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Una Oportunidad para el Corazón

Summary:

Al igual que un ave fénix que resurge de las cenizas, un día Xie Lian encontró un bebé después de que un devastador incendio le arrebatara todo. Cumpliendo la última voluntad de su madre, decidió darle una nueva oportunidad de vida y la llevó con él. Pero, ¿qué pensará Hua Cheng al respecto?

Chapter 1: Entre las cenizas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las llamas crepitaban violentamente, devorando todo a su paso. La destrucción era inevitable, y en menos tiempo de lo que tarda en consumirse una varita de incienso, todo terminaría reducido a cenizas. Lo que una vez fue una imponente y majestuosa mansión, ahora no era más que un mar de fuego ardiente.  

Xie Lian observó la escena ante sus ojos en silencio. No había nada que hacer. Ya era demasiado tarde como para intentar rescatar a los residentes. 

Si tan solo hubiera llegado un poco antes, tal vez… 

No valía la pena pensar en eso ahora. Xie Lian cerró los ojos y respiró profundamente. Con una de sus anchas mangas, se limpió el sudor y la sangre de la cara, y finalmente, entró a la mansión en llamas. 

El calor en el interior era intenso y sofocante, haciendo que respirar fuera realmente doloroso, aún así, Xie Lian no se detuvo y siguió adentrándose en el fuego, sin prestar atención en las quemaduras que se hizo en el camino. 

Pronto todo terminaría.

Un poco más adelante, una persona destacaba en medio de las llamas. No, no era una persona, más bien era una sombra totalmente oscura, cuya silueta era semejante a la de un humano. Esta singular criatura era un demonio de la oscuridad. Su cuerpo estaba hecho de una sustancia etérea y escurridiza, casi como si fuera hecho de humo, lo que dificultaba el contacto físico con él. Otra de sus cualidades era que se podía camuflar en la oscuridad, pero ahora que todo estaba encendido en llamas, su presencia era inconfundible. Enfrentar a este demonio fue una tarea difícil para Xie Lian. Durante buena parte de la noche, se había enfrentado a este ente, y después de una ardua batalla, por fin habría un resultado a este enfrentamiento.

Xie Lian se mantuvo firme, su mirada reflejando el cansancio acumulado de horas de lucha. Con un gesto rápido, sacó un talismán de sus mangas y con un movimiento preciso de su mano, lo lanzó al aire. La energía del talismán se activó al hacer contacto con el demonio y una corriente eléctrica lo atrapó. Las facciones del rostro del demonio se contrajeron en un gesto de dolor, sin embargo, no emitió sonido alguno. Xie Lian aprovechó la oportunidad y sello al demonio en una botella de calabaza, dando por concluida su misión. 

Xie Lian sintió que un peso se elevaba de sus hombros. Esta criatura ya no podría volver a hacer daño a nadie más. Desafortunadamente, su alivio se desvaneció cuando volvió a recordar a la gente inocente que había perdido la vida y a la que no pudo salvar. Un sentimiento de frustración lo invadió. 

De repente un estruendo lo hizo salir de sus pensamientos. La estructura de la mansión estaba a punto de colapsar, lo que significaba que ya era hora de marcharse. Pero antes de irse, Xie Lian pensó que debía apagar el incendio, sería muy peligroso si el fuego se propagara por el bosque. 

Sus poderes espirituales se vieron debilitados después de luchar contra el demonio, así que necesitaría un poco de ayuda extra. 

En su muñeca, junto a Ruoye, descansaba un brazalete de plata con pequeños adornos de mariposas. Fue un regalo de cumpleaños que le había dado Hua Cheng hacía ya algunos años. Lejos de ser un simple accesorio, el brazalete tenía una función bastante útil: un ejército de mariposas espirituales acudirían a su llamado y Xie Lian podría controlarlas a voluntad. 

Hua Cheng insistió en que siempre llevará el brazalete para ocuparlo en los momentos cuando él no estuviera presente para prestarle un poco sus poderes. Aunque Xie Lian procuraba no depender demasiado de las mariposas, ese día fueron bastante útiles para ayudarlo a vencer al enemigo, ahora, debía convocar una nueva horda de mariposas para apagar el fuego. 

De su brazalete emergieron cientos de mariposas plateadas que rápidamente se propagaron por el lugar, extinguiendo las llamas a su paso. Una pequeña mariposa quedó rezagada del resto y comenzó a revolotear alrededor de Xie Lian, él extendió su mano, ofreciéndole un lugar donde descansar. 

—¿Qué sucede? ¿No quieres volar con el resto? —preguntó Xie Lian a la mariposa. 

En respuesta, la mariposa emprendió el vuelo nuevamente alejándose lentamente de él. Xie Lian supo enseguida las intenciones de la mariposa, lo estaba guiando hacia algún lado. A las afueras de la propiedad, un pequeño cobertizo logró quedar casi intacto pese a la ferocidad del fuego, estaba gravemente dañado pero la estructura aún estaba de pie. La mariposa quería que Xie Lian diera un vistazo ahí.

Con el brillo plateado del pequeño insecto como única fuente de luz, Xie Lian entró al cobertizo. Una vez dentro, tuvo que taparse la boca y la nariz para evitar respirar el humo. En medio de la penumbra, encontró a una mujer hecha un ovillo en el suelo, estaba tosiendo demasiado, lo cual era una señal de alerta. Al inspeccionarla de cerca Xie Lian se dio cuenta que no presentaba quemaduras, sin embargo, había inhalado mucho humo. Por su vestimenta de aspecto refinado, Xie Lian concluyó que ella era parte de la familia noble que residía en la mansión. Era joven, no más de veinte años le calculó Xie Lian, probablemente era la hija del propietario de esas tierras. Al parecer, al intentar escapar del incendio, quedó atrapada en ese pequeño cobertizo.  

