Chapter 1: Capitulo 1: Coincidencias no tan coincidentes
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Un italiano despertó lentamente, postrado en una cama ya conocida por él, observando una habitación en la que se sentía extrañamente cómodo y protegido. Se acomodó perezosamente, acurrucándose para seguir descansando. Había dormido bien y quería seguir haciéndolo, pero ese pensamiento se desvaneció al escuchar una voz conocida hablándole.
— Feliciano-kun, ha despertado.
Incorporándose lentamente, el castaño observó a su amigo japonés, quien le devolvió la mirada con cierta preocupación.
— ¿Se encuentra bien? Ludwig-san me contó que se desmayó repentinamente y también me dejó cuidando de usted.
— Oh, muchas gracias por cuidarme, Kiku. Y sí, estoy bien, solo que... me... me duele el vientre un poco. No sé por qué, pero me duele.
— ¿No habrás comido algo malogrado? —Una figura imponente apareció en la habitación, alegrando al castaño sobremanera. Aunque, al recordar el motivo por el cual huía de su amigo alemán, detuvo el impulso de querer abrazarlo.
— Ve~, no lo sé. Creo que no. No me duele el estómago.
— Qué raro. Quizá debamos llevarlo al médico, Ludwig-san.
— Tienes razón. ¿Hay alguna molestia más que sientas, Feliciano?
— No, aparte del dolor que siento en la cara por la caída, no.
— Sentí algo similar a lo que usted describe hace un rato, Feliciano-kun, pero no me dolía tanto como para desmayarme. Pienso que tal vez nuestros dolores pueden estar relacionados con una causa mayor.
— