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Language:
Español
Stats:
Published:
2024-08-07
Updated:
2025-03-26
Words:
42,166
Chapters:
11/31
Comments:
11
Kudos:
41
Bookmarks:
2
Hits:
649

Continuará... [Growing Pains/Apofisitis]

Summary:

Inazuma Japón se levanta victorioso ante los Little Giants en la final del FFI.
Aquí en adelante los jugadores del legendario equipo tendrán que tomar decisiones sobre su futuro. Quienes han recibido ofertas para unirse a Academias de equipos profesional, ¿las aceptarán? ¿O preferirán quedarse en Japón y continuar su educación? Con la graduación de los chicos de tercero en tan solo un mes, las decisiones que tomarán influirán si llegarán a lo más alto del futbol profesional mundial adulto.
¿A donde irán nuestros campeones; Inglaterra, Alemania, Italia, España, Francia? ¿Que nuevos y antiguos jugadores conocerán?

Básicamente: Inazuma Eleven 4! Con más drama... y romance por supuesto!

Esto se me va a ir de las manos...

Notes:

¡ESTO ES UN RETCON DE LAS PRIMERAS TEMPORADAS!

Marc y los más mayores de Inazuma Japón tienen 15/16 cuando compiten en el FFI (la segunda temporada fue un año escolar entero) y empezarán a cumplir los 17 y 18 a lo largo de esta historia. Habrá temas más adultos discutidos en la serie, nada fuera de lo común en la serie original, simplemente diálogos más maduros y naturales.

Chapter 1: ¡Son los vencedores: Inazuma Japón!

Chapter Text

El 11 de julio de 2010, la selección española se coronó por primera vez campeona mundial en un grandísimo partido contra la selección holandesa en Johannesburgo, Sudáfrica, con un golazo en los últimos momentos de la prorroga. Tan solo mes antes otra selección había alzado una versión del afamado trofeo que la coronó como campeona mundial por primera vez.

Toda la isla de Loicott estaba festejando, ya fuera en las habitaciones de las casas, en bares donde se olvidaba el calor del verano para saltar y abrazar a otros espectadores, o en las calles; gritos y diferentes instrumentos intentando afinar el himno japonés bajo el embriagamiento. Porque sí, Inazuma Japón se acababa de alzar con el título a la mejor selección de fútbol sub-17 del mundo, tras un combativo partido contra el equipo de Costail, los favoritos Little Giants.

Esta noche nos lleva por toda la isla; pero primero debemos dejarnos caer en el propio campo donde el equipo todavía festeja, casi dos horas tras el pitido final. El Estadio Monumental ya ha ido perdiendo a sus espectadores, solo unos pocos rezagados quedan a parte de la prensa, que ha invadido el campo para entrevistar a los nuevos campeones. Varios jugadores de otras selecciones, que habían acudido a ver la final con el corazón dolido, todavía intentan zafarse de ojeadores, recogiendo tarjetas de academias y equipos profesionales que buscan fichar a los talentos más codiciados.

Pero volvamos al césped, donde un Scotty Banyan se niega a soltar el trofeo, Thor Stoutberg y Jack Wallside intentado robárselo para posar por cuarta vez ante las cámaras. Apoyado contra la portería que estuvieron defendiendo los japoneses en el segundo tiempo se encuentran Darren LaChance y Hurley Kane. El segundo lleva metido en una entrevista durante los últimos 20 minutos con un reportero australiano, discutiendo donde se pueden encontrar las mejores olas y cuales son sus rutinas de surf. Algo que nadie entendería con la mezcla de inglés y japonés, ambos haciéndose entender como pueden con gestos y señales. El propio LaChance está bajo los palos, de vez en cuando sufriendo de piel de gallina al recordar la parada de su capitán e ídolo, Mark Evans ante los feroces tiros de Hector Helio, el MVP del torneo. El portero suplente se sorprende cuando un periodista japonés se le acerca con una grabadora, pero tras unas introducciones se le ve animado de contestar toda pregunta que pueda.

Yendo más al centro del campo, la tribuna sigue en pié donde los nippones recibieron las medallas y el trofeo, y es aquí donde vemos a la mayoría de los jugadores y familiares. Sentados en el escenario, contestando preguntas a varias cámaras y micrófonos se encuentra Jude Sharp, acompañado de su hermana Celia Sharp y su amigo David Samford. La chica lleva en su bolso ya más de una docena de tarjetas dirigidas a su hermano y unas cuantas del propio Samford. El chico no había podido contener las lagrimas, mientras que Celia contaba ante los confundidos periodistas la historia de superación del jugador, que apenas medio año antes no sabía si volvería a jugar a nivel nacional después de sus lesiones. Jude por su parte había intentado mantener a Caleb Stonewall en raya mientras este soltaba sandeces y menosprecios a cualquiera que preguntara sobre su vida personal. El centrocampista defensivo se había zafado de la prensa hace unos minutos y por el momento no parecía que volvería a aparecer.