—No te preocupes, ya todo terminó. —Xie Lian suministro un poco de su poder espiritual a la mujer con la esperanza de que la ayudara. —Estás a salvo.

Los esfuerzos de Xie Lian rindieron frutos pues en poco tiempo la mujer abrió los ojos. Al principio su mirada mostraba confusión, pero pasados unos instantes comenzó a retorcerse y moverse frenéticamente intentando alejarse de Xie Lian. La mujer se puso a la defensiva. 

—¡Por favor, no nos hagas daño! ¡Por favor, no nos hagas daño!

—Ya, tranquila. No te haré daño —dijo Xie Lian tratando de consolarla. Levantó las manos en un gesto pacifico para demostrar que no representaba peligro alguno. 

Al ver que Xie Lian no tenía malas intenciones hacia ella, la mujer se relajó, pero el alivio duró poco, pues una severa tos la tomó por sorpresa, un pequeño hilo de sangre se deslizó por la comisura de su boca. Esto era malo. Xie Lian suministró más energía espiritual a su cuerpo y entonces se dio cuenta que era inútil, el daño provocado por el humo era irreversible, el aire caliente inhalado le había quemado los pulmones. No le quedaba mucho tiempo de vida. 

A lo largo de ochocientos años, Xie Lian había experimentado de cerca la muerte tantas veces que ya conocía bien la soledad que eso conllevaba. No podía cambiar el destino de aquella mujer, pero sí podía asegurarse de que no partiera en completo abandono. Xie Lian la cargó con delicadeza y la sacó del cobertizo con la esperanza de que el aire limpio del exterior ayudará a mitigar su malestar. Cuando estuvieron en un lugar seguro, la acunó contra su pecho con firmeza, permitiéndole sentir algo de calidez en sus últimos momentos. Lo único que podía hacer era estar ahí para ella, susurrarle palabras de consuelo y acompañarla hasta el final.

La mujer ya tenía dificultades para respirar y la desesperación en su rostro era visible. Con la poca fuerza que aún le quedaba, se las arregló para hablar por última vez.

—P-por favor, cu-cuida de ella. —dijo con voz ronca y entrecortada mientras miraba a Xie Lian con los ojos cristalizados, una lágrima se deslizó por su mejilla. —Su no-nombre es Xu-xu… Xu Qinglian.

¿Xu Qinglian?

Antes de que Xie Lian le pudiera preguntar quién era Xu Qinglian o donde estaba, los ojos de la mujer perdieron su brillo y su cuerpo quedó inerte entre sus brazos. De repente el silencio se convirtió en la única compañía de Xie Lian.

Había muerto.

Después de unos momentos, Xie Lian cerró los párpados de la mujer y la recostó cuidadosamente en el suelo, el sufrimiento había pasado y ahora parecía dormir profundamente. Aunque su muerte era inevitable, no pudo evitar sentirse mal por ella; de alguna forma, Xie Lian se culpaba a sí mismo por como concluyeron las cosas esa noche. Suspiró profundamente y masajeó su nuca en un intento por detener el dolor de cabeza. 

Ahora que el incendio se había apagado y ya no había riesgo de que se propagara por el bosque circundante, el próximo paso de Xie Lian era hacer un breve funeral para todas las víctimas, tal vez podría… 

Un llanto rompió el silencio.

Xie Lian no le había prestado atención antes debido a la urgencia, pero la mujer vestía con una amplia capa que la cubría casi por completo. Pensándolo mejor, estaban en pleno verano, ¿por qué vestiría con algo tan pesado y caluroso?

La respuesta era simple: estaba ocultando algo bajo esa pesada prenda. Todo ese tiempo, la mujer había protegido a alguien bajo su manto. Al acercarse y apartar la capa cuidadosamente, Xie Lian encontró un bebé perfectamente sano. Por suerte la gruesa tela lo había resguardado del humo y el calor, evitando que corriera el mismo destino que su madre. El pequeño cuerpecito todavía conservaba el calor residual de su madre. Balbuceaba y sollozaba suavemente, aferrándose a alguien que nunca más podría responderle. Un dolor punzante atravesó el corazón de Xie Lian al ver a la niña, dulce e inocente, buscando consuelo en unos brazos que jamás volverían a abrazarla. 

—Hola —dijo Xie Lian al tomar en brazos a la pequeña bebé. —Tú debes ser Xu Qinglian.

Xu Qinglian detuvo su llanto y centró su atención en Xie Lian, sus grandes ojos oscuros lo observaron con curiosidad. Xie Lian sonrió y le limpió las gruesas lágrimas que se deslizaban por su cara. 

—No te preocupes bebé, cumpliré la última voluntad de tu mamá y te cuidaré. —Xu Qinglian tomó un mechón del cabello de Xie Lian y se lo llevó a la boca.

Xie Lian sonrió. 

Esa noche no pudo salvar a la familia de Xu Qinglian de su cruel destino, pero no todo estaba perdido. La pequeña había sobrevivido y ahora era responsabilidad de Xie Lian encargarse de salvaguardar su futuro y felicidad. Al ver a la bebé tierna e inocente, ajena a todo lo que había sucedido con su familia, Xie Lian pensó que debía protegerla. 

