Chapter 1: CAPITULO 1
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En el Imperio Araik, el miedo y la fuerza dictan el destino. El Emperador Pick, un Alfa majestuoso domina cada rincón del reino con puño de acero. Su presencia imponente y su ira desatada han silenciado a enemigos y súbditos por igual.
Todas las personas del reino le temen, su mera presencia es suficiente para hacer temblar a cualquiera, y nadie osa mirar a sus ojos encendidos sin sentir un nudo en el estómago. Desde que derroco a su padre, ninguna persona se ha atrevido a llevarle la contraria y los pocos que lo hicieron, perdieron sus vidas. Incluso su esposa y su madre sienten que caminan sobre cascaras de huevo cada vez que le dirigen la palabra.
Su sed de sangre parece no tener fin; el campo de batalla es un sitio de juegos para él y su habilidosa espada. El líquido rojo carmesí baña su cuerpo de lado a lado, pero el Alfa no siente la más mínima perturbación.
Ganarles a los adversarios significaba que en el Palacio Imperial un gran banquete lo esperaría a él y a sus guerreros. Si estaba de buen humor, incluso sus concubinas podrían darle una buena noche; sino lo hacían, él cortaría sus cabezas.
Pensando en la festividad que se acercaba, el Emperador Pick caminó con su caballo hasta los establos. Cada persona al sentir su presencia bajaba la cabeza y se paralizaba. Ver el terror en los menos poderosos causaba sensación de placer en el Alfa. Ahí, entregando al animal, fue la primera vez que lo vio.
Entre el estiércol, uno de los sirvientes luchaba con una pala. A simple vista, se veía igual de sucio y desagradable como todos los demás esclavos, la diferencia era que su cabello largo le cubría el rostro.
Aquella apariencia aún más desaliñada que de costumbre hizo que el emperador se enfureciera. El pensamiento de que pudiera ser un espía o un mercenario dispuesto a matarlo le hizo gritarles a sus hombres.
—¿Quién es ese y por qué se oculta? ¡Tráiganlo ahora! —Un par de guardias corrieron hacia el hombre señalado y lo arrojaron a sus pies.
El sirviente continuaba con la mirada hacia el suelo, ocultando sus facciones con la larga cabellera. El joven era flaco y pálido, su cuerpo temblaba y olía tan mal como el excremento de los animales.
—¿Cómo te atreves a atentar contra el emperador? —dijo uno de los guardias y solo entonces el chico se atrevió a mirar hacia arriba.
—Su majestad, Emperador del reino de Araik —Se apresuró en decir con voz estremecida por el miedo. —He cometido un pecado mortal, imploro por su perdón…
—¿Cuál es tu nombre esclavo?
—Mi nombre es Rome, su majestad. No sé qué pecado cometí, pero le ruego me perdone… —Volvió a repetir inseguro, sin mirar a Pick directamente a los ojos.
—¿Por qué ocultas tu rostro? Déjame verte. —El emperador, movido por la curiosidad, tomó con habilidad su espada y la guio hasta el contrario. La respiración de Rome se interrumpió al sentir el filo cerca de su piel, pero no se movió.
Pick corto un segmento del cabello revelando lo que se encontraba debajo. Era un hombre joven y sucio, aun así, lo que más llamaba la atención era la terrible cicatriz que lo afeaba. Desde su ojo derecho hasta la barbilla, la carne maltratada parecía saludar a todos los soldados de la guardia imperial.
—Eres horrible. —Las palabras del emperador sonaron como dagas dolorosas para el pequeño esclavo que se contrajo y volvió a mirar hacia el suelo. —Mejor sigue cubriéndote, eres visualmente incomodo. Vete de aquí.
Rome, asintió sintiéndose herido. Un humilde esclavo no tenía la suficiente presencia como para hacerle frente al Emperador y su grandiosidad. Antes de irse, Rome sujeto la pala que había traído del susto. En el proceso, de forma accidental miro a Pick, dándose cuenta de que sus ojos eran tan filosos y agudos como todo el mundo decía.
—Espera un momento. —La voz del emperador le hizo detenerse. Rome había escuchado que ver sus ojos era un pecado que se pagaba con la muerte. El terror recorrió cada una de sus células. Él todavía se sentía muy joven para morir.
—Sirviente, ¿eso que huele eres tú? —Para su sorpresa, Pick era quien estaba buscando sus ojos con una expresión de ira. En medio de la confusión, Rome asintió con miedo. —¿Cómo puedes trabajar oliendo así?
—Perdóneme su majestad. Al estar trabajando con estiércol, se me pega el olor. No es mi intención ofenderlo…
—No hablo de ese olor, sino de tu olor dulce. —Todos hombres voltearon hacia el emperador como si estuviera loco —¿Por qué hueles dulce? ¿Eres un Omega?
—Si, mi señor…—Rome se sonrojó al entender lo que captaba Pick. —La semana pasada estuve con mi celo y todavía queda algo del olor. Por eso me asignaron a trabajar con el excremento de los animales…no quise incomodarlo…
Pick lo miro de mala forma y se dio la vuelta, con su ejército siguiéndolo de cerca. Porsche, su hombre de mayor confianza llego a su lado para recibir su espada. Al ser amigos desde niños, él era su mano derecha y la única persona que le hablaba sin miedo a ser asesinado.
—Emperador, estoy sorprendido. Solo un Alfa tan excepcional como usted podría sentir el olor de ese Omega. Para nosotros olía extremadamente mal, nauseabundo.
—Por algo yo soy el emperador y ustedes mis súbditos. —respondió con autosuficiencia.
Su amigo se burló y le hizo señas a todos los soldados para que se dispersaran. El emperador le sonrió mientras lo abandonaba para ir a sus aposentos. Al llegar al lugar, Lucia su esposa lo saludo con una reverencia. La pequeña barriga de la mujer también lo saludo, anunciándole que pronto vendría el príncipe heredero.
Honestamente, Pick no tenía ningún sentimiento por ella. Su unión era básicamente por política, pero procuraban mantener una buena relación. Lucia le temía de la misma forma que todo el mundo, siempre buscaba maneras de contentarlo para evitar su ira.
—Su majestad, para la celebración de la victoria, ¿le gustaría que la Reina madre prepare concubinas y concubinos para usted?
—Si. —Fue su única respuesta y la dejo fuera de su habitación. Siempre era lo mismo, esas personas vendrían a complacerlo mientras sus cuerpos temblaban. Omegas y Betas, a veces algunos Alfas eran convocados, pero ninguno llamaba su atención.
Nada lo movía por dentro. Llevaba un tiempo sintiéndose extraño, como si su cuerpo ansiara algo diferente. Pensó que el olor a la sangre lo aliviaría igual que siempre, pero esta vez, la picazón de sus dientes quería morder algo más.
Algo dulce.
El emperador Pick se desplazó hasta la ventana y dirigió su mirada hasta el jardín. Cerca a los establos, el esclavo de la cicatriz seguía llevando bultos de tierra. El olor que sintió en él fue dulce y único. Por un segundo, se sintió tentado en acercarlo a su nariz y oler descaradamente su cuello, pero se contuvo.
Si no hubiera estado tan sucio, seguramente lo hubiese metido en su habitación. Con una sonrisa Pick lo supo, Rome era suyo. Ese Omega iba a servirle al emperador.
***
Desde que Pick puso sus ojos en él, parecía que Rome estaba en todos los rincones del palacio. Al comienzo, se cruzaban en los pasillos, en el patio o en una que otra ceremonia. El sirviente siempre bajaba la cabeza de forma discreta para evitar sus ojos, pero Pick seguía percibiendo su olor tentador. Incluso en las caballerizas con la fetidez de los animales, el aroma de Rome llegaba como un dulce tropical a las fosas nasales del Emperador.
Con la guerra ganada, los próximos meses iban a ser muy tranquilos. Aun así, Pick debía verificar que su ejército de humanos y animales no bajaran la guardia. Por eso, esa tarde mientras observaba los armamentos, se encontró con que el esclavo cepillaba en silencio a uno de los caballos.
Todos las personas presentes se apuraron en arrodillarse para mostrar su respeto, él los ignoro sin dudarlo. El objeto de su deseo ignoraba totalmente su atención especial.
—Rome. —Llamó con voz firme. El sirviente se dio la vuelta confundido y en cuanto sus ojos se cruzaron, se lanzó al suelo haciendo una reverencia.
—Su majestad, ¿En qué puedo ayudarle? —La voz temblorosa del sirviente causó una sensación de satisfacción en Pick.
—¿Ya mi caballo se ha alimentado?
—Si señor. Ya se le ha dado de comer y también lo hemos bañado; el veterinario vendrá en un rato a vacunarlo. —A pesar de temer, a Pick le sorprendía que, a diferencia de los otros esclavos, Rome si respondía a sus preguntas por completo. El chico no se trababa al hablarle y controlaba el temblor de su voz.
Tal vez no lo miraba a los ojos, pero el hecho de que sostuviera una conversación era enigmático para Pick. El esclavo siguió en silencio arrodillado hasta que le dieran la orden de ponerse en pie. Al final, tan inesperadamente como llego, el emperador abandono las caballerizas.
Había muchos ojos observándolo, por lo que Pick se contuvo a si mismo de demostrar mayor interés en el sucio esclavo. El Emperador no podía darse el lujo de perseguir a otra persona, lo ideal era que al igual que todos, Rome le temiera y se paralizara en su presencia.
Siguió caminando por todo el lugar, visitando a los otros animales y a algunos soldados. Todos respondían a sus preguntas y le ofrecían atenciones. En un momento, Rome pasó nuevamente a su lado, esta vez cargando un pesado bulto con mucha dificultad.
Emperador se detuvo en la entrada, con los brazos cruzados atento a sus movimientos. El sirviente sintió que alguien lo estaba observando y se giró, encontrándose con los ojos brillantes de Pick. La palidez llegó al rostro de Rome, quien se tensó y aparto la mirada con miedo. Continuo con su tarea entre temblores sin dejar de sentir el peso de la atención del hombre.
Repentinamente, alguien levanto el saco que lastimaba sus hombros. Rome jadeo con alivio ante la ayuda y quiso dar las gracias, pero se congelo al ver que quien lo sostenía era el mismo Emperador.
La mirada de Pick era penetrante y helaba sus huesos. La fuerza del hombre también era descomunal; mientras que él usaba todo su cuerpo, el emperador únicamente sostenía la pesada carga con un brazo.
—Su alteza…muchas gracias —Susurró con una reverencia y Pick sonrió ligeramente —Yo…yo puedo llevarlo mi señor, no quiero causarle molestias.
—¿Te crees tan importante como para causarme molestias? —Fue su respuesta y Rome se tensó con miedo.
—¡No, mi señor! ¡Discúlpeme! Me refería a que no es mi intención ensuciarlo…
—Su majestad —Otro hombre llego junto a ellos —Le pido mil disculpas, este esclavo le ha faltado el respeto. Por supuesto, será castigado.
—¿Castigado? ¿Acaso me crees tan débil como para no poder con un simple bulto? —El hombre palideció —Arrepiéntete ahora mismo o conocerás la furia de mi espada.
El sirviente cayó de rodillas con miedo, al igual que Rome y se disculpó con el Emperador. Pick se burló de ambos y se dirigió hasta la esquina de la caballeriza para depositar la carga. Todos los presentes seguían atentos a el próximo asesinato, pero él no tenía ganas de cortar cabezas.
Lo único que estaba en su mente era el olor que Rome seguía desprendiendo. ¿Acaso él era el único que lo captaba? ¿Por qué todos parecían ignorar aquel dulce que paseaba por su nariz?
Pick abandono las caballerizas enfurecido. La asimilación de que se dejó llevar y ayudó a un esclavo lo hizo molestarse consigo mismo. Seguramente, todo se debía a la frustración sexual. Entró con rabia a los aposentos de sus concubinos. Las mujeres y los hombres presentes saltaron en cuanto lo vieron y bajaron la cabeza. Ninguno le dirigió la palabra. Ninguno era como Rome.
—¿Quién fue la última que paso la noche conmigo? —pregunto con rabia.
—Mi se…señor…yo…fui…yo —El tartamudeo de la Omega lo molesto. Odiaba que le hablaran de esa forma.
—¿A quiénes no he tocado este mes? Párense frente a mí.
Seis personas caminaron hasta él e hicieron una reverencia. Al final, selecciono a tres y se los llevó a sus aposentos. A pesar de que la noche fue movida, no pudo saciar sus ansias del estúpido Omega que cepillaba a los animales.
Su humor a la mañana siguiente era escalofriante. A las diez de la mañana ya había matado a un sirviente y a un traidor culpable de robarse los impuestos. La sangre adornaba la sala de reuniones, pero él se mantenía imperturbable.
Continúo leyendo los papeles, junto con algunos nobles y funcionarios hasta que de nuevo sintió ese maldito olor. Levantando la mirada, notó que, al otro extremo del salón, justo donde se esparció la sangre del traidor, Rome se encontraba de rodillas junto con otro sirviente limpiando las baldosas de mármol.
Sin previo aviso, Pick se apartó las hojas que estaba revisando y cruzó el salón hasta donde el esclavo yacía agachado. Todos los presentes en la sala observaron el movimiento, sorprendidos del interés de El Emperador a las dos personas que limpiaban. No era normal la falta de formalidad de su parte, y mucho menos, ver como hablaba específicamente con un sirviente.
—Rome —dijo con voz ronca asustando al mencionado. El menor al verlo, bajo la cabeza con miedo y empezó a temblar. Aquello causó una sonrisa en el emperador —Levanta la cabeza.
—Su majestad… —Susurró Rome con los ojos temblorosos —¿En qué puedo ayudarle?
—¿Por qué evitas mi mirada? ¿Te crees tan importante?
—No, su alteza —respondió el menor aturdido —Yo solo no quiero molestarlo con mi horrible aspecto.
En ese momento, Pick volvió a notar la cicatriz del chico. Por alguna razón, su cerebro pareció haber olvidado aquel detalle. Desde que le hablo, lo único en que fijo su atención fue en la mirada del chico de agradable olor.
—Eres horrible, pero si te digo que me mires a los ojos debes hacerlo o voy a cortarte la cabeza. ¿Entiendes? —Rome asintió petrificado mientras lo miraba fijamente.
Pick sintió satisfacción. Una mezcla de curiosidad e irritación crecía en su pecho al verlo tan sumiso con sus órdenes. Definitivamente se iba a divertir con Rome.
***
La próxima vez que el emperador lo vio fue en los jardines reales. El palacio estaba rodeado por numerosos jardines que resaltaban la grandeza del Alfa. A Pick le gustaba caminar por ellos para alejarse de los aburridos funcionarios que siempre le buscaban problema a todo.
El dulce olor de las flores llego a su nariz junto con algo mucho más delicioso. Por supuesto, fue fácil para él reconocerlo. Rome estaba cerca.
Como un sabueso, Pick persiguió el aroma que le causaba obsesión en las últimas semanas. En uno de los jardines, el más alejado, vio al sirviente agachado quitando la maleza con sus manos. El emperador se dedicó a ver su trasero por unos minutos, la forma en que sobresalía del delgado cuerpo agito su corazón y calentó su parte inferior.
El Alfa decidió liberar sus feromonas dominantes, aquellas que siempre fueron descritas como imponentes e irresistibles. Las numerosas concubinas que caían ante ellas eran la prueba más fehaciente. Deseaba ver cómo se comportaría el Omega con ellas.
Rome se giró asustado en cuanto las percibió y se congelo en su sitio al verlo. Pick le sonrió, lanzando una gran cantidad hacia él. El pequeño se sonrojo y bajo la cabeza, sintiendo como entre sus piernas el calor y la humedad aumentaba.
—Su…su majestad…—Susurró intentando disimular las reacciones de su cuerpo —Mi señor… ¿en qué puedo ayudarlo?
— ¿Te gusta estar aquí? Trabajando con flores, alejado de todo lo demás — comentó Pick sonriéndole, como si estuviera haciendo una pregunta casual.
El estado del Omega era obvio. Incluso sin que quisiera, sus feromonas de miedo se estaban liberando. Incómodo, Rome asintió lentamente mientras lo veía a los ojos.
—Sí, su alteza. Es tranquilo…me gusta trabajar…aquí —La última palabra de Rome salió como un jadeo vergonzoso. Pick se burló del tono agudo de su voz y lo observó en silencio Luego, sin decir más, se dio la vuelta y se marchó, dejándolo con el corazón agitado. A pesar de no haberlo hecho nada, Rome se sentía asustado por el poder que el hombre tenía sobre él.
El sirviente miró hacia sus pantalones y suspiro avergonzado. Tendría que solucionar aquel problema antes de seguir trabajando.
***
Rome no podía entender el actuar del Emperador en los últimos días.
No importaba hacía donde dirigiera su atención, parecía que el hombre estaba ahí siempre mirándolo con sus ojos filosos. Atravesándolo con fuerza, devorando su alma.
Quería pensar que todo estaba en su cabeza, pero los encuentros con el Emperador Pick se repetían prácticamente todos los días. No importaba si era bajo el sol inclemente o bajo la luna brillante, sus tareas solían interrumpirse por el hombre.
Tal como esa tarde; una tormenta inclemente bañaba los jardines del palacio. Rome estaba mojado de pies a cabeza, ignorando totalmente que, desde la distancia, un depredador lo acechaba. Él se encontraba tan agotado que solo quería terminar con sus asignaciones e irse a secar.
Repentinamente, lo vio. Pick lo observaba desde la puerta de los empleados. Rome se repitió a si mismo que todo era producto de su imaginación. El Emperador había sido bastante claro en que él era horrible y una desgracia para cualquiera. Ignoro la sensación de que él era alguien importante y siguió trabajando.
Lo que Rome no sabía, era que en verdad Pick estaba atento a cada uno de sus movimientos. Desde la distancia, el hombre notaba con incomodidad y rabia el cómo Rome trabajaba sin descanso con la ropa adherida a su cuerpo. Cada minuto que pasaba la ira iba creciendo en la mente del nombre.
De forma impulsiva, Pick les pidió a todos los esclavos que se detuvieran hasta que la tormenta cesase. Según él, si trabajaban en esas condiciones, podían enfermarse. Todos le hicieron una reverencia de agradecimiento por ser tan considerado con ellos y se dirigieron a sus aposentos.
Rome también los seguía hasta que su brazo fue sostenido por el hombre. El Omega contuvo la respiración con miedo, pero no se atrevió a desviar los ojos.
—Sígueme. —fue lo único que dijo Pick antes de irse. Con dudas, Rome aprovecho que todo el mundo quería irse a descansar y se escabullo detrás del hombre.
Pocas veces, los esclavos de baja categoría como Rome podrían acercarse a los aposentos del gran Emperador. Si no eran cortesanos, concubinos o parte de la corte que servía a Pick, jamás conocerían aquel sitio.
Por supuesto, Rome se sintió fuera de lugar cuando entraron. Miró todo a su alrededor con miedo de dar un paso en falso y romper alguna decoración. Él no quería perder su cabeza.
—Aséate en mi baño. Te dejare algo para que te vistas. —Con voz demandante, Pick le señalo el camino que debía seguir.
Bajo el agua, Rome realizaba una y otra vez respiraciones para calmarse. Él era consciente del poder absoluto que El Emperador tenía sobre su humanidad. Sabe que desafiarlo es igual a ponerse la soga al cuello.
Sobre una de las decoraciones, yacía una prenda verde. Con sus manos, Rome la abrió dándose cuenta de que era una túnica de seda. La suavidad de la tela en vez de calmarlo le causo miedo. Solo había una cosa que un Omega y un Alfa pudieran hacer en la soledad de una habitación.
Aturdido, el sirviente se vistió y salió a encontrarse con el hombre. Para Pick, ver a Rome temblar mientras luchaba por sostenerle la mirada era placentero. Era un juego de poder en el cual él ya había ganado desde el comienzo.
—¿Cómo te sientes vestido de seda? Debe ser mucho más suave que los harapos que sueles vestir.
—Gracias por su consideración conmigo, su majestad. —fue la respuesta nerviosa de Rome —No merezco tantos cuidados…solo soy un simple esclavo…
—Te hice una pregunta —La mirada oscura de Pick lo aterró.
—Me…me siento muy bien…muy cómodo…mi señor… —El mayor sonrió complacido.
Eso era lo que quería oír. Fue impulsivo al llevarlo a su habitación, pero ahora que lo veía vulnerable, se alegraba de haberlo hecho.
Y el olor seguía ahí. Deleitándolo.
—Libera tus feromonas dulces. —Demandó.
Rome no comprendió la orden al principio, dudando de si había escuchado bien o no. Pero entonces Pick arrugo el rostro y ante el miedo, libero muchas de sus feromonas dominantes.
—Me gusta tú olor —Comento Pick acercándose peligrosamente a él —Libera más.
Con el rostro sonrojado, Rome cumplió su mandato. Pick se acercó a su cuello y lo lamio, degustando el sabor increíble que lo tentó por semanas.
Definitivamente, Rome le pertenecía.
Chapter 2: CAPÍTULO 2
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Asustado, el sirviente dio un paso hacia atrás al sentir la lengua del Alfa. Su corazón empezó a latir acelerado al ver los ojos amarillos del Emperador observarlo de forma hambrienta.
—¿Mi…mi señor? —preguntó con miedo apretando la túnica con sus manos. —Su Majestad…
Pick no le respondió nada. Solo libero sus feromonas de forma descarada directamente hacia el Omega. El cuerpo de Rome se tensó y al igual que ese día en el jardín, su parte inferior se calentó y se humedeció. Sobre la tela verde, resaltaba su erección desvergonzada.
—Recuéstate en la cama y abre las piernas —Las lágrimas se formaron en los ojos de Rome ante la asimilación de lo que ocurriría. No podía creer que se aprovecharía de él y de su esta inferior.
Sin evitarlo, comenzó a llorar. Pick lo observó en silencio esperando que cumpliera con sus órdenes, pero Rome no se movía. Una presión angustiosa llego al pecho de Alfa, casi que como si compartiera un poco del dolor ajeno.
—¿Por qué estas llorando?
—Tengo miedo. —contestó Rome sin titubear —Me da miedo hacerlo con usted Alteza, estoy muy asustado…
Para el Alfa, la valentía era algo digno de admiración. Que el Omega temblara, pero tuviera la suficiente confianza para hacerle frente y hablar sin trabarse era impresionante. Si fuera otra persona, Pick lo hubiera arrojado en la cama y lo hubiera hecho suyo. Si se negase, incluso lo amenazaría con su espada y le cortaría un brazo. Extrañamente, él no quería asustar a Rome.
El pequeño sirviente despertaba en él muchos deseos y al mismo tiempo, inspiraba en su interior la sensación impetuosa de protegerlo y ceder ante sus caprichos.
—No quiero tener sexo contigo —Trató de mentirle, pero Rome lo miró con duda y arrugo los labios, casi que desafiando sus palabras. —Me gusta el olor que produces. Solo quiero lamerte y abajo está mucho más concentrado. De verdad…
Pick se sentía tonto por tener que esforzarse para que le creyeran, aun así, ver como Rome bajaba sus hombros y parecía calmarse valió la pena.
—¿Por eso quiere que me acueste? —El emperador asintió tendiéndole la mano con una sonrisa. El sirviente dudó unos segundos hasta que finalmente suspiro con calma y lo sujeto. Con lentitud y las mejillas sonrojadas, se dejó guiar hasta la cama por el Alfa —Gracias al cielo, casi me muero pensando que tendríamos relaciones.
La voz de Rome era música para el mayor, verlo hablarle con seguridad le provocaba paz.
—¿Nunca lo has hecho? —Pick lo empujo suavemente antes de estirar sus piernas y subírsele encima. Era una forma bastante clara de dominación, pero Rome no se veía perturbado. —¿Eres menor de edad?
—Por supuesto que lo he hecho y tengo veintidós años, mi señor. Es solo que usted es un Alfa muy imponente y sus feromonas causan muchas sensaciones en mi cuerpo. —La respuesta honesta del chico le gusto y no le gusto al mismo tiempo.
Por un lado, alguien más había tocado a quien consideraba suyo. Eso lo enfurecía, pero el hecho de saber que el Omega era débil ante él parecía evaporar toda la incomodidad. Desde arriba, olfateó y lamió el cuello Rome sin previo aviso. El sirviente saltó en su sitio ante el inesperado toque. La situación en que se encontraba era rara, pero al menos el temido Emperador no quería hacerle daño.
De hecho, lo que le hacía era muy placentero. El Omega liberó más feromonas para complacer al hombre que le había confesado que su olor era delicioso. A pesar de que al comienzo era incomodo, ahora se encontraba gimiendo y excitado. Pick no dejaba de rozarlo una y otra vez.
Rome quería cerrar sus piernas para que él no tocara su muy despierta intimidad, pero el gran cuerpo del Alfa se lo impedía. Pick continuó liberando sus feromonas con cada lamida y Rome sintió que se humedecía mucho más. Sus mejillas se sonrojaron al darse cuenta de que estaba reaccionando descaradamente.
—Su…su majestad…—murmuro con voz débil —Mi cuerpo…me disculpo…mi cuerpo…soy un Omega mi señor…
—¿Y? ¿Cuál es el problema? —Contestó Pick desde su pecho. Ahora sus pezones eran las víctimas de la lengua del gran Emperador.
—No puedo controlar mis reacciones al estar con alguien como usted —Rome intentó que la nube de placer que confundía su cerebro se alejara —Me estoy excitando por sus feromonas. Lo siento, no quiero faltarle el respeto. Sé que usted no desea…hacerlo con alguien…como yo.
Pick se rio para sus adentros. Por supuesto, él era consciente de que con los minutos el Omega liberaba feromonas sexuales por ser estimulado. Era fácil para él girarlo y entrar, pero algo en su interior le decía que debía ser paciente.
Él no quería correr con Rome.
Eso no era divertido. Era mejor que el chico lo deseara tanto como él lo deseaba, quería que Rome confiara ciegamente en él y sus falsas palabras.
—No te preocupes por eso. Solo déjate llevar y permíteme deleitarme con tu esencia. —Pick posó sus manos en las piernas ajenas y las abrió aspirando con ganas el aroma que desprendía el Omega —Voy a lamerte aquí, ¿está bien?
Aunque dudaba, Rome asintió y miró hacia el techo. La sensación de la lengua de Pick en conjunto con sus feromonas llevó a Rome a sentirse incluso mejor en poco tiempo. Las manos del Emperador recorrieron piel con fuerza, provocando que el sirviente se perdiera en el placer de ser dominado.
Le daba vergüenza saber que Pick estaba lamiendo su erección. Se sentía incluso culpable de tener al Emperador del reino complaciéndolo por algo tan pequeño como su olor. Rome liberó muchas más feromonas para complacerlo también mientras apretaba las sábanas bajo sus manos.
El sirviente fue consciente de que Pick también estaba muy caliente. La erección del Alfa hizo su aparición entre sus muslos. Fueron segundos de tensión en los que creyó que pasarían a algo mucho más comprometedor, pero se equivocó. Sus piernas cerradas se convirtieron en el método del mayor para autocomplacerse y con aquel roce, ambos terminaron.
Cubierto por ambas esencias, Rome permaneció acostado hasta que reguló su respiración. Con la habitación en silencio, el Omega se sentó sonrojado. Sus ojos y los del Alfa se entrecruzaron en el mar de feromonas y sorpresivamente, una carcajada se escapó de sus labios. Fue una risa larga y extendida, como si lo que acababan de hacer fuera un chiste muy bueno.
—¿De qué te ríes? —le pregunto Pick secando las lágrimas que caían de sus ojos por tanta risa.
—No sé —dijo con sinceridad —Solo me siento muy feliz y complacido.
—Yo también. No me equivoque contigo. —Pick le extendió la mano y lo ayudo a incorporarse —Vamos a limpiarnos…
El piso de mármol estaba helado bajo sus pies calientes. El baño del Emperador parecía más una piscina que un lugar para asearse. Usarlo dos veces en un mismo día era un sueño del cual Rome no quería despertar.
—¿Nos metemos juntos? Podemos relajarnos en el agua.
—¿No le incomodará mi presencia? Después de todo estoy sucio…
—Sucio por mi culpa —Se burló Pick —De todas formas, ya estamos desnudos, acompáñame.
El agua estaba fresca. Sentados uno junto al otro, se dedicaron a disfrutar de la compañía ajena en silencio. Sin ponerse de acuerdo, ambos liberaron sus feromonas. Hacer lo mismo sin conversarlo desde antes los sorprendió y les provocó risas.
—Estamos sincronizados —Comentó Pick con burla —De verdad hueles muy bien.
—Usted también Su Majestad.
—¿Por qué no te había visto sino hasta hace poco? ¿Te escondías de mí? —El Omega negó —¿Entonces? ¿Por qué?
—Como sirviente hago de todo un poco en el palacio. La única excepción son las funciones cercanas a su alteza, esas son exclusivas para su corte y yo nunca podría aspirar a ser parte de ella.
—¿Por qué no?
—¿En serio no lo sabe? —La voz de Rome fue juguetona sin querer. Observó al Alfa con miedo, pero él pareció no haberlo notado así que continuó hablando como si nada —Por mi apariencia. Es un pecado mostrarle algo tan desagradable a Su majestad.
—De lejos eres feo, pero poniéndote atención, posees algo…llamativo. —Rome soltó una carcajada.
—Definitivamente la educación no se improvisa. Gracias por ser gentil conmigo, pero soy consciente de que mi cicatriz es bastante espeluznante…
—Confieso que no es bonita pero tampoco digas que es espeluznante —Pick recostó la cabeza en la orilla —Podría ser peor, créeme.
Rome negó con la cabeza y siguió su ejemplo. Se relajo tanto que se quedo dormido, su cuerpo se deslizo lentamente por el agua. El Alfa lo observaba en silencio hasta que prácticamente su cabeza empezó a hundirse.
Con una sonrisa, Pick lo cargo fuera del gran baño. Rome estaba evidentemente cansado por trabajar todo el día, pero fue capaz de despertarse cuando su cuerpo tocó la gran cama.
—¡Discúlpeme, no me di cuenta! —contestó poniéndose de pie y se vistió —¿Ya puedo retirarme?
—Por supuesto —dijo Pick entre dientes —Recuerda no comentarle a nadie lo que acabamos de hacer. —Rome asintió a sus palabras y estuvo a punto de irse cuando volvió a escuchar su nombre. —Volveré a solicitar tus servicios. Tus feromonas son mías. ¿Entendido?
—Si señor. No suelo liberarlas, no se preocupe. —Pick lo vio irse y suspiró. Al menos toda la habitación olía a Rome.
Esa noche dormiría muy cómodo.
.-.-.
Al día siguiente, Rome fue asignado parte de la corte que servía al emperador. Con la cercanía, el intercambio de olores se volvió algo habitual. Cuando se quedaban solos, Pick le pedía que liberara sus dulces feromonas hasta sentirse embriagado. Si alguien llegaba a entrar, el mayor las neutralizaba con las suyas que eran mucho más dominantes y espantaba a quien sea que se atreviera a interrumpir su momento placentero.
Algunas veces, el sirviente le pedía a su Amo que liberara las suyas también. Entre ellos existía una conexión química innegable en que las feromonas del otro causaban mucho placer. No lo entendían, pero tampoco les importaba. Era bueno sentirse bien, incluso de forma no sexual.
En el salón de juntas, los funcionarios se veían unos a los otros con duda. La actitud del Emperador los tenía aterrados. La máxima autoridad del reino estaba sonriendo. Incluso, uno de los nobles cometió un error y en vez de cortarle un brazo, le pidió que le tendiera el papel correcto.
Que estuviera de buen humor era peor. Significaba que quien dañara su buen ambiente iba a tener una muerte lenta y dolorosa. Verdaderamente todos preferían verlo serio.
Ajeno a todo, Rome paseaba por toda la sala repartiendo té verde. Pick aparentemente observaba los papeles en sus manos, pero la verdad era que no podía dejar de ver la cintura del Omega contorneándose de lado a lado.
El emperador sonrió para sus adentros, pronto volvería a sentir ese delicioso olor.
La reunión finalizo en menos tiempo del esperado. Todos lucían complacidos y contentos por el hecho de que el día estuviese fluyendo de manera adecuada. Los sirvientes se dispusieron a ordenar el sitio donde estuvieron los funcionarios minutos atrás. Uno de los guardias de Pick se le acerco a Rome y le pidió que le llevara unos papeles a su despacho personal.
El Omega supo lo que vendría a continuación. Con el rostro sonrojado, Rome cruzó la puerta y la cerró en silencio. Pick lo observo con una sonrisa y extendió la mano para recibir su encargo.
—Su majestad…me han pedido que trajera esto… —comento con voz nerviosa.
Pick asintió y echo su silla hacia atrás, dejando libre sus piernas. Rome observó las extremidades del Alfa y se sentó en ellas, sabiendo perfectamente lo que tendría que hacer.
El esclavo liberó sus feromonas al mismo tiempo que la lengua del gran Emperador se paseaba por su cuello. Rome gimió en respuesta y permitió que el hombre bajara sus pantalones. Pick comenzó a estimularlo, provocando que cada vez la concentración del olor fuera mayor.
Últimamente hacían mucho eso. Al Emperador le gustaba tocar su cuerpo. El Alfa disfrutaba de provocarle placer para que liberara feromonas mucho más dulces. Como moneda de cambio, Rome también recibía el deleite del olor contrario.
Los soldados más cercanos de la máxima autoridad del reino ya estaban enterados de aquella extraña unión. El mismo Pick se los dijo y los amenazo con que si alguno decía algo, sus cabezas y las de todas sus familias iban a rodar por todo el palacio para que los niños jugaran como si fueran pelotas de carne.
Por supuesto, aunque ellos sabían de sus encuentros, se hacían los locos. Era curioso ver a un sirviente sentado en el suelo junto al Emperador que trabajaba; Ellos de vez en cuando podían oler ligeramente sus feromonas, pero la mirada asesina de Pick provocaba que contuvieran la respiración para no sentirlas.
Aun así, preferían ver al Alfa de buen humor. Llevaban una semana sin muertes o mutilaciones. Era un récord que todos festejaban. Un secreto a voces que era celebrado por todos el palacio.
La atención de Pick hacia Rome no pasó desapercibida por su esposa, la Emperatriz. Ella, por supuesto había sentido las feromonas ligeras en su esposo y pensó que eran de una nueva concubina. Fue hasta donde la Reina Madre y preguntó, sorprendiéndose ante su respuesta negativa.
El emperador seguía frecuentando a las concubinas, pero ninguna tenía permitido esparcir sus feromonas en él. Lucia quería preguntar, pero no se atrevía. ¿Quién sería tan atrevida como para dejar un pequeño rastro en el máximo gobernante del reino?
Tuvo respuestas en los siguientes días. El bebé comenzó a dar patadas, por lo que, ante la dicha, fue la oficina de su esposo. Con el permiso de entrar, cruzó la puerta con una sonrisa que murió en cuanto volvió a sentir el olor.
Desvió su mirada hasta un sofá y se sorprendió al ver un esclavo profundamente dormido.
—¿Querías decirme algo? —preguntó Pick con seriedad.
—Si…—susurró ella confundida —El príncipe heredero ha empezado a patear…—El Alfa le mostró una sonrisa de labios cerrados y se desplazó hasta ella para posar sus manos en la pequeña barriga.
—Vaya. Parece que será un Alfa importante como su padre —dijo él felizmente.
—Así es…Su Majestad…—Ella seguía mirando a Rome, sin atreverse a preguntar.
Pick observó lo que llamaba la atención de su mujer y suspiro con desanimo, esperaba que no armara ninguna escena o tendría que cortarle la lengua.
—Él es Rome. —dijo con voz ronca —Mi sirviente personal.
—¿Cómo se atreve a quedarse dormido en tu presencia? —Lucia se espantó con la insolencia. —¡Es una falta de respeto!
—Baja la voz, déjalo descansar —respondió Pick caminando de nuevo hasta su escritorio. —Me gusta como huele. Lo obligue a esparcir sus feromonas durante más de cuatro horas hasta que se desmayó.
—Oh, ¿él es el dueño del olor que he percibido algunas noches en ti?
—Si, pero solo lo huelo, no me he acostado con él.
—Por supuesto, no dudo que Su Majestad sería incapaz de tocar a un esclavo —explicó ella con miedo de despertar la furia por su malentendido —¿Debería suministrarle bebidas para subir su energía vital? No está bien que pierda el conocimiento sin cumplir con sus obligaciones…
—¿Qué haría yo sin una esposa tan brillante como Mi Emperatriz? —La sonrisa en la mujer se amplió —Le pediré que vaya a visitarte cuando despierte. Te enviare un regalo esta noche, ya puedes retirarte.
Después de mucho tiempo, Lucia se sentía contenta. Tenía meses sin recibir un halago de su esposo. Si Rome podía provocar que ella y el Emperador se unieran, metería sus manos en esa extraña unión. La Reina Madre siempre le decía que debía buscar la forma de recibir el favor de Pick y con el esclavo, un mundo de posibilidades se abría ante sus ojos.
.-.-.
La vergüenza de Rome era tan grande que fácilmente podría atravesar el techo. Frente a él, se encontraba la Emperatriz Lucia y la Reina Madre. Dos personas importantes para todo el reino.
Jamás pensó que al despertar él le diría que se dirigiera a donde las dos mujeres. Ellas lo miraban de arriba debajo de manera inquisitiva, casi que burlándose de su pobre apariencia.
—Entonces, ¿eres el Omega que libera feromonas calmantes para el Emperador? —Rome asintió con miedo —¿Qué hierbas estas consumiendo para evitar el embarazo?
El sirviente abrió los ojos con sorpresa e incredulidad. La mujer mayor lo observaba con los brazos cruzados, esperando por su respuesta.
—Mi señora…el Emperador y yo nunca hemos intimado…—La anciana desvió la mirada hacia la emperatriz quien levanto los hombros como si tampoco le creyera. Rome agregó —Su majestad dijo que yo no…no provocaba esos deseos carnales en su persona…
—No te creo. —sentenció la Omega más vieja —Quítate los pantalones y muéstrame el espacio entre tus piernas. —Ante la duda de Rome, la mujer apretó el rostro con molestia —¿Te atreves a desobedecer a la madre del Emperador?
Rome negó con miedo y se desvistió rápidamente. Se dio la vuelta para que ambas mujeres detallaran con claridad que Pick no lo había tocado de esa forma. La humillación era tan grande que quería llorar, pero se rehusaba a hacerlo frente a ellas.
—Ya puedes vestirte —comentó la Reina Madre —No me extraña que mi hijo no te toque. Tienes un cuerpo bastante feo. —Rome bajo el rostro sintiendo que las lágrimas realmente querían salir —No tienes forma y ni hablar de esa horrible cicatriz. Tienes suerte de tener buenas feromonas.
—Tu deber es servirle al Emperador. Por eso, todos los días ven aquí por un brebaje que te dará energía. —La emperatriz le dijo con una sonrisa ignorando el dolor en el rostro ajeno —Ni se te ocurra olvidar tomarlo.
—Y si llegas a intimar con otro esclavo, asegúrate de beber un té de hierbas. No necesitamos rumores de un bastardo que ni siquiera tenga la sangre real. —La Omega mayor caminó hasta él para intimidarlo —Si valoras tu cabeza, ni se te ocurra quedar en cinta. ¿Entendido?
Con manos temblorosas, Rome recibió una taza de las manos de la Reina Madre. El sabor fue conocido para sus labios, era un té anticonceptivo. Creyó que le darían algo para que produjera más feromonas, pero parecía que la Madre del Emperador tenía otros planes.
Agradeciendo al cielo, Rome corrió hacia sus propios aposentos cuando lo dejaron irse. La ansiedad que le provoco aquella humillación era demasiada. Solo quería acostarse en su cama y poder llorar a gusto.
En el sur del palacio, vivían todos los sirvientes y algunos soldados del Emperador. Existían desde cuartos compartidos hasta individuales. Normalmente todos se movían cuando la muerte se llevaba varias almas al tiempo y se desocupaban. Rome agradecía que, gracias a los muertos de la batalla, él pudo obtener un cuarto solitario.
En el fondo, sospechaba que Pick había intercedido por él. Sobre todo, porque con una habitación individual, nadie notaria cuando él se iba a los aposentos del Alfa en medio de la noche.
Rome amaba tener espacio para él mismo y sus pensamientos. Por eso, cuando vio la puerta medio abierta, le pareció raro. Entró y vio una figura familiar. Su corazón latió emocionado cuando el Beta se giró a verlo.
—Mi Omega…—le susurro aquel hombre con los brazos abiertos. El menor se apresuró en corresponder su gesto con tanta fuerza que ambos cayeron en la cama.
Los besos apasionados llenaron toda la estancia y en pocos minutos, los gemidos acompañaron su encuentro. No importaba que la cama fuera minúscula, era perfecta para que él y su compañero se juntaran con amor.
—Din… ¿Cuándo volviste? Te extrañe un montón... —comentó Rome sobando el pecho ajeno cuando terminaron de intimar.
—Acabo de regresar. Por fin conseguimos las semillas que mi Amo quería y mira, también te traje algo. —El hombre lo separo un poco y de un saco tomó una pequeña bolsa —Conseguí los dulces del norte que tanto te gustan.
Rome los recibió sintiendo lágrimas en los ojos. Ese detalle era costoso y difícil de conseguir, casi medio mes del salario de su pareja.
—No debiste…cuestan una fortuna…
—Tú sonrisa vale más que el dinero —contestó Din atrayéndolo nuevamente a su lado —¿Cómo haz estado? Me han dicho que tú y varios sirvientes están trabajando junto al Emperador.
—Si. Él corto las cabezas de varias personas y nosotros fuimos ascendidos. No hemos tenido problemas sirviéndole… —Rome suspiro recordando la incómoda situación con la Reina Madre y la Emperatriz. —Lo importante es hacer lo que él diga, seguirle el juego…ya sabes…
—Igual me preocupo por ti. Él no es un hombre benevolente, recuerda que a mi excompañera la mato por tropezarse y regar su comida.
—Bueno…eso termino siendo muy bueno para mi —dijo Rome con una sonrisa y Din soltó una carcajada —No me hubieras volteado a ver si ella siguiera viva.
—Eres un tonto —El hombre delineó su cuerpo con delicadeza —Lo importante es que ahora estamos juntos. Eres mío, Rome.
—Siempre tuyo…—susurró el Omega con una sonrisa y volvió a besar a su pareja. —¿Cuánto tiempo te quedas?
—Tres días y luego partiré por un mes. ¿Esperaras por mí?
—Hasta que seamos ancianos y nuestros hijos se aburran de nuestra cursilería…
No era raro que los sirvientes tuvieran compañeros. Era un hecho conocido por todos, pero de igual manera, debían ser cuidadosos de no tener comportamientos románticos en horarios laborales. Y también, eran ser conscientes que sus vidas siempre estaban en riesgo. Ya fuera por el Emperador o las personas que estaban encima de ellos en posición, su humanidad no les pertenecía.
Por eso Rome amaba a Din. A pesar de tener que rendirle cuentas a un noble de alto rango, siempre encontraba momentos para contentarlo y hacerle detalles. Ya llevaban casi tres años saliendo. Si todo continuaba bien, en un futuro se casarían e incluso tendrían hijos.
Din estaba juntando dinero para comprar la libertad de ambos. Era un Beta muy trabajador. Viajaba mucho y por esa misma razón recibía muchos beneficios. Rome lo extrañaba con fervor todos los días. Din era su destinado.
Con ese pensamiento, la imagen de Pick llego a su cerebro. Lo que estaba haciendo podía llegar a los oídos de su pareja y crearle un malentendido.
—Mi cielo, tengo algo que contarte…—dijo con miedo —Estoy trabajando con el Emperador, pero no solo como su sirviente. También me pide que produzca feromonas relajantes… —Rome se mordió la lengua para no comentar nada más. Primero quería tantear el terreno antes de explicar realmente la naturaleza de sus encuentros.
Su novio lo miro de forma seria y luego le sonrió. Acto seguido, le dio un beso suave en los labios —Lo sé. Uno de los guardias reales me lo comento cuando llegue a buscarte. —Din tomo una de sus manos y la acaricio —Al principio me moleste mucho. Pensé que realmente me estabas engañando con él y te estaba esperando aquí para insultarte, pero cuando llegaste seguí viendo el mismo amor de siempre. Incluso tu parte inferior seguía intacta…
—¿Por eso te demoraste tanto preparándome?
—Si —Aceptó Din entrecruzando sus dedos —Se nota que no tuviste acción en estos últimos meses —El Omega se sonrojó —Por supuesto, ahora mismo no podemos decir lo mismo…
El Omega se rio y volvió a besar a su compañero. Que suerte que acababa de beber el té anticonceptivo. Esa noche sería muy movida.
Chapter Text
La presencia de Rome se convirtió en una constante para la guardia imperial y los sirvientes cercanos al Emperador. Incluso los funcionarios conocían al feo Omega cuya única virtud eran sus feromonas dulces. En algunas reuniones tensas, la presencia de Rome se solicitaba para calmar la furia de la máxima autoridad del reino.
El omega solo se sentaba en el suelo igual que un perro y liberaba sus feromonas. Algunas veces Pick sobaba su cabeza en señal de aprobación hasta que después de horas de producción, Rome caía agotado sobre sus pies. Parecía una tarea fácil, pero era realmente agotadora.
Casi todos las juntas se detenían cuando él perdía la consciencia y otros sirvientes tenían que sacarlo en brazos. Pick les daba una que otra indicación y continuaba hablando con los funcionarios de forma relajada. Ningún miembro de la corte sentía amenaza por Rome, él no interfería con nada. Solo era un adorno oloroso, tal y como un incienso.
Cuando Rome no ejercía las funciones de fragancia con piernas, cumplía con sus deberes como sirviente. Continuaba limpiando y ayudando a los otros esclavos con los quehaceres del gran palacio. A veces, hasta se le asignaba acompañar a la Reina Madre en sus salidas. Esos eran los días que más odiaba porque a pesar de que ya le había dicho a la Anciana que él no intimaba con el Emperador, ella seguía insistiendo en que debía complacerlo.
—¿Eres un Omega o no? —Lo regañó —Tu debes es atender a los Alfas.
Rome guardo silencio con rabia. Las ideas de la mujer eran muy retrogradas. Su única función era atender a su compañero, no tenía por qué servirle íntimamente a otro hombre.
—Las concubinas siguen muriendo —continúo ella hablando como si le molestara el silencio del sirviente —Ayer murieron otras dos y la Emperatriz no puede intimar por su embarazo. ¿Supiste que tuvo un sangrado hace días? Debemos cuidar al príncipe heredero.
—Su alteza…con todo respeto…yo no soy un concubino o un cortesano…—El menor fue cuidadoso con sus palabras —No tengo los conocimientos básicos para complacer a un hombre como el Emperador…
—Pero tienes las feromonas que le gustan. —Rome se mordió los labios para contenerse. —Su mal genio y su furia sin límites parecen calmarse contigo. Tal vez si las secretas cuando abras las piernas, él pueda perseguir el placer en vez de la sangre de su compañero de cama.
La conversación murió en ese momento. No tenía sentido discutir con ella y su terquedad. La reina solía acosarlo con lo mismo una y otra vez, pero él simplemente no se atrevía a intentar nada. El Emperador era bastante conocido por matar a sus amantes de una noche, no por algo las familias de las pobres concubinas recibían una compensación de por vida por las cabezas de sus hijas. Él le temía a Pick.
Confiaba en el hombre y su palabra de no querer tocarlo, pero eso no significaba que bajaba la guardia en su presencia. Rome era consciente de que su cabeza fácilmente podría ser reemplazada, por eso, a pesar de que fuera agotador, Rome tomaba los brebajes de la Emperatriz para tener energía y producir muchas feromonas a diario.
Y también estaba Din. Traicionarlo era impensable. Rome era fiel a sí mismo y a sus principios; podía ser un esclavo, pero nunca se rebajaría a vender su cuerpo.
Mientras Rome divagaba sobre su relación, Pick lo observaba en silencio desde la distancia. El Alfa realmente había hecho un esfuerzo descomunal para aguantar tanto tiempo sin hacerlo suyo. Todavía no sabía el porqué, pero seguía siendo absurdamente considerado.
La presencia de su amigo Porsche le indico que había un problema. Conocía muy bien su rostro serio como para tomárselo con calma. El general llego hasta su lado y dirigió la mirada hacia el Omega.
—¿Mirando a la presa? —Comentó con una sonrisa y Pick torció los ojos —Tengo información importante.
—Habla.
—Dicen que te has vuelto débil. —Ante el discurso de su amigo, El Emperador se giró incrédulo —Todo el reino susurra que, por culpa de un Omega y su dulzura, tu carácter ha cambiado. Desde el reino de Odarude se prepara una emboscada. ¿Quieres que envíe a mis soldados para demostrarles que no deben hablar sin sentido sobre Su Majestad?
—Prepara a los mejores guerreros que tengas. Mañana mismo vamos a interponernos en su plan y a conquistar sus tierras. Yo liderare la comitiva. Quiero que al final del día todos sepan que Araik tiene un Alfa que no acepta que hablen mal de él.
—¿Y qué hacemos con Rome? —la pregunta del general provoco que Pick de nuevo mirara hacia el Omega, quien ahora cepillaba el cabello de su madre con cuidado —¿Quieres que lo encierre? ¿O apago la vida de sus ojos? Puedo ser rápido para que no sienta dolor.
—Tal vez sea bueno ignorarlo por un tiempo. —El Alfa negó al plan de asesinar al sujeto de sus deseos —Avísale al encargado de los sirvientes que le asigne más tareas que de costumbre. Quiero que este tan ocupado que no tenga tiempo de pensar en nada más que mi regreso. Quiero que ansíe mi presencia para poder descansar y darme sus feromonas.
Porsche mostró una sonrisa incomoda mientras miraba a Rome en la distancia. El pobre Omega jamás podría escaparse de las garras del emperador.
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Dos meses pasaron desde que el Emperador Pick y sus hombres invadieron las tierras de Odarude. Fue una batalla sangrienta pero el Alfa más temido de Araik resulto victorioso.
El regreso estuvo acompañado de las cabezas de sus enemigos clavadas en sus lanzas, una clara señal de que nadie debía meterse con él y su fuerza. Todo el reino agachó la cabeza en cuanto sus inmensa presencia paso junto con la comitiva real.
Para la celebración del triunfo, el palacio real preparó un gran banquete. La Reina Madre y la Emperatriz se encargaron de que todo estuviera en perfectas condiciones para recibir al Emperador más poderoso de toda la nación; La sala más imponente del palacio resplandecía con una lujosa decoración digna solo para los dioses. Altos funcionarios y algunos nobles ocupaban mesas repletas de comida y bebidas por la festividad. Algunos también sostenían regalos para premiar a los guerreros y como cereza del pastel, en la parte más alta del salón, una mesa especial fue colocada para El Emperador, su familia y algunos amigos.
En cuanto los hombres de batalla entraron, el público gritó con emoción. Todavía sus armaduras estaban bañadas con la sangre enemiga, el orgullo de haberlos vencido residía en cada uno de sus cuerpos. Casi que, levitando por encima de todos, El Emperador se sentó en su sillón decorado con oro e hizo una señal.
La música dio por iniciada la celebración. Palabras de felicitaciones llegaron unas tras otra, Pick lucía contento mientras dialogaba con Porsche y otros funcionarios. Todo ocurría con normalidad, aunque en el fondo de su mente, una pequeña voz le decía que lo buscara.
Quería ver a Rome. Quería oler sus feromonas.
Y como si Dios cumpliera sus deseos, el Omega entró en la sala con una bandeja. Al verlo lucir un atuendo dorado pegado a su cuerpo, Pick inconscientemente secreto feromonas dominantes provocando que las personas sentadas a su lado se crisparan asustadas. El silencio y el miedo reino en la mesa. Nadie sabía que pasaba, pero temieron por sus vidas.
La Reina Madre fue la única que se atrevió a romper el silencio después de aclararse la garganta: —La Emperatriz Lucia tuvo la genial idea de asignar a Rome a que atendiera esta mesa. En cuanto quieras feromonas, puedes pedírselas hijo.
Pick no dijo nada. Todavía las palabras que dudaban de su fuerza por culpa de Rome rondaban en su mente. Quiso ignorarlo para demostrarle a todo aquel que mirara viera que él no sentía ninguna debilidad por el feo Omega.
Ajeno a los pensamientos del Alfa, el sirviente se acercó con varios pasabocas y una mueca de alegría: —Bienvenido, Su Majestad. Felicitaciones por la victoria, larga vida al Alfa más poderoso de toda la nación.
La sonrisa de Rome lo desarmó en un segundo. La idea de ignorarlo fue tan difícil que a duras penas logró contenerse y solo dar un asentimiento a las palabras contrarias. El sirviente continúo atendiendo la mesa, ignorando por completo la actitud contradictoria que daba vueltas dentro de Pick.
Las conversaciones eran superficiales y vacías; todos intentaban que el Alfa mejorara su rostro, pero la expresión de irritabilidad seguía y seguía. Incluso las bailarinas, fueron regañadas por ser aburridas y tiesas.
El banquete cambio de ser una celebración a un campo de minas. El Emperador estaba de mal humor y eso era lo peor. Llego a un punto en que ninguno de los sirvientes se atrevía a ofrecerle ni siquiera alcohol. Solo Rome parecía tener la suficiente confianza de que su cabeza no sería cortada.
Con cada paso, el Omega sentía los ojos del Emperador escudriñándolo. Sus nervios aumentaban, Pick también estaba serio con él y no le había pedido sus feromonas. Eso era una mala señal. Con cuidado, se inclinó para servirle una bebida. Esperaba no cometer ningún error.
La Reina Madre busco sus ojos y con sus labios modulo la palabra “Feromonas”, Rome entendió a que se refería, pero dudaba de si su acto calmaría o enfurecería más al Emperador. Lucia, también lo observo y repitió la misma acción de su suegra, delineando perfectamente la palabra “Feromonas” con sus labios.
Antes de poder liberarlas, escucho la voz de Pick y se paralizó.
—Tienes modales impecables al servir… —comentó quitándole uno de los vasos. —¿Quién te enseñó? ¿Acaso tomaste clases para ser un cortesano?
Rome se detuvo un instante por el tono de voz ronco del hombre. Francamente se asustó, pero pudo contener su miedo. Al notar la mirada impaciente del mayor, respondió en voz muy baja: —Me enseñó mi madre, su majestad. —El Omega intercambió una mirada nostálgica con el Alfa —Ella fue una concubina y después se convirtió en esclava como yo…
Pick no pregunto nada más. Bebió el vino que el Omega le tendió y le indico que se retirara. A pesar de los recuerdos tristes de su madre, Rome mantuvo la compostura y siguió atendiendo a las otras personas.
La celebración siguió, el alcohol parecía haber relajado los hombros tensos de cada participante. Excepto Pick. Él seguía molesto, pero ahora disimulaba. Las bebidas que Rome y otros sirvientes traían lograron soltar la lengua de algunos de sus hombres más cercanos, tanto que sentía que los estaba conociendo como eran realmente.
Joss, uno de los generales, parecía haber tomado demasiada confianza. Se burlaba de las bailarinas y los músicos. Su actitud en general dañaba el ambiente de la mesa. Porsche intentó en varias ocasiones que se levantara y se fuera, pero el hombre insistía en que no todos los días se celebraba una victoria con el Alfa más fuerte del imperio.
Rome se acercó nuevamente a ellos, esta vez a Joss para servirle más vino. El hombre lo miro chasqueando la lengua y habló: —Vaya, que Omega tan feo. —Le dirigió una mirada despectiva —Que asco, con razón se cubre el rostro.
Pick le dirigió una mirada helada para que se callara y estuvo a punto de defender a su sirviente cuando, por los nervios, Rome derramó una de las botellas de vino. El Omega palideció al instante y buscó algo con lo que recoger el desastre.
Otro sirviente se acercó y le dio un paño para limpiar. Rome inclino su cabeza en señal de disculpa ante todos los presentes y se dispuso a arreglar el daño.
—Aprovecha y limpia el olor tan desagradable que desprendes. —dijo Joss sin ocultar su desprecio. —No entiendo por qué te sacaron de las caballerizas. Tú lugar es junto al excremento de los animales.
Pick no lo soportó más. Sin mediar palabras, desenvainó su espada y con un solo movimiento, decapitó al hombre frente a todos. La cabeza de Joss quedo en la mesa, adornando el vino derramado con su sangre. El silencio absoluto se hizo presente.
Nadie se atrevía a moverse.
—¿Por qué se detienen? ¡Que siga la celebración! —Ante sus palabras, todos fingieron no acababa de ocurrir un acto sangriento y siguieron en sus actividades. Pick se veía complacido: —Por fin se calló este bastardo. Retírenlo.
Con manos temblorosas, Rome agarró la cabeza todavía caliente de Joss y se la tendió a otro sirviente. Con el mismo paño de antes, se dispuso a limpiar la sangre del mantel. La incomodidad de sentir la mirada fija del Emperador en él le daba ganas infinitas de correr.
—¿No te da asco? —preguntó Pick llamando su atención con una sonrisa sarcástica.
—¿Qué cosa, su alteza? —Rome se veía confundido.
—Levantar la cabeza de un hombre decapitado. —Rome negó, quitándole importancia —Cualquiera se desmayaría antes de siquiera tocarla.
—Estoy acostumbrado, su Majestad. No es la primera vez que recojo los restos de alguien que lo fastidio…—El Alfa soltó una carcajada sorprendiendo a todos.
Su ánimo había mejorado completamente gracias a la sangre y a Rome. Aunque no quisiera demostrarlo, era obvio que la presencia del chico lo alegraba.
El festejo casi estaba llegando a su fin. Todavía faltaba lo mejor de la noche, el encuentro de los guerreros con las concubinas. Pensar en ellas provoco que Pick se sintiera algo irritado, seguramente iban a estar temblando de miedo porque mató a Joss. Odiaba como se perturbaban por algo tan tonto como la sangre.
Ninguna era tan valiente como Rome.
—¿En qué piensas hijo? Es raro verte distraído en medio de la fiesta. —La Reina Madre, tan observadora como siempre, notó algo en la mirada del Alfa.
—¿Cuántas concubinas preparaste para mí?
—Tres mujeres, dos hombres. Si quieres más, puedo prepararlas rápidamente —Pick chasqueo la lengua y miro hacia adelante.
La falta de entusiasmo fue tan evidente que la Reina intercambio una mirada con la Emperatriz. Ambas necesitaban calmar la ira para evitar más muertes dentro del palacio.
—Puedo conseguirte algo mucho más interesante si quieres hijo. —Ante la voz astuta de su madre, él levanto una de sus cejas —Alguien con una piel blanca y muy limpia. Incluso me han dicho que huele delicioso y últimamente ha ganado más carne...
—Di lo que quieres decir.
—Rome. —La mujer lo miro a los ojos —Eres el Emperador. Su deber es servirte en todos los aspectos. —Con agilidad, la anciana le dio un codazo a la Emperatriz para que apoyara su idea.
—Su Majestad, a mí no me molesta. —Su intervención era importante para ganarse la gracia del Alfa —Mi embarazo no me permite cumplir con mis funciones como esposa. Mi deber es satisfacerte, pero si no puedo, lo mínimo es que ayude a solucionar el problema. El esclavo me parece una buena opción. Madre y yo podemos bañarlo y prepararlo para ti.
—¿De verdad quieres que tome a un esclavo? —Aunque por fuera Pick estaba serio, por dentro estaba sonriendo. Su plan de esperar estaba dando frutos. Solo faltaba convencer a Rome. —¿Y si él no quiere?
—No puede negarse. —Su madre era firme —No tiene permitido resistirse a la grandeza de usted, su alteza. Sus órdenes son ley.
—Lo arreglaremos —agregó la emperatriz —Él estará más que dispuesto a servirte. Confía en nosotras.
Satisfecho por el acuerdo, Pick se colocó de pie y se despidió de todos los presentes.
Por fin lo poseería.
Notes:
Ho~ho~ho~~Feliz navidad adelantada!
Sigan su lectura, hoy hay capitulo doble!
Besos!
Chapter 4: CAPITULO 4
Chapter Text
Ajeno al plan que estaba tomando forma en su contra, Rome continuaba sirviendo a los participantes de la gran fiesta. Se sentía físicamente agotado, pero al menos, ya la noche estaba llegando a su final.
—Rome, la Emperatriz Lucía te solicita en sus aposentos —Aquellas palabras lo desconcertaron. No entendía el motivo por el cual la esposa de Pick lo quisiera a altas horas de la noche. Eso podía malentenderse si llegaba a oídos envidiosos y enemigos.
Dudo en asistir a la citación, pero no tuvo opción. Uno de los guardias lo agarró bruscamente por el brazo y lo arrastró por los pasillos del palacio. Antes de llegar a la cámara privada de la Emperatriz, un grupo de sirvientes lo esperaban.
Rome los observó con confusión y trató de preguntar lo que ocurría. Aun así, no respondieron sus preguntas ni le hablaron. Cada persona se limito a sujetar una de sus extremidades y llevarlo hasta el baño.
Dentro del lugar, arrancaron sus ropas a pesar de su confusión y lo bañaron como nunca en su vida. Fue tan incomodo que Rome intento negarse y obstruir la tarea de sus compañeros.
—Son ordenes de la Reina Madre. —murmuro una Beta y Rome dejo de pelear. Permitió que recortaran sus uñas y perfumaran cada parte de su cuerpo. Incluso su cabello fue peinado hacia atrás con aceite y maquillaje se aplicó alrededor de sus ojos. No comprendía porqué le estaban haciendo eso.
Lo vistieron con dos túnicas, una transparente y otra más gruesa de color azul marino. Rome apretó la tela contra su cuerpo con miedo. Pidió ropa interior, pero fue ignorado. La idea de lo que le pedirían lo puso nervioso.
¿Acaso algún noble se interesó en él? ¿La Reina Madre lo vendió a algún hombre desconocido? Era imposible caminar sin temblar. Cuando finalmente llego a los aposentos de la Emperatriz Lucia, ella lo esperaba con su suegra.
—Vaya, te vez diferente cuando estas limpio —Comentó la Omega mayor con una sonrisa.
—Reina Madre, ¿qué está sucediendo? ¿Por qué me han arreglado de esta forma?
—Rome, ¿conoces las artes amatorias? —La pregunta que ignoro sus dudas provoco un sonrojo en su rostro —Contéstame. ¿Has compartido el lecho con un hombre?
—Si…con mi compañero…—Su voz se rompió al recordar a Din.
—¿Tienes un compañero? —Rome asintió con lágrimas en los ojos —Olvídate de él. Hoy debes complacer a alguien mucho más importante.
La emperatriz seco las gotas que se habían resbalado por sus mejillas con un pañuelo mientras que la Omega mayor se acercó con un brebaje que Rome supuso era el anticonceptivo.
Estaba equivocado.
Aquella bebida era un afrodisiaco preparado especialmente para aturdir sus sentidos.
Un calor se extendió por todo su cuerpo después de beber del cuenco. Sus hombros se volvieron más livianos y su mente parecía estar algo lenta. Era extraño, pero Rome se dejó guiar sin poner ningún tipo de resistencia.
El miedo y los nervios seguían ahí, dándole ansiedad por saber quién sería el noble que tendría que atender, pero sin la fuerza de voluntad para resistirse. Reconoció el camino en medio del torbellino de emociones que estaba sintiendo, eran los aposentos del Emperador.
De pie en la habitación finamente decorada, Pick lo esperaba con ropa de cama. El Alfa lo miro de arriba hacia abajo, sonriendo al verlo temblando y sumiso.
—¿Rome? —preguntó fingiendo confusión —¿Eres tú?
Mareado, el Omega dio dos pasos hasta él y lo abrazó.
—Su Majestad…la Reina…la Reina Madre me dijo que tendría que atender a alguien importante —dijo en el pecho contrario —Tuve tanto miedo…
—¿Estas feliz de que sea yo? —El Omega asintió restregándose en sus pectorales sin cohibición —¿Quieres hacerlo conmigo? —Rome se separó con las mejillas sonrojadas.
—¿Usted va a tomarme? ¿A mí? ¿A un desagradable Omega?
—Para mí no eres desagradable —Contestó Pick en voz baja mientras liberaba sus feromonas y besaba el cuello contrario —Ya sabes que yo no te tengo asco y me encantan tus feromonas... ¿Por qué no las liberas también?
Jadeando por el toque del Alfa, Rome siguió sus órdenes. La unión entre ambas partículas químicas produjo en la habitación un ambiente que cualquiera describiría como picante. El Omega se dejó llevar hasta la cama en medio de la confusión de las caricias en su cuello. Pick sonrió al ver su falta de rechazo.
El Emperador metió una de sus manos bajo la sensual vestimenta del Omega, emocionándose al sentir que gracias a sus feromonas él ya estaba bastante húmedo y dispuesto a recibirlo.
—Voy a tocarte igual que siempre, no avanzare hasta que me lo pidas —dijo Pick de forma erótica sobre la oreja de Rome quien se tensó al sentirlo.
Su ropa fue abierta, dejando su cuerpo palpitante al descubierto. Rome bajo la mirada y se avergonzó al ver su propia excitación. Era normal que reaccionara a las feromonas del Emperador, pero era la primera vez que ansiaba su toque con desesperación.
—Su…Su Majestad…por favor… —Rogó por contacto, perdido en la comezón que recorría su cuerpo. Pick llevo su lengua desde la clavícula hasta la mejilla, babeando todo el camino.
El Omega amó el contacto y quería más. Sin contenerse, jaló con sus propias manos la mandíbula del Emperador y lo acercó a su rostro. Pick se sorprendió al sentir los labios de Rome sobre los suyos, moviéndose con habilidad y pasión. La lengua del sirviente se coló dentro de su boca, pasándole saliva con feromonas dulces que lo volvieron loco.
Estaba intentando contenerse, pero la sensualidad que irradiaba Rome era demasiada. Le arrancó la ropa por completo y se dedico a saborear su cuerpo. Pick estaba acostumbrado a dominar sus encuentros, pero el Omega, a diferencia de sus acompañantes habituales, no se limitaba a quedarse quieto. La lengua del sirviente lamia su cuello después de cada beso, provocando también una mayor excitación.
Bajo su mano hasta la humedad de Rome y recibió un beso llenó de hambre y desesperación.
—Dame…dámelo…—los gemidos del Omega estaban enloqueciéndolo. —Tómame…tómame…
Aun así, él no lo hizo. Se dedico a jugar con su paciencia y su placer. Pick se tomó su tiempo para tentarlo con sus dedos hasta que estuviera cerca y luego se detenía para causarle una tortura deliciosa. Rome liberaba más a más feromonas para convencerlo, pero El Emperador se resistía. Al final, harto por la falta de contacto, el Omega no lo soporto. Empujo al mayor contra la cama y se subió sobre su intimidad.
—Alfa, no juegues conmigo o te vas a arrepentir —la voz ronca de Rome sorprendió a Pick que apenas tuvo tiempo de sujetarlo por las caderas antes de que sus cuerpos se unieran.
Ambos gimieron en el momento que sus pieles se tocaron. Absurdamente, Rome tuvo un orgasmo de inmediato. Pick creyó que se avergonzaría, pero el Omega le mostro una sonrisa y recogió su propio semen con los dedos.
—No creerás que terminamos, ¿cierto? —Rome se agachó todavía sin sacarlo de su interior y lo besó —Acabamos de iniciar Alfa, más te vale sacarme varios de esos.
La falta de vergüenza emocionó al Emperador como nadie había hecho antes. Con fuerza, Pick lo empujo hacia la cama y lo giro sobre sus rodillas. Desde atrás, Rome prácticamente sentía las embestidas del Alfa hasta su alma. Los gritos placenteros del Omega aumentaban con cada segundo de contacto, provocando más y más gozó en ambos.
La noche se volvió un círculo vicioso en que los dos parecían dos adictos al olor del contrario, cada vez liberando más feromonas, terminando una y otra vez, ansiando por más placer que solo se conseguía al juntar sus pieles.
Rome jamás pensó que llegaría a sentir tanto. Incluso, Pick hizo algo que ni siquiera Din había hecho…El Emperador besó su cicatriz. Una forma sutil de demostrar que realmente no le asqueaba.
El Omega se sintió confundido por la acción, pero no se detuvo en el pensamiento. Las feromonas atravesaron de nuevo su cerebro, nublando toda su cordura.
—Eres mío —murmuró Pick en un tono bajo y peligroso, cerca de su oído mientras seguía moviéndose en su interior —Eres mío, Omega.
—Alfa…—Gimoteo Rome completamente ido —Soy tuyo, pero tú también eres mío…
—Estas…estas demente —Contestó el mayor riéndose sin negar, el mar de placer y felicidad también nublaban su mente.
El encuentro se extendió por horas. Pick fue duro y exigente con él, pero Rome nunca se quejó, sino que lo disfruto y hasta le imploro por más. No hubo ternura de ningún tipo, el Alfa se dedicó a dominarlo toda la noche para demostrarle posesión.
En algún momento, la intensidad por fin disminuyo y ambos perdieron la consciencia entre las sábanas. El sol estaba en lo alto cuando Rome despertó con pesadez. Le dolía cada centímetro de su cuerpo, pero al mismo tiempo se sentía ligero y relajado.
Los recuerdos de la noche anterior llegaron velozmente a su cerebro, causándole impresión su propio comportamiento tan desvergonzado. Jamás pensó que las feromonas del Emperador causarían tal efecto en él. Nadie más que Din había visto ese lado intimo suyo.
Sintió calor a su lado, encontrándose con la espalda de Pick que al parecer dormía. Pensó mejor era irse lejos antes de que él se despertara y tuviese que enfrentar sus acciones.
A pesar del dolor, logró sentarse muy despacio y observó la túnica azul en el suelo. Sus mejillas se enrojecieron al verla rota por la fuerza del Alfa, pero agito la cabeza para no pensar en eso. Se agachó con cuidado para tomarla y vestirse sin hacer el más mínimo ruido. Estaba tan concentrado en la tarea que no sintió el movimiento de la cama detrás de él.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó Pick con un tono serio, causando que Rome se paralizara en su posición —¿Acaso ibas a irte sin darme los buenos días?
—Su…Su majestad…Buenos días…—El Omega se sentía desesperado por alejarse del Alfa lo más pronto posible.
—Respóndeme. ¿A dónde crees que vas? —Rome lo vio caminar hacia él con mala cara. En el tono del mayor había una advertencia implícita, debía ser cuidadoso con sus palabras.
—Yo pensaba en irme a…mi lugar señor…—Su voz temblaba ante la mirada afilada del contrario —Estaba a punto de irme a mi habitación para asearme…Su Majestad…
—¿Y quién te dio el permiso? ¿Acaso crees que puedes compartir el lecho conmigo y abandonarme como si yo fuera una prostituta?
—¡No, mi señor! ¡No quise ofenderlo! —El menor se alteró ante el pensamiento de ser malentendido y se lanzó a sus pies para demostrar una reverencia. —¡Yo solo pensé en que sería incomodo verme por la mañana! ¡Discúlpeme!
—No quiero volver a oír tonterías de que “vas a irte” sin mi permiso. ¿entendido?
Rome asintió temblando sin levantar la mirada. El Alfa se acercó lentamente a él, demostrando su autoridad y control para desplazarse e intimidarlo. La presencia y las feromonas Dominantes de Pick lo cubrieron, pero en vez de placer, el miedo fue la emoción que recorrió su cuerpo.
El joven Omega pensó que lo que sucedió la noche anterior sería algo que no volvería a repetirse; su mente le decía que era algo de solo una vez por la falta de una concubina que le agradara al Emperador. Rápidamente se dio cuenta de su error.
Después de asearse y comer, el Emperador volvió a tomarlo. No fue tan salvaje como la noche anterior, pero fue suficiente para demostrar quien mandaba en su relación.
Y así siguió durante los cinco días siguientes. Rome estaba agotado y quería irse, pero cada vez que preguntaba, recibía una mala mirada. Si Pick se iba, dos guardias lo custodiaban para que no intentara nada. Lo único que podía hacer era recostarse e intentar recuperarse de la rutina sexual desgastante.
Un toque en su frente lo despertó de su dulce sueño. La Emperatriz Lucia posó su delicada mano en su frente, mirándolo con preocupación.
—Llama al Medico imperial. —Aviso a un guardia —Dile que él tiene fiebre.
—Mi señora…—Rome se apresuró en arrodillarse y hacerle una reverencia —Perdóneme su alteza, no es mi intención abusar de la tarea que se me ha asignado…
Rome se sentía avergonzado de que la mujer lo viera con ropa de cama precisamente en los aposentos del Emperador. Prácticamente era un encuentro entre la esposa y el amante. La peor pesadilla de su orgullo.
—Levántate y acuéstate. —Ella lo sujeto del brazo con una sonrisa y lo guío a que volviera al lecho —Estas haciéndolo bien. No te preocupes.
—Su alteza, perdóneme. Yo me retirare a mis aposentos, si usted puede…
—No —fue interrumpido bruscamente —El Emperador esta de buen humor, no te atrevas a enfurecerlo. Mi esposo me ha hecho varios regalos por haberte preparado para él. Como tú Emperatriz te prohíbo que salgas sin su permiso. No me hagas enviarte a prisión por desobedecerme. Vine solo a decirte eso, sigue complaciendo a mi esposo.
El Omega no daba crédito a lo que decía la mujer. Ni en sus sueños más remotos pensó que ella apoyaría sus “servicios” al emperador.
—No me mires así —Lucía cubrió su cuerpo con la sabana hasta el cuello para no ver las marcas de pasión —Necesito ganarme el favor de Su Majestad. No estoy precisamente contenta con esto, pero llevo mucho tiempo esperando que me demuestre amor. Él ha preguntado por el bebé, me ha regalado joyas y vestimentas de lo contento que esta. No te atrevas a dañar mi felicidad o te prometo que haré tu vida imposible.
La confusión e incertidumbre atravesó el cuerpo de Rome. No objeto ni dijo nada más. Permaneció en silencio cuando el medico real lo reviso y le dio algunas medicinas que le produjeron sueño. Durmió profundamente hasta que un olor agradable lo trajo de nuevo a sus sentidos.
—Puedes seguir durmiendo. —Susurró Pick dándole un beso en los labios —Libere algunas feromonas para que te relajaras, parecías tener una pesadilla.
—Gracias, su Alteza. —dijo apretando la sabana que lo cubría —¿Desea que yo haga lo mismo?
Pick asintió con una sonrisa y aspiro con ganas su cuello. Rome lo supo, vendría otra sesión apasionada entre ellos y más que asustarse, su cuerpo se emocionó.
.-.-.
Doce días permaneció Rome cautivo en la habitación del Emperador. La libertad se sintió increíblemente dulce. Miro hacia el cielo y se alegró de haber preguntado esa mañana si podía salir.
Necesitaba espacio.
Tanto encierro lo estaba volviendo loco. La brisa que rozaba su cuerpo era tan placentera como los innumerables orgasmos que le provoco el Emperador. Aquel pensamiento hizo que abriera los ojos y sacudiera la cabeza.
—¿Un mal recuerdo? —Reconoció la voz inmediatamente.
—Din… ¿Cuándo volviste?
—¿Es cierto? —La voz de su compañero sonaba herida, cargada de dolor y rabia —Llevo días esperando a que salgas de los aposentos del Emperador. ¿Es cierto que estuviste todo este tiempo calentando sus sabanas?
Ante la veracidad de las palabras del Beta, Rome bajo la mirada con vergüenza y asintió.
—Todo el palacio está hablando de eso. —Din estaba enfurecido —¿Cómo te atreviste a hacernos esto? Creí que me amabas…
—¡Yo te amo! —gritó Rome con culpa —¡Tú sabes que te amo!
—Me amas, pero te apareces frente a mi cubierto de marcas de otra persona. Si no fuera un Beta, estoy seguro de que sentiría su olor sobre ti. ¿No sientes vergüenza Rome? Todo el mundo sabe lo que hiciste…
—¿Acaso tengo opción? —Las lágrimas se formaron en los ojos el Omega —Si él me pide que abra las piernas, ¿Acaso puedo negarme? ¿No conoces tú la posición en que estamos? ¡No seas injusto conmigo!
—¿Entonces debería brincar en un pie de la felicidad al ver que mi compañero se entrega a otra persona?
—¡Deberías consolarme por tener que entregarme a otra persona! —Din se paralizo con sus palabras —¿Tienes idea de lo difícil que fue ser sometido por un Alfa? ¿Acaso tengo que recordarte que un Alfa fue quien me hizo esta cicatriz? ¡Si yo no aceptaba al emperador no estarías viendo estas marcas sino mi cabeza rodando por el jardín!
El pequeño Omega se cubrió el rostro en medio del dolor, no podía evitar las lágrimas que caían sin control. Los hipidos eran tan fuertes que no podía ni hablar. Se sentía culpable, pero al mismo tiempo sabía que no era su pecado.
Al verlo tan afectado, Din suspiró atrayéndolo hacia su pecho para consolarlo. Rome lo abrazó y su llanto empeoro, tanto que algunas personas los observaron y el Beta se sintió incomodo. Con rapidez, llevo a Rome hacia su habitación para que pudieran tener privacidad.
—Yo no quería…No tuve opción…—gimió entrecortadamente por las lágrimas el Omega —Desde el día siguiente quería irme, pero él no me dejo…todo el tiempo temí que me hiciera daño…todo el tiempo pensé en ti y en lo lastimado que estarías…todo el tiempo yo…
—Olvídalo. —sentenció Din. —Olvidemos que esto paso. Discúlpame por ser un idiota, sé que no tienes la culpa de nada. Estamos bajo sus órdenes después de todo.
Rome siguió llorando por casi una hora, dejando salir la frustración y la ansiedad que contuvo durante los días de incertidumbre junto a Pick. Cuando finalmente se calmó, Din también había enfriado su rabia.
—¿Qué vas a hacer ahora?
—No sé si vuelva a llamarme —La resignación era evidente —Intentaré negarme, pero…no puedo asegurarte nada.
—Haz lo que tengas que hacer para sobrevivir. Yo te estaré esperando aquí para reconfortarte por las mañanas, tardes o noches. ¿Está bien, mi cielo?
—¿No viajaras más? —Rome lo miro con anhelo.
—Por un tiempo me quedare en el palacio. Mi Amo se quedará en el pueblo por dos meses así que me devolvió aquí.
El omega sonrió y lo beso.
Por fin una buena noticia.
.-.-.
El emperador no lo llamó en los próximos días. De hecho, le asignaron tareas como siempre. A veces escuchaba los susurros que hablaban de él, pero prefería ignorarlos. Nunca afirmaba o negaba los rumores, no tenía porqué darles explicaciones a esas personas.
Solo su compañero era merecedor de toda la información.
Sumido en sus pensamientos, Rome se encontraba puliendo una estatua de plata. Ajeno a cualquier perturbación, el Omega ignoraba por completo que alguien lo estaba mirando de forma descarada.
—Rome —Ante aquella voz, saltó en su sitio, regando el balde con el que limpiaba. —Vaya, no tenías que ponerte tan nervioso.
—Su…Su Majestad…—contesto sonrojado evitando los ojos del contrario —Mil disculpas, limpiare eso inmediatamente…
—No. —Pick se dio la vuelta —Que alguien más lo haga, ven conmigo.
Rome Observo a otro sirviente tomar su lugar. Tal y como le dijo a Din, negarse no era una opción. Con vergüenza, entró en el despacho del emperador.
—Libera tus feromonas, necesito relajarme —dijo el hombre y él cumplió con la orden. Durante casi una hora, Rome hizo la función de incienso humano.
Liberando su olor característico.
—¿Estas cansado? —preguntó Pick con una sonrisa a lo que el Omega asintió —Hay otra forma de relajarme. ¿Sabes cuál es, cierto?
La respiración de Rome se volvió agitada al sentir las feromonas dominantes de Pick llegar a su cuerpo. Fue imposible controlar el temblor que azotó cada célula que componía su piel. El Alfa desabrocho sus pantalones y lo obligo a recostarse en el escritorio.
A pesar de la incomodidad, la lengua de Pick lo volvió loco y las feromonas nublaron rápidamente sus sentidos. Acostado en la oficina del mayor, Rome no podía creer que la boca del Emperador fuera tan habilidosa. Mordió su propia muñeca para evitar gemir y que todos se enteraran de su sumisión.
—Rome… ¿Quieres que lo ponga? —Preguntó Pick estimulando su interior con los dedos —Prometo que seré gentil.
—Si…por favor… —Jadeó perdido en las feromonas ajenas.
—Lo haré, pero libera lo que me gusta. —Rome se perdió en la sensación química de ambos. Esa tarde, volvió a entregarse al Emperador.
Pick estaba inmensamente feliz.
Podía tomar a Rome donde quisiera y cuando quisiera. No le importaba que la gente supiera que se lo llevaba para hacerlo suyo, él era la máxima autoridad después de todo. La diversión de volver loco al Omega provocaba que el buen humor siempre estuviera de su lado.
Sobre todo, porque empezó a notar que el tonto sirviente estaba intentando evitarlo. Rome había empezado a esconderse y tratar de no ser encontrado. El omega ignoraba que aquel juego solo provocaba más al Alfa. No existe nada mejor que degustar a la presa después de cazarla. Su oficina, el carruaje, incluso los jardines ya eran testigos de su lucha de poder.
—Su majestad. —La inesperada visita de su madre llego una tarde a su despacho —Me gustaría intercambiar unas palabras con usted.
—Madre, ¿Qué es lo que te perturba? Creí que había erradicado todos tus problemas al matar a mi padre.
—Así es, pero vengo por un tema diferente. —Con elegancia, la mujer se sentó muy cerca. Su lenguaje corporal indicaba que la conversación que tendrían debía ser prácticamente un secreto. —Es sobre ese Omega.
—¿Qué sucede con él? —Fue evidente que el Alfa activó su modo defensivo debido ante la mención de Rome.
—Corren rumores de que estas muy pendiente de él. Sé que estoy cruzando la línea, pero como Reina Madre, mi deber es aconsejarte. Sería bueno que no demostraras tanto…interés. Eres el Emperador.
—Sé quién soy. No tienes que venir a recordarme cual es mi lugar.
—¿Y él tiene claro cuál es el suyo? ¿Sabe ese Omega que no es nadie? ¿Cómo estás seguro de que él no se ha ilusionado con que tiene un puesto importante en tu vida? Los esclavos son atrevidos. Les das la mano y toman tu brazo, recuérdalo, hijo. —Pick arrugó el rostro.
Tal vez ella tenía razón.
Chapter 5: CAPITULO 5
Chapter Text
La visita de la Reina Madre le recordó al Alfa que no podía bajar la guardia. Si quería que lo respetaran, necesitaba que le tuvieran miedo.
Por supuesto, cediendo ante Rome jamás lo lograría.
Pensándolo bien, ya había sido muy suave con el Omega. Incluso le pedía por su autorización a la hora del sexo en vez de simplemente tomarlo. Su madre tenía razón, debía poner a Rome en su lugar.
Al día siguiente, en la gran sala de reuniones, Pick y otros nobles compartían una pequeña reunión para discutir sobre los cultivos del reino. La mirada del Emperador era fría y calculadora, casi que esperando cualquier error para ver sangre.
Los funcionarios temblaban de miedo, sobre todo porque ni Rome con sus feromonas parecían calmarlo. El Omega servía el té a los presentes, pero se notaba a kilómetros la distancia que existía ese día entre ellos.
El sirviente recorría la sala una y otra vez con la mirada baja. Incluso él estaba aturdido por el cambio repentino en el Emperador. Pick ya le había gritado varias veces frente a todos, avergonzándolo y humillándolo. Prácticamente parecía que estaba a punto de matarlo por se un incompetente.
Rome continuó con su trabajo hasta que finalizó la reunión y todos se dispersaron. Pick permaneció en su trono, mirando la sala con disgusto. Odiaba atender a esos hombres de doble moral. Sus funcionarios no eran más que unos interesados que esperaban a que él cayera.
Irritado, notó que Rome seguía recogiendo algunas cosas olvidadas. Para él, no pasaron desapercibidas las miradas que el sirviente le dirigía cada vez que lo regañaba; sus ojos parecían decir que tuviera compasión e incluso un trato especial. Su madre estaba en lo cierto.
Rome se creía especial.
Era hora de ponerlo en su lugar; Con voz gruesa lo llamó. El pequeño Omega se acercó de inmediato, sosteniendo una bandeja con varias tazas de té.
—Su Majestad, aquí tiene su bebida caliente. —susurró Rome con una sonrisa —Yo mismo lo…
Pick lo interrumpió, lanzando la bandeja lejos.
—¿¡Acaso eres idiota!? —lo insultó —¿Cuándo te pedí algo? ¡Solo te estoy llamando! —Rome agacho la cabeza de forma sumisa para esperar por su castigo. Pick agarró su espada y la empuño hasta la barbilla contraria para hacer que lo mirara de frente. —¿Te das cuenta de lo que eres?
—¿Disculpe?
—¿Te das cuenta de lo que eres? —Volvió a preguntar pegando el filo de la espada al cuello ajeno.
—Su Majestad…yo soy su sirviente…
—Más que eso…eres mi esclavo —El mayor quería dejar en claro su posición. Su deseo era romper cualquier esperanza o fantasía en Rome —No eres más que una posesión para mí. Algo para usar y tirar. ¿Entiendes? Podría matarte aquí y ahora, no eres nadie.
El Omega se sintió herido por la forma en que se referían a él, pero asintió conteniendo las lágrimas en sus ojos. Él sabía muy bien quien era, no necesitaba que se lo recordaran. Su orgullo le dijo que no debía rebajarse y llorar frente a Pick.
Al ver que el sirviente continuaba con el mentón el alto, como desafiándolo, el Alfa continuo con su discurso: —No creas ni por un segundo que me importas. ¿Te quedó claro? Eres mío, y harás lo que yo diga. No eres más que un feo esclavo. ¿Te has visto en el espejo?
Rome podía soportar muchas cosas, pero su aspecto era algo que lo heria. Sin soportarlo más, sus lágrimas finalmente cayeron, provocando que Pick se detuviera. El Alfa debería sentirse feliz y dichoso, pero en cambio, ver a Rome devastado lo destrozaba.
¿Por qué siempre era débil ante él? ¿Qué rayos le había hecho?
—No eres más que una diversión para mí. Espero que no confundas mi interés con algo noble o especial. —Rome seguía llorando sin moverse. El sentimiento de culpa e incomodidad invadió a Pick, por eso, prefirió echarlo —Ahora vete a trabajar. Haz que lo que te pago valga la pena o te mandaré a la calle.
Con el rostro prácticamente en el suelo, Rome asintió y se retiró en silencio. Era la primera vez que lo humillaban de una manera tan cruel. Su autoestima no era frágil, en el palacio no podía permitirse ser débil, pero, aun así, que Pick se lo dijera lo había herido más de lo que esperaba.
Pensar en que debía seguir trabajando para él lo asqueaba. La idea de incluso volver a compartir el lecho con el Alfa era desagradable y le causaba rabia tener que complacerlo. ¿Por qué debía rebajarse a su grosera presencia? Rome se propuso esa tarde que la próxima vez que lo llamara, su desempeño seria terrible y poco placentero.
Pero Pick no volvió a llamarlo.
Nunca antes fue consciente del trato especial que el Alfa realmente tenía con él. Jamás pensó en que bajo el mando del Emperador su vida era mucho más fácil y tranquila. Los días eran incluso más divertidos y rápidos. Las comidas eran graciosas, hasta su cuerpo se sentía descansado por trabajar menos y bañarse constantemente en feromonas.
Y la forma en que le hablaba. Caminar con cuidado de cometer errores era algo que había olvidado; temer a la muerte y a los castigos ya no era parte de su presente. Rome extrañaba los días felices en que sus feromonas le brindaron privilegios dentro del palacio.
Pero no era solo Rome. Todo el reino estaba petrificado del miedo. Como si fuera una mentira o un chisme, parecía falso que alguna vez hubiese existido un Omega que calmara la furia del Emperador que con los días no hacía más que escalar. Su irritabilidad y falta de paciencia ya había cobrado dos victimas fatales.
Al ver la gravedad del ambiente dentro del palacio, la Reina Madre mandó a llamar a Rome con urgencia. Él no quería asistir porque sabía muy bien lo que iban a pedirle, así que dio vueltas por todo el palacio, escondiéndose como si fuera un ratón. Al final, uno de sus compañeros reveló su escondite y fue escoltado hasta los aposentos de la Omega.
—Rome —dijo ella con un tono autoritario —Esta noche debes prepararte para complacer al Emperador. Ha tenido días difíciles y necesita de tu buen desempeño.
Avergonzado por lo directo del discurso de la mujer, Rome apretó los puños y evitó mirar a las concubinas que acompañaban a la dama. No podía creer como ella podía hablarle de eso frente a otras personas, se sentía incomodo y molesto.
—Mi Señora…—Rome tragó saliva y se armó de valor para hablar —Con todo respeto…yo no deseo hacerlo…me incomoda un poco y…
El estruendo de una copa reventándose contra el suelo lo hizo callar inmediatamente. La Omega mayor caminó de forma amenazante hasta él y lo empujo con rabia.
—¿Qué te hace pensar que tienes derecho a desobedecerme? —La furia en sus facciones asustó a Rome. —¿Quién te crees para rechazar al Emperador? ¿Acaso olvidaste tu lugar? Eres un esclavo, no te creas más solo porque has calentado el lecho de mi hijo.
—Mi Señora…tranquilícese por favor…yo me…
—Eres un Omega feo y de baja categoría —La mujer le lanzó feromonas dominantes mientras seguía agitándolo de forma despectiva —Eres nada, solo un simple sirviente.
Rome bajó la cabeza, sintiendo las lágrimas producirse en sus ojos. Con cada palabra se sentía más pequeño. Él sabía que no era libre, pero en el fondo, se sentía fuerte y valiente para tener voz y voto.
—Mi señora, yo…
—¡Cállate! ¿Cómo se te ocurre pensar en que puedes decidir algo en este palacio? —La mujer tomó sus hombros obligándolo a verla —Eres una propiedad y tú función es servir. Si el Emperador dice que te pares en las pestañas, ¡Entonces te paras en las pestañas!
Herido, Rome cayó de rodillas y cubrió su rostro. El peso de las palabras de la reina era demasiado para sostenerse en pie.
—Llévenlo a bañar y arreglen el desastre que es su rostro. —Las mujeres se acercaron a Rome y lo escoltaron.
El Omega siguió llorando mientras las doncellas intentaban calmarlo, pero no lograba tranquilizarse. Se sentía incapaz de poder cumplirle al Alfa en ese estado. Las mujeres se miraron entre ellas y asintieron. Cuando estuvo vestido, una de ellas comenzó a peinarlo.
—Lo harás bien, no tengas miedo Rome. —Su cabello largo fue acomodado de forma elegante en una trenza —Sé que Madre puede ser dura, pero no te tomes sus palabras de forma personal.
—¿Por qué no hablas con Su Majestad para que seas parte del concubinato como nosotras? Podrías vivir tranquilamente…
—No se lo tomen a mal…—Interrumpió a la mujer —Pero yo no me veo de esa forma. Quiero trabajar como sirviente por los siguientes años y comprar mi libertad. Mi deseo más grande es ser libre y salir de aquí.
—Tranquilo, no nos ofendes. —La concubina le sonrió —Está bien que tengas sueños y metas. Te admiró mucho, Rome.
Una Beta, se acercó a ellos deteniendo su charla y le tendió una bebida especial. El líquido era oscuro y espeso, tanto que no le dio buena espina. Él dudo en bebérselo.
—¿Qué es eso? ¿Anticonceptivo? —Ella asintió —Ya bebí esta mañana…
—La Reina Madre quiere que tomes doble ración, para evitar accidentes al máximo…
—Pero se ve extraño…
—Agregué algo para ayudarte con los nervios —Con el tono de voz dulce de la mujer, Rome asintió confiado y lo bebió.
Él ignoraba que, para evitar otra negativa, la reina había ordenado que le dieran una mezcla de hierbas que reduciría cualquier resistencia que existiera en su cuerpo. En menos de cinco minutos, Rome se encontraba aturdido y dócil a todo lo que le dijeran.
—Me siento mal por él…—Susurró una de ellas aplicando maquillaje para resaltar sus facciones —Rome es un buen chico…
—Si quieres conservar tu vida, nunca le lleves la contraria a la Reina Madre...
La mente de Rome era una neblina confusa. Alguien lo llevaba del brazo y su cuerpo parecía moverse por inercia. Cada extremidad pesaba más de lo habitual y su lengua se rehusaba a seguir sus instrucciones.
En los aposentos de Pick, Rome fue depositado en la cama boca arriba. La bata que vestía fue abierta intencionalmente para revelar su cuerpo de forma sensual. Ni siquiera podía mover sus brazos para cubrirse.
—Libera feromonas —Le ordeno la mayor de las concubinas y él lo hizo sin siquiera razonar los motivos —Cuando venga Su Majestad, vuelve a hacerlo y relájate, ¿ok?
El Emperador entró repentinamente, sorprendiéndose al encontrar a sus concubinas junto a Rome y sus deliciosas feromonas.
—¿Qué creen que están haciendo? ¿Acaso las mande a llamar?
—La Reina Madre nos pidió que lo trajéramos —Contestó una temblando —Disfrute de su noche Majestad, Rome lo complacerá. Con permiso.
El Alfa observó al sirviente acomodado de forma sugestiva sobre las sábanas. Desde que conocía a Rome sabía que era desvergonzado dentro de la habitación, pero frente a las personas la timidez siempre evitaba que mostrara su cuerpo y su rostro. ¿Por qué entonces él permitía que su piel quedara expuesta de esa forma?
—Alto ahí. —dijo él deteniéndolas al ver que algo raro sucedía. Se dirigió hacia el Omega y se enfureció al verlo sumiso y con los ojos desorbitados. Jaló la tela de su vestimenta para que nadie lo viera. Estaba enfurecido. Agarro su espada y señalo a las concubinas que inmediatamente cayeron al suelo con miedo.
—¿Quién tuvo la osadía de drogarlo?
—La Reina Madre nos lo ordeno…
—¿Piensan que soy tan débil como para necesitar que hagan eso para que él me obedezca? ¡Esto es una ofensa hacia mí!
Por órdenes del Alfa, todas las concubinas e incluso su madre fueron escoltadas a la prisión del palacio. Durante una semana, serian castigadas por haber atentado contra él y también contra Rome que era de su propiedad. Con los llantos implorando perdón resonando en el palacio, Pick cerró la puerta de su habitación y giró su vista hacia el objeto de sus deseos. El Omega lo observaba con una mirada confundida y húmeda; su cuerpo se sentía frio, vulnerable y abandonado.
Necesitaba el contacto urgente del Alfa, ansiaba el tacto suave de su piel y sus feromonas. Sin contenerse, Rome lo llamó agudamente.
—Majestad…—gimoteó ensuciando su rostro —Alfa…Alfa…
—No llores —Comentó Pick acostándose a su lado y atrayéndolo a su pecho —Entiendo que no te puedes mover y te sientes incomodo, pero puedes estar tranquilo. No te haré nada. Ya no deseo tocarte. —Más que sentirse aliviado, esas palabras produjeron un efecto raro en Rome.
—Necesito…lo necesito…—Susurró avergonzado. —Lo quiero… —Exigió el toque, pero solo recibió las feromonas calmantes del mayor.
—Conmigo estas a salvo…
—¿Ya no…ya no me tocara? Mi…Mi cuerpo…
—No te preocupes, no necesito de ti en este momento. —le dijo con una sonrisa —Solo tomaré tus feromonas a partir de ahora.
Y él cumplió su palabra.
Desde ese momento, solo lo usaba como ambientador de sus espacios. Ya no le hablaba ni lo invitaba a comer en su oficina. Ni siquiera tenían relaciones o intercambiaban feromonas.
Rome extrañaba el toque del Emperador.
Se sentía exhausto física y emocionalmente, la costumbre de su intercambio químico le pasaba factura. Se sentía tonto por pensar en el Alfa que una y otra vez le recordaba que solo era un objeto de olor. Un Omega para ser humillado y desechado. Necesitaba hablar con alguien para descargar la confusión que rondaba por su cuerpo.
Decidió ir a la cocina y conversar con la única amiga que le quedaba en el palacio. Rome confiaba en Emma, una Omega que al igual que él formaba parte de la servidumbre. Se conocieron hace dos años y todavía eran amigos.
Ella lo vio entrar y lo saludó, pero no le gusto su rostro. Disculpándose con sus compañeros, tomó a Rome del brazo y se lo llevo a su habitación.
—¿Qué te pasa? ¿Estas triste? Te ves triste —La desesperación en su voz era palpable —Háblame Roró, ¿Quién te lastimo? ¿A quién tengo que enterrar?
—¿Hasta cuando vas a llamarme así? —El Omega se sentó en la cama mientras jugaba con sus manos —Quiero contarte algo, pero me da vergüenza…
—Limpie tu cuerpo después de tu aniversario con Din el año pasado; la vergüenza se quedó en el primer mes que nos conocimos —contestó ella con una sonrisa —Dime, ¿qué te molesta?
—Es sobre…El Emperador… —Las mejillas de Rome se encendieron de un fuerte rojo —Él y yo…bueno…hacemos algunas cosas…
—¿Lo de tus feromonas? Todo el mundo lo sabe, no tengas vergüenza por eso. Puede mejorar tu vida saber que él no te matara…
—No…no solo eso…—él seguía evitando sus ojos —Su majestad y yo…hemos…hemos intimado…
La mujer no se sorprendió. Al igual que otros sirvientes, el rumor ya había llegado a sus oídos, pero estaba esperando que su amigo se lo confirmara.
—Ya veo, ¿Cuál es el problema? —Se sentó a su lado —¿Te sientes mal por Din? —Él asintió —No pienses de esa forma Roró. Sabes que no podemos negarnos a una orden de su Majestad. Si Din no puede entender eso entonces mejor que se vaya lejos.
—No es eso, él lo sabe y lo entiende. —Rome negó, quitándole importancia al tema de su novio —Soy yo el problema…Me siento raro…es como si ya no tuviera control sobre mí mismo y lo que siento. No creo que este enamorado de él, pero sus feromonas me gustan y las extraño… —Emma asintió lentamente, comprendiendo el conflicto interno de su amigo.
—Eres un Omega y él es un Alfa. Es normal que te sientas bien porque sus feromonas son compatibles. No deberías sobre pensar mucho la situación. Solo dedícate a disfrutar. Después de todo, tienes necesidades y Din viaja bastante…
—¿Por qué siento que todavía odias a Din? —Rome le hizo mala cara a su amiga —Solo fue una vez…
—Una vez es suficiente para mí, fácil podría volver a engañarte en cualquier momento…
—Basta. —Rome la interrumpió —Confiamos el uno en el otro y nos decimos todo. Fue un desliz y francamente yo no podría reclamarle nada cuando estoy compartiendo el lecho con Su Majestad.
—Tú no tienes opción, él si la tuvo.
—No voy a seguir hablando de esto. —Ella suspiro y lo abrazo. Más importante que pelear, la Omega quería trasmitirle a Rome la seguridad de que todo estaría bien.
.-.-.
Emma tenía razón.
Con Din a su lado, Rome se dio cuenta que no ansiaba amor de Pick. De hecho, con su novio era suficiente. Lo único que claramente necesitaba eran las feromonas que solo un Alfa podía darle y eso no estaba mal.
Era todo fisiológico.
Lo mejor era dejar de pensar en eso y concentrarse en el trabajo. Suficiente tenía para preocuparse con la cantidad absurda de tareas que le estaban asignando. El Omega sospechaba que la envidia se estaba despertando en algunos compañeros y, en consecuencia, le estaban dejando las cosas más difíciles a él y no lo ayudaban a propósito.
—Ahora que tienes el favor de Su Majestad, supongo que pretendes que te reverenciemos —Quien le hablaba era otro sirviente llamado Bruno —Aunque creo que ya se aburrió de ti.
—Realmente no deseo discutir contigo, limítate a hacer tu trabajo y déjame quieto. —Tratado de mantener la paz, Rome respondió con calma y siguió con sus quehaceres.
—¿Quién te crees que eres para decirme lo que tengo que hacer? —Bruno lo acorraló —¿Te crees más que nosotros porque Su Majestad te hace regalos? ¡Mientras nosotros nos mezclamos con la mugre, tú te mezclas en las sábanas del Emperador!
Lleno de furia, Rome le dio un puño en el rostro a Bruno y lo lanzó al suelo. El Omega no era débil, podía ser considerado como alguien frágil por su aspecto, pero realmente no lo era y no iba a permitir que lo humillaran.
—Déjame en paz o realmente voy a usar mi cercanía con El Emperador para que te corte la cabeza —dijo con un tono de voz lo suficientemente alto para que todos los que lo rodeaban escucharan —¿Te duele que sea yo quien está en sus sabanas en vez de ti? Tú envidia alimenta mi ego.
—¿Crees que te va a proteger para siempre? Te va a dejar y te vas a quedar solo.
—¿Sabes Bruno? Ni, aunque me deje te va a voltear a mirar —La sonrisa de Rome enfureció al esclavo —Tienes razón, tengo muchos regalos. Puedo venderlos y comprar mi libertad cuando se aburra de mí, pero… ¿y tú? Te vas a morir sin recibir una sola mirada suya.
—¿Qué está pasando aquí? —El jefe de la cocina entró iracundo —¿A qué están jugando? ¿Qué no ven que tenemos un evento hoy?
Rome se separó de Bruno sin dejar de sonreír. A pesar de mostrarse fuerte, Emma pudo ver que estaba temblando y lo persiguió.
—Roró, ¿Estas bien? —pregunto abrazándolo —No le hagas caso, esta celoso.
—Emma, mejor ignoremos lo que acaba de pasar y enfoquémonos en trabajar. — Él sabía que el odio y la envidia lo rodeaban, pero no pensó que alguien sería capaz de encararlo.
Si tan solo ellos supieran que realmente estaba perdiendo el favor de Pick, seguramente lo hubiesen golpeado entre varios. Inhalo y exhalo varias veces intentando calmarse para no derramar lágrimas, lo mejor realmente era seguir con su vida sin pensar en el futuro.
Esa noche, un banquete se celebraba en el palacio real y él prácticamente ya no sentía las piernas de tanto recorrer el salón. Muchos nobles bailaban en el centro, haciendo que desplazarse fuera una tarea de mucho cuidado para evitar daños.
Rome vestía un traje elegante pero sencillo. A diferencia de los otros sirvientes, como él atendía a los invitados importantes, su atuendo poseía piedras y decoraciones iguales a las del salón, provocando que incluso sintiera más peso.
—Su copa, mi señor… —Entregó la última copa de su bandeja a un hombre llamado Baimon, un noble bien posicionado en la corte del Emperador Pick pero que tenía fama de ser malgeniado y no tener escrúpulos al momento de propasarse con algunas mujeres. De hecho, por esa razón lo habían designado a él a atenderlo.
—Gracias —Contestó el hombre sujetando su mano en vez del vaso de vidrio —¿Qué tipo de vino es?
—Es de uva azul proveniente de las montañas del sur, mi señor —El Omega intento retirar su mano, pero el hombre no parecía dispuesto a dejarlo ir tan fácil —¿Hay…hay algún problema?
Baimon lo miro de arriba abajo descaradamente mientras acariciaba su mano con el pulgar. Él sintió asco y ganas de golpearlo, pero debía mantener la compostura.
—¿Cómo te llamas? —La voz del noble era baja y gruesa. Sin disimulo, incluso liberó algunas de sus feromonas.
—Mi nombre es Rome…—Cualquier desplante podría costarle muy caro, por eso, seguía intentando apartarse sutilmente —¿Necesita alguna otra cosa, mi señor?
—Rome…—De nuevo, Baimon lo miro de arriba abajo —Tienes un nombre bonito como tu cuerpo.
—Gracias, mi señor. Con permiso, yo debo… —El sirviente trató de apartarse, pero el agarre sobre su mano se lo impedía.
—¿Te gustaría visitar mis tierras alguna vez? —Rome balbuceó con nerviosismo que realmente estaba agradecido pero que tenía mucho trabajo —Bueno, podemos hacer un intercambio. Tú visitas mis tierras y yo visito tus…curvas.
El rostro del Omega se volvió pálido con las palabras desvergonzadas y dio dos pasos hacia atrás alejándose finalmente del hombre hasta que choco con la pared. Una muy caliente y dura pared que emitía feromonas asesinas.
Baimon apartó su mano con miedo y se enderezo, como si no acabase de insinuársele al sirviente. Se inclino ligeramente y saludó al Emperador.
—Su Majestad, ¿en qué puede serle útil este humilde servidor?
—Baimon, Rome es mi propiedad. —Pick agarró el brazo del sirviente con fuerza —Él no tiene libertad para aceptar tus ofertas. Si quieres conservar tu cabeza, no interfieras en mis asuntos.
Ante la mirada gélida del emperador, Baimon asintió temblando y abandono el lugar bajo la contemplación de todos. Rome seguía sin moverse, esperando por lo que sucedería. La acción de Pick era una clara evidencia de que nadie debía acercarse o perdería la vida.
Todavía sin salir del shock, Pick lo alejo del salón hasta los jardines exteriores y lo estrelló contra un árbol. Rome se asustó por la brusquedad con la que era tratado, pero no bajo la mirada. Él no había hecho nada malo.
—¿Acaso eres libre para que cualquiera te invite a sus tierras?
—No es así, Su Alteza…
—¿Me estas engañando Rome? —La voz iracunda del Alfa lo asustó —¿Te atreves a darle a otro lo que es mío?
—Solo…solo estaba siendo amable, Su Majestad… —La voz de Rome temblaba, pero no se detenía —Yo no deseo visitar ningún lugar, lo juro…
—¿Entonces por qué no apartaste tu mano de la suya? ¿Te gustó que él te tocara?
—Solo hacía mi trabajo, ¿Por qué querría estar con otro Alfa? —La actitud desafiante de Rome no le gusto a Pick.
¿Cómo un sirviente se atrevía a encararlo y devolverle preguntas en vez de temblar de miedo? El Emperador enfurecido por ser desafiado, liberó feromonas de forma agresiva contra el Omega. Rome sintió su cuerpo debilitarse y prácticamente quedar sin fuerzas. Sus rodillas se doblaron, enviándolo al suelo para quedar postrado frente al fuerte Alfa.
Con ira, Pick se agachó y sostuvo su barbilla mirándolo con rabia. En medio de la oscuridad, tomó sus labios de forma hambrienta. Sin poder moverse, Rome comenzó a lagrimear de la impotencia. De nuevo se sentía herido por cómo era tratado.
Y lo peor de todo, también se sentía feliz. Su cuerpo reaccionaba a las feromonas.
—¿Por qué lloras? —Preguntó Pick separándose de él —¿Acaso no te gusta que te besé?
Rome siguió sin responderle, conteniendo las palabras e insultos que se agolpaban en su garganta. La concentración de feromonas era placenteramente dolorosa.
—¿Te gustaría que yo fuera ese hombre? ¿Quieres que llame a Baimon?
—¿Baimon? —Rome se sintió herido y rompió en llanto —¿Su Majestad no entiende que solo lo quiero a usted? Tuve mucho miedo, él fue tan horrible, creí que me haría algo…
Al verlo llorar con tanto dolor, Pick suspiro y lo atrajo en un abrazo. Sus feromonas cambiaron, ahora eran calmantes y dulces para relajarlo. Otra vez cedía ante Rome.
—Lo siento por tardarme. —El Emperador se sentía tonto por justificarse, pero no podía detenerse. —Llevaba un tiempo viéndolos hablar y quería ver hasta donde llegabas…
—No me atrevería a llegar a ningún lado con nadie diferente a usted —Su respuesta fue tan rápida que el otro sonrió.
—¿Quieres que lo mate? Puedo poner su cabeza frente a ti… —Rome negó —Si alguien vuelve a meterse con lo que es mío, no tendré tanta compasión.
—Está bien… —El menor lo abrazó con fuerza restregándose en su pecho. —Gracias por defenderme, Su Alteza…
—Dilo Rome, di que eres mío.
—Soy suyo, mi señor…
—¿Quieres compartir el lecho conmigo esta noche? —El Omega se sonrojó —Quiero hacértelo hasta que olvides el momento incomodo que viviste…
—Su alteza…yo estoy trabajando…
—Así es, vas a servirme esta noche, vamos.
A pesar de estar ordenándoselo, Pick entrecruzó sus dedos y lo llevo hasta su habitación. Sobre la cama, Rome se dejó dominar en menos de un minuto. Realmente ansiaba el toque del Alfa y sus feromonas. Pero se repetía una y otra vez que todo era fisiológico. Solo es su instinto Omega tomando posesión de su cuerpo y su mente.
Él no quería al Emperador y obviamente Pick tampoco lo quería. Solo era un instrumento, un esclavo para ser desechado.
Pero… ¿Por qué le dolía pensar de esa forma?
—¿Te he lastimado? —La voz ronca de Pick se coló por sus oídos mientras todo movimiento se detenía —¿Rome?
—No…solo estoy sensible…porque se siente muy bien…
—Amo tu sinceridad, pídeme lo que quieras y lo pondré frente a tus ojos.
—Ahora mismo…quiero…—El Omega se ruborizó y lo atrajo hacia él —Quiero que siga moviéndose, Majestad. Entre más fuerte mejor.
—Lo que desees…
Cuando terminaron, Rome permaneció quieto con el peso de Pick sobre su cuerpo. Sus respiraciones se calmaron tanto como los latidos de sus corazones. Sus pieles pegajosas seguían juntas y calientes, pero ninguno hacía ningún movimiento para separarse.
—Su Majestad… ¿se durmió?
—No, estoy pensando. —contestó Pick todavía acostado encima, aspirando el olor ajeno.
—¿En qué?
—En ti, en tu cuerpo, tu olor. En lo que eres…
Al pensar en lo que era, un simple sirviente con un feo aspecto, Rome se sintió mal.
—Mi Señor, ¿le gustaría que a partir de hoy cubriera mi rostro cuando estemos aquí? Hay mascaras que puedo usar…
—¿Por qué harías algo tan incomodo? Te costaría respirar, ¿no?
—Está bien si no puedo respirar, todo sea por Su Majestad —Pick levantó una ceja sin entender —Por mi aspecto…no quiero molestarlo con mi fealdad.
El Alfa se separó de él y lo miro desde arriba. Primero besó su frente, luego su nariz y al final su boca. Al finalizar el beso, con sus labios delineó poco a poco la cicatriz de Rome, causándole cosquillas y estremecimiento.
—Nunca me molestarías. Para un hombre de batallas como yo, tú cicatriz significa que eres un guerrero Rome. No te avergüences de ella.
—Su Majestad…
—Tú eres…—Pick se interrumpió. No estaba seguro de que quería decir, pero algo en su interior lo detuvo —Eres mi sirviente más especial. No importa cómo te veas, disfruto de tu compañía.
—Pero usted dijo…
—Digo muchas cosas cuando estoy molesto —El Emperador unió sus frentes en un gesto intimo —Eres mío Rome, lo siento si fui muy cruel contigo. ¿Me perdonas?
El Omega respondió con un largo y cálido beso. Por supuesto que lo perdonaba, no era la primera vez que alguien le hablaba de esa forma. Continuaron en la cercanía y la comodidad de las sábanas hasta que la voz del Emperador rompió el silencio.
—Rome… ¿puedo pedirte algo?
—¿Qué necesita? —él estaba a punto de dormirse si no fuera por las manos del mayor que delineaban su cuerpo desnudo y lo traían a la realidad. —¿Quiere que me vaya?
—No, puedes dormir aquí. —El Alfa lo atrajo hacia su rostro y volvió a besarlo —Mañana al despertar, te ordeno que dejes de cubrirte.
—¿Quiere que ande desnudo por todo el palacio? —Pick se rió y Rome bostezó confundido —No lo entiendo, Alteza.
—Tu rostro, muéstralo orgulloso a todos. —Rome sintió los labios contrarios acariciar la cicatriz de nuevo. —Si alguien se mete contigo, dímelo y yo me encargare de torturarlo…
—Pero yo soy…
—Eres una joya preciada para mí, déjame presumirte. —El Omega se rió por la estima que el emperador le tenía. Aspirando las feromonas que lo rodeaban, asintió con una sonrisa y se quedó dormido.
A partir de ese día, Rome decidió recoger su cabello en un moño alto para sorprender al Emperador. Antes de salir a su propia habitación, Pick le dio un adorno color verde. Desde que era joven, se miraba en el espejo y la fea marca lo avergonzaba, pero, desde esa mañana, su pensamiento había cambiado. Su cicatriz significaba que era fuerte y valiente. Él era valioso.
—Es la primera vez que te veo con el pelo recogido —Comento su compañero mirándolo desde la cama. —¿Qué te hizo cambiar? ¿No te da vergüenza que las personas te vean?
—¿Me veo mal?
—Te ves…expuesto. ¿No te incomoda que la gente se dé cuenta de tu rostro?
—Pienso que mi rostro no es tan malo…—confesó con inseguridad mientras recordaba las palabras del Alfa —Todo depende del punto de vista que lo veas. Los soldados de Su Majestad tienen muchas cicatrices y están orgullosos de ellas. Sé que puede ser raro pero los soldados…
—Tú no eres un soldado. —Rome frunció el ceño molesto y Din decidió cambiar el tema —¿Hoy también tienes que servirle a Su Majestad?
—Din…no lo sé… —respondió mirándose al espejo con inseguridad.
¿Realmente se veía tan mal?
—Si estas libre, me gustaría invitarte a que pasemos la noche juntos, conseguí alcohol.
—¿Quieres hacerme la del virus? —Din levanto una ceja confundido y Rome se rió —Quieres bajarme las defensas. —El Beta soltó una carcajada por el chiste malo de su compañero.
—No necesito eso para hacerte mío —contestó y lo empujo a la cama. Rome cayó con una sonrisa y correspondió el beso de su pareja. La mano traviesa de Din llego hasta su trasero y lo apretó. Rome gimió adolorido, la noche anterior estuvo con Pick varias veces.
—Veo que está cerrada la puerta —dijo Din apartándose con mala cara. El omega se sintió culpable por la reacción de su pareja.
—Perdón…puedo hacerte algo a ti…. —Se apresuró en decir y bajar la mano hasta la intimidad contraria. Din le mostró una sonrisa y paso el pulgar por su labio inferior, en una clara señal de que quería que lo usara.
Rome se arrodillo para complacerlo, pero, antes de hacer cualquier cosa, tocaron la puerta. Era uno de los hombres del Emperador.
—Su Majestad quiere que vayas a servirle…
.-.-.
Los rumores del palacio lo tenían sin cuidado. Por supuesto, nadie se atrevía a hablar cuando él pasaba, pero a veces, su oído era tan agudo que captaba una que otras palabras.
Sobre todo, si el nombre de Rome era mencionado.
¿Quién era Din y qué relación tenía con el Omega? Fue una conversación de pasillo, pero Pick estaba seguro de que había escuchado ambos nombres.
¿Tendría Rome un hermano?
En su despacho, El Emperador de Araik no dejaba de pensar en aquello. Se arrepentía de no haberse devuelto y encarado a las personas que hablaban. De esa forma no se hubiese quedado con la duda.
Divagando en sus ideas, la presencia de su amigo hizo su aparición. Pick lo estaba esperando para que entregara unos documentos, pero las manos vacías de Porsche indicaban que lo que viniera a decir era más importante.
—¿Por qué tienes esa cara? ¿Quién tuvo un ataque al corazón? —trató de bromear, pero la expresión nerviosa de su amigo lo perturbó —Habla.
—Su Majestad, perdón por la interrupción, pero hay algo que usted debe saber —El preámbulo de las palabras solo acrecentaba su curiosidad —Es sobre Rome…
Impasible en su asiento, Pick levanto una ceja como si no fuera un tema importante, pero Porsche reconocía su mirada. El Alfa tenía toda su atención puesta en él.
—¿Cuál es el problema con mi sirviente?
—Rome tiene un compañero.
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Porsche pudo ver el rostro de su amigo transformarse de la calma a la tormenta. La oleada de ira lo atravesó tan rápido que no alcanzó a disimularlo y eso lo perturbó. Pick era peligroso.
—¿Su nombre es Din? —El general amplió los ojos con sorpresa. —Lo escuche en los pasillos. ¿Qué más sabes de él?
—Son muy cercanos, me han dicho que comparten la habitación... —Porsche estaba asustado de que sus palabras desataran una tormenta de sangre en el palacio, pero sabía que mentir no era una opción ante el poder de su amigo. —Él es un esclavo como Rome, según tengo entendido se encarga de traer las provisiones para el reino. Suele viajar bastante pero cada vez que regresa, lo ven bastante cerca de Rome…
La respiración de Pick era agitada y aunque trataba de ocultarlo, Porsche podía notar como su mandíbula se apretaba con los minutos que pasaban. El comandante tenía muy en claro que, para el Emperador, Rome era más que un simple sirviente, el Omega era una posesión muy importante.
Tal vez incluso más importante que la misma Emperatriz.
—Su Majestad… ¿Qué quiere que haga?
—Rome cree que puede jugar conmigo —Susurró Pick con voz ronca y amenazante —Parece que se le olvido cuál es su lugar. —miró a su amigo —No tienes que hacer nada, yo mismo voy a cortarle la cabeza. Rome es mío.
—¿No deberíamos confirmar primero si es cierto? Puede ser un hermano o un familiar…
—Porsche, ¿Acaso quieres verte envuelto en el fuego? —Su amigo palideció —No te atravieses en el camino de mi espada o te voy a cortar.
—¿Matara usted también al Omega?
—Nadie se ríe de mí y vive para contarlo…
La rabia por la traición de Rome recorría cada centímetro de su cuerpo. Pick no podía creer que a durante todo el tiempo que estuvieron juntos él fuese capaz de ocultar su relación. Le enfurecía pensar que la sensación de control y posesión que tanto había disfrutado siempre fue falsa. El cuerpo que se entregaba con devoción a él en las noches estaba siendo usado por un asqueroso esclavo.
Y como si el destino se burlara de él, la voz de Rome pidiendo permiso para pasar llegó a sus oídos. Miró a su amigo con una expresión de furia absoluta y le hizo una seña. Porsche entendió la orden y le entregó su espada mientras apretaba los labios.
—Puedes entrar —dijo con un suspiro al saber que el sirviente moriría.
El general se paralizo cuando Rome entró. El joven que vio muchas veces en el pasado no era el mismo que caminaba hacia ellos. Con un atuendo negro y verde, el Omega mostraba con orgullo su nuevo aspecto. Su rostro resplandecía de felicidad, su piel se veía luminosa y su cabello estaba organizado. Viéndolo bien, él no era feo. Solo tenía la mala suerte de poseer una marca grande en un lugar visible.
Que muriera realmente era un desperdicio.
—Su Majestad, Comandante, buenas tardes —Ignorando la tensión en el ambiente, Rome les hizo una reverencia con una gran sonrisa adornando sus labios. —Hoy estoy usando el nuevo broche que me regalo, Alteza. ¿Cómo me queda?
La dulce voz de Rome causó que Porsche se sintiera mal. Decidió apartar la vista para no ver la cabeza del pobre hombre volar junto con el adorno color verde. Hace días, él y Pick estuvieron en el pueblo y su amigo había escogido especialmente ese broche porque era de su color favorito. Pensó que sería un regalo para la emperatriz, pero se equivocó.
—Te luce, me gusta cómo se te ve el verde. —Incrédulo, Porsche miró a su amigo.
¿Por qué Rome seguía con vida?
¿No debería la sangre de su cuello estar ensuciando todo el piso?
—Si…los demás sirvientes se me han quedado mirando en todo el camino hasta aquí. —El Omega agitó la cola alta de su peinado para que también la notara. —Estoy muy agradecido su Majestad, todo el tiempo pienso en las palabras que me dijo para llenarme de fuerza y no sentirme intimidado…
—Si alguien se mete contigo dímelo y lo matare. —Rome rió y negó con la cabeza sin dejar de sonreír. —Tengo una pregunta que hacerte.
—Dígame Su Alteza, ¿Qué necesita?
—¿Es cierto que tienes un compañero que se llama Din? —Porsche sintió que su propia respiración se apretó y observó al Omega. La expresión de felicidad de Rome se convirtió en una de indiferencia tan rápido que lo confundió.
—Si, Su Majestad, es verdad —La mano de Pick apretó la espada y el general tembló —Pero él no es como usted que es un hombre seguro de sí mismo, ¿puede creer que me hizo una escena de celos? Aunque no lo juzgo, usted es el Alfa más fuerte de la nación. ¡Quien no se sentiría inseguro!
Ante el mutismo del Emperador por las palabras del Omega, Porsche decidió tomar la palabra: —¿Una escena de celos? ¿Y qué hiciste?
—Obviamente le deje en claro que el Emperador solo me ve como un objeto para usar. —Rome hablaba con las manos, como explicando algo tonto —Nunca me creería tan importante como para que el Emperador se pusiera celoso de mi compañero —El omega se rio. —¿Se imaginan esa ridiculez? El emperador teniendo celos de un esclavo.
—Tal vez no celoso, pero Su Majestad disfruta mucho de tus feromonas...
—Oh, eso no es problema, mi compañero es un Beta. —El sirviente camino hacia Pick y tomo una de sus manos mientras liberaba su esencia —Él no las siente, por eso siempre le he dicho a Su Alteza que soy solo suyo. Todo lo que me hace ser un Omega le pertenece al gran Emperador de Araik.
Mirando sus manos juntas, Pick lo atrajo hacia él y lo besó. Porsche veía el espectáculo con suspicacia. ¿Era este el mismo hombre que mataba a alguien por tropezarse junto a él? ¿A dónde se fue su amigo el amargado intolerante?
—Rome, aun así, debiste decírmelo. —Susurró el Alfa separándose del rocé de labios —No me gusta que me ocultes las cosas, ya te lo he dicho…
—Lo siento, no creí que fuera algo importante. —Rome mordió su labio inferior y se restregó en su pecho —Él no es capaz de darme lo que usted me da…Alteza…
El general seguía estático. La suavidad en la voz de su amigo le causaba escalofríos; con los minutos, se dio cuenta que el cuerpo del Omega no caería muerto a su pies. Sin importarle que estuviera de pie viéndolos, seguían besándose y restregándose entre ellos. Era todo muy raro.
A pesar de no rechazarlo, Pick seguía molesto e intentaba mantenerse calmado. Observó a su amigo que juzgaba la situación en silencio y se sintió avergonzado. Separo a Rome de su cuerpo y continuo el interrogatorio para demostrar su autoridad.
—¿Y has intimado con él? —Rome bajo el rostro y Pick lo obligó a que lo levantara —Respóndeme.
—Por supuesto, pero honestamente no es ni la mitad de placentero que con usted. Tengo bastante sin hacerlo con él porque... ¿Para qué voy a necesitarlo si quedo complacido con su toque, alteza?
—Ya veo. —Pick le robó un beso con lengua —Rome, tengo cosas importantes que hablar con el general Porsche, ¿puedes retirarte?
—Por supuesto, Su Majestad. —El sirviente le dio un beso en la mejilla —Estaré en los jardines regando las flores, hoy soy el encargado de las rosas. Si me necesita, ahí me encontrara...
—Espérame pronto, no te muevas hasta que yo llegué.
—Incluso si el sol se va y la luna me ilumina, lo esperare, Majestad…
Pick observó a Rome yéndose mientras contorneaba sus caderas. El adorno verde junto con la ropa que también le había regalo impulsaba su belleza. Jamás podría matarlo, seguía siendo igual de débil que antes. A su lado, Porsche contuvo una risa ahogada y eso lo enfureció aún más consigo mismo.
—¿Quieres perder tu lengua? —Lo regañó.
—Permiso para hablarle como amigo, Su Majestad.
—Dilo rápido antes de que me arrepienta.
—Ese Omega es muy inteligente. —El General tomó asiento frente a él —Te desarmó de forma muy efectiva.
—¿Como se supone que voy a deshacerme de ese Beta sin verme como un tonto inseguro?
—¿Desde cuándo le ha importado como lo vean las personas? Él es solo un sirviente.
—Solo no quiero que Rome sufra, ¿No viste lo feliz que estaba? Incluso se peinó…
—Podemos hacerlo sin que él sepa…
—Esperemos un rato. No soy un Alfa inseguro, Rome es mío y eso no cambiara por un Beta que ni siquiera es capaz de complacerlo.
Con toda la fuerza de su cuerpo, Porsche contuvo las ganas de reírse. Su amigo estaba realmente perdido por el Omega y parecía no haberse dado cuenta.
Aun así, él no le diría nada.
.-.-.
Rome cerró la puerta del despacho del Emperador y se dirigió a los jardines. Apenas pudo dar un par de pasos cuando sus piernas flaquearon. Todo su cuerpo temblaba producto del miedo. La respiración le faltaba, por lo que trató de regular el aire que salía y entraba en su pecho. Él no era tonto, su relación con Din era un secreto precisamente para evitar que alguien importante como el Emperador se enterara y decidiera matarlo.
Con la situación con Baimon tenía más que claro que el Alfa sentía una posesión grande por él y sus feromonas.
Los días anteriores practicó varias veces lo que debía decir para mermar los celos de Pick y se alegraba de que hubiera surgido efecto. Aun así, algo le decía que no podía confiarse, debía tener cuidado de no exponer mucho a Din si deseaba que siguiera vivo.
El Omega sentía su corazón pesado por la incertidumbre del futuro.
¿Qué sería de él si Din muriera? ¿Podría vivir en el palacio sin el apoyo del amor de su vida? El solo pensamiento de quedarse solo le causó nauseas.
Sin evitarlo, corrió al baño más cercano y expulsó lo poco que había desayunado. Últimamente se sentía débil y agotado debido a la carga mental y el estrés de su relación.
Esa tarde se encontraba trabajando como siempre, pero su cuerpo se sentía muy pesado. Tal vez era el sol o la falta de alimento, pero el mareo parecía querer tomar el control de su cuerpo. Los caprichos del encargado del jardín también parecían interminables. Solo deseaba que Pick terminara sus tareas y llegara a buscarlo.
Su garganta repentinamente se sintió seca y su vista se tornó borrosa. El olor característico del Alfa se filtró en sus fosas nasales al mismo tiempo que giraba su cuerpo para verlo. Junto al general, él le hizo una seña para que se acercara.
Rome alcanzó a dar un par de pasos antes de que el cielo se oscureciera.
Para el Alfa más poderoso del imperio, todo sucedió en cámara lenta. En un segundo estaba disfrutando de la bonita vista de Rome junto a las rosas y al otro, lo vio desplomarse sobre las flores. Los pétalos quedaron dispersos junto al cuerpo del Omega, la situación parecía el preámbulo de un entierro. Desesperado, Pick lo recogió de la tierra y notó que había perdido por completo la conciencia.
—¿Rome? ¡Rome! ¡¿Qué te pasa!? —Exclamó alarmado mientras lo sostenía entre sus brazos —¡Abre los ojos, Rome!
—¡Llamen al médico, rápido! —gritó Porsche a un miembro de la guardia real —Su Alteza, llevémoslo adentro. Aquí afuera hay mucho sol.
Realmente el general mentía. La verdad, lo único que deseaba era alejar a Pick de la vista curiosa de todos los trabajadores. No existía nada más peligroso que el hecho de que se supiera la debilidad del Emperador por el Omega.
Pick deposito a Rome en su propia cama, la cola alta de la que estuvo orgulloso todo el día se había caído y el cabello se le resbalaba por todo el rostro. Pick lo apartó como si le doliera verlo escondido y la palidez en la piel contraria no le gusto.
El ambiente era tenso. Varios sirvientes y soldados estaban de pie en la habitación esperando por órdenes. Todos temían que algo le pasase a Rome y la furia del Emperador se desatara contra el reino.
—Su Majestad…—La voz baja de Rome le hizo ver a Pick que él había vuelto en sí —¿Qué paso?
—Quédate acostado —El Alfa lo empujó suavemente contra la cama —No quiero que vuelvas a desmayarte, esperemos a que te revise el medico imperial primero.
Rome asintió débilmente y cerró los ojos. Todo seguía dando vueltas en su cabeza y las náuseas eran cada vez más fuertes. Al menos, la presencia del Alfa lo calmaba. A pesar de la dureza de sus palabras, él podía sentir la preocupación genuina.
El medico llegó a los pocos minutos para revisarlo. Pick permaneció de pie junto a la cama sosteniendo su espada, una amenaza silenciosa para el hombre de que debía trabajar bien y diligentemente o lo mataría.
—¿Qué es lo que tiene? —preguntó arrugando el rostro al ver que el medico presionaba el estómago de Rome, provocando que se quejara del dolor.
—Su alteza, no es grave. —El hombre trato de tranquilizar a Rome que parecía a punto de llorar —Parece que el joven ha estado bajo mucho estrés, puede que incluso estos días no se haya alimentado de forma correcta y su cuerpo no lo soportara más. Además…
—¿Qué? ¿Qué más le pasa? —El medico observó a las personas que estaban presentes en la habitación y vaciló antes de continuar hablando.
—Además, sus feromonas se sienten desequilibradas —El Emperador levanto una ceja sin entender el síntoma —En algunos omegas, cuando están bajo mucha presión o cerca de Alfas muy dominantes suele suceder. ¿Podemos hablar en privado? Tengo algo importante que informar, su Alteza…
Pick frunció el ceño y apretó su espada. Conocía al médico hace años, la mirada que le dirigía significaba que algo grave estaba pasando y no quería comentarlo con tanto público.
Porsche observó a su amigo irse por un par de minutos y luego volver sin expresión en su rostro. La seriedad absoluta era sinónimo de peligro inminente. El Emperador caminó hacia Rome y deposito un beso superficial en sus labios sin importarle que muchos ojos lo estuvieran viendo.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó con una inesperada sonrisa —¿Tienes dolor en alguna parte?
—Estoy mejor, Majestad. —Rome correspondió su gesto —Ahora que estoy acostado se ha pasado mi malestar. Lamento haberlo preocupado…
Pick negó con la cabeza mientras apartaba el cabello que nuevamente se había colado en su rostro.
—Mi aspecto es un desastre —dijo el Omega con vergüenza —Mañana vendré peinado, lo prometo…
—No iras a ningún lado.
—¿Señor? —El Alfa lo observó seriamente —Mi señor, no puedo quedarme encerrado aquí. Tengo cosas que hacer…
—No te lo estoy preguntando, Rome. Te vas a quedar aquí hasta que yo lo diga.
—Pero mi señor…yo… —Sin previo aviso, Pick apoyo una mano sobre la cabecera de la cama y se inclinó para reducir su espacio personal.
—¿Te parece que esto es negociable? —El tono de su voz era helado y sus ojos ardían con intensidad —Eres mío, Rome y lo que es mío yo decido cuidarlo como se me dé la gana. No quiero que trabajes hasta que desfallezcas, quiero que te quedes calentando mi cama sin oponerte. ¿Entendido?
Ante la evidente dominación por parte del Alfa, Rome apretó las sábanas y se encogió sobre la cama con varios asentimientos.
—Tendrás un sirviente personal. Tienes prohibido comer algo diferente de lo que ella te dará y el medico vendrá a revisarte dos veces al día. —Rome se sentía confundido.
—¿Es necesario mi señor? Puedo ir por mi propia comida…
—¿Me estas llevando la contraria? —El Omega tembló en su lugar —No busques despertar mi ira, Rome. —La mirada de Pick exigía sumisión por lo que al final asintió y bajo el rostro.
En silencio, Porsche seguía observando la interacción. Su amigo mando a que salieran todos los presentes y dejó solo a una sirviente llamada Emma junto con el doctor para cuidar a Rome. En el rostro del Alfa más poderoso de la nación la preocupación seguía siendo evidente.
El general tenía una idea bastante clara de lo que estaba sucediendo, pero necesitaba confirmar sus dudas primero. Si era lo que se imaginaba, comprendía porque la imagen de control que su amigo proyectaba parecía estar fragmentándose.
Pick entró en su despacho con Porsche detrás. La respiración del emperador era laboriosa, como un león conteniéndose antes de atacar a su presa.
—¿Esta embarazado? —Porsche lo soltó sin contenerse —Es eso, ¿verdad? Conozco la preocupación en tus ojos. Tienes la misma mirada que cuando la Emperatriz tuvo el sangrado. ¿Rome está en cinta?
El Emperador lo miró con la misma seriedad de antes. Preparándose para la revelación, el general se acercó para que su conversación quedara en secreto.
—¿Rome está esperando un niño? —volvió a preguntar con intensidad. —¡Respóndeme!
—Es algo peor que eso.
—¿Qué puede ser peor que un hijo ilegitimo?
—Rome está muriendo.
Notes:
Feliz día de Reyes 🙈😅
Chapter 7: CAPITULO 7
Chapter Text
La calidez de las mantas junto con el toque delicado de su amiga hizo que Rome abriera los ojos con debilidad. Su cuerpo seguía sintiéndose pesado y cansado a pesar de haber dormido casi todo el día. La sensación de mareo junto con las náuseas subió por su garganta tan rápido que las arcadas fueron imposibles de parar.
Emma se apresuró, al igual que varias veces, su amiga acercó un balde al borde de la cama. Rome expulsó lo poco que había consumido mientras que el sudor corría por su frente. La Omega limpio su boca con amor y mostró una sonrisa compasiva.
—El doctor vendrá en un rato con la medicina —le dijo dulcemente —¿Todavía te duele el estómago?
—Si…me arde…—susurró él sintiéndose agotado —No puedo creer que me haya enfermado, ¿en qué momento pensé que era una buena idea exponerme tanto a las feromonas de Su Majestad? Debí quedarme encerrado con Din…
—Lo positivo es que estas en una cama caliente —La chica lo ayudo a cambiarse la ropa empapada de sudor —Y también, gracias a ti yo pude conocer la habitación de Su Majestad, es más impresionante de lo que me habías contado.
—¿Cierto? Con lo que cuesta uno de esos jarrones puedo pagar un año de mi salario —El Omega de burló —Me imagino que Bruno debe estar ahí afuera muriéndose de la envidia porque estamos aquí.
Emma correspondió su risa, pero no le respondió nada.
—¿Y Cómo está el palacio? —Rome se acomodó sobre la cama sintiéndose mareado de nuevo —¿Todo anda tranquilo?
—Si, la paz ronda los pasillos...
La realidad estaba bastante lejos de las palabras de Emma. No existía un solo lugar del gran palacio que no estuviera cubierto de sangre. La ira del Emperador era tan grande que casi la mitad de los trabajadores estaban muertos.
Alguien tuvo la osadía de envenenar Rome.
El Omega favorito del Alfa más fuerte de la nación estaba muriendo por la envidia de alguien. El Emperador mando a sus hombres a custodiar y sellar cada salida para que nadie pudiese escapar del palacio.
De la mano de Porsche, un grupo de soldados se encontraba buscando hasta debajo de las piedras por una pista del culpable. Si alguna persona tenia hierbas, era interrogada para tratar de identificar el veneno y poder darle un antídoto a Rome. Aun así, seguía la incógnita.
En la mente de todos poco a poco empezaba a surgir el miedo absoluto; la furia que expresaba El emperador era tanta que no era una exageración pensar que, si Rome moría, todos en el palacio serian asesinados. El caos y la tensión generalizada incremento tanto que entre los trabajadores que seguían vivos se organizaron grupos para también encontrar el veneno.
Sin embargo, todavía no encontraban nada.
En medio del mar de color rojo y la locura que envolvía todo, Pick se tomaba descansos para ir a visitar a Rome. Según el doctor, sus feromonas podrían ayudar a que se relajara e incluso, proporcionarían fuerza a su cuerpo para que no se deteriorara ni se debilitara tan rápido.
De camino a su alcoba, entregó su espada a Porsche y se cambió de ropa para que Rome no sintiera la sangre. Por su falta de prevención, la ultima vez el olor le provoco vómitos hasta que se desmayó. Según el doctor, lo mejor era que siguieran mintiéndole con que sus feromonas estaban desequilibradas para no alterarlo, pero el Alfa ya estaba empezando a desesperarse.
Cada vez que volvía a la habitación debía hacer un esfuerzo inmenso para que su rostro no demostrara la preocupación por ver a Rome empeorar con las horas que pasaban. Su piel estaba tan pálida que fácilmente podría confundirse con una persona muerta. Pick mordió su labio inferior para contenerse. Quería incendiar el palacio por la desesperación de no encontrar al culpable.
El Omega dormía profundamente, además de estar rodeado de sabanas acolchadas, Emma lo tenía cubierto con varias capas de ropa del Alfa. Fue imposible que el Emperador no sonriera, aquello casi que parecía un nido.
—Su Alteza —Susurró Emma avergonzada al verlo observar la cama —Me disculpo por mi atrevimiento, pero él despertó con fiebre y llamándolo. Intento levantarse así que lo convencí de que usted lo abrazaría, por eso tome su ropa para simular su presencia. Le ruego me perdone.
—Hiciste bien —fue su única respuesta mientras enviaba feromonas calmantes a quien se agitaba entre sueños —Mi Rome…
—Majestad… ¿es usted? —Sus ojos se veían desorbitados e idos, pero buscando los de Pick —¿Es un sueño?
—Ningún sueño sería tan hermoso como yo… —contestó besando sus labios —¿Cómo te sientes, Rome?
—Muy débil, no sé qué me pasa —Las lágrimas contrarias apretaron su corazón —Tengo frio, nunca había escuchado algo como esto... ¿se habrá equivocado el doctor? Siento que voy a morir…
—No...mi querido Rome, te aseguro que vas a estar bien... —Pick lo cubrió con feromonas hasta que las divagaciones del Omega poco a poco se fueron apagando y se quedó dormido.
Solo entonces el Emperador cambio su mirada a una enfurecida. Soltó la mano del joven después de darle un beso y se alejó. Emma hizo una reverencia en cuanto se puso de pie y tomo asiento junto a su amigo.
—No lo dejes solo y no permitas que salga de aquí.
—Si, su Alteza.
—¿El médico ha venido a tratarlo?
—Si, él le realizo acupuntura para liberar sus puntos dolorosos. —Emma estaba realmente preocupada por su amigo —Su Majestad, perdone mi insolencia, pero… ¿No existe algún antídoto para darle mientras tanto? Tengo miedo…
—No. —contesto con impotencia. —Debemos encontrar al culpable. ¿Sospechas de alguien?
—En el palacio su relación no ha pasado desapercibida mi señor —La Omega quería ser cuidadosa con sus palabras —Como sirviente usted sabe que nosotros no tenemos ojos ni oídos, pero…he escuchado que algunas personas no están muy contentas con su…afecto hacía Rome.
—Háblame sin tapujos. ¿Qué es lo que has oído?
—Algunos nobles creen que Rome es una amenaza porque puede influir en usted. —En los ojos de Emma, Pick vio sinceridad y fortaleza. Eran como los de Rome, sabía que podía confiar en la mujer —El consejero real hace poco cambió a todos los encargados de la cocina. Algunos sirvientes han estado intimidando a Rome, uno llamado Bruno especialmente se ha dedicado a hacerle la vida imposible. También, sé que algunas concubinas han invitado a Rome a beber el té. Sé que son especulaciones mías, pero se me ocurre que en su comida o bebida alguien pudo haber aplicado algo para hacerle daño.
—¿Qué propones? —Porsche se unió a la conversación. El general se veía contento por la valentía de la mujer —¿Podríamos tenderle una trampa al culpable?
—Comandante —Ella lo observó sin miedo —Esa es una idea tonta.
A pesar de la seriedad del asunto, Pick soltó una carcajada.
—Entonces… ¿Qué se te ocurre?
—En mi experiencia, no hay mayor disparador de la verdad que el miedo —La Omega sonrió —Reunamos a todo el mundo en una sala y empecemos una lluvia de sangre. El culpable saldrá…
—Ya veo porque eres amiga de Rome…
—Encuentre al culpable Su Alteza, tenemos que salvar a Roró —Aquel apodo afectuoso les causó ternura a los dos hombres. Definitivamente confiaban en la omega.
.-.-.
Funcionarios, nobles, sirvientes y soldados fueron reunidos en el salón principal. Cada persona que alguna vez piso el palacio debía estar presente o seria acusado de traición directa con la muerte como represalia.
No solo hombres, sino mujeres y niños estaban de pie mientras temblaban ante los ojos inquisitivos del Emperador. La espada de Pick parecía más filosa que nunca, esperando por cortar a quien se atreviera a hablar.
—¿Saben por qué los he reunido aquí? —Solo quienes vivían en el palacio conocían sobre lo que sucedía, el resto de las personas no tenían ni idea sobre la causa de la evidente ira del Alfa.
—Su Alteza, ¿qué ha sucedido? —El ministro de justicia parecía igual de confundido que todos —¿Qué es tan grave como para que nos hayan mandado a llamar?
—Alguien se metió con lo que es mío —Su voz era gruesa y llena de furia —Me han llegado rumores de que un plan en contra de Rome se ha realizado. Uno de ustedes lo ha envenenado.
—¿Quién es Rome? —El consejero real preguntó —¿Es el Omega con buen olor? —Pick asintió —Su alteza, no se preocupe. Si el chico muere podemos conseguir a otro, tenemos muy buenos Omegas en…—El hombre no pudo seguir hablando.
La sangre salió expulsada de su cuello después de que la espada de Pick lo cortó.
—No quiero otro Omega, quiero a Rome. —La respiración del emperador era agitada —Alguien se atrevió a hacerle daño y ninguno va a salir de aquí hasta que sepa quien fue.
El silencio rondaba en el lugar, nadie se atrevía a emitir una sola palabra. El cuerpo del consejero real aún se agitaba en el suelo mientras se desangraba. Pick emitía feromonas tan dominantes y fuertes que los Omegas y Alfas de bajo rango estaban sobre sus rodillas, incapaces siquiera de estar en pie.
Emma tenía razón, el miedo lograría sacar la verdad.
.-.-.
La frente de Rome estaba hirviendo producto de la fiebre. De sus labios salían palabras sin sentido y lloriqueos desesperados. Emma temblaba mientras intentaba calmarlo. La ansiedad de que no consiguieran el antídoto la tenía preocupada.
—Traigan más paños con agua fría —Pidió a una Beta que la acompañaba —Roró, tú eres fuerte. No te rindas.
—Emma....Emma.… ¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa? —El pequeño Omega sostuvo a su amiga con fuerza —Duele…me duele…—Y vomito esta vez con sangre.
—¡Llama al médico! —gritó ella asustada.
El anciano entró rápidamente y limpió a Rome. La sangre seguía fluyendo por sus labios, necesitaban el antídoto o la muerte se lo llevaría.
—El veneno ha corroído su estómago, Su Majestad debe darse prisa o será tarde...
—¿Cual...cual veneno? —Rome apenas era consciente.
—Te han envenenado —La Omega lloraba sin controlarse —Lo siento por no decírtelo.
—Dile...dile al Emperador... —susurró sin fuerzas. —El Emperador...él dijo que soy especial...dile Emma.
—Roró...
.-.-.
La fila de hombres y mujeres continuaba en el gran salón. Sobre la mano del Emperador, su espada seguía chorreando sangre. En medio de todos, el cuerpo sin extremidades de Bruno se agitaba.
—Este esclavo se atrevió a intimidar y molestar a Rome, mi fiel servidor. —El Alfa estaba totalmente fuera de sí, estimulado y excitado por el líquido carmesí. Su instinto asesino entumeciendo el lado humano. —Los brazos que lo empujaron y la lengua que lo insultó ya no están.
Varias personas lloraban de la crueldad, algunos incluso se habían desmayado, pero ninguno se atrevía a salir o llevarle la contraria.
—Ahora necesito que entre todos busquemos al responsable de las manos que prepararon el veneno que lo lastimo. —No solo su mirada, su sonrisa era maquiavélica. —Sé que no es fácil, pero lo pondré de este modo. Aparece el culpable o absolutamente todos van a morir. No me importa tener que reemplazar a todos en el palacio, hay miles de personas afuera muriendo por un puesto aquí adentro.
El silencio seguía.
—Guardias —dijo mirando a sus hombres —Les propongo un juego. Voy a contar hasta tres y quiero que empiecen a matar personas, quien logré más en menos tiempo se llevara un saco lleno de oro.
La conmoción se escuchó en la sala, todos los soltados empuñaron su espada.
—Uno…dos… y —Antes de llegar al último número, una de las concubinas fue empujada al centro del lugar. La mujer temblaba y no se atrevía a levantar la cabeza.
—¿Quién la empujo y por qué lo hizo?
—Su…su alteza…ella estuvo hablando mal de Rome…—Otra mujer, llamada Betty hablaba entre sollozos —Ella dijo que usted ya no nos buscaba por culpa de ese feo Omega…
—Los celos son algo normal en las concubinas —Su madre intervinó —Jane es una de mis concubinas más fieles, ella no se atrevería.
—Yo la vi con unas hierbas extrañas el día que preparamos a Rome —Betty volvió a agregar —Ella lo hizo beber algo extraño.
—Yo misma le ordené que se las diera —Pick apuntó la espada contra su madre, pero ella no bajo la cabeza —Su Majestad, ¿Qué ganaría yo con envenenarlo? Soy consciente de que la presencia de ese Omega ha traído buenas cosas al Reino.
—No lo sé, primero me hablas mal de él y luego, una mujer bajo tus ordenes le da algo extraño. ¿Cómo me pides que confíe en ti?
—Hijo…—La mirada de la Omega era tan firme como la del Emperador —Si matarme va a aliviar tu ira hazlo, pero no va a salvar a Rome.
—Jane, eres la principal sospechosa —Pick desvió la atención de su madre —¿Qué le diste aquella vez?
—Su…Su alteza…Yo no quería…—El llanto de la mujer sorprendió a todos —El…el jefe de la cocina…él me amenazo.
Un silencio sepulcral rondo la sala. El hombre mencionado, fue arrojado a los pies de Pick. El cocinero rogaba por perdón mientras hacía reverencias, pero la espada de Pick temblaba a punto de matarlo. El Alfa se estaba controlando porque necesitaba conocer el antídoto primero.
—¿Qué fue lo que hiciste? —No obtuvo respuesta —Si no me respondes, voy a mandar a traer a tu familia. Torturare a los hombres y las mujeres serán enviadas a un prostíbulo. Habla ahora antes de que pierda la paciencia.
—¡Le ruego me perdone! —gritó desde el suelo —Ese Omega es una amenaza. Tal como el consejero decía, Rome daña el ambiente entre todos. Se cree más que nosotros porque comparte el lecho con usted, él es…
—Él es de mi propiedad y si lo dañas, me dañas a mi —Pick lo interrumpió —¿Qué usaste para envenenarlo?
—Yo…yo…use…los pétalos de la flor negra —El llanto del hombre casi no le dejaba hablar —En su desayuno…yo aplique unas gotas…y Jane lo utilizo en su te. ¡Pero fueron ordenes el consejero!
Pick se arrepintió de haber matado al hombre sin torturarlo antes. Al menos pudo ver cómo se desangraba lentamente. Aun así, los culpables de actuar contra Rome serian castigados.
—Krist, ve a donde el médico para que administre el antídoto a Rome —Le dijo a un guardia —Y ustedes dos, pagaran por sus pecados.
—¡Perdónenos alteza! —gritaron al mismo tiempo —¡Perdónenos la vida!
—Llévense al cocinero y tortúrenlo durante cien días —ordenó a sus hombres —No lo dejen morir, primero maten a toda su familia frente a sus ojos. Todo aquel que tenga su apellido debe ser exterminado. Si no quieren morir que se vayan del reino, tienen dos horas para partir.
—¡No! ¡Mi esposa y mi hijo no han hecho nada! ¡Alteza, por favor!
—Rome tampoco te hizo nada —le dijo con rabia —Dame las gracias por matarlos en vez de torturarlos frente a ti.
Entre gritos, el hombre fue alejado de la multitud y llevado a la prisión del palacio. Jane, continuaba arrodillada esperando por su suerte.
—Ponte de pie —La mujer temblaba, sin embargo, siguió la orden —Contigo, por codiciar lo que no es tuyo, serás participe de un pacto de sangre.