Otra dupla que no se había separado desde el pitido final eran el delantero centro Kevin Dragonfly y el multiposicional Shawn Froste. Los amigos se habían reclinado contra la espalda de la tribuna y habían estado incapacitados cuando la familia del delantero los habían arrollado en el momento que pisaron el campo. Cuando los medios de comunicación pudieron contactar con ellos sin miedo de perder unos dedos de un mordisco, no los habían soltado. No había sido hasta que un representante de las ligas estadounidenses, acompañado del propio entrenador de la selección del Unicorn que los chicos pudieran respirar con normalidad. Mac Robinson, ante la sorpresa de Kevin, le invitó personalmente a participar en una convocatoria de entrenamiento de su equipo de la MLS, los Ángeles Galácticos, el mismo equipo por el que un lesionado Erik Eagle ficharía dos meses más tarde. Y aunque los jóvenes dos sonreían al escuchar las noticias, una de esas sonrisas nunca llegó a unos ojos plagados de incertidumbre.

Xavier Foster era uno de los más aclamados, de pie frente a los medios sin perder un centímetro de su sonrisa milimetrada, manos llenas de tarjetas que Silvia más tarde le guardaría. Junto a él Austin Hobbes parecía seguir sin calmarse, apabullado ante toda la atención que había recaído sobre la sensación del torneo. Los dos delanteros o medias puntas de grandísimo talento intentaban acabar con el sin fin de preguntas cuanto antes para retirase y poder respirar. Ambos recibiendo sus móviles de parte de las gerentes para llamar a sus seres queridos, el pelirrojo riéndose de las quejas y alabos recibidos por parte de sus compañeros y amigos del orfanato don Sol. Su hermana Aquilina teniendo que prometerle por encima del griterío que le llamaría mañana. Una situación similar ocurría a su lado, con Austin celebrando por llamada con la madre del chico, prometiendo que se haría muchas fotos para enseñárselas cuando volviera.

Pero si estos dos se habían sentido intimidados por la cantidad de periodistas queriendo sonsacarles todo comentario u opinión, no podrían haber mantenido a la marabunta que atacó al capitán de la selección tras el alzamiento del trofeo. Solo pudo dar unas cuantas entrevistas hasta que vió desaparecer por un túnel a su ‘difunto’ abuelo, así que dejó a sus mejores amigos, Axel Blaze y Nathan Swift, a lidiar con la prensa mientras él se escapaba para alcanzarlo. Axel Blaze, el segundo mayor anotador en la competición, comandaba una intensidad que hizo que varios ojeadores tardaran un poco más de lo usual en acercarse a conocer al chico. Swift, el segundo capitán del Inazuma Japón parecía estar disfrutando minimamente de las preguntas y los flash de las cámaras, pero contestando siempre de forma humilde y mesurada. Ambos chicos consiguieron un descanso de la atención con la cual Axel fue a abrazar a su hermana y padre, que habían volado a ver la final, y algunas cámaras captaron el enternecedor momento que trajo a lágrimas al delantero.

En el mismo túnel por el que el capitán de la selección había desaparecido se encontraban Archer Hawkins y el anterior mencionado Caleb Stonewall junto a Percival Travis, el entrenador nacional, y su hija Camelia Travis, en una videollamada con Seymour Hillman, que seguía en el hospital. Mark Evans se detuvo unos segundos a abrazar de nuevo a todos, llevando a Caleb al sonrojo por vergüenza y a Camelia por otra razón, antes de prometerle a Hillman que le llamaría en un momento y saliendo corriendo de nuevo.

Esquivando a trabajadores del estadio que le aplaudían y festejaban su victoria, el chico de 15 años solo tenía una cosa en su mente; encontrar a su abuelo, el entrenador de la selección de Costail. Pasando por puertas y más túneles, teniendo que preguntar si habían visto al hombre y consiguiendo direcciones, Evans logra alcanzar no solo a David Evans, pero también a un cabizbajo Héctor Helio. Varios ojeadores parecen haberlos parado hace tiempo, dado que David se ha apartado del grupo para dejar al portero ocuparse de su futuro.

Es en ese momento que el nieto y abuelo cruzan la mirada y con signas, desaparecen por un arco al exterior del estadio. Parecen estar en el área de descanso del personal de los VIPs, mesas y taburetes coquetos están protegidos de la vista y ruido por varios árboles y vegetación preciosa. Ambos empiezan a hablar y Mark se apoya contra la vaya de madera, balanceándose levemente mientras que el mayor se sienta cara a él. Los dos hablan, ríen y se pican para volver a hacer las paces al instante, sonrisas idénticas en sus rostros. Supertécnicas y tácticas son discutidas, nuevas ideas lanzadas sin bases y cada una más ridícula que la anterior. Mark Evans se siente realmente completo por primera vez en mucho tiempo, más felicidad que nunca antes había sentido, fluyendo directamente por sus venas. Es en un momento de calma que el chico se acuerda de lo que había prometido hace unos minutos y llama a su primer entrenador, Seymour y obliga a David a coger la llamada y hablar con su antiguo pupilo.

Ante esto Mark se disculpa para irse, sabiendo que su abuelo tendrá que devolverle el móvil en algún momento y por ende volver a hablar con él. En los pasillos, volviendo se cruza con sus compañeros de nuevo, todos de camino a los vestuarios, y siendo llevado a hombros por Jack hasta estos.

Esta noche será de celebraciones, de gritos eufóricos, de los visitantes haciendo fiesta en la sección japonesa, en consumición de alcohol a escondidas y mucha, pero mucha celebración.