Después se encargaría de todos los pendientes que había dejado en ese lugar, por ahora la prioridad era llevar a Xu Qinglian a un lugar seguro. Xie Lian sacó un par de dados de su manga y los tiró al aire. 

 

⊹✧⊹✧⊹✧⊹✧⊹✧⊹

 

Hua Cheng estaba ansioso por ver a Xie Lian. 

El día anterior surgieron algunos problemas menores en Ciudad Fanstama, y Xie Lian le había insistido en que se quedara para resolverlos mientras que él iría a responder las plegarias de sus creyentes.  Hua Cheng lo dejó ir, no porque él quisiera, sino que en realidad quería darle su espacio.

Por Xie Lian, Hua Cheng estaría dispuesto a dejar a su ciudad de lado si con ello podía estar todo el día con su amado, pero entendía que no podían estar pegados las veinticuatro horas del día. Lo último que Hua Cheng quería era que Xie Lian se hartara de él. Xie Lian muchas veces le aseguró que era imposible que eso sucediera, pero aun así, prefirió evitar el riesgo. 

Ahora era un nuevo día, y una vez que resolvió todos los asuntos que requerían su atención en Ciudad Fantasma, decidió ir en busca de su amor. El hilo rojo en su mano derecha que lo conectaba con Xie Lian lo guió al Santuario Puqi.

El sol comenzaba a despuntar por el horizonte cuando Hua Cheng llegó a las afueras del santuario. En un abrir y cerrar de ojos su apariencia cambió: ahora vestía túnicas más sencillas a las que acostumbraba usar como Rey Fantasma, sin embargo, su ropa seguía siendo de buena calidad dándole la apariencia de ser un joven maestro proveniente de una familia adinerada. Una coleta alta acentuaba su apuesto rostro, enmarcando una mirada profunda y solemne; el parche había desaparecido, y en su lugar un ojo azabache y saludable le hacía compañía al otro. 

No era de extrañar que todas las aldeanas casaderas de la Aldea Puqi suspiraran de amor por él. Por desgracia para ellas, Hua Cheng nunca posaría sus ojos en ninguna de ellas. Xie Lian siempre sería el único en su corazón.

El Santuario Puqi había sido remodelado hacía algunos años, así que ya no era esa choza casi en ruinas a donde Xie Lian había llegado por primera vez. Los aldeanos se encargaron de construir un nuevo y mejorado santuario, mucho más grande y suntuoso. No escatimaron en gastos utilizando gran parte de los lingotes de oro que Quan Yi Zhen había dejado anteriormente. De esta forma, la propiedad ahora contaba con un edificio principal, donde los creyentes acudían a dejar sus ofrendas al dios. Desde allí se accedía, por medio de una puerta trasera, a un pequeño y pintoresco patio, rodeado de habitaciones que albergaban la cocina, el baño y la recámara. Un perfecto hogar fue construido detrás del santuario en el terreno restante. 

Al entrar al santuario, Hua Cheng se extrañó de no encontrar señales de Xie Lian. Por lo regular, él todos los días se levantaba temprano cada día para recibir a los creyentes que dejaban sus plegarias, pero ese día, la puerta principal aún permanecía cerrada. 

Al igual que siempre, Hua Cheng se paró frente al altar de su Dios y le rezó, después, depositó frente a la estatua de Xie Lian una pequeña flor blanca a modo de ofrenda. 

Terminada su oración, Hua Cheng cruzó la puerta trasera y se dirigió a la recamara qué compartía con Xie Lian. Proveniente de la habitación, escuchó la voz de Xie Lian.

—Está bien, duérmete ya —susurro Xie Lian. —Cuando despiertes te prepararé el desayuno.

Suaves jadeos y balbuceos se entremezclaban con la voz de Xie Lian. La puerta estaba entreabierta, así que Hua Cheng podía ver lo que sucedía en el interior sin alertar a Xie Lian de su presencia. Aunque la habitación estaba en penumbras, unas cuantas mariposas revoloteaban, proyectando un suave resplandor sobre el lugar.

Xie Lian estaba de espaldas, por lo que Hua Cheng no podía ver con quién estaba hablando, pero pudo notar como se balanceaba lentamente, ¿acaso estaba bailando?

Cuando Xie Lian al fin se giró hacia la dirección donde estaba Hua Cheng, detuvo sus movimientos abruptamente. Ambos se quedaron mirando el uno al otro por unos momentos sin decir palabra alguna. No fue sino hasta que el llanto de la pequeña que estaba en sus brazos rompió el silencio.

Xie Lian se apresuró a mecerla tal como lo había hecho antes de la llegada de Hua Cheng y afortunadamente fue suficiente para calmarla. El llanto cesó poco a poco. 

—¿Su Alteza? —Hua Cheng entró a la habitación y se acercó a Xie Lian, claramente estaba confundido. —¿Qué está sucediendo? 

—¡San Lang! Has vuelto —dijo Xie Lian con una sonrisa radiante. —Oh, es verdad. Deja que te presente a la pequeña Xu Qinglian, cuidare de ella por un tiempo… Al menos hasta que encuentre algún familiar que quiera hacerse cargo. 