—¿Su alteza? —Jane no entendió las palabras del Emperador. Observó a la Reina Madre confundida por alguna respuesta. Vio a Pick sonreír y acto seguido, la espada penetro su cuerpo de lado a lado.
La concubina cayó con un grito al suelo y escupió sangre. El Alfa seguía mirándola con la misma sed de sangre que antes.
—Todos los que están en esta sala, vengan aquí y metan su mano en la herida —Nadie se movió —¿No quieren? Entonces tendrán la misma suerte…
Su madre fue la primera que caminó hacia la concubina arrodillada y lo hizo, ensuciándose de sangre. Lucía fue la segunda y así todos lo hicieron. Un par de soldados sostenían a la mujer para que no interfiriera. Hacer aquello era como apuñalarla una y otra vez, desangrarla dolorosamente.
Al final, Jane seguía viva, pero sin fuerzas. Todos los presentes tenían una mano llena de sangre, Pick los miró complacido.
—Este es un pacto de sangre de ustedes conmigo —comento sonriendo —Quien se atreva a dañar a Rome, piense en que su sangre será esparcida en las manos de todos. Si alguien observa a otro con intenciones de herirlo y no me lo dice, también morirá. ¿Entendido?
Absolutamente todos los presentes reverenciaron a sus palabras en señal de aceptación. El Emperador volvió a sonreír como demente y se acercó a Jane para cortar su cabeza. Así, se dio por finalizada la sesión.
Con la certeza de que Rome sobreviviría, el Alfa le hizo una seña a Porsche para que lo acompañara a sus aposentos. Sentía que un peso grande por fin había abandonado sus hombros. Solo faltaba que el medico preparara una infusión sanadora y el Omega estaría nuevamente riendo para él.
—Su Majestad, necesito hablar con usted. —Una voz que jamás había oído tuvo la insolencia de detenerlo. Pick se giró para encarar a quien se atrevió a semejante falta de respeto y se sorprendió al ver un joven de tal vez la misma edad de Rome.
Su vestimenta era exactamente igual a la que vestía el Omega cuando lo conoció y no poseía ningún olor. Era un Beta. El compañero de Rome.
—¿Quién eres y por qué interrumpes mi camino? —Pick hizo un esfuerzo sobrehumano para no matarlo. Todo por Rome, como siempre.
—Me disculpo su alteza, mi nombre es Din. —El joven se agachó para mostrar respeto y permaneció sobre sus rodillas —Soy un esclavo que trabaja para usted desde hace años y me atrevo a hablarle porque estoy preocupado por Rome.
—Eres su compañero, ¿no? — Din palideció y agachó la cabeza apretando las manos en su ropa —¿Qué quieres saber?
—¿Como esta él? He preguntado, pero nadie me dice nada. —Los ojos del Beta estaban húmedos producto del miedo y la desesperación —Estoy atemorizado, no he podido dormir bien porque no sé en qué condiciones esta. Le suplico que me de alguna información…
Pick lo observó en silencio. La diferencia entre ellos era tan grande que le dio placer. Rome tenía razón, ese Beta jamás podría competir contra él. Se estaba preocupando por nada. Un plan maquiavélico llego a su mente.
—¿Quieres ver como esta? Acompáñame. — Aturdido, el joven se dio cuenta que el Alfa caminaba, así que lo siguió.
Porsche conocía tanto a su amigo que entendió de inmediato las razones por las cuales llevaba al Beta a sus aposentos. El emperador quería humillarlo mientras demostraba su poderío frente a Rome. Pick deseaba que Rome los comparara y se diera cuenta de quien era mejor.
Pick iba a marcar territorio.
De camino, Din no disimulaba el asombro por la magnífica decoración que rodeaba todo por donde pasaban. Sin detenerse, escaneaba todo pero su actitud no era la que esperaban. Al igual que Rome, no parecía encogerse por los lujos.
En la habitación, Rome dormía profundamente cubierto por sabanas de seda bordadas con oro. Uno de sus brazos estaba afuera dejando ver la manga de su atuendo, una exquisita vestimenta color verde. Pick amaba que el Omega usara verde. Todos sabían que ese era su color insignia.
—Como puedes ver, Rome está bien. —Emma se sorprendió al verlos juntos —Él está rodeado de lujos y comodidades.
Din asintió como si sus palabras fueran pequeñas y se acercó a Rome para tomar su mano. La sintió fría, pero eso no lo detuvo de darle un beso y posarla en su mejilla.
—Aquí no le hace falta nada porque yo puedo darle cualquier cosa que desee. —Volvió a insistir Pick al ver que el Beta no reacciono a su incitación.
—A Rome nunca le han importado mucho las cosas materiales —Porsche contuvo la respiración debido a la imprudencia del Beta. Miró a su amigo y percibió como apretó su espada.
—Cierto, lo único que le importan son mis feromonas. —Din arrugó el rostro —Ya sabes que las intercambiamos, ¿no? Además de nuestros cuerpos...
El Beta miro al Emperador con una expresión indescriptible y asintió.
—Si, él me lo dijo. —Llevo la mano contraria a su mejilla para calentarla con su propia piel —No tengo problema con eso, sé que nosotros existimos para servirle, Alteza. Estoy honrado de que le dé la oportunidad a MI pareja de complacerlo.
—¿Din? —Rome abrió sus ojos débilmente cuando sintió su calor. —Amor... ¿qué haces aquí? —Pick apretó los dientes por el apodo cariñoso y el Beta sonrió.
—Estaba preocupado por ti, corazón. ¿Como te sientes?
—Muy mal, creo que moriré —El Omega apenas y podía hablar —No quería morir sin verte…
—No morirás. Ya encontraron el culpable y pronto te darán el antídoto.
—Te amo Din...gracias por venir...
—Te amo también —El Beta miro de reojo al Emperador —Descansa entre las sábanas de seda, pronto mejoraras y podrás descansar en mis brazos. —Incluso Emma estaba petrificada con las acciones de Din. No podía creer la valentía del novio de su amigo.
—Sabes que…tus brazos son más calientes que este lugar —Rome no tenía idea de que Pick lo estaba escuchando —No necesito la seda…igual me la quitare cuando este contigo…
—Roró —Su amiga lo interrumpió al ver como el emperador empuñaba su espada —Guarda tus energías y no hables más…
—Te esperare en nuestro lugar —susurró Din dándole un beso en la frente —Descansa.
Rome le sonrió al Beta y cerró los ojos, perdiéndose entre las sábanas rápidamente. Pick le dirigió una mirada molesta al esclavo y lo echó, quedándose solo con Rome. Giró al Omega y a pesar de la suciedad en su boca, le robó un beso.
—¿Alteza? ¿Es usted?
—¿Me extrañaste? —Rome sonrió —Mi Rome, ¿Quieres mis feromonas?
—Si…por favor…
—Entonces di que eres mío.
—Soy…suyo…Alteza…—Sus ojos luchaban por permanecer abiertos —No quiero morir…
—No morirás, en esta vida, tú vas a servirme por siempre. —Rome no contesto nada. Pick no supo si lo ignoró y realmente había perdido al consciencia, pero decidió no presionar.
Porsche suspiró.
La guerra dentro del palacio apenas estaba empezando.
Chapter Text
Con Rome sano, Pick se dedicó a continuar con su vida como Emperador. Reuniones, visitas y mucha gente aburrida. El mal humor seguía presente en su día a día, sobre todo porque su Omega favorito no estaba produciendo las suficientes feromonas para complacerlo.
Al parecer, el veneno había afectado la capacidad de Rome para seguir con su función de incienso vivo. Aquello lo tenía enfurecido y preocupado. La única razón por la que solía tenerlo a su lado se había ido y entonces, ya casi no lo frecuentaba.
De vez en cuando, Rome era asignado a servirle y solo en esas pocas horas, podía disfrutar de la presencia que tanto lo acompañaba antes. El Omega seguía luciendo su nuevo aspecto, pero ya no era exclusivo para él. Pick no quería admitir que lo extrañaba, que de vez en cuando se le ocurría un chiste que de seguro provocaría una carcajada de esas extrañas que solo el sirviente soltaba cuando estaban solos y se olvidaba de su estúpida vergüenza porque los vieran juntos. Se rehusaba a aceptar cuanto deseaba verlo a diario.
Si lo pensaba bien, él era el Emperador. Si quería a Rome, no necesitaba una excusa para verlo. Simplemente iría a su habitación y lo invitaría a que compartieran el lecho, de todas formas, el sirviente no tenía opción.
Era bastante tarde en la noche cuando Pick decidió visitar al Omega. El viento suave producía un pequeño silbido en medio del silencio de la noche, ni un alma deambulaba por el palacio. El Emperador se alegró de ese hecho, además de sus guardias que por su puesto había amenazado, nadie notaría que salió de sus aposentos para encontrarse con Rome.
Su corazón latía emocionado, igual que un animal a punto de atrapar a su presa. Pick no lograba contener la ansiedad por verlo y arrojársele encima. Tal vez esa noche, lo tomaría por primera vez en su pequeña cama. Seguramente Rome estaría tan dormido que no lo sentiría entrar, así que aprovecharía para bañarlo en sus feromonas y dominarlo tan rápido que no tuviera escapatoria.
Con el omega confundido, se dedicaría a lamer cada centímetro de su cuerpo hasta que él mismo le rogara por que lo hiciera suyo. Estaba a punto de entrar cuando un ruido extraño llamó su atención y se paralizó. Su respiración se acelero al darse cuenta de que no se había equivocado, ese era el cuarto de Rome, él mismo lo había escogido.
Empujo la puerta muy despacio para no alertar a los ocupantes y el peor de sus pensamientos se volvió realidad.
Tendido sobre la cama, Rome yacía completamente desnudo. Sus ojos estaban cerrados mientras que abría una y otra vez la boca en busca de aire. A su lado, Din lucia exactamente igual, sin ropa que cubriera su piel mientras delineaba el cuerpo contrario.
Para Pick, el tiempo se detuvo. Se dio cuenta de la intimidad que evidentemente compartían y se arrepintió de no estar llevando su espada. Rome, quien era de su propiedad, se había atrevido a entregarse al asqueroso Beta.
—Te amo, Din —susurró el Omega con una sonrisa que se apagó en el momento que percibió su presencia —¡Majestad!
Rome, al igual que Din saltaron en su sitio y se cubrieron con la sabana. Pick sentía la ira recorrer cada centímetro de su cuerpo. La traición de Rome desencadenaba las ganas de matar y ver sangre que existían en su interior. Repaso rápidamente la habitación en busca de un arma para lastimar al Beta, pero no encontró nada y tuvo que contenerse.
—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó entrando por completo al cuarto —¿De verdad te acostaste con este sucio esclavo?
—Yo…yo…Su Majestad —Rome temblaba del miedo bajo la mirada directa del Alfa. Din también estaba asustado, demostrando que no tenía poderío ni nada para proteger a su pareja.
—¿Quién te dio permiso para acostarte con él? —Pick prácticamente escupía fuego —¿Por él no has ido a mi despacho? —El Omega bajo la cabeza —¿Realmente tus feromonas no funcionan o me estas mintiendo? —Al ver los ojos temblorosos de Rome lo supo —A partir de este momento, ¡Te prohíbo que te veas con él!
—¡Su Alteza!
—¿Me estas desobedeciendo?
—¡Él es mi compañero!
—¿Y a mí que me importa? —gritó Pick sujetándolo del brazo —Vámonos, no te quiero cerca de él.
—Por favor, Su Majestad…Espere…
—¿Crees que puedes hacer esto sin consecuencias? —El mayor lo agito con violencia —¡Te dije que eres solo mío! ¿Por qué no lo entiendes?
—¡Yo lo amo! —La voz de Rome rompió el silencio de la noche —¡Yo amo a Din! ¡Por favor!
Con sus palabras, la mirada de Pick se convirtió en violencia pura. Sin mediar con Rome, agarró al Beta por el cuello y lo arrojo contra la pared. La cabeza de Din goleó con fuerza la superficie y se abrió. Rome jadeo asustado y trato de llegar hasta su compañero, pero el Alfa no se lo permitió.
—¡Tu vienes conmigo!
—¡No quiero! —Rome seguía peleando cubierto de lágrimas —¡No voy a volver con usted! ¡Yo quiero a Din!
—¡Tú eres mío!
—¡Jamás seré tuyo!
Con un salto, Pick abrió los ojos con el cuerpo contraído. La oscuridad que percibió su mirada le hizo saber que todavía era de noche. Su respiración se encontraba agitada y dificultosa, aquello fue una pesadilla que se sintió terriblemente real.
—Su alteza… ¿esta despierto? —La pequeña voz característica de Rome provino de la parte inferior de su cuello. Miró hacia abajo y se dio cuenta que tenía al Omega abrazado con mucha fuerza, casi que asfixiándolo.
Con lentitud, lo soltó suavemente para que pudiera respirar. Rome se alejó de su pecho apenas unos centímetros para verlo a los ojos. El Alfa se sonrojó al sentirse avergonzado de haberlo sujetado de una manera tan intensa en medio de su sueño.
—Lo siento, Rome. ¿Te desperté? —El Omega le mostro una sonrisa bajo la luz de la luna y asintió todavía acostado sobre uno de sus brazos.
—Si, me asusto cuando me apretó de esa forma, al parecer tenía una pesadilla, ¿se encuentra bien?
—Si…—dijo sintiendo las feromonas de Rome calmándolo; la idea de que no las producía solo fue un mal invento de su mente inquieta —Gracias…
—Descanse alteza, todavía es de madrugada… —Los ojos contrarios se cerraron y en menos de cinco minutos, los ronquidos llenaron el lugar.
Solo Rome fue capaz de dormir, su imagen junto con el Beta impidió que Pick pudiera conciliar el sueño. Aquella pesadilla lo mantuvo despierto hasta que llego la hora de empezar su día. Normalmente, cuando dormían juntos Rome permanecía con una bata color verde que él le había regalado. Pick observo la prenda deslizarse por su hombro aun tibio y sin contenerse, se acerco a la piel contraria para besarla.
El calor en sus labios provoco tal sensación de paz y tranquilidad que antes de siquiera darse cuenta, ya lo estaba cubriendo con sus feromonas. Rome era suyo.
Pick deseaba que todos lo supieran, incluyendo al tonto de Din. Si pudiera, lo encerraría en una caja de cristal para que nadie pudiese acercarse; Solo de esa manera estaría tranquilo y sin preocuparse por la terquedad del Omega.
¿Por qué Rome se rehusaba a comportarse? ¿Cuál era su afán por hacerlo perder la paciencia? ¿Por qué no podía quedarse callado y comportarse como Lucía?
—Su Majestad, quería preguntarle algo…—Se encontraban juntos en el baño, el Omega lavaba su espalda desde el borde. —¿Cuándo puedo volver a mis actividades?
—No entiendo, ¿Cuáles actividades? —Pick sabía a qué se refería ya que no era la primera vez que él insinuaba que quería salir.
—Quiero decir…a mis funciones en el palacio…
—Me ayudas a bañarme y vestirme, ¿no es eso suficiente para ti?
—Alteza…no me malentienda. —Rome detuvo sus movimientos y eso lo irrito —Puedo seguir haciendo esto todas las mañanas, pero me gustaría volver a trabajar fuera de esta habitación…
—¿Tanto te disgusta? Muchos matarían por tener tu puesto.
—No es eso Alteza, es solo que no estoy acostumbrado a permanecer tanto tiempo en un mismo sitio —El Alfa guardó silencio —Quiero volver a mi habitación…Ya me encuentro mejor…
Si Rome volvía a sus aposentos, seguramente su pesadilla se convertiría en una realidad. Pick no quería dejárselo en bandeja de plata al sucio Beta, él era suyo.
—¿Te gustaría vivir con mis concubinas? Puedo darte una habitación mucho más espaciosa, no tendrás que compartir y estarás más cómodo…
—Alteza… —La voz de Rome se tornó berrinchuda —Por favor…no sea malo conmigo…déjeme salir…
El Omega estaba harto. Prácticamente había pasado un mes desde que bebió el antídoto y el Emperador todavía se rehusaba a dejarlo ser libre. Él extrañaba a Din y a su vida fuera de las cuatro paredes. Necesitaba su espacio personal.
Dirigió su mirada hacia Rome para decirle que definitivamente tendría que quedarse encerrado, pero en cuanto sus ojos se encontraron, se sorprendió de ver pequeñas lagrimas formarse en su rostro junto con un puchero.
—¿Rome? —preguntó aturdido al verlo en ese estado —¿Vas a llorar?
El Omega se dio la vuelta y se cubrió el rostro porque sabía que no podía disimular la furia que atravesaba su cuerpo. La impotencia de no poder tomar sus propias decisiones y depender de alguien más le causaba tanta rabia que no podía evitar llorar.
En cambio, Pick confundió las lágrimas de rabia con dolor. Él pensó que Rome estaba muy triste y deprimido por su crueldad. Sin contenerse, salió del agua y lo atrajo a su pecho con fuerza. Sus feromonas calmantes cubrieron todo el lugar rápidamente, causando que el Omega se relajara y se apoyara en él.
—¿Tanto quieres trabajar? —susurró con voz dulce mientras el otro asentía —Esta bien, Mi Rome. Puedes volver a trabajar, pero debes venir a dormir conmigo.
—¿Por qué? —El menor le habló con un puchero —Yo quiero dormir en mi habitación, mi ropa y mis cosas están allá…
—No tienes que preocuparte por eso, pedí que en mi vestuario despejaran un espacio para ti.
—Alteza...
—Rome... —Pick lo atrajo hacia él y metió la mano debajo de su ropa. El Omega sintió que las feromonas cambiaban de calmantes a dominantes y lo cubrían provocándole excitación —Ahora si es una buena mañana…
—Majestad... —Rome apartó la mano ajena con cuidado, él sabía lo que intentaba el Alfa.
—¿Por qué insistes tanto? ¿Es porque quieres reunirte con ese Beta?
—No, alteza. —El Omega sabía que debía ser cuidadoso con sus palabras. — Din y yo nos vemos prácticamente cuatro veces al año, él viaja mucho. Quiero irme porque disfruto de mi habitación, señor. Antes de conocer su gracia yo compartía el lugar con cinco personas y ahora que puedo estar solo, me gusta tener mi propio espacio.
—Este puede ser tu espacio.
—Alteza...le agradezco mucho, pero...esto no es lo correcto —A pesar de saber que Pick podía explotar contra él en cualquier momento, Rome estaba dispuesto a dejar en claro su punto. Para él su libertad era importante. —Pienso que no es correcto que un sirviente viva con usted, señor. La gente puede hablar.
—¿Quién se atrevería a hablar del Alfa más poderoso de la nación?
—Aun así, no pienso que sea adecuado. —El menor se mantenía firme —Ni quiera la Emperatriz comparte su lecho tanto como yo. No quiero que ella se sienta desplazada por mi culpa. Mire lo que paso con las concubinas...
—¿Quieres que vuelva a compartir mis noches con ellas?
—Si su Majestad lo desea, me parece perfecto.
Ver que a Rome no le importaba lo que él hiciera lo enfureció. Pick esperaba celos, malas caras o molestia como solían hacer las concubinas, pero el Omega ciertamente no sentía nada por él. Prácticamente le daba lo mismo como si él fuera un hombre cualquiera.
A pesar de tener rabia, el Emperador se regañó a si mismo por sus pensamientos de querer que lo celaran. Rome estaba en lo cierto, él era el Alfa más importante de la nación, podía darse el lujo de tener a miles en su cama. Cortesanos y concubinas mucho mejores que un simple esclavo sin importancia.
Decidió dejar ir a Rome.
Si el Omega compartía su lecho con otro sirviente lo tenía sin cuidado, con que cumpliera su tarea de darle feromonas era más que suficiente. Él no lo necesitaba.
Lo único que realmente le molestaba era que Rome parecía estar viviendo bien, sin siquiera pensarlo. Se suponía que él era el Emperador, todo el día debía estar dando vueltas en la cabeza del Omega. Sin embargo, apenas y venía a visitarlo si no lo mandaba a llamar.
Pero él no lo necesitaba.
Tenía un concubinato para atenderlo. Desde esa mañana cuando conversaron, el Alfa volvió a frecuentar a concubinas y concubinos, pero ninguno era igual. Todas fingían gemidos y movimientos desvergonzados para ganarse su favor, pero era obvio que temblaban de miedo. Ninguno era tan natural como Rome, ninguno se sentía tan bien.
Ni siquiera la emperatriz llegaba a sus talones.
—Te extrañé mucho —dijo Lucía recostada en su lecho —Fuiste muy dulce conmigo y el bebé.
—Si. —Fue su seca respuesta. Para la mujer no pasó desapercibido el gesto frio, pero prefirió mentir. Ya las concubinas le habían dicho que Pick se veía disperso y pensativo después de sus encuentros.
También le habían comentado que Rome al parecer ya no frecuentaba mucho sus aposentos, que trabajaba diligentemente y que parecía haber perdido su gracia. Lucia dudaba de aquel chisme. Después del intento de asesinato y aquel pacto sangriento, era más que claro que Rome era muy preciado para su esposo.
Seguramente el alejamiento se debía a cuidar las apariencias para que disminuyeran los celos que casi lo matan.
—¿Rome lo está haciendo bien? —Decidió preguntar y Pick se giró de inmediato —No he podido conversar con él.
—¿Hablas con él?
—De vez en cuando. —La mujer comenzó a sobar su vientre crecido — A veces me ayuda en mi día a día, es muy bueno en su trabajo.
—El mejor. —A duras penas conseguía sacarle palabras al Emperador, pero quería seguir hablando, así que insistió.
—Si, es extremadamente diligente con las tareas que se le asignan... ¿cómo esta?
—Esta perfecto. Disfrutando de la nueva vida… —El tono de voz tenso de su esposo le llamó la atención, al parecer, aquel evento seguía molestándolo.
—Nos dio un susto grande, ¿cierto? Se salvo de milagro...
—Si hubiera muerto, yo hubiese ido al mas allá por él. —La mujer apretó los labios. Casi sonaba como que a su esposo le gustaba Rome. Decidió apartar ese pensamiento.
Ella era la Emperatriz, la única que compartía en ese momento la cama con el Emperador. Repentinamente, la visión de su ropa atravesó su atención. El Alfa le tendió sus vestimentas y Lucía supo lo que le pedía de forma no verbal.
A Pick no le gustaba pasar la noche con nadie, él odiaba compartir la cama porque se movía mucho. Sin querer incomodarlo de más, se vistió y se fue.
Lucía jamás lo enfadaría a propósito.
.-.-.
La vida de un noble se basaba en trabajar de día y acudir a celebraciones durante la noche. Ya fuera un banquete fuera o dentro del palacio, todos intentaban asistir. Esa vez no fue la excepción, el salón estaba lleno de múltiples personas socializando y afianzando sus relaciones.
Escondidos en pequeños antifaces, los asistentes de la fiesta degustaban los más finos platos de la mano de la gran cantidad de sirvientes. Entre ellos, Pick distinguía especialmente a Rome. Con una mirada parecida a la de un lobo, el Alfa no se perdía ni un solo movimiento de su presa.
Lleno de una gracia innegable, Rome y su nuevo peinado se mezclaban entre los murmullos y conversaciones de las personas. Él les tendía vino para amenizar la noche y aunque estaba con el rostro cubierto como ellos, el Emperador podía distinguirlo con claridad.
Verlo libre todavía le causaba emociones diversas. Pick tenía claro que su trabajo era atender a los invitados, pero al mismo tiempo, le molestaba verlo tan cerca de otros Alfas. El olor de Rome era algo que solo su nariz debería degustar.
Incluso su presencia debería ser solo suya.
Él era el Alfa más poderoso, entonces ¿por qué Rome se atrevía a comportarse vulgarmente en la fiesta que estaba dando?
Sin disimulo, Rome intercambió palabras cinco veces con la misma persona. Un chico de su misma contextura y sin olor, el maldito Din. Desde la distancia, Pick notó que el Omega que normalmente mantenía la cabeza baja para no llamar la atención, levantaba la mirada para decirle cosas al Beta y se reía.
¿Cuál era el secreto gracioso que compartían frente a sus ojos?
Cegado por el impulso de poseerlo, Pick bebió el contenido completo de su copa y se dirigió hacia los dos sirvientes que servían el vino. Los invitados de la fiesta se giraron ante su presencia, sin embargo, él los ignoro.
El calor de la rabia enceguecía cada centímetro de cordura que podía detenerlo, sobre todo porque Rome y Din estaban tan distraídos en su conversación que ni siquiera notaron que él se acercaba.
—Rome —Su voz sonó gruesa, asustándolos y cortando su ameno momento.
—Su Majestad… —Rome se apresuró a inclinarse en una reverencia en cuanto notó quien era. Para el Omega, el tono en que fue llamado se sintió peligroso. —¿En qué puedo servirle?
Pick desvió la mirada hacía Din que también se encontraba inclinado y esperando por sus órdenes. El Beta, a diferencia de Rome, no se atrevía a verlo a los ojos. Decidió ignorarlo.
—¿Te diviertes Rome? —preguntó al Omega con mala cara —¿No te parece que lo que estás haciendo es una falta de respeto?
—¿Señor? —Se sintió confundido y observó las copas de su bandeja —¿Servir las copas?
—No te hagas el tonto conmigo, Rome —La presión que el Alfa imponía sobre él hizo que su garganta se cerrara, incapaz de decir o pronunciar alguna palabra para justificarse —¿Crees que no me doy cuenta de que estas perdiendo el tiempo hablando con Din? ¿No te das cuenta de lo inapropiado que es?
—Su Majestad, Rome y yo estamos trabajando en…
—No estoy hablando contigo, haz silencio —Con grosería, el Alfa le impidió al Beta que participara en su interrogatorio.
—Majestad, Din y yo solo estamos… —Pero Pick lo interrumpió, sosteniéndolo del brazo con brusquedad.
—¿Tan desvergonzado eres que dejas que tu compañero te toque frente a toda esta gente? —Rome sintió que el aire dejaba sus pulmones, su vida y la de Din peligraban.
—No señor, no es así, solo estamos trabajando —trató de explicarse preso de pánico —Le juro que solo estamos trabajando, créame Alteza…
La furia en los ojos de Pick junto con el agarre brusco en su brazo provocaron que pequeñas lagrimas se formaran en sus ojos. Rome intento contenerse, pero el terror lo estaba sobrepasando. No tenía que girar su cabeza para notar que todos los invitados de seguro estaban viéndolo con miedo de que ocurriera una masacre. Se sintió vulnerado.
—Su Alteza —Milagrosamente, Porsche llegó junto al Emperador y coloco una mano en su hombro —Por favor, no haga un espectáculo —Susurró en su oído —Pueden continuar la charla en un lugar más privado…
Pick sacudió el hombro con evidente rabia y sin soltar a Rome, se dirigió hacia su amigo. —Aquí no está pasando nada, solo le estoy recordando cuál es su lugar.
Con fuerza, el Emperador lo empujo hacia atrás y volvió a su asiento. El sirviente secó el par de lágrimas que alcanzaron a deslizarse por su rostro y se dispuso a continuar con su trabajo. Din no volvió a cruzarse con él esa noche, se volvieron extraños.
Al final de la celebración, uno de los guardias se acercó a Rome y le comentó que el Emperador lo esperaba en sus aposentos. Con miedo, el Omega se preparó mentalmente para lo que sea que iba a suceder con su integridad.
Entró en la habitación y las feromonas dominantes causaron que cayese de rodillas. Su cuerpo se tensó cuando escucho la puerta cerrarse en su espalda. La presencia de Pick estaba frente a él, pero no se atrevía a levantar la cabeza.
—¿Es eso lo que te gusta, Rome? ¿Hacer un espectáculo frente a todos?
—Majestad…escúcheme por favor…le juro que yo no estaba haciendo nada… —Sus lágrimas salieron involuntariamente. —Le juro que solo trabajaba, ni siquiera hablábamos…
—Te vi sonreír —Pick camino hacía él con paso firme y se agachó para sostenerlo de la barbilla. —¿Vi mal acaso? Te ves muy cómodo con Din, ¿creíste que yo no lo notaria?
—Créame, por favor….
—Escúchame bien, Rome —Sus ojos eran afilados, casi que atravesándolo —Eres mío, compórtate o te voy a encerrar aquí para siempre. —Rome tembló al escuchar esas palabras.
Por primera vez, sintió el peso real de lo que significaba estar bajo el dominio del Emperador. Su vida, sus decisiones, incluso con quien podía hablar o compartir su tiempo estaba en las manos del Alfa. Sin levantarse, continúo llorando cuando Pick se alejó de él.
Se sentía menos libre que nunca.
.-.-.
Su relación con Din era un secreto.
Como nadie lo sabía, no era anormal que a veces les asignaran trabajos en conjunto. La noche del banquete, cuando Rome regreso, juntos llegaron al acuerdo de distanciarse al menos fuera de su habitación.
Ninguno quería que su cabeza rodara por los pasillos del palacio.
Era más que evidente que el Emperador les tenía un ojos encima, por eso, fingían ser desconocidos. Inclusive, evitaban tener relaciones para que el cuerpo de Rome no tuviera marcas ni señales de que otra persona lo había tocado. Sobrevivir era más importante que intimar.
Esa tarde, Rome se encontraba en el jardín imperial regando las flores de la Reina Madre, cuando repentinamente vio a Din haciéndole señas desde la distancia. Su compañero estaba escondido detrás de un gran árbol y parecía querer decirle algo.
—¿Qué pasa? Sabes que no podemos vernos en público, dímelo en la noche.
—No voy a estar en la noche —Din sujeto una de sus manos y le dio un beso en el dorso —Mi Amo acaba de volver y me dijo que nos vamos de viaje, mi amor…
—No… ¿Por qué tan rápido?
—No ha sido rápido —El Beta sonrió —Dure casi dos meses aquí, es solo que…estuviste un poco distante por…ya sabes qué…
—Tienes razón —Rome lo abrazó —Voy a extrañarte mucho, vuelve sano.
—Por supuesto. Volveré en tres semanas, ¿Esperaras por mí?
—Toda la vida —El Omega seguía sin soltarlo —Te amo y te esperare en nuestro lugar.
—Te amo, mi Rome. Pórtate bien cuando yo este afuera, no pelees con nadie…
—¿Cuándo no lo he hecho? Tonto…
Mientras ellos se abrazaban pensando que nadie los veía, Pick apretaba sus puños desde un balcón cercano. Su mandíbula se contraía más y más en cada segundo que pasaba, odiaba ver lo cómodo que Rome se veía con Din. El omega le sonreía tímidamente y balanceaba su cuerpo de forma coqueta, casi que no podía quedarse quieto de la emoción de ver a “su compañero”.
Sin poder contenerse, Pick salió a enfrentarlos. Sus pasos eran firmes, una señal de que nadie debería de atreverse a cruzarse en su camino. Cuando llego donde estaban, habló con voz gruesa.
—¿Qué creen que están haciendo? —Los dos hombres jóvenes se separaron de un brinco y lo vieron con miedo —Rome, ven aquí inmediatamente.
—Su…su Alteza…nosotros estábamos…
—No te he preguntado nada, ven aquí. —El Omega caminó con paso lento hasta donde se encontraba el Alfa e hizo una reverencia.
—Su Majestad, nosotros solo…
—Guarda silencio antes de que te corte la lengua —El rostro de Rome se tornó pálido al igual que el del Beta —No quiero verlos tan cerca en un lugar público, ¿entendido? —Din asintió y presó del miedo, permaneció inclinado.
La brisa moviendo su cabello junto con el silencio absoluto le hizo caer en cuenta de que se había quedado solo. Alcanzo a levantar al mirada el tiempo justo para ver a Rome ser arrastrado lejos por el Emperador.
Rezó en silencio porque su compañero estuviera sano y salvo hasta que él volviera.
Din amaba a Rome con toda su vida.
Notes:
Del 1 al 10, Qué puntaje le dan a la locura de Pick??
Chapter Text
El Omega ni siquiera se atrevía a girar la cabeza hacia atrás para ver a Din. La fuerza con que Pick lo llevaba dentro del palacio lo asustaba, estaba seguro de que iba a recibir un castigo. Su único consuelo era que al menos el Beta no saldría herido.
Jamás pensó que el Emperador fuese a verlos, pero agradecía que la humanidad de su novio no se hubiese visto comprometida. El agarre en su brazo dolía, al igual que sus pies por tratar de seguirle el paso al Alfa. Sentía que poco a poco las lágrimas se formaban en sus ojos, pero no quería llorar, él odiaba mostrarse débil.
No tardo en darse cuenta de que estaban yendo hacia los aposentos de Pick. Después de todo, ya era una camino bastante conocido para él. Con impotencia, sintió en su garganta ganas de gritar y pedirle que no lo tocara. Sabía que posiblemente el Alfa seria brusco para demostrar dominio y eso le daba miedo, él no era una presa para ser tratado de esa forma.
Su cuerpo cayó sin cuidado en la cama con la misma rapidez que Pick se le subió encima. Los labios contrarios se posaron en su cuello y sintió la lengua deslizarse por su piel sin cuidado junto con los dientes. De seguro aquello le dejaría una marca.
—Quiero tus feromonas —escuchó en su oído y aunque las liberó, no pudo evitar sentirse frágil. La asimilación de su posición y de la diferencia entre ellos siempre lo lastimaba.
Con la sumisión instantánea, Pick se perdió en sus instintos animales. Metió sus manos bajo la ropa contraria y espero el gemido placentero que su acción solía causarle al Omega; solo que esta vez, un sollozo llegó a sus sentidos.
Rome estaba llorando.
—¿Qué te pasa? —preguntó asustado mientras sujetaba el rostro contrario —¿Por qué estas así?
—No me haga daño, por favor…
—¿Me crees capaz de lastimarte? —Pick se sintió ofendido —¿Acaso no sabes cuanto te aprecio?
—Pero…por Din —La impotencia, la rabia y el miedo dificultaban el discurso del Omega —Usted me odia…lo siento…
—No te odio, Mi Rome —El Alfa junto sus frentes y lo miro a los ojos para que viera su sinceridad —Solo me molesta que descuides tus labores por estar coqueteando…
A pesar de su ataque de rabia, para Pick era imposible seguir molesto si el Omega lloraba. Siempre era débil ante él y sus lágrimas.
—No coqueteábamos, solo nos despedíamos Alteza. —Rome seguía hablando bajito por las ganas de llorar —Él se va de viaje, por eso yo lo abrazaba, pero no hicimos más nada, lo juro…Confíe en mi…
—Confío en ti, mi Rome —El mayor besó superficialmente su cicatriz —Solo estoy pendiente de que él te trate bien y que ustedes se comporten dentro del palacio. Hay muchos ojos viéndote, ¿lo sabes?
—Lo sé, Alteza. Muy pocas personas saben que él y yo tenemos una relación, siempre somos cuidadosos...y yo con usted…
—No me importa que tengas un compañero siempre y cuando sigas ejerciendo tus funciones conmigo —Pick agarro sus piernas de forma sensual y le provocó un gemido bajo —¿Me permitirías disfrutar de tus feromonas? Te prometo darte las mías.
—Alteza…—Susurró Rome sonrojado y asintió mientras lo abrazaba—Esta bien, gracias…
—Lo siento por asustarte, no quería hacerlo.
—Din jamás se compararía con usted —el Omega continuaba llorando, aunque ya se encontraba mucho más calmado —Él ha sido mi apoyo desde que llegue aquí, es mi compañero sentimental, pero usted es mi dueño. Por favor, no se sienta molesto…Soy solo suyo…
En el pecho del Alfa se produjo un calor con las palabras que salían de los labios carnosos del Omega. La sinceridad que percibía en la voz del otro lo fascinó. Rome siempre encontraba una manera de emocionarlo como nadie más lo hacía. Sin contenerse, se lanzó hacia su boca y lo besó hambrientamente.
El sirviente liberó feromonas que rápidamente lo cubrieron y produjeron placer. Mientras Pick escuchaba los gemidos que se escapaban de la boca de su compañero, la palabra “MIO” resonaba una y otra vez en su cabeza.
Estaba enloqueciendo.
.-.-.
Rome era especial.
Con Din lejos, Pick estaba feliz con él y su relación cada día volviéndose más estrecha. Todavía se sentía mal por haberlo asustado, por lo que se propuso a contentarlo por el malentendido, así que pidió a Porsche que comprara una caja con varios broches de varios colores para adornar el peinado sencillo que solía usar el Omega.
—¿Crees que le gusten?
—Por supuesto, yo los escogí —Su amigo alardeó —¿Vas a pagármelos o…?
—¿Te atreves a cobrarle a tu Emperador?
—¿Te atreves a robarle a tu mano derecha? —La risa de ambos hombres explotó en el despacho. A pesar de su diferencia de estatus, su amistad seguía intacta. —¿Cuándo vas a dárselo?
—En cuanto entré por la puerta…—Un par de golpes se escucharon —¡Pasa! ¡Te tengo un obsequio!
Los Alfas sonrieron al ver a Rome entrar, pero se tensaron al notar que detrás de él, la Reina Madre y la Emperatriz Lucía venían con una sonrisa.
—¿Para mí? ¡Y tan de repente! —Su esposa se acercó a la caja y la sujeto con ambas manos —Muchas gracias. ¡Me encantan los broches para el cabello! ¡Mira Rome! ¿No te parecen hermosos?
—Si, señora. Son preciosos —El Omega sonreía de manera sincera mientras repartía te en una bandeja. Pick y Porsche intercambiaron una mirada incomoda, pero no dijeron nada. —Si lo desea puedo ponérselo ahora mismo para que Su Majestad la vea usarlos.
—¡Hazlo! —dijo ella emocionada sentándose en una silla —¿Sabes lo bien que se siente que te den un regalo?
—Si señora, hace poco mi compañero me regalo una tobillera —de forma inocente, Rome revelo el detalle sin pensar —No suelo usarla en horario laboral, por eso no la tengo, luego se la muestro.
La Emperatriz casi se rompe el cuello por voltear a ver a su esposo. Al igual que la Reina Madre, esperaban que la furia de Pick estallara ante la revelación de que existía alguien en la vida del Omega.
Sin embargo, Pick permaneció impasible.
—Rome… ¿Su Majestad sabe que tienes un compañero? —Lucía se sintió preocupada.
—Oh si, no se preocupe. Ya el Emperador lo sabe y no le importa. Conozco mi lugar como objeto para su servicio, mis feromonas son solo de él. Mi compañero es un Beta. —A pesar de la voz confiada del Omega, las dos mujeres dudaban.
En el último banquete fue bastante evidente que el Alfa era especialmente celoso con Rome. Ambas tuvieron miedo de que la celebración se convirtiera en un mar de sangre, pero Porsche se adelantó antes de que ocurriera.
La Reina Madre era la que más estaba incomoda con la cercanía descarada de su hijo con el Omega. Mientras Lucía y Rome salían del despacho, ella pidió tiempo para hablar a solas con el Alfa. Por supuesto, Pick se esforzó en no mostrar desagrado ante la idea de que seguramente vendrían palabras en contra de Rome.
—Mamá, ¿Qué es lo que te perturba esta vez?
—Esos broches se ven bastantes sencillos a comparación de los que suele usar la Emperatriz —Pick apretó la mandíbula al saber que su madre lo había descubierto —No debo decírtelo, pero recuerda quien es tu esposa. Lucía también necesita de tus feromonas, no solo Rome…
—No he dejado mis obligaciones con ella —Contestó con rabia —¿Por qué quieres complicarlo todo?
—La Emperatriz sería muy feliz si pasaras más tiempo con ella…
—Estoy ocupado, te recuerdo que soy el Emperador. No tengo tiempo para perder jugando a ser esposo perfecto.
—Cierto, solo tienes tiempo de jugar con Rome.
—¡Madre! —Pick sintió la furia subir —¡No te metas en mis asuntos o no me hago responsable de mis actos!
La mujer le mostró una sonrisa irónica e hizo una reverencia antes de salir de la habitación. En cuanto dio dos pasos lejos de la puerta, su expresión cambio. Jamás pensó que su idea le traería tantos problemas.
Con elegancia y superioridad, se dirigió hasta los jardines donde su nuera tomaba el sol. Al llegar junto a ella, Lucia le señaló una silla para que se sentara. La señora Olga observó los adornos del cabello de la Emperatriz y se burló.
—Que broches tan baratos —dijo mientras recibía una taza de té —No creí que mi hijo tuviera tan mal gusto.
—Si, les falta clase pero que se le va a hacer —Lucía miro al horizonte —La verdad es que no me gustaron mucho, pero tuve que fingir.
—¿Tienes claro que no eran para ti, cierto?
—Madre, creo que exageras…
—¿Me estás diciendo que no notas la cercanía inusual que hay entre Rome y el Emperador? Deberías comportarte como una Emperatriz y presionarlos.
—Madre, te repito lo mismo que te dije ayer. —La Omega menor trató de tomar aire para calmar sus propios nervios —Pick disfruta de sus feromonas, es evidente que le encantan, pero eso es todo. Si realmente le gustara, créeme que se hubiera molestado por lo de la tobillera, ¿no crees? Él es un Alfa celoso.
—Mas bien, ese omega tiene tanto poder sobre él que hasta puede tener un compañero.
—¿Qué me sugieres entonces?
—Debes encontrar la manera de unirte más con Pick —La Omega anciana le mostro una sonrisa —¿Por qué no intentas pasar más noches con él? Ya el bebé no corre peligro…
—A él no le gusta dormir acompañado, es muy quisquilloso.
—Yo te ayudaré. —La sonrisa en el rostro de la Reina Madre le causó un escalofrío a Lucia. Ella quería unirse más a Pick, pero sin molestarlo. Le asustaba enfurecerlo y que perdiera todo lo bueno que había construido poco a poco.
Durante un tiempo evito seguir los planes de su suegra, pero sabía que no podría continuar así. Entre más se tardará, mayor sería la insistencia y eso la agotaría tanto mental como físicamente.
Su suegra no tardó ni un día en conseguir una caja de chocolates traída especialmente del norte. Con Pick, era mejor darle algo dulce y comestible que cualquier cosa material. A pesar de sentir fastidio, Lucía admitió que era una buena idea.
Nada podía salir mal en una plan sencillo…pero se equivocó.
Al principio el Alfa se alegró mucho e incluso probo uno. El ambiente entre ellos era feliz hasta que Rome entró y les ofreció una bebida caliente. Lucía acepto con dicha la taza mientras observaba al sirviente acercarse a su esposo, pero, antes de llegar, Rome se paralizo frente a la caja.
Para ella y Pick no pasó desapercibido la forma en que el sirviente observaba la caja, casi que conteniéndose de llorar. Fue extraño verlo tan afectado, normalmente el Omega controlaba de forma casi perfecta sus expresiones faciales.
—¿Qué te sucede? —Pick caminó hasta él y posó una de sus manos en la espalda baja. —¿Te duele algo?
—Ah, no alteza —Rome se tragó el nudo de su garganta y con voz baja respondió —No me sucede nada, estoy bien…
—¿Qué te dije sobre ocultarme las cosas? —La voz de Pick demandaba información —No busques enfurecerme y respóndeme, ¿qué es lo que te paso?
—Discúlpenme por mi reacción, es solo que esos chocolates son de la región del norte…
—¿Y? ¿Cuál es el problema?
—Soy originario de allá, tenía mucho sin verlos —dijo con nostalgia —Esos específicamente son hechos en la provincia donde nací …
—Entonces tómalos todos —Lucia apretó los labios con disgusto —Me gusta verte sonreír.
—¡Alteza! —La Emperatriz gritó ofuscada al ver la caja en las manos del sirviente. —¡Acabo de regalárselos!
—Y yo acabo de dárselos a Rome.
El ambiente se volvió tenso entre los esposos, incluso los demás sirvientes y soldados contuvieron la respiración ante la guerra silenciosa de los ojos del Alfa y la Omega.
—Gracias, Su Majestad —Rome actuó rápido para evitar el conflicto —Pero estos dulces son un regalo preciado de la Emperatriz para usted, lo correcto es que los disfrute y…
—Rome, ¿estas rechazándome? —El Omega negó rápidamente —Comete el maldito chocolate o me voy a irritar.
—Pero Alteza, yo…
—¿Quieres que te encierre en mi habitación sin poder trabajar? —La piel de Rome se tornó pálida —Haz lo que te digo o no respondo.
Bajo la mirada de la Emperatriz, Rome abrió uno de chocolate y se lo comió lentamente. A pesar de lo incomodo de la situación, el sabor en sus papilas gustativas lo emocionó a un nivel tan inmenso que las lágrimas abandonaron sus ojos. Cada mordida traía recuerdos agridulces a su mente.
—¿Cuál es el drama? —dijo Lucia molesta —Es solo chocolate.
—Mi madre solía hacerlos —Rome seguía degustándolos mientras lloraba —El sabor era exactamente igual a este…
—Pediré que te traigan más, ¿Hay alguna otra cosa que quieras? — Pick lo abrazo por detrás y miro mal a Lucia.
—No, Alteza…gracias…
Lo siguiente que escucharon fue el sonido de la puerta cerrándose. Lucía había abandonado el lugar llena de furia. Rome se sintió mal, pero no pudo escapar de los brazos del Alfa.
.-.-.
Lucía observó a la Reina Madre, después de contarle lo que acababa de sucederle, la mujer se quedó pensativa. La Emperatriz sabía que todavía no terminarían los intentos para acercarse a su esposo.
En la noche, ambas se dirigieron hasta los aposentos del Emperador. Apenas y habían pasado dos horas desde la cena, por lo que suponían que Pick continuaba despierto. La parte de afuera de la habitación estaba custodiaba por varios guardias que se sorprendieron al verlas.
—Reina Madre —Ellos reverenciaron su presencia —¿En qué podemos ayudarle?
—Avísenle a Su Majestad que estamos aquí, díganle que es urgente —Con duda, los hombres se miraron entre ellos —¿Por qué no lo llaman? ¿Acaso son tan insolentes que me están ignorando?
Con miedo, uno de los soldados tocó varias veces la puerta, esperando por una respuesta. Al cabo de un minuto, Pick se asomó con el rostro fruncido y su ropa de cama.
—¿Quién se atreve a molestarme a estas horas? —preguntó con rabia, pero enmudeció cuando vio las dos omegas frente a él. —¿Qué están haciendo aquí?
—Hijo, el bebé esta inquieto. —Olga empujo a Lucia para que quedara frente a él —El medico dice que las feromonas del padre pueden calmarlo. He venido a acompañar a la Emperatriz para que no caminara sola por el palacio.
—Iré a tu habitación en un rato…
—No hijo, ella está cansada por estar tanto tiempo de pie en el pasillo, es mejor que entre a tu habitación —La Reina Madre agarró las manos de ambos y las juntó —Lucía es tu esposa después de todo…
Él miró con disgusto a su madre y suspiró. De mala gana, dio un par de pasos hacia adentro y ellas entraron con una sonrisa que rápidamente murió. Sobre la cama, Rome se encontraba profundamente dormido y bastante desnudo. El Omega se encontraba boca abajo con apenas una parte de su trasero cubierto por la sabana.
Pick se apresuró a caminar hacia él y esconder su cuerpo repleto de marcas hechas por sus propias caricias. Su sonrisa al tocar al chico durmiendo no pasó desapercibida por las dos mujeres que apretaron los labios incómodamente.
—¿Se desmayo? —Pregunto la Omega mayor.
—Se durmió. —contestó todavía sonriendo. —Terminamos hace como media hora y no quise despertarlo, parece que tuvo un día muy ajetreado.
—Sería bueno que lo hicieras para que Lucía duerma aquí. Ella y el bebé…
—Madre —Pick la interrumpió —Esta noche no estoy de humor para que me molesten. —Debido a su voz gruesa, Rome despertó de un salto y se asustó al verlas.
Con vergüenza, el omega atrajo la sabana hacia su cuerpo y se levantó sobre sus pies para hacer una reverencia. Sus mejillas estaban completamente rojas cuando se disculpó y corrió al baño para vestirse.
La Reina Madre aprovecho entonces para pedirle a un sirviente que cambiara las sábanas. Lucía se sentó en el borde de la cama sintiéndose disgustada, pero debido a su suegra disimulaba. Observó como intercambiaban palabras y miradas molestas hasta que Rome salió completamente vestido.
Sin levantar la mirada, Rome se despidió y se dirigió hacia la puerta para irse, pero la voz dura de Pick lo detuvo —¿Quién te dio permiso de irte?
—Su Majestad…—contesto él temeroso por la presencia de las otras Omegas —Yo pensé que…
—Pensaste mal. —Su mirada no daba espacio a la duda. —Te dije que dormirías aquí esta noche…
—Su Majestad…pero la Emperatriz…
—¿Estas desobedeciéndome? —Pick camino hacía él con el ceño fruncido —Te dije que vas a dormir conmigo. No me hagas perder la paciencia.
—Alteza, ¿no me dijiste que preferías dormir solo? —Preguntó Lucia sintiéndose herida al ver la insistencia de su esposo con el Omega —Creí que disfrutabas de tu espacio personal…
Pick fingió no oírla.
El Alfa echó sutilmente a su Madre de la habitación y le indico a Rome que se acostara en el suelo a su lado sobre varias sabanas. Lucia se sentía enojada y ofendida, pero al menos era ella quien compartía la cama con Pick. Las feromonas de su esposo realmente calmaron a su hijo. A pesar de que su barriga todavía era pequeña, el príncipe heredero ya era capaz de reaccionar a las feromonas de su padre.
Y ella también. En poco tiempo el sueño la venció y se quedó dormida.
A media noche, se despertó con ganas de ir al baño; Con mucho cuidado de no despertar a su esposo, se disponía a realizar sus necesidades cuando noto que Rome no estaba en el piso. Confundida, levanto la mirada y se llevó una desagradable sorpresa.
Sobre la cama y entre los brazos de Pick, el Omega dormía profundamente. Al parecer, su marido lo recogió en algún momento de la noche con tanto cuidado que ella ni siquiera lo notó. Si miraba con detenimiento, Rome seguía envuelto en las sábanas como su fuese un capullo. Era obvio que el sirviente tampoco había notado que fue recogido.
Sintiéndose humillada, Lucia abandono la habitación.
Ella no iba a permitir semejante falta de respeto. Aunque si era honesta consigo misma, le dolía mucho ver la preferencia de su esposo por Rome. Sobre su propia cama, Lucía se permitió derramar lágrimas.
Pero esa sería la única vez.
A la mañana siguiente, su sueño fue perturbado por la entrada del Emperador.
—Lucía, me dijeron mis hombres que saliste en mitad de la noche. ¿Por qué no me avisaste?
—Estabas durmiendo muy cómodo con Rome, no quise despertarte. —contestó ella con sarcasmo —Ah, cariño, te recomiendo que no te lo lleves a la guerra. El enemigo podría atacarte de noche y tú ni te darías cuenta.
—Estuve entrenando todo el día con el ejército, estaba muy cansado.
—¿Sabes Pick? —el Alfa abrió los ojos al ver que lo llamaba por su nombre— No te voy a hablar como Emperatriz, sino como tu esposa. Yo no soy tonta, puedo ver con mis propios ojos lo que está pasando. Soy consciente de que esta unión no es más que un acuerdo político, pero te exijo respeto. Diviértete con él todo lo que quieras, pero en mi presencia no te atrevas a ponerlo en una posición más alta que la mía. Dame mi lugar y recuerda el tuyo.
Pick apretó los labios, pero no pudo objetar nada. Sabía que la mujer tenía razón, él mismo fue consciente de que levantar a Rome del suelo con Lucía al lado era faltar a su matrimonio, pero no pudo negarse al impulso.
—Discúlpame por faltarte el respeto —Comento sentándose en el borde de la cama —No volverá a repetirse.
—Está bien, ¿Qué dijo él cuando despertaron y yo no estaba ahí?
—Se volvió loco y me dio un discurso, espero que no lo trates mal…
—No tengo nada en contra de él —La Omega desvió la mirada para que el no viera la mentira y el dolor en su rostro —Rome es solo un sirviente, mientras se comporte y me atienda no hay problema para mí.
Pick le dedico una sonrisa amigable y eso la enfureció aun más. Que se preocupara por como ella iba a tratar a Rome significaba que inconscientemente seguía poniéndolo encima de ella.
Lo odiaba.
.-.-.
—No lo soporto. —Le dijo a su suegra. —Es un maldito aprovechado.
—No podemos deshacernos de él todavía. El Emperador está muy atento a su estado desde lo del veneno. Debes ser paciente.
—No planeo quedarme con los brazos cruzados mientras ese sucio esclavo se come a mi marido todas las noches.
—Precisamente por ahí podemos atacarlo —Su suegra sonrió —No podemos afectar sus feromonas, pero si su rendimiento en la cama.
—¿Cómo haremos eso?
—Me han dicho que Rome le imploro a Pick que lo dejara trabajar porque estaba harto de estar encerrado. Vamos a darle trabajo de verdad.
—¿Y si el Emperador se entera? Nadie puede tocar a su preciada joya.
—Solo es trabajo, ¿Qué tanto puede molestarse? Rome es un sirviente, su deber es seguir ordenes dentro del palacio.
—Excelente —Lucía correspondió su sonrisa —Yo me encargaré de alejar a Rome de él, le diré que necesito sus feromonas para el príncipe heredero. Su Majestad me juro que no volvería a ponerlo por encima de mí.
—La paciencia es una cualidad que se desarrolla con el tiempo, no te desesperes. —Lucía asintió mientras un plan se formaba en su cabeza.
La Emperatriz no era una mujer débil. Si algún día iba a convertirse en Reina, no podía permitir que sus sentimientos la dominaran. Ella era inteligente y tenía muchas herramientas para recordarle a su esposo y al estúpido sirviente cuales eran sus posiciones. Lucía no estaba dispuesta a que el orden que ella y la Reina Madre establecieron con tanto ímpetu se viera alterado.
Rome era una piedra que tendría que sacar del camino.
Y si era posible, no faltaba mucho tiempo para eso.
Notes:
¿Opiniones sobre La Emperatriz Lucia?
Si estuvieran en su lugar también se molestarían o solo yo soy la resentida? jajajaja
Chapter 10: CAPITULO 10
Notes:
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Chapter Text
Para la Emperatriz y la Reina Madre fue muy fácil poner en marcha su plan.
Primero fueron donde el Medico real y lo amenazaron para que le dijera al Emperador que el estado de Lucía todavía era muy frágil y que necesitaba de sus feromonas todas las noches. Con aquella movida, se aseguraron de que al menos los encuentros nocturnos con el sirviente se vieran interrumpidos.
Separarlos de día era lo difícil pero no imposible. Pensaron en entrar en la oficina del Alfa cada vez que estuvieran juntos, pero no fue necesario. Porsche recibió noticias de un posible ataque al Reino de parte de los sobrevivientes de Odarude, por lo que Pick junto con el ejercito se ocuparon a diario en planes para fortalecer la defensa ante una posible guerra.
Sin la supervisión del Alfa, sobrecargar a Rome fue pan comido. La segunda parte del plan fue asignar a Rome como uno de los encargados de la cocina que era el lugar más alejado del despacho del Emperador. Para no levantar sospechas primero fue un ayudante, aunque siempre tendría que levantar ollas y cargas tanto pesadas como peligrosas. En un mismo día, también el encargado iba a gritarlo por sus errores e incluso iba a degradarlo para que terminara ocupándose de la basura.
Las mujeres le mintieron al jefe de la cocina diciéndole que eran órdenes del Emperador, así que el cumplió sin chistar la tarea de atosigar al Omega. A pesar del maltrato, Rome nunca se quejó; él continuo sus labores sin problemas ya que realmente ansiaba trabajar.
Por eso, el trato empeoró con los días. Ya no era solo la cocina, sino que también le asignaron el calabozo. Rome se encontró encerrado en un lugar frio y húmedo, de cara con el hombre torturado que intento matarlo. El Omega lo ignoraba, pero cada vez que giraba la cabeza le daban nauseas.
Asqueado por la vista de su verdugo, se acercó al encargado de asignar las tareas para llegar a un acuerdo e intercambiar lugares, pero no consiguió nada. Todos los demás sirvientes estaban igual o más ocupados que él. Según le dijeron, con la guerra cerca, el palacio era como un circo lleno de gente.
Cuando creyó que su suerte no podía empeorar, las mujeres intimidaron al administrador para que le quitaran incluso sus horas de sueño. Algunos sirvientes debían atender a los soldados que montaban la guardia nocturna y Rome fue uno de ellos. El trabajo era agotador sobre todo porque a veces le tocaba doblarse y trabajar doble jornada, pero el omega trataba de mostrar su mejor cara para los hombres del Emperador.
Y también, su orgullo no le permitía mostrar debilidad. Se rehusaba a que los otros sirvientes notaran que estaba cansado. De vez en cuando todavía los escuchaba hablando a sus espaldas. Todos seguían diciendo que recibía un trato especial solo por abrir las piernas. Se sentía humillado y por esa razón trabajaba sin descanso.
Fueron dos semanas en que Rome se esforzó hasta el cansancio. Sentía que si trabajaba otro día a ese ritmo iba a morir. Física y emocionalmente se sentía afectado. Extrañaba al Emperador y sus noches tranquilas, todos los días rezaba para que la amenaza de guerra terminara o que se desatara pero que pasara algo. La impotencia estaba a punto de hacerlo llorar si vivía otro día en las mismas condiciones.
Con Pick ocupado, algunos sirvientes aprovecharon para hacerle maldades. Accidentes “inocentes” como tropezarlo o regarle agua fría encima se volvieron actos repetitivos. A veces, incluso tenía que limpiar dos veces la misma área porque alguien regaba algo “sin querer”.
Sus descansos eran un privilegio de apenas unos minutos; comer o beber agua prácticamente estaba prohibido. Rome nunca antes sintió tanta presión por ver el palacio reluciente. Agotado y molesto, se encontraba en la soledad del salón principal limpiando el suelo. Estaba seguro de que ya habían pasado las siete de la noche, pero no podía irse hasta que todo estuviese impecable.
Sus rodillas y sus manos dolían. Se sentía frustrado y molesto, quería largarse a comer algo. Desde el día anterior no llevaba alimento a su boca. Estaba seguro de que la irritación que sentía iba a explotar si el encargado le asignaba otra tarea.
—Mi Rome…—Ante aquella voz, sus movimientos se paralizaron —Mi querido Rome…
—Alteza…—dijo mientras una alarma se encendía en su mente —¿En qué puedo ayudarlo?
—Quiero tus feromonas —Pick se veía alegre —Por fin solucionamos el problema con Odarude, ¿por qué no vamos y tenemos una celebración personal?
Rome grito en su cerebro un NO inmenso, pero en el exterior tuvo que fingir. No tenía la más mínima intención de esforzarse para complacer al Alfa.
—Su Majestad, tengo que terminar este encargo importante que se me ha asignado…
—¿Acaso limpiar el piso es más importante que yo? Llevo buscándote casi una hora ¿y ni siquiera me vas a dar tu tiempo? Tienes mucho coraje.
—No…no es eso…—Rome sabía llevarle la contraria acarrearía problemas. Al menos, después de estar con el Emperador podría dormir en una cama caliente.
Solo debía resistir y esforzarse un poco más.
Estiro su brazo con cansancio para que el Alfa lo tomara con entusiasmo. Observó como otro sirviente tomo su lugar para limpiar y por supuesto que no se quejó, odiaba limpiar el piso. En cuanto cruzaron los aposentos del Emperador sus labios fueron impactados con fuerza por un beso hambriento que le quito el aire.
—Te extrañe tanto…—susurró Pick pasando la lengua por su cuello —Ansiaba tanto tu olor…
Rome liberó sus feromonas y se deleitó cuando sintió las contrarias. Al tocar la suavidad de la cama recordó las nubes del cielo. A pesar de que los labios del Alfa besaban su pecho con ansias, no pudo evitar cerrar los ojos y disfrutar de la superficie acolchada.
Pick abrió los pantalones del Omega sin detener sus caricias para posteriormente depositar múltiples besos en la pelvis contraria. Ese lugar siempre provocaba un gemido agudo en su compañero además de una agitación que lo excitaba.
Pasó la lengua con cariño esperando por el sonido, pero no lo escucho. Con duda, alzó la mirada y observó la respiración contraria muy tranquila.
Él se había quedado dormido.
—¡Rome! —gritó consumido con por ira —¡¿Cómo te atreves a dormirte?! ¡¿Acaso ya no me deseas?!
—Alteza....yo...yo…lo siento... —Despertar para encontrarse con la cara enfurecida del Alfa era la peor pesadilla —Estoy cansado...no quise...
—¿Cansado? ¿Que estabas haciendo que te cansaste tanto? ¿Con quién estuviste? ¿Estas acostándote con alguien más? —Pick se apartó de él con rabia y agarro su espada para señalarlo de forma amenazante. —¡No te atrevas a mentirme!
Frustrado y agotado, Rome comenzó a llorar y se cubrió el rostro.
—Perdón…perdón —repitió.
—¿Que? ¿Dormiste con alguien más? ¿Con quién perdiste las fuerzas? ¡Respóndeme! —Pick intento contenerse para no matarlo. Que Rome admitiera que estuvo con otro casi lo hace perder el control, pero de nuevo, sus lágrimas lo debilitaron.
—¡No he dormido con nadie! —El Omega trataba de controlarse, pero estaba en su límite mental. —No he parado de trabajar desde hace semanas. He estado de arriba abajo todo el día, ni siquiera he comido nada en desde ayer, ¡estoy tan cansado!
Era la primera vez que Pick escuchaba a Rome quejándose de sus labores y más increíble aun, vulnerándose de esa manera frente a él.
—Rome...
—Yo quiero cumplirle, pero no tengo fuerzas, ¡estoy hambriento! ¡Me duele todo, solo quiero dormir! ¡Si va a matarme por quedarme dormido entonces hágalo, no puedo más!
El emperador observo al chico llorando y se acercó a la puerta.
—Krist —llamó a su guardia personal —Tráiganme algo de comer, tienen dos minutos.
En menos de lo que pensaba, varios sirvientes entraron con diversos platos de comida. A pesar de que en la habitación existía una mesa, el Emperador les indico que los ubicaran en la cama frente a Rome. El Omega observó los alimentos mientras que de sus ojos seguían cayendo lágrimas de impotencia.
—Come primero, hablaremos después. —Dependiendo de cómo se comportará, Pick verificaría sus palabras. Rápidamente se dio cuenta que él no mentía. Rome comía rápido y con ansias, incluso atragantándose. En un momento, el Alfa tuvo que detenerlo para que comiera mucho más despacio y no se enfermara del estómago.
—¿Terminaste? —El Omega asintió con restos de comida en su boca. —Pick sonrió enternecido y se acercó a limpiarlo —Cuéntame, ¿en qué has trabajado estos días?
Rome no omitió ningún detalle de su jornada laboral exhaustiva. Pick no lo interrumpió, sino que lo impulso a que siguiera desahogándose sobre el abuso de que fue víctima.
—He estado muy ocupado estas semanas y no he podido cuidarte adecuadamente —dijo calmadamente —Si trabajaras a mi lado todos los días, podría verificar las tareas que se te asignan. Sé que no te gusta eso porque quieres tu espacio, pero soy el único que puede ayudarte.
—Está bien —Rome estaba tan derrotado por el cansancio que no dudo. —Prefiero cuidar de usted Alteza, gracias…
Para sorpresa del Alfa, el menor le mostró una sonrisa y se le subió de horcadas. Pick apretó sus caderas con felicidad y lo besó.
—¿No estas cansado?
—Lo estoy, pero quiero agradecerle por ser tan bueno conmigo…
—Excelente. —El Emperador volvió a besarlo, pero se detuvo y lo obligó a bajarse de sus piernas. —Espérame un momento, necesito ir al baño.
Rome asintió a sus palabras y se sentó en el borde de la cama como una señal de que evidentemente iba a esperarlo para la acción. El Alfa, a pesar de desearlo, sabía muy bien que él iba a dormirse de nuevo. Contó hasta cien para calmarse y salió lentamente a su habitación.
No se equivocó.
Todavía sentado, Rome roncaba profundamente dormido. La diferencia era que esta vez él no se molestó, sino que con delicadeza lo acomodo entre las sábanas y se acostó a su lado. El Omega ni siquiera hizo el amague de despertar, solo se acomodó en el pecho ajeno y siguió navegando en el mundo de los sueños.
Pick se durmió casi que de inmediato y también despertó primero. Esa fue otra forma de comprobar que las palabras del sirviente eran verdaderas; normalmente, era Rome quien madrugaba y se preparaba para asistirlo en el día a día. Que siguiera dormido significaba que el agotamiento todavía azotaba su cuerpo.
—Que nadie haga ningún ruido —Ordenó a otro sirviente —Si se llega a despertar dile que me espere. Puede bañarse o comer, pero tiene prohibido salir de aquí hasta que hable conmigo.
Después de dar órdenes específicas sobre cómo cuidar a Rome, Pick agarró su espada y se dirigió hasta donde sabía que el encargado de asignar las tareas estaba. El hombre no advirtió su presencia hasta que fue muy tarde y la mitad de su brazo izquierdo fue cortado.
La sangre y los gritos recorrieron la sala principal, los demás esclavos se arrodillaron y desviaron su mirada. Nadie quería entrometerse en lo que sea que estuviera sucediendo.
—¡Alteza! —gritaba con desesperación el hombre herido —¡Tenga piedad de este servidor! ¡Perdóneme!
—¿Como te atreves a sobrecargar a Rome? —dijo con rabia —¿Por qué le asignaste labores hasta que desfalleciera? ¿Quieres que te corte la cabeza?
—No Alteza, ¡perdóneme! —El sirviente lloraba —La...la Reina Madre...ella me lo ordeno...
Pick guardo silencio un momento y evaluó los motivos que tendría el hombre para mentir y decir que fue su madre. No encontró ninguno, así que siguió con su fachada.
—A partir de hoy Rome trabajara directamente para mí. Si veo que tú o alguien más vuelve a intentar perjudicarlo te cortare el otro brazo.
Con furia y confusión, se dirigió a los aposentos de su madre para encararla. No la encontró. Según unos sirvientes, ella y la Emperatriz salieron al jardín a degustar del desayuno. En ese momento el Alfa cayo en cuenta de que últimamente las dos mujeres estaban muy juntas; si lo pensaba bien, el medico le dijo que tenía que pasar tiempo con Lucia y él había descuidado a Rome para no incomodarla. Se enfureció por caer en la evidente trampa de su propia familia.
Si era necesario, estaba dispuesto a amenazarlas para que no volvieran a meterse con él, pero primero debía lograr que confesaran. Cuando llego al jardín Imperial que quedaba al lado de las flores que Rome siempre regaba las vio. Ellas no lo divisaron, por lo que decidió esconderse y escuchar de lo que hablaban tan animadas.
Era de Rome.
—Si, Angie me dijo que él se desmayó y cuando volvió en sí siguió trabajando —la voz de su madre era risueña —Ella dijo que él quería evitar volver a limpiar las mazmorras e igual le toco hacerlo.
—Es muy terco y se niega a pedir ayuda —Lucía la secundó —Lo bueno es que si se desmayó significa que de seguro no pudo tener sexo con Pick anoche. Supe que lo fue a buscar y Rome se veía como si fuera camino al matadero.
La risa de ambas Omegas se escuchó por todo el jardín, causando que la rabia brotara en su pecho. Cortando los arbustos con su espada, se abrió paso hacia ellas. Al verlo, las dos detuvieron sus risas e intercambiaron una mirada con miedo.
—Quería preguntarles la razón del porqué habían puesto más trabajo a Rome, pero en su lugar, voy a darles las gracias. —Pick agitó su espada en el pasto cortando las flores que su madre tanto cuidaba —Ya saben lo terco que él es y no se imaginan cuanto le insistí para que trabajara solo para mí, pero seguía rehusándose. Ahora, gracias a ustedes que lo presionaron, se lo propuse y acepto sin pensárselo dos veces. Madre, Lucia, gracias, lo mandaron directo a mis manos...
—¡Pick! —Lucia no soporto la humillación —¡Yo soy tu esposa!
—¿Y acaso he faltado a mis deberes? Te tengo viviendo bien, te doy mis feromonas y compartimos el lecho de vez en cuando, ¿de qué te estas quejando?
—¿Acaso crees que no me doy cuenta de cómo lo miras? ¡Tal vez él no lo note, pero madre y yo sí lo hacemos!
—¿Y? ¿Cuál es el problema?
—Te gusta —La Emperatriz sintió que sus ojos se humedecían —Te gusta ese Omega.
—¿Y que si lo hace? —Ella sintió su corazón romperse —Él está bajo mi mando, puedo hacer lo que quiera...
—¿Y Rome lo sabe? —Interrumpió su madre y Pick se tensó —Las concubinas me contaron que hace tiempo él se rehusó a vivir con ellas porque quiere su libertad.
El emperador guardo silencio.
—Si se entera seguramente va a querer huir de ti, él no te quiere.
—Yo no se lo voy a decir —Su voz se volvió gruesa y amenazante —Y si ustedes quieren seguir vivas tampoco lo harán.
—Vamos a tener un hijo... —Lucía lloraba de la impotencia —Te voy a dar un hijo.
—Al cual amaré con toda mi vida.
—¿Así como amas a Rome? —El Alfa apretó los labios —Puedes seguir amándolo hijo, al final, te va a dejar.
—Él nunca se irá de mi lado, él es mío.
—Rome va a odiarte —dijo Lucía con odio —Él nunca será tuyo.
—¡Cállate! —Pick las apunto con la espada —¡No quiero oír más sobre esto! ¡Compórtense y sigan actuando como si nada o seguirán hablando en el otro mundo!
Sin dejar de refunfuñar, el Alfa se dirigió a su habitación para encontrarse con el Omega. Lo que acababa de suceder seguía dando vueltas en su cabeza, no sabía porque les había dicho que amaba a Rome si la verdad era que solo lo deseaba. Sin querer, acababa de ponerle una soga al cuello al pequeño sirviente. Ahora tendría que proteger el doble a Rome para evitar que fuera víctima de un asesinato. El instinto de protegerlo lo invadió.
Entró en sus aposentos y se encontró con que la cama estaba vacía. El miedo de que alguien pudiese secuestrarlo y matarlo provoco que su pecho doliera.
—¡¿Quién se atrevió a dejarlo salir?! —gritó a sus guardias —¿Dónde se metió?
—¿Alteza? —El Omega asomo su cabeza desde el baño —¿Qué sucede?
—Rome…—el Alfa lo jalo en un abrazo muy fuerte —¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, gracias por dejarme descansar. Yo ayer estaba muy alterado.
—Tranquilo. Estabas en el límite —Con habilidad, Pick camino sin soltarlo hasta la cama —¿Te gustaría tomarte un par de días libres? Te servirían para recuperarte.
—No es necesario, Alteza —El Omega lo aparto con delicadeza —Eh…yo quería hablar con usted. Sé que ayer le dije que…
—Rome —Lo interrumpió sabiendo que iba a arrepentirse de lo que había dicho —A partir de hoy vas a encargarte de mí. Quiero este lugar limpio, al igual que mi espada y mi despacho.
—Si…sobre eso…
—Espero que no pienses que como vas a trabajar para mi voy a ser suave —Sin intención de darle oportunidad de echarse para atrás, Pick dejo en claro que no le daría un trato especial —No voy a tener compasión contigo. Si no trabajas adecuadamente te voy a castigar igual que a todos.
Rome era terco, el Alfa tenía que ponerle las cosas difíciles o realmente se iría de su lado.
—¿Sabes leer? Necesito ayuda con algunos documentos de vez en cuando. También con la supervisión de los caballos y el armamento. No creas que encargarte de mí es un trabajo sencillo. Necesito informes a diarios de todo. También estarás en reuniones, sino te sabes comportar tomaras clases de etiqueta. No te atrevas a hacerme pasar vergüenza.
—Alteza... —Rome se veía tan sorprendido como convencido y eso emociono al Alfa, pero no cambio la expresión de seriedad en su rostro. —Yo trabajare duro, le prometo que no voy a decepcionarlo...
—También debes seguir atendiéndome en las noches, no te quiero vagando por el palacio.
—Por supuesto. Pero… ¿Puedo volver a mi habitación al terminar?
—¿Estas incomodo aquí? —El pequeño cuerpo del Omega se estrelló contra las sábanas al mismo tiempo que sentía el peso del Alfa encima —Anoche dormiste muy bien…
—Por favor… —No le gusto la insistencia —Al menos…Al menos cuando Din este aquí…Por favor…
A pesar de que obviamente le molestaba, Pick no quiso discutir. Lo importante era que en ese momento Rome estaba a su lado y bajo su cuerpo.
—Solo cuando Din vuelva —dijo con un suspiro el Alfa —Algunas veces cuando yo pase la noche con la Emperatriz, deberás venir cuando ella se vaya. ¿entendido?
—Si Alteza…gracias por ser tan bueno conmigo…
Pick sonrió complacido con la dulce voz del Omega y lo beso. Sin esperar más tiempo, produjo una cantidad inmensa de feromonas y lo cubrió por completo. Rome se embriago de inmediato con el aroma del Alfa y permitió que lo tomara con fogosidad.
Al terminar, el cansancio volvió a dominar su cuerpo. Aun así, intento levantarse, pero una nueva ola de feromonas, esta vez calmantes, lleno toda la habitación y sin siquiera poder luchar contra la sensación, Rome volvió a dormirse.
En silencio, el Emperador observo el cómo su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. La idea de que Rome algún día quisiese escapar de él lo perturbaba. Llevo su pulgar hasta la mandíbula contraria y le movió la cabeza hacia un lado para dejar su cuello expuesto. Su nariz rápidamente se posó sobre la piel caliente y aspiro con ansias. El instinto de encadenarlo para siempre era tentador, pero se contuvo.
—En esta vida...—susurro atrayéndolo a su pecho — tú vas a servirme para siempre...
.-.-.
Trabajar para el Alfa era nuevo y retador. Jamás pensó que el Emperador tuviera tantas cosas que hacer en un mismo día. Rome sabía leer algunas letras gracias a su madre, pero los documentos de los que Pick quería que se encargara eran complicados.
Por suerte, Rome era bastante organizado y aprendía muy rápido. Llevar algunos inventarios le resultaba mucho más fácil por los números. Y si no sabía algo, Porsche o alguna otra persona lo guiaba con paciencia. Realmente su vida estaba mejorando.
Se sentía incluso más valioso que antes. Ya no era un simple y feo sirviente, ahora muchos de sus antiguos compañeros lo respetaban e incluso estaban bajo su mando. No se sentía tan cansado y de vez en cuando hasta tenía tiempo para beber el té con algunas concubinas. Ellas también parecían quererlo o al menos lo fingían.
Y con Din las cosas también estaban de maravilla.
—¡Mi amor! —Rome lo vio y saltó sobre el Beta. Al igual que siempre, aprovecharon el tiempo. Sin esperar, ambos se despojaron de sus ropas y se entregaron el uno al otro. A pesar de sus encuentros con el Emperador, Rome seguía amando pasar tiempo con su pareja.
—¿Cómo te ha ido? ¿Mucho trabajo? —El Beta besaba su hombro con amor —Estas muy delgado, mi Rome…
—El palacio ha estado ajetreado porque llegaron nuevos animales y he corrido de arriba para abajo, pero no hablemos de mí, ¿Cuánto tiempo te quedas?
—Me voy mañana, pero vuelvo en una semana —Su novio volvió a besarlo —Lo importante es que pudimos darnos amor…
—Siempre es lindo sentirte…Te extrañé tanto…
Antes de que siquiera pudieran volver a abrazarte, el sonido de la puerta los interrumpió.
—Rome, el Emperador te necesita. —Como un resorte, el Omega saltó de su lugar y se preparó para ir a su encuentro. —¡Date prisa!
La insistencia del guardia fue tanta que a duras penas pudo limpiarse. Bajo la mirada de Din se acomodó el peinado y salió. Esperaba con todas sus fuerzas que no se notara lo que acababa de hacer o podría ser castigado. Estaba tan emocionado por ver a Din que olvido que no estaban intimando para no enfurecer al Emperador.
—Alteza…—comento en la distancia cuando entró a la habitación del mayor —¿En qué puedo ayudarlo?
Pick ya estaba enterado de que Din había vuelto y también sabía lo que estuvieron haciendo ya que sus hombres vigilaban a Rome todo el tiempo. Aun así, quiso jugar con el Omega.
—¿Por qué estas tan lejos, Rome? —El sirviente camino lentamente hacia él —Oye, ¿qué es ese olor? —Lo vio tensarse y contuvo una risa —¿No te huele como…a sexo?
—¿Eh? ¿Sexo? No…no, Alteza…A mí no…
—A mi si me huele a sexo, ¿Sera que alguien tuvo sexo sin decirme? —Rome palideció —¿Lo disfrutaste, querido?
El Omega abrió y cerro varias veces los labios, pero nada salió. Estaba a punto de llorar del miedo, pero el Alfa explotó en una risa.
—Vamos a bañarnos —Comento Pick de buen humor. Incluso el mismo se sentía sorprendido de no estar enfurecido.
Dentro del gran baño del Emperador, Rome se sentía confundido. La tranquilidad del Alfa no era algo normal.
—Alteza… ¿no está molesto conmigo? —Pick alzó una ceja sin entender —Por…porque yo estaba con Din…
—Al final vuelves a mí, ¿no? —Una de sus manos bajo hasta la intimidad contraria y Rome soltó un jadeo —Dame tus feromonas, Rome.
El Omega soltó su esencia al mismo tiempo que sentía la del Alfa colarse en sus fosas nasales. En menos de un minuto, los besos iban y venían junto con los gemidos. Durante el resto de la noche, él y el Emperador se dedicaron a calentar la cama.
Pick observó a Rome dormir profundamente. A pesar de que le prometió que lo dejaría dormir en su habitación cuando Din estuviera, el trato no incluía que iba a despertarlo. Si el Omega se había quedado dormido, no era su culpa.
Si podía separarlos antes de matarlo, todo seria perfecto.
.-.-.
A Din le pareció extraño que el encargado de recibir las provisiones no llegase a donde solían esperarlo. Mas raro aún era que su Amo lo designara a él para que fuera a buscarlo. El Beta nunca había entregado un informe, su trabajo únicamente era cargar bultos y otros materiales. Pregunto por el paradero del hombre que solía estar en la cocina y le indicaron que lo estaba esperando en la oficina del Emperador.
De mala gana, soltó un suspiro y se dirigió al lugar. Odiaba al Alfa por lo que le estaba haciendo a Rome. Su pareja se veía obligada a sufrir todos los días por culpa de sus feromonas y él se culpaba a si mismo por no pasar más tiempo en el palacio consolándolo.
Rome solía tener mucho miedo a los Alfas. Todos los días Din rezaba por la paz mental de su compañero, pedía porque nunca le faltaran las fuerzas. Él lo libraría de su tormento.
Aunque tal vez, él estaba equivocándose en sus plegarias.
—¡No, Alteza! ¡No son 132 son 137! ¡Ha contado mal!
—¡Tienes razón! ¡Krist, parece que perdimos la apuesta! —La risa característica de Rome llego a sus oídos después de oír la voz del Emperador.
Por lo que escuchaba se llevaban muy bien. No era como Rome solía decirle; en su carcajada no quedaba espacio para el miedo o la tensión de ser castigado por cualquier error. Era muy obvio que su novio estaba disfrutando del nuevo trabajo. Apretó la mandíbula con rabia y camino hacia el despacho para finalmente entrar.
—¡Gane así que me debe un premio! —el Omega seguía sin notarlo.
—Krist, trae otra caja de dulces. —Din pudo ver como claramente el Emperador sintió su presencia, aunque estaba de lado, pero fingió no hacerlo mientras deslizaba el brazo por la cintura de su pareja —A mi querido Rome le encanta el azúcar.
El guardia también se reía. El ambiente era tan alegre que Din no pudo soportarlo por mucho tiempo y carraspeó molesto.
—¡Din! ¿Cuándo volviste? —A pesar de que Rome lo miraba y le sonreía con amor igual que siempre, el Beta seguía furioso.
—Vine a entregar los registros de las nuevas provisiones del sur —La seriedad en su rostro era evidente —Me dijeron que el encargado estaba aquí.
Con algo de incomodidad, Rome se alejó de Pick y caminó hacia su novio. Sus mejillas estaban sonrojadas por la vergüenza de que Din lo hubiese visto tan pegado al Alfa, pero quiso disimular con una gran sonrisa. Estiro su mano para recibir los papeles, pero Din solo alzó una de sus cejas.
—¿Eres el encargado?
—¡Si! Ahora yo me ocupo de recibir los reportes de Su Majestad…
—¿No debería hacerlo alguien más calificado? —La sonrisa de Rome murió ante la ofensa. Incluso el guardia real se molestó.
—Rome es una persona habilidosa y lo poco que no sabe lo aprende con facilidad —Debido a la respuesta de Krist, el Alfa se mostró complacido.
—Así es, no lo menosprecies, él es muy inteligente. Ven aquí. —Con un puchero, Rome le quito las hojas con brusquedad y se dirigió hacia Pick que observó con una sonrisa burlona al Beta. —Retírate, tenemos asuntos que atender.
En cuanto su compañero se fue, el Omega se giró hacia el guardia y le agradeció por haberlo defendido.
—Su majestad nos dio la orden de no permitir que nadie te falte el respeto —Krist le sonrió —Cuenta conmigo para lo que necesites, Rome.
—Si, si, muchas gracias, Ahora sal tú de aquí —El sirviente contuvo una risa ante los evidentes celos del Alfa. No le sorprendió sentir sus brazos rodeándolo con posesividad en cuanto se quedaron solos porque eso era algo que se repetía casi todos los días.
—Gracias por cuidarme, Alteza...
—No entiendo cómo puedes ser pareja de ese idiota, deberías dejarme matarlo…
—Él no es malo, solo esta celoso.
—Aun así, no tiene derecho a tratarte mal.
—Él no lo hace —A pesar de estar molesto, Rome seguía amando a Din. Jamás permitirá que le hicieran daño —Gracias Alteza, ¿cómo debería agradecerle?
Las feromonas de Rome se colaron rápido en las fosas nasales del Emperador, quien sonrió complacido y lo montó en su regazo.
—¿Crees que no puedo ver que quieres cambiar el tema para evitar que castigue a ese Beta? —Rome le robo un beso apasionado —Parece que soy muy distraído y me dejo llevar por los buenos olores. Que tonto…
El omega le sonrió de forma coqueta y asintió a sus palabras.
Todo sea por su compañero.
Notes:
¿Quién tiene la razón?
¿Din o Rome?
¿Lucia?
Chapter 11: CAPITULO 11
Chapter Text
Cuando finalmente Rome pudo liberarse de Pick, se dirigió a su habitación casi que escupiendo fuego. No le sorprendió ver a Din esperándolo con los brazos cruzados y el rostro fruncido.
—¿Como te atreves a hablarme de esa forma frente al Emperador? —dijo cerrando la puerta para que nadie los escuchara —¡Por primera vez tengo un buen puesto donde no me maltratan, sino que valoran mis capacidades y tú me haces quedar como un idiota!
—Tus capacidades en la cama querrás decir —Rome se quedó sin palabras —No olvides como llegaste a ese puesto.
—¿Como te atreves a decirme eso? —El Omega camino hacia él con ira, pero Din no se encogió, sino que lo encaró con firmeza. —¡Eres un idiota!
—¿Idiota? ¡Idiota tú que no te das cuenta de cuánto me lastimas! —El Beta lo empujó mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. —¡Estoy harto! ¿Tienes idea de cómo me siento cuando te escucho reír con él? ¿Te imaginas acaso como se siente ver que ese maldito te toca con tanta confianza? ¡Así como van las cosas tú vas a ser la segunda pareja que él me quita!
—Tú…tú sabes que no tengo opción...
—Oh no, no te atrevas a usar esa carta conmigo. —Rome sintió sus propios ojos humedecerse por la culpa —Ya está más que claro que disfrutas pasar tiempo a su lado. Ya esto no es cuestión de sexo, tú genuinamente estas feliz con él. Yo te amo Rome, creí que me amabas.
—También te amo, pero en verdad yo no puedo...
—¿No puedes negarte? ¡Tampoco es como que tengas ganas de hacerlo! —El Beta camino hacia él haciéndolo retroceder hasta que su espalda tocó la pared —¡Te usa, te manipula y tú lo disfrutas!
—¡No se trata de si lo disfruto o no! —Rome insistía en calmarlo poniendo sus manos en el pecho ajeno. —Escúchame, por favor. Yo te amo con toda mi alma, pero mi situación es complicada.
—¿Complicada? Para mí es muy sencillo, Rome. Él es más importante para ti que lo que tenemos. Lo valoras más que a nuestros planes y metas. Tú lo prefieres sobre mí. Te gusta más que yo…
—¿Acaso te estas oyendo? ¡Como se te ocurre pensar que voy a amarlo más de lo que te amo a ti! —Las lágrimas finalmente dejaron su rostro. —¡No puedo hacer nada ahora! ¡Él tiene mucho poder para vigilarme! ¡No puedo escaparme de eso! —Ambos temblaban de la rabia y la impotencia mientras se miraban a los ojos. —¡Estoy tratando de sobrevivir y no quiero perderte, pero no sé cómo salirme de esto!
—Respóndeme algo, ¿Ya lo disfrutas, cierto? —Su compañero bajo la mirada con culpa —Ya no le temes. Te gusta lo que haces…te gusta en lo que te convertiste.
—¿Qué quieres que haga? Din…solo …entiéndeme…
—¿Todavía quieres tu libertad o las comodidades te nublaron el juicio y te olvidaste de que no eres más que un esclavo para él?
Rome agarró el cuello de la camisa ajena temblando de la rabia. Una furia recorría su cuerpo, pero no con su novio, sino con él mismo. Din estaba en lo cierto. Estuvo tanto tiempo bajo el cuidado y las facilidades que perdió de vista su propia realidad.
Él no era alguien importante. Solo era un objeto para el placer ajeno; él era un simple Omega que podría ser reemplazado en cualquier momento y que, por dejarse llevar, perdería lo más importante que era su pareja.
—Lo siento... —susurro sintiendo que perdía fuerzas —De verdad lo siento, tienes razón. —Din sujeto una de sus manos y lo condujo hasta la cama donde se sentaron.
—¿Que vamos a hacer? Ahora estas más junto a él que nunca.
—No puedo renunciar, lo sabes...
—Lo sé —Rome cubrió su rostro con frustración, pero el Beta lo obligo a que se acercara a él para susurrarle en el oído —Creo que deberías irte del palacio…
—¿Cómo que irme? ¿A dónde? Sabes que es imposible salir de aquí…
—Te ayudare a escabullirte en una carreta. —Din lo abrazó —Es lo único que se me ocurre para que escapes de sus garras, mi amor…
—Pero...
—¿Acaso no me amas? —Rome se mordió los labios con duda. —Me iré de viaje pronto; serán un par de semanas, pero al volver podemos hacerlo. Tengo un conocido que puede esconderte por un par de meses, solo tienes que…
—¿Y si no quiero? —El omega hablo bajito casi que con miedo. —Es muy arriesgado y mi seguridad va primero...se lo prometí a mamá…
—Entonces... —Sin medir su fuerza, Din apartó sus cuerpos con brusquedad. —Deberíamos terminar. No puedo soportarlo más.
—No quiero terminar contigo —Las lágrimas de Rome caían mientras intentaba alcanzar a su compañero. —Tu eres muy importante para mí, no me hagas esto. Tengo miedo…
—Yo también tengo miedo de perderte por culpa del Emperador —Comentó permitiendo que él otro agarrara una de sus manos —Hagamos algo. Ahora mismo, estoy muy molesto contigo, pero en verdad te amo. ¿Qué te parece si volvemos a tener esta conversación cuando yo vuelva? ¿Esperaras por mí?
—Por supuesto —Rome lo beso con desesperación y después lo abrazó mientras intentaba controlar los escalofríos que le provocaron la idea de quedarse solo. —Siempre te voy a esperar.
—Rome...Prométeme que no vas a enamorarte de Su Majestad.
—¡Jamás haría eso! ¡Eso sería fallarme a mí mismo! —El Beta le mostró una sonrisa y lo impulso a que siguiera hablando. —Ni yo lo voy a amar ni él va a amarme. Su Majestad es muy feliz con su matrimonio, incluso van a tener un hijo. Yo solo soy un pasatiempo.
—Me alegra que lo tengas claro. ¿Podrías darme una buena despedida? Me gustaría llevarme tu delicioso olor en mi nariz. —Rome mordió sus labios de forma incomoda y Din capto lo no dicho. —¿Vienes de haberte acostado con él, cierto? —La cabeza de Rome bajo casi que hasta el suelo. —Rome, quiero que me marques.
—¿Qué? ¿Por qué quieres eso?
—Tal vez él no querrá estar contigo si me marcas…
—Din, lo que dices no tiene sentido. —Rome volvió a sentir la ansiedad de no poder controlar lo que lo rodeaba —Si llego a marcarte él puede matarte por sus celos…
—Si tú me marcas yo podre sentir tus feromonas y las necesitaré. —Din poso una de sus manos en la mejilla contraria —Él no podrá alejarnos, incluso…ya tus feromonas no serán solo para él sino para mí. Estaremos conectados y si me mata…tú te convertirás en un Beta y no podrás sentirlo ni darle tus feromonas. No va a matarme, Rome.
El omega dudo.
—¿Tanto te gustan sus feromonas que no estás dispuesto a dejar de sentirlas?
—¡Claro que no! Es solo que me da miedo su reacción al ver que tiene que compartirme…
—Yo tengo que compartirte todo el tiempo y no te importa…
—Din…Yo te amo y quiero marcarte pero sabes que ahora mismo no puedo. No es porque no quiera, sino que…
—Lo sé, solo espero que guardes tu marca para mí. —El Beta lo besó —No marques a nadie que no sea yo, jamás te lo perdonaré. Cuando sientas que estas cerca de tu celo, avísame y yo fingiré estar enfermo para quedarme aquí y que lo hagamos. Prométemelo.
—Te lo prometo.
.-.-.
El Omega se sentía nervioso.
Aunque no quisiera, las palabras de Din lo habían afectado hasta el punto de sentirse culpable. Era cierto que estaba muy cómodo con El Emperador, tanto que permitió que todos a su alrededor fueran conscientes de lo mucho que disfrutaba de trabajar a su lado.
Los soldados y los otros sirvientes lo trataban de forma diferente, casi que queriendo ganar su gracia. Se dejo llevar por el poder del Alfa cuando era solo un objeto reemplazable.
En la esquina de la oficina, Rome se quedó solo y se permitió llorar en silencio. Los recuerdos de cada encuentro placentero volaron por su mente haciéndole sentir tan culpable que llego a la conclusión de que las palabras de Din eran ciertas, lo mejor era irse. No quería ver al Emperador. Estaba harto de ser usado.
Tarde o temprano debía escapar o perdería su libertad para siempre; si no, necesitaba marcar a su pareja para demostrarle al Alfa que nunca sería completamente suyo. Y si eso le costaba la muerte, al menos moriría por sus propios ideales y convicciones.
Una libertad mental en medio de la prisión física.
—Este año será aquí, tenemos que preparar todo —Al sentir que Porsche se acercaba, Rome secó sus lágrimas y fingió ordenar papeles.
Pick entró con el general y sin esperar ni un segundo, caminó hasta él para besarlo. Su corazón se agitó con culpa y emoción por igual, causando que las lágrimas volvieran a formarse. El Alfa lo observó preocupado.
—¿Te he lastimado? ¿Por qué lloras? —Incapaz de dar motivos, Rome abrazó al gran hombre —Mi querido Rome, dime quien se metió contigo para eliminarlo del reino.
—Nadie, Alteza…—Susurró con dolor —Yo…yo…me quedé dormido y soñé con mamá…lo siento por preocuparlo.
Sin dejar de abrazarlo, Pick pidió que le trajeran agua y caramelos. Porsche y varios soldados prácticamente se pelearon por quien hacia el recado. Si no fuera porque de seguro fueron amenazados, Rome hubiese pensado que le tenían aprecio.
—¿Te gustaría contarme sobre ese sueño?
—La verdad no…
—Entonces no me lo cuentes, pero comete este chocolate —El Alfa metió el dulce en su boca ensuciándolo en el proceso para hacerlo reír por el desastre. —Mira que estos eran de Porsche y ahora son tuyos. Demuéstrale lo que se está perdiendo.
—¡Alteza! —Rome se sonrojo y miro al hombre —Lo siento, general. No lo sabía…
—Es una broma, yo no como dulces —El general revolvió su cabello con cariño —Si te sientes presionado con todo el trabajo puedes decírnoslo, Rome. Su Majestad no tiene problema con que te vayas a descansar en su habitación.
—Gracias por la propuesta, pero disfruto mucho de mi trabajo —El menor se atrevió a negar rápidamente, no quería ir a la habitación del Emperador por un tiempo.
—Excelente. —Comentó Pick besando su mejilla —Quería decirte que pasado mañana viene el Emperador de Ragus y tendrás que estar presente en la reunión para que me asistas con los informes. Espero que te comportes.
—¿Cuándo no me he comportado en una reunión, Alteza? —El Alfa rió —Me ofende que usted dude de mis capacidades.
—No dudo de ti, pero si del idiota de Ming. Él es un Alfa que se cree la gran cosa. Trata mal a sus súbditos y odia a los Omegas. No puedo decir nada porque la unión entre nuestras naciones es importante y no podemos irnos a la guerra.
—Puede estar tranquilo, mi señor. Tengo experiencia en manejar Alfas difíciles. —Porsche explotó en una carcajada igual que otros soldados.
—Sigan riéndose y les voy a cortar la cabeza.
El único que se carcajeo fue Rome.
.-.-.
—Pick —Ante el sonido de su nombre, el Alfa se giró a ver su amigo —Quiero decir, Su Majestad…
—Si me llamaste por mi nombre es porque tu boca fue más rápida que tu mente. ¿En qué estás pensando?
Porsche cerró la puerta de la oficina para que nadie los escuchara. Rome había salido por bebidas, por lo que se acercó a su amigo con cautela.
—¿Crees que sea una buena idea que Rome este presente en la reunión? Ya sabes cómo es el Emperador de Ragus…
—No va a hacerle nada, yo lo voy a estar cuidando. —Pick le mostró una sonrisa de mucha seguridad. —Además, Rome es quien se encarga de llevar el orden de mis papeles. Sin él la reunión puede alargarse y ponerme de mal humor. ¿Quieres que mate a alguien?
—Voy a hablarte de Alfa a Alfa. —Porsche tomó asiento. —Las feromonas de Ming no son un juego. Sabes que durante las reuniones siempre las produce en gran cantidad para demostrar su superioridad incluso con nosotros. Él tiene la edad que tenía tú padre.
—¿Qué es lo que te preocupa?
—Rome puede sentirse afectado por sus feromonas dominantes. Yo pienso que si no quieres que se sienta mal y en peligro deberías considerar…
—¿Marcarlo? —Pick entendió lo que intentaba decirle. —¿Acaso quieres que Lucia y mi madre me maten?
—Una marca temporal en la parte posterior del cuello para que responda solo a ti. —El general realmente se veía preocupado por el frágil Omega. —A menos que Ming le envié un ataque directo, Rome solo reaccionara a ti por varios días. Piénsalo.
—¿Y tú crees que él me vaya a dejar hacérselo? Ya sabes lo quisquilloso que es.
—Puedes preguntárselo o que “accidentalmente” suceda en el calor de la noche. —Pick sonrió.
Las palabras de Porsche no eran un discurso sin fundamento. Al igual que su padre, Ming era un bastardo que atacaba a los demás sin tener motivos reales. De hecho, no le sorprendía si realmente quisiera hacerle daño a Rome por el simple hecho de ser un Omega tan genuino.
Pero marcarlo inclusive de forma temporal era romper parte de la promesa que le hizo a Lucia. Si lo pensaba a fondo, hacerlo era también darle cierto estatus al Omega que podía traerle problemas en un futuro.
Durante todo el día, divagó en sus pensamientos. Si no marcaba a Rome, en definitiva, era más seguro que no asistiera a la reunión, pero sabía que el sirviente se sentiría triste al ser excluido de algo tan importante.
Rome organizaba los papeles con devoción y cuidado. Él revisaba una y otra vez que todo estuviera en orden para evitar errores. Era injusto que el crédito de su arduo trabajo se lo llevase alguien más. Le diría.
Tal y como siempre, el Alfa se acercó a él para abrazarlo llevándose la sorpresa de que el menor camino de forma poco disimulada hacia el otro extremo de la habitación. Pick notó entonces que el Omega revoloteaba por toda la oficina impidiéndole que se acercara.
Él lo estaba evitando.
—Vamos a mi habitación…—Susurró en el oído contrario sin dejar de pensar en qué había hecho mal. —Hoy me apetece darme un baño caliente…
—Yo…Alteza, perdone mi insolencia, pero… ¿podemos vernos otra noche? —Pick levanto el rostro sorprendido por la negativa —Es que…hoy no me siento muy bien.
—¿Por qué? ¿Qué te duele? Llamaré a doctor.
—¡No! —Rome lo detuvo —Es solo que…no tengo ganas…
—Está bien, podemos bañarnos y dormir sin problema…
—¿Puedo dormir en mi habitación?
—¿Por qué? ¿Qué es lo que te pasa? Estas extraño hoy.
—No es nada malo, Alteza. Lo que sucede es que…Din se va mañana y me gustaría pasar esta noche a su lado…—Rome cerró los ojos esperando un golpe o algo, pero Pick permaneció en silencio —¿Alteza?
—¿Es eso? —El emperador pensó rápidamente en una forma de evitar su partida. —No hay problema, pero primero debes cumplir de tus labores conmigo. ¿Vamos?
Un suspiro de alivio salió disparado de la boca ajena. Rome asintió a la orden con una sonrisa y agarró la mano contraria para realizar lo que fuera que su Amo quisiera. Al menos, podría pasar la noche con Din. Todavía se sentía mal. No era por completo, pero se alegraba de que Pick lo dejara elegir sobre su propia suerte.
En la gran habitación, Pick mando a traer aceite de coco y le pidió que le hiciera un masaje porque tenía los músculos de la espalda tensionados. El Alfa se despojó de sus prendas de vestir de tal manera que solo quedo un pequeño trozo de tela cubriendo su intimidad. Rome se sonrojo ante la vista, pero desvió los ojos y evito comentar algo.
El cuerpo del Emperador era impresionante. A pesar de haberlo abrazado muchas veces, el omega todavía se acaloraba al verlo. Sin esperar mucho, se montó en horcadas sobre el hombre que yacía recostado boca abajo en la cama y esparció el aceite caliente por toda la piel bajo sus palmas.
Pick jadeo aliviado al sentir las manos del otro. No era falso que se sentía tenso y estresado. Toda la situación del Emperador de Ragus provocaba molestia en sus huesos.
Y el hecho de que Rome suspirara una y otra vez en su espalda tampoco lo ayudaba.
—Rome, te vas a quedar sin aire.
—¿Perdón? ¿A qué se refiere?
—Si suspirar fuera un deporte, serias el campeón mundial —El Alfa siguió hablando sin levantar la cabeza de sus propios brazos —Dime, ¿Qué es lo que te preocupa?
—Creo que estoy muy cansado —dijo entre verdad y mentira —He trabajado muy duro estos días.
—¿Te gustaría volver a tus funciones de antes? Puedo pedir que vuelvan a asignarte labores de limpieza y…
—¡No! —Rome lo interrumpió —Soy muy feliz, por favor no haga eso…
—¿Entonces? Cambiemos. —El Alfa lo empujo rápidamente para que intercambiaran de posición y le arranco la camisa antes de que siquiera pudiera protestar. —Te hare un masaje para que te relajes mientras me cuentas que es lo que te molesta.
—Alteza, no tiene que hacer eso…
—¿Me estas llevando la contraria? —Resignado, el Omega se recostó en la cama con un puchero y permitió que las grandes manos de Pick recorrieran sus hombros con fuerza.
El aceite caliente junto con los constantes movimientos realmente lo relajaban. Pequeños suspiros se escapaban de sus labios cuando el Alfa presionaba en un punto en especial doloroso, pero no le pedía que se detuviera, sino que continuara. Era la primera vez que disfrutaba de un masaje tan placentero.
La visión del Omega cubierto de aceite junto con sus pequeños gemidos estaba provocando que Pick perdiera la cordura. El Emperador inhalaba aire para contenerse y no saltarle encima. Si era posible, el aceite parecía estar mucho más caliente que antes.
Un sentimiento de posesión instintiva parecía querer dominarlo cada vez que sus manos se pasaban por la parte posterior del cuello de Rome; quería marcarlo así fuese temporal. Odiaba a Porsche por haberle implantando esa idea en la mente.
—Rome…—dijo en un tono de voz calmado —Creo que no deberías asistir a la reunión de mañana.
—¿Qué? ¿Por qué? —El Omega intento darse la vuelta, pero el peso contrario se lo impedía —¿Qué he hecho mal? Por favor no me castigue, Alteza. He trabajado mucho para que todo salga perfecto.
—No quiero ponerte en riesgo —respondió Pick permitiéndole darse la vuelta, pero no salir de entre sus piernas —El Emperador Ming no es muy bueno con los Omegas. No me gustaría que te sientas incomodo o amenazado por la presencia de sus feromonas.
—Puedo beber un inhibidor o usar una máscara. —Parecía que Rome iba a llorar en cualquier momento —Por favor…puedo tapar mi nariz con algodón y hierbas o perfume pero quiero estar presente…haré lo que sea…por favor…
—Hay algo que podemos hacer, pero no sé si estes dispuesto…
—Alteza, le repito que haré lo que sea. Sé cuán importante es esta reunión para el Reino, cuente conmigo. ¿Qué es lo que debo hacer?
—Debes dejar que yo te marque. —El rostro de Rome perdió expresión y color —Una marca temporal, por supuesto.
—¿Una marca? Quiere decir… ¿Morderme?
—Servirá para que estés sensible a mis feromonas en vez de las de Ming —Los ojos de Pick eran tan profundos que Rome sentía que podía sumergirse en ellos. Era la primera vez que el menor observaba tal intensidad y aquello le daba miedo.
—¿Va a dolerme?
—Un segundo y después se aliviará. —Pick lo besó —¿Estás dispuesto a servirme por un par de días? Estoy depositando toda mi confianza en ti.
—¿Es la única opción? —Un asentimiento fue su única respuesta —Esta bien, Alteza. Soy suyo.
La atmósfera en la habitación cambio de forma inmediata. Sin ningún tipo de control, las feromonas dominantes del Alfa se esparcieron por el aire formando una niebla espesa. Aun si no quisiera, el cuerpo de Rome reaccionó. Su respiración se volvió rápida y superficial, casi que esperando por el ataque de un lobo.
Pick se agachó para verlo a los ojos e instintivamente Rome trato de retroceder con miedo, pero la cama no se lo permitió.
—No huyas de mi…—susurró el Alfa olfateándolo. —No quiero que te apartes. Eres mío, ¿lo entiendes?
Sumisamente, Rome asintió abriendo los labios para recibir el beso contrario. Sus lenguas se encontraron con una energía tan salvaje que el Omega volvió a tener miedo.
—No debes temerme —habló muy bajo Pick en su oído —Hemos hecho esto varias veces, así que deja de resistirte.
Algo se sentía mal.
Las palabras de Din y su última conversación no dejaban de dar vueltas en la mente de Rome. De nuevo la culpa lo perturbaba y le impedía entregarse por completo. Su cuerpo se agito para escapar, pero Pick entrecruzó las manos con las suyas y lo observó fijamente.
—No puedo… —Las lágrimas estaban a punto de salir —No puedo, Alteza. Tengo miedo…
—Tú puedes. —le dijo de vuelta besándolo intensamente —Si puedes, Rome. Eres fuerte y valiente. No hay nada imposible para ti. —Por las mejillas del Omega se deslizaron gotas de agua —Eres increíblemente fuerte y vas a soportarlo. Acepta lo que eres, mi Rome.
Antes de que pudiera contestarle, sus labios volvieron a ser tomados al mismo tiempo que una ráfaga de feromonas lo cubrían embriagándolo. El contacto con la piel del Alfa se volvió tan ardiente que él mismo luchó para quitarse la ropa que lo raspaba. Quería sentirlo.
—Tu cuerpo es más honesto que tú —Comento el Alfa en su espalda restregando el aceite que previamente usaron —Tu corazón late tan fuerte que tengo miedo de que mueras en mis brazos.
—Alteza…—Su voz salió en un gemido —Hágalo…
—Todavía no es tiempo… —Sus cuerpos estaban unidos de tal forma que no quedaba espacio entre la espalda de Rome y el pecho del Alfa, los movimientos iban y venían junto con los besos calientes en el cuello, pero sin rastros de mordida.
El fuego dentro de Rome estaba enloqueciéndolo. El instinto lo llevaba a impulsarse contra el Alfa descuidadamente para prolongar su propio placer, ignorando por completo el agarre de los dedos contrarios en su garganta.
La necesidad de entregarse era fuerte, llevándolo a perder todo el temor que antes sentía. Sentado sobre el Alfa, él creía llevar el ritmo, pero era Pick quien lo dirigía con una mano sobre sus caderas.
—¿Te entregaras a mí? —Jadeo el Emperador en su oído y él asintió. —Mi Rome. Mi Rome. Eres mío, me perteneces.
Sus palabras no eran vacías ni eran por el calor del momento. El Omega sabía que el impulso del Alfa por dominarlo y controlarlo era real y, aun así, él mismo no podía comprender porque no le molestaban. No podía resistirse a la poderosa necesidad de ser suyo.
—¿Vas a resistirte, mi Rome?
—Jamás…—Suspiró nublado por el placer —Soy tuyo…Mi Emperador…
Y entonces fue mordido.
.-.-.
La mañana después de la marca Rome se despertó como siempre y ayudo al Alfa a vestirse. Debido a lo que hicieron, no pudo volver a su habitación, pero así lo prefería. No quería que Din lo viera y se enterara de la traición, no importaba que fuera algo temporal.
—¿Cómo amaneces? —preguntó Pick dándole un beso en la mejilla —Te ves más hermoso que de costumbre.
—Alteza…—susurró sonrojado cubriéndose la marca con la ropa —Por favor, no me trate diferente solo por esto…
El Emperador se burló de su vergüenza y se dispuso a continuar con sus actividades diarias. A pesar de que nadie decía nada, Rome sentía que todos lo estaban viendo. Aunque era tonto, se sentía juzgado como si cada sirviente del palacio supiera lo que hizo con el Alfa.
—Rome, sé que estas nervioso, pero ¿puedo darte un consejo? —Porsche le susurró al oído antes de entrar en la reunión con el Emperador de Ragus —No liberes tus feromonas para calmar al emperador.
—¿Perdón?
—Puedo olerte, Rome. —Susurró el general y le indico a un sirviente que encendiera varios inciensos. —Solo quédate tranquilo.
—Pero general...yo no estoy liberándolas... —El aviso de que el Emperador Ming llego interrumpió su conversación.
El hombre era un Alfa grande e imponente. Sus ojos eran tan oscuros como la noche, Rome sintió miedo, pero al mismo tiempo se alegró de no sentir las feromonas dominantes que de seguro estaban rodeándolo. El aire se sentía tenso y silencioso.
Los sirvientes Alfa y Beta que lo acompañaban temblaban ligeramente, pero la presencia de Pick parecía calmarlos. Rome se quedó junto a su Amo, cumpliendo al pie de la letra cada palabra y orden que le asignaba.
La reunión fluía de forma tranquila y rápida, el Omega realmente había hecho un buen trabajo organizando toda la información. Incluso el Emperador Ming estaba complacido de no tener contratiempos.
—Si, las hortalizas se conectaron al suministro de agua para ahorrar las labores de regado y que se priorizara el intercambio entre naciones —Comentó Pick con una sonrisa —Preparamos informes de estimaciones de cosecha según las estaciones. Rome, ¿Podrías darle uno de esos?
—Si, Alteza. —Susurró el omega caminando de forma tranquila hasta el hombre mayor. Estaba a punto de depositar los papeles en la mesa contraria cuando repentinamente fue tomado del cuello y su cuerpo se estrelló contra la mesa.
Un grito adolorido se escapó de sus labios casi tan rápido como la espada de Pick salía y apuntaba al Emperador de Ragus. Sin disimulo alguno, Ming olfateo el cuello de Rome mientras le lanzaba una ráfaga de feromonas dominantes para inmovilizarlo.
La marca del Omega picó por la necesidad impetuosa de la calma de las feromonas que solía conocer, requería a Pick de forma urgente.
—¿Qué crees que estás haciendo con el Omega de alguien más? —Pregunto el Emperador de Araik blandiendo su espada —¡Suéltalo o no respondo por mis acciones! ¡Estas en mi reino! —Pero Ming no solo no lo soltó, sino que sacó su propia espada y apunto a Rome.
—¿Quién es tu madre?
Ahí Rome lo reconoció.
Chapter 12: CAPITULO 12
Notes:
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Chapter Text
Los ojos del Emperador Ming eran de color negro.
Un negro tan oscuro como el de la noche en la que Rome perdió todo. Su cuerpo se congeló y su cicatriz palpitó incluso más fuerte que la marca que compartía con Pick. El miedo que llevaba años sin sentir lo envolvió incapacitándolo de siquiera correr hacia el Alfa que solía protegerlo.
Al ver que no existía la más mínima intención de alejarse del Omega, Pick se lanzó hacia el hombre quien con habilidad respondió a su ataque. El pequeño cuerpo de Rome quedo a merced de Ming. Desde una esquina, el Emperador de Ragus volvió a olerlo, casi que extasiándose con la fragancia.
—Habla Omega —dijo apretando su cuerpo con uno de sus brazos —¿Cómo es el nombre de tu madre?
—¿Qué crees que estás haciendo Ming? —Pick apretaba con fuerzas su arma mientras se contenía de volver a atacar y herir a Rome. —¡Aléjate de él!
—Como Alfa, no debes perder los estribos por culpa de un Omega —dijo Ming con una sonrisa. Su atención estaba puesta totalmente en el sirviente que temblaba —¿Te llamas Rome, cierto? Dile a su Alteza que estas bien y que solo estamos conversando.
Pero Rome no podría expresar ni una sola palabra; el toque del hombre lo tenía paralizado.
—Dile —La espada de Ming llegó a su cuello —Habla Rome.
—Al…Alteza…estamos conversando —Susurró mientras las lágrimas se deslizaban por sus ojos —Baje…baje la espada…
—¡No hasta que te suelte! —Tanto el Alfa como Porsche y los soldados de ambos bandos sostenían sus espadas en alto —¿Qué es lo que quieres con él? Si tanto deseas la información te la dará, pero entrégamelo.
La sonrisa de Ming fue siniestra antes de volver a olfatearlo y luego empujarlo al suelo. Con rapidez, Pick se movió para sostener su cuerpo gelatinoso antes de que cayera. Rome jadeó asustado mientras apretaba la ropa contraria. El pánico paralizando todos sus músculos. Verlo en aquel estado casi hace que el Emperador de Araik pierda la cabeza.
¿Seria realmente malo atravesar a Ming con su espada?
—Tu sirviente huele exactamente igual a una concubina que tuve… —La voz del emperador de Ragus sonó risueña mientras se sentaba como si nada hubiese sucedido —Era una zorra que se escapó de mi con otro esclavo. Así que te pregunto, ¿Quién es tu madre?
Pick miró a Rome. El Omega seguía escondiéndose en su pecho, casi que queriendo fusionarse con él. La impulso de protegerlo recorrió cada hueso de su cuerpo. Jamás permitiría que alguien dañara lo que era suyo.
—Sus padres eran Rose y Camilo. Ambos sirvientes de este palacio desde que eran niños…
—Si no te importa, me gustaría conocerlos.
—Hace un año su padre enfermó y murió; Rose lo acompañó un mes después debido a la tristeza, así que no son los que buscas.
—Sé que no lo son, yo mismo me encargué de matarlos. —La burla en su voz provocó que Rome se tensara. —Creyeron que escapándose a una provincia del norte no los encontraría, pero no fue así. Simplemente espere hasta que tuviera un hijo con ese bastardo y entonces los mate a todos.
—¿Y qué quieres? ¿Una felicitación? —Pick se colocó de pie y ayudo al sirviente a que se levantara también —¿Podemos seguir con la reunión? Espero que no haya más contratiempos.
—Tiempo después me llego el rumor de que no era uno sino dos niños —Ming ignoró sus palabras mientras aspiraba el aire deleitándose con el olor de Rome —¿Estás seguro de que ese Omega no es el hijo de mi ex concubina?
—Su Majestad —Pick apretó sus puños y le mostró una sonrisa falsa —No tengo porque mentirle. Rome nació y creció aquí. Le pertenecía a mi padre desde que era un niño y ahora me pertenece a mí. No debería buscar a su examante en mis sirvientes, eso es desagradable.
—¿Entonces ese omega es huérfano? —Rome se tensó. —¿Cuántos terrenos quieres por él? Me encantaría tener esa fragancia nuevamente en mi cama.
—Él es mío y no está en venta. —El emperador miró a su fiel mejor amigo y le hizo una seña. El general caminó hasta ellos y tomó el brazo del Omega —Llévatelo. Ya no es necesaria su presencia aquí.
Porsche sujetó a Rome con fuerza para separarlo del Alfa. El sirviente se negaba a soltar el brazo del hombre; su cuerpo demasiado asustado como para confiar en otro que no fuera Pick.
—Vete. Es una orden. —Pick lo separó con brusquedad —Estas estorbando, fuera.
El dolor se mostró en la cara de Rome. En el fondo sabía que se lo decía para no levantar sospechas de su relación cercana frente a Ming; aun así, dolía ser rechazado por su Alfa. Las lagrimas abandonaron sus ojos al mismo tiempo que Porsche lo levanto del suelo.
El general lo saco de la oficina sin darle tiempo de quejarse. En los brazos del hombre, Rome perdió toda la fortaleza que solía tener y comenzó a llorar. Los temblores en su cuerpo hicieron que Porsche decidiera cubrirlo con sus propias feromonas calmantes.
Los brazos del sirviente apretaban su cuello al punto en que le quitaba el aire. Realmente el ataque lo había afectado. Eso era lo que quería evitar.
En la habitación de Pick lo apartó de su cuerpo con dificultad y ordenó que llamaran a Emma. El sirviente estaba cubierto de tinta y comida de la mesa donde fue lanzado con anterioridad. Porsche le pidió a su amiga que por favor lo limpiara. El estado mental del chico se veía ciertamente extraño.
El general permaneció junto a la puerta, esperando a que uno de los soldados le trajera información sobre cómo se iba desarrollando la reunión. Agradecía que Pick confiara tanto en él como para entregarle a Rome, sobre todo porque ganaba un poco de tiempo con su amiga.
—General…—Emma se acercó a él y le hablo en voz baja —Roró…su piel se siente muy caliente…
—¿Tiene fiebre? ¿Cuándo se enfermó? —La mujer rodó los ojos y suspiro para controlar sus palabras.
—Me refiero a que él está muy sensible y caliente…
—¿Esta lastimado? ¿Tiene una infección? El golpe no fue tan fuerte.
—General Porsche, ¿está jugando conmigo? —El hombre se sonrojo por la mirada atónita de la Omega. —Rome está en celó. ¿No lo huele? Necesito que traiga medicina o un Alfa y no creo que el Emperador Pick se sienta muy contento con segunda opción.
El Alfa miro entonces al sirviente ser depositado en la cama mientras lloraba y se retorcía entre las sábanas. Un par de Beta intentaron cubrirlo, pero él lloraba diciendo que el calor lo estaba matando. Mando a todos a salir y pidió que llamaran al médico. Emma cubrió al Omega con las ropas del Emperador. No era la primera vez que veía a su amigo sufrir por su celo, pero ciertamente era la primera vez que lo veía bajo la influencia de una mordida.
—Quiero…quiero al Emperador…—Rogaba Rome perturbado. —Alteza…Alteza… ¿Dónde está Alteza?
—Está en una reunión, ya viene…
—Necesito…Necesito un Alfa…—Ella asintió a sus palabras y lo hizo beber medicina supresora, pero parecía no tener ningún efecto —El general… ¿Hay un Alfa cerca? Puedo olerlo…tráelo, Emma….
Porsche estaba detrás de la puerta escuchando todo. A pesar de que Rome estaba marcado por Pick, él no quería arriesgarse a tentarlo con sus feromonas. Los lloriqueos traspasaban hasta donde él estaba, logrando desesperarlo. El médico le informo que debido a la marca solo el Emperador podría calmarlo. Pensó en realmente mandarlo a llamar e interrumpir la reunión, pero no fue necesario.
—Ve y toma mi lugar. —le dijo Pick con los ojos amarillos —Mi Omega me necesita.
Temporal o no, la marca también afectaba al Alfa más fuerte del reino. Tan rápido como él entró, Emma fue lanzada fuera del lugar. La Omega casi que voló por los aires hasta que Porsche la atrapó. La cercanía causo un sonrojo cómplice en ambos.
Al menos Rome iba a aliviarse.
—Voy a reunirme con el Emperador de Ragus. ¿Podríamos vernos cuando me desocupe?
—Depende de si yo estoy ocupada o no.
—Te esperare. —Emma rodó los ojos mientras sonreía y alzaba los hombros.
De todas formas, no tenía nada mejor que hacer.
.-.-.
Rome sentía que estaba a punto de morir. La ropa de Pick no era suficiente, la marca dolía tanto que quería tirarse por la ventana. La necesidad de tocarlo picaba en cada uno de sus poros; respirar dolía.
Pick observó al Omega que tenía los ojos amarillos por el celo. Por mucho que quisiera poseerlo, el Alfa se contuvo al verlo vulnerable mientras apretaba su ropa. Tanto como tenerlo, el Emperador quería protegerlo.
—Mi Rome…—susurró provocando que él lo mirara —¿Me llamaste?
—Mi Alfa…—Contestó Rome bajándose de la cama lentamente —Mi Alfa…
El Omega caminó hacia el mayor liberando feromonas en igual cantidad que el oxígeno que los rodeaba. Pick sintió que su respiración se entrecortaba ante la vista sensual y tentadora de su compañero acercándose.
A pesar de su desesperación, Rome se arrodillo frente a él y lo olió, casi que reconociéndolo por instinto. La barrera de control del Alfa cayó al ver que el lado más primitivo del Omega estaba sumisamente pidiéndole tomar el control.
Con ternura, el Emperador lo levantó del suelo sujetándolo de las piernas. Rome rodeó la cadera ajena con sus extremidades mientras los abrazaba y mordía su hombro. Un jadeo doloroso salió de los labios de Pick, pero no lo apartó.
Pick liberó sus feromonas para crear la mezcla que a ambos les gustaba. El ambiente picante y húmedo se produjo en la habitación, enloqueciéndolos. Sin contenerse, el Omega le quito la ropa y lamió su cuello, el punto donde más se concentraba su esencia.
Era la primera vez que vivía el celo de Rome y quería disfrutarlo. El cambio en sus ojos en conjunto con los movimientos desinhibidos eran algo que no olvidaría. Rome estaba ciertamente perdido en el placer y la lujuria. Gritando una y otra vez para evitar que se detuviera.
—Morder…—La palabra sonó como un susurró en los labios del Omega y Pick lo apartó.
—¿Qué dices? —preguntó desde abajo.
—Quiero morder —Jadeó Rome saltando sobre él —Quiero morderte…
El emperador guardo silencio. Dejarse marcar por un Omega era impensable. Ningún Alfa se dejaría marcar ni siquiera de su esposa, mucho menos de un simple sirviente.
Pero Rome era diferente.
—Quiero…—volvió a susurrarle —Tu cuello…muéstramelo…
Sin pensarlo mucho, Pick volteó la cabeza y dejo a disposición su piel. Rome sonrió ido y se agachó. El Alfa sintió la lengua contraria delinear la superficie y se preparó para el dolor que jamás llegó.
Un quejido doloroso salió de los labios del Omega que se había mordido a su propio brazo.
—No…Alteza…no me deje morderlo…—Las lágrimas de Rome recorrían sus mejillas —No puedo hacerlo. Ayúdeme.
En ese momento Pick volvió en sí. Se sintió estúpido por cometer semejante desliz. ¿Cómo podía ser tan débil con el Omega? ¿Qué es lo que le había hecho?
Tan rápido como llego, la ola de celo de Rome disminuyó. Su pequeño cuerpo estaba cubierto de sudor y fluidos, lo suficientemente agotado como para limpiarse a si mismo. Viendo su estado, Pick decidió cargarlo hasta el baño.
Dentro del agua, el Omega permanecía despierto e inmóvil. El pecho del Emperador le servía de almohada, pero no tenía sueño. La calma de sentirse cerca al Alfa y la vergüenza de su comportamiento eran lo único en que podía pensar.
—¿Te sientes mejor? —El sirviente asintió evidentemente cansado —Tuviste una oleada intensa pero muy corta, ¿cuánto suelen durar tus celos?
—Uno o dos días, pero los suelo interrumpir con medicina. —La necesidad de acercarse todavía más hizo que Rome se girara y lo abrazara escondiéndose en su cuello. —Lo siento por intentar morderlo, Alteza...
—Sé que no eres tú. Mi marca y mis feromonas nublan tus sentidos. —dijo dándole en beso en la cabeza mientras acariciaba su espalda con la yema de los dedos. —Aun así, para estar en celo eres muy consciente de ti mismo.
—En el palacio no puedo darme el lujo de perder la cordura, cualquiera podría aprovecharse de mí ya que Din no está siempre para cuidarme.
—Él… ¿suele pasar los celos contigo?
—No suelo tener muchas temporadas de celo, Majestad. Siempre bebo hierbas para que no se produzcan, aunque inevitablemente me sucede una o dos veces al año. Din casi siempre está de viaje, por lo que estoy solo la mayor parte del tiempo.
—¿Pero eso no afecta tu fertilidad a largo plazo? Interrumpir tu ciclo de esa manera…
—Cada día tiene su propio problema. —Rome cortó sus palabras —Cuando llegue el momento de tener hijos, me preocupare. Por ahora, mi prioridad es trabajar.
—¿Por qué quieres trabajar tanto? Creí que el dinero no era importante para ti.
—No lo hago por los bienes materiales, Alteza. Din y yo estamos ahorrando para poder comprar nuestra libertad.
—¿Libertad? —Pick sintió como si Rome le hubiese dado una bofetada —¿No te sientes bien conmigo?
—No es eso, Alteza. Mi sueño es recorrer el mundo. Tal vez tener hijos y…
—¿Te quieres ir del palacio? —El Omega se contrajo en su pecho —¿No tienes miedo de Ming?
—Majestad… ¿de qué está hablando? —Pick lo apartó para verlo fijamente a los ojos.
—La concubina de la que él hablaba, ¿es tu madre, cierto? —El menor palideció —Yo puedo protegerte, mi Rome, pero debes confiar en mí.
El joven guardo silencio y volvió a esconderse en el cuello ajeno. Su cuerpo inevitablemente comenzó a temblar haciendo que Pick se sintiera mal.
—No permitiré que te haga daño, mi Rome. —susurró acariciándolo —¿Te gustaría contarme sobre tu hermano?
Las manos de Rome se apretaron en su costado y esa fue toda la respuesta que Pick necesito. Sin soltarlo, los levanto a ambos para que volvieran a la habitación. Sentó al menor en la cama y lo obligo a mirarlo.
—¿Es Rome tu verdadero nombre? —Las lágrimas caían por las mejillas contrarias, por lo que le habló con voz suave. —Contéstame…
—Alteza… ¿realmente usted puede protegerme?
—Siempre y cuando me digas la verdad —Pick sonrió mientras le secaba las lágrimas —¿Cómo te llamas, querido?
—Mi nombre legal es Rome, pero mamá me llamaba White…—dijo en un susurro —Mi hermano mayor fue a quien Ming mató…creí que él no sabía de mí…
—¿Cómo lograste huir? ¿Por qué no sabían que eran dos?
—La primera vez que salí del refugio tenía doce años. Mis padres siempre nos dijeron que el mundo era peligroso y cruel. Black y yo fuimos educados entre cuatro paredes, la verdad nunca vimos la necesidad de escapar…
—¿Vivian en un refugio? ¿Y las demás personas nunca los vieron?
—Nadie…—Rome lo observó con melancolía —Por eso nadie nos ayudó. La noche en que el Emperador de Ragus llegó al pueblo e incendió nuestra casa ninguno lo detuvo, después de todo solo había Omegas y Betas sin ningún valor. Nosotros salimos corriendo sin saber que varios soldados nos esperaban. Ming estaba frente a la puerta esperando a mamá…
—Rome…
—Mi madre me dijo que corriera y fingió no conocerme…—Las lágrimas abandonaron sus ojos —Mamá se entregó y le rogó para que no le hiriera nada a las personas del refugio…A él no le importo y dio la orden de que capturaran a todos. Papá fue el primero en ser asesinado, luego siguió mi hermano quien era “el hijo único”. Los pocos que sobrevivimos quedamos heridos y desfigurados de por vida.
—Tú madre fue una Omega muy valiente —El Emperador lo abrazó atrayéndolo hacia su cuerpo para que se acostara en su pecho —Ella era increíble.
—Hubiera preferido morir a su lado —Sobre el pecho del Alfa, Rome se deshizo en lágrimas. El dolor de los recuerdos recorriendo su pequeño cuerpo. —No sé por qué no me entregue con ellos…
—La voluntad de tu madre fue que sobrevivieras, debes honrar eso, White…
—No me llame de esa forma, Alteza. Mi antigua vida murió esa noche. Adopte por completo el nombre de Rome después de vagar por las calles y ser capturado. Algunos mercenarios me vendieron como esclavo tiempo después hasta que el antiguo Emperador me vio y me trajo aquí.
—¿Quieres que inicie una guerra contra Ragus? —El Omega levantó la vista con incredulidad —Por ti…puedo hacer lo que quieras solo para verte sonreír.
Rome sintió la ola de calor volver y se sonrojo. Un puchero avergonzado se escapó de sus labios mientras se frotaba en el pecho ajeno, disfrutando de las feromonas calmantes que desde hace un rato lo envolvían.
—Araik es mi hogar. Aquí está mi gente y mi nueva vida; gracias por la propuesta, pero la paz es más importante que la venganza. Dejemos el pasado atrás, Alteza.
El Alfa lo abrazó con una sonrisa. Un nuevo sentimiento de orgullo despertó en su interior al conocer la verdad. Si antes lo quería, ahora estaba seguro de que jamás lo dejaría ir.
—Voy a protegerte para siempre —susurró lo suficientemente alto para que lo escuchara —Araik nos pertenece, Rome. Seremos muy felices viviendo aquí. El reino será un lugar seguro para que todos los habitantes lo recorran, no importa si son niños o adultos...
—Alteza, ¿Esta emocionado por ser padre? —Ante la interrupción abrupta, Pick se aturdió.
—Si…Siempre he soñado con eso; Lucía tardó en embarazarse, pero una vez que lo conseguimos lo celebramos con entusiasmo.
—La Emperatriz muy pronto cumplirá siete meses, ¿han pensado en nombres?
—Todavía no. Supongo que cuando nazca lo decidiremos juntos. —El Alfa agarró una de sus manos y jugo con ella —¿A quién crees que se parezca?
—Si es igual a la emperatriz será hermoso...
—¿Estás diciendo que yo soy feo? —Rome se burló mientras sentía que su cuerpo empezaba a calentarse de nuevo. —Y yo que me sacrifique para ayudarte...
—¿Sacrificio? Mas bien se aprovechó de mí y mi celo...
—¡Que malagradecido! —La risa de se contagió en el menor —Siempre que tengas celo puedes llamarme.
—¿Y su celo? ¿Cómo suele vivirlo?
—Con Lucia y las concubinas. Ahora también lo haré contigo, así que debes estar atento. Los Alfas lo tenemos dos veces al año, a diferencia de ustedes que les sucede cada dos o tres meses…bueno, no en tú caso.
—¿Sabía que en mi último celo lo conocí? —Pick asintió recordando su encuentro —Ese día me cubrí con estiércol porque un Alfa estaba molestándome, pero usted alcanzo a sentirme, fue increíble.
—Desde ese día supe que ibas a volverme loco con tus feromonas, mi Rome —El sirviente sintió humedad entre sus piernas, una nueva ola llegaba para volverlo loco. Sus feromonas se liberaron mientras Pick seguía hablando —Eres mío, mi querido Rome…
—Soy suyo, alteza... —Sus ojos se tornaron amarillos —Alfa…
Pick empujo a Rome contra la cama y sin mediar palabras entró en su interior. El Omega gimió sonriendo del placer y liberó mucha más de su esencia. La habitación volvió a tornarse caliente y picante.
El emperador disfrutaría de cada uno de los celos de Rome, él era suyo.
A pesar de estar sumido en la bruma del placer, el Omega podía escuchar claramente los jadeos posesivos del Alfa. La palabra “Mío” resonaba tanto en sus oídos que Rome no se sorprendería si quedaba tatuada en su frente.
En su interior, las ganas de pertenecer y escapar al mismo tiempo se entrecruzaron. La sensibilidad de su celo lograba que sus ideas se mezclaran. El instinto de fusionarse, de estar juntos peleaba con su deseo de libertad. Las ganas de marcar al Alfa seguían picando en sus dientes.
Empujó a Pick para girarse y no verlo a los ojos.
Necesitaba espacio.
.-.-.
La cama del Alfa era una nube esponjosa en la que Rome amaba dormir, sobre todo después de su repentino celo. Un suave movimiento lo sacó del país de los sueños, por lo que se estiro abriendo los ojos con incomodidad.
—Despierta, cariño. Debes tomar tu medicina.
—¿Emma? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Su Majestad me pidió que te cuidara porque tienes un poco de fiebre, ¿Cómo te sientes?
—La verdad…me siento muy cansado.
—Debes estarlo, ayer enloqueciste un poquito debido a la marca. Por suerte Alteza se ocupó.
—Sentí que iba a morir o a explotar y lo peor es que sé que aún no acaba hasta que se me quite la fiebre… —Rome se cubrió el rostro quejándose y notó que vestía ropa del Emperador —¿Por qué tengo esto puesto?
—Él te vistió y te cubrió con sus feromonas para que estes a gusto. Ha sido muy considerado contigo…
—Siempre que tenga que ver con la cama lo es… —El omega suspiro con cansancio. —Emma, necesito que me hagas un favor…No puedes decirme que no.
—¿Qué quieres? Sabes que haré lo que sea por ti.
—Trae a Din, estoy seguro de que aún no se ha ido…—Ella levanto una ceja con confusión —Tengo que aprovechar mi celo para marcarlo.
—¿Que? ¿Como que marcarlo? —Emma se alteró sin disimulo. —¿Acaso estás loco? No puedes hacer eso Rome.
—¿Por qué no? Él es mi compañero.
—Pero su alteza te acaba de marcar.
—Es temporal. Además, quiero marcar a Din para que pueda sentir mis feromonas, siento que eso hará que nuestra relación sea mejor y...
—¡Tu relación no necesita de eso! ¡Es peligroso que hagas eso! ¿Acaso quieres ser un Beta? ¿Qué tal le pase algo?
—Si le pasa algo yo moriré con él…por favor, Emma…
—No, Rome. Eso es peligroso, es dejar tu esencia por alguien más.
—No importa, yo lo amo. —Ante la duda en los ojos de su amiga, el Omega la aparto alejando las sábanas de su cuerpo.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—Voy a buscarlo yo mismo. Quítate.
—¡Rome! ¡Tranquilízate!
—Casi muerdo a Su Majestad —chilló Rome sintiendo que estaba a punto de llorar. —Tengo que marcar a Din, sino…tendré que escapar de aquí.
—¿Cómo que escapar? ¿Te das cuenta de la gravedad de lo que estás diciendo? ¡Si el Emperador se entera de tus planes puede matarte!
—No importa…Din dijo que me ayudaría…ayúdame, Emma, Tu eres mi única amiga.
—Está bien —La Omega lo empujo —Tienes mucha fiebre, Rome. Yo iré a buscarlo y lo traeré sin que se den cuenta. Confía en mí. Duerme un rato mientras yo vuelvo.
Rome cayó sobre la cama y asintió, se sentía exhausto. A pesar de también ser un omega, las feromonas calmantes de su amiga lo relajaron. La Omega le dio un beso en la frente y salió de la habitación. En cuanto cerró la puerta, vio que Porsche estaba del otro lado con el ceño fruncido.
—Emma…
—No tiene que decirlo, General. Jamás haría algo que pusiera mi cabeza o la de Rome en peligro.
—¿Qué tanto aprecio le tienes a ese Beta?
—Lo suficiente como para que no me importe si desaparece.
—Eres inteligente —El Alfa caminó hacia ella —¿Qué le dirás a Rome?
—Que no lo encontré. Necesito que llames al Emperador para que se ocupe de Roró. Si puede incluso que lo ponga a dormir.
—Hace un par de minutos alguien fue a buscarlo. Voy a contarle lo que escuche…
—Lo sé…—La Omega dudó, pero miró al hombre a los ojos —General, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Creí que nos habíamos vuelto cercanos después de lo ayer —dijo riendo, pero la chica permanecía seria —¿Qué pasa?
—Su Alteza… ¿qué tiene él planeado para Rome? Sé que no está enamorado pero la posesión que tiene sobre él me asusta…
—No lo ama, pero no creo que lo deje irse de su lado.
—¿Puedes prometerme que no le hará daño? Les ayudaré en todo, pero no lastimen a roró.
—¿Y cuando él se entere que todo este tiempo nos has ayudado? ¿Qué vas a decirle?
—Tal vez se moleste conmigo, pero en un futuro me lo agradecerá. Aquí adentro estamos seguros, ¿Es un trato?
—Palabra de Alfa.
Notes:
NOTA DE AUTORA: Referente al celo de Rome, además de la mordida se expuso mucho a feromonas Alfa. Me gustaría saber si alguien lo pensó desde el capitulo anterior donde les di pistas como que estaba sensible, emocional e incluso no podía controlar sus feromonas jaja Besos!
Chapter 13: CAPITULO 13
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La noche en el palacio era silenciosa y oscura, parecía que nada podía perturbar el suave movimiento de la brisa. En los aposentos del Emperador, Rome permanecía profundamente dormido bajo la influencia de las feromonas del dueño del imperio. Su cuerpo respiraba de forma acompasada totalmente ajeno a la conversación que el Alfa mantenía con su mejor amigo.
Pick toleró al Beta durante mucho tiempo. Incluso Lucia estaba extrañada por su repentina consideración con el amante de su sirviente. La verdad en todo era que él no quería hacerle daño a Rome, pero su paciencia tenía un límite. Jamás permitiría que el sucio esclavo apartara al Omega de su lado. No estaba en sus planes perder el control sobre Rome.
—Emma también dice que Din lo manipula constantemente para que haga cosas que no quiere. —El general sabía cuál era su tarea, pero necesitaba la orden —Todavía no se va, ¿quiere que me ocupe de él? Puedo hacerlo limpio y sin dejar huellas.
—No. Todavía no. —contestó con una sonrisa que le heló los huesos a su mejor amigo. —Primero voy a darle una lección a Rome. Voy a orillarlo para que entienda que yo soy su dueño y que jamás va a escapar de mí. Él es mío y entre más rápido lo entienda será mejor. Me convertiré en lo único que le queda.
Porsche sintió sus hombros tensarse. Conocía lo suficiente al emperador como para saber que el Omega realmente se vería acorralado hasta aceptarlo. Pick no dudaría en pasar por encima de sus deseos para atraparlo.
En otra ocasión aceptaría los planes sin replicar, pero esta vez, Porsche tenia a alguien a quien quería proteger.
—Alteza… ¿Puedo abusar de mi posición como amigo? —El Alfa levanto una ceja con extrañez —A Emma…Por favor no le haga nada a Emma.
—¿Te gusta o tienes alguna relación con ella?
—Si, me gusta. Hemos compartido la cama y además, ella fue quien me contó sobre los planes de Rome…
—¿Has pensado en porqué lo hizo? ¿Qué ganaría traicionando a su amigo?
—Protección. Ella ha dicho que nos ayudara mientras los protejamos…
—Mientras no interfiera con mis planes no voy a eliminarla. —Pick agarró su espada y se despidió del hombre —Pídele información sobre las debilidades de Rome. Ya estoy harto de intentar agradarlo. Ella misma lo dijo, el miedo es el mejor detonador.
El general observó al Emperador irse sus aposentos. Podía sentir el peso de la misión que se le acababa de ordenar. Sabía que Rome nunca perdonaría a su amiga si se enterarse de lo que estaba por ocurrir, pero, aun así, no se arrepentía. Después de todo, él no quería perder a la Omega.
Se había enamorado de Emma.
.-.-.
Rome estaba desesperado.
En cualquier momento su celo se iría y su amiga todavía no traía a Din. Se conocía lo suficientemente bien como para saber que le quedaba una ola y luego todo el calor se esfumaría de su cuerpo.
No podía quedarse con los brazos cruzados. Se bajo de la cama tambaleándose y buscó zapatos para salir. Supuso que una mentira sería suficiente para que los guardias lo dejaran escabullirse entre los pasillos.
Repentinamente, escuchó que alguien venía con pasos muy suaves. Se notaba que la persona estaba caminando con cuidado para no ser atrapado. Rome se alegró al saber que su pareja llegaba a su encuentro.
Corrió hasta la cama y se sentó en el borde con rapidez. Ni loco se dejaría ver bajo las sabanas del Alfa. Escuchó la puerta abrirse lentamente y la emoción pudo más que su sentido común.
—¡Din! —gritó eufórico con una sonrisa que murió en cuanto se dio cuenta de que quien entraba era el Emperador —Al…Alteza…
—¿Cómo me llamaste?
—Estaba soñando, Alteza. —Se apresuró en soltarse los zapatos y meterse entre las sábanas —Le ruego me disculpe, no fue mi intención ofenderlo…
—Tranquilo, mi Rome —dijo el Alfa caminando hacía él. —¿Ibas a salir?
—Estaba en el baño… —El Omega sintió como con cada paso que daba, una ráfaga fuerte de feromonas se estrellaba contra su cuerpo.
Los labios de Pick tomaron los suyos sin ningún tipo de cuidado. La sensación le causó calor y ardor, tanto que su ultima ola de celo se encendió. Rome se perdió en las feromonas. Su mente se fue lejos, dejándose dominar totalmente por el placer.
Cuando volvió un poco de conciencia, se encontró a sí mismo gimiendo bajo el gran hombre. Sus manos apretaban las sabanas mientras intentaba sostenerse de algo, la fuerza con la que estaba siendo sometido se sentía extraña.
Su cuerpo era un juguete a merced del Alfa. Volvió a perderse en el mar de sensaciones hasta que fue puesto boca abajo. Los besos de Pick en su cuello le daban cosquillas, sobretodo porque, aunque estaba a punto de desaparecer, todavía la marca existía.
La pasión que sentía súbitamente fue interrumpida por un dolor agudo. Un grito desgarrador abandonó su garganta debido a que los dientes del Alfa atravesaron su piel. Las lagrimas fluyeron en cantidad, manchando las sabanas que sus manos apretaban. La marca de su cuello reabriéndose sin contemplación.
—Alteza…—Rogó al hombre quien seguía mordiéndolo como un animal —Suélteme…Alteza…Suélteme…
Rome estaba seguro de que esta vez la marca dudaría varios meses. Casi podía sentir que los dientes llegaron hasta sus huesos. Dolía mucho. El emperador lo liberó y después se dedicó a lamer la herida. El Omega no podía dejar de llorar.
—No llores, Mi Rome —susurró desde arriba —Lo hago para que estes tranquilo. Quiero que te sientas seguro conmigo. Voy a protegerte…
Sus palabras sonaron falsas. Algo malo estaba pasando, pero Rome no tenía fuerzas para analizarlo. Una nueva ráfaga de feromonas se produjo, haciéndole caer en cuenta de que estaba más sensible que antes.
Su cuerpo se movió por si solo y se apego al Alfa en busca de consuelo.
Tuvo miedo.
.-.-.
Dos días después Rome volvió a sus actividades.
El palacio brillaba como siempre, pero él sentía que una nube negra estaba sobre su cabeza. Desde que había despertado, se encontró a sí mismo con la necesidad de ser tocado por el Alfa. Quería tenerlo cerca y ciertamente debido a su trabajo eso no era un problema.
Excepto que no podía dejar de pensar en Din.
Necesitaba hablar con él para explicarle todo y tal vez recibir un consejo. Su novio era muy inteligente, seguramente él sabría que hacer para dispersar las sensaciones incomodas de su cuerpo. Fingió que iba a buscar un informe justo donde su compañero estaba y le hizo señas para que lo siguiera.
El Beta lo observó en silencio y caminó junto a él hasta que se quedaron solos. Rome se giró para abrazarlo o besarlo, pero fue bruscamente lanzado a un lado.
—Escuche un rumor —La mirada de su novio lo asustó. —Alguien dijo que te hicieron una marca…—Con sus palabras Rome perdió el color mientras bajaba la cabeza y jugaba con sus manos.
—Es…Es una marca temporal…
—¿Te dejaste marcar? —Din lo observó con furia —¿Cuánto más vas a dejar que él te haga? ¿Acaso no tienes amor propio?
—Fue por una reunión. Vino el Emperador de Ragus y él odia a los Omegas y…
—¡Y no me importa! —El Beta dio dos pasos hacia él para acorralarlo contra una pared —¡Perdiste tu orgullo, Rome! Cada día te veo y no entiendo que fue lo que te paso. Me siento asqueado de ver en lo que te convertiste…
—¡Sigo siendo el mismo! —dijo intentando agarrar sus manos —Tú eres él que ve cosas donde no las hay. Todo es por trabajo, tienes que creerme, yo…
—Me iré a la provincia de Gong. ¿Tengo que agradecerte por enviarme tan lejos?
—¿Disculpa? —Rome no entendía —¿De qué hablas?
—Me pareció raro que mi Amo dijera que nos iríamos en una semana y que sería a Gong. Ya sabes lo lejos que esta; tardaremos meses en volver. Supuse que el emperador estaba castigando al Amo por algo, pero veo que en realidad a quien están intentando enviar lejos es a mí.
—El emperador jamás sería capaz de hacer eso…
—¿Y lo sigues defendiendo? ¡Por qué no entiendes que él está intentando separarnos!
—Su majestad no es así. A él no le importas porque eres un simple... —Rome calló.
—¿Soy un simple qué? Termina la oración. —Rome se negó y Din lo estrelló contra la superficie dura.
—No me lastimes...
—Rome, no olvides que tú también eres un simple esclavo. No serias especial si fueras un Beta. Jamás hubieses conocido su cama si no tuvieras feromonas. No dejes que se te suba el puesto a la cabeza, eres solo un hoyo para él.
—No me hables así...
—¿Como te hablo entonces? ¿Tú también me ves cómo alguien menos? Sé que siempre seré menos que ese hombre, pero al menos pensé que era suficiente para ti.
—Din, perdóname. Yo no quise ofenderte...yo...
—Me voy y cuando vuelva iras conmigo.
—¿Ir? ¿A dónde?
—Lejos de Su Majestad.
—Din…hacer eso es peligroso…
—Él o yo, escoge. —Rome mantuvo la boca cerrada. —El silencio es más ruidoso que las palabras, traidor.
Su cuerpo volvió a estrellarse contra la pared haciendo que sus piernas temblaran y perdiera las fuerzas. Rome cayó al suelo con impotencia al ver como el amor de su vida se iba enojado.
¿Qué estaba sucediendo?
.-.-.
—¡Alteza! —Rome entro como loco a la oficina del mayor —¿Por qué envió a Din tan lejos? ¿Qué fue lo que él le hizo? ¡Nosotros nos hemos portado bien!
—¿Disculpa? —Porsche cerró la puerta para evitar que extraños escucharan la conversación y asintió al Alfa de forma sutil. —¿Desde cuándo yo soy el encargado de eso? Si no estoy mal, quien organizo las rutas fuiste tú.
—¿Que? Yo jamás...yo...yo lo hice equitativo. Rotando a todos.
—¿Y entonces? ¿Por qué vienes a reclamarme a mí? Fue tu culpa.
—Su alteza, ¿podríamos cambiar...?
—¿Crees que por nuestra cercanía voy a darle un trato especial? ¿Qué clase de insolencia es esa? Dijiste que querías que fuera imparcial con mis trabajadores. Sé un hombre de palabras.
—Alteza…pero…
—Majestad —Porsche intervino —Estoy seguro de que Rome conoce su lugar; él sabe que usted es un hombre justo que no se dejaría llevar por pequeñeces. No se moleste con él.
—Sal de aquí o voy a terminar matándote.
Ante la mirada irritada del Alfa, Rome huyo con miedo. Jamás sería una buena idea despertar la ira del gran Emperador. Cuando se quedaron solos, Porsche volvió a cerrar la puerta y le sonrió a su amigo.
—Te dije que no notaria el cambio. —Pick correspondió su expresión. —El nuevo armamento lo tendrá lo suficientemente ocupado como para pensar en el tiempo.
—Consigue cien soldados nuevos y asígnale a Rome la labor de entregarles armas. Lo quiero atareado que incluso comer sea un desafío.
—Si Alteza.
.-.-.
Rome quedo destrozado con la partida de Din.
Aunque buscó a su compañero, él se rehusó a que conversaran. El Omega insistió hasta el final, consiguiendo la oportunidad de que cuando Din volviera, tendrían una conversación seria y sincera.
Aquello logró calmarlo. Era mejor enfocarse en su trabajo que pensar en lo solo que sentía. También, eso ayudaba a que ignorara la forma en como las personas lo observaban. Debido a la marca, Rome no podía evitar que su cuerpo se sintiera enfermo cuando no estaba rodeado de las feromonas de Pick.
A pesar de ser temporal, era mucho más profunda y agresiva que la anterior, por lo que influía más en él. A diario vestía ropa del Alfa para sentirse a gusto y no extrañarlo tanto. Ese gesto no pasaba desapercibido por los demás sirvientes quienes cuchicheaban y decían que él era un atrevido que usaba ropas que no le quedaban para sentirse importante. Por supuesto, nadie sabia de la marca y él tampoco iba a contárselos.
Los nuevos soldados que llegaron al palacio eran hombres habilidosos. Al principio no confiaban en él y hasta se rehusaban a seguir sus órdenes. Todo cambio cuando el propio Emperador de Araik llegó al campo y mató a quienes miraban a Rome por debajo del hombro.
Desde entonces, seguían sus instrucciones sin replicar. Con el tiempo se dieron cuenta que el Omega no era un tonto. El chico era organizado y tenía carácter. Siempre estaba dispuesto a ayudarlos e incluso mejorar sus condiciones. Lo respetaban.
Porsche también vigilaba los entrenamientos. Le enseño a Rome como identificar armar y de vez en cuando le permitía jugar con una espada. Pick al principio se molestó, pero ver feliz al Omega anulaba sus intentos de pararlo.
En aquella paz, el inicio de la tormenta llegó.
Rome se encontraba ejerciendo su labor como vigilante de la repartición de alimentos para los animales cuando repentinamente vio a Emma cargando un pesado bulto. Le molesto un poco que ninguno de los otros sirvientes la ayudaran, pero tampoco quiso pedirles el favor.
Él mismo se dirigió hacia donde su amiga y sostuvo el otro extremo de la pesada carga. La Omega lo guio hasta un extremo alejado del palacio, donde prácticamente estaban solos. Rome iba tan absorto en la conversación que por su mente nunca pasó el peligro.
—¡Vaya! —Un voz que no reconoció llego a sus oídos —Hasta que por fin te alejas de ese Alfa.
Ambos se giraron con miedo encontrándose con cuatro hombres. Los Omegas intentaron correr, pero fueron fácilmente detenidos. Emma les pregunto que querían y ellos le dieron un golpe lanzándola hacia el suelo.
Con su amiga desmayada, Rome intento pedir ayuda gritando, pero fue golpeado varias veces y luego atado. El Omega no tardó en darse cuenta de que ellos iban por él.
—¿Quiénes son? ¿Por qué me hacen esto?
—¿Quién te dijo que podías hablar? —Uno de los golpes se estrelló contra su boca —¡Tú vienes con nosotros!
Como estaban en la parte trasera del palacio, nadie detuvo su salida. Las lagrimas de impotencia dejaron sus ojos cuando la carreta en que iba se alejaba más y más de su hogar. Sin importarle que estaba atado, intento lanzarse del vehículo en movimiento.
Uno de los hombres lo jalo y lo metió dentro de una jaula. Rome tuvo recuerdos tristes de cuando los mercenarios lo vendieron. El frio del hierro se sentía exactamente igual.
No supo cuántas horas pasaron hasta que los hombres volvieron a ponerle atención. Los vio reírse entre ellos mientras se acercaban con un saco. El Omega se pego a una de las esquinas de la jaula cuando lo abrieron.
Serpientes.
Rome le tenía fobia a las serpientes desde que era niño porque una lo mordió. El reptil se acercó arrastrándose hacia él provocándole temblores. Las lagrimas volvieron a producirse, esta vez mezcladas con el miedo. En total, cinco animales largos entraron en la jaula.
—¿Por qué me hacen esto? —chilló aterrorizado —¡Auxilio! ¡Alguien ayúdeme!
—Grita lo que quieras, nadie va a venir a salvarte. —La sonrisa del hombre era incluso más desagradable que la sensación de las serpientes tocando su piel —En cuanto lleguemos a Ragus te amarrarán a la cama del Emperador y ahí si lloraras con ganas.
—¿Qué? —Rome sintió que el alma se le iba del cuerpo —¿Vamos a Ragus?
—¿Olvidamos decírtelo? El Emperador Ming pidió que te lleváramos. Nos costó trabajo porque no te alejabas del Emperador Pick, pero gracias a tu amiga pudimos secuestrarte.
—¿Sabias que al Emperador Ming le dicen el Emperador serpiente? Le gusta que sus mascotas muerdan a sus compañeros de cama.
—No me hagan esto, por favor —rogó después de oír su posible realidad —Su Majestad Pick les pagará más dinero si me liberan. Le diré que ustedes me salvaron, pero por favor no me lleven…
La única respuesta que recibió fue burlas y carcajadas. En medio del camino, los hombres se dedicaron a molestarlo y pullarlo con varas. Rome estaba aterrorizado. Cuando llego la noche, lo sacaron de la jaula y lo arrastraron hasta el interior del bosque.
—¿Qué tal si jugamos un poco con él? —Uno de los hombres, el que peor olía agarró una de sus piernas —Tengo tiempo sin tocar a un Omega tan limpio.
—Al Emperador Ming seguramente le complace la idea. Él dijo que iba a jugar con este esclavo igual que como hacia con su madre. Es mejor que abramos su agujero.
—¡No, por favor! ¡No! —gritó intentando patearlos, pero ellos lanzaron sus feromonas contra su cuerpo. Rome sintió entonces miedo de aquellos Alfas.
El mismo miedo que sentía desde que era un niño. Odiaba sentirse inmovilizado por los Alfas. Varias manos se colaron bajo su ropa, tocando su piel expuesta. Rome miró hacia el cielo y se lamentó por su suerte.
—Esto te pasa por alejarte del Emperador Pick… —dijo uno de ellos acariciando asquerosamente sus piernas —Si te hubieras quedado a su lado, nada de esto te estaría pasando…
El sirviente comenzó a llorar más fuerte.
—¡Alteza! ¡Alteza! —gritó desesperado —¡Alfa! ¡Sálvame Alfa!
Tan rápido como resonó su voz, el ambiente fue cortado por una ráfaga de aire. Sintió que los hombres eran apartados de su cuerpo y alguien lo cargó. Rome abrió los ojos y se encontró con que su salvador era el Emperador Pick.
—Mi Rome… —dijo él cubriéndolo con una capa —Gracias a Dios estas con vida…
—Alteza… —lloró de alivio mientras lo abrazaba —Tuve tanto miedo. Creí que no volvería a verlo, Alteza.
—Mientras estes a mi lado esto no volverá a sucederte —El sirviente sintió como las feromonas calmantes lo cubrían —Yo te voy a proteger, mi Rome. Ming nunca te atrapara, eres mío.
—Soy tuyo… —susurró agotado por todo —Llévame a casa, mi Alfa…
Pick sonrió. Rome ni siquiera noto lo extraño de toda la situación. Por su cabeza no paso la idea de que quienes lo capturaban no estaban muertos, solo desaparecidos. Él jamás pensó que era raro que de los cien soldados que entrenaban a diario junto al palacio, ninguno se dio cuenta de su secuestro.
Y más extraño aun, el Emperador de Araik apareció justo en el momento perfecto.
El Omega fue engañado.
Chapter 14: CAPITULO 14
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El canto de los pájaros trajo a Rome de su sueño profundo. Sin abrir los ojos, estiro el brazo para tocar al Emperador y acurrucarse de nuevo; lo único que sintió fue frio. Con miedo, se sentó en la cama buscando al Alfa. Lo vio de pie, alistándose para su día a día.
—¿Alteza? ¿A dónde va? ¿Por qué no me despertó?
—Te ves cansando, mi Rome. No quise despertarte.
—¿Pero a dónde va?
—Voy a trabajar —Comentó el mayor caminando hacía él para darle un beso —¿Te gustaría tomaste un tiempo libre? Pasaste por una situación difícil.
—¡No! ¡Yo voy con usted! No me deje solo…—Pick contuvo una sonrisa y asintió. Amaba el estado tenso y asustado de Rome.
El sirviente se apresuró en vestirse y caminó detrás de él. El Emperador iba tan ensimismado que ignoro el aspecto del otro. Emma fue quien se dio cuenta y corrió hacia su amigo.
—¿Roró, te levantaste tarde? Tú cabello no está atado… —La Omega intento ayudarlo, pero él la detuvo.
—No…no quiero que nadie me vea el rostro…
—Roró…no tienes que esconderte.
—Me da miedo que puedan verme y quieran llevarme…
—Nadie te llevara mientras permanezcas a mi lado —Contestó Pick interrumpiendo su conversación. Emma lo observó y sintió una punzada en su corazón. También era su culpa por participar en el complot.
Las feromonas de Pick lo envolvieron al mismo tiempo que un brazo pasaba por su cintura. Rome se apegó al Alfa escondiéndose entre sus capas de ropa. Seguía aterrorizado. Durante toda la jornada el sirviente se quedó sentado en las piernas del mayor, no le importaba como lo miraran. Su seguridad era lo primero.
—Los nuevos uniformes llegaron ayer. Sería bueno que los dividieras enseguida para que ellos entrenen con…
—Alteza…—Rome lo interrumpió —¿Puede asignarle esa tarea a otra persona?
—¿Por qué? ¿Te sientes mal?
—Yo…yo no quiero estar cerca de otro Alfa que no sea usted… —Desde el otro extremo de la habitación, Porsche comprendió la actitud distante que Rome tenía incluso con él. Tal vez se habían pasado un poco con el truco para engañarlo, pero no podía negar que Pick se veía bastante feliz con el resultado.
—Está bien, mi Rome. Quédate a mi lado. Yo te protegeré…
—¿Podemos volver a la habitación cuando termine con su trabajo? —El hombre asintió —Gracias por ser tan bueno conmigo…
A pesar de que el Omega estaba evidentemente asustado, Pick no detuvo sus planes para que se apegará más a él. Al salir de la oficina, le dijo que tenía que ir al campo para supervisar a su ejército y que, si no quería quedarse solo, tendría que ir con él. Aun en contra de su voluntad, Rome acepto acompañarlo.
Cuando llegaron al lugar, el Alfa lo abandono deliberadamente en un punto estratégico donde alguien lo empujó con fuerza, provocando que cayera en un pequeño lago. Toda la ropa se le pego al cuerpo, revelando su delgada figura.
Varios de los soldados que antes lo respetaban, se giraron ante él y liberaron feromonas que lo paralizaron. El pequeño Omega cayó de rodillas petrificado por el miedo, las lágrimas abandonaron sus ojos velozmente mientras apretaba su ropa con miedo.
En medio de todo, El Emperador se acercó hasta él de forma calmada y lo levanto en sus propios brazos, apegándolo a su cuerpo. —No te preocupes, mi Rome. Ninguno de ellos va a tocarte mientras estes a mi lado.
—Sácame de aquí…—rogó escondiéndose en su cuello —Haré lo que sea…por favor…
Pick le hizo una seña a Porsche quien liberó una serpiente. Uno de los hombres fue el encargado de gritar en cuanto la vieron, haciendo que Rome se tensara y comenzara a llorar con más fuerza. El emperador entonces agarró su espada y la mato.
—¿Ves? Nada ni nadie puede dañarte a mi lado. —El chico se apretó aún más a su cuerpo —¿Recuerdas cómo me llamaste? ¿Por qué no lo haces de nuevo?
—Al…Alteza…—El mayor negó mirándolo a los ojos e hizo el amague de bajarlo, pero Rome lo agarró con fuerza. —Alfa…eres mi Alfa…Sácame de aquí, Alfa. Por favor…
—Pórtate bien, Rome. No quiero tener que castigarte.
—Alfa, perdóname…
Pick asintió dándole un beso frente a todos. Tanto Porsche como algunos soldados se sintieron mal, pero prefirieron mirar hacia otro lado. Nadie iría en contra de las órdenes del Emperador. No existía una persona que evitara que él llevase a Rome a sus aposentos para aislarlo del mundo.
—Alfa… ¿Puedo tomarme unos días libres? Me gustaría quedarme en la habitación…—El hombre se aproximó a él y le dio un beso complacido —¿Por favor? No quiero salir…
—Por supuesto. Me gusta que te quedes aquí. Te enviare a Emma y a algunos sirvientes para que no te falte nada. Espérame a diario como un buen chico y te premiare.
—Omegas y Betas. No quiero Alfas…
—El único Alfa seré yo. —comento arrojándolo a la cama para luego dirigirse hacia su cuello y besarlo —Eres mío. Yo te protegeré, mi Rome.
El Omega lo abrazó y suspiró. Por un tiempo, aceptaría aquella posición. Necesitaba calmarse para no cometer un error.
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La información de que Rome dejaba sus funciones llegó a los oídos de Lucia y la Reina Madre. Al parecer, el chico estaba enfermo y por supuesto, ellas querían comprobar su estado. Por alguna razón, ambas tuvieron el mismo pensamiento.
El chico seguramente estaba escondiendo un embarazo.
Si era pequeño, todavía podían darle un te abortivo. Entraron en la habitación y Rome estaba sentado junto a la ventana totalmente ido. Al sentir su presencia, se levantó corriendo para esconderse detrás de la cortina. Cuando las divisó, se disculpó y les hizo una reverencia. El aspecto desaliñado y pálido no pasó desapercibido para ambas.
—¿Por qué te ves más feo que de costumbre? —dijo Olga mirándolo con desgano —¿No te da vergüenza que el Emperador te vea así?
—Yo…lo siento. Estaba durmiendo y acabo de despertar…
—¿Por qué dejaste tus obligaciones? ¿Estas enfermo? —El Omega bajo el rostro y negó —¿Entonces?
—Estoy asustado… —Susurró con sinceridad —Tengo miedo de que alguien pueda secuestrarme…
—Nadie se interesaría por un Omega como tú. —La Reina Madre tomo asiento —¿Y tú compañero? ¿No deberías estar con él para que te calme? ¿Cómo están las cosas entre ustedes?
—Din está de viaje, mi señora. Y estamos bien, lo extraño mucho…
—Deberías decirle a Pick que te permita viajar con él. —Rome palideció —¿Por qué haces esa cara? Tú pareja es más importante que el Emperador. No olvides que tu meta es tu libertad, Rome.
—Yo…Yo ahora mismo me siento bien con Su Majestad… —A pesar de sus celos, Lucia se acercó hacia el chico tembloroso. El sirviente pensó que lo golpearía y cerró los ojos esperando.
Más que dolor, las delicadas manos de La Emperatriz tomaron su cabello y lo peinaron. Rome se quedó paralizado por la acción de la mujer, incapaz de decirle algo.
—Si eres el amante de mi esposo al menos preocúpate por verte bien —comento ella regañándolo —Si estas mal vestido, ¿Cómo me deja eso a mí? ¡Todo el mundo diría que algo sucio es mejor que yo!
—Lo…Lo siento, Alteza…
—¿Por qué tienes golpes en el rostro? ¿Pick te golpeo?
Rome fue incapaz de responder. Los recuerdos eran tan oscuros que sin evitarlo comenzó a sollozar. De nuevo necesitaba al Alfa. Y para su suerte, él entró corriendo. Uno de los sirvientes se había apresurado en llamarlo cuando las dos mujeres llegaron.
—¿Qué hacen aquí? —Pregunto asustado al ver a su esposa junto a Rome —¿Qué le estás haciendo?
—Deberías darme las gracias por peinar a tu amante —Contestó Lucia con el rostro fruncido. El Emperador suspiró con desgana y estiro el brazo en una señal para Rome. Con toda la vergüenza del mundo, el pequeño fue movido por sus instintos hasta el abrazo del hombre.
La Reina Madre y su nuera quedaron atónitas ante el comportamiento del Omega. El sirviente quien siempre procuraba ser cuidadoso con sus interacciones se restregaba contra la ropa contraria en busca de feromonas.
—¿Qué le hiciste a Rome? —La Reina Madre camino hacia su hijo para ver de cerca el extraño comportamiento —¿Por qué es tan desvergonzado?
—Le hice una marca temporal. —Las palabras cayeron como agua fría sobre las dos mujeres; sobretodo porque Pick no se veía arrepentido —Rome tuvo un encuentro desagradable con el Emperador de Ragus y tuve que hacerlo para que no saliera herido por sus feromonas.
—Dominación a cambio de protección. Bien jugado, hijo.
—Madre…
—Pobre Rome…tendrás que estar pegado a Pick por un tiempo —La voz de la Omega mayor sonaba como una burla —Aunque no es como que te incomode. Sé que estas acostumbrado a vivir en su cama.
El sirviente se acurrucó más en el cuello ajeno. Las palabras lo lastimaban. Se sentía sensible y tonto por culpa de la marca. Necesitaba encontrar una forma de borrarla rápido.
Lucia por su parte permanecía en silencio. La rabia recorría su cuerpo, pero ella era más inteligente que la señora Olga. Sabía que siempre hay un lado bueno y uno malo. Su suegra era el malo, así que su deber era ser el bueno…o al menos fingirlo.
Ganarse la confianza de Pick no era fácil; si deseaba apartar a Rome del camino, debía lograr que bajaran la guardia. Ignorando a su suegra, camino hacía los dos hombres y tocó suavemente el brazo de su esposo.
—Entiendo que lo marcaste, pero el príncipe heredero y yo también necesitamos tus feromonas. ¿Puedes dárnoslas a los dos? No tengo problema con recostarme junto a Rome en tu cama.
—¡Lucia! —Su suegra la regañó, a lo qué la mujer volteo y sin que ellos vieran le hizo una seña clara. —No puedo creerlo…me largo…
Olga no peleo más. Era suficiente con ver el estado de aturdimiento de Pick como para no intervenir. La Emperatriz era astuta y estaba segura de que estaba tramando algo. Salió de la habitación con pisadas fuertes.
Al quedarse solos, los esposos se miraron y luego dirigieron la mirada hacia Rome. El pequeño fue guiado a la cama donde se recostó mientras seguía llorando, sorprendiéndose al ser abrazado por la Emperatriz.
—Tranquilo, Rome. Estamos aquí para ti. —La imagen le gustó al Alfa. El pequeño vulnerable y su esposa cooperando era todo un sueño. Sin restringirse, liberó muchas feromonas para que ambos se sintieran bien. No le sorprendió que se durmieran.
Tal vez no sería del todo malo compartir la cama con la mujer.
Después de todo, ella llevaba a su hijo. Su anhelado heredero.
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Pasar tiempo con la Emperatriz no era tan malo.
Sin embargo, era terriblemente incomodo. La diferencia entre ellos era tan clara que cualquiera lo notaria. Mientras que a la mujer Pick le daba un beso superficial para despedirse, a Rome le agarraba con pasión y calor; sosteniendo su cuello con fuerza para pasarle saliva con feromonas.
Fue obvio para Lucia lo que su esposo estaba haciendo. Rome era un Omega de muy baja categoría. Uno que era fácilmente manipulable ante el poderío de un Alfa como Pick. Sus instintos junto con la marca dominaban en ese momento su estado mental.
Necesitaba acelerar que el chico volviera su conciencia terca y problemática para que la mordida desapareciera. Aprovechando que ambos estaban solos, trató de fortalecer su relación.
—La semana pasada me dijiste que extrañabas a tu pareja —dijo mientras bebía el té —¿A dónde se fue?
—A Gong…—La voz de Rome sonó más triste de lo que desearía —Va a tardarse en volver…
—¿Y estas agobiado por eso? —él asintió bebiendo de su taza, parecía querer llorar —No te preocupes. En cuanto regrese, van a estar de nuevo abrazándose. Es bueno que Pick te permita seguir con él.
—La verdad es que no lo sé…—Un nudo se formó en la garganta del pequeño. Lucia vio su debilidad como una oportunidad para ganarse su confianza antes de apuñalarlo por la espalda.
—¿Por qué? ¿Pelearon? —La emperatriz suavizó su mirada mientras caminaba hacia el sirviente y se sentaba a su lado —Estoy segura de que todo se va a solucionar, querido. Cuéntame, ¿qué fue lo que paso?
Con movimientos calculados, Lucia agarró una de sus manos para acariciarlo e impulsarlo a que siguiera hablando. A pesar de dudar, él le contó cada detalle de las ultimas peleas que estaba teniendo con el amor de su vida. —Me duele mucho que quiera dejarme y que no me entienda…
—Din es un hombre débil. —Le respondió abruptamente —Él no puede comprender lo que has tenido que vivir y aceptar. Se aferra a lo que no puede tener y no soporta no ser quien tiene el poder sobre ti. Tú no eres como él.
—No entiendo…—Rome se sintió confundido.
—Eres alguien valiente, Rome. No dejes que un simple Beta te haga sentir menos. Seamos realistas, tú lo sobrepasas en conocimiento y educación. Es normal que te tenga envidia.
—Mi señora, él no me envidia. Solo está molesto por mi relación cercana con el Emperador. Yo no soy una persona importante…
—Lo eres. No necesitas a nadie, ahora mismo tú ofreces más que él…
—Y lo más importante, me sirves a mí. —La voz de Pick los interrumpió. La presencia dominante del hombre junto con sus feromonas llegó a los Omegas, quienes instintivamente bajaron la mirada para mostrar respeto.
La nube embriagadora confundió a Rome de nuevo, haciendo que dejara el lado de Lucia y se dirigiera a Pick. En su pecho, más de la esencia del hombre lo cubrió, casi que adormeciendo sus sentidos.
—Eres mío, Rome. —dijo mirando directamente a la Emperatriz como una forma de advertirle que tuviera cuidado con sus palabras —No necesitas a nadie más que a mí. Solo yo te puedo proteger y dar lo que necesitas.
—Alfa…—Un susurró profundo dejó los labios del Omega. Algo en su interior le gritaba que se alejara y que recordara todo su pasado con Din. Sabía que Lucia tenía razón, pero, aun así, era imposible no dejarse arrastrar por la cercanía y los cuidados de Pick.
—Vamos a la cama. Quiero cuidarte.
Rome reacciono ante esas palabras y se apartó con el rostro enrojecido. Aunque la Emperatriz permaneciera impasible, su presencia era un recordatorio de que no podía dejarse llevar.
—Alteza, yo…Aquí esta Su Señora…Yo no puedo…
—No tengo problema con unirme. He compartido el lecho con Pick y las concubinas… —El sirviente perdió el aliento. Los besos en su cuello le hicieron cosquillas y lo distrajeron lo suficiente como para darse cuenta de que estaba yendo hacia la cama.
Su barbilla fue tomada por Lucia con el fin de besarlo, pero se negó. Él no quería tocarla. —No, Mi Señora. Yo no puedo faltarle el respeto a usted de esta manera...
—No tienes el derecho a negarte. —La Omega observó a su esposo con seriedad —Recuerda tu posición en este palacio. Sigue nuestras ordenes o realmente tus dueños se van a molestar.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas. La incertidumbre de tener que hacer algo que no quería lo envolvió. Pick viendo su vulnerabilidad lo atrajo en un abrazo para calmarlo.
—No tengas miedo, mi Rome. Te ayudaremos a que te sientas mejor. Recuerda lo que me dijiste. Este es tu hogar. Aquí tienes un lugar donde perteneces. Eres nuestro.
—Pero…
—Pero nada. No digas nada. Solo quédate conmigo y déjame disfrutar de ti.
Rome tembló sin atreverse a decir algo más. Miles de sensaciones recorrían su cuerpo, pero ninguna palabra salía. Su mente se dividía entre lo que quería y lo que le estaba siendo impuesto. Prefirió cerrar los ojos y no ver su propia realidad. Mejor ignorar que por unas horas ya no era dueño de sí mismo.
Sin querer, con esa acción Lucia logró que la mordida desapareciera un poco.
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Lucía y la Reina Madre se reunieron en la parte posterior del jardín. Sabían que nadie iba a escucharlas en aquel lugar.
—Necesitamos deshacernos de él antes de que nazca el bebé —dijo su suegra —De esa forma podemos usar al niño para que consuele al Emperador por su perdida. Una vida por otra.
—Si pudiera le atravesaría una flecha en el corazón —La Emperatriz miraba al horizonte —¿Por qué me miras así?
Con una sonrisa bastante perturbadora, Olga la observaba
—Me leíste la mente —La Emperatriz alzó una ceja —Se acerca la cacería del veinte de mayo. ¿Te imaginas que una flecha lo mate? Asisten tantas personas, jamás encontrarían al culpable…
—¡Madre! ¡Eres muy inteligente!
—No cantes victoria, querida. Primero tenemos que lograr que Pick nos deje ir con ellos y en tu estado eso será difícil.
—¿No podemos enviar a alguien a que haga el trabajo?
—Por supuesto que no seremos nosotras, pero, aun así, tenemos que estar allá. ¿Quién va a consolarlo además de su esposa? Tienes que estar ahí para llenar el dolor de la muerte de su amante.
La Reina Madre tenía razón. Convencer al Emperador no era un tarea fácil, sobre todo porque él parecía bastante contento con la idea de solo incluir al sirviente en sus planes.
—Nos vamos de cacería —dijo Pick mientras Rome organizaba varios papeles en su escritorio —No te preocupes, es una actividad para que te olvides un rato del trabajo. Como es tu primera vez, incluso te dejare montarte en mi caballo para que no te asustes por las flechas.
Rome intercambio una mirada con Porsche y contuvo su risa. Era obvio que estaba volviendo a ser él mismo. La marca poco a poco borrándose.
—¿Y esa cara? ¿Qué hay entre ustedes dos? ¡¿Qué me están ocultando?! —Por supuesto, Pick no estaba contento de verlo nuevamente tomando el mando de su vida.
—Su Majestad… —Rome se mordió el labio con vergüenza —De hecho, yo ya he ido de cacería con ustedes.
Pick no podría creerlo, giro a ver a su mejor amigo quien asintió con una gran sonrisa.
—En esa época estabas muy concentrado en derrocar a tu padre, por eso nunca lo viste, pero Rome era parte de los sirvientes que nos tendían las flechas o recogían a los animales.
—Aunque la verdad es que yo nunca estuve cerca de usted por mi aspecto. Solía servir al ministro de finanzas hasta que falleció.
—Entonces podríamos competir para ver quien atrapa más animales —El Alfa jalo a Rome lejos del general —Si logras al menos darle a uno te daré un premio…
Lucia contemplaba la interacción con rabia. Desde que ella era una niña, conoció a Pick y juntos siempre competían cuando iban de cacería. En aquellas festividades fue cuando empezó su amor. Jamás creyó que él la dejaría de incluir en sus planes por un sucio esclavo. Por eso odiaba más al Omega. Por quitarle a su esposo.
—Yo quiero ir con ustedes —se apresuró en decir.
—Con tu barriga es difícil —La negativa de Pick solo la enfureció más —Acabas de cumplir siete meses, no deberías montar en caballo.
—Puedo ir a ver. —Lucía buscó apoyo en su suegra —¿Ira usted también Reina Madre? Desde que tengo uso de razón ama competir…
—Si, voy a competir con mi hijo. Gracias a que murió el asqueroso de mi marido puedo disfrutar de la festividad. —Olga miró directamente a Pick —Yo no le veo ningún problema a que ella vaya. Puede ir en un carruaje y ver la competición desde la distancia. Rome que no tiene experiencia puede acompañarla.
—Rome… —La Emperatriz miró al Omega con una falsa sonrisa —¿Puedes quedarte conmigo, cierto?
—¡Por supuesto! —Él se veía feliz de caerle bien —La verdad es que prefiero estar lejos de la acción.
El plan de las mujeres era sencillo. Los dos primeros días eran los más tranquilos, pero al tercer día todos enloquecían porque era el final y querían ganar. Ahí era cuando ocurrían la mayoría de los accidentes. En ese momento una flecha perdida acabaría con el Omega.
El Emperador mandó a preparar un carruaje bastante cómodo y elegante para que la Emperatriz fuese cómoda. Irían en una comitiva todos juntos, él y los soldados en caballos mientras los sirvientes a pie. Nada parecía distinto de lo que sucedía todos los años.
Hasta que Lucía vio a Rome junto a los sirvientes que emprendían el camino a pie.
—¿Vas a ir caminando? —Él asintió —Vaya, mi esposo no te quiere tanto como pensé. A mi hasta me preparó este carruaje.
—Mi señora, el bosque está a solo cuarenta minutos. No tengo ningún problema en caminar, suelo hacerlo. Gracias por su preocupación por mí. —A pesar de no decirle nada grosero, sus palabras la molestaron.
—Olvidaba que eras un simple sirviente. Disfruta el paisaje…
—¿Quién te dio permiso de irte a pie? —Rome se tensó con aquella voz y volteo lentamente —Ven aquí. ¿Has montado a caballo antes?
—No, mi señor. Pero no se preocupe, siempre he ido con los demás…
—Iras conmigo entonces —Lucía no podía creérselo —Sube aquí.
La Emperatriz quería tomar una flecha y matarlos a los dos. La humillación de ver a Rome sobre el equino junto con su esposo provocaba que la rabia hirviera en su interior. Estuvo a punto de bajarse del carruaje y no ir, pero la Reina Madre se le atravesó.
—Paciencia Lucia —Susurró —Déjalos ser felices, la muerte los está asechando.
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Salieron del Palacio cuando el sol apenas emergía en el horizonte. Delante de la caravana, Rome no podía suprimir la sonrisa que le causaba observar las montañas rocosas. Él muy pocas veces tenía la oportunidad de salir y contemplar la naturaleza. Muros altos solían tapar la linda vista que con mucho entusiasmo el Alfa le mostraba.
—Todo esto es mío —susurró Pick mientras iban tranquilos sobre el caballo —A mi lado jamás te faltara espacio para ser feliz…
—Ahora mismo soy muy feliz, Alteza —El Omega se veía hermoso y resplandeciente con la luz del amanecer sobre su rostro —Estoy muy contento de salir. Amo el viento y la libertad.
El Alfa apretó los labios y no le contesto nada. Rome jamás sería capaz de tocar la libertad que tanto anhelaba. Apretó el cuerpo contrario contra su pecho y sin decirle ni una palabra, beso la parte posterior de su cabeza.
—Mi señor…estamos en público…—Con vergüenza, Rome se sonrojo por la cantidad de ojos que lo miraban —No haga eso, por favor…
—No te preocupes. Si alguien dice algo haré que un caballo le pase por encima —El tono de su voz fue suficiente para que todos los curiosos giraran su cabeza hacia otro lado. El sirviente contuvo una carcajada ante el miedo generalizado.
Libertad y diversión, era un buen día.
En cuanto llegaron, tomaron un desayuno ligero y se fueron a cazar mientras el resto de los sirvientes armaban las tiendas de campaña. No había pasado ni siquiera una hora cuando Pick lideraba la competencia. Rome no lucía sorprendido por las habilidades del Alfa, pero algunos nobles insistían en que iban a ganarle.
Debido a tanta acción, todos se saltaron el almuerzo. A pesar de sentirse cansando, Rome continuaba disfrutando de la actividad hasta que su mirada se enfocó en La Emperatriz. A pesar de ir a pie, la mujer había conseguido atrapar varios pájaros y conejos.
El sirviente pensó en lo increíble que ella era. Cazar incluso estando embarazada era toda una hazaña, aunque si miraba de cerca, Lucia estaba transpirando mucho. Rome entonces fue consciente de que la mujer se veía realmente cansada, pero de seguro su orgullo no le permitía tomarse una pausa.
—Alteza —Llamó la atención del Alfa en su espalda —Tengo un poco de dolor de cabeza, ¿puedo volver al campamento?
—¿Enserio? Pero...
—Me gustaría recostarme, el movimiento del caballo me tiene un poco mareado. —El Emperador arrugó el entrecejo y Rome supo que debía usar sus grandes y convencedores ojos. —Por favor…le daré las gracias en la noche…
—Es una promesa —comento ayudándolo a bajar del caballo —Bebe mucha agua, el sol de hoy esta fuerte.
—Si señor. —contestó Rome y caminó hasta la Emperatriz —Mi señora… ¿le gustaría acompañarme al campamento? He visto su habilidad con el arco y la flecha. Me sentiría mucho más seguro si usted va conmigo.
—Rome, ¿acaso crees que estarás solo? Obviamente mis hombres te acompañaran.
—Pero me gustaría ir con ella, por favor... —El Alfa se quedó en silencio. La decisión entre llevarle la contraria a Rome u obligar a su mujer a que se fuera no era sencilla. No deseaba que ninguno de los dos se sintiera herido.
—Yo voy con él —La voz de la Emperatriz sonó cansada —No quiero sobre esforzarme. Tengo que cuidar a nuestro bebé…
El sirviente la sujetó del brazo con una sonrisa y se dispuso a alejarse de todos cuando un susurró se escuchó en el silencio del bosque. —“La esposa y el amante, que chis…”—Antes de que finalizara, la garganta de quien hablaba fue atravesada por una flecha. El cuerpo del hombre cayó de su propio caballo retorciéndose en el suelo. Nadie se atrevió a hablar de nuevo.
Rome siguió caminando, ignorando la situación mientras Lucia lo agarraba firmemente y ambos se alejaban con al menos veinte soldados siguiéndolos.
—Te ves muy bien para estar mareado —dijo ella jadeando —¿Mentiste?
—Perdone mi insolencia, Alteza, pero usted se ve un poco pálida…
—Gracias por mentir por mí, no quería verme débil ante Pick.
—Con todo el gusto, mi señora.
Dentro de la tienda de campaña, Rome le quito los zapatos y se sorprendió al ver sus pies hinchados. Lucia no lo miró a los ojos, se sentía avergonzada de su estado.
—¿Le gustaría un masaje con aceite de coco? Eso podría ayudarla con el flujo sanguíneo. —A pesar del odio, la Emperatriz entendía un poco a Pick. Rome era un sirviente noble y oportuno. Aun así, no quiso mostrarse como alguien débil.
—Si. Masajéame. Eres muy inteligente para ser un sirviente.
—Para sobrevivir en el palacio tengo que serlo… —contesto él apretando sus pies —Yo…quería disculparme con usted.
—¿Por qué? —La mujer vio la culpa en los ojos de Rome y se imaginó la razón.
—Por mi relación tan cercana con Su Majestad...
—¿Lo dices por el comentario que escuchamos hace rato? —Él asintió sin verla a los ojos —No te preocupes por eso. No eres el primer ni el ultimo amante de un Emperador. Todos siempre tienen más de una pareja; incluso su padre amaba más a sus concubinas que a la Reina Madre. No eres tan especial.
—Si, por supuesto que lo entiendo. Pero quería decirle que yo estoy enamorado de mi compañero. No tengo intenciones de ser más que usted, mi señora. Yo conozco bien mi lugar.
—Lo sé, Rome, tengo muy claro que sabes que no eres más que una herramienta para mi esposo. —Lucía le mostró una falsa sonrisa —Quédate tranquilo. No estoy molesta contigo…
El Omega correspondió la sonrisa sin percatarse de su falsedad. Rome estaba contento de que la situación entre ellos se hubiese aclarado. Siguieron hablando por varios minutos hasta que el estómago de la mujer rugió.
—¿Salimos? Ellos deberían volver en cualquier momento para preparar la cena con las presas.
—¿Le gustaría que le preparara algo? A pesar de cazar, los sirvientes trajeron carne, pollo y pescado. Puedo asárselo en dos minutos.
—Esperare, pero te acepto que me traigas agua. —La mujer salió de la tienda de campaña y observó los árboles —Toma agua tú también, debes estar sediento.
—Gracias por ser tan buena, Alteza.
Viendo al Omega disfrutar de la brisa con los ojos cerrados, Lucia pensó en las palabras de su suegra. La paciencia se ganaba con el tiempo, aunque a Rome no le quedaba mucho tiempo. Agarro su arco y el Omega le paso las flechas con una sonrisa.
—¿Sabes manejar un arco y fecha?
—No, mi señora, me asustan. Usted es verdaderamente talentosa, ¿Cuándo aprendió?
—Pick y yo…quiero decir Su Majestad y yo solíamos competir cuando éramos niños —dijo ella con una sonrisa —Él me enseñó a mejorar mi puntería.
—Vaya, no sabía que ustedes crecieron juntos.
—Si, mi padre formaba parte de la antigua corte de funcionarios del Emperador anterior. Es fundamental para una futura Emperatriz estar instruida en el arte de la caza. ¿Te enseño? —Rome negó con miedo. —No es peligroso, mira.
La Emperatriz lanzó una flecha hacía una rama, matando rápidamente a un pájaro. A pesar de su negativa, convenció a Rome de que intentara darle a una fruta de un árbol a distancia. El sirviente fracasó obviamente. Queriendo volver a demostrar su poder, Lucía disparó entonces dándole al objetivo, pero también, a alguien que se escondía.
Un hombre con el rostro cubierto cayó del árbol y ambos retrocedieron. La Omega pensó que sería el asesino que su madre tenía preparado para Rome, pero en cuanto varios hombres iguales salieron de las ramas supo que aquello era una emboscada.
Los guardias que los custodiaban se apresuraron a mitigar el ataque mientras que ella y Rome corrían hacia el campamento. Una flecha atravesó su pierna y un gritó se escapó de su garganta. El sirviente la tomó del brazo y la jalo hacía el lado contrario. La tienda de campaña ardía en fuego, si hubiesen estado dentro estarían muertos.
Debian huir antes de que los rodearan por completo.
—¡Corra! ¡No se detenga!
—Dios mío, van a matarnos —Lucía comenzó a llorar mientras era arrastrada por Rome —Me van a matar a mí y a mi bebé.
—No diga eso, señora. Corra…—El sirviente intentaba suprimir el miedo, pero ya casi estaba oscureciendo y no sabía hacia donde se dirigían.
En sus espaldas seguían escuchando gritos y pasos de quienes los perseguían. Algunas flechas alcanzaban a pasarles muy cerca del cuerpo, sin embargo, no detenían su carrera. La Emperatriz a penas y podía seguir el paso, pero Rome se rehusaba a soltar su mano hasta que, por ir corriendo, cayeron en el rio.
La corriente los sumergió con fuerza, prácticamente ahogándolos. Lucía sabía nadar, pero su abdomen aumentado de tamaño le dificultaba la tarea. Pensó en que realmente moriría y dejo de luchar. Al final Pick no tendría a ninguno de los dos.
Repentinamente, un fuerte agarre la sacó del agua. Sosteniendo unas raíces que entraban en el agua, Rome los sujetaba a ambos. El sirviente se aferraba con fuerza para no perderla.
—¡No me suelte! —dijo —Mi señora…
—Rome…vamos a morir… —Era la primera vez que el Omega la veía tan afectada. La Emperatriz era una mujer dura y fuerte, seguramente las hormonas habían cambiado su control emocional. Él se mordió los labios y supo que tenía que controlarse o ambos perecerían.
—¡Lucía! ¡Cállate! —gritó con desesperación —¡Agárrate de mí! ¡Usa mi cuerpo para subir! —Ella parecía estar aturdida —¡Lucia! ¡Súbete! ¡Haz lo que te digo!
Con toda su fuerza, Rome impulso a la mujer para que saliera del agua. La Emperatriz apenas toco la tierra se dio la vuelta y lo sujeto de las manos. El sirviente abrió los ojos, su vida estaba en manos de ella.
—No haga fuerza, mi señora —dijo en voz baja —Cuide al bebé. Huya y escóndase, el Emperador vendrá pronto…
Lucia dudó. Si soltaba a Rome, lo más seguro es que él se cansaría y se soltaría. La fuerza de la corriente se lo llevaría hasta lo profundo y pronto sucumbiría. El sirviente iba a morir de todas formas en dos días, si se ahogaba técnicamente no sería su culpa. Aun así, no podía soltarlo.
—Mi señora…suélteme…yo no soy importante…—él veía la duda en la mujer —El bebé es lo primero. El Emperador está esperando a su hijo…déjeme ir…por favor…
El pensamiento de su esposo cubrió toda su mente. Pick no la amaba y ponía a Rome sobre ella. Ya le había confirmado que amaba al Omega y si lo dejaba vivir, seguramente jamás podría librarse de él. Cerró los ojos y lo soltó.
Sin mirar atrás, corrió a esconderse.
Chapter 15: CAPITULO 15
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Aunque solo dio un par de pasos y se devolvió. Jamás podría hacerle tanto daño a Pick. Ella lo amaba incluso si eso significaba que tuviera que compartirlo con el esclavo. Rome todavía luchaba por escalar las raíces cuando ella lo agarró.
—¡Mi señora! ¿Qué hace? ¡Váyase de aquí!
—¡No te atrevas a darme ordenes, Sirviente! —La determinación cubría todas sus facciones —Si no quieres que los tres perdamos la vida ayúdame a subirte.
Después de luchar, logró sacarlo del agua. Ambos quedaron tendidos en el suelo tratando de recuperar el aliento, pero sabían que no podían quedarse quietos por mucho tiempo. Rome la ayudo a levantarse y sin soltarse de las manos corrieron hasta la zona rocosa del bosque.
En un momento, escucharon el sonido característico de los caballos del enemigo y entraron en pánico. El sirviente la guio para que se escondieran detrás de una roca muy grande y la cubrió con su cuerpo. Lucia reprimió las ganas de llorar y se apegó al cuerpo de Rome. El bebé se movió intranquilo por lo que llevo su mano hasta su estómago para intentar calmarlo, llevándose con la horrible sorpresa de que además de las gotas de agua, el piso bajo sus pies tenía sangre.
—Mi bebé...
—Señora, haga silencio....
—Rome...Prométeme que si algo me pasa vas a sacar al niño de mi cuerpo y...
—Mi señora, todavía falta tiempo para que el príncipe nazca. Haga silencio.
—Dile a Pick que lo amo y que… —Él le tapó la boca bruscamente.
—¡Van rio abajo! —Escucharon un grito. —¡La Emperatriz cayó al agua! ¡Tráiganla! ¡El Emperador tiene que pagar por sus pecados!
Permanecieron agachados por varios minutos hasta que el silencio volvió a dominar el bosque. Lucia se sentía devastada por saber que su hijo iba a morir si no lograban ser rescatados pronto. Lo único que le quedaba era confiar en quien la acompañaba.
El Omega la guiaba entre la maleza, prácticamente llevándola a lugares densos donde pudieran ocultarse. Junto a la montaña, una zona bastante irregular les sirvió como zanja para esconderse. Se agacharon en el pequeño espacio y se cubrieron con una maraña de hojas y maleza.
Encorvados en el lugar, Lucia sintió que su pierna palpitaba y recordó la flecha. Debido a la adrenalina se le había olvidado. No le sorprendió que apenas y quedaba un vestigio, en algún momento parecía que se había roto y salido. Solo entonces se dio cuenta que ella no era la única herida.
—¿Cuándo…? —preguntó con miedo —¿Cuándo te dieron?
—Antes de caer al rio… —respondió el pequeño con una flecha atravesando su costado —Yo no soy importante, mi señora. No se preocupe, no me duele…
—Vamos a morir…—Las lágrimas nuevamente recorrieron las mejillas de la mujer embarazada —Vamos a morir, Rome…
—Usted no morirá —le susurró rompiendo un trozo de su propia ropa para vendar la pierna contraria —El Emperador está esperando ansioso por su hijo, debe ser fuerte mi señora…
—Pero tú estás…
—Estoy bien…—A pesar de sus palabras, su palidez era alarmante —¿Siente al bebé moverse? —Ella asintió recordando la sangre —Eso es bueno, mi señora.
—Rome…prométemelo. —Temblando, Lucia agarro una de las manos del sirviente —Prométeme que te harás cargo del bebé…
—¿Por qué me haría cargo si su madre estará con él?
—Prométemelo —Lucia empezó a sentirse mareada —Por favor…por favor...
—Le prometo que ambos vamos a sobrevivir…los tres…
—No importa que, debes cuidar al bebé…
—Mi señora…
La emperatriz perdió la consciencia después de aquello. El cansancio del día y el hambre se llevaron lo último que le quedaba de fuerzas. Volvió en si cuando a lo lejos, alguien la llamaba. Abrió los ojos y en medio de la oscuridad, se dio cuenta de que seguían en su escondite improvisado.
—Rome… ¿Escuchas eso? Creo que es Krist…—balbució y a su lado el Omega no respondió —¿Rome? —Con miedo, quito la maleza que los cubría y la luz de la luna ilumino al sirviente.
La herida de Rome seguía sangrando, posiblemente tanto como su pierna si no la hubiese cubierto. El bebé se movió de nuevo y Lucia llevo la mano a su entrepierna, si la cantidad de sangre era mucha no iba a moverse. Prefería morir con su hijo en el bosque y no darle la mala noticia a Pick. Sorpresivamente, la única fuente de sangre seguía siendo su pierna.
Se alivio al saber que la sangre que vio anteriormente no era por estar perdiendo al bebé sino por la herida de su extremidad. Ahora, con claridad podría distinguir la voz de Krist. Estaban buscándola a ella y a Rome. Pero se estaba alejando. Lucia se apresuró en correr para alcanzarlo y que su única oportunidad de vivir no se fuera.
—¡Krist! —gritó con desesperación —¡Krist, ayúdame!
—¡Mi señora! —el hombre bajo del caballo y la cargo —Gracias al cielo. Estamos cerca del campamento, la llevaremos a un lugar seguro. —La mujer se apoyó en el soldado mientras que el nombre de Rome danzaba en sus labios.
Pick la esperaba ansioso con la Reina Madre. Su suegra al verla sangrando gritó para llevarla con urgencia al palacio real, pero el Emperador las detuvo.
—¿Y Rome? ¿No estaba contigo?
—Rome…él corrió en otra dirección, lo perdí de vista —mintió por miedo a ser culpada de haberlo abandonado.
—¿Hacia dónde se fue? —Lucía señalo el mismo camino por donde venia con el soldado —¡Encuéntrenlo o no se atrevan a volver aquí!
Porsche junto con varios de sus mejores soldados corrieron hacia el bosque para tratar de encontrar al Omega. Pick permanecía junto a su madre y su esposa por si acaso nuevos atacantes venían por ellos.
Por órdenes de la Reina Madre, metieron a Lucia en un pequeño carruaje. La idea era que se camuflaran y escabulleran entre el bosque por una ruta especial que la Omega anciana conocía. Olga se sentó en el caballo de adelante y dio la orden para arrancar, pero Pick no las dejo irse.
—¿Cómo que espere? ¡Tu esposa y tu hijo están en peligro! ¡Tenemos que ponerlos a salvo!
—¡Espera a que traigan a Rome! —Su madre abrió los ojos estupefacta —¡No me voy a ir sin mi Omega!
Pick habló sin siquiera pensarlo, enmudeciendo automáticamente al captar lo que dijo por instinto. Él veía a Rome como su Omega. Incluso lo gritó frente a su familia y sus hombres.
Tras varios minutos de agonía, el general regresó con Rome desmayado sobre un caballo. Cualquiera pensaría que estaba muerto debido a la palidez de su rostro junto con la flecha todavía clavada en su costado. El corazón de Pick se agito con miedo mientras lo tomaba en brazos y lo metía en el carruaje con la Emperatriz.
—No te atrevas a morir —le susurró en el oído a pesar de su inconciencia. —No te perdonaré si mueres...
La compasión que Lucia tuvo desapareció por completo. De nuevo la rabia y la impotencia dominaron su cuerpo. Se arrepintió de no haberlo dejado morir en el rio.
El carruaje se dirigió de forma veloz hacia el palacio. Debido al pequeño espacio, la Emperatriz prácticamente quedo recostada sobre Rome, mezclando su sangre y su suciedad. Él recobro repentinamente el sentido y le dirigió a la Omega una débil expresión de desconcierto. Intento sentarse como ella, pero fue empujado.
—Quédate quieto.
—¿A dónde vamos? ¿Por qué yo…?
—Al palacio. Quédate acostado. Si te pasa algo, mi esposo podría matarme. Tenemos que llegar los dos en una pieza…—Sin contenerse, Lucia comenzó a llorar mientras sobaba barriga. Rome recordó las palabras de Pick; el amor del Emperador para con su hijo y tuvo miedo.
—Mi señora, por favor recuéstese. El bebé…
—¿Por qué no te callas? ¡No quiero oírte! —gritó—¡Silencio! ¡No quiero oír tu asquerosa voz!
Rome ni siquiera se molestó. Él era muy consciente de que el miedo por toda la situación convertía a la Emperatriz en otra persona. Sin hablar, comenzó a rezar porque el heredero real no muriera.
Al llegar al palacio, Pick cargó a Rome en sus brazos. Lucia, en cambio, fue auxiliada por Porsche quien se veía incomodo. Los dos Omegas entraron en la enfermería donde fueron depositados en la misma cama.
Tres doctores saltaron inmediatamente hacia Rome por órdenes del Emperador. Su hemorragia parecía estar controlada por la flecha, mientras que la pierna de Lucia había empezado a sangrar. Por eso, Rome insistió en que la trataran a ella primero.
—A la Emperatriz… —Comentó asustado por el rostro de la mujer.
—¡Haz silencio! ¡Revísenlo a él primero! ¡Si él llega a morir, tú lo vas a acompañar al cielo! —vociferó Pick amenazando al médico.
—¿Qué no ves que tu esposa esta herida? —gritó la Reina Madre molesta.
—¡Rome tiene una flecha clavada! —contestó Pick mientras ayudaba a los doctores a quitarle la ropa al sirviente.
—¡Tu esposa también esta herida! —Olga estaba iracunda por ver que prácticamente ignoraban a su nuera —¡Deja a ese Omega en paz!
—¡No voy a permitir que Rome muera!
—¡Madre! —Harta de toda la situación, Lucia se levantó de la cama en contra de la voluntad del Alfa —Tráiganme una silla. No pienso acostarme en la misma cama que el omega de mi marido.
—Su alteza...
—No quiero oírte, Rome —Acto seguido, la Emperatriz sujeto la flecha que seguía clavada en el cuerpo contrario y la jaló con brusquedad —Listo, flecha afuera. Ahora detengan su hemorragia que es más importante que mi bebé y yo.
Ninguno de los presentes tuvo la osadía de recriminarle nada. Si eran objetivos, sabían que el trato que estaba recibiendo era injusto. La lealtad de Pick debería ser para ella. Compadeciéndose con su estado, uno de los médicos se dedicó a curarla mientras que los otros dos y sus asistentes se encargaban de Rome.
—La herida es superficial, Alteza. No se preocupe —comentó uno de los médicos después de detener el sangrado de Rome —Después de suturarla él estará bien.
Pick respiro tranquilo. Solo entonces se atrevió a alejarse del Omega y acercarse a su esposa. Ella por supuesto lo miraba sin disimular la furia que sentía.
—Lucia… —dijo con voz tranquila —¿Tienes algún otro dolor? ¿El bebé se mueve?
—No actúes como si yo te importara.
—¿Puedes calmarte? Evidentemente él estaba más herido que tú. No seas desconsiderada.
—Pick, eres un cínico. —Su conversación acabo en ese momento. Ella no estaba dispuesta a seguir humillándose, por eso, prefirió guardar silencio o realmente terminaría llorando.
El Emperador decidió darle espacio. Seguía preocupado por ella, pero si era honesto consigo mismo, Rome era su prioridad. El Omega seguía pálido, pero al menos había dejado de sangrar y lo observaba con una pequeña sonrisa para tranquilizarlo. Amaba eso de Rome, era especialista en leer el ambiente.
—Ya está fuera de peligro. —Comento el doctor cubriéndolo con una sábana —Solo debe descansar. Le daremos antibióticos para evitar una infección…—El hombre guardó silencio y luego se dirigió a la Emperatriz —Alteza, ¿siente alguna molestia?
—¡Pude perder a mi bebé! —Se quejó Lucia señalando su estómago —¿Se da cuenta, doctor? ¡Todos se dedicaron a él!
—¡Lucia, cálmate!
—¡No me calmo! —Sin dejar de oír la pelea, la Reina madre se acercó a Rome y se sentó a su lado. A pesar de que el medico dijo que estaba fuera de peligro, ella seguía viéndolo muy pálido.
—Rome, ¿Qué es lo que te duele? —le pregunto ella en un susurró —No tienes un buen color…
—Su alteza…le pido me disculpe…—Su respuesta fue extraña —Estoy avergonzado con todos…Por mi culpa…la Emperatriz fue....
—¿Acaso eres ciego? Lucia está bien. —La Omega le dedico una mirada confusa. —¿Estas desvariando? —Rome negó con los ojos desorbitados —¿Qué tienes? Lucía esta sana y salva.
—Yo…tengo mucho frio…—Su voz fue más baja que un susurro —Siento mucho frio…El rio estaba muy frio…
La mujer se apartó con duda por las palabras contrarias y estuvo a punto de llamar al médico cuando por el rabillo del ojo algo la alertó. Miro hacia abajo y contemplo que una pequeña mancha roja se hacía cada vez más grande. Con el corazón en la garganta, la Omega agarro la sabana y la retiro con fuerza. No pudo reprimir el grito que le causo la horrorosa verdad.
Rome sangraba profusamente entre sus piernas.
Todos se giraron al oírla y sintieron que la sala se ponía tan fría como el hielo. Ese tipo de sangrado solo podía significar una cosa.
La anciana miro rápidamente a Rome, con miedo de preguntar, pero igual lo hizo —¿Estas embarazado? —Rome negó con las pupilas muy dilatadas, la consciencia alejándose de su cuerpo —¿Has estado enfermo estos días?
—No puedo embarazarme…estoy cuidándome hasta que vuelva Din… —los ojos de Rome se cerraron después de aquellas palabras.
La mujer miró hacia abajo, el médico y sus asistentes intentaban detener la hemorragia que continuaba saliendo. Telas y telas rojas eran pasadas de unas manos a otras. No quedaba duda.
—Su abdomen es totalmente plano, posiblemente tenía menos de dos meses. —La voz del doctor sonó como una daga afilada. Pick estaba de pie, igual que una piedra, demasiado aturdido para decir o hacer algo.
—Su Majestad…—susurró Porsche poniendo una mano en su hombro izquierdo.
—Investiga quien orquesto la emboscada y ponlo frente a mí. —Su voz erizó a todos en la sala —Yo mismo voy a torturarlo hasta que se arrepienta de haber nacido.
Con las manos sobre su abdomen crecido, Lucia miraba el rostro dormido de Rome. En su interior, la felicidad recorría sus venas. Era una suerte que aquel niño hubiese muerto.
—Rome no lo sabía…—Susurró la Reina Madre pasando un trapo por el rostro sudoroso del Omega desmayado —¿Qué harás hijo?
—Es un secreto que ira a la tumba con ese niño. Nadie se lo dirá. Voy a darle otro hijo.
—¡Pick! —Sin contenerse, la Emperatriz se puso de pie, alterada —Él es un esclavo. Esto ha sido un accidente, pero ese niño era un…
—Di una palabra más y cortare tu lengua —El Alfa la calló —Madre, en cuanto él se recupere, manipula su té. Quiero verlo totalmente sumiso ante mí para que se embarace pronto. Y tú —Miró a su esposa. —Quiero que pase tiempo contigo y el bebé cuando nazca. Quiero que el príncipe heredero sea prácticamente su hijo para que despierte su instinto maternal.
—Su majestad…—Lucía contuvo sus lágrimas —¿No cree que eso es cruel conmigo? Aceptar a otro Omega es una cosa, pero dejar que se relacione con el príncipe heredero…
—¿Cruel? Si no quieres, no te preocupes. Puedes morir en el parto —La amenaza fue tan clara que la Emperatriz guardo silencio —Tú decides. Que cuide al príncipe como nodriza o como madrastra.
La mujer no emitió más palabras. La realidad de sus circunstancias fue dura.
Cada día odiaba más a Rome.
—Su majestad, debe esperar un tiempo antes de embarazarlo o podría ser riesgoso… —El medico agregó con voz temblorosa —Un par de meses debería ser suficiente. Él no lo sabrá, pero su cuerpo sentirá la perdida de algo y necesitará un Alfa para llenar ese vacío emocional.
—A partir de hoy estará en mi habitación. Nadie puede verlo o tocarlo sin mi permiso.
—¿Cuál es la función de ese niño? —Su madre pregunto en un apoyo sutil a su nuera que lloraba en un rincón acariciando su gran barriga.
—Será el compañero de juegos del príncipe heredero. Su mano derecha, su hermano. —Miró a Porsche y recibió un asentimiento de lealtad.
—Pero Rome desea formar una familia con su compañero, ¿Qué harás cuando él vuelva?
—Jamás volverá —Nadie necesito más explicaciones. El destino de Rome ya estaba decidido.
.-.-.
Cuando Rome despertó horas después, se encontró en una cama que conocía muy bien. La cama de Pick era prácticamente el lugar donde llevaba durmiendo hace varios meses, por lo que alzó la mirada en busca de quien siempre estaba a su lado.
El Emperador.
—Alteza…—Comentó suavemente —¿Qué hacemos aquí? ¿Y el doctor?
—Curaron tus heridas y les pedí que te trajeran. Sigue durmiendo, debes recuperarte. Esa flecha casi te mata…
—Con razón me duele…—El Omega observo la gran venda que cubría su estomago —¿Y usted que hace aquí? ¿Cómo esta la Emperatriz? ¿Y el príncipe heredero?
—Todos están perfectos. —La sonrisa en los labios contrarios calmó la angustia que empezaba a formarse en Rome —A partir de hoy vas a quedarte aquí dentro. No quiero que salgas hasta que tus heridas hayan cicatrizado por completo.
Rome estuvo a punto de protestar, pero las palabras murieron en sus labios debido al aura dominante que parecía cubrir al Alfa. Suspiró derrotado y volvió a recostarse. Todavía se sentía muy débil.
Las feromonas calmantes de Pick recorrieron cada rincón de la habitación, logrando que el Sirviente cerrada sus ojos y se hundiera en el mundo de los sueños.
.-.-.
Al día siguiente, Pick leía mientras que la cabeza de Rome descansaba en su pierna. El Sirviente estaba despierto, pero no se levantaba por estar disfrutando las caricias del Alfa sobre su cabello.
—Su alteza —La voz de Porsche se escuchó desde afuera —¿Puedo pasar?
El emperador le dio una respuesta afirmativa. Rome al verlo, se sonrojo y se disculpó para ir al baño. Todavía le daba vergüenza que lo encontraran en paños menores dentro de los aposentos del Alfa.
—¿Qué es tan importante como para que te atrevas a interrumpir mi momento de paz?
—Acabo de regresar, Su majestad. Los capturamos, eran sobrevivientes de Odarude. —El general mostro una sonrisa de satisfacción —Corté sus tendones para que no puedan escapar. Están esperando gustosamente por usted.
Pick imito su sonrisa, le complacía mucho saber que iba a torturar a los responsables del ataque. Antes de poder hablar, un grito los alertó. Era Rome desde el baño.
—¿Qué pasa? —preguntó Pick sosteniendo su espada. El Omega lo miraba desde el piso con el rostro pálido.
—Sangre…tengo sangre en mis…pantalones…
La asimilación de la razón del líquido carmesí aturdió al Emperador que fue incapaz de articular alguna palabra. Era normal que el Omega siguiera sangrando por algunos días, aun así, no pudo responder nada.
—¿No te lo dijo el Emperador? —Porsche habló al ver que Pick no podía hablar —La flecha perforó uno de tus intestinos. A pesar de que la retiraron, puede que sigas sangrando algunos días hasta que salga todo lo que esta acumulado en el interior. Incluso puedes sentir cólicos.
—¿De verdad? —Rome sonaba incrédulo —¿Es…es por la flecha?
—¡Por supuesto! ¿Por qué más seria? —El omega se sonrojo y desvió el rostro —Te recuerdo que el Doctor te reviso. Si hubieras tenido algo más él lo habría notado.
—Ya veo…lo siento…no quise asustarlos…
—No te preocupes, vamos su Majestad. Tenemos que seguir conversando. —Porsche paso uno de sus brazos por los hombros del emperador y lo sacó del lugar. Pick parecía seguir fuera de su mente.
El general se lo llevo tan lejos del baño como pudo y lo abrazó —Voy a hablarte como amigo, no como súbdito —Susurro en el oído contrario —Lo siento por tu perdida. Sé que debes mostrarte fuerte, pero nunca es fácil perder a un hijo.
Pick apretó a su amigo y contuvo las ganas de llorar. Sabía que su amigo no iba a juzgarlo si lo hacía; confiaba en Porsche desde que ellos idearon el plan para derrocar al antiguo Emperador. Sin embargo, no se permitió ser débil. Él era el Alfa más poderoso y fuerte del imperio.
Jamás debía llorar, ni siquiera por perder un hijo. Mucho menos si era un bastando, un producto de un sirviente. El problema es que era Rome. Siempre que se trataba de Rome, sus escudos bajaban. El Omega era su única debilidad.
Si pudiera lo metería en una caja de cristal para que nadie más que él pudiese tenerlo.
Agradeció a su amigo por sus palabras y lo despidió. La promesa de que pronto irían a torturar a los responsables salió de sus labios. Rome apareció después de un rato, vistiendo otra ropa. Era evidente que se había cambiado por el incidente de la sangre. El Alfa lo guio de nuevo a la cama para que descansara.
—Mi madre y Lucia vendrán a cuidarte —dijo, sorprendiendo al menor.
—Mi señor, no necesito a nadie para cuidarme…
—No quiero que estes solo —Susurro Pick dándole un beso al ver a su madre entrando con un cuenco. Aquella bebida lo sensibilizaría mucho más a sus feromonas y lo mantendría dócil y dormido en su cama.
Rome bebió del brebaje pensando que era medicina para el dolor. Su cuerpo se sintió frio, pero gracias a que Pick lo cubrió con sus feromonas el calor volvió a su piel. Con somnolencia cerro sus ojos mientras veía al Alfa salir del lugar.
Cuando volvió a tener consciencia, Lucia se encontraba sentada en la cama tejiendo un par de medias. La Madre del Emperador parecía estar estudiando un pergamino sobre hierbas. Los movimientos de su cuerpo alertaron a las dos mujeres, quienes lo miraron.
Debido a la bebida, el sueño dominaba sus sentidos. Intentó pelear contra la pesadez de sus ojos, pero estaba perdiendo la batalla.
—Sigue durmiendo —le dijo la Omega mayor al verlo luchar contra sus propios parpados —El Emperador quiere que te recuperes.
—Lo siento…no sé porqué tengo…tanto sueño —Inclusive hablar le costaba.
—Es lo normal después de perder tanta sangre —contestó la anciana hablando con cuidado —Con los días tendrás más fuerza.
—Todavía sigo sangrando —Ambas mujeres se petrificaron, pero él no lo noto —No sabía que…me habían…perforado…el intestino. —Divagando, Rome se rio para sí mismo —Creí…creí que estaba…teniendo un aborto…casi muero del susto…
—Rome, ¿Quieres tener bebes algún día?
—Por supuesto…Mi compañero Din y yo…estamos ahorrando para comprar…nuestra libertad. —La imagen del Beta lo hizo sonreír —Tal vez cuando tengamos treinta años…nos iremos del palacio…y formaremos una familia.
—Ya veo…Ese Din… ¿Están enlazados? —Lucia se veía preocupada. Si ese fuera el caso, Rome notaria que Pick acabo con la vida de su compañero.
—No…Din es un Beta, lo único que nos enlaza es nuestro amor y nuestro futuro matrimonio. —La Emperatriz cruzo los ojos con la reina. Odiaba a Rome, pero al mismo tiempo se sentía mal por él —¿Por qué lo preguntan?
—Curiosidad. Ahora duerme. —Su cabeza fue empujada contra la almohada y en menos de dos segundos, volvió al mundo de los sueños.
NOTA: Hola! Sorpresa! Capitulo nuevo hoy porque mañana estaré ocupada!
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Dudas o preguntas escríbanme! Besos!
Chapter 16: CAPITULO 16
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Rome sabía que era una pesadilla.
No tenía ningún sentido que su amado Din estuviera frente a él completamente herido. La imagen del Beta dio varios pasos hasta que no existió distancia entre ellos y le dio un abrazo tan cálido que el Omega no pudo evitar llorar.
La mano de su compañero se movió lentamente hasta posarse en una de sus mejillas y limpió el rio silencioso que recorría su rostro. Sin importarle su estado, Din se acercó a sus labios y le dio un beso superficial. Una caricia cálida.
—Te amo, Rome… —susurró cubierto de golpes y sangre —Eres el amor de mi vida…
—¿Por qué lo dices como si te estuvieras despidiendo? ¿Qué te paso?
—No olvides que eres fuerte, mi amor…
—¿Din? Te amo, no te vayas…
—Lo siento por no protegerte…
—¿Protegerme de qué? —La pregunta abandonó sus labios al mismo tiempo que abrió los ojos. Su cuerpo temblaba todavía debido a la sensación cálida del toque de su amado. Aquello se sintió tan real que las ansias de saber el paradero del Beta recorrieron su humanidad. No podía seguir acostado.
El Omega alejo las sábanas con rapidez y se sentó en el borde de la cama mirando hacia la puerta. Debido a los movimientos, se sintió mareado. La Reina Olga lo observaba desde la ventana donde compartía un juego de mesa con la Emperatriz. La palidez en el rostro ajeno la alertó.
—Rome, ¿Qué tienes? —Preguntó mientras caminaba hacia él. —¿Qué te pasa? ¿Tienes algún dolor?
—Yo…Yo…—el nudo en su garganta no lo dejaba hablar bien, la visión de Din revoloteaba frente a sus ojos. —Tuve un sueño de muerte…
—¿Un sueño de muerte?
—Necesito salir…—Comento tratando de empujarla para que le permitiera ponerse en pie, pero la mujer repitió su misma acción obligándolo a sentarse en la cama —¿Mi señora?
—¿A dónde crees que vas? Pick dijo que te quedaras aquí. Acuéstate.
—Necesito salir un momento. Solo dos minutos para preguntar algo y…
—Estas soñando despierto. Vuelve a dormir.
—No, mi señora. Déjeme salir un minuto, yo… —No pudo seguir hablando. Sin mediar palabras, la mujer le dio una cachetada que lo aturdió.
—No me gusta que me lleven la contraria, Rome. —dijo ella haciéndole señas a un sirviente para que trajera un cuenco —Mande a preparar algo para que descanses. Bébelo y duerme.
—Pero acabo de despertar…
—Rome. —Esta vez habló Lucia —No hagas que el Emperador nos regañe. La Reina Madre te preparo ese te con mucho cariño para aliviar tus cólicos. No seas desagradecido.
—Alteza, ya no tengo cólicos….
—¿Vas a cooperar o quieres que te lo demos a la fuerza?
El sirviente dejo de pelear. Las palabras de Din seguramente fueron un mal augurio por tener que aguantar a las dos mujeres. Se sintió pequeño y vulnerable. Apoyo su rostro en las rodillas después de beber el asqueroso brebaje y comenzó a llorar en silencio.
Su cuerpo temblaba de la ansiedad y de la impotencia. Un vacío muy grande tenía lugar en su corazón y le lastimaba no saber la razón. Tal vez extrañaba tanto a Din que su organismo reaccionaba como si estuviera enfermo. Cinco minutos pasaron desde el té y no podía calmarse. La habitación se había tornado tan fría que la Reina Madre tuvo que cubrirlo con varias mantas.
Escalofrío tras escalofrío azotaban sus huesos, haciendo que se encogiera en sí mismo y siguiera llorando. A pesar de que la Reina Madre sobaba su espalda y Lucia su cabeza, nada alejaba el frio de su interior.
—Mi Rome…—Repentinamente, la voz del Alfa llego a sus oídos y pareció calmarlo. Sin importarle nada, el Omega se apartó de las mujeres y prácticamente saltó a los brazos ajenos. Las feromonas dominantes se sintieron tan calientes como abrazar una estufa.
El pequeño hombre suspiro aliviado. Si era posible, durante todo el día se quedaría pegado al cuerpo tibio y agradable del Emperador.
—¿Me extrañaste? —preguntó con sorna Pick mientras le indicaba a su madre y a Lucia que los dejaran solos. —¿Te hice mucha falta?
—Si…Lo extrañe, Alteza…—Él no percibió la burla en la voz contraria —No vuelva a tardar tanto…por favor…
—Está bien, lo siento. Te recompensare, mi querido Rome.
Todavía la herida no cicatrizaba del todo, pero eso no evitaba que Pick lo besara y mimara con pasión. Incluso usando solo su boca, el emperador se aseguraba de que todo el cuerpo de Rome se agitara de placer. Su misión era que él olvidara todo y se enfocara solo en él.
Y lo estaba logrando.
.-.-.
Todos los días a la misma hora Emma llegaba con un postre.
A veces era un helado, otras tardes chocolates. Su amiga solía darle algo dulce para animarlo en su encierro. Rome aprovechaba esos momentos para conversar con ella sobre el palacio, pero era difícil porque siempre un guardia lo vigilaba.
—Krist, ¿puedes traerme un poco de agua? Siento mi garganta reseca… —Su amiga hizo amagué de ir, pero él la detuvo —Deja que él vaya…
En cuanto se quedaron solos, Rome se acercó a ella para preguntar aquello que seguía rondando en sus pensamientos.
—Emma, necesito que me hagas un favor…—La chica tomo una actitud seria de repente —Quiero que me averigües sobre Din; tuve un sueño muy feo con él. Estaba herido y me decía muchas cosas raras. Tengo miedo de que…
—Ayer conversé con él. ¿Qué quieres que le pregunte? —Ante su respuesta, Rome se sorprendió.
—¿Volvió? —Su amiga asintió y desvió el rostro para que él no notara su mentira —¿Din te pregunto por mí? Él y yo tenemos una conversación pendiente. ¿Y si le decimos al Emperador que quiero ir al jardín? Puedes ayudarme a…
—Rome —Fue interrumpido —No creo que eso sea posible.
—¿Por qué?
—Lo siento por no decírtelo, pero vi a Din muy cerca de otra Omega. Tuvimos una pelea muy fuerte y…
—Te equivocas, Emma. Él me ama y yo lo amo, jamás me engañaría. Todo es un malentendido. Ayúdame a salir y te demostrare que todo es un error.
—Din se fue de viaje esta mañana. Puedes esperar a que vuelva para hablarle, pero quiero que sepas que todo el mundo rumorea que su amo lo descubrió en una situación comprometedora con otro chico…
—Él jamás sería capaz de hacerme eso…
—Lo siento, Roró. —Emma agarro una cucharada de helado y la deslizo dentro de la boca contraria —¿Ves? Por eso no quería decirte. No quiero que estes triste.
—Voy a esperarlo y arreglaré todo esto. Sé que hay una explicación para esos rumores.
Emma sabía de la terquedad de su amigo. Le dolía ver que detrás de la máscara de dureza, los ojos de Rome se habían empañados debido al dolor que sus palabras le produjeron. Aun así, ella no podía decirle la verdad. Para protegerlo, debía seguir al pie de la letra las ordenes del Emperador.
—Esta bien, Roró. En cuanto él vuelva te ayudaré a salir. Ahora hablemos de otra cosa, ¿Cómo te has sentido estos días? ¿Algo nuevo de contar? ¿Tu cuerpo o lo que sea?
La Reina Madre le había encomendado de tarea de conseguir información sobre el estado sensitivo de Rome con el fin de saber si debían aumentar o no la concentración del brebaje. A pesar de dárselo todos los días, el Omega parecía ser más resistente a las feromonas del Emperador de lo que pensaban.
—Nada nuevo. —dijo él en un suspiro —Estoy aburrido. Deberías traerme un libro o algo.
—¿Nada nuevo? —Emma ignoro su petición —¿No sientes calor o algo extraño? ¿Ansiedad o temblores?
Rome levanto una ceja confundido. Era la primera vez que su amiga se veía tan interesada en su estado y, sobre todo, era sospechoso que ella supiera sobre sus extraños síntomas.
—¿Por qué…por qué me preguntas eso? —La chica vio la sospecha en los ojos ajenos —¿Por qué me preguntas tan específicamente? ¿Qué me ocultas?
La chica se acercó a él y tomo sus manos sin mirarlo a los ojos. Si quería mentirle, no podía sostenerle la mirada. Emma respiro profundamente para darse valor. Iba a necesitarlo.
—Roró…prométeme que…lo que te voy a contar quedara entre nosotros…—El Omega asintió y se acercó más a ella —El día…El día que te secuestraron a mi me hirieron y casi muero desangrada...
—¿Qué? ¿Qué te hicieron y por qué no me lo habías contado? —El sirviente la observo asustado. Nadie jamás le comento sobre la situación de su amiga. Se sintió culpable por aquello.
—Eso no importa, Rome. —Emma sentía su corazón palpitar por la culpa de sus próximas palabras —Tuve una experiencia de vida o muerte. El general Porsche me rescato y desde entonces…yo siento esos síntomas…el medico me ha dicho que es porque mi instinto Omega lo reconoce como mi compañero protector…
El cuerpo del Omega se puso rígido. Si lo que su amiga decía era verdad, significaba que él también estaba empezando a reconocer al Emperador como suyo.
—Debes estar equivocándote, Emma.
—Cada vez que lo veo siento unas ganas inmensas arrojármele encima. A veces tengo escalofríos que no se calman hasta que lo abrazo y siento sus feromonas. —Poco a poco al respiración de Rome se tornaba agitada —¿Te pasa lo mismo a ti? Ya que también sobreviviste a la flecha… ¿Roró?
Su amigo lloraba en silencio. Era demasiada información. Asimilar las palabras de Emma significaba aceptar que estaba sintiendo cosas por Pick. Él le prometió a Din no enamorarse del Emperador.
Jamás traicionaría a Din.
—Yo…yo no siento eso…—mintió secándose las lágrimas. —A mí no me sucede eso, Emma.
—Oh…ya veo…—El rostro de la chica seguía con una expresión de falsa preocupación. —Aun así, ¿podrías ayudarme a volverme más cercana con el general? Sé que ustedes son amigos…Su Majestad podría darte consejos para eso. ¿Qué opinas? Puedes intentar acercarte más al Emperador para que…
—Emma. —Él la detuvo —Me gustaría guardar un poco de distancia de Alteza en cuanto me recupere. —La Omega se sentó recta y apretó los labios. Su amigo acababa de cavar su propia tumba. Su conversación estaba siendo espiada sin duda. Se sintió peor.
—Por ahora enfoca toda tu energía en recobrar fuerzas —Krist entró en ese momento sabiendo que su dialogo había terminado —¿Qué nos trajiste? Yo también tengo sed.
—Té de gardenias, se los ha enviado la Reina Madre…
—Me tiene harto esa bruja con sus brebajes —Susurró Rome —Te juro que en cuanto pueda voy a quemar todas sus estúpidas plantas. Ella quiere envenenarme —Su amiga se burló —Es enserio. Cada vez que lo tomo me duele el estomago y se me eriza la piel. Si un día aparezco muerto, es culpa de ella.
Su amiga negó observando al guardia.
Ambos sabían que él no estaba del todo equivocado.
.-.-.
Volver al trabajo era exactamente lo que Rome quería.
Un mes había pasado desde el ataque y él se moría de ganas por salir de la habitación del Alfa. Pensó que pidiendo trabajar sería libre, pero se equivocó garrafalmente.
Pick dijo que podría continuar con sus actividades con la única condición de que permaneciera en sus aposentos. El papeleo y las sábanas no eran una buena combinación, pero al menos servía para distraerlo. Únicamente existía un problema.
El Emperador también se rehusaba a dejarlo solo.
—Alteza, ¿usted cree que esto esté bien?
—¿A qué te refieres?
—A esto de que estemos trabajando en la cama por mi culpa. Pienso que en la oficina estaremos más cómodos y nos rendiría el tiempo…
—Nada me hace más feliz que estar a tu lado —fue la respuesta sonriente de Pick antes de atraerlo hacia él y darle un beso apasionado. —Además, de esta forma puedo darte mis feromonas para que te recuperes más rápido.
La última frase se lo dijo mirándolo directamente a los ojos, causando que, sin saber el motivo, Rome se sonrojara y bajara el rostro avergonzado. Su corazón últimamente se agitaba cuando el Alfa se le acercaba más de la cuenta.
—¿Quién es el incienso ahora? —contesto frotándose contra el cuerpo ajeno para evitar su mirada —Gracias por preocuparse por mí, Alteza….
—Rome, ¿puedo ser honesto contigo?
—Por supuesto, ¿qué sucede?
El Omega se alejó del pecho ajeno y lo miro con atención. Lo único que recibió fue otro beso igual de ansioso que antes y una ráfaga de feromonas. Regaño al Emperador con un puchero por su broma, creyendo que realmente no le diría nada, pero no fue así.
—Cuando te encontré con aquella flecha en tu cuerpo tuve mucho miedo de perderte. —dijo sosteniéndole el rostro —Quiero cuidarte y que estes a salvo de mis enemigos.
—Alteza....yo estoy bien, no tiene de que preocuparse…
—Me gustaría que te tomaras un tiempo libre para recuperarte. —Fue imposible para el Omega contener su cara de espanto, por lo que Pick siguió hablando para calmarlo —Lucía está muy agradecida contigo por salvarle la vida. Quiere que hagas parte del final de su embarazo y también de cuando nazca el bebé, ¿podrías hacer eso por mí?
—Pero mis funciones...
—Ya hay alguien encargándose de eso. —Rome apretó los labios frunciendo el ceño. El Alfa por supuesto esperaba su negativa —Puedes hacer las dos cosas o quedarte solo con Lucia. Lo que tú quieras, mi Rome...
—Alteza...
—Puedes escoger, Rome. —No existía una elección real. El Alfa estaba manipulándolo para que al final hiciera lo que el quisiera.
—Me gustaría hacer ambas cosas, mi señor...
—Está bien. —volvió a sonreírle inocentemente —Te pondré dos asistentes para que le des órdenes y solo supervises. ¿Qué te parece?
—Gracias por ser tan bueno conmigo. —Un toque en la puerta interrumpió el beso que aproximaba a sus labios. El sirviente aprovecho la interrupción para irse al otro extremo de la cama mientras que el Alfa daba la orden de que entraran.
Emma, su fiel amiga, entraba con una bandeja que contenía el almuerzo. Rome la saludo efusivamente y devoró la comida, ignorando por completo el intercambio de miradas de la sirviente con su Amo.
Al final, lo único que quedaba era el cuenco del té.
—Gracias, Emma. —dijo limpiándose con una servilleta —Puedes retirarlo. Su Majestad, ¿usted no va a comer?
—Más tarde. Dejaste el té, ¿te sientes mal del estómago?
—Ah, no. Es que tiene un sabor raro. Creí que era el anticonceptivo, pero sabe extraño...
Su amiga palideció y Pick suspiro ayudándolo a limpiarse las esquinas de la boca.
—Emma es la única que prepara tus comidas, ¿cierto? —La omega asintió varias veces tratando de disimular sus nervios —Cuéntale Emma, ¿por qué sabe distinto?
—Eh...yo le puse un poco de belladona, Roró. Para que estes tranquilo, ordenes de la Reina Olga...
—Pero me siento raro cuanto lo tomo...
—Ella jamás haría nada para dañarte y yo tampoco lo permitiría. —Comento el Alfa mientras tomaba la taza y la ponía en su boca —Bébelo todo, querido. No quiero que te estreses.
Rome tragó el liquido de mala gana. Odiaba someterse de esa forma. Le daba vergüenza que lo trataran como si fuera un niño. No entendía porque seguían obligándolo a beber aquellos brebajes tan desagradables.
—Alteza —le dijo a Pick en cuanto se quedaron solos —¿Puedo dejar de beber lo que me envía la Reina Madre? Ya me encuentro bien de salud…
—No quiero pelear con ella. Mi Rome, no tengo que decírtelo, pero mamá está cuidándote con mucho esmero. Casi como si fueras una de sus plantas, entonces por favor, no la desprecies…
—No, mi Señor, jamás podría despreciarla. Es solo que…
—Mejor sigamos trabajando, Rome —El Alfa lo interrumpió abruptamente —Eso te servirá para distraerte. ¿A cuantos caballos tengo que vacunar este mes? ¿Qué decías del alimento?
El Omega suspiró. Sentía su cuerpo raro. Era como si algo se le estuviera olvidando y no sabía qué. Una angustia se incrementaba en su pecho todos los días.
Una sensación que solo el Alfa parecía calmar.
—Al...alteza... —Sin evitarlo, un gemido se escapó de sus labios. En algún momento las feromonas del Emperador comenzaron a rodearlo hasta que se vio a sí mismo excitado y buscándolo.
Tal y como en sus primeras veces, el Alfa no dejaba de saborearlo con su lengua.
Y también, subir una y otra vez hasta su estomago para depositar besos. El sirviente sentía escalofríos cada vez que los labios ajenos tocaban aquella zona; como si su cuerpo reconociera que debía agitarse con la presencia contraria. Las palabras de Emma sobre que el Alfa era su compañero todavía rondaban en su cabeza, pero se negaba a creerlas.
—Mi Rome, ¿cómo te dije que me llamaras cuando estemos solos?
—Al...Alfa... —Las feromonas dominantes prácticamente lo inmovilizaron para que no tuviera más opción que perderse en las caricias. —¿Qué me está haciendo? ¿Por qué…por qué se siente tan bien?
—Me dijiste que sentías el cuerpo raro, querido. Quiero que te sientas bien y que cada vez que percibas que algo te hace falta, pienses en mí y en lo bien que te hago sentir. Ahora relájate. —Rome recostó su cabeza en la almohada y se dejó llevar.
Emma tenía razón cuando decía que las feromonas de Pick podían calmarlo.
.-.-.
La habitación de la Emperatriz era tan magnifica como la del propio Emperador. Todo era de color dorado brillante. No existían más que decoraciones exquisitas y pinturas. La mujer era ciertamente alguien educada.
Digna compañera del Alfa más poderoso de la nación.
Solo que, en el estado en que estaba, se veía más lastimera que imponente. Sobre su gran y lujosa cama, Lucia no soportaba un solo segundo más de su grande y abultado estómago. Si pudiera, ella misma se sacaría al niño.
Y como si eso no fuera suficiente, estaba obligada a compartir su martirio con el dueño de sus instintos asesinos. El asqueroso de Rome. El estúpido Omega que vivía entre la mente y la cama de su marido.
—Ya pronto se aliviará, su alteza. El príncipe heredero viene en camino. —El sirviente masajeaba sus piernas con aceite con el fin de mejorar su circulación —Ya vera que cuando lo tenga en brazos se olvidara de estos últimos días…
—Rome…—Ella se veía agotada e irritada —Deberías embarazarte pronto. Nuestros hijos podrían ser amigos.
El omega se sorprendió con las palabras de la Emperatriz y negó mientras sonreía.
—Mi señora, gracias por tenerme tal consideración. Sería algo muy lindo de ver, pero en este momento es imposible, usted sabe que mi compañero todavía no ha vuelto de su viaje.
—¿Y si nunca vuelve? ¿No tendrás descendencia nunca? —Rome bajo la mirada con incomodidad. —¿No crees que se ha tardado mucho? Tal vez sea hora de…
—Alteza…—Rome la detuvo. —Din es el único hombre para mí. Así me vuelva un anciano, voy a esperarlo. Él dijo que volvería por mí. Además…observe mi apariencia. Ningún Alfa o Beta ha intentado cortejarme jamás. ¿Cómo podría pensar si quiera en que querrían hijos míos?
Las palabras del joven concluyeron con una carcajada avergonzada por su aspecto y eso enfureció mucho más a la mujer.
—¿Acaso no compartes el lecho con mi esposo? —Su voz lo asustó. —Bien podrías darle un hijo.
—Yo…yo jamás podría cometer semejante acto de traición —se apresuró en explicar. —Yo estoy cuidándome. Estoy bebiendo a diario el té anticonceptivo, eso no pasara. Puede estar tranquila, mi señora.
La respuesta no le gusto a Lucia. Pensándolo con cabeza fría, sería bueno que se embarazase rápido o Pick podría estar detrás de él muchos años.
La rabia seguía aumentando cada vez que lo veía.
Quería deshacerse de él.
.-.-.
A pesar de las palabras de Emma, Rome necesitaba averiguar por si mismo sobre Din.
Sin que el Alfa se diera cuenta, tomo los registros de las carretas de provisiones y tal como le había dicho su amiga, su novio había vuelto, pero se fue de viaje casi que de inmediato. Saber que él hubiese regresado y no lo buscase para hablar le dolió.
Por supuesto que entendía la molestia de su novio, pero realmente no estaba en sus manos negarse; aun así, pensó que no estaría mal disculparse por su comportamiento. Din no tenia la culpa de sentirse enojado. Si la situación fuera contraria, él también le hubiese reclamado.
Aprovechando que el Emperador estaba ocupado, Rome logró escabullirse hasta su antigua habitación. Entrar en aquel lugar trajo un sentimiento cálido a su interior. Todas sus pertenencias seguían exactamente donde él las había dejado, nada parecía haber cambiado.
Pero la realidad es que nada era igual. Los recuerdos de las miles de noche junto a Din lo atormentaron. Se dirigió hasta su cama y se recostó, oliendo el aroma característico que juntos le daban las sábanas. La paz del pequeño espacio le dio un respiro.
Rome se sintió libre.
Necesitaba aquel momento de paz a solas consigo mismo. Ansiaba la libertad.
Se quedo en su pequeña cama durante toda la tarde; si era posible, incluso quería pasar la noche ahí. Sin embargo, en el fondo sabia que eso era imposible. Los constantes sonidos afuera le indicaban que los soldados seguramente estaban custodiándolo para llevarlo a los aposentos del gobernante del imperio.
Y como si pensarlo lo hubiese invocado, Pick entró con una sonrisa. El sirviente lo observó seriamente mientras se ponía en pie. Su cuerpo pico y las ganas de correr para abrazarlo volvieron. Apretó la superficie detrás de él para contenerse. Las feromonas del Alfa rodearon cada esquina tan rápido que Rome no tuvo duda de su dominación implícita.
—¿Alteza? ¿Por qué…por qué me está lanzando sus feromonas?
—Me gusta recordarte lo bien que se sienten —contesto él son una sonrisa y abrió los brazos para invitarlo a que caminara hasta donde estaba —¿Por qué no vienes a abrazarme?
Sus pies tomaron vida sin que él pudiera controlarlos. En menos de un minuto, el pecho del Alfa era lo único que podía percibir su rostro. Aunque fuera su propia reacción, a Rome le dio miedo. Su mente y su alma amaban a Din, pero por alguna razón su cuerpo se negaba a entenderlo.
—¿Qué haces en este lugar? Mis hombres me han dicho que llevas toda la tarde aquí encerrado. —El mayor lo obligo a que lo mirara —¿Qué estas buscando?
—Yo…no estoy buscando nada…—La palabra “libertad” bailó en su lengua —Yo solo…me siento algo nostálgico.
—¿Nostálgico? ¿Tanto me extrañaste? —Rome bajo el rostro para que él no supiera la verdad, pero Pick ya la sabia —Ah…te refieres al Beta.
—Él es mi compañero, Alteza —susurró el menor con miedo —Tengo mucho sin verlo. Es normal que lo extrañe…
El Emperador tomó su rostro con rudeza y lo obligo a verlo. En sus ojos, Rome vio intensidad y fuego. Una combinación letal que lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo. Su cuerpo y su mente pelearon entre quedarse o huir.
Dio dos pasos atrás con miedo, pero Pick lo atrajo hacia él.
—¿Estas intentando escapar de mí? —Su voz sonó escalofriante —No juegues conmigo, Omega.
—Jamás…Jamás intentare huir…—Cada célula de Rome tembló mientras que sus ojos se humedecían. —Alfa…no me mires así…me asusta.
—¿Viniste aquí buscándolo, cierto? ¿Pensabas dejarme por él? —El pequeño no entendía que sucedía —Respóndeme, Rome.
—Jamás me iré de tu lado, Alfa. Confía en mi…—Las lagrimas se deslizaron por sus ojos debido a que el agarre contrario le estaba doliendo. —Tengo miedo…me estas lastimando, Alfa…
Pick respiro profundamente y lo soltó. Por un segundo, imaginarlo junto a Din despertó sus instintos más animales. Las feromonas dominantes danzaban entre ellos en una clara señal de que él era su único dueño.
—No tenga celos, Mi Señor. Soy solo suyo…—A pesar de sus sentimientos contradictorios, Rome sabía que debía calmarlo o sufriría otra temporada de encierro —No dude de mí, soy suyo…
El Alfa observo su pequeño cuerpo de arriba abajo antes de empujarlo con brusquedad por los hombros. El sirviente jadeo asustado al darse cuenta de que había sido arrojado a la cama. La gran mano contraria se poso sobre intimidad sacándole un gemido tan doloroso como placentero.
—He estado esperando este momento desde que casi mueres. Extraño hacerte mío y que mejor lugar que este…—Rome abrió los ojos. Hacerlo ahí era manchar su relación y el respeto de su pareja.
—No…Aquí no…por favor.
—Dame una buena razón del porqué no deberíamos hacerlo aquí.
—Por que yo no quiero. —Ante la frialdad de sus palabras, Pick se detuvo —No es lo que quiero. Dijiste que nunca me harías daño y que me protegerías. No me hagas esto.
El Alfa se quedo estático. Rome seguía debajo de él, pero su naturaleza libre todavía se rehusaba a cooperar. Tendría que decirle a su madre que aumente la cantidad de hiervas en su té. Tomo sus labios y lo beso hambrientamente. Incluso si no quería, iba a demostrarle a Rome que él era la autoridad del Reino.
—¡Alteza! —gritó Rome empujándolo —¡Le dije que no! ¡Aquí no!
Antes de que Pick pudiese responder, el sonido de la puerta los interrumpió. Ambos se congelaron con las palabras del soldado y cruzaron la vista.
El príncipe heredero estaba a punto de nacer.
Notes:
Votación popular, ¿Cuál es el personaje más odiado?
Chapter 17: CAPITULO 17
Chapter Text
Un grito resonó por toda la estancia seguido del llanto de un bebé.
Junto a Lucia, Pick observó con emoción al pequeño ser que la partera sostenía. Era tan frágil y hermoso que, sin contenerse, las lágrimas se formaron en sus ojos. El niño fue puesto en los brazos del Alfa quien lo cargo con emoción.
—Nuestro hijo es hermoso —dijo viendo hacia la Emperatriz cansada y débil.
Lucia no respondió nada. Solo estiro los brazos para recibir a la criatura y posarla en su pecho. Rome, que estaba a su lado, le secó el sudor de la frente y peino su cabello con una sonrisa.
—Usted es muy valiente, Mi Señora —le expresó el sirviente acomodando las almohadas —El bebe tiene diez dedos en las manos y diez dedos en los pies. Es un niño sano. ¿Cómo se llama?
—Ryan…—susurró ella. —Significa Pequeño Rey.
—Es un nombre hermoso…
A pesar de la sinceridad que percibía en las palabras contrarias, la Emperatriz no se sentía contenta. No viendo como su esposo observaba al niño y a Rome al mismo tiempo. Era imposible ser feliz sabiendo que ella era dejada de lado por un simple esclavo.
—Cárgalo, Rome —comento el Emperador cuando considero que ya había pasado suficiente tiempo para que Lucia no se sintiera territorial. —Tú serás el encargado de cuidar a mi hijo.
La mujer recién parida sintió la rabia subir por todo su cuerpo, pero se contuvo. Estaba demasiado agotada para pelear. Permitió que Pick retirara al niño de sus brazos y se lo diera a Rome con una sonrisa.
—¡Hola Ryan! Soy tu niñera y te voy a proteger con mi vida…—Sin saber por qué, de los ojos de Rome descendieron lágrimas. El Omega observo al niño y una punzada dolorosa de extendió por su pecho. Su instinto le grito que corriera lejos de ahí.
El sueño de Din herido volvió a su mente. ¿Qué estaba pasando?
—¿Estas llorando de la emoción? —Preguntó Pick con una sonrisa —Piensa que es como tu hijo…
—Yo…yo debo salir, alteza. Discúlpeme. —Sin darle tiempo de impedir su salida, devolvió al niño a su madre y salió corriendo lejos de la habitación. Era increíblemente doloroso. Una parte de él estaba rota.
Una parte que ni siquiera entendía.
El Alfa lo alcanzó en el jardín lleno de preocupación. Durante varios minutos, Pick se quedó en silencio, apenas entregándole sus feromonas calmantes. Dándole tiempo a Rome para que su cuerpo asimilara que solo él podía llenar ese vacío.
—Estoy contigo… —Susurró en su oído abrazándolo —Tendrás hijos hermosos en el futuro, Rome…
—No se…No sé qué me pasa…
—Tal vez es tu instinto materno, después de todo eres un Omega…
—No…siento que mi pecho se contrae como si alguien estuviera encima de mis pulmones. Creo que voy a desmayarme…
Preocupado por su reacción, Pick lo llevo donde el medico real. El hombre le manifestó a Rome que tal vez las feromonas de una Omega Dominante como la Emperatriz lo habían afectado. Le dio una explicación muy vaga y dijo que le prepararía medicina para que se sintiera mejor.
Cuando se quedó solo con el Emperador, le dijo la verdad. El instinto Omega de Rome estaba reaccionando a la pérdida de su propio hijo. Someterlo a que estuviera junto a bebé lo lastimaría mucho. Debido a eso, durante la primera semana de vida de Ryan, el sirviente no volvió a verlo.
Como si estuviera deprimido, Rome se quedó en cama. Lloraba día y noche, calmándose únicamente cuando el Alfa regresaba a la habitación y lo cubría con sus feromonas. Él no entendía que le sucedía.
¿Acaso estaba tan celoso de la Emperatriz que su cuerpo se inventó una enfermedad psicológica para manipular a Pick? La confusión le provocaba aún más lágrimas.
Por suerte, el Emperador no lo presionaba. De alguna forma, el hombre lograba dividirse en dos y asistir a ambos Omegas.
Lucia en cambio no era tan benevolente. La información de la situación de Rome llego a ella directamente de la boca de un asistente de la enfermería. Incluso si era a costa de su hijo, iba a lastimar al intruso de su relación.
Mando que llamaran a Rome, sin posibilidad de negarse. Dos soldados trajeron a la fuerza al Omega que no entendía lo que estaba ocurriendo. En cuanto entró al cuarto, vio al niño y de nuevo la sensación incomoda lo recorrió. La contracción dolorosa en su rostro fue satisfactoria para la Emperatriz.
Definitivamente iba a usar todo lo que estuviera en sus manos para hacerlo sufrir.
—¿Quién te crees que eres? —El sirviente la miro con miedo —¿Como te atreves a rechazar al príncipe heredero?
—No, mi señora. No es eso...
—¿Por qué no quieres cargarlo?
—No sé...no lo sé, mi señora. Yo no quiero problemas, pero...me siento mal cuando lo...
—Cállate y cárgalo. —Una Beta se acercó a Rome con el pequeño y lo deposito en sus brazos. Sin contenerse, los sollozos se escapaban de su boca. —Siéntate ahí y alimenta a mi hijo. Recuerda que tu razón de vivir es servirnos.
Una tortura y eso era igual. La botella con leche de la Emperatriz se sentía tan pesada como sus lágrimas. El niño, sin embargo, lo miraba fijamente, casi que confundido por el dolor que evidentemente él estaba sintiendo.
Pasaron un par de minutos hasta que el niño se pegó al chupo y empezó a alimentarse. Rome seguía temblando, con miedo incluso de dejarlo caer. Repentinamente, Pick entró corriendo.
—¿Que le hiciste a Rome? —preguntó al verlo llorar de forma tan desgarradora.
—Solo lo obligue a que le diera leche a tu hijo. ¿Cuál es el miedo?
—Alteza... —El sirviente lo busco con los ojos para que lo salvara. Sin embargo, verlo con su hijo en brazos removió todo el interior del Alfa. El sueño que vivía en su parte animal se materializó frente a él.
—Lucia tiene razón. —comentó con una sonrisa —Eres el encargado de cuidar a Ryan. No confío en más nadie que tú.
—Pero…
—Gracias por tu buen servicio. —Lo cortó —Traerán una cama aquí. Dormirás a su lado a partir de hoy.
—Alteza…—Pick frunció el ceño. Rome sabía que tenía que escoger bien sus palabras —Alfa…yo quiero dormir contigo. Por favor.
Nadie se esperó aquello. Con tan solo una pequeña oración, Rome fue capaz de hacer que Pick alejara al niño de sus brazos y se lo llevara hacia su propia habitación.
En la cama del Emperador, el Omega se apresuró en desvestirse para entrar en acción y evitar la incómoda conversación. Pick, sin embargo, tenía otros planes.
—Todas las mañanas tendrás que encargarte de Ryan.
—Alfa, te lo suplico. Haré cualquier cosa menos eso…
—Sabes lo importante que es el bebé para mí. ¿Tienes idea de cómo me sentí cuando te vi con él en brazos? No me quites esa felicidad, Rome.
—Siento que me duele muy adentro y no sé por qué.
—Te duele porque te resistes a tus instintos.
—Yo…yo no quiero hijos, Alteza.
Pick lo observo en silencio.
—Esa no es tu decisión. Vas a cuidar a Ryan y no acepto negativas. ¿Entendido?
A pesar de dudar y sufrir, Rome cumplió con su papel. Aprendió a cambiar pañales y dormir al recién nacido. Incluso se turnaba para descansar con la Emperatriz. Cuando menos lo pensó, más de un mes había pasado.
—¿Y? ¿No te gustaría tener a tu propio hijo? —La Reina Madre lo intercepto —Esto es una práctica…
—Cuando Din regrese supongo que lo hablaré con él —comento sonrojado —Por ahora me encargaré de cuidar al príncipe.
—Pick es un Alfa muy benevolente. Si le dices que quieres un hijo, seguramente te Embarazara.
—¡Mi señora! Yo jamás tendría un hijo del emperador. Nosotros somos muy distintos, no diga eso ni en broma.
La anciana suspiro con desgana. Sabía que pronto su hijo haría todo lo posible para embarazar a Rome y en el fondo le daba miedo que el Omega hiciera algo para deshacerse de la creatura cuando se enterara.
Definitivamente tenía que hacer que se enamorara del pequeño Ryan.
Y el niño estaba colaborando, se reía mucho con Rome y jalaba su cabello. Las veces que no podía calmarse con Lucia, el sirviente producía sus feromonas y Ryan se tranquilizaba.
Cada día Lucia lo odiaba con más fuerza.
Las demás concubinas también rondaban por la habitación y traían regalos. Rome vio que estaban moviendo los miles de juguetes del bebé y vio algo largo moverse. Un animal que identificaría en cualquier lugar.
Una serpiente.
El omega grito como un loco y saltó hacia la cama de la Emperatriz casi que cayéndole encima. Lucia también chilló asustada y agarro al bebé con miedo.
—¿¡Qué rayos te pasa!? —le reclamó tratando de calmar al pequeño que lloraba.
—¡Serpiente! ¡Una serpiente! —La Reina Madre camino hacia los juguetes y en efecto, un juguete en forma del animal cayo.
Ambas mujeres miraron a Rome para insultarlo, pero se detuvieron al ver su estado. El chico estaba pálido y lloraba a mares, temblaba tanto que parecía que respirar le era imposible.
—Oye, cálmate. Es solo un muñeco —comento Lucia sobando su brazo —¿Le tienes fobia a las serpientes?
—¡Las odio! —contesto Rome sin dejar de llorar —Tengo mucho miedo, lo siento. Me asuste…
—Tranquilo. Aquí no hay serpientes —La Emperatriz miró a su suegra, una idea llego a su mente, pero debía esperar —¿Desde hace cuánto les tienes miedo?
—Yo…cuando era niño me mordió una y desde el secuestro que me las arrojaron encima siento que empeore. No puedo verlas porque me pongo así…lo siento, mi señora…
—¿Te secuestraron? ¿Hace cuantos años?
—¿Años? —El sirviente la observo estupefacto —Hace un par de meses, mi señora. Antes de la caza…
—¿En serio? —Tanto ella como Olga no podían creer que no se hubiesen enterado —¿Y Pick lo sabe?
—Por supuesto. Él fue quien me salvo. Gracias a su Majestad estoy vivo…
Aquella información dejo a las dos mujeres confundidas. Pensar en que alguien fuese lo suficientemente atrevido como para llevarse al Omega del Emperador era impensable.
A pesar de no ser algo oficial, era un secreto a voces que Pick tenía mucho estima en Rome. El chico se había vuelto alguien tan temido como respetado debido a la furia que cualquier daño en él podría representar en el Alfa de la nación.
Un Alfa que entró en la habitación con un gran ramo de rosas rojas. Él se acercó a la Emperatriz y le entrego el arreglo con una sonrisa. Lucia levanto la mirada correspondiendo el gesto amable y recibió un beso en la frente.
Una caricia que no se comparó con el beso cariñoso que le dio Pick a Rome en los labios. El pequeño sirviente fue tomado desprevenido, por lo que, avergonzado, desvió el rostro para que la mujer no los viera. A pesar de eso, el Alfa no se molestó. Le pidió a Lucia que le entregara a Ryan y se dedicó a jugar con sus pequeñas manos.
—¿Que están haciendo? —preguntó mientras disfrutaba de los diminutos dedos —El príncipe esta precioso, ambos están haciendo un trabajo excelente.
Todavía molesta por la caricia desvergonzada en el sirviente, La Emperatriz decidió jugar con fuego.
—Rome me estaba contando una historia interesante. ¿Por qué no nos avisaste a Madre y a mí que lo secuestraron antes de la emboscada de Odarude? —Lucia lo observo de forma inquisitiva —Creí que si alguien secuestraba a tu Omega te volverías loco, en cambio, prácticamente fue un secreto. ¿Por qué?
Pick frunció el ceño y vio los ojos llorosos de Rome que también buscaban respuesta.
—¿Por eso te ves como si hubieras llorado? —Le pregunto al sirviente quien negó.
—Querido esposo, ¿no vas a responderme? —Lucia insistió —¿Cómo sabias donde rescatar a Rome?
—Su amiga Emma nos indicó el camino por donde se lo llevaron —contesto él poniéndole atención al bebé —Puedes preguntarle a ella si tienes dudas, Rome.
—Vaya…Si que corriste rápido a salvar a tú Omega —Ante su forma de hablar, Rome se sintió incomodo y bajo de la cama.
—Mi señora, por favor no me llame de esa manera. Yo no soy el Omega de Su Majestad…—A medida que hablaba, su voz se iba haciendo más pequeña. —Solo soy el sirviente —Para evitar algún enfrentamiento, caminó hacia el otro extremo de la habitación y fingió ordenar algunos de los objetos con el fin de darle espacio a la pareja.
—No hablemos de eso —contesto Pick —Eso es el pasado. Cambiando el tema, ¿Cómo van los preparativos para la celebración de los primeros dos meses de Ryan? —Pick miró a Lucia en busca de información, pero la mujer se rehusó a hablarle. —¿Rome? ¿Qué han decidido?
—La Emperatriz junto a la Reina Madre establecieron los colores. —El chico se apresuró en tomar un fólder para enseñarle el informe que había realizado. —Como su color insignia es el verde, le confeccionaran un traje color verde oscuro; la emperatriz usara verde claro y el príncipe Ryan una combinación de ambos tonos.
—Excelente. ¿Y tú que vas a usar?
—Nosotros los sirvientes usaremos blanco con dorado. El salón también...
—No. ¿Tú qué verde vas a usar? —Pick lo interrumpió —¿El claro o el oscuro?
—¿Al...Alteza? —Rome miro con incomodidad a la emperatriz evidentemente molesta. —Yo usare blanco y dorado como todos los...
—Usaras verde oscuro entonces. De esa forma todos sabrán que eres mío.
—Pero mi señor...yo voy a estar sirviendo las mesas y...
—Estarás junto a mí y Lucia. ¿Cierto?
—La Reina Madre es quien...
—No me gusta que me lleven la contraria, Rome. —El sirviente trató de convencerlo con la mirada, pero Pick no estaba dispuesto a ser flexible. —Quiero que estes a mi lado. ¿Por qué te cuesta entenderlo?
El sonido de las flores estrellándose contra el suelo interrumpió el agitado corazón de Rome. Debido a la ira que sentía, Lucia arrojo lejos el regalo que Pick le había dado. El Alfa suspiro con cansancio y tomo a Rome del brazo para llevárselo lejos.
—Rome, saca esa basura de aquí —le ordenó La Emperatriz antes de que salieran de la habitación —Aprovecha y quédate afuera también.
El omega se soltó del agarre brusco del Alfa y levanto las plantas del suelo. Mientras las apretaba en su pecho, salió del cuarto con incomodidad.
Pick miró a la mujer con molestia. No quería desgastarse peleando. Estaba a punto de salir cuando escucho sus palabras y se enfureció más.
—Vas a espantarlo con tu obsesión. —comento con burla —Ya quiero ver tu cara cuando él te abandone.
—Seguramente será igual de miserable que la tuya.
El alfa salió del lugar molesto. Vio a Rome buscando un florero para meter el arreglo y se las arranco de los brazos. Con rabia, lo cargo hasta su habitación.
—Alteza…—comenzó el pequeño a hablar —Lo que usted está haciendo no es bueno. La Emperatriz acaba de tener a su hijo, me parece malo que…
—Silencio. A la cama. —A pesar de la incomodidad, el omega no puso ninguna resistencia. Él extrañaba el tacto de Pick. Era raro pero su cuerpo le pedía con los días mayor cercanía.
Se quedaron en silencio. Compartiendo y deleitándose con la fragancia ajena hasta que la mano del emperador se deslizo hasta su estómago haciéndole cosquillas.
—Alteza, ¿qué hace?
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames de esa forma cuando estemos solos?
—Alfa… —su voz tembló con duda —¿Por qué me soba el vientre?
—Para bajar hasta aquí —Su mano se coló en sus pantalones —Te extraño, mi Rome. Me estas evitando…
—No es así…
En realidad, si lo estaba haciendo. El sirviente estaba usando de excusa al bebé para tomar distancia. Necesitaba espacio para aclarar sus sentimientos y las reacciones que su cuerpo se empeñaba en tener.
—¿Ya no te gusta mi olor?
—¡Claro que me gusta! Es solo que…
—¿Qué te está pasando? —La voz de Pick se volvió grave al mismo tiempo que lanzaba sus feromonas y lo acariciaba —¿Por qué huyes de mí? Dime la verdad…
—Yo…yo me siento confundido —El menor sentía que iba a llorar —Yo no sé qué me pasa alte…Alfa…incluso esta forma de llamarlo a usted me parece atrevida. Yo solo soy su sirviente y…
—¿No te das cuenta de que te has convertido en más que eso? —Rome se sonrojo —Eres alguien importante para mí. Me siento halagado de tus sentimientos hacia mí.
—¿Sentimientos? Yo no he dicho eso…
—¿Sientes que tu corazón se acelera cuando estas a mi lado? —el Omega bajo la mirada y Pick trago para disimular su sonrisa. El brebaje estaba dando resultados —¿Cuándo no estoy cerca de ti me extrañas? Yo creo que te gusto…
—¡No! ¡Yo amo a Din! —En cuanto las palabras dejaron sus labios se arrepintió —Yo…quiero decir Alfa…que…Alfa yo a usted lo respeto mucho y…
—Y que ese Beta no es más que un estorbo en tu vida. ¿Crees que no veo lo triste que te ves desde su partida? ¿Cuánto más vas a sufrir por alguien que te trata mal?
—No es así. Él es bueno conmigo. Las parejas suelen tener discusiones, Alteza. Así como usted y la Emperatriz…
Pick permaneció en silencio. Odiaba que Rome siguiera rehusándose a ser consumido por sus feromonas. Él había notado la distancia que el sirviente intentaba instalar entre ellos, no podía permitirlo. Produjo más de su esencia dominante, viendo esta vez como el cuerpo contrario reaccionaba y se tensaba contra su pecho.
Rome levanto el rostro hacia él, sus ojos eran intensos y temblorosos. El miedo de no poder controlarse así mismo era obvio. El Alfa agarro su mejilla y lo atrajo para besarlo. Todavía había resistencia.
—No me gusta que cuando estes conmigo pienses en él… —El Emperador volvió a tomar sus labios, esta vez lentamente y luego bajo hacia su cuello para darle besos delicados sobre la piel —No tienes que seguir pensando en él, mi Rome. Olvídalo para siempre. Simplemente tienes que dejarte llevar. ¿Por qué te niegas a ser feliz? ¿Acaso te gusta estar triste?
—No…—jadeo el esclavo ante la caricia —No es así…Alfa…
El tono de su voz le gusto a Pick. Reconocía muy bien cuando la conciencia ajena comenzaba a temblar. Al estar de medio lado, la cadera de Rome estaba fácilmente a su alcance, por lo que deslizo una de sus manos hasta ella para atraerlo, pero no pensó jamás que él lo empujaría para alejarlo.
—No puedo solo olvidarlo, Alteza. Él es muy importante para mí —Pequeñas gotas se deslizaron por su rostro mientras ubicaba sus manos en el pecho ajeno en un intento de apartarlo. Todo el aire de la habitación era claramente de dominación y le quitaba la fuerza para luchar, aun así, él no se rendiría fácilmente.
—¿Qué crees que estás haciendo, Rome? Te aseguro que si vuelves a llamarme de esa forma voy a castigarte. Deja de pelear y déjate llevar.
—Déjame ir… —rogó mirándolo, aunque quisiera, no podía dejar de pensar en Din —No puedo callar mis sentimientos por él…
—Escucha mi voz —susurró Pick en su oído mientras lo acercaba a su cuerpo —Omega. Eres mi Omega, Rome. —El aire se volvía cada vez más denso y pesado debido a las feromonas —Siente mi olor, Omega. Deja que mi olor entre en ti y calme todo lo que sientes.
—Alfa…—Su respiración cada vez era más agitada —Alfa…por favor…
—Olvida tus pensamientos. Deja de pelear contigo, reconoce lo bien que te sientes…
Rome estaba perdiendo. La lucha entre su cerebro y su cuerpo lo confundía. El sirviente no entendía que le sucedía y porque sentía que necesitaba al Alfa para calmar la angustia de su interior.
—Estas aquí y ahora conmigo —volvió a susurrarle el Alfa al ver como su cuerpo empezaba a relajarse —Todo será muy fácil si te entregas a mi…
Poco a poco el olor del Emperador se introdujo en cada una de sus células, haciendo que entrara en un estado de sumisión y confianza. El té ayudaba a que la presencia contraria tuviera tanta fuerza que lograra borrar todos los pensamientos que no fueran el Alfa más fuerte del Reino.
—¿Lo olvidaras por ahora? —Pick tomo su rostro y lo vio fijamente —¿Al menos mientras estás conmigo? Te haré sentir muy bien, mi Omega…
—Está bien, Alfa…—Sus pupilas estaban dilatadas. Toda su atención estaba en el hombre mayor —Mi Alfa…
Con esas dos palabras Pick se permitió sonreír. Eso era lo que necesitaba. Rome se rindió por completo, apegándose a su cuerpo y cerró los ojos. El Emperador acaricio entonces su espalda con satisfacción.
Él era suyo y nadie iba a cambiar eso.
.-.-.
Rome no era tonto. Él sabía que asistir a la celebración del príncipe heredero vistiendo como la familia real lo pondría en una posición peligrosa frente a la corte. Un Omega que pudiera influir en las decisiones del Reino nunca era buen visto. No quería volver a ser envenenado.
Impotente, sabía que él no tendría la potestad de decidir si faltaba o no. Necesitaba ayuda.
—Emma, no quiero asistir a la celebración. ¿Cómo voy a vestirme igual al Emperador? Eso es prácticamente una blasfemia.
—Es muy lindo tener a un hombre así interesado en ti. Valóralo, Rome. —El Omega miró a su amiga atónito por sus palabras —No me veas de ese modo. Ojalá a todos nos trataran como él te trata a ti.
—Desde cuando eres partidaria de Su Majestad? —Ella desvío la vista —¿Entonces no vas a ayudarme?
—¿Por qué no lo disfrutas? Podrás incluso tomar vino en la fiesta…
El sirviente arrugo el rostro y siguió su camino. Necesitaba encontrar una forma de no ir. A su mente llego una idea y aunque era riesgosa, pensó en que no tenía opción.
—Alteza Lucia…—comentó tomando asiento a su lado. La mujer le daba el pecho a Ryan en un intento de calmarlo, pero el bebé seguía llorando. —¿La ayudo?
—Agárralo. Revisa su pañal o lo que quieras, no soporto más sus lamentos. —El Omega agarro al niño y como por arte de magia el sonido incesante se apagó —¡Ja! Hasta mi hijo te prefiere, soy una burla.
—No diga eso, Alteza…—susurro avergonzado, sin embargo, identifico la oportunidad. —Aunque tiene razón…
—¿Qué estás diciendo? —Lucia lo observó ofendida —¿¡Cómo te atreves a hablarme de ese modo!?
Incluso si había consecuencias, Rome intentaba jugar sus cartas.
—Señora Lucia, honestamente pienso que no es una buena idea que yo asista a la celebración del príncipe heredero. Mi presencia en ese lugar la dejara a usted muy mal parada. ¿No cree que deberíamos hacer algo?
Ella lo observo y no pudo contener la risa. Siempre supo que el Omega era un chico astuto.
—¿Qué propones?
—Ayúdeme a faltar…
—¿Qué quieres hacer? —Rome realmente no tenía idea de cómo solucionarlo —Si dices que no quieres ir, Pick igualmente te obligara. La única forma de que faltes es que te enfermes. Creo que sé lo que haremos, pero te lo advierto. Si llegas a decir que fui yo le diré al Emperador que te encontré besándote con otro hombre para que te encierre y no veas nunca más la luz de día.
Rome asintió varias veces y se levantó de la cama. Jamás pensó que la Emperatriz aceptaría ayudarlo, pero estaba agradecido. Su madre siempre decía que dos Omegas unidos eran más fuerte que un Alfa. Por primera vez entendía la frase.
Junto a pequeño Ryan, ambos decidieron dar un paseo por el jardín. Varios hombres iban a sus espaldas, pero Lucia les indico que no los siguieran tan de cerca porque quería tomar aire. En algún momento, se acercó a Rome y le quito al bebé de los brazos.
—Escucha…—susurró fingiendo que le quitaba un sucio del cabello —A tu izquierda hay unas flores grises. Toma una y métela en tu bolsillo. Cuando estes solo…cómetela. Mañana amanecerás enfermo del estómago.
—Perfecto. —dijo él y arrojo apropósito uno de los juguetes del niño —¡Anda! ¡Enseguida lo recojo, mi señora!
.-.-.
El día de la celebración, Rome no dejaba de vomitar. El contenido de su estómago salía en proyectil sin que él pudiera controlarlo. Era tan grave que Pick fue bañado por la sustancia asquerosa.
—Lo siento…Alfa…—dijo llorando de medio lado en la cama mientras que el Emperador ponía un balde a su disposición —Lo siento tanto…
—Tranquilo…—contesto el mayor limpiándolo con suavidad —Quédate aquí. Podrás asistir a más celebraciones.
Una sonrisa se le escapó a Rome, por lo que fingió una arcada. Realmente el vientre le dolía al punto de arrepentirse de haber comido la planta, pero al menos había servido para faltar al evento. Solo esperaba que aquello fuera temporal.
.-.-.
La fiesta era tan magnifica como la Emperatriz se la había imaginado. Lo mejor de todo era que el Omega no estaba y Ella era el centro de atención. Pick lucia bastante orgulloso del futuro heredero al trono.
Parecía que nada podía dañar el ambiente. Junto a ellos, Porsche y Emma vigilaban que todo estuviera bajo control. Los invitados depositaban miles de regalos tanto para los padres como para el pequeño.
Aun así, la Emperatriz tenía un mal presentimiento.
—La fiesta es muy linda, me encanta la decoración. —Comento la Reina Madre agradeciendo a Emma por encargarse de verificar todo en lugar de su amigo. —Es una pena que Rome se la haya perdido.
—Mala hora para enfermarse —dijo el general recibiendo una copa de vino —Al final se le cumplió el deseo de faltar.
—¡Haz silencio! —lo regaño la sirviente quien se dio cuenta de su error porque la Reina Madre la volteo a mirar —Quiero decir…no diga eso general…
—¿Rome no quería venir? —Olga se acercó a ellos —¿Te dijo que quería faltar?
—Mi señora…
Emma comprendió rápidamente que no podía confiar en la lengua del Alfa.
Chapter 18: CAPITULO 18
Notes:
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Chapter Text
La Reina Madre se apresuró en entrar en la habitación. Rome se encontraba bebiendo té tranquilamente mirando por la ventana. Aquello casi que confirmo sus sospechas.
—¿Qué comiste? —preguntó con voz inquisitiva —¡Respóndeme manipulador!
—Mi señora…yo…no he comido nada. Apenas he soportado esta bebida, estoy enfermo…
—Hoy no. Ayer. ¿Qué comiste para enfermaste? —Rome tragó en seco.
—No sé de qué está hablando, Alteza. Yo no he comido nada extraño. —Olga no le creía. Camino hacia él para intimidarlo, aun así, no consiguió respuestas.
—Angie. ¿Dónde está la ropa usada? —La chica salió y volvió con sus vestimentas arrugadas. La Reina Madre reviso los bolsillos y se encontró con tierra. Enfurecida, le lanzó una cachetada. —Omega mañoso.
—Mi señora… —Rome se colocó en pie con miedo —¿Por qué me golpea?
—No me subestimes. ¿Cómo es que tienes tanto conocimiento sobre hierbas? ¿Qué comiste? —Ella no era tonta. No era normal que Rome fuera tan inteligente. Alguien debió haberlo ayudado.
—Yo no he hecho nada…
—¿Quieres que te vuelva a golpear? —Así lo golpearan, él jamás admitiría que la Emperatriz era su aliada.
La amenaza de Lucia era real. No quería ser recluido por el resto de su vida debido a los celos del Emperador. Podía aguantar varios golpes de la Omega mayor sin problema.
Cerró los ojos esperando por más agresiones en su cuerpo, por suerte, Pick entró.
—¡Madre! ¿Qué estás haciendo? —el Alfa lo jalo para que quedara a su lado y se enfureció al ver su rostro rojo —¡Explícame la razón del por qué lo golpeas!
—Tú Omega se intoxico apropósito para faltar hoy. ¿No deberías castigarlo? Te lo dije hijo, ¡Él no entiende cuál es su lugar!
Rome volteo dispuesto a excusarse, pero el rostro serio del Emperador le dijo que eso sería en vano. Nada de lo que dijera iba a salvarlo.
—Alteza…déjeme explicarle…
—No quiero oírte. —su voz era tan gruesa que lo hizo temblar —Vístete y sal. Te espero afuera. —El chico trato de mencionar su enfermedad. Sin embargo, fue en vano —¿Quieres quedarte aquí? Perfecto. Tienes un año entero para acostumbrarte. Pediré que fijen la fecha en el calendario para tu liberación.
—¡Alfa! ¡No! ¡Por favor! Salir es…
—Una orden. Te espero. Si no te veo afuera en cinco minutos ya sabré cual fue tu decisión. —A pesar de no querer, Rome se apresuró en vestirse. No estaba dispuesto a tentar su suerte con la ira del Emperador. Lo mejor era no protestar.
Apenas colocó un pie en la celebración todo el mundo giro a verlo. Hubiera preferido estar desde el comienzo y no cuando todo el mundo estaba poniéndole atención al extraño que llegaba tarde.
Con vergüenza escondió sus manos dentro de las grandes mangas de la tela verde oscura de su atuendo y se dirigió hasta el Alfa. En la parte más imponente Pick lo esperaba con una sonrisa. El sirviente levanto la mirada y se encontró con los ojos enfurecidos de Lucia. Se sintió peor.
—Su Majestad…disculpe la tardanza —saludó con una reverencia —¿En qué puedo servirle?
—Tráeme vino de esa mesa. —Fue obvio que para alcanzar la bebida tendría que caminar prácticamente por todo el salón para que lo vieran. El pequeño suspiro con desgano y se encaminó a buscar la botella.
Estaba a punto de llegar cuando percibió un olor familiar. Su cuerpo se paralizo de inmediato. Frente a él, Ming le sonreía descaradamente.
—Parece que volvemos a vernos, Rome. —El Omega no pudo articular ninguna palabra —¿No vas a responder?
—Su Majestad…Bienvenido…—aunque trató de que su voz no temblara fue imposible. Volteo la cabeza en busca de Pick y lo vio todavía sentado en el trono. Ese era su castigo.
—Sigues oliendo tan bien como la última vez —El hombre se acercó peligrosamente a su lado e inspiro de forma desvergonzada. —Tienes suerte de que haya mucha gente…—susurró en su oído —Te arrancaría de los brazos de Pick si no estuviéramos en Araik.
Las lágrimas de Rome se formaron. Su cuerpo no reaccionaba, incluso respirar era doloroso. Su mente gritaba la palabra “Alfa” una y otra vez. Quería ser salvado.
—Cuida tus palabras, Ming. —Repentinamente, la voz de Pick se escuchó al mismo tiempo que un brazo rodeaba su cintura —Ragus debe tener Omegas muy bellos. No entiendo porque estas tan interesado en mi asistente personal.
—Lo vistes igual que tú —Se burlo el hombre mayor —Es claro que tienes dominio sobre él y no planeas dejarlo ir. Algo debe tener de bueno.
—Es bueno en la cama. —Con tantos oídos rodeándolos, Rome no podía creer lo que el Alfa decía —Es mi asistente y mi consorte. ¿Olvide decírtelo?
Las ganas de vomitar volvieron con ganas. Todo el salón jadeo al unísono para después permanecer en silencio. Incluso el Emperador de Ragus se había quedado mudo. Pick volvió a sonreír e hizo una pequeña reverencia con la cabeza antes de jalar a Rome hacia su trono y sentarlo en sus piernas.
Mientras que la Reina Madre permanecía sin expresión, Lucia veía a Pick con ganas de matarlo mientras contenía el impulso de salir del lugar.
—¿Por qué hiciste eso? —le preguntó al Alfa —Acabas de humillarme…
—No seré el primer ni el último emperador en tener una esposa y un consorte. ¿Por qué te alteras? Ni siquiera Rome parece tan perturbado.
¿Perturbado? Rome estaba destrozado. Ser el consorte real tenía implicaciones que él no estaba dispuesto a asumir. La más importante de todas era que debías permanecer junto al Emperador hasta el día de su muerte. Algunos incluso eran enterrados vivos.
Él quería ser libre.
—¿Por qué tengo que pagar por los pecados de tu amante? Es injusto.
—Porque tú le diste la idea. —La expresión de ella se volvió tanto indignada como asustada —Ayer fuiste con él al jardín y después de que le susurraste algo él se acercó a las flores. ¿Creíste que mis hombres no se darían cuenta?
La emperatriz arrugo el rostro y presiono al bebé contra su cuerpo. —Él me pidió ayuda porque no quería que yo me viera mal y de todas formas sucedió. Gracias, querido esposo.
No tenía sentido negar lo obvio.
Pick se rio de su mujer y deposito un beso en el cuello de su amante. El Omega no se atrevía a levantar la cabeza, las lágrimas caían una tras otra. No entendía porque todo seguía empeorando.
—¿Tanto te gusta conmover a las personas? Estas armando un espectáculo, querido. —la Reina Madre le susurro —Límpiate la cara y compórtate. Eres el consorte, no llores como un tonto.
—Yo no soy el consorte. —respondió con los ojos rojos inyectados de lágrimas —Soy solo un sirviente. ¿Por qué me hacen esto? No es justo…
—Rome, ve a la habitación. Iré en un rato para hablar sobre tu castigo. —El Omega le dedico una mirada incrédula —¿Crees que no vas a pagar por tu pecado? No seas iluso.
Iracundo, Rome se levantó de las piernas ajenas y se dispuso a escapar. Por supuesto, Pick le indico a sus hombres que lo tomaran y lo llevaran a sus aposentos. Él no escaparía nunca de sus brazos.
—¿Cómo vas a sancionarlo? —Su madre indagó —Debes hacer algo para controlarlo. Ya que lo hiciste público no hay vuelta atrás. Debe comportarse tan bien como Lucia antes de cometer este desliz.
—Madre, gracias por las flores que me estas lanzando —La Emperatriz se puso en pie —Si me disculpan, me retiro. El bebé tiene hambre y me niego a mostrarle mi pecho a todo este público. Suficiente tienen con quedarse con mi dignidad.
Pick suspiro mientras la veía partir. Después trataría con ella, primero debía solucionar el problema de Rome. Sin la Emperatriz y el bebé la fiesta se dio por finalizada. Todos los asistentes se despidieron rápidamente y Pick decidió que era hora de castigar a su sirviente.
Antes de irse, vio que Porsche lo llamaba con insistencia. Algo extraño de parte de su amigo.
—Alteza…—le dijo apartándolo de los soldados —Siento su olor un poco más concentrado de lo normal. Creo que se acerca su celo…
Desde hace horas, Pick se sentía caliente y sensible. Pensó que podría ser un resfriado, pero al parecer, algo mucho más interesante sucedería. Su amigo tenia el sentido del olfato muy afilado.
—Prepara un carruaje. —Contestó con una sonrisa. —Iré con Rome a la cabaña que queda al oriente del monte Araik.
—¿Mañana a primera hora? —El Emperador asintió —Perfecto. ¿Algo más?
—Un afrodisiaco. Habla con mi madre. Pregúntale qué fue lo que le dieron a Rome la primera noche que estuvo conmigo y dile que prepare más. Varias botellas para antes de que salga el sol. Dénselo en el desayuno antes de que partamos.
El camino hacia su habitación se le hizo largo. Saber que tendría a Rome alejado de todos para su placer personal lo emociono. Con una sonrisa entró a sus aposentos, pero el aura oscura le indico que una batalla se acercaba. Cambio su postura y fingió estar molesto. No era momento de mostrar debilidad.
En el fondo de la habitación el Omega lo esperaba con los brazos cruzados. Rome estaba de pie, claramente negándose a tocar su cama. Tan terco como siempre.
—Estoy pensando en una forma para castigarte. —comentó acercándose.
—¿No cree que ya es suficiente castigo la mentira que dijo?
—¿Cual mentira?
—Lo de que soy su consorte. ¿Como pudo decir algo tan grave como eso?
—¿Por qué estas molesto? Eres mi consorte. Después de Lucia, eres quien me apoya y acompaña en las noches.
—¡No! ¡No lo soy! ¡Yo solo soy un objeto para su placer! ¡Yo soy un esclavo! ¡No puedo ser su consorte!
—¿Por qué no?
—¡Porque no quiero! Un consorte debe ser hijo de un funcionario, un ministro o alguien importante. ¿Que ganaría usted conmigo?
—Lo que yo gane es mi problema. Eres mi consorte Rome, acéptalo.
—¡No lo soy! ¡Yo no puedo serlo porque yo no lo amo! —Pick apretó la mandíbula. —Me voy a casar con Din. Mi sueño es mi libertad, no voy a quedarme aquí toda mi vida.
El Alfa lo miro con rabia. Se sintió ofendido y desafiado por el pequeño Omega.
—¿Quieres salir del palacio? Perfecto. Mañana mismo vas a salir de aquí. —Rome palideció.
—¿A dónde...a donde me va a enviar?
—Te enviaré lejos. Lo suficiente para que nadie te moleste y puedas disfrutar de tu ansiada libertad.
—No alteza, por favor no. —Rome se arrodillo a sus pies ante la angustia de lo desconocido. —No me envíe lejos, por favor. Lo siento, lo siento.
—Ese es tu castigo. Tendrás la libertad de vivir solo en el bosque…Bueno, tal vez con serpientes y otros animales.
—Alfa...Alfa no... —El sirviente abrazo las piernas contrarias con desesperación. —Alfa, haré lo que sea, pero no me envíes allá solo. Me da miedo.
—Es tu castigo. —El omega apretó con más fuerza sus piernas. —A menos que quieras que yo te acompañe...
Rome levanto el rostro cubierto de lágrimas y se puso en pie, esta vez abrazándolo por el pecho mientras temblaba.
—Puedo ir contigo si lo deseas. —Pick contuvo su expresión de placer al ver que iba a caer en su trampa —Me vendrían bien unas vacaciones…pero si no quieres yo…
—No me abandones, Alfa…—rogó —Ven conmigo. Acompáñame. Por favor, Alfa. Te lo suplico.
—Está bien. Iremos después de desayunar.
El Emperador agarro entonces su cara y deposito un beso profundo. El pequeño Omega correspondió con ganas. Lo mejor era que el Alfa estuviera contento o se arrepentiría. Jamás volvería a desafiarlo.
.-.-.
La mañana llego más rápido de lo que Rome pensó.
Algunos sirvientes irían además de los soldados que siempre acompañaban al Emperador. Fue guiado a subir al carruaje después de desayunar y espero en silencio al Alfa. Pick entró cuando estaban a punto de salir y el Omega sintió algo extraño.
Un olor extrañamente agradable parecía rondar toda la piel del Alfa más poderoso de la nación. Aspiro con ganas el aire y se encontró con los ojos ajenos. El carruaje inicio su movimiento. Con cada minuto, una sensación caliente se formaba en la parte inferior de su estómago.
—Huele muy bien, Majestad…—Sin contenerse, hablo sonrojándose. —Disculpe, no sé por qué dije algo tan vergonzoso…
El Alfa lo observo de arriba abajo. Sus mejillas estaban rojas y su pecho subía y baja de forma acelerada. Rome se veía excitado.
Pick podía sentir el ligero calor de su celo estar llegando, sobre todo porque el Omega estaba indefenso e ignorante frente a él. Sin mediar ninguna palabra, atrajo su cuerpo para que se le sentara en las piernas y lo beso.
Sus lenguas se encontraron con desesperación. La saliva incluso se deslizo por las barbillas de ambos, un intercambio salvaje. Se separaron respirando muy profundamente y aspirando el olor contrario. Pick jaló la ropa ajena hasta que se deslizo por sus hombros y lo lamio.
Rome abrió las piernas y se acomodó mejor para darle acceso a sus piel. Los jadeos se escapaban de sus labios debido a las múltiples mordidas y chupones.
—Alfa…Alfa me vas a dejar marca…—Gimió rozando sus intimidades —Alfa…hace mucho calor…Me vas a dejar marcas…
—¿Y? Aquí solo estamos tú y yo… —Pick lo empujo hasta la silla de en frente y soltó sus pantalones. Rome encogió y abrió las piernas por instinto.
—Alteza…espere…—Pero no hubo vuelta atrás. La esencia del Alfa cubrió el interior del vehículo.
Para el Omega, fue como si una tormenta de feromonas dominantes se colara en cada partícula de oxígeno que rodeaba su cuerpo. La temperatura subió tanto que empezó a sudar y temblar de forma descontrolada. A pesar de estar despierto, se sintió como soñando. Sus brazos prácticamente se movían solos para arrancar la ropa contraria. La necesidad impetuosa de sentir la piel contraria lo enloqueció.
Y el Alfa estaba igual.
Pick creyó que podría controlarse, pero la ola de celo llego antes de que llegaran a la cabaña. Una venda de color blanco cubrió sus ojos y se perdió en sus instintos. Apenas era consciente de los gemidos y jadeos que Rome dejaba escapar cada vez que arremetía contra su interior.
Fue consciente de que él era quien lideraba los movimientos del sirviente que saltaba sobre su miembro. Algunos mordiscos también eran depositados en su piel y eso solo lo emocionaba más. Se perdió en el placer, yéndose lejos de su humanidad.
Cuando Pick volvió a su mente, se encontraba sentado en uno de los sillones del carruaje con Rome encima de él durmiendo profundamente. Todavía estaba en su interior, pero al parecer en algún momento ambos se habían desmayado.
Miro hacia afuera y no se sorprendió de que ya fuera de noche. Sus olas de celo solían ser largas y placenteras, pero esta era la primera vez que se perdía por completo. Tampoco le pareció extraño que estuvieran fuera de la cabaña completamente solos.
Sus propias feromonas eran tantas que estaba seguro de que ni siquiera los animales se atreverían a acercarse a la casa. Hasta él se sentía atosigado. Fue bueno que alcanzaran a llegar al menos para dejaros frente al lugar.
Empujo el cuerpo de Rome hacia adelante para ponerse en pie y sus piernas temblaron. Lo saco del carruaje cubierto por una sabana y entro en la residencia. Sin importarle lo sucio que estaba, lo deposito en la cama.
Prefería no limpiarlo. Entre más tiempo permaneciera su semilla dentro de Rome mayores posibilidades de embarazarlo existían.
Se acostó a su lado y algunas imágenes llegaron a su mente de las horas previas. Recordó como el sirviente estaba enloquecido por el afrodisiaco y sonrió. Tendría que lograr que volviera a consumirlo. Volvió a dormirse y despertó de nuevo cuando la sensación de algo rozándolo lo asusto.
Con un trapo, Rome se encargaba de limpiarlo.
—Alteza…—Susurró el menor con cansancio —Discúlpeme si lo desperté, no quería que se sintiera incomodo.
—¿Qué haces? Debes estar cansando, ven y acuéstate conmigo. —Rome negó con la cabeza sin mirarlo a los ojos.
—Alteza, ayer usted entró en celo y nosotros…
—La pasamos muy bien —lo interrumpió detallando las múltiples marcas de su encuentro salvaje —Tendré otra ola pronto, deberías descansar. ¿Quieres comer algo? Necesitaras fuerzas. Mande a preparar un té para darte energía vital.
—Estoy bien. Ya comí, le traeré algo a usted, Majestad…
—¿Qué te dije de llamarme de esa forma? ¿Quieres que me moleste contigo?
—Lo siento, Alfa… —Pick suspiro —Voy por tu comida, ya regreso.
Para el Emperador no pasó desapercibido que Rome se veía limpio. Aquello no le gusto. Su instinto dominante le decía que debía volver al Omega preso de su fuego interior. Sin controlarse, camino hasta la cocina y lo arrincono contra una mesa.
—Al…Alfa…despacio…—Jadeo Rome temblando al sentir las feromonas de una nueva ola. —Me vas a partir…
—Eso quiero…—susurro él en su oído y lo levanto.
Miles de sonidos sensuales se produjeron. A pesar de no haber bebido el té, el olor ajeno era suficiente para que Rome se dejara llevar; recibiendo cada golpe y estocada con un grito placentero.
Sin embargo, estar en ese estado no fue impedimento para perderse en la locura. El sirviente vio con miedo como los colmillos del Alfa sobresalían como nunca y tembló asustado. El movimiento fue rápido, pero no lo suficiente para que él no evitara que los dientes de hundieran en su piel.
—¡No! —gritó jalando el cabello ajeno con violencia —¡Alteza no puede marcarme!
—¿Por qué no? ¡Tú eres mío!
—¡No puede! ¡No lo haga! —La intensidad de la ola de celo bajo por las feromonas de Rome que se dispararon hacia él —¡Detente, Alfa!
—Quiero que tengas mis cachorros…—le dijo sobre su cara y Rome rio.
—Es tu celo hablando, Alfa —Susurró agotado —Te arrepentirás de tus palabras…
—Jamás me arrepentiría de darte cachorros…me encantas…
—Prométeme que no vas a morderme y te dejare llenarme entero, Alfa…
Dos segundos pensó Pick antes de cargarlo y lanzarlo contra la cama.
Una promesa es una promesa.
.-.-.
—Alfa, ¿Podemos descansar? Llevamos todo el día y tengo las piernas dormida.
—Está bien, lo siento. —Pick se disculpó y salió de su interior viendo como el semen salía de Rome —¿Sientes calambres? Pon las piernas en alto.
—¿Qué? Esto es raro…
—Hagámoslo juntos…—En la cabecera de la cama, ambos subieron sus piernas. La escena era tan graciosa como extraña.
Y planificada. Todo estaba en la mente de Pick.
Necesitaba embarazar a Rome.
.-.-.
El paisaje de la cabaña era hermoso.
Con el rocío de la mañana, toda la vegetación brillaba dando una vista que parecía una pintura. Debido a que lo habían hecho prácticamente durante todo el día, cuando volvieron a despertar apenas estaba amaneciendo.
Se sentaron en la parte trasera del lugar sobre una manta. El Alfa descansaba apoyado en la pared mientras Rome permanecía recostado en su pecho. Lo único que tapaba sus cuerpos desnudos era una fina sabana.
Aun así, la escena era intima y tranquila. El descanso que ambos necesitaban.
—Entonces no vas a dejar que me bañe…—La voz del Omega se escucho ronca —Ni vas a salir de mi trasero…
—Si te quitas mi olor o mi semilla me volveré loco —El pequeño rió —No es una broma. Me siento muy territorial contigo. —Rome suspiro jugando con una hoja seca que llegó gracias al viento y no le contestó —¿Te gusta la naturaleza?
—Me fascina. —Tomo los brazos ajenos y los apretó contra su cuerpo —Amo las mañanas como esta. El amanecer es mi parte favorita del día. Gracias por traerme aquí, Alfa.
—Puedo construirte una casa igual dentro del palacio. Tal vez en los jardines o…
—No tienes que hacer eso, Alfa —Rome se acomodó en su pecho —No es lo mismo. Prefiero que vengamos aquí varias veces al año. O puedo quedarme aquí solo y….
—Jamás te dejaría…—Un sonrojo cubrió las mejillas del Omega —Haré que planten más vegetación en el palacio. ¿Quieres que haga que te construyan un invernadero?
—¿Por qué usted haría eso? —El corazón del sirviente latía desenfrenado —No tiene que hacerme esos detalles…
—Te has convertido en alguien muy importante para mí…
—Alteza…
—Rome, no puedo pedirte que seas mi esposo, pero si puedo pedirte que seas mi consorte real. La única persona que estará sobre ti será Lucia….
El sirviente negó, apoyándose en el cuerpo ajeno y desvió la mirada hacia una bandeja. En algún momento alguien entró para dejarles alimento mientras dormían.
—Me sorprende que alguien se atreviera a acercarse —Su comentario fue risueño —Huele tanto a feromonas que cualquiera tendría un infarto.
—Vinimos con sirvientes Beta; algunos de mis hombres Alfa son los que les indican cuando pueden pasar. Estoy muy feliz de estar contigo… —El Emperador atrajo la comida y se dedicó a alimentarlo.
Ambos comieron con gusto y dejaron el té hasta el final. Rome lo vio y dudo en bebérselo, pero Pick lo cubrió con sus feromonas relajantes y se lo dio de beber. El pequeño se sintió lleno y calmado, cerró los ojos ante la repentina sensación de calor.
Al parecer, otra ola de calor del Emperador llegaba y lo afectaba.
—¿Te sientes bien? —pregunto Pick —Estas temblando…
—Siento que viene otra ronda, Alfa…
—¿No te parece curioso que puedas sentirlo? Tenemos una conexión muy especial, mi Rome…—La tensión en el cuerpo ajeno le causo gracia —No tienes que ponerte así…
—Alfa…
—¿Entiendes porque te digo que eres mi consorte? —Pick podía sentir como poco a poco el interior de Rome se contraía gracias al brebaje —Tú corazón late tan rápido que me siento halagado, mi Omega.
—No me llame así…por favor…
—Vamos a la cama…—Comento levantándolo del suelo, las pupilas del sirviente le indicaron que estaba fuera de juego —Te sentirás muy bien, mi consorte.
El Omega asintió.
.-.-.
Rome volvió a despertar primero que el Alfa.
La respiración del Emperador era acompasada y tranquila. Él trató de moverse, pero los brazos contrarios a su alrededor de su cintura se lo impidieron.
—Alfa…necesito ir al baño…—dijo en voz baja —Suéltame, por favor…
—Mi Rome, ¿Puedo marcarte? —El sirviente se crispó —Una marca temporal…
—¿Por qué quieres marcarme? No es necesario. Estamos bien en este momento —Rome decidió hablarle como un igual. Era importante dejar su punto claro. —Hicimos un trato en la cocina. Mantén tú palabra.
—Quiero sentirte mío.
—Ya soy tuyo, Alfa.
—Prométeme que siempre estarás a mi lado. —Rome lo miró extrañado —Prométeme que tu y yo estaremos juntos por siempre.
—¿Qué sucede, Alfa? ¿Acaso hice algo para que dudaras de mí?
—Querido, estoy sintiendo cosas por ti.
Un balde de agua fría cayó encima de Rome. Jamás pensó que Pick albergara sentimientos por él. Quiso escapar, pero el agarre del Alfa no se lo permitió. Decidió entonces sentarse en la cama y respirar para controlarse. Fingir que aquello no lo afecto.
—Tú celo esta fuera de control —Evito encontrarse con su ojos —Parecemos conejos, deberíamos descansar. Me gustaría prepararte algo de comer. ¿Salado o dulce?
—No puedo controlarme cuando estoy cerca de ti.
—Necesito que lo hagas, no me he bañado hace dos días. ¿Comida dulce o salada?
—No te bañes, me gusta que mi esencia permanezca en tu interior...
—¡Alfa! —Rome lo regañó sonrojado —No seas tan pervertido....
—¿Debería producir feromonas para que seas igual de pervertido?
—Quiero descansar. Te lo pregunto por ultima vez, ¿Dulce o salado?
—Dame algo dulce… —El Omega asintió a sus palabras y lo alejo de su cuerpo.
El Emperador permaneció recostado mirando al techo. Se sentía exhausto debido a tanta actividad física, pero estaba seguro de que su celo ya había terminado. Fueron tres días salvajes y calientes junto a Rome.
Siempre lo impresionaba la resistencia del Omega. No cualquiera soportaba su celo. Incluso Lucia y las concubinas tenían que turnarse para no desfallecer en su cama los días que perdía la razón.
Rome era increíble.
Y también se estaba tardando.
¿Por qué le estaba tomando tanto tiempo volver con su comida? Pick salió de la cama disparado hacia la cocina y le sorprendió no verlo ahí. Recorrió la cabaña angustiado por la falta del Omega. Afinó sus sentidos hasta que lo encontró en el patio.
El sirviente estaba agachado en medio del jardín. Al parecer masticaba algo que se obligaba a pasar con agua.
—¿Que estas comiendo?
—Ah, Alfa, ¡me asustaste! —dijo poniéndose en pie —Es hierva purpura. Me di cuenta de que había varias ayer que desayunamos aquí.
—¿Por qué estas tomando eso?
—Es anticonceptivo. Tengo que evitar cualquier accidente...
La furia se disparó en el Emperador.
Rome lo enloquecía.
Notes:
Nota de autora: Díganme que no soy la única que el final le dio risa. Tengo que admitir que Amo a Rome jeje.
Nota 2: Todas las hierbas y efectos son nombres inventados. Desconozco si existen realmente, así que no prueben cosas extrañas!
Chapter 19: CAPITULO 19
Notes:
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Chapter Text
La sangre dentro del Alfa se volvió tan caliente que sus poros empezaron a sudar. Rome permanecía frente a él en silencio sin moverse. Pick estaba seguro de que una ráfaga de feromonas dominantes salió de su cuerpo sin que él pudiera controlarlas.
El Omega temblaba ante sus ojos, aturdido por el aura asesina que tomó posesión de todo el ambiente. Dio un par de pasos hasta llegar frente al pequeño y sin medir su fuerza agarro la mandíbula contraria.
—¿Quién te dio permiso de tomar eso? —Preguntó en voz baja amenazante. —Quiero que lo vomites de inmediato.
—Alfa…—el estomago de Rome se contrajo —Yo…no tengo ganas de vomitar…
Sin mediar palabras, Pick metió sus dedos en la boca contraria y presiono la parte posterior de su garganta para inducirle arcadas. El sirviente jadeo asustado por el arrebato y su cuerpo reacciono por inercia cometiendo un acto imperdonable.
Le dio una cachetada al Emperador.
El tiempo pareció detenerse para ambos. Miles de cosquillas se desplazaron por el cuerpo de Rome. Todo se torno tan frio que el sudor de su frente se enfrió rápidamente. La mirada del Alfa junto con su respiración agitada le indicaron que tal vez iba a morir.
—¿Te atreviste a golpearme? —Pick frunció sus cejas con la mirada penetrante mientras que sus puños se apretaron en un intento de autocontrol. —¿Te atreviste a golpear a tú dueño?
—Alteza…Alfa…Alfa…lo siento… —La voz del Omega temblaba. Golpear al Emperador era una falta de respeto tan grande que no existía espacio para el perdón. El cuerpo del hombre parecía hacerse más grande con cada segundo que pasaba.
O él se sentía más pequeño.
—Debería matarte…
No pudo soportarlo. Su instinto le dijo que escapara o realmente seria asesinado. Se dio media vuelta y corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían. No se tomo el trabajo de mirar hacia atrás, lo más importante era encontrar un escondite.
Por supuesto, no pudo llegar muy lejos. Su frente se estrello contra un árbol, al mismo tiempo que sus brazos eran inmovilizados a cada lado de su cabeza. Las lagrimas se deslizaron por su mejilla y mojaron la corteza que estaba frente a sus ojos.
Él no quería morir.
—Lo siento, lo siento…—No tenía ningún sentido forcejear o pelear. —No me mates, Alfa…por favor…yo no quería golpearte…perdón… perdóname Alfa…
—Me estoy hartando de ti…—El susurro de la voz ajena se coló en su oído —He sido muy bueno contigo y tú pareces no verlo.
—Perdóname Alfa, me voy a portar bien. Te lo juro…
—Debería atarte aquí para que tengas una muerte lenta y dolorosa.
—Haré lo que sea, no me mates…por favor…Alfa… —Pick apretó el agarre de sus muñecas antes de girarlo. Rome se encontró de frente con la ira desbordada de los ojos contrarios.
El aliento caliente del Emperador llego hasta sus labios y Rome se preparo para recibir un beso que jamás llego.
—Muéstrame tu cuello —el menor se paralizo. No estaba seguro de si el celo del emperador ya había pasado. Si no era así, aquello sería una marca permanente. Eso lo asustaba. Rome no quería pertenecerle al Alfa más importante de la nación.
Él quería su libertad.
—Alfa…yo…
—Muéstrame tu cuello. —No existía espacio para la objeción en la voz contraria. Era un orden tan clara que desafiarlo significaba la muerte.
Las lágrimas siguieron resbalándose por sus mejillas cuando respiro profundamente y giro la cabeza hacia un lado. Sabía lo que venia y aun así no pudo evitar gritar. La sensación de los colmillos atravesando su piel dolió más de lo que esperaba.
Desde su cuello un relámpago caliente se disparo hacia todo su ser. Cada centímetro de su cuerpo se arqueo tratando de escapar, pero las manos del Alfa lo apretaban tanto que moverse no estaba en sus posibilidades. Era inútil luchar contra la fuerza del Emperador.
Rome pensó que realmente moriría. Dolor, calor y punzadas. Todo se mezclaba estremeciéndolo. Cerró los ojos sintiendo que perdía la fuerza en sus piernas, solo entonces el Alfa lo soltó. Cayó sentado junto al árbol y se llevo las manos hasta el cuello, la sangre se resbalaba hasta su camisa.
Su mente se sentía nublada y confundida. Cada respiración era más pesada que la anterior. Y al mismo tiempo, su instinto le gritaba que, si quería alivio, tenía la respuesta frente a él.
Los ojos amarillos del Alfa hacían un fantástico contraste con la mancha roja alrededor de su boca provocada por su propia sangre. Un líquido carmesí que parecía palpitar tanto como su cuello. Necesitaba calmar la desesperación repentina que le provocaba ver al hombre de pie manteniendo su distancia.
—Alfa…—gimió intoxicado por la cantidad de emociones —¿No vas…No vas a curarme?
—Tú herida se cerrará sola en un par de horas.
—Pero…
—Eres mío, Sirviente. No olvides cual es tu lugar. —Y con aquellas frías palabras, él se marchó. Viendo su silueta alejándose, Rome comprendió que ese era su castigo. No hubo necesidad de golpes o aislamiento, la privación de feromonas era mucho más cruel.
Y dolorosa.
Se quedo ahí por bastante tiempo. Esperando en silencio a que él regresara para consolarlo y curarlo. En su interior, rogó porque el Alfa fuera capaz de sentir su desesperación a través del nuevo vinculo y se compadeciera por su estado debilitado.
La luz del sol fue disminuyendo gradualmente hasta que todo se tornó oscuro y entonces comprendió que él no volvería. Con todo el cuerpo tembloroso por la perdida de sangre y la necesidad de feromonas, el pequeño sirviente se tambaleo hasta la cabaña.
El viento hizo un contraste tenebroso con la oscuridad del lugar que permanecía tan sombrío como frio. Cruzó la puerta y encendió una vela con el fin de lograr ver algo que no estaba ahí.
—Alfa…—susurró con miedo —¿Alfa, donde estas?
Se negaba a aceptar que realmente estaba solo. Con pasos lentos se dirigió hasta la habitación que fue testigo de sus tres días de pasión, viéndola tan fría como el resto de la casa. Dentro de él picó debido al olor del Alfa que todavía quedaba en las sábanas.
Con las manos frágiles sujeto una de ellas y se cubrió. Necesitaba calentarse mientras seguía buscando al dueño de las feromonas que su cuerpo pedía. Sin darse cuenta, pequeñas gotas caían una tras otra de sus ojos.
Era un pequeño rio de lagrimas que se intensifico cuando llegó hasta la parte delantera de la cabaña y cayó en cuenta de que el carruaje ya no estaba. Definitivamente él lo había abandonado.
—¡Alfa! —gritó esta vez con el corazón latiendo acelerado —¿Dónde estás? No bromees, tengo miedo…
Apretó la sabana contra su cuerpo y la llevo hasta su nariz. El olor pudo calmarlo un poco, pero sabía que no era suficiente. Entro nuevamente, tratando de recomponerse. El miedo inundando cada una de sus células.
¿En verdad el Emperador fue capaz de dejarlo solo?
Con la mordida ya era suficiente castigo.
Repentinamente, escucho el sonido de un caballo acercándose y corrió hacia la puerta con la ilusión de que él se hubiese arrepentido de haberlo abandonado.
Se equivoco.
Krist, el fiel servidor de Pick lo observaba con una mueca triste. De seguro el soldado era consciente del sufrimiento que su alma experimentaba.
—¿A dónde se fue mi Alfa? —se sintió avergonzado de preguntarlo de aquella forma, pero su instinto Omega lo dominaba.
—Su Majestad se ha ido al palacio. —Le dolió la realidad. —Tengo ordenes de acompañarte si deseas volver. Si no, puedes quedarte aquí. Puedes cazar un animal si tienes hambre…
—No…—la sensación de necesidad no lo dejaba pensar con claridad —Vámonos…vamos al palacio…Necesito…yo lo necesito… ¿me darás espacio ahí arriba contigo?
—No puedo acercarme a ti ni dejarte subir a mi caballo, pero puedo guiarte en el camino mientras vas a pie.
Ni siquiera se sorprendió. La crueldad del Emperador no era un secreto para nadie.
No supo cuánto tiempo permaneció caminando hasta que llegaron al palacio; lo único que tenia seguro era que las ampollas de sus pies dolían tanto como la marca. Parecía una competencia entre ambas cosas para ver quien ardía más.
Sin dejar la sabana, inspiro el aire dentro del palacio para rastrear la fuente del único analgésico que podía calmar su ansiedad. A pesar de que era muy tarde, sabía que Ryan seguramente estaba despierto y, por consiguiente, el Alfa debía estar acompañándolo.
Aun si su orgullo le decía que no fuera a los aposentos de la Emperatriz en ese estado, su lado Omega lo obligo a moverse. Secó el rastro de lágrimas que salía de vez en cuando y atravesó la puerta que custodiaban los soldados.
La Reina Madre y Lucia se asustaron con su entrada, pero no le dijeron nada. Su apariencia debía verse desastrosa pero no pensó en eso. La imagen del Alfa frente a él cegó todo.
Por primera vez, el hombre le dirigió una mirada dura y fría. Su corazón se contrajo.
—Mi Alfa…—balbuceo caminando hacia él despacio, pero Pick se giró dándole la espalda —Alfa…Alfa…estoy aquí…he venido…Te necesito…
No importaron sus palabras o la forma en que se humillaba. El Emperador ignoro su estado y su dolor. Ni una pizca de feromonas alcanzó su ser.
—Madre, Lucia, me iré a mi aposentos. Nos vemos mañana. —Sin siquiera dirigirle una mirada de compasión, el hombre se aproximó a la puerta. Rome corrió desesperado.
—Alfa…he vuelto…—Repitió temblando mientas sostenía el brazo del mayor. —¿Podemos…podemos hablar?
—No me toques.
No podía ser verdad. El trato frio debía ser una mentira de su cerebro. Avergonzado por el rechazo, Rome apretó la sabana a su alrededor y bajo la cabeza. Cada articulación de su cuerpo se contrajo.
¿Qué iba a hacer sin el Emperador?
El cansancio era grande pero no tanto como las ganas de sentirlo.
—Querido, te ves terrible —Comento Olga acercándose a él retirando la manta que lo cubría. —La sangre… ¿Pick te mordió?
—¿Cual sangre? —pregunto desconcertado forcejeando para que no le quitaran el trozo de tela.
—En tu cuello…tienes sangre seca…—Rome se cubrió avergonzado porque las mujeres se dieran cuenta de su estado. —Supongo que te hizo una marca temporal o de lo contrario no serias capaz ni de levantarte de la cama.
—¿Alteza les dijo a ustedes por qué está molesto conmigo?
—Debe ser por lo desastroso que te ves —dijo Lucia acercándose con una toalla húmeda —Déjame limpiarte.
Más que ayudarlo, la Omega quería ver la marca de cerca. Necesitaba comprobar la verdad. Se veía reciente y no curada, era evidente que era un castigo. Rome caminaba por sus propios pies, por lo que supuso que no era una marca permanente; aun así, era lo suficientemente profunda como para durar meses y controlarlo. Paso el trapo de forma brusca para causar dolor, odiaba que el vínculo entre su marido y el sirviente se hubiese afianzado una vez más. No se detuvo hasta que las lagrimas contrarias se multiplicaron por la fuerza que aplico.
—Mi señora, me duele…—suplicó Rome llorando —Ya basta…por favor…
—Bebe esto para que calmes tus nervios —Comento la Reina Madre tendiéndole un té —Posiblemente Pick te llame más tarde. No puedes verlo viéndote tan alterado…
Aunque no quería, Rome lo bebió. El arrepentimiento llego aproximadamente a los quince minutos. No menciono nada, solo salió de la habitación y se mordió los labios. Su cuerpo parecía estar consumiéndose por dentro por el fuego de la necesidad. La desesperación por las feromonas aumento de cero a cien en menos de un minuto, haciendo que la negativa del Alfa fuera más dolorosa.
Sin tener permiso, llego hasta los aposentos del Emperador y empujo a los soldados, entrando en la habitación donde Pick leía tranquilamente desde la cama.
—Alfa…—jadeo temblando —Perdóname Alfa…
Sin esperar respuesta, se quitó la ropa velozmente y se arrojó hacia el hombre. A pesar de la cercanía de sus pieles, no era suficiente. Dentro de él retumbaba un mar de dolor que solo se calmaría con besarlo.
—Vete. —Sus movimientos se congelaron. —Sal de aquí. No quiero verte.
—No Alfa…no por favor…la marca…me duele…
—¿No dices siempre que quieres ir a tu habitación? Te estoy dando permiso. Vete.
—Alfa…escúchame, yo no quería…
—Sáquenlo de aquí. —Dos soldados tomaron sus brazos y lo expulsaron de la habitación del gran gobernante. Su ropa se estrelló contra su rostro de forma violenta. Su dignidad perdiéndose al ver que al Emperador no le importo que sus hombres lo vieran desnudo.
—¡Alfa! —gritó golpeando la puerta —¡Por favor! ¡Me duele! ¡Por favor!
Por más que gritó nadie abrió. Lloraba con desesperación e incluso se lastimo manos, pero Pick no lo dejo entrar. La sensación de oscuridad y ansiedad seguía. Sentía que perdería la cabeza, necesitaba aire.
Salió al jardín. Todo era culpa del maldito té. Él no era tonto. Sabia que estaba mal desde antes, pero desde que lo probó todo era peor. Emprendió su camino hacia las flores grises que Lucia le había enseñado que producían vomito, encontrándose con la horrible sorpresa de que todas fueron arrancadas.
La furia se desato en él.
¿Por qué tenía que sufrir tanto?
Corrió a su habitación llenó de cólera. Empezó a destrozar todo. Volviéndose loco. El constante palpito en su cuello empeoraba su ira. Gritó y gritó hasta que su garganta ardía tanto como las ampollas de sus pies.
En un ataque de locura, agarro su mesita de noche y la estrello contra la puerta, provocando que algo brillante cayera. La tobillera de Din.
Su novio siempre se lo dijo. El Emperador era un hombre malo.
La impotencia de no haberle hecho caso le grito en la cara. Era un idiota. Un tonto del tamaño del imperio. Tomo el regalo de su amado y lloro incluso más fuerte que antes. Su ausencia dolía.
Pero lo que más le dolía era el rechazo del Alfa. Ese estúpido Alfa que se atrevió a morderlo y negarle sus feromonas. La incomodidad en su pecho volvió a extenderse de forma despiadada apretando su respiración.
Se dio cuenta de que temblaba. Seguramente la fiebre de la necesitad iba a matarlo. El Omega se abrazo a si mismo en un intento de auto consuelo, quería aferrarse a algo. A lo que fuera para reemplazar lo que quería.
Maldito Alfa, pensó.
El instinto de buscarlo apareció de nuevo, gritándole que corriera a su lado. Antes de darse cuenta, la sensación de ahogo lo cubrió. Si no la calmaba, prefería morir.
Sus piernas se movieron automáticamente. Su mente agotada y desesperada indicándole cual era el único lugar en que podría refrescarse. En otras condiciones no se acercaría, mucho menos en la noche, pero nada le importaba.
Junto al palacio, el lago en donde encontró una serpiente lo saludo. El viento frio de la madrugada no era capaz de calmar el calor, por eso no dudo y se arrojo al agua.
El impacto helado contra su piel caliente se comparaba con varias agujas clavándose.
Y al mismo tiempo, adormeciéndolo.
Por fin pudo calmarse.
.-.-.
El Emperador caminaba de lado a lado. Su pecho se apretaba con cada minuto. Si era honesto, incluso podía sentir su paladar picar con ansias de volver a morder a Rome. Dentro de su cuerpo las feromonas acumuladas lo quemaban. Quería liberarlas para complacer al sirviente, pero al mismo tiempo deseaba que sufriera más.
Nadie que lo hubiese golpeado vivía para contarlo y, sin embargo, Rome todavía respiraba.
—¿Dónde está? —preguntó sintiendo sus manos comenzar a picarle. A pesar de no ser él marcado, su instinto le pedía calmar al Omega.
—En su habitación. Dicen que está destrozando todo, al parecer el anhelo lo esta volviendo loco.
—¿Le dieron el té? —Pick observó al hombre sintiendo cada vez más tensión en sus músculos.
—Si, Alteza. La Reina Madre prácticamente lo obligo a tragarlo.
—Debe estar queriéndose arrancar la piel —A pesar de que fue su plan, en su interior se sentía molesto consigo mismo —¿Arrancaron las flores también?
—Por supuesto. Creímos que iría a donde la Emperatriz o la Reina Madre, pero se recluyo en su habitación.
El Alfa asintió a las palabras contrarias y camino de un lado a otro. Estaba empezando a desesperarse. La duda de cuanto más tiempo debía soportar el castigo hacia el mismo por no haber matado a Rome bailaba en su mente.
¿Por qué le perdono la vida? ¿Tanto lo adoraba?
Había marcado a Rome casi que por instinto. Él sabía que su celo estaba terminado, pero eso no significaba que la marca fuera superficial. Era una forma de control y advertencia de pertenencia. El vínculo que se formó entre ellos lo estaba lastimando. Quería a Rome.
Y lo quería de inmediato.
Lo adoraba tanto que no podía hacerlo sufrir más.
Sin contenerse, corrió hacia la habitación de su sirviente. El desastre en el interior le demostró que ciertamente el Omega había perdido la cabeza.
Y él estaba a punto de hacerlo porque Rome no encontraba en medio del desorden.
—¿Dónde está? —preguntó quitándole la espada a Krist —¡Dijiste que estaba qui!
—Lo dejamos aquí, Alteza. Se lo juro…
—¡Búsquenlo! ¿A dónde pudo haber ido? ¿¡Por qué le quitaron los ojos de encima!?
—Usted dijo que no lo siguiéramos para que se sintiera solo…
—¡No me contestes! —Sus dientes ardían, necesitaba sentir la piel del Omega pronto —¡Despierten a todos! ¡Él no puede desaparecer!
La furia del Alfa levanto a todos. Por más que buscaran, no existían pistas del paradero del Omega. La noche fría estaba a punto de terminar y el olor de Rome no podía percibirse.
—Alteza, me pareció ver a alguien caminando hacia el campo de entrenamiento. —Pick tuvo un mal presentimiento con las palabras de un jardinero.
Por su mente jamás se cruzó la idea de que el Omega fuese a el lugar donde él había ordenado que liberaran serpientes. Su plan era que Rome tuviese tanto miedo que se alejara de los soldados. ¿Por qué no se ocurrió que la terquedad seria tanta?
Devastado por la estupidez de su propia ignorancia, corrió hasta el lago del gran campo. A lo lejos, vio un bulto flotando. No tuvo que pensarlo dos veces.
El traje verde era bastante característico.
—No…—Gimió asustado y se aproximo al agua. El frio contra sus poros dolió casi que, desgarrándolo, pero no fue tan fuerte como la angustia de ver a Rome con el rostro bajo el liquido congelado. —Mi Rome. Mi Rome, abre los ojos…
A pesar de los llamados, el chico permanecía inconsciente. El Alfa bombeo su pecho varias veces, viendo como el agua salía de la boca y la nariz contraria. No podía perderlo. No estaba en sus planes hacerlo.
Incluso la herida del cuello se encontraba abierta y sangrante. Se sintió estúpido. El arrepentimiento recorriendo cada centímetro de su ser. La luz del amanecer pego en el rostro pálido de Rome, demostrándole que gotas de agua caían sobre su piel.
El Emperador estaba llorando.
Lágrimas de remordimiento. Un remordimiento que pensó que acabaría en una tragedia hasta que Rome tosió y vomito una gran cantidad de agua. El sirviente fue puesto de medio lado mientras escupía hasta la ultima gota.
Pick permaneció estático. Esperando a que la respiración contraria se normalizara; solo entonces, libero una gran cantidad de feromonas. El pequeño Omega sintió una ola de calor distribuyéndose por todo su cuerpo.
Su mente estaba confundida. No entendía nada más que la sensación de los brazos del Alfa junto con el cuerpo del más grande temblando.
—¿Intentaste matarte? —Escuchó aquella pregunta en su oído, pero no respondió ni correspondió el abrazo. —¿Por qué entraste al agua? ¿Tanto me odias?
Todo volvió a él.
Aspiro con gusto las feromonas que lo rodeaban y se recostó en el pecho ajeno cerrando los ojos exhausto pero finalmente aliviado.
—Si mi Alfa no me da de su esencia…no voy a quedarme…con los brazos cruzados…—A pesar del cansancio, Rome seguía molesto. —Tengo que encontrar alivio si no me lo das…
—¿Qué estas diciendo? —El Mayor lo empujo tomándolo de los hombros —¿No te das cuenta de que pudiste morir?
—Y morir por tú culpa, que no es lo mismo…
—¿Cómo te atreves a decirme algo como eso? ¿Acaso no entiendes lo preocupado que estoy por ti?
—No es mi culpa que mis palabras te duelan —El Omega notó las lágrimas y sujeto el rostro contrario con una sonrisa —Tú me marcaste, ahora hazte cargo.
La mueca burlona en el rostro del sirviente lo enfureció, pero al mismo tiempo, lo calmó. El Alfa se sentía dichoso de ver que Rome indirectamente estaba aceptando su marca. Sin disimular su repentina felicidad, el Emperador lo levanto en sus brazos y lo acuño en su pecho.
Si Rome quería sus feromonas, él se las daría.
.-.-.
La cantidad de sol que se colaba por las ventanas indicaba que ya había pasado más de medio día. El Omega se arremolino dentro de sabanas sintiendo el calor de su compañero. Abrió los ojos con pesadez y se encontró con la mirada del Alfa.
—¿Dormiste bien? —dijo Pick con voz adormilada —Hoy tenemos el día libre, fue una noche caótica…
—Hable por usted, yo tengo que cuidar de Ryan.
—Quédate conmigo…
—Sé que casi muero anoche, pero no es necesario que me trate amablemente, Alteza… —El Emperador frunció el ceño con rabia y saltó encima del sirviente —¿Qué? ¿Vas a morderme?
—¿Por qué sigues jugando conmigo? —La voz del hombre resonó gravemente —Los Omegas deben ser dóciles y educados. Deja de negar tu naturaleza.
—Si no le gusta puede dejarme en paz. Con gusto iré a darme un baño en el lago…—Su intento de pelea fue interrumpido. Sin ningún tipo de delicadeza el Alfa tomo sus labios. Rome trato de luchar, pero las feromonas que se dispararon contra él lo debilitaron.
En cuanto se separaron, El Alfa entrecruzó sus manos y se acerco a su cuello. El sirviente contrajo su cuerpo al sentir los dientes penetrar su piel sin previo aviso. El dolor de la marca cruzo profundamente su ser, pero fue reemplazado luego por placer.
Las lamidas curativas del Emperador se sentían muy bien. Ese era el orden de las cosas. Cualquier Omega deseaba que después de la marca vinieran mimos. Caricias como las que el hombre le proporcionaba.
Rome se perdió en la sensación placentera, jadeando y acercando más la lengua contraria a su piel. Un estado de éxtasis nubló sus sentidos, llevándoselo lejos de la actitud desafiante que se había propuesto.
—No te atrevas a irte nunca —Susurró Pick mirándolo desde arriba —Tú eres mío…
Rome entrecerró los ojos volviendo en sí. La noche anterior en el lago se juró no volver a confiar en el hombre mayor; aun así, ahí estaba cediendo otra vez.
—Dilo Rome, di que eres mío —Repitió el Alfa apretando más su agarre —Dímelo.
—¿Qué tiene de bueno ser tuyo si me abandonaras cuando se te dé la gana? —A pesar de que su piel ardía de deseo, el Omega se resistía a complacerlo por completo —Prefiero pertenecerme solo y exclusivamente a mi…Bueno, tal vez a Din.
—¿Acaso crees que esto es un juego? —gritó Pick deslizando una pierna entre las del Omega, exponiendo la dureza de su intimidad. —Porque si eso crees, estas perdiendo.
El menor se burló y libero sus feromonas rozándose contra la extremidad contraria.
—¿Perdiendo? No me haga reír, Alteza. —Se sentía expuesto, pero su testarudez era más grande —No soy yo quien luce desesperado…
—Estas jugando con fuego…—Pick libero sus feromonas, provocando que las mejillas de Rome se volvieran rojas. La humedad en su parte inferior dejaba claro que estaba excitándose —No olvides que tienes mi marca. Me perteneces.
—Y usted me pertenece a mi… —Siguiendo su ejemplo, el sirviente liberó gran cantidad de su propia esencia. Disfrutando como el Alfa comenzaba a respirar agitadamente, necesitándolo también.
Los labios del Emperador volvieron a su cuello, besando con fuerza la marca recién cicatrizada. Aquel toque provoco que otro gemido involuntario dejara sus labios, estaba seguro de que pronto se perdería.
—Alteza…—suspiró casi que ahogándose —Si vas a hacerlo…házmelo bien.
El desafío fue todo lo que el gobernante necesito. De un solo jalón retiro la ropa del sirviente y lo hizo suyo. La necesidad imperiosa de demostrar su dominio cubrió cada espacio de su mente.
Y, aun así, ambos sabían que Rome fue quien ganó.
Notes:
Nota de autora: Hola! Ayer no pude subir el capitulo, pero aquí se los traigo!
¿Qué tal les parece la actitud de Rome? Tengo que admitir que DISFRUTO como no tienen idea de cuando es terco jaja Les gusta o no?
Gracias por leer, besos!
Chapter 20: CAPITULO 20
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
A la hora de la cena se atrevieron a salir. Llevaban horas degustándose de la piel y de los gemidos ajenos. Necesitaban tomar aire. Sobretodo Rome que se sentía estúpido por volver a caer en las garras del Emperador.
Deseaba mantener distancia.
El problema era que aquello era difícil con Pick sujetando su mano por todo el palacio. Ser arrastrado hasta la habitación de la Emperatriz no estaba en sus planes; mucho menos la mirada incrédula de todos los súbditos. Algunos incluso reverenciaban su paso.
Solo en ese momento Rome fue consciente de los acontecimientos recientes. Él no se detuvo antes a pensar en que todos lo consideraban el consorte real. ¿Cómo pudo olvidar algo tan importante?
—Alteza…—Aunque intentó liberarse, el agarre del Alfa era muy fuerte —Suélteme, por favor. Todo el mundo nos está viendo.
—¿Y cuál es el problema? Que nos vean. No quiero soltarte o podrías caerte, te recuerdo que tus pies siguen heridos.
—Si usted no me hubiera hecho regresarme caminando no tuviera ampollas. —Rome suspiro —Además, el doctor me los vendo muy bien. Puedo caminar sin necesidad de apoyo.
—Tú mano y la mía se ven perfectas, mi Rome. No entiendo por qué te molesta que otros nos observen…
—Pueden hacerse ideas equivocadas, Alteza. Todavía no hemos aclarado que yo no soy su consorte.
—Eres mi consorte, Rome. —El chico detuvo sus pasos y le dirigió una mirada estupefacta —¿Por qué reaccionas así? Vas de mi mano y llevas mi marca. Acepta tú lugar.
—No lo soy…—Jadeo al ser jalado nuevamente —Alteza, no soy su consorte. Deje de decir eso. La Emperatriz puede molestarse si usted continúa jugando de ese modo.
—Mañana en la mañana deberías llevar a Ryan al jardín, mi madre plantó unas flores hermosas…
—No me cambie el tema. No me gusta cómo me ven todos, es incómodo. Además, yo no puedo ser su consorte. Puede subir de rango a alguna de las concubinas, ellas son hermosas e inteligentes…
—Siempre me ha impresionado lo incapaz que eres de darte cuenta de tu propia belleza. —El Omega se sonrojo y bajo la cabeza, ya estaban afuera del aposento de Lucia —Ninguna de ellas se compara contigo. Nadie tiene la magia que tú posees, mi Rome.
El Emperador se apodero de su rostro y lo besó profundamente. Para el pequeño sirviente fue tan repentino como placentero. Su corazón latió fe forma ansiosa y anhelante. Tal vez más tarde volverían a tener otro encuentro.
Su propio cuerpo le pedía sentir la esencia del hombre.
—Alfa…—suspiró separándose —Vamos…vamos a ver al Príncipe…
Pick le mostró una sonrisa y volvió a entrecruzar sus manos. El sirviente esta vez no opuso resistencia, el temblor delicioso que azotaba su cuerpo no lo dejaba ni pensar. No entendía por qué las palabras contrarias se sentían tan bien.
—Querido…—La reina Madre los saludó —Bienvenido Rome, me alegra verte mejor.
—Gracias, mi señora…—Para él, no pasó desapercibida la mirada enfurecida de la Emperatriz —Buenas noches, Alteza Lucia. ¿Cómo se encuentra?
—Bien. Ven y toma a Ryan, te ha llorado todo el día…
No era un secreto. El pequeño bebé adoraba a Rome y no se calmaba hasta que él lo acurrucara en su pecho. Las minúsculas manos se aferraban débilmente a su camisa, casi que como con miedo de perderlo. Definitivamente era hijo de Pick, el niño también amaba sus feromonas.
—¿De verdad estabas llorando a este feo Omega? —susurró Rome moviendo al infante de un lado a otro —Deberías tener miedo de mi fea cara…
A pesar de hablar muy bajo e incluso reír con sus propias palabras, el Emperador fue capaz de oírlo y se sintió molesto. Odiaba lo poco que el Omega se apreciaba a sí mismo.
—Es bueno que no le mientas —dijo Lucia con una sonrisa —Es fundamental que desde pequeño sepa diferenciar de lo fino y lo corriente. En tu caso, de lo que es deforme.
Los labios de Rome se apretaron con disgusto. No era la primera vez que alguien le hablaba de manera despectiva pero que lo hiciera la Emperatriz fue doloroso. Él justificaba sus acciones debido a los celos de su cercanía con Pick, sin embargo, eso no significaba que no le doliera.
—La única verdad es que te ves hermoso con él en brazos —comento el Alfa llegando a su lado para jalar su mentón hacia un lado con el fin de besar la cicatriz —¿Conoces el arte de Kintsugi? —el pequeño negó lentamente sin separarse de los labios que rozaban su piel —Es cuando tomas una cerámica rota y la reparas con oro. En vez de esconder las fracturas o cicatrices, se resaltan para darles un nuevo valor. Se vuelve una pieza incluso más importante que una cerámica perfecta y sin historia.
El corazón de Rome volvió a agitarse con la declaración. Indirectamente, Pick le estaba diciendo que era bello. El hombre que conocía su pasado no lo miraba como menos.
—Más tarde celebraremos tú resiliencia…—Volvió a hablar el Alfa esta vez mirando con burla a Lucia y su rostro ofendido —Me causa inmensa felicidad tu peculiaridad…
La escena era íntima y romántica. Hasta el pequeño Ryan miraba embobado los besos superficiales que el Emperador dejaba una y otra vez en el rostro contrario. Aquello era un espectáculo de dos personas enamoradas en todo el sentido de la palabra.
Solo que la verdad era más manipuladora y oscura que una simple historia de amor.
—Hijo —La Reina Madre los interrumpió —He preparado un nuevo té para Rome. Como lo vi tan mal ayer, le pedí instrucciones al médico para que el brebaje le ayude a subir su energía vital.
El calor de la taza humeante le trajo malos recuerdos al sirviente. En un principio no lo notó, pero después de ayer, era bastante claro que lo que le daban no era solo un té. La marca que compartía con Pick lo sensibilizaba a sus feromonas, pero aquel maldito té lo volvía loco por su presencia.
No estaba imaginándoselo. Eso realmente lo estaba manipulando.
Cuando Pick no estaba y le daban el horrible brebaje la ansiedad lo mataba. No era casualidad ni por necesidad. Algo se sentía fuera de lugar. Él no era tonto y tampoco pretendía dejarse condicionar.
—Gracias, Alteza. Más tarde me lo beberé —contestó con una falsa sonrisa —Voy a alimentar al Príncipe primero.
—Yo me haré cargo de él —Pick se acercó a retirar el niño de sus brazos. —Siéntate y disfruta de la bebida caliente. La noche está empezando a ponerse fría.
Por supuesto. El Alfa también era participe. La rabia subió por cada una de sus venas, pero respiro profundamente para controlarse. Se recordó a sí mismo las palabras de Din. No debía dejarse confundir por las bellas palabras. No era más que un esclavo para ellos.
—Gracias —Tomo la taza y apenas mojó los labios con el líquido marrón—Esta bueno, mi señora. Gracias.
—¿Sí? ¿Te gusto? —Él asintió —¿Está muy dulce o tiene buen sabor?
—Esta perfecto…—volvió a fingir beber —Es agradable el calor que recorre mi garganta.
—¿De verdad? —Olga se burló —Si la bebida cruzara tus labios te creería, pero eres un pésimo actor. Bébelo. Quiero ver el fondo de la taza.
Rome se tensó. No era solo la Reina Madre, todos estaba atentos a sus acciones. El problema era que él no quería sentir el efecto desagradable de hormigueo recorrer su cuerpo junto con el calor abrazador que cortaba su respiración.
No permitiría eso.
—Mi señora, ahora mismo estoy lleno. Muchas gracias, pero…
—Rome, ¿estas llevándole la contraria a mi suegra? —Lucia comento con voz seria —No creas que por tocar un poco de oro eres igual de brillante. Sigues siendo una vasija para el uso de tus dueños. Bébelo.
—¿Y si no quiero? —un jadeo escapo de la boca contraria —No me voy a tomar eso.
—¿Perdón? —Esta vez fue Olga quien indignada caminó hacia él —¿Qué estás diciendo?
—¿No me escucho, mi señora? No voy a beberme sus brebajes. Estoy harto. No sé porque lo hace, pero me rehúso a que me sigan manipulando con ellos.
Pick apretó la mandíbula mientras afianzaba su agarre al bebé. Era cuestión de tiempo para que Rome se diera cuenta y lo sabía, solo no esperaba que fuera tan rápido.
La carcajada de la Reina Madre le dejo muy en claro que sus suposiciones eran correctas. Rome quería llorar de la impotencia. Nunca debió confiar en aquellas mujeres.
—¿Por qué…por qué me hizo eso? ¿Por qué jugar con mi dolor? —dirigió su mirada a Pick. —¿Fue divertido verme loco por usted? Creí que me apreciaba. Jamás pensé que me odiara tanto, su Majestad.
El Emperador tenía dos opciones. Volverse victima o victimario.
Y por supuesto, él jamás se rebajaría.
—Tú mismo te lo buscaste —dijo cínicamente —Si te portaras bien, no tendría que obligarte a que te arrastres a mis brazos.
El pecho de Rome se apretó, esta vez con el dolor de la traición. Le costaba procesar que todos se habían aliado para controlarlo. Lanzó la taza al suelo con rabia sin importarle que se rompiera en pedazos. Uno de los fragmentos salió volando y corto su tobillo. La sangre fluyo de la herida al mismo ritmo que varias lagrimas se deslizaban por su rostro.
—Nos vamos —El Alfa agarró su mano después de entregar a Ryan —No quiero que te hagas daño.
—¡No me toque! —se quitó con brusquedad, aunque se arrepintió al segundo. Las feromonas dominantes del Emperador se liberaron, provocando que sus piernas temblaran. Estuvo a punto de caer al suelo, pero fue cargado por el hombre.
—Madre, Lucia, buenas noches. —Sin esperar respuesta, Pick salió del lugar con un Rome lloroso en sus brazos. Estaba molesto por como sucedieron las cosas.
Durante todo el camino permanecieron en silencio. Solo solos sollozos del sirviente se escuchaban, haciendo eco en los pasillos.
—¿Por qué? —gimoteo el pequeño —¿Por qué me hace esto?
—Te dije que estoy sintiendo cosas por ti. Perdóname por tratar de que nos uniéramos más —La respiración del Omega se volvió pesada. —Te tengo mucho aprecio, Rome. Eres mi consorte después de todo.
—¡No lo soy! —gritó enfurecido y logró bajarse cuando estaban en la habitación —¡Usted es el Emperador! ¡No puede estar conmigo!
—¿Por qué no?
—¡No voy a quedarme toda la vida en este palacio! —gritó desesperado —¿Cuántas veces debo decírselo para que me entienda?
—Cuando Ryan crezca me retirare para irme a la cabaña contigo. ¿No es eso lo que quieres? Seremos libres en la naturaleza, Mi Rome.
El sirviente lo miró con incredulidad y comenzó a reírse. Su mente se negaba a procesar las delirantes palabras que salían de la boca contraria.
—Usted de ha vuelto loco…
—¿Entonces qué es lo que quieres? —Pick dio varios pasos hasta acorralarlo contra la cama —¿Cuánto más debo esperar para que aceptes tus sentimientos por mí?
—¿Sentimientos?
—¿Crees que no me doy cuenta de cómo me miras desde que salve tu vida? —El sirviente abrió los labios para contestar, pero no lo hizo. —Mi madre empezó a manipular tu bebida desde hace apenas una semana. ¿Me vas a decir que desde antes no estabas teniendo los síntomas de que me reconoces como tu compañero? Ella y yo solo queremos que seas sincero contigo mismo. Me quieres, Rome.
—No…yo no…
—Me quieres. —Aquello era una confirmación a los mayores miedos de Rome—El té solo potencia lo que sientes. —Mintió descaradamente. —Si no tuvieras ninguna emoción por mí, ese liquido no te hubiera hecho ni cosquillas.
—No, Alteza…—El Omega no se atrevía a mirarlo —Eso no es verdad…yo…yo…
—Yo también te quiero —Pick lo abrazó para susurrar en su oído —Perdóname por mis errores. Todo fue culpa de las palabras de mi madre. No volverá a pasar, mi querido Rome. Te daré el tiempo que necesites para aclarar tu interior.
—Pero mi señor…Yo estoy en una relación con Din…él es mi pareja.
—Puedo esperar hasta que termines con él. —El Omega podía ver el anhelo profundo de los ojos contrarios —Te esperare, mi querido Rome.
—La vida es muy corta para que se ate a mí, Su Majestad. Solo soy un…
—Un hombre obstinado —Una burla dejó los labios del Emperador mientras los unía a los del sirviente —Continuemos esta conversación después. No tienes que volver a tomar nada raro, Mi Rome.
Aunque quisiera negarlo, era imposible ignorar la conexión entre ellos. Desde que Pick salvó su vida en la emboscada de Odarude, todo era diferente. Estaba más sensible y necesitado. ¿En verdad estaba enamorado? ¿Las palabras de su amiga eran reales?
Su amiga le daba el té.
¿Acaso ella sabía de la manipulación? ¿Lo había traicionado?
—Alfa… ¿Puedo ir a ver a Emma? —preguntó incapaz de continuar junto al hombre con tantos pensamientos en su mente—Por favor, Alfa…
—¿Vendrás de regreso a mis brazos? —él afirmó con la cabeza —Puedes ir. No tardes o me molestaré contigo. No hemos cenado. Te espero para comer, mi Omega.
¿Realmente el Emperador sentía cosas por él?
Pick dijo que lo amaba.
¿Era cierto?
Y él… ¿lo amaba también?
.-.-.
Porsche sabía que la primera acción que Rome haría cuando se enterara seria ir donde su amiga. Se apresuro en ir donde la Omega que lo volvía loco para advertirle. Con eso ganaría puntos con la chica que jugaba con su corazón.
—Buenas noches, General. —Ella lo saludó con una sonrisa picarona y se sentó en la cama —Creí que no lo vería hasta dentro de un par de horas. ¿Salió temprano del entrenamiento?
—Tengo que contarte algo importante —dijo con el rostro serio, por lo que Emma se tensó —Rome ya sabe lo del té. Seguramente vendrá pronto a verte.
—¿Qué? ¿Cómo que ya lo sabe? ¿Quién se lo dijo? —Porsche le contó lo que uno de los soldados atestiguo en la recamara de la Emperatriz —Dios mío. ¿Qué voy a hacer? ¿Debería intentar evitarlo por un tiempo?
—No creo que puedas hacerlo…—El Alfa aspiro el ambiente de manera profunda —Debe estar aquí en un par de minutos. Viene en camino.
—¿Como lo sabes?
—Nosotros los servidores de Su Majestad estamos entrenados para reconocer su olor en el campo de batalla. Aquí en el palacio, es fácil detectar sus feromonas, sobre todo si él las aplica de forma obsesiva en alguien como Rome. Tu amigo huele bastante al dueño de su ser.
—¿Entonces yo huelo a ti?
—Todavía no soy tu dueño, pero si me lo permites con gusto lo haré.
Emma se sonrojo por las palabras contrarias y se acercó para darle un beso. Se estaba enamorando del hombre y al parecer él también la quería.
—Actúe conmigo, General…—susurró sobre el rostro contrario y espero hasta que la puerta empezara a abrirse lentamente —¿¡Cómo pudieron hacerle eso!?
Rome detuvo su entrada, paralizándose debido al grito.
—¿Cómo se atrevieron a lastimar a Roró? —La voz de la Omega era alta y llorosa —¡Me hicieron darle ese veneno! ¡Si yo hubiera sabido eso jamás se lo habría llevado!
La omega se arrojó al suelo llorando con desesperación. Porsche estaba tanto aturdido como sorprendido pero el olor le indicaba que el otro sirviente ya estaba en la puerta. Jugar era divertido.
—Yo tampoco lo sabía, Emma. Acabo de enterarme. —E incluso ayudaría a su amigo —Ni siquiera Pick estaba enterado. Todo fue un plan de la Reina Madre. No llores, querida…
Emma contuvo una carcajada al ver la sombra de su amigo sin moverse. Todo estaba saliendo bien.
—¿Cómo esta Roró? ¡Tengo que ir a verlo! Él es mi amigo, Porsche. ¡Déjame ir!
—Querida, él esta con Su Majestad. Debes ser paciente…
—¡Entonces déjame ir donde la vieja bruja! ¡Quiero golpearla por hacerle daño a mi Roró! —Porsche la abrazo con fuerza, conteniendo el cuerpo ajeno.
Era imposible ignorar el llanto desesperado de la omega. Rome ya había escuchado suficiente. Su amiga era inocente, no podía molestarse con ella. No queriendo interrumpir la íntima escena, se dio media vuelta para volver con el Alfa.
—Se está alejando…—Habló en voz baja el General —¿Quieres que lo traiga para que aclaren todo?
—Hoy no. Mañana hablaré con él y volveré a llorar. Gracias por ayudarme…
—¿Solo gracias? Creí que mis acciones me darían un premio más grande que simples palabras…
Emma le mostro sus dientes y lo empujo hasta que cayó al suelo. Con velocidad se montó en la cadera del hombre y deslizo la túnica que cubría su cuerpo.
—Yo también quiero un premio. —Porsche negó con la cabeza mientras sonreía.
Amaba a Emma.
.-.-.
Rome no durmió bien.
Millones de pensamientos seguían rondando en su mente, causando que se sintiera culpable. Aspiro profundamente y el olor del Alfa cruzo sus fosas nasales, recordándole que estaba a su lado.
¿En verdad lo amaba? ¿Lo veía como su compañero?
El calor en su piel continuaba, deseoso por sentir las feromonas contrarias. Él era consciente de que la marca sobre su cuello tenía mucho que ver con las cosquillas que provocaba el mayor, aun así, seguía dudando de que era real y que no lo era.
—¿Hoy vas a trabajar? —pregunto Pick compartiendo un beso mañanero —¿O vas a quedarte aquí? Puedes descansar, querido.
—¿Puedo recorrer el palacio? Ayer no pude hablar con Emma.
—¿Iras a visitarme en la oficina cuando termines? —Rome asintió lentamente —Entonces te esperare. Se un buen chico. No hagas que tu Alfa se moleste.
El Omega odiaba con todas sus fuerzas ser tratado de esa forma. No le gustaba ni un poco que lo manejaran y le ordenaran que hacer. La guerra entre su mente y los deseos instintivos de su cuerpo parecía no tener fin.
Necesitaba hablar con Emma.
Su amiga se encontraba en el jardín, limpiando la maleza cuando él se acercó. En cuanto sus miradas se encontraron, la Omega corrió hacia él y lo abrazo. Era imposible reprocharle algo cuando la chica lloraba evidentemente por el remordimiento.
Rome suspiro derrotado y correspondió la caricia.
—No estoy molesto contigo…—dijo sobando la espalda contraria —Sé que no lo sabias. Tranquila.
—Roró…Me siento tan culpable. Te estaba haciendo daño, perdóname. Yo no quería…yo…
—Eres mi mejor amiga, Emma —Él continuo con los movimientos —Sé que nunca me harías daño a propósito. Ambos sabemos que la Reina Madre no es una buena mujer.
—Eres el mejor, Roró. ¡Te quiero mucho! —Ella lo agarro para llevárselo lejos de los ojos curiosos —¿Cómo te sientes? Supe que el Emperador te marcó. ¿Debería llamarte Señor Consorte?
—Vuelve a llamarme de esa forma y te juro que voy a hacerte una cicatriz peor que la mía —Su amiga soltó una carcajada —Lo digo enserio. No me llames así. No soy el consorte. Soy un sirviente igual que tú.
—¿Por qué no quieres ser el Consorte real? Tendrás lujos y comodidades toda tu vida…
—No quiero porque eso implica vivir aquí toda mi vida. En algún momento el Emperador se aburrirá de mí y yo quedare recluido junto con sus concubinas. No deseo eso para mí, Emma.
—Roró, eres tan dramático. Alteza te quiere. Deberías ceder a sus deseos.
Él vio que ella tenía una marca roja en el cuello y decidió cambiar el tema.
—Emma, ¿Te divertiste anoche? —La mujer se sonrojo —¿Con quién? ¿El general?
—Como si no lo supieras… —La Omega se mordió la lengua dándose cuenta de su error —Me refiero a que supongo que el Emperador te lo conto…
—¿Estas en una relación con él?
—Nos estamos conociendo. Sabes que no me gusta involucrarme con la guardia real. —dijo alzando los hombros para quitarle importancia —En cualquier momento se enamora de alguien importante y me deja. Solo disfrutamos teniendo sexo.
—Cuando le cuente a Din se va a morir de la risa —Rome rasco su cuello sintiendo necesidad repentina —¿Lo has visto? No he revisado los registros así que desconozco si ya volvió.
—Hace dos días —Emma desvió la mirada hacia el horizonte —Se fue esta mañana. ¿No te encontraste con él?
Rome quería llorar. Se sentía decepcionado al saber que su pareja no lo buscaba. Algo tonto como preguntarle a su amiga era suficiente para que acordaran un encuentro, pero parecía que él era el único interesado.
¿En verdad él tenía a otra persona? ¿A dónde se fueron los años de su amor?
—¿Sabes Roró? Pienso que deberías mirar hacia adelante. Es más que obvio que Din ya no está interesado en ti, en cambio, su Majestad vive y respira por ti. ¿Enserio no lo notas?
—¿Tú crees que un hombre tan poderoso como él me quiera de verdad?
—¡Por supuesto! —la Omega agarró sus manos —El Emperador quiere que seas su consorte. Puedes ser feliz a su lado, Roró; incluso, puedes darle un hijo. ¿Te imaginas lo afortunado que serias? ¡Nunca tendrás ninguna necesidad en tu vida!
—Emma. Para ti… ¿La libertad no significa nada? ¿Nunca has pensado que estar bajo los brazos de un hombre tan poderoso puede ser perjudicial para ti?
—¿Por qué sería perjudicial?
—¿Sabes que hay enfermedades que se pasan de generación en generación? —La chica asintió sin comprender a qué venían sus palabras —Yo…no quiero seguir el mismo patrón…
—No entiendo. ¿Estas enfermo? ¿Qué tienes? —Rome sonrió ligeramente, perturbándola —Roró, cuéntamelo. ¿Qué tienes?
—Hace mucho tiempo…—Su voz sonaba suave mientras comenzaba su relato mirando al cielo —Nació una Omega. Ella no era particularmente bella ni agraciada, pero de alguna manera logró volverse concubina de un príncipe. Al principio fue como todas, pero de un momento a otro…él pareció obsesionarse con ella.
La brisa corrió entre ellos. La pequeña sonrisa nostálgica en los labios de su amigo le indico que aquella historia tenía una gran importancia.
—El Emperador de esa época era bastante malo con su hijo, el príncipe, por lo que él se desquitaba con sus concubinas. Muchas Omegas perecieron, pero ella, fuerte y valiente, nunca se rindió. De algún modo, descubrió que sus feromonas podían calmar la ira de ese hombre y lo uso a su favor. ¿Quieres saber lo que le paso?
—¿Qué? —Emma se sentía incomoda, pero no podía evitar la intriga —¿Qué le hizo el príncipe?
—La encerró. No quería que nadie la viera ni disfrutara de lo que era suyo; Ella quería e incluso intento escapar, pero eventualmente quedo embarazada. Aislada de todos, se dio cuenta de su estado cuando sintió los movimientos en su interior. ¿Tienes idea de lo asustada que debió estar? Sola y con un bebé, él sabía que no huiría.
—Y… ¿Tuvo al niño?
—Por supuesto. El Príncipe se convirtió en Emperador el día que ella dio a luz, por lo que no fue a verla. La Omega creyó que todo mejoraría, pero lo primero que hizo ese hombre fue quitárselo.
—¿Lo mato? —Una sensación desagradable subió desde el estómago de Emma. —¿Mato a su propio hijo?
—Él le digo que estaba gorda y que, si quería volver a verlo, solo debía comer una vez al día. —Los ojos de Rome se humedecieron —Si se portaba bien, podría verlo todos los martes. Sola y con hambre, no le quedo de otra que seguir las órdenes del Emperador. Aun así, no se daba por vencida. Ella quería ser libre con su hijo. Para esa Omega lo más importante era la libertad.
—¿Pudo escapar? —Su amiga dudo en continuar con la conversación —¿Lo logró?
—Si, pero su hijo no. Él murió un año después. Se enfermo y debido a la falta de su madre, acabo falleciendo. Adivina que hizo el Emperador….
—Rome…Por Dios…No me digas que él la castigo por eso…
—No. Él era un hombre malo, pero la “amaba” —El Omega enfatizó la palabra amor —La amaba tanto que la dejo asistir al funeral. Ella pensó que podrían tener otro hijo, pero él se rehusó a que volviera a perder su figura. Creo que entiendes lo difícil que puede ser estar bajo las garras de otra persona, Emma.
—Roró…pero…su Majestad no es así…
—¿No tienes curiosidad por saber el final? —Su amiga se mordió los labios —¿No te interesa saber si fue feliz o si se arrojó desde un lugar muy alto?
—No sé si quiero saberlo…
—Fue muy feliz. —Los bordes de sus ojos se suavizaron al igual que su voz —Uno de los sirvientes que la atendían, un Beta, era el único que sostuvo su última gota de esperanza. Al ser amigos, ella volvió a sonreír con el tiempo. Cuando estaban juntos se sentían infinitos. Al final, se enamoraron y lograron escapar.
—Eso si no lo vi venir…
—Cuando ella se embarazo tuvo miedo de subir de peso, pero él le dijo que jamás la vio tan resplandeciente. Libre y amada, ¿Por qué querría volver a su prisión?
—Rome… ¿El emperador la busco?
—Y la encontró. —Sin contenerse, pequeñas lagrimas se deslizaron por las mejillas del Omega —Hasta el último día de su vida, ella fue feliz con aquel Beta. Eran iguales. Ninguno tenía más poder que el otro. Quiero eso para mí, Emma.
—Pero Roró…
—Incluso si no es con Din, quiero ser feliz lejos del palacio. Le prometí a mamá que mi libertad valía más que cualquier lujo. —Secó sus lágrimas bruscamente —En este momento sé que estoy bajo la influencia de la marca, pero no será para siempre. No puedo vivir toda mi vida bajo la marca del Emperador.
Sin decir más, el Omega camino lejos de su amiga.
Esperaba que ella entendiera.
.-.-.
La espera le causaba angustia a Pick. Aun sabiendo que Rome no escaparía debido a la marca, era imposible ignorar la necesidad de tenerlo cerca. Nunca su oficina se sintió tan fría y desolada como esa tarde sin su adorado sirviente.
Y para empeorar las cosas, su madre no tenía intenciones de dejarlo en paz.
—¿Qué vas a hacer, hijo? Tú adorado consorte no beberá el té que con tanto esfuerzo le preparé…
—Por un tiempo dejémoslo quieto; cuando vuelva a estar confiado y baje la guardia yo mismo me encargare de deslizarlo por su garganta. Mi plan ahora es lograr que se enamore de mí.
—¿Qué se enamore de ti? —La mujer se burló —Solo Oblígalo. Enciérralo en tu habitación y veras que en un par de años va a estar más dócil que un perro.
—¿Eso crees? A ti el confinamiento no te cambio. —Un chasquido dejo la boca de la Reina Madre —Le daré regalos y palabras de amor. No hay Omega que pueda resistirse a mí.
—Pick, ¿Qué ganas con eso? ¿Por qué estas tan empecinado en tener a ese sucio esclavo? Tienes muchas concubinas y una esposa hermosa. ¿Qué es lo que le ves?
—¿No haz visto su cuello, madre? Él es mío.
—Una marca temporal.
—Por ahora. —El Alfa mostro sus dientes —Voy a atarlo a mi lado por siempre.
—¿Qué ganas con ese sirviente? —insistió. —No tiene clase ni es bello. Solo estas encaprichado…
—Madre. Cuando te vayas cierra la puerta. Tengo cosas que hacer.
Ni siquiera él mismo conocía esa respuesta. Desde que Rome llego a su vida todo cambio. Lo único que tenía claro era que sin el Omega todo perdía el sentido. Al comienzo pensó que era por las feromonas, pero entre más pasaba tiempo a su lado, la negación junto con la perseverancia en sus ojos lo volvía adicto.
Si su madre era igual, entendía perfectamente porqué Ming estaba tan obsesionado. No todos los siglos se presentaba un servidor tan atrayente y desafiante. Su instinto quería cazarlo cada día.
Aunque no era necesario.
El pequeño sirviente cruzó la puerta con las mejillas sonrojadas. Pick no pudo evitar sonreír y abrió los brazos. Rome corrió hasta su pecho y aspiro profundamente. La marca en su cuello nublaba sus sentidos lógicos. El Emperador pensó seriamente en que cuando se curara y desapareciera, iba a abrírsela de nuevo. Lo haría tanto que la voluntad del sirviente fuera cada día más pequeña y dependiente de él.
—¿Cómo te fue con Emma? —Rome no le contesto —¿Te comieron la lengua los ratones? —El temblor en el cuerpo contrario le hizo caer en cuenta de que lloraba.
Lanzó feromonas calmantes para sumirlo en un trance. El menor se recostó en su pecho mojando su camisa, dejándose llevar por las suaves caricias en su espalda.
—¿Por qué lloras?
—No es nada, Alteza. —Mintió. La imagen de sus padres llegaba a su mente una y otra vez. Recordándole que estar junto al hombre era como traicionar a su propia sangre.
—Me rompe el corazón verte llorar… —dijo sosteniéndole el rostro. —Confía en mí. ¿Sientes algún dolor? Dímelo, mi Rome.
—Me duele el alma —susurró mirando los ojos del Alfa, sin embargo, decidió mentir. —Din no ha venido a verme…
Pick uso todo su autocontrol. El Beta ya no existía en el mundo, sin embargo, seguía interponiéndose entre ellos. Lo odiaba, pero al menos jamás volvería a aparecerse frente al Omega.
—Él no te quiere como yo te quiero —le contesto robándole un beso —No entiende la joya preciosa que eres, mi querido Rome.
—Alteza…no diga eso…
—No es mi culpa que lo seas —murmuro acercándose a el cuello contrario para depositar lamidas sobre la marca —Quiero animarte, querido. ¿Me permitirías llevarte a ver el espectáculo de luces?
—¿Espectáculo de luces? ¿Afuera del palacio? —Rome sintió su corazón latir emocionado —¿Me permitirá salir?
—Por supuesto. Quiero poner una sonrisa en el rostro de mi bello consorte. —El calor subió por el rostro del Omega —Mi compañero de vida, el hombre que alegra mi alma…
Confusión.
Ser tratado con cuidado y cariño justo cuando estaba viviendo el desamor lo confundía. La oscuridad de sus propios sentimientos y emociones se mezclaba con algo extraño. Los abrazos del Emperador se sentían tan bien como los besos de su amado.
¿Era por la marca?
Se rehusaba a traicionarse a sí mismo.
No podía amarlo.
Notes:
Nota de autora: A partir de ahora las actualizaciones seran los MIERCOLES! Recuerden apoyar los lunes y martes la tendencia en twitter!!
Dato curioso: Por si no quedo claro, la razón por la que no encontraron a Rome cuando lo del lago a pesar de oler a Pick es porque bajo el agua no se sienten olores (esto lo deje implicito pero aja, es importante aclarar jaja).
¿Tienen alguna Pregunta/Comentario?
Chapter 21: CAPITULO 21
Notes:
Hola!! Mi cumpleaños fue el 5 de abril, ¿Dónde están mis felicitaciones? Jajaja
Chapter Text
No podía aceptar aquel destino.
Él, un simple sirviente, ¿cómo iba a convertirse en el Consorte real? Todo era un horrible juego en su contra. Necesitaba solucionar el problema rápido o verdaderamente estaría atrapado en el palacio por siempre.
Amaba a Emma, pero también era consciente de que su amiga no le seria de ayuda. Ni la Reina Madre o la Emperatriz eran de confianza. Rome pensó durante el transcurso de la mañana a quien podría interceptar para conseguir algo de libertad.
¿Quién lo apoyaría desde las sombras? ¿Quién se vería beneficiado si él perdía el favor del Alfa?
Como una iluminación, la idea de las concubinas llego a su mente. Mujeres y hombres que fueron criados con el fin de ganarse un puesto junto al Emperador; obviamente ellos debían odiarlo por robarse su lugar como consorte.
Tal vez el odio que ellos sentían hacia él lo ayudaría a conseguir lo que quería.
Desde que sufrió el atentado donde intentaron envenenarlo no los visitaba. Tenía estrictamente prohibido beber o comer algo de las manos de alguno de ellos, pero Pick nunca dijo nada sobre ir a verlos. Si no era una orden explicita, desobedecer estaba implícito.
Dentro del gran palacio existía un lugar especial para los servidores íntimos del Emperador. Como si fuera una pequeña villa, varias construcciones se levantaban de forma organizada. Cada uno pertenecía a una o dos concubinas, dependía de que tan importantes fueran. Entre todos, el Omega escogió llegar a la morada de la más gentil.
Mientras caminaba hacia el lugar, fue imposible ignorar como las concubinas se asomaban desde sus casas y le hacían una reverencia. Su corazón se encogió ante sus actitudes de respeto, eso no le gustaba. Era incomodo ver como algunos incluso evitaban sus ojos como si le tuvieran miedo. Él era un simple sirviente.
Recorriendo el camino, le llamo fuertemente la atención ver que, en una de las casas, dos chicas y un chico estaban sentados bebiendo té. Los tres tenían una pequeña barriga de embarazo. Por alguna extraña razón, una sensación acida subió desde su estomago hasta la garganta.
¿El emperador esperaba más hijos? Sin saber por qué, la tristeza lo cubrió y se regañó a sí mismo. Definitivamente la marca lo volvía un tonto posesivo.
Pero… ¿Por qué el Alfa no se lo conto?
Ignoró la picazón en su cuello y no se detuvo hasta llegar donde Betty, la más bella de todas. A Rome le parecía curioso la diferencia de su apariencia en contraste con la de las concubinas y cortesanos. Todos eran altos y acuerpados. Vestían de forma fina y se movían con elegancia. La clase se les veía hasta en los poros.
Mientras que él era un feo Omega; bajo, flaco, con el cabello maltratado en una cola alta, a diferencia de ellos que lucían su melena larga y suave. Y su piel también dejaba mucho que desear, no era solo por la cicatriz, realmente eran muy diferentes.
¿Cómo iba el Emperador a preferirlo por encima de tales bellezas?
—Buenas tardes, Concubina Betty…—Saludo con una reverencia cuando entró en la sala de la mujer.
La chica se apresuro en correr hasta él y sostuvo sus brazos para impulsarlo a que se pusiera de pie. A pesar de ser gentil, su agarre era firme.
—Alteza, no se incline hacia mi o podrían castigarme. —Rome quiso vomitar.
—No me llames de esa forma. —Trato de sonreír para disimular el mal sabor en la boca —Sigo siendo el mismo sirviente de antes.
—Alteza, no tiene que ser tan humilde. Nosotros sabemos y aceptamos su nueva posición. —La chica volvió a mostrar su sonrisa y jalo su brazo delicadamente —Estaba esperándolo. Sabía que vendría a hablar conmigo. Con gusto puedo ayudarle.
—¿Ayudarme? ¿Ayudarme con qué? No entiendo…
—Ahora que usted es el Consorte real, es normal que se sienta preocupado, Alteza. —Ambos se sentaron en el centro del lugar, rodeando una mesa —Aunque el Emperador es un hombre benevolente, sé que puede ser difícil complacerlo ya que usted no recibió educación para ser un cortesano. Existen técnicas y…
—Detente. —El Omega la interrumpió con el rostro colorado —No vine para eso. Mis encuentros íntimos con él son placenteros y satisfactorios.
La expresión de la mujer se volvió una combinación entre sorpresa e incredulidad, pero no quiso presionar. Rome era un chico bastante joven y vigoroso. Tal vez, no le estaba mintiendo.
—¿De verdad? Me alegra mucho que, aunque no seas instruido tengas el talento innato. —Uno de los Eunucos que cuidaba a las damas se acercó con aperitivos —Deguste estos dulces, Alteza.
Rome dudo. Confiaba en Betty, pero no en que no quisieran matarlo.
—Esta bien si no come —dijo ella merendando —Más para mí. Pero bueno, ¿A qué debo su visita? ¿En que puede esta humilde Omega ayudarlo? ¿Viene a verificar a los compañeros de Ryan?
—¿Los otros hijos del Emperador? —preguntó sin contenerse a lo que la mujer lo miró como si se hubiese vuelto loco —Yo…yo vi a algunas personas embarazadas… ¿Son hijos de Su Majestad?
—¿Acaso perdió la cabeza, Alteza? Si alguna de nosotras se embarazase del Emperador la Emperatriz Lucia nos atravesaría con una espada…—Rome estaba empezando a odiar la risa de la mujer —Ellos son hijos de soldados. Hay concubinas que perdieron el favor de Su majestad, pero él les permitió hacer una vida con sus hombres para darle compañeros al príncipe Ryan. No debe preocuparse por esos niños. Desde antes de que usted apareciera ninguno de ellos era tocado por él.
—Ya veo…—Comento un poco celoso de la libertad que él no poseía —Y en el caso tuyo… ¿Por qué últimamente no has buscado al emperador? —La mujer detuvo sus movimientos y volteo a verlo sombríamente —Quiero decir…para complacerlo y eso…
—¿Él te dijo algo? —Rome negó —Entonces, ¿por qué tienes esa duda?
—A mí me gustaría que ustedes fueran a intimar con Alteza…—El pequeño sirviente no sabía por qué, pero se sentía intimidado por la mirada fría de la gran mujer —Eso me dejaría a mí un poco más de tiempo libre…
—Lo siento. No podemos ayudarte.
—¿Por qué no? Creí que ese era su trabajo…
—Gracias a que ya él no nos busca, podemos ser nosotras mismas. Algunas empezaron a estudiar, otras volvieron con su familia. Las que estamos aquí no tenemos sitio a donde ir, pero la benevolencia del Emperador nos permite vivir y servir para el palacio. Podemos enseñarte y darte clases para que lo complazcas, pero no nos pidas interceder en tu relación.
—¿Y si se esfuerzan para ser consorte? —Se sintió desesperado —Ustedes desde muy jóvenes fueron criadas y educadas para tener un cargo casi tan importante como el de la Emperatriz. Sus padres son personas nobles e importantes. Pueden vivir mejor y…
—¿Por qué querríamos tú lugar? —La brusquedad en la voz contraria le heló los huesos —No es un secreto que muchas murieron en los brazos de un Alfa tan fuerte como lo es el Emperador. Si tú puedes soportarlo, nadie tomara tu lugar. Estamos felices y tranquilas, Rome. Lo siento.
—Pero…Eso no es lo natural. —Pequeñas lagrimas se formaron en sus ojos, pero se obligó así mismo a no llorar —¿Cómo te sentirías si alguien como yo te dijera que te pongas de pie y me sirvas el té? Eso es una ofensa.
La mujer mostro una sonrisa ligera y acerco una taza hasta él donde vertió el líquido caliente. —¿Desea galletas para acompañarlo, Alteza? —Rome mordió su labio inferior con impotencia. —Acepta tu posición. Eres el Omega del Emperador. Te respetamos como nuestro señor. Apresúrate y vuelve con tu Alfa. No queremos problemas.
Nadie iba a ayudarlo.
En el palacio no existía ningún alma con la suficiente convicción para conseguirle la libertad. Rome abandono el terreno de las concubinas y llego a los jardines. Necesitaba aire o iba a ahogarse.
¿Cómo librarse de las garras del Alfa?
Ese Alfa que lo había marcado en contra de su voluntad; el tonto hombre que si pudiera regresaría el tiempo para jamás conocerlo o por lo menos no disfrutar de la cercanía.
Ni de sus estúpidas feromonas. Era imposible ignorar el hecho de que a él también le gustaban las feromonas del Alfa. Pensar en cuanto las disfrutaba lo perturbaba a niveles altos.
Repentinamente, lo sintió. Como si pensar en él lo sensibilizara, la esencia del Emperador se cruzó por sus sentidos. La brisa cálida traía la mezcla característica que tanto lo calmaba. Sus piernas se movieron solas, al igual que las mariposas en su estómago.
Necesitaba encontrarlo pronto. La tensión en sus músculos empezaba a doler al sentirlo tan cerca. Su instinto lo reconoció tan rápido que termino corriendo por el jardín hasta que se cruzó con las rosas y se sorprendió.
En medio de un tapete infantil, una niñera jugaba con Ryan. Rome se quedó estupefacto mirando al niño. El pequeño pareció sentirlo también y giró los brazos hacia él para que lo cargara. El sirviente se apresuró en tomarlo delicadamente todavía sin salir de su asombro.
Su olor era tan familiar y reconfortante que todos sus músculos se aflojaron. Ryan olía igual a Pick. El niño lo calmaba porque olía igual al Alfa. Su Alfa.
No era exactamente el mismo olor, pero si podía percibirlo. Que su organismo se calmara solo por sentir un poco del emperador le causó un estremecimiento. Era insoportable saber cuánto dependía de él y su esencia.
—Te luce. —Aquella voz lo asustó —A veces pienso que parece más tu hijo que el mío.
—No diga eso, Mi señora. —respondió haciéndole una reverencia a la Emperatriz —Él solo está acostumbrado a mi rostro.
—Yo también estoy acostumbrada y no por eso me siento en paz. Mira, ya hasta se durmió. —Y no era mentira. El príncipe heredero dormía profundamente entre los brazos del Omega, sujetando su camisa con las pequeñas manos. —Cuídalo. Iré a descansar.
¿Cómo termino él en esa situación?
Mirando a la criatura se preguntó, ¿por qué se sentía tan natural tenerlo en brazos? Su estomago se encogió. De nuevo ahí estaba la sensación desagradable de cuando lo conoció.
¿Acaso su cuerpo le estaba pidiendo un hijo?
No. No. Él no podía embarazarse. No importaba lo que le dijera su instinto o lo bueno que fuera para cuidar a Ryan. Él no perdería su libertad por un niño.
El problema era que a pesar de que deseaba mantener cierta distancia con el bebé, cada vez que lloraba, se encontraba a sí mismo corriendo a salvarlo. Su cuerpo reaccionaba más rápido que su mente para salvar al pequeño. No entendía nada.
Rome no volvió a decir nada mientras la Omega se iba. Ya él había notado cierto rechazo de Lucia hacía su hijo y le dolía. El bebé no se merecía el desprecio de su madre por culpa suya. La Emperatriz odiaba que su propio hijo se calmara en los brazos del Omega de forma tan obvia que todos lo decían y comentaban. Era una humillación diaria.
Y las personas dentro del palacio no ayudaban.
—Ryan y Rome, hasta sus nombres combinan. Seguro que por eso se lo pusieron, él debe ser el verdadero padre…—Aquel susurró lo congelo. No podía creer los rumores que estaban recorriendo los pasillos.
—¡Retráctate de tus palabras! —gritó a un sirviente mientras apretaba al príncipe contra su pecho. —¡Vuelve a decir algo como eso y hare que te corten la lengua!
No fue una sorpresa que el atrevido Omega quien dijo aquello cayera sobre sus rodillas y llorara rogándole piedad. Incluso los chismosos que lo acompañaban se inclinaron con miedo. La escena era extraña y se sentía incorrecta en su corazón.
Temblando de la rabia, no volvió a hablarles y se dirigió hacia la oficina del Alfa. Ryan había empezado a llorar, alterándolo también. Libero sus feromonas y como si estuviera unido a él, derramo lagrimas junto con el niño.
Pick al verlo sonrió, no era la primera vez que Rome terminaba llorando al mismo tiempo que su hijo. Amaba la conexión que compartían. Él mismo se alegraba cuando todos decían que el sirviente parecía su verdadera madre. Definitivamente no se equivoco en permitirles pasar mucho tiempo juntos.
—Querido, que bueno es tenerte aquí —Le dio un beso a cada uno —¿De nuevo estas llorando por simpatía? Eres un cuidador excelente.
—¡Alteza! Todos están diciendo que Ryan es mi hijo —Se quejó —Creo que debería pasar menos tiempo con él. Pienso que…
—No pienses —El Alfa le dio otro beso —Mi hijo te quiere porque lo has criado desde que nació. Has hecho más que su propia madre, no seas tan duro contigo mismo, querido.
—Pero todos están diciendo que…
—Dime si alguien te molesta y lo matare —El hombre tomo al niño en brazos —Mañana es el festival de luces, ¿estas listo para salir?
Como por arte de magia, toda su ira se esfumo.
Soltó un suspiro y asintió a las palabras del hombre. No tenía sentido continuar discutiendo. Pick no lo estaba escuchando y tampoco iba a hacerlo. Lo mejor era enfocarse en la oportunidad de abandonar los muros del gran palacio.
***
La luna brillaba resplandeciente la noche del Festival de Luces.
Rome se sentía extasiado mientras se bajaba del carruaje. A su lado, Pick, Lucia, Porsche e incluso Emma sonreían de igual manera ante el espectáculo que adornaba el pueblo. En cada esquina las personas encargadas de la decoración habían puesto lámparas de aceite y linternas de papel.
Todo era un espectáculo alegre que bordeaba los templos y las casas de los habitantes del gran imperio del Alfa. En el rio que atravesaba el pueblo, varias canoas paseaban con flores y linternas, dándole un aspecto dorado al agua.
—¿Te gusta? —Indagó el Emperador sujetando su mano —Podemos dar un paseo más tarde siempre y cuando no toques el agua…
—No me arrojaría al rio con toda esta gente viéndome —dijo retirando la mano avergonzado —Huele mucho a incienso y arroz dulce. ¿Podemos comer algo?
—Todo lo que quieras, mi Rome… —Con aquellas palabras, el mayor deposito un beso en la coronilla de su cabella y lo guio hasta un puesto de comida cercano.
Normalmente el Emperador y la familia real no asistían a las celebraciones con los pueblerinos, por lo que era inevitable que las personas estuvieran sorprendidas e incluso asustadas. La guardia real era imponente, pero se mantenían al margen para darle a los nobles la falsa sensación de libertad.
Aun así, Rome disfrutaba de todo. Los puestos de comida se alegraban con su visita y les regalaban muestras para su deleite. Si él aprobaba algún dulce o plato especial, el Emperador ordenaba una caja entera para que la llevaran al palacio.
El sirviente inconscientemente se sintió como un niño caprichoso. Jamás tuvo la oportunidad de elegir con tanta libertad, por lo que iba a aprovecharla. Y no solo eso, también disfrutaba de la libertad de ocio.
Algo llamado la danza del fuego atrajo sus sentidos y corrió hasta las habilidosas bailarinas. Le preguntaron si quería hacerlo y estuvo a punto de saltar a las llamas junto con las mujeres, pero el Alfa lo agarro con fuerza.
—Nunca pensé que diría algo como esto —dijo intentando aguantar la risa —Prefiero que te arrojes al agua que, al fuego, querido…
—Pero se ve divertido…
—Divertido es el infarto que me vas a causar un día de estos —Sus manos se entrecruzaron —Mejor vamos a escuchar las historias de los ancianos.
Rome se quejó, pero no separo su muñeca de la del Alfa. La calidez de la piel contraria se sentía bien en medio de la noche fresca; Se entretuvo un rato escuchando algunas leyendas de los cuentistas del pueblo.
Incluso el Alfa lo llevo a ver una pequeña obra de teatro hecha con títeres. La risa de Rome era contagiosa para todos, inclusive para la Emperatriz junto a ellos.
A la distancia, observaron que en la orilla del rio varias personas se reunían. El sirviente corrió a ver de que se trataba y se encontró con que era una ceremonia.
—Encender una lampara simboliza la esperanza y la purificación —escuchó la explicación con atención —Hacerlo en pareja, es igual a vincularse con lo divino para la eternidad…
—¿Deberíamos encender una? —La voz de Pick llegó a sus oídos —Mira, Porsche y tú amiga lo están haciendo.
—Me parece perfecto que lo haga con la Señora Lucia —respondió hábilmente y jaló a la mujer hacia el Alfa —Es un plan muy romántico, Alteza…
Ante la mirada de todos, el Emperador tuvo que morder su lengua y fingir que no le molestaba encender la llama con su esposa. Ella, por supuesto, sonreía con la misma falsedad de él e incluso se burlaba de su mala suerte.
—Parece que estaremos unidos por toda la eternidad —susurró mientras lanzaban la linterna al cielo —Para toda la vida, querido…
—Sigue actuando —contestó de mala gana el Alfa —Tienes suerte de que todos nos estén mirando, si no, te arrojaría el aceite encima.
—Puedes hacerlo. De seguro que Rome no se apartará de mi lado hasta que este recuperada totalmente o pensándolo bien, se sentiría culpable porque esto fue su idea… —Para todo el mundo, aquello parecía una charla romántica entre dos esposos. Solo Emma y Porsche eran capaces de ver la tensión entre los nobles.
A diferencia de ellos, Rome estaba totalmente ajeno. Él, alejado de la multitud, encendía una pequeña linterna y la mandaba al cielo pidiendo por protección propia y para sus seres queridos.
Viendo la luz de la luna y las estrellas, el Omega pensó en su familia. Esperaba que donde sea que estuvieran, sus almas hubiesen alcanzado el descanso. Los extrañaba. La tristeza lo cubrió repentinamente, llevándose toda la felicidad.
Emma apareció antes de que llorara, tal vez presintiendo que pudiera sentirse nostálgico y lo abrazó. Su amiga le mostro una gran sonrisa y lo arrastró hacia los juegos de papel. No se sentía con ánimos de jugar, pero por ella fingió hasta que se estaba divirtiendo de nuevo.
Trató de derribar botellas con pelotas, pero fue imposible. Pensó que era algo difícil hasta que Lucia llegó a su lado y de un solo tiró arrojo todo al suelo. La habilidad de la Emperatriz no era una broma.
Y no solo en ese juego. En cada caseta que se acercara, la mujer parecía dispuesta a superarlo en todo. Ni Porsche ni el Emperador se metían. Solo observaban en silencio la interacción entre los Omegas.
Era una competencia desigual, Rome intento una y otra vez meter un aro en una vara de bambú, pero no lo logró.
El general pensó que iba a deprimirse y estuvo a punto de decirle a Emma que dejaran de jugar, pero Rome soltó una carcajada. Nada parecía perturbar al pequeño y eso estaba enfureciendo a la Emperatriz.
—Debes hacer algo con tú mujer o va a terminar arrojando a Rome hacia el fuego… —Le susurró a Pick —Lleva toda la noche queriendo humillarlo, pero ya sabes lo terco que él es.
—Ella sabe que no puede tocarlo.
—Escucha mis palabras —volvió a susurrar —Regálale algo ostentoso que llame la atención. Haz que se sienta superior a todas las personas.
Sabiendo que su amigo tenía razón, el Alfa se separo del grupo y se acercó a un pequeño puesto de joyas. Le pidió al vendedor por la más grande y llamativa que tuviera, algo que brillara tanto que encegueciera a todos.
El anciano le mostró un conjunto de lujo compuesto por una cadena y unos aretes dorados. No solo oro, sino diamantes adornaban cada centímetro de la costosa prenda. El diseño era elegante y magnifico, algo especial para la mujer del Emperador.
Pagó sin ningún tipo de problema y estuvo a punto de irse, cuando en una esquina, vio algo que llamó su atención. Tan delgada como un hilo, una cadena plateada brillaba. Al final de ella, una esmeralda pequeña igual que una gota de agua apenas y se veía. Era discreta y barata.
Perfecta para él.
Debido a la cantidad de dinero que ya había pagado, la minúscula cadena fue prácticamente un regalo del vendedor. Llegó junto a Lucia y frente a todos le entrego la bolsa grande. Los jadeos de sorpresa e incluso gritos de emoción no se hicieron esperar.
La Emperatriz sentía el rostro caliente por culpa de la emoción. Una de sus acompañantes le ayudo a ponerse la joya y ella, sin esperar la lució orgullosa. La cadena y los aretes eran pesados, pero lejos de molestarle, le alegró saber que Pick lo había escogido especialmente para regalárselo. Su esposo era un hombre detallista. Siempre lo fue hasta que llegó el sirviente.
El estúpido sirviente que la irritaba solo con respirar.
Algo estaba mal.
¿Dónde se había metido el chico? ¿Y el Alfa?
Detrás del tumulto de gente, Lucia pudo verlos. A pesar de la oscuridad, la iluminación de la feria era suficiente para ver entre las manos del Omega algo muy pequeño que brillaba.
Toda su alegría se esfumo. Se sintió estúpida y humillada.
Sin controlarse, camino hacia ellos y empujo al Omega, quien cayó al suelo aturdido. La mujer agarro el rostro de su esposo y lo beso profundamente, su instinto dominante queriendo que todos vieran que era suyo.
Pick la aparto velozmente y observó a Rome todavía sujetando la cadena. El chico se veía asustado ante la presencia de las feromonas de su esposa. Quiso matarla.
—¿Qué crees que estas haciendo? —reclamó recogiendo al pequeño sirviente del piso —Pudo haberse lastimado.
—Yo estoy lastimada. ¿También le diste un regalo?
—Es una nimiedad comparado con lo que te di a ti.
—¿Por qué le diste un regalo?
—El precio no se acerca ni siquiera a lo que cuesta una piedra de tus aretes —El Alfa envió feromonas dominantes para apartar a las personas curiosas —Compórtate, Lucia.
—Espero que sepas que éramos felices hasta que esta cosa fea y deforme se atravesó entre nosotros —Era imposible no sentir el resentimiento en su voz —Es una desgracia.
—No te atrevas a hablar de él de esa manera —El Alfa lo abrazó por la cintura —Si no quieres ser castigada y avergonzada en público, mejor cierra la boca y sigue actuando como la Omega dulce que no eres.
—¿Acaso no me estas avergonzando ahora mientras lo sostienes amorosamente?
—Vamos a ver las luces, Mi Omega —Sin mirar atrás, jaló a Rome lejos de la mujer. Lucia tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no tomar el cuello del sirviente y ahorcarlo.
¿Seria muy malo si lo ahogara en el rio? ¿Alguien notaria si lo atravesaba con una daga?
No lo pensó mucho. Si Pick quería jugar, entonces ella también lo haría. Corrió hasta los dos amantes y se ancló al brazo del Alfa, sorprendiéndolo.
—Querido esposo —dijo sarcásticamente —Claro que veremos los fuegos artificiales contigo.
—¿Qué estas haciendo? —preguntó Pick apretando la cadera de Rome quien se quejó bajito —¿Qué planeas?
—No vas a humillarme. Si vas a tener otro Omega, entonces seremos dos. No voy a perder mi puesto frente a toda esta gente. Así que sonríe y agárrame como lo tienes a él.
—¿Y si no quiero?
—No me retes…—Susurró la mujer mirando el rostro incomodo del sirviente —Recuerda que el palacio es un lugar con muchas manos y ojos. No puedes controlar todo, querido.
Pick guardo silencio. El temblor en Rome era suficiente como para que entendiera que la amenaza de Lucia no iba a afectarlo a él sino al pequeño y ambos lo sabían. Liberó sus feromonas calmantes y caminó con un Omega en cada brazo.
Rome quería llorar. La divertida celebración se había convertido en una tortura. El recuerdo de lo mal que estuvo cuando intentaron envenenarlo erizó sus brazos. Necesitaba distraerse con algo.
Estuvo a punto de pedirle al Alfa que volvieran al palacio cuando un estallido repentino lo asustó. Un rugido recorrió todo el ambiente antes de que la noche se iluminara debido a una flor brillante. El Omega abrió la boca con asombro ante el espectáculo brillante en el cielo.
—¿Qué son esas aves que explotan? —preguntó maravillado —Son hermosas…
—Se llaman fuegos artificiales. Los artesanos meten pólvora en un tubo de bambú y luego la encienden. ¿Nunca lo habías visto?
—Nunca. Es increíble…
—Conmigo siempre veras espectáculos magníficos como este —Pick besó la parte lateral de su cabeza —¿Si ves los colores? ¿Cuál te gusta más?
—Parece que hablaras con un niño —Lo interrumpió Lucia —Es un ignorante, pero es un adulto. Háblale como una persona normal.
Irritado, el Emperador comenzó a discutir en voz baja con la mujer, mientras que Rome seguía viendo las luces en el cielo. Ya él había dejado ir la idea de interceder en aquel matrimonio. Al fin y al cabo, todo era su culpa.
La brisa nocturna arrojo un sucio en uno de sus ojos, por lo que tuvo que desviar la mirada hacia un lado y sacar la molestia con incomodidad. Gracias a eso, noto que todas las personas disfrutaban de aquel espectáculo de luces.
Pero de repente sintió que el tiempo se detuvo.
Din también estaba ahí.
Chapter 22: CAPITULO 22
Notes:
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Chapter Text
Su respiración se aceleró con la visión de su amado.
Vestido con un atuendo oscuro, el Beta lo observaba entre las sombras, sonriendo con los labios cerrados. Era obvio que se estaba escondiendo, pero gracias a la brisa, su cabello se movía revelando su rostro.
El resplandor de los fuegos artificiales continuaba iluminando todo a su paso, incluyendo la huida de su amado. Después de murmurar algo que claramente no alcanzó a oír, Din se dio la vuelta dispuesto a irse.
No podía permitir que se alejara, necesitaba aclarar las cosas.
La pequeña cadena plateada en su cuello se sintió pesada mientras pensaba en sus próximos movimientos. Fijo su atención en Pick, quien seguía discutiendo con la Emperatriz por el trato especial que recibía de él; los soldados que lo solían cuidar también estaban distraídos con los fuegos artificiales. A nadie le importaba su presencia.
Decidió escabullirse.
Sin mirar hacia atrás, se agacho lo suficientemente rápido como para camuflarse entre varias personas y luego comenzó a correr. En medio de su escape se choco con varias personas, pero no se detuvo. Necesitaba alcanzar a su novio, quien solo se alejaba más y más, dándole la espalda fríamente. El Omega no podía perder la oportunidad de atraparlo y definir la realidad de su relación.
Aunque tal vez Emma tenía razón y el Beta no deseaba verlo. Por más que lo llamara con desesperación, su amado nunca detuvo sus pasos, sino que aceleraba. Entre más se acercará, más lejos lo sentía. Su pequeño corazón latía con desesperación, algo en su interior le decía que era su última oportunidad.
La presencia de Din se estaba desvaneciendo frente a sus ojos.
El sonido de la pólvora seguía silbando en el aire, provocando que saltara de vez en cuando, pero Rome seguía intentando atrapar al hombre que huía de él. Simplemente no entendía que tanto daño le había hecho a su compañero para lo abandonara de ese modo.
Creyó que el amor que sentían era mutuo.
Sin piedad, corrió hasta que sus pies dolieron y la ansiedad lo consumió. No se dio cuenta de cuando sucedió, solo percibió las lágrimas que descendían por sus mejillas y mojaban su rostro. Se sentía desesperado. ¿Por qué Din se alejaba de él?
Por más que lo intentó, no pudo alcanzarlo.
Llegó a un lugar desolado. Prácticamente él era el único que se encontraba en un extremo oscuro de toda la celebración. Miro todo a su alrededor y tuvo miedo. Su mente todavía recordaba el trauma de cuando fue secuestrado. Pensó en volver por donde había transitado, pero sintió que, desde su interior, una voz le indicaba hacía donde debía dirigirse.
Dejo que sus pies lo guiaran hasta un gran árbol. Era inmenso y frondoso, lleno de hojas y ramas tan grande que cualquiera podría esconderse en ellas. Desvió la mirada hasta su base y un punto colorido apareció saludándolo.
La flor de Din.
Cuando conoció al Beta, la atracción entre ellos fue inmediata. Al principio el cortejo se baso en miradas y algunos toques de manos, pero ninguno se atrevía a declarar su amor. Fue Din quien dio el primer paso; después de un largo viaje, él trajo una Petunia.
Rome se sorprendió con el inesperado regalo. El Omega amaba aprender cosas nuevas, por lo que no era extraño que Din siempre le trajera objetos e información del exterior del palacio. En esa ocasión, él le explicó que las Petunias significaban un sentimiento que no se puede ocultar. Justo como lo que ellos sentían.
Desde entonces, la flor morada se convirtió en un símbolo de su amor.
Un escalofrío recorrió cada centímetro de su cuerpo, erizándole la piel y provocándole un nudo en la garganta. Sin saber por qué, sus piernas se sintieron débiles e incapaces de sostenerlo. Cayó de rodillas frente a aquella flor y con una sensación tan indescriptible como inevitable, tocó los pétalos delicadamente con la punta de los dedos.
Fue rápido, pero en su espalda sintió algo cálido. No se movió, solo cerró los ojos con miedo a dejar de percibir el calor que parecía un abrazo. El perfume característico de Din lo cubrió y más que aliviarlo, cada poro de su ser se cubrió en desolación. Las lágrimas seguían cayendo, pero él no se atrevía a abrir sus parpados.
Estaba asustado de ver la realidad. Se sentía como un niño de nuevo, cubierto por la oscuridad en una caja de la cual no podía salir. Aquello daba más terror que una serpiente.
—¡Rome! —Un grito lo saco de sus pensamientos. Saltó en su sitio, pero no miró hacia la voz que lo llamaba. Arranco la flor y la llevo a su pecho, todavía sollozando. —¿Qué crees que estás haciendo? ¿Quién te dio permiso de irte?
Su brazo fue agarrado bruscamente por el Alfa que lo giraba con rabia. El impulso de arrojarse contra el pecho contrario fue fuerte pero no lo hizo. Él estaba ahí, viéndolo.
La asimilación de lo que le acababa de suceder lo tenía aturdido.
—¿Por qué estas llorando? —preguntó el Emperador aflojando su agarre y liberando feromonas —¿Qué te pasa? ¿Te asustaste por las luces?
Sin pronunciar nada, se quedo quieto. Prácticamente paralizado frente al hombre que poco a poco lo cubría con su esencia. Siempre manipulándolo a su antojo.
—Mi Rome…—El Alfa empezó a preocuparse al ver su estado —No te asustes, querido. Estoy aquí contigo, esas luces son solo entretenimiento. No corres peligro…
El Omega cerró los ojos recostándose en el pecho contrario. Su instinto lo gobernaba sin poder detenerlo. Por varios minutos, se dedico a llorar como si fuera un niño pequeño.
Igual que cuando perdió todo.
—Dime qué te ha ocurrido…—la preocupación en el Alfa aumentaba con su silencio —Respóndeme…
—Lo siento. No me pasa nada, solo estoy cansando. ¿Podemos volver al palacio?
—Querido, tu piel esta tan fría como la de un muerto. ¿Qué sucedió?
—Volvamos —dijo suavemente apartándose —Estoy bien, de verdad. Gracias por traerme, Alteza…
Con suavidad empujo al hombre lejos y secó sus lágrimas. No quiso mirar el árbol ni al Alfa, necesitaba salir de ahí o volvería a derrumbarse. Emma estaba igual de conmocionada que todos, por lo que, siguiendo la mirada del Emperador, corrió hasta su amigo.
—Roró, casi nos matas del susto. —comento riendo casualmente —Su majestad estuvo a punto de matar a alguien. —Pero él seguía en silencio —¿De dónde sacaste esa flor? Es muy bella.
—Si te lo digo no me vas a creer...
—¿Su Majestad? —Él negó —¿Entonces quién? No me digas que tienes un amante escondido.
—Din me la dio. —Emma detuvo sus pasos perdiendo todo el color —¿Por qué te sorprendes? Es mi novio después de todo.
—¿Lo...lo viste? —La Omega sentía que cada litro de su sangre se congelaba. No era posible que hubiera visto al Beta si llevaba meses muerto —¿Lo viste Rome?
—Si. Estaba con él antes de que ustedes llegaran.
—Pero… ¿estás seguro?
—¿Por qué reaccionas así? Ni que hubiera visto a un fantasma. —Su amiga guardo silencio y Rome obtuvo la respuesta que buscaba.
Empezaba a desconfiar de la Omega.
***
El ambiente en la habitación era triste.
O por lo menos así lo percibía el Alfa. Durante todo el recorrido de regreso, Rome permaneció en silencio y luego sin siquiera despedirse de Emma, se fue a la cama. Pensó que tal vez sería el cansancio, pero el pequeño sirviente se mantenía sentado en el borde observando una flor morada. Parecía estar en una especie de trance.
—Querido, ¿por qué no te has desvestido? Debes estar agotado… —Él no lo miro, solo siguió con la cabeza agachada tocando los pétalos morados. —¿De dónde sacaste esa flor? —pregunto poniéndose en frente —¿Quién te la dio?
—La encontré en el suelo. —la voz de Rome y su actitud no eran normales. Pick se sentía agobiado por saber qué le estaba ocurriendo.
Tal vez fuera por la marca, pero incluso podía decir que la tristeza percibida en su pecho no era suya sino de Rome. La conexión entre ellos le daba pistas claras de que el estado de ánimo de su Omega no era el mejor.
Decidió presionar sutilmente y se arrodillo frente a Rome poniendo sus manos en las rodillas contrarias. El chico lo miró sorprendido por su postura inclinada a lo que Pick simplemente le sonrió y deposito un beso en cada una de sus piernas.
—¿Qué le sucede a mi consorte? —dijo con voz dulce —Háblame querido, ¿qué es lo que te perturba? Puedo solucionarlo.
—No soy su consorte, Alteza.
—Mi Rome, ¿qué tengo que hacer para que aceptes tu lugar? Eres muy terco…
—Alteza... ¿usted realmente quiere que yo sea su consorte? —El Alfa asintió besando esta vez sus pies descalzos.
—Quiero que estes a mi lado por siempre. Me postraré ante ti para que me des tu amor, así que dime cariño, ¿cuál es tu deseo?
—Tráigame a Din. —Aquello fue como un balde de agua fría para el mayor, quien se alejó como si la piel del sirviente lo quemara.
—¿Qué estás diciendo?
—Si usted me lo trae...yo seré su consorte. —La mirada de Rome era fija y seria —Jamás volveré a negarme, pero tráigamelo.
—¿Por qué quieres verlo? Creí que habían peleado.
—¿No puede traerlo? Creí que no existía nada imposible para usted.
El emperador apretó la mandíbula. Lo único imposible para él era desafiar a la muerte y justo ese era el problema. Hace meses que la vida del Beta se había apagado por su propia orden. Tendría que inventar algo.
—Tu compañero está de viaje. ¿Acaso quieres que vaya a buscarlo en un caballo?
—No tiene que ir usted mismo, puede enviar a alguien...
—Rome, ¿por qué quieres verlo con tanta desesperación? Pídeme otra cosa. —El alfa tomó sus manos —Joyas, ropas, terrenos. Pide lo que quieras, querido.
—Creo que Din está muerto, Alteza.
Pick contuvo la respiración. Detallo el rostro del sirviente para ver la duda o la contienda, pero vio seguridad. Sin decir nada, se separó de él y camino hacia el otro lado de la habitación. Se sentía extraño.
Y el Omega lo supo. No necesito palabras o confirmación. Desde el fondo de su alma, un dolor punzante se produjo, por lo que apretó la flor contra su pecho y comenzó a llorar desgarradoramente.
El Emperador al verlo se conmovió y lo abrazó, secretando muchas feromonas calmantes para ayudarlo a que su estado mejorara. Si podía, incluso quería noquearlo.
Aun así, no acepto aquella verdad.
—No puedo traerlo ahora, pero pediré que lo busquen. —Besó la coronilla del pequeño — Él está de viaje Rome. Tienes que estar tranquilo.
—No me mienta, Alteza. ¿Hace cuanto...hace cuanto murió? ¿Sabe como fue?
—¿Como sabes que está muerto? —Pick se mordió la lengua para evitar decir algo que lo dejara en evidencia —¿Alguien te dijo algo?
—No piense que estoy loco, Alteza…pero yo lo vi. —Pick no comprendió —Creo que vino a despedirse de mí.
—Me estas confundiendo. ¿Te encontraste con él? ¿Dónde?
—Dicen que cuando las personas tienen una muerte trágica o inesperada visitan a sus seres queridos. Cuando mamá murió...Puedo asegurarle que la vi varias veces. Siempre desaparecía antes de que yo pudiera alcanzarla...y hoy vi a Din y paso lo mismo. —La voz de Rome se entrecortaba con cada palabra —¿Él está muerto, ¿verdad? No me mienta...por favor...
—No sabía que podías ver espíritus…
—No lo hago. —Rome lo miro a los ojos —Alfa, ¿él…está muerto? No me mientas…
Pick dudó, pero su instinto de protección le decía que no podía solo negar el tema como hacia otras veces que el Omega lo molestaba.
—No lo sé —continuo con su mentira. —Si te soy sincero...secuestraron algunas carretas hace un tiempo. No te quise decir para que no te asustaras. La de Din está implicada. Te prometo que cuando sepamos algo te diré, pero por ahora quiero que te tranquilices. Estoy aquí para ti, Rome.
—¿Qué? —El Omega comenzó a llorar de nuevo —¿Y por qué no me habían dicho nada? ¡Él es mi compañero, tengo que ir a buscarlo!
—Ya tengo a mis hombres en eso, trata de calmarte.
—Alteza, yo…yo puedo ir. No tengo problemas en…
—Rome, no puedes salir de aquí.
—Yo he salido antes, Alteza. Si me envía con algunos soldados puedo defenderme, yo…
—Si sales no podre protegerte, mi Rome. Es peligroso para ti salir.
—¿Por qué? Yo se me cuidar solo…
—Mis hombres y yo queremos protegerte, pero no podemos hacerlos sino nos dejas.
—¿Protegerme de qué?
—Ming quiere secuestrarte de nuevo. —La mente de Pick maquino un plan tan rápido que incluso él mismo se sorprendió. —Recibimos información de que esas carretas fueron secuestradas por buscar a tu compañero. Él Quiere obligarte a salir de aquí para que seas suyo.
—¿Qué? Eso significa que… ¿si algo le paso a Din es mi culpa?
—Si querido —Pick lo abrazo intentando seguir en el acto de falsa preocupación. —Perdóname por no decírtelo, pero no puedes salir de aquí y mucho menos alejarte de mí. Quiero protegerte… ¿O es que quieres irte con Ming? No voy a detenerte si es tu deseo.
—¡No! ¡No quiero! ¡Por favor, Alteza! ¡No permita que me lleve! —Rome se lanzó hacia el Alfa temblando de miedo. —¡No saldré! ¡No deje que ese hombre tan desagradable me lleve!
—Yo te protegeré. —susurró correspondiendo el abrazo —Nadie tocara a mi Consorte.
—Todavía no acepto. —Contesto Rome con una risa ligera en su pecho —Tráigame a Din y tal vez lo piense...
—Ni siquiera me das certeza y planeas que trabaje para ti —el mayor se burló de la actitud cambiante del menor —Eres un Omega muy inteligente.
—Para ser el Consorte tengo que serlo. ¿Cierto, Alfa?
***
La reacción de Emma seguía en su mente.
Cuando él menciono el nombre de Din, fue imposible ignorar el rostro petrificado y pálido de su amiga. Era obvio que ella sabía más de lo que le contaba. Si lo pensaba con cabeza fría, estando cerca del general, era indiscutible no pensar que la información sobre la desaparición de su novio había llegado a sus oídos desde antes y que ella se lo escondió a propósito.
La chica entró a la habitación como de costumbre para traerle el desayuno. Gracias al Emperador, Emma se había convertido prácticamente en su asistente personal. No solo Rome, su amiga también se había beneficiado de su cercanía con los nobles.
Tal vez se estaba aprovechando.
—Roró, buenos días. ¿Dormiste bien? —preguntó ella con una sonrisa, pero el Omega no correspondió el gesto —¿Te sientes mal? Anoche te vi algo alterado….
Emma sentía un mal presentimiento. Normalmente Rome sonreía mucho y jugaba con ella, pero esa mañana solo le dirigía una mirada fría. Él estaba molesto.
—¿Por qué me miras así? —se sentía perturbada —¿Acaso te dije algo malo?
—Me dijiste que viste a Din. —la chica apretó la bandeja en sus manos —Alteza me dijo que él está desaparecido hace tiempo. ¿Por qué me mentiste?
—Roró…
—No me llames de esa forma y respóndeme.
—Rome, primero que todo, quiero que te calmes. ¿Por qué no desayunas y…? —Su amigo estiro el brazo con fuerza y lanzó la bandeja al piso. Todo el contenido quedo regado junto a la Omega que temblaba frente a él.
—¿Por qué me mentiste? —Rome camino hacia ella, apretando los nudillos y sintiendo que la rabia subía por su pecho. Sus ojos empezaban a humedecerse al darse cuenta de que su amiga lo había traicionado.
—Yo…no quería que te preocuparas. Llegaste enfermo de la cabaña y…
—¡Deja de mentirme, Emma! ¡Creí que podía confiar en ti! —Aunque no quería, las lagrimas fluyeron —¡Incluso me dijiste que él tenia a otro Omega! ¿Tienes idea de lo herido que me sentí? ¿Por qué hiciste algo tan ruin?
—¡Te estaba protegiendo! —le gritó empujándolo —¡Él desapareció después de que pelearon! ¿Crees que no sé que ibas a culparte? ¿Qué ibas a deprimirte pensando que fue tu culpa lo que le paso? ¡Yo solo quiero tu felicidad! ¡Me preocupo por ti!
—¡Aun así no debiste mentirme! ¿Cómo te sentirías si te oculto que tu pareja esta desaparecida? ¡Eres una mentirosa!
—¡Perdóname por quererte! —Rome se paralizó —¡Estoy muy preocupada por ti! ¡Me dio miedo que intentaras salir y que Ming te capturara! ¿Sabes lo que ese hombre quiere hacerte? ¡Porsche me contó que quiere atarte a una cama y usarte como un juguete! ¡No me importa si te molestas conmigo, no voy a permitir que te haga daño!
—Emma…
—Te quiero mucho, Roró. Eres mi único amigo aquí. No te enojes conmigo. Lo siento, sé que actúe mal. ¿Qué tengo que hacer para ganarme tu confianza?
El chico permaneció en silencio mientras la veía llorando. Las palabras de Emma tenían sentido. Puede que, incluso él hubiese hecho lo mismo. Ella también era su única amiga, haría lo que estuviera en sus manos para protegerla.
Todo el tiempo que Rome se debatía entre perdonarla o no, Emma forzaba las lágrimas. Agradecía que Pick y Porsche le hubieran avisado sobre la confrontación que tendría con su amigo. Su actuación debía ser más aguda.
Cayó de rodillas y se cubrió el rostro, sorprendiendo a Rome con el dolor que estaba expresando debido al arrepentimiento. La Omega lloraba desconsoladamente, siendo un mar de mocos y sollozos que conmoverían a cualquiera.
Incluido Rome.
—No te pongas así…—susurró arrodillándose a su lado —No estoy molesto contigo…bueno, un poco pero no tanto como para que me alegre de tus dolor. Solo prométeme que no volverás a mentirme.
—No volveré a hacerlo, Roró —la chica saltó para abrazarlo —¡Eres el mejor amigo del mundo! ¡Gracias por perdonarme!
—Tonta. Gracias a ti por cuidarme. —con cuidado, la apartó y secó sus lágrimas —Aun así, me siento destrozado por saber que él esta perdido. Creo que está muerto…
—Yo creo que, por tu paz mental, no deberías pensar en eso. Sé piensas en él como tu novio, pero ya ustedes habían terminado. —Rome afilo su mirada —Escúchame. No es un secreto que las cosas entre tú y Su Majestad están mejorando. ¿No crees que es momento de seguir adelante?
—¿Recuerdas lo que te dije cuando me recuperaba de la emboscada? —Emma alzó una ceja confundida —Quiero apartarme de Su Majestad. Ayúdame a alejarme de él.
—Pero él te quiere…
—Quiero alejarme. Dijiste que eras mi amiga, ¿no? Ayúdame entonces. —Aunque tenía ganas de negarse, Emma fingió una sonrisa y asintió.
Alejarlo del Emperador no era una tarea sencilla, sobretodo porque el Alfa disfrutaba mucho de su compañía. Si querían lograrlo, era necesario que Pick se molestara y no soportara su presencia. Sin embargo, ella no iba a poner empeño en idear algo muy malo como para despertar la furia del gobernante de la nación.
Después de pensarlo en conjunto, llegaron al acuerdo de que Rome realizaría acciones tontas e infantiles, no tan obvias pero lo bastantemente molestas para que el hombre no lo quisiera cerca. Esa misma tarde comenzó su plan.
Lo primero era ser un estorbo. El sirviente quien siempre fue diligente y atento se convirtió de la noche a la mañana en una persona despistada. Cualquier acción sencilla como preparar un informe resultaba en papeleo mal hecho y desordenado.
No solo en su trabajo, con Ryan también actuaba distraído. Decía que iba a cambiar el pañal y realizaba otra actividad completamente diferente, ignorando en algunas ocasiones al niño para que las otras niñeras se encargaran.
De igual manera, olvido preparar la ropa y las cosas del día siguiente; tampoco se levantó temprano, sino que se cubrió con las sabanas y fingió dormir. Pick no dijo nada.
Frustrado, decidió actuar como si estuviera confundido para irritarlo y pedirle al Alfa que repitiera varias veces la misma orden, pero haciendo algo totalmente diferente al final.
Pensó que Pick lo regañaría, pero lejos de eso, el Alfa lo besó y le comento que entendía su distracción debido a la preocupación por Din. El corazón de Rome se agito ante la actitud comprensiva del Emperador. Deseaba gritos y regaños por su incompetencia, pero solo recibió asistentes que se encargarían de esos quehaceres.
—Tomate un tiempo libre, me gusta que descanses… —El Emperador sujeto su rostro amorosamente y le dio un beso suave en los labios. El Omega se dejo llevar por la pequeña caricia hasta que se separaron y Pick entrelazó sus manos.
—Alteza…yo…
—Vamos a dar un paseo. Necesito un poco de aire —Del agarre del hombre fue arrastrado hasta el jardín.
En medio de todo, Ryan jugaba con una de sus niñeras. Al verlo, el Omega se movió por instinto hacia el niño y se arrodillo para recibirlo. El príncipe gateo hasta él carcajeándose. Rome lo sostuvo en brazos y le dio un beso en la coronilla.
—Mi pequeño…—dijo en voz baja, sin embargo, Pick alcanzó a escucharlo y sonrió. —Mira quien vino conmigo… —Con una sonrisa mucho más grande, Rome se giró hacía el mayor para que el niño lo viera. El infante lo ignoro, poniéndole toda la atención al Omega. —No seas malo, Ryan. Papá ha venido a verte…—le susurró —Papá te quiere mucho.
Los ojos del niño se fijaron en los de Rome. Una sensación extraña volvió a recorrer el cuerpo del sirviente y entonces paso. De manera torpe, Ryan balbuceó varias cosas mirándolo. Entre ellos, fue fácil distinguir la silaba. El pequeño le dijo “Papá”.
En sus ojos se formaron lágrimas mientras que un dolor punzante cruzó su corazón. Apretó los labios para evitar contestar cualquier cosa y deposito al niño de nuevo en el tapete, pero Ryan no lo dejo ir. El pequeño estaba aprendiendo a ponerse en pie, por lo que, con su ayuda, se tambaleo sin dejar de mirarlo.
—Pa…—Volvió a repetir apuñalando su interior —Pa…pá…
—Rome… —lo corrigió sintiendo su ser destrozarse —Mi nombre es Rome…
—Pa…pá…—Pero Ryan no escuchaba.
—Querido, él es solo un niño. Déjalo que te llame como quiera —Pick se agacho abrazándolo por detrás —Es bonito que te llame de esa forma.
—¡No soy su padre! —grito empujando al Alfa quien cayo al suelo sorprendido —¡No soy ni su padre ni su madre! ¡No quiero que me llame de esa forma!
Ante la evidente explosión de furia, el niño se asustó. El llanto de Ryan rompió el silencio que las palabras de Rome habían dejado. Pick suspiro de mala gana y lo apartó cargando al niño.
—Papá está molesto, dejémoslo descansar…
—¡No soy su jodido padre! ¿Acaso estas sordo? —Su pecho se contraía. Era horrible e injusto que el Alfa ignorara sus deseos.
—Primero me empujas y ahora me gritas. —Los ojos del Alfa lo miraron con rabia —Estas cruzando la línea, Omega.
—¡Todo es tu culpa! ¿Por qué tienes que decirle que me llame de esa forma? —su voz era tan alta que incluso la niñera estaba asustada.
—Rome, me estoy enojando…—en cambio, Pick hablaba con seriedad, pero calmado.
—¡Y a mí que me importa! —Ryan seguía llorando acaloradamente —¡Llama a su madre para que lo calme! ¡Yo no quiero hijos!
—¡Suficiente! —Las feromonas del Alfa de indicaron que tal vez estaba metiendo la pata.
No podía soportarlo más. Se dio la vuelta y huyo del lugar antes de hacer algo peor y arrepentirse. Entró en su antigua habitación y se sentó en el suelo junto a la cama cubriéndose la boca con la mano izquierda para evitar que los sollozos llegaran hasta los soldados que lo persiguieron.
Otra vez estaba atrapado.
El tiempo en su espacio personal pareció corto hasta que tocaron la puerta. Sabía que no era el Emperador porque él nunca pediría permiso para entrar. Pensó que tal vez Emma fue enviada para consolarlo, pero sorpresivamente, Porsche fue quien atravesó la separación de madera.
—¿General? —preguntó confundido desde la oscuridad. Todavía seguía en la misma posición, con las rodillas dobladas y el rostro cubierto de lágrimas, sin embargo, no hizo amague para limpiarse —¿Qué sucede? ¿Le paso algo a Emma?
El hombre negó con el rostro inexpresivo.
—¿Su Majestad te mando aquí para castigarme? ¿Qué va a hacerme?
—Lo siento, Rome…—susurró sentándose en el borde de la cama junto al chico —Sé que te sientes incomodo por todo lo que esta pasando, pero quiero que sepas que Pick te quiere y se preocupa por ti. Siempre te complace en todo…
—Pero Ryan me llamó Papá, ¿tiene idea de lo mal que me sentí? ¿Cómo se sentirá la Emperatriz si lo escucha? Es mi culpa por pasar mucho tiempo junto a él…
—Creo que tienes cosas más importantes de que preocuparte.
—¿Cosas más importantes? —Rome se tensó —¿En verdad el Emperador va a castigarme?
—Pick te está esperando para acompañarte. Él quiere tomar tu mano y cuidarte durante todo el proceso. —Porsche tocó el hombro del sirviente y con voz muy suave lo soltó —Lo hemos encontrado…
Fueron milisegundos de confusión hasta que asimilo de lo que hablaba el general. Una sensación desagradable recorrió su esófago. Miedo y ansiedad de mezclaron con felicidad. Por fin vería a Din.
Pero el rostro del mayor no era el mejor.
—Eso…eso es bueno, ¿no? —comentó con un tono tembloroso —¿Dónde estaba escondiéndose? ¿Le hicieron algo?
—Ven conmigo.
La falta de respuesta siempre era un mal presagio. Que el hombre caminara sin siquiera mirarlo significaba que el estado en que se encontraba el Beta no era el mejor. Debido a la experiencia que vivió el día del festival de luces, suponía que estaba muerto, aun así, confirmarlo seria extremamente doloroso. En su interior, esperaba que todo fuese un malentendido.
Muy en el fondo, deseaba llegar y ver que el Beta estaba gravemente herido, pero con vida.
No obstante, lo primero con lo que se encontró fue con Pick. La mirada del Alfa seguía seria, seguramente molesto por haberle faltado el respeto cuando estaban en el jardín. Rome bajo la cabeza con miedo por el castigo que recibiría ante su mal comportamiento.
Su cuerpo temblaba con cada paso del Emperador hacia él. Esperaba un golpe o un grito, en cambio, un abrazó lo cubrió.
—Quiero que sepas que estoy aquí para ti. —murmuro Pick en su oído —Encontramos la carreta de Din. —El omega levantó la mirada con esperanza que rápidamente murió —Al parecer los ocupantes fueron atacado por vándalos. Hallamos varios cadáveres, nos gustaría que confirmaras si algunos de ellos es Din.
—Alteza…—un sollozo escapo de sus labios —¿Se ve…se ve muy mal?
—Ha pasado tiempo desde que fueron enterrados. ¿Quieres comprobarlo por ti mismo? No voy a soltar tu mano, querido. Déjame apoyarte.
—Me da miedo…
—Tú Alfa estará a tu lado. —Pick lo agarró y sin darle tiempo de prepararse, lo adentro a la sala que sus hombres habían preparado.
Tres mesas se disponían en el centro del lugar, cada una con un cuerpo cubierto. Fríamente calculado, los dos primeros muertos eran otras personas. La idea de Pick era que el chico guardara esperanzas hasta el final.
Incluso después de destaparlo, el rostro era irreconocible. Al ser un Beta, Rome no podía captar ningún olor característico del amor de su vida. Pensó en negar, decir que no era su compañero hasta que la vio; de manera disimulada, los soldados habían limpiado sutilmente el tobillo descompuesto del chico. La razón de aquello fue para que, en medio de la luz del lugar, brillara la tobillera.
Un accesorio que Rome compartía con el Beta y que Pick se había encargado de desaparecer hace semanas.
—No…—jadeo con voz muy baja soltando al Alfa. —No…no…no…
Muy lentamente, se acercó hasta la joya para confirmar la horrible verdad. Su pecho subía y bajaba produciéndole dolor. Cada cabello de su cuerpo se erizaba preparándose para el golpe. La asimilación final de que si era él.
No le importo el estado putrefacto y asqueroso del cadáver. Puso toda su atención en el rostro de su novio y se impresiono al caer en cuenta de que cada golpe y herida eran iguales a las de la pesadilla que tuvo aquella noche.
¿Estaba muerto desde entonces?
—Din…—su voz se rompió al mismo tiempo que caía de rodillas —Mi amor…no…por favor no…
Pick lo observaba todo desde atrás. Prácticamente estaba mordiéndose la lengua para contener la sonrisa que quería formarse en su rostro. El castigo que se le ocurrió sirvió para matar dos pájaros de un tiro. Fue una suerte que Porsche hubiese enterrado al estúpido Beta en una fosa común del palacio.
Con Rome destrozado, sería fácil meterse bajo su piel e incluso su alma. El pequeño Omega seria siempre suyo, solo debía actuar un poco.
—Querido…
—No…No…No…—el sirviente gritaba desgarradoramente abrazando los restos de quien fue su amado —¡Todo es mi culpa! ¡Perdóname! ¡Yo no quería! ¡Perdóname!
—Querido, suéltalo. Esta sucio…—trato de separarlos, pero él se aferraba fuertemente.
—¡No! ¡No voy a dejarlo! ¡No voy a dejarlo ir! ¡Yo lo amo! ¡Él es el amor de mi vida! ¡No puedo dejarlo solo! —Pick apretó la mandíbula —¡Mi amor! ¡Yo te amo! ¡No puedes irte! ¡Tú dijiste que estaríamos juntos por siempre!
—Suéltalo… —A pesar de que la voz del Emperador era severa, fue ignorada —Te estoy ordenando que lo sueltes.
—¡No puedo dejarlo! ¡Yo lo amo! —El Alfa Agarro sus brazos bruscamente —¡No! ¡Alteza! ¡Déjame ir! ¡Tengo que abrazarlo! ¡Él es mi…!
Pick no medio palabras. Arrastró a Rome lejos del Beta. No le importaron los ruegos y forcejeos. En un momento, el sirviente incluso comenzó a golpearlo con todas sus fuerzas. Por supuesto, jamás le ganaría.
En los pasillos, todos sentían la desesperación de Rome por volver con su amado, pero no se atrevían siquiera a levantar el rostro del suelo. Las feromonas asesinas de Pick noquearían a cualquiera que se atravesara en su camino.
—¡Suéltame! ¡Te dije que no quiero! ¡Déjame ir! —continuaba su alboroto ahora desde la habitación —¡Alfa! ¡Suéltame!
Solo entonces, Pick lo giró y le dio una cachetada que resonó por toda la estancia. Rome se congeló, asustándose al darse cuenta de la posición en la que estaba.
—Por favor…—rogó débilmente —Déjame ir con Din…
—Ese Beta esta muerto. Ya basta.
—Alteza…pero…
—Silencio. —dijo y Rome se mordió los labios para contener sus sollozos —Vamos a bañarnos. —Sentenció ante la repentina calma. —Y después vamos a dormir.
—No quiero…
—¿Disculpa?
—No quiero estar contigo. —Pick arrugó el rostro —Me quiero ir a mi habitación.
—Esta es tú habitación.
—No. Mi habitación es la que comparto con Din, ¡me voy!
—¿Acaso quieres morir? —gritó Pick enfurecido —¡Tú emperador está dándote una orden! —Rome lo observó con las lágrimas mojando su rostro —¿No quieres que él tenga un entierro decente?
—Yo quiero morirme junto a él…
—No puedes hacer eso. Eres mi consorte, Rome. —El pequeño abrió la boca para refutar, pero Pick no se lo permitió —Me dijiste que lo trajera y eso hice. A partir de hoy eres mi consorte y no iras a ninguna parte. En esta vida, tú solo me perteneces a mí.
Notes:
Nota de Autora: Encuesta general, quien es peor, ¿Emma o Pick?
Chapter 23: CAPITULO 23
Chapter Text
El funeral de Din fue una ceremonia silenciosa y privada.
A pesar de que tenía sus dudas, sorpresivamente Pick permitió que Rome despidiera a su amado. Jamás pensó que el Emperador tendría piedad, aun así, el mismo Alfa fue quien le dio la idea e incluso le aseguro que lo hacía por el amor que le tenía. El pequeño sirviente se sentía extraño al ser llamado consorte frente a todo el mundo. Desde hace un tiempo aquello era un secreto a voces, pero desde esa mañana, el Alfa se encargo que no quedara ni una sola alma que no conociera su nuevo estatus.
Del cielo brotaban gotas de agua, tan frecuentes como las que se deslizaban del rostro de Rome mientras pedía perdón al montículo de tierra donde descansaba quien fue su compañero. Varias flores adornaban el solemne lugar mientras que un sacerdote recitaba una especie de oración que más que calmarlo, provocaba que llorara más.
Decirle adiós al amor de su vida no era fácil; más que nada porque él se quedaba convirtiéndose en aquello que juro que nunca seria. Agradecía que el Emperador le hubiese permitido despedir a su exnovio, aun así, era imposible no sentirse angustiado por lo que sucedería en su futuro.
Oficialmente había aceptado ser el consorte real. No entendía mucho en que iba a afectarlo, pero la ansiedad de que la libertad estaba lejos no era un secreto. Pick ni siquiera disimulaba que gozaba por su resignación.
Era horrible, Rome se sentía asfixiado con cada minuto que pasaba. Cuando todo termino, se acerco al Alfa de forma tímida y sintiendo angustia. Algo importante había desaparecido y no importaba si era correcto o no, estaba seguro de que el Emperador era culpable.
—Alteza… ¿usted…tomo mi tobillera? —preguntó parándose frente a él con los ojos temblorosos—No pude encontrarla…
—¿Cual tobillera?
—La que Din me dio…—Rome lo observó con miedo de ser regañado —Era igual a la que él usaba cuando lo encontraron. Recuerdo que la deje en mi habitación y ahora…
—No sabía que conservabas esa baratija. ¿Se te perdió? —el sirviente asintió conteniendo la acusación. —Te comparé otra, ¿quieres algún color especifico?
—Alteza…de casualidad… ¿Usted la ha tomado? —La expresión de Pick se endureció y Rome tuvo miedo, por lo que intento enmendar su error. —Yo…creo que me han robado. Eso era algo importante para mí. ¿Podría ayudarme a buscar? Tal vez el general o…
—¿Quieres que gaste la energía de mis hombres buscando algo tan inútil y barato cómo eso? Se te subió rápido el puesto a la cabeza.
—Lo siento. Tiene razón. Buscaré yo mismo Alteza, me retiro. —Antes de que se apartara, Pick lo jalo de la barbilla y lo beso.
—Enviaré a alguien a que la busca, ve directamente a nuestra habitación.
—Me gustaría buscar por mí mismo…
—No te lo estoy preguntando, querido. —Rome no respondió nada. Se sentía fuera de sí. Como si estuviera viendo a otra persona mover su cuerpo sin su control. Todo era vacío.
El Emperador se quedo observando el cuerpo de Rome alejarse poco a poco, mientras que sus hombres lo perseguían para evitar que se desviara del camino. Era imposible no sonreír cuando todos sus planes se estaban cumpliendo.
Su atención se fijo entonces en el religioso que había acudido a su llamado. El hombre al verlo se tensó y apretó los pergaminos que descansaban en sus manos. Aquello le gusto al Alfa.
—Padre, quiero hablar con usted.
—Alteza —el sacerdote hizo una reverencia intentando controlar sus nervios. —Tiene usted un gran corazón. Permitir que ese Omega cierre el ciclo con su excompañero me parece muy noble de su parte.
—Ese Omega es mi Consorte.
—Oh… ¿es él? Qué vergüenza, no le mostré mis respetos…
—No se preocupe. Rome es una persona sencilla, de hecho, todavía no es consciente de su nueva posición.
—Eso es evidente… ¿Desea que realice oraciones a su nombre?
—Por supuesto. Aunque eso no es lo que vine a decirle —la expresión desbordante de felicidad en el Emperador le heló la sangre al anciano —Padre, en un futuro cercano, quiero una pequeña ceremonia para casarme con Rome. Me encantaría que usted la oficializara.
—¿La emperatriz Lucia está enferma? —El Alfa se burló con la ocurrencia y negó. —¿Tendrá usted un segundo matrimonio?
—Así es, quiero que Rome quede en mi registro familiar para que nadie se atreva a llamar a nuestros hijos bastardos. Estoy seguro de que llegaran pronto.
—Me parece lo más correcto. ¿Cuándo quiere realizar él la ceremonia? Podemos organizar algo muy elegante en…
—Por ahora esto será un acuerdo entre usted y yo. —lo interrumpió sin dejar de mostrar su entusiasmo. —Dejemos que supere la pérdida del Beta antes de atarlo a mí.
El hombre lo miro seriamente y suspiro inconscientemente. Era obvio que aquello iba a hacerse en contra del Omega, pero él no podía decir o hacer nada más que acatar las órdenes del Emperador.
—Alteza, ¿Ya él está marcado?
—No. En mi próximo celo voy a hacerlo.
—¿Ha pensado en vincularlo con usted? —Pick alzó una ceja sin entender —Puede hacer que él sienta amor por Su majestad. Eso podría facilitar las cosas.
—¿Cómo?
—Muy pronto tendremos luna llena roja. —El padre guardo silencio cuando Porsche apareció, pero Pick le hizo señas para que siguiera hablado —Es un evento que ocurre cada veinte años y según la leyenda, los amantes que se unan bajo el color rojo tendrán pasión, atraerán la prosperidad y liberaran energías negativas del pasado. Puede intentar hacer eso.
—Lo pensaré…—dijo Pick sonriéndole a su amigo —Por ahora, vaya organizando los preparativos para la boda. Tengo que atraparlo antes de que intente escapar.
***
Si tuviera que describir su estado, Rome diría que era un muñeco de papel. Un simple trozo que fue recordado y arrugado para luego dejar en una esquina. La fragilidad que sentía en su interior solo podía compararse con la soledad de su nueva condición.
Desde la cama del Alfa, pensaba una y otra vez en la culpa. Deseaba irse y alejarse del hombre que parecía burlarse llamándolo “querido”. Rome estaba seguro de que la posesión del Emperador con él no iba a terminar bien. En su interior, no podía evitar pensar en que estaba repitiendo la historia de su madre.
¿Sería Pick capaz de hacerle lo mismo?
La pesadilla parecía no tener final, solo se hacia más larga y tormentosa.
El Alfa entró en la habitación sin dejar de sonreír y lo tomo del rostro con delicadeza. El rostro ajeno se acercó al suyo sin vacilación para besarlo. A pesar de que Rome instintivamente trato de alejarse, el agarre se lo impidió.
La caricia era como un puñal para su adolorido corazón, volvió a llorar.
—¿Cuánto más vas a llorar? —susurro Pick sobre sus labios —Estamos aquí, tan cerca que tu respiración es lo único que importa. Disfrutemos de nuestro amor…
—¿Cuál amor? —respondió con suavidad —Nosotros…nosotros no nos amamos, Alteza. Yo solo soy su…
—Consorte. —Terminó la frase empujándolo hacia la cama —Cada noche, los recuerdos de nuestros encuentros me arrullan al dormir. ¿Por qué no disfrutas de la vida que tienes?
—De la que me toco vivir…—No puso resistencia ante los besos que llegaron a su cuello —¿No estaría mejor con alguien más importante? Todas las parejas de los Emperadores tienen una piel pulcra como porcelana. Yo soy un feo Omega que solo sirve para organizar su ropa. Alteza, piénselo, yo…
—Ya no tienes que preocuparte por eso. Ahora que eres mi consorte no deberás servir nunca más como un sirviente. —Pick lo miró desde arriba —Solo me servirás a mí. Lo único que deseo es que te acuestes y te dispongas a recibir el cariño que tanto quiero darte, querido…
Rome no pudo evitar que por su cuerpo se formaran temblores. El toque del Alfa siempre erizaba y estimulaba sus puntos frágiles. Se odiaba así mismo por ser tan débil ante las caricias y las feromonas.
—Alteza, ¿podría llamarme Rome? —suplicó en un intento de autocontrol —Es incomodo que me llame con apodos cariñosos…
—Acostúmbrate. —su camisa comenzó a ser abierta —Todos saben que eres mi pareja. A partir de ahora, no solo te llamare querido, sino que usare otros apodos afectivos. Mi amor, mi vida, cada persona del reino sabrá lo importante que eres para mí. Incluso diré que te amo frente a ellos, así que acostúmbrate, querido.
—No me hagas esto…—las lagrimas se deslizaron por su rostro —No me tortures así…
—Tranquilo. Te prometo que te ayudaré a sentir mejor, mi amor.
Rome cerró los ojos, no tenía sentido objetar.
El Emperador había perdido la cabeza.
***
Rome no estaba dispuesto a quedarse todo el día en la cama.
Si Pick decía que no debía atender a nadie más que él, entonces eso haría. Después de perderse en el placer de la noche, el Omega enfrió sus pensamientos. A la mañana siguiente, se dispuso a acompañar a su nueva pareja para lograr representar una persona resignada y colaboradora. A pesar de que ya otros sirvientes ocupaban sus tareas, Rome se encargaba de supervisarlos. Necesitaba que todos bajaran la guardia mientras encontraba una forma de que el Emperador cambiara su parecer.
Pick lucia complacido con su actitud, no dejaba de sonreír e incluso tararear algunas canciones. Melodías que juntos cantaban antes cuando se la pasaban bien. Era imposible no sufrir en silencio por los recuerdos y la sensación de que todo era su culpa.
Porsche organizaba varios papeles, contagiado con la buena condición del Alfa.
—Rome, ¿puedes traerme un té de menta? Este no sabe tan bien… —El sirviente asintió y salió, dejándolos solos. Pick miró a su amigo extrañado por la petición.
—¿Qué vas a decirme?
—Siempre tan inteligente, Alteza —dijo el general riendo —Necesitaba que su consorte saliera para informarte algo. Mañana Emma y yo no vamos a trabajar.
—Vaya, ni siquiera pides permiso. —se burló el Alfa —¿Puedo saber el motivo?
—Hoy es la luna llena roja y quiero enlazarme con ella. —Pick se sorprendió. —Quiero hacerlo para que permanezca a mi lado por siempre. Sé que no me ama, pero si la leyenda es real, jamás podrá escapar.
—¿Y ella lo sabe? ¿Está de acuerdo con eso?
—Por supuesto que no. Me mataría si lo supiera. —Porsche negó con una sonrisa —Yo no soy un hombre casado, a diferencia tuya. Aun así, ella se niega a aceptarme. Tengo que usar mis propios métodos para atarla. ¿Cuento con tu permiso?
—Sabes que sí. Emma aquí significa que puedo seguir obteniendo información para que Rome no se aparte de mi lado. Es más, desde que oí al sacerdote, estoy pensando en enlazarme con él.
—¿Qué? Pero la Emperatriz…
—Lucia no me importa. Sabes que amo a Rome, quiero tener sus cachorros algún día. La boda será en un par de meses, así que…voy a enlazarme con su alma. Seremos uno solo…
Ambos hombres rieron, ignorando que, del otro lado de la puerta, Rome se había devuelto para preguntarle al Emperador si quería algo. El pequeño contuvo la respiración asimilando la información que se filtró en sus oídos.
Fue doloroso confirmar la traición de su amiga; Sin embargo, debía advertirle. Lo que Porsche quería hacerle era sucio y ruin. Obligar a Emma a que lo amara era injusto. Que Pick quisiera hacérselo a él, ya ni lo sorprendía. Necesitaba alertar a su amiga. Llego hasta donde la Omega y la tomo del brazo sin hablar.
—Roró, ¿qué pasa? —Ambos se alejaron de la cocina y llegaron al jardín. —¿Por qué te ves tan agitado? Me estas asustando.
—Si yo te digo algo, ¿guardarías el secreto o se lo dirías a Porsche?
—Guardaría el secreto.
—¿Qué le has contado sobre mí? —la chica permaneció en silencio palideciendo. —El Emperador dijo que le contaste algo sobre mí para que yo no me apartara de su lado. ¿Qué fue?
—¿Qué…qué dices? —Emma temblaba por haber sido descubierta —Tal vez oíste mal y…
—Me vendiste... —dijo con la voz llena de resentimiento. —¿Qué fue lo que dijiste? ¡Respóndeme!
La Omega mantuvo los labios cerrados. No podía confesar que por su culpa Rome estaba siendo manipulado hace meses.
—No sé de qué estás hablando, Roró.
—Mientras venia hacia acá lo pensé, ¿sabes? Nunca en todos los años que llevo trabajando aquí había visto una serpiente dentro del palacio y justo apareció cuando yo estaba vulnerable por el secuestro. La única persona que sabía de mi fobia eras tú. Se lo dijiste, ¿verdad?
—Es una coincidencia.
—¡Deja de mentirme! Emma, ¿cómo pudiste? —Rome sentía que las lágrimas se formaban en sus ojos —¡¿Sabes en que estoy metido?! ¿Cómo pudiste pasar por encima de mis sueños y metas? ¡Tú eres mi amiga!
—Rome...Escúchame…
—¿Por qué lo hiciste? ¿Que no te das cuenta del daño que me haces? Si no fuera por eso, no me hubiese apegado tanto al Emperador. Incluso deje a Din de lado por…
—¡Estoy salvándote! ¿Crees que irte va a ser bueno? Te secuestraron y revivieron tu miedo, ¿qué tiene de malo que yo lo usara para que protegerte? ¡Aquí estamos seguros!
—¡Creí en ti! ¡Confié en ti y me traicionaste!
—¡Entiéndelo, Rome, aquí estamos cómodos y.…!
—Din tenía razón. —dijo con voz derrotada —Las comodidades nublaron tu juicio.
—¡Din era un tonto! —gritó la chica exasperada —¡Él no podía darte nada de lo que mereces!
—¿Sabes Emma? Hay algo que tenía con Din que jamás tendré con Pick y eso es libertad. Con Din podía ser yo mismo; no tenía a un Alfa queriendo ser dueño de mi vida. ¡Ellos hacen cosas a nuestras espaldas!
—Tienes que calmarte. Si cooperamos…
—El general quiere vincularse esta noche contigo. —Sentenció Rome —No soy tan mal amigo como para no decírtelo. Si vamos a escapar, tenemos que hacerlo ahora o si no…
—¿Por qué escaparía? Estoy enamorada de él…
—¡Estarás bajo sus órdenes por siempre!
—¡Ya lo estoy! ¡No solo yo, tú también! ¡Deja de mentirte, Rome! No vamos a escapar nunca de ellos. Nos quieren y nos tratan bien, ¿por qué no puedes conformarte?
—¿No decías tú que no debería conformarme? Cuando Din me engaño te llenaste la boca de palabras para que yo entendiera que no estaba bien ser más de dos en una relación. Dijiste que merecía alguien que me amara solo a mí, con quien casarme y tener hijos. Alteza es un hombre casado. Siempre voy a ser un segundón. ¿No lo entiendes, Emma? Tú y yo no estamos en las mismas circunstancia.
—¡Pero él te ama!
—¡Yo no lo amo y nunca voy a amarlo! —Rome se dio la vuelta cansado de la discusión —Y si no puedo escapar, al menos no le dejare las cosas tan fáciles.
El Omega corrió lejos de Emma. Ahora que conocía la verdad, sabía que estaba en peligro. Al menos por esa noche, debía esconderse o realmente nunca podría escapar de Pick. Con habilidad, se escabulló dentro de las caballerizas y se metió debajo del heno. Sabía que nadie lo buscaría en un lugar tan maloliente y descuidado; sobre todo porque el caballo que residía en ese lugar era agresivo y feo.
Igual a él.
Durante el resto del día y toda la noche, el omega escuchó como los soldados y guardias iban de arriba abajo buscándolo. Se imagino la desesperación de Pick por encontrarlo antes de que la luna roja se escondiera y no pudo evitarlo, sintió satisfacción de saber que frustró los planes contrarios.
El tiempo en solitario le permitió reflexionar sobre sus propios sentimientos. Desde que empezó la historia con el Emperador, él se sintió confundido por la química innegable entre ellos. Le pareció paradójico que, en aquella ocasión, fuese su amiga quien mato las esperanzas de que el quisiera al Alfa. Ahora que todo cambio, ella se aprovechaba de su estatus.
Rome se preguntó que tanto sabría Pick de él. No le sorprendió que el mayor lo tratara tan bien y resaltara siempre su belleza a pesar de la cicatriz; algo que le causaba inseguridad y que Emma sabía. Se sintió estúpido y usado.
Se culpo a sí mismo por no poder detener los latidos ansiosos que se producían en su interior cada vez que pensaba en el Alfa. En el punto en el que estaba, no sabía si era por las feromonas o por la marca, pero definitivamente no era él mismo. Tal vez si había desarrollado sentimientos por el hombre y Emma tenía razón. Jamás podría escapar.
En algún momento se quedó dormido. El sonido de los pájaros matutinos lo sacó del mundo de los sueños, trayéndolo nuevamente a la realidad. Era hora de dejar su escondite y asumir las consecuencias de sus actos.
Cuando salió, el palacio parecía estar en calma. Ya los soldados no recorrían los pasillos con desesperación. Según la cantidad de luz, posiblemente eran las seis de la mañana. Realizo una respiración profunda y cruzó la puerta de la cocina. Todas las personas presentes lo miraron con asombro.
—¿No te habías escapado? —dijo otro sirviente sorprendido. —Te buscamos durante horas, incluso el ejercito salió del palacio...
—Me quede dormido por ahí —Rome trato de quitarle importancia a la situación para que ellos no notaran sus nervios. —¿Qué hay para desayunar? Con gusto se lo llevaré al Emperador…
No tuvo necesidad de buscarlo. Un agarre fuerte en su brazo provoco que un quejido se escapara de sus labios. La fuerza con la que Pick lo sostenía era tanta que no le parecería raro que su brazo se partiera. Dolía y mucho.
—¡¿Dónde diablos te metiste!? —preguntó con un grito tan alto que causó que todos los presentes bajaran la cabeza y se arrodillaran. —¡Respóndeme!
—¿Cuál es el lio? Me quede dormido junto a un árbol y…—No pudo seguir hablando. Su rostro se volteó hacía un lado producto de una cachetada. El Alfa lo había golpeado de nuevo, era la segunda vez que lo lastimaba. Rome se mordió el labio inferior aturdido por el dolor. La humillación de ser agredido frente a todos calentó su sangre, por lo que intento soltarse. Sin embargo, Pick lo apretó con más fuerza y se lo llevo lejos de la vista de los curiosos.
No importaba por donde pasaran, todos huían de la presencia del hombre. Repentinamente, su cuerpo fue arrojado dentro del agua en el baño de la habitación del mayor. El Emperador le arrancó la ropa sin explicación, incluso lastimándolo con sus uñas. Rome trató de quejarse e impedirle que lo desnudara, pero recibió otro golpe.
—Voy a poner guardias en las caballerizas…—dijo enfurecido. —¿Crees qué no puedo identificar que hueles a caballo? No sabía que eras un animal.
—Pues me tratas como uno cada vez que me golpeas…
—No quiero oírte, cierra la boca.
—Supongo que Emma ya te contó de mis planes.
—Rome, si no quieres que te castigue, mejor guarda silencio.
—¿Qué va a hacerme? ¿Ponerme una cadena para que no pueda huir? Yo no lo amo, Majestad. ¿Cuándo va a entenderlo? ¡Si estoy con usted es por obligación, no porque quiera!
—¡Vas a ser mi consorte, Rome!
—¡No! ¡Jamás seré tuyo! ¿Por qué no lo entiendes?
—¡En esta vida tú vas a servirme hasta el día de tu muerte!
—¡Entonces máteme! —Pick agarró su rostro con brutalidad para que lo mirara y tuviera miedo, pero Rome no se acobardó. —¿Estas molesto porque no me encontrabas o porque no pudiste vincularte conmigo?
—¡Ya cállate! ¡No quiero que hables! ¡Cierra la boca!
—¡No voy a ser tuyo!
El Emperador enfurecido lo sacó del agua y lo arrastro hasta el interior de la habitación. La rabia en el Omega también crecía con los minutos. Tomo una almohada y se la arrojo al hombre que la esquivo. Pick intento volver a sujetarlo de los brazos, pero Rome fue quien esta vez lanzó un golpe tan fuerte que giro el rostro contrario hacia un lado.
Aquello fue la gota que el Alfa necesitaba para llegar a su límite. Una ráfaga de feromonas se liberó directamente hasta el cuerpo de Rome, paralizándolo. Sus rodillas se debilitaron, provocando que cayera al suelo y quedara postrado a sus pies.
Pick lanzó tanto de su esencia que al sirviente le costaba respirar. Lo sintió arrodillarse frente a él y sostener su barbilla. El mayor lo obligo a mirarlo antes de sonreír y empujarlo hacia atrás. Rome quedo recostado en el borde de la cama con el Alfa apuntando a su cuello.
Era obvio lo que iba a hacer para controlarlo.
La mordida penetró su piel de forma dolorosa igual que siempre, fue imposible no llorar. Su cuerpo se sentía impotente de no poder reaccionar y alejar al Alfa que ahora lo depositaba en la cama.
—¿Qué vas a hacerme? —murmuro afectado por la apertura de la conexión.
—Mientras te portes bien, no voy a hacerte nada —Pick besó sus labios dulcemente —Quédate aquí y duerme.
—No me quiero quedar aquí, tú no tomas en cuenta mis sentimientos y mis pensamientos —gimoteo entre sollozos —Yo no quiero estar siempre debajo de tu control, tienes que dejarme ir…
Pick escucho sus palabras y soltó una carcajada. Rome se asustó cuando volvió a sentir una mordida; de sus labios escapo un jadeo doloroso que rápidamente cambio al ser lamido. El pequeño empezó a perder la batalla mental contra la lengua del Alfa. Odiaba que sus instintos lo gobernaran una vez más.
—Déjate llevar, sabes que esto te gusta… —Las lamidas seguían, sacándole pequeños gemidos de placer mezclados con culpa. No podía evitar que su cuerpo se impulsara automáticamente contra el del mayor. Aun así, no se rindió fácilmente.
—Alfa…no me hagas esto…—libero sus feromonas, que, en vez de calmar al noble, lo excitaron más.
—Dices que no lo haga y tu cuerpo no deja de agitarse bajo mis manos…
—Eres un manipulador…—gimió Rome besando el cuello contrario, perdiendo poco a poco la cordura —Eres…lo peor que me ha pasado…te odio.
—¿Me odias? —repitió Pick sonriendo mientras se apartaba —¿Quieres que me detenga? Me iré entonces…
—No…—El sirviente sujeto con fuerza su camisa —Si vas a hacer algo…hazlo bien…
—Decídete, Rome. ¿Me quieres o no me quieres? Me cuesta entenderte…
El Omega no le respondió nada. Ya la naturaleza de su instinto había tomado el control completo de su cuerpo. Para un Omega como él, era imposible resistir a las feromonas y la marca de un Alfa tan dominante como el Emperador.
Después de entregarse, su parte animal pareció disminuir y darle paso a su consciencia. Sin embargo, fue obvio que el Alfa estaba dispuesto a interrumpir cualquier idea mental de irse.
—No puedes encerrarme por siempre…—Sus ojos se estaban cerrando por la oleada de feromonas—¿Por qué me haces esto?
—Porque te amo, ya lo sabes.
—Y yo…—Sus parpados ya no se movían —Te odio…voy…a…irme…
—Un Alfa siempre debe proteger a su Omega. —Pick le dio un beso en la frente —Eres mío y me amaras por siempre.
El mayor rodo su cabeza hacia un lado, revelando la marca recientemente cicatrizada. Se agacho con cuidado y le dio un beso, causando en el sirviente un escalofrío.
Rome lo supo, bajo la marca del Emperador, él nunca seria libre.
***
Nota de Autora: Gracias por la espera. Ando con dolor de muñecas, tal vez las actualizaciones serán un poco más lentas a partir de ahora. No es seguro, pero trataré de mantener el ritmo. Besos!
Chapter 24: CAPITULO 24
Notes:
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Chapter Text
Emma entro con pasos ligeros en la habitación donde Rome dormía.
Según lo que le explico el Emperador, su amigo estaba en un sueño profundo debido a la marca. Las feromonas lo habían noqueado al punto de que ya llevaba más de un día inconsciente. Porsche le contó que, a partir de ese momento, cada vez que Rome tuviera encuentros íntimos con el Alfa, él iba a cubrirlo con su esencia hasta que su mente y su cuerpo se quedaran tranquilos.
Su amigo estaba restringido por un velo que no era capaz de imaginarse. Vio la marca en el cuello contrario y sintió una contracción en su pecho. Sabía que Rome odiaba sentirse vulnerable y dependiente, pero ya no tenían escapatoria. Ambos estaban en casi la misma situación.
Retiro la sabana del cuerpo contrario y se encontró con múltiples señales de la noche apasionada que evidentemente había pasado con el Emperador. Su único consuelo era la seguridad de saber que Rome disfrutaba de aquellos encuentros; era innegable la química que existía entre ellos. Si tan solo su amigo no fuera tan terco, seguramente ellos tendrían una relación muy feliz.
Con ayuda del trapo húmedo limpio los brazos, piernas y abdomen de su amigo. No tocó sus partes íntimas porque el Alfa fue muy claro en decirle que su esencia debía permanecer dentro de Rome. Emma se sentía culpable porque sabía que aquel niño vendría pronto y su amigo se volvería loco.
Al finalizar con su tarea, lo vistió y aunque estaba inconsciente lo sentó para poder peinarlo. Emma le aplicó incluso perfume para que estuviera en óptimas condiciones; ella lo amaba, aunque tuviese que actuar en contra de él.
—¿Qué haces? —La voz adormilada de Rome la sacó de sus cavilaciones.
—Estoy limpiándote porque olías terrible.
—¿Vienes a traicionarme de nuevo? ¿Traes una serpiente en ese recipiente o qué?
—No te traicione. —respondió mientras lo peinaba —Que yo no me escondiera como tú no quiere decir que te haya traicionado. Me gusta el general, ¿por qué no podía vincularme a él?
—Sabes que no hablo de eso —respondió con voz cansada —¿Y? ¿Cómo se siente?
—No lo hicimos. —Su amigo se sorprendió. —Estuvimos buscándote toda la noche, no pudimos unirnos bajo la luna.
—Lo siento por dañar tu encuentro.
—No pasa nada, ahora sé que el general quiere vivir conmigo para siempre. Creo que puedo aceptarlo.
—¿Vas a sermonearme para que yo acepte a Su Majestad?
—No. Vengo a disculparme. —Sin dejar de lado su labor, la chica siguió hablando —Lo siento por disponer de ti y traicionarte. Fui una mala amiga y debí apoyarte. Me di cuenta de eso ayer, de todo corazón lamento lo que te hice…
—¿Sabes? He dormido tanto que ya no estoy molesto contigo sino conmigo. No sé cómo salirme de esta situación y eso me frustra.
—Alteza quiere casarse contigo y tener hijos. —Emma soltó la información con la esperanza de que su amigo confiara en ella y se alterara, pero él permaneció tranquilo —¿Ya lo sabías?
—Si...escuche que se lo dijo a Porsche. —el sirviente la apartó escondiendo el rostro en sus rodillas. Sin que Emma lo esperara, comenzó a llorar —¿Qué voy a hacer? Aunque quisiera, ahora mismo no puedo escapar por esta estúpida marca. La última vez que no sentí sus feromonas casi me muero…
—Si quieres mi consejo, quédate tranquilo un tiempo. Juega y finge que recapacitaste y que vas a casarte pero que quieres que sea a tu estilo, retrasa la boda...
—Pero al final voy a terminar casándome...
—Podemos seguir haciendo cosas que enfurezcan al Emperador; actos que lo fastidien para que se aburra de ti y se dé cuenta de que no te quiere en verdad. Hagamos que se le quite el capricho.
—¿Y los bebés? No quiero hijos, Emma…
—Si no dices nada…yo puedo traerte todos los días el anticonceptivo —Rome entrecerró los ojos —Lo beberé al mismo tiempo que tú, sabes que tampoco quiero tener un niño. Esta vez, voy a ayudarte, te lo juro.
—¿Y por qué no me ayudaste ayer?
—Si lo hice —la Omega sonrió con orgullo —No me vincule con Porsche porque me ocupe de encender muchos inciensos. ¿Crees que no te vi cuando fuiste a la caballeriza? Disipe tu olor como pude; incluso queme un par de ollas y el Emperador me regaño. Puedes preguntarle a él mismo o a cualquier otro sirviente. Ayer hice mucho por ti. De hecho, limpiar tu cuerpo oloroso es mi castigo…
—Emma.…gracias...
—No importa si me quedo sola, Rome. Si tú quieres ser libre te ayudare a escapar.
—¿No quieres escapar conmigo? Podemos ser libres.
—No me interesa la libertad. Estoy bien junto al general, te dije que lo amo.
—Está bien...gracias Emma. Creo que voy que bañarme. Necesito sacarme este olor de encima. —La chica asintió y tomo el recipiente con agua. Hizo una reverencia y salió de la habitación. Dio varios pasos afuera y una lagrima cayo por su mejilla.
Porsche la esperaba afuera para darle un abrazo —Ya paso...
—Me siento muy mal por engañarlo...
—Todo es para protegerlo, mi omega.
—Alfa...no le digas que estamos vinculados...
—No lo haré, tranquila. confía en mí. Haremos que Rome baje la guardia y se enamore de Pick. Veras que la idea de irse se borrara de su mente.
La Omega siguió llorando con culpa. Ahora que estaba vinculada y necesitaba constantemente al Alfa, comprendía las palabras de Rome.
Ya no era dueña de sí misma.
***
A la mañana siguiente su amiga cumplió con su promesa.
Junto al desayuno, Emma le trajo una taza con agua caliente y varias plantas. A pesar de estar despertando, Rome observó todo con sospecha. La cooperación de su amiga le resultaba extraña sobretodo en el palacio, donde existían miles de ojos atentos a lo que hacía.
—¿Qué es todo esto? —preguntó sin tocar nada.
—Sé que no vas a tomar ningún brebaje, así que traje los ingredientes para que lo prepares tú mismo. —La chica se burló —Conozco tu terquedad…
—Lo peor de todo es que lo dices como si yo fuera el malo de toda la situación cuando tú me vendiste…—Rome negó compartiendo su risa —Después de lo que me hizo la vieja bruja, ¿crees que confiaría en cualquier bebida de aquí?
—Puedes confiar en mí, yo soy tu amiga…
—Tienes que volver a ganarte mi confianza —Emma tuvo el descaró de mostrarse ofendida —No hagas esa cara. En ese punto, estoy seguro de que colaboraste cuando me daban ese té. Así que provechando que ya puedo preguntártelo, dime, ¿la función de ese liquido era que yo me desesperara por Alteza y sus feromonas o querían volverme loco? No entiendo por qué empezaron a dármelo…
—No lo sé…
—No te creo nada. Si estás del lado de Porsche, es bastante obvio que sabes más de lo que aparentas. ¿Hasta cuando vas a mentirme?
Emma apretó los labios y no le contesto. Prefiero fingir que organizaba el cuarto mientras él se dedicaba a comer. Era obvio que la omega no iba a decirle nada, aun así, se sintió herido. En el fondo, esperaba que la chica le contara toda la verdad debido a la lealtad que su amistad significaba. En cambio, el silencio era una clara muestra de traición pura y dura. La decepción comenzó a transformarse en rabia.
Al terminar de comer, Rome le entregó los platos vacíos a la chica con el rostro serio. A pesar de que Emma trato de sonreírle, él no cambio su expresión.
—Llevaré los platos y vendré a ayudarte a vestir.
—No requiero tus servicios —su voz era claramente de molestia —Retírate.
—¿Roró? ¿Qué pasa? ¿Cómo que no quieres mis servicios? Yo soy tu asistente personal…
—No quiero que lo seas. —Miro a los guardias —Díganle que se retire, por favor.
—Rome, no te pongas así. ¿Por qué sigues molesto? Creí que…
—Creíste mal. —El Omega contuvo sus lágrimas, cada minuto la impotencia y la furia contra su amiga incrementaba —Déjame solo. Estoy harto.
—Eres el consorte. Las ordenes son claras, debemos asistirte en…
—Quiero otro asistente. —Volvió a dirigirse a los hombres —Díganle al Emperador que quiero alguien nuevo. Una persona que no tenga mucha experiencia ni que haya trabajado antes conmigo.
Sin esperar respuestas o quejidos, Rome se acostó en la cama y se cubrió con la sabana. Había resistido mucho, pero llegó a su límite. Se sentía muy sensible y triste. Las lágrimas cayeron por su rostro y la necesidad de feromonas lo cubrió. Se odio a sí mismo, sin embargo, llamó al Alfa en silencio. Esperaba que realmente llegase a calmarlo.
A los pocos minutos, sintió una caricia suave en la parte externa de su escondite improvisado. Se quedo quieto hasta que una oleada tibia de feromonas calmantes llegó hasta él. Sin disimular su desespero, sacó la cabeza y se encontró con la sonrisa de Pick.
—Me han dicho que echaste a Emma…
—Si. No quiero verla por un tiempo. —Contestó acostándose en las piernas ajenas —Estoy molesto porque te ayudo a encerrarme aquí.
—Han contratado nuevos sirvientes. Pediré qué te asignen uno…—El hombre ni siquiera negó sus palabras —Tengo que trabajar. ¿Estarás bien mientras estoy lejos? Podemos almorzar juntos.
—¿Acaso tengo opción?
—Estas increíblemente dócil, ¿te sientes mal? —Pick acaricio su cabello —Me preocupo por ti, Mi Omega…
—Estoy cansando de pelear. —Aquello era una verdad a medias. El plan de Emma no era del todo malo; por un tiempo, quería lograr que el Alfa se confiara y así lograr escapar. Necesitaba derrumbar las barreras que se oponían a su libertad.
—¿Quién eres y que hiciste con mi Rome? —El mayor se burló con su puchero infantil. —Aunque no me quejo, disfruto de la paz contigo.
—¿Almorzamos entonces? —Sus ojos empezaron a cerrarse. Las esencia del Alfa seguía teniendo un poder increíble sobre él debido a la marca.
Un beso muy suave se estampó contra sus labios de forma inesperada, logrando que la sensación de pesadez lo cubriera por completo y al final terminara durmiéndose. El Emperador observó su cuerpo adormecido con una sonrisa, incluso si Rome no lo veía, poco a poco iba a enamorarse de él.
Desde la puerta, Emma observaba todo llorando. Ella misma fue a buscarlo cuando su amigo prácticamente le dijo que no quería verla. Esperaba que el Alfa solucionara el problema y que Rome la perdonara, pero por lo visto, al hombre no le importaba su situación en lo más mínimo.
Definitivamente, en los Alfas no se podía confiar.
***
Un ruido repentino provoco que Rome abriera los ojos de un momento a otro. Miro hacia la habitación y se encontró con que quien lo despertó era un total desconocido. Llegó a asustarse un poco por la presencia del sirviente que le daba la espalda.
El cabello le llegaba hasta los hombros y caminaba un poco jorobado. Se veía incluso bien alimentado, alguien nuevo tal y como lo pidió. La ropa que usaba era bastante vieja y dejaba ver algunas heridas en sus brazos, estaba seguro de que eran quemaduras.
Él también las obtuvo cuando era ayudante en la cocina; el primer trabajo de los nuevos del palacio. Contuvo la risa al ver que el chico seguía totalmente ajeno a su mirada. Un omega joven y distraído. Justo lo que él quería. Alguien para poder moldear a su gusto. Debía intimidarlo un poco primero.
Hizo un ruido con la garganta para avisarle que estaba despierto y tuvo que morderse la lengua para no soltar una carcajada. El extraño brinco en su sitio y volteo como si hubiera visto un fantasma. El sirviente corrió rápidamente hacia el borde de la cama y se arrodillo en el piso temblando.
—Alteza, mucho gusto. Mi nombre es Mix y acabo de entrar a trabajar aquí… —Su voz era tan rápida que atropellaba las palabras —Le voy a servir con mucha lealtad, cuenta conmigo para lo que necesite, me han dicho que ya ha desayunado, con mucho gusto puedo traerle su ropa quiero decir traigo su ropa ahora mismo. Tengo colores. Tengo verde, azul, rosado. ¿Qué color le gustaría vestir? O si gusta primero le ayudó a darse un baño y después se viste o si gusta le puedo traer un postre y después se baña y después se viste o si gusta yo puedo traer un té o no sé si le gusta el té…
El chico habló tanto en tan poco tiempo que Rome no pudo mantener su fachada de seriedad. Los nervios del nuevo sirviente hicieron que una sensación cálida recorriera el cuerpo del mayor, al menos Mix se veía como alguien sincero.
—No te preocupes, estoy bien —contestó con voz tranquila. —Y no me digas Alteza ni señor. Mi nombre es Rome y soy un sirviente igual que tú.
—¿Qué? —Los ojos de Mix se abrieron espantados —¡Dios mío, me van a matar! ¿Eres un sirviente? ¡¿Entonces quién diablos es el Consorte y dónde está?! ¡Me van a cortar la cabeza!
El rostro de miedo junto con la expresión exagerada le dio mil años de vida a Rome. Era imposible no reírse del estado de pánico del chico. Pensó en volver a molestarlo, pero su buen corazón no se lo permitió, él se veía increíblemente joven.
—Tranquilízate, Mix. Si soy el Consorte, pero prefiero que me llames Rome —El Omega se bajó de la cama —No me gusta ser llamado Alteza. Soy un sirviente de verdad…
—Entonces… ¿eres un esclavo o eres un sirviente o eres el consorte? ¿Qué es lo que eres? ¿Debo hablarte con respeto o como un igual? Me dieron la orden de que al Consorte se le debía hablar de Señor o de Su Majestad…Yo…yo….
—Llámame Rome o me voy a molestar —Habló con seriedad —Eres nuevo en el palacio, ¿verdad? ¿Cuándo llegaste?
—Está bien, Señor Rome —El chico hizo una reverencia mientras que el mayor suspiraba —Llegue hace tres días. Me asignaron a la cocina y de repente hoy me avisaron que tendría que asistirlo. Bueno, al consorte. Pero si usted dice que es un sirviente, ¿es un sirviente consorte?
—¿De verdad vas a volver a preguntarme eso? —Sin querer, Rome alzó la voz. Por lo que Mix se asustó y se arrojó al piso.
—¡Perdóneme, Señor Alteza Consorte Rome! ¡He cometido un pecado mortal pero no me mate! ¡Tengo una familia a la que mantener! ¡Mi hermano pequeño y mi madre esperan por mí!
—Dios…—El mayor suspiro aturdido por la inmadurez del chico —No te haré nada. Mejor relájate muéstrame las telas que trajiste y después ayúdame a bañarme. Me siento un poco débil.
—¿Ya no va a matarme?
—¿Cuándo dije que iba a hacerlo? —El chico guardo silencio.
Todo el mundo le había dicho que el Consorte era un Omega celoso y despiadado que no aceptaba errores. Los demás sirvientes le contaron que el chico era tan salvaje que ni el Emperador conocido por matar a las personas podía con él. Hasta la Emperatriz le huía, por eso nadie quería trabajar a su lado.
No debía confiarse.
Con cuidado agarró a Rome del brazo y lo llevo hasta el baño. Se sonrojo al ver que el chico se despojaba de su ropa, así que se giró para no verlo. El mayor negó con la cabeza y trato de modular su tono de voz para no asustarlo.
—Se supone que me ayudes a bañarme. A lavarme el cabello y la espalda —Rome le acercó el shampoo y un recipiente —Normalmente lo hago yo solo, pero creo que tengo un poco de fiebre. ¿Sabes usar shampoo o te enseño?
—¿Cómo no voy a saber usarlo? Ni que fuera…—El chico apretó los labios —Quiero decir, si, alteza Rome. Enseguida lo asisto. Discúlpeme, es la primera vez que veo a otra persona sin ropa.
El Consorte volvió a esforzarse por no reírse. Mix era chistoso porque no podía controlar su lengua. Rome sabía que aquello era un arma de doble filo, pero al menos, le serviría para distraerse por un tiempo.
Rome eligió vestirse de color azul. Una forma sutil de demostrarle a Pick que él todavía tenía voz y voto en sus propias decisiones. Junto a Mix, se dirigió hacia la oficina del Alfa para cumplir con el almuerzo que le había prometido.
En cuanto entró en el lugar, su cuerpo se movió solo y de forma descarada abrazó al Emperador, restregándose contra su ropa. Extrañaba sus feromonas. Pick lo recibió gustoso y lo besó con ansias. Amaba el estado en que Rome permanencia cuando la marca estaba recién formada. Se volvía tan dócil y necesitado que iba a buscarlo.
Sin dejar de abrazarlo desvió la vista hacia el nuevo servidor de su Consorte. El chico se petrifico al sentir su mirada y un segundo después se arrojó al suelo.
—Larga vida al emperador de Araik. ¡Que viva el más fuerte Alfa de todo el imperio, el gran Emperador, que viva la justicia, la paz y el amor! —Rome sintió rabia con las palabras de su sirviente. Odiaba aquel discurso memorizado que él mismo tuvo que recitar en el pasado.
Todo eran malos recuerdos.
—Puedes retirarte. —Contestó Pick ante la devoción del nuevo Omega en la vida de su Consorte —Te llamaremos cuando acabemos. Gracias por tu labor.
—Cuente conmigo, Alteza. —Mix se apresuró en correr lejos de la vista de ambos.
Los soldados que siempre acompañaban al Alfa también dejaron la habitación. Una mirada de Pick fue suficiente para que temblaran y entendieran que querían disfrutar de aquel almuerzo en la soledad de sus compañías.
—¿Y? ¿Qué tal te parece Mix? Es el más nuevo del palacio…
—Se nota que no tiene nada de experiencia. Tendré que enseñarle la etiqueta y el protocolo básico.
—Originalmente fue contratado para barrer pisos y lavar los platos. Si quieres lo cambiare.
—No. Prefiero que no se haya contaminado con la falsedad de este lugar. —Rome miró al Alfa a los ojos —Al menos él es sincero conmigo.
—Yo soy sincero contigo. —Pick tomó su mano —En este momento, quiero arrancarte la ropa y hacerte mío sobre el escritorio. Me contengo porque sé que tienes hambre, cariño.
Rome se sonrojo y bajo la cabeza separando su mano de la del mayor. También lo deseaba, sin embargo, odiaba mostrarse tan fácil. Todavía no traían su comida y eso lo tenía nervioso. Sus ojos se desviaban hacia la puerta cerrada, necesitaba que trajeran los alimentos.
—Hasta que yo dé la orden no entraran. —El Omega arrugo el rostro —Quiero mimarte antes de comer. ¿Qué tal un poco de postre? —Rome suspiro con molestia —Tu futuro esposo quiere darte amor, ¿por qué reaccionas así?
—¿Mi futuro esposo o mi carcelero?
—Teníamos un trato. Te traje al Beta como querías —Sin cuidado, el mayor agarro su mandíbula —Eres mío, me perteneces, Rome. Sé un hombre de palabra.
—Soy un hombre de palabra, es solo que no me acostumbro a lo que me haces.
—¿A lo que te hago? —Pick lo soltó con la misma brusquedad —¿Qué te estoy haciendo? ¿Darte amor? ¿Tenerte viviendo bien? ¿Cuidarte?
—¿Darme amor? —Rome se sentía irritado. —Querrás decir tener sexo hasta desmayarme y luego cubrirme con tus feromonas, tanto que me cuesta salir de la habitación. Todo el tiempo estoy somnoliento y dormido. Sé que no me están dando ningún brebaje extraño para tenerme fuera del juego, pero con lo que me haces es suficiente para sentir que no me pertenezco a mí y esa sensación no me gusta sentirla.
—¿Por qué eres tan dramático? Te cubro con mis feromonas porque me gusta que descanses. No es un secreto que has estado agotado estos días.
—Lo haces para mantenerme encerrado.
—No es así. —El emperador deslizo su mano hasta la contraria y entrecruzo sus dedos de nuevo. —Es un efecto secundario de darte amor. Mis feromonas te relajan debido a la marca, eso no es algo que yo controle. A ti te gustan y yo disfruto dártelas, ¿es un problema querer complacerte?
Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Rome. A pesar de sentirse molesto, sabía que el mayor tenía razón. La reacción de su cuerpo ante las feromonas era algo que sucedía desde antes, solo que nunca le puso atención. Desde que se conocieron, él solía dormirse. Tal vez Pick tenía razón.
—¿Te das cuenta de que no es mi culpa? —La voz dulce del Alfa lo confundía —Sé que estas molesto conmigo y ves cosas donde no las hay, pero yo no me daré por vencido. Haré que me ames, cariño.
—¿Por qué? —El Omega se sentía confundido —¿Por qué usted desearía que alguien como yo lo amara? No lo entiendo, Alteza. ¿Por qué casarse conmigo? Lo he oído incluso hablar de hijos. ¿Qué ganaría con eso?
—Gano el placer de que seas mío.
—Yo no quiero ser suyo…
—Rome, te lo advierto. Vuelves a mencionar algo sobre la libertad y me voy a enfurecer —El sirviente apretó los labios y soltó la mano contraria —Deberías disfrutar de tú nuevo estatus. Ya no tienes que preocuparte por limpiar pisos ni atender a nadie. Dedícate a seguir sonriendo y hacerme feliz. ¿Hace cuanto no vas a visitar a Ryan? Me han dicho que te has alejado de él…
—¿Ya van a traer la comida? Tengo hambre…—A pesar de que Rome trató de cambiar el tema, Pick no se lo permitió.
—¿No quieres verlo porque te dijo papá? Si eres mi pareja, obviamente te conviertes en su padrastro. Acostúmbrate, querido.
—No quiero eso. Yo no soy su…
—Cuida tus palabras. No te atrevas a hacerle un desaire a nuestro hijo. —Aquello fue todo.
La paciencia que permanecía en él se acabó con la última oración del Emperador. Aunque amaba a Ryan, él no era su hijo y nunca iba a hacerlo. Todavía cuando pasaba mucho tiempo con el niño se sentía incomodo en su interior. Odiaba las miradas de los sirvientes cuando estaban juntos. La existencia de Ryan seguía siendo un recordatorio constante de que él era el tercero en una relación.
Necesitaba mantener su distancia.
Sin ganas de compartir más con el Alfa, decidió ponerse en pie y dejarlo solo. Si no iban a almorzar prefería morirse de hambre en la habitación. No entendía por qué, pero sus ojos se humedecieron y su pecho dolió. De nuevo ahí estaba la sensación de que extrañaba algo que había perdido.
Antes de llegar a la puerta, unos brazos fuertes lo cubrieron deteniendo sus pasos. El Emperador lo sostuvo con fuerza y liberó feromonas calmantes mientras depositaba un beso superficial sobre su cuello, exactamente en la marca.
El toque provoco que las lágrimas resbalaran por sus mejillas. No supo porque, pero no podía dejar de llorar. Se cubrió el rostro con las manos al mismo tiempo que Pick lo cargaba en brazos y lo llevaba hasta el sofá.
En las piernas del Alfa, se dejó llevar por el sentimiento. Apretó su camisa y lloró con dolor. Era extraño y al mismo tiempo aliviaba su alma. La cercanía con Pick lo confundía y lo reconfortaba por partes iguales.
—Lo siento…—Susurró el mayor mientras sobaba su espalda —Sé que Ryan no es tú hijo. No es mi intención que creas que yo quiero que él reemplace a la sangre de tu sangre. Te prometo que en el futuro te daré muchos niños, mi amor. Los que quieras. Ellos correrán por todo el palacio y serán respetados por todo el mundo.
—¿Y si no quiero hijos? —El Alfa contuvo las ganas de refutar —Yo…solo casarnos me parece un gran paso…
—Vamos a preocuparnos por una cosa a la vez. Primero organicemos la boda y en un futuro discutiremos el tema de los bebés, ¿Qué te parece?
Para el Emperador no había nada que discutir. Rome iba a darle hijos quisiera o no, pero por lo pronto, iba a fingir un poco y tratar de que el chico confiara en él. El hecho de que el sirviente ya no estuviera tan reacio a la idea del matrimonio ya era una ganancia gigante.
—Es…está bien…—contestó todavía desde su pecho —La boda… ¿podemos hacerla después del cumpleaños de Ryan? No me gustaría opacar la celebración de la Emperatriz… —El plan repentino de Rome era básicamente ir aplazando la fecha hasta que la paciencia del Alfa se lo permitiera. Era tonto, pero se sentía desesperado.
—Me parece perfecto, sin embargo, estas olvidando algo muy importante, querido.
El Omega lo miró sin entender. ¿Qué podía estar dejando de lado que fuera más importante que el cumpleaños del príncipe? Pick volteo a verlo sin dejar de sonreír y tomó sus labios con amor. Un beso suave y tranquilo que, en vez de calmar su corazón, consiguió agitarlo.
—¿Qué estoy olvidando, alteza?
—El cumpleaños de tu futuro esposo. —Los ojos de Rome se abrieron con sorpresa —Piensa en qué me vas a regalar. Lo estoy esperando con ansias.
—¿Y si no te regalo nada?
—Tu existencia misma es un regalo para mí. —El calor se extendió por sus mejillas. —Mi madre y Lucia se están encargando de todo. No te preocupes por hacer nada más que seguir calentando mi corazón como lo haces todos los días.
A Rome le costaba resistirse a las palabras de amor que dejaban con frecuencia los labios del Alfa. Era difícil ignorar la honestidad y la emoción con que a menudo salían. Aunque trataba de disimular y fingir que no le gustaban, su corazón rebelde se emocionaba.
Era extraño. Aunque seguía lamentando la muerte de Din, se vio a sí mismo esperando ser tratado de manera tan dulce. Ya no era solo por la marca o las feromonas, empezaba a disfrutar de estar junto al Alfa y eso lo incomodaba.
Y ahora tenia un problema más. La celebración del cumpleaños del Emperador era una fiesta grande a la que seguramente él iría en calidad de pareja en vez de sirviente. La ansiedad y los nervios por saber que tendría miles de miradas encima no le gusto.
Finalizó el almuerzo con el Alfa y junto a Mix decidió caminar para despejarse. A pesar de que no era una obligación, tenía que pensar en algo para regalarle al hombre. El problema real era que no poseía el dinero necesario para comprar algo valioso. Incluso si vendiera alguno de los regalos que le había dado, no seria suficiente.
Mix notó que se veía pensativo y confundió su rostro de preocupación con cansancio. —Alteza Rome, ¿le gustaría sentarse? Se ve abatido…
—No lo estoy. Solo estoy pensando en que darle a Pick…
—¿Al Emperador? Puede ser algo útil.
—¿Cómo qué? Puede que no lo parezca, pero no tengo mucho dinero. Congelaron mi salario hace meses y me rehusó a pedirle a su Majestad dinero para su propio regalo…
—Puede regalarle un pañuelo bordado por usted mismo —Rome lo miró sorprendido por la buena idea —Es algo sencillo, pero tiene mucho significado, Alteza.
—¡Me gusta! —Contestó el mayor con una sonrisa —Vamos al taller. Alla conseguiremos telas e hilo. Dudó que las costureras no me las quieran dar.
Ambos se dirigieron hasta el área mencionada hablando de trivialidades. La compañía de Mix era justo lo que Rome necesitaba para relajarse. El chico era imprudente, pero por eso mismo lo divertía.
Escogieron una tela hermosa color verde y un hilo dorado con el cual Rome bordaría el nombre del emperador. Los sastres del taller se veían ocupados, pero ninguno mostró negativas a ayudarlos.
Para todos, tener el favor del consorte era tan importante como tener el favor de cualquier integrante original de la familia real. El ambiente era pacífico y feliz hasta que la presencia de la Emperatriz Lucia apareció.
—¿Qué estas haciendo aquí? —preguntó de mala manera a Rome —¿Acaso crees que voy a permitir que te ocupes de los trajes del cumpleaños del Emperador? ¡No seas descarado!
—Mi señora, no vengo aquí con esa intención —Hizo una reverencia que Mix imitó —Estamos aquí buscando trozos de tela para poder coser en nuestro tiempo libre. Conozco mi lugar, jamás me atrevería a intervenir en sus planes…
—Si. Suficiente haces con intervenir en la cama de mi marido —Rome apretó los puños con rabia, sin embargo, no levantó la cabeza —Para el cumpleaños de Ryan tampoco tienes derecho a participar en la organización. Limítate a asistir con tu cara deforme.
—Así será, señora…—Fue su única respuesta. Mix, en cambio, respiraba aceleradamente producto de la rabia que sentía. Rome sostuvo su muñeca y la apretó en silencio. Si Lucía llegaba a poner sus ojos en Mix, el chico no tendría una vida tan fácil.
Incluso las personas del taller trataban de controlar las sensaciones desagradables que la voz de la mujer les provocaba. Rome nunca se había metido con ellos, por eso, inconscientemente lo defendían y le guardaban lealtad.
—También me han comentado que no has ido a ver a Ryan. ¿Por qué sigues haciéndole desaires a mi hijo? ¿Acaso quieres que te castigue? ¿Te crees más que el mismo príncipe?
—No, mi señora. Hoy mismo iré a verlo. Me encontraba enfermo, por eso no fui…
—Con razón tienes la cara más asquerosa que de costumbre. —Mix apretó la mandíbula sin controlarse y para su mala suerte, la Emperatriz lo vio. —¿Y este quién es? ¿Tú nuevo sirviente? Qué vergüenza que incluso él sea más bello que tú. Ten cuidado, querido. A Pick le gustan los Omegas sin importancia.
Rome permaneció en silencio. No debía dejarse provocar de las palabras venenosas de Lucía. Conocía hace poco a Mix, pero confiaba en él, sabía que Pick nunca lo vería con otros ojos.
Y ese pensamiento lo asusto.
¿Por qué debería preocuparle si el emperador miraba al chico de forma distinta?
¿No sería eso bueno para él porque lo dejaría en paz? ¿Realmente él quería eso?
Notes:
Cuéntenme sus teorías: ¿Qué tal Mix?
¿Qué creen que pasara en el cumpleaños de Pick?
Chapter 25: CAPITULO 25
Notes:
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Chapter Text
Rome salió del taller de costura sintiendo un vacío en el estómago. Las palabras de Lucía herían su orgullo, sobre todo porque inconscientemente sabía que todas las personas ahora lo miraban más desde que era el Consorte.
Le daba vergüenza pensar en que los demás sirvientes lo vieran como menos; de seguro hablaban detrás de él sobre lo feo que era. ¿Cómo podía el Emperador estar con alguien tan desagradable como él?
¿Pick sentiría vergüenza de caminar a su lado?
—¡Alteza! —Mix se le atravesó en el camino, impidiéndole seguir —¡No corra, Alteza! No estoy acostumbrado a hacer ejercicio…
—Lo siento, no me di cuenta de la velocidad a la que iba…
—Alteza…—Sin esperárselo, el sirviente llevo una de sus manos hasta su rostro y limpió una lagrima traicionera que había caído —Yo soy incapaz de mirar al Emperador con otros ojos, no crea en las palabras de la Emperatriz.
Rome lo miró sorprendido y soltó una carcajada. Odiaba cuando sus reacciones eran obvias para las otras personas.
—Lo sé, eres un chico muy joven y apuesto. Sé que si algo pasa con él no sería tu culpa y tampoco tendrías opción. Puedes estar tranquilo.
—¡Pero yo no soy el tipo del Emperador! ¡A él le gustan los omegas como usted!
—¿Omegas como yo? ¿A qué te refieres? —Rome apretó sus puños, esperaba que Mix lo respetara, pero parecía que iba a ofenderlo, por lo que se adelantó —Seamos sinceros. Entre tú y yo, tu belleza me supera. Eres más alto, tienes mejor cuerpo. No tienes que…
—No, alteza. —Lo interrumpió. —No hablo de belleza física sino de su aura. Usted es alguien imponente. Se nota que ha recibido alimentos y cuidados en el palacio; su contextura es muy bella, aunque sea bajito y es obvio que Su Majestad está loco por usted. No hable de forma negativa sobre usted mismo…
—Gracias por tratar de animarme, pero…
—Pero no sea obstinado, Alteza Rome. La Emperatriz Lucia lo odia, eso significa que, en términos de atracción, el Emperador lo desea más a usted que a ella. No se miré como menos cuando tiene ese gran beneficio.
El Consorte permaneció en silencio después de aquel discurso. Una pequeña parte de su interior se sintió en calma. Mix tenía razón, por algo Pick estaba prácticamente obsesionado con él.
Quizás estaba siendo muy duro consigo mismo.
***
Después de dejar los trozos de tela escondidos en la habitación, Rome se dispuso a visitar a Ryan. No quería recibir otro regaño de parte de Pick o Lucia, por lo que se propuso a ver el niño antes de que el día terminara.
El pequeño niño al verlo soltó una carcajada y gateo hacia él con un peluche. El sirviente se arrodillo para recibirlo y fue inevitable abrazarlo. Ryan era hermoso y lo adoraba.
—Pa…pá…—Sin embargo, era difícil escuchar que lo llamara de ese modo. Agarro el juguete y fingió que su pecho no dolió con el apodo.
—¿Para mí? Gracias… —dijo con una sonrisa. Saludó a las niñeras, quienes se fueron para dejarlo solo con el niño y se sentó en el piso para poder jugar.
La habitación de Ryan era grande y contenía muchos juguetes. Mix se veía impresionado con la cantidad, tomó algunos y se los paso a Rome para que compartiera con el infante.
El sirviente se sorprendió al percibir que su amo liberaba feromonas de forma muy suave. No sabía si lo hacía apropósito o no pero el niño parecía disfrutarlas. El olor de Rome era similar a los duraznos, dulce y afrutado. Incluso había algo acido, pero adictivo que provocaba acercarse a oler más. Era extraño, pero producía paz sentir las feromonas de Rome.
Y pequeño lo adoraba. Ryan no dejaba de reírse una y otra vez con cada palabra aniñada que dejaba la boca del mayor. Era imposible negar la conexión afectiva entre ellos.
—Nunca había visto tantos juguetes juntos. —Susurró Mix sentándose a su lado para jugar —Tiene un hijo muy hermoso, Alteza. —Rome contuvo la respiración y dejo de sonreír. —Nació con sus ojos y su nariz. Su Majestad se quedó dormido y usted hizo todo el trabajo…
El mayor giró el rostro para buscar la malicia en las palabras ajenas. Iba a echarlo después de insultarlo, pero notó que Mix hablaba enserio e incluso de reía con sinceridad mientras agitaba un caballito de juguete frente a Ryan.
—Si sabes qué él no es mi hijo, ¿cierto? —El chico palideció —Aunque me llame papá, yo no lo cargue en mi vientre.
—¿Qué? Alteza Rome, ¡Lo siento! ¡Yo no sabía! —Sin esperar nada, el sirviente se arrodillo a su pies temblando —¡Perdóneme, alteza! ¡No quise faltarle el respeto! ¡Soy un idiota!
—Si, eres un idiota. —dijo el mayor jugando con Ryan —Tienes que aprender a controlar esa lengua o te va a traer problemas.
—De verdad no quise ofenderlo, señor. Es que se parecen, perdóneme. No fue mi intención…
—Desde que Ryan nació lo estoy cuidando, quizás por eso se parece tanto a mí —El niño soltó otra carcajada que fue imposible que Rome no la compartiera. —La Emperatriz Lucia me odia por esto. No solo estoy con su Marido, sino también con su hijo.
—¿Es cierto que antes de ser el Consorte fue un sirviente? —él asintió rodando los ojos. Mix seguía negándose a creerle —Si usted era un sirviente, ¿Cómo hizo para meterse en la cama del Emperador?
En cuanto esas palabras dejaron sus labios, Mix abrió los ojos sorprendido por su propia imprudencia y pegó la frente al piso. Uno tras otro los ruegos y suplicas por perdón no se hicieron esperar. El chico inclusive comenzó a llorar pidiendo por piedad. Estaba seguro de que Rome iba a cortarle la cabeza.
Hasta cierto punto el Omega mayor quería golpearlo y castigarlo por su falta de respeto, no obstante, por alguna razón, sentía que a Mix podía perdonarle todo.
—Levántate. —Contestó con voz seria —Lo peor es que ni yo sé cómo me metí en la cama del Emperador. Antes tenía mi pareja y mis cosas. Jamás me cruce con Su Majestad y de un momento a otro simplemente todo se giró para que yo terminara bajo sus garras.
—No tiene que contarme, Alteza. Discúlpeme por mi indiscreción…
—¿Qué edad tienes, Mix? Eres bastante joven. —Imprudente, infantil, inmaduro. Eran palabras que Rome quiso decir en verdad, pero se contuvo.
—Tengo quince, Alteza. —El consorte se sorprendió —Sé que soy muy tonto, mi madre siempre me regaña por eso.
—Empieza a tener cuidado desde ahora si quieres llegar a la mayoría de edad.
—Gracias por su consideración. Estoy trabajando por mi madre y mi hermano, si ellos se enteran de mis faltas de respeto me van a odiar.
—¿Y tú padre? ¿Murió?
—Si…—el menor hizo un esfuerzo sobrehumano para no llorar —Él trabajaba trayendo provisiones al palacio, pero emboscaron su carreta y le quitaron la vida. Mamá todavía lo llora por las noches…
Y justo todo encajó. Por eso no podía tratarlo mal. Mix era idéntico a su padre, el amo de Din. Ahora tenía sentido porque su rostro le recordaba a algo. Al igual que el amor de su vida, seguramente el progenitor de su nuevo sirviente perdió la vida por su culpa.
Rome no volvió a decir más nada.
Aquello era su pecado.
***
El frio y la tranquilidad de la noche se vio interrumpido por pequeños gemidos que se escapaban de la boca del omega. Las manos de Pick se posaban en su cadera, impulsándolo hasta derramar lágrimas del más infinito placer.
Rome mantenía sus ojos cerrados, dejándose llevar por la fuerza y el calor de la piel contraria. Sus instintos más bajos dominando cada centímetro de su cuerpo para moverse y corresponder al Alfa que lo volvía loco.
Mordida tras mordida sollozó hasta que ambos se quedaron sin energía. En los hombros de Pick brillaban varias marcas, demostrando que, con el tiempo, Rome se estaba volviendo salvaje y posesivo.
—Es bueno que use ropa con mangas, sino todo el palacio vería lo feroz que es Mi Consorte…
—Mi señor, usted es un exagerado…—respondió somnoliento todavía sobre el hombre —No es mi culpa que su piel se vea tan apetitosa…—Y volvió a morderlo.
El Emperador se quejó, pero terminó riendo. Amaba lo descarado que era Rome en sus encuentros íntimos. Se divertía mucho con sus arranques de agresividad y dominación.
—Apetitoso es tú olor de hoy…—El mayor besó su hombro descubierto —Hoy comí duraznos y te recordé. Eres un Omega increíble, no me canso de olfatearte.
—Debe ser divertido ser un Beta y no oler a nada…
—Si fueras un Beta sufrirías por tú Alfa —Pick se burló —Seriamos Almas Gemelas en otra vida y estarías aferrado a mí.
—Pero si yo fuera un Beta no me reconocerías.
—No importa en que vida sea, siempre reconoceré a mi Alma Gemela —Rome se sonrojo y volvió a esconderse en el cuello contrario —Yo siempre te encontraré, querido. Te amo…
—Alteza, no diga cosas tan vergonzosas…
—No me da vergüenza decir cuanto te quiero —El Alfa lo separó muy despacio —Aférrate a mí, querido. No te haré daño.
Rome no respondió nada. Bajo la mirada y volvió a recostarse en el pecho ajeno. Se sentía incomodo y emocionado por aquella frase. Pick revolvía su mente cada vez que le hablaba de forma amorosa.
Una ola de feromonas comenzó a cubrirlo, calmándolo y alejando los pensamientos difíciles. No quería quedarse dormido, sin embargo, sentía que estaba perdiendo la batalla contra la conocida manipulación del mayor.
—Mi señor…no debo dormirme…no me he aseado…
—No lo hagas. —Susurró Pick moviéndolo hacia un lado de la cama mientras liberaba más de su olor. —Duerme tranquilo, querido. Te ves hermoso cuando duermes…
—Entre Mix y yo…pienso que él es más hermoso… —El Alfa arrugó el rostro, odiaba percibir la inseguridad en el omega —Él es encantador…
—Él es el sirviente de mi Consorte, ¿por qué me dices eso? Jamás me interesaría en alguien tan…
—La Emperatriz Lucia dijo que ti te gustaba… —El menor trató de esconder su ansiedad —Yo era como él…
—El único que me gusta eres tú. No estes celoso, querido.
—Pero él es joven y bonito…
—Ninguna belleza puede compararse con la tuya. —Pick tomo sus labios con pasión, demostrándole que él era a quien deseaba —Nadie jamás llegara a ser tan increíble y maravilloso como tú. Ahora duerme.
Rome cerró los ojos con una sonrisa.
Necesitaba oír eso.
***
Las sábanas de la cama del Emperador eran tan suaves que en ocasiones a Rome le costaba salir de ellas. Siendo un sirviente, solían ser raros los días en que podía dormir hasta tarde. Por esa razón, despertar y ver el sol totalmente en lo alto lo perturbaba. Sabía que las feromonas de Pick lo relajaban, pero seguía sin acostumbrarse a pasar tantas horas acostado.
Sintió un movimiento junto a la cama y observó que Mix estaba sentado en el suelo. Sin hacer ruido, se deslizó hasta el borde para ver qué hacía en chico y se sorprendió al verlo recortar varios trozos de tela.
Su nuevo sirviente estaba concentrado organizando retazos de varios materiales, tal vez para que Rome pudiera escoger el que más quisiera para el Emperador. Sonrió, el chico era muy puro.
—¿Qué haces? —Preguntó en su oído, causando que el chico gritara y saltara con miedo.
Rome tuvo que aguantarse las ganas de reír, sobre todo porque varios guardias entraron a la habitación debido a su grito. El mayor tuvo que cubrir su cuerpo desnudo con una sábana, avergonzado.
—Salgan de aquí —dijo a los soldados con el rostro sonrojado —Lo asuste y por eso gritó. No pasa nada, fuera.
Los hombres se miraron entre ellos, pero ninguno le llevo la contraria. Las ordenes de Rome eran importantes y respetadas. Si no estaba en peligro, no podían desafiarlo o el Emperador los rebanaría en dos.
—Mil disculpas, señor. —Mix hizo una reverencia —No fue mi intención que ellos lo vieran sin ropa…
—Fue mi culpa por asustarte —Comentó cubriéndose —¿Por qué no me despertaste? Te hubiera ayudado.
—Su Majestad me prohibió perturbar su sueño —El chico se agachó a tomar los trozos de tela esparcidos por el cuarto —¿Desea bañarse o comer primero? Ha pasado ya el medio día.
—Trae comida para ti y para mí, ¿no has comido, cierto? —Su sirviente se sorprendió por la benevolencia de su amo —Pídele a Emma las hierbas y agua caliente. Ella sabe para qué son.
Mix se dio prisa en cumplir con la petición de Rome. Le basto ver como los soldados temblaron ante sus órdenes como para tener miedo. En la cocina, el almuerzo del consorte ya estaba servido. Él no era importante, aun así, no se atrevió a desafiarlo.
—Emma, Su Alteza Rome me ha dicho que lleve algo para mí también —Por alguna razón, aquella omega le daba miedo —Y también pidió hierbas y agua caliente. Él dijo que tú sabrías cuales…
—Te va muy bien con Rome, ¿no? Debe ser el Amo soñado —La voz de la chica era todo menos amigable —Disfrútalo, porque cuando menos lo esperes se aburrirá de ti y te dará una patada.
Él no respondió nada. En su cerebro, era un pecado inmenso hablar mal del Consorte real, así que no podía entender como una Omega cualquiera osaba cometer semejante pecado.
Cuando volvió a la habitación con la bandeja, se sorprendió al ver que Rome ya estaba bañado y vestido. Su amo lo esperaba sentado en la mesa que quedaba junto a la ventana. Se veía serio y pensó que era su culpa.
—¿Por qué se bañó sin mí, alteza? —Se arrepintió al segundo de su reclamo —Lo…lo siento. Quiero decir, me hubiese esperado, Alteza. Es mi trabajo asistirlo…
—Esa lengua…—Contestó el mayor señalándole la otra silla —Siéntate y come conmigo. El hambre te está pasando una mala factura.
—Lo siento, Alteza. Este es mi primer trabajo, perdóneme…
—Si no te sientas y comes conmigo me voy a molestar de verdad. —El sirviente miraba la mesa con duda —Tendré que decirle al Emperador que estas desobedeciéndome…
—¡No! ¡Me sentaré! ¡Me sentaré! —El Omega mayor no pudo evitar reírse. Molestar a Mix era divertido. Se sentía como si él fuera su hermano pequeño.
Después de comer, preparó la infusión de hierbas y siguió detallando el paisaje. Los jardines el palacio eran hermosos, aun así, ver la vegetación le recordaba que seguía dentro de una jaula dorada. Extrañaba a Din y sus conversaciones sobre dejar los muros del imperio.
—¿Quiere ir al jardín, Alteza? —el menor interrumpió sus pensamientos —Veo que está mirando las flores. Papá siempre le llevaba tulipanes a mi madre, ¿le gustaría plantar algunos? No son comunes, pero…
—Si…—La idea del chico lo sorprendió y lo llenó de entusiasmo —Me encantan las flores. Los tulipanes en especial me traen buenos recuerdos. Vamos.
La nostalgia seguía en su mente mientras cavaba un hoyo en la tierra. La actividad de sembrar flores era un acto en sí mismo de renovación y optimismo. Rome quería creer en que las casualidades no existían y el hecho de que Mix sugiriera aquello era un presagio de que algo mejor vendría. Un pequeño rayo de esperanza de encendió en su cuerpo.
Emma dijo que debía ser paciente y cooperar. Eso estaba haciendo y la vida parecía ir más rápida y sencilla. La pregunta real era, ¿Cuánto tiempo soportaría la presión? Todavía le dolía pensar en Din. Aunque se entregaba con pasión y deseo al Emperador, las emociones en su interior lo confundían.
La Marca en su cuello picó repentinamente y eso lo aturdió. Su piel anhelaba las feromonas contrarias, pero ese instinto, ¿venia de la mordida o de algo más profundo? No podía dejar de divagar.
—Alteza, ¿quiere un poco de agua? Hace calor… —Mix rompió su tornado mental —¿O un aperitivo? Llevamos mucho tiempo en esto…
Asintió a las palabras de su sirviente y fue hasta una banca. Se sentía agotado física y emocionalmente. La culpa no lo dejaba disfrutar de las comodidades. ¿Vivir sin amor sería su castigo de por vida?
—Alteza, ¿se siente bien? No tiene buena cara…
—Es la marca, no te preocupes…
—¿Duele mucho? —Rome alzó los hombros con una sonrisa triste —¿Cómo se la hizo? Debió sangrar mucho. Una vez me apreté una espinilla en la mejilla y fue un baño de sangre, no me imagino una cortada como esa.
El mayor volteó conmocionado con el malentendido. Ya era consciente de lo confianzudo de su sirviente, pero jamás pensó que le preguntaría tan directamente por su cicatriz. Aquello era un tema difícil y doloroso para él, sobre todo porque bajaba su autoestima.
Se quedo en silencio sin saber que decir.
¿Podría confiar en Mix?
—Lo siento…—El sirviente rascó su cabeza con incomodidad —Disculpe mi indiscreción. No quise ser imprudente. Perdón…
—Mix, ¿las personas del palacio hablan de mi cicatriz?
—Nadie en el palacio la menciona, por eso tuve curiosidad. Lo siento…—Su respuesta sirvió para tranquilizar el corazón angustiado de Rome —De hecho, cuando lo vi por primera vez me sorprendí porque nadie me advirtió…
—¿Crees que soy feo? —A pesar de que preguntaba con una sonrisa, el mayor se sentía herido —¿Es difícil verme? Debe ser duro estar a mi lado todo el día…
—¿Enserio cree que una simple cicatriz es más importante que su persona? Debería trabajar en su autoestima. —Mix lo sorprendió con el contenido de su discurso —Una olla de presión le explotó en la cara a mamá. Sé lo difícil que puede ser tener algo tan distintivo en el rostro, pero créame que eso no lo hace menos. Admiro mucho la valentía de las personas que son diferentes y no permiten que nadie los haga sentirse menos. No dañe esa percepción que tengo de usted, Alteza Rome.
Las palabras directas y crudas de Mix calaron dentro. El Omega mayor no pudo evitar cubrirse el rostro y llorar. Con Pick aprendió a dejar de esconderse bajo su cabello, pero todavía le daba ansiedad pensar en que las personas lo miraran y se burlaran de él.
—Además, todo el mundo lo respeta y le teme por su tenacidad. Cuando usted sonríe es hermoso, Alteza. Lo único que debería importarle es como lo mira el Emperador y ese hombre lo ama. —Rome lo miró sin comprender —Esta mañana, usted dormía y él se acercó a besar su cabello con cariño. Se lo quedo mirando por varios minutos y después besó su rostro con amor. ¿No es eso lo más importante?
—Gracias…—Susurró dándole un abrazo al chico —No te imaginas…cuanto necesitaba que alguien me hablara de esa forma…
El sirviente correspondió el abrazo en silencio. Se sentía mal por haber malentendido toda la situación, pero al menos lo había solucionado. Sin embargo, no fue honesto con Rome. Muchas personas hablaban de su cicatriz y comentaban que debido a esa herida tenía un mal carácter.
Era bueno que aquellos comentarios no llegaran a sus oídos. Pick le había advertido que jamás mencionara en tema frente a él. No podía creer su falta de discreción. Era un tonto. Decidió cambiar el rumbo de la conversación.
—Alteza, ¿deberíamos ir a jugar con el príncipe Ryan?
—No me siento muy dispuesto para ir. Él es tan perceptivo que puede sentir mis sentimientos y ponerse a llorar —Mix vio como limpiaba sus lágrimas mientras soltaba una carcajada —Definitivamente él es como mi hijo…
El sirviente saco un pañuelo de su bolsillo y se lo dio. Rome no se merecía estar triste por su culpa. Necesitaba animarlo.
—¿Le gustaría ir entonces al campo de entrenamiento? Puede usar una espada contra algo para desahogarse…
—¿Sabes usar una espada? —el chico negó —¿Entonces? ¿Quieres aprender? Podemos decirle al general…
—¿Usted no sabe, alteza? Creí que todos los nobles eran instruidos en el arte de las armas de combate…
—No soy un noble, Mix. Te dije que soy un sirviente como tú…
—Si…pero ahora no lo es. Usted es el Consorte, es importante que sepa defenderse. ¿Nunca ha querido aprender?
Rome lo pensó. Viviendo en el palacio bajo un estatus importante, él se convertía en un objetivo como cuando quisieron envenenarlo. Si su vida estuviera en riesgo como en la emboscada, ¿Cómo se defendería? Mix tenía razón.
—Una vez intenté usar una flecha, pero lo hice terrible. Creo que debería aprender a usar una espada. ¿Te gustaría hacerlo conmigo?
—¡Por supuesto! ¡Si alguna vez pasa algo tengo que saber cómo defenderlo! —El mayor se extrañó con sus palabras —Si, lo digo porque me contaron que un sirviente salvo a la Emperatriz Lucia en una emboscada gracias a que sabia usar una espada.
—¿Qué? ¿Quién te contó eso?
—Ah, los otros sirvientes lo hablaron una noche. Dicen que fue cuando la Emperatriz estaba embarazada del príncipe y que la atacaron, pero el sirviente uso su espada y cortó las cabezas de los malos —Mix movía sus brazos simulando como si estuviera atacando a alguien —Y que gracias a eso el Emperador lo promovió a ministro. ¿Se imagina si él no hubiese sabido? ¡Todo pudo terminar mal!
Rome estaba atónito con el nivel del chisme. Sobre todo, por lo mal contado que estaba.
—¿Quieres que te diga un secreto? —El menor lo miro emocionado —Ese sirviente del que hablas…soy yo…
—¿Qué? ¿De verdad? ¿Cómo se sintió cortar sus cabezas?
—No corté nada… —Dijo riéndose —Mi señora y yo corrimos, pero nunca tuve que usar una espada ni una flecha. Simplemente nos tiramos al río y luego nos escondimos.
—¿Pero no los hirieron los malos?
—En verdad fue muy peligroso, casi muero después de eso porque me perforaron los intestinos con una flecha y sangré durante bastante tiempo. Sin embargo, no creas lo que dicen, el Emperador era bueno conmigo desde antes.
—Lo admiro mucho, Alteza. Sé que no se ganó su puesto como Consorte por eso —Mix quiso aclarar para evitar herir la autoestima de su Amo —Usted es increíble. Supe que ese ataque fue muy fuerte y que varias personas murieron. ¡Incluso alguien perdió un bebé!
Rome se sorprendió. Era la primera vez que escuchaba algo sobre una perdida.
—¿Un bebé? ¿Quién perdió un bebé?
—¿No lo sabía? Dicen que una Omega no sabía que estaba embarazada y se cayó de un caballo. Su esposo la cargó y ella empezó a sangrar muy feo…
—Dios mío, pobre mujer —El mayor sintió una presión en su pecho —Yo no podría soportar eso. Perder un hijo es un dolor que nunca se olvida…
—¿Ha usted perdido un hijo? —Mix preguntó y se arrepintió al segundo de su imprudencia —¡Lo siento! ¡No sé porque sigo diciendo cosas tan impertinentes!
—No te preocupes —Lo miró con una sonrisa despeinándolo —Aunque no lo creas, me hace feliz que seas tan atrevido. Es bonito decir lo que uno quiere sin estar teniendo tanto cuidado de lo que las personas vayan a pensar. No he perdido ningún hijo y, de hecho, no los quiero por ahora. Estoy esperando a…
Su boca fue más rápida que su mente. Ya no tenía a nadie a quien esperar. Los sueños y planes de una familia en el futuro junto a Din eran parte del pasado. Nuevamente las lágrimas se formaron en sus ojos, tuvo que disimular mirando hacia otro lado.
Nunca olvidaría al Beta.
—¿Para eso son las hierbas? ¿Para no embarazarse? —El mayor asintió volviendo a secar sus lágrimas —Yo ni siquiera he tenido mi primer celo. Esos temas me dan vergüenza.
Para el mayor, fue imposible no levantar las cejas con incredulidad.
—No creí que la palabra vergüenza existiera en tú diccionario —Se burló —No te preocupes. Sé que conocerás un Alfa bueno que te ayudara durante tus celos. Después te daré algunos consejos.
—¡Alteza! —El rostro de Mix estaba tan rojo como una manzana —¡Eso es vergonzoso! ¡No se burle de mí! ¡Estoy seguro de que la primera vez que estuvo con el Emperador también estaba avergonzado!
—¿Sabes? Realmente nosotros ya teníamos cierta tensión entre nosotros —dijo recordando —Así que cuando fuimos al siguiente nivel fue muy fácil. Me deje llevar por el ambiente y…
—¿Usted se emborracho?
—No. Recuerdo que fui donde él porque la Reina Madre me lo pidió. Las concubinas me ayudaron a prepararme porque estaba nervioso. Me dieron un té para calmarme y cuando lo vi… —Rome se detuvo. Nunca antes había analizado su comportamiento de esa noche.
Después de aquella bebida, recordó lo mareado y liviano que se sintió. Entonces desde hace tiempo lo venían manipulando. Tuvo rabia e impotencia. Definitivamente había dejado pasar muchas cosas.
—¿Y cuándo lo vio? ¿Qué paso? —Mix insistió en que continuara su relato, pero fueron interrumpidos.
Pick dirigió una ola de feromonas hacia ellos, haciendo que por instinto Rome se levantara y lo abrazara. A pesar de estar molesto debido a su nuevo descubrimiento, su cuerpo ansiaba la cercanía con el Alfa.
—¿Cómo estas, querido? —le preguntó dándole un beso —¿Estuviste llorando?
—Me acorde de algo triste —contestó restregándose en su pecho —¿Cómo me encontraste?
—¿Cómo no voy a encontrar al amor de mi vida? —ambos Omegas se sonrojaron —Mix, déjanos solos.
El chico se paró de la banca e hizo una reverencia antes de irse. Vio a su Amo ser besado con amor y luego guiado hasta la banca. Definitivamente el Emperador lo amaba, no existía otra explicación para que lo sentara en sus piernas y lo mimara frente a la vista de todos.
Tanto él como los guardias podían verlos a la distancia.
Ese era el amor que deseaba para su vida.
Aunque Rome se veía algo tenso.
—¿De que hablaban? —Insistió Pick al ver sus ojos rojos —No me mientas, querido.
—De la muerte y abortos. —él no iba a contarle. No tenía sentido explicarle que ya sabía la naturaleza de su primer encuentro —Lloré porque recordé a mi familia.
—¿Por qué hablaban de temas tan feos? No me gusta que hagas eso —el Alfa beso con devoción su cicatriz —Mejor piensa en cosas bonitas, como lo nuestro…
—¿Sabías que una de las asistentes en la emboscada perdió un hijo? —Pick se separó tensando sus músculos. —¿Lo sabias?
—Si, la esposa de uno de los ministros. ¿Quién te lo contó? —Aquello era real, aun así, el Emperador se asustó por pensar que Rome hablaría de él mismo.
—Lo escuché por ahí. Pobre mujer, eso debe sentirse horrible. Yo siento que nunca me recuperaría de una perdida…
—No pienses en eso. —El Alfa lo abrazo, intentando contener los temblores de su cuerpo —Olvida eso, no es tú problema. Yo siempre voy a protegerte.
—Lo sé…—dijo correspondiendo el gesto —Aun así… ¿puedo ir con Mix al campo de entrenamiento? Quiero aprender a usar una espada.
—¿Para qué?
—Quiero aprender a defenderme. ¿Qué tal si algún día alguien me ataca? —Pick alzó una ceja con duda —O al príncipe. ¡Tengo que proteger a mi hijo!
La frase dejo sus labios de forma tan espontanea que se sintió bien y mal. El tiempo estaba logrando moldear sus sentimientos por el niño. Pensó que el Alfa enfatizaría en su comentario y lo haría sentir mal, sin embargo, recibió una caricia suave en su mejilla.
—Está bien. Te llevaré después de mi cumpleaños, ¿ya tienes mi regalo? Faltan pocos días…
—Si…—él agradeció en silencio que Pick no señalara nada sobre Ryan —¿Cenamos juntos?
—Por supuesto. —Recibió un beso en la frente —Vamos a nuestra habitación.
El Alfa seguía confundiéndolo en todos los sentidos.
Notes:
Nota de autora: El próximo capitulo es el cumpleaños del Emperador y algo más… ¿qué creen que será? Pista, ¿Qué se les está olvidando?
Nota #2: ¿Alguien pensó en KhaiThird por el comentario del Beta? Díganme que si captaron mi indirecta de Theory of Beta jaja
Chapter 26: CAPITULO 26
Notes:
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Chapter Text
Desde que Rome era pequeño tenía la capacidad de diferenciar cuando estaba soñando o no. Aquellos sueños lucidos no solían suceder todas las noches, pero era un fenómeno que se repetía con cierta insistencia. Había indicios como que el escenario cambiara de un momento a otro o las personas aparecían y desaparecían frente a sus ojos. Esa era la razón del porque sabía que en ese momento estaba sucediéndole.
De una pradera verde, se transportó hasta el festival de las luces. Supo que tendría que dirigirse al árbol de Din, seguramente para agarrar aquella flor que seguía guardando en un cajón. Para su sorpresa, quien lo esperaba sentado en el lugar era el Beta.
Se sorprendió, sobre todo porque su sentido común le dijo que él estaba muerto. Con miedo, se acercó a su antiguo compañero. Las palabras se atoraron en su garganta, sin embargo, no detuvo sus pasos.
—¿Me extrañaste? —dijo el chico desde su lugar —Parece que hubieras visto un fantasma…
—¿Qué haces aquí? —preguntó con las palabras “tú estás muerto” arremolinándose en su lengua.
—¿Estas cómodo? —El Beta lo ignoró —¿Hoy vas a escapar? —Rome apretó los labios con incomodidad —Puede que sea muy tarde si no lo haces hoy…
—¿Por qué será tarde? —Se agachó frente a él y lo abrazó —Te he echado de menos…no te imaginas cuanto…
—Las comodidades nublaron tu juicio…
—Siempre me dices eso —Contestó de mala gana sin soltarlo —¿Podrías hablarme de forma amable? Ni si quiera muerto dejas de…—Se calló. Esas palabras eran crueles con el espíritu de su novio.
Escuchó su risa característica y sintió su corazón latir con emoción. Extrañaba las noches tranquilas donde se acurrucaban en la pequeña cama de su habitación. No quería soltarlo y despertar.
—No te vayas…—rogó con miedo —Din…
—Lamento no poder evitarlo…
—¿Evitar qué? ¿Tú muerte?
Su exnovio le mostró una sonrisa cálida antes volver a abrazarlo. Rome lo apretó con miedo de perderlo. Lentamente, las lágrimas se produjeron. Dolía saber que su imaginación jugaba con su mente.
—No te vayas, Din…—Volvió a suplicar —Din…por favor…Din…
Todo se agito de repente, asustándolo y causando que despertara.
Frente a él, la mirada preocupada de Mix se encontraba. —Alteza Rome…—El chico pasaba un pañuelo por su frente —Tiene fiebre, ¿debería llamar al médico?
—No…—dijo sentándose. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos. —No le digas a nadie. Hoy es el cumpleaños del emperador, no dañemos la fiesta.
—Está bien, Alteza. Pero… ¿quiere que llame a Din? —El Consorte abrió los ojos sorprendido —Usted lo llamaba en sueños… ¿necesita que lo vaya a buscar? No lo conozco, pero puedo preguntar quién es y traerlo si necesita hablar con él…
—Din es mi novio. —El sirviente se congeló en su sitio debido a la revelación —Mi novio muerto…
—Alteza…creí que usted estaba cometiendo adulterio. Pensé que el Emperador le permitía tener otra pareja —La risa exploto en los labios del menor —O que tendría que ocultar el secreto. Le juro que vi mi cabeza rodando por el pasillo.
—Jamás engañaría a Su Majestad…
No quería comentar nada. Siempre que soñaba con el Beta permanecía con pensándolo durante todo el día. No era la primera vez que soñaba con él desde que murió, pero si era la primera vez que le decía palabras tan confusas.
—Traje medicina para la fiebre —Mix se acercó con una bandeja —No diré nada, pero tiene que estar bien, Alteza. La fiesta es un evento grande donde vendrá mucha gente importante. No puede desmayarse o mostrarse débil.
—Lo sé. Quédate a mi lado todo el tiempo y guárdame el secreto, Mix. Confío en ti…
El cumpleaños del Emperador de Araik era una fecha especial que cada año se celebraba con emoción. No existía una sola alma en el palacio que no estuviera involucrada en que todo saliera perfecto para el Alfa más imponente del imperio.
Desde muy temprano varios sirvientes entraron a la habitación para preparar a Rome. El chico fue bañado antes de ser cubierto en crema y aceites esenciales. Para Mix fue obvia la cara de disgusto y tensión que su Amo tenía. Ocultar su enfermedad parecía estar costándole, sin embargo, disimulaba frente a los demás.
Aunque la fiesta era en la noche, a él lo estaban vistiendo y maquillando desde medio día. Rome se sentía incomodo y quería escapar, pero tenía muchos ojos mirándolo. Espero pacientemente hasta que lo dejaron solo con su sirviente personal para poder quejarse a gusto.
—Dios mío, creí que nunca se irían —murmuró caminando hacía el espejo donde se observó en silencio. La emperatriz escogió personalmente su vestimenta.
Una túnica roja de cuello recto y mangas amplias en conjunto con un pantalón ancho. El traje no tenía ninguna forma, por lo que su cuerpo parecía estar cubierto por una sabana sin sentido. Era como un pañuelo rodeando un tronco, todas sus curvas se escondían detrás de la fea tela.
—¿Como me veo? —indagó con duda —¿Qué opinas?
—Se ve bien, parece una gota de sangre gigante —Rome miro mal al sirviente —Quiero decir, parece una rosa gigante…
—Esta feo, ¿cierto? No me sorprende de la emperatriz. Quiere humillarme frente a los invitados.
—¿No puede ponerse otra cosa? El Emperador le ha regalado muchos trajes preciosos y coloridos…
—No puedo desautorizarla —Movió la tela tratando de buscarle forma —Esto es un desastre.
—¿Me dejaría intentar algo? —Aunque dudaba, el mayor asintió. Estaba resignado a su suerte.
No obstante, había olvidado que su sirviente era un chico habilidoso. Mix tomo un fajón verde con dorado y aunque Rome dudó, no solo combino, sino que le dio figura a su cintura. El menor también doblo las mangas y las amarró con adornos dorados, dándole un aura elegante y sofisticada a la vestimenta.
—¿Puedo cambiar su peinado? Su cabello se ha vuelto largo y bonito…—Rome se mostró inseguro de dejar su particular cola de caballo —Usted dijo que confiaba en mí…
Volvió a aceptar. Mix le dejo el mismo peinado, le agregó varias trenzas y adornos dorados. Cuando Rome creyó que él había terminado, el chico le mostro una sonrisa y se le aproximó con un lápiz de ojos. Era la primera vez que delineaban su mirada.
—Usted tiene facciones muy bellas, Alteza… —Rome bajó la cabeza incrédulo —Le apliqué más base en el rostro. Su cicatriz se nota menos, puede sentirse tranquilo.
El corazón del Omega mayor latió con alivio. Le alegraba que, sin necesidad de decírselo, Mix entendiera sus inseguridades. Se llenó de valor y volvió al espejo, encontrándose con una vista hermosa de sí mismo.
—Wow…yo…yo…—Ninguna palabra salió de sus labios. Se sentía aturdido con la visión de verse bello por primera vez —Mix…gracias…
—De nada, aunque siento que falta algo, ¿tiene algún collar que le haya dado Su Majestad?
Rome lo pensó por un momento y sacó del cajón la pequeña cadena de Pick le regalo el día del festival. Sin planearlo, el accesorio quedaba perfecto con la estética su apariencia.
Esperaba que la noche fuera tranquila.
***
Entrar al salón social era igual que ingresar a un campo de batalla.
Rome sabía que miles de ojos esperaban con desespero para conocer al nuevo Consorte. Las miradas venenosas y los comentarios malos no se harían esperar en cuanto pusiera un pie dentro de aquel lugar.
—Alteza, no este nervioso. —Mix puso una de sus manos en su espalda —Usted está encima de todos ellos. Recuerde que Su Majestad lo escogió como su Compañero. No se deje amedrentar, camine derecho y responda con firmeza.
—Lo sé…pero…
—Yo lo pellizcaré si se queda en blanco —El sirviente lo empujo suavemente —Entremos, mi señor.
Con ayuda del menor, Rome se llenó de fuerzas cruzando la división entre el pasillo y el gran recinto. Tal y como lo pensó, todos los asistentes voltearon a verlo. Sabía que el color tan llamativo de su ropa sería algo imposible de ignorar.
El Omega no quería moverse, sin embargo, Mix no le permitió quedarse quieto y lo empujo para que caminara. Cada paso se sentía pesado e incómodo bajo las miles de miradas. Frente a él, Betty y varias concubinas se atravesaron deteniendo su recorrido.
—Nuestro señor…—Para su sorpresa, Betty y las ex compañeras de cama del Emperador se inclinaron ante él con una sonrisa. Aquel gesto no solo demostraba respeto, sino también apoyo.
Inmediatamente todas las demás personas hicieron lo mismo. Fue extraño ver como las cabezas bajaron en señal de sumisión a su persona. Él jamás pensó que recibiría respeto de los súbditos del Emperador.
De todos menos de la Emperatriz Lucía.
—¿Qué crees que estás haciendo, Rome? —El rostro de la mayor demostraba tanta ira que lo asustó la posibilidad de que un golpe llegase de repente.
—¿Disculpe? —Preguntó dando un paso hacia atrás que fue recibido por un pellizco de Mix —¿Qué sucede, mi señora?
—Tu ropa... —Por supuesto que Rome sabía que ella iba a molestarse. La Emperatriz vestía un traje elegante y usaba los accesorios regalados por Pick el mismo día de la feria que él recibió su collar. No era de extrañar que los recuerdos de esa noche le remordieran el colera a la mujer. Sin embargo, no quería recibir más dolor de parte de los dedos de su sirviente.
—Mi señora, aprovecho esta ocasión para agradecerle por la ropa. Esta túnica está hecha con la más fina de las telas. Tiene usted un gusto exquisito. —Terminó su discurso con una reverencia.
Ante su adulación descarada y la atención de todos, Lucia decidió seguirle el juego.
—Me alegra que te gustara… —dijo con una sonrisa levantándolo de los brazos en un agarre bastante fuerte. —Sabes que no puedo permitir que el amante de mi marido venga mal vestido a su cumpleaños. —Rome tuvo que morderse la lengua para no insultarla.
Esa era la primera de las humillaciones de la noche que tendría que aguantar.
—Alteza, vamos a sentarnos a esperar a su majestad —murmuro Mix intentando ayudarlo.
—Vaya, ¿tan desesperado estas por mi esposo? Él todavía no llega, querido. Debes aprender a ser paciente.
—No, mi señora —Apretó los puños rabioso. —Sé que el emperador aun no llega. Si su Majestad estuviera aquí él estaría a mi lado, ya que tiene ciertas dificultades para alejar sus manos de mi cuerpo. No tiene que darme explicaciones, tranquila.
La sala quedo en silencio ante la respuesta inteligente del chico, pero Lucia no iba a dejarse.
—Claro, es un Alfa después de todo. La carne joven lo llama...
—Lo sé. Me cuesta salir de la cama toda las mañanas.
—¿Enserio? —La carcajada de la Emperatriz se escuchó por toda la estancia —Me pregunto, querido, ¿Cuál es la diferencia entre una prostituta y tú?
—Que a Rome lo amo y a una prostituta no….
Ante aquella voz ambos omegas se congelaron. Pick acababa de llegar y por la sonrisa que tenía, era seguro que había escuchado todo su intercambio de palabras. El Alfa paso frente a todos sin dejar la expresión de felicidad.
Rome bajo la cabeza avergonzado con su pequeña pelea. Al igual que Lucia, se inclinó esperando para que el emperador llegase hasta su trono, no obstante, él se detuvo frente a sus pies.
Creyó que lo regañaría por estar haciendo un espectáculo junto con la emperatriz, en cambio, sus labios fueron tomados con suavidad y cuidado. Rome abrió los ojos y se alejó sonrojado por la muestra de cariño tan pública.
Pick siguió con la mueca burlona y se dio la vuelta caminando hacia el trono. El Omega miró entonces a los ministro que en el pasado lo veían como menos haciéndole una reverencia y se sintió intimidado.
¿El Emperador acababa de dar un mensaje silencioso de que nadie podía tocarlo? Incluso la Emperatriz se fue dejándolo solo.
—Vamos, Alteza —Susurró Mix moviéndolo para seguir el protocolo de la celebración.
Lo mejor era no pensar en las actuaciones del Alfa o se sentiría más confundido.
Según las costumbres, los miembros de la familia real debían acercarse para dar las primeras felicitaciones y regalos. Olga fue quien dio apertura a la entrega de obsequios. Pick recibió sin mucho entusiasmo a su madre, ella seguía diciéndole cosas sobre su consorte todos los días.
La Reina Madre definitivamente estaba disfrutando de la situación entre Rome y Lucia. Esta última fue la siguiente en presentar sus felicitaciones. Varios sirvientes entraron tras su mandato y dejaron frente al Emperador más de veinte cajas con telas y joyas tan caras como exquisitas.
Los presentes jadearon impresionados con la calidad y cantidad de obsequios que la esposa del Emperador le había dado. Ahora, quedaba el Consorte. Rome tembló en su sitio.
Su pañuelo bordado no se comparaba en nada con maravilla que eran los regalos posteriores. Le avergonzaba entregarle a Pick la pequeña caja que él mismo había pintado de verde oscuro. Sin embargo, no tenía opción.
—Mi señor... —Su voz era vacilante por la falta de confianza —Reciba este humilde obsequio de mí parte. Es un pañuelo que yo mismo he bordado con su nombre. He agregado un lobo que simboliza su linaje de Alfa Dominante. No soy tan atrevido como para pedirle que lo use, pero de todo corazón espero que lo conserve en un cajón cercano a sus cosas preciadas...
Pick agarró el paquete con el rostro lleno de sorpresa. Sus ojos brillaban con el trozo de tela finamente envuelto. Era obvio que Rome se había tomado el tiempo para hacerlo, pues, el hilo dorado no demostraba ningún tipo de imperfección.
—¿Un pañuelo? ¿Para el hombre más fuerte de la nación? —Lucia no pudo contenerse de molestarlo —Su Majestad se merece mucho más que eso…
El corazón de Rome se sintió avergonzado. Bajo la cabeza para evitar los ojos y comentarios despiadados, él sabía que aquello era una burla para el Alfa.
—¿Tú mismo lo bordaste, Rome? —La voz gruesa de Pick repentinamente se escuchó haciendo que todo el mundo guardara silencio.
—Si, mi señor. Es humilde, pero quise hacer algo personal para usted…
—Es el mejor regalo que he recibido hoy —En la boca del Alfa se formó una sonrisa tan grande que todos sus dientes podían verse —Me encanta porque no es algo comprado para ganarse mi favor, sino que lo hiciste con tus propias manos. Eso lo hace invaluable, Rome. Gracias.
El calor subió por el rostro de Omega, quien sin poder evitarlo soltó el aire que estaba conteniendo y compartió la mueca de alegría con el mayor. Pick se levantó del trono y lo tomo del brazo. El Consorte se dejó dominar sin problemas, contento por ser defendido.
Un beso entre ambos se repitió ante la vista de todos. El gesto fue inesperado y tierno, provocando que algunas personas se sonrojaran. La tensión de los hombros de Rome se fue, junto con la inseguridad. De la mano de Pick, tomó asiento al lado de Alfa, orgulloso de haberlo hecho feliz.
—Lo llevare todos los días conmigo —susurró el mayor en su oído —Gracias de verdad. Te amo…
—Alteza…—contestó Rome rojo como una manzana —Yo…yo…por favor no diga eso…
La sonrisa del Alfa no se hizo esperar. Volvió a rozar los labios del menor con cuidado y luego besó su frente. Ahí se separó y su mirada cambió de felicidad a preocupación.
—¿Tienes fiebre?
—¿No…? —Pick apretó los ojos con disgusto. —Puede que quizás tenga un ligero resfriado, pero estoy bien, se lo prometo. Sigamos con la ceremonia, Alteza…
—Si llegas a sentirte mal dímelo inmediatamente.
—Tranquilo, mi señor, no perturbare su fiesta…
—Nada es más importante para mí que tu salud. No me lo ocultes. —Desvió su atención al sirviente. —Mix, si la terquedad de mi consorte me oculta cosas, tu deber es decírmelo.
El pequeño asintió varias veces con miedo. Él jamás iría en contra del Emperador.
Los siguientes en aparecer fueron los padres de la Emperatriz. Era la primera vez que el Consorte los veía y fue imposible no temblar con las miradas despreciativas que le enviaban. No esperaba cortesía de ellos, después de todo, él era el amante de Pick.
—Querido yerno, feliz cumpleaños. Deseamos que sigas saludable para que continues cuidando a nuestra hija —La madre se acercó entregando su obsequio —¿Esta persona a tu lado es de quien Lucia nos habló?
El Emperador asintió mientras analizaba el regalo recibido; Pick ignoraba que si sus suegros pudieran matarían a Rome con la forma en que lo reparaban. Casi que sus ojos lo insultaban en silencio.
—Tengo que admitir que estoy sorprendido —Esta vez fue su suegro quien se atrevió a hablar —Ni las concubinas más importantes y hermosas como Betty fueron tan desvergonzada como para sentarse junto a Su Majestad en las celebraciones del palacio. —El sirviente se encogió en su sitio —Tienes mucho valor para hacerlo.
—Yo se lo pedí —El Alfa lo interrumpió conteniendo su ira —Su presencia es lo único que alivia la mala vista de tener invitados indeseables.
—Pero lo normal es que solo la familia oficial permanezca sentada junto al trono…
—Si, por eso es por lo que nos casaremos pronto —Pick le sonrió a Rome tomando su mano —Querido, en nuestro matrimonio me asegurare de que no haya tantas cucarachas dañando el pastel.
—Pick... —Su madre lo regaño ante la falta de respeto.
—No me refiero a mis suegros, por supuesto. Ustedes ni siquiera están invitados, o… ¿quieren venir?
Los padres de Lucia contrajeron el rostro al mismo tiempo y negaron. Ellos tenían muy en claro que su presencia no seria bien recibida en el circo que seria ese matrimonio.
En un pasado, ambos fueron ministros importantes que manejaban tierras para el antiguo Emperador, por eso Pick los respetaba. Sin embargo, los tiempos habían cambiado. Ya el Alfa dominaba todos los terrenos del reino con su espada sangrienta. No era falso que la prosperidad del imperio les había traído paz a todos. Sin guerras, incluso la corrupción había disminuido.
Por eso soportaban su sed de sangre. Valia la pena un par de muertos si eso significaba riqueza. Y así lo fue hasta que apareció Rome y todo se calmó.
El Omega era intocable.
—¡Tenemos que brindar antes de seguir con la entrega! —la Emperatriz interrumpió la conversación ya no soportando el maltrato a sus progenitores —Hoy quiero brindar con este vino tan valioso como mi esposo…—Todos levantaron sus copas —Para el Alfa más grande la de nación, deseo la máxima felicidad y prosperidad del siglo. Espero que sigamos siendo tan unidos como en este momento y que Ryan pueda crecer lleno de la unión de sus padres, ¡Salud!
Sus palabras sonaron tan vacías como practicadas. Fue tan obvio que su propio esposo ni siquiera esbozo una sonrisa, solo se limito a beber en silencio. Lucia que esperaba una caricia cariñosa como con Rome volvió a enfurecerse. Eso no se quedaría así.
—Ahora…—habló llamando la atención nuevamente —Cedo mis palabras al consorte de mi esposo. Sé que no es instruido en oratoria y es ignorante, pero estoy segura de que debe tener algo bueno para decir.
Rome dejo de respirar. Su cuerpo le gritó que huyera de aquella humillación, él no sabía que decir porque no era falso que su educación era insuficiente. Se encogió un segundo en su silla, pero el pellizco de Mix provocó que hablara.
El gesto no paso desapercibido por Emma, quien miró con mala gana al sirviente mientras rellenaba la copa del Consorte y de las personas a su alrededor. El menor de los sirvientes vio su cara de disgusto y se escondió detrás de su amo temblando. Esperaba que la chica no le hiciera nada.
—Eh…a todos gracias por venir…—Lucia soltó un bufido por la voz temblorosa de Rome —Gracias, mi señora, por darme la oportunidad de expresarme —Aun así, su ego le gritó que no permitiera más faltas de respeto. —Para el Emperador Pick, el Alfa más importante de la nación, quiero desearle frente a todos un muy feliz cumpleaños. Gracias por hacerme sentir adorado en el día y en las noches. Al igual que me dices las veinticuatro horas del día, te amo mucho, querido… ¡Salud!
El Omega finalizó la oración bebiéndose todo el contenido de su copa. No hubo una sola alma que no resoplara atónita por su sinceridad, pero todos compartieron su brindis. En medio de la situación, Pick no podía dejar de sonreír tontamente. Jamás espero recibir un “te amo” de Rome, pero estaba tan contento qué era imposible disimular.
Lucia se rindió ante la humillación.
Tendría que deshacerse del Omega después.
***
Después de que terminó la entrega de regalos, las personas se dispersaron para disfrutar de la fiesta. Algunos bailaban, otros comían y los más manipuladores buscaban ganarse la confianza de Rome; él nuevo favorito del Emperador.
Los mismos ministros que en un pasado lo miraban como menos y lo trataban mal se acercaban hasta él para saludarlo con falsa efusividad. El descaro de los hombres era tan exagerado que la misma Reina Madre no dejaba de burlarse con cada interacción.
—Consorte Rome, aunque haya algunos detractores, la mayoría de los funcionarios estamos muy felices con su presencia… —Uno de los Alfas más ancianos agarró sus manos incomodándolo —¡No es un secreto que la nación ha progresado desde que usted apareció! El trabajo del emperador se ha vuelto muy diligente y los baños de sangre han disminuido.
—Eso es una casualidad… —Contestó Rome negando de lado a lado mientras se apartaba con educación. —Su Majestad siempre ha trabajado diligentemente…
—Consorte Rome… —Olga, quien observaba la interacción riéndose, se acercó —Ni cuando les servías vino y comida estabas tan ocupado, ¿disfrutas de toda la atención?
—Mi señora, por favor, llámeme por mi nombre. No me siento cómodo si usted me trata diferente…
—¿Mi señora? Ya es hora de que me digas suegra, querido… —Varias personas acompañaron su risa, poniendo nervioso al Omega —Después de todo, prácticamente ya somos familia.
Rome dio un paso hacia atrás, las miradas generalizadas le provocaban ganas de vomitar y salir corriendo. Odiaba ser el centro de todas las conversaciones.
Y para colmo de males, seguía sintiendo la furia asesina de la Emperatriz en su espalda.
Pero no tenia tiempo de preocuparse, otra ronda de preguntas llego rápidamente junto con la presencia del Emperador. El Alfa se mostró contento de verlo relacionarse con otros nobles. De forma silenciosa lo felicito dejándole un beso en la coronilla.
—Alteza, ¿su Consorte participa en la toma de sus decisiones? —Uno de los detractores se aproximó a ellos, se veía algo borracho por lo que Pick se contuvo de cortarle la cabeza.
—Puedes preguntarle tú mismo si tienes duda —El hombre ni siquiera le dedico una mirada a Rome, era obvio que lo ignoraba apropósito —Mi querido fue mi asistente en el pasado, eso es cierto. Sin embargo, en este momento se dedica a las labores de la familia. No le interesa la política ni mis decisiones imperiales.
—¿Y por qué no han tenido hijos? Los rumores dicen que él visita su alcoba cada noche. Incluso los ruidos que hacen interrumpen el sueño de las personas. ¿No debería haber ya uno o dos niños corriendo por todo el palacio?
Rome se sonrojó con aquella información. Por su mente nunca se había pasado la idea de que su fertilidad fuera cuestionada en un evento publico de manera tan directa. Por suerte, Pick agarró su mano en señal de apoyo.
—Rome se está cuidando para no quedar preñado. Primero vamos a casarnos y después tener descendencia. ¿Acaso quieres que cometa un pecado? ¿No te da vergüenza sugerir eso con el sacerdote aquí presente?
—¿Y la emperatriz? —La insistencia estaba enfureciendo a Pick —¿Volverá ella a embarazarse? Los rumores dicen que…
—El embarazo del príncipe Ryan fue riesgoso para su salud. A menos que usted quiera matarla, no está en mis planes embarazarla tan pronto. Mi hijo no tiene ni dos años, ¿Por qué luces tan impaciente?
—Tiene razón, alteza. Perdone mi indiscreción. La bebida me hace mal… —El anciano se rió —Rome es un Omega saludable, espero que se casen pronto. Es más, ¡Deberían hacerlo hoy mismo ya que el sacerdote está aquí! ¿O es que él no quiere?
Toda la sangre se drenó del rostro de Rome. Si el emperador quisiera que se casaran, él no tendría opción. Volteó hacía Pick con miedo de que aceptara la propuesta del ministro, sin embargo, lo que observó fue furia.
—¿Por qué sigues presionándome? ¿Acaso te crees capaz de darme una orden? ¡Guardias! —Varios soldados sujetaron al hombre —Llévense a este insolente al calabozo. Una semana encerrado seguro que le baja el alcohol de la sangre.
Los gritos se escucharon por toda la estancia. Nadie evito que el ministro fuese llevado a por cruzar el limite de confianza con el Emperador. Los castigos y el miedo que el emperador causaba antes de Rome volvieron a las mentes de los presentes. Casi que pudieron percibir el olor a sangre.
—¿Alguien tiene otra pregunta? —Ninguno alzó siquiera la mirada —Perfecto. Mi Consorte y yo seguiremos disfrutando la fiesta.
El Omega se alejó de los ministros junto a Pick. No sabía que hacer o que decir más que seguirlo. Mix llegó a su lado intuyendo que necesitaba un copa de vino; Rome la recibió gustoso y se la bebió de dos sorbos.
—Tráeme otra —ordenó al sirviente —Rápido…
Mix se apresuró en buscar una botella entera. En la mesa central había varias, por lo que agarró el recipiente con rapidez y corrió hacía su amo, tan velozmente que no pudo evitar tropezar con el pie malicioso de Emma.
El golpe resonó por toda la sala. El chico quedo tendido en medio de partes filosas y un vino muy caro. Su rostro se tornó pálido por el miedo a ser castigado. Porsche se acercó a él con una expresión seria, por lo que instintivamente cerró los ojos para recibir el dolor de un golpe.
Un golpe que nunca llegó. El general lo levantó del suelo y pidió a otros sirvientes que limpiaran el desastre. Rome también se acercó para salvar a su protegido, mientras que Emma siguió su ejemplo enfurecida.
—¿Por qué lo levantas? ¡Suéltalo! —le gritó a Porsche —¡No ves que esta sucio! ¡Quítale las manos de encima!
—Emma, detente. —La voz gruesa del general le heló la sangre a la chica —Recoge el desastre. Te vi.
Ella no necesito más palabras. Bajó el rostro apenada y se dispuso a recoger el vino junto con los demás sirvientes. La cara de su pareja le dio tanto miedo que prefirió no jugar con su suerte. Porsche era capaz de golpearla como castigo por haber dañado a Mix. Incluso si Rome se enteraba de la verdad podría pedir que fuese azotada y nadie lo evitaría.
—¿Estas bien? —Rome agarró a su sirviente —¿Te cortaste o lastimaste?
—Estoy bien, mi señor. No se preocupe. Perdóneme por caerme y desperdiciar un vino tan caro…
—Prefiero ver el vino regado y no tu sangre —El Omega sujeto la mano del chico con firmeza —Gracias general, le debo una…
El Consorte se llevó rápidamente al sirviente. No le gustaba que él rondara cerca de hombre poderosos como Porsche. En su interior vivía un miedo constante de que alguien pudiese aprovecharse de él y hacerle daño. Mix todavía era muy inocente.
—No quiero que te quedes solo con el general —le susurró al oído —Con nadie. Recuerda que el palacio es un lugar peligroso donde puedes ser traicionado en cualquier momento.
—Pero yo no he peleado con nadie…
—Eres mi protegido, eso ya es suficiente para que tengas varios enemigos. Prométeme que vas a escuchar mi consejo.
—Lo prometo, Alteza. Tranquilo…
Rome se sentía ansioso. Su cabeza dolía y su cuerpo temblaba de tanto estrés. Deseaba con todas sus fuerzas irse a la habitación y recostarse con el Emperador. Solo las feromonas del Alfa podrían calmar la sensación incomoda de incertidumbre por todo lo que sucedía a su alrededor.
Pensó que encontraría a Pick en el trono, no obstante, la única en el lugar era Lucia quien tampoco estaba disfrutando de la velada.
—¿Estas buscando a mi marido? —le preguntó con una sonrisa —Si yo fuera su amante, como tú, estaría muy nervioso en este momento…
—¿Disculpe? No la entiendo, mi señora…
—Disfruta de tu posición el tiempo que perduré. No creí que te diría esto, pero en este momento, Pick es capaz de todo.
—¿Mi señora? No comprendo sus palabras…
Lucia se rió mientras bebía de su copa y brindo hacia el aire. Solo que no era a la nada, sino a la visión del Emperador hablando con un joven. Rome se congelo en su sitio mirando la interacción.
—¿Ya conoces a Tay? —La Emperatriz volvió a beber con elegancia —El primer amor de mi marido.
Un balde de agua fría cayó sobre el chico.
Era la peor fiesta de su vida.
Notes:
Nota de Autora: El capitulo de la fiesta se alargó más de lo que esperaba. Nos vemos la próxima semana con algo tan grande como las pistas que les deje en la actualización de hoy. ¡Besos!
Chapter 27: CAPITULO 27
Notes:
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Chapter Text
No era la primera vez que lo veía.
Cuando Rome estaba recién llegado al palacio la presencia de Tay solía verse junto al Emperador. Aunque el Omega solo los miraba desde la distancia por su posición de sirviente, era bastante notorio que había algo entre ellos.
En las cacerías y en los eventos sociales eran prácticamente inseparables. Rome muchas veces recogió los animales víctimas de sus competencias de arco. Ellos eran inseparables.
Mientras que él era solo un esclavo que vivía entre cadáveres.
—Tay fue el primero tanto dentro como por fuera de la cama… —Continuó hablando Lucia con una sonrisa —Incluso tenían planes de casarse hasta que mi padre y el antiguo Emperador acordaron nuestro matrimonio. —La voz de la mujer sonó más insoportable que nunca al celebrar esa victoria. —Creí que había ganado, pero al parecer me equivoqué.
Rome permaneció en silencio con la mirada perdida hacia los dos hombres. Era innegable que entre ellos existía cierta química y camarería que por obvias razones el no compartía con el Emperador. Ni educación, ni estatus, ni dinero o belleza. Él era nada.
—Hace tiempo que Tay no venía a las fiestas, ¿será que mi esposo va a aumentar otro grado a su nivel de adulterio? Ahora que eres el consorte, el lugar de amante quedo libre. ¿No es gracioso?
El Omega sintió la furia recorrer cada centímetro de su cuerpo. La sonrisa en el rostro de la Emperatriz no solo era de burla, sino también de disfrute ante su agonía.
—Todavía no te casas y ya Pick va a meter a otro en tu cama… ¡Qué patético! —La carcajada de Lucia fue tan alta que algunas personas se voltearon y para ganar su gracia la compartieron. Todos ignoraban que el gesto era una ofensa directa a Rome.
Algo dentro de él se movió enfurecido, casi que cegándolo. Dejo atrás a la mujer y se encaminó hasta donde el Alfa seguía pasándola bien. Reclamaría lo que era suyo.
Mix lo detuvo justo a tiempo.
—No, alteza. No haga una escena. —el menor lo jaló hacia el lado contrario —Debe comportarse a la altura de la situación...
—¿Como voy a comportarme? ¿Qué no ves que mi...? —Interrumpió sus palabras. Estuvo a punto de llamar al emperador su pareja. Su corazón latió con incomodidad. Aquello no estaba bien. No podía confundir sus sentimientos si en un futuro iba a irse.
—Lo entiendo, alteza. —Mix vio sus ojos llorosos y trató de consolarlo. —El señor Tay es solo un amigo, mire. —Señalo que, a pesar de reírse, existía cierta distancia entre ellos —Lo único que hacen es hablar, no se deje manipular por la emperatriz.
Desvió su mirada hacía el Alfa y en efecto, su sirviente tenía razón. Aun así, seguía molesto al ver que el hombre eclipsaba toda la atención de Pick. Se sentía confundido por el mar interno que revolvía todo su autocontrol.
—Necesito una copa de vino —Le dijo al chico —Tráela por favor, me sentaré aquí.
Mientras el Omega se iba, Rome se dedicó a respirar varias veces. Necesitaba calmarse o podría terminar llorando de la impotencia. Siempre odio las celebraciones y con todo lo que le estaba pasando ese sentimiento incrementaba con los minutos.
Y la cosa estaba por empeorar.
A lo lejos vio al sacerdote venir hacia él y hacerle una reverencia. Rome se sintió incomodo con la muestra del respeto, pero no le dijo nada. Ya estaba decidido a no llevarle la contraria a quien quiera que quisiera rebajarse ante su presencia, después de todo, él era la pareja oficial de Pick.
—Alteza Rome, quería disculparme. —El anciano permaneció inclinado —La última vez que nos vimos yo no estaba enterado de su estatus como Consorte, le ruego me perdone…
—No padre, no tiene que preocuparse. —Sin embargo, su naturaleza gentil a veces lo dominaba —No soy más que un sirviente…
—Alteza, no sea tan humilde, usted va a casarse en un futuro cercano con el Emperador. Todos en esta sala lo sabemos, no sea tímido.
Rome permaneció en silencio. Recogió la bebida que Mix le tendía y se bebió más de la mitad de un sorbo. El religioso al ver que no iba a contestarle siguió hablando.
—Quería preguntarle, Alteza, ¿tiene usted algún deseo para la boda?
—¿Deseo? ¿A qué se refiere?
—Si, quiere que sea grande o pequeña, ¿elegante o sencilla? La Emperatriz Lucia quiso una ceremonia pomposa que duro varios días, ¿desea usted lo mismo?
—¡No! —Rome grito angustiado. —¡No quiero nada! —El padre se sorprendió y le hizo una mala mirada que lo hizo sentirse apenado. —Quiero decir…quiero algo sencillo. Pocas personas. No tiene que ser en un salón grande. Me gustaría que fuera en el jardín, junto a las flores…
—Excelente. Lo tendré en cuenta, pero quiero aconsejarle algo como el anciano que soy. —El hombre se acercó lo suficiente para que sus palabras fueran un secreto —Tengo muchos años de experiencia y he visto todo tipo de personas pasar por el trono. No dé por sentada su posición. Muchos quieren derribarlo. Sea fuerte y no demuestre debilidad ni, aunque este muriendo de dolor. El Emperador es alguien admirado y deseado por igual.
Justo en ese momento la música cambio. Tay se encontraba junto a la banda, por lo que supuso que él fue quien les dio la orden y por el rostro del Emperador, era más que obvio que estaba contento con el nuevo ritmo.
La gente celebró la nueva tonalidad, ignorando que Rome apretaba sus puños al ver a su futuro esposo con otro hombre. Ver a todo el mundo bailando mientras él solo se sentía desesperado por el Alfa lo encolerizaba. Sus músculos se tensaron, su cabeza le palpitaba una y otra vez, tanto que su visión se sentía borrosa.
—No debe confiarse, Alteza…
—Gracias, padre. Lo tendré en cuenta —Sin mirar atrás, camino lejos del sacerdote. No quería seguir intercambiando palabras con aquel viejo. La copa en su mano se vació tan rápido como su paciencia.
Necesitaba irse.
Sentía que se ahogaba con tantos olores. Las fiestas siempre eran aprovechadas para buscar pareja, por lo que era normal sentir feromonas por todo el lugar. Normalmente las ignoraba, pero con la rabia que tenía la tarea parecía imposible.
Odiaba tener que recorrer prácticamente todo el salón para alejarse de la festividad. Rome quería tomar a Pick de la mano e irse a su habitación. Se odio a sí mismo por desear a un hombre que lo ignoraba y se la pasaba bien con su ex. Estaba irritado.
Repentinamente lo olio.
Un olor que reconoció fácilmente se coló en sus fosas nasales, aterrorizándolo. Tomó a Mix de la mano y corrió para alejarse de aquel estimulo, pero se estrelló de frente con él.
El emperador de Ragus.
—Rome, ¿A dónde corres con tanta prisa? —Preguntó el Alfa con una sonrisa coqueta mirándolo de arriba a abajo. —Tengo que admitir que hoy te ves increíblemente delicioso, el rojo te hace ver como un bombón muy dulce…
—Señor Ming... —contesto temblando.
—No tienes que asustarte, no voy a hacerte nada. —Miró a Mix. —¿Quién es tu amigo?
Rome se puso protectoramente frente al chico.
—No es nadie. No lo mire, no lo huela. —Su voz sonó más fuerte y grosera de lo que planeaba, sorprendiendo a Ming.
—Vaya, ahora que eres el consorte te has vuelto atrevido. —El anciano aspiro el aire para burlarse de su torpe prohibición. —Aunque si soy sincero, él no huele tan bien como tú. Sigues interesándome, querido.
—Yo estoy con el Emperador Pick.
—¿Por cuánto tiempo? —Ming miro al mencionado. —Por lo que veo se está divirtiendo con Tay. Si él no fuera un Alfa, de seguro tendría la posición de Lucia. ¿Sabías que esa fue la única razón de que el emperador anterior los hiciera terminar? Aunque ahora que Pick tiene un hijo, no veo porque no puedan estar juntos. Hacen hermosa pareja, ¿no crees?
—Con permiso, me retiro… —Susurró conteniendo el impulso de golpear al hombre mayor.
—¿Ya pensante en que vas a hacer cuando Pick se aburra de ti y te deseche? —El Emperador de Ragus se acercó peligrosamente a su rostro. —Dudo mucho que la Emperatriz te permita quedarte aquí. Y si soy honesto, eso me vendrá perfecto a mí. Le pediré que te envié a mi palacio. Sabes que adoro como hueles...
Rome lo apartó de un empujón y contuvo las ganas de llorar.
—No…no deseo ir con usted…
—Me harías muy feliz si vinieras al palacio conmigo...
—Prefiero matarme antes que irme con un anciano asqueroso como tú —dijo sin poder contener la rabia —Y no me interesa seguir hablándote. Adiós.
Volvió a jalar a Mix de la mano con brusquedad y se lo llevo. Se sentía agitado y cansado. No podía creer que Ming se hubiese acercado a él y su Alfa nunca apareciera para defenderlo. Agarro una copa de uno de los meseros y la bebió rápidamente.
—Alteza, no debería beber alcohol tan rápido...
—Mix, ahora mismo, deja que me emborrache o de lo contrario voy a matar al menos a cinco personas en esta estúpida fiesta. —La ira iba subiendo gradualmente por su rostro. Se sentía tan caliente que le ardían los cachetes. Cada paso que daba en el salón pesaba más que el anterior.
—Alteza, usted no se ve muy bien —Murmuro Mix sosteniéndolo después de que se tropezara —Yo creo que…
—No te atrevas a llamarlo. —regaño a su sirviente al verlo girar la cabeza en busca del emperador.
—Pero él dijo…
—Le dices algo y te cortó la lengua. —La barbilla del pequeño fue sujetada por el mayor con dureza —Haz lo que digo o no respondo.
—Definitivamente nada bueno se pega. —Ambos se congelaron. Pick los observaba con una sonrisa.
—¿Vas a ser tan terco como para fingir estar bien hasta desmayarte? —Comento poniendo su mano en la espalda baja de Rome. —Te has esforzado mucho, vamos para que te recuestes.
—Pero la celebración...
—Te dije que no hay nada más importante para mí que tu salud.
El consorte bajo la mirada mientras se despedía de su asistente personal. A pesar de seguir molesto, la cercanía con Pick calmaba su adolorido corazón. Se dejo llevar hasta la parte externa del salón, con el fin de ir a la habitación y acurrucarse con su Alfa, sin embargo, fueron interceptados por Lucia.
—¡Esperen!
—¿Qué quieres? —El Emperador no disimulo el fastidio que su presencia le causaba. La mirada molesta de su marido la enfureció.
—Quiero otro hijo. —Rome abrió los ojos mientras apretaba la mano del mayor. —Ya oíste a la gente, quiero otro. En cuanto pasen dos años y mi cuerpo esté en condiciones, le daremos un hermano a Ryan.
—Está bien, luego nos ocuparemos de eso. —Fue lo único que respondió y se dio la vuelta.
Rome avanzo junto con el Alfa sintiéndose completamente inseguro de sí mismo. Las palabras de todo el mundo parecían tener un efecto negativo en su propia valoración personal. ¿El Emperador lo vería como menos ahora que Tay había aparecido? ¿El mayor iba a arrepentirse y le quitaría su lugar como consorte?
¿Y si Ming realmente lo reclamaba como suyo? En su cabeza no existía la más mínima posibilidad de irse con aquel hombre. Tal y como le dijo, prefería morir antes que partir al Reino de Ragus. Permanecieron en silencio todo el camino hasta entrar su espacio personal, entonces el mayor se giró a verlo.
—Querido, estas temblando, ¿por qué no me avisaste que te sentías tan mal? —El sirviente miró al hombre a los ojos y lo abrazó conteniendo las ganas de llorar —¿Tienes frio? ¿Qué te duele?
—Mi señor… ¿en verdad le dará otro hijo a la Emperatriz?
—Sabes que no puedo negarme, Rome —Pick apretó el cuerpo contrario en un intento de consolarlo. —Lucia es mi esposa después de todo, tengo deberes y responsabilidades con ella.
—Lo sé...pero igual me pongo celoso... —Pick se sorprendió con la muestra de sinceridad —Me dan celos de solo pensar en usted tocándola a ella...
—Pensaré en ti en todo momento, te lo prometo... —Susurró sobando su espalda. —Créeme, si no fuera por su estatus, ella jamás obtendría una mirada mía.
—¿Y a Tay? —El cuerpo del mayor se tensó —¿A él si quiere tocarlo? Supe que ustedes estuvieron juntos…
—Tay es un buen amigo. —Con sus manos sujetó el rostro ajeno y lo atrajo en un beso profundo cargado de miles de sensaciones —Jamás tendría nada con él, solo quiero tocarte a ti…Mi querido Rome.
El mencionado soltó una risa ligera y correspondió el beso son ansias. Sus lenguas se encontraron en el calor de sus respiraciones, llevándolos a ambos a demostrar lo bien que se sentían. Pick pensó en arrojarlo contra la cama, pero para su sorpresa, Rome comenzó a rozarse contra su cuerpo.
La saliva del chico sabia a alcohol, por lo que el mayor pensó en que de seguro además de enfermo, estaba borracho. ¿Cómo no se dio cuenta de que Rome se estaba pasando con el alcohol?
Aun así, quiso jugar un poco.
—¿Podrías volver a decirme que me amas? —Tentó su suerte. —Por mi cumpleaños…
—Te amo, Alfa…—El mayor se rió hasta que un jadeo repentino salió de su garganta sin que pudiera evitarlo.
Rome sostenía con firmeza su miembro, ni siquiera había notado cuando el chico coló su mano dentro de sus pantalones. Definitivamente tendría que darle más bebidas en un futuro.
—Querido... ¿qué haces? —Preguntó gimiendo ante los movimientos descarados de su consorte.
—Alfa... —susurro Rome bajando sus propios pantalones para juntar sus intimidades —Te deseo tanto, mi Alfa...
El fondo de su mente le gritó que no se aprovechara del Omega y su estado vulnerable; en cambio, su instinto animal se alegró al verlo dispuesto a que ambos pasaran una buena noche. La fiebre de Rome convertía sus manos en algo tan caliente que era difícil no querer seguir sintiéndolo.
Toda la habitación se iba llenando poco a poco de sus feromonas, volviendo el ambiente picante y seductor, tal y como les gustaba. Repentinamente, Rome lo empujo con fuerza a la cama.
Pick se extrañó, pero no lo detuvo, le gustaba cuando el chico lo dominaba. El olor de Rome entraba en sus fosas nasales, embriagándolo y excitándolo por igual desde el fondo de sus entrañas. La lengua del sirviente se deslizo por su pecho, encendiéndolo al punto de querer explotar.
Aquel acto fue lo que encendió una alarma en su mente.
—¡Espera! —Lo paró bruscamente y lo atrajo hasta su vista, necesitaba comprobar algo.
Tal y como pensó, las mejillas de Rome estaban rojas y calientes; su respiración era acelerada y superficial pero lo más llamativo de todo eran sus ojos. Pupilas brillantes y dilatadas en medio de un color amarillo.
Rome estaba en celo.
***
Mix toco la puerta antes de entrar.
Dio un paso adentro como todas las mañanas y se congeló en la puerta. La habitación olía tanto a sexo que lo asfixiaba. Las feromonas de Rome estaban por todos lados, incomodándolo.
Junto al chico, el Emperador lo miraba con una sonrisa. El mayor se encontraba vestido y listo para salir, según el sirviente veía, él mismo se había preparado.
—Buenos días, Alteza —Comentó haciendo una reverencia inseguro sobre el protocolo para tratar con el hombre —¿Necesita ayuda con su peinado?
—No. Hoy llevaré el cabello suelto, puedes abrir las ventanas. ¿Huele mucho?
Mix no contestó nada. Se sentía avergonzado por el hecho de tener que admitir que conocía la naturaleza que lo que había ocurrido la noche anterior entre ellos. Sus mejillas se volvieron rojas mientras corría hacia las ventanas para que corriera la brisa. Pick se burló con su reacción infantil.
—Él va a dormir durante mucho tiempo, pero cuando despierte tendrá un hambre voraz. —murmuró besando la frente del Omega durmiente —Tráele bastante comida y llámame de inmediato, ¿de acuerdo?
—Si, Su Majestad. —Hizo otra reverencia. —¿Alteza Rome sigue enfermo? Su rostro ve rojo de fiebre...
—No de fiebre, pero sí de calor. —El alfa se rio ante la confusión del chico. —Cuando seas más grande lo entenderás. Por ahora, límpialo un poco. Ya sabes, solo la parte de afuera, no toques su interior. Sé tan ligero como una pluma para que no lo despiertes.
—Como ordene, Su Majestad.
—Y Mix... —el sirviente lo miro atentamente. —Si algo extraño sucede, llámame enseguida. Tu deber como sirviente personal de Rome es cuidarlo. Incluso si él te da la orden de no decírmelo, debes hacerlo. Cualquier cosa fuera de lo normal es peligroso y su Alfa debe saberlo, ¿entiendes?
—Si señor, le informaré todo. No se preocupe.
—Sabía que podía contar contigo. Gracias por tus servicios, me encargare de enviarle un obsequio a tu madre por tan excelente desempeño.
El menor permaneció con la cabeza hacía abajo hasta que el hombre se fue. Saber que su madre recibiría provisiones lo contentó mucho. Él solo estaba haciendo su trabajo y sin embargo lo premiaban. Aquello era una bendición.
Siguiendo las instrucciones, destapó la parte superior del cuerpo de su Amo y se sonrojo al ver la cantidad de marcas. Todavía no se acostumbraba a ver los rastros de las noches apasionadas de Rome con el emperador. Mientras limpiaba sus brazos, aprovecho para poner un pañuelo húmedo sobre su frente.
Si estar en celo causaba una fiebre como esa, él no quería tener celo jamás.
Al terminar con la primera área, se desplazo hasta la parte de abajo donde también destapo con cuidado. No quito la sabana de la zona intima, le avergonzaba que no estuviera cubierta la parte más vulnerable del Omega. Seguía sin acostumbrarse a aquella tarea. Humedeció el trapo en el recipiente con agua y lo paso por las piernas con cuidado, asustándose cuando repentinamente escuchó un grito.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Su cuerpo se paralizó ante el estruendo de la chica —¡Guardias! ¡Atápenlo!
Varios soldados entraron corriendo y lo apartaron del cuerpo dormido de Rome. Uno de ellos deslizó la sabana para cubrir nuevamente el cuerpo durmiente del Consorte. Ninguno se atrevía a mirarlo, podrían perder la cabeza.
—¿Emma? ¿Que hice? No entiendo. —Mix sentía sus ojos humedecerse producto del terror de ser sujetado con tanta violencia.
—¡Estas manoseando al consorte!
—¡No! ¡No es así! ¡Estoy limpiándolo! ¡El emperador me dio la orden!
—¿Crees que te voy a creer? Lo vi con mis propios ojos. ¡Deslizaste tus sucias manos por sus piernas! ¡Incluso subiste y tocaste de más! —El menor se quedó atónito ante la acusación —¡Llévenlo al calabozo!
—¡No! ¡No! ¡Alteza Rome! ¡Alteza! ¡Despierte! —Sus gritos fueron tan altos que lograron perturbar el sueño profundo del consorte.
—¿Qué pasa? —preguntó sentándose lentamente —¿Por qué están gritando?
—Este abusivo estaba manoseándote mientras dormías, Rome. —Emma llegó a su lado y ajusto la sabana que se deslizo con su movimiento —Entré y justo lo vi acariciando tus piernas de forma pervertida.
—¡Yo solo lo estaba limpiando! ¡Lo juro! ¡Alteza! ¡Lo juro por mi madre! —Las lágrimas se deslizaban por el rostro del chico sin control —¡Alteza! ¡Alteza!
—Dios santo…—El Omega sentía su cabeza a punto de estallar —Suéltenlo. Es cierto, Pick le dijo que me limpiara.
—Pero Roró, yo lo vi…
—El es mi asistente personal, Emma. Es su deber asistirme incluso si estoy durmiendo. —Rome ni siquiera miró a la chica —No voy a repetirlo. Suéltenlo y retírense o no respondo de mis acciones.
Tan rápido como entraron todos salieron de la habitación dejándolos solos. Mix permanencia en el suelo llorando desconsoladamente. Pensó que realmente moriría a manos de los soldados o que viviría en el calabozo a partir de ese momento.
—Tranquilízate…—Susurró Rome volviendo a sentir pesadez —Ya se fueron…
—Alteza, gracias. ¡Gracias! No sabía que usted estaba despierto cuando el Emperador se iba esta mañana…
—No lo estaba —dijo sobándose las sienes —Pero no es la primera vez que Pick te pide eso. —El chico abrió los ojos sorprendido por la confianza que Rome le tenía —Sin embargo, eso no debe importarte, Mix. Parece que tienes una enemiga en el palacio. Emma parece odiarte...
—Alteza....ella...ella.... —El sirviente dudó, pero le contó de su conversación de esa vez donde la Omega había hablado mal de él.
—Esta celosa de ti, debes cuidarte. No le aceptes bebidas ni comidas. —El mayor se llevó la mano a la cabeza no soportando la pesadez —Siento como si un carruaje me hubiese atropellado. ¿Qué tanto hice anoche? —Su cuerpo se fue hacia un lado, por suerte Mix alcanzo a sostenerlo. —Tengo mucho sueño...
—Duerma, Alteza. El Emperador dijo que usted estaría muy cansado...
No tardó ni un minuto en volver a dormirse. La energía que uso en la noche anterior todavía no volvía a su cuerpo. Al menos pudo salvar a su nuevo fiel amigo.
***
A pesar de no querer despertar, el rugido en su estómago le informaba que era hora de abrir los ojos. El Omega se movió hacía un lado, sintiendo que algo húmedo caía de su frente. Todavía se sentía agotado, pero al mismo tiempo quería despertar para buscar algo con lo que pudiera alimentarse.
—Alteza, ¿se ha despertado? —Parpadeó varias veces hasta que pudo enfocar al chico.
Por la luz que entraba por la ventana intuyo que estaba a punto de anochecer, esta vez había dormido considerablemente. Su mente se encontraba nublada, de seguro por la fiebre. Odiaba enfermarse.
—Alteza Rome, por favor, coma un poco…—Sin darle tiempo de negarse, el sirviente metió una cucharada de sopa en su boca. Aquello le supo a gloria, estaba hambriento.
—Muero de hambre, dame eso —le dijo quitándole el plato hondo —¿Hay arroz? Quiero masticar algo…
El pequeño asintió pasándole una bandeja con arroz y carne. El mayor devoró los platos sin importarle los modales, su cuerpo ansiaba comida con desesperación. Sentía un hambre voraz.
Cuando terminó de comer, volteo a ver a Mix y se sorprendió al ver que seguía con los ojos llorosos. Se sintió mal al no haberle puesto atención hasta ese momento.
—Han pasado muchas horas, cariño. Deja de llorar por eso…
—Lo siento, alteza —Una lagrima cayó por su mejilla —Es solo que estoy muy agradecido con usted. Tuve tanto miedo. Creí que no volvería a ver a mi mamá…
—No voy a permitir que nadie te haga daño —Rome acaricio su cabello como si fuera un niño —No tengas miedo. Mientras estes a mi lado y junto a Su Majestad estarás seguro.
—Gracias por su bondad, Alteza Rome. —El chico lo abrazó inesperadamente. El gesto le gusto, pero no pudo evitar notar el cuerpo frio contrario.
—Mix, estas helado. ¿Te sientes bien?
—Más bien…usted es quien esta caliente —le refutó con los cachetes rojos a lo que el mayor lo observó con confusión —Por la fiebre y…
—¿Sigo enfermo? Con razón me siento extraño…
El menor lo miró a los ojos, analizando si hablaba enserio o si le estaba gastando una broma, sin embargo, genuinamente parecía que Rome no era consciente de la verdad de su estado.
—Eh…Alteza…usted esta liberando muchas feromonas…—Comentó enrojeciéndose mucho más —Es…es ese momento…
—¿Ese momento?
—¡Alteza! ¡No me haga decirlo! —El sirviente se cubrió el rostro avergonzado —¿Por qué juega conmigo? ¿Se esta vengando por mis comentarios de antes?
—Mix, ¿te volviste loco? No te entiendo…
—¿Cómo es posible que usted no sea consciente de que esta en celo? ¡La habitación huele a dulce de durazno!
Solo entonces Rome comprendió. Se quedo en silencio mirándose a sí mismo. El calor de su cuerpo, junto con la pesadez y la sensibilidad. Los recuerdos borrosos de la noche anterior cruzaron su mente. Se sintió avergonzado por la forma en que arrojo al Alfa contra la cama y lo lamió.
—Mierda. —Exclamó sintiendo el calor subir por su cuerpo excitándolo —Odio esto. Lo había olvidado porque hace más de un año que no lo tenía.
—¿Más de un año? Pero eso es imposible…
—No lo es. Cuando seas mayor aprenderás a suprimirlo, no puedes embarazarte si quieres trabajar. —Rome apartó las sabanas bruscamente —Necesito salir, tengo que buscar unas hierbas para que se detenga.
—Pero si no lo tuvo hace tanto tiempo y lo detiene, ¿no es peligroso?
—No puedo perder la cabeza, Mix. En este periodo nos ponemos susceptibles a todo, la mayoría se embaraza y mete la pata. —El sirviente trató de detenerlo, pero el mayor seguía vistiéndose —El año pasado estuve con el Emperador, si Emma no me hubiese ayudado de seguro hubiera quedado en cinta. Vamos, tenemos que darnos prisa.
El pequeño estaba asustado. Sabía que los Omegas frenaban sus celos con frecuencia, pero también tenía claro que aquello era muy dañino. Miró a su Amo, él seguía con fiebre y se sobaba el estomago con frecuencia.
—Alteza no corra, acaba de comer —Rome cayo de rodillas y se retorció contra el cuerpo de chico —¿Qué pasa? ¿Qué le duele?
—Es este maldito celo. Pásame la ropa del Emperador —Mix se apresuró en correr y lanzársela encima —Necesito a ese estúpido Alfa…
—¡Voy a buscarlo! —El mayor lo detuvo y negó —¿Qué?
—No lo traigas. Trae las hierbas, Mix. —El consorte acurrucó su cuerpo contra la cama y se cubrió con las ropas del Alfa —En el jardín, te explicare donde…
Él escuchó en silencio las indicaciones y asintió. Cada minuto que pasaba Rome se ponía peor, restregándose contra la cama y sollozando de necesidad. Mix sabía lo que tenía que hacer. Dejó la habitación y fue al lado contrario del jardín.
Iría por Pick.
Entró en la oficina sin siquiera pedir permiso, provocando que el Alfa sacara su espada y lo asustara. El pequeño contuvo la respiración al sentir el filo en su cuello. Cuando ya no estuvo en peligro, le contó todo.
La sonrisa en el rostro del mayor le indicó que había tomado la decisión correcta. Su deber era proteger a Rome, tal y como Pick le había ordenado. Su Amo había sido muy bueno con él, por lo que era lógico que haría cualquier cosa para protegerlo.
—Finge que entras para que él no sospeche de ti… —susurró Pick desde afuera de la habitación tendiéndole una bandeja con varias hierbas —Te felicito, haz hecho un trabajo excelente. Serás recompensado.
—Muchas gracias, Su Majestad. Yo estoy feliz de ayudarlo, cuide mucho de Alteza Rome, por favor.
—Créeme que lo haré —El mayor se rió en voz baja —Tal vez lo vuelva a embarazar en este celo…
Aunque fue un susurró para el mismo, Mix alcanzo a escucharlo. Se sintió confundido, Rome le había dicho que nunca estuvo embarazado. ¿Tal vez se equivocó?
El sirviente dio un paso dentro de la habitación donde Rome temblaba mientras apretaba la ropa de Pick. Al ver a su asistente personal saltó sobre él para preparar rápidamente la medicina, pero fue detenido por una ola de feromonas.
Ambos Omegas cayeron al suelo, quedándose paralizados. Mientras que Mix temblaba asustado por ser la primera vez que sentía aquello, Rome gruñía con ansias de sentir aun mas feromonas.
—Retírate —Ordenó al menor de los tres —¡Ahora!
Como pudo, el sirviente caminó tembloroso hacia la puerta y salió. Su cuerpo se sentía extraño y pesado. Apenas y podía moverse. Varios soldados lo observaban, algunos incluso se reían de su reacción. No era un secreto que el chico era muy joven.
—¿Qué estás haciendo ahí? —Porsche se atravesó en su campo de visión —Pareces una gelatina. ¿Qué pasa?
—Yo…yo…General…estoy esperando a que mi Amo se desocupe. El Emperador acaba de entrar y quizás me llamen…
El mayor olfateo el aire y se burló. Entendió el estado del chico y paso una mano por su cintura para ayudarlo. El cuerpo contrario se crispo, causándole más gracia.
—Ellos no van a salir por ahora. El celo de Rome durara un par de días, mañana puedes volver para asistirlo. Por ahora, es mejor que te alejes de sus feromonas.
—General, me siento raro…
Mix podía sentir algo caliente deslizarse por sus piernas, espantándolo. Porsche al ser un Alfa tan experimentado podía percibir fácilmente la excitación del chico. Sin embargo, él era menor, enseñarlo sería muy aburrido. No era su tiempo.
—Escúchame. —le dijo cuando se alejaron de los soldados —Las feromonas del Emperador han hecho que te mojes un poco. —Mix se sonrojó —Esta bien, es natural. Límpiate y ven a la cocina. Ya casi es hora de cenar. ¡Nos vemos allá!
El sirviente sentía que moriría de la vergüenza. Era la primera vez que le sucedía aquello y que el general se hubiese dado cuenta lo hacía peor. No quería ir al encuentro, pero tampoco quiso faltar a la invitación y ser irrespetuoso.
En cuanto entro, vio al hombre sentado en una mesa. Estaba solo, por lo que caminó hacia él. Iba tan ensimismado que no sintió la presencia de Emma hasta que un empujón lo mando a volar.
—Disculpa, ¿te golpee? Solo quería estar cerca de mi pareja.
—No…no, lo siento…—murmuro asustado desde el suelo. El consejo de Rome de que se mantuviera alejado de ella todavía estaba fresco en su mente.
—No seas brusca con él, es solo un niño. —Repentinamente, Porsche lo levantó del piso. Mix no se negó a la ayuda, ni tampoco puso resistencia al ser llevado a la misma mesa del hombre y de Emma.
Por suerte, ella no sirvió la comida, sino, no hubiera probado ni un bocado. El general buscó temas de conversación y para su sorpresa Emma también lo hizo. Se enteró de varios secretos del palacio y se burlo de las bromas del hombre. Dejo de sentir miedo de ellos.
En el ambiente de confianza en que estaban, su sentido común dejo su cabeza, por lo que se atrevió a preguntar por aquello que tanto lo tenía intrigado.
—¿El amo Rome ya ha estado embarazado? —Porsche detuvo la cuchara a mitad de camino y lo miró con seriedad.
—¿Por qué preguntas eso?
—Es que una vez le pregunte y me dijo que no, pero escuché al Emperador diciendo que volvería a embarazarlo en su celo…—Con cada palabra, el rostro del general se tornaba más molesto.
—Entendiste mal. Pick se refería a que la emperatriz se embarazó en su celo, no Rome. No esparzas rumores de ese modo o puedes meterte en problemas.
—No, señor. No quise esparcir nada, solo tenía esa duda…
—Si ya Rome te había dicho que no, ¿por qué sigues preguntando? —La voz ronca del mayor causó que Mix sintiera que lloraría de nuevo —Compórtate y jamás vuelvas a tocar ese tema. El consorte te odiara si se entera.
El sirviente cubrió su rostro y comenzó a llorar; no quería cometer errores, le asustaban las consecuencias. Se sintió tonto por haber tenido ese desliz. Rome siempre le decía que cuidara su lengua. ¿Qué le costaba hacerle caso?
Bajo el miedo y la tristeza, Mix ignoró por completo la cara de satisfacción de Emma.
Un nuevo plan corría por su mente.
Notes:
Nota de Autora: Lo que les venia diciendo eran las pistas del celo de Rome. ¿Alguien lo pensó o fui muy criptica?
En el próximo capitulo vendrá lo que sucede cuando Pick entra en la habitación.
¡Les leo, besos!
Chapter 28: CAPITULO 28
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Un calor abrazador lo cubrió sin control.
Rome podía sentir el peso de su propio cuerpo descansar sobre sus rodillas, incapacitándolo de moverse. El pequeño Omega no dejaba de temblar ante la oleada de feromonas que lo rodeaba sin consideración. La influencia que tenían sobre cada célula de su ser era tan grande que le comprimía el pecho el hecho de estar anulado por un poder externo a su deseo.
El palpitar en su interior causaba que un acto tan simple como respirar doliera. Desvió la mirada hacia la bandeja con hierbas. Si tan solo Mix hubiese sido más rápido, él podría haber evitado caer en las garras del Alfa.
Todo lo que necesitaba para su autocontrol estaba cerca, sin embargo, sabía que no podría ni tocarlas. Mordió sus labios con preocupación porque sentía la mirada del Emperador brillando sobre él. Trató de respirar profundamente para calmarse, pero eso solo empeoró el fuego de su interior debido a la esencia del hombre.
Apretó las piernas en un tonto intento de esconder lo excitado que se encontraba; lejos de ayudar, aquella acción causó un sonido húmedo que produjo que el calor se disparara por su rostro. La vergüenza de no ser capaz de cubrir el nivel de deseo junto con el su instinto animal lo estaba volviendo loco. En el fondo de su mente una voz le gritaba que se arrojara al piso y abriera las piernas ante su Alfa. Su Omega deseaba doblegarse en contra de su propia voluntad.
—¿Qué crees que estás haciendo? —La voz del Emperador sonó gruesa y sensual, provocando que su respiración se cortara. —O más bien, ¿qué querías hacer?
El sonido de la puerta cerrándose le hizo saber a Rome que ya estaban solos. La presencia del Emperador se acercó a la suya, hincándose frente a él con una carcajada muy baja. El Omega unió su mirada con la contraria y dentro de su pelvis dolió. Y más que odiarlo, le gustó la sensación. Era un dolor de anhelo que sabía que solo Pick podría llenar.
—Alfa…—Susurró inclinándose hacia el pecho ajeno con timidez sin dejar de temblar —Alfa…Te quiero sentir…Alfa…Mi Alfa…
—El problema es que hiciste algo malo, Rome —le contestó el mayor acariciando su espalda, causándole miles de escalofríos satisfactorios —¿Cómo debería castigarte?
Rome se quedó en silencio, el miedo cruzó por su mente y antes que hablar, prefirió liberar muchas feromonas mientras se restregaba. Una respuesta sutil de entrega y sumisión.
Una risa se escapó los labios del mayor; Pick estiró una de sus manos hasta que sus dedos tocaron la cabellera oscura de Rome, donde primero acaricio y luego jaló con brusquedad sacándole un jadeo doloroso.
El cuello del Omega quedo expuesto y vulnerable ante la lengua tibia y mojada que se deslizo por su piel. Un gemido placentero se escuchó por toda la estancia. Sin controlarse, Rome se impulsó contra el estímulo, él quería sentir más.
—Alfa…Ten compasión…—rogó con los ojos cerrados —Vamos a la cama…
—No. No te lo mereces. —El chico parpadeo confundido —Quisiste parar esto. Debería dejar que te retuerzas de la desesperación…
—No, Alteza. No me haga eso…—Pequeñas lagrimas se deslizaron por sus mejillas, la desesperación y el dolor interno estaban empezando a nublarlo. Se soltó del agarre contrario y agarró el rostro del Alfa; el contraste de sus manos calientes con la fría piel de Pick le causó cosquillas. De nuevo quería más. —Por favor…Alteza…
—Podría detenerme aquí e irme. ¿Qué opinas?
—No puedes hacerlo, no te lo permito… —Pick se sorprendió.
Definitivamente el estado de dominación en que Rome entraba cuando estaba excitado era su fase favorita. Amaba al chico.
—¿No puedo? ¿Y quién te crees que eres para impedírmelo?
—Soy tu Omega —el sirviente lamió desvergonzadamente los labios del Alfa pasándole sus feromonas. —Soy tu Consorte, tu pareja, tu dueño…
—¿Eso significa que te acordaste? —Rome lo miró sin entender, a lo que Pick solo se burló y lo tomó por las piernas para arrojarlo a la cama.
El cuerpo del Omega cayó sobre las sábanas y percibió el calor que tanto ansiaba. Los labios del Emperador iniciaron un recorrido baboso y caliente por cada centímetro de su cuerpo, sacándole gemidos descontrolados. Rome sentía que explotaría ante la pasión que cubría su piel. Necesitaba más.
—¿Qué estas esperando? —reclamó ante el largo preámbulo del Alfa —Únete a mí…
—Es que mi Omega no me lo ha ordenado —contestó burlándose mientras le robaba otro beso —Mi dueño no me ha dicho que lo penetre, así que estoy esperando.
—Eres un idiota. —Pick no podía creer la insolencia, sin embargo, le gustó —Métemela o me voy a enfurecer. ¡Ahora!
—¿Por qué mi dueño es tan impaciente? —El Emperador cumplió rápidamente con su orden, agitándolo ante la intromisión caliente. Las uñas del sirviente se enterraron en la espalda del Alfa, la emoción de recibir lo que tanto esperó le encanto.
El toque del mayor era tan placentero que se sentía en un torbellino de satisfacción que lo volvía loco. Todo su cuerpo ardía dolorosamente, pero cada vez que sus pieles se rozaban, un alivio lo recorría. Las feromonas de ambos seguían liberándose, volviendo el ambiente cada vez más pesado y picante.
Tal y como les gustaba.
Repentinamente, los dientes de Rome picaron. Su paladar quería morder y eso lo asustó. El recuerdo de su celó anterior lo paralizó. De nuevo la misma sensación de querer marcar al Alfa. Debía alejarse un momento o no podría contenerse.
—¡Espera! —gritó empujándolo —Espera…por favor...
—¿Qué pasa? —Pick mordió sus pezones —No puedo esperar, esto se siente muy bien…
—No…aléjate…o yo…yo…
—¿Me vas a marcar? —Rome se congeló, sorprendiéndose con la mirada que le dio el Emperador —¿Acaso crees que soy un prostituto que puedes usar, marcar y luego irte? ¿Quién te crees?
—¿Alteza? No…yo no…sé que no…no puedo hacer eso…jamás lo haría…
—¿Enserio? —Pick se alejó sin salir de él y abrió su camisa. Solo en ese momento Rome cayó en cuenta de que el hombre nunca se había desvestido.
Y además…ya estaba marcado.
Entre el hombro y el cuello de Pick estaba la herida fresca. No existía sangre, pero sí la hinchazón de la carne, revelando que aquello no llevaba ni veinticuatro horas.
—¿Cómo pudiste olvidar nuestro hermoso momento de anoche? Me haces sentir triste…
—No…—Algo se rompió dentro de Rome. Las imágenes de el mismo empujándose sobre el mayor llegaron una y otra vez. Pero no existían en su mente recuerdos de clavar sus dientes en la piel contraria, ¿en qué momento lo mordió?
Por más que intentara recordar, su oleada de calor nublo su mente de tal manera que no podía siquiera imaginar la razón del porque no se controló.
—Ayer estabas un poco bebido —Sin saberlo, Pick contesto su pregunta interna —Si no te acuerdas, ¿Significa que todo lo que me dijiste era falso?
—Alteza…no juegue conmigo…—El sirviente no podía dejar de ver la Marca —Yo… ¿qué dije?
—Dijiste que me amabas y que no ibas a permitir que nadie más me tuviera. —El alfa se arrojó contra su pecho, abrazándolo y disfrutando del sonido de su corazón acelerado. —Me marcaste permanentemente. Ahora solo puedo oler tus feromonas, te pertenezco.
—No…—Rome lo empujo, saltando de la cama espantado —No…no puede ser.
—¿A dónde vas tan rápido, querido? —Su cuerpo cayó al suelo, influenciado por las feromonas dominantes. Su interior tembló impotente con cada paso del hombre, quien liberaba su esencia para someterlo.
—No…no te acerques…—sollozó angustiado.
—No te equivoques. —El mayor lo abrazó desde atrás con firmeza —Yo sigo mandando aquí. No tiene ningún sentido que te resistas, querido, estas hecho para obedecerme. Eres mío.
—Por favor…no me hagas esto…
—No puedo oler ni percibir a nadie más que a ti. ¿Planeas abandonarme? —El agarre de se volvió más apretado —¿Quieres que me vuelva loco debido a tu ausencia? Ayer decías que me amabas y por eso deje que me mordieras, ¿me mentiste, Rome? ¿Jugaste conmigo?
El Omega intentó soltarse de los brazos ajenos, sin embargo, fue inútil. El control total de la situación estaba lejos de ser suyo, incluso su mente empezaba a cubrirse por una capa de confusión. No podía escapar del celo que lo tenía aturdido.
—Vamos…—susurró Pick sobre su oído —Permite que siga haciéndote el amor…
Divagó un par de segundos hasta que el Omega dentro de él empujo con fuerza, logrando que al final asintiera rindiéndose.
Huir o resistir era en vano por lo menos hasta que estuviera en sus cinco sentidos; La suavidad de la cama le dio la bienvenida, provocando que olvidara todos los malos pensamientos en su cabeza.
Dentro de él se desato una lucha. Una pequeña parte de su ser seguía queriendo fugarse, pero la otra celebraba la aceptación del Alfa. Rome odio esa última, especialmente, porque le hizo romper la última barrera que existía.
Atrapó la nuca del Emperador con sus manos y lo atrajo violentamente hasta su boca. Ya la mordida estaba, ¿por qué no volver a sentir el placer de clavar sus dientes en la carne? Pick gimió adolorido, pero contento.
Que Rome lo mordiera significaba que estaba dejando de luchar contra él mismo.
—Te amo…—gimió en medio del sufrimiento —Te amo, mi querido Rome…
La boca del sirviente estaba húmeda debido a la sangre del Alfa. Aquella acción se sintió tan bien que no tenía dudas en que iba a repetirla. No importaba la traición a sus principios, él quería placer.
Quizás cuando su celo pasase iba a arrepentirse, pero por ahora, solo quedaba disfrutar del Alfa y su Marca.
***
Pick no era un buen hombre.
Él mismo sabía que era alguien manipulador y posesivo. Desde que derrocó a su padre pensó que no tendría que volver a lidiar con situaciones que se salieran de sus manos. Todo estuvo bajo su control por tanto tiempo que se acostumbró a la tranquilidad.
Y se aburrió de ella.
Por eso, conocer a Rome le dio una vuelta completa a su vida.
Observó el cuerpo durmiente de su amante y esbozó una sonrisa. En ninguno de sus planes de vida estuvo jamás amarrar a un joven e inocente Omega. Lucia era malvada y aburrida, pero al fin y al cabo era su esposa. Él ya se había resignado a su suerte hasta que olió la esencia de duraznos.
Era un olor común y corriente, sin embargo, existía algo profundo que causaba que su Alfa interior se agitara. La primera noche que compartió a su lado y lo hizo suyo supuso que calmaría las ansias, en cambio, todo empeoró.
Las ganas de poseerlo y atarlo incrementaban con los días. Sus sonrisas, sus suspiros, incluso sus lágrimas, todo tenía que ser suyo.
Quito a todos de su camino, desde su amiga hasta su pareja. Lo aisló tan lentamente que su pequeño e inocente Omega no lo notó hasta que fue muy tarde. Volvió a sonreír, el chico se apretó contra su cuerpo en medio de sueños.
Si pudiera incluso manejaría sus sueños. El cuello le palpitó dolorosamente, por lo que aspiró el aire calmándose. Ya no tenía sentido arrepentirse debido a la marca, esa era otra estrategia para vincular a Rome con su ser.
Su apuesta más fría y malvada.
Ya no necesitaba embarazarlo, el Omega nunca se iría porque jamás le haría daño. Ahora existía un lazo invisible entre ellos que solo la muerte destruiría.
Se acostó mirando el techo, no podía dejar de regocijarse. Los recuerdos de la noche de su cumpleaños seguían bailando en su mente; la tensión en el aire, el cuerpo del sirviente traicionándose a sí mismo por su propia voluntad. Era demasiado gracioso.
Dominar la mente de Rome fue tan fácil que seguía sin poder creérselo. La mirada perdida en su cuello, la duda en sus facciones; todo era un grato recuerdo de que, gracias a la vulnerabilidad y a la suerte, había obligado a Rome a marcarlo.
¡Y lo mejor de todo era que él no lo recordaba!
Cerró los ojos y las palabras de resistencia llegaron a su mente, causándole incluso más carcajadas que tuvo que contener.
—Alteza…aléjese de mi…—Los ojos de Rome brillaban mientras veía su cuello —Yo me siento extraño…No quiero…No puedo hacer esto…
—Sí puedes, mi Rome —Su propia voz se arremolino en sus recuerdos —Si puedes, si quieres. Deja de resistirte y sigue tus instintos…
—No…no está bien…usted…usted…
—Soy tuyo…—Con brusquedad agarro la nuca contraria y lo atrajo hasta su piel —Márcame, querido. Imagina que soy alguien normal, alguien que amas…alguien a quien le prometiste un juntos para siempre…
—Yo…yo…
—Soy igual a Din, te amo…—Su voz fue tan manipuladora como sus feromonas nublando la mente contraria —Soy el amor de tu vida, saldremos de este palacio, pero debes marcarme… ¿O es que no me quieres?
—¡Si te quiero! —Rome se pegó a su piel llorando debido al dolor de su propia dentadura —Si te quiero…quiero que escapemos…
—Y lo haremos si me muerdes. Deja de contenerte…
Un suspiro dócil se dejó oír antes de que el dolor lo atravesara. La primera mordida de Rome fue tan dolorosa que lo sorprendió. Apretó el cuerpo contrario en un abrazo, todo su interior estalló como fuegos artificiales mientras que el olor a durazno se hizo tan potente que podía ver el árbol maduro frente a él.
Si antes lo obsesionaba, Pick sentía que después de la mordida era peor.
—Mmm…—El quejido de su Omega lo saco de sus memorias. Desvió su atención hasta el chico que abría sus ojos con pesadez.
—¿Despertaste, cariño?
—Alfa... ¿Por qué no estas durmiendo? —Susurró entredormido antes de volver a cerrar sus parpados sin siquiera esperar respuesta. El Emperador deposito un beso sobre su frente y lo cubrió con la sabana. Todavía tenía fiebre, de seguro vendría otra ola de celo muy pronto.
La posesión y el deseo seguían recorriéndolo. Ahora podría usar la excusa de la marca para sustentar su creciente desesperación. Nadie lo juzgaría; la culpa recaería en Rome por volverlo adicto a sus feromonas.
—No importa lo que pienses, eres mío. —dijo al aire, queriendo que llegase al subconsciente de su presa —No hay vuelta atrás. Me marcaste y ahora jamás podré dejarte ir.
Capturarlo era placentero.
***
Rome se arremolino entre las sábanas con incomodidad. La camiseta de Pick que cubría su cuerpo no era suficiente para calmar las ansias de tenerlo cerca. Odiaba sentir la fiebre de su temporada sensible y que su Alfa tuviera que salir.
—Alteza, ¿Cuánto dura su celo? —Mix cubría su frente con un paño húmedo, ya habían pasado cuatro días y su Amo todavía presentaba olas de calor.
—No lo sé, es la primera vez que lo paso sin medicamentos…
—Lo siento. Cada vez que entró aquí me revisan para que no traiga hierbas —Su asistente bajo la mirada avergonzado —Pero… ¿No se siente mejor si lo pasa con un Alfa? ¿Quiere que llame a Su Majestad?
—Estoy bien…—Detuvo el intento de huida del chico. —Tranquilo. Ayer me sentía tenso por un posible embarazo, pero siento realista, llevo mucho interrumpiendo mi ciclo. Dudo mucho que pueda quedar en cinta por ahora y, además, el Emperador dijo que vendría en cuanto resolviera unos asuntos importantes. No quiero molestarlo.
—Me alegro de que este más calmado…—él todavía temía que Porsche le contara a Rome sobre su indiscreción —No se preocupe por nada más que recuperarse…
—Si. Ahora mismo mi mayor preocupación es la…—Detuvo sus propias palabras. No sabía si las personas tenían conocimiento del pecado que cometió con el Emperador —Mix… ¿Cómo ves a Su Majestad estos días?
—¿Disculpe?
—Si… ¿Notas algo raro en él? ¿Qué dice la gente?
—Bueno…—el chico se sobó la cabeza y se sonrojó —Todos hablan de lo interesado que está en usted. Los demás sirvientes comentan que él en definitiva lo ama porque está cuidándolo durante su celo y además….
—¿Además qué? ¿Qué más dicen?
—Pues…usted sabe que el cumpleaños del príncipe será en un par de días. Él lo ha pospuesto hasta que su Omega este completamente recuperado. La Emperatriz quiere matarlo…mi señor…
Rome no pudo contener la risa. Se imaginó a Lucia iracunda y eso le causó gracia. Sabía que estaba mal pero no podía evitar alegrarse infantilmente por irritar a la mujer que a veces lo trataba de forma malvada.
—La verdad es que no quiero ir a la fiesta. —dijo acurrándose entre las almohadas que olían como el Alfa —La pase muy mal en el cumpleaños del emperador.
—Yo tampoco, estuve tenso todo el tiempo por tanta gente fastidiando. —el sirviente fue sincero mientras volvía a humedecer el trapo —Prefiero quedarme aquí con usted y cuidar de su fiebre.
—¿No te ahogan mis feromonas?
—No, me ahogan las del Emperador —Mix se volvió rojo y bajo la mirada, eso le pareció sospechoso a Rome.
—¿Tuviste una reacción a las feromonas de mi…pareja? —El chico rápidamente alzó la cabeza preocupado de ser malentendido.
—Alteza Rome, no fue mi intención. Nunca me había pasado algo como eso. Me asusté mucho y no supe cómo reaccionar. Empecé a mojarme y el General Porsche me llevo…
—¿Qué? ¿Qué te hizo el General?
—No, no…él se dio cuenta de mi estado y me mando a limpiarme…
—Mix, no quiero que te quedes solo con ese hombre, ¿entendido? —el otro asintió —Es normal que empieces a reaccionar a las personas, después de todo estas creciendo. Si te sientes mal o incomodo puedes decírmelo. Yo te daré algunos medicamentos, por lo menos hasta que crezcas y consigas una pareja con quien pasar tu celo.
—Gracias por ser tan bueno conmigo, Alteza…—Ambos compartieron una sonrisa. —¿Ya se siente mejor?
Sin embargo, la de Rome era falsa. Si era sincero, ansiaba con todas sus fuerzas al Emperador. Su cuerpo estaba empezando a palpitar, indicándole que en cualquier momento llegaría una ola de celo que lo enloquecería. Necesitaba al Alfa.
En su mente lo llamó, repitiendo su nombre tan claro como si él pudiera escucharlo. Le aviso que lo requería con urgencia y para su sorpresa, Pick entró a la habitación arrojándosele encima. El mayor lo abrazó con fuerza, ignorando por completo que Mix se encontraba observándolos.
—Te extrañé con mi alma y eso que solo han pasado dos horas desde que me fui…—Rome se ruborizó al igual que su asistente. El Alfa parecía no interesarle ser visto por otros.
—Mix, retírate, por favor. Te llamaré si te necesito. —El chico hizo una reverencia y se apresuró en salir. Le asustaba volver a sentir las feromonas dominantes y reaccionar.
—¡Alteza! —el omega lo regaño cuando se quedaron solos. —¿No le da vergüenza ser visto de esta forma? ¡Mix estaba conmigo!
—Me estaba muriendo de ansiedad sin ti…—susurró ignorándolo mientras aspiraba de nuevo el olor contrario —Extrañaba sentir tus feromonas…libéralas para mí…
Todo el interior del Consorte se calentó con aquella revelación. Un escalofrió siguió al calor, punzando su cuerpo mientras liberaba un poco de su olor. Ver al Emperador bajo la influencia de su Marca era tan inesperado como incomodo.
Aun así, le gustaba.
—Y por lo que veo tú también me extrañaste…—El Omega trató de alejarse sentándose en el borde de la cama, sin embargo, Pick permaneció abrazando su cadera con la mejilla justo donde quedaba su intimidad.
—Mi señor…yo…
—¿Está subiendo la fiebre, cierto? —A pesar de ser una pregunta, Rome sabía que más bien era una afirmación.
El Emperador comenzó a depositar besos sobre su dureza; la sabana era lo único que separaba sus labios de la piel caliente. La respiración de Rome se aceleró y apretó las piernas; más que un lobo dominante, el Alfa se había convertido en un gatito que jugaba con su debilidad.
—Alteza…—murmuró con voz temblorosa sintiendo el calor aumentar cada vez más—Me duele…
—¿O te gusta? —Pick retiro la sabana, dejando a la vista su intimidad erecta —¿Qué quieres que haga? ¿Lo pruebo?
—Por favor...No juegues…
—No he recibido órdenes ni incentivos para hacerlo…—dijo sobre la piel, procurando que su aliento caliente llegase hasta la parte más firme del Omega—Ya sabes lo que tienes que hacer…
—Alfa, hazlo... ¡ahora! —Rome nunca pensó que al mayor le gustaría tanto aquel juego de poderes. Liberó una cantidad enorme de feromonas percibiendo como respuesta las contrarias.
La sensación de la boca del Emperador engullendo su miembro fue suficiente para despertar su última ola de celo. Agarró con brusquedad los cabellos del mayor y se empujó con ganas dentro de la cálida cavidad.
Pick estaba bajo sus órdenes y eso le encantaba.
***
Afuera de la habitación, Mix se encontraba apoyado sobre la puerta totalmente sonrojado. Aunque eran lejanos, los gemidos de Rome estaban empezando a oírse. Seguía sin acostumbrarse a los sonidos de placer de su Amo. Quería irse.
—Te llamaremos cuando terminen —dijo un soldado apiadándose de su inocencia —No te vayas a excitar por las feromonas o estarás en problemas. Mejor vete.
—¿Y ustedes? ¿Por qué no se afectan?
—Niño, cuando eres un adulto puedes controlarlo. No son tan fuertes, pero para ti debe ser difícil. El general Porsche nos advirtió que te cuidáramos, así que ahora vete o nos regañaran.
—¿El general les dijo? —El menor observó la afirmación del hombre y salió despedido del lugar. No podía creer que el General les hubiese dicho a todos sobre lo que le sucedió. Se sentía avergonzado y traicionado. Supuso que ese era su castigo por haber hablado de más sobre Rome.
Definitivamente lo mejor era evitarlo por un tiempo.
Si su Amo se enteraba estaría acabado.
***
La última ola de celo se había esfumado.
Todo el calor y la necesidad de su cuerpo estaban apagados, sin embargo, no tenía sueño. Estaba más despierto que nunca. Su humanidad descansaba sobre el Alfa, que sobaba cariñosamente su espalda. Algunos lugares ardían debido a ciertas mordidas y arañazos, pero la caricia lo relajaba.
—¿No vas a dormir? —Pick susurró adormilado —Debes estar cansando, yo me estoy muriendo del sueño…
—Lo estoy, pero mi cerebro se rehúsa a dormir…
—Ya no tienes fiebre. Supongo que se acabó tu celo, ¿llamó a Mix para que comas algo? Debes reponer fuerzas, pronto vendrá el cumpleaños de Ryan.
—Alteza, no lo tome a mal, pero…por favor, ¿podría faltar a la celebración del príncipe? Me gustaría evitar a la gente por un tiempo…
—¿Desprecias a Ryan?
—Jamás. Yo lo amo. —El Omega lo miró fijamente para que no quedara duda de su cariño hacía el niño —Pero la verdad es que me siento sensible estos días, ¿podría faltar? Por favor…
—Organizaré un almuerzo familiar para que celebremos solo nosotros; quiero que Ryan recuerde tu presencia en sus momentos especiales.
—Ryan es un bebé…
—No me lleves la contraria —le robó un beso —Almuerzo o la fiesta, ¿A cuál de los dos quieres asistir?
—Con gusto disfrutaré del almuerzo, Su Majestad…
—Vamos a dormir, cariño. Arreglaré todo para ti.
Rome sonrió, sintiéndose tranquilo y se recostó en el pecho del mayor antes de liberar más de su olor. Faltar al evento le daría tiempo para asimilar todo y de paso, interferir en los planes que seguramente Lucia tendría para humillarlo. Él necesitaba paz.
Sobre todo, por lo que había hecho.
—Alteza…—Susurró con miedo incluso de tocar ese tema —Acerca de…de la marca… ¿podemos mantenerlo en secreto?
—¿Por qué? ¿Te avergüenzas de mí?
—¡No! ¿Cómo se le ocurre pensar eso? ¡Yo a usted lo aprecio mucho!
—Creí que habías dejado de amarme después de morderme…—Rome bajo el rostro mordiéndose los labios. La palabra amor todavía no encajaba en los sentimientos que sentía.
Seguía confundido y el Alfa podía verlo.
—No diré nada —dijo levantándole el rostro. —Pero es hora de que dejes de hacer esa expresión cuando te digo que me amas. ¿Por qué te niegas a aceptar la realidad?
—No sé si lo amo, Alteza. —el chico fue sincero. —En el punto en el que estamos, sé que ya no somos solo sirviente y Emperador, sin embargo, llamarlo mi amado me parece incorrecto.
—¿Tú corazón no late cuando estas conmigo? —El mayor tomó la mano ajena y la ubicó sobre su pecho, precisamente en el lugar del órgano cardiaco. —El mío se agita de felicidad cuando estoy a tu lado, Rome. Ahora que me mordiste, ¿eres consciente de que podría morir sin ti?
—No…no diga eso…por favor…—Pequeñas lagrimas se formaron en sus ojos mientras trataba de alejar su muñeca de la piel ajena pero el agarre fuerte se lo impedía —Sigo pensando que…
—Deja de pensar. —Pick depositó un beso en el dorso de su muñeca —Por un tiempo, ¿podrías dejar de pensar? Me gustaría que intentaras amarme, Rome. No soy tonto, sé que no me amas, pero sé que puedes hacerlo. Ansió que te entregues a mi y me reconozcas como tú Alfa. Tú Omega ya me ha reconocido y lo sabes, él me mordió…
Las palabras no eran absurdas. Todo lo que decía el Emperador era real. Incluso si siguiera resistiéndose, ya no tenía sentido seguir huyendo a lo que su instinto había aceptado hace mucho tiempo. Poco a poco las lagrimas fueron cayendo; la asimilación de que el rompecabezas que trató de armar ya estaba completo lo abrumó.
¿Din lo perdonaría si aceptaba sus sentimientos escondidos por el Alfa? Sentir cosas por el emperador era matar la parte de su ser que lo componía. Aquello era matar el Rome libre que tanto se esmero en crear. ¿Podría hacerlo y no arrepentirse?
—¿Qué es lo que tanto te hace dudar? —El mayor sujeto su mano con amor y la deposito en su propia mejilla. Era una forma sutil de dejarle su espacio, pero sin abandonarlo —¿Por qué lloras y dudas? ¿A qué te temes?
—Tengo miedo de morir…—dijo con sinceridad a lo que Pick arrugo el rostro.
—Jamás permitiré que te hagan daño.
—Si acepto amarlo…—Sollozó quitando la mano del rostro del Alfa —Si yo acepto amarlo una parte de mí morirá para siempre.
—Seguirás siendo tú, ¿por qué dejarías de serlo?
—No quiero quedarme toda la vida aquí encerrado…quiero ser libre…
—Podemos ser libres juntos… —Rome lo miró pasmado. —Tengo riquezas y poder. Viajemos por el mundo, querido. A donde quieras ir te llevaré. No tienes que matar la parte curiosa y aventurera que hay en tu interior, solo debes compartirla conmigo. ¿Qué te parece?
—¿Enserio? —Pick asintió limpiando sus lagrimas —¿Saldremos del palacio? ¿No viviré encerrado en esta habitación por siempre?
—Jamás te encerraría —Un beso ligero tocó sus labios. —Permíteme mostrarte el mundo, mi amor. Solo dame tu amor y sé feliz a mi lado.
Sus miradas se encontraron en la oscuridad de la habitación. La luna llena era lo único que iluminaba su conversación; el cuerpo de Rome tembló porque era la primera vez que sentía que todas sus barreras físicas y mentales caían bajo las palabras del Alfa.
Ya no tenía una razón de peso para rechazarlo.
—Esta bien…—dijo finalmente con una sonrisa —Voy a intentar…voy a intentar amarte…mi Alfa…
Pick sonrió y lo abrazó con emoción.
Por fin Rome era completamente suyo.
Notes:
Nota de Autora: Hoy vengo con MUCHOS comentarios jaja
1. Me da ansiedad que en el cap anterior, Rome dice “El año pasado estuve con el Emperador, si Emma no me hubiese ayudado de seguro hubiera quedado en cinta.” Y NADIE DIJO NADA SOBRE ESO. ¿No leyeron entre líneas lo que quise decir???? #Mealteré. (si, quedo embarazado por culpa de Emma, eso quise decir).
2. Quiero decirles que TODO lo que escribo está relacionado con algo jaja NO HAY DATOS AL AZAR. Así que, si algún personaje dice algo, ¡¡póngale atención!!
3. Vamos por la mitad, el final está lejos, no se preocupen o más bien haganlo jajaja Espero sus teorías, ¡Besos!
Chapter 29: CAPITULO 29
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La primera mañana de su nueva relación fue distinta a las otras.
Desde hace tiempo Rome se había acostumbrado a dormir mucho más que el Alfa. Debido a la constante presencia de las feromonas dominantes, solía quedarse más horas de las necesarias en el mundo de los sueños.
A veces, pasaba tanto tiempo que Mix lo despertaba para que comiera algo. Primero llenaría su estomago con un delicioso desayuno y luego se bañaría con ayuda de su Sirviente. El orden de su rutina como Consorte estaba tan establecido que el hecho de que se perturbara lo ponía a la defensiva.
El sol apenas daba sus primeros rayos de luz cuando despertó. Algo le provocaba tanto calor que perturbaba su delicioso sueño. Se movió con fastidio, pero se dio cuenta de que estaba atrapado. Unas cálidas piernas enredaban las suyas como si fueran tentáculos de un pulpo.
No necesito mucho para notar que quien compartía su cama y su desnudez era el Emperador. Un beso se posó en su hombro, haciéndolo temblar mientras se giraba para encarar al responsable de aquella caricia.
—Buenos días, querido mío. ¿Cómo dormiste?
—Muy bien... ¿y usted, Alteza? —La mirada de Pick era tan profunda y penetrante que le causaba miles de cosquillas. No podía ni sostener sus ojos frente al otro sin sentirse nervioso. Lo que paso la noche anterior fue tan íntimo y sincero que todavía le costaba aceptarlo.
—Perfectamente, ¿Puedes liberar feromonas para mí, querido? —Él lo hizo sin objetar sabiendo que gracias a la marca el mayor lo necesitaba. —Excelente. Ahora, quiero que empieces a llamarme por mi nombre.
—¿Perdón? —Rome trato de retroceder, sin embargo, los brazos ajenos no se lo permitieron —Yo no puedo hacer eso, Alteza. Eso es una falta de respeto gravísima.
—Llámame entonces por algún apodo cariñoso. ¿Cuál te gustaría?
—Alteza…Eso es vergonzoso —Sin poder evitarlo, se escondió en el pecho ajeno —Mi señor…por favor…no me obligue a hacer eso…
Su rostro fue tomado sin previo aviso y miles de besos se estrellaron contra sus labios. Dentro de su estómago se formo una revolución de sensaciones como si miles de mariposas estuvieran estrellándose. Era tan placentero como relajante, no quería que el Alfa se detuviera.
—Ahora que somos una pareja me gustaría que me hablaras con confianza. —El sirviente trató de desviar el rostro, pero él no se lo permitió —Eres la única persona que tiene poder sobre mí. Compláceme, querido.
—Mi señor, es que es difícil…
—Inténtalo. —Volvió a besarlo varias veces hasta que las carcajadas explotaron sin explicación en el menor —Amo tu risa. Ahora llámame por mi nombre. Quiero oírte.
Rome dudaba, pero en el fondo deseaba hacerlo. Estaba contento y francamente la oportunidad de tener así fuera un falso poder sobre el Emperador le gustaba.
—Pi...Pick... —dijo tímidamente a lo que recibió otro beso qué lo lleno de valor —Pick.
—Mi amado Rome —El Alfa lo atrajo hacia él en un abrazo —Eres lo más hermoso de mi vida…
Se bañaron juntos en medio de otra sesión de besos matutinos. No hicieron más que eso, pero tampoco lo necesitaron. Para Pick era más divertido jugar con la resistencia se Rome hasta que se rindiera y lo llamara por su nombre. El emperador lo presionó tanto que al final la voz del Consorte sonaba tan natural como si fuesen amigos desde pequeños.
Tan natural como cuando llamaba al Beta. El mayor no podía sacarse eso de la mente. Si a Din podía llamarlo con confianza, ¿Por qué con él no sería igual?
De vuelta a la habitación, Mix se encontraba organizando la ropa del consorte. El chico ya no escuchaba el agua fluir desde el baño, por lo que supuso que su Amo saldría en cualquier momento; nadie tuvo la decencia de avisarle que el Emperador seguía en el lugar.
Por eso, cuando lo vio de pie a su lado sintió que el corazón se le detuvo. El miedo a la muerte recorrió cada centímetro de su cuerpo haciendo que sus piernas fallaran y cayera al suelo.
—¡Larga vida al emperador de Araik! ¡Que viva el más fuerte Alfa de todo el imperio, el gran Emperador, que viva la justicia, la paz y el amor! —Su voz chillona resonó alto y fuerte, sorprendiendo a Rome que apenas venia detrás de Pick.
El Consorte real observó al chico arrodillado con la frente sobre el suelo y sintió lastima. Él estuvo muchas veces en esa posición; no lo culpaba por estar asustado por la presencia imponente del emperador.
Decidió cubrir al Alfa y luego cubrirse a sí mismo con una toalla antes de caminar hacia el pequeño y agacharse a su lado. Mix se tensó, a lo que Rome sujeto su brazo con delicadeza para calmarlo.
—Levántate. —le dijo con una pequeña sonrisa. —¿Por qué no tocaste la puerta?
—Mi señor, si lo hice. Pero como usted no respondió pensé que se estaba bañando y preparé su ropa, por favor no me maten… —Rome miró al Alfa con una mueca antes de contestarle.
—Puedes estar tranquilo. Pick y yo no estamos molestos —El Emperador abrió los ojos contento por la forma en que lo llamó su nueva pareja. —¿Cierto, Pick?
—Así es. Antes de que entrar a bañarnos les avise a los guardias que te dejaran pasar para que asistas al Consorte. No hay necesidad de que te asustes.
—Su Majestad, igualmente me disculpo por mi intromisión. No quise verlo sin ropa, aunque no vi nada porque aparte la mirada, no se preocupe…—Los mayores estallaron en carcajadas. Mix era demasiado sincero e inocente.
—Esta bien. —Pick deslizó una de sus manos por la cintura de su pareja antes de darle un beso en la coronilla —Ayuda a Rome a vestirse. Hoy le mostraras el pueblo, así que elige algo casual que no llame mucho la atención.
—¿Qué? ¿En serio?
—Ayer te dije, ¿no? —El mayor le dedico una expresión de autosuficiencia —Te mostraré el mundo, pero primero empecemos con lo que tenemos más cerca. Mix te presentara a su familia también, llévales un obsequio. No me hagas quedar mal.
El sirviente del Consorte sintió sus ojos humedecerse porque extrañaba a su madre y su hermano. No podía creer que tuviera ese beneficio. Definitivamente el Emperador era un buen hombre.
—¿Vendrá usted con nosotros? —Pick miro a Rome con los ojos entrecerrados y pellizco su cadera. —Auch... ¿Vas con nosotros...querido?
—Por supuesto, te dije que te acompañaría en tu libertad.
La burbuja de amor en que amanecieron ese día fue obvia para todas las personas del palacio. Su lenguaje corporal hablaba tanto que no necesitaban expresar el nuevo giro que había dado su relación. Los besos y las miradas de afecto gritaban lo felices que estaban.
Y la confianza. Todos pudieron notar la forma en que Rome llamaba al Emperador. Algunos no podían esconder la expresión de sorpresa al escuchar el nombre “Pick” salir de los labios del pequeño Omega. Cualquier otra persona que pronunciara el nombre real del Alfa perdería su cabeza inmediatamente, sin embargo, el Consorte les demostraba a todos el poder que su posición disfrutaba.
—Creo que estamos llamando mucho la atención…—Rome estaba incomodo al percibir tantas miradas poco disimuladas —¿Por qué decidiste desayunar hoy en el jardín? Pudimos quedarnos en la habitación…
—Pueden mirar lo que quieran. Déjalos que estén celosos de nuestro amor… —Para Pick, entre más personas miraran era mejor. Él quería dejar en claro que el Omega estaba loco de amor por él. Rome era de su propiedad.
—Me da un poco de vergüenza…
—Jamás te avergüences de lo nuestro…—expresó tomando la mano contraria para darle un beso en el dorso —Te amo, querido. Anoche me prometiste que intentarías quererme, ¿podrías darme el placer de escuchar tu voz diciendo que me amas?
Rome se sonrojó y bajo la cabeza. Decir aquello frente a los soldados le calentaba hasta el último centímetro de las orejas. Aun así, él quería intentarlo. Una promesa era una promesa.
—Yo…yo…yo te amo…—Su voz fue baja pero suficiente para que Pick escuchara y volviera a besar su muñeca. —Te amo, Pick…
Intercambiaron una sonrisa cómplice antes de que juntaran sus labios. No sabía si era porque todavía estaba sensible después de su celo o si era el hecho de haber mordido al Alfa, pero Rome sentía que la cercanía con el mayor le causaba muchos hormigueos deliciosos.
—En la tarde iremos al pueblo. Te dejare en casa de Mix mientras que el General y yo iremos a averiguar algunas cosas, ¿me prometes que te portaras bien?
—¿Me vas a dejar solo?
—Confío en ti. Sé que no escaparías de mi cuando…—Rome apretó los labios temblando ligeramente. —Cuando compartimos ya sabes qué…o… ¿quieres hacerme daño?
—Nunca. Yo te aprecio mucho, te prometo que me portaré bien.
—Confió en ti —repitió —Te llevaré a recorrer todas los países del mundo…—Rome no podía creerlo. Trató de encontrar la mentira en los ojos contrarios, pero no fue así.
—Gracias…—Susurró esta vez siendo él quien se acercaba al hombre para darle un abrazo —Me siento muy feliz contigo, gracias de verdad por todo lo que haces por mí.
—Darte de comer por arriba y por abajo. Yo también estaría muy agradecida. —Ante la molesta voz se separaron. Lucia observaba su interacción con el rostro fruncido.
Los rumores de la cita en el jardín se extendieron como fuego llegando incluso hasta sus aposentos. No le sorprendió aquello, sin embargo, la información de que se veían más cariñosos que de costumbre la hizo desplazarse hasta donde estaban.
Tenía que confirmarlo con sus propios ojos.
—Cariño te ves radiante, ¿tan bueno es el pene de mi marido?
—¿Por qué te has vuelto una mujer tan vulgar? —Pick la regaño asqueado por su comportamiento —Te pido que respetes a Rome.
—No me hagas reír —comentó ella burlándose mientras se sentaba en la mesa —Yo también tengo hambre. Traigan mi comida.
Varios sirvientes se apresuraron en poner varios platos frente a la dama. Lucia estaba enfurecida por el estúpido rubor que aparecía en las mejillas de Rome cada vez que veía a su esposo. Si pudiera, le clavaría un cuchillo en el corazón.
Quería matarlo.
—¿Cómo dormiste? —preguntó directamente al ex sirviente. —¿Te sentiste incomodo por la presencia del padre de mi hijo o ya te acostumbraste? —Pick apretó los puños dispuesto a regañarla, pero el Omega lo detuvo.
—Mi señora, tuve una buena noche. Gracias al cielo mi fiebre se ha ido, ¿Cómo se encuentra usted?
—Mañana será el cumpleaños de Ryan. Creí que tendría que moverlo, pero viéndote, supongo que ya no hay ningún problema —La emperatriz ni siquiera se tomó la molestia de fingir interés en continuar el rumbo de la conversación —¿Vas a hacer un espectáculo en la fiesta o te vas a comportar como si tuvieras educación?
—No voy a ir. —Esta vez Rome fue quien tuvo que contenerse. A pesar de todo, él respetaba a la mujer —Alteza Pick y yo hemos acordado que haremos un almuerzo con el príncipe y en la noche me quedaré en nuestra habitación.
Lucia no podía creerlo. La felicidad recorrió su cuerpo en un segundo, provocando que sonriera como ellos jamás la habían visto; incluso comenzó a aplaudir.
—¡Qué excelente noticia! —les gritó con emoción —¡Por fin algo bueno! ¡Emma, ven aquí! ¡Adivina quien no ira a la fiesta del príncipe!
Existía un detalle que Rome desconocía. Desde que él echo a Emma, la omega fue asignada como cuidadora de la Emperatriz. Obviamente aquello era un plan del propio emperador para vigilar a su esposa.
Esa unión no le gustaba al Consorte. No confiaba en ninguna de ellas.
Emma sabía demasiado sobre él. Le asustaba que su examiga contase alguno de sus secretos más profundos a una mujer como la Emperatriz que no dudaría ni un segundo en usarlos en su contra. Quizás sería una buena idea traer a su ex mejor amiga de regreso antes de que fuera muy tarde.
—¡Emma, esta será la mejor fiesta de todas! Arregla que mi silla y la del Emperador sean las únicas que estén en el trono. Quiero que todos vean lo felices que somos sin presencias magulladas…—Eso fue un ataque directo a su aspecto y autoestima.
Desvió la mirada de las dos mujeres con incomodidad y vergüenza, pero repentinamente sintió un pellizco en la espalda. Mix apretaba con fuerza su piel, una clara señal de que no permitiera que las palabras necias le hicieran daño.
Por lo tanto, alzó la cabeza como si aquello no lo hubiese afectado. Prefirió fingir e ignorar a Lucia, mejor enfocarse en el Alfa, su amor y el nuevo poder que tenía sobre él.
Un secreto que solo ellos conocían.
—Pick…—dijo repentinamente llamando su atención —Quiero dar un paseo por el jardín. Estoy lleno de tanto comer, querido…
El emperador sonrió y le dio un beso en la frente. Sin siquiera despedirse de su esposa, entrecruzó sus dedos con los de Rome y se fueron dejándola sola. Él estuvo a punto de intervenir e incluso castigar a Lucia pero su Consorte se atravesó antes de que pudiera hacerlo. Prefirió calmarse y dejar a las dos Omegas solas. Ser ignoradas era la mejor ofensa que podía hacerles.
Y no se equivocó.
Lucia apretó los dientes con rabia, arrojando la comida al suelo.
—¿Quién se cree que es ese maldito sirviente? —comentó exasperada —¿Te diste cuenta de que ni siquiera te saludo? ¡Con esos amigos para qué enemigos!
—Él y yo no estamos en buenos términos…—la chica observó al consorte irse caminando sin dedicarle una mínima mirada de consideración; Mix iba detrás de ellos en conjunto con los soldados que siempre lo custodiaban —Ahora él tiene un nuevo idiota para que lo atienda.
—¿Hablas de Mix? —Lucia observó al pequeño sirviente hablando con un guardia —Desde que él apareció tú no existes en el mapa. Creo que también se le están subiendo los humos a la cabeza, ¿crees que deberíamos de darle una lección?
—¿Mi señora? Yo pienso que…
—No me digas que no te pone ni un poquito celosa el como reacciona esa rata con tu compañero. —La expresión de Emma se tornó en una de desconcierto y extrañeza —¿No lo sabías? El chico es joven y bonito. Cada vez que ve al General Porsche se sonroja y sale corriendo. ¿Quizás pasó algo entre ellos?
—No…él nunca me haría eso…
—¿Todavía confías en los Alfas? Tienes demasiado buen corazón, Emma. Si yo fuera tú, le demostraría a ese tonto que los Omegas tenemos códigos. No es correcto meterse con Alfas ajenos.
—¿Qué quiere hacer, mi señora?
La emperatriz sonrió bebiendo de su taza de té. Sabía que no podía tocar a Rome, sin embargo, siempre era posible hacerle daño indirectamente. Si el amante de su esposo le tenía algún tipo de cariño a su sirviente, ella se encargaría de usar eso a su favor.
Que fácil se lo habían puesto.
***
El pueblo de Araik era grande.
Rome lo conoció el día del festival de las luces y quedo con ganas de más. Desde que llegó al imperio solo conocía el palacio, por lo que recorrer las calles transitadas era toda una experiencia nueva. A pesar de que varias personas los miraban, él trataba de no darle importancia y disfrutar.
Con la luz del día se veía más majestuoso que aquella noche. Los niños corrían de lado a lado jugando, mientras que los adultos trabajaban en puestos de comida o artesanías. Una vida tranquila y sencilla, tal y como sus padres le enseñaron.
Apretó los labios con inquietud y siguió caminando. Apenas estaba empezando el paseo, no tenía sentido entristecerse por recuerdos y deseos de su yo del pasado. Lo más correcto era encerrar su ansiedad en el fondo de su cerebro.
En la plaza del lugar, varias mujeres y hombres vendían frutas, verduras y muchas más cosas. Entre ellas, una Omega se diferenciaba por su aspecto. Rome sintió un estremecimiento al ver el rostro deformado por una gran mancha roja arrugada.
“Una olla de presión le explotó en la cara a mamá. Sé lo difícil que puede ser tener algo tan distintivo en el rostro, pero créame que eso no lo hace menos.”
Las palabras de su sirviente llegaron repentinamente a su cabeza. No había necesidad de preguntar quien era su madre, la descripción de aquella vez fue suficiente para grabarse en su memoria.
—Mamá…—el chico pasó por delante de él con los ojos humedecidos —Mami…he vuelto…
La Omega arrojó la cesta que tenia en sus manos para correr hacía su hijo con emoción. La mujer se arrodillo en el suelo, tocándolo de arriba abajo, como no creyendo que realmente fuera él. Los ojos de Rome también se volvieron de agua, la escena era demasiado emotiva. Extrañaba a su familia.
—Mi niño…mi pequeño… ¿qué haces aquí? ¿Te echaron del palacio?
—No, mamá —el menor se giró, señalando a Rome, a Pick y a su sequito de guardias —El Emperador me ha dado el regalo de venir a visitarte.
Ante la palabra “Emperador”, todas las personas presentes hicieron una reverencia con miedo. El Alfa era conocido por su poca tolerancia a los malos modales. Miles de frases y palabras de vitoreo siguieron, incomodando a Rome.
—Mix, ¿podemos ir a tu casa? —El chico asintió ayudando a su madre a recoger todo antes de dirigirse a su antigua vivienda.
La casa de la madre de Mix era una estructura sencilla de un piso. Por dentro el hogar era exactamente como Rome se lo imaginaba; pequeño pero acogedor; cálido y con lo necesario justo para vivir. El olor a madera en conjunto al color neutro de las paredes le recordó el refugio donde vivió con sus padres y su hermano.
Deseaba no irse nunca de ahí.
—Tengo que resolver algunos asuntos, te dejo con Mix para que te instales. —Ante las palabras de Pick se sorprendió, no creyó que en verdad lo dejaría solo —Te dije que confiaba en ti. Espérame aquí como el buen chico que eres.
—¿Y si queremos salir?
—Mis hombres estarán cuidándote, no te preocupes… —Un beso ligero se estampó contra su boca, provocando que de nuevo las mariposas revolotearan y se colorearan sus mejillas. Todavía no se acostumbraba a los actos de amor repentinos del Emperador.
En cuanto se quedaron solos, mandó a traer los obsequios para la madre de su sirviente. Comida, ropa, incluso algunas joyas; era la primera vez que el omega podía dar cosas, por lo que no escatimó en gastos. Aunque si era sincero consigo mismo, quería llenar el vacío que el sentimiento de culpa causaba en su interior.
Aun no se olvidaba de que por su culpa Din y el padre de Mix murieron.
—Alteza Rome, no tengo como pagarle por ser tan bueno con mi pequeño…
—Mi señora, no me llame Alteza. Estoy bien siendo solo Rome y con mucho gusto, Mix es un joven muy habilidoso. —Ambos desviaron la vista hasta el Omega que se encontraba arreglando un estante de madera que se había roto —Él me ha ayudado mucho.
—Si su padre estuviera vivo no creería en tus palabras —un latido incomodo se estrelló contra el pecho del Consorte —Él y yo siempre intentamos cuidar a Mix. Para mí fue muy difícil que se fuera al palacio.
—Vendremos con frecuencia. Me gusta este lugar, me recuerda a mi pasado. ¿Puedo volver, cierto?
—Eres bienvenido de vivir aquí si quieres —Se burló —Sin embargo…Alteza Rome, ¿puedo abusar de tu gentileza? —La aspereza de las manos contrarias sobre las suyas se sintió exactamente como la de su madre. Levantó la vista y vio los ojos preocupados de la dama, aquello no le gusto.
—Por favor, ¿En qué puedo ayudarla?
—Tengo una petición que hacerte. Algo entre tú y yo.
—Por supuesto. ¿qué sucede?
—Por favor…cuida de Mix. —él doblo la cabeza sin entender —Ya esta en la edad del desarrollo. No quiero que ningún Alfa se aproveche de su primer celo. Perdóname por decirte esto, pero ¿puedes cuidarlo? Él aún es muy inocente y no dejo de pensar en que alguien le pueda hacer daño y…
—No tiene que pedírmelo —Apretó con fuerza las manos ajenas —Mix se ha convertido en mi hermano pequeño. Tengo mis ojos puestos en él, no se preocupe. —El Consorte miró al chico y luego a la madre sin dejar de sonreír —Ya no comparte habitación con nadie. Lo he movido a mi antiguo lugar, ahí estará solo y podrá pasar sus celos sin problema. Me encargaré de darle medicina también, puede descansar tranquila, mi señora…
—Eres un sol…—pequeñas lagrimas cayeron por sus ojos —Gracias…gracias…
—No, gracias a usted por criarlo. —Rome secó las gotas de agua que mojaban las mejillas ajenas —En verdad, quédese tranquila.
La visita concluyo con un abrazo y muchas palabras de agradecimiento. Despedirse de su hermano y su madre era muy difícil para el pequeño sirviente, pero al menos, su Amo le prometió que volverían pronto.
Recorrieron un poco más del pueblo, algunos soldados iban detrás de ellos, sin embargo, no se sentían perseguidos sino protegidos. Rome se había acostumbrado a la presencia de los hombres que siempre vigilaban sus alrededores y permanecían atentos a cualquier peligro.
Por eso, que una daga estuviese tan cerca de él como para cortar un trozo de su ropa lo alarmó. Gracias a sus reflejos, alcanzó a echarse hacia atrás y evitar que su humanidad se viera comprometida.
—¡Malditos nobles! —un vagabundo se le arrojó encima para herirlo —¡Se creen mejor que nosotros!
El hombre intentó atacarlo de nuevo, pero antes de siquiera tocarlo su cabeza salió volando, manchando en el proceso la ropa y el rostro de Rome. Llevaba meses sin ver una escena sangrienta, demasiado. Realmente el Emperador había cambiado desde que él llego.
A diferencia de él, que estaba calmado, Mix gritó espantado por el espectáculo salvaje y se arrojó contra su cuerpo llorando. El consorte lo recibió y lo apretó en su pecho, viendo que la espada que los había salvado era sostenida por su pareja.
Pick lo había salvado.
—¿Te hizo daño? —el Alfa se acercó rápidamente a retirar el líquido carmesí que resbalaba sobre su cara con un pañuelo verde. Rome lo reconoció de inmediato, pero no dijo nada. —Voy a matar a tus guardias por no cuidarte.
—No…—Rome apretó a el cuerpo de Mix que temblaba con cada palabra que salía de los labios del Alfa. —Estoy bien. Vámonos ya, es hora de volver al palacio.
El chico no dejaba de llorar. En el carruaje, prácticamente iba sentado sobre su Amo. La imagen era incluso graciosa, ya que Rome era más pequeño que su propio sirviente y sin embargo, el aura protectora era clara.
—Tomaremos clases para defendernos —Susurró en su oído —Nadie nos lastimara. Dijiste que me protegerías, ¿Cómo lo harás llorando como un bebé?
—Alteza…usted es tan valiente. Yo nunca había visto tanta sangre…
Rome negó con la cabeza sin dejar de sobar la espalda del pequeño Omega. Ciertamente él había visto tanta sangre y asesinatos que ya se encontraba insensibilizado. Lo mejor era irse antes de que su sirviente se traumara.
En el camino hacia su hogar, Pick seguía limpiando de su rostro las gotas carmesí. Algunos cabellos se habían salido de su peinado, por lo que se encontraban pegados a su frente; el Emperador los aparto con cuidado para seguir con su tarea.
—Lo estas usando… —El Omega no pudo contener más la alegría de ver su propio regalo.
—Te dije que lo haría. —Rome se apoyó en su hombro sonriendo ligeramente —Cuando lo llevo conmigo siento que me acompañas a todos lados…
—Bordaré varios para que tengas uno distinto cada día.
A pesar del susto, los amantes iban muy pegados dentro del vehículo. No dejaban de mirarse con profundidad. Mix en algún momento se quedó dormido, causándole ternura a Rome.
—Él es como un niño —murmuró peinándolo —Gracias por permitirle volver a ver a su familia. Ha sufrido mucho a tan corta edad…
—Se ha portado bien, no le veo ningún problema a darle un premio.
—¿Y yo? ¿Me gané algún premio?
La mirada sonrojada del Consorte agitó el corazón del Alfa. Por supuesto que también le daría una recompensa, pero para eso, tendrían que esperar a llegar al palacio.
—“Después de ti ya no estoy perdido…”—Cantó Pick en su oído —“Me gustas mucho…”
—Alteza…—Rome se alejó de la voz ronca sintiendo miles de fuegos artificiales en su interior—No cante tan cerca…
—¿Por qué?
—Porque me da vergüenza…
—De nuevo me dices Alteza. ¿Dónde quedo el querido? Tendré que castigarte con miles de besos…
El Alfa lo abrazó con emoción, a lo que la risa estalló en Rome. Ver que el sirviente poco a poco se perdía en las sensaciones de amor le gustaba. El Omega ciertamente estaba haciendo un trabajo serio en términos de intentar quererlo. Esperaba que en un futuro cercano realmente le dijera que lo amaba desde el fondo de su corazón.
—Cuando lleguemos voy a hacerte el amor. —volvió a musitar en su oído —¿Qué opinas?
—¿No esta cansado? Ayer lo hicimos mucho. Además, mañana es el almuerzo del príncipe Ryan, deberíamos estar descansados…
—No te preocupes. Descansaras cuando terminemos.
Y más que ser una amenaza, aquellas palabras eran una promesa que emocionó al Omega.
***
Si alguien alguna vez le pidiese a Rome que describiera la incomodidad, él seguramente hablaría de aquella celebración. En una misma mesa se encontraban el Emperador, su esposa, su madre y su hijo.
¿Qué era él, entonces, más que un extraño en aquella familia?
Y para colmó de males, el pequeño Ryan se rehusaba a dejar que cualquier otra persona lo cargará más que él. ¿Por qué el almuerzo que tanto esperó se convirtió en una pesadilla?
—Gracias por acompañarnos —Pick tomó la palabra ignorando su cara de querer huir. —Me siento muy feliz de estar aquí con mi familia. No todos los días mi príncipe cumple años. Hagamos un brindis por él.
Varios sirvientes entraron a serviles el vino; Rome agarró la copa inseguro de beber. No quería volver a perder la cabeza, aun así, la mirada tranquilizadora de Mix le hizo saber que a penas y echaría dos centímetros de licor. Se sintió tranquilo.
—¡Ten cuidado! —el gritó de Lucia los hizo voltear a todos. Mix había regado un poco del vino sobre la mesa, el chico temblaba de miedo —¿Por qué ponen a un inútil a que me sirva? ¡Vete de aquí!
El menor salió corriendo hacia la cocina. Rome observó con rabia a la mujer, ella no tenía derecho a hablarle así a su sirviente.
—Tan inútil como…—La emperatriz cerró la boca ante la interrupción de su suegra —¿Qué sucede, mi señora? No lo digo por mal, solo que no me cabe en la cabeza que permanezcan sirvientes tan inservibles en este lugar. Casi que se esta volviendo una costumbre mantener gente defectuosa aquí…
—No te estreses por eso, querida. —Olga le sonrió —Estoy segura de que el chico recibirá un castigo más delante de parte de su Amo, ¿cierto, Consorte?
—Si. Yo mismo me encargaré de eso. —Mintió. Jamás tocaría a Mix y mucho menos por la Reina Madre y sus palabras venenosas.
—Excelente. En la celebración de esta noche no podemos aceptar errores, vendrán personas muy importantes. ¿Seguro que no quieres asistir? La otra noche fue muy divertida.
—Mi señora, gracias por su interés, pero me gustaría quedarme en mi habitación. Hoy no me he estado sintiendo muy bien del estómago…
—¿Estomago? Tienes que estar atento, querido. Pueden ser unos huesos. —Olga rió al ver la cara de no entendimiento de Rome que contrastaba en grande con la enfurecida de Pick. —Si, ¿no te contaron que me tragué un hueso? Estuve enferma varios días porque no limpiaron bien la pechuga…
El Omega no era tonto. La insinuación de un embarazo lo asustó, sin embargo, decidió fingir que no le afectaba. El miedo de que quedase en cinta en su celo seguía asustándolo, por eso a diario tomaba sus infusiones para evitarlo.
De hecho, ni siquiera estaba mal de estómago. Eso solo era una excusa para no presentarse.
—Rome está en perfectas condiciones. —Pick la interrumpió —No implantes pensamientos extraños en su cabeza, Madre. Me enfureceré si es así.
—Discúlpeme, Consorte. —La voz de la Omega era falsa y de burla —Disfrute de su comida, mi señor…
El resto del almuerzo transcurrió con normalidad. Entre conversaciones banales y risas de Ryan, para Rome la tortura se acabó. Volvió a su habitación con Pick pisándole los talones. La frase de la reina madre seguía perturbándolo, pero no pensaba decírselo al Alfa. El tema de los hijos era algo que preocuparía a su yo del futuro.
—Ignora a mi madre…—Un abrazo lo envolvió —Quédate aquí todo el tiempo. Duerme, querido.
No le respondió nada. Simplemente liberó de sus feromonas y espero que las contrarias lo envolvieran. La verdad era que sí deseaba dormir y despertar hasta el día siguiente. Entre más rápido pasase la noche sería mejor.
La esencia dominante de su Alfa lo relajó tanto que en pocos minutos perdió la batalla contra el sueño. Estar rodeado de las feromonas se sentía igual a estar dormido en una gran pradera. El olor del pasto junto con las flores le encantaba.
Pero, repentinamente, en su sueño algo empezó a oler distinto. Un caramelo gigante cayó casi que aplastándolo en su pacifico descanso. Se acercó a tocarlo y antes de hacerlo abrió sus ojos asustado.
Se sentó en la cama sin entender el significado de aquel sueño tan dulce. Fue tan real que podía sentir el olor a caramelo todavía rodeándolo. Si masticaba, incluso el sabor bailaba en su lengua.
Era demasiado real para ser solo un sueño.
Un quejido a su lado lo hizo voltear y solo entonces lo vio. Agachado en el piso, su sirviente se apretaba en vientre mientras lloraba. Un charco manchaba sus pantalones mientras que el olor a caramelo se hacía más fuerte.
Rome saltó de la cama para llegar a su lado, encontrándose con que sus manos estaban muy calientes. Levantó el rostro contrario y los ojos amarillos lo alertaron.
Mix estaba en celo.
Notes:
Nota de autora: ¿Qué hará Rome ahora? ¿Podrá ayudar a Mix?
En datos curiosos, NADIE me dijo nada sobre la ultima vez que Rome soñó con Din y él le dijo que si no escapaba no iba a poder hacerlo. ¿Se dieron cuenta que se refería a lo de la mordida de Rome a Pick? Si es asi…¿Por qué no me lo dicen? Jajaja Pongo esas pistas con taaaaaaaanto cariño!!
Pd. Estos datos son porque son cosas que veo releyendo, les diré más SIEMPRE Y CUANDO no sean spoilers de más adelante, porque créanme, hay muchos jejeje
¡Gracias por leer, besos!
Chapter 30: CAPITULO 30
Chapter Text
Para Rome el mundo se detuvo.
¿Cuáles eran las posibilidades de que justo le prometiera a su madre cuidarlo el día antes de que llegase su desarrollo? Apretó la mandíbula con ganas de llorar y trato de calmarse. En algún momento el chico iba a crecer, no tenía sentido que le afectara tanto.
Él ya era un adulto y debía comportarse como tal. Su deber era actuar rápido para mitigar el sufrimiento horrible de su pequeño protegido.
—Cariño, quiero que respires conmigo…—Susurró apartando el cabello del menor. El sudor junto con las lágrimas había pegado las hebras en su rostro, haciéndolo ver cómo un total desastre.
—Amo… ¿qué me pasa? Dios…me duele mucho… —El sirviente apenas y podía hablar debido a las pulsaciones dolorosas —Tengo miedo…creo que mi estomago se va a romper…
—Lo sé, cariño. Escúchame bien, lo que estas sintiendo es algo normal; Significa que estas creciendo…
Rome buscó toda su paciencia para explicarle al joven sobre los molestos síntomas que iba a sentir en las próximas horas, sin embargo, noto que él no le estaba poniendo atención. Las pupilas de Mix estaban dilatadas y su mirada se veía tan desorientada como perdida. Lo abrazó, tratando inútilmente de calmarlo con su propio cuerpo.
Sintió las lágrimas llegar a sus ojos cuando el chico comenzó a rozarse de manera sugestiva contra él. Ya no tenía sentido negarlo, la mente de Mix estaba siendo completamente dominada por su instinto Omega.
Al menos, todavía no lo echaba y pedía por un Alfa. Debía darle la medicina antes de que llegase a ese punto o realmente estaría en problemas. Toda la fortaleza mental que Mix siempre le trasmitió le sirvió para darse cuenta en ese momento de su estatus.
Él era en Consorte.
Si pedía algo, nadie podía llevarle la contraria. Necesitaba ayuda de los soldados, pero antes, debía asegurar a su pequeño, por eso, arrastro el cuerpo de Mix hasta la cama y lo cubrió. Para él era importante cuidar el orgullo del Omega, sobre todo en ese momento tan vulnerable.
Las feromonas con olor a caramelo bañaban toda la habitación, asustándolo de que si abría mucho la puerta los Alfa que estaban afuera pudieran oler, perdiendo el control hasta hacerle algo al pequeño. Liberó su propio olor mientras miraba al chico revolverse bajo las sábanas gritando y llorando.
—Guardias —dijo asomando únicamente su cabeza, no permitiría que nadie viera al niño así —Vayan a la cocina y traigan medicina para inhibir el celo. Quiero solo Betas aquí afuera, ¡Rápido!
—¿Se encuentra mal, Alteza? ¿Traemos al Emperador?
—No y no armen un alboroto. Mix es quien esta indispuesto, así que traigan la medicina, pero sin levantar preocupación en nadie. Esto es un secreto entre ustedes y yo; si alguno me traiciona yo mismo voy a atravesarlos con una espada.
A pesar de su pequeño tamaño, el consorte era intimidante. Ninguno dudaba de que Rome cumpliría su amenaza si alguno iba en su contra, por lo que se apresuraron con su pedido.
Él los vio irse y volvió a entrar, encontrándose con una imagen difícil de asimilar. No tenía que ser muy inteligente para saber la naturaleza de los movimientos que Mix hacía bajo la sabana. Olía bastante. Se mordió el labio inferior con incomodidad y caminó hacia el chico.
De algún modo debía ayudarlo.
***
La fiesta del príncipe Ryan estaba siendo todo un éxito.
Desde la decoración hasta la comida, cada invitado disfrutaba al máximo de la celebración. Todos, menos el Emperador de Araik quien se encontraba aburrido. Fingir ser una pareja feliz y unida con Lucia lo tenía hastiado.
No veía la hora de acabar con el teatro y volver a los brazos de su querido Consorte. Lo más seguro era que Rome estuviera bebiendo te con galletas mientras jugaba alguna cosa con su leal sirviente. Sintió envidia. Él también quería esa paz.
Repentinamente, algo llamó su atención. Un soldado entró en la sala e intercambio algunas palabras con otro antes de que este último dejara su puesto. El cambio de guardia no sucedería hasta dentro de varias horas, ¿qué estaba pasando?
Y más extraño aun, quien ahora estaba en la fiesta era un hombre que él mismo había escogido para cuidar las afueras de la habitación de Rome. ¿Se atrevió a desobedecerlo?
—¿Qué haces aquí? —preguntó con el rostro arrugado. El hombre al verlo saltó asustado e hizo una reverencia. —¿Por qué no estas cuidando a Rome? Fui muy claro, nadie debe moverse de la puerta de mi pareja.
—Mi señor, Alteza Rome ha pedido cambiar a toda la guardia por Betas. —Pick contrajo aún más su expresión, pidiendo por una explicación que no llego.
—¿Por qué hizo eso? —El soldado bajo el rostro inseguro —¿Te atreves a esconderle la verdad a tu Emperador?
—No, alteza…es que el Consorte nos ha amenazado con que si decíamos algo nos mataría…—Aquello sorprendió al Alfa. No espero más palabras.
Lo mejor era ir directamente al asunto y averiguar qué sucedía. En el pasillo, justo fuera de la habitación se encontró con un escenario extraño. Tal y como el soldado le había dicho, todos eran Betas. Los hombres se miraban entre ellos preocupados por los gritos que venían de dentro de su aposento, más sin embargo ninguno se movía para entrar. Parecía que en el interior del lugar estaba ocurriendo una gran pelea en la que ellos no podían intervenir.
—¿Qué está sucediendo aquí? —gritó molesto por su falta de gestión —¿Qué es ese escandalo? ¿Por qué ustedes no entran? —El mayor de ellos se acercó al Alfa con el rostro sonrojado, deteniendo sus pasos.
—Su Majestad, parece que el joven Mix ha entrado en celo por primera vez y el Consorte está intentando ayudarle. No nos permite cruzar la puerta. Ha dicho que si ponemos un pie dentro de la habitación vamos a ver correr nuestra sangre…
—No nos atrevemos a desafiar a Alteza Rome, perdónenos, mi señor —agregó otro rascándose la cabeza.
—Yo tampoco quiero morir, tengo un hijo en casa….
Pick se sintió orgulloso. Saber que Rome no dudaba en usar su poder para proteger a quienes apreciaba le gustó. Apartó a los hombres e ingresó, sintiendo que una bofetada se estrellaba contra su rostro.
Desde afuera no lo sintió, pero interiormente el olor a caramelo era tan fuerte que le daba ganas de vomitar. La Marca en él palpitó; las feromonas de Mix no lo afectaban, pero eso no significaba que no pudiera olerlas. Eran desagradables.
—¡Salgan de aquí inmediatamente! —Rome les gritó desde la cama. —¡Ahora!
Los soldados detrás de él huyeron despavoridos y cerraron la puerta. El Alfa observó a su pareja sobre la cama, intentando que Mix permaneciera acostado. Sin embargo, el chico hacia todo lo posible para ponerse en pie.
—¡Pick! ¿Qué no me oíste? ¡Sal de aquí o me voy a enfurecer contigo!
—Sus feromonas no me hacen nada, recuerda que estoy marcado por ti…—el Omega contuvo la respiración ante la verdad en los labios ajenos —¿Necesitas ayuda?
—No quiero que él te huela. —el instinto posesivo de Rome había salido a flote —Sal de aquí, ¿Acaso no ves que él está en celo? ¡Vete!
El menor de los tres ya se encontraba desnudo. Los trazos rotos de su uniforme regados por todas partes le indicaban que él mismo había arrancado su ropa antes de que Rome pudiera evitarlo. El chico gritaba y lloraba pidiendo por un Alfa.
—Necesitamos traer a un Alfa para que lo ayude…
—Ya le di la medicina, solo tengo que esperar a que haga efecto…
—Las feromonas serán más rápidas, traeré un Alfa y…
—¡No! ¡Si traes alguno va a reaccionar a él y le hará daño! ¡No puedes! —Con cada grito, una lagrima se deslizaba por las mejillas de Rome.
Pick pensó por un momento. No podía dejar que su pareja se encargara del chico. Rome también era un Omega, por lo que, si no calmaba a Mix, su instinto podría llevarlo a atacar a su Amo para conseguir un Alfa. Si veía bien, su pareja ya tenia un par de rasguños en su bonito rostro. Su deber era proteger a su prometido.
Salió de la habitación velozmente, ya no lo soportaba. El olor a ranció estaba matándolo. Necesitaba pensar en algo rápido para sacar a Rome de ahí o al menos para calmar a Mix. Sus hombres lo vieron igual de impotentes que él, todos eran Betas sin feromonas.
¿De qué servirían?
Y como un rayo de luz, se le ocurrió algo. Cuando volvió a la habitación, un soldado estaba a su lado. Rome lo miró como si quisiera matarlo, pero notó que era un Beta.
Un soldado Beta completamente cubierto con feromonas de Alfa.
—Él no va a reaccionar porque no puede olerlo —Pick acercó al joven hasta la cama —Lo cubrí con feromonas de Alfa para que Mix las sienta y se calmé. Tranquilo, mi Rome. Él va a estar bien…
El consorte secó su propio sudor y dejo de presionar el cuerpo del pequeño contra la cama. Su sirviente prácticamente saltó sobre el soldado, lanzándolo al suelo mientras se restregaba contra él. Rome se apresuró a cubrirlo con la sabana para que Pick no lo viera. El Emperador contuvo la risa y les dio la espalda, no quería más gritos enfurecidos de su pareja.
—Metete en la cama —ordenó Rome al soldado que trataba de sujetar los brazos de Mix que luchaban por meterse bajo su ropa.
El guardia Beta se metió entre las sábanas con el Omega que seguía frotándose contra él. Mix estaba en un trance besando el cuello ajeno, totalmente ido, mordiendo y lamiendo. Ni siquiera era él mismo y aun así Rome se sentía avergonzado por semejante actuación.
—¿De quién son las feromonas? —Rome necesitaba comprobar la mala sensación que sentía.
—De Porsche; él es un Alfa dominante, así que supuse que servirían. ¿Por qué?
—Por nada. —Contestó desviando la vista hasta el soldado. El chico se encontraba rojo como una manzana mientras observaba a la pareja hablando. La incomodidad era obvia, sin embargo, no podía hacer nada.
—Alteza Rome…—el chico habló con la respiración agitada —Él me está tocando…y yo…aunque no quiera yo…
—Mantén tu pene en tus pantalones o te lo voy a cortar —dijo Rome sintiéndose culpable. —Lo siento, pero no puedes usarlo. Debes resistir.
Un par de minutos después el sonido de un jadeo petrifico al Consorte. El joven soldado había terminado con solo los roces de su sirviente. El Omega se quedó aturdido mientras que Pick soltó una carcajada.
—¿Acaso eres un adolescente? ¿Cómo puedes venirte solo con eso? —El Emperador se burló del chico y su rostro sonrojado.
—Mi señor…—El Beta no quería ni mirarlos a los ojos de la vergüenza. —Yo acabo de cumplir mis dieciocho. Nunca he tenido pareja ni me han tocado así…es mi primera vez con un Omega…
—Tranquilo. —Rome lo calmó dándole un golpe a Pick —No le hagas caso a mi marido. Hasta yo hubiese reaccionado si se agitan de ese modo a mi lado. Gracias por lo que haces, parece que la medicina también está empezando a hacer efecto.
Tal y como pronostico el Omega mayor, Mix cayó desmayado a los pocos minutos. La posición en que quedo era comprometedora; desnudo y con las piernas envolviendo al Beta. El Emperador ayudo a Rome a mover el cuerpo dormido, encontrándose con una mezcla de sudor y semen en ambos cuerpos.
El Beta bajo la cabeza llevando sus manos hasta la parte inferior de su cuerpo. Lo que le había sucedido también estaba a la vista.
—Acompáñanos a limpiarlo y enseguida te limpias a ti mismo. —Rome le dio una sonrisa amable al chico —No pregunte tu nombre, ¿Cómo te llamas?
—Earth, su majestad.
—Que buen nombre. No te había visto por aquí, ¿hace mucho que trabajas en el palacio?
—Llevo un año siendo parte del ejército, mi señor. Esta es la primera vez que me asignan como guardia real. Es un honor para mí conocerlo…
—No te asignan porque únicamente los más fuertes tienen el derecho de cuidar a mi esposo —Pick intervino celosamente. —Hoy es tu día de suerte porque todos están en la fiesta, si no, ni conocerías este lugar.
—Gracias por su amabilidad, mi señor… —El Omega negó ante los evidentes celos. Le gustaba la sensación de que el Alfa lo deseara lo suficiente como para demostrar que lo quería frente a otros.
Suspiro sintiendo por fin tranquilidad después del celo de su sirviente. Pidió a los otros que salieran del baño mientras limpiaba con cuidado el cuerpo de Mix. El primer celo era difícil, pero al menos la primera ola había pasado. Tal vez tendría dos más antes de acabarse por completo.
Se sintió mal al saber que cuando Mix volviera a sus sentidos se sentiría avergonzado por su comportamiento. Fue una suerte que él estuviera ahí, si no, quien sabe quién se habría aprovechado del pobre chico.
Cuando termino, salió y se encontró con un espectáculo gracioso. El joven soldado esperaba por sus instrucciones bajo la atención fija del Emperador y sus celos locos.
—Earth, te quedaras aquí hasta que Mix se encuentre mejor. —Rome dijo mientras depositaba el cuerpo del menor en su cama —Sal para que te llenen de feromonas y vuelve, debemos trabajar en equipo.
Pick no estaba seguro de permitir que el chico pasase su celo en su habitación, sin embargo, sabía que su pareja ya había tomado la decisión sin consultarlo.
—Dormiré en otro lugar. ¿Te espero o te quedaras aquí?
—Me quedare los días que dure, no quiero que él se quede solo.
—Extrañaré abrazarte antes de dormir —el Emperador lo tomó por detrás —¿No puedes dejarlo con Earth?
—Te recompensaré cuando esto acabe. —Contestó apretando los brazos ajenos —Gracias por ayudarme.
—Para eso estamos, te amo —lo besó. —Mi Omega…
—Y yo a ti…Alfa…—Los cachetes de Rome se volvieron rojos. Aun no estaba seguro de si amaba o no al mayor, pero le estaba empezando a gustar decírselo.
—¿Notaste que esta noche me has llamaste “Mi Marido” —El Consorte desvió la mirada con timidez —¿Eso significa que quieres que nos casemos pronto?
—Nos vemos mañana, Alteza…
—¿Alteza?
—Pick…nos vemos mañana… —Se despidieron con un beso y el Omega se acostó junto a su asistente personal. La medicina lo noquearía hasta la próxima ola; sintió ansiedad, pero tal y como el chico siempre le decía, debía demostrar su fortaleza. Cerró los ojos y pidió al cielo por paz.
Fue extraño.
Mix despertó al día siguiente sin fiebre y sin recordar mucho de lo que había sucedido. El joven Beta esperaba que él le saltara encima e hiciera movimientos obscenos sobre su virginal cuerpo, pero el chico ni lo miró. Rome no entendía porque el celo fue tan distinto a lo que él conocía. Esperaba olas de calor y más sufrimiento, pero tan rápido como vino se fue.
¿Qué le pasaba a Mix? ¿Tendría alguna enfermedad grave?
Le aviso a Pick para que trajera al doctor; si su sirviente estaba enfermo lo mejor era tomar todas las medidas necesarias para que su vida no se viera afectada.
—¿Entonces te sientes bien? Puedes tener fiebre interna…
—No, alteza Rome, no siento nada. —El doctor lo reviso y no encontró problemas; al parecer el chico tendría ciclos irregulares. Algo común en los omegas que se desarrollaban muy jóvenes, aun así, el Consorte seguía preocupado.
—Si llegas a sentir cualquier cosa dímelo de inmediato, tal vez no te acuerdas, pero ayer tenías mucho dolor.
— Lo siento por mi comportamiento inadecuado…
—Quédate tranquilo. No es tu culpa crecer, aunque me haría muy feliz que te quedaras todo el día de hoy en cama. —Rome se giró y señalo al soldado —Earth es nuestro ayudante de esta jornada. Él te cuidara en el caso de que te sientas incomodo.
—No necesito que nadie me cuide —Mix se sonrojo, tenía ciertas imágenes sobre algunas cosas que hizo con el chico —Alteza Rome…
—Voy a salir y alguien tiene que cuidarte —Rome empujo al Beta cerca de la cama —Confió en él; hablen y conózcanse. ¡Adiós!
El Consorte no espero que contestaran. Salió de la habitación y se dirigió al jardín, necesitaba descansar del olor a caramelo. Sentía ganas de vomitar, como si estuviera intoxicado por las feromonas ajenas.
Se quito los zapatos y caminó sobre la tierra. La sensación sobre sus pies lo calmó lo suficiente como para sentarse a beber una taza de té de jazmín con galletas. Quizás los encargados de la cocina se enteraron de todo y lo estaban consintiendo.
La gente del palacio últimamente se estaba portando bien con él. Era bueno disfrutar de la paz, o al menos eso quería hacer hasta que olió el perfume caro y desagradable característico de un ser inoportuno.
—Querido, ¿cómo estás? —Lucia lo saludo con falsa felicidad —Ayer la pasamos genial en la fiesta, de seguro fue porque no estabas tú.
—Me alegro mucho. —contestó secamente mientras se ponía en pie —Si me disculpa, mi señora, iré a dar un recorrido por las flores.
—¿Te atreves a dejarme hablando sola?
—No sabía que necesitaba hablar conmigo. —Se le puso en frente —¿En qué puedo ayudarle?
—No necesito nada de ti, solo quería ser amigable. —Rome bufó inconscientemente —¿Y? ¿Dormiste bien?
—Por supuesto, el Emperador me abrazó toda la noche…—Estaba harto de fingir frente a Lucia, pero tampoco iba a darle información verdadera sobre él. —¿Y usted?
—¿De verdad te abrazo toda la noche? —La Emperatriz se burlaba de él, como sabiendo que sus palabras no eran ciertas —Creí que estarías solo…
¿Cómo sabría Lucia que él paso la noche solo por estar cuidando de su sirviente?
—¿Señora? —Se giró hacía ella con sospecha, su intuición le gritaba que algo olía peor que el perfume. —¿Por qué creyó que yo estaría solo?
—¿Yo dije eso? —La emperatriz empezó a jugar con su cabello, quitándole importancia al asunto —Debes haber escuchado mal.
No. No podía ser cierto. Conocía muy bien la mirada de maldad de la Emperatriz. La furia comenzó a subir. Tenía que preguntárselo.
—¿Usted…hizo que le dieran algo? —Lucia sonrió mostrándole los dientes—¿Le dio algo a Mix?
—¿Yo? No he tocado a tu asqueroso sirviente, aunque escuche de un pajarito que después de que lo regañe en el almuerzo bebió algo en la cocina. ¿Acaso se enfermó del estómago igual que tú?
—Él es un niño. ¿Cómo pudo hacerle eso? —Rome no tenía dudas, ella era culpable.
—¿Un niño? Según me entere ayer se convirtió en un adulto. —la risa de la Omega le hizo apretar los puños. —Debió tener una noche movida.
—¿Por qué le hizo eso? —Rome sabía que los soldados no lo habían traicionado; ellos nunca le dirían a nadie sobre el celo repentino de Mix. La información de Lucia era de primera mano, ella era la causante. —¿Por qué lo drogaron? ¡Él es solo un niño!
—Te equivocas, Rome. Él ya no es un niño. Es un adulto que trabaja y mantiene a su familia. Lo que pasa es que lo tienes malcriado y alguien tiene que educarlo. En vez de molestarte, deberías agradecerme por darle una lección y… —No pudo seguir hablando.
Una bofetada se estrelló contra su rostro.
La Emperatriz se llevó la mano a la mejilla, estupefacta debido al golpe. Rome la había agredido. El pequeño y deforme Omega que se acostaba con su esposo se había atrevido a levantarle la mano.
—Mix es mi sirviente y si alguien va a disciplinarlo soy yo. —El chico estaba tan rojo de la rabia que apenas y podía respirar. —Usted no tiene ningún derecho a tocarlo…
—¿Te atreviste a golpearme? —Lucia no podía creérselo. —¿Acaso quieres morir?
La mujer lo agarró por el brazo, pero Rome se soltó y la empujo, apartándola. El Omega prácticamente escupía fuego. Estaba harto de ella.
—¿Acaso quiere morir usted? —le devolvió la pregunta enfurecido —¡No toque mis cosas o le haré la vida imposible!
—¿Crees que puedes amenazarme? ¡No eres más que la puta de mi marido!
—¡Soy el Consorte del Emperador! ¡Así que no se meta en mis asuntos! —La emperatriz y los soldados junto a ellos estaban tan atónitos como incrédulos —Si tengo que proteger a Mix o a cualquier persona lo haré, ¡No me importa tener que pasar por encima de usted!
—¿Eres tan iluso que crees que tienes más poder que su propia esposa? Vas a pagar por esto. No te golpeo porque al igual que yo tienes guardias, pero no lo olvides, Rome. No eres nadie. Sigues siendo un asqueroso sirviente.
Rome se burló de Lucia, dándole la espalda para dejarla hablando sola.
Él sí tenía más poder.
****
El reino de Araik era pacífico y tranquilo desde que Pick tomó el mando. Las guerras solían estar lejos y a menos que fuera por una amenaza directa, ellos no intervenían en las batallas de los otros imperios. Por supuesto, existían excepciones como que alguien atacara uno de sus aliados fuertes; en ese caso, debían defender o el suministro de su población se vería interrumpido.
Justo eso estaba sucediendo.
—Si se desata el conflicto tendremos que ir en apoyo de Ragus —Porsche se encontraba estresado, una carta del Emperador Ming había llegado esa mañana. El hombre sospechaba que alguien quería atacarlos y pedía refuerzos para el inminente conflicto.
—Empieza reforzando el entrenamiento del ejército, debemos estar preparados para cualquier cosa. Si es necesario, iremos y operaremos desde la distancia. Ming puede no ser un santo de mi devoción, pero si no lo ayudamos y se apoderan de sus tierras nos veremos acorralados a empezar una guerra. Evitemos que eso suceda.
—En caso de que tengamos que ir, ¿Quién quedara al mando de Araik y del palacio? Si tú y yo salimos deberíamos al menos gestionar que la persona encargada sea justa con el pueblo. Podemos tardar meses en volver.
—Mi madre, por supuesto. —Pick lo dijo como si fuese lo más obvio —Confío en que sus conocimientos y su inflexibilidad serán suficientes para manejar todo.
—¿Enserio? Creí que dejarías encargado a Rome. —El general se rió de sus propias palabras —Aunque siendo sinceros, él no tiene la educación para gobernar. Sin embargo, como amigo te lo pregunto, ¿No crees que puede ponerse un poco difícil para él si tú no estás aquí? No creo que la Reina Madre se ponga de su lado en una disputa versus Lucia.
—¿Acaso te volviste loco? Rome viene conmigo. Ni loco lo dejo aquí a merced de esas dos serpientes.
—No creo que eso este bien tampoco, puede ser peligroso e incluso volverse un estorbo. Recuerda lo que paso en el ataque de Odarude, él solo pudo correr y…
—Estas sobrepasando la confianza, Porsche. —El emperador apretó la mandíbula —La emboscada es un tema intocable, así que no quiero volver a oírte mencionarlo.
Antes de que el Alfa pudiese refutar o disculparse por tocar un tema tan sensible, escucharon el estruendo de la puerta abriéndose. La Emperatriz arrastro su humanidad hasta donde ellos discutían. No existía duda de que estaba iracunda por algo o más bien alguien.
—La puta que tienes como Consorte se atrevió a golpearme —Pick se puso de pie, desconfiando de sus palabras. —Estábamos hablando en el jardín y de la nada me pego. ¡Mira cómo me quedo el rostro! ¿Crees que me voy a quedar quieta? ¡Exijo su cabeza, ahora mismo!
—¡No voy a matar a mi pareja!
—¡Entonces dale un castigo ejemplar! —Lucia comenzó a llorar, haciendo un espectáculo para que todos vieran y así Pick se sintiera presionado. —¡Enciérralo o golpéalo, pero haz algo! ¡Me falto el respeto frente a la guardia real! ¿Acaso no soy tu esposa? ¡Haz que sienta escarmiento por su pecado!
El Emperador se apresuró en ir a su habitación. Por supuesto, no podía permitir que Rome le faltara el respeto a la Emperatriz. Había niveles y jerarquías que él debía respetar, no importaba que fuera su Omega.
En cuanto entro lo encontró en su cama durmiendo a Mix. La cercanía de ellos lo hastío, si se aprovechaban del chico o no, ese no era su problema. Su pareja debía entender que su condescendencia se había acabado por su falta imperdonable.
—Pick…—Rome cruzó los brazos frunciendo el ceño, seguramente previniendo lo que sucedería.
—Earth, por favor llévate a Mix a su habitación. —el Consorte hizo amague de ir con ellos, pero el Alfa lo detuvo con seriedad —Tú te quedas aquí.
El guardia cargó al pequeño. Los temblores debido a las feromonas dominantes lo asustaron, por lo que el sirviente se abrazó al cuello del Beta y se escondió. Su reacción no le gustó mucho a Rome, pero no se movió de su lugar; sabía que Pick venía a hablar de su estúpida esposa.
—¿Podrías dejarme hablar primero? —preguntó en cuanto se quedaron solos.
—¿Por qué la golpeaste? Sabes muy bien que te pasaste de la raya. —El Alfa caminó hacía él, arrinconándolo contra una pared para intimidarlo —Permito insultos, pero golpes no. Me pidió tu cabeza.
—Entonces córtala y dásela en una bandeja.
—¿Por qué lo hiciste? —Ambos respiraban agitadamente, uno furioso y otro estupefacto. Pick pensó que Rome estaría arrepentido por sus actos, sin embargo, el Omega se veía tan orgulloso como siempre.
—Ah…te dijo que yo la golpee, pero no te contó el porqué. Definitivamente mi señora es inteligente.
—No me detuve a preguntárselo. Sabes que no existe ninguna justificación para lo que hiciste, ella es la Emperatriz. ¡Tú posición esta debajo de ella! ¡Tienes que respetarla!
—Drogó a Mix. —Pick se sorprendió ante la calma del chico. —No era el celo. Tú querida esposa lo drogó para producírselo. Por eso la medicina tardó tanto en noquearlo y no lo hubiese descubierto si la Emperatriz no hubiera venido hasta mi para reírse de su travesura. ¿Debí quedarme quieto? ¿Enserio? Agradece que solo fue una cachetada. Se merecía mucho más y si tuviera la oportunidad volvería a hacerlo.
—De todas formas, está mal. Debiste decírmelo a mí para yo castigarla —Pick sabía que el menor estaba en lo cierto, sin embargo, no podía dejar pasar la falta de obediencia —Te quedaras en esta habitación por un mes hasta que se calmen las aguas. Pórtate bien y no hagas nada estúpido.
—Ella no sabe que tú estás marcado —La voz de Rome se volvió sombría mientras liberaba muchas de sus feromonas contra el cuerpo contrario. —Puso apropósito a un Omega en celo en tu habitación. Por como él estaba, tú hubieras reaccionado y ni yo aquí hubiese podido detenerte. Te das cuenta de lo que planeaba, ¿verdad?
El Emperador sintió varias emociones. Primero se sintió tonto por no ver la maldad completa detrás de los actos de su esposa; Segundo, la felicidad lo recorrió al darse cuenta de que su pequeño consorte estaba celoso de su propio sirviente; Tercero, el hecho de que Rome se lo dijera en la cara significaba que su plan de dejarse marcar estaba dando frutos. La influencia del vínculo también afectaba el chico. Estaba dichoso, toda la rabia se esfumó.
—Ay, ¿mi lindo prometido esta celoso? —Rome hizo un puchero infantil mientras se descruzaba —Jamás tocaría a otro que no fueras tu.
—Odio a esa mujer…—el mayor lo atrajo hacía él en un abrazo —Tuve tanto miedo de que tú…
—Te amo —Pick lo apretó más fuerte —Te amo solo a ti. Te dije que eres mi dueño, no dudes de lo que siento por ti.
—Yo también…—susurró Rome muy bajito —Yo también…
El Alfa sonrió sin dejar el abrazo.
Tendría que agradecerle a Lucia más tarde.
Nota de Autora: Una duda, ¿saben cuál fue la canción que Pick le cantó a Rome en el cap anterior? Y me causa gracia como NADIE pensó que el celo de Mix no fue algo natural jajaj ¿qué tal la cachetada de Rome a Lucia?
¡Espero sus comentarios, besos!
Chapter 31: CAPITULO 31
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los rumores del castigo de Rome corrieron como pólvora encendida por el palacio. Según decían, el Emperador lo encerró después de golpearlo durante dos horas sin parar. Quienes lo habían visto aseguraban que sus manos y pies estaban encadenados, incluso su boca estaba amordazada para que no pudiera quejarse; le permitían beber y comer una sola vez al día.
Nadie sabía exactamente lo que había hecho, pero la Emperatriz también fue castigada por meterse con el Consorte, solo que a ella únicamente la encerraron por un mes. No recibió golpes, solo aislamiento y la felicidad de saber que Rome no podía ni ponerse en pie por la paliza.
Lucia ignoraba que el responsable detrás de los chismes era el mismo objeto de su furia. Rome y Mix se morían de la risa e incluso agregaban detalles. Dentro de la habitación del Emperador ellos la pasaban bien junto con algunos sirvientes aliados. Los servidores del Consorte aumentaban con el tiempo, pues él los trataba bien.
—Diles que me encontraste llorando —se burló el Omega mayor —Que Su Majestad me metió en agua fría y que echo vinagre en mis heridas.
—Alteza, usted es salvaje…
—Démosle al público lo que quieren oír…
—Estás loco. —Pick se burló entrando en la habitación —Pero tus locas ideas sirven para calmar la furia de Lucia. Todavía tiene la marca de tu mano, te pasaste.
El pequeño sirviente hizo una reverencia y se retiró, dejándolos solos. El Emperador abrazó a Rome después de darle un beso y aspiro con ganas; ansiaba el olor de su prometido. Él, por supuesto libero sus feromonas ante el contacto, le gustaba que el Alfa lo olfateara con desesperación.
—No me aprietes tan fuerte, lastimas mis heridas —agregó Rome burlándose —Te extrañe mucho, Alfa…
Pick se sorprendió. Su pequeño sirviente no solía ser tan cariñoso de la nada. Era obvio que estaba de buen humor y tal vez, quisiera pedirle algo.
—¿Qué deseas? —preguntó conociéndolo bien, a lo que el otro sonrío —Habla ahora o calla para siempre.
—¿Puedo enseñarle a Mix a leer y escribir? —el Alfa alzó una ceja confundido —Estaba aburrido y me puse a estudiar. Él se veía curioso y le ofrecí un libro para que leyera, pero me confesó que no sabe hacerlo. ¿Me dejas enseñarle?
—¿Por qué me pides permiso? Puedes hacer lo que quieras, querido.
—Necesito hojas, pinceles y tinta. No puedo hacerlo sin eso y los sirvientes se niegan a traérmelo porque “estoy castigado”. ¿Podrías conseguirlos para mí?
—Vaya, no creí que tus fieles súbditos se pudieran negar a una de tus solicitudes —Esta vez fue Pick quien se burló de su expresión —Encargare a mi secretario para que te traigan varios materiales. Cualquier otra cosa que necesites, dímelo enseguida.
—¡Gracias! —Rome saltó hasta su cuello, dándole miles de besos. La ropa tapaba la marca, sin embargo, el Omega abrió la camisa para darle caricias justo sobre la piel arrugada y cicatrizada.
Ambos disfrutaban de la cercanía. El encierro por alguna razón había vuelto a Rome un poco más cariñoso que de costumbre. Pick asumía que se debía a la falta de personas y a qué él se encargó de bañar la habitación con sus feromonas.
Se sentía cada vez más posesivo de Rome; se imaginó un futuro donde el Omega estuviera todos los días esperándolo en su cama. Si tan solo el Consorte olvidara esas extrañas ideas de salir, él sería muy feliz.
Pero Rome siempre encontraba nuevas maneras de volverlo loco.
El Emperador entró en sus aposentos una tarde como de costumbre y se encontró con una imagen confusa. De pie, Rome señalaba un trozo de papel pegado a la pared, mientras que, desde el suelo, varios sirvientes e incluso los soldados que debían cuidarlo ponían atención a su explicación.
—¿Qué está pasando aquí? —Tan rápido como salieron sus palabras, todos corrieron y fingieron seguir con sus quehaceres. El Alfa tuvo que contener una carcajada —¿Qué está haciendo mi lindo Omega?
—Alfa…—Rome corrió hacía él y le dio un beso —Estaba enseñando a Mix a leer y algunos sirvientes se nos quedaron mirando porque ellos tampoco sabían hacerlo, así que decidí enseñarles y después Krist junto con los demás soldados se nos unieron.
—Sabes que el estudio de las letras es solo para los nobles y algunos sirvientes importantes…
—Si me están sirviendo son importantes para mi —Contraatacó Rome molesto por la insinuación —Yo era igual a ellos y tú me enseñaste. ¿No puedo hacerlo?
—Nunca voy a ganarte en una discusión —Pick lo abrazo con un suspiro —Esta bien, pero no permitas que descuiden sus quehaceres por pertenecer a tu academia improvisada.
—¡Gracias! Cuando pueda salir me gustaría conseguir un tablero y dar clases en el jardín. ¿Podrías conseguirlo para mí? Quiero enseñar a más personas y no caben todas aquí…
—¿Planeas enseñar a todo el palacio?
—Las artesanas y costureras son muy buenas conmigo. Algunas concubinas también han venido a recibir algunas de mis clases y los ayudantes de la cocina…
—Espera un momento. ¿Toda esa gente ha entrado aquí? ¿Cuándo hiciste todo eso? ¡Y por qué nadie me había dicho nada!
—Yo les dije que tu sabías —Rome se escondió en su cuello y besó la cicatriz —Ellos creen que tú me disté la orden de hacerlo como castigo para que no pudiera dormir ni descansar. No los castigues, por favor.
—Querido, te estas sobre exigiendo…
—Me gusta hacerlo. Es muy aburrido estar aquí encerrado, además, sabes que estoy acostumbrado a trabajar. No me quites eso…Por favor…Alfa…
—Sabes que no puedo negarte nada si me hablas así. Aunque tendrás que dar tus clases en las tardes. Quiero que empieces a ejercitarte en las mañanas con el ejército.
—¿Qué? ¿Ejercitarme? ¿Acaso me he engordado?
—Incluso si estuvieras gordo no dejarías de gustarme. —El mayor lo llevo a sentarse en la cama —En mes y medio saldremos a Ragus. —Rome se tensó —El emperador Ming está siendo amenazado y pidió nuestra ayuda. No entraremos en la guerra, sin embargo, estaremos cerca y no quiero que corras ningún peligro.
—¿Es necesario que yo vaya?
—No puedo vivir sin tus feromonas —El mayor unió su frente con la de él —Y tampoco quiero dejarte aquí solo. ¿Te sentirías a gusto en el palacio bajo las órdenes de la Reina Madre? Si me voy no puedo protegerte…
—Si tú le dices que no me haga nada ella cumplirá con tus ordenes…
—¿Estás seguro? Mi madre no intervendrá en caso de que Lucia se meta contigo.
—¿Tú crees que ella me quiera hacer algo?
—¿Lo dudas? —Pick se rió sin separar sus pieles —En cuanto yo me vaya es capaz de cortarte la cabeza y decir que lo hiciste tú mismo.
—Pero tú sabes que yo nunca haría eso…
—¿Y de qué me serviría saberlo si cuando vuelva no vas a estar aquí? Ven conmigo, te prometo que te protegeré.
Rome dudaba, pero sabía que el Emperador tenía razón. Terminó cerrando los ojos y asintiendo. Lo mejor era cooperar o realmente la Emperatriz podría matarlo.
***
Cuando Rome llegó al campo de entrenamiento tuvo miedo. La primera vez que lo conoció en el pasado tuvo dificultades con los soldados; según veía, se había incorporado mucha gente nueva al ejército. Seguramente no iban a querer a un Omega como él cerca.
No obstante, esta vez no estaba solo. El Emperador sostenía su mano con fuerza, dándole a todos la perspectiva de que ellos eran una pareja.
—Buenos días —los saludó con el rostro serio. —Algunos de ustedes ya conocen a Rome, los que no se los presento. Él es mi Consorte y próximamente mi futuro segundo esposo. Vendrá a entrenar aquí a partir de hoy, entonces les quiero dejar una advertencia. Si alguno lo trata mal o se atreve si quiera a mirarlo feo que se prepare porque será apuñalado hasta morir. Es más, pensándolo bien, podría ser una buena práctica, ¿Te gustaría hacerlo enseguida, mi amor? ¿Alguno de ellos te vio mal?
Rome negó, observando como todos bajaban la cabeza con miedo.
—Excelente. Espero la colaboración de todos; Porsche te asignara a alguien que te enseñe a usar armas básicas. Si alguno se atreve a molestarte dímelo, yo mismo vendré a cortar su yugular.
—Pick, querido, tranquilízate. Ellos serán buenos conmigo, no los amenaces… —El Omega se sonrojo por lo que iba a hacer, le dio un beso en la mejilla al mayor —No quiero ver sangre hoy, pero ten por seguro que no me importaría verla más tarde. Yo te aviso.
El general contuvo sus ganas de reír. Era obvio que Rome y el Emperador estaban jugando con los soldados, aun así, nadie parecía tomarse en bromas las amenazas. De hecho, eso fue un problema. Ninguno quería trabajar en equipo con el Omega por el miedo que les causaba.
Estar cubierto por las feromonas del Emperador era suficiente para que todos los Alfas quisieran huir y los Betas tampoco deseaban arriesgarse. Por suerte, Earth también estaba ahí. Porsche se acercó al Omega junto con el joven soldado; ante su presencia Mix se escondió detrás de Rome. El consorte no sabía si era por el general o el Beta; sinceramente esperaba que el causante fuera el ultimo.
—Enséñales lo básico. Primero como lanzar flechas, ten cuidado de que no se lastimen. —El general estaba de buen humor, la reacción de Mix lo hacía reír —Usar una espada es un poco peligroso, dejemos eso para más tarde.
—¡Si señor! —Contestó Earth con una sonrisa —Alteza Rome, venga conmigo.
El Omega tomó velozmente la mano de su sirviente y lo apartó del hombre. Ni loco lo dejaría a su lado, sobre todo porque veía cierto rubor en el chico.
—¿Estas bien? Te ves rojo, ¿acaso tienes fiebre? —El color subió en el rostro del menor —¿O es que ver al general te causó eso?
—Alteza no sea malo conmigo —El pequeño contestó acurrucándose más en su brazo —Oler al general me hace recordar lo que me sucedió; siento vergüenza porque él sepa que usé sus feromonas para calmarme…
—No seas tonto —Rome paso uno de sus brazos alrededor del cuello contrario —Él es un hombre adulto, además tiene pareja. Ayudar a un adolescente no tiene ninguna importancia para él. Puedes relajarte con ese tema.
—Aún así me da mucha vergüenza, señor…
—Olvídalo. Mejor enfoquémonos en la explicación de Earth, no vaya a ser que por error me atravieses con una flecha. —Ambos se rieron. Obviamente aquella broma no le gustó al soldado que temblaba nervioso.
Hacerle daño al Consorte después de la amenaza del Emperador era una sentencia de muerte directa. Antes de siquiera dejarlos tocar una flecha, le explicó a detalle los peligros que existían al sujetar un arma. Lejos de estar asustados, la emoción de los Omegas por aprender algo nuevo era tangible.
—Si le das al árbol te daré un masaje en los pies —comentó Rome con voz risueña —Si yo le doy entonces me lo darás tu a mí.
—¿Podría obtener dulce de arándano en vez del masaje?
—Puedo darte ambas cosas —El consorte lanzó la flecha, errando el tiro —Tu turno.
Por supuesto, el sirviente también falló garrafalmente. Las risas de ambos se escucharon por todo el campo. A pesar del miedo inicial, algunos soldados se divertían viendo los intentos fallidos. Incluso un par se acercaron para darles consejos.
Específicamente los que pertenecían a la pequeña academia de Rome. Ellos ya conocían la benevolencia de su Amo, por lo que le hablaban a los demás para que perdieran la desconfianza.
—Vamos a comprar dulce de arándano para todos —dijo Rome al celebrar que pudo darle a un árbol —Para los que están lejos de nosotros también, no quiero excluir a ninguno…
—¿Cómo aspiras a que te respeten si les regalas cosas que no se han ganado? —El consorte se giró ante la interpelación de la Emperatriz —Dame eso.
Lucia le quito el arco y la flecha con brusquedad. Bajo la vista de todos, apunto al mismo árbol donde Rome había lanzado antes y le dio justo al lado de donde él le había dado. Una clara muestra de habilidad para rebajarlo.
—Creí que te había enseñado bien aquella vez, tendrás que practicar más. ¿Cómo vas a matar si no tienes buena puntería? Que decepción.
—No se preocupe, mi señora, practicaré mucho para que no se repita. Todavía la recuerdo a usted llorando asustada y pidiéndome cuidar al príncipe Ryan. Mi corazón no quisiera repetir aquel episodio por no saber usar una flecha…
La tensión en el aire incrementó. En la cabeza de la Emperatriz sonaron risas imaginarias, enfureciéndola. Tomó otra flecha y apuntó directamente a Rome, quien lejos de echarse para atrás se cruzó de brazos, esperando lo que fuera que sucedería.
Por supuesto, no solo Mix sino también varios soldados se atravesaron en frente. El general también llegó a interrumpir el posible ataque, no podía permitir que hirieran al Consorte real.
—Porsche, ¿por qué corres? Sabes que solo estoy jugando con él —Se burló Lucia bajando el arma —Todos son muy dramáticos. Este es un chiste interno entre Rome y yo.
—No me causa ninguna gracia ser apuntado con una flecha, mi señora —El Omega seguía con los brazos cruzados, sin embargo, salió de la barrera humana para enfrentarla —Le agradecería que no bromee de esa forma conmigo.
La arruga en los labios de Lucia fue clara para todos. Aquello no fue una amenaza, cada uno de los presentes estaba seguro de que si ella hubiese tenido la oportunidad Rome ya estuviera muerto.
—Dios, estas muy sensible —dijo la Emperatriz lanzando el arco al suelo —Mix, ¿Cómo soportas a tú Amo? Debe ser difícil. ¿Cómo estas, querido? —El pequeño se escondió tras Rome —Vaya, no hay necesidad de ser tan tímido, después de todo ahora los tres somos iguales.
—¿Perdón? —El sirviente hizo un claro rostro de confusión, en cambio, Rome si capto su indirecta.
—Si, cuéntame, ¿qué se sintió montar el pene de mi marido? ¿Te divertiste? Si necesitas algún consejo puedes pedírselo a Rome, él es un experto. —el chico al igual que varios soldados se sonrojaron ante la implicación de las palabras de la mujer —Es más, si lo haces bien puedes llegar a quitarle el puesto.
—Mi señora, yo... —Rome levantó la mano para que él no hablara.
—Puede descansar tranquila, mi señora. Yo me encargaré de enseñar a Mix para que complazca a Su Majestad.
Ella explotó en burlas. Incluso agarraba su estomago ante la cantidad de carcajadas. El Consorte desvió la mirada a los hombres que los rodeaban, indicándoles que se fueran y los dejaran solos. Odiaba ser humillado en público.
—Sabía que iba a terminar cediendo, después de todo él es más joven y bonito que tú. —Lucia arreglo su cabello y su ropa todavía muerta de la risa. —Y pensar que echaste a Emma por el amante de tu prometido. Que ridiculez.
Rome la observó irse y apretó la mandíbula. Sentía la rabia subir por su cuerpo, pero lo mejor era no hacer nada. Él debía proteger a Mix.
—Alteza, ¿por qué hizo eso? Yo no he hecho nada con el Emperador.
—Si le hubiera dicho que su plan salió mal se hubiera molestado. Te estoy protegiendo, tonto…—Apretó el cachete del menor —A todo lo que ella diga di que si y corre de ahí de inmediato. Ya sabes que la Emperatriz no es una buena mujer.
—Está bien, Alteza, pero en verdad yo no toque al...
—Lo sé, ¿olvidaste que yo estuve ahí? —Rome señalo al Beta que seguía de pie junto a ellos —Earth fue el único damnificado…
El mencionado se cubrió el rostro con las manos. La vergüenza de aquello todavía estaba fresca en su mente, apenas y podía ver a Mix a los ojos.
—Pero si ella piensa eso todos deben pensarlo. No quiero que…
—Mejor que lo piensen. —El Consorte levantó el arco y las flechas del suelo —Por experiencia sé que si tienes la gracia del Emperador nadie se atreverá a tocarte. Tienes que aprender Mix, aquí dentro del palacio existe una batalla silenciosa de poderes. Es mejor que permanezcas en el lado de la fuerza o puedes terminar muy mal. Mejor sigamos practicando.
***
Las practicas seguían a diario, al igual que los encuentros entre las dos Omegas del Emperador. Porsche se hallaba incomodo con aquello. Necesitaba comentarle a su amigo que la tensión entre la Emperatriz y Consorte aumentaba con los días, perturbando incluso los entrenamientos del ejército.
—En verdad podrían terminar matándose un día de estos…
—¿Sabes? Tenemos una inminente guerra justo en frente, no tengo tiempo para preocuparme por Lucia y sus estupideces. Si llega a tocar a Rome la voy a encerrar en el calabozo hasta que sea una abuela.
—¿Y si le prohíbes ir al campo de entrenamiento?
—¿Qué tan difícil puede ser controlarlos? Ponlos a practicar en lugares separados. —Pick revolvía varios papeles con estrés —¿Cómo van las habilidades de Rome? ¿Ha progresado o sigue siendo un desastre?
—Ha mejorado mucho. Pronto Earth le enseñara a usar una espada… —Y el general no mentía. El Consorte tal vez no era el más experto, pero ya podía darles a objetivos cercanos sin fallar.
Él y Mix practicaban durante muchas horas, sin embargo, el mayor le ganaba en destreza. Por ejemplo, el sirviente seguía fallando y provocando que la flecha rebotara; algunas veces hiriendo a alguien por error.
—Ten cuidado o me vas a apuñalar —Se burló Rome —No quiero volver a sentir ese dolor en mis entrañas.
—Ah si, usted me contó. Debió ser difícil su recuperación. ¿Quién lo cuido? ¿Emma?
—Aunque parezca increíble, la Emperatriz y la Reina Madre. Pick las obligo.
—No me extraña que lo odien —Mix tapo su boca de inmediato —Quiero decir que el emperador las ponga a cuidar a un sirviente debe ser una deshonra para el ego…
—¿Sabes? Nunca había pensado en eso. Quedé muy débil después del ataque, perdí mucha sangre. Dormí casi una semana entera. Apenas me despertaba a comer y volvía a caer.
—Lo importante es que se recuperó, Alteza.
—Si, tuve suerte porque los médicos me trataron apenas llegué. De hecho, Pick también tuvo una pelea con la emperatriz por mi culpa. A él no le importo que ella estuviera embarazada e hizo que me atendieran a mi primero.
—Por lo que me cuenta usted venia mucho más grave que ella. De seguro Su Majestad se asustó.
—Todos. —Soltó una risa ligera —Hasta la Reina Madre. Ella no sé por qué creyó que yo estaba embarazado —Mix palideció, ese tema seguía poniéndolo nervioso —Recuerdo que me preguntó sobre eso debido a que la flecha me atravesó el abdomen. Lo peor de todo es que por su culpa cuando me desperté pensé que estaba abortando en el baño. ¡Qué vergüenza, ahora que lo pienso el general me encontró con los pantalones abajo!
—Usted lo cuenta riéndose, pero se escucha todo muy feo…
—Ya ha pasado mucho tiempo. No tiene sentido guardar las emociones negativas de ese momento. —Rome buscó flechas y vio que ya se les habían terminado —¿Puedes traer más?
El chico se apartó y un suspiró salió de los labios del Omega. Mix no se equivocaba cuando decía que aquello fue difícil y horrible. Si hubiese muerto en el bosque no habría vivido todas las comodidades que ahora conocía. Desde ese día por alguna razón se había vuelto mucho más cercano con su actual pareja. Aun así, a veces seguía pensando en Din.
—Dios, creí que nunca se iría. —Alguien lo sacó de sus pensamientos.
—¿Qué quieres, Emma?
—No tienes que estar a la defensiva conmigo. —Ella mostró su mejor sonrisa —Recuerda que yo soy tu amiga.
—Eras, del verbo pasado. Me traicionaste.
—Ok, era. Entonces, como tu examiga vengo a preguntarte, ¿vas a necesitar hierbas este mes?
—¿Por qué no las necesitaría?
—Bueno...tu asistente...eh olvídalo.
—¿Qué? Ya empezaste, ahora termina. ¿Qué pasa con Mix? —Emma contuvo su mueca. Él cayo en su trampa.
—Pues, él dijo que tu estas buscando un embarazo. —El omega apretó el entrecejo. —Dijo que desde que tuviste el celo querías tener un hijo del Emperador. La verdad no te juzgo, parece que les va bien...
—Eso no es verdad.
—¿Enserio? Él lo dijo durante una comida hace tiempo. Mix suele cenar conmigo y con Porsche a veces. Puedes preguntarle a quien quieras, te lo dirá. —La chica miró a ambos lados —Es más, oye tú, ven aquí. Rome no me cree que Porsche y yo comemos con Mix, díselo.
—Es cierto. —El soldado afirmo varias veces con la cabeza —Mix tiene confianza con el general, así que meriendan juntos también. No sabía que tu estabas enterada, Emma. Creí que eras super celosa.
—¿Perdón? —Esta vez fue la omega la que se sorprendió. —¿Ellos comen solos sin mí?
—¿No lo sabias? —El chico perdió el color de la cara. —Bueno, me voy.
—Por lo que veo Mix va a terminar embarazándose antes que tú. —Emma lanzo veneno, la nueva información le crispaba hasta el último musculo de su cuerpo —Me voy, tengo que hablar con Porsche.
Rome la vio irse y lanzó el arco con rabia sobre el césped. No podía creer en las palabras de su ex mejor amiga. Él le decía constantemente a su asistente que se alejara del general, entonces ¿Por qué seguía a su lado? Y lo peor de todo, ¿por qué difundia rumores sobre algo tan delicado? Cuando le contó sobre sus miedos jamás pensó que Mix sería capaz de traicionarlo.
—¿Estás hablando de mi a mis espaldas? —preguntó en cuanto el joven regreso.
—Alteza...yo...yo...
—¿Estás hablando sobre lo que te conté de mí embarazado?
—No...no es lo que piensa...yo sí lo dije, pero...
—Silencio. —Rome se sintió herido por culpa del pequeño. —No quiero oírte, vámonos.
El consorte no sabía qué hacer. Echar o no al chico. Le tenía mucho cariño, tanto que creyó ciegamente en él y le expuso su historia. Se puso en bandeja de plata para la boca de todo el palacio. ¿Qué otros secretos no habría guardado su sirviente?
—Para que quede claro, no estoy buscando un embarazo. —Finalizó caminando rápidamente para dejarlo atrás.
No quería que Mix viera sus lágrimas.
Notes:
Nota de Autora: Inscripciones para el club de haters de Emma, ¡Aquí!
Chapter 32: CAPITULO 32
Notes:
Advertencia: Sí sufres de la presión, gastritis o del azúcar, ¡Tomate tu medicina antes de leer! Recomendación de tu médica de confianza 🙈😅
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Algo dentro de Rome se rompió con la traición de Mix.
La única persona en la que realmente confiaba dentro del palacio resulto ser desleal y chismoso. Por primera vez se dio cuenta de la grandeza y la soledad que lo rodeaba; sin el pequeño a su lado se sentía susceptible y vulnerable a cualquier ataque.
Desde que su amistad con Emma se había terminado, él se enfoco en poner toda su energía en el adolescente. Ya él se había acostumbrado a la constante compañía de su fiel sirviente; las mañanas donde desayunaban juntos y luego entrenaban se veían distantes.
Esa noche prácticamente no durmió, se la paso dando vueltas y sobre pensando en todas y cada una de las conversaciones que tuvo con el sirviente. ¿Qué tantos datos personales le conto a lo largo del tiempo? ¿Alguna vez le dijo algo negativo sobre el Emperador? Él sabía que Mix conocía su mala relación con la Emperatriz y la Reina Madre, ¿él usaría eso para su propio beneficio?
Al día siguiente de la revelación ni siquiera se levantó de la cama; su cuerpo se sentía resentido por la falta de sueño. Mix entró como siempre a la habitación y se acercó a él con cautela. El rostro del menor detallaba de forma clara el miedo que ahora Rome le causaba. Eso lo hizo sentir peor.
—Al…Alteza Rome, ¿se encuentra usted bien? ¿Está enfermo?
—Me quede dormido. —respondió secamente —Me voy a bañar, trae mi desayuno.
La rabia por la revelación de sus secretos le impidió ser amistoso. Apenas y podía aguantar que el joven traidor siguiera atendiéndolo. Realmente quería pedir un cambio de asistente, sin embargo, la promesa y la culpa por la situación del chico seguía obligándolo a mantenerlo a su lado.
Tal y como ordenó, Mix trajo únicamente su desayuno y permaneció de pie mientras él comía. No intercambiaron miradas ni palabras, el ambiente era tenso. El consorte quería llorar debido a la impotencia de tener que autolimitarse por miedo a que sus palabras quedaran en boca de los otros sirvientes.
—Voy a recostarme un rato —comentó al terminar —Lleva los platos a la cocina. Te llamaré si necesito algo.
—¿No va a entrenar hoy, mi señor?
—No y no hagas más preguntas. Vete. —Ser grosero con la única persona que consideraba su amigo lo lastimó. Su ser quería disculparse e incluso abrazarlo. El olor, la risa y la alegría de Mix animaban su diario vivir.
Sin eso se sentía deprimido.
Lloró entre las sábanas cuando se quedó solo. Apenas salió de las fundas en la hora del almuerzo y luego volvió a envolverse hasta la cabeza. La tristeza y la decepción no se irían tan fácilmente. Antes de darse cuenta, una semana paso y nada cambiaba.
Le ocultó a Pick su mar de dolor interior. Mintió diciendo que sus ojos rojos se debían a alergia al polvo y a un resfriado combinado. Obviamente el Alfa no le creyó porque lo conocía suficiente como para saber cuándo mentía. No obstante, no lo presiono.
Los guardias le informaron que al parecer su prometido había peleado con su asistente personal. Comentaban sorprendidos que llevaban bastante tiempo sin salir a pasear juntos y que ya no escuchaban sus risas cómplices.
Todos los soldados también mencionaban que Rome se veía malhumorado y sensible. No solo con Mix; el Consorte parecía irritado y amargado con todos. Su paciencia estaba al nivel mínimo. Apenas comía, solía decirles que su estómago se sentía extraño. Incluso sus clases particulares fueron suspendidas.
Y aquello más que preocupar al Emperador, lo emocionó.
—¿Qué le pasa a mi Omega? —Aunque ya había pasado más de medio día, el Consorte se rehusaba a salir de la cama. No sentía ganas de nada. Extrañaba a Mix y sus palabras alegres, aun así, no quería decirle al Alfa. Le avergonzaba contarle sobre los rumores que seguramente recorrían el palacio.
—Yo...no me siento muy bien. —Susurró apegándose a su cuello para olfatear las feromonas —Tengo un bajón de energía. Quiero quedarme acostado todo el día…
—Entonces quédate acostado todo el día…—Rome se separó de él y se dio la vuelta para que no lo viera llorar. Con aquella acción Pick aprovecho para abrazarlo por detrás. Sus manos se dirigieron disimuladamente hasta su abdomen —¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—Mmm… ¿puedes traerme dulce de arándano? —Era tonto, pero comiendo aquello se sentía más cerca del otro Omega —Tengo ganas de comerlo…
—Lo que quieras. —Pick identifico el síntoma. Antojos. Su alfa interno se regocijo al saber que su compañero esperaba a su hijo después del celo. El bebé quizás tendría mes y medio. —¿Tienes algún otro malestar? ¿Te gustaría que llamara al doctor para que te revise?
—No. Esto me pasaba cuando era joven. —El Consorte se apretó con más fuerza contra el cuerpo ajeno —Solo necesito un abrazo fuerte y se me pasara. Es un periodo de adaptación.
—¿Adaptación a qué?
—A esta vida, querido. A la soledad del palacio. A veces extraño el tiempo en que no era nadie; extraño mucho a mi familia y a mis amigos.
—Ahora yo soy tu familia. —El Emperador liberó muchas de sus feromonas mientras cumplía con la tarea de juntar sus organismos —Y tienes a Mix. Él es tu amigo. No sé qué paso entre ustedes, pero me gustaría que se arreglaran. Para mí es importante que tu mente se encuentre en paz. Eso es fundamental para sostener un…matrimonio sano.
Pick no sabía si Rome era consciente o no de su embarazo. El chico era joven e inexperto; si él no fue consciente de su gestación anterior, seguramente pasaría lo mismo en esta ocasión. Y si lo pensaba bien, eso era lo mejor.
Conocía lo suficiente al Omega como para saber que enloquecería y sería capaz de querer interrumpir el fruto de su unión. El Emperador no permitiría aquello, lo cuidaría obsesivamente para evitar cualquier daño.
—Reconcíliate con Mix; Él es un buen chico —insistió —Porsche me contó que lo ha visto llorando varias veces por ti. Algunos soldados le regalan manzanas y dulces para animarlo, pero no funciona.
—¿Enserio? ¿Tantos hombres se le acercan? —Sintió miedo.
—Calma. Earth parece su sombra; sé que, aunque estas molesto, le ordenaste que lo cuidara siempre y no lo dejara solo. —Pick sonrió ante la cara estupefacta de su prometido —No hay nada que yo no sepa sobre mi lindo Omega.
—Que miedo. ¿Me tienes vigilado todo el tiempo?
—Estoy cuidando de ti todo el tiempo. —Rome cerró los ojos y volvió a llorar. Sabía que muchas personas lo observaban y eso le causaba ansiedad. Con Mix había dejado de sentir ese sentimiento, sin él todo lo malo volvía.
Quizás lo mejor era hablar.
—No llores, bonito. ¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor a corto plazo?
—Quédate conmigo…—Pick chasqueó la lengua. No podía cumplir con la única petición de su pareja porque debía encargarse de algunos asuntos con Porsche.
Por suerte, se le ocurrió algo que calmaría a su Omega embarazado. Si sus sospechas eran ciertas, Rome sentiría alivio muy pronto. Se separó del chico y fue directo a su closet; tomó casi toda su ropa y se la arrojo encima.
Un nido.
Algo que los Omegas embarazados o en peligro ansiaban. El pequeño ex sirviente se acurruco entre la ropa, sintiéndose cómodo con el peso extra. Pick lanzó muchas de sus feromonas calmantes a la cueva improvisada y tal como pensó, el menor cayó en un profundo sueño.
***
Rome no encontraba las palabras para dirigirse a Mix.
Aunque deseaba con todas sus fuerzas arreglar el problema, seguía desconfiando. Le asustaba pensar que su conversación iba a terminar en los oídos de todo el Reino. Si abría su corazón con el sirviente podría volver a ser traicionado.
Al ver su ambivalencia, el Emperador le sugirió que primero intentara relajarse un poco. Pick lo invito a jugar con Ryan, el pequeño príncipe siempre conseguía sacarle sonrisas.
“Papá”, “Rome” y “Mix” eran palabras nuevas en el vocabulario del niño. Aquello le daba ternura, sobre todo porque él se dedicaba casi todas las semanas a jugar con el pequeño. Y para su dolor mental, eso también le recordaba que Mix siempre lo acompañaba en esa actividad.
—Alteza Rome, las niñeras dicen que es hora de que el príncipe se alimente. —Su asistente se acercó a él temeroso de enojarlo —Lo siento, no quise interrumpirlo…
—No pasa nada. —le entrego al niño —Llévaselo y regresa aquí. Tengo que hablar contigo.
Cuando Mix volvió, fue imposible para Rome ignorar sus lágrimas.
El chico era fácil de leer, tal y como un libro.
—Alteza…por favor…no me despida…—sollozó infantilmente —Lo siento, de verdad lo siento, pero no me despida. Yo no volveré a hablar con nadie. Se lo prometo, pero no me eche. Mamá estará muy decepcionada. Solo tengo quince, si no trabajo aquí no sé dónde más pueda hacerlo…
—Tranquilízate. —El consorte reprimió sus propias lagrimas —Nunca dije que iba a echarte. Solo quiero que conversemos.
—No me mienta. Yo sé que quiere echarme por mi indiscreción, perdóneme, Alteza. Yo lo quiero mucho y nunca quise preguntar si usted había perdido un bebé. No fue mi intención, yo…
—¿Qué? ¿Estas preguntando eso? ¿A quién? —El menor sintió que la sangre se drenaba de su rostro —¿Eso es lo que estás hablando de mí?
—Solo a Emma y al general, ¡lo juro! No he hablado con nadie más de usted.
—¿Por qué estas preguntando eso?
—Su Majestad Pick dijo que volvería a embarazarlo en su celo —Mix se veía confundido con toda la situación que le contaba, eso solo enfurecía más a Rome porque se daba cuenta de que todo era un malentendido causado por Emma.
—Si tenías dudas debiste preguntármelo a mí. Con razón el general se enojó; aunque yo tampoco sabía que la Emperatriz se embarazó en su celo, también me hubiera confundido si hubiese escuchado al Emperador decir eso... —Rome chasqueo la lengua —Bueno, eso no es importante. Lo siento Mix, me comporte como un idiota por culpa de Emma. No debí confiar en ella y desquitarme contigo sin hablar primero. ¿Podrías perdonarme?
La respuesta que recibió fue un abrazo. El pequeño Omega se lanzó contra él rebosante de alegría; por lo visto, ambos se extrañaban de igual forma. Lloraron y rieron por varios minutos antes de separarse.
—Creí que me volvería loco sin ti —murmuro Rome —Soy un tonto por creerle a ella.
—Alteza, tuve mucho miedo. En serio creí que iba a echarme. Llegué a imaginarme a mamá regañándome por haberle faltado el respeto. Lo siento, de verdad.
—Olvidemos eso. Dejemos el pasado en el pasado…
Al volver con Ryan, se encontraron con una sorpresa agridulce. El pequeño se encontraba en brazos de su padre, sonriendo felizmente; lo malo era que la Emperatriz también estaba ahí, observándolos con el rostro fruncido.
—¿Terminaron su paseo? —Pick se acercó a ellos con el niño —Ryan te extraño mucho…
El pequeño príncipe al verlo estiro los brazos y balbuceo un “papi…cargue…”; eso causó en Rome felicidad y al mismo tiempo miedo. La mirada furiosa de Lucia era imposible de ignorar. Al menos, con el Emperador ahí ella no le haría daño.
Con el niño en brazos, Rome se apartó de ellos para jugar en el tapete especial que descansaba sobre el jardín. Tuvo cuidado de no tropezar con ningún juguete, caer no era una opción si cargaba a Ryan.
Lo que no esperaba eran las palabras de Lucia desconcentrándolo.
—¡Rome! ¡Cuidado! ¡Una serpiente! —Ni siquiera se volteó para comprobar si era real o no. Solo corrió como un loco. Iba tan rápido que sus propios pies se enredaron y terminó estrellándose contra una maceta.
El sonido de la cerámica rompiéndose alertó a todos; la sangre comenzó a manchar el jardín. Ninguno podía entender como el Consorte había sido lo suficientemente rápido como para girarse y evitar que Ryan recibiera el golpe.
Aun así, su espalda baja fue la que se afectó con el impacto. Rome arrugó el rostro debido al dolor sobre su parte trasera. El príncipe comenzó a llorar a gritos, los movimientos de los otros sirvientes para ayudar al Omega lo asustaron.
Entregó el niño a Mix y trató de levantarse, sin embargo, un corrientazo por todo su dorso se lo impidió. Volvió a recostarse y respiro profundo para calmar a Pick. Su rostro era como si él estuviera en peligro de vida o muerte.
—Tranquilo. Solo dame un momento para recuperarme…
—¡No te muevas! ¡Es peligroso! —El Emperador prácticamente estaba sobre él para que nadie lo tocara —¡Quédate quieto!
—Querido, estoy bien, solo me corte el brazo con los trozos del jarrón —Mostró la fuente del sangrado —Cálmate…
Lejos de calmarse, Pick estaba enloqueciendo. Rome le decía que estaba bien y, sin embargo, no podía ponerse en pie debido al dolor en la espalda. Ese golpe podía causar un aborto.
—Por Dios, levántate del suelo. ¿No puedes disimular que te gusta llamar la atención? —La voz de Lucia enfureció al Emperador —Solo fue una broma y mira todo el espectáculo que estás haciendo. Que dramático.
El Emperador desenvaino su espada y apunto a la mujer, haciendo que ella diera dos pasos atrás asustada. Pick no se alejó de Rome, pero si quería, podría matar a la Emperatriz con solo un movimiento.
—Pick…querido…cálmate… —La Emperatriz estaba temblando de miedo. —Él y yo solemos jugar de esta forma…
—Si llegas a matar a mi hijo te voy a cortar en dos —sentenció pasando el filo del arma por su brazo, produciéndole una herida —Llévenla al calabozo, no quiero verla.
Lucia abrió los ojos estupefacta y miró al Omega herido. En medio de los forcejeos nunca dejo de mirarlo, no podía creer que el maldito sirviente hubiera conseguido engendrar un hijo de su marido. Soltó varios lloriqueos mientras se iba, ¿El Emperador la olvidaría por completo a ella y a Ryan ahora que venia en camino un bebé?
Desde su posición, Rome permaneció en silencio. Las palabras de su pareja sonaban extrañas y lejanas. ¿A qué hijo se refería Pick? ¿Quién estaba embarazado?
—Alfa… ¿De qué hijo estás hablando? —le preguntó con miedo —Yo no estoy embarazado…
—Haz silencio. —Fue la única respuesta que recibió. Con cuidado su compañero lo levanto del suelo y lo llevo hasta su habitación. El médico ya los esperaba en el lugar con varios instrumentos. El Omega sentía ganas de llorar con cada minuto que pasaba. No entendía nada.
—Alfa, estoy asustado —Susurró tendido en la cama mientras buscaba la mano ajena para sentir algo de apoyo —Yo no…
—Haz silencio y deja que el medico trabaje.
No podía ser cierto. El anciano palpó su estómago con cuidado e incluso lo obligó a quitarse los pantalones para revisarlo mejor. Todo era humillante y escalofriante. ¿Realmente estaba embarazado? ¿Hace cuanto el Emperador lo sabía y por qué no se lo había dicho?
¿Y si el golpe mato a su hijo? ¿Se molestaría Pick si él sufría una perdida?
¿Podría él mismo reponerse de eso?
—Querido…—Volvió a intentar conseguir información. —¿Por qué…por qué no me dijiste que estoy esperando un bebé?
—Apenas lo descubrí ayer. —Se sinceró el Alfa —Doctor, hábleme. ¿Cómo está mi hijo?
El rostro del hombre tenía una expresión extraña. Pick no sabía si era miedo o desconcierto, lo único que podía ver era que la boca del anciano se abría y se cerraba varias veces como dudando de su veredicto.
—Mi señor, por favor, perdone la insolencia de este servidor…
—¿Qué? Habla de una vez y dime cual es el problema. ¿Cómo está el bebé?
—Mi señor…No hay ningún bebé…
—¿Perdí a mi hijo? —Rome comenzó a llorar a lo que el medico negó.
—Me refiero a que usted no está embarazado, Alteza Rome…—El anciano se dirigió esta vez al Emperador —Su Majestad, ¿Quién le dijo que el Consorte estaba embarazado? Parece que hubo un malentendido…
—Rome pasó toda la semana deprimido y con antojos de cosas dulces. Yo pensé que podría ser un embarazo; compartimos su celo hace mes y medio.
—Entiendo, Mi Señor, sin embargo, el consorte no quedo en cinta. Lo siento mucho. —Lejos de sentirse triste, Rome seco sus lágrimas y suspiro aliviado.
En cambio, Pick se sentía desdichado. Él ya había hecho miles de escenarios imaginarios donde ellos eran felices con su bebé. Se sentó junto a su pareja y lo observó con seriedad. Era imposible ignorar la felicidad en los ojos del Omega.
—Yo…yo me estoy cuidando para no quedar embarazado…—susurró Rome avergonzado con una pequeña sonrisa. —No soy tan descuidado, no tienes que preocuparte. Perdón si te asuste.
—Deja de cuidarte. —Pick lo miró con los ojos llorosos —Quiero que me des un hijo.
—Pero tú dijiste que primero nos casaríamos y después…
—Entonces casémonos pronto. Quiero formar una familia contigo. —el menor se sonrojo —Te prometo que voy a cuidarte. No quiero volver a sentir la pérdida de un hijo.
—Pero no lo perdimos…Todo fue un malentendido…
—Rome, no tienes ningún motivo para negarte. Por favor, hazlo por mí.
Aquellas palabras lo hicieron dudar.
¿Sería el momento adecuado para embarazarse?
***
El rumor del aborto de Rome se esparció rápidamente por el palacio. Incluso si quisiera detenerlo, para Pick fue imposible porque durante la caída muchos ojos vieron la sangre junto con su amenaza a Lucia.
De hecho, la Emperatriz seguía encerrada debido a su travesura. Algunos comentaron que el medico hizo todo lo posible por sostener el embarazo pero que a causa de la pobre genética del Omega fue inútil. Ni siquiera un Alfa tan poderoso como el Emperador de Araik pudo salvar a su hijo.
Por supuesto, Pick estaba irritado con todo lo que escuchaba. A diferencia de él, Rome se moría de la vergüenza. Ni siquiera se atrevía a salir de la habitación. Estar en boca de todos no le gustaba y lo entristecía.
Prefirió quedarse en cama y recuperarse de su lesión, porque la única verdad era que debido al golpe se había lesionado la espalda. Le costaba levantarse y hacer fuerza; paradójicamente eso hizo que el chisme se confirmara como verdadero.
Y al mismo tiempo, eso le dejo ver una nueva realidad. Algunos sirvientes, soldados e incluso concubinas se atrevieron a desafiar al Emperador y contra todo pronóstico lo visitaron. Flores, dulces y otros regalos fueron puestos sobre su cama. Ninguno se quedaba el suficiente tiempo para molestarlo, solo querían que supiera que podía contar con ellos.
Lo querían.
Sus súbditos lo apreciaban y de alguna manera estaban tristes por su perdida. Él no se atrevió a decirles la realidad; le llenaba el corazón percibir el apoyo sincero de la gente. Pick también se alegró de aquello. Cada visita animaba a Rome, por lo que dejo de prohibirlas. Eso sí, él jamás espero que la Reina Madre también llegara a su lecho.
—Mi más sentido pésame por tu perdida, querido —le dijo entregándole un ramo de flores —Sé que es difícil, pero eres un Omega joven; podrás embarazarte pronto si le pones el suficiente empeño.
—Gracias por su consideración conmigo, Mi Señora…
—No hay por qué. Eres mi yerno y casi el padre de mi nieto. —La anciana le mostró una sonrisa triste —Yo también perdí un hijo antes de tener al hermano mayor de Pick.
—¿El Emperador tiene un hermano mayor?
—Murió cuando era muy joven debido a una enfermedad. —Olga se veía algo dudosa, pero se notaba que deseaba decir algo —Querido, te pregunto algo, ¿tu madre tuvo pérdidas cuando era joven?
—¿Perdón?
—Si, hay veces que los Omegas tienen dificultades para concebir y eso se hereda de generación en generación. ¿Sabes si en tu familia hubo ese problema?
—No que yo sepa…—Rome se sentía muy incómodo —La verdad mi madre siempre fue muy sana. Yo soy un Omega recesivo porque mi padre era un Beta, pero detrás de eso no hay más nada.
—Ya veo, me alegro mucho. Disculpa mi indiscreción, es solo que me preocupe por el motivo de la perdida.
—El motivo fue la broma de la Emperatriz, me caí y me golpeé. Es la primera vez que esto me sucede, así que puede estar tranquila, Mi Señora.
—Eso es un alivio. Entonces me voy, querido. Te dejo para que descanses, todavía estas un poco pálido. Recuerda beber tus medicinas sin falta…
La Reina Madre se fue tan pronto como llego. Sus preguntas se olvidaron rápidamente, así como la situación trágica que vivió Rome. El tema se volvió un tabú, por lo que nadie volvió a mencionarlo.
Todo parecía seguir con normalidad. Las clases y los entrenamientos se reanudaron, con Mix a su lado, el Omega se sentía fuerte y lleno de vida otra vez. Los trabajadores del palacio decían que estaba enfocado en hacer muchas actividades para distraerse.
Nadie lo juzgaba, excepto una persona.
Emma había notado que, con la nueva temporada feliz de Rome, su asistente personal también la estaba pasando en grande. Comían, jugaban y bebían té juntos. Pensó en soportarlo como siempre, pero en la cena cuando el adolescente se sentaba con ella y Porsche se enfurecía.
Al estar entrenando con su novio, Mix había aprendido muchas cosas nuevas. Compartían anécdotas y bromas que solo él y los soldados del general entenderían. Se sintió apartada y celosa. Porsche le juró que jamás miraría al chico con otros ojos, sin embargo, ella podía ver algo extraño en las conversaciones.
Su novio constantemente soltaba chistes para hacer reír al chico; le bastaba acercarse en las mañanas para encontrarlos hablando antes de lanzar flechas o pelear con espadas.
Estaba harta.
Necesitaba deshacerse del estorbo, pero primero, debía lidiar con algo. Para nadie era un secreto que Mix tenía un soldado persiguiéndolo todo el tiempo. El Beta se escondía, pero los sirvientes hábiles tenían muy en claro cuál era su trabajo.
Emma necesitaba quitarlo de camino primero.
Le dijo a alguien que pasaba por ahí que al parecer estaba ocurriendo algo importante y todos los soldados debían presentarse en el campo. La voz se corrió rápidamente, llegando hasta los oídos del guardia que también se dirigió al llamado.
Esa fue su oportunidad.
—Mix, ¿puedes llevar esto al establo azul? Jerry me pidió que lo transportara, pero tengo muchas cosas que hacer.
—Alteza Rome me pidió que…
—¿No puedes hacerme un misero favor? Todo el tiempo estas pasándola bien, ayúdame por esta vez. Eres un sirviente como todos. Es solo un bulto, por favor.
A pesar de dudar, Mix agarro la bolsa y se dirigió al lugar mencionado. Quedaba un poco lejos de donde estaba, pero Emma tenía razón. Él vivía una vida tranquila a diferencia de muchos servidores.
Al igual que Rome, él quería convertirse en alguien bondadoso.
Entró al establo y de inmediato se sintió extraño. Normalmente los soldados rondaban el lugar, pero debido al llamado generalizado que se hizo, no existía ni una sola alma ahí. Dejo el bulto en el suelo y se dio la vuelta para irse. No le gustaba estar solo.
El único problema es que no estaba realmente solo.
Frente a él, cuatro Alfas se encontraban en la puerta. Todos lo observaban con una sonrisa escalofriante. Mix sintió el corazón subírsele hasta la garganta y trató de correr para huir de ellos.
No llegó lejos, nunca podría competir contra la fuerza y velocidad de los mayores.
Las lágrimas se produjeron rápidamente; él no era tonto como para no saber lo que iban a hacerle. Trató me mediar la situación y evitar que su pureza fuese arrancada.
—¡No! ¡No me hagan nada! ¡Si me dejan ir ahora no se lo diré al Consorte! ¡Ni siquiera he visto sus rostros! ¡No diré nada, lo prometo!
—Pobrecito. Cree que va a salir vivo de aquí —Esas palabras helaron sus huesos. Uno de ellos sacó una daga y cortó parte de su camisa. Su pecho quedo al descubierto de los depredadores con una herida superficial.
Asustado y llenó de miedo lanzó una patada y por suerte, eso causó que el hombre se desestabilizara. Aprovecho el momento para correr lejos, no obstante, antes de llegar a la puerta vio una figura conocida. Emma lo abrazó.
—Emma, ¡Corre! —dijo agitado intentando liberarse de los brazos ajenos —¡Vámonos!
La chica lo apartó y de un solo impulso lo empujo hacia atrás, haciendo que cayera justo en el pecho de uno de los Alfas. Mix abrió los ojos al darse cuenta de la traición.
—Le diré a Rome que te encontré despedazado. Disfruta de tu última vez, tonto. —El joven gritó desesperado por ayuda. Su mente se negaba a procesar que realmente no tuviera escapatoria.
Un golpe en el rostro lo hizo callar. Su cuerpo se estrelló contra el suelo al mismo tiempo que toda su ropa era arrancada. Vio borrosamente la figura de Emma alejarse y cerró los ojos. Deseaba morir pronto.
La Omega se alejó de la futura escena del crimen riéndose. Los hombres que había contratado eran unas bestias asquerosas e ignorantes que no tenían la más mínima idea de con quien se estaban metiendo. Seguramente el Emperador creería que eran barbaros que se colaron dentro del palacio y que lastimosamente Mix se encontraba en el lugar equivocado.
Su plan malévolo bailaba en su mente cuando repentinamente se le paralizó el cuerpo. La sensación fue tan fuerte que sus rodillas fallaron y terminó cayendo en el suelo. Reconoció el aroma dominante de su pareja de inmediato.
—Querido... —Él la ignoró sacando su espada. —Yo…yo…
Emma apretó los ojos esperando por su muerte que nunca llegó. En cambio, percibió el escándalo venir del establo. Gritos y lloriqueos lo suficientemente fuertes como para saber que dentro ocurría una masacre. No se movió. Estaba paralizada y con mucho miedo.
Porsche salió después de un rato cubierto de sangre desde la cabeza hasta los pies. Sobre sus brazos Mix se encontraba arropado con su ropa exterior, aun así, el líquido carmesí también lo bañaba por completo.
—Querido...escúchame...todo tiene una explicación —dijo ella temblando.
—No y cállate. Te quedaras ahí sentada hasta que se me dé la gana. —sentenció y se fue, dejándola, sabiendo que podrían ser horas o días.
Mix vivo significaba que estaba acabada.
Rome iba a matarla.
***
Earth, al igual que otros soldados, regresaron de mal humor después de la falsa reunión.
Nadie sabía de donde llego la instrucción que los hizo perder el tiempo, pero cuando llegaron al campo ni el general ni nadie los esperaba. El joven se dirigió a la cocina buscando a su protegido y un cuchicheo llamó su atención.
—No sé, el general se lo llevo a su cuarto…
—¿Viste la sangre? Si fue un animal o una persona debió quedar hecha pedazos…
—¿Qué sucedió? —el Beta se sorprendió al ver las marcas de zapatos hechas con sangre. Quien fuera que estuviera herido seguramente ya estaba muerto.
—El general Porsche trajo a Mix de afuera. No sabemos que paso, pero ambos parecían salidos de una batalla. —El soldado sintió un frio correr por su espalda. —Dicen que se encerraron en el cuarto del general. Si Emma se entera Mix no saldrá bien librado…
La angustia creció rápidamente en su interior. Corrió hasta el jardín donde sabía que Rome estaría regando sus flores y le contó sobre lo que había escuchado. El Consorte al oírlo sintió miedo y se apresuró en salvar a su pequeño.
Ni siquiera toco la puerta, solo atravesó el marco de madera y se encontró con una escena inimaginable. En el borde de la cama, Porsche yacía sentado con Mix sobre sus piernas. La sangre sobre ellos producía un contraste lúgubre con la desnudez de su fiel asistente.
—¿Qué…qué le hiciste? —preguntó Rome con un hilo de voz. Ante su pregunta, el Alfa lo observó con evidente furia —Mix… ¿él está vivo?
—Si. —Fue la respuesta seca del General. Para el Omega era imposible ignorar la cantidad de feromonas dominantes en el ambiente; se sentía mareado y con ganas de huir, no obstante, no podía abandonarlo en manos de un Alfa.
—General… ¿qué sucedió? ¿Por qué Mix no me mira ni responde a mis preguntas? —El hombre permanecía imperturbable —Porsche…Háblame, por favor.
—Alteza Rome, le agradecería que se retire y nos deje solos —El Omega se sorprendió —Por favor, Mi Señor. Déjenos solos.
—No. —Aunque sus piernas temblaban, él no se iría sin su amigo. —Me debes lealtad, estas bajo mis órdenes. Respóndeme, ¿qué le hiciste?
Porsche soltó una pequeña risa. Sinceramente no esperaba que Rome se retirara, pero al menos quiso intentarlo. Contarle al Consorte que su pareja intento matar a su protegido era como si él mismo le clavara un cuchillo en el pecho. Amaba demasiado a Emma. ¿Cómo podría traicionarla de ese modo?
—Lo salvé. Al parecer un grupo de Alfas se colaron desde el exterior y se lo llevaron hasta un establo. —Rome dejo de respirar —Intentaron aprovecharse de él, pero llegue a tiempo. La sangre no es suya, puedes estar tranquilo.
—¿Dónde están? ¡Voy a matarlos!
—Ya me encargué de ellos. —señaló el líquido rojo que seguía goteando de sus ropas —Me ocuparé de tranquilizarlo. Parece seguir aturdido por toda la situación.
—No se preocupe, General. Yo puedo hacer eso.
—Rome. —El Omega vio los ojos del hombre. Había algo extraño en ellos que no podía descifrar y lo asustaba. —Yo me encargaré de esto.
—Mix, ¿quieres que yo te ayude a limpiarte? El General debe estar ocupado... —Aun así, intento persuadir al mayor. —Puede ser incómodo para usted…
—No es mi primera vez viendo un Omega desnudo. —contestó Porsche liberando más de sus feromonas. —Yo me encargo, después de todo tengo que asearme también. Puedes retirarte.
El Consorte no quería irse. Se negaba a abandonar al pequeño que evidentemente no solo seguía aturdido, sino que lo más posible era que estuviera inmovilizado por las feromonas del Alfa. Si él, que era más viejo, se sentía cohibido y su instinto le decía que huyera, no se imaginaba lo que podía estar percibiendo Mix.
—General, si Emma se entera de esto se molestará con usted —Sacó su última carta —Déjeme encargarme.
—Retírate, Rome.
—Pero Emma se pondrá celosa si…
—Emma no dirá ni hará nada. Déjanos solos.
Ese fue el ultimátum. A pesar de ser el Consorte y tener más poder, jamás podría ser más fuerte que un Alfa tan dominante como lo era Porsche. Apretó los labios con disgusto y se dio la vuelta con Earth persiguiéndolo. No tenía sentido seguir intentando.
La puerta se cerró y el general dejo salir un gran suspiro. El chico en sus brazos ya había dejado de temblar, sin embargo, eso no lo aliviaba ni un poco.
—Mix…
—¿Qué va a hacer conmigo? —Su voz sonó cansada —Sé que usted sabe que fue Emma quien me hizo esto.
—Ellos no alcanzaron a tocarte…
—No importa. Se lo voy a contar todo a Alteza Rome…
—¿Qué quieres para guardar silencio? Haré lo que me pidas.
—¿De verdad? No es muy cooperativo de su parte que me mantenga inmovilizado con sus feromonas, General…
—Lo siento, no quería que el Consorte se enterara. Dime cual es tu precio; puedo darte cualquier cosa que desees, no solo a ti sino a tu familia también.
—Quiero venganza. —el chico se apretó contra su cuerpo temblando de nuevo. —Quiero que ella sufra.
—¿Venganza? Tú no eres así…
—General, ¿es usted consciente de que el Consorte pedirá la cabeza del culpable? ¿Por qué debería guardar el secreto? Ella me arrojó a los brazos de esos asquerosos Alfas. Puede que no llegaran al final, pero si me hicieron daño. No abrí mi boca, pero tengo varios cortes en mi cuerpo. ¿Cree que no siento dolor? Mi sangre se está mezclando ahora mismo con la de esos bastardos.
—Te ayudaré, pero no toques a Emma. —Porsche sentía sus ojos picar —Por favor…
Mix asintió en silencio y se recostó contra su pecho. Ya tenía en mente la forma más rápida para que ella sufriera sin necesidad de ponerle un dedo encima.
Es más, nadie volvería a tocarla.
***
Rome no tenía la necesidad de mirar hacia atrás para saber que Earth lo venía siguiendo. Los pasos tensos del hombre eran casi tan pesados como los suyos, sin embargo, no se detuvo hasta que llegaron a su habitación.
Ahí se giró y sin contenerse alzó su mano para darle una bofetada. Los ojos brillantes del chico hicieron que se detuviera, por lo que bajo el brazo y lo empujo sin saber que más hacer. Cada centímetro de su cuerpo tiritaba de la rabia y la impotencia. Las lágrimas fluían una tras otra, provocando que incluso el soldado soltara algunas.
—¿¡Qué diablos estabas haciendo!? —Le gritó llorando con más fuerza —¡Te dije que lo cuidaras! ¿¡Dónde estabas metido!?
El hombre se arrodillo frente a él, incapaz de justificarse y le tendió su espada. Un claro indicio de que ponía su vida en manos del Consorte para que le hiciera lo que quisiera.
—Tú y yo sabemos que esto no es una casualidad. ¡Alguien trató de dañar a Mix! Si el General no hubiese llegado él…él…—volvió a romper en llanto.
—Perdóneme por mi pecado, Alteza Rome. Traicioné su confianza, por favor tomé mi vida como castigo por mi falta de lealtad.
—No seas tonto. —Contestó cruzándose de brazos y pateó el arma. —Jamás podría matarte.
—¿Que está pasando aquí? —La presencia de Pick los asustó, sobre todo porque el Alfa sujetaba su propia espada con fuerza.
Rome se dio cuenta rápidamente de que su pareja iba camino al Beta para herirlo y él, fiel como siempre simplemente bajo la cabeza en espera de su suerte. Tuvo que correr para atravesarse en medio.
—Querido, tranquilízate. No está pasando nada.
—¿No? ¿Por qué parece que este asqueroso Beta te está jurando amor eterno? —Ambos se sorprendieron. —¿Acaso él quiere que tomes su vida si no puedes corresponder su amor?
—No, atacaron a Mix y él se está disculpando por haberlo descuidado. —Pick entrecerró los ojos sin creerle —Earth, retírate.
El chico no espero más palabras, prácticamente voló antes de que la furia del Emperador apagara su joven vida.
—¿Cómo sé que no me estas mintiendo?
—Ve y pregúntale a Porsche, acaba de echarnos de su habitación para cuidarlo él mismo —El Omega lo abrazó, dejando que las lágrimas mojaran la ropa ajena. —Trataron de dañar a mi amigo…
—¿De verdad lo atacaron? ¿Quién fue?
—No sé y quiero que tú lo averigües por mi... —Rome se apretó contra el pecho contrario. —Por mi culpa...por no cuidarlo...
—Querido, no es tu culpa. —Lo abrazo de vuelta, sorprendiéndose por el llanto desgarrador de Rome —Voy a encontrar al culpable y pondré su cabeza frente a ti. ¿Estarías contento con eso?
—Solo si primero lo torturas —el Omega se rio junto con el hombre. —Si, eso es suficiente, aunque tengo otro favor que pedirte. Quiero que Mix venga con nosotros. Me niego a dejarlo solo.
—Sabes que es peligroso.
—Voy con Mix o no voy, tú eliges.
—Rome, puedo obligarte a ir conmigo. Recuerda quien es el Emperador aquí.
—Solo te estoy pidiendo un favor... —Susurró restregándose al mismo tiempo que liberaba feromonas. —Nos portaremos bien, por favor. No quiero dejarlo solo en el palacio. Te lo suplico...
—Imagina por un segundo qué nos atacan y él sale herido, ¿podrás con la culpa?
—Prefiero eso a culparme todos los días por abandonarlo aquí. ¿Cuento contigo?
—Sabes que si es algo que te hará feliz siempre lo haré, mi Omega.
—Te recompensare, Mi Alfa…
Notes:
Nota de autora: ¡Bienvenido Julio! ¿Les gusto el capítulo?
Recordatorio bonito: ¡LAS PISTAS!
Chapter 33: CAPITULO 33
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Porsche se encargó de limpiar a Mix lo más que pudo antes de llevarlo a su habitación. Todavía muchos ojos los seguían, pero el chico se rehusó a permanecer más tiempo a su lado. El General entonces se dispuso a solucionar su mayor problema.
Emma permanecía arrodillada en el mismo lugar donde la había dejado. Al ser un establo muy lejano, se notaba que los encargados aún no regresaban a sus actividades.
—Gracias al cielo volviste. —Lo abrazó rompiendo la orden anterior; que el Alfa volviera tan pronto significaba que la perdonaba. —Nadie me ha visto, podemos irnos antes de…
Él la empujo con rabia. La chica cayó sentada, incrédula por la brusquedad que recibió de parte de su amante.
—Tengo que resolver este desastre. —Porsche la observó desde arriba con el rostro arrugado —Ve a mi habitación y limpia la sangre. Cuando termines recoge tus cosas y vete.
—¿Que me vaya? ¿A qué te refieres?
—No puedo estar con alguien como tú. —Aunque le dolía lastimarla, para él era más importante salvarla. —Pide que te asignen una habitación compartida. Ya no quiero dormir junto a ti.
—No…Alfa, no puedes hacerme esto. Nosotros estamos vinculados…
—¿Enserio crees en esa estúpida leyenda? ¡La use para manipularte! —Las lágrimas dejaron los ojos de la Omega, por lo que él tuvo que evitar mirarla o cedería —No quiero que vuelvas a aparecerte frente a mí…
—Es por ese estúpido, ¿verdad? ¿Qué hiciste con él? Mix sabe que fue mi culpa.
—Lo amenacé con hacerle daño a su familia. Permanecerá callado mientras no te metas con él. No tientes a tu suerte, Emma, no puedo protegerte si el Consorte llega a enterarse. Quédate encerrada por un tiempo.
—No me hagas esto, yo te amo…
—Si me amaras no hubieses hecho algo tan estúpido.
El olor de sangre que venía del establo donde ocurrió la masacre se mezclo con los sollozos que venían de la sirviente. Por más que rogó, su compañero nunca se dio la vuelta; él solo se alejó, soltando lagrimas silenciosas.
***
Su asistente personal no se presentó a trabajar esa mañana; la preocupación de que algo pudiera sucederle provoco que Rome ni siquiera terminara su desayuno. En cuanto pudo abandonar sus aposentos se dirigió a los del pequeño. Tocó la puerta un par de veces antes de que una débil voz le permitiera entrar.
—Mix… ¿cómo te sientes? Me dijeron que tuviste fiebre anoche…
—Alteza…—El pequeño soltó el llanto no soportando más. Rome lo abrazó de inmediato en un intento de consuelo. —Fue horrible. Tuve tanto miedo, ellos…ellos…
—Lo siento, no pude protegerte. —El mayor lloró con él. —Perdóname, no volveré a dejarte solo; es un alivio que el General llegara antes de que fueran más lejos…
—No estoy muy seguro de eso…
—¿Como dices? —El Consorte se tensó sintiendo que se le apretaba el pecho. —¿Ellos… te?
—No lo sé. Cortaron mi ropa con una daga y me asusta mirar. Sentí un ardor muy fuerte…
—¿Quieres que te revise? —Mix rompió en llanto incluso más fuerte que antes, sin embargo, asintió recostándose para que Rome lo ayudase —No hay nada. ¿Por qué no me dejaste atenderte? El General…
—No podía moverme, Alteza. —El chico se acurrucó de lado, avergonzado por lo que acababa de vivir. Conociendo su vergüenza, el mayor se acostó detrás de él y volvió a abrazarlo. —Creí que iba a morir…
—Pero no moriste. Te voy a cuidar por siempre, perdóname. Nos iremos en una semana, ya hablé con Pick y él dice que puedes acompañarnos.
—No quiero ser una carga para usted…
—Jamás serias una carga, te amo pequeño. Quédate tranquilo.
Mix apretó los ojos y contuvo las ganas de llorar. Si su Amo supiera que su pequeño estaba amenazando al General seguramente se sentiría muy decepcionado. Él mismo quería llamar al hombre y decirle que no hiciera nada, no obstante, era imposible ignorar la rabia que las acciones de Emma habían causado.
Todavía cerraba los ojos y la veía riéndose de su suerte.
La odiaba.
***
No tenía sentido esconderse, Porsche sabía que el Emperador querría una explicación sobre lo sucedido. Mostrándose valiente, decidió él mismo ir a la oficina del Alfa y contarle la verdad.
Les mentiría a todos, menos a su mejor amigo.
—Vaya, eso fue rápido…—El Emperador se burló —Toma asiento.
—Fue Emma. —La sonrisa en su amigo murió —Y Mix la vio.
Pick chasqueo la lengua y se recostó contra su sillón. Si el sirviente lo sabía tendrían que deshacerse de él, pero si hacía eso su pobre Omega sufriría mucho.
—Rome no lo sabe —dijo —O por lo menos no me ha comentado nada. ¿Qué vas a hacer? Sabes que herir a Mix es una sentencia de muerte directa. Él pidió la cabeza del culpable…
—Mix guardara silencio, hice un acuerdo con él —El general se veía triste y desconsolado. —Si no fuera el protegido del Consorte podríamos matarlo, pero con lo mal que se puso Rome cuando pelearon y su reciente perdida sé que no puedo pedirte que hagas eso. Tuve que ceder a sus caprichos.
—¿Caprichos? ¿Qué pudo pedirte un pequeño Omega para que te veas como si te hubieran matado?
—Terminaré con Emma, él me pidió que rompiera nuestra relación.
—Vaya, Mix resulto ser peor de lo que esperaba… —Pick no podía creerlo —¿Por qué quiere eso? No me digas que está enamorado de ti.
—Te equivocas. —El general suspiró con derrota. —Él quiere venganza. Lo que le hizo Emma no tiene perdón. —Porsche se llevó las manos a la cabeza —¿Sabes? No puedo olvidar su rostro sonriente. Ella se veía tan feliz mientras los gritos de Mix se escuchaban en el establo. ¿Tienes idea de cómo me sentí al verla celebrar que cuatro Alfas matarían al chico? No puedo creer que mi pareja sea así.
—Su actitud demuestra que tiene carácter. —El Emperador se cruzó de brazos —Puede ser malvada, pero tienes que admitir que es una Omega fuerte y decidida. ¿Recuerdas cuando nos dio la idea de cómo acabar con Din? Es una chica inteligente que no dudara dos veces en defender lo suyo. No creo que debas terminar con ella.
—Estoy vinculado, Pick. Por supuesto que no voy a finalizar mi relación con ella porque también me duele, no obstante, tengo que castigarla por lo que hizo. Fingiré que no la quiero mientras Mix se calma. Eso le dará una lección a Emma.
—Me parece lo más correcto; me aseguraré de que Rome no sospeche. Si Mix guarda silencio no tenemos que preocuparnos por nada; es mejor enfocarnos en el viaje que se aproxima.
—¿Planeas sacar a Lucia del calabozo? —El general cambió el rumbo de la conversación. Al igual que Emma, él le tenía un cariño especial a su prima —Creo que ya paso mucho tiempo ahí. Debió haber reflexionado bastante.
—Ya di la orden de que la liberen el día que Rome y yo salgamos del palacio. No quiero que se crucen y ella se atreva a burlarse de su perdida.
—¿Crees que sea capaz?
—No lo creo, estoy seguro.
La mentira de la perdida era una verdad a medias que solo Rome, el médico y Pick sabían. Quizás Mix también. Aunque al principio el Emperador quiso desacreditar aquello, se dio cuenta de que un embarazo fallido servía para callar las bocas de quienes juzgaban la fertilidad de su pareja.
Nadie dudaría de su capacidad de embarazarse y tampoco presionarían con un nuevo hijo sabiendo que recientemente había perdido uno. Él siempre pensaba en todo para evitar futuros problemas con los ministros y sus estúpidas preguntas.
Inclusive los que presionaban desde la corte por un fruto de su unión le dieron el pésame después de la tragedia. Ya ni siquiera se atrevían a indagar por su matrimonio, ¿Quién haría una celebración después de una muerte tan devastadora?
***
Las noticias de la ruptura de Emma y Porsche sorprendieron a todo el palacio.
Algunos decían que el general se había enamorado de otra Omega y le había sido infiel. La cacería de la supuesta tercera en la relación llevó a la gente a extender el rumor de que Mix era el causante.
Todos comentaban que después de que el General lo salvara y lo viera como Dios lo trajo al mundo quedo flechado. Por supuesto, aquel chisme volvió loca a Emma; la chica se la pasaba llorando por los pasillos sin importarle que las personas la vieran.
La Omega trató de convencer a su antiguo amor de volver, sin embargo, él la rechazo frente a todos. Incluso la humilló y le dijo que no la amaba. Las últimas palabras que le dirigió fueron de odio y de abandono, pues él, al igual que el resto del ejercito partirían al día siguiente.
Desde la distancia Rome observaba todo y no podía evitar sentirse mal con su ex mejor amiga. Sin saberlo, le pidió a Mix que le llevara dulces para animarla y aunque el chico acepto, la realidad es que ni siquiera se le acercó.
Él deseaba que ella fuera miserable.
—¿Lo disfrutas? —preguntó Porsche llegando a su lado —¿Sabes que por el vínculo yo también estoy sufriendo, cierto?
—General…—comentó asustado —Yo solo estaba viendo…
—Si, eso veo. Estas disfrutando de tu maldad. —El sirviente no respondió nada. Prefirió irse en vez de enfrentar sus propias acciones.
—Oye… —lo detuvo el Beta que se había convertido en su sombra —¿Por qué no le llevaste a la señorita Emma los dulces que dijo el Consorte? No me digas que es verdad que estas saliendo con el General…
—Earth, no te metas en mis asuntos. Suficiente tengo con tu apestoso trasero siguiéndome a todos lados. —El soldado se sorprendió. Desde el ataque Mix estaba enojado con él.
Sabía que el chico tal vez estaba molesto por haberlo descuidado. Su deber era volver a ganarse su gracia como Rome se lo pidió.
—Su Alteza… —comento el Beta arrodillándose frente a él —Mix no entrego los dulces. Solo se quedó mirando a la señorita Emma en la distancia hasta que llego el General; intercambiaron un par de palabras y luego se separaron.
—Eso no me gusta…—comentó el Omega —¿Crees que haya algo entre ellos? Me da miedo que por la experiencia que Mix tuvo sienta que le debe algo a él. ¿Será que se enamoró? ¿Y si su Omega lo reconoció como su protector? A Emma le pasó y se obsesionó con la idea de que sentir las feromonas de Porsche la protegerían.
—¿Qué hacemos, Alteza? ¿Hay alguna forma de evitar que se enamoré?
—Quizás si se enamora de otra persona…—el Consorte miró al soldado de arriba abajo —Lo que te voy a pedir puede sonar un poco descabellado, pero… ¿podrías fingir que él te gusta?
—¿Qué? Alteza, pero yo…
—Solo hasta que a él se le quite la idea de revolotear alrededor del General. —Rome se acercó a él y tomó su manos —Confío en ti, Earth, por favor…
—Con gusto lo ayudaré, pero no tengo ninguna experiencia, Mi Señor.
—Yo te enseñaré. Mañana saldremos de viaje, aprovechemos que vamos a estar fuera del palacio para acortar la distancia.
—Está bien, Mi Señor. Lo haré…
—¿Qué es lo que está bien? —Pick nuevamente se apareció frente a ellos y aunque Rome trató de ser rápido, sus manos juntas no pasaron desapercibidas por el Emperador —Beta inútil, retírate.
El soldado prácticamente huyó de la habitación. No necesitaba sentir las feromonas asesinas del Alfa para saber que si duraba un solo minuto ahí dentro su vida se vería comprometida. En cambio, Rome si podía percibirlas. Su cuerpo estaba paralizando y tembloroso mientras veía al hombre cada vez acercándose más a él.
—Déjame…déjame hablar…—murmuro con dificultad —Pick…por favor…
—Es la segunda vez que te encuentro con ese Beta. —El Emperador agarró su mentón con fuerza —¿Te gusta Rome? ¿Acaso te recuerda a Din? ¿Tanto adoras la falta de feromonas?
—No…no es así…—La mención de su antiguo amor lo sensibilizó —Le pedía un favor…solo eso…
—¿Por qué lo tocas para pedirle un favor? —Su agarré se intensifico —¿Y por qué tienes que pedirle “el favor”? Eres el Consorte, dale la orden y él no podrá negarse.
—Alfa…me estás haciendo daño…
—Estoy muy molesto contigo. —dijo empujándolo hasta que sus piernas tocaron la cama —Mañana iremos al palacio de Ming; pensé en marcarte para que no sientas sus feromonas, pero veo que más bien tendré que hacerlo para recordarte que eres mío.
Su cuerpo cayó sobre las sábanas al mismo tiempo que su ropa era arrancada. Ser mordido en un contexto fuera del celo siempre era doloroso. Apretó los labios para que no saliera el quejido y mostró su cuello sumisamente.
Pick se montó encima de él y olfateó su piel. Rome comenzó a temblar ante la espera del dolor; una de las manos del Emperador se deslizó por su pierna y la levantó, haciendo que su posición fuera incluso más dócil.
—Dime querido, ¿quieres que te haga el amor o solo deseas sentir mis dientes?
—Alfa…el amor…por favor…no quiero que me duela tanto…
—Tus deseos son mis órdenes. —Sus labios fueron tomados con brutalidad. Rome se apresuró en liberar feromonas para intentar que la furia de Pick no se desbordara y le hiciera daño realmente. Sabía que la mordida iba a dolerle, pero al menos no sería tan horrible si su mente estaba nublada del placer.
Durante la primera ronda el Alfa se dedicó a besar todos los rincones de su cuerpo. El Omega no sabía si lo hacía para que él se sintiera bien o si en verdad estaba inspeccionando que no existieran pruebas de que alguien más había tocado lo que era suyo.
Pick sabía exactamente donde manosearlo para que él se perdiera en el placer. Se olvido por completo de lo que sucedería hasta que iban en su segundo encuentro y el filo de los dientes atravesó su piel. Un gritó ahogado dejo su garganta, fue imposible contenerse ante el dolor punzante que recorría la parte posterior de su cuello.
Las embestidas del Emperador más que detenerse se aceleraron mientras apretaba con más fuerza sus colmillos. Las lágrimas dejaron sus ojos, cambiar el placer por dolor tan rápido era como si un gran golpe aturdiera sus sentidos.
—Perdóname, Alfa… —comenzó a rogar y pedir perdón sintiendo sus muñecas ser sujetadas contra las almohadas —No volveré a tocarlo. Perdóname…
Sabía que aquello era un castigo por su comportamiento inapropiado. Era un idiota por haberse acercado tanto al Beta sabiendo que los celos de su pareja no eran un juego.
El mayor soltó el brutal agarre y sin dejarlo recuperarse le dio la vuelta. El movimiento provoco más dolor en su nuca, sin embargo, permaneció en silencio. Pick lo observó desde arriba con una sonrisa y sin previo aviso jaló su cabello exponiendo su cuello.
Por primera vez en todo el tiempo que llevaban juntos el Omega recibió dos mordidas en un mismo encuentro. Sus ojos se abrieron debido a la sensación; abrazó al Alfa y le clavó las uñas en la espalda. Dentro de él burbujeó el dolor y el calor, por lo que liberó feromonas de forma descontrolada para calmarlo.
—Alfa…Alfa…por favor detente…—susurró en medio del llanto —Te amo Alfa, te amo, por favor detente…me duele…
—¿Enserio me amas? —preguntó el Emperador separándose finalmente —¿Me amas, Rome?
—Te amo con toda mi alma —dijo temblando —Te amo mucho, soy solo tuyo, por favor no me lastimes…
Pick le mostró una expresión de felicidad y entonces comenzó a lamer la marca para cicatrizarla. Rome siguió llorando bajo su toque; aunque el estímulo se había vuelto placentero, el recuerdo del sufrimiento recién sentido continuaba ahí.
—No me gusta que llores, querido…—el Alfa llevo una de sus manos hasta su boca y con su pulgar toco los pequeños caninos —Yo también quiero sentirte. Te amo, Rome. Muérdeme.
No puso ninguna resistencia cuando Pick llevó su cuello justo hasta su boca. Simplemente sacó los dientes y cumplió con la petición. La inyección doble de feromonas que recorría su sistema confundía su cerebro lo suficiente como para analizar que morderse mutuamente en el sexo era una forma de fortalecer el lazo que los unía.
Soltó muchas más feromonas; se sentía bien entregando y recibiendo la esencia de su compañero. Todo su cuerpo se apegó buscando la cercanía con quien jadeaba en su oído palabras de amor.
Un “Te amo” que dolía y ardía, pero se sentía bien.
Sus parpados se volvieron pesados después de aquello. Aunque Pick pretendía seguir con su encuentro, él se dio por vencido. Ya no le quedaba energía para hacerle frente al dueño de su vida.
Quedo a merced del Alfa.
Cuando volvió a sus cinco sentidos, notó que ya estaban fuera del palacio y él se encontraba dentro de un carruaje con Mix. Su fiel servidor estaba sentado junto a él, manteniendo su cabeza recostada sobre sus piernas haciendo la labor de almohada humana.
—No se mueva, Alteza —le susurró el adolescente al verlo despierto —Su Majestad Pick dijo que usted despertaría muy mareado y anhelante de él. Permanezca acostado hasta que el carruaje se detenga.
—¿Hace cuanto salimos?
—El sol ya casi se está escondiendo —Mix abrió un poco la ventana para ver la parte de afuera. —Lleva todo el día durmiendo, Mi Señor. Tengo comida y bebidas para usted, ¿desea algo?
A Pick, susurró su ser.
La cabeza le palpitaba y lo único que podía calmarlo era el Emperador. Sus instintos Omegas chillaban en el fondo de su mente por sentir las feromonas del hombre que lo marcó. Esta vez se sentía más sensible que antes.
—¿Tiene frio? Esta temblando, Alteza —el chico se apresuró en cubrirlo y Rome se dio cuenta de que era ropa del Alfa —Su Majestad Pick dijo que esto lo ayudaría hasta que volviera a verlo. Él tuvo que ir en otro carruaje con el General…
—Estoy bien…—respondió sintiendo algo viscoso y tibio entre sus piernas —Eh… ¿Mix? ¿No me limpiaste?
—Si lo hice, el único lugar que no toque fue…—Rome no necesito más explicaciones. Sabía del deseo del Alfa por dejarlo embarazado.
—¿Trajiste mis hierbas? — El chico se sonrojó y asintió —Bien. No le digas a nadie y ponlas en mi té. Confío en ti…
Rome se acurrucó contra la ropa y volvió a recostarse en los muslos de su sirviente. Había olvidado la sensación de sentirse dependiente de las feromonas Alfa. Sin poder evitarlo comenzó a llorar.
Extrañaba tontamente al Alfa.
Rompiendo todo el protocolo, Mix lo abrazó. Era un consuelo ineficiente, pero para el Omega significaba mucho. Acababa de despertar y sin embargo tenía mucho sueño. La debilidad aumento con los minutos hasta que finalmente cerró los ojos y se desmayó.
Una voz lo trajo de regreso del mundo de los sueños. La reconocería en cualquier parte, era su pareja. Al parecer, le daba instrucciones al chico.
—Si llega a despertar dale de comer y luego ponlo a dormir de nuevo. No quiero que salgan de aquí sin mi o algún soldado. ¿Entendido?
—Si, Mi Señor. Me encargaré de cuidar al Consorte.
—Alfa…—gimió con rapidez al verlo que ya se iba —Alfa…ven…
Pensó que su castigo se extendería y que sería rechazado; lo bueno fue que se equivocó. Pick prácticamente corrió hasta él y le dio sus feromonas. Rome se apegó más a él, restregándose para percibir su esencia.
—Mix, comida. Rápido. —Con ayuda de su compañero, comió hasta quedar completamente lleno. Ni siquiera se dio cuenta de en qué momento volvió a dormirse. Lo único que vio al abrir los ojos fue oscuridad. Ya la noche estaba avanzada.
Su fiel sirviente dormía profundamente apoyado en la cama. Se estiro y el dolor se disparó por su cuello, llevo una de sus manos sorprendiéndose al ver que estuviese vendado. En definitiva, el Emperador se había pasado con la marca.
Cubrió al chico con una manta y se dispuso a recorrer la habitación.
El palacio de Ragus era igual de esplendoroso que el de Araik, por lo que no le sorprendió que el lugar que les asignaran fuera tan lujoso. Se asomó por la ventana y un jardín gigante lo saludó. En todo el centro, un camino de flores que parecían Lirios le llamó la atención.
Las palabras de su madre llegaron a su mente.
“El olor de los Lirios es mi favorito; tú padre lo sabía y para animarme plantó muchos justo frente a mi habitación. El hombre que me mantenía cautiva nunca se enteró que con actos sencillos un simple sirviente se robó el corazón de su prisionera más importante…”
¿Sería el Emperador Ming tan despiadado como para haberles asignado el mismo lugar donde vivió su madre? Sintió nauseas con solo pensarlo.
Las ganas de llorar subieron por su garganta; se contuvo para no hacer ruido y despertar a Mix. Necesitaba a su pareja urgentemente porque la falta de feromonas lo estaba haciendo actuar con mucha emocionalidad.
Lo llamó en su mente varias veces hasta que milagrosamente él cruzó la puerta. Ni siquiera espero; corrió hasta el hombre y se le arrojó en brazos.
—Te extrañe mucho. Alfa, ¿Dónde estabas?
—Me encanta lo lindo que te pones cuando estas recién mordido. —Pick correspondió su gesto y lo besó —¿Cómo te sientes? Dormiste prácticamente todo el día. Ya es media noche.
—Fuiste…fuiste muy brusco conmigo…
—Si te portaras bien no tendría que serlo.
—Pero no me dejaste explicarte.
—No tienes que hacerlo, ya Earth me lo contó todo. —El mayor miró al sirviente dormido. —¿Estás seguro de hacer eso? Él puede salir lastimado.
—¿Has hablado con el General? ¿Qué te dijo?
—Lo mismo que te dijo a ti. Estaba patrullando porque le avisaron de una posible infiltración en el palacio y escucho los gritos de Mix. Eran cuatro Alfas, los mato a todos. Dice que no alcanzaron a tocarlo. No sé si quieras que un médico lo revise más a fondo.
—No es necesario, yo mismo lo hice. —Pick arrugó el rostro. —Él es como si fuera un hijo para mí, no te hagas ideas que no son…
—Rome, eres mío. Recuérdalo bien. Tú me perteneces…
—Lo sé, pero no me gusta que me hables de esa forma —El menor se atrevió a mirarlo con un puchero —Soy una persona, no un objeto.
—Eres mi Omega. —Pick lo abrazó con fuerza —No olvides que me marcaste. No te atrevas a mirar a otros o me volveré loco. ¿Entendido?
—Jamás me atrevería a hacerlo.
***
La noticia de que Ming los había invitado a desayunar no le cayó bien a Rome. Todavía seguía aterrado de aquel hombre, sin embargo, Pick le juró que mientras él estuviera a su lado, nada malo sucedería.
El camino hasta la mesa fue largo. El pequeño Omega solo quería salir corriendo porque el olor a las feromonas del dueño estaba esparcido por todos lados. Por suerte, gracias a la mordida de su compañero apenas y podía olerlo. Dos marcas eran más que efectivas para salvar a sus instintos de reaccionar.
Pick apretaba con ganas su mano; a diferencia de él, el Alfa daba pasos con seguridad. No importaba que estuviera en tierras ajenas, el Emperador de Araik seguía demostrando su poderío.
En cuanto llegaron se ubicaron en las sillas que les correspondía; Ming, Pick y luego Rome. Frente a su pareja una silla se encontraba vacía. El Emperador de Ragus les hizo un gesto señalando el espacio restante.
—Me disculpo, mi esposa nos acompañará, pero parece que se ha retrasado.
—No te preocupes, después de todo somos invitados imprevistos. Gracias por la acogida; la habitación que nos brindaste es muy cómoda.
—¡Que alegría que les gustara! —Ming apuntó la mirada hacía Rome —Y ti, Consorte, ¿te gusto?
—Si señor, muchas gracias…—Su voz fue baja y tímida, produciéndole una sonrisa incluso mayor al hombre.
—Rome, me enteré de tu perdida. Lo siento mucho, espero que pronto puedas concebir otro descendiente…
—Pronto nos pondremos en la tarea —Pick interrumpió la interacción y sobó la espalda de su pareja —Aún somos jóvenes, no estamos apresurados por hacerlo y poner la salud de Rome en riesgo. Gracias por su preocupación, Majestad.
Antes de que Ming pudiese responder, el sonido de unas pisadas atrajo la atención de los participantes. Una mujer elegante y mayor se dirigía a la mesa con una sonrisa. Era Alfa y bastante elegante. Si se comparara con Lucia, la Emperatriz de Araik sería solo una Omega cualquiera.
—Querido, disculpa la tardanza. Tuve un problema…—La imponente dama realizó una reverencia —A ustedes también, perdonen mi falta de respeto.
—Ni más faltaba. Reina Cecil…
—Pick, querido, tenía más de cinco años sin verte —Ambos estrecharon su mano y él depositó un beso en su dorso —¿Cómo te encuentras?
—Muy bien, Mi Señora. Le quiero presentar a Mi Consorte, nos casaremos pronto…
Rome se colocó de pie para repetir la misma acción del Alfa, sin embargo, la Omega lo veía totalmente congelada. La Reina de Ragus permanecía tan quieta como si hubiese visto un fantasma.
—Son como dos gotas de agua, ¿cierto? —Ming soltó una pequeña burla.
—Me dijiste que habías matado a esa Omega…—Cecil se giró a ver a su marido —¡Dijiste que tú mismo la mataste!
—Y lo hice, ¿acaso estas ciega? —Otra risa dejó sus labios —Él es su hijo, pero es idéntico a ella. ¿Puedes creer que niega serlo?
Rome sintió que se le iba el alma a los pies; al igual que la Reina, su cuerpo no se movía. Los temblores comenzaron de pronto, alertando a Pick quien tomo su mano para darle apoyo.
—Alteza Ming, le pido el favor de que no incomode a mi Consorte con sus teorías. —Su pareja intervino y lo jaló para que se sentara —Ustedes están equivocados.
—Pick, no puedes defender lo indefendible.
—¿Vas a tomarlo? —Cecil gritó asustando al pequeño Omega —¿Me vas a reemplazar de nuevo? ¿Crees que no puedo ver que es ella? ¡Marcaste su rostro para que nadie la quisiera, pero es ella! No puedes engañarme. ¡Por qué me haces esto!
—Cecil, siéntate, por favor.
—¡Jazmín! ¡Perra desgraciada! —Ninguno se esperó que ella de diera la vuelta y se le arrojará encima a Rome; ambos cayeron al suelo —¿No te cansas de perseguir a mi marido? ¡Maldita! ¡Te odio!
—Guardias, llévense a Cecil por favor…
Rome estaba a punto de llorar. Ni siquiera podía levantarse del piso después del ataque. Llevaba años sin escuchar el nombre de su madre, de hecho, jamás lo había pronunciado por miedo a que descubrieran su verdadera identidad.
—Alfa…me quiero ir… —le susurro a Pick, quien lo ayudo a volver a la mesa.
—Al principio no lo noté. —Ming se burló de todo mientras le servían una copa de vino — Tengo que admitir que cuando te conocí en Araik estabas mal vestido, así que no observe muy bien tu rostro, pero ahora, definitivamente eres la viva imagen de Jazmín cuando tenía tu edad. —La mirada del anciano se tornó sombría. —De hecho, esa fue la última vez que la vi en mi cama. Jazmín escapo de su dueño. ¿seguirás los pasos de tu madre?
—Yo…yo no…
—¿Qué harás, Pick? Tu consorte va a escapar…
—Rome está conmigo porque quiere. Yo no lo estoy obligando. —El chico lo abrazó. —A diferencia tuya, él y yo nos amamos.
—¿Estas seguro? Jazmín decía que me amaba y en cuanto tuvo la oportunidad me abandono con un asqueroso Beta.
—Me quiero ir…—repitió Rome en el oído del Alfa, pero este lo ignoró.
—Él y yo nos casaremos. Si ella huyo de ti es porque fuiste un bastardo, sin embargo, yo no he hecho nada más que darle a mi compañero el amor que se merece, ¿cierto, querido?
—Si…así es…—Se dieron un beso superficial —Yo lo amo…
Ming suspiro irritándose con la respuesta del pequeño. Aunque algo que le gustaba era el hecho de que había descubierto la verdad. Rome sí era el hijo de la Omega que él más amo con su vida. Nunca confundiría esas feromonas. Lo quería también.
***
El campo de entrenamiento de Ragus era prácticamente igual que el de Araik; la única diferencia era que no tenía muros de piedra sino de naturaleza. Grandes arboles y maleza se extendían hasta las afueras. Al consorte le parecía que aquello daba incluso más miedo porque cualquier animal podría esconderse ahí y atacar.
Quizás esa era la razón del porque era de esa manera.
Mientras que los soldados verificaban sus planes de arremetida contra enemigo, Rome y Mix practicaban entre ellos lucha con espadas. Ninguno de los dos era bueno, pero al menos el ejercicio servía para distraerlos.
Sobre todo, a Rome. No dejaba de pensar en las palabras de Ming. Desde hace tiempo él había hundido los planes de libertad hasta el fondo de su mente. Con Pick y todo el mundo tratándolo bien, salir del palacio parecía un capricho infantil.
El Emperador dijo que le daría libertad; sin embargo, no era tonto. La libertad que le prometía igualmente estaba bajo sus órdenes. Rome sabía bien que él no tenía ningún poder ni control en su propia vida.
Y eso le daba ansiedad.
Saber que le pertenecía al mayor lo perturbó. Desvió la mirada hacía el bosque y recordó de forma amarga las palabras de su madre. Muchas veces él y su hermano escucharon con emoción la historia de como ellos alcanzaron la libertad; Ella y su padre escabulléndose en el bosque; el miedo de ser atrapados y castigados por su escape.
La bendición de haber logrado su cometido y rehacer su vida feliz al norte. Si él escapaba… ¿Pick también lo encontraría y acabaría con su humanidad?
Repentinamente, un agarre brusco lo trajo de regreso de sus pensamientos. Justo la persona en quien pensaba era quien sostenía su brazo mientras lo agitaba.
—¿Por qué miras hacia allá? —Rome se tensó con miedo, conocía los ojos castigadores de su compañero —¿Acaso es verdad lo que dice Ming y piensas en escapar de mí?
El Omega tenía más que claro que la conversación con el Emperador de Ragus le traería problemas. Los celos de Pick solo necesitaban una pequeña chispa para encenderse y perjudicarlo. Rome sabía que sino decía algo rápido le daría la razón, por lo que abrazó al mayor e inventó una mentira rápida.
—Vi...vi algo moverse... —Lo abrazó escondiendo su rostro —Igual…igual que esa vez con la señora Lucía cuando nos atacaron...
—¡Guardias! —Pick accionó enseguida a sus hombres —Ve adentro, estas muy pálido —Levantó su rostro y deposito un beso en su frente —Mix, dale un té con azúcar y que se recueste. Earth, acompáñalos, no permitas que se detengan en ningún lado.
El sirviente agarró el brazo de su Amo para llevarlo lentamente hasta el palacio. Detrás de ellos, escucharon el estridor de una batalla. Rome se giró, sorprendiéndose porque, de hecho, si había espías observando todo.
Agradeció al cielo.
Eso calmaría al loco de su prometido.
***
Dentro de su habitación, Rome se sentó en el borde de la cama.
Se sentía un poco nervioso por toda la situación. No dejaba de pensar en su madre encerrada y su escape. ¿Repetiría él la historia? Pero… ¿Acaso no amaba a Pick? Si estaba a su lado era porque de algún modo ya lo amaba.
¿O no lo amaba?
Odiaba sentir dudas y querer racionalizar todo. ¿Desde cuando se había enamorado del Alfa? ¿Eso significaba que ya Din era tema de su pasado?
El te que le brindo Mix estaba increíblemente dulce, tanto que le desagradaba. Le mando a preparar otro y para su sorpresa, el soldado se fue detrás de él. Rome no sabía si el plan para engañar a su pequeño era bueno o malo, sin embargo, se negaba a permitir que cayera por Porsche.
La puerta del lugar se abrió de repente y sorprendiéndolo por la velocidad de su sirviente.
—¿Mudaron la cocina al lado? Eso fue rápido…—comentó en broma.
—No, pero si lo deseas puedo hacer que lo hagan. —El Omega se colocó de pie inmediatamente al reconocer la voz.
Agarro su espada y apunto al hombre mayor. A pesar de tener miedo, él no iba a quedarse quieto. La marca de Pick era lo suficientemente protectora para que Ming no lo doblegase.
—A…Aléjese… —Ordenó temblando —Yo…yo…si se acerca yo voy a cortarlo…
—¿Enserio creer que podrías herirme? Te vi en el campo, eres un desastre. —El Emperador de Ragus de rio de su tonto intento de defensa y camino hasta él —¿Qué te parece la habitación? Es especial para mi porque tiene un secreto. ¿Quieres saber cuál es?
Por supuesto que él ya sabia todo.
—No. No me interesa saber nada. Por favor, retírese.
—Vaya, esto me trae un Dejavú. —Ming soltó una risa —¿Por qué me tienes tanto miedo? ¿No se supone que no eres el hijo de Jasmín?
—Intentaste secuestrarme…—dijo agitando la espada —No te tengo miedo, pero sé de lo que eres capaz. Hace tiempo que quieres tenerme. ¡Mataste a mi pareja para atraparme!
La mirada del anciano cambió por completo. Era imposible negar que su expresión era por completo de confusión; como si fuera la primera vez que escuchaba aquello.
—¿Cuándo intente secuestrarte? —preguntó genuinamente —¿Matar a tu pareja? ¿No es Pick tu pareja? ¿Cómo voy a matar al Emperador de Araik?
—¡No crea que puede jugar conmigo! ¡Usted me ha hecho mucho daño!
—Tanto estar con el frenético de Pick te esta haciendo daño. —Ming se burló y con habilidad lo desarmo con su propia espada. El consorte cayó al suelo con miedo —¿Por qué yo te secuestraria? Desde que te conocí me di cuenta de que Pick está loco por ti.
El Omega sintió las lagrimas de terror recorrer sus mejillas. Ming liberaba muchas feromonas, tanto que lo paralizaba un poco. La mano del hombre llego a su camiseta y la deslizó hacía abajo, revelando su mordida.
—Él incluso te marco cuando no están casados —El hombre se apartó dejándolo en su lugar —Con razón no te tiraste al suelo y abriste las piernas en cuanto entré. Ese idiota es tan inteligente como su padre.
—No me hagas daño…—rogó desde su posición.
—No puedo tocarte, querido. —El Alfa enfundo su espada —Eres el Consorte. Hacerte algo como secuestrarte o matar a alguien que amas sería una traición a Araik, que es una nación aliada. No puedo darme el lujo de iniciar una guerra por un Omega; te recomiendo pensar mejor en quien es el causante de tus desgracias. ¿Quién se beneficiaría con tu tragedia?
El Emperador de Ragus abandonó la habitación dejándolo aturdido. Si sus palabras eran verdaderas, ¿entonces quien lo secuestro? ¿Quién mato a Din?
Sintió una punzada en el pecho.
La única persona que se benefició con lo que le sucedió fue Emma. Ella le contó a Porsche sobre sus miedos y problemas. ¿Y si su amiga se alió con el General para hacer que él y Pick se enamoraran? Ella odiaba a Din y era manipuladora. No era raro que manejara incluso al Alfa más poderoso de la nación para engañarlo.
Ella conseguiría el favor los Alfas.
Eso debía ser.
El pensamiento de que su pareja fuese la causante de aquello fue desestimado por él mismo. La influencia de la marca y sus emociones cegaron parte de su sentido común. Se sentía tan apegado a Pick que era imposible verlo como el malo.
Cuando la noche llegó y su compañero apareció, rápidamente se arrojó a sus brazos. Necesitaba la calma de su aroma después de todo un día sobre pensando todo lo que sucedió en el ultimo año.
—Earth me informó que en la tarde te encontraron llorando. ¿Tuviste mucho miedo en el campo?
—Si, querido, pero no lloraba por eso… —Pick alzó una ceja confuso —Me encontré con el Emperador Ming.
—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Te hizo algo?
—No me hizo nada. Me enfrente a él y lo apunte con mi espada —El Omega se encogió en el pecho ajeno y lo miró a los ojos —Le reclame por haberme secuestrado y negó todo. Dime la verdad, ¿todo fue un plan tuyo para engañarme?
El Alfa apretó la mandíbula; sus ojos se oscurecieron mientras separaba al chico de su cuerpo.
—Rome, espero que no tomes a mal lo que te voy a decir, pero... —Puso una mano en su mejilla —¿De verdad eres tan inocente? —El Omega no entendía. —¿En serio crees que Ming va a aceptar lo que hizo? ¿Sabes que atacar mis carretas con provisiones e intentar secuestrar a mi Consorte es una declaración de guerra directa? ¿Crees que él aceptaría la culpa? Perdóname, pero pecas de inocente.
—Yo...
—Sé que no tienes mucha educación en temas de guerra, pero sabes muy bien que tenemos una buena relación con Ragus. Ming no sería tan tonto como para aceptar que intentó secuestrar a mi actual Consorte; eso rompería todas nuestras alianzas. ¿O es que quieres que se rompan?
—¡No! Por supuesto que no. Sé que las alianzas sirven para que la gente del pueblo no sufra por falta de insumos…
—Entonces no vuelvas a mencionar el tema. No quiero iniciar una guerra y que mi pueblo sufra. —Apretó sus hombros con fuerza —Ahora que conozco a la madre de Mix, tengo que ser más cuidadoso. ¿No lo crees?
—Si...lo siento. —Bajo la cabeza con culpa —No volveré a tocar el tema, discúlpame.
—Y tengo que decírtelo, me hiere mucho que dudes de mí.
—¡No, Alfa! Perdóname. No dudo de ti. Jamás lo haría. Yo te... —Y se calló. Todavía le costaba decirlo.
Pick sonrió.
—Yo también te amo. Escúchame, Rome. —Esta vez soltó sus hombros y lo atrajo en un abrazó apretado —Nunca pensé que llegaría a amar tanto a alguien. Te has convertido en parte de mi alma. Eres lo más bonito que tengo en mi vida. Amo que seas mi Omega, mi lindo Consorte.
El menor se sonrojo. Las manos del hombre abrieron su camisa y sus labios tocaron su marca. Un pequeño jadeo placentero salió de su boca. Vio como el Alfa abría su propia ropa y revelaba su cicatriz.
También la besó.
Un intercambio de feromonas y caricias en la unión que residía en sus pieles. El acto calmó el interior de Rome. Todos los pensamientos que lo perturbaron se fueron lejos, dejando únicamente la sensación placentera de la cercanía con su compañero.
—Deja el pasado en el pasado —susurró sobre su oído —Nuestro presente es más importante.
Asintió cerrando los ojos.
Pick tenía razón.
Notes:
Nota de autora: Dia 6 de migraña. Este capitulo ya lo tenía listo, si hay errores échenle la culpa a mi cerebro jajaja ¿Qué les pareció? ¿Alguien sufrió por Emma?
Chapter 34: CAPITULO 34
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La reciprocidad de besos se volvió rápidamente en algo más íntimo.
A Rome le parecía increíble la cantidad de sexo que podía tener con Pick en tan poco tiempo. Quizás era por la unión que compartían, o algo más, pero el deseo de fusionarse con el Alfa constantemente encendía sus noches.
El Emperador también solía buscarlo seguidamente. Aunque estaban en el palacio de Ragus, eso no detenía que los gemidos del ex sirviente se escaparan hasta los corredores. Sin saberlo, la pared de la habitación era especialmente delgada. Del otro lado, Ming escuchaba todo mientras acariciaba un collar con una flor blanca al final.
Una maldición salió de sus labios.
Extrañaba a Jazmín.
Ver a Rome le trajo recuerdos dolorosos. Si el chico tuviese el cabello más largo, sería una réplica muy parecida a su madre. No le importaban las negativas, el olor a durazno era el mismo. Soñó por años con volver a sentirlo, así que nadie iba a decirte que estaba equivocado.
Cada día desde que la mató se arrepentía; la noche lluviosa en que se dejo llevar por la rabia fue su propia sentencia de dolor. ¿Cómo pudo apagar la llama de la única persona que amo en toda su vida?
Necesitaba tener a Rome.
Siguió escuchándolos hasta que su encuentro terminó, dándole paso a un silencio perturbador. Se apegó más a la dura superficie y espero a que volvieran a realizar algún ruido.
—No temas, yo te protegeré... —La voz de Pick se coló a sus oídos; era baja pero audible —Mañana en el entrenamiento te asignaré alguien para que mejores tus habilidades con la espada. Hoy fue estresante, ¿cierto?
—Lo fue…—incluso sus suspiros sonaban como los de su progenitora.
—Tienes buenos ojos, querido. Ninguno de nosotros lo había detectado porque era un Beta.
—Si…es que vi una sombra moviéndose muy rápido.
—Espero que sea eso y no que tienes una capacidad excepcional para captar a los Betas. Parece que te gustan mucho…
Encontró la respuesta que buscaba.
Pick definitivamente era igual de celoso que su padre. El chico mencionó que su compañero había muerto; eso era un claro indicio de que el Emperador de Araik movía sus fichas desde la penumbra.
¿Qué tan difícil podría ser que el Omega desconfiara de su pareja?
Ming maquinaba un plan malvado, ignorando que Rome estaba completamente ciego. En ningún espacio de su mente residía la idea de que quien juraba amarlo fuese una mala persona.
—Entonces, siempre te rodeas de Betas. ¿Son tu fetiche?
—No, Alfa. Todo es casualidad. Te lo juro… —el Omega comenzó a temblar. Se sentía muy vulnerable debido a las mordidas; el simple hecho de pensar que su pareja lo castigaría le daba ganas de llorar. —Nunca mirare a nadie diferente a ti, te lo prometo…
—Estoy bromeando… —Contestó Pick al verlo encogerse de miedo, aunque si era honesto, disfrutaba de la mente debilitada de Rome cuando estaba bajo el poder de sus feromonas. —Yo sé que no harías algo tan tonto como posar tus ojos en otra persona y mucho menos en un asqueroso Beta. Es más, prefiero que no hables con ninguno de ellos.
—¿Por qué? ¿No crees que es demasiado?
—¿Por qué? —repitió con voz gruesa —¿Te cuesta mucho dejar de hacerlo?
Su esencia se liberó, haciendo que el menor se apegara más a su cuerpo mientras temblaba y negaba varias veces. Para Pick la acción causó mucho gusto.
Era imposible no sonreír.
***
La lucha con espadas no era nada fácil.
El arma pesaba y acalambraba su brazo. Los movimientos eran difíciles de hacer sin que el mango se deslizara de su mano y terminase estrellando la hoja filosa contra el suelo. Al igual que él, Mix también tenía dificultades para siquiera levantarla. No entendían como los soldados podían luchar con espadas de manera tan fluida.
Rome se encontraba ensimismado en la práctica tratando inútilmente de darle a un muñeco de paja, sin embargo, alguien palpó sin previo aviso su pecho. Ver la mano desconocida tocarlo provoco que diera dos pasos hacia atrás, soldando el objeto puntiagudo.
—Vaya, entonces si eres un hombre. —La Reina Cecil lo observaba con una sonrisa —Disculpa si te asuste, querido, tenía que comprobarlo por mí misma.
—Mi señora. —dijo con incomodidad haciendo una reverencia. —Buenas...buenas tardes....
—¿Realmente no eres su hijo?
—No, mi señora. No soy la persona que usted busca.
—Cielos. No puedes culparme, si cubres la mitad de tu rostro que tiene la cicatriz eres igual a la estúpida de Jazmín. —El Omega apretó sus puños y fingió recoger la espada para que ella no viera su expresión de enojo. —¿Estás seguro de que no me estas mintiendo? Negar a tu progenitora es un pecado.
—Mi señora, mis padres y yo mismo nacimos y crecimos en Araik. Lamento no ser quien usted espera.
—Aunque hueles mucho a tu Alfa, debajo de ese olor puedo sentir algo de la pestilencia a durazno que ella tenía. —Cecil se acercó a él, haciéndolo retroceder —Es una casualidad demasiado extraña. Es más, te juro que si sus familiares te ven creerían lo mismo.
El consorte se sorprendió. ¿Familiares?
—¿Ella...ella tenía familia? —No pudo contenerse de preguntar.
