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Summary:

Tras una lesión que mato su sueño de convertirse en luchado profesional, Joe vive una vida mundana día a día sin ninguna motivación. Hasta que una noche, conoce a una chica en circunstancias difíciles de explicar, y tal vez con una sola oportunidad en la vida, Joe tome otro rumbo para su vida.

Chapter 1: El italiano

Notes:

HE VUELTO GENTE

Buenas a todos, como dije en mi anterior (pueden ir a chequéalo) tenia en mente ya un proyecto y era éste.

Pero bueno quería hacer un par de aclaraciones antes de arrancar con el fic

1- Quiero darle las gracias a ByBuckett por ser el creador del diseño de Bianca. Me encanto su diseño desde el día 1 y me parecía interesante usarla como co-protagonista.

2-Me tomo un buen tiempo organizar, definir y escribir todas estas ideas. Así que realmente me gustaría que dejaran sus comentarios.

3- No use a Niko (El protagonista del fangame "blind date") por 3 simples razones

A- El protagonista de esta historia existe hace tiempo en mis borradores y decidí usarlo acá. Y la existencia de Bianca como Co-protagonista fue algo espontaneo que se me ocurrió y sentía que iba a dar mucho más juego en la historia.

B- Realmente usar una variante de Anon no me termina de convencer. (Eso ya es algo mas personal)

C- Da la coincidencia que alguien cercano mío se llama Nico, y la verdad, no me gusta usar nombres de gente cercana.
Espero que eso no sea una molestia.

D- Tampoco quería usar a Niko, ya que siento que si creaba mi propia versión del personaje podría chocar (en un futuro) con la versión del fangame. Y lo ultimo que quiero es que la gente comparé. Esto es solo un fanfic.

4- Todo esto esta escrito MUCHO ANTES de que supiera que iba a salir un mod llamado Blind Date (Literal, solo me guie con dibujos que habían en ese momento, que no llegaban a más de 30 imágenes)

El resto de cosas los diré en las notas finales.

Después de las pequeñas aclaraciones, disfruten del capítulo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

                   

 

 

Otra vez me encontraba en este limbo, todo era tan excitante. Me sentía imparable, nadie podía oponerse ante mí. Es mi gran momento, tengo al público en la palma de mi mano. Todo el esfuerzo, va ser recompensado esta noche. Tengo que darle al público un gran final.

—¡Bonucci lo tiene servido para la victoria! ¿Qué opinas Rick?

—Tan solo debe hacer la cuenta de tres y tendremos nuevo campeón máximo de la federación.

—Bonucci esta pidiendo el apoyo del público, ¡Creo que se viene la vuelta al mundo!

Las voces de los comentaristas, las luces del flash de las cámaras, ese calor que invade mi cuerpo; sigan haciéndolo, que eso me hace feliz. Empiezo agitar los brazos y la multitud se volvía loca.

Mi oponente, un estegosaurio gris, yacía en la lona. Podía oír cómo me decía “es tu momento”. Con mi rival aceptando su derrota, hago mi gesto característico del verdugo. Mi pulgar queda apuntando a la izquierda y empiezo a moverlo levemente de arriba hacia abajo repetidas veces. Hasta que finalmente, mi pulgar apuntaba hacia el suelo.

—¡BONUCCI SENTENCIO A SU RIVAL! ¡NO HABRA PIEDAD PARA EL CAMPEON!

Todo era tan colorido, tan vivo, estaba en mi peak. Lanzo un grito demencial y todo a mi alrededor retumbaba. Con todo el público gritando mi nombre, empiezo a subir a la tercera cuerda para preparar el gran final.

—Es el momento, se viene la vuelta al mundo.

Extiendo mis brazos como si fueran alas y me preparo para saltar. En ese instante, todo ese color y brillo, se va apagando lentamente. Todo empieza a ponerse en tonos grises e iba en cámara lenta.

Había conseguido una gran altura en mi salto para lucirme en el aire, estaba girando como lo hacía de costumbre, pero empiezo a distinguir que me estaba acercando cada vez más y más al suelo, no lo podía evitarlo, solo tuve que aceptar lo inevitable. Y para cuando me di cuenta, solo podía ver…*Pum*

OSCURIDAD

Todo ese bullicio, todas esas luces y toda esa alegría, se iba transformando en silencio y en penumbras. No podía distinguir a nadie, todos se habían convertido en manchas sin rostros. Aunque lo único que podía ver con claridad, era mi cuerpo tendido en la lona. El referí, mis compañeros luchadores, todo el público, hasta mis padres; habían desaparecido de mi alrededor.

Unas extrañas figuras blancas empieza asistir mi cuerpo inerte en el ring. No me podía acercar a dónde está mi cuerpo inconsciente; era como si un muro invisible me impidiera acercarme. Solo podía ser espectador de la horrible imagen que estaba presenciando. Con un zumbido infinito, logro distinguir algunas palabras de los comentaristas.

—Pedimos al público que se calme, los asistentes nos confirman que Bonucci aun respira. Esperemos que esa lesión no sea tan grave…

Grave…

Grave…

Mientras la voz se va desvaneciendo, todo a mi alrededor se va oscureciendo. Me encontraba solo en el centro del ring, todas esas figuras que habían hace un momento, ya no estaban. Todo se iba poniendo negro, y el suelo que estaba pisando se estaba desmoronando.

Estaba aterrado, las cuatro esquinas se iban cayendo, y finalmente, la única superficie que estaba debajo de mí, desaparece y empiezo una caída libre interminable.
Gritaba por ayuda, pero nadie podía escucharme; lo único que me hacía compañía en este tormento, era la total oscuridad. Cuando finalmente iba a impactar contra algo, la alarma del despertador logra que salga de esa pesadilla. Tan solo al despertar, como un acto de reflejo, me toco detrás del cuello; donde se encontraba el recuerdo de esa noche.

Ya en la realidad, me vuelvo a desplomar en la cama, viendo la poca luz que entraba a través de las cortinas.

—Carajo… Hoy tengo examen…

Intentando convencer a mi cerebro de que debemos levantarnos y salir de la cama. Con un poco de esfuerzo, levanto la mitad de mi torso y saco mis piernas de la cama. No se por cuánto tiempo estoy sentando en la cama, pero nada de mí quería empezar este día.

Obligando a mi cuerpo a despertar, me empiezo a vestir para ir a la universidad. Ya vestido con mi elegante remera sucia, mi jean roto y mis zapatillas agujereadas; estoy listo para vivir otro día más en este mundo.

Salgo de mi cuarto y me preparo un desayuno. Prendo el televisor para saber que está pasando en el mundo y no sentir la casa tan silenciosa. Con el desayuno terminado, le dejo una nota a mi madre de que hoy no vendré a cenar porque debo cubrir a alguien en mi trabajo. Tomo mis cosas y salgo de mi casa.

Camino hasta la parada del bus, para que me lleve hasta la universidad. El día en la ciudad no era feo, es la primera vez que salía el sol en semanas. Ya arriba del Bus, me quedo escuchando algo de música para matar el tiempo y soy acompañados por mis pensamientos.

¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Para qué voy a dar el examen de ingreso? Si ya sé que lo desaprobare. Tal vez, solo lo hago para matar el tiempo y no sentirme tan miserable.

Mi hilo de pensamiento es interrumpido, por el bullicio de los autos en la calle y me doy cuenta de que faltaba poco para llegar a mi parada; el bus frena y bajo. Camino por un rato hasta llegar a la universidad. Me encontraba parado delante de la entrada planteándome varias cosas sobre mi vida; no puedo dejar de pensar que por mi negatividad voy a arruinar una gran oportunidad.

—Vamos Joe, tuviste que aprender sobre el cuerpo humano y el dinosaurio por tus hobbies; esto es pan comido. —Me digo a mi mismo en voz baja para darme un poco de ánimos.

Con mi intento de darme algo de coraje, entro para rendir mi examen de admisión. Exploro un poco el lugar antes de entrar al salón que me correspondía. Me volteo a la derecha y puedo ver una fila con estudiantes. Me acerco al inicio de la fila para ver porque se formaban. Hay un cartel en una puerta que dice “Examen de admisión para medicina”; ok, toca hacer la fila.

Regreso en mis pasos y me formo al final de la fila. Saco mi teléfono para ver la hora y noto que solo faltan 10 minutos. Veo si mi teléfono me recomendó alguna noticia de mi interés, la mayoría eran cosas que ignoraba o que ya tenía conocimiento. Levanto la vista de mi teléfono y veo que la fila se está moviendo. Dame fuerzas Jesús raptor.

Ya dentro del salón, y con un profesor que se veía en su rostro que no quería estar hoy aquí, el examen comenzó. Fui directo a responder las preguntas que realmente sabia. Estuve un buen rato respondiendo las preguntas que tenía unos buenos conocimientos, mientras que el resto eran respuestas muy vagas. Tras una hora y treinta minutos, el examen había finalizado; necesito un pequeño golpe de suerte para aprobar.

Ya fuera del salón, un velociraptor me llama por mi nombre.

—Hey Joe, ¿Cómo estás?

—Hey. —¿Y este quién era? —. Diría que bien, ¿Y tú como estas?

—Preocupado por el examen de recién. Me siento algo agobiado porque trasnoche.

—Ufff amigo —En serio, ¿Cuál era su nombre?

—Por cierto, ¿Cómo crees que te fue?

—Ni idea, yo respondí lo que sabía y ya —Por no decir que me fue horrible.

—Bueno, te deseo suerte. Tal vez nos veamos en un futuro.

—Ah sí, claro…

—Cuídate Joe.

—Tú también... Amigo.

Lo saludo con la mano y me dirijo a mi nuevo destino. No logro sacarme de la cabeza al chico con el que hable, ni recuerdo de donde lo conozco; se nota que soy el humano más sociable del mundo. Dejando de lado mi nula capacidad de atención, salgo de la universidad y miro la hora. Once de la mañana, y aún tenía el resto de la mañana para mí. Podría ir a casa y descansar antes de la sesión con el Dr. Rootman.

Como era temprano, me regreso caminando escuchando música; me toma mucho tiempo elegir una canción para escuchar. En mi caminata, me desvió por el parque y aprovecho para comprarme un pretzel. Por suerte, la vendedora se encontraba el día de hoy.

—Vaya vaya, mira quien salió de su madriguera.

—Hola Tracy —Su cara de disgusto ante el tono de mi saludo era visible.

—¿Empezaste mal la mañana?

—Digamos que sí. ¿Puede ser un pretzel por favor?

—Claro.

La chica de escamas amarillas saca un pretzel caliente de su carrito y yo le pago por la fritura aceitosa que había pedido.

—Hasta la próxima, Tracy.

—Cuídate tano.

Llego a mi hogar para finalmente entrar, tirar todas las cosas al suelo y desplomarme en el sofá. En mis torpes intentos de llegar al control remoto para encender el televisor, me caigo del sofá de forma patética.

—Que gran día…

Me levanto del frio suelo y vuelvo a recostarme en el sofá. El resto del tiempo me la pase durmiendo antes de ir con el psicólogo. Ya para cuando me quería dar cuenta, ya casi era la hora. Me despabilo y salgo de mi casa hacia el consultorio.

Después de treinta minutos, me encontraba en el consultorio del Doc, y la verdad, se ve muy bonito el lugar; se nota que finalmente escucho a su secretaria sobre el feng shui. La puerta se abre y veo entrar a un pterodáctilo de color rojizo con lentes a la habitación.

—¿Cómo te encuentras hoy Joe?

—Digamos que bien —mi voz desganada era una clara mentira de que solo respondía por cortesía.

—¿Empezamos la sesión?

—Por favor.

Él toma asiento en un sofá individual de cuero y se ponía en su clásica pose de piernas cruzadas.

—Y dime Joe, ¿Tienes algo interesante para que podamos charlar?

Estoy pensando por donde comenzar.

—Fui a rendir el examen de medicina —Él me sonríe al oír eso.

—Es cierto que me contaste en la sesión pasada sobre tu examen de ingreso. —El doc empieza a revisar su libreta con los apuntes—. Y, ¿Cómo crees que te fue?

—Mal —mi respuesta fue directa y su sonrisa se desvanece para regresa a una expresión estoica—. No puedo decir que no estudie, pero tampoco puedo decir que me esforcé.

—¿Y por qué que fuiste entonces? Si ya sabias el resultado. —a mí también me gustaría saberlo.

—No sé, simplemente porque… No tenía nada mejor que hacer a la mañana. —No se veía conforme con mi respuesta, pero tampoco quiso seguir indagando.

—De acuerdo. —Él anotaba en su libreta lo que conversábamos —. ¿Hay otra cosa que puedas contar del día de hoy?

—Me saludo un compañero de clase que realmente no recuerdo su nombre. —Rootman levantaba una ceja.

—Eso es curioso, ¿No recuerdas si compartieron una clase o algo?

—No.

La conversación tenia tanto vida como un recién fallecido. La única compañía en la habitación, era el ruido del reloj y el sonido de la lapicera escribiendo. Regreso mi atención al psicólogo, y él se encontraba con un rostro bastante serio.

—¿Hay algo que quieras que tratemos el día de hoy? —una parte de mi quería contarle sobre la pesadilla, pero otra parte de mí no quería.

—Pues…—Mi vista se dirige al Doc, y veo que él solo me está viendo con empatía.

—Sabes que no estás obligado a contar nada. Yo estoy para ayudarte, y que juntos, tratemos tus incertidumbres.

Él se esfuerza conmigo, me quiere ayudar a salir adelante; no es justo que le ponga trabas.

—No, está bien. —Me toma unos segundos contarle lo que paso esta mañana —. Volví a tener la pesadilla del accidente.

—¿La misma pesadilla o con algunas modificaciones? —mientras lo decía, el revisaba sus notas.

—Nada nuevo. El bullicio del público, yo subiendo a la tercera cuerda y mi cuello haciendo crack.

—¿Cómo despertaste?

—Aterrado. —Mi pie empieza a golpear el piso con velocidad por mi ansiedad —. Sentía como todo se detenía y yo seguía ahí tirado en el suelo y yo… —La mano del doc se postra en mi rodilla como señal de apoyo.

—Calma, ya entendí. —Fue difícil soltarlo, pero por alguna razón, el Doc tiene un don innato para hacer que las personas se abran con él —. Según mis notas, la última vez que hablamos sobre tu accidente, fue hace 2 meses. —Estaba en la pose del pensador cuando dirigió su vista a mí —. ¿Hubo algo que activara ese recuerdo?

Me empiezo a rascar detrás de la cabeza.

—Seguramente fue debido a los exámenes, digo, huesos, músculos, sistema nervioso. —Se me escapa una risa seca para aliviar un poco el mal sabor de boca.

—Ahora me surge una duda Joe, ¿Por qué elegiste medicina?

—Buena pregunta Doc. —Busco dar una respuesta convincente o por lo menos que tenga algo de verdad —. Tal vez porque tenía conocimientos previos sobre anatomía.

—No sabía que a los luchadores profesionales se le enseñe anatomía.

—No realmente, pero si conoces de lo que es capaz el cuerpo, puedes crear mejores movimientos o cuidar a tu oponente en combate. —El Doc sonreía, y yo lo miraba confundido —. ¿Por qué sonríe?

—Porque es la primera vez que veo que sonríes desde que nos conocemos.

Ay dios, ¿Tan mal estoy? Lo conozco hace más de 4 meses ¿Y es la primera vez que me ve sonreír?

—Joe, me gustaría hablar de cierto tema que llevamos atrasando mucho tiempo —ya sé por dónde van los tiros —. Obviamente si usted quiere tratar esos temas.

Tengo que poner una parte de mí…

—Adelante.

—¿Por qué no retomo el pro wrestling?

Por unos segundos, todo a mi alrededor se detiene. Intentaba decir algo, pero tan solo pude dar una respuesta muy vaga.

—Es…Complicado.

—Pues vayamos por partes, ¿Cómo comenzó este amor por las luchas?

—Uy, desde que tengo memoria diría.

Como si fuera un libro abierto, empiezo a contar como conocí este hermoso deporte espectáculo. Empecé contando que cuando tenía 4 o 5 años, hubo un show de lucha en Volcadera Bluff de la WWA. Mi padre y mi madre me llevaron a verlo, yo solo conocía por lo que daban en televisión, y desde ese día, quedé enamorado cuando lo fui a ver en vivo.

Era como ver a los héroes de los comics peleando contra los villanos, pero recuerdo que yo quedé fascinado con uno que se hacía llamar “The viper”. Era de los malos, pero su carisma y forma de luchar, era espectacular. Cuando habíamos regresado a casa, me propuse que quería ser luchador profesional.

—Entonces ¿Ya de niño estabas seguro de que querías ser un luchador profesional?

—Sí. Mientras muchos quieren ser jugadores de futbol americano, músicos o grandes empresarios; yo quiera ser un luchador.

—Muy interesante, ¿Podrías continuar con la historia?

—Claro.

El tiempo paso y comencé a entrenar lucha libre. Mi padre me lo permitió aun siendo joven, y con quince años, empecé mi camino para convertirme en un luchador de renombre. Al principio, mi madre tenía cierto miedo, pero al ver que siempre volvía con una sonrisa, me dejo seguir.

También le conté que conocí mucha gente, y que, con diecisiete años, hice mi debut en los rings como “el italiano”.  Le mencioné que tuve un mentor llamado “el primitivo”, un hombre con un talento en trasmitir sus conocimientos. Hoy en día no sé nada de él, el ultimo que supe de mi maestro, se había centrado en su trabajo principal y dejo la lucha libre.

Los años pasaban, y cuando cumplí veinte, una de las promociones independientes de wrestling más importante de California, me ofreció un contrato; era la WSF. Al ver que finalmente tenía mi gran oportunidad de catapultad mi carrera, no lo pensé dos veces y acepté.

Mi odisea duro dos años, donde logre hacerme un nombre en el circuito independiente. Sin embargo, el día más importante en mi carrera, sufrí una lesión que mato ese sueño. Un movimiento de alto riesgo salió mal, no termine de completar los giros en el aire y mi cabeza impacto contra la lona. Fui llevado a urgencias y operado en el momento, se me había roto las dos primeras vertebras de la cervical, y con eso, estuve 6 meses de recuperación y 4 meses de kinesiología. La última parte fue la más difícil de soltar. Aunque no entre en detalles, el solo hecho de mencionarlo hace que mi cuerpo se estremezca.

—¿Le gusto la historia? —Me sentía desnudo al contarle todo esto, pero también lo sentí algo terapéutico poder soltarlo.

—Puedo decir que tu historia es cautivadora, y está bueno que podamos tratar el tema en este espacio. —El doctor Rootman termina de anotar todo lo que había contado en su libreta. —Es interesante verte hablar de lucha libre. —Me lo quedo mirando confundido.

—¿Y eso por qué?

—Porque tu rostro era muy polifacético. —Lo sigo mirando con cierta intriga a lo que se refería —. Cuando empezaste a contar la historia, tus ojos se iluminaban.

—Ah eso se refería.

—Se nota que la lucha libre le apasiona. ¿Por qué no lo retomo tras el alta médica?

—Yo… —El doc se da cuenta y me interrumpe.

—No te preocupes Joe, hoy hicimos un gran avance. —Su cálida sonrisa era muy confortable; me hacía sentir seguro —. Un paso a la vez.

—Gracias —Le devuelvo la sonrisa al Doc.

—¿Aun mantienes contacto con el mundo de la lucha libre?

—No, hace meses que no veo ningún noticia o show de lucha.

—Es una lástima, estaría bueno que volvieras a tomar contacto con ella.

El ruido de un temporizador interrumpe la conversación que tenía con el Doc.

—Bueno, veo que no nos queda tiempo. —Él saca una agenda —. Nuestra próxima sesión seria dentro de… Dos semanas ¿Te queda cómodo?

—Sí, no tengo algo mejor que hacer en este horario.

—De acuerdo. Nos vemos la próxima Joe.

—Cuídese Doc.

—Sabes que no me gusta ese nombre.

—No haber hecho el doctorado, Doc —Me reía de la broma y él tan solo me sonreía —. Ahora sí, nos vemos.

Es impresionante como el tiempo no pasa, recién son los cuatro de la tarde y aun me faltan tres horas para que comience mi turno. Solo debes cubrir esta noche Joe, ni que fuera tan malo skin row de noche.

Tras pensar eso, el ruido de un disparo se escucha a lo lejos.

—Qué suerte que trabajo en los límites de skin row…

La noche había caído y ya era hora de trabajar. Estaba en el mostrador matando el tiempo, esperando que pasara algo interesante. La televisión del mostrador, con suerte, podía visualizar algo en la pantalla. Mis únicas compañías en el trabajo eran mis pensamientos, el ruido de la calle y el sonido blanco del televisor.

“Para el trabajo de mierda que es, al menos el jefe paga decente”

Un cliente se voltea a verme.

—Las ventajas del horario nocturno brother —ay carajo, pensé en voz alta.

—Era esto o vender mi cuerpo al mejor postor. —El Dilophosaurus naranja se reía de mi pobre chiste.

—Algunos solo intentamos sobrevivir.

—Sí, tienes razón en eso.

El deja los productos que compro en el mostrador y yo los iba pasando en el lector de códigos.

—¿Pack de cerveza? ¿Se junta con algunos amigos a beber?

—Es para tener en el refrigerador.

Él se me queda viendo un rato largo y yo me sentía bastante incómodo. Ya tenía suficiente con las cámaras de seguridad de la tienda.

—Oye ¿Tú no eres Joe Bonucci?

—Si —no soy fan de que la gente me reconozca —. ¿Acaso seguís a la WSF?

—Claro, incluso te vi debutar en la empresa. —Eso fue en el 2020 —. ¿Nos podemos sacar una foto?

—La verdad, preferiría que no.

—Vamos bro, era fan tuyo.

—Es que no soy muy fotogénico y el trabajo no me lo permite —por no decir que te vayas y no estés molestando —. Disculpa

—No pasa nada. Ah otra cosa —¿Ahora qué? — ¿Tienes en mente regresar a los cuadriláteros?

Esa era una pregunta hace que un pequeño escalofrió recorra todo mi cuerpo.

—Aun no lo tengo definido.

—¿Es por lo de tu cue…? —Lo interrumpo sabiendo como continuaba la pregunta.

—Son $8.35.

—Cla…claro.

Comprendiendo que no quería hablar del tema, el chico pago por sus cervezas y se fue de la tienda. Otra vez me encontraba solo con mis pensamientos, y una parte de mi cerebro, me hizo plantearme mi vida y mi lamentable situación.

No estoy a gusto acá, siento que estoy varado en una isla alejado de todo lo que me puede motivar; incluso siento que soy yo que se puso en esa isla.

¿Por qué sigo evitando mi reencuentro con la lucha?

Hasta el propio Doc me dijo que me veía feliz cuando hablo sobre la lucha libre. Recordar la sensación de combatir contra otro, el bullicio del público, caer y levantarme de la lona; extraño todo eso. Pero todas esas emociones se disipan cuando mi mano toca mi nuca.

Tampoco puedo apurar las cosas, regrese a mi vida normal hace 6 meses. Tuve que conseguir un trabajo para ganar algo de dinero para mis gastos y no estar dependiendo de mi madre. Ojalá nunca hubiera pasado la lesión. Ya lo dijo Rootman, un paso a la vez; no puedo apresurar las cosas.

El resto del turno pasa sin mayor complicación, apenas aparecieron clientes. Faltando 15 minutos, tocaba hacer el cierre de la caja registradora. Ya con todas las tareas terminadas, apago las luces y cierro la tienda.

Apunto de partir de retorno a mi hogar, uno grito agudo se escucha en el callejón de la derecha. Por curiosidad, me asome a ver qué ocurría. A medida que me acercaba podía distinguir dos voces. Una era robusta y áspera, mientras que otra era más delicada y suave.

—Esto lo podemos hacer rápido, dame el dinero y listo.

—¡Te dije que no! ¡Auxilio!

—Qué mujer tan escandalosa.

La voz más femenina seguía buscando de ayuda de forma desesperada.

Una parte de mi tenía miedo por si el agresor tuviera algún tipo de arma, pero no estaba bien dejar a su suerte a la chica, necesitaba encontrar un arma. Mirando en el suelo, noto un tipo de palo que me llama la atención.

Al tomarlo, noto que tiene un peso ligero y parece sólido. Los gritos de ayuda, me obligaban actuar rápido. Tomando el palo como si fuera un bate, me acerco con velocidad para golpear al agresor en la espalda; tuve suerte de que estuviera muy concentrado en la chica.

—AUCH, ¡QUE CARAJO!

Lo golpeo repetidas veces hasta que suelta a la chica. La chica aterrada, se aleja de nosotros y se sienta en el piso en posición fetal.

—¿Quién carajos eres?

—Alguien que no iba a dejar que te aproveches de ella. —Miro que el palo estaba roto y lo arrojo por ahí.

Distingo que el agresor es un triceratops de aproximadamente 1.80mts. Empiezo a recordar las veces que tuve que luchar contra otro triceratops, y que ellos tienen un hocico más sensible que otros dinosaurios.

—Mira, te puedes ir ahora y nos evitamos más problemas, o te noqueo y duermes en una celda —Se podía distinguir en mi voz algo de arrogancia.

—¿Te crees mucho skinnie?

—¿Más que un simple ladrón de poca monta? Sí. —El triceratops se pone en posición para pelear, al parecer no lleva ningún arma.

—Eres hombre muerto. —El idiota saca unos nudillos y se los pone en sus manos.

—No pienso contenerme.

Cuando el agresor intenta lanzar un golpe a mi rostro, yo se lo bloqueo con mi antebrazo izquierdo y contrataco con mi puño derecho en el centro de su hocico. Él se aleja de mí unos metros y empieza a brotar sangre de su nariz.

—¡HIJO DE PUTA!

—¿No dijiste que era hombre muerto? —tal vez me estaba pasando de fanfarrón.

El idiota volvió arremeter contra mí, pero dejo todo su cuerpo vulnerable para que yo pudiera atacarlo. Una patada frontal a la boca del estómago fue suficiente para tirarlo al suelo y dejarlo sin aire.

Me acerco al triceratops, le saco uno de sus nudillos y me lo pongo en mi mano derecha. Perdón Jesús raptor, pero a mí me enseñaron que una lucha no termina hasta que el otro no puede más.

Empiezo a golpearlo repetidas veces en el rostro hasta que quedara noqueado, tal vez me excedí un poco, pero por lo menos aun respiraba. Finalmente, cuando el agresor quedo incapacitado, me saco los nudillos y reviso mi mano, tenía la mayoría de los nudillos sangrando.

—AHHHHH, esto va doler mañana.

Ya más tranquilo, me acerco a la chica que se veía asustada por lo que había pasado. Intento acercarme a ella, y cuando mi mano se pone en su hombro, ella lanza un arañazo que no logra acertarme.

—Tranquila. —La chica raptor se veía asustada —. Ese ladrón ya no te molestara más. Me llamo Joe, ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Bianca.

—Ok Bianca, ¿Te encuentras bien? —Ella cada vez se iba relajando un poco, permitiendo que la conversación fluyera.

—Si… —No parecía que estuviera por llorar, pero si temblaba del pánico.

—De acuerdo, tu quédate aquí un segundo, yo llamare a la policía ¿Entendido? —Bianca asentía afirmativamente.

Saco mi teléfono y llamo a la policía. Explico la situación ocurrida y me quedo esperando a que ellos aparezcan. Regreso al callejón donde se encontraba la chica de tez marrón.

—Oye, ¿Puedes levantarte?

—Si. —Ella se levanta lentamente ayudándose con la pared. Ya de pie, la miro y me quedo estupefacto al ver sus ojos.

—Wow —sus ojos grises eran llamativos, nunca había visto ese color antes.

 —¿Qué ocurre?

—Eh, nada. —Intento ignorar su rostro y regresar a la realidad —. ¿Se puede saber por qué una chica estaría en los límites de skin row a esta hora?

Ella se tarda un rato en dar una respuesta.

—Es que mi padre está enfermo y se quedó sin medicina, así que iba a la farmacia que está abierta 24hs.

—Una urgencia, comprensible. —Los movimientos descoordinados de la chica llaman mi atención —. Disculpa ¿Estas bien?

—Sí, es solo que no encuentro mi bastón —Oh.

Empiezo a mirar por donde arroje el palo que había encontrado y veo que quedo en un estado bastante deplorable.

—¿Se podía saber cómo era el bastón? —mi voz sonaba con cierta preocupación.

—Es blanco con una punta roja —mierda…

—¿Acaso no viste lo que ocurrió?

—No —seguramente no vio nada por el miedo o por la falta de luz.

—Pues…lo rompí —no ganaba nada mintiendo realmente.

Su rostro dejaba de reflejar miedo y se empieza a convertir en una expresión de enfado; creo que la cague.

—¿POR QUÉ ROMPISTE MI BASTÓN?

Ella intento acercarse a mí, pero se tropezó. Antes de que cayera contra el suelo, logro atraparla, aún seguía enojada.

—Tranquila. —Intentando que se calmara, ella lanzaba golpes débiles contra mi pecho—. ¿Puedes parar? Tus golpes me están haciendo cosquillas.

—Serás idiota…Ahora mi padre me va matar.

—Perdón, no es mi culpa que salieras altas horas de la noche ¿Acaso no miras tus alrededores cuando caminas?

—No puedo ver a mis alrededores —no vengas con excusas baratas, te confiaste y sufriste un pequeño susto.

—Pues comienza hacerlo, y más en un barrio tan peligroso como este.

Es sentido común que nadie sale de noche por Skin Row, a no ser que conozcas muy bien las calles o no tengas miedo a morir.

—Es que NO PUEDO ver —hay que escandalosa.

—¿Y ESO POR QUÉ?

—PORQUE SOY CIEGA, IDIOTA.

Eso explica mucho.

Me sentía bastante mal por lo de recién, ella seguía molesta porque rompí su bastón para ciegos.

—Oye, disculpa por lo del bastón. —Ella no cambia su expresión—. ¿Hay alguna forma de compensarlo?

—Consígueme un bastón nuevo.

—Claro, no creo que este tan caro.

Reviso devuelta mi teléfono y empiezo a investigar el valor de un buen bastón.

—¿Tiene que ser de algún material o marca especial?

—Del mismo color del que rompiste —no me recuerdes lo que hice hace un momento.

—¿Algo más?

—Que sea más resistente, para evitar que alguien lo rompa.

—OK YA ENTENDI, seguís molesta. —Reviso y encuentro uno de acero reforzado; al ver el precio, una parte de mí sufría.

No era taaaan costoso, pero si dolía pagar por uno de esos bastones. Y si mi madre se entera de que destruí el bastón de una persona ciega, ella me mata. Pero tampoco tengo el dinero suficiente para pagarlo ahora, aun no cobre mi sueldo.

—Pues…es complicado, no tengo el dinero para conseguirlo. ¿No hay otra forma de compensarlo?

La raptor se queda pensando un buen rato cual será mi castigo por mis acciones.

—Necesito hacer unas compras importantes mañana y necesitaría ayuda con ellas. ¿Te parece bien? —su voz menos agresiva al hablar.

—Eso suena sencillo.

El sonido de un patrullero es audible cerca de nosotros. Un par de minutos después, aparecen dos uniformados para llevarse al agresor que aun yacía inconsciente en el suelo. Después de que los dos diéramos unas declaraciones, los polis se van de la escena. Mientras veo como los oficiales se alejan, mi vista regresa a Bianca.

—Hey, aun no pudiste comprar el remedio ¿no?

—No, ahora será complicado sin el bastón —no seas un cretino y acompáñala.

—¿Quieres que te acompañe a la farmacia y de paso a tu casa? Es lo mínimo que puedo hacer por ahora. —Ya la chica se veía más calmada y me da una pequeña sonrisa.

—Gracias.

Para poder guiarla, le tomo su mano y ella pega un grito agudo. Yo me asusto por su reacción tan peculiar.

—¿Qué pasa?

—No se le toma la mano a un ciego. —Aunque ella no me podía ver, yo estaba con una cara de incredulidad.

—Bueno, ¿Y cómo te voy a guiar?

—Así.

Ella se acerca a mí y empieza a tocar mi espalda, era chistoso ver que le costaba llegar a mi hombro. Al final, ella decidió agarra la manga de mi campera.

—Ok, vamos a la farmacia.

—Espera.

—¿Ahora qué? —por mi voz, se notaba que ya estaba un poco irritado por la situación.

—Falta Woozie —¿Quién carajos es Woozie? —WOOZIE.

Un ruido se escuchaba por el basurero y de repente sale un gusano blanco de ahí. Como una persona sensata, me asusto al ver al gusano del tamaño de pie.

—¿AH QUE ESO?

—Es mi gusano guía.

El gusano se acerca a alta velocidad a Bianca y empieza a subir por su pierna hasta llegar a su su cabeza.

—¿No podías tener un perro como el resto de los ciegos? —Ella me clava una garra en mi espalda—. Auch.

—Eso te pasa por insultar a Woozie. —Me volteo a verla, y veo como está acariciando a su mascota.

Intentando no enojarme con la ciega, empezamos nuestra lenta caminata hasta la farmacia. Por suerte, la noche era agradable, estaba todo tranquilo por la zona. Lo más seguro es que ya la estuvieran siguiendo o la tenían fichada hace rato. Bueno, no es algo que cualquiera pudiera ver.

Ahora quiero golpearme por lo que acabo de pensar.

Como no era muy lejos de donde trabajo, llegamos rápido a la farmacia.

—Llegamos. —Me volteo a verla y ella no se movía —. ¿No vas a entrar?

—No tengo forma de guiarme.

—Pero si tienes al gusano ese.

—Woozie —su tono era algo agresivo.

—Perdón, Woozie.

—El problema es que Woozie es un animal y si hay algo que le llame la atención, me puede llevar contra eso —tiene un punto ahí —. Además, sin el bastón no tengo referencia de que tan cerca o lejos tengo las cosas —ok, ahí tiene otro buen punto. 

—Está bien, entremos juntos.

Las puertas automáticas de la farmacia se abren, y al entrar, parecía un adulto llevando a un niño perdido. Una joven anquilosaurio se acerca a preguntarnos que necesitábamos. Bianca procede a pedir un fármaco que nunca había oído en mi vida. Cuando ella estaba por pagar, me pide que la ayude a contar el dinero.

Con las compras terminadas, tocaba llevarla a su casa. Como no quería que los ronquidos de los vagabundos sean nuestra única compañía en nuestra caminada, empiezo una conversación con ella.

—Oye Bianca, me surgió una duda.

—¿Qué pasa?

—¿Cómo sabias que tu bastón era blanco y rojo? —Siento otro pinchón en mi espalda —Auch.

—Soy ciega, no tonta —tranquila que de eso me di cuenta —. Me guio por lo que mis padres me enseñaron para distinguir las cosas.

—O sea ¿Cómo?

—Ellos me explicaron que existen los colores y que ciertas cosas son de cierto color.

—¿Cómo decirte que el cielo es celeste?

—Exacto.

No sé si es debido a mi ignorancia al tema o si soy muy idiota, pero es un concepto que no termino de entender.

—Tu nombre era Joe ¿no?

—Sí, ¿Qué pasa?

—Es que, me surgió una duda —su voz sonaba algo temblorosa.

—¿Y cuál es?

—¿Por qué no siento tus escamas?

Me quedo en silencio unos segundos antes de lanzar una respuesta.

—Es porque soy un humano.

—OH, era eso —se notaba por su voz, que ahora estaba sorprendida.

—¿Nunca conociste a un humano?

—No, eres el primero que conozco.

—Y tú eres la primera persona ciega que conozco.

Esperaba que otra vez me apuñalara con el dedo, pero solo distinguí una pequeña risa.

—Eres un tonto.

Empiezo a mirar los números de las casas buscando donde vivía Bianca.

—¿Cuál era el numero?

—230 —Ella se detiene en seco y yo me detengo.

—¿Qué ocurre?

—Es que… —su voz se sentía con cierto pavor —. No sé cómo explicarle a mi padre que perdí el bastón.

—¿Tan malo es que le digas la verdad?

—Si le explico lo ocurrido, será más severo cuando me deje salir. —La miraba y ella ponía una cara de tristeza.

—¿Confías en mí? —la pregunta la agarra desprevenida.

—No —era una respuesta que esperaba.

—Tu déjame explicar toda la situación, tengo un plan. —Su rostro no denotaba ninguna seguridad al oír mis palabras.

—Mejor que funcione.

Mentalizando la mentira que iba a decir, llegamos a la casa de Bianca. Cuando ella se acerca a su puerta, un hombre enfurecido abre violentamente la puerta. Era un raptor algo mayor que tenía puesto un pijama y una bata para dormir. Cuando Bianca dijo que estaba enfermo, no esperaba que fuera tanto.

—¿Por qué tardaste tanto Bianca? —El señor me mira con algo de asco —. ¿Y quién es este humano?

—Hola soy Joe, y solo ayudaba a su hija a volver a su casa.

El nos miraba como un escáner, como si buscara algún fallo.

—Bianca —su tono era firme, y Bianca se estremecía — ¿Dónde está tu bastón?

—Pues… —Yo la interrumpo para poder contar la mentira.

—Cuando estaba caminando, apareció un conductor borracho que casi la atropella.

Tanto Bianca, como su padre, se sorprenden al escuchar lo que dije. Mientras tanto yo, hablaba con demasiada seguridad y calma, hasta el punto de creerme mi propia mentira.

—Ella estaba cruzando correctamente, y como me percaté de que el idiota al volante no iba a frenar, la tome del brazo y la aleje del auto.

Yo estaba estoico diciendo cada cosa como si fuera una verdad absoluta. Su padre me miraba dudando de mi palabra, pero yo no me doblegaba.

—¿Y porque se demoraron tanto en regresar? —viejo desgraciado…

—Bueno, lo que paso es que el auto choco con un poste de luz y llamamos a emergencias. Nos pidieron que diéramos un testimonio, y viendo que su hija tenía dificultades para volver, termine acompañándola hasta acá.

No era la mejor excusa que tenía, pero era lo suficientemente creíble para que no le cayera un problema más grande a ella.

—¿Es verdad lo que dijo? —Su padre no le temblaba la lengua aun viéndose en un estado deplorable por la enfermedad.

—Si. —Él nos miraba de forma severa al escuchar la respuesta.

—Si no me cree, le muestro que llame a emergencia. —Sacaba mi teléfono y me puse a buscar en el registro de llamadas.

—No es necesario. —Él lanza un largo suspiro —. Por suerte estas sana y salva hija. —Con una mirada menos agresiva, él me mira a los ojos —. Gracias por ayudarla.

—De nada.

—Bueno, vamos adentro Bianca. —Él le toma su mano, pero ella lo detiene.

—Quiero hablar algo con Joe antes de entrar. —Su mirada de asco se vuelve hacer presente.

—De acuerdo, pero no te tardes.

Su padre cierra la puerta y nos quedamos por unos segundos en silencio. Distinguimos que su padre se alejó de la puerta, pero se nos quedaba viendo desde la ventana; eso es acoso señor.

—Tu padre da miedo —mi voz era algo más relajada.

—Solo es algo sobreprotector —¿Algo? Diría mucho.

—Si tú lo dices. —Reviso mi teléfono y veo que ya era medianoche—. Bueno, nos vemos mañana —Yo me iba alejando de apoco de la entrada y ella llama mi atención.

—Espera —¿Ahora qué? — Gracias por cubrirme.

Le sonrió, aunque ella no me pudiera ver.

—No hay de qué. Descansa.

—Igualmente. —Cuando ella se da la vuelta para entrar a su hogar, recuerdo que no me dijo el horario de las compras.

—Antes de que me olvide, ¿A qué hora tiene en mente hacer las compras?

—Después del mediodía.

—Perfecto. Ahora sí, buenas noches.

Ella se despide de mí, y ya era hora de regresar a casa; al parecer estoy a tan solo 4 calles de la casa de Bianca.

Ya dentro de mis aposentos, veo que ya eran más de medianoche, hoy fue un día bastante movido para mí. Entro a mi cuarto y yo tan solo me desplomo en mi cama, esperando a que mi mente se apagara.


Notes:

Vamos por partes para que quede claro.

1- Con el ritmo que tengo de escritura, responsabilidades y demás, el plan es subir capítulos entre 1 a 2 semanas; ya que, aunque sea algo de ocio, quiero ofrecer algo bueno (o como mínimo decente para ustedes)

2-Como mi cerebro no para de tener ideas, tome la decisión de que voy a sacar capítulos extras. No tengo una cantidad definida, podrían ser tranquilamente 4 extras como 8 extras, eso lo iré definiendo con el tiempo y comentándolo tanto en twitter como acá en AO3.
Pero como soy un filo da puta con estilo, les pondré una condición; por cada 1000 hits o 50 kudos, desbloquearan los extras. Es decir, si ustedes llegan a 1000 hits o 50 kudos, se desbloquearan los extras (Lo que significa que si logran la primera meta, tendrán extra 1 y 2; para desbloquear los siguientes extras, las metas serán 2000 hits y 100 kudos, y así sucesivamente)
ACLARO: los hits como kudos, los cuento de forma individual, si llegaran a 3000 hits y 50 kudos; igual desbloquearían 4 extras.
Cualquier modificación, lo iré comentando acá.

3-También quiero decir, que cualquier avance o anuncio que haga (ya sea que se retrasa el capitulo o habrá una pequeña pausa) lo estaré subiendo a mi twitter (ahora conocido como X) https:// /Patata2251

Obviamente dejare el Twitter del creador de Bianca, que de paso digo, me gusta mucho su estilo de dibujo: https:// /ByBuckett

Y cada tanto dejare en los capítulos diferentes dibujos de Bianca (Por que puedo y por que quiero)

Esto es solo el comienzo y espero que puedan disfrutarlo gente.

Nos vemos la próxima.

Chapter 2: Pagando la deuda

Notes:

Alo gente bella, de regreso con otro capitulo.

Espero que lo disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Me encontraba tendido en mi cama, sin ningún indicio de querer levantarme, tampoco ayudaba que me despertara a mitad de la noche por culpa de otra pesadilla. Esta vez fue diferente a lo que normalmente me atormentaba en mis sueños.

Era yo peleando contra el ladrón de ayer, pero las cosas terminaban diferentes. Tras bloquear su golpe, él me daba una patada baja en la rodilla; haciendo que pierda la estabilidad. El desgraciado, aprovechando que estaba vulnerable, me golpeo con sus nudillos en mi rostro. En ese momento, todo se tornó rojo, yo me desplomaba golpeando mi cara contra el suelo. Con mi cuerpo debilitado, había dejado expuesto toda mi espalda, y el pedazo de mierda empieza a pisarme por la zona del cuello, haciendo que mi cuerpo dejara de responder.

Yo me quede inmóvil y no podía hacer nada, cada golpe era más intenso que el anterior. Sentía como todos mis huesos sufrían y yo estaba inerte viendo como mi vida se iba ante mis ojos. Todo lo que podía ver en mis últimos minutos de vida, era el rostro de horror de Bianca al escuchar cómo me estaban matando en el callejón.

Obviamente, desperté gritando en la noche y mi corazón estaba latiendo tan rápido como un Ferrari corriendo en el circuito de Monza. Yo había salido de mi cuarto para buscar un vaso de agua y poder calmarme. Mi madre se despertó por mis gritos y ella tan solo me dio un abrazo; eso ayudo a calmar mis penumbras y que pudiera volver a conciliar el sueño después.

El solo recordar esa pesadilla, ya hace que mi cuerpo reaccione cubriéndome la nuca con mis dos manos; prefiero no darle importancia en este momento, solo quiero desayunar algo y empezar el día con algo de calma.

Cuando salgo de mi cuarto, lo primero que me recibe es el ruido del parlante de mi madre con la música a todo volumen; se ve muy alegré preparando el desayuno para nosotros dos.

—¿No es un poco temprano para escuchar a Ramazotti? —Me tapa los oídos para evitar que la música me siguiera aturdiendo.

—Siempre es un buen momento para oírlo —lo decía con mucha enérgica mientras cantaba y bailaba al compás de la canción.

Più bella cosa non c'è

Più bella cosa di te

Única come sei

Immensa quando vuoi

Grazie di esistere...

Si hubiera sido por mi madre, seguramente me hubiera puesto Eros de nombre. Por suerte, mi padre, la calmo y me pusieron Joe.

Voy a buscar en el refrigerador un poco de jugo para acompañar el café y me siento en la mesa. Mi madre me recibe con un plato de tostadas cubiertas de mermelada casero; el olor a los frutos rojos por la mañana es el paraíso para cualquier simple mortal. Ambos empezamos a disfrutar de nuestro desayuno.

—¿Pudiste dormir? —Mi madre me miraba con cierta preocupación.

—Algo. —Le doy un buen mordisco a la tostada —. Perdón por el susto.

—¿Otra vez la misma pesadilla?

—No, fue… Diferente. Pero centrado en mi cuello. —Ella lanza un suspiro y pone su mejor sonrisa.

—Tranquilo, en algún momento terminara. —Su encantadora sonrisa, ayuda apaciguar mis preocupaciones.

—Gracias Mamá.

Tomo el control del televisor y empiezo a buscar algo para ver. Entre todos los canales, encuentro que está por comenzar el clásico de Milán. Es gracioso como siendo hijo de italianos, nunca en mi vida fui a Italia en mis 24 años de vida; todo mi conocimiento del país con forma de bota, es por la televisión o las fotos de mis padres. El partido comenzó y yo disfrutaba de mi café.

—Má, ¿Cómo es tu día hoy?

—Tengo que ir al taller a terminar unos trajes, ¿Te acuerdas del amigo de tu padre, él que está abriendo un bar?

—¿Samuel?

—Si. Quiere unos trajes elegantes para la apertura de su negocio.

—Ja, bien por él. —Le daba un buen sorbo al jugo, mientras devoraba lo que quedaba de la tostada.

—Aún faltan un mes, pero quiere tener todo en orden.

—Más vale prevenir que curar decía papá.

Mi atención se desvía un segundo al televisor al ver una jugada de contrataque del Inter, el extremo derecho tenía toda la banda para él y deja un centro perfecto para el delantero, pero el arquero reacciona antes que él.

—¡NO! —Golpeo la mesa con molestia.

—¡LA MESA! —Su expresión de enojo, hace que me relaje al instante.

—Perdón, la emoción. —Le daba una sonrisa descarada.

Finalmente termino mi desayuno y me encontraba satisfecho.

—¿Y cómo es tu día Joe? —La pregunta de mi madre, hace que me congele un segundo.

Había quedado con Bianca de ayudarla hacer las compras. Sin embargo, si le comento sobre ella, mi madre empezara a indagar sobre como la conocí y no creo que me convenga decirle la verdad; lo más seguro es que se moleste cuando le cuente que estoy haciendo esto porque le rompí su bastón.

—Pues… A la tarde me voy a juntar con algunos amigos.

—¿En serio? —ella lo decía con un tono de sospecha, pero con cierta alegría.

—Sí, unos viejos conocidos.

—Pues, diviértete. —Ella se termina su café —. ¿Vienes a cenar hoy?

—Sí, hoy no trabajo.

Ambos disfrutábamos de la mañana, hasta que, un golpe en la puerta llama la atención de los dos. Mi madre se acerca a la puerta a ver qué pasa y yo la sigo por detrás. Cuando abre la puerta, vemos a un anquilosaurio celeste bastante preocupado.

—Señora calcare, tenemos un problema.

—Frank, ¿Qué ocurrió ahora? —Mi madre se veía con cierta inquietud.

—Apareció un hombre y esta molestando a Rebecca en el taller.

¡Merda! —Se calma un poco y voltea a verme —. Hijo, tráeme el bate.

—¿Otra vez el ex de Rebecca? —no era la primera vez que ese imbécil causaba problemas en el taller.

—Lo más seguro. —Ella vuelve a mirar a Frank —. Ahora me hago cargo.

Mientras mi madre seguía hablando con Frank, yo fui a buscar en el armario un bate viejo y desgastado que le pertenecía a mi padre; él siempre lo llamo dialogo. Cuando ocurría un problema muy grave en el barrio, mi padre lo usaba para “dialogar”.

Regresos a la entrada y le alcanzo el bate a mi madre. Ambos salimos en dirección al taller, se encontraba a dos calles de distancia de nuestra casa. Cuando nos íbamos acercando más al taller, ya podíamos distinguir una pelea entre una joven baryonyx morada y un espinosaurio verde; la chica estaba poniendo resistencia en contra del espinosaurio.

—¡Te dije que me dejaras de seguir!

—Amor, quiero que regresemos. —Él le ponía las manos encima a la chica y ella se intentaba alejar.

—¡DIJE QUE ME SUELTES!

Mi madre, con bate en mano, imposta la voz para llamar la atención del espinosaurio.

—¿Puedo saber que está pasando acá? —La chica aprovecha para zafarse de las garras del hombre y se pone detrás de mi madre.

—Es mi ex —la baryonyx se notaba molesta y algo asustada —. Sigue insistiendo en que regresamos. —Ella se asoma detrás de los hombros de mi madre para gritarle algo al sujeto —. ¡YA TE DIJE, NO QUIERO REGRESAR! ¡DEJA DE ACOSARME!

Mi madre captando la situación, se acerca al joven de tez verde y manteniendo alejada a Rebecca.

—Escucha chico, no quiero verte cerca de Rebecca ni de mi negocio ¿Capichi? —El espinosaurio se veía engreído y molesto.

—¿Quién te crees mujer?

—Soy la dueña del taller y la jefa de Rebecca. —Mi madre no se dejaba intimidar por un pelele como este —. ¡Non rompere le coglione! (1) Lárgate o tendré que usar el dialogo.

—Yo no voy a dejar que una puta barata como tú… —Antes de que terminara de hablar, mi madre lo golpeo con el bate en el rostro.

El chico cae al suelo y mi madre seguía golpeándolo repetidas veces; el chico se encontraba en posición fetal cubriéndose de todos los golpes que mamá le daba con el bate.

—¡¿ME LLAMASTE TROIA? REPITELO SI TIENES LAS BOLAS! —Después de golpearlo ferozmente hasta dejarlo sangrando y pidiendo clemencia, mi madre se detiene—. Lo repetiré una sola vez más, lárgate ahora y no regreses.

Con las pocas fuerzas que le quedaban al chico, se levanta y huye lo más rápido que le permite su cuerpo herido. Rebecca asustada, ve a mi madre y la abraza. Se veía muy agradecida por lo que había hecho; mi madre solo acepta el abrazo.

—Ya paso niña, ese insulto de hombre no volverá a molestar —la voz tan maternal y protectora, hace que Rebeca llore un poco.

—Perdón por traer problemas. —Mi madre le acariciaba la cabeza y con una voz serena le decía.

—Recuerda la primera regla del taller, “todos los que trabajamos en el taller, somos familia. Y a la familia se la protege”.

—Gracias Giselle. —La chica se secaba las pocas lagrimas que había quedado en su rostro.

—Ve devuelta a trabajar, y cuando sea el almuerzo, puedes irte a casa. —La chica regresa al taller y mi madre mira a Frank que nos había seguido —. Frank, quédate con el bate por si regresa el idiota con sus amigos.

—Si jefa.

Con todo el escandalo terminado, mi madre se dirige a mí.

—Hijo, aprovechando que ya salimos, iré hacer unas compras.

—De acuerdo, te veo en casa.

Saludo a mi madre y me regreso a la casa para poder terminar de disfrutar del partido. Muy raras veces veía a mi madre enojada de esa forma. Desde que papá termino en la cárcel, ella se volvió la jefa del negocio y se hizo cargo de mantenerlo a flote.

Ella se ganó una reputación como una figura maternal y respetable para varios del barrio, ya que siempre ofreció ayuda a quien lo necesitaba. Aunque si rompes su confianza o lastimas a alguien que le importa, que Jesús raptor se apiade de tu alma.

Ya había pasado un buen rato desde que había terminado el partido, estaba decepcionado, fue un espantoso 0 a 0; esperaba un poco más de dinamismo en el clásico.

Mi madre había regresado de hacer las compras y ya estaba preparando la famosa lasaña de la abuela. El olor de la carne y las verduras mezcladas en la masa, me abrían el estómago. Lo único que se me hacía raro hoy, era ver a mi madre tan energética, más de lo habitual.

—Mamá.

—¿Qué ocurre amor?

—¿Puedo saber porque estas tan vigorizada? —Ella me mira con una sonrisa incrédula.

—Nada especial Joey —ok, algo está pasando.

—Es que normalmente no preparas un desayuno tan elaborado, estabas con la música al máximo y ahora estas preparando lasaña; ¿Hay algo que no me estés contando? —Cada vez, su sonrisa se iba haciendo más grande.

—Es que le redujeron la condena a tu padre, dependiendo de su conducta, tal vez el año que viene sale —ella lo decía sin poder contener la alegría.

Ahora entiendo porque mi madre estaba tan feliz. Por mi parte, me sentía algo emocionado por saber que mi padre le quedaba poco para salir.

—¿Y por qué no me dijiste nada?

—Es que, me olvide. —Ella me da una sonrisa torpe.

—Eres de lo que no hay Giselle.

Después de oír la grata noticia sobre mi padre, la chef termina de preparar la receta familiar para el disfrute de nosotros dos.

Los últimos meses, mi madre siempre andaba sin muchas energías. Desde que yo sufrí la lesión y mi padre fue arrestado, ella tuvo que soportar varios meses de pura soledad, mientras yo me recuperaba en el hospital.

Cuando termine la rehabilitación, regrese a mi casa y mi madre me estaba esperando con la cena. Ella me abrazo como si hubiera desaparecido por años; aún recuerdo las lágrimas de ella en mi pecho. Y le prometí que no volvería a luchar para no darle otro susto a ella, aunque eso significara matar mi sueños y esperanza, porque no quería volver a ver ese rostro de lamento y sufrimiento en ella.

Tras un almuerzo de cinco estrellas, mi madre se va trabajar, dejándome a cargo de limpiar los platos y los vasos. Para no sentirme solo, puse música en el parlante y quedo puesta la playlist de mamá.

Un'altra come te

Ma ne nemmeno se la invento c'è

Mi sembra chiaro che

Sono ancora impantanato con te

Ed è sempre più

Evidente

Tiene razón, nunca es mal momento para oír a Ramazotti.

Termino de lavar todos los platos y reviso la hora en mi teléfono, creo que mejor voy yendo a lo de Bianca. Salgo de mi hogar y voy en dirección a la casa de ella. Hoy había un clima agradable, no soy el mayor fan del verano, pero hoy era un día aceptable.

Ya en la puerta de su casa, toco el timbre y me quedo esperando a que alguien salga. Cuando abren la puerta, soy recibido por su padre y una expresión de disconformidad.

—Tú de nuevo…

—Hola, ayer nos conocimos, soy Joe —intenté ser lo más amable que pude.

—Bob —creo que ni el desierto es tan seco como su respuesta.

—Es un gusto Bob —creo que no le agrado…

Ambos nos quedamos en un silencio, que solo era opacado por los autos que pasaban. Su mirada era bastante severa, y por alguna razón, me sentía amenazado.

—¿Le falta mucho a Bianca? —no me sentía cómodo con su mirada.

—Ya termina de prepararse. —Ahora su mirada trasmitía mucha más agresividad que hace unos segundos —. ¿Qué intensiones tienes con mi hija?

—Es solo hacer un simple gesto de bondad —por romper su bastón —. Me conto su situación y tenía el día libre.

Él sospechaba de mis palabras y yo tenía que mantenerme duro como una roca para que me creyera.

—La quiero de regreso de aquí antes del atardecer. —Él se acerca a mí y me mira con mucho odio —. O si no, te iré a buscar y te va doler. —Trago saliva y le doy un pulgar levantado como respuesta.

El padre cierra la puerta y me vuelvo a quedar solo esperando a que Bianca. Hace tiempo que no sentía la amenaza de un padre desde que estuve de pareja hace un par de años atrás; el padre de Julia me detestaba por ser tan bruto… Y por romper su puerta.

Finalmente, la puerta se vuelve abrir y Bianca hace acto de presencia. Llevaba la misma ropa que uso la noche que la conocí; una camisa marrón, su jean roto y sus zapatillas blancas; aunque hoy tenia puesto unos lentes de sol y llevaba unas bolsas de tela.

—Sí que te tardaste.

—Disculpa, estaba terminando de leer un libro — espera, ¿Puede leer?

Salgo de mis pensamientos cuando distingo que Bianca tenía un bastón nuevo.

—Espera un segundo ¿Tenias otro bastón? —se notaba que estaba algo molesto.

—¿De verdad pensaste que tenía un solo bastón?

—Si. —Ella se agarra en el puente del hocico.

—Tengo un par de bastones en caso de que los extravié. El problema es que no son baratos.

—Eso… Tiene sentido —y ahora quede como un idiota.

Bianca lanza un suspiro.

—¿Vamos?

—Tu eres mi guía —Ella ponía una cara de incordio por mi mal chiste.

—Eres un idiota.

Empezamos a caminar en dirección al mercado del barrio y me sentía algo preocupado por ella. Cada paso que daba, yo estaba viendo que no hubiera problemas. Le advertía de cada cosa que veía, cada pozo que había en el suelo, cada transeúnte que pasaba, incluso cada desecho que dejaban las mascotas en la calle.

—Cuidado, hay alguien adelante tuyo.

—Gracias… —Veo un pozo al que se está acercando ella.

—Hay un pozo adelante tuyo.

—Gra…Cias.

—Oye ten cuidado, hay un… —Soy interrumpido por un grito de Bianca.

—¡YA ENTENDI! —¿Hice algo mal?

—Oye, tranquila, solo te estoy cuidando.

—¡NO NECESITO…! — Ella toma un poco de aire para calmar su temperamento —. No necesito que me digas cada obstáculo que haya en la calle.

—Yo lo siento, es que… —Ella vuelve a interrumpir.

—¿Es que crees que necesito ayuda para caminar? ¿Qué la no vidente necesita ser protegida? ¿Acaso parezco alguien vulnerable? —se podía distinguir en su voz mucha frustración acumulada.

Ella me estaba dando la espalda cuando lo dijo; me estoy sintiendo terrible con cada palabra que dice.

—Yo… —no sabía que responder—. Disculpa, no sé cómo debo tratar a una persona con ceguera.

—Pues aprende. —Algo me dice que no es la primera vez que la tratan así.

—Entonces enséñame. —Ella se voltea y quedamos frente a frente —. Sí, soy un idiota que no conoce a personas como tú, pero puedo aprender; solo dime como debo tratarte.

—Como alguien normal —se notaba que lo decía con cierta pena, debe ser horrible ser visto así.

—De acuerdo, te tratare como alguien normal —Ella me lanza una pequeña sonrisa y su mal carácter parece que se desvanece.

—Gracias. —Ella intenta decir algo, pero le costaba pronunciar las palabras—. Solo avísame cuando tengamos que cruzar la calle o haya algo que obstruya el camino, no necesitas avisarme por todo lo que veas.

—De acuerdo.

Cuando ella tan solo da tres pasos, termina pisando excremento. Yo me estaba aguantando la risa, pero cada tanto se me escapaba algún que otro sonido. Sin voltearse, ella habla con mucha seriedad.

—No digas nada.

—Dicen que trae suerte pisar caca —yo estaba disfrutando este momento y mi voz jocosa era evidencia de eso.

Con Bianca frustrada, retomamos el camino hacia el mercado, y en el fondo, Bianca tenía razón sobre lo que dijo. Aunque fuera a un paso más lento que yo, ella se podía guiar bastante bien con la ayuda del bastón. Aunque ahora me pregunto, ¿Por qué no salió con su gusano guía?

—Hey Bianca, una duda.

—Diga.

—¿Por qué no saliste con wu chi?

—Woozie —su tono era algo arisco al equivocarme con el nombre de su mascota —. Como voy a tener las manos ocupadas con las bolsas y el bastón, sería muy difícil llevarlo. Además, normalmente me acompaña cuando doy paseos o voy a zonas que no conozco.

—Entonces, ¿Ya has ido al mercado?

—Varias veces, esta es de las pocas veces que voy por mi cuenta.

—Interesante. Y el resto de las veces ¿Quién te acompaña?

—Pues mi padre.

—¿Y tu madre? —Ella tarde en darme una respuesta.

—Ella…Falleció cuando yo tenía 6 años.

—Oh —creo que metí la pata—. Perdón por lo que dije.

—No te disculpes, tú no sabías sobre eso —sonaba bastante calmada al tratar el tema—. Además, ya paso mucho tiempo de eso, no te preocupes.

—Ok.

Con un pequeño de mal sabor en la boca por mi comentario, llegamos al mercado. Por suerte, no había tanta gente como otros días.

—¿Tienes una lista de compras? —Me volteo a ver a Bianca.

—Si —Saca un papel de una de las bolsas —. Ten.

Reviso el papel y me quedo con los ojos abiertos de par en par. Todo el papel estaba lleno de puntitos distribuidos de forma rara.

—¿Qué mierda es esto?

—La lista de compras. —Ella me da una sonrisa y yo estaba con una cara de tarado.

—Pero no se entiende nada.

—Claro que sí. —Ella toma el papel y empieza a decir cada cosa de la lista —. Dos kilos de roast beef, ¾ de costilla, Un kilo de pollo…

—Ok ya entendí, si sabes lo que dice ahí. —Ella se reía de mi ignorancia.

—Esto es braille, es un sistema de escritura para personas no videntes.

—Eso no lo sabía —eso explica porque dijo que estaba leyendo un libro—. ¿Es difícil de aprender?

—Depende, es algo complicado ya que debemos acostumbrarnos al tacto. Ustedes lo tienen un poco más fácil al poder ver la forma de las letras.

—Ahora que lo mencionas, ¿Es por eso que los puntos tienen relieve?

—Exacto —Pues tiene su encanto el braille.

—Sería interesante aprenderlo.

—¿Quieres que te enseñe?

—Me lo voy a pensar. —Ella se veía contenta por mi interés por el braille —. Vamos, que tu padre me amenazo si no llegamos antes del atardecer.

Ya dentro del mercado, seguimos nuestra incursión por la búsqueda de alimentos. Cuando era más joven, acompañaba a mi madre hacer las compras en este lugar. Me traía cierta nostalgia ver que algunos puestos aún siguen de pie hasta el día de hoy; algunos de los vendedores me reconocían y yo los saludaba. Llegamos a la carnicería y reconozco al gordo detrás del mostrador con cuchillo en mano.

—Diego. —El velociraptor se da media vuelta cuando lo saludo y me recibe con una sonrisa donde se distinguen todos sus dientes.

—El pequeño Joe. —Me acerco a él y le doy un apretón de manos —. ¿Cómo estas mi joven Al Capone?

—Sabes que no me gusta ese apodo.

—Pero si tu padre te llamaba así. —Su vista se dirige a Bianca —. ¿Ella no es la hija del señor William?

—Sí, soy Bianca —ella responde con tranquilidad.

—Curiosa combinación ustedes dos.

—El humano rompió mi bastón y lo está pagando ayudándome con las compras. —Diego me mira y me lanza una sonrisa malicia.

—Y tu madre no sabe ¿Verdad?

—No quiero que use a dialogo conmigo… —Diego se ríe de mí y Bianca se veía confundida por el comentario.

—Bueno, es comprensible. Tu madre es de las pocas personas que me generan miedo. —Él vuelve a mirar a Bianca —. Me entere que tu padre se enfermó, ¿Se encuentra bien?

—Por suerte no era tan grave, se va recuperar pronto.

—Me alegro, ya me faltaría perder a uno de mis mejores clientes. —Diego se reía a carcajadas, su risa era bastante contagiosa—. Y dime Joe, ¿Este año harán fiesta?

—Mi madre quiere hacer algo grande, digo, es el vigésimo aniversario del negocio.

—Yo aún le debo un favor a tu familia, si hacen fiesta, yo les puedo vender carne con un gran descuento.

—Lo tendré en cuenta.

Mientras seguíamos nuestra conversación, Bianca pedía los diferentes cortes de carne que había en la lista. Tras comprar todo en la carnicería, salimos del negocio. Yo estaba cargado con varias bolsas, mientras Bianca, solo llevaba las pocas bolsas vacías que quedaban. Solo quedaba comprar algunos artículos de uso común, como el papel de cocina.

—Es curioso cómo te llevabas con el carnicero —ella lo decía con cierta intriga.

—Es que era un viejo amigo de mi padre, y cuando necesito una inversión para abrir su negocio, mi padre lo ayudo.

—Y sobre la fiesta que menciono, ¿Tu familia tiene un negocio?

—Sí, un pequeño taller que hay en el barrio.

—Tal vez podrías invitarme a la fiesta.

—Aún falta mucho para el aniversario, además, no sé si mi madre hará algo grande o si quiere hacer algo más íntimo. —Me rascaba la cabeza al recordar el carácter de mi madre —. Un día te dice que no quiere hacer algo y al otro hace el opuesto.

—Suena a una mujer interesante tu madre.

—Sí, es una mujer peculiar.

Al final de hacer todas las compras me doy cuenta de la cruel realidad, era una maldita mula de carga. Tenía 3 bolsas en cada mano, y tranquilamente, estaba cargando 6kg en cada una. Bianca iba caminando plácidamente, mientras yo tenía que hacer un poco de fuerza.

—Serás hija de puta. — Cuando la insulto, ella se voltea hacia mí —. ¿Me trajiste para ser tu mula de carga?

—Creo que es un precio justo por lo de mi bastón. —Ella estaba con una sonrisa que me hacía enojar un poco.

—Tendría que a verlo visto venir…

Me doy cuenta de lo que digo y ya me preocupaba que Bianca se enojara.

—Que una ciega lo haya visto venir, habla muy mal de tus reflejos. —Ella se burla de mí y yo tan solo respondo con una pequeña risa.

—Ok, tu ganaste. —Me volteo a ver el parque y veo una banca libre —. Oye, ¿Quieres que vayamos al parque un rato? Me vendría bien un descanso de llevar tantas bolsas.

—Aún es temprano, así que podríamos tomar un pequeño descanso.

—Gracias.

Le indique por donde estaba la banca libre y fuimos caminando hasta allá. Cuando me siento, mis manos seden y dejo caer las bolsas contra el suelo. Llevar estas bolsas, hizo que me diera cuenta de que perdí mi estado físico; antes esto era un chiste para mí. Estábamos los dos sentados tranquilos y veo el carrito de comida.

—¿Tienes hambre?

—La verdad, prefiero algo de beber.

—Ok, iré a buscar unos refrescos.

Me levanto y voy al carrito de comida. Tracy me reconoce y yo la saludo.

—Vaya vaya, dos días seguidos fuera de tu casa ¿Acaso va nevar?

—Ja Ja, muy gracioso, ni que fuera un ermitaño.

Tracy empieza a mirar a su alrededor, distingue a lo lejos, la presencia de Bianca en la banca con las bolsas. La mujer de escamas amarillas me da una sonrisa pícara.

—Mírate niño, no sabía que ya tenías pareja. —Me quedo algo confundido por su comentario.

—¿Te refieres a ella? —Señalo en dirección a Bianca.

—Si.

—Claro que no, solo estoy pagando un favor.

—Aja… —Ella seguía mirándome y sonriendo pícaramente —. Si tú lo dices…

—Solo dame mi pretzel y mis refrescos —Ella cambia su expresión a una de decepción y chasqueaba la lengua.

—Ay, que aburrido eres.

La vendedora de escamas amarillas me da mi pretzel y los dos refrescos.

—Cuídate Tracy.

Me despido de ella y me voy alejando del carrito de compras. Veo que Bianca estaba muy tranquila, algo de mí se quería vengar de ella por usarme como mula de carga, así que aproveche que Bianca no me podía verme.

Empiezo a rodear la banca para poder ponerme detrás de ella. Ya en posición, me acerco lentamente a su espalda y cuando le pongo la lata fría de refresco en su cuello, ella se exalta y pega un grito agudo. Yo me partía de la risa y ella se molestaba conmigo.

—¡No vuelvas hacer eso! —Ella lanzaba golpes al aire, causando que me riera más fuerte.

—Perdón. —Finalmente, cuando me siento, ella logra acertar un golpe a mi hombro— Una pequeña venganza por hacerme trabajar como mula de carga.

—Idiota.

Ella empezó a beber su refresco y yo disfrutaba de mi comida frita. El clima era muy agradable, había una pequeña brisa que hacía que el calor no fuera tan molesto. Era bastante tranquilo estar acá.

—Sobre tu padre Bianca…

—¿Qué ocurre?

—¿Podría saber que enfermedad tiene? —Ella se queda pensando un rato antes de lanzar una respuesta.

—Estoy pensando de una forma simple para que lo entiendas, ¿Alguna vez has tenido gripe o algo similar?

—Sí, un par de veces.

—Bueno, para un humano es molesto, pero no afecta tanto. En el caso de los dinosaurios, puede llegar a ser dos o tres veces más potente.

—Entiendo.

—Mi padre agarro un tipo de gripe que le bajo mucho sus defensas y lo deja casi inutilizado —eso explica porque se veía tan demacrado ayer —. El remedio que compre, ayuda a que las defensas se activen.

—¿Y es grave?

—Para nada, si se toman los cuidados necesarios, en una o dos semanas estas curado. —Ella se termina su refresco y deja la lata a su izquierda —. ¿Podría hacerte una pregunta?

—Claro, ¿Qué pasa?

—Es que, desde que salimos de la carnicería, te quería preguntar sobre tu madre.

—¿Mi madre?

—Sí, suena a que es una persona interesante, por decirlo de alguna forma, ¿Cómo es ella?

La pregunta me había agarrado desprevenido y realmente no tenía una respuesta clara. Era complicado definir a mi madre, por un lado, tenías un lado angelical y maternal que es preciosos; una mujer que ayuda sin pedir nada a cambio. Y por el otro lado, tenías a un lado demoniaco que, si la hacías enojar, lo más tranquilo que te haría es insultar a toda tu descendencia.

—Ella es una mujer con demasiado temperamento, que es mejor llevarte bien con ella.

—¿Tan temida es?

—Una vez, hice un caos en la escuela y ella me golpeo hasta el cansancio.

—¿Y que habías hecho?

—Hice mal un experimento en química y causé una explosión que voló medio salón. —Bianca estaba sorprendida al oír eso —. Con todo lo que tuvieron que pagar mis padres por las reparaciones, la paliza que me dio, fue una bendición.

—Ya veo… —Sonaba algo preocupada cuando contaba esa anécdota.

—Pero igualmente, cuando alguien insultaba o agredía a la familia, ella era la primera en saltar a defendernos. —Me empiezo a reír al recordar una cosa —. Cuando era un niño, un señor me acuso de que robe unas golosinas y yo no lo había hecho. Mi madre fue a confrontar al hombre y lo puso en su lugar. Al final, habían encontrado al ladrón y el señor se disculpó conmigo.

—Parece una mujer muy divertida tu madre —Bianca se veía sorprendía tras la descripción de mi madre.

—Sí, desquiciada, pero agradable. —Me termino mi pretzel y abro mi lata de refresco —. Y tu padre ¿Él es así siempre o esta irritable por la enfermedad?

—Mi padre es…

—¿Alguien complicado? —Ella me ríe.

—Exacto, termina siendo incomodo lo sobreprotector que se vuelve conmigo. —Se toma su tiempo para continuar—. Tampoco lo puedo culpar, pero joder, me gustaría que me dejara tener más autonomía.

—¿Por eso no quería que se enterara que te robaron? —Ella lanza un suspiro.

—Si él lo hubiera sabido, lo más seguro es que no me volvería a dejar a salir por mi cuenta —ahora comprendía la preocupación de ella de ayer —. Por eso te agradezco que mintieras por mí.

—No hay de que, entiendo lo que significa que te limiten.

Nuestra charla es interrumpida por dos siluetas que se pararon enfrente de nosotros dos. Eran dos jóvenes, un parasaurolophus y un microraptor, se veían muy emocionados al verme.

—Disculpen, pero ¿Qué quieren? —yo pregunte con cierto escepticismo.

Los dos chicos se emocionaban y les costaba hablar.

—Tu eres… ¿Joe Bonucci? —el microraptor, con una voz temblorosa, se queda mirándome fijamente.

—Si soy —Ambos jóvenes se emocionan y empiezan hablar a toda velocidad.

—Somos grandes fans de tu trabajo en las independientes y en WSF —el Parasaurolophus escupía al hablar.

—Fuiste bautizado por las revistas especializadas como el rookie del año —y su amigo el micro raptor no se quedaba atrás.

—Tienes un talento innato con el micrófono y con el storytelling.

—Nos encantaría entrevistarte y conocer más sobre tu historia y…

—¡ALTO! —corto en seco a los chicos excitados —. Miren, me siento halagado y todo, pero ahora estoy ocupado. Además, no estoy interesado en una entrevista.

Esperando que siendo alguien cordial, los muchachos iban a entender. Pero para mí desagrado, estos chicos son unos malditos Smarks (2).

—Te lo pedimos por favor, es que no creemos en los rumores de tu retiro.

—¿Qué rumores? —no me gustaba como sonaba eso.

—Bueno —El microraptor se tomaba su tiempo para hablar y agradecía que dejara de escupir —. Tras tu lesión, empezaste a consumir diferentes tipos de drogas para contrarrestar el dolor.

—Esa son puras mentiras.

—También se habla mucho de que tuviste una disputa con el jefe de la empresa.

—Me fui en BUENOS términos —están yendo por terreno barroso, será mejor que paren.

—Y que tras la noticia del arresto de tu padre…

—¡NO HABLES DE ESO! —Mis dientes estaban rechinando del enojo que me estaban generando.

Toda mi paciencia se acabó cuando el Parasaurolophus intento tocarme la nuca. Me doy cuenta de que quería tocar mi cicatriz y yo tomo su muñeca, apretando en un punto de presión para generarle dolor. El chico gritaba como una niña y yo estaba bastante enfurecido.

—¡LES DOY 5 MALDITOS SEGUNDOS PARA QUE HUYAN DE ACA O JURO QUE TERMINAN EN UN HOSPITAL! —Suelto al Parasaurolophus y los dos chicos se alejan corriendo de nosotros dos.

Me encontraba agitado por la situación reciente. Pego un grito al cielo para descargar toda la frustración que se acumuló por culpa de esos Smarks. Al girarme, noto a Bianca algo asustada por mi reacción. Busco relajarme para poder hablar sin necesidad de volver a levantar la voz.

—Lo siento por la escena.

—No… pasa nada —ella, con cierto temor, me pregunta —. ¿Puedo saber que paso?

Podría explicarle con detalle la historia, pero no tengo ganas de hablar de eso ahora mismo; que se conforme con un resumen.

—Hace casi dos años atrás, yo era luchador profesional. Tuve cierta popularidad y tenía un futuro prometedor. Sin embargo, una lesión en mi cuello termino ese sueño y desde entonces no volví a pisar un ring.

Mi voz desganada y frustrada creo que fue suficiente indicativo para Bianca de que no quería hablar sobre el tema.

—¿Regresamos? —ella lo decía con cierta lastima.

—Por favor.

Cuando estoy por tomar todas las bolsas, Bianca me echa una mano llevando una de las bolsas. Tal vez no era la más pesada, pero el gesto es lo que cuenta.

Estaba muy molesto de que, por culpa de unos idiotas, mi buen humor se haya ido de repente. Porque toda esta tarde, fue lo más divertido que tuve en mucho tiempo. Puede ser que empecé con el pie izquierdo, pero fue agradable pasar el tiempo con Bianca.

Antes de que el sol cayera, habíamos terminado de hacer todos los recados y nos encontrábamos en la entrada de la casa de Bianca. Yo la ayudé a entrar las bolsas a su casa y su padre vio que cumplí mi palabra de que regresaríamos antes del atardecer. Ella me acompaña a la puerta y nos quedamos conversando un poco más.

—Sí que me hiciste trabajar como un esclavo.

—Al menos, pagaste tu deuda por lo de mi bastón.

—¿Tu viste que rompiera tu bastón? —Ella me golpea y yo solo me reía de mi chiste.

—No tienes cura.

—Je Je, puede ser verdad eso. Entonces, ¿Ya pagué mi deuda?

—¿A qué te refieres?

—Digo, te ayude con las compras y me tuviste como mula de carga —Ella se queda pensando un segundo antes de responder.

—Sí, cumpliste tu palabra.

Mi consciencia se quedaba tranquila de que ya no debía nada a Bianca, pero también me sentía algo mal. Fue divertido pasar tiempo con ella, y es la primera vez en mucho tiempo que me sentía a gusto con otro ser vivo.

—Gracias por todo Joe, cuídate. —Antes de que cerrara la puerta, pego un pequeño grito.

—¡Espera!

—¿Qué ocurre?

—Me preguntaba si podríamos seguir en contacto —Bianca me “miraba” con cierta confusión —. Es que la verdad, es la primera vez en meses que me divertía con alguien.

—¿En serio? —Ella se veía feliz al oír eso.

—Si bueno, a lo mejor hacer las compras no es la actividad más entretenida del mundo, pero tú la hiciste agradable —Ella me sonríe —. Además, no tengo muchos amigos con los que pasar el rato. Por eso me gustaría que nos siguiéramos juntando, como amigos.

Era algo infantil lo que estaba haciendo ¿Pedirle ser amigos? Tal vez estoy pecando de inocente.

—Claro, podemos ser amigos.

—Genial. ¿Quieres que nos veamos la próxima semana?

—¿Te parece el martes?

—Me queda perfecto —Porque no tengo nada que hacer ese día.

—Entonces, hasta el martes Joe.

—Hasta el martes Bianca.

Notes:

Un saludo a todos ustedes mis bellas personas, un besazo y CHAO ❤️

(1) La frase en italiano que uso la madre de Joe se podría traducir como “no rompas las bolas” o “No me toques los cojones”.

(2) Un Smark o Smart Mark es un fan que sabe que todo el programa tiene un guion y está más interesado en las acciones detrás de escena, como la contratación, la presentación y el talento. (Muchas veces se usa ese termino para los fans mas intensos en ciertas ocasiones)

Chapter 3: Volver a empezar

Notes:

Bueno bueno

Ya estamos con el capitulo 3 y continuamos con esta odisea.

Ante todo quiero darles las gracias a todos los que siguen esta historia (tal vez no conteste sus comentarios pero siempre los leo)

Y sin mas rodeo, disfruten del cap 3

Chapter Text

Desde que hice las compras con Bianca, ya habían pasado 2 semanas, últimamente me siento bastante animado; también estar con ella me ayudo a no estar pensando en que falle mi examen de ingreso.

Hoy, primero de agosto, era un día especial, porque hoy iba a visitar a mi padre después de su arresto. Mantuve algo de contacto con él con las pocas llamadas que le permitían en la cárcel, aunque siempre eran muy breves. El único problema que tenía con la visita, era el viaje.

Teníamos que salir de Volcadera y recorrer casi dos horas en carretera para llegar a nuestro destino. El “tío” Tony, le hizo el favor a mi madre de llevarme con su auto. Gran parte del viaje me la pasé durmiendo, ya que no era alguien que estaba acostumbrado a madrugar, y para cuando desperté, habíamos llegado a la ciudad.

Tony me dejo en la entrada de la cárcel y acordamos de que cuando terminara la visita me vendría a buscar; él iba aprovechar su visita para saludar a un viejo conocido del lugar.

Mientras el auto se alejaba, yo entro a la prisión. Al entrar y dejar la mayoría de mis pertenencias, me sentía hostigado por los oficiales cuando dije que venía a ver a Giorno Bonucci; al parecer papá se hizo una reputación en menos de dos años.

Ya terminado el chequeo, me dejan pasar a la sala común donde puedo distinguir al único humano con uniforme naranja.

—¡MI BAMBINO DE ORO! —Él me estaba esperando con los brazos semi-abiertos por culpa de las esposas.

—¡MI TANO INSOLENTE! —Con mucha euforia, abrazo a mi padre que se encontraba esposado de manos —. ¿Te trata bien la cárcel?

—Para mí son unas vacaciones —al parecer el sentido del humor no lo perdió.

Un guardia corta nuestro reencuentro y nos ordena que nos sentemos en nuestra mesa. Cuando el oficial regresa a su posición, mi padre empieza hablar como si estuviéramos en casa.

—¿Te dejaste crecer el cabello hijo? — Intenta acercar sus manos a mi cabeza, pero yo lo alejaba —. Me gustaba más cuando lo tenías corto.

—Tengo mis motivos para dejarlo crecer —Me acomodaba la capucha de la campera—. ¿No tienes noticias para mí?

—¿Noticias? —Mi padre se hacia el idiota, su sonrisa lo delataba.

—Un pajarito me conto que te bajaron la condena.

—Ahhhhh, esa noticia —¿Tan despreocupado te tiene una buena noticia? —. Si, dentro de dos años soy hombre libre.

Miro a nuestro alrededor y noto que los guardias dejan de prestarnos atención.

¿Quando me lo dirai? —Mi padre sonríe al oírme hablar. (¿Cuando me lo dirás?)

Il tuo italiano è migliorato molto—Pone su codo en la mesa y apoya su cabeza en su mano—. ¿Cosa vuoi che ti dica? (Mejoró mucho tu italiano) (¿Qué quieres que te cuente?)

Come hai portato a termine la rapina? (¿Cómo realizaste el robo?)

Te lo dirò quando sarò libero. (Te lo contaré cuando sea libre)

El guardia golpea con su porra las rejas y nos llama la atención.

—¡Solo pueden hablar en español!  

—Perdón —Mi padre le hace un gesto para que se relaje el oficial y vuelve hablar conmigo —. Y cuéntame, ¿Cómo te está yendo en tus estudios? ¿Entraste a la universidad?

—Bueno… —Desviaba un poco mi vista a la izquierda —. No entre…

—Ay hijo mío —Se agarraba la cabeza y su voz presentaba algo de molestia—. Tienes que poner dedicación a los estudios, si quieres salir adelante —lo dice el que está preso.

—No es la muerte de nadie —mi tono denotaba bastante despreocupación—. El próximo año lo vuelvo a intentar y listo.

Mi padre me miraba con algo de lastima.

—Tampoco debes hacer algo por obligación, tienes que hacer algo que te guste.

—Lo que me gusta ya no lo puedo hacer —fui bastante desagradable y cortante con mi respuesta.

—Puedes, pero no quieres —Sus ojos trasmitían disconformidad por mi forma de hablar, no estaba para pelear ahora.

—Pá, no hablemos de esto —Más tarde tengo terapia, no necesito hablar contigo de esto—. Por favor.

—De acuerdo —Él lanza un suspiro largo.

—Gracias.

Me encontraba amargado por la situación de hace un momento, pero intento ignorarlo y poner mi mejor cara para poder disfrutar este pequeño momento padre e hijo.

—Es la primera vez que te veo después de casi un año y medio.

—Lo sé.

—Mejor disfrutemos este momento, no sé cuándo pueda regresar para hacerte una visita.

—Tienes razón —El rostro de mi padre se iluminaba un poco—. ¿Cómo está tu madre?

—Bastante bien, el taller sigue a flote y están trabajando a toda máquina. —Mi padre estaba contento al escuchar esa noticia.

—No conozco a mujer más capaz para llevar un negocio.

—También sabe lidiar con los problemas —Él sonreía.

—¿Acaso hubo algún alboroto?

—Problemas menores, ella lo soluciona todo con “dialogo” —Él se empieza a reír al escuchar eso.

—Por eso me enamore de tu madre.

—¿Por golpear idiotas? —se lo decía en un tono juguetón, pero él me negaba con la cabeza.

—Por su carácter fuerte —La expresión de mi padre era la de un enamorado empedernido.

Mi padre siempre tuvo dos grandes debilidades en su vida, el buen vino tinto y mi madre. Verlo con esta cara de embobado al pensar en ella, era señal de que se encontraba vulnerable, y era el momento perfecto para robarle, golpearle o pedirle que te compre un juguete; y eso ultimo lo aproveche mucho cuando era un niño.

El resto de la conversación fueron cosas triviales, le conté un poco sobre cómo me iba con el Dr. Rootman y él tan solo se burlaba un poco; nunca fue fan de los “doctores de la cabeza” como él los llama. El guardia amargado, fue a buscar a mi padre y nos indicaba que la visita había terminado.

—Bueno hijo, nos vemos dentro de unos meses.

—Aún podemos mantener contacto por llamada —Él me miraba con cierto escepticismo

—Ya sabes lo que opino de eso, ascoltano le nostre conversazioni. (ellos escuchan nuestras conversaciones)

El guardia le da un golpe en el hígado con la porra.

—¡NADA DE LENGUAS EXTRANJERAS!

—Disculpe —Tose un poco antes de seguir hablando —. Cuídate Joe.

—Cuídate papá.

El guardia se lleva a mi padre de regreso a su celda, y eso era la señal de que tengo que irme. Tocaba esperar a Tony afuera de la cárcel, hasta que finalmente apareció para levantarme y regresar a Volcadera.

En el transcurso del viaje, no hable mucho con él. No es que él me desagrade, simplemente es que no congeniamos; casi siempre nuestras conversaciones son bastantes secas.

—¿Te fue bien con tu padre? —Tony tenía el mismo tono monótono de siempre.

—Sí, estuvo bien la visita.

—¿Y se encuentra bien?

—Decir que papá se encuentra bien, es relativo. Digo, está encarcelado y limitado de su libertad, pero se lo ve contento y a gusto.

—Ya veo —Con esa respuesta, Tony dejo de prestarme atención y regreso a mirar el camino.

El resto del viaje no hable mucho más con Tony, aproveche para poner algo de música en mi teléfono y descansar en la parte trasera del auto.

California... knows how to party

California... knows how to party

In the citaaay of L.A.

In the citaaay of good ol' Watts

In the citaaay, the city of Compton

We keep it rockin! We keep it rockin!

Después de dormir una pequeña siesta, llegamos a Volcadera Bluff. El tío Tony me hizo el favor de dejarme en mi casa, es un gesto que se agradece.

Ya dentro de mi hogar, encontré el lugar vacío en mi llegada, seguramente mamá se fue a trabajar al taller. Me voy directo a mi cuarto para dormir un rato, y al entrar, noto un hedor pestilente que hace que me tape la nariz; era un desastre mi habitación.

Mugre por allá, varias prendas de ropa tiradas en el suelo, ¿Eso es una caja de pizza? Ver el desastre que fui dejando en las semanas, causo que fuera a buscar la escoba y la aspiradora para limpiar todo el desorden.

Empiezo a sacar toda la basura que fui acumulando y tirándola en varias bolsas de residuos, la ropa sucia que encontraba iba directo al lavarropa, y por suerte, mi cuarto era pequeño; tan solo tardé un poco menos de una hora.

Abro la ventana para que entre el aire y haga desaparecer el olor a muerto viviente de mi cuarto. Al abrirlas, quedo cegado por los rayos del sol que iluminaban mi habitación. Recuperándome de la ceguera momentánea que me provoco el sol, me percato de las buenas vistas que tengo del barrio, se veía perfectamente el parque y la imagen era bastante bonita. Saque el teléfono y le tome una foto al paisaje, mirando la foto, creo que logre capturar una buena imagen.

—Seguramente a Bianca le encantaría ver… —Antes de que terminara la oración, me corto en seco dándome cuenta de la estupidez que estaba por decir.

Pero esto hizo que surgiera una duda, ¿Qué se sentirá no poder ver el mundo? ¿Tener que guiarte solo por los sonidos u olores? Indirectamente, eso me hizo recordar el pequeño choque que tuvimos cuando hicimos las compras, que ella me decía que la tratara como una persona normal. ¿Pero a que se refiere con normal? ¿Normal de que la tratara como si fuera un amigo cualquiera? ¿Normal de que es una persona completamente capaz de hacer las cosas? ¿o normal de que debo ignorar la existencia de su ceguera? Estuve un buen rato carcomiéndome la cabeza con estas ideas.

Viendo la hora, noto que debería ir preparando el almuerzo para mí, no me vendría mal distraerme un poco y no estar pensando sobre ese tema. Ya terminado el almuerzo, me dirijo al consultorio del Doc, seguramente hoy se hará un festín con todo lo que tengo para contar.

Ya dentro de su despacho, me encuentro al pterodáctilo rojo esperándome sentado en su sofá.

—Buenas tardes Joe, ¿Cómo te encuentras el día de hoy?

—Bien, estas dos semanas fueron bastante agradables. —Se veía satisfecho con mi respuesta.

—Es bueno oír eso —Él señala el sofá que tiene adelante —. Toma asiento.

Sentado en el asiento de cuero negro, el Doc me mira con curiosa y con su libreta en mano.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar?

—Hoy fui a ver a mi padre —Se veía sorprendido al escuchar mi respuesta tan directa.

—¿Tu padre no está encarcelado en la prisión estatal? —su voz denotaba un fuerte intereses sobre el tema.

—Sí, fue un viaje bastante largo. Madrugar no es algo que hago con frecuencia.

—¿Y cómo te fue?

—La verdad, diría que bien. Fue agradable verlo en persona —Ya con saber que aún tenía su sonrisa engreída, era suficiente.

—Perdón por la intromisión, pero ¿Se puede saber porque tu padre está en la cárcel? —Se me hace una mueca de disgusto con la pregunta de Rootman —. Disculpa, si prefieres no hablar del tema, podemos hablar de otra cosa.

—No pasa nada, aunque solo se lo justo y necesario —Intente ser lo más breve y omitir los detalles más insignificantes—. Mi padre era un ladrón, al parecer uno muy bueno, y supuestamente él robo una joya importante de un museo, extorsiono al museo para que le den dinero, y si le pagaban, él iba a devolver la joya.

—¿Y lo atraparon antes de concluir el intercambio? —no se adelante Doc.

—Esa es la parte divertida, él se entregó a la policía —Los ojos del Doc se habrían de par en par —. Según el reporte que se hizo, el intercambio se realizó, el dinero nunca se encontró y la joya fue devuelta —La cara de shock del Doc, era para enmarcar—. Mi padre, al cabo de unas semanas se entregó y explico cómo realizo el robo; al parecer eso ayudo a reducir su condena.

Rootman estaba anonadado por lo que contaba, incluso yo creí que esto era una fantasía o algo de las películas, pero todas las noticias que salieron sobre el hecho, respaldan la veracidad del robo.

—Eso fue…Interesante —El Doc seguía en shock —. ¿Tu padre te conto porque lo hizo?

—Jamás, dijo que cuando saliera me iba a contar todo.

—¿Y eso en cuanto seria?

—Dentro de 2 años aproximadamente.

—Ahora que me cuentas un poco sobre tu padre —El doc preparaba su lapicera para anotar en su libreta—. ¿Cómo era tu relación con él?

—¿Mi relación con él? Pues bastante normal diría, era un padre presente con sus fallos; amoroso, bastante descuidado, encantador y un borracho de manual. —El Doc se reía de la descripción que daba sobre mi padre.

—¿Y fue duro enterarte que tu padre había sido arrestado?

—Bastante —Tomo un poco de aire antes de soltar la información —. Yo me encontraba en un estado de coma cuando mi padre fue arrestado —El Doc quería comentar algo, pero lo frene en seco —. Cuando desperté, estaba en el hospital con el cuello inmovilizado esperando la cirugía de cervical, me enteré post cirugía de la noticia.

—Se te acumulo todo en un mismo momento.

—El 2022 no fue mi mejor año ni de cerca…

Aun no comprendo porque me abro tanto con el Doctor Rootman, es de las pocas personas que sabe sobre esto. Es un poco terapéutico desahogarme, pero me siento vulnerable.

—Me gustaría que profundizáramos en ese momento de tu vida.

—¿El año 2022?

—Por algo dijiste que no fue tu mejor año —Lanzo un suspiro con algo de frustración.

Tal vez una parte de mí quería arrojar toda la mierda que tengo acumulada. Todos los miedos, todas las frustraciones, todos mis logros, todos mis fracasos, cada maldita cosa que hago y no ser juzgado; solo ser escuchado y que nadie me interrumpa. Con lapicera en mano, el Doc estaba preparado para anotar.

—Empecemos con el inicio, enero fue un gran mes, estaba en la cresta de la ola en popularidad en la WSF; era top ventas y el babyface (1) por excelencia de la empresa —Se me hacia una mueca de felicidad—. En marzo, hubo un evento llamado “Love and pain”, se había pactado que yo iba a participar en la lucha estelar por el campeonato máximo, y según los planes, yo iba a ser el ganador.

Lentamente, mi sonrisa iba desapareciendo hasta convertirse en una expresión neutra. Inconscientemente, me tomo el pulso y noto como mi corazón iba más rápido de lo normal. No me sentía a gusto con esto, pero seguí adelante con la historia.

—El gran día había llegado, mi rival era una leyenda.

—¿Puedo saber cómo se llamaba?

—Era conocido como “el dragón de Volcadera”, un luchador experimentado en toda regla, un maestro en las llaves de sometimiento y en las técnicas de agarre.

El anotaba cada detalle que iba nombrando.

—Bueno, continuo con el relato —Lanzo una pequeña toz para aclarar la garganta—. La lucha había comenzado y estábamos realizando las secuencias que habíamos pactados. Le fuimos metiendo ritmo, improvisamos algún que otra movida extravagante y rompimos 2 meses.

Mientras me acercaba a ESE momento de la lucha, mi corazón seguía latiendo más rápido y mi respiración se iba agitada cada vez más. Sentía como en todo mi cuerpo, la sangre se iba calentando y moviéndose por todos lados.

—Finalmente…Cua…Cuando llego el gran final… —Vamos Joe, termina la maldita oración—. Subí a la tercera cuerda y…

No podía hablar, sentía como me estaba quedando sin aire; me estaba hiperventilando, empecé a sentir nauseas, todo se tambaleaba a mi alrededor.

—Joe, no estás obligado a contarlo —La voz del Doc, hace que regrese a la realidad—. No apresuremos las cosas.

Mis manos temblaban, sentía pánico. Los ojos del Dr. Rootman me miraba como si estuviera viendo a un niño asustado.

—Bueno —Me tomo mi tiempo poder recuperar el aire y recomponerme.

—¿Prefieres hablar de algo más tranquilo?

—Si…

—¿Y tienes algo?

Ya más calmado, pienso un poco lo que paso en estas dos semanas.

—Pues me hice amiga de una chica raptor —mi voz ya no sonaba asustada pero tampoco emocionada.

—Que bien, ¿Cómo se llama? —El Doc me lanza su sonrisa confortable.

—Bianca. La conocí por coincidencias de la vida.

—¿Me puedes contar un poco de cómo es ella? —Me rascaba la cabeza pensando cómo podría describir a alguien que conozco hace apenas dos semanas.

—Pues ella es agradable, dulce, algo agresiva cuando se la trata de su condición… —El Doc me interrumpe y me miraba con cierta incertidumbre.

—¿Condición?

—Sí, ella es ciega.

—Entiendo —Él anotaba en su libreta.

—Disculpe Doc, pero ¿Podría hacerle una consulta?

—Claro, a ver si la puedo responder —Estaba nervioso, pero quería sacarme la duda.

—Se trata sobre eso, no sé cómo tratar con una persona ciega.

—¿A qué te refieres? —Se veía confundido por mi pregunta.

—Me refiero a cómo actuar, como ser respetuoso y no ser un idiota.

Él se queda juzgándome fijamente con su mirada. Yo me sentía incómodo por su penetrante mirada.

—Pues trátala como una persona normal —y otra vez con esa palabra—. Que sea ciega, no la hace inferior.

—Lo sé, pero… —Me sentía muy inseguro conmigo mismo—. No sé que hacer.

—Escucha Joe —la voz del Doc era más imponente que hace unos momentos—. Hay una realidad, sus dificultades están a la vista de todos. —Se me escapa una pequeña risa seca—. Sin embargo, ella podría hacer gran parte de cosas que tú puedes hacer.

—Capto la idea Doc, pero igual me siento inseguro con eso.

—Si tanto te preocupa, aprende de su mundo.

—¿A qué se refiere?

—Me refiero a que podrías aprender sobre que cosas le gusta hacer, que actividades hace día a día, aprender un poco de braille —Estaba escuchando atentamente todo lo que me decía el Doc—. Hay un montón de cosas que puedes descubrir sobre ella, obviamente, siempre con respeto.

—Tendría que aplicarlo, gracias por el consejo.

—Se llama sentido común, algo que te falta un poco —Él se burlaba de mí y yo lo miro con algo de seriedad.

—Ja, que gracioso —Rootman revisa su reloj.

—Aún nos quedan algo de tiempo, ¿Quieres hablar de algo más?

—Y algunas cosas que quedaron en el tintero.

Lo que quedo de la sesión, hablamos un poco sobre como las pesadillas se redujeron bastantes, pero aún siguen estando presente. También le comenté el pequeño incidente que tuve en la plaza con los dos “fanáticos” y mi actitud algo violenta. Me aconsejaba que empezara a buscar nuevas formas de utilizar mi energía en actividades menos físicas, en pocas palabras, que haga meditación o algo similar. Faltando cinco minutos para que terminara la sesión, ya me encontraba más relajado y cómodo.

—Bueno, ya casi es la hora. ¿Queda algo más que quieras comentar?

—La verdad que no.

—Entonces, aprovechare para que hablemos sobre un tema puntual.

—¿Ok? —El Doc se pone bastante serio.

—Es complicado lo que pasaste y sé que cuesta superarlo —Mi cara se convertía en una de disgusto—. Y mi trabajo es acompañarte a que puedas superar esto. No te voy a presionar y hablaremos cuando creas que sea el momento oportuno —Sus palabras eran agradables, pero igualmente, no me sentía cómodo.

—No es fácil Doc…

—Y lo sé, por eso este espacio está abierto cuando sea necesario —Carajo Doc, siempre sabe dónde golpear —. ¿Quedamos para dentro de dos semanas?

—Claro.

—Entonces, que tengas un buen día y nos vemos la próxima.

—Hasta la próxima Doc —Me despido del él y salgo de su consultorio.

Me encontraba afuera del edificio y me acerco a una pared para apoyarme sobre ella. Me quedo inmóvil en la pared por un buen tiempo, mientras mi cerebro me recordaba cómo me encontraba hace unos momentos; nunca pensé que tuviera tanto miedo de hablar sobre eso. Un escalofrió recorre mi cuerpo y sentía como terminaba en el cuello.

Levantando un poco la mirada, veo que el bus se está acercando; voy a la parada y subo. Todo el viaje me la pase viendo por la ventana, intentando relajar esa ansiedad que me había generado en la sesión.

Decidí bajarme antes del bus, para caminar un poco y tomar aire fresco; además que no soportaba que estuviera repleto de gente. En mi caminata, diviso a lo lejos a Bianca que está paseando con Woozie.

—¡Bianca!

Ella se exalta al oír mi voz, se veía perdida buscando de dónde provenía mi grito.

—¡¿Joe?! ¡¿Dónde estás?!

—¡Ya me acerco! —Se me hacía algo chistoso que nos comunicáramos con gritos.

Con ayuda de Woozie, ella se logra acercar para el lado que yo estoy.

—No pegues esos gritos Joe.

—Je, disculpa —Ambos sonreímos—.  Veo que saliste a caminar con Woozie.

—Finalmente te aprendiste el nombre.

—A ver, fallar un par de veces, ayuda a recordar el nombre. —Ella se reía de mí —. ¿Qué estás haciendo por acá?

—Quería estirar un poco las piernas.

—Ya veo —Ella me golpea en la pierna con el bastón y yo solo me reí.

—¿Y tú que haces por acá?

—Yo… —No me sentía a gusto contándole que voy al psicólogo—. Fui a ver a un conocido de la familia.

—Espero que todo fuera bien.

—Si —Veo la hora en mi teléfono y noto que aún es temprano—. Oye, Bianca.

—¿Si?

—¿Quieres ir a tomar un café? —De alguna forma, sus ojos brillaban con bastante alegría.

—CLARO —Ella se da cuenta de que alzo la voz y se sonroja un poco—. Quiero decir, que está bien.

—Cool, ¿A dónde quieres ir?

—Vamos a la cafetería cerca del mercado.

—De acuerdo.

Los dos empezamos a caminar en dirección al mercado y yo bajaba un poco la velocidad para estar al ritmo de ella. Me la paso viendo el movimiento de Woozie y como le indica cada pequeño obstáculo que hay en el camino.

—Es algo curioso cómo se mueve Woozie.

—¿Qué te llama la atención?

Las palabras del Doc retumban en mi cerebro, “Si tanto te preocupa, aprende de su mundo”.

—La función de un gusano guía, ¿Ellos te indican cuando cruzar la calle o llegaste a tu destino? —Ella gira su cabeza en mi dirección.

—Eres un bobo, ¿Lo sabias?

—Me lo dices cada rato que pregunto algo por curiosidad —Ella sonríe y vuelve a girar su cabeza hacia el frente.

—Los gusanos guías no hacen eso. A lo mucho nos indican cuando llegamos a un bordillo, si hay algo obstruyendo el camino o si hay algún peligro.

—¿Y porque no lo usaste cuando fuimos al mercado? —La cara de Bianca estaba generando una expresión de vergüenza cuando hice la pregunta.

—Es que…quería ver si podía hacerlo por mi cuenta, y te use de excusa para que mi padre no fuera tan pesado —Así que esa era la real razón.

—¿Entonces me usaste como humano guía? —Ella se ponía cada vez más vergonzosa cuando la presionaba con el tema.

—No lo digas así que suena estúpido —Se me hacía muy tierna su reacción y yo solo me podía reírme.

—Muy tarde, me diste material para molestarte.

El resto del viaje aproveche toda oportunidad para molestarla y divertirme a su costa. Al principio le costó seguirme el juego, pero al cabo de un par de bromas, ella también empezó a reírse. Me sorprendió que estuviéramos en la misma sintonía cuando hacíamos chistes, aunque creo que ella lo hace por desconocimiento.

—Espera, ¿Está mal que me refiera a ti por tu discapacidad, pero tú puedes llamarme cavernícola?

—Claro, tengo la carta de ser minoría —Mi tono jocoso no reflejaba lo ofendido que me sentía.

—Eso es racista, Toph —Ella parecía confundida.

—¿Y quién carajos es Toph? —Una sonrisa maliciosa se hace en mi rostro.

—Una amiga, te pareces mucho a ella —Algo en ella no confiaba en mi palabra—. Ya llegamos a nuestro destino.

Cruzamos la calle y llegamos a “Café volcánico”. Aprovechando que no queríamos molestar con la presencia de Woozie, nos sentamos en las mesas de afuera del negocio, y una joven estegosaurio cian se nos acerca a tomar la orden.

—Buenas tardes, soy Claire.

—Mucho gusto Claire —Ella se queda mirándome un rato y luego dirige su vista a Bianca.

—No sabía que tenías amigos humanos BiBi.

—Es mi humano guía, es algo bastante exclusivo.

—¡OYE! —Las dos chicas se reían de mi reacción.

—Veo que se llevan bien —Ella saca un anotador—. ¿Lo de siempre BiBi?

—Claro.

—Y usted humano, ¿Qué desea hoy?

—Además de un poco de respeto, un cappuccino —La camarera se ríe.  

—Ahora en un rato se los traigo.

Claire regresa adentro para preparar nuestro pedido y mi atención vuelve a Bianca.

—¿Amiga tuya?

—No exactamente, como soy una cliente frecuente, me conoce y charlamos un poco.

—¿Vienes seguido acá? —Me rascaba la perilla.

—Cada tanto con mi padre, él dice que es el mejor café de Volcadera.

—¿Y estás de acuerdo con eso?

—Hasta el día de hoy, no probé un mejor café que este.

—Confiare en tu paladar.

La camarera nos traía nuestros cafés, y mientras miraba mi taza pequeña, veo que Bianca tiene un vaso grande cargado de cosas; ella se veía muy feliz al sentir el aroma de su bebida.

—¿Puedo saber qué es eso? —Estaba boca abierta al ver el café de ella.

—Es un café especial que tienen, se llama “Die-betes” —Qué lindo nombre…

—¿Y que contiene?

—Tres tipos diferentes de Café, crema, caramelo y chispa de chocolates —Eso es demasiado para mí —. ¿Quieres probar?

—Nah, soy bastante clásico con el café.

Ambos empezamos a disfrutar de nuestro café, y he de admitir, que Bianca tenía razón; el café de este lugar es muy bueno.

—Carajo, esta excelente el cappuccino.

—Te dije que era bueno el café de acá, si quieres puedes comprar un paquete de café molido.

—Tentadora idea.

Mientras disfrutaba de mi café, me planteo que no se mucho sobre ella, sé que menciono que trabajaba en un taller de escultura, pero no tengo la menor idea de lo que hace exactamente y como lo lleva siendo ciega.

—Me surgió una duda —Ella se queda esperando mi pregunta —. ¿Qué es lo que haces exactamente en tu trabajo?

—¿No te había contado hace unos días?

—Sí, pero apenas dijiste algo —Ella pone una expresión que demostraba que ya sabía lo que iba a preguntar.

—Quieres saber COMO trabajo, ¿Verdad?

—¿Soy tan evidente? —Me sorprende que haya leído mi mente.

—Siempre que escondes tus intensiones o mientes haces eso.

—¿Qué cosa? —Estaba confundido con esa afirmación.

—Alargas un poco las oraciones o haces un chasqueo con tu lengua —Es algo de lo que nunca me había dado cuenta, tengo que prestar más atención a esos detalles.

—Pero bueno, ¿Qué quieres saber? —Recuerda Joe, siempre con respeto.

—¿Qué haces en el taller, con que materiales trabajas? Esas cosas quiero saber —Bianca se relaja y me da una sonrisa.

Me empieza a contar parte por parte como es su trabajo. Ella me cuenta que en el taller se dividen en varias áreas artísticas, y debido a su condición, ella trabaja en el área de escultura. Lleva casi cuatro años trabajando ahí y su jefe reconoce que tiene talento. Dice que la bautizaron como “la niña de manos delicadas”, ya que su tacto con el barro es demasiado elegante y seguro; la verdad el apodo de Toph le queda como anillo al dedo.

—¿Y cuánto tiempo trabajas en el taller?

—Normalmente entre cinco a siete horas.

—¿Y toma mucho tiempo cada escultura?

—Y diría que entre dos a tres horas cada una —Sí que es hábil.

—¿Y qué haces normalmente?

—Vasijas, alguna que otra vez hago jarrones o jarras, y muy raras veces, esculturas propiamente dichas —Ella se me queda “mirando” —. ¿Tanto interés tienes por la escultura y la alfarería?

—Diría que me interesa saber más sobre ti.

Al ver su expresión de sorpresa y que su rostro se ruborizara, me doy cuenta que tal vez use mal las palabras.

—Quiero decir, saber más de cómo trabaja alguien ciego —eso no suena mejor—. Perdón lo que digo es…—Ella me interrumpe antes de que siga haciendo el ridículo en público.

—Ya entendí lo que decías, no sigas por favor —Ella se tapaba un poco la cara por la vergüenza que estaba pasando.

—Cambiando de tema —porque no quiero seguir con esto —. ¿Tu estudias o solo trabajas?

—Actualmente solo trabajo.

—¿Y existe algo que te interese estudiar?

—Realmente no, a lo mejor especializarme en la alfarería —Ella se termina su café y lanza un suspiro de satisfacción—. Ya hablamos demasiado de mí, mejor hablemos de ti, ¿Qué haces de tu vida?

—No mucho, trabajo en un mini súper.

—¿Acaso no estudias? —Pongo una mueca de desagrado.

—Actualmente no, falle el examen de ingreso —Tal vez estoy siendo muy borde con mis respuestas, el rostro de ella se ve algo disconforme con mis respuestas—. Estaba estudiando para entrar a la universidad de medicina —intentaba que mi voz fuera un poco más animada.

—¿Te interesa la salud?

—Nah, tengo algo de conocimiento, pero no es algo que realmente me guste.

—¿Y entonces porque quieres entrar a esa carrera?

—Lo hago por mis padres, entre que mi padre no tiene trabajo —porque está en la cárcel—. Y mi madre es dueña de un taller, quieren que su hijo tenga un trabajo digno.

—¿Y porque no trabajas con tu madre?

—Digamos que… Mis manos son destructivas y no constructivas —Es decir, que soy torpe con las manualidades.

—¿Y de que es el taller que tiene tu madre? Habías mencionado que va cumplir su vigésimo aniversario.

—Ella tiene un taller de costura por los límites de Skin Row —Bianca se queda unos segundos de silencio.

—Espera, ¿Eres hijo de Giselle calcare? ¿La dueña de “Dieci Calcare”?

—Sí, soy Joe “Calcare” —Bianca se empieza a rascar el mentón con cierta intriga en sus ojos.

—¿Por qué llevas el apellido de tu madre?

—Cultura italiana, eso me dijeron.

Desde que tengo memoria, siempre use el apellido de mi madre. Nunca me explicaron realmente porque tomaron esa decisión, pero siempre supuse que es debido a la cultura de Italia.

—Entonces ¿Por qué no estudias algo que realmente te guste?

—Por qué no lo hay.

—¿Y no tienes algún sueño o meta que quieras alcanzar?

—Tenía un sueño, pero… Eso murió hace unos meses —Fui seco con mis palabras —. Mi sueño de volverme una leyenda de la lucha libre, desapareció cuando mi cuello se rompió.

Bianca se veía preocupada al escuchar lo que dije, creo que lo justo sería darle un poco de contexto sobre mi pasado.

—Cuando tenía 20 años, tuve una pequeña carrera como luchador profesional.

—¿Luchador?

—¿Has escuchado de la lucha libre? Como la empresa WWA.

—Sí, algo mencionaste el día que te molestaron esos chicos en el parque.

—Bueno, logre que me contrataran en una de las promociones más importantes del estado —Se me hacía un pequeño nudo en la garganta al contar la historia —. Iba todo bien, hasta que, en una lucha, por un mal movimiento que ejecuté me rompí el cuello.

Ella estaba en shock al oírlo, yo seguía sin mostrar ninguna expresión en mi voz o en mi rostro, pero en el interior, estaba destruido al contarlo.

—Tenia rotas las dos primeras vertebras de la cervical y la tercera desplazada de lugar —Ya podía sentir que mi corazón se estaba acelerando, incluso mi voz iba más rápido —. Por suerte la cirugía fue bien, y antes del año, ya estaba de alta —Lanzo un largo suspiro y recupero un poco el aire.

—Eso es horrible —Se veía muy triste al oír mi historia.

—Sí, pero ya está. Estoy vivo y eso es lo que importa.

Yo me termino mi cappuccino y me quedo viendo en dirección al mercado. Ya se nota que esto lo uso como una carta de presentación; dios el solo pensarlo me deprime. Imagínate que conozco a alguien nuevo y le digo: “Hola soy Joe, y tengo el cuello roto porque no se hacer UN PUTO SALTO CORRECTAMENTE”.

—Joe, tranquilo.

Al escuchar a Bianca responderme, me doy cuenta de que acabo de pensar en voz alta. La gente que caminaba por la calle me voltea a ver por mis gritos; esto es vergonzoso.

—Perdón por mi reacción —Me agarraba el tabique con los dedos por la bronca que sentía por la escena que cause.

—No, es mi culpa por preguntar.

—No, no es tu culpa, soy yo que sigue en negación.

Lo que podía ser un momento agradable con una nueva amiga, se convirtió en un momento desagradable e incómodo para los dos.

—¿Puedo saber por qué no volviste a luchar? —Levanto la mirada.

—Ya te dije, por el cuello.

—No me refiero a eso.

—¿Entonces a qué?

—Si ya estas curado ¿No podrías regresar a luchar?

—No es fácil, aunque esté en condiciones para volver a luchar, no me siento preparado —Tras decir eso, me doy cuenta de porque no quiero regresar a los cuadriláteros, seguramente el Doc se habrá dado cuenta—. Tengo miedo de lastimarme otra vez y que esta vez sea definitivo.

Una parte de mí cuando dijo eso, sentía que había sacado algo que llevaba guardando hace tiempo. No estoy feliz, pero tampoco triste; solo me encontraba inexpresivo en este momento. Cuando mi atención regresa a Bianca, distinguía una cierta determinación en su rostro con una pizca de pena.

—Nadie en este mundo debe vivir sin un sueño o una meta.

—¿De qué está hablando?

—No puedes dejar morir un sueño, y menos, si es algo que te apasiona.

—Desearía que las cosas fueran tan sencillas como tú lo percibes Bianca, pero así es la vida.

Me quedo vagando en mis pensamientos por un buen rato; obviamente me encantaría volver a luchar, volver a sentir esa adrenalina, pero aún tengo pánico de solo pensar que me podría volver a lesionar, y tal vez, nunca me pueda recuperar de eso. Bianca golpea la mesa con bastante fuerza, haciendo que llame mi atención.

—Entonces… Te ayudare a conseguir una nueva meta de vida.

Cuando mis simples oídos humanos escucharon eso, estallo de la risa. Tal vez estuve un buen par de segundos riéndome, hasta que veo que Bianca lo decía con total seriedad. En sus grises ojos podía distinguir, de alguna forma, una determinación que era de admirar. Yo me seguí riendo, pero esta vez entendía que su mensaje iba enserio.

—Eres tan inocente Bianca —Su expresión de determinación se fue desvaneciendo hasta convertirse en el rostro de una niña avergonzada —. Pero es lindo escuchar esas palabras.

La raptor vuelve a sonreír y su expresión de felicidad era muy bonita.

—Acepto tu ayuda —Se veía contenta al escuchar mi respuesta.

—Entonces, de a partir de mañana empezaremos a buscar tu nueva meta de vida —Aunque ella no me pudiera verlo, yo estaba sonriendo.

—Es un trato —Terminamos el café y acompañe a Bianca a su casa.

En el regreso a mí casa, mi cabeza pensaba en la ridícula idea de Bianca. ¿Ayudarme a conseguir una nueva meta? Es algo infantil de cierta forma, aunque no soy quien para decirlo. Mi sueño de ser un luchador profesional nace por el deseo de un pequeño niño que quedó fascinado por este deporte espectáculo. Tal vez, Bianca tenga razón, las personas no deben vivir sin un sueño por alcanzar.

Chapter 4: La chica de ojos grises

Notes:

Hola a todos, la verdad este capitulo en cierta forma es un experimento que estoy probando algunas cosas (en serio, no usar las acciones de vista/mirar fue complicado)

Pero sin mas cháchara, disfruten el cap 4

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Desde que tengo uso de razón, toda mi vida fui considerada como alguien débil; eso no me gustaba realmente, digo ¿Tan vulnerable era por el simple hecho de ser ciega? Al parecer sí. Y así fue, qué por 22 años, me hicieron creer eso.

Mis padres siempre me cuidaron y me dieron todo el amor que podrías darle a un hijo. Con mi padre compartí la literatura, pasé varias tardes con él aprendiendo a leer y escribir; cuando me iba a dormir, mi padre siempre me leía algún cuento. Y con mi madre, compartí el arte; ella me enseño que no importaba mi situación, yo con mis manos podía crear muchas maravillas, pero desde que ella murió, yo estuve alejada del arte por varios años.

Mi niñez no fue mala, pero sí bastante solitaria; no tenía amigos con quien jugar. Todas las tardes las pasaba en cerrada en mi cuarto rodeada de todos los libros que se encontraban en la casa. Papá siempre conseguía diferentes libros, pero creo que el único que me aprendí de memoria, fue el principito; en cierta forma, fue mi primer amigo. La historia del principito y sus viajes en los diferentes planetas fueron mi compañía por varios años.

Mi adolescencia fue algo agradable de cierta forma, ahí pude volver a reconectar con mi madre y descubrí mi pasión por la alfarería. En la preparatoria St. Hammond, me hice cierta popularidad por mi arte y en ese momento conocí a mi mentor, el señor Víctor Smith. Era un hombre algo arisco y malhumorado, lo único que sabía sobre él, físicamente, era que tenía un cuello largo, con el tiempo, supe que era un pliosaurio. Por alguna razón que aun no comprendo, él me guio en toda mi estadía en el instituto y fue mi mayor fanático como mi mayor detractor; nunca se contuvo conmigo, si debía ser severo, lo iba hacer, pero esas duras críticas son la que me hicieron tan buena con mis manos.

Tal vez pasé demasiado tiempo con el señor Smith en mi adolescencia, debido a eso tengo una forma de hablar sin tapujos y lanzo lo primero que pienso, de eso me fui dando cuenta con el tiempo; y aunque eso generara algunos malos entendidos, también me dio algo de carácter.

Cuando me gradué, Víctor me dijo que tenía un taller de arte y que quería sacar a relucir todo mi potencial, yo tan solo tenía 18 años para ese momento, y desde ese día, el taller de la familia Smith se volvió mi segundo hogar.

Por casi 4 años, he trabajado en ese taller. Mi ambición por mejorar, provoco que muchas veces me quedara altas horas de la noche en el estudio; incluso mi jefe se molestaba cuando hacia eso. Pero gracias a eso, hoy en día me considero una verdadera artista de barro, incluso podría decir que mis recuerdos más gratos, son en el taller. Lastimosamente, aunque yo me sintiera que podría hacer muchas cosas, mi padre no veía eso en mí.

Desde que mamá murió, él se volvió demasiado sobreprotector conmigo; al punto de que era asfixiante. Los únicos momentos en donde no me estaba vigilando, era cuando estaba en la preparatoria o en el taller. En el fondo lo entendía, no me enojo con él, pero qué no le entraba en la cabeza que soy capaz de cuidarme por mi cuenta, solo provocaba más malestar en mí. Reconozco que hay ciertas cosas que no puedo hacer, conozco mis límites, pero eso no significa que soy incapaz de cuidarme.

Sin embargo, hace unos días, mi padre había agarrado algún tipo de gripe que lo dejo muy debilitado. Era algo cómico pensar que debía hacer de enfermera de mi padre, ya que normalmente él era el que cuidaba de mí. Esos días le demostré a mi padre que era una chica capaz que se podía cuidar sola; tal vez la tarea más difícil era preparar la cena y no incendiar todo en el proceso, por suerte eso no ocurrió. Sin embargo, hubo una noche donde me lleve un susto.

Estaba tranquila en el living, cuando de repente, escuche un golpe fuerte y contundente en la cocina. Tomé el bastón y fui hasta la cocina a descubrir que sucedió. Con la ayuda del bastón, toque un objeto carnoso tirado en el suelo, era mi padre. Lo ayude a levantarse y fuimos juntos al living. Él me dijo que su medicamento se había acabado y creyó que no iba a pasar nada si no lo tomaba, fue un idiota.

No sé si fue algo imprudente mi decisión, pero salí en plena noche a buscar el remedio que necesitaba mi padre. Preparé a Woozie para que me acompañara, tenía suerte de que no era la primera vez que iba a la farmacia; pero no miento que estaba bastante asustada de salir en plena noche cerca de los límites del barrio más peligroso de la ciudad.

Intente ir lo más rápido que pudiera, estaba preocupada de que mi padre empeorara. Woozie me estaba ayudando a evitar la mayoría de obstáculos, pero hubo uno que no podía evitar.

—¿No es muy tarde para usted señorita? —era una voz robusta y áspera, sonaba bastante despreocupado cuando me hablo.

Yo me sentí amenazada por alguna razón y seguí caminando.

—Le estoy hablando.

Cada paso mío era más rápido que el anterior, incluso creo que Woozie se estaba quedando detrás mío. De repente algo tira de la correa de Woozie, haciendo que yo me detenga.

—Es muy feo que me ignore —Yo forcejeaba contra este hombre misterioso, pero era inútil.

Siento como la correa se aligera un poco, creo que Woozie se había escapado.

Me encontraba sola y aterrada, pero no podía dejarme intimidar en esta situación.

—A…Aléjate tengo un bastón —el hombre se reía de lo que decía.

—¿En serio crees que te tengo miedo, cieguita?

—Tal vez sea ciega, pero no estoy indefensa —el tono de mi voz intentaba aparecer amenazante, pero era evidente que estaba temblando del miedo por dentro.

No sabía si estaba apuntando a su dirección, pero intentaba guiarme por los pasos que daba este desgraciado. Antes de que me diera cuenta, ya había sido arrinconada contra una pared.

—Escúchame niña, no me gusta causar violencia —el ladrón me estaba amenazando.

En un intento desesperado, lance un golpe con mi bastón, pero algo lo detenía.

—Veo que no escuchas, ¿acaso también eres sorda? —una pequeña carcajada salía de la boca del ladrón. 

Él toma mi bastón con su mano y lo arroja lejos de mí. Estaba aterrada, no sabía qué hacer, solo me quedaba gritar y pedir ayuda.

—Esto lo podemos hacer rápido, dame el dinero y listo.

—¡Te dije que no! ¡Auxilio! —Por favor, que alguien me salve.

—Qué mujer tan escandalosa.

Estaba al borde del llanto, no sabía que hacer ¿Este era mi fin? ¿Este hombre me iba a matar por solo unos billetes? Ni siquiera sabía si tenía una navaja o una pistola, pero solo deseaba que ocurriera un milagro.

—AUCH, ¡QUE CARAJO!

Como si una fuerza divina me escuchara, el ladrón me suelta. Mis piernas estaban temblando como gelatina, haciendo que me cayera el piso. Del propio temor que sentía, me puse en posición fetal como haría un niño asustado.

—¿Quién carajos eres?

—Alguien que no iba a dejar que te aproveches de ella —Había distinguido una segunda voz, era algo más juvenil y menos grave que la voz del ladrón.

Mi mente estaba demasiada distraída pensando en el susto que pase, haciendo que ignore lo que dialogaban estas dos personas misteriosas. Solo podía escuchar algunos gritos de dolor y el sonido de algo siendo golpeado.

—AHHHHH, esto va doler mañana —El grito de una de esas voces hace que regrese a la realidad.

Una mano se postra en mi hombro, y como una forma de defenderme, lanzo un arañazo; fallando en el intento.

—Tranquila, ese ladrón ya no te molestara más —¿Hizo que se fuera? —. Me llamo Joe, ¿Cuál es tu nombre?

Y ese fue el momento, donde conocí a mi nuevo amigo.

—Soy Bianca.

Joe era alguien peculiar, su forma de actuar en una situación tan peligrosa, era de admirar; no sé cuántos desquiciados se animarían a entrar a una pelea contra un maleante en plena noche, no sabría cómo definirlo a él, pero si podría decir que era alguien muy despistado o bruto. Y algo que confirmo mis sospechas, fue cuando pregunte por mi bastón.

—¿Se podía saber cómo era el bastón? —sonaba algo preocupado.

—Es blanco con una punta roja.

—¿Acaso no viste lo que ocurrió?

—No —porque no puedo ver.

—Pues…lo rompí.

En ese momento reaccione de la forma más civilizada posible al oír la noticia.

—¿POR QUÉ ROMPISTE MI BASTÓN? —Debo admitir que no tuve mi mejor reacción cuando me enteré que él había tomado mi bastón para golpear al ladrón.

Estaba furiosa y quise golpearlo, pero debido a mi torpeza, me tropiezo y casi caigo contra el suelo; tuve suerte que Joe me agarrara.

—Tranquila. —Yo estaba golpeando su pecho de la bronca que sentía—. ¿Puedes parar? Tus golpes me están haciendo cosquillas.

—Serás idiota…Ahora mi padre me va matar.

—Perdón, no es mi culpa que salieras altas horas de la noche. ¿Acaso no miras tus alrededores cuando caminas?

—No puedo ver a mis alrededores.

—Pues comienza hacerlo, y más en un barrio tan peligroso como este.

—Es que NO PUEDO ver.

—¿Y ESO POR QUÉ?

—PORQUE SOY CIEGA, IDIOTA.

Se sintió raro tener que decirlo, normalmente todos con el simple hecho de verme se dan cuenta de que soy ciega.

El resto de esa noche, no fue tan mala. Puede ser que haya exagerado un poco con él, por romper mi bastón, pero era justificable mi molestia. Después de una pequeña negociación, acorde que Joe me iba ayudar con las compras de mañana; también puedo agradecer que tuvo un lindo gesto al acompañarme a la farmacia y a mi casa.

Ya cuando estábamos llegando a mi casa, me percato de cómo iba a explicarle a mi padre que perdí el bastón. Si se llegaba a enterar de lo que ocurrió, adiós a toda mi libertad que tarde en conseguir.

—¿Tan malo es que le digas la verdad?

—Si le explico lo ocurrido, será más severo cuando me deje salir. —Ya estaba deprimida de solo pensar como reaccionaria mi padre.

—¿Confías en mí?

—No.

Dejar todas mis esperanzas de libertad a un desconocido, no era mi mejor opción.

—Tu déjame explicar toda la situación, tengo un plan.

—Mejor que funcione.

Era muy estúpida la idea, pero era mi única oportunidad de poder mantener esta autonomía que había ganado.

Como de si un milagro se tratara, mi padre creyó la mentira de Joe sobre que perdí el bastón por culpa de un conductor borracho, estaba muy agradecida por cubrirme y darme una cuartada. Después de que me despidiera de él, entre a mi casa y mi padre se veía algo serio.

—No me agrada ese chico.

—No es tan malo como parece —saco del bolsillo de mi pantalón la caja con los remedios —. Ten, toma uno ahora y ve a dormir

—Gracias. —Él toma la caja con su mano.

—Me iré a descansar, dulce sueños.

—Descansa mi niña.

Ya en mi cuarto, me cambio de ropa y me pongo mi pijama. Me acuesto en la cama y me quedo pensando un poco sobre lo que había ocurrido esa noche hasta quedarme dormida.

Ya por la mañana, había salido a caminar un poco por el parque. Mis oídos podían distinguir una melodía bastante agradable. A medida que me acercaba al sonido, mi nariz olía un olor algo pestilente que conocía bastante bien.

—Hola Aurora.

La chica que estaba con su guitarra se detiene de tocar esa música bastante agradable cuando le hablo.

—Hey Stevie, ¿Cómo te encuentras hoy?

—Bien, aunque sigo odiando ese apodo.

—Sabes que te lo digo con cariño —Ella golpeaba con su mano en la banca para que me sentara con ella. —Ven, que hoy tengo un rato antes de ir a trabajar.

Me siento a lado de la Dilophosauro con olor a mapache moribundo.

—¿Eso que consumes no te matara?

—Nah, es un carfe sintético. Menos potente que el normal, pero igual de sabroso. —Siento como ella me acerca el cigarrillo por su fuerte aroma—. ¿Quieres?

—No gracias, no quiero que papá sienta el olor.

—De acuerdo. —Distingo que hace un pisotón, seguramente apagó el cigarrillo.

—Gracias.

—No hay de qué.

—¿Cómo vas con tu proyecto de “Experiencia Aurora boreal”?

—La magia del arte y la música no se pueden apresurar, debo encontrar mi equilibrio espiritual.

—No avanzaste nada, ¿Verdad?

—Tan cierto como que tú eres ciega. —Ambas nos reíamos de la conversación.

Yo conocí a Aurora hace casi un año, podría decir que fue mi primera amiga, pero a ella no le gusta las etiquetas porque son algo “establecido por la sociedad capitalista”, no sé, cosa de los jóvenes de ahora; aunque estar con ella era divertido, tiene mucho talento y me apena que no sea tan conocido su gran talento con la música, por algo soy su fan número uno.

—Último año de preparatoria. —Tenia intriga por saber qué haría más delante de su vida—. ¿Ya pensaste sobre tu futuro?

—Lo efímero de la vida es algo que debemos tener en cuenta, nunca se sabe cuándo moriremos. —O sea, no tienes nada planeado —. ¿Quieres escuchar la última canción que compuse?

—Escuchemos —Aurora golpeaba la tapa de la guitarra para tomar el tiempo.

—Un, dos, tres.

La melodía que salió del instrumento de cuerdas era bastante preciosa, era algo con un ritmo relajado, pero que lograba trasmitir una cierta intensidad. Me dejé llevar por el sonido y empecé acompañar la canción con unos chasquidos de dedos, lastimosamente, la canción apenas había durado casi 2 minutos.

—¿Eso es todo? —sonaba apenada y decepcionada.

—En algún momento voy a terminarla y serás la primera en oírlo, porque eres mi mayor fan.

—Mejor dicho, tu única fan —Ella me da un pequeño empujón.

—Serás cabrona —Oigo como ella guardaba su guitarra en su estuche—. Me tengo que ir, nos vemos la próxima Bianca.

—Cuídate Aurora.

Me levanto de la banca, y despidiéndome de Aurora, me regreso a mi casa; tenía que prepararme porque había quedado con Joe para que me ayudara con las compras.

Después de terminar el sushi que papá pidió, estuve en mi cuarto leyendo, mis dedos pasaban por la hoja y yo iba disfrutando de la historia. El sonido del timbre, activa mis alarmas y la voz desganada de mi padre confirma mis sospechas.

—¡El humano está afuera!

—Dile que ahora salgo.

No quería dejar el capítulo por la mitad, así que continúe leyendo hasta terminar las ultimas 2 hojas que me quedaban.

"¡Quede el sueño en tus ojos, la paz en tu ánimo! ¡Quién fuera sueño y paz, para tal descanso! A mi buen confesor en su celda he de verle, por pedirle su ayuda y contarle mi suerte."

Cierro el libro y lo guardo en mi biblioteca. Salgo de mi cuarto con cuidado, buscando el bastón, las bolsas y la lista de compras. Ya preparada, abro la puerta y soy recibida por la voz de Joe.

—Sí que te tardaste.

—Disculpa, estaba terminando de leer un libro.

La verdad había aprovechado esta situación para poder moverme con total libertad y saber que tan bien me puedo guiar por mi cuenta. Al principio iba todo bien, pero Joe me estaba indicando cada cosa que había adelante. Sé que no lo hacía con mala intención, pero no era lo que necesitaba.

—Cuidado, hay alguien adelante tuyo.

—Gracias… —Ten paciencia Bianca, no está haciendo nada malo él.

—Hay un pozo adelante tuyo.

—Gra…Cias —Solo lleva así desde que salimos a caminar...

—Oye ten cuidado, hay un…

—¡YA ENTENDI! —Explote porque mi tolerancia se había acabado hace rato.

—Oye, tranquila, solo te estoy cuidando.

—¡NO NECESITO…! — tranquila Bianca, habla despacio—. No necesito que me digas cada obstáculo que haya en la calle.

—Yo… lo siento, es que…

—¿Es que crees que necesito ayuda para caminar? ¿Qué la no vidente necesita ser protegida? ¿Acaso parezco alguien vulnerable?

Tuve suerte de que le estuviera dando la espalda, así no podía ver mi rostro de vergüenza por mi reacción. Estaba frustrada, sabía que no tenía que actuar así, pero esta sensación me recordó a como toda la gente me trataba en la preparatoria cuando me conocían por primera vez.

—Yo… —le tomo un tiempo decir algo—. Disculpa, no sé cómo debo tratar a una persona con ceguera.

—Pues aprende. —Me sentía una cretina por mi actitud tan agresiva.

—Entonces enséñame.

Esa respuesta me dejo fría, nunca nadie me había dicho eso; me sentí demasiada apenada. Me volteo para escucharlo, intentando esconder mi vergüenza.

—Sí, soy un idiota que no conoce a personas como tú, pero puedo aprender; solo dime como debo tratarte.

—Como alguien normal —lo decía algo desganada porque sentía que le grite injustificadamente a Joe.

—De acuerdo, te tratare como alguien normal.

—Gracias.

Una parte de mí se sentía contenta por la forma en la que Joe fue respetuoso conmigo; tal vez si era alguien bueno después de todo.

El resto del día fue algo más llevadero y divertido, hablamos un poco sobre nosotros mientras hacíamos las compras. De alguna forma, me sentía como una duquesa que iba de compras mientras sus súbditos llevaban todas sus cosas; creo que me aproveche un poco de Joe, pero no sentía nada de culpa.

También era interesante descubrir como Joe conocía a varias personas en el mercado, se notaba que es alguien sociable; a lo mejor tiene muchos amigos.

Finalmente, cuando terminamos las compras, nos fuimos a sentar a una banca en el parque; mi pequeño siervo estaba desgastado por llevar las bolsas. Terminó comprando para nosotros dos refrescos, y el muy maldito me jugó una broma.

Le pregunté por su madre, ya que en toda la tarde estuve escuchando varias cosas sobre ella, era interesante oír como Joe describía a su madre como una mujer de carácter fuerte; estaba fascinada. También hable un poco sobre mi padre, me desahogue un poco contando lo sofocante que era él y que varias veces era demasiado sobreprotector conmigo.

Todo estaba tranquilo, hasta que aparecieron dos desconocidos. Su forma de hablar era bastante rara, usaban palabras muy puntuales, pero Joe les entendía; al parecer estos muchachos lo conocían a él, pero fueron bastantes irrespetuosos, y Joe, se molestó mucho, principalmente cuando nombraron algo de su padre.

—¡LES DOY 5 MALDITOS SEGUNDOS PARA QUE HUYAN DE ACA O JURO QUE TERMINAN EN UN HOSPITAL! —Había bastante ira y molestia en las palabras de Joe.

Con el grito de dolor de uno de los chicos, los dos muchachos huían de la escena. Yo me sentí algo aterrada, tampoco estaba sorprendida, conocí a Joe en circunstancias poco comunes.

—Lo siento por la escena —su tono era muy apagado.

—No… pasa nada —tenía algo de miedo, pero necesitaba una respuesta—. ¿Puedo saber que paso?

—Hace casi dos años atrás, yo era luchador profesional. Tuve cierta popularidad y tenía un futuro prometedor. Sin embargo, una lesión en mi cuello termino ese sueño y desde entonces no volví a pisar un ring. —La respuesta de Joe fue contundente y bastante directa.

Después de la mala situación que paso Joe, regresamos juntos a mi casa. Entre los dos entramos todas las compras y mi padre no se encontraba tan hostil con él. Nos quedamos charlando un rato en la puerta de entrada, pero me tenía que despedir.

—Gracias por todo Joe, cuídate. —Fue lindo conocerte.

—¡Espera! —El grito de Joe llama mi atención antes de que cerrara la puerta.

—¿Qué ocurre?

—Me preguntaba si podríamos seguir en contacto. Es que la verdad, es la primera vez en meses que me divertía con alguien.

Una parte de mí se sentía emocionada por oír eso, por suerte, él no podía ver que mi cola se estaba moviendo de felicidad debido a que la puerta la escondía.

—¿En serio?

—Sí, bueno, a lo mejor hacer las compras no es la actividad más entretenida del mundo, pero tú la hiciste agradable —yo le sonreí —. Además, no tengo muchos amigos con los que pasar el rato. Por eso me gustaría que nos siguiéramos juntando, como amigos.

Estaba demasiada emocionada al escuchar la palabra amigos.

—Claro, podemos ser amigos.

—Genial. ¿Quieres que nos veamos la próxima semana?

—¿Te parece el martes?

—Me queda perfecto. Entonces, hasta el martes Joe.

—Hasta el martes Bianca.

Cuando cierro la puerta, lanzo un pequeño chillido de felicidad; conseguí un nuevo amigo.

Las últimas 2 semanas, estuve juntándome con Joe después del trabajo o cuando estoy libre; es divertido pasar el rato con él, tiene un sentido del humor algo morboso, pero me gusta.

Cómo era habitual, me encontré con Aurora en el parque en la misma banca de siempre. Se escuchaba algo desanimada, al parecer empezó el nuevo ciclo escolar, y este era su último año.

—Bianca, ya no quiero estudiar.

—Recién empezaron las clases —por mi tono de voz, parecía que le estaba dando un sermón.

—No suenes como mi madre —Otra vez sentía el olor a mapache muerto.

—¿Puedes dejar de consumir eso?

—Cuando puedas ver cuántos dedos tengo delante tuyo.

—Serás hija de puta —Aurora se reía de mi respuesta.

—Solo bromeo —ella lanza un suspiró—. Así que te hiciste amigo de un skinnie, ¿Cómo se llama?

—Joe, es un chico agradable, algo impulsivo en ciertas ocasiones, pero es muy divertido estar con él.

—No sabía que te iba el rollo de interespecies —yo me estaba poniendo roja como un tómate.

—Sólo es un amigo nada más, simplemente eso.

—Claro... amigos —su sarcasmo solo hacía que me avergonzara más.

—¿Puedes parar? —ella se reía, estaba disfrutando de mi miseria.

—De acuerdo, ya me reí lo suficiente —Empieza a tocar una canción mientras hablamos.

—Eso suena bien, ¿Lo compusiste tú?

—Nah, es una canción vieja. 20th century boys.

—¿Te sabes la letra?

—Claro.

Friends say it's fine

Friends say it's good

Everybody says it's just like Robin Hood

La voz de Aurora era bastante buena, sentía como disfrutaba cantar esta canción.

Fly like a plane

Drive like a car

Ball like a hound

Babe I want to be your man

Es talentosa, aunque la verdad, no quiero subirle su ego tras burlarse de mí todo este rato.

Well it's plain to see

You were meant for me

Yea I'm your toy

Your 20th century boy

Ella se detiene de tocar.

—¿Qué te pareció?

—Solo dedícate a tocar la guitarra, por el bien de mis oídos. —Ella me golpea el hombro.

—Eso fue cruel. —Yo solo me reía con malicia.

—Trata mejor a tu público, tal vez así te de una opinión sincera.

—Ok, lo entendí —Ella guarda su guitarra y siento el sonido de un encendedor prendiéndose.

—¿Vas a seguir fumando?

—Necesito de alguna forma relajarme.

—Ahora que me percato, ¿No tendrías que estar en clases ahora?

—Sip, pero me salte la clase de deportes.

—Aurora...

—Lo sé, lo sé, ahora voy para las clases que me quedan.

—No hagas ninguna estupidez, ya falta que pierdas el último año y sigas prisionera en el instituto. —Un ruido de disgusto de la Dilophosauro es respuesta suficiente.

—Tienes razón stevie, mejor termino ese calvario y me libero. —Siento como ella se levanta de la banca. —Hasta otra Bianca.

—Cuídate Aurora.

Mientras el hedor a droga sintética se aleja de mí, me quedo pensando un rato en la banca. Aurora es una chica que sigo sin terminar de entender, aun no sé cómo termine siendo su "amiga" hasta el día de hoy, pero al parecer a ella le agrada estar conmigo.

Me pregunto qué tan bueno será ese carfe sintético que consume.

Mejor no, si papá descubre que fume, aunque sea un poco, me encarcela en mi cuarto el resto del año.

El resto del día lo pase sin mayor complicación, no tenía trabajo hoy porque estaban reparando el taller, papá se fue a trabajar y vuelve hasta el anochecer, y ahora mismo no quiero leer nada.

Siento como algo golpeaba mi pierna, mientras estaba tirada en el sofá escuchando las noticias en el televisor.

—¿Cómo está mi pequeño amigo?

Los ruidos de Woozie eran una respuesta ambigua, solo distinguía cuando estaba feliz, molesto, triste o hambriento.

—¿Quieres dar una vuelta? —Él hacia sonidos de felicidad—. Ok, iré a buscar la correa.

Camino con cierto cuidado esperando encontrar la correa en su lugar de siempre; por suerte nadie la tocó. Ató a Woozie y salimos al exterior a pasar el rato.

Empiezo mi recorrido de todos los días, Woozie estaba más ansioso de lo normal, tal vez se debe al ruido de los autos que pasaban; los gusanos son algo sensibles al ruido.

—¡BIANCA!

El grito de una voz masculina que reconocía me puso alerta porque no sabía de dónde venía.

—¡¿Joe?! ¡¿Dónde estás?! —Intentaba identificar donde estaba Joe.

—¡Ya me acerco! —Con ayuda de Woozie, pude encontrar a Joe.

Fue una grata coincidencia que nos pudiéramos encontrar, y la verdad, cuando me propuso lo de ir al café, me sentí muy feliz. Estuvimos haciendo chistes y bromas algo pesadas, pero ambos habíamos aceptado el juego.

Finalmente, llegamos a nuestro destino. Esta cafetería vengo con cierta frecuencia, así que conocía la buena calidad de sus productos. Nos sentamos afuera y cuando sentí la mezcla de café con lavanda, sabía quién nos iba atender.

—Buenas tardes, soy Claire.

—Mucho gusto Claire.

—No sabía que tenías amigos humanos BiBi. —Ella me hablaba con cierta intriga.

—Es mi humano guía, es algo bastante exclusivo.

—¡OYE! —Las dos reíamos de la reacción de Joe.

—Veo que se llevan bien. ¿Lo de siempre BiBi?

—Claro.

—Y usted humano, ¿Qué desea hoy?

—Además de un poco de respeto, un cappuccino. —Claire se ríe. 

—Ahora en un rato se los traigo.

Claire la conozco hace unos meses, su forma de tratar a los clientes es bastante dulce. Cada tanto charlábamos cuando venía a tomar un café sola o con mi padre, tuvimos suerte que compartimos gusto por la literatura. Mientras ella me recomienda textos literarios de un aspecto más teatral, yo le paso algunos relatos pequeños o novelas clásicas. No la puedo llamar amiga como tal, ya que nunca nos juntamos fuera del ámbito laboral de ella.

Mientras disfrutábamos del café, Joe me agarra desprevenida con una de sus preguntas.

—Me surgió una duda. ¿Qué es lo que haces exactamente en tu trabajo?

—¿No te había contado hace unos días? —Creó que se lo que quiere preguntar.

—Sí, pero apenas dijiste algo. —El ruido de su chasquido de lengua fue señal suficiente.

—Quieres saber que COMO trabajo ¿Verdad?

—¿Soy tan evidente?

—Siempre que escondes tus intensiones o mientes haces eso.

—¿Qué cosa?

—Alargas un poco las oraciones o haces un chasqueo con tu lengua. —No sé qué tan bueno fue revelar eso—. Pero bueno, ¿Qué quieres saber?

—¿Qué haces en el taller, con que materiales trabajas? Esas cosas quiero saber.

Con total tranquilidad, le empiezo a contar un poco sobre mi forma de trabajo, que trabajo en el área de escultura, que llevo casi 4 años trabajando ahí, que tengo un apodo algo ridículo y que tipo de cosas hacía con el barro.

—¿Tanto interés tienes por la escultura y la alfarería?

—Diría que me interesa saber más sobre ti.

Al escuchar eso, me sentí algo avergonzada, al punto de que me puse roja. Mi cola se estaba moviendo con cierta facilidad, pero yo la intentaba calmar.

—Quiero decir, saber más de cómo trabaja alguien ciego —eso no suena mejor—. Perdón lo que digo es…—Lo interrumpo antes de que siga haciendo el ridículo en público.

—Ya entendí lo que decías, no sigas por favor. —Me tapaba la cara por la vergüenza que estaba pasando.

Por suerte cambiamos de tema y hablamos de cosas más generales. Le conté que realmente no tenía algo planeado para mi futuro, pero tal vez me dediqué a la alfarería. Después pase hacerle preguntas a Joe sobre su vida y su situación.

Fue algo deprimente, él contaba que estaba estudiando una carrera que realmente no le interesaba, que lo hacía por sus padres; ahí también me entere que su madre era la señora Giselle calcare, la dueña de uno de los talleres más importantes de costura de la ciudad de Volcadera. Aunque lo que me dejo fría fue escuchar su respuesta cuando le pregunte si no tenía algún sueño o meta por alcanzar.

—Tenía un sueño, pero… Eso murió hace unos meses. Mi sueño de volverme una leyenda de la lucha libre, desapareció cuando mi cuello se rompió.

No sabía cómo reaccionar, era algo duro de escuchar. De manera repentina, Joe siguió hablando y contándome a más detalle su historia; al parecer él era un deportista en una disciplina de alto riesgo, tuvo un accidente que detuvo su ascenso a la grandeza y quedo estancado en la vida. Me explicó el tipo de fractura que tuvo en el cuello y sentía todo un escalofrío en el cuerpo; no puedo imaginar lo que habrá pasado.

—Hola soy Joe, y tengo el cuello roto porque no se hacer ¡UN MALDITO SALTO CORRECTAMENTE! —De forma abrupta, Joe había gritado.

—Joe, tranquilo. —Seguramente fue algo que pensó en su cabeza.

Intente indagar un poco sobre la real razón de porque no lucha, digo, ya está curado y podría regresar según lo que me dijo; pero la respuesta fue suficiente para entender.

—Tengo miedo de lastimarme otra vez y que esta vez sea definitivo.

Sentía mucha lastima por Joe, que tus sueños sean arrebatados por el miedo, es algo horrible. Y desde una forma, sé que se siente vivir con miedo. Toda mi vida fui vista como una chica de cristal, que cualquier cosa podría dañarme. Pero desde que empecé hacer alfarería, conseguí un trabajo, la gente me trataba como una persona normal, supe que quería de mi vida; no puedo permitir que Joe desperdicie su vida.

—Nadie en este mundo debe vivir sin un sueño o meta.

—¿De qué estás hablando?

—No puedes dejar morir un sueño, y menos, si es algo que te apasiona.

—Desearía que las cosas fueran tan sencillas como tú lo percibes Bianca, pero así es la vida.

Por un simple impulso que nació de mí, golpeo la mesa con fuerza.

—Entonces… Te ayudare a conseguir una nueva meta de vida.

Joe se reía de mí, pero yo estaba muy convencida de lo que decía. Sé que sonara como si fuera un cuento de hadas, pero si una chica como yo pudo salir adelante, yo sé que Joe podrá encontrar una nueva pasión.

—Eres tan inocente Bianca. —Con su respuesta, mi rostro de determinación se fue desvaneciendo hasta convertirse de uno de vergüenza —. Pero es lindo escuchar esas palabras. —Yo sonreí al oír su respuesta—. Acepto tu ayuda.

—Entonces, de a partir de mañana empezaremos la búsqueda por una nueva meta de vida para ti.

—Es un trato.

Y así, empezó nuestra gran odisea para buscar un sueño para Joe.

 

                                                                             

 

Notes:

Mi twitter: https:// /Patata2251

Twitter del creador de Bianca: https:// /ByBuckett

Chapter 5: La razón por la que me levanto

Notes:

Regrese gentuza y espero que se encuentren bien, vamos directo al grano, capitulo 5 disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Finalmente, mi odisea para conseguir una nueva meta de vida, había comenzado.

Después de que Bianca terminara su turno de trabajo en el taller, o cuando ella estaba libre, yo la pasaba a buscar para que me ayudara. Los primeros días intentamos con la música, desde aprender a tocar un instrumento hasta cantar. Por el lado vocal, no era la gran cosa, era decente por así decirlo.

Me costaba llegar a las notas más agudas, y la verdad, no tenía ni la menor idea de cómo afinar; para un karaoke estaba bien, pero para cantar de forma profesional, o por lo menos amateur, dejaba mucho que desear. Pero como soy terco como mula, seguí insistiendo con el rap.

Esto es debido a la culpa de mi mejor amigo de la infancia, que me inculco en el mundo del Hip-Hop; desde lo más básico hasta lo más interesante. Si hablamos sobre cantar clásicos de los 90’, diría que lo hacía bien. Sin embargo, no tenía las cualidades necesarias para escribir una canción, y mucho menos, hacer que rime, así que lo descartamos. Entonces, decidimos probar con algún instrumento, y como soy una persona sencilla, decidí probar con la guitarra.

Ahí fue cuando conocí a Aurora, una amiga de Bianca. Una Dilophosauro con un cabello salvaje castaño, escamas amarillas, y unos ojos cafés que no expresaban mucha energía.

Al principio era difícil estar con ella, el hedor a carfe que emitía esta mujer, era insoportable, y su carácter despreocupado podría llegar a causar que te enfades con ella, pero algo que debía reconocer, era su talento musical; ella hacia cantar a la guitarra, y su voz era muy dulce. Y aunque ella lo hiciera de buena voluntad, cada sesión era peor que la anterior.

Estuvimos una semana entera intentando que yo pudiera aprender a tocar tres míseras notas consecutivamente, pero mis capacidades musicales eran horribles; al punto de que había roto la paciencia de Aurora…

Y su guitarra.

—Por amor a dios, es una de las notas más básicas el MI mayor —su carácter relajado siempre se desvanecía cuando me tenía que dar clase.

—Estoy en eso —movía mi dedo anular al segundo traste para poder tocar la maldita cuerda.

—¡El anular va en la tercera cuerda!

—Ok, pero no me gri…

No sé qué hice, pero el ruido agudo de algo rompiéndose salió de la guitarra. Al revisar, al parecer, rompí 2 cuerdas por hacer un rasgueo bastante fuerte en ellas.

—Joe, esto se te da del asco —La voz de la chica sonaba molesta, pero sin indicios de hostilidad —. No veo ningún progreso en esto, y mucho menos un real interés —ella empieza a guardar su guitarra —. Lo siento, pero mi caridad termina aquí.

—En serio, perdón por tu guitarra.

—Déjalo, tengo cuerdas de sobra.

Me sentía descontento, toda esta semana solo sirvió para demostrar que mejor no me dedico a la música.

—Escucha Aurora, gracias por todo —Bianca intentaba alivianar la situación.

—En serio Bianca, no estoy molesta —Aurora enciende un cigarro y le da un pitido fuerte, y al escupir el humo, una parte salió por su nariz—. Además, que tu amigo rompiera las cuerdas, fue una buena excusa para cambiarlas.

—De verdad, perdón por todo —no sabía dónde meterme tras el desastre que cause.

—No te disculpes por cada error que cometas, solo aprende y no lo repitas.

—Está bien —ya mis ánimos estaban en el suelo.

—Escucha Joe, hay mil cosas en este mundo, algo encontraras y sé que serás muy bueno en eso —Aurora deja de mirarme y se voltea a ver a Bianca —. Y tu Stevie…

—¿Si? —Bianca giraba su cabeza en dirección a Aurora.

—Ayuda a este primate a conseguir su meta —eso fue racista—. Sé que podrán hacerlo.

—De acuerdo.

—Cuídense.

Aurora se alejaba de nosotros dos, dejándonos solos en la banca del parque. Con frustración, saco de mi bolsillo un papel todo arrugado y un bolígrafo.

—¿Qué es ese ruido?

—Es una lista de cosas que puedo hacer, voy a tachar la música.

Una semana entera, tirada a la basura.

—Tranquilo Joe, es solo el principio. Aún hay muchas cosas por hacer —Ella buscaba mi hombro con su mano.

—Tienes razón —Reviso la lista para ver que seguía —. Lo próximo de la lista es la pintura.

—Podrías venir al taller donde trabajo, seguramente mi jefe es permisivo y te deja practicar.

—De acuerdo, ese será nuestro próximo objetivo.

Y así pasamos a la siguiente semana, hoy tocaba seguir buscando mi nueva meta de vida. Aunque Bianca no podía ser de mucha ayuda con la pintura, su jefe acepto ser mi mentor.

Víctor era un Pliosaurio de tez morado, con un mostacho y una melena castaña bien cuidado. Si hablamos de su forma de actuar, diría que es alguien con un temperamento fuerte; si tenía que ser directo y decirte algo feo, te lo va decir y sin censura. Pero aun con todo eso, como maestro, era muy considerado, me empezó a enseñar desde lo más básico como los colores primarios, secundarios y complementarios, hasta las diferentes formas de usar un pincel.

Bianca me había contado que era alguien estricto, pero no daba por perdido a nadie; siempre intenta sacar el mayor potencial en cada persona que pisa su taller. Por un momento creí que finalmente había conseguido un nuevo hobby, algo que podría llenar el vacío que tenía.

Pero…

—Dijiste que te llamabas Joe ¿No? —El tono de la voz del señor Smith era demasiada severa.

—Si…

Me sentía como si estuviera en un juicio por haber cometido crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra o cualquier acto vil que el señor del bigote chistoso haya realizado en su mandato.

—¿Qué tan malo es? —Bianca preguntaba con bastante incredulidad en sus palabras.

—¿Recuerdas el trabajo de May de hace 2 meses con las vasijas? —La expresión de espanto de Bianca no me daba buena espina.

—¿TAN HORRIBLE ES LO QUE HIZO?

—Peor… —Sentía como Bianca me clavaba sus ojos grises con mucho horror y asco a lo que hice en el lienzo.

—¿Al menos me podrían dar una crítica? —no sé qué tan estúpido fue pedirle una opinión a Víctor.

El señor Smith se toma un tiempo antes de lanzar una respuesta, y aunque no uso ningún insulto fuerte, sus palabras fueron tan dolorosas como 20 puñales en la espalda.

—Si vuelves a levantar un pincel en tu vida, juro que te mato con mis propias manos —tomaba algo de aire antes de continuar con su dulce critica—. Tranquilamente por tu pésimo trabajo, te rechazaría de la escuela de artes y te convertirías en el próximo Hitler…

Y él siguió, por lo menos 3 minutos más, maldiciendo mis manos y mis capacidades artísticas hasta quedarse sin aire.

—Bianca… —me escuchaba como alguien que fue destruido y vapuleado sin piedad—. Vámonos por favor…

—Ok —Tomo el brazo de Bianca y ella me ayudaba a caminar tras mi humillación —. Nos vemos mañana Jefe.

—Cuídate Bianca.

Y tras mi espantosa demostración de arte, regresamos al taller al día siguiente. Esta vez, Bianca iba a ser mi maestra, me iba a enseñar cómo trabajar con barro y aprender el oficio de alfarero.

Cuando entramos al estudio de cerámica, quede impresionado por como caminaba Bianca, se movía como si pudiera ver el lugar; se nota que conoce este lugar perfectamente.

—Parece que pudieras ver —no podía esconder la sorpresa.

—Nosotros los ciegos desarrollamos una gran memoria espacial, aunque nuestra debilidad seria que nos movieran las cosas de lugar.

—Entonces, si algún día me molesto contigo, ¿Tengo que cambiar los muebles de lugar en tu casa?

—Llegas hacer eso, y mi padre te mata.

Ambos nos reímos y ella me señalaba que me sentara en la máquina que estaba a su derecha.

—Te voy a mostrar como tienes que hacerlo, tu solo sígueme y estará todo bien —ella sonaba muy feliz.

—De acuerdo maestra.

Me pidió que tomara el barro que se encontraba en una mesa y se lo alcanzara hasta la máquina. Al tomar el barro, me percato de que tiene un considerable peso. Según Bianca, con esta cantidad, podríamos trabajar perfectamente los dos.

Como si fuera una experta, toma un pedazo del barro y lo apoya en la máquina. Cuando enciende la máquina, quedo impresionado con el talento que desprendía Bianca; Las manos de ella se movían a una velocidad impresionante y con una delicadeza envidiable, en el momento que tomas las herramientas, solo mejora el espectáculo.

—Impresionante —estaba en shock.

—¿Entendiste cómo se hace? —su voz trasmitía confianza y seguridad.

—Claro.

—Entonces, intenta hacer una vasija.

—De acuerdo.

Tomo un pedazo de barro y empiezo a buscar el botón para encender esta cosa. Al momento en el que empecé a trabajar, sentí cierto asco; la sensación de tocar algo húmedo no era de mi agrado. Al principio no me estaba yendo tan mal, logre darle un poco de forma, aunque era bastante feo comparado con lo que estaba haciendo Bianca.

Comencé a imitar a Bianca y como ella trabaja con sus manos, iba de arriba y abajo, presionaba y usaba sus garras para darle formas más exóticas a sus esculturas. Estaba yendo todo en orden, ya estaba logrando darle algo de forma a la vasija; me sentía confiado, así que tome algunas herramientas para darle una mejor forma.

Con la ayuda de la espátula, estaba logrando darle una forma más lisa. Finalmente creo que había encontrado mi nueva vocación, y lo mejor de todo, era algo que podía compartir con una amiga…

*CRACK*

*CRACK*

*CRACK*

Toda esa felicidad se desvaneció en segundos cuando vi la escena que había causado; al parecer la espátula toco la maquina mientras estaba encendida y salió disparada hacia un estante donde había vasijas terminadas. Apago la máquina y Bianca hace lo mismo.

—Joe… ¿Qué carajos rompiste?

—Eh…

Una voz más grave y enloquecida invade la habitación.

—¡PEDAZO DE TROGLODICTA! —El jefe de Bianca no tenía una mirada agresiva, tenía una mirada asesina—. ¡TIENES 10 SEGUNDOS ANTES DE QUE VAYA A BUSCAR UN ARMA Y TE VACIE EL PUTO CARGADOR ENTERO EN TU PUTA MALDITA CABEZA!

—LO SIENTO.

Como si mi vida dependiera de eso, huyo lo más rápido que pude de la habitación intentando evitar romper otra cosa. Mientras me alejaba, logre escuchar un poco de la conversación que tenían Bianca con su jefe.

—Rompió los jarrones que íbamos a vender ¿verdad? —la voz de ella sonaba algo decepcionada.

—Si… —Aun era audible el odio en sus palabras.

Salí del taller y miré las nubes que colgaban en el cielo.

—Soy un inútil…

Molesto, pateo un bote de basura.

—Soy un inútil, SOY UN MALDITO INUTIL.

No podía contenerlo.

¡AHHHHHHHHHHH! —pegue un grito al cielo, descargando todo lo que sentía.

La gente que pasaba por la calle, se me quedaba viendo; seguramente piensan que estoy loco.

Estaba por explotar de la frustración que sentía por mi incapacidad de poder realizar una simple cosa. Me senté en el borde de la calle y me quedé viendo los pocos autos que pasaban.

Lo único que pensaba en mi cabeza era todos los problemas que le cause a Bianca con su jefe; estas últimas semanas fueron un sin sentido, no encontré nada en lo que fuera bueno.

—¡JOE! ¿Dónde estás?

La voz de Bianca hace que regrese al plano mortal e ignore mis lamentos.

—Toph —me temblaba la boca al hablar—. Estoy acá en el borde de la calle.

Cuando Bianca se acercó lo suficiente a mí, tome su bastón para que supiera que se sentara conmigo.

—¿Estas bien?

—Perdón, por cagarla —soy una mierda—. Al parecer mis manos si son destructivas, no soy bueno en esto.

—No digas eso —ella acariciaba mi brazo intentando animarme—. Seguramente haya más cosas que podamos hacer, como…

—¡No hay nada! —me agarraba la frente de la decepción que sentía de mí mismo—. Bianca, en serio gracias por todo, pero no sirve. Soy una causa perdida.

—Joe…

—Llevamos casi dos semanas buscando un nuevo hobby para mí, y hasta ahora, no encontramos nada —estaba demasiado triste, al punto que me encontraba al borde del llanto—. La música, soy un desastre; la pintura, soy un cáncer; el trabajo con barro, soy un espanto. No soy bueno en nada… —y tan solo deje que mis lágrimas cubrieran mi cara—. Solo era bueno en la lucha libre.

Ella se acercó un poca más a mí y me envolvió con sus brazos, su pecho estaba pegado a mí brazo. Yo estaba inmóvil, me mordía los labios de la bronca que sentía, pero el cálido abrazo de Bianca, solo provoco que finalmente pudiera calmarme un poco; terminé cediendo y le devolví el abrazo.

Solo lo deje salir, algunas lágrimas caían de mi rostro, me sentía a gusto con este abrazo; era confortable.

—Aun no es tarde, hay muchas cosas que podemos hacer.

—Bianca… —nos soltamos del abrazo y seguíamos sentados en el borde de la calle.

—Escucha por favor, yo estuve en tu mismo lugar.

—¿En serio?

—Piensa que desde el momento que nací, siempre fui limitada por mi ceguera—ella me lanza una sonrisa—. Pero eso no me detuvo a buscar una razón para vivir, y si no fuera por el señor Smith, no creo que estaría acá.

Me quede callado, espere a que ella siguiera.

—El vio algo en mí y me ayudo a que siguiera mejorando, conocí gente muy agradable en el taller y son buenos conmigo. —Su sonrisa cada vez era más linda, se nota que es un bello recuerdo —. Estoy agradecido con él, porque es la persona que confió en mi ciegamente. —Yo me reía de su chiste involuntario—. Por eso quiero confiar ciegamente en ti Joe, y ayudarte a conseguir una razón para seguir adelante.

Me limpio las pocas lagrimas que me quedaban, y me la quedo viendo a ella.

—Eres una tonta Toph —yo me reía, mientras ella se molestaba.

—No me digas así.

—Pero eres una tonta linda —Al parecer se ruborizo un poco con mi comentario—. ¿Mañana seguimos buscando mi nueva meta?

—Por supuesto.

Y así, otra cosa fue tachada de la lista.

El resto de las semanas seguimos buscando nuevos pasatiempos, y lastimosamente, no llegamos a nada.

Intentamos con la cocina, y en el fondo, no me termina de interesar como para aprender recetas nuevas o dedicar mi vida como chef. Después siguió la costura, y eso solo, re afirmo que no tengo la capacidad motriz de hacer que un hilo entre en una aguja; estuve casi una hora intentando enhebrar un solo hilo.

Para este momento, ya habían pasado tres semanas desde que comenzamos esta aventura con Bianca, y aun no encontramos un nuevo hobby para mí; cada cosa nueva que probábamos, no daba ningún resultado.

Después de pasar todos los días intentando cosas, terminamos en la casa de Bianca practicando un poco de braille. Le dije que tenía cierto interés en aprender a leer, y tal vez, en escribir. Así que, tras cada nuevo intento de encontrar un hobby para mí, iba a su casa a que me enseñara algo de Braille.

Cuando me enseño el alfabeto y cómo funcionaba su sistema de escritura, estaba más perdido que un ciego en un laberinto. Lo primero que me explico es que, para escribir, ellos usan algo llamado regleta y que se conformaba por varios casilleros, en donde, cada uno estaba conformado por seis puntos. Tras explicarme lo básico, ella me ponía a prueba con diferentes palabras sueltas y alguna que otra oración.

                                     

—¿Qué dice ahí?

—Con… ¿Fianza? —espero que mi memoria no me fallara.

—Excelente —ella sonreía por mi respuesta—. Estas mejorando bastante bien.

—Gracias, pero me duele la cabeza volver aprenderme el abecedario.

—Ni que fuera tan difícil, peor es aprender a escribir braille.

—¿Qué tan malo es? —se notaba mi preocupación en mi voz.

—Nosotros escribimos de derecha a izquierda, pero leemos de izquierda a derecha.

Creo que acabo de sufrir una embolia cerebral.

—Mejor sigamos con la lectura —aún estoy muy verde para aprender a escribir.

—De acuerdo cavernícola.

—Cállate Toph.

Nos reíamos y seguimos con la clase de lectura. Ella me exigía que usara las manos para leer y no tanto los ojos; realmente podría intentarlo, pero no me sentía interesado en estos momentos. Según Bianca, mi progreso era bastante bueno, ya podía leer oraciones o frases enteras.

Escuchamos como la puerta de entrada se abría y yo asome la cabeza para confirmar mis sospechas.

—Hola papá —Bob sonreía al ver a su hija.

—¿Cómo estas hermosa? —su voz era la de un padre amoroso.

—¿Cómo se encuentra hoy señor William? —y su expresión cambia cuando yo le hablo.

—Bien, hasta que te vi.

El señor William desde que me conoció me tiene cierto rechazo, aun no tengo ni la menor idea de porque me detesta tanto, pero por suerte, después de un mes desde que conocí a Bianca, él al menos me dirige la palabra y su mirada ya no refleja tanto odio hacia mí.

—Iré a preparar la cena, ¿El humano se va quedar a comer?

—Sí —él lanza un pequeño suspiro.

—Ok, ustedes sigan con su clase de lectura.

Cuando el raptor amargado deja la sala, Bianca toma mis manos y las pone sobre el papel.

—¿Qué haces?

—Vas a usar tus manos está vez.

Antes de que me diera cuenta, ella se levanta del sofá y se pone detrás mío para taparme los ojos.

—¿Bianca? —No me sentía cómodo con esto.

—No confió en ti, sé qué harás trampa.

—Me estas apretando los ojos —la verdad es que no me estaba lastimando los ojos con sus manos, solo quería evitar que ella tocara mi cuello por error—. ¿No me podrías traer una bufanda o algo para taparme los ojos?

—¿Y qué me asegura que no harás trampa?

—Te prometo, que no haré trampa —si con eso evito que este cerca de mi cicatriz—. Lo juro.

—De acuerdo.

Bianca empieza a caminar por el pasillo hasta llegar una habitación, tal vez sea su cuarto. Ahora que lo pienso, ¿Cómo será su cuarto? Supongo que será algo minimalista, ya que no puede ver, no habría razones de tener muchas cosas ahí.

Mientras yo sigo abstraído en mis pensamientos, noto que Bianca regreso con una bufanda de lana de color rojo. Como había prometido, me puse la bufanda en los ojos e hice un nudo bastante fuerte para que no se me cayera. Ella pasa su mano por mi cara, solo para confirmar que no estoy haciendo trampa.

—¿Ya tienes en mente que vas a escribir? —me sentía como Kenshi del Dino Kombat con los ojos vendados.

—Aún estoy pensando una buena oración —La verdad quería que se apurara, ya la bufanda me estaba dando algo de comezón —. Listo.

Ella guía mis manos a la mesa y encuentro el papel.

                                       

—Vamos…Joe —Solo había descifrado la primera y la ultima palabra.

—Aun no completaste toda la oración —Ella tocaba la bufanda, esperando a que estuviera haciendo trampa.

—Sí que eres desconfiada, te prometí que no iba a ver.

—¿Y pudiste descubrir el mensaje?

—Me está costando sacar la palabra más larga —era más difícil de lo que parecía.

—Te voy a enseñar.

De un momento a otro, me estremezco cuando Bianca toma una de mis manos. Ella me estaba guiando por cada letra, pero mi cerebro estaba distraído pensando en lo suave que eran las manos de Bianca.

Ignorando mis impulsos primitivos, con ayuda de Bianca, íbamos repitiendo letra por letra mientras las yemas de mis dedos pasaban por los puntos; Íbamos al unísono repitiendo cada letra.

—V-A-M-O-S —tengo que lograrlo. —E-N-C-O-N-T-R-A-R —ella confía en mí—. T-U — sé que puedo —. S-U-E-Ñ-O…

Como un reflejo, cuando entendí la oración, grito en voz alta.

—¡VAMOS ENCONTRAR TU SUEÑO JOE!

Me saco la bufanda tras resolver el mensaje. Me levanto de golpe del sofá y empiezo a hacer un baile de la victoria por descubrir la frase que escribió Bianca.

—Soy el mejor, soy el mejor. —Giraba sobre mi propio eje, mientras movía mis brazos de forma que hicieran un circulo.

—¿Qué haces?

—Mi baile de la victoria, ¿Acaso no lo ves?

—No —me detengo en seco, tras darme cuenta de lo que dije.

—Mala mía.

—En serio que a veces eres muy idiota… —sentía como sus ojos reflejaban cierta decepción —. Además, ¿Por qué bailas?

—Cuando gano o logro algo, algunas veces hago un baile de la victoria.

—Tampoco celebraría Joe, aun te queda aprender a escribir y aun te falta leer con los dedos el braille —que aguafiestas eres Bianca.

—Ok, profesora —regreso al sofá y me siento a su lado—. ¿Tienes algún libro que me puedas prestar para mejorar mis capacidades táctiles de lectura? —lo decía en un tono medio burlón.

Eso provoca que ella se moleste y me pinche con sus garras.

—Tengo algo perfecto para ti —ella se levanta del sofá y se dirige a una biblioteca que estaba en la sala de estar —. Ten.

Cuando miro lo que tenía en sus manos, noto que es un libro común, pero el titulo estaba en braille.

—¿Prin…cipito? —soy interrumpido por Bianca.

—El principito —estaba por descubrirlo —. Es uno de los primeros libros que me compro mi padre, y es uno de mis libros favoritos.

—Nunca lo leí, será interesante leerlo por primera vez en braille.

—Cuando tengas tiempo, léelo, es un libro hermoso.

De repente, el padre de Bianca hace acto de presencia.

—La cena ya esta servida.

El olor a carne recién horneada, invade toda la sala de estar. Nos levantamos del sofá y fuimos directos a la mesa. Mis ojos se deleitaban ante tremenda obra maestra comestible, la carne tenía una cocción excelente, la salsa tenía un aroma exquisito y el pequeño acompañante de papas es perfecto; parecía un animal hambriento por la forma que comía.

—Joe, ten un poco de modales.

—Dizculpaz, ez que esta trenenda la comida —termino de tragar toda la comida antes de seguir hablando—. Señor William, tiene unas manos exquisitas para cocinar.

—Gracias, pero por favor, no hable con la boca llena.

—Perdón, intentare contenerme para el segundo plato.

—Ay dios mío… —Bob lo decía con cierta molestia—. Bianca —Él se voltea y ve a su hija—. ¿Qué tal el día de ustedes dos?

—Ehhhh… Digamos que bien —no sonaba nada convincente.

—¿Ningún avance con buscarle un hobby a este primate? —tengo nombre maldito esquivador de meteoritos.

—Aun nada, y por favor, trata con respeto a Joe —quede algo sorprendido de que ella me defendiera—. ¿No eras tú el que decía que debemos tratar con respeto a los invitados? —el suspiro y el refunfuñar del señor William, hace que me relaje un poco; como te domaron viejito—. Además, Joe se está tomando el tiempo de aprender a leer braille; y está mejorando de forma muy rápida.

—Je, gracias Bianca —me sentía feliz por su elogio.

—Eso tampoco significa que no voy a ser más estricta contigo.

—Mientras aprenda, me sirve.

El resto de la cena hablamos de temas más triviales. Aproveche la ocasión para conocer e intentar llevarme bien con Bob, y los resultados no fueron los mejores. La conversación era muy tosca y poco fluida, varias respuestas cortas y concisas; al menos sonaba más amigable que otras veces.

—¿Así que es Abogado?

—Sí, son dueño de mi propio bufete.

—¿Y hace cuántos años lleva trabajando?

—Más de 6 años —vamos Bob, desarrolle más sus respuestas.

—¿Y dónde queda su despachito?

—En el barrio Promenade —deje de ser tan seco, por amor a dios.

—Es… Muy interesante.

Dios mío, por favor, alguien sáqueme de aquí. Normalmente soy capaz de llevar una conversación, o como mínimo, no morirme del aburrimiento.

—Joe, ¿Ya terminaste de comer? —la voz de Bianca sonaba muy directa.

—Sí, ¿Por?

—¿Podemos continuar con la práctica de braille? Que falta muy poco.

—Bueno, podríamos dejarlo para maña… —Ella lanzo una patada y me roza la pierna, creo que ya entendí—. Quiero decir, podríamos seguir un poco más, tengo algo de tiempo libre.

—Es bueno oír eso.

Bianca se levanta de la mesa y se dirige a la sala de estar. Como un pequeño gesto de respeto, junto los platos y los dejo en la mesada de la cocina. Antes de que pudiera darme vuelta, siento una mano sobre mi hombro que hacia algo de presión en ella.

—Haz algo con mi hija, y eres hombre muerto —Por unos segundos sentí que mi vida corría peligro.

—Gracias por la comida… —me alejaba lentamente de Bob y salgo de la cocina.

Ya en la sala de estar, reviso que no hubiera ninguna amenaza mortal detrás mío y me siento en el sofá con Bianca.

—Gracias por sacarme de esa situación.

—Escuchar su conversación robótica y sin alma, hacía que deseara ser sorda —yo me reía de su comparativa.

—¿Tan poco natural era mi charla con tu padre?

—Demasiado.

Ambos empezamos a reírnos, cada vez un poco más fuerte, pero ocurrió algo que me agarro con la guardia baja; la risa de Bianca era muy nasal, parecía un cerdo haciendo oink oink.

¡JAJAJAJAJA! ¡Pareces un cerdito cuando te reis!

Había estallado de la risa, no podía contenerme, me estaba riendo tanto, que hasta termine en el suelo riéndome.

Bianca buscaba en todas las formas que parara de reírme, me pegaba con su bastón o me pateaba, pero yo no podía parar mi carcajada. Finalmente, cuando logro frenar la risa, intento recomponerme y me siento en el sofá.

—Ay…Ay… Hace tanto que no me reía así —no podía mantener la compostura.

—Por favor no se lo digas a nadie —sonaba nerviosa y se veía la vergüenza en su rostro.

—De acuerdo, Piggy —ella me pegaba en el hombro.

—¡PARA! —su expresión era muy tierna cuando se avergonzaba

Intento tomar aire y contener la risa para poder hablar.

—Ok, lo prometo, es nuestro secreto.

—Gracias.

Después de que me calmara y dejara de reírme, retomamos un poco la práctica de lectura.

—Oye Piggy —su rostro denotaba cierta molestia.

—¿Qué pasa cavernícola?

—¿Puedo preguntarte algo personal? —ella se voltea así mi dirección, se notaba algo intrigada.

—Si no es muy personal, claro.

—¿Eres ciega de nacimiento?

—Si —Me sorprendió que fuera tan directa con la respuesta.

—Entonces, ¿No ves nada de nada? —tal vez era muy tonta mi pregunta, pero tenía curiosidad.

—Técnicamente no. Nada más, la mayoría de personas ciegas, distinguimos las luces y listo.

—¿A qué te refieres?

—Que sabemos cuándo es de día o de noche, o cuando una habitación esta iluminada u oscura.

—Entiendo —A lo mejor, para ella esto no es algo tan personal.

—Ya que tú me preguntaste algo, ¿Puedo saber algo sobre ti?

—Es lo justo.

—¿Eras bueno como luchador? —me froto mis dedos contra mi remera y lanzo un aliento a mi mano como el mayor narcisista del mundo.

—¿Bueno? JA, era excelente. Incluso había recibido el premio al rookie del año.

—¿Qué es un rookie?

—Es el nombre que reciben los novatos.

—¿Y desde cuando te gusta la lucha?

Mi actitud engreída se desvaneció para ser un poco más serio; parece que cuando la gente me pregunta esto me convierto en otra persona.

—Desde que tengo memoria —me sentía algo nostálgico al decirlo—. Ya para los 7 años, soñaba con ser luchador.

—¿Tanto te gusta?

—Demasiado.

—Entonces, muéstrame una lucha.

Me encontraba confundido y estupefacto ante la propuesta de Bianca.

—¿QUÉ? —no tengo ni idea de cómo hacerlo—. ¿Cómo quieres que te muestre si…? Ya sabes.

—Nárramelo, cuéntame que pasa y qué pasa.

Su propuesta no era mal, pero realmente, el pro wrestling se disfruta de mejor manera viéndolo; no sabría si narrarlo iba a servir para trasmitir toda la emoción.

—No sé…

—Joe —Ella me ponía unos ojitos de perrito intentando convencerme.

—Ahhhhhhhhh, está bien. Pero no prometo ser un buen comentarista.

—Lo que cuenta es la intensión.

Me levanto a buscar el control remoto y enciendo la televisión, empiezo apretar con velocidad los botones para ir cambiando de canal; la verdad no sé si cambiaron la emisión de War y SmashUP a otra canal.

En mi corta, pero ardua búsqueda, encuentro el programa de la marca roja de WWA, dejo el control en la mesa y me quedo en shock. La lucha que se estaba por dar era el evento principal.

—Wow, ese es “the viper”, pensé que ya estaba retirado.

—¿Y ese quién es? —cierto que no tiene ni la menor idea sobre esto.

—Él es mi luchador favorito y es un veterano en la industria. Al parecer tiene una lucha pactada.

—¿Y por qué lucha?

—Pues según lo que veo, es porque es el retador número uno por un campeonato. —El ruido de la campana era señal de que la lucha había empezado. —Ya comenzó la lucha.

La verdad, no conozco al oponente de “the viper”; se nota que en casi 2 años las cosas cambiaron mucho.

El combate empieza con un ritmo lento, pero con algo de intensidad, ambos rivales se estaban midiendo de lo que eran capaces y empiezan una de las secuencias más básica del mundo de la lucha libre; la internacional.

El ruido del publico era bastante enérgico, cada movida que realizaba “the viper” era ovacionada por el público, mientras que cada movimiento que realizaba el campeón eran abucheadas.

El campeón empieza a esquivar todos los ataques del retador, incluso saltando por encima de él, y aprovechando su agilidad, le pega una patada voladora en el pecho para tumbarlo en la lona; logrando el control de la lucha.

—¿Puedo saber de qué está hecho un ring de lucha libre? —el rostro de Bianca expresa algo de duda.

—Te llamo la atención el ruido ¿verdad?

—Si.

—Normalmente, está armado por varias vigas de metal que sirven como base, después se pone un piso de madera y es acolchado para que el impacto no sea tan doloroso —Debo sonar como un nerd al saber tanto sobre el tema.

—¿Y el ruido de los resortes?

—Debajo de las vigas, hay un sistema de suspensión que permite que el piso rebote, logrando que los luchadores puedan saltar más alto; eso facilita algunos movimientos o acrobacias.

—¿Cómo una cama elástica? —no es una mala comparativa.

—En cierta forma.

Cuando regreso mi atención al televisor, podía ver a “the viper” agarrando a su rival evitando un ataque a velocidad, aprovechando eso a su favor, realiza uno de sus movimientos característicos, tirándolo contra la lona.

No sabía cómo explicarlo, pero sentía que estaba viajando al pasado, a cuando tenía 7 años y miraba cada programa de la WWA de forma religiosa. Mi atención era enfocada a todo lo que pasaba entre las cuerdas; Suplex, Drop kick, un Alabama slam, el estilo más clásico y duro de la lucha libre.

—SI, POR FAVOR QUE LO HAGA.

—¿Qué está pasando? —no estaba escuchando a Bianca

—El público lo está pidiendo…

El campeón queda medio inconsciente del lado exterior del ring, pero viper lo agarra para traerlo de regreso, dejándolo sus pies colgando en la segunda cuerda.

Mientras viper lo tomaba del cuello al campeón, él se prepara para realizar uno de sus movimientos insignias.

—¡DDT MODIFICADA!

No recordaba esta sensación al ver un show de lucha; pasaba de estar eufórico a estar enojado, de estar gritando “si” para después decir “no”, estar tenso en cada caída cercana para luego lanzar un suspiro de ver que se evitó la cuenta de tres. La lucha estaba cada vez más intensa, y ya se olía, que venía el final.

El campeón no iba dejar que el veterano le quitara su momento, pero el diablo sabe más por viejo que por diablo, y como si fuera arte de magia, the viper hizo lo que mejor sabe hacer, hacer su remate final.

—¡RKO OUTTA NOWHERE! —estaba gritando como loco—. Uno, dos, TRES.

Mientras sonaba la canción de entrada de the viper y anunciaban que era el nuevo campeón, yo estaba haciendo su pose característica con los brazos alzados; tengo suerte de que Bianca no me puede verme hacer el ridículo.

—Fue hermoso, hace tiempo que no veía una buena lucha —me sentía como un niño en plena noche de navidad.

—Hubiera sido interesante que ALGUIEN me lo hubiera narrado.

Mierda…

—En serio, perdón, me distraje y olvidé —no tenía excusa, solo me dejé llevar.

—Tranquilo, igualmente descubrí algo importante.

—¿Qué cosa? —ella me sonreía.

—La meta que veníamos buscando.

—¿En serio? ¿Y eso es?

—La lucha libre —me quedo duro al oír eso —. Llevamos varias semanas y esta es la primera vez que te oigo tan feliz y demuestras un interés por algo.

—Pero Bianca, ese barco ya zarpo.

Mi corazón no latía así desde que hice mi debut en los rings, no podía negar que Bianca tenía razón, pero sigo con miedo, demasiado miedo.

—Joe, entiendo que pasaste algo horrible y tienes miedo, pero tú mismo lo dijiste, esto lo sueñas desde que eres un niño; no puedes dejarlo escapar.

—¿Y qué pasa si no estoy para el nivel? —la inseguridad me invadía.

—¿No fuiste el rookie del año en su momento?

—Si.

—¿No dijiste que eras el número uno?

—Yo no dije eso —me puse a la defensiva ante tal acusación.

—Pero lo hiciste sonar así —ella toma mis manos y siento como las presiona con fuerza—. No puedes temer toda tu vida, en algún momento tienes que afrontar la realidad.

—No puedo —las imágenes del accidente se reproducen en mi cerebro—. Tengo miedo.

Apretaba con fuerza las manos de Bianca, creo que escuche un pequeño chillido de ella, me estaba pasando.

—Yo voy a estar a tu lado.

Mis manos se relajan un poco y nos encontrábamos los dos en un momento de intimidad. Me emocione un poco al ver el interés de Bianca en ayudarme en todo esto, todo el esfuerzo y tiempo que dedico en mí; no sabía cómo agradecerle. En un instante, ella suelta mis manos y se veía algo nerviosa.

—Lo que quiero decir, es que como somos amigos, estoy para apoyarte y ayudarte si es necesario —Maldición Toph, me vas hacer llorar.

Como un simple impulso, abrace a Bianca con fuerza. No sabía porque reaccione así, pero me gusto, creo que fue mi forma de decir gracias. Ella termina aceptando mi abrazo y me sentía feliz.

—Lo voy a intentar —mi tono de voz demostraba que hablaba en serio.

—¿De verdad?

—Sí, no eres la primera persona que me dice que sonrió cuando hablo de lucha libre.

—Me alegro de oír eso.

Tras un par de minutos, terminamos el abrazo y nos quedamos frente a frente por un momento.

—Pero, me vas ayudar si lo necesito, ¿Verdad?

—Para eso están los amigos —no podía esconder mi sonrisa al ver que ella iba a estar ayudar.

—Gracias. —Reviso mi teléfono y veo la hora—. Ya es tarde, mejor me voy a mi casa.

—Te acompaño hasta la entrada.

Después de decir adiós a Bianca, no podía contener toda la felicidad de por fin terminar toda esta búsqueda; al final siempre lo tuve delante de mis ojos todo este tiempo. Como un deseo imperioso, empiezo a correr hasta una banca de cemento y me paro sobre ella. Alzo mis brazos como si fuera un rey y lanzo un grito.

—¡JOE BONUCCI, EL HIJO DE ITALIA, ESTA DE REGRESO!

                                                   

Notes:

La verdad estas semanas donde no escribí y estuve estudiando, me sirvió para aclarar ideas y organizarme para los próximos capítulos. Puedo decir que hay varias cosas planeadas, tengo en mente varias cosas y solo falta escribirlas cuando tenga tiempo.

También quiero decir, que es la primera vez que escribo una secuencia de acción e intente hacerlo lo mas "universal" para que la gente que no conozca sobre el mundo del pro wrestling entiendan lo que ocurre (fue algo que me costo), me gustaría saber en los comentarios si les gusto o no les gusto, porque de la critica, me sirve para ver que camino tomo o no con el tema de las secuencias de acción.

Y ya fuera de esto, Gracias por llegar acá

Se los quiere a todos, cuídense y chao ❤️

Chapter 6: Reconectando con el pasado

Notes:

Bueno bueno bueno
Como digo siempre, hola gentuza, espero que se encuentren bien y hoy tenemos el cap 6 de la historia de nuestro italoamericano favorito.

Espero que lo disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Septiembre llego y el verano estaba por terminar, he de admitir que este verano fue algo movido; conocer a Bianca fue algo refrescante por así decirlo. Hace unos meses me encontraba en un estado de desinterés, desganado y sin razones para disfrutar la vida, y ahora, me encuentro motivado y entrenando para recuperar mi estado físico.

Por suerte no estaba solo en mis entrenamientos, Bianca prometió que me iba ayudar con mi rutina, y aunque no hiciera nada físicamente, ella era mi coach de apoyo emocional; ella me daba ánimos y también me exigía a que diera un poco más de lo normal.

Estas dos semanas fueron complicadas, estar más de un año sin entrenar apropiadamente, hace que tus músculos y huesos griten de dolor por la falta de actividad física. Por suerte, mi cuerpo logro adaptarse bastante rápido y ya la fatiga muscular post entrenamiento no era tan cruel; es verdad lo que dicen de la memoria muscular, pero eso no quita que cada tanto no viene mal un poco de hielo en ciertas zonas.

Hoy me encontraba en el parque haciendo el entrenamiento que Bianca bautizo como “la carroza de la princesa”. Básicamente era atar una carretilla a mi bicicleta y recorrer todo el parque con Bianca sentada atrás; y esto surgió por un simple chiste mío.

—¡Vamos Joe! ¡Solo faltan dos vueltas más!

—¡SI COACH! —Seguí pedaleando hasta que mis piernas pidieran clemencia.

Mi fiel corcel, la domadora de tierras perdidas, mi bicicleta, vuelve a mostrar todo lo que puede ofrecer. Fue raro volverla a usar, más que nada porque hace casi dos años que no la toque. El primer día fue algo complicado recordar cómo usarla, pero con un par de minutos de práctica, el cuerpo recuerda como usarla.

Mientras recorríamos el parque, se distinguía que el mismo vestía de verde y marrón, ya se notaba que varios árboles ya se les estaba cayendo las hojas; el paisaje ayudo que estas últimas vueltas fueran más llevaderas. Con la última vuelta realizada, lanzo un pequeño grito de satisfacción.

—¡YEAH! —alzaba los brazos emocionado.

—Se nota que estas muy emocionado —Se veía feliz al escucharme tan motivado.

—Es que ya siento que estoy casi a mi cien por ciento, un poco más y toca retomar las prácticas de lucha.

—¿Y dónde vas a ir a entrenar? —me rascaba el mentón.

—La verdad eso no lo había pensado, seguramente regresé al gimnasio donde entrenaba —desde que empecé mi carrera en la WSF, no volví a pasar por la academia; me pregunto si el viejo aún sigue siendo el profesor ahí —. Bianca —me volteo a verla.

—¿Qué pasa?

—¿Vamos por un café?

—A este paso, me vas a dejar pobre de tanto ir al Café Volcánico —la miro con cierta molestia, aunque ella no pudiera verlo.

—Lo dice la que pide el café más caro del lugar —ella iba a decir algo, pero se calla porque sabe que tengo razón—. ¿Te llevo? —ella golpea el carrito con su mano.

—Adelante mi fiel corcel, al Café Volcánico —tomo aire y empiezo a pedalear hacia la cafetería.

No podía contener la risa por la cara de los transeúntes que pasaban por el parque y se nos quedaban mirando.

—¿De qué te ríes?

—Mi doncella, los plebeyos que están en el parque, están estupefactos al ver nuestra carroza de bajo presupuesto recorrer estos prados —Intentaba sonar lo más shakesperiano posible para meterme en el papel de cochero.

—O mi querido cochero, ignore a esa gentuza —me gusta que me siga el juego.

—De acuerdo mi lady, así a la tarde tomamos nuestro té con galletas.

—No seas tan insolente, recuerda que soy una duquesa que merece los mejores tratos.

Nos estuvimos riendo todo el trayecto del viaje hasta la cafetería, mientras seguíamos hablando como personajes de un antiguo libro británico.

Ya en nuestro destino, encadeno la bicicleta a un poste de luz y nos sentamos en las mesas que se encontraban en el exterior del local. Como era de costumbre, la estegosaurio de cabellos dorados y con olor a lavanda nos atendía como era habitual.

—Linda mañana, ¿Verdad Claire? —le doy una pequeña sonrisa amable.

—La verdad no me gusta que haya bajado la temperatura —La estegosaurio cian se veía algo disconforme por eso.

—Cierto, que ustedes no se llevan bien con el frio.

—Piensa que en invierno nos tenemos que vestir con varias capas de ropa para que, como mínimo, podamos hacer las cosas básicas —Agradecido de nacer como un humano—. Pero bueno chicos, ¿Qué van a pedir hoy?

—Cappuccino.

—¿Y tú Bibi?

—Un latte —tanto yo, como Claire, miramos con sorpresa a Bianca.

—De acuerdo, ahora en un rato se los traigo —mientras la chica de cian se aleja de nosotros, mi atención regresa a Bianca.

—Así que al final me hiciste caso —mis palabras sonaban con bastante arrogancia.

—Tal vez, y solo tal vez, tenías razón de que estaba gastando demasiado dinero.

—Punto para Joe —hago un pequeño gesto de victoria con la mano.

—Eres un bobo —ella postraba sus brazos en la mesa y su hocico apunta hacia mí—. ¿Ya hablaste con tu madre?

—¿Sobre qué retome los entrenamientos? —me rascaba la cabeza con algo de disconformidad.

—Si.

—No, aun no encontré una forma de decirle que quiero retomar la lucha libre —Bianca toma una postura un poco más firme.

—¿Tan delicados es el tema?

—Pues… —¿Por dónde empezar? —. Mi madre sufrió mucho cuando quede internado en el hospital, siempre venía a visitarme todos los días a la misma hora; sin excepción —No podía esconder el disgusto de mi voz al contar esto.

—Comprendo.

—Súmale que la primera imagen que vi al regresar a mi casa era mi madre llorando desconsoladamente —el rostro de Bianca se había transformado en una de lamento—. Pero sé que en algún momento se lo diré, solo estoy buscando el momento —Intente sonar lo más animado posible para que Bianca cambiara de cara.

—Descuida, todo a su debido tiempo.

Como una aparición divina, Claire hace acto de presencia con nuestros cafés y hoy estaba más feliz de lo habitual.

—Aquí tienen chicos —Ella deja nuestras bebidas en la mesa.

—Gracias —Bianca gira su cabeza a donde podría estar Claire —. ¿Qué tal el libro que te recomendé?

—Estoy a tu derecha —con algo de vergüenza, Bianca gira en dirección correcta—. La verdad me gustó mucho, aun me falta el último tramo.

—Me alegro que te gustara el “asesinato en el expreso de oriente” —ambas se veían contentas en su charla.

—¿Y ya te pudiste terminar “Romeo y Julieta”?

—Me queda el último acto, y se me hace una historia muy trágica.

—Me sorprende que, para una lectora como tú, nunca hayas leído Romeo y Julieta.

—Bueno, no soy muy fan de los relatos teatrales —Bianca hacia un gesto con su mano frente sus ojos,

—Jaja, entiendo, aunque existen el teatro para ciegos.

—Si… Pero no hay muchos por Volcadera.

Estas dos chicas siguieron hablando un rato largo sobre diferentes novelas, cuentos y cualquier relato que estén impresos en un papel; me sentía muy marginado de la conversación, jamás fui un gran lector, con suerte terminaba de leer los que daban en clase de literatura. Aunque tampoco los terminaba, siempre agarraba un resumen de internet o miraba alguna adaptación en la televisión.

—Bueno, tengo que regresar, mi jefe me está llamando.

—Suerte en tu tortura llena de café —Claire se reía y se despide de nosotros.

Mi atención regresa a Bianca y le digo con total seguridad.

—Tienes que juntarte con Claire —Bianca se queda sorprendida ante mi comentario.

—¿Qué?

—Digo, se nota que ambas son muy apasionadas a la literatura, y a lo mejor, podrían congeniar muy bien como amigas.

—No sé, o sea, me agrada Claire, pero no sé si le gustaría juntarse conmigo.

—Pero si eres una persona muy dulce y es agradable pasar tiempo contigo —se veía feliz por mis halagos—. Pero también eres algo tonta y orgullosa —me gano una pequeña patada en mi pierna izquierda —. Auch.

—Mira quien habla, si tú no tienes ningún amigo aparte de mí.

—Claro que tengo —Me sentí algo ofendido por su comentario.

—Dime uno.

—Pues…

Podría nombrar a mis diferentes conocidos del mundo de la lucha o de la preparatoria, pero en la actualidad perdí contacto con todos. Mi único amigo real seria Francis, que lo conozco desde que era un niño, pero ahora está de viaje por el exterior; hace más de 5 años… Y perdí su número.

—Pues dime algún amigo tuyo que no sea yo —me puse a la defensiva e intentaba presionar a Bianca.

—Aurora —Ni dudo en responder.

—Mierda...

Esto demostró lo solo que estuve en estos últimos años, porque realmente, no tuve a nadie que pudiera llamar realmente amigo desde la preparatoria. Tenía al grupo de amigos de Julia, pero cuando terminamos, ellos se alejaron de mí. Y desde que estuve en WSF, solo salía a tomar o ir de fiestas con el resto del roster.

No sé qué me duele más, darme cuenta que no tengo amigos aparte de Bianca, o que Bianca tenga razón sobre que no tengo más amigos. Sin embargo, eso no quitaba que tuviera razón sobre lo de Claire.

—Ok, tal vez tengas razón con mi situación social —ella me hace una sonrisa con cierta malicia—. Pero, no estoy equivocado sobre lo de Claire, serian buenas amigas.

—No sé…

—¿Qué pierdes? Si te rechaza la propuesta de amistad, sigues teniendo más amigos que yo —eso hace que se ría un poco.

—Es cierto.

Le hago un gesto a Claire para que se acerque a nuestra mesa.

—Si Joe, ¿Qué deseas?

—Pues, yo quería probar uno de sus Quaso —Ella me miraba con cierto disgusto.

—Se dice croissant.

—Y es lo que dije, que no sepa francés es otro tema —Ese chiste hace que se ría un poco.

—Si serás... —ella se agarra la cabeza—. ¿Algo más?

—Bueno, Bianca quería preguntarte algo —Claire se veía algo confundida.

—Ok, ¿Qué ocurre Bibi? —Bianca se veía algo nerviosa al hablar.

—Te quería preguntar si alguna vez, te gustaría que saliéramos —Claire se veía algo sorprendida ante la propuesta, y hasta un poco ruborizada.

—Lo agradezco Bibi, pero yo no bateo para ese lado —se me escapa una risa por el mal entendido.

—¡NO, NO, NO! —Bianca había entrado en estado de pánico por la situación—. Quiero decir como amigas, hacer algo, como ir a un club de lectura o ir a comer algún restaurante —Claire lanza un suspiro muy largo, parecía que su alma había vuelto a su cuerpo.

—Ya me asustaba que fuera con otras intenciones —Bianca se veía toda apenada y yo me estaba partiendo de la risa—. Claro, me gusta la idea del club de lectura.

—¿De verdad?

—Sí, es más, cada tanto voy para conocer a otra gente amante de la literatura —Bianca se veía bastante emocionada, hasta su cola se movía.

—¿Te parece ir hoy?

—Sí, hoy termino temprano mi turno —la cara de felicidad de Bianca era muy tierna.

—Me parece perfecto.

Se me hacía un momento muy tierno, diría demasiado.

—Ay, ya bésense.

En el momento que digo eso, la estegosaurio, me mira con ojos asesinos y mi sonrisa maliciosa se desvanece en el acto; ok no hacerla enojar.

—Pásame a buscar a la tarde, y desde aquí, vamos al club de literatura —Claire dirige su mirada hacia mí—. Y tú —trago un poco de saliva—. Ahora traigo tu croissant.

—Gracias…

El resto de nuestro receso deportivo fue bastante llevadero, seguí bromeando un poco sobre la situación mientras gozaba del sabor del croissant que pedí.

Lleve a Bianca a su casa en nuestra carroza improvisada; le pedí que se quedara con la carretilla, ya que no tenía forma de explicarle a mi madre porque había comprado eso. Estuvimos charlando un rato entre nosotros dos antes de que me tuviera que ir.

—¿Y ahora que harás Joe?

—Tengo turno con el médico. Voy hacerme un chequeo para ver la situación de mi cuello y saber si puedo regresar o no a los encordados.

—Espero que salga todo bien.

—Yo igual —golpeo el pedal con mi pie derecho—. Bueno, hasta la próxima —ella se despide de mí y empiezo a pedalear hacia el hospital.

Me sentía diferente al volver a usar mi bicicleta, todo el aire golpeando mi rostro, el calor en mis piernas, esa sensación de libertad; te extrañe mi fiel corcel. Así estuve por al menos treinta minutos esquivando autos y peatones hasta llegar al hospital general de Volcadera.

Busque un lugar para dejar mi bicicleta y poder encadenarla, ya asegurada la bicicleta, entro al hospital y me dirijo a la recepción. La recepcionista tenía el rostro de un muerto viviente, su forma de hablar y su mirada sin vida representaba que no había dormido en horas. Con sus últimas energías, me confirma mi turno con el Dr. Home.

Los pasillos impolutos del lugar solo me hacían sentir incomodo, al solo recordar que estas paredes fueron mi hogar en un momento de mi vida, hacen que un escalofrió recorra todo mi cuerpo.

Habré estado paseando por el hospital por varias horas. Primero tuve una charla general con el doctor Home para que me diera un papel que me permitieran hacerme una radiografía; después, fui al área de rayos X para que me hicieran la radiografía, para que, finalmente, volviera con el doctor y pudiera darme un análisis completo del estado de mi cuello.

—Tengo que reconocer que el trabajo que te hicieron, es excelente —el Dr. Home estaba comparando mi radiografía actual con la de hace 6 meses atrás —. Parece que nunca tuviste una lesión en la cervical.

—Eso es bueno ¿No?

—Bastante, y viendo tus informes médicos, puedo decir que eres un chico bastante sano.

—Gracias —tendría que estar contento, pero me estaba mordiendo el labio inferior por la inseguridad que sentía —Entonces, ¿Ya estoy curado? —El doctor me miraba con demasiada confusión.

—Curado ya estabas hace meses.

—Lo sé, pero me refiero de si ya me recuperé al cien por ciento —Home me mira con seriedad.

—¿Quieres que te diga toda la verdad o solo lo importante?

—Pues diría que todo —el ambiente de la habitación se había vuelto algo tenso.

—Si hablamos desde el punto de vista de tu cuello y la operación, estas totalmente recuperado —me sentía algo más relajado a escuchar eso—. Si lo vemos desde un punto de vista más general, deberías ser consciente de que ahora debes cuidar el cuello con mayor cuidado.

—¿A qué se refiere? —estaba preocupado por lo que decía.

—Que tuviste mucha suerte, si hubiera sido diferente tu lesión, lo más seguro es que tal vez no estarías aquí.

El doctor Home me empezó a explicar a detalles mi situación, debido a que las primeras seis vertebras de la cervical son las más delicadas e importantes, ya que se ubican cerca del cerebro, y el daño que sufra la medula espinal es más crítico, son propensas a causar daño nervioso en algún órgano, la inutilización de varias partes del cuerpo; o en el peor de los casos, la muerte. Debido a la musculatura de mi cuello, y por mi suerte, es que hoy en día sigo vivo. Cuando termina de explicar todo, sentí como mi alma había dejado mi cuerpo.

—¿Se encuentra bien? —El doctor me miraba algo preocupado.

—Sí, es que… Es difícil escuchar que estuviste a punto de morir.

—No tendría que preocuparse de eso, a no ser que regrese hacer algún deporte de alto riesgo, no habría razones para que tenga miedo.

—Sobre eso… —necesitaba escuchar la opinión de un profesional —. Es que estuve pensando en retomar la lucha libre —la expresión del doctor era más severa —. Así que, me gustaría saber, en el caso de que finalmente lo retome, ¿Qué tengo que hacer para proteger mi cuello?

El doctor se queda pensando un rato largo, yo solo seguía navegando en mis pensamientos y discutiendo conmigo mismo sobre los peligros de retomar la lucha libre.

—Mira, no eres el primer deportista que atiendo y que me hace una pregunta de este estilo, y a todos les respondo lo mismo —Toma un poco de aire antes de continuar—. Vas a tener que trabajar, entrenar y tonificar tus músculos en el área operada; evitar la mayor cantidad de golpes en el área indicada y no generar ninguna sobre exigencia en el área en cuestión, en tu caso, el cuello.

—Lo entiendo.

—Si no obedeces esto al pie de la letra, puede ser que la próxima vez que sufras una lesión en el cuello, tal vez no te puedas recuperar, o peor, dejes esta vida. ¿Quedo claro?

—Si —era consiente de mi situación.

—Al menos puedes agradecer de tu genética, eso te favoreció para bien, pero no subestimes a la suerte.

—Lo sé, gracias.

—No hay de que, ahora por favor retírese que debo seguir trabajando —le doy la mano al Dr. Home y salgo de su consultorio.

Ya fuera del hospital, me quedo reflexionando un poco sobre lo que menciono el doctor, comprendo en el peligro que me pongo al volver a poner en riesgo mi cuerpo, pero eso no quita que ahora tenga mis preocupaciones y temores hagan que dude de mi decisión. Tome me bicicleta y regrese para mi hogar para descansar un poco antes de mi trabajo de medio tiempo.

Mientras estaba en la sala de estar disfrutando de un simple partido de futbol, intenté relajarme lo que más pude, pero mis incertidumbres volvieron hacer acto de presencia. Me planteaba todas las consecuencias que generaría volver a luchar, desde lo que me afectaría a mí, como a otros; creo que lo que más me frena de tomar una decisión, es mi madre.

¿Qué mierda estoy pensando? No puedo estar echando toda la culpa a mi madre por mis inseguridades, algún momento deberé crecer y conseguir un trabajo para poder mantenerme a mí mismo. Y así estuve toda la tarde, discutiendo con mi yo interno sobre qué hacer con mi vida.

Ya la noche había caído y yo ya me encontraba en el mostrador esperando a que mi turno terminara, tan solo habían pasado una hora desde que empecé. Miraba a mis alrededores y todo era tan monótono, salude a la cámara de seguridad por el mero hecho de estar aburrido. En un intento de que ocurriera un milagro, prendo el televisor esperando que mostrara, como mínimo, una imagen en blanco y negro.

Empiezo a sintonizar un canal, y aunque se viera pixeleado, se distinguía la imagen, apreté los botones del televisor para buscar algo interesante para ver. Termine captando un show de lucha libre que iba por la mitad de la emisión; bueno a disfrutar del espectáculo.

En este momento estaban dando un segmento donde había un cara a cara entre dos luchadores, intente seguir el hilo de la conversación y entender de que trataba esta rivalidad.

—Hablas de grandeza, de ser el campeón de los fanáticos, pero tú no tienes ni una pizca de la relevancia que yo tengo.

¿Ese no es el streamer que tuvo una polémica en Japón? No sabía que ahora es luchador, bueno WWA siempre ha hecho colaboraciones o ha invitado a celebridades a participar.

—¿Crees que me importa lo que dice un mocoso como tú? —se ve que el oponente lo mira con seriedad—. La próxima semana, ese cinturón tuyo, será mío y te mandare de regreso a donde perteneces —quedan los dos cara a cara—. A la isla de la irrelevancia —se ve que el público anda emocionado por este careo.

La verdad el show estaba siendo entretenido, había alguna que otra lucha que era floja, pero el resto del espectáculo mantenía mi atención.

Mientras mi atención estaba en la pantalla, el ruido de la puerta abriéndose hace que me ponga alerta, no logro distinguir al comprador, pero si puedo ver que es un triceraptop bastante alto, ¿Sera el idiota que humille en el callejón la última vez? No creo, se ve más fornido que ese patán. Regreso mi atención al televisor hasta que el misterioso dinosaurio se acerca al mostrador a pagar sus compras.

El ruido de un paquete de comida chatarra y de una lata de refresco golpeando el mostrador, hace que gire mi vista hacia el cliente.

—Buenas no…

Cuando miro detenidamente al triceraptop, noto ciertos rasgos que me llaman la atención; una melena larga negra, un tatuaje del ying y yang en su muñeca, y un piercing en uno de sus cuernos.

—¿Will? —sonaba sorprendido.

El dinosaurio de verde estaba confundido, hasta que me mira de arriba abajo.

—¿Joe? —su expresión neutra paso a ser una sonrisa afable.

Me levanto de la silla del mostrado, y como si fuera un instinto primitivo de los hombres, nos damos un apretón de manos y un pequeño abrazo.

—Hace años que no te veo, Will.

—Lo mismo digo.

—¿Qué haces en este lugar? —no era común que alguien viniera a comprar a este vertedero.

—Estaba por la zona, y bueno, me dieron ganas de comprarme unas botanas para mí.

—De todos los lugares que podías parar, elegiste parar en el peor barrio.

—Ni que fuera tan malo Skin Row —Como si fuera parte de un chiste, se escucha un tiro a lo lejos —. Ok, me desdigo.

Me acerco a la puerta del negocio, y por tema de seguridad, empiezo a bajar las persianas de metal por si se llega a escapar alguna bala perdida.

—Y dime —volteo a ver a Will—. ¿Sigues luchando?

—Claro que sí, ¿Y tú?

—Yo deje tras la lesión, estoy intentando retomarlo, pero está complicado.

—Ya veo.

A Will lo conozco desde que entre a la WSF, él es dos años más grande que yo y fuimos contratados el mismo año. La verdad no éramos amigos, ni mucho menos mejores amigos, aunque nos juntábamos después de cada entrenamiento y pasábamos el rato divirtiéndonos.

—Oye, ¿Cómo te está yendo en la WSF?, si es que sigues ahí —él tenía una sonrisa bastante grande.

—Estoy en mi mejor momento bro, finalmente tengo un personaje creíble y que al público le encanta.

—¿De verdad? —Regreso al mostrador para poder ir cobrándole por lo que compro.

—Obvio, estás viendo al sexy man, Drako.

—¿Por qué Drako?

—Porque suena cool —que respuesta más simple.

En el lapso que yo estaba pasando los productos por el lector de códigos, Will me deja en el mostrador una entrada de un show.

—¿Qué es esto?

—Una entrada para el próximo show de WSF.

Tomo el ticket y empiezo a revisar lo que decía, “WSF presenta: Meteorite Impact, en el recinto Next orden a las 19:00”.

—Supongo que lucharas —mi voz sonaba algo animada.

—Estás viendo al evento principal, triple amenaza por el cinturón máximo.

—Hey, eso es increíble.

Me alegraba por Will, desde la última vez que nos vimos, el nunca había hecho algo relevante para la empresa, siempre estuvo en las luchas en pareja o en alguna lucha para rellenar la cartelera, como las multitudinarias.

—¿Por qué me das esto? —parece que la pregunta molesta un poco a Will.

—La empresa nos permite regalar cuatro entradas —me hace un gesto levantando sus hombros—. Y como uno de mis colegas no podía, me sobro una entrada.

—Ya veo.

—Es este domingo, estaría bueno que vinieras.

—Lo voy a pensar, tengo que organizarme y ver si puedo ir.

—De acuerdo, espero verte ahí.

Charlamos un poco más sobre pequeñas cosas de la vida, y cuando Will pago sus compras, me despido de él. Mi atención va hacia la entrada del show y la agarro con la mano; creo que puedo hacerme un espacio e ir a ver el show.

—Será interesante ver cómo está la empresa mientras estuve ausente —me decía a mí mismo en voz alta.

Y así, los días pasaron hasta que llegó el domingo. Me encontraba vestido de manera discreta para no llamar la atención y que la gente no me reconociera, no quiero crear falsas expectativas.

En recinto, empiezo a buscar mi asiento. No conocía este lugar, era bastante grande comparado a cuando yo competía; me alegro por los chicos que finalmente se están expandiendo.

Ya en mi asiento, empiezo a mirar hacia el ring y las buenas vistas que tenia del mismo; la verdad Will me consiguió un lugar bastante bueno para poder disfrutar del show, era como un balcón por así decirlo. Cuando las luces se apagan y el sonido de la música ambiente se desvanece, se empieza oír el bullicio del público.

Cuando vuelven a prender las luces, se podía distinguir a un espinosaurio parado sobre el ring con un traje elegante gris.

—DAMAAAAAAAAS Y CABALLEROOOOOOOS, BIENVENIDOS A METEORITE IMPACT.

El ruido ensordecedor positivo del publico me deja aturdido, se podía sentir toda la energía que trasmitía cada fanático eufórico.

—Sin más rodeos, que comience el espectáculo —cada vez el ruido era más ensordecedor—. La primera lucha es por los campeonatos en pareja de la WSF.

Antes de venir, empecé a investigar un poco sobre quienes luchaban y la historia que había detrás. Al parecer esta es una rivalidad entre los tag teams más populares de la WSF, “los sky high attack”, conformados por un anquilosaurio blanco y un microraptor negro, eran los retadores, y “los hermanos Jackson”, dos triceratops de color naranja, que eran los actuales campeones. Mientras que los campeones son una fuerza dominante y agresiva, los retadores son pura agilidad y velocidad.

Sinceramente esperaba una lucha con una historia clásica y simple, los campeones gigantes dominan a sus retadores, y los retadores tenían sus momentos para destacar y hacernos creer que pueden ganar; pero grata es mi sorpresa al ver que la historia era otra.

Cuando los retadores entraron, fueron recibidos con apoyo del público, al parecer son los faces (1) de la historia, y cuando entraron sus rivales, ellos fueron a atacarlos antes de que sonara la campana, para poder dominar el inicio de la contienda.

Por un momento, sentí que la lucha tan solo iba a durar 3 minutos con la secuencia inicial de alto vuelo y movimientos extravagante por parte de los técnicos (1). Sin embargo, los campeones contratacaron, dando inicio al show de golpes duros y dominio absoluto por parte de los Heels (2).

No podía explicar cómo me sentía, estaba al borde de mi asiento y centrado para ver quien salía vencedor en esta magnífica lucha de parejas. Tras un error por parte de los campeones, los retadores aprovechan la oportunidad para conectar su movida final conjunta, y con eso, la cuenta de tres llego y se coronaron nuevos campeones en parejas; estaba aplaudiendo a los luchadores por tremenda demostración de habilidades.

En un gesto de respeto, los sky high attack les dieron la mano a los hermanos Jackson, demostrando una señal de respeto mutuo entre los combatientes. Con los gladiadores dejando el ring, el comentarista regresa para presentar la segunda lucha, esta vez toca demostrar el encanto y la letalidad de las mujeres.

Primero entro la campeona actual, a ella la recordaba de mi estadía en la WSF, en algunas ocasiones, realizábamos luchas inter-género en los entrenamientos; se de lo que es capaz la raptor. En cambio, la retadora era una nueva cara, una joven talentosa nacida en México llamada “La Catrina”; una parasaurolophus de color café con vivos rojos.

Toda mi atención se dirigió a la retadora y ver si era merecedora de llevar el cinturón máximo femenino; y por amor a Jesús raptor, esta chica es talento puro. El desarrollo de la lucha fue la historia del underdog (3) en toda regla, todo el público estaba entregado a que la joven latina se llevara el cinturón esta noche, y eso me incluía a mí.

Toda la lucha se basó en que la campeona hacia lo imposible para lastimarle la pierna, mientras que la retadora sobrevivía de todas las maneras posibles. En el momento más cardiaco de la lucha, tras la realización de una mosca española, la retadora lleva a la campeona a una llave de sumisión; la mexicana daba todo para que la veterana se rindiera.

Habrán estado en el candado por al menos dos minutos, para algunos eso puede ser aburrido, pero para mí, era el mayor momento de tensión del combate. Con un grito agónico, la campeona golpea el ring con su mano, señalizando que se rendía.

Cuando la música de la nueva campeona sonó, se podía ver en su rostro las lágrimas de felicidad al ganar el cinturón. No sabía cómo describir todo lo que sentía en este momento, me sentía un niño otra vez.

—Maldición, yo quería que retuviera —Escucho a un fanático molesto por el resultado del combate.

—¿Qué quieres que diga? Ambas mujeres dieron tremendo combate —se ve que aún seguía algo consternado.

—Lo sé, pero Mrs. Boom estaba teniendo un gran reinado máximo —Se lo que se sentía ver a tu favorito ser vencido y perder la oportunidad de saborear el premio máximo.

—Son cosas que pasan —El ankylosaurio de tez gris bebía su refresco aun molesto por la lucha—. Oye, relájate, mejor disfruta del espectáculo —le lanzo una pequeña sonrisa—. Ya sería muy estúpido amargarse antes de la mitad del show.

—Tienes razón —él me da una sonrisa leve—. ¿Hace mucho que sigues a la WSF?

—Lo deje de seguir por inicios del 2022.

—¿Y eso se debe?

—Asuntos personales —creo que el chico gordo entendió a que no iba a profundizar —. Y ¿Tú?

—Yo desde a mediados del 2022.

—Entonces conoces todas las historias de este show ¿No?

—Obviamente —lo miro con una sonrisa algo despreocupada.

—¿Me podrías contar cual es la historia detrás de las luchas restantes? —El ankylosaurio se ve muy contento por mi interés —. Es que estoy disfrutando de las luchas, pero me falta algo de contexto del porqué luchan.

—Claro —él dinosaurio de gris me mira—. Por cierto, soy Buster —me acerca su puño y yo choco el mío con el suyo.

—Un gusto, yo soy Joe.

El resto del show, Buster se pasó explicando cada historia, cada detalle relevante para entender el resto de las luchas; fue algo nuevo para mí esto, nunca había compartido un show en vivo con nadie. Es verdad que mis padres me acompañaron cuando era joven, pero me refiero a compartir este gusto con otro fanático y poder estar en la misma sintonía.

La tercera lucha había comenzado y fue una fatal de cuatro para determinar al próximo retador del cinturón máximo, fue una lucha entretenida donde el vencedor fue el más joven de los competidores. Al parecer, la historia de esta lucha era que los cuatro competidores eran parte de una facción y con el tiempo se fueron disolviendo; esto lograba que el combate se sintiera más personal.

La cuarta lucha fue una pelea en equipos de tres contra tres sin mayor razón, al parecer no había una historia como tal; esta lucha fue para rellenar la cartelera. No niego que fue entretenida, pero una parte del combate me lo perdí porque debía ir al baño.

La quinta lucha, y penúltimo combate de la cartelera, fue una lucha entre maestro y alumno, en donde, si el maestro perdía, debía retirarse del pro wrestling. Tal vez no se todo el trasfondo o la profundidad de la rivalidad fuera del ring, pero dentro del ring, se sintió todo lo personal que puede ser un simple duelo entre dos viejos conocidos.

Creo que el momento más emotivo de la lucha, fue cuando el maestro seguía de pie tras recibir dos veces el remate final de su alumno; se podía ver en el rostro del viejo que no se iba a rendir tan fácilmente. Se notaba que su discípulo lo veía como un amigo, y le rogaba que se rindiera, su mentor se negaba; y con lágrimas en los ojos, tuvo que dejarlo KO con una patada a la cabeza. La cuenta de tres había llegado, pero el joven luchador no se sentía feliz de haber ganado; se notaba como no podía contener las lágrimas al saber que retiro a su mentor, él tan solo dejo el ring sin decir mucho más. Cuando el veterano se logró recomponer, fue ovacionado por todo el público y se podía escuchar los canticos de “gracias por todo”; tengo que admitir que algunas lágrimas se me cayeron.

Después de este cumulo de emociones, tocaba la última lucha de la noche.

—Y AHORA, EL EVENTO PRINCIPAL —el comentarista se veía emocionado —Presentamos al primer retador, nacido en la ciudad de Atlanta, el proclamado artista aéreo; viene a reclamar otro cinturón para su colección.

Estaba intrigado por quien podía ser, ya que, en el anuncio de la lucha, uno de los oponentes era un luchador misterioso.

—DENLE UNA BIENVENIDA A NUESTRO INVITADO, AIR PICAAAAAAASSO.

Un ritmo energético y bastante funky, resuena en toda la arena. En la pasarela, se podía ver a un triceraptop azul que llevaba unas mallas doradas y usaba una máscara negra que cubría el lado izquierdo de su cara. El público se veía motivado con él. Cuando sube al ring, la canción estaba llegando al momento donde rompe, y Picasso nos demuestras sus pasos de break dances; algo me dice que este es un luchador bastante ágil.

Picasso aprovecho todo este momento para jugar con el público y ver que energía trasmitían, por su forma de actuar debe ser el face de la ecuación. La música de entrada de él se va terminando y el presentador continuo con la presentación del próximo competidor.

—Ahora, presentamos al segundo retador. Nacido en Volcadera Bluff, el hombre más sexy de la industria —se podía escuchar algunos gritos escandalosos por parte de las chicas del público—. Tengan cuidado amigos, porque si su pareja o su madre lo ve pasar, quedaran hipnotizadas por su belleza —creo que ya se de quien hablan—. EL APODADO “THE MAN FATALE”, DRAAAAAAAAAKO.

De repente, el sonido de un sintetizador hace que todas las miradas estén fijas a la entrada, y de ahí, sale Will; o mejor dicho Drako. Vestía una camisa abierta, unos pantalones de color rojo y con unos lentes de sol. Cuando se acerca al público, las chicas de la primera fila, se abalanzan sobre él, y Drako, se deja manosear un poco por ellas. Para seguir con su personaje, se deja arrancar la camisa por el público y las mujeres se pelean para conservarla.

Ya arriba del ring, cuando está por llegar el estribillo de la canción, se sube a uno de los esquineros, y cuándo él pone su mano en la oreja, espera a que el público cante esa parte de la canción.

How many people can do it like me?

—ZERO! —El público cantaba con Will.

Keep it so cool like me?

—ZERO!

Girl you know there ain't noboby

Will se queda mirando a Picasso y le hace un pequeño gesto de bienvenida, el chico de Atlanta se lo acepta y la música vuelve a desaparecer para presentar al último combatiente.

—Ahora bien, el ultimo luchador, nuestro campeón máximo —Se escuchaba como el público golpea sus pies contra el piso al unísono, incluso Buster lo hacía.

Espera… NO ME DIGAS QUE…

—EL VERDUGO, EL SER MAS DOMINANTE DEL MUNDO, EL REY DE LA SUMISION; EL DRAGON DE VOLCADERAAAAAAAAAA, JACK DANIELSOOOOON.

Como si fuera una arena de batalla medieval, todos gritaban al unísono la misma frase; “DIE”. Finalmente, un Parasaurolophus de tez negra hace acto de presencia, con su malla blanca y sus botas bordo, camina hasta llegar al ring sin mostrar ninguna expresión de debilidad. Cuando sube al ring, se notaba en toda la arena como imponía respeto tanto a sus oponentes como al público; estaba ansioso por ver el combate y cuál iba a ser su desenlace.

Cuando la campana suena, ninguno de los tres mueve un pelo, la tensión se podía cortar con una cuchara. Los tres luchadores aprovecharon para jugar con el público esperando a que canten sus nombres. Por parte de Picasso, hubo una respuesta moderada; en cambio, por el lado de Jack y Drako, el público está dividido y entregados a ellos. Y como no podían estar quietos por mucho tiempo, Drako da el primer golpe contra Jack.

Normalmente, las triples amenazas, tienen un sistema definido; mientras dos luchadores trabajan y entretienen al público, el tercero se queda descansando y espera el momento para tomar el lugar de alguno de los otros dos.

La primera parte de la lucha fue maltratar a Jack por parte de los retadores, así tenían espacio libre para poder luchar entre ellos y mostrar sus dotes; este primer acto fue el más vistoso de toda la lucha. Mientras Drako desplegaba todo su arsenal, Picasso lo contrarrestaba con sus movimientos rápidos e impredecibles.

En un momento, Jack regresa a la lucha para intentar controlar la situación, pero Picasso no se lo permitió; haciendo el momento de la noche. Picasso comienza a llevar la lucha hacia el público, y cuando Drako como Jack estaban peleando entre ellos, él empieza a escalar el andamio que había por la parte de la entrada y se prepara para realizar un moonsault contra sus dos oponentes.

—¡HOLY SHIT! ¡HOLY SHIT! —el público estaba en shock al ver que Picasso saltar desde casi 5 metros sobre sus rivales.

El segundo acto de la lucha, fue el dominio de Jack y su estilo rudo para tomar el control de la contienda. El estilo feroz de agarre y sometimiento de él, era algo para disfrutar. Tanto Picasso como Drako sufrieron todo tipo de suplex y sus variantes. Los dos retadores tuvieron que unir fuerzas para poder hacerle un poco de frente al gigante de casi dos metros. Hubo múltiples caídas falsas, y todo el mundo en el recinto, estaban al borde del asiento esperando a ver quién era el vencedor.

En una jugada arriesgada, Drako logra deshacerse de Picasso, tras romper una mesa con él; esto le permitió poder tener un mano a mano contra Jack. Yo estaba al borde de mi asiento, creo que incluso me había levantado del mismo y me asome al balcón para poder ver mejor el desenlace. Si volviera a luchar, podría trasmitir todas estas emociones que yo siento al público; de solo pensarlo, ya podía sentir como mi piel se eriza de la emoción.

El ruido de un golpe seco en el ring hace que mi atención regrese a la lucha, y la imagen que me esperaba era fascinante. Estaba el campeón tirado en la lona y Drako estaba subiéndose a la tercera cuerda para finalizar este espectáculo.

Ya subido al esquinero, pone sus dedos en forma de pistola y apunta contra el cuerpo caído de Jack; Drako salta contra Jack con un súper codazo al pecho. Él se sube encima del campeón, esperando la cuenta de tres.

—¡UNO! ¡DOS! ¡TRES! —Todo el público contaba con el referí.

El ruido de campana, había señalizado que el tremendo espectáculo había llegado a su fin, y Drako, finalmente podría disfrutar de su gran premio.

La ovación y apoyo de la gente era algo que cualquier luchador desea disfrutar; Drako se para en el medio del ring y levanta el cinturón máximo, mientras una pequeña ráfaga de pirotecnia sale en su celebración. Y con esta postal, el show había terminado.

—El mejor show del año —Buster sonaba demasiado emocionado.

—¿Aun con la derrota de Mrs. Boom? —me lanza una mirada agresiva tras mi provocación.

—¡Sé que regresara más fuerte y reclamara su premio!

—Lo que tú digas —me levanto de mi asiento—. Tengo que ir a saludar a unos amigos.

—Espera —se notaba un cierto destello en los ojos de Buster—. ¿Conoces a los luchadores?

—Sí, fui compañeros de ellos hace unos años —los ojos de Buster se hacían más grandes.

—¿Y tú quién eras?

—La pregunta ofende —empiezo hacer algunas de mis poses características y me preparo para mi frase más característica—. El figlio de Italia, l'eccellenza dell'esecuzione, Joe Bonucci.

—¿Quién? —su forma de hablar tan desinteresada, hacía que me ofendiera.

—Joe Bonucci, el joven prospecto de la WSF, rookie del año en el año 2021 —la cara de Buster seguía siendo la misma, no me registraba.

—Realmente no sé quién eres —adiós al poco ego que me quedaba—. Pero me caíste bien, espero que nos volvamos a ver.

—Si… —no esperaba que no ser reconocido me iba afectar tanto a mi orgullo.

Me despido de Buster y me dirijo a los vestidores para poder ir a saludar a Will por su gran victoria. Tuve que ir con cierto cuidado, ya que, no quería tener problemas con los de seguridad; tal vez no era una gran idea infiltrarme a los vestuarios, pero la suerte estuvo de mi lado y no paso a mayores. Me acerco a la puerta del vestidor y golpeo para preguntar si se podía pasar.

—¿Diga? —cuando se abre la puerta, soy recibido por Jack Danielson.

—Hola —se queda sorprendido al ver.

—No jodas… ¿Cómo te encuentras Joe?

—Intentando sobrellevar las cosas —le daba una pequeña sonrisa.

—Como todos —él se reía—. ¿Y qué te trae por aquí?

—Vine a ver a Will, ¿Se puede pasar o espero acá afuera? —él me da una sonrisa típica de padre.

—Pero si fuiste parte de la federación, ni que fuera la primera vez que vez a un hombre semidesnudo —él solo se reía de su chiste.

—¿Eso es un sí?

—Obviamente niño, pasa.

¿Qué podría decir de Jack que no sea de conocimiento popular en el mundo de las independientes? Veterano experimentado, recorrió el mundo, líder de vestuario y una de las figuras más respetadas y admiradas por varios luchadores; siento algo de lastima de que nunca pudimos concluir nuestra lucha, me gustaría poder finalizar ese capítulo.

Al entrar al vestuario soy recibido por una cálida bienvenido de algunos viejos conocidos y el olor a sudor que se impregno en la habitación.

—Pero si es mi italiano favorito —Will se estaba contemplando su nuevo cinturón.

—Felicidades por tu coronación —me acerco a Will y le doy un abrazo.

—Gracias, por fin consigo el premio mayor —Se veía muy contento con el cinturón colgado en su hombro—. Hey, te quiero presentar a alguien —se voltea a ver a Picasso—. ¡Picasso, te quiero presentar a un colega! —el triceraptop de azul se acerca a donde estábamos reunidos.

—Joe, este es Mike, más conocido como Air Picasso.

—Es un gusto conocerte Joe —su tono sereno y educado me dejan algo sorprendido.

—Lo mismo digo —nos damos un pequeño apretón de manos —. Quería felicitarlos a los dos por sacarle una buena lucha al vejestorio de ahí —señalando a donde estaba Jack.

—Serás cabron, que tengo 38 años aún —sonaba ofendido por mi insulto.

—Ay no se enoje, que si no le va salir canas —Mientras me reía de mi comentario, él me saca el dedo del medio.

Mientras Picasso como Will se iban cambiando de ropa, estuvimos charlando sobre el show que dieron esta noche, y un poco también, del mundo de la lucha y nuestras experiencias. Picasso nos contaba que viajo por diferentes partes del sur del continente, Argentina, México, Chile, Bolivia, Honduras, entre otros países latinoamericanos.

—Sí que viajaste por todo el mundo —seria hermoso recorrer el mundo—. ¿Y hace cuánto que eres un pro wrestler?

—Hace más de doce años —carajo, sí que tiene experiencia.

—Y tu humanito, ¿Cuántos años llevas en este negocio?

—Bueno… —Will habla por mí, revelando cosas que no debía decir.

—Pues fuimos contratados el mismo año en el 2020, pero debido a que se rompió el cuello, dejo la lucha.

—Viejo… —Picasso sonaba sorprendido.

Una parte de mi quería golpear a Will hasta cansarme por contar algo tan personal, pero por el otro, ayudo a que me ahorrara explicaciones innecesarias.

—Gracias Will… —juro que me las vas a pagar—. Tuve un accidente, al realizar mal un salto de la tercera cuerda, no gire lo suficiente en el aire y mi cráneo impacto de lleno contra la lona.

—Como a mí —Picasso lo decía con demasiada tranquilidad.

—¿En serio? —Estaba con los ojos abiertos en par en par.

—Cuando era más joven, en mi ciudad natal tuve una lucha y bueno… —Él saca un teléfono y nos muestra un video.

Se podía ver a un Picasso mucho más joven que contratacaba a su rival dejándolo tendido contra la lona. Él decide subirse a la tercera cuerda y se prepara para realizar un doble mortal hacia atrás. Finalmente, cuando realiza el salto, se ve perfectamente que logra el primer giro, pero el segundo no lo logra; impactando su cráneo contra el ring. Un escalofrió invadió todo mi cuerpo tras ver la caída, la única diferencia entre mi lesión y la suya, es que yo realice un mortal doble de frente.

—El lado bueno es que tuve demasiada suerte, solo sufrí una lesión craneal y en tan solo 5 meses regresé a luchar.

—¿Y no tuviste miedo? —esa pregunta salió de mi boca de forma automática.

Picasso me miraba de forma empática y me dijo unas palabras que quedaran grabadas por mucho tiempo en mi mente.

—Sí, tuve bastante miedo, pero yo amo hacer esto —me pone su mano en mi hombro izquierdo—. Entiendo cómo te sientes Joe, sentir el pánico y el terror de que vuelva a ocurrir —él se termina de cambiar de ropa y siguió con su monologo—. Cuando el doctor me explico mi situación, le pedí que me explicara TODO lo que tenía que hacer para regresar a luchar, que debía hacer, y yo mismo me prometí, que lo iba a respetar como si mi vida dependiera de eso.

—Ya veo.

—No puedes dejar que ese miedo te persiga y se vuelva parte de ti —toma su bolso y se voltea a verme y me da una sonrisa confortable—. Inténtalo una y otra vez, hasta que el miedo te tenga miedo. Si de verdad amas esto, vas a regresar más fuerte y con experiencia de que debes hacer y que no; eso también sirve para cuidar a tus compañeros.

—Lo tendré en cuenta.

—Bueno, tengo que irme, mi vuelo salé en 3 horas.

—Cuídate, y gracias por compartir el ring conmigo —Will se sentía muy agradecido con él.

—Y fue un honor competir contigo —Ambos se dan las manos en señal de respeto—. Y fue un gusto conocerte Joe, espero que nuestros caminos se crucen en algún momento.

—Ya veremos, gracias por tus palabras.

—No hay de que, si mi experiencia sirve para ayudar a alguien, que así sea.

Nos despedimos del dinosaurio de azul y me quede charlando un rato más con Will hasta que se terminara de cambiar. También tuve la oportunidad de hablarme con algunos viejos conocidos y preguntarles cómo les estaba yendo.

Después de un buen rato, salgo con Will del recinto, y como la noche era joven, fuimos a un bar a tomar unas cervezas para celebrar la coronación del nuevo campeón de WSF. Ya en el bar, nos sentamos en la barra y empezamos a divagar y contar sobre nuestras vidas.

—Así que ¿Estas saliendo con La Catrina?

—Sí, la conocí en una pequeña gira que hicimos en México, y bueno, una cosa llevo a otra y ella quedo encantada con el hombre más sexy de la industria —lo decía de una forma muy arrogante.

—Seguramente odia verte cerca de las mujeres.

—Ni me lo digas, muchas veces me quiere matar cuando dejo que las fanáticas me toquen.

Me estuvo contando también a detalle sobre la gira por México y todo lo que conllevo. Me contó una anécdota bastante chistosa de cómo consiguió entrar a su habitación de hotel tras perder la llave de la habitación. Otra cosa que menciono, es que la WSF, recibió un financiamiento de un filántropo fanático del Wrestling y que eso ayudo a que estos últimos meses los shows fueran de gran calidad.

Y así, la primera ronda de cervezas, como la segunda, habían finalizado. Le pedimos otra ronda al cantinero y seguimos charlando para ponernos al día con Will sobre nuestras vidas; y de alguna forma, necesitaba este momento.

—Entonces, ¿Qué haces realmente de tu vida? —él me golpeaba el hombro de forma juguetona intentando sacarme algo de información—. No me creo que solo trabajes en un mini mercado.

—No estés jodiendo —le doy un buen sorbo a la cerveza—. Retome el entrenamiento para regresar a luchar —se le forma una mueca de felicidad a Will.

—¿Vas a regresar?

—No estoy seguro al cien por ciento, pero esa es mi intención.

Will cuando se pone algo ebrio, es bastante jocoso y algo denso, siempre busca sacarte conversación, y si quiere saber algo, lo va conseguir.

—¿Qué pasa? ¿Qué es lo que no te convence?

—Algunos asuntos más personales, que NO te voy a decir, pero si te diré que estoy tomando los cuidados necesarios para proteger lo que más pueda mi cuello.

—¿Y ya tienes una rutina de entrenamiento?

—Por ahora algo básico, quiero recuperar mi estado físico —Will me mira con mucho interés.

—Entonces… Te ayudare —cuando dice eso, me lo quedo mirando algo confundido.

—Gracias, pero ya estoy recibiendo ayuda.

—¿En serio?

—Sí, tengo una amiga que me está acompañando en mi rutina.

—¿Una amiga o “una amiga”?

—Amiga, a secas.

Ambos reíamos y disfrutábamos, no sé qué era lo gracioso, pero nos sentíamos más torpe de lo habitual; creo que la cuarta ronda ya está haciendo efecto.

—Lo que quiero decir, es que te voy ayudar en la parte luchistica.

—¿De verdad me vas ayudar?

—Hombre, tal vez puedas recuperar tu condición física, pero dudo mucho que tengas la misma calidad en el ring —eso sonó como un reto.

—Te demostraría que te equivocas —Will da un buen sorbo a su cerveza y golpea con fuerza el vaso contra la barra.

—Si tan machito te crees ¿miércoles a las 18:30? Alquilamos un ring y luchamos.

—Trato —le doy la mano aceptando el contrato—. Y voy a barrer el ring con tu cuerpo.

—Ya lo veremos, skinnie.

—Como tú digas, trigga.

Aunque nos estábamos insultando, nos seguíamos riendo a mas no poder, parecíamos dos viejos amigos que no se veían hace años.

El resto de la noche seguimos bebiendo, y dios sabe cuántas cervezas habremos consumido, solo sé que me quede sin un centavo en la billetera. Tras despedirme de Will, intente regresar a mi casa como fuera posible; al menos podría agradecer que aún era consciente de mi entorno. Ya dentro de mi humilde morada, fui directo a mi cama, y en mi último momento de lucidez, lo único que retumba en mi cabeza es la idea de que voy a regresar como luchador.

 

                                                                   

Notes:

Puedo decir que el descanso que me di para los exámenes dieron frutos, ya que sacamos un 9 sobre 10. Sin embargo, ya tengo el segundo parcial pero tiempo para escribir aun hay.

Estoy disfrutando mucho, esta historia y les comento, que una parte del cap, esta basado en una charla. Cuando entrene en su momento lucha libre/catch/wrestling, conocí a un luchador de las independientes de U.S.A. de ahí me base para crear a Air Picasso, ya que en su momento, le pregunte sobre el tema de las lesiones y como afrontarlas. Y más o menos (con un poco de libertad creativa) lo que dice Picasso a Joe, es lo que él me respondió. Obviamente, después lo vi luchar y el HDP no tenia miedo de volar, llego a colgarse desde una ventana y salto contra sus oponentes.

Pero fuera de esa pequeña anécdota, quería agradecer a un panita que me hizo un dibujo, sin compromisos, de Joe. La verdad, gracias mapachín por el dibujo, dejo su Twitter para que le vayan darle cariño. @KD_69_Official

Espero que hayan disfrutado de este capítulo. Espero que la pasen bien y nos veremos pronto ❤️

Chapter 7: El arte de confiar

Notes:

Buenas gentuza preciosa, capitulo 7 sacado recién del horno y espero que lo disfruten.

Aviso importante al final del capítulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Ya había pasado casi un mes desde el show de WSF, con la ayuda de Will, retome los entrenamientos de lucha, como él decía que debíamos entrenar en un lugar en condiciones, empezamos alquilar un ring en un gimnasio entre los dos; la mitad de mi miserable sueldo se fue en alquilar el ring dos veces por semana. Era bueno tener un compañero de práctica, me ayudaba a recordar las secuencias básicas, me corregía en caso de que estuviera haciendo algo mal, y también era bueno pasar un rato con un colega.

Por otro lado, mi vida social estaba siendo más activa. Con Will me junto todos los miércoles y viernes a entrenar, y al menos una vez a la semana, me junto con Bianca a pasar el rato. Ella últimamente anda algo emocionada con su trabajo, al parecer recibió la visita de un viejo conocido de su jefe y le dijo que tenía un futuro prometedor si seguía esculpiendo, por eso, solo nos veíamos una vez a la semana porque ella se la pasaba trabajando en el estudio.

En estos momentos, me encontraba en la oficina del Dr. Rootman. Según las palabras del Doc, está viendo un progreso bastante positivo en mí; las pesadillas se redujeron casi a cero, me ve mejor anímicamente y la mayoría de temas que tratamos ya son menos pesados.

—Y dime, ¿Qué se sintió volver a pisar un ring después de mucho tiempo? —yo me rascaba el mentón mientras pensaba en una respuesta a la pregunta del Doc.

—Diría que raro, pero a la vez, bonito.

—¿Te gustaría desarrollar tu respuesta?

—Quiero decir, al principio me sentía extraño, como que no pensaba que iba a volver a estar en un cuadrilátero —el Doc anotaba cada cosa que salía de mi boca en su libreta—. Pero luego de calentar un poco y tirarme contra la lona, me sentía emocionado y muy enérgico —inconscientemente movía mis manos intentando poner mis emociones en palabras.

—Entonces, ¿Estabas feliz?

—No solamente feliz, también excitado, como si me hubiera dado una dosis de adrenalina.

—Pues es bueno oír eso, parece que todo está tomando un nuevo rumbo —yo le sonreía—. ¿Y cómo tomó tu madre la noticia?

En ese instante, mi cara dejo de expresar alguna emoción y me quede en silencio por un buen rato.

—Bueno… —estaba desviando la mirada de Rootman.

—¿No le dijiste aún?

—No encontré el momento oportuno para contarle —la expresión del doctor era muy severa—. Hey, usted está acá para ayudarme, no para juzgarme.

—Das un paso adelante y dos atrás —se agarraba la cabeza de la frustración—. ¿Y cómo haces para ocultarle que estas entrenando?

—Le dije que empecé el gimnasio —el Doc no dejaba de verme—. Escuche, en algún momento se lo diré, tampoco se lo puedo estar ocultando toda la vida.

—Es mejor que lo hagas lo antes posible.

El ruido de la alarma, señaliza que nuestra sesión termino por el día de hoy.

—Bueno, eso fue todo por hoy, nos vemos dentro de dos semanas.

—De acuerdo, cuídese Doc —me despido de él y salgo de su consultorio.

—Espera un segundo Joe —me detengo antes de cerrar la puerta.

—¿Qué ocurre?

—No quiero que te sientas atacado cuando te dije que lo mejor sería que le dijeras a tu madre sobre eso —su mirada seria se había despedido de su cara y solo quedaban unos ojos que trasmitían pena—. Es que sé que es estar en ese lugar, el ocultar un secreto por mucho tiempo a tu familia.

—Entiendo —le daba una pequeña sonrisa—. Quédese tranquilo, que sus palabras no me ofendieron —me rascaba la cabeza de forma despreocupada—. Es solo que no me gusta que me recalquen lo obvio.

—De acuerdo, ya no tengo nada que decirle, que tenga un buen día.

—Igualmente Doc.

Ya afuera del edificio, reviso mi teléfono y noto que estaba llegando tarde a mi entrenamiento con Bianca en el parque; desencadeno la bicicleta y empiezo a pedalear hasta la casa de ella.

Me pregunto a que se referirá el Doctor Rootman cuando menciono lo del secreto, ¿Estará ocultando algo oscuro y turbio de su pasado? No creo, parece una persona amable, bastante educada, e incluso diría, que es alguien que no podría hacerle daño ni a una mosca. Aunque tiene razón, no está bueno que se lo esté ocultando a mi madre; pero tampoco sé cómo decírselo.

Tras un par de minutos, llego a mi destino, golpeo la puerta esperando una respuesta. El ruido del cerrojo abriéndose era audible, y al ver la puerta abrirse, distingo un olor algo fuerte saliendo de la casa de Bianca; y mis ojos son recibidos con la figura de la Dilophosauro drogadicta y la raptor ciega.

—¿Qué onda Joey? —me quedo viendo algo confundido a Aurora.

—¿Aurora? ¿Qué haces en la casa de Bianca?

—Le estaba prestando unos viejos casetes que tenía en mi casa, para que se cultive en el mundo de la música.

—Comprendo —mi atención se dirige a Bianca —. Déjame recoger la carretilla y empiezo a preparar el carruaje mi lady.

—De hecho… —Bianca al hablar titubeaba un poco—. Le dije a Aurora que la podías llevar hasta su trabajo —cuando ella me dijo eso, me quede con una cara de pasmado.

—Tranquilo Joey, no tengo el culo tan gordo como Bianca —se me escapa una risa al escuchar eso.

—¡OYE! —Bianca se veía algo molesta y avergonzada por el comentario.

—Ni que fuera tan malo, tal vez a Joe le gusta los culos —tanto Bianca como yo, nos quedamos en silencio—. ¿O acaso eres de los que prefieren las tetas?

Mejor termino con esta situación tan incómoda para mí como para Bianca.

—Por favor Aurora, solo alcánzame la carretilla…

—De acuerdo.

Con un poco de ayuda de Aurora, terminamos de armar mi carruaje de bajo presupuesto.

—¿Más tarde nos vemos? —Me quedo viendo a Bianca.

—Si, tal vez te haga dar menos vueltas —yo me reía un poco.

—Es lo mínimo por llevar a tu amiga a su trabajo —Aurora golpeaba la carretilla.

—Vamos que se me hace tarde.

Con un dilophosauro con olor a droga sintética sentada detrás mío, empiezo mi viaje hacia mi destino. Gran parte del viaje, mi atención estaba en los diferentes autos que pasaban por la calle y yo evitándolos para no ocasionar ningún accidente estúpido. Al principio del viaje, Aurora se puso a cantar algunas canciones que nunca había escuchado.

Except for that first night

We're two kids under that moonlight

We ate McDonald's at midnight

Became the best of Friends

—¿Es algo que estas componiendo? —tenía algo de intriga por la curiosa letra.

—Más o menos, el último mes llevo componiendo algunas canciones.

—Eso suena genial, ¿Piensas ir a tocar en algún bar o local?

—Lo dudo —sonaba algo desanimada.

—¿Y eso?

—Es que no me gusta llamar la atención o ser el foco de las miradas.

—Pero es perder una gran oportunidad de demostrar tus grandes dotes y… —soy interrumpido por Aurora de forma abrupta.

—Joe, por favor, no sigas —el tono de su voz indicaba que dejara el tema.

Yo solo me quede callado y deje que el sonido del claxon de los vehículos fueran mi música. Ya por la mitad del camino, ella vuelve a romper el silencio que había entre nosotros dos.

—Tenía razón Stevie sobre esto, es muy divertido.

—¿Stevie?

—Es un apodo que le puse a Bianca —Ok, no soy el único con cierta maldad al poner apodos.

—Y dime, ¿Cómo conociste a Bianca? —ella se queda un rato largo pensando antes de responder.

—Fue hace como un año. Un día me senté en el parque a tocar algo de música para obtener algo de dinero, y nadie pasaba.

—Eso es raro.

—¿Por qué?

—Porque eres muy buena con la música. Digo, tuviste paciencia conmigo cuando fui tu alumno.

—Gracias —sonaba un poco más animada su voz—. Bueno continuo, habré estado alrededor de tres o cuatro horas y no había obtenido ningún centavo —ella largaba un gran suspiro—. Pero de repente, alguien dejo un billete de cincuenta dólares, y cuando revisé quien había sido, descubrí que era una chica ciega.

—Entonces, ahí conociste a Bianca.

—Si —empiezo a distinguir el olor a Carfe detrás mío.

—¿En serio vas a fumar?

—Estoy al aire libre, no puedes quejarte, además el humo se lo lleva el viento hacia atrás —tras dar una respuesta con algo de sentido, continúo contando la anécdota—. Con el tiempo, Bianca venía a escucharme a tocar en el parque y un día empezamos a conversar.

—Es una linda historia, ¿Y te importo en su momento que ella fuera ciega?

—Para nada, tal vez cuide un poco mis palabras al principio, pero cuando note que ella no tenía filtro al hablar, me dije a mi misma que no me tenía que censurar.

—Creo que eso y su forma de apoyar a los demás es lo más atractivo de ella.

—¿Atractivo?

—Quiero decir, de su personalidad, que es una gran amiga —¿Por qué dije atractivo?

—Sí, es una gran amiga —el olor a carfe lo sentía más cerca de mi persona—. ¿Quieres un poco?

—No. Además, el carfe me mataría.

—Eso es un mito.

—Pues seguirá siendo un mito, no pienso comprobarlo —ella se reía un poco.

—Para compensar lo de hoy, te conseguiré algo para consumo humano.

—En serio, no es necesario. Solo consígueme un refresco de naranja y estamos a mano.

—Pues un refresco será.

Finalmente, llegamos a nuestro destino. Estábamos por la zona comercial de la ciudad, y por suerte, no había tantos transeúntes por la calle. Con cuidado, entre a una pequeña galería con la bicicleta, Aurora me señala un negocio y me dice que trabaja ahí; el local se llamaba “Librería almas rojas”.

—¿Trabajas aquí?

—Mira, cuando eres una simple estudiante de preparatoria, necesitas trabajos de medio tiempo —Un segundo…

—Espera, ¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho —ella se me queda mirando con picardía—. ¿Acaso quieres invitarme a salir?

—¡NO! —me exalte un poco ante su pregunta—. Solo tenía curiosidad por saber, pensé que eras más grande, ya que eras amiga de Bianca —Ella solo se reía de mi reacción.

—Solo estoy jugando contigo —ella termina su cigarrillo y lo tira a un cesto de basura—. Gracias por el aventón Joe, tal vez podrías dedicarte al servicio de transporte.

—No gracias, no me veo llevando a borrachos a altas horas de la noche —ella se reía de mi chiste.

—Bueno, hasta la próxima Joe.

—Adiós.

Tocaba regresar de vuelta para la casa de Bianca para empezar mi entrenamiento del día de hoy; habíamos acordado que todos los sábados ella me iba ayudar en mi entrenamiento, y realmente no necesitaría que ella me siguiera acompañando, pero me divierto mucho haciendo estas estupideces con ella.

Después de haber recogido a Bianca de su casa, empezamos el entrenamiento. Ella se pasó todo el viaje gritándome y alentándome a seguir pedaleando, ya era algo automático la ruta que hacía con la bicicleta, así que empezaba a prestar atención a otros detalles, como a las reacciones de Bianca; como ella no me veía, muchas veces me daba vuelta para ver cómo estaba. Ella siempre estaba con una sonrisa de punta a punta cada vez que salíamos a pasear con el “carruaje”, su risa era bastante contagiosa, y más cuando se le escapaba el “chanchito”, su pelo al viento solo hacia resaltar sus ojos; es la primera vez que noto lo bonita que es.

¿Por qué siento calor en la cara? Mejor me concentro en otra cosa, ya faltaría que me caiga de la bici y termine todo golpeado.

Ya con todas las vueltas terminadas, le pregunte a Bianca si quería ir almorzar algo, que yo invitaba esta vez, ella acepto y nos dirigimos al puesto de comida de Tracy; yo me pedí un hotdog estilo volcánico y Bianca un hotdog simple. Ambos nos sentamos en la misma banca de siempre y nos quedamos charlando sobre nuestras vidas.

—Entonces, ¿Cómo están yendo las cosas en el taller? —yo devoraba mi comida mientras esperaba su respuesta.

—Bastante bien, tal vez me estoy exigiendo un poco, pero los últimos trabajos que estuve haciendo, se están vendiendo bastante bien.

—Eso es genial, me alegro por ti.

—Gracias —ella se veía muy emocionada cuando lo contaba—. ¿Y cómo están yendo los entrenamientos con Will?

—Ya recuperé el ritmo, al menos ya las bases las tengo claras, ahora solo me falta recuperar mi propio estilo.

—¿A qué te refieres? —se veía en su rostro que tenía cierto interés en lo que decía.

—Me refiero a mi estilo de lucha, y tal vez agregar a mi arsenal nuevos movimientos.

—¿Y cuál era tu estilo de luchar?

Tranquilamente podría darle una respuesta, pero debía buscar una forma de poder explicárselo sin ser demasiado técnico.

—Digamos… Que era un luchador que hacia muchas acrobacias y un estilo de lucha de alto vuelo.

—O sea, eras alguien rápido y ágil.

—Más o menos.

—¿Y hay más estilos de lucha?

—Pues, están los luchadores que dominan los agarres y las llaves de sometimiento, y luego están los que usan su gran tamaño y fuerza bruta —estaba contento de que a Bianca le interesa saber un poco sobre mi mundo—. Hay muchas otras cosas, pero la lucha igualmente es un trabajo cooperativo.

—No te entiendo —ok, piensa en una comparativa.

—Es como un baile, uno debe saber cómo realizar el movimiento, mientras que el otro debe saber cómo recibirlo. Si alguna de las partes no coopera, la secuencia se verá afectada y al público no le va gustar —me sentía como el meme del emoji con lentes explicando algo.

—Me encanta escucharte hablar sobre la lucha libre, siempre suenas como un niño en navidad —agradezco que ella no pueda ver, porque estoy rojo de la vergüenza.

—Si… Cambiando de tema, ¿Estas libre a la tarde? —la sonrisa culposa de Bianca me dice que no.

—Tengo que ir a trabajar, debo empezar un proyecto que tenía en el taller.

—Que mal, bueno será para la próxima.

Me daba algo de pena que no pudiera ayudarla, quiero decir, ella me estuvo acompañando en todo mi proceso de volver a los encordados, ya sea con mis entrenamientos o solo haciéndome compañía; me gustaría devolvérselo de alguna forma… Un segundo, tengo una idea.

—¿Te puedo acompañar al taller? —ella se veía sorprendida ante mi propuesta.

—Es muy dulce de tu parte Joe, pero creo que no es buena idea que vengas; aun mi jefe te tiene en la mira.

—Lo entiendo, pero prometo por mi vida, la de mi familia y por la lucha libre, que no tocare ningún cincel, pincel, o cualquier elemento artístico en el taller.

Se me hacía muy complicado, pero al menos quería hacerle compañía como ella lo estuvo haciendo conmigo. Veo que Bianca chasquea sus dedos de forma repentina.

—Tengo una idea —ella se voltea hacia mi lado—. ¿Te gustaría ser mi asistente?

—Pero, sabes que no soy bueno en el arte.

—Tranquilo, no necesito que hagas nada —mientras pueda ser de ayuda.

—De acuerdo, seré tu asistente.

Nos subimos al “carruaje” y emprendemos el viaje hasta el taller del señor Smith, en el fondo, tenía algo de miedo; no sé cómo me recibirá el jefe de Bianca tras mi última visita. Tenía demasiada intriga cuando acepto mi ayuda, ¿Qué se trae en mano Bianca?

Ya en nuestro destino, aparco la bicicleta y la encadeno a una reja que había cerca del estudio. Como la carretilla no la podía dejar ahí, tuve que cargarla y llevarla adentro del taller. Cuando entramos, deje la carretilla a un costado cerca de la entrada y lejos de cualquier cosa que pudiera llegar a romper. Una silueta se nos acercaba a los dos y yo me sentía algo amenazado.

—¿Qué hace él aquí? —podía sentir un odio hacia mi persona por parte del señor Smith.

—¿Recuerda que usted me dijo que debía mejorar en el diseño de cuerpos vivos? —decía Bianca con un tono tranquilo y algo alegre—. Bueno, le traje a mi modelo.

¿Eh? ¿Modelo?

—Interesante elección, pero sabes que NO lo quiero en mi taller —él se gira a verme y sus ojos demostraban unas fuertes intensiones de asesinarme—. No tuve tiempo de reparar el agujero que dejaste en mi estudio de cerámica.

Podría decirle que eso ya fue hace como dos meses, pero algo me dice que mejor me callo.

—Descuida Víctor, Joe no se acercará a nada. Él solo vino como modelo para mi proyecto —la expresión de disgusto era evidente en el pliosaurio.

—Mmm… —El ruido de un gruñido era audible—. Está bien, PERO si veo que su mano se acerca a un pincel, juro que busco un arma y le vacío el cargador.

—Captado, recibido, comprendido el mensaje; aprecio demasiado mi vida como para morir por el arte —el miedo que sentía ante su amenaza era demasiado evidente en mis palabras.

—Bien… —El Sr. Smith se gira para hablar con Bianca—. Yo me iré hacer unas compras, regresare para la noche.

—Está bien —cuando Smith pasa cerca de nosotros dos, él acerca su cabeza a mi oído.

—Lo que dije del arma, no era broma —sus frías palabras hacen que trague saliva.

Después de lanzarme otra mirada con desprecio, el jefe de Bianca se va del taller. Al rato, siento como mi alma volvió a mi cuerpo tras temer por mi vida.

—Sentía que me iba a decapitar.

—Víctor puede ser un poco agresivo —¿UN POCO? Más bien, demasiado agresivo.

—¿Lo dices en serio?

—Cuando lo conoces bien, es una persona muy amigable —no sonaba muy convincente.

—Si tú lo dices… —lanzo un suspiro—. Mejor empecemos a trabajar.

Nos dirigimos al estudio de cerámica, y cuando entre, lo primero que mire fue la pared donde había quedado registrado mi desastre; aún estaba el agujero con forma de espátula enmarcada. Cuando Bianca se sentó frente la máquina para trabajar con el barro, ella me señala que me siente a su derecha.

—¿Me puedes explicar a qué te referías con modelo? —ella se veía algo nerviosa cuando empezó a explicar.

—Veras, hace unas semanas, conocí a un viejo amigo de Víctor y me dijo que debía explorar nuevos retos en la alfarería.

—Aja, ¿Y en donde entro yo en toda esta situación?

—Bueno, me propuse a trabajar más con cuerpos vivos, y como conozco a un humano, sería interesante usarte como modelo.

—Dime que no me tengo que desnudar… —a Bianca se le escapa una risa por mi comentario.

—No idiota, solo hare una escultura de tu cabeza —cuando menciona eso, siento un pequeño escalofrió.

—¿Es muy necesario que esculpas toda mi cabeza?

—Sí, es la idea —ella me miraba con disconformidad—. Perdón si no te dije, pero no sabía si te iba a molestar o algo.

Bianca me estuvo aguantando todos estos meses, y hasta me ayudo a retomar la lucha libre; no quiero cometer el mismo error dos veces, como lo hice con “ella”.

—Tranquila, te ayudare con lo que necesites.

—Genial —ella me sonreía—. Ahora, alcánzame el barro y toma asiento a mi lado.

Me acerco a una mesa donde había barro envuelto en plástico, supongo que lo tendrán así para que no se seque. Con mucho cuidado, me siento a lado de Bianca y pongo el barro sobre la máquina; ella la enciende y empieza a darle una forma.

—¿Por qué haces un cubo? —ella se giraba hacia mi lado.

—Es mucho más fácil para trabajar y darle una forma.

—Pero si las cabezas humanas son más símiles a una, ¿esfera?

—El problema de darle una forma inicial al barro como una esfera, es que cuando tenga que definir los límites del cuello, el mentón o cualquier otro rasgo que tenga líneas rectas; será mucho más complicado —No puedo discutir, la experta entre los dos, es ella. Espera, ¿dijo que debe definir el cuello? —. Bueno Joe, necesito que te acerques un poco, tengo que tocar tu rostro —ella estaba muy concentrada, incluso su forma de hablar era diferente a la habitual.

—Ok, solo evita ensuciarme la cara con… —Antes de que terminara de hablar, ella empezó a pasarme sus manos sucias por toda mi cara; era incomodo sentir el barro, por suerte no me entro en los ojos, pero si en la boca—. Ugh, ¿Dime que es fácil de sacar el barro?

—Ay, no te quejes, después te limpias en el baño —ahora me estaba llenando el pelo de barro —. Tienes un pelo bastante sedoso.

—Gracias, aunque ahora me lo dejaste repleto de barro —ella se reía.

Mientras ella seguía recorriendo todo mi cabeza, pude sentir como sus dedos seguían bajando hasta llegar a mi nuca; con mi mano derecha, evito que ella se acerque a mi cicatriz.

—Oh, yo no… —la detengo antes de que siga hablando.

—No te preocupes, pero no me siento cómodo con que la gente vea o toque mi cicatriz.

Ella gira su cabeza devuelta hacia donde está el barro y centra toda su atención a su trabajo. Fue un momento incomodo, y el silencio en la habitación no ayudaba, por suerte, ella retomo la conversación.

—¿Y cómo va la lectura del principito?

—Diría que bien, voy por el capítulo ocho.

—Me sorprende que tardes tanto en leer un libro infantil —su voz era algo burlona.

—Es que está en otro idioma.

—Alfabeto —se molestó un poco de mi comentario.

—Perdón, señorita diccionario, no me torture con la gramática —ella me pasa su dedo lleno de barro en la cara—. Me lo busque… —ella se reía.

—Igual, estoy feliz de que te lo tomaste en serio—en su rostro se formaba una tierna expresión de felicidad.

—Dije que iba aprender, además lo hago por ti.

En serio, ¿Qué mierda me está pasando hoy?

Mientras yo seguía perdido en mis pensamientos, ella seguía con la escultura y empezó a darle una mejor forma a mi cuello como a mi cabeza. Cuando lo miraba detenidamente, notaba que era algo cabezona la figura, ¿De verdad tengo el cráneo tan grande?

—Oye Joe.

—Dime.

—¿Por qué te juntas conmigo? —me quede congelado ante tal pregunta.

—¿A qué viene eso? Simplemente me caes bien, eres alguien muy agradable me encanta pasar el rato contigo y me divierto cada vez que nos juntamos —sonaba despreocupado, pero era la verdad de lo que pensaba.

—¿Solo eso?

—No estoy entendiendo Bianca —ahora estaba confundido.

—O sea, ¿Cuál es la razón por la que te juntas conmigo? —sigo sin comprenderlo.

—Por qué eres alguien cool y es agradable pasar el rato contigo.

—¿Simplemente eso? —no se veía muy convencida con mi respuesta.

Con preocupación en su rostro, Bianca volvió a tocar mi rostro en busca de mis facciones para poder seguir esculpiendo mi cara. La verdad no me sentía muy cómodo ahora mismo, la pregunta de ella era muy rara.

Quiero decir, normalmente te juntas con alguien porque la pasas bien ¿No?

—Oye —mi tono de voz era un poco más seria de lo habitual—. No le tienes que dar más vueltas, me caes bien y me gusta estar contigo —Bianca se veía algo preocupada, como si algo rondara en su cabeza hace rato.

—Es que… No tengo muchos amigos —esto ya lo habíamos hablado antes.

—Es que los amigos, se cuentan con los dedos de las manos realmente.

—Lo sé, pero es que solo te tengo a ti.

—¿Y Aurora? —Bianca se detiene, antes de seguir esculpiendo.

—Ella es más una conocida realmente.

—Eso no es cierto, la conoces hace más de un año, te presto sus casetes de música, supondré que te juntas con ella; ¿Sigo? —realmente no entiendo porque se hace problemas con eso—. Además, ella te considera una amiga —el rostro de ella denotaba sorpresa.

—¿Lo dices en serio?

—Me lo dijo cuándo la lleve a su trabajo —la cara de Bianca formaba una pequeña mueca de alegría.

—Bueno es cierto, aunque solo serían solo dos amigos.

—¿Y Claire?

—Recién la estoy conociendo.

—Pero este último mes, te la pasaste mucho tiempo con ella —un pequeño silbido, salía del hocico de Bianca—. ¿No cuenta cómo amiga también?

—Puede ser… —algo no me estaba diciendo ella.

—Dime, ¿Qué ocurre? —me acerco un poco a ella para poner mi mano sobre su hombro.

Ella se detiene y apaga la máquina, se voltea hacia mi lado y me la quedo viendo esperando a que hable.

—Desde que apareciste, mi vida tomo otro rumbo, aunque no lo parezca —podía decir algo, pero era mejor que hablara ella—. Es cierto que conocí a Aurora hace un año, pero recién en los últimos meses me empecé a juntar con ella e interactuar mucho más —el rostro de Bianca no presentaba ningún rastro de preocupación, sino de melancolía—. Pero obviando a ella, realmente nunca tuve a alguien que pudiera llamar amigo —su mano se postra en mi pierna—. Hasta que te conocí a ti.

Me había quedado sin palabras, no sabía que responder; tan solo la deje continuar.

—Después te hice caso y empecé hablar con más personas, y ahora tengo otra amiga que le gusta la lectura —su cara dejo esa expresión de melancolía por una de felicidad—. Fue difícil para mí tener una vida social activa, en la primaria no tenía amigos y en la preparatoria nadie me miraba, lo cual era irónico —ella da una leve risa—. Por eso, es que se me hizo tan raro que, en tan solo, ¿Cuántos? ¿seis meses?, logre hacer nuevas amistades, y creo que lo más lindo, es que no me tratan de menos por mi ceguera; me hacen sentir como alguien normal.

Aun no sé porque, pero tomo sus manos llenas de barro; tal vez es mi forma de demostrar mi preocupación con ella.

—Pues tampoco tenía muchos amigos que digamos en la preparatoria —acariciaba sus manos—. Mi único amigo está en el exterior siguiendo su sueño como músico y recién el mes pasado volví a contactar con Will —miré sus ojos grises—. Mi única amiga este verano fuiste tú —ella sonreía—. Sabes que podemos hablar de cualquier problema que tengas, para eso estoy.

—Tienes razón —ella me suelta las manos y vuelve a retomar el trabajo.

—Y sobre tu pregunta, también te considero alguien especial para mí; esa es la otra razón por la que me junto contigo —su rostro se ruborizaba un poco—. Voy al baño, ¿Puedo saber dónde está?

—Al fondo a la izquierda.

—Regreso en un rato —me levanto de la silla y voy directo al baño.

Al entrar al baño, fui directo al lavamanos para quitarme un poco el barro. En un pequeño momento de lucidez que tengo, me doy cuenta de la forma que estoy actuando con Bianca y me pongo rojo como un tomate.

¿Qué mierda estaba pensando? ¿Tomarle las manos? ¿Acariciárselas? ¿Por qué carajos hice eso? Es la primera vez que me siento así cuando estoy a su lado, era distinto, como si últimamente les prestara más atención a pequeños detalles de ella; la última vez que me junte con Bianca, no me había dado cuenta de su nuevo corte de pelo, su voz tan serena que aliviaba mi corazón, sus ojos grises que resaltaban su belleza...

Cuando me doy cuenta de lo que estoy pensando, meto mi cabeza de lleno en el lavamanos para refrescarme un poco el rostro; tenía toda la cara caliente y sentía como mi corazón latía un poco más rápido. Calmémonos cerebro, solo fue un pequeño momento intimo entre dos amigos, que se sinceraron y contaron sus preocupaciones; nada fuera de lo normal. Mejor voy a orinar y dejo de pensar en eso. Después de limpiarme por una segunda vez las manos, salgo del baño y regreso al estudio.

Antes de entrar, me quedo viendo desde la puerta, como ella trabajaba tan plácidamente con el barro, usaba sus garras para definir donde debía cortar para sacar el barro y empezaba a usar las diferentes herramientas para darle una mejor forma a mi cabeza. Decidí quedarme en silencio un poco más y poder disfrutar de su trabajo.

—Me hiciste algo cabezón —se notaba que lo decía con ironía.

—Yo respete las proporciones y creo que tiene un tamaño exacto —Ella tenía una sonrisa algo juguetona—. Además, no tiene nada de malo tener cabeza de huevo.

Me regreso a mi asiento y vuelvo a estar a la derecha de Bianca.

—¿Ya estas mejor?

—Sí, ya me siento más cómoda —estaba contento de oír eso.

Ella vuelve a pasar sus manos por toda mi cara y seguir trabajando en los últimos rasgos faciales.

—¿Te puedo decir algo? —su voz sonaba serena.

—Claro.

—La verdad, tienes rasgos muy atractivos —me estaba sonrojando.

—Nah, ni que fuera un galán —se notaba que quería desviar el tema de conversación—. Por otro lado, ¿Cuánto tiempo te tomara terminarlo?

—Y… como unas 3 horas más.

—¿Tanto?

—Si quiero que las cosas salgan bien, debo tomarme el tiempo que sea necesario.

—Entonces, seguiré esperando a que termines.

Y así, las horas iban pasando, estuvimos charlando de varias cosas; empezamos a conocernos aún más de lo que ya sabíamos del uno del otro. Bianca me contaba que tenía más hobbies que solo leer o la alfarería, también ella era una aficionada a la música. Cuando gano su primer sueldo, lo gasto en un pequeño walkman, y con el tiempo, empezó a coleccionar diferentes equipos de sonido, como un mp3 o un discman; creo que eso explica los casetes de Aurora. Por mi parte, yo le conté uno de mis mayores secretos.

Cuando tenía doce años, pasaba mucho tiempo con mi padre viendo películas de acción, y yo había quedado fascinado con las películas de Van Damme; así que investigue sobre él para saber cómo hacer su famosa apertura de piernas. Y Así fue que, hasta los quince años, hice ballet en una escuela de danza del barrio, hasta el día de hoy, sigo diciendo que las clases de ballet eran una tortura; al menos puedo decir que le saque mucho provecho a la flexibilidad para la lucha libre.

—No te creo —Ella se estaba riendo tanto, que volvió hacer su risita de chanchito—. Me encantaría poder ver, así te vería usando tutu.

—Primero, nunca use un tutu, no dejaban que los hombres lo usaran. Y segundo, gracias al valet, tengo una elasticidad muy buena.

—¿Y eso fue antes o mientras hacías lucha libre?

—Antes. Al final lo dejé por lo cruel y tortuoso que eran los entrenamientos—el solo recordar como la instructora nos destruía física y moralmente, solo hace que me dé un pequeño escalofrió al recordarla.

—¿Y por qué te costó tanto regresar a luchar? —su pregunta me agarro desprevenido, no sabía cómo responderle.

Aunque creo que ya para este punto, puedo confiar en Bianca, le acabo de contar uno de los secretos más vergonzosos que tengo; creo que puedo confiar en ella y profundizar un poco sobre mis penumbras.

—Por mi madre.

—¿Por qué?

—No sabría explicarlo, fue como un golpe de realidad de lo que estaba haciendo y como podría afectar a otros —estaba estrujando mi campera mientras contaba esto—. Desde siempre a mi madre no le agradaba la idea de que entrenara lucha libre.

Esto era muy difícil para mí, las palabras no salían y otra vez me volvía a sentir agitado; nunca hable acerca de la reacción de mi madre cuando regrese del hospital, ni siquiera Rootman lo sabe. Un nudo en mi garganta se estaba formando con solo recordar a mi madre llorando desconsoladamente y diciéndome “tuve miedo de perderte”.

Me está faltando el aire, necesito salir, necesito alejarme, necesito…

—Joe —la calmada voz de Bianca y su mano en mi regazo, hace que vuelva a la realidad—. No tienes que hablar si aún no estás listo. Cuando estés preparado, puedes contármelo.

—Gracias, pero necesito desahogarme un poco.

—Entonces estoy para escucharte —una leve sonrisa se formaba en mi rostro.

Empecé a narrarle un poco sobre como arranco mi historia con la lucha libre, que, en mi adolescencia, implore a mis padres que me dejaran entrenar lucha libre, que me permitieran perseguir mis sueños. Mi padre había aceptado sin ninguna queja, pero mi madre era otro tema. Ella me veía, y me sigue viendo, como su pequeño niño; siempre tuvo miedo cuando yo practicaba algún deporte que pudiera ponerme en peligro, por suerte, gracias a que mi padre la convenció, me permitieron entrenar.

También le conté sobre mi mentor, el legendario monje del Himalaya, Bottor, un microraptor oriundo de Canadá. Por cinco años él fue el que me enseño todo lo que conozco y se sobre wrestling. Desde enseñarme las siete bases de la lucha libre, como enseñarme algo de defensa personal; eso me ayudó mucho en la preparatoria.

Ya con veinte años, fui contratado por la empresa llamada WSF y que tuve mi gran momento para comenzar hacer un nombre en la industria. Le conté varias de mis grandes rivalidades, y como conocí a Will en esos años.

En esos tiempos, nunca había ganado un cinturón, pero el día que me dieron la gran oportunidad de volverme campeón de la federación, tuve el maldito accidente. Bianca fue al primer ser vivo que le conté sobre mi experiencia en el hospital.

Tras la operación, estuve con el cuello inmovilizado por casi tres meses, y no era muy agradable para mí; dormir era un agobio. Tenían que suministrarme varias cantidades de analgésicos para poder soportar ciertos dolores que sufría. Luego estuve varios meses en rehabilitación e intentando recuperar la movilidad completa de mi cuello. Una parte de mi vida, la pase viviendo en un hospital recuperándome de mis lesiones. Y finalmente, el día que pude regresar a mi hogar, fue el último clavo que sentenció por varios años mi sueño.

Fui recibido por mi madre, y sus ojos trasmitían tanto dolor al verme; que parecía como si hubiera desaparecido para ella. Mientras ella me abrazaba en ese momento, tan solo lloro desconsoladamente y me rogaba que no la volviera asustar así.

—Oh… —Bianca no tenía nada para decir.

—Es por eso qué, aunque en el fondo deseara regresar, la imagen de mi madre sufriendo quedo grabada en mi cabeza.

—¿Y tu padre?

—Papá, fue encarcelado por un crimen que cometió, y eso solo provoco más malestar en mi madre —ella me miraba apenada.

—¿Por eso no hablas tanto de él?

—Un poco, si todos los que me conoces supieran que mi padre está en la cárcel, la gente me juzgaría demasiado —Bianca comienza a tocar de vuelta toda mi cara—. En cierta forma es triste, porque mi padre es un gran hombre, alguien que vela por el cuidado de su familia, pero como esta en la cárcel, muchos lo podrían considerar una mala persona —ahora sus manos tocaban mi cuello. Sin embargo, tome sus manos y deje que tocara mi cicatriz.

—Joe… —yo la interrumpo.

—Me deje crecer el pelo para poder ocultar la cicatriz a la vista de todos —yo soltaba sus manos y ella saca sus manos de mi nuca—. Siéntete especial, eres la primera persona que le permito tocarla —me reía un poco para alivianar el ambiente.

Era raro, me sentía tranquilo conmigo mismo cuando estoy con Bianca; comparado a las sesiones que tenía con el Dr. Rootman, en donde me sentía vulnerable al contar mis tragedias, con ella me sentía cómodo.

Ya habían pasado más de tres horas y ya se podía notar una figura mucho mejor definida, sentía que me estaba viendo en un espejo, era impresionante el talento que desprendía ella. De repente, Bianca abre su boca y comenta algo que me dejo perplejo.

—Yo cada vez que trabajo en este estudio, siento que me reconecto con mi madre —me agarro desprevenido que ella comenzara hablar de su madre—. Desde que ella se fue, me había alejado de todo lo que tenía que ver con el arte hasta la preparatoria.

Es verdad que menciono que su madre había fallecido cuando recién nos conocíamos, nunca pregunté sobre ella, ya que, en el fondo, lo sentía descortés.

—¿Puedo saber cómo era tu madre? —ella me da una pequeña sonrisa.

—Mi madre era una mujer tranquila, aunque solo la conocí por seis años, te dabas cuenta de que ella siempre fue alguien amorosa —su rostro reflejaba nostalgia al recordarla—. Aún tengo el recuerdo de cuando jugábamos con arcilla y armábamos diferentes figuras.

—¿Entonces ella te inculco el gusto por la alfarería?

—Sí, pero recién en preparatoria, retome el mundo del arte y hoy en día es lo que amo hacer.

—Eso es lindo, ¿Cómo se llamaba ella?

—Margot Wiśniewski —quedo algo confundido al escuchar ese apellido.

—¿Era extranjera?

—Sí, era polaca.

—Entonces, ¿Eres mitad polaca y mitad americana?

—Técnicamente sí.

—¿Y como se conocieron tus padres? Porque dudo mucho que el cascarrabias de Bob me cuente esa historia —Bianca me mete su dedo lleno de barro en la boca—. UGH, que asco.

—No hables así de él, sé que no se llevan bien, pero sigue siendo mi padre.

—Perdón, pero igual quiero saber la historia de cómo se conocieron —ella regresa con la escultura y comienza a contarme sobre sus padres.

—Mi padre gano un concurso en su universidad para hacer un intercambio de estudios, y entre las opciones que tenía, eligió Polonia. La familia de acogida que le toco, era una familia de tres integrantes —una radiante sonrisa era notable en el rostro de la raptor—. Ahí conoció a mi madre.

—Eso es interesante, sigue por favor.

—Mi padre estuvo casi dos años en Polonia, en donde aprendió varias de sus costumbres y parte del idioma. Según lo que me ha contado mi padre, mi madre le enseñaba polaco y él le enseñaba inglés —como ella me está enseñando braille—. Y bueno, se fueron enamorando con el tiempo, se casaron y luego nací yo.

—Que gran historia, ¿Entonces sabes hablar polaco?

—Mas o menos —me hacia el gesto con su mano izquierda—. Se algunas palabras básicas como “tak” que es “si”, “nie” que es “no, “dzien dobry” que es “buenos días” o “dobry wieczór” que es “buenas noches” —ella se empezaba a reír—. Creo que tengo un apodo perfecto para ti en polaco.

—¿En serio? A ver, dilo.

—Surowy.

—¿Y qué quiere decir?

—Bruto o necio —podía ver su malicia en sus ojos grises.

—¡Oye! No soy bruto.

—¿Te recuerdo tus pobres capacidades artísticas, el cómo rompiste una guitarra y dejaste un agujero en la pared?

—Solo rompí las cuerdas.

Mientras yo buscaba defenderme de sus acusaciones, que eran todas ciertas, ella no paraba de reírse de mi reacción. Ambos estábamos bastante cerca entre nosotros dos, desde una forma tanto metafórica como literal.

Ella volvió a tocar mi cara para poder terminar la figura, pero algo de en mí quería acercarme aún más a ella.

—Bianca.

—¿Si? —creo que finalmente me estoy dando cuenta de lo que estoy sintiendo.

—Bianca, yo…

Un golpe fuerte fuera del estudio, rompe el momento intimo que estábamos teniendo entre nosotros dos.

—¡¿Díganme que el primate no rompió nada en el estudio?! —como un acto de reflejo, me alejo de Bianca y regreso a la realidad.

—Juro que Bianca es testigo de que yo no toque nada —los ojos de su jefe me miraban con cierto escepticismo.

—De acuerdo… —su atención se dirige a la escultura de mi cabeza—. Diablos, es un gran trabajo Bianca.

—¿De verdad? Es la primera vez que hago a un humano —Se veía algo avergonzada por los halagos de su jefe.

Cuando finalmente puedo ver detenidamente la escultura, yo estaba impactado por el gran trabajo que realizó Bianca. Cada facción, cada pómulo, cada detalle de mi rostro; estaban en la figura.

—Es un trabajo hermoso Toph —ella parecía una niña que se estaba aguantando las ganas de gritar de felicidad—. Obviamente, es aún más hermoso porque soy yo el modelo.

—Sí que eres un tonto —ella me golpea el hombro.

—Bueno, me llevare la escultura y la dejare para que se termine de secar —el pliosauro, agarra mi rostro de barro con bastante delicadeza—. Tal vez llame a una vieja conocida para que analice este trabajo, y a lo mejor, tal vez se presente en una muestra de arte independiente.

—¡¿LO DICE ENSERIO?! —ya Bianca no se pudo contener y lanzo un pequeño grito de alegría.

—Ya se pueden retirar ustedes dos, yo terminare de limpiar.

—Está bien, nos vemos la próxima Víctor.

—Cuídate niña.

Ambos salimos del estudio, y mientras Bianca fue al baño a limpiarse las manos, yo salí afuera a preparar el carruaje. Mientras estaba preparando el transporte, me quedo mirando hacia arriba y podía contemplar las hermosas estrellas en el cielo nocturno. Con el transporte armado, toca esperar que Bianca saliera del taller.

Tenía sentimientos encontrados, todo el día estuve viendo a Bianca de una manera que nunca esperé, y especialmente, es la primera vez que me siento así de raro; ni cuando estuve en la preparatoria con Julia sentí lo mismo.

Mi atención se dirige a la puerta, y veo que Bianca había salido del taller. La ayudé a subirse a la carretilla y empecé a pedalear hasta su casa. Gran parte del viaje, fue todo silencio hasta llegar a su casa. Llegado a nuestro destino, nos quedamos charlando en la puerta de su entrada.

—Estoy impresionado de tus capacidades artísticas —el tono de mi voz era algo jovial.

—Me alegro de que te guste, tengo que agradecer de tener un gran modelo.

—Bueno, nos vemos la próxima —antes de que emprendiera el viaje, Bianca me detiene.

—Espera, quiero saber algo.

—¿Qué cosa?

—¿Qué es lo que me ibas a decir en el taller?

Al escuchar esa pregunta, mi cerebro pensó en las múltiples respuestas que podía decir.

—Pues... Yo…

Se sinceró Joe.

—Lo que iba a decir era…

—¿Si?

—Que estoy muy agradecido de haberte conocido —La expresión de Bianca era una mezcla de felicidad y vergüenza.

—Eso fue lindo, nos vemos la próxima Joe.

—Hasta otra Bianca.

Mientras me alejaba de su casa, me había dado cuenta de lo que realmente sentía, ya mis ojos no la veían como una amiga, la veía más que eso; ya podía confiar en ella, le conté cosas muy personales, y ella también me conto sus secretos. Me detengo cerca de mi casa y me quedo viendo al cielo, y mi boca solo dijo lo que quería decirle a Bianca en el taller.

—Me gustas Bianca.
                                 

Notes:

Ok vamos con los anuncios parroquiales de toda la vida, que se dividen en partes:

1- Debido a que estoy con la temporada de exámenes a la vuelta de la esquina, QUIERO aprobar la materia de la UNI y quiero tener unas vacaciones de invierno placidas (lo que me permitirá escribir también) el Capitulo 8 saldrá posterior al 12 de junio (estimen que, a más tardar, saldrá el 16/6)

2- Como mi cerebro no para de tener ideas, tengo capítulos que los siento como un pequeño relleno, pero que aportan a la trama; así que tome la decisión de que voy a sacar capítulos extras. No tengo una cantidad definida, podrían ser tranquilamente 4 extras como 8 extras, eso lo iré definiendo con el tiempo y comentándolo tanto en twitter como acá en AO3.
Pero como soy un filo da puta con estilo, les pondré una condición; por cada 1000 hits o 50 kudos, desbloquearan los extras. Es decir, actualmente hay 900 hits y 26 kudos; si ustedes llegan a 1000 hits o 50 kudos, se desbloquearan los extras (Lo que significa que si logran la primera meta, tendrán extra 1 y 2; para desbloquear los siguientes extras, las metas serán 2000 hits y 100 kudos, y así sucesivamente)
ACLARO: los hits como kudos, los cuento de forma individual, si llegaran a 2000 hits y 150 kudos; igual desbloquearían 4 extras.
Cualquier modificación, lo iré comentando acá.

3- Realmente me gustaría ver sus comentarios o leer sus opiniones, se que es un capricho mío, pero me gustaría saber que les parece esta historia.

Pero con todo dicho y hecho, les mando un fuerte abrazo, un beso en el rosquete y que tengan un lindo día. Nos vemos en la próxima; chao ❤️

https://x.com/Patata2251

Chapter 8: Ojos que no ven, corazón que siente

Notes:

ESTOY DE REGRESOS GENTE, Y VOLVEMOS CON UN POP (Point Of Perception) de Bianca. Como siempre, muchas gracias a todos los lectores y disfruten del capitulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Esta última semana mi cerebro no podía dejar de pensar en lo que me dijo Víctor; mi obra en una exposición de arte, no lo podía creer. Varios años practicando y puliendo mis habilidades, dieron frutos para este momento. Sin embargo, estoy muy paranoica pensando que no aceptaran mi trabajo, o peor, que algo le haya pasado.

—Bibi.

O sea, el señor Smith no me daría alientos solo para crearme falsas esperanzas, es de esas personas que prefieren decirte algo cruel y realista, antes que decirte algo bonito y darte falsas ilusiones.

—¡Bibi!

Pero no quiero pensar de forma negativa, quiero creer que todo saldrá bien, que la gente del museo le va gustar mi trabajo, y que finalmente, podre demostrar todos mis dotes como artista.

—¡BIBI! —el grito de Claire hace que regrese a la realidad.

—Perdona, ¿Dijiste algo? —Claire lanzaba un suspiro.

—Te estaba diciendo que ya había encontrado los libros para ti —ella toma mi brazo—. Vamos que te guio.

Claire me arrastraba por toda la librería en busca de algún nuevo libro para mi colección, esta es la primera vez que iba a elegir un libro por mi cuenta; también es la primera vez que vengo al centro comercial a comprar algo, nunca espere que un edificio fuera tan grande. Ya en la sección para no videntes, Claire me echa una mano para buscar algún libro del genero de misterio. Mis dedos pasaban por el lomo de cada libro, buscando algún título que sonara interesante.

—“Los ojos escarlatas”, “Tres caídas y cuatro muertos” —no encontraba nada llamativo entre las opciones que habían.

—¿Algo interesante?

—Realmente no —me rascaba detrás de la nuca—. A lo mejor busco algo de otro género.

—¿Tienes algo en mente? —la voz de la estegosaurio sonaba despreocupada.

—No, ¿Tienes alguna recomendación?

—Déjame echar un vistazo y ver si encuentro algo —distingo como sus pasos se alejaban de mí, mientras yo seguía pasando las yemas de mis dedos por los libros.

Desde que empecé esta amistad con Claire, la verdad fue gratificante conocer a otro ser vivo, aparte de mi padre, que le gustara tanto la literatura como a mí. Sin embargo, ella tiene más hobbies.

Por ejemplo, me entere que ella tiene una banda algo popular en la ciudad, y que ella es bastante hábil con varios instrumentos, aunque nunca le pregunte cuáles sabe tocar. También menciono que tiene como hobby la repostería, como en su trabajo debe preparar algunos postres, decidió tomar clases de cocina y pulir sus habilidades con los dulces. Ya me hizo probar algunos chocolates y pasteles que hizo la semana pasada, y por amor a dios, estaban deliciosos.

—Bibi —escucho como Claire se acercaba a mí.

—¿Pudiste encontrar algo?

—No, o al menos, esos libros no estaban adaptados al braille —renegaba con mi rostro, pero era lo que había.

—Sera para la próxima, ¿Vamos por algo de comer?

Decepcionada de que no encontré nuevo material para mi colección, salimos del centro comercial en busca de un lugar que estuviera más cerca de nuestros hogares. Como era más cómodo para las dos, tomamos el autobús hasta los límites del barrio de Promenade. Decidimos detenernos a comer en un pequeño bar que tenía un menú simple, pero variado para herbívoros y carnívoros; yo termine pidiendo una hamburguesa simple y Claire una ensalada griega. Mientras esperábamos la comida, distingo varios suspiros por parte de Claire, como si algo le estuviera molestando.

—¿Pasa algo?

—Nada —se notaba la angustia en sus palabras—. No es importante.

—Lo digo porque llevas un buen rato sonando desanimada desde que llegamos acá —Claire vuelve a lanzar otro suspiro más.

—Es con mi banda —se oía algo frustrada—. Llevamos un mes buscando un nuevo guitarrista y no encontramos a nadie que nos termine de convencer o que se adapte a la banda —escucho un pequeño golpe seco en la mesa—. Y lo peor, es que tenemos una fecha para el próximo show.

—¿Qué tan mala es la situación?

—¿Prefieres la versión corta o la versión larga?

—La que te sea mejor.

—Entonces te cuento la larga —Claire aclaraba la voz y comienza contarme su drama—. Hace casi un año y medio, cree una banda con una chica llamada Jennifer, era mi vecina, y como a las dos nos gustaba la música, nació la idea de crear nuestra propia banda —se escuchaba el pie de ella golpeando el piso con velocidad—. Con el tiempo, fuimos reclutando a una baterista y una vocalista, tranquilamente Jenny podría ser la vocalista y tocar la guitarra a la vez, pero según ella, quiere enfocarse en una sola cosa; y se decantó por la guitarra.

—¿Y tú que instrumento tocas?

—En la banda, toco el bajo; pero también se tocar el piano, sintetizadores y algo muy básico de guitarra —me quedo algo atónita cuando nombra todos esos instrumentos.

—A la mierda, ¿Acaso también sabes tocar el saxofón? —Claire se reía un poco.

—Me gustaría aprender la verdad; mejor continuo la historia. Después de conformar la banda, empezamos a tocar en pequeños bares y locales de la ciudad, y con eso, logramos conseguir un pequeño sequito de fans —se distinguía la felicidad en su voz—. Sin embargo, hace unos meses, mi amiga tuvo una pelea con la vocalista bastante personal, haciendo que la vocalista abandone la banda.

—Entonces, ¿Por qué están buscando un guitarrista, si se les fue la vocalista?

—Porque logre convencer a mi amiga de que cantara, ella tiene una preciosa voz y me da pena que no se anime a exponerse más.

—¿Y cuál es el problema entonces?

—Que dentro de dos meses vamos a tener un show en la apertura de un bar, y según el dueño, va venir mucha gente; así que, tenemos que conseguir a alguien que se pueda adaptar rápido —se notaba todo el malestar que sentía Claire en sus palabras—. Y aunque adore a Jennifer, que es mi amiga y confió plenamente en ella, aún sigo convencida de que es necesario una segunda guitarra.

—Es un problema.

—Si…

En lo que Claire se agobiaba con los asuntos de la banda, el camarero trae nuestra comida y empezamos a comer.

—¿Qué tan urgente es conseguir un guitarrista? —me daba lastima oír a Claire tan abatida.

—Bastante, si el show salé bien, a lo mejor el dueño nos vuelve a contratar para tocar en su bar.

—¿Se puede saber qué local es?

—Es un bar, que se llama “La libertad de Sam” —como si tuviera una epifanía, golpeo la mesa—. ¿Qué ocurre Bibi?

—Conozco a alguien que podría servir como guitarrista.

—¿Es bueno? —su voz trasmitía desconfianza.

—Ella es excelente, y si es necesario, sabe cantar también —sonaba algo emocionada.

—Si pudieras presentármela seria genial.

—Déjame que la llamo —saco un teléfono viejo con tapita del bolsillo de mi pantalón.

—¿Tienes teléfono? —Claire sonaba algo sorprendida.

—Soy ciega, no sorda.

Intento memorizar, mis dedos pasan por el teclado y marco el número de Aurora.

—¿Hola?

—Aurora, ¿Estas libre ahora mismo? —mi voz sonaba firme.

—¿Bianca? Eh, sí. ¿Quieres que nos juntemos en el parque como de costumbre?

—Claro, y por favor, lleva tu guitarra.

—¿Mi guitarra? —se notaba confundida ante mi petición.

—Solo hazme caso, después te explico.

—De acuerdo, te espero en el parque.

—Adiós —Cuelgo la llamada y regreso mi atención a Claire—. Nos están esperando en el parque.

—Terminemos la comida y vamos para allá.

Tras degustar nuestros almuerzos y pagar la cuenta, nos levantamos de la mesa y fuimos caminando hasta el parque. Teníamos que cruzar un puente que pasaba por encima de las vías del tren, ese puente, separaba los barrios de Promenade y de Green stick. Debido al tamaño de nuestro barrio, mucha gente cree que Green Stick es parte de Skin Row; aunque no sea el barrio más seguro de toda la ciudad, no se acerca a los niveles de delincuencia que hay en Skin Row.

Finalmente, llegamos a nuestro destino y una voz algo rasposa que denotaba molestia me llama por mi nombre.

—Por fin llegas Stevie, llevo esperando un buen rato—cuando nos acercábamos más a ella, el olor a carfe era mucho mas fuerte—. Oye, ¿Quién es la estego celeste?

—Cierto —señalo para mi derecha, pero Claire toma mi mano y hace que señale a la izquierda—. Ella es Claire.

—Hola.

—Ok, es un gusto —Aurora me toca la mano para que le preste atención—. Pero Bianca, ¿Por qué me pediste que trajera la guitarra?

—Es verdad, Claire tiene una banda y necesitan una guitarrista.

—Ah… —no sonaba muy convencida Aurora—. Y dime Claire, ¿Cómo se llama tu banda?

—The queens of destiny —que nombre tan genial.

—Escuche sobre ustedes, tienen cierta popularidad en la ciudad —el ruido de un mechero prendiéndose era notable—. Pero no estoy interesada.

—Vamos Aurora, seria genial que más gente conozca tu talento —sonaba algo emocionada, pero creo que mis palabras no hicieron efecto en ella.

—Gracias Stevie, pero realmente no es algo que me llame tanto.

—Pero… —Claire me pone una mano en el hombro.

—Déjala, no podemos obligarla, a lo mejor no es tan buena como tú dices —escucho como Aurora golpeaba la banca.

—Disculpa, pero que te dijera que no estoy interesada, no significa que no tenga talento.

—Perdón, yo no lo dije con esa intención —un segundo…

—No Claire, tienes razón, me equivoque con ella —intentaba sonar lo más despectiva posible—. Quiero decir, puede saber mucho de música, pero solo es una aficionada con la guitarra.

—¿Aficionada? —bingo, mordió el anzuelo—. Escucha Bianca, que no me guste presumir de mis habilidades no me hace una aficionada —hoy descubrí algo nuevo de Aurora, no le gusta que le digan que no es buena en la música.

—Si eres tan buena, ¿Por qué te da miedo tocar en su banda?

—No me da miedo —podía distinguir como ella abría el estuche de la guitarra—. Te voy a demostrar que no soy una aficionada—creo que la había hecho enojar.

—¿Acaso tienes miedo? —un pequeño gruñido de disgusto salé de Aurora.

—¿Quieres ver como sorprendo a tu amiga? —la voz de ella sonaba muy orgullosa.

—Me encantaría verlo —podía distinguir el sonido de sus nudillos tronar.

—Ahora vas a ver —Aurora empezó a rasgar la guitarra.

Al principio era lenta su melodía, pero fue aumentando el tempo y la intensidad; todo lo que salía de esa guitarra, era puro arte. Desearía poder ver el movimiento de sus dedos, porque percibía como cambiaba de notas en tan solo pocos segundos. Mi cola danzaba al compás de esta música que parecía un flamenco moderno, mis dedos chasqueaban al ritmo de la canción; ya había sido hipnotizada por la guitarra de Aurora.

Mientras ella seguía, comencé a escuchar diferentes aplausos, ¿Cuántos espectadores estarán ahora escuchando a Aurora? A lo mejor son como diez. No sabía cómo explicarlo, pero sentía que ella no la hacía sonar a la guitarra, sino que la hacía cantar.

—¿Quién es esta chica?

—Nunca la había visto.

—Carajo, es buena.

Había un poco de bullicio de la gente, mostrando cierto interés por Aurora. Es muy probable que el ruido del publico opaque la melodía de Aurora, pero intentaba concentrarme e ignorar todo lo que me rodeaba para solo distinguir lo que producía ella; sentía que me transportaba a otro mundo.

Finalmente, la obra de arte que había creado Aurora, termino. Es la primera vez, que más personas descubren el gran dote musical que escondía en este parque. Una pequeña ovación nace por parte del público y podía oír a Aurora algo avergonzada al agradecer a su pequeño público.

—Eso fue impresionante —Claire estaba en shock tras la demostración de Aurora.

—Gracias —era curioso oír a Aurora tan vergonzosa.

—En serio lo digo, tienes que unirte a la banda —la estegosaurio sonaba muy emocionada—. Alguien con tus habilidades, es lo que llevamos buscando. Te lo imploro, al menos únete para el próximo show que hagamos.

—De verdad lo agradezco… Pero es que tengo algo de pánico escénico.

—¿De verdad? —sonaba algo sorprendida a esa revelación.

—No me gusta ser el centro de atención —se notaba en la voz de Dilophosauro que titubeaba un poco—. Estoy trabajando en poder hacerle frente a eso, si quiero sacar el proyecto “Experiencia aurora boreal”; tengo que hacerle frente a eso.

—Con más razón, únete a la banda —Claire sonaba bastante segura en sus palabras—. Nuestro próximo show será dentro de dos meses, te dará tiempo de practicar con nosotros, y de paso, te daremos una mano con el pánico escénico.

—No sé… —es la primera vez que oigo a Aurora tan preocupada.

—Escucha, desde que inicie la banda, cada show estoy con nauseas previas a comenzar.

—¿De verdad?

—UFFFF, casi siempre. Pero me gusta sentirme así, aunque suene raro —Claire se reía.

—¿Y eso por qué?

—Porque, cuando estoy nerviosa, es una señal de que quiero que el show salga bien. Mientras esta sensación de estar alerta está presente, sé que daré todo en cada concierto.

—Si lo pones así…

—Alguien con tus dotes, sé que triunfará muy lejos, además, con que nos ayudes con este show, será suficiente. Si no te sientes cómoda con la banda, eres libre de irte —toda esa voz que expresaba seguridad y experiencia, se desvanece y se convierte en una voz ansiosa y enérgica—. Así que, ¡POR FAVOR, TE IMPLORO QUE TOQUES CON NOSOTRAS EN NUESTRO PROXIMO SHOW! —Aurora como yo, nos reíamos de ese cambio emocional de Claire.

—De acuerdo, acepto ayudarte con tu banda.

—Gracias.

—¡Oye, no me abraces! Al menos dime que pagan bien.

—Cuatro cifras para cada integrante —mis ojos se abren de par en par.

—¿Tanto te pagan por tocar en ese bar?

—Al parecer el dueño tiene mucho dinero —tal vez debe dejar la alfarería e irme a la música si pagan con ese dinero.

Con este lindo momento, nos quedamos charlando entre las tres. Por alguna razón, me volví el saco de boxeo de la conversación; si tenían una oportunidad para burlarse de mí, la iban a usar. Ya me estoy arrepintiendo de haberlas presentado.

—Bueno, ahora tengo ensayo con la banda —Claire se levanta de la banca—. Aurora, ¿Quieres venir y te presento al resto de los integrantes?

—Aún tengo tiempo antes de entrar a trabajar, claro —y así, termino siendo la única que quedo en la banca —Bueno Stevie, la próxima que nos juntemos, te traigo mi mix especial.

—De acuerdo Aurora.

—Y otra cosa —su voz no sonaba como la de costumbre, sonaba algo vergonzosa.

—¿Qué pasa?

—Te quería… Dar las gracias… Por esto. Eres una gran amiga —al oír eso, mi cola no se contuvo y se movía de izquierda a derecha con total velocidad—. Tampoco te emociones tanto.

—No lo puedo evitar —tenía una sonrisa de punta a punta.

—Yo también te quería agradecer Bibi —Claire sonaba más tranquila—. Cuando sea el show, te regalo entradas para que puedas venir.

—Gracias.

—Cuídate Bibi.

—Adiós Stevie —tras despedirme de mis dos amigas, me percato de que me quede sola.

Ahora, ¿Qué podría hacer para matar el tiempo?

Me quede pensando un rato largo sobre qué hacer, no quería regresar a mi casa, estaría sola con Woozie y no tengo ningún libro nuevo para leer. Además, hoy el taller está cerrado, al parecer Víctor iba hacer unas pequeñas remodelaciones al lugar. Por otro lado, podría llamar a Joe y preguntarle de si quiere hacer algo ahora, el tema es que no sé si está ocupado con sus entrenamientos. No pierdo nada si lo llamo, en el peor de los casos, me regreso a mi casa a dormir hasta que caiga la noche. Saco el teléfono y empiezo a marcar el número de Joe.

—Por favor Joe… Contesta.

El ruido del tono de espera, me estaba desesperando; y gracias a dios, Joe contesta la llamada.

—Hola Bianca, ¿Qué pasa?

—Quería saber si estas libre —Joe se tarde en contestar—. Joe, ¿Estás ahí?

—EH SI, Quiero decir, si estoy libre.

—Genial, estoy en el parque, en el lugar de siempre.

—Si, en un rato estoy allá —él corta la llamada.

Estuve acompañada por mis pensamientos por un buen rato mientras esperaba a Joe. Aun me sigue invadiendo todas las dudas sobre mi escultura, el solo hecho de que aceptaran mi trabajo para la exposición seria increíble. Aunque, tengo cierto pavor de que, si aceptan mi trabajo, tendré que interactuar con varios críticos y otros jóvenes artistas; nunca tuve contactos con otros artistas, y tampoco me gustaría que me dieran un trato especial por ser ciega. No debería pensar en eso, aún es temprano, nada asegura que mi trabajo sea parte de esa exposición.

Por otro lado, la última vez que estuve con Joe, el actuó bastante raro. En estos meses que estuve con él, aprendí mucho sobre él. Las personas normalmente tienen hábitos o pequeños patrones de comportamiento, muchas veces son visuales, pero también existen varios que son audibles. Cuando Joe anda molesto, empieza a golpear con su pie el piso repetidas veces, y cuando es más rápido, es porque anda ansioso. Cuando miente o esconde algo, muchas veces alarga las palabras o chasquea su lengua; tiene más patrones, pero hasta ahora, son los que logre diferenciar hasta ahora.

—¡Bianca! —la voz de Joe se podía distinguir a varios metros.

—Te tardaste un poco.

—Perdón, tuve que hacer unas compras. Oye, ¿Por qué ese llamado tan repentino?

—Me había juntado con Claire, y por cosas que pasaron, termine quedando sola —le sonrió de forma torpe—. Y como no quería estar sola, te pregunte si estabas libre.

—Awwww, que lindo —me avergonzaba un poco cuando él hablaba en ese tono tan jocoso—­. Tuviste suerte, hoy Will me cancelo.

—¿Y eso?

—Tenía una cita con su novia —cuando Joe se sienta en la banca, siento como toda la madera se mueve—. ¿Y qué quieres hacer?

—Por ahora vayamos a caminar, algo se nos ocurrirá.

—Me parece bien —nos levantamos de la banca y empezamos a recorrer el parque.

Desde que nos conocimos, Joe estuvo tomándose más enserio el aprender braille por mí; lo cual hace que me sienta algo feliz al saber que le importo. Su nivel de lectura es bastante bueno, sin embargo, aún le falta mucha practica con usar sus manos, y la escritura, se le da fatal; solo lleva dos meses con las prácticas de braille.

Por otro lado, sentía que debía entender un poco más sobre los hobbies de Joe, así que me tome la tarea de aprender algunas cosas sobre la lucha libre. Tengo que admitir que Joe, aun con todo lo bruto que es, es un gran maestro; su forma de explicar y la pasión que trasmiten sus palabras cuando me explica cada detalle de ese deporte espectáculo, es interesante.

—Me surgio una duda, surowy.

—¿Ahora qué?

—Me explicaste que cada luchador tiene su propio arsenal de movimientos.

—¿Si?

—¿Qué pasa si varios luchadores realizan un movimiento similar? —una pequeña risa de Joe era audible.

—Buena pregunta mi querida Toph, cuando dos o más luchadores tienen un mismo movimiento en su arsenal, cada luchador debe agregarle un distintivo.

—¿Cómo sería eso? —Joe se tomó su tiempo antes de lanzar una respuesta.

—Te lo explico con un movimiento básico, la súper kick. Es un movimiento que, en pocas palabras, es una patada lateral alta donde el pie impacta con la quijada del oponente. Había un luchador que se llamaba HBK que su distintivo era golpear repetidas veces su pie contra el ring, antes de lanzar la patada.

—¿Cómo si la estuviera “cargando”? —le hacia el gesto con los dedos para enfatizar.

—Exacto, me alegra bastante que hasta puedas deducir las cosas.

—Si lo único que haces es hablar de lucha —me giro en su dirección y le doy una cara picara.

—No es cierto, tal vez en un 85% de las veces saco el tema —ella se reía—. Pero puedo hablar de otros temas.

—Ya, ya, perdón si te ofendí.

—Tampoco te hagas la santa, que cuando te dejo hablar sobre un libro; no existe forma de callarte. Por tu culpa ya se el final del expreso del oriente —su tono era muy burlón.

—Seguramente ni lo ibas a leer.

—En eso tienes razón —lanzo un pequeño suspiro. 

—Pero volviendo al tema, ¿tú tienes algún movimiento básico al que le diste un distintivo?

—Pues, hago una variante del suplex clásica, en donde mantengo al rival levantado unos segundos y luego caigo de costado, la bautice “la torre de pisa” —Joe se me acerca para decirme algo—. ¿Quieres que te haga la torre de pisa?

—No gracias, ya falta que me lastimes.

—Pero si soy muy cuidadoso con mis rivales.

—Y te creo, pero no es necesario que…

Sin darme cuenta, Joe me toma, con una de sus manos, por la parte interna del muslo, mientras que, con la otra, la pone en mi pecho y me empieza a levantar por los aires; estaba aterrada.

—¡JOE! ¡POR FAVOR BAJAMÉ AHORA MISMO! —él solo se reía.

—¿Tienes miedo de que te deje caer?

—¡OBVIAMENTE! ¡SUELTAME! —ahora siento como me alejaba de sus hombros y podía sentir que estaba mucho más alta; el muy desgraciado me estaba levantando solamente con sus brazos—. ¡PEDAZO DE CAVERNICOLA! ¡BAJAME INMEDIATAMENTE!

—Esto se llama levantamiento mili…

—¡JOE! —él lanza un suspiro.

—Como órdenes.

Sin avisar, él me da un pequeño empujón hacia arriba, y tan solo, me deja caer. Por un momento, se me escapa un grito agudo; tal vez solo fueron microsegundos, pero, por primera vez, sentí mucho pánico y miedo. Aunque, en el instante que comencé a caer, Joe ya me había atrapado con sus dos brazos.

—¡Maldito hijo de puta! —le empecé a pegar repetidas veces en el pecho por el susto que me género.

—Tranquila Bianca, jamás te lastimaría —su voz era muy serena—. Y mucho menos, dejaría que alguien te haga algo —sus palabras sonaban con demasiada dulzura.

Joe me baja de sus brazos y me deja con cuidado en el suelo, sentía como mi cara se había calentado tras este momento… ¿Raro?

—¿Te encuentras bien? —no sé cómo puede sonar tan tranquilo tras hacer eso.

—Sí, solo que me diste un susto de muerte.

—Ay no exageres, cuando te cargué, me di cuenta que podía hacer ese truco. No iba a dejar que algo te pasara.

—Si tú lo dices… —tenía una mezcla de molestia y vergüenza.

—Cambiando de tema, termine de leer el principito —me volteo en su dirección.

—¿De verdad? ¿Qué te pareció?

—Me gusto, me pareció un lindo libro —se le escapa una pequeña risa—. Ahora veo Boas que se comen elefantes en vez de sombreros.

—Es lindo oír eso —ahora me encontraba feliz por lo que dijo Joe.

Seguimos platicando de diferentes temas mientras caminábamos por el parque; ya el invierno se acercaba en un par de meses, pero ya el frio se podía sentir. Ignorando la pequeña bromita de Joe, el resto del día paso sin ningún inconveniente.

—Oye Bianca.

—Dime.

—Para compensar el pequeño susto que te di, y todas las clases de braille que me diste, ¿Te gustaría venir a comer a mi casa? —me quedo helada por unos segundos.

—Eh, sí. Me gustaría ir a tu casa.

—Genial, aunque habría que preparar la cena igualmente.

—De ultima te puedo echar una mano, para algo soy escultora.

—Tienes suerte de que sean pastas, y que a mí no me gusta amasar.

Con un plan definido, empezamos nuestra caminata hasta la casa de Joe. Ahora que lo pienso, es la primera vez que visito su casa desde que nos conocemos; espero que huela bien, o por lo menos, que no apeste. Ya nuestro destino, Joe me ayudo para entrar a su casa y que no me golpeara con nada.

La primera impresión que tuve, es que la casa olía bastante bien, diría que hay como una fragancia a pino. Él me guio por toda su casa, hasta llegar a la cocina, donde me senté en una silla que había ahí.

—Iré a revisar si mi madre está en casa.

—De acuerdo —escucho como los pasos de Joe se alejan de donde estoy.

Ahora que lo pienso, también sería la primera vez que conoceré a la madre de Joe; creo que se llamaba Giselle, Joe en su momento lo comento. Me pregunto si Joe le conto sobre mí, quiero decir, sería raro que él nunca me haya mencionado, aunque es algo que me esperaría por su parte; siempre me dio la vibra de que era alguien despistado.

Distingo que unos pasos se acercan a la cocina.

—Parece que no está.

—¿Estará trabajando?

—Lo más seguro —Joe da un pequeño aplauso—. Bueno, mejor empecemos a preparar la comida, mientras más temprano terminemos, más tiempo para relajarnos tenemos.

—De acuerdo chef —me levanto de la silla, y con ayuda del bastón, me acerco a donde provenía la voz de Joe—. ¿Y qué vamos a preparar?

—Una receta familiar —él me agarra de los hombros para evitar que me choque con la mesada—. Sorrentinos estilo Calcare.

—Nunca probé los sorrentinos.

—Te van a encantar.

Joe comienza hacer mucho ruido en la cocina, parece que está buscando todos los ingredientes y utensilios que vamos a usar. Al principio, Joe se encargaba de la primera parte al preparar la masa; me explicaba que la receta era bastante sencilla, primero se echaba la harina en el bol, después se tiraba un poco de agua, seguido de unas cucharadas de aceite y para terminar una pizca de sal.

Cuando ya había puesto todo en el bol, me pidió que siguiera amasando, ya que a él no le gusta la sensación de la masa húmeda. Para mí esto fue bastante sencillo, se sentía como trabajar con barro, pero en vez de hacer una figura, esto sirve para comerse. Mientras yo seguía amasando, Joe se encargó de cortar algunas verduras para la salsa y los ingredientes que servirán para el relleno de la pasta.

Tras un par de minutos, la masa ya estaba hecha; entre los dos, empezamos a romper la masa y empezamos a usar en los moldes para sorrentinos, así podremos rellenarlos. Como me quería vengar de Joe, por levantarme y casi dejarme caer contra el suelo, agarro un poco de la harina que había sobrado y la escondo en mi mano izquierda.

—Oye Joe, ¿Me ayudas?

—¿Qué pasa? —podía sentir como Joe se acercaba.

—Creo que hay algo raro en el relleno.

—¿Tú crees?

—Es que no puedo ver, ¿podrías echarle una mirada?

—Claro.

Cómo mi objetivo estaba en la zona de impacto, abro mi mano izquierda y soplo la harina contra la cara de Joe, esperando haber acertado.

—Cof, cof… Serás hija de puta —me estaba riendo de su reacción—. Que suerte que cerré los ojos a tiempo —bingo, le di.

—Esa es mi venganza por lo del parque.

—Eso lo podemos jugar los dos.

En un acto repentino, siento como algo polvoriento cae por encima de mi cabeza.

—¡Oye! —Joe se reía de mí.

—El blanco hace resaltar tus ojos —Intento juntar un poco de harina que había caído por mi pelo, y se lo intento tirar a Joe—. ¡Uy! Fallaste por poco.

—Tienes suerte de que no pueda ver—aunque quisiera sonar molesta, mi voz denotaba alegría.

Después de estar un rato haciendo payasadas entre nosotros dos, nos volvimos a enfocar en terminar los sorrentinos. Esta fue de las pocas veces que cocine en mi vida, salvo las veces que papá no estaba o estuvo enfermo, es él quien se encarga siempre de cocinar en nuestro hogar; fue interesante esta nueva experiencia, además era la primera vez que realizaba pastas caseras.

—Toph, necesito un favor.

—¿Qué ocurre Joe?

—No menciones, y mucho menos, digas algo sobre la lucha libre o de que quiero retomarlo —sonaba algo preocupado en sus palabras.

—¿Nada de nada?

—¡Nada! —era muy firme en sus palabras—. Aún no estoy preparado para charlarlo —no entendía realmente el problema, pero si me lo está pidiendo así.

—De acuerdo, tu secreto está a salvo conmigo —él lanza un suspiro de alivio.

—Gracias.

Finalmente, las pastas ya estaban terminadas. Joe las junto en una fuente de metal y las puso en el congelador. Como aún era temprano para ir cocinando la comida, ambos fuimos al sofá de su sala de estar; la verdad era mucho más cómodo y grande que el de mi casa.

—¿Y ahora qué?

—La verdad, no sé —el sofá se movía un poco—. ¿Te molesta si pongo algo de música?

—Para nada.

Percibo el movimiento de Joe al levantarse del sofá y empieza alejarse de donde estoy. En tan solo unos segundos, él ya había regresado y escucho como deja algo en una mesa cercana. De repente, empieza a sonar una canción en otro idioma.

Un'altra come te

Ma nemmeno se la invento c'è

Mi sembra chiaro che

Sono ancora impantanato con te

Ed è sempre più evidente

—¿Eso es italiano? —lo decía con algo de incredulidad.

—Sí, traje un parlante y puse la playlist de mi familia.

—No sabía que te gustara la música en italiano.

—¿Y qué quieres que diga? Soy 75% italiano, por así decirlo —mi rostro se veía algo confundido ante tal afirmación.

—¿Cómo es eso?

—Nunca te conté propiamente sobre mí familia, salvo lo de mi padre —él toce un poco para aclarar la garganta—. Mi madre inmigro a Volcadera cuando era una adolescente, ella solo me dijo que nunca se llevó bien con su familia biológica.

—Supondré que ella es oriunda de Italia.

—Sí, con el tiempo, consiguió un trabajo en un taller de costura y estuvo así un largo tiempo hasta que conoció a mi padre. Un joven, hijo de un italiano y una americana, que vivió toda su vida en el barrio de Green Stick —Joe lanzaba un suspiro—. Con el tiempo, juntaron el dinero suficiente para invertir en un negocio, y así nació el taller “Dieci Calcare” —él se reía—. Aún recuerdo la primera vez que visite el taller, de alguna forma fue mi segundo hogar; pasaba todas las tardes ahí.

—Es una historia interesante.

—Sí, pero tampoco se mucho de mi familia como tal.

—¿Y eso?

—Por el lado de mi padre, el único que me queda es mi “tío” Tony, su hermanastro. Ya que, mis abuelos fallecieron hace tiempo. Y por el otro lado, mi madre nunca habla de su pasado, solo se lo justo y necesario —sonaba un poco desganado en sus palabras—. No sé si tengo primos o tíos por parte de mi madre, así que toda mi vida fuimos una familia muy reducida.

La canción que estaba sonando de fondo había terminado y ya había comenzado una nueva. Por algún motivo, Joe se puso a tararear la canción y chasqueaba sus dedos para seguir el ritmo de la música.

—Veo que te gusta esa canción.

—Bastante, de alguna forma me trasporta a un lugar más calmado —sonaba algo avergonzado—. En cierta forma me ayuda ir a mi lugar seguro.

—Qué bonito —le doy una sonrisa.

—Es de las pocas canciones, que, por algún motivo, me dan ganas de bailar.

—Desearía saber bailar.

—¿No sabes bailar? —su pregunta denotaba algo de lastima.

—Y debido a mi situación, es muy complicado que pueda bailar.

—Un segundo —Joe se levanta de golpe del sofá.

Empiezo a escuchar cómo se movían los diferentes muebles de la habitación, Joe emitía algún que otro sonido por la fuerza que realizaba.

—¿Qué estás haciendo? —estaba bastante confundida por la situación.

—Dame unos segundos más… —de repente, el ruido había cesado—. Listo.

—¿Puedo saber que estabas haciendo?

—Te voy a enseñar a bailar —estaba estupefacta por la respuesta.

—Es un lindo gesto, pero no es necesario.

—Bianca, no sé cuál es el problema. Además, esto es para divertirnos y matar el tiempo un rato —Joe sonaba muy seguro en sus palabras.

—Está bien —Joe toma mi mano y me dirige a la pista de baile que improviso en la sala de estar.

—Ok, esto es muy sencillo, tu solo debes seguirme.

En el momento que siento la mano de Joe tocar mi cadera, tengo una pequeña reacción de alejarme de él.

—Perdón, solo fue un reflejo —Joe lanza un suspiro.

—De verdad se nota que nunca bailaste con alguien —tenía una mueca de molestia.

—Bueno, nunca fui algún baile o tuve pareja para tener la excusa de bailar —Joe se vuelve acercar a mí y toma una de mis manos.

—Entonces déjame enseñarte, como tú me enseñaste braille —¿Por qué sus palabras sonaron tan seductoras?

—Bien… intentémoslo otra vez.

—De acuerdo, primero, una de las manos va en la cadera de tu pareja y la otra va a la altura del hombro.

—Está bien —mi mano derecha se dirige a la cadera de Joe y mi mano izquierda intenta llegar a su hombro.

—Espera que me acerco —En un instante, sentía el calor del cuerpo de Joe cerca mío; notaba su respiración—. Ok, pondré la música y te iré explicando en la marcha —Ya en posición, la música comenzó y la clase de baile había iniciado.

Al principio fue difícil coordinar mis pasos con los de Joe, debo admitir que era muy torpe, casi la primera mitad de la canción lo habré pisado como cinco o seis veces a él; pero él se contuvo en no gritar, logrando mantener la compostura y continuando la explicación con bastante calma.

—Adelante —ya estábamos coordinando nuestros pasos—. Y ahora atrás. Lo estás haciendo bastante bien.

—Gra…cias —estaba algo avergonzada—. ¿Y quién te enseño a bailar?

—Ignorando que en su momento llegué a practicar valet, la mayoría de cosas las aprendí gracias a mi madre y a mi ex-pareja.

—¿Tuviste pareja?

—Sí, cuando estaba en preparatoria, salía con una chica styracosaurus llamada Julia.

—Ya veo —sonaba algo arisca en mi respuesta.

—Cuando fue el baile, ella me estuvo torturando para que aprendiera a bailar.

—Interesante… —¿Por qué me molesta tanto que nombre a su ex? —. Y tu madre, ¿Por qué te enseño?

—Ella me enseño algunos consejos básicos para mejorar mis habilidades, como esto —Joe me hace dar una pequeña vuelta sobre mi misma— Y también esto —él me tira hacia él, y logra atraparme, para devolverme a mi posición —. ¿Qué te pareció? —Yo me empecé a reír.

—Eres un tonto.

—¿Te estas burlando de tu maestro? —su voz tenía una mezcla de malestar con una pizca de sarcasmo.

—Un poco.

Y así estuvimos por un buen rato, la canción se había repetido como unas 2 o 3 veces, pero realmente no importaba; yo me estaba divirtiendo con Joe y sus clases de baile.

—Creo que te ya aprendiste lo esencial, ¿Te gustaría probar un poco de estilo libre?

—¿Cómo sería eso?

—Déjate llevar, solo no me sueltes la mano.

—Ok.

Togliamoci lo stress per la cattiveria che regaliamo

Giudicare il prossimo non ti rende un saggio, né un sultano

Sopravviviamo in una città arida dal mattino

Ma che sopravvivi a fare se vivere è un casino

No sabía cómo describir esta sensación que sentía en este momento, me sentía muy feliz, como si nada me pudiera detener.

Continuo a fissare il mio riflesso

Con lo sguardo di un samurai

Sentirsi uno schifo non ha senso

Se a pagare sono sempre i tuoi

Joe fue un gran compañero en nuestra danza, me estuvo guiando en todo momento y siempre me cuido de que no me cayera.

Milano sei un bellissimo deserto

Dammi solo un po' di good vibes

Solo good vibes, solo good vibes, eh

No quería que nada de esto terminara, quería seguir bailando con Joe hasta que la luna haga acto de presencia.

Solo good vibes, solo good vibes

Tour vibes, solo good vibes, solo good vibes, eh

Joe volvió a tirar de mí, y terminaron nuestros pechos pegados uno al otro. Podía sentir el latir de su corazón como su respiración, aunque el mío iba mucho más rápido.

—Joe.

—Bianca.

Mi hocico estaba bastante cerca de su nariz, ambos estábamos inmóviles; ninguno de los dos sabía qué hacer mientras la música seguía sonando. Tal vez, tenía que pasar algo, tenía que pasar ESO; no sabía cómo sentirme, yo a Joe lo veo como un amigo, o bueno, realmente no sabría cómo definir a Joe, porque cada día que paso con él, lo veo más que un amigo; lo veo como un…

—¡BON GIORNO MI NIÑO! —una voz femenina rompe todo el ambiente que se había construido.

—¡¿MAMÁ?! —Joe me empuja de forma brusca, y por suerte, caigo en el sofá—. ¿Có…Cómo te fue en el trabajo?

—Bastante bien Joe, estuvimos trabajando en el vestido de una novia.

—Ya…Veo —es la primera vez que escucho la voz de Joe tan nerviosa.

—¿Quién es ella? —me levanto un poco del sofá y volteo hacia dirección de la voz femenina.

—Soy Bianca —la madre de Joe se toma un tiempo antes de contestar.

—No me contaste que ahora tenías una nueva novia —me puse roja como un tomate.

—¡SI! ¡DIGO NO! Quiero decir, es solo una amiga —Joe sonaba tan nervioso, que confundía las palabras—. La conocí hace unos meses y solo la invité a comer.

—Raro que nunca la hayas mencionado —O sea Joe nunca hablo sobre mí.

—Si te decía como la conocí, me hubieras golpeado.

—Eso no es cierto, ni que te golpeara por cada estupidez que haces —su madre lanzaba un suspiro y ahora me dirigía la palabra hacia mí—. Soy Giselle, es un gusto conocerte Bianca.

—El placer es mío.

—Ahora, ¿Puedo saber por qué los muebles no están en su lugar?

—Su hijo me estaba enseñando a bailar —logro escuchar una pequeña risa por parte de Giselle.

—¿En serio no es tu nueva noviecita? —me estaba cubriendo la cara con las dos manos por la vergüenza que pasaba.

—¡Ya te dije que NO! —Joe tenía una mezcla de molestia con algo de vergüenza.

—Solo te estoy molestando hijo, iré a terminar la cena. ¿Ya están echas las pastas?

—Sí, solo falta calentar la salsa y cocinar los sorrentinos.

—De acuerdo mi bambino, ustedes sigan con los suyo.

Después de que la madre de Joe nos dejara a solas en la sala de estar, estuvimos en silencio por algunos minutos; creo que ambos estábamos avergonzados por la situación de hace un momento.

—Tu madre es alguien peculiar…

—Sí, es alguien muy charlatana —esto es incómodo—. Voy… Acomodar los muebles, tu siéntate tranquila.

Mientras que Joe generaba ruido, yo me quede un rato abstraída por mis pensamientos; todo fue muy extraño. Quiero decir, fue lindo bailar con alguien y saber que soy capaz de hacerlo, pero no sabía cómo explicar toda esta mezcla de emociones. Por un lado, me estaba divirtiendo y era placentero, pero por el otro lado, me sentía algo más cariñosa, y tal vez, algo más segura en los brazos de Joe; con su bromita en el parque y esto, ando algo confundida.

—Toph —la voz de Joe interrumpe mis pensamientos.

—¿Si?

—Espero que mis clases de baile te hayan servido.

—Sí, eres bastante bueno para ser alguien bruto.

—Oye —sonaba algo molesto—. La lucha libre es como un baile en cierta forma.

—¿Lo dices en serio? —no estaba muy convencida por lo que dijo.

—Y piénsalo, un baile normalmente es en pareja, hay una pequeña coreografía y los dos deben coordinarse. En la lucha es igual, dos personas pelean, hay pequeñas secuencias armadas y los dos deben coordinar el que recibe el golpe como el que realiza el golpe —realmente tiene bastante sentido lo que dice.

—Creo que comprendo tu lógica.

—No por algo muchos decían que era un gran compañero para luchar —y acá Joe volvió a su modo orgulloso—. Siempre hacia lucir a mis oponentes.

—No tienes remedio —me decía a mí misma.

—¿Eh? —la reacción de confusión de Joe, me genera algo de gracia.

—Nada, solo hablaba en voz alta —distingo unos pasos a lo lejos acercándose.

—Ya la cena esta —la voz tan encantadora de Giselle indicaba que las pastas estaban listas.

Con la ayuda de Joe, me guía hasta la mesa donde nos esperaba la comida que habíamos preparado con nuestras manos. Cuando me senté, tomé aire y sentí el delicioso aroma de las pastas mezcladas con salsa, podía distinguir cada ingrediente que Joe uso en la salsa; la cebolla, el tomate, la zanahoria, el ají, hasta podía distinguir el olor a carne. Siempre me cuesta al principio iniciar a comer, ya que muchas veces debo ubicar donde está el plato, donde están los cubiertos y el vaso.

—Se me hace curioso, que uses lentes negros en interiores —las palabras de la madre de Joe mostraban intriga.

—Es que soy ciega.

—Ah —sonaba avergonzada—. Disculpa, soy una persona algo despistada, muchas veces no me doy cuenta de lo obvio —ella se reía de forma nerviosa.

—No se preocupe, estoy acostumbrada a estas situaciones.

—Al menos tienes suerte, no tienes que ver la cara de primate de mi hijo.

—¡Mamá! —Giselle se ríe de la reacción de Joe.

—No te lo digo de verdad, sabes que eres el joven más bello de toda la ciudad —se me hacía muy simpática la situación—. Y dime Bianca, ¿Tu estudias o trabajas?

—Yo trabajo como una artista de barro.

—Eso suena muy divertido —Giselle sonaba muy emocionada—. ¿Y en donde trabajas?

—En el estudio de artes de la familia Smith.

—¿Conoces a Víctor de casualidad? —me agarro desprevenida la pregunta.

—Sí, es mi mentor, ¿Acaso lo conoce?

—Cada tanto le compro algunas pinturas o vasijas para decorar mi taller de costura —Ella se ríe—. Incluso cuando era más joven, tuve un pequeño amorío con él —Joe se ahogaba un poco al escuchar tal revelación, incluso estaba tosiendo bastante.

—¡¿SALISTE CON ÉL?! —sonaba bastante molesto y anonadado.

—Bueno, solo fue un amorío de unos meses, terminamos porque la verdad su carácter explosivo y forma de hablar no me agradaba.

—Y aun la tiene… —Joe lanza un suspiro.

—Tu sabes que desde que conocí a tu padre, no tuve ojos a otro hombre; excepto a Ramazzotti —ella se reía a carcajada—. Ahora solo tenemos una relación profesional entre dos comerciantes del barrio. Una cosa Bianca —ella se vuelve a dirigir a mí—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

—¿Cómo conociste a mi hijo? Porque el muy idiota, no me conto que tenía una amiga tan talentosa.

—Ay por favor, me sonroja —me gustaron sus halagos—. Me ayudo de un maleante y después me acompaño a mi casa.

—Ese es mi muchacho, siempre dándole una mano a quien lo necesite —sonaba muy orgullosa de Joe.

—Aunque empezamos con el pie izquierdo, ya que el rompió mi bastón.

—¿Qué? —ese orgullo se desvaneció de sus palabras y se convirtió en enojo — ¡¿Come si rompe il bastone di un cieco?! —se podía escuchar como Giselle golpeaba a Joe con su mano.

—¡Te dije que si te decía la verdad te ibas a molestar!

—Me molesta que me lo ocultaras —ya habían frenado los golpes —. Lo que importa es que después te lo compenso, ¿Verdad? —mejor salvo a Joe de esta.

—Sí, me estuvo ayudando en varias cosas.

—Entonces si ya están a mano, por mi bien. La próxima vez no me escondas cosas Joe, ¿De acuerdo?

—Ok, pero no actúes así con invitados presentes la próxima vez —la voz de Joe sonaba cansada.

El resto de la cena seguimos hablando de otros temas variados, la madre de Joe me estuvo preguntando sobre más detalles sobre mi trabajo y yo le preguntaba sobre su labor; ella estaba muy emocionada de conocer a alguien tan interesada sobre la costura. También Joe le conto que gracias a mí está aprendiendo braille, y para dejarlo bien parado a él, elogie el rápido aprendizaje y el empeño que ponía en cada clase.

Me estaba divirtiendo mucho con Joe y su madre, este ambiente que habían generado, hace que extrañe un poco cuando mi padre y yo nos divertíamos con otras cosas; últimamente está muy ocupado con su trabajo y no tenemos tanto tiempo para pasar juntos.

Entre él y yo, le estuvimos contando a Giselle sobre mi escultura del rostro de Joe y la posibilidad de que mi trabajo sea puesto en exhibición.

—Eso es asombroso niña. Solo dime ¿Mi hijo no te hizo ningún problema como modelo? Es que se hace el hombrecito, pero siempre le dio asco ensuciarse con ciertas cosas.

—Yo también te quiero mamá… —Ambas nos estábamos riendo de la Joe.

—Sí, fue un gran modelo y una gran compañía —la verdad fue una linda experiencia ese día.

—Podríamos celebrar sobre esta gran oportunidad —proponía Giselle.

—¿Es seguro cantar victoria antes de tiempo? —sonaba algo preocupada.

—Si tu maestro es Víctor y mi hijo dice que tienes un gran talento, yo estoy segura de que vas a entrar a esa exposición —se sentía bonito escuchar esas palabras de confianza a mi arte.

—Bueno… Creo que podríamos celebrar.

—Perfecto. Joe, ve a comprar helado para todos.

—¿Y por qué debo ir yo? —Joe sonaba algo indignado tras ser obligado hacer los mandados.

—¿Vas a dejar que tu bella madre salga en la noche en estas peligrosas calles? —el tono melodramático de Giselle, logra convencer a Joe.

—Está bien, pero iré a la tienda en donde trabajo; al menos me sale más barato.

—Trae helado de frutilla —sonaba muy alegre Giselle.

—¿Y tú Bianca?

—De chocolate por favor —Joe se despide de nosotras dos y se va hacer las compras.

En estos momentos, me encontraba a solas con Giselle. En cierta forma, se sentía raro el ambiente, no hostil, pero tampoco me sentía cómoda con la ausencia de Joe.

—¿Y usted desde cuando vive en Green Stick?

—Desde los diecisiete años, inmigre por mi cuenta a la tierra de las oportunidades y llevo en este lugar hasta ahora.

—¿Se puede saber por qué lo hizo?

—La verdad… Prefería no hablar de eso —había disgusto en sus palabras.

—Disculpe por la intromisión.

—No te preocupes, es normal tener curiosidad —Distingo el ruido de un corcho saliendo de una botella—. ¿Quieres una copa de vino?

—No gracias, no me gusta el vino.

—Una lástima, te pierdes de algo increíble.

Tenía intriga por conocer un poco más sobre la familia de Joe, él me conto muchas cosas por encima, pero nunca profundizo en ellas. No sabía si era correcto hacer eso, indagar en la vida personal de Joe, pero si pregunto cosas más simplonas, tampoco sería tan grave.

—¿Puedo hacerle una pregunta?

—Claro mi vida, ¿Qué pasa?

—¿Joe siempre fue así?

—¿A qué te refieres? —sonaba algo confundida.

—Me refiero a que sea un bonachón, pero muy idiota en algunas ocasiones —Giselle se ríe.

—Siempre fue así, en eso se parece a su padre.

—¿Y cómo era él de niño?

—Era una ternurita, era demasiado hiperactivo pero muy respetuoso. Siempre que terminaba la primaria, se quedaba en el taller conmigo y se la pasaba jugando a disfrazarse —se me escapa una risa.

—¿Le gusta hacer eso? —tenía una pequeña sonrisa en mi cara.

—Le encantaba, siempre fue mi modelo por varios años —escuchaba como le daba un buen sorbo a su vino—. Me encantaría mostrarte las fotos de Joe en el taller, pero no se puede.

—De ultima le hace un pequeño relieve y la toco con las manos, tal vez así me las puedo imaginar —Ambas nos reíamos de mi pobre intento de chiste.

—Me encanta tu postura de reírte de ti mismo, es bastante sano en cierta forma.

—Y eso se lo debo a su ex novio, si no fuera que estuve bajo el ala de Víctor en la preparatoria, tal vez ni hubiera tenido este carácter.

—¿Preparatoria difícil? —la voz imponente de Giselle mostraba mucha seriedad.

—Diría que bastante —se podía distinguir mi malestar cuando hablo—. Tuve suerte de que no sufrí ningún tipo de acoso, pero estuve sola gran parte de mi niñez y adolescencia. A las personas que podría llamar amigos, los conocí en estos últimos dos años.

—Igual que Joe —¿Qué?

—¿Joe también sufrió la preparatoria? —estaba muy impactada.

—En partes —ella lanzaba un suspiro—. La primera mitad, era un chico algo problemático, pero nunca mal intencionado. Casi todas las veces que se peleó con alguien, en la escuela o fuera de ella, era porque andaban molestando a alguien y él lo veía como una injusticia.

—¿Defendía al más débil?

—En cierta forma, pero ya para la segunda mitad de la preparatoria, le fue bastante mejor. Conoció a una chica en su segundo año, y eso le cambio la vida —creo que ya sé quién es…

—Supondré que fue Julia.

—¿Te conto sobre ella? —sonaba algo sorprendida al escuchar que sabía sobre esta “noviecita” de Joe.

—Solo la menciono hoy cuando me estaba enseñando a bailar.

—Entonces, quédate con esto. Si Joe no hablo de ella, es por algo.

—¿A qué se refiere? —estaba confundida por su comentario.

—De mí no lo escuchaste, pero digamos que no terminaron en los mejores términos.

—Entiendo… —¿Qué habrá pasado?

—Pero mejor cambiemos de tema —era evidente que no quería que sigamos con esto—. ¿Cómo esta Joe? ¿Se lo ve animado?

—Sí, siempre que nos juntamos a pasar el rato, siempre anda con mucha energía o muy alegre.

—Es lindo oír eso —se notaba la melancolía en sus palabras —. Es bueno saberlo.

—¿Tan raro es que Joe este feliz? —Giselle lanzaba un suspiro.

—Sabes sobre su lesión en el cuello ¿No?

—Sí, estoy al tanto.

—Desde que tuvo la cirugía y volvió todo a su normalidad, siempre lo veía muy apagado.

—¿Apagado?

—Que no tenía energías de hacer cosas o no prestaba mucho interés a las responsabilidades, vivía de forma automática; comer, hacer sus necesidades, ver televisión y dormir, esa era su rutina —en cada palabra que lanzaba Giselle, se evidenciaba que no era un grato recuerdo—. Y así fue por un buen tiempo, hasta que, de forma repentina, estos últimos 3 meses lo veía más animado; como si la vida le volviera a sonreír.

—Bueno, que retomara la lucha libre lo ayudo a… —me tapo la boca al darme cuenta de lo que dije.

—¿Él volvió a retomar los entrenamientos? —su voz sonaba muy seria.

Mierda, Mierda, Mierda, la cabo de cagar.

—Si…

Joe me va matar por esto, el solo me pidió una cosa, que mantuviera esto en secreto; pero falle estrepitosamente. Estaba preparada para escuchar los gritos de enfado de Giselle, el discurso de preocupación porque su hijo volvió a ponerse en peligro, cualquier excusa o bronca hacia mi persona por alentarlo a que él retomara la lucha; pero realmente solo soy recibida por un suspiro largo y calmado.

—Lo sabía en el fondo —escucho como vuelve a cargar su copa con vino —. También explica porque muchas veces no lo veía en las tardes.

Esperaba cualquier reacción, pero verla tan calmada fue algo inesperado. No sabía cómo continuar la conversación, tampoco sabía si ella quería decir algo; lo único que nos acompañaba en la mesa, era el silencio que había entre nosotras dos. Finalmente, Giselle rompe el silencio y comienza a hablar sobre ese fatídico día.

—Estábamos mi esposo y yo sentados entre las primeras filas, esperando a que la lucha de Joe comenzara —su voz sonaba con algo de felicidad al narrar la historia—. Ver a mi pequeño cumplir su gran sueño de la infancia, vistiendo la indumentaria que yo le fabriqué; esos pantalones negros con vivos dorados y sus dos muñequeras con los colores de la bandera de Italia me llenaban de orgullo —se le patinaba la lengua en algunas de sus palabras, pero se entendía el mensaje—. Esta…Estaba emocionada de ver como todo el público lo apoyaba y vitoreaban cada movimiento que realizaba. Siempre…Tuve miedo de que él luchara, pero verlo sonreír después de cada show que daba, hacía que mi corazón saltara de felicidad.

Yo estaba con una expresión neutra escuchando toda la historia, no quería interrumpirla así que seguí en silencio esperando a que ella continuara.

—Todo iba con total normalidad, seguía aterrada por el riesgo que se ponía Joe; que rompiera una mesa con su cuerpo, siempre hacia que me estremeciera —ahora su voz era menos alegre y empezó a notarse una pequeña amargura en sus palabras—. El gran final se acercaba, tras que Joe realizo un derribo impresionante, se preparaba para hacer su remate final; la vuelta al mundo —su respiración se había agitado y tuvo que recomponerse antes de continuar la historia—. Ya… Cuando estaba en la tercera cuerda y salto… Ante su oponente, vi como mi hijo giraba en el aire, pero… pero… Nunca lograba llegar a su oponente; al punto… que vi el mome… momento exacto de cuando su cabeza impacto con el ring.

Giselle se mantenía firme contando la historia, sabiendo lo que me conto Joe y todo lo que tuvo que soportar, hace que tengas una forma de afrontar estos malos recuerdos. Seguí en silencio y dejé que continuara.

—La lucha se había detenido, yo estaba inmóvil en mi asiento, para mí en todo ese rato; el mundo se había desmoronado —ya su voz no expresaba ninguna emoción—. El equipo médico apareció en el acto y asistieron a mi hijo, todo lo que esperaba en esos segundos era que mi hijo aun presentara signos de vida; no sabría cómo afrontar el duelo tras ver que tu hijo, aquel que criaste toda tu vida, se desvanece ante tus ojos —ya no podía soportarlo, y solo dejo que sus lágrimas corrieran.

En un pequeño gesto de consideración, busco una servilleta y estiro mi mano en dirección a donde venía el llanto.

—Tenga.

—Gra…cias —ella toma la servilleta y continuo la historia—. Ya en el hospital, explicaron que la situación era tan delicada, que debía someterse a una cirugía de emergencia. Tanto yo como mi marido, aceptamos sin dudarlo y luego buscaríamos una forma de juntar el dinero —se toma su tiempo para tomar aire—. Los días pasaron, y mi marido consiguió, de alguna forma, el dinero para pagar la cirugía; yo en el fondo sabía que había hecho, pero mire para otro lado.

—¿Se puede saber que hizo el padre de Joe? —no sabía si era correcto preguntar, pero tenía dudas.

—Sabes que el padre de Joe está en prisión ¿No?

—Si.

—Pues, el dinero lo consiguió haciendo un delito —oh…—. Sin embargo, la policía lo atrapo y fue sentenciado a prisión por 5 años. Pudo haber sido más, pero gracias a dios que tuvo un gran abogado.

—¿Debió ser duro todo lo que paso en ese año?

—Ni te lo imaginas, saber que al hombre que amas estará lejos de ti sin manera de apoyarte en este momento difícil, y tu amado hijo estaba internado en un hospital, hizo que me sintiera muy sola por varios meses.

No sabía que decir, entiendo tal vez esa sensación de estar sola, pero no se asemeja ni un poco a como lo vivió ella; al menos siempre tuve a mi padre.

—Mi único refugio en ese duro momento de mi vida, era el taller, tenía que mantenerme fuerte y seguir adelante —creo que Giselle es de esas personas que no le gusta verse débil—. Y cuando finalmente mi hijo regreso a casa, una parte de mi alma había regresado a mi cuerpo; verlo entrar por la puerta principal hizo que rompiera en llanto —se podía escuchar un pequeño sollozo por parte de ella—. Por eso, con tan solo verlo reír en estos últimos meses, ya me hacían el día; por primera vez en mucho tiempo, volví a ver al Joe que recordaba —en esa tristeza que emitía, también se percibía algo de felicidad. Ahora entiendo por qué Joe se preocupa tanto por su madre.

—¿Puedo decirle algo, aunque tal vez no le guste? —se destacaba el pequeño miedo que sentía al preguntar.

—Solo lánzalo.

—Joe piensa demasiado en usted cada vez que se planteaba el retomar el deporte —debo ser cuidadosa con lo que digo—. Él aun anhela alcanzar ese sueño suyo, pero no quiere verla sufrir; no quiere hacerla pasar otra vez por esos sustos, pero no puede evitar gritar y emocionarse cada vez que entrena —Giselle no decía nada, solo se quedó en silencio esperando a que yo terminara—. Por eso, no le pido que le permita a Joe retomar su pasión, sino que lo entienda.

—Bianca… —su voz era muy tranquila, casi inexpresiva—. Yo quiero que mi hijo sea feliz, aun si eso significa que él haga algo que no me guste, pero no es fácil —se hacía presente el intento de sonar con autoridad por parte de ella, pero creo que hasta ella misma sabe que es lo mejor para Joe—. Por eso, cuando sea el momento y me sienta preparada, le daré todo mi apoyo en esto —se me formaba una pequeña sonrisa—. Pero necesito que me hagas dos favores.

—Claro.

—El primero es que no le digas nada, quiero que lo sepa por mí y no por otra persona.

—De acuerdo.

—Y la segunda, es que lo apoyes hasta que finalmente vuelva a luchar.

—Prometo acompañar a Joe en toda esta odisea —una pequeña risita por parte de Giselle era audible.

Noto como Giselle empieza a juntar los platos y vasos de la mesa. Yo me quede sentada en silencio reflexionando sobre lo que dijo.

—Solo quiero decirte gracias —el comentario de la madre de Joe me deja algo confundida.

—¿Por qué?

—Por devolverle la sonrisa a mi hijo —me puse algo roja cuando dice eso.

Ambas escuchamos el ruido de la puerta de entrada abriéndose.

—Ya regresé con el helado, ¿De que estuvieron hablando? —Giselle hablaba con el tono animado que tuvo al comienzo de la cena.

—De nada importante, solo le contaba sobre que eras mi mejor modelo cuando eras un niño.

—¡MA! —ella se reía de la reacción de Joe.

Entre los tres, disfrutábamos del postre. El resto de la noche siguió sin mayor complicación, todo fueron risas y gritos de Joe por las pequeñas humillaciones de su madre al recordar momentos bochornosos de él; lastimosamente todo tiene que terminar, tocaba volver a mi casa.

Cuando me despedí de Giselle, ella me dio dos besos, uno en cada mejilla y después Joe me acompaño a mi casa. En nuestra pequeña caminata hasta mi hogar, tengo una pequeña charla con él.

—¿Te gustaron las pastas?

—Estaban deliciosas.

—Gracias. Oye —sonaba algo preocupado en sus palabras—. Mi madre no te dio ningún inconveniente, ¿Verdad?

—Para nada, incluso diría que es una gran madre.

—Si.

—Dile que retomaste los entrenamientos —tal vez fui algo abrupta cuando lancé el comentario, pero siento que es la única forma de que lo entienda.

—Lo sé, pero es que… —ya está alargando las palabras.

—Joe —tenía que imponerme ante él—. No se lo ocultes, ella te quiere mucho. Y algo me dice que ella lo va entender.

—De acuerdo, veré cuando se lo digo —creo que si entendió el mensaje.

Al final, llegamos a mi casa y me tengo que despedir de él. Cuando entro, soy recibida por Woozie que se me quedo esperando todo el día que volviera. Tras darle unas pequeñas caricias, me fui a mi cuarto para poder conciliar el sueño. En el momento que mi cabeza toca la almohada, mi cerebro comienza hacerse muchas preguntas tras el día que viví hoy; y la pregunta que más tiempo me quedo pensando es:

“¿Qué somos yo y Joe?”

Pero eso me hizo que me generara otra pregunta más compleja.

“¿Qué podemos llegar a ser nosotros dos?”
                                                                             

Notes:

Bueno no hay mucho por mencionar el día de hoy, ya que realmente lo único que seria relevante es que rendir examen y toca esperar la nota (si aprobamos con nota alta, se promociona y chau, tengo todo el rato pa escribir acá) si se aprueba normal, un final...y si no me fue tan bien como creo, toca recuperar.

Por otro lado, estamos a nada de desbloquear los dos primeros extras de este fic. Más adelante anunciare cuando saldrían

Dejare los links de la canción que toco Aurora (pa que sepan lo que hizo con sus magníficos dedos) y la canción que Bailaron Joe y Bianca

Links:

https://youtu.be/GfUyQ1f7bds?si=J2wzdYcALqVbcHH4

https://youtu.be/vrUWp36Yqlc?si=NFMGNVq9axis0N_s

Espero que tengan un buen día. Si no lo tienen, espero que tengan un gran día; y si mi historia te hizo pasar un grato momento, me alegro

Un saludo a todos ustedes mis bellas personas, un besazo y CHAO ❤️

Chapter 9: Que hable el corazón

Notes:

Hola, anuncio IMPORTANTE, al final del capitulo

Ahora, a disfrutar del cap 9

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Ya habían pasado dos semanas desde que Bianca vino a cenar a mi casa, y el solo hecho de recordar ese día, hace que me muera de la vergüenza.

¿Cargarla en el parque? Lanzarla y atraparla para decirle:

“Tranquila Bianca, jamás te lastimaría”

Debe ser lo más patético y estúpido que dije en mi vida.

Las cosas son claras, soy un idiota que no puede esconder sus emociones y lo tiene que mostrar a los cuatro vientos, incluso ahora mismo, mi cerebro está reproduciendo en mi cabeza cuando le enseñe a bailar; lo peor de todo, es que quedamos cara a cara para que yo le diera un beso.

“AHHHHHHHHH, ¿POR QUÉ NO APROVECHE EL MOMENTO?”

—Joe.

¿Se habrá dado cuenta Bianca de lo que yo siento? Espero que no, quiero decir, tal vez estuve actuando un poco más cariñoso de lo habitual y no lo estoy disimulando.

—¿Joe?

El hecho de que se percatará de que yo estoy enamorado de ella, solo causaría que nuestra amistad sea más incómoda.

Aunque… ¿Ella sentirá lo mismo que yo?

—¿Hola? ¿Tierra a Joe?

O sea, seria genial que ambos sintiéramos lo mismo; que este sentimiento fuera mutuo y correspondido de igual manera.

—¡Joe!

DIOS, ¿Por qué me pongo así? Se nota que llevo casi 6 años sin estar en una relación y mis deseos más carnales hacen que pierda el control.

—¡JOE POR AMOR A DIOS! —los gritos de Rootman hace que regrese a la realidad.

—¡¿SI?! —fue brusca mi reacción.

—Estábamos hablando sobre tu relación con la lucha libre —empieza a jugar con su bolígrafo—. Quería profundizar sobre la razón de porque la alejaste de tu vida —mierda, otra vez me perdí en mis pensamientos

—Perdón, estaba… Pensando una respuesta —la expresión del Doc demostraba que no me creía, pero lo dejo pasar—. Diría que hay varios puntos a mencionar. El primero de todos seria mi madre, verla sufrir por el simple miedo de que me pasara algo, solo hizo que me alejara de la práctica. La segunda razón tal vez sería la negación —yo iba enumerando cada punto con mi mano derecha—. Darme cuenta de que ya no podía hacer eso, y cuando veía un show de lucha, solo me amargaba logrando que lo dejara de ver por varios años; y si hubiera una tercera razón, tal vez en el fondo buscaba pasar de página y alejarme de algo que ya no valía la pena.

—Pero al final te volviste a reencontrar con ella.

—Si, en el fondo de mi ser, no podía dejar de amar este deporte espectáculo —sonaba tonto decirlo en voz alta.

—¿Y cómo se dio este reencuentro? —ya el Doc tenía la libreta preparada para anotar cualquier cosa que decía.

—Fue algo chistoso la verdad, conocí a una chica llamada Bianca hace ya varios meses, en donde ella me propuso que me iba ayudar a encontrar una meta de vida para mí.

—Bianca… —Rootman empieza a revisar las notas de su libreta—. La mencionaste en su momento, pero nunca profundizaste sobre ella —el pterodáctilo se cruza de piernas y se me queda mirando—. Cuéntame más sobre ella, ¿Por qué te ayudo?

—Según ella, lo hizo porque no podía aceptar que alguien viviera sin metas —yo extendía un poco los brazos y tenía una cara de despreocupación—. Lo hizo de una forma desinteresada, y si no fuera por su insistencia, no hubiera reconectado con mi pasión.

—Eso es bastante interesante —él me da una sonrisa gentil—. Me alegro que conocieras a un dinosaurio que te ayudara.

—Sí, es una gran amiga —aunque me gustaría que fuéramos algo más.

—¿Podría saber cómo es ella? Porque lo poco que sé, es que ella es ciega, es una raptor y no mucho más —los ojos del Doc reflejaban mucho interés.

—Bianca es una gran chica, es divertida, siempre esta con una sonrisa aun si las cosas no van bien, muy talentosa con sus manos; incluso hizo una escultura de mi rostro.

—¿Ella es artista de casualidad?

—Sí, trabaja como alfarera en un taller de arte de mi barrio —Rootman seguía anotando cada cosa que decía—. Aunque también debo decir que ella es media borde en algunas situaciones —me agarraba la frente con algo de molestia—. Si algo no le gusta, te lo hace saber, y si es necesario te grita. Aunque sea buena profesora, es bastante exigente y algo agresiva en algunas ocasiones —y así estuve describiendo a Bianca por varios minutos más.

Habré estado la mitad de la sesión hablando de ella y contándole varias anécdotas que tuvimos juntos. Le conté a Sebastián sobre la última anécdota que pasamos juntos. Habíamos salido juntos a pasar el rato y nos acompañaba Woozie, su gusano guía. Al principio, no le tenía cariño a Woozie, personalmente, no soy gran fan de los insectos, pero a medida que lo iba conociendo, le empecé a tomar algo de cariño. En esa salida, hubo un momento, en donde Bianca, cargo a su mascota guía y me lo dio a mí para que lo acariciara; en el momento que lo agarre yo me sentía asqueado. Yo estaba congelado con el gusano en mi regazo, aunque algo en mí, hizo que mis manos se acercaran a su espalda y lo empezara a tocar. Al escuchar su chillido de felicidad, me sentí tranquilo y Bianca se veía feliz de que me llevara bien con su mascota; actualmente el único insecto que no me genera rechazo es Woozie.

—No sabía que tenías entomofobia.

—No le tengo miedo a los insectos, solo les tengo un rechazo muy fuerte y bastante asco a los mismos.

—Pero lograste encariñarte con un gusano, ¿A qué se debe eso?

—Fue por ella.

En el momento que me percato de lo que digo, Rootman ya está anotando en su libreta; yo me estaba muriendo por dentro debido a que mi corazón hablo por mí.

—Quiero decir… Es porque es una… Gran amiga —los nervios y el titubear de mi voz no ayudaban a lo que quería decir—. Me refiero a que ella es alguien importante para mí y que la valoro mucho.

—Comprendo —el seguía anotando en su libreta—. ¿Entonces son solo amigos?

—Sí, solo amigos, nada más… Jeje…—la risa nerviosa no estaba ayudando.

—No tienes que esconder tus sentimientos de esa forma, ni que fuera malo que te guste ella.

—¡Dije que solo somos amigos! —Rootman se sorprende de mi reacción—. Perdón, no sé qué me pasa.

—Se llama enamoramiento y tu estas en negación con eso.

—Que no estoy enamorado.

—Veo que hay mucho por tratar desde el aspecto emocional Joe… —empieza escribir en su libreta varias cosas—. Cambiando de tema, ¿Ya pensaste como tratar el tema de tu madre? —un largo suspiro salé de mi boca.

—No sé cómo enfocarlo, me gustaría poder hablarlo con total calma y sinceridad, pero me da miedo cual puede ser su reacción.

—Mira Joe, tu madre puede reaccionar de múltiples formas, debes ser consciente de eso —él me mira con bastante seriedad—. Pero ya eres un adulto, debes lograr trasmitir tu mensaje con firmeza y que ella lo entienda. Imagínate que soy tu madre, ¿Qué le dirías?

Cuando mi atención se dirige al Doc, intento mentalizarme y poder visualizar a mi madre. ¿Se enojará si se lo digo sin tapujos? ¿Debo tener un filtro cuando me exprese? Se me hace complicado pensar en una respuesta clara. Pero es mi madre, creo que no importa como se lo diga, tal vez lo entienda, si soy totalmente sincero con ella.

—Le diría que aun sabiendo que voy a poner mi cuerpo en peligro y que a ella no le gusta, yo amo hacer esto. La emoción de cada combate, ver las reacciones del público, crear un nombre y un legado —me estaba emocionando mientras hablaba—. Hay tantas cosas que me encantaría hacer y una de ellas es poder luchar en las empresas más importantes de wrestling; porque es mi sueño. Y no pido que lo aceptes, solo pido que lo comprendas —Rootman me miraba con una gran sonrisa.

—Tienes que decirle eso, expresar todas estas emociones; seguramente tu madre lo entienda.

—Posiblemente.

La alarma del reloj señalizaba que por hoy había terminado la visita con Rootman.

—Bueno… Hoy fue una sesión bastante fructífera.

—Si —me levanto del asiento, y antes de que me vaya, el pterodáctilo me dice una última cosa.

—Y recuerda, aunque tu madre no este conforme con tu decisión de volver a luchar, ya tienes a alguien que te va apoyar en todo tu camino —lo miraba algo confundido.

—¿Quién?

—Bianca —Cuando dice su nombre, mi cara se pone roja como un tomate.

—Y también tengo a Will… Que me está ayudando con mis entrenamientos.

—No tienes remedio… —Rootman se reía de mí—. ¿Nos vemos dentro de 2 semanas?

—Como siempre. Que tenga buen día Sebastián.

—Lo mismo digo.

Cuando salía del edificio, me puse a pensar que podría hacer el día de hoy, ya que hoy lo tenía libre. Sinceramente no tengo a nadie con quien pasar el rato, Bianca tiene que trabajar hasta tarde hoy y Will está ocupado con un show de WSF; creo que un poco de tiempo a solas conmigo mismo me vendría bien. Mi atención se dirige a mi bicicleta, la empiezo a desencadenar, y cuando me subo a ella, empiezo a pedalear a dios sabe dónde. Para matar un poco el tiempo, decidí hacer una pequeña exploración urbana por la ciudad.

¿Qué podría decir que no sepa ya sobre esta ciudad? Volcadera Bluff es un lugar bastante peculiar, es una de las ciudades con mayor diferencia demográfica entre dinosaurios y humanos; diría que un 80% son dinosaurios y 20% son humanos. También hay una notoria segregación entre especies, ya que la mayoría de la población humana viven normalmente en la zona norte de la ciudad, como puede ser los barrios de Green Stick, Skin Row o Little Troodon; esto no quiere decir que los humanos no podamos vivir en otras áreas de la ciudad, solo que es más común encontrarte a un humano viviendo en Skin Row que en Promenade. Seguí explorando parte de la ciudad alrededor de dos horas, y al momento en el que comenzó a sonarme las tripas, era motivo suficiente para ir regresando.

En mi regreso, me detengo cerca de la galería donde trabaja Aurora. Si mi memoria no me falla había un lugar de comida árabe, un kebab no vendría mal. Me bajo de mi bicicleta y comienzo a caminar con ella dentro de la galería. Llegado a mi destino, encadeno mi bici en un anclaje para bicicletas. Tras pedir 3 kebabs, y que mi paladar gozara del sabor del medio oriente, empiezo a recorrer toda la galería. No tengo recuerdos de haber venido a este lugar cuando era más joven, tampoco era alguien que se alejará mucho de Green Stick, a excepción de ir a la preparatoria o a los entrenamientos en la academia de lucha; será interesante descubrir un nuevo lugar.

He de admitir que la galería tenía su encanto, algunos tramos estaban decorados con guirnaldas de flores rojas y blancas, y en otras partes, lo que destacaba era el diseño de ciertos negocios; aunque fueran algo extravagantes, lograban su cometido de seducir a potencial clientela para que se acercaran a ver que ofrecían.

Entre los hallazgos más interesantes, encontré una tienda donde venden artículos de la cultura popular, y tuve suerte de que vendieran algunas pequeñas antigüedades relacionadas al pro wrestling. Por otro lado, había una florería bastante concurrida que destacaba por su pequeña exhibición de flores exóticas; creo que se llamaba “bella camelia” el negocio. Mientras sigo con mi exploración, me detengo en frente de la librería donde trabaja Aurora.

—Podría ir a saludarla y pedirle de paso que me compre el refresco que me debe —me decía a mí mismo.

Cuando abro la puerta, el rudillo de una campanilla era audible. Ya dentro del establecimiento, quedo algo sorprendido por el estilo tan antiguo del mismo; la mayoría de muebles parecen estar hechos de roble, un hermoso candelabro colgaba en el techo, algún que otro cuadro para darle un toque más elegante al lugar; es un hermoso lugar.

—Buenas tardes jovencito —un T-rex, algo mayor, de tez blanca y ayudándose con un bastón para poder sostenerse de pie, me da un cálido saludo.

—Buenas tardes, ¿De casualidad acá trabaja Aurora? Más o menos de esta estatura —pongo mi mano a la altura de mi pecho—. Pelo castaño y con un olor pestilente impregnado en su ropa.

—Ah, la señorita Philips, ella trabaja a la tarde los días de semana y los sábados día completo —él abre un poco sus ojos entre cerrados para mirarme mejor—. ¿Acaso es su amigo?

—Diría que conocida —mis ojos empiezan a recorrer todo el lugar—. Iré a explorar el lugar, a ver si encuentro un libro interesante.

—Tómese el tiempo que sea necesario —El jefe de Aurora parece ser alguien amigable, no como Víctor.

Recorrí cada pasillo de la tienda, y estaba sorprendido que, para ser un lugar tan pequeño, tuviera tantos estantes y libros en cada sección. Intente buscar algo relacionado con la lucha libre, pero a excepción de libros biográficos o de recopilación de relatos reales, casi no había nada; al parecer no existe nada de ficción relacionado con ese mundo. Mientras más recorría, más cosas descubría.

Como si de una idea se tratara, empiezo a buscar una sección de libros en Braille. En un rincón bien escondido de la tienda, había una pequeña estantería vieja y mal trecha con algunos libros escritos por el alfabeto de puntos. Intente buscar algún libro que le podría llegar a gustarle a Bianca, pero mi nulo conocimiento literario hacia la tarea más difícil.

—¿Necesita ayuda? —me asusto al ver como el dueño de la tienda aparece detrás mío como un fantasma.

—Sí, tengo una amiga que es ciega y le fascina leer, pero como no soy ni de cerca un lector aficionado, no tengo ni la menor idea de que le podría gustar —me daba algo de vergüenza admitir en una librería que no me gusta leer.

—Hazte un lado y déjame ver que te encuentro —me hago a un costado y el T-rex empieza a pasar sus dedos por cada libro—. Descríbeme a tu amiga, ¿Cómo es su personalidad?

—Es una persona alegre, bastante soñadora, algo arisca cuando anda de mal humor, bastante torpe cuando se trata de sociabilizar con extraños y es alguien que le gusta dar una mano a quien lo necesite.

—Ya veo, ¿Y hace cuántos años que lee?

—Por lo que tengo entendido, desde niña, así que diría que más de 15 años.

—Entonces encontré un par de opciones interesantes —él viejito saca tres libros—. Acompáñame al mostrador.

Sigo al dueño hasta el mostrador, en donde me muestra las tres portadas de los libros; por suerte los títulos estaban en el alfabeto que conozco, aunque en el lomo estaba en braille.

—Mi primera opción es un clásico, y mi obra teatral favorita de Shakespeare, “Sueños de una noche de verano”. Se narran los hechos que suceden durante el casamiento entre Teseo e Hipólita. En donde, cuatros jóvenes amantes tienen diferentes complicaciones para corresponder su amor, un grupo de seis actores que sufren varias complicaciones y las hadas toman un papel muy importante en esta historia —sonaba muy alegre el viejito contando la sinopsis—. Es una linda comedia.

—Perfecto, ¿Y los otros dos?

—El segundo libro que elegí es un clásico a nivel mundial, “Don Quijote de la mancha”. La historia de Don Quijote, un hombre que se cree un caballero y que esta algo chiflado, una historia muy interesante de época; pero un reto de leer.

—¿Y eso por qué?

—Pues es un texto escrito de tal forma que hace algo pesada la lectura para alguien que no está muy familiarizado con la literatura, como usted —mientras lo decía, lanza una pequeña risa—. Un gran libro para alguien tan experimentada como ella.

—Excelente, ¿Y el ultimo que queda?

—Pues, es un libro un poco más moderno, “Diez relatos de terror moderno”. Es una recopilación de varias historias de escritores del siglo XXI que narran hechos de terror, desde una clásica posesión hasta el miedo por las maquinas. Es algo refrescante y bastante inversivo en mi opinión.

—Comprendo —estoy por varios segundos en silencio pensando que hacer—. ¿Hay algún problema si me los guarda? No me gustaría elegir algo y que no le guste.

—Claro Joven, no tengo muchos clientes que vengan por libros en braille.

—Muchas gracias, nos veremos en un futuro cercano.

—Espero que sí, que tenga un buen día.

—Igualmente.

Con mi visita a la librería hecha, regreso a donde quedo estacionado mi fiel corcel y emprendo viaje para mi humilde morada. Mi cabeza no dejaba de pensar en las tres opciones que tenía para elegir.

La primera opción, era interesante, sé que ella empezó a leer obras de teatro gracias a Claire; así que tengo altas chances de que le guste el libro. Por otro lado, la segunda opción, tampoco es mala, conociendo a Bianca que le encanta ponerse a prueba, ya sea con la alfarería o la literatura, creo que el Don quijote sería un buen reto para poner a prueba sus capacidades. Pero la tercera opción también es buena, quiero decir, Bianca se queja de que la mayoría de sus libros son “anticuados” y que no tiene muchos libros de estos tiempos; lo que haría que el libro de terror sea una gran adicción a su colección… Es más difícil de lo que pensé elegir un buen libro.

Cuando estoy por llegar a mi hogar, distingo a mi madre saliendo de la misma, ella me saluda con su mano y yo me acerco para hablar con ella.

—¿Yendo al trabajo?

—Sí, tengo que terminar algunos trajes y arreglar varios uniformes para un grupo de acróbatas.

—Sera un día movidito.

—Si...

—Bueno, nos vemos más tarde —antes de que pudiera meter la bicicleta a dentro de la casa, mi madre me detiene.

—Joe, necesito un favor.

—¿Qué ocurre?

—Veras, no me vendría mal un modelo para el traje que estoy trabajando; ya que tú tienes una fisonomía muy similar al cliente.

—¿Y por qué no se lo pides a Frank?

—Porque Frank es gordo y bajo, parece una copia mal hecha de Mario —Se me escapa una risa por su chiste—. Y sé que hoy no trabajas —ella pone su cara de lastima—. ¿No podrías ayudar a tu hermosa madre con su trabajo?

Estoy pensando bastante si aceptar o no, pero sabiendo que no tengo NADA que hacer, y antes que quedarme sentado en el sofá como una larva, prefiero hacer algo productivo.

—De acuerdo, voy a dejar la bici y te veo en el taller.

—Oki, te veo en un rato.

—Chao —me despido de mi madre y entro a la casa.

Dejo la bicicleta cerca de la puerta de entrada y me dirijo a mi habitación para cambiarme de ropa. Ya en mis aposentos, busco en mi armario una camiseta limpia; adiós al blanco, hola al verde.

Con la nueva indumentaria puesta, dirijo mi mirada al espejo de la pared y me quedo viendo mi rosto por un rato; la verdad parezco un vagabundo con las pintas que traigo, tal vez en otro momento debería afeitarme. Finalmente, después de analizar mi aspecto, salgo de la casa y voy directo al taller.

El taller siempre fue mi segundo hogar, habré pasado varias tardes con mi madre después de las clases ayudándola o jugando con la ropa. El lado bueno de que tu familia tenga un taller de costura, muchas veces ahorras dinero en ropa; la mayoría de camisetas y pantalones son fabricados por mi madre, y la calidad es de respetar. Tal vez, sería una buena oportunidad para poder hablar con ella sobre que retome la lucha libre. Ya enfrente del negocio, abro la puerta y soy recibido por Frank.

—¿Cómo te encuentras Joe?

—Todo bien, ¿Cómo estas Frank?

—Acá todo correcto.

Frank, es un anquilosaurio de escamas celestes con un parentesco a Mario por su baja estatura, su gran panza y su mostacho. Él me conoce desde que soy un bebe, uno de los mejores amigos de mi madre y mano derecha del taller. Su mayor talento seria su capacidad de convencimiento y de negociación para que los clientes acepten comprar cosas o usen nuestro servicio de costura.

—¿Qué te trae hoy por aquí? —se escuchaba algo intrigado Frank.

—Mamá me pidió que la ayudara como modelo.

—Algo menciono cuando llego, deberá ser pan comido para ti, desde niño que la ayudas como modelo.

—Si —mis ojos se dirigen a una chica de escamas grises y ojos amarillos—. ¿Quién es la que está sentada con cara de preocupación?

—Una nueva empleada.

—Se ve aterrada —mis ojos hacen contacto con los suyos y ella se cubre la cara con las mangas de su buzo—. ¿Dime que no escucho a mi madre gritar?

—Aun no —Frank mira a la pequeña troodon—. Judee, te presento a Joe. Joe, ella es Judee.

—Es un gusto —intente sonar lo más amigable que me permitiera la voz.

—I…Igualmente —el titubear de su voz y la expresión de pánico, hacían que me diera pena por ella.

—¿Es tu primer trabajo? —ella asiente con la cabeza—. ¿Tienes noción sobre la costura?

—Un…poco, algunas de mis prendas las cocí yo. Y cuando… estaba en preparatoria, hacia títeres de mano… —lo decía muy avergonzada.

—Eso es genial —la troodon se sorprendía un poco al oír mi respuesta—. ¿Tienes una foto de tus títeres?

—De hecho… —Ella saca de un bolsillo grande de su buzo un títere con una nariz gigante—. Es… el primer títere que hice, y también es mi amuleto de suerte.

—¿Puedo verlo de cerca?

Ella me pasa su pequeño amigo y yo me quedo viendo detenidamente lo bien cuidado que esta. Meto mi mano en el títere y lo empiezo a mover, Judee se veía algo aterrada de que rompiera a su creación.

—GIOGIOGIO, no te preocupes Judee. Este mono feo no me hará nada de daño —le daba una voz más nasal y torpe al títere.

—Oye, no me digas así. Que tengo la otra mano libre para darte un golpe.

—GIOGIOGIO, no le tengo miedo a un humano —la troodon se reía de mi charla con el títere.

—Eres muy raro —era lindo ver que ya no tenía esa expresión de miedo, ahora tenía una pequeña sonrisa.

—¿Ya estas más tranquila?

—Si.

—Vamos juntos al fondo del negocio, así te presento a mi madre —ella está algo confundida cuando digo eso.

—¿Tu madre es la dueña?

—Sí, es una mujer algo peculiar, pero es un amor —pongo mi mejor cara para que la troodon se sienta segura—. En este taller somos como una gran familia —Judee me daba una sonrisa al oír una respuesta tan bonita.

—Es lindo oír eso.

—Bueno, entonces sígueme —me despido de Frank, y junto a Judee, vamos directo al taller de costura.

Judee no era la persona más habladora, aunque tuvimos una charla amena, no pude saber mucho de ella. Con algo de suerte, me conto que recién cumplió veinte años y buscaba trabajo para poder ayudar a su madre con el dinero en su casa; un motivante muy noble de su parte. Antes de entrar al taller, le doy unas palabras de aliento a Judee diciéndole que todo saldrá bien.

¿Para qué mierda abrí la boca?

Al momento de que empujo la puerta, somos recibidos por la siguiente escena. Mi madre estaba discutiendo a gritos con una de sus empleadas, y parecía que iba en aumento la intensidad.

—¡TE DIJE QUE BLANCO HUESO, NO BLANCO HUEVO! —mi madre estaba con los ojos furiosos viendo a la triceraptop.

—¡¿QUE ME VIENE A ECHAR LA CULPA?! ¡ES CULPA DE LA NIÑA ESA! —Cuando la triceraptop señala a la baryonyx, esta se levanta de su asiento, pero es detenida por mi madre.

—¡NO LE ECHES TODO EL MUERTO A REBECCA, TU ERES LA EMPLEADA CON MAYOR EXPERIENCIAS! ¡ES TU ERROR TAMBIEN CONFUNDIRTE DE COLOR!

—¡LA DEFIENDES PORQUE ES TU PUPILA! —mi madre parecía que estaba por golpearla.

Mi atención regresa a Judee que se veía aterrada y me usaba de escudo humano para esconderse; pobre chica, esto es algo que verá muchas veces en el taller. Como no queda de otra, tengo que calmar las cosas de la única forma que se; pegando el mayor grito que mi garganta me permite.

—¡USTEDES DOS! —cuando alzo mi voz, todos en el taller hacen silencio—. ¡TÍA GLORIA Y GISELLE, DEJEN DE GRITAR POR AMOR ADIOS! ¡QUE TENEMOS GENTE NUEVA! —me hago a un costado y muestro a Judee que se veía muy nerviosa —. Así que, ¿Podemos calmarnos y arreglarlo sin alzar la voz? ¡POR FAVOR! —las dos mujeres se veían algo apenadas.

—De acuerdo —dijeron las dos al unísono.

—Perfecto —me volteo a ver a la chica de escamas grises y le empiezo a señalar a los integrantes de esta familia disfuncional—. La triceraptop es Gloria, la empleada con mayor experiencia del lugar —Gloria saluda a Judee con la mano—. La baryonyx es Rebecca, lleva en el taller tres años.

—Hola —el tono de Rebecca era algo seco.

—Es… un gusto —temerosamente, la troodon saluda a Rebecca con su mano.

—Y la humana es Giselle, dueña del taller y mi madre —la matriarca del lugar se acerca a nosotros dos.

—Es un gusto Judee, perdón por la mala primera impresión.

—No… Pasa… Nada —La expresión de Judee hacia que mi madre se sintiera peor por sus gritos.

—Estuve charlando con Judee y me dijo que ya tiene algo de experiencia haciendo costura —mi comentario hace que Judee se exalte un poco y se ponga nerviosa—. Muéstrale tu títere.

La troodon de escamas grises, de forma tímida, saca de su bolsillo el pequeño títere con el que tuve jugando en la entrada. Mi madre lo toma con sus manos y lo empieza a inspeccionar.

—Tiene unas costuras bastante buenas, se nota que tienes un gran talento —las palabras de mi madre hacen que los ánimos de Judee cambien un poco—. ¿Tienes experiencia con ropa?

—Un poco, mucha de mi ropa la arreglo con parches, y en algunas ocasiones, fabrico algunas prendas menores como medias o guantes —mi madre le da una gran sonrisa.

—Entonces, bienvenida a “Diece Calcare”, nos alegra tenerte.

—Gracias… —Ya la expresión de miedo había sido reemplazada por una pequeña sonrisa, aunque ella seguía algo nerviosa y sus piernas temblorosas la delataban.

—Siéntate con Gloria, que ella te explicara que harás hoy.

—Ok.

—Joe —mi madre me mira con seriedad—. Al vestuario, que debes probarte los trajes.

—De acuerdo —le doy una última mirada a Judee—. Espero que te vaya bien.

—Gracias —al ver que ya no estaba temblando tanto, hace que me calme un poco.

Voy con mi madre a un pequeño vestuario donde había un perchero lleno de diferentes trajes con una etiqueta que decía el nombre del cliente. Mi madre me alcanza un bello traje de color café en donde había un pequeño corte especial para la cola.

—¿Quién es este cliente?

—Un joven visionario de la farmacéutica. Vino porque necesita un traje para una presentación con una de las empresas más grandes del país.

—Entiendo, ¿Y cuál es el problema?

—Quiero que el traje tenga bien las uniones y este lo más perfecto posible —se veía algo nerviosa—. Si salé todo bien, entrara un buen dinero para el negocio.

—¿De cuánto estamos hablando?

—Cinco cifras —lanzo un silbido de sorpresa.

—Ahora entiendo porque quieres que salga tan bien este trabajo.

—Sí, así que mejor ponte el traje ahora —lo decía de forma imperativa.

—Ya voy.

Me empiezo a desvestir y me pruebo el traje, se me hace raro sentir el frio en mi retaguardia por el agujero de la cola, y también se sentía bastante pesado el traje en algunas partes.

—Deberías corregir los hombros, están un poco pesados.

—Ok, ¿Algún detalle más?

—Que tengo frio en el culo —mi madre se reía de mi comentario.

—¿Nada más?

—Nada más.

—Bien. Estira los brazos, que quiero revisar la costura de la axila.

Extiendo los brazos formando una T para que mi madre pudiera trabajar sin problemas. Esta era la parte que nunca me gusto, porque siempre tuve el miedo de que la aguja se clavara en mi brazo, pero por suerte nunca paso.

—¿Por qué contraste a Judee?

—¿La joven troodon?

—Esa misma.

—Pues se debe a que Jeffrey contrajo una gripe prehistórica —pobre hombre—. Y Tiffany había acumulado días para poder hacer un viaje al exterior. Así que necesitábamos mano de obra para trabajar en las tareas más simples.

—¿Cómo arreglo de vestimentas rotas?

—Sí, y algún trabajo pequeño.

—Ya veo —mi madre pasaba una cinta para medir algunos detalles del traje—. ¿Y cómo lograste que aceptara el trabajo?

—¿Te acuerdas que una vez al mes voy a donar algunas prendas que no se venden? —Asentía con la cabeza—. Bueno, ahí conocí a Judee y a su madre. Ellas dos saben lo que es pasar una situación difícil para los recién inmigrados al país, así que están colaborando para la causa.

—Que generoso de su parte.

—Bastante, así que les conté que yo tengo un taller de costura, y una cosa llevo a la otra, así que le propuse a ella que viniera hacer unas pruebas.

—Eso es tan tu —me reía un poco y ella se me quedaba viendo algo desorientada.

—¿A qué te refieres?

—Que sabes que es estar en una situación complicada e intentar salir adelante, por eso siempre ofreces trabajo a quien lo necesite.

—No me gustaría que más gente viva lo que yo pase.

Mamá nunca profundizo sobre su vida en Italia, los pocos detalles que se dé su infancia, es que su padre la había abandonado y su madre era una bruja. Según ella, cuando su madre murió de un ataque al corazón, junto todo el dinero que pudo e inmigro a este país para ver si aún podía cumplir el sueño americano. Ya muchos más detalles no sé, es algo de lo que ella prefiere no hablar y respeto eso. Por otro lado, lo que si se, es que, si no fuera por Frank y sus ideas descabelladas, este taller no existiría.

Mi madre trabajo por un par de años en un taller de mala muerte en las afuera de la ciudad, en donde conoció al anquilosaurio celeste. Ambos se propusieron a que iban a poner su propio negocio de costura, y cuando mi madre cumplió treinta y cuatro años, habían finalmente concretado su meta. Por eso digo, que, si hay una persona lo que significa dar cuerpo y alma para salir delante de la vida, es mi madre.

—Listo, quedo perfecto. Ahora quítate el traje con cuidado, que ya faltaría que rompas las marcas que hice.

Con la mayor delicadeza, me quite los pantalones y el saco del traje, con el miedo de que mi madre se enojara conmigo. Tras una misión exitosa, me vuelvo a vestir con mi ropa.

—¿Necesitas más ayuda?

—Realmente no, si quieres regresar a casa no hay problema.

—Nah, mejor me quedo, no tengo nada para hacer.

—Haz como prefieras, tal vez podrías ayudar como modelo alguna chica —le doy un pulgar de aprobación.

Ambos regresamos a la habitación principal del taller, en donde se podía distinguir que el resto de empleadas se ven trabajando a gusto; incluso Judee se ve bastante concentrada.

—Entonces… ¿Me conviene usar la máquina para estos casos? —me quedo prestando atención a la conversación que estaba teniendo Judee con Gloria.

—Exacto, tenemos que ser rápidas en muchas ocasiones, la aguja e hilo, es para detalles más pequeños —Gloria le daba golpecitos en el hombro a Judee, haciendo que casi se caiga de su asiento mientras ella seguía con su voz tan enérgica—. En un solo día debemos hacer tal vez cincuenta arreglos de pantalones.

—De acuerdo —me acerco a donde estaban ellas dos.

—Veo que ya hiciste migas con la anciana —Gloria me mira con bastante molestia.

—¡Oye! ¡Que tengo solo cuarenta y seis años! Aun soy una fruta jugosa y sabrosa.

—Que en cualquier momento se pudre —Rebecca tiraba un comentario con bastante bilis para hace enojar a Gloria.

—Mejor respeta a tus mayores, que con esa cara que me llevas, no vas a encontrar un buen chico.

—Te respetare cuando me demuestres que te lo mereces —Rebecca le mandaba un hermoso saludo con el dedo del medio y Gloria se lo devolvía de la misma forma.

—¿Ellas… son así siempre? —la débil voz de Judee era algo audible entre los pequeños gritos de las dos locas.

—Más o menos —Judee se veía algo preocupada al escuchar eso—. Pero en el fondo se quieren.

—Vejestorio.

—Niña ingenua.

—Fósil en descomposición.

—Aborto fallido —y así estuvieron tirándose insultos a diestra y siniestra por otros cinco minutos.

—Muy muy en el fondo se quieren —ya mis palabras no sonaban convincentes, aunque sea verdad.

Gloria es una triceraptop de escamas rojas, con un pelo rizado de color negro, vistiendo un overol de jean y una camiseta blanca. Ella fue una de las primeras empleadas que contrato mi madre cuando se abrió el negocio, y hasta el día de hoy sigue trabajando. Si tuviera que describirla de alguna forma, diría que es la tía que nunca tuve; siempre me trato con mucho cariño cuando era un niño y era de las pocas personas que mi madre confiaba ciegamente en que me cuidaran.

Por el otro lado, tenemos a la baryonyx de escamas moradas, cabello de color rojo con purpura y que vestía ropa deportiva llamada Rebecca. Mamá le ofreció trabajo cuando ella tenía veintitrés años, por alguna razón que desconozco, ella la volvió su pupila. No puedo negar que ella tiene cierto encanto, pero su carácter explosivo y voz de bebedora de whisky de mala calidad, hace que la vea como una “hermana mayor”. En mis años de gloria, la que me preparaba la indumentaria de lucha, era ella; en el fondo, ella tiene cierto gusto por los deportes de contacto, aunque Rebecca prefiere las artes marciales mixtas.

Yo me quede sentado en una esquina charlando con todas las damas presentes, y dándole un poco de ánimos a la novata para que no se espantara tan fácilmente. La verdad, era entretenido todo lo que pasaba, desde los duelos de palabras entre Rebecca y Gloria hasta las pequeñas historias que me contaba Judee sobre sus títeres; aunque se me hacía algo tétrico que tuviera títeres de sus compañeros de escuela. Como un gesto de cortesía, les preparé café a todos los presentes, a excepción de Judee que prefería un té negro.

—Y dime mi pequeño Balboa —mi atención se dirige a Gloria.

—Diga —yo le estaba dando un buen sorbo a mi café.

—¿Cuándo le presentaras a tu tía Glory tu nueva novia? —me ahogo con mi café al escuchar la pregunta.

—Cof, Cof… ¿Novia?

—Es que tu madre nos dijo que tienes una nueva chica —mis ojos de sentencia miran directamente a mi madre—. Dice que se preocupa bastante por ti y que al parecer pasan mucho tiempo juntos.

—¿En serio? —me entraron unas ganas de cometer matricidio.

—¡¿Qué?! —mi madre se veía ofendida por mi reacción—. Bianca me pareció una chica hermosa, y sería una gran pareja para ti —me estaba poniendo algo colorado por la situación.

—Nada mal Joe, ya era hora de que te conviertas en un adulto y puedas hacer el sin respeto a gusto —el comentario de Rebecca hace que me ponga rojo como un tomate.

—Uno, ya tuve pareja en la preparatoria por dos años e hicimos muchas cosas; no voy a entrar en detalles —Rebecca me miraba con bastante malicia al divertirse con mi miseria—. Y segundo, es solo una amiga.

—Es una lástima —se veía algo decepcionada mi madre—. Bueno a lo mejor tal vez podrías salir con Rebecca —Rebecca se había quedado en shock al escuchar eso.

—No gracias, no soportaría los comentarios irónicos y desalmados de la loca esa.

—Estoy aquí —lo decía en un tono molesto la chica de escamas moradas.

—Que bien, porque quería que se escuchara —Ambos respondemos con un dedo del medio y después nos reímos.

Mientras todos seguían con la conversación, que era caótica y enérgica, Judee me tira de la camiseta para llamar mi atención.

—Tenías razón con lo que dijiste.

—¿Sobre qué? —la miraba algo confundido.

—De que en este lugar son una familia.

—Sí, es debido a la personalidad de mi madre.

—Tal vez regrese a trabajar mañana —le doy una sonrisa amable.

—Sería un honor tenerte en la familia —ella se veía muy feliz con mi respuesta.

Pase el resto de la tarde en el taller hasta la hora del cierre, charlando y riéndome con todos los presentes. En un momento le pedí a Judee que me enseñara hacer un simple títere de mano, creyendo que lo iba a lograr fácilmente.

Terminé pinchándome más de veinte veces con la aguja y me rendí a los treinta minutos; incluso tuvieron que ponerme una venda para frenar el sangrado de mis dedos. Sí, no sirvo para esto.

Cuando todos se fueron para sus hogares, me quede a solas con mi madre ordenando el taller y guardando algunos trajes que quedaron sin terminar. Mientras yo juntaba cada trozo de tela y limpiaba la mugre del lugar, ella se puso a dar los últimos retoques al traje.

—¿Qué te parece hijo? —me acerco a ver el traje y lo miro detenidamente.

—Si viera a alguien puesto con eso pensaría, “Wow, debe ser un hombre de negocios muy importante o vendrá a embargarme la casa porque no le pague al banco” —mi madre me mira con una cara de disconformidad por mi respuesta.

—Entonces, ¿Te gusto?

—Sí, me parece un buen traje —ella empieza a jugar con mi pelo, con el simple hecho de burlarse de mí.

—Era más simple que me dijeras que te gusto y ya —se veía muy animada mi madre—. Y dime, ¿Cómo te está yendo en la vida?

—Pues, diría que bien. Últimamente me siento más animado y las sesiones con el Dr. Rootman ayudaron mucho.

—¿En serio?

—Sí, hace un mes que no tengo pesadillas —yo regresaba a limpiar, sabiendo que quedaba poco para terminar.

—¿Y cómo van las cosas con la lucha libre?

Al oír eso, me quedo congelo en el lugar, ¿Ya sabe que estoy entrenando en secreto? ¿Habrá sospechado que desaparecía por las tardes? ¿Tan raro era que madrugara un sábado para entrenar?

—Pues no mucho más, empecé a ver algún que otro show en el trabajo, pero tampoco le doy mucha importancia —intentaba desviar el tema fuera como fuera necesario.

—¿En serio? Porque, según un pajarito, se te veía más animado debido a que volviste entrenar lucha libre —mierda… Ya lo sabe.

—Eso no es cierto… Es solo… Una coincidencia —me era imposible esconder la mentira, mi cara me delataba; y mi madre lo sabía.

—Bianca me lo dijo sin querer.

—Mierda… —levanto la mirada e intento explicarle a mi madre—. Escucha… —ella me detiene y comienza hablar.

—Tranquilo Joe, no estoy molesta contigo, sino conmigo —ella solo me daba la típica sonrisa de madre para aligerar el ambiente—. Quiero que seas conscientes de que no me gusta ver cómo te golpean o rompes cosas con tu cuerpo, hacen que me den escalofríos de solo pensarlo.

—Ma.

—Déjame terminar —me callo y la dejo hablar—. Yo a tu edad tenía una meta clara, quería tener mi propio taller de costura porque no soportaba el trato horrible y la explotación laborar que sufrí en mi juventud; por eso hice lo imposible para cumplir ese sueño —ella miraba a todos lados, al ver que esa idea ambiciosa había dado frutos—. Y cuando hablé con Bianca, me di cuenta que ya no eras un niño; sino que te habías convertido en un hombre —la sonrisa cálida de mi madre, solo hacía que mi alma se tranquilizara—. Por eso, quiero disculparme por frenarte todos estos años, por mi deseo egoísta de que abandonaras tu sueño; solo porque yo tenía miedo de verte lastimado.

—No tienes que disculparte.

—Si tengo —ella seguía con su sonrisa, pero a su vez, tenía una mirada seria—. Me di cuenta que, gracias a la lucha, tu hermosa sonrisa regreso; esa actitud tan jovial y energética tuya la volví a ver el día de hoy acá en el taller.

—Mamá, escucha —ya no podía seguir mintiéndome a mí mismo para este punto—. Aunque en parte, verte sufrir por mí era una razón totalmente válida para que no quisiera regresar a luchar, la verdad, es que no regresaba por el simple miedo que tenía —mi madre quería decir algo, pero era mi momento de hablar—. Estos casi dos años que llevaba alejado de la lucha libre, era simplemente por mi propia inseguridad y el hecho de que perdí la confianza en mí mismo. Realmente era yo el que se estaba limitando, me creía el mejor del mundo, que era imparable, que nunca iba a fallar; pero como dicen, cuanto más subes, más dura es la caída —me acerco a mi madre y la miro con total determinación—. Si no fuera por la insistencia de Bianca y que volví a retomar contacto con un viejo compañero de la WSF, lo más seguro es que nunca hubiera vuelto a pisar un cuadrilátero. Es por eso que no pido que lo aceptes, pido que lo comprendas. Que amo hacer esto, cada combate, escuchar al público eufórico y poder fingir ser un superhéroe para los niños como lo fueron varios luchadores para mí; eso quiero hacer —tomo un poco de aire para poder continuar hablando—. Mi sueño es ser un luchador y poder viajar por el mundo haciendo lo que amo.

—Yo quiero que seas feliz hijo —ella vuelve a darme su sonrisa cálida—. Por eso, tienes mi apoyo en perseguir tu sueño.

Al oír eso, fui directamente a darle un fuerte abrazo a mi madre de la felicidad que sentía. La tenia atrapada en un abrazo de oso y la cargaba. No podía esconder la sonrisa que tenía en este momento.

—Sin embargo, si vas a volver a luchar, me prometes que dejaras de hacer tantos movimientos arriesgados y comenzaras hacer un estilo más seguro; es lo único que te pido.

—¡SI! ¡SI! ¡SI! ¡LO PROMETO! —estaba tan eufórico de finalmente sacarme el peso de estar ocultándole esto a mi madre.

—Ya, cálmate, que me estas aplastando con tu abrazo —bajo a mi madre y la libero de mis brazos—. ¿Vamos a casa?

—¿Y qué vamos a cenar?

—Podríamos ordenar unas pizzas y disfrutamos de una película.

—Me parece una gran idea, pero no vamos a ver el padrino por octava vez —mi madre me hacía un puchero.

—Pero amo esa película.

—Lo sé —le doy una sonrisa—. Gracias por entender que quiero seguir luchando.

—Deberías agradecérselo a Bianca, esa chica es muy dulce.

—Sí, es una gran amiga.

—Sería una perfecta novia para ti —me ruborizo un poco al oír eso.

—¡Mamá! —ella se reía de mi reacción.

—No te hagas, que te conozco muy bien, estuviste nueve meses dentro de mí; se cuándo andas enamorado —me estaba muriendo de la vergüenza.

—Por favor, mantén esto entre nosotros.

—Solo porque tú eres mi hermoso hijo —me da un beso en la mejilla—. Vamos, que tengo hambre.

Tras un momento madre e hijo, salimos del taller que había quedado impecable. Habíamos ordenado una pizza napolitana para disfrutar mientras mirábamos el padrino por novena vez.

Después de tanto tiempo, es la primera vez que me siento que nada me puede detener, el retorno del hijo prodigo de Italia ya es un hecho; prepárense que vendré más fuerte que hace dos años.
                                                 

 

                                                                   

Notes:

Hola a todos, ¿Cómo se encuentran? ¿Todo bien? Estas ultimas semanas me sentí algo desmotivado para escribir y más cansado de lo habitual; sin mencionar que vengo de recuperarme de una fiebre fuerte y 4 días tirado en cama.

Por eso, tome la decisión de tomarme un pequeño descanso de la escritura por varias razones, pero principalmente por dos:

1 (y la principal) - Esto lo hago por ocio y busco ofrecer algo bueno para ustedes, y me di cuenta que escribo mejor cuando ando motivado. También el tiempo de pausa que me daré me sirve para organizar MUCHO MEJOR los capítulos y preparar las futuras cosas que voy a presentar (ya sea el desarrollo de la relación de Bianca y Joe, contar cosas del pasado de Joe, entre otras cosas). Por eso me tomare unas mini vacaciones de dos semanas, donde me dara tiempo suficiente para preparar capítulos principales como los futuros extras.

2- Julio es...un mes demasiado movido para mi, desde varios cumpleaños (incluido el mío) como que tengo eventos ya programados para ese mes, hace que me venga bien tomarme el descanso las primeras dos semanas de julio.

Pero tampoco me quiero ir con solo esta noticia, sino también contar algunas buenas.

Desde lo personal, ya esta, se aprobó la materia y soy libre. Finalmente me saque un estrés muy grande que llevo arrastrando hace más de un año.

Desde el fic, estoy muy feliz de haber llegado a la primera meta de los extras (+1000 hits y +50 kudos) así que ya tengo una excusa para ir trabajando también en los extras, que como spoilers, serán protagonizados por personajes de fondos; no diré quienes son pero ya sepan que el foco no serán ni Bianca ni Joe, puede llegar aparecer, pero no son lo primordial.

Así que recién habría capitulo tal vez después de la tercera semana de Julio (si habrá cap en Julio, quédense tranquilos) pero por ahora tomare un break para relajarme

Se me cuidan todos, pásenla lindo y se los quiere.

 

Chao <3

Chapter 10: El despertar de un corazón

Notes:

¿Cómo están mis bellas?

Regresamos después de mi pausa y volvemos mejor que nunca.

Disfruten

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Finalmente, mi consciencia estaba tranquila. Desde que hable con mi madre sobre que retome la lucha libre, estoy rindiendo mejor en mis entrenamientos. Entre estos días, la WSF tendrá otro show por las afueras de la ciudad; así que, Air Picasso volvió a la ciudad, ya que solicitaron sus servicios otra vez. Aprovechando la oportunidad, y la buena relación que tiene con Will, lo convencimos de que participara en estos últimos entrenamientos.

Teniendo la ventaja de que Picasso supiera lo que significa una lesión de mi tipo, nos pasamos la primera hora haciendo entrenamientos musculares en la zona del cuello. La primera hora, tuve que apoyar la cabeza contra el suelo e ir moviendo el cuello hacia adelante, hacia atrás y hacia los laterales. Por otro lado, también me hizo hacer el puente invertido y tuve que sostenerme solamente con mi cabeza y pies.

Mientras tanto con Will, estuve repasando ciertas llaves de sumisión clásicas como la figura cuatro o la mata leones. A pesar de mis esfuerzos, era muy evidente que no era ni de cerca un gran luchador técnico. Cada vez que ejecutaba algunas sumisiones, Will las revertía sin mucho problema; no podía lograr que Will sufriera por más de 5 segundos, demostrando mi flaqueza con el estilo más similar a la lucha grecorromana. Tras dos horas intensas de entrenamiento, tocaba un pequeño descanso para recuperar las fuerzas.

Estuvimos los tres sentados en el medio del ring charlando y discutiendo sobre el mundo de la lucha libre. Desde como empezaron nuestros caminos para convertirnos en luchadores hasta hablar sobre nuestros rivales de ensueño. Will contaba que él empezó gracias a su hermano mayor que era fanático de la lucha libre, ambos grandes fanes, pero el que decidió seguir la ambición de convertirse en un Pro Wrestler fue él. Comenzó a sus dieciocho años y cuando recibió el contrato de la WSF, no quiso desaprovechar esta gran oportunidad. Y él siempre lo menciono, su sueño es tener una lucha contra “the only one, Ricochet”, ya que le encantaría enfrentar al mejor high flyer del mundo; según sus palabras.

En el caso de Mike, alias Air Picasso, él pertenece a un linaje de luchadores, siendo un luchador de tercera generación; llevando entrenando casi toda su vida. Para sus dieciséis años, hizo su debut en una lucha por equipos con su padre para que se vaya acostumbrando y gane experiencia en el oficio. Para sus diecisiete, sufrió la lesión craneal que nos había contado, pero como ya sabemos el resto de la historia, él regresó tiempo después a luchar.

Hoy en día a sus veintiocho años, es un luchador conocido en el mundo de las independientes, aunque no tiene el reconocimiento mainstream que necesita. Y bueno, su rival soñado seria pelear contra Kenny Omega, ¿Y quién lo puede culpar? Estamos hablando de uno de los mejores luchadores del siglo XXI que se hizo un nombre en el país del sol naciente siendo un gaijin.

En mi caso, fue contarles que comencé a los quince años a entrenar, y a los diecisiete, hice mi debut como luchador; y para los veinte, fui contratado por la WSF. Cuando tuve que pensar en mi rival soñado, lo tenía claro, “the viper”. Una sola lucha contra él o haciendo equipos con él, seria para mí un objetivo de vida cumplido. Tras la charla que tuvimos, me tocaba recibir las críticas sobre mi bajo rendimiento en las llaves.

—El lado bueno, es que tienes noción sobre cómo se realizan los movimientos y sabes dónde tendría que lastimar —Will no sonaba muy contento—. Sin embargo, te falta fuerza de agarre, velocidad y cerrar mejor cada llave —él se rascaba la nuca—. ¿Nunca has tenido luchas de sumisión en todo lo que llevas luchando?

—Muy pocas —intentaba recordar si llegaba a las cinco luchas—. Nunca fueron de mis favoritas, y al público, no les gustaban o no se veían muy motivados.

—O sea, que no tienes ni puta idea.

—Si… —Will lanzaba un suspiro.

—Lo que no entiendo es —decía Mike con intriga—. ¿Por qué cambiaste tu estilo de lucha? Si tu estilo era una mezcla de alto vuelo con estilo fuerte.

—Porque acorde con mi madre de que tendría un estilo de lucha más “seguro”. Ya le di un susto de muerte, no quiero darle otro.

—Pero ya eres un adulto, tendrías que hacer lo que tu prefieras —Mike lo decía con algo de confusión.

—Lo sé Mike, pero en el fondo, yo también quiero cambiar mi estilo de lucha; quiero mejorar mi arsenal de movimientos para ser el mejor de la industria.

—Eso ya es cosa tuya —él levantaba sus hombros—. Al menos puedo decir que el entrenamiento que hicimos para fortalecer tu cuello promete. Tienes que seguir haciendo esto casi todos los días.

—¿Todos?

—Todos —no era un pedido, era una orden.

Me echo en la lona y me quedo viendo el techo del gimnasio. Estoy pensando que podría hacer ahora para mejorar. Tendría que investigar y consumir muchas luchas con un estilo más técnico; a lo mejor tendría que ver las luchas de Angle o Hart, digo son de los mejores luchadores de esa categoría.

¿Y si busco otro estilo de lucha? Pero pensando un poco, no tengo muchas opciones. El estilo power houses no puedo hacer por mi tamaño y el high flyer quiero dejarlo, me queda nada más el strong style, pero quedaría muy limitado, y el estilo de lucha más técnico, el cual soy mediocre para malo… Mierda, está más complicado de lo que esperaba.

—Hey Joe —levanto parte de mi torso para poder ver mejor a Will—. Conozco a dos luchadores que podrían ayudarte con el entrenamiento de las llaves.

—¿Lo dices enserio?

—Claro, tendría que comunicarme con ellos y ver cuándo podrían venir a la ciudad. Ya que, están en México ahora mismo.

—Me vendría genial cualquier ayuda, gracias Will —él me hace un gesto con la mano de que no era para tanto.

—No hay de qué. Después intentare conseguirte una reunión con alguno de los promotores.

—¿No era solo Paul?

—En parte sí, pero ¿Recuerdas que te dije que ahora hay alguien que finanza los shows? —Asiento con la cabeza—. Bueno, ahora él tiene voto sobre estos temas, y si no le agradas o no ve nada interesante en ti, tal vez se complique tu regreso.

—Puta madre —Tomo aire e intento poner mi mejor cara—. Esperemos que la presencia de Paul ayude.

—Intentare que vengan mañana al entrenamiento, al menos Paul.

—Gracias Will —Después de un descanso merecido, retomamos el entrenamiento.

Como nos queríamos divertir un poco, hicimos una triple amenaza que no duro más de quince minutos. Me sorprendió que aún tenía esa química con Will, que nos lográbamos entender en algunas cosas; lo problemático fue seguirle el ritmo a Mike, quiero decir, parecía que tenía 3 pulmones el muy desgraciado. Tuvimos que trabajar en equipo para controlar a Mike, pero fue imposible; este dino es incontrolable.

Al final el ganador fue Will, algo que habíamos pactado antes de comenzar la lucha, pero este simple juego, me remarco que aún no estoy listo para volver a los encordados; aun me falta recuperar algo de ritmo, pero estoy cerca de recuperarme.

Al finalizar el entrenamiento, intente cambiarme lo más rápido que pude, porque, había quedado con Bianca de juntarnos a tomar algo después de entrenar y me sentía terrible hacerla esperar con este frio; diciembre empezó fuerte y hasta pronostican que va haber nieve este invierno. Ya cambiado, tomo mi bolso, me despido de los chicos y salgo del gimnasio.

En el lapso que voy caminando hasta la cafetería, me pongo a pensar en que mañana será el cumpleaños de Bianca. Me gustaría comprarle algo que le pudiera encantar, quiero decir, últimamente la considero una persona muy especial para mí, pero tampoco quiero que descubra que estoy enamorado de ella; tengo que pensar en un regalo que sea significativo, pero tampoco sea tan evidente que me gusta… Tal vez lo estoy sobre pensando demasiado las cosas, mejor le regalo algo lindo y listo. A lo lejos, logro distinguir a una raptor con un bastón, vestida con un lindo abrigo gris y acompañada por un gusano que llevaba un pequeño gorrito de lana.

—Perdón la demora, nos extendimos unos minutos de más —ella tenía una expresión de molestia y temblaba un poco.

—Llevo unos 20 minutos esperando —con el tiempo que llevamos conociéndonos descubrí otra cosa de ella, odia a la gente impuntual.

—Deberás lo siento, te invito yo el café para compensarlo —ella me lanza una sonrisa—. Pero no pienso pagarte el “Die-Betes” —ella me hace un puchero.

—De acuerdo, pediré un latte.

Esta vez nos atendió un chico humano que nunca habíamos visto antes en la cafetería, le pregunte sobre Claire y él nos dijo que se está recuperando de un resfriado, ya que, un resfriado común en un dinosaurio es dos veces más fuerte que en un humano; espero que se mejore. Terminamos ordenando un cappuccino cargado y un latte.

—Entonces… —me rascaba el mentón—. ¿Qué harás para tu cumpleaños?

—La verdad, no tenía nada planeado, pero Víctor me quería hacer un almuerzo en el taller.

Se me hace bastante curioso el trato tan especial que le tiene Víctor a Bianca, porque parece que al resto lo trata con frialdad o cierto asco, mientras que a Bianca la trata bastante bien.

—Se nota que te quiere mucho.

—Sí, le dije que no era necesario, pero él insistía de que es importante celebrar estas fechas y bla, bla, bla; al final acepte por su perseverancia.

—Deja que el vejestorio haga eso, seguramente te ve como una nieta que nunca tuvo —yo me reía de mi comentario, mientras que Bianca se ruborizaba un poco.

—También me dijo, que podría invitar algunos amigos; y quería saber si estabas disponible.

—Pues... Mañana ya había quedado con los chicos de entrenar y empezar a coordinar el tema con el promotor, hasta existe la posibilidad de que algunos de los promotores estén presentes en la práctica —me molesta decepcionarla—. Perdón por no asistir.

—No te preocupes, en otro momento podríamos hacer algo.

—¿Y mañana a la noche? —Toph reflejaba bastante interés en su cara—. Digo, no puedo asistir a un almuerzo, pero te podría invitar a cenar —de alguna forma quiero compensarlo.

—¿Es una cita? —Joe cálmate.

—Si quieres verlo así —bien, tus palabras no se patinaron.

—¿Y a donde me llevarías?

—Hay un restaurante de comida italiana de un viejo conocido de mi padre, que hacen muy buenas pastas y una gran pizza —la raptor ya se veía bastante emocionada.

—Me parece una gran idea.

—Cool, ¿Te parece que te pase a buscar a las 20hs?

—Me parece genial.

El resto de la tarde estuvimos charlando y disfrutando de nuestros cafés. Bianca me estuvo contando que, al parecer, su escultura entro en la lista de opciones para la muestra; lo cual, es una gran noticia. Sin embargo, no significa que ya tenga un lugar seguro en la exposición, falta una segunda evaluación por “expertos del arte” y ver si vale la pena que mi busto este en exhibición.

Por mi lado, estuve hablando sobre como las cosas con mi madre ya volvieron a la normalidad y que me dio su apoyo con el tema de la lucha. Por un lado, le agradecí a Bianca por hablar, pero por otro, también le recriminé que no tenía que haber dicho nada; aunque estaba más feliz que molesto con ella.

Volvimos juntos para el mismo lado y la acompañe hasta su casa. Después de despedirme de ella, empiezo a vagar por las calles y me pongo a pensar sobre el plan de mañana. Saldremos a comer a la noche Bianca y yo, nosotros dos solos, como si fuera una cita…

Te me calmas corazoncito, que ya tengo bastante con los últimos sueños en donde aparece ella.

Reviso mi billetera para ver cuánto dinero tengo encima y noto que hay un poco más de cien dólares, ni tan mal, podría aprovechar para comprarle alguno de los libros que vi para regalárselo, pero el tema es, ¿Cuál de todos elijo?

Entre tanto, mis piernas seguían caminando en dirección a la galería para decidir qué le voy a comprar a Bianca. Al llegar a mi destino, voy directo a la librería y entro sin mayor rodeo; al entrar, soy recibido por una chica con aroma a carfe.

—¿Joe? ¿Qué haces aquí? —Aurora estaba sorprendida de verme.

—Venía a buscar algo, y de paso, vengo a cobrar mi paga.

—Ah, el refresco —ella saca de su bolsillo un billete arrugado de veinte dólares—. Con esto seguro te alcanza y sobra.

—Gracias —lo tomo con mi mano derecha y lo guardo—. ¿Está tu jefe? Es que le había pedido si me separaba unos libros.

—Un segundo —la Dilophosauro se gira y pega un grito—. ¡Gregory! ¡Cliente! —ella se vuelve a voltear a verme—. No sabía que a ti te gustaba leer.

—Realmente no, solo vine a comprar un regalo —ella me miraba con picardía.

—Creo que ya se para quien es el regalo —ella me golpeaba con su codo en mi brazo—. De seguro esperas ganar puntos con ella —me molesta un poco el comentario de Aurora, y mi rostro lo reflejaba.

—Ese no es mi estilo, aunque me guste ella, no buscaría ganar puntos con un regalo.

—Así que te gusta ¿Eh? —maldición—. Tranquilo, no pienso decir nada, puedes confiar en mí —lanzo un suspiro de alivio.

—Gracias, a este paso, toda la ciudad se va enterar de lo que siento —Aurora se reía de mí.

—¿Y piensas decírselo en algún momento?

—Me gustaría, pero tampoco sé si siento lo mismo que yo —me rascaba detrás de la nuca—. Ya faltaría que no sienta lo mismo y nuestra amistad quede dañada.

—Sí, el amor es algo complicado.

—¿Ya has tenido pareja antes Aurora?

—No, pero me estoy reservando para alguien —se me forma una sonrisa con algo de malicia.

—Nunca espere que fueras alguien tan casta y pura —ella me da un pequeño golpe en el hombro.

—No es eso, es solo que hay un chico que estoy esperando que regrese del exterior.

—Awwww, pero que tierna —Aurora se avergonzaba un poco por mi comentario.

Finalmente, el T-rex de escamas blancas hace acto de presencia; me sorprende que se haya tardado tanto en aparecer.

—Oh, es el humano de la semana pasada, ¿Vienes a buscar los libros?

—Sí, ¿Quería saber cuánto costaría comprar los tres libros? —el T-rex se sorprende un poco al oír eso, pero después me da una pequeña sonrisa.

—Serían $94.99 —Auch, esta caro.

—Esta algo salado —mi rostro no podía esconder el shock que sentí al oír ese precio.

—¿Y qué quieres que te diga? Son libros traducidos a mano.

—Espera, ¿Usted sabe Braille?

—Sí, mi nieto tiene ceguera parcial, así que cada cierto tiempo le transcribo algunos libros para que él los pueda leer.

—¿Y acepta encargos para transcribir libros?

—Antes sí, pero por mi edad, termine asociándome con una pequeña empresa que traduce libros a Braille —tengo una idea.

—Me llevare los tres libros.

—Excelente.

—¿Y seria de mucha molestia pedirle dos cosas?

—Depende de lo que pida.

—¿Podría pasarme el número de la empresa que hace las traducciones?

—Claro.

—Y lo otro es, ¿Me podría prestar su regleta y punzón para escribir un mensaje?

Estuve alrededor de veinte minutos intentando escribir un simple mensaje para una tarjeta de cumpleaños. Con ayuda de Gregory, y recordando algunas lecciones de Bianca sobre la escritura en braille, pude escribir un mensaje pequeño para dárselo con los regalos.

—¿Estás seguro del mensaje?

—Sí, creo que dejarlo simple es mejor —termino de pagar por los libros y me despido de Gregory y Aurora—. Gracias por todo.

—Vuelva pronto.

Ya afuera de la librería, veo la hora en mi teléfono y me doy cuenta de que ya eran más de las seis de la tarde. Mi atención se quedó fija en una vidriera donde me quede viendo mi reflejo por un buen rato, creo que había una peluquería por acá; aunque no estoy seguro de si me alcanza el dinero para pagar un corte. Empecé a buscar por toda la galería una peluquería que fuera barata para poder, al menos, quitarme un poco de cabello. Gracias a dios, al fondo de la galería había un local de estilismo. Según el cartel, hacen cortes de cabellos, descoloración y coloración de cabello, perforaciones de cuernos y orejas, entre otras cosas.

Al momento que abro la puerta del negocio, todos los presentes se me quedan viendo, ¿Tan raro es ver a un humano por acá? Pasado unos segundos, todos dejaron de verme y regresaron a lo que estaban haciendo. Una mujer pentaceratops de escamas turquesas, con un cuerpo voluptuoso que llevaba una camiseta negra que dejaba poco a la imaginación y unos jeans que resaltaban sus caderas, se me acerca a hablar.

—Oye mushacho, ¿Vienes a cortarte el cabello? —tenía un acento caribeño.

—Eh sí, quiero cambiar un poco mi imagen.

—Entiendo. Mira, ahora mismo solo tengo a una novata, si no tienes problema de que ella te corte el cabello; te puede atender ella —en el peor de los casos, me quedo calvo.

—Sí, no hay ningún inconveniente.

—De acuerdo mushacho —ella toma aire y alza la voz, haciendo que retumbe en todo el local—. ¡PATRICIA! ¡TIENES UN CLIENTE, A TRABAJAR! —se parece a mi madre cuando grita.

Desde una puerta que hay al fondo del negocio, sale una triceraptops de escamas morada que vestía una sudadera amarilla y unos pantalones deportivos. Lo que me llamaba la atención era que para su baja estatura tuviera un busto tan prominente y unas pequeñas perforaciones que se había hecho en su cuerno principal.

—No me gusta que me llames por mi nombre Carmen —la mujer le tira una mirada bastante severa a la triceraptops.

—Yo te voy a llamar como se me dé la gana, tu estas aquí para aprender niña —la señora me toma del hombro, y carajo, sí que tiene fuerza—. Dijiste que querías empezar a tener práctica, pues acá tienes a un humano, haz un buen trabajo y tal vez te diga por tu diminutivo.

—Está bien… —la pentaceratops regresa a atender sus clientes, dejándome con la triceraptops—. Ven conmigo y siéntate en la silla del fondo.

Mientras seguía a la enana de morado, miraba la decoración de la peluquería. Se podría decir que el lugar tiene vibras caribeñas, seguramente la dueña lo hizo así para recordar su país natal; incluso, la música que se escuchaba tenía un ritmo muy movido, aunque no entendía que decían. Cuando me siento en la silla, la chica me pone un delantal para evitar que mi ropa se llene de pelos.

—Y dime, ¿Hace cuánto trabajas?

—Llevo solo tres días acá —ah…

—Y… ¿Tienes experiencia cortando cabello?

—Poco y nada, con suerte mis hermanos se dejan cortar el cabello —estoy jodido—. ¿Qué quieres que te haga en la cabeza? —que no me dejes horrible.

—Pensaba dejar arriba algo de pelo y en los costados rebajarlo.

—¿Te parece que use una nueve en la parte superior y en los lados una tres?

—Confiemos —el rostro de disconformidad de ella se reflejaba en el espejo—. ¿Qué quieres que te diga? Te estoy confiando mi cabello a alguien con poca experiencia.

—Solo… No te muevas.

Me quede duro como una estatua y deje que ella trabajara en paz. La verdad, arranco con el pie derecho, tomaba con bastante seguridad la máquina y trabajaba a gusto. Sin embargo, la veía muy tensa, y no miento que sentía algo de miedo cuando pasaba la maquinita cerca de mis orejas.

—Relájate, lo estás haciendo muy bien.

—Gracias, pero por favor, no te muevas.

—Estaría quieto si mi peluquera no se viera tan dura como robot oxidado —mis ojos hacen contactos con los de ella—. ¿Cómo te llamas?

—Patricia.

—No, me refiero a cómo te gusta que se refieran a ti.

—Trish.

—Trish, relájate y trabaja sin miedo, en el peor de los casos te pido que me dejes calvo —ella hacia una pequeña mueca.

—No serias el primer humano calvo que conozco.

—¿Conoces más humanos?

—Sí, no es de mi agrado aun, pero ya no lo odio tanto como en la preparatoria.

—Ya veo —ella seguía trabajando y se veía menos tensa que hace un momento—. Y dijiste que tenías hermanos, ¿Cuántos?

—Cuatro, soy la mayor de la familia.

—Debe ser complicado para tus padres criar cinco hijos.

—Nada más mi madre, mi padre desapareció cuando tenía once y nunca más lo vi —uy, tema delicado.

—Perdón.

—Nah, no te culpes —ella había terminado con la parte de arriba y comenzó con los laterales —. Pero como ya me preguntaste sobre mí, ¿A qué te dedicas?

—Actualmente, trabajo en un mini mercado en los límites de Skin Row —se me formaba una pequeña sonrisa—. Y en un futuro cercano, y si todo salé bien, regresare como luchador.

—¿Luchador de qué?

—De lucha libre —Trish se sorprendía un poco cuando lo menciono—. Pero por una lesión, tuve que dejarlo por un largo tiempo.

—Y esta cicatriz de tu cuello, ¿Tiene que ver con tu lesión? —se me hace una pequeña mueca de desagrado.

—Sí, ten cuidado con la maquina cuando tengas que pasar cerca de ella.

—Anotado —y así, estuvimos charlando por varios minutos mientras Trish seguía trabajando con mi cabello.

Yo le conté sobre mi pequeña carrera como luchador y algunos gajes del oficio; ella menciona que uno de sus hermanitos es fan de la WWA. Yo le dije que en la ciudad hay una empresa que hacen shows y que son de buena calidad, y tal vez, a su hermano le gustaría ir.

Ella se puso a ventilar algunas cosas de su pasado, como que fue parte de una banda. La triceraptop sonaba algo molesta al recordarlo, porque debido a su mal carácter en esos años, nunca pudo disfrutar la banda como ella hubiera querido.

Entre otras cosas que hablamos, se dio la coincidencia de que ambos fuimos al Instituto Volcano, pero en años diferentes. Como es de costumbre en este tipo de charlas, empezamos a criticar a cada profesor y alguna que otra experiencia en nuestros años de preparatoria.

—¿Sufriste un suplex de Spears? —Trish se veía anonadada.

—Varias veces, aunque solo me quede inconsciente tres veces tras recibirlo —le hago un gesto para que se detenga de cortarme el cabello—. Me gusta cómo está quedando, ¿Es mucha molestia rebajarlo un poco con tijera?

—Para nada —ella tomó las tijeras y siguió trabajando.

—Dijiste que tuviste una banda, ¿Aun tocan?

—No, eso quedo en el pasado. Últimamente no nos vemos tanto con mis amigos por los estudios o el trabajo.

—¿Y aun tocas el bajo? —la miraba atreves del reflejo.

—Cada tanto —ella dejaba las tijeras en un costado cerca del espejo—. Listo ya quedaste como nuevo —Finalmente, había dejado de parecer un vagabundo.

Al verme en el espejo me sentía muy raro, había pasado mucho tiempo con el cabello largo. Trish insistió en que quería afeitarme un poco la barba que tenía, pero le dije que no era necesario, que yo me iba hacer cargo de ella en mi casa.

—Y… ¿Te gusto? —se veía preocupada por cual podría ser mi respuesta.

—Pues, te quedo bien —La triceraptops tenía una pequeña sonrisa de satisfacción—. Tal vez me planteé de pedirte de ser mi estilista personal —ella se reía un poco de lo que dije.

—No seas tan condescendiente conmigo.

—Lo digo en serio, hiciste un buen trabajo —ella me da una sonrisa.

—Gracias.

Me despido de ella y voy directo a la caja a pagar por el corte de cabello. Por cosas del destino, al ser atendido por una aprendiz, el corte me salió más barato; a lo mejor es en caso de que el novato la cague y no tengas que pagar por un corte horrible.

El resto del día no paso gran cosa, regrese a mi casa y me quede viendo la televisión hasta la noche. Cuando mamá regreso del trabajo, ella me miraba con bastante sorpresa al ver mi cambio de look, no faltaron los chistes de que me arreglaba para poder impresionar a Bianca; aunque ella no pudiera ver.

Hoy me tocaba el turno nocturno en el mini mercado y no paso gran cosa. Pase unas cinco horas maravillosas sin hacer nada y dejar mi culo pegado en la silla mientras miraba algunas películas viejas en el televisor del lugar. Por suerte mi turno había terminado y ya me podía regresar a mi casa.

A la mañana siguiente, me levante bastante motivado, ya que venían los promotores a vernos el día de hoy al entrenamiento; debo dar el 110%. Me había preparado un desayuno ligero, pero bien cargado, jugo de naranja, ensalada de fruta y un poco de cereales. En lo único que pensaba mientras devoraba la comida era en que tenía que impresionar a todos, no puedo mentir que me siento algo nervioso. Tomé mis cosas y me fui al gimnasio, donde me estarían esperando Will y Mike.

En toda mi caminata, estuve pensando en que debería hacer. No me conviene hacer movimientos tan arriesgados, aun no recupere el ritmo. La otra opción sería recurrir a los agarres, pero apenas se tres tipos de suplex y tampoco es algo que domine de gran manera. Seguramente el viejo me diría algo como:

<< Recuerda, un buen luchador sabe muchos movimientos, pero el gran luchador tiene un set de movimientos fijos. >>

Ya a lo lejos podía visualizar a mi dos compañeros de entrenamientos y una tercera silueta que no había visto antes, ¿Sera el nuevo promotor que se asoció con Paul?

—Gracias a dios que apareciste, se me estaban congelando las bolas —se veía algo molesto Will por mi llegada tarde.

—Solo llegue… —miro el celular y mi atención vuelve a Will—. Diez minutos tarde, ni que te hiciera hacer esperar una hora.

—Pero si a mí —una voz aguda, pero áspera, se escuchaba detrás de Will—. ¿Este es el muchacho del que me hablaste Will?

—Sí —Will se dirige a mí—. Joe, él es Marcus, el vicepresidente de la WSF.

—Es un gusto —Extiendo mi mano para un apretón de manos, y en el momento que Marcus lo acepta, sentí una vibra algo amenazante por su parte; algo me dice que será difícil de convencer.

Entramos todos al gimnasio y fuimos directos a los vestuarios a cambiarnos. Aprovechando la oportunidad de que Marcus se quedó afuera, hablo con los chicos para que me den un consejo para impresionarlo.

—Y dime Will, ¿Marcus es alguien difícil de convencer? —mi cara refleja un poco mi preocupación.

—Si te soy sincero, es algo arisco al tratar con otros —él se voltea a verme—. ¿Tienes miedo de que te rechace?

—Para que lo voy a negar, si fracasa esto, mi regreso a los encordados se verá afectado —Will se acerca y me lanza un pulgar arriba.

—Joe, tienes que volver a ser el egocéntrico y presumido que eras en tus inicios de la WSF.

—Pero si no soy egocéntrico —al decir eso, Will pone una cara de póker face.

—¡Yo, el gran Bonucci, soy el único en este puto lugar que sabe luchar! —Will hacia una imitación de mi persona—. ¡No puede ser que un crio de 20 años, sea mejor que todos estos veteranos!

—Ok, tal vez era algo egocéntrico.

—¡¿ALGO?! —Will tenía una expresión entre molestia y aguantarse la risa.

—Está bien, si era bastante egocéntrico. Pero es debido a que en lo único que soy realmente bueno, es en luchar.

—Pues entonces, demuestra que eres el mejor —él agarra mi cara con sus dos manos y me mira con agresividad—. Haz que regrese, por un momento, el hijo prodigo de Italia; que Marcus vea a Joe Bonucci en acción —Will me suelta la cara y mira a Mike—. ¿Hacemos un pequeño calentamiento y después luchamos?

—Dale, ¿Quién gana la lucha de hoy?

—Pues como Marcus vino a ver a Joe, que gane él; así puede lucirse un poco más —los chicos ya se habían terminado de cambiar—. Te esperamos afuera Joe, no te tardes mucho.

—Tranquilo, solo necesito unos minutos para relajar los nervios.

—Ok —y finalmente, me encuentro solo en el vestuario.

<< ¿Qué regrese Joe Bonucci? Je, creo que aún no despertó esa llama que había en mi interior. >>

Me levanto de donde estaba sentado, me acerco al lavamanos del vestuario y me quedo viéndome fijamente en el espejo. Mi mano se deslizo por todo mi cuello hasta llegar a mi nuca, al sentir la cicatriz, cerré los ojos y me dije a mi mismo:

Haz que el miedo te tenga miedo a ti.

Lance un grito enérgico, y al volver a verme en el espejo, me sentía diferente. Ya concentrado, salgo del vestuario y empiezo a calentar con los chicos para evitar cualquier lesión en la lucha. En todo el calentamiento, mi atención estaba fija en Marcus. Un Iguanodon de escamas naranjas que vestía un traje de marca, y no alejaba su vista de su teléfono, era mi verdugo en acabar o no mis sueños de volver a luchar.

Con el calentamiento terminado, los tres subimos al ring y llamamos la atención de Marcus para que no se perdiera el gran espectáculo que estábamos por dar. Acordamos que la lucha no se podría extender de los quince minutos, así que el dinosaurio de traje puso un cronometro en su teléfono. Los tres nos pusimos en una esquina del cuadrilátero y esperamos la orden de Marcus de comenzar la lucha. Ya teníamos acordado el principio y el final de la lucha, pero en donde debo preocuparme en que todo salga bien, es en el medio; la parte donde más se improvisa.

—¡Comiencen! —Marcus dio inicio a la lucha y los tres comenzamos la contienda.

En el calentamiento, acordamos que Will haría el papel de villano, mientras que Mike y yo seriamos los buenos.

En el inicio del combate, Mike y yo unimos fuerzas para atacar a Will. Tras una pequeña combinación de mi estilo fuerte y el estilo acrobático de Mike, logramos sacar a Will del ring con una doble patada al pecho. En este momento, es en donde nosotros dos desplegaríamos parte de nuestro arsenal.

Tuve que poner toda mi atención a la velocidad de Mike para poder realizar las movidas que habíamos pactados. Tuve que tomar prestado algunos movimientos de viejos reconocidos, como la contra lona de poder de “the viper”. Con el control de la lucha a mi favor, empecé a usar algunos movimientos de mi arsenal. 

Aprovechando que Mike se encontraba aturdido y tirado en la lona, lo levante para realizarle “la torre de Pisa”. Tuve que concentrarme en agarrarlo bien y que él me usara de base para poder sostenerlo en el aire; fue difícil mantener suspendido en el aire a Mike por varios segundos, pero tenía que hacerlo para asegurarme de que no iba a caer mal. Ya asegurado, realizo la movida, y con el impacto, siento como mi espalda volvía a sentir esa sensación de golpear la madera acolchonada.

 Intente realizar la cuenta de tres, pero Will interviene para detener mi victoria. Ahora era momento de que Will y yo trabajemos, así que Mike, salió del ring rodando y se tomó el tiempo para recuperar algo de oxígeno.

Empezamos con un forcejeo clásico y deje que Will controlara la lucha, así podría demostrar el gran selling que tengo. El que se hacía llamar Drako, no se contuvo conmigo, tuve que reaccionar bastante rápido para que cada movida se viera espectacular.

Un lazo al cuello, que cuando lo recibí, di una vuelta en el aire y caí contra la lona. Al levantarme, soy interceptado con unas tijeras voladoras, en donde, salí disparado contra una de los esquineros, para recibir consecutivamente, un doble rodillazo en la cabeza; tenía que recomponerme rápido, no podía estar tanto tiempo sentado contra el esquinero.

Soportando un poco el dolor en la espalda y en el pecho, Will se preparaba para lanzar su súper kick, pero reaccione a tiempo para empujar su pierna hacia un costado; dejando su espalda al descubierto. De forma automática, lo tome del abdomen y le realice, no uno ni dos, sino tres German suplex; estuve algo preocupado por la velocidad en la que realice el movimiento y que lastimara de forma legítima a Will.

Al momento en el que estaba a punto de realizar la cuenta de tres, Mike cae sobre nosotros dos con una swanton Bomb, él me toma y me tira afuera del ring, lo que me dio tiempo para pensar y recuperar el aliento. Estaba justo en el punto ciego de Marcus, así que me tome el tiempo para revisar mis golpes. No niego que dolían bastante mis omoplatos y mi pectoral, pero esto es algo que pasara todas las veces que luche; debo acostumbrarme otra vez.

Marcus nos avisaba que nos quedaba tres minutos de lucha, así que ya era momento de terminar el combate. Will y Mike se estaban golpeando con bastante agresividad, pero de forma abrupta, Will saca una súper kick, al mentón de Mike, para dejar planchado en la lona. Con su oponente vulnerable, él se sube al esquinero para realizar su codazo destructor; y ahí es donde entro yo.

Cuando esta por realizar su finisher, entre con un salto, usando de apoyo la tercera cuerda, para tomarlo del cuello para realizar una mosca española. El impacto de todo su cuerpo contra la lona, dejaba a Will fuera de combate; permitiéndome que pudiera robarme la victoria.

—¡Y EL VENCEDOR! ¡EL UNICO EN IGUALABLE, JOEEEEEEEEE BONUCCI! —no sabía cómo explicarlo, pero este grito fue demasiado liberador.

Ayude a Mike a levantarse y revise que Will estuviera bien tras las movidas arriesgadas que hicimos, al parecer no pasó nada. Sé que fue una práctica, pero siento como algo en mí que yacía dormido hace años, había despertado.

Marcus se acerca al cuadrilátero a donde nos encontrábamos los tres fatigados tras la lucha, su cara seguía siendo seria, pero esta vez no sentí la hostilidad de cuando nos vimos por primera vez.

—Joe, ¿No? —se dirigía a mí con un tono frio.

—Si.

—Estuve viendo algunas de tus peleas viejas que Paul almaceno en su biblioteca personal, y con lo que vi hoy, creo que podríamos hacer un contrato a largo plazo —se me había formado una sonrisa en la cara.

—Eso sería increíble.

—Sin embargo, veo que aun te falta algo de ritmo, creo que en unos tres meses estarías en condiciones de disputar una dark match (1) —yo lo miraba con tranquilidad—. ¿Te parece bien que hagamos así?

—Me parece genial.

—Pues tenemos un trato, dentro de unas semanas recibirás el contrato —el iguanodon mira a Will—. Tenías razón cuando dijiste que era bueno.

—Se lo dije.

—Bueno, fue un gusto ver esta exhibición. Will, nos vemos la semana que viene en el show.

—De acuerdo jefe.

—Y Joe —nuestras miradas hacen contacto visual—. Bienvenido de regreso a la WSF —sin decir más, Marcus dejo el gimnasio.

Estuve por varios segundos, inmóvil en el lugar intentando procesar la noticia que acabo de recibir. Y de forma repentina, pego un grito de alegría, se sintió como aprobar un examen que venias estudiando por mucho tiempo. No podía contener mi felicidad de que voy a regresar a luchar en un futuro cercano.

—Oye —Will me toma del hombro—. Que hayas conseguido el contrato, no significa que tus entrenamientos hayan terminado; aun te falta mucho por mejorar.

—Lo sé, gracias por todo el apoyo en estos días.

—Para eso están los amigos —él me da una sonrisa amigable.

—Ahora que lo pienso —Will me mira confuso—. ¿Por qué no le ofreció algo a Mike? Digo se lució en esta exhibición.

—Ya me intentaron ofrecer un contrato, pero lo rechace —lo decía con una voz muy serena.

—¿Y eso por qué?

—Si estoy bajo contrato con alguna empresa, me va limitar mis viajes por el mundo.

—Entiendo.

Al final terminamos un poco antes el entrenamiento y nos quedamos los tres charlando en el ring. Discutimos un poco de la lucha y las partes que estuvieron buenas, como de las malas. Me marcaron mucho que llegaba muy justo de tiempo para las secuencias, o sea, salieron bien al final, pero un segundo más tarde y lo hubiera arruinado.

—Cambiando de tema —los miro con algo de curiosidad—. ¿Qué cuentan de sus vidas?

—Por mi lado diría que todo bien —decía Mike con su voz tan serena—. Estoy viajando por diferentes ciudades del país y estoy conociendo gente muy increíble.

—¿Y tú Will? Además de ser el campeón de la WSF, ¿Tienes alguna otra novedad interesante?

—A ver —él se rascaba el mentón—. Y te diría que las cosas con Roxana están bien.

—¿Roxana?

—La catrina, la campeona femenina de WSF.

—Es verdad, me lo habías mencionado en el bar. Aun me sorprende, para lo mujeriego que eres, que te encuentres en pareja con alguien.

—Cuando un hombre encuentra a la indicada, siempre podemos cambiar —diría que es una frase decente, pero viniendo de él, como que pierde algo de valor—. Y tu Joe, ¿Algo interesante para contar de tu vida?

Me quedo por un par de segundos pensando en que podría mencionar y que suene interesante que me haya pasado en la vida, a excepción de este momento.

—Pues, hoy me junto con una amiga a cenar por su cumpleaños —Will me alzaba sus cejas mientras contaba esto—. ¿Qué te pasa?

—Y esa “amiga”, ¿Es la que mencionaste en el bar?

—Sí, ¿Qué tiene?

—Nada, solo explica porque te hiciste un corte de pelo nuevo y te arreglaste tu barba —ok ya entendí a lo que se refiere este idiota.

—Ya te dije, es solo una amiga.

—Ni tú te lo crees —él se reía—. Se ve en tus ojos que te gusta.

—Lo que tú digas…

Me despedí de los chicos y tocaba regresar a mi casa para poder prepararme para esta noche. Tenía que vestirme de forma adecuada, no podía ir con la ropa de siempre, pero tampoco debo exagerar e ir vestido de traje.

Ya en mi hogar, comienzo a revisar mi armario para buscar una indumentaria acorde para la ocasión. No fue una decisión difícil elegir una camisa, ya que solo tengo cinco, y tres de ellas son camisas hawaianas. Termine eligiendo una camisa blanca y un jean negro que hacia juego. Con la ropa ya definida, fui a darme una ducha para sacarme todo el sudor del entrenamiento de hoy.

Debajo del agua, estuve pensando en sí debería arriesgarme hoy y decirle a Bianca lo que siento. Una parte de mí decía que debía arriesgarme y aprovechar que era un momento entre nosotros dos. Pero otra parte de mí, me decía que no lo hiciera, que, si sale mal, será un momento muy bochornoso para los dos, y sobre todo para mí; mejor lo dejo al destino y que tenga que salir cuando sea el momento correcto. Cuando me termine de bañar, me seco el cabello un poco y lo empecé a peinar.

Mientras me vestía, revisaba la hora de mi teléfono para ver cuánto faltaba, acorde con Bianca que la pasaba a buscar a las 20hs por su casa; aún tengo un poco más de una hora. En eso que me estaba abotonando la camisa, mi madre entra a mi cuarto a ver qué pasaba.

—Diablos, no sabía que tenía a un modelo viviendo en mi casa.

—Siempre fui fotogénico.

—¿Preparándote para esta noche?

—Si.

—Ponte algo de perfume, aunque no te pueda ver, si te puede oler —yo me reí un poco por su comentario—. Si quieres, puedes usar los que tiene guardado tu padre en su botiquín personal.

—¿Pero esos no son los perfumes importados que colecciona?

—Sí, pero él no está para detenerte —mi madre me guiña el ojo—. Te doy permiso de que los uses.

—Gracias ma.

—Pásenlo lindo esta noche. Y por favor, abrígate, que esta noche va hacer frio.

—Ok.

Mi atención regresa al espejo, y me sorprendo de lo que veía. El joven que vestía ropa desgastada, usaba una sudadera para esconderse y se dejó el cabello crecer para ocultar su pasado, había sido reemplazado por un joven que tenía una gran sonrisa y que no tiene nada para ocultar; lo que cambie en estos meses es una cosa impresionante.

Fui hasta la habitación de mis padres a buscar alguno de los perfumes de mi padre, terminé eligiendo uno llamado “fragranza romana”; su aroma era fuerte y dulce. Lo volví a guardar en su lugar y fui a buscar mi saco de invierno que estaba en la sala de estar.   

—Adiós mamá.

—Dile a Bianca que le deseo un feliz cumpleaños —me despido de ella y salgo de casa.

Fui caminando hasta su casa, la noche era bastante hermosa, aunque el frio hacía temblar a cualquiera. Saco el teléfono y marco el número de la agencia de taxis, les indique cual era la dirección de la casa de Bianca y que en unos minutos iban a llegar; esta noche me va salir cara. Ya estaba enfrente de la puerta de Bianca, y por alguna razón, me sentía aterrado de tocar la puerta.

—Solo hazlo —me decía a mí mismo antes de tocar la puerta.

Golpeo la puerta y me alejo un poco de ella para esperar a que Bianca salga. En ese pequeño lapso, veo como un auto amarillo se acercaba a donde estoy; seguramente es el taxi que pedí. Me acerque al conductor y le pedí que esperara, ya que faltaba que saliera alguien.

—Joe —una voz femenina que reconocía sonaba detrás mío.

Al voltearme, quedo perplejo ante tal belleza que se encontraba en esa puerta. Ella estaba cubierta por un hermoso saco de invierno de color marrón, un lindo gorro de color carmesí y unos aretes que hacían juego con sus brillantes ojos grises.

—Te vez muy bien —lo dije sin pensar.

—Gracias, tuve un poco de ayuda de las chicas.

—¿Vamos? Que el taxi nos está esperando —ella bajaba con cuidado las escaleras de la entrada con ayuda de su bastón.

Ambos subimos al vehículo de color amarillo y comenzamos nuestro viaje al restaurante. Fueron diez minutos bastantes tranquilos, apenas habíamos charlado un poco sobre cómo había sido nuestros días; yo le conté que había ido a entrenar y ella menciono que tuvo un agradable almuerzo en el taller con sus compañeros.

—¿Y a donde piensas llevarme? —mi atención estaba en la ventana, viendo que solo faltaban pocas cuadras para llegar.

—¿Conoces Moe’s?

—Sí, hacen muy buenas pizzas.

—Bueno, no solo hacen pizzas, sino que también tienen un gran menú de pastas.

—¿Mejor que los sorrentinos de la última vez? —ella tenía una expresión juguetona.

—Mejor que los sorrentinos —El auto se detiene, y a nuestra derecha, se encontraba Moe´s.

Le pague al taxista lo que correspondía y ayude a Bianca a bajar del auto. Sin que me diera cuenta, estoy tomando su mano; Joe, por amor a dios, relájate. Caminamos hasta la recepción donde se encontraba un joven con una libreta en su mano.

—Buenas noches, bienvenidos a Moe’s, ¿Tiene alguna reserva?

—Si, a nombre de Joe Calcare —mientras el chico revisaba la lista, escucho la risa de un dinosaurio que se acercaba a nosotros.

—¡Pero si es el bambino de Giorno! —la voz jovial del T-rex impregnaba todo el lugar.

—Cuanto tiempo paso Moe —me acerco para darle un abrazo y él lo acepta—. ¿Todo bien en el negocio?

—Excelente niño, este año es uno de los mejores para el negocio —él mira por encima de mi cabeza y ve a Bianca—. ¿Nueva novia? —me dice susurrando.

—Shhhhh —le pido a Moe que haga silencio—. No, solo una amiga. Vinimos a celebrar su cumpleaños —Moe me mira algo decepcionado.

—Ay los jóvenes de hoy y sus emociones tan complejas —regresa a su típica sonrisa—. Tengo una mesa perfecta para ustedes dos, acompáñenme.

—Pero señor —el joven recepcionista mira a Moe—. Ellos tienen la mesa número quince.

—Larry, no estés molestando, son amigos de la casa —Moe pone su pequeña mano en mi hombro—. Sígueme Joey.

Guiando a Bianca, seguimos a Moe hasta una esquina del restaurante, donde se encontraba una mesa con una iluminación decente, y en la mesa, había una vela que le daba un toque romántico a la misma; un segundo…

—Toma asiento Bianca, voy a saludar algunos conocidos.

—Está bien —tomo del brazo a Moe y me alejo lo suficiente para charlar con él.

—Moe, ¿Qué carajo es esto? —él me daba su típica sonrisa.

—Escucha niño, se te ve en los ojos que estás enamorado de ella. Yo solo estoy ayudando a que las cosas fluyan.

—A ver —tomo un poco de aire e intento hablar más tranquilo—. Lo agradezco, pero…

—Pero nada, ve y disfruta la noche con tu chica. Después enviare a uno de mis muchachos a que les tome el pedido —y antes de que pudiera decir algo más, Moe ya se había ido.

Le iba a decir que Bianca era ciega.

Regreso a la mesa, y en lo único que pensaba, era en que debía dejar que las cosas fluyeran y no estar pensando demasiado las cosas. Bianca se había sacado el saco que cubría todo su cuerpo, revelando un lindo vestido negro; estaba demasiado embobado viéndola.

—Joe —su voz hace que salga de mis pensamientos.

—¿Qué ocurre?

—No tienen menú para no videntes, ¿Verdad? —ni cinco minutos y ya la cague.

—Perdón, no lo pensé en ese detalle —ella me hacía un gesto con las manos de que no me preocupara por eso.

—No pasa nada, solo te iba a pedir que me leyeras el menú, para saber que pedir.

—Ah… Claro.

En serio, no puedo estar agobiándome por cada pequeño fallo que cometa de forma accidental o no; un poco de confianza, y todo saldrá bien.

—¿Haz probado la lasaña?

—Muy pocas veces —bingo.

—Entonces creo que te gustara la lasaña de las cinco carnes, incluso lo dice aquí en el menú —intento poner la voz de un locutor de radio—. “Un manjar para cualquier carnívoro y un viaje gratis a Italia para tu paladar” —ella se reía de mí.

—Eso no dice la carta, te lo inventaste.

—¿Tienes una forma de demostrar que es mentira lo que digo?

—Eres un bobo —ella se veía feliz, bien, las cosas van mejor—. Creo que pediré la lasaña, ¿Y qué vas a pedir Joe?

—Los fideos con la salsa de Moe’s —revisaba el menú—. ¿Quieres vino?

—No me gusta, prefiero pedir un agua.

—De acuerdo —Le hago un gesto a una camarera para que se acerque a nuestra mesa.

Terminamos pidiendo los fideos y la lasaña, y para beber, una botella de agua y una botella pequeña de vino tinto.

Bianca me conto, a más detalle, como fue el almuerzo en el estudio, y como Víctor, le había hecho un pequeño pastel de chocolate. Y sus compañeras de trabajo, en conjunto, le regalaron un set de escultura; su rostro reflejaba la emoción que sintió en ese momento.

Por mi parte, le mencione que uno de los promotores apareció en nuestro entrenamiento; en mi voz se notaba lo aterrado que estaba a la mañana. Intenté explicarle un poco como fue la lucha que tuve y ella solo se reía por mi forma de narrárselo, al ponerle efectos de sonido a cada movimiento que mencionaba. Para al final, contarle que el promotor me ofreció un contrato profesional a tiempo completo.

—Es una gran noticia —ella tenía una sonrisa preciosa—. Finalmente lo lograste, tus esfuerzos valieron la pena.

—Esto no lo hubiera hecho sin ti —se me hacia una pequeña mueca de felicidad en el rostro—. Si tu no me hubieras insistido en buscar una meta de vida, pasar semanas probando cosas y apoyándome cuando me sentía cansado, no tendría ese contrato. Así que, gracias es lo mínimo que puedo decirte —la expresión de ella era un poco de vergüenza.

—Vas hacer que me sonroje —mis ojos quedan hipnotizados al ver el bello gris de sus ojos—. Tengo algo que contarte —se toma una pausa antes de decirlo—. Mi escultura entro a la exposición.

—No… —no podía contener la emoción al escuchar esa noticia—. ¡Es increíble! ¿Cuándo te enteraste?

—Fue el regalo sorpresa de Víctor, espero hasta mi cumpleaños para darme la noticia.

—Otro motivo para celebrar esta noche —me alegro mucho por ella—. ¿Ya tiene fecha la exposición?

—17 de marzo, en el museo de las bellas artes —hago un pequeño chasquido con mis dedos.

—Listo, ya tengo grabado en mi cerebro la fecha —me empezaba a reír—. Me iré a sacar una foto con mi yo de barro.

—No hagas nada ridículo ese día.

—Ay, qué aguafiestas.

La camarera regreso con nuestras bebidas y una pequeña canasta de pan. En el momento que vierte el líquido rojo en mi copa, le pego una olfateada, y por amor a dios, que bien huele este vino.

—Oye Joe.

—Dime.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro —En lo que esperaba su duda, yo estaba jugueteando con la copa de vino.

—¿Cuál es el tipo de mujeres que te gustan? —¿EH?

¿Qué?

¿Cómo?

Todo a mi alrededor se había detenido, solo estábamos Bianca y yo, cara a cara. Cálmate, no seas tan evidente, busca respuestas que abarquen muchos tipos de mujeres y nada que evidencia que te gusta ella.

—Eh, pues… —Tomo aire para calmar las ansias. Tranquilo, que ella no puede ver tu cara—. Diría que una chica con la que pueda reírme, pasar momentos agradables, que sea dulce y que tenga ese gesto de ayudar al resto sin pedir nada a cambio —bien, una respuesta decente—. Y a ti ¿Cuál es tu tipo de hombres? —esta es una gran oportunidad para saber qué tipo de chicos le gustan.

—Y a mí me gustan los que pueden expresar lo que sienten —me quedo algo confundido con la respuesta.

—¿Cómo sería eso? —ella postra su codo en la mesa y pone su mentón en su mano.

—Que sean capaces de decir cómo se sienten, no solo con palabras, sino con gestos; que sean sinceros, y aunque fuera torpe, que tengan un gran corazón —me empiezo a reír un poco.

—Se nota que leíste muchas novelas románticas en tu adolescencia —ella se ponía roja.

—Hey no te burles de mi —ella hacia una mueca de molestia—. Seguramente tú también tienes un gusto por culpa de la ficción.

—Como todos.

Tras una larga espera, nuestra comida había llegado a la mesa. La expresión de Bianca al oler su plato era interesante, se podía ver como disfrutaba el aroma de la lasaña. Por mi lado, unte un pedazo de pan en la salsa, y fue una experiencia extra sensorial que había recorrido por todo mi cuerpo; es decir, estaba delicioso.

Seguimos charlando mientras degustábamos la comida, le preguntaba si había recibido otro regalo aparte de los de sus compañeros. Ella menciono que Aurora y Claire le habían regalado 3 mix de canciones que ellas mismas habían elegido para ella, y su padre, le compro un nuevo estante para que colocara sus libros y unos jeans nuevos.

De forma repentina, Bianca me pide que llame a una camarera para que la ayude a ir al baño, era para evitar algún tonto accidente y que se choque con alguna mesa. Le hago un gesto a nuestra camarera, y cuando se para enfrente de nosotros, le explico la situación; la joven Coelophysis acompaño a Bianca hasta el baño. Al momento en que quedo solo, apareció Moe para hacerme compañía.

—¿Y Como la estás pasando niño?

—Genial, la comida es un manjar como siempre —él se reía a carcajada.

—Me alegra oír eso, pero no me refiero a eso —Moe levanta sus cejas repetidas veces—. Me refiero a la noviecilla que te acompaña hoy; muy bella, por cierto.

—Moe —lo miro con seriedad—. ¿Cómo le digo lo que siento?

—¿Tan perdido estas?

—Demasiado, desde hace años que no siento esto por alguien, y no me gustaría arruinarlo —el T-rex se toma un largo tiempo antes de responder, pero regresa con su sonrisa y con total seguridad me dijo lo siguiente.

—Nunca existe el momento adecuado, no puedes planearlo, pero tampoco puedes lanzarte de una —él pone su diminuta mano sobre mi hombro—. Debes dejar que las cosas fluyan, y cuando creas oportuno, di lo que sientes. No debes forzarlo, no debes fabricarlo.

—¿Y si no siente lo mismo?

—Nunca lo sabrás si no se lo dices. Además, ya estas grande para preocuparte por esto, seguramente lo resolverás. Pero recuerda, el secreto del amor, es el apoyo.

—“Ella debe resolver sus problemas, pero tú tienes que estar a su lado. Y viceversa”. Me lo dijiste cuando tuve mi primera novia.

—Veo que lo recuerdas.

—Sí, pero esa vez falle; por eso tengo miedo de arruinarlo otra vez —Moe pasa su mano por mi cabeza, despeinándome un poco.

—Pero ya no eres el mismo que hace seis años, confió en que hayas aprendido de tus errores —y en este momento, Moe regresa a su voz alegre—. ¿Y cómo está tu padre?

—Feliz por tener cama, comida y baño gratis por dos años más —él se reía de mi broma.

—Muy típico de Giorno.

—Ahora que lo pienso, nunca supe de que conoces a mi padre, ¿Se puede saber? —La alegre sonrisa se había transformado en una sonrisa nerviosa.

—Disculpa Joe, pero debo atender a otros clientes, en otro momento hablamos; ciao, ciao —y así, el T-rex se alejaba de mí con un paso acelerado.

<< Pues volví a quedarme solo. >>

Seguí disfrutando de mi comida hasta que regresara Bianca. No debes forzarlo dijo Moe… Debería escucharlo. Lo que sienta mi corazón es normal, pero no debo guiarme solo por él; tengo que aceptar que estoy enamorado y no estar mintiéndome a mí mismo. Regreso a la realidad cuando veo que Bianca se acerca a la mesa, y con ayuda de la camarera para guiarla, se sienta en su silla.

—Bianca, no sabía cuándo darte esto, así que —saco de mi abrigo una bolsa con un moño—. Feliz cumpleaños —ella extiende sus brazos y se lo doy en sus manos el regalo—. Espero que te guste.

—Esto son —ella tocaba toda la bolsa con delicadeza—. ¿Libros?

—Si, por cosas de la vida, descubrí una librería que venden algunos libros en Braille y pensé que te podría gustar. Recibí un poco de ayuda del dueño para elegirlos.

—Hay algo más en la bolsa —Bianca empieza buscar dentro de la bolsa y encuentra una nota.

—Ah sí, quise escribirte algo; perdón si no está bien escrito.

                               

“Nunca fui bueno con las palabras, pero hice mi mejor intento. Feliz cumpleaños”.

—Hice mi mejor esfuerzo en esto.

Mientras ella pasaba las yemas de sus dedos por la nota, yo miraba como su cara iba cambiando en lo que descubría el mensaje. Al principio era incertidumbre, después pude visualizar una pequeña sonrisa; tal vez estaba feliz de saber el esfuerzo que hice aprendiendo braille. Y de un momento a otro, sus ojos se habían puestos cristalinos, y Bianca, había comenzado a llorar. Yo estaba en shock porque no sabía cómo reaccionar.

—¿Estas bien? —intento calmarla para que deje llorar

—Es…Es que… —aunque lloraba, tenía una radiante sonrisa—. Gracias Joe por el regalo —se limpiaba los ojos con la servilleta—. Es el mejor regalo que recibí de alguien —intente contenerme un poco la emoción cuando escuche eso.

—Me alegro que te haya gustado.

El resto de la cena fue perfecta, saber que el regalo que le compre le había gustado, calmo todas mis preocupaciones de la noche; aunque todo lo bueno llega a su fin. Tras hacer una pequeña sobre mesa, pague la cuenta. Moe insistía en hacerme un descuento por su relación con mi padre, pero yo me negaba e iba a pagar por todo como era debido.

Habremos esperado unos diez minutos en la recepción hasta que llegara el taxi para volver juntos hasta la casa de Bianca. Ambos estábamos satisfechos por la comida y muy felices por esta hermosa velada. Nuestro transporte llego a nuestro destino y bajamos los dos del coche. Estuvimos unos pocos minutos fuera de su casa hablando.

—Fue una linda noche —su voz denotaba mucha felicidad.

—Sí, espero que disfrutes los libros.

—Seguramente —ella empieza a subir algunos escalones para entrar a su casa y yo la acompañe—. Espero que nos veamos pronto.

—Claro, tu solo llámame y nos vemos —me acerco a ella para poder despedirme como es debido, Bianca estaba unos pocos centímetros más alta que yo por estar dos escalones arriba de mí.

—Joe.

—¿Si?

Sin avisar, Bianca me había dado un beso…en la frente.

—Eh… —Joe.exe ha dejado de funcionar.

—Gracias por la noche de hoy. Buenas noches —ella empezó abrir la puerta de su casa y yo seguía inmóvil en la entrada.

—Buenas… Noches… —ella cerraba la puerta.

Di media vuelta y empecé a caminar para mi hogar. Me aleje una cuadra en puro silencio y siendo acompañado nada más por el frio de la noche. Finalmente, cuando tengo una distancia prudente de la casa de Bianca; hago lo más sensato que podría hacer alguien como yo.

—¡SIIIIIIIIIIIIIII! —explote de alegría.

Es cierto que no fue el beso que esperaba o algo similar, pero es un beso a fin de cuenta, tal vez si tenga una oportunidad; ya sé cuál es el tipo de chicos que le gustan. Todos aquellos que demuestran sus emociones, que tengan lindo gestos, un gran corazón, no le molesta que sean torpes…

Un segundo…
                                                                       

Notes:

Quiero agradecer a todos el apoyo con esta historia, no esperaba llegar a los 10 caps y me siento orgulloso de esto.

Ya tengo mejor organizada las ideas, pero si iré a mí ritmo para sacar capítulos.
Mi idea sería sacar 1 o 2 caps por mes, eso incluiría los caps normales como los futuros extras (que están a puerta de desbloquear el tercer extra).

Pero como digo, gracias por llegar acá, me gustaría saber sus opiniones (siempre leo sus comentarios) y espero que tengan un gran día.

PD: denle más amor a nuestra ciega favorita.

Chapter 11: ¿Qué es lo que siento?

Notes:

Hello gente preciosa y hermosa, hoy tenemos otro PoP de Bianca.

Disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Me encontraba esculpiendo una vasija que nos habían encargado para una florería. Con este frío, no me resulta cómodo trabajar; mis manos estaban temblando. Navegaba por mis recuerdos, y debo admitir, que noviembre fue un mes bastante interesante.

Por un lado, empecé a asistir al club de lectura que va Claire entre semana. Al principio fue un poco difícil desenvolverme y poder hablar con el resto de miembros, pero al final pude hacer pequeñas amistades ahí.

Con Aurora, pasaba varias tardes con ella en donde me enseñaba varios remixes que ella realizaba por ocio, ya que, un viejo amigo suyo le enseño a cómo hacerlos. Últimamente, gracias a ella, descubrí grandes artistas musicales que nunca había conocido. También, como soy una de sus pocas amigas, me dejó escuchar una canción que compuso hace unos años atrás; tenía una letra muy bonita y una melodía bastante alegre.

Y, por último, pero no menos importante, mi relación con Joe está mejorando día tras día. Cuando me hablo hace unas semanas sobre que ya le había dicho a su madre sobre que retomo la lucha libre, se sentía aliviado de que ella lo apoyara. Él me agradeció por decírselo cuando fui a su casa, pero también se molestó porque se me escapó. Incluso, hoy nos juntamos a tomar un café más tarde. Sin embargo, desde que fui a su casa, no puedo dejar de pensar sobre nosotros dos.

Diría que Joe, hoy en día, es mi mejor amigo; es con la única persona en el mundo que tengo tanta confianza para contarle algunos secretos míos. Pero desde ese día, estuvo revoloteando por mi cabeza, la idea de que tal vez podría ser algo más; aunque no estoy segura si estoy al 100% interesada en eso. Por no mencionar, que es la primera vez que tengo una relación con algún chico así de fuerte emocionalmente.

Mientras seguía esculpiendo la vasija, escucho un golpe en la puerta y distingo los pasos pesados de Víctor.

—¿Cómo estas jefe?

—Y… mejor que esa vasija estoy —él larga un pequeño soplido de su hocico—. Se está torciendo un poco el florero —en el momento que dice eso, apago la máquina y empiezo a tocar la vasija; mierda, me distraje—. ¿Te encuentras bien? Te ves algo despistada.

—No es nada, es solo que estoy pensando en algunas cosas.

—¿Tu cumpleaños?

—No, asuntos personales.

—¿Quieres hablar de eso? —su voz tenía un tono protector, como si sonara como un padre o tío.

—No es nada relevante, estoy bien. Solo… me dejé llevar por mis pensamientos.

—Sabes que, si necesitas algo, me lo puedes decir.

—Gracias Víctor —siento su mano en mi hombro.

—Vete temprano, no es tan urgente que termines esta vasija.

—¿Esta seguro? ¿No se molestará el cliente si nos demoramos?

—Ni me importa —lo decía en un tono bastante asqueroso—. Es de los clientes que no soporto, pero los acepto porque pagan bien —tan típico de él—. Ve a descansar y mañana nos vemos en el almuerzo.

—Ya le dije que no era necesario que hiciera algo por mi cumpleaños —no me gusta ser el foco de atención, se siente raro, pero a la vez lindo.

—Sabes que no acepto un “no” por respuesta. Además, te va gustar el regalo que te tengo preparado.

—De acuerdo, vendré al almuerzo. ¿Puedo traer algunos amigos?

—¿Son muchos?

—No, son solo tres.

—¿Ese chico es parte de esos tres amigos tuyos? —creo que se refiere a Joe.

—Sí, pero él no tocará nada del estudio —intentaba calmar a Víctor, por si las moscas—. Aunque primero debería preguntarles si pueden venir.

—Está bien, preparare todo para mañana. Ahora vete antes de que cambie de opinión.

—Hasta mañana.

Tomé mi bastón y salgo de la habitación en dirección al baño para poder a lavarme las manos. Tras sacar el barro de mis garras, salgo del taller y empiezo mi caminata hasta mi casa. Fue complicado al inicio aprenderme el recorrido, ya que, había unas seis cuadras de distancia entre mi hogar y el taller de Víctor.

Al principio, mi padre me acompañaba con Woozie para que yo fuera aprendiendo la ruta, ya más adelante, iba sola con Woozie. A Víctor no le gustaba la idea de que viniera con mi gusano al estudio, pero era necesario para que yo me guiara, y después de casi medio año, ya podía venir por mi cuenta al taller sin asistencia de nadie. En lo personal, eso fue un logro que celebre en su momento.

Llegado a mi hogar, abro la puerta principal y soy recibida por los chillidos de Woozie; se oía muy alegre cuando regrese a casa. Fui a mi cuarto a pasar el rato hasta que sea la hora para juntarme con Joe. Distinguía como el ruido de varios pasos cortos me seguían detrás, al parecer mi pequeño amigo me quiere hacer compañía mientras escuchaba música.

Busqué en mi mesa de luz el reproductor de música y seguí escuchando el casete que me presto Aurora. Cuando me puse los audífonos y encendí el walkman, me eche en la cama y Woozie se acurrucó en mis pies.

Well, you're built like a car

You've got a hubcap diamond star halo

You're built like a car, oh yeah

Well, you're an untamed youth

That's the truth with your cloak full of eagles

You're dirty, sweet and you're my girl

Get it on, bang a gong, get it on

Get it on, bang a gong, get it on

Aurora tiene un gusto peculiar con la música, no sabría cómo describirlo. Los primeros casetes que me presto, tenía música mucho más energética, e incluso diría que agresiva, con un ritmo rápido y desenfrenado. Pero ahora, este mix que estoy escuchando, tiene un ritmo más relajado, aunque conserva esa melodía energética que te haría bailar.

Con el casete acabado, me saco los audífonos y dejo todo en la mesa de luz. Aprieto el botón del reloj, que tenía en la muñeca izquierda, para escuchar la hora. 15:30, debería ir saliendo para la cafetería.

Me puse un abrigo para no sentir tanto el frío y llamo a Woozie para que me acompañe. Busco la cadena, que se encuentra siempre colgada cerca de la puerta, y al preparar a mi gusano amigo para que me acompañe, me doy cuenta de que tiene algo puesto en la cabeza. Al tocarlo, me doy cuenta que es un gorro; tal vez fue papá quien se lo puso para que no tenga frío. Al salir a caminar, debo reconocer que hacía más frío de lo normal, tengo suerte de que no sufro de las bajas temperaturas como otros dinosaurios, pero eso no quita que prefiera el calor.

Ya en la cafetería, Aprieto el botón del reloj para saber si llegue temprano; aún faltan cinco minutos para que Joe termine de entrenar. Con ayuda de mi bastón y de Woozie, encuentro una mesa libre y me siento a esperar. En lo que estaba, soy recibida por una voz juvenil y masculina.

—Bienvenida, ¿Quiere que le traiga la carta? —debe ser un camarero que no conozco.

—No es necesario, aún estoy esperando a que llegue alguien.

—De acuerdo.

—Disculpe, ¿Pero sabe si esta Claire hoy? —el chico se toma su tiempo en responder.

—Ah, la chica de cabellos dorados —yo solo sé que huele a lavanda—. Según lo que tengo entendido, tiene el día libre. Tuvo un resfriado, y con este clima, no es lo más recomendable salir en su estado.

—Entiendo.

—Regresaré cuando llegue su amigo.

—Gracias —oigo como los pasos del chico se alejaba de donde estaba, y quedo sola con Woozie.

Pensé que Joe no se iba a tardar tanto, pero desde que llegué, ya habían pasado unos quince minutos. Tengo suerte de que haya estufas en la parte exterior de la tienda, porque, aunque fuera aceptable estar acá, el frío se sentía. Finalmente, después de veinte minutos, Joe se digna a aparecer.

—Perdón la demora, nos extendimos unos minutos de más —sonaba apenado.

—Llevo unos 20 minutos esperando —mi rostro reflejaba mi molestia.

—Deberás lo siento. Te invito yo el café para compensarlo —al escuchar eso, se me hace una sonrisa—. Pero no pienso pagarte el “Die-Betes” —y ahora me decepcione.

—De acuerdo, pediré un latte.

El camarero regresa y toma nuestro pedido, Joe pregunto por Claire y el chico respondió con la misma respuesta que me dio.

—Entonces… —el tono de la voz de Joe denotaba cierta incertidumbre—. ¿Qué harás para tu cumpleaños?

—La verdad, no tenía nada planeado, pero Víctor me quería hacer un almuerzo en el taller.

—Se nota que te quiere mucho.

—Si… —no puedo negar que lo siento como otro padre—. Le dije que no era necesario, pero él insistía de que es importante celebrar estas fechas y bla, bla, bla. Al final, acepte por su perseverancia.

—Deja que el vejestorio que haga eso, seguramente te ve como una nieta que nunca tuvo —me pongo un poco roja al escuchar eso.

—También me dijo que podría invitar algunos amigos y quería saber si estabas disponible.

—Pues... —ya comenzó alargar las palabras—. Mañana ya había quedado con los chicos de entrenar y empezar a coordinar el tema con el promotor, hasta existe la posibilidad de que algunos de los promotores estén presentes en la práctica. Perdón por no asistir.

—No te preocupes, en otro momento podríamos hacer algo.

Es una lástima que no pueda, me hubiera gustado que viniera. Aun le puedo preguntar a Aurora si tiene libre mañana, pero lo dudo; mañana tiene clases. Y mejor no molesto a Claire, que con este resfriado falta que empeore.

—¿Y mañana a la noche? —quedo estupefacta al escuchar eso—. Digo, no puedo asistir a un almuerzo, pero te podría invitar a cenar.

—¿Es una cita?

—Si quieres verlo así.

—¿Y a donde me llevarías?

—Hay un restaurante de comida italiana de un viejo conocido de mi padre, que hacen muy buenas pastas y una gran pizza —me emociono un poco con el plan.

—Me parece una gran idea.

—Cool. ¿Te parece que te pase a buscar a las 20hs?

—Me parece genial.

Seguimos charlando y disfrutando del café. Le conté a Joe que, finalmente, mi escultura entro en la lista de opciones para la muestra; esto no quiere decir que ya sea parte de la muestra. Aún falta la segunda evaluación de los críticos y esperar que mi obra sea considerada como una pieza valiosa para la exposición. Al final de todo, regresamos juntos y me acompañó hasta mi casa.

Tras despedirme de Joe, cierro la puerta de entrada y libero a Woozie de su correa. No tenía mucho por hacer la verdad; tal vez podría seguir escuchando los casetes que me presto Aurora. Hablando de ella, tendría que llamarla para saber si puede venir al almuerzo. Saque el teléfono de mi bolsillo y marco su número esperando a que atienda.

—Bianca, ¿Qué onda? —sonaba igual de relajada como siempre.

—Bien, te quería preguntar algo.

—Diga nomás.

—Mañana es mi cumpleaños y mi jefe quería hacerme un almuerzo en el taller en donde trabajo. Me dijo que podía invitar algunos amigos y quería saber si mañana estás libre —Aurora se toma un tiempo en contestar—. ¿Estás ahí?

—Perdón, estaba terminando de organizar algunos libros acá en la librería, si puedo ir. ¿A qué hora es? —me alegraba al oír eso.

—Según lo que me dijo él, sería a las 13hs.

—Excelente. ¿Le preguntaste a Claire o Joe? —lanzaba un pequeño suspiro.

—Joe me dijo que no puede, aunque con él arreglamos de juntarnos en la noche —se escuchaba por el teléfono como ella se reía un poco.

—Como si fuera una cita —entonces no soy la única que lo pensó—. ¿Y Claire?

—Según lo que me dijeron hoy en la cafetería donde trabaja ella, esta resfriada y no se encuentra muy bien.

—Ya veo, bueno mañana paso por tu casa y vamos juntas al almuerzo.

—De acuerdo.

—Voy cortando, que debo seguir trabajando. Chao Stevie.

—Adiós —corté la llamada y guardé el teléfono.

Con todo definido para mañana, no pasó nada más interesante el resto del día. Solo estuve escuchando música y escribiendo algunos relatos cortos para mí.

Ya a la mañana siguiente, el ruido del despertador hace que abra los ojos y salga del sueño profundo en el que me encontraba. Estire un poco los brazos para aflojar el cuerpo que se encontraba tieso. Escucho como algo golpea la puerta de mi habitación, y al oír que se abría, soy recibida por la voz de mi padre y los chillidos de Woozie.

—Feliz cumpleaños hija —siento como algo se abalanza a toda velocidad en mi cama y era mi pequeño amigo que vino a saludarme—. Espero que hayas dormido bien.

—Si.

—Te preparé un desayuno especial por tu día, te espero en el living —mi padre cierra la puerta, dejándome a mí y a Woozie en mi habitación.

Paso unos minutos en mi cama jugando con Woozie y haciéndole algunos mimos para escuchar sus bramidos de felicidad. Ya decidida de salir de mi cama, me levanto y voy al armario a buscar algo de ropa para ponerme. Debido a mi situación, yo solo me preocupo de la textura y como se siente el tacto de la ropa en mi cuerpo. Por eso, mi padre siempre me compra la misma indumentaria.

Ya vestida, salgo de mi cuarto y me dirijo con calma a la mesa. El aroma a café recién molido, la mezcla del olor del tocino y el huevo juntos, y el ruido de la tostadora marcando que el pan ya estaba listo, me indicaban que mi padre se había tomado el tiempo de hacer un gran desayuno para mí. Me siento en la mesa, y cuando mis manos pasan por encima del plato, noto una caja.

—¿Qué es esto? —estaba confundida con la situación.

—Es uno de los dos regalos que te compré —sonaba muy emocionado— Ábrelo.

Con la ayuda de las garras, saco la envoltura y abro la caja para descubrir que había adentro. Cuando empiezo a tocar el contenido de la caja, distingo una tela algo áspera para mis dedos, tenía varias costuras, pero cuando siento una cremallera y un botón, descubro que era el regalo.

—Un jean nuevo —era algo necesitaba—. Gracias.

—Es que varios de tus pantalones tienen rupturas, y creo que era una buena excusa para comprarte tres jeans nuevos.

—¿Tres? —Vuelvo a revisar la caja y me percato de que había dos pantalones más abajo.

—También te compre un estante nuevo para que puedas seguir aumentando tu colección de libros —se me hacia una pequeña sonrisa.

—Gracias por todo papá.

—No hay de que mi vida. Disfrutemos juntos del desayuno.

Mi padre es alguien peculiar, un dinosaurio bastante recto en su vara moral. Siempre quise a mi padre, muchas veces renegaba de su forma de ser, pero estaba contenta de que él fuera mi padre; aunque eso no quita que varias veces fuera una molestia.

Ya sé que soy su preciada hija, el mayor tesoro de su vida, pero por culpa de él, es que tuve muchas amistades en mi niñez. Pocas veces me dejaba ir a jugar con otros niños cuando era pequeña, ya que consideraba peligroso que una niña no vidente este jugando en el parque. Por suerte, cuando entre a la preparatoria, le bajo un poco a su rol de “padre protector” y me dio más libertad; aunque no fuera mucha era suficiente. Y cuando comencé a trabajar, fue cuando finalmente pude decir que tenía una total libertad.

Creo que, en el fondo, papá confía en Víctor y tiene la seguridad de que nada malo va pasar mientras este en el taller, seguramente por eso no tiene problema de que vaya a trabajar ahí; aunque Víctor muchas veces me permitió salir antes del trabajo para que pudiera hacer lo que quiera en secreto. Incluso diría, que él me mima demasiado o tiene una preferencia por mí; tal vez ser su pupila desde los dieciséis años hizo que me diera ese trato especial.

Con un hermoso y delicioso desayuno terminado, me regreso a mi cuarto para esperar a que Aurora llegue. Las horas pasaban y yo seguía con mi manuscrito. Me puse a escribir sobre todas mis experiencias que viví en estos últimos 4 años. Algunos podrían decir que es un diario personal, pero me gusta llamarlo bitácoras de vida. Además, tengo la tranquilidad de que casi nadie puede leerlo. Mi padre abre la puerta de mi habitación y me avisa que llego Aurora.

—Tu amiga la “rockera” te está esperando afuera —eso sonó un poco despectivo.

—Dile que ahora voy —escucho como él cierra la puerta.

Terminé de escribir la última oración del párrafo y guardé el libro en un cajón que se encontraba en mi armario. Busqué algún abrigo en mi ropero y salí de mi cuarto. Tomé el bastón, que siempre está a la derecha de la entrada, y abro la puerta para ser recibida por el frío y un olor fuerte a carfe.

—Feliz cumpleaños Stevie.

—Gracias Aurora —cierro la puerta de entrada y bajo los escalones—. ¿Todo bien el día de hoy?

—Sí, mi jefe no tuvo ningún problema de darme el día libre.

—Bueno, vamos al taller a comer —cuando empiezo a caminar, Aurora me detiene en seco.

—Oye, tengo un regalo para ti —escucho como ella rebusca el regalo—. Ten, es algo que armamos Claire y yo en nuestro tiempo libre —Aurora pone en mi mano tres CDs.

—¿Qué es esto?

—Te armamos tres mix diferentes, uno hecho por mí, otro hecho por Claire y el ultimo en conjunto.

—Es un precioso regalo, gracias.

—Si bueno… Es que eres una amiga especial para mí… Y eso —su tono de voz mostraba algo de nervios en ella; podría aprovecharme de ella.

—Awwww, no sabía que, en tu pequeño corazón lleno de humo, había algo de dulzura —se me escapa una pequeña risa y la respuesta de Aurora mostraba su incomodidad.

—Si sigues así, la próxima vez te regalo una bolsa de caca —me rio un poco más fuerte con su respuesta tan disparatada.

—De acuerdo, ya no te molesto más —ya tenía una sonrisa en el rostro—. En serio, gracias por el regalo.

—Ya muchos sentimientos por hoy. Vamos a tu taller, que me muero de hambre.

Fue una caminata bastante rápida, Aurora me preguntaba con sorpresa como sabía guiarme tan bien sin ver. Yo bromeaba con que tenía eco localización como los murciélagos, y me parece que Aurora se lo creyó.

Llegado a nuestro destino, entro con cuidado al taller y soy recibida por la voz de Víctor que sonaba muy alegre; algo no tan común en él.

—Feliz cumpleaños niña —él me da un abrazo y yo lo acepté—. Veo que trajiste a una amiga.

—Sí, ella es Aurora.

—¿Qué onda larguirucho? —ella lo decía en su típico tono de voz relajado—. Oye, no ponga esa cara, era solo un chiste.

—Que amigable que es… —me susurraba Víctor al oído.

—Puede ser un poco atrevida al hablar, pero es alguien agradable —un pequeño gruñido salía del hocico de mi jefe.

—Con que no rompa nada, por mi bien —nos liberamos del abrazo—. Vamos al comedor, que te están esperando las chicas.

Los tres vamos para el comedor, y al entrar, soy recibida por el ruido de algo explotando y siento como algo caía sobre mí; creo que era confeti.

—¡Feliz cumpleaños Bianquita! —me tomo un momento recuperarme del susto.

—Gracias a todas —con mis manos, indicó a mi derecha—. Les quiero presentar a Aurora…

—Estoy a tu izquierda —giro mis manos para el otro lado.

—Ella es Aurora, mi amiga.

—Un gusto a todas —distinguimos que las tres mujeres empiezan a susurrar algo.

—Creíamos que ibas a traer al muchacho con el que salís —dijo Susan algo decepcionada.

—¿Quién? —estaba algo confundida con su pregunta.

—El chico que te viene a buscar en algunas ocasiones después del trabajo —acoto Charlotte.

—Si te refieres a Joe, él estaba ocupado —¿De verdad parecemos una pareja?

—Una lástima, se me hacía un chico simpático —menciona Carla.

El taller está dividido por varias áreas, y cada zona, esta manejada por alguna de estas tres mujeres.

Carla es la jefa en el área pintura, una deinonychus que se encuentra en sus cincuenta años. Ella da clases todas las semanas a niños y adolescentes que quieren aprender a pintar; ya sea en lienzo, papel o cualquier material que sirva para plasmar tu arte. Carla es una dinosaurio muy amable, alguien muy paciente con todos sus estudiantes y bastante dulce en el trato.

Por otro lado, tenemos a Charlotte, una pterodáctilo de cuarenta y siete años con demasiado carácter y algo agresiva con sus críticas. Ella es la jefa del área de fotografía, y digamos que sus clases son muy exigentes, aunque nadie puede negar que grandes fotógrafos salieron de este taller gracias a ella; o eso oí.

Y, por último, pero no menos importante, tenemos a Susan, la jefa del área de escultura. Una carnotauro con cincuenta y siete años, y una de mis mentoras en el taller. En mis primeros años trabajando acá, ella me estuvo guiando y enseñando diferentes trucos para pulir mis habilidades. Susan siempre fue una mujer segura de sí misma y con mucho talento que ofrecer. Sin embargo, debido a su párkinson, ella está dando clases, con asistencia de Víctor, a otros aprendices; yo tome su lugar como artista principal para hacerme cargo de todos los trabajos que nos solicitaban.

Las tres son grandes mujeres que saben valerse por sí misma, pero algo que no soporto de ellas tres, es cuando se ponen a indagar en las vidas de otros; son viejas chismosas en toda regla.

—Aurora, ellas son Susan, Charlotte y Carla —señalo a donde provenían las voces de esas cotorras—. Ellas trabajan en el taller.

—Es un gusto conocerlas —vuelvo a escuchar el susurro de las tres mujeres.

—Y dinos Aurora —la voz de Charlotte era imponente, como si estuviera a punto de hacer un interrogatorio—. ¿Estudias o trabajas?

—Pues estoy en el último año de la preparatoria y tengo un trabajo de medio tiempo en una librería.

—¿Por qué vistes de esa forma tan peculiar? —la intriga en la voz de Carla era notoria.

—Pues, porque me gusta y es cómoda.

—¿No pensaste en arreglarte el cabello? Se ve muy desordenado —había disconformidad en las palabras de Susan.

—Es mi estilo y la verdad…

—¿Tienes hobbies? —pregunto Charlotte.

—Pues la verdad…

—¿Tienes pareja? —insistió Carla.

—Oigan esperen…

—¿Cómo conociste a Bianca? —agregó Susan.

Y así, estuvieron bombardeando de preguntas a Aurora por diez minutos. Si estas tres mujeres te quieren sacar información, lo harán.

No necesitaba ver para saber que Aurora se encontraba abatida tras la ráfaga de preguntas, sé que es pasar por eso. En lo que comenzábamos el almuerzo, Víctor comento que había encargado mucha comida por si acaso. Pasamos hablando de muchas cosas, desde temas del trabajo hasta sobre nuestras vidas; aunque el foco de atención terminé siendo yo.

—Y dinos Bianca —Susan sonaba bastante alegre—. ¿Qué se siente tener veintitrés?

—La verdad, nada especial —ella lanza un suspiro de desilusión—. Quiero decir, los siento como un número más.

—¿Pero no te alegras de que sea tu cumpleaños?

—Un poco, pero es que nunca lo sentí como una fecha tan especial.

—¿Al menos tienes alguna celebración que te guste?

—Halloween.

—¿Y eso por qué? —preguntó Aurora.

—Desde pequeña, sigo varios podcasts de terror y siempre espero con ansias las ediciones de Halloween.

—Es una lástima que no puedas ver —la dilophosauro me toma del hombro—. Sino estaríamos viendo muchas películas de terror las dos juntas.

—¿A ti también te gustan? —esto no lo sabía de ella.

—Prefiero las del genero slasher, pero nunca digo no a una buena película de terror.

—Pues a ti chica dilophosauro —le hablaba Víctor a Aurora—. Nuestra fotógrafa calificada, está organizando un seminario con temática de terror; por si te interesa participar.

—No sé —sonaba insegura en sus palabras—. Soy más de tocar la guitarra y cantar que de tomar una cámara y sacar fotos.

—Piénsalo, las puertas siempre están abiertas para probar algo nuevo —Charlotte se lo decía con su tono tan sofisticado que tanto la caracteriza.

—Lo tendré en mente, pero dudo mucho que acepte —siento como Aurora me toca el hombro otra vez—. Al final, ¿Por qué Joe no pudo venir?

—Tenía un entrenamiento importante, según lo que me dijo, existía una posibilidad de que alguien importante vaya a verlo.

—Que mal, me agrada él con su forma tan bruta de ser.

—Al menos, me dijo que me iba a invitar a cenar para compensarlo.

Cuando digo eso, toda la habitación queda en silencio. Oh mierda, active el modo chismoso de ellas tres.

—¿Dijiste cena? —pregunto Charlotte.

—¿Ustedes dos solos? —agregó Carla.

—Si… —¿Por qué abrí la boca?

—Es muy audaz de su parte invitarte a una cita el día de tu cumpleaños —Susan sonaba demasiada impactada.

—No es una cit… —soy interrumpida por Carla.

—Lo más seguro es que ese chico este enamorado de ella para hacer algo tan arriesgado —¿Enamorado? —. Me hubiera encantado conocer a alguien así a tu edad Bianquita.

—Esto es solo una salida de amig… —Y ahora no me dejaba hablar Charlotte.

—Mínimo espero que ese muchacho te lleve a un lugar de calidad. Porque con las pintas que me lleva, me parece algo desprolijo.

—Seguramente la llevara a un lugar romántico, con velas y le declaré su amor ahí —al escuchar eso de la boca de Susan, yo quedo atrapada en mis pensamientos.

¿Joe y yo? ¿De esa forma? ¿Por qué mi corazón se aceleró al pensar en eso?

—Te pusiste roja Bianca. ¿Estas bien? —la voz de Carla hace que regrese a la realidad.

—Eh si… Yo solo… —no sabía que decir.

—No me digas… ¡¿TE GUSTA ÉL?! —decían al unísono las tres chismosas.

No sabía cómo reaccionar, me sentía acorralada por ellas tres. ¿Qué respondo? Que sí, pero realmente no sé si siento algo por Joe de una forma más romántica. Pero si digo que no, ¿Es totalmente cierto? Porque en lo que llevo de vida, es con la única persona que siento que tengo una conexión diferente…

¡AHHHHH! Estoy oscura de ideas.

—Pues… —¿Qué es lo que siento por él?

—¡Suficiente! —Víctor pega un grito que deja a todos mudos—. No hagamos que el momento sea más incómodo. Así que ustedes tres, mejor hagan silencio.

—Bueno… —las tres quedaron mudas.

<<Gracias Víctor por salvarme de ellas tres>>

—Mejor vayamos terminando con el almuerzo, que en un rato tenemos que empezar a trabajar —escucho como se levanta de su silla—. Iré por el pastel y después te damos los regalos.

Después de que Víctor me sacara de esa situación incómoda, el resto de invitados que están en la cocina empiezan aplaudir y a cantarme el feliz cumpleaños. Me ruborice un poco de la vergüenza, ya que no estoy tan acostumbrada a que tanta gente me cante esta canción. Al soplar las velas, el pliosaurio me dio un trozo de mi pastel de cumpleaños para que pudiera degustar; era una torta clásica de chocolate con un glaseado de fresa que estaba rica.

—Bianca —escucho la voz de Susan—. Este regalo es por parte de las tres —escucho como algo golpea la mesa y mi atención se dirige a eso. Cuando lo toco con mis manos, noto que hay un paquete—. Espero que te guste.

Empiezo a romper la envoltura, y al sacar la tapa de la caja, comienzo a manosear lo que había adentro, y mi rostro, tenía una expresión de sorpresa con una mezcla de felicidad al saber que era; me habían regalado un set de escultura especial para mí. Incluso cada herramienta tiene grabado una letra “B” de Bianca en el mango, me era difícil contener las emociones al recibir este regalo.

—Yo… Me dejaron sin palabras. Gracias.

—Fue idea de Susan, pero todas pusimos dinero —dijo Carla.

—No sé qué decir, estoy muy agradecida —tenía una sonrisa de punta a punta—. Creo que voy a llorar —siento como recibo un abrazo de Aurora, la identifique por su hedor característico.

—Ya, se me emociono la cieguita —ella se reía de mí y yo empecé a reírme un poco.

—Bueno —Víctor tocía para aclarar su voz—. El siguiente regalo viene de mi parte, pero no es algo físico —no entendía a lo que él se refería—. Según por mi contacto, y por la carta que llego al taller hace unos días atrás, la escultura de Bianca es parte de la exposición de arte de jóvenes artistas.

—No puede ser… —mis ojos comenzaron a humedecerse—. Entonces, ¿Lo logre?

—Claro que si niña, te felici… —tuve suerte que él estuviera a mi izquierda, porque si no, no sabía a quién estaba abrazando.

—Por fin lo logre —estaba llorando en el pecho de Víctor de la felicidad—. Gracias por confiar en mí todos estos años.

—No iba a dejar que tu gran talento no fuera reconocido —él acariciaba mi cabeza—. Todo esto lo lograste por tu propia perseverancia y ganas de cumplir un sueño.

El resto de invitados se acercaron para unirse al abrazo, y todos comenzamos a celebrar la gran noticia que recibí. Tras una agradable fiesta, Aurora y yo nos retiramos del taller, ya que Víctor me dio el día libre. Él nos acompañó hasta la puerta y tuve una corta conversación con él.

—Gracias por la fiesta —estaba muy feliz que mi cara me delataba.

—Ni lo digas, esto lo hice con gusto —él lanza un pequeño suspiro y continúa hablando—. Ahora que tienes esta gran oportunidad, ¿Qué harás?

—¿A qué te refieres?

—Quiero decir, si ya pensaste en tu futuro —realmente no me lo había puesto a pensar.

—Si te soy sincera, no lo tengo claro aún. Sin embargo, creo que estoy feliz en donde estoy; me encanta trabajar acá en el taller y disfruto estar con todos ustedes.

—Es lindo oír eso. Bueno, nos vemos mañana.

—Hasta mañana.

Aurora me acompañó hasta mi casa porque era más cómodo para ella, ya que se encontraba una parada de bus que la llevaba directo a su casa por ahí. En toda la caminata, estuvimos conversando sobre el almuerzo y me dijo que se sintió como un almuerzo familiar, que las chicas actuaban como si fueran mis tías metiches y Víctor actuaba como un tío lejano, se me hacía lindo pensarlo de esa forma. Ya que mi familia es muy reducida; solo éramos mi padre, mis abuelos maternos y yo.

Llegado a mi destino, Aurora me hablo sobre el show de “The queens of destiny” y que ya estaban las entradas a la venta.

—¿Cómo te sientes que en tan solo dos semanas vas hacer tu debut musical? —sabiendo que al principio renegó de estar con la banda, ella ahora suena bastante comprometida con ellos.

—Nerviosa y emocionada, aunque tenemos que lograr de vender 500 entradas por lo mínimo.

—Seguramente puedan.

—Eso espero —ella chasquea sus dedos—. Me acorde de algo, Claire me pidió que te dijera que te reservo entradas para el recital —se me formo una gran sonrisa.

—Eso suena genial, pero ¿Por qué?

—Te quiere agradecerte por hacer que yo me uniera a su banda, y en cierta forma, la salvaras de un problema.

—Dile que no es necesario —Aurora pone una de sus manos en mi hombro.

—Acéptalo —había demasiada firmeza en sus palabras—. Si estos dos meses tocando con ella en la banda me enseño algo, es que no acepta un NO como respuesta —esa última parte sonó con algo de miedo.

—De acuerdo, aceptare su regalo.

—Después avísale cuantos serian, así te separa una cantidad de entradas —ella se me acerca y me habla al oído—. A lo mejor, podrías invitar a Joe y pasar un momento entre ustedes dos —lo decía de una forma muy juguetona.

—Si… nosotros dos… —siento que mi cara está ardiendo—. Oye Aurora.

—¿Qué ocurre?

—¿Alguna vez has tenido una cita? —me sentía rara al preguntar esto.

—Pocas, ¿Por? —Dios… ¿Por qué es tan difícil decirlo?

—Es que me gustaría que la cit… Digo la cena con Joe salga bien —Aurora se empezó a reír un poco.

—A caso, ¿Te gusta Joe? —yo estaba muda—. No puede ser, entonces es un… —la interrumpo antes de que siga.

—Aun no lo sé, es la primera vez que tengo estas emociones por alguien. Y tampoco sé si es solo algo pasajero o no.

—Dame un segundo —distingo como ella empieza a marcar algo en su teléfono.

—¿Qué haces?

—Espera —ella comienza hablar con alguien por el teléfono—. Claire, escucha —¿Por qué la llamo? —. Necesitamos un toque femenino para ayudar a Bianca con una cita.

—¡No es una cita! —Aurora me callaba.

—Sé que estás enferma, y es mejor que te quedes en casa, así que dame consejos para… —Aurora se queda en silencio antes de terminar la frase—. ¿Estás loca? Aun no te recuperaste al… —sonaba algo molesta mientras hablaba—. Pero falta poco para… Ok lo entiendo, pero… Al menos trae un cubre boca, así al menos no nos apestas —lanza un suspiro de agotamiento—. Adiós.

—¿Qué paso? —pregunte con incredulidad.

—Viene para acá Claire —¡¿Qué?!

—Pero si está enferma.

—Quiere venir igual. Te dije que no acepta un “no” por respuesta.

—Pero Claire no sabe dónde vivo —¿Cómo va hacer para llegar?

—Tranquila, que le compartí ubicación con el GPS, solo nos queda esperar a que llegué. ¿Entramos? Que hace frio.

Ambas entramos a mi casa y nos quedamos esperando a que Claire hiciera acto de presencia. En lo que esperábamos, Aurora me pidió que la llevara a mi cuarto y le mostrara que tenía en el armario. Cuando investigó lo que había, se decepciono un poco, ya que no había mucho que ofrecer para vestirme de forma acorde a la situación. Le dije a la dilophosauro que estuviera atenta por si llegara Claire, que yo iba a darme una ducha rápida para ahorrar tiempo.

Confiando ciegamente en que Aurora no iba hacer nada malo, entro al baño y empiezo a desvestirme. Ya debajo de la ducha, me quedo explorando mis ideas y teniendo una conversación interna sobre lo que siento por Joe. Paso mi mano por mi pecho y siento como, al recordar todas las vivencias que tuve con él, mi corazón latía más rápido. Al terminarme de bañar, me empiezo a secar el cuerpo y a ponerme la ropa interior. Salgo del baño con una bata y voy directo a mi cuarto. Escuchamos el ruido del timbre y suponemos que es Claire. Le pido a Aurora que le vaya abrir, ya que yo seguía sin vestirme. Mientras me ponía algo de ropa cómoda, escucho el ruido de la puerta de mi habitación abriéndose.

—Feliz cumpleaños —Claire se escuchaba rara por el resfriado.

—No era necesario que vinieras en tu estado actual.

—Por favor, si me encuentro perfec… ¡A… Au…! ¡ACHU! —tenía una risa nerviosa la estego—. Tal vez aún sigo algo resfriada.

—Entonces, ¿Qué piensan hacer?

—La idea es arreglarte un poco para que te veas mucho más atractiva —decía Aurora con bastante calma—. ¿A qué hora te juntas con Joe?

—Habíamos acordado que a las 20hs me pasaba a buscar.

—Excelente, tenemos tres horas aún.

—¿Ya revisaste el ropero de Bianca? —le pregunto Claire a Aurora.

—Sí, pero lo único que tiene decente son estos dos vestidos —siento la mano de Claire sobre mi hombro.

—La próxima vez que vayamos al centro comercial, iremos a comprarte ropa —alejo la mano de Claire y le digo a mis dos amigas lo que pienso.

—Escuchen, entiendo lo que quieren hacer por mí y lo agradezco, pero aun si me viera más atractiva, no sabría si la cena iría bien.

—No puedes estar torturándote con esto—Aurora bramaba con mi respuesta—. ¿Nunca en tu vida te habías enamorado antes?

—No. Siempre se me hizo difícil hacer amistades en la adolescencia —me daba algo de pena contar esto—. Sé que hoy en día tengo más confianza en mí para entablar una conversación con un desconocido —se me escapa una risa por lo que pienso—. Eso del amor a primera vista no existe en mi vocabulario.

—¿Y esta es la primera vez que sientes algo distinto por otra persona? —Claire lo decía con su voz suave y dulce.

—Si, por eso no tengo idea de lo que si siento por Joe —lanzaba un resoplido—. No sé si es amor o si solo lo veo como un amigo.

—Dime —Aurora ya no sonaba tan molesta como hace unos segundos—. Si en el hipotético caso de que Joe sintiera algo por ti, ¿Te gustaría intentar algo con él o le dirías que es mejor seguir siendo amigos?

¿Si Joe sintiera algo por mí? La verdad, no pensé en esa posibilidad.

—A lo mejor, le daría una oportunidad, a ver qué pasa.

—Entonces ya está, vamos a volverte una diosa para que el humano quede de rodillas ante tus pies.

Y así sin poder saber que pasaría, deje todo en manos de mis amigas. Fue una nueva experiencia para mí; era la primera vez que pasaba un momento de chicas, y también, era la primera vez que me maquillaba. Se sentía raro cuando me maquillaban los ojos, era una sensación extraña para mi rostro el sentir del delineador de ojos o el lápiz pasar cerca de mis parpados. En un momento, Aurora se estaba riendo a carcajadas mientras que Claire la regañaba por algo que hizo, ¿Qué habrá hecho a mi cara?

Tras un poco más de hora jugando con mi rostro, las chicas terminaron de maquillarme y… no tengo la menor idea de lo que habían hecho.

—La verdad, se ve bastante bien —decía algo orgullosa Aurora.

—¿En serio me veo bien? —Quiero confiar en que ellas hicieron un buen trabajo.

—Sí, tardamos porque queríamos ver cómo hacer resaltar tus mejores rasgos —Claire se reía un poco—. Creo que Joe estará fascinado cuando te vea —se me hacia una pequeña mueca de felicidad al oír eso.

—Ahora párate —Aurora lo decía con mucha firmeza—. Y así vemos que vestido hace resaltar mejor tu trasero —se me calentaban un poco las mejillas al escuchar el comentario de la dilophosauro.

—¡Aurora!

—¿Qué? Si vamos hacer que te veas sexy, haremos que todo en ti se vea sexy.

—Es que me apena que me digan eso.

—Ay, pero no tienes que avergonzarte de eso —me exalto cuando siento sus manos agarrando mis posaderas—. Tendrías que sentirte orgullosa de tremendo culo que me llevas.

—¡AURORA! —lanzo golpes al aire, fallando todos intentando darle al menos uno a la fumeta en lo que ella se estallaba de la risa por mi reacción.

Y después de otra hora probándome los dos vestidos y dejando que Claire me peinara, finalmente estaba lista para la cita que tenía con Joe. La única forma que tenía para asegurarme de que todo el trabajo que realizaron las chicas en producirme allá servido, es cuando Joe me venga a pasar a buscar.

—Gracias por ayudarme, es la primera vez que hago esto.

—Para eso están las amigas —otro momento que atesorare—. Bueno, debemos irnos que se nos hizo muy tarde.

—Las acompaño hasta la puerta.

Salimos las tres del cuarto, y en lo que íbamos caminando hasta la puerta de entrada, escucho como alguien abría la misma; al parecer papá regreso de trabajar.

—Hola Bianca, ya regre… —de alguna forma, él se quedó en silencio—. Wow, te ves preciosa hija.

—Gracias papá —me avergonzaba un poco por el halago—. Ellas me ayudaron a que me pudiera ver bien para hoy; ella es Claire y ya conoces a Aurora.

—Es un placer.

—Igualmente —dicen las dos chicas casi al unísono.

—Iré a descansar un rato y después a prepararme la cena, un gusto verlas —escuchaba como mi padre subía las escaleras del piso de arriba.

—Nos vemos la próxima Bianca —me decía Aurora mientras les abría la puerta de entrada—. Recuerda, que, si hay algún inconveniente en la cita, ve al baño y llama alguna de las dos, ¿Ok?

—Si.

—Cuídate Bibi —me decía Claire.

—Tú también, y recupérate, que falta que no llegues bien para tu show.

—Tranquila que estaré perfecta para el concierto, después llámame para saber cuántas entradas te reservo.

—De acuerdo, adiós —las saludaba con la mano en lo que iba cerrando la puerta.

Al cerrar la puerta, apretó el botón del reloj para escuchar la hora; las 19:13 p.m.; ahora solo toca esperar a que llegue.

Estuve sentada en mi escritorio escribiendo un poco en mis bitácoras y describiendo lo que fue este gran día que aún no termina. En mi silencio absoluto, soy interrumpida por mi padre.

—¿Podemos hablar?

—Sí, ¿Ocurre algo? —me pregunto de que quiere hablar.

—Es sobre, lo tanto que cambiaste en estos meses —le hago una expresión de disgusto—. No lo digo mal, es que… Estoy feliz de verte tan alegre —le doy una sonrisa cálida—. Y, quería darte algo que le pertenecía a tu madre —escucho como mi padre se acercaba a mí y me ponía algo en la oreja—. Es un arete que le regalé a tu madre en nuestro primer aniversario.

—Gracias papá por esto. Pero, ¿Por qué me lo das?

—Porque ya eres toda una mujer —siento como él toma mis manos y sentía su respiración cerca de mí—. Ya debes suponer que criar a una hija no es tarea fácil cuando eres padre soltero, y mucho menos con una niña tan única como tú —podía escuchar su respiración agitada y sentir como sus manos temblaban—. Le jure a tu madre, que iba hacer lo imposible para que tu fueras feliz sin importar que pasara; eso también significaba sacrificar algunas cosas —Ya su voz temblaba al hablar—. Y sé que… cometí mis errores como padre, pero verte ahora… Una mujer que puede valerse por sí sola… hace que me llene de orgullo —sentía como caía algo de agua en mis manos, ¿Papá esta llorando? —. Por eso, es que debo aprender a soltarte y dejarte hacer tu propia vida.

Me acerco un poco más a él y lo termino envolviendo en mis brazos, podía escuchar un pequeño sollozo de su parte.

—Agradezco que me des mi espacio, pero quédate tranquilo que siempre seré tu pequeña niña —era difícil mantener la compostura para no llorar, no quería arruinar el maquillaje que tanto les costó a las chicas—. Y aprecio todo lo que hiciste por mí, y aunque hayas fallado en algunas cosas, hiciste un gran trabajo como padre —él se aferra mucho más en el abrazo y deja escapar varias lágrimas.

—Ya… —ya estaba regresando a su tono normal de voz—. Es que desde la vez que saliste corriendo a buscar mis medicamentos, supe que ya no necesitabas que te protegiera —mejor que no sepa que paso esa noche con exactitud—. Pero tu padre, terco como mula, no le entraba la cabeza que debía dejarte en paz. Pero verte lograr tantas cosas por tu cuenta, que tengas un trabajo, varias amistades sanas y una sonrisa todos los días —él se va liberando de nuestro abrazo—. Me da la seguridad de que cuando me vaya de este mundo, tendrás alguien a tu lado; ese siempre fue mi mayor miedo, que estuvieras sola en el mundo —se acerca a mí y me da un beso en la mejilla—. Solo promete que pasaras una gran noche.

—Lo haré.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti.

Después de tener una conversación muy emotiva con mi padre, continuó con mi escritura. Tras dejar un poco de mí en el papel, guardé el libro en mi escondite y me puse a escuchar los mix que me habían regalado mis amigas; tal vez eso hacía que el tiempo pasara más rápido, ya que las ansias me estaban matando.

Estuve pendiente del reloj para saber cuánto faltaba para que Joe me viniera a buscar; incluso cuando faltaba poco, estuve ya vestida, con abrigo incluido, esperando cerca de la puerta hasta que escuchara el timbre o que él golpeara la misma. Después de varios minutos de espera, escucho un golpe en puerta; debe ser él. Tome mi bastón y me acerque a la puerta para abrirla, al hacerlo, digo su nombre con total calma esperando a que él este ahí.

—Joe —un silencio se hace presente hasta unos segundos, hasta que escucho la voz de él.

—Te vez muy bien.

—Gracias, tuve un poco de ayuda de las chicas.

—¿Vamos? Que el taxi nos está esperando —baje con cuidado las escaleras y soy asistida por él.

Ambos subimos al taxi y comenzamos nuestro viaje al restaurante. Fueron un par de minutos bastantes tranquilos, apenas habíamos charlado un poco sobre cómo fuero nuestros días. Me conto que me estaba llevando a comer a Moe’s, yo solo lo conocía por sus pizzas, pero Joe me dijo que su menú de comida italiana es de admirar. Nos bajamos del taxi, y de forma imprevista, él tomo mi mano, y aunque normalmente alejaría su mano, esta vez lo deje pasar.

Ya dentro del restaurante, Joe se hizo cargo de todo cuando hablo con el recepcionista. De la nada, escucho una voz enérgica con un marcado acento italiano.

—¡Pero si es el bambino de Giorno!

—Cuanto tiempo paso Moe. ¿Todo bien en el negocio?

—Excelente niño, este año es uno de los mejores para el negocio.

Estuvieron hablando un rato entre ellos, para después, llevarnos a nuestra mesa. Joe me conto en el auto que su padre y Moe, el dueño del restaurante, eran viejos amigos. Al momento de sentarme en la mesa, él me dijo que iba hablar con unos conocidos que trabajaban en el restaurante y yo aproveche el momento para ver la carta. Al pasar mis dedos, me doy cuenta de que no tienen menú para no videntes; es una lástima. Cuando Joe regresó, le pedí que él me leyera la carta y me recomendara que pedir, entre las opciones que dio, elegí la lasaña, ya que contadas veces con los dedos, la había probado.

Tras pedir la comida y las bebidas, comenzamos hablar sobre las novedades que teníamos cada uno. Por mi parte, le conté a más detalle como sucedió el almuerzo; Víctor había comprado un pastel de chocolate y mis compañeras de trabajo me regalaron un set de escultura, al contarlo no podía esconder la felicidad. Mientras que Joe, profundizo en su entrenamiento.

Él cuenta que al final si apareció el promotor en el gimnasio, al narrar su mañana pasaba por diferentes estados, en un momento sonaba asustado, pero a su vez, lo contaba con bastante humor. Al momento que empezó a explicar cómo había sido su lucha, yo solo podía reírme cuando le ponía algún que otro efecto a los golpes o caídas; no miento que se me hace muy tierno escucharlo hablar así. Para que al final, el promotor estuviera impresionado con la participación de Joe que logró conseguir un contrato.

—Es una gran noticia —estaba muy feliz por él—. Finalmente lo lograste, tus esfuerzos valieron la pena.

—Esto no lo hubiera hecho sin ti —su voz sonaba tan confiada al decirlo—. Si tu no hubieras insistido en buscar una meta de vida, pasar semanas probando cosas, apoyándome cuando me sentía cansado; no tendría ese contrato. Gracias es lo mínimo que puedo decirte —me avergonzaba un poco cuando me dijo eso.

—Vas hacer que me sonroje. Tengo algo que contarte —quiero ver cómo reacciona a la noticia—. Mi escultura entro a la exposición.

—No… —sonaba sorprendido, me encantaría ver su cara—. ¡Es increíble! ¿Cuándo te enteraste?

—Fue el regalo sorpresa de Víctor, espero hasta mi cumpleaños para darme la noticia.

—Otro motivo para celebrar esta noche, ¿Ya tiene fecha la exposición?

—17 de marzo, en el museo de las bellas artes.

—Listo, ya tengo grabado en mi cerebro la fecha —Joe comenzó a tener una leve risa—. Me iré a sacar una foto con mi yo de barro.

—No hagas nada ridículo ese día.

—Ay, qué aguafiestas —acto seguido, nuestra camarera trajo nuestras bebidas.

Con delicadeza, busco la copa de agua y le doy un sorbo. Como de si un destello se tratara, tengo una idea que podría servir para aclarar mis dudas.

—Oye Joe.

—Dime.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

—¿Cuál es el tipo de mujeres que te gustan?

Es una jugada muy arriesgada la que estoy haciendo, pero necesito sacarle información sea como sea; quiero estar segura de si estos sentimientos son reales o si es mi mente que me está haciendo una mala broma.

—Eh, pues… —está tardando en responder—. Diría que una chica con la que pueda reírme, pasar momentos agradables, que sea dulce y que tenga ese gesto de ayudar al resto sin pedir nada a cambio —fue una respuesta… Vaga.

—Y a ti, ¿Cuál es tu tipo de hombres? —era una posibilidad de que él me preguntara lo mismo.

—Y a mí me gustan los que pueden expresar lo que sienten.

—¿Cómo sería eso? —postré mi codo en la mesa y puse mi mentón en mi mano.

—Que sean capaces de decir cómo se sienten, no solo con palabras, sino con gestos; que sean sinceros, y aunque fuera torpe, que tengan un gran corazón.

En esos segundos, tras dar la respuesta, me doy cuenta en que cierta forma lo estoy describiendo a él; o al menos el concepto que tengo de él. ¿Se habrá dado cuenta?

—Se nota que leíste muchas novelas románticas en tu adolescencia —él se estaba riendo de mi respuesta, y yo, seguramente estaba roja como un tomate.

—Hey no te burles de mi —y así confirmé que Joe no se dio cuenta de lo que dije.

Tras una larga espera, nuestra comida había llegado a la mesa. La comida tenía un excelente aroma, cada corte de carne se podía distinguir si olfateabas bien, la salsa que la acompañaba abría el apetito de cualquiera; solo falta probarlo y saber que tan rico estaba.

Seguimos charlando mientras degustábamos la comida, él me pregunto si había recibido otro regalo aparte de los de mis compañeros. Le conté que las chicas me regalaron unos mix de música, y mi padre, me compro un estante nuevo para mis libros y unos pantalones.

Todo iba bien en la cena, me estaba divirtiendo con Joe y estaba pasando uno de los mejores días de mi vida. Como no conocía el lugar, le pedí a Joe que llamara a la camarera para que me acompañara al baño; ya faltaba que me golpeara con alguna mesa y todo se vaya a la mierda. Con una explicación que se resumía en “es ciega y necesita ayuda para llegar al baño”, la camarera me acompaño hasta el tocador de mujeres, y al entrar, aproveche para llamar a las chicas; marco el número de Aurora y espero a que conteste.

—Bianca, ¿Qué paso?

—Nada, solo quería hablar contigo —escucho refunfuñar a la dilophosauro por el teléfono.

—Cuando dije que nos llamaras, era si OCURRIA un problema.

—Perdón…

—Entonces, ¿La estas pasando bien? —ya sonaba menos molesta.

—Sí, la verdad la comida del lugar es espectacular, los camareros son educados y la música de ambiente acompaña muy bien.

—Me refiero a ti y a Joe, ¿La estas pasando bien con él?

—Totalmente, es una noche preciosa la que estoy viviendo.

—¿Y ya tienes claro lo que sientes o sigues debatiendo contigo? —me encantaría darte una respuesta clara Aurora, pero…

—No sé aun, tampoco sé si el siente algo por mí.

—Solo ten confianza, algo me dice que, si tienes una oportunidad con él, arriésgate.

—Gracias, voy cortando.

—Está bien, cuídate —corto la llamada y termino de hacer mis necesidades.

Salgo del cubículo del baño y me dirijo al lavamanos, en ese corto tiempo, mi cabeza solo piensa en el aceptar la posibilidad de estar en algo con Joe o solo dejarlo en esta bella amistad.

—Aurora me dijo que tenía una oportunidad, tal vez deba confiar en ella —me decía a mí misma.

Salgo del baño y la camarera llama mi atención para acompañarme hasta mi mesa. Al sentarme en la mesa, soy recibida por una pequeña sorpresa de Joe.

—Bianca, no sabía cuándo dártelo, así que —¿Un regalo? —. Feliz cumpleaños —extiendo mis manos para que Joe me diera el regalo—. Espero que te guste.

—Esto son… —mis manos empiezan a explorar el contenido de la bolsa—. ¿Libros?

—Si, por cosas de la vida, descubrí una librería que venden algunos libros en Braille y pensé que te podría gustar. Recibí un poco de ayuda del dueño para elegirlos —en lo que él hablaba, noto una pequeña nota, pegada en uno de los libros.

—Hay algo más en la bolsa.

—Ah sí, quise escribirte algo. perdón si no está bien hecho.

Saco la pequeña nota que se hallaba en el libro y comienzo a pasar mis dedos sobre el papel.

“Nunca fui bueno con las palabras, pero hice mi mejor intento. Feliz cumpleaños”.

—Hice mi mejor esfuerzo en esto —sin que me diera cuenta, empezaron a caer algunas lágrimas de mis ojos—¿Estas bien? —sonaba preocupado por mi reacción.

De todo lo que podía esperar, nunca creí que Joe haría esto. Se tomó el tiempo en dedicarme una carta en braille. Y aunque sean solo trece palabras, es el gesto lo que cuenta.

—Es…Es que… —estoy sin palabras—. Gracias Joe por el regalo —me limpiaba los ojos con la servilleta—. Es el mejor regalo que recibí de alguien.

—Me alegro que te haya gustado.

Con este momento que conmovió mi corazón, solo puedo decir, que fue el mejor cumpleaños de mi vida. Desde el cariño que recibí en el taller, la asistencia de las chicas para que me viera hermosa para este momento, el arete de mi madre que me dio mi padre y ver que Joe se tomó el tiempo y esfuerzo de escribirme algo para mí, hizo que no pudiera contener más toda esta felicidad que quería salir; pero todo lo bueno debe terminar.

Después de que Joe pagara la cena, ambos nos volvimos juntos en taxi. Ambos estábamos satisfechos por la comida y muy felices por esta hermosa velada. Llegados a mi hogar, estuvimos unos pocos minutos afuera de mi casa hablando.

—Fue una linda noche —estaba muy feliz.

—Sí, espero que disfrutes los libros.

—Seguramente —comienzo a subir las escaleras y Joe me asistía—. Espero que nos veamos pronto.

—Claro, tu solo llámame y nos vemos —Ambos estábamos relativamente cerca…

—Joe.

—¿Si?

Sin pensarlo, le intenté dar un beso en los labios a él… Lástima que falle y se lo di en su frente.

—Eh… —creo que lo deje sorprendido.

—Gracias por la noche de hoy, buenas noches —abría la puerta y entraba a mi hogar.

—Buenas… Noches…

En silencio absoluto, voy caminando directo a mi cuarto para poder pensar con claridad las cosas. Ya dentro de mi habitación, me empiezo a desvestir y a ponerme el pijama para poder dormir. Antes de acostarme, agarro la bolsa donde estaba el regalo de Joe y busco la nota que me había escrito. Al tomarla con mi mano, solo pensaba en una cosa:

<<Este fue el mejor regalo de todo el día>>

Aunque, eso no era lo único que quería decirle. Finalmente, mi corazón había aclarado todas sus dudas y lo tenía claro; estoy enamorada de Joe.

 

 

                                                                                           

Notes:

La verdad no tengo mucho que decir hoy, solo que sigo escribiendo y avanzando con esto.

Tengan un lindo día y sigan dándole mucho amor a nuestra dino ciega favorita.

Chapter 12: Tomar la iniciativa

Notes:

Regresamos con otro capitulo (y el más largo hasta la fecha) de nuestra dino ciega favorita.

Antes de arrancar, un inciso rápido: Este capitulo como tiene canciones que hice pasar como """"""""""originales""""""""""" les recomendaría que escuchen mientras transcurren las escenas (o al menos la ultima canción de todas) Dejo los links acá.

Disfruten

Canción 1: https://youtu.be/Lq9c_MrtJp0?si=4-h0OG7QPmyXBHu9

Canción 2: https://youtu.be/wAQUsdw01IA?si=xYoCaAehAbiEKzvi

Canción 3: https://youtu.be/h4x9JpFOUDM?si=UavaVpkHv2agp1cx

Canción 4: https://youtu.be/wNBdorKBcp8?si=UclHtb8uvAxyCcdT

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

¿Alguna vez han sentido que podrían arriesgarse hacer algo, pero por miedo a fallar lo atrasan? Bueno, ese es mi caso en estos momentos. Desde ese beso en la frente, cada maldito segundo que paso con Bianca, quiero decirle que me gusta y besarla. Pero como soy un cobarde, no me atrevo a seguir estos impulsos carnales.

Tampoco quiero hacerme falsas ilusiones, tal vez el beso falló porque ella no ve, y que estuviera a tres escalones arriba mío, me daba motivos suficientes para pensar eso. Pero, por otro lado, tal vez era solo un beso de cariño porque somos amigos. En serio, odio cuando me pongo así de menso; y más cuando llevo las dos últimas semanas pensando en ella. Por suerte, esta noche nos Juntamos.

Hace unos cinco días, Bianca me llamó para decirme que la banda de Claire, en donde también es parte Aurora, van a tener un concierto, y sin dar muchas explicaciones, la estegosaurio le había regalado entradas para el show. Como no quería ir sola, ella me invitó y no dudé en decir que sí. Lo único “malo”, es que vamos a uno de los barrios más costosos de Volcadera.

—¡Reacciona Joe! —el grito de Will hace que regrese a este plano astral.

Debido a que me dejé llevar por mis pensamientos, no tuve tiempo para amortiguar la doble patada que impactó en mi pecho. Todo mi cuerpo cayó contra la lona y me costaba recuperar el aliento; el dolor es bastante molesto y hasta causó que comenzara a toser.

—Viejo, ¿Estás bien? —se oía preocupado.

—Sí… es culpa mía —se notaba que me había dolido esa patada—. No estaba atento.

—Paremos por hoy, se nota que no estás concentrado.

Ambos bajamos del ring, y después de unos segundos, ya estaba mejor tras el golpe que recibí por imbécil. Nos sentamos en el suelo, en donde estaban nuestros bolsos, y el triceraptop, insistió en saber qué mierda estaba pasando por mi cabeza.

—A ver, es la primera vez que te veo fuera de foco en un entrenamiento. ¿Hay algo que te esté molestando?

—No, estoy bien.

—No te creo ni una mierda, si hubiera sido otro movimiento, anda saber cómo hubiera terminado —era evidente para él que algo me pasaba—. ¿Es por el contrato?

—No es eso. El contrato es un motivante para exigirme más.

—¿Y entonces qué te ocurre? —su mirada reflejaba su preocupación.

—Es que hoy voy a un concierto con alguien y… —él me tapa la boca y comienza hablar.

—Es tu amiga lo que te tiene tan distraído, ¿Verdad, Romeo? —ya no puedo negárselo.

—Sí, pero… Carajo —me agarraba la frente de la bronca que sentía conmigo mismo.

Por culpa de mi corazón, pierdo el foco de las cosas que hago, y desde esa noche, no puedo parar de hacerme la misma pregunta.

<< ¿Ella sentirá lo mismo que yo? >>

Pero esa pregunta, solo hace que traiga recuerdos de mi última relación amorosa. Esto provoca en mí un miedo inexplicable, algo que hiere mi alma y logra que no me atreva a dar el primer paso con Bianca. Solo me quedaba una opción…

—Will, como tienes más experiencia con las chicas, ¿Qué hago? —el dinosaurio de escamas verdes me mira sorprendido.

—¿Crees que soy la mejor opción para aconsejarte? —denotaba sorpresa su voz.

—Mira, sé que eres mujeriego y que tu relación más larga duró 4 meses —Will me mira con algo de molestia—. Pero entre que tú saliste con muchas mujeres y yo solo salí con una en toda mi vida, me gustaría escuchar un consejo tuyo.

—Ay dios mío, sí que estás desesperado, si recurres a mí.

¿Estoy desesperado? Probablemente. Pedirle ayuda al hombre, que en todo el tiempo que lo conozco, habrá salido con más de diez chicas diferentes, pero, a pesar de ser atractivo y encantador; es muy malo aceptando el compromiso. Por eso me sorprende que haya tomado las cosas con seriedad con su pareja actual.

—No te diré como llevar tu relación porque en eso no soy bueno —toda mi atención estaba en Will esperando algún consejo que sea útil—. Pero si podría decirte como tomar la iniciativa.

—¿Iniciativa?

—No puede ser que seas tan idiota… —se toma un tiempo para pensar y se agarraba con la punta de sus dedos el puente de su hocico—. A ver, cuando tuviste a tu primera pareja, ¿Quién de los dos dio el primer paso?

—Pues, fue un momento que estuvimos los dos a solas, nos reíamos y solo ocurrió el beso.

—Ay, qué bonito —sonaba bastante burlón cuando lo cuento—. O sea, ¿solo paso eso?

—Si… —ahora me estoy arrepintiendo de contarle esto.

—Escucha, según MI experiencia, que quede claro, a la mayoría de chicas les gustan que el chico tome la iniciativa. Así que —él me da un pequeño golpe en la pierna—. Cuando veas el momento o la oportunidad, le das un beso o dices lo que sientes.

—A ver —ya estaba buscando excusas—. Entiendo tu punto, pero tampoco puedo arriesgarme así —ahora Will me miraba con molestia y se mordía los labios.

—A ver anormal —se calma un poco y toma aire antes de dar su pequeño sermón—. Alguno de los dos debe dar el primer paso si o si —ahora su voz era seria—. O si no, lo que va a ocurrir, es que pasaran los meses, lentamente alguna de las dos partes dejará de sentir algo por el otro, y esa posible relación con ese individuo tan especial, habrá muerto —le da un buen sorbo a su botella de agua—. Obviamente, es en el caso de que ambos sientan lo mismo, en caso de que solo uno de los dos siente algo más que amistad, ese debe dar el primer paso; o sea, tú —Fue claro como el agua, si yo seguía posponiendo estos sentimientos, no iba a llegar a ningún lado —. Además, respóndeme las siguientes preguntas —estaba preparado para ver que iba a lanzar—. ¿Tienes confianza en ella para contarle algo muy personal?

—Sí.

—¿Ella confía en ti para contarte sus dramas?

—Sí.

—¿Hubo algún indicio de que ella pudiera sentir algo por ti?

—Pues, el día de su cumpleaños me dio un beso en la frente —Will, me miraba confundido—. Ella es ciega y estaba un par de escalones más alta que yo —se toma unos segundos antes de responder.

—Te diría que arriesgues, algo me dice que si tienes una oportunidad.

—¿Cómo sabes?

—Intuición —mi cara no expresaba mucha confianza a su respuesta.

—Y aun si fuera así, ¿qué puedo hacer? —en lo que yo miraba el suelo, Will me da un golpecito en el hombro para llamar mi atención.

—Te voy a enseñar una técnica legendaria que me sirvió la mayoría de veces para romper el hielo con las chicas—en ese instante, la mirada de Will paso de ser seria a ser seductora—. Cuando estás con ella, te acercas, pones tu mano sobre su hombro y dices: “Hey”.

Estallé de la risa al ver su supertécnica de seducción.

—O sea, tu técnica es que me acerque, le ponga la mano en su hombro y diga “Hey” —me costaba formular la oración por culpa de la risa.

—No. Tienes que hacer así, “Hey” —lo decía con una voz grave, lenta y seductora.

—“Hei”

—“Hey”

—“Heeeey”

Y estuvimos unos cinco minutos haciendo el payaso repitiendo en bucle la palabra “Hey” hasta que nos cansáramos de reírnos. Aunque su técnica de seducción me parece una ridiculez, no puedo negar que si tiene razón en que debo arriesgarme a buscar el “sí”. Si sigo reprimiendo mi interés por Bianca, en algún momento este fuego se apagará.

—Pero no deberías darle tanta vuelta.

—No eres el primero que me lo dice…

—Cambiando de tema, para así no torturo tu pobre alma enamorada —ja, qué gracioso—. Ya pude hablar con mis contactos y vendrán para el veintidós de diciembre.

—Eso es genial, ¿Puedo saber quiénes son?

—Me gustaría dejarlo como una sorpresa, para la intriga y para que lo descubras el día del entrenamiento.

—Eres malo.

—El más malo del mundo —él se reía, y no pude evitar reírme de su risa contagiosa.

Debido a mi mal rendimiento, el entrenamiento terminó mucho antes de lo que habíamos acordado. Decidimos que íbamos a descansar hasta el veintidós, así podía poner en calma mi mente, y tal vez, confesar lo que siento por ella esta noche.

Busqué mi bicicleta, que dejé encadenada afuera del gimnasio, y me dirigí para el consultorio de Rootman. En la última sesión que tuve con él, discutimos en que nos veríamos una vez al mes, pero en cualquier caso que lo necesité, podía solicitar otra sesión extra. Al principio solo iba por compromiso, ya que mi madre me recomendó que vaya por ayuda profesional, pero ahora, voy por decisión propia.

Llegado a mi destino, le pregunto a la secretaria si podía dejar mi bicicleta a un costado de su mostrador, ella me dijo que sí, permitiéndome no estar preocupándome porque le pase algo a mi bici. Me quedo esperando a Sebastián en una silla hasta que terminara de atender a un paciente. Sinceramente, no tengo idea de cómo comenzar la sesión de hoy, no sabría por dónde arrancar; el único drama que tengo es el llamado “interés amoroso”.

Veo salir a un hombre, algo mayor, siendo acompañado por Rootman; en donde charlan un poco sobre verse la próxima semana. Cuando se despide de él, el pterodáctilo se voltea a verme y a darme su sonrisa pacifica como hace siempre.

—Buenas tardes, Joe. Veo que llegaste con tiempo esta vez.

—Sí, termino un poco antes el entrenamiento —él mueve su mano señalando a que entre a su oficina.

—Pasa y continuamos nuestra charla adentro.

Esta vez notaba a Sebastián más vigoroso que otras veces, como si tuviera un aura que radia mucha energía. Ya dentro, me siento en el mismo sofá de siempre, y el Doc hace lo mismo en su sofá rojo. Con su anotador y su bolígrafo, estaba listo para escribir todo lo que soltara.

—¿De qué quieres hablar hoy Joe?

—Bueno, como ya le había contado, las cosas con mi madre ya van mejor —hacia un pequeño resoplido—. Ella está de acuerdo de que entrene, pero debo buscar un nuevo estilo de lucha y eso me está agobiando de una manera impresionante.

—Eso me genera una pregunta que nunca te hice —mientras decía eso, estaba anotando cosas en su libreta—. ¿Existen muchas variantes para luchar?

—Respuesta corta, sí. Respuesta larga, es más amplio de lo que uno cree —me tomo un tiempo antes de empezar a explicarle los diferentes estilos que existen—. Digamos que existen arquetipos de luchadores, ya sea, por su tamaño, por su peso o tiene las cualidades necesarias para hacer ese estilo.

—¿Y qué tipo de luchadores existen?

—Por nombrar algunos, tienes a los powerhouses, luchadores de gran tamaño y con una fuerza descomunal. Los high-flyers, luchadores normalmente de baja estatura, que tienen mucha agilidad y se la pasan haciendo acrobacias —siempre me pasa, que cuando comienzo hablar sobre lucha, me emociono y cuesta frenarme—. Están los luchadores técnicos, maestros en las llaves de sometimiento y en los agarres. También existen otros arquetipos, pero esos normalmente se combinan con los anteriores mencionados; como el stronge style.

—Creo que estoy entendiendo la idea —el rostro del Doc reflejaba bastante interés—. ¿Y por qué tienes que cambiar tu estilo?

—Porque le prometí a mi madre que iba a dejar el estilo de alto vuelo y buscar algo más seguro. Ya la asusté una vez, no me gustaría volverla asustar —el Doc me miraba con seriedad.

—Comprendo tu punto, pero digo, ¿Es necesario cambiar de estilo? —él es la única criatura de este mundo, que logra hacerme cuestionar cada cosa.

—La verdad no, pero en el fondo sé, que soy limitado. Me vendría bien ampliar mis horizontes y aprender nuevas movidas —con un rostro poco expresivo, empiezo a rascarme la cabeza—. Hace unas semanas tuve un entrenamiento en donde me animé hacer una acrobacia arriesgada y salió bien —lanzaba un suspiro—. Pero no niego que tuve miedo en el momento en el que salte de que algo saliera mal.

—¿Actuaste sin pensar? —ahora su mirada era más severa.

—Si quiere verlo así…

—Joe —su mirada deja de ser fría y pasa a ser más empática—. Desde mi punto de vista, como tu psicólogo, te diría que te tomes las cosas con calma. En todo este tiempo que llevamos juntos, veo una mejora excepcional —su sonrisa ayuda a calmar mi ansiedad—. Volviste a luchar, tu relación con tu madre está mejor, tu estado anímico es más alegre y hace más de cinco meses que no escucho nada sobre pesadillas —se levanta de su asiento y pone su mano en mi hombro—. Estás progresando de una manera increíble, deberías estar orgulloso de ti mismo; pero no deberías apurar las cosas.

—Gracias —se me formaba una pequeña sonrisa tras sus elogios—. Si usted no hubiera estado para ayudarme, no creo que pudiera haber mejorado tanto —él me negaba con su mano.

—Yo solo estuve para guiarte —saca su mano de mi hombro y regresa a su asiento—. Todo esto lo hiciste por tu cuenta.

—Aunque tuve cierto apoyo de alguien cuando lo necesitaba.

—Te refieres a Bianca, ¿No? —no puedo estar negándolo más.

—Sí, sin ella, tal vez hubiera tardado más en reconectar con la lucha, o simplemente, la hubiera alejado de mi vida.

—Veo que es una gran amiga.

—Desearía que fuéramos más que amigos —Sebastián alzaba una ceja.

—Entonces, ¿Ella te…? —debo soltarlo.

—Me gusta. Me enamoré de ella con el pasar del tiempo, y últimamente, no la puedo sacar de mi cabeza —se me escapa una risa seca—. Incluso, hace que pierda la atención en cosas que hago.

—Esto viene genial —Rootman revisa sus notas—. Hace unas sesiones, quería empezar a tratar tu parte emocional. Porque la última vez, te veía algo negado con esos sentimientos.

—Es que Doc… No es un tema fácil para mí el amor.

—¿Se puede saber?

Nunca creí que llegaría al punto de que contaría uno de mis mayores errores en la vida, y algo que, hasta el día de hoy, carcome mi corazón.

—Cuando tenía dieciséis, tuve a mi primera, y única pareja hasta la fecha.

—¿Cómo se llamaba?

—Julia, era una styracosaurus, era bastante popular en el instituto.

—¿Quieres contarme un poco sobre ella? —empecé a narrar ese capítulo de mi vida, que solo tres personas conocían bien, mis padres y mi mejor amigo, Francis.

Comencé a contar como la conocí. En esos tiempos, cuando iba al instituto, yo era un chico bastante peculiar, por dos simples razones, ser de los pocos humanos que cursaban ese año y porque siempre me metía en problemas. Como nunca me gustaba ver como otros se aprovechaban de los más débiles, las mayorías de las veces iba a detención por pelear contra algún bravucón de turno. Casi siempre ganaba las contiendas, pero siempre me llevaba de algún que otro ojo hinchado o algún moretón. De las muchas veces que fui a detención, el director me mando hacer trabajo forzado con el grupo de teatro.

¿La razón? Como estaban preparando una muestra teatral en el auditorio, debían armar escenografía y mover muchas cosas pesadas, y como no tuvo mejor idea, me mandó a hacer de mano de obra por una semana entera. Ahí conocí a la presidenta del club de teatro, Julia, la radiante chica que se imaginaba actuando en los teatros más importantes de Broadway. Al principio estuve distante de todos ellos, pero ella, siempre intentaba a que yo interactuara con el resto del grupo y que no fuera tan arisco.

En toda esa semana que estuve trabajando para el club de teatro, fui conociendo mejor algunos de sus integrantes, y con la que hice mejores migas, fue con Julia. Con el tiempo nos fuimos conociendo más y más, hasta llegar a entablar una amistad.

Los meses pasaron, y en una fiesta que hubo, quedamos a solas nosotros dos. En el tiempo que el resto de invitados habían ido a comprar licor, nosotros dos estuvimos acostados en el techo de una casa contemplando las estrellas. Entre chistes tontos, hablar sobre nuestras ambiciones y futuras metas, nuestras miradas se cruzaron y nos besamos. Para mi yo de esos tiempos, fue algo mágico y hasta sorpresa; jamás en mi vida me hubiera visto en una relación inter-especie. Y así estuvimos de pareja hasta un poco después de la graduación.

El Dr. Rootman se preguntaba por qué terminamos, y es ahí donde nace mi miedo de empezar otra relación. Tocaba hablar sobre mi segundo semestre del último año escolar, el momento en donde nuestra relación empezó a tener varios fallos.

Para esos años, estaba por hacer mi debut como luchador y toda mi atención se enfocó en eso; al punto que muchas veces ignoré otras responsabilidades. Los dos sabíamos que éramos ambiciosos, que queríamos ser los mejores en lo que nos gustaba, pero eso condenó nuestra relación, tanto como amantes y como amigos.

Yo me juntaba mucho con su grupo de amigos, pero para todos era “el novio de Julia”, y realmente, nunca sentí que pertenecí al grupo. La única persona que me dirigía la palabra, aunque me odiara, era la mejor amiga de Julia, Zoe. Ella no lo negaba y yo tampoco, no nos llevábamos bien, pero teníamos la mínima de decencia de no pelearnos mientras estábamos todos en grupo.

En un momento que estuve a solas con Zoe, ella me explicó que últimamente Julia no se encontraba bien. Yo le dije que no estaba al tanto, y ella me remarcó que ese era el problema; que últimamente no estaba cuidando mi relación con Julia. Zoe fue directa conmigo y me dijo:

—Julia te ama, y te necesita a su lado.

Esas palabras me pegaron duro, porque me sentía responsable de no haber sido un compañero para ella en una situación tan delicada. Intenté acompañar a Julia en todo este trayecto, ser un apoyo emocional, estar para cuando me necesitara; por dios, juro que lo intenté, pero yo le falle en esos tiempos difíciles.

Tiempo después de que todo se calmara, Julia y yo no estábamos en nuestros mejores términos, diría que nuestra relación estaba en la cuerda floja. Ella quería que esto siguiera funcionando, pero yo… no sabía qué quería.

Tras sincerarme un poco con ella, Julia arremetió contra mí diciéndome que nunca me preocupé por esta relación. Me defendí diciendo que muchas veces sacrifiqué algunas oportunidades de luchar solo para verla actuar, mientras que ella, nunca faltó a un ensayo para ir a verme luchar. La discusión fue escalando más y más, hasta el punto en el que ambos dijimos algo que hirió al otro. Con varios comentarios horribles y dos corazones rotos, no volví a cruzar caminos con Julia.

Tal vez algo que me sigue pesando hasta el día de hoy, es que no pude disculparme por lo que dije. Tampoco quiero que me perdone y volvamos a mantener contacto, solo quiero decirle, que aquella vez, me había pasado.

Vuelvo a mirar al Doctor Rootman que se ve bastante inexpresivo, era la primera vez que lo veía así.

—¿Ahora entiende mi miedo? —lo miraba buscando una mirada cómplice—. Ya lastimé a alguien que me importaba una vez, no quiero hacer que Bianca sufra por mi estupidez —mis ojos se empezaron a humedecer—. Por eso me castigo a mí mismo, en que no puedo amar a otra persona—Sebastián se toma el tiempo antes de dar una respuesta, su expresión sigue siendo la misma.

—Escucha Joe, es una situación horrible la que pasaste en tu adolescencia, y es muy entendible que sientas esta culpa. Ya pasaron varios años desde esa relación, y lo único que puedo decirte es que debes aprender de esos errores.

—Pero no es así de fácil, Doc.

—Y lo sé, pero no puedes seguir huyendo del amor —por favor cállese—. Ya eres un hombre ahora, que puede afrontar nuevos retos —dios, cállese—. Y por lo que se dé Bianca, deberías…

—¡NO ES FÁCIL! —interrumpí al Doc porque ya no podía aguantarlo—. ¡NO QUIERO ESCUCHAR ESO! ¡¿APRENDER DE TUS ERRORES?! ¡¿CREE QUE NO LO SÉ?! —me había alterado.

—Joe, cálmate y sigamos hablando con…

—¡NO! —debía frenar, pero no podía.

—Joe, en serio, comprendo muy bien por lo que pasas, pero…

—¡¿QUÉ VA A SABER USTED?! ¡USTED NO SABE LO QUE ES CASTIGARSE ASÍ!

—¡SI QUE LO SÉ! —Rootman se levanta de su asiento, y por primera vez, podía ver una expresión de enfado en su rostro—. ¡¿Prohibirse amar?! ¡Sé muy bien lo que significa eso! ¡¿Reprimir emociones?! ¡Estuve casi diez años escondiendo lo que sentía! —podía ver una agresividad en Sebastián que asustaba—. ¡Joe, que te quede claro en tu maldita cabeza lo siguiente! —su mirada era determinante—. ¡Bianca no es Julia!

Estaba sin palabras, no esperaba que mi psicólogo me hablara así. Podía ver en el rostro de Rootman un malestar, no sabía si era porque de verdad colme su paciencia o si estaba molesto consigo mismo por dejar su rol como profesional.

—Acepta que la cagaste en tu primera relación y comenzar de cero. Eres un gran chico, con sus defectos y virtudes, pero no puedes estar aferrado al pasado —ya con voz más calmada, me seguía reprimiendo—. Debes aceptarlo y dejarlo atrás, no olvidarlo, porque hay que tener memoria para no cometer los mismos fallos.

Él tiene razón, con todo lo que me dijo. Si sigo aferrándome a mis malos recuerdos, a cada maldito error que cometí en mi juventud, solo haré que todo el esfuerzo que hice en estos meses se desperdicien. Tengo que mejorar como persona, no puedo echarme para atrás. Si quiero estar con Bianca, debo encontrar mi mejor versión.

—Disculpa Joe, no fue ético de mi parte actuar así —Rootman estaba disconforme consigo mismo—. Me dejé llevar.

—Descuide, creo que era lo que necesitaba escuchar —me siento un idiota por tratarlo así—. Tiene razón con todo lo que dijo, pero ese miedo de volverlo arruinar con ese alguien especial, me sigue aterrando.

—Y está bien que te sientas así —Rootman se me acerca y me da un abrazo—. Sin embargo, no debes dejar que ese miedo te detenga de disfrutar la vida —acepté su abrazo—. Ten una relación con Bianca.

—Gracias, por sus palabras.

—Oye, si quieres que volvamos a tratar el tema de Julia, mi puerta está abierta.

—Usted disfruta del sufrimiento de sus pacientes —lo decía con un tono irónico.

—Y es lo que me da de comer —ambos nos reíamos y nos zafamos del abrazo—. ¿Hasta la próxima sesión?

—Sí.

Con una sesión bastante intensa, me despido del Doc y me regreso a mi hogar para prepararme para esta noche. En lo que va del día, ya dos conocidos me dijeron que haga algo con esto que siento. De una forma u otra, el mensaje es el mismo; di lo que sientes a Bianca.

Esta era la primera vez que iba a un concierto en mi vida y me sentía algo emocionado. Quiero decir, iré con la chica que me gusta a escuchar a una banda algo conocida en la ciudad y en uno de los bares del momento; debo disfrutar esta noche.

Pase toda la tarde encerrado en mi cuarto escuchando algunas canciones de la banda de Claire para al menos saber que estilo de música tocaban. Diría que es rock principalmente, aunque no soy muy erudito de la música que digamos. Las canciones pasaban, y yo, cada cierto tiempo, miraba la hora para saber cuánto faltaba para juntarme con Bianca. Como aún faltaban tres horas para el show, decidí dormir un rato.

Para cuando me desperté, miro el reloj de mi teléfono y veo que falta menos de una hora para alistarme antes de ir al recital. Me tuve que bañar lo más rápido que pude y solo preocuparme por lavar las partes importantes. Ya fuera de la ducha, me empiezo a secar, tanto el cabello como el cuerpo, con ayuda de la toalla y el secador. Esto era una misión contrarreloj, así que cada movimiento era importante. Tomé una camiseta blanca limpia, un jean azul y las zapatillas más decentes que tenía a la mano. Con un increíble tiempo de veinticinco minutos, estaba listo para ir a buscar a Bianca.

Esta noche habían anunciado que iba a nevar, así que me puse un abrigo de nieve y un gorro de lana para salir a la calle. En mi fría caminata, podía ver como del cielo caía algunos copos de nieve, empezando a pintar de blanco las calles. Por suerte, llegue unos diez minutos antes de lo que había acordado con Bianca. Como no quería seguir esperando bajo la nieve, toco la puerta, esperando a que alguien me abra.

—Un segundo —una voz masculina se escuchaba detrás de la puerta, al abrirse, veo a Bob—. Joe.

—Disculpe Bob, pero no quiero seguir esperando afuera —estaba temblando por el frío—. ¿Puedo pasar?

—Adelante —Dicho y hecho, entro a la casa—. Bianca se está terminando de preparar.

—De acuerdo, la espero —Bob me miraba de reojo y esta vez no sabía si me estaba juzgando o si estaba siendo amable—. ¿Pasa algo?

—Nada especial, solo que es el primer concierto de mi hija; se veía muy emocionada cuando me contó.

—Qué curioso, el mío también —se sorprende un poco cuando lo digo.

—¿Los de tu generación no van a recitales?

—Obviamente, pero al menos en mi caso, nunca tuve motivos en gastar dinero en eso. La mayoría de artistas que me gustan son del exterior.

—Es una lástima, siempre son grandes experiencias —ahora tengo curiosidad por algo.

—En su juventud, ¿Era de ir a conciertos?

—Por supuesto. En mi adolescencia, habré ido a varios festivales —los ojos del raptor reflejaban algo de nostalgia—. Incluso recuerdo uno que fui en Polonia con la madre de Bianca.

—Qué interesante —era increíble. Por primera vez, tenía una conversación normal con Bob.

—Quería darte las gracias —estaba confundido con lo que dijo.

—¿Agradecerme por qué?

—Por hacer que Bianca sea ella misma —ver a Bob tan amigable, me generaba mucha desconfianza—. Al principio, no me agradabas, tenía miedo de que le hicieras algo a mi niña o la lastimaras —ahora me siento más tranquilo al oír su pasivo agresividad contra mí—. Pero me equivoqué. Desde que se conocieron, puedo ver a mi hija hacer más cosas de las que hacía normalmente, mucho más motivada y segura de sí mismo.

—Tampoco podría decir que hice mucho —decir que yo hice era demasiado mérito para mí—. Su hija es de las chicas más capaces que conocí en mi vida, aun con su discapacidad. Es talentosa, es creativa, es amable y podría seguir diciendo muchas más virtudes de ella; aunque también tiene sus defectos, como su mal carácter o que es algo mal criada —eso último, hace que Bob ponga una mala cara—. Pero ella tiene más virtudes que defectos, y aun con lo malo, yo la adoro tal y como es; sin ella no hubiera salido en el pozo que me encontraba.

—Tal vez debería dejarme de preocupar —a él se le escapa una pequeña risa—. En algún momento yo ya no voy a estar, yo solo deseo que mi hija pueda afrontar esta vida por su cuenta.

—Téngalo por seguro, que con o sin ayuda, ella podrá salir adelante en esta vida.

Ambos escuchamos a la lejanía una puerta abriéndose, nos volteamos a ver y podemos ver que salé la chica raptor.

—Perdón, estaba buscando el abrigo. No es fácil hacerlo a ciegas —ella se reía de su propio chiste.

—Bueno, yo me iré a preparar mi cena —Bob le da un beso en la frente a su hija y luego se voltea a verme—. La quiero acá después de que termine el recital.

—Tranquilo, ella cuidará de mí —Bob se reía de mi respuesta y se alejaba de nosotros dos—. Vayamos a la parada de bus, que no nos queda mucho tiempo antes de que comience el show —Bianca abre la puerta y los dos salimos de su hogar.

Apenas tuvimos que esperar a que pasara el Bus, fue pisar la parada y en menos de cinco minutos apareció. Ayude a Bianca a que se pudiera sentar en lo que se movía la carcasa de metal con ruedas. Estuve pendiente del GPS para saber cuándo debíamos bajar, ya que nunca había ido al barrio de Palm Dashing; el distrito más caro de toda Volcadera Bluff. De todo lo que hablamos en el viaje fue sobre el concierto. Estaba preocupado de que llegáramos tarde, pero por suerte, aún faltaban treinta minutos para que comenzara el show.

Llegamos a nuestra parada y bajamos del bus. No fue difícil encontrar el bar, ya que era el único edificio que tenía un cartel de luces neones que decía “Libertad de Sam”. A lo lejos, se podía visualizar una fila de dinosaurios que esperaban para entrar. Para evitar confusiones, me acerqué al inicio de la fila, y un señor con cara de pocos amigos, me explicó que esta fila era para el recital. Tomé de los hombros a Bianca y fuimos caminando hasta el final de la fila.

Por un lado, no me gusta hacer filas, no soy la persona más paciente del mundo; pero si le sumamos la nieve, no es muy grata la idea de resfriarme.

—¿Falta mucho? —miro a Bianca que tenía algo de nieve en su hocico.

—Diría que no, no estamos tan lejos de la entrada —Piensa en algo, que el silencio me está matando—. Este es tu primer concierto, ¿No?

—Sí —se quitaba la nieve de su rostro—. Estoy algo emocionada, incluso las chicas me regalaron una camiseta de su banda.

—¿Puedo ver?

—Cuando entremos, que con este frío no quiero sacarme el saco.

La charla que tuvimos en la fila fue amena, termine conociendo más sobre ella y su gusto musical. Debido a distintos factores, ella no era de escuchar mucha música en su juventud. De lo poco que podía disfrutar, era de todos los discos y casetes que tenía su padre. Entre sus gustos, está la ópera; a ella le encanta y disfruta mucho de Beethoven. Y con el pasar del tiempo, cuando conoció a Aurora, descubrió un nuevo mundo musical. Hoy en día, disfruta de varios géneros musicales como el rock and roll, el Blues, el Pop, entre otros géneros.

En mi caso, yo era algo más vago con mis gustos. Si tuviera que resumir mi playlist, todo se resume en tres simples cosas: música italiana, Hip-hop y temas de entrada de luchadores. Si tengo otros gustos por alguna que otra canción de Rock o de Pop, pero sencillamente prefiero quedarme con esos tres. En lo que seguimos charlando de música, llegamos al inicio de la fila. El guardia que cuidaba la puerta nos pidió las entradas y Bianca se las entrego.

Cuando entramos al establecimiento, quede sorprendido por su decoración; el lugar era tan grande como el gimnasio donde entrenaba. En una de las paredes, sobresalía un escenario con proporciones bastante buenas; es seguro que ahí tocaran las chicas.

A mi derecha, había una barra con forma de semicírculo que ocupaba casi todo el lateral derecho, detrás de ella, se encontraba una estantería llena de licores de marcas reconocidas.

Lo otro que llamaba la atención era el segundo piso, y por los dinosaurios que se veían en el barandal, y su forma de vestir, diría que es la zona V.I.P. del lugar.

 A mi izquierda, se encontraban algunas mesas con asientos para poder estar, tomé del brazo a Bianca y fuimos juntos a buscar un lugar.

En una esquina, había una mesa para dos personas, y estábamos lejos de los parlantes, así que era un lugar bastante tranquilo para estar. Como la calefacción estaba prendida, los dos nos sacamos nuestros abrigos y mi atención fue directo a la camiseta que llevaba Bianca. En el centro de la camiseta, había un pequeño dinosaurio con un vestido de novia, y en su cabeza, tenía puesto una corona; se me hacía muy simpático el diseño.

—Te queda bien la camiseta.

—Qué suerte, como no veo, no sé qué ropa me queda bien y que no.

—No importa lo que uses, siempre te ves bella.

—¿Qué? —cerebro estúpido.

—Ehhhh —cambia de tema rápido—. Iré a buscar algo de tomar, ¿Quieres algún trago?

—¿Hay algo dulce?

—¿Qué tan dulce?

—Bastante, no me gusta lo amargo.

—Regreso en un rato —ella me saluda y camino hasta la barra que estaba a la otra punta del local.

Me siento como un bicho raro en este lugar, no sé si es porque soy el único humano que distingo entre toda la multitud o si es porque estoy en el barrio de los ricachones. La única pregunta que me surge es, ¿Cómo consiguió Claire este lugar para tocar?

Intento acercarme a la barra, pero el conjunto de reptiles antropomórficos me impide el paso. Con un poco de esfuerzo, y pasar entre la multitud, logro llegar al frente de la barra y quedo cara a cara con un bartender que destacaba del resto, por su vestimenta púrpura brillante que hacía juego con sus escamas negras.

—Buenas noches —el carnosaurio me mira con sorpresa—. Pero mira que me trajo esta noche —su forma de hablar era muy llamativa y cautivadora—. ¿Qué hace un humano por estos lares?

—Vine a ver a la banda, soy amigo de uno de los integrantes.

—Pues yo pariente de uno —eso explica como consiguieron el lugar—. ¿Qué se te ofrece?

—Una cerveza rubia y… —¿Qué le podría gustar a Bianca? —. Disculpe, pero ¿Tiene algún trago dulce? Es que a mi chica le gustan las cosas dulces —¿Acabo de usar “mi chica” para referirme a Bianca?

—¿Tiene experiencia con el alcohol?

—No le pregunte, pero supongo que no mucha.

—Entonces ya sé —se da media vuelta y empieza agarrar varias botellas que había en el estante.

Con mucha velocidad y encanto, empieza a preparar un trago con rapidez. Usando su cola para pasarse las botellas, este hombre, estaba dando un espectáculo a todos los que estaban en la barra. Finalmente, él me entrega dos vasos, uno de tonalidades rojas y el otro era mi cerveza.

—Daiquiri estilo Sam, con mucho sabor frutal, con poco alcohol, pero muy traicionero.

—Gracias, ¿Cuánto es?

—Te cobro al final de la noche, tampoco será difícil encontrarte, eres el único humano en todo el lugar —eso último lo decía entre risas.

Me despido del carismático bartender y me regresó a mi mesa con los dos vasos en mis manos. En mi regreso, veo como la gente se empieza amontonar en el centro del lugar, para ver a la banda tocar. Aprovechando que todos se reunían cerca del escenario, se me hizo más fácil llegar a donde estaba Bianca.

 —Llegue justo a tiempo —me siento a su lado—. Ya está por comenzar.

El público empieza hacer cánticos gritando el nombre de la banda, se sentía toda la energía en el lugar. Por suerte en donde estábamos, se llegaba a ver parte del escenario, no mucho, pero sí lo suficiente como para ver al cantante. Acto seguido, todos esos cánticos se volvieron ovación cuando la banda empezó a subir al escenario.

Pude distinguir a Claire y Aurora cuando subieron al escenario, también era curioso ver a Claire por primera vez vistiendo otra cosa que no sea su uniforme de la cafetería. Por el otro lado, destacaba un joven saurópodo de escamas celestes, aunque no distingo de qué especie es. Y para el final, una chica spinosaurio de escamas rojas que se paraba al frente de todos que vestía una remera con el logo de la banda, supongo que es la vocalista. Y sin decir ni una sola palabra, Claire empieza a tocar el bajo, seguido de eso, la spinosaurio empieza a cantar.

Well, good for you, I guess you moved on really easily

You found a new girl, and it only took a couple weeks

Remember when you said that you wanted to give me the world?

Ahora se unía Aurora con la guitarra para darle otra melodía a la canción.

And good for you, I guess that you've been working on yourself

I guess that therapist I found for you, she really helped

Now you can be a better man for your brand-new girl

Y finalmente, el chico de cuello largo rompe la armonía con su batería para cambiar a un ritmo mucho más energético.

Well, good for you, you look happy and healthy

Not me, if you ever cared to ask

Good for you, you're doing great out there without me, baby

God, I wish that I could do that

I've lost my mind, I've spent the night

Crying on the floor of my bathroom

But you're so unaffected, I really don't get it

But I guess good for you

Ya se podía escuchar aparte del público cantar con la vocalista, lo que sería el estribillo de la canción. Estoy sorprendido, se ve que la vocalista canta con mucha pasión, hasta se siente que es personal la canción. Por otro lado, tanto a Claire como al chico, los veo muy tranquilos y seguros al tocar. Pero, si alguien me sorprendió, era Aurora; ver que esa actitud tan relajada de ella se había convertido en una versión mucho más enérgica, era algo nuevo.

Aunque, a lo que realmente estaba prestando atención, era a las reacciones de Bianca. Verla tan eufórica moviendo su cola y su cabeza al compás de la canción, se me hacía muy tierno.

—Es la primera vez que te veo así —le daba un sorbo a mi cerveza.

—Es que llevo esperando hace semanas —ella degusta el trago y se le abrían los ojos—. ¡Diablos! ¡Está riquísimo! —se tomó más de la mitad del vaso tras decir eso.

—¿Ya quieres que te traiga otro?

—Espero —y seguía tomando el daiquiri—. Después de la segunda canción te pido otro.

Mi atención regresa hacia la banda y llegaba a visualizar a Aurora, haciendo un pequeño solo de guitarra, mientras Claire hacía los coros de fondo.

Well, good for you, you look happy and healthy

Not me, if you ever cared to ask

Good for you, you're doing great out there without me, baby

Y toda esa tranquilidad, se rompe con la voz de la spinosaurio y regresan a ese ritmo enérgico.

Like a damn sociopath

I've lost my mind, I've spent the night

Crying on the floor of my bathroom

But you're so unaffected, I really don't get it

But I guess good for you

Well, good for you, I guess you moved on really easily

El público reaccionó de forma muy positiva la primera canción, los aplausos y los gritos de emoción eran evidencia de eso. La vocalista espera a que el público se calme y les pide que hagan un poco de silencio.

—¡Buenas noches, Volcadera! —todos los presentes, incluso nosotros, hicimos una ovación—. Veo que la están pasando muy bien. Seguramente muchos nos conocen, pero para los que no, somos “The queen of destiny” y es hora de rockear.

Aurora empieza hacer un pequeño rasgueo, creo que se dice así, dándole comienzo a la canción.

You are the sun

You are the only one

My heart is blue

My heart is blue for you

Y el bajo como la batería se unen, haciendo que el público explote.

Be my, be my

Be my little rock and roll queen

Be my, be my

Be my little rock and roll queen

Sonaban muy bien, tal vez la letra era sencilla, pero no soy quién para criticar; con suerte soy capaz de hacer rimas básicas para una canción. Bianca estaba abstraída con el concierto, pero yo, no dejaba de pensar en cómo podía llegar a la primera base. Una parte de mí recuerda la técnica de Will, pero algo me dice que es muy estúpida.

<<Pero en momentos desesperados, medidas desesperadas>>

Me arrimo a Bianca para poder ejecutar la técnica de seducción de Will; mejor que funcione o si no Will me las va a pagar.

Con la distancia acortada, llamo la atención de Bianca cuando le pongo mi mano sobre su hombro.

—¡Hey! —intenté poner una voz robusta y sensual.

—¿Qué pasa Joe?

—Pues… —un segundo, ¿Qué mierda digo ahora?

Por unos cinco segundos, estoy pensando que la técnica de Will solo era de un paso y después de ahí no hay nada más.

—Creo que nunca te dije… —saquemos al romeo que hay en mí—. Desde que te conocí, siempre me llamaron la atención tus ojos.

—¿En serio? Pero si no sirven —se veía algo avergonzada.

—Aunque no puedas ver con ellos, tus ojos trasmiten todas tus emociones —se le hace una pequeña sonrisa—. Cuando estás feliz, triste o enojada, siempre quedo hipnotizados por tus ojos —con la poca luz que hay en el bar, no logro distinguir si ella se ruborizó—. Lo que quería decir es…

Antes de que pudiera hablar, un solo de guitarra, y un grito desgarrador de la vocalista, opacan mis palabras; arruinando esta oportunidad de decir algo.

—Tengo sed —Bianca lo decía titubeando—. ¿Podrías traerme otro trago?

—Eh… Claro —y adiós a mi oportunidad.

Viendo que me quedaba poca cerveza, fue otra buena excusa para levantarme e ir a buscar algo de tomar. La banda termina la segunda canción y tienen una pequeña charla para organizarse. El baterista comienza a golpear las baquetas y da inicio a la siguiente canción.

Finalmente, logro llegar al frente de la barra. Me quedo esperando, junto a un pterodáctilo de escamas grisáceas, a ser atendido por algún bartender. Por suerte el extravagante carnosaurio se acerca a nosotros dos.

—Hola de nuevo —al verme, el barman chasquea sus dedos, como si supiera lo que iba a pedir—. ¿Otra cerveza y otro daiquiri?

—Por favor.

—Y usted madame —se gira a mirar al pterodáctilo—. ¿Qué desea esta noche?

—¿Tienen vino? —el bartender le sonríe.

—Tenemos un vino rojo traído desde Mendoza, premiado y reconocido.

—Entonces una copa de ese vino.

—Marchando —el carnosaurio se aleja de nosotros y empieza a preparar los tragos.

Desde la barra, podía ver mejor el escenario. Finalmente, distingo que el baterista tiene un micrófono por encima de la batería, permitiéndole cantar o hacer unos coros sin que el ruido de la batería lo opaqué.

—Suenan bien —lo dije en voz alta sin pensarlo.

—Tienes razón, finalmente está sacando todo su potencial —me giro a mirar a la ptero cuando dice eso.

—¿A qué se refiere?

—La chica de allá —señalando a Aurora—. Es mi estudiante.

—¿Es profesora de Aurora? —ella me da una sonrisa gentil.

—Veo que la conoces.

—Digamos que, por azares de la vida, la conocí por una amiga. Incluso intento enseñarme a tocar la guitarra.

—¿Y cómo te fue?

—Horrible, rompí las cuerdas de su guitarra —ella se reía de mi respuesta.

—Supongo que no se te da bien.

Escuchamos como dos vasos y una copa, golpean detrás de nosotros en la barra.

—¿Entonces también es la profesora de Gustavo? —el carnosaurio se metía en nuestra conversación.

—Así es —se veía algo confundida—. ¿De dónde lo conoce?

—Es mi ahijado, vino a pasar un tiempo acá y se está hospedando en mi casa—él le sonríe a la profesora—. Ahora finalmente conozco a la mujer que lo motivo a seguir tocando.

—Es un gran halago —me uno a la conversación, y juntando mis neuronas, hago una deducción.

—Supondré que es profesora de música, ¿No? —tal vez era obvia la respuesta, pero quería estar seguro.

—Correcto —ella asiente con su cabeza—. Apenas llevo un año, pero ver que algunos alumnos dedican su tiempo a la música, hace que me sienta satisfecha.

Me quedo charlando un rato más con el bartender y la profesora de Aurora, me quede sorprendido al enterarme de que ella tiene tres años menos que yo y hasta tiene un trabajo estable; mejor me reservo que trabajo en un mini mercado. En lo que arrancaba la cuarta canción, fue el momento para regresar en donde estaba Bianca.

—Pues yo me retiro, que tengo que volver con alguien —miro a la profesora de Aurora—. Por cierto, ¿Cuál es su nombre? —ella me sonríe.

—Me llamo Lucy.

—Un gusto conocerla —antes de irme, le digo una última cosa—. Siéntase orgullosa, hizo un gran trabajo con los chicos.

—Gracias por el elogio —ella me daba una sonrisa encantadora—. Disfruta de la noche.

—Igualmente —Tomo mis dos bebidas y me regreso a donde estaba Bianca.

Fue una agradable charla, aunque no le pregunte el nombre al bartender. Bueno, cuando vuelva por otro trago, le pregunto su nombre.

—Perdón por tardar —me siento a su lado y dejo los tragos—. Estuve hablando con la profesora de Aurora, es una mujer simpática —se veía muy contenta siguiendo el ritmo de la canción con su cola—. ¿La estás pasando bien?

—Sí. Ya había escuchado algunas de sus canciones —se le escapa una risa nerviosa—. En el fondo, temía que no te gustara su música.

—Tal vez no sea mi estilo, pero la verdad, me sorprendieron para bien. A lo mejor me lo pienso y me descargo algunas de sus canciones —le doy un golpecito en el hombro con mi codo a la raptor—. A lo mejor deberías pedirles que te firmen la camiseta.

—¿Por qué?

—Bueno, nunca se sabe los giros de la vida, tal vez se vuelven una banda súper famosa y la podrías vender.

—Nah —ella me negaba con el dedo—. Si hago eso, será un recuerdo y lo guardaré con cuidado.

Mientras iban pasando las canciones, yo seguía conversando y cantando algunas canciones con Bianca. La voz de ella no era tan mala, era más decente que yo cuando intentaba llegar a notas agudas. Se me ocurrió la idea de sacarla a bailar en alguna de las canciones, pero realmente no sé si sea buena idea; quiero decir, me da un poco de miedo que algo le pudiera pasar.

Por otro lado, creo que era algo chistoso ver a Bianca un poco alcoholizada, era mucho más ligera al hablar y hasta más juguetona, aunque tengo que ponerle un freno, un trago más y listo; ya faltaría que vomitara todo y pasara un momento bochornoso… Lo digo por experiencia.

—Joeee —ella se tambaleaba—. ¿Me podrías traer otro trago?

—El último.

—Pero si solo tome dooooos —ella me hacía un puchero.

—De los dos, el que tiene más experiencia tomando soy yo, y te puedo asegurar que es mejor que frenes.

—Pero…

—La próxima vez que salgamos te compro un “Die-betes” —su cara paso de estar molesta a estar feliz.

—Bueno… Puedo aceptar ese trato.

Me levanto de mi silla y vuelvo hacer el recorrido, y espero que, por última vez, hacia la barra. Si no llevaba mal la cuenta, la banda llevaban 6 canciones; todo dentro del rock and roll, pero con toques pop. Finalizada la sexta canción, por primera vez en la noche, el dinosaurio de cuello largo habla.

—Sé que fingimos un poco de demencia y no nos presentamos como es debido —él hacía un redoble de tambores—. En la guitarra, Aurora Philips —la dilophosauro hace un solo de guitarra para presumir sus habilidades. El baterista vuelve hacer otro redoble de tambores—. La bajista, y creadora de esta banda, Claire Walker —Al igual que Aurora, ella hace un pequeño solo de bajo—. Y para el final, la vocalista, y responsable de que yo este acá, Jennifer Watson —la spinosaurio saluda al público—. Che Jenny, ¿Puedo contarles por qué estoy aquí?

—Hazlo lo más breve posible.

—Bueno, para lo que ya conozcan a la banda, sabrán que la baterista es Mary. Por cosas que pasaron, ella se enfermó y no pudo asistir —se escuchaba una pequeña decepción por parte de la multitud—. Y la verdad, se planteó de cancelar el show a último momento. Pero es ahí donde entro yo y las plegarias de Jennifer de que reemplace a su baterista.

—Yo no te rogué —el chico tenía una sonrisa maliciosa.

— “Por favor Gustavo, eres el único en el que confió y que se sabe todas nuestras canciones”—él estaba imitando la voz de la vocalista y el público se reía de la interacción de ellos dos—. Y esa sería la historia, y me dieron el derecho de hacer un cover —el público se sorprendía—. Así que, damas y caballeros, desde mi amada argentina al mundo, “Young and restless” —comienza a golpear las baquetas—. Un, dos, tres, cuatro.

El baterista comienza a tocar y a darle comienzo a la séptima canción, para sorpresa de todos, era él quien iba a cantar.

Put your seatbelt on

'Cause I've been wondering for

Far too long

How to cure my sorrow

 

The kind of high

That makes me feel alive

And then I start to wonder

Is it ever gonna be alright?

Tengo que admitir, suena bien y pone mucho empeño al cantar. Era una canción muy enérgica y con mucho estilo. Llegado a mi destino, vuelvo a ser atendido por el mismo carnosaurio.

—¿Otra cerveza y otro daiquiri?

—Dos botellas de Agua y un daiquiri.

—Veo que a la chica le gusto mi especialidad —sonaba orgulloso al decirlo.

—Sí, aunque ya faltaría que quebrara —postro mi brazo sobre la barra—. Aún me acuerdo la vez que confundí el Fernet por una gaseosa —el bartender se reía de mí.

—No pensé que alguien tan joven conocería esa bebida.

—Culpa de mi padre, tiene un par de botellas guardadas en la casa —el carnosaurio se detiene y me mira fijamente—. ¿Pasa algo?

—Es que te pareces demasiado a un viejo amigo, ¿Acaso eres pariente de Giorno?

—¿Bonucci? —él asiente con la cabeza—. Soy su hijo —el bartender se exaltaba.

—¡¿Eres el hijo de GioGio?! —¿Acaso todos en esta ciudad conocen a mi padre?

—¿De dónde lo conoces?

—De toda la vida, pasábamos todas las tardes en el muelle. Con el tiempo nos distanciamos, y un poco antes de que lo arrestaran, volvimos a retomar el contacto —él termina de preparar el trago y me mira de forma pícara—. Por cierto, soy Samuel, pero puedes decirme Sammy.

—Un placer, soy Joe.

—¿Y cómo va tu cita? —él iba limpiando una copa mientras me lo decía.

—Bien, pero estoy intentando no pensar demasiado.

—Róbale un beso —mis ojos se abren como platos.

—No… O sea… —no sé qué decir.

—Niño, la vida es una, no tengas miedo. Nunca se sabe cuándo uno muere.

—Yo ya escapé una vez de la muerte —se lo decía con calma.

—Yo también —él se reía—. Y si no fuera por tu padre, no estaría hablando contigo.

—¿Se puede saber?

—Es mejor que te lo cuente él, no quiero que eso te desconcentre de estar con tu chica —pues ya lo hizo.

Él me da las botellas y el trago, mientras que mi cerebro se hace muchas preguntas sobre mi padre. Siempre lo tuve con la imagen de un hombre de familia que era bueno como cerrajero, pero con la noticia de su arresto, esa idealización se desvaneció y me surgieron muchas preguntas hasta hoy. Sin embargo, lo que realmente me pregunto es, ¿Cómo papá tiene tantos contactos o conocidos?

En lo que navegaba por mis pensamientos, la séptima canción terminó y yo regresé con Bianca. La vocalista golpea el micrófono con sus dedos y llama la atención de todos los presentes.

—¿La están pasando bien? —hay un bullicio que era obvio que la gente disfrutaba del espectáculo—. Pues le tenemos una sorpresa, nuestra nueva guitarrista, además de ser muy talentosa con sus dedos, también es compositora —Aurora saluda al público—. Y por una decisión de todos, queremos que escuchen el debut inédito de su primer sencillo.

—¡WOW! ¡SÍ! —Bianca se oía muy eufórica, no me desagrada esta versión de Bianca.

—Así que, publico hermoso, les presento a Aurora Philips.

Aurora recibió una pequeña ovación por parte del público, convirtiéndose en el centro de atención. Se veía algo nerviosa, pero a la vez, calmada.

—Bueno, no tengo mucho que decir la verdad —ella se veía feliz—. Es una canción que escribí hace un tiempo, se la dedique a un chico muy especial en mi vida, que, hasta el día de hoy, sigo contando los días en el que nos volvamos a ver. Espero que lo disfruten.

Aurora le pasó la guitarra a la vocalista, así se podía concentrar en cantar nada más. La canción comenzó con un pequeño solo, y al instante, ella empezó a cantar.

Sometimes I wish that I could just quit

But then the other times

There's nobody better than this

La voz de aurora era muy dulce, te lograba trasmitir esos sentimientos que había dejado en la letra.

Even though you never listen

And you're always right

And I guess I would've never fit your type

 

La canción era enérgica, lograba transportarte a un lugar más positivo, y ya parte del público, estaba acompañando con aplausos y bailando al compás de la música.

Except for that first night

We're two kids under that moonlight

We ate McDonald's at midnight

Became the best of friends

I remember our first time in Barcelona

That morning I was so hungover

I never thought that all roads led to this

So give me a kiss

Por alguna razón, esta canción logró que tuviera un pequeño viaje por mis recuerdos, desde los buenos y malos momentos. Y no pude evitar voltearme para ver a Bianca, y recordar desde la primera vez que nos conocimos.

Como esa noche en el callejón, en donde comenzamos con el pie izquierdo, pero al día siguiente lo pude compensar. Todas esas semanas donde ella estuvo a mí lado, buscando conmigo una nueva meta de vida, para que al final, ella me hiciera ver que yo amo la lucha libre. También esa tarde en el taller, en el que decidí abrirme con ella y mostrarle mi cicatriz, y ella, confió en mí para contarme sus preocupaciones; haciendo que nos volviéramos más cercanos. Ese baile en mi casa, donde fue la primera vez que me dejé llevar por mis emociones y se volvió un recuerdo muy bello. O esa noche, que fuimos a cenar por su cumpleaños y el beso que me dejó embobado por ella.

Me acerco a Bianca y tomó una de sus manos. Ella se exaltó un poco cuando le hago eso y me la quedo viendo fijamente.

—Bianca.

—¿Joe que pasa? —mi corazón latía a mil por hora, no sabía qué hacer.

—Estoy harto de mentirme a mí mismo y no ser sincero contigo —me voy a arriesgar—. Creo que eres la persona más maravillosa que conocí.

—Joe.

—Déjame terminar —me lo llevo guardando hace meses estos sentimientos—. Al principio, me encantaba nuestra relación de amigos. Cada vez que íbamos a la cafetería, las caminatas por el parque, los viajes en carroza; todos esos recuerdos los voy a atesorar.

Except for that first night

We're two kids under that moonlight

We ate McDonald's at midnight

Became the best of friends

—Pero a medida que pasaba el tiempo, esas emociones fueron cambiando —cada vez mi corazón iba más rápido.

—Joe...

—No termine —nunca creí que una canción me haría sentir así—. Pero desde esa vez en el taller, cuando modelaste mi cara, algo en mí cambió.

I remember our first time in Barcelona

That morning I was so hungover

I never thought that all roads led to this

So give me a kiss

—Lo que trato de decir es... —no me salían las palabras.

Except for that first night

We're two kids under that moonlight

We ate McDonald's at midnight

Became the best of friends

En lo que yo seguía concentrado en lo que iba a decir, siento como las manos de Bianca aprietan mi cara con fuerza. Para cuando yo me di cuenta de lo que estaba pasando, ya nuestros labios estaban haciendo contacto. Todo en mí, todas esas dudas por mis sentimientos, todas mis preocupaciones; se desvanecieron con ese beso.

I remember our first time in Barcelona

That morning I was so hungover

I never thought that all roads led to this

So give me a kiss

Give me a kiss

Give me a kiss

Give me a kiss

Entre aplausos y ovaciones para la banda, nosotros dos seguíamos en ese repentino beso. Cuando afloja sus manos de mi rostro, nuestros labios se separan y quedamos en un silencio por un rato largo, ninguno decía una palabra; creo que los dos estábamos en shock con lo que había pasado.

En lo que procesaba todo lo ocurrido, la banda se despide del público. Toda la multitud respondió de forma positiva y aclamaban por una canción más. La banda piadosa, decidieron cantar otra canción para ellos. Finalmente, el silencio que había entre nosotros dos, se rompe cuando Bianca me dice unas simples palabras.

—Yo también siento lo mismo —ella se recuesta en mi hombro—. ¿Te molesta si duermo un poco?

—Para nada.

Ella se acomodó en mi hombro y se quedó dormida, seguramente el alcohol le dio sueño. Y por los próximos treinta minutos, y viendo como el bar se iba vaciando lentamente tras el show, estuve acariciando la cabeza de Bianca y viendo como ella se veía feliz durmiendo. Aún sigo sin creerme lo que paso, ese beso... no lo vi venir.

Intenté levantarme con cuidado para poder ir al baño, pero Bianca se había despertado.

—¿Qué ocurre? —ella lanza un pequeño bostezo.

—Perdón, quería ir al baño —sigo acariciando su cabeza—. ¿Quieres ir a saludar a las chicas?

—Bueno —ella estaba demasiada cariñosa conmigo, no se despegaba de mi hombro.

Haciendo de soporte para Bianca, ambos caminamos hasta cerca del escenario, en donde, suponíamos, que se iban a encontraban Aurora y Claire. Ya más cerca del escenario, logro ver a todos los miembros de la banda. Aurora se percata de nuestra presencia y se acerca a saludarnos.

—Hola —se veía muy emocionada tras tocar—. ¿Les gusto el concierto?

—Estuvo increíble... —apenas había fuerza en las palabras de Bianca.

—¿Ella está bien?

—Tomo un par de tragos y creo que le agarro sueño —le explicaba a Aurora.

—Si quieres la llevamos a los vestuarios, hay un sofá donde podría dormir un rato.

—Creo que sería lo mejor —le toco el hombro a Bianca para llamar su atención —. ¿Quieres seguir durmiendo un rato? —ella asentía.

Aurora me ayudo a llevar a Bianca hasta donde me dijo, y con cuidado, deje que Bianca durmiera un rato; si llegaba a la casa en ese estado seguramente Bob me mataba. Ya fuera de los vestuarios, regresamos a donde estaba la banda.

—Hola Joe —Claire me saludaba con el puño—. ¿Qué te pareció el show?

—Increíble, esta era la primera vez que venía a escuchar una banda en vivo.

—Me alegro de que te gustara —ella se acerca y se pone detrás de los miembros de la banda que no conozco—. Ella es Jennifer, la co-fundadora de la banda.

—Es un placer —ella me saluda con el símbolo de la paz.

—Impresionante tu voz.

—Gracias.

—Y él —Claire me señala al chico del cuello largo—. Él es Gustavo, es amigo de Jennifer y nos echó una mano con la batería.

—¿Qué onda bro? —quedo asombrado al ver su cuello, era la primera vez que tenía tan cerca a uno de su especie.

—Todo bien, te luciste con la batería.

—Gracias, loco.

—Y Joe —Claire miraba para todos los lados—. ¿Dónde está Bianca?

—La llevé al vestuario con Aurora para que pudiera dormir un rato —la estegosaurio me mira decepcionada.

—Es una lástima, me hubiera gustado saber su opinión sobre el show.

—Descuida, dijo que el show estuvo increíble —eso anima un poco a Claire—. ¿Vamos a tomar algo en la barra?

—Yo me sumo —dijo Aurora.

—Claro, tengo algo de tiempo —Agrego Claire.

—Nosotros dos debemos pasar —decía Jennifer, mientras señalaba a Gustavo—. Vamos a la fiesta de un amigo, ya le avisamos que íbamos más tarde.

—¿Y qué pasa con los instrumentos? —lo preguntaba desde la pura ignorancia.

—Descuida, mi padrino dijo que podíamos dejar el equipo acá y mañana lo veníamos a buscar —dijo el chico de cuello largo—. Bueno, nosotros nos retiramos, fue un placer conocerte.

—Igualmente.

Después de que ellos dos se despidieran de nosotros tres, fuimos a la barra para poder charlar un poco y tomar algo. Ellas dos estaban eufóricas, pero sobre todo Aurora; no sé el motivo, pero su rostro refleja que se pudo sacar algo de encima. Ya en la barra, saludo a Sammy y le pido otra cerveza.

Por el lado de las chicas, Aurora pidió otra cerveza y Claire pidió un mojito. La primera parte de la charla fue preguntarles a las chicas que se sintió tocar para tanta gente y como se sintieron arriba del escenario.

Claire dijo que se sintió bien, ella ya había tocado en algunos otros bares, pero esta era la primera vez que tocaba delante de tantas personas. También menciono que fue complicado que este show se realizara, debido a que habían perdido a la vocalista original y la baterista se había enfermado, pero gracias a dios salió todo a flote y el recital fue excelente. Por el lado de Aurora, era la primera vez que tocaba frente a un público. Esto le dio bastante confianza de seguir trabajando en su proyecto personal, viendo que su canción fue bien recibida. En un punto de la noche, las dos chicas me miraban fijamente, como si querían sacarme algo de información.

—Tierra a Joe —Aurora sonaba algo jocosa.

—¿Qué ocurre?

—Y dinos, ¿Qué tal la noche?

—Bien, disfrute el show y la pase bien con Bianca.

—¿Nada más? —Claire me estaba penetrando con la mirada.

—A ver —intentaba mirarlas con seriedad, pero mi sonrisa no ayudaba—. ¿Qué les pasa a ustedes dos?

—Nada, solo te vemos medio distraído y tienes una sonrisa de que algo bueno te paso —la estegosaurio me lo remarcaba.

—Ah, eso. Fue por el beso.

—¿Beso?

—Sí.

Las dos chicas se miraban entre ellas hasta que ambas vuelven a mirarme sorprendidas.

—¿Ella te besó? —pregunto la dilophosauro.

—Sí, Bianca se me adelanto —Aurora hace un gesto de victoria al escuchar eso.

—Gane —miraba de forma orgullosa a Claire—. Paga —entre dientes, Claire le da cincuenta dólares a Aurora—. Gracias.

—Espera, ¿Apostaron si nos íbamos a besar? —estaba un poco indignado al escuchar eso.

—No exactamente, la apuesta era ver quién tomaba la iniciativa primero —las miraba con decepción a las dos—. Oye, al menos apostamos que alguno iba a dar el primer paso.

—Supongo que ya sabían que me gustaba ella —le daba un trago a mi cerveza.

—De hecho —Claire me mira con una sonrisa culposa—. Teníamos las sospechas de que Bianca sentía algo por ti.

—Y sabiendo lo torpe que eres, sabía que Bianca iba a tomar la iniciativa —me dice de forma burlona Aurora.

—Sí, porque tú ya sabias que me gustaba —cuando digo eso, Claire mira mal a Aurora.

—¡No es justo! ¡Tenías información secreta! —Aurora se reía en la cara del estegosaurio.

—Tu culpa por hacer la apuesta —ella se reía—. Además, sabiendo que ella se va, era obvio que iba a dar el primer paso.

Espera… ¿Bianca se va?

Tanto Claire como yo, nos quedamos confundidos viendo a Aurora. Ella se da cuenta de que dijo algo que no debía decir y se empieza a rascar detrás de la cabeza, en señal de culpa.

—Veo que no se los dijo —ella se ponía seria—. Una de las muchas veces que me junte con Bianca, ella mencionó que se iba a Polonia a la casa de sus abuelos —ambos estuvimos en silencio al escuchar la noticia—. Creo que viaja el veintitrés de este mes, la voy a extrañar —yo estaba impactado al escuchar eso—. Joe, ¿Estás bien?

¿Por qué? ¿Por qué a mí? Es mi culpa haber tardado tanto, si hubiera dicho antes lo que sentía, tal vez existía la posibilidad de que no viajara, o sí, pero al menos hubiéramos estado de pareja unos meses. Estaba devastado, me sentía miserable, y estoy enojado conmigo mismo por haber estado tanto tiempo debatiéndome si decir lo que sentía por ella.

—¿Pero ella no tiene la exposición? —cuando Claire menciona eso, mis esperanzas vuelven a florecer.

—Es cierto, no creo que falte a un evento tan importante —me estoy aferrando a esa posibilidad—. Con todo lo que se esforzó, dudo que no asista.

—No sé qué hará, a lo mejor regresa para esas fechas y después se vuelve a Polonia —y mis esperanzas vuelve a ser destruidas—. Oye Joe, al menos siéntete bien, pudiste decir lo que sentías.

—Lo sé, pero… —miro al techo cansado—. Duele un poco saber que la chica que me gusta se va en unos días.

—Pues aprovecha —intentaba animarme Claire—. El tiempo con ella, aún no se fue —le doy una sonrisa desganada a las chicas.

—Necesito otra cerveza antes de regresar.

Después de ahogar mis penas y charlar con las chicas, me levanto a buscar a Bianca para regresar a su casa. Tuve que despertarla y pedirle que se mantuviera despierta hasta llegar a su casa. Llame a un taxi para que el viaje fuera más seguro. Ya con ella, fuimos caminando hasta la entrada y nos despedimos de las chicas.

Ya arriba del taxi, estuve atento a que Bianca no vomitara, no sabía si el viaje la iba a marear. Ella estaba acurrucada en mi pecho y mi corazón se aceleraba cada segundo, pero a su vez, mi cerebro no dejaba de pensar en que ella se estaba por ir a otro país.

Llegado a nuestro destino, con cuidado, entramos a la casa de Bianca; y ya ella no daba más. Para el colmo, no fuimos muy silenciosos, al punto que despertamos a Bob. Desde las escaleras, el patriarca de la familia William, bajaba con una bata puesta y se veía en sus ojos que interrumpimos su sueño.

—Veo que el show terminó tarde —Al ver a su hija en ese estado, él me mira con algo de decepción—. ¿Tomo mucho?

—Tres tragos —cuando Bianca lo dice, hace con sus dedos el número tres.

—Pues tendrás tu primera resaca—él larga un suspiro.

—La dejaré en su cuarto y me regreso a mi casa —Cuando lo digo, Bob me mira molesto.

—No puedo permitir que te regreses con esta nieve, quédate a dormir.

—Si no le moles…

—En el sofá del living —eso lo dijo con una agresividad que dio miedo.

—De acuerdo, pero al menos déjeme estar con Bianca hasta que se duerma —él me mira ahora con enojo—. No es la primera persona que cuido borracha, ya faltaría que vomitara —un pequeño refunfuñar salé de su hocico.

—Está bien, te daré una frazada en el sofá para que no tengas frío.

—Gracias —nos despedimos de Bob y fuimos al cuarto de Bianca.

Bianca, con los pocos sentidos que le quedaban, me indico donde estaba su habitación. Al entrar a su cuarto, la llevé directamente a la cama y ella cayó desplomada ahí. Mis ojos inspeccionaban la habitación, y se podría definir que era una habitación minimalista.

Las paredes eran de color beige, un escritorio ubicado cerca de la puerta, dos estantes ubicados a la derecha del escritorio lleno de libros, un ropero que ocupaba una de las paredes y un póster de Beethoven puesto encima de su cama; daba algo de miedo la mirada penetrante que tenía.

Viendo que Bianca parecía dormida, me alejé de la cama lentamente para no despertarla, pero siento como algo se enrolla en mi pierna; era su cola.

—Joe, no te vayas —ella apretaba con fuerza mi pierna—. Solo quédate un rato.

—Está bien —ella afloja mi pierna y yo me siento al borde de su cama—. ¿La pasaste bien?

—Me divertí mucho, y también descubrí un nuevo trago favorito —ella se reía—. Oye —siento su mano tocando la mía—. Acuéstate conmigo.

Mi yo de ayer seguramente se estaría aterrando y buscaría una excusa para no hacerlo, pero para el punto en el que estoy, era más fácil ceder a lo que deseaba. Me dejo caer y quedé a la izquierda de Bianca. Sin percatarme mucho de lo que estaba pasando a mi alrededor, siento como su brazo pasa por encima de mi pecho; haciendo que nuestros cuerpos estén pegados.

—Me gustas —lo dije sin pensar—. De verdad, estoy enamorado de ti —ella me da un beso en la mejilla.

—Tú también me gustas —cuando me giro en su dirección, nuestros rostros vuelven a estar cara a cara.

Ambos estuvimos de acuerdo, y volvimos a consagrar otro beso, pero esta vez mucho más apasionado. Sentía como un calor quemaba en mi cuerpo con este beso, era una mezcla de placer y paz. Y no sé cuánto tiempo duró este beso, pero a ninguno de los dos nos importaba lo que pasara. Con las cosas ya aclaradas, me levanto de la cama y le doy un beso a Bianca de despedida.

Salí con cuidado de su habitación y me dirigí directo al living para poder dormir. Me acosté en el sofá y me tapé con la frazada que me había dejado Bob. Para cuando me di cuenta, tenía a Woozie durmiendo en mis pies; la verdad no molestaba que el pequeñín estuviera ahí.

Antes de que me pudiera dormir, me quede pensando en la cruel realidad, de que Bianca se iba a ir lejos. Pero a su vez, una parte de mí se encontraba en paz, porque si no fuera por ella, no hubiera podido superar algunos obstáculos de mi vida. Tal vez este sea un simple hasta luego, nunca se saben los giros de la vida, y a lo mejor, nos volvamos a cruzar en algún punto de nuestras vidas. Pero por ahora lo único que puedo decir es:

<<Gracias por todo Bianca, eres la persona más maravillosa que apareció en mi vida>>

                                                                                

Notes:

Próximamente, capítulo 13: una simple despedida.

Chapter 13: Una simple despedida

Notes:

Buenas a todos, acá esta el capitulo 13

También deje un mensaje especial al final del cap

Con esto dicho, disfruten del cap.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

20 de diciembre, mañana empieza el invierno, y también, en tres días, Bianca se va de la ciudad. No sé cómo sentirme, tengo un cúmulo de emociones tan vario pintas, que tranquilamente parezco que tengo múltiples personalidades.

Por un lado, estoy feliz. Saber que Bianca siente lo mismo que yo y que nuestros sentimientos son mutuos, hace que mi corazón baile. Pero a su vez estoy triste de que ella se vaya lejos. Es verdad que mantendré contacto con ella por llamada, pero dejar de verla e intentar una relación a distancia, es complicado; en la mayoría de ocasiones, ese tipo de relaciones no funcionan.

Y también, estoy enojado conmigo mismo. Por mis inseguridades de arruinar una potencial relación con la chica más increíble que conocí en los últimos años, hizo que perdiera la gran oportunidad de que seamos pareja.

Aunque, también me encontraba tranquilo con mi conciencia. Ser capaz de haber afrontado muchas cosas, finalmente decir lo que sentía por ella y saber que ya no tengo nada que ocultarle a Bianca; hace que me encuentre en paz. Me hubiera gustado poder salir con ella en estas fechas, al menos para tener una primera cita como amantes, pero el destino es cruel y no soy el favorito de dios.

Al día siguiente del concierto, cuando desperté en la casa de Bianca, terminé desayunando con Bob a solas porque Bianca no se despertaba. Casi para el mediodía, ella se despertó con una jaqueca que no la dejaba tranquila; cualquier mínimo ruido, hacía que se enojará. Era mejor dejarla descansar y no molestarla en ese estado, o si no, yo iba a ser víctima de su ira desenfrenada por el excesivo consumo de alcohol de la noche anterior.

Y como no quería desperdiciar el día, fui a entrenar con Will, y sinceramente, me fue mucho mejor que la última vez; creo que confesar mis sentimientos a Bianca ayudaron a despejar la cabeza.

Como era de esperar, el triceraptop me insistió en saber que pasó en el recital y le conté todo lo ocurrido, desde el gran show de la banda como el beso de Bianca. Cuando le mencioné lo del viaje, él me dio el pésame e intento levantarme el ánimo con unas cervezas después del entrenamiento; la verdad es un buen amigo. Y ahora, el que no puede juntarse, soy yo; hoy tenía pactado visitar a mi padre.

Podría haberla pospuesto y pasar tiempo con Bianca, pero si hacía eso, tendría que esperar cinco meses para la próxima visita. Debido a que el tío Tony no podría pasarme a buscar hoy, terminé alojándome en un motel.

La verdad hay mucho de lo que quiero hablar con papá, desde las preguntas que tenía desde su arresto, como el pequeño comentario que dijo Sammy sobre que le salvo la vida. Sin embargo, no sé si es mejor saber la respuesta o quedarme con la duda; algunos dicen que es mejor vivir en la ignorancia que descubrir la verdad.

Después de que me revisaran y que no llevara nada peligroso, me dejaron pasar a la sala de visitas, y me quedo esperando a que mi padre haga acto de presencia. Finalmente, el único humano de la cárcel, aparece.

 —Mi bambino —me hacía un gesto con sus brazos esperando a que le diera un abrazo—. No dejes colgado a tu padre, que por primera vez me sacaron las esposas para abrazarte —me acerqué a él y tenemos un cálido abrazo.

—Solo queda un año más —nos liberamos del abrazo—. Si no cometes ninguna falta, tal vez consigues la libertad condicional.

—La única razón para comportarme bien es para poder ver a mi familia y poder comer comida de calidad —él se reía un poco—. Te lo digo hijo, la comida es fatal.

Ambos nos sentamos en la mesa y quedamos cara a cara.

—Y cuéntame, ¿Te paso algo interesante esta semana? —papá se veía feliz al hablar conmigo.

—Te hago un resumen rápido de los eventos —me tomó unos segundos antes de lanzar toda la información—. Volví a entrenar lucha libre hace unos tres meses, mamá está de acuerdo de que vuelva a los encordados —papá sonreía al escuchar eso—. Conseguí un contrato para volver a luchar en la WSF, aunque debo seguir entrenando aún para recuperar mi estado físico. También, me hice amigo de una chica y ella me estuvo ayudando en todo este proceso para volver a luchar.

—¿Una fanática del Wrestling?

—Nah, ni conocía nada de ese mundo. Me ayudo por decisión propia, hasta aprendí con ella braille —mi padre me miraba confundido.

—¿Es ciega?

—Sí.

—Qué suerte, no tiene que ver tu horrible cara —él se burlaba de mí, pero en el momento en el que llamo al guardia para que se lo lleve, deja de reírse—. Era un chiste, si eres alguien hermoso.

—Pero bueno, también fui a ver una banda con ella y se dio la coincidencia de que nos gustábamos.

—Ese es mi campeón —me da un golpe en el hombro al saber que tenía una posible pareja.

—Lastimosamente, ella se está por ir de la ciudad —me deprimía un poco decirlo—. Qué irónico, ¿No?

—Lo siento hijo —él me daba una mirada empática.

—Al menos ya no tengo el peso de esconder lo que sentía.

—¿Y si te vas con ella? —quedé anonadado al escuchar eso—. ¿A dónde se va?

—Eh… A Polonia…

—Pues te pagas un pasaje a Polonia y te vas con ella. Seguramente por Europa haya alguna empresa de lucha.

Estaba en shock al escuchar esta idea tan chiflada. Que haber, no me parece una mala opción; tengo la nacionalidad italiana y no creo que sea tan difícil aprender polaco. En lo que seguía debatiendo esta posible idea, mi padre se estaba riendo de mí.

—¿No me digas que de verdad lo pensaste? —me puse rojo como un tomate—. Eres igual a mí. Cuando le pega el flechazo, no dejas de pensar en ella.

—Estoy perdidamente enamorado —mi padre chasquea sus dedos para llamar mi atención.

—Escucha hijo, tú ya tienes 24 años. Ya eres un adulto y creo que sería un buen momento para que pienses que quieres hacer de tu vida —por primera vez, después de mucho tiempo, papá me hablaba con seriedad—. Tienes un sueño claro, convertirte en un luchador reconocido, y la verdad, siempre tuviste el potencial de ser grande en cualquier lugar. Pero te haré una pregunta, ¿Vale la pena dejar tu sueño por esa chica?

Nunca esperé esa pregunta, y tampoco me puse a pensar sobre qué es lo que realmente quiero yo. Si no fuera por Bianca, yo no estaría en donde estoy ahora. Pero si dejo mi sueño por ella, estaría desperdiciando todo el esfuerzo que gasté para volver a la WSF.

¿Quiero ser un luchador reconocido? Totalmente, desde niño soñé con eso. ¿Me encantaría estar con Bianca? También, sin ella, tal vez seguiría lamentándome en mi miseria y estaría amargándome en el mini mercado toda mi vida.

Cuando vuelvo a mirar a mi padre, solo logro decir una cosa.

—No sé. Por enfocarme en mis metas, ya perdí a alguien —papá suspiraba con mi respuesta.

—Piénsalo, es tu vida. Yo no puedo decirte que hacer o que no.

—Gracias —mejor charlo este tema con la almohada más tarde—. Cambiando de tema, conocí a un amigo tuyo.

—¿Cuál de todos?

—A Sammy —él sonreía—. Por cierto, muy lindo bar el que maneja.

—Sí, Samuel siempre le gusto poner borracha a la gente. ¿Cómo está? —sonaba algo preocupado.

—Pues lo vi bien y creo que al lugar le está yendo de maravilla, había muchos clientes cuando fui.

—Qué bueno es oír eso.

—Papá, en serio, ¿Cuándo me contarás realmente las cosas? —quiero intentar sacarle algo de información.

—¿A qué te refieres?

—Sobre todo —mis ojos reflejaban una intensidad que nunca tuve—. Sobre tu pasado, sobre tu arresto o incluso tus amistades. Estoy harto de que ni mamá ni tú me digan las cosas.

—Hijo, te juro, pero de veras te juro, que cuando salga de aquí te contaré todo sin escatimar en detalles.

—Al menos respóndeme una simple pregunta, ¿De verdad eras cerrajero? —lo miraba con seriedad, esperando una respuesta clara.

—Hijo…

—Respóndeme.

—Sí, fui cerrajero mucho tiempo. Pero antes trabajaba con tu abuelo en su negocio.

—Ok, ¿Y entonces porque realizaste el robo? —mi padre se había quedado helado con la pregunta.

—No puedo responder eso.

—Al menos dime algo, un motivante —papá que quería evitar a toda costa decir algo, no se veía cómodo en esta situación—. Ya intenté algunas veces que mamá me dijera algo, pero no lo suelta por nada del mundo. Solo dime el porqué.

—Me voy a abstener a responder eso —lo miraba decepcionado—. Joe, mírame —sus ojos se veían apenado—. De verdad entiendo que quieras saber, pero este no es el momento ni el lugar. Lo único que te voy a decir, es que todo lo que hice, lo hice por mí y mis seres queridos.

—¿Esa es tu respuesta?

—Es la única que te daré en este momento —no voy a lograr sacarle nada más de información.

El resto de la visita seguimos charlando de otras cosas que me pasaron hasta ahora. Le conté sobre todo el progreso que hice con el Dr. Rootman, papá se muestra feliz al escuchar mi mejora personal.

Por otro lado, le expliqué a más detalle sobre el contrato con la WSF. Le dije que un ex compañero de la WSF, cuando aún formaba parte de ella, me ayudó a retomar mis entrenamientos y facilitó la posibilidad de que regresara a luchar.

Él me narró su última gran hazaña en la cárcel, el cómo organizo un torneo de baloncesto entre los reclusos y los guardias. Si los presos ganaban, todos ganaban una comida de calidad por una semana, pero si perdían, debían limpiar todos los baños de la cárcel por una semana; por suerte ganaron ellos y pudieron disfrutar de carne real. Al parecer, con esa victoria, papá se ganó el cariño de varios de los criminales de la cárcel y el repudio de algunos guardias.

También le mencioné como estuve ayudando a mamá con algunos encargos en el taller. Estas últimas semanas, ella andaba ocupada con un encargo de una familia de acróbatas que necesitaban re confeccionar sus vestuarios. Mi trabajo fue ir a buscar las telas a la fábrica, que se encontraba en la otra punta de la ciudad, y hacer de modelo para algunos trajes.

Al revisar el reloj de la pared, ya no quedaba mucho tiempo para seguir charlando con él.

—Nos vemos la próxima, hijo —él se me acerca para darme un abrazo.

—Hasta otra —yo también lo abrazó.

Cuando el guardia vino a separarnos, le doy un último saludo a mi padre antes de que se lo vuelvan a llevar para su celda.

Ya fuera de la cárcel, volteo la mirada hacia un bar que se encontraba en la esquina. Como me rugía la tripa, decidí ir a comer algo antes de regresar al motel para dormir. Cuando entré al lugar, busqué una mesa vacía para poder sentarme y comer en calma. Ya sentado, le hice un gesto al camarero para que me tomara la orden y tan solo pedí un pedazo de carne con unas papas fritas.

En lo que esperaba mi orden, me puse a pensar sobre quién es realmente mi padre. Porque si tuviera que describirlo, diría que es una buena persona. La mayoría de recuerdos que tengo con él son gratos y nunca espere escuchar que mi padre robó una joya. ¿Habrá usado sus habilidades como cerrajero para realizar el robo? Aunque lo hiciera, necesitaría gente para ayudarlo, dudo mucho que supiera hackear sistemas de seguridad; si no pregúntale a la computadora que rompió a puñetazos porque no lo dejó registrarse en dinobook.

Entonces, ¿Tuvo ayuda? Lo más probable. ¿Pero quién? Es posible que haya sido un viejo amigo suyo, como Sammy.

¿Y si fue Sammy su socio? Tendría sentido, digo, sus trajes llamativos, el bar que maneja, los licores que tiene bajo su disposición; seguramente uso el dinero del robo para comprar todo eso. Aunque las cosas fueran así, ¿Por qué papá devolvería la joya que tanto le costó robar?

Y así, por el resto de la noche, estuve imaginándome una película del potencial robo que había realizado mi padre; con persecuciones, traiciones y giros de tuercas al estilo de una película pretenciosa de Hollywood. En el motel, me quedo recostado en la cama viendo la televisión esperando a quedarme dormido hasta mañana.

Con el ruido del despertador y tres llamadas perdidas de Tony, me doy cuenta de que ya había salido el sol. Después de estar peleando contra las sábanas para salir de la cama, terminé de guardar mis cosas en el bolso. Le aviso a Tony que me quede dormido y que ya salía del motel.

Ya fuera del edificio, distingo un auto negro con un utahraptor, vestido con un elegante traje blanco, mirándome furioso por demorarme tanto en salir.

—No digas nada —intentaba calmar su mal carácter.

—Tienes suerte de que seamos familia —aún seguía enojado—. Sube —Sin decir nada, subí al auto.

Como la última vez, el viaje también fue bastante silencioso. Mi relación con mi “tío” es bastante irónica. Cuando alguno de los dos está con intenciones de entablar una conversación, el otro no quiere hablar. Incluso aún no sé por qué le digo tío, si no es el hermano biológico de mi padre. Tal vez como excusa para mejorar nuestra relación, podría preguntarle cómo era mi padre en su juventud.

—Tony.

—¿Qué?

—¿Cómo era papá en la adolescencia? —logro visualizar sus ojos por el espejo retrovisor mirándome.

—¿Qué te gustaría saber de él?

—Pues saber cómo era. Mis dos padres no son mucho de contarme sus pasados y con suerte sé algunas anécdotas puntuales.

—¿Cómo cuál?

—Pues la historia de su primera cita, las pequeñas aventuras que tenía en el muelle con sus amigos y no mucho más.

—¿Te contó sobre el conteiner maldito?

—No —¿Eso que tiene Tony es una sonrisa?

—Cuando íbamos a jugar o pasar el tiempo ahí, había una leyenda que decía que, en el muelle, se encontraba un conteiner abandonado que nunca se supo que era lo que había adentro —me asomo un poco entre los dos asientos de adelante para escuchar mejor la historia—. Como es costumbre, todos en el muelle hacían teorías de lo que podía haber dentro del conteiner, pero todos sabíamos algo —nos detenemos en un semáforo y él se voltea a verme con una mirada tétrica—. Que a la madrugada se podían escuchar gritos de agonía.

—Suena a la típica historia que se inventan los niños.

—Y es que realmente era eso, pero para esos tiempos, todos teníamos miedo y curiosidad por saber que escondía ese conteiner —el semáforo se pone en verde y continuamos el viaje—. Tu padre era alguien que, si se le metía una idea en la cabeza, era imposible sacársela. Y así fue como se le ocurrió ir a investigar que se escondía en ese conteiner —ahora la voz de Tony se podía distinguir un tono más nostálgico—. Esa noche éramos seis chicos, tu padre, Samuel, David, Genzo, Abdul y yo.

—¿Entonces conoces a Sammy?

—Sí, era un gran amigo de tu padre.

—¿Y cómo continúa esa historia?

—Nos organizamos para ir al muelle a altas horas de la noche para poder descubrir el misterio —él se empezaba a reír—. Éramos tan ingenuos, creyendo esas historias de fantasmas y metiéndonos en problemas por una simple leyenda. Cuando empezamos a explorar el muelle, tuvimos mucho miedo de saber que nos podíamos encontrar en la noche —esta vez estaba concentrado en todo lo que decía Tony—. A medida que nos íbamos acercando al conteiner, iban pasando cosas raras.

—¿Cómo qué?

—Ruidos extraños, ver cosas que no existen o escuchar voces para darte de ejemplo —ya estaba tan enganchado con la historia, que me decepcionaría que el final fuera malo—. Mientras seguimos avanzando por el muelle, algunos de los chicos se estaban arrepintiendo y huían por el miedo; terminamos siendo tu padre, Samuel y yo. Al llegar al conteiner, entre los tres, forzamos la cerradura vieja y abrimos las puertas para saber que se escondía. Y lo que descubrimos fue…

—Fue…

—Nada —lo miro decepcionado.

—¿Nada?

—Bueno, dentro del conteiner había muebles viejos y con moho, pero si descubrimos porque había gritos a la madrugada —él se empieza a reír a carcajadas—. Descubrimos que el guardia de seguridad del muelle tenía relaciones con mujeres ahí —él se seguía riendo aún más fuerte—. Esos gritos no eran de terror, sino de placer.

—¿Quién en su sano juicio va al muelle a tener sexo? —ya me había contagiado de la risa del tío.

—Pues ese viejo degenerado —estaba regulando el aire para poder continuar la historia—. Al final, hicimos la promesa entre nosotros tres de agrandar el mito del conteiner maldito, diciendo que vivía un vagabundo violento ahí.

—¿Por qué no dijeron la verdad? Hubiera sido gracioso.

—Pues, era más divertido creer en la mentira y que se mantuviera el misticismo. Además, podíamos extorsionar al guardia con su secreto.

—Pues es una historia bastante curiosa —tranquilamente puede ser una exageración—. ¿Cuántos años tenía para esos tiempos?

—Como unos trece o catorce años.

—¿Y tienes más historias para contar sobre papá?

Y por las próximas dos horas, Tony me estuvo narrando las diferentes aventuras y desventuras que tenía con mi padre. Estaba fascinado por cada cosa que contaba y cada situación más extraña que la anterior. También aproveché para indagar si él sabía algo sobre el robo que papá realizó, pero no conseguí información nueva. Estando cerca de mi destino, Tony me dice una última cosa antes de dejarme.

—Escucha Joe —él detiene el auto y se da media vuelta para verme—. Ten claro que Giorno es un gran hombre, y aunque haya cometido algunos errores, siempre hubo una buena intensión atrás.

—Lo sé, pero es que la imagen idealizada que tenía de él, se fue borrando con el tiempo.

—¿Lo consideras tu padre?

—Sí.

—¿Lo quieres?

—Sí.

—Entonces, eso es lo que realmente importa —él me extiende la mano—. Cuídate Joe, y saluda a tu madre de mi parte.

—Está bien —estrecho su mano—. Nos vemos tío.

—Ciao.

Me bajé del auto, y viendo cómo Tony se alejaba de mí, regreso a mi casa. Me crucé con mi madre antes de que se fuera a trabajar, ella me preguntó cómo me fue con papá y le dije que todo estaba bien; que él le mandaba saludos. Decidí recostarme en mi cama y seguir durmiendo, ya que tenía el día libre.

Acompañado por el silencio de mi cuarto, y la luz tenue que entraba por mi ventana, me quede pensando sobre lo que me dijo mi padre en relación con Bianca y todas las decisiones que puedo tomar.

La primera de todas es viajar con ella a Polonia, tal vez no ahora, pero en un futuro cercano. El tema del pasaporte es el menor de los problemas, ya que la ciudadanía italiana facilita muchas cosas. Incluso, el alojamiento no sería problema, creo que Bob no tendría problemas de que viviera con ellos. Porque, según Bianca, él vivió con sus futuros suegros mientras estudiaba en Polonia; seguro entiende y me deja vivir con ellos. Sin embargo, tengo un par de problemas grandes.

El principal problema sería aprender polaco, únicamente sé hablar inglés, y con suerte, un poco de italiano. Y el otro problema sería mi posibilidad de trabajo, porque dudo mucho que como luchador en Europa gane un buen dinero; y tampoco sé si hay empresas o promociones allá. En resumen, la opción uno es ceder al amor y dejar mis sueños.

La segunda opción es aceptar la realidad y decir adiós a Bianca. Disfrutar estos dos últimos días antes de que ella parta al exterior y enfocarme en mi objetivo de volver a luchar. Podríamos intentar una relación a distancia con ella, pero… ¿Funcionará?

Por lo que sé, son relaciones complejas de llevar, muchas veces no terminan bien o hasta pactan reglas como: si encontramos el amor en nuestro país, esta relación termina. Tendríamos que intentarlo y ver si entre los dos podemos sacar la relación a flote.

La tercera opción es convencerla de quedarse o que regrese lo antes posible, quiero decir, aún tiene mucho que hacer en esta ciudad, artista puede ser en cualquier lado; el talento lo tiene. ¿Pero sería justo? ¿No la estaré forzando a que ella haga algo por un simple capricho mío? Tal vez ella realmente quiere mudarse a Polonia.

Y si intentara convencerla de quedarse, ¿Qué le digo? Tendría que abrir todo mi corazón, decir lo que siento, lo que significa para mí y que podemos armar una vida juntos acá en Volcadera.

Creo que estoy exagerando un poco.

Con mi cerebro funcionando al 200% pensando diferentes soluciones para mi gran obstáculo en el amor, estuve cocinando el almuerzo y limpiando la casa para intentar despejar un poco la cabeza. En lo que yo seguía con las tareas domésticas, escucho como la voz energética de mi madre hace presencia en toda la casa.

—Hola Joey, ¿Qué andas cocinando?

—Un pollo a la cazadora —mi madre pega una olfateada y me da un pulgar arriba.

—Huele bien.

—¿Y cómo van las cosas en el taller?

—Bastante bien, ya todo el equipo está de regreso y la novata está mejorando a un gran ritmo —me alegro por Judee—. Por otro lado, necesito que en algunos de estos días vengas ayudar.

—¿Cómo carga de mula o cómo modelo?

—Las dos.

—De acuerdo —yo revisaba que el pollo estuviera cocido.

—¿Te encuentras bien? —mamá había activado su sexto sentido llamado, mi hijo me esconde algo.

—Pensando en cosas.

—¿Qué cosas?

—Bianca —una pequeña mueca de desagrado se me formaba en la cara—. Al parecer las cosas finalmente iban viento a favor, pero ahora ella se va Europa a vivir.

—Joe —ella se me acerca para darme un abrazo—. No es el fin del mundo, aún puedes mantener contacto con ella.

—Lo sé… Pero me encantaría que ella se quedara.

—Entonces díselo —me volteo a verla—. Tal vez no cambies su decisión, pero tu conciencia estará tranquila si le dices todo lo que sientes.

—Tal vez tienes razón.

—Siempre la tengo, soy tu madre —su comentario hace que se me escape una risa.

—Gracias mamá.

—No hay de que mi pequeño Joey. Iré a armar la mesa para el almuerzo.

En lo que mamá se alejaba de la cocina, yo seguía terminando el pollo y pensando en lo que dijo ella.

<< Lo mejor será decirle lo que siento, y ver si eso la convence o no de quedarse. >>

Antes de que pudiera terminar el pollo, recibo una llamada de… ¿BIANCA? Sin pensarlo más contesto rápidamente.

—¡BIANCA! —finjo una tos para esconder mi grito de desesperación—. Perdón, casi me ahogo con algo.

—Me asustaste con ese grito.

—Tranquila, estoy bien —cálmate y respira—. ¿Todo bien en el taller?

—Sí, terminamos antes del almuerzo y me quedo toda la tarde libre. ¿Te gustaría juntarte en un rato?

—…

—Joe, ¿Estás ahí?

¿Por qué no me salen las palabras? Solo tengo que decir un maldito “SÍ”. No puede ser, ¿Me agarro pánico?

En lo que intentaba decir una maldita palabra, mi madre me arrebata mi celular y ella empezó hablar con Bianca.

—Hola Bianca, soy Giselle.

¡POR AMOR A DIOS QUE NO ARRUINE ESTO!

—Es que está ocupado terminando el almuerzo, después de almorzar está totalmente libre —ella se quedó escuchando a Bianca por un par de segundos—. Perfecto, ahora le digo, cuídate belleza —ella corta la llamada—. Te espera en su casa.

—¡¿QUÉ MIERDA HICISTE?! —mi madre se me acerca y me da una cachetada para que regrese a la realidad—. Auch.

—Ya tienes 24 años, ¿Y te da problemas concretar una cita? —ella me miraba con molestia—. Se nota que estás más oxidado que robot bajo la lluvia.

—Mira…

Podría decirle muchas cosas, podría buscar cualquier justificación por mi estupidez y que mi mente se haya quedado en blanco; pero lo único que puedo decir es…

—Gracias por salvarme.

—Solo prométeme que dirás lo que sientes y no te vas a guardar nada.

—Lo prometo —ella me da una sonrisa.

—Almorcemos y después prepárate para ir con Bianca.

Después del almuerzo y lavar los trastos, me preparé para ir a recoger a Bianca a su casa. El paisaje que rodeaba al barrio era bastante bello, algunas casas ya tenían las decoraciones para las fiestas, la nieve que cubría toda la calle le daba un toque único; que parecía que estuvieras en una película clásica de navidad.

En frente de la puerta de Bianca, me acercó para golpear la misma y esperar a que ella saliera. Cuando se abre la puerta, puedo ver a la raptor cubierta por un abrigo marrón, con un gorro negro, y en sus manos, tenía su bastón y una bolsa de tela.

—Hola.

—Hola.

—¿A dónde quieres ir? —le pregunte con incredulidad.

—Caminemos por el parque —ella bajaba con cuidado por las escaleras.

Empezamos a caminar en dirección al parque, y aunque estaba algo nervioso, era agradable estar con ella. En un momento, ella me tomó del brazo para que caminemos juntos, y no mentiré, que mi corazón empezó a ir a mil por horas. Tampoco conversamos mucho en todo el trayecto hasta la plaza, apenas hicimos preguntas sobre cómo nos fue en el día.

Tras estar un buen tiempo caminando, decidimos parar en el banco donde siempre nos sentamos para poder finalmente hablar con calma.

—Oye —decimos los dos al mismo tiempo.

—Tu primero, Bianca —ella asiente con la cabeza, pero igualmente se veía nerviosa.

—Quería hablar sobre… lo que paso… —se estaba poniendo roja como un tomate—. Con lo del recital.

—Ah… Sí —ahora yo también estaba igual que ella—. No creo que haya mucho que decir, salvo que me gustó el beso —ella ahora estaba mucho más roja que antes.

—Jeje, bueno… es medio vergonzoso decir que eres al primer chico que beso —mejor la ayudo antes de hacerla sentir más avergonzada.

—Me gustas Bianca, lo que te dije esa noche, no fue ni efecto del alcohol ni del momento —tomo su mano y ella se exalta un poco—. Me gustas, y mucho.

—Tú también me gustas Joe, y la verdad me encantaría que fuéramos pareja —era momento de sincerarme.

—¿Puedo hablar?

—Sí.

—Bianca, quiero que sepas que desde que te conocí, mi vida dio un giro de 180 grados —ya podía sentir como mi corazón empezó a acelerar—. Hiciste que volviera a disfrutar la lucha libre como lo hacía antes, me hiciste salir del mal lugar donde me encontraba y me hiciste volver a sonreír después de varios años de amargura —me giro para mirarla—. Por todo eso quiero decirte, gracias —Bianca estaba muy feliz por lo que dije, pero a su vez, se cubría la cara con las manos por la vergüenza que sentía.

—Eso… fue lindo. Es una pena que ahora tenga que irme de viaje.

—Sobre eso —tengo que tomar el valor de decir lo que pienso—. Sé que te irás a Polonia, y me encantaría que tuviéramos una cita antes de que te fueras.

—Descuida, cuando regrese después de las fiestas podemos planear algo.

—Lo entiendo, pero lo que digo es…

Espera… ¿Después de las fiestas?

Estoy en silencio por varios segundos viendo a Bianca con una cara de incredulidad por varios segundos, seguramente ella se estaría riendo de mi cara si pudiera ver.

—¿No te vas a mudar a Polonia?

—¡NO! —ella se sobresalta—. Solo pasaré las fiestas con mis abuelos y regresaré para inicios de enero —Lancé un grito de victoria y un alivio gigante al escuchar esa noticia.

<< Voy a matar a Aurora por el susto que me dio. >>

—Hay que alivio… —ella se sorprendió por mi reacción—. Creí que te ibas de la ciudad.

—¿De dónde sacaste esa conclusión?

—Aurora —ella se agarraba el puente de su hocico—. Ya me estaba asustando de que la chica que me gusta se fuera lejos y no la volvería a ver por mucho tiempo —mi alma regresó a mi cuerpo—. Ya puedo estar en calma.

—¿Y qué hubieras hecho si me iba? —me daba vergüenza decírselo.

—Ahorrar dinero y plantearme la idea de mudarme a Polonia —ella estalla de la risa cuando digo eso—. No te rías.

—Perdón, es que se me hace muy tierno —ella se acerca y me da un beso en la mejilla—. Por estas tonterías tuyas, es que me terminé enamorando de ti —ahora el que estaba rojo era yo—. Por cierto, ten —ella saca de la bolsa una caja pequeña que estaba mal envuelta.

—¿Qué es esto?

—Cómo no voy a estar para las fiestas, quise darte tu regalo de navidad antes.

—Mierda… No te compre nada —me sentía fatal.

—Descuida, con que me dijeras que te planteaste viajar a otro país por mí, es un regalo suficiente —su pequeña broma hace que sonría—. Espero que te guste.

Empiezo a romper la envoltura, y cuando abro la caja, quedo sorprendido por lo que había adentro. Era un collar de metal, en el que colgaba, un emblema de una serpiente que pasaba por tres letras RKO.

—¿Esto es un collar con las iniciales de the viper?

—Sí, sabía que era tu luchador favorito y quería regalarte algo relacionado con él.

—Pero, ¿Cómo lo encontraste? Si tú no… Bueno, no puedes ver.

—Ayer, mientras no estabas en la ciudad, aproveché para ir al gimnasio donde entrenas y conocí a tu amigo Will —estaba sorprendido al escuchar eso—. Le conté la situación y él aceptó ayudarme con el regalo.

—Después le agradezca mañana en el entrenamiento —vuelvo a voltearme para ver cara a cara a Bianca—. Gracias por el regalo, es precioso —me cuelgo el collar en el cuello.

—Me alegro de que te gustara.

No sabía cómo reaccionar la verdad, era el primer regalo que recibía en tiempo por parte de otra persona que no fuera mi familia. Como me parecía justo, le devolví el beso en la mejilla que ella me había dado; ella reaccionó con una bonita sonrisa en su rostro.

—Voy a atesorar este collar —tomo su mano y me quedo viendo la nieve caer, que cubriendo todo a su paso.

—Entonces, ¿Oficialmente somos pareja? —me giro para mirarla y me reía por su pregunta.

—No lo sé, ¿Te gustaría que fuéramos pareja? —ella se molesta un poco cuando me burlo de ella.

—Sabes que no tengo experiencia en esto —tomo con fuerza su mano.

—Pues me gustaría ser tu pareja —ambos sonreímos—. ¿Vamos regresando?

—Claro.

En mucho tiempo, nunca había recibido un regalo de navidad tan bueno como este; la chica que me gusta no se va de la ciudad. En lo que volvimos caminando juntos, estuvimos pegados como dos jóvenes tortolos que recién estaban saliendo. Estuvimos charlando sobre nuestros posibles planes cuando regrese de su viaje, como ir a un teatro ciego o llevarla a uno de mis lugares favoritos de la ciudad; el muelle.

—¿Puedo saber cómo te va con tu regreso a la empresa de lucha? —Bianca sonaba interesada.

—Y que te puedo decir Toph, aún está en proceso —ella me da un pequeño codazo en el costado del abdomen.

—Eres de lo que no hay Surowy —ella se pega mucho más a mi brazo—. Es que me encantaría estar presente en algunas de tus luchas.

Sin decir mucho más, tomo el rostro de Bianca y le doy un beso en sus labios. Al principio, ella se quedó tiesa por el repentino beso, pero ella fue cediendo y nuestros labios estuvieron en contacto por un buen rato.

—Te prometo, que el día que regrese oficialmente, vas a estar presente.

—Está bien… Pero, ¿Ese beso repentino? —estaba feliz y roja de la vergüenza.

—Es que había un muérdago arriba nuestro, no quería arruinar las tradiciones navideñas.

La acompañé hasta su casa y nos quedamos hablando en la escalera de entrada. Le deseé un gran viaje y que estaría esperando a que ella regresara para tener nuestra primera cita oficial como pareja. Y con un segundo beso de despedida, le dije adiós a Bianca.

En lo que regresaba a casa, no pude contener la felicidad; soy pareja de Bianca. Y aunque le mentí sobre el muérdago, creo que fue un lindo regalo de navidad.

ACTO 1, TERMINADO

 

     

 

 

Y hasta aquí el primer acto del fic.

Ya 13 capítulos hecho y una relación que está empezando a florecer; no me imaginaba llegar hasta este punto. Tal vez, el capitulo es más corto que el anterior, pero como dicen "a veces menos es más"; pero bueno, este anunció va ser más largo y quiero sincerarme con ustedes.

Como regrese a la normalidad (universidad, trabajo y otras responsabilidades) necesitare tiempo para organizarme para poder sacar el próximo acto (que serían alrededor de 10 caps más o menos) y no quiero ponerme a escribir sin tener algún esquema para organizarme de que mierda va pasar.

Y no, el fic no entra en hiatus, tengo planeado dos capítulos extras que los iré sacando mientras avanzo con el segundo acto del fic. Si llegara a pasarme algo (básicamente morir) interpreten el final del acto 1 como el final del fic. Porque mi plan es realmente, que cada acto tenga un “final” por si llega a pasar algo, uno nunca sabe cuándo un meteorito cae del cielo y lo golpea en la cabeza.

Lo que sí, podría decirle en quienes se van a enfocar esos extras. Pensándolo (y me fueron gustan sus personajes mientras escribía) elegí que un extra va ser protagonizado por Víctor (el maestro/jefe de Bianca) y Aurora (la dino fumeta rockera). Aun no hay fecha de publicación, pero saldrán por septiembre.

Y TAMBIÉN….

Si les puedo dar un pequeño adelanto de lo que se vendrá en este acto:

+El evento de arte de Bianca

+Más trasfondo sobre Joe y su adolescencia.

+Descubrir más lugares de la ciudad.

+Nuevos personajes.

+Y el regreso oficial de Joe a la WFS.

Y esta última parte se las quiero dedicársela a todos ustedes, los lectores, los que apoyan desde twitter o simplemente en discord.

Realmente me sorprende que haya gente que le guste esta historia, que le den apoyo, o, aunque sea un poquito más de difusión. De verdad, gracias. Hay veces que me plantee frenarme y tal vez cortarlo antes, pero cuando veo sus comentarios (aunque solo sea uno solo) me da razones suficientes para continuar.

Por eso, quiero mándele un saludo a cada uno (Juro que no soy un psicópata ni nada, solo estoy mal del coco)

A todos aquellos que le dieron me gusta/repost a alguna de todas mis publicaciones de twitter relacionadas con Rematch:

Chuby, alucardwar, Gimp2, Javier Garcia, Peebz, Yeah, Datvin, Elkrks, 24DaviMarin42, The last gambit, Krash, Hlappy, Heartofgame, Raccoon King, Whytoall, Kamaleon89, Armnoble, Voidren, stillnolegs, Epthos, Teufelssocke, Il0veduck, Sensainingapig, Rocknamn, DaminRay, Tyenov, Alex Nikky, Ellys, José Ramon, Pikachu, Raducu, Scorpion, Zaleoritov, Tamare, Little Demon, Sebastian Cuadrado, TribalNPC, Icyi Matimus, Toasted, M_BRKR, Gideon, Emmy, Metric Caboose, Snoothugger123, America YO, BStrobberry, Mt gato, Shirokuma, Sergio_G, Okami_tm, Lord Richard IV, Nova, TedDiaz, Orange Bonange, Louis_s_Serra, Quote, Peak_JC, Scarface4324, Reed6616, Apothican Mage, HG, Yoshua Russo, Straurom, Liquid Hyena, Omegon Crabster, Gyosh, C Hooks, so_GreenDragon, Raymba, Lemmento, Zhiend yuu, Quackmaster, superbusyyou, UnBolillo, Krexic, Vertex, Kronstadt, Alpanza, Ubistro, Cirm, Alex Ventura, Kapra!, Jonathan, Emilio Reyes, DomsdayTnT, Weakenemy, Call W, dospollosx180, S3b4s, LuisoGM, ZaeZae, Zombot Kevin, Len, Darkito, Elwisho, CDepraxis, Garrar 2003, el sujeto de la mascara, Catrin V., GlowCloud, Avel_Laang_i, Elmayobeso96, Mothlov98, William041587, The Anthony, Bruh_, Leny fred, Pacha Gutierrez, Divede 11, Templar Omegon, pandemiastyle, Jesuperry, BiggytheBigg, Fredy, Andrésk4c, 365_vs, EastboundAndDown, ElLechugas3000, Kerell Rosenrott, coffee cream, Firefly the Silkwing, Carno, Papopepo, Api27G, Guilherme Belmonte, max4rever, SecondluluAnon, Astares, Malgo, Fake Anon, Dil_Illusion, Margo, jj117, RaidenJTR, Felix, Luke, Sr_Pyr0, Lordlaurencio, Goobster, Orions Horizon, Leo, Multiple Boxer, Sairon, Ronin, Mrgreen606, Carter Corpse, Gato Mañoso, FiendPie160, Clomker, Arturo Arellano, Metzu, Vilcx, El Kreyben, 1tsjustworks, Twisted Oficial, Mr.Pyro, Rs_mania, JimmyG24, DrQube, Eduardoulloa, Azafran, Zera, Windz, Lamberto, Lighto, Nest, Jack24/7, Misterzinogre, Mr.Ñ, CC Snoot-Wani, Demian, Flan, EclipseStx, JeoDoon, Casual, Nois, bremerot_45, roket, El_gordo_soprano, Ruben Softoaw, Pkvdrjkophf,

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A todos aquellos que me siguen en mi twitter:

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A todos los que dejaron sus kudos, bookmarked o comentarios en su fic (sean serios o en broma):

AnimaEx, CheemsCl, Zonic30002mash, Soyomismo, The_Gabomonkey, SmokeMan, Pejagato, FANDECHAYANNE1981, Duke_Or_James, Togekiss19, Gama2024, Dismas0tower, Esplotaculos32, Odraude, Kertint, ByWhiskers, Logic_Spooky, Blackman, Arkmaly, Zhyzhop, Elrixio_Omega, Cherom, Jesuik, 2_stone_2, Glitchier, Loverboy56318, Blackman, ARTVRVS, Kiselat_nashei, Arkmaly, Xhover

Y a todos los que me ayudaron en menor o mayor medida en algún punto:

Sors (me ayudo en un punto donde me bloquee con esta historia)

Bathor y Gwall (Fueron testers en ciertos caps cuando andaba con dudas de que podía mejorar o no)

Kyasuto, colega de discord que le dio rostro a Joe (@Kd_96_official Twitter)

Metal.Draw, un artista que le voy a seguir pidiendo comisiones para que todos los personajes tengan un rostro, síganlo que es un gran artista (@Drawn Metal Twitter)

Y también queria agradecer a una amiga mía por hacerme este dibujo to bonito de Bianca y Joe.

 

Notes:

Pero si a alguien debo agradecerle al 100%, es a ByckettArt; el creador de Bianca. Seguramente esta parte nunca le llegue, o en el caso de que si, le dedico las siguientes palabras:
“Desde que me puse a buscar cosas así aparte de SG / I wani, me crucé con un dibujo de una raptor y dije “es muy lindo el diseño”. Con el tiempo investigué y descubrí el nombre, y su trasfondo. Debo admitir, que quedé fascinado con su diseño y trasfondo, al punto que me dije “¿Y si la uso para el próximo fic que armo?” y esto me hizo hacer un giro de 180° grados a lo que tenía planeado desde el inicio.
Quiero agradecerte por haber creado a Bianca, por descubrir a un gran artista de la comunidad y quiero ver más dibujos de la dino ciega favorita de todos.”
De paso dejo el twitter de buckett (https://x.com/ByBuckett)
y el mío por si quiere seguirme (https://x.com/Patata2251)

Y con esto sería todo, les deseo que tenga un gran día, nos vemos la próxima con los extra 1 y 2.

Chao.

(Si se lo preguntan, tuve que dividir el mensaje porque las notas finales no alcanzaban para completar todos los caracteres XD)

Chapter 14: Extra 1

Notes:

BUENAS GENTE HERMOSA

Regresamos con otro capitulo, el primer extra protagonizado por Aurora. En donde conoceremos un poco más sobre ella.

Con esto dicho, disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Nunca esperé encontrarme en este punto de mi vida, estar haciendo lo que amo frente a tanta gente.

—Así que, público hermoso, les presento a Aurora Philips.

Escuchar a Jennifer presentándome, y recibir una pequeña ovación, hacía que mi corazón latiera con mucha energía.

—Bueno, no tengo mucho que decir la verdad —era imposible esconder la felicidad en mi rostro—. Esta canción la escribí hace un tiempo, se la dediqué a un chico muy especial en mi vida, que, hasta el día de hoy, sigo contando los días en el que nos volvamos a ver.

Muchas veces me pregunté si algún día me iba a enamorar de alguien, nunca tuve esas fantasías de romance como tenían otras chicas. Pero…

—Espero que lo disfruten.

Sí, deseaba encontrar el amor en algún punto de mi vida. Y esta canción es muestra de eso.


Extra 1: Give me a Kiss

[15 de julio de 2021]

—¡¿No puedo entender como no te molesta el actuar de tu hija?! —la voz pesada de mi padre retumbaba por toda la casa.

—¡¿Disculpa?! —mi madre no se quedaba atrás cuando alzaba la voz—. ¡Al menos yo estoy en casa en las noches! —se distinguía un golpe seco a un objeto de madera—. ¡A mí también me gustaría ir con mis amigos a tomar!

—¡Ahora me recriminarás por lo que…! —cierro la puerta de mi cuarto para no seguir oyendo los gritos desenfrenados de mis padres.

<<Odio esto…>>

Otro día más y la rutina sigue siendo la misma, encerrarme en mi cuarto para evitar oír a mis padres peleando, y que ellos, me usen como chivo expiatorio para no afrontar sus problemas como adultos; ojalá nunca me vuelva como ellos.

Para poder calmar mi mente, me pongo mis audífonos y subo el volumen al máximo para opacar todos los gritos de mis padres. Si existía algo que lograba contenerme y no estallar de la ira, eran dos cosas, una buena pitada a un cigarrillo de carfe o escuchar a T-rex.

Escuchar la Batería de Bill, el bajo de Steve, los bongos de Mickey, y la dulce voz de Marc, acompañada de su guitarra; conseguían transportarme a otro mundo. Lastimosamente, era imposible disfrutar al cien por ciento esta gran música con los gritos de mis padres de fondo.

Como no soportaba el bullicio de mis progenitores, decidí salir por la ventana con mi guitarra y mis audífonos para escapar de mi hogar por un rato. Me acerco a la parada de buses y me quedo esperando a que el micro apareciera.

Mientras divagaba en mis pensamientos, reviso los mensajes de mi teléfono para saber si Riley había conseguido más carfe para mí. Según lo que dice él, tiene un “amigo” que conoce a un sujeto que vende carfe natural, y la mejor parte, a buen precio.

Ya arriba del bus, me siento en el fondo y pienso en que hermosa parte de la ciudad exploraré el día de hoy. Podría ir a la plaza que se encuentra en Promenade, pero tampoco es un lugar que me guste realmente, es un lugar muy “elegante” para mí. Y sinceramente, hoy prefiero mantenerme lejos del muelle, últimamente hay varios policías rondando por ahí, y si me descubren fumando; será un problema.

En lo que seguía debatiendo en donde bajarme, me quedo viendo por la ventana el apagado paisaje de la ciudad. En un instante, mi atención se dirige a un parque que se encontraba cerca de los límites de Skin row. Al bajarme del bus, reviso en el GPS en que barrio me encuentro; Green Stick.

—La verdad, es un lindo parque —me decía a mí misma.

Empecé a explorar el parque en busca de un lugar para sentarme y poder disfrutar en paz mi soledad. Cuando encontré una banca vacía cerca de un árbol mal trecho, fui directamente a sentarme ahí. Ya acomodada, sacó mi guitarra de su funda y empiezo a rasgar un poco las cuerdas en lo que determinaba que iba a tocar. Como ahora estaba sonando “Girl” de T-rex, era una buena forma para calentar los dedos.

De alguna forma, esta era mi forma de escapar de los problemas de casa. Tocar la guitarra y sentir el viento del aire fresco, lograban que yo viajara por mis pensamientos y que deseara nacer en los 70’; drogas, rock y paz.

Mientras seguía delirando en paz con esta melodía psicodélica, me doy cuenta de que un chico se sentó a lado mío y estaba siguiendo la canción con su pie; era un edmontosaurio. Cuando me volteo a verlo, el chico de escamas blancas deja de seguir el ritmo y se mostraba algo asustado cuando lo mire.

—Disculpa… yo solo estaba de paso y... —sonaba algo nervioso, aunque por su cara, parece amigable—. Perdón si te incomode con mi presencia.

—No pasa nada —me detengo de tocar—. ¿Tienes idea de lo que tocaba?

—Diría que era T-rex —se me forma una pequeña mueca de felicidad.

—Correcto. ¿Acaso los conoces?

—No. Lo deduje por tu camiseta —se me escapa una risa seca.

—Deberías escucharlo —me quito el audífono izquierdo y se lo muestro—. Ten.

Cuando el edmontosaurio se puso en su oreja el auricular, comencé a reproducir una playlist con varias canciones de T-rex. Mientras los dos disfrutábamos de la buena música, yo seguía tocando la guitarra. En lo que creí que sería otra tarde a solas en el parque haciendo música, terminé conociendo a Ethan.

Ethan tenía la misma edad que yo, un edmontosaurio de escamas blancas que daba vibras de ser alguien agradable. Su forma de vestir era casual, una camiseta con rayas horizontales, un jean azul claro y unas zapatillas deportivas. Según lo que él me contó, él estudiaba en el instituto Mr. Sumer; una escuela que lo único que la hacía destacar es que se encontraba a las afueras de Volcadera.

Él me preguntó por qué me gustaba tanto T-rex, y le expliqué que es debido a mi padre. Cuando era una niña, descubrí a mi padre escuchando música en el ático. Mi papá me contaba que este estilo de música no le gustaba a mi madre y venía escucharlos en secreto. Y como fuera magia, quede fascinada con su música, aún recuerdo cuando me compré esta guitarra con todas las mesadas que fui ahorrando.

Tras explicarle por qué es la mejor banda del mundo, y no pienso escuchar opiniones equivocadas, seguimos charlando sobre otras cosas; como nuestros hobbies.

—¿Te gusta la mecánica?

—Sí, de niño siempre me gustaron los autos y la idea de tener mi propio auto.

—Me encantaría aprender a manejar —le decía tras escupir el humo del carfe—. Ir por la carretera a toda velocidad, escuchando mi música y con mi pelo al viento —ya me imaginaba manejando en el atardece. Cuando oigo la risa de Ethan, salgo de mis pensamientos—. ¿De qué te ríes?

—Es que se me hace gracioso ver tu cara despreocupada.

—Ya, no te rías—le doy un leve empujón.

—Ok, ¿Y hace cuánto tocas la guitarra?

—Y desde los doce —acariciaba mi guitarra—. Saúl y yo tenemos varias historias juntos.

—¿Saúl?

—Mi guitarra.

—¿Le pusiste nombre a tu guitarra? —él me miraba confundido y yo lo miraba a él con mirada juzgadora.

—Seguramente si tuvieras un auto le pondrías nombre —al momento que abre la boca para responderme, la vuelve a cerrar a los pocos segundos—. ¿Ahora no es tan raro que mi guitarra tenga nombre?

—¿Y por qué le pusiste ese nombre?

—Porque Saúl se guarda en el baúl —era una rima tonta que inventé cuando era niña, pero me gusta cómo suena—. Y si tuvieras auto, ¿Qué nombre le pondrías?

—Hudson —me quedo unos segundos pensando, hasta que me percato del nombre.

—¿Cómo el auto de la película de Cars? —él se rascaba la cabeza, algo avergonzado.

—Es que, de niño, miraba mucho esa película.

Mientras las horas pasaban, nosotros seguíamos charlando cada vez más y más; era como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

Ethan me contó su interés en aprender a tocar la guitarra, pero nunca conoció a alguien que le pudiera dar una mano con eso. Al momento que mencionó eso, hicimos un trato, si yo le enseñaba a tocar la guitarra, él me iba a enseñar a manejar.

—Oye —él me miraba con cierto interés—. ¿Estás libre?

—Pues técnicamente sí —tampoco es que tenga muchas ganas de volver a casa.

—Es que iba a ir a comprar algunos discos de música —él se rascaba el mentón—. Y como sabes tocar la guitarra, seguramente podrías recomendarme alguna banda o artista que te guste.

Solo tenía dos opciones: aceptar una propuesta divertida, pero ir sin dinero suficiente para comprarme un disco. O regresar a casa y esperar a que mis padres hayan dejado de discutir. Creo que es obvia la respuesta.

—Claro, será divertido —guardé la guitarra en mi funda y me fui caminando con Ethan hasta la tienda de música.

En lo que iba conociendo este barrio, el chico de escamas blancas me seguía sacando información; le conté sobre mis delirios de grandezas y mi idea de vivir de la música.

—Pues creo que tienes el talento para hacerlo —me decía él—. No seré un experto en la música, pero creo que tienes esa vibra de futura estrella del rock.

—Gracias, pero no es tan fácil.

—¿No me digas que te da vergüenza? —asentía con la cabeza.

—Más que vergüenza, diría que me da pánico ser el centro de atención.

—¿Y eso?

—Una mala experiencia —mejor se lo digo sin muchos detalles—. Cuando tenía catorce, hubo un show de talentos. Quise participar y digamos que no fue una buena performance —Ethan lanzaba un pequeño suspiro.

—¿Y nunca volviste a presentarte delante de un público?

—No, y por ahora, no tengo interés de hacerlo —creo que, por su expresión, entendió que no quiero seguir con el tema.

—Comprendo. Espero que en algún momento más personas puedan escuchar tu música.

—Gracias. Y tú, ¿Eres bueno con la mecánica?

—Diría que sí. Llevo desde inicio de año construyendo mi propio auto.

—¿Y qué modelo es?

—Un Dodge Charger clásico —se le hacía una sonrisa muy grande cuando lo menciona—. ¿Sabes cuál es?

—No tengo ni la más remota idea —él se reía de mi respuesta.

—Pues, en algún momento te lo muestro.

En lo que seguíamos hablando sobre pequeños detalles de nuestras vidas, llegamos a la tienda de discos, y la verdad, hay una gran variedad de discos; tenías desde clásicos del siglo pasado hasta música moderna.

Entre los dos, empezamos a explorar cada pasillo y cada estantería donde podría haber algo de música de calidad. Cómo era de esperarse, inmediatamente me puse a buscar un disco de T-rex para recomendárselo a Ethan; le recomendé “Electric Warrior”. Por su parte, él buscó discos de varios géneros, desde Pop hasta Rock.

El edmontosaurio me dio un disco de Foo Fighters, “The Colour and the Shape”. Es una banda que conozco algunas de sus canciones, pero no sé mucho sobre su discografía. Y aunque tuviera interés de comprarlo, no tenía dinero suficiente para eso; con suerte me alcanzaba para un combo infantil de McDonald’s.

Pasamos el resto de la tarde con Ethan escuchando diferentes discos y discutiendo sobre diferentes cosas, desde quién era el mejor guitarrista, hasta la mejor banda de todos los tiempos. Para cuando salimos de la tienda, ya la noche había caído y creo que era momento para ir despidiéndome de él.

—Oye, estuvo divertido esta tarde —Ethan tenía una linda sonrisa.

—Lo mismo digo.

—¿Quieres ir a comer? —me rascaba el cuello de forma incómoda.

—Estaría cool, pero apenas tengo dinero para una cajita feliz del MC —él se reía.

—Pues vamos al Mc, con lo que gaste en la tienda, apenas puedo comprarme el combo más barato de ese lugar.

—Carajo… —él me intentaba convencer con su sonrisa—. Está bien, vamos a comer —y así fue, como conocí al chico que iba a cambiar mi vida.

Los meses pasaron y mi relación con Ethan se convirtió en una de amistad. Casi todos los días, después de clases, nos juntábamos en el parque para pasar el rato. Hubo días que tan solo nos quedábamos en el parque hablando sobre música por horas, mientras que, en otros, organizábamos algún plan interesante.

Hace unas semanas, tuve que acompañarlo a comprar partes de auto para poder de terminar de construir su coche, ese sábado estuvimos todo el día juntos. Y aunque había opciones mucho más interesantes que ir a comprar una caja de cambios en la otra punta de la ciudad, pasar todo el día con Ethan fue muy entretenido. Por suerte, me aseguro ser su primera pasajera cuando termine de armar el auto.

Hoy habíamos acordado en que íbamos a continuar con las clases de guitarra, y como tampoco tenía muchas ganas de salir, le dije que viniera a mi casa. Le agradecí a Jesús raptor porque mis padres no se encontraban en casa hoy, no tenía ganas de que Ethan los conociera.

—¿Lo estoy haciendo bien? —su mirada y su lengua, saliendo de su boca, era indicador de que se estaba concentrando.

—Te falta un poco, el índice va en la cuerda de arriba —yo lo estaba mirando con mucha atención—. Ahí.

Él me pidió que le enseñara alguna canción de FF, le dije de practicar “Everlong”. Por el lado de las notas, él había logrado aprendérselas. Sin embargo, cuando debía cambiar de acorde, su juego de dedos era bastante aparatoso y le costaba hacer sonar bien el rasgueo.

—Es un avance, solo llevamos dos semanas y mejoraste bastante.

—Gracias, pero aún no logro combinar dos notas sin equivocarme —él me extiende la guitarra—. ¿Podrías tocar la canción?

—Tú solo quieres tener un show privado —tomó la guitarra.

—Es que aprendo de forma visual, si puedo ver como tocas, a lo mejor me sale mejor la próxima vez.

—Tarado.

Me puse a afinar la guitarra y revisé la partitura para reafirmar cuáles eran las notas. Despejé la mente y comencé a tocar la canción. El sonido de las cuerdas vibrando y el retumbar del piso cuando yo marcaba el ritmo con el pie, me daba placer.

Hello, I've waited here for you

Everlong

Tonight I've thrown myself into

And out of the red, out of her head, she sang

Para cuando me quería dar cuenta, el edmontosaurio estaba cantando. Tal vez desafinaba un poco al cantar, pero la voz de Ethan, lograba trasmitir las emociones que reflejaban la canción.

If everything could ever feel this real forever

If anything could ever be this good again

The only thing I'll ever ask of you

You've gotta promise not to stop when I say when

She sang

Al final, esta clase de guitarra, se volvió un momento íntimo entre los dos. Me detuve por un momento y miro a Ethan.

—Tienes buena voz —se veía halagado por mi comentario.

—Gracias, solo cantó cuando estoy en la ducha.

—Y la verdad, no lo haces tan mal con la guitarra —su sonrisa descarada me daba indicios de que le estaba inflando su ego—. Pero aún te falta mucha práctica y que memorices la posición de los dedos en las notas.

—Como digas profe —le tiré una almohada.

—Sabes que detesto cuando me llamas así.

—De acuerdo —se podía ver la malicia en su sonrisa—. Profe —y otra almohada impacta en su cara.

—Ven, quiero ir a fumar un poco —dejo mi guitarra en la cama y los dos salimos del cuarto.

Con un poco de ayuda de él, logró abrir la compuerta del ático y subimos al mismo. Ya arriba, busqué en la caja de mis viejos juguetes de la niñez; en donde escondía mi suministro de carfe. Abrimos una pequeña ventana que da al techo de la casa y pasamos por ahí, para poder tener unas buenas vistas de los suburbios.

Ya en el techo, nos recostamos en el tejado y comencé a fumar. Le quise ofrecer un poco a Ethan, pero él no era muy fan del sabor del carfe. En lo que consumía mi cigarrillo, estaba viendo el cielo anaranjado del atardecer y dejaba que mi mente borrara mis preocupaciones.

—¿Puedo preguntarte algo? —la voz de Ethan rompía el silencio.

—Dime.

—¿Está todo bien? —sonaba preocupado.

—Sí. Digo, no es que pueda ir a peor.

—Es que los últimos días te veo muy apagada y distante —rayos—. Y quería saber si te preocupaba algo —le doy una buena pitada al cigarrillo y escupo el humo.

—Son mis padres. Desde hace ya casi un año, lo único que escucho de ellos son puras peleas y gritos —no me gustaba hablar de esto—. Papá estos últimos meses casi no está en casa, se la pasa tomando en bares. Mientras que mamá le recrimina cada error, aunque sea ínfimo —me sentaba y abrazaba mis piernas para esconder mi cara—. Lo que realmente me molesta es que no haya amor entre ellos para este punto.

—¿Cómo es eso?

—Los padres siempre discuten y pelean, es normal en una pareja —levanto la mirada y me volteo para verlo—. Pero aun con eso, siempre hay una chispa de pasión o amor. Eso ya no lo veo entre ellos dos.

—¿Y cómo es tu relación con tus padres? —su rostro reflejaba un poco de empatía.

—Pues con mi madre, diría que una relación normal. Ella hace lo posible para que yo esté bien y me apoya con mis proyectos. Y con mi padre, también diría que normal, es verdad que cuando era niña pasamos más tiempo juntos, pero aun con todo eso, lo quiero —termine de consumir el cigarrillo y prendí un segundo—. La verdad, pienso que, si se divorcian, sería mejor para ellos dos.

—No es una decisión fácil —en su voz se notaba algo de incomodidad—. Lo digo por experiencia.

—¿Padres separados?

—Desde los siete años —él se acerca un poco más a mí—. Para un niño, ver a sus padres separarse, es muy difícil.

—Lo siento por sacar el tema.

—No te disculpes, cuando creces comprendes que es lo mejor para ellos —pone su mano sobre mi hombro—. Aunque de niño podía presumir de que tenía dos navidades —su comentario, acompañado de su risa, ayudaba aligerar el ambiente.

—Gracias por escucharme.

—Descuida, si quieres volver hablar de esto, solo hazlo —Recuesto mi cabeza en su hombro.

—Te quiero tarado.

—Yo también me quiero —lo golpeaba en el pecho.

—Como te gusta arruinar estos momentos —ya que mencionó lo de sus padres—. ¿Y vives con tu padre o con tu madre?

—Con mi madre. Papá tiene un negocio exitoso en España.

—Ulala, tenemos a un ricachón entre nosotros —él se reía.

—No es mi culpa que mi padre tuviera suerte con las inversiones —él lanzaba un suspiro—. Sobre eso…

—¿Qué ocurre?

—No, nada. Olvida lo que dije —Ethan se queda viendo mi cigarrillo—. ¿Puedo?

—Me ofendería si no lo hicieras —le paso el cigarrillo y cuando le da una pitada empieza a toser—. Jajaja, se nota que no estás acostumbrado.

—Calla —él seguía tosiendo—. Nada más no estoy acostumbrado.

Tras reírme de la inexperiencia de Ethan, los dos nos pudimos relajar en calma en el techo; era grato poder decirle a alguien lo que me tenía agobiada estas últimas semanas. Para no seguir hablando sobre algo tan deprimente, cambiamos el tema de conversación sobre que nos gustaría hacen en el futuro.

Ethan no tenía claro que quería hacer, él no sabe lo que le depara la vida. Sin embargo, le gustaría trabajar de algo que se relacione con la mecánica o con la reparación de autos. Él menciona que, si no consigue trabajo, lo más seguro es que su padre le consiga un puesto en su negocio; aunque no me gustaría que se fuera lejos. Por mi lado, me encantaría vivir de la música. Ser una artista famosa, o por lo menos reconocida, que pueda gozar de la vida como los grandes artistas.

Varios meses habían pasado y ya nos encontrábamos en primavera. El día de hoy, Ethan volvió de sus vacaciones de Barcelona; se me hizo muy difícil matar el tiempo en las tardes sin su presencia. Para celebrar su regreso, le propuse de ir a la playa a ver el atardecer y beber un poco de cerveza.

En lo que veíamos el sol descender, Ethan me contaba sobre todas las cosas interesantes que le ocurrieron en España. Los primeros días fueron difíciles para él comunicarse con otros individuos, ya sea por la diferencia de idiomas o porque su español era pésimo. Por otro lado, conoció a un chico llamado Mauricio que le hacía de guía por toda la ciudad; enseñándole toda la vida nocturna de Barcelona.

—¿Me estás diciendo que, con dieciocho años, puedo tomar alcohol allá? —estaba un poco sorprendida por eso.

—Sí, no entiendo por qué hay que “esperar” hasta los veintiuno —le da un sorbo a su lata de cerveza—. Otra cosa que aprendí allá, es bailar un poco de flamenco —él se levanta de la arena y me extiende su mano.

—¿Quieres que bailemos? —me estaba por reír de su propuesta tan absurda.

—Y es que un hombre, ¿No puede ofrecerle un baile a una bella dama? —forzaba un acento raro que lo hacía sonar como el gato con botas.

—Si bailo, ¿Dejarás de hacer ese acento horrible? —él me miraba con unos ojos pícaros.

—Por supuesto, madame —aún seguía haciendo ese acento.

Tomé su mano y me levanté del suelo. Nunca fui una gran bailarina, pero mínimo esperaba que el edmontosaurio supiera guiarme. Cuando estábamos por empezar a bailar, él hace una pose donde alza sus manos sobre su cabeza y da un par de palmadas y grita “OLE”; mi reacción fue reírme al instante.

Después de sus payasadas, me empezó a enseñar algunos de los pasos básicos, y la verdad, era pésima en esto. Aunque él quería seguir enseñándome, yo empecé a molestarlo y lo lleve hasta la orilla del mar.

Como Ethan estaba muy distraído con sus lecciones, aproveché para empujarlo contra el agua y que cayera sobre ella. Al principio se veía molesto por lo que hice, pero yo me estaba muriendo de la risa. Sin previo aviso, él me salpica con el agua; mojándome parte del cabello.

Y de una clase de baile, pasamos a una mini guerra de lanzarnos agua. Nos estábamos divirtiendo como si fuéramos unos niños, cada vez era más agresivo los ataques de agua, hasta el punto en que empecé a huir del ataque de Ethan.

Él comenzó a perseguirme y yo solo podía gritar de que se detuviera entre risas. Por desgracia, mi persecutor, me atrapó y ambos caímos en la arena; uno encima del otro. Al mirarnos, ninguno podía contener la risa de la tontería que acabamos hacer, posiblemente influenciado por el alcohol y el carfe. Y de repente, las risas cesaron.

El ruido del mar era lo único que era audible en toda la playa, no había ningún otro sonido. Y por tan solo unos pocos centímetros, nuestros labios no hacían contacto.

Me sentía rara al ver los ojos de Ethan tan cerca de mí, me generaba algo en el cuerpo; como si tuviera mariposas en el estómago. Será que esto es…

No, no son mariposas en el estómago.

—¡Perdón! —Empujo a Ethan a un costado y me arrastro lo más lejos que puedo para poder vomitar lejos de él

<<No fue buena idea mezclar alcohol con carfe.>>

Mientras yo seguía sacando las “mariposas” de mí estomagó, Ethan me dice algo de forma tan abrupta, que no supe cómo reaccionar cuando lo dijo.

—Me voy a vivir a Barcelona —¿Qué?

En lo que yo me limpiaba la boca, me volteo a ver a Ethan sorprendida por lo que había soltado.

—Mi padre estuvo varios meses hablando con mi madre de que yo me fuera a vivir unos años con él a España.

—¿Esa fue la razón de tu viaje?

—En parte, normalmente para esas fechas siempre iba a visitar a papá —tenía una mueca de disconformidad—. Y toda mi estadía ahí, fue para convencerme de mudarme con él.

—¿Y tu idea de ser mecánico?

—De hecho —él se rascaba la cabeza—. Papá tiene muchos contactos, y me consiguió una pasantía como mecánico en un equipo de Fórmula 1 —su rostro reflejaba cierta culpa—. Eso fue lo que me terminó convenciendo.

—Me alegro por ti —aunque estuviera feliz por él, y tuviera una sonrisa en mi rostro, mis ojos reflejaban tristeza.

Nunca pensé que me iba a sentir tan mal por una noticia así. Tal vez es por la conexión que hice con él, me sentía segura a su lado; podía contarle cualquier cosa. Incluso, es el único de mis conocidos que me dio algo de apoyo emocional cuando mis padres comenzaron el proceso legal del divorcio.

Carajo, quiero llorar, estoy furiosa de que se vaya. Pero tampoco puedo arruinarle una oportunidad así de grande.

—Oye —él se levanta de la arena y se acerca a donde estoy—. No llores —sin que me diera cuenta, sentía como brotaban de mis ojos varias lágrimas.

—Es que quiero que te quedes —me era difícil contener todas estas emociones—. No quiero que viajes lejos, quiero que te quedes acá, quiero seguir pasando tiempo contigo —sin previo aviso, lo abracé—. Eres alguien especial para mí.

En toda mi vida, nunca me gusto mostrar mis emociones. Tal vez suene tonto, pero nunca me gusto verme vulnerable hacia el resto. Pero cuando realmente alguien me importa o lo considero alguien especial para mí, soy capaz de mostrar mi lado más emocional.

—Tranquila —él acepta mi abrazo—. Aún no me voy, todavía tengo que terminar este año escolar —yo estaba apretando su camiseta—. Te propongo algo, pasemos el resto de la primavera juntos.

—¿Eh? —aun mis ojos estaban rojos.

—Quiero decir, aún me faltan varias lecciones de guitarra y yo aún no te enseñe a manejar —su sonrisa alegre apaciguaba un poco mi malestar—. No me gustaría irme al exterior sin cumplir una promesa.

Tenía que aceptarlo y disfrutar el tiempo con él, no estar amargándome y lamentándome que Ethan se iba lejos.

—De acuerdo —me limpiaba un poco las lágrimas—. Pasemos el tiempo que podamos juntos —Así, el resto de la primavera, fueron los días más divertidos que tuve en toda mi vida.

Intentábamos juntarnos la mayor cantidad posible de días en lo que restaba de tiempo. No importaba que plan tuviéramos o si simplemente nos viéramos para charlar en el parque, quería tener una excusa para estar con él. Aunque me doliera en el alma, el último día había llegado; mañana Ethan se iba a España por un par de años.

Nos juntamos desde el mediodía para pasar todo el día juntos. Lo primero que hicimos era ver si mis clases de guitarra surtieron efecto o no. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa de saber si fui una buena maestra. Por suerte, él logró aprenderse las canciones que estuvimos practicando. Incluso, se aprendió una canción por su cuenta, y hasta consiguió sacar los acordes él solo; ahora podía presumir de que sabía tocar la guitarra.

Después de mi triunfo como mentora, le tocaba a Ethan ser mi profesor de manejo. Yo esperaba usar el auto de su madre, pero como era una ocasión especial, me dejo conducir a Hudson. Por seguridad, me llevo a una pista de manejo para que pudiéramos practicar con calma y que evitáramos cualquier accidente estúpido.

Al comienzo fue difícil aprender el juego de pies básicos con los pedales. El auto avanzaba unos metros, y unos segundos después, se quedaba quieto. Ethan tuvo mucha paciencia para enseñarme, y cuando logre aprenderme los cambios, hice que el auto levantara velocidad.

Por mi lado, era muy divertido sentir el viento que entraba por la ventana, pero, por otro lado, era mucho más divertido ver la cara de terror de Ethan; hice que gritara varias veces. Al parecer, según él, yo era alguien “imprudente” al volante, al punto, que me rogaba que no volviera a conducir en mi vida.

Con toda la diversión que habíamos pasado, la noche hizo acto de presencia. Como sería la última vez que nos íbamos a ver por varios años, decidimos ir a comer al McDonald’s. Y como hicimos la primera vez, ambos nos pedimos una cajita feliz para recordar el día que nos conocimos.

—¿Qué opinas pingüino? —yo estaba jugando con el juguete que venía con la caja—. Dice que te va a extrañar cuando te vayas lejos —miraba de forma juguetona a Ethan.

—¿En serio? ¿Y no tiene algo más que decir el pingüino? —acerqué el juguete a mi oreja.

—Dice que me regales tus papas fritas —él saca el juguete de la caja y era un oso.

—¿Qué opinas, señor Oso? —se pone al muñeco en su oreja—. Dice que no —aunque fuera algo muy tonto lo que hacíamos, y la gente nos viera raro, era muy divertido.

Habremos estado por varias horas hablando, y la razón era muy simple, no queríamos que la noche terminará. Y como ninguno es capaz de controlar el tiempo, decidimos dar una última caminata por el parque juntos. En un momento, nos detenemos a ver la banca donde nos conocimos por primera vez.

—Aún parece como si fuera ayer —había algo de melancolía en mis palabras.

—Sí.

—¿Sabes que es lo más gracioso? Recuerdo bastante bien ese día —él me miraba con una bonita sonrisa—. Apareciste de la nada y empezaste a seguir el ritmo de la canción que tocaba, incluso te pusiste nervioso cuando te mire.

—Es verdad.

—Y pensar que nos haríamos amigos tan…

—Me gustas —fui interrumpida por Ethan—. Me gustas Aurora.

Estaba inmóvil cuando escuché eso. No sabía cómo reaccionar realmente.

—Hace tiempo ya sabía que existía la posibilidad de que me iba a mudar, y en algún punto de nuestra relación, empecé a sentirme diferente cuando estaba a tu lado —¿Hace tiempo que siente esto? —. No quería decirlo, digo, ¿Para qué decir lo que siento a la chica que me gusta si me voy a ir lejos por un par de años? —eres un idiota—. Tenía miedo del rechazo, tenía miedo de que las cosas fueran bien y tener que terminar…

Me acerqué rápidamente a él y le robé un beso, para que en el fondo entendiera que esos sentimientos también eran recíprocos. Después de unos segundos, él se relajó y aceptó mi beso. Tras finalizar nuestro beso, miro a Ethan.

—De verdad eres un tarado —se me formó una sonrisa en mi rostro—. Es una lástima que tengas que irte tan lejos.

—Lo sé.

—¿No existe una posibilidad de que regreses?

—Pues… —él se empieza a reír.

—¿Qué pasa?

—Se me ocurrió una idea, es un poco tonta —intenta calmarse para poder hablar—. Es posible que regrese entre el 2024 o 2025, así que iba a proponerte que sigamos en contacto.

—Eso es obvio.

—Pero en el caso de que pasara algún infortunio y perdiéramos el contacto, que nos encontremos en este lugar cuando regresé a la ciudad —él me señala la banca. Mi reacción fue reírme ante su propuesta.

—Se nota que te gustan demasiado las películas románticas—él se avergonzaba un poco—. Pero me parece muy tierna la idea —le doy un pequeño beso en la mejilla—. Es una promesa.

Aunque fue un lindo momento, era un poco amargo pensar que estará lejos por varios años. También acordamos que, si ambos seguíamos solteros, y aún había interés de intentar algo, íbamos a tener una cita propiamente dicha.

El segundo año de preparatoria había comenzado y la ausencia de Ethan era presente. De alguna forma, ir al parque a tocar la guitarra en la banca me daba algo de paz. Una parte de mí, bastante incrédula, siempre está esperando a que aparezca ese edmontosaurio que se robó mi corazón. Y en lo único que puedo pensar cada día es:

<<Aunque pase el tiempo, yo te seguiré esperando. Espero que cumplas nuestra promesa Ethan.>>

 

                                                                         

Notes:

Seré breve y corto,

Estoy trabajando sobre el esquema general del Acto 2, que no le falta mucho y empecé un poco el segundo extra que estará protagonizado por Víctor.

Después del Extra N°2, se retomara la historia principal. Con eso dicho, espero que tengan un gran día.

Y con eso dicho, espero que tengan un lindo día.

Dibujo realizado por @DrawsMetal

Mi twitter: https://x.com/Patata2251

PD: les dejo esta canción (que es la que lleva el nombre del capitulo, por que es toda bonita y me gusta)

https://youtu.be/Dh_WZ43zS0c?si=-4OegJ2liUiy8uUl

Chapter 15: Extra 2

Notes:

Hola a todos bellas personas, regresamos con el ultimo Extra antes de regresar a la historia principal.

Antes de arrancar, quería avisar que ya tenemos portada para el Fic. Si aun no lo vieron, vayan a mi twitter o vayan al primer capitulo que ya esta subido la portada. (Todo el amor y cariño por tremendo dibujo a la artista @NareMartinez3 / CactusDraw)

Con esto dicho, hoy conoceremos un poco más sobre Víctor, el mentor de Bianca.

Espero que lo disfruten

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Desde que dediqué mi vida a las bellas artes, mi vida tomó varios rumbos hasta el día de hoy. Aún recuerdo mis tiempos como docente en la preparatoria St. Hammond y las múltiples vivencias que tuve ahí. Ver nacer a grandes artistas, conocer a grandes exponentes del medio artístico, e incluso, poder hacer muestra de mis dotes. Sin embargo, nunca pude triunfar como un artista de renombre. En mis casi treinta años, dedicándome a la docencia, nunca pude despegar en la industria.

Por suerte, mi padre, tenía un estudio de arte en donde sabía que, tarde o temprano, me tendría que hacer cargo cuando él dejará este mundo. Aunque no todo fue malo.

Por un lado, pude compartir tiempo con mi primer pupilo, alguien que considero un gran amigo mío, cuando fuimos docentes en la preparatoria Hammond. Después de que él tuviera una fugaz, pero fructífera carrera como artista, me contactó para que lo ayudara a conseguir trabajo; ya que para esos tiempos andaba corto de dinero. Con un poco de convencimiento y charla con los directivos de la institución, logre que consiguiera un puesto de trabajo.

Y lo otro que valoro, y aún atesoro, es poder conocer a mi segunda y actual pupila.

—Muy bien jóvenes —mi expresión de asco hacia la juventud desganada, hacía que varios estudiantes se vieran nerviosos—. Vamos a calificar sus trabajos con arcilla —empecé a explorar todo el salón y a analizar cada escultura—. Jackson, una B-. Harrison, una C+. Summer, B —podía escuchar varios suspiros de alivio en algunos estudiantes.

En lo que yo seguía calificando cada abominación que debía considerar “arte” o si no tendría problemas con el consejo de padres, me quedo viendo fijamente una escultura de arcilla que estaba bien definida.

—¿Quién hizo esto? —estaba sorprendido de que por fin hubiera alguien con capacidades artísticas respetables.

—Lo hizo una chica que fue al baño —decía un estudiante.

—¿Alguien sabe su nombre?

—Creo que era… Bi… —estuvo unos segundos intentando decir su nombre—. No lo recuerdo.

—De acuerdo —me di media vuelta y seguí calificando los trabajos.

No quedaba mucho para que la clase terminara, así que me puse a explicar unos conceptos básicos sobre el trabajo de escultor y como se deben realizar las técnicas correctamente. Me desesperaba ver a varios estudiantes ignorando mi explicación y que se quedaran viendo sus teléfonos. En los últimos minutos de clase, escucho la puerta del salón abriéndose y veo como una estudiante entra.

Espera, ¿Ella hizo la escultura?

Cuando suena la campana, todos los estudiantes se levantan de sus asientos y llamo la atención de la raptor que había ido al baño.

—Señorita William, quiero hablar algo con usted —la expresión de pánico de la joven de escamas marrones era evidente.

Mientras el resto de estudiantes se iban del salón, mi atención se dirige a la tímida chica con lentes de sol. Ella se veía aterrada, sé que tengo la mala fama de ser muy severo con los alumnos y que no soy el más popular de los profesores; pero hasta un viejo amargado como yo, reconoce el talento cuando lo tiene adelante.

—¿Tú hiciste esta escultura? —le acerco la figura que encontré en su mesa.

Ella, con sus manos temblorosas, empieza a tocar la escultura de arcilla.

—Sí. Lo hice yo.

—¿Alguien te enseño a trabajar con arcilla o plastilina cuando eras niña?

—Bueno… —titubeaba un poco con sus respuestas—. Cuando tenía 5 años, mi madre y yo jugábamos mucho hacer figuritas con plastilina —se veía algo apenada—. Pero con el tiempo, me alejé de la escultura hasta hace unos meses.

—¿Cuál es tu nivel de ceguera? —fui directo con la pregunta.

—Total —Al oír esa respuesta, estaba anonadado.

Una joven que apenas tiene conocimiento sobre el trabajo en escultura, que, con el tacto de sus manos, logro memorizar la figura de madera que deje de referencia y pudo trasladarlo a una figura de arcilla, logrando un trabajo muy bueno; es algo que se debe aprovechar.

—A+.

—¿Eh? —la chica levanta su cabeza en mi dirección.

—Es la nota que sacaste por tu escultura —se le formó una pequeña sonrisa en su rostro—. Eres talentosa niña, y me gustaría poder ayudarte a sacarle todo el jugo que se pueda.

—¿Lo dices en serio?

—Vamos a demostrar tus capacidades como artista, sin importar tu condición —pongo mi mano derecha sobre su hombro—. Eres buena en esto.

Y desde ese día, mis ganas de enseñar volvieron a florecer.

 

Extra 2: El maestro y sus discípulos

 

[27 de septiembre del 2023]

Me encontraba dando clases en el taller sobre pintura en lienzo. Hoy me tocaba cubrir a Carla en su clase de la tarde, debido a que ella se había tomado el día para ir a ver a su familia en el campo. En el fondo, prefiero dar clases a niños, se me hace mucho más sencillo y aprenden mucho mejor que varios adultos. Lastimosamente, la clase en cuestión, era de adolescentes y adultos; no pienso contenerme con las críticas.

—A ver, lagarto subdesarrollado —estaba intentando ser amable—. Cuando dije que el trabajo consistía en pintar con colores cálidos —vamos Víctor, puedes ser comprensivo—. ¿Por qué carajos usaste azul como base para la pintura?

Todos en la habitación estaban en silencio en lo que reprimía al microraptor, el joven adulto de escamas negras estaba temblando. Me recuerda a la cara que puso ese humano cuando vino por primera vez en el taller, ¿Bianca se molestará si lo lastimo?

Tras disfrutar la “crítica amigable” que le di al chico, empiezo a analizar con cuidado su trabajo y, aunque no usara colores cálidos, su técnica con el pincel es bastante buena; le voy a subir un poco el ánimo.

—Y aun con tu falta de capacidad de obedecer una simple orden de trabajo —la expresión del microraptor era de miedo—. Hiciste un gran trabajo a nivel técnico —el joven se exalta cuando lo elogio—. Evitaste que se llegaran a formar pequeños grumos en el lienzo y las pinceladas fueron uniformes —él lanzó un suspiro—. Ignoraré que usaste colores fríos y reconoceré que hiciste un buen trabajo.

—Gracias… —se veía más tranquilo.

—Escuchen todos —me dirigía a toda la clase—. Tal vez sea un poco exigente, buscando la perfección, pero soy capaz de reconocer las cosas buenas en lo malo —tomo la pintura del microraptor—. Cuando pinten, pinten en un solo sentido. Como hizo su compañero —el joven se le escapaba una pequeña sonrisa—. Pero, sobre todo, escuchen las indicaciones que se les dan —la clase se reía de mi comentario y el chico de escamas negras se avergonzaba.

El reloj que marcaba las cinco en punto, dio la señal de que la clase había terminado. En lo que los alumnos se iban del salón, yo me puse a ordenar un poco el espacio. Guardaba el equipamiento en su respectivo lugar y comencé a barrer para limpiar un poco el lugar. 

—Víctor —escucho la voz de Bianca en la puerta.

—¿Qué pasa niña?

—Estoy terminando el encargo de la familia Bryant, y quería una segunda opinión.

—Terminó de limpiar y voy para allá.

—Ok —veo como la raptor se aleja de donde estoy.

En lo que terminaba de ordenar, me quedo viendo el trabajo que realizó el chico de escamas negras. Por un lado, me da rabia que no pudiera seguir unas simples directrices. Pero por el otro, es un trabajo muy bueno, el paisaje que realizó es precioso. Saco el cuadro de su atril y lo cuelgo en la pared.

—Lo voy a usar como recordatorio para que preste más atención ese muchacho.

Viendo que deje impecable el salón de pintura, tocaba ir al salón de escultura para ver en que podía ayudar a Bianca. Desde los últimos 6 meses, ella se está haciendo cargo de todos los encargos tras el anuncio del Parkinson de Susan. Los primeros 3 meses tuve que ayudarla a tomar ritmo, ya que tuvo la mala suerte de que tuviéramos mucha demanda.

Cuando entro en donde se encontraba Bianca, me estaba esperando una vasija ancha en su base y fina en la parte superior. El trabajo realizado por mi aprendiz, se podría definir como exquisito.

—¿Me llamaste para presumir? —se me hacía una mueca de molestia, aunque ella no lo podía ver.

—No, claro que no. Es que siento que le falta algo a la vasija.

—Deja que reviso la petición —sacó el teléfono y reviso el mensaje que me mando la Sra. Bryant—. Ok, lo que falta es el grabado puntual que pidieron.

Me siento enfrente de la vasija, y con ayuda del perforador, empiezo a dibujar el rostro de un gato en diferentes partes de la vasija. En lo que yo daba los últimos retoques, Bianca continuo con otro encargo.

En estos seis años que llevo enseñándole la disciplina de la alfarería, siento que me estoy quedando sin material para enseñarle. Hasta el día de hoy, cada maldita prueba que le puse, la supera. Me queda un desafío más, aunque en el fondo, no siento que esté lista. Será buena y tendrá un don natural, pero el trabajo de cuerpos vivos es muy complicado.

Ambos somos interrumpidos por el ruido del timbre de la puerta principal. Me dirijo a ver quién era el que estaba esperando afuera. Cuando abro la puerta, quedo gratamente sorprendido a ver a mi primer pupilo.

—Trent —se me formaba una pequeña sonrisa—. ¿Qué haces aquí?

—Estaba por el barrio y decidí a pasar a saludar.

—No sé nada de ti desde hace unos meses.

—Bueno, no tuve mucho tiempo libre que digamos. Preparando algunas clases, tomar exámenes, tratar con “ese asunto” —cuando dijo “ese asunto”, su rostro se le formaba una expresión de disconformidad.

—Entiendo. ¿Quieres pasar a tomar algo?

—No voy a rechazar una buena taza de café.

Que podría decir de Trent que no se haya dicho en su momento, un gran artista desde joven y un profesor muy respetado en St. Hammond. Cuando lo conocí solo era un adolescente sin mucho rumbo, con un don natural para las bellas artes, sea fotografía, pintura al olio o cerámica; Iadakan destacaba del resto de alumnos. Le ofrecí ser un mentor para guiarlo y poder sacarle su máximo potencial en varias disciplinas, y vaya que lo logró.

Ya en la sala de descanso, ambos estábamos disfrutando de un buen café. Estuvimos conversando sobre diferentes cosas que pasaron desde la última vez que nos vimos. Por su lado, me contó que este año entro un nuevo estudiante humano, y al momento que lo dice, se me hace una mueca de disgusto.

Le expliqué que se debía que hace unos meses conocí a un humano y fue la primera vez que nacieron ganas de asesinar a alguien por ser tan malo en el arte, la reacción de Trent fue reírse de mí. Después continúo explicándome que ese chico, la verdad, era bastante bueno.

Era alguien con interés de aprender sobre la fotografía y mejorar sus habilidades, y como hizo equipo con el mejor alumno de su curso, iba a ser más beneficioso para él; incluso los dos chicos lo ayudaron con una sesión de fotos para una boda.

Por mi parte, no pude contarle muchas cosas nuevas, quiero decir, ya sabe que estoy dando clases en el taller, que el negocio le va relativamente bien y que sigo soltero; no había muchas novedades.

—¿Extrañas dar clases en el St. Hammond? —un resoplido salé por mi nariz.

—¿Bromeas? Agradezco haber dejado ese lugar. La directora detestaba mi forma de expresarme por ser “muy violenta” contra los alumnos —cuando empecé a hablar, mi muñeca derecha comenzó a moverse—. El Sr. Ferris, cuando venía hacer una inspección, siempre terminaba marcando fallos absurdos en mi clase. El bruto de Solly, mejor no me hagas hablar de él, que aún no le perdono, que rompiera una escultura en la que llevaba trabajando —y seguí desahogándome mientras el pterodáctilo disfrutaba de cómo me quejaba de todo.

—Ja, Ja. Espero que conmigo no hayas tenido problema.

—Por favor, si tuviera problemas contigo, no te hubiera enseñado los trucos de perspectiva.

—¿Aún recuerdas esa lección? —una pequeña sonrisa aparece en mi rostro.

—Obviamente. Ir al monte a ver el atardecer, enseñarte que podías sacar 10 fotos diferentes a un solo paisaje y que tú me regalaras este delantal —señaló con mi mano el delantal que llevo puesto—. Y eso que odio el verde.

—¿Y por qué no lo cambiaste?

—Porque era un regalo de mi pupilo —él sonreía con mi respuesta.

En lo que nosotros seguíamos charlando, hace acto de presencia Bianca. Cuando entra, Iadakan se sorprendió un poco al verla entrar con un bastón.

—Buenas tardes —Trent saludo a Bianca y ella se exalta un poco.

—Buenas tardes. No sabía que tenías invitados, Víctor.

—Vino de imprevisto —me levanto de la silla y me acerco a la chica raptor—. Bianca te presento a un viejo amigo en mis tiempos como profesor en el Hammond —le indicó donde se encontraba Iadakan—. Te presento a Trent Iadakan.

—Es un gusto conocerla —él buscó la mano de Bianca para darle un apretón de manos.

—Lo mismo digo.

—Ahora que lo pienso —el pterodáctilo se rascaba la punta del hocico—. ¿Usted no fue estudiante del Hammond?

—Sí, soy egresada de los años 2018-2019. Aunque nunca tuve clase con usted, por, bueno, obvias razones —pasaba su mano frente sus ojos.

—Comprendo.

—A todo esto —llamó la atención de Bianca—. ¿Necesitas algo de ayuda?

—Sí, es sobre la figura que solicito el Sr. Connor.

—De acuerdo —me giró para ver a Trent—. Regresó en unos minutos.

—Tómate el tiempo que necesites. 

Voy con Bianca hasta el salón de escultura y veo el trabajo que ella estaba realizando. Le habían pedido una réplica en miniatura de la estatua de la libertad. Su mayor problema era definir mejor los relieves de la vestimenta y como lograr que la antorcha no se cayera de su mano.

La figura que había realizado era bastante buena, pero su manía perfeccionista, buscaba arreglar todo lo posible la escultura. Le aconsejé que usara sus garras para definir puntos y con el perforador dar los últimos retoques de relieve. Y sobre la antorcha, le dije que me encargaba yo; que ella solo se preocupara en hacer el cuerpo. Después de dar unas pequeñas directrices, regreso a la sala de descanso.

Ya en el lugar donde se encontraba el pterodáctilo esperando, Iadakan me miraba con cierta intriga.

—¿Qué ocurre?

—No sabía que tenías a una empleada ciega.

—No es solo mi empleada, es mi aprendiz —al mencionar eso, se me forma una sonrisa orgullosa—. Incluso ya me estoy quedando sin más enseñanzas.

—¿Tan buena es?

—Acompáñame y te muestro.

Con cautela, vamos al salón de escultura a ver como trabajaba Bianca; le pedí que hiciera silencio para que ella se pueda concentrar. Nos quedamos observando y Trent se sorprendía de la técnica de Bianca con la estatua. Ella estaba danzando con sus manos sobre el barro, y con todas las herramientas disponibles que tiene, estaba haciendo magia.

—¿Ves que te dije que es buena? —la cara del alado era de fascinación.

—Es increíble. ¿Ella estudiaba en el Hammond?

—Sí —se me ocurrió una idea—. Sígueme.

Abro la puerta de habitación donde se encontraba Bianca y ella levanta su cabeza en nuestra dirección.

—Estoy impresionado —cuando la felicito, ella sonreía—. Un par de consejos y lograste hacer un trabajo de calibre.

—Gracias.

—¿Tú qué opinas Trent? —él se rascaba el mentón.

—Pues tiene una gran técnica, y es interesante como usa sus garras para marcar pequeños detalles.

—¿Y crees que estás al nivel de ella? —al soltar eso, mis dos pupilos se quedan confundidos.

—¿Qué tienes en mente? —dijo Trent sospechando cuáles eran mis intenciones.

—Bueno, yo te enseñé todo lo que mi conocimiento me permitía dentro del mundo de las bellas artes —lo miro de forma provocativa—. Pero nunca fue tu fuerte la escultura.

—Espera, ¿él fue su aprendiz? —la voz de Bianca denotaba incredulidad en sus palabras.

—Claro, fue mi primer aprendiz —pongo mi mano sobre el hombro de Trent—. Con el tiempo, nuestra relación se convirtió en una de amistad y colegas. Y como hace años no veo sus capacidades en vivo, quiero que compita contra ti —Iadakan me negaba con la cabeza.

—Oye, solo vine de visita. Además, no tengo tanto tiempo disponible —yo lo volvía a mirar de forma provocativa.

—Bianca, tú no tienes problema de competir contra él, ¿Verdad?

—Sería un honor enfrentarme al Sr. Iadakan —había seguridad en sus palabras.

—Si ella insiste —él se arremangaba el saco y se sienta a la derecha de Bianca—. ¿Qué tendremos que esculpir? —no lo había pensado.

¿Qué sería un buen reto para ellos dos y que pueda usar de excusa para pulir las habilidades de Bianca?

—Tendrán que hacer una escultura de mi rostro —los ojos de Bianca se hablen como dos faroles.

—¿Su rostro? Es que nunca esculpí a alguien —parte de esa seguridad que había hace unos segundos, se disipó un poco.

—Descuida, tengo cráneos de diferentes especies y te permitiré tocar mi cara para que lo uses de referencia —una pequeña risa seca se escapaba de mi boca—. Ni que me molestara que me ensucies con barro —dirijo mi mirada hacia Trent—. ¿Necesitas algo o con mirar mi rostro es suficiente para guiarte?

—Solo dame herramientas para trabajar y será suficiente.

Tras ir a buscar los elementos en cuestión, mis dos pupilos se veían preparados para comenzar. Al momento de dar la señal de inicio, ambos empezaron a darle forma al barro para comenzar con la escultura. Por el lado de Bianca, ella creó una esfera de barro en donde empezó a deformar hasta darle una forma símil al cráneo que le di. En cambio, Iadakan, hizo un cubo de barro, en donde, empezó a quitar el barro sobrante que no iba a usar para la escultura.

Las manos de Iadakan iban moviéndose de izquierda y derecha, logrando que ya se pueda visualizar mis cuencas oculares. Era muy preciso con su técnica, parece que si mejoró bastante desde la última vez que lo vi esculpir.

En el caso de Bianca, tal vez era menos práctico y desprolijo al usar sus garras, pero nadie podía negar su efectividad al esculpir. Ella me llamó para que me acercara y pudiera tocar mi rostro para tener alguna referencia. Tras ensuciar mi bigote con barro, la raptor regresó a esculpir, y dios mío, pudo definir algunos rasgos faciales en tan poco tiempo.

Ambos tenían técnicas muy definidas y distintas, lo que, para mí como mentor, era un placer de ver. Mi primer pupilo era lo que llamaríamos, alguien elegante y armónico de ver. Mientras que mi actual pupila, tiene un estilo más mundano, pero sin perder la delicadeza que tanto caracteriza a Bianca. Después de dos horas, decidí frenarlos y ver que tanto habían progresado.

Comencé con la escultura de Bianca, y para ser su primera figura de alguien real, lo hizo muy bien. Los rasgos que caracterizaban mi bello rostro eran visibles, y al tocarlos, tenía un gran nivel de detalles. Sin embargo, se ve que se centró demasiado en los detalles e ignoro otras características de la escultura, como puede ser la forma del cráneo o dejar visible las imperfecciones del barro.

Cuando tuve que analizar el trabajo de Iadakan, había cumplido mis expectativas con creces. Era un trabajo exquisito en diseño, el cuidado y las imperfecciones que podría dejar el barro no eran visibles, en comparación con el de Bianca. Pero, en algo que Bianca lo superaba, es en el nivel de detalles de ciertos rasgos faciales.

Me tomo un tiempo definir a un ganador, porque donde uno fallaba, el otro relucía; no iba a ser fácil determinar a un ganador.

—¿Y quién gano? —Bianca quería saber mi veredicto.

—Ante todo, los dos hicieron un gran trabajo —incluso ambos me superaron con creces—. Pero si tuviera que decidir un ganador…

En una competencia oficial, con un jurado de calibre, ambos podrían ser ganadores sin problemas; pero el único juez soy yo.

—El ganador es… Trent —él se sorprende un poco al escuchar mi respuesta—. Aún no perdiste el toque y se nota que eres un artista en toda regla, piensa que ganaste por pequeños detalles.

—Felicidades —Bianca aplaudía con emoción.

—Gracias, por un momento pensé que perdía contra ella —Trent se voltea a ver a Bianca—. Me hubiera encantado tenerte en alguna de mis clases —ella se sonrojaba un poco por el halago.

—Es lindo oír eso —aunque quisiera ocultarlo, su cola revelaba su estado emocional.

—Aunque te recomendaría que uses más las herramientas y menos tus garras para marcar —Iadakan se acercaba a Bianca—. Es un gran trabajo, pero alguien conocedor del arte, podría notar las imperfecciones del barro.

—¿Y qué me recomiendas? —ella sonaba interesada por los consejos de Trent.

—Para pequeños rasgos, y que el barro quede lizo, podrías usar una lija para sacar algunas impurezas, y después pasas una esponja por la zona —Iadakan busca el rostro que esculpió y vuelve con Bianca—. Pasa tu mano en tu escultura y luego toca la mía—y sin previo aviso, Iadakan le estaba dando una clase a Bianca.

Era excelente que alguien más pudiera enseñarle o explicarle nuevas formas para potenciar sus habilidades, los deje a solas unos en lo que yo iba al baño a limpiarme la cara. Al regresar, ambos estaban trabajando juntos en el trabajo de Bianca e iban puliendo la figura. Me daba algo de nostalgia ver esta situación, parecía a las primeras lecciones que le di a Bianca sobre alfarería. También le aconsejo que, para su condición, era más efectivo empezar haciendo un cubo de barro. Ya viendo que se le hacía tarde a Bianca, interrumpo su productiva charla.

—Veo que se llevaron muy bien.

—Sí —sonaba muy emocionada—. Es un gran maestro Trent —una pequeña sonrisa se formaba en la cara de Iadakan.

—Me lo dicen mucho.

—Veo que la modestia es algo que perdiste con el tiempo viejo amigo —él se reía de mi comentario—. Igual Bianca, es de admirar el trabajo que hiciste. Casi nadie logra hacer lo que hiciste en su primer intento —Iadakan queda boca abierta al escuchar eso.

—¿Nunca hiciste esto en tu vida? —tanto su voz, como su cara, demostraban que estaba impresionado.

—Sí. Era la primera vez que trabajo con cuerpos vivos, por así decirlo —una alarma sonaba del reloj de Bianca—. Tengo que irme.

—Ve con cuidado —ella se levanta y toma sus cosas.

—Antes de irme, quería agradecer por sus comentarios y consejos —su cara radiaba felicidad.

—No hay de qué niña. Nos vemos mañana.

—Adiós Vic. Fue un gusto conocerlo Trent.

—Lo mismo digo.

En el momento que quedamos a solas Trent y yo, él me mira con unos ojos de “sé lo que hiciste”.

—Te diste cuenta, ¿No?

—¿De qué mentiste? Sí. Ambos sabemos que ella hizo un mejor trabajo que yo —yo levantaba los hombros como respuesta—. ¿Por qué lo hiciste?

—Si le decía que gano en su primer intento, dudo mucho que aprendiera de sus errores —le doy una pequeña sonrisa descarada a Trent—. Además, sabía que le ibas a dar consejos para que mejoré; siempre tuviste alma de profesor.

—Esa chica tiene un don natural.

—Igual que tú.

—¿Por eso la elegiste como tu aprendiz? ¿Por qué te recordaba a mí? —me reía un poco de lo que dijo.

—Un poco —me ponía nostálgico al pensar en la razón—. En lo largo de mi vida, conocí a muchos artistas con gran talento que tenían alguna discapacidad. Sin embargo, a muchos de ellos, no se les valoraba su talento y los críticos hacían reseñas muy amarillistas diciendo “el gran artista cojo y su pintura”.

—Lo dices por tu padre —me rascaba la cabeza—. Adam era un gran maestro.

—Y un gran padre —lo miro con tranquilidad a Trent—. Cuando vi de lo que era capaz Bianca, sabía que tenía el talento para ser una gran artista. Incluso diría que es tan buena como tú, salvo por su limitante. Es por eso que me prometí que haría que ella sacara todo su potencial y que pueda valerse como artista, no importa si ve o no —quiero cambiar de tema—. ¿Y cómo van las cosas en el instituto?

—Y diría que bien, pero siento que no estoy ni de cerca a tu nivel de enseñanza —se notaba cierta culpa en su cara—. Quise ser tan bueno como tú, pero no lo logre.

Al momento que dice eso, me acercó a él y le doy un golpe leve en la cabeza. Cuando Trent me mira, mi expresión de molestia era evidente.

—¿Qué no estás a mi nivel? No sé quién te metió esa idea tan estúpida, pero no es cierto. Trabaje varios años contigo en el Hammond y eres un gran profesor —por no decir el mejor de toda esa institución—. Explicas con pasión, con energía y siempre te preocupas por tus alumnos. Lo acabo de ver hace unos minutos cuando le aconsejabas a Bianca como mejorar su técnica —pongo mi mano sobre su hombro y lo empiezo a agitar un poco—. Y dime, ¿Tienes algún aprendiz?

—Tal vez no tenga aprendices como tal, pero si tengo dos alumnos a los que aprecio mucho.

—¿Quieres contarme sobre ellos?

—Uno es un alumno en fotografía, un parasaurio, tiene mucho talento y le apasiona mucho la fotografía. Puede ser que a veces olvide relajarse y se exceda un poco con sus trabajos —él se rascaba el mentón—.  Y en el fondo no me gusta con la chica que sale, pero eso ya es cosa suya.

—¿Y tu otro alumno?

—Es una chica caimán, un gran prospecto en la pintura —se le formaba una pequeña sonrisa cuando la menciona a ella—. Talentosa y bastante apasionada con sus trabajos. Es muy normal verla amargada, pero cuando está en mi clase, ella se ve muy feliz. Sé que ellos dos llegaran lejos y triunfaran en la vida, pero dudo mucho que los pueda ver.

—¿Por qué no te hiciste la quimio? —se lo dije sin rodeos.

—Porque quiero morir bajo mi lecho —se veía serio, pero a su vez calmado—. Es algo que llevo pensando mucho tiempo desde que me lo diagnosticaron. En un comienzo acepté algún que otro tratamiento, como fueron los medicamentos, pero solo hacían que me sintiera peor. Así que decidí no tomar la quimioterapia y vivir lo que tenga que vivir —una diminuta sonrisa se visualiza en su rostro—. Según algunos doctores, yo tendría que haber muerto hace dos años, y sigo aquí.

—¿Y cómo te sientes últimamente?

—Más cansado de lo habitual, tal vez ya me está llegando la hora —escucharlo hablar tan calmado sobre este tema, hacía que me sintiera triste.

—Pues, nunca te lo dije, pero fuiste como el hijo que nunca tuve —le doy una sonrisa cálida—. Fuiste de las personas que más atesoro en mi corazón. Te vi crecer como artista y como persona. En tu boda, conocí a tu bella esposa y sabía que era la indicada para ti —incluso fui su padrino de bodas—. Cuando comenzamos a trabajar juntos en el Hammond, tú eras una de las pocas razones que me daban un motivo para levantarme de la cama e ir a dar clases, porque sabía qué podría pasar tiempo con mi mejor amigo —me limpio una pequeña lágrima de mi ojo izquierdo—. Eres un gran amigo y profesor, voy a extrañarte cuando dejes este mundo.

Al volver a mirar a Iadakan, se nota como intentaba contener esas emociones, y para disimular un poco, comienza a reírse un poco.

—No esperaba que el hombre que me torturo en mis inicios del arte, lo iba a escuchar tan sentimental—en ese momento no lo sabía, pero….

 —Oye, será la única y última vez en tu vida que me verás diciéndote algo bonito —en el momento en el que lo acompañé hasta la entrada….

—Yo también te aprecio Víctor —y me despedía de él.

Iba a ser la última vez que lo vería a Trent.

Hasta pronto viejo amigo, espero que, en el otro lado, nos volvamos a encontrar.

 

Notes:

No hay mucho que decir, tardare un poco en sacar el próximo capitulo porque estoy en temporada de exámenes, y quiero que salga lo mejor posible que me permite mi cerebro y capacidades. Asi que paciencia.

Ya tengo casi todo armado el acto 2, solo faltaría escribirlo.

Nos vemos la próxima, Chao ❤️

Chapter 16: Nuevo año, nuevos dilemas

Notes:

BUENOS DÍAS TARDES O NOCHES GENTE PRECIOSA.

Volvimos a nuestra trasmisión normal, y toca retomar la historia principal. ¿Qué nos depara este segundo acto? ¿Qué nuevas revelaciones tendremos? ¿Tangananica o tanganana?

Todas esas preguntas tendrán respuesta, Disfruten del capítulo de hoy.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text



El 2023 fue un año curioso, por así decirlo. La primera mitad fue estar en un pozo oscuro de lamentos. Vivir de forma automática, apenas disfrutar de la vida, tener esa sensación de vacío todos los días; no fue agradable. Pero la otra mitad, fue bastante bueno. Quiero decir, estoy de pareja con alguien.

La aparición de Bianca en mi vida fue algo que no esperaba, pero que necesitaba. Tal vez iniciamos con el pie izquierdo cuando rompí su bastón, pero eso se olvidó relativamente rápido. Y a medida que pasábamos el tiempo juntos, nos fuimos conociendo mucho más, al punto de que pasamos de ser un par de desconocidos a amigos, y de amigos a novios.

Era una pena que no pudiéramos pasar las fiestas juntos, ya que ella estaba en el exterior, pero hoy, regresa de vuelta a la ciudad; y mentiría si digo que no estoy emocionado por su regreso. Llevo pensando los últimos días que podríamos hacer los dos juntos.

¿A dónde la podría llevar? Tengo que pensar algo interesante y que sea inesperado para ella. Creo que venía una orquesta homenaje a Beethoven, y por lo que sé, a Bianca le fascina la ópera. Aunque no soy fan de la ópera, pero todos dicen que es bueno compartir cosas con tu pareja. 

—¡Joe! ¡Presta atención!

Y yo, ¿Qué podría compartir con Bianca? Debe ser algo que podamos disfrutar los dos.

—¡JOE!

Ya sé, tal vez, una experiencia de gastronomía italiana, seguramente mamá conocerá algún lugar bonito; pero debería pensar más opciones y no solo en comida.

¡JOE!

—¿Eh?

En lo que seguía abstraído en mi hilo de pensamientos, siento como los pies de una parasaurio impactan de lleno en mi pecho, haciendo que caiga al suelo. Estuve varios segundos en el suelo recuperando el aire, mientras una mexicana me miraba preocupada.

—¿Estás bien? —intentaba formar una oración con el poco aire que me quedaban en los pulmones.

—Si… Fue… Culpa mi… Mía —para su tamaño, no debo subestimar la fuerza de Catrina.

—El idiota seguramente andaba pensando en su noviecita —Cuando Will dice eso con un tono bromista, hace que la latina se moleste conmigo.

Desde que Bianca estuvo de vacaciones en Polonia, yo comencé mi curso de entrenamiento intensivo con los dos contactos de Will. Por un lado, tenemos a la mujer que acaba de romper, posiblemente, una de mis costillas, Helena Sánchez, conocida en el medio luchistico como “La Catrina”. Una Parasaurio de escamas marrones, con pequeños vivos rojos en su piel, con un cuerpo atlético envidiable; sin mencionar que es la pareja de Will. Helena es una gran compañera de entrenamiento. Sin embargo, en estas últimas dos semanas, solo fui su muñeco de trapo en cada práctica; fui víctima de cada llave de sometimiento que ella conoce. Y por culpa de ella, descubrí que era más flexible de lo que esperaba y que hay músculos que aún no conocía.

Escucha chico —creo que me estaba diciendo algo en español—. Te quiero concentrado. Es lindo pensar sobre el amor, pero no es el momento ahora.

—Perdón, no volverá a pasar —intentaba levantarme con ayuda de las cuerdas.

—Mira, si es por mí, quiero terminar el entrenamiento ahora. No te veo enfocado, y no me sirve entrar con alguien que no se toma en serio esto.

—Lo entiendo. Esto lo estás haciendo de buena manera, nadie te obliga ayudarme —tomó un poco de aire y lo exhalo—. Esta vez voy a estar concentrado, lo prometo.

—Está bien, te perdono esta vez —ella se ubicaba en las cuerdas que se encontraban en frente de mí—. Pero si no sale bien esta secuencia, terminamos por hoy —le doy un pulgar arriba, en señal de que entendí su mensaje.

Ambos nos pusimos en posición y esperábamos la orden de Will. Cuando la voz del triceraptops nos indica que iniciemos, veo como Catrina se acerca a mí a toda velocidad. Evitando cometer el mismo error, amortiguo la patada doble de Catrina y soy empujado hasta las cuerdas; en donde reboto sobre las mismas y voy contra ella.

Lo que seguía era que la parasaurio se tiraba al suelo para hacerme tropezar, pero yo debía saltarla por encima. Al lograr la segunda parte de la secuencia, era turno de ella de saltar sobre mí, y para facilitar el trabajo, hice una pequeña estocada. Todo iba acorde a lo pactado, así que tocaba sufrir el topetazo de la parasaurio.

En el momento que mi cuerpo impacta contra el de ella, caigo seco contra el ring, quedando vulnerable; o eso pensaría el público. Cuando Helena se prepara para rebotar en las cuerdas, yo me adelanto y tomo su pierna, logrando que ella caiga contra la lona. Y para cerrar esta secuencia, doy un roll para atrás, y tomó su pierna para ejecutar un candado en el tobillo; siendo yo el que domina la situación ahora.

Tuve que hacer bastante fuerza para poder sostener su pierna y evitar que se escapará. Estuve, por lo menos un minuto, torturando el tobillo derecho de la mexicana para que se rindiera. Y con varios golpes contra la lona, dio la señal de que mi oponente se rindió. Al soltar la pierna de Catri, veo a Will bastante satisfecho por la secuencia que acaba de ver.

—¿Qué opinas, Will? —mis ojos trasmitían cierta preocupación.

—La verdad se vio bastante bien, aunque un poco descoordinados al principio.

—Entiendo —miro a mi compañera de trabajo—. Y tú ¿Cómo lo viste?

—Concuerdo con Will, falto ritmo al principio, pero lo compensamos con la intensidad —se veía sería—. Pero el resto salió todo perfecto —a ella se le forma una pequeña sonrisa—. Ese candado a la pierna, lo ejecutaste a la perfección. Veo que mejoraste bastante en estas dos semanas —seguido de ese cumplido, me da un pequeño golpe en el hombro.

—Gracias.

—Bueno —ella da un pequeño aplauso—. Continuamos entrenando.

—Claro.

—Amor —ella mira al triceraptop—. Ven y hacemos una pequeña lucha entre nosotros tres.

—Ok —Will pega un salto y entra al ring.

El resto del entrenamiento va a un buen ritmo, la participación de Will a la ecuación, hizo que pusiera en práctica muchas cosas; desde las nuevas variantes de suplex que aprendí hasta un nuevo candado que quiero patentar. En lo que seguíamos entrenando, vemos que un microraptor, que ya tiene sus años encima, se queda mirando nuestra práctica.

—¿Cómo va el humano? —su voz rasposa de fumador era notoria.

—Está mejorando a gran ritmo, maestro —las palabras de Helena hacen que me motivé un poco más.

—Si dices que este niñato está listo, pasamos a la fase dos la próxima semana.

El viejo amargado de baja estatura es Ryuta Sakamoto, alias “Bottor el monje del Himalaya”, Una leyenda de la lucha libre y el mentor de Helena. Si me pusiera hablar de todas las hazañas que hizo este vejestorio, podría estar horas hablando; solo dejémoslo en que él revolucionó la lucha de alto vuelo y ser el primer campeón extranjero de la WWA.

Will, de alguna forma, logro convencerlo de darme un curso intensivo de lucha libre y él aceptó. Aún no tengo la menor idea de cómo lo hizo, pero lo agradezco.

—Bien, quiero ver como ejecutan la secuencia del candado a la pierna —él asoma su cabeza al ring—. Si lo realiza de forma correcta, le daré el aprobado y la próxima semana arrancará la segunda práctica.

—¡De acuerdo coach! —le decía con energía.

Will bajó del ring, dejando a Helena y a mí a solas en el ring. Tenía que relajarme un poco y confiar en mis capacidades. Empezamos a dar vueltas en el ring, con la guardia en alto, esperando al momento en el que el microraptor de la indicación de que entremos en lucha. Con un aplauso que retumbó en todo el gimnasio, los dos nos agarramos en el medio del ring y empezamos a forcejear. Esta vez mantuvimos el ritmo, logrando que la secuencia saliera limpia.

—Nada mal muchacho —Bottor lo decía con asombro—. Creo que podemos pasar al próximo nivel —lanzó un suspiro de alivio.

—Gracias Coach.

—Con esto terminamos el entrenamiento de hoy, se ganaron unos días libres tras entrenar sin descanso estas dos semanas—al escuchar al vejestorio decir eso, me desplomé en el ring; fatigado del entrenamiento de hoy.

—Por fin… —estiraba mi brazo hacia arriba—. ¿Alguien me da una mano?

La parasaurio se acerca a mí, y sin mucho esfuerzo, logra levantarme del suelo del ring. Todos bajamos del ring y fuimos a los vestuarios a cambiarnos. Debido a que el gimnasio no se encontraba en las mejores condiciones, tuvimos que compartir vestuario entre todos; lo único que separaba a los chicos de las chicas era un muro de lockers.

—Entonces —Will le hablaba a Helena—. ¿Cómo vez a Joe?

—La verdad se nota que aprende rápido —al oír eso me sentía feliz—. Pero se distrae muy fácilmente —se me escapa una risa nerviosa.

—Lo siento, prometo no volver a distraerme en los entrenamientos.

—Eso espero. Cuando estamos luchando, olvídate del exterior, solo debes preocuparte por lo que pasa en el ring.

—Está bien —mi atención se dirige a Will—. Oye, ¿Quieres ir a almorzar algo?

—No tengo nada que hacer, vamos.

—Helena, ¿Te unes con nosotros a comer?

—Depende, ¿Qué tienes en mente? —ella asoma su cabeza por uno de los laterales de los lockers.

—Hay un lugar de hamburguesas cerca de aquí que es excelente.

—Me convenciste.

—Bueno —interrumpe Will—. Terminémonos de cambiarnos y vamos a comer.

Tras vestirnos cada uno con nuestra ropa normal, salimos del gimnasio y nos despedimos de Bottor. Al lugar que íbamos era la hamburguesería “Big Rex” que se encontraba a tres cuadras de distancia. Tuvimos una pequeña conversación entre los tres sobre el entrenamiento y que podría mejorar o practicar antes de mi regreso a la WSF.

Ya dentro del local, cada uno ordenó su comida. Por el lado de ellos, se pidieron una hamburguesa simple herbívora que venía con varias verduras. Mientras que yo elegí la Godzilla, una hamburguesa cuádruple cargada con cebolla caramelizada, salsa barbacoa, cinco fetas de queso cheddar y con un huevo frito en el medio; acompañado de papas fritas obviamente. Cuando nos sentamos en la mesa, los dos quedan estupefacto al ver la monstruosidad que me pedí.

—¿Acaso no comes en tu casa? —la latina estaba aterrada al ver mi comida.

—Es que siempre me quedo con hambre tras entrenar —le doy un mordisco a la hamburguesa, y por dios, que bien sabe.

—Ya te digo Helena —Will lo decía sin ningún tipo de sorpresa al verme comer—. He visto comer a este animal, esto es algo simple para él —los ojos de helena se abren como faroles—. ¿Aún recuerdas la competencia de las 100 patas de pollo?

—Sí —termino de tragar el bocado que estaba en mi boca—. Le gané a todo el elenco de WSF ese año.

—Sigo sorprendido de que, tras esa competencia, aún tenías hambre.

—Es que cuando la comida sabe bien, no tengo límites —excepto cuando mi estómago pide clemencia—. Pero dejemos de hablar sobre mi hambre voraz —miro a Helena—. ¿Qué le viste a este pelmazo que tienes de novio?

—¡Oye! —la reacción de Will molesto, hace que, tanto ella como yo, nos riamos.

—Al principio diría que concuerdo contigo, Will es alguien arrogante, fanfarrón, ególatra, un poco narcisista, algo terco…

—Ya entendí —Will sonaba molesto al escuchar eso, pero ella lo calma con un beso en la mejilla.

—Pero aun con esas cualidades, debo decir que es alguien cariñoso —ella enrollaba en su dedo un mechón de cabello—. Por una discusión que habíamos tenido la primera vez que cruzamos caminos, hizo que perdiera un anillo que era importante para mí. Y aunque en ese momento lo quería matar, no podía porque tenía que participar en un show.

—¿Y tras eso, aún te quedaste con él? —Will me miraba con mala cara.

—Lo dice el que rompió el bastón de su novia —golpe bajo mi querido trigga.

 —Es que cuando regrese al hotel, Will estaba en la puerta de mi habitación todo sucio y con un olor horrible —ella se le empieza a formar una sonrisa—. Pero en su mano tenía mi anillo. Me explicó que paso toda esa tarde buscando mi anillo en el basurero y quería devolvérmelo como era debido —Will se veía algo avergonzado al escuchar el relato—. Con el tiempo, le di otra chance para conocernos y ahora somos pareja.

—Qué bella historia.

—Tal vez Will al principio parece un idiota engreído, pero cuando lo conoces bien, te das cuenta de que hay más detrás de esa fachada —Helena recuesta su cabeza en el hombro del triceraptop, y este último, se empezaba a ruborizar parte del rostro.

—Ya bueno —se veía algo incómodo Will—. Cambiando de tema, hable con Paul y Marcus sobre ti —él me miraba con seriedad—. Quieren ver tu desempeño cuando tengas tu lucha de prueba, para ver qué planes van a ejecutar.

—¿Ya tienen planes para mí? —me costaba esconder la felicidad en el rostro.

—Ya sabes cómo es Paul cuando se trata de un show, arma todas las posibilidades que le permite el mundo.

—¿Y te dijeron cuál es su plan?

—Nada aún.

—Bueno —levantaba los hombros—. Mejor me sigo concentrando en los entrenamientos por ahora, aún falta para mi lucha de prueba.

—Así se habla.

Y así, el resto del almuerzo, la pasamos hablando de muchas cosas. Tuve la oportunidad de conocer un poco mejor a Helena y su historial como luchadora. De toda la información que recibí de ella, la que me sorprendió es saber que tiene veintinueve años; se mantiene muy bien para su edad.

Al ver la hora en el celular, recordé que debía hacer unos pequeños recados para mi madre. Ella había encargado dos rollos de tela, y como soy medio ingenuo, le dije que yo iba a buscar esos rollos. Al terminar de comer mi hamburguesa, me despido de mis compañeros de entrenamiento y me dirijo a la casa para buscar la bicicleta con el carrito.

Ya en mi casa, saqué la bicicleta y el carrito a la calle para poder armar la carroza. Al principio pensé que esto no lo iba a usar nunca más tras dejar los entrenamientos en el parque, pero desde que mi madre le encontró usos para sus recados, lo uso cada tanto.

Antes de cerrar la puerta, reviso la correspondencia que habían dejado hoy por la mañana, y entre todas las cartas, la que más destaca es una de la alcaldía; seguramente está relacionado con el pago de impuestos o algo similar.

Ya con la carroza armada, empiezo mi viaje hasta la otra punta de la ciudad en busca de los rollos de tela. El viaje no fue tan malo, puede estar a solas con mis pensamientos y sentir el gélido viento en mi cara. Al llegar al local del proveedor, fui atendido por una señora bastante amable. Cuando dijo que los rollos eran pesados, pensé que estaba exagerando, pero me equivoqué; cada rollo debería pesar alrededor de los 20kg cada uno. Con un poco de esfuerzo, logré cargar los rollos hasta el carrito y emprendí mi viaje hasta el negocio de mamá.

Ya el frío me estaba haciendo temblar, así que acelere el ritmo para llegar lo antes posible a la tienda. Con mi cuerpo a punto de entrar en estado de hipotermia, llegó a mi destino, y con desprolijidad y rapidez, meto los rollos de tela a la tienda.

—Por fin te dignas en aparecer —el tono sarcástico de mi madre hace que ponga una mala cara.

—Por lo menos un hola —me sacaba la poca nieve que tenía encima de mi cuerpo—.  ¿Cómo va todo hoy?

—Y trabajando, estamos terminando un encargo para una escuela.

—¿Uniformes?

—Sí —tras unos segundos, ella ahora pasa a su modo mamá—. ¿Cómo te fue en el entrenamiento de hoy? ¿Te lastimaste o algo?

—Estoy bien. Por ahora voy por buen camino, y ya estamos por entrar a otra fase del entrenamiento.

—Es bueno oír eso.

En lo que seguíamos conversando, somos interrumpidos por Frank que entraba a la tienda, acompañado de un hombre con un traje gris.

—Buenas tardes, Joe —no tenía buena cara.

—Buenas Frank —me quedo mirando al señor que lo acompañaba—. ¿Pasa algo?

—No… —no sonaba muy convincente—. Es una persona que quiere hablar conmigo y con Giselle.

—Vamos a la oficina —La frialdad y seriedad de mi madre, hace que levante una ceja.

—¿Quieres que te acompañe? Si no es ningún problema.

—Tranquilo Joey, no debe ser tan grave —ella me daba una sonrisa tranquilizadora—. Si quieres puedes irte.

—Con el frío que hace, mejor me quedo en el taller —comienzo a caminar hasta el fondo del taller—. Iré a saludar a la tía gloria.

Alejándome de una situación que no era de mi incumbencia, entró a la parte trasera de la tienda y podía ver a todos trabajando en armonía. Por un lado, teníamos a Gloria coordinando el trabajo con Rebecca para coser los pantalones. En otra zona teníamos a Jeffrey, que ya se recuperó de su resfriado, que se estaba encargando de coser las camisetas de los Uniformes. Y, por último, teníamos a Judee y a Tifanny haciendo los bordados de los escudos, en los pantalones y en las camisetas.

—Buenas a todos —algunos de los empleados se voltean a verme.

—¿Cómo está mi pequeño Balboa? —el tono tan energético y ruidoso de Gloria, hace que sea imposible no escucharla.

—Todo en orden, y traje los rollos que mamá había encargado.

—No sabes cuánto lo necesitábamos —Gloria se agarraba la cabeza—. Son demasiados niños.

—Ya veo.

—Y por el color naranja, parece que estamos haciendo uniformes de prisión —agregó Rebecca con su humor ácido tan característico.

—Oye Rebecca —ella me mira sin mucha expresividad en su cara—. En un futuro cercano, ¿podrías ayudarme con mi vestuario de lucha?

—Claro, después pásame tus bocetos feos y veré que hago —la miro feo.

—Oye, no soy buen dibujante. Hago mi mejor esfuerzo.

—Un niño con atrofia muscular dibuja mejor —aunque su comentario sea ofensivo, tiene toda la razón; doy asco dibujando.

—Iré a hablar con el resto, sigan en lo suyo.

Despidiéndome de las chicas, voy a saludar al único hombre que trabaja en esta área. Jeffrey se veía muy concentrado haciendo que las camisetas no salieran mal, hablamos de un hombre muy perfeccionista.

—¿Puedes hablar o estás muy ocupado? —el cuello del brontosaurio se levanta, revelando una mirada algo perdida—. Veo que estás muy concentrado.

Jeff era un dinosaurio de escamas blancas, que lleva unos lentes que hacen que resalten sus ojos azules y con una calva que deslumbraría a cualquiera. Hablar de él, es hablar del empleado más meticuloso con los detalles. Puede ser el más lento de todos al trabajar, pero es quien se encarga de confeccionar los trajes de mayor importancia.

—Perdona Joe, es que estamos contrarreloj —acercaba su cabeza a sus manos y se acomodaba los lentes—. Tenemos que terminar trescientos uniformes para la próxima semana, y solo llevamos cincuenta uniformes completos —se agarraba la cabeza—. Sin mencionar, los diferentes talles y confeccionarlos acorde al espécimen del dinosaurio.

—No es para tanto, ¿No recuerdas el festival cultural de hace tres años? —Jeffrey tenía un escalofrió al recordar eso.

—Sigo impresionado que pudiéramos cumplir la cuota de mil trajes… —él sacude su cabeza y regresa su mirada a las camisetas—. Mejor regreso con esto, no quiero perder tanto tiempo.

—De acuerdo —en lo que me iba alejando de Jeffrey, lo podía oír tarareando una canción.

Finalmente, fui hablar con las últimas integrantes del taller. Para mi sorpresa, Tiffany y Judee tenían una conversación bastante amigable entre ellas dos. Viendo que la troodon apenas lleva dos meses trabajando, logró adaptarse muy bien a este entorno. Y sobre Tifanny…

¿Qué podría decir de Tiffy que no se haya dicho antes? Es una utahraptor de escamas naranjas con un hermoso cabello dorado amante de la moda, podríamos decir que es una “chica Barbie”; o por lo menos da esa vibra. Siempre está atenta a todos los desfiles de moda y que está en tendencia en cada temporada del año. Si hablamos sobre la que mantiene la modernidad en el negocio, sería todo gracias a ella.

—¿No has pensado en hacerte un cambio de look? —la voz dulce y chillona de Tiffany, pone un poco nerviosa a Judee.

—La verdad no, tampoco es que tenga intenciones de hacerlo.

—Yo creo que un vestido negro podría hacer que destaque toda tu figura —Judee se ponía roja.

—Si… Tú lo dices —me acerco a donde estaban las dos chicas.

—Veo que ya conociste a Tiffany —me rascaba detrás de la nuca, mientras les daba una sonrisa amigable a ellas dos—. ¿Linda las vacaciones? —la chica de escamas naranjas se emocionó con la pregunta.

—¡Fantásticas! Conocer Europa fue impresionante —oh no, puso los ojos de “te contaré toda mi vida”—. Pasé cuatro días en Inglaterra, pude visitar el palacio de Buckingham, conocer varios museos y conseguí entradas para un desfile que se hizo en Liverpool —antes de que pudiera decir algo, ella continuó hablando—. Después pasé tres días en París y fue fantástico ver todas las tiendas de ropa, pude comprarme de todo: Pantalones de cada estilo, camisetas, vestidos, zapatos de cada color... —yo ya había dejado de escuchar todo lo que estaba diciendo.

—¡Me alegro de que hayas tenido unas grandes vacaciones! —tenía que callarla de alguna forma—. Y tu Judee, ¿Cómo te trata el taller? ¿Te está gustando?

—Sí —se veía una pequeña sonrisa en su cara—. Todos aquí me trataron con mucho respeto y me ayudaron cuando sufría alguna dificultad. Incluso Giselle aprobó una idea que tenía en mente.

—¿Cuál?

—Le gusto bastante los títeres que yo hice, y me propuso que armara varios para ponerlos a la venta.

—No sabía que eran muy populares los títeres de mano.

—No lo son, pero dice que podría conseguir alguien para vendérselos —me rascaba el mentón.

—Será complicado, pero si mi madre confía en tu propuesta, será por algo —le doy un pulgar arriba.

Todo iba con relativa normalidad y en paz, hasta que un grito furioso se podía distinguir que provenía de otra parte del taller.

—¡CÓMO ES QUE…! —esa era la voz de mi madre—. ¡YA, PERO…! —no era fácil escuchar todo lo que decía—. ¡FIGLIO DI PUTTANA! —ese último se escuchó con claridad.

Todos los que nos encontrábamos en el fondo del taller estábamos en silencio, nadie movía un músculo y nuestras caras eran de confusión. ¿Qué habrá pasado para que alterara a mi madre así?

Se distinguían algunos golpes o algunos gritos de frustración de mi madre, y el pobre de Frank buscaba calmar a mi madre de la forma que sea. En el momento que vemos que la puerta se abre violentamente, se podía ver a mi madre con una expresión de furia, que no veía desde que hice volar parte del salón de ciencias cuando iba a la preparatoria.

—Giselle —Gloria se levantaba de su mesa de trabajo y se acercaba a dónde estaba mi madre—. ¿Qué ocurre?

—¡LOS HIJOS DE PUTA DEL AYUNTAMIENTO! —Gloria intentaba calmar a mi madre.

—Respira y relájate un poco —ambas hacían un ejercicio básico de inhalar y exhalar aire—. Ahora bien, ¿Qué ocurrió? —mi madre se agarraba la cara e intentaba contener las ganas de gritar.

—Vino alguien del ayuntamiento a traernos una carta, y quieren clausurarnos el negocio hasta que haya pagado todo lo que le debo al Banco —al oír eso, la expresión de todos los presentes fue una mezcla de sorpresa con frustración—. No tengo la menor idea del porqué vinieron a reclamarnos —mi madre cerraba sus puños con violencia.

—Yo tengo una idea del porqué —la voz de Rebecca trasmitía culpa y molestia—. El idiota de mi ex, es el hijo de una persona importante en el ayuntamiento —la baryonyx da un golpe seco a la mesa—. Como se sentía intocable por tener a su padre en un puesto importante, siempre se aprovechaba de las situaciones y se hacía el matón —ella se mordía el labio de la frustración—. Y como tú fuiste la única que lo puso en su lugar, seguramente te odia y quería vengarse.

—Dime donde vive ese bastardo —el tono frío y violento de mi madre, hizo que todos nos asustáramos—. Voy a ir a verlo y a “dialogar” con mucha intensidad.

—¡NO! —lancé un grito desesperado y me acercó con velocidad a mi madre—. La última vez que “dialogaste” con él, hizo que ocurriera esta situación —estaba molesto, pero debía evitar que mi madre hiciera algo que solo causara más problemas.

—Pero… —sabe que tengo razón, pero no podía esconder la furia que sentía en ese momento—. ¿Por qué tardo tanto en vengarse?

—Lo más seguro es que tuvo que buscar un motivo razonable y justificable para conseguir la clausura —acotaba Jeffrey—. Seguramente el padre de ese bastardo se tomó su tiempo hasta encontrar algo que le sirviera para jodernos.

—¿Y cuánto le debes al banco? —miro a mi madre con bastante preocupación.

—Unos… —le costaba a mi madre decir el monto—. Cuatrocientos… Mil —pude sentir el dolor de mi madre al decir eso—. El dinero que tengo ahorrado es apenas la mitad de lo que debo. Y no puedo pedir un préstamo al banco, solo sería agrandar el problema.

Con tan solo una noticia, los ánimos de todos se habían desplomado hasta los suelos. Esa energía que había hace unos minutos se esfumó por arte de magia. Tiene que haber alguna solución, piensa Joe.

—¿Y hablar con el tío Tony? Su negocio de seguridad le está yendo excelente, y tal vez nos puede dar algo de…

—¡NO! —de forma inesperada, mi madre pega un grito—. Este es un problema mío que debo solucionar por mi cuenta —su orgullo no le permitía aceptar la ayuda de otro.

—Sé que no te agrada Tony, pero es familia y creo que nos puede ayudar —tenía que convencerla y que por una vez se tragara esa vanidad.

—Dije que no y punto final —vamos Joe, piensa en otra idea.

—¿Y llevar el asunto de forma legal? —mamá me miraba confundida.

—¿Contratar un abogado?

—Sí. Conozco a alguien que nos podría dar una mano —solo espero que Bob sepa del tema.

—No sé… —mi madre estaba consternada con toda esta situación.

—Por favor Gise, piénsalo un segundo —la voz tranquila de Gloria, lograba apaciguar un poco el mal carácter de mi madre—. Llevas luchando por este taller varios años, solo acepta la propuesta de tu hijo.

—Tiene razón —agregó Rebecca—. Si esto cierra, creo que perdería mi lugar en el mundo.

El resto de empleados se levantan y se acercan a donde estaba mi madre, cada uno de los empleados la miraban con empatía, y a su vez, todos les rogaban que ella aceptara.

—Ya hemos sufrido muchas veces Giselle —Frank se acerca y toma la mano de mi madre—. Sacrificamos mucho por este negocio, no es momento de aceptar la derrota —a mi madre se le formaba una débil sonrisa.

—De acuerdo, no es tan mala idea lo del abogado. Pero ¿Qué haremos con el encargo y los pendientes? —Frank le levanta un pulgar.

—Podemos usar parte de mi casa, volver a nuestras raíces. Y el dinero que juntemos, lo usaremos para pagar lo que falta.

—¿Estás seguro, Franky? Si nos llegan a descubrir… —Frank se reía de la reacción de mi madre.

—“Todos los que trabajamos en el taller, somos familia. Y a la familia se la protege” —esa era la primera regla del taller—. Desde que somos amigos y comenzamos esta aventura, hemos pasado por peores cosas —él sonreía un poco—. Esto no es nada —mi madre se emocionaba un poco—. Además, si terminamos este encargo, entrará un muy buen dinero.

—Tienes razón —mi madre ve a todos con los ojos un poco llorosos—. Gracias por todo el apoyo.

—Entonces llamaré a mi contacto —revisó mi teléfono y veo que se me hace tarde para mi trabajo—. Bueno, me iré de regreso a casa, que tengo que trabajar.

—¿Sabes cuándo nos podría ver ese abogado? —mi madre pregunta algo preocupada.

—Lo más posible es que mañana.

—Bueno, gente —Frank aplaudía repetidas veces para llamar la atención de todos—. Mañana vendremos a buscar parte del equipo y lo llevaremos a mi casa —pone su mano en el centro—. Por el taller.

Cada uno de los empleados, incluyéndome a mí, pusimos las manos en el centro y nos mirábamos por determinación.

—Un, dos, tres.

Todos levantamos las manos y gritamos al unísono.

—¡POR EL TALLER!

Aunque fuera una tontería lo que hizo Frank, fue suficiente para levantar el ánimo tras la mala noticia. Con la situación más calmada, me despido de todos y me dirijo a mi trabajo.

No miento que la noticia me cayó mal, al punto en el que ahora no me siento con ánimos de ir a trabajar, pero no era excusa para faltar. Ya en mi trabajo, estuve sentado y matando el tiempo viendo unas películas viejas en el televisor. Viendo que ya eran más de las 21hs, llamó por teléfono a Bianca para comentarle la situación.

—Hola.

—Hola Bianca.

—Joe —sonaba muy alegre—. Me da gusto que me llames.

—Sí, pero necesito un favor —mi tono de voz denotaba preocupación.

—¿Paso algo malo?

—Más o menos. ¿Está Bob despierto? Es que necesitamos ayuda con un tema legal.

—Dame unos segundos.

No sabía cómo explicarle la situación, tal vez ser directo y evitarme los detalles innecesarios; como que todo empezó por un niño malcriado. Se podía escuchar una leve conversación entre Bianca y Bob.

—Joe —finalmente, Bob tomó el teléfono—. ¿Qué ocurre?

—Seré directo. Hoy nos llegó al negocio de mi madre una carta, y por la falta de pagos, nos pusieron una orden de clausura —habla más tranquilo Joe—. Y la verdad, quería saber si nos podría ayudar con todo este problema. No tengo idea de si usted trabaja con esos casos, pero estamos algo desesperados por ayuda.

Bob se toma unos segundos antes de darme una respuesta.

—¿Pueden venir mañana al mediodía a mi casa?

—Sí.

—Entonces mañana hablamos bien sobre el tema.

—Muchas gracias. Ahora, ¿Podría pasarme con Bianca? —me daba un poco de vergüenza decirlo.

—Claro —espero unos segundos y vuelvo a escuchar la voz de Bianca.

Estuvimos en llamada, por lo menos, una hora de seguido. Ella se la pasó contándome todo lo que hizo en sus pequeñas vacaciones, desde conocer un poco más sobre sus raíces polacas hasta aprender algunas recetas con su abuela. Escucharla tan feliz y emocionada me alegraba un poco el día.

Ella quiso indagar en cómo me estaba yendo en los entrenamientos y le conté que fueron una tortura. Los primeros días era solo agonía para mi cuerpo y volver destrozado todos los días a mi casa.

—Veo que te divertiste en mi ausencia —ella se reía de mi tragedia.

—Demasiado, al punto que descubrí que puedo ponerme las piernas detrás de la cabeza —ella se reía un poco más fuerte y se le escapaba la risa de cerdo—. No sabía qué miss piggy estaba en tu casa.

—Cállate —contenía un poco la risa para que ella no la oyera por la llamada—. Oye, después de que se solucione todo el asunto de tu madre, ¿Quieres que salgamos?

—Pues aún no tuvimos una cita oficial como pareja.

—¿Y tienes algo en mente? —me toma unos segundos lanzar una respuesta.

—Tengo un par de ideas. ¿Y tú?

—La verdad no tengo nada en mente, ya solo estar contigo es suficiente —se me forma una sonrisa tonta al escuchar eso.

—Je, Je, si tú lo dices. Voy cortando, que aún tengo que seguir trabajando.

—Está bien, nos vemos mañana.

—Medio irónico que digas eso —se me escapa una pequeña risa.

—Entendiste lo que quise decir, surowy.

—Nos vemos mañana. Te quiero.

—Yo también —ella corta la llamada y guardó mi teléfono en mi bolsillo.

El resto de la noche paso sin mayor complicación, pocos clientes, alguna bala perdida que se distinguía a lo lejos; lo normal de todas las noches.

Ya de vuelta en mi casa, veo a mi madre dormida en el sillón con el televisor prendido y una botella media terminar de vino. Fui hasta un armario y saqué una frazada para taparla, así dormía en paz. Limpie un poco el desastre que había dejado, y tras eso, me fui a dormir esperando que mañana sea un poco mejor. Al acostarme en mi cama, intenté no pensar sobre el problema y esperar a que mi cerebro dejara de funcionar por hoy.

Las horas habían pasado, y con la luz del sol que entraba por la ventana, logran que despierte. No recuerdo bien que soñé, apenas recuerdo algunos fragmentos del sueño; como puede ser que me encontraba viajando en un submarino. Con un poco de esfuerzo, me levantó de la cama y empiezo a vestirme.

Saliendo de mi cuarto, mi atención se dirigió al sofá donde se encontraba a mi madre durmiendo en silencio. Como quería subirle un poco los ánimos, decidí hacer el desayuno para los dos. En lo que prendía la cafetera para que se calentara, iba preparando un omelette. Era la primera vez que lo intentaba, pero ver a mi madre prepararlo varias veces debería ser suficiente para que salga bien, aunque por si las moscas, buscaré una receta en internet.

Tras romper cuatro huevos en un bol y revolver hasta que quedo todo líquido, pase un poco de manteca en una sartén caliente, para, después, echar la mezcla en la misma. Le puse un poco de queso y panceta adentro del omelette. Y Para ser mi primer intento, no quedo tan mal, parecía apetecible a la vista; solo espero que le guste.

Con el desayuno preparado, despierto a mi madre que se veía un poco fatiga por la noticia de ayer.

—Buenos días —ella aún se estaba despabilando.

—Preparé el desayuno para los dos, te hice un omelette —mamá me miraba extrañada.

—¿Tú preparando un omelette?

—¿Tanto te sorprende? —levantaba los hombros—. Quise prepararte algo que te gusté, para levantar un poco los ánimos —ella sonríe.

—No era necesario.

—Si lo era, no me gusta verte desanimada. Vamos a la mesa antes de que se enfríe.

Ambos fuimos a desayunar e intentamos empezar de la mejor forma posible esta mañana. Me puse un poco nervioso al ver a mi madre probando el omelette que cociné, hasta que me dijo que estaba rico. Le conté que ya pude hablar con mi contacto, y le expliqué que el padre de Bianca es abogado y tal vez nos podría ayudar con nuestro problema.

Mamá no se veía tranquila, porque ella se está preocupando por todos los gastos que podrían venir al final de mes y le fastidia que el año empezara de esta forma. Yo le pedía que se calmara, que esto lo íbamos a solucionar.

Tras desayunar y limpiar todo, mi madre aprovecho para bañarse, ya que íbamos a la casa de Bianca, ella quería dar una buena impresión a mi futuro suegro.

Creo que me estoy adelantando un poco mucho con ese pensamiento.

Ya siendo la hora que había acordado con Bob, salimos de la casa y fuimos caminando hasta lo de Bianca. Al llegar a la entrada, tocó el timbre y nos quedamos esperando a que nos atiendan. Cuando escucho la puerta abrirse, mi reacción fue de confusión al ver la reacción de Bob y mi madre de sorpresa.

—¿Robert?

—¿Giselle?

Por unos segundos, mi cerebro pensó muchas posibilidades, y algunas de ellas no me gustaban.

—¿Acaso se conocen?

—Sí… —mi madre se veía preocupada.

—¿No le dijiste? —la voz de Bob era seria.

—¿Decirme qué? —ok, ahora estoy pensando varias posibilidades que, EN SERIO, no me gustan.

—Él fue el abogado de tu padre cuando lo arrestaron.

Al escuchar esto, una parte mi estaba cansado de que me ocultaran la verdad. ¿Por qué hay tanto misticismo con el caso de mi padre? ¿Por qué soy el único de esta familia que no tiene ni idea de la verdad? Y ahora vengo a enterarme de que el padre de mi novia, ya conocía a mis padres desde antes…

—Robert —tenía una mezcla de molestia y seriedad en la cara—. Quiero saber todo sobre el caso de mi padre.

                                                                                  

Notes:

Ante todo, quiero agradecer a todos por el apoyo del fic y la espera que esta teniendo. La verdad tampoco esperaba que llegaramos a los 100 seguidores en twitter, de verdad lo agradezco.

No voy a decir que tengo en mente, solo dire que me tomare el tiempo pa sacar caps y seguir avanzando. Podria mencionar que posiblemente tras el acto 2, habran unos 4 extras.

Con eso seria todo, mi twitter lo dejo aca:

https://x.com/Patata2251

El twitter del creador de Bianca lo dejo aca:

https:// /ByBuckett

Tengan un gran día y nos vemos la proxima

PD: Tangananica es mejor que tanganana.

Chapter 17: El peso de un secreto

Notes:

Gente bella, nuevo capitulo, continuemos en donde lo dejamos.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

En estos momentos, me encontraba aturdido tras escuchar la gran revelación del año; el padre de mi novia ya conocía a mis padres.

Tengo un cúmulo de emociones tan variadas, que no sabía cuál de todas ellas iba a salir a flote.

—Hijo —siento la mano de mi madre en mi hombro—. No es momento para hablar de esto.

—Entonces, ¿Cuándo es el momento? —había una indiferencia en mi rostro ante la petición de mi madre—. Desde que papá termino preso, todo se volvió un misterio sobre él. La imagen del padre amoroso, que tenía una pequeña cerrajería, se fue marchitando con los años —miro a mi madre con un poco de molestia—. Y mejor ni hablemos de ti, que no conozco nada de mis raíces italianas; y mucho menos quienes eran mis abuelos maternos.

—Joe, te prometo que hablaremos sobre esto muy pron…

—No —fui cortante con ella—. Estoy harto, estoy cansado de que ni tú ni papá me cuenten la verdad.

—Disculpen —el señor William nos interrumpe—. Creo que sería mejor charlarlo adentro.

Sin decir mucho más, tanto mi madre como yo, entramos al hogar de la familia William y fuimos directos a la sala de estar para conversar de varios temas que nos competen. Bianca se encontraba en la sala de estar leyendo uno de los libros que le regalé para su cumpleaños.

—Hola Toph —me acerqué detrás de ella y le di un abrazo—. Te extrañé.

—Yo también, Surowy —nuestras caras estaban pegadas—. ¿Cómo te encuentras?

—Y no sabría decirte —giro mi mirada a donde se encontraba Bob y mi madre—. Pero digamos que nuestros padres ya tienen historia juntos.

—Joe —Bob sonaba molesto por el gesto que hice—. Entiendo tu molestia, pero no es para que actúes así.

—Pues dile a mi madre o a mi padre, que nada de esto hubiera pasado si no me hubieran ocultado la verdad —Bianca se liberaba de mi abrazo y se veía algo confundida.

—¿Qué está ocurriendo?

—Tu padre fue el abogado de mi padre —su rostro de confusión pasó a ser de sorpresa.

—¡¿Qué?! —ella se levanta del sofá—. ¿Es cierto lo que dice? —los dos adultos de la habitación se rascaban la cabeza.

—Sí —fue mi madre la que respondió—. Gracias a Robert, mi esposo no sufrió una condena tan grande.

—Bien —miraba a todos los presentes—. Ya que estamos todos en la misma página —miro a Bob con seriedad—. ¿Por qué aceptaste el caso de mi padre? Quiero decir, ningún abogado se jugaría un caso que es evidente que su cliente es culpable.

—Hay un porqué, pero se remonta a varios años atrás.

—Pues estaría encantado de oírla, creo que tenemos todo el día para charlar —miro a mi madre con bastante recelo—. Digo, ninguno de los dos trabaja hoy —mi madre quería decir algo, pero Bob la detiene en seco.

—Giselle, deja que tu hijo escuche la historia —en silencio, mi madre se sienta a lado de Bianca—. Te contaré como conocí a tu padre y por qué lo ayudé.

Tanto Bob como yo, nos sentamos en dos sofás individuales que se encontraban enfrentados entre ellos. Todos estábamos expectantes de cuál sería esta gran historia, que relaciona a ambas familias.

—Esto se remonta a mediados del año 2013…

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[2 de junio de 2013]

Desde que comencé mi odisea para volverme abogado, he tenido que superar cada obstáculo y cada caso para hacerme un nombre de respetar. En todos mis años como abogado, he trabajado tanto de fiscal como abogado defensor; siendo este último el que ejerzo. En el bufete en donde trabajo, tenemos una regla de oro: Nosotros defendemos al cliente, no importa si es culpable o no, solo importa cuánto paguen.

Y seré honesto, acepté a varios clientes que podríamos considerar basura o personas que no merecen una defensa, odiaba defenderlos, pero como ellos habían pagado, debía buscar su absolución a los cargos. Aunque si eran condenados, no sentía ningún remordimiento; ellos eran culpables.

Todos mis colegas reconocían que tenía talento para hacer que cualquiera se viera inocente. Siempre prefería los casos que tal vez pagaban menos, pero sabíamos que el cliente era bueno o inocente. No se puede vivir de la caridad, así que de diez casos que me encargaba, uno era con un cliente que me gusta definir como “desecho de la sociedad”. Sin embargo, hubo un caso donde tuve que jugar sucio para salvar la vida de un inocente que fue incriminado.

—Drew, este caso es muy complicado —estaba con mi cliente a solas en la sala de visitas de la cárcel—. Estoy haciendo lo imposible, pero todo sigue apuntando a que tú lo hiciste.

—Te juro que yo no la mate —se agarraba la cabeza de la frustración—. Sé que fue Adam y que me está inculpando.

—Y lo sé, te conozco hace un par de años —lo miro con determinación—. Sé que eres una buena persona —el oviraptor estaba preocupado—. Repasemos tu historia y después sumemos lo que se dijo en los diferentes juicios.

—Termine de trabajar a las 22:00 en la oficina, estaba terminando una video llamada con una empresa extranjera —se notaba en sus ojos que estaba harto de repetir siempre lo mismo—. Tras dejar el edificio, fui a buscar el auto en el estacionamiento, y antes de que pudiera subirme a mi coche, recibo una llamada de Sharon diciendo que tenía que regresar a la oficina, que era urgente.

—¿Recuerdas, más o menos, a qué hora regresaste al edificio?

—Diría que aproximadamente a las 20:20 —él lanza un pequeño resoplido desde su nariz—. Llegué a la oficina y la encontré destrozada, para cuando me quise darme cuenta, alguien me golpeo detrás de la cabeza; dejándome inconsciente en el suelo. Al despertar tenía el cuerpo sin vida de Sharon a lado mío y tenía un cuchillo ensangrentado en mi mano derecha —postraba sus codos en las mesas y se sostenía la cabeza con sus manos—. Al poco tiempo, llegó la policía y fui el principal sospechoso por la muerte de ella. 

—¿Y por qué estás tan seguro de que es Adam el que te ataco y mato a Sharon? —sé que odia que le pregunte lo mismo, pero esto ya es por protocolo.

—Porque el muy desgraciado quería mi puesto de Co-Ceo, y tanto yo como Sharon, sabíamos sobre una fuga de dinero que hacía en secreto —el oviraptor golpea la mesa con violencia—. Seguramente él ya sabía que íbamos a destapar su lavado de dinero.

Comenzaba a revisar todos los archivos que tenía sobre el caso y todas las evidencias que había. Según lo que se hablaron en las sesiones, se acusa a Drew de homicidio en segundo grado. La fiscalía está llevando al caso a que el motivante del asesinato fue por un amorío con la víctima, llevando al caso a un crimen apasionado. El problema es que no es una mala defensa, ya que el propio Drew me contó que habían comenzado a salir con Sharon.

—Escucha Drew —lo miraba con frialdad—. Necesito dos cosas por tu parte, la primera de todas, es que cuando testifiques, seas totalmente sincero y demuestres que amabas a Sharon y que no serias capaz de matarla. De casualidad, ¿Ella estaba embarazada?

—No, creo que ninguno de los dos llegó a plantearse esa idea.

—Comprendo.

Llevo las dos últimas noches analizando el caso y buscando cualquier pista que pudiera demostrar la inocencia de Drew. Porque sabía dentro de mí, que él era inocente.

—Espera… —Drew se veía muy pensativo—. ¿Aún no se encontraron los videos de grabaciones de esa noche?

—No. Ya se revisó el disco duro del sistema de seguridad de la empresa, pero no se encontró nada.

Al ver la expresión de decepción de mi cliente, sentía un malestar en mí. Como si fuera un pequeño destello de luz, tuve una epifanía. Y si esta idea es cierta, podría demostrar la inocencia de Drew.

—¿Existe la posibilidad de que Adam tuviera acceso al sistema de seguridad?

—Es de los que tiene mayor nivel de jerarquía en la empresa, no es algo muy común que nos interesemos en eso, pero él se había recibido como informático.

—Solo pensemos un poco —es descabellado lo que ando pensando, pero es lo único que me queda—. En el hipotético caso de que Adam tuviera las grabaciones de seguridad de esa noche, ¿Dónde las guardaría?

—Y lo más lógico sería en su hogar —la expresión de mi cliente no era la mejor—. Pero hablamos de un pent-house ubicado en la mejor parte de la ciudad —ya Drew se encontraba deprimido—. Sin una orden de allanamiento o algo, es imposible que me puedas salvar.

—Es cierto eso, pero podría apelar a eso —las pocas esperanzas que quedaban en Drew, se reflejaban en sus ojos—. Si esta hipótesis es real, es muy probable que te salve de ir a la cárcel.

—No quiero ilusionarme, Robert.

—Tú solo confía, te sacaré de aquí —el ruido de una alarma, señalizaba que mi hora de visita termino—. Te veré en la próxima en el juicio, por favor, se sinceró con tu relación con Sharon.

—Lo tendré en cuenta —sin decir mucho más, me despido de mi cliente.

Al salir de la prisión, no me tomó ni unos cinco segundos antes de que me acercara a un cesto de basura y lo pateara de la rabia. En la situación que me encontraba, tenía muy bajas chances de lograr que Drew sea considerado inocente, y lo único que mantiene mis esperanzas de ganar, es una teoría realista, pero a su vez descabellada.

En mi viaje de regreso hasta el bufete, estuve pensando en todas las posibilidades que me permitieran llevar a cabo el proceso de allanamiento al pent-house de Adam. Proponer a Adam como posible perpetrador es casi imposible, llevo todo el caso intentando desviar la atención en Drew y que se plantee que, la historia que él cuenta, es la real; alguien lo noqueo y lo está inculpando.

El único problema es que no tengo forma de sostener esa hipótesis y lograr de convencer al juzgado. La única prueba que podría hacer que el caso tome otro rumbo, son las malditas grabaciones de esa noche. Ya que lo que según se investigó, no se encontraron; o eso dicen.

Ya de vuelta en el bufete, me dirijo a mi oficina para revisar todos los informes del caso; desde el más reciente hasta el más viejo. Algunos de mis compañeros se me quedaban viendo desde afuera de la oficina, debido a que soy de recrear los escenarios de los casos basándome en los informes policiales. Algunos podrían decir que estoy medio loco, pero hasta el día de hoy, no perdí ningún caso con este método.

“¿Cómo murió la víctima?”

Fácil, una serie de cinco apuñaladas en el abdomen. Esto causo un sangrado constante.

“¿Es posible noquear al agresor?”

En el posible ataque de frenesís y adrenalina, la víctima pudo golpearlo con un objeto contundente como medida desesperada. Así que sí, es posible que Sharon haya dejado inconsciente a Drew.  

En lo que me encontraba en el suelo, mirando el techo y simulando que había sido apuñalado, entra a mi oficina el conserje del edificio.

—Hola Dave —el neandertal me mira algo confundido.

—¿Estás actuando de la víctima?

—Sí —me levanto el torso y me giro a verlo—. Estoy perdiendo un poco la cabeza con este caso.

—Oye, no está mal perder.

—Lo sé, pero en este caso, sé que el cliente es inocente —busco en mi saco un paquete de cigarrillos y mi encendedor—. Pero como van las cosas, tengo todo en contra —prendó el cigarro y doy una buena pitada.

—¿Se puede saber sobre el caso o es confidencial? —la cara de Dave denotaba que tenía intriga por el caso.

—Pues lo que se sabe por los medios: Co-Ceo mato a una mujer, que presuntamente es su amante. La víctima murió tras ser apuñalada cinco veces y el agresor se encontró inconsciente a lado de la víctima —el sabor del tabaco ayudaba a calmar un poco mi mente—. No hay muchas pruebas, todo apunta a que mi cliente es culpable y yo sufriendo por una hipótesis que me surgió.

—¿Cuál hipótesis? —qué más da decírselo, ya el caso está perdido.

—Le dije que los videos de seguridad están guardados en el pent-house del “verdadero asesino” —termino de consumir el cigarrillo y lo apago en el cenicero—. Solo que es imposible conseguir una orden para inspeccionar ese lugar.

—¿Y si lo robas? —Al momento que Dave dice eso, yo comienzo a reírme.

—Qué buen chiste —pero en lo que iba cesando mi risa, el neandertal no cambiaba su expresión—. ¿Lo estás diciendo en serio?

—Escucha —entra a mi oficina y cierra la puerta—. Conozco a alguien que podría ayudarte con esto.

—Es una locura lo que me estás planteando.

—Bob —sus ojos reflejan que hablaba en serio—. Eres de las pocas personas en este edificio que me trata con respeto, y creo que nunca te equivocaste con tus clientes —se acerca a mi escritorio, toma un papel y una lapicera, y comienza a escribir—. Si aceptas este papel debes prometerme que no dirás nada.

—Pero Dave…

—Prométeme que, si aceptas mi ayuda, no dirás nada sobre estos sujetos.

No sabía si podía confiar en la palabra de Dave. No es alguien malo, diría que es de los pocos empleados de este lugar que actúa de forma honesta. Y la verdad, cualquier ayuda, será bienvenida en este momento.

—Dame el papel —Dave me lo pasa y solo había escrito una dirección con un horario.

—Cuando vayas a ese lugar, te acercas a la caja y dices que vienes a ver al señor T para comprar mariscos. Una vez que digas eso, obedece todo lo que te digan.

—¿De verdad puedo confiar en ellos?

—Si no fuera por ellos, mi hermano no estaría vivo —sus ojos reflejaban determinación—. Soy capaz de confiarles mi vida a ellos —sin decir mucho más, Dave toma su equipo de limpieza y se va de mi oficina.

Quedando otra vez a solas, reviso el papel que me dio el neandertal.

“Calle Boulevard Rojo 652

Ve a las 18:45”

Al mirar el reloj de la pared, noto que faltaban un poco más de una hora. ¿Es seguro que tomé esta decisión? La próxima sesión es dentro de 72hs, no tengo mucho tiempo para armar otro plan, y sin pensarlo mucho más, me puse a buscar en la computadora a donde tenía que ir, y la verdad, estaba sorprendido.

—Casa de seguridad Di Marco —me decía a mí mismo.

¿A dónde carajos me está mandando Dave? ¿De verdad puedo confiar en estas personas? Creo que es un poco tarde para que me retracte, le dije a Drew que lo sacaría de la cárcel; le di mi palabra.

Con una excusa vaga para mi jefe, me escapé del trabajo unos minutos antes para poder ir con calma a donde se encontraba el contacto de Dave. No quería pensar que estaba cometiendo algún error por juntarme con gente cuestionable, lo único que circulaba en mi cabeza era la idea de que la hipótesis es as bajo la manga.

Estaba llegando a mi destino, y aún me sobraban cinco minutos, pude buscar con calma un lugar para dejar el auto. Ya en frente de la casa de seguridad, viendo que ya era la hora, me bajo del auto y entro sin dudar. Cuando entre, me acercó al mostrador donde se encontraba una bella spinosaurio que vestía un uniforme azul.

—Buenas tardes. Bienvenido a Seguridad Di Marco, ¿En qué podemos ayudarlo?

—Vengo a ver al señor T... —no te pongas nervioso—. Para comprar mariscos —la chica le toma unos segundos antes de responder.

Ella se aleja del mostrador y se dirige a la entrada principal, y con rapidez, cierra la puerta con llave y baja las persianas del techo para que no se pudiera ver nada desde el exterior.

—Por favor, sígame hasta el fondo del negocio —antes de que dijera algo, recuerdo lo que me dijo Dave y obedezco sin rechistar.

Sigo a la chica hasta una habitación donde había una placa de metal que decía “Jefe”, al momento en el que abre, el tono de la chica era bastante seca.

—Alguien vino por mariscos.

—Déjalo pasar —desde dentro de la habitación se podía distinguir una voz robusta.

La chica me abre la puerta y se regresa a su puesto sin decir otra palabra. Al entrar a la oficina del “jefe”, soy recibido por un utahraptor, que vestía un elegante traje blanco.

—Por favor, tomé asiento —me señalaba una silla con su mano. Al momento en el que me siento, siento una pequeña sensación de agresividad por parte del dinosaurio de escamas rojas, pero a su vez, su mirada no denotaba ningún tipo de amenaza—. Es un gusto conocerlo, mi nombre es Tony.

—Lo mismo digo —intentaba mantenerme lo más calmado posible—. Vine porque necesito su ayuda.

—Es lógico, pero… —su mirada paso a ser fría, al punto que penetraba tu alma—­. ¿Cómo llegaste a nosotros?

—Bueno, fue por un conocido de mi trabajo, Dave —el utahraptor mi miraba con menos frialdad.

—¿Dave O’hara?

—Sí, trabaja como conserje —en el instante que respondo su pregunta, su expresión se transformó en una más alegro y menos agresiva.

—Estoy muy feliz por él, es bueno oír que ahora tiene un trabajo digno.

—¿Ya lo conocías?

—Era vecino mío cuando era más joven —él se recostaba en su silla—. Y dime, ¿Te contó sobre quienes somos nosotros?

—La verdad no —tiene una actitud bastante extraña este señor—. Solo me dijo que me podrían ayudar.

—¿Y cuál es tu problema? —creo que, si le explico todo, será más fácil.

—Soy abogado, y tengo un cliente que fue acusado por homicidio —la cara de Tony era seria—. Yo sé que él es inocente, pero no tengo ninguna evidencia que pueda demostrar eso. La única esperanza que me queda es encontrar las grabaciones de esa noche, pero según mi cliente, dice que el verdadero asesino las debió esconder en su casa.

—Un segundo… —se rascaba el mentón el dinosaurio de escamas rojas—. ¿Es el abogado del caso de la empresa “Soul plus”?

—Sí, mi cliente es Drew Gibson —me agarraba la punta del hocico con mis dedos—. Dice que su socio Adam Miller es el responsable y que lo inculpo para quedarse con su puesto de Co-Ceo.

—Estoy al tanto por las noticias —toda esta situación hacía que me sintiera como en un interrogatorio—. ¿Y en serio cree que su cliente es inocente?

—Yo sé que él no lo hizo —mis ojos trasmitían esa confianza que tenía en Drew—. Sé que es inocente.

—Entiendo —se acomoda en su silla y quedamos cara a cara—. Entonces, creo que necesitara el servicio de robo para conseguir esos videos.

—¿Servicio de robo? —lo miraba algo confundido.

—Qué estúpido que soy —se daba un golpe leve en la cabeza con su puño en la frente—. A veces soy distraído, no me presente apropiadamente —postra sus codos en su escritorio y pone su mentón sobre el dorso de sus manos—. Soy Tony Di Marco, el jefe de los seis del puerto.

—Espera —al oír ese nombre, me exaltó un poco —. ¿Los criminales más buscados en la década del 2000?

—Es un poco exagerado decir eso —¿A dónde mierda me mandaste Dave? —. Después de una serie de trabajos, y el robo más importante de la década pasada, decidimos tomarnos un descanso y hacer trabajos más sencillos.

—¿No es muy arriesgado que le digas a un abogado que eres un criminal buscado? —en el rostro del utahraptor no mostraba ninguna expresión de preocupación.

—Tal vez, pero si tú viniste a nosotros, significa que estás muy desesperado para ganar el juicio —y razón no le falta—. Entonces, ¿Aceptas el servicio de robo?

—Ya que estoy aquí… —voy a ganar este juicio—Aceptó.

—De acuerdo, llamaré al mejor ladrón que conozco. Tal vez tarde un poco en llegar —se levanta de su silla y salé de su oficina—. Hago una llamada y regresó —cierra la puerta, dejándome encerrado en la habitación.

En el instante que quedo a solas en la habitación, mi cerebro hace que entre en razón y me doy cuenta en la situación que me metí.

¿EN QUÉ MIERDA ESTABA PENSANDO? ¿CÓMO PUEDE SER QUE DAVE CONOZCA A ESTOS CRIMINALES?

Sé que hice algunas cosas cuestionables cuando defendí a la basura de esta sociedad, pero esta es la primera vez que hago algo que es totalmente ilegal; incluso diría que ya es tarde para retractarme. Nunca creí que iba a recurrir a estos medios.

Ya comprometido con estos delincuentes, me quedo esperando en la oficina hasta que Tony regrese. Mis ojos revoloteaban por toda la habitación y empezaba a ver cada pequeño detalle que había, desde una foto de cinco dinosaurios y un humano sentados en un bar hasta un pequeño cuadro de un utahraptor muy parecido a Tony; lo más seguro es que sea su padre. Logro distinguir unos pasos acercase a la puerta, y al abrirse, veía de regreso al señor de elegante traje blanco.

—Logre convencerlo, estará acá en diez minutos —se acerca a un mueble donde se encontraban varias botellas de licor—. ¿Quieres algo de beber?

 —No, gracias.

—Vamos, no seas tímido —me daba una sonrisa algo descarada—. ¿No me digas que vas a rechazar un elixir como este? —me mostraba una botella de un Johnny Walker azul.

—Sería un idiota si te negara ese trago —Tony deja la botella en su escritorio y saca dos vasos del mueble.

En el lapso que esperamos al ladrón, Tony me preguntaba sobre mi vida y por qué una persona que trabaja para la ley recurrió a juntarse con él. Le explicaba que en el caso tenía muchos cabos sueltos, cosas que no cuadraban y que no era fácil encontrar pistas o pruebas para demostrar que mi cliente era inocente; decidí hacer lo que sea para salvarlo. Por otro lado, evite dar detalles importantes sobre mi vida, solo le mencione cosas generales, como el tiempo que llevo ejerciendo como abogado.

Tony recibe una llamada y me avisa que era el gran ladrón que él había llamado. Según sus palabras, no conoce mejor ladrón de guante blanco en toda la ciudad que él. Al escuchar la puerta abrirse de la oficina, veo que hace acto de presencia un humano mal vestido con una camisa hawaiana colorida que dejaba ver parte de su barriga, un pantalón y una campera deportiva rojo de marca Adinas, unas zapatillas algo desgastadas y una barba bastante descuidada.

—Llegaste —Tony se levanta de su silla y se acerca para abrazar al humano.

—Hermanito mío.

Los dos se encontraban en un abrazo muy cálido y yo estaba estupefacto por la situación. ¿Me estás diciendo que ese mamarracho es el mejor ladrón de la ciudad?

—Te presento a Giorno, el mejor ladrón de la ciudad —más que ladrón, parece un desempleado.

—Es un gusto —sonaba muy relajado el humano al hablar.

—Igualmente, mi nombre es Robert —extiendo mi brazo para darle un apretón de mano.

—Por favor, ¿Un apretón de manos? Venga que le doy un abrazo —el humano se me abalanza y me da un abrazo.

—Ya bueno —no me gusta tanto el contacto físico—. Por favor suélteme —forcejeo un poco para zafarme de sus brazos, lográndolo de forma aparatosa.

—Tranquilo amigo, solo quería ser amable —se acomodaba un poco la ropa—. Y dime, ¿Qué debo robar?

—Unas grabaciones de un pent-house —en serio, con esas pintas no parece un ladrón.

—De acuerdo, dime toda la información que tengas sobre el objetivo y armaremos un plan ahora mismo.

—Tengo un poco de información anotada en mi teléfono, deja que revisó —al momento que comienzo a buscar mi teléfono, me percato de que no lo encuentro.

—Ah cierto, ten —Giorno saca de su bolsillo mi teléfono y lo deja en el escritorio—. Y ten esto también —y mi billetera—. Y… Esto —y mi reloj de mano.

—Cuándo… —no me di cuenta en que momento me lo robó.

Tras una rápida y sencilla demostración de habilidades, comencé a explicarle la situación a Giorno, y con un poco de asistencia de Tony, organizamos un plan para realizar el robo. Nuestro objetivo era Adam Miller, uno de los miembros más importantes de la junta directiva de la empresa “Soul Plus”.  Según una investigación rápida, pero efectiva, sabemos que el desgraciado vive en el barrio de Palm Dashing, uno de los lugares más caros de la ciudad. Su hogar se ubicaba en el piso veinte de un edificio en la calle Ferdinand Goldberg 6120.

El mayor riesgo que hay con el robo, es la ínfima posibilidad de que haya destruido o piense destruir esas grabaciones; en el retórico caso de que aun las tenga. Sin mencionar, que si robamos la memoria donde se encuentran los videos, es muy probable que Adam sospeche que alguien está ayudando a Drew.

Giorno propuso una idea bastante curiosa para evitar cualquier sospecha de robo. Como lo más importante era el contenido de esas grabaciones, planteo la idea de hacer un falso robo. Consistía en conseguir la memoria donde estaban los videos, hacer una copia en un disco duro que tenía Tony y devolverlo al pent-house como si nunca hubiera pasado.

No sonaba muy convencido con este plan, pero Giorno estaba seguro de que iba a funcionar; además se aseguraba de no dejar cabos sueltos que me pudieran relacionar con el robo.

—Entonces, ¿Mi único trabajo es ser el chofer? —estaba muy escéptico con este plan.

—Exacto, tú solo debes estar preparado para cuando tengamos que escapar y listo.

—Y sobre el pago —me rascaba la cabeza—. ¿De cuánto estamos hablando Tony?

—Eso debes arreglarlo con Giorno —el utahraptor se arreglaba su traje—. Y no te preocupes por la copia de los videos. Eso te lo haré gratis, ya que es algo sencillo.

—Ya veo —es muy peligroso lo que estoy haciendo.

—Descuida pelón, yo cobro barato —el tono tan despreocupado del humano cuando se dirigía a mí, hacía que me molestara—. Ahora vamos a organizar los últimos detalles del plan y mañana pondremos manos en acción.

—Pero tenemos menos de 72hs antes del juicio.

—Calmado Bobby, es tiempo suficiente. Ahora vamos a tomar algo, así nos conocemos mejor y hablamos con calma sobre el robo —lo que tengo que soportar por mis clientes…

Me despido de Tony y soy acompañado por mi única esperanza de salvar este caso. Fuimos los dos en mi auto hasta un bar que Giorno decía que era seguro para hablar sobre nuestro plan. Casi no hablamos en el auto, debido a que no tenía ninguna intención de hacer migas con este hombre y porque estuve todo el viaje pensando en que esto había sido una mala idea.

Ya en nuestro destino, el lugar que Giorno recomendaba se encontraba cerca del muelle, el bar se llamaba “el salmón ahogado”; que nombre más estúpido. Al entrar, soy recibido por un lugar que se veía decente, pero las caras que eran visibles en el bar, eran amenazantes. Giorno, como si no hubiera ningún peligro cerca, se dirige directo a la barra y empieza a gritar un nombre.

—¡SAMUEEEEEEL! ¡¿DÓNDE CARAJOS ESTÁS?! —de la nada, hace acto de presencia un carnosaurio de escamas negras con una cola de caballo de color blanco.

—¿Qué te dije de gritar? —se veía algo molesto el bartender.

—Que no lo hiciera.

—¿Y por qué lo hiciste?

—Porque te quiero mucho Sammy, eres mi mejor amigo —me acercó a la barra a donde se encontraban ellos dos.

—A veces me sacas desquicio GioGio —el carnosaurio dirige su mirada a mí—. ¿Y este guapetón quién es? —¿Guapetón?

—Un cliente de los seis del puerto —la cara del dinosaurio de escamas negras era de disconformidad.

—¿Él era otro ladrón? —pregunté de forma crédula.

—Ex ladrón —tomaba un vaso mojado y lo secaba con una toalla—. Deje esa vida hace un par de años.

—Bobby, te presento a Samuel Fernández. Nacido en Argentina, ex miembro de los seis del puerto, y el mejor investigador informático que conozco. De todos los integrantes, él era el mejor consiguiendo información, incluso Tony no te llega ni a los talones —Giorno sonaba muy alegre cuando me estaba presentando a su colega.

—¿Era necesario decir todo eso? —por la expresión de Sammy, no parece la primera vez que hace esto el humano.

—Sí —el bartender se agarraba la sien al escuchar esa respuesta.

—Y viniste a mí para que los ayude con algo, ¿Verdad?

—Tranquilo, esta vez no vine a molestarte para que me ayudes a investigar un objetivo —Giorno agarra una silla y se sienta delante de la barra—. Vine por un buen trago.

—¿Un Fernet 70/30?

—Por supuesto.

—Y tú —el carnosaurio me estaba hablando—. ¿Quieres algo de beber?

—Un Martini.

—¿Agitado?

—No, mezclado —con una rapidez envidiable, el carnosaurio preparó nuestros tragos en menos de tres minutos.

—Disfruten, yo me retiro, que tengo que seguir con lo mío —sin decir nada más, el bartender me dejaba a solas con el humano.

Al principio de la noche, ataque con varias preguntas a Giorno por cada mísero detalle del plan. Él siempre respondía con un “no te preocupes, saldrá todo bien”, pero yo necesitaba la mayor seguridad posible de que todo iba a salir bien; me estoy jugando mi carrera como abogado. Ya un poco más serio, el humano comenzó a explicarme cada detalle de su robo.

La primera parte era ver el momento más oportuno para realizar el robo, ya que necesitaba una franja de tiempo para poder encontrar la caja fuerte y poder abrirla sin ninguna complicación; ya que no sabía si era una caja fuerte clásica o una moderna. Así que recurrió a la ayuda de Tony como distracción, solicitando una reunión con varios miembros de la junta directiva de “Soul Plus” para negociar sobre su equipo de seguridad, y por lo que sabe Giorno, Adam irá a esa reunión.

—¿Y estás seguro de que funcionara?

—Mira, si algo debo reconocerle a mi hermanito, es que tiene una labia excelente para los negocios —le da un buen trago a su bebida—. Tranquilamente, nos dará una brecha de dos horas para realizar el robo.

—¿Y cómo los logró convencer de tener una reunión? —Giorno se reía un poco por mi pregunta.

—Piensa un poco. Todo el caso con tu cliente es mediático y todo es debido a una falla de seguridad. ¿Crees que los ejecutivos van a rechazar la propuesta de negocio de una de las mejores casas de seguridad?

—Es un buen punto —le daba un pequeño sorbo a mi trago.

—¿Ya estás más tranquilo ahora? Cuando contrataste nuestros servicios, contrataste a los mejores.

—Es que nunca creí que iba a requerir ayuda de unos delincuentes para ayudar a alguien —Giorno me mira algo ofendido por ese comentario.

—Oye, no me compares con ellos —le lanzó una mirada severa.

—¿Me vas a decir que no eres un criminal?

—Para la ley —le da otro buen sorbo a su trago—. Pero hasta el día de hoy, yo sigo diciendo que hago cosas buenas —yo me reía por su respuesta tan estúpida.

—¿Acaso te crees un Robín Hood moderno? —él me negaba con la cabeza.

—Para nada —se le escapa un suspiro—. Sé que robar está mal, lo dice la biblia como la ley federal —Giorno miraba detenidamente su vaso—. Si nos tenemos que poner moralistas o éticos y juzgar lo que hago, para muchos sería una mala persona. Pero yo esto de robar, lo hago como un juego —no puede estar hablando en serio.

—¿Para ti robar es un chiste? ¿Crees que no existe castigo?

—Por supuesto que no, solo digo que… —se toma un tiempo para pensar sus palabras—. Ambos sabemos que existe gente mala en este mundo. Algunos lastiman física o mentalmente al prójimo, otros son mentirosos y estafadores, e incluso, existe ciertos individuos que merecen morir —se voltea a verme con seriedad—. Tú mismo defendiste algunos, ¿Eso te vuelve una mala persona a ti? —él no dudaba en ninguna de sus palabras—. Es cierto que me dedicó a robar, pero hasta el día de hoy no he lastimado a nadie. Por eso me considero un ladrón de guante blanco.

—Entonces, ¿Te consideras una buena persona?

—¿Importa? Si me considero buena o mala persona, no va a cambiar lo que piense el resto —me da una sonrisa amigable y se termina su trago—. Yo solo soy un padre de familia, que ahora trabaja como cerrajero y quiere evitar regresar al mundo criminal.

—¿Y por qué aceptaste este trabajo?

—Porque si puedo ayudar a alguien y demostrar que es inocente, me da un buen motivo para regresar al ruedo.

Por su forma de hablar, da entender que esa es su forma de ver la vida. Puede ser que no considere lo más noble o más decente su trabajo como ladrón, pero no siento que me esté engañando. Para apaciguar un poco el ambiente, le hago una pregunta más casual a Giorno.

—Hace un rato, te referiste a Tony como hermanito —él me mira algo confundido—. ¿Qué quisiste decir con eso?

—Pues lo que dije, es mi hermano. O bueno, hermanastro —apoyaba su brazo sobre la barra y acomodaba su cabeza en su mano—. Cuando su padre murió, mi padre se volvió su tutor legal. Crecimos juntos desde los nueve años y desde siempre lo consideré otro miembro de la familia.

—Ya veo.

—Y tu Bobby, ¿Cuál es tu historia? ¿Qué te llevo a convertirte en abogado? —Creo que puedo decírselo.

—Tuve dos motivantes, el primero era poder ayudar a las personas que no podían defenderse a ciertas adversidades —lo miro y se me forma una pequeña expresión melancólica—. Sé que es estar en esa situación, por eso no quiero que otros pasen por lo mismo —tomó mi copa y me termino mi Martini—. Y la otra razón es por el dinero, pagan muy bien —él se empieza a reír.

—Al menos eres honesto —él se queda mirando fijamente su vaso—. Voy a pedir otro trago, ¿Quieres otro?

—Paso, tengo que regresar a mi casa —Bianca debe estar preocupada de mi ausencia.

—Está bien, nos encontramos mañana a la noche en frente de la casa de seguridad.

—Hasta mañana —me despido de Giorno y me fui del bar.

El día siguiente pase toda la mañana trabajando en el caso y carcomiéndome la cabeza sobre que seré cómplice en un robo. Fue un desafío concentrarme, ya que estaba más preocupado en pensar en conseguir esas grabaciones, que en seguir armando una defensa sólida en caso de no lograrlo; estoy poniendo todas mis esperanzas en Giorno.

La tarde paso sin mayor complicación, lo único que hice fue estar revisando la nueva evidencia que había llegado. También estuve leyendo los testimonios más recientes, como el del conserje, quien fue el que encontró el cadáver y llamó a la policía. Nada nuevo, solo fue otro clavo en el ataúd. Y solo quedaba finalmente a que la noche llegará para conseguir mi única oportunidad de ganar el juicio. Y así, la noche cayó.

Estábamos con Giorno sentados en mi auto, esperando a que Adam saliera del edificio. Ya habían pasado alrededor de veinte minutos y no había ninguna señal del objetivo. Para mi sorpresa, era bastante agradable hablar con Giorno, siempre lograba sacar algún tema de conversación y me ayudaba a relajarme un poco.

—¿Sabes hablar cuatro idiomas? —se veía sorprendido por ese dato—. ¿Cuáles?

—Inglés, chino, polaco y español.

—Entiendo el chino y el español, pero, ¿Por qué polaco?

—Por mi difunta esposa —al decir eso, la expresión de Giorno paso a una de incomodidad.

—Perdón.

—No te disculpes, no dijiste nada malo —se había formado un pequeño silencio entre nosotros dos que no duro mucho.

—Y… —Giorno me mira con cierta intriga y lanza una pregunta—. ¿Cómo era ella? —levantó un poco la ceja al escuchar la pregunta—. No estás obligado a responder.

—Descuida, no tengo problema de contarte sobre Margot —una pequeña mueca de felicidad se me forma en el rostro—. Era una mujer bellísima, muy talentosa como artista. La conocí cuando hice un viaje de estudios a Europa y su familia fueron mis anfitriones en mi estadía allí —cada recuerdo que tenía con ella, hacen que mi corazón latiera con fuerza—. Ella radiaba siempre tanta energía, no importaba como se encontraba, nunca la veía con mala cara —me giro y miro a Giorno—. ¿Y tú tienes a alguien especial?

—Pues diría que mi familia —él se rascaba la cabeza—. Aunque no lo parezca, cuando era joven, era un adonis.

—Si claro… —me reía un poco por su comentario.

—Lo digo en serio, era bastante guapo —él se molestaba un poco que le tomara el pelo—. A lo que iba, cuando conocí a mi esposa, quedé flechado a primera vista. Fue verla y decir “ella será la madre de mis hijos” —él sonreía—. Tras casarnos y pasar ciertas adversidades, finalmente pudimos concebir un hijo, y en el momento que tuve a mi muchacho en mis brazos cuando nació, me prometí que dejaría esta vida de ladrón —se ve en su rostro que renegaba un poco—. Pero esa sensación de adrenalina que sentía en cada atraco que realizaba, era única; tal vez esa fue la razón por la que no me aleje totalmente de esto.

—¿Tu esposa e hijo saben qué haces esto?

—Mi esposa sí, pero a mi hijo se lo oculto —se rascaba el mentón—. No me siento preparado para contárselo, aunque en el fondo quiero decírselo, pero tengo miedo de como reaccione.

Antes de que pudiera decir algo, nuestra atención se dirige a la entrada del edificio, donde se podía ver a Adam Miller subirse a un taxi y alejarse del edificio. Esperamos unos minutos por seguridad, y al ver que no hay señales del objetivo, Giorno se estaba preparando para realizar el robo.

—De acuerdo, por cualquier cosa que ocurra, nos comunicaremos por este walkie-talkie —me deja una radio en el asiento del copiloto—. Yo entraré y haré mi magia, cuando salga del edificio, nos largamos a toda velocidad. ¿Está claro?

—Sí —Giorno comienza alejarse del auto, pero da media vuelta y regresa.

—Por cierto —me miraba con cierta vergüenza—. ¿Podrías poner un cronómetro? —al oír eso, lo miro con rechazo—. Es que quiero ver si aún estoy en forma.

—Ok —terminé aceptando a regañadientes.

Enciendo mi teléfono y pongo la opción de cronómetro, y al activarlo, Giorno se dirigía al edificio y comenzaba el operativo.

Mientras el tiempo corría, yo me puse hacer vigilancia para evitar cualquier inconveniente que nos perjudique. Para no aburrirme, estuve leyendo algunos archivos que tenía en el auto sobre el caso.

“La víctima fue encontraba muerta en la sala de reuniones de la empresa Soul Plus a las 22:34. Tenía cinco apuñaladas en el torso del cuerpo, tres en el abdomen y dos en el pecho derecho, según los forenses, la víctima murió por desangrado.”

Un segundo…

Revisé los archivos de los testimonios, ya que había recordado algo que podría ser de utilidad.

“El señor Neville Ford, el conserje del turno nocturno, encontró al señor Gibson con el arma homicida inconsciente en el suelo. Según sus palabras, vio entrar al señor Gibson de vuelta al edificio cerca de las 22:25, mencionando, que regresó para buscar unos archivos que se había olvidado. “

¿Nueve minutos es tiempo suficiente para matar a alguien? Claramente, le daría tiempo suficiente para realizarlo.

“El abogado defensor insistió en saber si el acusado, el señor Gibson, había entrado con algún bolso o algo para llevar el arma homicida. Según el testigo, él entró sin ningún objeto. Cuando la fiscalía replico, pregunto si era posible encontrar el cuchillo en alguna parte de las oficinas, y según el testigo, es posible que lo hubiera agarrado en la cocina del edificio que se encontraba en el quinto piso.”

Soy un idiota, ¿Cómo no me di cuenta antes? Para realizar asesinato solo había dos posibilidades, ya tenía el arma homicida escondida en su ropa o fue a buscarlo a la cocina. Y si me decanto por la segunda posibilidad, en nueve minutos hubiera sido casi imposible que lo lograra. Ya que por lo menos unos tres o cuatro minutos perdió entre el traslado con el ascensor; la cocina era en el quinto piso y la sala de reuniones era en el vigésimo. Y si le sumamos la evidencia con los videos, es muy probable que gire las tornas del juicio y pueda demostrar la inocencia de Drew.

Con la base de mi próximo alegato para el juicio, regrese con la vigilancia y ya había pasado unos treinta minutos desde que Giorno entro al edificio. Estaba preocupado de que algo le hubiera pasado, pero supongo que me hubiera avisado de algún percance por la radio.

Los minutos seguían pasando y los nervios me seguían invadiendo, todo estaba tranquilo, hasta que vi la silueta de un hombre saliendo corriendo del edificio.

—¡ARRANCA EL MALDITO AUTO! —era Giorno con una expresión de victoria.

Asustado, enciendo el auto y ya tenía mi pie izquierdo sobre el embriague y mi pie derecho en el acelerador; esperando a que el humano entrara al auto. Cuando el humano sube al auto, pise a fondo el acelerador y nos escapamos a toda velocidad de la escena. No sé a cuanto iba el auto, pero en menos de un minuto ya había recorrido cuatro cuadras.

—¡¿QUÉ DEMONIOS PASO?! —estaba alterado—. ¡¿ALGUIEN TE VIO?! ¡¿NOS DESCUBRIERON?! ¡¿DIME QUÉ MIERDA PASÓ?!

—Cuánto… —se oía fatigado—. ¿Cuánto tarde?

—¿Qué?

—Quiero saber cuánto tarde… —cuando me dice eso, mi expresión se transformó a una de enfado.

—Saliste corriendo y gritando… ¡¿PARA HACER UN BUEN TIEMPO?! —no puede ser más idiota—. ¡¿ERES IMBÉCIL O TE DIERON PINTURA BLANCA EN VEZ DE LECHE CUANDO ERAS BEBE?! —Giorno solo se podía reír de mi reacción—. ¡NO TE RÍAS ANIMAL!

—Es que no esperaba que te pusieras así —saca de su bolsillo un disco duro—. Sobre todo, cuando conseguimos el botín —bajó un poco la velocidad y me volteo a ver con rapidez a Giorno.

—Lo conseguiste.

—Ahora solo toca esperar a que Tony termine la reunión y podremos sacar los archivos —el humano se recostaba en el asiento de atrás—. Ahora toca hablar de la parte fea, el pagó—bueno, es momento de desembolsar lo que sea necesario para mantener esto en secreto.

—¿Cuánto dinero me salió este trabajo? —Giorno se tomaba unos segundos antes de responder.

—Cero —lo miraba por el espejo retrovisor, confundido por su respuesta.

—¿Cero?

—Es que pensaba en cobrarte de otra forma —se levanta del asiento y se acerca su cabeza a la parte delantera del auto—. Me deberás un favor.

—¿Un favor?

—Pues claro, por mi trabajo y las cosas arriesgadas que hago, necesito tener seguridad de que puedo contar con un abogado de calidad —saca un papel arrugado del bolsillo de su pantalón—. Te estuve investigando, y por el calibre de los casos que ganaste, y, sobre todo, los clientes que manejaste, sé lo bueno que eres.

—¿Seguro que no quiere dinero? —no estaba muy convencido de estar en deuda con él.

—Nop —él tenía una sonrisa de punta a punta—. Quiero solicitar tus servicios cuando sea el momento adecuado —es lo mínimo que puedo hacer tras conseguir estas grabaciones.

—De acuerdo —suspiraba un poco—. Robert William está bajo tu servicio cuando lo necesites.

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—Y así, los años pasaron —Bob se acomodaba en su asiento—. Para el año 2022, recibe una llamada desde la prisión, diciendo que mi cliente quería verme —su expresión era bastante seria—. Era tu padre, que estaba cobrando su favor.

—Cuando fui a visitarlo, me explicó a detalle todo lo ocurrido y su caso. Él no me ordenó que buscara su inocencia, solo me pidió que lograra la condena más baja posible —el ambiente era tenso—. Tras una negociación, llegamos a un acuerdo con la fiscalía. Tu padre recibía la menor pena posible, a cambio de que él ayudara al museo y a diferentes bancos a mejorar sus sistemas de seguridad.

—Y desde el juicio no supe nada sobre tu padre o sobre tu tío.

—Ya lo sabía, ¿No? —fui directo con la pregunta—. De que era hijo de Giorno ¿Verdad? Por eso me tratabas tan mal al principio, cuando apenas era amigo de Bianca.

—Escucha Joe… —cállate.

—Responda la pregunta, ¿Lo sabía? —estoy harto de todo esto.

—Sí —al escuchar una respuesta afirmativa por parte de Bob, yo me quedó en silencio.

Era extraño, por primera vez en mi vida quería gritar, quería desquitarme con algo, estaba muy furioso, pero no podía moverme; estaba en estado de shock. Por veinticuatro años de mi vida, mi padre me oculto su pasado como criminal. Era un mar de emociones, y ninguna era buena.

—Joey —la voz de mi madre lograba despertarme del trance—. Lo siento.

—¿Por qué? —mi tono de voz era muy despectivo—. ¿Por ocultarme la verdad?

—Entiende que lo hacía por tu bien.

—¡¿Por mí bien?! —me levanto de mi asiento y comienzo arremeter contra mi madre—. ¿Nunca se te cruzo por la cabeza con que personas se habrá juntado papá? —Giselle se ponía firme ante mis preguntas.

—Por eso hice ciertas cosas para protegerte y tu padre estuvo de acuerdo —no puede ser…

—Por eso llevo tu apellido… —qué ingenuo que soy, llevar el apellido materno es cultura italiana; qué estupidez—. Ahora también tiene sentido porque odias a Tony y no aceptas nunca su ayuda. Solo dime, ¿Hay alguna otra cosa que me ocultaste? —estaba siendo un cretino con ella—. Ahora me dirás que tu nombre no es Giselle, sería una sorpresa —al decir eso, mi madre se queda callada—. Es una broma, ¿No?

—Puedo explicarlo…

—¡NO! ¡NO QUIERO EXPLICACIONES! ¡NO QUIERO RESPUESTAS! —ya había perdido los estribos—. ¡ME SENTÍA HORRIBLE CUANDO TE OCULTE LA IDEA DE REGRESAR A LUCHAR! ¡SE LO QUE SUFRISTE POR MÍ MIENTRAS ESTUVE INTERNADO! ¡PERO AL FINAL, TUVE EL PUTO VALOR DE DECÍRTELO! —quería llorar—. ¡PERO TÚ NO ERES CAPAZ DE CONFIAR EN MÍ! —solo pedía una respuesta en este momento—. Solo dime… ¿Cuál fue la razón de que papá hiciera ese robo?

—Joe, creo que es mejor que te calmes —Ya hizo suficiente Robert, mejor cállese.

—Responde —mi atención estaba fija en mi madre—. ¿Por qué lo hizo? —ella no decía nada—. No me digas que no lo sabes —me acerco a mi madre y la tomó de los hombros—. ¡QUIERO UNA RESPUESTA!

—¡PARA PAGAR TU CIRUGÍA!

Esa respuesta fue como un puñetazo directo al mentón, me había dejado noqueado. Y de forma automática, suelto los hombros de mi madre y me empiezo alejar confundido.

—Arregla el problema del taller como tú quieras, ya no es asunto mío —le di la espalda a todos, tomé mi abrigo y me escapé de la casa de Bianca.

Distinguía las voces de todos diciendo que no me vaya, pero no estaba de humor para hablar con alguien.

Había recibido mucha información en las últimas dos horas que estuve en la casa de los Williams, aún estoy procesando todo, y cada vez están surgiendo más preguntas. Algunas provocaciones que recibía en mi adolescencia, todas las personas que conocían a mi padre; ahora cuadra porque una familia común tendría un bate para defenderse en su casa.

—¡JOE! —lograba distinguir la voz del único individuo que me gustaría escuchar.

—Estoy acá, Bianca.

Me quedo esperando debajo de la nieve que la raptor se acercara a mí. Verla preocupada, al punto que salió sin un abrigo, hizo que algo en mí se relajara.

—Ponte esto —me saco mi campera y se la doy—. Ya faltaría que te resfríes —ella se cubre con mi campera, que le quedaba bastante grande.

—Es que me preocupé cuando te fuiste —ella busca mi mano, encontrándola a los pocos segundos—. ¿Cómo te sientes?

—Horrible. Necesito tiempo, para ordenar las ideas —se me forma una mueca de disgusto—. Quiero estar solo.

—Joe…

—¡Bianca! —en el momento que se me escapa el grito, la expresión de Bianca paso a ser una de miedo. ¿Qué estoy haciendo? Ella no tiene nada que ver en esto—. Necesito tiempo para mí, cuando esté calmado, volveré —intentaba darle seguridad con mis palabras—. Juro que te llamaré cuando esté mejor.

—Pero… —me acerco a ella y le doy un beso de despedida.

—Te prometo que tendremos una cita como es debido —perdóname Bianca—. Cuídate —y en silencio, me regresé a mi casa.

Ya en mi hogar, y aprovechando la ausencia de mi madre en el lugar, fui directo a mi cuarto a buscar un bolso y lo empecé a llenar de ropa; no quería estar en este lugar por un par de días. Agarré parte del dinero que fui ahorrando de mi trabajo y me puse a pensar a donde podría huir. La única opción que tenía era hablar con él y rezar que no tuviera problemas en que me quedara a dormir en su casa por un tiempo.

Agarré mi teléfono y comienzo a marcar el número de la única persona que podría darme un lugar para hospedarme.

—Joe —Will sonaba algo calmado—. ¿Cómo te encuentras?

—Will —mi voz no era muy expresiva—. ¿Puedo quedarme en tu casa a dormir por unos días?

—¿Qué ocurrió? ¿Está todo bien? —tal vez no fue la mejor forma de empezar una conversación.

—Pasaron muchas cosas, pero preferiría decírtelas en persona —hay un silencio por unos segundos desde el otro lado del teléfono.

—Ven, puedes dormir en el sofá.

—Gracias. Envíame la dirección de tu casa, iré en un rato para allá.

—Está bien, nos vemos en un rato.

—Adiós —corto la llamada y agarro todas mis cosas.

Antes de irme de la casa, hice una última cosa para no asustar a mi madre. Tomé una hoja en blanco y una lapicera, y le escribí un pequeño mensaje.

“Me iré por unos días, necesito tiempo para procesar todo. No me llames, porque no te voy a contestar. Cuídate mamá.” Joe

 

                           

Notes:

Vengo a avisar que es posible que ande algo desaparecido con la subida de capitulos, ya que se acercan los examenes finales y quiero priorizar esos labores.

Si tengo buen tiempo y dios no es tan cruel, tal vez el proximo cap salga en el estandar (entre 10 a 14 dias de diferencia con este cap)

Por otro lado, me acabo de enterar de que alguien subio la portada y un dibujo de Bianca al Boorus de SG/I wani. si tienen cuenta ahi...

¿podrian darle me gusta? 👉 👈 Me haria ilusion Jeje -w-"

https://snootbooru.com/post/45313

https://snootbooru.com/post/45318

Eso seria todo, se me cuidan todos y nos vemos la próxima, Chao

PD: Dibujo del padre de Bianca (Bob) y el padre de Joe (Giorno) hecho por @NareMartinez3

Chapter 18: Panas

Notes:

Gente hermosa, este capitulo será un POV de Will, el amigo de Joe.

Espero que lo disfruten.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Ya es el tercer día en el que Joe está viviendo en mi casa. Al principio pensé que sería algo pasajero; como no entró en detalles sobre el problema que tuvo, no le di mucha importancia. Cada vez que le preguntaba, siempre decía que todo estaba bien y que solo necesitaba despejar la cabeza, pero sabía que no era así. No mentiré, tenerlo en mi departamento no era un problema; me venía bien un par de manos para hacer ciertos quehaceres de la casa. Sin embargo, eso solo fue el primer día.

Hoy solo puedo decir que Joe es un gran dolor de cabeza y un grano en el culo más grande que el monte Everest. Lo quiero y me agrada, pero en serio, no soporto verlo tan decaído. Si no se pasa la mayoría del día tirado en el sofá sin hacer nada, se la pasa viendo el paisaje de Little Trood y cómo la multitud pasea por la feria. Su falta de energía e interés es tan notoria, que faltó al entrenamiento del día de hoy.

El plan que tenía en mente Ryuta, era enseñarle todas las variantes posibles de suplex y mejorar su strong style, pero al estar ausente el humano, el profesor decidió cambiar el entrenamiento por una rutina de ejercicio para fortalecer nuestros cuerpos. Como el gimnasio estaba vacío, el microraptor armó un circuito con varios ejercicios para trabajar diferentes cosas, como pueden ser los ejercicios aeróbicos o los de resistencia.

Tanto Helena como yo, éramos los únicos que estaban entrenando. Llevamos alrededor de una hora haciendo este circuito, y una parte de mí, ya no daba más.

—La espalda más recta, si la postura es mala, te dañarás la columna —el tono agresivo y firme de Ryuta, hace que me sienta en el ejército.

—De acuerdo —lentamente corrijo la postura y sigo con el ejercicio de peso muerto.

—Mejor —él me mira con seriedad—. ¿Qué pasó con Joe?

—Pues… —piensa en algo—. Se agarró una gripe. Me aviso que no es tan grave, pero que necesita reposo.

—Entiendo —Ryuta me miraba a mí y luego dirige su mirada a Helena—. ¡Terminen esta vuelta y lo dejamos por hoy! —con el pequeño anuncio que dio el microraptor, puse la poca energía que me quedaba para poder terminar el circuito.

Cuando Helena me mencionó que sus entrenamientos eran monstruosos, pensé que estaba exagerando, pero ahora mismo, no siento la mitad de mi cuerpo. Finalizado el circuito, el vejestorio nos pide que juntemos todo el equipo que usamos y que lo guardáramos en su camioneta. En lo que mis brazos agonizaban, terminamos de cargar todas las cosas en el baúl y Ryuta se despidió de nosotros dos.

Regresamos al gimnasio, y con las pocas energías que nos quedaban, nos sentamos en el filo del ring para descansar. Me volteaba a ver a Helena y tan solo estaba algo agitada; en mi caso, me estaba costando respirar. Algo me dice que Joe hubiera muerto en este circuito.

—¿Cómo es que sigues de pie? —me limpiaba el sudor de la cara.

—Fui su aprendiz por cinco años. ¿Sabes cuántas veces hice este circuito? —ella tomaba un poco de agua—. Al menos no sufriste su famoso seminario “las cinco puertas del infierno” —Helena mueve un poco el elástico de su sujetador deportivo y podía ver una marca sobre su omoplato izquierdo—. Estas son marcas de guerra de ese seminario.

—Carajo —tenía miedo de preguntar sobre ese seminario.

—Igual, todo ese sacrificio que hice, me sirvió para hacerme un nombre en México y en Japón. Ahora mi objetivo es hacerme un nombre en este país.

—Y sé que lo lograrás —le tomó su mano—. No conozco a mujer más temeraria que tú.

—Ay, harás que me sonroje —ella me da una leve sonrisa—. Y ahora dime, ¿Por qué no vino Joe?

—Sin entrar en muchos detalles, tuvo una pelea con su familia —tampoco es que Joe me contará a detalle qué fue lo que pasó—. Me pidió si podía quedarse a dormir en mi casa por unos días para ordenar las ideas y no actuar de forma imprudente —lanzó un suspiro—. Pero últimamente anda muy desanimado, no tiene energía para hacer cosas.

—¿Y te preocupa?

—Un poco —me rascaba el cuello—. Tiene esa mirada desinteresada de cuando lo vi, por primera vez, en la tienda donde trabaja —ya me estaba preocupando por él—. Pero esta es peor, es una mirada muerta la que tiene ahora —miró a Helena y mis ojos trasmitían angustia—. Tengo miedo de que recaiga y que desperdicie todo el esfuerzo que hizo.

—No creo que sea para tanto —ella me hacía caricias en el cabello—. Pero creo que sería bueno que lo animaras de alguna forma.

—Se me ocurrió algo, pero... —ella sabía lo que iba a decir.

—¿Pero es una idea espontánea? ¿Igual que la que tuviste en Vancouver?

—No tanto —aún no sé cómo logré que ese alce entrara a esa habitación—. Mi idea era ir al show de WWA este viernes en San Francisco, aunque conseguir las entradas sería un problema.

—Podría conseguirlas —en el momento en que la parasaurio dice eso, mi cara cambió a una de sorpresa—. Sé qué se hará en el “Chase Center”, tengo un amigo que trabaja de seguridad ahí. A lo mejor, nos consigue entradas para los tres.

—¿Para los tres?

—¿Crees que me perderé un show de lucha solo porque quieres salir con tu amigo? —ella tenía una sonrisa orgullosa—. Además, también sería interesante conocer un poco más a Joe. Quiero conocer a los amigos de mi novio.

—De acuerdo, cuando tengas las entradas, reservaré habitaciones en algún motel —tal vez estoy dando por hecho que lo íbamos a lograr—. ¿Crees que puedes conseguir las entradas? El show es mañana.

—Hablaré con él ahora, no prometo nada, pero seamos positivos.

—Está bien —reviso mi teléfono y viendo la hora, no era una mala idea ir a la reunión de WSF—. Me tengo que ir, quedé en hablar con Paul y Marcus.

—¿Algún plan a largo plazo para los shows?

—Ni idea, tal vez solo se preocupan por su campeón máximo —al decir eso, se me forma una expresión tan fanfarrona, que Helena me pone una mala cara.

—Por favor, no quiero que te vuelvas Drako en este momento.

—Pero preciosa… —cuando le digo así, su mirada se volvió amenazante—. Ok, ya paró.

—Gracias, Will —ahora su mirada era más amigable—. Te aviso si consigo las entradas.

—De acuerdo —me acerco a ella y le doy un beso en los labios—. Adiós.

—Adiós.

Ya afuera del gimnasio, empiezo mi caminata hasta la base de operaciones de la WSF. No estaba tan lejos de donde estaba, pero debía tomar un bus si no quería caminar dos kilómetros con las piernas hechas gelatina.

En la parada de autobús, revisé cuándo iba a aparecer el próximo bus. Según la app, dice que va a tardar unos veinte minutos; así que aproveche para revisar las redes sociales. En mi InstaRar, las fotos que subía de mis entrenamientos o de los shows, tenían las mismas interacciones; casi la misma cantidad de likes y un poco menos de comentarios de lo normal. Por aburrimiento, entre al perfil de la WSF para ver los comentarios de los fanáticos sobre mi última defensa titular.

“Drako es el campeón que necesitábamos hace tiempo: Carisma, técnica y un micrófono excelente. La mejor decisión en años de la WSF”

Leer esos comentarios, solo hace que mi ego se infle un poco.

“Me dejó deseando la última lucha, siendo el tercer cruce entre Fénix y Drako, esperaba una mejor lucha”

Serán cosas de perspectiva, en lo personal siento que fue una gran lucha, y quiero creer que Fénix piensa igual.

“Sobrevalorado, un bulto el campeón”

Me sorprende que, con la ausencia de materia gris de este muchacho, le haya dado para poder escribir una oración completa.

Y así pasé un buen rato leyendo los comentarios, la mayoría eran de apoyo o comentaban con respeto, pero siempre hay algún idiota que esté disconforme por las decisiones creativas o que nos insulten porque el aire es gratis. Toda esta investigación es interrumpida por una llamada. Al mirar el nombre del contacto, se me forma una pequeña sonrisa.

—¿Cómo se encuentra la futura doctora?

—Con ganas de acabar con su vida —el tono devastador de mi hermana era notorio—. Debo terminar de estudiar tres capítulos de un libro para el examen de la próxima semana.

—Vamos, no puede ser tan malo.

—Si lo comparo con mi primer año —se toma unos segundos para responder—. Sí, es mucho peor.

—Jessica, no te rindas tan rápido —debo motivarla—. Sabes que, tanto Lamar como yo, hicimos lo imposible para pagarte la universidad. Así que, por el apellido de la familia, ni se te ocurra bajar los brazos.

—No se vale que siempre uses la carta de “tus hermanos mayores se sacrificaron para que estudies” —esa última parte la hizo imitando mi voz.

—Es la única que tengo, si siempre fuiste de llevarnos la contraria.

—Cómo digas. ¿Puedes poner para video llamada?

—Claro, aún no llega el bus.

Al activar la cámara de mi celular, puedo ver el rostro sin vida de mi hermana que señalizaba las largas horas de estudio que tuvo. Por el cabello desprolijo, la mirada perdida y la camiseta, tres veces más grande que ella, me indicaban que recién se despertaba.

—¿A qué hora te dormiste?

—Como a las… —ella ponía su mano izquierda en su frente—. 3AM creo.

—Jessy, ¿Qué te dije de trasnochar estudiando?

—Que no es bueno.

—Al menos dime que te desvelaste porque fuiste a una fiesta.

—Calla idiota —me mostraba el dedo del medio como respuesta—. Y a ti, ¿Cómo te está yendo como luchador?

—Bastante bien, ya pude pagar las refacciones del auto.

—Me alegro de que puedas seguir tu sueño.

—¿Y tienes alguna novedad para mí?

—Bueno, acabo de entrar al mundo laboral —se me formaba una sonrisa al escuchar eso.

—Eso es genial.

—Sí, sirve para cubrir varios gastos personales míos; aunque si necesitaré que me envíes dinero para pagar las cuotas —al decir eso, se le formaba una sonrisa avergonzada.

—Oye, de eso no te preocupes. Con lo que ganó, puedo ayudarte con eso.

—Gracias, Will —me volteó a ver la calle, y se visualiza cómo el bus se acercaba.

—Debo ir cortando, que el bus está llegando.

—¡Espera! —por cómo gritó, sonaba que era algo importante—. Mamá me llamó hace unos días.

—¡¿QUÉ ELLA QUÉ?! —tras escuchar eso, quedé atónito.

Por culpa del shock de la noticia, casi pierdo el bus. Intentando procesar lo que me dijo mi hermana, subo al vehículo y busco un asiento. Por comodidad, apagué la cámara y continué mi charla.

—¿Cómo carajo consiguió tu maldito número?

—Es que… —tardaba en responderme—. Ya había hablado con ella hace unos meses…

—¡¿QUÉ HICISTE QUÉ?! —cuando mis ojos revolotean por el bus, noté que varios pasajeros se me quedaron mirándome por mi grito—. ¿Por qué hablaste con ella?

—Es que ella quería hablar conmigo, preguntarme cómo me estaba yendo en la universidad —su voz titubeaba un poco—. Y me dijo de juntarnos a tomar algo —sentía como por todo mi cuerpo, recorría una gran ira.

—Haz lo que quieras, ya eres una adulta —mi tono fue un poco violento.

—Will —ella se pone firme—. No puedes seguir odiándola.

—¿En serio? ¿No puedo odiar a la mujer que nos abandonó y nos dejó con un alcohólico violento? ¿Qué nunca se preocupó por sus tres hijos? ¿Qué ni tuvo la dicha de presentarse en el funeral de su primogénito? —eso último fue innecesario—. Aunque esa mujer me haya parido, no la considero mi madre —inhalo un poco de aire y luego lo exhalo para calmarme—. Mi única familia eres tú, Jessica.

—Perdón —su voz se oía algo temblorosa.

—No te disculpes, yo reaccioné mal. Hablemos en otro momento.

—Está bien.

—Suerte en tus exámenes. Adiós —corté la llamada, y acto seguido, golpeó mi pierna repetidas veces con mi puño de la frustración. 

Hablar de “mi madre” es una historia difícil de contar. Con tan solo once años, vi cómo esa mujer nos abandonaba a mí y a mis dos hermanos. Ese suceso fue un golpe muy fuerte para mi padre, al punto, que su único escapé fue el alcohol, y por 4 años, pasamos el peor infierno que podríamos esperar.

Cuando el desgraciado de nuestro padre falleció, Lamar se hizo cargo de la familia y procuró que, tanto Jessica como yo, termináramos los estudios y pudiéramos hacer algo de provecho en esta vida, aunque todo lo que hizo por nosotros dos, fue lo que condenó su vida más adelante.

En el momento en el que el autobús frena, me golpeó la cabeza contra el asiento de adelante y salgo de mis pensamientos. Al voltear la mirada, veo que no faltaba mucho para mi parada. Al bajarme del bus, caminé una cuadra hasta llegar a un pequeño edificio con un letrero que decía Wrestling Saurus Federation.

Al abrir la puerta, saludó a la recepcionista y le explicó que venía a ver a Paul. Con una linda sonrisa, me avisa que justo terminó una reunión con inversores y que ya podía pasar a su oficina. Recorriendo los pasillos llenos de cuadros y fotografías de diferentes momentos importantes de la empresa, llegó a la oficina de Paul. Al abrirla, veo a un homo erectus vestido de traje charlando con un iguanodon de escamas naranjas; que vestía ropa de moda que no iba acorde a su edad.

—Mi campeón —el rostro de Paul denotaba cierta alegría—. No te esperaba tan temprano aquí.

—Es que estaba por la zona, y como no tengo ningún compromiso, aproveché para acercarme —tras saludar al homo erectus, mi atención se dirige al iguanodon—. ¿Cómo te encuentras, Marcus?

—Bastante bien, en especial con la noticia que nos llegó —él dirige su mirada a Paul—. Cuéntale todo a Will.

—De acuerdo —Paul giraba un poco su silla y quedamos cara a cara—. En estos últimos 2 años, la empresa pasó por varios cambios y ciertas controversias menores. Con todo el esfuerzo que hicimos para volver relevante a la empresa, tuvimos que hacer muchos cambios —su rostro mostraba una rara mezcla entre confianza y arrogancia—. Tú siempre fuiste un empleado fiel y el tiempo te compensó con el cinturón de la WSF.

—Eso lo entiendo —me preocupa un poco por dónde va la conversación.

—La cuestión es la siguiente. Hace unos instantes, terminamos de hablar con una cadena de televisión. Gracias a Marcus y el aumento de popularidad en redes de la empresa, logramos convencer a la empresa Wox de transmitir los shows de la WSF en todo el país.

—¿ES EN SERIO? —me levanto de mi asiento por la emoción.

—Sí, confirmado por el mismísimo dueño de Wox —decía Marcus orgulloso—. Eso sí, las primeras trasmisiones serán exclusivas para el estado de Dinofornia, para ver la recepción que reciben. Si hay buenos ratings, es posible que, para el segundo mes de transmisión, ya estemos en todos los televisores del país.

Estaba sin palabras, era la mejor noticia que había recibido en meses. Ser el campeón máximo y estar en televisión nacional será muy interesante.

—¿Alguien más sabe sobre esta noticia?

—Por ahora no —dice Marcus—. Eres el primero en enterarse de esta gran noticia. Pensamos comunicárselo primero a nuestros luchadores de confianza y después al resto del elenco.

—Es por eso que debemos ir planeando el primer show en televisión de la WSF —Paul lo decía muy nervioso—. Y por eso, queremos que tú seas el evento principal del primer show en Wox.

—Sería un honor —no tenía nada más que decir—. ¿Y ya tienen un rival para mí?

—Ese es el tema —el homo erectus se ponía serio—. Tenemos que organizar los próximos eventos a cara al debut en TV. Es por eso, que decidimos armar un Rumble match para el mes de mayo —Paul me da una sonrisa—. Y el ganador de esa lucha, será tu oponente en el evento principal de nuestro primer show en televisión.

—Tenemos dos candidatos para que se enfrenten a ti en ese programa —Marcus agregaba con su típica voz aguda—. Tanto Paul como yo propusimos un candidato.

—Por mi lado, consideraba en que el ganador del rumble debía ser Jack —la confianza de Paul era muy evidente en su voz—. La historia es simple: el veterano que tiene un nombre en la industria, tiene su última recorrida como luchador y quiere reclamar el campeonato que le arrebataste —él sacaba un habano de un cajón de su escritorio y lo encendía—. Los dos se conocen muy bien, tienen gran química, y tener una cara conocida para el primer show, es un gran agregado.

—Por mi parte, yo propuse a otro luchador —si la voz de Paul denotaba confianza, la de Marcus mucho más—. Mi idea es que tú, te enfrentes a Joe.

—¿A Joe? —eso si me agarró desprevenido.

—Pues claro, Joe ya tiene una historia que contar para el público —los ojos de Marcus trasmitían mucha seguridad en lo que decía—. La joven promesa que, por una lesión en su gran noche, tuvo que desaparecer y jamás pudo reclamar ese campeonato que ya tenía ganado. Hace un regreso sorpresivo en el Rumble, ganándolo y retándote por el cinturón máximo de la WSF. Sin mencionar que tener a un humano como evento principal, ya es mucho más llamativo.

—Y dinos, Will, ¿Tú qué opinas? —era obvio, que, por su tono, Paul quería una respuesta.

Si tuviera que pensarlo fríamente, ambas opciones tienen sus beneficios para la empresa. Si me enfrentara a Jack, es muy seguro que tengamos buenos ratings para el evento principal. Sabiendo que Jack fue uno de los luchadores más populares de la WWA en el 2011 hasta el 2015, es garantizado que habrá público mirando el show.

Pero por el otro lado, si me enfrento a Joe, la lucha se vende por el simple morbo; la lucha entre un humano y un dinosaurio. Sin mencionar que la calidad de Joe es envidiable, y estoy muy seguro de que los dos daríamos una de las mejores luchas de toda la historia de la empresa. El único inconveniente es que no tenemos garantía de que generaremos un buen rating, aunque ya es hora de que nazcan nuevas caras en la industria.

—Seré honesto con ustedes dos —tengo que pensar bien mis palabras—. Ambas opciones son buenas, pero personalmente, me gustaría enfrentar a Joe.

—¿Y eso por qué? —la expresión de Paul demuestra que no le gustó mi decisión.

—Si hablamos desde un aspecto luchistico, siento que un Drako versus Joe será mucho más interesante y vistoso que un Drako versus Jack. Si hablamos desde un aspecto narrativo, creo que la historia de Joe buscando el cinturón que estuvo a punto de ganar, es mejor que una rivalidad que llevamos explotando este último año —Paul aún no sonaba muy convencido.

—Son buenos puntos, pero el chico aún no regresó de manera oficial a luchar. Y no me gustaría que, por su ausencia de dos años en los encordados, perjudiquen nuestro show.

—Y lo entiendo, pero puedo asegurar que Joe está recuperándose de manera envidiable —aunque, seguramente, se encuentra tirado en mi sofá durmiendo en este momento.

—Lo veré cuando haga su dark match de prueba —creo que logré convencer a Paul—. Si demuestra que está en un gran nivel como para ser luchador de evento principal, él será el ganador de la Rumbel. Hasta entonces, Jack será el ganador provisorio de la rumbel.

—Me parece justo —Marcus se voltea a verme y me mira con seriedad—. Todo lo que charlamos acá, no puede revelarse —Paul asentía.

—No queremos que se filtre nada, hasta que sea el momento. Así que no le digas nada a Joe sobre el contrato con Wox, y mucho menos, sobre la posibilidad de ganar el Rumbel; o te sacaremos el cinturón. ¿Está claro? —esa última parte, fue una amenaza por parte de Paul.

—Tan claro como el agua.

—Entonces, ya puedes irte. Nos vemos dentro de dos semanas para el show de finales de enero.

—Nos vemos —saludo a los dos y me voy de la oficina.

En toda mi caminata hasta salir del edificio, estuve en silencio sin mostrar ninguna emoción. Al salir del edificio y alejarme unos metros de la entrada, lanzó un leve grito de euforia por la gran noticia que acabo de escuchar.

El solo hecho en pensar en que iba a estar en televisión nacional, me hacía pensar en que iban a aumentar mis chances de que, empresas más grandes de lucha libre, quieran contratar mis servicios. Y, por el otro lado, tengo que recuperar a Joe para que no desperdicie esta gran oportunidad que se le puede ofrecer, tal vez unas pizzas puedan levantar los ánimos de Joe; además, quiero celebrar por la noticia.

Cerca de las oficinas, había un mini mercado donde podía comprar unas cervezas.  En lo que recorría los pasillos en busca de alcohol, me llega un mensaje de Helena:

“Ya conseguí las entradas”

“Puedo costearlas, pero me deberás una cena en un lugar hermoso como mínimo.”

“(˘ ³˘) ❤”

Qué mujer… cómo me excita.

Con las entradas en nuestro poder, me tocaba buscar algún lugar para poder alojarnos. No me tomó mucho tiempo encontrar un lugar decente y que no fuera tan costoso. Terminé reservando dos noches y tres días, para aprovechar el turismo en San Francisco. Cuando llegué a la sección de cervezas, tomé un pack de seis latas y me fui hasta la caja para pagar por ellas.

En mí regresó hasta mi casa, abro Rawsapp y buscó el contacto de mi hermana. Me tomó unos segundos para formular un mensaje decente para decir lo que sentía.

 “Oye, perdón por lo que te dije. Entiende que no me agrada la idea de que te veas con mamá.”

Antes de que mandara ese mensaje, borré lo que escribí e intentó armar otro mensaje:

“Jessica, ya eres una mujer y estás en todo tu derecho de verte con mamá. Pero quiero que seas consciente de que no me agrada ni un poco que esa bruja siga en tu vida.”

Veo este segundo mensaje, y automáticamente, lo borré. Al final, solo puse:

“No te exijas con el estudio, sé lo inteligente que eres. Ese examen lo pasarás sin problemas.”

Guardó mi teléfono en el bolsillo izquierdo de mi pantalón y sigo mi camino hasta mi hogar. Ya en mi humilde morada, al abrir la puerta, veo a Joe teniendo una conversación con alguien por teléfono.

—Lo digo en serio, estoy bien. No tienes que preocuparte por nada, Bianca —está hablando con su novia—. Ya te expliqué, aún estoy procesando toda la info… —la expresión del humano no era la mejor—. No te voy a decir dónde estoy, seguramente se te escapará ese dato como la vez que fuiste a cenar a mi casa —cuando dice eso, se da un leve golpe en la cabeza a sí mismo—. No quise decir eso… Por favor para… ¿Bianca? —y… ella cortó.

Siendo evidente que ni se percató de mi presencia, me quedé un rato en la entrada, mirándolo cómo su cara reflejaba la desgana que sentía; era triste verlo tan abatido.

—Ya volví —al cerrar la puerta, Joe voltea levemente la cabeza para mirarme.

—Hey…

—¿No saliste en todo el día? —estaba algo inquieto de pensar que se volvió un ermitaño.

—Fui a caminar un poco… y me compré un refresco —bueno, al menos es un avance.

—Pasé por un mini mercado y traje varias latas de cerveza —dejó las bolsas en el suelo y salté al sofá para sentarme a lado de Joe—. Escucha, mañana nos vamos de viaje.

—¿Qué? —Joe me miraba confundido.

—Así como me oíste, haremos un pequeño viaje nosotros dos con Helena —me acercó a él y me lo quedé mirando—. Y estás obligado a venir.

—Mira, Will, no sé qué tratas de hacer, pero no estoy de humor para hacer un viaje afuera de la ciudad.

—Joe —le pongo mi mano derecha en su hombro—. Llevas los últimos dos días pensando en lo que sucedió, y lo único que causa es que te tortures —mi tono de voz sonaba un poco más empático—. Necesitas distraerte y no estar sobre pensando las cosas. Creo que este viaje te ayudará bastante.

Joe no decía nada, se tomaba su tiempo para lanzar una respuesta. Su cara pasaba de estar disconforme, a estar dudando, para, al final, estar con una expresión de interés.

—Está bien, creo que no es una mala idea.

—Genial. Pediré pizza para cenar hoy —sacó mi teléfono y empiezo a anotar algunas cosas—. Algún sabor en especial.

—La verdad, quiero algo clásico.

—Pues pediré una de mozzarella.

—Oye —Joe sonaba intrigado—. ¿A dónde iremos?

—Es un secreto.

—Dale hombre, dime a dónde vamos.

—Es que, si te digo, ya no hay misterio. Solo te diré que iremos en mi auto, pero tengo que ir a buscarlo al mecánico —le doy una sonrisa amigable—. ¿Quieres acompañarme?

—No es mala idea.

Ambos salimos de mi departamento y fuimos hasta el taller, que se encontraba a cerca de Moe´s. El objetivo de este plan es que Joe no esté pensando en lo que lo tiene agobiando, quiero que desconecte un poco de su realidad; al menos por un día.

Ya en el taller, veo mi hermoso Chevrolet Camaro rojo arreglado y en mejor estado que hace un año. Joe se burlaba de cómo yo acariciaba a mi precioso auto. Ese humano no entiende la belleza de este auto. Como estábamos ahí, pasamos por Moe´s para comprar las pizzas.

En lo que íbamos ordenando, me sorprendió bastante cuando apareció el dueño del lugar y saludó a Joe de forma muy amistosa, casi como si fueran familia. Él me explicó que conocía a Moe desde hacía tiempo, era amigo de su padre y antes venía muy seguido a comer con sus padres al restaurante.

Los dos regresamos en el auto hasta el departamento y yo estaba muy atento a que Joe no ensuciara los asientos con la pizza. Ya en mis aposentos, los dos disfrutamos de una gran pizza acompañada de varias latas frías de cerveza.

Con la cena terminada, Joe se fue a dormir al sofá, y en un instante, ya se encontraba inmóvil; lo único que escuchaba era su respiración y algún que otro ronquido. Mientras limpiaba la mesa, vi una notificación de mensaje; era de mi hermana. Sin pensarlo mucho, revisó lo que decía.

“Gracias por la confianza hermano”

“Te quiero”

Yo solo pude responder con algo.

“Yo también te quiero”

Sin hacer mucho más, me fui acostar, que mañana nos espera un día muy intenso.

Viernes por la mañana, y yo ya estaba alistado para salir de viaje. Le dije a Helena que estuviera aquí a las 09:00 am, y conociéndola, ella era muy puntual; al punto en el que no dejaba de sonar el timbre del departamento.

—¡JOE! ¡APRESURATE DE UNA VEZ Y TERMINA DE TOCARTE!

—¡DÉJAME CAGAR TRANQUILAMENTE! —¿Cómo es que tarda tanto?

—¡HELENA NOS ESTÁ ESPERANDO ABAJO!

—¡QUÉ YA VOY! —con el ruido de la cadena sonando, veo al humano salir con rapidez del baño—. Ya estoy —se veía molesto de que lo apurara.

Tomamos nuestros bolsos, y antes de salir, revisé que todo estuviera en orden. Salimos del edificio y la parasaurio nos estaba mirando con mala cara, por hacerla esperar diez minutos afuera.

—¿Por qué tardaron? —ella sonaba algo molesta.

—Joe se estaba masturbando en el baño —Helena lo miraba con asco.

—¡No estaba haciendo eso! —Joe se me abalanza y me empieza a asfixiar un poco—. Deja de mentir.

—Ya… Bueno, perdón —él me suelta—. Al menos ya no tienes esa cara de muerto en vida —se lo digo mientras me masajeaba el cuello—. ¿Estamos listos para viajar? —los dos asienten con la cabeza.

Fuimos hasta el auto y lo empezamos a cargar el maletero con nuestros bolsos. Helena se sentó en el asiento del copiloto y Joe se sentó detrás de nosotros. Finalmente, era momento de revelarle al humano cuál era el plan.

—Ok —me volteo a ver a Joe—. Este plan salió de la nada, y de forma sorprendente, lo pudimos concretar —Helena saca de su bolso tres entradas para el show de SmashUp de WWA—. Nos vamos a San Francisco —la expresión de Joe era hermosa, era para sacarle una foto y enmarcarla en un cuadro.

—¡¡¿¿QUÉ??!! —estaba en shock—. ¿Cuánto les salió? ¿Cuánto les debo? —no sabía cómo reaccionar.

Descuida muchacho —el acento español de Helena es precioso—. No es momento para que te preocupes por eso.

—Exacto —le doy una sonrisa—. Cuando sea el momento, nos devuelves el favor. Ahora, solo disfrutemos esta aventura —y sin mayor rodeo, enciendo el auto y comenzamos nuestro viaje.

En esas seis horas manejando, fue un viaje muy entretenido para los tres. Al principio, el único ruido que había era la música. Hablamos un poco, pero tampoco es que tuviéramos la conversación más fluida.

Le encargué a Helena que preparara una playlist, y solo podía decir, que la elección de canciones era muy rara. Quiero decir, no era porque las canciones eran malas, sino que era un mix muy extraño. Por un lado, teníamos canciones de rock como de bandas estilo alter bridge o motorhead. Y por el otro, tenías canciones Pop o melosas que rompían ese ambiente tan “rudo” que se había creado. Aunque seré justo, me gusta mucho esta canción.

Show me how you want it to be

Tell me, baby, 'cause I need to know now

Oh, because

Helena era la que cantaba, y tanto Joe como yo, éramos lo que acompañábamos en el coro.

My loneliness is killing me (and I)

I must confess, I still believe (still believe)

When I'm not with you, I lose my mind

Y en el final, cantamos todos juntos el final a todo pulmón.

Give me a sign

Hit me, baby, one more time

—No te tenía escuchando a Britney, Joe —Helena lo decía sorprendida.

—No soy de escuchar, pero hasta un menso como yo, conoce estos clásicos —él acerca su cabeza a la parte delantera del coche—. A mí lo que me sorprende es que Will se sepa estas canciones.

—Culpa de ella —señaló con mi pulgar derecho—. Incluso, por su culpa, ahora escucho algo de música en español.

—Ya veo —él dirige su atención a la latina—. ¿Tienes algo de Fozzy?

—¿Judas?

—Por favor —a los pocos segundos, empieza a sonar una guitarra.

—You are beautiful, on the inside —Joe intentaba cantar similar que el vocalista—. You are innocence personified —cosa que no lograba—. And I will drag you down and sell you out.

—Run away —agregué para no dejarlo solo cantando.

Y como si fuera automático, cuando llegamos al estribillo, estábamos cantando los tres.

What have I become?!

Now that I've betrayed!

Everyone I've ever loved

I pushed them all away!

And I have been a slave

To the Judas in my mind!

Todo el auto retumbaba por los golpes al techo y por nuestras voces que ya parecían gritos.

Is there something left for me to save

In the wreckage of my life? My life!

I'm becom-, I'm becom-, I'm becoming!

I'm becom-, I'm becom-, I'm becoming!

Judas in! Judas in my mind!

I'm becom-, I'm becom-, I'm becoming!

I'm becom-, I'm becom-, I'm becoming!

Judas in! Judas in my mind!

Judas in my mind!

—Qué temazo, de las mejores canciones de luchador —Helena se voltea a ver a Joe tras decir eso.

—¿Y cuál es la mejor según tú?

—Esa es fácil, “Voices”, el tema de the viper.

—Está bien, aunque esa ni de cerca es un top 5 —mirando desde el espejo retrovisor, noto que Joe levanta una ceja tras el comentario de la parasaurio.

—¿Y cuál es la mejor según tu opinión? ¿Viva la raza o booyaka 619?

—Eso es racista —sonaba algo molesta—. O sea, me gustan, pero no son mis favoritas. Creo que ese lugar se lo lleva “no more words” —me giro un poco para mirarla.

—No me esperaba esa respuesta, amor.

—¿Y cuál creías que podía ser?

—Si te soy franco, me esperaba algo más estilo de Break the Wall Down —ella me miraba consternada.

—Se nota que no me conoces tan bien —eso me ofendió.

—A ver, veamos si me conoces tanto, ¿Mi canción favorita de luchador?

—“Are you ready?” de DX —mierda—. ¿Pensaste que iba a decir “Sexy boy”?

—Sí… —ella me da un beso en la mejilla.

—No soy tan tonta cómo crees —ella ahora dirige su atención a Joe—. Y dime Joe, ¿Por qué empezaste a practicar lucha?

—Creo que la misma respuesta que la mayoría, me enamoré de este deporte espectáculo y quise practicarlo —él se acomodaba en los asientos traseros—. Y tú, Catri, ¿Qué te hizo volverte luchadora?

—Digamos que, la lucha libre y yo, es algo que me acompaña desde que nací.

—Ahora estoy intrigado —el humano sonaba intrigado—. ¿Puedo conocer un poco de tu historia?

—Mira que es larga.

—Creo que aún tenemos como cuatro horas de viaje, tampoco es que tenga mucho que hacer.

Helena nos empieza a contar sobre su historia como luchadora y todo lo que tuvo que pasar en lo largo de su vida. Hija de una leyenda de la lucha libre mexicana, conocido popularmente como “el ángel rojo”. Pasó mucho tiempo en los vestuarios o rodeada de grandes luchadores en toda su infancia.

Cuando cumplió trece años, ella le pidió a su padre que la entrenara para convertirse en una gran luchadora. Al principio su padre se lo pensó seriamente, ya que sabía los gajes del oficio, pero ella, ya tenía claro que iba a seguir el legado de su familia. Es así que, por cinco años, fue entrenada por varios luchadores de renombre bajo la tutela de su padre.

Debido a la cultura luchistica del país, ella no podía llevar el nombre de su padre; es por eso que decidió bautizarse con el nombre de “La Catrina”. Ella estuvo luchando por tres años en México, hasta que un día, conoció a un cazatalentos de origen japonés, ese era Ryuta; alias el viejo que nos tortura en cada entrenamiento. Es ahí donde se le abrió las puertas al mundo, y hasta los 25 años, estuvo luchando en Japón.

Ya en su regreso, decidió volverse una agente libre, luchar a donde ella quisiera para seguir mejorando sus capacidades como luchadora, y tras un show donde participó la WSF, a ella le surgió la idea de luchar en USA por un tiempo. Fue una dura decisión, pero con un pequeño contrato de calidad y que este hermoso triceraptops pudo seducirla, fue razón suficiente para migrar a este país, y hoy en día, a sus 29 años, la catrina es la luchadora más buscada en la industria de la lucha libre.

Joe estaba fascinado con la historia que acababa de escuchar, y empezó a bombardear de preguntas a Helena sobre diferentes cosas; si conocía o era amiga de algunos luchadores de renombre, si tiene historias y anécdotas interesantes, de si conocía a yoshihiko, etc. Y sorprendentemente, todas esas historias, fueron nuestra música el resto del viaje.

Me sentía feliz de ver a Joe divertirse y sonreír, prefiero que estuviera así antes que verlo deprimido. Por suerte, creo que este viaje hizo que los tres nos lleváramos mejor. Es muy común para nosotros, los luchadores, tener que convivir la mayor parte del tiempo en los viajes en carretera.

Al ver el cartel que decía “Bienvenidos a San Francisco” fue un respiro para todos, teníamos aún cuatro horas antes del show, eso nos daría tiempo para descansar antes de ir al espectáculo. La verdad es que el motel que contraté, era bastante bonito, se veía mejor en persona que en las fotos. Tras registrarnos y tomar las llaves de nuestras habitaciones, una para mí y Helena, y otra para Joe, fuimos a nuestros cuartos a dejar nuestros bolsos.

Ya en la cama, decidí dormir una buena siesta hasta que se acercara la hora del show, seis horas al volante cansan a cualquiera. Y para cuando desperté, mis ojos son recibidos por la belleza de mi chica, siendo cubierta, nada más, por una toalla.

<<Gracias Jesús raptor por este paisaje>>

—Mamacita —cuando digo eso, Helena se voltea—. Si querías despertarme, con un simple beso era suficiente —cuando me acercó de forma juguetona, ella me detiene en seco—.

—Ahora no. En treinta minutos tenemos que estar en el estadio, si es que queremos llegar cómodos.

—¿No hay chances ni para un rapidito? —ella se me acerca a mi oído y me susurra en español.

Tenemos todo el sábado para nosotros dos —como me prende que me hable en español—. Iré a terminar de prepararme.

—Yo iré a tomar aire. Necesito despejar un poco la cabeza. Te espero en el lobby —ando más caliente que una antorcha.

Ella me da un beso a la distancia y entra al baño para terminarse de alistar. Para poder calmar estos impulsos carnales, salí de nuestro cuarto y me dirigí a la habitación de Joe para ver cómo se encontraba. Ya en la puerta, golpeó un par de veces para llamar su atención; esperando a que se dignara a abrirme.

—¿Ya estás listo? Tenemos que salir en un rato.

—¡Ya voy! —unos pocos segundos después, Joe abre la puerta—. Es que estaba revisando que no me faltara nada.

—Vamos para el lobby, que Helena se está terminando de cambiar.

Me quedé con Joe en el lobby charlando por unos diez minutos sobre sus expectativas con el show. Joe se pasó toda la tarde en su habitación, poniéndose al día con las historias y viendo las luchas pactadas que iban a ver en el show.

Cuando la parasaurio hizo acto de presencia, salimos del motel y fuimos hasta el estacionamiento. Ya afuera del estadio, hicimos la fila para poder entrar. Cuando entramos al recinto, tanto Joe como yo, estábamos sorprendidos por los lugares que nos había conseguido el contacto de Helena.

—¿Cómo es que conseguiste lugares en primera fila? —Joe estaba con una cara de pasmado.

—Hazte amigo de la gente con puestos comunes, y verás cómo podrás conseguir ciertos beneficios. 

—Helena —Joe se acerca a ella y toma sus manos—. Eres un ángel —ella se reía por la reacción del humano.

—No exageres tanto. Vayamos a nuestros lugares, que el show está por comenzar.

Cuando comenzó el show, sentimos una vibra única en todo el recinto, como si todo fuera a explotar; todo el público desbordaba energía.

El show inició de la única forma que podía iniciar, haciendo acto de presencia el campeón más dominante de los últimos dos años; el jefe tribal. Escuchar su canción de entrada y el aura que emanaba él con el cinturón, acompañado de sus secuaces y su consejero, era épico. Su mera presencia imponía respeto, y cuando él alzaba su dedo índice al cielo, todos en el estadio hacían lo mismo; en señal de reconocimiento. Con un simple gesto, le pidió a su consejero que le alcanzara el micrófono para hablar.

—¡SAN FRANCISCO! —en el instante en que el jefe tribal dice eso, todos ovacionan—. ¡RECONÓZCANME! —todos en el público alzaron su dedo índice para reconocerlo como el campeón, incluso nosotros tres.

Él continuó hablando sobre su próxima lucha en el próximo PPV, donde tenía que enfrentar a otros tres luchadores a la vez, mofándose de que sería imposible que de que lo vencieran. Incluso dijo que no importaba el ganador de la batalla real, nadie va a destronar al mejor campeón que pisó esta empresa.

Tras dar una promo de heel, el show continuó con una lucha simple, pero entretenida. Fue un uno contra uno entre dos luchadores en busca de convertirse en retador número uno por el cinturón de media cartelera. No duró tanto tiempo la lucha, fue bastante dinámica y ganó el bueno de la historia.

Después, el show siguió con una serie de segmentos en backstage para seguir profundizando en rivalidades o en las historias que se estaban desarrollando para los shows. También hubo una lucha de relevos australianos de mujeres, la facción villana contra un conjunto de luchadoras buenas. La verdad es que no soy muy fan en las luchas por equipo de tantos integrantes, siento que son muy lentas o pocas vistosas; ya otra cosa es que sea una lucha tornado tag team y que sea un caos entre todos.

Sinceramente, el show estaba siendo decente para bueno, pero creo que lo que más disfruté de ver, era como Joe sonreía y se emocionaba por cada cosa que pasaba. Al parecer, el plan está funcionando de forma excelente.

Luego de casi una hora y treinta minutos de show, tocaba disfrutar del evento principal. Debido a que había roces y tensiones entre los futuros oponentes del jefe tribal, el gerente general decidió hacer una triple amenaza entre ellos.

El primero en entrar, era un luchador llamado L.A. que estaba ganando popularidad en los últimos meses. Gracias a su carisma y personalidad, el público lo apoyaba bastante en esta lucha. El segundo en entrar era uno de los que fue considerado como uno de los mejores luchadores del planeta, the phenomenal. Y aunque su personaje sea heel, el público también lo apoyaba. Pero si hablamos de llevarse una ovación por parte de todo el estadio, ese fue el último.

“I hear voices in my head

They council me, they understand

They talk to me”

El último luchador era the viper. Joe, al escuchar su tema de entrada, estaba cantando a todo pulmón la canción. Sin esperar mucho, a cambio, él estiraba su mano para ver si podía conseguir un saludo de su luchador favorito, o por lo menos tocarlo. Sorprendentemente, the viper, le da un pequeño choque de manos a Joe y la expresión de Joe desbordaba mucha alegría; era como ver a un niño abrir los regalos en navidad.

Por suerte, la lucha entre los tres competidores fue entretenida. Fue un ida y vuelta donde nadie sabía quién podía salir vencedor. Todo el recinto estaba dividido apoyando a su luchador favorito. Para sorpresa de nadie, los secuaces del jefe tribal intervinieron en la lucha para causar estragos y atacar a los futuros rivales de su líder.

En ese instante, todo el ataque enemigo se lo llevó the viper y pudo neutralizarlos bastante bien él solo. Sin embargo, eso, dejó el terreno libre para que the phenomenal ejecutara su style crash y ganara la contienda haciéndole la cuenta de tres a L.A.

Tras la contienda, aparezca el Jefe tribal para atacar al vencedor de la lucha y les dé una paliza a sus otros dos oponentes, demostrando quién manda en este lugar; cerrando con el show.

Finalizado el show, salimos del estadio con toda la multitud del público, y era muy divertido ver a Joe eufórico post-show; no dejaba de hablar sobre lo espectacular que fue el evento principal. Subimos al auto y nos dirigimos para el motel. Ya en nuestro lugar de hospedaje, veo que en frente del motel había un bar.

—Oigan —me giró para verlos—. ¿Les parece ir a tomar algo?

—Yo voy —Dijo Joe con mucha energía.

—¿Y tú, mi amor? —Helena da un bostezo.

—Yo estoy cansada, me iré a descansar. Mañana quiero explorar un poco la ciudad —ella se nos acerca y nos da un beso, a cada uno, en la mejilla como señal de despedida—. Cuídense —y así, se alejaba de nosotros dos entrando al lobby del motel.

—¿Habrá algo de comer ahí adentro? —me decía Joe.

—Supongo que sí —lo miro de forma despreocupada—. No pienso pagar nada de lo que vayas a consumir.

—Descuida, con lo que hiciste hoy, ya es suficiente —él me sonreía.

Cruzamos la calle y entramos al bar. Al entrar, quedé algo estupefacto al ver la decoración del bar: muebles de roble, pantallas gigantes donde se podían ver los partidos en alta definición, buena acústica donde podías escuchar música, pero no te opacaba la voz por el volumen; un lugar perfecto para pasar la noche.

Nos sentamos en una mesa que se encontraba cerca de la ventana que daba a la calle y nos quedamos esperando a que algún camarero se acercara a tomarnos la orden. Ambos pedimos una cerveza rubia y decidimos pedir algo para compartir.

Estuvimos conversando sobre todo lo que pasó el día y Joe no paraba de agradecerme a mí y a Helena por todo lo que hicimos. En lo que nos traían la comida, él menciona que este viaje lo ayudó a no enfocarse en sus problemas.

—Oye, a veces es necesario divertirse o relajarse un poco —le decía al humano mientras devoraba unas albóndigas de verdura—. Me tenías algo preocupado por cómo estabas.

—Lo sé —Joe sonaba con algo de culpa—. Es que… No sabía cómo actuar.

—¿Puedo saber qué ocurrió?

—Creo que es lo mínimo que puedo hacer con toda la ayuda que me ofreciste.

El humano comenzó a explicarme su tragedia, y seré honesto, no me esperaba nada de lo que me dijo. Él empieza a contarme sobre cómo sus padres, por veinticuatro años, le estuvieron ocultando muchas cosas; principalmente sobre el pasado de su padre.

El padre de Joe era un ladrón reconocido que había hecho varios trabajos antes de que Joe naciera, pero como supo hace unos días, su padre estuvo trabajando como ladrón en ocasiones esporádicas, incluso, el dinero que se usó para pagar la cirugía de Joe, fue dinero que su padre consiguió por un robo. Y para hacer más interesante la historia, menciona que su suegro era el abogado de su padre.

Él dice que su reacción no fue la mejor al enterarse de todo esto, al punto, que su única idea lógica fue huir de su casa y pedirme alojamiento a mí. También siente bastante culpa por cómo estuvo tratando a Bianca en los últimos días, siendo más cortante y, algunas veces, grosero; ya que ella no tiene nada de culpa.

—Te soy sincero, siento que la estoy por cagar otra vez —Joe se notaba un poco abatido.

—Tranquilo, hermano —apoyó mi mano izquierda en su hombro derecho—. No hiciste nada malo.

—Lo sé —saca mi mano de su hombro—­. Pero es un miedo latente que tengo —Joe le daba un sorbo a su cerveza.

—¿Puedo contarte algo?

—Adelante.

—Antes de conocer a Helena, yo salí con muchas mujeres, eso ya lo sabes. Pero jamás tuve las pelotas de tomarme en serio ninguna relación —tomó mi vaso de cerveza y le doy un buen trago—. Siempre me costó afrontar las cosas en la vida, desde que tengo memoria. Lo único que hice, muchas veces, fue escapar, ya sea en mi vida amorosa como familiar —Joe me miraba algo apenado.

—Will —interrumpo a Joe.

—Déjame terminar —lo miró directamente a los ojos de Joe—. Puede ser que tus padres te hayan ocultado cosas, pero todo el amor y apoyo que te dieron; es real. Algo que me hubiera gustado vivir en mi infancia —me limpió una pequeña lágrima que se me escapa—. Perdón, me puse algo sentimental —me toma unos segundos para recomponerme

—No pasa nada.

—Lo que quiero decir, es que está bien que estés molesto con tu madre y con tu padre, pero siguen siendo tu familia —Joe me da una leve sonrisa.

—Gracias, por decirme eso.

—No hay de qué. Y sobre Bianca —le doy una sonrisa empática—. Habla con ella cuando regresemos y no te reserves nada, se honestó con ella.

—Está bien —él me acerca su vaso de cerveza—. Por la amistad.

—Por la amistad —agarró mi vaso y brindamos entre los dos.

—Oye —Joe me mira con una expresión despreocupada—. ¿Puedo pedirte dos cosas?

—Dime.

—La primera es si me ayudarías a pulir ciertos movimientos —se veía emocionado al decirlo—. Tras ver el show, se me ocurrieron nuevos movimientos para agregar a mi arsenal.

—Claro. ¿Y lo segundo?

—¿Te gusta la idea de que seamos roomies? —me sorprendí un poco cuando lo dijo.

—No me disgusta, pero mi departamento no es tan grande.

—No pasa nada, puedo dormir en el sofá, y con el tiempo, buscamos un nuevo lugar para vivir los dos. ¿Qué dices? —me quedé pensativo por un rato.

—¿Prometes que ayudaras con las tareas domésticas y a pagar las facturas? —él asentía de forma muy energética—. Entonces no tengo problema. Pero, dentro de unas semanas; primero quiero que soluciones todos tus asuntos.

—Por supuesto —se le formaba una gran sonrisa—. Me alegra que seamos amigos —le doy una sonrisa amigable.

—Lo mismo digo.

 

Notes:

Sinceramente estoy destruido mentalmente, mi capacidad motriz por los examenes y trabajo me tienen consumido. Me queda esta semana, y ya después de eso; soy libre de los estudios.

Esto puede hacer que haya una """""mayor""""" actividad en diciembre para marzo. Así que paciencia gente.

No tengo más que decir, tenga un buen día y se me cuidan

Bye bye

Chapter 19: Raíces

Notes:

ESTAMOS DE REGRESO, FINALMENTE SOY LIBRE DE LOS ESTUDIOS.

Pa compensar mi ausencia, se vino un capitulo largo; pa mas placer.

Y HAY UN MENSAJE IMPORTANTE AL FINAL DEL CAPITULO (vayan a leerlo, que les va a interesar)

Sin más que decir, disfruten del capitulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Esta semana fue un poco intensa para mí, debido a muchos factores, desde la discusión con mi madre hasta el viaje sorpresa que armó Will; fue una montaña rusa de emociones.

Por una parte, puedo decir, con seguridad, que considero a Will un gran amigo. Todo lo que hizo para animarme, motivarme y ayudarme a no estar tan pendiente en mis problemas; no lo hace cualquiera. Fue agradable conocer algunos puntos de interés en San Francisco que nunca en mi vida había ido. También hice buenas migas con Helena, me alegro por Will de tener a una gran chica a su lado. Y seré honesto, este viaje me hizo reflexionar muchas cosas de mi entorno. Por mi cabeza, estuvo rondando demasiado la idea de que debo aprender a manejar mis emociones y evitar ser tan impulsivo. Mi reacción tan agresiva con mi madre y el trato que tuve con Bianca en esa llamada, fue algo estúpido por mi parte.

El retorno a Volcadera fue muy agradable. Los tres, nos la pasamos hablando de futuras cosas que nos gustaría probar en los entrenamientos, cómo puede ser practicar nuevos movimientos. En un momento del viaje, Helena mencionó una idea curiosa: de que en un futuro tengamos una cita doble. Es decir, ella con Will y yo con Bianca. La verdad no es mala idea, pero primero debo solucionar las cosas con ella.

Para cuando llegamos a la ciudad, tuve que tomar mis cosas e irme del departamento de Will. Él me dijo que, si queríamos llevar a cabo el plan de los roomies, debe remodelar un poco el departamento; por no decir que me quiere echar para pasar tiempo de calidad con su novia. Igualmente, esto era una buena excusa para ir a encarar a mi madre y poder charlar lo sucedido.

Me encontraba caminando por la ciudad con mi bolso y pensando seriamente que le iba a decir a mi madre. Personalmente, comprendo un poco mejor por qué me lo estuvo ocultando; sin embargo, eso no era justificación.

Creo que lo que realmente me molesta, es que no haya confianza entre nosotros. Digo, tuve el valor de decirle que quiero seguir luchando, a pesar de mi lesión. En cambio, ella, mantiene su pasado como un misterio; todas sus vivencias en Italia son un secreto para mí.

Después de varios minutos recorriendo las calles, veo que no faltaba tanto para llegar a mi hogar, pero el rugir de mis tripas, hizo que me detuviera en la cafetería. Cuando entré al establecimiento para pedir un desayuno simple, fui atendido por la única persona que no necesitaba ver.

—¿Qué haces aquí? —la expresión de disconformidad de Claire, con mi presencia, era muy evidente.

—Hola —de una forma torpe, le doy una sonrisa amigable—. ¿Cómo estás?

—Por mi lado bien, pero conozco a alguien que no está de tan buen humor últimamente —su mirada indicaba que ya estaba al tanto.

—¿Ya sabes sobre nuestra “pelea”?

—Sí —le hago un gesto con la mano, indicando que se siente conmigo.

—¿Podemos charlar un poco? —ella lanza un suspiro y se sienta en frente de mí—. ¿Sabes el contexto de la situación?

—No —ella ya está predispuesta a cualquier cosa que dijera—. Lo único que sé es que, debido a una discusión que hubo en su casa, las cosas quedaron tensas entre ustedes.

—Bueno, no es entre nosotros dos precisamente —ella levanta una ceja—. Lo que ocurrió es que ambos nos enteramos de que nuestras familias ya se conocían. Más específico, Robert fue el abogado de mi padre y descubrí que mi familia me estuvo ocultando varias cosas por 24 años —colocó mis codos en la mesa y uso mis manos, como soporte, para apoyar mi mentón—. Esa revelación hizo que actuara de forma impulsiva y que me alejara de todos por una semana —la cara de la estegosaurio ya no era tan amenazante como hace unos minutos—. Después hubo una tarde donde tuve una llamada con Bianca, en donde hablamos sobre algunas cosas, y cuando ella insistió en saber dónde estaba, le di una respuesta algo grosera y ella se lo tomó mal.

—Entonces, ¿con ella no hay ningún problema?

—Para nada, es más, es con la primera persona con la que quiero hablar para disculparme.

—Te diría que vayas pensando un poco qué decir, seguramente ella te perdone, pero evita decir algo que no debes.

—Lo tendré en cuenta —le doy una pequeña sonrisa—. Gracias por escucharme.

—No hay de qué —Claire se levanta de la mesa—. Bueno, yo seguiré trabajando. ¿Qué vas a ordenar?

—El desayuno clásico.

—En seguida te lo traigo.

Tras desayunar, salgo de la cafetería y me dirijo a mi casa. Ya en la puerta, entro a mi hogar y noté que mi madre no está. Recorro los pasillos de mi casa y dejó mi bolso en mi cuarto. Aprovechando el momento de soledad, me dejó llevar por mis pensamientos y empiezo a pensar en una forma para disculparme.

¿Qué le puedo decir a Bianca?

Tengo claro seguir el consejo de Will de ser honesto con ella, pero siento que falta algo: falta el toque personal de Joe en la disculpa. Y como si fuera un destello, una idea llega a mi cabeza. Tomé una chaqueta limpia y salí de mi casa. En todo el trayecto hasta la casa de Bianca, estuve pensando en qué iba a decirle, pero yo sabía que me iba a olvidar todo cuando esté enfrente de ella.

Ya delante de la puerta, me tomó unos segundos y tocó el timbre. Me alejé de la entrada y me quedé esperando a que alguien saliera a abrirme. En el momento en que se abre la puerta, la figura de una raptor mujer hace acto de presencia.

—Bianca.

—Joe —ella está inexpresiva, al escuchar mi voz—. ¿A qué viniste?

—Vine a disculparme, por todo lo que pasó.

—No es necesario —su cara reflejaba que estaba incómoda con la situación—. Tal vez, lo mejor sería hablarlo en otro momento.

—No —me puse firme—. Necesito decirte esto —tomé un poco de aire y dejé que mi corazón hablara—. Perdón por todo. Por ser un idiota, un patán, un desconsiderado, un tonto, un impulsivo, un…

—Bruto.

—Ante todo un bruto, gracias por resumirlo —escucho cómo se le escapa una risa seca por mi comentario—. Pero, sobre todo, soy una persona a la que le cuesta afrontar las cosas, principalmente las emocionales. Y la verdad, cuando me enteré de lo que me ocultaron mis padres, en cierta forma lo sentí como una traición —está siendo más difícil de lo que esperaba—. Y tú no merecías nada de esto. No debí ignorar tus llamadas, y mucho menos, ser distante contigo. Y si te soy honesto, conocerte fue de las mejores cosas que me pasaron en los últimos años —ok, lo estás haciendo bien—. Perdón por tenerte preocupada.

Tras dejar todos mis sentimientos en una disculpa, me quedé esperando su respuesta. Por un momento me preocupaba que no dijera nada, o, por lo menos, quería ver una expresión más amigable.

—¿Recuerdas lo que dije sobre el tipo de chicos que me gustan?

—Eh… —haz me memoria, carajo.

—Que, aunque fueran torpes, me gustan los chicos que son capaces de decir lo que sienten —ella me da una sonrisa—. Y que tengan un gran corazón, como el tuyo —se me forma una pequeña sonrisa al oír eso—. Acepto tus disculpas —un pequeño suspiro de alivio salió de mi boca.

—Qué bueno —ahora toca la parte dos del plan—. Cambiando de tema, ¿Te gustaría acompañarme a un lugar? Quiero que conozcas mi lugar favorito de la ciudad —ella se lo piensa por un rato.

—Está bien. Solo déjame que busqué mis cosas —ella cerró la puerta y yo me quedé esperando afuera.

Una parte de mí se había relajado al ver que todo marchaba bien, y en el pequeño lapso que estuve esperando, revisé los mensajes sin leer de mi madre; el más antiguo era de ayer.

“Joe, estoy muy preocupada por ti”

“Perdóname por lo que pasó, pero déjame explicarte”

“Te amo”

Apagué el teléfono y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón. Me mordía la punta de los dedos tras leer los mensajes.

<<Tranquilo, solo respira>>

Mientras yo me recomponía, escucho la puerta de la casa de Bianca abrirse y la veo salir a ella con su bastón y vistiendo mi campera; le quedaba gigante.

—Veo que te gustó —lo decía con un tono juguetón.

—Era lo único que tenía mientras esperaba que volvieras —me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla.

—Tenemos que ir a la parada de bus, será un viaje largo —yo tomé su mano y fuimos caminando juntos hasta la parada de buses.

No hablamos mucho en todo el viaje hasta mi lugar especial, ya que prefería seguir hablando ahí. Subimos al cacharro de metal con ruedas y estuvimos treinta minutos viajando hasta nuestro destino.

Le pregunté cómo le estuvo yendo en estos días mientras yo estaba desaparecido. Bianca me dijo que todo iba con cierta normalidad, tal vez lo único que la mantenía preocupada era que no sabía nada de mí, pero que Claire, como Aurora, estuvieran para ella, le sirvió para distraerse de mí. También me dijo que ellas dos ahora están molestas conmigo por mi actitud, no las culpo; me lo merezco un poco.

Por mi parte, le conté que Will buscó muchas formas de levantarme los ánimos y le dije que la idea del triceraptops fue llevarme a ver un show de lucha libre a otra ciudad. Toph ahora bromeaba con que ella estaba preocupada y llorando a cantaros por mí, mientras yo, me iba a divertir en otra ciudad. Se me hizo imposible defenderme de cada acusación que ella me lanzaba, ya que era culpable de todos los cargos de escaparme para irme de juerga.

Cuando el bus frenó, nos bajamos en nuestra parada y tuvimos que caminar un par de cuadras antes de llegar al destino. El olor al mar, la bruma que se formaba por los alrededores, el ruido de los barcos zarpando hacia el mar, y, sobre todo, el ruido de las olas chocando contra el concreto; lograban trasportarme a otro mundo.

—Llegamos —por mi voz, se notaba que estaba emocionado y nervioso—. Bienvenida al muelle de Volcadera Bluff —la expresión de confusión de Bianca era muy notoria.

—Tu lugar especial, ¿es el muelle?

—Sé que no es lo más común, pero este lugar lo visitaba mucho en mi adolescencia —me tomó unos segundos para poder disfrutar la paz que me transmitía este lugar—. Cerca de acá hay un parque, vamos.

Comenzamos a caminar por los alrededores del muelle y yo estaba impresionado de que siguiera igual como la última vez que lo visité. Es cierto que hay algunos arreglos o que hay nuevos negocios por la zona, pero todos los distintivos que hacen especial al muelle, no lo cambiaron.

—¿Por qué este es tu lugar especial? —Bianca lo decía con un tono muy sereno.

—Es una historia bastante larga, pero creo que puedo resumirla de una forma sencilla —en el momento en que empiezo a recordar, mi voz comienza a sonar nostálgica—. Cuando era un niño, no tenía muchos amigos. Jugaba con algunos chicos cuando iba a la escuela, pero todos me marginaban —siento la briza del muelle y me subo la cremallera de mi campera—. Al principio pensaba porque yo era humano y ellos dinosaurios, pero con lo que descubrí de mis padres, ahora entiendo cuando los niños se referían a mí como “mini mafia” —ella recuesta su cabeza en mi hombro y seguíamos caminando—. Por suerte, conocí a un niño en esa escuela que, si aceptaba jugar conmigo —se me forma una pequeña mueca de felicidad al recordar eso—. Se llamaba Francis, un triceraptop de escamas azules. Fuimos amigos inseparables hasta la preparatoria.

—¿Y qué pasó con él?

—Desde siempre le gustó la cultura del hip-hop y se volvió un rapero de renombre —hace tiempo que no sé mucho de él—. Hoy en día anda haciendo giras por el mundo. El problema es que perdí contacto con él y se me hace imposible contactar con él —me estoy desviando del tema—. Como decía, cuando tenía 13 años, Francis me enseñó el muelle y todo lo que escondía este fantástico lugar.

Después de caminar por un rato, llegamos al parque de los marineros. Cerca de la entrada, se encontraba una estatua de una tripulación sosteniendo un ancla. Recorriendo el lugar, encontramos una banca y nos fuimos a sentar. Ya acomodados, continúe contándole sobre el muelle.

—Y desde ese día, casi todos los días después del instituto, nos juntábamos varios chicos en el muelle a pasar el rato —tomó la mano de Bianca y la empiezo a mover a diferentes direcciones—. Allá, a donde está apuntando tu mano, se encuentra la pista de skate —vuelvo a mover la mano de ella hacia otro lado—. Ahí está la cancha de fútbol, y me refiero al fútbol como soccer. Ahí jugaba bastante con unos chicos que eran un poco más grandes que yo —y muevo por última vez la mano de Bianca hacia el frente de ella—. Y ahí, se encuentra el complejo de edificios Star.

—No conocía esta parte de la ciudad —por su voz, y su expresión, estaba anonadada por todo lo que dije.

—Este se volvió mi lugar en el mundo, porque podía ser yo. Nadie me juzgaba, nadie me discriminaba por ser un humano; todos éramos iguales en el muelle —un pequeño nudo se me formaba en el pecho—. La razón por la que te traje acá, es porque quiero que conozca a mi verdadero yo —espero que no se espante con lo que voy a decir—. Llevo casi un año yendo al psicólogo.

—¿En serio? —lo dijo con mucha calma.

—Sí. Empecé a ir para tratar ciertas pesadillas relacionadas con la lesión e intentar salir del abismo que me encontraba —se lo está tomando bastante bien—. Eres a la primera persona que le cuento esto, ya que siento bastante vergüenza decirlo.

—Tranquilo —ella acariciaba mi mano—. Gracias por confiar en mí y decírmelo —ahora, ella me acariciaba el brazo—. Pero no tienes que contarme todos tus secretos. Nada de lo que digas ahora cambiará lo que siento por ti —ella pone su mano en mi rostro y termina de acercar su hocico para darme un beso en la mejilla.

—Gracias.

Estaba disfrutando este momento íntimo entre nosotros dos, fue liberador abrirme emocionalmente y que Bianca me escuchara; tal vez me preocupe por nada.

Mientras estábamos abrazados, una voz robusta y pesada era audible a lo lejos.

—Mira lo que trajo la marea —levantó mi mirada y notó una figura gigante acercándose a nosotros dos—. Tanto tiempo sin verte, niño.

—¿Cómo te encuentras, Morty? —La sonrisa de la morsa, vestida con un impermeable negro, radiaba mucha confianza.

—Agotado —se tronaba el cuello—. Mantener todo en orden y que ningún cargamento presente fallas, es un calvario —él extiende su mano hacia la dirección donde se encontraba Bianca—. ¿Quién es esta belleza? —la raptor se ruborizaba un poco por el halago.

—Soy Bianca —guio la mano de Bianca hasta la mano de Morty—. Qué mano gigante —él se reía.

—Es la primera vez que me dicen eso —creo que es mi deber presentarlos como es debido.

—Morty, ella es Bianca, mi novia.

—Es un gusto conocerla —dijo el mamífero de forma educada.

—Lo mismo digo.

Mortimer Owens, una morsa que se encuentra cerca de sus cincuenta años, heredó el negocio de su padre, y lentamente, se volvió una de las figuras más importantes de la ciudad. Hoy en día, es el jefe de operaciones en la gestión de cargas marítimas, dueño de una pequeña cadena de restaurantes y presidente del consejo de vecinos del muelle; si algo pasa en el muelle, Morty lo sabrá.

Desde que se volvió presidente, hace como unos quince años, hizo todo lo posible para mejorar la imagen del lugar. Gracias a su gestión, el muelle se volvió un lugar más concurrido en los últimos cinco años, principalmente por la feria de las naciones.

—¿Qué te trae por aquí, Tanito?

—Vine a recordar buenos tiempos, y quería que ella pudiera conocer este lugar.

—Es que se me hizo raro no verte, tu padre se pasaba con frecuencia por aquí —mi cara denotaba algo de incomodidad cuando lo nombra a él.

—Es que me recuperaba de una lesión —seré directo con él—. Estuve casi 2 años recuperándome y no tuve ninguna razón hasta ahora de regresar.

—Pues tienes suerte —él me da una sonrisa—­. Hoy a la noche hay una feria de las naciones. Tal vez podrías venir con tu chica y pasar una agradable cita.

—¿La feria no era al inicio del mes?

—Sí, pero debido a unos inconvenientes, la tuvimos que atrasar hasta hoy.

—Suena interesante —dijo Bianca—. Además, creo que nos podríamos divertir los dos —se veía emocionada con la idea.

—De acuerdo, vendremos a la noche —Morty se veía muy contento por nuestra respuesta.

—Genial, la feria comienza a las 20:00hs. Nos vemos por la noche.

—Adiós.

Tras despedirnos de la morsa, nos quedamos un rato más en el parque antes de regresar a nuestras casas. Estuvimos tranquilos, disfrutando de la paz que transmitía el muelle, y sinceramente, era algo que necesitaba.

Ya de regreso en nuestro barrio, acompañé a Bianca hasta su casa y acordamos que yo iba a pasar por su casa para ir juntos a la feria.

Ya cerca de mi hogar, empiezo a sentir una mezcla de preocupación y pánico cuando me estoy acercando a la puerta. No miento que tuve algo de miedo cuando entré a mi casa, porque no sabía si me iba a cruzar con mi madre o no; pero si eso pasaba, ya sabía que era lo que tenía que decir. En el momento en que cierro la puerta de entrada, oigo cómo unos pasos se acercan con velocidad a donde estaba yo.

—¡Joe! —sin previo aviso, mi madre se abalanzó sobre mí y me abrazó con bastante fuerza—. Estaba preocupada —me costó unos segundos procesar todo—. Me alegro de que estés bien.

Con dificultad, termino de abrazar a mi madre. Y una parte de mí, trae el feo recuerdo de cuando yo regresé del hospital tras estar internado por más de un año. La escena era muy similar, yo en estado de shock recibiendo el abrazo de mi madre, asustada de no volver a ver a su hijo.

—Me disculpo por todo lo sucedido —tenía su cara pegada en mi pecho—. Te ocultamos muchas cosas pensando que sería lo mejor. Lo siento.

—Mamá —con mi mano derecha, acariciaba su cabello—. Tranquila, yo también me disculpo por mi actitud —sentía cómo su abrazo se relajaba—. Pero las cosas deben cambiar desde ahora —en el momento en que digo eso, mi madre deja de abrazarme y se aleja unos centímetros de mí—. Me parece injusto que ustedes sepan sobre mi vida, pero yo no pueda saber nada de ustedes; ni siquiera conozco algo sobre mis raíces italianas.

—¿A qué te refieres? —la voz de mi madre titubeaba un poco.

—Quiero decir, que me gustaría que me contaras sobre ti, sobre la verdadera Giselle —mi rostro no expresaba muchas emociones cuando lo dije—. Si ese es tu verdadero nombre…

—Joe —ella se veía un poco devastada—. Entiendo que quieras saber, pero no sé si este es el momento apropiado para hablarlo.

—¿Y cuándo es el momento? —aunque fuera directo, mi voz transmitía paz—. Puedo llegar a entender por qué mantuvieron en secreto todo —intentaba poner una cara más amigable para que no se sintiera tan tenso el ambiente—. Me conocían demasiado bien, sabían cómo iba a reaccionar. Pero, ya no soy un niño —ya no soy tu pequeño hijo—. Quiero saber la verdad sobre esta familia.

Mi madre no decía nada, ella estaba en un silencio de ultratumba. Sus ojos reflejaban la culpa que sentían. En sus labios se veía la intención de decir algo, pero no salían las palabras.

—¿No tienes nada para decir? —ella seguía sin responder—. También, en este tiempo que estuve ausente y ordenando mis ideas, me estuve planeando la idea de mudarme —cuando dije eso, su expresión cambió a una de sorpresa.

—¿Qué? —su voz temblaba—. ¿Es por todo lo que pasó? Si es así yo… —la detengo antes de que se haga malas ideas.

—No tiene que ver con lo que pasó —estaba impresionado de cómo aún podía mantener la compostura y transmitir serenidad—. Es que siento que debo abrir mis alas, empezar mi propia vida —mi madre se mordía el labio inferior—. Tengo que escribir mi propia historia y seguir mis sueños.

Se me hacía muy difícil ver a mi madre tan estática, sin mostrar ningún tipo de emoción; lo único que había en la habitación era el silencio. Como ya no tenía nada más que decir, me dirijo hasta mi habitación para descansar y relajarme antes de mi cita con mi novia.

—Esta noche saldré con Bianca, regresaré tarde —ella seguía sin moverse—. Te quiero, mamá.

Durante el tiempo que estuve en mi cuarto reflexionando lo que he hablado con mi madre, la casa estuvo en silencio. Me sentía mal por cómo reaccionó mi madre, hice mi mejor esfuerzo en disminuir los daños, pero veo que no importara lo que dijera, a ella le iba a afectar.

Tras unas dos horas meditando, salgo de mi cuarto para prepararme algo para almorzar. Al salir, noté que mi madre no está por ningún lado. Conociéndola, lo más seguro, es que se fuera a ver a Frank y trabajar un poco, ya que coser y confeccionar ropa le ayudan a calmarse.

Empecé a preparar unos fideos con pesto para comer, debido a que era algo sencillo y no requería de tantos ingredientes. Sin darme cuenta, había cocinado una porción perfecta para dos personas. Cómo no sabía si mamá venía a almorzar, le dejé el plato preparado en la mesada de la cocina.

Toda la tarde me la pasé pensando en dónde mierda se había metido mi madre, y no podía sacarme de la cabeza que todo esto era mi culpa. No obstante, no podía dejar que ese pensamiento me arruinara la noche; tan solo me quedaba desear que nada malo le haya pasado.

El tiempo pasó y yo me estaba alistando para ir a buscar a Bianca. En mi cabeza rondaba la idea de cruzarme con algún viejo conocido del muelle. ¿Aún estarán los hermanos Oliveiras y las hermanas Feng? Sería increíble volverlos a ver y ponerme al día con ellos.

Salí de mi hogar y cerré todo con llave. Empecé mi caminata hasta la casa de los Williams, y ya en la puerta, tocó el timbre y me quedé esperando a que Bianca salga. De forma inesperada, soy recibido por el patriarca de la familia.

—Hola, Bob.

—¿Cómo te encuentras desde la última vez que nos vimos? —agradezco que su tono de voz sea amigable en esta ocasión.

—No sabría decirte, ya pude arreglar las cosas con Bianca, pero con mi madre… —lanzó un suspiro—. Es otro tema.

—Dale tiempo, es complicado ser padre —él entrecierra la puerta para que no entre el frío—. Le diré a Bianca que ya llegaste.

—Gracias —Bob cierra la puerta.

Por suerte, no tuve que esperar mucho para que Toph apareciera. Cuando la chica más bella del mundo sale por esa puerta, me quedo viendo la ropa que llevaba. creo que lo que más destacaba de su vestimenta, era que aún llevaba mi campera y que su Jean era nuevo.

—¿Me vas a devolver la campera?

—No —ella se reía de mí—. Ahora es mía.

—Qué mal, tenía un regalo especial para ti —ella dudaba de mis palabras.

—Mientes.

—¿Acaso no ves la bolsa de color rojo, con un moño turquesa, que tengo en mi mano derecha? —ella se agarraba la frente, pero aún tenía una sonrisa en su rostro.

—Veo que ya recuperaste tu sentido del humor —ella baja las escaleras y agarró su mano—. ¿Vamos?

Fuimos a la parada de autobús y nos quedamos esperando a que llegara el vehículo. Bianca me comentó que la exposición de jóvenes artistas habrá una competencia. Según lo que le dijo Víctor, las cinco mejores obras de arte, que serán calificadas por los jueces y críticos del evento, recibirán una beca en la Academia de Bellas Artes de Viena. Cuando subimos al bus, continuamos la conversación sobre la exposición.

—Y en el retórico caso de que quedes entre los ganadores, ¿piensas tomar esa gran oportunidad? —no todos los días aparece una beca en una universidad.

—Si te soy sincera, no sé —se veía algo, ¿deprimida? —. Es una gran oportunidad, que no sé si se volverá a repetir en la vida —ella estaba apretando con fuerza su jean—. Pero no sé si estoy segura de querer dejar todo atrás.

—Oye —pongo mis manos sobre las suyas.

—Si se te diera una oportunidad de luchar en la WWA, ¿la aceptarías? —ella me apuró con su pregunta.

—Sí —lo dije sin dudar—. Es por lo que llevo trabajando tanto tiempo, y si se me presentara esa oportunidad, no lo dudaría —aprovechando que sus manos se relajaron, las tomó con fuerza y me la quedo viendo—. Creo que, si se te presentará esa gran oportunidad, deberías tomarla. El mundo merece que tu arte sea reconocido. Solo imagínate, en las portadas de las mejores revistas de arte —empiezo a jugar con mi voz y me puse a actuar de locutor—. “Bianca Williams, la reina de la escultura.” —al ver que se le formó una tierna sonrisa, mi corazón se había emocionado.

—¿Aun si eso significa que estemos lejos? —yo me reía.

—¿Recuerdas lo que te dije antes de que te fueras de vacaciones?

—¿Lo de que pensaste en mudarte a Polonia?

—Pues no importa la distancia, este tonto buscará la forma de que sigamos juntos. Incluso si debo gastar una fortuna para irte a ver todos los días —ella se ríe de mi respuesta.

—En serio que no tienes remedio —ella apoya su cabeza en mi pecho, y por inercia, yo la abracé—. Y me gusta que seas así.

Levanté la mirada, y veo que ya estábamos llegando al muelle. Nos bajamos del bus y caminamos hasta el parque, donde ya se podían visualizar a lo lejos, varios puestos de comida y un escenario bien iluminado. Cada vez que nos acercábamos más al parque, también se podía oler la comida que se estaba preparando; ya se me estaba abriendo el apetito.

Esta zona se conoce como el distrito de los inmigrantes, ya que, antiguamente, en la primera mitad del siglo XX, cuando los extranjeros llegaban a Volcadera, era muy común que fueran a vivir al complejo Star. Lentamente, esta área fue dominada por grupos diversos de inmigrantes, debido a lo barato de los alquileres. Para inicios del siglo XXI, el 70 % de los que residen cerca del muelle, son inmigrantes o hijos de ellos.

Con el tiempo, gracias a Morty, en Volcadera se celebra una feria de las naciones. En donde todos los residentes de la zona, participan para dar a conocer un poco sobre sus culturas y tradiciones; fue aquí donde descubrí mi gusto por la comida árabe. En lo que explorábamos un poco la feria, Bianca me preguntó algo.

—¿Has venido antes a esta feria? —sonaba intrigada.

—Por supuesto. Varias veces vine con mis padres cuando era más pequeño —era divertido pasar tiempo con ellos—. Ya cuando iba al instituto, venía por mi cuenta y pasaba el rato con algunos amigos.

—Comprendo —mientras íbamos caminando, veo a lo lejos un puesto de bebidas.

—Oye, ¿quieres tomar algo? Más adelante venden tragos.

—No es mala idea.

Caminamos unos metros y nos detuvimos en el puesto que estaba decorado con varios colores llamativos. Lo que destacaba de la decoración eran dos cosas: la bandera gigante de Brasil y las diferentes frutas que había en el mostrador.

—¿Conoces el jugo de los cinco sabores? —ella me mira confundida.

—¿Existe algo así?

—Bueno, así lo conozco yo —ni sé si tiene un nombre propiamente dicho—. Es un jugo compuesto de banana, frambuesas, fresas, naranja y durazno —esa cosa es adictiva—. Estoy seguro de que te va a encantar.

—Confiaré en tu criterio.

Ya en el puesto de bebidas, detrás de la lona, sale un hombre con rasgos de simios, que llevaba puesto en su cabeza una bandana con los colores de Brasil.

—Buenas noc… —él se me queda viendo fijamente—. ¿Joe? —Un segundo.

—¿Tito? —él me niega con la cabeza.

—Te queda otro intento.

—¡Julio! —levanta su pulgar en señal de aprobación.

—Ding, Ding, Ding. Tenemos un ganador —sin darme cuenta, se me había formado una sonrisa en la cara—. Hace años que no te veo —él dirige su atención hacia Bianca—. ¿Quién es ella?

—Ella es Bianca, mi pareja.

—Es un gusto conocerlo —ella estira su mano hacia la derecha y yo le indico que era para la izquierda.

—Igualmente —Julio le da la mano a Bianca—. ¿Puedo saber cómo hizo este idiota para que salieras con él? —él lo decía en un tono sarcástico.

—¡Oye!

—Solo bromeo —él se reía de mi reacción—. ¿Qué van a ordenar?

—Dos jugos de los cinco sabores —él me da un pulgar arriba y se da media vuelta.

suco de cinco sabores —le dijo a una señora que estaba cortando frutas.

Estaba impresionado con la velocidad que manejaba la señora con el cuchillo, cortaba y pelaba las frutas a una gran velocidad. Me volteó unos segundos y notó que Bianca estaba olfateando en dirección a donde estaban las licuadoras. Estaba sorprendido, digo, sabía que los dinosaurios tienen un olfato más desarrollado que los humanos, pero tal vez debido a su ceguera, tiene un sentido mucho más desarrollado que los demás dinos.

obrigado tia —nos alcanza dos vasos de plásticos con un sorbete—. Aquí tienen.

—Gracias —tomó los dos jugos y le doy uno a Bianca—. Ten —le doy un billete de 5 dólares.

—Joe —Julio me miraba intrigado—. Había quedado con mis hermanos y con el resto de la banda en juntarnos cerca de la pista de skate. ¿Quieres venir? Creo que a todos les dará gusto de volver a verte.

—No sé —me rascaba la punta de la nariz—. Estoy en una cita.

—No me molestaría conocer a tus viejos amigos —dijo Bianca.

—¿De verdad?

—Claro —ella se acurruca en mi hombro—. Además, podrían contarme historias interesantes sobre ti —eso último lo dijo con cierta malicia.

—Pues creo que te entretendrías con cada historia que tengo con Joe —agregó Julio—. Como aquella vez en Halloween que se tuvo que disfrazar de…

—¡NO! —fui cortante—. Esa historia no se cuenta, ¿o quieres que te hago “los tres amigos”? —al simio se le forma una sonrisa nerviosa.

—No era necesaria la amenaza, je, je —se rascaba detrás de la cabeza—. Entonces, ¿Vienen?

—Creo que sí —dije despreocupadamente.

—Genial —él se voltea y vuelve a hablar con la mujer—. Tia, vou sair com meus amigos. ¿Você pode assumir a posição?

Claro, vá e divirta-se —Julio le da un pulgar arriba.

—Vamos, que será interesante la reacción de todos al verte —seguimos a Julio hasta la pista de skate.

Mientras íbamos caminando por la feria, estaba viendo a Bianca y me fascinaba verla disfrutar de su jugo; se notaba que el sabor tropical de la bebida era un placer para su paladar.

En lo que nos acercábamos a la pista de skate, Julio empieza a saludar a dos chicas que estaban sentadas en una de las rampas.

—Miren lo que me encontré —Julio se hace a un costado y me señala con sus manos—. Regresó “The italian boy” —me sentía algo avergonzado cuando todas las miradas se dirigieron a mí.

Una microraptor y una Oviraptor vestidas con un conjunto de ropa, al más puro estilo de bailarinas de Break Dances, se emocionan al verme.

—¿Joe? —la microraptor se veía muy feliz—. Tanto tiempo sin verte.

—¿Cómo te encuentras, Mei? —ella me da una sonrisa, y con sus dedos, me hace el símbolo de la paz.

—Fantástica, venimos a celebrar nuestro tricampeonato —me sorprendió por la respuesta.

—¿Aún siguen con las competencias de baile?

—Las diablillas de Asia tienen que demostrar quién manda en la ciudad —acotó la Oviraptor—. Y parece que en tu ausencia pasaron cosas interesantes —girando su mirada hacia Bianca—. ¿Quién es ella?

—Cierto —tomó del brazo a Bianca—. Bianca, te presento a mis viejos amigos. Julio, que lo conociste en el puesto de bebidas, y ellas son Mei y Li —me quedo mirando a las chicas—. Ella es mi pareja.

—Mis condolencias por tener que soportar las tonterías de Joe —dicen al simultáneo las dos.

—¡Oigan! —me siento ofendido por su comentario.

—No le digan eso a Joe —Bianca me defendía.

—Gracias.

—Después de unas semanas, te acostumbras a sus estupideces —las hermanas se reían de la respuesta.

—Para eso no me defiendas… —Bianca me da un beso en la mejilla.

—Pero sabes que es verdad.

—Veo que hacen buena química ustedes dos —dice Julio—. Aunque me pregunto, ¿cómo se conocieron ustedes dos?

—Es una historia curiosa —digo algo avergonzado.

—Pues tenemos toda la noche para ponernos al día.

Deje que Bianca contará la historia, y yo solo hacía ciertas acotaciones para no dejarme mal parado, como que use su bastón para salvarla del ladrón. Tanto las hermanas Feng como Julio, le preguntaron muchas cosas a ella y la raptor respondió encantada. Cuando menciona que, hacía esculturas, los tres quedaron asombrados y quisieron saber más sobre eso. Después los reflectores fueron a Julio, ya que Bianca quería saber más sobre él.

Julio le cuenta que nació en Brasil, y cuando tenía 4 años, emigró a Estados Unidos con su madre y sus dos hermanos. Él siempre recalca que creció en el muelle y que no piensa alejarse de este lugar. A sus 25 años, él trabaja en el restaurante de su tía como cocinero desde hace 5 años. Nunca tuvo grandes metas desde que lo conozco, mientras su familia sea feliz, él está bien.

Le comentaba a Bianca que, gracias a Julio, es que pude hacer buenas migas con el resto de chicos de esta zona; ya que él es una figura respetada y querida en el distrito de los inmigrantes. Incluso dicen, que podría ocupar el puesto de Morty en el consejo de vecinos cuando sea mayor.

Por otra parte, tenemos a las hermanas Feng, Li y Mei. Hijas de inmigrantes chinos, la microraptor de escamas turquesas, Mei, y la oviraptor de escamas fucsia, Li, son tres veces campeonas de la competencia “Break Break Dance”; la competencia más importante del estado. Debido a su prestigio, ellas tienen un estudio de baile cerca de Promenade, que con el pasar de los años, gano cierta popularidad.

Como si de algo natural se tratara, empezamos a recordar viejos tiempos y nuestras pequeñas desventuras en la adolescencia. Y como había cierta bronca hacia mi persona por estar ausente mucho tiempo, hizo que la mayoría de las historias que se contaron, me dejaran mal parado. El primate no se contuvo, y contó la historia del petardo. En pocas palabras, yo tuve la idea de ver cuantos petardos se necesitaban para reventar un cesto de basura; y digamos que se respondió la pregunta, pero no de la mejor manera.

Para mi alivio, Bianca solo se reía de la anécdota, incluso dijo que no le sorprendía que yo fuera la mente maestra detrás de esa tontería. Y así estuvimos por casi una hora hablando de tonterías y riéndonos de cada historia que salía de nuestra boca.

—Entonces, ¿Peleaste con un bagre? —Bianca no podía contener la risa, hasta se le escapó la risa de chanchito.

—No, lo que dije es que peleé usando un bagre —su risa era tan contagiosa, que me costaba de terminar la historia—. Y lo peor de todo, es que gané —ella se reía más fuerte.

—Aún me sigo burlando de Tito por lo sucedido —Julio lo decía entre risa.

—Hablando de Tito —me quedo viendo a Julio—. ¿Dónde están?

—Está en la cancha con Roberto.

—¿Quiénes son ellos? —pregunto Bianca con intriga.

—Mis hermanos —respondía Julio—. Quieren ver si pueden mantener su racha invicta.

—Oye —me volteo para hablarle a mi chica—. ¿Quieres que vayamos por algo de comer?

—Sí, tengo un poco de hambre.

—Te invitó un shawarma.

—Nunca lo probé —me quedo boca abierta al escuchar eso.

—Más razones para que lo pruebes —me dirijo a los chicos—. Vamos a comprar algo, volvemos en un rato —ellos me saludan y me voy con Bianca a comprar comida.

Volvimos a explorar la feria en busca de un puesto de shawarmas. Era muy lindo ver lo vivo que estaba el parque, ver a las familias, pasar un momento divertido. Escuchar al talento local, mostrando sus habilidades en el escenario. Y, sobre todo, poder pasar un tiempo de calidad con Bianca, hacía que esta noche fuera genial. Con mi sexto sentido para identificar comida, encuentro el puesto de comida que estaba buscando.

Tras ordenar y recibir nuestra comida, seguimos caminando un rato por la feria y mi atención estaba en ver como reaccionaba el paladar de Bianca a la mejor comida del mundo. Su expresión de felicidad, era fantástica; parecía que la comida la estaba trasladando a otro mundo. Cuando veo que Toph se había manchado un poco el hocico con la salsa del shawarma, tomo una servilleta y se la limpio; éramos dos enamorados disfrutando de este momento.

—Esto es majestuoso —ella estaba terminando de comer el shawarma—. ¿Cómo es que no conocía este plato?

—Te dije que era sabroso —le doy mi último bocado al shawarma, haciéndolo desaparecer—. Conmigo vas a descubrir un mundo que no conocías.

Este momento de paz entre nosotros dos es interrumpido por una voz femenina que no esperaba escuchar.

—¡YOSHIIIII! —Igual que un soldado entrenado, me doy media vuelta y espero alerta a que la fémina con aspecto humano se acercara—. ¡REGRESASTE! —En el momento que la humana salta hacia mí, reacciono a tiempo para poder atraparla; llevando a que los dos nos diéramos un abrazo.

—¡¿ROXY?! —estaba impactado al verla—. Pensé que seguías en Italia.

—Regresé hace unos meses —ella cada vez apretaba con más fuerza—. ¿Por qué no me llamaste?

—Porque perdí tu número. ¿Por qué no viniste a visitarme cuando volviste?

—Me olvidé dónde vivías —ella se reía.

Hablar de Roxy es hablar de una de mis primeras amistades del muelle. La conozco desde mucho antes que visitara el muelle, al parecer, nuestras madres se conocían; pero nunca hicimos migas hasta mucho más adelante. Diría que nuestra amistad empezó cuando yo tenía 14 y de ahí nos fuimos conociendo mejor; al punto, en que nos volvimos hermanos del alma.

—¡Ejem! —Bianca interrumpía el reencuentro sorpresa, con un pequeño gruñido—. ¿Quién es ella?

—Estoy detrás de ti —Bianca se gira, hacían donde estoy, y podía ver su expresión de molestia—. Bianca, ella es Roxy —nos terminamos liberando del abrazo—. Es mi primera amiga del muelle, y con alguien que compartí muchas historias.

—Ya veo… —Lo decía en un tono muy sarcástico.

—¿Pasa algo? —ver su rostro enojado, fue suficiente para que mis neuronas dedujeran que pasaba—. ¡AH NO! Es solo una amiga.

—Bueno, en su momento tú sentías algo por mí —eso no ayuda…

Un golpe seco de la cola de Bianca, más su expresión de enfado, hace que tenga que cortar de raíz el malentendido.

—En serio, Bianca, nunca hubo algo entre nosotros dos —me rascaba por debajo del mentón—. Ella va contra la corriente —Bianca me mira confundida—. Qué batea para el otro lado.

—Ah —en pocos segundos, esa expresión de enfado, se convirtió en una de vergüenza—. Yo, lo siento por eso.

—Descuida chica —decía Roxy con mucha energía—. El que debería preocuparse es Joe —Roxy se acerca un poco a Bianca—. La verdad, tienes unos ojos grises preciosos —antes de que mi amiga intente algo con mi novia, la tomo del cuello de su chaqueta y la traigo hacia mí—. Estoy jugando.

—Tienes una amiga... Bastante exótica —creo que se ruborizó por culpa de Roxy y su intento de ligársela.

—Tranquila, no pienso robarle la chica a mi hermano.

—¿Hermano?

—Ella me llama así —dije—. Nos conocemos hace mucho tiempo, y como éramos de los pocos humanos que visitaban el muelle, nuestra amistad se volvió como una hermandad —empiezo a molestar a Roxy con su cabello, ya que ella odia que la despeinen—. Y como es 1 año menor que yo, le digo que es mi hermanita.

—Ya para —ella se escapa de mis manos y se acomoda el cabello—. Veo que están en una cita.

—Creo que es algo obvio —se lo digo en un tono jocoso a Roxy—. ¿Y qué cuentas de interesante?

—Pues estoy grabando mi primer disco —se me forma una sonrisa al escuchar eso—. Es más, tengo la portada del álbum.

—A ver —ella se me acerca a mí y me enseña la foto en su teléfono—. Vaya.

Era una foto de Roxy de espalda, en donde solo llevaba puesto un pantalón y tenía el torso desnudo. Lo que más destacaba de la portada, no era ni las flores que decoraban el fondo o la espada que tenía en sus manos, sino las escamas que brotaban de su espalda.

—¿Estás segura de mostrar eso?

—¿Por qué tengo que ocultar lo que soy? —ella lo decía en un tono muy orgulloso—. Además, la controversia y la polémica venden.

—Razón, no te falta —yo se lo dije en su momento—. Oye, me junté con Julio y compañía, ¿Quieres venir con nosotros?

—¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que voy —ella se acerca a Bianca y la abraza, al punto que Bianca se asusta un poco—. Además, puedo conocer un poco mejor a mi cuñada.

—¿Cuñada? —vuelvo a separar a Roxy de Bianca.

—Discúlpala, es un poco demasiado cariñosa —miro a Roxy con seriedad—. Compórtate.

—De acuerdo… —en serio, parecemos hermanos.

Estaba feliz de verla de vuelta, es gratificante ver que aún tiene esa euforia que tanto la caracteriza; sobre todo ahora que no reniega sobre su mestizaje. Cuando ella tenía dieciséis años, me contó que era un híbrido y que no se sentía cómoda con las escamas de su espalda. Al verla tan preocupada por eso, yo tan solo le dije que no tenía que renegar de lo que es.

“No importaba si era humana, dinosaurio, hibrido o pingüino; todo lo que te hace grandiosa es lo que realmente vale. Y no importa lo que pasé, nuestra amistad seguirá intacta” Eso fue lo que le dije.

Con el tiempo, ella dejó de ocultar su secreto al resto del grupo, y todos nos pusimos felices de que pudiera confiar en nosotros para contarnos eso. Es por eso que me sorprende que decidiera exhibir sus escamas para su álbum debut.

En lo que regresábamos con el grupo, la semi-humana hablaba con más serenidad y empezó a indagar de preguntas a Bianca.

—Entonces, ¿Hiciste una escultura de la cara de Joe? —Roxy tenía demasiada curiosidad por conocer a la chica ciega.

—Sí. Tuve que entrenar mi memoria muscular y poder recordar cómo eran los rasgos de él —ella se veía contenta al contar eso—. También estuve entrenando con otros rostros.

—Cool. ¿Existe la posibilidad de que puedas hacer una escultura de mi rostro?

—Si no tienes problemas de que te llene la cara con barro o arcilla, no tengo ningún problema.

—Tranqui, no soy como tu novio —Roxy me miraba con malicia—. Para lo masculino que se ve, le da mucho asco ensuciarse.

—¿En serio? —puta madre Roxy…

—Es que me da cierto asco las cosas húmedas o viscosas, no me gusta esa sensación en la piel —miró a la híbrida—. Al menos yo no le tengo pánico a las palomas.

—Al menos lo mío es más justificable —lo decía un poco ofendida—. Son ratas aladas.

—Aún me acuerdo cuando huiste de una bandada de palomas y gritabas como loca.

—Lo dice el que perdió una apuesta y en Halloween se disfrazó de… —Me abalanzo sobre ella y le tapó la boca con mi mano.

—¡Esa historia no se va a contar! —siento como algo húmedo en la palma de mi mano—. Hija de puta —sacó mi mano de su boca porque ella la estaba lamiendo.

—No vuelvas a hacer eso —ambos dejamos de discutir al escuchar la risa de Bianca—. ¿Qué pasa?

—De verdad parecen hermanos por cómo actúan —ambos nos sentimos un poco avergonzados por nuestra actitud tan infantil—. Oye, Roxy, dijiste que estabas haciendo un álbum. ¿Acaso cantas? —la semi-humana sonreía con la pregunta.

—Por supuesto. Llevo los últimos dos años produciéndolo y finalmente conseguí que una disquera lo aceptara.

—¿Tienes alguna canción para escuchar? —Roxy se excitaba al ver el interés de Bianca por su música.

—Deja que busqué la demo en mi teléfono.

Y así, mientras íbamos caminando por la feria, estuvimos escuchando algunas canciones que había compuesto Roxy. No seré el mayor conocedor de música, pero al menos puedo decir que suena bien y que la voz de ella le da un toque seductor a la canción. Lo que más llama la atención, era que cantaba en italiano.

Ya a lo lejos, pude visualizar a la pandilla, y para mi sorpresa, estaban Tito y Roberto, los hermanos de Julio.

—No puede ser —Roberto se acerca a mí y nos damos un apretón de manos—. Tiempo sin verte.

—Lo mismo digo —miró sobre el hombro de Roberto y saludó a Tito—. ¿Cómo andas, Titi?

—Fatigado —bramaba cansado—. Nos humillaron 5 a 1 “los europeos” —el menor de los tres hermanos mira hacia donde estaba Bianca—. ¿Quién es ella?

—Es mi novia —Titi me daba una sonrisa juguetona.

—Se nota que, desde la starysaurio, no dejas el dinopussy.

Yo me quedo mudo por su comentario.

Antes de que pudiera hacerle cualquier cosa al pequeño de los Oliveira, Roberto se me adelantó y le dio un golpe seco en la cabeza.

—¡Auch! ¿Por que você me bateu?

¿Eu tenho que te contar? —el hermano del medio se veía molesto— Ele voltou e a primeira coisa que você pode dizer é dinopussy.

Mas isso não lhe dá o direito de me bater —ambos hermanos empiezan a pelear entre ellos dos y Julio tiene que interferir para separarlos.

Parem com isso —ya parecían los tres chiflados discutiendo—. Estamos aquí para divertirnos—. Tras calmar a sus dos hermanos, Julio me mira—. Cambiando de tema, mis hermanos dijeron de jugar un partido contra “los europeos”. ¿Te apuntas?

—Claro, estaría genial recordar los viejos tiempos. Pero avisen cuándo es, que debo organizarme.

—Pues sería ahora —mi reacción fue de disconformidad.

—Viejo, en otras circunstancias te digo que sí, pero ahora estoy con Bianca —siento la mano de la raptor sobre mi hombro.

—Ve —ella me da una sonrisa amigable—. No me molesta que te diviertas un rato con tus amigos.

—Pero, ¿qué harás mientras?

—Nosotras la cuidamos —dicen las diablillas.

—Y yo también —agrega Roxy con demasiada energía—. También es una gran oportunidad para conocer mejor a Bianca —ya me estoy arrepintiendo…

—Vamos, Joe —Julio me da unas palmadas en la espalda—. Si no perdiste el toque, seguramente ganamos rápido.

—Carajo… —doy un aplauso—. Vamos a ganar —me acercó a Bianca y le doy un beso rápido en los labios—. Regreso pronto.

—Cuídate.

—Y ustedes tres, no hagan nada que me deje en ridículo —mirando al trío de féminas—. Sobre todo, tú, Roxy.

—Tranqui, prometo no contar nada humillante sobre ti.

—Más te vale —miró a los hermanos Oliveira—. A jugar.

Toda la pandilla fue hasta la cancha, donde se encontraban un grupo de dinosaurios haciendo un pequeño espectáculo de fútbol y haciendo trucos con el balón; llevándose parte de la ovación del público. En el momento en el que abrimos la puerta de metal, vemos cómo los dinosaurios dejan de jugar con el balón y se nos quedan viendo.

—Miren, quienes regresaron —dijo el hadrosaurio que llevaba indumentaria marca Mike puesta—. Veo que trajeron refuerzos.

—¿Cómo te encuentras, Dimitri?

—Bastante bien, tú, ¿cómo estás?  —se le forma una sonrisa fanfarrona—. Por qué, con las pintas que me llevas, se nota que no estás bien.

—Aun si me encontrara en silla de ruedas, te volvería a ganar como las anteriores veces —no me iba a dejar ningunear por él.

—Se nota que no perdiste el carácter —se me acerca y quedamos cara a cara—. ¿100 $?

—¿200 $? En un vale todo.

—Trato hecho —nos damos un apretón de manos para sellar el trato—. Que gane el mejor.

—Y ese seré yo —nuestras miradas trasmitían lo peor de los dos, nuestro lado más competitivo.

Es muy común que, en el muelle, cuando se compite en la cancha de fútbol, apostar dinero. Y en especial, si el dinero que puedo ganar proviene de Dimitri, se disfruta el doble.

Con la apuesta sellada, cada equipo fue para su lado de la cancha y nos pusimos en nuestras posiciones. Julio siempre fue el que mejores reflejos tenía, por eso iba al arco. Yo siempre jugué como defensor, no tengo gran técnica para gambetear al rival, pero por mi resistencia y mi terquedad, soy un muro difícil de pasar. Dejando en la delantera a Tito y Roberto, los mellizos maravillas; dales tres segundos de ventajas y te harán un gol.

Por otro lado, tenemos a “Los Europeos”; un grupo de dinos que nos habremos enfrentado miles de veces en esta cancha. En el tiempo en que yo jugaba en el muelle, era muy común que, en los torneos, los ganadores fuéramos nosotros o ellos; al punto que se volvió una rivalidad de varios años. Si hay algo para aclarar, nunca hubo mala relación entre ambos equipos, siempre fueron partidos honestos y competitivos; pero, eso no significaba que no fuéramos a jugar rudo.

Como los europeos ya estaban en la cancha, ellos iban a hacer el saque inicial. Estaba un poco ansioso, era la primera vez en años que jugaba de vuelta al fútbol, y, sobre todo, en un vale todo. Dimitri se encontraba en el centro, y cuando pateó la pelota, inició el partido.

Tito fue directo a interceptar el pase e intentar de tomar el control del esférico. Viendo que el simio se acercaba, el dinosaurio pateó la pelota contra la reja para que el balón rebotara y su compañero pudiera dominarla.

No me lo pensé dos veces y fui directo al balón, lanzándome contra el suelo y realizando una barrida. En el piso, lanzó la pelota hacia la nada, esperando a que alguno de mis compañeros llegara. Por suerte, Roberto había llegado al balón, y de primera, pateó hacia el arco; logrando sorprender al arquero; dejando el marcador en un 1 a 0. Como era de costumbre, a los Oliveira les encantaba celebrar cada gol con un pequeño bailecito.

Los dinos no se quedaron atrás, y en el momento que sacaron del medio, patearon directo al arco; lo que hizo que Julio se tuviera que lanzar para bloquear el gol. Pero aun salvando la portería del primer balón, Dimitri aprovechó el rebote e hizo el primer tanto, dejando el marcador igualado.

—Esos $200 serán míos —me decía de forma burlesca el hadrosaurio.

—Aún es temprano para cantar victoria —recibo el balón y me dirijo al centro de la cancha.

En el momento en que miro a mis compañeros antes de hacer el saque, les hago unas señas con la mano, indicando que era hora de sacar nuestras jugadas. Dirijo mi atención hacia Julio, y con los dedos, le hago el número 2.

Al patear el esférico, fue directo a Julio, y sin pensarlo, golpeó el balón tan fuerte que cruzó casi toda la cancha; donde estaba Roberto para recibir el balón. Al bajarla con el pecho, se cruza con un defensor, y con una simple gambeta, logra pasar al oponente, dejando cobertura para un segundo gol. Sin embargo, un anquilosaurio empuja con fuerzas a Beto y le roba el balón. Su mellizo salió directo a recuperar la pelota, pero el tamaño y fuerza del dinosaurio; superaba en todo aspecto a Tito.

Sin miedo, fui directo al choque con el anquilosaurio y quedamos en un duelo para ver quién de dos dominaba la bola. De forma bruta, le hago una pequeña traba a mi rival, haciendo que caiga al piso y pierda el dominio del esférico. En el momento en que estaba a punto de tomar el control de la situación, el anquilosaurio usó su cola para hacer un pase a su compañero; lo que dejó vía libre para su segundo gol. Tras recibir el segundo tanto en contra, le doy la mano al dino para que se levante del suelo.

—¿Sin rencores?

—Es un vale todo —decía calmado—. No pienso contenerme, aunque seas un humano —nos damos un choque de puños y cada uno fue para su mitad de la cancha.

Y el resto del partido, fue un ida y vuelta, para mostrar quién era el mejor equipo en la cancha. Gracias a pequeñas aberturas, pudimos tomar la ventaja y lograr poner el marcador a nuestro favor; en un 3 a 2. Lastimosamente, la ventaja no duró tanto, ya que, con otro gol rápido, los europeos igualaron el marcador 3 a 3.

Tito hizo el saque y me pasó la pelota a mí. Con el esférico en mis pies, avanzaba hasta la mitad de la cancha, en donde se encontraba el anquilosaurio bloqueándome el camino. Intente hacerle un sombrero con la pelota, y para mi sorpresa, salió mejor de lo que esperaba. Logré pasar al dinosaurio, pero como el balón rebotó en la punta de su rabo, tuve que correr un poco más para tomar el control del balón, dándole tiempo a Dimitri de bloquearme el paso.

Estando cara a cara, intentaba buscar cualquier espacio para realizarle una finta, pero se me hacía imposible pasar. Fueron varios segundos de mí defendiendo el balón para que el hadrosaurio no me la robara. Viendo que Tito se encontraba solo, realizó un pase; que pasó entre las piernas de Dimitri.

Cuando Tito quedó cara a cara con el arquero, le hizo un amague con la pelota y realizó el cuarto gol; solo faltaba uno más y ganábamos. Toda nuestra atención estaba en recuperar la pelota y anotar el último gol.

Dimitri hace el saque del medio y yo salí disparado por la pelota, yendo directo a la ofensiva. Me quedé presionando al anquilosaurio y forzándolo a que tuviera que hacer un pase; ya sea al arquero o algún compañero.

Y logrando el cometido, el dinosaurio lanzó un pase que fue interceptado por Roberto. Con el dominio de la bola, Beto hace un pase elevado a Tito, recibiendo la pelota y realizando una chilena consecutivamente; anotando el quinto gol, dejando el marcador final en un 5 a 3.

Al finalizar el partido, fuimos todos a abrazar a Tito por el tremendo gol que había realizado.

Vai ser sequência de vapo, Vai ser sequência de vapo —íbamos tarareando todos, mientras bailábamos por nuestra victoria—. Vapo, vapo, vapo, vapo —en lo que celebrábamos, Dimitri se acerca a mí.

—Un trato es un trato —saca $200 de su billetera.

—Gracias —agarré los billetes y los guardé en mis bolsillos—. Ahora —le devuelvo los $200 al hadrosaurio—. Ahora anda a comprar unas cervezas para todos, que la noche es joven —él se reía de mí.

—Se nota que no cambiaste nada —chocamos los puños e hicimos el gesto de que explotaba—. Bienvenido de regreso al muelle, Joe.

Con el partido terminado, salgo de la cancha y me dirijo a la tribuna en donde se encontraban las chicas. Me quedé unos segundos viendo desde lejos cómo Bianca charlaba con mis amigas; me ponía muy contento verla divertirse. Roxy nota mi presencia y me acerco lentamente hacia ellas.

—¿Cómo se encuentran, chicas?

—Genial —dijo Mei—. Bianca nos contaba algunas de sus historias —ella me miraba sorprendida—. No sabía que tenías un lado tan romántico, Romeo —las chicas se reían un poco de mí.

—¿No puede un hombre mostrar su lado más sensible sin que se burlen? —lo decía de una forma muy sarcástica—. Aunque por lo que veo congeniaste muy bien con las chicas, Toph.

—Sí —la raptor estaba muy contenta—. Y escuché varias historias sobre ti —oh mierda…

—¿Y qué te contaron? —estaba preocupado por cualquier cosa que le hayan contado.

—Acércate —me acerco un poco a ella, y siento cómo su mano toca mi hombro—. Más cerca —ya nuestras caras estaban a centímetros, y para mi sorpresa, me dio un beso en los labios—. De que eres un gran amigo.

—Je, je —ya me puse rojo de la vergüenza—. Me estaba preocupando por nada.

—Tranquilo, nada de lo que digan puede cambiar lo que siento por ti —se me forma una sonrisa al escuchar eso—. Yoshi —esa última parte lo decía riendo.

—¿Le dijiste lo de Halloween? —miró con cierta molestia a Roxy.

—Lo siento, no pude evitarlo.

—Agradezco que no puedas ver las fotos —Bianca se reía por mi comentario.

—¡Oigan! —grita Julio desde la cancha—. Vengan, que seguimos la fiesta aquí —fuimos todos a la cancha, y el resto de la noche, la pasamos bebiendo y jugando.

Estuvimos por varias horas entre todos charlando y riendo. Para recordar viejos tiempos, me enfrente a Li a una competencia de baile, para ver qué tan oxidado estaba. La diferencia entre nosotros dos era abismal, y aunque recurriera algunas volteretas o acrobacias de lucha libre, la oviraptor me venció sin mayor dificultad.

De forma inesperada, las hermanas Feng le quisieron enseñar algunos pasos de baile básicos a Bianca, ya que ella les había dicho que le gustaría aprender a bailar. Al principio fue difícil, ya que la raptor se movía con bastante miedo. Pero a medida que pasaban los minutos, ella se fue relajando, incluso tras caerse un par de veces.

Mientras todos se divertían, yo estaba con la espalda recostada en la reja acompañado de Roxy; poniéndonos al día sobre nuestras vidas.

—¿Te gustó más el sur de Italia o el norte? —le daba un pequeño sorbo a mi lata.

—Y es complicado —ella ponía sus brazos detrás de la nuca—. Por un lado, está Milán, con su glamour. Y por el otro está Nápoles, con su belleza más tradicional. ¿Se vale decir ambos?

—No. Debes elegir sí o sí.

—Mmm… —se toma unos segundos en pensar—. El norte —ella se terminaba su lata y la dejaba a un costado de ella—. Mi turno de preguntar, ¿cómo te hiciste esa cicatriz? —ella señalaba mi cuello.

—Luchando —creo que ya me había acostumbrado a contar esto—. Sufrí una mala caída y me tuvieron que operar.

—¿Se lo dijiste alguno de los chicos?

—No. Ninguno lo notó o lo ignoraron —me giro para ver a la semi-humana—. Eres a la primera que lo notó.

—Perdón por no estar para ti en ese momento —cuando dice eso, le hago una pequeña caricia en el cabello.

—No tienes de qué disculparte —me terminó mi lata y la lanzó contra el cesto de basura, fallando en el intento—. Tú estabas a varios kilómetros de distancia viviendo tu vida. Además, no tienes de que preocuparte, estoy mejor que nunca.

—¿Por qué eres así? —me la quedo mirando confundido.

—¿Así cómo?

—Con eso, de que no quieres preocupar a otros —ella se recostaba su cabeza en mi hombro—. Siempre estás atento por si alguien está mal y das una mano, pero cuando eres tú el que lo necesitas, haces como si no importara.

—Te soy sincero, ni yo lo sé —un pequeño resoplido salía de mi nariz—. Tal vez deba empezar a replanteármelo.

—Deberías —ella pasa su brazo por detrás de mi espalda y me abraza—. Te extrañé mucho, Joe.

—Yo igual —paso mi brazo detrás de su espalda y también la abrazo—. Lo más probable es que regrese al muelle en algún momento —mis ojos veían cómo todos se estaban divirtiendo—. Es la primera vez, en mucho tiempo, que me divierto así.

—Eso sería cool. —ella saca su teléfono del bolsillo de su campera y me lo da—. Pásame tu número de teléfono. Así me aseguro de que no te olvides de mi número.

—Por supuesto —empiezo a escribir mi número en sus contactos—. Listo —en un momento, escuchamos varios gritos por parte de los chicos—. ¿Vamos a ver qué están haciendo?

—Claro —me levanté del suelo y ayudé a Roxy a levantarse.

Cuando nos acercamos al grupo, podíamos ver cómo los mellizos se burlaban de su hermano mayor. Dimitri dice que estaban jugando con la pelota, y para sorpresa de todos, Bianca tocó el balón e hizo un gol; eso explicaba por qué Bianca estaba tan feliz celebrando. Julio se excusaba de que se dejó hacer el gol, pero nadie le creía.

Ya eran más de la 1am, y la mayoría de los puestos de la feria, ya estaban cerrados. Para que no se hiciera más tarde para Bianca y para mí, nos fuimos despidiendo de cada uno del grupo. Al parecer, Toph tuvo bastante química con las chicas; hasta el punto que ya está organizando con Roxy para hacerle una escultura del rostro. Mientras nos alejábamos de la multitud, Bianca se notaba muy energética, pero su rostro, también denotaba cansancio.

—¿Cómo la pasaste?

—Increíble —su cola se movía de izquierda a derecha con mucho entusiasmo—. Se me hizo un lugar mágico —ella me toma del brazo y seguimos caminando—. ¿Por qué dejaste de venir?

—Porque fui un idiota —creo que ese es el mejor resumen.

—¿Por qué lo dices?

—Por muchos factores —ahora que lo pongo en retrospectiva, me doy cuenta de lo imbécil que era en el pasado—. Cuando terminé el instituto y me enfoqué demasiado en mi carrera como luchador, fui olvidando quién era realmente —mi obsesión por ser el mejor, fue mi mayor pecado—. La ruptura de mi primera pareja, mi fijación por ser el mejor de la industria y alejarme de todo lo que fuera una distracción para mí, solo provocó en que me convirtiera en alguien que nunca quise ser.

Salimos del parque y seguimos caminando hasta la parada del bus. Miraba a mis alrededores, y en mi cerebro, se reproducían varios recuerdos que tuve en este lugar; ya sean gratos momentos, como pequeñas desgracias que viví.

—Es por eso que tuve miedo de haberla cagado con la discusión —me temblaba un poco la voz—. Desde que llegaste a mi vida, las cosas a mi alrededor, tomaron otro color —agarró su mano con fuerza—. No quiero arruinar lo que tenemos —Bianca me tira un poco hacia abajo, acercando mi cara a la suya, y me da un beso en la mejilla.

—Ya te dije, ya pasó —su sonrisa ayudaba a calmar mi corazón—. Todas las parejas tienen malentendidos o discusiones. Desde que nos conocimos, nada fue normal en nuestra relación —ella se mofaba un poco de mí—. Quiero decir, nuestra primera interacción no fue muy normal, que digamos —me reía un poco.

—Tienes razón —llegamos a la parada y nos sentamos en una banca a esperar que el bus aparezca.

—En otro momento, te devuelvo el favor y te llevo a mi lugar favorito.

—Voy a esperar eso con ansias —ella acomodó su cabeza sobre mi hombro y yo puse mi cabeza sobre la suya.

—Me alegra que me mostraras un poco sobre tu mundo —ella acariciaba mi brazo—. Te quiero mucho, Joe.

—Yo también te quiero, Bianca.

Nos quedamos esperando en silencio a que apareciera el bus y ambos pudimos aprovechar de un momento tranquilo entre nosotros dos. Cuando llegó el bus, tuvimos un viaje bastante rápido; no había nada de tráfico en la ciudad por la hora. Dejé a Bianca en su casa y nos despedimos con un cálido beso en los labios. Regrese caminando hasta mi casa para poder dormir algo tras una noche muy movida.

Al abrir la puerta, siento un silencio de ultratumba; es posible que mamá esté durmiendo. Cierro la puerta con cuidado y me dirijo al living para dejar mis cosas. Sobre la mesa de la sala de estar, veo una pequeña caja de madera con fotos; por curiosidad, me acercó a investigar el contenido de las mismas.

En la mayoría de las fotos se podía ver a una niña humana en diferentes lugares de un poblado. En casi todas las imágenes, se encontraba a la niña sola; excepto en tres fotos. En la primera se ve con una chica casi de su misma edad, se ven que están jugando por los varios juguetes que hay en el suelo. La segunda foto, era de una familia cenando en la casa de su casa, aunque por el rostro de la niña, no parecía tan feliz estando con ellos. Y en la última, podía ver cómo su cara radiaba energía a lado de una señora estegosaurio; se ve que ya tenía sus años la dinosaurio por las arrugas. Al ver con detenimiento las fotos, me doy cuenta de quién era la niña de las fotos; era mamá.

—En esas fotos tengo 7 años —me volteo rápidamente y veo a mi madre detrás de mí, apoyada sobre la puerta de su cuarto—. Era cuando vivía en Sicilia, más específico en Palermo —ella se sienta a lado mío y me empieza a señalar quiénes eran los de las fotos—. Él es tu abuelo Bruno, ella es tu abuela Fiorella, y la niña de la otra foto, es tu tía Ariana —se notaba por su expresión, que no le gustaba hablar de esto—. Tu abuelo no era un gran hombre y tampoco un buen padre, se la pasaba tomando en bares y engañando a mi madre con cada mujer que conocía —ella apretaba su puño con ira—. Él nos abandonó cuando yo tenía 10 años.

Me quedé en silencio, dejándola hablar en paz.

—Mi madre, se convirtió en una bruja después de que tu abuelo la dejara. Se volvió innecesariamente estricta y odiaba a cualquier hombre que pisara la casa; hasta el punto de cambiarnos de escuela a una que solo admitían niñas —cada palabra que salía de su boca, era como si un grillete se soltara de ella—. Y tu tía, Ariana, escapó de casa cuando ella cumplió los 16 años; nunca pude volver a contactar con ella —tanto su cara como su voz, expresaban cierto disgusto al recordar eso—. Esa acción de mi hermana, hizo que mi madre me culpaba por cada desgracia que le pasaba en el mundo, incluso llegando a maltratarme físicamente —ella guarda las fotos en la caja—. Tal vez por eso soy algo agresiva cuando me enfado, je.

—¿Y ella? —tomó la foto de mi madre con la estegosaurio.

—Ella era mi profesora de idioma, esa mujer fue la que me dio una meta para alcanzar —sus labios formaban una sonrisa melancólica—. Me propuso que, cuando cumpliera dieciocho, ambas nos íbamos a mudar a Estados Unidos —ella se limpiaba una pequeña lágrima de su rostro—. De alguna manera, la vi como una madre. Sin embargo, ese sueño no lo pudimos cumplir.

—¿Qué pasó? —mi madre le toma varios segundos en dar una respuesta, intentando contener las lágrimas.

—Murió cuando yo tenía 16 años —ella se mordía el labio inferior—. Sufrió una falla cardiaca, y esa vez no se pudo recuperar —una pequeña cascada se formaba en su rostro al contar eso—. Es que, por eso, honró su memoria llevando su nombre.

—¿Honrando? —estaba muy confundido.

—El nombre de esa mujer era Giselle Calcare —me dejó mudo esa respuesta—. Mi nombre antiguo era Paola Immobile. Cuando migré a este país, me cambié el nombre para cortar lazos con mi familia. Es por eso que… —la interrumpo con un abrazo, antes de que siga sufriendo por abrir heridas del pasado.

—Ya es suficiente, mamá —estaba por llorar—. Lo entiendo.

—Joe —ella me termina dándome un abrazo aún más fuerte—. Perdóname por todo, pensé que lo mejor sería enterrar el pasado y olvidarlo —ella lo decía entre llantos.

—Sé que te exigí para que me contaras sobre mis raíces maternas, pero no quiero que sea de esta forma —perdóname por ser un cretino—. Quiero que me lo cuentes cuando estés preparada. Si te haré sufrir por destapar tu pasado, prefiero no saberlo —mis ojos se humedecieron—. Te amo, mamá.

—Yo también, hijo —estuvimos en ese abrazo por varios minutos.

Creo que ahora lo sé, Roxy, la razón por la que evito preocupar a mis seres queridos; es que no quiero verlos sufrir por mí. Después de dejar nuestras emociones en la mesa, pude tener una conversación más tranquila con mi madre. Le pedí que, cuando se sintiera cómoda, me contara todo lo que quisiera sobre su pasado; pero, por mi parte, yo no iba a volver a sacar el tema. 

—Gracias por entender —ella se limpiaba las pocas lágrimas que quedaban en su cara.

—Solo prométeme que ya no me ocultarás nada —la miro con seriedad—. Estoy cansado de tantas mentiras.

—Lo prometo —ella me da una débil sonrisa materna—. Yo también estoy cansada de escapar de mi pasado.

—¿Y que harás ahora? ¿Te debo llamar Paola o Giselle? —ella se reía levemente.

—Para ti, soy tu madre. Y con eso basta —le doy una pequeña sonrisa.

—De acuerdo…

Mamá

 

Notes:

Bueno, bueno, bueno... ¿Cuál es el mensaje importante que tenía pa ustedes? Algo simple, Arte +18.

Tras hablar con una artista, acepto dibujar sin ningún problema algo NSFW relacionado con el fic.

Así que, si les interesa que salga a la luz ese dibujo, vayan al siguiente link de Twitter y completen la misión. Este mensaje será promocionado nada más acá, y cuando tenga un avance del dibujo. Fuera de ahí, no habrá más intervención mía.

Link del tweet en cuestión: https://x.com/Patata2251/status/1861564534168687043

Y con nada más que decir, me despido, Chao.

Chapter 20: La noche esperada

Notes:

Buenas gente, regresamos con otro capitulo.

Disfruten.

Chapter Text

Ya habían pasado casi dos meses desde la cita en el muelle, y por suerte, tras esa noche, todo fue mejorando.

A lo largo del mes de enero, mi madre, con ayuda de Frank, pudieron juntar suficiente dinero para pagar la clausura; o bueno, lo justo y necesario para volver a abrir el taller. Debido a los hermosos trámites burocráticos, las cosas se complicaron un poco y los costos iniciales aumentaron bastante. Por suerte, mi madre decidió tragarse su orgullo por una vez y le pidió algo de dinero al tío Tony. Él aceptó encantado en ayudar a la familia y le dijo que no era necesario que devolviera el dinero. Y aunque mi madre parecía molesta por eso, en el fondo, ella estaba agradecida por ese gesto.

Por mi parte, desde a mediados de febrero, empecé a trabajar en el taller como el chico de los recados. Tal vez era un trabajo más físico que el de atender la caja registradora en una tienda, pero los horarios y la paga, eran mucho mejor; me permitía más tiempo para entrenar.

Otra gran novedad es que mi relación con Bianca está yendo excelente. Desde nuestra visita al muelle, empezamos a organizar muchas más cosas para hacer en pareja. Cada salida que teníamos nosotros dos, conocíamos un poco más sobre el mundo del otro.

Yo me dediqué, en estos últimos meses, a mejorar mi escritura en braille, al punto de que ya lo estoy incorporando en mi día a día. En nuestra última cita, para aprovechar mis nuevos conocimientos en la escritura, le regalé una poesía escrita en braille. Realmente, no tenía buena prosa, creo que incluso había varias partes que no rimaban; pero a ella le gustó el gesto y con eso me sentía satisfecho.

Mientras yo seguía mejorando mi caligrafía con puntos, Bianca fue aprendiendo más sobre mis gustos, y cada vez que le hacía alguna pregunta sobre lucha libre, ella respondía correctamente. Incluso le hice un examen sobre datos curiosos del wrestling y ella sacó un 8 sobre 10 como nota.

También cuando ella tenía algo de tiempo libre, me acompañaba a mis entrenamientos, y después de quemar todas mis energías, íbamos por un café. No miento que haría lo mismo por ella y la acompañaría al estudio de arte, pero creo que a Víctor no le haría mucha gracia que el anticristo de las bellas artes pise su estudio; o así me dijo la última vez que fui a buscar a Bianca.

Igualmente, esta noche, era un día importante para mi chica; hoy era la muestra de arte. Fue difícil soportar y calmar a Bianca toda esta semana, no dejaba de hablar sobre la exposición de arte y lo eufórica que estaba de que ya fuera el día. Fue una tarea titánica que se relajara, porque a la primera que escuchaba algo relacionado con el arte, ella se ponía ansiosa.

Y, por último, la otra gran novedad es que Will ya encontró un departamento mejor para alquilar. El precio era razonable, y si dividíamos entre los dos los gastos, se hacía accesible vivir ahí. Mi futuro roomie me dijo que, para finales de marzo, se podía habitar nuestro nuevo hogar. Y debido a la emoción, empecé a empacar y a guardar mis pertenencias en cajas; aun sabiendo que faltaban dos semanas.

En estos momentos, me encontraba en mi casa terminando de organizar algunas cajas para la mudanza con ayuda de Will. Gracias al triceratops, el trabajo se hizo más llevadero.

—¿En serio piensas llevarte todo? —me decía Will mientras se sacaba un poco de sudor de su frente.

—No estoy tan loco para llevarme 30 cajas al nuevo departamento —cierro una caja y le pongo cinta para sellarla—. Solo quiero dejar este cuarto ordenado para cuando me vaya.

—Que es dentro de dos semanas —sonaba algo molesto.

—Es que me conozco, voy a dejar todo para último momento y seguro cometeré errores —levanto una caja y la guardo en el armario—. Por una vez en la vida, quiero comportarme de forma responsable.

Toda mi vida fui alguien que nunca se tomó las cosas con seriedad, siempre pensé que todo iba a fluir y se resolvería. Pero desde que salí del hospital, me di cuenta de que la vida da muchos giros; y esta vez, yo quería tomar las riendas de mi vida.

—Solo digo que no te preocupes tanto —Will me da una mano y subimos juntos una caja a la parte superior del armario—. Oye, ¿harás algo esta noche? Teníamos planeado con Helena y algunos colegas de la WSF de ir a un bar.

—No puedo, ya tengo un compromiso —miró hacia un costado—. ¿Me pasas esa caja que dice “niñez”?

—Claro —el dinosaurio de escamas verdes me alcanza la caja—. ¿Qué planes tienes?

—Bianca tiene una exposición de arte e íbamos a ir juntos —al ver que ya estaba casi todo ordenado, cierro el armario—. Después de la muestra, iremos a comer a un lugar bonito.

—Y después pasarán un momento a solas ustedes dos en este lugar —eso lo dijo con un tono picarón.

—¿A qué te refieres? —Will me miraba decepcionado por mi pregunta.

—Sé que no eres la persona más lista que conozco, pero hasta tú podrías razonar lo que quise decir.

—Te refieres a… —él asentía con la cabeza—. No, no se me cruzo por la cabeza —Will me miraba sin creerme una palabra.

—Es que ya llevan cierto tiempo juntos, se conocen hace un buen rato, no estamos lejos de la temporada de celos de los raptors…

—Will, no voy a presionar a Bianca con eso; quiero que suceda de forma natural.

—Solo digo, ya que tu madre no está en la ciudad por unos días, es el momento adecuado para que nadie te moleste.

—Will, cállate —sé que no se va a detener—. Acaso me ves capaz de encararla y decirle: ¿Bianca, quieres tener sexo? —Will se quedó mirándome con seriedad.

—¿Te digo la verdad o seguimos siendo amigos?

—Te odio.

—Sé que me quieres.

—Jódete —le saqué el dedo del medio.

Tras decir eso, me siento en mi cama para tomar un poco de aire y bajar la tensión que siento.

—Mira, quiero que nuestra primera vez salga bien. No quiero que salga perfecta, solo quiero que ambos podamos disfrutar ese momento —ya siento como la cara se me está calentando—. ¿Podemos dejar el tema hasta aquí?

—De acuerdo, no voy a seguir molestando.

—Gracias.

—Solo compra un paquete de condones, por si las moscas.

—¡WILL! —mejor no digo que tengo una caja guardada hace semanas, sino, él se seguirá mofándose de mí—. Terminemos de una vez, que ya no te soporto.

Finalmente, después de un par de horas, terminamos de ordenar mi cuarto y dejamos la mayoría de cosas preparadas para la mudanza.

Tras despedirme de Will, me quedé en mi cuarto pensando en lo que me dijo el triceraptop; no podía sacarme de mi cabeza lo que me había dicho. Eso solo provocó, que mi parte más primitiva, no dejara de repetir la palabra “sexo” en mi cabeza. Para despejar la cabeza, lo mejor que se me ocurrió, fue darme una ducha.

Mientras me bañaba, la sola idea de pensar que ESO podía llegar a pasar esta noche, hacía que mi cuerpo se sintiera más caliente; que incluso el agua fría no ayudaba a bajar esa calentura.

Las horas habían pasado y yo me estaba terminando de vestirme para el evento. Debido a la ocasión, intente elegir un conjunto más presentable que me permitiera mi ropero: una camisa blanca, un jean azul, unas zapatillas negras y el collar que me regaló Bianca.

Ya en la calle, en lo que iba caminando hasta la casa de Bianca, fui llamando al taxi para que nos llevara hasta el museo de bellas artes de Volcadera. Para mi sorpresa, la chica raptor estaba esperando en la puerta; me quede en silencio contemplando su belleza. Ella estaba usando un vestido negro que hacía resaltar su figura, en especial sus caderas. Ya más cerca de ella, llamó su atención.

—Se ve desde kilómetros que estás muy ansiosa —lo decía de una forma jocosa.

—Es mi gran noche, es normal que esté emocionada —ella estaba hermosa.

Gracias a la luz de la luna, sus ojos grises brillaban como dos perlas preciosas. No sé qué había pasado, pero el día de hoy, Bianca se veía mucho más atractiva que lo de costumbre.

—¿Joe?

—¿Sí?

—¿Escuchaste lo que dije?

—Eh… —creo que quede embobado con su belleza—. Me distraje con otra cosa. ¿Qué dijiste?

—Si ya llamaste al taxi —ella frunce el ceño.

—Si… —incluso molesta, se sigue viendo linda.

—¿Estás bien? Te escucho más distraído de lo habitual —sonaba preocupada.

—Claro, es solo que estoy pensando en que todo salga bien —se me escapa una risa nerviosa—. ¿Puedo pasar un segundo al baño? Es que tengo las manos sucias.

—Adelante, pero no tardes, que el taxi llegara en cualquier momento —ella me abre la puerta de su casa y voy directo al baño.

Cuando entro al baño, cierro la puerta y me dirijo al lavamanos. Para acto seguido, mojarme la cara y darme unas pequeñas cachetadas en la cara para despabilarme.

¿QUÉ DEMONIOS ME ESTÁ PASANDO? Ando más idiota de lo habitual, y eso es mucho decir.

En lo que pensaba en una respuesta, mi cerebro me recordaba el comentario que me había dicho Will y todo cobro sentido; ando más caliente que la punta de una plancha. Tomé un poco de aire para poder recuperar la compostura y me miré al espejo.

—Joe —me digo a mí mismo de forma interna—. Tienes que relajarte y calmar tus libidos —es más fácil decirlo que hacerlo—. Si tiene que pasar, va A pasar.

Después de bajar un poco los calores, salgo del baño y regreso a la puerta de entrada. Por suerte, aún no había llegado el taxi.

—Perdón la demora.

—No pasa nada —ella intentó darme la mano, pero, por error, me terminó agarrando mi nalga izquierda.

—¡Wow! —digo de forma exagerada—. Primero invítame un café y después vemos —mientras lo decía en un tono burlón, ella se ponía roja.

—Fue un accidente.

—Por suerte no agarraste otra cosa —aunque no me hubiera molestado que lo hiciera

—¡JOE! —al decir eso, ella se puso aún más roja.

En lo que yo me iba riendo, vemos cómo el taxi estaba por llegar. Bajamos las escaleras, y como haría un caballero, le abrí la puerta a Bianca para que pudiera entrar al auto. Ya en el vehículo, le pregunté a quiénes iba a ver en la muestra de arte. Bianca me dijo que nada más iba a estar Víctor, ya que su padre, debido a un caso, tuvo que viajar a otra ciudad.

Gran parte del viaje, Bianca no dejaba de hablar sobre todo lo que investigó sobre el concurso. Dijo que iba a haber un total de cincuenta jueces, en donde se encontraban: críticos de arte especializados, directores de universidades más importantes del país y miembros del comité de arte internacional. Cada juez puede votar por cinco obras, y las mejores calificadas, serán los ganadores. Por curiosidad, pregunté si ella sabía cuántos competidores había y su respuesta me dejó helado.

—¡¿Ciento sesenta y ocho artistas?! —estaba aterrado—. Ya para mí, estar entre los 50 mejores, sería un honor…

—No puedes pensar de forma tan pequeña —ella sonaba muy orgullosa—. Sé que mi obra estará entre las cinco mejores.

—Estoy impresionado —ella se volteaba y se notaba algo confundida.

—¿Por qué lo dices?

—Es la primera vez que te veo con tanta seguridad —ella sonríe—. Además, usaste de modelo al mejor rostro de toda Volcadera.

—Eres de lo que no hay —Toph lo decía entre risas.

El auto se detuvo y ayudó a Bianca a salir del mismo. Me acerqué a la ventana del copiloto y pagué por el viaje. Era la primera vez que venía al museo de la ciudad, y personalmente, quedé impactado al ver la gran decoración que habían armado para el evento. El camino de entrada estaba adornado con varias estatuas, tanto a su izquierda, como a su derecha. Algunas eran réplicas de esculturas muy populares, como el pensador, pero otras eran originales.

—Espera —me detengo en seco.

—¿Pasa algo?

—¿Nos podemos tomar una foto para recordar el momento? —ella se rascaba su mejilla con su garra.

—Si tú quieres, aunque no voy a poder ver la foto —ella señalaba sus ojos.

—¿Y si después la imprimo? —Bianca se veía confundida—. Tal vez no la puedas ver, pero si la tienes en físico, puedes conservar el recuerdo.

—¿Y sabes hacerlo?

—Sí, conozco una tienda cerca del gimnasio que revela fotos —me acercó a ella y esperó a que ambos sonriéramos—. Di, “Museo”

—Museo —tomé la foto y revisé cómo había salido.

—Carajo…

—¿Qué? —preguntó asustada.

—Te ves hermosa en la foto —ella me da un leve empujón.

—No me des esos sustos —después de su ataque, ella se acerca y me da un beso en la mejilla—. Vamos, que tenemos unas horas antes de la entrevista.

—¿Entrevista? —no entiendo a qué se refiere.

—A todos los competidores les harán una entrevista, para conocer un poco sobre sus procesos de trabajo y que los llevo a participar.

—¿Y cómo te sientes con eso?

—Un poco asustada, nunca en mi vida me habían entrevistado —una pequeña risa orgullosa se me escapa.

—Qué suerte tienes de que tu novio sabe manejarse con los entrevistadores.

—¿Cómo aquella vez en el parque que asustaste a esos chicos? —eso fue sucio.

—Eso fue diferente, esos eran unos raritos que vinieron a molestar —me masajeó la frente—. Solo tienes que transmitir seguridad en tus palabras y no dudar en tus respuestas.

—¿Y si me bloqueó? —se notaba algo incómoda.

—Voy a estar a tu lado para apoyarte —tomo su mano—. Tú solo confía en mí.

—Está bien.

Ambos entramos al museo y quedé maravillado, era el lugar con más clase en el que haya visitado en mi vida. Nos acercamos a la recepción, donde había un T-rex vestido con un traje negro. Él nos preguntó si veníamos como visitantes o si veníamos como participantes. Siendo obvias nuestras respuestas, cada uno recibió una credencial que indicaba que éramos.

Yo no dejaba de mirar para todos los lados, estaba impresionado por cada obra que había en el museo, aunque algunas eran bastante malas, como el inodoro de oro.

A lo lejos, noto un cuello púrpura largo a la distancia; era Víctor. Cuando nos acercamos, el pliosaurio se veía bastante feliz.

—¡Bianca! —él se acercó y le dio un cálido abrazo a su pupila—. Estaba esperando a que llegaras.

—¿Cómo te encuentras, Vic?

—Intrigado por ver los trabajos de otros artistas jóvenes —cuando mis ojos hacen contacto visual con los suyos, siento cómo su mirada penetraba mi alma—. Veo que vino el humano…

—También es un gusto verte —él me vuelve a ignorar y regresa su atención a Bianca.

—Niña, te quiero presentar a una vieja amiga —detrás de él, salé una diplocaulus de escamas amarillas, que vestía un elegante traje naranja—. Alena, te presento a mi aprendiz, Bianca.

—Es un honor conocerte —su forma de hablar era muy sofisticada—. Víctor me ha hablado de ti.

—¿Y qué le ha contado sobre mí?

—Qué eres una chica excepcional con el barro —se le forma una sonrisa amigable—. Incluso dice que eres de las mejores escultoras que conoció.

—Por favor, no exageren tanto —Bianca está muy feliz por los halagos—. ¿Y usted a qué se dedica?

—Soy la gerente del museo, por no decir que soy la dueña.

—¿Usted organizó todo esto? —pregunté sorprendido.

—Efectivamente. Llevo intentando, en los últimos siete años, que la exposición de jóvenes artistas se realizara en Volcadera.

—Debió ser difícil.

—Bastante —ella dirige su mirada a su derecha y vuelve a mirarnos—. Si me disculpan, tengo que ir a hablar con gente del comité. Fue un gusto conocerlos —con una agradable sonrisa, ella se despide de nosotros.

—Yo haré lo mismo —dijo Víctor—. Iré a hablar con algunos viejos colegas. Pasa una agradable noche, Bianca.

—Igualmente, Víctor.

—Joe —su mirada transmitía cierto asco—. No rompas nada.

—Lo tendré en cuenta… —sin quitarme los ojos, él se aleja. Y para cuando el dinosaurio de escamas púrpuras estaba bastante lejos de mí, lanzó un suspiro—. Aún no entiendo cómo mi madre salió con él en su juventud —me masajeaba la sien—. Ese hombre sí que me odia.

—Víctor no te odia —ella intentaba animarme—. Si realmente te odiara, no te hablaría —me agarró el puente de la nariz con mis dedos al oír eso.

—Mejor vayamos a explorar el museo.

—¿Acaso me harás de guía? —quedé estupefacto por esa pregunta.

—¿Estás segura de que quieres que sea tu guía? Ya te voy adelantando que serán un desastre mis explicaciones.

—Pues cuando narras las luchas, lo explicas de una manera muy entretenida.

—Amor, mis dotes artísticos los tengo metidos en donde no da el sol —ella se reía de mi respuesta.

—Al menos puedo ponerte a prueba, no creo que lo hagas tan mal —al ver que ella me suplicaba con su cara tierna, se me hizo imposible negarme.

—Espero que tenga sentido lo que vaya a explicar.

En lo que yo hacía mi trabajo como guía y experto en las bellas artes, Bianca se reía de cada explicación que daba. En mis intentos de sonar elocuente, decía varias palabras que sonaran intelectuales, llegando al punto que parecía un crítico pretencioso de arte.

Cuando llegamos a nuestra primera parada, entramos a una habitación, donde se encontraban varias obras del mismo artista, mientras que, de fondo, sonaba una música clásica para dar ambiente. Bianca, de una forma exagerada, comienza a hablar en un tono extravagante; como si fuera uno de esos millonarios que lavan dinero comprando obras absurdas.

Ella me preguntaba qué expresaba toda esta pieza audiovisual y yo, de una forma convincente, le empecé a explicar que el artista nos quería narrar la historia de cómo un individuo, posiblemente el propio artista, nos contaba sus experiencias de vida.

Al salir de la habitación, vi a un conjunto de personas cerca de un escenario, donde se encontraba un dinosaurio, vestido con ropa de marca, subastando cosas. Nos quedamos viendo y escuchando cómo iba evolucionando la situación; algunas cosas que se estaban vendiendo, eran obras bastaste buenas. Sin embargo, la obra que más se vendió fue un pincel viejo y arruinado que estaba manchado con pintura.

Según lo que explicaba el subastador, dice que este pincel pertenecía a un artista de renombre que murió hace poco. Y que esta fue su última gran obra, explicando, y posiblemente inventándose, el 90% de lo que decía, de que el pincel representaba la vida de uno y la pintura seca reflejaba todas nuestras vivencias.

No sabía qué me sorprendía más, que alguien gastara casi un millón de dólares para comprar eso o que el señor lograra vender ese pincel viejo. Pero, como dicen, si suenas convincente y seguro, todos se creerán lo que dices.

Mientras seguíamos recorriendo los pasillos del museo, nos detenemos enfrente de una pared blanca. Al principio no entendía por qué había gente mirando eso, hasta que noté una placa de metal que indicaba que era una obra de arte.

En mis intentos de explicar semejante estupidez, le digo a Bianca que la pared blanca representa un lienzo blanco que puede ser dibujado; un espacio donde podemos grabar nuestras experiencias. Para mi desagrado, las pocas personas que había ahí, se sorprendieron de mi explicación. Incluso, una señora, me elogio por mi forma tan bella de comprender esta obra. Cuando nos alejamos de ahí, tanto Bianca como yo, nos empezamos a reír a carcajadas por como mis estupideces sonaban convincentes.

Debo decir, que ninguna de mis explicaciones era buena, mucho menos tenía sentido. Pero lo que realmente importaba, es que Bianca estaba divirtiendo con todo esto.

—Y dime, Surowy. ¿Qué representa esta pintura?

—Gracias que preguntes, señora Toph. Delante de nosotros tenemos una pintura donde se ve un paisaje de la ciudad desde la cima de un edificio —aclaro un poco la voz, para sonar más esnob—. Por los colores que usó el artista, que fueron unas gamas de azules, grises y negros, nos quiere transmitir lo trágico del mundo, como hizo el escandinavo Jorgen Smukuwichijez —Bianca intentaba contener la risa, para que no se le escapara la risa de chanchito.

—¿Smukuwichijez?

—Estoy inventando sobre la marcha, solo disfruta —tras decir eso, regresó a mi personaje de crítico de arte—. Como le iba diciendo, Jorgen Skumifuchijez era un visionario en el expresionismo neo moderno nórdico gótico del siglo pasado —ya no sé qué estoy diciendo—. Pues esta pintura, representa todo lo que quiere expresar esta rama del arte.

Con la explicación que acaba de dar, me sentía un erudito del mundo del arte. Mientras yo me regocijaba en mi grandeza, una voz femenina hace que regrese a la realidad y recuerde que no tengo ni la menor idea sobre el arte.

—De hecho, esa pintura es un trabajo de paisajismo clásico —una voz femenina, interrumpe mi explicación—. Aunque tu explicación es mucho más divertida.

—Incluso sonó tan convincente que casi me lo creo —dijo un dilophosauro de escamas salmón.

—Disculpen si dije alguna tontería —lo decía mientras tenía una risa nerviosa.

—No pasa nada, cada persona percibe de forma distinta el arte —la chica de cuello largo me da una agradable sonrisa—. Y por lo que notó en su credencial, ella está participando en la muestra —Bianca se voltea en dirección de donde provenía la otra voz.

—Sí, teníamos pensado ir a donde estaba mi escultura —el chico de color rosado se sorprendió al oír eso.

—¿Eres escultora? —Bianca asintió con la cabeza—. Eso es tan cool.

—Disculpen las molestias —digo con cierta vergüenza—. ¿Pero les molestaría si los seguimos? Es que es la primera vez que venimos y estamos dando vuelta sin sentido.

—Para nada, bro —el dilophosauro me dio una gran sonrisa y un pulgar levantado—. Aún estamos esperando que dos amigos lleguen —él mira a la chica que lo acompañaba—. No tienes problema de que nos sigan, ¿verdad, Liz? —la brachiosaurio nos dio una sonrisa.

—Será interesante conocer a otra artista que compite —Bianca se emocionaba un poco.

—¿Ustedes compiten? —preguntó Bianca.

—Nosotros dos no, es nuestro amigo el que compite. Está compitiendo con algunas de sus fotografías —el chico de escamas salmón desbordaba energía—. Por cierto, yo soy Damien.

—Yo soy Joe y ella es Bianca —y de forma inesperada, terminamos explorando gran parte del museo con ellos dos.

Bianca había congeniado bastante rápido con Liz, al punto que las dos no dejaban de hablar sobre arte. Creo que llegue a escuchar que Liz tiene pensado dedicarse al negocio de la venta de arte y que ya está buscando socios para poder vender sus obras. Bianca sonaba muy interesada con esa propuesta.

Por mi parte, compartía muchas cosas en común con Damien y eso hizo que nos pudiéramos relacionar bastante bien. En el momento que mencione que yo era luchador, él puso una cara de sorpresa muy llamativa, como la de un meme viejo de internet.

El dino de color salmón me hacía las típicas preguntas sobre este deporte espectáculo: de si los golpes como la sangre son reales, de si de verdad son personajes o si realmente actuamos así en nuestro día a día. Algo que se me hacía chistoso de ver era como la relación que tenían Liz con Damien; en cierta forma, era muy parecida a la relación que tengo con Bianca, un chico tonto y atlético con una chica dulce con inteligencia.

Otra cosa a mencionar, es que debo reconocer que Liz, como guía, fue muy buena. Su forma de explicar cada obra y la simpleza que manejaba, hacía que cualquiera pudiera entenderla. Y después de haber recorrido casi todo el museo, llegamos a la escultura de mi rostro.

En el momento que vimos que había varias personas viendo la escultura, yo se lo mencionó a Bianca. Ver la reacción de felicidad de ella moviendo la cola y que tenía una gran sonrisa, era bello.

—¿Esa es la escultura de Bianca? —la expresión de sorpresa de Liz era muy graciosa.

—Sí —respondí.

—Incluso la escultura se parece a ti, viejo —dijo Damien.

—Es que Joe fue mi modelo —dijo la raptor.

—Pues no sabré mucho de arte, pero hasta yo reconozco que es un excelente trabajo —el elogio de Damien, hace que Bianca se emocionara aún más—. Creo que Inky la tendrá difícil si compite contra ti —veo como revisa su teléfono y mira a Liz—. Hablando de él, ya están en la entrada con Olivia —Liz dirige su mirada hacia nosotros dos.

—Nosotros nos tenemos que ir yendo —Liz me da una amigable mueca—. Fue un placer conocerlos —ella se voltea y mira a Bianca—. Llámame y seguimos hablando sobre la venta en línea de tus obras.

—Claro.

—Cuídate bro —le digo a Damien.

—Lo mismo digo —ambos nos dimos un choque de manos, y cuando impactaron, hizo bastante ruido; generando un eco en la habitación—. Viejo…

—Que bien sonó eso… —ambos estábamos emocionados por lo que había pasado.

—Hombres —dicen las dos chicas al mismo tiempo.

Y después de ese épico choque de manos, nos despedimos de Liz y Damien.

Aprovechando que aún faltaba una hora para la entrevista, comenzamos a explorar el resto del museo que nos faltaba por conocer. Comencé a revisar las obras de otros artistas que estaban compitiendo y le explicaba a Bianca de que se trataba cada trabajo. Aunque intentará animar a Bianca y decirle que su trabajo era el mejor, era complicado; había cada obra mejor que la anterior.

A lo lejos, unas chicas me hacen un gesto para llamar mi atención; eran Claire y Aurora. Sin decir nada, nos acercamos a ellas y la chica de escamas amarillas grito el nombre de Bianca, asustándola en el momento.

—¡Bianca! ¡Sorpresa! —la raptor se tocaba el pecho, parece que de verdad se asustó.

—Casi me das un infarto —dice Claire angustiada.

—¿Qué hacen aquí? —Bianca empieza a calmarse y a recuperar la compostura—. Pensé que tenían un show.

—Teníamos —sonaba abatida Claire—. El lugar que íbamos a tocar se inundó porque se rompieron varias cañerías.

—Y como sabíamos que hoy era tu muestra, vinimos a darte una sorpresa —la dilophosauro sonaba emocionada—. Qué elegante te ves Joe, no sabía que podías parecer una persona respetable de la sociedad.

—Ya sabes, la primera impresión se da con la forma de vestir —hacia una pequeña pose, para presumir mi indumentaria—. ¿Ya pudieron ver la escultura de Bianca? —les pregunté a las dos chicas.

—Obviamente, es un trabajo impresionante. Incluso diría que te hizo más guapo de lo que eres —Aurora lo decía con cierto sarcasmo.

—¿Acaso crees que soy guapo? —se me había inflado un poco el ego.

—Te daría un cinco, a lo mucho.

—Gracias por matarme con tu comentario —ella se burlaba de mi expresión de disgusto.

—¿Quieren que sigamos juntos explorando el museo? —dijo Claire—. A nosotras dos nos falta ver la zona este del museo.

—A nosotros igual.

—Entonces vayamos juntos.

Los cuatro recorrimos lo poco que faltaba del museo y nos pusimos a charlar de varias cosas. Las chicas nos contaron que andaban componiendo nuevas canciones para futuros shows, y de manera oficial, Aurora se volvió parte de la banda.

La otra parte es que ya andan grabando su primer disco, con ayuda del padre de una de las integrantes, que es dueño de un estudio de música; andan haciendo grabaciones para intentar vender el disco a una discográfica.

En lo que seguíamos caminando, yo me separo del grupo, ya que quería ir al baño. Las chicas dijeron que me esperaban, pero les dije que siguieran caminando y que después las encontraba.

Al entrar a los baños, fue impresionante ver que, incluso esta habitación, estaba decorada y parecía una obra de arte. Después de hacer lo que tenía que hacer, me empiezo a lavar las manos y me quedé viéndome al espejo.

Estoy impresionado de esta noche, jamás creí que me divertiría tanto en un museo viendo pinturas, esculturas y fotografías. Tal vez deberíamos hacer esto más seguido con Bianca, yo explicando de forma espantosa las pinturas y ella riéndose de las tonterías que decía.

Mi atención es alterada al escuchar como la puerta del baño se abría y vi entrar a un allosaurio. Por su forma elegante traje azul y su reloj de oro, daba el aspecto de ser alguien importante. Por simple curiosidad, miré sus manos, y noté un detalle peculiar: un brazalete con un cráneo y el número 3:16. Sin ser disimulado, le pregunto directamente.

—Por lo que veo, usted sigue la palabra de Austin 3:16 —el allosaurio se voltea a verme y me mira.

—“Puedes hablar de tus salmos, hablar de Juan 3:16.”

—“Pues Austin 3:16 tiene algo que decir.”

—¡Que acabo de patear tu trasero! —tras decir eso, el señor se termina de lavar las manos y toma una toalla de papel para secarse las mismas—. Por lo que veo, es un conocedor de la lucha libre.

—Estamos en Estados Unidos, más de la mitad de la población disfruta del wrestling de forma seria o casual —le doy una expresión amigable.

—Me sorprende encontrarme a un humano en esta exposición, ya que en Volcadera la población es baja.

—Y a mí me sorprende encontrar a un hombre de traje, que parece ser alguien de la alta sociedad, llevando un brazalete de un luchador de la década del 90 —él se reía de mi respuesta.

—¿Qué quieres que te diga? Soy fanático desde niño —él se acomodaba su corbata—. ¿Qué opinas de la muestra de arte?

—¿Puedo ser honesto? —él asiente con la cabeza—. No entiendo nada de lo que veo.

—¿De verdad? —tal vez me expresé mal.

—Lo que quiero decir, es que no soy ningún erudito de las bellas artes, y mucho menos tengo las capacidades para dedicarme a ellas —una pequeña risa seca salé de mi boca—. Pero hay trabajos que son muy buenos, algunos son simples, pero expresan algo. Y otros son innecesariamente abstractos, al punto que podrías inventarle cualquier significado de lo que quiere transmitir.

—Y si fueras un juez, ¿cómo calificarías una obra de arte? —que pregunta más extraña.

—Pues, valoraría el trabajo que llevó a realizarlo y ver qué tan atractiva es la obra en cuestión —me rascaba la nuca, algo avergonzado por mi respuesta—. Perdón si mi criterio es muy básico.

—Para nada, me gusta escuchar las opiniones de todos los visitantes —revisa su reloj bañado en oro y vuelve a mirarme—. Tengo que ir a otro lado, fue una agradable charla de baño.

—Lo mismo digo —el allosaurio me saluda con la mano y salé del baño—. Eso fue algo raro —sin darle más importancia, salí del baño.

Ya de vuelta en los pasillos del museo, me percato de que no fue la idea más inteligente decirles a las chicas que siguieran sin mí; ahora no sé dónde pueden estar. Al mirar mi teléfono, veo que faltan solo veinte minutos antes de la entrevista de Bianca. Por intuición, voy hacia la zona oeste, ya que era la parte que aún no habíamos explorado.

Gracias a mi suerte, me encontré a Claire y Aurora viendo una pintura de unos girasoles. Sin embargo, Bianca no estaba con ellas.

—Chicas —me acerco a donde estaban ellas—. ¿Y Bianca?

—Nos dijo que quería tomarse un tiempo a solas antes de la entrevista —decía Aurora.

—¿Dónde está? —la entrevista era dentro de un par de minutos.

—En el patio de atrás —me respondió Claire.

—Le avisaré que ya se acerca la hora —empiezo a caminar en dirección a donde se encontraba Bianca—. Las veo en la escultura.

Viendo que no faltaba mucho, empiezo a acelerar un poco el paso. Ya en el patio, quedé impresionado por la decoración, y como unos simples arbustos, eran otra gran obra de arte. En lo que seguía buscando a Bianca, la veo sentada en silencio sobre una banca de mármol.

—Hey —al llamar su atención, ella se voltea en mi dirección—. ¿Estás lista para la entrevista?

—Eh, sí… Solo necesitaba un poco de aire —sonaba agobiada—. Es la primera vez que tendré que responder preguntas —veo cómo ella apretaba con fuerza su bastón.

—¿Te encuentras bien?

—No es nada, son solo los… Nervios.

—Si tú lo dices —tomó su mano y siento como ella aprieta la mi mano con fuerza—. Bianca…

—No puedo —su voz temblaba—. No estoy acostumbrada a ser el centro de atención.

—Oye, no tienes que alterarte por eso —intentaba darle seguridad con mis palabras—. Sé que lo harás bien.

—¿Y si me equivoco? ¿Si me bloqueo al responder? —ella apretaba con más fuerza mi mano, hasta el punto de que clavó sus garras en mi mano.

—Sé de lo que eres capaz, y lo talentosa que eres —puedo sentir cómo ella afloja su agarre—. Lo harás genial —aunque se había relajado un poco, aún se seguía viendo tensa.

—¿Y si no valoran mi trabajo por lo que es?

—¿A qué te refieres? —me siento a su lado en la banca.

—¿Y si sobrevaloran mi trabajo debido a mi condición? —se veía apenada—. No creo que sea justo.

—Eso no va a pasar.

—¿Y cómo lo sabes? —lo decía con molestia—. Desde que exhibía mi arte en St. Hammond, solo hubo una vez que valoraron mi trabajo por lo que es —ella se agarraba el vestido con la mano que tenía libre—. Fue difícil que la gente criticara mi arte de forma imparcial, es por eso que valoro tanto la opinión de Víctor; es el único que me trato como un igual —como un acto de reflejo, abrazo a Bianca y la llevo contra mi pecho.

Ella se pudo desahogar un poco y contarme a más detalle sobre su tiempo en el instituto. Aunque varias estudiantes reconocían su talento, a pesar de su ceguera, muchas veces, cuando ella competía en concursos de escultura que organizaba la institución, ella siempre quedaba en buenas posiciones.

Al principio se sentía importante, sus trabajos eran reconocidos y valorados. Pero cuando se enteró de que, gran parte de esos logros, se lo habían dado por su discapacidad, ella se había desmotivado en competir.

Desde ese día, le era muy difícil aceptar los halagos de otros estudiantes, como profesores, ya que sentía que ninguno era honesto con ella. Hasta que, un día, conoció a Víctor. En el momento en que comenzó su relación discípulo-maestro, Víctor era el doble de exigente con Bianca; en comparación con el resto de la clase de escultura.

Muchos se hubieran rendido y hubieran dejado la materia, pero Bianca se puso la meta de superar las expectativas de Víctor algún día. Y gracias a Víctor y su forma agresiva de ser, hizo que Bianca volviera a recuperar el amor por la escultura.

Ahora entiendo un poco mejor el miedo y la preocupación de dar la entrevista. Pero conociendo la gran voluntad que tiene Bianca y el gran amor que tiene por el arte, sabía que ella iba a superar este obstáculo.

—¿Realmente quieres dar esa entrevista? —le acariciaba la cabeza para que se relajara.

—Sí —ya se escuchaba un poco más segura—. No puedo dejar que esta incertidumbre, arruine esta noche.

—Esa es la actitud —le doy un beso en los labios—. Esta es tu gran noche, disfrútalo —nos separamos del abrazo y nos levantamos de la banca.

—Estoy algo nerviosa.

—Es normal, así estuve muchas veces cuando tuve que hablar ante las cámaras.

—¿Tienes algún consejo para darme?

—Seguridad en tus palabras y preparada para cualquier pregunta que te hagan, siempre piensa que habrá alguien que hará preguntas tontas.

—Seguridad, entendido —ella no dejaba de mover sus manos.

—Bianca —agarró sus manos, y con determinación, le digo—. Lo vas a hacer bien, confió en ti.

—Gracias, Joe.

Ya más relajada, ambos fuimos juntos hasta la escultura de mi rostro. Ya se podían ver algunas personas analizando la obra y tomando fotos.

Cuando llegamos, un miembro del staff del evento nos dijo que solo Bianca podía pasar a lado de su obra. Al principio, Bianca renegaba un poco, pero yo la motive a que vaya; por suerte, solo nos separaba una soga de terciopelo.

—Muy bien, estimados empezaremos la ronda de preguntas—dijo el miembro del staff—. Recuerden, no pueden hacer más de dos preguntas al artista —le acerco el micrófono a Bianca, y con las manos temblorosas, lo agarró—. Ahora sí, puede comenzar la ronda de preguntas.

Hubo un pequeño silencio, y todos los ojos estaban sobre Bianca. Aunque Bianca no viera, ella podía sentir la presencia de varios individuos cerca de ella.

—Buenas noches, soy Amalia Friedman la directora del Instituto Pratt en Nueva York.

—Es un gusto… —vamos Toph, seguridad—. Mi nombre es Bianca William.

—Tengo dos preguntas —la mujer de escamas rosas sacó, de su bolso, una libreta y un lápiz—. La primera pregunta es, ¿hace cuantos años que se dedica como escultora? Y mi segunda pregunta es, ¿qué tipo de figuras o esculturas realiza con normalidad? —Bianca se veía nerviosa, al punto que se notaba como le temblaban un poco las piernas.

<<Por favor, yo sé que puedes>>

Ella estuvo en silencio un par de segundos. Y cuando tomó un poco de aire para estabilizarse, Bianca pudo responder la pregunta.

—Personalmente, no me considero una escultora, prefiero referirme como alfarera —ya no se notaba tan nerviosa al hablar—. Yo trabajo en un estudio de arte realizando vasijas, floreros y pequeñas esculturas usando barro y arcilla —la reportera anotaba en su libreta—. Pero si hablamos sobre realizar esculturas, esta es una de mis primeras esculturas.

—Muchas gracias por la respuesta.

—Y usted por preguntar —Bianca le da una sonrisa a la entrevistadora, aunque no apuntó hacia donde estaba ella.

—Pasemos a la siguiente pregunta —dijo el sujeto del staff—. Usted, el de camisa negra.

—Buenas noches, jovencita. Tyrone Foxx, crítico de la revista Art One —el señor tenía una voz bastante imponente—. Cómo acaba de mencionar hace un momento, dijo que esta era una de sus primeras esculturas —Bianca asentía—. Mi pregunta es, ¿Cómo consiguió un trabajo tan definido, para una novata en el rubro de la escultura?

—Bueno, desde que mi mentor me estuvo enseñando a esculpir cosas pequeñas, como pueden ser vasijas o floreros, me exigía siempre buscar el mejor resultado —esa actitud miedosa que tenía en el patio, había desaparecido—. A lo largo de casi ocho años esculpiendo sin parar, mi sentido del tacto se fue desarrollando; al punto que se volvió una de mis fortalezas —la postura de Bianca era diferente, transmitía confianza—. A medida que voy tallando la figura, paso las yemas de mis dedos constantemente en la escultura para encontrar las imperfecciones.

—Pues he de decir, que has hecho un trabajo excepcional.

—Muchas gracias.

Me sentía tranquilo al ver que Bianca se podía desenvolver de forma individual en la entrevista. Tal vez tenía algún pequeño desliz o se le mezclaban las palabras, pero lo pudo superar sin mayor complicación. Todo iba bien, hasta que, cerca del final de las entrevistas, un velociraptor de escamas grises empezó a incomodar a Bianca con sus preguntas.

—Soy Dave Goldman, vicepresidente de la sede de Volcadera del comité de arte internacional.

—Es un placer… —el entrevistador interrumpe a Bianca.

—Me surgió una duda, noto que usted es ciega —la expresión de Bianca se transformó en una de disconformidad al escuchar ese comentario—. ¿Por qué una joven con esta condición eligió dedicarse al arte? Digo, la vista es algo muy importante para la mayoría de los artistas —la forma en la que hablaba era bastante arrogante.

Al final, si se cumplió lo que más me temía: Bianca se había cruzado con un idiota, buscaba molestarla con sus preguntas. Por suerte, Bianca mantuvo la frente en alto y respondió.

—Cuando era más pequeña, mi madre y yo jugábamos mucho con plastilina y realizábamos figuras —eso Bianca, ponlo en su lugar—. Con el tiempo, volví a reconectar con este gusto, y hoy en día, me dedico a esto.

—Entiendo, pero quiero decir, ¿por qué complicarse la vida? —su voz era muy altanera—. Existen otras áreas donde gente como usted puede destacar —eso fue muy despectivo.

—Disculpe señor, pero existen pintores como escultores ciegos en el mundo —aunque mantenía la compostura, el tono de Bianca era un poco más agresivo—. No entiendo a qué vienen sus preguntas.

—Tranquilícese, no es para que se ponga así; solo menciono lo visible —el tono engreído y su expresión de superioridad, me generaban unas intensas ganas de remodelarle la cara a golpes—. Esos “artistas” solo se vuelven relevantes por su condición, ya que, si hablamos sobre su arte, ninguno de ellos destaca o se los reconoce por sus trabajos —tanto la cara de Bianca, como su cola, mostraban varios signos de hostilidad.

Una parte de mí le nacía la poderosísima gana de acercarme a él y golpearlo en la cara para que se callara. Este tipo de individuos son los peores que pueden existir, son a las que llamó “entrevistador frustrado”. Casi siempre es por dos razones que actúan de esta forma: son individuos con maldad o envidian el talento de otros. En este caso, yo siento que son ambas.

—También si consideramos que es de los pocos artistas discapacitados del concurso, siento que su condición podría generar muchos votos de empatía —Bianca se estaba conteniendo de decir algo que pudiera perjudicarla—. ¿No va a responder?

Era muy difícil para mí, como para Bianca, contener la ira en esta situación. Cada palabra que salía de su boca, daban más razones para rompérsela a puñetazos. Y antes de que la situación escalara, una voz masculina interrumpe este momento de tensión.

—Disculpe, señor Goldman —una voz pesada se escucha desde el fondo—. ¿Usted conoce los juegos paralímpicos?

—Sí —el velociraptor estaba confundido.

—Todos los que participan ahí son deportistas, no importa dónde nacieron o cuál es su condición, son deportistas, ante todo —todos quedaron en silencio, al ver que, la figura que estaba hablando, era el allosaurio que había conocido en el baño—. Si va a hacer preguntas a la artista, que sean enfocadas en su arte.

—Presidente Savage… —el velociraptor estaba en shock al verlo—. No yo solo… —el allosaurio de escamas grises lo miraba con mucha decepción.

—Le pido amablemente que se retire en este instante del museo, o si no tendré que llamar a la seguridad —sin decir mucho más, el velociraptor se fue del lugar con el rabo entre las piernas.

Para nuestra sorpresa, gran parte del público, entre ellos los jueces, aplaudieron al señor Savage por deshacerse del desgraciado del entrevistador.

—Discúlpenos por eso —el tono del allosaurio era muy educado—. No queríamos que pasara un mal momento.

—Descuide —ya Bianca se había calmado un poco—. Gracias por echarlo de la entrevista.

—No hay de qué, nadie del comité lo soporta —gran parte de las personas se rieron por el tono jocoso que usó—. ¿Me permite hacerle dos preguntas sobre su escultura? Para cambiar ese mal sabor de boca que nos dejó el Sr. Goldman —el tono amable del allosaurio hacía que Bianca dejara su actitud hostil.

—Adelante.

—¿Cómo fue su proceso de trabajo? Supongo que tuvo que usar algún modelo para esculpir ese rostro.

—Puede sonar obvio, pero tuve que tocar de forma constante el rostro de mi modelo —ella sonreía, ya parecía que se había olvidado del idiota de antes—. Lo más difícil diría que fue marcar ciertos rasgos faciales, como pueden ser las cuencas de los ojos o esculpir las orejas.

—¿Tanto te costó esculpir mis orejas? —dije sorprendido y ella se volteó hacia mi dirección.

—Es que te movías mucho, así que me costaba concentrarme.

—¿Usted era el modelo? —me preguntó el allosaurio—. Ya decía que el rostro de la escultura se me hacía familiar.

—Sí, ella me dijo que necesitaba un modelo y me ofrecí encantado.

—Y desde tu perspectiva, ¿cómo describirías el proceso de trabajo de ella?

—Increíble, ella es tan buena como cualquier escultor que haya dejado su obra en este gran museo —la raptor se emocionaba por lo que había dicho—. Ahora, desde mi experiencia, fue incómodo, odié quedar todo sucio por el barro —él se reía un poco por mi respuesta.

—¿Y cómo describirías su técnica? —preguntó otro entrevistador.

—Diría que es única. Bianca se toma el tiempo de esculpir y siempre busca conseguir el mejor resultado —creo que es un buen momento para devolverle los focos a Bianca—. Pero si quieren saber más sobre el trabajo, pregúntela a ella.

Tras superar al imbécil que molestaba a Bianca, el resto de la entrevista fue excelente; el señor Savage hizo que todo fuera más cómodo y más llevadero. Finalizada la entrevista, los miembros del staff del evento me dejaron acercarme a la escultura y sacarme una foto con mi rostro esculpido. Fui a donde estaba Bianca, que se encontraba charlando con el allosaurio.

—Nunca pensé que usted fuera uno de los jueces —le daba una expresión amigable al señor Savage—. Además de tener buen gusto con la lucha libre, es una persona agradable.

—Por favor, deshacerme del señor Goldman es algo que haría plácidamente —él se reía—. Ahora que soy presidente del comité en Volcadera, creo que podría hacer algunos cambios —el señor Savage me miraba con una expresión amable—. ¿No te interesaría un puesto? —me negué rotundamente con la cabeza.

—Pasó, con suerte, sé dibujar a un hombre palito sin que me tiemble el pulso.

—Tranquilo, solo era una broma —él ahora dirige su atención hacia Bianca—. Quiero felicitarte por tu trabajo y por soportar a ese idiota, no muchos aguantan antes de insultarlo.

—No quería darle el gusto, aunque sinceramente prefería golpearlo.

—Como todos en el comité —nos reíamos por su chiste—. Bueno, debo seguir calificando otras obras. Disfruten el resto de la noche.

—Igualmente —el allosaurio comenzó a alejarse y se da media vuelta para decirnos algo más.

—Ah, y señorita William, siga así. Su talento no debe ser desperdiciado.

—Le agradezco su comentario.

Después de que el señor Savage se marchara, el resto de conocidos de Bianca se acercaron para felicitarla. Sus amigas se veían emocionadas por la gran entrevista que dio y cómo dominó al idiota que la molestaba con las preguntas. Por otro lado, su mentor se veía muy feliz por la evolución que tuvo como artista su pupila; creo que incluso vi algunas lágrimas en sus ojos.

Y aunque Bianca quería seguir disfrutando de este momento, ella les dijo a todos que nos teníamos que ir a comer; que yo había reservado una mesa en un restaurante. Nos despedimos de todos y nos fuimos del lugar a toda velocidad. Ya en la entrada del museo, nos quedamos esperando a que el taxi viniera.

—Y señorita William —había impostado la voz para sonar como un entrevistador—. ¿Cómo describiría su primera experiencia en el mundo del arte?

—La verdad, bastante agotadora —sonaba algo fatigada—. Mantener la compostura, dar respuestas concisas, actuar de la forma correcta, es bastante estresante —ella sonreía—. Pero aun con eso, fue una experiencia divertida —siento cómo su cola toma mi tobillo—. Sobre todo, porque estuviste ahí.

—Jeje, si no hice gran cosa. Solo hice el tonto.

—Eso no es cierto —ella se acercaba a mí y tomaba mi brazo—. Si no hubieras aceptado ser mi modelo ese día, no estaría aquí —ella acurrucaba su cabeza en mi hombro—. Gracias por todo.

—Ay, vas a hacer que me sonroje —decía entre risas—. ¿Y si vamos a mi casa? —Bianca se sorprendía un poco por mi propuesta

—¿Por qué ese cambio de plan tan repentino? —ella lo decía con un tono algo cautivador.

—Como dijiste que todo esto fue agotador, creo que lo mejor sería pedir una pizza y tener una velada tranquila entre nosotros dos solos.

—Me gusta la idea —giro mi mirada hacia la derecha y veo que el taxi había llegado.

—Nuestro vehículo llegó.

Subimos al taxi y el viaje fue bastante llevadero. Fue una noche muy divertida, la exposición de arte fue muy interesante y todo salió mucho mejor de lo que esperábamos; estoy seguro de que Bianca será uno de los cinco ganadores.

El único problema que habría, si Bianca gana, es que deberé ahorrar mucho dinero para viajar a Austria, ya que la academia se encuentre en Viena; pero eso será un problema para mí yo del futuro.

Ya en mi casa, ayudé a Bianca a entrar y fuimos juntos hasta el living. Ella me preguntó dónde estaba mi madre, y yo le dije que estaba fuera de la ciudad visitando a mi padre en la cárcel. Me dirigí a mi cuarto a buscar algo de dinero para poder pagar la comida y Bianca se quedó esperando en el living a que regresara.

En mis aposentos, empiezo a buscar en la mesa de luz algo de dinero que dejé guardado para ciertas emergencias. Regresando al living, estaba mirando el celular para pedir las pizzas por la app de comida.

—Bianca, ¿te parece una pizza clásica o te gustaría algo en espe…? —al levantar la mirada, quedé inmóvil en el lugar.

—¿Te gusta lo que ves? —el tono seductor de Bianca y su cuerpo semidesnudo, hacían que no fuera posible para mí dar una respuesta.

¿Esto es real o estoy soñando? Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo.

—Eh… —estaba anonadado—. Sí —esto está pasando, esto es real.

Yo me acercaba lentamente hacia donde ella estaba, y cuando estoy delante de ella, siento cómo ella toma mi mano y la lleva a su pecho; podía sentir el latido de su corazón.

—Quiero que esta noche sea inolvidable —ahora, ella llevaba mi mano hacia su cadera—. Y hace tiempo quería agradecerte por todo lo que hiciste por mí. ¿Te parece bien?

Ver el cuerpo desnudo de Bianca me había dejado perplejo, mi corazón no dejaba de latir; cada segundo que pasaba, mis pulsaciones aumentaban.

—Bianca —podía ver en su rostro la vergüenza que sentía al mostrar su desnudez—. Me parece bien— y por un simple impulso carnal, le doy un beso apasionado.

Mientras la besaba, empecé a deshacerme de mi ropa y la dejé caer al suelo. Con mi otra mano, agarré el brazo de Bianca y la llevé hasta mi habitación. Ya en mi cuarto, volvimos a conciliar otro beso, y cada segundo que pasaban nuestros labios juntos, se hacía más intensa nuestra pasión.

El calor de su cuerpo con el mío era algo que me hacía sentir extraordinario, sus manos recorrían todo mi torso hasta mi cintura, y con un poco de asistencia, me deshice de mis pantalones. En lo que seguíamos en un beso apasionado, terminamos en mi cama.

Mis manos, como las suyas, iban recorriendo cada parte de nuestro cuerpo, y cuando una de mis manos se acercó a su entrepierna, ella se exaltó un poco, provocando un pequeño accidente.

—¡Mierda! —me alejo un poco de ella—. Mi lengua.

—Lo siento —sonaba muy preocupada—. ¿Estás bien? —me tocó mi lengua con mis dedos, y por suerte, no siento que haya sangre.

—Sí, por suerte apenas me mordiste —carajo, sí que duele.

—Perdón —ella estaba apenada—. Estoy arruinando este momento —escuchó un pequeño sollozo provenir de ella—. Esto tendría que ser algo especial para nosotros, y yo… —tomé su mano para calmarla.

—Tranquila, no pasó nada —acariciaba el dorso de su mano—. Estoy bien —ella se tapaba la cara con sus manos.

—Estoy nerviosa —al bajar sus manos, su cara mostraba una expresión de vergüenza—. Es la primera vez que… Bueno, hago esto —con delicadeza, me acerco a ella y le robo un beso.

—Te entiendo —postró mi mano en su mejilla—. Déjame que te guíe, ¿está bien? —ella asiente con la cabeza.

Con mi corazón yendo a mil por hora, Bianca se recuesta en mi cama y yo comienzo a bajar por su cuerpo, dándole repetidos besos a su abdomen, hasta llegar a su vientre; y cada movimiento que hacía, solo generaba que mi ritmo cardiaco aumentara. Calmando mis ansias, le quité la ropa interior y acerqué lentamente mi boca a su entrepierna.

Cuando empiezo a trabajar, un pequeño gemido salió de los labios de la raptor. En el momento en el que me detengo, ella me dijo:

—No te detengas… —lo decía jadeando—. Se siente bien.

Estaba preocupado, no quería que Bianca tuviera una mala primera experiencia. Por eso, iba a hacer todo lo posible para que ella pudiera disfrutar de este momento.

Después de haber recorrido con mi lengua su entrepierna por varios minutos, me levanté de la cama y busqué, en mi mesa de luz, un paquete de condones que tenía guardados. Tras ponérmelo, me coloqué encima de Bianca, y con delicadeza, hago que nuestros cuerpos se vuelvan uno. No sé cómo explicarlo, pero, en ese instante, el mundo se había detenido para mí. Lo único que existía para mis ojos, era el bello rostro de la mujer que se robó mi corazón.

Tomé sus manos con fuerza, y cómo nuestras caras estaban una delante de la otra, volvimos a consagrar otro beso apasionado, y esta vez, podía sentir cómo el calor de nuestros cuerpos era más fuerte. Con algo de agresividad, Bianca se había soltado de mis manos, y con sus garras, tomó mi espalda y me empujó hacia ella, haciendo que nuestros pechos estuvieran pegados uno con el otro. Cada movimiento que hacía era más intenso que el anterior, y escuchar los gemidos de ella, solo provocaban que yo aumentara la velocidad.

No importaba cuánto tiempo estuvimos en ese acto de amor, no importaba qué fue lo que nos llevó a esto, lo único que me importaba; es que estaba con la persona que amaba. Cuando terminamos, me acosté a lado de Bianca y ella se acurrucó sobre mi pecho.

—Estoy exhausto…—lo dije en un tono juguetón.

—Yo igual…—con mi brazo derecho, cubro a Bianca en un abrazo.

Ella recostaba su cabeza sobre mi pecho, y con sus garras, recorría todo mi pectoral.

—No te molesta que me quedé unos días contigo, ¿verdad? —su voz era muy dulce.

—Para nada —acariciaba su brazo—. Va a ser divertido convivir contigo por un tiempo.

Nos acostamos en la cama y nuestras caras estaban una frente de la otra.

—Joe.

—¿Sí?

—Te amo —tomo su rostro y le doy un pequeño beso en los labios.

—Yo también te amo.

 

Chapter 21: Extra 3: Especial de navidad

Notes:

BUENAS A TODOS Y FELICES FIESTAS

Este capitulo no estaba planeado realmente, pero viendo que se acercaba la navidad y A MÍ me encanta la navidad, decidí hacer un capitulo navideño.

Esto transcurre en el final del acto 1 y es un poco la aventura de como Bianca consiguió el regalo para Joe.

Disfruten

Chapter Text

[20 de diciembre de 2023, 3 días antes del viaje de Bianca a Polonia]

El frío del invierno y el sentir de la nieve en mi hocico, hacía que me estremeciera. Desde lo ocurrido en el show, mi cabeza no dejaba de recordarme el placer que sentí cuando besé a Joe. Esa sensación, de cómo nuestros labios hicieron contacto, hacían que me pusiera roja de solo pensarlo.

Nunca creí que el alcohol me daría tanta valentía para hacer eso, y también me sorprende que no fallará, tal vez fue cosa del destino. Me encantaría pasar algo de tiempo con Joe antes de mis vacaciones, pero hoy mismo se encontraba fuera de la ciudad.

Por suerte, no pasé la tarde a solas. Claire se quería juntar conmigo y despedirse de mí; ya que me iba a Polonia. Cuando nos juntamos cerca del centro comercial, le tuve que explicar que no me iba a mudar o cualquier cosa que le habrá dicho Aurora.

—Juro que voy a matarla... —se notaba la molestia de Claire—. Por lo menos, me alegro de que no te vayas lejos.

—Descuida, no tengo planeado mudarme a otro lugar —le doy un sorbo a mi café—. No conocí este lugar y su café es muy bueno.

—Sabía que te iba a gustar —ya sonaba un poco más alegre—. Cómo no me gusta la idea de ir a tomar en donde trabajo, vengo a este lugar.

—¿Y qué cuentas de novedoso? ¿Ya te llegaron ofertas de discográficas? —ella se reía de mi respuesta.

—No exageres, solo fue un show más.

—Pero fue increíble.

—Lo fue porque le diste ese beso al chico que te gusta —me ruborice un poco cuando dijo eso—. Hablando de tu novio.

—No… es mi novio... —aún.

—Como digas —la estegosaurio se mofaba de mí—. ¿Qué sabes de él tras el recital?

—Pues no mucho. El día siguiente del concierto me levanté con resaca, así que estaba muy cascarrabias —no vuelvo a tomar en mi vida—. Y hoy se fue a visitar a su padre en la cárcel, así que regresará mañana.

—Qué mal que no puedas pasar tiempo con tu cuchurrumin.

—¡Para! —intentaba golpearla, pero ninguna de mis manos llegó a tocarla y ella tan solo se reía de mí.

—Ya paró —escuchó cómo ella lanza un resoplido—. Ahora debo ir a comprar los regalos de mis hermanitos para las fiestas —es verdad, ella había mencionado que tiene hermanos.

—¿Cuántos años tienen cada uno?

—Ricky tiene 6 años y Gaby tiene 9 años —distingo cómo le da un sorbo muy fuerte a su bebida—. Lo más tedioso de las fiestas es que mis padres me piden que yo compre los regalos de los peques. Y es más molesto buscar los juguetes que quieren —ella da un golpe seco a la mesa—. Digo, ¿De dónde sacaré un robot de combate con 15 funciones?

—Suena agobiante.

—Lo es —siento que la mesa se tambalea un poco, es posible que Claire se haya apoyado en ella—. Cambiando de tema, ¿piensas regalarle algo a Joe?

—La verdad, me gustaría darle algo, por todo lo que hizo como modelo y el bello regalo que me dio para mi cumpleaños —se me formaba una pequeña sonrisa al recordar la nota—. Pero, aun con los meses que lo conozco, no se me ocurre que regalarle —recostaba mi cabeza en la mesa y me quedaba pensando en lo inútil que me sentía.

—Algo se te ocurrirá.

—Si tú lo dices… —estaba un poco decepcionada conmigo.

¿Cómo es que no se me ocurre ninguna idea? Quiero decir, no puede ser tan complicado elegir o pensar alguna idea. Aunque bueno, Joe es la persona más sencilla que conozco hasta la fecha; sus gustos se resumen en la lucha libre. Y así, como por arte de magia, me llegó una idea.

—¡YA LO TENGO!

—¿Qué pasó?

—Ya sé qué regalarle a Joe —mi cola se movía de izquierda a derecha de la emoción—. Pero necesito ayuda, ¿me darías una mano?

—Algo de tiempo tengo —una mueca de alegría se formaba en mi rostro—. ¿Cuál es tu gran idea?

—Conseguir algún producto de su luchador favorito.

—¿Tienes idea de quién es?

—Sí. El único problema es que no sabría qué obsequiarle, y si le sumamos mi ceguera, se hace complicado —le doy un último sorbo a mi café—. ¿Sabes algo de lucha libre? A lo mejor, conoces por culpa de tus hermanitos.

—Nop, no le llama la atención. Son más fans de los héroes de acción; como los power rangers.

—¿Qué son los power rangers? —Claire queda en silencio por varios segundos y comienzo a reírme—. Tranquila, sé quiénes son. Que sea ciega, no significa que no tenga conocimientos de la cultura general.

—Si serás... —ella le daba un sorbo a su café y después escuchaba el ruido del vaso siendo aplastado—. ¿Y cómo harás para conseguir el regalo?

Me quedé pensando todas mis opciones, las cuales, eran pocas. La única alternativa que se me ocurrió, es pedirle ayuda a Giselle.

—Tal vez la madre de Joe me daría una mano.

—¿Sabes ir hasta su casa? —preguntó Claire con bastante curiosidad.

—Sí, más o menos tengo la ruta memorizada.

—Entonces empecemos nuestra misión, "En búsqueda del regalo prometido" —me quedo con una cara extrañada cuando dice eso—. Es una película —y así, nuestra odisea por el regalo, comenzó.

Salimos de la cafetería y fuimos caminando hasta mi casa, ya que desde ahí sabía ir hasta lo de Joe. En todo nuestro viaje, se podía percibir el espíritu navideño de algunas personas en el aire: escuchar a los niños riendo mientras juegan en la nieve, oír a grupos de personas cantando villancicos en diferentes zonas de la ciudad, y no importaba en que tienda de la ciudad estuvieras, es muy probable que estén reproduciendo All I Want for Christmas Is You de Mariah Carey.

Claire tenía curiosidad sobre mí y me preguntó si era de celebrar la navidad. Le dije que sí la celebramos y que me gustaba la festividad. Sin embargo, siempre eran cosas muy simples, y este año, después de 5 años, vamos a pasar las fiestas con mis abuelos maternos. Y para ser justas, le pregunté lo mismo a Claire.

La estegosaurio me dijo que adora la navidad. Sus fiestas navideñas son un poco caóticas, ya que viene toda su familia a su casa; pero aun con eso, ella disfruta de la reunión familiar. Aunque, si mencionó que lo que no le gusta es hacerse cargo de los obsequios. Gracias por su forma de ser, siempre consigue los regalos, aun si eso se significa pelearse con una madre por el juguete de temporada.

Y después de caminar un rato por la nieve, llegamos a la casa de Joe. Toqué el timbre y nos quedamos esperando a ver si Giselle estaba en casa.

—¡Ya voy! —una voz femenina se podía escuchar detrás de la puerta.

En el momento en que abre la puerta, una voz muy energética se escucha.

—Bianca, querida, ¿qué haces aquí? Joe no está en la ciudad.

—Lo sé, vine hasta aquí para hablar con usted.

—Eso es una sorpresa —sonaba impactada—. ¿Y quién es la chica que te acompaña?

—Ella es Claire.

—Buenos días. Me encanta la blusa que lleva.

—Gracias querida. A mí me encanta tu cabello —escuchó un pequeño ruido de felicidad salir del hocico de Claire—. Y bueno, ¿qué necesitan de mí?

—Quería regalarle algo a Joe para navidad. Y como a él le gusta el wrestling, quería conseguir algo de su luchador favorito —una pequeña sonrisa se me forma—. ¿Usted podría ayudarnos?

—Bianca... —sonaba consternada—. Me encantaría ayudarte, pero, aunque viva con un fanático de la lucha libre, no tengo la menor idea sobre eso —se le escapa una risa nerviosa—. Irónico, ¿no?

—Tranquila, pensé que era una posibilidad sabiendo lo que me contaste cuando vine a cenar —pues adiós a mi único plan.

—¿Y si buscan al compañero de entrenamiento de Joe? —levanté la cabeza en dirección a donde está Giselle—. Creo que se llamaba William o algo así. Joe me mencionó algo sobre él.

—¿Y saben dónde entrenan ellos dos? —indagó Claire.

—En el gimnasio de la calle Dickens, es posible que esté entrenando ahora mismo.

—En el peor de los casos, nos podrían decir dónde vive y podemos ir a buscarlo —agregó Claire.

—Hay que intentarlo —me vuelvo a dirigir a Giselle—. Gracias por la ayuda.

—No hay de qué, y felices fiestas.

—Igualmente —dijimos Claire y yo al mismo tiempo.

Nos despedimos de Giselle, y gracias a su ayuda, ya sabíamos a quién buscar para que nos dé una mano con el obsequio.

Empezamos a caminar hasta el gimnasio, ya que quedarnos bajo la nieve esperando el bus no era una opción. Iba a ser difícil reconocer a William, y no lo digo solo por mi ceguera, sino porque no conozco su voz y mucho menos su especie. Ya habiendo caminado más de 30 minutos, Claire me detiene en seco, haciendo que casi me caiga sobre la nieve. Ella se disculpa y me avisa que ya habíamos llegado al gimnasio.

Al entrar, fuimos directo a la recepción, en donde un hombre, con una voz muy robusta y ronca, nos atendía. Le preguntábamos si conocía a un tal William, un dinosaurio que entrenaba con un humano. Él nos dijo que sí, pero quería saber por qué lo buscábamos. Le expliqué que era para pedirle ayuda, ya que necesitábamos encontrar al humano que lo acompañaba; mentí porque dudo que me respondiera si menciono que es para que me ayude a comprar un regalo.

El hombre nos dice que su nombre en realidad es Will y que hoy no había venido, pero nos dio la dirección de su casa. No sé qué tan legal sea eso, pero mejor no hago ninguna pregunta y aceptó en silencio la dirección. Ya sabiendo a dónde debemos ir, salimos del gimnasio.

—Bibi.

—¿Qué pasa?

—Creo que yo me tengo que ir —cuando la estego dice eso, me sentí un poco decepcionada.

—¿No puedes esperar hasta que lleguemos a lo de Will?

—¿Y dejarte sola con un hombre que ni conoces? No es por mala, pero soy bastante desconfiada. Y aunque sea amigo de Joe, no puedes confiar ciegamente en él —Claire se quedó en silencio por varios segundos, hasta que se dio cuenta de lo que dijo—. Lo siento.

—Está bien, entiendo tu punto, pero solo tengo este día para comprar el regalo.

—¿Y si llamó a Aurora y digo que te acompañe? —sonaba un poco inquieta.

—¿Eso te dejaría más calmada?

—Sí —un pequeño resoplido salió de mi hocico.

—Llámala.

Pude notar el tecleo del teléfono de Claire, y al rato, cómo ella estaba hablando con Aurora. La estegosaurio le explicó la situación y le imploró que nos ayudará. Por comodidad, Aurora le dijo a Claire que nos esperaba cerca de la casa de Will, ya que era un viaje más corto para ella, desde el trabajo hasta Little troodon. Para esta ocasión, tomamos el bus; para llegar lo más rápido posible.

Ya en nuestro destino, tuvimos que atravesar el laberinto, al que llamaban feria, para llegar a los departamentos donde Will vivía. Evitando a cada vendedor ambulante y cualquier tipo de estafa, llegamos a la casa de Will. Claire había saludado a Aurora, que ya estaba ahí.

—Sí que tardaron —Aurora emanaba un olor a carfe.

—No es fácil caminar por calles estrechas a ciegas —fue un poco sarcástica con mi comentario.

—Basta de chácharas, vayamos a pedirle ayuda al amigo de Joe.

—¿Y por qué complicarse tanto con el regalo? —decía la dilophosauro—. Sería mucho más simple que Bianca se pusiera un moño encima y un cartel que diga "yo soy tu regalo" —en ese instante, todo mi rostro se puso rojo por la idea de Aurora—. Tal vez sea muy pronto para eso.

—Un poco... —decía algo apenada.

—Bueno, úsalo para su cumpleaños si no se te ocurren ideas.

—¡AURORA! —mientras las carcajadas de Aurora me dejaban sorda, Claire llama nuestra atención.

—Conozcamos de una buena vez a Will, que me tengo que ir —acto seguido, percibo que la estegosaurio tocó el timbre, y una voz algo robótica salía del mismo.

—¿Hola?

—Hola, ¿aquí vive Will Freeman?

—Sí —sonaba algo confundido—. ¿Quién lo busca?

—Es que necesitamos su ayuda, se trata de Joe.

Hubo un silencio por varios segundos, no sabíamos cómo se lo había tomado. Y sin previo aviso, gracias al portero eléctrico del edificio, escuché el ruido de la puerta abriéndose.

—Ya está abierto.

—Gracias.

Entramos al edificio y nos subimos al ascensor. En lo que estuvimos en la caja de metal, Claire le recriminaba a Aurora el malentendido que generó al decir que me iba de la ciudad. Cuando el ascensor se detiene, nos bajamos del mismo y empezamos a caminar hasta el departamento de Will.

—Ya te dije, lo siento —sonaba ofendida la chica con olor a carfe—. No es mi culpa que ella haya dicho que se iba por un tiempo a Polonia.

—¿Y no se te cruzó la idea de preguntarle y confirmar lo que dijo? —Claire tenía un tono mandón.

—Miren, ahí está el departamento —se nota, por su voz, que Aurora quería desviar la atención a otra cosa.

Quedamos las tres enfrente de la puerta, y alguna de las chicas, golpeó con fuerza la puerta.

—Ya voy —dijo una voz masculina detrás de la puerta.

Escuchamos cómo el pestillo de la puerta se movía, y acto seguido, cuando oigo que la puerta se abre, distingo un pequeño grito por parte de Claire.

—¡Por dios! —me asusto por el grito de Claire—. No puedes salir así.

—No es para que te espantes así —decía el chico de forma muy calmada.

—He de admitir que vienes bien armado, amigo —Aurora lo decía en un tono jocoso.

—¡Aurora! —Claire sonaba muy apenada—. ¿Acaso no sabes que existen los pantalones?

—¿Pantalones? —estaba confundida por su comentario.

—Está en calzones —sonaba muy avergonzada la estegosaurio—. Y bueno…

—Claire no puede dejar de ver a su pequeño amigo.

—¡CÁLLATE! —¿Acaso tiene una mascota?

—Ni que fuera tan raro que las mujeres me vean en poca ropa —la voz masculina sonaba muy bromista.

—¡PONTE ALGO DE ROPA Y DESPUÉS HABLAMOS! —era la primera vez que escuchaba a Claire así.

—De acuerdo… —escuchó cómo se cierra la puerta y nos quedamos esperando a que él regrese.

—Por el color de tus escamas, pensé que te ibas a poner morada con lo roja que está tu cara —la dilophosauro se estaba burlando de Claire.

—Cierra el maldito hocico —se me escapa una pequeña risa por la reacción de Claire—. Ahora tengo muchas preguntas de los amigos que hace Joe…

Tras un par de minutos, la puerta se vuelve abrir.

—¿Feliz, hermosura? —el tono del chico es muy fanfarrón.

—No me llames hermosura —algo me dice que a Claire no le agrada este chico—. Supongo que tú eres Will.

—El único e inigualable. Ahora, ¿cuál es su relación con Joe?

—Mi amiga, la raptor que tiene tanta visión como Matt Murdock, le quiere comprar un regalo a Joe —decía Aurora en su característico tono sarcástico.

—Entonces tú debes ser la famosa Bianca que tanto Joe menciona — ¿Joe habla de mí? —. Es un placer conocerte.

—Lo mismo digo.

—¿Y por qué necesitas mi ayuda para el regalo?

—Quiero comprarle algo que se relacione con la lucha libre y se me cruzó la idea de conseguir algo de su luchador favorito —una pequeña sonrisa nerviosa se me forma en el rostro—. El problema es que no conozco mucho de ese mundo y mi falta de vista complica la cosa. Así que tuve la idea de pedirle ayuda a alguien que sepa sobre ese deporte.

—Comprendo —se toma varios segundos antes de continuar hablando—. Tenía pensado ir a comprarle algo a mi chica. Conozco una buena galería que está bastante cerca de aquí, a lo mejor podemos conseguir algo interesante.

—Sería estupendo —Y con la incorporación de Will al grupo, mi misión por conseguir el regalo perfecto para Joe tenía buena pinta.

Después de salir del edificio, nos despedimos de Claire y continuamos nuestro viaje hasta la galería. Mientras íbamos caminando, tanto Aurora como yo, le empezamos a hacer varias preguntas a Will para conocerlo mejor.

Lo primero que me dijo él, es que era un triceraptop y que lleva viviendo en Volcadera hace 8 años. Antes de relacionarse con el mundo de la lucha libre, menciono que tuvo que hacer muchas cosas para poder subsistir. Su relación con Joe empezó a tomar forma recién este año, ya que, cuando entrenaban juntos, algunas veces salían a tomar algo en grupo, pero nunca fueron amigos propiamente dichos.

—Entonces, ¿qué le viste a ese humano para que te enamoraras de él?

—Y es algo complicado responder —tenía un tono algo irónico.

—¿Por qué es complicado?

—Porque soy ciega, trigga.

—Bianca —Aurora se molestó conmigo—. No digas eso de forma tan despreocupada —para que me lo diga ella, de verdad hice algo mal.

—Descuida, no me molesta eso —sonaba muy calmado Will—. Quiero decir, no es mentira lo que dijo. Pero ten cuidado la próxima, puede ser que otra persona se lo tome a mal esa palabra.

—Perdón.

—Tranquila, yo también debo disculparme por ser muy despistado.

—A lo mejor, el ciego eres tú —Will se reía de lo que dije.

—Puede ser, no me vendrían mal unos lentes —por suerte se tomó bien mi broma—. Pero ahora en serio, ¿qué fue lo que te cautivo de Joe?

—Creo que su forma de ser —es difícil explicarlo—. No sabría cómo ponerlo en palabras, pero me hace sentir diferente estar con él. Por eso, es que quiero darle un regalo especial, que demuestre cuánto lo aprecio —me sentía un poco tonta al decir eso.

—Eso es muy lindo —la voz de Will era muy dulce—. Te ayudaré a conseguir ese regalo para Joe.

—Y yo —dijo Aurora—. Ya le tomé cariño al humano. Puedo dar una mano con lo que sea necesario, aunque no sea mucha.

—Gracias.

Llegados a nuestro destino, el ambiente se siente muy festivo. Había algunos músicos cantando canciones navideñas para ambientar el lugar. Will me recomendó una idea: regalarle un collar tematizado. En un principio no me convencía la idea. Al menos, por lo que sé, no sé si Joe es muy aficionado a la joyería. Pero, tanto el triceraptop, como la dilophosauro, me explicaron por qué sería un buen regalo. Según ellos, si yo le regalaba algo personalizado, significaba que me esforcé en buscar algo que sea significativo.

—Me gusta la idea, pero, ¿cómo elegiré el diseño?

—En eso me encargo yo —dice Will—. Creo que algún modelo en internet podré encontrar.

—Está bien.

—Oye, Stevie —me decía Aurora—. ¿Tu jefe trabaja hoy?

—Pues no —es una pregunta bastante rara—. ¿Por qué la pregunta?

—Porque creo que lo acabo de ver vestido de santa —¡¿QUÉ?!

—¿Me lo describes?

—Pliosaurio, escamas púrpuras, un mostacho cuidado y ojos azules.

—¿Parece malhumorado?

—No, está con una gran sonrisa y regalando cosas a los niños que pasan cerca.

—No debe ser Víctor —no me lo puedo imaginar así.

—Pues se parece mucho a él, ¿acaso no tiene un hermano gemelo?

—No, que yo sepa —¿Será él? —. Ahora quiero acercarme para saber si es él.

Nos desviamos un poco de nuestro destino principal para resolver esta duda que se me había generado. En el momento en que nos acercamos lo suficiente a donde se podían distinguir las risas de niños, escuchó, como una voz que reconozco, me habla de una forma que nunca creí posible.

—Jo, Jo, Jo. Feliz navidad, Bianca —era Víctor.

Estaba en shock, la imagen mental que tengo de él se había destruido. Ese jefe duro y exigente, que rara vez lo escuchabas feliz; ahora mismo está radiando felicidad en cada palabra que suelta. Estuve balbuceando por varios segundos intentando formular una oración.

—¿Por qué estás vestido de Santa? —por estas cosas, es que a veces deseo no ser ciega.

—En los últimos años, ayudó a la comunidad ofreciéndome como Santa en esta galería —lo decía con mucho orgullo.

—Es que en todo el tiempo que te conozco, nunca pensé que harías algo como esto.

—Soy una caja llena de sorpresas —él se reía muy fuerte.

Había escuchado que la gente puede llegar a cambiar un poco su personalidad en navidad, pero jamás pensé que Víctor fuera una de ellas. Quiero decir, no es alguien malo, pero en términos de amabilidad y ser alegre; él no es sinónimo de ello. En lo que me seguía replanteando mi existencia con tal revelación, distingo como alguien viene corriendo a nuestra dirección.

—¡SANTA! —era una voz muy infantil—. Aquí tengo mi carta.

—Jo, Jo, Jo. Muchas gracias por traerla especialmente hacia mí —el tono tan feliz de Víctor me aterraba en lo personal—. ¿Cómo te llamas, pequeño?

—Cody.

—Pues pequeño Cody, aquí tengo un regalo de mi parte.

—¡Muchas gracias! —tras recibir el obsequio de Víctor, el niño se fue corriendo lejos de nosotros—. Mira mami, Santa me regaló una galleta.

—¡Qué bueno! —la madre sonaba muy feliz—. ¿Puedo saber qué pusiste en la carta?

Mientras la madre y el hijo iban alejando de nosotros, la conversación era cada vez menos audible.

—Eso fue tierno —dice Will—. Se nota que te llevas bien con los niños.

—Es que los pequeñines no son tan desesperantes como los adolescentes y no son tan molestos como los adultos —finalmente, el pliosaurio dice algo que diría en un día normal—. ¿Y qué los trae por la galería?

—Vine a comprarle un regalo a Joe para las fiestas y ellos me están ayudando a elegirlo —un pequeño bramido salía del hocico de Víctor.

—Sí que te gusta ese muchacho... —lanza un pequeño suspiro—. ¿Y qué piensas regalarle?

—Un collar personalizado.

—¿Y pensaron ir al negocio del viejo Phil? Es muy bueno con la joyería y tiene productos de calidad.

—Era nuestro plan —dijo Aurora.

—Díganle a ese vejestorio que son amigos de Víctor, seguramente les hará un pequeño descuento.

—¿En serio? —se me forma una pequeña sonrisa—. Gracias por la ayuda.

—No hay de qué. Felices fiestas para los tres.

Tras descubrir algo nuevo sobre mi jefe, nos dirigimos a la joyería que se encontraba al final de la galería. Al entrar a la tienda, con cuidado, me dirigí al mostrador y esperé a que me atendieran. Un señor, con una voz muy rasposa y que olía a whisky, nos recibió. Le dije que era amiga de Víctor y él se sorprendió al oír eso.

En el momento en que el señor me preguntó qué iba a comprar, le expliqué que quería encargar un collar personalizado para un regalo. Cuando me pidió el modelo, Will y Aurora le dijeron cuál era el que quería. De una forma muy amable, me explicó que mañana a la mañana tendría el collar hecho y cuánto costaría pagarlo.

Ya con lo mío encargado, los otros dos dinosaurios que me acompañaban, se quedaron un rato explorando la tienda y viendo si comprar algo de lo que ofrecía la joyería. Siendo la única que compró algo en la tienda, nos retiramos de la galería y fui con Aurora hasta la parada de Bus. Antes de irnos, Will me dio su número de teléfono y acordé con él de encontrarnos en la galería para que me acompañara a buscar el regalo.

Ya en mi casa, soy recibida por los sonidos de felicidad de Woozie. Mi pequeño amigo se frotaba en mi pierna y yo me agaché para hacerles unas caricias.

—¿Quién es un buen gusanito? —él emitía un pequeño ruido de felicidad.

—Sí que regresaste tarde —papá sonaba cansado—. ¿La pasaste bien con tu amiga?

—Obviamente —me levanté del suelo y empiezo a dejar mis cosas en su respectivo lugar—. Fue una aventura muy divertida.

—Me alegra oír eso, ya preparé la cena.

—Ahora voy —escucho como sus pasos se alejaban de mí.

En la cena, le conté sobre lo que hice el día de hoy y la odisea que hice para conseguir un regalo para Joe. Papá me dijo que habló con los abuelos y mencionó que ellos estaban muy emocionados de verme tras varios años sin que los visitáramos. Me puse feliz por eso, ya que son los únicos familiares que tengo, sin contar a mi padre. Tras cenar, me dirigí al cuarto para irme a dormir; que mañana es un día importante.

El ruido de una alarma resonaba en todo mi cuarto y daba señal de que un nuevo día había llegado. Me había levantado, muy emocionada, de la cama; lista para ir a buscar el regalo. Al revisar la hora, llamé a Will para saber si ya estaba levantado.

—Hola… —sonaba cansado.

—¿Ya estás despierto? ¿Estás listo? Es que ya tengo todo listo y… —él me interrumpe.

—Chica, tranquila. Recién me despierto.

—Lo siento, estoy algo ansiosa.

—Sí, me di cuenta de eso —Will lanza un bostezo—. Te espero en la parada cerca de la galería en una hora.

—Ok —cortó la llamada.

Puede ser que esté más animada de lo normal, pero es que no podía contener la emoción; solo espero que a Joe le guste el regalo.

Terminé de prepararme y salí de mi casa en dirección a la parada de bus. En el tiempo que duró el viaje, estuve muy alerta de no pasarme de la parada. Al bajar del bus, soy recibida por la voz de Will.

—Eres igual de impaciente que Joe —soltaba una leve risa seca—. Vamos, que tu querido novio regresa hoy al mediodía.

—No es mi novio.

—Lo que tú digas.

Empezamos a caminar por la galería, y en ese corto trayecto, estuve conversando un poco con Will y conociéndolo un poco mejor.

—Quería agradecerte por toda la ayuda que me diste.

—No te preocupes por eso, también quería conocer a la chica que tiene tan distraído a mi amigo —él se reía—. Y sinceramente, creo que entiendo por qué Joe se enamoró de ti.

—¿Y cuál es esa razón?

—Eres alguien agradable, dulce y se nota que, si te importa alguien, te esfuerzas de que todo salga bien —una pequeña sonrisa se me forma por ese halago—. No conozco a tanta gente que se esmeran tanto por un regalo.

—Es que es la primera vez que hago esto —lo decía mientras se me soltaba una risa nerviosa.

—¿Puedes hacerme un favor?

—Depende de qué —estaba intrigada por lo que me iba a decir.

—Cuida a ese idiota, él necesita a una chica tan considerada como tú a su lado —tenía una sonrisa de punta a punta.

—Se nota que te preocupas por Joe.

—Un poco, pero por favor no se lo digas —sonaba algo apenado—. Me gusta mantener la apariencia de un tipo duro un poco más con él.

—Tu secreto está a salvo conmigo, solo le diré que me diste una mano con esto.

—Gracias.

Llegamos a la joyería y somos recibidos por la voz del dueño de la tienda. Nos había reconocido de ayer, y ya tenía preparado el collar. Cuando Will revisa el collar, él me da la seguridad de que a Joe le iba a encantar el obsequio. Y con el regalo en mi poder, me despedí del triceraptop y regresé a mi hogar.

Ya en mi cuarto, hice el mejor esfuerzo e intenté envolver la caja como mejor pude; quería que se notara que era genuino. Finalizado mi intento de envoltura, devolví la cajita a su bolsa y revisé la hora para saber si Joe ya había regresado a la ciudad. Al ver que ya era un poco más del mediodía, llamé a Joe.

<<Por favor, contesta>>

Cuando escuchó el ruido de que la llamada fue recibida, oigo la voz de Joe.

—¡BIANCA! —soy recibida por un grito, haciendo que me asuste. Después del grito, Joe empieza a toser—. Perdón, casi me ahogo con algo.

—Me asustaste con ese grito.

—Tranquila, estoy bien —sonaba raro—. ¿Todo bien en el taller?

—Sí, terminamos antes del almuerzo y me quedo toda la tarde libre —una pequeña mentira no daña a nadie—. ¿Te gustaría juntarte en un rato? —no recibo ninguna respuesta por varios segundos—. Joe, ¿Estás ahí?

En ese silencio, que se sintió eterno, una voz femenina sonaba del otro lado del teléfono.

—Hola Bianca, soy Giselle.

—Oh, hola. ¿Está todo bien allí?

—Sí, es que Joe está ocupado terminando el almuerzo.

—Es que le había preguntado si se podía juntar a la tarde.

—Después de almorzar, está totalmente libre.

—Genial, dígale que lo espero en mi casa.

—Perfecto, ahora le digo, cuídate belleza.

—Adiós —la madre de Joe cuelga el teléfono.

El tiempo pasaba y yo estaba ansiosa esperando el momento para darle el obsequio a Joe. Papá me había dejado algo de comer, ya que estaba cumpliendo horas extras en el trabajo; así se aseguraba que nadie nos iba a molestar en nuestras vacaciones.

En el momento que escuché el sonido de la puerta siendo golpeada, tomé mis cosas y me dirijo a la entrada. Como hacía frío, me puse un abrigo y un gorro para que no me cayera la nieve. Tomé mi bastón con la mano derecha, y en la izquierda tenía la bolsa con el collar. Al abrir la puerta, lo saludé.

—Hola.

—Hola. ¿A dónde quieres ir? —me preguntó con incredulidad

—Caminemos por el parque.

Empezamos a caminar en dirección al parque, y aunque estaba algo nerviosa, era agradable estar con él. Ya en el parque, ambos estábamos en silencio, no sabíamos cómo comenzar la conversación.

Al final, salió el tema del concierto y Joe fue directo conmigo, me dijo lo que sentía y qué le gustaba. Estaba muy feliz de saber que él sentía lo mismo que yo, y que nada de lo que sucedió fue algo del momento.

Cuando le digo que estaba un poco triste de que me iba de viaje, él me dice que le gustaría tener una cita antes de que me vaya. Yo le dije que no se preocupara, que cuando regresara podíamos planear algo. En ese momento, el tono serio que tenía Joe se desvanece.

—¿No te vas a mudar a Polonia?

—¡NO! —creo que mi grito se escuchó por todo el parque—. Solo pasaré las fiestas con mis abuelos y regresaré para inicios de enero —Joe lanza un grito de felicidad.

—Hay que alivio… —él lanza un pequeño suspiro—. Creí que te ibas de la ciudad.

—¿De dónde sacaste esa conclusión?

—Aurora —me agarraba el puente de mi hocico con mis dedos—. Ya me estaba asustando de que la chica que me gusta se fuera lejos y no la volvería a ver por mucho tiempo.

—¿Y qué hubieras hecho si me iba?

—Ahorrar dinero y plantearme la idea de mudarme a Polonia —al escuchar eso, me empiezo a reír a carcajadas—. No te rías.

—Perdón, es que se me hace muy tierno —me acerco a él y le doy un beso en la mejilla—. Por estas tonterías tuyas, es que me terminé enamorando de ti —creo que es un buen momento para darle el regalo—. Por cierto, ten —le doy la bolsa a Joe donde estaba el collar.

—¿Qué es esto?

—Cómo no voy a estar para las fiestas, quise darte tu regalo de navidad antes.

—Mierda… No te compre nada —sonaba apenado.

—Descuida, con que me dijeras que te planteaste viajar a otro país por mí, es un regalo suficiente —se me forma una pequeña sonrisa—. Espero que te guste.

Percibo como Joe abría el paquete y escuchaba el ruido del metal chocando. Él se toma varios segundos antes de hablar.

—¿Esto es un collar con las iniciales de the viper?

—Sí, sabía que era tu luchador favorito y quería regalarte algo relacionado con él.

—Pero, ¿cómo lo encontraste? Si tú no… Bueno, no puedes ver.

—Ayer, mientras no estabas en la ciudad, aproveché para ir al gimnasio donde entrenas y conocí a tu amigo Will —fue una tarea más compleja de lo que esperaba—. Le conté la situación y él aceptó ayudarme con el regalo.

—Después le agradezco mañana en el entrenamiento. Gracias por el regalo, es precioso —mi corazón rebota de emoción.

—Me alegro de que te gustara.


“Quería despedir el año con un simple capitulo, aunque sea un extra, que sea sencillo y bonito.

De alguna manera, quiero agradecerles a todos ustedes por llegar hasta aquí, su apoyo es algo que valoro mucho y son la razón por la que sigo con esta historia.

9 meses y 21 capítulos (contando los extras) publicados hasta la fecha de hoy. Jamás esperar llegar hasta acá y conocer a grandes artistas en mi recorrido escribiendo esto.

Les deseo un gran año, que puedan cumplir sus metas o proyectos del 2025 y seamos optimistas; no lastima a nadie ser un poco positivo.

Felices fiestas a todos y nos vemos el próximo año con más capítulos de estas historia.

Chao”

Atentamente, elfaraon

 

 

Chapter 22: Viejos conocidos, parte 1

Notes:

Hola gente hermosa, feliz año nuevo para todos ustedes.

Espero que disfruten el capitulo de hoy.

(comenten que me gusta leerlos)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Me encontraba acostado en la cama, acompañado por el silencio y dejándome llevar por mis pensamientos. Hoy era un día bastante ajetreado para mí. Dentro de un par de horas, tengo que ir al gimnasio para terminar mis prácticas de lucha. Los últimos tres meses, fue el periodo más exigente que tuve de entrenamiento; pero todo este esfuerzo habrá valido la pena. Sin embargo, había algo que me impedía levantarme de la cama y eso era la cola de Bianca que estaba sobre mi abdomen.

Desde la muestra de arte, hace casi un mes, ya era bastante frecuente que cada uno se quedara a dormir en la casa del otro. Lo que siempre pasaba es que ella se quedaba a dormir a mi departamento y pasábamos toda la noche divirtiéndonos, pero cuando Will me pedía el departamento para que él también se divirtiera con Helena, me iba a dormir a la casa de Toph; las dificultades de compartir departamento con un amigo.

Acariciaba el cabello de mi novia y escuchaba como ella hacía un pequeño ronroneo, al parecer le gusta que le hagan eso. Intentando no despertarla, levanté su cola y busqué la forma de salir de la cama sin molestarla. Para mi desgracia, siento como la cola de ella me envuelve la cintura, impidiendo que salga de las sabanas.

—Quédate un rato más… —ella sonaba bastante somnolienta.

—Buenos días. ¿Dormiste bien?

—Sí —ella abría lentamente sus ojos, revelando esa preciosa iris gris—. ¿Cómo estás tras lo de tu pecho?

—Ya cicatrizo, por suerte no fue tan profundo.

—Perdón, por eso, pensé que podía controlar los celos.

—Descuida, pudo ser peor —por suerte no me perforó el pecho cómo hizo mi ex—. También fue algo torpe de mi parte no tomar la precaución necesaria —me reía para aligerar el ambiente—. Me tengo que preparar para mi entrenamiento.

—¿No puedes quedarte un rato más? —ella me estaba rogando.

—Ya te dije, hoy es la última sesión de entrenamiento —ella me hacía un pequeño puchero—. si pasó la prueba, ya estoy libre.

—¿Y no puedes ir más tarde? —ella levantaba levemente las sabanas y mostraba su pecho desnudo—. Podríamos entrenar de otra forma.

—Aunque suene muy tentadora tu propuesta, de verdad debo ir a entrenar —además de que aún tengo que recuperarme de ayer—. ¿Y si te preparo un desayuno? Para compensar que me tengo que ir temprano.

—Puede ser —lo decía de una forma burlona—. ¿Qué tiene en mente, chef?

—Bueno, tal vez podría preparar un café recién molido —me acerco lentamente a Bianca.

—Aja.

—Cocinar un sándwich caliente con tocino, queso, y jamón —ahora nuestras narices estaban una pegada de la otra.

—Tentador.

—Y si hay huevos en tu refrigerador, podría hacer unos huevos revueltos —le doy un beso en los labios—. ¿Te gusta mi propuesta?

—Suena deliciosa —Bianca me sonreía—. Yo me quedaré un rato más en la cama.

En lo que ella me liberaba de su agarre, yo me levanté de la cama y me puse algo de ropa para no salir desnudo por su casa.

Ya en la cocina, empiezo a revisar qué ingredientes había para que yo pudiera cocinar. Para mi agrado, tenía todo lo que había dicho; a excepción de los huevos. Empecé, primero, preparando los sándwiches, y mientras se cocinan, iba haciendo el café. El dulce y delicioso aroma de los granos de Etiopía hacían que me trasladara a otro mundo. Mientras hacía uso de mis habilidades culinarias me dejé llevar por mi imaginación y comencé a fantasear con la idea de que Bianca y yo viviéramos juntos.

¿Será difícil convivir con ella? Lo pienso un poco por su ceguera, pero conociéndola, sé que eso no sería ningún problema. Además, creo que sería lindo estar con ella el resto de mi vida.

Tal vez estoy exagerando un poco, ya me parezco a mi padre. Cuando él pensaba en mi madre, su cerebro se iba de este plano astral y fantaseaba una vida al mejor estilo de una película romántica.

Con el olor y el sonido del pan tostándose hacen que regrese a la realidad y termine de preparar el desayuno. Mientras terminaba todo, Bianca aparece tapada con una bata. Con la comida en la mesa, pasamos una cálida mañana hablando y disfrutando del momento.

—Huele delicioso —se veía hipnotizada por el olor que albergaba la sala de estar.

—No te acostumbres tanto —decía en un tono jocoso—. No todos los días me levanto con ganas de preparar un desayuno tan elaborado.

—¿Me vas a privar de estos manjares aun siendo tu pareja? —la molestia era algo evidente en su rostro.

—Claro que no, solo necesito un poco de motivación.

—¿Y con motivación te refiere a “eso”? —lo decía en un tono muy juguetón.

—No todo se trata de sexo —le doy un buen sorbo a mi taza de café—. Aunque siempre es un buen incentivo.

—Surowy —ella sonaba algo intrigada—. ¿Te sientes cómodo con lo de hoy?

—¿Con lo del entrenamiento? Tal vez un poco nervioso. Pero con todo el esfuerzo que hice a lo largo de los meses, siento que estoy preparado —había algo de seguridad en mis palabras.

—No me refiero a tus prácticas —una pequeña expresión de disconformidad se hace notable en mi cara.

—¿Lo dices por lo de esta noche? —Asiente con la cabeza—. La verdad, no sé si sea buena idea. Pero una parte de mí, quiere darle fin a ese capítulo —me quedé viendo la taza de café de forma pensativa—. Llevó años dejando que esta culpa me carcoma la cabeza, necesito finalizar esto de alguna manera.

—Tú, mejor que nadie sabe qué hacer —ella le da un mordisco al sándwich—. Pero prométeme que no harás nada estúpido. Porque, si me entero de que lo hiciste, juró que te rompo mi bastón en tu cabeza —yo me reía de su amenaza.

—Descuida, ya conozco lo que duele ese palo de metal. Te prometo que no haré nada tonto.

Seguimos disfrutando del desayuno y, en un momento determinado, sentí cómo algo golpeaba una de las patas de la silla; era Woozie que me hacía ojitos para que le diera algo de comer. Por seguridad, le pregunté a Bianca si les hacía mal a los gusanos darle algo de pan, y según ella, no habría problema. Cuando agarre un pedazo del pan y se lo acerque al gusano, este se empezó a mover de forma eufórica esperando que le diera de comer; se me hizo algo tierno.

Tras disfrutar del desayuno, ayudé a Bianca a limpiar un poco la casa. Después de vestirme y tomar mis cosas, ella me acompaña hasta la puerta para que pueda irme a entrenar.

—¿Mañana estás libre? —le pregunté en un tono seductor.

—Estoy algo complicada, tengo mucho trabajo en el taller —ella me daba una sonrisa—. ¿Recuerdas que te dije que ayudaría a Vic con un seminario de cerámica?

—Es verdad —me rascaba el mentón—. ¿Y el domingo?

—No tengo nada agendado, ¿te parece ir a comer al restaurante de Julio?

—Sí que te gusto la comida brasilera.

—Es que tiene un sabor que nunca había experimentado.

—¿Te pasó a buscar a las 20hs el domingo?

—Es una cita —ella me da un beso en la mejilla—. Suerte en tu entrenamiento de hoy.

—Gracias. Que te vaya bien en el trabajo —con otro beso, pero esta vez en los labios, me despido de Bianca y comienzo mi viaje hasta mi departamento.

Mi nuevo departamento es bastante lindo, las vistas eran muy buenas y la ubicación era bastante conveniente. Era algo pretencioso de mi parte decir esto, pero hoy en día vivo con gente de la alta sociedad. Se me hacía raro ver a toda la multitud en Promenade vistiendo ropa de marca, mientras yo iba vestido de la forma más simple y hogareña posible.

Ya en mi hogar, abro la puerta y veo a Will, sentado tranquilamente, viendo en la televisión una película de acción de los años 80.

—Buenos días, Romeo —se voltea a verme—. ¿Otra noche movida?

—Sí —cierro la puerta detrás de mí—. La próxima vez avísame con más tiempo, que ayer tuve que salir apresurado por tu culpa —me dirijo a mi cuarto para buscar el bolso—. ¡Apenas pude dormir en este lugar tres veces esta semana!

—¡Perdón por ser tan activo! —lo decía de una forma muy burlona—. ¿Listo para tu examen final?

—¿Te soy honesto? Estoy un poco nervioso —encuentro mi bolso debajo de la cama y empiezo a guardar parte de mi equipo.

—Tu tranquilo, que el vejestorio me dijo que tenía algo especial para ti —logró escuchar una pequeña risa por parte de Will, ahora tengo algo de miedo.

—¿Te vas a quedar o me vas a acompañar? —agarró mis cosas y regresó a la sala de estar.

—Obviamente, voy contigo. No quiero perderme esta lucha.

—Entonces, vamos —el triceraptop se levanta de un salto del sofá y salimos juntos del departamento.

Ahora era un poco más largo el viaje hasta el Gimnasio. Sin embargo, teníamos la ventaja de que, en el edificio donde vivíamos, está ubicado cerca de varias paradas de buses y una estación de tren.

En el transcurso de nuestra travesía hasta mi gran prueba final, conversaba con Will sobre todo lo que pasé desde que volvimos a cruzar nuestros caminos.

—Ya te lo había dicho en su momento, Will, pero quiero darte las gracias por todo.

—Viejo, no tienes que agradecerme por eso —él me hacía un gesto con la mano de que no importaba—. Solo ayudé a un colega y ya.

—No seas tan modesto —lo golpeaba en el hombro con el codo—. Nadie ayuda a un ex compañero, que apenas se relacionaban fuera de los shows, a regresar a luchar —le doy una cálida sonrisa—. De verdad lo digo, gracias. Creo que, si no fuera por tu ayuda, creo que mi progreso para regresar a luchar hubiera sido mucho más lento.

—Si lo pones así —se notaba algo avergonzado—. En el fondo, cuando empezamos a entrenar juntos, tenía otro motivo para ayudarte.

—¿En serio? —lo miro con mucha sospecha.

—Sí.

—¿Y qué fue lo otro que te motivo ayudarme?

—Que siempre quise una revancha de nuestra primera lucha —lo miro algo confundido cuando dice eso—. Seguramente ni te acuerdes de eso, pero fue en tu primer año como luchador de la WSF.

Estuve un buen rato pensando a que se refería Will. Sé que no tengo buena memoria, pero debo hacer algo de esfuerzo para recordar.

<<En mi primer año luchando… Triceraptop de escamas verdes… Haz memoria cerebro>>

—¿Tú eras la tarántula negra? —él asentía la cabeza—. Pero eso fue una dark match.

—Lo sé, pero, aunque tuve que vestirme de un personaje genérico, esa fue la lucha que me motivo a seguir en la empresa.

—Es una broma, ¿verdad? —él me negaba con la cabeza.

—Ese día, no me encontraba bien —Will sonaba algo melancólico—. Habían pasado varias cosas en mi vida, que hicieron que me replanteara si valía la pena dedicar mi vida a la lucha libre; me estaba jugando mi sueño en esa simple lucha de exhibición —él empieza a sonreír—. Pero cuando empezó la lucha, en ese momento que realizamos la primera llave, tú me dijiste al oído: es tu momento de brillar —Will se sonaba los nudillos—. Fue ahí donde supe que estaba en el lugar correcto.

Cuando dice eso, empiezo a recordar mejor esa lucha. El plan original era hacer una simple lucha de cinco minutos para que yo me luciera y me viera poderoso. Pero mi lado, más rebelde, hizo que la lucha durara casi quince minutos y dejé que mi oponente también se luciera. Es verdad que yo gané esa lucha, pero el público llegó a apoyar a la tarántula en esa contienda, aun sabiendo que era un personaje poco relevante.

—Tras la lucha, en los vestuarios, recuerdo cómo te reprimieron por desobedecer lo pactado en el guion —ahora tengo la imagen mental de los directivos de WSF gritándome por media hora en mi cabeza—. Y juro que en ese instante pensé que me iban a despedir, pero Paul se acercó a mí y me dijo que esa lucha era lo que buscaba —él me mira a los ojos y se visualizaba en sus pupilas la felicidad que sentía—. Gracias a ti recuperé ese amor que tenía por la lucha libre.

—Ay, no sabía que tenías un lado tan cursi —me reía de él.

—Pues será la última vez que verás así, aprovecha —ya había regresado a su tono fanfarrón de siempre—. Pero esa era la otra razón por la que te ayudé, quiero tener una lucha en condiciones entre nosotros dos.

—Ahora, por tu culpa, tengo más presión para pasar el examen —lo miro con determinación a Will—. Tengo que hacer realidad esa lucha, Drako vs Joe, en la WSF.

—Eso sería cool.

Nos bajamos del cacharro de metal y fuimos directos al gimnasio. Al entrar, solo vimos a Bottor esperando sentado en el ring. Según lo que recuerdo, mi oponente para este entrenamiento iba a ser Helena, a lo mejor está cambiándose en los vestuarios.

—Llegan a tiempo —dijo el microraptor emocionado—. Veremos si el humano aprendió lo necesario.

—Usted dígame qué debo hacer y lo sorprenderé —lancé unos golpes al aire para bajar un poco la adrenalina que tengo—. Helena no sabrá qué le espera —Bottor se empieza a reír—. ¿De qué te ríes?

—¿No le dijiste? —él miraba a Will.

—Helena no está en la ciudad —dijo el triceraptop.

—¿Qué? —estaba confundido.

—Ella se fue a México unas semanas para luchar como la campeona actual de la WSF y dar visualización a la empresa —Will me daba una sonrisa descarada.

—Es por eso, que armamos algo especial —Bottor sonaba muy emocionado.

—¿Voy a pelear contra usted? —aunque sea un vejestorio, algo me dice que me haría parir la lucha.

—Nah, ya estoy viejo para luchar. Pero un viejo conocido tuyo aceptó darnos una mano.

—¿Conocido?

Desde los vestuarios, en el instante en que se abre la puerta, una silueta hace acto de presencia. Mi reacción fue una mezcla de sorpresa y de felicidad al ver la silueta que superaba los dos metros de altura.

—A ustedes, los americanos, les falta un poco de estilo rudo de Europa.

—¿Tim? —no sabía cómo reaccionar—. Pensé que te habías mudado a Inglaterra.

—Y así fue, muchachito —el neandertal empieza a estirar sus brazos y piernas—. Con el dinero que ahorré con las clases de lucha, regresé para mi patria y vivo retirado vendiendo set de té en mi ciudad natal —yo estaba muy emocionado.

Tim Foden, es un neandertal nacido en Barnsley, Inglaterra, y reconocido luchador de la década del 80. Para inicios del siglo XXI, abrió una pequeña academia de Wrestling en esta ciudad, volviéndose algo popular.

Tras lograr de convencer a mis padres de que me dejaran entrenar lucha libre, empecé a buscar lugares para poder iniciar mi camino como luchador. Para mi suerte, descubrí este gimnasio, y a mis quince años, fui entrenado por el Tim. Cuando lo conocí por primera vez, no sabía quién era y qué había logrado. Es por eso que siempre lo vi como mi maestro y nunca como una celebridad.

—No me lo puedo creer —me volteó a ver a Bottor—. ¿Cómo lograste contactarte con él?

—No fue muy difícil, trabajamos en la misma empresa por allá en los ochenta —el microraptor masajeaba su barba—. Lo que me sorprende es que nunca me hayas dicho que había entrenado “el caballero Tim”.

—Es que nunca me gustó que mis alumnos presumieran de que yo fuera su mentor —el neandertal se reía a carcajada—. Vamos, Joe, al cuadrilátero —él dejó de estirar y se veía con mucha energía—. Quiero ver cuánto mejoraste.

—¿Voy a pelear contra ti? —ya me estaba emocionando más de la cuenta.

—¿Acaso tienes miedo de que un vejestorio de 60 años te derrote? —tenía una sonrisa de punta a punta donde se veían sus dientes amarillos—. Que esté retirado, no significa que no siga entrenando.

—No pienso contenerme, abuelito —Ambos subimos al ring y nos quedamos esperando a que la lucha comenzara.

Bottor nos explicó cuáles eran las reglas de la lucha: tenía un tiempo límite de 20 minutos para ganar la contienda, debía realizar 5 agarres o llaves de forma exitosa y solo podía derrotar a Tim vía sumisión. Y conociendo a este vejestorio, sé que debo ser agresivo para que se rinda.

Cuando hicieron sonar la campana, ambos empezamos a caminar, dando vueltas sobre el ring, esperando el momento para atacar. Era consciente de que yo era más rápido que Tim, pero eso no iba a servir para derribar a la tremenda muralla que tengo adelante mío. Para comprobar su fuerza, lo obligué a entrar en lucha.

En el momento de que nuestras manos entran en contacto, ambos empezamos a forcejear para ver quién de los dos cede. Al principio, yo estaba dominando y doblegaba al vejestorio, pero como si de una bestia salvaje se tratara, él logra contrarrestar mi ataque y hace que me doble del dolor.

—¿En serio creías que me ibas a vencer en mi propio juego? —sus palabras expresaban mucha soberbia.

—Ya vas a ver… Vejestorio —tenía que salir de esta situación.

Sin soltarme de sus manos, lanzo una patada sucia, que contacta con su estómago, logrando que aflojara el agarre. Dejando su pecho al descubierto, le regalé un hermoso chop en su pectoral, haciendo que, el ruido del golpe, resuene en todo el gimnasio. Viendo que la palma de mi mano quedó grabada en su pecho, el neandertal intenta acertarme algunos golpes, fallando en el intento y dejándome la cobertura para realizarle un candado al cuello.

En lo que estamos en la llave, hago lo imposible para que Tim no se zafara de mi agarre. Hago una pequeña estocada, y usando la inercia, consigo derribarlo y llevarlo al suelo. Él buscó liberarse de múltiples formas, pero mi candado era muy firme. Estuvimos en ese candado, por lo menos, dos minutos seguidos, hasta que, en una pequeña oportunidad que se le presentó a Tim, consiguió llegar a las cuerdas.

Cuando lo solté, sin avisar, me propino una pequeña ráfaga de chops a mi pecho, dejando al rojo vivo a mis pectorales. Aguantando el dolor, me lancé hacia sus piernas e intenté hacerle una llave al tobillo, fracasando en el intento y quedando a su merced.

Tim no desaprovechó ninguna oportunidad, y comenzó a pisarme repetidas veces en los brazos. Y para demostrarme que aún conservaba su estado físico, hizo la vertical frente a mí, para, acto seguido, dejarse caer sobre mí, impactando todo su peso sobre mi abdomen.

En lo que me retorcía del dolor, él me toma de los pelos y me levanta de la lona, y me realizó su combo especial. Primero me dio un golpe en la axila, seguido de eso, me doblaba el antebrazo y levantaba con su otro brazo hasta la altura de su cabeza, para, al final, lanzarme contra la lona otra vez.

Con un poco de esfuerzo, intento arrastrarme hasta una de las esquinas para poder recuperar el aliento. Aún no habían pasado ni diez minutos y el vejestorio está fresco como lechuga, de verdad no es de este planeta.

Mientras me levantaba con cuidado, notó que Tim viene hacia mí dirección a toda velocidad, y para detenerlo, le conectó una patada frontal en el rostro. Viendo que se encontraba aturdido, me acerco a su espalda y le conecto, no solo uno, sino tres German suplex seguidos.

Viendo que estaba abatido en la lona, giró su cuerpo, dejando su espalda al descubierto. Con el objetivo de que el neandertal se rindiera, me senté sobre él, y de forma simultánea, doblé sus piernas, consiguiendo realizar una Boston crab perfecta.

—¿Te vas a rendir? —ahora era yo quien se burlaba de su oponente.

—¿Y darte el gusto? —él logra levantar parte de su torso y empieza a arrastrarse hasta las cuerdas—. Ni en tus sueños.

Hice todo lo posible para que Tim no llegara a las cuerdas, pero su fuerza era insuperable. Forcé el candado unos segundos más, a pesar de que mi rival había tocado las cuerdas, para debilitar sus piernas. Para cuando lo solté y vi que estaba cansado, concentré todas mis fuerzas en la próxima movida.

Tomé de la cabeza a Tim y lo puse en posición para realizarle uno de mis movimientos insignia, la torre de pisa. No sabía si iba a poder aguantarlo en el aire muchos segundos, pero si quiero ser el mejor, debo superar mis límites. Ya ambos en posición, comienzo a levantar a Tim hasta tenerlo encima de mis hombros de cabeza. Y sin poder soportar más de tres segundos, completó la movida, haciendo que su espalda impacte de lleno en la lona.

Ya había perdido la noción del tiempo, lo único que tenía claro es que me faltaban dos agarres o dos llaves más.

Para agregar algo especial a la lucha, y estrenar una nueva movida para mi arsenal, salgo del cuadrilátero y me quedo parado en el borde del mismo. Atento de que mi oponente se levantara y se acercara un poco, me preparo para subirme a las cuerdas y usarlas como soporte para saltar contra Tim, impactando mi antebrazo contra su rostro.

Ambos quedamos tendidos en la lona, y con la intención de seguir torturando sus piernas, le realicé una figura cuatro, generando una presión agónica en sus cuádriceps. Los gritos de dolor del neandertal eran señal de que estaba siendo efectiva mi llave de sometimiento.

—¡RÍNDETE DE UNA VEZ!

—¡SOBRE MI CADÁVER! —con todas sus energías, él logra invertir la llave y ahora el que sufría era yo.

El vejestorio era terco como una mula y no me iba a dar la victoria tan fácil. Y si quería aún seguir caminando, tuve que deshacer la llave. Ninguno de los dos quería perder, aun si esto era un simple entrenamiento. Y para mi desgracia, cuando logro levantarme del suelo, veo cómo Tim se estaba acercando a toda velocidad contra mí, logrando conectar su poderoso lazo a mi cuello y dejándome tendido en la lona.

Ya no daba más, estaba entregado para que él me venciera. Apenas tenía fuerza para una movida más y tenía que aprovechar esa oportunidad. Esperé pacientemente a que él se acercara para castigarme, y cuando vi la pequeña oportunidad que tenía, le realicé una guillotina; una llave de sumisión que me enseñó Helena.

Usé todas mis fuerzas para sellar el candado y que no se rompiera, y de que, una maldita vez, el vejestorio se rindiera. Estaba liberando toda mi frustración con un grito y cada segundo que pasaba, sentía cómo Tim iba cediendo a la llave de sometimiento. Y finalmente, escuchó a Tim golpear repetidas veces la lona, señalizando que se había rendido.

—¡Y el vencedor, tras 18 minutos y 57 segundos de lucha, el hijo de Italia, Joe Bonucci! —decía emocionado Will.

Al escuchar el anuncio de mi victoria, aflojo el candado y empujo hacia un costado al neandertal. Estaba en la lona, con suerte podía ponerme de pie; estoy exhausto.

En el momento en que intento levantar mi brazo izquierdo, me percato que apenas se movía; algo me dice que tendré que ponerme hielo en esa zona.

Teniendo algo de asistencia de las cuerdas para levantarme, me acercó a la esquina donde se encontraba Bottor viendo la lucha. El microraptor se veía serio, pero a su vez, se notaba algo de alegría en sus ojos.

—¿Aprobé? —fatigado, me apoyé sobre el esquinero para no caerme.

El microraptor no decía nada, solo se me quedaba mirando; sin expresar muchas emociones.

—¿Tú qué dices? Mi querido amigo británico —me volteó un segundo para ver, detrás de mí, a mi viejo maestro de pie con una sonrisa gigante; estaba cansado, pero se veía mejor que yo.

—Yo diría que aprobó —él se tronaba el cuello—. Hizo que este anciano se sintiera como de alguien de cuarenta años —él se reía por su propio comentario.

—Entonces, felicidades, Joe. Pasaste tu prueba —levanté mi brazo derecho en señal de victoria.

—Muchas gracias —hago una pequeña reverencia en dirección a Bottor—. Estoy muy agradecido por todos estos meses de entrenamiento.

—Fue todo un placer —el microraptor hace una pequeña reverencia en señal de respeto—. Me dio gusto conocer un poco del talento local de esta ciudad. Espero que tengas un gran regreso en los encordados.

—Y, coach —me dirijo hacia Tim—, estoy muy feliz de que hayas vuelto para esto. Jamás creí que nos volveríamos a encontrar.

—Los caminos de la vida, muchachito —él ponía su mano gigante sobre mi cabeza y empezaba a despeinarme todo el cabello—. El destino hizo que conocieras a uno de mis mejores compañeros de viajes en mi estadía en Japón —él levanta la mirada en dirección en donde se encontraba el microraptor—. Aún me debes el dinero que te presté cuando fuiste a ese love hotel.

—Qué te devolví cuando pagué tu desastre en el restaurante del señor Ashita.

—Veo que tienen muchas historias para contar —dice Will de forma muy animada—. ¿Y si pedimos unas pizzas y celebramos el triunfo de Joe?

—No es una mala idea —dijo Tim.

—El humano se ganó el derecho de disfrutar hoy —acotó Bottor.

—Aún tengo tiempo antes de ir a trabajar —lo decía en un tono alegre—. Pero, por favor, ¿me traen una botella de agua? Que me estoy deshidratando.

Habiendo dejado cuerpo y alma en el ring, era momento de celebrar que mi periodo de entrenamiento había terminado. Fue un largo viaje, pero al final, dio frutos a todos mis esfuerzos.

Mientras Will pedía varias pizzas para comer, yo fui a una tienda, con Tim, a comprar bebidas. Hacer esto, me trae gratos recuerdos de que, tras los entrenamientos con el neandertal, algunas veces comíamos en el gimnasio entre todos los alumnos. En lo que íbamos eligiendo qué beber, tengo una breve charla con Tim.

—¿Y cómo te trata la vida? —me decía el gigante de casi dos metros de alto que estaba mirando los estantes.

—Bien, estoy tomando las riendas de mi vida y me estoy haciendo responsable de mis acciones.

—Eso es muy maduro de tu parte —él se reía—. Me causa gracia escuchar a mi alumno más caótico hablar tan serio.

—No era tan problemático —estaba un poco ofendido.

—Fuiste el único alumno al que tuve que noquear para que dejara de luchar —él se reía de su propio comentario—. Pero aun con todo eso, fuiste mi mejor estudiante.

—Algo bueno debía tener en todo lo malo —se me escapa una risa nerviosa.

—Y sobre tu lesión, ¿ya está totalmente sanada?

—Hace años —un pequeño resoplido salía de mi nariz—. ¿Te contaron?

—Me enteré por las redes —él tomaba una botella de whisky—. Para cuando lo supe, ya había pasado varios meses de tu accidente —él me miraba con seriedad—. ¿Fue dura tu estadía en el hospital?

—Bastante, por casi todo un año estuve viendo paredes blancas y películas de mala calidad en el televisor —yo había agarrado una botella de refresco de naranja—. Pero gracias a varios factores, pude regresar y esta vez estoy más concentrado.

—Eso pude ver en el ring, eres mucho más preciso y seguro —Tim me daba una gran sonrisa—. En toda la lucha me estuviste cuidando y protegiste mi cuello.

—Y tú, ¿qué tal? ¿Cómo es la vida en Inglaterra?

—Pacifica, mi esposa y yo podemos estar en calma sin que nada nos moleste —él se queda mirando las dos botellas que tenía en cada mano—. ¿Es muy temprano para tomar?

—¿Whisky con pizza? Mira, sé que, en Inglaterra, como acá, no tienen una buena gastronomía, pero hasta nosotros sabemos qué whisky con pizza no es una gran combinación.

—Es que ustedes, los americanos, no se animan a experimentar —se reía a carcajadas—. Mejor terminemos de comprar y regresemos a comer.

Después de comprar las bebidas, regresamos al gimnasio. Y viendo que aún no habían llegado las pizzas, nos quedamos charlando entre todos los presentes en lo que se tardaba el repartidor con la comida. Tanto yo, como Will, teníamos demasiada curiosidad por saber algunas historias que vivieron Tim y Bottor juntos.

Ambos empezaron a contar como se conocieron, Tim contaba que, en su viaje para luchar con los mejores exponentes de cada país, paso una temporada de Japón. Fue difícil para él adaptarse, ya que allá era muy discriminado, no por su especie, sino por ser británico. Para su fortuna, conoció a un microraptor que le sirvió como guía y traductor hasta que aprendiera a dominar el idioma; ese era Ryuta, alias Bottor.

El microraptor, por su parte, contó cómo fueron los primeros meses de Tim en Japón y como tuvo que acostumbrarse a la cultura nipona. Él recuerda perfectamente cuando el neandertal tuvo un malentendido con los dueños de un bar por la barrera del idioma.

Por una mala conjugación de palabras, Tim terminó insultando a un cliente y eso causó una pequeña trifulca en el bar. Bottor se estaba estallando de la risa por la situación, ya que era gracioso ver a un hombre de 2 metros levantar a un anquilosaurio sin problema y arrojarlo por encima de la barra como en las caricaturas. Es así, que, debido a varias peleas que tuvo en bares en el país del sol naciente, es que recibió el sobrenombre de “el hooligan de Asia”.

También, Bottor menciono que, con Tim, dieron una de las mejores luchas de su carrera. Ya que, gracias a lo poco convencional de la lucha y la innovación en la técnica de alto vuelo por parte de Bottor, hizo que su lucha haya sido calificada con 5 estrellas; creando un nuevo estándar en las luchas japonesas.

—¿Puedo hacerle una pregunta, Tim? —Will miraba al neandertal.

—Usted diga nomas.

—¿Cómo era Joe cuando lo entrenaba?

—Un dolor de cabeza —mientras yo le ponía mala cara, él se reía a carcajadas—. Un gran prospecto para la lucha libre, pero era imposible seguirle el ritmo —él toma la botella de whisky y le da un buen trago a la bebida—. En cada entrenamiento me preguntaba si consumía algo para estar con tanta energía.

—Qué suerte que me tocó la versión tranquila —Bottor se mofaba de mí.

—Pero aun con eso, era un buen alumno. Tal vez era algo problemático, pero en casi todos los entrenamientos, siempre cumplía con excelencia —Tim se voltea a verme—. Incluso me ayudaba a dictar las clases cuando yo no podía. ¿Te acuerdas del seminario con “el primal”?

—Sí, llegaste una hora tarde, y con ayuda del primal, estuvimos los dos dictando el entrenamiento y el inicio del seminario —yo me rascaba detrás de la cabeza—. Ese día fui el saco de boxeo de nuestro invitado, no dejaba de usarme para hacer suplex con mi cuerpo.

—Debió ser un entrenamiento muy divertido.

—La verdad es que sí, de mis seminarios favoritos —dije tras comer una rebanada de pizza.

—¿Y el mío qué? —el microraptor me miraba molesto—. ¿Estos tres meses no existen o qué?

—Lo suyo no lo considero un seminario, en lo personal —le dije a Bottor—. Pero como se lo dije antes, estoy muy agradecido por todo lo que me enseño. Tengo un arsenal mucho más variado e interesante.

—Bueno, agradezco las pizzas, pero tengo que ir partiendo —dijo Tim mientras se levantaba del suelo—. Quiero ir a visitar algunos colegas de la ciudad antes de irme.

—Pero vamos maestro, aún es temprano —le estaba suplicando—. No lo veo hace años.

—Descuida, seguramente en verano regresé —él me sonreía—. Cuando regrese, podrías invitarme algo en un bar.

—Tenlo por seguro.

Mientras Tim agarraba su bolso, él se me queda mirando. Y antes de despedirse de todos nosotros, el neandertal me dedica unas palabras que lograron conmover a mi corazón.

—Niño, debo ser honesto contigo, estoy impresionado en el luchador que te has convertido—el neandertal se veía orgulloso—. Desde la primera vez que te vi entrenar y la convicción que ponías, supe que ibas a llegar lejos. Y aun con todas las dificultades que pasaste, te lograste levantar —él ponía su mano en mi hombro—. No solo creciste desde lo más técnico, sino también desde lo mental. Debes sentirte orgulloso de ti mismo, por no abandonar lo que amas.

—Maldita seas —me limpiaba una pequeña gota de agua que salía de mi ojo—. Vas a lograr que llores.

—¿Ahora quién se puso sentimental? —Will se mofaba de mí y yo le golpeaba en el hombro.

—Cállate —me brotaba una leve sonrisa de felicidad—. Me tengo que ir a otro lado —me giro a ver a todos—. De verdad, gracias por todo.

Tras disfrutar de un almuerzo bastante sabroso y varias historias interesantes de los más veteranos, mi entrenamiento había finalizado.

Prepárate mundo, Joe Bonucci viene hacer historia.

 

Notes:

Nos vemos pronto, se me cuidan

Chao ❤️

Glosario de lucha (hace tiempo que no lo uso)

- Dark match: Una lucha no televisada que se da antes o después del show normal. El fin de una dark match es poner a prueba a talento joven.

- Personaje Genérico: Es cuando un luchador usa un personaje poco relevante para luchar y ser vencido en pocos segundos, es muy común que sean personajes enmascarados.

Chapter 23: Viejos conocidos, parte 2

Notes:

Nuevo cap, Disfruten

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Después de salir del gimnasio con Will, le mencioné que tenía que ir a otro lado. Y como no quería decirle que voy al psicólogo, le dije que mi madre me necesitaba en el taller para cubrir a un empleado que faltó. Sin hacer muchas más preguntas, el triceraptops se despide de mí y tomamos caminos separados.

En un inicio, no había planeado ninguna sesión para estas fechas. Sin embargo, tras recibir un mensaje hace unos días, necesitaba, encarecidamente, hablar de esto con Sebastian. Sin pasar nada relevante en el camino, llegué al edificio donde se encontraba la oficina del Doc. Al entrar, la recepcionista me dice que Rootman me estaba esperando en su consultorio. Surcando los pasillos, me detengo en frente de una puerta abierta, donde se encontraba un pterodáctilo, vestido con ropa deportiva, sentado con las piernas cruzadas, y gracias a su rostro, puedo ver que está molesto.

—Hoy era mi día libre —decía de forma sarcástica—. ¿Cómo te ha tratado la vida desde nuestra última sesión, Joe?

—Mejor de lo que uno esperaría —me dispongo a entrar a la habitación y cierro la puerta—. ¿Qué es lo último que tienes registrado en su libreta sobre mí?

—Déjame que revise —el Doc mira todas sus notas—. Lo último que hablamos fue sobre: cómo fue progresando tu relación con Bianca, que ya solucionaste todos los problemas con tu madre y que comenzaste a reconectarte con tu pasado —cuando menciona lo último, lanzo un suspiro.

—Pues lo que quiero charlar se relaciona con lo último que dijo —saqué el celular de mi bolsillo y le muestro el mensaje que me había llegado—. Reunión de ex alumnos de mi instituto.

—Creo que ya sé qué es lo que perturba a tu cabeza —deja su libreta a un costado y me mira directamente a los ojos con su típica mirada empática—. Pero me gustaría que me lo dijeras tú, ¿qué es lo que te molesta?

—¿De verdad debo decirlo?

—Sí.

—Está bien —me siento en el sofá y quedo cara a cara con Sebastian—. Estoy preocupado de cómo actuar en esa reunión.

—¿Nada más? —él me miraba con ojos de «sé que me estás ocultando algo».

—Vamos por parte, ¿ok? —el Doc asiente con la cabeza—. En mis años de instituto, no tenía muchos amigos. Era alguien sociable, pero si tuviera que decir cuantos amigos reales hice en esos años, creo que llegó a dos; a lo mucho.

—Es normal. Raras veces, esas amistades que haces en preparatoria, duran para toda la vida —él me da una sonrisa—. Lo digo por experiencia.

—¿Y cuántas amistades sobrevivieron en esos años? —le pregunté a Sebastian—. Si no es molestia, claro.

—No tengo inconveniente en responder eso —él postraba su codo en el apoyabrazos, y su mentón, en su mano—. Solo sobrevivió una amistad, pero es una de las mejores que tuve en lo largo de mi vida. Incluso tengo claro que, si fuera padre, ella sería la madrina de mi hijo.

—¿Le gustaría ser padre?

—La verdad es que sí, pero por ciertos inconvenientes, es bastante complicado.

—¿Lo dice por la edad? Para estar cerca de los cuarenta, se ve bastante bien —él se reía de mi comentario.

—Gracias por el cumplido, pero eso es solo uno de los muchos inconvenientes —Rootman agarra su libreta y su lapicera—. Pero ya es suficiente de hablar sobre mí, volvamos a ti.

—Ok —me acomodaba en el sofá—. Como estudiante, nunca destaqué a nivel académico, era un alumno decente como decían los profesores —me rascaba detrás de la cabeza mientras lo decía—. En la única materia que sacaba buenas notas, era en deportes —giré mi mirada hacia un costado y me quedé viendo el paisaje que me revelaba la ventana—. Y mi período en el Instituto Volcano, siempre lograba llamar la atención por dos simples razones: por ser de los pocos humanos que estudiaban en ese lugar y porque siempre estaba en detención.

—¿Eras un chico problemático?

—Algunos me veían así —soné muy despreocupado cuando lo dije—. Pero si tuviera que decir cuál era la razón, diría que, en un 80% de las veces, era por pelearme contra otros alumnos. Principalmente, era el mismo grupo de dinosaurios con los que me llevaba mal.

—¿Y qué llevaba a esas peleas?

—Lo de siempre, especismo —lanzaba un suspiro—. Por mi forma de ser, me parecía tonto discriminar a alguien por su especie. Quiero decir, no importa si tienes escamas o piel, todos sangramos.

—Y no soportabas que te insultaran con algunos términos despectivos, ¿verdad?

—En un principio sí. Pero cuando comencé a ignorar esos comentarios, ellos buscaron cada forma para provocarme. Y con el tiempo, me di cuenta de que sufro del síndrome del héroe —una pequeña risa se me escapa—. Creo que crecer viendo a los héroes de las películas de acción y a los luchadores hacer el bien, género en mí una visión de proteger al más débil.

—Y viendo en retrospectiva, ¿sientes que sirvió?

—Un par de veces —lo dije algo apenado—. Hubo ocasiones en que mi intervención hizo que el problema se terminara. Y otras veces, el que salía perdiendo era yo —me masajeaba la frente—. Algunos profesores me echaban toda la culpa por los inconvenientes que causaba.

—Y los profesores, ¿nunca se plantearon la idea de que te expulsaran? —Rootman me miraba con seriedad—. Digo, tú mencionaste que pasabas mucho tiempo en detención y tenías muy mala relación con cierto grupo de estudiantes.

—A ver, si no llevo mal la cuenta… —me tomó varios segundos recordar la cantidad exacta—. Estuve en detención, al menos, unas 30 veces en toda mi vida como estudiante —el Doc me miraba con una cara de decepción—. No me veas así.

—Es que no esperaba un número tan alto…

—Oiga, solo una vez se planteó la idea de expulsarme, pero no fue por una pelea; fue por hacer volar medio salón de química —Sebastian, con cada segundo que pasaba, me seguía juzgando más con su mirada—. ¡No sabía que esa mezcla era volátil! —su mirada no cambiaba—. ¡NO ES MI CULPA PENSAR QUE INFLAMABLE SIGNIFICABA QUE NO SE IBA A PRENDER FUEGO!

—En serio, eres todo un caso para analizar —él vuelve a su postura de persona sería y deja de juzgarme, un poco, con su mirada—. Salvo por ese accidente, ¿nunca se volvió a discutir tu expulsión?

—No, el director de la escuela sabía quién era realmente. Y de cierta forma, era como su “protegido” —me empezaba a rascar detrás de la cabeza—. Aunque mi época problemática murió cuando comenzó mi último año de preparatoria. En ese año, no pisé el salón de detención ni una vez.

—¿Y por qué crees que surgió ese cambio?

—Por varias razones: mi enfoque en volverme un gran luchador, dejar de causarles problemas a mis padres y porque le había prometido a Julia que dejaría de pelearme en la escuela.

—Sí que te tardaste en mencionarla —él se cruzaba de piernas—. Lo otro que te preocupa de esa reunión es cruzarte con ella, ¿o me equivoco?

—Está en lo cierto, Doc —me mordía el labio inferior antes de seguir hablando—. Tengo algo de miedo de que nuestros caminos se crucen y que se genere un ambiente incómodo para los dos.

—¿Y qué te hace pensar eso?

—Pues cómo terminaron las cosas entre nosotros dos —dije con un tono débil.

—¿Quieres profundizar sobre los últimos meses de tu relación con Julia? —aprieta varias veces el botón de la lapicera y agarra su libreta—. Creo que sería lo mejor que te tomes todo el tiempo que necesites para contarme la historia.

Mentalizándome, para volver a revelar este recuerdo que tenía suprimido en mi cabeza, miré a Sebastian; y cuando me dio su cálida sonrisa de psicólogo, me pude relajar. Él ya sabía un poco sobre lo que había ocurrido. Sin embargo, la primera vez que lo conté, no profundicé en todos los detalles.

Julia, para esos tiempos, no la estaba pasando bien. En nuestro último año escolar, ella se encontraba muy estresada por varias razones: los exámenes de ingreso para diferentes universidades, el estado de salud de su padre y el trabajo de medio tiempo que tuvo que tomar para ayudar a su familia con los gastos médicos.

Por mi parte, he de admitir, que hubo un periodo donde fui un poco egoísta, ya que estaba priorizando una oportunidad como luchador antes que preocuparme de los problemas de Julia. Pero cuando su amiga, Zoe, me habló y me pidió que estuviera con ella a su lado. Renegué esa oportunidad de luchar en una empresa y prioricé mi relación con la styracosaurus.

Debido a toda esa situación, me sentía frustrado por haber abandonado esa gran oportunidad de luchar en una empresa más grande. Pero ver a Julia mejor, ayudaba a reconfortar un poco mi alma; aunque, esa espina fue creciendo a medida que ignoraba mis metas por ella.

Muchas veces falté a pequeñas exhibiciones de luchas, donde había cazatalentos locales. Perdí varias oportunidades para hacerme un nombre en la industria. Pero cuando ella me necesitaba o quería que yo estuviera para acompañarla, yo estaba presente. Y es ahí donde que, después de la graduación, me di cuenta de que no era realmente feliz; ya no podía aguantar esto.

Y un día, cuando estuvimos en su casa a solas, planteé la idea de tomarnos un tiempo. Ella, en ese instante, se sintió devastada y me preguntó por qué decía ese disparate. Y yo… no me contuve y largué todo lo que sentía en ese último año. Le dije todo lo que pensaba, que esos últimos 8 meses, no los estaba disfrutando; que esta relación no era como al principio.

Julia tan solo respondió con que nunca me preocupé por esta relación, que recién ahora lo hice porque ella estaba mal. Y ese comentario, hizo que me enfadara.

Le recriminé todas las oportunidades que desperdicié de firmar un buen contrato con alguna empresa de lucha libre, solo para estar con ella. Hice a un lado mis objetivos para que ella se encontrara bien, pero en ningún momento, desde que comenzamos a salir, ella sacrificó algo para acompañarme en mis proyectos.

Ella se escudaba con que nunca tuve que hacer eso por ella, y para ese momento, ya no estaba pensando con claridad.

Para ese punto, ya nos estábamos gritando e insultando sin fundamentos. Cualquier fallo que hayamos cometido en nuestra relación, era válido para reprocharle al otro.

—¡¿Ahora es mi culpa porque no alcanzarás tus sueños?! —Julia sonaba muy furiosa—. ¡Perdón! ¡No sabía que jugar a los luchadores fuera tan importante!

—¡¿Ahora te burlas de mis sueños?! —tenía los ojos inyectados de sangre—. ¡Al menos no soy una actriz mediocre que tiene miedo al fracaso! —la expresión de ella había cambiado a una inexpresiva.

—Repítelo…

—Actriz mediocre —lo dije en el tono más asqueroso que me permitiera la voz—. Agradezco tener la madurez de seguir lo que amo y que no tenga que abandonarlo solo porque mis padres me lo pidieron.

—¡NO METAS A MIS PADRES EN ESTO! —parecía que me iba a matar por insultar a sus figuras paternas.

—¿Ahora los defiendes? —no podía creer lo que decía—. Desde que te conozco, tus padres JAMÁS te apoyaron con el teatro.

—¿Y tú sí? —estaba indignado.

—¿Quién de los dos cancelaba sus planes para apoyar al otro en sus proyectos? ¿Quién es el idiota que iba todas las tardes a dar una mano en el club de teatro sin obligación? ¿Quién fue el idiota que le gritó a tu padre y te defendió cuando él dijo “el teatro es solo un desperdicio de tu tiempo”? —fui demasiado generoso en esta relación, tuve que ser más egoísta—. Al menos les podrás dar el gusto a tu padre de que ya no sales con ese sucio humano, como él me dijo muchas veces —me agarraba la frente con mi mano y acariciaba mi sien—. Si es que sobrevive a la cirugía.

En ese momento, no me había dado cuenta de lo que había dicho. La expresión de Julia, que denotaba dolor e ira, quedó marcada con fuego en mi cabeza.

—Fuera de mi casa.

—No quise decir…

—¡DIJE QUE FUERA, MALDITO SKINNIE!

Esa noche, fuimos dos grandes idiotas. Podría excusarme con que éramos adolescentes y que no sabíamos medir las palabras, pero realmente, siento que sería ignorar el problema. No estábamos bien ninguno de los dos en ese punto de la relación. Tarde o temprano íbamos a terminar, y fue de la peor manera posible.

Regresando a la sesión, dirijo devuelta la mirada a donde se encontraba Rootman. Tomé un poco de aire y lancé un gran suspiro. Tras haber abierto, está herida otra vez.

—Tiempo después, me enteré de que ella se mudó con su familia a otro estado —me sentía abatido—. Siempre me costó medir las palabras. Y con el tiempo, tras varios incidentes, aprendí el peso que tienen —me encorvaba un poco en el asiento y me quedé viendo el suelo—. Me gustaría disculparme con ella por lo sucedido. No quiero retomar contacto con ella ni nada similar, solo quiero cerrar ese capítulo de mi vida y poder pasar la página. Aun sabiendo que tal vez nunca me perdoné.

—Muy maduro de tu parte diría —la voz del pterodáctilo era delicada y educada—. No conozco a muchos pacientes que quieran enmendar sus errores —él comienza a jugar con la lapicera—. A todo esto, ¿por qué irías a esa reunión de ex alumnos? Quiero decir, tú mismo dijiste que apenas hiciste amigos en esos tiempos.

—Pues… —sin pensarlo, había hecho un chasqueo con mi lengua.

—¿Dime que tienes otra razón además de ir a disculparte con Julia? —esa mirada amable que tenía, se convirtió en una de decepción—. Joe…

—Si tengo otras razones… —por la mirada de Rootman, él no me creía—. Oiga, no puede juzgarme, es mi psicólogo.

—Pero hoy era mi día libre —él lanza un suspiro—. Escucha, si se dan las condiciones y entablas una conversación con ella, habla con normalidad. No es buena idea que saques el tema de forma espontánea —él me da una sonrisa compasiva—. Cuando creas oportuno, y el lugar acompañe a la situación, podrías disculparte.

—Gracias por el consejo, Doc.

—Eso sí, no pases toda la noche persiguiéndote con la idea de disculparte. Intenta disfrutar de la noche.

—Lo tendré en cuenta —miró mi teléfono y veo que aún tenía tiempo—. ¿Le molesta si seguimos conversando? Si es que aún quiere escuchar las tragedias de su paciente favorito —Sebastian se reía.

—¿De verdad piensas que eres mi favorito?

—¿No lo soy? —me hice el ofendido al escuchar tal revelación—. Pensaba que teníamos algo especial —esa pequeña broma, hizo que el ambiente se sintiera más ligero—. Pero, ¿podemos seguir hablando por un rato más?

—No tengo ningún compromiso.

Continúe hablando sobre mis vivencias en la preparatoria y el pterodáctilo, me preguntaba varias cosas relacionadas con esos tiempos. Le conté sobre cómo varios equipos de la escuela me querían en sus filas, debido a mi buena condición física. Tal vez si hubiera aceptado esas propuestas, a lo mejor, estaría en alguna universidad gracias a una beca; pero no era lo que quería en mi vida.

Eso hizo que Rootman me preguntara si en algún momento de mi adolescencia me había planteado un plan B, en caso de que mi sueño de convertirme en un luchador fracasara. Y fui totalmente sincero con él, jamás había pensado en otra alternativa; yo tenía claro que quería ser luchador.

Y para confirmar que ese objetivo iba por buen camino, le mencioné que habían terminado los entrenamientos de lucha. Me preguntó cómo me sentía tras terminar y yo le dije que estaba muy emocionado. Volver a sentir el dolor de las caídas, la adrenalina de estar de pie en la lona y poder imaginarme al público cantando mi nombre; solo hacía que anhelara más mi retorno a la WSF.

—¿Y cuándo vuelves a luchar?

—Aún no me dijeron los ejecutivos de la WSF —me troné los nudillos—. Lo único que sé, es que para el primero de mayo tengo una lucha de exhibición para ver en qué estado me encuentro.

—¿Y eso es normal?

—Realmente no. No tengo idea de por qué organizaron esa lucha —levantaba los hombros de forma despreocupada—. Lo más seguro es para ver si me encuentro en condiciones para volver a competir, dos años fueras es mucho tiempo.

—Pues te deseo mucha suerte en tu regreso.

Y para cuando me quedé sin temas para hablar con el Doc, me despedí de él y me fui de su oficina. Y así, sin nada interesante de por medio, la noche cayó y era momento de alistarme para la reunión.

Me encontraba solo en el departamento, ya que Will había salido con su pareja a cenar. Y algo me dice que, después de la reunión, tendré que matar el tiempo en un bar hasta altas horas de la noche.

En lo que me terminaba de cambiar, me pongo un poco reflexivo y me percato de la realidad; no veo a ninguno de mis compañeros desde hace seis años. ¿Alguno me recordará? Supongo que sí, no había muchos humanos en la escuela y pasar desapercibido no era mi don. Pero mi mayor dilema era si ella iba a estar ahí.

Pensando en que podría llegar a refrescar más tarde, tomé prestada una chaqueta de Will, ya que la mía se estaba lavando.

Ya fuera de mi departamento, comienzo mi viaje hasta el instituto Volcano. Y la verdad, fue un traslado bastante rápido. Tuve suerte de que el bus llegara rápido a la parada. Y cuando me bajé del mismo, estaba enfrente del edificio que fue mi prisión por varios años.

Había notado algunos dinosaurios que estaban conversando en la entrada del edificio, algunos de ellos se me quedaron mirando y otros solo seguían fumando su cigarrillo en paz. Yo, por instinto, tan solo los saludé con la mano y me dirigí hacia la puerta; esa interacción fue rara.

Tras pasar ese momento incómodo, empujé las puertas y entré a los pasillos de la institución. Era interesante ver que aquí no ha cambiado mucho. Se realizaron algunas remodelaciones, como nuevos casilleros, pero el resto del lugar es prácticamente idéntico a cómo lo recordaba. Sabía que la reunión era en el gimnasio, pero mi curiosidad hizo que me desviara y comenzara a explorar el lugar.

Fue extraño, caminar por los pasillos del instituto hizo que me sintiera un poco nostálgico. Pasé al lado de la oficina del director y empecé a reírme un poco al recordar todas las veces que visité ese lugar, incluso molestaba a Spears con que tenía un pase VIP.

Mi siguiente parada fue el salón de música. Nunca tuve el don musical que varios de mis conocidos tienen, pero viví muchas cosas en ese salón por culpa de Francis. Es una lástima que no pueda verlo hoy, solo espero que su gira por Europa sea un éxito.

Y finalmente, me quedé varios minutos en frente del salón donde se reunía el club de teatro. Intenté abrir la puerta, pero se encontraba cerrada con llave. Intrigado, miré por la ventana de la puerta, y el salón se veía muy vacío. ¿Aún seguirá estando el club o lo habrán desmantelado? Sería una pena que eso pasara, apenas había clubes interesantes en esta escuela, o, por lo menos, para mi criterio.

Escuchando algo de ruido que provenía del gimnasio, hizo que entrara en razón y me dirigiera a donde se encontraban reunidos todos los invitados. Al abrir la puerta, soy recibido por una luz cegadora. Y en esos pequeños segundos de ceguera, lo único que escucho son varias voces hablando en el recinto.

Mi memoria siempre fue selectiva, solo recordaba las cosas que consideraba importantes o interesantes, como fechas de cumpleaños de seres queridos o la cantidad de campeonatos que tiene cierto luchador, así que fue difícil recordar algunos nombres o caras de mis ex compañeros.

—¿Ese no es Joe? —me giré en dirección de donde se originó la voz.

—Lo más seguro, no había muchos de los suyos en esta escuela —decía otra voz.

Un pequeño grupo de dinosaurios se acercó a mí y me saludaron. Yo, por mi parte, tuve que hacer el papel de idiota que no recordaba las cosas y sentía pena por no saber quiénes eran; cosa que era así.

Al parecer, compartí varias clases con ellos a lo largo de los años; incluso fuimos compañeros de trabajo en varias de esas materias. Y aunque fue algo incómodo al inicio esta conversación, se fue haciendo más amena.

Era de esperar que, en estos tipos de eventos sociales, la gente presuma de sus logros. No lo veo mal, quiero decir, si estás orgulloso de tus logros, de tu trabajo o de la vida que llevas; es totalmente normal querer celebrar esas pequeñas cosas. Pero, al menos por mi parte, me abstuve de presumir y solo mencioné que sigo en el mundo del deporte espectáculo y que estoy de pareja.

Y mientras seguía escuchando cómo otros invitados continuaban refregándole su vida a otros, me separé de la multitud y fui a la mesa donde estaban los tragos. No tenía ganas de tomar algo con alcohol, así que decidí ir por un vaso de agua. En lo que me iba sirviendo para tomar, una voz femenina me llama por mi nombre.

—No puede ser… —sonaba muy sorprendida la spinosaurio—. ¿Joe?

—Tiempo sin verte, Zoe.

—No esperaba verte en esta reunión.

—Lo mismo digo —puse una expresión agradable—. Conociéndote, es una sorpresa verte en este lugar —ella se reía de mí.

—Esa era la antigua yo, ahora soy diferente —ella enrollaba su dedo en una de sus trenzas—. Pero es sorprendente que TÚ, estés en este lugar.

—Pues podría decir lo mismo, ya no soy el humano tonto que conocías —le doy una sonrisa amigable.

Zoe, hablar de ella y de nuestra relación, es difícil de explicar. Por un lado, nos odiábamos, no congeniábamos en nada, era imposible que estuviéramos de acuerdo en algo: si ella decía izquierda, yo decía derecha; si yo decía sí, ella decía no. Pero aun con todo eso, nos tolerábamos.

En el fondo, nunca supe con claridad por qué me odiaba en la preparatoria: si era porque salía con su mejor amiga y yo la acaparaba para mí o porque su novio era mi mejor amigo y yo lo acaparaba para mí; ser tan irresistible es un don, y a su vez, una maldición.

—¿Y qué cuentas de interesante? En seis años pudieron pasar muchas cosas —una sonrisa descarada se forma en el rostro de la mujer.

—Estás viendo a la gerente general de fármacos Up, de la sucursal de Volcadera Bluff —aún conservaba esa expresión de superioridad que tanto la caracterizó en su adolescencia.

—Carajo, sí que llegaste lejos —la miro de forma burlesca—. ¿Y qué se siente estar en el imperio de las drogas legales? Se podría decir que eres como Mr. White —empecé a bromear y ella se estaba tentando a reírse—. ¿Debería llamarte Mrs. Brown? —la carcajada de la spinosaurio resonó en todo el gimnasio.

—Por favor, no hagas eso —ella estaba recuperando el aliento de tanto reír—. Se nota que tu sentido del humor aún sigue de pie.

—Tal vez podría dedicarme al mundo del stand up.

—Te vas a morir de hambre con eso —lo dijo sin rodeos.

—Gracias por matar mis dulces esperanzas de volverme un gran comediante —y así pasamos gran parte de la noche charlando y poniéndonos al corriente de nuestras vidas.

En el lapso de seis años, pasaron muchas cosas en la vida de los dos. La spinosaurio me contó que, tras graduarse del instituto, ella ingresó a la universidad de la ciudad y se recibió con honores.

En ese periodo de su vida, me comentó que comenzó a trabajar de varias cosas para poder subsistir su vida en la universidad, trabajando de: camarera, de vendedora en varias tiendas de ropa y como secretaría en una empresa farmacéutica. Siendo este, el lugar actual de trabajo y en dónde fue, lentamente, escalando de puestos.

En su vida personal, no mencionó mucho, solo dijo que estaba soltera y que no tenía en mente comprometerse con alguien. También dijo que aún seguía practicando teatro. Pese a todas nuestras diferencias, siempre me gustó hablar con ella. Creo que es debido al simple hecho de que ambos éramos muy trasparentes sobre nuestras opiniones; aun si eso causaba una discusión entre nosotros dos.

Y después de un par de minutos, fue mi turno de hablar y contar algo sobre mi vida. Ella no se sorprendió al escuchar que yo seguía metido en el mundo de la lucha libre. No profundice mucho sobre mi lesión, solo mencioné que, por ciertas circunstancias, decidí tomarme un descanso y que lo iba a retomar este año.

Ella me recordaba lo pesado que era, cuando éramos jóvenes, y que todo en mi vida se resumía en lucha libre. Yo decía que estaba exagerando, pero me hizo recordar la vez que realicé un trabajo sobre la segregación racial relacionada con la lucha libre; trabajo que fue una A+. Y gracias a ese comentario, empezamos a recordar varias cosas de nuestra juventud: desde momentos agradables hasta pequeños desastres que causamos.

—¿Aún te acuerdas de la vez que tuvimos que escapar de la biblioteca?

—Sigo sin creerme que no nos hayan atrapado en esa ocasión —a la spinosaurio se le escapa una risa seca—. Gracias por salvarme de que el conserje me atrapará.

—No pensaba abandonarte, aunque no nos lleváramos bien, éramos un equipo en esa situación —comienzo a reírme—. Además, Julia me hubiera decapitado si no llegabas a la función.

—Tienes razón.

—Hablando es eso, ¿sabes algo de ella? —es posible que sepa algo de ella.

—¿Sobre Julia? —su rostro reflejaba algo de desencanto—. No mucho la verdad, recién hace unos meses retomamos el contacto.

—¿Dejaron de ser amigas?

—Eh… Más o menos —ella le daba un sorbo a su bebida—. Después de que ella se mudara a Boston, fuimos perdiendo el contacto, al punto de que ninguna de las dos contestaba los mensajes de la otra —una leve sonrisa se formaba en su rostro—. Por suerte, nuestros caminos se volvieron a cruzar.

—¿Y cómo está ella? —salió de mi boca de forma automática.

—Bastante bien, la vida le sonríe en sus últimos proyectos —“me alegro por ella”—. ¿Tanto te preocupa ella?

—¿Eh?

—Por lo que dijiste recién —y otra vez, volví a hablar en voz alta.

—Es que el último recuerdo que tengo de ella no es muy grato, que digamos.

—Ya pasó mucho tiempo de eso, seguramente ella no se acuerda de eso —lo dudo muchísimo—. ¿Sabes algo, Joe? Me alegra de volver a verte.

—¿En serio? —estaba sorprendido—. Suena raro que lo digas, sobre todo porque en la preparatoria nos odiábamos.

—No te odiaba.

—Una vez me encerraste en un baño por una hora solo porque no querías que estuviera en un ensayo —el rostro de Zoe reflejaba bastante culpa.

—Ok, esa vez sí que me pasé. Pero, de una extraña manera, te apreciaba —quedo sorprendido por lo que dijo—. De alguna forma, era entretenido pasar tiempo contigo; aun si eso se significaba que nos quisiéramos matar.

—¿Acaso te gustaba? —lo dije con mucha arrogancia.

—Ya quisieras —su tono de voz era muy altanero—. Nunca en mi vida saldría con una piltrafa como tú, sin ofender.

—Descuida, me han dicho cosas peores —en esta dinámica tan disfuncional, hizo que gran parte de la noche pasara volando.

Mientras seguíamos hablando, veo una figura, que logró paralizarme en el lugar. Por el color de su cabello y sus escamas amarillas, hizo que mi cuerpo se comenzara a mover lejos de Zoe.

—Voy al baño, nos vemos luego —sin dejar que Zoe se pudiera despedir de mí, me marché de forma precipitada.

Me alejé lo suficiente del área para que nuestros caminos no se cruzaran. Y cuando tomé una distancia segura, me volteó para confirmar si era ella; y para mi suerte, no lo era.

Es increíble, mi primera reacción a la posibilidad de cruzarme con ella fue huir; soy de lo que no hay. Continué caminando sin mirar a mi alrededor, y antes de que pudiera quitar mi vista de la chica que se parecía a Julia, me chocó con un dinosaurio, mucho más grande que yo, haciendo que me cayera al piso.

—Lo siento —me extiende la mano—. Espero que te encuentres bien.

—Gracias —aceptó su mano y me ayudó a levantarme del suelo.

—Sí que cambiaste mucho, Joe —lo miró confundido.

—¿Acaso te conozco?

—En serio no me recuerdas —negaba con la cabeza—. Soy Trevor.

—Trevor… —lo miró detenidamente por varios segundos y, cuando notó un tatuaje en su brazo, quedé boca abierta—. ¿Qué carajos te pasó? Pareces alguien decente.

—Oye, no lo digas así. Sé que no era el mejor individuo de toda la preparatoria, pero dejé eso en el pasado —cuando lo veo sonreír de forma amistosa, una parte de mí, siente un pequeño escalofrío—. Ya no soy el abusivo que conocías.

Trevor Klein, alias, el bully de bullys de la escuela, alias del alias, el mayor idiota de Volcadera Bluff. ¿Qué cosa horrible no podría decir de él? Un dinosaurio muy volátil y con muy poca paciencia, que siempre se aprovechaba de cualquier estudiante mucho más débil que él. Un racista en toda regla y un ser poco atractivo para las mujeres, tanto en lo físico como en su personalidad.

Habremos peleado unas seis o siete veces en todos esos años. Exceptuando dos peleas, el resto de ellas las gané yo. Siempre acompañado de su séquito de esbirros. Y yo, era el único imbécil que lo enfrentaba.

Es por eso que me sorprende demasiado verlo tan cambiado: su forma de vestir, el tono que usa para hablar y creo que se hizo alguna cirugía en la cara para verse mejor.

—¿Cómo te trata la vida? —aún no me acostumbro al tono tan calmado que usa.

—Bastante bien. ¿Y tú qué cuentas? ¿Qué pasó a lo largo de estos seis años para que cambiaras tanto?

—Después de ser casi expulsado, mis padres se pusieron severos conmigo y me mandaron a terapia —se veía muy relajado mientras lo contaba—. Es de decir que es una de las mejores cosas que me pudieron obligar a hacer, ya que me sirvió demasiado para hacer algo de introspección sobre mí. Te recomiendo que lo hagas —él me miraba con empatía—. Para gente tan impulsiva como nosotros es muy útil.

—Sí… me lo estuve planteando un poco —una pequeña risa nerviosa se me escapaba.

—Cuando terminé la preparatoria, dejé de ir a terapia y empecé un viaje sabático para seguir descubriendo quién era yo y buscar un nuevo propósito de mi vida —en el rostro del pegomaxtas se reflejaba el orgullo que sentía—. Y después de tomar la decisión de hacerme cirugía plástica y regresar al país, me di cuenta de cuál era mi propósito de vida.

—¿Y ese es?

—Ayudar a los jóvenes que están tan perdidos como yo.

—Wow. Eso es muy noble de tu parte.

—Lo sé, es que no me gustaría que otros chicos pasaran o cometieran los mismos errores que yo —esto es increíble, nunca pensé que alguien como él cambiaría tanto.

—¿Y cómo te llegó la epifanía de ayudar a otros? —Trevor saca su teléfono y comienza a buscar algo.

—Mientras buscaba mi propósito de vida, en mis viajes comencé a consumir varios videos sobre gurús de vidas —oh, no—, pero yo sentía que ninguno era para mí; muchos decían cosas muy obvias o sonaban a estafadores —qué alivio—. Sin embargo, conocí a uno, que, sinceramente, siento que me estaba hablando a mí —él me muestra la pantalla de su teléfono y puedo ver a un pachycephalosaurio hablando con demasiada intensidad—. Él es el señor Tate.

Toda esa imagen mental que me estaba armando sobre el nuevo Trevor, la de una persona buena y funcional para la sociedad, fue desmoronada en segundos. No soy una persona muy metida en el mundo de internet, pero hasta yo conozco a este sujeto por las razones equivocadas.

—¿Estás seguro de que es un buen referente? —el pegomaxtas me miraba con mala cara—. Quiero decir, sabes sobre sus últimas controversias, ¿verdad?

—Lo sé, sigo creyendo que es mentira y solo lo quisieron difamar —por su tono, él cree que es inocente—. Pero soy consciente de que, si quiero ser un buen coach de vida, debo encontrar mi propio estilo. Es por eso que busqué cuál era el problema de esta sociedad y de los chicos que eran como yo —no lo digas, por favor, no lo digas—. No son machos alfas —lo dijo.

—Es muy interesante… —mejor me largo de aquí—. Si me disculpas, voy a ver si hay más conocidos por el lugar.

—Ve tranquilo, Joe —Trevor saca su teléfono y abre la cámara—. Yo grabaré algunas cosas para mis historias en las redes —dejándolo solo con su locura, comienzo alejarme de él—. Mis compas, ustedes estando borrachos…

Es una lástima, me ilusioné con que Trevor; pensando que finalmente había cambiado para bien. Por lo menos se lo ve mucho más amable.

El resto de la noche la pasé dando vueltas por el gimnasio y hablando con algunos ex compañeros. No puedo decir que la estaba pasando mal, no era el gran evento, pero al menos no me sentí aburrido. Y en lo que seguía escuchando las historias tan pintorescas de los otros invitados, yo no dejaba de mirar a mis alrededores por si llegaba a ver a Julia. Pero al ver que no había señales de ella en todo el lugar, me hace pensar que no vino al evento.

Después de varias horas hablando, me alejé de la multitud y salí del gimnasio para ir al baño. Ya en los pasillos, una parte de mí tuvo el interés de seguir explorando el lugar y descubrir que otras cosas habían cambiado.

Como era obvio, lo primero que hice fue ir al baño, y la verdad, estaba igualito a como lo recordaba: las paredes de los cubículos todos escritos y garabateados, el espejo roto al final del baño y el olor a muerto que caracterizaba a este lugar.

Ya visitado el baño, me acerqué a la vitrina de la escuela, dónde se podía ver cómo, a lo largo de seis años, consiguieron más trofeos en varias competencias. Aunque mi mayor sorpresa fue ver una foto de Cardenski como el nuevo director. No era un mal profesor, aunque jamás entendía sus clases; espero que sea tan bueno como Spears. Pero de todos los lugares que quería visitar del instituto, era mi escondite para cuando quería escapar de las clases o cuando me sentía agobiado en esos años mozos.

Subí las escaleras hasta llegar al último piso. Por lo que podía escuchar, todos los presentes se encuentran en el gimnasio pasando la noche. Lo que significa, que podía estar solo sin que nadie me moleste.

Ya cerca de la puerta de la azotea, cuando giro el pomo de la misma, esta se abre sin problema. Y en el momento en que empujo el pedazo de madera, siento cómo una brisa golpea mi cara, revelando ante mis ojos, un cielo estrellado.

Me acerqué a la reja, y siendo acompañado por el silencio, me quedé viendo las hermosas vistas que tenía de la ciudad; era precioso. Ver la vida nocturna desde la cima de la escuela se sentía único; me sentía aislado del mundo y de todos sus problemas cada vez que venía a la azotea. Y para mi sorpresa, escucho una voz que logra sacarme de mi trance que me había autoimpuesto.

—Sabía que te iba a encontrar en este lugar —di una media vuelta y quedé estupefacto.

Una figura de una chica dinosaurio de escamas amarillas, con un frondoso cabello negro y unos ojos ámbar que reconocería a kilómetros.

—Julia.

 

 

Notes:

Hasta otra

Chao ❤️

Chapter 24: Viejos conocidos, parte 3

Notes:

Buenas gente, espero que estén bien.

Disfruten del capítulo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Estaba anonadado, aún no podía creer que lo que mis ojos estaban viendo, era Julia, siendo iluminada por la luz de la luna. La miraba de arriba hacia abajo, intentando aceptar que ella estaba aquí. Su cabello negro era bastante largo, llegándole hasta la altura del busto. Llevaba un elegante pantalón de vestir blanco, y en la parte superior llevaba una camisa violeta que ayudaba a resaltar su figura.

Mi motivante para venir a este evento fue para encontrarme a ella, pero estuve toda la noche evitándola para que nuestros caminos no se cruzaran. Y ahora, que ocurre finalmente, no soy capaz de expresar ni una sola palabra.

—Te veo muy tenso —dijo la styracosaurus de escamas amarillas—. ¿Ya no soportas el ruido de abajo? —ella le daba una pitada a su cigarrillo.

—Pue… Puede ser —creo que mi corazón está por explotar.

—¿Y cómo te trata la vida? —ella ondeaba su mano con el cigarrillo—. Ha pasado mucho desde la última vez —vuelve a llevar el cigarrillo a su hocico.

—Bastante bien —solo cálmate—. ¿Y cómo te ha ido a ti?

—Excelente —con una respuesta seca, ella se da media vuelta y se queda viendo el paisaje que ofrecía el lugar.

—¿Qué haces en la azotea? —intentaba sonar lo más natural posible—. No te vi en toda la noche —ella dejaba caer el cigarrillo, que estaba casi consumido en su totalidad, y se gira en mi dirección para responderme.

—La verdad, quería fumar en paz y estar a solas —Julia pisaba el cigarrillo, apagándolo en el acto—. Y como casi nadie viene a la azotea, fue el lugar perfecto para alejarme de la muchedumbre —su rostro aún seguía estoico—. Y tú, ¿por qué estás en la azotea?

—I… Igual. Quería alejarme del bullicio —no sabía qué decir.

No pensé que me costaría tanto hablar con ella. Quiero decir, es de las pocas personas que conoce varias cosas sobre mí, tanto en lo personal como en lo íntimo. Pero creo que fui muy ingenuo al pensar que existía la pequeña posibilidad de tener una conversación fluida con Julia, creyendo que todo iba a ser como antes. No debo dejar que mi inseguridad me gane. Tomé un poco de aire y volví a entablar una conversación con la styracosaurus.

—¿Y qué cuentas? Zoe me dijo que te fue bien en tus proyectos personales —ella se sorprende un poco cuando digo eso.

—Pues, gracias a mi trabajo, me mudé a San Francisco —ya podía ver un rostro más expresivo por parte de ella.

—Wow, eso es bueno. ¿Y de qué trabajas?

—Periodista —estaba en shock con tal revelación.

—¿Periodista? Jamás en mi vida hubiera pensado en eso.

—Es que mi tío, cuando nos mudamos a Boston, me dio un puesto en su periódico —incluso, ahora suena un poco más animada—. Y mientras trabajaba ahí, le fui agarrando el gusto al periodismo y decidí estudiar esa carrera —ella sonreía—. ¿Y tú qué cuentas? ¿Qué haces para sobrevivir en el mundo adulto?

—Aún no tengo un trabajo fijo. Actualmente, estoy ayudando a mi madre en el taller de costura —una leve risa se escapa de mi boca—. Algunos dirán que conseguí ese trabajo por nepotismo, pero al menos es un trabajo honesto —creo que llegué a escuchar una pequeña risa por parte de Julia—. Fuera de eso, diría que las cosas van bien.

—¿Y qué opinas de la reunión? —dijo en un tono más ameno.

—La verdad, solo vine para matar el tiempo —levantaba los hombros de forma despreocupada—. Si de verdad quisiera ver alguno de los que está ahí abajo, tal vez hubiera intentado contactar con ellos de alguna forma —me subía la cremallera de la campera—. Prefería estar haciendo otra cosa que estar acá.

—Si eso es lo que piensas, ¿qué te parece si nos escapamos de este lugar y nos vamos a tomar algo? —la voz de la styracosaurus de escamas amarillas era bastante amigable.

—Es un buen plan, pero…

—Genial —ni me dejo terminar la oración—. Vi uno cuando estaba de camino para el instituto —ella comienza a caminar hacia la puerta.

—Oye, espera un seg… —y ya se había ido de la azotea—. Al menos podemos hablar sin que nadie nos molesté —me dije a mí mismo.

Y sin decir más, salí de la azotea y comienzo a seguir a Julia. Tuve que acelerar el paso para poder alcanzarla, y para cuando llegué a su lado, seguimos caminando hasta la salida, y una pequeña duda se me cruzó por la cabeza.

—A todo esto, ¿cómo abriste la puerta de la azotea?

—Pues usé la técnica secreta que me enseñaste —ella saca del bolsillo de su pantalón un pequeño clip para el cabello—. Cuando eres periodista, este tipo de trucos te sirven demasiado —una sonrisa pícara se le formaba en su rostro.

—Ahora me siento cómplice de un crimen —lo dije en un tono muy sarcástico.

—Y bueno, ¿qué tanto cambió Volcadera a lo largo de estos seis años?

—La verdad, hubo algunos que otros cambios, pero ninguno tan llamativo como para decir que fue algo sorprendente. Tal vez, lo más interesante es que el vagabundo que dormía cerca del instituto ahora tiene ropa nueva —para mi sorpresa, Julia se empieza a reír con mi comentario—. ¿En serio te causo gracia? Ni que fuera el mejor chiste de mi repertorio.

—Es que no esperaba esa respuesta —se veía feliz—. ¿Y cómo están tus padres? —esa pregunta me agarró desprevenido.

—Decir bien es un poco ambiguo —intentaba parecer lo más despreocupado sobre el tema—. Mi padre está en prisión y le queda un año más antes de que pueda salir de ella. Pero si hablamos sobre el trato, la pasa bastante bien.

—¿Y tu madre?

—Ella está bien. Hubo un pequeño problema con el taller, pero ya está solucionado y le está yendo mejor que antes.

—Me alegro por eso, aún recuerdo las veces que tu madre nos ayudó con los vestuarios para las obras.

—Y tus padres, ¿cómo están ellos? —Julia le toma varios segundos antes de dar una respuesta.

—Mamá siguió trabajando como organizadora de eventos en Boston —ella no se veía tan animada como hace unos momentos—. Le está yendo bastante bien desde que se mudaron. Y en el caso de mi papá, él está haciendo algunas manualidades con madera y vende antigüedades; tampoco es que el cuerpo le da para hacer mucho.

—Entiendo.

El resto del camino seguimos hablando sobre varias trivialidades. Se sentía extraño hablar con Julia, no sabría cómo ponerlo en palabras. Tal vez lo más acercado a lo que siento sería que estoy hablando con una persona totalmente distinta a la que conozco, como si ella no fuera ella.

Es cierto que las personas pueden cambiar, y que seis años es mucho tiempo, pero soy de los que piensan que la esencia de una persona no se pierde. Y con Julia, siento que ella no está siendo genuina.

Finalmente, nos encontrábamos cerca de un bar que había por la zona. Miramos por una de las ventanas del establecimiento, y por lo que vimos, no había tanta gente adentro. Al abrir la puerta, se podía escuchar algo de música ambiente, que no llegaba a ser muy fuerte para opacar las voces de una conversación, pero no tan débil como para generar silencios incómodos.

Nos sentamos en la barra del negocio y un señor con cara de pocos amigos nos atendió. Julia fue directa y pidió un mojito. En cambio, yo solo pedí una cerveza negra. Mientras esperábamos nuestras bebidas, yo comencé a comer algunos manís que había en la barra.

—Oye, ¿qué haces exactamente en tu trabajo? —ella se voltea a verme—. Sé que eres periodista, pero no sé qué hacen exactamente en tu trabajo.

—Normalmente, hay varias cosas que puedes hacer como periodista. Ahora, en mi caso, como jefa de mi sector, yo me encargo de redactar y corregir los borradores de las noticias que arman mis ayudantes.

—¿Entonces debes ganar un buen dinero?

—Se podría decir —el bartender aparece y deja nuestros tragos en la barra—. Gano lo suficiente para poder tener una buena vida —ella le da un sorbo a su mojito.

—Al menos tú tienes mejor suerte que yo —un pequeño resoplido salió de mi nariz—. Con suerte, el dinero me alcanza para pagar el alquiler.

—¿No dijiste que trabajabas con tu madre en el taller?

—Sí, pero ella me da el dinero suficiente para poder sobrevivir al mes —le doy un buen trago a mi cerveza—. Seré su hijo, pero en el taller me trata como su empleado —una leve sonrisa se forma en mi cara—. Al menos, mi situación es algo temporal —mis ojos hacían contacto visual con los suyos—. ¿Aún sigues practicando teatro?

—No, lo dejé cuando me mudé a Boston.

—¿Y el sueño de ser actriz y protagonizar una obra en Broadway? —ella le da un buen sorbo a su trago y saca un cigarrillo de su bolso.

—Mientras papá se recuperaba de su enfermedad, tuvimos que hacer muchas cosas para pagar el tratamiento, cómo abaratar en costos, entre ellos, parte de mis ahorros universitarios —ella sacaba ahora un mechero y prendía su cigarro—. Mis padres querían que yo estudiara de todas formas, a pesar de la situación, así que hablaron con mi tío y me tuve que mudar a Boston —golpeaba el cigarrillo contra el cenicero, dejando caer algunas cenizas—. Empecé a trabajar en su periódico local, y gracias a un concurso que hubo, conseguí una beca —a pesar de ser algo bueno, ella lo decía en un tono desganado—. Y para mantener esa beca, debía mantener un promedio semestral de 70/100; así que el teatro era una distracción —cuando dijo esa última parte, pude sentir el dolor en sus palabras.

—Julia… —ella me levanta la mano para que me callara.

—No necesito tu condescendencia —podía ver en sus pupilas, una indiferencia que jamás vi en su rostro—. Era un sueño difícil y ridículo de alcanzar; tenía que poner los pies en la tierra. Al menos, todo salió bien y mi padre está mejor tras la operación —me sentía mal por ella, aún no procesaba esta nueva versión de ella.

La risueña styracosaurus que siempre animaba a cualquiera que se encontraba desanimado. Aquella que no le importaba hacerles frente a las adversidades más grandes que ella e igual salir vencedora. Esa chica, la que alguna vez se robó mi corazón, por su forma tan única de ser, parece que ya no existe. Tengo que aceptarlo, ella ya no es la chica que recuerdo.

—¿Y aún sigues con tu objetivo de convertirte en luchador?

—Sí —empiezo a mover el vaso antes de beberlo—. De hecho, ya lo logré —Julia me miraba de reojo—. Pero por cosas que pasaron, tuve que dejarlo por un tiempo —al terminar mi cerveza, le doy la espalda a Julia y levanto mi cabello—. En una lucha que tuve, me rompí varios huesos del cuello y tuve que ser operado —me giré para volver a verla. Y cuando quedamos cara a cara, ella se veía un poco espantada tras mostrarle mi cicatriz—. Estuve casi un año entero en el hospital, recuperándome y haciendo rehabilitación. Entre mi lesión y el arresto de mi padre, mi madre estuvo sola y rogándole a Dios a que su hijo pudiera volver a caminar.

En lo que seguía hablando, veo que el bartender estaba cerca de nosotros y le pedí otra cerveza. Le pregunté a Julia si quería otro trago, pero por ahora ella estaba bien.

—Cuando me recuperé y dejé el hospital, me planteé mucho si debía retomar o no la lucha libre. Y por casi dos años, me mantuve alejado de ese mundo —el camarero me trae la cerveza y se aleja de nosotros dos—. Sin embargo, aún tenía esa chispa, ese deseo de volver a luchar. Y gracias a varios conocidos, y un poco de suerte, volví a luchar —una sonrisa se dibujaba en mi cara—. Si todo sale bien, el próximo mes regreso a los cuadriláteros de forma oficial —me volteo a verla—. Julia, aún eres joven. No es tarde para retomar lo que amas.

La styracosaurus no expresaba mucho en su rostro, no sabía si mi mensaje le había llegado. Y en el momento en que escuchamos el ruido de la estática en un parlante lejano, ella se voltea y cambia totalmente de tema.

—Mira, un karaoke —ella golpeaba la barra para llamar la atención del bartender—. ¿Se puede usar el equipo de karaoke?

—Claro —dijo el hombre que se encargaba de emborrachar a los clientes—. Son libres de usarlo.

—Genial, ¿me pasa la lista de canciones? —y ella ignoró lo que dije de forma magistral.

Estoy un poco decepcionado, esperaba una respuesta de ella, o, por lo menos, que no desviara el tema de conversación. Pero, para no seguir insistiendo y aguar el ambiente, le seguí la corriente y comenzamos a ver la lista de canciones. No estaba mal pasar el rato con ella, pero no me siento muy a gusto en estos momentos.

Mis ojos leían cada canción de la lista; sin embargo, no les prestaba mucha atención, ya que mi cabeza estaba pensando en otras cosas. De alguna forma, sentía lástima por ella. Esa joven chica que soñaba en actuar en los mejores teatros del país, es ahora una periodista sin ninguna chispa creativa.

¿Habrá sido mi culpa? Lo pienso un poco, y era el único de su entorno que la apoyaba con ese sueño. Y como dijo ella, desde que se alejó de todo, dejó de perseguirlo. Y si no hubiéramos peleado, ¿Julia hubiera seguido su pasión por el teatro?

Y en lo que seguía ahogándome en mis pensamientos, la styracosaurus me golpea el hombro, haciendo que regresé al plano mortal.

—No puede ser —se veía emocionada—. Tienen nuestra canción.

—¿Eh? —ella me muestra la lista de las canciones—. ¿No me digas que quieres cantar eso?

—Vamos, sabes que adoró cantar —por un instante, vi la sonrisa de la Julia que recordaba—. Además, hacíamos buen dueto.

—No sé…

—Casi no hay gente en el bar, no creo que les moleste que dos extraños canten en una máquina de karaoke.

Podría rechazarla e ignorarla, sin embargo, vi un pequeño resplandor en sus ojos que no vi en toda la noche.

—Al diablo, cantaré —ella se emocionaba un poco.

—Genial —ella se levanta de su asiento y se dirige hacia la máquina a toda velocidad.

—Disculpé —llamé la atención del bartender—. ¿Puede poner la canción número 78?

—Claro —el hombre empieza a buscar la canción en una computadora que había cerca de la caja registradora—. Wow, un clásico. ¿Acaso le gustan los musicales?

—A mí no, pero a ella sí. O bueno, espero que aún le sigan gustando —comencé a caminar en dirección a donde se encontraba Julia.

—Apresúrate, que ya empieza —ella me decía que me apurara haciendo un gesto con la mano.

—Te odio por esto.

—Solo prométeme que cantaras con ganas —cuando veo ese destello en sus ojos, hizo que tuviera esperanzas de que estaba regresando la Julia que recordaba.

—Ok.

Nunca fui mucho de ver musicales o estar relacionado con este mundillo. Sin embargo, esta es de los pocos musicales que sí me gustan y sé de memoria muchas de sus canciones.

I got chills, they're multiplyin'

And I'm losin' control

Hacía mi mejor esfuerzo para sonar lo más afinado posible.

'Cause the power you're supplyin'

It's electrifyin'!

Y lo único que deseaba, era ver si ella volvía a ser la de antes.

You better shape up

'Cause I need a man

And my heart is set on you

Ella comenzaba a acercarse a mí y me iba empujando hacia atrás, mirándome de forma seductora. Le seguí la corriente, y sin darme cuenta, ya estábamos haciendo la coreografía que hacíamos cuando cantábamos esta canción.

You better shape up

You better understand

To my heart I must be true

Nothin' left, nothin' left for me to do

Por un instante, cuando parpadeé, pude ver la sonrisa de la chica con la que me divertía en la preparatoria.

You're the one that I want

Oh-oh-oh, honey

The one that I want

Oh-oh-oh, honey

The one that I want

Oh-oh-oh

The one I need

Oh, yes, indeed

La postura, su forma de moverse en el escenario y todo lo que hacía, era totalmente diferente a la Julia que se encontraba en esa barra hace unos minutos.

If you're filled with affection

You're too shy to convey

Meditate in my direction

Feel your way

Wow

Comencé a seguirla por el escenario, y cuando ella se daba vuelta, era yo el que se alejaba y ella me seguía. Las pocas personas que estaban en el bar, estaban aplaudiendo al compás de la canción, acompañándonos y motivándonos a seguir cantando.

I better shape up

'Cause you need a man

(I need a man who can keep me satisfied)

I better shape up

If I'm gonna prove

(You better prove that my faith is justified)

Are you sure?

'Cause I'm sure down deep inside

Me puse detrás de ella, y en lo que cantábamos el estribillo a la vez, nos movíamos de forma simultánea de un lado hacia el otro; si yo iba a la izquierda, ella iba a la derecha y viceversa.

You're the one that I want (you are the one I want)

Oh-oh-oh, honey

The one that I want (you are the one I want)

Oh-oh-oh, honey

The one that I want (you are the one I want)

Oh-oh-oh

The one I need (the one I need)

Oh, yes, indeed (yes, indeed)

En lo que seguíamos repitiendo el estribillo, nos pusimos a bailar y a exagerar un poco; ya que con el poco público que había en el lugar, les estaba gustando el pequeño espectáculo que estábamos dando.

Hacer esto hizo que tuviera un viaje al pasado, recordando cada noche de karaoke en las que participé con Julia y que todos se divertían con el show que hacíamos. Y cada vez que volteaba a ver a la styracosaurus, solo podía ver esa energía única que transmitía cuando la conocí; era la primera vez en la noche donde pude ver a la versión más genuina de ella.

Al finalizar la canción, escuchamos un pequeño grupo de aplausos hacia nosotros por la valentía de cantar ante un grupito de desconocidos. Regresamos a la barra, nos volvimos a sentar para continuar bebiendo. Y Julia, mucho más alegre, pide otro trago para seguir pasando la noche.

Se podría decir, que cantar esa canción, hizo que todas esas barreras que había entre nosotros fueran demolidas, logrando así, volver a entablar una conversación como en los viejos tiempos.

—No puede ser, esto fue asombroso —la styracosaurus se veía muy emocionada—. Veo que finalmente aprendiste a cantar.

—¿Qué estás insinuando?

—Bueno, en el fondo, jamás destacaste en lo vocal. Escucharte era algo difícil de oír —estaba molesto—. Pero al menos siempre lo compensaste con el carácter.

—No intentes en arreglar lo que dijiste —empecé a mofarme de ella y actuar como si estuviera ofendido—. Ahora sé que crees que mi voz al cantar es como si te estuvieran torturando en el medievo.

—Yo no dije eso.

—Pero sé que lo piensas —ella se molestaba por mi actitud y empieza a empujarme desde el hombro.

—Ya estamos grandes para que actúes así —ambos empezamos a reírnos.

Y por primera vez en la noche, pudimos charlar de forma natural e indagué un poco más sobre la vida actual de Julia. Ella comenzó a hablarme sobre algunos de sus proyectos personales, tanto en lo laboral como en su vida personal.

En su tiempo libre, Julia comenzó a escribir una novela basada en varias noticias que ella redactó. No me quiso contar mucho sobre la historia, ya que apenas tenía cinco hojas escritas. Pero aun con eso, me contó cuál era su sinopsis: un pasante en un periódico de San Francisco, es mandado a investigar y a escribir sobre cosas triviales de la ciudad. Mientras el chico hacía su trabajo escribiendo sobre cosas tan mundanas, como la inauguración de una nueva fuente de un parque, termina volviéndose una parte fundamental para poder desvelar uno de los mayores actos de corrupción de la ciudad.

Una vez revelada la trama principal de su historia, yo fui honesto con ella y estaba dudoso sobre la idea. Julia se sorprendió un poco y me pidió que le dijera por qué pensaba eso. Le dije que la idea era llamativa, que podría ser una gran novela de misterio. Sin embargo, como no soy el mejor lector del mundo, si su historia buscaba a un público no tan casual y que debería retener mucha información, podría causar que mucha gente lo abandone. Y así estuvimos discutiendo y planteando muchas ideas para su historia, desde algunas recomendaciones sencillas hasta giros argumentales que dejarían en shock al espectador.

Ya hablando del mundo laboral, Julia tiene el objetivo de que su equipo, que se encargan de escribir sobre el mundo de las bellas artes, consiguiera el premio de la mejor división en su empresa. En caso de que lo ganaran, eso beneficiaría a todos los integrantes del equipo.

—Así que al final no pudiste alejarte del mundo artístico —terminé de tomar mi cuarta cerveza y ya podía sentirme un poco más alegre de lo de costumbre.

—Una cosa llevó a otra. Primero empecé como columnista de opinión en el periódico. Y debido a una de mis opiniones sobre el mundo del espectáculo, mi jefe me mandó a la división de entretenimiento y cultura —y así, como vino se fue, el quinto trago de Julia había sido consumido en su totalidad—. Sobre todo, ahora mismo, venir a Volcadera me vino como anillo al dedo.

—¿Por qué lo dices?

—Hace casi un mes, fue la exposición de jóvenes artistas en la ciudad —de forma torpe, ella saca de su bolso su mechero y un cigarrillo—. Mi jefe quiere que haga un reportaje a varios artistas que participaron en esa exposición.

—Yo estuve ahí —al decir eso, a la chica de escamas amarillas se le abrieron los ojos como dos faroles—. ¿Qué?

—Es que no pareces, ni eres, alguien que grite: me gusta el arte.

—Oye, tal vez en estos seis años que no nos vimos, comencé a apreciar el arte y sepa sobre el tema.

—¿Cuáles son los colores primarios?

—¿Existen los colores primarios? —ella se daba un pequeño golpe en la cabeza con la mano abierta.

—Sí que eres tonto —ella se reía de mí—. Pero, ¿de veras fuiste a la exposición?

—Obvio, no estaba mintiendo —saqué el teléfono de mi bolsillo y empecé a buscar la foto que me había sacado con Bianca—. ¿Ves? Esa era la entrada del museo cuando se hizo el evento.

—Pues esa foto parece bastante real —Julia miraba más detenidamente la foto—. ¿Quién es la chica del vestido negro?

—Es mi novia —me rascaba la mejilla con el dedo índice—. Apenas llevamos 4 meses.

—¿Y por qué fueron a la muestra?

—¿Acaso esto es un interrogatorio? —le doy un buen sorbo a mi trago—. Eres periodista, no policía —una leve risa salía del hocico de la styracosaurus.

—Nuestro trabajo también debemos hacer preguntas o investigar —le daba una pequeña pitada a su cigarro—. Pero dime, ¿por qué fueron?

—Porque ella participaba en la exposición —ella se sorprende al escuchar eso—. Y como era algo importante, la acompañé al evento —yo miraba con intriga a Julia—. ¿Estás de pareja o soltera?

—Ahora mismo, soltera —podía ver el humo salir de sus fosas nasales—. Hace un año que no estoy interesada en meterme en una relación. Ahora mismo quiero enfocarme en mis cosas. Aunque, hay un chico en el trabajo que podría ser la excepción —una pequeña sonrisa malvada se me forma en la cara.

—Cuéntame.

—No.

—Vamos, nos conocemos bastante bien —me acerco al oído de Julia para susurrarle algo—. Incluso sé que tienes un lunar cerca de…

—¡JOE! —ella comienza a golpearme el hombro con violencia—. No puedes venir con esa confianza.

—Pero es verdad —me burlaba de ella y ver su cara sonrojada fue chistoso.

—Idiota.

Después de molestarla, llamé al bartender y le pedí unos vasos de agua para ir rebajando un poco el alcohol. Y en lo que él traía las bebidas, fui al baño.

A solas, en el tocador de hombres, me puse a pensar sobre esta salida tan espontánea que sucedió. Era extraño, volver a salir con Julia se sintió bien, tal vez estaba equivocado en creer que era imposible que nos volviéramos a divertir entre nosotros dos.

¿Será un buen momento este para disculparme con ella? Ya no hay tanta tensión entre nosotros dos y parece que nos estamos divirtiendo como cuando éramos jóvenes. Pero tal vez, eso podría llegar a amargar el ambiente y no quería arruinar este momento tan lindo que estábamos teniendo los dos.

Regresando de mi visita al baño, vuelvo a la barra, y sin pensarlo, le doy un buen trago al vaso de agua.

—Oye —ella me miraba con seriedad—. Tengo que ser honesta contigo.

—¿Sobre qué?

—Sobre el porqué volví a la ciudad.

—Supongo que por la reunión de ex alumnos —ella me negaba con la cabeza.

—Eso solo fue un extra —ella se terminaba su vaso de agua—. Si te soy sincera, esas cosas me parecen una tontería.

—Y entonces, ¿por qué viniste?

—Una de las razones fue por el trabajo. Ya sabes, el reportaje sobre la exposición de arte.

—¿Y la otra razón? —ella apoyaba sus brazos en la barra y recostaba su cabeza en los mismos.

—Fue para verte a ti —¿Qué?

—¿A qué te refieres? —ella le daba una última pitada al cigarrillo y lo dejaba morir en el cenicero, siendo consumido por el fuego.

—No hagamos como que no sabemos qué pasó. Los dos somos conscientes de que, la última vez, no fue muy agradable —su voz era una mezcla de serenidad con un toque de malestar—. Las cosas horribles que dijimos esa noche, la actitud grosera… —ella bostezaba—. Incluso ni siquiera recuerdo cómo empezó esa pelea… —ella cerraba los ojos y parecía que se estaba quedando dormida.

—Julia —moví su brazo y ella se levantó de golpe.

—Perdón, creo que mi cuerpo ya no aguanta tanto como antes —tenía una torpe sonrisa de borracha.

—Ve al baño a lavarte la cara, yo pagaré la cuenta mientras.

—¿En serio? —ella se veía algo incómoda—. No siento que sea justo.

—Tranquila —le doy una sonrisa amigable—. Ve al baño y yo te esperaré aquí.

—Gracias —Julia se levantó de su asiento y se alejó de mí.

Y en todo el lapso que estuve esperando a que Julia regresara del baño, mi mente me torturaba pensando en todas las posibilidades que pude vivir si alguno de los dos hubiera tenido el valor de volver a contactar con el otro.

¿Tan grabado en nuestra memoria quedó ese ingrato recuerdo? ¿Ambos esperamos una maldita excusa para vernos y disculparnos? ¿Qué tan inmaduros fuimos? Ahora no sé cómo sentirme.

Viendo que la styracosaurus había salido del baño, me levanto de mi asiento y dejo el dinero de todo lo que consumimos esa noche nosotros dos. Ya fuera del bar, ella revisa su teléfono y pone mala cara.

—Carajo… —un leve bramido salía de su hocico—. Se me hizo muy tarde.

—¿A dónde tienes que ir?

—Hasta un motel que se encuentra a las afueras de la ciudad. Si tomo el tren que está cerca del parque, será un viaje rápido.

—¿Y la casa de tus padres?

—La vendieron —ella seguía revisando su teléfono para ver si existía otra forma de llegar a su destino—. Un poco después de que a mi padre le colocaran el marcapasos, él y mi madre se mudaron a Boston a la casa de mi tío.

—¿Y cómo harás?

—Según la app, dice que hoy los trenes pasan hasta las 2am.

—Si empezamos a caminar, en veinte minutos estamos en la estación —en el instante en que comenzamos a caminar, veo cómo Julia se tambaleaba—. Espera —me acerco a ella y la agarró del brazo—. Déjame que te ayude.

—Ay, qué vergüenza —Julia se cubría la cara—. ¿Cómo haces para tener tanta resistencia al alcohol?

—Ni yo lo sé —yo me reía—. Solo vayamos con calma, que llegaremos a tiempo a la estación.

Asistiendo a Julia en la caminata, emprendemos nuestro viaje hasta la estación de tren. No conversamos mucho en todo el camino, la mayor parte fue silencio absoluto. Fue un recorrido pacífico, los dos caminando bajo el cielo estrellado y Julia pegada a mi brazo. Por un instante, mi cerebro me hizo una pregunta muy sencilla, pero contundente: ¿qué sentía en estos momentos?

Nunca fui bueno para entender mis propias emociones, muchas veces confundía la euforia con el enfado o la felicidad con el amor. Pero, desde que volví a disfrutar la vida y me tomé el tiempo de aprender de mis errores, puedo decir con total seguridad que es lo que siento en este momento.

Ya en la estación, miramos una pequeña pantalla que indicaba que el próximo tren llegaba entre 15 a 30 minutos. Y como es debido, me quedé sentado junto a Julia a esperar a que el tren llegara.

—Extrañaba divertirme contigo —dije sin mayor preocupación.

—Sí, hace tiempo que no la pasaba tan bien.

Sabía que no quedaba mucho tiempo, que nuestra salida improvisada estaba por terminar, pero tenía claro que quería decirle algo antes de que se fuera.

—Por favor, no dejes tu sueño de actuar —yo estaba mirando al frente, ignorando cualquier cara que ella pusiera.

—Joe, en serio, no sigas con eso.

—No, no puedo permitir que abandones lo que amas —me puse serio y dije lo que realmente pensaba—. La Julia que conozco era una chica que siempre tuvo una chispa única, un aura especial que inundaba a cualquier lugar que fuera y que poseía una energía propia que lograba contagiar a cualquiera que estuviera cerca de ella —giré mi vista hacia Julia, pero ella me corría su mirada hacia otro costado—. Pero en toda la noche no vi a esa chica que recordaba.