Hua Cheng observó con cautela a la bebé. A simple vista era muy bonita. Sus grandes ojos solo veían a Xie Lian mientras emitía pequeños sonidos ininteligibles, y sus pequeñas manitas jugaban con un mechón del cabello de Xie Lian sin intención de soltarlo. Por su parte, Xie Lian solo susurraba cosas lindas a la bebé mientras se balanceaba lentamente con ella en brazos.

La imagen ante sus ojos impactó a Hua Cheng.

En sus pensamientos más profundos, muchas veces había imaginado a Xie Lian como padre. En sus fantasías, Xie Lian era alguien paternal y cariñoso, tal como lo era ahora, y verlo tratar a Xu Qinglian con tanta dedicación y ternura despertó en Hua Cheng sentimientos encontrados.

Hua Cheng nunca se lo diría, pero desde hace mucho tiempo él deseaba tener un hijo con Xie Lian.

En aquellas noches donde la pasión entre ellos era palpable, siempre se derramaba dentro de él pensando en lo maravilloso que sería que su amado Dios concibiera un hijo fruto de su amor. Claro que después de tener este tipo de pensamientos, la culpa y la vergüenza lo invadian. Como castigo por su insolencia, se sumía en el autodesprecio: «No eres digno», «cualquier cosa que provenga de ti es fea», «Su Alteza merece lo mejor». Este tipo de cosas pasaban por su cabeza.

Hubo una vez en la que perdió el miedo e intentó comunicarselo a Xie Lian… indirectamente.

En esa ocasión Xie Lian decidió festejar el cumpleaños de Hua Cheng, entonces él coló una pequeña caja de pastillas para la fertilidad entre los montones de regalos que había recibido con la esperanza de que Xie Lian las encontrará. Lo hizo, pero su reacción le hizo desistir de su deseo. Todavía no era el momento. 

Hua Cheng olvidó el tema, hasta ahora.

Ver a Xie Lian actuando de manera tan paternal hizo que su muerto corazón palpitara por la ternura. En verdad tenía razón cuando pensó que Xie Lian sería un excelente padre… aunque egoístamente deseó que se tratase de un hijo de ellos dos el que estuviera en los brazos de su amado.

—¿San Lang, estás bien? —dijo Xie Lian rompiendo el hilo de sus pensamientos. —¿Escuchaste lo que te dije?

—Discúlpame, Gege. —respondió Hua Cheng relajando su expresión, sin notarlo le había dedicado una mirada a la bebé que a Xie Lian le pareció extraña. Para enmendar su error, colocó una sonrisa coqueta. —Hoy estoy un poco distraído, no te preocupes por mi.

—¿Estás seguro? —Xie Lian se acercó y liberó una de las manos con las que sostenían a Xu Qinglian para palpar la frente de Hua Cheng. —Estás un poco raro, si te sientes mal no te lo guardes y dímelo por favor.

—¿Ah sí? ¿Qué hará Gege si le digo que estoy enfermo? —Se burló Hua Cheng en un intento por aligerar el ambiente. —Me haría bien que Gege me consienta y mime más seguido.

—Pero San Lang, yo todo el tiempo te estoy mimando. Tal vez debería ponerme un poco más  estricto contigo para evitar que te sigas malcriado y te burles de mi.

Hua Cheng se rió.

—Está bien, ya me portaré bien. —puso la cara de alguien extremadamente bueno y obediente, aunque obviamente, lo estaba fingiendo.

—Eres tan insincero —dijo Xie Lian 

—Te lo juro, no encontrarás a nadie más sincero que yo en este mundo. —Hua Cheng tomó la mano de Xie Lian y la llevó a sus labios depositando un suave y casto beso en su palma.

Rápidamente el rostro de Xie Lian se tornó rojo cual una cereza, para aliviar el bochorno tosió un poco tapándose la cara con la mano y desvió la mirada.

—Bueno, hace rato te pregunté tu opinión respecto a Qing’er, ¿estás de acuerdo en que se quede con nosotros?

¿Qing’er? ¡¿Ya tan rápido le había puesto un apodo de cariño?!

—Solo será algo temporal —continuó Xie Lian. —Después de arreglar el funeral de la familia de Qing’er, planeó buscar a otros parientes que quieran hacerse cargo de ella… Su madre me pidió que la cuidara.

Un leve destello de culpa cruzó por los ojos de Xie Lian. Hua Cheng entendía perfectamente a Xie Lian como para saber que lo que sea que haya ocurrido en su reciente misión, añadiría una cicatriz a su maltrecho corazón. En casos como estos, solo quería aliviar el dolor de su amado así que haría lo que fuera por él. 

—No tengo inconvenientes en que se quede con nosotros —aceptó Hua Cheng, para su fortuna, el alivio y la gratitud se reflejaron en los ojos de Xie Lian. —Si no tienes problema, le pediré a Yin Yu que se haga cargo del funeral y de buscar a la familia de la niña a partir de ahora. 

Xie Lian asintió.

—Muchas gracias, San Lang. Sería de gran ayuda si Yin Yu puede encargarse de eso. Sé que no será fácil cuidar de una niña tan pequeña, pero prometo que no nos causará problemas, yo mismo…

Antes de que pudiera terminar de hablar, Qing’er comenzó a llorar con todas las fuerzas que sus diminutos pulmones le permitieron. En medio de la rabieta jalo el mechón de cabello que aún sostenía en su mano provocando que se dibujara una mueca en la cara de Xie Lian. No es que le haya dolido un pequeño tirón de pelo, sino que todo ocurrió tan repentinamente que no supo como más reaccionar. En un intento por apaciguarla, la sostuvo en alto tratando de jugar con ella, pero sin previo aviso un líquido blanco y espumoso cayó sobre él ensuciando su cara y parte de su túnica.

