Chapter Text
Historia totalmente original, sólo de mi propiedad.
La obra a continuación puede contener lenguaje vulgar, escenas de índole sexual con menores de edad (la OC es mayor que Mikey), abusos (físico, sexual, verbal y psicológico), dependencia emocional, embarazo no deseado, aborto espontáneo, trata de blanca, muerte y tortura, entre otros.
Actitudes enfermizas como la posesividad, obsesión y manipulación.
RELACIÓN TÓXICA por donde quieras ver, esto aquí NO es amor, a pesar de ser nombrado así.
Si no eres capaz de llevar la historia y su trama con MADUREZ, por favor sal de aquí y vete sin molestar.
Si me joden los voy a bloquear o silenciar, lo que se me sale de los putos ovarios ¿Entienden?
Y recalcó NO porque escriba este tipo de temas significa que los PROMUEVO.
Chapter Text
❝𝑆𝑖 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑎 𝑚𝑖 𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠 𝒉𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑎𝑟𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜, 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑟𝑜𝑐𝑖𝑎𝑟𝑒 𝑑𝑒 𝑔𝑎𝑠𝑜𝑙𝑖𝑛𝑎 𝑦 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒𝑚𝑎𝑟𝑒 𝒉𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑒𝑛𝑖𝑧𝑎𝑠❞
¡¡¡
Donde Ophelia Hanagaki, regresa a Shibuya después de terminar sus estudios universitarios y llega a la vida de cierto pandillero adolescente para poner su mundo de cabeza.
O donde Ophelia ve a un niño destrozado por la vida que le tocó vivir, y queriendo ayudarlo, termina cayendo en las garras de un monstruo.
¡¡¡
━━━ PERSONAJES .
Ofelia Hanagaki.
(花垣 • オフィーリア)
Aries. 20 años. Slytherin.
─ ¿Por qué me hiciste esto, Manjiro?
Manjiro Sano.
(Amigos • Amigos)
Leo. 15 años. Gryffindor.
─ No me dejes, por favor...
卍 ━━━ DERECHOS DE AUTOR: Ninguno de los personajes utilizados para la creación de esta historia es de mi autoría sino del gran Ken Wakui, solamente la protagonista de esta historia "Ophelia Hanagaki" lo es, los elementos utilizados para los gráficos de esta historia así como la apariencia visual de Ophelia tampoco lo son, créditos a sus respectivos creadores.
La trama y su desarrollo es de mi completa propiedad por lo tanto está completamente prohibido que la traduzcan o la compartan sin mi permiso, evitemos tener altercados por favor.
卍 ━━━ ACLARACIÓN: Ophelia como ya vieron tiene 20 años por lo tanto es 5 años mayor que Mikey y no, ella no será la que se aproveche de él ni mucho menos, puesto que tendrá los límites bien marcados debido a que él ni siquiera es legal.
Mikey será quien la enredara y demás cosas, así que espero que tengan en cuenta que él no será ni de cerca un príncipe azul, ni siquiera el villano, sino el monstruo que jamás se lo saquen de la cabeza a medida que avance la historia.
卍 ━━━ DEDICATORIA: Para todos aquellos que no se conforman con ser la debilidad del villano o el amor más grande del héroe, sino que buscan sumergirse en las oscuras tentaciones que provocan el monstruo y su obsesión enfermiza.
Notes:
En caso de faltas ortográficas o gramaticales, favor de señalarlas de forma amable.
── Mikila.
Chapter 3: Prólogo.
Summary:
En el que Ophelia toma una decisión y se produce el comienzo de la creación de un monstruo.
Chapter Text
❝¿Cuándo te volviste tan maleable, Ofelia? Pareces una marioneta a manos de ese niño❞.
─ Wakasa Imaushi.
˚ 。 ⋆༘🌺 ⋆。˚࿔ 𝓞 𝓹 𝓱 𝓮 𝓵 𝓲 𝓪 ࿔°。⋆🌺༘⋆ 。˚
Pasado; 10 de octubre de 2003.