—Para… Por favor —perdóname, pero no puedo.

—Ese destello único que siempre había en tus ojos, creí que había desaparecido. Pero cuando subimos al escenario a cantar, a bailar y a disfrutar el momento, pude ver por unos segundos, ese brillo que yacía escondido ahí adentro —ella no se movía—. ¿Aún existe esa mujer que soñaba cantar y actuar en los mejores teatros del país o solo es un recuerdo que jamás regresará?

Ella estaba inmóvil, no levantaba su mirada del suelo y solo veía cómo apretaba su bolso. Y cuando escucho con más atención, oigo como un pequeño sollozo provenía de la styracosaurus.

—Aún… Aún existe ese sueño —ella levanta su mirada. Y cuando veo sus ojos, puedo ver un pequeño río de lágrimas que inundaban sus iris ámbar—. Sigo amando el teatro, era uno de los pocos lugares donde podía ser yo misma —pude sentir ese dolor que transmitían sus palabras—. Tuve que sacrificar lo que amaba para poder cumplir los deseos de mis padres —sonaba algo molesta—. Todos los esfuerzos que hice en la universidad fueron un sufrimiento. ¿Sabes las veces que me planteé la idea de mandar todo a la mierda y escapar de esa responsabilidad?

—¿Y por qué no lo hiciste?

—Porque jamás fui alguien rebelde como tú —ella se limpia algunas lágrimas—. Aunque no lo creas, fuiste una de las pocas personas en este mundo que me dejó ser como soy —ella me da una débil sonrisa—. Nunca me juzgaste, nunca menospreciaste lo que me gustaba, y yo… no hice lo mismo.

—No es cierto, yo también fui un idiota en esos tiempos —intento poner mi mejor cara para levantarle los ánimos—. ¿No recuerdas lo de la puerta? ¿Qué me enojé tanto con tu padre, que lo desafié a que podía romper su hermosa puerta de roble? —ella se empieza a reír.

—Esa noche fue una de las más divertidas que tuve, sobre todo por la expresión de él.

—Tú tampoco me juzgabas. Me aceptaste como soy, aun siendo un simple humano —le doy una sonrisa—. Por eso, es que deseo que tú seas feliz.

—Lo aprecio, en serio, pero no es tan fácil.

—Julia…

—Joe —ella me miraba con seriedad—. Dame tiempo, te prometo que trataré de retomar el teatro —la styracosaurus me regala una linda sonrisa—. Solo necesito tiempo.

—Está bien.

—Pero gracias por lo que dijiste —ella me da un beso en la mejilla—. Necesitaba que alguien me hiciera ver la verdad.

—No hay de qué —pues creo que es un buen momento para hablar de lo que llevo evitando toda la noche—. Y también quería disculparme por lo de la última vez —hago un pequeño chasqueo con la lengua—. Dije cosas muy feas esa noche y eso hizo que nos distanciáramos hasta hoy —ella me da un golpe en la cabeza con su mano—. Auch.

—Olvídate de eso, ya es agua pasada —Julia suspiraba—. Creo que la disculpa no es necesaria para este punto, quiero decir, nos volvimos a divertir como en los viejos tiempos.

—En eso tienes razón —vuelvo a mirarla, pero esta vez, más calmado—. Entonces, ¿estamos en buenos términos?

—Por supuesto —ambos sonreímos, sabiendo que nos pudimos sacar esa espina que llevaba clavada hace años.

Y en el momento en que ambos levantamos la mirada y vemos en la pantalla del televisor que indicaba que el tren está por llegar, ya sabíamos que este reencuentro estaba llegando a su fin.

—Entonces, ¿Vale la pena que nos volvamos a ver? —la miro con cierta incertidumbre.

—Si te soy honesta, preferiría que no. Es lo mejor para los dos.

—Así que esto es un adiós.

—Lamentablemente —ella se levantaba de su asiento y yo hacía lo mismo—. Me dio mucho gusto volver a verte.

—Lo mismo digo —viendo que el tren estaba por llegar, me acerqué a Julia y le di un abrazo—. Cuídate, Julia.

—Lo mismo digo, Joe —ella se soltaba de mi abrazo—. Te prometo que haré mi mejor esfuerzo para retomar la actuación.

—Eso espero.

En el momento en que el tren se detuvo y abrió sus puertas, Julia entró al vagón que se encontraba vacío. Y en lo que las puertas se cerraban, ella se despedía de mí con la mano, y por instinto, yo respondí de la misma manera. Una vez que el tren se había ido de la estación, comencé el regreso hasta mi departamento. Viendo la hora, llamé a Bianca esperando a que ella este despierta para poder ir a dormir a su casa.

—¿Hola?

—Hola, amor. Me sorprende que estés despierta.

—Es que estaba leyendo un libro y perdí la noción del tiempo —escucho un pequeño bostezo—. ¿A qué se debe la llamada?

—¿Puedo ir a dormir a tu casa?

—¿Will está usando el departamento?

—Si. Y cómo que no quiero interrumpir su diversión —ella se reía.

—Te esperó.

—Genial. En unos 20 minutos estoy por allá —antes de que pudiera cortar la llamada, ella me pregunta algo.

—¿Cómo te fue en la reunión?

—La verdad, digamos que bien.

—¿Y cómo te sientes? —me tomé mi tiempo antes de responder.

—En paz —una leve sonrisa se dibuja en mi cara—. Finalmente, pude cerrar ese ciclo. Voy cortando, te veo en un rato.

—Cuídate.

—Te amo —corté la llamada.

Cuando me alejé lo suficiente de la estación, me volteé a verla y me quedé varios minutos viéndola; sabiendo en el fondo, que esa iba a ser la última vez que iba a ver a Julia en mi vida.

Notes:

Ya estamos en el tramo final del acto 2, solo faltan 3 capitulos y empezamos el acto 3.

Mucha gracias a todos los lectores y nos vemos a la proxima.

Chao ❤️

Chapter 25: Un último desafío antes de la verdad

Notes:

Hola gente, regresamos con otro capitulo y a puertas de terminar este acto 2

Espero que disfruten el capítulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Hoy, cuatro de mayo, era el día en que volvía a luchar para la WSF. O bueno, hoy era mi lucha previa antes de mi regreso oficial. No podía contener la emoción, solo tenía que esperar hasta que el sol se fuera y la luna apareciera.

Fue un largo camino, pero finalmente, ya estoy a puertas de que el hijo de Italia regrese para hacer historia. Sin embargo, algo que fui aprendiendo a lo largo de esta vida, es que necesito resolver mis problemas antes de dar un espectáculo; y es por eso que ahora estoy de camino a la prisión para ver a mi padre.

Recién se habían hecho las diez de la mañana cuando estábamos por llegar a la cárcel. Gran parte del viaje fue silencioso. Tony se pasó la mayor parte del mismo viendo la carretera y escuchando la música de la radio, mientras que yo, me la pasé escuchando música desde mi celular. Y cuando el auto se detuvo, despierto a Bianca, que se encontraba dormida en mi hombro.

—Llegamos —ella, lentamente, se despertaba y estiraba sus brazos—. ¿Dormiste bien?

—Sí. No estoy tan acostumbrada a madrugar.

Al abrir la puerta, ayudé a Bianca a salir del coche. Y desde la ventana del copiloto, Tony me pasó el bastón de la chica raptor.

—Nos vemos dentro de un par de horas —dije sin expresar mucho.

—Está bien —el utahraptor sube la ventana y comienza a alejarse de nosotros dos.

—¿Crees que es necesario que viniera? —Bianca se veía algo incómoda—. No me gustaría ser una molestia mientras hablas con tu padre.

—Nunca serás una molestia para mí —intentaba darle un poco de ánimos—. Quiero que estés para que conozcas esta parte de mi historia y por qué te quiero presentar de manera oficial como mi novia —una risa incómoda se escapaba de mis labios—. Tal vez no es la forma más adecuada para conocer a mi padre, pero como dicen: nunca existe el momento adecuado —buscaba minimizar toda la inseguridad que sentía con pequeños chistes.

Una vez que estuve delante de la cárcel, me quedé viéndola por varios segundos, ya que no me sentía muy cómodo por la situación. Comenzaba a apretar mi puño, porque, a pesar de todo, aún sigo molesto con mi padre por esconderme su pasado durante tantos años. Y en el instante en que siento una pequeña caricia en mis manos por parte de Bianca, comienzo a relajarme.

—Estoy contigo —me dijo en un tono cálido—. Ya estuviste para mí cuando lo necesitaba, ahora es mi turno.

—Gracias.

—Además, tú eres mi único medio de transporte que tengo para regresar a Volcadera —ambos nos reímos por su comentario.

—En eso tienes toda la razón. ¿Vamos?

—Cuando tú digas —y ya más calmado, entramos a la prisión.

Estaba preocupado. La última vez que salió este tema, reaccioné de forma muy violenta y me aislé de varias personas; y estaba asustado de que volviera a repetir esa actitud tan agresiva. Pero sentir la suave mano de Bianca, ayudaba a que todos esos pensamientos se disiparan.

Ya en la sala de visitas, estuvimos esperando por varios minutos a que los oficiales trajeran a mi padre. No sabía lo que me ponía más nervioso: encarar a mi padre y que me diga toda la verdad o presentar a Bianca como mi pareja.

Y cuando el humano panzón, con falta de cabello en su cabeza, entró a la habitación acompañado de un guardia, nuestros ojos hicieron contacto visual. Ambos estábamos inexpresivos, pero nuestros ojos, reflejaban todo lo que se escondía detrás de nuestras almas. Mi padre le pidió al oficial que lo dejara solo, y cuando el uniformado se fue, él se acercó a nuestra mesa y se sentó delante de nosotros.

Éramos los únicos tres en la habitación. Y los dos únicos sonidos que resonaban en todo el lugar, eran los golpeteos de mi pie contra el piso y el sonido de las agujas del reloj moviéndose. Ninguno de los dos sabía cómo empezar la conversación, podíamos ver a través del otro la intención de iniciar la charla, pero por alguna razón, no salían las palabras. Por suerte, tras dos minutos agobiantes de silencio, Bianca rompe la barrera que había entre nosotros.

—¿Él ya llegó? —dijo de una forma incrédula.

—Sí —tomó su mano, lo que me ayuda a tranquilizarme—. Está delante de nosotros dos —miró a mi padre—. Papá, ella es Bianca.

—Así que tú eres la famosa chica que dejó flechado a mi hijo —él sonreía—. Es un placer conocerte. Aunque hubiera preferido que fueran en otras circunstancias —él se reía—. Y dime, ¿cómo te ha tratado mi bambino?

—Bastante bien —ella sonaba feliz—. Puede ser que haya hecho alguna de sus estupideces, pero ignorando esas tonterías, diría que todo fue bueno.

—Pido disculpa, por eso, es difícil hacer que este muchacho actúe de forma civilizada —a Toph se le escapa una risita con ese comentario—. ¿Ya te torturo con su pasión por la lucha libre?

—Lastimosamente, no se calla nunca y parece que es el único tema que habla.

—Oigan… —ambos se reían de mi reacción.

—Sabes que tu padre tiene razón, surowy —ella me daba una sonrisa burlona—. Gracias a mí aprendiste un poco de arte.

—Esa palabra que usaste, surowy, ¿no es polaco? —papá sonaba intrigado.

—Sí. ¿Acaso sabe hablar polaco?

—Claro que no. Es que mi abogado me decía de esa forma —él se empezaba a reír al contar eso—. Lo desesperé bastante cuando fue el juicio, pero gracia a él, me salvé de estar mucho más tiempo en este lugar —tanto Bianca, como yo, nos quedamos en silencio y mi padre nos veía confundido—. ¿Pasa algo?

—Es que su padre… es Robert… tu abogado.

La reacción de mi padre fue bastante peculiar, se agarraba la cabeza y estaba boca abierta con tal revelación. Le tomó varios segundos recomponerse, y para cuando lo hizo, se estaba partiendo de la risa.

—Pero qué pequeño es el mundo. ¿Quién diría que la hija de Robert terminaría con mi hijo?

—Papá —estaba serio—. ¿Podemos hablar de eso? —tras lanzar un suspiro, él me da una débil sonrisa.

—Es lo mínimo que puedo hacer —en lo que inhalaba y exhalaba el aire, él postraba sus brazos sobre la mesa y se relajaba—. No tengo ninguna excusa más que decir que fui bastante cobarde al ocultarte todo esto. Y que te enteras de esa manera, demuestra que no fue una buena decisión, no decirte —él estaba jugando con sus dedos, mientras me iba contando todo—. Jamás encontré la forma adecuada para contarte sobre mi pasado, y siempre tuve miedo de que, si sabías la verdad, me ibas a odiar.

—Nunca te podría odiar —lo miro con compasión—. Fuiste un gran padre en toda mi niñez. Y cualquier cosa que hicieran en el pasado, no va a cambiar mi perspectiva sobre ti; siempre fuiste un hombre amoroso que dedicó todo por su familia —mi padre se emocionaba un poco—. Aunque no puedo negar que rompiste la imagen idealizada que tenía de ti —un leve bramido salía de mi boca—. Me va a costar un poco aceptar la realidad.

—Y es comprensible.

—Pero se sinceró conmigo, ¿de verdad el robo lo hiciste para pagar mi cirugía? —había cierto temor en sus ojos antes de responder.

—Fue la cereza del pastel para que realizara ese encargo.

—¿Entonces hubo algo más? —preguntó Bianca.

—Escuchen, sobre todo tu Joe —él se pone firme y su tono de voz también había cambiado—. No puedo contar toda la historia, ya que cualquier cosa que diga puede ser usada en mi contra —yo lo miraba de forma rabiosa, pero él me hace un gesto con la mano para que me calmara—. Pero sí puedo contarles una versión resumida y todo lo que se haya tratado en el juicio.

—Está bien, acepto eso —dije renegando un poco.

Papá estuvo por varios segundos con la mirada hacia abajo, incluso diría que, por su postura, él estaba devastado. Y para cuando él regresó su atención hacia nosotros dos, por su voz, denotaba mucha culpa al hablar.

—Hubo mucho más trasfondo en el robo, que tuve que contar en el juicio para poder bajar un poco mi condena. Pero si te soy honesto, omití algunos detalles ese día —él mira a todos lados, y revisando que no haya nadie, comienza a contar la historia—. Desde que comencé este oficio, hice muchos contactos; tanto del bajo mundo como gente de la alta sociedad.

—¿Cómo quiénes?

—Mafiosos, vendedores del mercado negro, miembros del ayuntamiento, entre otros —papá se tronaba el cuello—. Como nunca pedía dinero o solicitaba pagas muy bajas, siempre conseguía favores importantes que podía usar en momentos claves —él se dirigía a Bianca—. Es por eso que tu padre fue mi abogado.

—Estoy al tanto de esa historia.

—Pero una vez que ofrecía mis servicios, no volvía a trabajar para el mismo cliente. A no ser que me conviniera o hubiera una buena recompensa, era difícil que hiciera un segundo encargo.

—¿Y qué ocurrió esa vez? ¿Por qué aceptaste? —necesitaba una respuesta.

—Para esos tiempos ya me había retirado de forma definitiva. Y aunque mi contacto me llamará para algún trabajo, yo lo negaba —es muy posible que sea Tony, hasta existe la posibilidad de que aún siga metido en ese mundo—. Pero una noche, mientras estaba tomando un trago en un bar, un viejo cliente se me acerca para ofrecerme un trato —él suspiraba—. Él me pidió que robara una joya que iba a estar en exhibición en el museo y que tenía un comprador muy bueno que iba a pagar por ese diamante.

—¿Se puede saber de cuánto dinero hablamos? —sin decir mucho, él tan solo levantó sus dos manos y me muestra ocho dedos. Me había quedado sin aliento, al saber todo el dinero que podía haber ganado mi padre—. ¿Es una puta broma?

—Para nada. Me explicó toda su situación, y cómo debía dinero a un pez gordo de la mafia. Una buena forma de paga era conseguir ese diamante y venderlo a un millonario en Turquía —él me miraba apenado—. Pero para esos tiempos, ya había dejado ese mundo. No niego que sufrí rechazar ese dinero en un principio. Sin embargo, cuando ocurrió tu accidente, ese dinero podía sernos muy útil.

Cada segundo que pasaban, lograban ponerme mucho más tenso. No puedo sacarme de la cabeza que, si no hubiera sido por ese maldito accidente, mi padre nunca hubiera caído preso. Y cuando siento la mano de Bianca acariciando mi pierna y como ella recostaba su cabeza en mi hombro, lograban apaciguar estos pensamientos negativos.

Mi padre siguió hablando sobre el atraco y empezó a explicar, sin entrar en muchos detalles, cómo se realizó el robo y su desenlace. Sabiendo que la cirugía iba a ser cara, el dinero venía de perlas para costear la operación. Lastimosamente, el sujeto que contrató los servicios de mi padre, solo le pagó un cuarto de la paga total; lo que era suficiente para pagar la cirugía y que sobrara algo. Evitando contar algo que pudiera perjudicarlo, me simplificó lo sucedido esa noche.

Por seguridad, y para evitar poner en peligro a sus amigos, hizo todo este robo él solo. Ni Tony o ninguno de sus ex socios participaron en esto. En lo personal, él considera el robo del diamante como uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Semanas de investigación, planeamiento y logística para que el atraco saliera lo más perfecto posible.

A pesar de que el robo se ejecutó de forma exitosa, la transacción y el traslado del diamante, terminaron de la peor forma posible. No podía y no quería entrar en detalles de lo que fracaso en esa instancia, pero sí me dijo, que, por cómo terminó la situación, alguien debía ser el chivo expiatorio; y ese fue él. Al entregarse de forma voluntaria, causó que toda la investigación se viera como un robo aislado.

Tras el juicio y un trato a puertas cerradas, se logró llegar a un acuerdo donde él cumplía una condena de cinco años con posibilidad de salida condicional. Eso sí, tiene prohibido dejar el estado de Volcadera por los próximos treinta años. En pocas palabras, cuando papá cumpla 83 años, podrá salir del país. Y desde que está en la cárcel, trabaja como asesor en seguridad para empresas privadas, revisando y estudiando los planos de los edificios más importantes de toda la ciudad y analizando los puntos más vulnerables para realizar un robo.

—Hay muchos detalles que omití, pero esto es un pantallazo general de lo que ocurrió esa noche. Por suerte, gracias a los medios, se tergiversó la historia, lo que generó mucha confusión y eso me benefició a largo plazo —él suspiraba—. Prometo que, en algún momento, te contaré toda la historia con lujo de detalle. Pero por temas legales, debo mantener el silencio por bastante tiempo.

—Gracias, papá, por contarme todo esto —no era lo que esperaba, pero al menos es algo.

—Mira, hijo, me hubiera encantado serte sincero y no ocultarte nada. Pero por la seguridad, tuve que mantener un perfil bajo —papá se veía algo deprimido—. No pienso justificar mis acciones, sé que lo que hice está mal. Pero cada cosa que hice hasta el día de hoy, es por mi familia.

—Es suficiente, te entiendo.

—Y también quiero disculparme con ella —señalando con su mano a Bianca—. Perdón por no dar una buena primera imagen.

—No tiene de qué preocuparse, me dio gusto conocer… eh… ¿Cuál era su nombre? Es que me olvidé —ella se veía algo avergonzada.

—Giorno —él se mofaba un poco de la situación—. ¿Cómo se encuentra tu padre?

—Bastante bien. Desde hace unos meses, en su buffet, se hacen cargos de los casos más importantes de Volcadera.

—Increíble —sonaba muy contento—. Tu padre es uno de los hombres que más respetó del mundo.

—¿En serio?

—Sí. Aunque no pasé mucho tiempo con él, debo reconocer que es un gran hombre.

—¿Y por qué estás tan seguro de eso? —una pequeña sonrisa fanfarrona se formaba en el rostro de mi padre.

—Cuando llevas tanto tiempo juntándote con personas buenas y malas, aprendes a diferenciarlas con solo verlos. Y tu padre, es alguien con un noble corazón —Bianca se emocionaba un poco al escuchar esas cosas.

—Creo que a Robert le gustara escuchar eso —dije mientras le daba un beso en la mejilla a Toph.

— Si quieren, podemos seguir charlando —él tenía una mirada cómplice—. Aún queda algo de tiempo antes de que me vuelvan a encerrar.

—Pues me gustaría conocer un poco sobre Joe y su niñez —Bianca dijo de forma juguetona.

—¿Quieres escuchar las pequeñas travesuras que hacía de niño?

—No arruines la poca imagen de decencia que me queda —él se reía de mí.

Papá empezó a hablar hasta que el tiempo de la visita terminara. Y cuando le das la libertad de que hablé, no hay forma de que paré.

Mi padre comenzó a contar lo revoltoso que fui y lo difícil que era controlar a un niño con tanta energía. Él recuerda perfectamente el día en que me regalaron mi bicicleta y el caos que causé en el barrio, ya que nadie podía detenerme. Tardé un par de horas en acostumbrarme, pero cuando me hice amiga de la bici, tanto mi madre como mi padre, tuvieron que perseguirme por todo el barrio para detenerme; al punto que, lo que me detuvo, fue un árbol que se había cruzado en mi camino.

Bianca se empezó a partirse de la risa, dejando escapar su risa de chancho. Yo no desaproveché la oportunidad y me reí de ella. Papá también aprovechó para conocer mejor a su nuera, y al oír que ella era artista, él quedó fascinado.

Intrigado, le empieza a preguntar sobre ciertas técnicas de esculpido y ambos quedamos sorprendidos de que tuviera conocimientos sobre el tema. Él explica que la cárcel obliga a los reclusos a participar en actividades artísticas para “crear un ambiente no tan violento”, y entre las opciones que había, él eligió participar en un pequeño taller de arte.

Mientras gozaba de escuchar a Bianca tan emocionada explicándole a mi padre sobre su trabajo, mi cerebro estaba disfrutando de este momento. No sabía que tenía de diferentes a otras visitas que hice, pero esta era la primera vez que sentía totalmente cómodo en este lugar; pero todo tiene que llegar a su final.

Cuando escucho el ruido de una alarma, y veo entrar a un oficial, ya sabíamos que la visita había finalizado.

—Bueno, creo que debo decir adiós —papá se levantaba de la mesa—. Fue un honor conocerte, Bianca. Prométeme que cuidarás a este idiota y evitarás que haga algo tonto —ella sonrió.

—Llevo haciéndolo desde que lo conozco.

—Y veo que está haciendo un gran trabajo —él ahora dirige su mirada hacia mí—. Espero verte dentro de unos meses —él comienza a alejarse de nosotros dos.

—Papá.

Cuando mi padre se gira en mi dirección, yo me acerqué a él y le di un fuerte abrazo. Aun con las manos esposadas, logramos concretar un cálido abrazo entre padre e hijo.

—Eres el mejor padre que la vida pudo darme —podía escuchar un pequeño sollozo de mi padre.

—Y tú eres el mejor hijo del mundo.

Puede sonar tonto para algunos, pero este abrazo, se sintió diferente a todos los demás. Por fin, ya no había ningún secreto entre mis padres y yo; fue catártico.

Después de que nos despidiéramos de mi padre, Bianca y yo salimos de la cárcel. Una vez fuera, nos sentamos en un banco que había cerca de ahí, esperando a que Tony nos viniera a buscar.

—¿Cómo te encuentras? —Bianca me acariciaba el brazo.

—Si te soy honesto, siento que me saqué un peso de encima —miró hacia arriba y disfrutó del cielo despejado—. Y gracias de que aceptarás acompañarme, creo que no hubiera sido lo mismo si tú no estabas —acurruqué mi cabeza con la de ella—. De verdad, lo aprecio.

—Es lo mínimo que puedo hacer —siento su cálida respiración—. Te deseo la mejor de las suertes para esta noche.

A la lejanía, ya podía ver el auto negro de Tony acercándose a nosotros. Tomé del brazo a Bianca y le dije que ya nos vinieron a buscar. Al subir al auto, Tony se volteó a vernos.

—¿Salió todo bien?

—Sí, mejor de lo que creía —pasé mi brazo por detrás de Bianca y la abrazo—. Papá adoró a Bianca —ella se sonrojaba un poco al escuchar eso.

—¿Y sobre lo otro?

—Ya quedó todo aclarado, solo toca esperar que su condena finalice —y sin decir mucho más, Tony arrancó el auto y comenzamos nuestro regreso a Volcadera.

Tras una charla tan liberadora, mi cerebro ya no daba más; y sin darme cuenta, me quedé dormido en el hombro de Bianca. Para cuando desperté, ya estábamos por casa. La raptor estaba jugando con mi cabello de forma cariñosa, y realmente, se sentían bien esas caricias.

Bajamos los dos del auto y la acompañé hasta la entrada de su casa. Por mera curiosidad le pregunté si había hablado algo con mi tío, y ella respondió que solo hablaron de algunas trivialidades y que Tony le contó sobre algunas anécdotas chistosas sobre él. Le di un beso de despedida y me regresé al auto.

Y así, las horas habían pasado y ya la luna había aparecido; significando que mi gran momento había llegado.

Hoy la WSF tenía un show estándar en un pequeño gimnasio de la ciudad, y para cuando finalizara el show, iba a tener mi lucha de exhibición. Me encontraba en los vestidores preparándome para mí dark match. Cómo aún faltaba para que terminara el show, me quedé viendo el espectáculo en lo que me terminaba de alistar.

Como no podía luchar usando a mi personaje del hijo de Italia, tuve que usar un disfraz para ocultar mi identidad. Esta noche, no era Joe Bonucci, era la tarántula negra; el saco de boxeo de esta empresa.

Normalmente, este personaje lo usan luchadores novatos para sufrir una paliza por algún luchador en ascenso o poner a prueba a un próximo talento. Y aunque fuera un disfraz mal hecho de Spider-Man, debo admitir que es bastante cómodo para luchar.

Con la máscara en mano, me acercó a la base de operaciones para charlar con Paul y preguntarle sobre mi lucha. Cuando llegó a donde se encontraba el neandertal, él me sonríe de gran manera y se acerca a saludarme.

—Mi humano favorito —él tenía una sonrisa orgullosa—. ¿Qué tal el traje?

—Me traspiran los huevos —Paul se estallaba de la risa—. ¿Es necesario que use este traje?

—Tenemos que mantener tu regreso como una sorpresa. En unas semanas, armaremos una batalla real y tú serás el número 30 —él pone su mano en mi hombro—. ¿No te gustaría recibir una ovación cuando hagas tu gran aparición?

—Por supuesto.

—Pues no se diga más, ponte esa máscara y ve preparándote; que en treinta minutos entras a luchar.

—Está bien, pero, ¿quién será mi oponente? —Paul señala a un megalodon que se encontraba en una esquina.

—Su nombre es Miguel, tiene veinte años y queremos ver si tiene material para ser un luchador importante en nuestras filas —él me mira a los ojos—. Tu trabajo es hacerlo lucirse, tendrás tus momentos para destacarte, obviamente, pero el que tiene que salir vencedor es él, ¿de acuerdo? —asiento con la cabeza—. Excelente, ahora ve a hablar con tu rival y discutan la pelea, que el tiempo corre.

En lo que Paul volvía a la base de operaciones, yo me acerqué hacia donde se encontraba el megalodon. Y cada centímetro en que me acercaba al muchacho, más grande se hacía; es tan grande como Tim, incluso diría que más. Cuando quiero hablar cara a cara con el chico, él se ve un poco nervioso.

—¡HOLA! —qué voz tan potente—. Perdón, soy Miguel… Es un placer luchar contra usted —se nota que está muy ansioso.

—Es un gusto, soy Joe —intento darle una expresión confortable para que no se sintiera tan asustado—. ¿Ya has luchado antes?

—Sí, pero solo en varias prácticas —estaba jugando con sus dedos para controlar la ansiedad—. Esta es la primera vez que luchó frente a un público.

—Descuida, yo te ayudaré y haremos que esta lucha sea fluida —empiezo a estirar los brazos—. ¿Cuáles son los movimientos que mejor realizas?

—Y debido a mi tamaño, tengo un estilo muy similar a un powerhouse: spinbuster, samoan drop, chop slam, y mi movimiento característico, una variante de un bombazo.

—Ya veo… —lo miro por un rato y analizando la situación—. ¿Cuál es tu peso y altura?

—Mido 2,08 mts y peso casi 150 kg —ok, ni en mis sueños puedo cargarlo.

—Perfecto, dame unos minutos y ya te digo cómo se va a desarrollar la lucha.

En ese pequeño lapso de tiempo, estuve maquinando una lucha en mi cabeza que pudiera ser llamativa y en donde pudiera demostrar el poderío de Miguel como fuerza imparable. Tras cinco minutos, una potencial lucha se me cruzó en la cabeza.

Comencé a explicarle al megalodon cómo se iba a desarrollar la lucha y que yo iba a tomar el papel del heel, o sea, del villano. Por suerte, Miguel propuso un par de ideas que enriquecieron a la lucha y que podríamos llevar a cabo en la contienda. Viendo que el show principal ya había terminado, ambos nos preparamos cerca de la entrada hacia el cuadrilátero.

—¿Preparado? —me giré para ver cómo estaba—. Hoy es tu momento de brillar —se notaba la emoción en mis palabras.

—Sí… —no se veía tan nervioso como al inicio, pero aún se notaba preocupado.

—La lucha va a salir bien. Y si ocurre un fallo o te quedas inmóvil, la lucha debe continuar.

—¿A qué te refieres?

—Si fallamos alguna movida, debemos improvisar —tenía que ser la voz de la experiencia—. Realizamos otro ataque, fingimos que nunca pasó ese fallo y continuamos la lucha con normalidad —le doy un leve golpe en la espalda—. Solo ten cuidado con la cola, ¿ok? —él asiente con la cabeza.

Antes de que entramos a luchar, los comentaristas le avisaban al público que iba a ver una lucha de exhibición; que son bienvenidos a quedarse a ver el espectáculo.

Cuando comienza a sonar la canción más genérica que había en el listado de música, me pongo la máscara y salgo hacia el ring. En el instante en que pisé la pasarela y fui cegado por las luces, algo en mí se sentía distinto; como si hubiera un fuego ardiendo en mi corazón. Y mientras iniciaba mi caminata hasta el cuadrilátero, el comentarista me presenta como es debido.

—El luchador más misterioso de toda la WSF, nadie sabe de dónde es, ni quién es —él buscaba sonar lo más misterioso posible—. Con un peso y una altura desconocida, llega… ¡La Tarántula negra!

Era difícil contener la emoción, debía evitar a toda costa expresar algo de alegría, así que me mentalice y me volví el villano más ruin que una máscara me podría permitir. Hice algunos gestos obscenos y busqué provocar a los espectadores para generar algo de rechazo hacia mi persona. Ya arriba del ring, comienzo a rebotar en las cuerdas para ver en qué estado se encontraban y calentar un poco antes de luchar.

—Y ahora, su rival. Nacido en Orlando, Florida. Midiendo más de dos metros y con un peso de 152 kg, el gigante marinoooooooo, Big Shark —así que ese es su nombre de luchador.

En su entrada, hubo algo de reacción por parte del público, tal vez no sea mucho, pero al menos, un sector ya lo está apoyando en esta contienda. Cuando el megalodon sube al cuadrilátero, el referí le da la señal al presentador, y en el momento en que suena la campana, voy directamente contra Miguel y le regalo una pequeña ráfaga de golpes.

—La tarántula no se vino con rodeos y empezó a repartir varias picaduras letales a su rival —¿Picadura? ¿Es en serio?

Usando su gran tamaño, él empieza a empujarme contra las cuerdas y me lanza hacia el lado opuesto, dando inicio a la internacional. Cuando el gigantón se tira al suelo para derribarme, yo lo salté por encima. Y cuando vuelvo a rebotar en las cuerdas, esquivo su golpe, invirtiéndolo en un DDT. En el momento en que clave su cabeza contra el ring, me regocijo adelante del público y empiezo a recibir unos pocos abucheos.

—Pero qué reflejos maneja el enmascarado, se nota que quiere divertirse con el pobre novato.

Tomé de la cabeza de Miguel y lo levanté hasta la mitad del torso. Con un blanco tan grande para golpear, me alejó unos metros de él y me acercó a toda velocidad para embestirlo con una patada frontal en la cara.

Viendo que el pobre muchacho se encontraba tirado en la lona, agarró su brazo y le realizó una llave de sometimiento.

—Big Shark está siendo víctima de una palanca al brazo —el exceso de energía que transmitía el comentarista, ayudaba a que la lucha fuera más intensa—. El referí le está preguntando al megalodon si se rinde, pero él niega con la cabeza.

Mientras mi rival gritaba del dolor, yo solo seguía lastimando a su brazo y le lanzaba varias patadas al costado de sus costillas. Cansado del castigo que le estaba apropiando, el megalodon, usando toda su fuerza; me levantó del suelo mientras estaba abrazando su brazo.

—La tarántula se encuentra en peligro —y con mucho ímpetu, me realiza una variante de un bombazo, destrozándome la espalda—. ¡PERO QUÉ MOVIDA TAN DEVASTADORA! —el megalodon intenta hacerme la cuenta de tres, pero apenas llega a dos—. Parece que ese bombazo no fue suficiente para acabar con esta lucha.

Abatido, mi oponente me empieza a usar como un muñeco de trapo y recibo cada golpe de él como si fueran lo más devastador del mundo. Cuando recibía un lazo al cuello, yo daba una mortal hacia atrás. En el momento EN que él me realizó un chop slam, yo saltaba lo más alto posible para que pareciera que el megalodon tenía una fuerza descomunal. No importaba el movimiento que realizara, yo lo vendía de forma exquisita.

—Creo que el dominio del hombre enmascarado llegó a su fin —se podían escuchar algunos cánticos a favor de Miguel, ya parece que el público lo eligió como su favorito.

Mientras estaba en el suelo, veo que Miguel empieza a rebotar en las cuerdas. Y en el momento en que veo que me va a realizar un planchazo, ruedo hacia un costado y esquivo su golpe por centímetros.

—Y como si tuviera ocho patas, la tarántula esquiva por los pelos el ataque de su rival —con velocidad, me acerco a las piernas de Miguel y le ejecuto un candado en el tobillo; generándole mucho dolor—. ¿Será suficiente para que la tarántula salga victoriosa o nuestro joven muchacho logrará escapar de este candado?

Era difícil controlar al gigantón, tuve que aplicar mucha fuerza para arrastrarlo y mantenerlo lejos de la cuerda. Y por el ruido que estaba generando el público, habíamos logrado que se engancharan con la lucha. Finalmente, Miguel, logró llegar a las cuerdas y tuve que soltar su tobillo.

Me preparaba para recibir su golpe, pero viendo que estaba tardando demasiado en levantarse, tomé la decisión de improvisar algo. Salí al lado exterior del ring y me preparé para realizar el antebrazo desde la tercera cuerda. Y sin aviso, cuando Miguel se levantó del suelo, yo ya estaba volando sobre él y mi golpe impactó en toda su cara.

—¡¿QUÉ FUE ESO?!  —todos estaban impresionados por lo que había sucedido—. Ya está, de esta no se recupera Big Shark —y acto seguido, le realizó la cuenta de tres, solo llegando al número dos—. ¡Tan cerca de la victoria se quedó el arácnido!

Tras fallar en la cuenta, me acerco a la oreja de Miguel y le hablo en voz baja.

—¿Estás bien?

—Solo… un poco… cansado —olvidé que era un novato.

—Escucha, iré a la esquina, me subiré a la tercera cuerda y voy a saltar contra ti. Tú solo debes esquivarme y después me finalizas.

Pactado el final de la lucha, me acerco a la esquina y subo hasta la tercera cuerda.

—¿Con qué nos deleitará ahora mismo este competidor?

Ya arriba, me preparaba para saltar contra el megalodon. Sin embargo, antes de que pudiera mover mis piernas y arrojarme contra mi rival, me había quedado paralizado en el lugar.

—Se está tomando su tiempo para calcular la distancia, es un salto algo arriesgado el que quiere hacer.

Pensé que ya lo había superado, que no iba a sufrir ningún miedo a saltar desde la tercera cuerda. Pero los recuerdos de mi fracaso, solo hicieron que mis piernas se volvieran de piedra.

—Tal vez se está tomando demasiado tiempo —el comentarista buscaba rellenar de alguna forma estos segundos sin acción.

Maldita sea, por favor, cerebro, déjame saltar. Ya lo hemos hecho antes, ¿por qué en este preciso momento hiciste que me quedara paralizado? ¡Salta de una maldita vez!

—Esperen, Big Shark aprovechó que su oponente no se movía y va contra él.

Al escuchar eso, mi consciencia regresó a la lucha y vi cómo Miguel venía a toda velocidad hacia el esquinero. Y para la salvación de esta lucha, Miguel me ejecutó una superplex desde lo más alto del esquinero; cuidándome en todo el recorrido de la movida.

—La tarántula tenía la victoria en la palma de su mano, pero por un descuido, el megalodon está por capitalizar esta lucha.

Y seguido de esa gran movida que volvió loco al público, él me preparó para realizarme su finisher, causando que quedará incapacitado de poder continuar. Logrando la cuenta de tres y siendo aplaudido por todos los espectadores presentes.

—¡EL GANADOOOOOOR! ¡BIG SHARK! —de reojo, vi cómo el muchacho se emocionó por el apoyo que estaba recibiendo del público.

Mientras el megalodon festejaba su victoria en el cuadrilátero, yo me regresó a los vestidores con la espalda un poco adolorida. Al entrar, soy recibido con aplausos por parte de los pocos presentes que se encontraban; entre ellos, Will.

—Felicidades, amigo —él me abrazaba—. Para ser una simple lucha de exhibición, te luciste de gran manera.

—Gracias —me quito la máscara y vuelvo a respirar sin dificultad—. Extrañaba un poco el calor del público.

Todos comienzan de vuelta a aplaudir, ya que Miguel había regresado y se veía muy feliz.

—Bien hecho, muchacho —le muestro el pulgar arriba—. Espero que en otro momento podamos luchar como es debido.

—Fue un honor luchar contra ti, gracias por cuidarme —me agrada este chico.

—El que te debe agradecer soy yo, te avivaste de la situación y me tiraste del esquinero.

—Hablando de eso, ¿qué te ocurrió? —Will sonaba algo preocupado.

—Sentí un calambre en la pierna —mejor no digo nada de lo que realmente pasó—. Cuando estaba por saltar, sentí una molestia y preferí no hacerlo.

—¿Es grave? —preguntó Miguel.

—Nah, puedo caminar, pero iré al doctor para ver si no es nada.

El neandertal, que estaba coordinando el show desde unas pantallas, se acerca a nosotros tres y se veía muy contento.

—Aún tienes el toque —su sonrisa era de punta a punta—. Ignorando ese pequeño percance, el público se vio muy emocionado con la lucha. Buen trabajo a los dos.

—Gracias, Paul —dijimos al unísono yo y Miguel.

—Joe, ¿podemos hablar a solas? Es para hablar sobre tu regreso y algunos planes que tenemos en mente.

—Claro —me volteo a ver a Miguel—. Fue un gusto conocerte.

—Lo mismo digo.

—¿Te espero para volvernos juntos? —me preguntó Will con un tono relajado.

—Si quieres, depende de cuánto tardé de hablar con Paul y en cambiarme.

—No estoy apresurado, tómate tu tiempo.

Después de un choque de puños con mi roomie, sigo a Paul hasta fuera de los vestidores para charlar. Paul sacó un habano y un encendedor del bolsillo de su saco.

—¿Quieres? —negué con la cabeza—. Tú te lo pierdes —enciende el puro y le da una buena pitada—. Seré directo contigo, la WSF va a tener un contrato televisivo por un par de años y a finales de julio tendremos nuestro primer show.

—Eso es asombroso —estaba en shock.

—Es un gran paso para la compañía. Por eso, es que estábamos organizando una batalla real para determinar al retador por el campeonato máximo de la WSF que posee Drako. Es decir, el que tiene tu buen amigo Will —el humo del habano salía tanto de su boca como de su nariz—. Y tras varias charlas, decidimos que tú seas el ganador de la batalla real.

—¡¿QUÉ?! —se me escapa un grito por la emoción—. ¿Hablas en serio?

—Lo digo muy en serio. Estuve discutiendo la idea con Marcus por varios meses, y yo puse la condición de que, dependiendo de tu desempeño de hoy, íbamos a definir quién iba a ser el rival de Drako.

—Si será cabrón, Will —seguramente ya lo sabía—. Por eso el bastardo me dijo que me esforzara en esta lucha.

—¿Él te dijo algo?

—Nada de nada —me costaba esconder la alegría.

—Pues espero que para julio estés en condiciones de dar la mejor lucha de tu vida.

—Eso va a ser un hecho —Paul se veía muy feliz por mi respuesta.

—Espero mucho de ti —me da unas palmadas en mi hombro—. Bienvenido de regreso, Joe Bonucci.

 

Notes:

Quería comentar que tan solo falta 2 capítulos más para terminar este acto.

Qué nos depara? Qué sucederá? Lo iremos sabiendo pronto.

Se los quiere a todos, Chao ❤️

Chapter 26: Bienvenido de regreso

Notes:

BUENAS GENTE HERMOSA, a nada de terminar el acto 2.

Veamos que pasa en este capitulo. Que lo disfruten

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

El gran día había llegado, el momento que todos estaban esperando se estaba por hacer realidad; hoy regreso como Joe Bonucci a la WSF. Meses de sacrificio y de esfuerzo físico para llegar a este gran momento. Años de penumbras y de dolor que tuve que soportar alejado de lo que amo. Finalmente, el hijo de Italia, regresa al mundo de la lucha libre.

Con los buenos resultados de mi performance de hace dos semanas, tanto Paul, como Marcus, me pidieron que me juntara con ellos en las oficinas centrales para poder hablar el tema de mi contrato. Mientras ocurría la firma, los dos me comenzaron a contar cuáles eran los planes que tenían en mente para el primer show televisado de la WSF.

Según lo que me dijeron, la idea era que yo entrara con el número treinta a la batalla real y que ganara la lucha para convertirme en el retador por el campeonato máximo de la empresa. Desde ahí, a lo largo de los meses hasta el día del show, el plan es construir la rivalidad contra Drako.

Estuvimos discutiendo entre los tres quién de los dos, si Will o yo, debía ser el bueno y quién el malo. Se nos hizo muy difícil elegir una sola opción, ya que todos proponíamos ideas interesantes y todas sonaban factibles. Desde que yo regresara como un ser con mucho odio para reclamar ese cinturón, hasta volverme el joven soñador que quiere demostrar que aún puede seguir luchando.

Todo se solucionó gracias a una llamada que hizo Paul a Will, ya que el triceraptop se encontraba afuera de la ciudad por asuntos personales. En donde él propuso la idea de que fuera el villano, ya que le gustaría tener un cambio de personaje. Y con eso, ya estaban definidos nuestros roles en esta rivalidad; yo soy el bueno y Will el malo.

Toda esta semana estuve demasiado emocionado, al punto, que me costaba dormir por la ansiedad. Pensar en el largo camino que tuve que recorrer para llegar hasta acá, hace que se me escape una pequeña lágrima. Sin embargo, aún tenía que esperar a que se hiciera la hora para el evento de hoy; tan solo faltaban doce horas.

Ahora mismo me encontraba en mi habitación descansando con Bianca, los dos acurrucados en la cama disfrutando de este momento de paz. Yo no dejaba de mover mi cabeza hacia mi derecha para ver el reloj y notar cómo el tiempo pasaba tan lento. Ya ansiaba de que sea la hora para volver a luchar.

—¿Puedes relajarte? —siento cómo su garra pasaba por mi pecho—. Puedo sentir cómo tu corazón está latiendo muy rápido.

—Tú estabas igual el día de tu muestra de arte —dije riéndome un poco—. ¿Vas a venir esta noche?

—Claro, hasta ya tengo mi pase VIP que me disté —ella se veía tan alegre—. Será interesante conocer el detrás de escena de la lucha —comienzo a acariciar su cabello—. Y… ¿Tienes algún plan para después del show?

—La verdad, regresar al departamento, comer algo y dormir.

—¿Nada más?

—Oye, sé que al final del show voy a terminar muerto —volvía a mirar el reloj y apenas habían pasado unos pocos minutos—. Si quieres, mañana podríamos organizar algo. ¿Te apetece ir a la reserva natural que está fuera de la ciudad?

—No me llama tanto la atención. Para mí sería como ir a un parque, pero más grande —veo cómo ella se rascaba la punta de su hocico—. ¿Hay algún evento en el muelle?

—No. Morty le está costando organizar otra feria de las naciones debido a ciertos inconvenientes que hubo en la última —acercó a Bianca hacia mí y nuestros pechos estaban pegados—. Ya sé, dentro de unos días haremos una fiesta por el vigésimo aniversario del taller.

—Antes de que lo preguntes, sí, voy a ir a la fiesta contigo —ella se reía un poco.

—Genial —vuelvo a girar la mirada hacia el reloj y seguían faltando varias horas para el show—. Se me está haciendo eterna la espera.

—Tal vez, podríamos matar el tiempo de alguna forma —percibo cómo su mano va bajando por mi pecho y se mete debajo de mi camiseta—. Me podrías enseñar algunos movimientos de lucha.

Tentado con la idea que me propone mi chica, tomé su mano y la saqué de ahí. Esto me duele más a mí que a ti, Bianca.

—A ver, tengo que controlarme hoy. Si quiero estar al 100% debo descansar lo mejor posible.

—¿Ni un rapidito?

—Ni eso. Pero, solo tal vez, después del show podríamos tener una pequeña sesión de entrenamiento entre nosotros dos —ella sonreía muy emocionada.

—¿Y serás rudo? —cuando lo dice, siento cómo sus dedos pasaban cerca de mi pierna.

—Solo si dejas de provocarme ahora mismo —le doy un pequeño beso en los labios—. Pero en serio, solo quiero estar abrazado contigo.

—Está bien, puedo esperar hasta la noche—ella hace una pequeña sonrisa, en señal de que se conforma con esto.

Manejando mis impulsos carnales como un monje que ejerce el celibato, pasamos el resto de la mañana de forma tranquila. Cuando me tenía que ir para el lugar donde se iba a realizar el show, acompañé a Bianca hasta su casa; ya que el recinto estaba para el mismo lado. Tras dejar a Toph en su hogar, me despedí de ella y le dije que iba a pasarla a buscar antes de que comenzara el show.

No tenía motivos reales para ir, pero debido a una llamada que recibí de Marcus hora antes, me solicitó que fuera para charlar los planes y organizar los últimos detalles de mi regreso. En todo el camino, no dejaba de revisar mi teléfono y ver que aún faltaban varias horas para mi gran momento.

A unos pocos metros del lugar, veo cómo, un grupo de empleados, iba bajando las diferentes partes del ring. Al notar que uno de los muchachos tiene problemas, me acercó para asistirlo y llevar juntos el poste de una de las esquinas. Cuando entre, comienzo a ver parte de la escenografía que estaban preparando para el show de hoy.

Por un lado, había un grupo que estaba armando la pasarela y el escenario donde iban a entrar los luchadores. Otro grupo estaban colocando las sillas y poniendo las barricadas para separar al público del cuadrilátero.

Con ayuda del empleado, dejamos el cilindro de metal en el suelo y le pregunté si sabía dónde estaban los encargados del evento; señalándome en una esquina en la que se encontraban el Iguanodon y el Neandertal. Me despido del muchacho y camino en dirección a donde se encontraban Marcus y Paul.

—Por fin te dignas a presentarte —decía en un tono vacilón el dinosaurio de escamas naranjas—. ¿Listo para esta noche?

—Por supuesto, estoy mejor que nunca —dije feliz—. Por cierto, sí que se esmeraron con la producción del show —señalando la gran pantalla que había sobre el escenario de entrada—. Se nota el subidón de calidad.

—Agradécele a este desgraciado —decía Paul abrazando a Marcus—. Si no hubiera decidido ser nuestro inversor, no tendríamos todo esto —soltando al iguanodon, se acerca a una mesa que había ahí y toma unos papeles—. ¿Quieres escuchar lo que tenemos planeado para hoy?

—Claro.

—De acuerdo —el neandertal miraba las hojas—. Tras planearlo por varios meses, llegamos a la conclusión de que así será tu participación y el cierre del show: entrarás con el número 30 y harás tu entrada; después, arriba del ring, habrá tres luchadores arriba del ring para cuando tú te subas al cuadrilátero —lo miro detenidamente a Paul.

—¿Puedo saber quiénes son los que estarán luchando en ese momento?

—Estamos definiendo a quienes compondrán a los últimos cuatro en la contienda —dijo Marcus bastante serio—. Obviamente, tú y Jack serán parte de los últimos cuatro. Quédate tranquilo, que nosotros, antes de que inicie el show, te vamos a decir quiénes son los últimos cuatro.

—De acuerdo.

—Continuó con el guion —Paul da vuelta la hoja—. Una vez que entres, le realizarás alguna movida clásica a todos los luchadores que estén arriba del ring, eso tienes que coordinarlo tú con ellos —asiento con la cabeza—. Al final, los dos últimos en pie, serán tú y Jack, donde tendrán un careo y lucharán por unos cinco minutos, más o menos, no hay problema de si se extienden un poco. Para que, al final, elimines a Jack y salgas vencedor de la batalla real —deja los papales en la mesa—. ¿Qué opinas de la idea?

—Me gusta —intentaba visualizar la situación, y siento que es la decisión que más van a disfrutar los espectadores—. Avísenme después quiénes son los otros luchadores con los que voy a trabajar, aunque solo sea para hacer una movida y eliminarlos.

—De eso no te preocupes, solo debes aprovechar esta oportunidad y lucirte en el show —se veía muy entusiasmado el neandertal.

—Confiamos en que darás un gran espectáculo —agregó Marcus—. ¿Hay de algún otro tema de que quieras charlar?

—Me gustaría coordinar mi entrada, quiero que salga lo mejor posible mi regreso.

—Pues acompáñame al escenario y crearemos la mejor entrada posible que nos podemos permitir —el iguanodon pone su mano en mi espalda y vamos caminando los dos juntos hacia el escenario.

Estuve casi una hora organizando una épica entrada para mi retorno. Fue la primera vez que hablaba con Marcus como tal, y he de decir, que él entiende mi visión de la lucha libre. Normalmente, cuando le contaba una idea a Paul, el neandertal me detenía o la modificaba lo suficiente para que dejara de ser algo mío, pero sin perder las bases iniciales.

No quiero decir que las propuestas de Paul no me gustan, algunas son geniales y hasta me encantaron, pero siento que su visión es muy anticuada en algunos aspectos. Pero con Marcus, él fomentaba mi idea, e incluso la mejoraba para bien. Creo que él entiende mi perspectiva de que el pro wrestling debe evolucionar sin olvidar sus raíces.

Con mi entrada coordinada y ya sabiendo cómo será la lucha, me retiro del recinto para ir a almorzar con mi madre; ya que ella me quería desear buena suerte para el día de hoy. Desde que me mudé a mi nuevo departamento, no volví a pisar mi antigua casa.

Tras haber caminado por casi media hora, llegó a la casa de mi madre, y antes de que pudiera tocar la puerta, veo cómo el trozo de madera se abre; revelando a una mujer con un delantal manchado de salsa y su sonrisa tan característica.

—Joe —ella se abalanza hacia mí y yo la atrapo, consagrando un abrazo—. ¿Cómo se encuentra mi luchador favorito?

—Bastante ansioso por esta noche —mamá se libera de mi abrazo.

—Pasa, la comida está casi lista. Prepare la lasaña de la abuela —hago un pequeño gesto de celebración al oír eso.

Volver a caminar por los pasillos de mi antigua casa, se sentía distinto. Digo, apenas pasaron 2 meses desde la mudanza, pero ya mamá había empezado a hacer remodelaciones en la casa, como sacar algunos viejos muebles que ocupaban espacio o ubicarlos en otros lugares para hacer más espacio.

Ya en la sala de estar, mi madre ya había dejado preparada la mesa para cuando llegara. Mientras ella hacía los últimos preparativos para el almuerzo, yo la miraba cómo se movía y la energía que desprendía. No mentiré, estaba un poco desilusionado al ver a mi madre tan feliz; esperaba encontrarla un poco desganada porque su pequeño hijo se fue del nido. Pero para mi agrado, era la primera vez que la veía realmente feliz.

Con dos platos de pasta rellena en sus manos, deja la comida en la mesa y se sienta conmigo a comer.

—Entonces dime, ¿qué tal la vida con tu compañero de piso? —ella descorchaba una botella de vino y se servía en una copa—. ¿Es buena la convivencia?

—Es interesante —corté un trozo de la deliciosa lasaña y lo llevé directo a mi boca, que estaba deliciosa—. Will es un buen compañero, nos ayudamos con los quehaceres de la casa y respetamos el espacio del otro —tomó la botella de agua y me sirvo en el vaso—. Podemos llegar a tener algunas diferencias o roces, pero eso es bastante normal.

—Sería bueno que algún día lo traigas a comer —ella olía la copa de vino—. Me has hablado de él muchas veces, pero no lo conozco en persona.

—Le diré —me preguntó cómo se llevarán Will y mi madre—. Estoy un poco sorprendido de verte —mamá me mira algo confundida.

—¿A qué te refieres?

—Quiero decir, la última vez que estuviste viviendo sola en casa la pasaste bastante mal —ella me miraba con empatía.

—Hijo, eso era diferente —ella degustaba su pasta que había cocinado—. En estos momentos, adoro la paz de tener la casa sola para mí; no tengo que aguantarte con tus gritos y tus tonterías —ella se reía—. La diferencia, es que ahora te encuentras bien —se le forma una linda sonrisa—. Vives en un lindo departamento por las fotos que me enviaste, tienes una hermosa pareja que te ayudó con tus problemas y ahora estás por regresar a hacer lo que amas. ¿Entiendes la diferencia?

—Por supuesto.

—Por eso, no debes preocuparte de mí. Ya estás mayor y es perfecto que hagas tu propia vida —mamá le da un buen sorbo a su copa—. Mientras tú seas feliz, yo voy a estar bien —ella toma mi mano que estaba en la mesa y me da una pequeña caricia en el dorso de la misma—. Estoy orgullosa del muchacho en el que te convertiste.

—Gracias, mamá.

—Ahora bien —ella aleja su mano de la mía y me miraba de forma fría—. ¿Quieres que continúe hablando como Giselle, tu madre, o me convierto en Giselle, tu jefa?

—Mejor hablo primero con la versión que menos miedo me da de ti —coloqué mis codos en la mesa—. Jefa, quiero renunciar a mi puesto en el taller.

—¡¿Te doy menos miedo como jefa?! —se sentía ofendida.

—Es que, como madre, eras mucho más estricta y dura conmigo. Al menos, en el taller, no me gritas tanto —lo decía en un tono jocoso—. Pero sí, ya firmé un contrato con la WSF por un par de años y gano un mejor sueldo que en el taller.

—¿De cuánto hablamos?

—Cinco cifras —los ojos de mi madre, casi se salen de sus cuencas al escuchar ese número.

—De verdad te pagan bien.

—Por eso, quiero agradecerle la oportunidad de trabajar en el taller de costura más prestigioso de toda la ciudad —ella se reía de lo que decía.

—Qué palabras más halagadoras, pues como jefa, le deseo la mejor de las suertes en sus proyectos —una mueca de felicidad cubría todo su rostro—. Y como madre, estoy muy feliz de que volvieras a hacer lo que te gusta.

—¿Vas a venir a verme? —ella suspiraba algo apenada.

—Me gustaría estar, pero tengo que terminar los preparativos y organizar todo para el aniversario del taller —me desanimaba un poco escuchar eso—. Pero te prometo, que, en tu próxima lucha, voy a estar en primera fila apoyándote; aunque eso significa estar al borde del ataque cardiaco.

—Eso lo apreciaría mucho.

Continuamos la charla hablando de pequeñas sandeces y gozando de la comida que había preparado mi madre. Al parecer, según lo que me dijo, tiene pensado hacer una mega fiesta por el aniversario del taller. En el fondo la comprendo, fue la primera vez que casi cierran el negocio y estuvo batallando para mantenerlo de pie; pero miedo me da cuáles son esas ideas que tiene en mente.

Saciado por la extraordinaria comida, ayudé a mamá a limpiar y dejar todo bien ordenado. En lo que iba lavando los cubiertos, ella menciona que ya le encontró otro uso a mi habitación. Al ir a revisar el lugar donde solía dormir, fui sorprendido con varios maniquíes vestidos con diferentes prendas y de telas muy distintas.

Me explicó que a los clientes más importantes les confecciona, su ropa, en este lugar para darle un toque de exclusividad al negocio. Obviamente, me dijo que algún día necesitaba un traje para una ocasión especial; siempre tendría uno preparado en este lugar.

Tras visitar mi antiguo hogar, fuimos hasta el taller para buscar mi indumentaria como luchador. Previo a la lucha de exhibición que di al inicio de mes, hablé con Rebecca para que ella me pudiera modificar y confeccionar mi ropa; ya que es la única, en todo el negocio, que entiende sobre los deportes de contacto y lo importante de que sea cómoda la ropa para el atleta.

Emocionado, abro la puerta del taller y voy directo hacia la habitación del fondo; donde se encontraban todos trabajando. Cuando llegó, podía ver a todos los empleados trabajando de forma ordenada.

—¡Buenas tardes a todos! —bajó las escaleras con velocidad—. Rebecca, ¿ya está mi traje listo?

—Podrías ser menos escandaloso —ella se tapaba los oídos—. Ayer creo que me excedí y tengo una resaca.

—Lo siento.

—No tienes que disculparte con ella —dijo Gloria, tan energética como siempre—. Es culpa de la muchachita de no cuidarse —ella se acerca a la baronyx—. ¡PONTE A TRABAJAR! —Rebecca casi se cae de la silla por el grito que lanzó la triceraptop.

—¡Estoy a tu lado jodida anciana! —dijo muy enojada la chica de escamas moradas.

—¡¿A QUIÉN LLAMAS ANCIANA?! —ay Dios, esto ya se va a descontrolar.

—Chicas —como de si un fantasma se tratase, Judee aparece detrás de mí—. No es necesario que se pongan así de agresivas —ella les da una sonrisa.

—Tienes razón, niña. Fue algo estúpido por mi parte —dijo Gloria—. Tengo en mi cartera algo que te puede servir para el dolor de cabeza.

—Lo apreciaría —dice Rebecca—. Joe, tu disfraz de luchador está en esa esquina.

Con la pequeña escena finalizada por Judee, las dos empleadas regresan a trabajar en paz. Sorprendido, me volteó a ver a la troodon de escamas blancas.

—¿Cómo lo hiciste? No es tarea fácil controlar a esas dos fieras.

—Al parecer, según palabras de Tiffy, mi simple presencia genera ternura —ella sonreía muy feliz—. Eso ayuda a que Gloria se calme y deje de pelearse con Rebecca.

—Veo que lograste adaptarte a este lugar —me empiezo a reír un poco—. La primera vez que entraste acá, estabas temblando y apenas hablabas.

—Pues es como dijiste esa vez, todos acá se tratan como una familia.

—¡Juuuuuudeeeeeee! —dijo una voz femenina a lo lejos—. Necesito ayuda con esto.

—Ahora voy, Tiffy —ella me da una cálida sonrisa—. Hasta otra, Joe.

Despidiéndome de la troodon, voy a ver cómo quedó mi traje tras las modificaciones que le pedí a Rebecca. Cuando estoy cerca del maniquí, quito la sabana que lo cubría y me quedé fascinado al ver mi nueva indumentaria.

Mi clásica campera deportiva de color azul, con vivos dorados y la bandera de Italia en el lado izquierdo de mi pecho; estaba como nueva. Giré el maniquí para ver la espalda de la campera y leer “IL FIGLIOL D’ITALIA”, hizo que sintiera una emoción única; como si una pequeña descarga recorriera mi cuerpo.

Y para el final, quedé enamorado con el nuevo diseño de mis pantalones. De pasar de unas simples mallas negras, sin nada destacable; a unos pantalones con los colores de la bandera de mis ancestros. Lo único que estaba deseando en estos momentos, era que ya se hiciera de noche… Lo cual fue difícil para mí.

A lo largo de las próximas cinco horas, busqué mil maneras de poder matar el tiempo; de alguna forma debía sacarme esta ansiedad que invadía mi cuerpo. Incluso, cuando regresé a mi departamento, me puse a limpiar todo el lugar para distraer mi mente del show, terminando en menos de una hora. Por suerte, tras varias horas tortuosas de espera, el momento había llegado.

Después de ir a buscar a Bianca a su casa, llegamos al lugar del show y entramos por la puerta trasera sin que nadie nos viera. Un guardia de seguridad nos escoltó hasta la base de operaciones del show, en donde se encontraban Paul y Marcus revisando los últimos detalles antes de empezar el show.

Paul nos acompañó hasta un camerino, donde iba a ser exclusivo para mí, así mantenían la sorpresa de mi regreso para todos. En el camino, él me confirmó los últimos detalles de la lucha, diciendo que los que se iban a encontrar en el ring iban a ser: Jack, Energy y Nero. Tal vez, si pueda hablar con Jack antes de la lucha, le podría preguntar un poco sobre el estilo de ellos dos; ya que no los conozco.

Y tras despedirme de mi jefe, me encontraba en mi camerino individual con Bianca, esperando a que el show diera inicio. Paul fue muy amable al permitirme que ella se pudiera quedar conmigo hasta el momento de mi lucha. También era algo raro dejarla con el público en primera fila, más que nada porque no vería nada… Literalmente.

Ambos nos sentamos cerca de una pantalla, donde se podía visualizar el ring y la lucha que se estaba llevando a cabo.

—Solo faltan 4 luchas antes del evento principal… —empiezo a golpear mi pie contra el suelo con mucha velocidad.

—Tranquilo —siento como su mano, se postra en mi regazo—. Va a salir todo bien, confía.

—Es fácil decirlo, pero una vez que te subes al cuadrilátero, todo cambia.

—Pero llevas desde el año pasado entrenando para este momento —su voz era muy gentil—. Sé que todo saldrá bien —colocó mi mano sobre la de ella y sonrió.

—Gracias por tus palabras de apoyo.

—A todo esto —ella hace una mueca en su rostro en señal de duda—. ¿Cómo es la lucha en la que vas a participar? Es que no puedo imaginarme una lucha entre 30 oponentes.

—Nombre de la lucha es batalla real —me rascaba el mentón—. La lucha inicia con dos luchadores arriba del ring, y después de un minuto y medio, entra el próximo luchador a participar; así sucesivamente hasta que hayan entrado los treinta luchadores. El ganador de la contienda es aquel que siga de pie tras eliminar a todos.

—Y supongo que nunca están los treinta luchadores a la vez en el ring, ¿verdad?

—Podría llegar a pasar. Pero, la idea es que a medida que van entrando luchadores, otros son eliminados —debe ser un caos, tener a 30 luchadores golpeándose a la vez—. Para eliminar a tus oponentes, debes echarlos afuera del ring tirándolos por encima de la tercera cuerda. Es obligatorio que los dos pies del luchador toquen el suelo para ser eliminados.

—Y tú corres con suerte —ella sonreía—. Ya que tienes el número 30, debe ser una victoria fácil.

—Dentro de la lógica, sería lo evidente. Sin embargo, esto es pro Wrestling, todo puede pasar —cuando miró la pantalla, notó que el primer combate había empezado—. Ya arrancó el show.

—Pues dime qué pasa —se veía algo emocionada—. Tengo interés por escuchar tu narración.

— ¿Aun si me distraigo y comienzo a divagar?

—Incluso con eso.

—Está bien —y en lo que esperaba a que llegara mi momento de luchar, pasé todo el show narrándole a Bianca cada lucha que transcurría.

La primera lucha fue una clásica lucha uno contra uno por el cinturón de media cartelera. Para mi sorpresa, uno de los oponentes era un humano. Se me hacía curioso de verlos, no porque sean poco frecuentes de ver en la industria; el 70 % de los luchadores son humanos o antepasados de ellos. Lo que se me hace raro es que, en casi su totalidad, la WSF estaba formada por dinosaurios exclusivamente, o en casi toda su totalidad.

Y hablando sobre la lucha, fue una contienda bastante interesante de ver. El humano hizo todo lo posible para vencer al actual campeón, pero debido a unos pequeños fallos que tuvo, me di cuenta de que no estaba familiarizado con luchar contra dinosaurios, ya que la cola de su oponente le estorbaba algunas de sus movidas, causando que salieran sucias. Tal vez, si el muchacho hubiera entrenado desde antes con dinosaurios, como fue mi caso, es probable que esos errores que pasaron en la lucha, no fueran tan evidentes o nunca hubieran sucedido. Y para sorpresa de nadie, el campeón retuvo el cinturón sin mayor dificultad.

La segunda lucha fue una triple amenaza por el campeonato femenino de la empresa, y en lo personal, mi lucha favorita del show. Le contaba a Bianca que la campeona era Helena, la chica que me estuvo ayudando en los entrenamientos, y que su nombre artístico era “La catrina”. Ambos estábamos apoyando a la reinante campeona y celebrando cada movida que ejecutaba exitosamente.

Mientras narraba la lucha, yo miraba detenidamente la gran técnica que manejaba la mexicana: el control de su cuerpo, la gran maestría que tiene con los agarres y la gran adaptabilidad para contrarrestar a sus oponentes; era admirable. Y con una hermosa guillotina, la catrina retiene su campeonato y sigue demostrando la dominancia con su reinado.

Si tengo que ser honesto, estoy enamorado de su forma de luchar. Con solo ver el nivel de técnica que maneja Helena y toda la experiencia que tiene para su edad, era una clara evidencia de que aún me faltaba mucho por aprender. Y realmente, estoy muy agradecido de que ella haya sido una de mis mentoras para este regreso.

En lo que la tercera lucha estaba por comenzar, escuchamos un golpe en la puerta del camerino. Al revisar quién era, veo a Helena cansada llevando su cinturón de campeona en el hombro.

—¿Preparado para tu regreso? —dijo la parasaurio mientras se limpiaba la pintura de la cara.

—Después del gran espectáculo que diste, veo muy difícil que mi regreso te opaque —se me escapa una leve risa—. En serio, es impresionante cómo luchaste.

—Muchas gracias por los halagos —ella se veía contenta—. El maestro me contó sobre tu examen final, me dijo que te luciste.

—Todo gracias a tener a una gran mentora como tú.

No es para tanto —no sé qué dijo, pero sonaba muy modesta.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Will me dijo que te habían separado del resto para que la sorpresa fuera genuina —la latina miraba detrás de mí, donde se encontraba la raptor—. Y, por lo que veo, tienes compañía.

—Cierto que tú no la conoces en persona. Helena, te presento a Bianca, mi novia.

—Es un placer conocerte.

—Igualmente —la raptor sonreía—. Joe me contó un poco sobre los entrenamientos —su rostro reflejaba cierta agresividad—. No quiero que sigas lastimando a mi hombre.

—Oye, no me mires con esos ojos.

—Descuida, no puedo hacerlo —Bianca se empezaba a reír y Helena se veía confundida—. Soy ciega.

—Ah… —la parasaurio se veía un poco avergonzada—. ¿Y cómo haces para “ver” los shows?

—Joe, me narra las luchas con gran detalle y mucha pasión, desde hace tiempo que hacemos esto —una mueca de alegría se formaba en su rostro—. Gracias a él, le encontré cierto gusto a la lucha libre.

—¿Les molesta si les hago compañía?

—Siéntate y disfruta de mi magistral narración.

—Eso lo juzgaré por mi cuenta.

En lo que iba transcurriendo la tercera lucha, las damas comenzaron a charlar entre ellas y lentamente empezaron a congeniar. Helena se había sorprendido con mi gran forma de narrar cosas, comprendiendo de mejor manera lo que dijo Bianca. Mi novia le contaba a la latina que yo tengo un talento natural con la labia, si es que me das rienda suelta para decir cualquier tontería, mencionando la vez que hicimos el tour en el museo.

La tercera lucha fue una de exhibición en donde compitió Miguel contra otros dos competidores. Y ver al megalodon moverse en el cuadrilátero con mayor fluidez y confianza, me hacía feliz. Sé de lo que es capaz de ofrecer el muchacho, y si Paul lo cuida bien, tenemos a un futuro campeón de la WSF. Lastimosamente, Miguel recibió la cuenta de tres y uno de sus rivales se llevó la victoria; algún día será tu momento de brillar, muchacho.

Ya para este punto del show, Bianca y Helena estaban conversando entre ellas e ignoraban, en parte, lo que pasaba en la cuarta lucha. Como no tenía nada que aportar a la conversación, yo solo me concentré en ver la cuarta lucha antes del evento principal.

Estuve concentrado viendo la lucha, y debo decir, que no me estaba gustando. La lucha estaba teniendo un ritmo muy disparejo, como si los dos competidores no podían coordinarse. Provocando que varias movidas se vieran mal y el público se aburriera. Y mientras más miraba la lucha, más me preocupaba. No sé qué era, pero había algo que no me cuadraba; y para mi mala suerte, tuve razón.

En el instante en que uno de los luchadores iba a realizar una derribada, se vio con claridad, cómo su pierna se vencía por el peso del oponente y se rompía en plena lucha. Al escuchar el grito de dolor y el sonido abrupto de la campana finalizando la lucha, todos los que estábamos en el camerino nos quedamos congelados al ver esa horrible escena. Los médicos entraron con velocidad al cuadrilátero para ver el estado del competidor.

Bianca no entendía qué sucedió y le tuve que explicar lo que había ocurrido. Y en lo que le iba contando lo que había sucedido, una sensación de malestar invadió todo mi cuerpo.

—Helena… —mi respiración se estaba agitando—. ¿Puedes cuidar a Bianca hasta que regrese?

—Sí —ella me miraba algo extrañada—. ¿Estás bien?

—Obvio, solo necesito ir al baño —creo que mi corazón se está empezando a acelerar—. Regreso en un rato —y sin decir mucho más, salí del vestuario.

Caminé por todo el recinto para poder despejar la cabeza e intenté regular mi respiración. Era muy difícil pensar con claridad en este momento y no ayudaba a que, cada segundo que pasara, mi corazón latía cada vez más rápido.

Haber visto ese accidente en el ring, provocó que recordara uno de los momentos menos gratos de mi vida. Saber que un accidente así puede ocurrir en cualquier momento, causa que mi cerebro se empiece a plantear la idea de que podría pasarme en el ring.

No podía respirar con claridad, sentía como si el aire se escapara de mis pulmones y mi garganta tuviera un nudo en ella. Los recuerdos de ser sacado en camilla, los múltiples tratamientos para mi rehabilitación, las noches enteras sin dormir por el dolor agobiante; solo provocaban un mal cuerpo en mí.

Me senté en el suelo, apoyando mi espalda contra la pared, y puse mi mano derecha sobre mi pectoral izquierdo; para poder sentir los latidos de mi corazón. Para cuando me quise dar cuenta, mi otra mano estaba temblando un poco; estaba asustado.

Quería ignorarlo y creer que no iba a pasar, pero mi inconsciente me recuerda la última lucha que tuve y que me quedé inmóvil en el esquinero; no ayudaban a calmarme.

Y solo había una pregunta que rondaba a mi cabeza: ¿A qué le tengo miedo?

¿A lastimarme? Sería ridículo, con toda la tortura que pasé con Bottor, sé que eso no es.

¿A las alturas o movimientos de alto riesgo? Lo dudo, últimamente juego demasiado con las terceras cuerdas para usarlas como soporte.

Quería buscar una respuesta, quería saber la razón de este temor.

—¡Damas y caballeros, está por iniciar la batalla real! —escuchó cómo el comentarista estaba anunciando la contienda.

Llevo mis manos hacia mi cabeza y me agarraba el cabello de la frustración. Estoy a puertas de regresar a luchar y me encuentro solo, tirado en el suelo y sufriendo de un pánico que jamás había experimentado.

—Tal vez, me precipite para regresar… —dije en un tono lúgubre y que yo solo escuché.

Mientras me ahogaba en mis penumbras, una voz grave y poderosa hace que vuelva a la realidad.

—¿Ya estás en el suelo y aún ni luchaste? —levanté la mirada y veo a un hombre mirándome—. No me dejes tan fácil la victoria en la batalla real —él se reía.

—Hola, Jack —lancé un suspiro—. Solo estoy un poco asustado —él me mira detenidamente.

—Conozco esa cara —su rostro reflejaba algo de empatía hacia mí—. ¿Te molesta si me siento? —di un golpecito al suelo y Jack se sentó a mi izquierda—. Ahora bien, niño, ¿qué ocurre?

—Me alteré un poco por la última lucha y salí a tomar un poco de aire para relajarme.

—¿Lo dices por la pierna de Mr. G? —asiento con la cabeza.

—Y al ver eso, no pude evitar recordar mi lesión —me agarraba la camiseta con la mano—. Tú mejor que nadie vio lo que pasó.

En los ojos de Jack se reflejaba la empatía que sentía al verme tan vulnerable. El día que me rompí el cuello, yo luché contra él y estuvo en primera fila cuando ocurrió.

—Tengo... miedo de arruinarlo todo como aquella vez —mis ojos se ponen cristalinos—. En el fondo, todo el tiempo que tardé en volver a luchar fue porque perdí la confianza en mí. Sentía que era un fracasado que se dejó aplastar por la presión del momento —mi mano derecha agarra mi muñeca izquierda y la presiono con fuerza—. No quiero fallarles a todos los que me ayudaron a recuperar mi confianza.

Sin decir mucho, Jack se quita su bota izquierda y me revela una cicatriz que recorría toda la parte inferior del tobillo. Por su cicatrización, diría que ya tiene mucho tiempo con ella.

—Más o menos, a tu misma edad, sufrí una ruptura en la tibia y peroné tras caer mal fuera del ring —él se comienza a colocar la bota en su pie—. Todo el tiempo que estuve en recuperación, fue tortuoso. Pero no por la fractura, sino por mi orgullo dañado —él me da una sonrisa empática—. Fue difícil para mí regresar, me costó mucho volver a tener fe en mí.

—¿Y qué hiciste para volver a confiar en ti mismo? —le pregunté algo desganado.

—Pues… luchar —lo miro algo confundido por esa respuesta—. Recordaba los buenos momentos que tuve en esta industria y la razón del porqué me enamoré de ella —él apoya su mano en mi hombro—. En la vida siempre vamos a fracasar, vamos a fallar y vamos a caer. Pero somos nosotros quienes debemos elegir si nos volvemos a levantar y continuar con nuestras vidas, o si dejamos que esos malos momentos nos venzan —Jack se levantaba del suelo—. Tú solo debes luchar como siempre lo hiciste, y no dejes que tus recuerdos se vuelvan una prisión.

—¿Y si no puedo ignorar esos malos momentos? —veo cómo él se agacha y me pone una mano en mi hombro.

—Es feo recordar nuestros peores momentos, pero son gracias a ellos, que podemos aprender y lograr un cambio para mejorar nuestras vidas.

—Deberías dedicarte a ser coach motivacional —me empezaba a reír—. Suenas muy convincente.  

—¿Ya te encuentras mejor?

—Sí —me levantó del suelo y ya tenía una mejor cara que antes—. Gracias por esas palabras.

—Es mi deber como líder de los vestuarios ayudar a los más jóvenes —me da un pulgar hacia arriba—. Cualquier plan que tengas para la lucha, dímela y se las diré a los otros que estén arriba.

Jack… tiene razón. Ya llegué demasiado lejos para retractarme y dar marcha atrás. Mucha gente confía en mí, pero si por alguien debo hacerlo, es por mí mismo. Ya más calmado, vuelvo a verlo y le doy una respuesta.

—Paul me dijo que iba a haber tres competidores arriba del ring cuando yo hiciera mi entrada.

—Sí, ¿tienes algo en mente?

—Como siempre —ya estaba un poco más motivado—. Dile a uno que me espere en el medio del ring, que recibirá una decodificadora. Y el otro le hará mi clásica torre de Pisa.

—Ya parece que el miedo se te fue —decía en un tono más alegre—. ¿Qué te hizo cambiar tan rápido de humor?

—Es que recordé algo que me dijo alguien una vez hace meses.

—¿Y qué te dijo? —se veía intrigado por la respuesta.

—Que no dejes que el miedo me gane, y si es necesario, que siga intentando una y otra vez hasta que el miedo me tenga miedo —Jack se ríe un poco.

—Pues creo que ya lo estás cumpliendo —una voz, que provenía de un parlante que había cerca, indicaba que la entrada de Jack a la batalla se acercaba—. Me tengo que ir, nos vemos arriba del cuadrilátero.

—Nos vemos en un rato —Jack se despide de mí y salé corriendo en dirección al ring.

Finalmente, lo entendí, aún me queda camino por recorrer para poder superar mis fantasmas del pasado. Creo que fui un poco ingenuo al creer que iba a ser fácil, pero tengo que aceptar que aún debo dar un paso a la vez. Y hoy debía demostrar que sigo dando lo mejor de mí, que aún puedo luchar.

—¡AHHHHHHHHHHHHHHH! —grité con todas mis fuerzas para liberar toda esta presión que sentía en mí.

Ya de regreso en mi camerino, me estaba terminando de vestir y me estaba concentrando para entrar en personaje. Le dije a Helena que me esperara cerca de la entrada, ya que quería tener un momento a solas con Bianca. Con los pantalones puestos, me acomodé las rodilleras que estaban debajo de la prenda, y empecé a atarme los cordones de las botas.

—¿Cómo te sientes? —dijo la chica de los ojos grises.

—Excitado y nervioso —una pequeña risa se escapaba de mi boca—. Así me sentí en nuestra primera vez.

—Tarado —un pequeño soplido salía de su hocico.

—Quería agradecerte por toda la ayuda que me ofreciste —me terminaba de ajustar las botas y me coloqué las coderas—. Si no fuera porque te conocí, no sé si hubiera vuelto a luchar.

—No fui la única que te ayudó.

—Y es cierto. Pero tú, fuiste la que me dio el primer empujón para retomar lo que amo —ajusto las coderas para que no se salieran en la lucha—. Gracias a ti retomé mi pasión, hiciste que volviera a confiar en mí —me acercó a ella y le doy un beso apasionado—. Es por eso, que te dedicaré esta victoria a ti.

Cuando oigo la voz del anunciador nombrando al número 27, era señal de que me preparara para luchar.

—Estoy listo —me puse mi campera y subí la cremallera—. Hoy regresa el hijo de Italia.

Tomé la mano de mi amada y fuimos hasta la sala de operaciones, donde se conectaba el backstage con el ring. Para cuando llegué, lo único que me separaba de la entrada hacia el cuadrilátero, era una simple cortina negra. Helena estaba cerca de nosotros y le pedí que le hiciera compañía a Bianca hasta que yo regresara tras terminar el show; antes de que se fuera, me despedí de Bianca con un simple beso.

Faltaba menos de un minuto para que hiciera mi regreso, no dejaba de mirar el contador que se encontraba a mi derecha. Veía cómo los segundos pasaban y en lo único que mi cabeza pensaba era en una sola cosa: debo dar un espectáculo para el público.

—10, 9, 8… —ya el público comenzó a hacer la cuenta regresiva.

—¿Quién será el afortunado que se llevó el número 30? —los comentaristas avivaban la curiosidad de todos los presentes.

He vivido muchas cosas hasta el día de hoy: sé lo que es llorar por la frustración de fracasar, sé qué es dejar de confiar en uno mismo, sé qué es tener miedo a volver a intentar las cosas…

—7, 6, 5… —las voces del público eran más fuertes.

Pero también sé qué es triunfar y superar tus límites, sé lo que significa madurar y aceptar nuestros errores, sé qué volver a levantarse para conseguir un sueño. Es por eso, que cuando pasé esa cortina…

—4, 3, 2...

«Habré superado todo este largo recorrido que pasé.»

—1… —En el momento en que el contador llega a cero, el ruido de una alarma resuena en todo el recinto.

Cuando de los parlantes del lugar empieza a sonar el ruido de una trompeta sintetizada, pude oír la reacción del público; ellos habían reconocido mi canción de entrada.

—Es broma… ¿Es él?

Al momento en que atravieso la cortina, salgo corriendo hasta la pasarela y soy recibido por varias luces y por la ovación del público. No me pude contener la emoción y solté un gritar eufórico.

—¡JOE BONUCCI ESTÁ DE REGRESO! ¡EL HIJO DE ITALIA VOLVIÓ TRAS DOS AÑOS! —veo los destellos de la pirotecnia que salía detrás de mí.

A scuola media introverso
Mummia fuori, Narnia dentro
Ogni docente era certo
Che io fossi l'armadietto
Tutto pensavo di fare, sì, tranne questo
Tranne che stare in un palazzetto
Su le mani, senza un'arma dietro (uoo)

Una parte de mí quería llorar tras recibir esta cálida bienvenida, por un momento pensé que el público se había olvidado de mí; pero veo que no.

Tutta colpa di un clip che ho visto
Una botta tipo tilt del pinball
Tre tipi del Queens, Black Beatles
Inattesi come il green del fisco
Un boato così forte che è arrivato fino a Chernobyl
Io chiedevo un palco, non figa e centoni
Ho solo trovato una fila di censori (diamine)

Sin embargo, debía mantener la compostura y no salirme del personaje; pero era muy difícil contener las emociones. Mientras iba caminando hacia el ring, intenté saludar a la mayoría del público. Y en el momento en que me quité la campera, me acercó a un niño que se encontraba cerca de la multitud, y le pedí que me cuidara esto; que lo iba a venir a buscar cuando ganara.

Chiuso con l'Amiga e il quattro piste
Mica con l'amica a farmi quattro piste
In una mattina quattro risme
Preso dalla fissa del mio viaggio, Ulisse
Rime senza criteri, la voce di ieri
La faccia di Keith Haring
Prima delle posse, prima che il rap fosse
Sulle tracce di Lenin (Pripyat)

—¡Muchos decían que no iba a regresar tras su fatídica lesión! ¡Pero véanlo aquí, frente a nuestros ojos! —ya estaba cerca del ring, y podía ver a mis rivales observándome sorprendidos de que yo estuviera aquí.

Festival di Castrocaro
Andò bene, mica tanto
Levati dal cazzo, caro
Andò bene a Di Cataldo
Mi chiamò la RTI
Poi la Sony, poi MTV
Ma in ogni caso mi fecero fuori
Meglio firmare per la casa di Amityville

Con la gente coreando mi nombre, subo al ring.

Puntavo ad essere un campione dei Novanta
Ma persi come quel campione dell'Olanda
Cacciato via dalla stazione di Egolandia
Passavano sopra il mio nome in retromarcia
Dicevano quello è uno zero, zero
Dal microfono, lontano dallo zero, zero
Del binocolo, rinato come Zero
Dio benedica gli anni zero
Affanni e zelo

Ya arriba del cuadrilátero, dejé que el público siguiera cantando mi tema de entrada. Creando un ambiente especial en la lucha, comienzo a provocar a uno de mis oponentes para fastidiarlo.

El anquilosaurio, que usaba una máscara con una estrella en su frente, se acerca a toda velocidad contra mí. Y en el instante en que esquivó su golpe, tomó su cabeza, y con todo el peso de mi cuerpo, lo llevó contra el suelo, causando que mis rodillas impacten en su rostro; dejándolo aturdido y tendido en la lona.

—Sin perder tiempo, el hijo de Italia le ejecuta una hermosa decodificadora a Energy.

Levantándome con velocidad, bloqueo un puñetazo de otro de mis oponentes, un hypsilophodon de escamas rojas, propinándole una patada en el estómago; haciendo que doblara su abdomen hacia adelante. Ya vulnerable, pasó mi brazo por encima de su cuello, y con toda mi fuerza, logró cargarlo sobre mi hombro y lo mantuve en el aire para el deleite de los espectadores.

—¡El pobre de Nero no sabe lo que les espera! —habiendo presumido de mis dotes, me inclinó un poco hacia la derecha, y lo tiró contra la lona; haciendo que toda su espalda golpeara contra el suelo—. ¡Volvió la torre de Pisa!

Con un Kick up, me levanté del suelo y extiendo mis brazos hacia un costado, en señal de que volví con la intención de ganar esta lucha.

—¡JOE! ¡JOE! ¡JOE! —escuchar al público cantar mi nombre con mucha euforia, lograba motivarme y me hacían sentir invencible.

Sin previo aviso, siento cómo alguien me toma del cabello, y sin pensarlo, quité su mano de ahí y me volteé para ver quién era mi atacante: era Jack.

—¡Después de tanto tiempo, los caminos de estos dos guerreros se volvieron a cruzar! —los dos quedamos cara a cara, mirándonos intensamente y dejando que el público perdiera la cabeza por este careo.

Estuvimos así por varios segundos, y era audible como la gente estaba totalmente dividida; algunos gritaban mi nombre y otros el de Jack. Y cuando ambos miramos a los otros dos competidores, nos aliamos para deshacernos de ellos para una lucha entre nosotros dos. Y en un abrir y cerrar de ojos, Jack eliminó a Energy con un levantamiento militar y yo a Nero con un lazo al cuello.

—¡Los dos últimos hombres de pie son el verdugo y el hijo de Italia! —el comentarista perdía la cabeza de la emoción—. ¡Uno de estos hombres será el próximo retador al campeonato máximo de WSF!

Con todo el lugar despejado, empezamos a jugar con el público y sus expectativas de ver quién saldría vencedor. Y sin pensarlo mucho, en el momento en que quedamos frente a frente, ambos empezamos a golpearnos a diestra y siniestras.

—¡Todo se define en este momento! ¡¿Será el veterano en busca de una última gloria o será el hombre que viene a buscar una oportunidad por el cinturón que jamás ganó?!

Jack, aprovechando su fuerza y tamaño, empieza a empujarme contra las cuerdas para eliminarme, pero con un poco de ingenio, logró quitármelo de encima e invirtió la situación. Buscaba de todas formas eliminarlo, pero se me hacía muy difícil, ya que incluso usaba la cola para aferrarse a las cuerdas.

—¡Será sucio y tramposo, pero el verdugo de Volcadera quiere ganar esta lucha a toda costa!

Y por un error de cálculos, Jack, aprovechando un descuido mío, me lanzó por encima de la tercera cuerda.

—¡LO LANZA HACIA AFUERA A JOE!

De forma automática, agarré, con todas mis fuerzas, las cuerdas. Como si mi vida dependiera de eso, logré aferrarme a ellas e hice lo imposible para que mis manos no cedieran.

—¡ESTÁ EN EL LÍMITE! ¡¿PODRÁ JOE AFERRARSE A LAS CUERDAS?! —y usando todas mis fuerzas, pude subir las piernas hasta el borde y regresé adentro del ring—. ¡POR POQUITOOOOOO!

Creo que me estoy exigiendo un poco más de la cuenta, pero debo dejarlo todo en estos últimos minutos que quedan de lucha.

Sin dejarme reincorporarme a la lucha, mi rival empieza a golpearme y a realizarme varios suplex para debilitarme. Logró ejecutarme dos German suplex seguidos con total eficiencia, pero antes de que pudiera realizar el tercero, consiguió evitarlo y soy yo quien le realiza un German suplex para dañarlo.

Ambos quedamos tendidos en la lona y lo único que podía escuchar era mi respiración agitada y el bullicio que provocaba el público.

—¡Esto sí que es lucha, esto sí que es calidad! ¡Estos hombres están dándolo todo para salir como vencedores!

Lentamente, me iba levantando del suelo y no dejaba de estar alerta en caso de que Jack me atacara sin previo aviso. Ya de pie, me acerqué a Jack para levantarlo y realizarle una torre de Pisa. Usé todas mis fuerzas para cargarlo, pero el bastardo no dejaba que le aplicara mi movida. Y para cuando ambos nos quisimos dar cuenta, ya estábamos sobre las cuerdas otra vez.

—¡Corazón, aguante que esto ya está llegando a su final!

Jack me había colocado en las cuerdas y me estaba empujando hacia afuera. Pero viendo que mi rival tenía el abdomen descubierto, lancé una patada que impactó en el estómago, causando que él me soltara. Y sin pensarlo mucho, lo cargué y le realicé la torre de Pisa.

—¡OH DIOS MÍO!

Ya tenía la situación bajo mi control, concentré todas mis fuerzas en esta última movida. Y de esa forma, conseguí lanzar por encima de la tercera cuerda a Jack, eliminándolo de la lucha.

Con el ruido de la campana y mi música de entrada comenzando a sonar, la lucha había finalizado.

—¡TENEMOS NUEVO RETADOR! —el público gritaba enloquecido por el resultado—. ¡TENEMOS VENCEDOR! —lo había logrado—. ¡REGRESANDO CON EL NÚMERO TREINTA! —finalmente, lo conseguí—. ¡EL HIJO DE ITALIA, JOE BONUCCI! —me desplomé en el suelo del ring, cansado tras varios minutos de pura intensidad en la lucha.

Lo único que estaban viendo mis ojos en estos momentos era el techo y las luces que iluminaban todo el recinto. Lo único que podía escuchar, eran los ensordecedores gritos de los aficionados que estaban coreando mi nombre.

—Dos años… dos años para volver a sentir este calor… esta emoción… Por fin, lo logré —me dije a mí mismo, dejando caer algunas lágrimas de mis ojos.

Por suerte, nadie del público podía ver cómo me brotaban lágrimas de felicidad. Y antes de que me levantara del suelo, me limpié un poco los ojos; para que la afición no viera este lado tan vulnerable de mí.

—¡JOE, JOE, JOE, JOE! —regresando a la realidad con los cánticos del público, me pongo de pie en el medio del ring y comienzo a festejar con todos los presentes.

Empecé a mirar a todos en el recinto, y ver las reacciones de cada persona que integraban el público, hacían que mi corazón se sintiera muy feliz; yo pertenezco a este lugar.

Para mi sorpresa, desde un pequeño balcón, se encontraba Will, vestido de traje y con el cinturón en sus hombros, mirándome con una pequeña sonrisa en su cara. Y como quería darle un cierre épico al show, apunté con mi dedo índice hacia donde se encontraba el campeón y lo miré de forma desafiante.

—¡EL HIJO DE ITALIA SABE LO QUE QUIERE! ¡EL 1 DE AGOSTO ESTOS DOS GUERREROS CRUZARÁN CAMINOS EN EL PRIMER SHOW TELEVISADO DE LA WSF! —el comentarista se iba a quedar sin voz si seguía gritando—. ¡JOE BONUCCI VS DRAKO!

Cumplí mi palabra, Will. Vamos a tener esa revancha que tanto pedías.

 

Notes:

Próximo capitulo: Madurez

Chapter 27: Madurez

Chapter Text

No sé cómo arrancar esto, después de casi un año entero de entrenamiento, soy oficialmente un luchador bajo contrato con la WSF. Desde mi retorno, hace un mes exactamente, regresé a participar en los diferentes shows de la empresa, con el fin, de construir la rivalidad que tendría contra Drako. Cómo puede ser: grabando algunos segmentos o haciendo apariciones en vivo.

Fue muy agradable recibir varios cánticos de “bienvenido de regreso” por parte del público tras la batalla real. Sentir ese calor y ese amor por parte de la afición eran hermosos. Sin embargo, aún no tuve mi primera lucha individual tras mi regreso.

Es cierto que hice mi retorno en la batalla real, pero aún deseo tener una lucha 1 VS 1 contra alguien del elenco. Tanto Paul, como Marcus, me están proponiendo diferentes ideas, pero viendo tantas opciones muy atractivas para dar un combate, se hacía complicado elegir a mi futuro oponente.

Por otra parte, ya empezamos a vender las entradas para el primer show televisado, y para nuestra grata sorpresa, las ventas están yendo muy bien. El recinto donde se llevará a cabo el espectáculo, tendrá una capacidad para veinte mil espectadores; y tenemos vendidas casi el 50% de la capacidad del lugar.

Y aprovechando que volví a ser parte de la WSF, comencé a usar sus instalaciones para ponerme en forma y ganar más masa muscular. En este preciso momento, me encontraba en el gimnasio con Will. El triceraptops me estaba ayudando con mis ejercicios, corrigiéndome la postura para no lesionarme. Le dije que sabía cómo levantar pesas, pero él insistía, ya que quiere que me encuentre al 100% para el día de nuestra lucha.

—La espalda más recta y saca un poco más el culo —sonaba algo molesto Will al decirlo—. Que, si lo haces mal, te vas a lastimar.

—Entiendo —corrijo mi postura y continúo levantando la barra—. No tienes que estar encima de mí diciéndome qué hacer.

—Deja de hablar y concéntrate en respirar —qué pesado—. Que, si seguís así, vas a tener un cuerpo esculpido por los mismísimos dioses.

—Lo que tú digas —levanté tres veces más la barra, y con ayuda de Will, la coloqué en su lugar—. ¿Feliz de que siguiera tu guía? —tomaba mi botella de agua y le daba un buen trago.

—Es que te estoy cuidando para que llegues en la mejor forma posible.

—Y lo vas a tener, en menos de dos meses, cuando sea el show —le pongo una mano en el hombro—. Así que mejor preocúpate por cuidar tu cuerpo, o si no, voy a barrer contigo cuando luchemos.

—Sí que eres engreído —él me daba una sonrisa descarada.

—Me lo dicen mucho —me reía, burlándome de su comentario.

Nos dirigimos a las caminadoras para hacer un ejercicio de recuperación. Una vez arriba, cada uno en su respectiva máquina, empezamos a caminar y a charlar sobre diferentes propuestas para nuestra lucha.

—¿Tienes en mente alguna idea? —dijo el dinosaurio de escamas verdes.

—Y si te soy honesto, me gustaría tener una lucha que tenga algo especial —estiró un poco los brazos mientras caminó—. Que, con el tiempo, se vuelva un clásico de la WSF.

—Entonces, ¿te parece una lucha con estipulación? —Will comienza a aumentar la velocidad de su máquina.

—Es que me gustaría dejar todo en el ring y no contenerme —decidí imitar a mi compañero.

—¿Quieres algo con agresividad?

—Sí, pero que no se pierda esa tensión de quién saldrá vencedor.

—Entonces, está claro —Will chasquea sus dedos—. Una lucha de hombre de hierro, de 30 minutos —cuando dice eso, me giró sorprendido.

—Oye, me gusta la idea —me emocioné un poco—. Pero tendríamos que convencer a Paul y Marcus de que nos aprueben la propuesta.

—Yo creo que lo van a aceptar encantados —él agarra su botella de agua y le da un buen sorbo—. Solo piénsalo: 30 minutos de pura lucha, desplegando todo nuestro arsenal, creando varios momentos épicos, múltiples caídas falsas y generando una tensión al espectador cuando vean que faltando cinco minutos de lucha el marcador se encuentra 2 a 2; creando la incertidumbre de quien saldrá vencedor —se notaba la intensión de Will de realizar este tipo de lucha.

—¿Y te ves capaz de hacerla? Los dos sabemos que mantener al público enganchado por 10 minutos seguidos no es tarea fácil.

—Mira, hemos entrenado juntos por varios meses y conocemos muy bien las capacidades del otro —él me da un leve golpe en el hombro—. Si planeamos bien el ritmo de la lucha y creamos los momentos adecuados, le vamos a generar una gran cantidad de dopamina a todos los espectadores.

—Aunque, hay un solo tema —voy bajando progresivamente la velocidad de la caminadora.

—¿Cuál?

—Quién saldrá vencedor.

—¿Importa? —lo dijo en un tono muy sereno el triceraptops—. Lo único relevante es que demos el mejor espectáculo en el ring. Además, no me molestaría perder el cinturón contra ti.

—Pues no me gustaría acabar con un reinado tan magistral como el tuyo —me reía un poco—. Hiciste que la WSF aumentara en popularidad con tu estilo tan único.

—Gracias por los elogios, pero eso no va a lograr a que sea amable el día que luchemos.

—¿Qué los jefazos decidan quién saldrá vencedor?

—Sí. Por ahora, solo preocupémonos en entrenar y en planear nuestra lucha.

Finalizada nuestra sesión de hoy, nos bajamos de las caminadoras y fuimos para los vestuarios. Era divertido entrenar con un amigo, ayuda a que el tiempo pasara más rápido y se disfruta tener una charla mientras entrenas.

—Oye, Will —llamó la atención de mi colega—. Mi madre va a celebrar una fiesta por el vigésimo aniversario del taller. Y tras superar el inconveniente con la clausura, ella quiere celebrarlo a lo grande, ¿quieres venir?

—Me encantaría ir, pero ya habíamos planeado un gran viaje con Helena —se veía al feliz al decirlo—. Nos iremos a un resort todo el fin de semana a las afueras de la ciudad. Y amigo, el lugar es hermoso.

—Pues me alegro por ustedes.

—Así que tienes todo el departamento para ti los próximos 3 días —él me miraba de forma pícara—. Diviértete todo lo que quieras con tu chica.

—Por suerte no soy tan ninfómano como tú, yo al menos tengo un poco de autocontrol —él se reía de mi respuesta.

—Prefiero el término, sexualmente proactivo.

— Que uses palabras más sofisticadas, no hace que vaya a ignorar lo de la última vez que te deje el departamento para ti —lanzaba un suspiro y miraba al techo—. Doscientos dólares a la basura para cambiar la cama.

—Ya te dije varias veces que lo siento —él se rascaba detrás de su cabeza, avergonzado por lo que pasó la semana pasada—. Esa noche nos descontrolamos Helena y yo —él me miraba con algo de culpa—. Te prometo que te devolveré el dinero muy pronto.

—Más te vale —me terminaba de atar las zapatillas y revisé mi bolso para verificar que no me faltaba nada—. Yo me iré yendo para lo de mi madre, me pidió que la ayudara con la decoración de la fiesta —tomé mi bolso y me levanté de la silla—. Es posible que nos veamos antes de que; si no, ten un buen viaje.

—Gracias. Espero que tengas una noche divertida.

—Tenlo por seguro —Y con un choque de puños, me despido de Will.

Tras caminar por varios minutos, llegué a mi destino y se podían visualizar todos los preparativos del evento. Por un lado, teníamos a una parte del equipo del taller ayudando con el armado de las decoraciones. Mientras que, por otro lado, teníamos a un grupo de contratistas armando el escenario, bajó las órdenes de mi madre.

Hoy iba a terminar con el cuerpo destrozado, porque mamá de verdad se está esmerando con la fiesta de hoy. Según lo que me dijo, tras recuperar el taller en su totalidad y pagar todas las deudas pendientes, ella pidió una solicitud para cortar 3 calles para armar el mayor fiestón del barrio en años. Puede ser que mamá haya exagerado con el tamaño de la fiesta, pero gracias a la ayuda de varios contactos, se puede dar el gusto de armar el mejor evento posible.

Saludé a todos los presentes que se encontraban ocupados con los preparativos de la fiesta. Tenías a Judee y a Tifanny trabajando en conjunto para colocar varias hileras de luces por lo largo de las 3 cuadras. Por otro lado, dúo dinámico de Rebecca y Gloria se encontraban decorando cada puesto de comida con varias flores y guirnaldas para darle color al lugar. Y en el caso de Jeff y Frank, siendo los únicos hombres que trabajan en el taller, les tocó hacer el trabajo de fuerza, llevando de un lado hacia el otro, todas las cajas con comida y bebidas que se iban a vender.

Viendo que todos trabajaban a un gran ritmo, me acerqué a la humana que se encontraba con un anotador y una lapicera, revisando que todo esté en orden.

—Las mesas ya están colocadas, el equipo de cocina ya está en su lugar… —ella estaba muy abstraída viendo que todo estuviera en orden.

—Hola —al escuchar mi voz, ella levanta su mirada y me da una gran sonrisa.

—¿Cómo estás? —ella se acerca y me da un beso en cada mejilla—. ¿Te fue bien en tu entrenamiento?

—Excelente, ya parece que estoy recuperando el físico que tenía hace un par de años —empiezo a posar y a presumir mis músculos.

—¿Y si mejor usas esos brazos para mover esas cajas?

—No, que estoy cansado —ella me miraba con un poco de molestia—. Ya viste, levantar pesas de 40 kg, el uso de diferentes máquinas de entrenamiento; es mucho trabajo —una sonrisa nerviosa se me forma en la cara—. ¿Cómo van los preparativos?

—Bastante bien, tal vez, dentro de dos horas, terminamos de armar todo —ella volvía a mirar la lista—. Aunque, me falta ir a buscar un par de flores que había encargado —mamá levantaba la mirada y sus ojos hacen contacto visual con los míos—. Y si hubiera algún alma caritativa, que quisiera ayudar a esta mujer yendo a buscar las flores que encargó, sería muy lindo —su tono bromista y descarado hace evidente lo que quiere.

—Sí, es una lástima que no haya ninguna persona que quiera ayudar.

—Tal vez, ese buen samaritano, tiene una bicicleta, con un carrito, que dejó en la casa de su madre —ya ahora sus ojos y voz expresaban cierta hostilidad, que logran hacerme temblar un poco.

—Creo que podría hacerte ese favor.

—Genial —y ya regresó a su expresión tan alegre que tenía hace un momento—. Esta es la dirección del lugar. Ya está todo pagado, solo debes ir a retirarlo.

—De acuerdo.

Fui hasta mi viejo hogar para buscar a mi vieja compañera y emprender el viaje en busca de las flores. Con la bici en mi poder, comencé a pedalear en dirección hasta la florería.

Estuve pensando muchas veces si valía la pena venir a buscar la bicicleta y llevarla al departamento, pero sabiendo que tendría que subir y bajarla por cuatro pisos todos los días, era mejor que se quedara aquí.

En lo que iba surcando las calles de Volcadera Bluff, me puse a reflexionar en todo lo que había cambiado a lo largo de este año. Hace un año me tenías trabajando en una tienda de mala muerte en un horario espantoso, y ahora, para finales de julio, voy a estar en televisión nacional luchando por un campeonato.

Y todo esto comenzó cuando mi camino se cruzó con el de Bianca. Una mala primera impresión en circunstancias no muy convenientes, que, lentamente, se fue transformando en una amistad. Y esa amistad, se fue transformando en amor. La insistencia de ella en que retomara mi pasión por la lucha libre, su forma tan obstinada de sacarme de ese abismo en el que me encontraba, su personalidad tan cautivadora y energética; fueron suficientes para que me planteara en mejorar mi vida. Estoy orgulloso del hombre en el que me estoy convirtiendo, alguien que finalmente no huye de su pasado y decide enfrentarlo.

Pero sería injusto de mi parte solo darle créditos a ella, porque la intervención de otras personas también me ayudó a avanzar en esta vida; puntualmente, Will y Sebastian.

Con el primero, el destino hizo que nuestros caminos se cruzaran, y gracias a todo lo que hizo por mí, es que finalmente pude mejorar como luchador. Su perseverancia y paciencia conmigo, fueron suficientes para que hoy en día lo consideré mi amigo más cercano.

Mientras que el segundo, doy por hecho que hubiera perdido la cabeza sin intervención de él. Sebastian es quien me hizo ver la realidad en la que vivía y que buscará nuevas formas de mejorar mi situación. Gracias a él, pude comprender de mejor manera quién soy realmente y afrontar mis inseguridades.

Mientras recorría la ciudad, visualizo un negocio con un cartel gigante que dice “La camelia Roja”; ese es el lugar. Aparqué la bicicleta cerca de la florería y la até, con una cadena y un candado, a un poste de luz.

Al entrar, mis sentidos son invadidos por una fragancia tan agradable, que, lograban calmar el alma de cualquier persona que visitara la tienda. No era un establecimiento tan grande, pero la distribución de las flores y el pequeño decorado, le dan un toque acogedor al lugar.

Cuando quedé enfrente del mostrador, fui atendido por una anquilosaurio de escamas anaranjadas y que aparentaba la misma edad que mi madre.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo en un tono muy dulce la señora.

—Vine por un encargo al nombre de Giselle Calcare. Me dijo que solo tenía que venir a retirarlo.

—Sí, me aviso que alguien iba a venir a buscar el pedido —la señora me da una cálida sonrisa—. ¿Traes un auto?

—¿Auto? No, solo tengo mi bicicleta y un carrito —por la expresión de la anquilosaurio, algo me dice que mi madre ordenó muchas flores—. ¿De cuántas macetas estamos hablando?

—30 macetas y 50 guirnaldas de flores de estación —tragué saliva.

—Adiós a mis piernas… —soy bastante descuidado al no prevenir que era mi madre la que había hecho el encargo—. ¿Existe una forma de que pueda hacer un solo viaje?

—Le podría preguntar a mi hija, si puede venir con su auto.

—¿Y cuánto me saldría pagar el traslado?

—Eso deberás hablarlo con mi hija.

Tenía solo dos opciones en este momento: hacer tres o cuatro viajes para llevar todas las cosas hasta la fiesta o pagar un buen dinero por un viaje único y no terminar agotado.

—¿Cuánto tardará su hija en venir? —ya podía sentir cómo mi billetera gritaba del miedo.

—Ahora la llamó.

La dueña de la tienda sacó su teléfono y se comunicó con su hija para ver si podía venir a ayudarme con el encargo. En un punto de la conversación, no entendía muy bien qué estaban diciendo, pero por algunas palabras sueltas que dijeron, como “chingada” o “ahorita”, pude deducir que estaba hablando en español. Para mi suerte, la hija estaba relativamente cerca del lugar y que en unos diez minutos iba a estar por la florería.

En mi espera para llevar las flores, tuve una pequeña conversación con la dueña del lugar y nos presentamos como es debido. Su nombre era Luisa y lleva trabajando en este lugar desde hace más de 30 años. De curioso, le pregunté sobre algunas cosas sobre las flores y ella habló con todo el entusiasmo del mundo sobre el cuidado y el trato de las mismas. Nuestra conversación fue interrumpida, cuando una anquilosaurio, que se parecía mucho a la dueña del lugar, entró a la florería.

—Rosa, querida, gracias por venir —Luisa salió del mostrador y se acercó a abrazar a la muchacha.

—Lo que sea por mi bella madre —ambas están un buen rato en el abrazo, y cuando se sueltan del mismo, la joven me mira detenidamente—. ¿Él es el cliente?

Sí, al parecer no le dijeron que el encargo era muy grande.

Entiendo —no entendí nada de lo que dijeron—. Es un placer, soy Rosa —ella extiende su mano.

—Joe —le doy la mano, y cuando me da un apretón, notó su fuerza—. Wow, sí que dolió un poco.

—Disculpa, a veces no controlo mi fuerza.

—No te preocupes, por mi trabajo debo recibir golpes —le hago un gesto con la mano para que se relaje.

—Pero bueno, ¿dónde están las flores? —dijo la joven con mucha emoción.

—En el fondo.

—Déjenme ayudarlas, es lo mínimo que puedo hacer —le doy sonrisa alegre.

Entre los tres, comenzamos a cargar el auto con todas las flores que mamá había comprado. Era un ida y vuelta llevando varias cajas con macetas. Intentaba hacerlo rápido, pero las dos damas me pidieron que fuera más delicado, ya que les importaba mucho el estado de las flores; así que intenté ser lo más amoroso posible con las pobres plantas.

—¿Y para qué necesitan tantas flores? —dijo la chica del vestido negro decorado con flores mientras acomodaba algunas flores en el maletero.

—Es para una fiesta —me agaché para levantar una caja y se la pasé a Rosa—. Mi madre quiere decorar el lugar lo más bello posible.

—Y tenlo por seguro —agregó la dueña del local—. La camelia roja ofrece las mejores flores de toda Volcadera.

—Hablando de flores, tenía pensado comprar un ramo para regalarle a alguien.

—¿Es para una chica? —dijo Rosa.

—Sí. Pensaba que podría gustarles, pero necesitaría que tengan mucha fragancia para que pueda notarlo.

—¿Por algo en especial?

—Pues ella es ciega —dije en un tono despreocupado—. Y para que pueda disfrutarlo, necesito que tengan un aroma muy fuerte.

—Tengo algo perfecto, regresó en un instante.

La dueña nos dejó a nosotros dos cargando las últimas cajas con las macetas.

—Algo me dice que esa chica es tu novia —comentó la joven anquilosaurio.

—¿Tan obvio fui?

—Tu cara te delató —ella se reía de mí—. Cuando hablaste sobre ella, tus ojos se iluminaron como dos estrellas —Rosa guarda la última caja y cierra el maletero—. Me recuerdas a un amigo, aunque en vez de expresar con la cara lo que sentía, él lo decía en voz baja.

—Parece que debo ser un poco más frío para ocultar mis emociones —una débil risa se escapaba de mi boca.

Luisa hizo acto de presencia y apareció con un lindo ramo de jazmines amarillos en su poder.

—Ten joven —ella me entrega el ramo de flores—. Espero que le gusten a tu novia. Los jazmines amarillos representan el amor apasionado que siente un amante —me sonrojó un poco cuando dice eso.

—¿Cómo supo…? —Luisa me interrumpe antes de terminar la pregunta.

—Lo intuía por cómo te referías a ella y escuché un poco de la conversación que tenías con mi hija —ella postra su mano derecha en su mejilla y un pequeño suspiro de anhelo salía de su hocico—. Es tan bello el amor juvenil.

—Gracias —creo que esto me demostró que debo ser un poco menos expresivo—. ¿Cuánto le debo por el ramo?

—Es un regalo de la casa, ya con lo que pagó tu madre, un pequeño ramo de flores no es nada —una sonrisa se forma en mi rostro.

—Muy amable de su parte.

Una vez cargado el auto, Rosa dijo que iba a ir al lugar de la fiesta para llevar las flores. Yo le dije que iba a ir con mi bicicleta hasta allá y que después le iba a pagar por el traslado. Para mi fortuna, la joven de rasgos latinos, me dijo que no me iba a cobrarme, que es solo una broma de su madre. Aliviado de que no tendré que desembolsar ni un centavo, desato mi bicicleta del poste y me dirijo hasta el taller.

Finalmente, tras recorrer por veinte minutos la ciudad, llegué al taller. Ya podía ver cómo la mayoría de cosas estaban ya armadas, incluso ya estaban colocados todos los andamios del escenario; solo faltaba darle los últimos retoques. Y entre todos los presentes, trabajamos en conjunto para terminar los preparativos. Fue una hora intensa donde todos pusimos de nuestra parte para dejar el lugar lo más bello posible, y para nuestra sorpresa, lo habíamos conseguido con creces.

A lo largo de las tres calles, había un gran pasillo de varios puestos de comida, como de compra y venta de artículos varios, decorados con varios juegos de luces que se cruzaban entre ellos y acompañados de varias guirnaldas con flores muy variopintas. Y al final del camino, había una sesión de mesas y sillas donde la gente que viniera podría sentarse a disfrutar de la comida y la bebida. Pero lo que más destacaba de todo el evento, era el escenario en donde colgaba una flameante y bella bandera de Italia. Giré mi vista hacia un costado y pude notar el rostro de satisfacción de mi madre al ver el resultado.

—¿Cómo te sientes? —le pregunté

—Orgullosa de lo que construí a lo largo de estos veinte años —una pequeña lágrima se caía de su ojo.

—Este es tu legado, madre —le doy una dulce sonrisa—. Es comprensible que te sientas así.

—Hijo, ¿puedo pedirte un favor?

—Lo que sea.

—¿Puedes venir elegante? Sería un lindo detalle.

—Tú solo quieres que estrene el traje que me hiciste, ¿cierto?

—Me conoces tan bien —ella se reía.

—Te daré el gusto y lo usaré —me trueno los dedos—. Nos vemos en la noche.

—Te espero.

Y así, el tiempo pasó y el momento de la celebración había llegado.

Cómo para esta noche había una ocasión importante, decidí usar el esmoquin que me había confeccionado mi madre, que era un regalo de cumpleaños adelantado; ya que era la próxima semana.

Con el traje puesto, me dirigí hacia el espejo, y al ver que me veía muy sexy usándolo, comencé a modelar delante del espejo. Mamá siempre dijo que yo era muy fotogénico y que tenía un imán para la cámara, tal vez sea por eso que me gusta exagerar mis expresiones en cada lucha que doy.

Eso sí, lo único que me incomodaba del traje eran los brazos del saco, los sentía muy ajustados y no me daban tanta movilidad como me gustaría tener; le pediré a ella que lo arregle en otro momento. Una vez finalizada mi sesión de modelaje frente al espejo, tomé el ramo de flores y me fui de mi departamento hacia la fiesta.

Una vez llegado a mi destino, quedé impresionado al ver a una pequeña multitud que se encontraba paseando por el lugar. Varios vecinos, como gente alejada del barrio, habían venido a pasar la noche en este gran evento. La gente recorría el lugar y se podía sentir una vibra muy positiva en el ambiente.

Mientras caminaba por el evento, saludé a varias personas que reconocía por su rostro. A lo lejos, en una mesa que se encontraba cerca del taller, estaban mi madre, con un hermoso vestido azul, charlando y disfrutando de un buen vino tinto con Frank. Cuando me acerqué a donde estaban ellos, mi madre se puso muy feliz al verme.

—Pero qué galán —dijo mi madre de forma juguetona—. ¿Me pregunto de dónde habrás sacado ese traje?

—Es un secreto —dije en un tono muy arrogante—. Mi sastre es alguien de renombre, no le gusta que lo expongan —miré a mi alrededor y quedaba deslumbrado con la decoración—. De verdad, sí que te luciste con esta fiesta.

—¿Y qué quieres que te diga? Soy una mujer que ha superado muchas adversidades —le da un buen sorbo a su copa—. Me gané el derecho de celebrar como Dios manda.

—Y se nota. Y tú, Frank, ¿cómo la estás pasando?

—Bastante bien, es la primera vez en meses que salgó a divertirme —él se reía—. Y no hay mejor forma que celebrarlo con mi querida amiga —él brinda con mi madre—. Por cierto, ¿para quién son esas flores?

—Para Bianca. Aproveché para comprar un ramo cuando fui a la florería.

—Pues espero que le gusten a tu chica —él me da una sonrisa y un pulgar arriba, deseándome buena suerte.

En lo que conversábamos los tres, una voz femenina, que rebosaba euforia, irrumpe en el lugar.

—Holis, Yoshi —era Roxy que se encontraba acompañada de Roberto y Mei.

—Qué sorpresa verlos fuera del muelle —dije en un tono bromista—. Aunque me sorprende que no estén todos.

—Es que Julio se quedó a cargo del restaurante y obligó a Tito a que lo ayudara —dijo el joven con aspecto a mono.

—Entiendo, ¿Y Li?

—Ella está en la universidad —dijo de forma desganada la microraptor—. Me dijo que cuando terminará su clase vendría directo para acá.

—Es bueno oír eso.

Mi madre se levantaba de su asiento y se acercó a saludar a mis viejos amigos.

—Hace tiempo que no los veía —ella estaba asombrada—. Ahora me siento una anciana al verlos tan grande.

—Tiempo sin verte, tía Giselle —la híbrida dijo de forma alegre—. Sigue viéndose tan bella como siempre.

—Ay, no seas tan modesta, Renata.

—Por favor, no use mi nombre real —Roxy se veía algo apenada—. Se me hace raro escucharlo de alguien que no sean mis padres.

—La costumbre —mamá se reía de la situación—. Supongo que vinieron a disfrutar de la fiesta.

—Claramente —Roxy se abalanza sobre mí—. Aunque este joven, no nos dijo que debíamos venir tan elegantes.

—Solo lo hice porque mi madre me lo pidió —vuelvo a dirigir mi atención hacia mi madre—. Vamos a pasear por el lugar.

—Vayan tranquilos y diviértanse —ella se despedía de nosotros.

Con la banda del muelle, empezamos a recorrer todo el evento y fuimos explorando qué había en cada puesto. Era llamativo el contraste que había en el grupo, mientras que todos vestían de forma casual, yo era el único que estaba con ropa elegante.

Nuestra primera parada fue un puesto de juegos con premio. El juego era sencillo, era encestar los aros en las botellas y decidimos jugar en equipos: Roberto y Mei contra Roxy y yo. El ganador se iba a definir al mejor de tres. En la primera ronda, la victoria se la llevó mi equipo por una diferencia bastante notoria de 8 a 4. Cómo era de costumbre, tanto la híbrida como yo, empezamos a celebrar por nuestra victoria.

Sin embargo, por cantar antes de tiempo y la tenacidad de Mei, fue suficiente como para remontar y llevarse las siguientes dos rondas de forma dominante. Tras su victoria, los dos se llevaron un pequeño peluche de un gusano naranja bastante tierno. Mientras que mi amiga y yo, solo nos llevamos la humillación de la derrota.

Entre burlas de nuestros rivales, continuamos caminando por el lugar y aproveché para preguntarle a mis amigos cómo iban sus vidas.

En el caso de Roxy, no contó algo nuevo, ya que las últimas semanas estuvimos hablando bastante por llamada. Ya está a nada de sacar su disco de manera oficial y que ya tiene un buen contrato con una disquera. En el caso de Roberto, él contaba lo difícil que era ser maestro en una escuela primaria; adoraba dar clases, pero era bastante agotador tener que aguantar a los niños. Y, por último, pero no menos importante, Mei mencionó que su salón de baile le está siendo redituable y que está empezando a tener nuevos alumnos en este último trimestre. Aunque lo que más me sorprendió de todo, es que dijo que Bianca le pidió si le podía enseñar a bailar.

—¿Lo dices en serio? —dije sorprendido, mientras que ella asentía afirmativamente con la cabeza.

—Cuando la conocimos en el muelle, le conté que yo daba clases de baile, y al enterarse de eso, ella nos dijo que siempre tuvo el sueño de aprender a bailar la polonesa.

—¿Y eso qué es? —preguntó Roberto.

—Es una danza tradicional de Polonia —dije velozmente—. Ella me lo había mencionado en su momento.

—Bueno, como un gesto de amabilidad, le dije cuál era el número de mi estudio de baile —ella se reía—. Nunca esperé que me llamara.

—¿Y qué le dijiste?

—Qué estaría muy encantada de enseñarle a bailar. Pero si le pedí que esperara, que necesitaba estudiar un poco su danza para poder explicársela —ella sonreía—. Será un reto interesante.

—Ya te voy avisando, que ella es un poco tosca.

—Descuida, peor que mis alumnos más pequeños no puede ser —ella se reía muy fuerte—. Son tan tiernos cuando se tropiezan.

—Oigan —dijo Roxy—, tengo hambre. ¿Vamos por algo de comer? —su voz sonaba muy relajada.

—Por allá vi un puesto que vendían brochetas —señaló Roberto detrás de nosotros.

—¿Y qué esperamos? —Roxy ya había comenzado caminata hacia donde se encontraban la comida—. ¡Que me muero de hambre!

Y así, entre los cuatro, seguimos tonteando y pasando el rato gran parte de la noche. Y en lo que estábamos bebiendo unos refrescos cerca del puesto de comida, Roxy me golpeaba el hombro para llamar mi atención. Al mirarla, ella me señala con un dedo hacia la derecha y cuando veo lo que me indicaba, quedé embobado al ver a Bianca con un precioso vestido rojo acompañada de su padre.

Roxy, de forma brusca, me empujó lejos del grupo y me insistía en que vaya a hablar con mi novia; aún estaba procesando lo hermosa que se veía. Una vez cara a cara con ella, se me hizo difícil decir algo.

—Hola… —estaba hipnotizado con su belleza—. Te ves preciosa.

—Gracias —ver su dulce sonrisa, solo lograba derretir mi corazón—. Como dijiste que era un evento especial, quise venir acorde para la ocasión.

—Muy linda decoración —agregó Bob, logrando a que recupere un poco la consciencia—. Veo que se esmeraron con la fiesta.

—Mi madre quería que todo saliera bien.

—¿Y dónde está ella?

—Cerca del taller, para ese lado —señalé hacia el norte.

—Ustedes diviértanse, yo iré a charlar con ella —él le da un beso en la mejilla a su hija—. Cuídate, mi amor —Bob se despide de nosotros dos, dejándonos a nosotros a solas.

Estuve en silencio los próximos veinte segundos, porque todo a mi alrededor había desaparecido y solo podía visualizar a Bianca.

—¿Aún estás ahí?

—Eh, sí… —era muy difícil organizar mis ideas—. ¿De dónde sacaste ese vestido?

—Hace unos días fui con las chicas de compras, y me dijeron que este vestido era el indicado para mí —y no se equivocaron.

—Hablando de ellas, ¿dónde están Claire y Aurora?

—Aurora está en su baile de graduación y Claire fue a celebrar el cumpleaños de su abuela —mi novia se acerca a mí y me toma del brazo—. ¿Te hice esperar mucho con mi presencia?

—Un poco —mi voz delataba feliz que estaba—. Estuve con los chicos del muelle recorriendo el lugar.

—Pues vamos a donde están ellos —decía emocionada.

—Pero antes —con mi mano libre, le acercó el ramo de flores. Lastimosamente, algunas flores se habían dañado a lo largo de la noche—. Espero que te gusten.

—Oh, Joe… —ella me da un beso en los labios—. Qué hermosa fragancia tienen —se veía muy feliz—. Gracias por las flores.

—Bueno, ¿quieres recorrer la fiesta?

—Me encantaría —ambos agarrados del brazo, nos dirigimos a donde se encontraba el resto del grupo.

Mis amigos quedaron sorprendidos por el look que llevaba Bianca y bromeaban de que íbamos demasiado elegantes para la ocasión. Tanto Mei como Roxy quedaron encantadas con el vestido rojo que traía Bianca, exigiéndole que le dijera dónde lo compró. Y, entre los cinco, recorrimos varios puestos de comida y disfrutábamos de la noche.

No me sorprendía que Bianca se llevara bien con las chicas. Las últimas veces que visitamos el muelle, ella se la pasaba hablando con las chicas. Aunque si me asombraba que tuviera tanta química con Roxy, incluso llegué a escuchar a mi amiga ofrecerse como modelo para alguna escultura de la raptor.

Era una hermosa noche, el ambiente era muy festivo, la gente radiaba felicidad, todo era perfecto. Después de muchos años, mi única preocupación en este momento; era tan solo divertirme. Era un sentimiento que anhelaba hace tiempo.

Mientras las horas pasaban y la fiesta seguía, el grupo se fue disolviendo, ya que cada uno tenía ganas de hacer cosas distintas en el lugar. Y para cuando me quise dar cuenta, solo quedábamos Bianca y yo. Algo me dice que mis amigos lo hicieron a propósito, y se los agradezco.

Estando a solas con mi media naranja, nos sentamos cerca de la entrada del taller y nos quedamos charlando.

—¿Ya te dije lo preciosa que te ves?

—Como unas cinco veces —ella se reía—. Tal vez usé más seguido este vestido, si tanto te gusta.

—Siempre me va a gustar lo que uses —me arrimé a Bianca, y nuestros brazos estaban pegados—. Si para mis ojos tú eres la mujer más bella del mundo.

—Eres un idiota —sonrojada, ella me da un beso en la mejilla—. Siempre sabes cuándo decir esos comentarios —ella postra su cabeza sobre mi hombro.

—¿Acaso sabías que iba a usar traje hoy? —le dije en un tono jocoso.

—Solo fue una coincidencia.

—Y una muy curiosa.

—¿Sabes que es también curioso? —dijo de forma cariñosa la chica de ojos grises.

—¿El qué?

—Que, dentro de un mes, va a ser el día en que nos conocimos.

—¡¿Tan pronto?! —lancé un gran suspiro—. Cómo pasa el tiempo.

—Y todo empezó, porque rompiste mi bastón.

—¿No podías decir que fue el día en que te salvé de un ladrón? —lo dije en un tono sarcástico—. Pero sí, esa peculiar situación hizo que nuestros caminos se cruzaran.

—Toda nuestra relación fue bastante curiosa.

—Muchas cosas parecen de película —dije bromeando.

—Y una muy descabellada.

Ambos nos empezamos a reír muy fuerte, y por un pequeño momento, su risa de chanchito se le había escapado; ya se me hacía tierna cuando se reía así. Aprovechando la cercanía, la abracé y estuvimos en esa posición por varios minutos. Este calor, esta sensación de paz, se sentía tan bien para mi corazón. Y mientras estábamos en ese momento, Bianca dice algo que hace que una parte de mí se volviera enamorar como la primera vez que la conocí.

—Hiciste que mi vida tomara un poco de color —siento como su mano, acariciaba mi pierna—. Gracias a ti, conocí un mundo que desconocía.

—Y tú hiciste que viera un mundo que se ocultaba delante de mis ojos —le doy un beso en la frente.

En lo que seguíamos abrazados los dos, mi madre hizo acto de presencia arriba del escenario con un micrófono en mano. Giré mi cabeza en dirección a donde se encontraba el escenario y pude ver a todas las personas que estaban por ahí, esperando con detenimiento qué iba a decir la organizadora del evento.

—Buenas noches a todos, estoy muy feliz de que hayan venido hoy —una pequeña ráfaga de aplausos se escucha por la zona—. Para los que no me conocen, mi nombre es Giselle Calcare, la dueña del taller de costura “Diece Calcare”. Y la razón de tanta festividad hoy, es por la celebración del vigésimo aniversario de mi negocio —cada vez, era más fuerte la ovación—. Pero esta noche, no solo quiero celebrar por mi negocio, sino también, por toda la historia que cuenta este barrio —mamá se acerca al borde del escenario y se sienta en el filo del mismo—. Desde el día que inauguré mi negocio, he visto cómo este barrio fue cambiando. Quiero decir, tenemos al señor Hayes y su panadería que lleva cincuenta años ofreciéndonos los mejores panes de toda la ciudad —ella señalaba a un gremlin de escamas azules—. A la familia Quinn con su mueblería, que, hasta el día de hoy, aún conservó la mesa de roble que compré hace trece años —un grupo de spinosaurios saludaban a mi madre—. O al Dr. Armstrong, que seguramente conoce el trasero de cada uno de los presentes cuando nos daba inyecciones contra alguna enfermedad —el público se reía de su comentario—. Es por eso, que no solo estoy celebrando el aniversario de mi taller, sino también toda la historia que esconde esta pequeña parte de la ciudad. Es por eso que pido a todos los presentes que disfruten de esta noche y sigamos celebrando hasta que salga el sol.

Mi madre recibió un gran vitoreo por parte del público, tras las bellas palabras que le dedicó a todo el barrio. Por la expresión de sus ojos, ella estaba muy conmocionada por todo el cariño que estaba recibiendo.

Tras el discurso emotivo de mi madre, por la zona del escenario, se había producido una pista de baile.

—Qué divertido.

—¿Qué cosa? —preguntó mi novia.

—Se armó una pequeña pista de baile cerca del escenario —al girarme a verla, vi en sus ojos un pequeño destello.

—Podríamos bailar un poco —siento su mano acariciando mi mano—. No hemos bailado juntos desde que fui a tu casa.

Me gustaba la idea, aunque era un poco escéptico por la ceguera de Bianca y el temor de que se lastimara. Pero su entusiasmo e insistencia, se me hacía imposible decirle que no.

—¿Me concede este baile, señorita? —imitando a un noble de la realeza, me inclinó delante de ella ofreciéndole mi mano.

—Sería todo un placer —ella extiende su brazo, y con delicadeza, tomé su mano y fuimos a donde se encontraba la multitud bailando.

Y una vez que ambos estuvimos en la pista de baile, como si se tratara de algo mágico, ambos pudimos coordinar en nuestra danza. Al principio empezamos bailando lentamente, moviéndonos de izquierda a derecha y avanzando hacia adelante y hacia atrás. Cuando comenzamos a tomar más confianza, fuimos un poco más osados y empezamos a agregarle más movimientos a nuestro baile.

Recordando aquella vez que le enseñé a bailar, quedé impresionado por la seguridad que transmitía en cada paso que daba Bianca. Y sin buscarlo, los ojos de varios de los presentes estaban puestos sobre nosotros dos, y aunque Bianca no pudiera verlos, en el fondo, ella sabía que la observaban. Tal vez no estábamos solos, pero para ambos, todos los presentes habían desaparecido y éramos los únicos que bailaban.

Me acerqué a ella y la tomé de la cintura, comenzando a bailar un tipo de vals un poco más convencional; haciendo que nuestros cuerpos estuvieran cada vez más cerca uno del otro. Progresivamente, la gente se unía al baile, y lo que comenzamos siendo 4 parejas en la pista, se había convertido en una verdadera fiesta. Los dos estábamos muy alegres, riéndonos y disfrutando de esta velada.

El DJ fue cambiando las canciones, de forma muy astuta, para que el ritmo de las mismas vaya bajando; logrando un momento donde solo sonaban canciones lentas para bailar pegados a tu pareja. Cuando Bianca y yo tomamos la postura clásica del vals, empezamos a balancearnos lentamente hacia un lado y hacia el otro, mientras nuestros cuerpos estaban pegados.

—Joe… —su voz apenas era audible con la música de fondo.

—¿Sí?

—¿Volverías en el tiempo y cambiarías tu pasado? —esa pregunta me agarró con la guardia baja

—¿A qué se debe la pregunta? —dije confundido.

—Es que estuve pensando en que, si nunca te hubiera pasado ciertas cosas, como tu lesión, tal vez las cosas serían distintas —estuve en silencio casi un minuto entero, pensando en una respuesta.

Es cierto lo que dice, que, si no hubiera sufrido eso, esa noche, sería campeón de la WSF; y es muy posible que mi vida fuera diferente. A lo mejor, ya estaría luchando en la WWA y sería un luchador de renombre. Tal vez viviría la gran vida y me hubiera convertido en una celebridad.

Pero cuando vuelvo a ver a Bianca, y veo sus hermosos ojos grises, tenía muy clara mi respuesta.

—No cambiaría nada.

—¿En serio? —veo una leve sonrisa de felicidad en ella—. ¿Por qué?

—Porque si cambiara algo del pasado, es probable que nunca hubiera conocido a la mujer que amo —la abracé más fuerte y hago que nuestros cuerpos estén aún más cerca uno del otro—. Creo que nunca podré compensarte todo lo que hiciste por mí para que volviera a perseguir mis sueños —y acto seguido, le doy un beso apasionado.

Nuestros labios estuvieron unidos por varios segundos. Y ese beso, no solo fue un simple contacto de labios; fue un genuino gesto de amor. Es posible que exageré, que sea un tonto enamorado como mi padre, pero sabía que quería pasar el resto de mi vida con ella: vivir juntos, casarnos, tener una familia. Quería entregarle todo de mí a ella.

Y una vez que liberamos nuestros labios, seguimos bailando al compás de estas melodías tan románticas, que podrían enamorar incluso al más amargado.

—Te amo, Bianca.

—Y yo te amo a ti, Joe.

FIN DEL ACTO 2

 

Y Después de un año entero escribiendo, finalmente terminamos el acto dos de este Fic.

Sí, hoy cumple un año el fic a la fecha de la publicación de este capítulo.

Y como lo dije en el Cap 13, nunca pensé que llegaría a esto. De verdad, estoy muy agradecido de ver que mucha gente ha llegado lentamente a esta historia. Quiero decir, de pasar de unos 20 seguidores, actualmente, somos 184 (si no se modificó a lo largo de estos días, ya que este mensaje lo estoy escribiendo ya desde antes de la publicación del capítulo)

Y como si se tratara del destino, esta parte se repite del mensaje anterior. Como regrese a la normalidad (universidad, trabajo y otras responsabilidades) necesitare tiempo para organizarme para poder sacar el próximo acto. Que les voy avisando, ya está armado y organizado en su mayoría, solo falta determinar detalles y ponerme a escribir.

Es muy probable que tarde un rato en sacar capítulos, ya que quiero tener una buena tanda de caps ya armados (que serán los extras) para ganar tiempo y poder coordinar un cierre acorde para todos ustedes.

También, como dije en el cap 13, este es el final provisorio. Ya que si existe algo o alguien que evite que suba cap (como un meteorito cayendo en la tierra) interpreten el final del Acto 2 como el final ““““CANON””””. Pero quédense tranquilos, que mi intención es darle un final merecido a este fic en el próximo acto.

Y hablando de los extras, se vienen no 2, no 3, sino 6 EXTRAS.
¿Quiénes lo protagonizaran? ¿Qué otras historias conoceremos? Pues tocara esperar. Esta vez no revelare que pasara, solo diré que intentare tener algún dibujo para cada uno, pero no prometo nada.

También quiero agradecerle a cada uno de ustedes, ya sea comentando en mi fic, interactuando con las publicaciones de mi twitter, etc. Y si, sé que tal vez la mayoría de me gustas en esos post son de gente que solo ven el dibujo en cuestión y ya.

Pero aun con eso, les quiero agradecer a esas personas, aun si no leen mi fic. Más que nada porque se tomaron el tiempo de ver el post y darle me gusta. Es algo pequeño, pero lo agradezco de veras.

Y como hice la última vez…hice la lista de saludos a cada uno. (Si estoy mal del cerebro, lo sé)

Y YA VOY AVISANDO, QUE NO HARE ESTO POST ACTO 3. (mi cuerpo no va poder)

Pero quiero aclarar que solo pondré en los agradecimientos a las personas que fueron llegando post Acto 1, ya que en el cap 13 salude a todos aquellos que estaban antes del Acto 1. Que igual les digo, muchas gracias por seguir leyendo esto. Pido disculpas si me olvide de alguien (en serio, fueron más de 500 nombres)

Y ahora, a todos aquellos que me siguen en mi twitter:

Un furro más, trinity, Terry, A cat with afro, Salvadore Lucano, Xavijvaart, FCV, VosRegera, Eso tilin, Commander Seal, Jeo Door, Krain, Bucky, Manu Art, CinderDraigon, Navis mad, Reed6616, Revan_shark, Sensaininjapig, Jesusem14364176, Pizza the Cat, strife, AEF, Peter Chaen, Joshble, Bluey, Bastard, Alexp, Autumm, TheBlyp, Er Gabo, Nick Spla, Cronos Scamynd, Eril1, Victtorino, JorgeMartuffi, FriendEnjoyer, Snoot Dude, Fake, Jason Bourne 2002, Papadopoulos, Yoslin, Michelpixelrpg 3000, Oromaster, ReformedFriend, Kev.E.Mann, Margo el sapo, Nekifor Komissarenko, IceLemonKing, Cervantes el dino, Mora_san, AnimusEX, ONS, Louis, Alone13death, gigevani, Papucz, Empanadas, Twisted Oficial, Watermelon-Boi, JuanpabloD88006, MomentoMori, BNDCKET, Hug, MarquezEro60013, Steve Jackson, Seiun Mezotaf, VGbavswd2, Choripanso, yania, Slost, Scorpion Cebador, Mero_00021, James Vargas Olivares, Doggelganger, Ineedsilksong, Alex, 4Fundacion, JormunLFJH, Yugen, El_loco_lucas, El gran rey rex, Weaver, Roseheart, FireFly The Silkwing, OrangeSnooter, Launch, Valfax39, LaIngeTiburona, Tab_mos6, Sors, Zander1084, KatsIartz, Sanderthan24, GARRAR2003, Kaiser_115, DxDiag, Errok0923,Justateabug, Weez_lin, Kameleon89, RedPooler, Matihuoski, LuxinGT, Smirvane, DolorDeDuodeno, Tacoshotah

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A todos los que dejaron sus kudos, bookmarked o comentarios en su fic (sean serios o en broma):

Agu10Play, matihuoski, aricvvolf, FREEDOM_STANDO, Mr_Anyth1ng, Snake_Cursed, Tulski, Chouripan, OroMaster, Waited2Weeks, EverSoBored, Adrain EF, Fenixazul201, Louis04, Valfax29, TheOwl22, 2_stone_2, Detective_gatu, Arcan7, Minty_Mac, DxDiag, Kaizer115, w4r0m4, Rmluque88, Xhover, StarMatter, UltraFool616, Klockshire78thefirst, GIlmowa, Neveroleen2003, Vincenth93

 

Y un agradecimiento especial a cada artista que comisione para algún arte del fic o que incluso le hicieron un pequeño dibujo por alguna dinámica de dibujos gratis:

TE_CRASH (@te_crash) / nonae (@makkandchis) / WalterIvonne_ArtFiles (@Walter_ArtFiles) / Katsï (@KatsIArtz) que realizaron varios dibujos de Aurora.

Hikari (@LightHikari5) Que realizo un precioso pixel art de Victor

Davi-Pandor (@Davi_Pandor) Que hizo un dibujo de Joe luchando más de grande

matsujin (@matsujin8) El hombre que hizo el dibujo hermoso estilo de van gohg de la familia de Bianca

Velverus (@VelverusN) Que hizo un dibujo chibi en blanco y negro de Will

Daziiuh (@drawziiuh) Un artista con un gran talento que hizo un bellísimo dibujo de Bianca y Joe bailando, que es la imagen adjunta del capitulo

Y en especial quiero agradecer a dos artistas:

La primera es MetalDraws (@DrawsMetal) Si no fuera por su talento, el diseño de muchos de los personajes no existiría. Tiene un gran talento en comprender mis indicaciones y darle un toque único para que quede aún mejor el dibujo.

Y por el otro es a CACTUSDRAW (@NareMartinez3) ella es quien realizo la portada del Fanfic y que realizara más cosas para este fic. (Por no mencionar que también realizo el dibujo NSFW de Bianca y Aurora, busquen en mi twitter; marranos)

Sin estos artistas, este fic no sería igual. Por eso les doy un agradecimiento especial a cada uno, aunque es muy posible que nunca lean esto XD

Y para cerrar esto, un último gracias a ByBuckett. Lo dije en el cap 13 y lo repito acá, si él no hubiera creado a Bianca, muchas cosas de este fic hubieran sido diferente. Por eso les pido encarecidamente, que VAYAN A APOYAR EL PROYECTO DE BLIND DATE. Es el proyecto que lleva creando él hace tiempo y que muy pronto saldrá su demo, vayan a conocer la historia que tiene en mente el hombre que diseño a Bianca y sigamos expandiendo el mundo del SG y I wani.

Dejaré el twitter del creador de Bianca y del Fangame:
@BlindDateGame / @ByBuckett

Como mi Twitter, que publico siempre cuando subo cosas del fic:

@Patata2251

Y con esto dicho, me despido de todos ustedes. Nos vemos dentro de un par de semanas y a esperar con ansias el Acto 3 de esta historia.

Chao.

 

Chapter 28: Extra 4

Notes:

VOLVIMOS GENTE HERMOSA.

Perdón por estar estas semanas desaparecido y sin actualizar, es que anduve con la tanda de parciales y dejando preparando varios capítulos para ir subiendo con tranquilidad.

Hoy comenzamos con la tanda de Extras, y ya les voy diciendo, que van a ser varios. Y tal vez, para a mediado de Junio, inicia el Acto 3 de esta historia.

Y sin más dilación, disfruten del extra de hoy

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que vinieron a visitarme? Creo que fue hace seis meses, si no me equivoco.

—¿Ya tienen todo? —dijo un raptor con un mostacho bien definido.

—Sí, solo estoy buscando las flores —la voz del humano denotaba un poco de pánico—. No pierdo la cabeza porque la tengo pegada.

—Tranquilízate, Joe. Con que vengas es suficiente.

—Lo sé, Bob —lanzaba un suspiro el muchacho—. Pero que Bianca me invitara, sabiendo lo que significa este día para ella, provoca en mí una necesidad de no fastidiarlo.

—Y lo apreció —el hombre de escamas marrones pone su mano sobre el hombro del joven—. Nunca fuiste ahí, ¿cierto?

—Cuando era un niño —él se rascaba la cabeza—. No es un lugar que haya frecuentado mucho.

—Entonces es normal tener ese pánico.

Mentiría si no dijera que me agrada, Joe. Por las pequeñas cosas que me contaron sobre él, debo admitir que sí parece un buen chico. Es una lástima que jamás podré estrecharle su mano. Dicen que por la forma en la que das un apretón de manos puedes intuir cómo es una persona; o eso decía mi padre.

—Ten —una bella muchacha de ojos grises le entrega un ramo de flores a Joe—. Estaban debajo de tu campera.

—¿Cómo lo hiciste? —se veía bastante sorprendido.

—Use un poco de mi olfato y que muchas veces haces lo mismo —una pequeña risa se escapa del hocico de ella—. Es cómico que la ciega de la relación sea quien encuentre las cosas.

—Y lamentable para mi orgullo —él le da un beso en la mejilla a la chica raptor.

—¿Nos vamos? —agregó Robert.

—Sí —dijo Bianca en un tono melancólico.

Cada día que Bianca viene a donde estoy, es muy difícil para mí contener la emoción. Mientras más pasa el tiempo, más cerca está de convertirse en toda una mujer, mi joven hija.

¡Oh! Qué descortés de mi parte. No me presente como es debido para todos ustedes. Tal vez alguno ya lo hayan intuido, pero para quienes no, yo soy Margot Wiśniewski; la madre de Bianca.

 

EXTRA 4: Memorias de un espectro

 

Sé que no es habitual que un espectro se comunique con ustedes, pero tienen que entenderme. Se me hace muy aburrido pasar todo el tiempo en el más allá; y por cosas de este mundo, ustedes son los únicos que pueden escucharme. Hoy se cumplen diecisiete años desde que partí del plano terrenal.

Es normal, que algunos espíritus, vengamos de visita a la tierra para ver a nuestros seres queridos; más, cuando vienen a visitar nuestras tumbas. Es por eso que me resulta difícil seguir el crecimiento de mi hermosa hija.

A veces, el destino es muy cruel. Y para una madre, es muy duro no poder compartir varios momentos importantes en la vida de sus hijos. Pero antes que seguirlos deprimiéndolos con mis lamentos, será mejor ver que están haciendo mi querida familia; seguramente será más interesante.

Atravesé la puerta del vehículo y me senté en el asiento del copiloto. Sé que suena raro, pero con la práctica, los fantasmas podemos “materializarnos” para poder hacer contacto con las cosas. Quiero decir, ¿cómo piensan que movemos las cosas?

En lo que espero a que todos subieran al auto, aprovecharé el momento para presentarme rápidamente ante ustedes y contarles unos detalles sobre mí.

Me llamó Margot, viví hasta los 34 años, trabajé como profesora de arte hasta el último día de mi vida y mi amor platónico es Robbie Williams; amó su música. Creo que con eso sería un buen resumen de mí.

Ya con todos arriba del auto, volteo a ver hacia atrás, donde podía ver la cara de felicidad de mi hija a lado de su novio. Y a mi izquierda, tenía al hombre que alguna vez fue mi esposo, con una mirada que mezclaba entre feliz y melancólico.

<<Siempre fue difícil para ti este día, Robert>>

Una vez que el viaje inició, el primer tramo hasta el cementerio fue silencioso. Lo único que hacía que resonaba en el auto, era la música que salía en la radio. Finalmente, después de varios minutos de un silencio funesto, uno de los vivos decide hablar.

—¿Puedo hacer una pregunta? —dijo el humano—. Pero, ¿podrían contarme un poco sobre la madre de Bianca?

—¿Y qué te gustaría saber de ella? —comentó el raptor con una pelada prominente.

—Cualquier cosa: cómo era, qué le gustaba, qué recuerdos tienen de ella. Esas cosas.

Intrigada por lo que dirán, volteó a ver a mi familia para esperar una respuesta de ellos. Y la primera en comentar algo, fue mi querida hija.

—No tengo muchos recuerdos de ella, ya que era muy pequeña, pero por eso mismo, cada momento que pasé con ella los atesoro con mucho cariño.

—¿Pasabas mucho tiempo con ella? —preguntó Joe.

—Realmente sí, a pesar de ser mi madre, fue mi primera amiga —una mueca de felicidad se dibuja en el rostro de Bianca—. Pasábamos todos los fines de semana jugando con plastilina y esculpíamos diferentes figuras. Fue gracias a ella que descubrí mi pasión por el arte.

Aún recuerdo ese día, que te contaba cómo en mis clases les enseñaba a los niños a esculpir con arcilla y cómo tu rostro radiaba emoción al escuchar lo que hacía. Me insististe con mucho entusiasmo en que te instruyera en el mundo del arte. Dudé por mucho tiempo, ya que no sabía si tenías madera para eso. Y agradezco hasta el día de hoy lo equivocada que estaba.

Cuando recién cumpliste cuatro años, nos habíamos sentado en la cocina, y con varios potes de plastilinas que había comprado para esta ocasión que se encontraban sobre la mesa, comencé a enseñarte todo lo que sabía.

—¿Estás lista, hija?

—Sí —aún recuerdo perfectamente cómo movías la cola toda esa tarde, no podías ocultar la emoción.

—Lo primero que haremos es elegir una de las tres figuras que traje —acerqué mi mano al cabello de mi hija y lo acaricié—. Y como es tu primera vez, te dejaré elegir la figura que quieras.

—¡¿En serio?! —su voz denotaba mucha alegría.

—La tienes delante de ti —ella extiende sus manos hacia la mesa, encontrando las estatuillas—. Tócalas tranquilamente y elige la que más te guste.

Siempre elijo dos figuras sencillas para que mis alumnos puedan aprender con seguridad y que no sea un reto tan difícil para su temprana edad.

La primera figura, era una cabeza de moai. Esta es la figura que siempre les muestro a mis estudiantes cuando recién empezamos a practicar las diferentes técnicas de esculpir. Debido a su simpleza y los rasgos muy definidos, es sencilla de hacer.

La segunda figura, era un delfín. Era un poco más compleja que la primera estatuilla, pero no era tan compleja como otras. Gracias a que la figura no tiene muchos relieves, facilita el trabajo de esculpir las aletas y el hocico del animal. Pero para mi desgracia, mi hija decidió tomar la tercera figura, la que iba a usar yo.

—Me gusta esta —Bianca había escogido la figura de la torre Eiffel.

—Hija, no quiero ser mala, pero, ¿no prefieres otra estatuilla? —intenté convencerla de que cambiara de opinión.

—¿Por qué? —seré honesta con ella.

—Es una figura difícil de realizar —el rostro de mi hija denotaba algo de confusión—. Y solo la traje para practicar mis habilidades.

—Entonces, hagamos una competencia —una sonrisa que ocupaba toda su boca se hizo presente—. La que haga la mejor escultura gana. Si yo gano, me comprarás todos los caramelos que quiera —una pequeña risa se escapa de mi hocico.

—¿Y si yo gano? —la pequeña niña está un rato largo pensando en una respuesta.

—Si tú ganas, te compraré todos los caramelos que quieras —verla tan motivada, se me hizo tan tierno.

—De acuerdo —tomé un temporizador que había cerca del horno—. ¿Lista?

—Sí, sí, sí, sí, sí —en sus pupilas había un destello único.

—En su marca… Listos… —puse el temporizador para que sonara después de que pasaran 30 minutos—. ¡VA!

Comenzamos a competir para saber quién era la mejor artista de esta casa y por el jugoso premio de muchos caramelos.

Yo, con delicadeza, empecé a darle la forma inicial a la torre Eiffel y fui quitando parte de la plastilina que me iba sobrando. Debo decirlo, incluso a artistas con bastante talento, se les hace muy difícil recrear esta figura. No es por su forma, ya que es relativamente sencilla de hacer. Es debido a las pequeñas aberturas que tiene la construcción de metal. Así que tomé la sabia decisión de tallar las vigas de la estructura con mi garra, siendo lo más óptimo.

En mi caso, siempre que realizaba alguna tarea artística, mi mente divagaba y se dejaba llevar por el momento. Pero en los pequeños momentos donde no me estaba enfocando en la escultura, mis ojos se dirigían al hermoso rostro de mi hija.

Me llamaba la atención su proceso de trabajo, ya que aún no había comenzado a esculpir nada; solo estaba tocando la estatuilla con sus dos manos. Tal vez, se habrá dado cuenta de que eligió una figura difícil de realizar. Sin embargo, la expresión que reflejaba su rostro no era de preocupación, sino de determinación; es una lástima que mamá se llevara todos los caramelos.

Y cuando el temporizado sonó, ambas nos detuvimos.

—Ya no se puede esculpir más —dije en un tono juguetón.

—No es justo, aún no termine —Bianca sonaba un poco asustada—. Dame más tiempo y lo termino.

—Lo siento, tú elegiste competir contra mí.

—Al menos déjame sentir primero tu figura… —la voz de mi hija sonaba algo insegura—. Antes de que veas mi desastre.

—Oye, no digas eso. Seguramente hiciste un gran trabajo —apoyé mi mano derecha en su mejilla—. Es muy posible que nacieras con mis dotes artísticos —una leve sonrisa se formaba en su rostro—. ¿Y si mejor mostramos nuestras figuras a la vez? Así la competencia es justa.

—Está bien.

—Voy a dejar mi figura delante de ti. Y tú, levantarás tus manos para que pueda ver tu escultura, ¿ok?

—Sí.

—A la cuenta de tres: uno, dos y tres.

En el instante en que coloqué mi figura delante de mi hija, pude ver la creación de ella que se escondía detrás de sus manos. Y cuando vi el trabajo que realizó, había quedado impresionada.

—Wow…

—¿Pasa algo, mami?

—No pasa nada —dije intentando disimular mi asombro—. Tienes mi figura a tu derecha —Bianca tomó mi escultura y yo tomé la suya para verla más detenidamente.

No podía creer lo que estaban viendo mis ojos, mi hija había replicado la forma de la estatuilla casi a la perfección. Es verdad que era toda lisa y que no tiene ninguno de los detalles que realicé en la mía. Pero su figura, desde la base hasta la punta, era casi perfecta su curvatura.

Para confirmar mis sospechas, coloqué la figura de plastilina de Bianca al lado de la estatuilla que usó de referencia.

—Es impresionante… —se me escapan esas palabras de mi boca.

—Lo sé —dijo Bianca—. Es increíble cómo recreaste los palitos que tiene la estatuilla —sus manos no dejaban de tocar mi escultura de plastilina—. Es asombroso cómo lograste esos detalles.

—Es la práctica —aún estaba perpleja de lo que había pasado—. ¿Me puedes devolver mi escultura?

—¿Por qué?

—Es que… Quiero analizar ambas figuras para saber quién ganó.

—Mami, no es necesario. Ya sé qué ganaste —ella me daba una sonrisa—. Nunca podría ganarle a mi talentosa madre.

—Gracias, hija.

—Ahora vamos a comprar tu premio —su rostro de felicidad, era como un rayo de sol que iluminaba toda la habitación.

—Pero yo solo no voy a ser capaz de terminarme todos los caramelos que iba a comprar —una alegría invadía mi cuerpo—. Tal vez, exista alguna niña que quiera compartir el premio conmigo.

—¡YO! ¡YO! ¡YO! ¡YO! —no dejaba de gritar con demasiado entusiasmo.

—Tranquilízate —le digo en un tono relajado—. Solo compartiré mi premio a todos los niños que se porten bien y se hayan bañado —Bianca me mira un poco molesta.

—Pero mamá…

—¿Quieres los caramelos?

—Sí…

—Entonces váyase a bañar.

—Está bien —tomé de la mano a mi hija y la acompañé al baño.

En lo que salíamos de la habitación, volví a voltear mi vista hacia la mesa para ver las figuritas de plastilina que habíamos creado nosotras dos. Y lo único que supe ese día, es que mi hija tiene un talento oculto para el arte.

Es por eso que dediqué toda mi vida para enseñarle las diferentes técnicas de escultura y todo lo que supiera sobre el mundo del arte. Cada tarde que pasábamos jugando con plastilina y arcilla, hicieron que mejorara sus habilidades.

Regresando al presente donde me encuentro muerta, sigo escuchando cómo mi hija contaba unos pequeños recuerdos sobre mí.

—Y ese día, compartimos una bolsa entera de caramelos de miel —la chica ciega sonreía muy dulcemente—. Mamá siempre me incluyó en sus cosas, y aunque fuera poco tiempo el que pasé con ella esculpiendo, atesoro esos días.

—¿Y la extrañas? —preguntó el humano.

—Casi todos los días —su expresión era melancólica—. Ya te lo había dicho en su momento, pero esculpir, logra que pueda conectar con ella. No sé cómo decirlo, pero siento que cada vez que trabajo en alguna escultura, siento que ella está a mi lado.

—Hija… —Robert sonaba conmocionado, y por reflejo, coloqué mi mano en su hombro; aun si él no pudiera sentirlo—. Estoy seguro de que tu madre, estaría feliz de escuchar lo que dijiste —y así es.

—Aprovechando la ocasión, hace mucho tiempo, Bianca me contó sobre cómo se conocieron usted y Margot —la voz de Joe denotaba curiosidad—. ¿Podría saber algo sobre su historia? Si es que no le molesta, claro.

—No sé… —había cierta duda en la voz de mi esposo.

—Vamos, papá —insistió Bianca—. Es una linda historia —tu hija tiene razón.

—Aún queda un buen tramo de recorrido —una débil mueca de felicidad se forma en el rostro del raptor—. Margot, era única —proclamó mi bello esposo—. Nunca pude comprender cómo ella podía expresar tanta alegría a cualquier persona que la rodeaba. Era una mujer tan dulce, que era imposible odiarla —cada vez su sonrisa era más presente—. Podía ser atrevida y ser algo obstinada, pero jamás iban a sentir que ella venía con malas intenciones; era la persona más pura que conocí en toda mi vida.

Si estuviera viva en este mismo momento, te daría un beso por ese halago.

—Suena a una mujer encantadora —comentó el humano.

—Te doy por hecho que, si la hubieras conocido, la terminarías amando; era imposible de odiar.

Tal vez mi querido Robert está exagerando un poco. Es muy probable que él conociera mi lado más maduro cuando hizo su intercambio cultural. Pero cuando era una adolescente, era, por así decirlo, algo problemática. No por mala, sino por ser media torpe y sobrecargarme de cosas.

Siempre me gustó ayudar a otros, pero como les decía si a todos, era muy probable que algo saliera mal; como la vez que se rompió el escenario del auditorio. Algún que otro profesor o alumno se molestaba por el desastre, pero jamás sentía hostilidad por parte de ellos. Puede que sea cierto que nadie me odiaba, aunque sí existieron personas a las que no les agradaba.

—¿Y cómo fue exactamente que se empezaron a enamorar?

—Mientras yo terminaba mis estudios en Polonia y residía con la familia de Margot, ella me ayudó a perfeccionar mi polaco y yo le ayudaba con su inglés —cada vez, la voz de mi esposo, mostraba más alegría—. Pasamos mucho tiempo juntos y con eso empezábamos a compartir nuestros gustos, ya sea: con la música, con el arte o con el cine —en sus palabras se podía percibir algo de nostalgia—. Ella iba muy seguido a un pequeño monte a pintar y yo la acompañaba, así seguíamos practicando idioma y nos seguíamos conociendo. Y uno de esos días, me le declaré y ella aceptó mis sentimientos.

—Qué lindo —dijo el humano.

—Con el tiempo, regresé a Estados Unidos para terminar mi carrera. Y cuando me gradué de la Universidad, tomé el primer vuelo a Polonia y fui a proponerle matrimonio a Margot —él se reía un poco—. Aún recuerdo con exactitud el día en que nos casamos.

Yo también lo recuerdo perfectamente, el 24 de septiembre del 2000.

Después de que Robert me propusiera matrimonio, empezamos a planear nuestra boda. Fue una tarea muy complicada, ya que debíamos decidir en qué país se iba a realizar. Tardamos un poco, pero finalmente nos decantamos en celebrarlo en Polonia. Mis padres nos propusieron hacer la ceremonia en el jardín de nuestra casa; decían que el atardecer le iba a dar un toque pintoresco a la boda.

Cuando el día llegó, yo estaba aterrada. No porque no quería casarme con Robert, yo estaba segura de que quería compartir mi vida con él. El tema era, que estaba asustada por el gran cambio que significaba esto; siendo lo más osado que hice en toda mi existencia.

¿Qué iba a hacer de mi vida? ¿Dónde íbamos a vivir? ¿Estoy preparada para dejar mi vida y mudarme a Estados Unidos o Robert estará preparado para dejar su vida y mudarse a Polonia? Cada maldita pregunta que me hacía, era más difícil que la anterior.

Me encontraba sentada en la cama de mi cuarto, viendo desde la ventana cómo todos los invitados se encontraban sentados, esperando a que la ceremonia empezara.

Los nervios y la inseguridad habían invadido mi cuerpo. Hoy era el día más importante de mi vida, debía disfrutarlo. Y de repente, escuché cómo alguien golpea la puerta, haciendo que salga de mis pensamientos.

—Margot —era mi padre—. ¿Puedo pasar?

—Sí —titubeé en mi respuesta.

Un raptor de escamas grises, vestido con un traje negro, entra a la habitación con una cariñosa sonrisa.

—Te ves preciosa, hija.

—Gracias…

—¿Nervios de novia? —él se apoya sobre el marco de la puerta.

—Bastante —mi respiración se agitaba un poco—. Por eso me está costando salir de esta habitación, je, je —mi patética risa no sirve para disimular el miedo que siento.

—Amor, no tienes que pensarlo tanto —mi padre se acerca a mí y pone sus dos manos sobre mi hombro—. Ese muchacho te ama de verdad —él se empieza a reír—. Nadie viaja a otro país solo para proponerle matrimonio a la mujer que ama.

—En eso tienes razón —su risa ayudaba a apaciguar mis temores.

—Lo que realmente importa, es que los dos se amen de verdad. Que vivan en las buenas y en las malas, y que sin importar lo que pase, siempre estarán el uno para el otro —una pequeña lágrima se le escapaba a mi padre—. Aunque no puedo aceptar que te vayas tan lejos —él se abalanza sobre mí y me da un abrazo muy fuerte.

—Papá, es suficiente —me cuesta respirar—. Vas a arruinar el vestido —rápidamente, mi padre me libera de su abrazo.

—Es que eres mi pequeña niña. Y se me hace difícil aceptar que ya eres toda una señorita —él me coloca una corona de flores—. ¿Preparada para ir al altar? —me extiende su mano.

—Creo que sí —tomé la mano de mi padre y salimos de mi cuarto.

En lo que bajaba las escaleras de la casa, un mar de emociones empezó a inundar todo mi cuerpo: incertidumbre, ansiedad, entusiasmo… Pero de entre todas ellas, la que destacaba era la felicidad.

Salir al jardín y ver a todas las personas que deseaba que estuvieran en este momento, hicieron que mi corazón saltara de la emoción. Y al ver, que, al final del camino, estaba esperándome el hombre que amaba de pie frente al altar, provocaba que un pequeño río se formara en mis ojos por la alegría del momento.

En el momento en el que inició la ceremonia, Robert tomó mis manos y escuchamos todo el discurso que dijo el padre. Cerca de terminar, el padre nos pidió que dijéramos nuestros votos y fue Robert quien habló primero.

—Siempre tuve buena labia para poder expresarme en diferentes ámbitos de mi vida, pero esta es la primera vez que no sé cómo arrancar este discurso —una torpe sonrisa se forma en su rostro—. Desde la primera vez que empezamos con las lecciones de idioma, siempre esperaba con ansias pasar tiempo contigo; aunque solo fuera una hora y solo me enseñaras a decir “Cześć, ¿Jak się masz?”, o “Do zobaczenia” —él se relamía sus labios—. Porque estar contigo hacía que mis días fueran mejores —cada palabra que decía, hacía que mi corazón rebotara de felicidad—. Y lentamente fui conociendo a una mujer increíble, con un corazón tan bondadoso, que me fue imposible no enamorarme perdidamente en ella —él presiona con más fuerza mis manos—. Es por eso que, Margot, deseo pasar el resto de mi vida contigo.

Tras su discurso, solté una de sus manos para poder limpiarme las lágrimas de mis ojos. El padre me pidió que dijera mis votos y tardé un poco, porque estaba conmocionada por las bellas palabras que me dedicó mi prometido.

—A lo largo de nuestra historia, te he llamado de varias formas: Robert, Bob, e incluso para fastidiarte, Robbie —él se reía por mi comentario—. Pero este día quiero referirme a ti como mi esposo —vuelvo a tomar sus manos—. Estuviste para mí cuando lo necesitaba y me hiciste compañía en todas aquellas tardes que me iba a pintar, solo porque querías pasar tiempo conmigo. Y cuando fui conociendo la persona que eras realmente, quedé perdidamente encantada contigo —miré sus ojos y pude ver reflejados en ellos la misma emoción que sentía yo en este momento, amor—. Quiero pasar el resto de mis días contigo, porque te amo, Robert.

El padre finalizó con la ceremonia con la clásica frase:

—Puedes besar a la novia.

Y con un beso que desbordaba todo el amor que sentíamos entre nosotros dos, sello uno de los días más hermosos de mi vida. Desde ese momento, nuestra historia fue tomando un nuevo rumbo.

Tras estar casado tres meses y estar viviendo en la casa de mis padres, decidimos mudarnos a Estados Unidos. Es ahí donde empecé a trabajar como profesora de arte en un primario. Y un año después, llegó Bianca a nuestra vida.

A pesar de la fea noticia de que nuestra hija nació con ceguera, tanto Robert como yo, nos prometimos darle la mejor vida que podríamos ofrecerle a nuestra pequeña hija. Por varios años fuimos una familia feliz, todo iba relativamente bien, hasta que un día colapsé y me desmayé mientras trabajaba.

Fui llevada a urgencias para ver qué me había pasado. En el hospital, me hicieron los estudios necesarios y descubrieron que tenía un tumor, en segunda etapa, en mi hígado. Al escuchar esa noticia, fue como una bomba destruyendo un edificio; estaba devastada.

Existía la posibilidad de operarme, pero había cierto riesgo de que fallara en la cirugía. Por no mencionar que, si todo salía bien, mi cuerpo debía aceptar el trasplante y no rechazarlo. Pasé semanas debatiéndome si debía operarme o aceptar el destino y vivir lo que me quedaba de tiempo en la tierra. Pero tras charlarlo con seriedad, y que mi esposo me iba a apoyar cuál sea mi decisión, decidí no hacerme la cirugía.

Algunos dirán que fue egoísta de mi parte, y lo sé, pero tenía una razón: quería disfrutar la vida que me quedaba y crear recuerdos con mi familia. Incluso, vencí los pronósticos que me daban los doctores. Decían que no iba a durar 1 año y terminé viviendo 3 años y medio.

Es cierto que pude extender mi estadía en el plano mortal, pero, ¿valía la pena? Quiero decir, si todo hubiera salido bien, ¿hubiera vivido hasta hoy o solo habría extendido mi vida unos años más? Lamentablemente, esa pregunta no tiene respuesta. Lo único que tengo claro es que viví como yo quise y atesoré cada momento que experimenté.

Finalmente, el auto se detuvo y ya podía ver el lugar donde yacía mi tumba. Una vez que todos salieron del auto, yo traspasé la puerta y me los quedé observando, escuchando su conversación.

—¿Cómo te sientes, amor? —el humano le preguntaba a mi hija.

—Bien… —se oía algo preocupada—. Siempre me pongo igual cuando vengo acá —veo cómo el muchacho toma su mano.

—Descuida, tu padre y yo estamos para hacerte compañía —él le hablaba con demasiada calidez—. Avísanos y entramos al cementerio.

—Estoy bien —ella sonríe—. Vamos, a mi mamá le dará gusto conocerte.

Los tres entraron por el gran portón del cementerio y yo los fui siguiendo hasta su destino.

Ninguno de los tres habló en todo el camino hasta la tumba; también era comprensible, no es el lugar más atractivo para tener una conversación. A no ser que te guste el ocultismo y quieras hablar con los no muertos.

Tras unos minutos, finalmente, habían llegado a mi tumba.

“Margot Wiśniewski, amada esposa y madre”

“Del 02/04/1974 al 03/07/2008”

Todos los presentes se quedaron contemplando mi lápida sin expresarse una sola palabra. Bianca era siempre la más expresiva de la familia, demostrando algo de melancolía en su rostro; acompañada de unos ojos llorosos. Mientras que Robert, aunque estuviera serio, era obvio que se veía afectado. Por eso fue una sorpresa, que el primero en hablar, haya sido el novio de mi hija, Joe.

 —Hola, es un gusto conocerla… —se nota que estaba haciendo su mejor esfuerzo—. Es una lástima que no nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, pero bueno… —él tomaba la mano de Bianca—. Me llamo Joe Calcare, tengo 24 años, a punto de cumplir 25 en unos días, y soy el novio de su hija.

Debo admitir, que se me hace linda su torpeza. Me recuerda un poco a Robert cuando lo conocí, tal vez es un gusto predefinido de las mujeres de nuestra familia.

—Tal vez no lo sepa, o sí, nunca se sabe si estuvo vigilando y cuidando a Bianca en el más allá, pero la conocí hace casi un año; cuando la salvé de un maleante en un callejón y rompí su bastón.

—¡Joe! —la raptor se veía molesta.

—Ya pasó mucho tiempo de eso —él se voltea a ver a su suegro y ve que el hombre del mostacho no se veía muy contento—. Perdón por mentirle todo este tiempo.

—En el fondo sabía que era mentira lo del conductor borracho…

—Y aunque nos hayamos conocido de esa forma tan rara, debo decir que fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida —él sonreía—. Bianca es una chica increíble y una artista excelente. Hemos pasado tantas cosas juntos a lo largo del año que nos conocemos, como puede ser: los entrenamientos en el parque, las múltiples veces que nos juntábamos a tomar café, nuestro primer concierto juntos, la exposición de arte, entre muchas otras cosas —el humano suelta la mano de mi hija y se agacha a dejar las flores que había traído, dirigiendo su mirada a la lápida—. Y las pocas veces que escuché a Bianca hablar de usted, solo puedo suponer, que era una mujer increíble.

Me acerqué al muchacho y le susurré al oído:

—Por favor, cuida de mi hija —y acto seguido, lo abracé—. Confío que serás un buen compañero para ella.

Notó cómo el humano tiembla un poco tras el abrazo, y se veía algo espantado por lo de hace un momento.

—¿Estás bien? —preguntó Robert.

—Sí… Solo tuve un pequeño escalofrío.

Con algo de cautela, Joe se aleja de mi tumba, dejando a Bianca para que pudiera hablar conmigo.

—Hola, mamá. ¿Cómo has estado? —sus palabras revelaban lo vulnerable que se sentía en este momento—. Tengo mucho para contarte desde la última visita, y se me hace difícil con qué empezar —ya sonaba un poco animada mi hija—. Bueno, lo más obvio de todo, estoy saliendo con Joe. Puede ser algo bruto o muy despistado, pero es un gran chico —cada vez, la expresión de Bianca era más alegre—. Por otro lado, hice una nueva amiga, Claire. Es una estegosaurio muy dulce, me invitó varias veces a su club de lectura y pude expandir mis gustos por los libros. También me alegro de que Aurora se lograra llevar tan bien con Claire, al punto que están juntas en una banda.

Mi hija estuvo hablando de varias cosas de su vida, desde las diferentes aventuras citas que tuvo con Joe hasta varios cambios que hubo en su trabajo. Es una pena que no pueda tener una conversación fluida con ella, pero al menos puedo escuchar todas las cosas que está viviendo.

—Y, por último, después de tantos años trabajando con Víctor en el taller de arte, dieron frutos. Una de mis obras fue presentada en una exposición de arte —escucharla tan energética, dibujaba una sonrisa en mi rostro—. Fue una experiencia increíble. Por primera vez en mi vida, sentí que mi trabajo fue reconocido como es debido. Es verdad que hubo muchos competidores, pero me tengo fe de que llegaré a los cinco mejores —su tono de voz era muy optimista—. Y todo gracias a que ti, que fuiste mi primera mentora —los ojos de Bianca se ponen cristalinos—. Voy a volverme una gran artista, para que estés orgullosa de mí.  

No necesitas demostrarme nada, hija. Yo ya sé lo buena que eres. Desde el día en que hiciste tu primera escultura a los 4 años, supe que naciste con un don que Dios te entregó. Te habrá negado la vista, pero tus manos son capaces de crear maravillas que podrían deslumbrar los ojos de cualquier persona. No importa lo que te depara el destino, siempre estaré orgullosa de ti. Porque te amo.

—Chicos —Robert se dirigía a Bianca y a Joe—. ¿Les molesta si me dejan a solas? Me gustaría hablar con Margot.

—De acuerdo, papá. Te esperamos en la entrada del cementerio.

Mi hija tomó la mano del humano y se fueron del lugar, dejando a mi esposo a solas delante de la tumba. Él estuvo varios segundos contemplando la lápida, dejando escapar algunas lágrimas.

—Aún soy un idiota que no le gusta que lo vean llorar —se limpiaba la poca agua que había en sus ojos con la manga de su saco—. No sabes lo que te extraño.

—Ni me lo digas a mí.

—Nuestra hija se volvió toda una mujer —él sonreía—. Y tengo que aceptar, que ya no me necesita.

—Siempre fuiste un necio —empecé a reírme—. Bianca es tan terca y orgullosa como tú, y tan apasionada como yo. Era evidente que en algún momento iba a abrir sus alas.

—Desde que te fuiste, viví con el miedo de que algo le pasara a ella. Me volví un idiota sobreprotector con ella, y agradezco que ciertos individuos hayan llegado a su vida.

—Tampoco te puedo culpar, es posible que hubiera actuado de la misma forma si algo te hubiera pasado a ti —los ojos de mi amado aún estaban cristalinos.

—¿Qué te parece la pareja de tu hija?

—Me parece un chico agradable, aunque me sorprende que sea humano.

—Debo admitir que tuve mis dudas con él, pero a medida que miraba cómo se relacionaban, me recordó mucho a nosotros dos —él sonreía—. Aunque en su caso fue Bianca enseñándole a Joe a escribir en Braille.

—De tal palo, tal astilla —me acerqué y postré mi mano sobre su rostro, aunque él no pudiera sentirla.

—Cuando llegue el momento, espero que nos podamos vernos en el más allá.

—Solo cuando llegue el momento.

—Te amo.

—Y yo a ti —y así, Robert se alejó de mi tumba.

Notes:

Dibujo realizado por @matsujin8

Síganme en mi Twitter/X para estar al tanto de cuando publico los capítulos @Patata2251

Hasta Otra.

Chapter 29: Extra 5

Notes:

Buenos días, tardes o noches, gente hermosa. Regresamos con otro extra y esta vez más a conocer un poco sobre la historia de los padres de Bianca y el como se enamoraron.

Espero que lo disfruten.

Chapter Text

Hay veces que me pregunto cómo es posible que soporte tantas horas de trabajo. En especial cuando el nombre del buffet está en juego con un caso de gran calibre.

El dolor de cabeza, el estrés constante y la sobredosis de café, son mi rutina diaria bajo estas circunstancias. Pero, por suerte, es la primera vez en meses que tengo el día libre.

Y como quería aprovechar mi descanso, organicé una pequeña salida con mi hija; algo que no hacíamos hace tiempo. Para que nuestra tarde fuera entretenida, decidí llevarla a comer a una de las mejores cafeterías de la ciudad, siendo reconocida por su repostería de primera categoría.

Quiero decir, estaba ubicado en uno de los barrios más adinerados de la ciudad, no se podría esperar menos.

En lo que disfrutaba este momento con mi mayor tesoro, no podía esconder mi sonrisa de felicidad al ver el placer que sentía Bianca al comer el pastel de chocolate que se había pedido. Al tener un paladar mucho más desarrollado, las sensaciones que percibía ella eran el doble de fuerte. Y por la expresión que tenía en su rostro, podía intuir que lo estaba disfrutando. Incluso, se me hizo imposible probar un solo pedazo de ese pastel.

Por mi parte, yo estaba gozando de un pequeño budín de limón y un café negro. Nunca fui tan extravagante con mis gustos, y mientras se viera rico, lo comería.

Algo triste de todo esto, es que no podía pasar tanto tiempo con mi hija como yo desearía. Es cierto que ya es una mujer y tiene su vida. Pero como padre, me encantaría poder convivir más con ella.

—Hace tiempo que no hacíamos esto —mencioné en un tono pacífico.

—¿A qué te refieres? —dijo Bianca.

—Entre mi trabajo y tu ritmo de vida, es muy raro que podamos salir los dos juntos —le di un sorbo a mi café—. Dime cuándo fue la última vez que fuimos a tomar algo y a charlar.

—Ese es un buen punto —ella sonreía—. Así que, ¿todo más calmado en el trabajo?

—Por suerte sí —expresé sin mucha emoción—. Desde el caso de Ember Corp, cualquier cosa que llegue al buffet parece un juego de niños —sinceramente, no quiero pensar en eso ahora—. Cambiando de tema, ¿cómo va todo con Joe? —pregunté con escepticismo—. Es raro no verlo en la semana, ¿pasó algo?

—Nada de qué preocuparse. Anda algo ocupado con el tema de su trabajo —las palabras de ella denotaban poca preocupación—. La empresa donde trabaja quiere que todo salga bien para su primer show en televisión y él quiere cuidar todos los detalles que pueda.

—Me alegro por él. Es un buen chico, algo impulsivo, pero no es mala persona.

—Aunque al inicio lo tratabas con bastante indiferencia —Bianca se mofaba de mí—. Incluso daba la sensación de que lo odiabas.

—Yo no lo odiaba —me defendí de esa acusación—. Nada más se me hacía raro que se hicieran amigos tan rápido. En especial por la forma en que lo conociste.

—Puedo darte algo de razón en eso, pero si fuiste un poco agresivo con él un par de veces.

—Y eso no te lo niego —degusto el último pedazo de mi budín y siento cómo el sabor del cítrico invade toda mi lengua—. ¿Y ya sabes algo sobre los resultados de la exposición de arte?

—Lastimosamente no —sonaba algo decepcionada—. Según Víctor, los resultados tendrían que llegar dentro de dos semanas a lo mucho.

—Será duro tenerte tan lejos de mí —me deprimí al decir eso.

—¿Ya das por hecho que voy a ser uno de los cinco ganadores?

—Conociendo tus capacidades, tu talento y todo lo que puedes ofrecer; sería ridículo que no ganaras —lo decía con mucho orgullo.

—Adoro que me tengas tanta confianza, pero hay que ver que determinan los jueces —ella se termina su último bocado de pastel—. Papá, quiero saber algo.

—Dime.

—¿Cómo es que se enamoraron tú y mamá? —mis ojos se abrieron como dos soles.

—Qué pregunta tan específica —una parte de mí sentía un calor en el pecho al recordar a Margot—. Creo que ya te he contado esa historia.

—Sí, pero nunca entraste en detalles —ella apoya sus dos manos en la taza de café—. Y desde hace unos meses, me surgió la duda de saber un poco más la historia —ella me da una bella expresión, intentando persuadirme para que le cuente la historia; cosa que haré encantado.

—Tenemos todo el día —mi voz sonaba un poco nostálgica—. ¿Qué te gustaría saber?

—Todo, desde el principio hasta el final.

—Pues, todo comenzó hace 27 años…

EXTRA 5: She's the one

[14 de agosto de 1997, Polonia]

Siempre fui un chico estudioso, alguien con gran intelecto. Que, si tenía un buen motivante, daba el 200% de mí. En mi universidad era muy común que se hicieran intercambios culturales, y para conseguir uno de ellos, debías estar entre los mejores promedios de tu carrera. El simple hecho de poder viajar a otra parte del mundo, ya era razón suficiente para matarme estudiando y llegar a ser uno de los mejores 10 en abogacía.

Contra todo pronóstico, quedé en el décimo puesto al final del cuatrimestre; esto era un logro para estar orgulloso. Sin embargo, fue decepcionante ver que mis opciones de viaje, no eran los lugares más turísticos o entrañables que me podían ofrecer. Entre mis opciones, la que lucía más atractiva era Polonia. Lo cual, fue un problema. Si fuera por mí, hubiera elegido ir a cualquier país del Reino Unido; más que nada por la diferencia de idioma. Pero como no pude ser, tuve que pasar los próximos tres meses aprendiendo lo básico del polaco. Por suerte, sabía lo esencial para sobrevivir en ese país: cómo pedir indicaciones o entablar una conversación muy básica.

Aunque no todas fueron malas noticias.

Según lo que me dijeron los jefes de mi cátedra, en la universidad de Varsovia se encontraba uno de los mejores abogados que parió este planeta. Ellos mismos afirmaban que estar un año bajo su tutela, era como aprender 4 años de la carrera, provocando que me emocionara aún más con mi viaje hacia Europa.

También era la primera vez que viajaba en avión y que salía del país, fue una experiencia muy interesante. El único inconveniente es que iba a vivir con una familia de acogida; lo cual no era malo. El problema era que estaba lejos de la capital y debía levantarme temprano para tomar el tren.

Después de haber viajado por más de 20h y con el cuerpo destrozado por los asientos del avión, finalmente toqué tierra. Estuve casi una hora haciendo los trámites de migración y esperando mi maleta para por fin llegar a mi nuevo hogar y dormir lo que sea necesario.

Al salir del aeropuerto, me subí a un taxi y le di la dirección al conductor para que me llevara sin hacer muchas preguntas.

Sin que me diera cuenta, me quedé dormido en los primeros minutos de viaje. Y para cuando desperté, ya el taxi se había detenido. El conductor me extendió la mano para que le diera su dinero. Pagado mi traslado, me bajé del taxi y agarré mis cosas.

Al levantar la vista, veo a dos raptors felices mirándome desde la entrada de una casa. La dama es quien se acerca primero a mí y es la que rompe el hielo.

—Ty musisz być Robertem? (¿Tú debes ser Robert?)—la voz de la señora era bastante delicada

—Tak. Przepraszam, jeśli nie wymawiam tego dobrze (Sí. Perdón si no pronuncio bien) —pronuncié lentamente para que me entendieran.

—Nie martw się, mówimy po angielsku (No te preocupes, hablamos inglés)—ella me da una sonrisa gentil—. Jesteśmy nauczycielami języków obcych. (Somos profesores de lenguas extranjeras)

—Qué alivio —un pequeño suspiro salía de mis labios.

—Pero no te hagas ilusiones, que, aunque sepamos tu lengua, acá se habla polaco —dijo el hombre de gran sonrisa—. Mi nombre es Mateusz.

—Y yo soy Natalia. ¿Qué tal el viaje?

—Diría que bien, pero estoy un poco cansado por el jet lag —unas ojeras eran notorias en mi rostro.

—Tranquilo, una vez que te enseñemos la casa y tu habitación, podrás dejar tus cosas y dormir en paz —Mateusz toma mis cosas y las lleva adentro de la casa.

—No era necesario que hiciera eso.

—Tonterías, eres nuestro invitado —exclamó Natalia—. Es probable que mi marido te moleste con algunas preguntas, es que le encanta conocer las culturas de otros países.

—Lo tendré en cuenta —me reí.

Con una cálida bienvenida, me dirijo al lugar que será mi hogar por el próximo año.

(INCISO: DE A PARTIR DE AHORA, LAS CONVERSACIONES EN POLACO ESTARAN EN CURSIVA Y NEGRITA)

Una vez dentro de la humilde cabaña, quedé impresionado con el diseño de la misma. Mi vista no dejaba de dar vueltas y vueltas por toda la casa, viendo cada detalle más interesante que el anterior. Al crecer en la ciudad, se me hace raro ver casas tan rústicas como esta.

—Qué hermoso lugar —los dueños de la morada se veían muy felices por mi reacción.

—Me alegro de que te guste. Si algún día quieres estudiar con calma, puedes ir al patio —señaló el hombre de la casa hacia su derecha.

Caminé hacia esa dirección, y al acercarme a una puerta corrediza de vidrio, podía visualizar el deslumbrante paisaje que ofrecía la naturaleza. El patio era bastante amplio, decorado con un hermoso árbol y varios arbustos con flores en ellas.

Cierto, Margot tenía mucha intriga sobre el invitado —dijo la mujer a su esposo.

—¿Margot?

—Nuestra hija —respondió la dama de escamas marrones—. Tenía mucha curiosidad en conocerte —ella gira en dirección hacia las escaleras y lanza un grito que resuena por toda la casa—. ¡Margot, ya llegó Robert!

Como de sí un temblor se tratará, se escucha el retumbar del piso de arriba, y siguiendo el ruido, este termina en las escaleras. Con mucha velocidad, bajaba una joven raptor de escamas beige, que llevaba un lindo vestido blanco y dejaba ver su hermoso cabello castaño. Lo único que pude pensar en ese momento al verla fue en:

«Qué bellas son las mujeres europeas»

Cuando ella bajó la escalera, estaba eufórica. Pero a medida que pasaban los segundos, su expresión iba cambiando a una de indiferencia. En el instante en que ambos hacemos contacto visual, yo estaba un poco nervioso, mientras que ella se veía un poco… ¿Desilusionada?

Él no es Robbie Williams.

—¿Eh?

—¿Mamá creyó que iba a venir una celebridad a su casa? —Bianca estaba sorprendida cuando se lo dije.

—Esa fue la misma reacción que tuve —me empezaba a reír—. Al parecer, escuchó las cosas a la mitad y ella se imaginó el resto —llamaba al camarero para pagar la cuenta—. Después, con el tiempo, entendí quién era ese tal Robbie Williams y por qué tu madre estaba obsesionada con él en su juventud —por culpa de ella, debo admitir que también le tomé cierto gusto a su música—. Es un cantante que empezó su carrera en una boy band y qué tiempo después se volvió solista —un pequeño soplido salía de mis fosas nasales—. En casa tenemos un disco de él.

—Raro que nunca haya escuchado algo sobre él.

—Es que nunca fue popular aquí en Estados Unidos. Pero en Inglaterra y Europa, sí es más reconocido.

—¿Y qué pasó después? —mi hija estaba intrigada por cómo continuaba la historia.

—Los padres de Margot le explicaron sobre el malentendido y ella estaba muy avergonzada —era bastante chistoso recordar ese momento—. Incluso le costaba verme a la cara los primeros días de la vergüenza que sentía.

El camarero me trajo la cuenta, y en un abrir y cerrar de ojos, ya había pagado el café y la comida con la tarjeta de crédito. Me levanté de la mesa y ayudé a mi hija a salir de la cafetería.

—Con el tiempo, fui tomándole ritmo a mi nuevo estilo de vida en Polonia. El primer mes fue de aprendizaje: aprender los horarios de los transportes, conocer la zona por donde me movía y mejorar lentamente mi pronunciación.

—¿Tanto te costaba?

—Siempre me resultaba más fácil leer, no tenía problema en leer un libro o un texto. Pero cuando tenía que hablar, era muy robótico y poco natural.

Ya en frente del auto, asisto a mi hija a subirse en los asientos de atrás. Cuando cierro la puerta, me dirijo a la parte delantera y subo para arrancar el auto.

—Continuó por donde lo dejé…

Tras haber pasado un mes en Polonia, las cosas ya eran más normales en la casa de los Wiśniewski. Tanto Natalia como Mateusz, me trataban con bastante amabilidad. Con el patriarca de la familia, era con quien tenía mejor química. Era un hombre muy culto, buen conocedor de música y de bebidas. Gracias a él descubrí a compositores de música clásica y un nuevo gusto por el mismo.

Con Natalia, aun siendo muy hospitalaria conmigo, no congeniaba tanto como con Mateusz. Sin embargo, al menos un par de veces, la ayudaba con la cena; lo que hizo que aprendiera muchas recetas.

Ahora necesito que revises cómo va el relleno —expresó en un tono mandón la señora de escamas marrones.

—me dirijo hacia donde se encontraba la sartén y veo que el relleno estaba bien cocinado —. Está todo en orden, ¿necesita más ayuda?

Por ahora no, gracias por la ayuda.

No hay de qué… Voy a leer… un rato en el patio —me tomó un par de segundos formular la oración.

Natalia me miraba con mala cara por mi forma tosca de hablar, parece que le molestó.

—Ya llevas un mes acá y aún te cuesta hablar —un suspiro se escapaba de su hocico—. Espero que eso no te dé problemas en tus clases.

—Por suerte no. Como se me da bien la lectura, estoy al día con mis clases —la mirada de Natalia, que juzgaba lo que decía, provocaba que me pusiera nervioso—. Y como aún no me toco exponer, no me preocupo tanto de mi forma de hablar, aunque estoy intentando mejorar.

—¿Y entiendes cuando te hablan? —me miraba con seriedad.

—En gran parte lo entiendo.

Jak nie urok to sraczka —al escuchar la frase, se me hace confusa.

—Eh…

—Si no es una maldición, son mierdas —dijo con calma—. Confundiste Urok con encanto, ¿verdad?

—Sí…

—Pronto sabrás hablar bien, solo es práctica —ella me da una agradable sonrisa—. Vaya a estudiar. Te avisaré cuando esté la cena.

—Gracias.

Un poco frustrado por percatarme de mi falta de habla, me fui de la cocina y fui a buscar mi libro para repasar los temas de la próxima clase de leyes.

La señora Wiśniewski tiene razón con mi manejo de la lengua, debo mejorar mi labia para no parecer un troglodita al hablar. Pero la conjugación de algunas palabras o la fonética de ciertas sílabas, me resulta difícil de aprender.

Con libro en mano, salí al patio de la casa y me recosté en el tronco del árbol que había ahí. Debo agradecer que, al menos, sé leer polaco sin mayor dificultad. Es cierto que hay algunas palabras que no termino de entender y debo usar el diccionario para saber cómo traducirlas. Pero casi el 90 % de los textos que leo en este idioma, logró comprender qué es lo que dicen en ellos.

En lo que iba siendo abstraído por el libro, una voz tarareando una canción hace que salga del trance y empiece a buscar el origen del sonido. Al levantar la mirada del libro, veo en la ventada del segundo piso, que da al patio, a Margot pintando en un lienzo.

Mi relación con Margot es… decente. Quiero decir, tras lo ocurrido con el malentendido, los primeros días casi no me hablaba por la vergüenza que sentía. Y a pesar de que no hay ningún inconveniente entre nosotros dos, apenas hablamos; más que nada por la diferencia de idioma. Debido a mi pobre manejo del idioma y que ella no sabe inglés, hace muy difícil que tengamos una conversación fluida, solo teniendo breves charlas sobre nuestro día a día.

Después de haber terminado el capítulo en cuestión, cerré el libro y me dirigí a mi cuarto para buscar algo de ropa y darme un baño.

Ya en la parte alta de la casa, recorrí el pasillo hasta que me detuve, a unos metros de la puerta de la habitación, para ver a Margot pintando; ya que la puerta de su cuarto estaba abierta.

En silencio, miraba como la chica de escamas beige, vestida con una falda negra y una camiseta blanca, pintaba en silencio.

Por curiosidad, quería saber qué era lo que estaba haciendo en el lienzo, así que golpeé la puerta para llamar su atención. Al golpear, veo cómo ella se estremece un poco, parece que la asuste.

No me acostumbro a que estés viviendo aquí —expresó un poco sorprendida.

Perdón si te asusté… Tenía curiosidad por tu figura —Margot me mira confundida—. Digo… Pintura —ella se ríe de mí.

Iba a decir que era un poco atrevido de tu parte que te insinuaras así.

Yo no tengo esas intenciones… —siento un pequeño calor en mi cara—. Solo fue un malentendido.

Si tú lo dices —la chica se da media vuelta y vuelve a pintar.

Y… ¿Qué pintas?

Un paisaje, ¿quieres verlo? —comentó en un tono despreocupado.

Sin pensarlo mucho, entré a su cuarto a ver lo que estaba haciendo. Se me hacía curioso ver su habitación, no tenía nada destacable, salvo por la gran ventana que da al patio y varios posters de un chimpancé que cantaba; algo me dice que ese es el famoso Robbie Williams.

Ya a la derecha de Margot, fijé mi atención en el lienzo y quedé perplejo ante lo que había delante de mis ojos; ella había recreado el paisaje que se veía desde la ventana. Estaba asombrado de cómo ella había logrado plasmarlo en el lienzo.

Era un simple paisaje de un bosque en donde el sol se iba poniendo detrás de un monte acompañado de algunos árboles a su alrededor. Pero lo que me impresionaba, era lo idéntico que era la pintura con el fondo; parecía una fotografía.

—Es hermoso.

¿Eso significa algo bueno? —ella no entendía lo que dije.

Eh… Sí. Dije que era hermoso.

—Her…moso —Margot intentaba repetir lo que dije.

La verdad, no lo pronunciaste tan mal —una leve risa había salido de mis labios.

Es que, a diferencia de ti, yo sí tengo buen oído —ella se burlaba de mí.

¿En serio? —veamos si es tan buena—. Dudo mucho que puedas pronunciar todo lo que estoy diciendo ahora mismo —Margot se veía molesta por la provocación que le hice—. ¿Ves que no era tan fácil?

Al menos yo tengo la excusa de que no sé tu idioma —ella me vacilaba, parece que le toqué su orgullo.

Se me hace raro… sabiendo que tus padres son… —me costó continuar la oración—. Profesores de idioma.

Es que nunca tuve la necesidad de aprenderlo —ella jugaba con un mechón de su cabello—. ¿Sabes? Tengo una idea. Yo te ayudaré a mejorar tu polaco y tú me enseñas a hablar inglés.

¿Y a qué vino tu idea?

Bueno, siempre quise ir a Inglaterra —algo me dice que es para conocer a ese cantante—. Y como tu lengua nativa es el inglés, puedes enseñarme una forma más casual de hablarlo y no tan estructurada como sería con mis padres.

Creo que entiendo lo que quieres decir.

Además, no te vendría mal tener un amigo. Porque dudo mucho que con lo tosco que eres al hablar, hayas hecho alguno en la universidad —me toma unos segundos entender lo que dijo, y cuando lo comprendí, me ofendí.

¡Oye!

Solo bromeo —ella se mofaba de mí—. ¿Trato? —me extendió la mano, esperando a que le diera una respuesta.

Trato

—Así que de ahí empieza su historia de amor —Bianca estaba muy entretenida con la historia.

—No exactamente —estacioné el auto y apagué el motor—. Cuando empezamos la clase de idiomas, nos fuimos volviendo buenos amigos —al bajarme del auto, me acerqué a la puerta trasera y la abrí para Bianca. Tomé su mano y la ayudé a salir del mismo—. Es cierto que tu madre me resultaba muy atractiva desde la primera vez que la vi, pero mi cabeza no estaba pensando en ella de forma romántica —al ver que Bianca se había bajado del auto, cerré las puertas y activé la alarma del vehículo.

—¿Y qué fue lo que hizo que te enamoraras de ella? O bueno, ¿qué hizo que ella se enamorara de ti? —estaba intrigada.

—Realmente, no sé en qué momento comencé a sentir algo por ella —crucé mi brazo con el de mi hija y fuimos caminando los dos juntos—. ¿Te parece si sacamos a pasear a Woozie y te sigo contando la historia?

—Me parece bien, el pobre seguramente se muere por caminar —dijo en un tono jovial—. ¿Y cómo eran sus clases de idiomas?

—Se parecían un poco a las que tuviste con Joe un par de veces.

—¿De verdad? —estaba un poco sorprendida.

—Casi todos los días, nos tomábamos un momento del día para las lecciones —era un momento agradable de recordar—. A tu madre, le gustaba actuar y crear situaciones hipotéticas para que aprendiera a hablar adecuadamente. Un día pasaba de ser una camarera de un bar a la jefa de una empresa —me reía de tan solo pensar en eso—. Eran muy divertidas sus clases.

—¿Y cuál era tu forma de enseñarle inglés?

—Como a ella le gustaba mucho la música británica, le exigía a que se aprendiera las letras de esas canciones. Eso le ayudó bastante a aprender sobre cómo se pronunciaban ciertas palabras —llegamos a la casa y saqué las llaves para abrir la puerta—. Obviamente, después le enseñé la parte gramatical y teórica para que pudiera formular las oraciones adecuadamente.

Al entrar a nuestro hogar, somos recibidos por el gusano blanco que se encontraba muy energético y con ganas de salir. Bianca se agachó para acariciarlo y jugar un rato con Woozie. Mientras que yo, busqué la correa para que pudiera acompañarnos en nuestra caminata. Una vez puesta la correa a nuestra mascota, salimos los tres a caminar y a recorrer el parque.

—¿Y han llegado a tener alguna cita cuando hiciste el intercambio?

—A ver… —estaba dudando bastante en qué respuesta dar—. Realmente, nunca tuvimos una cita romántica, si nos ponemos técnicos. Sí, salíamos con frecuencia, pero siempre fue como amigos.

—¿E hiciste amigos en esos tiempos?

—Sí. Más que amigos, eran personas con las que me llevaba bien y salíamos a pasar el rato después de la universidad —de tan solo pensar en ella, hacía que mi rostro se dibujara una expresión de felicidad—. A la única persona que podría llamar amigo o amiga, en ese periodo, era a tu madre…

A lo largo de mi estadía en Polonia, debo decir, que fue una experiencia muy fructífera. Desde conocer a muchas personas interesantes hasta aprender todo sobre la cultura de este país. Pero, sobre todo, creo que lo mejor de este intercambio cultural, fue conocer a la familia Wiśniewski.

Natalia fue como una tía que nunca tuve. Los momentos que pasé con ella cocinando y descubriendo la gastronomía polaca fueron muy interesantes. Ella siempre se preocupaba por mí y me ayudaba con cualquier inconveniente que tuviera en el día a día.

Con Mateusz me convertí en su cómplice para beber en las noches y charlar sobre varios temas. Gracias a él, conocí muchas cosas: el vasto mundo de la música clásica, las distintas tradiciones que se celebran en Polonia y lo fuertes que eran las bebidas alcohólicas en esta parte del mundo.

Y Margot, ¿qué decir de ella? Fue lo mejor de todo este viaje. Fue con la persona con la que más tiempo pasé mis días. Todo lo que hice en este lugar, ya sean visitando lugares reconocidos o ir a descubrir zonas escondidas en la ciudad, Margot era mi compañera de aventura.

Sin su ayuda con las lecciones de polaco, no hubiera sacado un 10 en mi exposición sobre leyes internacionales. Y gracias a mí, ahora ella puede cantar las canciones que más le gustaban a la perfección.

Cada momento que pasamos juntos, fue un lindo recuerdo que atesoraré. El festival de año nuevo, donde Margot vio mi nula capacidad de bailar. La gran odisea de explorar varios países de Europa en una semana, como fueron: Alemania, Países Bajos y Bélgica. O todas las veces que visitamos distintos museos, donde ella, me ilustraba con sus conocimientos en el arte. Aunque lo que más me gustaba, era pasar tiempo con ella en el monte que se veía desde su casa.

Desde hace unos cuatro meses, Margot iba casi todos los fines de semana a pintar los paisajes que le ofrecía ese lugar. En varias de esas sesiones artísticas, decidí acompañarla. Y lo que empezó siendo algo que nació como un gesto amable, lentamente, se volvió en una rutina que esperaba con ansias que pasara. Y todo ese tiempo que compartí con Margot, hizo que cambiara mi perspectiva sobre ella.

Al principio solo la veía como una amiga, alguien con quien compartir un grato momento y hablar de sandeces. Pero, progresivamente, se fue convirtiendo en otra cosa.

Hoy estábamos los dos juntos en el monte. Me encontraba acostado en el césped mientras ella pintaba el paisaje y lo plasmaba con ayuda de su pincel en el lienzo. Margot estaba muy concentrada, sin importar el gran viento que había, ella seguía pintando. Ver su bella figura y su cabello, siendo ondeando por el viento, hacía que una parte de mí se alterara. Y sin pensarlo mucho, me levanté del suelo y me acerqué a ella para poder decirle algo importante.

Cuando me acerqué a ella, estaba asombrado con el trabajo que estaba haciendo.

Es increíble —exclamé con entusiasmo—. Parece una fotografía.

Gracias —ella seguía centrada en su obra—. Quiero plasmar todos los detalles que me ofrecen estas vistas.

En un momento, un vendaval surge en el aire y hace que una corriente de viento casi mande a volar el sombrero que llevaba Margot.

Oye —debo ser valiente—, como la próxima semana regresaré a mi país, decidí en comprarte un regalo.

No tenías que hacerlo —ella se reía.

Claro que debía hacerlo —vamos, Robert, tú puedes—. Es un regalo muy especial —dije de forma energética—. Pero necesito que cierres los ojos.

¿Tan especial es el regalo? —ella se voltea a verme y yo asiento con la cabeza—. Está bien —ella da la vuelta completa, quedando en frente de mí, y cierra los ojos—. Espero que no sea ninguna broma tuya, como la de la última vez.

Por un instante, estuve inmóvil. Tenerla tan cerca de mí, hacía que mi corazón se acelerara.

¿Por qué tardas tanto? —ella se veía un poco ansiosa—. Me mata la intriga.

Dame un segundo… que ya casi lo termino… —me acerqué a ella, con el regalo ya preparado.

No estaba seguro de hacer esto, esto podría salir muy bien o muy mal. Pero al verla detenidamente, y notar su bella sonrisa, supe que tenía que hacerlo. Y una vez que quedé cara a cara con ella, cerré los ojos, y sin miedo a las consecuencias, le di un beso en los labios.

Al inicio, siento cómo ella se estremece un poco por el repentino contacto de nuestros hocicos. Pero a los pocos segundos, ella me envolvió con sus brazos y había aceptado mi regalo. Sentir su pecho contra el mío, y poder percibir el latido de su corazón, se sintió agradable.

Fue muy osado de mi parte, pero creo que esta es la forma en la que me quería despedir de ella. Porque…

—Estar con ella, era como si el tiempo se detuviera —dije en un tono melancólico, mezclado con felicidad—. Ella alegraba mis días.

—Qué tierno —Bianca estaba fascinada con la historia—. Nunca creí que fueras tan romántico.

—Es una faceta poco conocida de mí —miró mi mano, y veo mi anillo de compromiso—. Después de confesarle lo que sentía, le prometí a tu madre que, cuando terminara mi carrera, iba a viajar devuelta a Polonia para casarme con ella.

—¿Y lo hiciste?

—Obviamente —una leve risa se escapó de mi boca—. Si no lo hubiera hecho, tú no hubieras existido —abracé a mi hija y le di un beso en la mejilla—. Pero ese último año de abogacía, fue el mayor momento de estrés que tuve.

—¿Por eso te quedaste sin cabello? —ella se burlaba de mí.

—Posiblemente, pero valió totalmente la pena.

Ya de regresó a nuestro hogar, Bianca desató a Woozie y dejó al pequeño gusano libre por la casa.

—¿Quieres saber cuál era la canción favorita de tu madre?

—Claro —declaró con mucho interés.

—Ve al sofá y yo buscaré el disco.

En lo que mi hija se iba a la sala de estar, yo subí las escaleras hasta mi habitación. Ya en el cuarto, abrí una vieja caja que se encontraba en el ropero que tenía escrito el nombre de mi esposa. Dentro de ella, había un disco de vinilo de su artista favorito; un regalo que le hice en nuestro primer aniversario de casados.

Bajé de las escaleras y fui a donde se encontraba Bianca esperándome. En una pequeña mesa, en la esquina de la habitación, se encontraba nuestro tocadiscos. Y gracias a las pequeñas marcas en el vinilo, sabía dónde colocar la aguja. Y a los pocos segundos, la canción había iniciado.

I was her, she was me

We were one, we were free

And if there's somebody

Calling me on, she's the one

If there's somebody

Calling me on, she's the one

—Este es el famoso Robbie que tanto le gustaba a tu madre.

—Suena bien.

Los dos nos quedamos en silencio. Y a lo largo de toda la canción, mi cerebro empezó a recordar todos los momentos que viví con Margot, desde el primer día que nos vimos hasta el último día que estuve con ella.

—Papá —volteó mi mirada para ver a mi hija—, ¿te volverías a casar?

Esa pregunta era difícil de responder. Hace ya un tiempo esa idea ha rondado en mi cabeza: conocer a otra mujer e intentar salir con ella. Pero desde que conocí a Margot, ninguna mujer causó el mismo efecto que ella provocó en mí.

—No creo.

—¿Y eso por qué?

—Porque, hasta el día de hoy, mi corazón aún le pertenece a ella —acarició el cabello de mi hija—. Además, solo existe otra mujer en mi vida a la que le dedicó toda mi devoción.

—¿Quién? —le doy un beso en la frente.

—Tú —le dije de forma cariñosa—. Porque tanto tu madre como tú, siempre fueron la luz de mi vida —mostrándome vulnerable ante mi hija, la abracé y pude sentir cómo ella me apretaba con fuerza—. Así que, mientras tú seas feliz, yo también lo seré.

—Te quiero, papá.

—Y yo a ti, hija.

[29 de julio de 1998, Polonia]

Fue lindo tenerte en nuestra casa, Robert —dijo Natalia—. Es una lástima que tengas que irte tan pronto.

Sabes que eres bienvenido —agregó Mateusz—. Si regresas a Polonia, avísanos y te prepararemos una habitación.

Gracias —mis ojos hacen contacto visual con los de Margot, viéndola algo devastada con mi partida—. Te voy a extrañar mucho.

Yo… —era evidente que ella se estaba conteniendo las lágrimas—. También te voy a extrañar.

Dejé mis maletas en el suelo y me acerqué hacia donde se encontraba Margot. De forma impulsiva, tomé sus manos y la miré con determinación.

Margot —no sé qué mosca me picó, pero lo que estaba por decir iba a ser una locura—. Quiero casarme contigo.

Todos, incluyéndome, estaban en shock ante mi propuesta de matrimonio. Sus padres no parecían molestos por lo que dije, pero Margot había logrado cambiar el color de todas sus escamas a un rojo intenso.

¡¿Estás demente?! —su expresión era única, que no se podría catalogar con una sola palabra—. ¿Acaso se te zafó un tornillo?

Estoy bastante cuerdo en lo que dije —no me iba a retractar ahora—. Pero, no ahora —apreté con más fuerza sus manos—. Una vez que termine mi último año de universidad, tomaré un avión para regresar acá y proponerte matrimonio como es debido —la seguridad que emanaba en mí era palpable en el ambiente—. Quiero convertirme en un hombre capaz de cuidarte, en un hombre en el que tus padres puedan confiar —ya me estaba dejando llevar por la euforia—. Te amo, Marg…

Y sin que pudiera terminar de hablar, ella me da un beso, sellando la promesa que hicimos ese día.

Chapter 30: Extra 6: El caótico y curioso club de teatro, parte 1

Chapter Text

Cuando era niño, por culpa de las películas y las series que miraba en mi infancia, me hicieron creer que la preparatoria era lo más genial del mundo. Decían que era un lugar increíble. Y ahora, que lo estoy experimentando en toda regla, puedo decir con total seguridad que es la mayor mierda que puedes sufrir en toda tu vida. La peor parte es que aún me quedan dos años más de sufrimiento para poder ser libre de esta prisión llamada Instituto.

Por eso, me propuse tener un año más tranquilo: evitando los problemas y enfocándome en mis estudios. Esto es debido a que, en mi primer año, fui encasillado como un chico problema.

Tenía que no provocar ningún accidente que destruyera parte de la propiedad de la escuela, como el accidente en el salón de ciencias. Pero, sobre todo, debía evitar cualquier pleito que tuviera con algún compañero. Ya que, gracias a mi carácter, fui a detención más de diez veces por haber empezado o participado en alguna pelea.

En un principio, estaba funcionando; la primera semana no hubo ningún problema. Asistía a las clases y después me iba a mi casa. Estaba mejorando mi imagen con los profesores y ya no me miraban tanto en la escuela por causar alborotos. Sin embargo, mi plan de este año se fue al abismo en la segunda semana de clases.

Podré tener muchos defectos: ser engreído, bastante soberbio cuando tengo la razón, ser alguien con una nula paciencia, e incluso, ser un gran imbécil. Pero jamás, voy a ser alguien especista. Y por eso último, es que siempre me la pasaba peleando contra el mismo grupo de abusones de la escuela que me agreden por el simple hecho de ser humano.

—¡No dejes que el skinnie te gane! —gritaba alguien de la multitud—. ¡Llévalo contra los casilleros, Trevor!

El imbécil que me estaba atacando me empujó contra los casilleros, causando que sintiera todo el metal golpeando mi espalda. Tuve que endurecer el abdomen para soportar el impacto de la embestida, pero igualmente, la sensación de dolor era horrible.

—¡Eres hombre muerto! —gritó con mucha ira el dinosaurio de escamas negras.

—¡Se nota que aún no aprendiste! —dije mientras le aplicaba un doble codazo en la nuca a mi oponente. Y tras eso, el pegomaxtas afloja su agarre, permitiéndome empujarlo lejos de mí—. ¡¿Podemos detenernos y dejar de pelear?! —exclamé con un poco de dificultad mientras me cubría el abdomen con mi mano.

—¡¿Y dejarte pasar lo que dijiste?! —Trevor se veía muy molesto.

—Yo solo mencioné lo que ninguno de tus amigos te ha dicho —una expresión vacilona y asquerosa se formaba en mi rostro—. Tu hermana es más fácil que la tabla del cero —y gracias a lo que dije, soy embestido, otra vez, contra los casilleros.

—¡Voy a hacer que te tragues tus palabras! —esas palabras estaban llenas de odio.

Gracias a los entrenamientos infernales que me hizo sufrir Tim en el gimnasio, estoy muy seguro de que me hubiera desmayado tras el choque contra el metal por segunda vez.

Como el muy idiota volvió a dejar descubierta su espalda, aproveché por segunda vez en golpearle la nuca con mis codos con más violencia. Y hay que decir la verdad, esta no era la primera, y posiblemente ni la última, vez que nos ibas a encontrar peleando. Ya desde el año anterior teníamos roces.

Se podría decir que yo inicié esta rivalidad tras cometer el error de provocar a Trevor y a sus amigos tras humillarlos en un partido de básquet en clase de deportes. Y para darme una lección, ellos me atacaron a traición afuera de la escuela mientras regresaba a mi casa. Como no podía dejar las cosas así, un día en el almuerzo, lo encaré a Trevor y le di una paliza que jamás olvidaría. Y desde ese momento, nos volvimos enemigos.

Para evitar que la cosa siguiera empeorando, varios profesores nos intentaron separar a la fuerza. A mí me tuvieron que agarrar entre dos profesores y al pegomaxtas lo agarraron entre cuatro. Éramos como dos garrapatas, no queríamos separarnos del otro. Y cuando Trevor me soltó por culpa de los profesores, yo me abalancé contra él para seguir pegándole. En el momento en que lo derribé contra el suelo, empecé a repartirle varios antebrazos en la cara. Mientras que él, se cubría el rostro y arrojaba algún que otro golpe aislado. Los profesores querían detenerme, pero no sé si era por el miedo a que los golpeara, ninguno quiso intervenir.

—¡Esto parece como las pinturas del paleolítico! —exclamó algún estudiante que estaba disfrutando del espectáculo.

Ambos estábamos siendo unos primitivos, solucionando nuestros problemas a base de golpes. Pero como hombres idiotas que somos, queríamos demostrar quién de los dos era el más fuerte.

Mientras repartía y recibía golpes por partes iguales, todos los presentes se quedan en silencio al oír cómo se acercaban unos pasos muy pesados. Todos sabíamos quién era…

—¡ES SUFICIENTE! —al escuchar la voz del director Spears, supe cómo iba a terminar esto.

Antes de que pudiera hacer algo para evitar lo que se aproximaba, siento cómo los gigantes brazos del director me envuelven por debajo del pecho, haciendo presión en mi abdomen y levantándome con violencia. En un movimiento simultáneo, Spears se tira hacia atrás realizándome su tan famoso Suplex. En el instante en que mis omoplatos y cabeza impactaron contra el suelo, había quedado incapacitado para seguir luchando.

—¡Lleven al señor Calcare a la enfermería! —la ira y hostilidad en la voz de Spears hizo que todos en el lugar se espantaran—. ¡Y usted, señor Klein, a mi oficina!

Siento cómo un grupo de individuos, que seguramente eran profesores, me levantaban con cuidado y me asistían para llevarme hasta la enfermería. Apenas podía mantenerme despierto, y como era de esperar, quedé inconsciente una vez que la adrenalina se fue de mi cuerpo.

Para cuando desperté, tras recibir la técnica secreta del director, me encontraba en la enfermería de la escuela; tendido en la camilla. Al intentar levantarme, sentí un dolor punzante en la parte trasera de mi cabeza y una molestia terrible en el abdomen; sigo sorprendido que aún viva. Volví a recostarme en la camilla y estuve reflexionando sobre la estupidez que había hecho.

En lo que seguía vagando en mis pensamientos, escuché cómo la puerta de la enfermería se abría. Al voltearme, veo entrar al director Spears con su expresión tan estoica que lo caracterizaba. Agarró una silla que había por ahí y se sentó a un costado de mi camilla.

—¿Cómo se encuentra, joven Calcare? —me miraba con seriedad.

—Bien —respondí en un tono juguetón—. No es la primera vez en mi vida que me aplican un suplex. La diferencia es que usted lo aplica con mucha energía —le di una sonrisa descarada para aliviar el ambiente, cosa que fracasó rotundamente.

—Joe —su tono frío indicaba que hablaba en serio—. Desde lo que lleva asistiendo a esta institución, has causado bastantes problemas —ya sé de qué hablará—. Desde los múltiples reportes que tengo de algunos profesores encontrándote en disputas contra otros alumnos hasta ciertas destrucciones a la propiedad de la escuela.

—Lo del laboratorio fue un accidente —declaré—. Además, mis padres ya pagaron todos los daños —me irritaba un poco tener esta charla—. Y sobre las peleas, usted mejor que nadie sabe que la mayoría pasaron fuera de la escuela. Solo algunas ocurrieron acá.

—Eso no es excusa para solucionar sus conflictos con violencia.

—¡Y lo sé! —me exalté un poco—. Pero ese tipo de personas solo entienden a los golpes —siento una pequeña molestia en el abdomen tras haberme alterado—. Mire, entiendo que soy parte del problema. Pero no puede decirme que los otros no son igual de responsables que yo —el neandertal daba un suspiro.

—Joven Calcare, usted no es un mal estudiante. Sus calificaciones son decentes tirando a buenas, una parte del equipo docente no tiene una mala imagen de usted y sé que la mayoría de veces que peleo es porque defendió a alguien —él me miraba con disconformidad—. Pero no puedo obviar los hechos, y usted merece un castigo por lo sucedido.

—Y eso es lo que me frustra —levanté mi torso y lo miré con molestia—. Quien paga los platos rotos soy yo. Mientras que ese grupo de idiotas salen impunes y no reciben un castigo o una suspensión —con una expresión estoica, el director dice uno de sus típicos sermones.

—La situación de cada estudiante es diferente, y como director, quiero hacer todo lo posible para ayudar a cada uno de mis estudiantes —él relaja un poco su expresión y me da una mirada empática—. Le diré un secreto: existen ciertos estudiantes reciben asistencia de profesionales por recomendación mía; otros les recomiendo que hagan alguna actividad extracurricular para mejorar sus habilidades y descarguen toda su energía ahí —la forma tranquila en la que hablaba el director, solo hacía que su mensaje fuera más claro—. No a todos les sirve un castigo y que les digan “no lo vuelvas a repetir”.

—Si lo pone así… —algo de razón tenía—. ¿Cuál será mi castigo? ¿Trabajo de embellecimiento del jardín?

—De hecho, pensé en algo que podría ayudarte —arqueé una ceja al escuchar eso—. Por una semana irás a ayudar al club de teatro.

—¡¿QUÉ?! —casi doy un salto de la camilla tras oír mi condena—. ¿Por qué debo estar con todo ese grupo de afeminados?

—Vocabulario —su tono fue firme y denotaba molestia por lo que dije.

—Lo siento.

—Debido a ciertas quejas de la presidenta del club de jardinería, tu ayuda es más perjudicial que beneficiosa en el jardín de la escuela.

—No soy la persona más delicada con las plantas…

—Y las veces que estuviste en detención en la biblioteca, tampoco es eficiente como método de aprendizaje.