Xie Lian se quedó petrificado y no sabía qué hacer. ¡Qing’er había vomitado sobre él! 

Que lamentable. Hace solo unos instantes Xie Lian afirmaba que podría cuidar de ella, pero ahora pasaba esto. Quería que un agujero se abriera en la Tierra y se lo tragara. 

Por otro lado, mientras Xie Lian estaba paralizado, Hua Cheng también se quedó en blanco. Esa pequeña y sucia criatura humana se había atrevido a ensuciar a su Gege. ¡Que falta de respeto!

Rápidamente tomó en brazos a la pequeña Qing’er y la alejó lo más posible de Xie Lian para evitar otro incidente. 

—Tiene hambre —dijo Hua Cheng después de intentar algunas otras cosas para tranquilizar a Qing’er —Yo me encargare. Su Alteza puede ir a tomar un  baño.

—¿Estarás bien si te dejo a solas con Qing’er? 

Hua Cheng le había demostrado ser excepcionalmente bueno en todo lo que hacía, menos en caligrafía. Aun así, Xie Lian no podía imaginar una situación en la que Hua Cheng tuviera que hacerse cargo de alguien más, en especial, un bebé. Xie Lian sabía mejor que nadie el desagrado que Hua Cheng tenía hacia cualquier ser viviente que no fuera él.

—Estaremos bien, sé perfectamente lo que hay que hacer. —Lo tranquilizó Hua Cheng. 

Xie Lian no tuvo más opción que confiar en su palabra. 

Una vez que Xie Lian se fue, Hua Cheng atrajo una de las mariposas espirituales que volaban por ahí para que distrajera a Qing'er, la bebé ahora tenía puesta su total atención en la mariposa y se olvidó de la razón de su llanto. Una vez controlada la situación, se comunicó a través de la matriz de comunicación con Yin Yu y le informó de la situación. Unos minutos después, alguien tocó a la puerta.

Tal como se esperaba del Oficial de la Luna Menguante, Yin Yu apareció con una cesta que le entregó a Hua Cheng, en ella había varios artículos para bebé, incluidos juguetes, ropa y algunas botellas de bambú llenas con leche materna. Así como llegó, Yin Yu se fue en silencio, sin llamar la atención de nadie. 

Con total maestría acurruco a la pequeña Qing’er en sus brazos y acerco la botella de leche a su boca evitando derramar el contenido sobre ella. Esos ojos brillantes que antes miraban a Xie Lian, ahora lo miraban atentamente, y por alguna razón se sintió incómodo. Admitía que era bonita físicamente, pero aún no podía comprender que más tenía de especial para hacer que Xie Lian se encariñara con ella en tan poco tiempo. A esa edad, lo único que sabía hacer era llorar, gritar y ensuciarlo todo. Si Qing’er se pareciera aunque sea un poco a Xie Lian entonces todo sería mejor.

Hua Cheng suspiró y se dedicó a atender diligentemente a Qing’er.

Cuando Xie Lian regresó, la habitación lucía algo diferente. Al parecer Hua Cheng había tomado en cuenta las necesidades de la pequeña Qing’er pues ahora nuevos muebles se incluyeron en la decoración, entre ellos, una cuna en el rincón del dormitorio, que guardaba en su interior a la bebé. Al acercarse, notó que Qing'er ahora vestía con ropa completamente nueva y limpia. Con cuidado de no despertarla, Xie Lian peinó suavemente el cabello alborotado de Qing'er. Una calidez se extendió en su corazón al darse cuenta que Hua Cheng de verdad era alguien muy amable y considerado al tomarse la molestia de hacer todo eso.

Desde atrás, unos brazos se envolvieron en su cintura y la cabeza de Hua Cheng descansó en su hombro, suavemente un beso fue depositado en su cuello haciéndolo estremecer un poco. Xie Lian se acurrucó contra el pecho de Hua Cheng y suspiró profundamente. El baño lo había relajado tanto que el cansancio de las últimas horas le hacía sentir las extremidades pesadas.

—San Lang, eres muy amable —dijo Xie Lian mientras cerraba los ojos. —No sabía que fueras bueno tratando con bebés.

—No lo soy. Simplemente pensé en hacer las cosas más simples para Gege. —respondió Hua Cheng mientras trazaba un camino de besos desde su hombro hasta la mandíbula. —Ven a dormir, seguramente has tenido un día muy difícil. Cuando estés descansado podemos hablar de lo que te preocupa. Puedes contarme todo lo que sucedió. 

—Pero… 

—No te preocupes por ella, no despertará hasta dentro de un buen rato. Yo la atenderé si algo sucede.

Xie Lian sonrió y se dejó guiar hasta la cama, en donde poco después cayó en un profundo sueño. 

 

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Los días siguientes fueron muy ajetreados. Para Xie Lian fue muy complicado balancear sus actividades como Oficial Celestial, como monje del santuario y finalmente, como tutor de la pequeña Qing’er. Aunque gracias a la ayuda de Hua Cheng, la parte de cuidar a Qing'er fue bastante fácil. 

Ciertamente Xie Lian ya había tenido a unos cuantos niños bajo su cuidado anteriormente, pero ninguno era tan pequeño en edad como lo era Qing’er. Para él, esta era una nueva situación en la que no tenía experiencia. 

Un bebé puede ser bastante impredecible y muchas veces es difícil saber qué es lo que necesita. En más de una ocasión Xie Lian fue víctima de la frustración al no saber atender adecuadamente a Qing'er. Cada vez que la pequeña lloraba, Xie Lian quería unirse en llanto con ella, pero no podía hacerlo porque él era el adulto. 

—Yo me encargo —decía Hua Cheng cada vez que Xie Lian estaba a punto de colapsar. 

Cuidar de alguien tan pequeño era un verdadero desafío.

Hua Cheng fue un gran apoyo en esos momentos, porque sorprendentemente, fue él quien se encargó de la parte difícil de la maternidad: él la bañaba, cambiaba, alimentaba y dormía. A Xie Lian no se le daban bien los quehaceres domésticos que eran destinados para las mujeres, así que por más que lo intentó, fracasó en hacer el papel de madre de Qing’er. 

Desde tirarle la botella de leche en la cara, o caerse a la hora de la ducha con Qing’er en brazos; Xie Lian llegó a la conclusión de que era un peligro para la bebé. Por su propia seguridad y la de Qing’er,  Hua Cheng tomó el rol de su madre.

Xie Lian se preguntaba secretamente cómo es qué Hua Cheng podía saber lo que Qing'er necesitaba en el momento correcto. Hasta donde sabía, nunca había tenido hijos. Era un verdadero misterio. 

Pero no todo era tan malo. La mayor parte del tiempo Qing’er era una niña tranquila y en esos momentos de paz, Xie Lian se encargaba de jugar con ella y mimarla. Tal vez la consentía demasiado, pues a veces podía sentir como Hua Cheng les dedicaba miradas penetrantes que parecían decir: “Aquí estoy, déjala y hazme caso”. Sin saber si Xie Lian debía reír o llorar, se vio atrapado en una guerra silenciosa entre Hua Cheng y Qing’er, ambos peleando por su atención.

Sin darse cuenta, Xie Lian se había encariñado de la pequeña Qing’er. Esta pequeña dinámica familiar lo hacía muy feliz y deseo que las cosas permanecieran igual por mucho tiempo más, pero no se podía engañar, pronto las cosas cambiarían.

Un día, Yin Yu fue al Santuario Puqi y les dio noticias importantes.

Después de una amplia búsqueda, no encontró a nadie que se pudiera hacer cargo de Qing'er. Aparentemente, todos sus familiares habían muerto en el incendio de la mansión aquella noche que Xie Lian se enfrentó al demonio sombra. El estado de ánimo de Xie Lian se desmoronó un poco, pero no externó su sentir. Si él hubiera llegado un poco antes a la mansión, pudo haber evitado que Qing'er se quedara sola en este mundo. Esa sería una espina en el corazón con la que cargaría el resto de su existencia. 

Había llegado el momento de tomar una decisión que afectaría el futuro de Qing’er. El resto del día se la pasó perdido en sus pensamientos. Hasta que esa misma noche, antes de irse a la cama, Hua Cheng decidió poner fin a la maraña de cosas que pasaban por su mente.

—No fue tu culpa. —dijo Hua Cheng acercándolo para darle un reconfortante abrazo, suavemente acarició su cabello tratando de consolarlo. —Hiciste tu mejor esfuerzo, nadie lo hubiera hecho mejor que tú. No podías salvarlos a todos.

—Gracias San Lang. Parece que siempre sabes como hacerme sentir mejor. 

Xie Lian correspondió el abrazo y recargó su cabeza en el hombro de Hua Cheng. Pasó un tiempo indefinido en el que estuvieron abrazados en esa posición. Finalmente, Xie Lian se separó y se preparó para lo que diría a continuación. Había llegado a una resolución.

—Una parte de mi sabía que había una gran posibilidad de no encontrar a algún familiar vivo de Qing'er, entonces pensé que… —Xie Lian hizo una pausa , la duda en su tono de voz evidenciaba lo difícil que era encontrar las palabras correctas. —Tal vez sería bueno reubicar a Qing’er con una familia que pueda hacerse cargo de ella. Lo he pensado mucho y creo que Li Fang es una buena opción, ¿la recuerdas? Ella vive en la aldea Puqi, acaba de tener a su hijo y está amamantando, es ideal para que se encargue de Qing'er, puede criar a ambos niños como hermanos. 

Hua Cheng estaba sorprendido por las palabras de Xie Lian. Él planeaba entregar a la niña a alguien más. Era obvio que Xie Lian la quería demasiado, Hua Cheng no encontraba razón tras sus declaraciones. 

—Gege, tú… 

—Me sentiría más tranquilo si se queda con ella. Así puedo verla de vez en cuando, además, la ayudaré económicamente. Tal como le prometí a la mamá de Qing'er, siempre cuidare de ella  aunque no sea directamente. Ella es una buena mujer y se que hará un gran trabajo con Qing'er… 

Las palabras salían a borbotones de la boca de Xie Lian a causa del nerviosismo y la ansiedad. ¿Por qué había tomado esa decisión? ¿Acaso las cosas no habían ido bien los últimos días? ¿Había algo que le preocupara para querer alejarse de la niña? 

Para obtener respuestas, Hua Cheng agarró de los hombros a Xie Lian y lo sacudió levemente, de esta forma, Xie Lian por fin pudo cortar el torrente de palabras que decía. 

—¿Por qué? —preguntó Hua Cheng. 

