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Navidades Trágicas

Summary:

La navidad se acerca, es la primera en la que Chuuya es consciente de la gran festividad, él solo tiene un deseo.

Aunque ese deseo desencadenará las navidades trágicas futuras de un miembro de está peculiar familia.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter Text

Los meses pasaron volando; desde aquel rescate ya pasaron dos años, los cimientos son firmes ahora, han podido respirar más tranquilos, Ozaki Kouyou líder de la Port Mafia y Osamu Dazai el demonio prodigio y mano derecha de la anterior nombrada, se saben los guardianes de Yokohama durante la noche, están seguros de que el gobierno no intentara nada contra Chuuya.

Nakahara Chuuya sigue siendo un lindo infante, ahora con mejillas regordetas, con su muy unida y sobreprotectora familia, ahora que lo han inscrito al jardín de infantes sabe que existen las festividades, y anhela con fervor la navidad, sus compañeros le dicen que un hombre gordo de traje rojo dejará los regalos a los niños buenos bajo el árbol, y Chuuya sabe que es un niño bueno, él más bueno y lindo al menos eso dice siempre Samu, su querido Samu.

-Kouyou – canturrea Dazai, interrumpiendo la tranquilidad de la nombrada mientras revisa los informes.

-Más te vale que sea importante – frunce el ceño.

-Lo es, lo es – sin ser invitado toma asiento – es el primer festival de navidad de chibi y además su primera navidad entendiendo que es algo especial.

-Lo sé – su mirada se suaviza y deja de lado los papeles – el disfraz se lo harán a medida – sonríe – estoy pensando en su regalo navideño, mi lindo niño no pide mucho.

-Necesito saber que le comprarás para poder elegir mi regalo.

-Estaba pensando en lo único que me ha pedido – su mirada se posa en Dazai, sabe que no le gustará – un perro…

-No – se levanta – me niego, con una bestia así solo será una trágica navidad y me rehusó.

-Qué dramático – agita la mano restándole importancia – ahora largo, es hora de que vayas por él a la escuela.

Indignado Osamu sale de la oficina, su cerebro trabajando a toda marcha para evitar una tragedia en navidad, y que por consecuencia el resto de las navidades sean trágicas.

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Chuuya estaba muy emocionado, sosteniendo una carta para Santa entre sus manos, mientras esperaba sentado a Samu.

-Chuuya, cariño, tú papá llegó por ti…

Se baja con un pequeño salto de la banca.

-Adiós, sensei – la abraza de las piernas – feliz navidad.

-Feliz Navidad, cariño – le acaricia la cabeza y los despide.

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-Samu – corre y abraza las piernas del mayor – hice una carta para Santa.

Le muestra el papel ligeramente arrugado.

-Oh, eso veo – lo toma en brazos y le quita la carta – pero primero debemos poner el árbol.

El camino a casa es tranquilo, hacen un par de paradas técnicas para comprar un poco de decoraciones, y para admirar otras tantas.

-Estoy muerto – suspira, entrando a casa.

-Samu, Mikoto-sensei dijo que a los niños buenos Santa les trae regalos, Chuuya es bueno, Chuuya tendrá un perro.

-Oh no, eso sí que no – responde en automático – los perros son seres peligrosos, sucios, y verdaderos monstruos.

-He sido bueno – Dazai lo baja, él pequeño se coloca frente al adulto y lo observa fijamente – quiero un perro.

Su postura firme, brazos cruzados y ceño fruncido, le recordó a su Chuuya, provocando en Dazai una sonrisa suave y melancólica.

-Oh, mi pequeño chibi chibi, ahora mismo no te estás comportando bien – le dio un suave golpe en la nariz – primero vayamos colocando el pino y las decoraciones, ¿te parece?

-Umm, Samu es malo – comienza a hacer un puchero, sus ojos se comenzaron a humedecer – quiero un perro…

Sin mas se frotó los ojos intentando contener el llanto, sin tener éxito en ello, Osamu odiaba a los perros, no quería un perro, aunque tampoco quería que Chuuya llorara.

De inmediato lo tomó en brazos de nuevo, le acaricio con suavidad la espalda, él pequeño se acurruco en sus brazos.

-Calma – su voz era suave – primero debemos colocar el pino y las decoraciones para que Santa Clos pueda llegar y quien sabe que sorpresas le traiga al niño más bueno del mundo.

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Kouyou lo tenía claro, le daría su tan preciado cachorro a Chuuya, sabía perfectamente que era un deseo muy arraigado en el pelirrojo desde su anterior vida, solo que no había podido hacerse con un cachorro debido a todas las responsabilidades que tenía y porque no decirlo también debido a las inseguridades que albergaba en su corazón. Así que ahora estaba en su oficina meditando cuál sería el ejemplar adecuado, si bien sabe que los animales no son juguetes es una decisión de mucha responsabilidad, es una vida; tras meditarlo mucho llego a la conclusión de que a su pequeño le haría bien crecer con un cachorro.

Se puso de pie, era hora de ir a elegir.

-Hirotsu, prepara el auto, iremos a un refugio de animales.

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-Muy bien – aplaude Dazai admirando el gran pino – es hora del gran final – toma la estrella dorada, se la entrega al pequeño – debes colocar la estrella.

-Samu – espero a que él nombrado lo alzara, sonriente coloco la estrella – brilla…

-Brilla – aún con el pequeño en brazos encendió el árbol – y brilla mucho, ahora la carta.

La colocó en el pino, y Osamu coloco la suya, aunque hace mucho había perdido la ilusión por estás fechas, algo cálido lo recorría por dentro, una satisfacción impropia, todo por alimentar la ilusión e inocencia.

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Kouyou y Hirotsu recorrían las jaulas y áreas con los diversos cachorros, acompañados de una voluntaria.

-Señora sí me permite realizar una sugerencia – hablo con timidez, sabía perfectamente a quién se enfrentaba.

-Habla – su vista recorría los cachorros, algunos eran muy pequeños.

-Debido a la edad de su pequeño aconsejo que sea un cachorro que sea de algún perro talla mediana o grande, los talla pequeña son más frágiles.

-Eso no será problema – frunce el ceño – mi Chuuya es un pequeño cuidadoso, ha deseado un cachorro por tanto tiempo.

Su vista se posa en un perro solitario en una jaula, se acerca y lo ve con varias cicatrices, una mirada triste, que llegaba al corazón.

-¿Qué hay de este?

-Tiene un año de edad, ha sufrido mucho, un luchador – comienza a explicar – convive con niños, pero no con otros animales, está en adiestramiento con un etólogo.

-Veo – se acerca más, él perro se mueve, con dificultad, no sé levantaba, arrastraba las patas traseras - ¿Qué tiene?

-Necesita una silla de ruedas, estamos recaudando fondos.

-Nos llevaremos esté – la decisión desconcertó a los presentes, pero la voluntaria sonrió – y una cosa más, Hirotsu entrégale el cheque.

El nombrado asintió, le entregó el cheque a la chica y la acompaño a hacer el papeleo necesario, Kouyou se quedó viendo al perro.

-Eres un luchador – susurra – tal como tu dueño…

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Dazai estaba acostado sin energías en el sofá, mientras Chuuya veía dibujos animados, quedándose un poco adormilado hasta que siente la mirada de su pequeño.

-¿Qué sucede?

-Samu, galletas…

-¿Quieres galletas?

-No,no – niega – no mí, Santa galletas y leche.

-Oh – se levanta – compraremos unas…

-No, hacer.

-Chibi yo no sé cocinar, de hecho, Kouyou no me deja estar cerca de la estufa.

-Samu – comienza a hacer su mirada de cachorro desvalido, la mirada que logra todo en Osamu.

-Eso es jugar sucio pequeño.

Se levanta y suspira.

Camina a la cocina, a la vez que busca una receta en internet, Chuuya lo sigue.

-Ayudar a Samu – sonríe.

-Bien – comienza a sacar lo que ocupará – lo intentaremos, si se queman o quemamos el departamento será tú culpa.

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Por muy concentrado que estuvieran ninguno tenía experiencia, bueno Chuuya sí pero ese no era su Chuuya, aún no, y Osamu era el demonio prodigio experto en tortura pero un incapaz de nada en la cocina.

La cocina era un caos como si un huracán hubiese pasado, Chuuya y Dazai estaban cubiertos de harina, pero lo habían conseguido sin incendiar el lugar, no eran las galletas más bonitas, eran pinos bastante deformes, pero valía la pena, Chuuya estaba sonriente, tomo el elegante plato en sus manitas y con cuidado lo llevo al pie del pino.

-Se logró – ambos bostezaron – debemos tomar un baño, aunque – Chuuya comenzó a frotarse los ojos con sueño – un breve descanso primero.

Dazai tomó al pequeño y se recostó en el sofá, acomodando al pequeño sobre su pecho, ambos poco a poco cerraron los ojos, sumiéndose en un sueño profundo, con unas sonrisas adornado sus rostros.