 

Reaccioné rápido y decidí esconderme dentro del armario de Sally, colocando varias de sus prendas regadas encima mío en caso de que Wally empezara a buscarme. 

—Al fin te tengo, mi amado… ¡¿Sally?! —la voz de Wally pasó de un tono dulce, victorioso, a uno sorprendido y decepcionado—. Bueno, supongo que esta vez tu muerte será dramática, como lo mereces… 

¿Esta vez? 

¿A qué demonios se refería? 

Los pasos de Wally hacían crujir la madera del suelo, haciendo que saliera de mis pensamientos para poder prestar atención a los sonidos que él hacía para saber exactamente su ubicación. 

Primero lo escuché alejándose, buscando en la cocina, y finalmente comenzó a acercarse, llevando arrastrando algo con él. 

—Mierda, volvió a escapar —murmuró con fastidio y sus pasos apresurados desaparecieron a través de la distancia, dejando que el único sonido audible fuera la brisa helada entrando por la ventana que había dejado abierta. 

Solté un suspiro tembloroso. Había logrado engañarlo, aunque no fuera mi intención. Esperé, sintiendo la ansiedad consumirme lentamente. 

Una vez me había asegurado de que Wally no regresaría, salí del armario con más calma. 

La confusión de Wally me había regalado tiempo valioso para pensar en qué hacer. 

Sabía que mi objetivo fundamental era llegar con Howdy, él sería capaz de hasta cargarme con tal de llegar rápido a la parada de autobuses; por desgracia, el camino más rápido hacia la tienda era pasando por Home. 

Y, viendo la enfermiza necesidad de Wally por atraparme, no pasaría por ahí aunque fuese mi última ruta de escape. 

Caminé en silencio por la habitación de Sally, viendo varias fotografías de ella y Julie decorando su tocador; en una imagen, ellas salían tomadas de la mano, acostadas sobre el césped mientras veían las nubes. 

Hice una pequeña sonrisa involuntaria al poder sentir la calidez que la sola foto transmitía. 

Viendo a Julie, descarté el otro camino para ir a la tienda de Howdy. No podía confiar en que la Julie falsa que estaba tomando su lugar era uno de mis aliados. 

Vi mi chamarra lejos del cuerpo de Sally, al parecer Wally la había confundido conmigo, y volví a colocarla encima de su cuerpo inerte, jurando que encontraría justicia para ella y para Poppy. 

Salí por la puerta destrozada, el frío me envolvió con una velocidad sofocante. Había sido una mala idea haber dejado mi chamarra atrás, debí haber tomado otra cosa para reemplazarla. 

Pero ya era demasiado tarde, ya estaba caminando hacia la oficina de correos. Necesitaba aprovechar bien este tiempo que Wally me había regalado sin querer. 

 

 

Mi cuerpo temblaba con cada paso que daba, arrepintiéndome enormemente de haber salido de la casa de Sally sin una chamarra. A pesar de tener los brazos cruzados, en un intento de mantener el calor conmigo, podía sentir mi torso como si se estuviera empezando a congelar. 

Lo único que me motivaba a seguir moviéndome a través de la nieve, era la idea de que tenía tiempo a mi favor y que Howdy estaba esperándome; por desgracia, le tocaría ser el héroe en la historia una vez más.

Al acercarme a la oficina de correos, noté una silueta grande al otro lado de la luz de la farola, haciéndome entrecerrar los ojos para intentar reconocer a la figura que se encontraba ahí. Sería una suerte increíble que fuera Howdy, pero no era así.

¿Podría ser Eddie? Aunque nunca lo había visto salir así de tarde del trabajo, Frank seguramente lo mataría por no llegar a tiempo a la hora de cenar. 

La persona que estaba ahí se percató de mi presencia y me saludó de lejos, agitando su mano. Yo, sin saber qué hacer, le devolví el saludo.

—Cielos, vecino, debes estar congelándote —la voz de Barnaby me hizo detenerme abruptamente, pero él se acercó para colocar su gran chamarra sobre mí, como si él fuera inmune al frío que nos rodeaba.

Ante su gesto amistoso, dudé que él pudiera representar un peligro para mí.

—Gracias, está cálida —comenté con calma; aunque fue lento, el calor comenzó a recorrer mi interior, haciéndome sentir con vida una vez más.

Esperé un par de segundos y miré a Barnaby, él estaba fumando su pipa como de costumbre. Aunque era curioso que se hubiera alejado tanto de su casa solamente para fumar a esta hora de la noche. 

—Ya sé, debería dejarlo —hizo una pequeña risa al notar que miraba su pipa con desconfianza, pero después revolvió mi cabello con una de sus manos en señal de que no debía preocuparme por su salud mientras sacaba humo de su boca—. Estaba en medio de mi caminata nocturna para tratar de reemplazar este hábito, pero soy débil.

Asentí, su explicación me hizo tener cierta sensación de seguridad; pero, aún así, no bajé la guardia. Después de todo, Barnaby fue quien me había llevado en contra de mi voluntad a la propuesta de matrimonio de Wally. 

Además, también sabía que lo había rechazado.

Él y Wally tenían una buena amistad, siempre los había visto unirse para hacer bromas o pasar el rato. 

Así que la vocecilla de mi mente comenzaba a preguntarme si Barnaby sería capaz de ayudarlo en actos tan monstruosos como el haber asesinado a Poppy y a Sally.

Mi mirada inquieta buscaba señales que pudieran delatar su complicidad; sin embargo, no había ningún detalle que alimentara mis preocupaciones. 

—Creo que debería irme —comenté tras varios segundos en silencio, devolviéndole la gran chamarra con resistencia; en realidad, no quería dejar ir aquella fuente de protección contra el frío intenso del exterior. 

—Si quieres, te puedo enseñar un atajo —Barnaby sugirió con su gran sonrisa, echando una nueva nube de humo al aire, señaló una desviación en el camino que no recordaba haber visto antes y me ofreció su chamarra de nuevo.

Era como si me estuviera condicionado el uso de su cálida protección contra el invierno. Claro, me la podía prestar, pero solamente si lo dejaba guiarme por aquel sendero que parecía haber aparecido de la nada, ¿o simplemente no había puesto suficiente atención a mi alrededor? 

Miré la chamarra con desconfianza, el acortar el camino se traducía en tiempo a favor para mí. Entre más rápido llegara con Howdy… 

Mis pensamientos se pausaron de golpe ante esta última idea. 

¿Cómo sabía Barnaby hacia dónde me dirigía si nunca se lo había dicho? 

Es más, ni siquiera me preguntó qué hacía yo caminando en medio de la noche.

—Claro —forcé una sonrisa para no hacerlo sospechar, no necesitaba más indicios para confirmar que él era un fiel cómplice de Wally—, te sigo. 

Barnaby asintió y comenzó a caminar, seguro de que yo iba a cumplir con mi palabra. Esperé a que diera un par de pasos y, en el momento que él se estaba dando media vuelta para verme, lancé la chamarra con fuerza hacia arriba, consiguiendo que se enredara en la lámpara y nos dejara a oscuras. 

Sabía que aquella distracción apenas me daría segundos de ventaja, así que empecé a correr al sentido contrario por donde iba Barnaby, escondiéndome velozmente entre unos arbustos que se encontraban cerca de la oficina de correos. 

Gracias, Eddie. No sabría de este efectivo escondite si no fuera gracias a ti.

Me acomodé bajo algunas ramas; admitía que estaba en una posición muy vulnerable, si alguien me encontraba probablemente no tenía oportunidad alguna de defenderme. Pero debía estar así para que las ramas congeladas y la nieve que lo cubría pudiera mantenerme a salvo entre las sombras. 

Necesitaba mantenerme en silencio y sin mover ni un solo músculo; un pequeño error y Barnaby me encontraría y me llevaría de nuevo con Wally.

Antes de que pudiera pensar en la alocada idea de estirar la mano por debajo de las ramas para borrar un par de mis huellas que dejé, me congelé al escuchar pasos pesados acercándose.

—Sal de donde quieras que estés, sólo estoy tratando de ayudarte —la voz de Barnaby había dejado de ser amistosa, empezando a sonar más como una amenaza. 

Me mantuve en mi lugar, a pesar de que la tentación de asomarme para ver en dónde estaba Barnaby era demasiado fuerte, y enterré las uñas en mis palmas al escuchar las pisadas todavía más cerca. 

Maldición. 

Debí haber pensado en un escondite mejor. 

Sentí mis labios temblando, pero no por el frío. Mi corazón latía desbocado con cada paso que Barnaby daba y casi dejo que mi alma se saliera cuando, entre en medio de un par de ramas, alcancé a divisar uno de sus pies.

Estaba demasiado cerca, era cuestión de segundos para que notara mis huellas y dedujera en dónde me encontraba.

Quería vomitar ahí mismo.

Sin embargo, un atisbo de esperanza se sembró en mi interior cuando escuché un: 

— ¿En dónde está? —Wally había capturado la atención de Barnaby, pues noté como el pie que podía ver se giró hacia el otro lado, como si me estuviera dando la espalda.

Mis manos temblorosas se posaron sobre mis labios y nariz, temiendo que mi respiración pudiera delatarme.

—N-No lo sé, pequeñín, el vecino estaba…

—Maldición, Baranby. ¡Eres un estúpido perro que solo sabe perseguir su cola! 

Agrandé los ojos ante los insultos de Wally; aunque, en este punto, ya nada que viniera de él debería de sorprenderme. 

—Espera, espera —suplicó Barnaby, poniéndose de rodillas sobre la nieve—, puedo encontrarlo… Él debe estar…

¡SILENCIO! —la orden de Wally me hizo temblar de miedo, como si me lo estuviera gritando a mí, y lo siguiente que escuché fue la hoja afilada cortando el aire hasta que llegó a algo más duro, pero no resistente.

Gotas rojas cayeron sobre la nieve que era capaz de ver todavía.

Mis manos se apretaron con fuerza en mi rostro, las lágrimas rodando por los dorsos de éstas, y no me di cuenta cuándo fue que había dejado de respirar, ahogándome en el terror que me ocasionaba la sola idea de que Wally fuera a encontrarme. 

Lo último que alcancé a escuchar fue un gruñido de dolor por parte de Barnaby y, de nuevo, el hacha rebanando con una asquerosa facilidad la carne y hueso. 

Maldita sea.

A Wally ya no le importaba nada, se había salido por completo de control.

No sabía cuánto tiempo había permanecido ahí, de cuclillas sobre la fría nieve, ni cuántos minutos me había tomado para que apartara las manos de mi rostro lloroso y moqueante, permitiendo que el aire helado congelara dolorosamente mi interior. 

Un torbellino de emociones me arrastraba: tristeza, pánico, terror, asco, esperanza y determinación peleaban entre sí como bestias salvajes dentro de mí. Ahora no había solo dos voces en mi mente que se ponían a debatir cuál debía ser mi siguiente movimiento, sino era todo un ejército.

Y en medio de ese caos interno, una certeza se abría paso como cuchillo entre las voces que hacían eco en mi mente: si no escapaba esta noche, sería mi fin.

Me levanté, saliendo de mi escondite, y vi, sobre la nieve, un camino color carmesí que iba hacia el bosque, siguiendo la ruta que usaba antes cuando salía a pasear en bicicleta. 

Un escalofrío bajó por mi espalda al pensar lo cerca que había estado siempre del peligro y yo ni siquiera estaba consciente de este hecho. 

Caminé con el cuerpo pegado a la pared, tratando de evitar pisar alguna rama por accidente, y, cuando sentí el vidrio de la puerta en la palma de mis manos, me alejé un par de pasos para ver hacia el último tramo del camino que me quedaba para ir con Howdy. 

Estaba tan cerca de él, mi corazón comenzaba a latir con fuerza; lo único que quería hacer era subir a ese camión y tratar de olvidar este trauma que me acompañaría por el resto de mis días.

Antes de siquiera dar otro paso, noté que en el buzón más cercano aparecía un ojo, inspeccionando en la oscuridad. 

Mi estómago volvió a doler; comprendí que esos ojos que creía firmemente eran alucinaciones provocadas por un golpe o mi propio cansancio, en realidad se trataba de Wally. 

“...Wally puede verlo todo, no sé cómo o por qué, pero él… lo sabe. Es como si pudiera verlo” . Las palabras que Howdy me dijo una vez, resonaron en mi mente, encontrando su sentido después de tanto tiempo que él me lo había advertido.

La luz de la esperanza volvió a encenderse en mi interior; esto significaba que había alguien más que sospechaba de la verdadera naturaleza de Wally. Me causaba un gran alivio poder confirmar en medio de esta penumbra que Howdy se trataba de un aliado mío, uno poderoso. 

Mi mano apretó el colgante de mi collar; esta vez no buscaba consuelo, sino era una forma de agradecerle al universo de contar con alguien como Howdy.

Mientras pensaba en cómo atravesar el camino sin ser vista por aquel maldito ojo, un tirón súbito en mi mochila me arrancó de mis pensamientos, haciéndome ir hacia atrás.

Mis ojos se agrandaron con pánico, estaba a punto de gritar, pero una tercera mano cubrió mi boca, impidiendo que saliera sonido alguno de entre mis labios. Esperé sentir el impacto contra la puerta de vidrio, pero, en lugar de eso, las manos continuaron arrastrándome a la oscuridad en la que la oficina de correos estaba sumida. 

Mi corazón se detuvo por un instante, ¿había perdido? ¿Wally me había encontrado? 

Miles de preguntas caían en mi mente como una torrente, inundando mi pecho con angustia, y me percaté cómo la puerta se cerraba con rapidez.

El clic del seguro resonó por el lugar, haciendo que las ganas de llorar volvieran de golpe. 

Mis pensamientos sobre lo que podía suceder me estaban absorbiendo por completo, tanto así que ni siquiera me percaté de cuándo aquellas manos se alejaron de mí. 

No quería voltear y encontrarme con el rostro sonriente de Wally con su hacha sangrienta en manos, no quería que eso fuera lo último que viera antes de morir. 

—Vecino, ¿estás bien? —la voz que no conseguí reconocer de inmediato me hizo hacer un pequeño sobresalto por lo cerca que se había escuchado.

La tenue luz de una vela me permitió divisar el rostro de mis captores: Eddie y Frank. 

Ambos lucían genuinamente preocupados por mi estado, pero yo no pude evitar que una sonrisa temblorosa se formara en mi rostro al descubrir que no había caído en una trampa de Wally; sentía que el universo me estaba dando una advertencia de que debía actuar con mayor precaución y no bajar la guardia como lo había hecho un par de segundos atrás. 

—Chicos… —murmuré, sintiendo como mi alma regresaba lentamente a mi cuerpo después del susto mortal que ambos me provocaron, y me levanté del suelo con ayuda de Eddie, alejándonos de la puerta para escondernos detrás del mostrador—. ¿Qué hacen aquí?

Frank y Eddie intercambiaron miradas, como si se estuvieran preguntando en silencio si era buena idea decir lo que ambos hacían aquí encerrados y a oscuras. 

—No te alarmes, vecino —Eddie habló con calma, sentándose a un lado de Frank mientras acomodaba la vela en medio de nosotros tres—, pero… 

La voz de Eddie se fue apagando, sin atreverse a decir lo que tenía en mente.

—Es Wally —Frank, en cambio, fue directo al punto—. Está actuando como un maníaco. El señor Dear y yo decidimos escondernos aquí.

—Aunque no tenemos un plan definido todavía —continuó Eddie, tomando una chamarra que colgaba de su silla para ofrecérmela, y se inclinó hacia la vela, bajando aún más el volumen de su voz—. Julie nos advirtió de mantenernos escondidos en un lugar oscuro hasta que pasara la noche, pero pensamos que se trataba de uno de sus juegos.

Tomé el abrigo, colocándola sobre mis hombros sin pensarlo dos veces. 

—Entonces el señor Dear me llamó preocupado, diciendo que escuchó a Poppy pedir por auxilio —ante la explicación de Frank, sentí un doloroso nudo formarse en mi garganta y las náuseas volvieron a aparecer tan pronto saltó la imagen de la cabeza de Poppy en el horno a mi mente—. Cuando llegué, ya no escuchaba nada. 

—No tuvimos el valor de ir a ver qué estaba pasando —Eddie confesó con cierto arrepentimiento en su voz, yo solo pude asentir en silencio mientras luchaba por no romper en llanto frente a ambos—. Momentos después, escuchamos las amenazas de Wally y, entonces… Barnaby…

Volví a asentir con lentitud, recordando lo que yo también había escuchado mientras permanecía en mi escondite en los arbustos, y bajé la mirada hacia la vela; el fuego parecía bailar, como si estuviera esperando el momento clave para apagarse y dejarnos a oscuras. 

La oficina de correos se inundó en el silencio de la noche, permitiéndonos escuchar las fuertes brisas golpeando contra las ventanas del edificio y mis gimoteos esporádicos que se formaron al negarme soltar las lágrimas que ya tenía acumuladas. 

—Todo es mi culpa —murmuré con dificultad, descolgué la mochila de mis hombros y la abracé con fuerza; a pesar de que mi parte racional sabía que no era así, mi corazón lo sentía de manera diferente. 

Esto se pudo haber evitado si tan solo hubiera aceptado la propuesta de Wally. ¿Cómo iba a saber yo que esto se iba a salir totalmente de control? Quizás debí haberme dado una idea cuando vi todas esas pinturas en su estudio, esos trazos profesionales que capturaban cada una de mis expresiones… 

Frank colocó una mano en mi rodilla, provocando que saliera de mis pensamientos y levantara la cabeza para verlo. 

—Vecino, no seas tonto, ¿cómo puede ser tu culpa esto? —las palabras de Frank hicieron eco en mi mente, respondiendo con mis pensamientos todo lo que había ocasionado mi rotundo rechazo a una propuesta de matrimonio—. Tú… Uhm… Tú…

Se quedó sin palabras en su intento de levantarme el ánimo y le dio un codazo a Eddie, exigiéndole algo de apoyo.

—Tú no eres el que anda con un hacha por ahí —Eddie agregó por Frank, recibiendo un rápido asentimiento por él—. ¿Por qué dices que es tu culpa?

Limpié mi rostro con las mangas de mi sudadera, mi mente tratando de hacerle entender a mi pequeño corazón apachurrado que yo no tenía ni un poco de culpa por esto.

—Él viene por mí —solté de pronto, mi voz quebrándose a media oración, y mi llanto silencioso reanudando con más fuerza—. Él… Wally… Me pidió que me casara con él —escupí las palabras, como si me quemaran por dentro—. Y cuando dije que no… Y-Yo había visto sus pinturas… Por eso, por eso… Él… Poppy… Sally… 

Frank y Eddie se acercaron para abrazarme y detener las palabras sin sentido que comenzaba a balbucear en medio de mi crisis; todo se me estaba saliendo de las manos.

—Solo quiero ir con mi mamá —agregué con dificultad, el nudo en mi garganta apenas me permitía pronunciar las palabras que necesitaba tan desesperadamente externar. 

—Nosotros te ayudaremos —declaró Eddie con renovada energía, tomándome de los hombros para hacer que lo mirara, y limpió mis lágrimas con sus pulgares, dedicándome una sonrisa llena de seguridad.

Dejé mi mochila en el suelo ante el gesto de Eddie.

—Claro —Frank no parecía muy a gusto por la forma en la que Eddie me estaba consolando, pero sí estaba de acuerdo con lo que él acababa de decir—. ¿Tienes algún plan? 

Asentí con dificultad; sí, sí tenía un plan, pero el nudo en la garganta me impedía contárselos. 

Howdy… —alcancé a pronunciar con esfuerzo, tratando de detener el llanto que brotaba por sí solo. 

Ambos intercambiaron miradas, pensando seriamente en qué debían hacer. 

— ¿Quieres que le llame? —Eddie preguntó con calma, mis ojos se abrieron con esperanza y asentí velozmente; necesitaba escuchar la voz de Howdy, sentía que con unas cuantas palabras de aliento de él, sería capaz de continuar a través de este infierno que se hacía cada vez más grande.

Escuché los botones de los números siendo presionados con velocidad, como si Eddie se supiera los dígitos de memoria, e hice un suspiro profundo cuando él me entregó el auricular helado, acercándolo a mi oreja con el temor de escuchar la voz de Wally al otro lado.

— ¿Eddie? ¿Qué haces trabajando tan tarde? —la voz de Howdy aflojó mi nudo en la garganta. El aire volvió a fluir de nuevo con libertad en mi interior, y sorbí un par de veces los mocos, incapaz de pronunciar palabra alguna.

Frank pareció darse cuenta que tenía problemas para hablar, así que alargó la mano para tomar el auricular, pero no lo acepté; necesitaba escuchar a Howdy diciendo que todo iba a salir bien.

— ¿Estás llorando? ¿Le pasó algo al correo? —preguntó Howdy preocupado, haciéndome sentir una ligera presión por empezar a hablar antes de que él pensara que Eddie le había llamado en medio de una crisis de trabajo. 

—Soy… Soy yo —las palabras salían a trompicones de mis labios temblorosos.

—Vecino… —Howdy arrastró la palabra con angustia, como si mi estado de ánimo le afectara a él también de alguna forma, y yo sujeté con fuerza el auricular, queriendo aferrarme a lo que parecía ser mi última esperanza—. ¿Sucede algo malo? ¿Cambiaste de opinión? Ya iba a ir a tu casa a buscarte, pensé que te habías quedado dormido.

Hice una pequeña risa ante su comentario, cortando mi profunda tristeza por un breve momento, y negué con la cabeza, como si él pudiera verme.

—Han pasado muchas cosas —murmuré mientras que, con mi mano libre, trataba de limpiar mi rostro con la manga de mi sudadera, procurando no ensuciar el abrigo que Eddie muy amablemente me había prestado.

— ¿Quieres que nos veamos con Eddie? Puedo ir ahora y…

— ¡No! —elevé mi voz sin querer, recibiendo un “shh” por parte de Frank y Eddie. Ambos se asomaron por encima del mostrador—. Perdón… No es seguro.

— ¿Seguro? —repitió, confundido. 

Asentí con la cabeza.

—Te lo explicaré cuando te vea —le aseguré, ahora mi mano libre se aferraba a la piedra que colgaba de mi collar; no en busca de tranquilidad, sino como una promesa que planeaba cumplir costara lo que costara—. Espérame ahí, no vayas a salir.

Hubo un momento de silencio, como si mis indicaciones no fueran completamente del agrado de Howdy.

—No puedo —murmuró con un profundo suspiro; entonces, escuché pasos, como si estuviera caminando nerviosamente—. Si estás en peligro, yo no… No puedo esperar.

Los ojos se me llenaron de lágrimas ante las palabras de Howdy; tan sinceras, tan reconfortantes. 

Era lo que quería escuchar, pero no ahora que me sentía tan vulnerable. 

La idea de esperarlo aquí, en medio de la oscuridad, cruzó por mi mente; sin embargo, sabía que Howdy no sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo. Y jamás podría perdonarme si Wally le llegase a hacer algo por mi culpa. Por haber querido permanecer en un lugar seguro mientras que él se arriesgaba.

—Entonces tendrás que ser fuerte y hacerlo —susurré, siendo esas las últimas palabras que querría decir en una situación así, y noté como Frank me dedicaba una mirada de aprobación; no sé por qué, pero aquello me hizo sentir seguridad con lo que estaba planeando.

—Veinte —Howdy soltó de pronto, haciéndome ladear la cabeza con confusión—. Si en veinte minutos no te veo, entonces iré a buscarte.

No, no quería aceptar algo así.

Porque si no llegaba con él, significaba que seguía escondiéndome de Wally o… 

—Vecino, hay que movernos —Eddie me advirtió, haciéndome una señal para que los siguiera a la parte trasera de la oficina de correos. 

Frank se llevó la vela con él. La oscuridad me envolvió, pero yo no me moví. No todavía. Apretaba con fuerza el auricular con la mano y mi corazón latía con fuerza por la incertidumbre de la decisión que debía tomar ante la petición de Howdy.

Me levanté ligeramente, apenas logrando asomarme por detrás del mostrador, y observé hacia la puerta de cristal, logrando divisar una pequeña figura que parecía estarse acercando con cada paso que daba.

Mierda, no debía ser un genio para saber que se trataba de Wally.