—¿Y por qué el club de teatro?

—Los integrantes de ese club son alumnos que están bien vistos por la mayoría de docentes, siempre son amables con cada nuevo integrante, y sabemos que su mejor amigo forma parte de ese club —él me da una sonrisa—. Creo que sería una buena forma de que se relacione con otros alumnos y no sea tan distante con el resto de sus compañeros

—Básicamente, quiere meterme en un club social —suspiré con cierta frustración al darme cuenta de lo que hizo—. Está bien, aceptaré mi castigo —el director parecía contento con mi respuesta—. Solo espero que no sea tan malo.

—De acuerdo —él daba un pequeño en señal de que estaba contento con mi respuesta—. Cuando se encuentre mejor, intenté reincorporarse a sus clases.

—Esperaré hasta después del almuerzo, si no es problema.

—Está bien, solo espero que cumpla su castigo como el adulto responsable que es.

—Claro que iré —quiero estar lo más lejos posible de mi casa para no sufrir la reprimenda de mi madre por la cagada que me mandé.

—Y otra cosa —miré a Spears con una expresión de cansancio—. ¿Lo veré en el seminario de mañana?

—Por supuesto, técnicamente estoy yendo por obligación —una leve sonrisa se forma en mi rostro—. Solo espero que sea interesante.

—Descuide, me esforzaré de que sea llamativo para todos los presentes —Spears se levanta de la silla y me mira una última vez antes de irse—. El club empieza a las 16 hs, no faltes o lo sabré —y con eso dicho, el director me dejó a solas en la enfermería.

Antes de seguir lamentándome sobre mi castigo, decido dormir una siesta hasta la hora del almuerzo.

En lo que intentaba conciliar el sueño, me puse a pensar sobre qué tan raro será el club de teatro. No conozco a ninguno de sus integrantes, salvo a uno; Francis. Y por lo que me dijo mi colega, solo puedo imaginarme personas extravagantes.

Al despertarme de mi descanso, revisé el reloj de la pared, y al ver que ya había empezado el almuerzo, me levanté de la camilla y salí de la enfermería. Aún tenía cierto malestar por culpa de los golpes que me dio Trevor.

Cuando hice acto de presencia en el comedor, por un instante, varios estudiantes me miraron de reojo. Para acto seguido, ignorarme y volver a lo que estaban haciendo. Evitando las pocas miradas que aún me seguían, me acerqué al buffet para agarrar algo de comida.

Con bandeja en mano, me dirigí hacia el fondo del lugar, en donde se encontraba el único ser vivo en toda esta escuela que consideraba un amigo. Ya más cerca de mi destino, veo a un triceraptop de escamas azules demasiado concentrado escuchando música en sus audífonos.

En el instante en que dejé caer la bandeja delante de él, Francis se quitó los audífonos y me miró con preocupación.

—¿Estás bien?

—Sí —dije de forma orgullosa—. He recibido peores golpes en mis entrenamientos —me siento en frente del triceraptop—. Debo darle gracias a Tim de que sus entrenamientos ayudaron a fortalecer mi cuerpo —Francis tenía una mirada culpable.

—Perdón por causarte estos problemas.

—No tienes que disculparte, fue algo que hice por voluntad propia.

—Lo hiciste porque Trevor me lleva fastidiando desde que arrancaron las clases —se veía algo decaído—. Ya te dije que no tienes que defenderme.

—Sabes que no soporto que alguien se aproveche del más débil —le doy un buen bocado a mi comida—. Eres mi amigo.

—¿Y crees que me dejara de molestar? —se notaba algo nervioso al preguntar.

—Seguramente, gracias a su diminuto cerebro, solo puede concentrarse en una sola persona —le daba una sonrisa—. Algo me dice que ahora toda su atención se va a dirigir hacia mí.

—Entonces volverás a pelearte con él como el año pasado… —él suspiraba—. Solo intenta que no te expulsen.

—Tranquilo, eso no va a pasar.

—Y bueno, ¿qué castigo te puso el director Spears? —el dinosaurio de escamas azules le da un trago a su bebida.

—Por una semana seré miembro del club de teatro —al revelar eso, Francis casi se ahoga.

—¡¿En serio?! ¡Eso es genial! —él se veía muy feliz, hasta el punto de que su cola se movía de izquierda a derecha—. Mi mejor amigo conocerá el maravilloso mundo de la actuación.

—Tampoco te hagas falsas ilusiones, solo voy a dar una mano con las cosas que necesiten.

—Nunca se sabe —Francis agarra su sándwich y le da un buen mordisco—. No te vendría mal clases de actuación, te servirían cuando seas luchador.

—Lo sé, pero, no quiero ser despectivo, pero lo siento un poco gay—al decir eso, Francis me miraba con una cara bastante inexpresiva.

—Joe, tú practicas lucha libre.

—¿Y eso qué?

—Literalmente va de hombres usando mallas ajustadas, tocándose y agarrándose mientras están sudando. ¿No te suena un poco gay eso?

—Es un buen punto —no puedo ver fallos en su lógica—. Cambiando de tema, ¿cómo van las batallas de rap en el muelle?

—Ya estoy en las semifinales —él se veía emocionado—. Ya estoy pensando nuevos versos para ir practicando mi velocidad al responder.

—Eran este sábado las semifinales, ¿no? —él asiente afirmativamente con la cabeza—. Intentaré estar para apoyarte.

—Eso me gustaría.

El resto del almuerzo estuvimos charlando sobre algunos planes que podríamos hacer este fin de semana. Y cuando sonó la campana, cada uno fue a su respectiva clase.

Las próximas dos horas fueron una tortura. Postrar el trasero en la silla y escuchar a los profesores divagar sobre cosas que no me interesaban, hacía que fuera complicado mantener despierto. Para que mi cerebro se mantuviera entretenido, saqué el teléfono de mi mochila y me puse a leer sobre la farándula de la lucha libre.

Se me hace interesante saber sobre el mundo de la lucha libre y lo que escondía detrás de escena: conocer sus secretos, las historias que no todos saben, o incluso, los supuestos rumores sobre posibles regresos o debut tan ansiados. Es por eso, y por muchas otras cosas, que mi objetivo es convertirme en luchador profesional.

Lamentablemente, debo graduarme de la preparatoria; para al menos darles el gusto a mis padres de que su hijo terminó los estudios básicos. Ellos me apoyan con mi sueño, pero debo ser justos y cumplir mi parte del trato. Finalmente, tras varias horas escuchando a los profesores hablar, las clases habían terminado.

En estos momentos estaría regresando a mi casa, pero gracias a mi mal temperamento, soy prisionero por otras dos horas más en la escuela. Por suerte, no voy a estar solo. Tengo la fortuna de que Francis es parte del club, así que, si me siento incómodo, puedo hablar con él y hacer que el tiempo pase más rápido… Eso creía.

De último momento, Francis me mandó un mensaje diciéndome que no iba a ir hoy al club. ¿La razón? Al parecer hubo una fuga de agua en su casa. Y como sus padres se quedaron arreglándola, él debía ir a buscar a su hermana a la escuela; que quedaba a una hora de viaje desde el instituto. No puedo enojarme con Francis, pero algo en mí está bastante molesto de que me dejara solo.

Ya delante del aula donde se reunía el club de teatro, y arrepintiéndome de todo lo que hice en esta mañana, abrí la puerta del salón. Al entrar, soy recibido con una imagen bastante peculiar. De un lado del salón, tenemos un grupito de estudiantes jugando a tirarse una pelota entre ellos y deletreando el abecedario. En el escritorio del profesor, se encontraba a otro chico durmiendo sobre la mesa; se notaba muy agotado. Y en una de las ventanas, había dos chicas que estaban fumando y charlando de algún tema que no me interesa.

Al cerrar la puerta, todos los presentes en el aula dejan de hacer lo que estaban haciendo y se voltean a verme. Por un instante, todos los ojos de la habitación se habían fijado en mí; me sentí como un animal de circo. Tal vez sea porque soy una cara nueva para el club o, simplemente, por ser el único humano en la habitación.

—Supongo que este es el club de teatro, ¿cierto? —ya me estaba sintiendo inseguro en este lugar.

—Efectivamente, mi buen amigo —dijo el dino que estaba tirado en el escritorio—. Este es el hermoso club de teatro.

De un salto, el muchacho de escamas salmón, se levanta del escritorio y se dirige hacia mí. Aun con un rostro que denotaba cansancio, él me da una cálida bienvenida.

—Es un gusto, soy Ernest —el anquilosaurio me extiende la mano.

—Joe —le estreché la mano.

—¿Estás aquí para unirte al club?

—No. Solo vengo por parte del castigo que me impuso el director Spears —jugaba con un mechón de mi cabello—. Dijo que necesitaban ayuda con un par de cosas.

—Es cierto, la presidenta me comentó sobre la situación —aun con un rostro cansado, se nota que está poniendo su mejor actitud.

—¿Y por qué necesitarían ayuda?

—Se debe a que dentro de poco vamos a presentar obra —un pequeño brillo salía de los ojos del dinosaurio—. Llevamos el último año preparándola y finalmente la tenemos.

—¿Y yo estoy aquí por qué…?

—Necesitamos manos extras para mover la escenografía hasta el auditorio, arreglar toda la utilería, ir a comprar las cosas que faltan para la obra... —y así, por los próximos cinco minutos, Ernest me bombardeó con todas las tareas que deben realizar para que el club pueda presentar una mísera obra.

Mientras yo estaba asintiendo y poniendo una sonrisa falsa fingiendo que esto me interesaba, por dentro, estaba maldiciendo a mí yo del pasado por ser tan estúpido al pensar que pelear con Trevor iba a solucionar algo.

—¿Entendido?

—Sí —dije de forma automática—. Aunque parece demasiado trabajo para un grupo de estudiantes.

—Pues, como decimos acá: si algo te gusta, lo darás todo porque salga bien.

—Buena frase —será cursi, pero realmente me gustó lo que dijo—. Y bueno, ¿cuándo empezamos a trabajar?

—Cuando llegué la presidenta y la vicepresidenta —exclamó—. Siempre hacemos un saludo inicial para oficializar el club y luego trabajamos.

—Está bien… —y yo que quería irme lo antes posible.

Estuve esperando un par de minutos a que la susodicha presidenta del club de teatro haga acto de presencia. Y tras una larga espera, finalmente ella apareció.

De un portazo, veo cómo entra al salón una styracosaurus de escamas amarillas que derrochaba carisma y encanto.

—Buenas tardes, mis queridas estrellas. La tierra les dice hola —se veía muy feliz.

—Buenas tardes, Julia —dijo Ernest—. Te veo más animada de lo de costumbre.

—Obviamente, hoy es el primer día en que vuelve a funcionar el club —ella voltea a ver atrás suyo y mira a una spinosaurio—. ¿No estás emocionada, Zoe?

—La verdad sí —respondió la chica de escamas índigo—. Pero nadie es tan energética como tú.

—Veo que hay algunas nuevas caras, aunque no son muchas —ella empieza a mirar por todos lados en la habitación, hasta que se detiene a verme a mí—. Oh… —estaba sorprendida.

—Oh, no… él no… —al parecer, a la vice no le hace tanta gracia que esté aquí.

—Hola… —levanté mi brazo y saludé de forma artificial a Julia.

Julia Adams, para el que no lo sepa, ella es una de las chicas más populares de toda la escuela. Una estudiante con buenas calificaciones, forma parte del equipo de voleibol del instituto y una de las personas menos odiadas de la escuela. En pocas palabras, la chica perfecta para los estándares de una serie juvenil. En lo personal, no la conozco de nada a Julia; no comparto ninguna clase con ella. En cambio, con Zoe…

—¿Qué hace este imbécil acá? —ya no se veía tan alegre como hace un momento.

—También me da gusto de verte otra vez —si ya me sentía incómodo en este lugar, ahora mismo también me siento rechazado.

—Joe, mejor no hables —es muy notorio cómo se aguantaba las ganas de asesinarme—. Aún no te perdono por lo de la clase de ciencia.

—Ya pasaron 7 meses desde eso —desviaba mi vista de Zoe—. Ya tus cejas volvieron a crecer…

—Y recién ahora recuperé el olfato —suspiró—. Es impresionante que me quemaras las fosas nasales.

Antes de que la spinosaurio me siguiera recriminando mis estupideces, Julia la detiene y se acerca a hablarme. Ignorando todo lo que dijo su amiga hace un momento

—Veo que ya conocías a Zoe —se le escapa una risa juguetona—. Aunque no tengo la menor idea de quién eres —sin previo aviso, ella toma mi mano y me la agita—. Soy Julia, presidenta del club de teatro.

—Joe, el único humano de esta escuela —toda su actitud se me hace rara.

—Y uno de los mayores idiotas que la habita… —agregó Zoe.

—Por tu cara y que te encontrabas lejos del grupo, me hace suponer que viniste obligado —comentó Julia.

—¿Tan evidente soy?

—Diría que sí —ella me da una sonrisa—. Pero bueno, es bueno tenerte en nuestras filas.

—Gracias.

Y con todo el grupo de teatro reunido, finalmente íbamos a empezar a trabajar y a mover la escenografía… O eso creía, otra vez.

Estuvieron todos hablando por media hora sobre una fiesta que querían organizar para la próxima semana y eso atrasaba el trabajo de mover toda la utilería de su maldita obra. Y gracias a Jesús Raptor, todos los integrantes del club dejaron de hablar de la fiesta y nos pusimos a trabajar.

En un inicio, el club se dividió las tareas en dos equipos: los que iban a trasladar la escenografía y los que iban a limpiar el escenario. Y para sorpresa de nadie, a mí me mandaron a mover toda la escenografía de un lado hacia otro. En mi ingenuidad creía que iba a ser una tarea relativamente fácil, digo, soy fuerte y no creo que fuera tan complicado de mover la utilería. Qué equivocado que estaba.

Para empezar, la utilería que necesitaban se encontraba en un almacén que tenía la escuela; ubicada en la otra punta de donde se encontraba el auditorio. Otra cosa, para sorpresa de nadie, es que varias partes de la escenografía eran incómodas de llevar, ya sea por su tamaño o lo pesado que era. Así que debía realizar varios viajes cargando cosas por toda la escuela. Y para empeorar todo, aprovechándose de mi castigo, me convirtieron en su mula de carga.

Ya estando lastimado, era molesto mover las cosas. Pero por lo estúpidamente orgulloso que soy, me aguantaba el dolor y seguía realizando mi trabajo. Sin embargo, la peor parte de todo este malestar que estoy sintiendo, es que todo esto, es por mi culpa.

No puedo echarle la culpa a nadie de meterme en peleas porque sí. Quiero justificarme con que la razón fue para defender a mi amigo, pero eso es solo una tapadera. Había muchas otras formas de solucionarlo. Y habiendo varias opciones, siempre opto por la más rápida y la que más problemas me causa.

Mientras seguía lamentándome de mis acciones, siento cómo el árbol de cartón que estaba cargando se sentía más ligero y cómodo de llevar. Al girar mi cabeza hacia atrás, logré ver por el rabillo del ojo a Julia.

—Veo que necesitas ayuda —sonaba animada—. No desistas que ya falta poco.

—No es necesario que me ayudes…

—Si los dos trabajamos juntos, terminaremos antes —logré girar mi cuello y pude ver una mueca de felicidad provenir de ella.

—Gracias.

Ahora que lo pienso, desde que empezamos a mover las cosas de la escenografía solo veía a Julia participando. Y rara vez, algún otro miembro del club.

—Oye, ¿por qué el resto del club no está ayudando en esto?

—Ellos están ordenando el auditorio para que podamos dejar nuestras cosas —debido a un pequeño titubeo, estoy dudando de lo que dice.

—¿Pero de veras es necesario que casi todo el club esté limpiando el auditorio? —sonaba molesto—. No es de malo, pero siento que son vagos —escuché un pequeño suspiro escapar de su hocico.

—Es complicado —había un poco de frustración en sus palabras—. Llevo desde el año pasado intentando que me escuchen y nada. Pensé que, si me volvía la presidenta del club, iban a ignorar que soy más joven que ellos y obedecerían algunas simples órdenes.

—Tendrías que ser más directa y autoritaria —le comenté sin tapujos—. No importa si ellos son más grandes, la líder del grupo eres tú.

—Es que no me gusta la idea de ser mandona.

—No es ser mandona, es ser una líder —¿Por qué le estoy dando tanta importancia a esto? —. Lo que quiero decir, sería mucho más rápido que todos colaboraran y ayudaran a mover esto. ¿O me equivoco?

—No… En eso tienes razón.

—Obvio, siempre la tengo —agregué de forma altanera.

—¿En serio?

—Sí. Casi nunca me equivoco —al decirlo en un tono bromista, ella se ríe de mi comentario.

—Pues seguiré tu consejo para ver si es cierto lo que dices.

Tras llegar al auditorio con el árbol de cartón, vimos que el lugar estaba ordenado y parte del club estaba holgazaneando sobre el escenario. Julia puso en práctica el consejo que le di. Y desgraciadamente, con su tono tan alegre y poco serio, hizo que fuera muy difícil que el resto de los presentes le hicieran mucho caso.

Por suerte, Ernest, como Zoe, decidieron dar una mano con la última parte de la utilería; algo es algo. Y entre los cuatro, terminamos de mover toda la escenografía que faltaba.

Terminé más cansado de lo que creía. Y si le sumamos los dolores de la pelea y que camine por toda la escuela, es sorprendente que siga de pie.

Por un momento creí que mi castigo había terminado por hoy, pero para infortunio, aún faltaba media hora más. En el tiempo que faltaba, nos pusimos a colocar la escenografía en el escenario y fuimos a buscar ciertos materiales para arreglar la utilería mañana. Y en el instante en que vi que el reloj marcaba las seis, me emocioné y salí huyendo del auditorio.

—Bueno, eso fue todo por hoy —salté del escenario hacia afuera, como si no tuviera ningún dolor, y empiezo mi caminata hasta la salida del auditorio.

—Descansa, Joe. Nos vemos mañana —cierto, debo estar toda la semana ayudando aquí.

—Hasta mañana… —y entre lamentos silenciosos, me fui del instituto pensando en que mañana volvería a trabajar como esclavo en el club de teatro.

Y así el martes llegó y mi segundo día de castigo comenzó.

Ya habiendo movido las cosas hacia el auditorio, hoy tocaba reparar toda la escenografía que se encontraba mal trecha. Esta vez, al menos, empezamos directamente y es algo que agradezco.

Mientras estaba ayudando a Francis con un castillo de cartón, tapando agujeros con cintas y pintando las zonas descoloridas, veo cómo un grupo de chicos, que algunos pertenecían al club de teatro y otros no, que se encontraban holgazaneando y no haciendo nada de nada. Sé que es tedioso tener que estar en este lugar, y algunos de esos muchachos están aquí por castigo, al igual que yo, pero me fastidiaba que ese grupo de idiotas no hiciera nada. Dejándome más trabajo a mí.

De repente, escuché un pequeño grito provenir de la otra punta del escenario. Al mirar mejor, veo que era Julia intentando convencer a los vagos de que den una mano. A pesar de que ella tuviera una postura firme que transmitía seguridad, sus piernas temblorosas y su cola enrollada revelaban que en realidad estaba insegura al manejar este tipo de situaciones.

—¡Escucha, princesa! Me importa una mierda, tu club y tu obra —gruño uno de los chicos—. Nosotros estamos aquí porque el gran come mierda de Spears nos mandó a ayudarlos por haberle causado problemas hoy.

—Y lo sé. Por eso les pido que, por favor, solo den una mano con algunas cosas —ella intentaba controlar la situación, pero sus nervios, le están jugando en contra.

—¿Y por qué tendríamos que hacerte caso? —el dino de escamas blancas se levanta del suelo y empieza a acercarse a Julia de forma intimidante—. Todos sabemos quién eres y estoy muy seguro de que sabes que no te voy a escuchar.

—No… no es necesario que te alteres… —tal vez por el miedo, ella retrocede y se aleja del matón.

Por instinto, me levanté con la intención de intervenir, pero siento cómo Francis me toma de la pierna.

—Joe, no te metas en más problemas —él me miraba serio—. Ya faltaría que agravaras aún más tu castigo.

Sé que Francis tenía razón, que no estoy en situación para causar problemas en este lugar. Pero cuando vi a Julia asustada y vulnerable, mi consciencia me estaba insistiendo en que la ayudé.

—Prometo que seré civilizado —me liberé del agarre de Francis y me dirijo a donde estaba Julia.

—Joe…

En ese corto trayecto ya estaba pensando en muchas respuestas y buscando una forma de solucionar el problema sin tener que recurrir a la violencia física. Pero como no se me cruzó ni una idea sólida, decidí improvisar en la marcha; solo espero que no tengamos que irme a las manos.

—¡Amigo! —le grité al chico que estaba amenazando a Julia—. Yo te entiendo, yo odio estar aquí y me gustaría irme a hacer algo mejor —puse mi mejor sonrisa descarada y amigable para poder convencerlo—. Pero como los grandes idiotas que somos, nos metimos en problemas y estamos aquí esclavizados. Así que te pido que des una mano para que nos podamos ir lo antes posible —la expresión haragana que tenía el raptor de escamas blancas me generaba unas intensas ganas de golpearle en la cara.

—A ver, humanito, ¿quién carajos te crees para darme órdenes a mí? —aprovechándose de su altura, él se me acerca cara a cara de forma amenazante. La sonrisa que tenía en la cara se estaba desvaneciendo lentamente.

—Primero, mi querido escamoso amigo, tú no me das miedo —pongo mi dedo índice en su pecho y lo toco repetidas veces—. Segundo, no eres al primer imbécil que me cruzó en mi vida —eso último provocó que el dino se enojara—. Y tercero, sé que eres un cobarde —y ahí dejé que mi lado más atrevido saliera a relucir.

—¿Qué dijiste?

—Lo que escuchaste, sé que eres amigo de Trevor, y te recuerdo muy bien.

La tensión en el ambiente cada vez era más grande, todos los presentes dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se pusieron a ver la escena que habíamos armado. Yo ya estaba con el puño preparado escondido en el bolsillo de mi sudadera. Mientras que él, al ver el movimiento de su cola, sabía que esto iba a terminar mal. Para mi salvación de no empeorar mi castigo, Francis se entromete y empieza a actuar de manera extraña.

—Bro, bro, bro —él se coloca a mi derecha y pone su brazo por detrás de mi espalda, apoyando su mano en mi hombro izquierdo—. Me sorprende que no conozcas a esta bestia —su voz denotaba cierta euforia—. Te voy a dar un consejo, amigo. No pelees contra él.

—¿Eh? —el raptor estaba confundido, al igual que yo.

—Este sujeto, es parte de la mafia.

«Francis, ¿qué carajos?»

Si algo debo decir sobre Francis, es que es un charlatán. Si no se metía en problema por seguirme la corriente, él los provocaba por su boca; algo que teníamos en común. Pero gracias a eso, desarrolló una habilidad única, la seguridad de los locos. Si él dice algo con mucha convicción, es muy probable que le creyeras. Y si la persona que lo escucha es alguien con poca materia gris, tiene un 95% de funcionar.

—¿Mafia? —ya esa actitud haragana e intimidante que tenía, se había transformado en inseguridad.

—Joe —la expresión de Francis era más seria—. ¿Dov'è la libreria? (¿Dónde está la librería?)

¿Stai ripetendo le poche frasi che ti ho insegnato? (¿Estás repitiendo las pocas frases que te enseñé?)

—Sí.

—¿Vuoi che la bugia continui? (¿Quieres que siga la mentira?)

—Sí.

Parece que nuestro pequeño juego de hablar en italiano, fue bastante efectivo para generar miedo en el raptor. Notando que ya teníamos la situación bajo control, me acerqué al raptor y le dije que acercara su cabeza para susurrarle algo.

—Escucha, sé que no entendiste nada, pero te lo resumiré en un idioma que lo entiendas —tomé con fuerza su camiseta e imposté la voz para sonar como el padrino—. Ponte a trabajar o habrá consecuencias. ¿Capichi?

—Sí…

—Solo te advierto, que odio mencionar este detalle sobre mi “familia” —Dios, era muy difícil mantener la compostura y no reírme—. Así que espero no tener que volverlo a mencionar o, si no, irás a nadar con los peces —y sin decir mucho más, el raptor, con el resto de vagos, se fueron a reparar la utilería.

Tuve que esperar a que ellos se alejaran para que no pudieran ver mi cara en estos momentos, porque me estaba conteniendo la risa, al igual que Francis.

—Oye, no te rías —Francis me golpeaba el brazo—. Debes mantener el personaje.

—Pedazo de hijo de puta —me estaba riendo entre dientes—. ¿Parte de la mafia?

—Cuanto más estúpido y surrealista es lo que dices, más creíble es que sea verdad —él también se estaba conteniendo la risa—. Ahora vez porque sirven las clases de teatro.

—En esta te daré un punto.

En lo que nos mofábamos de la situación, siento cómo Julia llama nuestra atención.

—Gracias por interferir —se veía un poco avergonzada—. No me resulta fácil ser firme.

—No hay de qué, pero esta será la primera y última vez que lo haga —me rascaba detrás de la cabeza—. Cuando esto termine, ya no estaré para darte una mano con gente bruta.

—Lo entiendo.

—Julia, eres buena actuando —comentó Francis en un tono amigable—. Solo debes crear un personaje para hacerle frente a estos problemas.

—¿A qué te refieres?

—¿Viste lo que hicimos recién con Joe?

—Sí.

—Bueno, los dos somos muy bocones y nos gusta exagerar las cosas. Así que cuando había algún problema, los dos creábamos un personaje para la situación —el triceraptop se reía—. Algunas veces nos hicimos pasar por vendedores, voluntarios de organizaciones benéficas, incluso fingimos ser celebridades.

—O la técnica de la escalera —agregué.

—¿Técnica de la escalera? —Julia no entendía.

—Se dice que, si vas con una escalera a cualquier lugar y decís que venís a arreglar algo, te dejan pasar sin preguntar mucho —expliqué.

—¿Y les funcionó?

—Creo que 2 de 5 veces —dijo triceraptop mientras se reía—. Pero bueno, mejor terminemos de arreglar las cosas.

—Hágamelo rápido, que hoy tengo un compromiso y no puedo faltar —mencioné de forma imperativa.

—¿Crees que trabajarán? —Julia señaló al grupo de energúmenos del raptor blanco.

—Viendo cómo reaccionó, estoy un 99% seguro de que trabajará —comentó Francis de forma jocosa.

Gracias a las habilidades actorales de Francis y mi interpretación de mafioso, logramos que el trabajo de reparar la utilería terminara mucho antes de lo planeado. También fue divertido hacerle caras, de vez en cuando, a los vagos cuando dejaban de trabajar; era gracioso ver al raptor asustarse cada vez que lo “amenazaba”.

Y debido a mi buena acción, aun faltando una hora para que terminara el club, como forma de agradecimiento, Julia me dejó irme antes. Yo no desperdicié la oportunidad y me fui del lugar.

Fue beneficioso para mí, ya que hoy debía asistir al seminario que Spears había organizado. Y como ya le había prometido que iba a ir, no me podía retractar.

En su momento, muchos creían que Spears me protegía en la escuela por muchas razones: desde que, por ser el único estudiante humano, debía mantener ahí para cuidar la imagen de la escuela hasta que había una relación de contactos entre mis padres y él. Pero la realidad, es que nos conocemos fuera del ámbito académico. Y eso generó en él una percepción distinta sobre mí. Y muchos se preguntarán, ¿en qué ámbito comparto tiempo con Spears? Pues…

—Muy bien, gente, daremos varias vueltas afuera del ring —exclamé para el resto del grupo—. En lo que nuestro invitado se termina de preparar, vamos a ir calentando —es en la lucha libre.

En la escuela de lucha de que soy parte, una vez cada tres meses, hacen un seminario con luchadores veteranos de la ciudad. Para mi sorpresa, el año pasado, descubrí que el director de mi escuela tuvo un paso fugaz como luchador.

Normalmente, cuando Tim se atrasa o le pasa algo, los estudiantes con más experiencia son los que dictan las clases o le dan una mano al coach. Y como ya llevo dos años siendo víctima de los entrenamientos del británico, soy yo quien guía los entrenamientos en estas ocasiones.

Mientras el resto calentaba, yo comencé a rebotar en las cuerdas y a realizar varias caídas contra la lona para ir preparando el cuerpo; era muy probable que hoy sea el muñeco de prueba de Spears.

Finalmente, tras varios minutos, hace acto de presencia un neandertal con una máscara. Para mí es el director Spears. Pero para el resto de mis compañeros, es conocido como…

—Algunos ya lo conocen y otros no. Damas y caballeros, “el primal”.

El neandertal hizo que muchos de los presentes se sintieran intimidados por la figura tan imponente que transmitía.

—Buenas noches, jóvenes. Es un placer compartir mi valioso tiempo con aficionados e interesados en la lucha libre —su forma de hablar era más relajada y alegre, que su versión de director—. ¿Quiénes de acá ya han participado en alguno de mis seminarios? —más de la mitad de los presentes levantaron la mano—. Excelente. Para aquellos que nunca estuvieron bajo mi tutela, mis seminarios se enfocan en pulir las técnicas de agarre y la mejora en la resistencia física —siento su gigante mano postrarse en mi hombro—. En lo que llegue mi buen amigo Tim, Joe será mi asistente en todo este entrenamiento.

—¿Qué tienes preparado para todos nosotros? —estaba un poco entusiasmado con el entrenamiento de hoy.

—Lo primero que veré es cómo realizan los movimientos más básicos de la lucha libre y luego les enseñaré un par de secuencias que podrán usar en un futuro, ¿está claro?

—¡Sí, coach! —todos en la clase gritaron al unísono.

—Pues vayan subiendo que empezaremos con los rolls y las caídas.

Ya he tenido de entrenador a Spears en varias ocasiones, pero nunca me canso de aprender de él y su técnica. Muy pocos conocen su pasado como luchador, nunca fue muy popular fuera del circuito independiente. Pero aquellos que conocen su legado, saben que tenía mucho talento.

Para su edad y su gran tamaño físico, aún conservaba algo de agilidad. No será tan rápido, pero era lo suficientemente veloz para levantarse del suelo y continuar una secuencia de lucha.

El primer tramo del entrenamiento se resumió en Spears corrigiendo y ayudando a todos los novatos con los movimientos básicos, desde el detalle más pequeño hasta el más importante. También se tomaba el tiempo de ayudar a cada uno en pulir su técnica, aun si eso significaba en que la clase se demorara; por suerte, no éramos tantos estudiantes.

Después de la primera parte del entrenamiento, empezó la parte divertida: las secuencias. Como el Coach de día de hoy necesitaba alguien que lo ayudara a mostrar las movidas, fui su compañero en todo lo que duró esta parte.

La primera secuencia que nos enseñó, fue un ida y vuelta que favorecía a los luchadores más ágiles. Esta iba a iniciar conmigo fuera del ring, con la idea de que entrará con rapidez hacia el cuadrilátero y que esquivará el golpe que me lanzará el oponente. Para acto seguido, mi rival me atrapará y me levantará con la intensión de realizarme un bombazo, logrando invertirlo en unas tijeras y arrojarlo a mi adversario contra el esquinero. Finalizando la secuencia con un doble rodillazo en la cabeza.

—¿Listo?

—Sí —y cuando uno de los alumnos toca la campana, salí disparado hacia el ring.

Me deslicé por debajo de la primera cuerda y me levanté en el instante en que mis pies entraron al ring. Viendo que Spears venía a atacarme con un lazo al cuello, voy en velocidad contra él y hago una estocada para esquivar golpe; sintiendo el aire siendo cortado por su brazo. Cumplida la primera parte, giró para rebotar en las cuerdas e ir contra el neandertal.

Para facilitar el trabajo, doy un salto y él me atrapa para luego levantarme. Ya sentado en sus hombros, cierro mis piernas en su cabeza, y al simultáneo, ambos hacemos nuestra parte en la movida para que la tijera se vea devastadora.

Tras mandar al Primal hacia el suelo, él se arrastró hasta el esquinero para estar en posición. A su vez, yo me levantaba de un salto y voy directo hacia donde estaba el enmascarado para impactar con mis rodillas en su rostro. Antes de que mis rodillas golpearan contra mi rival, abrí un poco las piernas para dejar una pequeña abertura con la intención de proteger su rostro. Ya una vez realizado el impacto, la secuencia había finalizado

—Quiero que logren esa intensidad cuando realicen la secuencia —dijo Spears mientras se levantaba de la lona—. Formen parejas e iremos trabajando uno por uno la secuencia.

Me bajé del cuadrilátero y fui a donde se encontraba Spears. Ya a su lado, nos quedamos viendo al resto del grupo realizando la secuencia y corrigiendo los fallos que cometieran.

—Bien hecho, Joe —sonaba orgulloso—. Desde la última vez que te vi, mejoraste espléndidamente.

—Gracias… Eh… No sé cómo referirme a usted —comencé a reírme de forma nerviosa.

—Como no estamos en la escuela, puede hablarme de forma informal.

—Lo sé, pero referirme a usted con su nombre de pila o de luchador, se me hace complicado —volteó mi mirada hacia el ring—. Estoy acostumbrado a llamarlo por su apellido.

—Entonces aceptaré que me digas Spears —ojalá viera esta versión relaja de él más seguido en el instituto—. ¿Cómo te va tratando la vida? —ya sonaba más a su versión de director.

—¿Se me permite usar lenguaje vulgar?

—Pues, no estamos en la escuela.

—Digamos, que no estamos en la mierda —dije en tono jocoso—. O sea, mi familia y yo estamos bien. Pero el castigo que usted me impuso en la escuela, es bastante irritante.

—Por lo que me dijeron, lo está haciendo bien —me sorprendí al escuchar eso—. Estuve hablando con Julia hoy al terminar los clubes y me dijo que estás haciendo un buen trabajo.

—Solo estoy haciendo lo que debo —levanté los hombros de forma despreocupada—. Prefiero dar una mano y que no me fastidien.

—No me refería a eso.

—¿Es por lo de hoy? —él asiente con la cabeza.

—Recurriste al diálogo para arreglar un problema e hiciste que todos trabajaran. Nada mal.

—Sí, más o menos fue eso —mejor no digo que lo amenacé para que trabajara.

—Cambiando de tema, Tim me pidió que te dijera esto.

—¿El borracho no va a venir? —Spears se reía.

—Aparte de eso, me pidió que te examinara y viera si estás preparado o no para tener tu primera lucha oficial —mis ojos se abren como dos faroles—. Y viendo tu performance, creo que podría darte el aprobado.

—Eso quiere decir…

—Tienes que prepararte para tu próximo debut —una sonrisa se dibuja en mi rostro, haciendo imposible que pueda ocultar mi felicidad.

—No puedo creerlo, debo pensar en muchas cosas antes de luchar.

—Todo a su debido tiempo, Tim debe conseguirte esa lucha aún —ambos escuchamos un fuerte golpe contra la lona y vemos que uno de los chicos se había golpeado feo—. ¡Muchachos! ¡Sean más cuidadosos! —el grito del neandertal casi me deja sordo.

El resto del seminario fue bastante entretenido. Spears estuvo más presente y ayudando a toda la clase a mejorar su técnica. Mientras que yo, era usado como muñeco de trapo y usaba mi cuerpo para demostrar cómo se realizaba cada movida.

Pero no importaba que mi cuerpo doliera mañana. No importaba cuál sea la tarea que viniera del club de teatro. Nadie podría sacarme la alegría que estaba sintiendo en estos momentos. Después de dos arduos años de trabajo y sacrificio, finalmente cumpliré el primer paso para convertirme en un luchador.

Chapter 31: Extra 7: El caótico y curioso club de teatro, parte 2

Notes:

Buenas a todos, espero que tengan un gran día o hayan tenido un gran día.

Al final de capitulo contaré algo de la situación personal mía (nada malo, quédense tranquilo) para dejar pactadas algunas cosas.

Y sin más dilación, disfruten de este extra.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

El miércoles llegó y he de admitir que hoy fue un gran día. Es posible que la noticia de que iba a debutar como luchador, causó que estuviera de muy buen humor. Y si le sumamos que hoy el club de teatro no se reunía, solo generaba que mi cuerpo desbordara dopamina. Es raro pensar que hoy tengo el día libre, a lo mejor podría llamar a Roxy y a los chicos para preguntar quiénes están libres para pasar el rato en el muelle.

Sin embargo, para mi desgracia, tras terminar la clase de historia. Veo cómo una mancha de color índigo se me acercaba con una expresión de molestia.

—¡Grandísimo y reverendo pendejo! —para que Zoe me insulte de esa manera, debe estar muy enojada—. ¿Sabes lo que causaste?

—Que yo sepa, en las últimas 24 horas, no cause ningún problema.

—Pues para tu sorpresa, sí que lo hiciste —ella se toma un tiempo para respirar y no querer asesinarme con sus manos—. La mitad del grupo de teatro decidió abandonar el club. Y todo gracias a ti.

—Pon un freno, chica —la detuve con la mano antes de que siguiera hablando—. Yo no hice nada para hacer que sus integrantes abandonaran el club —me puse a la defensiva—. Mira, yo sé cuándo hago mal las cosas, pero en los dos días que fui su mula de carga no hice nada malo —la spinosaurio se agarraba la sien con sus dedos.

—Resulta que tu discusión ayer y tu actitud amenazante, fueron motivo suficiente para que quisieran dejar el club.

—¿Es una puta broma? —estaba con una expresión de desconcierto al escuchar eso.

—No es ninguna broma.

Me tomé varios segundos antes de dar una respuesta, pensando en la gran estupidez que acabo de escuchar.

—O sea, ¿es mi culpa que ellos no quieran estar en su club? Solo le dije a un idiota, que estaba castigado como yo, que se pusiera a trabajar —esto me estaba generando bastante rabia—. Además, estoy seguro de que esos estudiantes ya iban a dejar el club mucho antes de que yo apareciera —por suerte, pude contener mi frustración de esta acusación—. Solo aceleré el proceso.

Por la expresión de Zoe, sabe que tengo razón en lo que digo. Pero aun con eso, su expresión de ira no cambió nada.

—Puede ser. Pero ahora, por falta de estudiantes, nuestra presentación está en peligro de ser cancelada.

—Vaya, qué pena —el tono sarcástico solo hizo que la chica de escamas índigo se enfadara aún más—. Me alegro de que me contaras tus problemas, pero eso ya no es asunto mío. Nos vemos el jueves después de clases —cerré mi casillero, y antes de que me pudiera ir, Zoe me detiene.

—No tan rápido, Joe —si debo reconocerle algo a esta loca, es que es persistente—. Cómo, de manera directa o indirecta, provocaste este problema, nos vas a ayudar al conseguir nuevos miembros para el club —me volteó a verla con disgusto.

—Pasó —vuelvo a ignorar a Zoe y continué mi caminata.

—Si no nos ayudas, le diré al director sobre la copa de los tontos.

Al oír eso, me detengo en seco y quedé duro como estatua en el lugar.

—¿Cómo carajos…sabes de eso? —tragué saliva al preguntar eso.

—Tengo mis contactos. Y algo me dice que, si eso se revela, serías expulsado.

La copa de los tontos era un secreto que solo sabían los hombres que habían participado en ella. Y juramos, por nuestras vidas, que nadie externó a esa competencia, supiera de ella. Si esa información se hace de conocimiento público, las vidas de varios estudiantes estarían en peligro. Creo que no tengo muchas opciones.  

—Si los ayudo, ¿no dirás nada?

—Si no hice que te expulsaran tras quemarme las cejas, no lo haré ahora —estoy obligado a confiar en ella.

—Los ayudaré… —ella se me acerca y me da un golpe en la espalda.

—Es bueno que seas considerado, nos vemos en el almuerzo.

Zoe se aleja muy feliz tras conseguir lo que quería. Mientras que yo me recuperaba de haber sentido cómo mi alma se iba de mi cuerpo.

—Juro que voy a matar al que le haya dicho sobre la copa —musité para mí mismo.

Sabiendo que mi libertad fue arrebatada por mis idioteces del pasado, pasé la próxima clase lamentándome de todas mis decisiones que hice a lo largo de mi vida. Ahora la frase “cada acción tiene una consecuencia” cobra mucho sentido.

Con el ruido de la campana señalando la hora del almuerzo, me reuní en el comedor con los pocos integrantes que quedaban del club de teatro. Para la sorpresa de nadie, los pocos integrantes que quedaban eran las personas que trabajan en el club. Por decisión de Julia, se propuso que debíamos separarnos en 2 grupos; con la intención de abarcar más territorio y acelerar el trabajo. Zoe, como la reina de los aguafiestas, me prohibió que hiciera grupo con Francis. Ya que, según ella, insistía en que yo iba a ser una mala influencia para él y que íbamos a holgazanear; lo cual era cierto. Así que, por descarte, me tocó hacer equipo con Ernest y Julia. El lado bueno de todo esto, es que voy a perderme las clases. Pero el lado malo, es que debía pasar las próximas dos horas recorriendo la escuela y fingiendo que me interesaba esto.

En lo que empezamos a explorar la escuela para buscar pobres almas que estén interesadas en actuar, me mantuve en silencio escuchando la conversación de Ernest y Julia sin prestar mucha atención. Por lo poco que pude retener en mi cabeza, parece que están hablando de esa fiesta que llevaban hablando desde el lunes. Y sin previo aviso, escuchó cómo la robusta voz de Ernest me llama por mi nombre.

—Joe —el anquilosaurio me daba una sonrisa—. ¿Por qué la cara larga?

—No es nada —desvía mi mirada.

—Vamos, puedes decirnos —tampoco es que fuera un secreto lo que quería decir.

—¿Les molesta si soy honesto?

—Para nada —dijo Julia.

—No me interesa en lo más mínimo su club —fui directo con mi comentario—. Respeto que a ustedes les guste y le pongan empeño, pero no quiero estar aquí.

—¿Y pensaste que eso nos iba a molestar? —comentó Ernest en un tono jocoso—. Desde que entraste por primera vez al club, era evidente que te estabas muriendo por dentro.

—Ni que lo digas —agregó Julia—. Ver sus diferentes caras de sufrimiento al escuchar nuestros proyectos o planes, también lo delatan.

—Es irónico. Con lo expresivo que eres, serías un gran actor —los dos miembros del club de teatro se empezaron a reír de la situación.

No sé cómo sentirme ante esto. Normalmente, a la gente le disgusta que le digas este tipo de cosa. O, por lo menos, a la gente que conozco. Es la primera vez que se ríen de mí tras decir uno de mis comentarios frontales.

—No nos molesta que no te guste estar aquí —la styracosaurus me da una sonrisa amigable—. Lo que valoramos es que te tomarás el tiempo de ayudarnos.

—Me gustaría que fuera así —dije algo avergonzado—. Pero dadas las circunstancias, esto lo estoy haciendo obligado —suspiré—. Y todo por culpa de Zoe.

—¿Tan mal se llevan? —preguntó Ernest.

—No nos llevamos bien, pero no llegamos al odio; aún —era un poco incómodo contarlo—. Pero el año pasado éramos compañeros en la clase de ciencia. Y bueno, por mi torpeza, causé una explosión y le quemé las cejas —una risa nerviosa se me escapaba—. Desde ese día ella me tiene de mala.

—¿Así que tú eres el famoso revendo pendejo? —Julia se empezaba a reír a carcajadas—. No tienes idea de lo que te detesta, Zoe.

—Gracias a ti, por un par de meses, jugábamos con su cara y le dibujábamos cejas diferentes —Ernest también se mofaba de la situación.

—Veo que soy conocido…

—Bueno, ahora entiendo mucho mejor la reacción de Zoe al verte en el club —Julia nos miraba a los dos—. ¿Listo para convencer a los estudiantes a que se unan al club de teatro?

—No —respondí tajantemente.

—Una lástima, porque tendrás que hacerlo —ella se mofaba de mí.

Y así, pasé el resto de la tarde con Ernest y Julia recorriendo los pasillos de la escuela y hablando con varios estudiantes para que se unieran al club de teatro.

En un inicio se me hacía tedioso hacer esto. Pero gracias a la charla que me daban tanto Ernest como Julia, hacían que el tiempo pasara un poco más rápido. Me hizo sentir un poco mal lo patán que estoy siendo con ellos dos, porque a pesar de mi negatividad, ellos siempre estaban animados. Y en toda la tarde, fui conociendo de mejor manera a ellos dos.

Ernest era un agradable sujeto, se podría decir que era alguien tranquilo. Tal vez mi primera impresión que tuve de él era de alguien perezoso, ya que lo encontré dormido en el escritorio. Pero mientras más hablaba con él, más comprendía el porqué de su actitud.

El anquilosaurio de escamas salmón estaba cursando el último año, y debido a la presión de sus padres, él estaba buscando conseguir una buena recomendación para ir a una universidad prestigiosa. Es por eso que, debido a todo el estrés y las largas horas de estudio, es que siempre está cansado. También mencionó que, el año pasado, él era el presidente del club de teatro y su plan era seguir siéndolo. Pero con sus nuevas responsabilidades, él le designó ese rol a la joven más entusiasta del club.

Por mera curiosidad, le pregunté por qué aún seguía en el club. Quiero decir, el pobre muchacho hace un montón de cosas y aún le quedan fuerzas para formar parte de un club. Y con una sonrisa dibujada en su rostro, él me miró y me respondió:

—Porque amo hacer esto —su voz transmitía mucha pasión—. Es algo que me ayuda a calmar mis ansiedades y disfruto de pasar el tiempo con gente muy talentosa —Julia se alegraba al oír eso—. Si amas hacer algo, no importan las dificultades que haya, no lo vas a dejar de hacer.

En cierta forma, puedo simpatizar con ese sentimiento. Es verdad que no me interesa en lo más mínimo el teatro. Pero al escucharlo hablar de esa manera, me recordó a lo que yo siento por la lucha libre.

Y, por otro lado, conocer un poco más a Julia hizo que comprendiera por qué ella era tan popular en la escuela: era amable, considerada y muy divertido hablar con ella. Pero, sobre todo, desprendía un carisma natural que hacía imposible que la odiaras.

Verla interactuar con los diferentes estudiantes que nos cruzábamos y cómo les hablaba con tanta energía, podría llegar a convencer al más escéptico en unirse al club. Y si la rechazaban o le hablaban de manera maleducada, ella contestaba con amabilidad y te deseaba un buen día, dejando consternado al otro.

Si yo hubiera estado en su lugar, es muy probable que le hubiera respondido de igual o peor manera; pero ella no. Siempre estaba con una sonrisa y muy optimista, al punto de que llegaba a ser empalagoso.

Después de haber estado una hora recorriendo la escuela, Ernest propuso que nos dividiéramos; yo con Julia y él se iba solo. Ya para este punto, era agradable estar con cualquiera de ellos dos, así que no me molestaba. Y viendo que no quedaban muchos lugares para visitar, nuestra última parada fue ir a ver al club de atletismo de la escuela.

Al entrar al gimnasio, donde se encontraban entrenando la mayoría de sus integrantes, el capitán del equipo se voltea a vernos y se sorprende al verme a mí.

—¿Es una broma? —él se acerca riendo hacia nosotros dos—. ¿Rechazaste mi propuesta de unirte al equipo para ir a hacer teatro?

—No es lo que crees —expresé en un tono irritante—. Pasaron cosas.

—Conociéndote, seguramente hiciste otra de tus tonterías —el capitán se burlaba de mí.

—Derek, no estés molestando —respondía Julia con un tono bromista y sarcástico—. Qué recuerdo muy bien que el año pasado fuiste el mejor actor de la obra.

—¿Y qué quieres que diga? Tengo muchos talentos —él se reía—. Solo se me hace curioso verte con el humano —una mueca burlesca se reflejaba en su rostro—. Sé lo irritante que puede llegar a ser, Joe.

—Púdrete —le sacaba el dedo del medio—. Nada más estoy aquí por obligación.

—¿Te amenazaron? —él se mofaba de mí—. Tiene que ser algo muy chungo para que alguien como tú esté haciendo esto.

Sin pensarlo mucho, solo dije dos palabras y el ambiente cambió.

—La copa —al escuchar eso, Derek dejó de reír y me miró seriamente.

—¿Quién te amenazó?

—Zoe.

—¿Cómo sabe de eso?

—Eso voy a averiguar.

—Disculpen —Julia se veía confundida—. Pero, ¿A qué se refieren con “la copa”?

—¡NADA! —gritamos los dos al unísono.

—Ok… —estaba un poco asustada de nuestra reacción—. Bueno, ignorando de lo que estén hablando ustedes dos, vinimos a preguntarle a tus compañeros si están interesados en unirse al club de teatro.

—¿Otra vez están cortos de miembros? —preguntó el baryonyx.

—Desafortunadamente —Julia se veía un poco desanimada.

—¿No es la primera vez que pasa? —pregunté con incredulidad.

—Por lo que sé, desde los últimos 3 años, el club de teatro siempre sufrió varias bajas —me explicó la styracosaurus de escamas amarillas—. Por eso, siempre intentamos buscar nuevos integrantes o gente interesada en colaborar. Como Derek.

—¿Te gusta actuar? —me impresionó descubrir eso.

—Un poco —respondió él—. En un inicio, estuve en el club, pero como me iba bastante bien en los deportes, terminé dejándolo y uniéndome al equipo de atletismo.

—Sin embargo, cuando necesitamos una mano, Derek siempre está para apoyar el club —exclamó Julia con alegría.

—Para darle una mano a mis amigos, lo veo perfecto —él sonreía—. Sin embargo, no creo que a ninguno de mis muchachos les interese unirse a su club.

—¿Al menos podemos intentarlo? —dije sin pensarlo.

Tanto Julia como Derek me miraron sorprendidos.

—Claro, pero no se hagan ilusiones.

—Gracias —dijo Julia con entusiasmo.

Pasamos los próximos quince minutos hablando con todo el equipo de atletismo. Lamentablemente, nadie estaba interesado; aunque no todo fue perdido. Ya que Derek dijo que, si de verdad necesitaban una mano y no afectaba sus responsabilidades como capitán del equipo, podría colaborar con el club de teatro.

Con Julia, feliz tras haber conseguido a un miembro de emergencia, salimos del gimnasio. Solo faltaban 20 minutos para que terminaran las clases, y como ninguno de los dos era tonto, decidimos matar el tiempo en las escaleras hasta que sonara la campana. Cuando nos sentamos, me volteé a ver a Julia y comenzamos a charlar.

—Debo reconocer, que fue divertido —expresé en un tono sereno—. Ustedes hicieron divertido el caminar por la escuela.

—Me alegro de que no fuera una tortura —ella se reía—. Incluso me sorprendió que insistieras en hablar con el club de atletismo.

—¿Y qué quieres que te diga? Creo que Ernest y tú me contagiaron su pasión por el teatro.

—¿Acaso ahora te interesa unirte a nuestro club? —se me acercó y me golpeó el brazo con su codo.

—En tus sueños —me reí un poco—. Solo vi que era importante para ustedes y no pude hacer caso omiso.

—Te lo agradezco.

La chica de escamas amarillas se veía un poco dubitativa, como si quisiera decir algo, pero a su vez no.

—¿Está todo bien? —al preguntarle, ella me mira un poco distraída.

—Sí, solo es que me dejé llevar por mis pensamientos —se veía un poco nerviosa—. ¿Puedo ser honesta contigo?

—Adelante.

—Sé que fue Zoe la que te dijo que vinieras a ayudarnos. Y también sé que te obligo a venir diciendo que era tu culpa la pérdida de miembros.

—Sí… ¿A qué viene esto?

—En realidad… fue una mentira que le dije a ella —se veía culpable—. La real razón de por qué esos chicos dejaron el club de teatro, es debido a que yo les insistí en que se largaran —estaba anonadado tras escuchar eso—. Tomé tu consejo de ser más firme y les dije sus verdades a esos chicos —ella no podía verme a los ojos. Cada vez que la miraba, ella apartaba su mirada—. Que ya sabía que se unieron al club para aprovecharse de ciertos beneficios y saltearse las clases.

—¿Y por qué le mentiste a Zoe con que fue mi culpa?

—Va a sonar muy tonto… —se veía avergonzada—. Porque quería asegurarme de que si vinieras ayudarnos.

No sabía cómo reaccionar a eso. De todas las respuestas que mi cerebro pudo pensar, la que nunca se cruzó por mi cabeza era esa.

—Ahora me surge otra pregunta… —la miré con curiosidad—. ¿Por qué querías que yo estuviera?

—Quería conocerte un poco más —tenía una sonrisa nerviosa—. Te me hiciste una persona interesante y me agrada tu personalidad —ella me miraba apenada—. Además, si tú nos acompañabas a convencer a la gente para que se uniera, íbamos a demostrar que cualquier persona es bienvenida.

—¿Así qué me usaste? —balbuceé sin mucha emoción.

—Sí —se veía triste—. Perdón por obligarte a hacer esto. Pero es que no quiero que el club deje de existir y… recurrí a medidas desesperadas —ella se tapaba la cara y no podía verme a la cara—. Sé que estuvo mal y que no debía hacerlo. Fui una idiota por hacer esto —parece que está siendo honesta con lo que dice.

Realmente, no sé cómo sentirme en este momento. Es raro, porque estoy molesto por ser engañado. Pero a su vez, al menos agradezco que haya sido honesta conmigo; valoró eso de las personas. Y no puedo mentir, se me hizo entretenida pasar tiempo con ella y Ernest.

—La verdad, si estoy un poco molesto —estaba serio—. Sabes que no tengo interés en esto e igualmente buscaste una forma de que yo estuviera —por la expresión en su rostro, Julia se sentía culpable—. Pero también, fue divertido pasar el día contigo y con Ernest. Tal vez podría hacer la vista gorda y dejarla pasar.

—¿De verdad?

—Solo si me prometes que no me volverás a mentir, ¿ok? —intenté poner una cara más alegre para que no se sintiera incómodo el ambiente—. Si de veras querías hablar conmigo, solo debías decírmelo.

—Está bien —ya más tranquila, regresa a su estado alegre—. Si hubiera sido yo la que te hubiera preguntado, ¿habrías aceptado ayudarnos? —me volteé a verla y cuando nuestros ojos hicieron contactos, fui honesto con ella.

—No. Hiciste bien en engañarme para qué aceptará —ambos nos empezamos a reír por la situación.

—Lo sabía.

El ruido de la campana y la muchedumbre de estudiantes saliendo de las aulas, señalaban que las clases habían terminado.

—Bueno, hoy no hay club de teatro —ella me dijo en tono relajado—. Así que te puedes ir, eres libre.

—Gracias.

—¿Te veo mañana?

—¿Tengo otra opción? —dije de forma bromista.

—Yo creo que no —la styracosaurus se veía contenta—. Nos vemos luego, Joe.

—Lo mismo digo —me despedí con un simple pulgar arriba y me fui de la escuela.

A la mañana siguiente, me encontraba en el tejado de la escuela, descansando y escapándome de las primeras materias del día. Normalmente, el tejado estaba cerrado con llave y ningún estudiante tenía acceso a ella. Pero gracias a las técnicas que me enseñó mi padre, aprendí a abrir la cerradura usando un broche de pelo.

Una parte de mí ansiaba de que ya terminara mi castigo, tan solo me faltaban dos días más y era libre de mi condena. ¿Extrañaré el club de teatro? Por supuesto que no, no miento que las tardes fueron algo entretenidas. Pero si no lograron convencerme y venderme de que la actuación es lo más cool del mundo, dudo mucho que me una a sus filas.

Estaba tirado en el suelo viendo el cielo escuchando a Francis hacer un freestyle. Siguiéndole la corriente, comencé a hacer un beat box muy simple, haciendo que las rimas fluyeran como un río. Y tras escuchar los versos que se lanzaba y el flow que transmitía mi amigo, empezamos a charlar sobre nuestras vidas.

—¿Y qué te parece el club? —él se para delante de mí, cubriendo el cielo—. ¿Ya estás interesado en unirte?

—La verdad es que no. Y por favor, quita tu horrenda cara —pronuncié de forma vacilona—. Que me tapas las vistas.

—Vamos —Francis me daba unas leves patadas en el hombro—. El teatro es divertido y no te vendría mal unas clases de actuación. Si tu meta es convertirte en luchador…

—Aunque tengas algo de razón, prefiero pasar —levanté el torso del suelo y me volteé para verlo mejor—. Sobre todo, porque está Zoe —un pequeño bostezo se me escapa de la boca—. Lo último que quiero es causar un mal ambiente por nuestra mala relación.

—Oye, Zoe no es tan mala como crees —Francis tenía una extraña expresión de alegría—. Ella tiene su encanto.

—¿Encanto? —al verlo más detenidamente, me percato de lo obvio—. No me jodas, ¿te gusta Zoe?

—¡¿Qué?! ¿Por qué dices eso?

—Hermano, te conozco desde hace casi diez años —comenté—. Cuando pones esa sonrisa tonta y tus ojos brillan de esa manera, significa que te has enamorado —me rascaba detrás de la cabeza—. Nada más se me hace extraño que te guste alguien como ella.

—Es que en realidad… Estamos saliendo hace un par de semanas —reveló en un tono vergonzoso.

—No puedo creerlo —expresé de forma exagerada y melodramática—. Mi mejor amigo, el hombre que compartí varios momentos, tantos buenos como malos, no tuvo la susodicha de decirme que estaba de pareja —fue como un puñal por la espalda—. Me siento traicionado.

—¿Ahora entiendes por qué debes unirte al club? —él se empieza a reír—. Fue espantosa esa actuación.

—Es que no entiendes mi interpretación de amigo decepcionado —dije de forma sarcástica—. Pero ya en serio, me alegro de que estés de pareja.

—Gracias.

—Aunque… ¿Qué mierda la viste a Zoe? —aún seguía perplejo de la noticia—. Digo, es bonita, pero su carácter deja que desear.

—Es que las mujeres con carácter son, ufff, preciosas —ya se emocionó—. Desde a mediados del año pasado, empezamos a pasar más tiempo juntos. Fui viendo sus diferentes facetas y quedé flechado.

—Así que te van rudas, ¿eh? —empecé a mofarme de él—. No sabía que eras masoquista.

—Oye —me miraba molesto con los brazos cruzados—. Puede que la mayoría del tiempo esté malhumorada o sea algo agresiva, pero cuando te llevas bien con ella, es la persona más dulce que puedes conocer.

—Sí que tienes gustos raros —escuchamos el ruido de la campana, señalando que había terminado la clase de ciencia.

—Será mejor irnos antes de que llegué alguien y nos descubran —Francis me extiende la mano y me ayuda a levantarme del suelo.

Sin hacer mucho escándalo, salimos de la azotea y cerré la puerta. Gracias a que varios estudiantes salían de sus salones, nos pudimos camuflar sin ser vistos por ninguna autoridad de la escuela.

Antes de que pudiéramos bajar a la planta baja y dirigirnos a la próxima clase, vemos a Trevor y a su grupo de lacayos mirándonos con malicia y bloqueándonos el paso.

—Vaya, vaya —Trevor me miraba de forma amenazante—. Pero mira a quienes tenemos aquí.

—¿Pueden hacerse a un costado? —me puse firme ante el grupo de matones.

—Primero queremos hablar de forma amistosa —exclamó el pegomaxtas—. Escuché que estuviste molestando a un amigo mío.

Al ver al grupo, noté que estaba el raptor de escamas blancas que asusté el martes y su grupito de amigos.

—¿Ahora peleas las batallas de otros? —chasqué mi lengua—. Mira, si tu amigo de verdad se creyó mi mentira y ahora se siente más tonto de lo que es, no es mi culpa —con Francis, bajamos los últimos escalones que nos faltaban y yo quedé cara a cara contra Trevor—. ¿Nos dejas pasar?

Sin hacer mucho más, el idiota de escamas negras se hace un costado y nos libera el camino. Yo pude bajar las escaleras, pero cuando Francis iba a cruzar, Trevor lo detiene con su brazo.

—¡Oye! —sin dudarlo, tomé el brazo de Trevor—. Déjalo tranquilo —levanté el brazo del pegomaxta y Francis terminó de bajar las escaleras. Para acto seguido, quedar detrás de mí—. Desde nuestra última pelea, ando cumpliendo un castigo, y la verdad, no quiero prolongar mi condena —con eso dicho, comenzamos a alejarnos del grupo de idiotas.

—¡¿Acaso tienes miedo?! —ignoré lo que dijo y seguí caminando—. ¡No puedo creer que huyas de una pelea! —no le prestes atención, eso es lo que quiere—. Aunque bueno, ¡¿qué se podía esperar de un estúpido y asqueroso skinnie?!

De forma muy agresiva, me di media vuelta y fui a encarar al pegomaxta.

—Repítelo.

—Un estúpido y asqueroso skinnie.

Para cuando quise darme cuenta, ya nos habían rodeado varios alumnos por la escena que habíamos armado. Estaba furioso y con ganas de romperle la cara en este mismo momento.

—¿Piensas que me importa en lo más mínimo el castigo? —me estaba mordiendo la lengua para contener la ira—. Yo solo quiero que los de tu calaña se vayan de esta escuela.

Por inercia, mi mano derecha se había cerrado y ya estaba calculando la distancia entre mi puño y su hocico.

—Solo espero que la zorra de tu madre no se sienta decepcionada de su hijo —eso fue la última gota que rebalsó el vaso.

Antes de que cometiera un terrible error y empeorara mi situación en esta escuela, fui interrumpido por una silueta de color amarilla que se interpuso en mi camino. Acto seguido, la figura misteriosa le dio una cachetada a Trevor, haciendo que resonara en todo el pasillo.

Al mirar con detenimiento quién era la persona que golpeó al pegomaxta, quedé sorprendido al ver que era Julia. Todos estábamos en shock, incluso el mismo Trevor. Ver a la chica más popular de la escuela encarar al mayor bully de la misma, era una imagen única que no se iba a volver a repetir.

—¡YA ESTOY HARTA DE TI! —la postura, como la voz, de Julia denotaba mucha agresividad—. ¡SIEMPRE ES LA MISMA HISTORIA CONTIGO Y YA ESTOY HARTA!

—¿Quién carajos te crees…? —y de forma abrupta, Julia le regala otra cachetada; callándolo en el acto.

—¡Fastidias a mis amigos, molestas a los miembros de mi club, y por tu gran tamaño, crees que puedes hacer lo que quieras! —aún no procesaba ver esta faceta de la styracosaurus—. Ya para este punto no sé si tu actitud de “hombre malo” se debe a tu inseguridad como hombre, a tu falta de materia gris, o simplemente quieres compensar la falta de algo que no tienes —ella señala a la entrepierna de Trevor, provocando algunas risas por parte de los estudiantes que estaban presentes.

—Escúchame, perra —Trevor toma de a Julia del cuello de su camiseta—. ¿Crees que por ser mujer no soy capaz de golpearte? —los ojos de Trevor estaban inyectados en sangre—. Igualdad de género, perra.

Por la expresión del dinosaurio de escamas negras, había intención de golpear a Julia, a pesar de que dudaba de que sí lo iba a hacer. Pero antes de que algo pasara, una mano, tan grande como mi cabeza, se postra en el hombro del pegomaxta.

—Señor Klein, ¿puedo saber qué DEMONIOS está pasando aquí? —el rostro de enfado de Spears, podría hacer que hasta el más valiente tenga miedo.

Nadie se había percatado de la presencia del director. Todos los presentes seguíamos sorprendidos de que Julia le hiciera frente a uno de los idiotas más temidos de la escuela. Al ver que la mano de Spears hacía más presión en el hombro de Trevor, el dinosaurio de escamas negras había dejado su actitud hostil.

—Yo… —antes de que Trevor pudiera decir algo, de la nada, Julia empezó a llorar.

—Director Spears… —ella sollozaba—. Gracias que apareció… Tenía mucho miedo —toda la actitud valiente e intimidante que usó para hacerle frente a Trevor, había desaparecido—. Él empezó a molestar a mis amigos… y yo le dije que se detuviera… y me quiso golpear —le costaba mucho terminar la oración.

—Eres una… —y como si de una caricatura se tratara, el neandertal tomó de la cabeza al pegomaxta, causando que soltara a Julia.

—Creo que tendremos una larga charla en mi despacho, Trevor —la frustración y la rabia eran presentes en las palabras de Spears—. Después le pediré que venga a contarme su versión, señorita Adams —Julia asentía con una expresión de miedo—. Y el resto de ustedes, vayan a sus respectivas clases.

Sin mucho más, el director Spears se llevó a arrastres al pegomaxta a su oficina. En lo que el neandertal se llevaba a Trevor lejos de la escena, la multitud se fue disipando. Preocupado por lo que había pasado, me acerqué a Julia para ver cómo estaba.

—¿Estás bien?

En lo que ella se limpiaba las lágrimas, escuchó una pequeña carcajada provenir de la chica de escamas amarillas. Y cuando vi su rostro, ella estaba sonriendo.

—¿Te gustó mi actuación? —ya había regresado su característica expresión de alegría—. Debo admitir que me sorprendió que funcionara el consejo de Francis —¿Qué?

—¿Estabas fingiendo? —estaba muy confundido.

—Obvio. Siempre se me dio bien forzar mis lágrimas —ella se burlaba de mí—. Gracias a eso, de niña me compraban muchas cosas.

—Y todo lo que hiciste recién, ¿solo fue una actuación? —ella asentía con su cabeza.

—Tomé de inspiración lo que hiciste el martes y lo adapté a mis talentos —ya sus ojos no eran cristalinos—. Aunque tuve un poco de suerte de que Spears apareciera. Ahí tuve que cambiar a la pobre chica vulnerable.

—No sé qué decir… —siento cómo Francis me da varios golpes en la espalda.

—¿Seguro que no quieres unirte al club de teatro? —el triceraptop sonaba emocionado—. Con el talento que desprende ella, y mis dotes naturales de ser un sinvergüenza, te aseguro que aprenderás mucho con nosotros.

—Tampoco te obligamos a que te unas —aunque estuviera impresionado por la actuación de Julia, mi respuesta seguía siendo la misma.

—Mi respuesta sigue siendo no —pero debo admitir que lo hizo muy bien—. Pero igualmente, gracias por salvarme de hacer una estupidez.

—Es lo mínimo que podía hacer. Tú me ayudaste la última vez, quería devolverte el favor —la styracosaurus se limpiaba los últimos retazos de agua que había en su rostro—. Ya estamos a mano.

—Eso parece. Y viendo la reacción de Spears, creo que lograste deshacerte de Trevor por un muy buen tiempo —una mueca de felicidad se había formado en mi rostro—. Te ganaste mis respetos.

—Tomaré eso como un cumplido —ella nos mira a los dos con entusiasmo—. ¿Los veo a la tarde en el club? Ya falta poco para terminar.

—Ahí estaré, presidenta —Francis le da dos pulgares arriba con emoción.

—¿Y tú, Joe?

—¿Tengo otra opción? —creo que le estoy agarrando el gusto a pasar el tiempo con esos raritos.

—Oki doki, nos vemos después de clases.

Ella se despidió de nosotros y yo me quedé viendo cómo se alejaba de nosotros.

—Ella es cool —balbuceé sin prestar atención.

—Wow —proclamó el triceraptops—. Nunca te vi así.

—¿Qué?

—Es muy difícil que alguien te llame la atención, sobre todo una chica —una sonrisa maliciosa y juguetona se forma en su rostro—. ¿Acaso te gusta?

—Claro que no —dije de forma inexpresiva—. Desde que me rechazo Roxy, no estoy tan interesado en el amor. Solo dije que ella me parecía cool.

—Te entiendo, es una chica increíble —él me mira de forma jocosa—. Aunque dudo que tuvieras alguna oportunidad con ella.

—¿Qué quieres decir con eso? —lo miro un poco molesto.

—Bueno, es que tú no eres el más atractivo o la persona más agradable.

—Soy agradable —ahora estaba ofendido—. Además, si fuera desagradable no serías mi amigo.

—Sí, pero es que funcionamos bien como dúo. Yo soy el guapo y tú el feo.

—¿Y ahora soy feo? —Y así estuve discutiendo con Francis por el resto del día sobre nuestra dinámica de grupo y por qué yo no era el feo.

Ya después de que terminaran las clases me reuní con el grupo de teatro. No hubo nada relevante a destacar comparado a otros días. Diría que fue el día más tranquilo de todos.

Tal vez la gran noticia era que, tras recorrer toda la escuela ayer, el club consiguió nuevos miembros para sus filas; la mayoría eran chicos de primer año y algún que otro de segundo. Eso fue algo que levantó los ánimos de todos en el club, sobre todo a Julia. Y gracias a los nuevos integrantes, el trabajo de reparar la escenografía fue mucho más rápido, dejando muy poco para el viernes.

Esa tarde pasé un buen tiempo charlando con Julia, Ernest y Francis, y en menor medida con la densa de Zoe. Fue muy divertido ver que tenía más cosas en común de lo que esperaba con los miembros más viejos del club.

Ernest disfrutaba de las películas de artes marciales tanto como yo. Habremos estado casi una hora entera hablando sobre películas y el cómo ese género, aun sin ser muy popular hoy en día, tiene joyas muy bien escondidas.

Para mi sorpresa, Francis tenía razón con Zoe, si es agradable hablar con ella si no está enojada. Por culpa de sus hermanos, ella conoce sobre el mundo de la lucha libre y puede comprender mi pasión por ella. Y cuando creí que podríamos congeniar en algo, incluso en eso, nos llevábamos la contraria; desde que nos gustaban luchadores muy distintos hasta que no concordábamos sobre quiénes eran los mejores de todos los tiempos.

Y con Julia, no teníamos casi gustos en común. La música que a ella le gustaba, no era la que más escuchaba. Las cosas que a mí me gustaban, a ella le parecía poco interesantes. Y, sin embargo, era con la que mejor química tenía al charlar.

Si lo pienso en retrospectiva, lo más seguro, es que Spears me mandó a este lugar como castigo para conocer gente que si se acoplaría conmigo. Y no quiero admitirlo, pero sí me está gustando pasar tiempo en el club de teatro.

Y por fin, tras una larga semana de trabajo forzado en la escuela, el viernes había llegado, siendo hoy mi último día de castigo. Ya no tendría que usar mis torpes manos para reparar el cartón con cinta y pintura.

Estábamos todos en el auditorio terminando de acomodar la escenografía en donde debía estar. Todo el grupo de teatro estaba trabajando con demasiada energía y desprendían un aura muy distinta desde que llegaron los nuevos miembros. Viendo que no había nada más que hacer, Julia decidió dar por terminado el club de teatro por hoy. Yo, en el fondo, estaba celebrando, ya que era libre de toda responsabilidad que me ataba a este lugar.

Saliendo del auditorio, todos fuimos al salón, en donde se reunía el club de teatro, a buscar nuestras pertenencias. Todo el ambiente se sentía alegre, no sé si se debe a que terminaron de armar todo para la muestra o porque ya viene el fin de semana.

Una vez en el salón, cada uno fue a buscar sus cosas. Y de repente, sin previo aviso, escuchamos un grito de enfado provenir de Julia.

—¡Mierda! —ella se agarraba el cabello con sus dos manos—. El vestuario está arruinado.

—¿Es broma? —Zoe se veía preocupada.

Julia toma diferentes prendas de ropa y les mostraba a los presentes el estado deplorable que tenían: vestidos con malas costuras, camisones agujereados, camisas sin botones, pantalones rotos en la entrepierna, etc.

—Prioricé tanto el tema de la escenografía y la utilería que olvidé revisar el vestuario —la expresión que tenía Julia la conocía muy bien, es de alguien molesto consigo mismo—. Arreglar todo esto costará bastante dinero y tiempo.

—¿Y si atrasamos la muestra? —comentó Ernest.

—¿Y cometer el mismo error que el año pasado? —los ojos de enfado de la styracosaurus intimidaban un poco—. Por retrasar las cosas, es que no hicimos la obra el año pasado —ella se agarraba la cara y empezaba a caminar por todos lados.

Toda esa buena vibra que había hace un momento, había desaparecido. La frustración de los miembros más viejos contagió a los más nuevos. Y como un acto de bondad, decidí dar una mano con este problema.

—Mi madre es costurera —mencioné de forma optimista—. Es muy buena y podría hacerles un descuento.

Todos los integrantes del club me miraban con asombro.

—¿Por qué ese cambio de actitud? —Zoe me miraba con duda.

—La verdad, veo que esto es importante para ustedes. Y viendo que fueron amables conmigo, siento que es lo mínimo que puedo hacer por este club —una risa nerviosa se formaba en mi rostro—. Y técnicamente, aún debo cumplir mi castigo con el club; falta que termine de manera oficial en 30 minutos —la spinosaurio al penetrar mi alma con sus ojos, ve que estoy siendo honesto con ellos.

—Te creo —por primera vez, Zoe me da una sonrisa amigable—. Gracias.

—No hay de qué. Eso sí, viendo la cantidad de ropa que es, me vendría bien que alguien me ayude a llevarla —miraba a todos los presentes—. ¿Algún voluntario?

—Yo voy —dijo sin pensarlo Julia—. Soy responsable de fallarle al club.

—Si repartimos la ropa en dos cajas, creo que será suficiente —vuelvo a dirigir mi atención al resto del club—. ¿Alguien más?

Para mi decepción, el resto de los integrantes dijeron que estaban ocupados. Algunos parecían decir la verdad, mientras que otros solo no querían hacer más trabajo del que debían.

—Sabes que te ayudaría, bro —dice Francis apenado—. Pero mis padres me pidieron que vaya a cuidar a mi hermana.

—Descuida, sé que andas complicado —giré mi vista hacia Julia—. Parece que seremos nosotros dos. ¿Sabes dónde hay cajas grandes?

—Seguramente en el almacén haya algunas —ella me toma de la mano y me arrastra afuera del salón—. Vamos.

—Oye, espera… —y así empezó mi última tarea con el club.

Al llegar al almacén de la escuela, vimos que había un montón de cajas sin usar y que estaban en buenas condiciones. Después de haber agarrado dos cajas, regresamos al salón de teatro y empezamos a separar la ropa que estaba en buen estado y mal estado.

Por el tiempo que pasé en el taller de mi madre, fue relativamente fácil encontrar la ropa que necesitaba unos retoques. Incluso, sorprendí a Julia con mis dotes al encontrar prendas que parecían intactas, pero tenían costuras en muy mal estado. Se podría decir que casi dos tercios de la ropa debía ser arreglada.

Con las cajas ya cargadas, salimos de la escuela hasta la parada de bus. Ya que caminar con estas cajas hasta el taller sería una tortura. En lo que esperábamos el bus, dejé caer la caja al suelo y me senté en el banco que había por ahí. Volteé levemente mi vista hacia donde se encontraba Julia.

—No te lo dije, pero, te viste increíble enfrentando a Trevor.

—No te burles —ella no me creía.

—Lo digo de verdad —por el tono vacilón que usaba, parecía que le estaba tomando el pelo—. Que te pararas delante de él, le dieras dos cachetadas y lo engañarás con tu falso llanto; fue bastante cool.

—Fue como tú me dijiste, que debía ser más firme con lo que no me gusta —no podía ver su rostro, solo veía su espalda y su pelo siendo ondeado por el viento—. Siempre evité el conflicto. Y pensándolo fríamente, era más perjudicial para mí de lo que creía —sonaba orgullosa de sí misma—. Y al poner en su lugar a ese bruto, se sintió bien —da una media vuelta y sus ojos ámbares hacen contacto visual con los míos—. Y todo gracias a ti.

—Me estás dando más mérito del que merezco.

—Pero es cierto —una sonrisa se formaba en su rostro—. Me dije a mí misma que debía imitar a la persona más audaz y violenta que conocía —y esa sonrisa que tenía, se torna en una burlesca y mal intencionada—. Así que pensé en ti.

—Hey, yo no soy violento.

—¿El chico problemas que se metió en varias peleas el año pasado y que tiene mala fama? —ella ahora se estaba mofando de mí—. Todos en la escuela te conocen y saben agresivo que puedes llegar a ser, incluyéndome.

—Y sabiendo eso, ¿por qué decidiste hablarme? —cerré los ojos, y en lo que hablaba, me rascaba detrás de la oreja—. Pudiste simplemente ignorarme o solo hablarme como presidenta del club de teatro.

—Porque no me gusta juzgar un libro por su portada —ella me miraba con empatía—. Es mejor tener una opinión propia, antes que guiarse por lo que dicen otros —la styracosaurus camina hasta donde estoy y se sienta a lado mío—. Y desde el primer día que te vi en el club, nunca me transmitiste una sensación de maldad. Por eso te di una oportunidad de conocerte mejor, y no me equivoque. Eres alguien agradable —me ruboricé un poco al recibir ese halago—. Hasta tu cara se puso un poco roja.

—Je, je, es que no recibo muchos cumplidos —desvié mi vista de Julia por un momento y vi a la calle, viendo si el bus estaba cerca o no—. En lo que esperamos que nuestro transporte llegue, ¿te puedo preguntar algo?

—Claro.

—¿Cuál es tu gran sueño?

—Eso es fácil —afirmó con total seguridad—. Actuar en los mejores escenarios de Broadway.

—¿Por eso estás en el club de teatro? —ella asiente con la cabeza.

—Desde que soy pequeña, quedé enamorada del teatro —ella se inclina un poco hacia atrás y se queda viendo el cielo—. Mi tía, cuando yo tenía 7 años, me llevó a ver una obra de teatro; específicamente un musical —su tono de voz era suave—. Ver a los actores llevar esos vestuarios tan fabulosos, interpretar a personajes tan variopintos y disfrutar de sus actuaciones; hizo que quedara fascinada de ese mundo —cada palabra que ella decía expresaba una sensación de que era un recuerdo precioso—. Es por eso que quiero ser una actriz y estar en los mejores escenarios del mundo, para poder hacer sentir al público lo que yo sentí cuando era una niña.

Al final, sí tenía algo en común con Julia, y eso era nuestra pasión por lo que amamos hacer. Todo lo que dijo es exactamente lo mismo que yo sentí la primera vez que vi un show de la WWA.

—Sé que suena algo ridículo lo que dije.

—Para nada. Es más, te entiendo perfectamente —ella levanta su torso y me mira—. Esa pasión y amor que tienes por el teatro, en mi caso, es con la lucha libre.

—¿En serio?

—Totalmente sincero —ya para cuando quise darme cuenta, se me había formado una sonrisa en el rostro—. Cada palabra que dijiste, es lo que sentí cuando vi mi primer show de lucha en vivo. Las entradas, el espectáculo, la técnica al realizar movidas extraordinarias; yo quería replicar eso —siempre que hablo de la lucha libre, siento un fuego ardiendo en mi cuerpo—. Es por eso que mi sueño es ser un luchador profesional.

—Bueno, veo que cada uno tiene sus metas —ella miraba por encima de mi hombro y me señala hacia esa dirección—. Ya está por llegar el bus.

—¿Lista para ir al peor lugar de la ciudad?

—Alto… ¿Vives en Skin Row? —dijo algo asustada.

—Nah, es solo una broma que me gusta hacer. Vivo en Green Stick —dije de forma sarcástica—. Como es el barrio más pequeño de la ciudad, muchos creen que es la parte bonita de Skin Row —me agaché para agarrar la caja del suelo, y después, volví a mirar a Julia con una expresión juguetona—. Igual, si hay algún problema, yo te protejo.

—Vaya, mi caballero azul. ¿Qué vas a hacer? ¿Alguno de tus movimientos de lucha para noquear al ladrón?

—Para tu información, esos movimientos me sirvieron para ganarle a Trevor en las mayorías de peleas que tuvimos.

—¿No que la lucha libre era falsa?

—Ay, mujer ignorante —odio que digan eso—. Ahora en el bus te voy a ilustrar sobre el fantástico mundo de la lucha libre.

—No, gracias —ella lo decía en un tono burlesco.

—Una pena, lo voy a hacer igual —me reía de ella.

Cuando el bus llegó, ambos nos subimos y nos sentamos en el fondo del vehículo. Y en todo lo que duró el viaje hasta el taller, me la pasé hablando y explicándole a Julia por qué la lucha libre no era falsa.

Me dejé llevar cuando comencé a hablar sobre este deporte espectáculo que tanto amo y me preocupé, por un momento, de que la aburriera o simplemente ignorara lo que decía. Pero fue gratificante ver que me prestaba atención y me preguntaba sobre otros detalles en los que no profundicé.

Ya en nuestro destino, bajamos y caminamos las dos cuadras que nos faltaban hasta el taller. En el camino seguimos conversando sobre algunas trivialidades de nuestros días y de algunas cosas que nos gustaban. Usando mi cuerpo, empujé la puerta del taller y noté a Frank en el mostrador contabilizando el dinero.

—¿Cómo te encuentras, muchacho?

—Bastante bien —levanté la caja y la solté en el mostrador.

—Al parecer viniste cargado —Frank mueve sus ojos hacia mi izquierda y mira a Julia—. Y veo que no estás solo.

—Es una compañera de la escuela. Le dije que mamá podría arreglar el vestuario para su obra.

—Pues tal vez tengan suerte, en esta semana no entraron muchos encargos.

—Gracias por la información —tomé de vuelta la caja y nos dirigimos al fondo del taller.

En el momento en el que abrí la puerta del fondo, vi cómo todos se voltearon a verme cuando entré al taller.

—Buenas tardes a todos —bajé las escaleras y fui directo a donde estaba mi madre—. ¿Cómo está la mejor modista de toda la ciudad?

—Tranquila, hasta que tú llegaste —mamá se reía—. ¿Quién es la bella chica que te acompaña?

—¿Ella? —señalando con mi cabeza a Julia—. ¿Recuerdas que fui castigado en la escuela con ayudar al club de teatro? —la humana asentía con la cabeza—. Pues es la presidenta del club.

—Es un gusto conocerla, soy Julia —expresó de forma dulce la chica de escamas amarillas.

—Giselle —mi madre sonreía de forma amistosa—. Y dime, ¿qué traes en esas cajas?

—Trajimos el vestuario para la obra que vamos a presentar a finales del mes —Julia dejó la caja en el suelo, y al abrirla, sacó algunas prendas para mostrarle en qué estado estaban—. Joe me dijo que podrían arreglarlo en este lugar.

—Déjame ver.

Dejé la otra caja también en el suelo y mi madre hizo una inspección rápida sobre el estado en que se encontraba la ropa. No le tomó mucho tiempo ver que había prendas que necesitaban ser reparadas de forma urgente.

—Viendo la tela que usan y el daño de algunos ropajes… te diría que dentro de una semana lo tendríamos solucionado.

—¿Lo dice en serio? —Julia estaba asombrada por la respuesta.

—El lunes llegará un nuevo cargamento de telas. Si puedes esperar, la próxima semana estará hecho.

—Eso es genial —ya parece que las preocupaciones que atormentaban a Julia se habían disipado—. ¿Cuánto sería todo por los arreglos?

—No tienes que preocuparte, niña. Esto te lo hago gratis.

—¿En serio? Lo digo de verdad, no tengo problema de pagar —mi madre le negaba con la mano.

—Eres amiga de mi hijo. Y si eres su amiga, eres parte de nuestra familia —ella se empezaba a reír—. Además, es lindo ver que mi hijo finalmente me presente a una chica.

—¡Mamá! —dije molesto.

—Solo bromeo —ella empieza a revolverme el cabello con su mano—. Por cierto, Julia, viendo la hora que es, ¿te interesaría venir a cenar a nuestra casa?

—Descuide, ahora me regreso. Gracias por la oferta.

—Es una lástima, Joe casi nunca me presenta a sus amigos —mamá me miraba decepcionada—. ¿Cuándo traerás nuevos amigos a nuestro hogar?

—Cuando sea el momento —mejor huyo de aquí antes de que mi madre siga hablando—. ¿Te acompaño a la parada del bus?

—Claro —Julia mira a mi madre y le extiende la mano—. Muchas gracias por ayudarme.

—No hay de qué. Nos vemos la próxima semana —me despedí de todos en el taller y salimos del lugar.

Ya en la parada del bus, me quedé charlando con Julia mientras ella esperaba a que el cacharro de metal llegara.

—Tu madre parece simpática.

—Sí… aunque puede ser algo densa —por suerte no la conoció enojada.

—Oye, no te lo dije, pero creo que es obvio —ella me miraba feliz—. Gracias por ayudarme con este problema.

—Fue mi última buena acción como asistente del club de teatro —levanté los hombros de forma despreocupada—. Es lo mínimo que pude hacer tras hacer que la semana no fuera una mierda.

—Entonces, ¿te divertiste?

—Se podría decir.

—¿Y no quieres unirte al club? —ella seguía insistiendo con eso.

—Aún mantengo mi respuesta, no. Aunque… podría pasarme cada tanto para saludarlos —le doy una sonrisa alegre.

—Eres bienvenido a visitarnos cuando quieras —ella me miraba con intriga—. Aunque hay algo que lleva rondando por la cabeza en los últimos días.

—¿Qué cosa?

—¿A qué se referían tú y Derek con “la copa”? —lancé un suspiro largo.

—Por motivos de seguridad nacional, civil y personal, no puedo revelar esa información —dije de forma bromista—. Solo puedo decirte que participaron varios hombres de la escuela y punto.

—¿No piensas decírmelo?

—Es como el club de la pelea, no se habla del club de la pelea —ella se reía de mí.

—Pues viviré con la duda el resto de mi vida.

Ambos giramos la vista hacia la calle y ya veíamos que el bus estaba por llegar.

—¿Te veo el lunes? —pregunté.

—Ya sabes dónde buscarme —ella me da una sonrisa—. Hasta otra, Joe.

—Hasta otra.

Y en ese preciso momento, yo no lo sabía, pero este era el inicio de mi historia con Julia y lo que fue, también, la primera vez que amé a alguien.

Notes:

Debo sincerarme ante ustedes y ser honesto, desde que inicie los Extras anduve muy fatigado y sin mucha energía. Llegando a pasar semanas o días sin querer hacer nada.
Es por eso que cree esta tanda de extras para ganar tiempo y recuperar los ánimos.

El trabajo, los estudios, etc. Hicieron que estuviera fuera de foco y no terminara de disfrutar tanto el escribir. Pero como ya muy pronto estoy por entrar de vacaciones y ando mucho mejor, puedo asegurarles que voy a ofrecerles el mejor cierre posible para fic que mi talento y capacidades actuales me pueden permitir ahora.

Y si quieren saberlo, a la fecha de publicación de este capitulo, solo faltan 12 caps antes de terminar el Fic. Cuando iniciemos el Acto 3 comenzaré el contador final de esta historia.

Y sin mucho más que decir, les deseo una buena semana.

Chao

Chapter 32: Extra 8

Notes:

Buenas, regresamos con el penúltimo extra. Esta vez, conozcamos el punto de vista de Claire y como es una noche de diversión con sus amigas.

Chapter Text

Creo que no hay mayor placer en esta vida que desconectar de la realidad y dejarme llevar por el ruido de la música. Mis padres siempre dijeron que yo era una joven muy creativa, alguien que le gustaba inventar cosas. Y para mi sorpresa, derroche todas esas energías en componer grandes piezas musicales. O bueno, eso quiero creer que hago.

Porque nosotros, los músicos, somos como los alquimistas; transformamos una simple melodía en oro puro. Por eso, usamos nuestras canciones para expresarnos y generarle alguna sensación al oyente, sea positiva o negativa. Y este proyecto de banda lleva existiendo desde hace 3 años.

Si no fuera por la insistencia de Jenny, una de mis mejores amigas y vocalista de la banda, yo hubiera desistido en algún punto de mi vida. Porque en serio, el primer año fue una tortura por diferentes razones: conseguir nuevos integrantes que se acoplen a nuestro estilo; componer y escribir las partituras, como las letras de cada canción; sobrellevar las diferencias creativas; entre muchas otras cosas. Pero agradezco no haberme retractado, porque el pequeño éxito que estamos teniendo en el circuito under de la ciudad, hoy en día, nos está ayudando a conseguir mejores lugares para tocar en cada nueva presentación.

El único inconveniente que tuvimos en estos últimos meses, es que todas estuvimos afectadas por la temporada de exámenes en nuestros respectivos contextos. Por suerte, como ya entramos en las vacaciones de verano, nos podemos dar el gusto de reunirnos con mayor frecuencia para pulir nuestro repertorio de canciones o componer un nuevo sencillo para la banda. Sin embargo, desde hace 4 meses, no he sido capaz de componer una nueva canción.

En cada ensayo siempre vengo con la intención de terminarla, pero por alguna razón, jamás soy capaz de avanzar con ella. Todas las chicas intentaron ayudarme, pero nunca llegábamos a un acuerdo que nos gustara a todas; al punto que nos deshicimos de ella. Y a pesar de todo eso, fuera de los ensayos, aún sigo intentando terminar esa canción en las noches cuando regreso a mi casa. Algunos podrán decirme que soy obstinada, pero yo sé, en el fondo de mi ser, que aquí hay algo con potencial. No voy a tirar la toalla tan rápido.

Para el día de hoy, nos habíamos reunido en la cochera de Mary para ensayar para nuestra próxima presentación. Ya eran más de las cuatro de la tarde y habíamos estado practicando por 3 horas, logrando perfeccionar varias de nuestras canciones, pero no siendo capaces de crear otra pieza de arte. Y sin mayor previo aviso, les hago una pregunta a todas ellas.

—¿Están libres esta noche? —todas se voltearon a verme.

—¿A qué viene la pregunta? —comentó Jenny.

—Es que hace tiempo que no nos reunimos de forma casual —levanté los hombros sin mayor preocupación—. Y como ya es verano, sé que todas tienen más tiempo libre.

—¿Y qué tienes en mente, Claire? —expresó Mary, la baterista, mientras acomodaba uno de los platillos.

—Hacer una pijamada.

Al momento en el que yo lancé esa propuesta, todas las presentes se me quedaron viendo raro.

—Mira, Claire —la spinosaurio se mostraba reacia a mi idea—. No quiero sonar algo aguafiestas, pero ya no somos niñas.

—¿Lo dice la chica que recorrió toda la ciudad por un juguete colaborativo de Hello Kitty x Yu-gi-oh? —el tono bromista y agresivo que usé contra Jenny, hizo que su rostro se pusiera en un rojo intenso, culpa de la vergüenza que sentía.

—Y la que también fue a ver la película de “Mrs. Pingui y las ruinas de la Antártida” —agregó Mary.

—No olvidemos que conoce todas las canciones de ese programa —dijo entre risas Aurora—. ¿Cómo iba la canción de la intro?

No importa lo pequeño que seas… —comencé a cantar la canción de ese programa infantil.

O que tan grande seas… —Mary me acompañaba, mientras Jenny se moría de la vergüenza.

Sí, Mrs. Pingui lo necesita… —y finalmente, Aurora recordó cómo iba la canción.

—¡Tu ayuda siempre felicita! —cantamos al unísono las tres—. ¡Mrs. Pingui, al rescate!

—¡YA ENTENDÍ! —la spinosaurio se tapaba su cara de la vergüenza—. Fue tonto mi comentario…

—¿Propusiste lo de la pijamada por Bianca? —me miró con cierto interés Aurora.

—De hecho, sí.

—¿Y quién es Bianca? —preguntó la baterista confundida.

—Es una amiga en común que tenemos nosotras dos —respondí—. Por cosas de su vida, jamás pudo tener una pijamada. Y cuando le propuse de si algún día quería que organicemos una, ella se emocionó demasiado.

—¿Qué tanto?

—Como la vez que te enteraste de que Papa Roach venían a tocar a la ciudad el año pasado —miré a Mary.

—Me gusta la idea, pero yo me voy unos días a visitar a mis primos —la baterista se rascaba detrás de la cabeza—. Espero que su plan salga bien.

—Entiendo —dirijo mi atención hacia Jennifer—. ¿Y tú, qué tal? ¿Estás disponible?

—Ya había quedado en juntarme con Gustavo y Ethan esta noche —la spinosaurio me miraba con felicidad—. Le organizamos una fiesta sorpresa a Gus, y tenemos un regalo sorpresa muy importante.

—Deséale un feliz cumpleaños al miembro honorario de “Queen of Destiny”, de mi parte.

Escuchar la negativa por parte de ellas dos me desanimó un poco. Es posible que, si este plan no fuera tan espontáneo, ellas lo hubieran aceptado.

—Yo estoy libre —dijo con orgullo Aurora—. Y la verdad, pasar una noche contigo y con Bianca suena muy interesante.

—Me encanta oír eso —una mueca de felicidad se había formado en mi cara—. Ahora le diré a Bibi que haremos hoy la pijamada.

—¿Tus padres van a estar? —preguntó con cierta preocupación la dilophosaurio.

—Se van de viaje a ver a mis abuelos y yo me quedo en casa por el trabajo.

—Entonces… —ella movía su dedo índice por mi pecho de arriba hacia abajo—. No hay problema de que lleve un poco de mi carfe a tu casa, ¿cierto?

—Aurora…

—No me digas que no tienes interés en ver a Bianca darse un pequeño viaje —mentiría si dijera que no.

—Está bien, pero que no sea carfe —dije seriamente—. No quiero que mi casa huela a mapache moribundo —la chica de escamas amarillas asentía entendiendo mi petición.

—Descuida, llevaré algo natural y de buena calidad, casi no dejará olor —decía con mucha confianza Aurora.

—Pero solo un poco —remarqué—. Ven a las 21h a mi casa. ¿Te pasó de vuelta la dirección?

—Tranquila, sé cómo ir.

Y así, con la noche planeada de cada una, terminamos el ensayo de hoy y yo me regresé a mi casa para preparar todo para la pijamada.

EXTRA 8: Noche de chicas

No faltaba mucho para que las chicas llegaran. Tuve suerte de que, gran parte de la casa ya estaba ordenada, eso me ahorró bastante tiempo para hacer otras cosas. Mientras mataba el tiempo antes de que llegaran mis amigas, me encontraba terminando de cocinar una tanda de muffins de chocolates. Últimamente, no cocinaba con tanta frecuencia. Pero como hoy era una ocasión especial, no pude contenerme, y cuando llegué a mi casa, empecé a hornear.

Un pequeño problema que me surgió, y que no había previsto, era pensar algunas actividades con las que Bianca se pudiera divertir. Quiero decir, aunque pudiéramos ver algunas películas o series con audio descripción, siento que debo pensar en algo que podamos disfrutar las tres sin preocuparnos por la ceguera de ella.

Escuchando el ruido del temporizador, revisé si los muffins ya estaban hechos o si aún le faltaba un golpe de calor para que se cocinen bien. Al ver que la masa aún estaba cruda, volví a poner el temporizador otros 20 minutos.

Estaba un poco impacientada, no faltaba mucho para que Aurora y Bianca llegaran a mi casa. Hace tiempo que no viene una amiga a quedarse a dormir a mi casa, y con la edad que tenemos, se siente lindo hacer algo distinto.

—¡Claire! —veo cómo mi padre, arrastrando una maleta gigante, aparece en la sala de estar—. Ya está por llegar el taxi que pedimos, así que quería despedirme de mi querida hija —él se acerca hacia mí y me da un fuerte abrazo—. ¿Prometes que cuidarás la casa?

—Papá, sabes que soy responsable —nos liberamos del abrazo—. Nunca hubo ningún inconveniente.

—¿Y la vez que casi se prende fuego el horno? —comentó una figura más pequeña y parecida a mi padre—. Además, ¿por qué yo tengo que ir a ver a los abuelos y ella no? —se veía algo molesto mi hermanito.

—Porque aún eres un niño —le respondí con malicia—. Y lo del horno fue por una falla que había, le pudo pasar a cualquiera de esta casa.

—¿Y por qué no puedo quedarme con Claire?

—Hijo, vas a entender que, cuando seas grande, vas a desear a tener a toda tu familia lejos —decía en tono jocoso mi padre—. Y el abuelo me dijo que te tiene un regalo especial por aprobar todos los exámenes este año —mi hermanito, que antes no tenía la menor intención de irse, empezó a empujar la maleta hacia la puerta.

—¡Vámonos de una vez! —apenas se iba moviendo la maleta.

—Bueno, Claire, ya lo sabes —una figura femenina aparece con una maleta más pequeña—. Regresamos dentro de una semana —mi madre me miraba con seriedad—. Si te quedas sin dinero, dejamos un poco guardado en un cajón para emergencias. Y sabes que, para cualquier inconveniente, puedes llamar a tu tía.

—Ya lo sé, mamá —le doy una gran sonrisa—. Te prometo que todo estará en orden.

—Eso espero —todos escuchamos la bocina de un auto provenir afuera de la casa—. Creo que nuestro taxi llegó —mi madre se acerca y me da un beso en la mejilla—. Diviértete con tus amigas.

—Está bien —le devuelvo el beso—. Tengan un lindo viaje.

Tras despedirme de mi familia y que ellos se fueran de la casa, miré mi teléfono para saber la situación de las chicas.

Primero revisé si Aurora había enviado algún mensaje. Lo único que había en nuestro chat era un pulgar arriba respondiendo mi mensaje de “te espero en mi casa”.

Por otro lado, en el caso de Bianca, iba a esperar a que se pasara un poco la hora que le había dicho en la tarde. Sabiendo que ella es muy puntual, es posible que llegué a la hora exacta que le dije.

En lo que pasaban los minutos, aproveché para limpiar el living antes de que llegaran mis invitadas. Es posible que exageré un poco con los detalles, pero quiero que todo salga lo mejor posible.

Una vez ordenada la parte de la casa que más íbamos a usar, regresé a la cocina para ver cómo iban los muffins. Faltando dos minutos en el temporizador, revisé lo que había en el horno. Y al ver que ya estaba cocinada la masa, saqué la fuente y lo coloqué encima del horno; para que se vaya enfriando.

Se podía sentir el aroma dulce y envolvente del chocolate que impregnaba toda la habitación. Al olerlo, generó en mí una sensación de orgullo por lo que había preparado. Solo espero que a las chicas les guste.

En lo que iba lavando los utensilios que usé para cocinar, el ruido del timbre resonar por la casa; debe ser Bibi. Dejando de hacer lo que estaba haciendo, fui directo hacia la puerta de entrada, y al ver por la mirilla, notó que detrás de la misma se encontraba Bianca acompañada de su padre. Y cuando yo abrí la puerta, ella reaccionó de manera enérgica y alegre.

—¡Hola, Claire! —bajé un segundo la mirada y vi que ella movía la cola de un lado hacia el otro.

—Te veo muy emocionada.

—Es que cuando me propusiste la idea, me puse a preparar todo para venir —ella se da vuelta y me muestra una mochila bastante cargada.

—Hija, debes relajarte un poco —dijo su padre—. No hagas tanto escándalo, que tu voz se escucha por todo el vecindario.

—Está bien, me calmó —aunque intentara relajarse, su cara, como su cola, revelaban la felicidad que sentía.

—¿Cómo se encuentra, Robert? —pregunté por cortesía.

—Por ahora todo bien —él me da una grata sonrisa—. Las voy dejando a solas, pasen una linda noche.

—Igualmente.

Robert se despide de nosotras dos y se sube a su auto, marchándose del lugar.

Ya adentro de mi casa, ayudó a Bianca a dejar sus cosas en el sofá y ambas nos sentamos en el mismo.

—¿Y qué tienes planeado para esta noche? —preguntó la raptor.

—Bueno, mi idea era…

—¿Vamos a ver películas? —ella comenzó a hablar, opacándome antes de que responda—. No sería mala idea, sería interesante experimentar eso. ¿O tal vez maquillarnos? Casi nunca lo hago por motivos obvios, pero suena muy divertido si me enseñaran algunas cosas básicas. O ya sé, a lo mejor… —le pongo una mano en la boca para qué se callará y me dejará responder.

—Tranquila, Bibi —de verdad que anda ansiosa con esto—. Cuando llegué, Aurora, te voy a decir todas las ideas que se me ocurrieron.

—Lo siento —su expresión era una mezcla rara entre felicidad y vergüenza—. Es que es la primera vez que me invitan a una pijamada y… no sé qué se hacen en ellas.

—¿Nunca fuiste a una? —ella me negaba con la cabeza.

—No era muy popular, que digamos. Y los pocos conocidos que tuve en mis años de estudiante, nunca organizaba pijamadas o no me invitaban a ellas —se veía un poco triste al contar eso—. Por eso es que me hizo ilusión que organizaras esto por mí.

—Lo hago porque te quiero —le doy un abrazo para animarla—. Además, yo he solo ido a dos pijamadas con mucha suerte —dije de forma bromista para aliviar el ambiente—. Esta es mi tercera pijamada y la primera que organizo.

—¿Y Aurora?

—Según lo que me dijo, creo que solo fue a una.

—Entonces somos inexpertas en todo esto —Bianca comentó de forma vacilona—. Más vale tarde que nunca.

—Tú misma lo dijiste —agarré mi teléfono de mi bolsillo y marqué el número de mi pizzería de confianza—. Voy a ordenar unas pizzas, ¿te molesta si pido todas simples?

—Para nada, no soy muy extravagante con las pizzas —ella respondió en un tono amable—. Con queso y salsa es suficiente.

Esperé a que me atendieran del otro lado, y cuando me contestaron, ordené 3 pizzas grandes con queso. Ya habiendo hecho el pedido, Bianca me acompañó a la cocina para mostrarle los muffins que había preparado para el postre. Cuando Bibi entró a la cocina, ella parece que fue hipnotizada por las masas de chocolate y su aroma atrapante.

—Ay, no puede ser… —parecía extasiada por el olor que inundaban el lugar—. Dime que carajos cocinaste, porque huele muy bien.

—Hice varios muffins de chocolate, 20 para ser exacta.

—Entonces ya deseo que lleguen las pizzas para poder degustar esto.

Cuando el ruido del timbre resuena en la casa, ambas giramos nuestras cabezas en dirección hacia la puerta de entrada; finalmente había llegado Aurora.

—Bibi, quédate aquí. Y no toques los muffins —digo de forma autoritaria—. Aún están calientes.

Con mi advertencia hecha, me dirijo hacia la puerta, y al abrirla, veo a la dilophosaurio con un bolso en su mano derecha y una bolsa con algunas yerbas en su mano izquierda.

—Ya llegó la reina de la diversión —asustada, tomó la bolsa de Aurora y la escondo detrás de mi espalda.

—¿Qué carajos? ¿Por qué no esperaste hasta entrar? —empecé a murmurar muy molesta—. No quiero que ningún vecino vea que vienes con eso.

—Tranquila, hoy en día se permite llevar hasta 100 gramos —decía con mucha calma.

—Pero no en este estado… —la dilophosaurio levantaba los hombros sin mayor importancia.

—¿Qué más da? Solo lo usaré si veo que la oportunidad se presenta —ella sonreía con orgullo—. Además, traje algo amigable para novatos. Si traía carfe, anda a saber qué les podría pasar a ustedes.

—Si serás… —un leve bramido se escapó de mi boca—. Entra, por favor…

—Permiso —Al entrar, ella me arrebata la bolsa que tenía en mi espalda y yo cierro la puerta——. Vaya, sí que tienes una linda casa. ¿Bianca ya llegó?

—Sí, está en la cocina.

—¡AHHHH! —un grito proviene de la cocina.

—¡¿Te comiste uno de los muffins?! —se toma varios segundos antes de contestar.

—No… —se notaba a leguas que mentía.

—¡Te dije que estaba caliente! —tomé un poco de aire e intenté cambiar mi humor por uno más positivo—. Vamos a la cocina y charlamos entre las tres.

Ya en la habitación donde se encontraba la raptor, que tenía unas pequeñas migajas de color café en su hocico, Aurora se acercó a Bianca para saludarla.

—¿Qué tal el muffin?

—Rico, pero creo que me queme la lengua —Bianca se veía muy apenada—. ¿Me podrías dar un vaso con agua?

—Te avisé que estaba caliente… —fui hasta la nevera y busqué una botella fría de agua. Al cerrar la misma, agarré un vaso de plástico que había cerca y le serví agua—. Ten —con cuidado, Bibi agarra el vaso y se lo zampa de una—. La próxima vez, escucha cuando te digo que están calientes.

—Perdón. Bueno, cambiando de tema, ¿qué tienes planeado para esta noche? —ya parece que regresó a su actitud alegre que tuvo en un inicio.

—Pues, pensaba en comer las pizzas en el living y que bebiéramos un poco —ambas chicas parecían interesadas en lo que decía—. Tengo algunos refrescos como algunas latas de cerveza —con eso último, la dilophosaurio se emocionó—. Ya después de comer, pensamos en qué otras cosas podemos hacer.

—Cómo… —Aurora abre su bolsita con yerbas “especiales” y se la acerca a Bianca—. Experimentar un viaje astral.

—¡Aurora! —la miro con rabia.

—Oye, yo solo estoy proponiendo una idea —deja la bolsa en la mesa—. Además, fueron cultivadas por mí, así que puedo asegurar que no serán peligrosas. Lo último que quiero es que les pasara algo. ¿Qué dicen?

No quiero mentir, una parte de mí tiene interés en probar lo que trajo Aurora. Pero por el otro, prefería atrasarlo todo lo que pueda, hasta llegar al punto de que no lo usemos.

—¿De veras no nos hará nada? —preguntó con curiosidad Bianca.

—Tal vez, al no estar acostumbrada, puede existir la posibilidad de que alucines un poco —dijo con seguridad y tranquilidad—. Pero fuera de eso, no tendría que pasar nada. Y si algo ocurre, me voy a encargar de cuidarte.

—Podría tomar el riesgo y probarlo —me sorprendió ver que Bianca había aceptado la propuesta de Aurora.

—Bien, una adentro. ¿Qué dices, Claire? —ella me miraba interesada—. A lo mejor esto te ayuda a inspirarte —organicé esto para divertirme, así que…

—Está bien —Aurora aplaude, en señal de victoria—. Pero será más tarde, cuando sea mucho más tarde.

—Me sirve.

Tras haber aceptado la propuesta de Aurora, pasamos el rato charlando en la cocina y preparando todo hasta que llegará la pizza. Una vez que el timbre resonó en la casa, les dije a las chicas que llevaran las cosas hacia el living, en lo que yo iba a buscar las pizzas. Con las pizzas en mi poder, cerré la puerta y fui a donde estaban las chicas esperándome. Para mi nula sorpresa, tenía a la dilophosaurio sentada en la alfombra bebiendo una lata de refresco, mientras que, la raptor, se encontraba en el sofá bebiendo de un vaso. Por comodidad, me senté a la derecha de Bianca y empecé a cortar las pizzas.

Sin pensárselo dos veces, tras cortar solo 4 porciones, ya podía ver la mano de Aurora robándose una porción y devorándola en el acto.

—¿No podías esperar unos segundos? —insinué en un tono bromista, pero que se dejaba claro una cierta molestia de mi parte.

—Lo si-ento —decía sin remordimiento mientras masticaba la comida.

—Sí que te faltan modales —le recriminé—. Al menos hubieras esperado a que terminara de cortar toda la pizza —ya cortada todas las porciones, le serví en un plato a Bianca una pizza—. Ten.

—Gracias —ella olfatea su comida y una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro—. Huele muy bien. No huele a la de Dino Moe´s —me volteó a verla—. ¿Dónde la compraste?

—Es un lugar que está cerca de aquí, se llama Hell King —le daba un bocado a mi pizza, y tras tragarla, me sacó la duda que se me generó hace un momento—. ¿Puedes diferenciar la pizza del lugar por su olor?

—Ni tanto. Es que como mi padre cada tanto ordena ahí, logré memorizar el estilo de Moe´s.

—Pero, si entrenáramos tu olfato con otras pizzas, ¿serías capaz de recordar sus olores? —preguntó de manera ingenua Aurora.

—Tal vez.

—Pues tienes un súper poder, amiga —sonaba muy emocionada la dilophosaurio.

—No exageres tanto —Bianca se reía por la reacción de Aurora—. Tampoco es que pudiera hacer mucho.

—No con esa actitud —respondió entre risas la chica de escamas amarillas—. Pero basta de tonterías, vamos a lo importante —veo cómo la cara de Aurora se formaba una expresión que denotaba algo de maldad—. Quiero saber todo sobre tu relación con Joe. Y cuando digo todo, es todo.

—Aurora… —la miro con indignación—. No puedes ser así de bruta.

—¿Una amiga no puede preguntarle a otra cómo lleva las cosas?

—Conociéndote, es mejor no contarte nada —la dilophosaurio me miraba ofendida.

—Igual, no estoy hablando contigo —ella dirige su atención hacia Bianca—. Le pregunté a la que tiene pareja. Así que dime, ¿cómo son las cosas con Joe?

—No tienes que contestar todo —me temo lo peor si es Aurora la que pregunta.

—Pues, no tengo ningún problema de contar las cosas —dijo sin mayor preocupación la chica de ojos grises—. ¿Qué quieres saber?

Y así, en la próxima media hora, Aurora no dudó en preguntar por cada detalle sobre la relación entre Bianca y Joe. Y por parte de la ciega, ella respondía cada duda sin escatimar en detalles.

Al principio, las preguntas fueron bastante normales. Bianca nos fue contando un poco sobre los primeros meses de pareja, y sobre la pequeña pelea que tuvieron; algo en que ya estábamos al tanto las dos. Pero con un mayor contexto de la situación, comprendimos un poco mejor por qué Joe estaba tan distante. Tras lo sucedido, ella menciona que no volvieron a tener otra pelea similar a esa. A lo mejor discutían por una tontería, pero siempre era fácil de solucionar.

También nos contó sobre algunas citas que fueron teniendo y las cosas nuevas que experimentó. Fue interesante escucharla narrar su experiencia en un show de lucha. Ya que era, debido a su ceguera, nos hacíamos la pregunta de cómo ella podía comprender lo que ocurría; mencionando que su novio era quien le explicaba lo que pasaba. Pero lo que era fascinante de oír, era cómo ella se sentía en ese ambiente.

Parecía irreal como lo decía, pero los gritos y el bullicio que se generaban en el recinto, lograban a cualquiera emocionarse. Es cierto que no podía disfrutar en su totalidad el espectáculo. Sin embargo, Bianca decía que ya estar con el público hacía valer la entrada. Luego Bibi nos dijo que, por su parte, intentó que Joe pudiera volver a adentrarse en el mundo del arte; fracasando de manera estrepitosa.

En secreto, iban al estudio a trabajar en esculturas, esto debido a que el jefe de ella no le agrada que él esté por el lugar. Pasaron varias tardes practicando, pero las torpezas y poca paciencia del humano fueron suficientes para dejar en claro que él no tiene un talento en el arte. Y a pesar de todo eso, él logró comprender varias cosas sobre el mundo del arte: desde las técnicas que se emplean al esculpir hasta el nombre de las herramientas. Así que, para ella, en el fondo fue una victoria que Joe aprendiera sobre su oficio.

Y después de contarnos varias anécdotas interesantes, Aurora no dudó en preguntarle sobre todo lo que ocurría debajo de las sabanas. Escuchar a Bianca siendo demasiada explícita en todo lo que hacía con su novio, hacía que fuera muy fácil imaginarse el acto entre ellos dos. En el momento en el que menciono su última noche de pasión, cambié abruptamente de tema, ya que me estaba muriendo de la vergüenza.

—¡¿Sabes algo sobre tu muestra de arte?! —ya estaba tan roja como un tomate tras la conversación—. ¿Ya sabes los resultados o algo?

—Aún nada —ella suspiraba—. Saben que, si hubiera recibido la noticia, serían de las primeras en enterarse.

—¿Y no te mata la intriga? —agregó Aurora.

—Por suerte, no. Una vez que realizaba un examen, nunca me preocupaba por la nota hasta el momento en el que el profesor decía: voy a decir sus calificaciones —su forma juguetona de decirlo, hace que una pequeña risa se me escapara; provocando un efecto en cadena de mini risas—. Así que apliqué lo mismo en esta situación. Cuando sea el momento de la verdad, ahí estaré súper nerviosa de escuchar si llegue a estar en el top 5 o no.

—Yo no sé cómo haces —comenté—. En mi caso, estaría muy ansiosa hasta recibir esa noticia.

—Yo creo que me olvidaría y hasta me enteraría una semana después —expresó en un tono jocoso la chica de escamas amarillas—. Aún me sorprende que me haya graduado del instituto, con lo relajada que soy… —ella se zampaba la quinta porción de pizza.

—Diría, más bien, que eres alguien que procrastina demasiado —insinué con bastante ironía.

—Procrastinar o no, logré graduarme de esa pocilga.

—Y… ¿Cómo les está yendo con la banda? —en el instante en que Bianca soltó esa pregunta, crucé miradas con Aurora y ambas pusimos la misma expresión de incomodidad.

—Por dónde empezar… —balbuceaba pensando en qué podría decir—. Dentro de 3 semanas tenemos una batalla de bandas.

—Qué bueno.

—Sí… si fuera en otro contexto —el disgusto en mis palabras hizo que Bianca se diera cuenta de que, a pesar de que sonara cool, no estaba muy emocionada con la situación—. ¿Por qué no le dices qué ocurrió, Aurora? —el tono agresivo que usé, provocó que la dilophosaurio desviara la vista hacia una esquina.

—Puede ser que, tal vez en un ataque de impulsividad, haya desafiado a una chica que es mejor de lo que creía… —entre el tono despreocupado y la evidente culpa de causarles un problema a otros, tanto Bianca como yo, pusimos una expresión de decepción—. Oigan, no me mires así… aunque bueno, Bianca no ve nada.

—No necesito ver para saber qué hiciste una estupidez —Bibi se rascaba la punta del hocico—. ¿Puedo saber con mayor exactitud qué ocurrió?

—¿Recuerdas que el año pasado te conté sobre que nuestra vocalista abandonó la banda? —Bianca asiente con la cabeza—. Bueno, al parecer, en el tiempo que no sabía nada de ella, creó una nueva banda. Su talento es envidiable y su capacidad de componer también.

—Yo no sabía que Nicole era una ex miembro de su banda —Aurora intentaba defenderse con esa excusa vaga.

—Eso no es un motivo para provocar a alguien e insinuar que no sabe de música —si hubiera estado con ella y no Jennifer, nos hubiéramos ahorrado un problema—. El punto es que, gracias a la gran arrogancia de Aurora, tenemos un duelo de bandas.

—¿Y por qué no se retractan?

—Porque no voy a dejar que una cualquiera venga a decirme que yo solo soy una cara bonita que no sabe de música —manifestó con rabia y hostilidad la chica de escamas amarillas—. Si nos echamos para atrás, es reconocer que no somos capaces de hacerles frente.

—Ahí tienes porque no nos retractamos… —me sorprende que aún no haya asesinado a Aurora por esto—. Así que llevamos las últimas semanas practicando para pulir nuestras canciones e intentar sacar un nuevo tema.

—¿Y cómo van con eso? —preguntó con cautela Bibi.

—Por la parte práctica, genial. Ya nos aprendimos gran parte de nuestro repertorio de memoria. Pero sobre sacar nuevas canciones…

—Claire lleva bloqueada desde hace meses —mencionó la responsable del problema—. Tenemos casi toda la canción hecha, pero no es capaz de armar una letra con ella.

—E igualmente, no me termina de convencer de lo que llevo hecho —tomé la última porción de la pizza y me la comí—. No es una mala canción, pero no termino de conectar con ella al 100%.

—Tal vez podríamos trabajar en ella y terminar de componerla —propuso Aurora.

—Aunque es buena idea, prefiero no pensar en la música como responsabilidad —le doy una sonrisa—. Ahora mismo quiero relajarme con mis dos amigas y divertirme un poco.

—Como usted diga —Aurora se recuesta en el suelo de mi living y lanza un gran suspiro—. Estoy llena.

—Yo también —comentó Bianca—. Aunque dejé algo de espacio para los muffins —al decirlo, una pequeña risa salió de sus labios—. ¿Qué es lo que sigue para esta noche?

—Obviamente, como somos chicas, vamos a hacer una pelea de almohadas —expresó en un tono juguetón la dilophosaurio.

—¡Siempre quise hacer eso! —la emoción en las palabras de Bianca, demostraban que esa idea le hacía mucha ilusión.

—No quiero ser aguafiestas, pero… ¿Cómo haremos con tu ceguera? —le dije a Bianca sin afán de ofender.

—No te preocupes, Claire. Que yo tengo una gran idea —Aurora levanta su torso y me mira con determinación—. ¿Tienes antifaces para dormir o bufandas?

Para cuando me quise dar cuenta, ya estaba moviendo la mayoría de muebles lejos del centro del living para crear un espacio para pelear con las almohadas. Con ayuda de Aurora, escondimos cualquier cosa que se pudiera romper. Armado nuestra arena de combate, me dirigí a mi cuarto a buscar las almohadas y un par de antifaces.

Con todos los preparativos hechos, nos encontrábamos las tres en el centro de la habitación. Encerradas en un cuadrado donde nuestro límite eran los sofás. Una vez que cada una tomó su almohada, dimos tres pasos hacia atrás para tomar distancia.

—¿Están listas? —decía con mucha alegría Bianca—. Ya quiero comenzar.

—Solo un segundo —miré a Aurora y le lanzo un antifaz para dormir—. Póntelo.

—Oye, tú también debes hacerlo —me reprochaba.

—Primero, no confió en ti. Y en segunda, cuando te pongas el antifaz, yo haré lo mismo.

—Ok —en el instante en que Aurora se pone el antifaz, yo hago lo mismo, quedando ciega en el acto.

—¡Que comience el combate! —tras dar inicio a la batalla, un miedo invadió todo mi cuerpo.

Era extraño tener que luchar a ciegas. Iba arrastrando los pies por miedo a dar un mal paso y caerme. Un escalofrío recorría todo mi cuerpo, desde mi cabeza hasta la punta de los dedos; mi cuerpo estaba tenso por la incertidumbre de cuando iba a ser golpeada. Y con todo el pavor que estaba sintiendo a tan solo segundos de haber comenzado la pelea de almohadas, el grito de Aurora hace que me asuste aún más.

—¡Bianca! ¡Para! —se podía llegar a escuchar el movimiento de la almohada de la dilophosaurio golpeando el aire—. ¿Dónde demonios estás?

Estaba alerta, sabía que Bianca ya se había dado a la caza de nosotras dos. Debía calmar mis ansias y estar atenta a cualquier movimiento. Pero cuando menos lo esperé, siento cómo un objeto relleno de plumas golpea mi cara.

—¡Esto es muy divertido! —se estaba riendo con mucho entusiasmo la raptor.

Guiándome por el ruido de su risa, me dirijo en su dirección con la intención de devolverle el ataque que ella me propinó. Con miedo, balanceaba de izquierda a derecha la almohada con el propósito de conectar un golpe. Y para mi fortuna, logré impactar en el rostro de una de mis adversarias; lastimosamente no era Bianca.

—¿Ahora quién me pegó? —sonaba muy molesta Aurora.

De forma sorpresiva, siento cómo una almohada impacta en mi espalda.

—¡Oye! —le devuelvo más fuerte el golpe a Aurora.

—¿Por qué me atacas? —Como contraataque, me da dos golpes seguidos en la cara con la almohada—. Debemos ir contra Bianca.

—¡Pero no sé dónde está! —la risa de Bianca resonaba a mi izquierda, parece que está disfrutando de nuestra torpeza.

—Ahora saben cómo se siente ser yo por un momento —se mofaba de nosotras dos.

—No se vale, tú llevas toda tu vida así. Es obvio que corres con ventaja —la frustración de Aurora era palpable en sus palabras.

—Les doy un consejo: escuchen bien los pequeños sonidos que hacen los otros —ahora la voz de Bianca resonaba por mi derecha—. Hablaré un poco para saber si pueden encontrarme.

—¿Ya te estás burlando de nosotras dos? —le dije en un tono jocoso.

Tras decir eso, siento cómo alguien me golpea en las piernas con una almohada y me exaltó, moviendo para un lado y para el otro la almohada como medida de defensa.

—Tal vez —una risa malvada salía del hocico de la ciega.

—¿Tregua? —dijo Aurora con seriedad.

—Tregua.

Tomé la mano de Aurora y nos fuimos separando lentamente con la intención de abarcar más espacio. Nunca creí que iba a llegar al punto de aliarme con alguien para atacar a otro en una guerra de almohadas. Pero en estas situaciones, hay que tomar medidas drásticas.

Por los próximos minutos, Bianca se burlaba de nosotras dos. Haciendo sonidos para que fuéramos algún lado y siempre terminábamos atacándonos entre nosotras dos. Y a pesar de que combatir a ciegas fue una pésima idea. Sin embargo, no podía negar que me estaba divirtiendo mucho con ellas dos., no puedo negar que me estaba divirtiendo mucho con ellas dos.

Tras haber sido vapuleada con almohadas por un buen rato, finalmente logré acostumbrarme lentamente a la falta de visión, y siguiendo los consejos de Bianca, concentré toda mi atención a los sonidos que abundaban en la habitación. Me percaté de una pequeña risa que se escuchaba detrás de mí. Y sin pensarlo mucho, bateé hacia esa dirección y sentí cómo algo impactó con la almohada.

—Auch —dijo Bibi entre risas—. ¿Ahora te vas a aprovechar de una discapacitada? —al decir eso, le di otro golpe.

—Yo también estoy ciega, somos iguales —una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Como si fuera un acto de traición, siento cómo Aurora me atacó por la espalda; impactando con su arma en mi nuca.

—¿Le di a Bianca?

—Bianca —digo en voz alta—. ¿Tregua? —una pequeña risa maliciosa era audible por parte de la raptor.

—Tregua —y en el momento en que alié fuerzas con la raptor, atacamos sin misericordia a la dilophosaurio.

Habrá sido injusto que hayamos hecho complot contra Aurora, pero como dice el dicho: en el amor y en la guerra, todo se vale. Y esto, era la guerra. Sin importar los intentos de Aurora de contrataque, la diferencia numérica le jugó en contra.

Entre risas y quejidos, logramos derribar a Aurora a base de almohadazos. Con clemencia, ella pedía piedad y que la dejemos de atacar. Y como buenas amigas que éramos, obviamente, continuamos el ataque con una agresividad mucho mayor. No sabíamos cuánto tiempo había pasado, pero cuando ya las tres no dábamos más, decidimos dar por finalizada esta batalla. Inundando la habitación de risas, nos tiramos al suelo a descansar y a debatir cuál iba a ser nuestro siguiente plan.

Tras la pelea de almohadas, y continuando con la idea de hacer las cosas a ciega, decidimos maquillarnos sin ver. Debo agradecer que no hubo fotos de ese momento, porque hubiera sido muy humillante para cualquiera de las tres. La idea era hacer un maquillaje sencillo: pintar labios, ojos y pómulos. Y tras una pequeña discusión, se decidió que Bianca maquillara a Aurora, yo a Bianca y Aurora a mí. Cuando empezamos a hacer esta tontería, no podía evitar el recordar la primera vez que intenté maquillarme cuando era niña.

Al terminar, no pude contener la risa al ver el desastre que era la cara de Aurora y Bianca. Sin embargo, la que peor quedó fui yo.

Me dirigí al espejo del living y al ver mi rostro, solo podía ser comparado con una extraña pintura de Picasso. Lo más chistoso de todo, era explicarle a Bianca cómo habían quedado nuestros rostros; ya que debíamos buscar una forma de que pudiera entender el resultado de este experimento. Y así, por el transcurso de la noche, seguimos haciendo más cosas de las que yo tenía planeadas.

Ya para las 1am, nos encontrábamos con las chicas en mi cuarto, ya vestidas con nuestros pijamas. Por el lado de Bianca, ella se trajo un conjunto de camisa y pantalón de color rosado; diría que incluso parece nuevo. En cambio, Aurora, vestía con un pantalón deportivo corto de algodón negro y una camiseta blanca con las letras FF. Yo, por mi parte, tenía un camisón blanco que me llegaba a la altura de la rodilla.

En lo que íbamos devorando algunos de los muffins que había preparado, la dilophosaurio sacó la bolsa con sus “yerbas especiales”. Por primera vez, en lo que llevó conociendo a Aurora, ella estaba hablando con seriedad y nos explicaba al detallar el cómo debíamos consumir estas drogas. Ella estaba al tanto que no estábamos acostumbradas a estas cosas, así que preparó un cigarrillo pequeño que íbamos a ir compartiendo.

—Ya les voy diciendo: aspiren un poco, saboreen un poco el humo y luego lárguenlo —ella me extiende su mano con el pitillo ya encendido—. Lentamente, hará efecto. Así que no se asusten si empiezan a sentirse un poco mareadas o sus sentidos se agudicen —tomé el cigarro y lo llevé directo a mi boca.

Al momento de sentir el humo en mi boca, debo admitir que el sabor no era desagradable. Era un poco amargo, pero no tanto como el tabaco. Y tras darle una pitada, le pasé el porro a Bianca para que también se uniera al viaje con nosotras.

En un inicio, Bibi se veía nerviosa con el cigarro en mano, pero una vez que su mano dejó de temblar, se lo llevó a la boca y le dio una aspirada demasiado larga, al punto que Aurora tuvo que intervenir y sacárselo.

—¡Te dije que con cuidado! —Aurora se lleva el porro a sus labios y se termina de consumir el mismo.

—Per… —Bianca tocía dejando salir todo el humo que había en su boca—. Perdón.

—Bueno, es posible que a Bianca le haga efecto antes de lo que tenía planeado.

—¿Y cuánto crees que puede tardar? —pregunté con credulidad.

—Depende de cada uno, puede hacer efecto al instante o tardar varios minutos —dijo con seguridad la experta en drogas.

—¿Y cuál crees que sea Bibi? —al regresar mi atención en Bianca, veo cómo ella movía sus brazos lentamente.

—Creo que puedo ver… —los movimientos de Bianca eran un poco erráticos y torpes.

—Ya me respondió ella… —dije sin mucha sorpresa.

Para cuando me quise dar cuenta, ya habíamos iniciado el tercer cigarrillo. Y tranquilamente, podría decir que ya me había hecho bastante efecto. No sabría cómo ponerlo en palabras, pero sentía que mi cuerpo era muy ligero; como si fuera una pluma. Mis sentidos estaban más sensibles, pasar las yemas de mis dedos por encima de mis escamas era una sensación tan intensa que lograba estremecerme un poco.

Cuando miraba a las chicas, llegué a la conclusión de que yo estaba en un punto medio del viaje. Aurora era la más sobria de las tres, aun siendo la que más consumió, posiblemente al estar tan acostumbrada a las drogas habrá creado una mejor resistencia a sus efectos. En cambio, Bianca… Parece que ella había dejado el plano terrenal.

—Oigan… —la débil y drogada voz de Bianca logra llamar mi atención—. ¿Hay algo que les moleste de sus vidas? —las dos miramos confundidas a la raptor que se encontraba tendida en el suelo—. Yo… reniego un poco de mi ceguera —en el tono tan sereno que uso, provocó en mí una rara sensación de lástima—. Lo sé, yo no puedo cambiar eso. Soy consciente de la realidad, vivir toda mi vida sin un sentido nunca fue un problema. Pero para el resto del mundo, todos me veían como alguien frágil. Alguien que necesitaba ayuda en todo —Bibi levantaba, lentamente, su torso y se sentaba con las piernas cruzadas. Al ver su rostro, veíamos cómo tenía una sonrisa débil. Sin embargo, sus ojos transmitían cierta tristeza al desvelar tal pensamiento—. <<Es impresionante que alguien como tú pueda hacer eso>> Escuché tantas veces esa frase, hizo que me odiara un poco cuando alguien valoraba mis trabajos —ella acariciaba su propia mejilla y podía ver cómo sus ojos empezaban a humedecerse—. Sé que una discapacidad te limita. Digo, no puedo ver una pintura —una risa débil salía de sus labios—. Por eso, es que agradezco de corazón que ustedes jamás me hayan tratado con diferencia. Siempre me trataron como alguien más —ella se limpiaba los ojos llorosos—. Las charlas con Aurora en el parque, las visitas al club de lectura con Claire; hicieron que mis tardes fueran más divertidas —ya se veía más animada—. Las quiero de verdad, chicas.

No lo pensé mucho y me acerqué a Bianca para abrazarla, algo que también hizo Aurora tras verme hacerlo. No esperaba escucharla tan vulnerable y abriéndose ante nosotras dos.

—¿Te encuentras bien? —pregunté con calidez.

—Sí —un pequeño resoplido salía de su hocico.

Ya más calmadas, nos liberamos las tres del abrazo. Y tal vez por el ambiente tan íntimo que se generó, Aurora también se sincera con nosotras dos.

—Bianca, ya te he dicho antes que te aprecio mucho. Hasta el punto en que te considero mi primera amiga real —la raptor se veía sorprendida al escuchar eso.

—¿De verdad?

—Sí —ella le daba otra pitada al cigarrillo, consumiéndolo en su totalidad. Tras expulsar el humo, continuó hablando—. He tenido diferentes amistades a lo largo de mi vida, pero ninguna duraba muchos años. Con la primera persona que tuve una conexión especial, hoy en día, se encuentra al otro lado del mar. Aún mantengo contacto con él, pero igualmente, sigo esperando el momento en el que nuestros caminos se vuelvan a cruzar —la dilophosaurio miraba su camiseta de FF—. Con la segunda persona que tuve esa conexión, fuiste tú, Bianca —Aurora se voltea a verme y postra su mano sobre mi regazo—. Y la tercera, fue Claire.

—No esperaba escuchar eso —al escuchar eso, no pude evitar sonreír.

—En el fondo, siento que eres como mi hermana mayor. Te preocupas por mí, y si no fuera porque me seguiste insistiendo para que me uniera a tu banda, jamás hubiera vencido mi miedo al pánico escénico —ya para este punto, me estaba poniendo emotiva—. De verdad, las quiero —y otra vez, nos volvimos a abrazar.

—¿Vamos a estar haciendo todo el rato? —dije y todas empezamos a reírnos.

—Solo faltaría que contaras algo tú, Claire —comentó Bianca.

—Sería lo justo —musité—. Pues, decir que las quiero sería redundante —ellas se rieron un poco de mi comentario—. Creo que podría responder a la pregunta que había hecho hace un rato Bianca. Me molesta no saber qué hacer con mi vida.

—¿A qué te refieres? —preguntó Aurora, mientras nos liberábamos del abrazo, quedando las tres bastante cerca una de la otra.

—Tengo 20 años, estoy estudiando una carrera que actualmente no me gusta y solo la sigo para no decepcionar a mi familia —expresé con desdicha—. No miento que en un inicio se me hacía interesante la botánica, pero a medida que pasaban los meses, me di cuenta de que no era lo que esperaba.

—¿Y no crees que tus padres lo entenderían?

—Seguramente… tal vez… no lo sé realmente —la inseguridad había invadido todo mi cuerpo—. Mis padres me apoyan en todo y quieren que sea feliz. Pero decirles que quiero abandonar la carrera tras haber pagado un buen dinero, siento que los voy a fastidiar mucho —me frustraba el solo pensar en esto—. Y la peor parte de todo es que, aun si ellos lo entendieran y aceptaran mi decisión, no sé qué quiero hacer con mi vida.

—¿Y la música? —dijo Bianca—. Podrías ir al conservatorio o tal vez estudiar con Aurora.

—Sería divertido que fuéramos compañeras en la universidad —a pesar de los intentos de las chicas de animarme, era momento de que le dijera la verdad.

—De hecho, no quiero dedicarme a la música. De eso estoy segura —al momento en que revelé eso, Aurora estaba impactada—. Adoro hacer música y tocar con la banda, pero solo lo veo como un hobby. No soy como tú, Aurora —apretaba mis puños de la frustración—. No puedo imaginarme en un futuro como alguien famosa o viviendo la vida de estrella de rock que tantos anhelas. Amo la música, pero no quiero dedicar mi vida a eso —levanté la mirada y vi directamente a los ojos de Aurora—. Perdón si te decepcioné con lo que dije.

—Oye, tranquila —la dilophosaurio me miraba con empatía—. Está perfecto que no quieras transformar tu hobby en tu trabajo. No me voy a decepcionar de la persona que me ayudó a avanzar con mi sueño —ella me daba una sonrisa cariñosa—. Si no fuera por ti, es posible que seguiría tocando en el parque.

—¿No existe algún sueño o algo de lo que te gustaría vivir? —expresó con calma y delicadeza Bianca.

—Bueno, cuando era niña, tenía el sueño de tener mi propia pastelería —balbuceé—. Empecé el curso de pastelería el año pasado por eso mismo. Pero me olvidé de esa meta con el tiempo, ya que lo veía como algo tonto.

De pequeña creía que las cosas eran sencillas, que un día, cuando fuera adulta, abriría mi propia tienda. Y mientras crecía, me fui dando cuenta lo complicado que era; el solo hecho de pagar el alquiler como las facturas de servicio ya era un calvario. Y si le sumó otros factores, como contratar empleados, conseguir maquinaria o similares, hizo que la pequeña Claire se desmotivara. Dejando que ese sueño vaya muriendo lentamente.

—Y si eso es lo que realmente quieres hacer, pues crea tu propio emprendimiento —dijo Aurora con demasiada seguridad—. Tal vez no puedas abrir una tienda tan pronto, pero sí podrías vender algunos pasteles en línea. Mucha gente hace eso.

—Además, las dos somos testigos de lo buena repostera que eres —afirmaba Bianca.

—¿Ustedes creen? —ya estaba dudando de lo que decían mis amigas.

—Claire, ¿qué ganas con no intentarlo? —la preocupación de la raptor era palpable—. Ninguna te va a decir que dejes tu carrera y que empieces de una con la repostería.

—Podrías seguir estudiando botánica, existe la posibilidad de que reconectes y la termines —agregó Aurora en un tono jocoso—. Pero un título no va a determinar tu futuro.  Mi padrino estudió arquitectura y hoy en día está trabajando como traductor en la embajada de Portugal.

—¿Tu padrino sabe portugués? —preguntó con sorpresa Bibi.

—Sí, pero ese no es el punto. Lo que quiero decir es que, no porque creas que sea tonto, un sueño o meta, debes dejarlo —siento la mano de Aurora en mi regazo—. Digo, tienes a una chica que quiere ser una estrella en la música, a una ciega que quiere ser una gran artista como escultora y el novio de ella que quiere ser una estrella en la lucha libre —una leve risa se escapaba de mi boca—. Si de veras quieres abrir una pastelería, deberías enfocarte en ese proyecto a largo plazo.

—Eres una chica muy talentosa, con muchas habilidades —mencionó Bianca—. Si existe alguien en esta habitación capaz de llevar un negocio y que sea un éxito, eres tú.

—De verdad, gracias —necesitaba oír esto—. ¿Otro abrazo?

—Eso no se pregunta —y por tercera vez, nos volvimos a abrazar tras sincerarnos entre las tres.

En lo que siguió en la noche, seguimos conversando entre las tres; pero para este punto, ya eran cosas más triviales. Era chistoso escuchar a Bianca discutir con Aurora de si un hot dog es un sándwich o no. Estoy segura de que no vería esta escena si Bibi no estaba bajo los efectos de la droga. Incluso esta estupidez escaló tanto, que llegamos a crear una filosofía de vida usando de metáfora el hot dog.

Ya siendo bastante tarde, la primera de nosotras en caer fue Bianca. Se me hacía tierno, y a la vez cómico, como balbucear dormida y se movía de un lado a otro.

Aprovechando este momento de calma, me senté con Aurora cerca de la ventana para contemplar las estrellas que decoraban el precioso cielo nocturno. En un momento, miré a la chica de escamas amarillas y solo le agradecí.

—¿Por qué las gracias?

—Por las cosas que me dijeron ustedes dos —suspiré—. Necesitaba que alguien me animara y que me dijera que mi sueño no es tonto —siento la mano de Aurora en mi hombro.

—Quiero que sepas, que no importa lo que pasé, siempre te apoyaré en tus planes —ella acariciaba mi hombro—. Y no pierdas las esperanzas, nunca se saben los giros de la vida. Tendrías que ser un poco más optimista.

—Tal vez tengas razón, muchas veces soy algo pesimista con mis ideas —dije de forma vacilona—. Debería ser un poco más positiva.

—Sería lo mejor. Ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

Sin saber el porqué, influenciada por las drogas o no, me levanté del suelo y fui a buscar mi guitarra que estaba en la esquina de la habitación. Esquivando el cuerpo dormido de Bianca, regresé en donde se encontraba la dilophosaurio.

—¿Qué haces? —ella me miraba confundida.

Sin pensarlo mucho, comencé a tocar la canción que llevaba componiendo. Y finalmente, la letra que tanto me estaba costando en escribir, había llegado a mi mente.

It's sunny here in the valley

But it's pouring rain in your dreams

Maybe there's something in the water making them feel out of reach

 

When you're way down

And it's dark out

And it feels like no one's there with you, you're wrong

'Cause I've been here all along

 

And when the roof caves in and you're stuck in the moment

But the world keeps spinning around

I'll be with you for all of it

I'd rather be an optimist

And if you lose your hope

I know the feeling when the world keeps counting you out

I'll never let you fall for it

I'd rather be an optimist

Por un rato, estuve tocando los mismos acordes por el simple hecho de que no podía continuar la letra. Estaba bloqueada, me daba mucha rabia no ser capaz de avanzar. Y cuando creía que volvería a estancarme, la dulce voz de Aurora empezó a cantar el resto de la canción que no existía.

You don't have to rush to get there

Don't be afraid to ask for help

If you stand up tall

You can break the walls

That you built up around yourself

—Y ahora repetimos la última parte —dijo ella con entusiasmo.

When you're way down

And it's dark out

And it feels like no one's there with you, you're wrong

'Cause I've been here all along

—¡Y ahí retomamos en el estribillo! —de la emoción, choqué las manos con Aurora. Y por el ruido que hicimos escuchamos cómo Bianca nos manda a callar un poco molesta.

—Hagan silencioooooo —la voz somnolienta y drogada de la raptor era graciosa de oír—. Quiero dormiiiiiir.

—Perdón —dijimos al unísono las dos.

Después de que Bianca se volviera a dormir, con Aurora, tomamos la guitarra y un cuaderno con una lapicera y salimos en la habitación. Ya en el living, nos pusimos a escribir la letra que habíamos improvisado hace un momento y empezamos a componer las demás partes del resto de instrumentos.

Es cierto lo que me dijeron las chicas, que no debo dejar que mis miedos me detengan. Tengo que arriesgarme en esta vida, y si quiero tener esa pastelería, voy a dar el 101% de mí. Y si fracaso, no importa. Me tendré que levantar y volverlo a intentar, soy afortunada de tener una familia que me apoyará en mis planes. Y si no los tuviera a ellos, sé que cuento con dos grandes amigas que hacen ver lo imposible en algo posible.

Chapter 33: Extra 9

Notes:

Mensaje IMPORTANTE al final del extra

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Volver a mi ciudad natal fue interesante. Estar alejada tantos años y ver que todo seguía igual, causó en mí un anhelo de regresar. Sin embargo, no me quedan muchos días de visita y aún debía terminar mi trabajo.

En cierta forma, fueron unas vacaciones pagadas en Volcadera Bluff. Y todo el trabajo que tenía que hacer, la mayor parte, lo había terminado en mis primeros días. Sin embargo, cómo no quería volver aún a San Francisco, dejé pendientes algunas entrevistas para extender mi permanencia en este lugar.

En lo que me terminaba de bañar, escuché el tono de llamada de mi teléfono. Al apagar la ducha, salí de la misma y vi de quién era el número; era de mi jefe. Con velocidad, me puse la bata de baño y tomé el celular para contestar.

—¿No podía llamar en otro momento? Me estaba bañando.

—¿Y cómo iba a adivinar qué mierda estabas haciendo? —la voz de mi jefe sonaba igual que siempre, robusta y áspera—. Ya estamos al lunes, ¿cómo van las entrevistas?

—Solo faltan cuatro artistas, hoy voy a ver a uno después de almorzar y quedé en cenar con otro a la noche —respondí mientras me secaba la cabeza usando una toalla pequeña—. Para el martes a la tarde tendré todas las entrevistas finalizadas.

—Siempre puedo confiar en ti, Adams.

—Lo sé. Por algo soy tu mejor trabajadora —exclamé de forma arrogante.

—Aún te falta mucho por aprender, niña —al parecer no le gustó mi soberbia—. En fin, ahora te mandaré la dirección en un rato.

—Está bien. ¿Algo que deba saber de antemano sobre el entrevistador?

—Nada más sé que es una chica y que hizo una escultura para la exposición.

—¿Tan poca información tienes de ella?

—Yo solo sigo órdenes del cliente —dijo desganado—. El comité de artes quiere que la mayoría de los periódicos del país den cobertura al evento. Mi tarea fue solo organizar las reuniones, nada más.

—Ya lo sé.

—No me decepciones, Julia.

—Quédese tranquilo —expresé en un tono relajado y seguro—. Le prometo que le traeré las mejores entrevistas del mundo.

—Eso espero.

—Lo llamó cuando termine las entrevistas restantes, hasta luego.

—Adiós —corté la llamada y tiré mi teléfono en la cama.

Mientras terminaba de secarme el cabello y peinarlo, noté el mensaje de mi jefe con la dirección a donde debía ir. Al revisarlo, me llama la atención la dirección.

“Taller del Sr. Smith, Journal 342, Green Stock”

¿Habrá sido algún lugar que visitaba con frecuencia en mi juventud?

Bueno, no es importante. mejor me preocupo en almorzar algo y en preparar las preguntas para el entrevistado. Tras alistarme y ver que no me faltaba nada, me fui de la habitación del hotel para arrancar el día de hoy.

EXTRA 8: Entrevista a ciegas

En lo que disfrutaba de un buen omelette relleno de verduras, terminaba de revisar las preguntas que tenía preparadas.

Es normal que haga preguntas genéricas, cómo pueden ser: ¿qué te llevó a dedicarte al arte? O también, ¿qué se siente participar en una exposición de renombre?

Pero mi intención, en cada nota que hago, siempre es darle una personalidad única. Busco que el lector sienta una sensación única al leer mis entrevistas. Y en este caso, quiero que pueda sentir el peso de las palabras del entrevistado; que conozca realmente quién es. Y aunque de lo mejor de mí como reportera, dependo mucho de la actitud y cooperación del otro.

Al revisar mi reloj, veo que no falta mucho para la cita que tengo pendiente. Y tras pagar el almuerzo, salí del restaurante y tomé un taxi hasta la dirección que me pasó mi jefe.

Mientras recorría las calles de mi antigua ciudad, postré mi codo en el marco de la ventana y me quedé viendo a través de ella. Después de un buen rato, y tras pasar un parque muy grande, reconocí la zona a la que estaba yendo; era el barrio donde vivía Joe.

—Por eso se me hacía familiar la calle —susurré para mí misma.

—¿Dijo algo, señorita? —el taxista, con cara de pocos amigos, me preguntó.

—No nada, hablaba conmigo misma.

Al ver con más detenimiento, debo decir que esta zona de la ciudad no se ve tan cambiada como otras. Y en lo que seguía distraída viendo las calles, el taxi se detiene y el chofer me cobra por el viaje. Una vez pagado el traslado, me bajé del vehículo. Y apenas cerré la puerta, el taxi se fue a toda velocidad.

Saqué mi teléfono de mi bolso y busqué la dirección del lugar. Caminé por un minuto, buscando la enumeración exacta. Para cuando vi una casa con un cartel que decía “taller de arte”, algo me intuía que ese era el lugar de la reunión.

Cerca del mismo, había un pliosaurio de escamas moradas que estaba sacando varias bolsas de basura. Al notar el delantal manchando de pintura, era evidente que trabajaba ahí.

—¡Disculpé! —grité para llamar la atención del señor—. ¿Este es el taller del señor Smith? —el pliosaurio tira las bolsas en el contenedor y se voltea a verme.

—Sí, ¿por qué la pregunta?

—Soy Julia Adams, vengo del periódico “From San Francisco to the world”. Mi jefe habló con el dueño del taller para avisarle que vendrían a hacerle una entrevista a uno de sus empleados.

—¿Por la exposición de jóvenes artistas?

—Efectivamente.

—Pues acompáñeme, que su entrevistada está trabajando con un cliente —él se limpia sus manos sobre el delantal—. Por cierto, mi nombre es Víctor Smith, el dueño del taller.

—Es un placer conocerlo.

Al entrar al taller, Víctor me hizo un pequeño recorrido por el lugar y me contaba algunos pequeños detalles sobre el mismo. Para ser un establecimiento escondido y no tan popular, tiene un historial bastante interesante.

Muchos de los artistas que se hicieron un nombre en el medio, como puede ser Michelle Light y con sus pinturas abstractas, o, Gabe Von Erich con sus fotografías premiadas, que han llegado a ser portadas en múltiples revistas. Todos ellos, iniciaron sus caminos en este lugar.

—Y dime, ¿por qué un periódico de otra ciudad vino hasta Volcadera Bluff? —gracias a su cuello largo, podía girar su cabeza sin problema.

—Pues, como me dijo mi jefe, el comité de arte quiere darle la mayor cobertura a su evento —expresé de forma vaga—. Lo más seguro es que se deba a que participaron varios artistas de diferentes partes del país —Víctor deja de mirarme y vuelve su atención hacia adelante—. Por cierto, ¿cómo se llama la chica que compitió en la exposición?

—¿No sabes a quién vas a entrevistar?

—Ni en lo más mínimo. Mi jefe apenas me dijo que era una chica y que hizo una escultura.

—¿Seguro que eres periodista?

—Le aseguro que lo soy, y una de las mejores —exclamé orgullosamente—. Si quiere, cuando saqué la entrevista, será de los primeros en leerla.

—Sería interesante de ver —él se detiene delante de una puerta, y acto seguido la abre—. Bianca, ya llegó la periodista que te había mencionado.

Cuando entré a la habitación en donde se encontraba mi entrevistada, quedé estupefacta al ver quién era la artista en cuestión.

—Esa es la novia de Joe… —pensé al verla con detenimiento.

Estoy casi segura de que es ella, es idéntica a la de la foto que me mostró Joe en el bar; esos ojos grises son poco comunes. Estaba tensa, porque no tengo la menor idea de si mi ex le habrá hablado de mí o si ella ya sabe de mi existencia; incluso existe la posibilidad de que le contará sobre nuestra salida en el bar. Pero no era el momento de dejarme llevar por las emociones. Tengo que mantenerme profesional y concentrarme en mi trabajo.

—Ella es Julia Adams —dijo el pliosaurio.

—Es un gusto —me acerqué a ella y le extendí mi mano.

—Igualmente —la raptor me daba una agradable sonrisa, pero ignoraba mi apretón de mano.

—Claro… —¿Acaso lo hizo apropósito?

En lo que miraba la habitación, me percato de la presencia de una humana con un antifaz sentada a la izquierda de la chica de escamas marrones.

—¿Quién es ella? —señalando a la chica con el antifaz.

—Es una cliente —respondió Víctor—. Ella solicitó que le hicieran una figura de su rostro y pidió que se lo realizara nuestra mejor escultora.

—Alo —exclamó la chica con el antifaz.

—No sabía que iba a ver otra persona para la entrevista… —no es que me moleste realmente, pero sí me fastidia un poco.

—Descuida, prometo no molestar e interferir en su entrevista —me daba una gran sonrisa, aunque su rostro no estaba apuntando hacia mí—. Además, es interesante saber cómo se siente Bianca en su día a día —¿siente?

Al volver a inspeccionar la habitación, veo un detalle que no había visto: un bastón para ciegos. Por un instante, me sentí como una idiota al pensar que ella me había ignorado de manera intencional.

—Te acabas de dar cuenta, ¿cierto? —se mofaba el señor del mostacho.

—Sí…

—No te preocupes, no vas a ser ni la primera ni la última que le pasé —Víctor me decía de forma amable—. Bueno, yo seguiré con mis tareas. Que tengan una buena charla.

—Gracias.

—Bianca, no digas cosas que no debas.

—¿Cómo dónde está tu suministro de café escondido? —ella se reía de su propio chiste.

—Aún no sé cómo descubriste su escondite… —y sin decir mucho más, el pliosaurio se fue de la habitación y cerró la puerta.

Esta era la primera vez, tras mucho tiempo, que no me sentía a gusto en una entrevista; estoy por entrevistar a la actual pareja de mi ex. Tenía suerte de que ninguna de las dos podía ver mi cara de malestar.

En lo que me masajeaba la sien con las yemas de mis dedos, intenté calmarme y concentrarme para poder hacer bien mi trabajo. Y sin pensarlo mucho más, me mentalicé y entré en mi modo periodista.

—¿Ya podemos empezar la entrevista?

—Claro. ¿No te molesta que trabaje mientras respondo las preguntas? —sonaba algo preocupada.

—Para nada. Ver tu proceso de trabajo sirve para enriquecer la entrevista. ¿Puedo sentarme a tu derecha? —la raptor asentía con la cabeza.

Tomé una silla que había cerca de la puerta y la llevé hasta donde se encontraban las dos chicas. Al sentarme, revisé las preguntas que tenía anotadas y respiré para apaciguar mis ansias. Debo ignorar cualquier emoción que pueda comprometer la calidad de la entrevista.

—Bien —agarré mi celular del bolsillo y abrí la grabadora de voz—. En este momento encendí la grabadora de voz de mi teléfono y voy a registrar toda nuestra conversación. ¿Me das tu consentimiento para que se grabe toda la charla?

—Por supuesto.

—Excelente, entonces, iniciamos con la primera pregunta —con la otra mano, saqué mi bloc de notas y revisé las preguntas—. Es bastante obvio, pero, ¿qué fue lo que te motivo a dedicarte al mundo del arte?

—Bueno… Desde que soy una niña, siempre tuve una conexión especial con el arte gracias a mi madre. Cuando ella falleció, estuve mucho tiempo alejada de ese mundo hasta que inicié la preparatoria. No sabría decirte en qué momento decidí que quería dedicar mi vida a la escultura, pero sí podría decirte quién me impulsó a seguir en el mundo de las bellas artes —ella esbozaba una gran sonrisa—. El día en que Víctor me convirtió en su pupila, supe que mi arte era bueno. Saber que alguien quería ayudarme a mejorar y sacar todo mi potencial, hizo que me motivara a no decepcionar sus expectativas y demostrar mi valía. Gracias a él es que hoy en día sigo haciendo esto.

—Y sobre la exposición, ¿cómo te sentiste al participar en un evento de tal magnitud?

—Estaba aterrada —Bianca se empieza a reír—. Imagínate competir contra otros artistas del país y esperar a que tu obra destaque entre todas —ella empezaba a tocar el rostro de la humana—. Roxy, cierra la boca. Si no te mancharé con barro —la raptor se toma su tiempo en pasar sus dedos por cada parte de la cara de la chica. Cuando regreso a esculpir en el barro, continuo con la pregunta—. A largo de mi vida nunca me había expuesto tanto como aquella noche. Sabía que, en un momento de la velada, todos los reflectores iban a estar delante de mí, y era eso lo que me asustaba.

—¿Y cómo afrontaste esa situación?

—Fue gracias a mi novio —sus palabras transmitían cierta sensibilidad—. Cuando me encontraba en el patio del museo, estaba temblando del pánico; no me sentía capaz de responder las entrevistas de los jueces —una mueca de alegría se dibujaba en su cara—. Pero cuando él apareció, se quedó a mi lado y me motivó a que saliera adelante. Creo que, si él no hubiera estado, tal vez no me presentaba ante los jueces.

—Ya… veo.

Veo que, después de tantos años, el chico bruto de gran corazón aún sigue vigente. Es cierto que Joe es de apoyar a sus seres queridos sin importar cuanto tenga que sacrificar él. Por eso, me arrepiento por no estar a su lado cuando él luchaba; fui muy egoísta con él.

—¿Y cómo fuiste perfeccionando tu técnica de esculpir? —dejó escapar la chica de los ojos vendados—. Es que me llama la atención que, para tu condición, hayas hecho un gran trabajo con la cara de Joe.

—Esa… es una gran pregunta —he de admitir que no me esperaba eso—. Por tu ceguera, ¿cómo fuiste puliendo tus habilidades artísticas?

—Según lo que me dijeron todos, tengo un don natural —mencionó Bianca—. Tanto mi madre como mi mentor, siempre me comentaban sobre el talento que tenía para recrear figuras. Y desde que terminé la preparatoria, muchas veces me quedaba hasta tarde en el taller perfeccionando mis habilidades —era raro, porque mientras la escuchaba, podía sentir una pequeña disconformidad en sus palabras—. Tal vez, algo que reniego de haber sacrificado mucho para convertirme en una buena artista, es que perdí muchas oportunidades de formar alguna amistad con alguien —pero a pesar de decir eso, aún era visible una sonrisa en su cara—. Es lindo pensar que finalmente tengo personas a las que puedo llamar amigos, y en lo que sería el último año, conocí gente muy maravillosa —veo cómo mueve lentamente su mano hasta el regazo de la chica humana—. Como tú, Roxy, fue agradable conocerte en el muelle.

—Ay, basta, vas a hacer que me emocione —decía bromeando.

—Se nota que amas el arte —exclamé—. Es evidente que es una pieza fundamental en tu vida.

—Aunque al principio fue difícil volver a reconectar —agregó la chica de escamas marrones.

—¿Un desamor con el arte? —sé cómo se siente eso.

—Sí —Bianca empezó a darle forma y profundidad a la escultura—. ¿Les puedo hacer una pregunta a las dos?

—Claro —comentó Roxy.

—Pregunté —agregué.

—¿Alguna vez sintieron que sus logros no eran realmente logros?

—En mi caso diría que no —respondió Roxy.

—¿Y tú, Julia?

—Cuando era más joven, tal vez no sentí esa sensación, pero sí sentí que lo que hacía no era valorado o reconocido —sentí una cierta presión en mi pecho al recordar ese feo recuerdo—. Mis padres nunca valoraron mis sueños de convertirme en actriz.

—¿Te gusta la actuación? —expresó la chica de los ojos vendados.

—¿Gustarme? Lo adoro —me emocioné—. Es más, yo trabajo en el área de cultura y entretenimiento en mi periódico por eso mismo. Eso abarca muchas ramas del espectáculo y de las bellas artes —creo que me estoy desviando de lo importante—. Pero volviendo a la entrevista, ¿por qué hubo un desamor con el arte?

La raptor se toma un tiempo considerable antes de contestar. Incluso, se detuvo y dejó de hacer la escultura.

—Si es una pregunta que te incomoda, podemos ignorarla.

—Descuida… es que no es un momento que me gusta recordar —Bianca tomaba aire y luego lo exhalaba—. Cuando yo tenía 15, mientras estudiaba en el hammond, tomé la decisión de participar en una competencia de arte que organizaba la escuela. Me hacía ilusión participar, ya que muchos compañeros o amigos de esos tiempos decían que era buena —sonaba algo alegre cuando contaba eso—. Habré participado unas 5 o 6 hasta la mitad de mi segundo año escolar. Y en todas quedaba siempre en buenas posiciones, más nunca había ganado el primer lugar. Para una adolescente, ser reconocida por su talento es algo muy lindo.

—¿Y qué pasó?

—Una vez, que tuve que ir al centro de estudiantes para preguntar algo sobre unas clases optativas, escuché una conversación que no debía escuchar —ese rostro, que era alegre, se fue transformando en uno triste, casi deprimente—. Me enteré de que había conseguido buenos puestos en esas competencias por mi discapacidad —noté cómo ella apretaba su mano, conteniendo su rabia—. Desde ese día, no quise saber nada del arte.

—¿Y cómo volviste a recuperar ese amor?

—Fue difícil reconectar. Porque, aunque aún haya una parte de mí que disfrutara del arte, no me sentía a gusto de que otros vieran lo que hago —Bianca había retomado su escultura y ya se veía un poco más animada—. Hasta que conocí a Víctor —ya su rostro reflejaba una expresión más pacífica y jovial—. Tener a alguien que criticara mi trabajo con total honestidad, que me exigiera más habilidad y que me apoyara en mi desarrollo como escultora, hizo que me propusiera una meta. Recibir el reconocimiento de mi mentor —las palabras de la chica de ojos grises eran más entusiastas—. Es por eso que quiero ganar uno de esos cinco puestos para ir a estudiar al extranjero y que él me diga que está orgulloso de mí.

—Tienes mis respetos, chica —dijo la chica de los ojos vendados—. Se nota que tenías la determinación de competir.

—En un inicio, dudé. Ya que las malas experiencias en mi adolescencia me hicieron desconfiar de mis habilidades —ya sonaba más alegre—. Pero al ver que tanto Joe, como Víctor, me apoyaban y me incentivaban a participar, sentí que debía hacerlo. Por eso, tras la exposición me dije a mí misma que me convertiría en una gran artista.

—Me recuerdas a alguien que conocía —expresé tras escuchar la historia de Bianca—. Tienes esa determinación y pasión que no conocí en otro individuo. Si siguen con esa actitud por un par de años más, estoy segura de que alcanzarás tus objetivos.

—Muchas gracias por tus palabras.

De ahí en adelante, la entrevista fue mucho más llevadera y fascinante de escuchar. Bianca fue una de mis mejores entrevistadas. Tal vez al inicio me costó concentrarme, pero mientras más preguntas le hacía, más divertido era escucharla. Y entre más detalles conocía de su vida, más comprendía por qué Joe se había enamorado de ella.

Por otro lado, era impresionante ver a Bianca esculpir el rostro de Roxy. Como a lo largo de la charla consiguió transformar una esfera gris de barro a un rostro con facciones definidas. Mientras la raptor seguía pasando una espátula a la escultura, yo terminé de guardar la segunda nota de voz de la entrevista.

—Ok, ya falta poco —se dijo a sí misma Bianca—. Roxy, quítate el antifaz. Así termino de dar los últimos retoques a la figura.

En el instante en que la humana se quita el antifaz, nuestros ojos hacen contacto visual y la chica humana me mira de forma extraña.

—¿Pasa algo?

—Es que tu rostro se me hace familiar —sus ojos verdes no dejaban de verme—. Pero no puedo recordar de dónde.

—Tal vez nos hemos visto en el pasado, yo antes residía en Volcadera —comenté con tranquilidad—. Tuve suerte de que un evento que tuve hace una semana en la ciudad, coincidiera con mi visita para las entrevistas.

—Te vino todo como anillo al dedo —dijo con humor Roxy.

—Julia, ¿puedo hacerte una pregunta? —comentó Bianca.

—Claro.

—¿Tienes algún hobby? —ella se rascaba la punta del hocico—. Es que me siento rara si soy a la única que le preguntan cosas.

—Descuida, entiendo que no quieras sentirte en un interrogatorio —empezamos a reírnos las tres—. Pues antes hacía teatro, pero debido a mi trabajo y ciertas complicaciones de mi vida, tuve que dejarlo —un leve suspiro salió de mi boca—. Por suerte, estoy intentando organizar mejor mis horarios para tener un momento libre y retomarlo.

—Es bueno oír eso.

—De casualidad, ¿sabes dónde está el baño? 

—Salís de la habitación, vas a tu izquierda, y al fondo, deberías encontrar los baños —dijo Bianca con bastante seguridad.

—Gracias, regresaré en un rato —me levanté de la silla y me fui de la habitación.

Una vez que llegué al baño, me sorprendí de que Bianca me indicara tan bien. No estoy acostumbrada a interactuar con gente ciega, pero si lleva trabajando tanto tiempo aquí, es normal que se sepa ubicar.

En lo que me retocaba un poco el delineador, una pregunta resonaba en mi cabeza: ¿Cómo Joe conoció a Bianca?

Quiero decir, Joe es un gran chico y se nota que ha madurado en estos años. Y Bianca, por la sensación que me transmite, siento que es una buena chica. Lo que se me hace raro es, ¿cómo se dieron las circunstancias para conocerse? No me creo que Joe empezara algún taller de arte o que ella esté entrenando en un gimnasio. ¿En algún evento? No sé me ocurre cuál podría ser. Bueno, error mío por no preguntarle a Joe en el bar. Pues me quedaré con la duda el resto de mi vida.

Antes de salir del baño, revisé mi teléfono y noté que me habían enviado varios mensajes. Para mi sorpresa, veo un mensaje de Peter. Al abrirlo, un pequeño sentimiento de júbilo invade mi cuerpo.

“¿Qué tal todo en Volcadera?”

“¿Va todo bien con las entrevistas?”

“Oye, no sé cuándo vuelves, pero me dieron libre el viernes. Y como tú dudabas de mis habilidades culinarias, te quería demostrar mis habilidades invitándote a cenar.”

“Entiendo si no puedes por el trabajo, solo dime si puedes.”

—Ay, Peter… —apagué el teléfono sin responder el mensaje y salí del baño para continuar la entrevista.

¿Por qué soy tan testaruda con el amor? Desde que estuve con Joe, nunca tuve una relación seria con nadie. Es cierto que habré tenido alguna que otra cita con gente que conocí por alguna app de citas, pero casi ninguna llegó a nada; y mucho menos a algo serio. Pero con Peter… No es momento para pensar en eso, tengo que concentrarme y seguir con la entrevista, no debo distraerme ahora.

Cuando me acerqué a la puerta donde se encontraban las chicas, distingo una charla entre ellas que llama mi atención.

—¿Estás segura de lo que dices? —preguntó Bianca—. O sea, no suena tan descabellado.

—Igual, sería una coincidencia muy rara —comentó Roxy—. ¿Qué probabilidades hay de que eso pase?

Con intriga, abro la puerta y veo cómo Roxy se exalta al verme entrar.

—¿De qué hablaban? —expresé con bastante curiosidad.

—De nada relevante… —titubeó al decirlo—. Solo le hablaba a Bianca sobre un demo que estoy haciendo… —por sus ojos y el movimiento de sus dedos, creo que está nerviosa.

—Está bien —desconfió un poco de su respuesta—. Entonces, ¿te dedicas a la música?

—Sí, ya conseguí una firma con una discográfica —sonaba muy orgullosa—. Solo falta definir cuándo saldrá a la venta mi disco —Roxy desvía su vista hacia donde estaba Bianca y su expresión cambió a una de asombro—. Demonios… se parece a mí...

Dirigí mi atención a donde estaba la raptor y quedé perpleja al ver que ella había terminado la escultura.

—Es impresionante.

Me puse a un costado de Bianca y miré con total detenimiento el trabajo que había realizado. La calidad de la figura era excepcional. He conocido a muchos artistas, incluso con mejor técnica que ella; pero nadie me había sorprendido tanto con su obra.

—Cuando Joe me dijo que tú tenías talento, pensé que había exagerado… pero veo que decía la verdad —Roxy coloca su rostro a lado de la figura y me mira—. A que nos parecemos bastante, ¿verdad?

—Parecen gemelas —empecé a reírme y mi risa contagió a ambas chicas.

—Está perfectamente tallada mi cara, pero te faltaron las pequeñas escamas de mi cuello —Roxy toma la mano de Bianca y la lleva a su nuca—. ¿Puedes agregarlas en pocos minutos?

—Claro, solo no te muevas.

—Espera, ¿eres mestiza? —miró con credulidad a Roxy.

—Sé que no lo parezco a simple vista, pero desde mi nuca hasta la cintura, tengo algunas escamas visibles —ella sonreía—. Como siempre usé el cabello largo, tapa las pocas escamas que hay en mi cuello.

—¿Mitad dino por parte de tu padre o de tu madre?

—Padre. Él es un T-rex, tuve suerte de que no sacase sus brazos pequeños —una pequeña risa se escapa de sus labios, pero es interrumpida por un pequeño estremecimiento que tiene—. Cuidado, Bianca, tus garras están filosas.

—Perdón —la raptor continuó unos segundos más pasando sus dedos por la escultura—. Y… listo. Ya dejé las marcas de tus escamas, más tarde lo termino de definir.

—Excelente —la híbrida dejó caer su cabello y se levantó de su asiento—. Después, llámame para venir a buscar la escultura cuando la tengas terminada.

—Está bien.

—Fue un gusto conocerte, Julia —me dijo en un tono amigable—. Suerte con tus entrevistas.

—Lo mismo digo con tu álbum.

—Dile a Joe que le mandó un saludo —le lanza un beso a Bianca—. Hasta otra, Bianca.

—Adiós, Roxy —ella se despide de nosotras dos y se va del lugar.

Viendo que quedé a solas con Bianca, aproveché para sentarme en el lugar de Roxy para estar más cerca y poder terminar la entrevista.

—Bueno, solo faltan un par de preguntas más y terminamos —me sentía aliviada de que todo fluyera de gran manera—. La verdad, te desenvolviste con bastante estilo. ¿Ya te han entrevistado?

—En la muestra nada más —Bianca seguía concentrada en su escultura—. Solo seguí el consejo de responder sin miedo.

—Curioso consejo.

En lo que revisaba mis notas para ver la última pregunta, soy sorprendida con una simple pregunta de la chica de escamas marrones.

—¿Cómo es que conociste a Joe?

El simple comentario de la raptor se sintió como un baldazo de agua fría cayendo sobre mí; estaba anonadada. ¿Ella ya sabía quién era antes de iniciar la entrevista? ¿Ya conocía mi historia con él? A este punto, prefiero negarlo y hacerme la tonta.

—No sé de quién hablas —respondí sin mucha emoción—. El único Joe que conozco es el portero de mi edificio.

—Sé quién eres —ella soltó con serenidad—. Que sea ciega, no significa que sea tonta —ella se voltea hacia mi dirección con un rostro nervioso—. Estoy un poco al tanto sobre tu persona.

—¿Cómo descubriste que era yo? —estaba un poco preocupada de lo que dijera.

—A medida que relacioné los pequeños detalles que contaste, como que vivías en Volcadera o que hiciste teatro, y si le sumamos que Roxy confirmara mis sospechas, hizo que dedujera que eras la Ex de Joe —ella se rascaba su mejilla.

—¿Roxy es amiga de Joe?

—La mejor, para ser precisa.

—Ya decía que su cara se me hacía conocida… —resignada, empiezo a reírme un poco—. Eres buena detective.

—Es que leer muchas novelas de misterio, hicieron que mis capacidades deductivas fueran las mejores —ella me sonreía—. Tú ya sabías quién era, ¿verdad?

—Cuando entré al estudio, te reconocí —musité en un tono preocupado—. Cuando me vi con Joe en la reunión de alumnos, me mostró una foto de ustedes dos en el museo. Que, por cierto, te veías muy linda.

—Gracias. Se me hace imposible saber si me vestí bien o mal —ambas nos mofábamos de su comentario—. Perdón si es incómoda la pregunta, pero, lo tuyo con Joe ya se terminó, ¿cierto?

—Descuida. Ya no somos nada —la miró con algo de intriga—. ¿Acaso tienes celos?

—Un poco, es que es la primera relación que tengo y a veces sufro ataques de inseguridad —se veía apenada al contar eso—. Cuando conocí por primera vez a Roxy, reaccioné de forma agresiva y me sentí insignificante por un momento.

—Quédate tranquila, por cómo es Joe, te aseguro que no sería infiel. Créeme, lo sé por experiencia propia.

—¿A qué te refieres?

—En su momento, cuando recién habíamos oficializado nuestra relación, recuerdo que Joe se había quedado mirando fijamente hacia un puesto de comida. Por curiosidad, miré a su misma dirección y vi a una chica muy sexy trabajando en el puesto. Cuando le reproché que estaba viendo a la chica, él me negó y me mostró que lo que estaba viendo era un póster de un show de lucha que había en la ciudad.

—¿En serio?

—Sí. Yo no le creía, así que me tomó de la mano y me arrastró hasta donde él dijo que estaba el cartel. Y al ver que era cierto, me sentí como una idiota. Y que él se burlara todo el día de mí, solo hacía que me sintiera más tonta —no pude contenerme las ganas y empecé al reírme—. Así que, con total seguridad, te digo que Joe no sería infiel. Ese hombre solo piensa en lucha libre y comida.

—Dímelo a mí. Tengo suerte de que aceptara que le enseñara sobre literatura y demás.

—¿Y cómo te fue?

—Solo se leyó un libro de los que le presté.

—Igual que a mí cuando le enseñé varios musicales —cada vez nos reíamos más fuerte—. Es un tonto, pero uno lindo.

Viendo que ninguna de las dos tenía intención en continuar la entrevista, apagué la grabadora y comencé a revisar mis notas.

—Sabes… en su momento, un poco antes de que empezara a salir con Joe, él te había mencionado un par de veces —en sus palabras, podía notar un poco de inseguridad en la raptor—. No miento que me sentí amenazada y hasta celosa.

—Te aseguro que él te ama —me acerqué a Bianca y apoyé mi mano sobre su hombro, provocando que se estremeciera un poco—. Cuando me mostró la foto del museo y mencionó que eras su novia, vi en sus ojos un brillo único; que ni conmigo tuvo cuando éramos pareja —le doy una palmadita en la espalda a ella—. Tienes flechado a ese hombre —su rostro se había ruborizado y su cola se movía con esmero—. ¿Ahora te sientes más segura contigo misma?

—Sí, gracias por decirme eso.

—No hay de qué.

—¿Puedo saber cómo se conocieron ustedes dos? —Bianca se veía algo sorprendida a mi pregunta—. Es que, conociendo a Joe, no me lo imagino yendo a una exposición de arte o a un club de literatura.

—Y no te equivocas —una pequeña risa seca sale de su hocico—. Hace un año, mi padre estaba enfermo y necesitaba un medicamento. Yo sabía sobre una farmacia que estaba las 24 hs abierta, pero se encontraba en el límite de Skin Row y Green Stock.

—Oh…

—Sin pensar en lo que hacía, me alisté y fui a buscar el remedio —ella movía sus manos suavemente por barro y terminaba de darle forma a las escamas del cuello con ayuda de una de sus herramientas—. No pensé en los peligros y mucho menos en si algo me pudiera pasar. Para mi desgracia, un ladrón intentó asaltarme —sus manos dejaron de moverse y pude ver en su rostro algo de miedo—. En ese instante, lo único que deseaba era que alguien me salvara o que un milagro pasara —y una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro—. Y ahí fue que Joe apareció para salvarme —la raptor gira la base de la mesa en mi dirección y me muestra la nuca de la escultura—. ¿Qué opinas? ¿Están bien las escamas?

—Parecen bastante reales —tiene demasiado talento—. Entonces, ¿así se conocieron?

—Sí. A pesar de su heroica acción, me molesté un poco con él al descubrir que había roto mi bastón —al decir eso, se le había formado una mueca que expresaba cierta malicia—. Para compensar lo de mi bastón, lo volví mi mula de carga por un día —yo me reía al escuchar eso.

—Es igual a cómo lo conocí la primera vez.

—¿Cómo fue en tu caso?

—¿Él te contó sobre que era algo problemático en la preparatoria? —ella asiente con la cabeza—. Bueno, en uno de sus muchos castigos, lo pusieron a trabajar en el club de teatro, donde yo era la presidenta —me puse nostálgica al pensar en esos tiempos—. En esa semana, conocí un poco mejor a Joe e hicimos buenas migas. Con el tiempo, nos reuníamos con más frecuencia, y bueno, el resto ya lo sabes.

Tiré mi cabeza hacia atrás y me quedé viendo el techo por un momento, reflexionando en todo lo que viví en estos días en Volcadera. Ya me reconecté con todo lo que había ignorado a lo largo de estos seis años. Al recomponerme, miré el reloj de la pared y vi que ya era bastante tarde.

—Bueno, creo que yo me voy retirando —me levanté del asiento y tomé mi bolso.

—¿No faltaban algunas preguntas de la entrevista? —preguntó Bianca con credulidad.

—Sí, pero solo son 2 preguntas simplonas —guardé mi bloc de notas en el bolso—. Con todo lo que charlamos hoy y verte trabajar, creo que puedo sacar una de las mejores entrevistas del año —con mi mano izquierda, busqué mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón—. ¿Te molestaría si te sacó una foto con la escultura?

—Claro, pero ya te digo que no tengo idea de cómo posar.

—Descuida, tú solo debes sonreír —preparé la cámara y apunté hacia donde estaba Bianca—. ¿Listo? 1, 2, 3 —presione varias veces el botón y saque tres fotos diferentes. Al revisarlas, puedo decir que Bianca salió bien—. Parece bastante natural la foto, eso le da un toque. ¿Puedo pedirte un favor?

—¿Cuál?

—No quiero que Joe sepa que yo te conocí, no hasta que salga la entrevista —me preocupaba cualquier malentendido que se pudiera crear—. Solo finge que me desconoces.

—Está bien. Siento que sería extraño que supiera que su ex me entrevisto.

—Sería muy raro —ambas nos reímos—. Y te doy un consejo para ayudarte con Joe: si está de mal humor o está agresivo, cómprale un refresco de naranja. Eso lo calma.

—¿De verdad funciona?

—En un 100% de las veces. Te lo digo por experiencia propia.

—Gracias por ese dato —ella me da una gentil sonrisa—. Fue un gusto conocerte.

—Lo mismo digo. Espero que ustedes dos sean felices —y sin decir mucho más, salí de la habitación y me dirigí a la puerta de entrada.

Ya afuera del estudio de artes, empecé a caminar hasta la parada de bus para ir al hotel a descansar.

Me alegro por Joe, de verdad lo digo. Sabiendo cómo fui yo como pareja, estoy feliz de que encontrara una chica que lo complemente. Y conocer a Bianca, también me hizo abrir los ojos; lo cual suena irónico. A pesar de todas las adversidades, ella siguió con su meta de volverse artista y no tuvo miedo en intentarlo.

—Je, en eso se parecen mucho ellos dos —musité para mí misma—. Ahora sé por qué se complementan tan bien.

Pero también, creo que debo seguir avanzando en esta vida y dejar de preocuparme por lo que digan otros.

Tomé mi teléfono y decidí llamar a alguien.

—¿Hola, Peter?

—Julia, me agarraste desprevenido. ¿Pasó algo?

—Sobre tu mensaje… ¿Te parece bien a las 20 hs?

—Claro. Te prometo que te sorprenderé.

—Eso espero.

—Te hablo luego.

—Claro, suerte en tus entrevistas —él corta la llamada.

Al finalizar la llamada, empecé a buscar en el buscador talleres de actuación disponibles en San Francisco.

—Voy a cumplir mi promesa, Joe.

En la vida habrá muchas adversidades, cometeremos errores e incluso fracasaremos.

Pero por eso mismo, es que nosotros debemos arriesgarnos y no dejar pasar las oportunidades que se nos presentan en esta vida.

Y si amas algo, no dejes de intentarlo. Por qué esa pasión, es lo que nos hace únicos.

 

Notes:

Bueno, es momento de hacer el anunció importante: Estamos por empezar el último tramo de esta historia.

Ya más de un año escribiendo esto y finalmente ya puedo visualizar el final de este fic.

La verdad, no sé cómo sentirme con esto. De veras, agradezco a cada uno que siguió a esto o que comenzo a leerlo hace poco.

Pero ya vamos con lo que les importa, de apartir de ahora empieza la cuenta regresiva, faltan 10 capítulos nada más, 7 de la historia principal, 2 extras y un epílogo.

Estimó que para agosto/septiembre estariamos terminando esta historia, a más tardar a inicios de octubre.

Asi que, espero que me acompañen en este último tramo del viaje.

Nos vemos dentro de unas semanas con el inició del tercer acto.

Se me cuidan, Chao

Chapter 34: Sin dolor, no hay premio

Notes:

Buenas gente hermosa, regresamos con el inicio del ACTO N°3 de esta historia.

Ya iniciamos el tramo final, espero que lo disfruten este cap

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text



Desde que Joe apareció en mi vida, debo decir, que fue una de las mejores cosas que me han pasado en mi existencia. El día en que nuestros caminos se cruzaron no fue en la situación más normal que digamos. Y a pesar de que hayamos empezado con el pie izquierdo, el tiempo que pasaba con el humano, he experimentado muchas cosas. Desde salir de mi zona de confort y evolucionar como artista. Hasta terminar encontrando el amor en él.

A veces me preguntó cuándo fue que me enamoré de Joe. Porque a lo largo de mi vida, esta fue la primera vez que conocía a alguien que me provocara este sentimiento tan distinto. Pero eso no importa, ya que al final él también sentía lo mismo por mí y actualmente llevamos seis meses de pareja; y deseo que duré mucho más nuestro tiempo juntos. Aunque debo tener en cuenta que, si llegó a ganar el concurso, nuestra relación se complicará con la distancia. Y hablando de eso, ya han pasado 2 meses desde que ocurrió la muestra de arte.

No he recibido ninguna noticia sobre la exposición. Tampoco algún indicio de que ya estaban los resultados de la misma. En el fondo temía que mi arte no haya estado a la altura de los jueces y que no era digna de recibir ni una mísera carta avisándome en qué posición quedé. Pero era el propio Víctor quien me calmaba y me decía que, sin importar que fuera el primer o el último lugar, iba a llegar una notificación.

Desde ese día, Víctor me pidió que siguiera puliendo mis habilidades y que empezara a asistir a Susan con las clases de escultura para niños. Esta propuesta nació debido a que el Parkinson de Susan había empeorado un poco, entorpeciendo sus enseñanzas prácticas. Así que mientras ella dictaba las clases teóricas, yo me encargaba de esculpir y mostrarle a los niños cómo se hace.

Tengo que admitir que es muy divertido pasar las tardes esculpiendo y jugando con los niños. En promedio, ellos tienen entre nueve y trece años. Y pese a que no son muchos alumnos, es lindo notar que ellos disfrutan de nuestras clases.

Hoy tocaba enseñarles a cómo esculpir animales en barro. La base de cualquier escultura, es ver los detalles y respetar la anatomía de la criatura en cuestión. Muchos de los niños se sorprenden al verme esculpir a ciegas. En un inicio, ellos decían que era imposible que una ciega fuera escultora. Pero ya habiendo pasado un tiempo, muchos de esos niños ahora me piden que haga figuras llamativas.

—Profe Bianca —la voz de una niña ansiosa llamaba mi atención—. ¿Puedes hacer otra escultura como la que hizo la clase pasada?

—Por supuesto, Sussie. Pero no sé qué podría hacer de nuevo para ustedes —dije un poco decepcionada—. Ya vieron muchos de mis trabajos y no tengo tantas figuritas para poder replicarlas.

—¡El gusano! —gritaba un niño—. A todos nos gusta el gusano.

—¿Otra vez quieren que haga a mi mascota?

—¡Sí! —todos los niños gritaban emocionados.

—De acuerdo —alcé un poco la cabeza y hablé al aire—. ¿Me puedes traer un poco de barro, Susan?

—De inmediato.

Tras pasado un minuto, siento cómo algo golpea la mesa que tengo adelante y la carnotauro me avisa que ya tenía el material de trabajo delante de mí.

—Yo iré haciendo la escultura. Mientras tanto, ustedes, van a escuchar a Susan —digo en un tono alegre.

En lo que mi compañera impartía la clase, yo comencé a esculpir a toda velocidad una pequeña figura de Woozie. Cuando comencé a esculpir en el taller, mis primeros trabajos siempre se basaron en cosas cotidianas. Y días más tardes de haber hecho el rostro de Joe, comencé a trabajar con mayor frecuencia con cuerpos vivos.

Mi muñeco de prueba por varios meses fue mi pequeño amigo y fiel compañero. Simplemente, lo elegí porque recordaba de memoria cómo era su forma y cómo se sentía su exoesqueleto. Y mi jefe es testigo de que, yo, había hecho muchas figuras de mi mascota a lo largo del año pasado. Una vez que lo perfeccioné, me puse un reto personal de cuánto podía tardar en hacer la escultura de Woozie. Hasta la fecha, mi récord es 37 minutos y 32 segundos.

Cada cierto tiempo, escuchaba a los niños emocionarse y a Susan pidiéndoles que se concentraran en ella. No miento que escuchar sus “wow” me motivaba a seguir esculpiendo. Y para cuando me quise dar cuenta, ya había terminado una mini figura de Woozie. Podía sentir la respiración de los niños y la pequeña ovación que me dieron al ver a mi mascota hecha de barro.

Muchos de los niños estaban muy emocionados con que querían replicar mi escultura, pero yo misma les dije que aún eran muy jóvenes; que debían dar un paso a la vez. En ese momento, escuché varios suspiros de decepción, pero para que no se vayan tan desanimados, les propuse que, la próxima clase, traigan alguna figura que les guste y que la íbamos a replicar en el taller. Eso levantó los ánimos de los niños y pudieron irse contentos a sus casas.

En lo que me despedía de cada uno de ellos, siento como alguien tira de mi pantalón para llamar mi atención.

—Bianca… —era la voz de Sussie—. Quería obsequiarle esto —ella me coloca una figurita de barro en la pierna. Al tomarla, notó que tenía forma de corazón—. Quería darle las gracias por hacer las clases muy entretenidas y me encantaría en un futuro ser tan buena como tú.

—Ay, corazón —le doy un fuerte abrazo—. Te prometo que guardaré esta figura en un lugar importante. Te espero la próxima clase.

—Nos vemos luego —dijo entusiasta, para acto seguido disculparse—. Perdón, quise decir, hasta la próxima —ella se reía de forma nerviosa.

—Cuídate.

Al despedirme de ella y escuchar cómo la puerta de la habitación fue cerrada, un pequeño chillido de felicidad se escapaba de mis labios. Estaba muy conmovida por esto. Uno de mis estudiantes me regaló algo, y aunque pueda sentir algunas imperfecciones en el barro, no quita que es un lindo gesto por parte de Sussie.

—Se nota que tienes un don con los niños —me dijo Susan con bastante dulzura—. Tardé varios meses para que se encariñaran conmigo. En cambio, tú, en tan solo siete clases, ya tienes tu primer obsequio de Sussie —distingo cómo ella estaba moviendo algunas sillas hacia una de las esquinas de la habitación.

—Hasta yo estoy sorprendida. No sabes lo feliz que estoy.

—Lo notó —expresó entre risas—. Tu cola no deja de moverse de izquierda a derecha —tomé mi cola e intenté controlar su movimiento.

—Ahora entiendo por qué disfrutan tanto enseñar ustedes —solté mi cola y comencé a guardar mi equipo de trabajo—. Y también por qué Víctor me recomendó que empezara con los niños.

—Y tiene razón —un leve bramido se producía por parte de la carnotauro—. Los adultos a veces pueden llegar a ser muy molestos y los jóvenes a veces pueden ser muy impertinentes.

—¿Por eso tú solo enseñas a los más pequeños?

—Es que no tengo el carácter de Charlotte ni el de Víctor. Y tampoco tengo el encanto de Carla para convencer a gente.

—Pero tú eres alguien muy dulce y tienes buena labia.

Muchas de las cosas que fui perfeccionando en mi técnica son gracias a los consejos y explicaciones de ella. En lo personal, creo que no sería tan buena si no fuera por la guía de Susan en ciertos aspectos.

—Tu forma de enseñar es única y haces que algo muy complejo suene muy sencillo.

—Gracias por el elogio. Tú serías una gran madre —en el momento en que escuché ese comentario, mi cara comenzó a expresar confusión. Hubo un largo silencio en que ninguna dijo nada, hasta que Susan se dio cuenta—. No quise que te lo tomaras mal o algo, lo que quise decir es porque tenías un buen trato con los niños.

—Descuida, no estoy molesta ni nada. Es solo que nunca me planteé la idea de ser madre.

—¿Y no lo hablaste con Joe? —en tan solo unos pocos segundos mi cara se puso roja como un tomate.

—¿Te-te-tener hijos… con Joe? —creo que mi corazón se empezó a acelerar.

—Cálmate, mi niña —ella se estaba riendo de mi reacción—. Aún son jóvenes, pero tampoco estaría mal que lo pienses.

A ver, quiero a Joe y estoy muy feliz a su lado. ¿Pero la idea de concebir un hijo? Es demasiado. Pienso en la idea de ser madre y, muy en el fondo de mi ser, se me haría lindo poder crear recuerdos con mis hijos. Tal vez no pasé tanto tiempo con mi madre como hubiera querido, pero cada momento y recuerdo que tengo de ella, siempre tendrán un lugar en mi corazón. Y replicar esa sensación sería algo hermoso. Sin embargo, no sé si Joe está interesado en ser padre. Siento que podría ser un gran papá y un buen marido. Pero al igual que a mí, tenemos proyectos: él con la lucha libre y yo con el arte. Y si decidiéramos tener un hijo, sería un paso muy grande.

Una vez que Susan terminó de ordenar todo, yo tomé mis cosas y ambas salimos de la habitación. Nos pusimos a charlar un poco sobre la próxima clase y cuál iba a ser el foco de la misma.

Ya en la sala de descanso, podía distinguir las voces de Carla y Charlotte. Ambas mujeres estaban discutiendo sobre los talleres de verano, un proyecto que propuso Víctor para conseguir más estudiantes.

—¿Por qué esas caras largas? —la voz de Susan sonaba animada.

—Tenemos que preparar los cursos que daremos este verano —dijo Charlotte, muy cansada—. Organizar clases para novatos y experimentados es agotador.

—¿Por qué lo dices? —pregunté con inocencia.

—¿Sabes lo complicado que es mantener una clase dinámica para ambos grupos? —era palpable la irritación en sus palabras—. Si me concentro en los nuevos, los que tienen experiencia se aburrirán. Y si me centro en los experimentados, los nuevos no entenderán nada y se querrán ir —distingo un golpe seco contra la mesa, creo que fue ella—. Algo me dice que tendré que armar varios horarios para adultos.

—Al menos tú solo les enseñas a los adultos —expresó Carla con molestia—. Yo le tengo que sumar a niños y adolescentes a mi cronograma.

Desde que Víctor comenzó su emprendimiento como comerciante de arte, con ayuda de su amiga del museo, últimamente no pasa el tiempo suficiente en el taller como para cubrir sus clases de pintura. Eso por eso que Carla se encarga de todo ese sector.

—Es bueno que Víctor tenga otro trabajo para generar dinero y ayudar a mantener el lugar, pero también desearía que él viniera y me diera una mano —escuchó cómo la deinonychus lanza un pequeño grito ahogado—. Creo que le exigiré una mejor paga cuando lo vea.

—Esta es la vida que te espera, Bianca —la débil voz de la pterodáctilo logra llamar mi atención—. Solo recuerda, todos tus estudiantes son tontos y no saben nada.

—Pues no me disgusta —comenté con felicidad—. Me entretuvo pasar tiempo con los niños.

—Es bueno oír eso —dijo Susan—. Entonces ya te podría dejar que tú des las próximas clases.

—Aún es muy temprano para eso —agitaba mis manos en señal de rechazo—. No me veo capaz de dar una clase yo sola.

—Descuida, todo a su debido tiempo.

Ya sentada en la mesa, estuvimos conversando y planteando cómo íbamos a distribuirnos los horarios para dar las clases. Desde inicios de agosto, hasta a mediados de septiembre, íbamos a estar dando cursos gratuitos para todo aquel interesado en expandir sus conocimientos en las artes, o, que tenga la intención de iniciar este viaje.

Según lo que sé, nuestro jefe promociono estos cursos por casi toda la ciudad. Gracias a sus contactos, y cierto convenio con el ministerio de educación de la ciudad, conseguimos un poco de financiamiento para conseguir nuevo equipamiento y tener todo listo para iniciar los talleres.

Y en lo que seguíamos organizando todo este proyecto, oigo cómo alguien abre la puerta.

—Buenas tardes, damas —era Víctor.

—¿Cómo estás, Vic? —dijo la Carnotauro—. Es raro verte sonreír, ¿ocurrió algo interesante?

—La verdad sí, pero no es para mí —algo ligero golpeaba mi hombro—. Te llegó esto —al tomarlo, distingo que es un sobre.

—¿Una carta? —tardé varios segundos en darme cuenta de quién era. Y cuando lo supe, una parte de mí se puso ansiosa—. No puede ser, ¿son los resultados de la exposición?

—Eso es lo que dice en el remitente.

—Vamos, ábrela —exclamó Carla—. Estamos muy emocionadas de saber lo que contiene adentro.

En el momento en que estoy por abrir la carta, mi cuerpo se paraliza por unos segundos. Una vez que abriera la carta, iba a descubrir la verdad: si era o no uno de los ganadores de la Beca. Mis dedos comenzaron a temblar y no era capaz de abrir el sobre.

—Bianca —la voz del pliosaurio hace que regrese a la realidad—. Tienes que estar tranquila.

—Pero, ¿y si no me gusta lo que hay dentro? —mi labio inferior comenzó a temblar.

—No tienes que pensar en eso —dijo Charlotte—. Todas nosotras sabemos de lo que eres capaz, y lo que diga un papel no es la verdad absoluta.

—Ella tiene razón. Confiamos en tu talento —agregó Carla.

 —Yo… —siento cómo alguien toma mi mano y comienza a acariciarla, haciendo que me olvide lo que iba a decir.

—Abre la carta —era Susan la que me hablaba—. Y sin importar lo que pase, estaremos todos orgullosos de ti.

—Gracias.

Tomé un poco de aire, me armé de valor y abrí la carta para descubrir cuál era el mensaje. Al pasar las yemas de mis dedos por el papel, me percaté de que no estaba escrita en braille.

—¿Alguien podría leerla por mí?

—Yo lo haré —dijo Víctor.

Cuando le di la carta a pliosaurio, él comenzó a leerla:

Estimada, Sra. Williams

Desde el Comité de Artes Internacionales, nos complace agradecerle por participar en nuestra exposición de jóvenes artistas realizada en la Ciudad de Volcadera. Esta muestra de arte se ha realizado en diferentes partes del mundo en busca de jóvenes talentos.

Bajo la tutela de nuestra sede en Estados Unidos, ubicada en Volcadera Bluff, se han calificado más de 150 trabajos de distintas ramas de las bellas artes. Críticos reconocidos por el mundo del arte, docentes y rectores de las universidades más prestigiosas de arte y miembros calificados de nuestro comité han sido los jueces de este concurso.

Es por eso que le informamos que su trabajo fue de los mejores calificados dentro de la categoría de escultura. La demostración de sus habilidades y la técnica que ha usado en el barro han impresionado a varios de nuestro selecto grupo de jueces.

Sin embargo, tras la ardua votación basada en los criterios del comité, se le informa que ha conseguido el noveno puesto en el concurso.

Queremos reconocerle que fue una de las mayores sorpresas en los últimos años que se ha realizado la competencia en su país. Creemos que tiene el talento y las capacidades de demostrar sus dotes como artistas. Esperamos verla en la próxima edición.

Saludos cordiales,

C.A.I.

Hubo un silencio fúnebre que inundó toda la habitación después de que Víctor terminara de leer la carta.

—No… gané —musité decepcionada.

No sabía cómo sentirme en este momento, mi cara no expresaba ninguna emoción; solamente estaba quieta en mi asiento procesando lo que había escuchado.

—Disculpa, niña —comentó Víctor—. Hiciste tu mejor esfuerzo.

—Para ser tu primera muestra, es muy bueno una novena posición —agregó Carla con empatía

—Seguramente esos jueces no sabían qué estaban calificando —mencionó con rabia Charlotte.

—Yo, mejor que nadie, sé que tus trabajos tranquilamente se llevarían el primer lugar en cualquier otro lugar —dijo Susan, intentando animar un poco el ambiente.

—Amigos —dije con una voz calmada—. Estoy bien.

—¿Estás segura? —preguntó con calma el pliosaurio.

—Sí. Sabía que era una competencia difícil y que no iba a ser fácil destacar entre varios artistas con talento —puse mi mejor cara, esperando a que eso relajara a mis compañeros—. Para ser la primera vez que competía en un concurso de tal magnitud, es impresionante que lograra esa posición. Fue un honor participar ahí.

—¿Y cómo te sientes? —pronunció Susan.

—Mentiría si digo que no estoy decepcionada. Pero, aun con eso, me siento honrada en participar en esta muestra.

—Es bueno que te lo hayas tomado bien —señaló Charlotte.

—Si me disculpan, voy al baño. Creo que tomé mucho café —me levanté de la mesa y salí de la habitación.

Era una posibilidad, la suerte de principiante no ocurre en todas las ocasiones. Yo di mi mejor esfuerzo y ofrecí el mejor trabajo que había hecho en esos tiempos. Es cierto que he mejorado y que hoy en día hago trabajos de mayor calibre. Aun con eso, estoy orgullosa de lo que hice. Entonces, si me siento así…

¿Por qué no estoy sonriendo?

Mi respiración se había agitado y un malestar estaba invadiendo mi cuerpo. Llevé mis manos hasta mi cabeza y me agarré el cabello con agresividad. No podía hablar, no era capaz de emitir ni un sonido; ni siquiera un grito de frustración.

Finalmente, en mi destino, giré el pomo de la puerta con delicadeza y entré a la habitación con calma. Al momento en que cerré la puerta, me dirigí a la mesa de trabajo donde había dejado mi escultura de barro. Sin pensarlo, mis manos empezaron a recorrer sobre la figura. Y en lo que iba tocando mi trabajo más reciente, algo en mí se había roto.

—Soy una inútil… —me dije a mí misma mientras me mordía con fuerza el labio inferior—. Más de siete años dedicándome al arte, esforzándome… para nada… —mis garras comenzaron a clavarse en el barro—. Por una vez… en mi maldita vida… —estoy devastada—. No soy capaz de destacar…

Para cuando me quise dar cuenta, me estaba desquitando con la escultura que les había gustado a los niños.

—¿Qué estoy haciendo? —es solo un simple concurso.

Desesperadamente, intenté arreglar los daños que le causé al Woozie de barro, y sin quererlo, mi cola se movió con velocidad, tirando una silla que había detrás de mí. Del susto, giré todo mi cuerpo, y por error, mi cola golpeó contra la mesa de trabajo, tirando la escultura al suelo.

—Mierda… —preocupada, fui hacia el piso y empecé a buscar dónde había caído mi escultura.

Guiándome nada más con mis manos, siento varios trozos de barros esparcidos por el lugar. Siguiendo el rastro, encuentro los restos de lo que quedaba de mi escultura.

—Soy… una fracasada…

Me sentía insignificante, como si todo por lo que luché no hubiera servido para nada. Y no puedo molestarme con nadie, solo conmigo misma.

—¿Por qué…? —llena de rabia, estampó mis puños contra el barro—. ¡¿Por qué no puedo destacar por mi talento?! —esa voz que yacía dormida se había despertado.

Toda esa ira y decepción fueron canalizadas en destruir la última escultura que había creado. Entre lágrimas, continué golpeando el barro.

«Vamos a demostrar tus capacidades como artista, sin importar tu condición»

Todos esos esfuerzos, todo el tiempo que dedicaste en mí, no sirvieron en nada, Víctor.

«Es un trabajo hermoso, Toph»

¿Crees que no lo sé, Joe? Pero no importa lo que tú digas, no fue suficiente para convencer a los jueces.

«¿Por qué complicarse la vida?» «Existen otras áreas donde, gente como usted, puede destacar de mejor forma»

En el instante en que recordé las palabras de ese juez, golpeé con más fuerza la escultura. Al punto de que ya no estaba golpeando el barro, sino la cerámica del suelo. Si seguía así, me iba a romper las manos. Pero, igualmente, no podía detenerme. Y mientras gritaba y seguía golpeando el piso, siento como una mano envuelve mi muñeca y me apretaba con fuerza; deteniéndome en el acto.

—Bianca —intentaba liberarme del agarre de Víctor—. ¡Bianca!

—¡Suéltame! —mi voz estaba quebrada.

—Por favor, ya es suficiente.

—¡No! —era incapaz de liberar mi brazo—. ¡Al final ese bastardo tenía razón! ¡Todos tenían razón! —cada palabra que soltaba estaba llena de odio y dolor—. ¡Tardé años en volver a recuperar esa confianza que había perdido! ¡Qué, a pesar de todo, era una artista con o sin ceguera! —mis ojos se habían inundado. Y entre llantos, continué gritando todo lo que sentía en estos momentos—. ¡Te fallé, Víctor! ¡Confiaste en mí, pero no pude demostrar mis habilidades artísticas! ¡Le fallé a Joe! ¡Les fallé a todos en los que creían en mí! —ya no tenía fuerzas para gritar, y mucho menos para seguir golpeando mi escultura—. Pero sobre todo… me fallé a mí.

De forma repentina, siento cómo los brazos del pliosaurio me rodean para abrazarme. Cuando mi hocico se postra en su hombro, fui incapaz de no llorar y dejé que todas mis lágrimas fluyeran. Cada vez que mis lamentos se hacían más fuertes, él me abrazaba con mayor fuerza, sintiéndome protegida.

Todo lo que dije en la sala de descanso fue una maldita farsa. Estaba destrozada, yo quería ganar y conseguir esa beca para ir a estudiar a Austria. Y tras varios minutos llorando hasta quedarme seca, empujó a Víctor lejos de mí para tomar distancia.

—¿Ya estás mejor? —fue una de las pocas veces que escuché al pliosaurio con una voz tan paterna.

—No. Sigo frustrada, pero al menos ya no estoy llorando —casi no tenía fuerzas para hablar—. Perdón si rompí algo…

—Descuida. Esto no se compara a cuando fallé mis exámenes de ingreso para la universidad —él se reía para aligerar el ambiente—. Con los años, aprendes a sobrellevar los fracasos y los malos sabores de boca.

—Creí… Creí que finalmente mis esfuerzos iban a dar frutos —un pequeño nudo en mi garganta y la fatiga de mi voz al gritar, hacían difícil que pudiera hablar—. Que por primera vez iba a dejar que mi arte hablara por mí. Que no necesitaba la compasión de los jueces para ganar —estaba abatida, no era capaz ni de enojarme; solo estaba triste—. Pero fui muy ciega y me ilusioné creyendo que todo iba a salir bien a la primera.

La mano de Víctor comienza a acariciar mi cabello, y para sentirme segura, coloqué mi cabeza en su pecho. Ya no había más lágrimas para derramar.

—Nunca gané nada en mi vida —dijo con seriedad el pliosaurio—. Nunca pude llegar al podio y mucho menos logré destacarme entre la multitud. Imagínate a un gran soñador, queriendo seguir el legado de su padre. Y aunque lo intentara todo, jamás lograba cumplir esa meta —siento como su otra mano acariciaba mi espalda—. Más o menos a tu edad, la idea de abandonar el mundo del arte y dedicarme a otra cosa era tentadora.

—¿Y por qué continuaste?

—Mi padre logró convencerme de que continuará. Él decía que, algún día, iba a llegar mi momento —la voz áspera que tanto lo caracterizaba, por primera vez, era suave—. Empecé a enseñar en el St. Hammond e igualmente me sentía vacío. Muchos de los estudiantes que iban a mis clases, no tenían un real interés por el arte; mucho menos dedicarse a eso. Como muchos de ellos eran niños de papis, varios creyeron que su vida ya estaba solucionada —en sus palabras había una gran intensidad de melancolía—. Un día, le pregunté a mi padre por qué enseñaba y él tan solo me contestó con una gran sonrisa: Hay veces donde nosotros no somos el foco de atención, sino que somos los mentores de las futuras generaciones —un pequeño suspiro salía de su hocico—. Ahí fue cuando realmente entendí lo que significaba enseñar. Es por eso que amo hacer esto y que no lo cambiaría ni por una pizca de fama que tanto anhele en mi juventud —él tomó mis manos llenas de barro y las llevó a su pecho—. Esto solo fue un tropiezo y habrá mucho más en tu vida, pero no por eso debes bajar los brazos. Que un simple fracaso no debe desanimarte. Sé que tú triunfaras. Y no lo digo porque eres mi aprendiz, lo digo porque conozco de lo que eres capaz.

—Gracias… —volví a abrazar a Víctor, ya estando más calmada—. Perdón por causar este desastre.

—Ya te dije que no te preocuparás. Ve a casa y descansa. Regresa cuando te sientas mejor y con energías para esculpir —me ordenó mi jefe.

Él me ayudó a levantarme del suelo y me alcanzó mis cosas. Ambos caminamos hasta la salida del taller tras haber descargado todas esas emociones que se me habían generado por esa carta. Una vez que llegué a mi casa, fui a mi cuarto y solamente pensaba en dormir de lo que restaba del día; ya no tenía energías para seguir por hoy. Y por un par de días, se me hacía difícil salir de mi cama.

Desde hace tres días que no salgo de mi casa. La mayor parte del tiempo la pasaba encerrada en mi cuarto, saliendo solamente para cenar o para irme a bañar.

Era una sensación desagradable, no tener nada de energía. Pese a que no estuviera cansada, me resultaba imposible hacer otra cosa que no sea dormir. Con suerte leía algún libro que tuviera en mi biblioteca.

Tampoco quería ver a nadie, la mayoría de llamadas que recibía no las respondía. Aurora y Claire, quisieron visitarme, pero yo les negaba que vinieran, excusándome con que estaba enferma y que no había pasado nada. No les conté la verdad, porque no se me hacía agradable contarles esto. Pero la única persona con la que no pude lograr que se alejara de mí, era Joe. Ya debía conocerme mejor que nadie, porque cuando le dije que estaba enferma, él no me creyó.

Al día siguiente, tras haberle mentido, él apareció en mi casa. Y aunque no lo dejé pasar a mi cuarto, Joe se quedó sentado esperándome fuera hasta que le abriera. Era estúpido lo que hacía y llegué a pensar que se iba a rendir en algún punto. Pero escucharlo hablar, contando varios chistes y anécdotas suyas para levantarme los ánimos, se me hacía tierno.

No sé si fue gracias a su perseverancia o por sus tonterías, pero finalmente cedí y lo dejé entrar a mi habitación. Lo primero que hizo al entrar, no fue otra cosa que abrazarme. El calor de su cuerpo y el latir de su gran corazón, lograban que me sintiera cómoda a su lado.

Mi novio buscó maneras de mantenerme distraída y que no estuviera pensando en la carta. Así que nos pusimos a leer juntos algunos de los libros que tenía ahí. Nos sentamos en el suelo, con nuestras espaldas apoyadas en el costado de la cama, y Joe me leía, mientras que yo le corregía.

—Eso es un signo de pregunta, no es otra letra —le explicaba.

—Olvido que ustedes no usan puntos para finalizar una oración —bromeó, causando que una pequeña risa se me escapara—. ¿Aún vas a seguir descansando? —su voz era suave y podía sentir cómo él me masajeaba el regazo—. Llevas mucho tiempo acá.

—No me siento motivada, nada más —balbuceé sin mucha emoción—. Pero descuida, estoy bien.

—Sabes que no es cierto —replicó al instante—. Sé que por lo que estás pasando. Y por eso mismo, es que no quiero que estés así por mucho tiempo.

—Joe, agradezco que quieras hacer esto por mí, pero no quiero esculpir por ahora —era un poco deprimente como lo decía.

—Toph —siento cómo él toma mi mano—. Estuve sin motivación y energías por dos años, y lo mejor que pude hacer para volver a vivir, fue gracias a ti —él apretaba mi mano, sin llegar a hacer mucha presión—. Sí, fui un espanto en todo lo que intentamos e incapaz de hacer algo nuevo. Pero si tú no me hubieras insistido en probar cosas nuevas, no hubiera reconectado otra vez con mi pasión —sus labios hacen contacto con mi mejilla, y por inercia, giré mi cabeza hacia su dirección para que él me diera otro beso en los labios—. ¿Te puedo proponer una idea?

—Te escucho.

—Más o menos, dentro de una hora, debo reunirme con los productores de la WSF para determinar cosas sobre el primer show televisado de la empresa —dijo con calma—. Quieren que esté ahí, ya que participaré en el evento principal del primer episodio televisado de la empresa.

—¿Y quieres que te acompañe? —pregunté con credulidad.

—No. La reunión es por Promenade y por esa zona está el estudio de baile de las hermanas Fei. ¿Tú no querías aprender a bailar la polonesa? Tal vez esta sea una buena excusa para intentarlo.

—Es una gran idea, pero no sé si pueda —una mezcla de inseguridad y miedo recorrían mi cuerpo.

—Oye, tú me insististe en que intentara mil cosas cuando nos conocimos, y yo quiero devolverte el favor —su voz me transmitía paz—. No quiero verte triste, porque tenerte así, me priva del tesoro que es tu hermosa sonrisa que tanto amo.

—Eso fue muy cursi —me empezaba a reír mientras mi cara se calentaba por su halago—. Tal vez… podría hacer el intento.

—Eso suena genial —percibo cómo él se levanta del suelo—. Tú cámbiate, mientras yo te espero en el living —los pasos del humano se van alejando de mí y escucho cómo la puerta se cierra.

Me tomé el tiempo en alistarme. Dudé por unos momentos en salir, pero con el esfuerzo que estaba haciendo Joe por mí no quería que todo fuera en vano.

Al salir de mi cuarto, podía oír a Joe hablar con mi padre, contándole que era lo que íbamos a hacer. No pude escuchar el inicio de la charla, pero sí distinguí a papá agradeciéndole por lograr a que yo saliera de la casa.

En todo el viaje hacia el estudio de baile, no hablamos mucho. Mayormente, estaba en silencio o daba respuestas muy cortas. Joe entendía que no debía forzar las cosas y tan solo él me abrazaba, lo cual me relajaba.

Sé que, en el fondo, Joe tiene razón. No ganó nada estando tirada en la cama sin hacer nada, y mucho menos estando alejado de las personas que quiero. Tal vez, aprender a bailar sea una buena excusa para recuperar las energías. ¿Y quién sabe? A lo mejor me convierto en la primera bailarina ciega del mundo, aunque estoy segura de que debe existir otra en alguna parte del planeta.

Cuando llegamos al estudio, mis oídos son invadidos por el sonido de la música a todo volumen.

—Buenas, Joe —la voz de Mei derrochaba mucha energía—. Estoy muy feliz de que finalmente decidieras venir, Bianca.

—Es que últimamente tuve más tiempo libre y decidí aprovecharlo —no soné muy convincente.

—Está bien, al menos ya decidiste que era momento de bailar —creo que la microraptor no le dio tanta importancia.

—¿Dónde está Li? —preguntó el humano.

—Ella está practicando la polonesa para poder ayudar a Bianca con el baile. Yo, en cambio, le estaré dando indicaciones a Bianca desde fuera. ¿Te vas a quedar?

—Hoy pasó, tengo que verme con mis jefes para hablar sobre el show de lucha. Cuando termine, volveré para ir con Bianca a comer algo.

—Tranquilo, amigo, te cuidaremos a tu chica —dijo en un tono bromista la microraptor—. Cuando regreses, te prometemos que Bianca se habrá convertido en una gran bailarina.

—Me encantaría ver eso —siento cómo Joe me da un beso en la mejilla—. Regreso más tarde. Diviértete.

—Cuídate y suerte en tu charla —al momento en que la puerta se cierra, indicando que Joe se había ido del lugar, siento como una mano se postra en mi hombro—. ¿Mei?

—Soy yo. ¿Lista para bailar?

—Supongo que sí —ella me toma de la mano y me guía por el lugar.

Estaba algo nerviosa. La simple idea de bailar a ciegas, literalmente, lograba estremecerme. No sería la primera vez que bailo, ya que Joe me ha enseñado a bailar un poco el vals. Sin embargo, esta será la primera vez que danzo a por mi propia cuenta. Por suerte, sé que la polonesa no es tan complicada de aprender, según lo que me dijeron mis abuelos. Pero para alguien que nunca lo había bailado, puede resultar en una tarea titánica.

A mi derecha, era audible algo de música que salía de una habitación; deduciendo que ahí era el salón de baile. Una vez que Mei abrió la puerta, el ruido de la música aumentó violentamente, causando que me tapara los oídos. Ya faltaría que también quedara sorda.

—¡Baja el volumen! —gritó Mei a su hermana.

—¡Perdón! —el volumen de la música iba descendiendo lentamente hasta que se convirtió en música de ambiente—. Me dejé llevar. Olvidé que tus oídos son más sensibles.

—Descuida, es que me agarró desprevenida —una pequeña sonrisa se emboza en mi rostro—. ¿Cómo te encuentras, Li?

—Pues todo bien, practicando un poco la polonesa y viendo algunos otros bailes tradicionales de Polonia —sonaba muy emocionada.

—Lo sé, a mi abuela le encantaba bailar la Krakowiak y la Mazurca —mencioné.

—Eso es interesante. Pero debido a tu condición, y que recién estás empezando, lo mejor es que aprendas la polonesa —indicó la oviraptor—. Creo que con dos o tres clases será suficiente para que la aprendas.

—¿Estás segura? —tenía cierta desconfianza en sus palabras.

—Va a depender de tu confianza —dijo Mei con mucha seguridad.

—Además, tienes la suerte de que es una danza en pareja la mayor parte —agregó Li—. Con que aprendas bien tus partes, el resto será más sencillo —la seguridad en sus palabras, hacían que mis ansiedades disminuyeran.

—Confiaré en su palabra —expresé con ánimos.

—Entonces, quítate los zapatos y deja que Li te vaya explicando.

Bajo el cuidado de las hermanas Fei, la primera media hora consistió en Li explicándome cada movimiento de forma rigurosa para que pudiera realizarlo. Según lo que me decía ella, el baile casi consistía en caminar en fila o girando en el mismo eje, dependiendo del espacio y cantidad de personas bailando. Pero, un detalle importante, era el ritmo de la misma.

No estaba tanto del tema, pero algunas charlas con Aurora y Claire sobre música, hicieron que aprendiera ciertos detalles. Por lo que me dijeron las dos hermanas, era una danza que iba a 3/4. Eso quería decir que, en cada tercer paso que diera, siempre iba a ir alternando de pie. Aunque no era todo, ya que, antes de dar un paso, debía flexionar ligeramente la rodilla para desplazar el peso de la pierna que inicia el movimiento. Ellas me decían que el baile no era complicado, pero dadas las circunstancias, al no poder ver, resultaba más complicado para mí.

Finalmente, había conseguido aprenderme los primeros pasos de la danza. Y aunque me salieran con torpeza, era un avance. Y tras un rato repasando los movimientos, Mei dijo que era momento de que bailara con Li.

La oviraptor tomó mi mano y dijo que lo único que debíamos hacer era ir de izquierda y derecha danzando como lo estuve practicando. Y cuando inició la canción, ocurrieron los desastres.

En nuestro primer intento, no pude dar 5 pasos sin provocar que mi compañera se cayera debido a que mi cola se cruzó entre sus piernas. Y por el reflejo, Li me tomó con fuerza de la mano, provocando a que me arrastrara al suelo con ella.

—¿Están bien? —la preocupación de Mei era evidente.

—Sí, solo me equivoqué —estaba apenada por lo sucedido—. Perdón, Li.

—No pasó nada, solo fue un tropiezo —declaró la oviraptor—. Solo ten en cuenta que, en ciertos bailes, mantén la cola levantada o apuntando al lado opuesto de tu pareja —señaló—. ¿Entendido?

—Claro.

—Arriba y volvemos a empezar —ordenó Mei—. Marcaremos los primeros pasos y después lo haremos con la música —con ayuda de Li, retomamos la posición y, al compás de los aplausos de Mei, comenzamos a bailar.

En nuestro segundo intento, salió un poco mejor que la primera vez; pero solo un poco. Porque, al momento de dar la vuelta y regresar, me giré hacia el lado que no era y golpeé con mi cola a Li, derribándola. Y yo, me sentía cada vez más culpable.

—Mierda —me agaché, y con ayuda de mi cola, buscaba un cuerpo escamoso tirado en el suelo—. No quise golpearte, fue un error —siento una mano en mi hombro dándome varios golpecitos para que me relajara.

—Oye, no pasa nada —pronunció Li con mucha paz—. Un error lo comete cualquiera. Estamos aquí para disfrutar el momento.

—¿No estás molesta?