—Claro. Ella era la concubina de Ming, al igual que tú, para estar con el Emperador debes ser hija de alguien noble. —Cecil explicó lo obvio —Sus padres siguen en Ragus, aunque perdieron mucho con la huida de Jazmín, viven en el pueblo. Creo que sus tíos también lo hacen. ¿Por qué? ¿Te interesa verlos?
—No...por supuesto que no. —Obviamente ansiaba conocerlos.
Durante la mitad de su vida pensó que estaba solo y no le quedaban parientes. Saber que sus abuelos e incluso otros miembros que compartían su sangre seguían vivos lo emocionó.
¿Sería bueno visitarlos?
El tema de conversación entre él y la Emperatriz cambió pronto. Ella, al igual que Lucia, manejaba bien las armas y al ver que Rome realmente no deseaba a su marido, decidió ayudarlo a mejorar sus falencias.
—Para manejar correctamente la espada debes agarrar el mango de esta forma; los Alfas y Betas tienen más fuerza, por lo que nosotros los Omegas debemos hacerlo diferente…
Cecil incluso propuso una pequeña batalla entre ambos. Fue gratificante para Rome que ella realmente no se esforzara mucho, se notaba que ni siquiera lo atacaba con fuerza.
Si era honesto, se divirtió. Aprender cosas nuevas siempre le causaba mucha felicidad; además, la Reina Cecil también lo trataba como un igual. Eso le agrado.
En medio de la tarde, un sirviente se acercó y les brindó bebidas frías. El sudor recorría la frente y el cuello de Rome, por lo que Mix se apresuró en secarlo mientras que Cecil se sentaba en una banca cercana.
—Señor, ¿le gustaría que traiga algo de comer o desea otra bebida? Tenemos…
—No, gracias. —dijo con gentileza interrumpiéndolo. —Tengo un asistente personal y él me atenderá si necesito algo, muchas gracias. Puedes retirarte.
Mix se sentía algo aturdido. No entendía por qué su Amo había apartado al chico que se ofreció a servirle. Ni siquiera era un Alfa, sino un Beta. El menor desvió la mirada confundido y se encontró con que Pick los estaba observando con una sonrisa.
¿Acaso él le había prohibido al Consorte hablar con otras personas?
***
Al final de la noche, el Emperador de Araik se recostó agotado. Muy pronto saldrían de Ragus y se encaminarían al lugar donde se encontraban las tropas enemigas. Ir a la batalla siempre era estresante, pero a diferencia de otras veces, ahora tenía a alguien importante a su lado.
—Querido, ¿deseas que te haga un masaje en los hombros? Siento que están muy tensos…
—Mi lindo Omega, si claro, hazlo…
Una botella de aceite se derramó sobre los hombros del Alfa antes de sentir los suaves dedos de su pareja moverse con habilidad. Las manos de Rome que en un principio eran ásperas por los trabajos del palacio se habían vuelto suaves y carnudas.
Justo lo que él necesitaba.
—Te vi hoy luchando con la Emperatriz, ¿Te divertiste?
—Si, ella me enseñó a usar la espada. ¿Sabías que los Omegas debemos movernos de manera diferente para que nuestra fuerza no sea bruta sino directa a un punto especifico?
—Me gusta cuando aprendes algo nuevo. —el Alfa se rió —Pones una voz chiquita mientras me explicas.
—No te burles de mi…
—No me burlo de ti. —Pick lo atrajo poniéndolo frente a él —Te estoy contando lo mucho que amo cada aspecto tuyo.
—Alfa…—susurró sonrojado. —No digas cosas tan vergonzosas…
—No me avergüenza —Lo apretó —Hoy trabajaste muy duro. Mañana puedes tomarte el día libre. ¿Quieres que te mande a traer algo especial? Tal vez puedas seguir enseñando a Mix a leer.
El Consorte tuvo dudas de si hablaba o no. El Alfa sabia de su verdadero origen. Quizás si le decía, debido al amor que él le profesaba lo dejara ver a su familia.
—Querido... —balbuceó sobre su pecho. —¿Podemos...podemos ir al pueblo?
—¿Al pueblo? ¿En Araik? Tendrás que esperar a que volvamos. —El mayor soltó una pequeña risa. —¿Quieres visitar a la madre de Mix?
—Eh...no. Me refería al pueblo de Ragus...
—¿Por qué? —La tensión en los músculos de su pareja no le gusto. —¿Qué hablaste con Cecil? No te atrevas a mentirme.
Rome dudó. Podía inventar una mentira, pero sabía que varias personas lo rodeaban cuando hablaba con la mujer.
Estaba seguro de que toda su conversación ya había llegado a los oídos del Alfa.
—La señora Cecil me contó que la familia de mi madre todavía vive...
—¿Qué? ¿Le dijiste que eres su hijo?
—¡No! ¡Por supuesto que no! Negué todo y ella comento lo mucho que nos parecemos entre nosotros...
—¿Quieres que te descubran? —El mayor lo miro con el ceño fruncido. —Si ellos ven el parecido entre tú y tu madre van a saber que su sangre corre por tus venas. ¿Estás dispuesto a que se revele tu identidad? ¿Qué harás cuando Ming se entere? Creí que me amabas.
—Si lo hago. —Respondió con miedo. — Es solo que por un momento me sentí feliz... —Rome lo observó con los ojos cristalizados —Pensé que no me quedaba nadie en el mundo.
—¿Soy nadie? —El alfa lo apartó. —¿Te sientes tan solo cuando estás conmigo?
—¡No! ¡Claro que no! Yo soy muy feliz a tu lado.
—¿Entonces por qué quieres conocer a personas desconocidas? ¿Crees que te van a recibir con abrazos y besos? ¿No has pensado que verte les recordara a la hija que perdieron? No sabía que eras tan desalmado.
—Yo no quiero eso...Yo no…
—No lo pensaste, ¿verdad? Si tus abuelos siguen vivos, déjalos en paz. Ya ellos debieron hacer el duelo por la muerte de tu madre, ¿por qué reabrir una herida del pasado? No seas tan cruel, Rome.
—Tienes razón... —Pequeñas lagrimas salieron de sus ojos. —Soy muy egoísta.
—Lo eres, pero así te amo. —Pick lo apretó contra su pecho. Por nada del mundo permitiría que Rome conociera a sus familiares.
Solo le bastó un segundo para imaginárselo contento con sus parientes y diciendo que no se iría con él. Pensó rápidamente en que el omega escaparía con ayuda de ellos. Jamás lo permitiría. Aislaría al menor de todos, tal y como lo había hecho hasta ese momento.
Sin embargo, su pequeño prometido seguía llorando incluso cuando ya había pasado una hora. Aquello lo mantenía irritado.
—Si tanto quieres podemos ir, puedes cubrirte el rostro y...
—No. No quiero. No me perdonaría si me ven por error y se desata el desastre. Gracias por detenerme antes de que metiera la pata. No sé qué haría sin ti.
—No pasa nada. Eres el amor de mi vida, siempre estaré ahí para ti. —Rome se recostó en su pecho sintiéndose culpable por la tentación de querer conocer a su familia.
Ragus fue la prisión de su madre.
Lo mejor era irse pronto.
***
El Consorte tomó en cuenta la sugerencia de su Alfa y decidió descansar ese día.
Un sirviente tocó la puerta y Mix se asomó. El chico le comentó que la Reina Cecil invitaba a su Amo a beber té con ella. Aunque dudó, el Omega sabía que faltar a la invitación de la anfitriona mostraba mala educación.
Tenía miedo, no obstante, aceptó la oferta. Mandó a Mix para que le avisara a Pick y se quedó con Earth; si algo sucedía el soldado lo protegería sin problemas.
La sala donde Cecil lo esperaba era hermosa. A pesar de estar dentro del palacio, miles de flores crecían por todas partes. Algunos colibrís volaban sobre el colorido paisaje, haciendo que Rome se sintiera extraño.
—Quería un invernadero dentro del palacio y Ming logró construirlo —dijo la mayor señalándole una silla —Atrás hay una puerta que da al jardín, si la abres es como si esto fuera una prolongación interna del exterior.
—Esto es muy bello, Mi señora —explicó con una reverencia tomando asiento —Gracias por invitarme…
—De nada. Las esposas de los Emperadores debemos tener buenas relaciones entre nosotros —Una taza de té fue puesta frente a cada uno —¿Te gusta este lugar? Pídele a Pick que te construya uno igual.
—Ya se está construyendo un invernadero en el exterior de nuestro palacio…—Por alguna razón sintió vergüenza —A mí también me gustan las flores, así que él lo mando a hacer como regalo de cumpleaños…
—Tan romántico…—se burló bebiendo —¿Cuántos años tienes? Te ves bastante joven…
—Voy a cumplir veinticuatro el otro mes.
—¡Oh! Entonces no hay mucha diferencia de edad entre ustedes. Pick destronó a su padre cuando era muy joven, tiene sentido que tenga una esposa y un Consorte tan rápido. Es bueno que la vitalidad siempre lo acompañé.
—Si…él y yo apenas nos llevamos cuatro años…
—¿Y cuantos hijos tiene en este momento? Entre los míos y los de las concubinas, Ming tiene una docena. —Rome apretó los labios con incomodidad. —Ustedes aún no tienen hijos, ¿verdad? Te estas tardando, querido.
—Su Majestad solo tiene al príncipe Ryan. La Reina Madre y la Emperatriz tienen la regla estricta de que las concubinas y otros Omegas tomemos anticonceptivos para evitar hijos fuera del matrimonio…
—Dios, Olga sigue siendo tan anticuada como su marido. Por eso Pick nunca tuvo hermanos, eso un desperdicio…Oh, pero pensándolo bien, ¿esa regla también aplica para ti? ¿Por eso no te has embarazado?
—Esperaba un bebé hasta hace poco menos de un mes —La sonrisa en Cecil murió —Tuve un accidente y lo perdí.
—Perdona mi indiscreción. Nadie me lo dijo.
—Tranquila, Mi Señora. No tendría por qué saberlo…—Rome tuvo que beber de su propia taza para evitar reírse de su mentira. Se sentía dichoso por haber engañado a la mujer molesta.
—Jazmín también perdió un hijo una vez, creo que eso fue lo que la rompió. —El Consorte la miró sin entender —El niño nació muerto, pero para que ella no estuviera triste Ming le dio otro bebé para engañarla. ¿Puedes creer que se lo llevaba todos los días para que ella no tuviera tiempo de detallar sus rasgos? La madre de la creatura lo alimentó por bastantes meses, pero una noche murió en su cuna. Eso era común en aquellos años…
Aquella era información nueva y contrastante con la verdad que Rome conocía. Desde el punto de vista de su madre, Ming arrancó de sus brazos a su propio hijo. En cambio, la Reina tenía muy en claro que todo fue un plan para consolarla.
—Con ese niño muerto todo se fue por la borda. Jazmín no quería comer y eso estaba volviendo loco a Ming, así que uso la psicología inversa y le dijo que estaba gorda y que solo podía comer una vez al día. La tonta le creyó.
Rome sintió rabia. Todavía recordaba el dolor que vivió en su madre por muchos años debido a las crueles palabras de Ming. Si no hubiese sido por su padre, seguramente su progenitora hubiese comido solo una comida hasta el final de sus días. No dejaría que nadie hablara mal de la Omega que lo dio a luz.
—El Emperador Ming fue muy impráctico. Si la hubiera embarazado de nuevo, en vez de decirle eso, ella seguramente habría comido por el nuevo bebé.
—Si lo hizo, pero ella casi muere de un aborto espontáneo. —Rome sintió como si un golpe le diera directo en el pecho. —Ming decidió no arriesgarse jamás a perderla. No sé qué mentira le dijo para no embarazarla de nuevo, pero sea lo que sea la deprimió lo suficiente como para que pareciera muerta en vida. Recuerdo que en esa época Ming estaba como loco dándole regalos para animarla y nada funcionaba hasta que...
—¿Hasta qué? —Él quería llorar. Todo lo que siempre supo de la historia de sus padres era un malentendido. No podía creer que su madre fuese manipulada hasta el punto de que todo lo que creía era falso.
—Apareció Oab, ¿puedes creer que teniendo al Alfa más poderoso de Ragus la tonta se fijó en un Beta? —Cecil observó al soldado que acompañaba al Omega —No me tomes a mal, Rome. Sé que hay Betas maravillosos, pero ese en particular era un asqueroso sirviente. Venía de lo más bajo.
—Todas las personas son valiosas, no importa de donde vengan.
—Cariño, sé que al ser noble ves todo con ojos de privilegio, pero créeme, ellos son diferentes a nosotros. Son como animales…
—¡No son animales! —No pudo soportarlo más. Las ganas de llorar estaban a punto de explotar en su cuerpo. La impotencia causada de las palabras ajenas lo enfureció. —¡No soy un noble! Yo también era un sirviente hasta que el Emperador Pick me dio su gracia.
—¿De verdad? —Cecil no se veía sorprendida. —Entonces si eras un sirviente… ¿qué le paso a tus padres? ¿De casualidad fueron asesinados en el norte?
Ingenuo e inocente. Eso pensó Rome de sí mismo. Toda la estúpida historia tenía un propósito que él tardó en ver. La Reina quería tocar fibras de su ser para tentarlo a revelar su verdad.
—Mis padres murieron hace un par de años en Araik. No soy quien usted cree, ya se lo he dicho.
Cecil volvió a beber el té con una sonrisa y giró la cabeza para hacer una seña. Uno de los sirvientes que la acompañaba salió del lugar durante un par de minutos antes de volver con una pareja de ancianos.
El Consorte no tuvo que verlos dos veces para saber quiénes eran; sobre todo porque los ojos de la Omega eran iguales a los de su madre.
—Sé que no eres él, pero no dejo impresionarme por tú parecido con jazmín. Llame a sus padres para que volvieran a ver a su hija.
El par lo miró de arriba abajo perdiendo un poco el color de sus rostros. Físicamente vestían muy sencillos, pero se notaba la nobleza y la elegancia de su sangre. Rome hizo un esfuerzo inmenso para no salir corriendo. Sentía que se derrumbaría en cualquier momento.
—Querido, ¿estas bien? Te has puesto pálido… —La voz de Cecil atravesó sus oídos, recordándole que no perdiera la compostura. —¿Te emocionaste al ver a tu familia?
—Ellos no son mi familia. —dijo sintiéndose mal —Mi señora, le ruego que por favor se detenga. Me estoy sintiendo incomodo por su persistencia.
—No tienes que ser tan delicado. —Ella se colocó de pie y atrajo a los invitados más cerca —¿Qué opinan? ¿Se parece mucho, cierto?
—Tiene cierto aire de similitud, pero es diferente. —Esta vez fue su abuelo quien habló —Y con esa cicatriz su rostro se afea bastante. Cuando nos dijeron que el Consorte de Araik se parecía a nuestra hija creímos que sería como una doble.
—Pero sí son parecidos…—Cecil no podía creerlo.
—Con todo respeto, quizás sus recuerdos no están tan claros —Su abuela agregó —Mucho gusto, Alteza. Disculpe si lo hacemos sentir incomodo.
—No, no lo hacen. —El Omega se apresuró en mostrar su respeto —Todo esto es una confusión. Disculpen por no ser quien ustedes esperan.
—Mejor que no lo seas. Esa desagradecida. Le dimos todo y nos dejó por un Beta.
—Los Betas son peligrosos; Oab no era la excepción, ya sabes lo que dicen de los sirvientes, les das una mano y toman el brazo. —dijo el hombre.
La incomodidad volvió a tomarlo. Ya no era solo la Reina, su propia familia hablaba mal de lo que él fue en el pasado. Si bien no quería llevarles la contraria, no podía quedarse callado.
—Les tengo mucho aprecio a mis súbditos, les agradecería que no se refieran a ellos de ese modo. —frenó las críticas. —Antes de ser Consorte yo mismo fui un sirviente, por lo que encuentro ofensivas sus palabras.
Ambos guardaron silencio y se miraron entre ellos. Cecil suspiro con desgana. Esperaba una reacción emotiva por parte del más joven, en cambio, la madurez y la firmeza con que Rome expresaba que esa no era su familia desinfló sus planes malvados.
—Bueno, me retiro. —comentó con aburrimiento —Cuando terminen pueden irse. Vamos.
Todo su sequito se fue, dejando únicamente a Rome con varios de sus soldados y la pareja de ancianos. El Omega se sentía extraño, dudaba de que realmente estuvieran solos ahí.
—¿Es la primera vez que vienes a Ragus? —Él asintió a la pregunta de la mujer —Excelente, ¿esos son tus súbditos?
—Si señora, vienen de Araik conmigo…
El hombre entonces empezó a hablar de Ragus. Contaba las maravillas del pueblo y despotricaba mil y más groserías sobre el porqué su hija era mala. Rome lo miro pensando que se había vuelto loco porque su voz era alta mientras explicaba sobre el bosque y miles de tonterías más. De repente, sintió que le agarraron las manos.
La anciana le sonrió y con sus labios moduló palabras que solo él podría entender.
—“Eres White o Black?” —El omega se asustó. Trato de retirar las muñecas, pero ella negó y le dijo que guardara silencio. —“Las paredes tienen oídos” —Solo su boca de movió de nuevo. —“No le mientas a tu abuela…”
—“White…” —Ella sonrió y lo soltó. De su ropa saco una carta y se la metió bajo sus ropajes.
—“Ábrela cuando estes solo…” —Rome asintió y entonces el anciano termino su discurso.
—Pero bueno, no hablemos más de Ragus. ¿Cuánto tiempo te quedas? Veo que hueles a Alfa…
***
En su habitación Rome se dedicó a leer la carta.
“Hola, amado nieto. Estamos muy felices de que hayas sobrevivido. Perdimos tu rastro hace muchos años; nos alegra que tengas un hogar y un esposo en Araik. Tú madre estaría muy contenta de saber que uno de sus dos retoños sobrevivió.
Estuvimos en contacto hasta sus últimos días; es una pena que todo haya terminado así. Nos sentimos culpables, fue nuestra culpa que ustedes fueran rastreados. Debimos tener más cuidado al enviarle información. Espero que algún día puedas perdonarnos. Lamentamos mucho que te hayan hecho esa cicatriz, pero teníamos que evitar que te reconocieran a toda costa porque te empezabas a parecer a ella. Te queremos, por favor, vete de Ragus en cuanto puedas y no vuelvas jamás. No te acerques a Ming, no confíes nunca en un Emperador como él. Siempre que nos necesites estaremos aquí, pero de ser posible desaparece. Nunca dejes de perseguir tu libertad. Quema esta carta en cuanto termines de leerla.”
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Su familia sabia de él y lo amaban. Descubrir todas las verdades que rodeaban su vida y la de sus padres lo destrozó. No sentía ningún tipo de resentimiento, después de todo, su madre le había enseñado que la familia era lo más importante.
El fuego convirtió en cenizas el papel tan rápido como la ráfaga de viento que lo empujo para quitárselo de las manos. Desde el suelo, se dio cuenta de que Mix miraba todo horrorizado. Pick sostenía los restos quemados con la mirada oscura.
—Retírate. —le dijo a su asistente personal. —Avísale al General que tendrá que seguir con el entrenamiento él solo.
—Si, Mi Señor. —El pequeño tenía miedo por su amo —Alteza, ya casi viene la hora de la cena. Les traigo la comida a ambos o…
—Rome no va a comer hoy. Vete y no vuelvas hasta mañana. —La mirada que los Omegas intercambiaron fue igual. Incertidumbre y terror mezclados.
La ráfaga de feromonas que lo atravesó debilitó sus piernas. Más que furioso, el Emperador de Araik realmente parecía que iba a matarlo. En su cuello la marca comenzó a palpitar por el estímulo tan fuerte. Dolía y picaba provocando que llorara aún más.
—¿Qué es tan secreto que tienes que destruir la evidencia? —Los pasos acercándose a él lo estremecían del pánico —¿Hace cuanto quemas cartas, querido? ¿Con quién te envías mensajes a mis espaldas?
Rome no podía moverse ni hablar.
Estaba paralizado.
—¿Qué debería hacerte? —Su respiración era ruidosa y profunda, a Rome le dolía movilizar el aire en su pecho. —Confié en ti y así es como me pagas…
—Alfa…—Soltó un jadeo tembloroso —Deja…déjame hablar…
—¿Tienes un amante, Rome? —Sus ojos se encontraron —Si no quieres ser torturado, dime en este momento quién diablos es.
—No…No es así…
—¿No? ¿Entonces por qué tiemblas como si yo hubiese descubierto tu travesura? —Su mejilla se giró hacia un lado. Jamás se esperó aquella bofetada. —¿¡Quién carajos te dio esa carta!?
—Mi…mi abuela…—los sollozos se escaparon de sus labios —Mi abuela, ella…ella fue…lo juro…
—¿Y que decía?
—Que ellos saben quién soy, pero guardaran el secreto…—El Omega se atrevió a mirarlo —Por favor…Cálmate…tengo miedo…
—Deberías tenerlo; no debiste quemarla sino mostrármela. Acabas de traicionarme, querido…
—Me asustaba que Ming la viera. —La mano del Emperador que antes lo golpeo sobó su mejilla enrojecida y luego se deslizó hacía atrás.
El jalón en su cabello fue tan rápido como la exposición de su cuello. Cerró los ojos y contuvo el gritó que la mordida le causó. Si estaba tan reciente, no entendía porque el Alfa volvía a inyectarle sus feromonas.
A pesar de eso, liberó de su propia esencia en silencio, esperando a que su olor sirviera para tranquilizar al mayor lo suficiente como para que lo soltara.
Las mordidas de dominación y sumisión era algo a lo que Rome estaba acostumbrándose. En el pasado, pensar que permitiría que alguien le hiciera aquello era impensable. Él siempre fue fuerte e independiente. Nunca creyó que terminaría dependiendo de un hombre tan poderoso como Pick.
Quizás por eso su madre huyó.
En la carta lo decía, no debía confiar en un Emperador. Pick era uno.
El calor de su propia sangre se deslizó por su cuello mientras miraba a su compañero. Algo en su interior le decía que corriera o sería muy tarde, sin embargo, sus piernas se rehusaban a moverse.
—A partir de ahora te vas a comportar como si fueras mi sirviente —dijo el Alfa lamiendo la herida abierta —No quiero verte ni un segundo lejos de mi vista. ¿Entendido?
—Si…—Por supuesto, Rome ignoraba por completo que para el cerebro retorcido de Pick, que él tuviera un amante estaría mucho mejor que el hecho de que hablara con su familia.
Al amante podría matarlo, en cambio, a toda su familia no.
—Si alguna vez intentas huir voy a hacerte algo muy malo —susurró frente a la marca —Recuerda que te amo y me amas, Rome. No juegues con fuego o voy a quemarte.
Notes:
NOTA DE AUTORA:
¿Pudieron conectar la vez que Rome le contó a Emma la historia de su madre con la versión de Cecil? Y… ¿No les da impotencia ver como Rome sufre porque manipulaban a su mamá y a él le está pasando exactamente lo mismo?
Espero sus comentarios, ¡Besos!
Chapter 35: CAPITULO 35
Notes:
NOTA DE AUTORA: Hola! Ha pasado un tiempo! Gracias a todas las personas que me escribieron mensajes bonitos durante mi ausencia! Les traigo doble actualización para compensar el tiempo perdido. Disfrútenlos! Besos!
Chapter Text
Atender al Emperador era algo que, aunque Rome llevaba mucho sin hacer, no había olvidado. Bañarlo, vestirlo e incluso alimentarlo, aquello no era difícil ni le pesaba.
Lo que realmente lo agotaba era volver a la función de ser un ambientador humano; producir feromonas todo el tiempo requería de mucha concentración física y mental, además de disposición y rodillas fuertes para soportar el estar junto al hombre.
En el campo de entrenamiento, una carpa servía como oficina de altos mandos. En aquel lugar, el Emperador de Araik se encontraba realizando sus trabajos mientras se deleitaba con el fuerte olor del Omega. Era tanto que Ming no pudo disimular el placer que le causó entrar; Pick lo vio sonreír con gallardía y le echo un vistazo a su pareja quien yacía sentada en el suelo con la mirada gacha.
—¿Qué te hizo Rome? ¿Por qué lo tienes castigado? —El anciano preguntó burlándose del pequeño. —Buenos días, querido, ¿Cómo estás?
El chico no respondió.
Únicamente apoyo la cabeza en la pierna del Alfa y mantuvo el rostro hacía abajo para evitar encontrarse con la mirada contraria.
—Él no puede hablar… —Pick no ocultó su sonrisa por el comportamiento sumiso —Mi prometido ha perdido algunos beneficios por un tiempo. Si quiere hablar con él tendrá que esperar, Alteza Ming.
—No seas tan duro, él es un Omega bueno como lo era su madre…ah quiero decir, como lo era Jazmín. El olor es impresionante aquí.
—Disfrútalo mientras puedas. —Pick ni siquiera le dio importancia a los temblores de su compañero debido a la evidente forma en que el anciano se lo comía con los ojos —Hablemos del plan de emboscada, pronto partiremos a los límites de Ragus…
El Omega escuchaba atentamente el intercambio de información hasta que repentinamente todo se volvió negro. La sensación de recibir todo el peso contrario contra su extremidad inferior le hizo saber a Pick que Rome se había desmayado del cansancio.
Ming observó al Alfa recostar al chico suavemente contra el suelo y cubrirlo con una manta.
—Aunque él ahora mismo este a tus pies, tengo la sensación de que es todo lo contrario. —Comentó el viejo —Lo castigas, pero lo cuidas. ¿En verdad te enamoraste?
—¿Por qué me casaría si no? —El Alfa mayor se rio —¿Terminaste? Sigamos con nuestro trabajo.
Pick lo odiaba, sin embargo, para que la paz de su reino no se viera comprometida era necesario que actuara con él. No obstante, ya lo había decidido; en un futuro, tendría que deshacerse de Ming.
Rome era suyo.
***
El Consorte volvió en sí con la sensación de pesadez en el cuerpo y pensó que tal vez Mix lo estaría cuidando, en cambio, seguía en la tienda de campaña sobre el suelo y con la ropa de Pick protegiéndolo del frio.
—¿Despertaste? —La voz de su prometido lo asustó, por lo que se contrajo en su lugar deteniendo sus movimientos —¿Tienes hambre? Traerán la cena pronto. Debes alimentarte bien, no me gusta que te desmayes, querido….
—Alfa…perdón…—Sintió sus ojos humedecerse al pensar en un posible castigo. —Yo no quería…
—Lo sé. Si te sigues portando bien voy a dejar que hables con Mix, ¿Qué opinas?
—No volveré a ocultarte nada. —dijo apretando la ropa ajena —Te amo, no me castigues más…
Pick sonrió con elegancia y asintió dándole la razón.
Atrapar a Rome en sus feromonas le fascinaba porque eso siempre lo volvía dócil y tierno. Más que castigarlo, su idea era mantenerlo intoxicado con su esencia. Débil y nublado mentalmente como para pensar en otra cosa que no sea él.
Comieron juntos en el suelo; Mix se sentía incomodo con el comportamiento de su Amo. El Omega parecía estar borracho, no era capaz de ponerse en pie por mí mismo y dormía todo el día en el piso junto al Alfa. En medio del limbo mental, la hora de partir para atacar al enemigos llegó.
Por supuesto, Pick montó a Rome en su mismo caballo. Aquello se sintió como un Dejavú para el Consorte, quien se apegó al cuerpo de su Alfa y se dedicó a recordar el paisaje de Araik.
—¿Te gusta ver la naturaleza? —le preguntó al oído, haciendo que él se tensara. —¿Mi Rome?
—Si, Alfa. Me encanta verla…
—Te dije que a mi lado conocerías muchos lugares. —murmuro mientras depositaba un beso en la parte posterior de su cabello —Sigo molesto, sin embargo, te aprecio lo suficiente como para permitir que disfrutes lo que puedo darte.
—Gracias por ser tan bueno conmigo…
—Es imposible no serlo. Cuando lleguemos al punto final quiero que sigas portándote bien, Rome. No podrás acompañarme todos los días, así que espero que no me hagas enojar.
—¿Cómo que no voy a acompañarte? ¿Vas a dejarme solo? ¿Por qué?
—Cálmate. —El mayor lo abrazó con entusiasmo al sentir la desesperación en su voz —El campamento estará a un kilómetro del punto de batalla. No puedo llevarte a la acción. Es peligroso, pero puedes estar tranquilo, yo estaré a varios metros de la pelea y volveré a tu lado todas las noches. Te lo prometo.
—Yo sé lanzar flechas y usar la espada, puedo ir…
—Prefiero que te quedes y me esperes. Si vas conmigo, ¿Quién curara mis heridas? —El pequeño Omega se giró con temor; sus instintos de peligro se activaron y Pick lo notó —Tienes que calmarte. Ya te dije que mantendré mi distancia; solo lo digo porque tener al amor de mi vida esperándome me dará el impulso de no rendirme. ¿Me amas, cierto?
Las feromonas de Pick se dispararon de forma violenta contra el cuerpo del ex sirviente. Los otros Alfas que los acompañaban se separaron dándoles su espacio. Para nadie era un secreto que durante el día Rome solía ser bombardeado con el olor de su compañero. Después de eso, el chico se volvía de mermelada, cerrando los ojos y dejándose hacer del mayor. Nadie entendía el motivo de aquello, pero tampoco lo juzgaban. Los días en Ragus habían vuelto a Pick más celoso que de costumbre.
—Si…te amo…—susurró el Omega perdiendo la consciencia después de sentir que sus ojos pesaban más de mil toneladas. Fue tan rápido que, si no fuese por el Emperador, él habría caído del caballo.
—Alteza. —Porsche se acercó valientemente al observar el espectáculo. —El carruaje para Rome está disponible. Mix lo está esperando adentro…
Ambos hombres bajaron el ritmo y se detuvieron frente al vehículo que era jalado por equinos. En su interior varias sabanas estaban dispuestas formando una cama improvisada. Mix sostenía un pequeño artefacto de metal con hierbas dentro.
—Enciéndelo. —Demandó el General —Te sentirás mareado y probablemente te quedaras dormido también.
El adolescente no entendía del todo lo que hacían los hombres. Primero le dijeron que drogara a Rome en el desayuno y ahora lo pondrían a dormir durante todo el viaje. Era demasiado extraño.
—General…—agarró la manga del hombre con duda —¿Por qué mi Amo debe permanecer dormido?
—Vamos a atravesar el pueblo de Ragus. Quédate adentro y no salgas. —Fue la única respuesta que recibió.
Porsche cerró la puerta del carruaje, dejándolos encerrados, y se dirigió al Emperador. Guardó silencio mientras acompañaba a su amigo; no obstante, estaba empezando a preocuparse por la creciente obsesión que veía en los ojos de Pick.
Dormir a Rome para que no tuviera la más mínima tentación de bajarse en el pueblo y reunirse con su familia le parecía extremo. El chico estaba marcado y más obediente que nunca. Aun así, no le llevo la contraria.
Y se dio cuenta de que la idea fue un acierto total. Atravesar Ragus fue como un golpe extraño en su retina. Varias personas tenían rasgos físicos como los de Rome. La forma de sus ojos e incluso su estatura, no había duda de que la sangre del Omega venia de ahí. Pensándolo bien, hasta que Mix se hubiese dormido era perfecto.
—La familia de Jazmín es numerosa… —Como leyendo sus pensamientos, Pick habló —Ming me lo ocultó, pero la Reina Cecil fue bastante generosa con su información. Obviamente ella no va a arriesgarse a que se repita la historia y su esposo la abandone por otro Omega.
—Creí que él no tenía familia…
—Yo soy su familia, no necesita a ninguno de estos aparecidos. —El Emperador de Araik observó seriamente a su amigo —En cuanto terminemos esto nos vamos por otro camino. No quiero que él vuelva a hablar con nadie de su sangre, es más, quiero que se olvide de ellos. Solo yo tengo que estar en su mente.
—Amigo, creo que estas sobre pensando mucho las cosas. Rome te quiere y nunca se atrevería a…
—Silencio. —Lo interrumpió —No confío en él. Hasta que nos casemos y lo marque debo tener cuidado de que no escape. Me moriría si eso ocurre, ¿lo entiendes, Porsche?
No tenía ningún sentido pelear o discutir.
Pick definitivamente había enloquecido por Rome.
***
Mix despertó asustado en medio de la oscuridad.
Alguien lo abrazaba desde la espalda, paralizando su cuerpo. Apartó con miedo las extremidades contrarias y pateo al desconocido, arrepintiéndose al instante de reconocer quien era.
—Auch, ¿por qué me golpeas? —Su Amo se sobaba desde el mar de sabanas —¿Acaso estás loco?
—¡Alteza! ¡Lo siento! Me quedé dormido y me desperté desorientado…
—Tranquilo... —dijo intentando ponerse en pie —¿Ya llegamos? No sé en qué momento me quede dormido…
—Ni yo…—Mix desvió el rostro para evitar que Rome viera la mentira en sus ojos. Él mismo había contribuido a la manipulación de su comida. Todo el vehículo olía a incienso y hierbas. Se apresuró en abrir la puerta antes de que el mayor se diera cuenta del ambiente.
Del otro lado, los soldados y otros sirvientes ya habían preparado todo el campamento. Varias carpas se desplegaban por la zona; algunas fogatas estaban encendidas y dispersas calentando la fría noche.
El Consorte bajo del carruaje con ayuda de su sirviente y olfateo el bosque. La naturaleza tenía su encanto característico, no solo el césped sino también la tierra calmaba un poco de sí; sin embargo, algo faltaba.
“Alfa…”, su voz interior resonó en el fondo de su mente. Necesitaba al hombre con urgencia.
Corrió entre el ejército tan rápido como pudo, se sentía desesperado y angustiado. La última conversación que tuvo con su pareja sonó como una despedida. Vio a Porsche a la distancia y apresuro sus pasos; tanto que termino chocando con alguien.
Pick sonreía con gusto al verlo.
—Querido, por fin despertaste…—El Omega se restregó contra su pecho bajo la mirada de todo el mundo, complaciendo al mayor —Duraste casi dos días inconsciente, mi pequeño dormilón.
—Lo siento, no sé porque me dormí de esa manera. Es la primera vez que me sucede.
—Te desmayaste cuando íbamos a caballo, supongo que todos estos días liberando feromonas te pasaron factura. —El emperador entrecruzó sus manos y lo jaló para que caminara —Te mostraré nuestro nido de amor…aunque compartido.
Cerca de la fogata principal, una carpa grande de cuero animal se extendía. Varios soldados custodiaban la entrada, dando una sensación de que era la más segura de todas. No tenía divisiones, solo era un lugar rustico para cubrirse en la noche del frio y de las adversidades climáticas.
—Ordene que te construyeran una cama especial. Tiene paja debajo y muchas sabanas para que sea acolchada. Las noches aquí son heladas, así que también te traje ropa gruesa. Si llegas a necesitar algo pídemelo.
—A ti…—las palabras se escaparon de su boca, provocando que el calor se subiera por su rostro —Eh…quiero decir…eh…
—¡Que lindo! —contestó Pick arrojándolo en la cama mientras liberaba feromonas. Rome apretó las telas debajo de él al sentir que sus pantalones dejaban sus piernas.
Cerró los ojos cuando la boca del Alfa tomo su parte sensible. Pequeños jadeos dejaron sus labios al mismo tiempo que los movimientos expertos de su pareja lo enloquecían. Era imposible quedarse quieto ante el constante estimulo.
—Al…Alfa…espera…si sigues yo…—Por supuesto, él no se detuvo, sino que aceleró lo que hacía hasta que el Omega terminó en un gemido largo y placentero.
Pick se puso de pie, tragando su esencia y mirándolo a los ojos. La vista que Rome le ofrecía era caliente y tentadora, sin embargo, él no podía ceder a sus instintos.
—¿Alfa? ¿No vas a seguir? —El pequeño se preocupó al verlo entregarle sus pantalones —¿Hice algo malo?
—Estamos en medio de la guerra, cariño. No es correcto que yo gaste mi energía contigo.
—Pero…pero…
—Atenderé tus necesidades. —lo calló con un besó —Verte de esta forma me servirá para aumentar mi agresividad debido a la frustración sexual. ¿Me ayudaras, cierto?
No existía forma de negarse.
Si su cuerpo era un instrumento para servir al Emperador, ¿Cómo podría él faltar a su deber? Placer y feromonas.
Sería un tonto si dijera que no.
***
Los días comenzaron a transcurrir entre idas y venidas de los soldados. Lo que creyeron que serían semanas, se convirtieron rápidamente en meses. En la mañana Rome dormía, las noches eran para auxiliar al Alfa. Más que algo sexual, el Omega se vio envuelto en labores de enfermería que no conocía y tuvo que aprender.
Cuando el sol empezaba a esconderse los guerreros volvían bañando el campamento en un olor de sangre y muerte. Al principio Rome curaba únicamente a su compañero, la marca y las feromonas lo sometían lo suficiente como para no mirar a otros, pero conforme pasaba el tiempo y la herida desaparecía, comenzaba a auxiliar a los demás.
Debido a eso, a menudo Pick fingía estar más magullado de lo real y le decía que masajeara sus adoloridos músculos, acaparando toda su atención. Porsche se burlaba de aquello, sin embargo, no intervenía. Ver al Emperador feliz era suficiente para guardar silencio y seguirle el juego.
—Esto se está prolongando más de lo que esperábamos —dijo el Alfa permitiendo que e, Omega curara un moretón en su brazo —Ya casi van a ser cuatro meses. ¿Extrañas Araik?
—Todos los días ansió volver a nuestra habitación. —A pesar de que el tiempo había pasado, la marca todavía lo dominaba un poco —Quiero sentirte en mi cuerpo…
—Yo también lo quiero. Te prometo que te tomaré tanto que tendrás que noquearme para que me detenga…—El Consorte se sonrojó dándole un golpe justo donde aplicaba ungüento, sacándole un quejido seguido de una risa.
Uno de los soldados repartió una botella que Rome agarró arrugando el rostro al ver que dañaba su bien ambiente. El líquido era una bebida para suprimir el celo y el deseo sexual de los Alfas. En medio de la batalla era importante que la testosterona no saliera de sus cuerpos.
La agresividad de sus instintos no podía perderse por deseos carnales.
Aunque en el fondo, una parte de sí agradecía aquello. Si el celo de Pick llegase, seguramente lo marcaria permanentemente. Le asustaba pensar en la posibilidad de que la sensación de necesitad estuviera siempre en su mente.
Todos los días esperaba el regreso del Alfa con anhelo y ansiedad.
No se imaginaba que fuese peor.
El ejercito abandonó el campo esa mañana, todo parecía estar tranquilo y en calma hasta que un Beta se le acercó a Rome y le entregó una carta de forma secreta; inmediatamente se tensó y la guardo con miedo. El temor de volver a ser castigado o mordido violentamente lo hizo temblar. Decidió esperar a que el Emperador llegara para dársela.
—Me la dio un soldado, no la he leído. —explicó de inmediato tendiendo el sobre. —No dijo de quien era. No sé quién la mando. Lo juro…
—Buen chico —comento Pick robándole un beso antes de abrirla —Es de mi madre.
“Querido hijo, has tardado mucho tiempo.
Te escribo para informarte que pronto será el segundo cumpleaños de Ryan, espero que estes aquí para la celebración.
Pueden que te lleguen rumores, así que voy a aclararlo. Un grupo de tontos se enteró de que estas por fuera y trataron de invadirnos. Me encargué de matarlos y colgué sus cuerpos en las paredes del palacio principal. Sus cabezas están en el pueblo sobre estacas para dar un mensaje.
Todo está bien por aquí, vuelve pronto. Con amor, Olga…”
No solo Rome, cada uno de los presentes que escucharon la información se quedaron helados. La violencia del Emperador era una herencia bastante clara de la Reina Madre.
—Y tu querías quedarte. —Se burló pick del silencio colectivo. —Pobre Lucia, mi madre puede ser un poco difícil…
—Si el cumpleaños del Príncipe está cerca… —El menor se acercó a él con una sonrisa —Significa que pronto será el tuyo…
—El tuyo es primero, ¿no? —Lo interrumpió el Alfa —Sé que no te gusta celebrarlo, pero…
—No es un día muy feliz para mí… —Rome se mordió el labio reteniendo recuerdos tristes. —Mejor pensemos en el tuyo.
—Si eso quieres, dime, ¿ya sabes que me darás de regalo?
—No…no he pensado… ¿quieres algo?
—El sí. —Él no entendió. —Piénsalo bien.
Repasó sus palabras durante todo el día siguiente. Aun así, para distraerse, prefirió planificar con Mix un regalo adecuado para su pareja. Al igual que el año pasado, escogieron algo hecho a mano que el Alfa valorara tanto como los pañuelos que usaba a diario. Cuando llegó la noche, el Emperador lo mando a llamar.
—Hoy tengo algo especial para ti. —Por alguna razón aquella frase activo una alerta.
La luna era lo único que alumbraba el camino por el que el Alfa lo conducía. Entre más se alejaban del campamento, el bosque se volvía más frondoso. Rome temía que, si soltaba la mano contraria, se perdería y nadie jamás podría encontrarlo.
—Ya casi llegamos. —dijo Pick apretando su agarre con fuerza y entonces lo vio.
Justo debajo de un árbol, un mantel se extendía.
—¿Qué es esto? —fue imposible para el Omega esconder su emoción.
—¿Pensaste que olvidaría tu cumpleaños?
—No, es solo que estamos en medio de la guerra y…
—Mi amor por ti es más grande que la violencia que nos rodea —murmuró, llevándolo al mantel y lo sentó. —Hoy es una noche especial. No todos los días te tengo aquí para mí.
Un ramo de Rosas llego a sus brazos, provocando un sonrojo generalizado en sus mejillas. No podía creer que el Alfa se hubiese tomado el trabajo de hacerle semejante detalle. Inclusive su comida favorita estaba ahí.
—No debiste…—Sollozó conmovido —Tú…hacer algo como esto…
—Te mereces esto y más —Secó sus lágrimas mientras depositaba un beso en cada uno de sus cachetes, finalizando con sus labios —Te traje un regalo…
—¿Un regalo? Todo esto es más que suficiente…
—Es algo que te debía —De su bolsillo izquierdo Pick saco una pequeña caja que al abrir reveló un anillo —Eres mi prometido, Rome. Quiero que lleves la promesa de nuestro amor para que todos lo vean.
—Es hermoso. —La joya se deslizó en su dedo —Se ve costoso y…
—Nada vale tanto como tú. —El mayor besó su muñeca mirándolo directamente a los ojos —Combina con el anillo que te daré al casarnos.
—Pick...yo...
—¿Qué opinas si al volver realizamos la ceremonia? —El omega se tensó. —No tienes que responderme enseguida. Piénsalo con poco. Ya llevamos mucho tiempo juntos, quiero ponerte en los registros familiares. ¿Qué tal me pase algo y muera?
—No digas eso.
—Siempre hay guerras, querido, quiero dejarte viviendo bien y tranquilo en Araik.
—Si mueres yo muero... —dijo sin pensar. —Aunque es mejor que ninguno de los dos muera…
El Emperador soltó una carcajada.
No importaba lo que Rome quisiera, él ya había tomado la decisión de hacerlo.
Ajeno a los pensamiento del Alfa, el Omega compartió la risa del mayor y se dispuso a comer. La felicidad y complicidad entre ellos hizo la noche agradable. Al final, se recostaron en el mantel y miraron juntos las estrellas.
—Si pasa una estrella fugaz, ¿qué deseo pedirías?
—Quisiera devolver el tiempo y abrazar a mi hermano. Hoy también es su cumpleaños...
—Siempre puedes abrazarme a mí. —El Alfa lo atrajo a su pecho. —Yo pediría que el tiempo se detuviera ahora mismo. Estar aquí, en la oscuridad de la noche disfrutando como brillan tus ojos bajo la luz de la luna, nada podría hacerme más feliz. Te amo.
—Yo también... —contestó dando un beso en la marca antes de liberar feromonas. —Los soldados... ¿nadie se ha dado cuenta?
—Mientras no me quite la camisa no lo harán. ¿Por qué? ¿Quieres que lo sepan?
—No. No es necesario. —expresó escondiéndose en la curvatura de su cuello —Aunque me gusta que sepan que nos pertenecemos. Y…todos...todos pueden ver mi marca...
—Eres tan lindo... —balbució Pick deslizando su mano bajo la ropa contraria. —Te daré una noche feliz.
—Pero...ellos...
—Solo nos rodean los guardias principales, además, no es la primera vez que te escuchan.
—Me da vergüenza. Por favor...
—Entonces cierra la boca, esto también es tu regalo de cumpleaños.
Rome agarró su traje para evitarlo, pero Pick le mostro sus dientes y desabrochó sus pantalones. Aunque solo usó sus manos, basto para que Rome se perdiera. Ya no dependía tanto de la marca y, sin embargo, seguía siendo débil con el Alfa.
—¿Te gusto?
—¿Cómo podría no gustarme? —respondió sin aliento. —Ojalá fuera mi cumpleaños todos los días.
—No necesita serlo para complacerte —Pick volvió a abrazarlo hasta que su respiración se volvió más tranquila. —Me encanta verte feliz, mi lindo Omega.
—Insisto, eres demasiado cursi… ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta de que el malvado Emperador es tan romántico?
—¿Creer que no lo saben? Todo el mundo tiene muy claro el amor que siento por ti.
—Tonto…—Rome apretó la ropa contraria —Siempre me avergüenzas frente a todos. No te importa ni cuando esta Mix…
—Ahora que lo dices, no me has contado nada sobre tu plan. —el menor lo miró sin entender —El de que Earth enamore a Mix. ¿Ha habido avances?
—Es más difícil de lo que pensé. Mix realmente no está interesado en nada sentimental. Creo que es muy joven todavía…
—Tiene la edad perfecta para que sus hormonas se activen por alguien.
—Si, pero después de lo que paso se ha vuelto un poco distante. Conmigo sigue igual, sin embargo, notó que desconfía del resto. Creí que le gustaba Porsche, pero incluso con él mantiene su distancia.
—Podrías intentar que él y el Beta pasen más tiempo juntos. Recuerda seguir entrenando, estamos en medio de una guerra.
—Mañana mismo continuare practicando mis habilidades. —lo besó —Por esta noche, prefiero seguir disfrutando de las tuyas.
El Emperador sonrió.
Por supuesto que le demostraría de lo que era capaz.
***
Dormir en la misma tienda de campaña que el Consorte y el Emperador era incómodo para Mix, sobre todo porque además de ellos, el General y los otros altos mandos compartían espacio. Las camas no eran más que piel animal y algo de paja; eso causaba que las frías noches se sintieran largas y prolongadas.
Las dos primeras semanas fueron una total tortura. Nada parecía ayudarlo, no obstante, aunque al principio estuvo en desacuerdo, la presencia de Earth en su lecho le trajo beneficio. El chico solo unos años mayor que él fue designado como su acompañante.
A pesar de que existían varios lugares, a su Amo le pareció una excelente idea que ambos estuvieran cerca de él. Esperaba que el Emperador se negara, pero sorpresivamente, él había aceptado aquello.
Normalmente no hablaban, únicamente usaban la espalda contraria para calentarse. Esa noche en particular, Rome y su prometido no estaban, por lo que el silencio se sentía más fuerte de lo que era. Mix solía preparar a su Amo para dormir y luego caía rendido, así que al no tener trabajo se sentía raro.
—¿No tienes sueño? —El Beta se acercó a él mientras observaba una fogata —La noche está empezando a enfriarse.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Me tiro al fuego? —Earth se rió. —¿Por qué te ríes de un chiste tan malo?
—Me pareció gracioso. —dijo sentándose a su lado y de su bolsillo sacó un par de dulces —El Amo Rome me los regalo, ¿quieres?
—El Amo Rome tiene prohibido hablar con Betas. ¿Acaso quieres envenenarme?
—Me atrapaste —dijo el soldado sonrojándose al ser descubierto. —La verdad es que nos lo dio el General, por si nos sentimos débiles en la batalla…
—¿Entonces por qué me lo das? Haz lo que te dice el General, no seas tonto.
—Pensé que le vendría bien un dulce a tu lengua amarga. —Mix lo miró incrédulo por sus palabras —¿Por qué eres tan grosero?
—¿Yo grosero? ¡Acabas de ofenderme!
—¡Lo hice porque tu fuiste grosero conmigo! —Earth chasqueo la lengua respirando profundo para calmarse. —Olvídalo. ¿Quieres o no el dulce?
—Dámelo, idiota. —Mix le arrancó la golosina de las manos y se la metió en la boca sin dejar de ver el fuego. —Primero duermes conmigo y ahora me molestas en mi tiempo libre. Que fastidioso eres.
Earth controló el enojo. Su deber era cumplir con lo que el Consorte le pidió, el problema era que aquello estaba siendo muy difícil. El adolescente era bastante claro en demostrarle que no le simpatizaba ni un poco. Ganarse a un niño inmaduro nunca estuvo en sus planes cuando se unió al ejército de Araik. Aun así, ordenes son órdenes.
—¿Por qué Alteza Rome no puede hablar con Betas? —preguntó sorprendiendo al chico —¿Qué? Tú mismo acabas de decírmelo.
Mix se apresuró en taparle la boca y mirar de lado a lado con miedo; por suerte, nadie estaba poniéndoles atención. De hecho, ellos eran los únicos junto a esa fogata.
—No hables tan alto —Lo regañó con los ojos muy grandes —No vuelvas a repetir eso o vas a meterme en problemas.
—¿Por qué? —El menor arrugó el rostro —¿Es con todos los Betas o solo conmigo?
—¡Dios mío, que te calles! —Mix le pego en el brazo, a lo que el soldado se rió —¿De qué te ríes?
—Te ves muy lindo cuando te enojas. Está bien, no lo diré más. Pero…—Se acercó al chico para que solo él oyera —¿Es por los celos del Emperador?
—Earth, ¿acaso quieres morir? —El mayor sonrió —Si ya lo sabes, ¿para qué lo preguntas?
—Lo se. El general Porsche me lo advirtió y para ser honesto, el Consorte ha dejado de hablarme también.
—Ojalá yo pudiera hacerlo. —El mayor hizo una expresión de incredulidad a lo que el sirviente estalló en carcajadas. Era la primera vez que realmente compartían más que un par de palabras. —¿Extrañas a tu familia?
Fue una total sorpresa para él que el Omega buscara seguir la conversación en vez de pararse y dejarlo abandonado como solía hacer.
—Soy huérfano. —comentó hablando suavemente —Mamá murió al darme a luz, así que me crie en una casa de acogida.
—Lo siento, no lo sabía…
—No estoy avergonzado de eso. Los Omegas que me cuidaron fueron muy buenos; estuve con ellos hasta que ingresé en el ejército. Supongo que buscaba un lugar al que pertenecer, ¿Y tú? ¿Por qué llegaste al palacio?
—Mataron a mi padre y mamá necesitaba dinero para criar a mi hermano —Esta vez fue el Beta quien arrugó el rostro —Tranquilo. Ya lo superé, aunque no te miento. Al principio fue difícil. Alteza Rome me acogió con paciencia, solo por momentos me siento nostálgico…
—Si algún día te sientes triste puedes contar conmigo. —Joven soldado sonrió extendiéndole otro dulce —Las noches como estas me recuerdan a cuando yo era un niño y le pedía a las estrellas por una familia. Supongo que al final se me cumplió.
—¿Tienes pareja?
—No, mi familia son todos ustedes. Araik es mi familia. —Esas palabras causaron calidez en el corazón de Mix. Se quedo mirando al mayor, quien reposaba su cabeza en sus rodillas mientras lo observaba de lado.
El Omega se sintió cohibido ante la intensidad de aquellos ojos. Decidió girar la cabeza hacia otra parte y cayó en cuenta de que varios hombres del ejército se habían sentado frente a ellos.
Uno de los sirvientes empezó a repartirles sopa; aunque no se comparaba con las del palacio, podían comerla con gusto. En el campo la comida era limitada y contada, a excepción de Rome; El Emperador verificaba que a su pareja no le faltara ni un solo gramo de alimento. Sin que él lo supiera, varios asistentes separaban a diario las provisiones para que el Omega no perdiera peso.
Repentinamente, unos matorrales se movieron, asustando al adolescente que saltó y prácticamente quedo encima del soldado. Él sacó su espada al igual que otros y sintieron que el color se les iba del rostro al ver que Pick era quien llegaba junto con su compañero.
Todos guardaron sus armas e hicieron una reverencia con miedo, por suerte, el Alfa se encontraba de buen humor mientras arrastraba a un muy borracho Rome hacia la tienda de campaña.
—Mix, ven y ayúdame a preparar la cama para el Consorte. —El Emperador llamó al adolescente, quien corrió rápidamente a auxiliar al tambaleante Omega.
Tan pronto como entraron, las personas que compartían el lugar con ellos salieron disparados hacía el exterior. Ninguno se atrevía a permanecer en el mismo espacio que la pareja, sobre todo porque si por error alguno miraba mientras desvestían a Rome era seguro que Pick le sacaría los ojos en un segundo.
Earth se quejó para sí mismo.
Quería dormir y ahora tendría que esperar. Se sentía cansado y con sueño; agradecía que no le tocara el turno de vigilancia nocturno porque si no moriría. Ansiaba acostarse y viajar al mundo de los sueños; Porsche apareció junto a él y le pregunto la razón del porque todos estaban afuera.
—Su majestad acaba de traer al Consorte. Lo están preparando para dormir, según parece llegó un poco mareado…
—Ah si, Pick me dijo que le daría vino por su cumpleaños. —El general se burló —Definitivamente mi amigo está loco.
—General, ¿puedo preguntarle algo? —El hombre lo observó poniéndose serio —¿Hice algo mal?
—¿Perdón? ¿Por qué preguntas eso?
—Alteza Rome últimamente me evita y Mix dijo que el Emperador le prohibió hablar con Betas. Si hice algo malo, pido disculpas. Yo he continuado con mi tarea de cuidar al señorito Mix, pero me preocupa estar cometiendo un error y no darme cuenta…
—No haz hecho nada. —Porsche agitó su cabello juguetonamente —No le cuentes a nadie, pero la ex pareja de Rome era un Beta. Puedes estar tranquilo, son solo tonterías del Emperador.
—¿Enserio? Ahora entiendo…—El General alzó una ceja —Digamos que he recibido ciertos insultos de parte de Su Majestad y pensé que eran por mi bajo estatus…
—Igual no te confíes. Si miras de más a Rome, él te cortara la cabeza. Mejor mantente como lo haces, únicamente junto a Mix.
—Si señor… —Casualmente, el mencionado se asomó en ese momento indicándole a todos que ya podían pasar.
Tal y como supusieron, sobre la mejor cama del lugar la espalda del Emperador los saludaba. Era obvio que él estaba cubriendo apropósito el cuerpo de Rome con el suyo. El amor obsesivo de Pick era obvio, sin embargo, nadie se atrevía a cuestionarlo.
Sobre todo, porque el Omega parecía igual de enamorado.
A la mañana siguiente, antes de partir, el Consorte se le acercó al Alfa y le colocó una pulsera color verde. El chico se sonrojo, lo que hizo que su apariencia se viera mucho más tierna. El olor de sus feromonas se esparció por el aire y todos lo percibieron, sin embargo, fingieron que no.
—La hice ayer…—le comento al Alfa dándole un beso —Pensé en dártela en tu cumpleaños, pero no puedo contenerme. Quiero que me recuerdes en la batalla…
—Siempre te pienso. —contestó sonriéndole —Creí que tendrías resaca y no despertarías temprano.
—Volveré a dormirme en un rato, vuelve sano y salvo.
—Lo haré, te amo. Espérame tan lindo como siempre… —el chico negó, uniendo sus labios antes de despedirse y volver a su cama.
Rome se acostó entré las sábanas y miró el anillo con felicidad. Era una argolla dorada con incrustaciones de esmeralda. El verde intenso tan presente como los sentimientos que revoloteaban en su interior.
Quizás realmente estaba empezando a amar al Emperador.
Chapter 36: CAPITULO 36
Notes:
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Chapter Text
Mix observó el cuerpo de su Amo dormir profundamente.
Los ronquidos resonaban dentro de la tienda de campaña, indicándole que por el momento no iba a despertar; Aburrido de esperar, decidió salir al exterior y practicar un poco con las flechas. Earth de seguro estaría cerca, así que podría pedirle ayuda para mejorar sus habilidades.
No espero que la escena que encontraría fuera de discriminación e intimidación hacía su leal guardián. Se escabulló para escuchar mejor y se sorprendió de las palabras de quienes consideraba buenas personas.
—¡No haz hecho ni un solo turno nocturno esta semana!
—¡Tampoco has ido al campo de batalla! ¡Todo lo que haces es permanecer aquí!
—¡Eres un simple Beta, pero como tienes la gracia del Consorte no te esfuerzas lo suficiente!
—¿Y es que ustedes se esfuerzan mucho? —El sirviente no pudo aguantar más los insultos en contra de quien siempre lo ayudaba —Aquí los veo perdiendo el tiempo. Él me cuida no solo a mi sino al Consorte, a ustedes en cambio los veo vagando todo el día. No se equivoquen, si él se ganó la gracia es porque ustedes son un grupo de inútiles.
Al final esas palabras, Mix tomó la mano del soldado y lo apartó de los hombres que permanecían atónitos con su intervención. Él no miró hacia atrás, la rabia nublaba cualquier pensamiento racional hasta que Earth lo detuvo. Ya estaban lejos del campamento.
—Oye, no tenías que defenderme. —le dijo soltándose.
—Si no te defiendes tú, me toca hacerlo a mí, idiota.
—Ellos son mis mayores, no debo responderles.
—¡Pues empieza a hacerlo o no te van a respetar nunca! —gritó, cruzándose de brazos —¿Crees que como Omega es fácil enfrentarse a Alfas? ¡Deberías darme las gracias!
Earth soltó una risa ligera pasándole el brazo por el cuello antes su susurrarle un “gracias” y chocar sus cabezas. Un acto de hermandad que causó en el menor un sonrojo.
Desde la distancia, Rome quien acababa de despertar se sorprendió al verlos juntos y decidió no interrumpir. Se moría de hambre, no obstante, él mismo podía conseguir la comida. Recorrió el campamento, encontrando a los sirvientes organizando las provisiones.
—Chicos, ¿saben dónde puedo conseguir manzanas? Verdes si es posible...
—Si, mi señor, aquí tenemos. —Un Omega se acercó brindándole la fruta —También hay sal y limón.
—¿Enserio? ¡Yo quiero! —Dijo felizmente agarrando lo que le tendía el sirviente ruborizado. —¿Qué? ¿Qué pasa? —Preguntó sintiéndose extraño.
—No es nada Alteza Rome, es solo que es muy tierno ver cuanto lo conoce el Emperador. —El Consorte arrugó el rostro sin entender —Él siempre está atento a usted y sus gustos…
—¿Mis gustos? —El chico asintió. —¿Él les dijo lo de la sal y limón? ¿Qué otra cosa les pidió?
—Por ejemplo, el pollo con miel; Su majestad pick nos explicó que a usted le gustaba de esa manera y por eso lo hacemos así.
—¿De qué hablas? El pollo en Araik siempre ha llevado miel. —Rome se detuvo a pensar, desde que empezó a comer pollo con el Emperador siempre notó que tenía miel y por eso siempre lo pedía. En su cabeza a los nobles les servían la comida con dulces.
—No, mi señor. No suele llevar miel, a veces se pone aparte, pero al suyo siempre se lo aplicamos encima como le gusta.
Aquello era un rasgo de su personalidad que ni él mismo se había dado cuenta que poseía. Realmente Pick era muy atento y no mentía cuando decía que lo amaba.
—Mi señor, usted se ha puesto rojo...
—¿Entonces hay pollo? —Ignoró aquel comentario sin dejar de sonreír y tomó asiento junto al chico —Sírveme un poco, por favor.
Tendría que agradecerle a su pareja después.
***
Mix se deshizo del agarre del soldado con una mueca y se dirigió hacia la tienda de campaña para alimentar a su Amo. Era mejor mantenerse ocupado que lidiar con la extraña sensación en su pecho.
—Alteza Rome, es hora de despertar…—comentó en el espacio vacío, aterrándose al instante —¿Alteza?
Earth quien venia detrás de él entró, asustándose también al ver que el Consorte no estaba. Ambos corrieron hasta la cama, apartando las sábanas y se miraron entre sí.
Si algo le pasaba al Omega estaba muertos.
—¿Dónde diablos se metió? —gritó el menor saliendo de nuevo al campo —¡Alteza Rome! ¡Alteza Rome! —Repitió varias veces hasta que se le cortó la voz y sintió que iba a llorar.
—¿Por qué estas chillando como un loco? —El mencionado se dio la vuelta, viendo al Consorte sonreír —Sé que no puedes vivir sin mí, pero contrólate…
—Alteza…no juegue conmigo…—Mix lo abrazó derramando un par de lágrimas —¿Por qué salió sin avisar? ¿Acaso quiere que me corten la cabeza?
—¿Quién se atrevería a hacerte daño? Eres mi protegido…—Rome se dedicó a sobar la espalda ajena con calma —Me dio hambre y salí a comer, no seas tan dramático, pequeño…
El sirviente guardó silencio y lo miró con un puchero, reclamándole en silencio por tomarse con calma algo tan importante como lo era que él lo cuidara. Después de apaciguar sus quejas, Rome se sentía aburrido y siguiendo las palabras del Emperador, comenzó a practicar su habilidad con la espada.
Se entretuvo durante tanto tiempo que solo hasta que el sol se fue decidió que era suficiente. Espero pacientemente la llegada de su pareja junto a Mix, quien a medida que pasaban las hora también notaba que algo andaba mal.
El Consorte observó el comportamiento de los soldados que lo custodiaban, se veía que estaban tensos y nerviosos. Krist, el segundo al mando después de Porsche hablaba con ellos de forma seria, por lo que Rome se acercó a él en busca de información.
—Krist, buenas noches…—dijo llamando la atención del hombre alto —¿Por qué el Emperador y los demás no han vuelto?
—Alteza Rome, vuelva a dentro. La noche está poniéndose fría. —Aquella respuesta lo asusto.
—Krist...dime por favor… ¿paso algo?
—Alteza, ellos se quedarán allá. —El Alfa le mostro una sonrisa y lo empujo suavemente hacía su tienda de campaña —Armaron otro campamento más cercano a la batalla, vaya a descansar.
—¿Por qué? —El hombre movió la boca hacia un lado en una expresión de que no le diría nada y eso le dio rabia. —Krist, no te olvides de quien soy. Dime, ¿por qué no van a volver? Es una orden.
El soldado abrió los ojos con incredulidad. Ya había oído sobre Rome y su autoridad, sin embargo, él no le tenía miedo. Lo respetaba, pero tampoco iba a dejarse amedrentar por un Omega.
—Vuelva a dentro. —Repitió aplicando un poco más de fuerza en la cadera del chico, lo que hizo que se tropezara y se esquinzara un tobillo. —¡Alteza! ¡Discúlpeme!
El dolor de su articulación, junto con la ira de que no le respondiera se mezclo en Rome. Mix se encontraba a su lado temblando por el imponente Alfa, mientras intentaba que se levantara, no obstante, él no era débil.
—Si no quieres morir respóndeme —Exigió provocando que el soldado se tensara —Explícame lo que está pasando o le diré al Emperador sobre la falta de respeto que acabas de cometer contra mí.
Quienes los rodeaban dieron un paso al costado, dejándolos solos. Nadie deseaba meterse en la mira del Consorte cuanto este estaba enfurecido. Ya todos sabían de lo que era capaz el Emperador y se imaginaban lo que haría si alguien heria al fruto de su locura.
Krist se había metido en un problema grande.
—Nosotros estamos en la distancia, lejos de la batalla. —Empezó rápidamente a explicar —La guerra es entre Ragus y Sagus, quienes antes eran naciones aliadas; el deber de Araik es mirar o solo intervenir si es necesario. Eso paso hoy. Nuestro ejército tuvo que participar en la pelea, por lo que el enemigo está atendo a nosotros. Volver aquí es revelar nuestro escondite.
—Pick...quiero decir, ¿el Emperador está bien? ¿Cómo sabemos que no está herido?
—Nuestros hombres son buenos, Alteza, no debe temer. Él es lo más importante para nosotros, si algo le hubiese pasado créame que ya tendríamos esa información aquí.
—¿Estas seguro? Me asusta que…
—¿No está usted marcado? —El Omega se sonrojó —Si algo pasa usted sería el primero en sentirlo. Él está protegiéndolo, Mi Señor. Puede descansar tranquilo.
Rome asintió llevándose una mano al cuello. Ciertamente no le molestaba la marca ni un poco. Y él, podía sentir feromonas todavía, lo que significaba que su pareja seguía con vida. Tenia que calmarse. Pidió ayuda de su asistente y saltando en un pie entró a su carpa.
La hinchazón en su tobillo no le gustaría al Alfa, tendría que inventar alguna mentira. Mix vendó el pie con el ceño fruncido, haciendo un desastre total al no saber hacerlo correctamente.
—Eres un desastre —Se burló Rome —Me vas a terminar lastimando más.
—No es mi culpa que sea tan difícil vendar un pie —contestó el menor —Earth, ¡ven aquí! ¡Sirve de algo!
El soldado compartió la risa del Consorte y se agachó frente a él para enseñarle al adolescente la forma ideal de cubrir la herida. Rome observaba la interacción en silencio, contento de que parecían ser amigos.
—Te invito a que intentes peinarlo —dijo Mix con autosuficiencia —No podrías hacer algo tan genial como esto ni volviendo a nacer…
El ambiente entre ellos era agradable hasta que escucharon un estruendo. Los tres alzaron la mirada en el momento justo en que la sangre se disparaba por el aire entrando en donde estaban. Earth sacó su espada y se puso frente a ellos, sorprendiéndose al ver que Krist y otros hombres ingresaban corriendo.
—¿Qué pasa? —Rome preguntó asustado poniendo a Mix detrás de él. —¿Krist?
—¡Protejan al Consorte! —les gritó a todos —¡Alteza, nos encontraron!
El Omega no necesito más explicaciones para entender. El fuego comenzó a extenderse por la piel de animal que los cubría, Rome sujeto la mano de su asistente y agarró su propia espada.
—¡Alteza, suba a mi espalda! —La voz de Mix lo estremeció —¡Tenemos que salir de aquí!
A pesar del aturdimiento inicial, Rome comprendió que con su esguince no podría escapar. Debía confiar en las piernas de su amigo y en Earth quien estaba junto a ellos. Krist aprovecho el revuelo inicial para cortar la parte de atrás del lugar y les indico que corrieran lejos.
—¡No miren atrás! ¡Earth, lo dejo en tus manos! —El chico asintió y lideró la huida por el bosque. Ninguno veía más que oscuridad y vegetación, pero no se detenían. Sus pasos eran tan rápidos como los que quienes los seguían. Cada vez estaban más cerca, por lo que, aunque no quisiera, el joven Beta tomó una decisión difícil.
—Sigan ustedes y escóndanse —le dijo a Mix apretando su espada —Protege al Consorte con tu vida, yo intentaré detenerlos.
El menor asintió sintiendo las lagrimas formarse en sus ojos; sin embargo, no se detuvo, sino que corrió porque sabía que sus vidas dependían de eso. Rome afirmo su agarré en los hombros contrarios, quería llorar también, pero se negaba a demostrar debilidad frente a su fiel asistente.
La carrera parecía interminable hasta que el sonido de un caballo los asustó y los tranquilizó por igual. Era Krist quien lo alcanzaba cubierto de sangre y algunas heridas.
—¿Dónde diablos se metió Earth? ¡Le dije que los protegiera!
—¡Eso esta haciendo! —Contestó Mix llorando.
—Cielos. Súbete, Rome. Tenemos que ir al nuevo campamento, destruyeron todo. —El chico hizo amagué de cumplir, pero se detuvo —¿Qué rayos estas esperando?
—No me iré sin Mix. —declaró agarrando a su amigo —No voy a dejarlo solo.
—¿Acaso quieres que te maten? ¡No podemos ir los tres sobre el caballo!
—¡Entonces me voy caminando!
—¡Ni siquiera puedes caminar, reacciona Omega! ¡Van a matarnos!
El Consorte apretó los dientes con rabia y estuvo a punto de interrumpirlo, pero el menor lo impidió, lanzándolo sobre el caballo con brusquedad.
—¡¿Mix?! ¡¿Qué crees que estas haciendo?! ¡Bájame de aquí!
—Llévatelo. —le dijo al soldado —Protege al Consorte…
El Alfa sonrió y apretó sus piernas para darle la orden al caballo de que corriera. Rome miró a su amigo de medio lado, la luz de la luna era lo único que lo iluminaba hasta que estuvo lo suficientemente lejos como para perderlo de vista.
Sin resistir más, comenzó a llorar.
—Volvamos, no puedo dejarlo…—rogó al Alfa —Por favor, Krist…
—Haz silencio. —fue lo único que recibió. Odió ser el Consorte. Su vida no valía más que la de su sirviente.
—No, ¡volvamos! ¡Es una orden! —gritó al hombre quien en respuesta lo empujo sobre el caballo con violencia —¡Me estás haciendo daño!
—Cállate. —Ante el tono de voz tan dominante, fue imposible no tensarse.
Un mal presentimiento se instauro en su pecho.
Algo andaba mal.
—¿Cómo saliste del campamento? —preguntó, pero no obtuvo respuesta —¿Cómo te libraste del enemigo para llegar a mí?
El silencio de la verdad se encendió en su cerebro. No importaba como, pero debía escapar rápidamente. Con toda su fuerza se impulsó hacía atrás, dándole con la cabeza en la barbilla al Alfa antes de arrojarse del equino.
La caída fue dolorosa, sobretodo por su pie, aun así, corrió porque sabía que su vida dependía de eso. El frio nocturno junto con la brisa movían sus cabellos con violencia, su peinado antes hecho con cariño y cuidado ya no existía.
Y esa fue su mala suerte.
El tirón del Alfa echó su cabeza hacia atrás tan fuerte que casi se le salen los ojos. Las hebras envueltas en la mano del hombre dolieron tanto como el estrellón que le dio contra un árbol. Miles de estrellas bailaron frente a sus ojos cuando se encontró con la mirada del soldado.
—Vas a ir conmigo a las buenas o a las malas —dijo con firmeza.
—¡Suéltame! —El Omega luchó con todas sus fuerzas, alcanzando a rasguñar al contrario, quien al sentir dolor volvió a golpearlo.
—Pórtate bien o te voy a deformar la otra mitad de la cara, Consorte idiota…
Otro golpe brutal lo dejo atontado hasta que sintió el pelaje del caballo bajo su cuerpo. Tuvo el impulso de volver a tirarse, sin embargo, esta vez iba inmovilizado por el agarre feroz del hombre. Darse cuenta de la traición de Krist le dolió, pero iba tan mareado que sin quererlo perdió la consciencia.
***
El descanso de Rome fue perturbado por la pesadez del agua helada. Su cuerpo reaccionó de un salto al sentir el líquido bañarlo por completo. Abrió los ojos con miedo, su cabeza seguía doliendo tanto su tobillo.
Y sabia que iba a empeorar.
Las ataduras en sus muñecas le cortaban la circulación; frente a él Krist lo miraba con una sonrisa espeluznante. Temió por su vida.
—¿Cómo esta, mi señor? —Se burló el Alfa —Por fin vuelves a verte como eres, un sucio esclavo.
—Vendiste a tu pueblo…—contestó —Faltar a tu palabra de lealtad al Emperador, ¡Me das asco!
Krist le dio una cachetada, rompiéndole la boca. Lejos de acobardarse, Rome escupió frente a él y se rio mientras la sangre se deslizaba por la hendidura de sus labios.
—Qué vergüenza de Alfa…—dijo riéndose y recibió otro golpe —Me das con tus puños porque no tienes honradez en tu cuerpo.
No sabía porqué lo hacía, pero Rome no podía detenerse. Se sentía herido y traicionado por un hombre en quien siempre confió.
—Omega idiota, ¿no te da miedo lo que podemos hacerte? —El soldado señaló a sus compañeros —Somos varios Alfas aquí, ¿Qué tal si decidimos jugar contigo? Algo bueno debes de tener para traer al Emperador a tus pies. Ciertamente no es tu cara.
Las risas generalizadas resonaron en sus oídos.
—¿Por qué haces esto? Llevas años sirviendo a Araik, ¿no te duele hacerle esto a tu pueblo?
—¡Araik es una basura dominada por una basura aún más grande!
—¡No te atrevas a hablar mal del Emperador!
—¡Abre los ojos, idiota! ¡Tú emperador te ha abandonado! ¡Eres nuestro ahora!
—Puedes tomar mi cuerpo, pero no mi alma que le pertenece a Pick. —dijo con seguridad mirando a sus verdugos —Él vendrá y te matará, traidor.
Una patada fuerte se estrelló contra su humanidad. Rome sintió el dolor ser seguido de muchos más actos de violencia. No quedaba un solo lugar de su cuerpo que no palpitara resentido de malestar. Cerró los ojos con la ilusión de volver a desmayarse, pero antes de siquiera hacerlo una persona interrumpió a sus verdugos.
—Eres más arisco de lo que me contó Pick —Un Alfa imponente lo observaba con una sonrisa grande —Siempre le han gustado así, indomables.
Rome sintió su respiración aprisionarse. Era Tay Tawan.
No entendía nada.
¿Por qué el ex amor de su pareja lo había secuestrado?
—Tú…—Apenas y salió un hilo de voz de sus labios —¿Por qué?
—Indomable y todo, pero no se te quita lo analfabeta. —Dio un par de pasos hasta estar frente a él y se agachó —Obviamente para recuperar lo que es mío, Omega asqueroso. ¿De verdad creíste que permitiría que Pick se quede junto a un desagradable esclavo como tú? No sé qué trucos usaste en él, pero se acabo el juego. Pick es mío.
—Si me matas…si me matas él no te lo perdonará…
—¿Tanta confianza te tienes? Esperemos que él llegue y tú mismo lo veras. —El mayor agarró su rostro con brusquedad para que lo viera a los ojos —Ningún Omega vale más que ganar la guerra. Eres un cero al lado mío, sirviente.
Más que cualquier golpe, Rome recibió humillación. Los hombres de Tay rasgaron su ropa dejándolo a medio vestir con retazos de tela y lo arrojaron a los pies del trono, donde el Alfa lo usó como butaca de pies. Los zapatos del mayor se movían de un lado a otro, raspando la piel que tocaban a su paso.
El pequeño Omega se sintió frustrado. Atado y lastimado, era imposible huir. Se quedo quieto, necesitaba recuperar fuerzas o moriría antes de que Pick llegara; Y también estaba preocupado, se estaba tardando.
—Creo que te subestime —Se rió —Parece que Pick no te aprecia tanto como pensábamos. ¿Qué voy a hacer contigo entonces?
Los soldados a su lado se rieron. Rome sintió sus ojos humedecerse y bajo la cabeza para que no lo vieran. Las feromonas dominantes en el aire le indicaban que aun podía sentirlas, por lo tanto, Pick seguía vivo. Necesitaba que apareciera pronto.
—Podría usarte como entretenimiento para mis hombres, aunque tendría que ponerte una bolsa en la cabeza. ¿Quién querría tocarte con ese aspecto tan terrible?
—El Emperador no deja que nadie se le acerque porque le da vergüenza que lo vean —Agregó Krist con crueldad.
—Ni siquiera tiene buen cuerpo. —Otro habló —¿Es cierto que lo embrujó con sus feromonas? ¿Y si arrancamos la marca? Hagámosle un favor al Emperador y volvámoslo un Beta.
—Rome es tan inútil que ni siquiera pudo mantener a los hijos del Emperador —El chico herido se sorprendió, jamás esperó que Krist surgiera con esa información para herirlo. Lo miro con odio. —Tu forma de mirarme no me hace ni cosquillas, Omega idiota.
—¿Tuvo un Aborto? —Preguntó Tay incrédulo mientras lo obligaba a girar con su pie. —¿Perdiste al hijo de Pick? Vaya, eres más inservible de lo que pensé.
Aunque sabía que la perdida de su bebé era falsa, Rome se sintió muy herido por las crueles burlas. El don de los Omegas es concebir, burlarse de algo como eso se pasaba de cruel e inhumano.
—Prefiero perder un hijo que ser cómo tú y no poder embarazarme por ser un estúpido Alfa. —Susurró bajo, pero Tay lo escucho.
—Eres un idiota. —Lo pateó. —Por eso Pick se la paso todo su cumpleaños pasado hablando conmigo.
—¿Todo su cumpleaños? —El Consorte lo miró desde el suelo sin mostrar ni un solo rastro del miedo que realmente sentía —Tu lo disfrutaste en la fiesta, en cambio, yo lo disfrute en la noche...
Otro golpe se estrelló contra él. Tay respiraba de forma agitada empuñando su espada. Deseaba matar al omega, pero hasta que apareciera Pick debía contenerse.
—Voy a disfrutar mucho de ver cuando él te deje a un lado... —Agarró su cabello con fuerza —Volverás a ser un sirviente asqueroso. Te tendré sirviéndome hasta que se apagué la luz de tus ojos, prepárate para alimentarme todos los días.
—¿De verdad me dejaras servirte? —Rome escupió a un lado —Eso tendrán todos tus alimentos.
Un grito agudo se escapó de sus labios, Tay enfurecido había tomado su tobillo herido para doblarlo con brusquedad. El Consorte sintió el crujido de su hueso romperse y hasta ahí llego su autocontrol. Las lagrimas se deslizaron por sus mejillas ante la violencia contra su humanidad.
—¿No dices nada? ¿Te comieron la lengua los ratones? —El Alfa agarró sus muñecas y las llevo a cada lado de su cuerpo, inmovilizándolo —¿Qué tal si te tomo aquí, frente a todos? ¿Te gusta el público? Te puedo volver más miserable de lo que eres. Pídeme perdón por ser un insecto en mi camino.
—Perdón…—contestó dejando su ego de lado. Tay se aferraba tan fuerte a sus muñecas que temió que si apretaba un poco más las rompería también. —Perdón…por favor…suéltame…
—¿Ya no eres tan valiente, cierto? No te preocupes, querido, mis hombres te usaran muy bien…
Rome sintió las lagrimas seguir cayendo; en su mente gritó el nombre de su Alfa tan alto y tantas veces que se fatigo. Necesitaba al Emperador ahora o perdería la cordura. Tay volvió a reírse de su estado hasta que afuera se escuchó el sonido del choque de espadas.
El omega respiró hondo con alivio al saber que su amado estaba del otro lado, sin embargo, todavía no se había terminado su tormento. El Alfa que antes lo sostenía lo jaló del cabello para que volviera a quedar a sus pies y usarlo de alfombra.
No se movió más, estaba agotado y desesperado.
La lucha siguió por un par de minutos hasta que Pick realizó su entrada triunfal. A su lado Porsche y otros soldados que Rome conocía muy bien brillaban cubiertos de sangre. El olor era amargo y rancio, típico de la guerra.
—Tardaste... —Se burló Tay cruzando un pie sobre el otro sobre el Omega —Me divertí un montón con tu prometido.
—Primero matas al Emperador de Sagus y luego secuestras a mi futuro esposo. ¿En qué diablos estás pensando Tay?
—Tú y yo, dominando Sagus y Araik. —Fue directo. —Podemos reducir Ragus a cenizas si nos unimos. ¿Qué te parece?
—¿Hiciste todo este alboroto para tenerme? —El Alfa se rió —Eres patético. Lo nuestro ya termino. ¿De verdad creíste que aceptaría nada más porque secuestraste a Rome? No pensé que fueras tan tonto…
—Dijiste que me amabas y que nunca dejarías de hacerlo. —Se quejó Tay pateando al Consorte —¿Cómo pudiste cambiarme por una escoria como esta?
—Tienes mucho coraje en acusarme cuando tienes un Omega en cinta —Con una ceña fue suficiente para que el ejercito de Araik arrojara a un chico frente a todos —¿Qué te parece, New? Tú esposo me quiere devuelta.
El hombre embarazado lloraba mientras se agarraba el abdomen abultado. Sabía de la obsesión de su marido por el Emperador de Araik, pero no creyó que llegaría tan lejos como para incluso poner su vida y la de su hijo en riesgo.
—Ambos sabemos que tengo deberes como tú con Lucia y si ya los cumplimos, ¿por qué no hacemos lo que se nos dé la gana?
—Lo único que me interesa es recuperar a Rome, devuélvemelo o dile adiós a New.
—Adiós New —dijo con burla —Mátalo. Ya Lucia dio a luz un bebé, no necesitamos otro.
—¡Maldito infeliz! —gritó iracundo el Omega en cinta —¡Eres un desgraciado! ¡Pueden matarme y no te importa! ¿Cuándo lo vas a entender? ¡Él no te ama y nunca te amara!
Tay apretó la mandíbula y se acerco a Rome. El Consorte tembló al distinguir que la espada del Alfa se posaba justo sobre la piel de su cuello.
—Entrégame a mi Consorte ahora. —reclamó Pick con rabia.
—¿Y qué harás si no lo hago?
—Rome no tiene nada que ver entre nosotros. Seguimos nuestras vidas por separado, ambos tomamos un Omega. No podemos volver a lo que éramos. Dámelo.
—Se me ocurre algo mejor. —Sus ojos se veían desorbitados —Veamos quien es el mejor Omega.
—Tay, ¡Tú esposo esta embarazado! —Pick trató de hacerlo entrar en razón —¿En qué diablos estás pensando?
—Si Rome lo mata lo dejaré volver contigo. Solo así me demostrará que merece quedarse con el Emperador de Araik…
Antes de que pudieran seguir dialogando, New se dio la vuelta y le quito la espada a uno de los hombres que lo sostenía, empuñándola con habilidad.
—¿Y si yo ganó qué me darás? —preguntó con lagrimas —Si mato a Rome, ¿Me darías mi libertad? No quiero seguir estando bajo tu control.
El nuevo Emperador de Sagus mostró una sonrisa alegre; empujó al Consorte al suelo y le arrojó una espada a sus pies. Rome alzó la mirada con miedo; su agotamiento era mucho. Pelear y vencer a New parecía imposible.
—No tenemos que pelear…—Pick intervino poniendo una mano sobre el hombro ajeno —New, cálmate. Podrás ir con nosotros a Araik y…
—¿Tienes miedo de que Rome pierda? —Tay habló —Rome, tu prometido ni siquiera confía en ti. —Lo pateó —Pero no lo juzgo, ya sé que eres un inútil. Empieza a rogarle a tú Alfa que te salve, asqueroso.
El Omega se puso en pie como pudo y sostuvo la espada entre sus manos. Todo su peso estaba en un solo pie, aún así, empuño con fuerza y miró a su pareja.
—Alfa…recuérdame…recuérdame enviarle una carta a la reina Cecil… —Pick no lo entendió, su amado sonreía. —Tengo que darle las gracias…
—¿Los golpes te volvieron loco? —Tay se burló detrás —Vas a morir y piensas en otra persona.
—Si, me volví loco. —dijo en voz baja —Loco porque alguien incluso más loco intenta robarse lo que es mío.
Fue rápido, tan rápido que Tay nunca lo vio venir. Sin dudar y con un golpe certero, Rome se dio la vuelta y clavo la espada en el pecho del hombre. El Emperador de Sagus jamás espero el ataque, la cara de sorpresa junto con la sangre escapando de su boca desataron la batalla. Ambos bandos se lanzaron uno contra el otro, dispuestos en una lucha por dominar el territorio, mientras que Pick ignoraba todo para alcanzar a su Omega.
Los vidrios de la ventana por la que salieron rasgaron su piel, pero el Alfa no se detuvo. Corrió lejos con su amado en brazos, dejando a sus hombres atrás. Lo más importante era alejar al pequeño del peligro.
El ardor en su brazo tomó por sorpresa al Consorte, quien creyó que un vidrio acababa de rasparlo, sin embargo, para su terror, una flecha lo rozó antes de clavarse en la espalda contraria. La fuerza del arma voladora fue tanta que el cuerpo del Alfa se desplazo hacia adelante, cayendo sobre él. Pick se quejó adolorido sobre el suelo, ahora la sangre del enemigo se mezclaba con la suya propia.
—Dios mío…—gimió Rome con miedo. —¿Pick? ¿Pick?
—Cállate. —dijo arrastrándose entre los árboles —Estoy bien, tranquilo.
—Pero estas sangrando…
—Debemos alejarnos rápido; hay muchos soldados de Tay cerca. Quédate quieto… —Era la primera vez que Rome veía a Pick con el rostro adolorido. No se demoro en ver que además de la herida en su espalda, uno de sus costados también sangraba.
El miedo comenzó a tomar posesión de su cuerpo. Si su Alfa estaba herido no tendrían ninguna forma de escapar. Al no saber que hacer, Rome liberó feromonas para ayudar a Pick; su instinto le decía que él era suficiente para sanarlo y en su interior quería creerlo.
—¿Estas loco? ¡No produzcas feromonas o nos van a encontrar! —Lo regañó el hombre. —¡Nunca reveles tu posición en una batalla!
—Tengo miedo. —Susurró abrazando al hombre que respiraba agitadamente —No sabía…lo siento…yo quería…yo quería…
—Tenemos que escondernos, no liberes ni un poco de tu olor —El mayor miro a ambos lados y luego capto sus ojos —Te voy a enseñar algo, pero tienes que prometerme que nunca lo usaras en contra de mí.
Rome asintió asustado. El Alfa agarró dos plantas y las aplastó creando una masa pegajosa que esparció en el cuello del Omega tembloso; luego hizo lo mismo con el suyo bajo la mirada intrigada del menor.
—Nuestra glándula de olor está en el cuello; si lo cubrimos con esto no podrán rastrearnos.
—Pero esto huele fuerte...
—Este olor se mezcla con la naturaleza, hace que tu esencia se pierda en la maleza. —Lo miro a los ojos. —Confío...confío en ti...mi Rome...
—Si, tranquilo. —El omega lo ayudo a cubrirse y se pasó el brazo contrario por su hombro ayudándolo a huir.
Cada paso era como si mil agujas se clavaran en su tobillo, pero él no se rendía. Aunque no se lo mencionaba, la palidez en el rostro de Pick era preocupante. Era la primera vez que se veía débil.
—Ahí hay una cueva —le dijo —No puedo seguir, metámonos ahí.
No obtuvo negativas. El Alfa se dejo hacer hasta que entraron y Rome lo recostó contra la fría pared. La sangre ya manchaba sus pantalones, por lo que asustado Rome tomo los poco retazos de su ropa, amarrándolos en su cadera para detener la hemorragia.
—No mueras…—susurró mirando al hombre, quien le mostro una sonrisa —No te rías de mí, estoy hablando enserio.
—Tu y yo, en un lugar oscuro y solos…Tay debe estar revolcándose en su tumba…
—Idiota. —Los ojos de Rome se humedecieron, le dio un beso al hombre —No te mueras, por favor…
Pick cerró los ojos asintiendo y lo atrajo hacia su pecho. El Consorte podía sentir el corazón agitado de ambos, sin embargo, también tocaba la piel fría del mayor.
—Saldré a buscar ayuda. Quizás Porsche nos está buscando…
No recibió respuesta. Se arrastró hasta el Alfa y colocó un dedo en su nariz, sintiendo su respiración. Seguía vivo pero desmayado.
¿Y si no despertaba nunca?
Cuando le enseñaron a curar a los heridos siempre le decían que no les dejara dormirse porque aquello era un mal presagio. Observó al Emperador y sin mediar palabras le dio una cachetada fuerte.
El hombre abrió los ojos de inmediato.
—¿Rome? —preguntó confundido —¿Qué paso?
—No te duermas. —dijo sobando su mejilla —Lo siento, pero no puedo dejar que te duermas.
—Pero tengo mucho sueño… —Volvió a cerrar sus ojos y Rome de nuevo lo golpeo.
—No te mueras. Por favor, no mueras.
—Si muero serás libre… ¿No deseabas ser un Beta? —El Omega apretó los labios —Creo…creo que voy a morir, querido…lo siento.
—No deseo vivir en un mundo sin ti. Por favor, te amo. —Agarró su mandíbula y lo besó —Dijiste que nos casaríamos…
—¿Me estas dando el Sí?
—Solo si no mueres…
—Déjame oler tus feromonas de nuevo…—sus parpados comenzaban a cerrarse —Espero que en el cielo pueda sentir este olor.
—No te atrevas a morir frente a mis ojos. ¡Dijiste que me amabas! ¡Si mueres me volveré loco! ¡Te marque! ¡Eres el único Alfa para mí! ¡Tienes que resistir! ¡No puedes morir, vamos a casarnos y tener muchos hijos! Me lo prometiste…
La cabeza de Pick cayó hacía un lado. Rome se quedo congelado sin saber si el hombre estaba muerto o solo desmayado. Más que reaccionar por eso, el sonido de los caballos lo alertó. Agarró la espada de su compañero mientras temblaba y se puso frente a su cuerpo.
Si era hora de morir, lo haría junto a su amado.
Notes:
NOTA #2: ¿Qué creen que va a pasar? Casi dos meses con migraña me volvieron malvada jajaja, besos!!!
Chapter 37: CAPITULO 37
Notes:
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Chapter Text
Era imposible detener el temblor de sus brazos; la espada del Alfa era tan pesada que a duras penas y podía levantarla. La venda en su pie hecha por Earth seguía manteniendo su extremidad en pie, pero Rome sabía que en cuanto se la quitara iba a dolerle casi tanto como cada magulladura de su cuerpo.
El ruido incesante seguía llegando cada vez más a él. Ahora estaba seguro de que varias personas venían hasta su escondite. El Omega respiro hondo para calmar su agitado corazón, un poco le luz empezó a colarse indicándole que sus atacantes traían antorchas. Con la luminosidad alcanzó a ver tres espadas apuntándolo y sin esperar más tiempo decidió atacar. Lanzó su arma contra el filo contrario, ilusionándose de una victoria que por obvias razones no conseguiría.
Rome trató de pelear con todas sus fuerzas, sin embargo, alguien como él que no era un guerrero jamás podría ganarle a las habilidades de una persona entrenada. Cayó hacia atrás en medio de la oscuridad y sintió la fría hoja posarse sobre su pecho.
Cerró los ojos esperando por ser atravesado y rogó en silencio porque en otra vida pudiera encontrarse con el Alfa. Un sollozo se escapó impotente de sus labios, haciendo que su atacante se detuviera.
—¿Rome? —Su respiración de apretó al percibir la voz conocida —¿Rome?
—¿Porsche…? —El general apartó al hombre que lo tenía arrinconado en el suelo y lo observó desde arriba con sorpresa. —¡Porsche! ¡Gracias al cielo!
—¡Alteza, discúlpenos! —gritaron varios soldados, pero al Omega no le importo, él necesitaba que ayudaran a su compañero.
—A mi Alfa…ayúdalo…ayuden al Emperador….
—¿Dónde está Su Majestad? —Rápidamente el chico levantó el brazo y señalo el cuerpo del hombre que yacía acostado de medio lado; el general abrió los ojos y gritó iracundo —¡¿Qué diablos están esperando?! ¡Estabilicen a Su Majestad!
Varios hombres corrieron hacía Pick iluminando el lugar con el fuego de sus antorchas; el charco de sangre junto al cuerpo del Emperador les indico a todos que la herida era más grave de lo que pensaban. El Consorte vio el color rojo y se aterro hasta los huesos.
—Suban a Rome a un caballo y llévenlo al campamento. —Demandó Porsche a lo que el menor se negó.
—¡No me iré sin mi Alfa! —Vociferó gateando sin importarle raspar sus rodillas y abrazó al Alfa inconsciente. —¡No me toques! —Manoteó al soldado que intentaba sujetarlo —¡Quítate! ¡No voy a dejarlo solo!
—Retrocede. —Porsche le habló con voz gruesa. —El Emperador es nuestra prioridad, deja de obstaculizarnos o tendremos que usar la violencia.
El Consorte negó con la cabeza y trató de impedir que los separaran, pero no pudo. Un Beta lo sujeto bruscamente sin importarle sus pataleos, Rome uso sus pies para volver a acercarse, lastimándose aun más en el proceso.
Su llanto desconsolado recorrió la cueva, sin embargo, fue ignorado. El general ordenó que cortaran rápido la ropa del Emperador y detuvieran la hemorragia. Aquella acción llevo a que todos se congelaran en su sitio; entre el cuello y el hombro del Alfa una marca cicatrizada se encontraba.
—¿Tu hiciste esa marca? —Preguntó el general mirando a Rome, quien detuvo sus lloriqueos y vio con horror que se había revelado la verdad.
—Si…si, ¿por qué? —La forma en que el Alfa lo miraba era claramente de desaprobación y tuvo miedo —Yo no quería…estaba en celo y…
—Y cállate. —dijo apretando los dientes —Puedes ayudarlo a curarse. Eres el dueño de su vida. Ven aquí y libera tus feromonas, Omega. Muérdelo de nuevo y une su vida a la tuya.
Aunque no entendiera muy bien el mecanismo de cómo podría salvarlo, Rome hizo caso y lo mordió, dándole toda su energía. Al sentir sus dientes penetrando su piel, Pick reaccionó apretando su agarre y quejándose del dolor. El menor secó sus lágrimas con felicidad y besó al hombre, quien lucía sorprendido por todo lo que estaba a su alrededor.
—¿Querido? —murmuró separándolo —¿Dónde…dónde estamos?
—Estas herido, Porsche y los demás te van a curar —contestó mirando al general —Vas a vivir…
—Sácanos de aquí —dijo el Emperador mirando a su amigo —Pon a Rome a salvo.
—Preocúpate primero por ti, tienes una herida y una flecha en tu cuerpo.
—Rome primero. —repitió —Súbanlo a un caballo y llévenlo a un lugar seguro.
—No iré a ningún lado sin ti…
Porsche suspiró y con una seña hizo que un soldado separara al chico de su amigo. Rome se quejó y vociferó todas las groserías que se sabía de memoria, pero nunca lo soltaron. Sintió su cuerpo estrellarse con el caballo y el piso se movió a sus pies. De nuevo las lágrimas se produjeron, si era verdad lo que decía el General, necesitaba darle sus feromonas al Emperador o él podría empeorar.
Casi al minuto de llegar al campamento vio que el caballo de Porsche llegaba con su pareja. Varios soldados recibieron al Alfa malherido y lo depositaron en una camilla improvisada. Las gotas saladas no se detenían en Rome; el hombre seguía pálido y se veía incluso desorientado.
Los médicos se apresuraron en coser su herida, sacándole gemidos de dolor al Alfa que apretaba su mano con fuerza. El consorte liberó sus feromonas en gran cantidad y besó la mano que lo estrujaba.
—Vas a estar bien…—Susurró entre sollozos —Vas a vivir, tienes una promesa que cumplir…
La adrenalina en su cuerpo no le dejaba advertir que él estaba herido y se veía terrible. Algunos asistentes del médico se le acercaron para curarlo, pero él se rehusó a alejarse de su compañero. Por nada del mundo soltaría la mano de su Alfa.
Ni siquiera por la llegada Ming.
—Nos tendieron una trampa —comentó el Emperador de Ragus ante la mirada furiosa de Rome —Nos atacaron con caballos y pólvora, rompiendo nuestras formaciones y se colaron a nuestro escondite. Tuvimos suerte de escapar, pero te habían secuestrado y tu prometido fue a buscarte incluso si eso significaba exponerse al peligro.
—No quiero oírte. —Contestó el Omega —Vete y déjanos solos.
—No puedo creer que lo hayas marcado. —Ming apretaba sus puños con incredulidad al ver la cicatriz, todos podían verla —Eres dueño del Alfa más fuerte de Araik. No sabía que eran tan ambicioso…
—¡Lo que yo haga con mi pareja no es problema tuyo! —Chilló a la defensiva. —Él también me marcó. Nos amamos y nos queremos, ahora, vete. Todo esto es tu culpa. Nos metiste en una guerra sin sentido.
—¿Sin sentido? Que Omega tan maleducado. Si no estuvieras tan magullado como lo estas créeme que te voltearía la cara. Sagus intentó envenenar nuestro suministro de agua, sin eso mi pueblo moriría e incluso el de Araik también. ¿Quién les importara comida si las cosechas se mueren? ¿Se te olvido el informe de aquella vez? Creí que eras más inteligente, Rome.
—¿Sabe? Ahora mismo, eso no me importa. Solo quiero que mi Alfa sobreviva.
—Eres demasiado dramático, querido… —la voz de Pick lo sorprendió. —Estoy vivo, solo necesitaba dormir un rato…
—¡Pick! —Gritó Rome Emocionado mientras lo abrazaba sacándole un quejido. —No mueras nunca, te amo. Te amo con toda mi alma. No me dejes. Nunca. Jamás. Por favor. Casémonos pronto.
Ming se dio la vuelta con rabia, no podía soportar más la muestra de amor desaforada del Omega. Los sollozos de alivio recorrían toda la tienda de campaña, Pick levantó su brazo libre y sobo lentamente la espalda del chico sobre él, al mismo tiempo, miró a su amigo y le mostró una sonrisa. Porsche, a diferencia de él estaba serio. Varios soldados compartían la misma expresión inexpresiva.
Para ellos la sensación de culpa siempre llegaba después de engañar al Omega.
El Consorte estaba tan absorto en la felicidad de su amado vivo que no se le paso por la cabeza ver la flecha que le habían retirado, sino, se hubiera dado cuenta de que era de las mismas de Araik.
Específicamente, una de las del general.
***
El plan era sencillo.
Rescatar a Rome y aprovechar la huida para que él se apegara más a Pick. El Emperador conseguiría ese sí a como dé lugar. Sin saberlo, el nuevo Emperador de Sagus le hizo un favor al secuestrar a su consorte. Tay lo ayudó a que todos supieran de su marca y a apresurar su matrimonio. Estaba dichoso.
Aunque la herida le dolía, estaba tranquilo porque sabía que su fiel amigo había apuntado a un lugar donde su vida no corría peligro. La sangre era normal. Disfrutar de la cara de Rome asustado mientras producía sus feromonas “curativas” era todo un espectáculo.
El chico seguía a su lado, a pesar de sus heridas, lo ponía a él primero. La sangre seca en la cara de Rome le indicaba que estaba adolorido y seguramente cansado, sin embargo, se rehusaba a dejarlo. Pick no entendía siquiera como el pequeño podía estar de pie con el tobillo roto. El Alfa sabía que en cualquier momento se desmayaría. Solo debía esperar un poco.
Y tal como lo pensó, el ex sirviente se desplomó en el suelo totalmente agotado. Uno de los ayudantes se apresuró a sujetarlo, mientras Pick se sentaba en la camilla estirándose.
—Por fin. Creí que nunca lo haría. —Movió sus brazos acalambrados de tanto estar acostado y se puso en pie. —Pongan su cuerpo ahí y cúrenlo. Dudo mucho que se despierte por ahora, báñenlo también. Huele terrible.
Porsche lo esperaba afuera, viendo como el sol se ubicaba en lo más alto. El General lo vio salir con una sonrisa grande y negó para sí mismo con una mueca de amargura.
—¿Te mordió en su celo? —Pick asintió felizmente. —Te volviste loco. Con razón últimamente luces más...
—¿Delirante? Si, fue un desliz, pero no me arrepiento. ¿Cuántos murieron?
—Ciento treinta y siete hombres, setenta eran nuestros. —El general suspiró. —Ming tomó Sagus después de que Rome matara a Tay. Ya podemos volver a casa. Ellos limpiaran todo este desastre.
—Perfecto. Tengo un matrimonio que planificar.
—Pick… ¿Cómo pudiste dejarte marcar por él?
—¿No te das cuenta? Él no me dejara nunca. No ahora que sabe que sus feromonas “me curan” —Se rió de la mentira de su amigo. —¿Cómo se te ocurrió eso? Tuve que morderme la lengua para no reírme. ¡Casi dañas mi actuación!
—Tal vez soy igual de malo que tú. —Compartió su risa. —Nuestros hombres nos contaron que fue Krist quien nos traicionó. Encontraron a Mix en el bosque, esta ileso. En cambio, el Beta tiene una herida bastante grande, pero sobrevivirá.
—¿Krist? —dijo ignorando el estado de los amigos de su compañero —Maldito. Envía a un grupo para capturarlo, yo mismo me encargaré de que sufra.
El general asintió mirando al horizonte. Regresar era bueno y malo. Llevaba meses sin ver a Emma; la extrañaba tanto que se sentía desesperado. Sin embargo, Mix seguía en el camino.
¿Cómo podría deshacerse de él?
—¿Qué tanto suspiras? —El Emperador lo miró —No morí, ¿Cuál es la tragedia? Volveremos pronto.
—Volver es enfrentar mis propios demonios.
—¿Quieres mi ayuda? —Porsche alzó una ceja —Debes estar volviéndote loco sin Emma. Puedo intentar convencer a Mix de que no interfiera entre ustedes.
—¿Qué harás si le cuenta a Rome? ¿Podrás resistir a la petición de tu Omega?
—Déjamelo a mí —Se burló —Puedo estar marcado, pero eso no quita el hecho de que el Emperador soy yo.
—Vaya, te veías casi muerto hace un minuto. —Ambos hombres se giraron ante la llegada de Ming —Definitivamente las feromonas de Rome son milagrosas —El anciano se burló de la evidente mentira que él también conocía —Saludos al nuevo Emperador de Sagus, aunque mis hombres son quienes rodean el palacio ahora. ¿Iremos a la guerra por el territorio?
—¿Lo quieres? —Ming se sorprendió tanto como Porsche —¿Quieres Sagus?
—¿Cuál es tu precio? Sagus y Ragus eran naciones hermanas, me serviría mucho.
—Te lo entrego si aceptas jamás volver a visitar Araik ni acercarte a Rome.
—¡Alteza! —Porsche lo interrumpió, pero Pick levanto la mano.
—Si hay reuniones o acuerdos yo viajare o enviare a alguien hacia tu lugar. ¿Qué dices?
—¿Tanto vale ese Omega? Estas entregándome parte de tu poder solo por tenerlo bajo tus alas. Podrías...
—El hecho de que estes intentando convencerme en vez de aceptar un reino entero significa que tengo razón. —El Alfa sonrió con autosuficiencia. —¿Ya viste mi marca?
—Enloqueciste. —Ming negó suspirando. —Eso hacen sus feromonas, te hacen enloquecer. ¿Pero sabes algo? Te llevaran a la perdición si sigues así.
—Calla. Aléjate de mi esposo.
—Cásate con él y átalo rápido a tu lado; jamás confiaría en alguien que llevara la sangre de Jazmín.
—Primero, él no es familia de ella y segundo, dices eso y si tuvieras la oportunidad lo tendrías.
—Ciertamente. El chico tiene lo suyo. ¿Pero...hasta donde planeas llegar con él? —Pick apretó sus puños. —¿Vas a embarazarlo?
—¿Qué clase de pregunta tonta es esa? Por supuesto que lo haré. Él será mi esposo.
—Bueno, es una suerte que no sea familia de Jazmín, al menos de esa forma no morirá joven.
—¿De que estas hablando ahora Ming?
—¿No lo sabes? Jazmín tuvo varios abortos cuando era joven. Ella tenía algo que se hereda, que bueno que Rome no lo tenga. Yo no podría estar tranquilo sabiendo que el amor de mi vida podría desangrarse en cualquier momento. ¿Te imaginas a Rome perdiendo un bebé? O peor aún, muriéndose en tus brazos.
—¿Por qué mejor no te callas? —Pick lo interrumpió no soportando la imagen mental de su pareja muerta. —¿Tenemos un trato entonces? ¿Quieres Sagus o no?
—Palabra de Alfa.
Ambos se dieron la mano con el rostro serio. Ming sonrió por última vez antes de darse la vuelta y dejarlo aturdido. El General a su lado se giró con duda.
—Oye...escúchame....él solo quiere...
—No hables. —Lo miró con seriedad. —No estoy dispuesto a negociar la vida de Rome, ni siquiera con mi propio hijo.
—Pero él es un omega, de seguro va a querer...
—¿Acaso olvidaste la sangre entre sus piernas después de la emboscada de Odarude? —Los ojos del Alfa se humedecieron, sorprendiendo a su amigo. —No voy a perder a Rome. ¿Te quedo claro?
—Si, su majestad.
***
El regreso a Araik fue tranquilo.
Pick iba dentro del carruaje con un muy dormido Rome sobre sus piernas. El chico estaba cubierto de vendas, pero al menos se notaba que descansaba sin problemas. Una pequeña sonrisa se le escapó al Alfa, verlo siempre lo hacía feliz. Tomó su rostro pacífico y le dio varios besos, ignorando por completo que sentado frente a él Mix desviaba el rostro con incomodidad.
Para el adolescente seguía siendo incomodo ver al temible Emperador de Araik ser tan cariñoso con su Amo. Todo el mundo decía que el Alfa era malo y cruel, sin embargo, ante sus ojos él era solo un hombre muy enamorado. Cada orden y preocupación siempre estaban en Rome.
¿Sería por la marca? Definitivamente lo que en un principio le contaron sobre Rome era cierto, el Omega se atrevió a morder al Alfa más poderoso del imperio. Mix sabía que al igual que él, en los soldados se había desarrollado un nuevo sentimiento de respeto. Nadie se atrevería a tocarlo.
Su Amo abrió los ojos ante los besos del Alfa y luego se giró, volviendo a dormirse, sacándole otra sonrisa al mayor.
—Mix…—Lo llamó, haciendo que dejara de ver al Omega —Me contaron que salvaste a Rome llevándolo en tu espalda, gracias.
—Alteza…—dijo sorprendido por las palabras contrarias —No tiene que agradecerme, yo aprecio mucho a Alteza Rome, siempre que pueda voy a protegerlo. Lo juro.
—Excelente. —Una de las manos del mayor comenzó a jugar con los cabellos despeinados del Consorte —Recuerda decirme todo lo que él te cuente, no importa si es algo mínimo. Tenemos que cuidarlo, ya sabes cómo es de terco.
—Si, mi señor. No tiene que preocuparse.
—¿Vas a seguir con la idea de separar al General de Emma? —El chico palideció —¿Qué? Recuerda que yo lo sé todo.
—Su Majestad…yo…yo…
—Rome no lo sabe y no pienso decírselo. ¿Te imaginas lo triste que se pondrá al saber que su protegido es alguien cruel y despiadado?
—Emma intentó matarme…—El Alfa siguió jugando con los cabellos contrarios, como si aquello no fuera tan grave —Si el general vuelve con ella como si nada…yo le diré al Consorte.
—Pobre Rome, primero pierde a toda su familia. Luego su novio y ahora su mejor amigo. Gracias a Dios que yo estoy en su vida…
—Él no me perderá…—Aseguró mirando al mayor —Sé que no se molestará conmigo por lo que hice, él mismo querrá matar a Emma…
—Vaya, parece que no me exprese bien. Me refiero a que él te perderá del verbo voy a matarte. —Todo el cuerpo del adolescente se tensó —Dile una sola palabra a Rome y estas muerto.
—Pero…Alteza…yo…yo…
—No quiero perturbar a Rome con nada. —detuvo sus caricias —Si me llego a enterar de que mi compañero esta perturbado por tu culpa, ten por seguro que aniquilare a tu familia y después vendré por ti.
Mix se cubrió los ojos con dolor. Era injusto que Pick tratara de callarlo amenazando a su familia, él no era el culpable sino la pareja del General. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y deseo en su interior que el Consorte realmente fingiera dormir, sin embargo, no era así. Los ronquidos de Rome seguían, mezclándose con sus sollozos y el tarareo feliz del Alfa.
Al llegar a Araik fueron recibidos con vítores y una caravana. Las personas del pueblo celebraban el regreso victorioso del Emperador y su ejército. La guerra fue larga y dura, no obstante, todos confiaban en el Alfa quien nuevamente evito que sucediera una desgracia.
En la entrada del palacio la Reina Madre, Lucia y otras concubinas lo esperaban. Pick sabía que un gran festín se celebraría esa noche, se sentía contento, pero todavía le quedaba algo. Se abrió la camisa, con la intención de que se vieran las heridas y también la marca de su cuello.
El sirviente lo observó en silencio, todavía afectado.
—Cuida de Rome y no lo dejes solo. —El chico asintió sin dejar de llorar —Y tranquilízate o te cortaré la lengua.
Con sus últimas palabras se bajó del carruaje con una sonrisa triunfal. Varios aplausos siguieron sus pasos, al igual que los rostros de sorpresa. Contuvo su propia expresión imaginándose la cara que Rome haría si lo viera caminando orgulloso por haber sido mordido.
—Madre, gracias por hacerte cargo de Araik. —Comentó abrazándola, sorprendiendo a la Omega con el gesto fríamente calculado para que viera de cerca su cuello. —Te extrañé mucho.
—Hijo...tú...
—Hablemos dentro. —miró a la Emperatriz palidecida —No hagamos mucho ruido, Rome viene durmiendo y no quiero despertarlo.
Ambas mujeres lo siguieron, una aturdida y otra enfurecida. Lucia no podía creer que el asqueroso y bajo Omega se hubiese atrevido a enlazarse con su marido. Dentro de ella se formaba una tormenta que tenía el rostro del Consorte. Deseaba matarlo con sus propias manos.
—¿Cómo pudiste? —dijo la Emperatriz cuando los tres se quedaron solos —¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿¡Cómo dejaste que un Omega sin valor te marcara!? ¡¿Sabes en la vergüenza que me pones?!
—¿Podrías calmarte? Es solo una marca, nada del otro mundo.
—¡La Marca es una muestra de posesión y sumisión! ¿¡Como pudiste exponerle tu cuello!? ¡A un asqueroso esclavo!
Un golpe resonó por toda la estancia producto de una cachetada. El rostro de Lucia se encontraba completamente girado hacia un lado.
—No te atrevas a hablar de esa forma de mi Omega. —le dijo —En unas semanas nos casaremos y él será igual a ti. Respétalo.
—Jamás respetaré a un sucio Omega. —expresó con odio —Él y yo nunca seremos iguales…
El sonido de la puerta estrellándose indicaba que la Emperatriz los había dejado. Pick se dio la vuelta para sentarse frente a su madre, quien, a diferencia de la otra mujer, estaba tranquila.
—¿Y tú no vas a reclamarme? —miró a su progenitora —¿A cuestionarme porqué lo hice?
—Desde hace años tengo bastante claro que Rome no es solo un Omega para ti. —Su expresión fue tan sincera como preocupada —Espero que no te arrepientas; a veces siento que pierdes el sentido cuando estas junto a él.
—¿Por qué me arrepentiría? Voy a marcarlo también y esta vez será para siempre. —En sus ojos, la reina madre podía ver algo más peligroso que la locura —Sabes que nunca he sido feliz junto a Lucia; ahora que tenemos a Ryan puedo dejar de presionarme para hacer cosas que no me gustan. No importa si Rome no es de una familia tan buena.
—Quizás no sea de una familia tan prestigiosa como la Emperatriz, pero si viene de un linaje noble —Pick se sorprendió —Bajo cielo y mar no hay nada oculto. Además, Cecil me envió una carta contándomelo todo con lujo de detalles. Estos meses nos hemos vuelto cercanas.
—Omega chismosa. —dijo el hombre cruzándose de brazos —Entonces supongo que todos deben estar hablando de esto.
—¿A quién se lo iba a contar? No me gusta divulgar la vida de otras personas —Pick no le creyó, por lo que suspiró arrugando el rostro. Olga se burló de su reacción infantil y negó con la cabeza mirando la marca —¿Siquiera él estaba consciente de sí mismo cuando lo hizo?
—¿Tanto me conoces?
—Yo te parí. —La Reina Madre señaló lo obvio —Pobre chico, caer en tus garras fue lo peor que pudo pasarle en su vida.
—Quien te escuche va a creer que yo soy un tirano. —Ella alzó una ceja. —Lo tengo viviendo cómodamente. Prácticamente esta mejor que la misma Emperatriz. No le veo lo grave.
—Ahora que tocas ese tema, Lucia va a matarlo en cualquier momento. Saber que él te marco, siento que eso va a hacer que pierda hasta la última gota de su cordura.
—Lo sé. Tengo todo bajo control. No podrá tocar a mi esposo. Nos casaremos pronto, madre.
—¿Sabes? A veces me asusta lo calculador que puedes ser. ¿Finalmente convenciste a Rome? ¿Crees que si se casan él va a olvidarse por siempre de sus ideas de libertad? No lo subestimes.
—Por suerte conozco a una Omega que es excelente con sus palabras. —Pick se puso de pie mirándola tan fijo que la hizo temblar —Escoge bien tus oraciones, madre. Destierra de su mente la idea de querer escapar de mi lado.
—¿Como planeas que haga eso? Él es terco como una mula.
—No sé, piénsalo. ¿Cómo hizo papá para que tú desistieras de la idea de irte? Usa tus recuerdos, mamá.
El tono de voz del Emperador fue burlón con su progenitora. La forma cariñosa de referirse a ella no era más que de burlas porque sabía que al igual que Rome, ella también abandono su sueño de ser libre.
***
El despertar de Rome fue ruidoso.
Mix observó a su Amo moverse de un momento a otro y sentarse muy rápido. Trató de acercarse y preguntarle si tenía hambre o algo, pero el chico se arrojó de la cama; debido a su pie vendado no llego muy lejos, aun así, la agitación no se detuvo.
—¿Dónde estamos? —indagó apretando los hombros de su asistente —¿Dónde está Pick? ¿A dónde se lo llevaron?
—Estamos en Araik, Mi Señor, acabamos de llegar, tranquilícese…
—¿Dónde está Pick? —Repitió intentando ponerse en pie —¡¿Por qué él no está conmigo?!
—Alteza Rome, tenga cuidado, se puede hacer daño…
—¡Suéltame! —Empujó al chico y sin importarle su dolor se dirigió hasta la puerta donde lo recibieron varios soldados —¡¿Dónde está mi Alfa!?
—Alteza…—Un hombre se le acercó tomándolo del brazo a lo que Rome se soltó bruscamente —Usted está a medio vestir, mi señor.
El Omega se miró, viendo que su túnica de cama estaba abierta y se deslizaba por sus hombros, sin embargo, no le importo y se dispuso a irse, pero el mismo soldado lo detuvo.
—Alteza, por favor, vuelva a dentro…
—¡Suéltenme! ¡No me toquen! —Entre varios lo sujetaron, si él seguía así se haría daño —¿Por qué no me responden? ¿¡Qué le hicieron a mi Alfa!? ¡Si no me sueltan los voy a matar!
Entre los hombres se miraron, la orden del Emperador fue clara, cuidar al Consorte. Mix también estaba asustado, su Amo se veía totalmente fuera de sí.
—Alteza, vuelva adentro, ya el Emperador viene…
—¡No! —Agarró una espada y señaló a quien intentaba detenerlo, la desesperación hizo que las lágrimas cayeran —Si no se quitan yo voy a herirlos…
—Primero vístete antes de matar a alguien. —Aquella voz fue todo lo que necesito para bajar el arma.
Pick venía caminando con una gran sonrisa. Al ver que Rome corrió cojeando hacía él, abrió sus brazos y lo recibió en su pecho. Los sollozos del Omega resonaron por el pasillo; el Emperador lo cargó y se dirigió a su propia habitación. Sus hombres y Mix permanecían de pie con miedo por su reacción, sin embargo, no recibieron gritos ni insultos.
—No tienen que poner esa cara —Se notaba su buen humor. —Pueden retirarse, yo me haré cargo del Consorte. —La puerta se cerró, dejándolos solos por lo que Pick le habló al chico lloroso —Aunque saliste sin ropa frente a mis hombres, voy a perdonarte porque se nota que estas alterado.
—Alfa...Alfa...estuve tan asustado. —dijo apretando al contrario con fuerza —Desperté y nadie me decía nada. ¿Dónde estabas? ¿Estas herido?
—Estamos en nuestro hogar. —Contestó apartándolo para darle un beso. —Me encontraba arreglando varios asuntos, quédate tranquilo. Te amo…
—Te amo, Alfa. No me abandones nunca.
—Jamás. —Volvió a besarlo —¿Te hiciste daño? Llamaré al médico para que te revisen el tobillo. No debiste correr de esa forma. Si yo no hubiera llegado, ¿habrías atacado a mis hombres? Incluso Mix se veía pasmado.
—No…no sé lo que me pasó. —Se recostó en el hombro ajeno —Lo siento, no volveré a hacerlo…
El Emperador de Araik volvió a sonreír recordando las palabras que una vez Emma mencionó. No hay nada que sea imposible para el miedo. Tener a Rome era pan comido.
***
La celebración se iba a llevar a cabo sin importar el estado de quienes volvían.
Para Mix, aquello no fue una sorpresa. A pesar de estar herido, su Amo no debía faltar a la festividad. Rome se veía algo cansado e ido, el pequeño sirviente estaba preocupado; mientras lo cambiaba y peinaba, el silencio del lugar lo volvía loco.
—¿Cuál de estos dos broches le gustaría para su cabello?
—Escoge tú, yo solo quiero dormir…—El menor apretó los labios por lo que el consorte suspiró —El verde. ¿Dónde está Earth? No ha venido a vernos…
—Lo hirieron en la emboscada, pero sobrevivirá.
—Nos salvó la vida, espero que a partir de ahora seas bueno con él.
—¿Cuándo no lo he sido? —Rome alzo una ceja a lo Mix se rió. —Está bien, prometo que lo voy a tratar bien…
El mayor asintió y volvió a su actitud reservada. No era normal verlo apagado y desanimado, quizás su tobillo le molestaba más de lo que admitía.
—Alteza… ¿Tiene algún dolor? Puedo llamar al médico.
—Lo siento por amenazarte —soltó sin más. —No sé porque me volví tan loco, es la primera vez que me pasa.
Para el adolescente, recibir disculpas siempre era un acto grande de humildad que valoraba. Abrazó al Consorte por detrás y le sonrió a través del espejo.
—Lo admiro mucho, Mi Señor. Cuando sea mayor quiero ser como usted…
—Tonto. —susurró correspondiendo el abrazo —Me están pasando muchas cosas, siento que me estoy volviendo un desastre.
—Tal vez sea por la mordida. Dicen que cuando marcas a tu pareja te vuelves más posesivo, no se preocupe Alteza, lo entiendo totalmente…
Rome dejo de respirar y apretó la ropa de su asistente. Un nudo se formó en su garganta mientras buscaba las palabras correctas para expresarse. La sensación de asfixia llegó a él, perturbando al chico.
—¿Alteza? ¿Qué pasa?
—¿Cómo…Cómo sabes lo de la Marca?
—¿El Emperador no se lo dijo? —El Consorte lo apartó con miedo —Cuando llegamos él llevaba la ropa abierta debido a sus heridas, así que todo el mundo la vio…
—¿Todo el mundo? ¿Todos lo saben? —Se cubrió el rostro con las manos —Dios mío, debo estar en la boca del palacio.
—Todos están atónitos por su tenacidad, Mi Señor. —Trató de animarlo. —Usted mordió al Alfa más fuerte de todo el imperio. De hecho, ya hasta hablan de su boda.
—Me casaré... —susurró recordando su promesa. —Me voy a casar con Pick…
En su voz existía la duda, tanto que Mix pudo verla, sin embargo, prefirió guardar silencio. La idea de que Rome no se casara con el Emperador le dio miedo.
El Alfa era peligroso.
***
Sentado junto al trono, Rome observaba que las personas bailaban y lo miraban de forma poco disimulada. La incomodidad era grande, pero no podía irse. A su lado Pick sonreía más alegre que nunca; la vestimenta era reveladora en su pecho, dejando ver apenas una pequeña fracción de su marca.
Sin embargo, era suficiente para que todos supieran lo que era.
—Voy a hablar con los ministros —le dijo acariciando su mejilla —Quédate con mi madre.
La mujer mayor asintió a las palabras de su hijo y tomó asiento junto a Rome. El chico se sentía cohibido por todo, deseaba irse lo más pronto posible.
—Querido, estas algo pálido. ¿Quieres un poco de vino? Para los nervios…
—Por favor…—recibió la copa intentando que no se notara el temblor de sus manos —Mi señora, gracias por su compañía…
—No agradezcas, la verdad es que estaba aburrida. Lucia no asistió, así que no tengo con quien más hablar. ¿Quieres salir un rato al jardín? Estoy harta de tantos ojos viéndonos.
Asintió feliz por dentro. Prefería estar afuera disfrutando de la fresca noche en vez de la atosigante multitud. Con ayuda de sus guardias fue cargado hasta una silla donde el silencio era perfecto para calmar su ansiedad interna.
—Este lugar es perfecto. Hay muchos seres indeseables en el salón, ¿Sabes que la gente me teme y no sé por qué?
El omega bebió de su copa para no responder. Se le ocurrían al menos cinco razones del porque las personas huirían de la Reina Madre, pero prefirió callar.
—¿Disfrutaste mordiendo a mi hijo? —El menor se atragantó con su bebida —Querido, no te ahogues…
—Mi señora, no hablemos de eso, por favor…
—¿Por qué? Tengo que admitir que me sorprendiste, aunque en verdad lo esperaba. Eres increíble.
—Fue un accidente.
—Sea como fuera igual lo hiciste y tienes que hacerte responsable. —La mujer tomó su mano —Debes cuidarte y ser consciente de que Pick será más protector; mi hijo no querrá volverse un Beta.
—Yo soy responsable de lo que hice, sé que soy culpable de cometer un pecado. No pretendo huir sabiendo que podría dañarlo…
—Por supuesto, siempre has sido un chico muy inteligente. —Lo soltó y volvió a sostener su copa —Además no serias tan tonto como para intentar escapar, ¿Conoces el dicho “hijo de tigre sale pintado”? —Rome no entendió. —Se refiere a que los hijos se parecen a su padre y Pick creció viendo como su padre evitaba que las concubinas escaparan.
Rome pensó en su madre y en como Ming la mantuvo cautiva durante años en una habitación. El sudor frio le corrió por la espalda, no se imaginaba a si mismo encarcelado.
—¿Me va a encerrar? —Susurró asustado a lo que Olga se burló.
—¿Encerrarte? Oh no, él no haría algo tan tonto porque en cualquier momento podrías salir corriendo…—la sonrisa espeluznante en la mujer no le gusto. —Él evitaría eso.
—Mi señora…no la entiendo…
—¿Que no entiendes? Él evitaría que corrieras, Rome. Te partiría las piernas.
La crueldad de Pick era algo que su tonto cerebro suprimió y olvido, pero era algo real. No dudo en que las palabras de la Reina Madre serian ciertas.
—¿Te vas a comportar? En la época dorada de mi marido era normal ver algunas pobres concubinas arrastrarse por los suelos. Él no dejaba que siquiera los soldados la cargaran y si se recuperaban volvía a fracturarlas.
—El emperador…él… ¿usted cree que sería capaz de hacerme algo tan horrible?
—¿Horrible? Horrible seria que te cortara las piernas. Una fractura se recupera en un par de meses, Rome. Un pequeño castigo para la mala conducta.
—Mi señora…yo…yo no voy a escapar. Se lo juro.
—Excelente. ¿Quieres más galletas? Las de vainilla están deliciosas…
Rome acepto el dulce con un ligero temblor. El tobillo le dolía bastante, no se imaginaba el sufrimiento de que sus piernas fueran rotas múltiples veces. En su mente la idea de escapar estaba hundida; después de casi perder al Alfa, lo único que quería era recostarse con él y amanecer a su lado todos los días.
—¡Maldito Omega! —Sin previo aviso, su cabello fue jalado hacía atrás tirándolo de la silla. El Consorte no pudo reaccionar a tiempo para evitar que Lucia se le montara encima y lo agitara con violencia.
—¡Guardias! —Gritó la Reina Madre. —¡Sepárenlos!
—¡Tóquenme y Pick les cortará la cabeza! —Exclamó la Emperatriz poniendo su rostro frente al de Rome. —¿Como te atreviste a morder a mi marido? Maldito arrastrado, ¿Querías asegurar tu puesto, ¿verdad?
—Mi señora…usted me está haciendo daño…
—¿Te acuerdas, Rome? Me dijiste que tu sueño era ser libre, ¿crees que lo serás ahora? Olvídate de eso. Si te vas Pick se volverá loco sin tus feromonas. Tengo que felicitarte, salvaste tu propia vida y al mismo tiempo te pusiste la soga al cuello.
—Suéltame…
—Cruzaste la línea. Te vas a arrepentir cada minuto por lo que hiciste. —Lo volvió a jalar y susurró en su oído. — El Emperador te sacara los ojos para que nunca puedas ver a nadie más…
—¡Yo no quería esto! —Agarró el cabello de la mujer y tiró de él para que lo liberara —¡Yo nunca quise marcarlo!
—¡Como si fuera a creerte! ¡Desde el comienzo lo querías! ¡Deseabas a mi esposo!
—¡Yo amaba a Din y ustedes me obligaron a estar con el Emperador! —Tiró más fuerte apartándola —¡Todo esto es por su culpa! ¡Yo era feliz hasta que ustedes se metieron en mi camino!
Lucia lo soltó quedándose muda. Ya lo sabía, desde hace mucho se culpaba por su desliz. Cargaba cada día con la rabia por ser ella misma quien metió al amante en el lecho de su marido y por eso lo odiaba aún más. Rome le recordaba uno de sus mayores errores.
—Espero que seas miserable el resto de tu vida…—Murmuró la mayor con rabia.
—Lo importante es que nunca seré tan miserable como tú. —Concluyó el Consorte sintiendo como la chica era apartada.
Pick observaba la interacción sin intervenir. Porsche a su lado miró disimuladamente a su amigo y luego al Omega. Definitivamente Lucia tenía razón, Rome se había puesto la soga al cuello.
Notes:
NOTA DE AUTORA: ¿Cuál fue su reacción al ver que todo fue un plan de Pick?
¿Lo vieron venir? Espero sus comentarios, Besos!
Chapter 38: CAPÍTULO 38
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Mes y medio después de volver de Ragus se celebró la boda.
El Emperador quería casarse a la semana siguiente de volver, pero Rome se quejo hasta que logró convencerlo de que al menos permitiera que su tobillo sanara un poco; para él era importante caminar, incluso si era cojeando, hasta el altar. Que lo cargaran o lo arrastraran no se vería bien ante los ojos de los pocos afortunados que fueron invitados.
Cuando llegó el gran día el Consorte no podía evitar sentirse nervioso. Desde la pelea con la Emperatriz volvió a soñar con Din; pesadillas se repetían mínimo cada dos noches perturbando su sueño. Su expareja le reclamaba por haberse fallado a sí mismo y a su relación. Lo peor era que despertaba llorando y el pecho del Alfa lo recibía en un abrazo cálido.
Prolongando la culpa que pensó estaba superada.
Un suspiro se escapó de sus labios y sin evitarlo, la sensación de ahogo recorrió su pecho. Reconoció el miedo como un viejo amigo que creyó olvidado. A su lado Mix lo vio temblar y sobó su espalda con delicadeza.
—Alteza, respire, todo estará bien.
—Estoy bien, es solo que nunca pensé que me casaría con el Emperador. —Contuvo las lágrimas. —Nunca creí que me quedaría para siempre en Araik.
—¿Quiere escapar? —Dijo Mix mirándolo fijamente. —Si quiere yo puedo ayudarlo…
Rome abrió los ojos y le sujeto la cara con violencia para que le pusiera atención. Casi podía sentir el pánico atravesarlo por la lengua atrevida del menor.
—Nunca en tu vida vuelvas a repetir eso. —Su voz sonó gruesa asustando al chico. —Si alguien te escucha y le dice a Pick no podré hacer nada para salvar tu pellejo. ¿Entendido?
—Si…si…lo siento…
El Consorte lo soltó mordiéndose el labio. Las palabras de su sirviente sonaron más tentadoras de lo que pensó y aquello lo enojo. Él amaba al Alfa. Pasaron por muchas cosas juntos; desde el principio el destino junto sus dos vidas, ¿Cómo podría él interferir?
Mix volvió a peinarlo con el rostro pálido. Dentro de él existía cierto remordimiento contra el Emperador que no le había contado a su Amo. Sabía que Emma y Porsche estaban juntos de nuevo, como burlándose de su sufrimiento. La verdad bailaba en la punta de su lengua, pero decidió no perturbar a Rome con sus tonterías. Suficiente tenía con sus propios problemas; El menor acomodo una corona de flores sobre la cabeza del Consorte, era sencilla y contrastaba perfectamente con la vestimenta blanco con dorado. Algunas joyas verdes también fueron agregadas, una sutileza para alegrar al Emperador.
—Es hora de salir, Mi Señor…—Mix agarró su brazo y trató de sonar tranquilo para que el mayor se calmara —Todo será muy bello, usted se ve precioso, Alteza.
—Siento que voy a vomitar…—susurró caminando en el pasillo hacia la parte exterior del palacio. —O tal vez voy a desmayarme.
—Que sea después de la ceremonia. No permita que nadie lo vea débil, Alteza… —Un pellizco llegó a su costado obligándolo a que caminara recto. Agradeció al pequeño en silencio.
Toda la organización de la boda estuvo en manos de Pick, quien siguiendo su petición lo hizo al aire libre. Varios guardias custodiaban cada rincón, era obvio que además de cuidarlo, ellos estaban instruidos para evitar cualquier intento de escape. El consorte bajó la cabeza conteniendo las lágrimas y trató de respirar para relajarse.
En medio del camino, algo delicioso llego a él. No levantó el rostro, sin embargo, el olor suave y al mismo tiempo dulce como el pasto recién cortado se coló en su nariz, trayéndole recuerdos de su infancia. Se concentro en la esencia para darse fuerzas y salir al exterior.
Un camino de pétalos de flores formaba el paso hasta el sencillo altar, donde el Emperador lo esperaba con una sonrisa. Algunas bancas se encontraban ubicadas a los lados, mostrándole que las concubinas, la Reina Madre y la Emperatriz junto con algunos pocos invitados iban a presenciar todo.
Pensó que Mix lo acompañaría para entregarlo a su compañero, no obstante, se sorprendió al ver que su lugar era tomado por Earth. Él le mostró una sonrisa cálida y le explicó en menos de dos segundos que aquello eran órdenes del Emperador.
El simbolismo era claro. Que lo entregara un Beta era una forma poco sutil de hacerle recordar a Din y al mismo tiempo de que aceptara despedirse de su vida anterior. El agua llegó a sus ojos, haciendo que aprisionara más al soldado que lo llevaba hasta el final.
—Te ves hermoso…—dijo Pick extendiendo uno de sus brazos para alcanzarlo.
—Tú también… —correspondió el halago con voz temblorosa. El Alfa le mostró una sonrisa y dio por iniciada la ceremonia.
A pesar de sus dudas, Rome logró bajar sus nervios y disfrutar de la ceremonia. El atardecer se posó en el pequeño Ryan quien se dirigía hacía ellos con los anillos. Para el Consorte fue muy tierno ver los pasos del príncipe llegar y tirar la almohada con las joyas para abrazarlo. De la pareja se escuchó una carcajada que los invitados compartieron. El sacerdote continuo con sus palabras, no importándole que el Omega tuviera al niño en sus brazos. Pick también se veía contento mientras tomaba una de sus manos para ponerle la argolla.
—¿Sabes lo que es la luna para nosotros los Alfa? —Comentó besando su muñeca —Tú eres mi luna, Rome. Eres el amor de mi vida y prometo hacerte feliz por siempre.
Las lágrimas abandonaron finalmente sus ojos mientras asentía y entregaba el niño a su suegra; repitiendo el mismo movimiento del Alfa sujetó su mano y le puso el anillo.
—Prometo amarte para siempre. —Sollozó emocionado —Mi Alfa…te amo…
—Declaró sellada esta unión de amor, pueden besarse. —El sacerdote dio la indicación y sin esperar ambos compartieron un beso apasionado.
Los aplausos resonaron por todo el lugar, así como la lluvia de arroz y pétalos. Rome apretó al Alfa en un abrazo cálido y aspiro con ganas su olor. En medio de todo, sin ponerse de acuerdo la pareja liberó sus feromonas para hacer una promesa mucho más profunda.
Varias personas se acercaron a felicitarlos con abrazos e incluso algunos regalos. Betty tomó a Rome del brazo y se lo llevo a un lado para darle una sorpresa. Pick lo vio alejarse y sonrió, sin embargo, la mueca murió tan pronto como percibió a la Emperatriz a su lado.
—Felicidades por tu boda. —dijo ella sosteniendo una copa. —¿O debería decir tu sentencia?
—¿Qué diablos quieres? Ni siquiera te pedí que vinieras.
—¿Cómo iba a perderme una ocasión tan especial? No todos los días el Emperador se vuelve un esclavo. —se burló. —Te felicito, querido, oficialmente eres el esclavo de Rome.
—Lucia, mejor cállate antes de que me enfurezca.
—No tienes que enfurecerte, querido, suficiente tienes con saber que no eres más que un reemplazo. ¿No te parece chistoso? Todo el mundo cree que eres el gran Emperador y la realidad es que no eres más que un arrastrado al que nunca van a amar. Porque seamos realistas, Rome no te ama y nunca lo va a hacer.
—¡Lárgate! —le gritó —¡Guardias! ¡Llévensela!
—Hasta un muerto te gana y sigue en su mente —soltó antes de ser jalada lejos. —¿Lo oíste esa vez, cierto?
Pick apretó sus puños con rabia. La sonrisa de autosuficiencia de Lucia no se le iba a olvidar, sobre todo porque en el fondo le perturbaba el hecho de que ella tuviera razón.
—¿Qué paso? —Rome llegó, interrumpiendo su momento de rabia. —¿Qué hizo la Emperatriz?
—Nada, solo esta celosa. —Contestó atrayéndolo para robarle un beso acaramelado —¿Qué te regalaron?
—Después te muestro…—Su sonrojo le dejo claro al Alfa de lo que se trataba —¡No me mires así!
—¿Así como? —El consorte le dio un golpe juguetón —Quizás el regalo sea más para mí que para ti.
Siguieron abrazados y saludando a las personas con una sonrisa. La noche trajo consigo la celebración con música y mucha comida. El nuevo matrimonio se sentó en lo alto, compartiendo sus manos entrecruzadas para demostrar el amor que sentían.
—Su majestad Pick…—Una mujer bajita se acercó a ellos con cautela —Alteza Rome, felicidades por su unión.
—Cariño, te presento a Vera, ella pintara un cuadro de hoy. ¿Te gustaría que fuera de cuando nos dimos el sí en el atardecer o de este momento que estamos sentados en el trono?
—Con el atardecer…—contestó con una pequeña sonrisa. —O como usted lo desee.
—Mi señor, sus deseos son más importantes que los míos. —le hizo una reverencia —Con gusto dejare plasmada la belleza de su hermosa unión, hacen una pareja preciosa…
Rome volvió a sonrojarse. Todavía no se acostumbraba a que le dijeran que él era bello; seguía nervioso y un poco incrédulo ante las palabras de respeto que seguían llegando a él.
La pequeña fiesta se mantuvo hasta altas horas de la noche; decidieron que saldrían a su luna de miel al día siguiente para no correr; sin saber por qué, el Consorte se sentía nervioso con el viaje. Era la primera vez que dejaba el palacio con el nombre de esposo.
Pick a su lado rodeaba su cuerpo, apegándolo más a él mientras liberaba feromonas para calmarlo. Aun así, le costaba. Se dedico a mirar el paisaje natural que rodeaba su camino. La villa a la que llegaron quedaba lejos de Araik y su bullicio. Un día y medio basto para que Rome se sorprendiera con lo que captaban sus ojos.
El mar.
Tan cristalinas como el agua frente a ellos, las lágrimas bajaron por sus mejillas. El abrazó por detrás del Alfa se sintió cálido como la brisa que acariciaba su piel. La inmensidad del basto paisaje se mezclaba con el sol, resplandeciendo cada una de las olas.
No pudo evitarlo y corrió a la orilla para mojar sus pies. El agua era fría, pero eso no lo detuvo de agacharse y tocarla con sus manos, incrédulo de estar ante semejante placer para los sentidos.
—Esto es hermoso…—Murmuro sin dejar de sollozar.
—Tú eres hermoso. —Pick se agachó a su lado —Te dije que conocerías el mundo a mi lado, querido. Te amo.
—¡Yo también te amo! —Correspondió el gesto de amor con un salto que arrojó al Alfa en la orilla —¿Podemos bañarnos? ¡El agua se siente genial!
—¿Acaso alguna vez te he negado algo?
El consorte se quitó la camisa y los pantalones, quedando en ropa interior. Sin esperar nada, se metió dentro de las olas y disfruto del placer de las sensaciones. Pick lo vio desde la arena y desvió la mirada solo un segundo para comprobar que ninguno de sus hombres se atreviera a ver a su compañero casi desnudo. Todos se giraron rápidamente con miedo.
—No vayas muy profundo, las olas pueden ser traicioneras. —le advirtió al omega llegando a su lado —Juguemos aquí un rato y luego vayamos a comer.
—¿No podemos comer aquí adentro?
—Permaneceremos en esta villa por una semana; podrás bañarte de nuevo. —Lo tomó por las piernas provocando que lo rodeara y quedaran frente a frente —Tenemos algunas cosas de que ocuparnos primero.
Por supuesto. “Eso” hacía falta.
Ya no existía ninguna excusa para negarse. Cuando la noche llegó y se encontraron juntos en la habitación, los latidos del fondo de su corazón subían hasta sus oídos. Aquello era lo normal y, sin embargo, le asustaba. El atuendo que las concubinas le regalaron era vergonzoso y erótico, no obstante, el Alfa mostraba casi todos sus dientes debido a la felicidad.
—¿Confías en mí? —Pick se alejó de él sin dejar la expresión contenta —¿Me amas, Rome?
—Sabes que te amo, acabamos de casarnos, querido. —No entendía porque la pregunta. —¿Dudas de mí?
—También te amo. Contéstame, ¿confías en mí? —El Omega asintió inseguro, viendo como el mayor sacaba una botella color rojo. —Esto es un afrodisiaco; debido a la guerra estuve aguantando mucho las ganas de hacerte mío.
—Eh…no necesitamos esto…—Sus nervios subían con solo la idea de poner su mente racional a un lado —Yo te deseo mucho y no necesito menjurjes para…
—Esto va a producirnos el celo a ambos —La respiración de Rome se detuvo —Eres mi esposo y quiero marcarte.
—Yo…yo…
—¿No quieres? Creí que confiabas en mí. Yo soy tuyo, pensé que querrías ser mío…
—Si quiero, pero me da miedo —Pick bajo el rostro decepcionado, asustándolo —Mi Alfa, si quiero. Hagámoslo, márcame….
El Emperador bebió la mitad del frasco antes de ponerlo frente a sus labios y darle de beber. Como una mezcla de frutas, el sabor de coló desde su lengua hasta la garganta, siendo reemplazado rápidamente por los besos de su pareja.
La habitación se volvió caliente, haciendo que Rome sudara a tal punto de que la pequeña prenda que lo cubría le resultaba incomoda. Apenas y la piel contraria aliviaba la temperatura que comenzaba a inundar sus poros. No se dio cuenta del momento en que la ropa se deslizó lejos, dejándolo tan descubierto que por un segundo se cohibió.
—Hemos hecho esto muchas veces, ¿por qué te avergüenzas?
—Es la primera vez que lo hacemos como una pareja casada…
—Mi esposo es muy tierno. —Pick observó su cuerpo desnudo de arriba abajo. —Te daré una noche inolvidable, mi Omega.
Rome se recostó en la cama y recibió los labios contrarios con entusiasmo.
Ya no había vuelta atrás.
Dos años después.
Veinticuatro meses pasaron desde su matrimonio; aunque su vida no cambio mucho, para el Omega cada día traía consigo retos diferentes. Los movimientos en su estómago lo despertaron, sin embargo, no se movió porque ya estaba acostumbrado.
Empezaba en sus pies y luego se dirigía hacia arriba. Ryan se acurrucaba bajo las sábanas junto a él; últimamente solía colarse en su cama después de tener pesadillas. Las niñeras no intervenían en aquello, sabían que el Consorte disfrutaba del pequeño príncipe.
Abrazó al niño antes de darle un beso en la coronilla y volvió a dormirse. Supo que la mañana llegó porque el Emperador acaricio con delicadeza su cabello hasta que lo despertó. Abrió los ojos con pesadez y observó a su esposo ya vestido.
—Buenos días, querido. —lo saludó Pick con un beso —¿Vas a seguir durmiendo? Recuerda que el príncipe debe ir a sus clases.
—Solo tiene cuatro años, ¿por qué ser tan estricto?
—Ryan será Emperador en un futuro, debe ser bien educado.
—Está bien. —Se rió apretando el pequeño cuerpo que se rehusaba a dejar la calidez de su pecho. —¿Que harás hoy? ¿Almorzamos juntos?
—Debo visitar a Lucia, el doctor dice que se acerca la fecha del parto... —La alegría en Rome se fue.
—Viene el segundo heredero. —Comentó amargamente. —Lamento no poder darte uno. Creo que al final si abuse de los anticonceptivos...
—Sigamos intentando, no tengo afán.
—Quizás nunca pueda embarazarme. De pronto soy infértil.
—No me importa si no sucede. —Pick lo beso sin dejar de sonreírle. —No necesito más hijos, soy feliz con solo tenerte a mi lado.
—Dices eso y de igual manera vas a encontrarte con la Emperatriz.
—Es mi deber como padre de la criatura. Solo le doy mis feromonas por esa razón, no pienses en eso, ni siquiera puedo olerla.
—¿No? Yo siento algunos olores de vez en cuando —El Emperador arrugó el rostro —Pero es solo como un segundo, no te preocupes.
El Consorte lo sabía en el fondo. A pesar de que su marca fue hecha en el celo, por alguna razón no era tan potente como la que él le había hecho al Alfa. No sentía olores como tal, sin embargo, en ciertas ocasiones la esencia a césped y naturaleza se colaba en su nariz.
—¿Sigues sintiendo ese olor?
—Huele a hierba recién cortada. —Vio la preocupación en su marido —Me he asegurado y parece venir de afuera. No es de nadie, querido.
—Eso espero. Me volvería loco si percibieras otro Alfa.
—¿Qué tal sea un Omega? Quizás por eso…
—¿Es Mix? Porsche dice que últimamente siente un ligero olor venir de él.
—Ahora que lo dices, siempre estoy con él cuando lo siento. ¿Crees que sea su celo? —El alivio en el rostro del Alfa le hizo saber que aquel era el rumbo que debía seguir esa conversación. —Mi pequeño ya tiene diecisiete. Tengo que prepararme por si acaso…
—En eso si no voy a intervenir. Te veo en la cena, te amo, Mi Luna.
El Omega recibió un último beso antes de despedir al mayor. Aunque no quería, se estiro y despertó al pequeño príncipe con varias cosquillas; después se bañaron juntos y luego lo acompañó hasta una casa junto a las concubinas. En su interior un hombre bastante viejo se encargaba de la educación de todos los niños del palacio. Rome despidió a Ryan con un beso y agitó su mano para los demás infantes que correspondieron su gesto con alegría.
Siguió su camino hasta el hogar de Betty; la ex concubina de su marido se había vuelto su amiga cercana en los últimos años. Él y Mix solían pasar las tardes junto a ella para recibir también conocimientos sobre etiqueta y protocolo. Un Consorte no podía tener malos modales.
—Alteza Rome…—la alta mujer le dedico una reverencia mientras sonreía —¿Y Mix?
—Vendrá en un rato; lo mande a traer algo que compre para ti porque quería que estuviéramos a solas…
—¿Pasa algo? ¿Le he faltado el respeto a usted de alguna forma?
—¿Tú faltarme el respeto? Primero la Emperatriz se convierte en gato —se burló. —No, lo que sucede es que me daba vergüenza pedirte esto frente a él.
—¿Qué desea, Alteza? Cuente conmigo…
—Las hierbas para la fertilidad que me ofreciste... —Se sonrojó y bajo la cabeza —Quiero tomarlas...
—Por fin dejaste la terquedad. —Se burló ella cambiando su tono a uno más confianzudo para no intimidar al chico. —Ya las traigo, sé qué harás a su Majestad muy feliz.
—Todavía me da miedo que no quiera un hijo mío… ¿Y si…?
—¿No decías tú que él insistía? Debes tener más autoconfianza en ti. —dijo tendiéndole una bolsa con varias plantas —Se acercan días de tensión con el nuevo bebé que nacerá. Sabes que la Emperatriz te dirá una o dos groserías…
—Lo sé, ella es un fastidio, pero al menos esta vez no tengo que estar ahí. —El consorte tomó aquello y lo escondió entre su ropa —Ryan tampoco quiere ir, mi señora sigue despreciándolo...
—Ryan es tu hijo, no el de esa mujer. —La sonrisa de Betty fue calmada, aliviando su tribulación interior —Madre es la que cría no quien engendra y tú has criado a ese niño desde que abrió los ojos.
—Lo sé. ¿Cómo esta tu pequeña? —El consorte cambió el tema súbitamente al sentir los pasos de su asistente —Fuimos al pueblo y conseguimos una muñeca hermosa, en cuando Mix llegue… ¡Oh! ¡No te sentí llegar!
Betty le siguió el juego en silencio. No importaba el tiempo que hubiese pasado, ante sus ojos Rome seguía siendo alguien frágil e inexperto que necesitaba ayuda para sobrevivir en un ambiente tan caótico y peligroso como el palacio.
Y no solo el palacio, su propio esposo era de quien más debía cuidarse. Antes de finalizar la tarde fue encarada por el Alfa. Agachó su cabeza en señal de reverencia y espero pacientemente a que el Emperador comenzara su interrogatorio diario.
—Hoy Rome vino solo, ¿por qué? —Pick se veía serio. —Sé que duraron varios minutos dentro de tu habitación hasta que llego Mix, explícame.
—Mi señor, el Consorte vino a pedirme hierbas para aumentar su capacidad reproductiva. Sigue preocupado...
—¿Y? ¿Qué le dijiste?
—Seguí sus instrucciones, Mi Señor, le di anticonceptivos. —Betty seguía sin mirarlo —Una bolsa color morado, la guardo dentro de su ropa.
—Gracias. —contestó el hombre invitándola a que se pusiera en pie —Tendrás tu recompensa.
La mujer asintió con una sonrisa, sin embargo, necesitaba hablar porque si no las palabras iban a ahogarla.
—Mi señor, ¿puede esta fiel servidora ser atrevida y preguntarle algo personal? —Él asintió percibiendo los ojos nerviosos de la concubina —¿Por qué no permite que Rome quede en cinta? Sé que eso lo haría muy feliz. Nosotros los omegas nacemos para...
—Rome está enfermo. —Detuvo sus palabras. —Su cuerpo no puede sostener un embarazo. Si llega a concebir, puede morir antes de siquiera llegar al parto.
—¿Lo dice por la pérdida que tuvo? Alteza Rome me conto que fue por la caída. No pienso que…
—Esa no fue su primera perdida. —La chica abrió los ojos palideciendo. —Si amas a Rome, me ayudaras a evitar su muerte.
La ex concubina asintió, aunque por dentro temblaba. Esperaba que el Emperador nunca descubriera que en realidad estaba jugándole en contra. No le importaba si aquello le costaba la vida.
Ella le era leal a Rome
***
La noche que Rome recibió la marca del Emperador su mundo se detuvo. Todo lo que no fuera el Alfa perdió el olor y el gusto; aquello lo asustó y lo perturbó al comienzo, pero termino acostumbrándose con los meses.
Al pasar un año pudo volver a sentir el olor de la naturaleza que tanto le gustaba. Se dedico a mantener organizado su invernadero y dar clases por las tardes. Muchos de los servidores del palacio solían llevarle frutas en agradecimiento por ser tan bueno y bondadoso con ellos.
—Alteza, ¿por qué…? —No pudo escuchar la pregunta de su asistente.
Dejo de ver y oír, únicamente el silencio lo cubrió dejando que pasara por sus sentidos la voz conocida de su esposo. Eso era lo único a lo que todavía no se habituaba. Sin responderle a Mix se dio la vuelta y emprendió el camino hacia el Alfa.
Pocas semanas luego de la mordida comprendió porque cada vez que llamaba a Pick en su mente él aparecía. La marca creaba una conexión casi que telepática entre ellos provocando que el simple pensamiento del otro fuera como un interruptor que desordenaba sus actividades. Su cuello picaba mientras era jalado en busca de la presencia del mayor.