—Por favor —suplicó Howdy a través de la bocina, haciendo que volviera a mi escondite detrás del mostrador con el corazón desbocado; no me preocupaba de que Wally me hubiera visto, pues estaba demasiado oscuro aquí adentro, pero sí me daba ansiedad pensar que iba a reanudar el juego de la presa y el cazador—. ¿Vecino?

Mordí mi labio inferior, no quería terminar la llamada con Howdy, pero no podía arriesgarme a quedarme ahí sabiendo que yo era el objetivo principal de Wally. 

Necesitaba tomar una decisión ante la propuesta de Howdy, pero ¿cómo? 

Miré hacia el reloj de mi celular, haciendo cálculos rápidos de cuánto tendría que tardar en mis siguientes escondites para evitar que Howdy saliera a buscarme. Y justo antes de colgar, susurré la única respuesta que podía darle.

 

 

Eddie y Frank cerraron rápidamente la puerta que separaba el área del mostrador con el área para clasificar la correspondencia y paquetes que llegaban mientras que yo buscaba un lugar seguro donde dejar la vela y que nos pudiera seguir guiando a través de la espesa oscuridad.

Retrocedí un par de pasos y comencé a recorrer el lugar con la mirada, pensando seriamente cuál podría ser mi ruta de escape para que Wally no pudiera encontrarlos. Había sido mi culpa que él se hubiera dado cuenta que aquí estábamos, lo menos que podía hacer era desviar su atención hacia otro lugar.

Las ventanas estaban muy altas como para que pudiera alcanzarlas. Y, si de alguna forma milagrosa llegaba a éstas, la caída podría dejarme con graves heridas que convertirían mis probabilidades de escapar en prácticamente nulas.

Colgué de mis hombros la mochila que llevaba conmigo y caminé hasta el fondo del lugar, buscando en medio de la oscuridad alguna puerta que estuviera escondida a simple vista entre tantas cajas vacías de cartón que había. 

—Frank, vecino —la voz de Eddie apenas llegó hasta donde me encontraba, haciéndome regresar la vista hacia donde había dejado la vela, y noté que ambos se me acercaban con paso veloz—. Ustedes escóndanse detrás de las cajas, yo trataré de distraer a Wally.

—No —Frank se giró hacia él, con los brazos cruzados, y se negó a tomar la vela que él le estaba ofreciendo—. Tú te escondes, y yo lo distraigo.

Eddie hizo un suspiro de frustración, parecía que quería golpear a Frank a pesar de lo mucho que lo estimaba. 

— ¿Dónde me voy a esconder? Las cajas son muy pequeñas para mí —explicó Eddie, poniéndose detrás de la pila más alta que había, pero su cabeza estaba completamente expuesta.

Frank miró a su alrededor, pensando en tomar otra caja para colocarla encima del todo, pero Eddie lo tomó de la muñeca, deteniéndolo. 

—Si me escondo, voy a poner en peligro al vecino —replicó Eddie con un ligero tono de irritación en su voz, algo que jamás había escuchado viniendo de él.

—Si distraes a Wally, te vas a poner nervioso —Frank contestó de manera similar a la de Eddie. 

—No lo haré.

—Te conozco, no eres bueno actuando.

Los ojos de Eddie se agrandaron, como si aquello hubiera dado en una fibra nerviosa. 

Yo retrocedí un paso de manera instintiva y tomé la vela que Eddie me entregó tan abruptamente, incapaz de interrumpir la discusión que ambos estaban teniendo frente a mí. 

Frank se dio media vuelta, como si la discusión hubiera terminado, pero Eddie lo detuvo tomándolo del brazo.

—No quiero perderte —las palabras de Eddie hicieron eco por el lugar, haciéndome desviar la mirada antes de que rompiera en llanto por la intensidad de los sentimientos de ambos. No era una pelea tonta, ambos se querían proteger como…

Como Howdy y yo…

Antes de que pudiera procesar la información ante la revelación que acababa de tener, la voz de Frank me sacó de mis pensamientos: 

—Ni yo. No podría vivir sin ti a mi lado, Eddie. 

Era la primera vez que escuchaba a Frank llamándolo por su nombre de pila, haciéndome sentir un vacío en el estómago por presenciar en primera fila lo que podría ser una despedida. 

—No pasará, soy fuerte y Wally no podrá conmigo —le aseguró a Frank con una cálida sonrisa en su rostro, dándole un reconfortante abrazo que yo lo sentí doloroso.

Ambos tenían miedo, por supuesto. 

Quizás la idea de que aquello podía ser un adiós definitivo no era del agrado de ninguno de los dos, ¿y cómo lo sería? 

—Entonces… —Frank se alejó de Eddie, tomándolo de los hombros para verlo a los ojos, y su expresión se suavizó—. Cuando acabe todo esto, volvamos a casa.

Eddie asintió con una sonrisa en su rostro, era como si se estuviera obligando a sí mismo a no llorar frente a la única persona a la que le debía mostrar su fortaleza. 

Antes de que ambos pudieran decir algo más, la vela se apagó con una brisa de aire helada que entró solo para advertirnos de que la puerta acababa de ser abierta. 

Sentí una mano aferrarse en mi muñeca mientras me arrastraba por detrás de las cajas, siguiendo un camino que se hacía estrecho hasta el punto que debía caminar con el cuerpo completamente pegado a la pared. 

Supuse que llegamos a una esquina, porque Frank ya no se movió. Ambos estábamos ahí, escondidos detrás del cartón olvidado, lleno de polvo y telarañas viejas. 

Las luces se encendieron, escuché el clic del interruptor y noté como la luz se filtraba por las pequeñas rendijas que había entre las cajas.

—Eddie, Eddie, Eddie… —la voz de Wally hizo que sintiera un horroroso escalofrío bajar por mi columna ante el desagradable tono que había usado para repetir tantas veces el nombre del cartero—. ¿Haciendo horas extras? 

—Ja, ja, ¿qué te puedo decir, amiguito? La correspondencia nunca descansa —Eddie se escuchaba calmado, como si fuera un día más en su rutina diaria. 

Miré hacia Frank, pero él estaba ocupado observando por en medio de dos cajas la escena, sus puños apretados ante la impotencia de tener que mantenerse escondido mientras el peligro acechaba a su ser querido.

Sin poder ofrecerle una sincera disculpa, tomé su mano con delicadeza; lo único que podía hacer en ese momento, era hacerle saber que lo acompañaba en su tormento.

Frank no se volteó a verme, pero tampoco rechazo mi contacto.

—Supongo —Wally murmuró con desdén, sus pasos lentos y calculados hacían rechinar las tablas de madera del lugar, haciéndome tragar con dificultad al escuchar algo que llevaba arrastrando—. No quiero interrumpir tu trabajo, así que… ¿Dónde está? 

— ¿De qué hablas? 

—Tú sabes bien de qué habló —la voz de Wally se elevó, frustrado de no obtener la información que necesitaba con tanta desesperación, pero hizo un suspiro profundo para tranquilizarse; quizás sabía que si atacaba a Eddie, perdería la única pista que lo podría conducir hasta mí—. Del vecino, ¿de quién más? 

—Oh, el vecino —repitió Eddie y se quedó callado un breve instante, como si realmente estuviera pensando en dónde me encontraba—. ¿No estará en su casa? Creo que es algo tarde como para que esté… 

—No me trates como un estúpido, Eddie —lo interrumpió con un claro tono de molestia en su voz, un golpe seco en la mesa metálica en la que Eddie separaba la correspondencia hizo que hiciera un pequeño sobresalto, y busqué alguna apertura para ver lo que estaba ocurriendo.

Wally acababa de poner su hacha sobre la mesa, inclinándose hacia adelante para lucir más atemorizante ante Eddie, y pasó una mano por su cabello despeinado.

Viéndolo bien, era evidente el desastre en el que se había convertido. Ya no quedaba rastro de su imagen elegante y tierna de siempre.

Su ropa estaba desordenada y había manchas rojas que la chamarra de arriba apenas podía cubrir. Su rostro sucio y enrojecido, dejando en evidencia todo el esfuerzo que había estado haciendo desde que lo vi en mi habitación después de haber intentado llamar al número de emergencias.

Agité levemente la cabeza, regresando mi atención a la conversación que ambos estaban teniendo.

—Si no me dices… 

Hubo un momento de silencio, Wally pensando en las palabras que iba a usar para su amenaza, y adoptó una postura más intimidante, acomodando la pañoleta roja que seguía alrededor de su cuello. 

—Sabes, antes de venir aquí, pasé por la casa de Frank —aquel comentario provocó que la absoluta atención de Eddie cayera en él, empezando a sudar de los nervios—. Noté que estaba vacía, así que supuse que estaba contigo. Después de todo, ustedes son muy unidos, ¿no es así?

Noté cómo Eddie apretó sus puños, negándose a caer en los juegos de Wally.

—Quizás esté por aquí —agregó con su sonrisa maliciosa, tomando con lentitud el hacha que había dejado sobre la mesa, pero Eddie se abalanzó para evitar que se hiciera con el arma. La sonrisa de Wally se amplió al ver aquella reacción natural en el cartero—. ¿Ah? ¿Tenía razón? 

Eddie titubeó, sus manos temblorosas se aferraban en el mango del hacha como si fuera lo único que podía hacer para evitar que le hicieran daño a Frank, y negó con la cabeza con lentitud, como si una parte de él no quería mentir al respecto.

—Esto es lo que haremos, Eddie —Wally consiguió apropiarse con el arma, la semilla del miedo había sido sembrada en su contrincante y era una gran ventaja para él ya que ahora podía manipularlo como quisiera—. Tú me dices a dónde fue mi adorado vecino y, a cambio, Frank saldrá sin ningún rasguño.

Agrandé los ojos ante las últimas palabras de Wally.

¿Cómo se atrevía a hacer eso? ¿Cómo era posible que usara su amor para amenazarlos? 

Quería salir de ahí, quería golpearlo y hacer que se arrepintiera por usar algo tan delicado como los sentimientos de ambos para sus fines obsesivos. 

Mis puños se apretaron con fuerza, estaba a punto de hacer una locura, pero Frank me detuvo. Sus lágrimas caían en silencio mientras me hacía una seña para que guardara silencio. 

—Debes irte —Frank susurró en voz baja y quebrada, pero yo me negué. 

—No puedo… Wally te va a… 

Él me hizo una señal para que me callara, la cual obedecí sin dudar, y señaló un ducto de ventilación que, convenientemente, se encontraba detrás de nosotros y sin una rejilla que estorbara el paso. 

No sé por qué, pero supuse que era la manera en la que Frank podía escabullirse dentro de la oficina de correos. 

Mi mano se aferró a Frank. 

No podía dejarlo ahí, no cuando Wally acababa de lanzar una amenaza hacia él, y dirigí mi mirada hacia la separación de las cajas por la que estaba observando la escena que se desarrollaba entre Eddie y Wally.

—Promételo —Eddie murmuró con debilidad, su mirada fija en sus pies como si siguiera analizando la decisión que iba a tomar.

— ¿Hm? —Wally se giró hacia él, con interés.

—Promete que Frank no saldrá dañado de ninguna forma —sus palabras hicieron congelarme, debí haber sabido que Eddie jamás me pondría por encima de Frank.

Wally asintió, en silencio. 

Eddie, temblando de impotencia, alzó levemente uno de sus brazos y señaló directamente a las cajas que usábamos como escondite. 

Antes de que pudiera reaccionar, Frank me empujó hacia el ducto de ventilación y colocó rápidamente la rejilla, atornillando los tornillos sueltos con una agilidad impresionante.

—Sigue las marcas, no te perderás —fue la última indicación de Frank antes de que las cajas cayeran una por una al suelo, haciéndome retroceder de forma instintiva para que Wally no pudiera alcanzar a verme cuando el caos con el cartón llegara a su fin.

Empecé a gatear sin mirar hacia atrás, las lágrimas volvían a salir libremente mientras intentaba ver con la luz de la pantalla de mi celular las marcas que Frank me dijo que había en los ductos.

¡Eddie! 

¡Frank!

Fue lo último que escuché mientras seguía avanzando, sintiendo como si acababa de traicionar a aquel par. Un molesto y sumamente doloroso nudo se formó en mi garganta de nuevo, mis brazos temblaban de impotencia por haber sido incapaz de protegerlos, y juré mentalmente que su sacrificio no sería en vano mientras me alejaba por los corredores de metal.

Escaparía de aquí, aunque me costara la vida hacerlo.

 

Empujé la rejilla que estaba al final del laberinto de ductos de ventilación y me asomé con lentitud, temiendo de que lo que podría encontrarme al final del camino era la siniestra sonrisa de Wally. 

Afortunadamente, no fue así.

Regresé adentro para tomar un largo respiro, necesitaba un par de segundos antes de empezar una nueva carrera por entre la nieve, y miré hacia atrás una última vez, con la nula esperanza de encontrarme con la figura de Frank siguiendo mis pasos. Sin embargo, solo me encontré con la infinita oscuridad que acababa de atravesar. 

Debía ir a la tienda de Howdy, lo sabía bien, pero sentía como si no tuviera la energía suficiente para salir de aquí y caminar la pequeña distancia que había entre nosotros todavía. 

Pasé una mano por mi cabello, dejando que las últimas lágrimas rodaran por mis mejillas congeladas, y abrí la mochila en busca de un bocadillo rápido que pudiera llenarme un poco y, a la vez, calmar mi creciente ansiedad.

Las dulces galletas con chispas de chocolate que comí lograron tranquilizarme lo suficiente para poder pensar en mi ruta de escape. 

Entre la tienda de Howdy y la oficina de correos no había gran cosa, así que era un tramo relativamente sencillo. 

Sólo era caminar unos cuantos metros sobre la nieve en el suelo y en medio de la oscuridad en la que se había sumergido el vecindario. No había lugares donde Wally pudiera esconderse y sorprenderme; sin embargo, tampoco podría esconderme si él aparecía, interponiéndose en mi camino.

La idea me desanimó, haciéndome bajar la cabeza en señal de derrota y abrazar mis rodillas, dejando la mochila a un lado.

Quizás era lo mejor.

Tal vez debía dejar que Wally hiciera conmigo lo que quisiera, al menos así me sentiría menos culpable de haber empezado este infierno. 

Mis brazos apretaron su agarre alrededor de mis rodillas, había una parte de mí que no quería darse por vencido todavía. Esa parte que no quería dejar que el sacrificio de Eddie, Frank y Sally fueran en vano. 

Ellos se habían jugado la vida con tal de protegerme. 

Y probablemente, sólo es una suposición, Poppy había hecho lo mismo. 

A lo mejor la intención de Wally no fue asesinarla, posiblemente él quería que ella hablara conmigo, que me convenciera de casarme con él. Y Poppy, siempre poniéndome por encima de todo, se negó a persuadirme a hacer algo que no quería. 

La viva imagen de aquella escena en mi mente se tiñó de rojo al recordar lo que había visto en su cocina cuando la estaba buscando. Mi estómago lo resintió, amenazándome con regresar el par de galletas que había comido si seguía evocando esa memoria con tanto detalle.

Finalmente, y casi en contra de mi voluntad, salí del ducto. 

El frío me envolvió de nueva cuenta, a pesar de estar llevando la chamarra que Eddie me había prestado minutos atrás, y volví a colgar la mochila en mis hombros.

La calle estaba vacía, sepultada por espesas capas de nieve, y el viento soplaba con fuerza, como si quisiera arrancarme todo lo que llevaba conmigo. Los copos habían dejado de caer, haciéndome un poco más sencillo el respirar, y las lámparas estaban apagadas.

Mi cuerpo temblaba mientras caminaba de forma lenta e insegura hacia la tienda de Howdy  y mi mano se aferraba con desesperación al colgante de mi collar, tratando de darme la valentía que necesitaba para continuar.

No podía evitar girar al escuchar cualquier pequeño sonido, ya fuera decoraciones de plástico volando gracias al aire o las ramas sacudiéndose de forma casi violenta, siempre con el temor de encontrarme a Wally. 

Mis botas crujían sobre la nieve con cada paso tembloroso. Era como si el vecindario entero se hubiera ido a dormir sin saber el infierno que ardía en sus entrañas, aunque sabía que más de la mitad de los vecinos ni siquiera estaban en esta dimensión. 

Y entonces lo vi, haciéndome detener mis pasos.

A lo lejos, justo cuando comenzaba a divisar la luz de la tienda de Howdy encendida, había una figura alta usando un abrigo verde y gorro con un pompón en la parte superior que reconocería aunque el mundo estuviera ardiendo. Mi corazón dio un vuelco y algo cálido, casi esperanzador, estalló en el pecho.

—Howdy… —susurré con la voz quebrada. 

De pronto sentí un inmenso alivio, como si todo este infierno había sido una horrible pesadilla y estaba a punto de despertar.

La mochila resbaló por mis hombros, cayendo a la nieve con un golpe sordo, dejándola olvidada. Y corrí. 

Corrí como si pudiera alcanzar un nuevo comienzo, como si el abrazo de Howdy pudiera repararlo todo. Todo empezó a desdibujarse mientras me acercaba, mis brazos extendidos hacia él casi como una súplica de que me rescatara. Necesitaba sentir la seguridad que solamente él podía ofrecerme.

—H-Howdy… Pensé que me esperarías —murmuré con dificultad, las palabras saliendo con un hilo de voz, y lo abracé con desesperación, enterrando mi rostro en el abrigo, sintiendo el frío de la tela—. Pero no importa… Ya estás aquí…

Sin embargo, él no me regresó el abrazo. Era como si se hubiera congelado. 

—Howdy… ¿estás bien? —pregunté, alzando apenas la mirada. Pero él seguía sin responder. Rígido. Frío. Inmóvil.

Entonces, un amargo sentimiento se extendió por mi interior, advirtiéndome de que algo andaba mal. 

No olía a Howdy. Olía a cartón con trapo viejo y sucio.

No se movía. No respiraba.

Me aparté con lentitud, sintiendo en cada paso un dolor inmenso trepar por mis piernas.

Y entonces lo vi.

No era él.

Eran cajas apiladas, una manta verde, un gorro viejo clavado con tachuelas y almohadas mal amarradas para dar esa sensación de suavidad. Todo dispuesto y acomodado con una precisión macabra para formar su inconfundible silueta.

—N-No… —di otro paso hacia atrás, sintiendo mi garganta cerrarse del horror—. No… No, no, no, no…

—Estabas tan cerca —susurró una voz que jamás podría confundir justo detrás de mí, tan cerca que pude sentir su aliento en mi nuca. 

Me giré con fuerza y rapidez, encontrándome con Wally a centímetros de mí. Él estaba sonriendo con esa dulzura grotesca que ahora sabía que no era humana. Tenía los ojos encendidos por una emoción que no podía describir, una mezcla de euforia, necesidad y locura.

Mi cuerpo estaba bajo demasiado terror como para poder moverme o hacer algo.

—Te vi salir del ducto, ¿sabes? Pero quería verte correr hacia mí… —inclinó la cabeza, como si le fascinara mi expresión de completa desesperanza—. Bueno, hacia él

Retrocedí tambaleando, tropezando con la mochila que había dejado sobre la nieve, y caí de trasero al suelo. Wally pateó la mochila a un lado con desdén, como si no la fuera a necesitar nunca más.

—No temas, vecino. Te llevaré a donde perteneces —y tomó los gorros de mi chamarra y sudaderas, arrastrándome por la nieve sin darme oportunidad de escapar si quería respirar.

La tienda de Howdy comenzó a hacerse más pequeña hasta que desapareció a través de la distancia. Wally me había arrebatado mi última esperanza y había jugado conmigo hasta el final. 

Y ahora, sin poder hacer nada, me llevaba directo hacia Home. 

 

 

No sabía con certeza cómo o cuándo, pero había perdido el conocimiento en medio del camino. 

Quizás había sido por la nieve que se derretía bajo de mí mientras Wally me llevaba arrastrando. O pudo haber sido porque hubo un punto en el que había perdido la capacidad de respirar por la presión que Wally ejercía al jalar mis gorros.

Desperté, la cabeza dándome vueltas, y di un vistazo rápido a mi alrededor, encontrándome con las cientos de pinturas que cubrían las paredes del estudio de Wally. Incluso había una nueva donde vestía con un largo vestido blanco. 

La idea provocó que sintiera un escalofrío desagradable bajando por mi espalda.

Saqué mi celular del bolsillo, habían pasado apenas cinco minutos por lo que mi pérdida de consciencia no había sido la gran cosa, y me levanté con dificultad, quitándome la chamarra gruesa de Eddie para dejarla descuidadamente en el suelo.

Ahora sí, mi destino estaba sellado. 

No había nada que pudiera hacer para escapar de Wally.

Mis lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, la desesperación comenzaba a consumirse.

Me iba a matar. 

O peor aún, me iba a tener que casar con él y fingir una vida que no quería tener.

Un persistente zumbido me sacó de mis pensamientos trágicos, aceptando mi derrota por el simple hecho de que Wally había conseguido atraparme, y miré a mi alrededor una vez más, buscando la fuente de aquel sonido.

Parecía venir de todas partes.

Como si de alguna forma Home estuviera fallando. 

Miré hacia el techo con preocupación, pensando en la posibilidad de que éste podría venirse abajo y darme una última oportunidad para escapar. 

Sin embargo, nada de eso pasó.

Con pasos temblorosos, me dirigí hacia la puerta y sujeté la fría perilla con una de mis manos, consiguiendo escuchar un par de voces a lo lejos. 

Si mi oído no estaba fallando, diría que ambos estaban teniendo una acalorada discusión.

Abrí la puerta con lentitud, el zumbido se hizo más presente al mismo tiempo que las voces que provenían de la primera planta. 

— ¡...dijiste que no le harías nada! —la voz femenina hizo que me acercara a las escaleras, pegando mi cuerpo a la pared para intentar descifrar quién era la dueña de aquella voz.

—Y no lo he hecho —respondió Wally con una calma antinatural, demasiado controlada, como si cada palabra fuese cuidadosamente elegida para no revelar sus verdaderas intenciones—. Solo necesitaba que... recapacitara.

— ¡No puedes decidir por él! ¡No puedes matarnos y traernos de vuelta cada vez que algo no te gusta! —la voz se quebró en un grito, una mezcla de furia y miedo. Julie. Ahora lo sabía. Era ella.

Pero… ¿De qué estaba hablando? 

¿Matarlos y traerlos de vuelta? 

—Julie... —dijo él, casi con ternura, casi como si realmente le doliera—. No entiendes cuánto lo amo. Cuánto los amo a todos. Solo quiero que se queden y que sea perfecto. Y si tengo que borrar y hacerlo otra vez, lo haré todas las veces que sean necesarias.

— ¡Eso no es amor, Wally! ¡Eso es egoísmo! ¡Eso es control! ¡Eso es... enfermizo ! —replicó Julie, y luego un golpe seco retumbó en la casa, como si alguien hubiera empujado una silla o golpeado una mesa.

Aquel sonido hizo que me asomara por las escaleras, apenas podía ver la figura de Julie de pie, sus lágrimas rodando por sus mejillas mientras mantenía una expresión de inconformidad. 

—Julie, basta... —ahora fue la voz de Sally, más baja pero urgente—. No lo provoques más. Home está... escuchando.

Mis ojos se agrandaron al ver a Sally ahí, como si lo que había pasado en su casa realmente no hubiera sucedido, y di un paso para bajar el primer escalón. Mi corazón palpitaba con fuerza ante las miles de dudas que empezaban a caer como una tormenta en mi mente.

— ¡Pues que escuche! —espetó Julie sin frenar, haciéndome dudar en si debía bajar un escalón más—. ¡Estoy harta de esto! ¡No soy tu títere! ¡No somos tus juguetes!

Por desgracia, o por costumbre, mi pie resbaló y terminé deslizándome hasta caer frente los pies de Sally, sintiendo la mirada de los tres caer sobre mí.

La discusión había parado, por supuesto. 

Lo había arruinado, y ahora tenía la atención de todos.

—S-Sally… Tú estás… —balbuceé con incredulidad, mi sorpresa era mayor al dolor que sentía después de la caída, y me sujeté de la tela de su pantalón, casi como si quisiera asegurarme de que realmente fuera ella—. Pero… Yo te vi… Te vi morir…

—Oh, vecino —su voz se escuchaba quebrada, como si le doliera ver tanta confusión en mi rostro, y me ayudó para ponerme de pie—. Wally en realidad puso una poción de amor en la leche, solamente me había quedado dormida, y Julie… Bueno, me ayudó a despertar.

Mi mirada incrédula se dirigió hacia Julie, quien desvió la mirada con vergüenza mientras limpiaba su rostro con cierta rudeza con la manga de su chamarra rosada.

Si en otro tiempo hubiese escuchado esto de la poción de amor, jamás lo hubiera creído, pero viendo que este vecindario superaba la ficción, no lo podía poner en duda en un momento así.

Una mueca de desilusión cruzó por mi rostro, haciéndome bajar la mirada. 

Eso significaba que si Sally seguía viva por esa poción, Poppy, Eddie, Frank y Barnaby… Bueno, ellos no habían bebido esa poción. 

El zumbido se intensificó. Sentí cómo vibraba en las paredes, en mis huesos. Home se agitaba.

—Mi adorado, no deberías estar aquí —Wally se acercó, colocando sus manos en mis hombros y haciéndome girar hacia las escaleras, como si no quisiera que escuchara de lo que estaban discutiendo—. Duerme un rato, mañana…

—No hay un mañana —Julie replicó rápidamente y tomó una de las muñecas de Wally, su mirada lanzaba chispas en un claro desafío por protegerme—. Vecino, yo intenté advertirte desde el primer día… Yo…

Wally, alterado, levantó su mano y terminó abofeteando a Julie justo frente a mí, haciéndome agrandar los ojos y retroceder un paso ante la repentina golpiza.

La mejilla de Julie no tardó en ponerse roja. Sally se puso en medio de ambos, protegiendo a Julie.

—Calla —Wally le ordenó, arreglando su sudadera con un movimiento parsimonioso, como si no la acabara de golpear, y se giró para verme, haciéndome temblar por ver su sonrisa de oreja a oreja una vez más—. Entonces, vecino, ve arriba y…

Hubo un crujido fuerte. Como si Home gruñera.

Me encogí en un reflejo por protegerme al ver como Sally había alzado uno de los jarrones para estrellarlo en la cabeza de Wally, pero un hilo fino, casi transparente, se enredó en la porcelana fría, deteniéndola justo a tiempo antes de que impactara en la nuca descuidada de Wally. 

—Sally, Sally, Sally —Wally escupió su nombre con desdén, pasando una mano por su cabello desordenado, y observó cómo varios hilos comenzaban a levantarla, casi como si fuera un títere—. Eres casi tan estúpida como Julie, es una suerte que tus recuerdos se puedan reiniciar de forma sencilla.

Julie frunció el ceño ante el comentario, buscando a su alrededor algo con lo que pudiera ayudar a Sally, y justo cuando se lanzó por unas tijeras, los hilos se apretaron.

Grité, con horror. 

Los pedazos de Sally cayeron al suelo junto al gran charco de sangre y otras cosas que no quería mencionar. El líquido salpicó, manchando los muebles y parte de mi ropa. 

¡No! —el grito de Julie, al ver lo que acababa de pasar, ocasionó que se me erizara la piel de la angustia. 

Por desgracia, no pude hacer nada antes de que ella tuviera el mismo final que Sally.

— ¡Eres un monstruo! —mi voz quebrada alcanzó a pronunciar aquellas dolorosas palabras que iban dirigidas a Wally, sintiendo unas fuertes náuseas mezcladas con la urgencia de explotar en llanto.

Wally se encogió de hombros, dándole igual cómo lo llamara, y miró el reloj en su muñeca.

—Casi es hora de cenar —murmuró, dirigiendo rápidamente su mirada hacia la cocina, y después al par de cuerpos hechos pedazos—. Ve a cambiarte, yo limpiaré. 

Agrandé los ojos con incredulidad ante su indicación. ¿Cómo demonios podía pensar en cenar después de haber asesinado a mis amigas justo frente a mí? 

—Ah, por cierto —se acercó, haciéndome temblar, y tomó una parte de mi collar, sin atreverse a agarrar la piedra–. Quítate eso. 

Me soltó, dándose la vuelta para volver a ver los restos de Sally y Julie, el aroma comenzaba a ser palpable, provocándome náuseas. 

—No… —murmuré débilmente y entonces sentí cómo algo me levantó del suelo contra mi voluntad. 

Miré a mí alrededor con temor hasta que lo noté a contraluz. Los finos hilos de Home me estaban moviendo, haciéndome sentir vulnerable. 

Parecía que en esta casa, no tendría voluntad propia. 

—E-Está bien —cambié de opinión, teniendo terminar como Sally y Julie, y apreté los puños con resignación, sintiendo mis extremidades siendo liberadas. 

—Buen vecino —Wally me felicitó con una sonrisa llena de satisfacción y me dio una suave palmada en el hombro, en una muda indicación de que lo obedeciera ya. 

Asentí en silencio, miré una última vez los charcos de sangre y pedazos de las que alguna vez fueron mis vecinas, y comencé a subir las escaleras con lentitud, entrando a la habitación cuya única puerta estaba abierta. 

Tan pronto pasé el umbral, la puerta se cerró de golpe, provocando que mi corazón diera un vuelco doloroso. 

Esta sería la vida que el universo había destinado para mí. No podría oponerme a Wally y a su diabólica casa, no si quería mantenerme con vida. 

Pero… ¿Realmente valía la pena no morir si aquello significaba perder mi libertad?

Miré alrededor de la habitación, buscando una manera de escapar de forma definitiva de Wally y su enfermiza obsesión: cometiendo suicidio. 

Intenté abrir un cajón, buscando algo puntiagudo y filoso, pero éste no cedía. También traté de echar un vistazo a los demás muebles, pero todos parecían estar cerrados con pegamento. 

Entonces, para comprobar mi teoría, mi mano se apretó en la perilla de la puerta, haciendo un esfuerzo descomunal por girarla, pero no lo conseguí. 

Escuché madera crujir, opacando momentáneamente el zumbido que se había estado manteniendo constante desde que llegué, y algo en mí entendió que era Home diciéndome que no podía bajar a cenar sin antes haber cambiado de ropa. 

Maldita sea. 

¿Cómo demonios había dejado que sucediera esto?

Me alejé, con resignación mientras las lágrimas volvían a caer por sí solas, y me senté en el borde de la cama. 

No quería estar aquí, pero no tenía escapatoria. 

Y la única persona que seguía viva y podía ayudarme, seguramente no tenía la menor idea de que Wally me tenía como un prisionero en su casa. 

Bajé la mirada con desgana cuando un nuevo pensamiento cruzó por mi mente, arrebatándome lo poco que me quedaba de esperanza. 

¿Cómo podía asegurar que Howdy siguiera vivo? ¿Y si la “llamada” que había tenido con él en la oficina de correos hubiera sido otra cruel trampa? 

Howdy y Wally no se llevaban bien, ¿por qué pensaba que él pudo haber sobrevivido a la masacre que Wally hizo en el vecindario? 

Apreté la piedra de mi collar con desesperación, esperando que mis pensamientos estuvieran equivocados, y escuché un rechinido demasiado cerca. La puerta del armario se había abierto, dejando a la vista un atuendo de mi talla. 

Mierda… ese había sido su plan desde un inicio. 

La playera y los pantalones que colgaban de un gancho eran exactamente los mismos que me habían dado para mi extravagante cambio de apariencia. 

Incluso los accesorios que había pisoteado con tanto odio en mi baño estaban ahí, haciéndome entender que ahora le pertenecía a Wally. 

El rechinido de la ventana me hizo dar un sobresalto. Era Home, otra vez. 

Rodeé los ojos, pero no dije nada, simplemente comencé a cambiar mis prendas manchadas de sangre ajena por las que Home me estaba ofreciendo. 

Y el collar de Howdy… No podía quitármelo, no en un momento así. 

Decidí ocultarlo bajo la playera café, dudaba que alguien se fuera a dar cuenta de que lo seguía usando, y finalmente la puerta de la habitación se abrió por sí sola. 

Supongo que era lo único que podía hacer. 

Jugar a que Wally era mi esposo hasta encontrar una oportunidad para escapar. Ya fuese de Home o de este plano. 



Al bajar las escaleras, un agradable aroma a manzana con canela me envolvió. 

El lugar estaba limpio, como si nada hubiese pasado, pero los colores vivaces que antes reinaban, ahora parecían estar muriendo lentamente. Poniéndose pálidos, dándole un refuerzo a mi idea de que algo malo estaba sucediendo con Home. 

Miré a mi alrededor, los muebles también estaban limpios, y había un cuadro nuevo decorando la chimenea. No necesitaba acercarme para darme cuenta que era una pintura mía y de Wally, como si nos hubiéramos casado. 

Iba a tomar la pintura, con la idea de lanzarla al fuego por lo desagradable que era, pero me giré hacia la cocina al escuchar un:

—No lo haría si fuera tú —Wally encendió las velas que había en medio de la mesa, sin necesidad de verme, y jaló una de las sillas, haciéndome una seña para que me sentara. 

Él también lucía como nuevo. Su peinado era perfecto otra vez, su ropa colorida estaba impecable y su sonrisa… Bueno, su sonrisa seguía siendo la misma de siempre. 

—Deberás disculparme por lo tarde de la cena, mi amado vecino —comentó después de que yo hubiera tomado asiento, sus manos posándose por un momento en mis hombros–. Es que alguien decidió jugar muy tarde al gato y al ratón. 

Yo simplemente asentí en silencio, observando los deliciosos platillos que decoraban la mesa, y alcé mi mirada cuando Wally se sentó al otro extremo de la mesa. 

— ¿No te encanta? —preguntó, tomando una copa de cristal para acercarla a sus labios. Sin embargo, antes de darle un sorbo, la apartó para levantarla hacia mí—. Te propongo un brindis, por nosotros. 

Me quedé en silencio, temiendo que cualquier palabra saliera de mi boca lo hiciera enfurecer, y tomé mi copa para levantarla también, pero mi mano temblaba. 

Aunque no lo pareciera, estaba sintiendo un gran terror de que Wally no actuara arrepentido por todas las atrocidades que había hecho en menos de una noche. 

—Por estar siempre juntos —él agregó con una sonrisa encantadora, chocando suavemente mi copa con la suya, y le dio un largo sorbo, desapareciendo casi por completo el líquido amarillento—. Oh, vecino, has pasado por tanto… —su mano cayó sobre la mía, haciéndome hacer un sobresalto y dejar de forma abrupta la copa sobre la mesa—. Pero ahora estás conmigo, donde perteneces. 

Bajé la mirada, sin animarme ni siquiera a contradecirlo, y tomé el único utensilio que tenía a mi disposición: una cuchara. 

Debí haber supuesto que él no sería tan tonto para dejarme un cuchillo. 

Entonces recordé la discusión que había escuchado cuando desperté en su estudio de arte, algo que me dejó con miles de dudas en mi mente, y apreté nerviosamente la cuchara, mi estómago comenzando a doler porque no sabía qué respuesta quería obtener de esto. 

—Wally… —murmuré con debilidad, como si me diera un terror atroz de solo pronunciar su nombre. 

—Oh, por favor —hizo una risa coqueta, haciéndome sentir una inmensa incomodidad apoderarse de mí—. A este punto, creo que puedes llamarme de una forma más cariñosa. Vamos, inténtalo. 

Apreté mis labios con fuerza, casi logrando hacerlos sangrar, pero suspiré profundamente para mantener el control y no quebrarme frente a él. 

—C-Cariño —conseguí pronunciar, sintiendo un sabor amargo en mi boca. 

—Esto es tan dulce —Wally comentó complacido, parecía que su noche iba mucho mejor que la mía, y dejó su atenta mirada en mí, haciéndome volver a desviar la mirada hacia la mesa—. ¿Qué sucede, mi amado? 

Tragué con dificultad, mi estómago dolía con intensidad. 

—Escuché un poco de tu discusión con Julie —los utensilios cayendo en el plato de porcelana de Wally hizo que lo viera, su sonrisa desapareciendo con cada milisegundo que dejaba pasar en silencio—. Yo solo… Quería saber… Ella dijo que tú los matabas y traías de vuelta… ¿A qué se refería? 

Una sonrisa astuta apareció en su rostro, sus ojos brillando de interés por el tema de conversación que acababa de sacar a la mesa. 

—Pronto lo sabrás —él me prometió, haciéndome desear no haber hecho esa pregunta en primer lugar, y noté una silueta sobre su hombro. 