—¿Sabes las veces que me caí y me golpeé contra el suelo por bailar? Te faltarían manos para solo contar las veces que me estampé contra el suelo en mi primer año —su tono tan jocoso y relajado causaban que no me preocupara—. ¿Te sentirías mejor si lo practicamos con la música?

—Por favor, sería lo mejor —ambas nos levantamos del suelo y regresamos a la posición inicial.

—Y no tienes que preocuparte. No importa cuántas veces que fallemos, lo vamos a lograr —y aunque quise creer en sus palabras, el resto de la clase fue un rotundo fracaso.

No importaba que tan bien o que tan lejos llegáramos, siempre lo terminaba arruinando por culpa de mi mala coordinación. Pisotones accidentados, tropiezos con mi propia cola, perder el ritmo de la danza; son solo un par de ejemplos de los múltiples errores que cometí. Y cada uno de esos fallos, solo hacían que mi cabeza me recordara mi fracaso artístico.

Me resultaba imposible no pensar en eso. Dudaba en cada movimiento que hacía, cuestionaba si estaba realizando los movimientos correctamente. Estaba obsesionada con que saliera perfecto, y eso me frustraba. Al punto que, pasada la hora de ensayo, lancé un grito agudo tras equivocarme otra vez con la coreografía.

Me alejé de Li y me seguía insultando a mí misma por estos fallos. Me agarraba el cabello con las dos manos y parecía que me los quería arrancar.

—Bianca —la voz de Mei irrumpe en mi línea de pensamiento, causando que yo reaccionara de forma agresiva.

—¡¿Qué?! —tras lanzar ese grito, intenté bajar la intensidad de la voz, aunque aún se mantenía esa agresividad en mis palabras—. Perdón, ¿qué ocurre?

—Será mejor que tomemos un descanso y después retomemos la clase —insistió ella—. ¿Quieres que te traiga un poco de agua?

—Por favor —me desplomé al suelo y me senté con las rodillas pegadas al pecho.

Me siento una inútil. Haciéndoles perder el tiempo a ellas dos con una causa perdida como yo. Te lo agradezco, Joe, con lo que intentas hacer, pero esto no funcionará conmigo. Yo no tengo tu fuerza de voluntad para volver a levantarme.

—Te ves mal —dijo Mei mientras me golpeaba el brazo con una botella de agua—. ¿Ocurrió algo? 

—¿Tanto se nota? —tomé con cuidado la botella que me dio y le di un buen sorbo a la misma.

—Desde el poco tiempo que te conocemos, es la primera vez que no estás sonriendo —comentó Li con angustia.

—Pues no gano nada ocultándolo —me costó varios segundos poder decirlo—. No quedé en el top 5 en la muestra de arte.

—¿Ese en el que competiste con el busto de Joe? —asentí afirmativamente.

—Estaba ilusionada por participar en ese concurso —una leve mueca se dibujaba en mi rostro—. El día que terminé de esculpir el busto de Joe, mi jefe vio esa escultura y con total seguridad dijo que era mi mejor trabajo hasta la fecha; o al menos así lo hacía sonar su tono de voz —en ese instante fue uno de los días más felices de mi vida. Mi mentor, estaba impresionado por primera vez en un trabajo mío—. Él estaba seguro de que podía competir en una exposición de artistas jóvenes. Y el día de mi cumpleaños, recibí la noticia de que mi obra había sido aceptada en el concurso —una pequeña risa había salido de mi hocico—. Años esperando la gran oportunidad de que la gente vea de lo que soy capaz y finalmente demostrar que puedo valerme por mí misma. ¿Y qué obtengo? Nada —y esa expresión de felicidad se había desvanecido y mi cara se había vuelto inexpresiva—. Un simple reconocimiento de que soy buena para llegar al noveno lugar, pero no tanto como para ganar la Beca.

Creo que era eso lo que me molestaba. Sentir que siempre seré reconocida por mi discapacidad y no por mis habilidades, que debo aceptar la realidad y que todos me conocerán con el nombre de “La escultora ciega”.

Mientras seguía ahogándome en mis lamentos, siento la mano de Mei y de Li apoyándose en cada uno de mis hombros.

—Primero de todo, felicidades por tu noveno puesto. No es fácil llegar a ese lugar —comentó la microraptor—. Y, en segundo lugar, no tienes que desmotivarte por un simple fracaso.

—Lo sé. Pero, aunque me lo digan, no lo puedo aceptar.

—No te alejas de nosotras dos y a nuestros inicios en el mundo del baile —Li lo expresó en un tono alegre—. ¿No es cierto, Mei?

—Ni que lo digas. Gracias a Dios, este es el primer año en que nuestro estudio está funcionando de forma decente —el tono burlesco que usaba, me hace pensar que ya es un viejo recuerdo.

—¿Tan mal fueron sus inicios?

—No serías capaz de imaginarlo —respondió la oviraptor—. Ambas empezamos clases de baile a los diez años. Y cuando cumplimos dieciséis años, Mei me propuso de participar en competencias de baile.

—Como ya teníamos buena fama en el muelle como bailarinas de hip-hop, decidimos buscar nuevos retos —agregó la microraptor—. Y en esos tiempos, ambas creímos que fue una pésima decisión —ella tomaba un poco de agua y continuaba hablando—. Por casi tres años, no éramos capaces de destacar en ninguna competición. No importaba si era amateur o profesional, no podíamos rozar ni un top 100. Por no decir que muchas veces ni llegábamos a pasar de las rondas preliminares.

—Cuando creíamos que teníamos una oportunidad, éramos aplastadas por nuestros oponentes y nunca pudimos superar esa barrera —pese a que Li lo decía calmada, pude notar cierta molestia al contarlo, como si fuera un momento que no les gustaba recordar—. Estábamos frustradas, yo llegaba a dormir entre llantos por la impotencia de no poder ganar y Mei se torturaba bailando hasta el punto de perfeccionar nuestras coreografías.

—Ya habiendo terminado el instituto, nuestros padres nos presionaban con que hiciéramos algo de nuestras vidas —un leve bramido era audible por parte de Mei—. Yo comencé a estudiar administración de empresas y Li programación. En esos tiempos abandonamos el baile y cada una se centró en sus carreras. Pero, en el fondo, ambas sabíamos que nos faltaba algo en nuestras vidas —la melancolía en su voz era palpable—: el baile.

—Por eso mismo, a mediados de 2018, hicimos una promesa: que íbamos a entrenar para competir en el break break dancer, y si lográbamos ganarlo, abriríamos nuestro propio estudio de baile —declaró la oviraptor—. Estuvimos un año entero entrenando, haciendo lo imposible para mantener un equilibrio en nuestra vida como estudiantes y como bailarinas.

—Y el 29 de septiembre de 2019, habíamos ganado nuestro primer concurso de baile —exclamó con mucho entusiasmo Mei—. Ese fue el mejor día de nuestras vidas. Tantos tropiezos y fracasos, valieron la pena para poder saborear ese triunfo.

—Sin embargo, no todo fue color de rosas —soltó Li—. Ya que la idea de tener negocio propio, no fue nada sencillo.

—Tuvimos que seguir dedicando cuerpo y alma a nuestros sueños —agregó la microraptor—. Ganamos múltiples competencias de baile, nos volvimos campeonas en el torneo del break break dancer dos años consecutivos y todo eso sirvió para que este negocio siguiera a flote.

—Al final, Mei terminó su carrera a los 25 años y a mí me quedan las últimas materias para recibirme —sonaba contenta la oviraptor—. Y recién este año, es que nos pudimos dedicar al 100% en nuestro estudio de baile. Igual, si te seguimos contando sobre cómo fue conseguir este lugar y lo complicado que fue conseguir alumnos, ya te voy diciendo que no te vas hasta mañana —bromeó Li.

—Lo que te queremos decir con todo esto es que no debes rendirte por un tropiezo —la mano de Mei acariciaba mi espalda—. Vas a fracasar mucho a lo largo de esta vida, fallarás y te frustrarás múltiples veces. Pero todas esas caídas son las que nos ayudan a aprender y a mejorar.

—También, hay que ver el lado positivo de las derrotas —Li también pone su mano en mi espalda—. Un noveno puesto en tu primera competición seria, es un logro que hay que celebrar. Es cierto que no conseguiste ese premio, pero puedes jactarte de que fuiste uno de los mejores artistas de esa edición.

—En nuestra primera competición seria, ni siquiera llegamos a clasificar a las preliminares —Mei se reía con fuerza—. Recién en nuestra vigésima competencia conseguimos pisar el puesto 100.

—Por eso, vuelve a intentarlo. Y no dejes que esos pensamientos negativos te arruinen la vida.

Al escuchar la historia de las hermanas Fei y su consejo, comprendí la realidad de las cosas. Tal vez no haya ganado esa beca, es posible que aún me falte mucho camino por recorrer. Sin embargo, eso no significaba que lo que había hecho no era un logro personal. Noveno lugar entre más de ciento cincuenta artistas de todas partes del país. Yo, la chica que tiene el deseo de convertirse en una gran escultora, consiguió destacar en su primera participación en una competencia importante. Fui reconocida por los jueces como una de las mejores escultoras de esta edición. No habré alcanzado el top 5, pero esto es solo un motivante más para seguir mejorando e intentar alcanzar la perfección en mi técnica.

—Gracias, chicas.

—¿Continuamos con la polonesa? —preguntó Mei.

—Por supuesto —respondí con seguridad.

Las hermanas me tomaron de las manos y me ayudaron a levantarme.

Tras lo charlado, continué practicando el baile. Y comparado con mis primeros intentos, esta vez salió mucho mejor. Aunque me cayera o no terminara de coordinar mis movimientos, no dejé que eso me distrajera; logrando terminar la danza.

Estaba feliz conmigo misma por haber logrado esto, pero yo sabía que aún había cosas por corregir. Ambas hermanas me estuvieron ayudando a perfeccionar mis movimientos. Y cada vez que repetíamos el baile, iba saliendo mejor; o eso creía yo por lo menos.

Ya siendo casi las 21hs, Joe había regresado y sonaba bastante animado. Cuando preguntó cómo me había ido, Mei dijo que, a pesar del inicio complicado, yo había demostrado bastante talento en esto. Al punto que bromeaba con que yo podría ser una gran bailarina.

Les pregunté a ellas dos cuándo podrían volver a venir para seguir practicando este baile y ellas me dijeron que la próxima semana a la misma hora, ya que no tenían clases programadas.

Finalizado mi entrenamiento por hoy, me despido de mis dos profesoras y salgo con Joe del lugar. En nuestra pequeña caminata, buscando una buena opción para cenar, nos ponemos a charlar.

—Entonces, ¿cómo te encuentras? —preguntó.

—Mucho mejor —dije en un tono alegre—. Necesitaba salir de mi casa y esto fue una buena idea. Gracias por sacarme de mi cueva.

—No tienes que agradecerme. Tú lo hiciste por mí cuando apenas nos conocíamos, es lo mínimo que podía hacer por la mujer que amo —sus estúpidas palabras hacen que me ruboricé.

—Eres muy tonto, surowy —me pegué a su brazo y lo abracé—. Mañana voy a regresar a trabajar.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. No puedo detenerme si quiero llegar a ser una gran artista —una sonrisa se formaba en mi rostro.

—Es bueno oír eso.

Habiendo caminado por la zona, decidimos ir a comer a una hamburguesería. Poder reír con Joe y pasar un momento ameno era agradable. Extrañaba esta sensación.

Ya al día siguiente, retomé mis labores en el taller. Al regresar, Víctor se sorprendió; él esperaba que estuviera más tiempo fuera. Pero, con lo charlado la noche anterior, recuperé los ánimos y volví a esculpir en barro.

Volver a dar clases con Susan y escuchar a los niños emocionarse con cada enseñanza, era adorable. Ensuciarme las manos con el barro y darle forma para que se transformara en una gran figura, conseguían que mi corazón rebotara de la emoción. Y haber estado varios días lejos de esto, hicieron que valorara aún más este hobby.

Transcurridas dos semanas desde lo de la carta, ya había vuelto a mi estado alegre y calmado que tanto me caracteriza. Parecen que esos días en que me encontraba desanimada y sin una pizca de interés en hacer algo, ya eran solo un mero recuerdo.

En lo que yo iba haciendo un encargo que habíamos recibido el día de ayer, un set de vajillas y bandejas de barro, soy interrumpida por repetidos golpes en la puerta.

—Bianca.

—¿Qué ocurre, Vic?

—Vino alguien que quería hablar personalmente contigo.

De la entrada, podía distinguir pasos muy pesados irrumpiendo en la habitación.

—Señorita Williams, es un gusto encontrarla —estaba segura de haber escuchado esa voz gruesa en algún lado—. Estoy seguro de que no me recuerda, ¿verdad?

—Ni un poco.

—Pues toca presentarme otra vez. Soy Zackary Savege, miembro del Comité de Arte Internacional y presidente de la Sede de Volcadera.

—Ahora recuerdo quién era, es aquel que se deshizo de ese juez agresivo —el solo hecho de recordar a ese imbécil, era irritante—. ¿Qué lo trae aquí?

—Vine a hablar con usted personalmente.

—¿Qué? —¿vino por mí?

—¿Es una molestia si uso la máquina que está a lado de ella?

—Para nada —respondió Víctor.

Pude percibir su presencia cerca de mí gracias al olor de su perfume. En el instante en que se enciende la máquina y notó cómo coloca un bloque de barro en la misma, el Sr. Savege empezó a tararear una canción mientras esculpía.

—No tienes que dejar de trabajar porque yo esté aquí —haciéndole caso, retomé mi trabajo—. Y dígame, ¿qué se sintió participar en un evento de tal magnitud?

—Fue una experiencia increíble. Que mi arte haya sido calificado para participar, significa mucho para mí.

—Y debería sentirte orgullosa por ese mérito. Este año recibimos, aproximadamente, 400 obras y solo 168 pasaron el filtro para ser exhibidas en la muestra.

—Vaya… Y, ¿por qué no pasaron el filtro el resto de obras?

—Normalmente, el comité de arte del país anfitrión se encarga de reducir a los competidores y elegir las obras más destacables. ¿Me podrías alcanzar una espátula? —extiendo mi mano hacia la izquierda para tomar la herramienta y se la pasó a Savage, esperando a que él la agarré—. Gracias. Y dime, ¿cómo recibiste la noticia de tu noveno puesto?

—Mal —fui directa y lo dije sin titubear—. Sufrí un bajón anímico tan fuerte que estuve varios días sin trabajar. Me tomó su tiempo, pero gracias a mi pareja, recuperé las ganas de esculpir.

—¿El humano que la acompañó a la muestra?

—Sí.

—Lo poco que lo conocí en los baños, se me hizo una persona agradable —indicó él—. Pero retomando el tema, la razón de mi visita es precisamente por ese resultado del concurso.

—¿A qué se refiere? —terminé de darle forma a la vajilla y la coloqué a un costado.

—Personalmente, y objetivamente, usted debió ganar una de las cinco becas.

—Sigo sin entenderlo —suspiro él.

—Debido al formato de votación, cada juez califica las obras del uno a diez. Y como eran cincuenta jueces, el máximo de puntos era 500 y el mínimo era 50. Usted consiguió 484 puntos en total.

—¡¿Qué?! —de la sorpresa, casi me caigo de mi silla. Por suerte, pude mantener el equilibrio.

—Esta información no debería saberla, pero como presidente de la sede de esta ciudad, puedo pasarme las reglas por donde no da el sol —su comentario hizo que se me escapara una leve risa—. Usted quedó a seis puntos abajo del sexto puesto y a ocho del quinto. Si uno de los jueces restante le hubiera puesto una calificación de nueve o diez puntos, hubiera quedado en el top cinco.

—Seguramente fue ese idiota el que me puso calificación baja.

—¿Habla del señor Goldman? Quédese tranquila, que él no votó. Fue removido de su cargo como vicepresidente debido a múltiples reportes de su conducta irresponsable y abuso de poder.

—Pues me alegro de que recibiera su merecido —expresé con malicia—. Entonces, ¿quién fue?

—Ese dato no lo sé y no es relevante. Lo que importa es que vengo con una propuesta que le puede interesar —oigo cómo él apaga su máquina—. Uno de mis mejores amigos y socio del mundo del arte, actualmente trabaja como rector de la Universidad de Bellas Artes de Chicago. Y hace unos pocos meses, inicio un programa para artistas con capacidades reducidas.

—¿Esto tiene que ver con alguna cuota de inclusión que deben cumplir?

—Con los años que corren no sería descabellado. Pero por suerte, mi amigo no es de ese grupo de personas que finge que esto le importa. Él genuinamente quiere ayudar a esos jóvenes que, muchas veces, no se les da esa oportunidad de demostrar sus talentos —afirmó con mucha confianza—. Y charlando con él hace unos días sobre eso, le comenté que conocí a una bella joven con un gran talento en la escultura que podría encajar perfectamente en su programa. Es ahí donde entra usted. Le estoy ofreciendo una beca para ir a estudiar a Chicago.

Alejé mis manos de la máquina y dejé que siguiera girando. ¿Escuche bien? ¿Una beca en Chicago?

—No… No comprendo. ¿Me elige a mí solo porque soy ciega?

—Si esa fuera la razón, hubiera elegido a cualquier joven con discapacidad —afirmó con calma—. Vi tu obra en la muestra y supe de inmediato que eras una prodigio. Tienes mucho por ofrecer y sería un error no aprovechar esta oportunidad para mejorar tus habilidades.

—Estaría encantada en participar, pero…

—¿Pero?

—No sé siquiera ir ahora.

Ese comentario hizo que la habitación se quedara muda. Sé que nadie espera esta respuesta, pero es lo que realmente sentía.

—Escuche, este programa empieza dentro de un mes y aún hay vacantes. Sé que es mucha presión, pero necesito una respuesta en este instante.

—¿Y no hay posibilidad de ir el próximo año? Es que pagar el viaje, el alojamiento, mudarme allá… Son muchas cosas.

—Eso no debe preocuparse, que el programa le cubrirá todos los gastos que sean necesarios. Y sobre su pregunta, dependerá de si el programa funciona y tiene cobertura. Si fracasa, debe ser consciente de que no volverá a presentarse una oportunidad como esta —la frialdad y severidad en sus palabras dejaban muy claro el mensaje.

—Yo…

—Sr. Savage —fui interrumpida por mi jefe—. ¿Puedo hablar a solas con Bianca? No será mucho tiempo.

—Adelante. Mientras tanto, yo, responderé unas llamadas que tengo pendientes —los pasos del gigante se van alejando de la habitación y escuchamos el ruido de la puerta siendo cerrada.

—Bianca, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás dudando en estos momentos?

—Víctor, no sé si estoy lista. De la nada viene este hombre y me ofrece esta oportunidad. Al menos con lo de Austria era el año que viene.

—Niña, él mismo lo dijo, estas oportunidades no se presentan dos veces en la vida —siento sus manos en mis hombros y el aire salir de sus fosas nasales—. Tienes que agarrar esta oportunidad. ¿Qué te detiene?

Esa pregunta no era simple de responder. Tenía claro que nadie cercano a mí iba a decir que no aceptara esta propuesta. Mi padre, las chicas, inclusive Joe, dirían que vaya a Chicago y que estudie lo que tanto amo. Por eso tengo claro, que la que duda soy yo. Lo que aún no tenía claro era la razón del porqué me aferraba a no aceptar esa propuesta.

—Tal vez, es que quiero disfrutar de mi vida.

—¿Cómo? —él no terminaba de comprender lo que decía.

—Todos estos años lo único que hice fue centrarme en el arte y no pude experimentar muchas cosas mundanas —me había emocionado—. Descubrí lo que es amor. Cree un montón de recuerdos con mis amigas. Demonios, incluso aprendí a bailar danzas polacas —me limpié las pocas lágrimas que se escapaban de mis ojos—. No quiero irme aún.

—Bianca… —él se toma el tiempo antes de continuar—. Yo quiero que aceptes esta oportunidad porque yo ya no tengo nada más que enseñarte.

—No digas eso, Víctor.

—Pero es la verdad. Todos estos años enseñándote, viéndote crecer como artista y ver que esa niña tímida que conocí es solo un recuerdo —escuché un pequeño sollozo provenir de él—. Pero, ante todo, lo que más deseo, es tu felicidad. Por eso, decidas lo que decidas, yo siempre estaré orgulloso de ti.

—Llama al Sr. Savage, creo que ya tengo mi respuesta.

Víctor me suelta y él se dirige hacia la puerta. Cuando los pasos del señor savage irrumpen en la habitación, yo me levanté de mi asiento.

—¿Ya tomó una decisión?

—Sí.

—¿Y cuál es?

—Aceptaré ir a Chicago… Pero el año que viene —respondí con calma—. Estoy súper agradecida de esta oferta. Y sinceramente, es una gran oportunidad para mí. Pero prefiero arriesgarme y esperar al próximo año.

—Respeto su decisión, pero necesito saber. ¿Por qué el próximo año y no este?

—Sonará muy tonto, pero, quiero disfrutar mi último año antes de dedicarla en el arte por un largo tiempo. Por primera vez de la vida disfruté de varias cosas que nunca pude experimentar en mi juventud y quiero atesorarlas un año más estos momentos —sin notarlo, una sonrisa se dibujó en mi rostro—. Reconozco que mi razón no es la más coherente, pero los artistas necesitamos muchas vivencias para poder plasmarlas en nuestros trabajos. Si quiero dar la talla en su programa, tengo que ofrecer la mejor versión de mí. Por eso, voy a tentar a la suerte y creer ciegamente en que el programa funcionara y que formaré parte del mismo en el próximo año —un gran suspiro salió de la boca del señor Savage.

—Está bien. Haré todo lo posible para ayudarla a que pueda ir el próximo año. Pero que quede claro, que no prometo que lo consiga.

—Y lo entiendo perfectamente.

—Le dejaré mi número para que nos mantengamos en contacto. Después le pide a su jefe que se lo diga. Le deseo la mejor de las suertes, joven Williams.

—Muchas gracias.

—¿La entrada está con llave?

—No —afirmó Víctor.

—Muchas gracias por regalarme su valioso tiempo. Hasta luego.

Y sin más que decir, el señor savage dejó el lugar.

Aún no sé si fue la mejor decisión que tomé, pero prefiero arriesgarme y creer que el próximo año se me presentará esta oportunidad.

—Bianca, ¿estás segura de tu decisión? —asentí con la cabeza.

—Aunque digas que no tengo nada más que aprender de ti, siento que es una vil mentira por parte tuya —dije en un tono jocoso—. ¿En qué otro lugar voy a tener la oportunidad de impartir clases y aprender del mejor mentor que habita en esta ciudad?

—Niña…

—Además, vienen las clases de verano, no pienso dejarlos tirados a todos ustedes. En el fondo, aún me necesitan en este lugar —el tono bromista y juguetón que usé, logra hacer reír a Víctor—. Disfrutemos este último año juntos.

Reflexionando un poco lo que he vivido en estas semanas, llegué a la siguiente conclusión: aún tengo mucho camino por recorrer antes de convertirme en una gran artista.

Habré tomado varias decisiones a lo largo de mi vida, pero en muchas de ellas siempre hubo influencias de terceros. Algunos lo verán como una locura no haber aceptado esta propuesta sin dudarlo. Pero por primera vez, siento que decidí por mi propia cuenta. Y personalmente, no me arrepiento de mi decisión. Solo me queda rezar y desear que el programa sea todo un éxito.

Mientras tanto, por mi parte, tengo que mejorar como artista si quiero llegar a ser la mejor del país. Y bueno, a disfrutar mi último año en Volcadera con las personas que amo.

 

Notes:

Quedan 9 capítulos.

Chapter 35: Un pequeño problema se aproxima

Notes:

Buenos días, tardes o noches a todos ustedes, lectores.

Espero que disfruten este capitulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Solo faltan tres semanas para que llegue el momento más importante de mi carrera: la oportunidad de consagrarme campeón de la federación. Aunque, aún no sabemos quién saldrá vencedor, ya que Paul aún está definiendo si yo seré el ganador o si Will retendrá el campeonato.

Era una decisión importante para todo el equipo creativo, quien iba a ser la cara de la empresa en sus primeros años en la televisión. No cualquiera puede ser la cara de la compañía; debe cumplir varios requisitos. Y por eso mismo, últimamente me la paso entrenando en las instalaciones de la WSF. Desde que empecé a ir al gimnasio de la federación, mejoré de manera considerable mi físico, al punto de que parecía otra persona.

Ver mis músculos tonificados y tener la apariencia de un verdadero luchador hace que me sienta feliz de todo el esfuerzo que hice a lo largo de un año. Porque no solo cambié mi aspecto, sino también mi forma de desenvolverme en el ring; creando un estilo más propio y mucho más amplio de que tenía cuando inicié. Finalizando mi rutina de brazos, bajé la pesa al suelo y me senté en la banca para leer el guion del próximo show que me habían entregado los productores.

El plan era hacer un cara a cara entre el campeón y yo. Y aunque esté bien escrito y se entienda la idea del segmento, sentía que le faltaba algo de sabor. Esto fue algo de lo que hablamos varias veces con el equipo creativo: que ambos estábamos de acuerdo de que le faltaba intensidad a toda esta rivalidad. Tanto Will, como yo, le propusimos que este era el momento oportuno para que Drako se convirtiera en villano. Estábamos seguro de que el público se volvería loco con ese momento. Sin embargo, quienes deciden al final, son los de arriba los que dicen si se hace o no.

En lo que seguía vagando en mis pensamientos, tomé mis cosas y salí del gimnasio para poder ir a descansar a mi hogar.

Ya en mi departamento, al abrir la puerta, soy recibido por el ruido de un parlante a todo volumen que resonaba por todo el living. Cubriéndome los oídos, dirijo mi atención hacia Will.

—¡Will! ¡Bájale el volumen! —el triceraptops no se inmutaba, parece que no se percató de mi presencia—. ¡WILL! —ese segundo grito que lanzó logra llamar su atención—. ¡Baja el jodido volumen! —mi compañero de piso hace caso a mi petición y me saqué las manos de mis orejas—. ¿Puedo saber por qué tenías tan alta la música?

—Disculpa, es que andaba escuchando el demo de mi nueva canción de entrada. Suena increíble.

—¿Convenciste al equipo creativo?

—Sí —sonaba relajado—. Dije que Drako necesitaba un cambio, ya que la canción que tenía no encaja con este punto de mi carrera. No suena a la canción que tendría un campeón máximo —él se volvía a reacomodar en el sofá y lanzaba un gran suspiro—. ¿Y tú, qué tal? ¿Bien el entrenamiento de hoy?

—Claro. ¿No ves este cuerpo esculpido por los dioses? —empecé a posar y presumir el físico que había obtenido—. Quiero verme bien cuando me saquen la foto con el campeonato en mi cintura.

—Si es que ganas —dijo de forma altanera—. Todo apunta a que saldré vencedor esa noche.

—¿Y quién lo dice?

—Yo —él me da una sonrisa burlesca—. ¿Ya leíste el guion del próximo show?

—Sí. Pero si te soy honesto, siento que le falta algo de sazón al cara a cara.

—Siento lo mismo. Como si le faltara algo que lo haga destacar.

—Exacto —me siento en el sofá con Will y lo miró fijamente a los ojos—. ¿Piensas igual que yo?

—Un turn heel —asentía con la cabeza—. Pues es momento de que Drako deje de ser Face y se convierta en el top heel de la empresa.

—¿Estás seguro? Digo eres uno de los luchadores más queridos de la federación.

—Lo sé. Pero desde hace varios meses, quiero un cambio. Ya no quiero ser el chico sexy que se lleva bien con el público. Quiero ser el presumido arrogante que menosprecia a sus oponentes —expresó de forma provocativa—. Que me veas y digas: quiero golpearlo en la cara.

—¿Por eso pediste el cambio de música? —él chasqueó los dedos, señalando en que estaba en lo correcto.

—Ando pensando alguna letra para agregarle a la instrumental y que logré representar mi faceta ruda.

—Me parece una idea interesante. ¿Hablarás a solas con Paul y Marcus? ¿O quieres que te acompañe?

—No me vendría mal tener tu apoyo y que me ayudes a convencerlos —Will se da un golpecito en las piernas y se levanta del sofá—. Bueno, iré a comprar suministros; que la nevera está totalmente vacía —él miraba hacia todos los lados de la habitación—. ¿Puedes ordenar un poco el desastre que hay en el departamento?

—Claro —y en lo que mi amigo se iba a hacer las compras, yo me puse a limpiar el lugar.

Estos siete meses conviviendo con Will fueron bastante entretenidos. Salvo por algunos percances o problemas que tuvimos al principio cuando me mudé, las cosas fueron bien. Al dividirnos el pago de las facturas de servicio y las tareas de la casa, logramos sobrellevar de buena manera la situación. El único inconveniente real que tenemos es cuando usamos el departamento para nuestras “sesiones de amor” con nuestras parejas. Esto es debido por culpa de Will y Helena, que, en unas de esas noches, hicieron tanto ruido que no fui capaz de dormir. Desde ese día, esa regla se respeta de manera sagrada.

Ya habiendo barrido y aspirado toda la sala de estar, me puse a lavar los platos sucios que habían quedado de la noche anterior. En lo que lavaba, oigo el tono de llamada de mi teléfono. Al ver que era Bianca, contesté con alegría.

—¿Cómo estás, amor?

—Bien… Terminando mi turno en el trabajo —sus palabras denotaban cierta ansiedad—. ¿Emocionado por tu lucha? Digo… es muy pronto y quiero saber cómo estás con eso…

—Claro, pero aún falta tres semanas para eso —hay algo que no me gusta de su voz—. ¿Todo bien? Suenas algo nerviosa.

—Sí, sí, sí. Nada de qué preocuparse.

—Toph, te conozco bastante bien. Incluso escuchó tu respiración a través del teléfono —¿habrá tenido algún problema en el trabajo?

—Joe…

—Bianca, ¿Qué ocurrió? —tenía que mantenerme calmado para darle seguridad a ella—. Cualquier cosa que haya pasado, puedes decirme —respondí en un tono empático.

—Es que… Hace una semana… no llega…

—Amor, respira antes de hablar —no entiendo qué quiere decirme—. ¿Qué no llegó?

—Hace una semana… que no me llega el periodo.

—…

Al escuchar eso, trague saliva. No podía explicarlo, pero al instante de que ella dijera eso, mi cuerpo dejo de funcionar: Mis piernas eran duras como la piedra, los dedos de mis manos se habían tensado de una manera nunca antes vista y mi corazón había dejado de latir por unos segundos.

—¿Esto no es broma? —esa pregunta tardó en formularse en mi boca.

—No. Y pienso que, tal vez, estoy embarazada.

El miedo de la voz de Bianca solo causaba que mi cuerpo dejara de funcionar de manera correcta. Mi mano izquierda había comenzado a temblar y dejé caer la esponja en la pileta. Mi respiración se estaba acelerando progresivamente y mi cerebro estaba pensando en cuando fue la última vez que tuve sexo con ella.

—Joe, por favor, di algo.

—Perdón. Es solo que… estoy procesando lo que dijiste… —no podía pensar con claridad, me sentía como si me hubieran dado un puñetazo y quedara noqueado—. Estoy seguro de que use condón la última vez y que se encontraba en perfectas condiciones.

—Y te creo, pero existe la posibilidad de que falle —el pánico en su voz no ayudaba—. Joe, tengo miedo.

En estos momentos estoy temblando y siento cómo mi corazón está por explotar de lo rápido que está latiendo. Y aunque todo en mi ser esté agonizando en estos momentos, debía calmarme.

—¿A qué hora sales de tu trabajo?

—Dentro de dos horas… —tengo que pensar rápido.

—Ven directo a mi departamento después del trabajo y hablaremos esto.

—Pero… —la interrumpo antes de que siga.

—Entiendo cómo te sientes en estos instantes, pero estos temas debemos hablarlo en persona —fui firme en mi voz, quería darle la seguridad de que lo íbamos a resolver, pese a que por dentro este igual, o más, asustado que ella—. ¿De acuerdo?

—Ok… Voy a tu departamento —el miedo en la voz en Bianca había disminuido, pero aún era palpable el pánico en ella—. ¿Vas a estar?

—No pienso moverme de aquí hasta que llegues —ya su respiración no se escuchaba desde el otro lado del teléfono—. Te amo.

—Yo también —ella cortó la llamada.

Deje mi teléfono en la mesada y siento como mis piernas se dan por vencidas, haciendo que mis rodillas toquen el suelo. Hace tiempo que no sentía una impotencia tan fuerte invadirme, al punto que me mordía los labios de la frustración.

—La cagué… —golpeo a la pared con la mano abierta—. Arruine todo…

Adiós a mis posibilidades de algún día de llegar a la WWA. Fastidie la posibilidad a Bianca de ir a estudiar a Chicago el año que viene. Todo por un simple accidente.

No estoy listo para criar a un bebé. No tengo dinero para mantener uno, con suerte me alcanza para sobrevivir; y eso que comparto piso con alguien.

¿Qué voy a hacer cuando se enteren mis padres? Sé que mi madre se molestara conmigo, pero tal vez sea más comprensible. Y mi padre… Bueno, creo que le haría la ilusión de ser abuelo.

Pero cuando se entere Robert, seguro, él va a querer matarme cuando sepa que su hija está embarazada. Sin embargo, del que estoy seguro de que querrá asesinarme sería Víctor al saber que tronqué la gran oportunidad a su pupila.

—Ya la cagué, ya lo arruiné… —y así estuve por varios minutos tirado en el suelo lamentándome de la situación.

Ya debo hacerme a la idea de conseguir un trabajo que me den un buen dinero para los primeros años del bebe. Ya debía ponerme a planificar todo. Aunque, ¿Quién dice que será solo uno?

¿Y qué pasa si son gemelos?

¿O trillizos?

El solo hecho de pensar, provocaban que mi sufrimiento siguiera en aumento.

Atrapado en mi propio lamento, escuchó el ruido de la puerta abriéndose; ignorando totalmente quién entraba.

—Ya regresé… —la expresión de sorpresa de Will al verme tirado en el suelo parecía de alguien viendo a un animal herido en una carretera—. ¿Pero qué putas pasó acá? —el triceraptops me ayudó a levantarme del suelo. Y de manera inconsciente, fui capaz de mantenerme de pie—. Bro, ¿estás bien?

—Ya lo arruiné. Ya está, adiós a mi futuro como luchador. Adiós a todo… —no registraba la presencia de mi roomie.

—Joe, ¿qué carajos pasó?

—Ya lo arruiné. Adiós a mi futuro…

—¡Joe!

—Ya lo arruí… —siento como la palma escamosa de Will impacta en el lado derecho de mi cara. Dejando, posiblemente, una marca en un futuro—. Auch.

—Bien, ya parece que regresaste a la realidad —suspiraba al notar de que yo había registrado su presencia—. Ahora bien, ¿puedo saber qué mierda te ocurre? Hace un momento, estabas en el suelo aterrado como si hubiera ocurrido una tragedia. ¿Le pasó algo a tu madre? ¿A tu padre?

—No… es que… Bianca me llamó para decirme…

—¿Te terminó por llamada?

—No… —aún no podía creer en lo que hablé hace unos pocos minutos—. Me dijo que no le llegó su periodo hace una semana.

—Oh… —el rostro de Will ya se veía menos preocupado, pero igual de sorprendido—. ¿Al menos dime que usaste protección?

—Sí. Pero tal vez falló y no me di cuenta —mi respiración iba a mil por hora.

—Oye, necesito que te calmes, ¿vale? —con su ayuda, lentamente comencé a regular mi respiración e intentaba bajar mi ansiedad—. Fue solo un accidente que le pudo pasar a cualquiera.

—Y uno terrible… —me agarraba la cabeza de la frustración—. No puedo ser padre a esta edad, soy muy joven.

—Escucha, vamos al sofá, pongo algo de música para relajar el ambiente y charlamos sobre esto. ¿Va? —asentí con mi cabeza de forma temerosa.

De forma torpe, logré llegar al sofá. Mi cabeza no dejaba de pensar en todo lo que conllevaba ser padre con 25 años.

—Bien, necesito que respondas con total honestidad cada pregunta que te haga.

—Ok.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones con ella?

—Hace 2 semanas.

—¿Estás totalmente seguro de que usaste condón?

—Sí… Siempre reviso que no esté pinchado.

—Y Bianca, ¿ella tomó la pastilla del día después?

—No. O sea, como no vi señales de que el látex estuviera dañado, no creíamos que fuera necesario.

—Y acá mi última pregunta, ¿sabes si ella se hizo algún test de embarazo o similar?

—No… —Will me miraba con seriedad.

—Mira, tú ya sabes que antes de estar en la WSF y empezar mi vida como luchador, tuve cierto trabajo en el mundo nocturno. Y puedo decirte que, la verdad, la sacaste muy barata.

—¡¿Cómo carajos me dices eso?! —me exalté al escuchar su comentario.

—Joe, puedo decirte que un bebé es el peor mejor resultado de una relación sexual. No quieres saber lo que es tener una ETS. Créeme, no es nada agradable —lo estoico de su expresión hace que me calme—. Además, tú mismo lo dijiste, no sabes si se hizo una prueba de embarazo. Eso quiere decir que no hay certeza de que esté embarazada.

—¿Y si no lo es? Ya tengo que mentalizarme de que voy a ser padre…

—¿Tanto te aterra ser padre?

—Mira, te podría dar varias razones: como troncar mi sueño de convertirme en un gran luchador. Pero realmente, lo que más me aterra es que no estoy listo para ser padre en esta situación. ¿Me ves capaz de cuidar de una criatura en estas condiciones? —señalaba con la mano toda la habitación.

—Entonces, ¿no te gustaría ser padre?

—No es lo que estoy diciendo —tal vez la forma en la que expreso dio una mala idea de lo que dije—. Honestamente, me gustaría tener un hijo o una hija —comenté avergonzado—. Verlo crecer, compartir varios momentos y crear un lazo único; se me hace una idea linda. Pero a mi edad, no me veo preparado para cumplir ese rol —miré con resignación a Will—. Soy joven, ganó un buen dinero, pero no creo que sea suficiente para costear los gastos de un bebé y tampoco tengo casa propia —no tenía mucha fuerza en mi voz para este punto—. Veo muy difícil ser padre en este contexto.

No sabía cómo sentirme. Por un lado, estaba un poco feliz. Pensar en la idea de ser padre me hacía mucha ilusión. Pero, por otra parte, también me sentía frustrado por qué debía olvidarme de mis sueños en cierta forma. Ni hablemos del sentimiento de culpa que tengo por perjudicarle las posibilidades a Bianca de ir a la universidad.

—Voy a hacer una llamada —dijo Will—. Tal vez nos pueda ayudarte a calmar tus ideas.

Con velocidad, él comienza a marcar el número de alguien y coloca su celular en su oreja. En esos pocos segundos de silencio, el único ruido que había en la habitación era el de mi pie golpeando el piso con velocidad.

—Gracias a Dios que contestas. ¿Estás ocupada? —no sé con quién está hablando—. ¿Podemos hacer videollamada? —el chico de escamas verdes se queda en silencio por unos segundos—. Genial.

Will toma un vaso y lo coloca como soporte para que el teléfono se mantuviera de pie. Al transformar la llamada en una videollamada, se podía ver a una joven triceraptops de escamas verdes, más claras que las de Will, y con rasgos faciales muy similares a los de mi amigo.

—Joe, ella es mi hermana. Jessica, él es mi compañero de piso.

—Así que este es el famoso humano del que tanto me hablas —dijo de forma juguetona—. Es un gusto conocerte, Joe.

—Lo mismo digo —saludé amablemente—. Pero tengo una duda, Will, ¿Por qué la llamaste a ella?

—Porque mi hermanita está estudiando medicina. Y como es mujer, tal vez puede explicarnos mejor las cosas que tú no entiendes.

—Ok muchachos, ¿cuál es su duda? —comentó la chica del otro lado de la pantalla con una expresión seria.

—Mi amigo tuvo sexo con su pareja hace unas semanas. Al parecer a su chica no le llegó su periodo y ambos pensaron que tal vez ella está embarazada —explicó en un tono un poco burlesco—. Y como este chico es medio tonto, necesito que me ayudes a calmar sus nervios.

—¿No tienes ni idea sobre la menstruación? —preguntó algo decepcionada la chica.

—Sé sobre el tema lo justo y necesario. Tengo el conocimiento básico que te dan en una clase de educación sexual o un panfleto con el título “los cambios y tu cuerpo” —ella suspira al escuchar mi respuesta.

—Hombre, tenías que ser… —es la primera vez que nos conocemos y ya siento que le di una mala impresión—. Entonces seré breve y clara con el tema. La menstruación es la salida de sangre del útero de una mujer a través de la vagina. No importa si es humana o dinosaurio, el periodo es igual para todas —informó Jessica—. Sin entrar en muchos detalles, esto ocurre debido a cambios en las hormonas del cuerpo. Los ovarios liberan estrógeno y progesterona, que hacen que se desarrolle el revestimiento interno del útero.

—¿Y para qué sirve eso? —pregunté.

—Eso sirve para que, cuando el espermatozoide se junte con el óvulo, esté preparado para que un huevo fecundado se adhiera a él y se acabe convirtiéndose en un bebé —tragué saliva al escuchar eso—. En caso de que no haya un huevo fecundado, es decir, el espermatozoide que se juntó con el óvulo, ese revestimiento se romperá y el tejido uterino sale por la vagina en forma de sangre.

—Entonces… Al no sangrar… —me costaba un poco terminar la maldita oración—. ¿Es posible que se haya juntado mi espermatozoide con un óvulo de ella?

—Puede ser —puta mierda—. Sin embargo, existe la posibilidad de que tenga un atraso o que su periodo tenga alguna irregularidad. Existen varios factores, como puede ser el consumo de ciertos medicamentos, una mala alimentación, ciertos niveles de estrés altos, o simplemente, una irregularidad normal de la edad —su aclaración, pese a ser clara, no ayudaba a calmar mi temor—. ¿Ella te dijo exactamente hace cuanto no le viene?

—Dijo que hace una semana —estaba muy nervioso por dentro, sentía como se revolvía mi estómago.

—Se dice, popularmente, que el ciclo menstrual dura 28 días. Pero eso solo es un promedio. El periodo puede variar entre los 24 a 40 días. Incluso en un mes puedes menstruar al día 28 y al otro mes al día 38 —la triceraptops me daba una sonrisa para relajarme.

—Eso quiere decir, que tal vez, ¿se le atrasó su periodo?

—Es una posibilidad. Sin embargo, considero que lo más responsable es que vayan ambos a un médico y que les dé una charla más a detalle sobre esto. Y si se puede, que tu novia se haga un test de embarazo.

La explicación de la hermana de Will y la seguridad que transmitía con sus palabras, lograron apaciguar mi preocupación. Es muy probable que los dos, por el pánico de la situación, nos hayamos alterado y no pensáramos con claridad. Pero no puedo confiarme y haré caso a lo de visitar un médico.

—Gracias por tu explicación —ya tenía una mejor cara—. ¿Puedo preguntarte otra cosa?

—A ver si la puedo responder.

—¿Tienes idea sobre los hijos híbridos entre humanos y dinosaurios? —la joven comenzó a rascarse detrás de la cabeza.

—Mil disculpas, pero no estoy muy interiorizada en el tema —ella estaba jugando con una tranza de su cabello—. Sé que existen muchos estudios de inicios de este siglo que analizan y estudian a los hijos de estos cruces de especies. Pero por mi parte, no sé mucho del tema.

—Descuida, creo que sé a quién puedo preguntarle —tal vez Roxy pueda darme una mano con esto—. Igualmente, gracias Jessica. Lograste calmar mis ideas.

—No hay de qué.

—Sabía que la futura ganadora del nobel de medicina nos podría dar una mano —dijo en un tono muy alegre Will.

—Deja de fastidiar con eso —ella se veía un poco avergonzada—. A todo esto, hermano, ¿Iras a verla? —esa pregunta hizo que Will dejara de tener una expresión feliz y se convirtiera en una inexpresiva.

—Sí, iré. Pero eso lo hablamos luego.

—De acuerdo. Más tarde te llamó. Fue un gusto conocerte Joe.

—Lo mismo digo.

—Te quiero, hermanito.

—Y yo también te quiero. Descansa —Will corta la llamada.

El triceraptops no se veía muy animado después de escuchar lo último que le dijo su hermana.

—¿Puedo saber que te ocurre o quieres mantenerlo en privado? —él suspira.

—Es… Algo personal. Cuando me sienta cómodo, te contaré bien qué ocurre. Pero con que sepas qué tiene qué ver con mi madre, ya es suficiente.

—Claro. Su relación es complicada —coloqué mi mano sobre su hombro—. Sabes que para cualquier cosa estoy para ayudarte, bro.

—Gracias. Pero descuida, es mejor que te preocupes de solucionar este tema —él comienza a reírse—. Ya estoy esperando que tu hijo me llamé tío Will.

—Jódete —lo golpeé en el hombro y ambos nos reímos—. Esperemos que ese “tío Will” no se escuche hasta dentro de 10 años.

Las próximas horas las pasé investigando sobre el tema de la hibridación y cualquier cosa que pudiera darme la seguridad de que no seré padre aún. Y con decir que si se me hacía complicado entender cómo funcionaba el embarazo solo con humanos, no quería imaginarme cómo iba a entender con las relaciones inter-especie. Tras una búsqueda poco eficiente, llamé a Roxy para explicarle la situación y si podía ayudarme a conseguir un médico para charlar este tema.

En un inicio, ella empezó a mofarse de mí y burlándose de que conocía buenas tiendas para comprarle ropa para el bebé. Ya habiéndose mofado de mí, ella se puso más seria y me dijo que su médico de cabecera, un tal Dr. Hanger, podía ayudarme. Diciendo que tiene conocimientos muy amplios sobre la hibridación y que la ayudó mucho cuando ella era mucho más joven. Roxy me dictó el número del doctor y yo lo anoté en un papel.

Ya habiendo hablado con mi amiga, lo siguiente que hice fue llamar al doctor. Cuando el tono de espera termino, fui recibida por la voz de una mujer que se presentaba como la secretaria del señor Hanger.

Le expliqué cuál era la situación, sin escatimar en detalles, y le dije que necesitábamos una cita médica lo antes posible para mí y mi pareja. Por suerte, dijo que el doctor tiene una brecha libre entre diez a once de la mañana. No lo dudé y dije que íbamos a estar ahí para esa hora. Y habiendo pasado las dos horas más caóticas de mi vida, finalmente pude respirar.

Will, para darme intimidad con mi pareja y poder charlar sin tapujos, él se fue a dar una vuelta por la zona, y tal vez, traía pizza para cenar.

Al ver la hora de mi teléfono, sabía que Bianca debía llegar pronto. La espera me estaba matando y mi cerebro me estaba carcomiendo por dentro. Sin embargo, debía mantener la calma. No tengo ni idea de cómo estará ella con toda esta situación. Pero si ella no se encuentra bien, yo tengo que ser la voz de la razón. Solo espero que mi compostura no se quiebre tan rápido.

Y en el instante en que escuché el ruido del portero eléctrico, bajé sin pensar hacia la planta baja para abrirle a Bianca. Ya en la puerta de entrada, lo primero que vi fue el rostro asustado de mi novia. Cuando abrí la puerta, lo primero que hice fue abrazarla para que se calmara.

—Joe —ella se aferra a mí.

—Vamos a dentro, así charlamos con calma.

Entramos al edificio y fuimos por el ascensor hasta mi departamento. En ese pequeño momento reino el silencio. Yo no podía dejar de ver a Bianca, y ella no dejaba de apretarme el brazo con fuerza. Era claro que ella estaba aterrada con todo esto.

Ya en mi hogar, los dos sabíamos de qué teníamos que hablar, pero ninguno era capaz de formular una oración. Cuando ambos nos sentamos en el sofá, fui yo quien rompió el silencio.

—¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bien.

—¿Muchos encargos?

—No, realmente —al bajar mi mirada, veo cómo ella apretaba su pantalón con sus dos manos—. No puedo creer que esto nos esté pasando.

—Oye, respira —acerqué mi mano derecha hacia su pierna y comencé a acariciarle el dorso de sus manos—. Esto lo vamos a resolver juntos.

—No estoy lista para esto…

Ella estaba a punto de llorar, tal vez por la impotencia que sentía de todo esto. Tomé su mano e intenté hablar con la mayor seguridad posible.

—Escucha, estuve investigando sobre el tema. Hable con un médico que se especializa en embarazos entre especies. Mañana a primera hora iremos a su consultorio para hablar de esto y aclarar todas nuestras dudas —con mi mano libre, intentaba detener que mi pierna se siguiera moviendo por los nervios—. Y aunque existe la posibilidad de que todo esto sea una falsa alarma, no quiero arriesgar a la suerte.

—¿Y qué pasa si realmente estoy embarazada?

—Aún no lo sabemos.

—No digas eso —sonaba alterada—. ¿No tienes miedo? ¿Acaso no te preocupa de lo que nos depara ahora?

—Claro que estoy preocupado —respondí un poco molesto.

—Pues no lo parece —su rostro reflejaba lo irritada que está—. Dime, ¿has pensado en lo que significa tener este bebé? ¿Qué nuestras aspiraciones acaban de ser troncadas? ¡¿Qué todo por lo que nos esforzamos se puede esfumar en un abrir y cerrar de ojos?!

—Primero, no me grites. Y en segunda, soy consciente. ¿Por qué crees que investigue sobre el tema? —ya mi voz era más agresiva.

—Es que al menos tú aún tienes la WSF. Yo, en cambio, mis posibilidades de aspirar a algo más son casi nulas —el labio inferior de ella temblaba—. Y que ahora deba cuidar de una criatura… —su labio inferior estaba temblando—. No puedo… Estoy asustada… Joe.

Al verla tan vulnerable, era obvio que ella no estaba pensando con claridad. No ganamos nada discutiendo por esto, ambos somos responsables de alguna manera. Y como pareja, debemos apoyarnos en todo, eso incluye en los momentos complicados.

Con la intensión de brindarle cariño a Bianca, pasé mi brazo por detrás de ella para acercarla a mí y abrazarla. Con mi mano izquierda, agarré una de sus manos.

—Bianca, te prometo que no te dejaré sola en esto —ella se acurrucaba en mi pecho—. Si tenemos que ser padres a esta edad, encontraremos una forma de sobrellevarlo. Si habrá que hacer sacrificios lo haremos. Y te juro por mi vida, que cumpliremos nuestros sueños sin importar lo que suceda.

—¿Dejaremos de perseguir nuestros sueños?

—No, solo tomaremos un descanso —le doy un beso en la mejilla—. Si debo dejar de luchar para que tú puedas estudiar en una gran universidad, lo haré si eso significa criar a mi hijo o hija —la abrazó más fuerte—. Yo te amo y vamos a superar este asunto.

—¿Y si nace con alguna dificultad? ¿Qué haremos si otros niños se burlan de él por ser distinto?

—No me importa si mi hijo es humano, dinosaurio, unicornio o lo que sea, yo lo amaré tal y como es —era raro, pero al decir eso, una sonrisa se dibujó en mi rostro—. Tanto su padre como su madre han superado muchas dificultades. Son dos grandes soñadores que tienen metas por alcanzar. Y creo que de ellos dos, podrá aprender mucho para sobrevivir en este mundo.

—¿Lo dices en serio? —ya no se veía asustada. Ahora tenía una leve sonrisa.

—Totalmente. Su padre es un hombre terco que jamás se da por vencido y siempre lo vuelve a intentar. Y su madre, es la mujer más fuerte que existe en todo el mundo. Y de la cual, me enamoré —ya ella se veía feliz.

—Eres un idiota.

—Y el más grande que hay —y sin hacer mucho más, le doy un beso.

No podía mentir, estoy asustado; es un hecho. Pero sin importar cómo me sintiera, tenía que afrontar las consecuencias y prepararme para lo que se viniera. Y aunque no esté listo, la idea de ser padre me gusta. Más aún, sabiendo que Bianca será mi compañera en esta nueva etapa de mi vida. Yo la amo y haré todo lo que pueda para que ella pueda ser feliz.

—¿Aún no nace el primero y ya están planeando el segundo? —la presencia de Will y su pregunta irónica interrumpió el beso—. Si quieren que me vaya para dejarlos solos, me dicen.

—Descuida, ya hablamos lo que teníamos que hablar.

—¿Y todo en orden?

—Se podría decir que sí.

—Es bueno oír eso —él deja unas cajas sobre la mesa del living—. Traje dos pizzas, pensando en que tal vez Bianca se quedaba a cenar —él dirige su atención hacia la raptor—. ¿Quieres acompañarnos?

—Si no es ninguna inconveniente —respondió ella.

Tras una corta, pero intensa, charla sobre el posible embarazo de Bianca, el resto de la noche fue más relajada.

Mientras cenábamos, el tema volvió a salir. Aunque esta vez, fue más fluido el diálogo. Entre una mezcla de seriedad y broma por parte de los tres, muy en el fondo, el imaginarme mi vida con Bianca se me hacía tierno. La idea de vivir juntos con nuestro hijo y verlo crecer, hacía que mi corazón danzara un poco. Tal vez, lo otro que hacía que me gustara la idea, era ver la cola de Bianca. Porque, aunque ella mencionara que no quería ser madre aún, el movimiento zigzagueante que hacía su cola, delataba su emoción con la idea de serla en un futuro lejano.

Al final, decidimos que Bianca se quedara a dormir; principalmente porque el médico estaba más cerca de mi departamento que de su casa y aún podíamos mantener todo esto en secreto.

La mañana había llegado, y como un soldado siguiendo órdenes, me levanté de la cama y me alisté para ir a ver al doctor. Fue complicado conciliar el sueño, ya que ciertos pensamientos estuvieron rodando en mi cabeza anoche. Desde la simple duda de si nacerá niño o niña hasta si de verdad estoy capacitado para ser padre.

Una vez que Bianca se despertó y se cambiara de ropa, Will decidió darnos un aventón hasta el consultorio del Dr. Hanger. Todo el viaje mi prioridad fue mantener la calma y darle paz a mi pareja. Y Finalmente, para cuando quisimos darnos cuenta, ya estábamos en el consultorio.

La habitación estaba repleta de varias fotos con un humano, en donde estaba recibiendo un premio o reconocimiento. Y vistiendo un guardapolvo blanco y con una taza de café en la mano, aparece el señor Hanger.

—Buenos días —él le daba un sorbo a su taza—. Supongo que usted es Joe Calcare.

—Sí.

—Veo que usted es amigo de Renata.

—¿Renata? —preguntó con credulidad Bianca.

—Es el nombre real de Roxy —le respondí y volví a charlar con el doctor—. Y sí, fue ella quien me dijo que hablara con usted sobre nuestro problema.

—Y creo intuir cuál es —él nos miraba detenidamente—. Pero prefiero que me lo digan, ¿cuál es su consulta?

—Es aún no sabemos si realmente estoy embarazada —dijo Bianca—. Pero queríamos sacarnos todas las dudas posibles sobre lo que significa tener un hijo mitad humano y mitad dinosaurio.

—Por eso, vinimos a que nos aclaré cualquier duda que tengamos —el doctor tenía una sonrisa que lograba transmitir calma.

—Es muy responsable de su parte que vengan a saber sobre esto, pesé a las circunstancias que presentan ustedes. Así que díganme, ¿cuáles son sus dudas?

—Pues la primera sería sobre la gestación del óvulo —comentó con cierto temor la raptor—. ¿Es tan distinto el proceso cuando sus padres son de especies diferentes?

—Es una duda muy común, pero es bueno aclarar esta confusión. El embarazo, sin importar la especie, es el mismo. Óvulo y esperma se juntan, van al útero y se van desarrollando hasta transformarse en un feto. De forma muy básica lo digo. Lo que se diferencia es tal vez en la alimentación y el consumo de nutrientes del feto.

—¿A qué se refiere?

—Debido a que los dinosaurios, previos a su evolución antropomórfica, tenían una relación con los ovíparos; como pueden ser las aves o los cocodrilos. Y como ellos no tenían la necesidad de ingerir tanto alimento, a comparación de los vivíparos, ustedes los dinosaurios necesitan comer menos que un humano para que el feto crezca bien —explicó Hanger—. En síntesis, los dinosaurios comen en menor proporción que un humano para que el feto se nutra en condiciones.

—¿Y cambia mucho si es un híbrido?

—Realmente, no. Con que la madre se alimente de buena manera y siga los cuidados básicos para que el embarazo se desarrolle correctamente, no tendría que haber algún inconveniente. ¿Quedo claro?

—Sí. Muchas gracias.

—Yo tengo una duda —tenía un pequeño nudo en la garganta—. ¿Cómo podemos saber que nuestro hijo no nacerá con dificultades o similar?

—Ante todo, existen análisis preliminares para saber la compatibilidad de los padres. Esto facilita para saber si existe la posibilidad de que el niño, al nacer, presente alguna enfermedad. Pero normalmente lo que se hace son análisis prenatales mientras se va desarrollando el feto —aclaró—. Sin embargo, supongo que su pregunta va sobre los casos de hibridación —asentimos los dos con la cabeza—. La realidad es que la mayor dificultad sería la concepción del bebé. Eso es por leves cambios biológicos entre las especies.

—¿Eso quiere decir que no nos deberíamos preocupar tanto?

—Tendrían que preocuparse como lo haría una pareja normal. Análisis de sangre a la madre cuando está embarazada, la ecografía y, si no hay nada raro, el bebé nacería sin dificultad.

—¿Y cómo sabríamos si predominara el gen humano o el dinosaurio? —agregó Bianca—. ¿Podría nacer con alguna deformidad por eso?

—En relación con su primera pregunta, varía mucho. En promedio, gana el gen dinosaurio sobre el humano. Ya que el gen dominante es el dinosaurio y el de humano es recesivo —Hanger le daba un buen sorbo a su taza de café—. Y sobre lo segundo, es más propenso que pase alguna mal formación en cualquier relación inter-especie que en una entre la misma especie —la expresión de Bianca, como la mía, era de preocupación—. Pero quédense tranquilos, que el porcentaje sigue siendo bajo para lo que se estima. Lo más común que pase es que las manos o pies tengan rasgos de ambos padres. Digamos, por ejemplo, que el niño es humano, pero sus dedos tienen forma de garra como las de un dinosaurio. O que nace dinosaurio y parte de su cuerpo no termina de desarrollar todas las escamas. En donde, las partes sin escamas, son reemplazadas por un tipo de piel más similar a la humana —él nos mira con seriedad—. Sin embargo, como en cualquier embarazo, pueden ocurrir inconvenientes.

—Entiendo.

—Piense en su amiga, Renata. Ella se ve como una humana común y corriente. Lo único que revela su mestizaje son las escamas que se desarrollan en su cuello hasta su cadera —él me da una sonrisa amable—. Por eso digo, no deben temer. Solo tomen los cuidados necesarios para que todo salga bien.

—Bueno, gracias por aclararnos todo.

—No hay de qué. Es parte de mi trabajo —él termina de tomar su taza de café y la deja en su escritorio—. ¿Tienen más dudas?

—De hecho, yo sí —expresé con algo de vergüenza—. Me gustaría sacarme algunas dudas… Si no es tanto problema.

—Para eso estoy.

—Bueno… —y en toda la hora disponible que tenía el doctor Hanger, la aprovechamos los dos para sacarnos dudas que tuviéramos sobre la biología de los humanos y de los dinosaurios.

La primera duda que me quite fue sobre la temporada de celos de los dinosaurios. Ya que, estaba al tanto de que cada especie tenía el suyo. Sin embargo, no era del todo cierto eso. Según Hanger, me explicó que los dinosaurios, no tienen una temporada de celos propiamente dicho. Lo que ocurre realmente es que, la mayoría de los dinos, son más propensos a aparearse en las temporadas de otoño y primavera. Eso no quiere decir que en verano o invierno no tengan sexo, solo que nace más por el deseo carnal que por algo biológico. También me aclaro que, los raptors son más propensos a entrar en celos entre mayo y junio. Así que tengo que tener cuidado entre esas fechas.

Bianca, por su parte, preguntó sobre un detalle que jamás me había dado cuenta. Ella decía que se sentía atraída por mi olor cuando regresaba de entrenar. El doctor, con un tono de voz entre bromista y serio, le explicaba que los humanos desprenden sus feromonas, normalmente cuando sudan. La diferencia entre los dinosaurios y los humanos, es que las feromonas humanas son un poco más fuertes, sea hombre o mujer. Y si le sumábamos el olfato más desarrollado de los dinosaurios, hace que sean más normales los deseos sexuales entre parejas de especies diferentes.

Por otra parte, ya con un poco más de confianza, le hice una pregunta boba al doctor; que fue saber si los dinosaurios nacían de huevos.

Bianca estuvo por un buen rato riéndose, mientras que el señor Hanger intentaba mantener la compostura y responderme con seriedad. Como era de esperar, los dinosaurios no nacían de huevos desde hacía millones de años. Y pese a que podríamos seguir charlando con el doctor, la hora de nuestra visita había terminado.

Antes de irnos, Hanger nos dijo que compráramos un test de embarazo en la farmacia que está en frente de su consultorio. Ya que, con el tiempo de diferencia que había entre nuestra última relación sexual y que la menstruación de Bianca aún no había llegado, era muy probable que la prueba nos diera un resultado más certero de si ella estaba, o no, embarazada.

Ya en mi departamento y con la prueba de embarazo en mi mano, era momento de saber qué nos deparaba el futuro. Me puse a leer lo que decía la caja y le expliqué a Bianca qué era lo que tenía que hacer. Al momento en que le di el test, sus manos estaban temblando.

—Ok, voy al baño.

—¿Te acompaño?

—¿Quieres verme orinar? —dijo de forma burlesca.

—¡¿Qué?! ¡No! —creo que malinterpreto lo que dije—. Lo que quise decir es para saber si sale positivo o negativo.

—Entonces, espera afuera del baño. Y cuando terminé, entras y ves el resultado de la prueba.

—¿Y no vas a tener problemas al momento de…?

—Joe… —ella me interrumpe—. Yo también estoy nerviosa, pero yo puedo hacerlo sola.

Y cuando Bianca entró al baño, los próximos minutos fueron los más agobiantes y estresantes que pasé en mi corta vida. Dentro de ese baño, se encontraba el objeto que iba a definir el futuro de nosotros dos.

—Ya puedes pasar —tomé un poco de aire y entré al baño.

No sé qué tan común son estas situaciones en pareja, pero encontrarme a mi novia sentada, con los pantalones bajos, y con la prueba de embarazo en sus manos; estoy seguro de que no es normal.

—Ten —ella me extendió la prueba de embarazo.

Cuando agarré el test, mis ojos aún no habían hecho contacto con el resultado. No era capaz de verlo, tenía miedo del resultado que saliera. Si salía positivo, significaba que mi vida iba a cambiar en este preciso momento. Pero si salía negativo, todo lo que vivimos solo habrá sido un susto.

Me armé de valor, y con la mayor dificultad del mundo, vi el resultado.

—Salió… —un nudo en mi garganta hacía difícil que terminara la oración—. Negativo…

Casi al unísono, los dos suspiramos de alivio al saber que todo esto fue una falsa alarma.

—Qué alivio… —exclamó Bianca, que parecía que el alma le había vuelto al cuerpo—. Ahora sal del baño —ella ahora se veía un poco avergonzada—. Es un poco incómodo que aún estés aquí mientras yo estoy así.

—Sí —salí del baño y dejé que ella terminara de hacer lo suyo.

Al ver el resultado, fue como quitarse varios grilletes del cuerpo. Toda esta situación fue una experiencia interesante, que me hizo aprender varias cosas que debería a tener en cuenta en un futuro. Pero por ahora, prefiero no tener hijos por el momento.

Cuando veo a Bianca salir del baño, y viendo que todo volvió a la normalidad, mi estado de ánimo bromista salió a flote.

—Sustos que dan gusto, ¿no?

—Preferiría el gusto sin el susto para la próxima —ella se veía más calmada—. Mejor que nos sirva esto de experiencia para ser más precavidos.

—Tranquila, voy a anotar en una libreta el estado de los condones que usemos —bromeé con esta ridícula idea.

—Eso sería muy raro.

—Demasiado —ambos nos reímos de la situación—. Aunque a una parte de mí le hubiera gustado que saliera positivo —Bianca se sorprendió tanto con lo que dije, que sus ojos se volvieron el doble de grandes—. Desde siempre me gustó la idea de ser padre.

—¿De verdad? Eso es tierno.

—Sí. La idea de compartir momentos con algún pequeño y formar parte de su vida, se me hace un concepto lindo. Y aunque me guste la idea, aún soy joven para ser padre —una sonrisa se dibujó en mi rostro—. Hay tantas cosas que me gustaría hacer antes de convertirme en padre. Tengo metas y sueños por alcanzar. Pero cuando sea el momento, me gustaría formar una familia con alguien —y por impulso, le doy un beso en la mejilla a Bianca—. Y estaría encantado de que tú fueras la madre de mis hijos —al decir eso último, la cara de ella se puso roja como un tomate.

Y sin previo aviso, Bianca salta hacia mí. Mientras intentaba agarrarla para que no se cayera, ella me atacaba con una ráfaga de besos.

—Amo cuando te pones así de cursi —ella me da un gran beso en los labios—. Y sería la mujer más feliz si eso pasara —no podía esconder mi felicidad al oír eso—. Pero, por ahora, pactemos que no tendremos hijos hasta mucho más adelante.

—En eso estoy de acuerdo —ambos sonreímos.

Tras vivir uno de los mayores sustos de mi vida y hacer una promesa con la mujer que amo, puedo decir que estas fueron las 24hs más intensas de mi vida.

Notes:

Faltan 8 capítulos para el final

Chapter 36: Una sesión especial

Notes:

Buenas a todos, gente bella.

Hoy vamos con un capitulo sencillo y al final de este, en las notas, dejo un mensaje importante.

Fuera de eso, disfruten del capitulo

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Este domingo, voy a hacer historia en la WSF. El honor de ser el evento estelar del primer show televisado de la empresa, es algo que jamás nadie podrá quitarme. Y para sumarle más importancia, Marcus me confirmó que se vendieron las veinticinco mil entradas, convirtiéndose en el show mejor vendido de la federación.

Paul, sabiendo lo importante que era este show para mí y para Will, él nos obsequió diez entradas en total. Will nada más quería una entrada, ya que solo tenía planeado que viniera su hermana. A Helena no le dio ninguna entrada por una simple razón, ella ya iba a estar en el recinto participando en el espectáculo.

En consecuencia, yo obtuve nueve entradas para invitar a quien yo quisiera al evento. Una de las muchas personas que desearía que estuviera esa noche es mi padre. Lamentablemente, por motivos muy obvios, eso será imposible. Es por eso que decidí ir a visitarlo hoy para tener una charla antes de mi gran noche.

—Así que tu madre sigue expandiendo el negocio —Giorno estaba impresionado—. ¿Ya está planeando en abrir otra sucursal?

—No creo —respondí—. Pese a que le está yendo muy bien al negocio y recauda un buen dinero, es muy difícil que mamá quiera abrir otra sucursal.

—Es posible que dentro de unos años lo haga.

—Lo más seguro. Aunque, debería plantearse quién será su gerente en su nueva sucursal.

—¿Gloria?

—Yo pensaba en Rebecca —mi padre me miraba sorprendido—. Lo digo, más que nada, porque ella es su aprendiz.

—Es un buen punto de vista. Pero, como yo conozco mejor a tu madre, te aseguro que elegiría a Gloria —afirmaba con un tono seguro y una expresión fanfarrona—. Ella elegiría a su mejor amiga y socia de trabajo.

—¿Ahora vamos a competir para ver quién conoce mejor a mamá? —yo no iba a dejar que papá me superara—. Con esa lógica, Frank sería el mejor candidato para que sea el gerente en una sucursal.

—¿Quieres hacer una apuesta?

—Te escucho.

—100 dólares a qué, cuando tu madre abra una nueva sucursal, Gloria será la gerente.

—300 dólares, y apuesto que será Frank en la primera sucursal. Y en la segunda, sera Rebecca —tenía una mirada desafiante.

—Vaya, asegurándose de que su madre abrirá más de una sucursal —él sonreía—. Aceptó.

Ambos estrechamos la mano, sellando esta apuesta.

—Cambiando de tema, tengo buenas noticias —mi padre se veía feliz—. Existe la posibilidad de que, a inicios del año que viene, salga de la cárcel y tenga arresto domiciliario por un par de meses.

—Entonces, ¿pronto volverás a casa?

—Si no hago ninguna tontería y me comporto bien.

—Mamá se pondrá feliz al oír eso —no podía esconder mi alegría al escuchar eso—. Por otra parte, necesito un consejo. Cómo dentro de unos días va a ser el show de lucha libre y es un evento muy importante, la empresa me regaló entradas para invitar a quien yo quiera.

—Me halaga la invitación, pero, por motivos obvios, debo negar tu propuesta.

—Tranquilo, no te iba a pedir que vinieras —me mofaba de él—. Lo que pasa es que ya invité a cinco personas: a Mamá, a Bianca, a Robert y a dos amigas de Bianca con las que me llevo bien. Aún me sobran cuatro entradas y no sé qué hacer con ellas.

—Pues revéndelas —lo miré molesto.

—Eso no se puede hacer. Es ilegal la reventa en este estado —papá desviaba la vista hacia su derecha, indicando que sabía que tenía la razón—. Ya solo faltaría a que yo venga a hacerte compañía a este lugar.

—Está bien, está bien —él hacía un gesto para que dejara de preocuparme—. ¿Cuántas entradas te sobran?

—Cuatro.

—¿Y no tienes más amigos para preguntar?

—Ya hablé con los chicos de los muelles. ¿Te acuerdas de ellos?

—Claro. Te la pasabas jugando con ellos cuando me acompañabas a hacer compras por ahí.

—Los hermanos Do Santos deben organizarse cada uno con sus trabajos para ver si pueden liberarse para ir al show. Y las hermanas Fei, ya me dijeron que no iban a poder ir.

—¿Y Roxy?

—Con ella tenemos algo planeado, no puedo decir mucho más —me rascaba detrás de la cabeza—. Si considero que Julio, Roberto y tito pueden, solo me faltaría una entrada.

—¿Ya hablaste con Tony? —asentí con la cabeza.

—El tío ya me dijo que no quiere ir. Aún sigue con su manía de mantener un perfil bajo —aunque sabiendo que él trabajaba con mi padre, entiendo un poco mejor esa paranoia.

—Entonces te sobra una entrada… —papá, se tomaba el mentón y se la pasó pensando por varios segundos antes de decir algo que no esperaba—. ¿Y si invitas a tu psicólogo?

—¿Al doctor Rootman? Bueno, no es una mala idea.

—Digo, ese señor te ayudó mucho a tratar tus problemas. Creo que sería un lindo gesto de tu parte.

Desde hace casi tres meses que no volví a ir a su consultorio. Sebastian me dijo que lo llamara cuando consideraba importante o necesario hablar con él. Y sacando el susto de la falsa alarma, no tuve ninguna razón para llamarlo o tener una sesión con él. Esto podría ser una buena excusa.

—Voy a hacer eso, gracias por la idea. Y otra cosa, ¿vas a poder ver el show?

—Hijo, ¿cómo me iba a perder la noche más importante de tu carrera? —él sonreía—. Ya negocié y conseguí una forma de ver tu lucha. Aunque eso significa que deba lavar los baños por una semana entera.

—Prometo no defraudarte en mi lucha —levanté la vista y veo en el reloj que son las 10:00 am—. Bueno, creo que yo me iré retirando.

—¿Tan temprano? Si apenas llegamos a la media hora de la visita.

—Es que Tony tiene asuntos importantes que resolver en Volcadera y no me dio mucho tiempo para visitarte —tenía una expresión torpe en la cara para intentar convencer a mi padre—. Te juro que la próxima vez, me alojo en un hotel por acá y vengo a verte dos veces seguidas.

—Más te vale —comentó en un tono jocoso—. Cuídate.

—Lo mismo digo —tras abrazarnos, me despedí de él y salí de la cárcel.

En el viaje de regreso, la conversación con Tony tuvo la misma fórmula de siempre: Yo le pregunto sobre su trabajo, él me pregunta sobre mi vida y después hablamos de alguna trivialidad del momento.

Tomando en consideración la idea de mi padre, le envié un mensaje al Doc para saber si podíamos tener una sesión el día de hoy. Existía la posibilidad de que no pudiera, a lo mejor tenía otro paciente en ese horario, pero por suerte se ve que tenía su agenda libre. Que le avisara cuando estaba en la ciudad.

Ya casi habiendo pasado una hora desde que se hizo el mediodía, Tony me había dejado cerca del consultorio de Rootman. Le mandé un mensaje al pterodáctilo para saber si estaba en su oficina, respondiendo de manera afirmativa.

Una vez que entre al edificio, la secretaria me saludo amablemente y me dijo que él me estaba esperando. Al abrir la puerta de su consultorio, el Doc estaba sentado en su sofá de terciopelo rojo y me miraba con una sonrisa agradable.

—¿Cómo te ha tratado la vida, Joe?

—Bastante bien —de mí, esbozaba una gran sonrisa—. Tiempo sin verlo. ¿Cómo se encuentra usted?

—Pues mucho trabajo como siempre.

—Han pasado muchas cosas interesantes desde nuestra última sesión.

—Creo que me lo puedo imaginar, aunque deberás refrescarme la memoria —dijo bromeando.

—Con mucho gusto.

Cuando entre a su consultorio, Rootman me detiene en seco.

—Espera.

—¿Pasa algo?

—Pues, como hoy es una sesión un poco peculiar, quería probar algo nuevo —lo miró confundido—. ¿Te gustaría salir a caminar y a charlar sobre todo esto?

—Claro. Aunque se me hace algo extraña su idea.

—Descuida. Cuando mis pacientes llevan un tiempo conmigo, normalmente hago este tipo de cosas para romper el statu quo y la monotonía de las sesiones —su expresión transmitía mucha paz—. Si prefieres que hagamos una sesión tradicional, no tengo ningún problema.

—Nah, me gusta su idea. Además, me vendría bien ir a comer algo. No he almorzado nada.

—Hay un negocio que hace unos sándwiches increíbles a un par de cuadras. Si quieres podemos ir a comer ahí.

—¿Y qué esperamos? —le doy unas palmadas a mi estómago—. Vamos de una maldita vez.

Me sentía un poco entusiasmado con la idea del Doc. Quiero decir, no todos los días vas a caminar con tu psicólogo por la ciudad. Había muchos temas de los que quería hablar con él o contarle lo que había sucedido: mi reencuentro con Julia, mi retorno a la WSF, mi relación con Bianca… De verdad pasaron muchas cosas en tan solo tres meses.

Cuando llegamos a la tienda que había recomendado Rootman, al abrir la puerta, el olor a pan recién horneado y ver una variedad de ingredientes para armar tu propio sándwich hizo que se me hiciera agua la boca. Para alguien como yo, ver tantas opciones de comida hacían imposible que me decidiera por una. Y teniendo un debate interno con mi estómago, decidimos ir por un sándwich del menú.

En lo que iban preparando a la monstruosidad que había ordenado, siento el leve golpe del ala izquierda de Rootman.

—Sí que estás muy feliz.

—Y miré, Doc —señaló a la vidriera donde eran expuestos los ingredientes de los sándwiches—. ¿Cómo no me voy a emocionar con esto? Es el paraíso para los glotones como yo.

—Digo que ya de antes de venir aquí estabas muy feliz —remarcó.

—Y es que en pocos días es el show televisado. Los últimos días ando muy ansioso esperando a que ya sea el día.

—Deberías calmarte. Si no duermes bien, tal vez no termines de rendir al 100%.

—Podría darme alguna medicina para dormirme —él me negaba con la cabeza.

—No es mi trabajo medicarte. Pero cuéntame, ¿cómo van los preparativos para el show?

—Excelente. Cuando me den mi comida, nos sentamos en aquella mesa y te digo todo —indicando con mi dedo hacia una mesa que se encontraba en el fondo—. ¿No va a ordenar algo?

—Yo ya almorcé. Solo pedí una botella de agua.

Un joven microraptor nos entrega nuestras órdenes y nos dirigimos a la mesa para que yo pudiera comer tranquilo. En lo que iba devorando mi sándwich, le fui contando al pterodáctilo todo lo relacionado con la WSF a lo largo de estos meses.

Comencé contándole cómo fue mi lucha de exhibición previa a mi regreso, detallando cómo fue la lucha, ya que no había ningún video de ella. Le tuve que explicar que, para que nadie supiera quién era y no arruinara mi aparición en la batalla real, me disfracé de un luchador genérico que tiene la empresa llamado: la tarántula negra. Rootman se reía al escuchar que el traje era un disfraz mal hecho de Spider-man de color negro.

Al detallar la lucha, no pude omitir el detalle de que me paralicé en el final cuando estaba sobre la tercera cuerda. Él me preguntó qué había ocurrido y yo fui honesto, dudé de si saltar o no. Muy en el fondo, sabía que tenía algo de miedo aun de salir lastimado. Pero con todos las luchas y entrenamientos que tuve con Helena y Will, era consciente de que me faltaba ganar algo de seguridad. Es por eso que arme una rutina para trabajar los músculos de mi cuello y de la parte superior de mi torso, con el fin de compensar y proteger mi cervical.

Para cambiar a un tema más alegre, le comenté sobre mi regreso en la batalla real y lo emocionado que estuve al ser recibido por el público. Era muy difícil de poner en palabras todo lo que sentí en esa noche: el bullicio y cariño de los fanáticos, sentir la adrenalina de combatir contra otros luchadores, el relato de los comentaristas… todos esos detalles, hicieron que me sintiera como en casa. Y ya con algo de contexto, el Doc quería saber cómo iban los preparativos para este show.

Todos en la WSF, sin importar el rol que cumplieras en la empresa, nos preocupábamos de los preparativos para el show. Desde mi retorno, se lleva construyendo la rivalidad principal del evento: Joe Bonucci vs Drako “The man fatale”

En un inicio, la historia de esta rivalidad se basaba en el respeto. Yo que regresaba de una lesión grave y con la intensión de coronarme como campeón. Mientras que mi rival buscaba demostrar que era el campeón que necesitaba la WSF. Sin embargo, a dos semanas de que sea el gran show, Drako hizo su cambio a rudo; atacándome violentamente y convirtiéndose en el villano de la historia. La reacción fue la esperada, abucheos e insultos contra el triceraptops.

—¿Y ya tienen todo armado en el lugar donde se va a realizar el show? —preguntó el pterodáctilo.

—Hoy comenzaron el armado de la escenografía y el armado del ring. Así mañana se encargan de ubicar los asientos y en los detalles menores.

—¿Y es la primera vez que luchas delante de tanto público?

—Sí. Piensa que mi última lucha fue en frente de 5000 espectadores. Este domingo, estaré enfrente de 25.000 aficionados. Y no estoy contando a los que van a estar viendo desde la televisión de su casa —le daba el último bocado a mi sándwich—. Imagínate que los CEOS se gastaron todo el dinero en armar una escenografía de calidad: pirotecnia, pantallas led gigantes, mejoraron las cuerdas del cuadrilátero y así podría seguir por horas.

—Le están apostando a este show.

—Y la primera impresión es muy importante —busqué en mi campera y saqué mi celular—. Doc, ¿le gustaría ver el último segmento de mi rivalidad?

—¿Por qué no? —él se acerca un poco hacia mí—. ¿Al menos podría saber qué es lo que estoy a punto de ver?

—En resumen, tras el cambio a villano de Drako, los directivos de la empresa decidieron hacer una firma de contrato para oficializar la lucha por el campeonato y dejar pactada la estipulación de la misma.

—Todo esto dentro de la ficción, ¿cierto? —asentí con la cabeza.

Con una búsqueda veloz en YouSnoot, encontré el fragmento en cuestión. Al darle play, ambos nos quedamos callados y comenzamos a ver el video.

En la pantalla se podía ver una toma general del ring. En donde se visualizaban dos sillas enfrentadas, siendo separadas por una mesa con un contrato encima de esta. Arriba del ring se encontraba el presentador del show con micrófono en mano.

—Ya estamos a una semana de hacer historia en esta empresa, ¡el primer show televisado de la WSF! —la ovación del público inunda todo el recinto, impidiéndole al presentador continuar con el discurso—. Por petición de la gerencia de la empresa, me pidieron que supervisara la firma del contrato por el campeonato máximo de la federación. Y sin más dilación, presentamos al retador: El hijo de Italia, Joe Bonucci.

En el instante en que se escuchó el sonido de los sintetizadores, hizo que toda la afición se alterara y empezara a hacer cánticos con mi nombre. La cámara apuntaba a la entrada del escenario y se me visualizaba saliendo de la misma vistiendo mi indumentaria de luchador. Mientras caminaba hacia el ring, me tomaba el tiempo de saludar a los fanáticos.

Ya arriba del ring, me dirigí directo a uno de los asientos y dejé que el público siguiera cantando mi canción de entrada.

—¿Cómo te encuentras, Joe? —tomé uno de los dos micrófonos que había en la mesa y respondí a la pregunta.

—Ansioso. Falta muy poco para que este muchacho se corone como nuevo campeón —hubo una reacción positiva ante mi comentario por parte del público.

—Veo que se te nota confiado.

—¿Qué te puedo decir? Llevo mucho tiempo preparándome para esto.

—Sin embargo, falta que se presente alguien más —el presentador toma aire para hablar—. El campeón, el hombre más sexy de la industria, ¡Drako!

Una nueva canción irrumpía en el lugar y todo el público estaba en silencio. Aunque, cuando se pudo ver la primera escama verde de Drako aparecer en la entrada del escenario, todo el recinto reaccionó de manera agresiva. El campeón, con un elegante traje negro, comenzó a caminar hacia el ring. Buscando provocar a los espectadores, con un simple gesto de manos, él le pedía a cada uno de los presentes que siguieran chillando e insultándolo; lo que generaba que todos abuchearan al campeón.

Con una expresión seria, pero a su vez engreída, subió al ring sin decir ninguna palabra y se sentó en la otra silla, haciendo que quedáramos cara a cara. El bullicio era tan ensordecedor que el presentador tuvo que pedir a los presentes que se callaran para que pudiera hablar.

—Caballeros, es un honor tenerlos aquí en el medio del ring para este momento. Dentro de una semana, ustedes están a punto de hacer historia. Así que quiero saber, ¿cómo se sienten respecto al próximo show?

Antes de que pudiera decir algo, el triceraptop tomó el micrófono y comenzó a hablar él.

—Va a ser otro día en la oficina —comentaba con orgullo—. Será un gran momento para mi carrera poder remarcar que soy el mejor luchador que ha portado este cinturón —sin mayor dificultad, consiguió reacciones fáciles por parte del público—. Y, por favor, no sigan actuando como que es mentira. Porque, hace un año, cuando gané este campeonato, ustedes estaban celebrando por mí.

La respuesta del recinto fue agresiva, aumentando los cánticos de «Tú apestas» e «Hijo de puta». Importándole poco y nada a Drako, él solo hacía el gesto al público de que se calmara; lo que generaba que el ruido aumentara.

—¡Gente! —mi voz lograba apaciguar la agresividad de la afición—. No podemos negar la realidad, Drako es un gran campeón. Dando grandes luchas y llevando el nombre de la WSF a lo más alto —miré directamente a mi oponente con una expresión sincera—. Y pese a que me atacaste de forma cobarde, eso no quita que aún te tenga algo de respeto. Sin embargo, eso no quiere decir que no desee golpearte y arrebatarte el cinturón que tanto tiempo llevas portando —el apoyo de los fanáticos hacia mí iba aumentando lentamente—. Y qué mejor manera de terminar un reinado tan prestigioso que en el show más importante de la historia de la WSF —me levanté de mi asiento y le pedía al público que coreara mi nombre, logrando mi cometido.

Por los próximos treinta segundos, todos en el lugar estaban cantando al unísono mi nombre y se notaba que ya los tenía en la palma de mi mano. Con una risa vacilona y forzada, el campeón se burlaba de lo que acabo de decir.

—Adoro como vives en tu propia realidad y crees que tienes una oportunidad contra mí —dijo entre risas—. Apareciste hace dos meses en la batalla real, ganaste tu oportunidad como cualquier otro, pero no tuviste ninguna lucha desde tu regreso. ¿De verdad crees que un hombre que no tuvo una lucha hace meses tiene una mínima oportunidad en ganarme? —su expresión era fría, pero sus ojos dejaban claro que me subestimaba—. Tal vez, hace dos años eras un estelarista en la WSF y la gente sabía sobre tu talento. Pero las cosas son distintas, amigo.

—¿Acaso no me crees capaz de vencerte?

—No lo creo, lo afirmo —esa respuesta hace que me exalte, pero el presentador me detiene. Ya más calmado, regreso a mi asiento—. Parece que toque una fibra sensible —comentó en un tono burlesco—. Si por una simple provocación como esta te saque de tus casillas, no me quiero imaginar lo fácil que será dominarte en el ring. Además, tu momento ya pasó —la mirada y la postura de Drako eran intimidantes—. No puedo negar que eras un prospecto como luchador y que tal vez todos hablaban del gran futuro que ibas a tener, pero todos conocemos tu trágica historia —él postraba sus codos en la mesa y me miraba con frialdad—. Cuando se te dio la oportunidad de brillar, fracasaste estrepitosamente. Como Ícaro, volaste muy cerca del sol y te quemaste —haciendo un simple gesto con el cuello, mofándose de mi lesión que hizo que me retirara por varios años.

Los cánticos contra el campeón habían aumentado y la reacción ya era hostil por parte del público.

—Pero ya todos saben que es verdad lo que digo, no es ninguna mentira —miraba hacia todos los lados mirando a los aficionados. Tras ver las reacciones de los espectadores, el triceraptop vuelve a mirarme—. Joe, valoro que un fracasado como tú haya tenido la fuerza de levantarse y volver a luchar. Pero esto no es un cuento de hadas, esta es la realidad —él golpeaba su dedo índice contra la mesa repetidas veces—. Yo sacrifiqué muchas cosas para estar acá, sufrí como no tienes idea y no pienso perder ante un don nadie como tú —él se levanta de su asiento—. La historia se volverá a repetir, tú vas a perder y yo seguiré gobernando en la WSF. ¡Porque yo soy el maldito campeón de este lugar! —quitándose el cinturón y alzándolo delante de mí.

La situación se había puesto álgida y la tensión en el aire era visible. En este momento sabía que no podía dejarme pisotear y debía responder.

—Es verdad, hace dos años no solo perdí la oportunidad de coronarme como campeón, sino también perdí la pasión de luchar —era una realidad que no podía ocultar—. Me encontraba en un abismo oscuro por mucho tiempo, donde me planteé la idea de decir adiós a todo lo que amaba y caminar por un mundo sin metas —emocionado, miré a Drako y dejé clara mis intenciones con una simple mirada—. Pero la vida me dio una segunda oportunidad, porque conocí a alguien que creyó en mí. Esa persona me dijo que persiguiera mi sueño y que no podía vivir sin una meta —no pude contenerme y unas lágrimas se escapaban de mis ojos—. Y solo Dios sabe el miedo que tuve cuando regresé en la batalla real. Pero ver el apoyo y el recibimiento del público, fue el último motivante para decirme a mí mismo que debía ganar —el público estaba aplaudiendo y comenzando a hacer cánticos con mi nombre—. Y ahora tengo claras las cosas: ¡Voy a seguir luchando, voy a vencer cada obstáculo que la vida me ponga! —mis gritos iban en aumento, al igual que la reacción de la afición—. ¡Y voy a ganar ese campeonato! ¡No solo por cada persona que creyó en mí! ¡¡¡Lo ganaré para demostrar que regresé más fuerte que nunca!!!

El estallido por parte de cada espectador fue impresionante, todo el lugar fue inundado con mi nombre.

—La próxima semana dejaré mi cuerpo y mi alma para vencerte —tomé la lapicera que había en la mesa y firmé el contrato. Una vez hecho, volví a mirar al triceraptop—. En New Era, habrá un nuevo campeón. Y eso no es un aviso, es un spoiler.

Una vez que dejé la lapicera en la mesa, la afición estaba gritando mi nombre y yo saludaba a todos los presentes. En el resto del segmento continuo con Drako firmando el contrato y oficializando la lucha por el campeonato.

Apagué el teléfono y lo guardé de regreso en mi campera.

Rootman dijo que le había gustado lo que vio y que sintió esa intensidad en mis palabras. Yo le expliqué que estuve varios días con ayuda del equipo creativo escribiendo el guion de ese segmento. Y con ayuda de Will, logramos darle esos últimos retoques que necesitaba para que fuera un buen último cara a cara antes de la lucha. Y ya habiendo terminado de comer, nos levantamos de la mesa y salimos a caminar por la zona.

Continuamos charlando un poco sobre mis últimos meses en la WSF y todo el trabajo que conllevo estar en un estado físico aceptable para dar una buena lucha. Para mi sorpresa, tras haber pasado muchas sesiones con él, por primera vez menciono que en su infancia miro lucha libre. Él reconoció que nunca fue un seguidor acérrimo o un fanático enfermo como yo. Si no que simplemente miraba de veces en cuando. Y sin desaprovechar la oportunidad, nos pusimos a charlar sobre lucha libre.

Después de media hora hablando sobre este deporte espectáculo, Sebastián me cambió el tema de conversación y quería preguntarme cómo me había ido con Julia en mi reencuentro.

—Al principio fue algo incómodo. Para mí fue muy difícil no estar pensando en cómo terminaron las cosas en el pasado —exclamé con cierta preocupación—. Aunque por suerte, las cosas fueron mejor mientras avanzaba la noche.

—¿La pasaron todo el rato en la reunión de ex alumnos?

—No. En un momento de la noche, ya habiendo hablado con mis viejos compañeros, me dirigí a la azotea de la escuela a tomar aire. En mis tiempos de instituto, era mi lugar para escapar cuando no quería estar en clase. Y fue una sorpresa encontrármela ahí.

—¿Así que Julia estaba ahí también? —asentí con la cabeza.

—Tras eso, nos fuimos a tomar algo a un bar y nos pusimos al día sobre nuestras vidas. Ahí descubrí que ahora ella vive en San Francisco y que trabaja en un periódico. Ya estando más relajado, el resto de la noche la pasamos bien —me sentía feliz al recordar esa noche—. Cantamos en una máquina de karaoke que había en el bar y, desde ahí, fue como volver en el tiempo.

—Así que, ¿todo seguía como en los viejos tiempos?

—En parte —aclaré—. Aunque volver a hablar se sintiera como si aún mantuviéramos contacto, si había diferencias en nuestro trato.

—¿Y pudieron aclarar las cosas que te agobiaban?

—Sí. Decidimos no mantener contacto, pero sabemos que, si algún día nuestros caminos se cruzan, ambos sabemos que todo estará bien.

—Me alegra oír eso.

—Otra cosa que descubrí con este reencuentro, es que muchas veces sobre pienso las cosas y dejo que esas ideas me persigan.

—Explícate —se veía interesado en lo que acababa de decir.

—Y no sabría cómo decirlo… —me rascaba la cabeza.

—Yo diría que lo digas con palabras —él se burlaba de mí.

—Gracias, capitán obvio —respondí entre risas—. Siempre dejé que mis viejas experiencias o dudas me agobiaran. Lo que muchas veces hicieron es que tardara en tomar decisiones o que desaprovechara las cosas. Y ejemplos tengo —empecé a memorizar un par de los más recientes—: mi miedo de declararme a Bianca, el pánico que me daba a veces al subirme al ring, que es lo que pasaría en mi reencuentro con Julia… Y así puedo seguir por un buen rato —me tronaba los dedos y seguía reflexionando sobre esto—. Últimamente, me di cuenta de que era mejor ignorar esos pensamientos y comenzar a disfrutar las cosas. Y aclaro que esto no quiere decir que no deba preocuparme por las cosas o algo similar, me refiero a que debo preocuparme en cosas importantes y no en cada detalle que me rodea.

—Una curiosa introspección que realizaste —dijo el pterodáctilo—. Está bien que pienses de esa forma, pero te recomendaría que no te aferres a eso como una respuesta única.

—Descuide, aún me queda un largo camino por recorrer.

Ya para este punto, esta charla ya no parecía una sesión de psicología; sino una simple charla con un viejo amigo o un conocido. No quería contarle qué me había sucedido o esperar una guía por parte de él, solamente quería conversar y conocer mejor al hombre que tanto tiempo escuchó mis problemas.

Cuando quise indagar sobre él, Sebastian estaba sorprendido de que le preguntara sobre sus pasatiempos. Pero como él dijo, íbamos a romper la monotonía de nuestras sesiones.

Lo primero que le pregunté fue sobre cómo es que decidió que quería ser psicólogo. Él me respondió con honestidad que en su juventud no la pasó muy bien. No quiso profundizar en muchos detalles, pero sí me dijo que su relación con sus padres y ciertas inseguridades que lo agobiaban en esos años hizo que fuera muy difícil sobrellevar las cosas. Al punto de que puso en peligro su vida en un par de ocasiones. Y él menciona que, si no hubiera sido por su tío, a quien considera como su padre, es posible que hoy no estuviera charlando conmigo.

Rootman comenta que tiempo después empezó a ir a sesiones de psicología cuando recién había cumplido 20 años. Y reconoce que esas charlas con ese individuo hicieron que muchas cosas de su vida tomaran otro rumbo. Por eso mismo es que decidió estudiar psicología, ya que quería poder ayudar a todas esas personas que lo necesitan como él lo necesitó en su momento.

Luego aproveché para preguntarle el cómo mi madre llegó a contactarlo a él. Y Rootman solamente dijo que fue porque ella encontró su número. Fue cosa del destino, ya que cualquier otro profesional pudo haberme atendido. Y mientras regresábamos a su consultorio, fui conociendo mejor al pterodáctilo. Conocer a sus pasatiempos, sus gustos o incluso cosas tan irrelevantes como que sabe el abecedario del derecho y del revés, hacían más interesante a su persona.

—Sabes, seguramente te lo habrá dicho otro paciente, pero quería decirte algo —él se voltea a verme y yo evito chocarme con su alargado hocico—. Gracias por ayudarme. Si no lo hubiera conocido, estoy muy seguro de que mi vida sería muy distinta —me rascaba detrás de la cabeza de forma vergonzosa tras decir eso—. Tus sesiones me ayudaron a mejorar mi vida y a ver mis errores.

—De verdad agradezco tus palabras, Joe. Pero esto no hubiera pasado si no fuera por ti mismo —siento su mano sobre mi hombro—. No serviría de nada mi guía si tú no hubieras madurado y aprendido de tus errores. Esta mejora personal es un logro tuyo.

—Ay, vas a hacer que me conmueva, Doc —desviaba mi vista para que no viera que mis ojos se humedecieran.

Ya en la puerta del edificio del consultorio, Rootman se detiene a verme.

—Creo que la sesión duró más de lo debido —él miraba el reloj de su muñeca—. Parece que terminamos.

—Si le soy honesto, ni me había dado cuenta del tiempo que pasó.

—Joe, te voy a dar de alta —lo miró confundido.

—¿A qué se refiere?

—Con mis pacientes, cuando siento que ya no tengo más trabajo que hacer con ellos, hago esta caminata para determinar si le doy el alta o no —explicó—. Y con todo lo que hemos charlado, estoy seguro de que maduraste mucho en este año y medio que nos conocemos.

—Entonces, estoy curado, ¿no? —él se reía de mí.

—Jamás estuviste enfermo o algo similar. Solo necesitabas una mano para encaminar tus pensamientos.

—¿Ya no lo veré más?

—Tienes mi número —afirmó—. Sabes que para cualquier consulta o cosa que necesites, estoy para que hablemos.

—Muchas gracias, Doc.

—No hay de qué. Fue un gusto pasar tiempo contigo, Joe —él abre la puerta del edificio y yo lo detengo en seco.

—¡Esperé! Quería entregarle algo —busco en mis bolsillos la entrada restante que tenía para el show de lucha—. Me regalaron entradas para dárselas a personas que yo desearía. Y quería entregarle una a usted —le doy la entrada al pterodáctilo—. Sé que tal vez no pueda ir, a lo mejor tiene algo que hacer, pero me gustaría que fuera.

—No prometo nada, pero haré todo lo posible para ir a verte luchar —él me da su tan características sonrisa cálida.

—Espero verlo el domingo.

—Lo intentaré. Cuídate, Joe.

—Usted también, Doc.

Notes:

Queria explicar de mejor manera aquí y no en una serie de hilos exagerados en twitter.

Ya regrese a mi ciclo normal de vida: trabajo y estudio al simultáneo. Y esto hara que se complique la publicación de capítulos; más que nada por la exigencia de las materias que ando cursando.

Sin embargo, la real razón de mi descanso del fic es porque me sature de escribir esta historia.
Llevo 1 año y medio escribiendo nada más esto. Y aunque AME esta historia y lo que estoy haciendo, no quiero terminarla de odiarla o desanimarme en el tramo final.

Ojo, no voy a cancelar ni nada esto. Lo dije varias veces. La unica forma de que esto no termine es que yo muera.

Además, el descanso me vendra bien para preparar mejor el final y armar todo el terreno para los últimos capítulos.
Es posible que empiece a escribir otro fic (más corto) de una idea que surgio de la nada y se me hizo muy funny. Es probable que cuando publiqué devuelta en twitter algo relacionado con fics, sea el nuevo o el proximo cap de esta historia.

Pero queria avisarles para que no se asusten por si no saben nada de mí. Agradezco a cada uno de los lectores y el apoyo que le dieron a esta historia.

Nos vemos pronto cuando me recupere de mi fatiga.

Chao, gente bella.

Chapter 37: Rematch

Notes:

Hola gente, este anuncio previo al capitulo es IMPORTANTE

Este capitulo esta narrado en tercera persona, ya que era MUY DIFICIL escribirlo en primera persona y lograr explicar de la manera más precisa todo lo que sucedía en esta lucha.

También quiero aclarar que me disculpo de antemano por si muchas cosas no fueron claras al momento de leerse. Ya que sentía que si expresaba las movidas con sus nombres, mucha gente alejada de este deporte espectáculo no iban a captarlo. Hice mi mejor esfuerzo en intentar explicarlo de forma clara. Por eso, vuelvo a mencionarlo, perdón si algo no se entiende.

Con esto dicho, disfruten de este capitulo y uno de los más difíciles de hacer de este fic.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text



El primer domingo de agosto, en el estadio del equipo de básquet de los gigantes de Volcadera, se encontraba repleto esta noche. Sin embargo, hoy no jugó el equipo. Hoy el pro wrestling era lo que dominaba el recinto.

Nadie creía capaz de que una pequeña empresa de lucha libre oriunda de Volcadera iba a crecer tanto. Pero veinte años en la industria, hicieron que su nombre fuera reconocido en el circuito independiente.

La World Saurios Federation nació del sueño de un fanático de este deporte espectáculo llamado Paul Bollea. La WSF fue ganando relevancia con el pasar de los años y lograron a hacer shows por todo el estado. Hoy, un 4 de agosto de 2024, todos esos años de esfuerzo dieron frutos. La WSF por fin iba a estar en todos los televisores del estado.

—¡Ahora sí! ¡El momento que todos esperaban! —el presentador toma aire antes de continuar—. ¡¡¡La lucha por el campeonato máximo de la WSF!!!

La reacción estruendosa del público fue algo nunca antes visto. Que hubiera tantas personas reunidas en un solo lugar, para una empresa que está dando sus primeros pasos en las grandes ligas, es un hito histórico.

—Ahora bien, antes de iniciar la contienda, nuestro presidente quiere venir a dar unas palabras. Démosle la bienvenida al hombre que hizo posible todo esto, el fundador de la WSF, ¡Paul Bollea!

Desde el escenario, se podía ver al Neandertal con su característico habano en su boca; vistiendo un traje blanco que lo hacía destacar entre todos. Acompañado de su música de entrada, él saludaba a cada uno de los fanáticos en su caminata hacia el ring. Con micrófono en mano, empieza a hablar.

—¡¿Cómo la están pasando?! —la respuesta positiva del público dejaba claro cómo se sentían—. Quiero recordarle a cada uno de los espectadores que se encuentran en la arena, que nos esté viendo por la televisión, o incluso aquel que nos mire por diferido en internet; que nada de esto sería posible sin su ayuda. Por eso, quería decirles a todos: gracias.

Entre varios cánticos de «gracias, Paul», el jefe de la empresa, subió al ring para continuar con su discurso.

 —Esta noche, veremos a dos de nuestros mejores luchadores enfrentándose, mano a mano, por primera vez en sus carreras. Y gracias a la cadena de televisión Wox, conseguimos que la última hora del show sea sin comerciales —una gran sonrisa se formaba en la cara de él—. Por eso mismo, serán deleitados con una Iron Man Match de treinta minutos por el campeonato de la WSF.

Los aficionados que se encontraban presentes en el estadio no dejaban de gritar, estaban eufóricos.

—Ahora bien, haré un breve resumen de las reglas de esta lucha —el neandertal se puso serio—. Los luchadores tendrán 30 minutos para conseguir la mayor cantidad de caídas a su favor. Estas caídas se consiguen vía rendición, cuenta de tres o cuenta de diez fuera del ring. No habrá descalificación, por lo que se permite el uso de objetos para dañar a sus oponentes. Y finalizado los treinta minutos, el luchador con el marcador a su favor será coronado como el nuevo campeón —el público ya no podía aguantar las ansias de que la lucha comenzará—. Y quiero dejar claro algo: esta noche, sin importar lo que pasé, habrá un vencedor. Así que, damas y caballeros, ¡¿Están listos?!

El estadio explotó con esas últimas palabras. Y sin más que decir, Paul se retira del ring y deja solo al anunciador, listo para presentar a los luchadores.

Sin embargo, antes de que pudiera pasar algo, las luces del recinto se apagaban lentamente, dejando solo visibles las luces de los celulares de los presentes. Las pantallas del escenario empezaron a pasar varios fragmentos de los mejores momentos de Drako. Y una voz femenina resuena en el recinto, citando un discurso.

—Grandeza, es lo que él transmite. Talento, es aquello que le sobra. Poder, es lo que necesita para seguir reinando.

Una luz apuntaba al centro del escenario y aparecía la catrina llevando un elegante vestido dorado y una corona de reina.

—Cada hombre que ha intentado interponerse en su camino fue derrotado. No importaba quién fuera su adversario, nadie estaba a su altura —endiosada, ella miraba con inferioridad a los aficionados—. Rinda tributo a su gobernante, el hombre que llevó a la cima a la WSF, ¡Drakooooooooo!

Todo el escenario era iluminado con luces de color amarillo. Y desde la entrada del mismo, empezaron a aparecer varios hombres vestidos de caballeros marchando en fila; llegando a acaparar toda la rampa que conectaba con el ring. Y en el instante en que varios de ellos sacaron unas trompetas, comenzó a sonar la canción del campeón.

'Cause I'm the greatest, ain't no hatin', I'm the best here

You want your shot, well, I guess you wait 'til next year

I'm at the top, get respect while I get feared

Who got a problem, huh? Tell 'em to step here

Desde un trono, siendo cargado por varios de estos hombres, el vigente campeón hace acto de presencia. Llevando sus pantalones negros que tanto lo caracterizaban, una túnica dorada y una corona de rey. Y como era de esperarse, la reacción del público fue negativa. Al punto que todo el lugar se había inundado de abucheos e insultos.

—Si quería llamar la atención, el bastardo ya lo ha conseguido —comentó uno de los comentaristas—. ¿Tú qué opinas, Jonathan?

—Que voy a rendir tributos al gobernante —respondió con seguridad—. Yo no te entiendo, Rick. ¿Cómo no aceptas la grandeza de nuestro bello campeón?

—¿Por qué es un desgraciado y que les dio la espalda a todos los fanáticos? —sonaba muy indignado Rick.

—Fue el público quien le dio la espalda a él —respondió ofendido Jonathan—. Y es sorprendente que tú no lo veas —Rick suspiró decepcionado.

—No voy a discutir contigo de esto.

Pese a las cosas horribles que decían y que los abucheos eran ensordecedores, el triceratops estaba gozando de ese ruido.

Ya habiendo sido trasladado varios metros por la rampa, los caballeros bajan el trono y Drako se baja del mismo. El campeón miraba hacia la cámara que lo estaba grabando, y con la personalidad que tanto lo caracteriza, decidió lanzar un beso despectivo a toda la afición que lo estaba viendo desde su casa.

'Cause I'm the greatest, no arguing or debating

He in my face, then I'm obviously gonna break him

I ain't never run from challenges, I handle 'em and face 'em

They say success either mangle them or make 'em

I'm the best to ever do it, going against me, you stupid

They know it, I gotta prove it, I'll win, and I'll never lose it

En simultáneo, se giró dándole la espalda al camarógrafo; así podía grabar el gran detalle que escondía la túnica: que estaban escritos todos los nombres de los oponentes que había vencido en su reinado. Con el detalle de que, arriba de todo, se encontraba el nombre de Joe escrito; insinuando que el humano iba a perder esta noche. Los comentaristas, viendo lo que acababa de hacer el campeón, reaccionaron.

Only victory, the champ is what you get now

All the struggles lead to this, and who the best now?

—¿No tiene vergüenza este hombre? —expresó con disgusto Rick—. ¿Qué le da el derecho de entrar así?

—Y cómo decimos en mi barrio: si eres el campeón, puedes hacer lo que quieres —respondió Jonathan.

—Honestamente, hay veces que me pregunto por qué te habló.

En lo que los comentaristas seguían hablando de él, el campeón comenzó a sacarse los accesorios y a caminar en dirección hacia el ring. El anunciador, viendo al campeón acercándose al cuadrilátero, comenzó a presentarlo.

—¡Midiendo 1,94 m y pesando 98 kg, el actual gobernante de la WSF! ¡Con un reinado de 379 días, el nacido en Sacramento! ¡¡¡DRAKOOOOOOO!!!

'Cause I'm the greatest, ain't no hatin', I'm the best here

You want your shot, well, I guess you wait 'til next year

I'm at the top, get respect while I get feared

Who got a problem, huh? Tell 'em to step here

Con la desaprobación del público de fondo, el campeón sube al ring y se coloca en uno de los esquineros; presumiendo el hermoso campeonato que poseía. Haciéndole un gesto al camarógrafo de que se acercara, Drako levanta su campeonato y se apuntaba a sí mismo mientras decía que era el mejor.

—Lo que aún me sorprende de todo esto, es que una mujer tan bella como la catrina esté relacionada con este sujeto.

—Todo rey, necesita una reina. Y no hay mejor candidata que la campeona femenina de la WSF.

—Solo espero que estar con este malandrín, no la transforme en una mujer vil como campeona.

Finalmente, tras varios minutos presumiendo su grandeza, decide pararse en el medio del ring. Y mientras iba cesando la canción, los abucheos iban en aumento.

En lo que las luces se iban apagando, el ruido de los sintetizadores comenzaba a resonar en todo el estadio, generando que el público se volviera loco. Desde el medio del escenario, se podía ver cómo se abría una compuerta desde el suelo, en donde salía el retador acompañado de una chica.

Por un lado, teníamos a Joe que vestía su clásico pantalón tricolor con su campera azul, que tenía escrito su apodo en el dorso, Y en su mano derecha, tenía la bandera de Italia.

Y, por otra parte, teníamos a una chica que vestía una indumentaria muy similar a la del muchacho. Y cuando se vio su rostro, para la sorpresa de todos los presentes, la chica era la famosa Roxy Rose, la cantante italoamericana y amiga de la infancia de Joe.

A scuola media introverso

Mummia fuori, Narnia dentro

Ogni docente era certo

Che io fossi l'armadietto

Tutto pensavo di fare, sì, tranne questo

Tranne che stare in un palazzetto

Su le mani, senza un'arma dietro

Roxy se dirigió a la cámara en lo que ella iba cantando con mucha intensidad. Y en lo que ella dejaba todo en el escenario, Joe iba caminando por la pasarela hacia el ring.

Tutta colpa di un clip che ho visto

Una botta tipo tilt del pinball

Tre tipi del Queens, Black Beatles

Inattesi come il green del fisco

Un boato così forte che è arrivato fino a Chernobyl

Io chiedevo un palco, non figa e centoni

Ho solo trovato una fila di censori

—Yo no esperaba un show de este calibre, amigo mío —Rick sonaba muy emocionado—. Joe vino con la intención de darnos un espectáculo.

—Y eso es que aún no inicio el combate —agregó Jonathan.

Chiuso con l'Amiga e il quattro piste

Mica con l'amica a farmi quattro piste

In una mattina quattro risme

Preso dalla fissa del mio viaggio, Ulisse

Rime senza criteri, la voce di ieri

La faccia di Keith Haring

Prima delle posse, prima che il rap fosse

Sulle tracce di Lenin

El humano le pedía al público que cantara y bailara con él, consiguiendo contagiar a todos los presentes. Ya más cerca del ring, Joe se desvía hacia uno de los laterales, donde se encontraba la afición. Sus ojos van directos hacia una mujer, que se veía conmovida al ver al muchacho; era su madre.

—Esto es un momento que puede conmover a muchos —comentaba uno de los comentaristas mientras el retador abrazaba a su madre—. Estas son las batallas donde quieres que tus seres queridos te acompañen.

Festival di Castrocaro

Andò bene, mica tanto

Levati dal cazzo, caro

Andò bene a Di Cataldo

Mi chiamò la RTI

Poi la Sony, poi MTV

Ma in ogni caso mi fecero fuori

Meglio firmare per la casa di Amityville

Joe le entrega a su madre la campera y la bandera de Italia para que la cuidara. Y su madre, conteniendo las lágrimas, le besa la frente y se podía leer en sus labios que le deseaba mucha suerte.

Puntavo ad essere un campione dei Novanta

Ma persi come quel campione dell'Olanda

Cacciato via dalla stazione di Egolandia

Passavano sopra il mio nome in retromarcia

Dicevano quello è uno zero, zero

Dal microfono, lontano dallo zero, zero

Del binocolo, rinato come Zero

Dio benedica gli anni zero

Affanni e zelo

—El hombre que viene a reclamar el premio que el destino le arrebató. El hombre que no se rindió tras una fatídica lesión —el anunciador lo decía con mucho ímpetu—. Pesando 90 kg y midiendo 1.85, el hijo de Italia, ¡¡¡Joe Bonucciiiiiiii!!!

Joe entraba por debajo de la primera cuerda y cuando se levanta en el medio del ring, con ayuda del público, cantaron al unísono el estribillo de la canción.

Campione dei Novanta (campione)

Campione dei Novanta (campione)

Campione dei Novanta (campione)

Campione dei Novanta (chiamami, chiamami "Campione")

Dejando en evidencia quién era el favorito del público, Drako intenta acercarse a Joe, pero era detenido por el referí; mandándolo a la esquina opuesta.

Mientras cesaba la canción, el anunciador hace la última presentación antes de iniciar el combate.

—Damas y caballeros, ha llegado el momento del evento estelar de New Era. Esta lucha, ¡es por el campeonato máximo de la WSF! —se podían oír varios gritos de emoción por parte de los espectadores—. Primero, presentamos al retador. Nacido en Volcadera Bluff, pesando 90 kg y midiendo 1.85 m, el hijo de Italia, ¡Joe Bonucci!

Al momento en el que se dijo su nombre, el humano recibió una ovación que resonó más allá del estadio.

—Y su oponente, nacido en Sacramentos, midiendo 1,94 m y pesando 98 kg, el campeón máximo de la WSF, el gobernante, ¡Drakooooo!

A diferencia de su rival, el triceratops había recibido una desaprobación que podría destruir la moral de cualquiera. Pero en este caso, esos abucheos, solo provocaban que Drako se volviera más fuerte.

El presentador se bajó del cuadrilátero y se dirigió a hacia donde se ubicaba la campana. Una vez que el árbitro vio a ambos luchadores, miró al presentador y le dio la orden de que sonara la campana. Y en el instante en que la golpearon, dio inicio al combate.

Tanto el retador como el campeón, miraron hacia todos los lados del ring. Y pese a que aún no hubieran realizado ningún movimiento de lucha, ya se podía oír a la multitud muy eufórica. Ambos empiezan a caminar, dando vueltas por el cuadrilátero, buscando el momento oportuno para atacar. Casi al simultáneo, ambos tomaron la iniciativa y colisionaron en el medio del ring.

—Parece que iniciamos con una toma de árbitro —dijo Rick emocionado—. Veamos quién toma el dominio inicial.

La fuerza de ambos gladiadores era temible y ninguno cedía el forcejeo. Sabían que, quien dominara, iba a tener más posibilidades de conseguir la primera caída en los primeros minutos de lucha. Con determinación, es Joe quien toma el control de la situación y logra llevar a su rival a un candado al cuello.

El rostro del campeón estaba pegado al pecho del humano, y buscando escapar de ese agarre, empieza a empujar a Joe contra las cuerdas. Entre aplausos de la afición alentando a cada uno de los luchadores, Drako logró su objetivo. Teniendo algo de dificultad, él escapa del candado y lanza a su oponente contra las cuerdas que se encontraban en el otro extremo. Aprovechando el empujón que le otorgó el campeón, el italiano toma mayor velocidad y rebota en las cuerdas para regresar hacia su oponente y darle un potente golpe. En lo que se iba recuperando del candado, el triceratops es derribado por el topetazo del humano.

Tras el golpe, Joe se dirigía a las cuerdas que se encontraban en su derecha. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, el campeón toma su pierna desde el suelo y consigue derribarlo. Con ambos en la lona, Drako da un giro hacia atrás para ponerse de pie, y aun manteniendo el agarre en el tobillo del humano, le aplica un candado letal. El dolor que sentía el retador era infernal, pero aún era muy temprano para rendirse; ni habían pasado tres minutos de lucha.

Pensando con velocidad, Joe logra girar su cuerpo, dejando su pecho mirando hacia el techo. Usando la pierna que tenía libre, empieza a patear, de manera repetida, en la cara a Drako para que lo soltara.

Tras haber recibido cuatro botazos en la cara, el campeón rompe el candado y el humano escapa con velocidad. Poniéndose de pie y subiendo la guardia.

—Ya vimos que ninguno de los dos está para juegos. Ambos quieren llevarse el cinturón a sus casas —los comentarios de Jonathan apenas eran audibles debido a las reacciones estrambóticas del público.

Solo bastaron un poco más de tres minutos para que todos los presentes estuvieran enganchados en la contienda.

Los luchadores, manteniendo distancia del uno al otro, estaban pensando cuál iba a ser su próxima movida. Lentamente, los dos comienzan a acercarse de vuelta al medio del ring. Pero, mientras Joe tenía las intenciones de ir a un duelo de fuerza, es sorprendido con un golpe cruzado al cuello; quitándole el aire y dándole la ventaja al villano. El humano es atacado por el campeón, recibiendo varios antebrazos en la cara.

Aturdido, Joe cae sentado en la lona y el triceratops, en vez de seguir agrediéndolo, aprovecha para burlarse de su oponente sacándole el dedo del medio; consiguiendo el rechazo del público.

Siguiendo el control de la situación, Drako hace que su rival se ponga de pie y pasa el brazo izquierdo de Joe por encima de su hombro. Y concentrando toda su fuerza, le aplica un suplex simple, causando que la espalda del retador impactara de lleno en la lona. Con el humano tendido, el campeón aprovecha la oportunidad para realizarle la cuenta de tres; fallando en el intento y consiguiendo nada más la cuenta de uno.

El campeón, molesto, arremete contra su rival; pisándolo repetidas veces con violencia. De forma brusca, él lo levanta del suelo y lanza a su oponente contra la esquina que estaba más lejos de ellos dos.

Drako creía que su oponente seguía aturdido, pero, contrario a lo que pensaba, Joe estaba despierto. Con la agilidad de un felino, él logra pasar entre el medio de las dos cuerdas superiores. Quedando en el exterior del cuadrilátero sobre el borde del ring de pie.

Viendo que su plan no había funcionado, el campeón va hacia donde se encontraba Joe. Pero el retador, viendo las intenciones de su rival, lo sorprende con una patada lateral en la cara. Y viendo la oportunidad, el italiano se subió arriba del esquinero y saltó contra el triceratops; sorprendiéndolo con una doble patada voladora al pecho.

—Una devastadora misil drop kick por parte del figlio de Italia —la afición estaba muy metida en la historia que se contaba en el ring.

Sin perder la oportunidad, Joe se arrastra con velocidad y se pone encima de su rival para conseguir la cuenta de tres. Fracasando en su primer intento y solo consiguiendo la cuenta de dos.

—Han pasado solo 5 minutos desde que inició esto, pero se nota que quieren acabar con su oponente lo antes posible —mencionó Rick.

—¿Con qué más nos van a sorprender estos dos titanes? —Jonathan, como todos los presentes, se preguntaron lo mismo.

—Solo espero que el público en casa esté disfrutando de este espectáculo.

Drako estaba tendido en la lona pensando cómo podría recuperar la ventaja. Se había percatado de que estaba subestimando a su oponente. Si aún quería conservar su cinturón, tenía que aceptar la realidad y no debía contenerse en este combate.

Por su parte, Joe se encontraba eufórico dándolo todo desde el minuto cero. Años esperando esta segunda oportunidad y no tenía planeado dejárselo fácil al campeón. Si debía arriesgar su cuerpo y realizar las movidas más peligrosas para llevarse ese cinturón, él lo iba a hacer.

—Bonucci tomó de la cabeza al campeón y lo está levantando —la voluntad que transmitía Joe era admirable—. Parece que esos dos años de ausencia nunca existieron.

—Y no te equivocas, Rick. Se nota que Joe se preparó para esta noche.

Pese a que el control lo tuviera el chico de pantalones tricolor, el triceratops agarró la cabeza de su rival y, arrodillándose con velocidad, hizo que el mentón del humano impactara con la parte superior de su cráneo. Aturdiéndolo en el acto y dejándolo vulnerable para un ataque.

—¡Dios! Por poco le clava sus cuernos al rival.

Cuando Joe le dio la espalda a Drako, el dinosaurio saltó contra él. Y tomándolo del cuello con su brazo derecho, hizo que la nuca y espalda del retador impactaran contra la lona.

—Un zigzag hermoso —Jonathan se había emocionado—. ¡Cuente referí! ¡1! ¡2! Maldición… Otra vez escapó.

—¿No dijiste que ibas a ser imparcial?

—Y eso estoy tratando de hacer. Pero si el gobernante está luchando… es difícil que no lo apoye.

El dominio volvió a ser del soberano y empezó a castigar a su rival.

El muchacho de Sacramento, al ver a su oponente que seguía tirado en la lona, se sentó arriba de su adversario y le dio varios golpes en la cabeza con sus antebrazos. El humano intentaba cubrirse, pero el chico de escamas verdes no se detenía. El referí, viendo que Drako no iba a frenar, intenta separarlo de Joe; provocando a que el campeón se molestara con el árbitro y se pusiera a discutir con él.

En lo que el muchacho de Sacramento se peleaba con la autoridad del ring, Bonucci se arrastraba hacia las cuerdas con la intención de recuperar el aliento. Sin embargo, el hombre más sexy de la industria no le iba a permitir eso.

Tomándolo de las piernas y alejándolo por las fuerzas de las cuerdas, el campeón le vuelve a aplicar el candado en el tobillo. Por suerte, al no tener un buen agarre, Joe pudo escapar sin mayor problema del candado. Rodando para adelante y levantándose con velocidad, el humano rebotó contra las cuerdas e intentó atacarlo con un poderoso contragolpe. Avispado, el triceratops se percata de su oponente y se prepara para recibir a Joe con una pequeña sorpresa.

Estando a pocos metros entre ellos dos, Drako se posiciona para recibir a Joe y, con una técnica impecable, consigue agarrarlo por debajo de la entrepierna, con su brazo derecho, y, con su brazo izquierdo, por encima del hombro para realizar un giro simultáneo y caer de lleno en la lona; logrando una poderosa powerslam. Sin soltarlo, con esfuerzo, Drako se pone de pie y corre contra una de las esquinas. Causando que la espalda de Joe impactara de lleno contra los esquineros.

Tras varios impactos contra el poste, el campeón regresó al centro del encordado y dejó caer al italiano como si fuera una bolsa de basura.

—¿Podrá aguantar Joe todo este castigo?

—Sabemos que cualquier humano o dinosaurio común no soportaría esto. Pero para un guerrero como él, es posible que siga poniéndose de pie.

Como el villano que era, el campeón empezó a mirar al público y a burlarse de todos ellos por creer que una piltrafa le iba a arrebatar su cinturón. Apoyándose en las cuerdas, Drako gozaba de los abucheos de la afición.

Esto le dio tiempo suficiente a Joe para que recuperara sus fuerzas. Y sin pensarlo mucho, Joe se va contra él y le conectó un golpe con su brazo hacia el cuello de Drako. Lo que causó que, debido a la fuerza que aplicó y la propia inercia del movimiento, ambos salieran por encima de la tercera cuerda y cayeran hacia afuera del ring.

El primero en recuperarse de la caída fue el hombre que realizó el ataque. Y tras levantarse, tomó de los cuernos a su rival y lo arrojó contra las escaleras de metal ubicadas en una de las esquinas del cuadrilátero. La espalda del triceratops estaba pegada al metal. Y viendo que estaba vulnerable, Joe tenía ya planeada su próxima movida.

Tomando algo de distancia, el humano empieza a correr contra su oponente con el fin de impactar con sus dos rodillas en el pecho del joven de escamas verdes. Y en un pequeño destello de lucidez, a unos pocos metros de que las rodillas conectaran, el campeón logra esquivar el ataque y el retador termina dañándose a sí mismo; desencajando las escaleras de su lugar. El referí ya había comenzado a contar hace un rato, pero como contaba muy lento, apenas había llegado al número cuatro.

Viendo que el humano se encontraba tendido en el suelo, Drako toma al retador de su cabello y lo lleva adentro del ring.

Cuando ambos entran al ring, Drako va hacia las cuerdas para tomar mayor velocidad. Y al notar que Joe apenas se estaba levantando, le impacta con una doble patada a la cabeza para dejarlo inconsciente y conseguir la primera caída.

—¡Pero por todos los santos! ¡Acaba de decapitar a su rival!

Con seguridad, él coloca su pecho sobre el torso de su oponente y agarra su pierna para garantizar que Joe no se iba a levantar.

—¡1! ¡2! —y antes de que la mano del referí tocara por tercera vez la lona, Joe logra zafarse de la cuenta—. Por muy poco, el campeón casi consigue el primer punto —Jonathan sonaba algo molesto—. Si así inicio este combate, no quiero imaginarme de qué serán capaces estos muchachos.

—Piensa que quedan 22 minutos de lucha. Aún tenemos tiempo de ver mucho más por parte de ellos dos.

Drako no podía creer lo que había ocurrido hace un instante. Sus ojos reflejaban esa frustración de ver que su oponente aún podía seguir luchando. Ya era claro que, si quería ganar, tenía que aniquilar a su oponente.

Rodando hacia fuera del ring, se dirigió a buscar algún arma debajo del ring. Tanto los espectadores, como los comentaristas, estaban intrigados en saber qué objeto iba a sacar. Finalmente, cuando fue visible una silla metálica, el campeón la mostró de forma victoriosa. Sin embargo, mientras el triceratops estaba distraído con la silla, esto le dio tiempo suficiente a Joe para recuperarse. Y viendo que su rival estaba cerca del borde del ring, el retador se lanzó entre el medio de la primera y segunda cuerda con una doble patada hacia la silla, provocando que el metal hiciera contacto con el hocico de su adversario.

De forma bruta, el humano le arrebata la silla al campeón y comenzó a golpearlo repetidas veces en la espalda. Cada ataque, con el objeto foráneo, era ovacionado por todos los presentes.

Sin saber qué hacer, Drako escapa hacia dentro del ring para que no lo siguieran atacando. Y, a pesar de que todo indicaba que el control de la contienda iba a recaer ahora en Joe. Al momento de que ambos regresaron al cuadrilátero, el campeón sacó una patada lateral que impactó de lleno en la quijada del retador. Haciendo que el humano se desplomara en el suelo.

—¡¡¡Una patada biónica por parte de Drako!!! —Rick estaba en shock.

—El sello de la casa —recalcó Jonathan—. Esta patada tan preciosa solo puede ser realizada por un hombre tan perfecto como él.

Colocándose encima de Joe, Drako consigue, por fin, la cuenta de tres completa. Haciendo que el marcador esté 1 a 0 a favor del campeón.

—Y el hombre más sexy de la industria toma la ventaja —el comentarista que alentaba por el campeón estaba celebrando—. Espero que en los próximos 20 minutos siga sumando puntos.

Tras tomar la delantera en el marcador, el campeón pudo tener un momento de paz. Permitiéndole pensar con mayor claridad su próxima jugada.

Alejándose de su rival por petición del referí, dirige su vista hacia un costado del ring, en donde se encontraba la silla que había usado el humano para dañarlo hace un momento. Sin dudarlo, el triceratops caminó hasta donde se encontraba el objeto metálico y lo recogió.

Lleno de ira, y con bastante resentimiento por el ataque que recibió, comenzó a golpear a Joe con la silla múltiples veces. La afición contaba cada impacto que le era propinado al humano, llegando a contar más de diez golpes.

El humano no era capaz de gritar, no quería dar indicios de debilidad a su rival. Aunque, gracias a las expresiones de dolor y agonía de Joe, que eran capturadas por las cámaras, dejaban claro que el triceratops se estaba abusando de él. Ya habiendo sido abollada la silla, el campeón la tiró hacia afuera del ring y agarró el cabello de Joe para continuar con el castigo.

Con su rival ido y con dificultades para mantenerse de pie, Drako comenzó a golpearlo en el pecho con la mano abierta. El sonido del impacto de la palma, haciendo contacto contra los pectorales del humano, resonó en todo el recinto.

—Madre del amor hermoso, eso va a dejar unas marcas horribles.

El pecho de Joe se había tornado de un rojo vivo, con varias marcas de los dedos de su adversario tatuadas entre el medio de sus pectorales. El campeón no se detuvo hasta que logró llevar al humano, a base de golpes, hasta las cuerdas. Los espectadores temían por cuál iba a ser el próximo castigo y si el hijo de Italia iba a sobrevivir a ello.

Tomándolo de la mano y del brazo, Drako lanzó, con todas sus fuerzas, a Joe contra las cuerdas. La velocidad que tomó el humano era impresionante para la corta distancia que había entre ambos extremos. Confiado de que su plan iba a funcionar, el triceratops se prepara para agarrarlo y aplicarle un bombazo contra la lona.

A pocos metros de que ambos cuerpos choquen, el humano pega un salto y el triceratops logra atraparlo en el aire. Y en el instante en que fue levantado, el humano es cargado hasta el punto que se sienta en los hombros de Drako. Y antes de que el campeón pudiera aplicarle el bombazo, Joe cierra sus piernas y giró todo su cuerpo hacia un costado. Logrando aplicarle una hurracarrana al joven de Sacramento.

Mandando a volar a su rival hacia una de las esquinas, Joe se levanta con mucha energía y salía disparado contra el triceratops; impactando sus rodillas en el rostro del campeón. Con este contraataque, el público estalló y se emocionó.

Tras quitar sus rodillas del rostro más bello del negocio, el humano se pone de pie y comienza a patearlo de manera repetitiva. Entre cada patada que realizaba, el hijo de Italia gritaba una palabra: Arri. Y todos en el estadio, que estaban a favor del retador, comenzaron a gritar, con él, los Arri.

—¡Arri! ¡Arri! ¡Arri! —progresivamente, las patadas iban aumentando su frecuencia de cadencia—. ¡Arri! ¡Arri! ¡Arrivederci! —tras ese último grito, Joe se había detenido.

—Bonucci acaba de revivir y contraatacar de manera asombrosa —Rick estaba extasiado—. Y parece que el público no deja de gritar su nombre.

—¡Joe! ¡Joe! ¡Joe!

Desde que comenzó su camino como luchador, Joe jamás había sentido tan cómodo y eufórico como esta noche. El cariño y apoyo que recibía del público, la posibilidad de consagrarse campeón y el enfrentarse a un oponente tan talentoso; solo causaban que el hijo de Italia iba a dejar cuerpo y alma en esta lucha.

Incapaz de contener la emoción, el humano lanza un grito de guerra y les pedía a todos los presentes que aplaudieran. Miles de aplausos resonaron en todo el recinto, y cada uno de ellos, hacían que este muchacho se volviera más fuerte. Sin pensarlo mucho, Joe levanta a Drako del suelo y lo lanza con mucha furia hacia la esquina opuesta.

El triceratops chocó, de forma violenta, contra los esquineros y se cubría el pecho por el dolor producido del golpe.

De manera repentina, el humano obliga al campeón a girar. Y de manera consecutiva, uno de sus brazos rodeo el cuello de su adversario y, con el otro, lo tomó de los pantalones y lo elevó en el aire. Mientras lo tenía en posición vertical, en forma de asta, el retador se estaba preparando para aplicarle su tan famosa <<Torre de Pisa>>.

Desafortunadamente, por un simple descuido, en el momento previo de que pudiera ejecutarle la movida, Drako logra desestabilizar a su oponente con un rodillazo a la cabeza; forzando a que lo soltara. Y de manera brusca, al tocar el suelo con sus dos pies, el triceratops empuja a su adversario fuera del ring; causando que Joe saliera de manera aparatosa.

El chico de escamas verdes, aterrado de haber estado a nada de perder la ventaja, se reposa en las cuerdas para recuperar el aire antes de ir a buscar a su rival. Lamentablemente, para el campeón, el retador lo agarró de ambas piernas y lo tiró contra el suelo para sacarlo a la fuerza del ring.

Con ambos luchadores fuera del cuadrilátero, Joe le conectó varios golpes seguidos en la cabeza a Drako. Y harto de que este escapara, lanza al triceratops contra el poste y consigue que la cabeza de su rival impacté con el metal. Y mientras el hombre más sexy se encontraba aturdido, es obligado a entrar al ring.

Una vez que el humano entra al cuadrilátero, vuelve a elevar al triceratops para aplicarle la torre de Pisa. Y esta vez, logra conectarla de manera efectiva. Simultáneamente, el retador se coloca encima de su adversario. Y tras dieciséis minutos de contienda, el marcador estaba igualado.

—¡Esto está que arde! ¡El hijo de Italia consigue su primera caída!

—Y yo creyendo que mi campeón iba a salir vencedor sin recibir un punto a su contra… Pero, no pienso desanimarme, la noche aún es joven y Drako puede conseguir más caídas.

El humano se encontraba excitado, incapaz de controlar su respiración por culpa de la adrenalina. Él comenzó a golpear la lona con mucho ímpetu y lentamente se iba poniendo de pie.

—¡¿Es lo que creemos que significa?! —Jonathan no podía creer lo que estaba viendo.

Con todos los ojos puestos encima de él, extendiendo sus brazos hacia el costado y empezó a mover sus muñecas de arriba hacia abajo hasta que a punto con sus pulgares hacia el suelo.

—¡Así es! ¡El hijo de Italia acaba de sentenciar a Drako! —el grito de Rick apenas se pudo escuchar por los parlantes del estadio por culpa del bullicio que estaba generando el público.

Desde ese fatídico día, Joe no había realizado su movimiento insignia: la vuelta al mundo. La última vez que lo realizó, casi provocó que su carrera de luchador, como su vida, estuviera al borde de terminar. Pero él, mejor que nadie, estaba obligado a recurrir a medidas extremas si quería ganar. Caminando hasta una de las esquinas, Joe se sube a la tercera cuerda.

El joven de pantalón tricolor se estaba poniendo en posición para lograr un gran salto. Buscando mantener el equilibrio, Joe logró pararse sobre la tercera cuerda; listo para realizar su próxima movida. Pero, sin previo aviso, el campeón se levantó del suelo y se subió, con velocidad, al mismo esquinero en el que se encontraba el humano. El triceratops pasó uno de sus brazos por detrás del cuello de Joe y, con su mano libre, lo tomó del pantalón. Y de manera arriesgada, Drako le aplica un súper Suplex desde la tercera cuerda.

Todo el cuadrilátero tembló al sentir el impacto de los cuerpos cayendo desde esa altura. Pero, como si se tratara de un animal salvaje, el campeón, sin soltar a su rival, logra ponerse de pie y vuelve a cargarlo para aplicarle otro suplex contra la lona.

—¡Esto no es normal! ¡Él no es de este planeta!

—Y parece que va con la intención de aplicarle un tercer suplex.

Drako logra levantarlo por tercera vez y, con una fuerza hercúlea, le aplica el tercer suplex consecutivo. El dolor en ambas espaldas era infernal. Si alguien con nulo entrenamiento recibía alguna de estas caídas, es probable que fuera víctima de una terrible lesión. Sin embargo, ellos se habían preparado para esta batalla

—Drako va a buscar la cuenta de tres —el triceratops se coloca encima del humano y el referí empieza la cuenta—. ¡Uno! ¡Dos! Y… —y por unos milisegundos, Joe logra esquivar otra caída—. ¡Por poquiiiiito!

Drako, viendo que su rival parecía inmortal, decidió recurrir a una técnica muy peligrosa. Sin piedad, él rodeó su brazo derecho por detrás del cuello de su adversario y le aplicó una variante de candado a la cabeza. Para dificultarle las cosas al humano, el triceratops dejó caer su cuerpo hacia el piso, arrastrando consigo a su víctima, y llevó la cabeza de Joe hacia el costado de su torso para concretar su llave de rendición. Una que le enseñó su novia: la guillotina.

Joe buscaba liberarse de alguna manera del agarre, pero la brutalidad con la que aplicaba el candado su rival no iba a permitírselo. Intentaba, desesperadamente, luchar a toda costa y buscando, de alguna manera, llegar a las cuerdas para obligar a Drako a que lo soltara. Sin embargo, cuando intentaba levantarse del suelo, el campeón lo envolvió con sus piernas en el abdomen y reforzó su candado con una llave de piernas; condenándolo en este instante.

Él no quería ceder, no podía dejar que la diferencia aumentara en el marcador. Pero, cada segundo que pasaba, provocaba que la circulación del oxígeno en su cuerpo fuera menor. En sus intentos de seguir luchando y escapar del candado, consigue ver, por el rabillo del ojo, que aún quedaban 12 minutos antes de que se acabara el tiempo. Sabía que la decisión más inteligente era rendirse.

Y con sus últimas fuerzas, el humano golpea repetidas veces el suelo en señal de rendición, dejando el marcador 2 a 1 a favor del campeón.

—¡Y así, el mejor campeón de la WSF, vuelve a tomar la delantera! Creo que es momento de que el humano acepte que no está a la altura del desafío.

El triceratops no quería soltar a su presa, pero siendo obligado por el referí, él deshace el candado.

Joe, al borde del colapso, escapa hacia fuera del ring con la intención de recuperarse. Aunque, en el momento en que sus pies tocan el suelo, él se desploma.

El italiano sabía que esta fue la mejor opción. Si hubiera estado un minuto más en ese candado, es posible que terminara inconsciente y Drako retuviera por Knockout técnico. Aunque, estar luchando por dieciocho minutos con tal intensidad, estaba empezando a hacer efecto. Su cuerpo no era capaz de mantenerse de pie por cuenta propia, todos sus músculos gritaban y sufrían con un simple movimiento.

Gateando con las pocas fuerzas que le quedaban, el retador logra llegar a la barricada que separaba a los espectadores del cuadrilátero. De manera inesperada, un brazo femenino asiste a Joe. Al verla, notó que era su madre y, con torpeza, el humano logra ponerse de pie.

—Debe ser doloroso ver a su hijo todo mal trecho —dijo Rick apenado.

—Me sorprende que ella no haya ido a interferir en la lucha.

Tenía dificultades para mantenerse de pie y no desplomarse. Pero, gracias a las cálidas manos de su madre, Joe pudo apoyarse en la barricada y tomarse el tiempo necesario para recuperar el aire.

Él era consciente de que no faltaba mucho para que esto acabara. En tan solo un poco más de diez minutos, debía conseguir dos caídas consecutivas para llevarse la victoria. Tenía que pensar con claridad cuál iba a ser su próxima jugada. Pero, cuando menos lo esperaba, fue atacado con una silla en la espalda. Aferrándose en la barricada, recibe un segundo golpe; que hace que sus piernas cedan y caía de rodillas al suelo.

El gobernante de la WSF, gozando del momento, vuelve a arremeter contra su rival. Todos aborrecieron esa actitud tan cruel, pero al campeón le importaba poco lo que pensara el público. Al dirigir su mirada en el humano, vio que este estaba intentando escapar de él.

Lo único que podía sentir el campeón al ver a su adversario arrastrarse por el suelo, era lástima. Era una escena patética. Y por eso mismo, Drako no pudo contener la risa y se burlaba de su rival.

El humano hacía caso omiso a las carcajadas del campeón, él tan solo quería buscar alguna forma de contraatacar. Pero el bastardo de los cuernos, no se lo iba a permitir. Y sin clemencia, el triceratops le clavó una de las patas de la silla en la pierna.

Los gritos de dolor y de rabia de Joe resonaban por todo el lugar; todo este castigo era infernal. Pero para el campeón, aún no era suficiente. Drako, sin medir las consecuencias de sus acciones, le clava la pata de la silla, esta vez, en la cervical de Joe; justo en donde estaba la cicatriz de su cirugía.

Muchos consideraron esto excesivo, que no era necesario. Pero escuchar cómo la voz de su oponente se rompía y estaba al borde del llanto, hizo que una macabra sonrisa se dibujara en el rostro de Drako. Todos pedían al árbitro que interviniera, pero al ser una lucha sin descalificación, no tenía autoridad para frenar esta agresión. Y sin previo aviso, una mujer le dio una cachetada al triceratops. Lo que causó que él se detuviera en el acto.

Cuando el campeón volteó a ver quién era su agresora, se sorprendió al ver a la madre de Joe. Ella no iba a permitir que su hijo sea atacado de esa forma, y como buena madre, defendió a su pequeño. El gobernante, al pasar su mano por su rostro y sentir su mejilla caliente por el golpe, soltó la silla y fue a encarar a la madre de Joe.

—¡¿Cree que eso va a detenerme?! —la hostilidad que emanaba el campeón podría hacer temblar hasta el más valiente—. ¡Su hijo va a morir hoy! ¡Está por presenciar su funeral!

Él se acercaba cada vez más y más a ella. Pero sin titubear, la mujer se paró de frente y lo miró con firmeza para demostrarle que no le tenía miedo.

—¡Solo eres un cobarde! ¡Debes recurrir a estas cosas para tener una oportunidad de ganarle a mi hijo!

Sin miedo a lo que digan los otros, Drako tomó del cuello de la camiseta a la madre de Joe y empezó a gritarle con mucha ira.

—¡Nadie va a vencerme! ¡Nadie está a mi maldito nivel! ¡Soy el jodido campeón! ¡Y su hijo, es un enorme decepci…! —y antes de que pudiera terminar la oración, era atacado con un silletazo en la cabeza por parte de Joe.

—¡No te metas con mi madre! —y con mucha agresividad, el hijo de Italia le regala un segundo silletazo a la cabeza.

Tras ver que su madre se encontraba en peligro, Joe se había transformado en otra persona. Su expresión de odio y sus ojos, que transmitían una ira inconmensurable, dejaban claro que no iba a detenerse ahora.

Mientras el humano veía cómo estaba su madre, el campeón, debido a la fuerza del golpe, se desplomaba del suelo. Y lentamente, tanto su rostro verde como su cabello negro, empezaron a teñirse de rojo.

—¡Por todo lo sagrado! ¡Le abrió la cabeza! —Rick estaba perplejo por la escena que está ofreciendo el retador—. ¡Joe no tiene intenciones de detenerse!

—Pues, como dicen, las madres son sagradas.

Ya habiendo descargado toda su furia contra el campeón, Joe deja la silla en el suelo y se dirige a un costado del ring para buscar algo debajo del mismo.

—¿Qué estará buscando?

—Espera, ¿eso es…? —ven cómo el humano sacaba un trozo de madera gigante—. ¡Es una mesa!

Abriendo las patas de la mesa y apoyándolas en el suelo, el humano empieza a mirar los alrededores del ring para colocar la mesa en un lugar óptimo. Y cuando menos lo esperaba, Drako lo atacó con la misma silla que le había abierto la cabeza.

Fue descuidado de su parte ignorar a su rival creyendo que no se iba a levantar, pero el triceratops no estaba en la cima de la WSF de casualidad. Para ser el mejor en esta empresa, debes ser capaz de levantarte a pesar de que tu cuerpo no pueda continuar.

Viendo que Joe se desplomó encima de la mesa, el oriundo de Sacramentos comienza a acomodarlo en la mesa. Quedando acostado, mirando hacia el techo.

Drako, cegado por su propia sangre, se limpia el rostro con su mano. Y cuando la cámara enfocó su cara, los ojos azules del campeón hicieron que a todos los que estaban disfrutando del show en sus casas se les helara la piel al ver la mirada asesina que tenía.

De forma dramática, él gira su cuello en dirección hacia uno de los esquineros y dirige su atención a la madre de Joe.

—No me odié por matar a su hijo —y le sacó el dedo del medio.

Con calma, el campeón entra al ring y sube hasta la tercera cuerda para prepararse para finiquitar a su oponente. Lentamente, él se iba poniendo de pie y se preparaba para saltar y caer con todo su peso sobre el humano. Todos los fanáticos se habían parado de sus asientos para ver de mejor manera este momento. Cada cámara que estaba transmitiendo el show se había ubicado en los mejores ángulos para capturar este momento.

En el instante en el que Drako saltó, todos estaban pendientes de lo que iba a ocurrir. Y, para sorpresa de todos, Joe logró esquivar en el último segundo el ataque. Causando que el único cuerpo que rompiera la mesa fuera el del triceratops.

—¡¿Qué demonios está pasando?! —todos estaban alterados por la escena que se había producido.

El retador, con las pocas fuerzas que le quedan, mete a la fuerza a su contrincante hacia el ring. En lo que su rival intentaba ponerse de pie, Joe tomó un poco de distancia y empezó a correr hacia el cuadrilátero. Deslizándose de por debajo de la primera cuerda, logra reincorporarse con velocidad y sigue su carrera hacia las cuerdas que tenía adelante. Al colisionar con ellas, usó la fuerza que le proporcionaban para aumentar su velocidad. Y como si fuera una bala, embistió a su rival; tumbándolo en el acto.

—¡Una maldita Spears por parte de Joe! ¡Un movimiento poco característico de él!

Cansado, Joe se coloca encima de su rival en busca de la segunda caída a su favor. Y cuando el árbitro llegó a contar hasta tres, el marcador ya mostraba el 2 a 2.

—¡Llamen a un médico que mi corazón no da para tanta emoción! —exclamaba con mucha euforia Jonathan—. ¡Solo faltan cinco minutos para ver quién es el campeón!

Con asistencia del árbitro, Joe se quita de arriba de Drako y quedaba planchado en la lona; viendo al techo y recuperando el aire. Tras haber pasado veinticinco minutos infernales de contienda, ninguno de los dos gladiadores fue capaz de levantarse.

Cada uno de ellos tuvo que atravesar un largo camino para llegar a este momento. Esta lucha, no solo se significaba ganar el campeonato máximo, sino también era el primer paso para que el mundo viera el talento de estos dos prospectos a nivel mediático.

De un lado teníamos al retador. Alguien que tuvo que surcar varios desafíos a lo largo de este trayecto para llegar a estar en este ring. Esas noches solitarias en el hospital, sin la posibilidad de moverse y viendo cómo la llama de su pasión se apagaba. Pero él, fue capaz de volverse a levantar e intentarlo por una segunda vez. Entrenó su cuerpo y su mente para vencer esas barreras que se autoimpuso; aceptó la ayuda de varias personas para poder encaminar su vida; se reconcilió con su pasado para crear un nuevo presente y un futuro prometedor. Y, sobre todo, volvió a creer en sí mismo.

Y, por el otro, teníamos al campeón. Alguien que vino desde muy lejos para huir de una vida miserable en su ciudad natal. Que encontró su lugar en el mundo en esta ciudad y un hogar en la WSF. Entrenando días y noches para ser el pilar que sostendría a la empresa por varios años. Creándose un nombre y siendo recompensado con el campeonato de la federación. Nadie mejor que él sabe lo que significa llevar este cinturón.

Y por eso mismo, ambos iban a luchar hasta que sus cuerpos no pudieran moverse. Aun si eso significaba morir en el ring.

En sus pobres intentos de recuperarse para continuar con esta batalla, el público comenzó a cantar y a alentar por ambos competidores. Los coros de apoyo no eran exclusivos para el retador. Ya la afición dejaba ver que, una parte de ellos, querían que el triceratops retuviera. Y como si fuera por arte de magia, cada vez que sus nombres resonaban en todo el recinto, ambos gladiadores comenzaron a recuperar la fuerza que habían perdido.

Entre los aplausos y los cánticos de los presentes, los dos luchadores se reincorporaron a la contienda. Y sin medir las consecuencias de sus acciones, tanto Drako como Joe, fueron directamente a atacar a su rival sin misericordia. Cada golpe que conectaba el retador era aclamado con un grito de «SÍ», mientras que cada golpe que conectaba el campeón era aclamado con un «NO». Ninguno cedía, no podían permitir que su adversario fuera quien dominara este último tramo de la lucha. Y finalmente, tras varios golpes, quien tomó el control de la batalla, fue Joe.

Los puños del italiano daban de lleno en el rostro de su adversario, logrando que su rival perdiera lentamente el equilibrio. Sabía que esta era la oportunidad, que era el momento de acabarlo. Pero como había dicho el triceratops, él iba a salir vencedor. Y antes de que pudiera conectarle un último puñetazo en la cara, Drako sacó, como último recurso, su mítica súper patada a la quijada.

Todos en el estadio explotaron de la emoción, no eran capaces de soportar todas estas emociones en tan poco tiempo; tantos que algunos casi se desmayaban en ese instante. Los comentaristas no sabían cómo reaccionar ante tal movida. Y lo único que pudo hacer Joe, fue desplomarse en la lona.

Inyectado en adrenalina, faltando tan solo dos minutos, el gobernante de la WSF se lanza encima de su rival para conseguir la cuenta de tres. Finalmente, con esta caída se aseguraba su victoria.

—¡Uno!

Aunque haya sufrido esta lucha, el triceratops debía admitir que el humano fue un digno adversario. Pero al final de cuentas, él seguía siendo el mejor.

—¡Dos!

El hombre más sexy de la industria seguiría reinando por un largo tiempo.

—¡Tre…! —y antes de que el referí terminara la cuenta, Joe logra zafarse en el último milisegundo.

—¡Por poquitoooooooo! ¡El hijo de Italia sigue vivo! —Rick estaba al borde de su asiento, literalmente.

—¡Aguante, corazón, aguante! ¡Esto no termina hasta que se acabe el tiempo! —Jonathan estaba igual de excitado que su compañero.

Drako no podía creer lo que acababa de ocurrir, la expresión en su rostro lo decía todo. Una amalgama de emociones invadió todo su cuerpo: frustración, consternación, ira… no era posible describir todo lo que sentía.

Cegado por sus sentimientos, se levanta abruptamente del suelo y comienza a recriminarle al árbitro por qué tardó tanto en contar; empujándolo y gritándole varios insultos. La victoria que la tenía tan cerca, era palpable para él. Lamentablemente, aquel obstáculo que tenía nombre y rostro, le había impedido conservar aún su campeonato.

Harto de todo este circo, se dirige hacia uno de los esquineros y sube hasta la tercera cuerda. Si había una forma de terminar esta lucha, era con su codazo sideral; el mismo codazo que le dio este cinturón que está defendiendo. El lugar se había llenado de abucheos y el campeón ignoraba todo lo que dijera esta muchedumbre. En lo único que se estaba fijando era en su objetivo, Joe.

Y preparándose para dar el último salto, que iba a sellar esta noche, miró a su rival, de forma despectiva, y le gritó:

—¡Yo soy el campeón! —y acto seguido, se lanzó contra su rival.

En este preciso momento, para todos los presentes, lo que estaba por suceder no iba a durar mucho más que dos segundos. Pero, para estos dos luchadores, este simple salto, se sintió como una eternidad.

En la perspectiva del campeón, el final era claro: él conectaba su codazo, conseguía la cuenta de tres y se llevaba el campeonato a su casa. No había mayor ciencia. Pero, como se dice en el mundo de la lucha libre, siempre debes esperar a lo inesperado. Y el retador se había guardado un AS bajo la manga.

A tan solo unos pocos centímetros de que el triceratops cayera encima del humano, Joe levantó sus piernas y las abrió para atrapar el brazo de su rival, consiguiéndolo de manera efectiva. A veces, las técnicas más sencillas son las más efectivas. Y el armlock, es una de esas llaves.

Los espectadores que estaban en las primeras filas, al ver que el campeón había caído en la trampa del retador, se levantaron de sus asientos para ver el desenlace de esta lucha.

—¡No me lo creo! ¡Lo está sometiendo!

—¡Y parece que no lo piensa soltar por nada en el mundo!

A tan solo un minuto de que todo esto acabara, la lucha se había transformado en un duelo de resistencia.

Joe debía mantener su candado y conseguir que su rival cediera. Mientras que, Drako, debía aguantar el dolor agónico hasta que sonara la campana o encontrara una forma de escapar de la llave.

El resto de la lucha fue un combate a ras de lona, en donde, el campeón intentaba llegar de alguna forma a las cuerdas y el humano se las ingeniaba para alejarlo de ahí y regresar al centro del ring. Incluso, de la desesperación, el triceratops intentó atacar a su oponente con su cola para que aflojara el agarre. Pero Joe, arriesgándolo todo, logró tomar la cola de su rival y la agregó a la llave de rendición. Creando en ese momento el armtail lock.

Todos los espectadores, tantos los televidentes como los presentes, estaban concentrados en ver qué pasaba en estos últimos veinte segundos. El público no dejaba de gritar, hasta algunos estaban llorando de la emoción que sentían al ver este combate de tan alto calibre. Los comentaristas no sabían qué decir, ya no había palabras que expresaran todo lo que representaba esta lucha.

Y todos los presentes, al unísono, comenzaron a contar hasta diez.

—¡Diez! ¡Nueve! ¡Ocho! ¡Siete!

El brazo que estaba libre de Drako estaba temblando y parecía que ya no era capaz de soportar el dolor.

—¡Seis! ¡Cinco! ¡Cuatro!

Joe aplicó toda la fuerza que le quedaba en estos segundos para que su rival golpeara la lona y se rindiera de una maldita vez.

—¡Tres! ¡Dos!

El campeón no podía soportarlo más.

—¡Uno!

Y cuando la cuenta había llegado a cero, la campana había sonado. Señalando el final del combate.

Para su mala suerte, Joe no logró hacer rendir a Drako, lo que dejaba el marcador dos a dos. Y tanto Rick, como Jonathan, estaban catatónicos por lo sucedido.

—Esto es insólito… Es la primera vez en la historia de la WSF que ocurre un empate en un Iron man match —Rick voltea a ver a su compañero—. ¿Qué ocurre en estos casos?

—Según lo visto, técnicamente, el campeonato seguiría perteneciéndole a Drako.

Todos en el recinto se habían quedado mudos, y nadie sabía qué significaba esto. Hasta que la voz del anunciador irrumpe en el estadio y deba una noticia que amargo a casi todos.

—Debido al empate y no tener un ganador oficial, el campeonato no cambiará de manos —la desaprobación de los espectadores se hizo notar en el instante—. Por eso mismo, el vencedor, y aun campeón de la WSF, es ¡¡¡Drako!!!

La reacción de los presentes ante el anuncio fue negativa, todos estaban disconformes con este resultado. El único que se veía feliz, era el propio campeón.

Ya libre del candado, el triceratops baja del cuadrilátero y se dirige hacia donde está el presentador y agarra, de mala gana, su campeonato. Él se estaba mofando de todos, sonriendo descaradamente y regodeándose entre los abucheos. Saturado de todo el rechazo, tomó un micrófono de producción y les habló a todos los presentes.

—¡Cierren sus malditos hocicos! —ese grito estaba lleno de odio—. ¡Pueden decir lo que quieran, pero hay un hecho! ¡Yo sigo siendo el maldito campeón y deben aceptarlo!

Dicho eso, lanzó el micrófono contra el suelo; lo que aumentó la hostilidad de la multitud hacia él. Y como el vil villano que era, se acercó a uno de los costados del ring y le restregó el campeonato a su adversario.

Pero mientras uno celebraba lo sucedido, otro se sentía desilusionado.

Joe había dado todo para ganar esta noche. Todos los esfuerzos que hizo para conseguir el mayor premio de la empresa, fueron en vanos. Y aunque una parte de él esté feliz de haber vuelto a luchar como en el pasado, aún anhelaba haber salido con el campeonato en su cintura.

Y de manera sorpresiva, en lo que el campeón iba caminando por la pasarela en dirección hacia el escenario, una voz resuena en todo el estadio.

—Cuando dije que iba a ver un vencedor esta noche, lo decía muy en serio.

El dueño de la WSF, Paul Bollea, apareció en la entrada del escenario.

—Yo quiero un ganador, el público quiere un ganador, y la WSF necesita un ganador —el neandertal dirigía su mirada hacia el campeón—. Y como hoy es una noche especial, haremos algo distinto, esta lucha se reanudará… —se toma una pausa antes de terminar la oración—. ¡¡¡Y será a muerte súbita!!!

Drako, indignado y furioso, se dirige hacia Paul para arremeter contra él y decirle que esto no era justo. Por casi un minuto, ambos hombres estuvieron discutiendo en que esto era una injusticia.

El mandamás de la WSF no iba a dar el brazo a torcer y, de manera forzada, el triceratops tuvo que aceptar este cambio de último momento. Arrojándole el campeonato, de mala gana, al neandertal y sacándole el dedo del medio como señal de estar en contra de todo esto. Drako, furioso por la situación, se dirige hacia el ring para terminar, de una vez por todas, con su rival.

—¡Parece que se le presenta una segunda oportunidad a Joe de salir vencedor!

—¡Pero por la mirada de Drako, algo me dice que no será amable con su rival!

Devastado y con sus últimas fuerzas, Joe se arrastra hasta el esquinero y usa las cuerdas para ponerse de pie. En lo que creía que una puerta se cerraba, una ventana se abría; y hoy podía ser el día de que consiguiera el campeonato, que hace tanto había añorado. El humano estaba con la mirada perdida, señal de que su cerebro no daba más. Pero hizo todo lo posible para enfocarse en una sola cosa, en derrotar al campeón.

Ambos gladiadores habían dejado todo para dar el mayor espectáculo que podían ofrecerles a los presentes. En una esquina había un campeón con su rostro teñido de rojo y con la intención de seguir reinando con puño de hierro, versus, un retador con una voluntad inquebrantable que se levantó ante todos los ataques que había sufrido. Nadie tenía claro qué podría suceder, pero lo único que sabían era que esta lucha iba a ser recordada por décadas. 

En el instante en el que la campana sonó, los dos fueron al choque para dar el primer, y definitivo, golpe que les iba a dar la victoria. El primero en lanzar su ofensiva fue el campeón. Sin dudarlo, intentó conectar su súper patada contra el retador. Pero el humano, con la precisión de un cirujano, esquivó la patada y rodeó al triceratops para aplicarle un German suplex. Sin embargo, Drako no iba a permitirle a Joe que completara su agarre.

—¡Ninguno se está reservando nada! —Rick estaba golpeando la mesa de la euforia que sentía.

—El campeón golpea al retador en la cara con su codo —el rostro del humano no podía aguantar tantos impactos, lo que lo obligó a soltar a su rival y lo empujo lejos de él—. ¿Quién saldrá con el oro en su cintura?

Tomando distancia, ambos se quedaron inmóviles en el lugar y solo se miraban con agresividad. El público enloquecía con este careo, pero los dos estaban pensando cuál iba a ser su próxima movida. Y quedando enfrentados, por última vez, ambos llegaron a la misma conclusión: un ataque a velocidad.

Tanto Drako como Joe, rebotan en las cuerdas que se encontraban atrás y empiezan una carrera contra su rival. Sin embargo, ambos pasaron de largo y se dirigieron hacia las cuerdas que estaban delante de ellos para volver a rebotar y tomar aún más impulso.

Cuando las espaldas de ambos gladiadores hicieron contacto con las cuerdas, el cruce en el medio del ring era inevitable. El triceratops tenía la intención de conectar un súper lazo y quitarle la cabeza a su rival con el golpe. Pero para sorpresa de todos, el humano hizo una movida inesperada…

—¡¡¡Bonucci conecta un rodillazo alto contra el campeón!!!

A tan solo un brazo de distancia, Joe había pegado un salto en carrera e impactó su rodilla contra el pecho y mentón de Drako, tumbándolo en el acto.

Joe sabía que tenía que terminar esto, que un simple rodillazo no iba a ser suficiente para noquearlo. Para asegurarlo, él lo volvió a cargar, por segunda vez, para aplicarle su torre de Pisa.

Esta vez fue más complicado, el cansancio de estar luchando por más de treinta minutos seguidos le estaba pasando factura. Pero por eso mismo, tenía que usar todas sus fuerzas restantes para acabar con él. Y con una fuerza inhumana, logra cargarlo de forma exitosa. El hijo de Italia realizó una última torre de Pisa y se arrastró, con lo que le restaba de energía, para colocar su brazo encima de su oponente.

—¡Uno! ¡Dos! —y a tan solo milésimas, Drako escapa de la cuenta de tres.

El humano estaba frustrado de todo esto, ya no tenía más recursos para terminar con su rival. Pero él, muy en el fondo, sabía lo que tenía que hacer. Poniéndose de pie, tomó de los brazos a su rival y lo arrastró hasta el centro del cuadrilátero. Joe extendió sus dos brazos, y con los puños cerrados, empezó a mover sus pulgares de arriba hacia abajo, para que, finalmente, apuntaran abajo.

—¡No puede ser…! ¡JOE ESTÁ SENTENCIANDO A SU RIVAL! ¡HARÁ LA VUELTA AL MUNDO!

El estadio se venía abajo, nadie podía dejar de gritar sabiendo lo que se venía. Con un miedo que solo él sentía, se dirige hacia uno de los esquineros para subir a la tercera cuerda. Y mientras iba ascendiendo hasta la cima del poste, varios pensamientos vinieron a su cabeza, y una clara sensación de miedo invadió el cuerpo de Joe.

¿Sería capaz de completar los giros en el aire? ¿Volvería a fallar y se rompería el cuello por segunda vez? ¿Qué pasaría si caía mal y esta vez no volvía a abrir los ojos? Todas esas dudas habían inundado su cerebro.

Muchos podrían comprender el miedo que él sentía. El pánico de volver a fallar y terminar lesionado, aterraría a cualquiera. Y nadie mejor que Joe sabía eso. Sin embargo, las palabras de un hombre que conoció hace meses resonaban en su cabeza.

«Haz que el miedo, te tenga miedo»

Y por primera vez, había entendido lo que significaba esto.

Que sin importar las adversidades que nos rodeen, nosotros debemos enfrentarlas. No importa si nuestras inseguridades nos atormenten y nos hagan retroceder, debemos ser capaces de levantarnos y seguir intentándolo. No hay que dejar que el miedo nos frene a hacer cosas. Por eso mismo, Joe estaba listo para realizar el salto.

Motivándose con los cánticos de la afición, que lo apoyaban de manera incondicional, Joe se colocaba en posición para realizar el salto. Y una vez que el humano se puso de pie en la tercera cuerda, todo el mundo se había detenido por un instante.

Desde lo más alto del cuadrilátero, Joe comenzó a buscar, con su mirada, a la persona que más lo apoyo en este camino. Aquella que lo ayudó a retomar ese sueño que había abandonado, Bianca. Y en el momento en que sus ojos se clavaron en la raptor de escamas marrones, tuvo la sensación de que ella lo estaba mirando. Él, mejor que nadie, sabe que ella no puede verlo. Pero por más descabellado que sonara, el humano sentía que la mujer que amaba lo estaba viendo desde las gradas.

Por su parte, la chica de ojos grises, no podía saber con exactitud lo que estaba ocurriendo. Incluso, con la narración de su padre explicando lo que sucedía, no era suficiente para ver la totalidad de esta lucha. Pero en ese preciso momento, ella podía ver con claridad que su novio estaba a punto de hacer algo majestuoso.

—Tú puedes, Joe.

Fijando su atención en su rival, Joe salta hacia el centro del ring.

Mientras realizaba sus giros en el aire, todos en el recinto se habían quedado mudos, esperando a ver qué sucedía. La preocupación era palpable entre varios aficionados. Y cuando se escuchó el ruido de algo golpeando la lona… Todos gritaron de euforia.

—¡IMPACTO! ¡IMPACTO! ¡EL HIJO DE ITALIA LOGRO LA VUELTA EL MUNDO! ¡CUENTE DE UNA MALDITA VEZ, REFERÍ!

Quedando encima de su rival, Joe quedó inerte y rezaba a que su contrincante no reaccionara a la cuenta de tres.

Uno…

Dos…

Tres.

—¡¡¡EL HIJO DE ITALIA ES EL NUEVO CAMPEÓN DE LA WSF!!! —Estallaba de la emoción los comentaristas.

Con la explosiva ovación que se había generado por este gran final. Los dos luchadores no se levantaban, ya no tenían fuerzas para moverse; pero sí para hablar entre ellos.

—Gran combate… —la débil voz del humano denotaba cierta satisfacción—. ¿Te encuentras bien?

—Tranquilo… un par de hematomas no serán nada… —la respuesta sarcástica del triceratops hacía sonreír a su amigo—. Gracias por darme la mejor lucha de mi carrera…

—Y tú, por ser el mejor rival al que me enfrenté…

—Ve y disfruta de tu coronación, hoy los reflectores están en ti —Joe, lentamente, se quitaba de encima de su rival.

Quedando con las rodillas en la lona, el árbitro le hace entrega, en sus manos, el campeonato de la WSF. Y con ayuda del mismo, el nuevo campeón se pone de pie en el centro del ring. Sin contener la emoción, dejó salir sus lágrimas de felicidad. Todos los esfuerzos rindieron frutos para este momento. Todos aquellos que conocían a Joe, sabían que esta victoria significaba mucho. Y sin importar si estaban ahí presentes o viéndolo desde la distancia; estaban muy conmovidos por la alegría que transmitía su sonrisa.

Con una gran sonrisa en su rostro, el nuevo campeón alza el cinturón y el ring se llena de confeti y serpentinas; celebrando así la victoria de Joe.

—¡Esto es lucha libre, gente hermosa! ¡Esto es cine! ¡Esto es WSF!

—¡Muchas gracias a todos por acompañarnos en este hermoso show! ¡Los esperamos para el próximo jueves con la inauguración de nuestro show semanal!

—¡Yo soy Rick Smoke!

—¡Y yo, Jonathan Silver!

Las cámaras apuntan una última vez hacia Joe, poniéndose el cinturón, y saludando a todos los fanáticos. Cerrando así el show.

Notes:

Quedan 6 capítulos antes del final

Chapter 38: Una gran despedida

Notes:

Les recuerdo, en caso de que no lo hayan leido, en el cap anterior sucedió el combate. Porque ahora haremos un time skip de un año.

Con eso dicho, espero que disfruten del capítulo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Por primera vez, desde que iba a la preparatoria, la temperatura en la ciudad había llegado a los de 40 °C en verano. Y con este clima solo existía un plan: ir a la playa.

Las playas de Volcadera son bastante populares para los turistas por las bellas puestas de sol en cualquier momento del año y para los surfistas por las increíbles olas que se generaban en ciertas temporadas.

Sin embargo, muy pocas veces vine con Bianca a este lugar. Y hoy era una buena excusa para hacer, como es debido, un día de playa. Además, necesitaba un buen descanso tras haber sido el campeón máximo de la WSF por más de un año.

Desde mi coronación en New Era, las cosas no fueron tan fáciles como creía. Ser la cara visible de la empresa era una tarea muy difícil: mantener una imagen positiva en redes, estar presente en la firma de autógrafos, aparecer en casi todos los shows, etc. Y si le sumamos que ahora el contrato televisivo se está expandiendo a otros estados, va a ser mucho más trabajo ser el campeón de la federación. Al menos, el lado positivo de todo esto, es que puedo enfrentarme a los mejores luchadores de la empresa.

Aunque, la otra razón del porqué realizamos esta salida con Bianca es que ella se irá a Chicago la próxima semana. Ella está muy emocionada con empezar esta nueva etapa de su vida como universitaria. Por eso mismo, les dije a Claire, a Aurora y a Will que vinieran a divertirse con nosotros a la playa.

Por el lado de las chicas, ellas ya estaban en el lugar. Su banda iba a dar un show en un bar que contaba con un escenario que daba hacia el mar; lo que nos iba a permitir ver el espectáculo mientras nos relajábamos en la arena. En el caso de Will, dijo que venía más tarde, ya que debía arreglar unos asuntos con su viaje a Orlando para ir a entrenar al Centro de desarrollo de la WWA.

Tras dar una de las mejores luchas del año pasado, según varios medios especializados, ambos habíamos recibido múltiples ofertas para trabajar en otras promociones de lucha libre. Aunque muchos de esos contratos eran tentadores, nosotros teníamos claro a dónde queríamos ir. Y para inicios de año, ambos recibimos una oferta de la WWA.

No fue tan fácil como creíamos, ya que tuvimos que organizar varias charlas con los representantes de la WWA para negociar nuestros contratos. Y después de varias video llamadas, oficialmente, nos convertimos en luchadores de la empresa más grande de Wrestling… o eso me gustaría decir en mi caso.

Debido a mi contrato vigente con la WSF, no puedo irme hasta que mi contrato venza. Lo que me obliga a esperar hasta inicios del 2026. En el caso de Will, como su contrato ya finalizado a finales de julio, él ya puede unirse a la WWA. El lado bueno de todo esto, es que me quedaré con el departamento para mí solo. Lo malo… es que mi novia, como mi mejor amigo, estarán varios kilómetros lejos de mí.

—Joe —al escuchar su voz, salgó de mis pensamientos y volteó a ver a Bianca—. ¿Falta mucho para llegar?

Miré hacia la ventana y quedé embobado con el bello cielo despejado. Al mirar con más detenimiento, pude reconocer mi antiguo instituto; lo que indicaba que no faltaba mucho.

—Falta poco —pude notar el movimiento de su cola—. Vamos a llegar con tiempo, quédate tranquila.

—Es que no quiero perderme ninguna de las canciones. Por cierto, ¿te gusta el sombrero que compré?

—Sí. Aunque cualquier cosa que uses te quedara bien.

—Ay, harás que me sonroje —bromeó—. ¿Necesitas que te ayude con algo?

—Descuida, puedo llevar la hielera y la sombrilla. Tú encárgate de la bolsa con la lona y las toallas para tirarnos en la arena —al dirigir mi vista otra vez hacia la ventana, ya se podía visualizar la playa—. Ya estamos por llegar.

Cuando el bus se detuvo, nos bajamos del vehículo con nula calefacción y por fin éramos bendecidos con una pequeña corriente de aire.

—Por dios, me estaba asfixiando ahí adentro —Bianca tomaba aire como si nunca hubiera experimentado el oxígeno—. ¿Tan difícil es poner el aire acondicionado?

—Sabes que es un milagro que las ventanas se pudieran abrir —con sombrilla y hielera en mano, comencé a caminar en dirección hacia la playa—. Rápido Toph, así encontramos un buen lugar para ver el show.

—Oye, no te apresures. Que no puedo ver —pronunció de manera jocosa.

Me quedé esperando a que mi novia se acercara a mí. Y cuando sentí su mano sobre mi hombro, emprendimos viaje por la playa en busca del bar donde iban a tocar las chicas. Era un poco exagerado decir que no se podía caminar descalzo por la arena, pero con el calor y el sol infernal de verano, era un castigo. En lo que caminábamos, Bianca me habla.

—¿Cómo te fue en la entrevista?

—¿La de “Magazine Wrestling”? —ella asintió con la cabeza—. Bastante bien. Me sorprendió mucho las preguntas que me hizo el entrevistador.

—¿Te investigo bien?

—Demasiado. Parecía que conocía mi carrera desde mis inicios —no miento que un fan así es asombroso y un poco aterrador a la vez—. Así que todas sus preguntas fueron bastante buenas.

—Supongo que habrás mencionado que tienes una hermosa novia, ¿no?

—Sabes que no necesito remarcar eso en cada entrevista que me hagan —respondí en un tono burlesco—. Pero se me hace imposible no decir tu nombre cuando me preguntan sobre el porqué regresé a luchar —el brazo de ella se aferra más a mí y puedo sentir su busto pegado a mi brazo—. Y, ¿cómo van los preparativos para tu viaje?

—Ya armé mi maleta y todas mis pertenencias —sentí cómo el aire salía de su hocico—. Va a ser raro estar lejos de todo lo que conozco.

—Piensa que será una nueva experiencia para ti. Irás a una nueva ciudad y estarás estudiando algo que amas.

—Lo sé. Es por eso que estoy muy emocionada —lentamente, noté cómo ella se aferraba un poco más a mi brazo—. Pero eso no quita que te extrañaré…

—Toph… —yo también me siento así—. No es momento para ponernos así, hoy estamos para divertirnos —me incliné hacia su dirección y le doy un beso en la mejilla—. Además, tú, mejor que nadie, sabes que haría lo que fuera por ti. Buscaría, de alguna manera, una forma de viajar casi todas las semanas para visitarte. ¿O ya olvidaste lo que te dije cuando iniciamos nuestra relación? —al mirarla, veo que se le dibuja una sonrisa.

—Sigo riéndome de que pensaras en mudarte a Polonia por mí.

—Así que mejor no estés pensando en eso. De alguna forma encontraré el modo de que nuestra relación siga funcionando —una pequeña risa se escapaba de mis labios—. Tal vez podría mudarme a Chicago.

—Por favor, no —ya sonaba más alegre—. Te amo y todo, pero también quiero mi espacio.

—¿No dijiste hace un momento que me ibas a extrañar? —empecé a molestarla con eso—. Todas las mujeres son iguales —sin previo aviso, una garra se me clava en el brazo—. ¡Oye!

—Eres un idiota —y sin esperarlo, Bianca me da un beso en la mejilla—. Y me gusta que seas así de tonto.

—No sé si tomar eso como un cumplido o un insulto —ella se reía de mí.

—Cómo más te guste —mientras seguíamos conversando, sin darnos cuenta, ya habíamos llegado a nuestro destino.

Era visible el escenario del bar y estábamos a una buena distancia del mar por si queríamos darnos un chapuzón. Estableciendo el campamento, dejé las cosas en el suelo y, en lo que iba clavando la sombrilla en la arena, Bianca se quitó el vestido que tenía para revelar el bikini que llevaba puesto. Y cómo el primate que soy, quedé embobado viendo su figura.

—Gracias, Jesús raptor, por estas vistas —susurré para mí mismo.

Regresando a la realidad, terminé de colocar la lona en la arena y me senté con Bianca. Para que el sol no le diera tanto, le alcancé su sombrero. Por curiosidad, miré el celular para ver si faltaba mucho para que las chicas comenzaran a tocar. Aún falta, más o menos, media hora para que comenzaran.

En lo que nos relajábamos, siento el golpe de la cola de Bianca en mi espalda. Esto era una manía que generó en los últimos meses para llamar mi atención.

—¿Qué pasa, amor?

—¿Podrías ponerme algo de protector solar en la espalda?

—Claro.

Ella se recostó en la lona y se aflojó la parte superior del bikini para que pudiera pasarle toda la crema en la espalda. Saqué la botella del protector solar y empecé a untársela.

—¿Qué se siente estar en televisión nacional? —preguntó ella—. Ya nos ha pasado, que, cuando salimos, hay personas que nos detienen para pedirte una foto.

—Tampoco es que pasé con mucha frecuencia —aclaré algo apenado, ya que sentía que esto era mi culpa—. Y la verdad, pensé que sería peor. Pasa muy pocas veces y, por suerte, son muy respetuosos los fans. Tal vez se debe a que no soy tan famoso como otros luchadores.

—¿Y te ves capaz de soportar el peso de la fama? Digo, es posible que tu cara termine siendo parte de algún comercial o de alguna película.

—Sería interesante, pero aún falta para eso.

Desde que me convertí en la cara de la WSF, las responsabilidades y la exigencia de estar en la cima eran terribles. Finalmente, aprendí, de primera mano, lo que es tener detractores y ser víctima de las críticas en redes sociales. Para los fanáticos, todos esperan que des el 100% en cada presentación. Que seas perfecto y que no tengas fallos en los combates. Pero si cometes un solo error, te aseguro que te lo harán saber.

Ha habido días que no tocaba mi celular, simplemente, para no ver la opinión de cierto sector de la afición. Al menos tengo la fortuna de que la mayoría de los comentarios que veo son de apoyo.

Por el lado de las luchas, es otro tema. Como campeón, tengo la oportunidad de luchar contra los mejores luchadores de la empresa y crear combates de ensueño para algunos fanáticos. También, al ser el estandarte de la empresa, pude volverme un referente para otros jóvenes que quieran incursionar en la lucha libre. Conocer a algún niño fanático mío y que me diga que quiere ser luchador gracias a mí, me genera una felicidad imposible de describir.

—Listo. Ya puedes atarte el bikini —agarré la botella y me puse protector solar en los brazos y en el rostro—. Y, por cierto, ¿cuándo era la fiesta de despedida en el taller de Víctor?

—Mañana a la tarde —ella ya se había vuelto a poner el brasier—. Te pido que te comportes, que finalmente logre que Vic te deje entrar al taller.

—Tranquila, juro que no tocaré nada del estudio o similar. Incluso, tu jefe ya no me odia. Últimamente, me llama por mi nombre y me da una sonrisa de vez en cuando.

—Porque no sabes cómo te dice cuando no estás… —musitó para sí misma.

—¿Dijiste algo?

—No, nada —la miró algo extrañado—. ¿Will ya te dijo si anda cerca?

—Deja que reviso —al tomar mi celular, veo un mensaje de Will.

“Joe, ya estacioné el auto” 12:27

“Mándame ubicación para saber en qué zona de la playa están” 12:29

Envié la ubicación por mensaje y guardé de vuelta el teléfono.

En lo que me quedaba esperando a que Will apareciera, dejé que mi mente divagara un rato y fije mi vista al mar.

Nunca fui muy fan de la playa. O sea, no la detesto y me gustaba venir en verano cuando era un niño. Sin embargo, siempre prefería pasar mis vacaciones en el muelle con los chicos. Pero ver a Bianca sonreír y gozando de la brisa veraniega que traía la costa, es una imagen que voy a recordar por bastante tiempo.

—¿Alguna vez te dije que te amo? —dije de manera sorpresa.

—Muchas veces —ella se reía—. Pero siempre me gusta que me lo digas.

—¿Y hay algo que jamás te haya dicho? —ella se queda pensativa por un buen rato.

—La historia de la copa de los tontos.

—¿Otra vez con eso? Ya te dije que jamás lo diré.

—¿En serio no puedes contarme esa historia?

—Para nada. Aún dudo de si todo lo que se hizo ese día es legal.

—¿Ni un detalle?

Antes de que pudiera decir algo, una voz, que reconozco muy bien, comienza a hablar.

—Ni te esfuerces, Bianca —la figura de un joven atlético y con unos cuernos prominentes me hace sombra—. Intente de todo para que me contara sobre esa anécdota.

—Por fin te dignas a aparecer —extiendo mi mano y Will me da un choque de puños—. ¿Cómo están los preparativos para tu viaje?

—Genial. Ya arreglé el problema que tenía con mi vuelo —él se voltea y se dirige a Bianca para saludarla—. Hola.

—Hola, Will —ella le da un beso en la mejilla—. ¿Viniste con Helena?

—No —el triceratops se veía confundido—. Ella se mudó a Orlando el mes pasado —tanto Bianca como yo nos sorprendimos ante la noticia—. ¿No se lo conté? —negamos con la cabeza—. Ok, tal vez se me haya olvidado contar ese detalle. Pero desde inicios de este año, Helena había recibido un contrato de desarrollo por parte de la WWA.

Ambos nos sorprendimos ante la noticia que acababa de contarnos.

—Ahora entiendo por qué no la vi hace un mes —aún estaba conmocionado con la noticia.

—Es que tuvo que ir a las vegas en marzo para hacer unas pruebas y ver si estaba calificada. Y para a mediados de junio, recibió una llamada de los directivos de la empresa y dijeron que la querían firmar un contrato de desarrollo por 2 años —se veía feliz al contar eso—. Así que estuvo organizado todo para conseguir un lugar para alojarse e irse cuando pudiera.

—Pero me sigue sorprendiendo que no contara esta gran noticia.

—Es muy olvidadiza. Piensa que me enteré a una semana de que ella se fuera —dijo riendo—. Pero por suerte ya está bien y más o menos tiene todo preparado para cuando yo vaya.

—Espero que tengas un gran viaje —comentó Bianca.

—Lo mismo digo. Dicen que Chicago es hermoso.

Y en lo que seguíamos conversando, fuimos interrumpidos por el solo de una guitarra.  Los tres, dirigimos nuestra atención hacia dónde provenía el sonido. Al mirar con detenimiento, pude notar que la banda de las chicas ya estaba en posición para rockear.

—Buenas, buenas —era Claire quien hablaba—. Es posible que algunos nos conozcan y otros no, así que nos presentamos. Somos Destiny Queen y venimos a traerles un gran show en este hermoso día de playa.

La reacción del público pareció positiva ante lo dicho.

—Espero que lo disfruten —Y con una energía arrolladora, todos en la playa voltearon a ver de dónde provenía esa música tan hipnótica.

Como aquella primera vez que las escuché, volví a quedar asombrado. La agresividad con la que sonaba la batería, hacía que movieras los pies al ritmo de la canción. El ímpetu con el que tocaba Claire el bajo hacia que destacara en la canción. Y los coros de Aurora, acompañados de su guitarra, combinaban de gran manera con la voz de la vocalista. En tan solo unos minutos ya tenían a todo el público aplaudiendo al compás de la música.

Por todo lo que me contó Bianca, y algún que otro dato por parte de las chicas, la banda estuvo en una mini gira por todo el estado tocando en la playa y consiguiendo algo de popularidad. Dicen que fue una gran experiencia para ellas cuatro y que fueron unas vacaciones muy entretenidas. Sin embargo, Claire nos había mencionado que tenía pensado dejar la banda por un tiempo. Ella misma dice que adora estar en la banda con sus amigas, pero últimamente quiere darse un descanso y enfocarse en otros ámbitos de su vida.

Mientras almorzábamos, Will mencionó que tenía planeado hacerse una cirugía para corregir y agrandar la cresta de su cabeza. Eso llamó poderosamente mi atención y me preocupé un poco cuando lo soltó. Él explicaba que esta es una decisión que lleva pensando desde hace mucho tiempo y siempre sintió cierta vergüenza al tener una cresta pequeña para su especie. Estaba al tanto de las inseguridades que poseía mi amigo y de que, para los dinos, ciertos rasgos son importantes. En el caso de los ceratópsidos, la cresta y los cuernos son una característica muy destacable de ellos. Lo que, en cierta forma, puedo llegar a comprender.

Igual, para calmarme, Will dijo que lo haría en un futuro muy lejano. Principalmente, porque debe conseguir algún cirujano que se especialice en eso y tener bastante dinero. Porque con lo que gana hoy en día, no le alcanza ni para un cuarto de cirugía.

Por otra parte, el triceratops me preguntó sobre mi última defensa titular y como se sintió vivir una lucha extrema. Y honestamente, son muy dolorosas.

Tengo que Admitir que tenía mucha intriga de cómo se sentía participar en una contienda de ese estilo. Pero tener que recibir cortes con alambre de púas, caer sobre tachuelas y romper mesas constantemente; no es una agradable experiencia. Varios veteranos de la empresa me dijeron que salí bastante ileso de la contienda, siendo que lo más grave que recibí fue un corte profundo en el brazo. Porque en el caso de mi rival… es un milagro que siga vivo.

Porque mientras mi mayor recuerdo de esa contienda sea una sutura en mi brazo derecho por unos meses, a él lo tuvieron que llevar de emergencias al hospital, debido a que recibió un corte profundo en la pierna; posiblemente cortando una vena. Por todo lo vivido en mi primera experiencia, oficialmente, no volveré a luchar en una lucha extrema en mi vida. Y para cambiar a un tema más ligero, Bianca y yo le contamos a Will sobre la última exposición donde participo ella.

Desde que Toph recibió la noticia de que la aceptaron para ir a estudiar a la universidad de artes, ella se puso a practicar día tras día para perfeccionar su técnica. Así que Víctor uso sus contactos y le consiguió un espacio para que pudiera exhibir sus esculturas en una pequeña galería de artes de la ciudad. Esa noche, Bianca fue elogiada por todos los presentes y estaban impresionados por su talento. Con su experiencia en la muestra de arte, ya se había acostumbrado un poco a ser el centro de atención; aunque aún sentía un poco de vergüenza.

Para cuando quisimos darnos cuenta, ya había transcurrido una hora desde que comenzó el show. La banda ya estaba anunciando que esta iba a ser su última canción, lo que molesto a todos los presentes. Por eso, para que todos se fueran contentos, les pidieron que acompañaran la canción con aplausos.

Tras finalizar la canción, las chicas recibieron una ovación que hizo retumbar el suelo. Y desde donde estábamos nosotros sentados, podía ver la gran sonrisa y la felicidad que sentían todas las integrantes de la banda.

—¿Las chicas saben que estamos acá? —preguntó Bianca.

—Pues viendo a mis alrededores, creo que no tendrían muy difícil encontrar a un humano acompañado de una mancha verde y una raptor con un gran sombrero.

—¡Oye! —Will me empujaba.

—Solo bromeaba —se me escapaba una risa—. Pero descuida, seguramente vengan en un rato. ¿Alguien quiere otro sándwich?

—Yo —dijo el triceratops.

Habiendo pasado un poco más de quince minutos, en lo que nosotros seguíamos almorzando, notó que Claire y Aurora venían en nuestra dirección. Me levanté del suelo para que pudieran verme y saber con exactitud dónde estábamos.

Cuando las chicas llegaron, lo primero que hicimos fue felicitarlas por el espectáculo que acababan de dar. Ellas estaban contentas al saber que disfrutamos del show. Al mirar con más detenimiento, me percaté de que Aurora tenía una guitarra colgada en su espalda. Por mera curiosidad, le pregunté por qué la había traído y ella respondió, en su característico tono despreocupado, que se debía a que las chicas no tenían espacio en camioneta para llevarla. Y sin decir mucho más, ellas se sentaron con nosotros.

La dilophosaurio se veía muy emocionada, al punto que se abalanzó sobre Bianca y la abrazó con mucha fuerza.

—Mi querida amiga, te voy a extrañar mucho. Solo espero que me llames y que sigamos manteniendo el contacto.

—Por… supuesto —creo que el abrazo le está quitando el aire a Bianca—. Pero, por favor, ¿Podrías soltarme?

—Perdón —en el instante que los brazos de Aurora dejan de envolver a la raptor, Bianca comienza a respirar con normalidad—. No me gustan las despedidas y me pongo un poco emotiva.

—Se nota —dijo de forma cómica—. Pero este es momento para que nos divirtamos todos. Las despedidas las dejamos para cuando sea el momento.

—Sí, tienes razón. ¿Se les ocurre alguna idea?

—Pues con este calor, creo que ir a nadar un poco sería una gran idea —expresé—. ¿Quién viene a refrescarse un rato conmigo?

—Yo voy, bro —dijo con mucha alegría Will.

—Necesito mojarme tras estar arriba del escenario por casi una hora —comentó Aurora mientras se quitaba la camiseta y quedaba nada más con su traje de baño—. ¿Vienes Claire?

—Creo que por ahora me quedo aquí, cuidando las cosas.

—Yo también —agregó Bianca—. Además, puedo hablar con ella de los últimos libros que leímos.

—¡Nerds! —pronunció en un tono bromista la chica de escamas amarillas—. Vamos muchachos, el último en llegar es un huevo podrido —sin avisar, sale corriendo hacia el mar.

—¡Espera! —exclamé con sorpresa.

Sin darme cuenta, ya estábamos Will y yo corriendo detrás de Aurora mientras se escuchaba de fondo la risa de Claire. Parecíamos niños por la forma en la que actuábamos, lo que hacía más divertido el momento. Cuando llegué a la orilla del mar, mis pies hacen contacto con el agua y siento un escalofrío recorriendo mi cuerpo; estaba helada. Estuve inmóvil por varios segundos, hasta que me armé de valor y entré corriendo hacia el mar, mientras soltaba algún que otro grito ahogado. Sobre todo, cuando el agua me llegó por encima de la cintura.

Una vez que mi cuerpo se comenzó a climatizar, decido sumergirme en el agua. Y para cuando salí hacia la superficie, soy recibido por una gran ola que logra hundirme de nuevo. En lo que me recomponía y escupía la sal que había entrado en mi boca, escuchó cómo Will y Aurora se reía de la situación. Lo que ocasiono que yo también me riera.

Entre los tres, comenzamos a nadar por el mar y empezamos a competir para ver quién llegaba primero a la boya, que limitaba hasta dónde se podía nadar, y regresaba a la orilla. Sabía que no tenía las de ganar, jamás destaque como nadador; pero creía que tendría una oportunidad pese a todo. Sin embargo, al lanzarnos al mar y comenzar a nadar, quedé impresionado con la velocidad que tomaron los dos dinosaurios.

La técnica del triceratops hizo que tomara la delantera inicial, aunque la dilophosaurio no se quedaba detrás. Ellos dos ya habían llegado a la boya e iniciado el regreso a la orilla. Mientras que yo, aún me faltaba un rato en llegar a la boya.

La carrera fue reñida, no era claro quién de los dos iba a ganar, pero al final, el ganador fue Will, que se puso a bailar en señal de su victoria. Cómo premio a su gran victoria, Aurora y yo cargamos y empezamos a balancearlo para arrojarlo hacia el mar; para que se siguiera refrescando un rato más. Tras darnos un buen baño y enfrentarnos a las olas, los tres regresamos hacia donde se encontraban Bianca y Claire; que se veían muy concentradas en lo que charlaban.

Mientras me secaba con el sol y descansaba en la arena, volteé mi vista hacia mi amigo y noté que estaba haciendo un pozo en la arena. En un principio no entendía por qué lo hacía, pero se veía muy entretenido haciéndolo. Y de manera instintiva, me uní a él en su excavación para hacer un pozo más profundo. Las chicas nos preguntaron por qué lo hacíamos, y nosotros simplemente respondimos que era divertido.

De manera ingeniosa, al ver que habíamos creado una montaña de arena a lado de nosotros, a Claire se le ocurrió la idea de hacer un concurso de castillos de arena. Como era obvio, todos queríamos hacer equipo con Bianca. Y tras discutir por la custodia de la raptor, esta misma, propone que nos enfrentemos en tres equipos. Yo con Will, Claire con Aurora y ella estaría sola para darnos algo de ventaja. Los cuatro sentimos que ella nos estaba subestimando y que se le había subido a la cabeza la soberbia. Sin embargo, nosotros no lo sabíamos; Bianca estaba siendo piadosa con nosotros.

Entre todos, tomamos las botellas vacías que fuimos bebiendo y las llenamos con agua del mar para usarlas en nuestros castillos. Con unas 7 botellas bien cargadas, teníamos todas las herramientas posibles para iniciar este duelo de constructores.

Honestamente, no sé cuánto tiempo habremos estado construyendo castillos de arena, pero no fue suficiente para hacer un trabajo decente por nuestra parte. Jamás tuve habilidades artísticas destacables en manualidades, de cualquier tipo. Así que mi trabajo fue sacar arena y cargar agua para que mi socio se encargara de construir nuestro castillo. Y al ver el trabajo que habíamos realizado, puedo decir que fue bastante decepcionante. No era una monstruosidad, pero tampoco era agradable a la vista. Era claro que no íbamos a ganar.

Por otro lado, Claire y Aurora estaban trabajando de manera más coordinada que nosotros dos. La forma del castillo que estaban construyendo no tenía una buena estructura, se veía que, en cualquier momento, se podría desarmarse. Por eso, la dilophosaurio se encargaba de crear una buena base para el castillo y la estegosaurio le daba altura. Lo que consiguieron una escultura un poco deforme, pero bastante mejor a lo que habíamos hecho. Sin embargo, no importaba lo que hicieran ellas, Bianca nos había humillado.

El castillo que había creado, te hacía creer que no podría ser ciega por los detalles que le dio. Era una construcción simple, pero eso no minimizaba la calidad del mismo. Su forma y diseño parecía a la típica estatuilla que encontrarías en una tienda de regalos, pero de mayor tamaño. Los cuatro teníamos claros quién era la ganadora y Bianca solo actuó de sorprendida cuando se lo dijimos. Dejando en claro que no importa el material, ella era una gran escultora. 

Al ver la hora, ya se habían hecho las cuatro de la tarde y se podía ver como el sol iba cayendo lentamente. Como el ambiente invitaba, Claire desenfundo la guitarra de Aurora y comenzó a tocar algunas canciones de su banda de forma acústica.

El cielo se había tornado anaranjado y eso fue una excusa perfecta para que muchas personas comenzaran a irse de la playa. Pero nosotros, decidimos seguir hasta que el sol se ocultara y la luna hiciera acto de presencia.

Habiendo pasado una increíble tarde, nuestros amigos se fueron directo a al mar para seguir nadando antes de que el sol desapareciera; lo que nos dio algo de tiempo a solas entre Bianca y yo.

En lo que yo gozaba del atardecer, Bianca se recostaba en mi hombro y dijo algo que me sorprendió.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por organizar todo esto —volteé a verla y vi que tenía una mueca de felicidad—. Es la primera vez que paso un día de playa con amigos.

—Es bueno oír que estás disfrutando este día —le doy un beso en la frente—. Me encantaría vivir el resto de mi vida contigo

No me di cuenta de lo que había dicho hasta que vi cómo la cara de Bianca se tornaba roja como un tomate.

—Perdón, fue muy desubicado de mi parte. Solo lo dije… —y como aquella vez en el concierto, ella me había callado con un beso.

Mi cuerpo estaba cediendo a sus cálidos labios y la tensión que sentía había desaparecido. Aunque siguiéramos abrazados, lentamente nuestros brazos se iban aflojando. Haciendo que el beso fuera lo único que nos mantenía unidos.

Hace dos años me encontraba atrapado en mi propio abismo, un lugar oscuro en donde iba a despreciar mi vida. En donde me iba a dejar consumir por mis miedos y mis inseguridades para vivir una vida sin motivaciones. Pero, desde que Bianca llegó a mi vida, las cosas fueron distintas. Volver a formar lazos con mis viejos amigos, reconecté con mi pasión por la lucha libre y poder sanar heridas del pasado; son solo algunas cosas que hice. Y todo gracias a que ella me dijo que me iba a ayudar a conseguir un sueño.

Creo que jamás voy a poder compensar todo lo que hizo por mí. Pero eso no significa que no vaya a intentar cualquier cosa para hacerla feliz y poder ver una sonrisa dibujada en su rostro. Por ella, sería capaz de hacer lo que sea para seguir gozando de su risa. Y la razón de todo es muy sencilla: es porque la amó.

Finalmente, cuando nuestros labios dejan de estar en contacto, mi novia me responde.

—Pues el sentimiento es mutuo —ella coloca la punta de su hocico con mi nariz y puedo escuchar una pequeña risa provenir de ella—. Me encantaría pasar el resto de mi vida contigo.

—Te amo.

—Y yo a ti —y por segunda vez, consagramos otro beso.

—¡Malditos cochinos! ¡Están en un lugar público! —Aurora exclamó de forma bromista.

—No los molestes —le recriminó Claire—. Que se ven muy bonitos los dos juntos.

Siendo interrumpidos por el resto del grupo, terminamos el beso de manera abrupta.

—Si quieren, nos damos un beso francés y con lengua —respondí—. Por si quieren que seamos más explícitos

—Joe —el triceratops agitaba su mano para llamar mi atención—. ¿Quieres venir a caminar conmigo?

—Claro —me levanté del suelo y me dirigí hacia donde estaba Will—. Volvemos en un rato. chicas —me despido de ellas tres y comienzo a caminar con mi colega en dirección hacia el muelle.

En nuestra caminata, Will me comentaba que este día lo había pasado increíble. Que las amigas de Bianca son personas bastante geniales y que me agradecía por invitarlo a esta salida. Después, como él iba a entenderme, me desahogué con el tema de ser campeón máximo. Le dije que lo disfrutaba, pero que era agotador ser el centro de atención la mayoría del tiempo.

—¿Ahora comprendes lo que se siente estar en la cima? —el triceratops lo dijo con bastante calma.

—Me impresiona que mantuvieras la cordura —respondí con gracia—. Es muy difícil mantener el nivel y que la afición te apoye.

—Lo estás haciendo muy bien —me daba una palmada en la espalda—. Digo, ya vas a cumplir un año como campeón.

—Lo sé. Aún mantengo cierta popularidad con los fanáticos, aunque me gustaría encontrar a alguien que me pueda destronar.

—¿De verdad?

—Sí. Lo estuve pensando bastante en las últimas semanas —el chico de escamas verdes se veía intrigado—. ¿Te acuerdas del Miguel?

—¿El megalodon?

—Él mismo. A lo largo de mi año como campeón, vi cómo fue mejorando a nivel técnico y veo que tiene gran química con la afición —una leve mueca se forma en mi rostro—. Siento que sería un gran candidato.

—¿Ya estás buscando un reemplazo?

—Es que me gustaría crear una historia a largo plazo, para que el público quiera que él sea el nuevo campeón.

—Pues… mientras tÚ tengas el cinturón, debes llevar a lo más alto el nombre de la WSF. Confió en que lo harás.

—Descuida, te prometo que el nombre de Joe Bonucci estará registrado en los libros de historia de la WSF —lo dije con mucha seguridad esas palabras—. Y tú, mientras estés allá en WWA, déjame preparado el terreno para cuando yo llegue —Will comenzó a reírse.

—Tampoco es que estaremos mucho tiempo alejados, solo serán un par de meses. Así que disfruta el departamento lo que puedas.

En un instante, dejamos de caminar y nos detuvimos a contemplar cómo el sol se postraba en el mar. Y antes de continuar nuestra caminata, solté una pregunta que me venía reservando hace un buen rato.

—Oye, ¿qué te parece la idea de que seamos roomies en Florida?

—¿Tú, yo y Helena? —asentí con la cabeza—. Creo que no tendríamos problema, pero tú, ¿podrías soportar que nosotros dos tengamos nuestras noches de diversión?

—Me voy a un bar a tomar o aisló el sonido de mi habitación de alguna manera —él se reía de mi respuesta.

—Ya sabrás que harás cuando sea el momento.

—¿Entonces es un sí?

—Casi seguro, solo debería hablar con Helena. Por cierto, ya te conseguí lo que me pediste.

—Genial.

—¿Le dirás a Bianca sobre esto?

—No. Por ahora, no necesita saberlo.

—Está bien. Solo diré que me debes un buen dinero, porque no salió barato —ambos nos comenzamos a reír por su respuesta.

—¿Vamos regresando? —el triceratops asintió y comenzamos nuestro regreso con las chicas.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Sí.

—¿Cómo te sientes con todo esto?

—¿Con qué exactamente?

—Con lo de Bianca.

Me tomó un poco de tiempo poder dar una respuesta. Pero cómo le tengo confianza a Will, creo que puedo ser bastante sincero.

—Va a ser duro estar tanto tiempo distanciados. Honestamente, es una mierda —un pequeño suspiro salió de mi boca—. Y sabiendo eso, hace que las cosas en la relación sean mucho más difíciles. Pero tampoco sé cuántos años estaré luchando en la WWA. Podrían ser 3 años, 8 tal vez, incluso podría llegar a estar 20 años bajo contrato.

—¿Y qué harás?

—Buscaré una forma de mantener viva la llama, aun si eso significa que deba endeudarme viajando a Chicago. Tengo suerte de que estemos en el mismo lado del país.

—Sí que lo tuyo es amor verdadero.

—Piensa que en su momento me plantee la idea de mudarme a Polonia cuando apenas la conocía.

—¿Debe ser una broma? —negué con la cabeza—. Solo a ti se te ocurren esas ideas.

—Sí, no estoy muy bien de la cabeza.

—Descuida, de eso me di cuenta hace años —su tono tan vacilón hizo que me riera un poco—. Oye, ¿una carrera hasta donde están ellas?

—Adelante —ambos nos quedamos quietos en el lugar y nos pusimos en posición para salir corriendo.

—En su marca… listo... ¡Vamos! —cuando Will termino de decir eso, los dos estábamos corriendo hacia donde estaban las chicas.

Ya el cielo estaba dejando el hermoso color anaranjado que tenía y empezó a teñirse de un azul oscuro que era decorado con estrellas. Y ya viendo que varios de nosotros estábamos cansados, empezamos a juntar las cosas para regresarnos a nuestros hogares.

Desde esa fantástica salida, las cosas pasaron con bastante normalidad. Y para cuando quise darme cuenta, ya había llegado el viernes. Lo que significaba que Bianca se iba a ir a estudiar a la universidad.

Habíamos acordado entre todos los que quisiéramos despedirnos de Bianca en encontrarnos en el aeropuerto. Para mi desgracia, me había quedado atascado en el tránsito; lo que hizo que me pusiera aún más nervioso. Por suerte, mi madre, que vino para poder despedirse de su nuera, me ayudó a calmar mis ansias y me decía que íbamos a llegar. Al final, el taxi nos dejó en el aeropuerto y corrimos hacia la entrada del lugar donde dijimos que nos íbamos a encontrar.

Al llegar a la entrada, solo pude ver a las chicas y a Víctor que se encontraban con regalos en sus manos. Lo que me hizo intuir que aun Bianca no había llegado. Por suerte, la espera no duro tanto, ya que Víctor nos había dicho que ellos dos acaban de llegar y se encontraban en la zona de aparcamiento de autos.

Al mirar hacia todos los alrededores, vemos bajar a padre e hija de un taxi. De manera apresurada, me adelanté para poder ayudarlos a bajar a las valijas del vehículo. Una vez que nos reunimos todos, fuimos caminando hacia la entrada del lugar y nos juntamos en una esquina para poder hacer la ronda de despedidas y entregarles nuestros obsequios a Bianca. Y el primero en dar un paso hacia el frente, fue su mentor: Víctor.

—Bianca… —se podía llegar a escuchar la respiración de Víctor que denotaba cierto nerviosismo—. Me siento honrado de que tú hayas sido mi aprendiz. Hemos compartido tantos momentos y he visto cómo fuiste creciendo con el pasar de los años —por primera vez en mi vida, vi una expresión distinta del pliosaurio. Una que reflejaba orgullo y melancolía a la vez—. Fue todo un desafío enseñarte a esculpir.  Verte aprender a usar cada herramienta y dominar cada técnica, fue asombroso. Más de siete años juntos, compartiendo muchos momentos; tantos buenos como malos. Y con total seguridad puedo decirte que estoy orgulloso de ti —era evidente que él se estaba aguantando las emociones mientras daba su discurso—. Ver tu evolución como artista fue algo impresionante y me honra darte este obsequio. Por favor, extiende tus manos; así puedo dártelo —la raptor hace caso a la petición de Víctor y él le entrega una bolsa—. Dentro de la bolsa, hay un delantal idéntico al mío. Quería darte algo que te sirviera mientras estés esculpiendo, ya que siempre que trabajabas en el taller terminabas manchada de barro.

—No sé qué decir… —los ojos de Bianca se habían humedecido.

—No quiero que digas nada, con ver tu sonrisa me basta —Víctor hace una larga respiración para contener las lágrimas—. Todos conocerán de lo que es capaz Bianca William, mi mejor aprendiz —él, tras mantenerse firme, se quebró y le dio un abrazo a su pupila; en donde mentor y pupila dejaron salir sus emociones.

Sé que, para Bianca, Vic es como un padre. Es la primera persona que creyó en su talento y la ayudó a mejorar sus habilidades. Y escucharlo decir esas hermosas palabras, cualquiera podría quebrarse.

—Disculpa, Vic —Claire tocó el hombro del pliosaurio—. ¿Nos permite darle nuestro obsequio?

—Claro —se limpiaba sus ojos—. No puedo acapararla todo el día.

Una vez que el abrazo es finalizado, Víctor les da el espacio para que las dos mejores amigas de Bianca puedan despedirse de ella. Aurora intentó ser la primera en hablar de las dos, pero se veía que no podía hablar. Así que Claire fue la primera en hablar de las dos.

—No quiero decirte adiós, porque sé que esto es un hasta pronto. Ten por seguro que vamos a seguir en contacto y que iremos a visitarte cuando podamos —la estegosaurio se veía ansiosa y tuvo dificultad para hablar—. Y te lo he dicho muchas veces, Bibi, pero eres una de las personas más dulces que he conocí y te aprecio demasiado como amiga. Si no fuera por ti, no hubiera conocido a Aurora y tal vez la banda no hubiera sido lo que es hoy en día —Claire estaba sonriendo—. Por eso, como una de las miembros fundadoras de Destiny of Queen, te nombro como miembro honorario de la banda —Bianca se veía feliz al escuchar eso.

—Aunque, ese no es el único regalo que tenemos para ti —agregó Aurora—. Extiende tus manos —la raptor sigue las órdenes, mientras que la dilophosaurio sacaba una caja de su mochila—. Ten —ella recibe el presente y comienza a tocarlo para saber qué es—. Entre las dos compramos un reproductor de música y le llenamos la memoria con más de cuatrocientas canciones distintas que fueron elegidas por nosotras.

—Y como extra, entre esas cuatrocientas canciones, también tienes temas exclusivos de nuestra banda que compusimos y producimos que aún no mostramos al público —mencionó Claire.

—Esto es… asombroso —Bianca estaba muy feliz por el regalo—. Seguramente esto les tomo mucho tiempo armarlo.

—De algún modo, queríamos seguir estando presentes en tu vida… pese a la distancia —Aurora ya no era capaz de controlar sus sentimientos y lo temblorosa de su voz dejaba en claro que estaba al borde del llanto—. Eres la primera amiga que hice con la que sentí un… vínculo muy fuerte… desde que te conocí en el parque… —ya varias lágrimas estaban brotando de sus ojos y se cubría la cara—. Lo siento… No soy buena para las despedidas.

Sus dos amigas se acercaron a ella y la abrazaron. Aunque se podían escuchar algunos sollozos, lo que termino predominando en ese abrazo, fueron las risas y la alegría.

—Te vamos a extrañar mucho, Bibi.

Estoy seguro de que ellas dos lo saben, pero Bianca me dijo que las considera como sus hermanas. Desde que estoy con ella, si hay algo de lo que ella no deja de hablar son de dos cosas: Del arte y de sus dos amigas. Para la raptor, que ellas dos estuvieran aquí, significaba mucho más de lo que podrían creer. De cierta forma, Claire y Aurora eran parte de su familia también.

Antes de que fuera mi turno para despedirme de ella, mi madre quería hablar con su nuera una última vez.

—Aún sigo sorprendida que hayas terminado con el tonto de mi hijo.

—Tampoco es que tuviera muchas opciones.

—¡Oigan! —gracias a mi reacción, ellas dos comenzaron a reírse.

—Bianca, quiero agradecerte por ayudar a Joe —la raptor se veía un poco avergonzada.

—No tiene que agradecerme por eso. Yo solo estuve cuando Joe me necesito y él estuvo cuando lo necesite.

—Es que, desde que llegaste a su vida, nunca lo había visto tan feliz —mi madre sonaba muy feliz—. De alguna forma, le diste un brillo especial a su mundo. Aún recuerdo la primera vez que te conocí y que viniste a cenar a nuestra casa. Esa pequeña charla que tuvimos entre nosotras dos, medio a entender que te preocupabas por mi hijo. Y, no sabría decirte, pero sentí que eras la persona indicada para que Joe —mamá toma las manos de mi novia y de manera solemne le dice—. Gracias por devolverle la sonrisa a Joe —y como buena madre italiana, abrazó a su nuera con mucho entusiasmo—. Te deseo la mejor de las fortunas en tu vida universitaria.

Finalmente, llegó mi turno de despedirme.

—Toph… —estuve en silencio por varios segundos antes de continuar—. Perdón, no soy muy bueno con todo esto. Déjame comenzar de vuelta —tomé aire y pensé un poco mis palabras—. Creo que no alcanzan las palabras para describir todo lo que siento por ti. A pesar de todo lo que pasamos, tanto cosas buenas como cosas malas, la mayoría de momentos que tengo contigo son hermosos. Se me hace muy difícil pensar que ya no veré tu hermosa sonrisa o tus ojos grises tan seguidos. Y no puedo mentirte, desearía que te quedaras más tiempo aquí —tú puedes, Joe. Solo habla con el corazón—. Pero yo sé muy bien lo que representa esta oportunidad y por lo que luchaste buscando que el mundo reconociera lo buena que eres como artista. Por eso mismo, quiero que vayas a estudiar a Chicago y que les demuestres a todos que tú eres la mejor escultora del país. ¿Qué digo del país? Del mundo —estaba un poco eufórico, porque no quería que este momento fuera deprimente—. Sabes muy bien que encontraré la manera de que podamos pasar tiempo, aun si deba recorrer varios estados solo para verte. Y por eso mismo, quería darte esto.

Me pongo detrás de ella y me quitó el collar que me había regalado en Navidad, para poder colgárselo en su cuello.

—Quiero que conserves esto hasta el día en que los dos hayamos completado nuestros sueños —ella se gira para que quedáramos frente a frente—. ¿Puedes prometerlo?

—Surowy… —a pesar de las lágrimas, se veía muy feliz—. Claro que lo voy a hacer —y para sellar este pacto, ambos nos dimos un beso apasionado; ya que sabíamos muy bien que iba a ser el último por un largo tiempo.

Ninguno de los dos quería finalizar este momento, pero, con cierto dolor, separamos nuestros labios y me hice a un lado para que su padre pudiera despedirse como era debido.

Robert intentaba mantenerse estoico, quería parecer alguien serio. Pero sabiendo que era su hija con quien iba a hablar, le era imposible contener estas emociones. Y con delicadeza, colocó sus manos sobre los hombros de Bianca y comenzó a hablar.

—Mi vida, estoy impresionado en la mujer en la que te convertiste. Y tengo que ser honesto de que siempre tuve miedo de lo que te pudiera ocurrir en este mundo —por el tono de su voz, se podía intuir que estaba hablando desde el fondo de su corazón—. Pero compartir casi 25 años juntos, me hizo comprender que estaba equivocado al pensar que eras alguien frágil. Me demostraste desde siempre de que tenías un gran carácter para afrontar los problemas —la cola de Robert se balanceaba suavemente, lo que me hacía intuir que se sentía un poco triste al saber que su hija se iba a ir muy lejos—. Soy consciente de que cometí errores como padre, y tuve que aprender a la fuerza que te podías valer por ti misma. Y tu madre estaba segura de eso. Desde que naciste, ella siempre me decía que tú ibas a ser única, alguien muy fuerte y que no dejarías que otros te menospreciaran. Y te aseguro de que, si tu madre hoy estuviera aquí con nosotros, estaría muy feliz de ver en quién te has convertido —en ese instante, Robert intentaba aguantar las lágrimas al mencionar a Margot—. Estas por comenzar una nueva etapa en tu vida, donde experimentarás muchas cosas… Y quiero que tengas claro, que cualquier cosa que me necesites, yo estaré para ti…. —él ya no era capaz de aguantar sus sentimientos y se quebró—. Estoy orgulloso de ti… Te amo, Bianca.

—Yo también te amo, papá —cediendo a sus emociones, padre e hija concilian un abrazo mientras las lágrimas corrían por sus ojos.

Era imposible no conmoverse con las palabras que le dedico Bob a su hija, al punto que varios de nosotros terminamos emocionándonos y dejamos caer un par de lágrimas. Lamentablemente, cuando escuchamos que en el altavoz nombraron el vuelo de Bianca, era momento de decir adiós.

Me era incapaz poder decirle adiós a Bianca, por eso le pedí a Robert si me dejaba acompañarla hacer el chequeo del boleto. El patriarca entendía muy bien cómo me sentía y me concedió ese deseo. Así que, por última vez, caminamos juntos los dos hasta el mostrador.

Una vez que fuimos atendidos por la agente de servicio, en lo que Bianca iba haciendo el check-in, yo coloqué la valija de ella en la cinta transportadora. Estuve en silencio, mientras ella realizaba sus trámites y yo tenía que hacerme a la idea de que no la iba a ver tan seguido.

Cuando la agente le entregó de vuelta el boleto y le indicaron hasta donde debía ir, yo me volví a despedir de ella y le di un abrazo. Y de esta manera, ambos sabíamos que nuestros caminos se iban a separar…

O al menos eso le quise hacer creer a ella.

En el momento en que ella se empezó alejar del mostrador, yo me acerqué al mismo y empecé a hacer el chequeo de mi boleto de vuelo. En ese preciso instante, Bianca se da media vuelta, y con una expresión de confusión, se dirige hacia mí.

—¿Qué estás haciendo?

—Pues haciendo el check-in de mi vuelo.

—No. Quiero decir, ¿por qué vas a tomar un vue…? —antes de que terminara la oración, ella se da cuenta de lo que estaba haciendo—. No me digas que…

—Digamos que arme un plan muy elaborado en donde Will me ayudó a conseguir un vuelo para viajar a Chicago. Y hablando con tu padre, llegamos a la conclusión de que tal vez necesitarías ayuda para mudarte —era difícil mantener un tono irónico, cuando mi voz reflejaba la alegría que sentía—. Así que me ofrecí para acompañarte y ayudarte en tu instalación.

—¿Pero no tienes ningún problema con tus shows? —ella aún no procesaba lo que estaba sucediendo.

—Descuida, tengo la semana libre por suerte.

—Entonces…

—Vamos a pasar unas pequeñas vacaciones en Chicago —ya no podía contener la felicidad—. ¿Qué dices?

Sin decir nada, ella se lanza en mi dirección y se abalanza hacia mí. Cuando consigo atraparla, terminamos en un abrazo y le doy un beso en los labios.

—No puedo creer que hicieras todo esto —ella no podía esconder su felicidad—. Después de todo lo que dijiste en tu despedida, pensé que no te vería por mucho tiempo.

—Es que debía hacerte creer que íbamos a distanciarnos. Si no, no sería una sorpresa —finalmente dejamos de abrazarnos—. Además, jamás había salido del estado. Va a ser una buena excusa para conocer otra ciudad.

De repente, una voz en los parlantes menciona que nuestro avión ya había aterrizado y que el embarco estaba por empezar.

—Creo que ya debemos embarcar —dije emocionado—. ¿Estás Lista?

—Sí —ella tomó mi mano y nos fuimos caminando hasta la zona de embarque.

En este punto de mi vida, no sé qué sorpresas me depararán. Pero de lo único que tengo certeza, es que esta semana será una nueva aventura con la persona que más amo.

Solo espero que no sea el último recuerdo que tengamos juntos.

Notes:

Ya solo faltan 5 caps.

Perdón por la demora en sacar capitulos, pero estuve muy sobrecargado de cosas y responsabilidades.

Hare mi mejor esfuerzo de sacar otro cap este mes o inicios de noviembre.

Se me cuidan, chao