—“Rome...” —Resonó en su mente, agitando su corazón con cada minuto que pasaba. Quienes lo veían en el pasillo ya sabían lo que le ocurría y se apartaban para no interrumpir sus encuentros.
Entró en la oficina del hombre y frunció el ceño. Odiaba ver la sonrisa burlona en el rostro de su pareja debido a el poder que tenía sobre él.
—Vaya, llegaste más rápido de lo que esperaba. —Comentó abriendo los brazos para recibirlo y liberó sus feromonas logrando bajar su molestia. —Han pasado dos años y sigues con esa actitud.
—No me gusta dejar de lado las cosas que estoy haciendo…
—¿Acaso hay algo más importante que venir a darle amor a tu esposo? —El abrazó en el menor se apretó —Esto es algo natural entre un Alfa y un Omega; necesitamos intercambiar feromonas, querido.
Aunque se resistiera, una parte de él anhelaba la esencia contraria. La realidad era que disfrutaba de la cercanía con su esposo, simplemente le gustaba hacerse el difícil. Inhaló con ganas el aroma contrario y dejo salir el propio con una sonrisa.
—¿Qué hiciste hoy? —preguntó el Emperador sentándolo en el escritorio —¿Algo divertido?
—Todavía no. —murmuro abriéndose la ropa. —¿Podemos desordenar un poco los papeles?
—¿Te excitaste con mis feromonas? —Rome asintió mordiéndose el labio inferior. Las hierbas que Betty le entregó habían provocado calor en cierta parte especial de su cuerpo.
—Alfa…Tu Luna te desea mucho… —Pick lo arrojó contra la madera con una sonrisa.
¿Quién podría decir que Rome no lo amaba si se entregaba a él por sus propios medios?
Nada ni nadie alejaría al Omega de sus brazos.
Notes:
Nota de Autora: Este capitulo tuvo MUCHA información. Si algo no se entendió con gusto pregúntenme que yo les contesto.
Con este capítulo entramos en la tercera parte de esta historia, aún faltan varios capítulos para el final, PERO se viene el desastre. ¡PONGAN MUCHA ATENCIÓN! ¡Gracias por leer, besos!
Chapter 39: CAPÍTULO 39
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Ryan era un niño curioso. Desde que el pequeño nació Rome supuso que estaría muy apegado a él, por algo le decía papá y se escondía detrás de sus piernas siempre que realizaba alguna travesura. Amaba al niño, esa era la verdad.
Sin embargo, a veces se arrepentía de esa cercanía. En el fondo se culpaba a sí mismo por la forma en que la Emperatriz trataba al pequeño. Ya no era un secreto, todo el mundo lo sabía y lo tenía muy claro. Incluso él.
—Papi, ¿por qué mamá me odia? —Cada vez que esa pregunta llegaba a sus oídos le partía el corazón.
—Ella no te odia cariño, es solo que la señora Lucia no sonríe mucho…
—¿Seguro papi? La oí decirle la abuela que estaba feliz porque mi hermanito se parece a ella, no como yo…—El pequeño se froto los ojos a punto de llorar —¿Por qué yo me parezco a ti y no a mamá?
—Porque yo te amo con todo mi corazón. —contestó abrazándolo con impotencia —No le pongas atención, ya te lo he dicho, eres un niño fuerte y valiente. Tú padre y yo te amamos mucho.
—¿Si yo dejo de parecerme a ti vas a dejar de quererme? —El consorte negó enseguida —¿Y cuándo tengas tu propio bebé?
—Entonces te querré el doble porque vas a cuidarlo como un hermano mayor…
—¿De verdad? ¿No me trataras feo si tienes otro bebé?
—Jamás. Te amo mi pequeño. —Ambos se abrazaron ante la vista incomoda de Mix.
Mix esperaba pacientemente a que Rome dejara al niño en sus clases para poder comenzar el día. Cada vez que oía al príncipe quejarse de la Emperatriz se enfurecía más; le molestaba ver que personas buenas terminaran en garras de gente tan mala como los nobles, en especial del Alfa más importante de Araik. Deseaba con todas sus fuerzas que su Amo pudiera liberarse de las ataduras que por supuesto él y todos podían ver.
—Pobre Ryan, tendré que hablar con Pick para que intente que la Emperatriz lo trate mejor… —Y lo que más le frustraba era la ciega confianza que el Omega tenía en su pareja.
—Si no ha hecho nada antes dudo mucho que lo haga ahora. —Su respuesta fue grosera, por lo que el mayor se giró sorprendido. —Eh…quiero decir…Alteza no se ve muy preocupado debido a esa situación…
—Últimamente he notado que estas un poco hormonal…
—¿Yo? Se volvió loco, mi señor…
—Mix, mi deber como adulto es decírtelo. —Agarró el brazo del chico y suavemente lo llevo a una banca —Creo que pronto vendrá tu celo…—El chico abrió los ojos —Tú sabes que debido a la marca no puedo sentir tantos olores, sin embargo, puedo olfatearte un poco…
El calor subió por el cuello del sirviente hasta llegar a sus orejas volviéndolas rojas. Rome soltó una pequeña carcajada al verlo cubrirse con vergüenza, por supuesto, él esperaba esa reacción. Ya estaba preparado.
—Gracias a que tienes una habitación individual podrás estar solo; te daré algo de medicina para que no lo pases tan mal. —Lo abrazó. —Sé que puede darte un poco de miedo por cómo me has visto, pero te aseguro que dormirás profundamente hasta que se termine.
—¿Y si no quiero estar solo? —El Consorte se apartó sintiendo presión en la boca del estómago —¿Usted se opondría si yo decido pasarlo en compañía de alguien? Puedo tomar anticonceptivos…
—¿Con…con quién quieres pasarlo? —El chico se mordió el labio inferior —¿Con Porsche?
—¿Eh? —Mix se paró, totalmente ofendido —¿Por qué rayos querría pasar mi celo con un tipo tan desagradable?
—Oye, Cálmate. Solo pensé que como aquella vez usamos sus feromonas quizás querrías repetir…
—No. No quiero volver a oler a ese hombre. —Se cruzó de brazos. —Solo necesito a una persona que me ayude con las olas de calor y tengo a alguien en mente, pero no sé si sea posible. —Lo miró a los ojos. —Earth…
Todo el aire que el Consorte estuvo reteniendo salió con alivio de sus labios. Prefería mil veces que el joven pasase su momento vulnerable con el soldado en vez del General. Entendía sus dudas; no era tan sencillo para un Beta resistir el celo de un Omega, aun así, podía ayudar.
—No hay nada imposible mientras tengas la información correcta. —Lo invitó a sentarse de nuevo para susurrar y evitar que algún guardia pudiera oírlo. —Pase un par de celos con Din, él era un Beta también y aunque al principio le costaba, logramos que funcionara.
—¿Cómo? Sé que no hay forma de convertir a un Beta en un Alfa.
—No, pero puedes excitarlo hasta perderse en el placer de tu celo… —Rome se sonrojó. —Podemos darle un afrodisiaco. ¿Te gustaría eso? —Mix asintió con una sonrisa —No tienes que obligarte a hacerlo si te sientes incomodo. Puedes esperar a tener una pareja Alfa y...
—Quiero hacerlo. Él me gusta. —El consorte no lo sabía, pero el chico tenía algo en mente y necesitaba que el soldado no estuviera en sus cabales para eso.
—¿Te gusta? ¿Desde cuándo?
—Bueno…llevamos poco más de un año compartiendo nuestras cenas y a veces dormimos juntos. —El mayor no podía creerlo. —No nos hemos besado siquiera, pero sé que si se lo propongo no me va a decir que no.
—¿De verdad? ¡No me habías contado nada!
—Usted luce bastante ocupado estos días…
—¡Sabes que siempre tengo tiempo para ti! —Lo abrazó de nuevo, emocionándose genuinamente porque su plan de hace años por fin estaba dando frutos. —A partir de ahora cuéntamelo todo. Quiero saber.
—¡Alteza! ¡Yo no le pido que me cuente lo que usted hace con el Emperador! —Volvió a alejarse caminando con vergüenza —Vamos, se nos hace tarde para ir al campo.
Rome se burló de los pasos acelerados de su asistente. Aunque quisiera hacerse el grande, se notaba que todavía era muy inocente e inmaduro. No importaba que hubiera crecido cinco o siete centímetros, seguía siendo su pequeño adolescente.
Llegó a su lado y tomó un saco con varias bolsas llenas de caramelos dentro. Mix ya había preparado todo para entregárselas a los nuevos soldados como bienvenida. Para el Consorte era importante saludarlos y demostrarles respeto por siempre proteger Araik.
Sin embargo, quedaban muchos que no conocía y cada mes llegaban más, por lo que la tarea siempre se prolongaba hasta que se cansaba y la dejaba para otro día. A veces incluso algunos traviesos mentían y fingían no haber recibido el regalo, no obstante, sus otros compañeros revelaban la verdad sacándole una carcajada a Rome. Eso inclusive volvía su relación con ellos más amena y cercana.
Entró en el campo y primero saludo a Porsche antes de dirigirse a los distintos grupos que desconocía. Varios reverenciaban su presencia, sorprendiéndose debido a que él se detenía y los saludaba con confianza. Algo nuevo también era que varios Omegas se habían incorporado al ejército, haciéndole ver a Rome que de alguna manera él servía como inspiración, pues todos comentaban que lo hacían para conocerlo.
Al principio eso lo sorprendió. No pensó jamás que la leyenda de un Omega fuerte seria protagonizada por él y aunque negó al principio, termino aceptando la admiración de los otros. En parte por eso también era bueno, deseaba que lo vieran como alguien normal.
—¡Yo no he recibido mis dulces! —Una Omega se agachó frente a él en una reverencia —¡Alteza Rome! ¿Por qué solo hay dulces para los soldados? ¡Nosotros también queremos!
Ante aquel reclamó no pudo evitar carcajearse. Ryan y sus pequeños amigos se habían colado en el campo provocando todo un escándalo. Negó agachándose ante la pequeña niña y le tendió una bolsa con una sonrisa.
—Compártanlos después del almuerzo; ahora regresen a clases o el Emperador los castigara…—De la mano de las niñeras los niños se fueron tan ruidosamente como llegaron.
Mix negó compartiendo la risa hasta que Earth llegó y se quedó callado. El color subió de nuevo por sus mejillas; Rome lo vio y para darles espacio de hablar les dijo que él iría a terminar de repartir los pocos dulces que le quedaban.
Paso entre varios soldados que estaban solos, tomándose el tiempo de hablar con cada uno de ellos; entre reverencias y respuestas cortas se dio cuenta de que ya era tarde y casi tenía que volver. Le faltaban varios, pero decidió entregar una última bolsa e irse.
—Bienvenido al ejército, gracias por tu servicio... —expresó entregando los caramelos —Soy Rome, el esposo del Emperador, cualquier cosa que necesites puedes decírmelo con confianza. Creo que tenemos la misma edad…
El chico al escuchar su posición hizo una reverencia exagerada y dio las gracias, sacándole una sonrisa. Rome también bajo la cabeza con respeto ante el soldado y se dio la vuelta para irse hasta que escucho su voz.
—Muchas gracias Alteza...White. —El Omega se paralizó, dejando caer el saco y se giró con miedo viendo fijamente la cara del Alfa.
—Tú... ¿cómo me llamaste?
—¿Alteza? —El joven sonreía. —¿No me recuerda?
Rome se acercó para verlo de cerca y en su cerebro se hizo un clic; sintió su corazón estremecerse de la felicidad y sin controlar el impulso se lanzó contra el chico que lo recibió con un fuerte abrazo.
—Todd...estas vivo... —Suspiró sin soltarlo casi que con lágrimas en los ojos. —Dios mío, no puedo creerlo.
—Mi querido White... —dijo en su oído. —Estas tan hermoso como el día en que nos separamos. Me alegra mucho ver que vives bien...
—Creí que moriste esa noche…
—No, mamá y yo pudimos escapar por la parte trasera antes de que incendiaran todo. Lo siento por lo de tu familia…
—Ya pasaron más de diez años, prefiero no pensar en eso. —Contestó separándose un poco, pero fue jalado con brusquedad lejos del calor ajeno.
—Alteza...guarde su distancia... —Mix se veía asustado —Hay muchos ojos viéndonos.
No necesito girarse para darse cuenta del error inmenso que había cometido; debido a la emoción, era más que seguro que todos sabrían que él y Todd se conocían desde antes.
—Acabo de llegar del norte, jamás pensé encontrarte aquí. —El soldado ignoraba el peligro. —Cuando te presentaste como Rome pensé que estaba equivocado, pero me alegra mucho que seas tú.
—Rome. —Porsche apareció con el rostro serio interrumpiendo el encuentro. —Es hora de que te retires del campo. Vamos a entrenar de forma agresiva y puede ser peligroso para ustedes.
—General...yo...
—No tienes que darme explicaciones a mí, sino al Emperador, tu esposo. —Miró directamente a Todd quien se tensó. —Mantén tu distancia del Consorte, recuerda que él es un hombre casado.
Su amigo bajo la cabeza con miedo, haciéndole sentir culpable. No se despidió de él, solo se fue con Mix y varios guardias que de forma poco disimulada lo escoltaron hasta su habitación. Trató de salir con la excusa de buscar algo de comer y no se lo permitieron. Rome sabía que Pick llegaría en cualquier momento buscando respuestas. Porsche era un chismoso.
Varios minutos después el Alfa ingresó con la mandíbula apretada; sus ojos eran fijos en él mientras le lanzaba una cantidad inmensa de feromonas dominantes. El Consorte liberó las suyas también como respuesta, él no había hecho nada malo como para temer por un castigo.
—Él es mi amigo de infancia. —explicó resistiendo las ganas de arrodillarse. —Creí que estaba muerto, por eso me emocioné al verlo.
—Dicen que lo abrazaste de forma descarada, incapaz de contenerte, inclusive frente a todo mi ejército.
—Él era un niño igual que yo; jugábamos juntos en nuestro refugio. Lo abracé porque él era como mi hermano. Por favor, cálmate...
—¿Es un Beta, cierto? Contigo siempre son malditos Betas.
—Un Alfa que no me importa. Eres el único para mí, ya lo sabes... —Lo vio directamente a los ojos para trasmitirle que sus palabras eran verdad. —Él sabe que estoy casado con el Emperador de Araik. Yo solo estaba repartiendo dulces como siempre y me lo encontré…
—¿Volverás a hablarle? —La forma en que Pick lo miraba dejaba claro que solo existía una respuesta correcta y, sin embargo, Rome no podía aceptarla.
—Es mi amigo...
—¿Tan importante es como para que sigas hablándole? Tendré que tomar cartas en el asunto.
—Por favor no le hagas daño. —El Omega se acercó a su esposo y lo abrazó liberando más de su esencia. —Es un viejo amigo, de hecho, era el mejor amigo de mi hermano. Te lo suplico.
—Si quieres eso, tendrás que convencerme mejor. —Rome asintió jalando el rostro ajeno para darle un beso.
Si quería proteger a Todd, lo mejor era no hablarle.
***
La próxima vez que el Consorte vio a su amigo sintió un hueco en su corazón. El nuevo soldado se veía cansado y lleno de moretones; aunque solo habían pasado unos días, Rome podía jurar que estaba incluso más delgado. Era obvio que le daban un trato duro por su culpa. Se odio por eso.
Quiso mantener la distancia y pensó que Todd comprendería que lo mejor era estar separados, no obstante, apenas estaba acercándose al campo cuando sintió el saludo trasero del Alfa.
—¡White! —le sonrió felizmente abrazándolo—¿O debería llamarte Consorte?
—Mi nombre es Rome, no vuelvas a llamarme White —Se quito el brazo de los hombros con brusquedad. —Para ti soy “Alteza Rome”, no lo olvides…—Su amigo se carcajeó a su lado quitándole importancia a su evidente rostro de formalidad. —Habló en serio. La verdad es que no deberíamos ni hablar…
—¿Crees que si Black viviera el Emperador los hubiera tomado a ustedes dos? —La pregunta de su amigo lo tomó desprevenido y al mismo tiempo lo hizo reír.
Un hombre como Pick jamás hubiese podido contra una persona como su hermano. Sin evitarlo, continúo burlándose de las ocurrencias sin sentido que seguía saliendo de la boca de su amigo; realmente extrañaba compartir con alguien cercano a su familia.
—Estás loco, Todd, van a matarte si sigues siendo tan idiota. ¿No te sirvió de nada la pubertad?
—Solo quería hacerte reír, te ves tenso. —El Alfa apretó los labios como dudando, pero soltó lo que tanto venia preguntándose —White, ¿por qué él te tiene tan vigilado? ¿Acaso metiste la pata antes?
—¿Qué rayos estas diciendo? —Le dedico una mirada de incredulidad y le dio un golpe en el brazo. —¡Te dije que me llamaras Rome!
—Tranquilo, Alteza Rome…—Comentó con voz falsa —Si, lo estuve pensando y creo que el Emperador debe ser muy inseguro; ¿Sabes? Me golpearon solo por hablarte. El General dijo que si seguía acercándome a ti iba a irme muy mal; es la primera vez que me amenazan de ese modo. ¿Le fuiste infiel en el pasado?
—Sabes que soy incapaz de hacer algo como eso.
—Black sí lo hubiera hecho. —Lo interrumpió. —Él estaba loco y no era tan tonto como tú.
—Cierto. —A pesar de la ofensa, Rome no se molestó. —¿Recuerdas la vez que nos escapamos cuando teníamos como nueve años para conocer el lago?
—Como olvidar a Black llamándonos cobardes por no meternos al agua. —Volvieron a compartir una carcajada —Y tú mamá castigándonos después con las cucharadas de aceite de hígado de bacalao.
—¡Se me había olvidado! ¡Ese sabor tan horrible!
—“Lo hago para que ustedes no se enfermen…” —El soldado emuló la voz de su madre, sacándole otra sonrisa. —“Para que no les dé gripa…”
El consorte explotó en risas incluso más fuertes que antes. Los recuerdos de su madre salieron a flote desde el fondo de su mente, sacándole una felicidad que yacía enterrada en su interior.
—¡Rome! —Ante aquel gritó enmudeció dándose la vuelta y dejando toda la alegría —¡Vamos!
Pick lo jalaba con violencia, alejándolo del soldado sin siquiera darle tiempo de hablar. El agarre era fuerte, tanto que le provocaba daño en la piel y aun así no se atrevía a hacer más que dejarse llevar y liberar su olor para calmarlo. Cuando llegaron a la habitación que compartían su cuerpo fue estrellado contra la pared. Le dolió la espalda por el golpe, un quejido se escapó de sus labios. Alzó la vista para ver al Alfa y enfrentarlo.
—Guarda tus feromonas. —dijo el mayor iracundo. —No intentes manipularme, Omega.
—¿Por qué te pones así? Solo estaba hablando con…
—¿Alguna vez tuviste algo con Todd? —No lo dejo seguir explicándose, sino que lo acorraló casi que quitándole el aire. —Quizás él era tu pareja y ahora que lo volviste a ver...
—Jamás tuve nada con él. —Empujó al Emperador para sentirse menos intimidado. —Te expliqué que él era mi amigo de infancia. La última vez que lo vi teníamos doce años; no me gusta que te pongas así cada vez que me ves hablando con alguien.
—Conmigo no te ríes de ese modo.
—Tú no me haces reír. —Se dio cuenta del error en sus palabras de inmediato. —Quiero decir, nuestra relación es un poco más madura.
—¿Nuestra relación es más madura? —Más y más feromonas dominantes se dispersaron en el aire —Dime, entonces, como es tu relación con él. ¿Te hace feliz? ¿Acaso yo arruino tu felicidad?
—¿Todo esto es porque me reí con sus chistes? Soy un ser humano, tengo derecho a compartir y pasar tiempo con las personas que me importan.
—Ah, eso no me lo habías dicho, Rome. No sabía que te importaba. —Su mandíbula fue tomada con brusquedad para que no desviara la vista. —Te quedaras aquí por el resto de la semana; me haré cargo de ese idiota.
Un sentimiento de miedo recorrió cada centímetro del cuerpo del Omega; sus pupilas se dilataron y la respiración se le cortó. Pick tomó sus labios con brutalidad y lo cubrió con más de su esencia hasta que las piernas le fallaron. El suelo recibió su cuerpo que no fue sostenido por el Alfa; miró hacia arriba y se dio cuenta de que él se iría, dejándolo en un estado de preocupación absoluta.
—No le hagas daño... —Rogó sujetándolo de la ropa. —Me portare bien y no saldré, pero no lo hieras...te lo suplico…
—Debería cortarle la cabeza por atreverse a hacerte reír.
—Alfa...no...por favor—Abrazó sus piernas temblando y liberó sus feromonas. —Eres el único para mí.
—Decías eso y te revolcabas con Din. —Rome se separó boquiabierto.
—Din era mi novio cuando empecé a acostarme contigo. —Contradijo sintiendo rabia. —Y no te atrevas a mencionarlo.
—Yo te amo y me amas. —Afirmó el Emperador agachándose para mirarlo directamente, sus ojos estaban inyectados de odio. —Ese Beta esta mejor bajo tierra.
Rome se apartó aún más logrando ponerse en pie con incredulidad. Su cerebro se negaba a procesar las crueles palabras que acaban de salir de su marido, sobre todo porque él sabía lo importante que el Beta fue para él. Aunque habían pasado años, la muerte de su compañero le seguía doliendo. La culpa permanecía en él y de vez en cuando le dedicaba oraciones con el fin de que su alma no guardara rencor. Pick no tenía el derecho de mencionarlo.
—Déjalo descansar en paz. —murmuro llenándose de fuerza —No te atrevas a hablar mal de él.
—No me gusta que estes cerca de ese Alfa. —dijo apretando la mandíbula —Desde que él apareció estas diferente.
—No te gusta que este cerca de Alfas, ni de Betas ni de nadie. ¡Tienes que trabajar en tu inseguridad!
—¿Como me estás hablando? —Pick lo golpeo en el pecho asustándolo. Sus ojos brillaban de la rabia, pero Rome no se dejó.
—¡No sospechas de ellos sino de mí! —Le devolvió el acto —¡Crees que voy a engañarte con todos! ¡Me case contigo y estoy tratando de darte un bebé! ¿Por qué sigues dudando de mi amor? ¿Qué tengo que hacer para ganarme tu confianza?
—¡Yo confió en ti! ¿Por qué te estas comportando de este modo?
—¡Porque me hartan tus celos! ¡Últimamente solo me encierras como si fuera un prisionero! ¿Esta es la libertad que me prometiste?
—Cuida tus palabras, Rome.
—¡No soy tu prisionero, soy tu esposo! ¡Tienes que respetarme!
—¿Respetarte implica dejar que te mezcles con ese tipo de personas?
—¿Ese tipo de personas? ¡Yo soy ese tipo de personas!
—No puedo seguir hablando contigo, estas muy alterado. —Se dio la vuelta para irse y dejarlo solo, pero el Omega lo sujeto con fuerza del brazo —¿Qué?
—Si le haces algo a Todd jamás voy a perdonártelo. —El Alfa apretó los ojos y se soltó con brusquedad.
No necesitaba matarlo para darle una lección.
Él era el gobernante de Araik.
Lo haría sufrir.
***
Quedarse encerrado era aburrido, por suerte la habitación del Emperador tenía una biblioteca contigua donde Rome podía matar el tiempo leyendo. Él era un Omega bastante curioso, por lo que disfrutaba de cualquier libro que se le atravesara. Al ser el gobernante de Araik, su compañero tenía textos de múltiples temas como filosofía, matemáticas, derecho e incluso algunos de medicina.
El Consorte se acercó al estante y con un juego de palabras escogió un libro al azar. El nombre le pareció curioso “Fisiología básica”, lo agarró y se sentó en el sillón que estaba a un lado. Las primeras páginas no contenían muchas cosas importantes, así que sin mirar lo abrió en el centro y paso por encima de las letras sin poner mucha atención hasta que un párrafo le llamó la atención.
“Cuando los Omegas se embarazan se vuelven más dependientes de las feromonas del Alfa; sus compañeros al mismo tiempo se tornan posesivos y en caso de no haberse reconocido antes, sucumben a sus instintos y los reclaman como pareja. Suelen ser agresivos y…”
Rome apretó la mandíbula y dejo de leer. No se imaginaba que Pick se volviera más posesivo de lo que ya era. Los pensamientos negativos llegaron a su mente haciéndolo temblar; ¿Sería capaz el Alfa de prohibirle salir durante todo el embarazo? ¿Y cómo se sentiría él frente a la desesperación de las feromonas?
Analizar cada escenario catastrófico no hacía más que ponerlo nervioso. ¿Realmente era una buena idea embarazarse? ¿Y si el destino no le permitía aquello como una forma de protección? Quizás incluso su madre estaba interviniendo desde el cielo para que no metiera la pata.
Se cubrió el rostro de forma ansiosa y respiró varias veces para calmarse, deseando que su asistente le trajera un té caliente pero casualmente el chico no había asistido ese día a servirle. Se preocupo de inmediato y corrió a la puerta.
—Ray, ¿Dónde está Mix? —El guardia lo miró con una expresión extraña —¿Qué pasa? No me digas que Pick le prohibió entrar…
—No, mi señor. Creí que le habían avisado…—Rome negó con dudas. —Al parecer él entró en celo desde ayer. Dicen que Earth lo está acompañando…
La bilis se le subió por la garganta. Sabía que el momento iba a llegar y aun así le afectaba. Aceptar que su pequeño realmente no era tan pequeño causó miles de sensaciones en su interior; incluso comenzó a llorar.
—Alteza… ¿está bien? ¿Necesita que llame al Emperador?
—Estoy bien solo…solo necesito un té caliente, ¿puede alguno de ustedes traérmelo? —entre los soldados se miraron sin moverse. —Iré yo mismo a buscarlo…
—Alteza, no nos obligue a usar la fuerza…—Ray se interpuso entre él y la salida —Alguien se lo traerá pronto, por favor, vuelva adentro.
—¿Hasta cuándo voy a estar encerrado? Quiero salir…
—Eso debe discutirlo con Su Majestad el Emperador. Lo sentimos, pero nuestras ordenes son claras, vuelva a la habitación, mi señor.
Rome se dio la vuelta sin siquiera despedirse del guardia. La impotencia recorrió sus venas y sin poderlo evitar comenzó a lanzar algunas cosas al suelo. Jarrones y adornos volaron antes de estrellarse contra las paredes. La rabia por Pick y la incapacidad de ayudar a Mix en un momento difícil lo sobrepasaron.
Un sirviente tocó la puerta y le tendió el té. El rostro asustado del chico también lo enfureció, era casi seguro que correrían de nuevo rumores sobre su mala actitud. Tragó el líquido por completo y le extendió la bandeja con rabia.
—Sal de aquí o te puedo hacer daño. —dijo sarcásticamente, pero al ver que el joven salió corriendo supo que su broma fue malentendida.
Con el pasar de los minutos se quedó sin objetos para descargar su furia. Observó toda la habitación y la cama se metió en su punto de visión. Agarró las sábanas también volviéndolas un desastre. Le sorprendió lo pesadas que eran. Se sentían casi como de una tonelada. Eran tan difíciles de cargar que sus piernas cedieron dejándolo recostado entre el piso y ellas.
Ni siquiera pudo levantar las almohadas. El sueño lo cubrió por completo, cerrando sus ojos y haciendo que su cuerpo se deslizara entre las telas esparcidas por el suelo. Lo ultimó que sintió antes de dormirse fueron varias voces junto con la sensación de ser levantado.
Despertó en la noche, Pick leía a su lado de forma tranquila. El Emperador lo observó con una sonrisa y le dio un beso en la frente; Rome parpadeo varias veces, sin embargo, el sueño parecía seguir.
—Vuelve a dormir, querido. —susurró el mayor. —Descansa…
—Yo… ¿por qué tengo tanto sueño? —A pesar de la sugerencia, él seguía luchando.
—Debes estar cansado por el desastre que hiciste…
—Lo siento. Me molestó que no me dejaras salir…—Apretó el brazo del contrario —¿Puedo salir mañana? Quiero ver a Mix…
—Mix está en celo. Me aseguré de que le llevaran medicina, así que puedes estar tranquilo.
—De todas formas, quiero verlo…por favor…
—Está bien, ahora vuelve a dormir. —Eso era todo lo que necesitaba para detener la resistencia y dejarse llevar. Volvió al mundo de sus sueños de inmediato.
Deseaba visitar a Mix, pero extrañamente al día siguiente seguía tan somnoliento que se quedó dormido después de desayunar. Se paso la tarde y la noche durmiendo, despertando únicamente cuando Pick llegó.
—Come y vuelve a la cama. —Sugirió el Alfa ayudándolo a sentarse. —Creo que tienes fiebre.
—No me siento caliente ni mal, solo tengo mucho sueño. ¿Puedes llamar al doctor?
—Entonces deberías dormir más. —Ignoró su petición. —Comete todo, no dejes ni una sola migaja.
—Mañana iré a visitar a Mix. —respondió terminando sus alimentos. —No dormiré tanto.
—Lo que digas…—susurró el Emperador sin ponerle mucha atención.
—Pick…no me ignores…
—Me gusta más cuando estas así…—Escuchó aquellas palabras antes de cerrar los ojos sin soportar la pesadez.
A pesar de sus palabras, volvió a dormir tan pronto como su cabeza rozó la almohada. No despertó hasta pasado el mediodía; quien lo atendió fue otro sirviente. Esta vez, Rome no comió nada. Prefirió posponer el almuerzo e ir donde Mix, de esa forma tendría una excusa para comer con él.
Ya con los días estaba seguro de que el celo del chico había llegado a su fin. Toco la puerta y nadie respondió. Titubeó entre si ingresaba o no al lugar, no obstante, su preocupación lo domino haciendo que cruzara la puerta.
Ambos dormían profundamente abrazados en medio de la sabana. Aquello le dio ternura, le agradaba ver que su protegido al menos había disfrutado de su primer celo. Abrió las ventanas para que el olor saliera y esa acción le trajo el recuerdo de Din.
Se quedó paralizado un par de segundos, recordando sus celos con el Beta. Cosas tontas y cotidianas solían traerle memorias de un pasado más sencillo siendo sirviente. Negó apartando las emociones incomodas y se dispuso a despertar al omega tal y como Emma lo hizo con él en un pasado. Se rió internamente por eso.
—Cariño, soy yo. —El joven abrió despacio los ojos. —Voy a asearte y luego te daré algo de comer, ¿ok?
Mix se movió despacio sintiéndose confundido y todo llegó a su mente, logrando que se sonrojara. Se cubrió con vergüenza, causando con el meneó de la sabana que el cuerpo tonificado y moreno del soldado quedara a la vista. El consorte se giró para evitar que si alguien lo veía le fuera con chismes a Pick.
—¡Levántate idiota! —Lo regaño Mix. —Alteza Rome está aquí…
El Beta parpadeo varias veces antes de entender sus palabras y reaccionar igual que el chico. El Consorte soltó una carcajada al ver a la pareja comportándose de forma tímida después de todo lo que seguramente habían hecho.
—¿Y? ¿La pasaron bien?
—¡Alteza! —Su asistente le arrojó una almohada para que se callara. —¡Usted no debería estar aquí!
—No fuiste a verme y me preocupe. ¿Quién diría que estabas divirtiéndote? —El menor se cubrió el rostro, jalando la sabana y destapando de nuevo a Earth que miro a Rome con vergüenza —¿Y tú como estas? ¿La pasaste bien con Mix?
—Alteza, yo...yo... —se quedó en silencio súbitamente y aspiro el ambiente como hipnotizado. —¿Qué huele tan delicioso?
Rome pensó en molestarlo debido a la desfachatez del Beta. La habitación exudaba un fuerte olor a feromonas y sexo puro, algo que era descarado para el soldado; sin embargo, la sonrisa murió en sus labios. Toda la sangre se le fue del rostro al ver el cuello del joven.
Earth estaba marcado.
***
Tener a Rome sedado era sencillo y simple; bastaba con manipular un poco sus alimentos y él caería totalmente a la cama. Lo prefería de ese modo, dócil y cooperativo como antes. Pick pensó que al marcarlo el Omega tomaría un actitud sumisa ante él y sus feromonas, sin embargo, después de dos años parecía que la burbuja de control se iba disminuyendo.
En el pasado cuando lo mordía el ciclo empezada de nuevo. El Consorte se volvía débil y sensible; en cambio, al llevar más tiempo con la marca, era obvio que la terquedad del chico luchaba y hasta lograba controlar sus instintos. Necesitaba encontrar la forma de volver a ponerlo a sus pies.
¿Qué podría usar para perturbarlo? Mix se estaba portando bien; Todd, aunque era una piedra en el zapato todavía no había hecho nada lo suficientemente grave para matarlo frente a todos; eso demostraría que era un Emperador loco y celoso. No podía darse el lujo de verse como alguien débil.
Mientras pensaba en como detonar el miedo, lo mantendría dormido. Le permitiría despertar un poco para hacerle el amor y luego lo devolvería al mundo de los sueños. Cada bocado tendría somnífero por lo menos hasta que la mente de Rome se fuera lo suficiente para permitir que sus instintos profundos se dejaran llevar por sus feromonas.
—Su majestad. —Un pequeño sirviente se acercó interrumpiendo el curso de sus pensamientos —Traigo información sobre el Consorte.
—¿Qué sucede? ¿Despertó?
—Si, mi señor. Ha salido de la habitación con el fin de visitar a Mix.
—¡¿Cómo que ha salido?! —El servidor bajo la cabeza con miedo —¡Les di una orden! ¿Acaso no manipularon su comida?
—Si lo hicimos, mi señor; pero el Consorte no desayuno. Salió en cuanto despertó…
—Son una partida de inútiles. —dijo quejándose mientras tomaba su espada. —¿Fue al cuarto de Mix? —El joven asintió. —Más les vale estar vestidos.
Bajo la mirada del tembloroso sirviente se dirigió al cuarto del asistente de su esposo. Varios guardias afuera le indicaban que Rome estaba ahí pero evidentemente no les dejaba pasar. Los apartó con furia y cruzó la puerta, viendo frente a sus ojos el pecho esculpido del Beta.
La rabia recorrió su cuerpo; su pareja miraba directamente hacía el cuerpo del soldado. Pensó en atacar a la pareja sobre la cama para darle una lección a Rome, pero se detuvo en mitad del acto. Sobre el cuello del Beta yacía una marca recién formada.
—¿Qué diablos paso aquí? —murmuro haciendo que todos se giraran. —¿Lo marcaste?
Mix bajo la cabeza sintiéndose culpable; sin embargo, Earth sujeto su mano y le mostró una sonrisa cálida. Aquel acto le gusto a Rome, quien se dirigió hacía su marido para calmarlo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó obligándole con sutileza a que bajara la espada.
—¿Qué haces tú aquí? —le preguntó de vuelta. —Te recuerdo que estas castigado…
—Estaba preocupado por Mix…—Se acercó a él y lo abrazó; aunque se veía calmado, era obvio que Pick se encontraba molesto por la vista del soldado sin ropa. —¿Viniste por mí? Ya vi que esta bien, volvamos a nuestra habitación.
El Emperador volvió a dirigirle una mirada a la pareja y sin decir nada más entrecruzó sus dedos con los de Rome y lo sacó del lugar. El Omega miró hacia atrás y le guiño el ojo a su protegido, indicándole que todo estaba bien y que hablarían más adelante.
Lo primero era calmar a su esposo.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? ¿Te avisaron que salí? —El mayor negó falsamente. —¿Entonces?
—Te extrañaba mucho. —susurró arrojándolo a la cama. —¿Almorzamos juntos? Tengo hambre y sé que no comiste.
Ignorante a todo, el Consorte asintió. Le gustaba comer en compañía de su pareja, sobre todo cuando ambos se encontraban en buen estado de ánimo. Últimamente peleaban mucho y eso lo incomodaba. Él deseaba tener un matrimonio feliz y estaba seguro de que el Alfa anhelaba lo mismo.
De comer pasaron a comerse. Sobre la cama Rome trataba de seguirle el ritmo, pero el sueño tomaba control de su mente con cada segundo que pasaba. Gimió aspirando las feromonas de su pareja y se desconecto del medio cayendo profundamente dormido.
Los brazos del Omega cayeron a cada lado perdiendo tonicidad, igual que todo su cuerpo. El Emperador sonrió terminando en su interior. Así le gustaba verlo, manejable y sin defenderse. Sin importarle la inconciencia contraria lo besó, disfrutando del olor que él seguía desprendiendo. Se recostó en su pecho escuchando la respiración tranquila.
Ojalá pudiera quedarse así para siempre.
***
Al despertar lo primero que vio fue a un sonrojado Mix. El chico lo miró con los ojos llenos de culpa y sin evitarlo eso le produjo risa a Rome. Decidió molestarlo un poco.
—Vaya, te queda bien la ropa. Creí que nunca te la pondrías de nuevo...
—Es fácil quitarla y ponerla, me lo enseño usted…—La contesta le resultó mas divertida aún. —¿Se despierta de su siesta y lo que hace es jugar conmigo
El sirviente se cruzó de brazos haciendo un puchero. Le avergonzaba el hecho de que todo el palacio se había enterado de su celo, pero esperaba encontrar un poco de consuelo en su Amo. Obviamente ese no era el caso.
—Te extrañé. —dijo Rome sentándose sobre la cama. —¿Cómo te sientes? ¿Tienes algún dolor que requiera que llame al doctor?
—Me encuentro bien, Alteza. Solo un poco…cansado…—Lo ultimó fue un susurro que le causó una pequeña sonrisa al mayor.
—Después del celo pasa eso, te acostumbraras. —El joven asintió sin mirarlo a los ojos, porque sabía que Rome se lo preguntaría tarde o temprano. —¿Puedo saber por qué lo hiciste?
—Quería que dejaran de verlo como menos por ser un Beta. —Explicó con sinceridad —Deseaba que él me oliera a mí y que mis sentidos se disminuyeran. No quiero seguir oliendo otros Alfas.
—Lo planificaste desde antes, ¿cierto? —El consorte soltó un suspiro ante la culpa en el rostro contrario. —¿Quién te dio la idea? No me digas que fue Emma.
—No. Por supuesto que no. ¿Por qué hablaría con ella? Usted sabe que yo mantengo mi distancia de ella y del General. Lo leí en un libro…
—Te lo pregunto porque en el pasado yo casi hago lo mismo con Din. ¿Eres consciente de que si algo le pasa a Earth te convertirás en un Beta?
—No me importa. Ojalá pudiera serlo…—El mayor se quedó en silencio, Mix había empezado a llorar. —¿Estas molesto conmigo por lo que hice?
—No, cariño. Solo preocupado. Fue tu primer celo y...
—La pase muy bien. —El chico seco sus lágrimas con alivio. — Ahora entiendo porque usted y su majestad lo hacen tanto.
—¡¡¡Oye!!! —gritó Rome atónito. —¡No seas desvergonzado!
Mix se rió por la reacción acalorada de su Amo. Eso era lo único que le importaba; el apoyo de Rome era suficiente para que se sintiera tranquilo por su decisión. Milagrosamente todo había salido bien, incluso Earth estaba feliz de poder sentirlo.
Ayudo a Rome a vestirse y salir. Lo que quedaba de día parecía ser normal y tranquilo hasta que hicieron su parada obligatoria en el campo. El Beta se acercó a él con una sonrisa y sin pensarlo dos veces le dio un beso en los labios.
El Omega lo empujo avergonzado porque todo el mundo lo miraba. Aun sabiendo que nadie lo juzgaría, sobre todo porque eran una pareja recién marcada; aquella acción provoco que su rostro se volviera rojo. A su lado la risa del Consorte resonó, afectándolo más.
—¿Estas bien? No te vi por varios días. —Mix se giró pensando que alguien se había preocupado por él, en cambio, Todd era quien le dirigía esas palabras al Consorte.
—Estuve enfermo. Me dio fiebre…—La conversación era tranquila y no tenía nada extraño. De hecho, todos podían oírlos.
Rome se veía aliviado de ver que su amigo seguía vivo, no obstante, el Omega ignoraba que el Emperador lo miraba desde una distancia prudente. El mayor le hizo señas a Mix, quien estaba nervioso por la interacción, para que se acercara a él junto con Earth.
—Ahora que están juntos espero que no descuiden sus labores por estar jugando a la casita... —dijo con sarcasmo mirando a su pareja. —El deber de ambos es cuidar al Consorte. Ya saben lo terco que es.
—Puede estar tranquilo, mi señor. No le quitaremos un ojo de encima.
—Si, él es tan obstinado y temerario. No me sorprendería que sea capaz de interferir en ejercicios militares. —Miró directamente al Beta. —Espero que lo detengan si algo así pasa. No pueden comprometer su seguridad.
—Lo cuidaremos, Alteza.
El Emperador asintió indicándoles que se fueran. Desde la misma posición de antes Rome los esperaba con el rostro fruncido y preocupado. Todd se fue tan rápido como llego, dejándolo solo e inquieto por ver a su marido con su asistente personal.
—¿Paso algo?
—Nada nuevo. —Contestó Mix sonriéndole para calmarlo. —Solo nos dijo que ahora que somos una pareja no podemos dejar de cuidarte.
—Pick es un exagerado. —Negó Rome.
El entrenamiento siguió el curso que tenía desde antes de que ellos llegaran. Algunos soldados practicaban el manejo de flechas, lanzándolas mientras corrían o se encontraban en posiciones incomodas. Otros en grupos realizaban formaciones y se cubrían entre ellos de los ataques.
La lucha entre espadas también era un punto importante para los diversos conjuntos de soldados. Un numero grande de ellos ejercía ataques sobre blancos fijos como muñecos de madera e incluso carne para medir su técnica y fuerza. En medio de ellos, los nuevos eran expuestos a correr y demostrar su resistencia. Todd estaba en ese último, sudando a chorros con la armadura sonando con cada paso. Rome lo observaba con una sonrisa, orgulloso de ver el buen desempeño de su amigo.
—¡Cambio de ejercicio! —gritó Porsche llamando la atención de todos. —Ustedes —Señaló a su amigo —Duelo de práctica, ¡Ahora!
Bajo la mirada de todos, los soldados se pusieron en varias formaciones tomando armas de madera y sin filo. Iban de dos en dos o de cinco en cinco. El Alfa a quien Rome veía fue ubicado en los grupos grandes, específicamente con hombres más experimentados que el Consorte ya conocía.
—General, ¿no le parece que ese grupo esta un poco desbalanceado? Todd se acaba de incorporar al ejército…
—En una batalla nunca va a existir el equilibro. —Lo regañó. —Sé manejar a mis hombres, Alteza. Si no puede sopórtalo le recomiendo que se retire.
Rome apretó la mandíbula con rabia y desvió la vista hacía su esposo buscando defensa, sin embargo, el mayor ni siquiera lo estaba mirando. Aquello fue raro y le dio una mala sensación. Volvió a fijarse en su amigo, quien luchaba con todas sus fuerzas para defenderse de los ataques que parecían ir solo en su contra.
Hubo un momento en el que cayó al suelo, derrotado por sus mayores. Lejos de detenerse, patadas y golpes siguieron, provocando que la sangre brotara de su nariz y su boca. Rome trató de intervenir, pero fue retenido por Mix y Earth.
—¡Oigan! ¡Deténganse! ¡Esto es solo un entrenamiento! ¡Van a matarlo! —Ninguno de los hombres interrumpió sus movimientos —¡Porsche! ¡Van a matarlo!
El General le dedico una mirada antes de alzar los hombros quitándole importancia a sus palabras. Le hizo una seña a Pick como burlándose de los deseos del pequeño Omega.
—Bienvenido a la vida real, Rome. Nadie se va a detener si caes al suelo en una batalla. —El Consorte apretó sus puños con impotencia ante las palabras de su esposo. —Earth, por favor, llévatelo. No quiero que entorpezca el ejercicio militar. —Él no podía creerlo.
El Beta y Mix lo jalaron dentro del palacio, impidiéndole seguir viendo la golpiza que le daban a su amigo. Él siguió gritando, sabia en el fondo que su fuerza nunca podría con la de ellos; así que como ultima alternativa mando a llamar al Emperador para quejarse.
La imponente figura del Alfa entró hasta donde él se encontraba con una sonrisa burlona. Le quedaba más que claro que la reacción de su asistente y la conversación que tuvieron antes debía esta relacionada de alguna forma. Sintió la furia consumirlo.
—Te ves algo molesto, ¿te pasa algo? —Ya no eran sospechas, era más que obvio. —¿Qué es todo este escándalo? Vas a despertar al príncipe Kevin con tus gritos.
—¿Por qué le hiciste eso a Todd? —Escupió con rabia —No era necesario que lo humillaras solo porque me saludó.
—Estoy entrenando a mi ejército, no es nada personal en su contra.
—No soy tonto. —Rome se le acercó con el rostro fruncido —Mandaste a que lo lastimaran apropósito.
—¿Tanto te duele que le pase algo? —Pick también se acercó, no dejándose intimidar —Es por qué te gusta, ¿verdad? Te morirías si algo le pasa a ese asqueroso Alfa.
Ninguno se lo vio venir. Usando toda su fuerza Rome le estampó una cachetada al Emperador; Mix, Earth y todos los demás sirvientes se congelaron en su lugar sintiendo miedo. El Consorte no hizo el más mínimo esfuerzo en lucir arrepentido, al contrario, seguía apretando sus puños.
—¿Por qué asumes que me van a gustar todas las personas que se me acercan? —murmuro con la mandíbula tensa. —¿Cuándo vas a confiar en mí?
El aire se llenó de inmediato de feromonas dominantes provocando que quienes los rodeaban cayeran sobre sus rodillas con miedo. La rabia en el Emperador cubrió cada esquina, logrando que los Omegas presentes comenzaran a llorar del miedo.
Rome ya se encontraba sollozando de la impotencia, listo para recibir un golpe o castigo por su acción, no obstante, Pick se dirigió a él y lo tomó del cabello con violencia. El chico se quejo del dolor al sentir que era arrastrado por todo el palacio desde su larga melena.
—¡Suéltame, idiota! —gritó al Alfa, quien lejos de detenerse afirmaba más sus pasos.
—Hijo…—La Reina Madre apareció junto a Lucia y el bebé, completamente sorprendidas por lo que ocurría —¿Qué sucede?
Él no interrumpió sus pasos, sino que desfiló el cuerpo contrario frente a las dos mujeres que guardaron silencio al ver que el Consorte, quien solía ser indestructible, era tratado de forma ruda. No supo por cuanto tiempo, pero el jalón le dio dolor de cabeza hasta que fue lanzado contra el piso frio y húmedo del calabozo.
Se dio la vuelta con rabia y antes de siquiera abrir la boca un golpe se estrelló contra un mejilla lanzándolo hacía atrás. El sabor metálico de la sangre fluyó desde la esquina izquierda de su boca.
—¿Te sientes mejor golpeándome? —Exclamó escupiendo a los pies del Alfa —¿Ayuda a tu ego?
—Te vas a quedar aquí hasta que se me dé la gana.
—Excelente. Así descanso de tu estúpida inseguridad. —Otro golpe lo arrojó al suelo. —¡Gracias por la libertad, querido esposo!
—Tú mismo te encerraste aquí. —Miró a sus hombres. —Encadénenlo.
Dos guardias entraron al lugar y cubrieron sus muñecas con grilletes anclados a la pared. Rome no opuso resistencia, seguía sangrando mientras miraba al Emperador con furia. Incluso los hombres se veían asustados con la furia que la pareja expedía.
—Pick. —llamó Rome antes de que el hombre se fuera. —Te lo voy a repetir. Si Todd llega a morir olvídate del lindo y tierno Omega que te acompaña en las noches.
—¿Lindo y tierno? No conozco a ningún Omega así.
Notes:
NOTA: Atención al texto de Rome, como no me aguanto voy a decirles, ¿recuerdan cuando Rome estuvo embarazado y Pick dijo “No me iré sin mi Omega”? Bueno, era porque su Alfa inconscientemente ya sabía que esperaban un bebé. Por eso lo puso por encima de Lucia. (Quien también esperaba, pero ya sabemos de la obsesión de Pick por Rome). Sé que puede sonar como un dato random porque ya paso mucho tiempo de eso, PERO recuerden, conmigo nada es al Azar.
NOTA #2: ¿Adivinen quién va a Madrid a conocer al OffGun? Mis ahorros se irán, ¡Pero estoy inmensamente feliz! Aunque voy con mis amigas, al evento voy a ir sola. Me gustaría saber si alguna de ustedes es de España y le gustaría acompañarme al evento. Pueden escribirme por interno en mis redes:
💚TikTok e IG: Kiaramin45
💚Twt: Evilbunny45
¡Gracias por leer, besos!
Chapter 40: CAPÍTULO 40
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
En lo más profundo de palacio se encontraba la prisión de aquellos que atentaban contra el imperio. Cada celda era pequeña e incómoda para evitar bienestar en los condenados. El frio también dificultaba la permanencia en el lugar; las paredes húmedas evitaban que cualquier intento de calor se disipara rápidamente.
Rome odiaba estar encerrado; la oscuridad que lo rodeaba lo ponía de mal humor. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el silencio de los otros prisioneros lo ponía nervioso. ¿Habría matado Pick a todos para que él estuviera solo?
Aunque estaba encadenado, podía desplazarse en los pocos metros de su celda en busca de agua o de comida. No encontró más que suciedad, sangre y una que otra rata. ¿Sería muy malo matar a una para comer?
Se rió de su propia suerte. Jamás creyó que su esposo sería capaz de desterrarlo como castigo. Quizás solo habían pasado dos o tres días, sin embargo, sentía que llevaba una eternidad aislado del mundo.
Repentinamente, desde el fondo de pasillo escucho pasos que venían hasta él. No necesito verla para saber de quien se trataba; en el pasado le sirvió en tantas ocasiones que incluso descalza podría identificarla.
—No creí que estaría viva el tiempo suficiente para presenciar tu caída. —La voz Lucia se coló por sus oídos, dándole rabia. —Tengo que admitirlo, te luce vivir en medio de la suciedad.
La Emperatriz ni siquiera disimulaba su alegría. Se notaba que estaba increíblemente feliz de verlo caer en desgracia. El Consorte apretó los dientes para contenerse y la miró con una sonrisa falsa.
—Estoy halagado, Mi Señora. Jamás pensé que usted me extrañaría tanto como para venir a visitarme al calabozo.
—¿Extrañarte? Estoy celebrando que estas aquí pudriéndote entre las ratas.
—¿Enserio? Siga celebrando entonces, Mi Señora, supongo que usted sigue haciéndolo sola como siempre porque el Emperador ni así la voltea a ver.
—Tienes mucho coraje para hablarme así, Rome.
—¿Por qué no debería hacerlo? No hay nada más bajo que estar aquí… ¿o sabe qué? Me equivoco. Más bajo es venir a visitarme creyéndose superior, cuando la verdad es que ni así logra llamar la atención de su marido.
—¡Vas a pudrirte aquí! —gritó la mujer con cólera. —¡Espero que mueras de hambre y las ratas se coman tu cuerpo!
—Incluso siendo devorado por ratas estoy seguro de que mi esposo seguirá amándome.
—¿Amándote? Si te amara nunca te hubiese encerrado aquí.
—Si ya terminaste de decir lo obvio puedes irte. —La mujer abrió los ojos incrédula. —Eres tan patética que hasta conmigo aquí encerrado sigues envidiando mi suerte. ¿Por qué mejor no vuelves a tu miserable y solitaria vida?
Llego a su límite. No lo admitiría en voz alta, pero pensaba exactamente igual que ella. Simplemente era inconcebible que el Emperador lo hubiese encerrado por algo tan tonto como una cachetada.
Lucia se dio la vuelta gritando improperios. En cuanto la perdió de vista, Rome se permitió llorar. No le dijo nada, pero mientras ella hablaba sintió el llamado de Pick. La marca ardió y picó, sobre todo porque sabía que sus cadenas no lo dejarían irse a ningún lado.
No obstante, el Alfa estaba equivocado si creía que él iba a ceder. Aquello era un juego de dos. Se concentró en liberar sus propias feromonas y llamar a su compañero. Estaba agotado y sin embargo no dejo de gritar mentalmente hasta que el Emperador apareció frente a sus ojos.
—¿Ya vas a disculparte? —dijo Pick sudando, se notaba que también había hecho su mayor esfuerzo para no acudir al llamado de su Omega.
—¿Disculparme? Quien actúo mal fuiste tú.
—Entonces sigue aquí encerrado. Veo que te gusta.
—No me gusta, pero sabes que lo hice porque tú me llevaste a mi limite. —A Rome le dolían los dientes; su instinto ansiaba chillar y rogar por perdón, pero su propia mente no se lo consentía. No podía dar su brazo a torcer o realmente Pick no le iba a permitir tener amigos en un futuro.
—No puedes golpearme, Rome. Recuerda que soy el Emperador.
—Para mí eres solo mi esposo. Tú y yo somos iguales. —Fue imposible que las lágrimas de impotencia no cayeran.
Durante dos años pensó que Pick lo vería como un igual, sin embargo, todo lo que le sucedía servía para darse cuenta de que la balanza entre ellos seguía desnivelada. Apretó los labios con dolor y liberó más de su olor para ablandar el corazón de su pareja. El hombre lo miraba con firmeza y seriedad, demostrándole que no estaba de acuerdo con sus pensamientos.
—Soy tu esposo, pero no somos iguales. —Soltó abriendo la celda. —Soy el dueño de tu vida y de tu corazón. Debes portarte bien o no me queda de otra.
—Lo siento por golpearte, pero tú también dañaste a Todd sin motivo…
Pick comenzó a liberar feromonas de forma descontrolada. Se notaba que la mención del otro Alfa lo había enfurecido. Rome sintió la excitación por el olor contrario y bajo la cabeza tratando de respirar para recomponerse, no obstante, la tarea parecía imposible.
—¿Qué te sucede? ¿Tanto me extrañaste? —Dijo el mayor con voz burlona, sin embargo, el Consorte levantó el rostro y en vez de llorar le regreso la sonrisa. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios estaban húmedos.
—¿Yo? ¿Extrañarte? Quien viene a buscarme eres tú…—Finalizó su discurso liberando muchas feromonas hacia el Emperador. —Solo porque estoy de buen humor te permitiré tocarme.
El chico abrió sus piernas de forma desvergonzada revelando su excitación; Pick se odio a sí mismo por correr hacia el preso. Rome tenía razón, él era quien lo había extrañado como un loco.
—¿Y si solo te uso y no te dejo terminar?
—Si no me haces terminar significa que eres un hombre incapaz. —Su cuerpo fue arremetido con violencia contra el piso. Aunque se negara, disfrutaba mucho de la cercanía del Alfa.
En medio de la humedad y la suciedad ambos cedieron a sus instintos, dejando que solo su parte más primitiva tomara el control y dejara de lado sus sentidos comunes. Sin importarle las cadenas, Rome subió sobre el Alfa y se balanceo perdido en el placer que su compañero le proporcionaba. Pick también lo apretaba con fuerza, deleitándose con los sonidos que dejaban los labios del Consorte.
Al terminar, el Omega permaneció sentado en las piernas contrarias mientras lo abrazaba con fuerza descansando su cabeza frente a la marca. Depositó varios besos sobre la cicatriz y un escalofrió recorrió su cuerpo al sentir que el Alfa hacía lo mismo con la suya.
—Ya me tengo que ir. —No espero que la voz de Pick soltará tales palabras. Se separó un poco para mirarlo al rostro con incredulidad. —Alguien te traerá comida en un par de horas. Debes estar hambriento.
—¿Me dejaras aquí encerrado? —Preguntó entre asustado y confundido. —Pero…nosotros acabamos de…
—Todavía no te disculpas de forma apropiada. —Su cuerpo fue empujado hasta que su trasero tocó el suelo frio. —Me faltaste el respeto.
—Ya te dije que lo sentía por golpearte. —Refutó apretando el remolino que su propia ropa dejo bajo sus pies. —¿No es eso una disculpa?
—¿Volverás a hablar con tu amigo?
Rome mordió su labio inferior tensando los hombros. No podía creer la crueldad que existía en el fondo de la persona que juraba amarlo más que a nada en el mundo. Las feromonas que antes lo calmaban se tornaron acidas, casi que ahogándolo.
—¿Querido? —Se rehusaba a levantar la cabeza y dejar que él lo viera lastimado. —Mírame, Rome.
—Toda mi infancia estuve encerrado… —Susurró tratando de contener el dolor que le causaba tener que ceder y dar explicaciones. —Mamá no nos dejaba salir porque temía que Ming nos encontrara. El único niño que jugó conmigo y mi hermano fue Todd. Él es lo único que me queda para recordar a mi familia, por favor no me hagas esto…
El Emperador podía ver el pequeño cuerpo estremecerse en una mezcla de emociones. Conocía a su pareja lo suficiente como para saber que dejar su ego de lado y humillarse ante él era algo grande. Aquello más que hacerlo sentir mal le causó placer. Amaba verlo rendirse.
—¿Y si no quiero? —Quiso jugar con la desesperación de Rome. —Hasta que él muera no planeo sacarte de aquí. ¿Qué me dices de eso?
Un sollozo lamentable se esparció en el ambiente de la celda. El Omega se llevó las manos al rostro, derrumbándose completamente ante la tortura psicológica a la que estaba siendo sometido. Sin comida, aislado y usado; Rome se sintió sobrepasado por todo.
—No llores, querido. —Se burló abrazándolo sin sorprenderse porque el consorte se encogiera en su pecho. —Eres mío, Rome. No me gusta que estes tan inquieto por otro Alfa.
—¿Vas a matarlo? —Preguntó temblando. —¿Mataras a Todd?
—Si no lo he hecho es porque sé que sufrirías mucho y yo soy incapaz de hacerte daño. Sabes que te amo.
—Escucha. —Rome sujeto el rostro contrario y lo miró a los ojos. —Me casé contigo porque te amo. Haré lo que quieras, pero no lo mates. Me quedare en la habitación si eso deseas. Confío en ti y en tu bondad para conmigo. Eres mi esposo. Ten piedad de mí.
—Tienes razón. —contestó con una sonrisa. —Soy demasiado bondadoso como para dañarte. Me hace muy feliz que quieras volver a nuestra habitación, querido. Te vendrá bien el encierro.
—¿Y Todd? ¿Qué vas a hacerle?
—No tengo que hacer nada. Él tardara varias semanas en curarse. —Le robó un beso que a Rome le supo amargo. —Tendrás mucho tiempo para reflexionar sobre tu mal comportamiento.
Dejo de luchar y de insistir. Se recostó contra el cuerpo del mayor y asintió en silencio. La batalla estaba perdida desde el comienzo y él lo sabía.
***
Cuando las cosas se salían de control Rome entraba en un cuadro depresivo. Mix estaba al tanto y sin embargo no existía algo que pudiera hacer para cambiarlo. Ver a su Amo llorar y retorcerse entre las sábanas le lastimaba el corazón. Él y Earth intercambiaron miradas con preocupación. Un toque en la puerta resonó de repente, por lo que el soldado fue y se sorprendió al ver a la niñera de Ryan con el pequeño.
—¿Papá está enfermo? —dijo el pequeño apretando un peluche con forma de conejo. —Mañana no fue a visitarme y tampoco me llevo frutas para merendar, ¿puedo verlo?
—Ayer, joven amo. Ayer es lo que ya paso y mañana es lo que pasará. —se rio con la tierna confusión que solía tener el pequeño. —Claro, que puedes. —El Beta le dio paso al príncipe, quien saltó a la cama y abrazó al consorte.
—¿Papi estas llorando? —preguntó el inocente niño tendiéndole su juguete. —Te traje al señor Jin para que te sanes y no llores más.
El omega agarró el muñeco y lo apretó contra su pecho mientras secaba sus lágrimas. Frente al infante era necesario actuar fuerte o Ryan lloraría por simpatía.
—Ya me curé, gracias. —Mintió dándole un beso. —¿Cómo estuvieron tus clases?
—Aburridas. El maestro da mucho sueño. ¿Por qué no me has llevado dulces? ¿Ryan hizo algo que molestara a papi?
—No, por supuesto que no…—Tuvo que contener las ganas de llorar. —Tenía fiebre y no quería contagiarte.
—No importa si me contagias, papi. Yo te amo…
No pudo evitarlo. La ternura del pequeño sacaba el instinto de amor más profundo en su ser. Trataba de comportarse y no dejar salir sus emociones, sin embargo, el encierro estaba restándole rayas a su salud mental. Poco a poco la paciencia se iba y la tristeza se convertía en rabia.
—¿Como están mis dos amores? —Saludó Pick con una sonrisa, pero Rome le quito el rostro. —¿De nuevo molesto? Esta semana cambias mucho, decídete.
—Si no salgo no hay besos. —Dijo con firmeza. —Si me quitas beneficios también haré lo mismo.
—¿Esta es tu nueva estrategia para enfurecerme?
—Es mi nueva estrategia para que me permitas ser un humano normal.
—Papá, ¿porque papi Rome no puede salir? A papi Rome le gusta jugar con las flechas, él dijo que cuando sea grande me va a enseñar a lanzarlas para que yo lo proteja de todos los villanos.
El Omega le sonrió al pequeño dándole un beso con amor y lo abrazó. Pick arrugó el rostro. La mención le flechas le traía malos recuerdos.
—Bueno, puedes salir si tanto quieres hacerlo. —Se cruzó de brazos. —Déjame adivinar, vas a visitar a ese tipo a la enfermería.
—Todd. —Lo corrigió. —Su nombre es Todd y por supuesto que quiero visitar a mi amigo. Casi lo matas.
—Mientras no te demores tanto tiempo. —Cargó a Ryan en sus brazos. —¿Ahora si me darás un beso?
Aunque no tenía ganas, la mirada contenta del pequeño príncipe lo obligó a hacerlo. Lo mejor era disimular su frustración frente al niño que repetía todo. Prefería que sus asuntos personales permanecieran en la privacidad de la habitación.
***
Existían varias enfermerías en el palacio. Dependía de quien eras para saber a cuál ibas; los soldados se ubicaban en una junto al campo. Rome se dirigió al lugar con varios guardias siguiéndolo como si fuera una especie de criminal.
En el fondo de las camillas ubicó a su amigo y aprovecho para tomar distancia de los hombres que lo atosigaba; al verlo Todd se sorprendió. Jamás esperó verlo ahí. Sus compañeros le contaron que Rome había sido castigado por hablarle y eso le hizo sentir mal. El Consorte se sentó a su lado con el rostro contraído de dolor y le habló muy despacio.
—Lo siento, yo no quería que te hirieran por mi culpa. —Su voz sonaba arrepentida mientras derramaba algunas lágrimas. —Por mi…mira cómo te dejaron…
—Eres un llorón —Se burló su amigo evitando moverse mucho. —Estoy bien, mi cuerpo sanará y volveré a molestarte. Me preocupas tú, ¿por qué estas más delgado?
—Hice algo malo y el Emperador me castigo…
—¿Él sabe que estas aquí? —Rome asintió. —Lo mejor es que te vayas, no quiero que te hagan más daño.
—Perdóname…—susurró sin acercarse mucho. —Gracias por hacerme recordar a Black y a mamá. No volveré a molestarte…
El Consorte no espero una respuesta. Se dio la vuelta sin mirar hacia atrás y derramó lágrimas de dolor. Que Todd lo echara significaba que su amigo realmente no quería verlo y que ahora le temía. Se sintió vacío y se le revolvió el estómago.
¿Y si Pick lo encerraba para siempre? ¿Sería Mix su único amigo?
Últimamente incluso al chico le asignaban tareas fuera de sus aposentos, por lo que solía estar solo. En el fondo era consciente de que eso contaba como parte del castigo de Pick y sin embargo seguía inquietándose con el tiempo.
¿Hasta cuanto duraría su penitencia?
—¡Alteza Rome! —Un gritó lo asusto. —¡Venga rápido! ¡El príncipe Ryan…!
La voz en su cabeza se alarmó. El pequeño era prácticamente su hijo, si algo le pasaba prefería morirse con él que continuar con su desgracia. Corrió junto al soldado hasta los jardines al palacio y vio un círculo de guardias y niñeras rodear al pequeño.
—¿Qué paso? —exclamó asustado viendo al espalda del infante. —¿Cariño? ¿Qué paso?
Al oírlo, el príncipe se dio la vuelta y corrió a sus brazos mientras lloraba. En su mejilla se podía ver una zona sobrecrecida roja que deformaba su rostro. Rome se congeló al ver que era justo donde él tenía la cicatriz.
—Lo pico una abeja, Mi señor…—dijo una de las niñeras. —Ya el medico sacó el aguijón y aplicó pomada, pero el príncipe insiste en que le arde.
—Mi niño…—Lo abrazó para consolarlo. —Me diste un susto gigante. Debemos ser pacientes; la crema te va a mejorar en un ratito. ¿Ok?
—Papi, me dolió mucho…—Sus sollozos enternecieron a todos. —Abeja mala…
Rome se burló sobando su pequeña espalda. El General apareció junto con Emma, al parecer también les habían avisado por lo que acudieron al llamado con miedo. Mix también hizo presencia en el lugar, todos amaban al príncipe.
—Ryan debes ser cuidadoso, no está bien que molestes a las abejas. —Porsche lo regañó a lo que Rome le dirigió una mirada de odio por reprender a su pequeño.
—Yo no quería molestarla, quería dársela a papi Rome.
—¿A mí? ¿Por qué? —Las palabras lo sorprendieron. —¿Por qué querías dármela, cariño?
—Para que me des un hermanito como mamá. —Aquello fue un balde de agua fría. Su cuerpo se tensó, con tantas personas a su alrededor, se sintió infinitamente avergonzado.
—¿De qué hablas, cariño? —Trató de mostrar fortaleza, sin embargo, estaba a punto de reventar. Demasiadas emociones en una sola tarde.
—La abuela me explico que los bebes se producen cuando una abeja Alfa pica a un Omega. Yo quería dártela para que te picara y me des un hermanito. ¿No eres tú un Omega igual que mamá?
—Yo no estoy buscando un bebé por ahora, cariño…—Mintió para protegerse de la insistencia que sabia el pequeño poseía.
—¿Por qué no?
—¡Oye! —Porsche lo interrumpió apiadándose del Consorte. —Eso no se le pregunta a los Omegas. —Miró a la cantidad de ojos y oídos a su lado. —¡Retírense, grupo de chismosos!
Sirvientes y guardias se dispersaron, dejando únicamente a Rome, el pequeño y sus más cercanos servidores. El Omega apretó los dientes conteniendo las ganas de derrumbarse frente a todos.
—¿Es cierto lo que dice mamá de que no puedes tener hijos porque siempre los pierdes? Yo te ayudo a buscarlos…
—Mi vida yo no he perdido ningún bebé…—Rome se agachó y con disimulo se frotó los ojos humedecidos. —¿De dónde sacas eso?
—Mamá y la abuela dijeron que perdiste uno en un ataque y luego otro porque te caíste. ¿Dónde te caíste? ¿Mi papá lo sabe? Yo te ayudo a buscar a tus bebés…
—No he perdido a nadie, mi vida…
—¿De verdad? ¡Qué bien! Me sentía triste porque lo habías perdido. —El pequeño lo abrazó. —Si llegas a perder uno yo te ayudo a buscarlo, papi.
—Tranquilo, cariño. —Rome desvió el rostro con vergüenza hacía quienes lo acompañaban y le pareció extraño que el tono de piel de Porsche se había vuelto tan blanco como un papel. El mayor evitó su mirada y aquello le dio un mal presentimiento.
No quería imaginarse cosas, así que preguntó.
—Porsche, ¿hay algún rumor sobre mí? —Supuso que la información sobre Tay y su intento por obtener al Emperador de algún modo llego a los oídos del pequeño. —¿Quizás de la vez que fui secuestrado en Sagus?
—No he escuchado nada…—El general agarro la mano de Emma y se despidió velozmente. —Bueno, los dejamos…
Mix los vio irse con rabia. Rome no se veía bien; era más que obvio que las palabras del príncipe lo afectaron y aun así el General y su supuesta ex mejor amiga lo habían abandonado. Cada día los odiaba más.
—¿Está bien, alteza? —Se agachó a su lado para ayudarlo a levantarse.
—Si, es solo que no me gusta que hablen de mí. Me molestan los chismes y sinceramente no lo entiendo. ¿De dónde sacaron ellos que perdí un niño en un ataque? Nadie me ha atacado; esa vez de Sagus vine herido, pero no tanto.
—¿Y si no fue esa vez? ¿Ha estado usted en otro ataque? —El Consorte lo pensó con detenimiento. —Esa ocasión cuando le perforaron el intestino…—Mix armó una hipótesis rápida en su cabeza. —En la emboscada donde usted salvo a la emperatriz…
—Eso estaba pensando. La Reina Madre debió confundirse por mi sangrado; ¿Recuerdas que te dije que ella me preguntó sobre eso? Puede que el rumor empezara ahí.
—Alteza… ¿Existe alguna posibilidad de que usted haya estado embarazado? —Rome sintió un vacío en la boca del estómago. —Si la Reina Madre y la Emperatriz lo saben… ¿Quizás el Emperador le mintió a usted?
—Pick nunca haría eso… —Mix quería escupir sus sospechas. Con lo malvado que era el Emperador no dudaba que aquello fuera cierto.
—Decían que alguien perdió un bebé. ¿Y si fue usted?
—¿Por qué sigues insistiendo? —El Consorte se sentía incomodo y sensible. —Ya te dije que no. Deja de molestarme.
—Perdone mi insolencia, Alteza. No volverá a pasar.
—Papi, ¿estas llorando? —El niño se mostró preocupado. —¿Otra vez te sientes mal?
—Si, papi se siente enfermo. —No podía seguir soportándolo. —Mix, lleva a Ryan con las niñeras. Iré a descansar a mi habitación. No quiero que nadie me moleste.
Su asistente personal lo observó irse deprisa. Sobre sus brazos estaba el pequeño príncipe, igual de preocupado que él, no obstante, ambos entendían que lo mejor era dejar al Consorte solo.
***
Lágrimas y lágrimas de dolor se deslizaban por sus ojos. Una presión horrible en su pecho no lo dejaba tranquilo. Se dirigió al espejo y se detalló de arriba abajo. ¿Realmente estuvo embarazado alguna vez?
Quería preguntarle a Pick, despejar todas sus dudas. El problema era que estaba más que seguro de que el Alfa le mentiría. Necesitaba confirmarlo y sacarle la verdad a como dé lugar. Se desplazó hacía la biblioteca para buscar un libro de medicina y comparar si alguno de sus síntomas coincidía con los de un aborto.
“Los síntomas más comunes son sangrados durante las próximas semanas y cólicos ligeros. En algunos casos puede presentarse fiebre. Se recomienda abstenerse de tener relaciones sexuales por mínimo dos semanas…”
No estaba muy seguro. El tiempo había borrado varios de sus recuerdos; en aquella época todo pasó tan rápido que apenas y fue consciente de sí mismo. Ryan acababa de nacer, por lo que ocupo toda su mente en ayudarle a la Emperatriz. Siguió ojeando las páginas, desesperándose porque no encontraba nada que le sirviera.
“Los Omegas después de sufrir una perdida experimentan una sensación de vacío emocional que suele ser calmada por las feromonas de un Alfa. Se recomienda mantenerlos aislados de otras personas e incluso infantes para evitar el dolor psicológico…”
Cerró el libro de golpe sintiendo como se le iba la respiración. Amaba a Ryan con toda su alma, tanto que se había olvidado del rechazo inicial que tuvo. Apretó los ojos evocando las memorias del posparto de Lucia. Se vio a sí mismo llorando con el pequeño en brazos, incapaz de entender por qué le dolía tanto que la emperatriz hubiese dado a luz. No pudo aguantar más.
Necesitaba al Alfa.
Liberó sus feromonas con fuerza y llamó a Pick por medio de su conexión mental. Entre más tiempo pasaba, más desesperado e inquieto se sentía. Las gotas de angustia caían una tras otra, perturbándolo. Si todo era cierto y él le oculto algo tan importante jamás se lo perdonaría.
Cinco minutos después el Emperador entró a la habitación sonriendo hasta que lo vio. Con agilidad el hombre se desplazó hacía él y lo tomó por los hombros con evidente preocupación.
—Dime quien te hizo llorar y pondré su cabeza frente a ti.
Rome lo miró fijamente, pero ninguna palabra quería dejar su garganta. Su respiración se aceleraba con los minutos, haciéndolo sentir mareado y enfurecido. Necesitaba obtener la verdad y no mentiras. No lo pensó mucho; por instinto le quito la espada y apunto directamente a su cuello. Pick se sorprendió, más no se movió. Con un pequeño movimiento podía desarmarlo, sin embargo, no deseaba lastimarlo.
—Mi luna, ¿qué te pasa? ¿Acaso no me reconoces? Soy tu Alfa…
—Hace años… —Rome sentía que se le iba a voz. —Hace años…en la emboscada de Odarude… ¿Perdí un bebé?
Los ojos del Emperador se abrieron al igual que su boca y el color de su piel se tornó blanquecino. La tensión en sus hombros fue tan obvia que era imposible negar que la pregunta lo había afectado. Era exactamente la misma reacción que tuvo el General.
—¿Quién…quién te lo dijo? —Rome no pudo resistirlo. La rabia lo cubrió por completo.
Lanzó la espada con fuerza, derramando lágrimas en el camino. Pick, al ser tan habilidoso la esquivo sin dificultad y sin necesidad de armas golpeó la muñeca contraria y lo desarmó. El consorte cayó al suelo llorando sonoramente. No podía ser cierto.
—Perdóname, no quise mentirte… —El Alfa lo abrazó en un intento de consuelo. —Lo siento, querido.
—¡¿Como pudiste ocultarlo?! —Le gritó empujándolo. —¿Jamás pensabas decírmelo?
—Mi vida, eso fue hace mucho tiempo. No te pongas así.
—¿Por qué me mentiste? ¡Perdí un hijo y ni siquiera pude darle un entierro digno! —Rome empezó a golpearlo en el pecho, la impotencia gobernando sus acciones. —¿Cuánto tiempo tenía? ¿Qué hiciste con su cuerpo?
—Apenas empezaba a formarse. No hubo cuerpo…
—Pero su alma…
—Hice oraciones en su nombre, tranquilízate.
—¿Por qué no me lo dijiste? ¡Sangré durante casi una semana! Me la pasaba durmiendo y sangrando…—El omega se quedó en silencio un momento y luego agregó con voz sombría. —¿Por qué dormía tanto? Hiciste que me dieran algo, ¿verdad? ¿Me drogaron durante esa época para que no me diera cuenta de lo que me sucedía?
—Mi Rome, yo te amo. No te pongas así.
—Pick, deja de ocultarme las cosas. ¿Tienes idea de cómo me siento?
—¿Y tú? ¿Tienes idea de cómo me sentí? Si Rome, tienes razón. No te lo dije, pero ¿te alcanzas a imaginar cómo me sentía yo? El Omega que amaba estaba muriéndose por perder un hijo que ni siquiera sabíamos que existía. ¿Sabes lo fuerte que tuve que actuar para que no notaras la gravedad del asunto? ¡A mí también me dolió perder a nuestro hijo!
El Consorte lloró con más fuerza, apretando la ropa sobre el pecho ajeno. Ignorando que Pick nuevamente estaba intentando manipularlo dándole vuelta a las cosas.
—Mi amado, lloré cada noche mientras dormías. No me sentía bien haciéndote daño, sin embargo, en ese momento eras muy joven y sensible. Te estaba protegiendo. Perdóname por querer cuidarte.
—Si me lo hubieras dicho yo te habría consolado…
—¿Cómo ibas a consolarme? La noticia te hubiese destruido, querido… —Pick liberó sus feromonas calmantes. —No podía decírtelo, pero por eso estabas tan sensible a mí en esa época. Tu cuerpo buscaba a tu Alfa.
—No. En esa época fue el té de tu madre…
—No, mi amor, tu cuerpo me necesitaba.
—Aun así… —Rome sintió impotencia recordando todo. Después de la emboscada él y el Emperador se habían vuelto más cercanos. ¿Esto significaba que se había dejado llevar por las emociones de la pérdida del bebé?
—Aun así, ya es pasado. —Pick agarró su rostro porque sabía que estaba sobre pensando las cosas. Sigamos adelante.
—¿Quiénes…quiénes lo sabían?
—Mi madre, Lucia, Porsche y los médicos. Los sirvientes que te asistieron esa noche fueron asesinados para mantener el secreto. —Rome no podía creer el nivel de maldad del Alfa. —Te estoy contando todo para que no tengas que buscar la información en ningún lugar. Yo solo estaba protegiéndote. ¿Quién te lo conto?
—¿Para qué quieres saberlo? ¿Vas a asesinarlo? —Pick arrugó el rostro. —Fue Ryan.
—¿Qué? Pero él…
—Lucia y la Reina Madre hablaban de mi incapacidad para tener hijos y él escucho. Ryan quiere que yo le dé un hermanito, pero no entiende que ya perdió uno…
—Mi amor, eso es pasado. Podemos darle un hermano cuando quieras…
—No puedo tenerlos. —Rome lo interrumpió. —Esta es mi paga por haber perdido uno. Ya no voy a seguir intentando. Ya no quiero hijos…
—¿Entonces por qué estas llorando por perder uno?
El omega permaneció en silencio. Ni él mismo lo sabía. El simple hecho de saber que existió y que él ignoro aquello lo hería. Y se sentía furioso con Pick por habérselo ocultado y actuar como si nada.
—Me lastima mucho el hecho de saber que estuve embarazado y no lo sabía.
—Querido, los bebés van y vienen. Mejor piensa que ese no era tan importante, no llegó ni a cumplir dos meses. ¿Por qué mejor no te enfocas en que hagamos uno nuevo?
Las frías palabras de su compañero lo enfurecieron. Quizás para Pick no era importante, pero para Rome aquello era como si una pequeña parte de su vida se hubiera ido. Tal y como su familia.
—Me importa porque pudo ser hijo de Din… —susurró con veneno, aunque se arrepintió al segundo de decirlo.
—Entonces me alegro de que haya muerto.
—¡Como puedes decir eso!
—En esa época Din ya se había ido hace mucho. Ese bebé era mi hijo, así que no te hagas ilusiones de que ese asqueroso Beta pudiera embarazarte.
—¡No hables así de él! ¡Respeta su memoria! Él murió por la persona que amas, al menos deberías agradecerle eso.
—Tu empezaste. ¿Quieres herirme, Rome? Al menos yo no soy culpable de que mataran al amor de tu vida.
—Haz silencio. —El menor se tapó las orejas. —No seas cruel conmigo.
—No empieces un juego que no puedes ganar. —Pick lo regañó poniéndose en pie. —No saldrás de aquí por un tiempo. Quiero que reflexiones sobre lo que acabas de decirme.
—¿Por qué me castigas de nuevo? No he hecho nada malo…
—Tratar de herir los sentimientos de tu marido es suficiente para merecer una sanción. Adiós.
—¡Deja de castigarme por cosas estúpidas!
—Sabía que era una mala idea que salieras.
La espalda de Pick fue lo ultimo que vio antes de que el sonido de la puerta cerrándose con rabia terminara de romper los pequeños trozos de su corazón lastimado.
***
La frialdad de una cama vacía lo acompañó esa noche.
Por primera vez desde que estaban juntos el Alfa no llegó a la habitación y más que dolerle, se sintió aliviado de no tener que lidiar con su mirada de superioridad. Algo era cierto, Rome llevaba toda la tarde reflexionando sobre el pasado.
Todos y cada uno de sus comportamientos se burlaron en su cara. Tantas cosas vividas junto a su esposo, ¿Cuántas nacieron desde el fondo de su corazón? ¿Qué cantidad de sensaciones fueron una manipulación consecuencia de la perdida?
Amaba a Pick. Con los años había aprendido a quererlo, sin embargo, no entendía porque de repente dudaba de todo. Deseaba tener a alguien con quien hablar. Mix de seguro dormía con Earth y Emma no era una opción.
Aunque extrañaba a su amiga.
¿Y si ella también fue manipulada por Porsche? Negó apoyando la cabeza entre sus rodillas; de nuevo las lágrimas fluyeron. Saber que estaría solo le afecto más de lo que esperaba. Sin amigos y sin familia, ¿Quién podría escucharlo?
—¿Por qué no estas durmiendo? —Aquella voz lo asustó.
El Emperador lo observaba con seriedad desde la entrada. Estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera lo sintió volver.
—Alfa…—gimió inconscientemente —Quiero decir…Pick. Te estaba esperando.
—¿Para qué? ¿Quieres seguir peleando? —Negó caminando hacía él y le dio un abrazo.
—Lo siento. —susurró temblando. —¿Podemos dormir juntos? Me siento muy solo…
Por un segundo espero que el Alfa le gritara o lo apartara bruscamente; no obstante, su gesto cariñoso fue correspondido. Aquello le trajo calma. Si no tenía a nadie, al menos el Emperador seguiría ahí.
Recostados en la cama, Pick lo abrazaba desde atrás. Ambos seguían despiertos, pero no lograban conciliar el sueño. Miles de pensamientos les robaban a cada uno la oportunidad de descansar.
—¿Cuánto tiempo voy a estar encerrado? —preguntó en voz baja. —No me gusta quedarme aquí todo el día…
—Fuiste malo y cruel conmigo.
—Lo sé, lo siento. —repitió apretando los brazos contrarios sobre sí. —Si no vas a dejarme salir, ¿puedes concederme un deseo? —El mayor guardó silencio, así que decidió seguir hablando. —Extraño a Mix. ¿Puedes volver a asignarlo para que me sirva? Los nuevos sirvientes me temen. No me gusta eso.
—Si. Uno de ellos dice que lo amenazaste de muerte por traerte un té frio. —La burla del Alfa en su oído le dio cosquillas y lo hizo reír también. —Los guardias confirmaron esa versión.
—Si lo hice, pero estaba bromeando. —Se dio la vuelta hasta quedar frente a frente. —Ellos no me entienden. He intentado hablarles, pero son muy amargados…
—Mis hombres están para cuidarte, no para ser tus amigos.
—Lo sé. —murmuro resignado mientras pensaba en Todd. —Es solo que a veces me siento muy solo aquí. Te espero todo el día, pero solo me visitas en la noche. Extraño recorrer el palacio con Mix. Me hace falta ir al campo y practicar mis habilidades. Me aburro encerrado.
—Recuerda que todo lo que estas viviendo es por tu culpa. —La voz implacable de Pick sonó como dagas para su cuerpo. —Te amo, Rome. No vuelvas a tratar de herirme o no respondo por mis actos.
—Está bien, no volverá a pasar. —Aunque sentía rabia, prefirió fingir y mantener el ambiente pacifico.
Ya era muy tarde como para seguir discutiendo.
—Me gusta cuando te portas bien. —El Emperador agarró su rostro con suavidad y le dio un beso. —A partir de mañana ya puedes salir y hacer todas tus actividades.
—¿De verdad? —Rome se sentó de la emoción. —¡Gracias, gracias!
—Déjame adivinar, vas a ir a visitar a tu amigo. —El Omega detuvo su celebración. —No quiero que pases mucho tiempo a su lado, ¿entendido? Estoy siendo bueno y dándote permiso de visitarlo, pero no abuses de mi bondadoso corazón.
—No tienes que preocuparte, no creo que vuelva a hablarme en su vida.
La sonrisa amarga en el rostro del Consorte le causó una mezcla incomoda en su interior al Emperador. Aunque quería doblegar a Rome, no le gustaba verlo deprimido y sin esperanzas. Ya la noticia de la perdida debió ser lo suficientemente dura como para hacerlo recaer en uno de sus episodios depresivos. El doctor una vez le mencionó que su compañero no manejaba muy bien sus emociones y que debía cuidarlo. Suspiró con desgana abrazándolo.
—Si quieres que lo obligue a hablarte solo tienes que decírmelo… —El Consorte negó incrédulo.
A veces su marido estaba loco.
***
Mix apareció al día siguiente.
Con la visión del sirviente, Rome entendió que de nuevo era libre para salir y pasear por el palacio. No espero mucho después de comer para realizar sus quehaceres diarios. Entre Ryan y Betty se le fue casi toda la mañana.
En la tarde decidió ir con Mix y tener una lucha de espadas; su asistente se cansó tan rápido que lo frustró, sin embargo, no lo culpo. El trabajo de los sirvientes era arduo y agotador. Rome en cambio se sentía vigoroso y lleno de energía.
—Quédate ahí. —exclamó apiadándose de su sirviente sobre el pasto. —Yo voy por las flechas.
Recorrió parte del campo bajo la mirada de su amigo. El sudor se resbalaba por su frente, pero no le importaba, estaba feliz de estar afuera. Los árboles y la brisa eran suficientes para compensar todo el tiempo que estuvo encerrado en la gran habitación del Emperador.
A lo lejos vio un perro jugando tranquilamente con un soldado que estaba sentado bajo un árbol. Incluso ellos descansaban mientras él seguía rebosando de energía. Algunas de sus flechas estaban junto al animal, por lo que se acercó a acariciarlo.
—Hola, ¿es tuyo? —Indagó agachándose para sobar al cachorro.
En el momento que giró su cabeza para ver al dueño se quedó congelado. Algo dentro de él se calentó; su corazón comenzó a palpitar ante la mirada color miel del hombre. Los oídos se le taparon y su respiración se detuvo. Se hundió en la sensación de olas y olas de calor que silenciaban todo a su alrededor, dejando únicamente el sonido de un tambor atravesando su mente. No podía explicarlo, pero sentía una conexión extraña.
Y notó que él estaba exactamente igual.
Rome estaba marcado, aun así, el olor contrario inundo cada una de sus fosas nasales. La experiencia era tan bella que el ardor llegó hasta sus ojos humedeciéndolos. El olor a naturaleza que percibía de vez en cuando en el palacio venía de él.
Libertad.
Ese soldado olía como la libertad.
—¿Quién eres? —Susurró sin contener las sacudidas internas en su cuerpo.
—Sean…—dijo él sin moverse. —¿Es tu corazón lo que siento en mis oídos?
—Creo que podría morir de un infarto… —Exclamó todavía sin moverse —Siento que se me va a romper el pecho…
—Consorte…—Apenas fue capaz de soltar unas palabras. —Usted…es tan cálido…
El hombre también parecía estar en trance. Las constantes palpitaciones llegaban a sus oídos y más que ser suyas, Rome tenía muy en claro que no eran ningún tambor, sino sus corazones en sincronía. El cachorro se acostó en el suelo, pansa arriba, en busca de caricias que ninguno de ellos le proporcionó. No podían dejar de verse.
—¡Alteza! —El gritó de Mix lo sacó de su burbuja. Soltó al canino y se alejó sin decir nada. Le faltaba el aire, de tal manera que estaba claro lo que sea que le había sucedido era fuerte y profundo.
—Vámonos. —Comentó pasando junto a su asistente de forma veloz.
—¿Paso algo? ¿Se siente mal?
—Siento mi estómago vacío, ¿vamos a comer? —Mix asintió quitándole las flechas. Miró disimuladamente hacía atrás y ya el soldado les daba la espalda. Quizás solo fueron ideas suyas. Debía estar paranoico.
Rome nunca miraría a nadie que no fuera el Emperador.
Notes:
¿Y? ¿Les gusto el capítulo de hoy?
Quedo atenta a sus teorías, ¡Besos!
Chapter 41: CAPITULO 41
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La noche trajo consigo más preguntas que respuestas. Rome no podía dejar de pensar en su extraño encuentro con el soldado. Todavía sentía escalofríos recorrer su cuerpo al recordar los ojos color miel que prácticamente atravesaron su alma.
El corazón le palpitó de forma incomoda, casi que doliéndole por la extraña sensación. Se envolvió con fuerza en un vago intento de esconderse de la imagen del hombre que parecía materializarse frente a él.
¿Por qué el soldado le dijo que él era muy cálido? Ni siquiera se tocaron. Solo sincronizaron sus corazones al mismo ritmo de sus respiraciones. Dio otra vuelta y cerró los parpados con cansancio girando varias veces sobre la cama vacía. Pick aun no llegaba y más que perturbarlo, sentía que necesitaba esa noche para pensar.
Divagando una y otra vez no supo en qué momento se quedó dormido; Rome sabía que estaba soñando porque todo lo que veía era hermoso y de alguna manera conocido. Frente a él un jardín amplio se levantó. Desde su posición miró las flores sintiéndose como en casa.
Decidió caminar despacio y rozarlas con los dedos, disfrutando de la suavidad y el olor que desprendían. Casi todas eran blancas o moradas, recordándole a Din; en el fondo, un árbol grande lo esperaba.
A medida que se iba acercando la temperatura parecía bajar, provocando que tuviera frio y contuviera la respiración con miedo. No obstante, eso no detuvo su camino, algo le decía que si llegaba a ese árbol obtendría el calor que ansiaba.
Y no se equivocó.
Llegó a donde quería y desde arriba una flor de durazno, tal y como lo eran sus feromonas. Apenas y alcanzó a tomarla con sus manos antes de que tocara el piso; aquello le sacó una sonrisa, sobre todo porque de los pétalos fluyo una luz cegadora que calentó todo lo que lo rodeaba.
Se vio envuelto en una sensación tan de paz y tranquilidad que sin ninguna explicación comenzó a llorar. Abrazó la flor para sentirla mucho más cerca y fusionarse con el calor. Era hermoso y a la vez despertaba en él algo que nunca había sentido.
—Querido…despierta…—Reconoció la voz de inmediato, girándose para buscar al hombre que la producía.
Los pétalos de la flor en sus manos se dispersaron, dejándolo vacío y desesperado. Estiró sus manos para agarrarlos, pero sus ojos se abrieron y vio que a quien sujetaba era a su Alfa.
—Mi amor, ¿despertaste? —La mirada del mayor era de evidente preocupación. —Estas teniendo una pesadilla, despierta.
—Pick…—Susurró aturdido. —¿Qué pasa?
—Estas llorando mientras duermes. ¿Tuviste un mal sueño?
—¿Yo? No sé…no me acuerdo…
—Si hay algo que te tenga intranquilo puedes contármelo. —Rome asintió recostándose en el pecho contrario. —¿Qué harás mañana? Te dormiste temprano.
—Creo que iré al campo de entrenamiento, pero primero le llevare frutas a Ryan y sus amigos, ¿por qué?
—Los ministros me preguntaron sobre cuando vas a reanudar las clases de tu pequeña academia. Parece que eso nos ha traído buena visibilidad entre los aldeanos y además hace que los trabajadores del palacio sean más leales.
—Tuve que parar cuando me castigaste…
—No mientas, llevabas un mes descansando cuando eso paso. —El Omega se burló. —¿Ya no quieres seguir?
—Sabes que sí. Es solo que últimamente tenía muchas cosas en la cabeza.
—¿Ah sí? ¿En qué tanto piensas?
La razón de su falta de compromiso con la academia eran los comentarios sobre su incapacidad para tener hijos. Descubrió que hablaban a sus espaldas y desde entonces se había desmotivado, aun así, le daba vergüenza admitírselo al Alfa.
—Pick… ¿Y si no puedo embarazarme porque estoy enfermo? Mamá también tuvo pérdidas cuando era joven. —No quiso contestar, por lo que cambió abruptamente el tema.
—¿No dijiste hace poco que no querías hijos? No es necesario que los tengamos.
—Pero todo el mundo dice que…
—No me importa nadie más que tú. ¿Acaso tu piensas en alguien más?
—En nadie. —Se acurrucó en los brazos de su marido conteniendo las ganas de llorar.
Se sentía culpable por mentir. Si bien, antes no le importaban mucho las críticas, ahora era imposible ignorar los ensordecedores cuestionamientos que llegaban a sus oídos. Y para empeorarlo, también seguía confundido por Sean.
Saber quién era el dueño del olor a naturaleza le daba ganas de querer buscarlo. De solo imaginárselo su corazón se agitaba. El deseo de libertad por alguna razón se entrecruzaba con la visión del hombre. Le incomodaba. El palacio tenía más de mil guardias, era normal que no conociera a todos y sin embargo sentía que conocía a Sean desde antes.
A la mañana siguiente se detuvo frente al cuadro donde reposaba la pintura del día de su matrimonio y se sintió peor. Ambos se veían felices y enamorados. ¿Por qué entonces él ansiaba otro Alfa?
Se rehusaba a que fuera cierto. Lo más seguro era que aquel día se sentía confundido por llevar mucho tiempo sin salir. Prefirió ignorar aquello y continuar con sus labores diarias. Tal como le había dicho a su marido, entrego las frutas y luego se dirigió al campo de entrenamiento.
Los soldados se ejercitaban en grupos, igual que la última vez que hirieron a Todd. Desvió la vista del conjunto de batallas y sus ojos recorrieron todo el lugar. Quizás contó más de cien cabezas antes de cansarse.
—¿Busca algo, Alteza? —preguntó Mix confundido.
—Eh…no realmente.
—Él tiene razón, ¿buscas a alguien? —Al darse cuenta de que Porsche estaba a su lado se tensó. El General era capaz de ensuciarlo y lograr que lo encerraran. Tenía que pensar en algo rápido.
—¿Quieres que te diga la verdad? —Observó al mayor quien apretaba la mandíbula con duda. —Estoy viendo a los Omegas. ¿Puedo luchar con ellos?
El mismo Rome se sorprendió de sí mismo y su habilidad para inventar cosas. Porsche le creyó, tanto que también prestó atención al montón de Omegas que peleaban con espadas de madera.
—Tenemos nuevos reclutas, te asignaré a uno.
—No. Quiero a alguien con más experiencia. —El Consorte realmente ya había pensado en eso con anterioridad, así que aprovecho el momento. —Siempre me asignas personas jóvenes y nuevas. Todavía soy muy fácil de desarmar, no puedo confiarme.
—El Emperador dice que no hay necesidad de…
—Quiero mejorar mis habilidades. —Lo interrumpió. —No tiene ningún sentido practicar si son suaves. Me gustaría ser tratado como un igual…
—Pero tú no eres igual, estas encima de ellos.
—Sabes que no me veo a mí mismo de esa manera. —Le molestaron las palabras del General, por lo que arrugó la cara y se dio la vuelta. —Yo mismo escogeré a alguien.
Dejo al mayor atrás y se fue junto con su asistente hacía la profundidad del campo. Atravesó varios grupos de personas, todos siempre detenían sus actividades y le daban una reverencia respetuosa. El Consorte les mostraba una sonrisa genuina y seguía su camino.
Él no estaba ahí.
Se sintió tonto por contradecirse. Una parte de él le decía que actuara con normalidad y que ignorara el instinto de buscar al Alfa, sin embargo, otra más recóndita y animal deseaba volver a oler la libertad.
—¡Hola! —Saludó alegremente a un par de Omegas que conocía. —Me gustaría practicar hoy con ustedes.
—Mi señor, con gusto lo ayudaremos a buscar un soldado joven que…
—No, quiero pelear con ustedes. —Los chicos se miraron entre ellos. —Michell, ¿qué tal un uno contra uno?
Sinceramente, Rome había escogido Omegas que admiraba; ellos eran parte del primer pelotón de hombres y mujeres que a pesar de ser Omegas se lanzaron al ejército y para sorpresa de todos, eran muy buenos y habilidosos. Él deseaba ser valiente como ellos para pelear por los suyos. Algunos incluso llegaron más lejos y asistían a su pequeña academia para aprender mucho más. Y eso, le servía para convencerlos a que hicieran lo que él quería.
—Mi señor…—La Omega mencionada se tensó. Le asustaba herirlo por error y ser castigada. —Creo que lo mejor sería que…
—Pelea conmigo, Mich. —dijo haciéndole señas a Mix para que le pasara una espada desafilada. —Si no peleas en serio, me sentiré muy triste.
—¿Como podría yo faltarle el respeto, Mi Señor? Usted ha sido muy bueno conmigo…
—Si peleas de verdad le enviare una canasta de comida a tu familia. —La soldado abrió los ojos estupefacta. —Mejor aún, por cada vez que me desarmes o venzas enviare una canasta de víveres. ¿Qué dices?
—¿De verdad? —Michell apretó la espada que sostenía con vergüenza. —Yo le conté a usted mis problemas con sinceridad, no buscando algo a cambio. No fue mi intención…
—Mich, quien se está aprovechando de tu situación soy yo, no tú. —Se burló. —Pero no te sientas mal. Por cada vez que yo te desarme te castigaré. ¿Qué opinas?
La soldado de casi su tamaño asintió y comenzó la batalla. Fue bastante divertido. Rome conocía un poco de la historia de algunos, sobre todo los omegas que él mismo acompañaba y enseñaba a leer. Eso le sirvió para manipularlos un poco hasta que aceptaron luchar contra él. Obviamente no pudo ganarle a ninguno.
Y eso lo alegró.
—Gracias por no tener piedad conmigo. —Les dijo cubierto de sudor. —¿Puedo venir mañana también? Enviaré más comida si es necesario…
—Puede venir con una condición. —Rome los miró con atención. —Si no vuelve a ofrecernos nada. Somos felices de pasar tiempo con usted, Alteza. No tiene que darnos nada para que lo hagamos.
Aquella respuesta calentó su corazón. Un pequeño puchero se formó en sus labios y bajo la cabeza. Los ojos se le humedecieron, provocando que todo el grupo se asustara. Miraron a Mix que corrió hacía él igual de preocupado.
—¿Alteza? ¿Qué pasa? ¿Está herido?
—No. Es solo que me siento muy feliz…—murmuro con sinceridad. —Gracias por dejarme ser parte de ustedes.
Un suspiro de alivio resonó en todos.
—Vamos a que se dé un baño, Alteza. —Mix lo tomó del brazo. —Ya casi es hora de cenar y dudo mucho que al Emperador le guste verlo cubierto de tierra.
El Consorte se despidió con una sonrisa y prometió volver al día siguiente. Durante el camino de regreso volvió a ver a Porsche y le torció los ojos ignorándolo. Una forma sutil de decirle que él era quien tenía el control.
Antes de llegar lejos, fue interceptado por un par de soldados. Su asistente lo empujó hacía atrás con miedo, no era normal que alguien se les atravesará de esa forma.
—¿Qué pasa? —preguntó a la defensiva. —Está prohibido interrumpir los pasos del Consorte.
—Tranquilízate, niño. Queremos hacerle una invitación. —Rome jaló despacio a Mix y saludó a los soldados.
—Ray, Sand, ¿A dónde me invitaran?
—Alteza, sé que no somos dignos de tenerlo en nuestra vida, pero usted ha sido muy bueno con nosotros y nos complacería que nos acompañe junto con el emperador a nuestra boda. —Ray le extendió un sobre.
—¿Se van a casar? ¡Felicitaciones! ¡Por supuesto que iré!
—Será en el pueblo. —Sand miró a Mix. —Tú también puedes ir, grosero.
Mix arrugó el rostro cruzándose de brazos, causándole una carcajada compartida a los presentes. Seguía siendo infantil cada vez que lo molestaban. Rome se despidió de la pareja mientras miraba la invitación con alegría. Amaba ir al pueblo.
Y por supuesto, para complacerlo, el Emperador acepto.
La celebración era bastante sencilla, sin embargo, era hermosa. Las casas alrededor del centro del pueblo fueron decoradas con flores y lámparas luminosas, haciendo que el lugar se viera brillante y romántico.
Junto a la mano de su esposo congratuló al nuevo matrimonio y comieron un poco hasta que en un momento se separaron. Pick se entretuvo hablando con Porsche, por lo que Rome supuso que Emma también estaría en algún lugar. Decidió buscarla. Necesitaba hablar con ella.
—Hola. —La saludo con seriedad al encontrarla sola en una mesa.
—Roró... —Ella se sorprendió ante su presencia. —Quiero decir, Alteza Rome, ¿en qué puedo ayudarle?
Él se sentó a su lado. No sabía por dónde empezar. Los nervios y el estrés de escoger las palabras correctas cerraban su garganta, no obstante, debía hacerlo.
—No voy a preguntarte por qué no me lo dijiste... —Comenzó en voz baja. —Sé que lo sabias. —Ella supo de que le hablaba sin necesidad de explicaciones. Siempre fue así, su amistad era tan cercana que a veces parecía que se leyeran la mente. —Me gustaría que me contaras qué sucedió, cómo se dieron cuenta y eso. Sé que fue después de la emboscada de Odarude, pero no me atrevo a preguntarle a Pick.
Emma sonrió como antes haciéndolo sentir tranquilo; soltó sus recuerdos sin omitir detalles, por supuesto, la Omega estuvo presente en el momento e incluso colaboró para medicarlo en el estado posterior. Rome no lo sabía, pero lo que le paso fue más peligroso de lo que imaginó.
—Por eso me sentía tan débil después. —El consorte rio amargamente. —Estuve a nada de desangrarme.
—Si, la infección que te dio la semana siguiente también nos asustó mucho. —Emma bajo la cabeza. —El doctor dijo que eso podría traerte problemas en el futuro para concebir. Lo siento.
—Ahora entiendo. Si no me he embarazado quizás es consecuencia de eso. —Sin previo aviso, tomo la mano de la chica y le sonrió. —Me alegra saber que no tengo un problema como mi madre. Gracias Emma.
—Rome, sé que ya no somos amigos, pero si algún día necesitas hablar aquí estoy para ti. Yo todavía sigo considerando que eres mi mejor amigo.
—Era. —Corrigió él apartándose del agarre. —Está bien, tomemos té de vez en cuando y por favor, no le cuentes esta conversación a Porsche.
—Tranquilo, le diré que viniste a que hiciéramos las pases. —Rome asintió y se fue dejando a la omega en el mismo lugar.
—¿Y? ¿Qué te dijo? —El general apareció al minuto de que ella se quedó sola.
—Me reclamó por no haberle contado lo de la emboscada, pero le pedí perdón y parece que se quedó tranquilo. Me invito a tomar el té.
—¿Le dijiste lo del bebé?
—No, ¿cómo se lo voy a decir cuando debe estar en shock por haber perdido uno? Tienes que aprender a escoger los momentos…
◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇
Rome siguió recorriendo la fiesta mientras disfrutaba de la música. Vio a su esposo hablar con uno que otro ministro y prefirió no acercarse. Todavía le caían mal aquellos hombres doble cara. De repente, una niña se estrelló contra sus piernas, asustándolo. Sujetó con fuerza a la pequeña para evitar que se hiciera daño y se agachó para verificar que estuviera bien.
—Auch. ¡Me dolió!
—Cariño, debes tener cuidado o te puedes hacer daño. —Le dijo amorosamente, la infante le recordó a Ryan y su constante desorden.
—Discúlpate ahora mismo, Emma. —A Rome le sorprendió que tuviera el mismo nombre de su mejor amiga y, además, que saliera de los labios del alfa que tanto quería evitar. —Haz una reverencia, él es el Consorte real.
La pequeña niña se asustó y se arrodillo rápidamente, haciéndolo sentir incomodo; la levantó del suelo con una sonrisa y le dijo que no pasaba nada. Durante todo el tiempo se negaba a mirar al hombre a los ojos. No quería sentir de nuevo aquello porque le aterraba congelarse si volvía a escuchar el corazón contrario mezclarse con el suyo.
—¿Que hacen? —Desvió el rostro espantado. Pick acababa de llegar para sujetarlo por la cintura. —¿Querido?
—Mil disculpas, Su majestad. —Sean reverenció al hombre. —Mi hija ha venido a saludar al Consorte.
La niña hizo el mismo acto de su padre y luego le mostro una sonrisa a ambos adultos. Le faltaba un diente y eso le causó gracia al Emperador, quien se rio con ella.
—Vaya que grande estas, ¿Cuántos años tienes?
—Tengo diez, soy Emma y mi color favorito es el azul.
—Mucho gusto, Emma. Soy Pick, pero puedes llamarme Emperador y mi color favorito es el verde. —Desvió la mirada hacia Rome, suponiendo que su actitud con la infante lo contentaría. —Nosotros tenemos un hijo llamado Ryan, ¿Cuándo vas a jugar con él?
—¿Puedo ir al palacio? —El mayor asintió —¡Que genial!
Los tres adultos compartieron una risa ligera al ver la emoción de la pequeña. Pick volvió a apretar la cadera de Rome y le habló al soldado.
—¿Y tu esposo? —Sean señaló a un hombre con otra niña exactamente igual hablando con el nuevo matrimonio. —Oh, se me olvido por completo que tenías gemelas.
—Si, el parto de Yok fue difícil, pero logramos que todo saliera bien.
—Son una bonita familia. —El Emperador giró la cabeza hacía su esposo. —Quizás no lo reconoces, Rome, pero él es Sean y lleva varios años sirviéndonos como guardia del exterior. Es excelente en su trabajo.
—Ah, mucho gusto. Con razón no recordaba tu rostro. —Trató de que su voz sonara segura, sin embargo, no podía detener el temblor que le causaba tener cerca al soldado de ojos mieles.
—Si, él no suele formar parte de tus guardianes. —Pick ignoraba por completo la batalla interna que ocurría dentro del Omega. —Aunque dentro de poco volverá al campo para entrenar nuevos reclutas. ¿Ya tienes el plan de…?
Rome no escucho nada. Trataba con todas sus fuerzas de evitar el contacto visual que le provocaba corrientes de calor por el cuerpo. Estaba asustado de que Pick pudiera notar sus nervios y lo castigara. Le daba ansiedad y ganas de vomitar que el Emperador le hiciera daño a Sean. Ahora que había visto a su familia, definitivamente debía suprimir lo que estaba sintiendo.
No podía poner la vida de Sean en riesgo.
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La presión disparada contra su interior le sacó un gemido doloroso. Abrazó con fuerza a su esposo y sintió las lágrimas caer. Las embestidas no se detenían, sino que aumentaban la intensidad con cada minuto que pasaba sacándole quejidos.
—¿En qué estás pensando? Te veo desconcentrado. —El Emperador se detuvo al verlo cerrar los ojos con molestia.
—En la razón de tu bestialidad. —gimió apretando sus hombros. —¿Por qué estas siendo tan brusco? Me duele.
—¿Te duele? Es porque no te enfocas en lo que estamos haciendo. —Volvió a mover su caderas contra él sin descanso. —Tu esposo está haciéndote el amor, nada es más importante que esto.
Sean lo es.
El pensamiento lo asustó. Entre más trataba de ignorarlo, la idea de los ojos del Alfa regresaba a su mente perturbándolo. Algo estaba cambiando y le asustaba la rapidez con que lo hacía. La conexión que sentía era grande.
Pero él amaba a Pick. Paso por miles de cosas para amarlo, el destino movió todo para que estuvieran juntos. Incluso estaban marcados, ¿cómo no iba a amarlo?
En su corazón no debía existir espacio para terceros.
◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇
Igual que todas las veces que compartía el lecho con el Alfa, Rome permaneció dormido hasta cuando ya estaba muy entrada la mañana. Mix tuvo que moverlo para que se despertara y tomara su desayuno. Si el Consorte perdía un solo gramo el Emperador podría regañarlo. Sin embargo, por alguna razón su Amo se veía raro.
—¿Está bien alteza? Se ve algo pálido…
—Me encuentro bien, es solo que anoche Pick fue un poco... —miró al chico sonriendo.
—Sé que no hay nada mejor que un buen sacudón de tripas, pero…
—¡Mix! —Lo interrumpió lanzándole una almohada. —¿A dónde se fue mi pequeño inocente?
—Murió justo en un sacudón de tripas. —La risa de su asistente lo contagió. —Ya casi es hora de almorzar, le preparé un baño caliente. Hoy también iremos a entrenar cuando terminemos. Mich me dijo que practicaran darle a objetivos en movimiento.
—Excelente. —Rome retiro la sabana sentándose con algo de incomodidad y se quedó estático al ver sangre.
—Alteza, ¿está herido? ¿Llamó al médico?
El consorte no podía moverse. Le dolía un poco el vientre; pensó que sería por la intensidad de su noche, sin embargo, el hecho de estar sangrando justo en su parte inferior le trajo recuerdos amargos. Sin controlarse, se llevó las manos al rostro y comenzó a llorar desconsoladamente. Mix al verlo tan afectado busco ayuda.
—¡Llamen al Emperador y traigan al médico de inmediato! —Ordenó asomando la cabeza hacía los guardias. —El Consorte se encuentra mal. ¡Rápido! ¡Es una emergencia!
Cuando Pick llegó vio el desastre. Entre las piernas de Rome el líquido rojo seguía saliendo y manchando las sábanas. Su esposo trataba de cubrirse con vergüenza mientras que el sirviente lo abrazaba en un intento de consuelo.
—¿Qué paso? —No obtuvo respuestas. Apretó la mandíbula suponiendo lo que sucedía —¿Doctor?
La mirada del hombre le dio mala espina. Se acercó a Rome, apartando a Mix y lo abrazó con fuerza. El sangrado era parecido al de aquella vez. Necesitaba que se detuviera o él mismo empezaría a entrar en pánico.
—Está bien, querido. Seguiremos intentando…
—¿Por qué? ¿Por qué si yo...? —El Omega rompió en llanto. —Lo siento, soy un inútil. No puedo...no puedo...
—Tranquilízate. Estoy contigo. Te amo.
—Alteza, ¿me permitirían revisar más a fondo? El Consorte no me ha autorizado para que lo toque.
Pick miró a Rome en busca de su permiso. El Omega asintió y con ayuda del Emperador se recostó en la cama. Aun sentía el calor de la sangre sobre su piel, enfureciéndose consigo mismo debido a su incapacidad.
—Aunque se vea escandaloso, el sangrado es pequeño, Mi Señor. —Ante aquellas palabras levantó la cabeza con ilusión, —Esto es solo una amenaza menor combinada con una pequeña herida. Cuando es una perdida la hemorragia suele ser profusa, tal y como…—El anciano calló. Por poco revelaba un secreto.
—Ya Rome lo sabe. —dijo el Alfa besando la coronilla de su esposo. —¿Qué debemos hacer?
—Le daré un té que facilitara que el feto se mantenga adentro. Lo mejor será que pase la mayor parte del día durmiendo para evitar emociones estresantes; es importante que permanezca en reposo, Mi Señor.
—¿Es el mismo que me dieron en el pasado?
—Si, no se preocupe. Mi asistente lo preparará de inmediato. —El anciano le mostró una sonrisa condescendiente. —Felicidades por su embarazo, Alteza…
El Consorte desvió toda su atención hacía a su esposo con una sonrisa gigante. Las lágrimas de tristeza se convirtieron en alegría y precedieron a un abrazo amoroso. Rome no podía creerlo. Todo lo que siempre deseo por fin se materializaba frente a sus ojos.
—Quiero que le hagas caso al médico. Descansa. —Pick besó sus labios con cuidado y luego se dirigió al hombre. —Doctor, quiero hablarle, acompáñeme.
En las afueras de la habitación, el anciano se giró hacía el Emperador con una mueca de felicidad. Él sabía de la desesperación de Rome por quedar en cinta, por lo que se imaginó que el Alfa se encontraba exactamente igual.
—Mi señor, usaré hasta el último de mis recursos para evitar que…
—No. —Lo interrumpió en voz baja. —Haga lo contrario sin que Rome lo note. Póngalo a dormir mientras se pierde el embarazo. Límpielo por dentro y yo me encargaré de que los sirvientes lo limpien por fuera.
—Pero, Alteza, el Consorte quiere mucho a este bebé. Usted sabe que él me ha visitado en el pasado, pienso que si se logró la concepción es un milagro…
—¿Estas desobedeciéndome? —El hombre perdió el color. —Rome perderá el bebé y nadie va a evitarlo. Vigile su salud hasta que el proceso termine. Es una orden. Mis hombres lo escoltaran hasta su despacho para que prepare la medicina. Nos vemos.
Varios guardias agarraron al médico con brusquedad. Pick se lo quedo viendo hasta que ya estaba muy lejos y se dio la vuelta, volviendo a entrar. Rome ya no sonreía, sino que apretaba una almohada en sus brazos. Su asistente mantenía la cabeza gacha.
—Mi querido, no temas que yo estoy aquí.
—¿Qué dijo el médico? ¿Cuándo traerá la medicina? Tengo miedo, sigo sangrando…
—En un rato viene. —Lo besó. —Pase lo que pase recuerda que te amo, todo estará bien.
Rome asintió abrazándolo. Movió sus ojos y miró a Mix quien se mordía el labio inferior con rabia. Por intentar perseguir al médico para hacerle preguntas, ellos oyeron toda la conversación.
Un rato después apareció un sirviente sosteniendo un cuenco marrón. El Emperador lo tomó y se lo tendió con una sonrisa que murió al ver que el Omega dudaba. No le dio tiempo de pensarlo; empujó la vasija contra sus labios y suavemente lo obligó a beberla. En su estado mental Rome no opuso resistencia. El líquido atravesó su garganta y se sintió como si realmente perforara su corazón.
Pick se retiró, dejándolo solo con su asistente que evidentemente también estaba aturdido e impotente por todo lo que acababa de ocurrir.
—Alteza… ¿qué va a hacer?
—No entiendo por qué Pick quiere matar a nuestro hijo. —Comentó con tristeza. —Creí que estaría feliz; pensé que él también quería verme embarazado. Debí haber sabido que…
—Alteza, basta. No se maltrate a usted mismo. Seguramente hay una buena razón. ¿Y si le pregunta?
—Me mentirá. Siempre lo hace. Él solo me manipulará a su antojo. —Las lágrimas recorrieron sus mejillas. —Estoy atrapado en sus manos.
Sostuvo la mano de Mix al mismo tiempo que se recostaba sobando su vientre. Los parpados empezaron a pesarle, haciendo que estar despierto se sintiera como una lucha. Al final se quedó dormido con la sensación de calor recorrer sus piernas. Él no quería perder al niño.
Cuando volvió en sí era casi media noche. El Alfa había dejado la ventaba abierta para que el viento corriera o quizás, para que el alma de su hijo pudiera irse sin problemas. Volvió a tocar su estómago y miró a su esposo semi dormido.
—¿Despertaste? ¿Tienes dolor? El doctor dijo que es normal que te duela.
—Pick…si este bebé se mantiene… ¿serás feliz? —El hombre se sentó con el rostro arrugado. —¿Te asusta…te asusta que nazca?
—Me asusta que tu mueras. —Contestó con seriedad. —Sabes que sostener un embarazo es difícil y estas sangrando. No quiero que te ilusiones, querido.
—Yo quiero tenerlo…—el Alfa arrugó el entrecejo.
—Tu cuerpo decidirá si lo tienes o no.
—Pero la medicina… ¿pueden darme una que no me mantenga dormido? Quiero estar al tanto de todo.
—Le preguntaré al doctor.
El Omega tenía bastante claro que no iba a preguntar nada. A la mañana siguiente recibió su desayuno junto con el cuenco. Esta vez se negó a beberlo, pero el anciano repitió la misma acción de su marido, empujando el líquido por su garganta.
—No quiero. —Dijo escupiendo. —Estaré en reposo todo el día. No necesito eso.
—Son ordenes el Emperador.
—Hoy no he sangrado. Me quedaré tranquilo en la cama, no se preocupe, doctor.
—Guardias. —Varios hombres entraron asustándolo. —Lo siento, Alteza, no puedo desautorizar a Su Majestad Pick.
Tres personas lo sujetaron hasta que tragó la última gota del cuenco. No dejo de llorar durante todo el proceso. Los odio y pensó en que Pick había escogido Alfas que no eran sus amigos para que lo sometieran. Mientras sus ojos se cerraban y era recostado en la cama pensó en Sean.
¿Él también lo lastimaría por órdenes de su esposo?
Notes:
NOTA DE AUTORA: Para las que querían un bebé, ¿Están felices?
¿Qué creen que hará Rome? Si ustedes estuvieran en su lugar, ¿qué harían?
Chapter 42: CAPITULO 42
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Rome recibió el brebaje sin quejarse.
Espero un par de minutos hasta que el doctor y sus asistentes se fueron para girarse hacía Mix con el rostro serio. Al quedarse solo con su asistente, le pidió que lo ayudara a bajarse de la cama y ambos fueron rápidamente al baño. De la ropa del Omega menor salió una rama de apio que el Consorte tomó para meter en su garganta.
El olor junto con el sabor desagradable provoco el vómito de inmediato. Tanto el desayuno como la asquerosa medicina abandonaron su cuerpo en un mar de inmundicia. Aunque era desagradable, esa fue la única idea que tuvieron para lograr salvar a su hijo.
Sacar el veneno tan rápido que nadie lo notara no era tan sencillo, sobre todo porque al dejar el estómago vacío lo mataba de hambre durante el resto del día y, para colmo de males, debía fingir dormir como si estuviera bajo los efectos de la sustancia dañina.
—Apresúrese, Alteza. —Mix estaba nervioso. La posibilidad de ser encontrados y castigados siempre lo perturbaba. —Ya ha vomitado bastante, deténgase o puede descompensarse…
Repentinamente, el sirviente sintió una presencia detrás de ellos que los espantó. La mirada de su cuidador estaba fija en sus acciones, imposibilitando que inventaran cualquier excusa, pues Rome aun sostenía la rama de apio en sus manos.
—Ray, ¿qué pasa? —Preguntaron al guardián desde afuera.
—El consorte tiene nauseas matutinas. —Respondió guiñándoles el ojo derecho mientras sonreía. —Traigan té de jengibre y galletas con sal, por favor.
Los Omegas se miraron entre ellos todavía sin moverse. No sabían que hacer o decir, era obvio que el hombre sabía lo que estaban haciendo; Ray y su sonrisa les trasmitía desconfianza. No era normal la acción de apoyo.
—Estoy contigo, Alteza. —Susurró él en voz baja para que se calmaran. —Mandare a traer más comida, supongo que vomitaste todo el desayuno.
—Gra...gracias... —Rome estaba temblando. —Por favor...no le digas al Emperador...
—No lo haré. Te lo debo; tú le enseñaste a Sand como leer mis cartas de amor.
La realidad era que el soldado le tenía mucho aprecio a Rome. Desde hace años, Ray trabajaba como su guardián y aunque no hablaran mucho constantemente era testigo de cómo el Emperador manipulaba al pobre Omega hasta arrinconarlo bajo sus garras. Cuando él escuchó la conversación del Alfa con el doctor sintió mucha rabia e impotencia. Él, al igual que quienes acompañaban diariamente a Rome, sabían perfectamente de los intentos del chico por embarazarse. Debido a eso, aunque fuera con cosas mínimas, él lo ayudaría haciéndose el ciego.
—¿Siente algún dolor? —indagó ayudando al Consorte a volver a la cama. —Usted está muy pálido, mi señor.
—Voy a dormir después de comer algo…—El Omega se sentía vulnerable. —Ray, ¿puedo confiar en ti?
—¿Qué necesita, Alteza?
—¿Puedes dejar entrar a Betty? Quiero hablar con ella. Sé que debería estar durmiendo por la medicina, pero necesito hablarle…por favor…
El hombre asintió. Al ser el guardia principal, no tuvo problemas en ordenar a los otros que no intervinieran la visita de la ex concubina del Emperador. El embarazo todavía era un secreto para el palacio y todo se manejaba herméticamente, así que las decisiones venían de solo unos pocos. Por eso, nadie dudo de él cuando dijo que Pick fue quien invitó a Betty a visitar a su pareja para calmarlo; la Omega llegó a los treinta minutos con una canasta de frutas. Al ingresar en la habitación vio que su amigo parecía querer llorar.
—Querido…—Betty se aproximó a su lado y lo abrazó para que se desahogara en su hombro. —Lamento mucho lo que te está pasando…
—No estoy enfermo…—murmuro él entre sollozos. —Estoy embarazado y tengo miedo de perderlo…
—Todo va a estar bien, tienes que estar tranquilo.
—Pick no lo quiere…—soltó apretando a la mujer. —A él no le importa si lo pierdo... —Se acurrucó más en ella, esperando una reacción de sorpresa e incredulidad, sin embargo, Betty permaneció tan calmada como siempre. —¿Ya lo sabias?
—Vamos a hacer una meditación para calmar tu energía interior.
—No quiero... —Se alejó sintiendo un escalofrío. —Respóndeme.
—Rome. —La mirada severa de la ex concubina no dio espacio a objeciones. —Acuéstate y cierra los ojos. Vamos a meditar.
—No mates a mi bebé. —Rogó dejándose acostar.
—Jamás. —Ella le sonrió sobándole la cabeza y miro a los guardias. —Chicos, ¿les importaría dejarnos solos?
—Lo sentimos, mi señora, no podemos hacer eso.
—Fuera. Ahora. —El consorte chilló desde la cama. — No voy a repetirlo. Afuera. Ya.
Los guardias suspiraron y salieron. Ray les dijo que no era bueno enfurecer a Rome en su estado; ninguno objeto, sino que les dieron la privacidad que necesitaban.
—No deberías decir en voz alta que el Emperador no quiere a su propio hijo. —Betty lo regañó de forma suave. —Aquí en el palacio las paredes tienen oídos, debes tener cuidado.
—Lo sé, pero es la verdad y no te sorprende saberlo. ¿Por qué?
—Mix me lo contó. —Su asistente bajó la cabeza con vergüenza. —¿Quieres escapar?
El Consorte se sentó de un salto, aturdido por la propuesta. No podía creerlo. Era tentador y si lo lograba, aquello salvaría a su hijo e incluso a él mismo.
—Pero… ¿Cómo? ¿A dónde voy a ir?
—Podemos idear un plan; Mix y yo te ayudaremos. Iras con su madre y ella te ayudará a esconderte. Hace tiempo conversamos sobre la posibilidad de que cambies tu vida.
—¿Por qué?
—Digamos que venía sospechando que algo como esto pasaría.
—¿Y si Pick descubre que me estas ayudando? Tu hija y tu...
—Preocúpate por ti. —Le sonrió. —Tú tendrás que hacer todo, yo solo te doy la idea. Confía, alteza.
Aunque dudaba, Rome termino aceptando. Su abdomen todavía no crecía mucho, así que escabullirse entre lugares pequeños era posible. La primera parte se basaba en usar la falsa preocupación de Pick para convencerlo de que el Omega estaba deprimido y por eso debía salir a tomar aire.
El Emperador no tuvo problema con aquello, sin embargo, le pareció extraño que la medicina no estaba funcionando para hacerlo dormir. El Omega no era tonto, así que previniendo que pasaría, usó las palabras de Ray y se excusó en las náuseas matutinas. El Alfa no disimulo la molestia que le causó saber que su plan se interrumpiera, pero de nuevo trato de mostrar que no le afectaba y le dijo a su esposo que era una excelente idea salir y caminar mucho por el jardín.
Desde el interior de Rome sonó una alarma. Si estaba teniendo síntomas de un aborto, caminar era lo peor que podía hacer. Confirmo que realmente Pick no quería a su hijo. Debía escapar para salvarlo, así fuese lo último que hiciera.
Durante varios días visitaron el jardín y bebieron té. Betty siempre lo acompañaba, haciendo el papel de amiga preocupada por todo; la realidad era que ella junto con Mix observaban los posibles lugares por donde el Consorte podría ocultarse y escabullirse.
El día que decidieron hacerlo, Ryan apareció para jugar con él. Rome dudó, quizás esa sería la última vez que vería al niño y eso le partía el corazón. Lo amaba demasiado, no obstante, la vida que crecía en su interior le ganaba en prioridad. Contra todo su ser, usó al pequeño príncipe para su cometido. Empezó a jugar con él y Mix a las escondidas, riendo y verificando que los soldados bajaran la guardia.
Al ser un sirviente en el pasado, Rome conocía perfectamente la estructura del palacio. Él tenía conocimiento de pasadizos y lugares recónditos donde no solía haber personal a cargo. Dejando que fuera el turno de uno de los soldados de contar, dejo a Ryan en un “escondite” y corrió lejos en busca de su libertad.
Junto al muro que rodeaba al palacio, vio que varios guardias custodiaban todo. Ya estaba anocheciendo, por lo que supuso que pronto empezarían a buscarlo. Hacía frio, pero el necesitaba crear una distracción para que ellos abandonaran sus lugares.
—¡Fuego! ¡En una de las casas de las concubinas! —Y la distracción de Betty apareció justo a tiempo.
Todos se giraron, dejando desatendida una de las áreas del muro que Rome comenzó a escalar con miedo de hacerse daño. La marca lo llamó, aun así, se mordió los labios y trató de subir con más fuerza, resistiendo el impulso de dar la vuelta.
Cuando llego al otro lado, se sorprendió así mismo por haberlo logrado. Corrió como un loco, asustado de que pudieran encontrarlo. Se tropezó, estrellándose contra una roca y miró con miedo sus piernas. No había sangre. El bebé seguía bien.
—¡Busquen al Consorte! —Escuchó a lo lejos y sintió que se le salía el corazón.
Observó lo que le rodeaba y como un rayo de luz, reconoció las plantas que en un pasado le prometió a Pick que jamás usaría en su contra. La culpa lo atravesó, pero ignoró el pensamiento. Hizo la mezcla de forma rápida y se la esparció en el cuello con miedo; también se la aplicó en la barriga. No sabía si el bebé producía feromonas y no iba a arriesgarse a descubrirlo.
Siguió corriendo hasta que sus pulmones dolieron como si fueran a salírsele. El vientre le empezó a doler, asustándolo y al mismo tiempo haciendo que bajara el ritmo. Estaba en un bosque profundo y oscuro, esperaba que el pueblo estuviera cerca o seguramente moriría antes de llegar.
Volvió a oír que los guardias se acercaban, tanto que podía identificar algunas de sus voces. Por eso, se metió en las raíces de un árbol, paralizándose por la idea de ser descubierto tan rápido. Al minuto, varios hombres llegaron frente a él. Rome cerró los ojos, rezando para que su pequeño escondite sirviera.
—Sal de ahí. —La voz autoritaria de su esposo lo heló por completo. —Sal, Rome. —No se movió. —Sáquenlo.
De forma poco delicada, los soldados cortaron las raíces y lo lanzaron a los pies del Alfa. En su rostro, la expresión de furia contenida era tan grande que incluso sostenerle la mirada le costaba a Rome.
—¿A dónde crees que vas? —le preguntó con una sonrisa burlona.
—Yo…yo…quería pasear…—Pick soltó una risa incrédula. —No es lo que piensas…
—¿No? ¿No estabas tratando de escapar de tu esposo? —El Omega se mordió el labio inferior con miedo. —Tengo que admitirlo, Rome. Usar a Mix y Ryan para despistarnos fue muy inteligente de tu parte, aunque para ser sincero, fue muy estúpido que te marcaras.
—¿Qué me marcara? —Repitió sin entender hasta que las palabras hicieron sentido en su cabeza. —Me mentiste...
—Necesitaba que mis hombres nos encontraran aquella vez y que mejor que con una mezcla que solo mis soldados más fieles saben. —Se burló. —Aún recuerdo tus palabras, es verdad que huele fuerte. Fue fácil ubicarte, querido.
—Maldito. —Rome sintió la ira recorrerlo por haber confiado en el Alfa. —¡Te odio! —gritó derramando lágrimas. —¡Te escuché! ¡No voy a permitir que mates a mi hijo!
—Nuestro. —lo corrigió con una sonrisa. —Y no lo voy a matar, créeme que si se muere es por la estupidez que acabas de hacer.
Toda pelea murió en su lengua. Desde el comienzo, fue muy inocente al pensar que realmente nadie había notado su intento de fuga. Si miraba hacia atrás, lo más seguro era que los soldados lo vieron, pero fingieron no hacerlo porque sabían que cada uno de sus movimientos contribuirían a matar al bebé que el Emperador no quería.
Se puso en pie, bajo la mirada del Alfa y en automático comenzó a caminar. Tanto Pick como el resto de los soldados no supieron cómo reaccionar. Se miraron entre ellos esperando por una instrucción que no llegó. El Emperador decidió seguirlo, confundido por su acción.
—¿A dónde vas? —preguntó sin entender.
—Lejos de ti. —contestó sin dejar de caminar mientras escuchaba los pasos contrarios justo detrás suyo.
—No puedes escapar de tu esposo.
—No quiero verte. —Volvió a decir sin detenerse. —Y tampoco voy a escapar. —Él no iba hacía el pueblo, sino hacía el palacio, totalmente resignado a su suerte.
—Déjame llevarte cargado. —Pick intentó tomarlo del brazo, pero Rome se soltó molesto.
—No. Déjame terminar de matar a nuestro hijo. —La voz fría del Consorte sonó como una daga para todos los presentes. Ninguno se movió, viendo como el chico ignoraba al Alfa más fuerte de Araik.
El Omega siguió caminando en silencio, esperando a que la sensación caliente recorriera sus piernas. Ya le dolía el estómago, estaba seguro de que no faltaba mucho. Cerró los ojos deteniéndose frente al muro que rodeaba el palacio, recordando lo estúpido que fue al pensar que escalarlo y salir no llamaría la atención de los guardias exteriores.
Los hombres que cuidaban las afueras de la residencia más importante de Araik eran habilidosos e imponentes. Tal como Sean. El Alfa, quien olía a la libertad que estaba a punto de abandonar apareció frente a él. Rome había olvidado que él trabajaba ahí. Miró los ojos mieles del mayor, quien caminó hacía donde se encontraba y lo sostuvo en brazos.
Rome ya se sentía cansado y sobrepasado por todo. Oler la naturaleza que salía de Sean fue lo último que hizo antes de dejarse llevar y caer semi inconsciente. No dormía, pero fingió hacerlo para no encarar a ninguno de los dos Alfas.
—Vas a estar bien. —escuchó en su oído. Sintió a Sean olfatearlo un poco antes de que lo levantara y lo entregara a su esposo.
—Sean. —dijo su marido. —Entrégamelo.
—Aquí tiene, Su Majestad. —El soldado no hizo ningún intento de retener su cuerpo.
Y eso, lo lastimó sin saber por qué.
◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇
A la mañana siguiente, el doctor llegó muy temprano a revisarlo. Ni siquiera preguntó por Mix, se imaginaba que Pick lo había castigado por ayudarlo a escapar. Se sintió miserable. El anciano le tendió el brebaje con el rostro serio, Rome lo miró en silencio y no lo bebió.
—Salgan todos. Tengo dolor y quiero que el doctor me revise. —Los guardias y sirvientes dudaron. —¡¿Es que acaso me quieren ver desnudo?! ¡Todos fuera!
Nadie se rehusó esta vez. Salieron sin tardar ni un segundo, dejándolos solos. El omega colocó la medicina en la bandeja de comida que estaba frente a él, una clara señal de que no lo bebería.
—¿Dónde le duele consorte?
—Si pierdo a mi hijo voy a hacer que el emperador te mate. —El hombre palideció.
—Alteza Rome... ¿de qué está hablando?
—Le diré que te propasaste conmigo en este momento.
—Pero yo no...
—Haga lo que tenga que hacer para que mi bebé sobreviva. —La mirada de Rome era directa y amenazadora. —Dígale lo que quiera, pero deje de darme ese veneno y le prometo que podrá regresar con su familia.
—Mi señor, usted tiene que calmarse…
—Se que Pick le pidió que me hiciera abortar. ¿De lado de quien cree que se pondrá si digo que usted me manoseo? —El consorte apretó las sábanas que estaban sobre sus piernas conteniendo las lágrimas. —Incluso si usted le dice sobre esta amenaza, yo no me echare para atrás. Soy capaz de manipular al Emperador con mis palabras. ¿Tenemos un trato?
—No puedo desobedecer a su majestad el Emperador.
—Entonces espero que el próximo médico pueda hacerlo.... —Observó por última vez al hombre y empezó a gritar. —¡No! ¡No! ¡No me toques!
Los guardias entraron de inmediato sosteniendo sus espadas. Ray fue el primero que agarró al médico de forma brutal y lo lanzó al suelo.
—¿Qué está pasando aquí!?
—¡Él intento propasarse conmigo! —Dijo entre lágrimas. —¡Llamen al Emperador!
—¡No es así! —Grito el médico sujetado por todos. —¡El consorte me pidió una revisión!
—¿Te atreviste a tocar lo que es mío? —Pick apareció, apuntando el filo de su espada en el cuello del hombre.
—Estoy salvando al niño. —Volteo sus ojos hacia Rome. —El consorte dijo que tenía dolor. ¡Yo le prometo que hare todo para evitar que pierda al niño! ¡Esto un malentendido!
—¿Rome? —El Emperador miró a su esposo.
—Lo siento, creo que me puse nervioso porque estábamos solos...
Por su hijo él haría lo que fuera necesario.
Incluso mentir.
◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇◆◇
El Emperador observó a Rome mientras se bebía el brebaje del doctor. El día anterior no hablaron porque el Omega había perdido la consciencia, sin embargo, era momento de reprenderlo. Su pequeño esposo se veía ciertamente destrozado y triste.
—Ahora que nos quedamos solos, ¿cuál crees que debería ser tu castigo? —Aunque su voz era tranquila, el tono de burla no pasaba desapercibido por el Omega, quien permanecía sin expresión alguna. —Escapaste de tu Alfa e incluso abandonaste al pobre Ryan en el jardín. ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba?
Pick se preparó para las explicaciones, los gritos e insultos que vendrían. Sabía que Rome le reclamaría por su conversación con el doctor; sin embargo, todo fue completamente diferente.
—Si, lo siento. —Ante aquella respuesta tan pasiva, quedó estupefacto.
—Si, fuiste malo. —Insistió para despertar su furia. —Definitivamente es peligroso que estes afuera. —Pick quería jugar con él. —Debería encerrarte durante todo un año o dos, ¿qué escoges?
—Lo que tu decidas. —La voz apagada y seca del otro siguió irritándolo.
—¿No te importa? Perfecto. Entonces serán cinco años aquí dentro. —Esperaba una reacción violenta o algo, no obstante, Rome asintió en silencio y se acostó en la cama.
No le gusto eso.
—Si. Además, es evidente que no te pueden cuidar porque te aprovechas de la confianza de mis hombres, así que voy a cambiar a todos. Mix, Ray y todo el mundo serán personas que yo mismo elegiré.
—Ok. —El consorte volvió a asentir de acuerdo con sus palabras y se giró, dándole la espalda.
—¿Vas a dormir? —El emperador se sintió intranquilo. —¿Te atreves a dejarme hablando solo?
—Lo siento, la medicina me da sueño. —Contestó sin voltear. —¿Puedo dormir o tienes algo más que decir?
—¿Te sientes mal? ¿Tienes algún dolor? —Pick caminó hacia Rome y se agacho frente a él, viendo que, de hecho, su pequeño esposo lloraba en silencio. —¿Te duele el vientre?
—No, no te preocupes.
—¿Cómo no voy a preocuparme si estas llorando? —Llevo una de sus manos a la mejilla contraria. —Estoy jugando. Jamás te encerraría tanto tiempo. Lo sabes, ¿cierto?
Rome cerro los ojos para no responderle. En su corazón sentía un dolor inmenso debido a la impotencia de sus circunstancias. Aunque había amenazado a médico, existían cosas en las que él no podía intervenir. En la mañana había vuelto a sangrar, haciendo que la culpa de posiblemente matar a su hijo lo atormentara.
—Mi luna, te amo. Jamás te haría daño, no me gusta que llores. Mírame por favor. —El Alfa pego su frente a la de Rome, en busca de réplica.
El chico abrió los ojos, las gotas saladas seguían derramándose por sus mejillas. Toda la tristeza que sentía se estaba convirtiendo en rabia y aunque quería explotar contra su esposo, le asustaba que la fuerte reacción acelerara el proceso de perdida.
—Nunca me harías daño a mí, sino a nuestro hijo. —Susurró con voz rota. —Quieres matar a nuestra propia sangre.
Pick se apartó como si la piel de Rome le quemara. Apretó los labios con incomodidad y se sentó frente al menor, manteniendo la cabeza gacha, una demostración de que le apenaba aceptar que el omega tenía razón.
—Tu madre tuvo varios abortos y casi muere. Ming me lo contó. —En su voz se podía apreciar el dolor. —Cuando perdiste el bebé...la cama donde estabas quedo completamente roja. Pensé que morirías. Me asusta perderte si vuelve a pasar.
—¿Y si aborto ahora no podría desangrarme y morir?
—Si lo controlamos no.
—No quiero perderlo, Pick. Quizás este bebé sea la única familia que me quede después de ti. —Rome se cubrió el rostro con la sabana para que él no lo viera llorar. —No tengo a nadie más. Me siento solo y agotado. Veo a los niños paseando por el palacio y no puedo evitar sentirme envidioso de sus madres.
—No tienes nada que envidiarle a esos omegas.
—Nunca vas a entender cómo me siento.
—Solo sé que no quiero perderte.
—Si pierdo a este bebé, créeme que me perderás.
—¿Me estas amenazando?
—Tómalo como quieras.
—No permitiré que vuelvas a escapar. Si mis hombres te dejaron salir fue porque yo se los ordené y lo sabes.
—No necesito escapar para que me pierdas. —Rome se atrevió a mirarlo. —Puedo seguir contigo sin darte amor. Bésame, ten sexo conmigo, incluso toma mis feromonas, pero no tendrás mi corazón si muere nuestro hijo.
—¿Como puedes decirme eso? Creí que me amabas.
—¿Y tú? ¿Como puedes hacerme esto? Creí que me amabas, pero cada día que pasa descubro algo peor de ti. —El Omega miro al techo y se cubrió los ojos con el brazo. No quería que Pick siguiera viendo la debilidad que le causaban sus propias emociones. —No vere más a Mix, ni a los guardias que son buenos conmigo. No tengo amigos, no tengo nada. Pensé que si tenía a mi bebé tendría algo, pero ahora...quizás hasta pierda eso.
—Estas siendo muy dramático. Mix seguirá atendiéndote. Ray y los otros guardias también continuaran trabajando contigo. Incluso puedes hablar con Todd cuando quieras. Puedes salir también, no te castigare por lo que hiciste. Pero trata de mantenerte tranquilo. No me gusta verte tan deprimido.
El emperador se quedó en silencio, esperando una respuesta que no alcanzó a emitirse. La respiración calmada de Rome le indicaba que él ya se había quedado dormido por el brebaje del doctor. Se acostó a su lado y lo atrajo a su pecho, abrazándolo con miedo. Por un minuto, se imaginó su mundo sin el Omega y casi se le desgarra el corazón. Él moriría si Rome desaparecía de su vida. Sin su sonrisa, sus chistes, sus apasionadas noches, su química entrañable. No podía perderlo.
Esa misma tarde convoco a Mix para que cuidara a su esposo. Aun así, el Consorte permaneció acostado durante los siguientes días. La ley del hielo dolía más que cualquier insulto o golpe. Las noches eran iguales, llegaba y lo abrazaba. El chico cumplió con sus palabras, se dejó hacer, pero no correspondió el gesto. Frialdad pura.
Pick se sentó frente a él no pudiendo soportar más. El Omega lo miró con curiosidad, a lo que el emperador le mostro una sonrisa y le levanto la pijama, revelando su abdomen aun plano. Por un segundo, el menor se asustó de que fuese a golpearlo en la zona.
—Te dije que jamás te haría daño. —Susurró agachándose frente a su ombligo. —Bebé, tienes que ser fuerte. Papá y yo queremos conocerte.
Rome abrió los ojos genuinamente sorprendido.
—¿Qué...qué haces?
—¿Qué crees? Hablándole a nuestro hijo. —Se volvió a acercar al vientre mientras liberaba feromonas calmantes. —Tus hermanos mayores también te esperan, así que mantente dentro y crece mucho.
—Pick...
—Te amo y lo siento. —Comentó tomando la mano del Omega. —Perdóname por lo que hice. Estuvo mal. Quiero que tengamos a nuestro bebé. ¿Me perdonas?
Rome asintió llorando.
Las palabras de Betty llegaron a la mente del Consorte mientras abrazaba a su esposo. Al final, la Omega era más experimentada y tenía razón. Si su plan de escape fallaba, no le quedaba más que manipular al Emperador con la abstinencia de su amor. Rome no se creía capaz, sin embargo, la reacción inicial de Pick le hizo ver que quizás podía salirse con la suya. Ver como el Alfa liberaba de forma tranquila sus feromonas al mismo tiempo que le besaba el vientre se sentía como un sueño.
Esperaba que su bebé realmente sobreviviera.
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A pesar de que no existían prohibiciones, Rome se quedo en la habitación durante los siguientes días. Únicamente se movía para comer o bañarse y después volvía a su habitual estado de quietud. Pick lo entendía. Su pequeño esposo temía que el más mínimo esfuerzo pudiera hacerle daño al feto. Le preocupaba verlo de esa forma. Aunque él no se lo dijera, podía ver en el rostro del Omega un rastro de tristeza que ni siquiera con sus besos o feromonas parecía desaparecer.
Trató de que Mix y Betty lo sacaran, sin embargo, él les dijo que hasta que su hijo tuviera más de dos meses no iba a desplazarse hacía ningún lugar. Pick se sintió frustrado por la evidente terquedad de su marido.
Aún así, en el fondo deseaba animarlo. Tragándose todo su orgullo, se dirigió hasta la enfermería donde sabía que Todd se encontraba. El chico al verlo palideció de inmediato, bajando la cabeza desde su posición. El Alfa seguía encamado, pero al menos ya podía sentarse.
—¿Cómo sigue tu estado? ¿Cuánto más vas a tardar en recuperarte?
—Su majestad, discúlpeme. Ya casi todos mis huesos fracturados se han arreglado, pero me cuesta un poco caminar. El doctor dice que con rehabilitación pronto…
—Date prisa. —Lo regañó. —Debes ir a hacerle compañía a Rome. Él dice que tú lo haces reír y yo necesito verlo sonreír.
Todd observó al Emperador en silencio. Por su mente, la pregunta de si se volvió loco bailaba, no obstante, se quedo callado. No entendía el comportamiento del mayor.
—Rome esta embarazado. —Soltó al ver el aturdimiento del soldado. —Casi pierde al niño y se encuentra deprimido. Vas a ayudarme a que se aliente o te voy a cortar la lengua. ¿Entendido? —El chico asintió.
En definitiva, su amigo se había casado con un hombre completamente loco.
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Después de dejar a Todd, el Emperador se dirigió al campo de entrenamiento. Necesitaba quitarse el estrés o mataría a la próxima persona que se le atravesara. Porsche al sentir su presencia lo saludó, sin embargo, la evidente cara de furia hizo que el General diera un paso al costado.
—Hoy van a entrenar conmigo. —dijo Pick mirando a los soldados frente a él. —Disparare flechas a ustedes. Eviten que yo les dé o mueran. No hay punto medio. Pónganse las armaduras y empiecen a correr. Les doy dos minutos.
Lo que al principio fue un simple ejercicio, se volvió rápidamente en una matanza. No importaba si tenían o no protección, las flechas se incrustaban sobre los individuos que intentaban esquivarlas. Las habilidades del Emperador no eran un juego. Los cien hombres que participaban del horrible destino a menudo fingían morir después de un solo golpe. De alguna manera, ellos entendían que el Alfa necesitaba descargar su energía con ellos.
—¿Planeas matar a todo el ejercito? —Porsche llegó a su lado tendiéndole más armas puntiagudas.
—No. Solo los suficientes para relajarme. —Se burló de los pobres soldados que se escondían encima de los árboles.
—¿Paso algo con Rome? ¿Necesitas hablar?
—Lo único que necesito es que dejes de interrumpir mi diversión. —Siguió recorriendo el campo, gozando los gritos de miedo.
Se desplazó por casi todo el lugar, jugando como si fuera un niño. A lo lejos, vio un grupo haciendo flexiones y sentadillas, el típico acondicionamiento físico. Ellos no participaban; pensó en incluirlos en su cruel juego. Seguramente las piernas les dolerían y no podrían correr, ese pensamiento le encantó.
Preparó sus flechas para atacar y justo al llegar, la espalda de alguien hizo que se detuviera. Quien guiaba aquel entrenamiento era Sean. Habitualmente, él no reconocía a los soldados, sin embargo, al Alfa ya lo había visto varias veces y por alguna razón, sentía cierta confianza con él.
—Alteza Pick. —Al verlo, el soldado y sus hombres se hincaron con respeto. Era extraño que el Emperador se apareciera frente a ellos.
—Sean, ¿qué tal va el entrenamiento?
—Excelente, su Majestad. Estamos en este momento fortaleciendo la resistencia generalizada. ¿Podemos ayudarlo con algo?
—Ven, quiero hablar contigo. —dijo caminando lejos de todos, sabiendo que Sean lo seguiría. —Te preguntarte algo. En el matrimonio de Ray me dijiste que tu esposo tuvo problemas en su embarazo, ¿cuáles fueron?
La conversación tomó al Alfa desprevenido. Había escuchado el rumor de que el Consorte estaba embarazado, pero no pensó que el Emperador fuese un hombre preocupado por su hijo; sobre todo por la orden de no interrumpir el escape de Rome para que se esforzara hasta desfallecer.
—Yok era bastante joven cuando se embarazo… —aun así, no contestarle en definitiva no era una opción. —Sus padres lo echaron de casa porque no estábamos casados. Tuvo que vivir conmigo y mis padres. Intenté darle todo, pero, él cayo en una profunda depresión.
Pick asintió, quizás ponerse triste era parte del embarazo de los Omegas de bajo rango. No recordaba que Lucia también hubiese vivido aquello.
—¿Y qué hiciste?
—Yo también estaba aprendiendo a vivir. Después de casarnos, fuimos a las afueras de Araik para alejarlo del bullicio, pero no mejoraba. Por suerte, conocí un anciano que me enseñó bastante sobre cómo tratarlo. Leí muchos libros, Mi Señor. Todo mejoro hasta que llego el parto, fue complicado porque eran gemelas. Por suerte, al final lo logró. ¿Por qué me lo pregunta?
—El consorte se encuentra un poco deprimido debido al embarazo.
—Con gusto puedo recomendarle los libros que leí, Mi Señor. Los recuerdo muy bien porque…
—No. —Lo interrumpió. —Creo que sería mejor si te doy el puesto de guardián de Rome. Con tu experiencia, quizás podrías tratarlo. Yo suelo estar muy ocupado y no puedo hacerme cargo.
—Alteza. —Sean se veía intranquilo. —Seré honesto con usted, no creo que eso sea una buena idea... —Pick alzo una ceja conteniendo su rabia por la negativa. —Yo soy un Alfa y el consorte puede volverse más sensible a mis feromonas debido a su embarazo. Conozco varios Betas que podrían...
—No. Betas no. No confío en ellos.
—Pero puede que el consorte necesite feromonas y yo soy un Alfa. Pienso que no es adecuado...
—¿No te interesa un aumento salarial para mantener a tu familia? —El emperador trato de sonreír, aunque en verdad su expresión era casi de una orden. —Si en ocasiones tienes que darle de tus feromonas está bien. Confío en ti. Sé que amas a tu esposo y eres un hombre de familia.
—Alteza, lo entiendo, pero...
—¿Por qué te rehúsas a trabajar con mi esposo? —Pick agarro su espada mientras liberaba sus feromonas dominantes. —No me hagas enfurecer, Sean. Quiero que te encargues de Rome. Es una orden. ¿Lo entiendes?
—Si, mi señor. Así será.
—Ok. A partir de mañana empiezas. —Dijo dándose la vuelta, pero antes volvió a mirar al soldado. —Eso sí, antes de ir asegúrate asearte. Hueles a tierra húmeda y Rome es sensible a los olores.
Sean se quedó mirando al Alfa mientras se iba en silencio. Le causaba intranquilidad tener que estar cerca del consorte. Desde que se vieron aquella vez a los ojos, se sentía extraño.
Existía una línea imaginaría entre ellos que más que separarlos, parecía querer unirlos.
Y eso lo estremecía.
Notes:
NOTA: Soy responsable nivel: les dejo el capitulo antes de irme de viaje jajaja. Justo acabo de cerrar mi maleta, deséenme suerte en mi vuelo de 10 horas!
Dato curioso: No habrá capitulo el próximo miércoles, motivo: ¡Voy a conocer al OffGun!
Dato ultracurioso: ¡¡¡Estoy ansiosa y feliz!!! En mis redes verán fotos y videos :P
Pregunta: ¿Qué creen que pasará ahora? Lean MUY BIEN este capitulo! Adios! Besos!