Desvié mi mirada hacia la ventana que había detrás de él y sentí una punzada de esperanza en mi pecho a la vez que mis ojos se ponían vidriosos. 

A lo lejos, alcancé a divisar a Howdy, vivo y preocupado por lo que parecía estar viendo desde su posición. 

Una sonrisa temblorosa se quiso formar en mi rostro, pero me forcé a desviar mi atención hacia cualquier platillo que había sobre la mesa. No podía dejar que Wally se diera cuenta de la presencia de Howdy afuera de su casa. 

— ¿Sucede algo? —Wally me preguntó con curiosidad, a punto de volverse hacia atrás, pero rápidamente lo detuve poniendo ambas manos sobre las suyas. 

— ¡No! —alcé la voz sin querer, pero mi repentina acción de buscar su tacto consiguió distraerlo—. Perdón, estoy tan… —mi voz comenzó a perder volumen, terminaría levantando las sospechas de Wally si no decía algo pronto—. Feliz. Sí, feliz. De que te hubieras esforzado tanto en esta cena, no sabría cómo agradecértelo. 

Wally entrelazó sus dedos con los míos, creyendo cada palabra que había dicho. 

—No te preocupes por eso, querido —habló con voz ronca, haciendo que un desagradable escalofrío bajara por mi espalda—. Después del postre, pensaremos en una forma adecuada para que me agradezcas. 

Forcé una sonrisa y asentí en silencio, como si su idea me resultara agradable. Necesitaba hacer que se fuera, necesitaba advertirle a Howdy que debía tener cuidado con Home. 

— ¿Sabes? Sería divertido jugar a algo durante el postre —comenté mientras soltaba las manos de Wally con suavidad, removiendo la comida con la única cuchara que tenía a mi disposición, y limpié mis manos sudorosas con mi playera—. ¿No lo crees? —noté que un brillo de duda cruzó por los ojos de Wally—. Pensé que podría ser un momento divertido entre… —me callé, sintiendo náuseas de solo pensar en esa palabra, y lo miré con timidez—. Entre esposos

Wally hizo una gran sonrisa complacida, colocando una de sus manos en su pecho, y se levantó para acercarse. 

—Sabía que te iba a gustar estar a mi lado, mi amado —me depositó un beso en la cabeza y se marchó. 

No era un gesto de amor. Era la marca de propiedad que ponía sobre su juguete favorito.

Lo seguí con la mirada, manteniendo una sonrisa falsa en mi rostro hasta verlo desaparecer al subir las escaleras. 

Eso… 

Había sido sencillo. 

Limpié bruscamente la zona donde los labios de Wally se posaron en mí y me acerqué a la ventana, Howdy también se acercó y las lágrimas comenzaron a salir sin control alguno.

Ahí estaba él, mi única esperanza para salir con vida de aquí. 

Miré a mi alrededor, no tenía forma de poder comunicarme con él, y saqué mi celular, tecleando lo más rápido posible un mensaje pequeño, pero lo suficientemente informativo para que tuviera cuidado. 

Cuando terminé de escribir el mensaje, lo acerqué a la ventana con manos temblorosas, y sentí un nudo horrible en la garganta cuando la expresión de Howdy pasó de confusión a una de preocupación pura. 

Él me miró por encima del celular, yo lo retiré para que no estorbara, y coloqué la palma de mi mano en el vidrio frío, esperando que Howdy hiciera lo mismo. Como si pudiera sentir su tacto a través del cristal.

Sin embargo, él era inteligente y se obligó a retroceder. Si hacía algo así, Home describiría que había alguien afuera. 

Lo vi mover sus labios y asentí, mi corazón haciéndose chiquito por no ser capaz de hacer otra cosa. 

Howdy iba a ayudarme.

Regresé a mi asiento, haciendo un esfuerzo descomunal para detener las lágrimas que seguían rodando por mis mejillas, y usé una de las servilletas que había sobre la mesa para limpiar mi rostro, deseando verme neutral para cuando Wally regresara.

Por desgracia, una nueva pequeña punzada de culpabilidad cruzó por mi pecho. 

Estaba poniendo en riesgo a Howdy, la única persona que seguía viva en este vecindario del infierno, ¿y todo para qué? 

Quizás lo mejor que podía hacer, era acceder a lo que Wally tenía planeado para mí y evitar una tragedia que me dejaría el alma destrozada en miles de pedazos.

 

 

Observé el tablero con cierto aburrimiento mientras removía un par de frutas que tenía la rebanada intacta de pastel; había perdido completamente el apetito, así que todos los platos que eran para mí seguían llenos de comida, a diferencia de los de Wally.

Tomé los dados que rodaron sobre la mesa y me preparé para lanzar, pero pronto se escuchó un golpe seco proveniente de arriba de nosotros. 

Los dados se resbalaron de mis manos sudorosas al pensar que había sido Howdy el que provocó el sonido, el par de cubos golpeando contra el borde del plato de Wally. 

— ¿Escuchaste eso? —Wally me preguntó, su mirada fija en el techo, perdiendo completamente el interés en el juego que había sobre la mesa. 

— ¿Eh? —intenté sonar indiferente, pero mis manos temblaban tanto que la cuchara tintineó contra el plato.

Entonces, un nuevo sonido me hizo alzar la mirada al techo. Esta vez se escuchó más firme, más directo. 

No había forma alguna de que pudiera disimular que no me había dado cuenta de estos golpes. 

—Home, ¿qué fue eso? —preguntó con su mirada fija en mí, como si estuviera leyéndome a través de mi reacción. 

Sin embargo, Home no respondió. El mismo zumbido de siempre seguía presente, sin elevarse o apagarse, como un recordatorio de su estado inusual. 

—Home —insistió Wally, su sonrisa empezando a perder fuerza. Apreté la cuchara con fuerza, tratando de controlar mis temblores. 

Por favor, Howdy. Ten cuidado. 

—Debió haber sido un animal —las palabras salieron de golpe de mis labios, tan rápido que apenas y yo me entendí—. O quizás fue el viento, afuera está… 

—No lo creo —me interrumpió, su voz sonando más grave, menos amable. Se levantó de un brinco, yo también lo hice como reflejo nervioso. 

—N-No hace falta que vayas —tartamudeé, poniéndome frente a él para cortarle el paso, y señalé hacia el juego de mesa—. Nos estamos divirtiendo, ¿no? 

Él me miró con atención, sus ojos parecían estar buscando en el fondo de mi alma las respuestas que no le iba a dar. 

— ¿Por qué estás tan alterado, querido?

—No… No lo estoy —mentí rápidamente, tratando de darle tiempo a Howdy para que se escondiera o cambiara de plan antes de que fuera demasiado tarde—. Sólo… Pensé que podríamos terminar de jugar primero y luego… 

—Estás temblando. 

Mierda. 

Apreté los puños, enterrando mis uñas en las palmas para no llorar frente a él. 

—Hace frío —respondí, mi voz perdiendo el volumen suficiente para encender todas las alertas de Wally. 

No dijo una palabra más, simplemente se giró para abrir de golpe uno de sus cajones, y tomó el cuchillo más grande que había ahí. 

—Debí haber ido por él primero —murmuró con irritación, como si realmente se estuviera reprochando así mismo por no haber considerado todos los elementos en su macabro plan. 

— ¡No, por favor! —me aferré a su brazo con fuerza, las lágrimas ya estaban haciendo lo suyo, e intenté frenarlo. 

Wally me apartó con un empujón, haciéndome retroceder y tropezar, hubo un destello de arrepentimiento en su mirada y subió las escaleras con velocidad, dejándome temblando en el suelo. 

No, no, por favor. Howdy no. 

Si él muere, yo… Yo nunca podré perdonarme por esto. 

Me arrastré débilmente hasta el pie de las escaleras y alcé mi mirada borrosa por las lágrimas, esperando ver algo a través de la oscuridad. Mis súplicas para convencer a Wally de que no le hiciera daño a Howdy se quedaron atoradas en mi garganta, incapaz de hacer otra cosa. 

Entonces, cuando ya estaba dando por muerto a Howdy, escuché un suave:

—Pss. 

Me giré, limpiando bruscamente las lágrimas con las palmas de mis manos, y finalmente lo vi detrás del sofá que estaba cerca del teléfono. 

Mi corazón dio un latido de esperanza, se sentía como un milagro el simple hecho de ver a Howdy sin ningún rasguño. 

No podía creerlo. Era él. De verdad era él. 

Sin poder contenerme más, corrí hacia él para darle un fuerte abrazo, hundiendo mi rostro en su pecho. Finalmente, estaba aquí, era real y venía a ayudarme. 

Su cuerpo se sentía frío, en su ropa aún había nieve sin derretir, y me aparté apenas unos pasos para ver su rostro. 

Y aunque este sentimiento era maravilloso, dolía hasta lo más profundo de mi ser. 

—Perdón, perdóname —le murmuré entre sollozos, pero él me tomó suavemente de las mejillas, haciéndome callar y verlo a los ojos. 

El brillo de su mirada me decía sin palabras que todo iba a estar bien, haciéndome sentir a salvo por primera vez en lo que yo sentía como toda una eternidad. 

—Ya estoy aquí —me susurró, una de sus manos acariciando mi cabello mientras yo me derrumbaba frente a él. 

Esas palabras cargadas de promesa era justamente lo que necesitaba escuchar para sentir de nuevo la esperanza de que iba a poder salir de aquí con vida. 

—Gracias… —la palabra salió débilmente de entre mis labios temblorosos. 

Gracias por haber venido. 

Gracias por estar aquí. 

Gracias por… Por todo. 

El nudo en la garganta me impedía volver a hablar, lo único que podía hacer era aferrarme a mi última esperanza de salvarme. 

— ¿Estás bien? ¿Ese infeliz te hizo algo? —Howdy me preguntó con evidente preocupación en su voz, haciéndome negar suavemente con la cabeza, y me agarró del brazo—. Debemos irnos, no tenemos mucho tiempo. 

Asentí con dificultad, como si mi cabeza pesara mil toneladas, y justo antes de que ambos pudiéramos dar un paso, se escuchó un crujido en la madera. 

Por favor, no. 

¡POR FAVOR, NO! 

Mi mirada salió disparada hacia las escaleras y ahí estaba él, jadeando y con el cuchillo en mano, sus ojos llenos de una locura insana. 

— ¿Sabes? —la voz de Wally se escuchaba inquietantemente calmada a pesar de su agitación—. Deberías haberme dicho que teníamos visita, mi cielo .

Mis piernas flaquearon. 

Wally iba a arrebatarme todo otra vez. 

Howdy se puso enfrente de mí, dejando en evidencia que me iba a proteger hasta el final. 

—Déjalo en paz, Wally —le advirtió con voz firme, sin vacilar ni dudar a pesar de la peligrosa situación en la que él mismo se estaba poniendo. 

Wally sonrió, pero no era la misma manera que antes. Había algo más siniestro en su expresión. 

—Así que al final optaste por jugar el papel del héroe en esta historia, ¿uh? —Wally bajó lentamente el cuchillo, aunque sin soltarlo. 

Su mirada se posó primero en Howdy, luego en mí, y finalmente volvió a él con una sonrisa ladeada, una que parecía haber descifrado algo importante. 

—Entonces todo este tiempo estuve en lo cierto —comentó Wally, viendo su reflejo en la hoja afilada del cuchillo, y pasó una mano por su cabello, arreglando un mechón que se había desacomodado—. Así que tú también lo amabas —su mirada se posó en mí, pero Howdy se interpuso—. ¿Vienes a quitarme lo que es mío? 

Tragué con dificultad ante aquellas palabras que me dejaron sin reacción, alcé la mirada con nerviosismo para ver la nuca de Howdy y comencé a comprender todo. 

Su actitud nerviosa de siempre. 

Los silencios incómodos que surgían entre ambos en espera de algo más. 

Las reacciones que nada más él podía tener cuando se trataba de mí. 

Mi corazón dio un vuelco doloroso, sintiéndome como una persona completamente estúpida por no haberlo visto antes, pero había algo que seguía sin cuadrar.

Algo dentro de mí me decía que esto lo sabía desde hace mucho, pero simplemente no lo recordaba. 

Miré a Wally con desconfianza. 