Xie Lian se quedó callado, pensando en si sería lo adecuado o no decirle a Hua Cheng lo que en verdad pensaba. 

—Yo-yo no quiero causarte más problemas —respondió al fin Xie Lian eligiendo sincerarse. —Sé que la presencia de Qing'er no te agrada del todo así que no quiero presionarte.

Los ojos de Hua Cheng se abrieron al máximo.

—¿Acaso te he dado motivos para que piensen de ese modo? —susurró Hua Cheng. Le dolía pensar que él era la razón por la que Xie Lian estaba tomando esa decisión. 

—No, no me los has dado. Y precisamente ese el problema —Xie Lian acunó el rostro de Hua Cheng y lo miro a los ojos. —Tú nunca te has quejado. Todo lo que necesito me lo das, aunque yo no te lo pida, y estoy muy agradecido por eso. Pero te conozco lo suficientemente como para saber que no estás cómodo con Qing’er aquí, y sé que tampoco me lo dirías. 

Siempre había sido así, Hua Cheng vivía y existía únicamente por Xie Lian. Todo su mundo giraba en torno a él y no había nada que pudiera cambiar ese hecho. Es por eso que Hua Cheng aceptaría cualquier cosa para que su amado fuera feliz, y si eso implicaba que Qing'er debía quedarse, lo aceptaría. 

Xie Lian no tenía ni la más mínima pizca de egoísmo para cumplir sus caprichos a costa de aprovecharse de Hua Cheng. Odiaría hacer algo que fuera en contra de los deseos de Hua Cheng, así que Xie Lian se tomó la molestia de analizarlo y conocerlo lo suficiente para saber cuáles eran sus límites ya que él nunca se lo diría abiertamente. 

Amaba la lealtad que profesaba hacia él, pero a veces se preguntaba qué tan sano era eso, Hua Cheng siempre se iba a los extremos. 

Quería que Hua Cheng pudiera obtener un poco más de independencia emocional y ser feliz sin tener que involucrar a Xie Lian en todo. A veces, Xie Lian debía recordarle que estaba bien hacer cosas por su propio gusto y no solo porque “es algo que a Gege le gustaría”. 

En los últimos días, Xie Lian observó la relación entre Hua Cheng y Qing'er. Descubrió que Hua Cheng atendía y cuidaba adecuadamente a la niña, sin embargo, sus acciones hacia ella eran mecánicas y faltas de sentimiento. Nunca nadie sería del agrado de Hua Cheng a excepción de Xie Lian, así que comprendió que no podía quedarse más tiempo con Qing’er. Xie Lian no quería obligar a Hua Cheng a cuidar de una niña por la que no sentía ni el más mínimo afecto. 

Era una dura decisión, pues en pocos días Xie Lian se había encariñado con la niña. Sin saberlo, sus instintos paternales habían despertado con la llegada de Qing'er, sin embargo, no quería orillar a que Hua Cheng tomará responsabilidad en algo que no quería sólo porque él deseaba conservar  a la bebé. Lo había meditado bien y si Qing'er iba a vivir con Li Fang en la aldea Puqi, podría verla cuando él quisiera y formar parte de su vida aunque fuera a la distancia. 

Era la mejor decisión para los tres. 

—Está bien. No es como si la estuviera abandonando completamente. La veré cuando yo quiera —dijo Xie Lian. —Además, ella es humana, lo mejor es que crezca en un ambiente donde pueda crecer feliz y alejada de las cosas sobrenaturales. Si se queda con nosotros, cuando crezca tendrá muchas preguntas que serán difíciles de contestar. 

Hua Cheng frunció el ceño y su mandíbula se tensó.

—No.

—¿San Lang?

—Tú quieres a esa niña, se nota en tus ojos. Cada vez que la miras puedo sentir el cariño que le tienes, no es necesario que la envíes a vivir lejos solo porque crees que es un inconveniente para mi. Yo… ¿No lo he hecho lo suficientemente bien? —Esto último lo dijo con voz quebrada. Hua Cheng pensó que otra vez le había fallado a su Dios. 

Xie Lian se quedó sin palabras. Al escucharlo hablar así, su corazón se rompió. En su forma actual, Hua Cheng tenía más o menos la misma altura que Xie Lian así que fue fácil atraerlo hacia él y abrazarlo fuertemente, quería consolarlo como Hua Cheng lo había hecho hace poco.

—No digas eso. Lo has hecho muy bien, por favor no te menosprecies —dijo Xie Lian. Hua Cheng hundió su cabeza en el hueco de su cuello y comenzó a olfatear, era su forma de pedir mimos. Xie Lian se rió suavemente y comenzó a acariciar su cabeza. —Estoy seguro que Qing'er te prefiere a ti antes que a mi. Yo soy pésimo cuidando niños. 

Xie Lian reorganizó sus ideas, Hua Cheng lo había malentendido. 

—San Lang, después de todo lo que hemos pasado, me has demostrado que serías capaz de hacer cualquier cosa por mi, y aunque me siento muy feliz por eso, también me preocupa. Sé que la razón por la que estás aceptando a Qing'er es por mi y no porque tú quieres. No quiero imponerte algo que no deseas hacer solo por hacerme feliz, ¿entiendes? 

—... 

—Así como tú procuras mi bienestar, yo también procuro el tuyo. Hasta donde sé, nadie es capaz de ganarse el afecto de la gran Lluvia Sangrienta que Busca la Flor. No creo que Qing'er sea la excepción. 