🇯🇵 Tokio, Japón.
↬Templo Musashi (Shibuya).
▩ 00:37 am.
Estaba sentada en las escaleras del templo Musashi, empapada de pies a cabeza por la lluvia que no había parado desde la tarde del día anterior. Me sentí entumecida, no solo por la lluvia y el frío, sino también por las cosas que habían sucedido en los últimos meses que se volvieron un peso acumulado sobre mis hombros.
Todo cambió después de que cumpliera 18 años. Mis padres querían que me casara con el hijo de uno de sus colegas ingleses... Querían que me mudara a Inglaterra, dios santo. Me venderían como si fuera carne en el mercado.
Mi madre que no paraba de decirme: «Busca un buen hombre que no te trate como una esposa trofeo». Y mi padre: «Nunca te dejes hacer menos por un hombre», me estaban cambiando por una expansión en la empresa.
Mi hermano menor que se negaba a seguir los pasos de mi padre en la empresa y comenzó a culparme por ello: «Los bichos raros con los que te decidiste amigor tienen la culpa metiendo ideas en su cabeza».
Pero, solo es un niño y además, Takemichi y mis amigos ni siquiera llegaron a cruzar palabra. Cuando somos niños todos queremos ser cosas excéntricas cuando seamos más grandes como estrellas de rock, cantantes, actores y astronautas.
Takemichi es un niño muy decidido, pero solo es eso, un niño. Cuando crece y ve la realidad de las cosas, todo eso se esfumara.
Y diablos había perdido a mi mejor amigo. Shinichiro significó mucho para mí durante años.
... Maldita sea Shin se había ido dejando a sus hermanos menores a carga del abuelo Sano, un hombre fuerte cierto pero a fin de cuentas un hombre ya mayor.
Emma, era pequeña tía, y Manjiro ¡Oh dios! Manjiro que no era más grande que su hermanita con su adoración a su hermano mayor quien era todo para él.
La lluvia continuaba cayendo, y yo seguía sentada, sumida en mis pensamientos, sin poder creer que todo esto haya pasado en tan poco tiempo.
Meses atrás.
🇯🇵 Shibuya, Tokio.
↬Casa Hanagaki.
▩ 01:05 am.
No hacía mucho que el sueño me había vencido, cuando mi teléfono sonó incansablemente con una llamada entrante muy insistente.
Al inicio pensé que solo era Shini otra vez esperando que fuera al dojo porque Mikey se negaba a dormir o hacer sus tareas de la escuela, era muy común que ese pequeño bribón hiciera berrinche tras berrinche si no estaba ahí con él para tratarlo como si fuera un rey.
Shinichiro y el abuelo Sano me habían regañado muchas veces diciendo que lo tenía muy mimado, pero solo era un niño y me recordaba demasiado a mi hermano menor, aunque Takemichi era una masita adorable a comparación del revoltoso huracán que era Manjiro.
─ Maldito el día que le empecé a cumplir todos los caprichos a Manjiro ─ Resople entre irritada y divertida.
Me levante medio adormilada y con algo de mal humor, estos últimos días no había podido dormir muy bien porque siempre me iba tarde de la casa de los Sano por culpa de Mikey, que se negaba a soltarme hasta que caía dormido cosa que afortunadamente hacia fácil y terminando hundido en un sueño profundo del que ni un terremoto lo sacaría.
Tome mi teléfono y antes de siquiera ponerme a regañar a Shin por no saber lidiar solo con Manjiro, una voz seria y afligida completamente diferente a la del mayor de los hermanos Sano me había dejado confundida.
─ ¿Hana-chan?
La voz rasposa y varonil inconfundible del abuelo Sano me había tomado desprevenida.
─ ¿Sano-san? ─ Concurso sorprendida.
─ Hana-chan, algo ocurrió... Shinichiro...
No recuerdo exactamente que paso después de eso, solo se que me puse un pantalón cualquiera, tomé las llaves de la casa y de mi auto para salir disparada hacia el hospital, ¿En el camino me salte varios semáforos? Tal vez ¿Tenía muchas multas en el bolsillo cuando me atraparán? Sin duda alguna.
Llegué en tiempo record y ahí en la recepción no vi a Mansaku Sano, no vi al hombre serio de aura imponente que lo hacía ser respetado... Vi solo a un hombre mayor destrozado por la pérdida de un ser querido, su nieto ni más ni menos.
─ Sano-san...
Lo observe levantar la mirada y esos ojos desconsolados probablemente jamas los podría llegar a olvidar en mi vida, Shini era como un hijo para él, casi lo había criado desde que estaba en pañales y haberlo perdido era un golpe muy duro para sobrellevar.
─ Hana-chan...
No pude evitarlo. La forma tan dulce en que me llamó, con tanta compasión y comprensión, hizo que mis ojos se estallaran en lágrimas. Me acerqué a él y ambos nos envolvimos en un abrazo fuerte, buscando consuelo de una pérdida que nos había afectado como herida de bala en el corazón, sin aparente recuperación.
No sé en qué momento dejé de llorar en sus brazos. Mis lágrimas se secaron y mis ojos se enrojecieron hasta parecer que estarían en carne viva. Mi garganta estaba desgarrada de gritos que no sabía que habían surgido de mí.
Cuando me separé, la cabellera rubia ceniza de un niño conocido para mi me sacó de mi estado depresivo auto impuesto. Automáticamente, me dirigí hacia él, lo tomé en mis brazos y me senté con él en mi regazo en esas sillas incomodas de las salas de espera de los hospitales.
Sabía que Mikey aún no había procesado la noticia. Su rostro en blanco y perdido era una señal clara de eso.
—Hana...
La vocecita suave de Manjiro me saco de mis cavilaciones y en respuesta aprete mi abrazo a su alrededor.
─ ¿Sí? ─ Le conteste bajito.
─ ¿Dónde está Shin-nii?
Un nudo en la garganta impidió que pudiera contestarle, las lagrimas volvieron a nublar mi visión y solo quería esconderme en algún lugar para poder hacerme bolita y llorar como una niña pequeña la perdida de quien había considerado mi alma gemela.
─ Shin esta... Él... ─ Inhale profundamente para poder controlar el tartamudeo en mi voz. ─ Él ya no está con nosotros Jiro-chan.
Tal vez era mala idea ser tan directo en un tema tan delicado para un niño, pero no podía endulzar las cosas y prometerle a Manjiro que su hermano mayor estaría bien y volvería a casa con nosotros.
─ Pero, eso no es posible Shin-nii me dijo que me daría un regalo para mi cumpleaños.
Abrace con fuerza a Manjiro, conteniendo las lágrimas y tragando saliva sintiendo áspera mi garganta.
─ ¿Es así? ─ Murmullo.
Sentí los brazos de Mikey envolverme desesperado y sus manos hechas puños en mi chaqueta, asintiendo varias veces contra mi cuello, donde tenia la cara enterrada ahí.
─ Shin-nii lo prometió.
El dolor resurgió en mi como una erupción en un volcán, una lluvia ácida en mi garganta.
─ Lo lamento Manjiro, lo lamento tanto.
Porque si bien yo había perdido a mi alma gemela, Manjiro perdió a su hermano mayor, su admiración en persona, a pesar de la actitud infantil ya veces hasta desdeñosa del menor de los hombres Sano para él, su hermano mayor era todo.
Después de unos minutos en silencio y abrazados como si fuéramos pulpos uno alrededor del otro, Mikey rompió ese silencio.
─ ¿Shin-nii no va a volver verdad? ─ La calma en su voz y casi hasta resignación me destrozaron un poco más.
─ No.
Solo sentí como se dejaba caer contra mi apretando su abrazo si eso fuera posible y si las lágrimas mojaron mi cuello, no dije nada y él tampoco, solo me quede ahí sentado con él en mi regazo dándole el apoyo que sabía necesitaba desesperadamente.
Pasado; 10 de octubre de 2003.
🇯🇵 Shibuya, Tokio.
↬Templo Musashi.
▩ 00:57 am.
Desde entonces, no dejaba de visitar la casa de los Sano ni una sola vez. Me esforzaba por ayudar a los hermanitos de Shin, preparando comida para ellos y limpiando la casa. Casi parecía que vivía allí.
Sano-san me había dicho en más de una ocasión que no era necesario, que debía concentrarse en estudiar para entrar en la universidad. Sin embargo, me negué una y otra vez. Le decía que eso podía esperar, que lo hacía no solo por Shin, sino también por ellos, porque los quería como si fueran mi familia.
Aunque me había negado a aceptar dinero de Sano-san, notaba que él me lo dejaba en la cartera de todos modos. Si él se sentía bien con eso, bueno yo igual lo estaba... Claro que ese dinero yo lo utilizaba solo para comprar provisiones para la casa y cosas para los niños nunca para mí.
—Hana...
Una vocecita conocida me despertó de mi ensoñación.
─ ¿Manjiro?
El frente a mi tenia un paraguas que nos cubría ambos de la lluvia ¿En que momento niño llego? No lo sabía, pero por la falta de entumecimiento en mis huesos tal vez llevaba ya varios minutos ahí.
─ ¿Qué haces aquí Manjiro? ¿Por qué no estás en casa? ¿Sabes el abuelo que saliste? ─ Las dudas fluían de mi como agua, preocupada porque el de ojos negros haya salido a altas horas de la noche con este frío y esta lluvia del demonio.
─ No estabas.
Su inesperada respuesta que no tenia nada que ver con lo que le exigía que me respondiera me saco de mi exaltación.
─ ¿Eh? ─ Pregunte como una tonta, tal vez también tenía una expresión parecida en este momento.
─ No estabas ─ Me volvió a responder con calma, como si era fuera la razón de todo. ─ Cuando me desperté, estaba lloviendo, te llamé y no estabas.
Arquee mis cejas, sorprendida ¿Cómo me había encontrado? No lo sabía, Mikey tenía el poder de saber dónde estaba siempre.
─ ¿Cómo llegaste aquí?
Manjiro solo se encogió de hombros, desinteresado.
Solté un suspiro profundo y me levanté de los escalones para quedar detenido frente a él, haciendo retroceder ocasionando que la lluvia volviera a empaparme.
Observé que venía solo en shorts y una camisa de dormir delgada junto con sus preciadas chanclas, tal vez el disgusto se reflejo de forma muy evidente en mi rostro pues él soltó un bufido e hizo un puchero.
─ Te busque y no estabas, no tenia tiempo para otra cosa ─ El tono mimado en su voz daba a entender que no había cabida a reproches.
La irritación aumentó por mi cuerpo haciendo que me tensara, pero la situación me había golpeado fuerte al corazón, logrando que la ternura atenuará mi creciente enojo.
─ Eres tan descuidado ─ Me queje.
Me saqué mi chaqueta que al ser de cuero estaba seca por dentro y la colocó encima de sus hombros.
─ Vamos.
La orden en mi voz fue suficiente para cerrar su boca que se había abierto tal vez para refunfuñar que no la necesitaba, tomé el paraguas de su mano y nos cubrí a los dos con el, inmediatamente su pequeña figura se enrosco a mi alrededor como una sanguijuela.
Algo a lo que ya me había acostumbrado desde hacía mucho tiempo atrás, cuando Shinichiro y yo nos conocimos no muchos meses después me presento a su familia y desde entonces Manjiro había estado pegado a mi cadera como un hijo con su madre cosa de la cual Shini se aprovechaba y lo utilizaba para poder burlarse de su hermano menor con mucha frecuencia.