—Tú… —mi voz temblorosa atrajo la atención de ambos, interrumpiendo su discusión por un momento—. Te robaste mis recuerdos… 

La sonrisa de Wally vaciló, parecía un poco molesto de que acabara de descubrir su secreto, y fruncí el ceño. 

Howdy se giró hacia él, esperando una respuesta. 

— ¡¿Y qué esperaban que hiciera?! —soltó de pronto, su puño apretándose en el mango del cuchillo mientras que la otra se posaba en su pecho, agregándole dramatismo a sus palabras—. No podía quedarme sin hacer nada cuando ustedes dos… —se calló de pronto, negándose a decirlo en voz alta, y volvió a mirarme—. Eres la más hermosa obra de arte que podría tener, debía de cuidarte. 

Sus palabras me dejaron sin habla, la repulsión que sentía en ese momento parecía ser evidente, pues la expresión de Wally pareció deslizarse por una fracción de segundo. 

— ¡Él no te pertenece! —replicó Howdy sin temor, enfadado por lo que me había hecho. 

Wally soltó una pequeña risa, hueca y desconectada del resto de su rostro.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Golpearme? 

—No, voy a darte una oportunidad —la voz de Howdy se endureció—. Si aún te queda algo de lo que fingías ser, vamos a pelear. Sólo tú y yo. Sin trampas. Sin Home.

El zumbido del lugar pareció temblar ligeramente al escuchar su nombre.

—¿Quieres hacer esto como caballeros? —Wally ladeó la cabeza, intrigado—. ¿Un duelo por amor? Qué cursi.

—No. Un duelo para ponerte fin.

Wally guardó silencio un segundo. Luego sonrió de nuevo.

—Está bien —alzó el cuchillo, y con la otra mano, acarició una de las paredes—. Home, no interfieras… aún .

El zumbido se tornó más grave, como si no le gustara esa condición.

Howdy se volvió a mí por un instante, su mirada diciendo más que cualquier palabra: quédate atrás, no importa qué pase.

Entonces la pelea estalló.

Wally se lanzó como una sombra, veloz, con el cuchillo brillando. Pero Howdy era más fuerte y más hábil de lo que jamás imaginé, lo bloqueó con un movimiento preciso y le dio un puñetazo que lo hizo retroceder. Chocaron contra los muebles, rompieron una lámpara, cayeron al suelo. El filo del cuchillo rozó el brazo de Howdy, pero no se detuvo. 

Era como si finalmente hicieran lo que habían estado reprimiendo por tanto tiempo. Sus usuales y acaloradas discusiones los habían llevado a la batalla final donde se jugaban el todo por el todo. 

El combate fue corto, brutal, y feroz. Cada golpe de Howdy era una promesa de salvarme, cada mirada de Wally una amenaza por estarlo desafiando de esta manera.

Y entonces, en un descuido de Wally, Howdy lo sorprendió con un derechazo directo al rostro. Wally cayó como un muñeco al suelo, desarmado, con sangre en la boca y la mirada perdida.

Yo apenas podía creerlo.

El ganador de este increíble combate había sido Howdy. 

—Lo lograste —murmuré con incredulidad, acercándome a Howdy quien trataba de recuperar el aire, y noté que una de sus manos sujetaba su brazo herido. 

—Eso parece —hizo una suave risa de victoria y nuestras miradas se encontraron. 

Fue como si el mundo se detuviera, regalándonos un instante solo para nosotros dos. Mi rostro estaba lleno de gratitud, incapaz de expresarlo con palabras, y Howdy parecía aliviado de que finalmente todo había terminado. 

Antes de que pudiéramos abrazarnos, celebrando nuestra victoria, el suelo tembló. 

Parecía que Home acababa de darse cuenta del resultado de la pelea. 

—Andando, es hora de irnos —Howdy tomó una de mis muñecas, obligándome a seguirlo hasta el pie de la escalera. 

Pero algo brilloso capturó mi atención, haciéndome girar para saber de qué se trataba. Entonces un sonido espantoso hizo que mi atención volviera hacia Howdy, perdiendo su equilibrio al quedar un par de pies volando. 

El cuchillo que Wally había dejado atrás, ahora estaba clavado en Howdy.

Home había usado uno de sus hilos finos y transparentes, acabando con aquel que había herido a su dueño.

¡NO! —me acerqué rápidamente a él, ofreciéndome como su soporte para evitar que se cayera. 

Su sangre era caliente, espesa. Se deslizaba por mis brazos mientras él se aferraba débilmente a mí.

—No… No, por favor —lloré, tratando de sostenerlo contra mí—. No me dejes… 

Mi voz apenas era audible gracias al gran nudo en la garganta que me impedía respirar con normalidad. 

Se suponía que habíamos ganado y ahora… 

—No tienes tiempo… —susurró, su voz perdiendo fuerza con cada palabra, y sacó el cuchillo de su interior—. Ten… 

Me entregó el mango ensangrentado con una mano temblorosa. Apenas podía sostenerlo, como si toda la fuerza que siempre lo había caracterizado se hubiera drenado en un parpadeo. 

—Ve… A la primera… Pintura… En su estudio…

Negué con la cabeza, las lágrimas cayendo sobre el rostro de Howdy, y mis manos temblorosas aferrándose a él. No, no podía simplemente irme.

—No quiero… No puedo dejarte aquí —mi voz quebrada salió como pudo, la presión de una despedida tan repentina presionaba mi pecho con fuerza.

—Si te quedas… Los dos… Moriremos —sus labios se movieron como si fuera una tarea complicada y pesada, su mirada comenzaba a perder brillo—. Vive… Por favor…

Una de sus manos, débiles, acunó una de mis mejillas, su pulgar limpiando el rastro que mis lágrimas habían dejado.

—No… No quiero… No puedo… 

Fue entonces que detrás de mí, un ruido seco me heló la sangre.

Wally comenzaba a moverse de nuevo, recuperando la consciencia. Parecía que Home estaba haciendo su esfuerzo por recuperarlo, por detenerme. 

— ¡No…! —me aferré con más fuerza a Howdy, mis ropas empapándose con su sangre cálida, y él apretó mi puño con el que sostenía el cuchillo con el que lo habían herido, dándome ese empujón que necesitaba en un momento así.

—Huye… —su palabra salió con un suspiro de entre sus labios pálidos y, con su última fuerza, consiguió empujarme, haciéndome soltarlo.

No tenía otra opción.

Me levanté como pude, el cuchillo en mano, la garganta ahogada en palabras no dichas que me lastimaban más de lo que quería admitir, comenzando a subir los escalones de dos en dos, dejando atrás el cuerpo de quien me había salvado la vida.

Y mientras dejaba atrás a Howdy, lo único que me hacía continuar era su voz dentro de mí: vive… vive… vive .

Su súplica tan desgarradora, era algo que llevaría conmigo por toda la eternidad. 

 

 

Antes de que pudiera llegar a la segunda planta, las luces se apagaron, dejándome en la completa oscuridad y con el corazón desbocado. 

Sabía bien que era un intento de Home por desorientarme, pero yo había soñado con el estudio de Wally más veces de las que hubiese querido, así que me sabía el camino de memoria. 

Estiré la mano, un pequeño suspiro de alivio se escapó de entre mis labios al sentir el frío de la perilla, e intenté girarla, pero no lo conseguí. 

Maldita sea, Home.

Comencé a forcejear desesperadamente, sosteniendo el cuchillo con los dedos de una manera muy complicada y que, seguramente, me terminaría causando un doloroso calambre que me haría complicado el intentar defenderme si Wally me alcanzaba.

—Ya te escuché —alcancé a escuchar la voz de Wally en el pie de las escaleras, las luces comenzaban a parpadear mientras yo seguía luchando contra la puerta—. Maldición, te dije que ya voy.

La casa crujió en respuesta, el pánico comenzando a apoderarse de mí.

Miré hacia atrás, Wally apenas había subido el primer escalón, y volví la mirada hacia la puerta, comenzando a patear en un intento en vano por derribarla.

¿Cuánto tiempo tardaría en subir? ¿Debería soltar el cuchillo e intentar abrir la puerta con ambas manos? ¿Y si él o Home me quitaba la única arma con la que podía defenderme?

Maldita sea. 

Mi desesperación aumentó, el zumbido que emitía Home desde que llegué parecía estarse burlando de mí, y miré hacia atrás para darme una idea de cuántos segundos me quedaba antes de que Wally llegara conmigo.

Sorprendentemente, él se había quedado atorado en el primer escalón. 

La idea de que Howdy, con su último aliento, lo estaba reteniendo para darme tiempo de ventaja cruzó por mi mente, haciendo que un par de lágrimas nuevas rodaran por mis ojos.

Solo quería volver a casa.

Las luces se apagaron un momento de nuevo, la perilla cedió finalmente, como si hubiese sido un fallo de Home, y conseguí entrar al estudio, cerrando la puerta detrás de mí. 

El aire ahí dentro era más denso que nunca. Olía a pintura seca, polvo viejo, pero también a algo que se sentía profundamente erróneo, como si todo en esa habitación respirara, mirándome desde cada rincón.

—Vamos… vamos… —susurré para mí, con las manos temblorosas, buscando en las paredes, entre los marcos torcidos y los lienzos apilados como cadáveres.

Pero no había ninguna pintura que destacara. Todas eran de mí.

Todas.

Miles de versiones mías me miraban desde los marcos, unas llorando, otras sonriendo, muchas atrapadas en momentos que no recordaba haber vivido. Era como si Wally hubiese pintado cada posible versión de mí que había imaginado… o robado.

Me obligué a avanzar, las lágrimas seguían deslizándose por mi rostro mientras recorría los bordes de cada cuadro, buscando desesperadamente la pintura que Howdy había mencionado, como si esta fuera a sobresalir de entre todas.

—No… —me llevé una mano a la boca, tratando de contener las náuseas—. ¿Dónde estás? ¿Dónde… estás?

¿Dónde estaba la primera? ¿Cuál era la maldita primera pintura?

Y entonces lo escuché.

Detrás de mí, los escalones comenzaron a crujir.

Uno.

Dos.

Tres.

Cada pisada más pausada, más macabra, más segura.

Giré sobre mis talones, empuñando el cuchillo con fuerza, el corazón martillando en mis sienes. Wally apareció en la penumbra como una sombra imposible de ignorar.

Las luces parpadearon un par de veces, nuestras miradas encontrándose antes de que la densa oscuridad nos volviera a envolver. 

—Te encontré —murmuró Wally, su voz demasiado cerca de mi oído.

Tragué con dificultad, mis manos temblorosas tratando de sujetar el mango con firmeza, y levanté el cuchillo hacia él, dejando en claro que iba a defenderme. Pero él no parecía estar preocupado por esto, mantenía su sonrisa de siempre, como si estuviera dando por hecho que él resultaría ganador otra vez.

—Este juego comienza a ser agotador, mi querido vecino —comentó, acercándose con pasos lentos hacia mí, tomando mis muñecas con suficiente fuerza para que no intentara hacer nada estúpido—. ¿Por qué no aceptas tu lugar a mi lado? Te prometo que todo será como antes, te puedo hacer verdaderamente feliz. Todo lo que te ha dañado, lo puedo desaparecer en un parpadeo .

Retrocedí ante su última palabra, mis manos temblando en un intento por recuperar el control del cuchillo, pero era inútil. 

Tenía demasiado miedo.

— ¿Qué estás pensando ahora? —preguntó con voz calmada, su agarre en mis muñecas se apretó, como una advertencia velada de que me haría daño si no soltaba el arma.

Él parpadeó, y yo olvidé.

El cuchillo cayó de mis manos, las lágrimas seguían brotando de mis ojos como cataratas infinitas. 

—Por favor… No… —le rogué entre sollozos y temblores de pánico, mis pasos de reversa se iban haciendo cada vez más lentos e inseguros. 

Comencé a comprender que la habilidad de Wally era comer lo que observaba, eso explicaba por qué siempre me miraba con tanta atención siempre, dispuesto a borrar lo que me hiciera sentir triste o lo que a él no le gustara.

Volvió a parpadear, y sentí una parte de mi vida irse.

Si esto seguía así… 

Si él continuaba robándome momentos, sentimientos, experiencias…

Yo jamás iba a vivir de verdad.

—Déjame ver tus nervios —murmuró con voz suave, su mano acunando una de mis mejillas para mantener el contacto visual conmigo—. Déjame ser yo quien te cuide. 

Las luces volvieron a parpadear, como si Home quisiera recuperarse a pesar de su estado fatal.

Aparté la mirada de forma brusca, apretando los ojos como si aquello fuera a evitar que siguiera viendo a través de mi alma, y sentí la helada pared en mi espalda, dejándome sin salida alguna.

—Y cuando termine, amor mío —se acercó más, podía sentir la respiración de Wally en la punta de mi nariz—, serás parte de mi mundo.

— ¡No! —lo empujé con fuerza, haciéndolo retroceder por lo inesperada reacción que había tenido, y me senté lentamente en el suelo, incapaz de alejarme de la pared o hacer otro intento de huida. 

Wally dejó caer lo que llevaba en manos, una aguja y un hilo fino casi transparente. Yo quería gritar, pero el terror me dominaba por completo.

Lo único que podía hacer era quedarme ahí, temblando y observando los movimientos lentos de Wally, tan lentos que me daban la impresión de que estaba comenzando a dudar de lo que estaba haciendo.

Ni siquiera era capaz de lanzarme por el cuchillo que estaba frente a mis pies.

—No te asustes, mi amor —recogió el hilo junto la aguja afilada, levantándola para que pudiera ver con la luz intermitente del estudio—. No dolerá… Mucho

—P-Por… Por favor —mis súplicas desesperadas se atoraban en la garganta, haciéndolas casi inaudibles. Incluso el zumbido de Home se había detenido por un momento, como si también quisiera escuchar lo que podrían ser mis últimas palabras—. Por favor, no me obligues a esto.

El foco se encendió, aunque ahora emitía una luz muy tenue, pero era suficiente para que mi mirada y la de él se volvieran a encontrar.

Wally se quedó ahí, observándome. Yo no sabía si estaba reflexionando en todo el daño que me estaba causando o si estaba disfrutando de verme así, como a una persona que le acababan de arrebatar todo y ya no le quedaba nada más.

Ante el silencio prolongado, apreté los puños con fuerza y cerré los ojos, esperando que lo que fuera a hacerme no me doliera más de lo que estaba sufriendo por todo lo que tuve que atravesar esta noche. 

Me disculpé en silencio con todos, por sus sacrificios que no resultaron como habían esperado antes de que Wally los asesinara. 

—No quiero que me temas —susurró débilmente, haciéndome voltear a verlo—. Solo quería que me miraras como lo mirabas a él…

Parpadeé lentamente, comprendiendo las palabras que él acababa de soltar, y sentí en mi pecho una punzada de dolor.

Todo había sido por eso.

No por maldad.

Por amor. Un amor retorcido, sí… pero amor al fin.

—Wally… —su nombre tembló en mi boca—. Si haces esto, si me obligas… nunca podré amarte. Nunca.

Y entonces sucedió.

Su expresión cambió.

Se volvió vulnerable.

Dolido.

Y por primera vez desde que lo conocí, bajó la mirada.

Sus manos se abrieron, dejando caer el hilo y la aguja. Dio un paso atrás, temblando. Home zumbó con fuerza, molesto, como si tratara de empujarlo a continuar. Pero él no lo hizo.

—Home me lo prometió —confesó finalmente, dejándose caer de rodillas completamente derrotado, y llevó sus manos a su rostro—. Home dijo que era amor… Pero no se siente como amor si me temes…

Alcé la mirada para ver el techo por un momento, dándome cuenta que todo había sido una excelente manipulación por parte de Home para que Wally actuara de esa manera tan obsesiva, y, con pasos temblorosos e indecisos, me acerqué a él.

No sabía qué hacer. 

No sabía si debía darle unas palabras de consuelo o mentirle diciéndole que todo iba a estar bien. 

Tampoco podía sacrificarme y prometerle que me quedaría con él ahora que sabía que todo había sido plan de Home.

—No quería hacer esto —agregó con un profundo tono de arrepentimiento su voz, haciendo que mi corazón se hiciera chiquito, y noté las lágrimas bajando por sus brazos, combinándose con sangre seca.

Entonces lo abracé con fuerza, como si fuera Howdy cuando me ofrecía consuelo.

Él no tenía la culpa. Home lo había engañado de la peor forma posible, jugando con su soledad y su necesidad de ser amado. 

Y Wally, con sus brazos temblorosos, correspondió a mi abrazo, aferrándose a mi espalda como si estuviera suplicando por mi perdón sin ser capaz de pronunciar las palabras adecuadas.

—No quiero que me temas —susurró Wally con voz quebrada—. No tú.

Por desgracia, aquella muestra de afecto no duró lo suficiente como para que ambos nos sintiéramos completos. 

El foco se reventó, los cristales cayendo en señal de advertencia. La oscuridad se volvió más densa. El suelo tembló ligeramente. Como si Home se agitara, enojado, confundido.

Quizás porque era la primera vez que Wally lo estaba desobedeciendo. 

La casa crujió. Las paredes se estremecieron. Una ráfaga de viento helado atravesó el estudio, y todas las pinturas comenzaron a vibrar.

—Debes irte —Wally se puso de pie rápidamente, cortando con su llanto por la urgencia de que me fuera, y comenzó a tumbar lienzos apilados hasta dar con el último recuadro. 

Era yo, pero estaba en mi habitación, hablando por teléfono. 

Por los detalles que había, sabía que era el día en que el agente inmobiliario me había contactado cuando pedí informes de la casa en este vecindario. 

Él me entregó la pintura con cierta resistencia, como si no una parte de él no quisiera dejarme ir todavía, y tomó el cuchillo en el suelo, moviéndolo con habilidad para cortar los hilos que comenzaban a bajar para atraparlo.

— ¿Q-Qué debo hacer? —pregunté con un nerviosismo evidente, sin comprender que debía hacer ahora que tenía el lienzo bajo mi poder.

—Entra ahí —me explicó con voz agitada y se volvió hacia mí—. Y, por favor… Perdóname…

Asentí, acomodando el lienzo en el suelo, y me preparé para lanzarme al recuadro, pero me detuve.

No podía irme así.

No podía dejar a Wally enfrentando a Home por sí mismo.

Él me necesitaba.

—No puedo —murmuré débilmente, el suelo comenzando a hacer sacudidas más violentas, como un padre que ha perdido el control y está haciendo una rabieta para recuperar la obediencia de sus hijos, y extendí una mano hacia él—. Ven… Ven conmigo.

Wally parecía genuinamente sorprendido por mi repentina oferta y sus lágrimas volvieron a escapar de sus ojos. 

Dio un par de pasos hacia mí, pero después se detuvo. Observando todo lo que había a su alrededor. Observando a Home.

—Me encantaría —respondió con su voz quebrada, dejando el cuchillo a un lado para acercarse a mí, y tomó con suavidad una de mis manos—. Nada me gustaría más que estar contigo, vecino… Pero no puedo dejar solo a Home, me necesita.

Sus palabras me dejaron sin habla, incapaz de comprender porque él quería permanecer con su casa manipuladora. 

—Pero Wally…

Entonces él me tomó de las mejillas, callándome con un beso que sabía a despedida. 

Se separó de mí y me miró con una mezcla de tristeza y amor. 

—Debo dejarte ir, aunque me duela —Wally me dedicó una sonrisa mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas y, antes de que pudiera replicar, él me dio un pequeño empujón. 

Perdí el equilibrio y la pintura me absorbió, como si de un agujero negro se tratara. Estiré la mano, tratando de alcanzar a Wally, pero su imagen se hacía cada vez más pequeña mientras el estudio colapsaba. 

—Te amo, mi adorado vecino —escuché sus últimas palabras antes de que su imagen desapareciera en medio de una profunda oscuridad.

Había logrado escapar gracias a él. Pero una parte de mí jamás volvería del todo… porque la había dejado allá, con él. Con todos. Con Poppy, con Eddie y Frank, con Sally y Julie, con Barnaby y… Con Howdy también.

 

Repetitivos pitidos se escuchaban a un lado de mí, causándome dolor de cabeza, y, a lo lejos, el sonido del teléfono de mi casa provocaba un eco dentro de mi mente. 

Maldición, ¿cuándo había programado una alarma tan molesta en mi celular? 

Estiré la mano con lentitud, como si ésta pesara mil toneladas, pero en lugar de encontrar mi móvil, mis dedos rozaron solo rozaron con el vacío.

¿Qué mierda?

— ¡Doctor! —la voz de mi mamá me hizo despertar de golpe, dándome cuenta que ahora me encontraba en una habitación blanca y que lo que sonaba a un lado de mí era un electrocardiograma.

No sabía cuándo ni cómo, pero aquella caída eterna en la oscuridad había terminado, dejándome en esta camilla.

Observé la figura de mi madre salir de la habitación, probablemente para buscar al doctor, y sentí la visión borrosa. ¿Qué demonios había pasado?

¿Todo había sido un sueño? 

No… Imposible.

Con esfuerzo, dirigí una de mis manos hacia el colgante del collar que Howdy me había regalado, y sentí la reconfortante textura rugosa, la confirmación que necesitaba de que todo había sido real. 

El teléfono seguía sonando, pero no había nada en la habitación. 

Podía escucharlo con claridad, como si estuviera a unos pasos de distancia, pero demasiado lejos como para poder alcanzar a contestar la llamada de Wally.

Mis ojos se cerraron, cediendo al cansancio, y un par de lágrimas rodaron por mis mejillas frías, recordando con lujo de detalle el infierno al que había sobrevivido.

Estaba a punto de volver a dormir, pero un agarre firme en una de mis manos me lo impidió, haciéndome abrir los ojos de nuevo y ver de quién se trataba.

—Todo estará bien —me prometió con una sonrisa temblorosa, sus lágrimas caían en mi brazo. 

No pude decir palabra alguna, pero una pequeña sonrisa apareció en mi rostro.

No todo iba a estar bien, pero al menos no lo tendría que cruzar sin compañía.

Notes:

Uff, uff y re contra uff!!! Cuántas veces lloré escribiendo esto? Probablemente más de las que quiero admitir públicamente (sigo llorando)

Pensé seriamente en hacer 2 versiones del final, pero este me gustó tanto tanto que se me hacía una ofensa tener el final A y el final B, así que aquí lo tenemos, el único y verdadero final de este hermoso y poderoso fanfic que empezó por una pequeña (jaja) obsesión con el guapo de Wally ♥

Agradezco enormemente a todos los que me siguieron desde el día 1, sé que no fue fácil esperar, pero aquí está, este fanfic que me acompañó en el final de mi carrera, mi inicio de vida laboral y un cachito de mi maestría :p

Se siente raro terminar con esto porque, bueno, es lo que he estado haciendo por años, pero siento que terminó bien (?)

Muchas gracias a mi beta reader, quien le metí presión en este último capítulo para poder censurar todo el contenido "gráfico" y traer con ustedes esta pieza final, se la rifó el beta (aplausos)

Y, sobre todo, gracias a ti, lector! Gracias por leer, gracias por votar y gracias por dejar comentarios porque, en mis días más difíciles, era lo que me animaba enormemente ♥ Gracias por ponerlo en sus listas de lectura y gracias por su enorme paciencia!!

Nos volveremos a ver? Espero que sí, me gusta este fandom y me quedé con la espina de escribir algo de Howdy x Lectora, no estaría hermoso? TE AMO HOWDY, pero no más que Wally

Muchas gracias! Aquí me despido de ustedes, nos veremos hasta la próxima (si es que hay una)!

Y si quieres ver la versión sin censura (que realmente son pocas las escenas que censuré), puedes pasarte a mi Ao3, el fanfic está abierto para todo el público! Solo acepta los términos y condiciones y que eres mayor de edad (jeje).

Ahora sí, gracias, gracias, mil gracias por acompañarme en esta aventura llena de montones de emociones! (Incluso yo me sorprendí de lo humano que puedo llegar a ser!)

Nos vemos!!!

P.D. Descubriste la canción que forman los títulos de los fanfics? Fue probablemente mi inspiración en este fanfic, no sabes qué canción es? Every Breath You Take - Chase Holfelder. Escuché esa versión hace años y era justo lo que quería hacer. La canción original se supone que es algo lindo, bonito, pero esta versión lo único que cambia es el ritmo, dándole otro sentido... Como Wally!