—Entonces Gege es nadie —dijo Hua Cheng sin afirmar o negar nada. Xie Lian volvió a reír.

—¿Ahora comprendes porque tomé esa decisión? 

Xie Lian tenía razón en todo lo que había dicho, Hua Cheng no tenía ni el más mínimo afecto por Qing’er y solo la cuidaba y atendía porque sabía que eso haría feliz a Xie Lian. 

También era verdad que Qing'er no era de la simpatía de Hua Cheng. No era nada personal, es solo que… no era ni tenía nada que ver con Xie Lian. No podía evitar sentirse distante de la niña. En su corazón, deseaba que si Xie Lian tenía un hijo, fuera uno que compartieran juntos, no alguien ajeno a ellos. 

A pesar de todo, Hua Cheng no podía ceder en esta ocasión, pues la felicidad de su amado estaba en juego. 

—Sigo sin estar de acuerdo —respondió Hua Cheng en voz baja, su aliento cálido hizo estremecer a Xie Lian. —Contéstame una cosa, ¿Eres feliz cuando estás con ella?

—Hmn.

—Entonces quédate con ella. —Hua Cheng sonrió contra su cuello. —Dices que debo comenzar a pensar en lo que quiero y deseo ¿no? Pues nada me hace más feliz que verte feliz, y solo por eso deseo que se quede.

Ese había sido un golpe bajo por parte de Hua Cheng. Xie Lian ya no podía argumentar nada ante esa lógica. 

—¡San Lang! No te burles. 

—Estoy siendo completamente sincero. —Hua Cheng se separó un poco de Xie Lian y depositó un tierno beso en sus labios. Esta acción solo consiguió que se avergonzara más. —Tienes razón en muchas de las cosas que dijiste, pero debes entender que mi felicidad depende de ti. No sé si algún día llegaré a quererla, pero no por eso quiero que la alejes. Déjame decidir si cuidar de ella será un inconveniente o no.

Xie Lian suspiró y después le dio la espalda a Hua Cheng. Estaba seguro que la expresión en su rostro era la de un hombre enamorado que denotaba el amor inmenso que le tenía. Ya se sentía lo suficientemente avergonzado como para dejar que Hua Cheng le viera la cara en ese momento. 

—Te amo —susurro Xie Lian amortiguando el sonido al poner el dorso de su mano sobre sus labios.

—¿Qué dijiste? No te escuche. —Hua Cheng evidentemente lo había escuchado pero ver a Xie Lian tímido le incitaba a molestarlo. Además, estaba feliz por la declaración de Xie Lian. —Si es un secreto, Gege puede decírmelo en el oído.

Hua Cheng rodeó su cintura con sus brazos desde atrás y juntó su mejilla a la de Xie Lian. Por su parte, Xie Lian estaba tan mortificado que tapó su rostro con ambas manos. Hua Cheng se río.

—Yo también te amo, Su Alteza.

En ese momento un balbuceo se escuchó desde la cuna rompiendo la tierna atmósfera que se había creado, Qing’er se había despertado. Xie Lian se soltó para ir por ella. 

—¿Y bien? ¿Hemos llegado a un acuerdo? —dijo Hua Cheng

Xie Lian asintió.

—No te presiones demasiado. Si algo te molesta dímelo por favor.

—Lo haré.

Qing’er extendió sus pequeños bracitos hacia Hua Cheng, él la tomó en brazos y la arrullo un poco.

—Tiene hambre. ¿Aún queda leche? —preguntó Hua Cheng mientras invocaba una mariposa para Qing’er.

—Sí, esta mañana Li Fang nos trajo dos botellas llenas, iré a la cocina por ellas.

Antes de cerrar la puerta del dormitorio, pudo vislumbrar a Hua Cheng jugando con Qing’er y la mariposa. Ver la delicadeza y amabilidad con la que trataba a la niña le movió un hilo sensible en su corazón. 

Tal vez algún día, Hua Cheng llegue a aceptarla con toda la sinceridad de su corazón. Por ahora, Xie Lian simplemente sonrió y decidió disfrutar el momento, atesorando a su pequeña y excéntrica familia, que recientemente había ganado un nuevo integrante.

Notes:

¡Hola a todos!

La verdad es que tenía muchas ganas de escribir momentos tiernos sobre el Hualian siendo padres. Ya sé que hay muchos fics con esta temática, pero creo que nunca había leído uno desde la perspectiva de que el hijo fuera adoptado, me pareció una idea interesante y quise explorarla.
Originalmente sería un one shot corto, pero al momento de escribir las ideas comenzaron a fluir y cuando me di cuenta esto se estaba volviendo demasiado largo por lo que decidí dejarlo hasta aquí. La buena noticia es que tengo material para escribir varios one shot con esta temática. Quiero profundizar en Hua Cheng y su evolución con la pequeña Qing'er, como se puede notar, él todavía no siente una conexión con la bebé, pero quien sabe, tal vez después las cosas cambien.

Quiero agradecer a todos aquellos que se tomaron la molestia de leer mi historia, no tengo mucha experiencia escribiendo, así que les pido que no sean tan duros conmigo. Aún no hay una fecha tentativa de publicación así que una disculpa por eso, lo bueno es que como es un one shot, no hay tanta necesidad de esperar una continuación inmediata.

Ahora sí, aquí me despido. Si les gustó, me encantaría leer sus comentarios y recibir retroalimentación. Su apoyo y consejos me motiva a seguir escribiendo. ¡Gracias! <3