Mas de una vez, terminaba en Manjiro sacando una colación que hacia sido rechazado por muchas mujeres y por eso no tenía derecho a decir nada, ocasionando que Shin quedara en una esquina, depresivo porque su mala suerte en el amor era tan conocida que hasta su hermano menor había perdido el respeto hacia él.
Una sonrisa inconsciente tiro de la comisura de mis labios, las peleas infantiles de los hermanos Sano siempre habían logrado alegrar mis días y nunca había día que no riera en esa casa.
La amargura apago mi felicidad como agua apagando fuego, nunca más tendría la dicha de presenciar eso nuevamente,
─ Hana, ¿En qué piensas? ─ La vocecita exigente de Manjiro me hizo espabilar.
─ Cosas ─ Dije, sin querer sacar el tema de Shin a colación.
─ Dime ─ Ordenó.
Solté un suspiro, a veces me sorprendía lo mucho que había mimado a Mikey porque jamas de los jamases escucharan que Ophelia Hanagaki le negaría algo a Manjiro Sano y menos algo tan casual como responderle una pregunta, asi sea demasiado personal.
─ Estoy pensando en que debo de dejar de cumplir todos tus caprichos ─ Hable burlona.
Un quejido profundo lleno de indignación de parte del chiquillo a mi lado, me aviso que esa respuesta no lo había dejado satisfecho ni un poco y al contrario lo había irritado profundamente.
Su agarre alrededor de mi se afianzo y me detuvo bruscamente haciendo que casi perdiera el equilibrio y en el proceso la posibilidad de tirarnos a los dos.
─ ¡Manjiro pudimos caernos! ─ Lo regañé.
Ante su silencio, bajé la mirada y me encontré con sus ojos negros, fríos y serios que enviaron un escalofrío por toda mi espalda hasta mi nuca donde mis bellos se erizaron como si tuvieran estática.
─ No digas eso ─ Demandó.
─ ¿Decir qué? ─ Pregunté confundida.
─ Eso, lo dices como si en cualquier momento te iras y me dejaras.
Tragué saliva e hice una mueca que claramente no paso desapercibida para el niño aferrado a mí, que apretó su agarre hasta volverlo casi doloroso.
─ Oye, no quise decir eso vale, no me refiera a algo así. Solo que te tengo muy mimado y siempre esperas que haga lo que tú quieras ─ Expliqué intentando arreglar lo que sin saber había provocado.
Un puchero muy evidente fue mi única respuesta, y el ceño fruncido solo le dio la guinda al pastel.
─ Siempre lo has hecho ¿Por qué es un problema ahora? ─ Farfullo disgustado.
Cerré los ojos un momento, buscando la paz para poder tratar esta situación con calma y no explotar de forma innecesaria con Manjiro que no sabía nada de mis problemas y era solo un niño que exigía de mi lo que siempre había tenido.
─ Porque hay veces que no quiero hablar de lo que me pasa y tu debes de respetar eso.
─ ¿Por qué? Puedo ayudarte.
─ Eres un niño Manjiro, hay cosas de las que todavía no eres consciente y preferiría que siguiera así, además no te quiero agobiar con cosas de las que no deberías de preocuparte.
─ No soy un niño ─ Si su voz no dejaba ver su frustración, su agarre en mi sí.
─ Un niño hace berrinche si no se le da lo que quiere ─ Alcé una ceja, haciéndole ver que efectivamente era un niño.
Abrió la boca para refutar, pero después la cerró de golpe al no encontrar una forma para defenderse, presionó su mandíbula y me soltó, comenzando a caminar saliendo de la protección debajo del paraguas, haciendo que su cabello comenzara a empaparse.
─ ¡Manjiro ven aquí! ¿A dónde crees que vas? ─ Me apresuré hacia él, preocupada de que se enfermera.
─ No.
Cuando intenté tomar su hombro para detenerlo, alejó mi mano de un manotazo especialmente fuerte, cosa que me hizo retroceder incrédula.
Nunca, jamás en la vida Manjiro había utilizado su fuerza contra mí.
Pero rápidamente la incredulidad se había vuelto irritada.
─ Manjiro me estás sacando de mis cabales, no puedes de verdad hacer esto solo porque no te dije en lo que pensaba.
Como un desafío, el menor entrecerró los ojos y alzo la mandíbula de forma petulante sin decir nada.
─ Esto es increíble ─ Susurré para mí misma, pasando la palma de mi mano que no tenía ocupada con el paraguas por mi rostro. ─ Manjiro, sabes que no es verdad, solo... Lo dije porque no quería responder tu pregunta.
─ Dime ─ Exigió nuevamente, cruzándose de brazos.
─ Solo, estaba pensando en lo mucho que han cambiado las cosas ─ Admití resignada.
Los brazos de Mikey envolviendo mi cintura y su cabeza acurrucada contra mi pecho fueron como un bálsamo para mis heridas, haciendo que mis hombros que no sabia estaban tan tensos como rocas, se relajaron para poder abrazarlo contra mí.
─ Yo también extraño a Shin-nii.
Los ojos se me aguaron obstruyendo mi visión, y con un suspiro tembloroso bajé mi cabeza ocultando mi rostro entre sus cabellos, que olían a vainilla.
─ Está bien Ophelia, estoy aquí y te cuidare.
Solté una risita baja por la ternura que me inundo al escuchar la confesión del más pequeño.
─ Esta bien, estoy a tu cuidado Manjiro.
Ambos nos aferramos al otro en medio de la solitaria banqueta, bajo una lluvia que parecía que nunca se acabaría, sin sentir frío debido a que el abrazo nos calentaba no solo nuestro calor corporal que era nulo debido al frío, sino también el corazón.
Y ese día, me dolió tanto porque lo dejaría solo, los dejaría solos, había decidido irme de Tokyo para poder terminar mis estudios de gastronomía en otro lugar huyendo no solo del dolor que la perdida de Shinichiro había dejado grabado a fuego en mi alma, sino también del matrimonio que mis padres habían acordado sin mi permiso.
Semanas después aborde un avión con destino a Estados Unidos, donde seguiría estudiando la universidad.
12 de diciembre de 2007.
🇯🇵 Kioto, Japón.
↬Desconocido.
▩ 21:28.
Deje muchas cosas, pero jamas me imagine que en el proceso el corazón destrozado de un niño roto por los golpes que le había dado la vida me haría vivir un infierno en la tierra, ¿Me arrepentía?
Diablos claro que sí, si fuera por mi jamas hubiera pisado Japón nuevamente y me habría quedado en mi pequeño departamento donde abajo tenia mi local muy bien conocido de postres, una buena vida tranquila y lejos de todo el caos que estaba creciendo a manos de un niño que había amado como si fuera mi propio hijo o hermano menor.
A veces me llega a preguntar si todo esto me lo merecía, si esto era una forma de pagar por haberlo abandonado, no lo sabia... Y tal vez jamas lo haría.
Al final heme aquí, critica la mirada que el espejo me ofrecía, ojerosa y baja de peso, pálida como si fuera un muerto, llena de moretones y mordiscos que se propagaban por todo mi cuerpo como si fuera un parásito.
No tenia palabras para describirme, tal vez el ejemplo más cercano es que se me habia consumido la vida, ¿En que me había equivocado?
No lo sabía, solo quería ayudar al niño que tanto había amado cuando era un poco más joven y es que ¿Qué tanto dos años podían cambiar a una persona? Demasiado, solo unos pocos años habían cambiado tanto al dulce niño que se pegaba a mi cadera como un cervatillo a su madre.
La puerta de mi cuarto abriéndose me hizo desviar la mirada de mi reflejo para enfocarme en la silueta del hombre que entró.
─ Ophelia.
─ Manjiro.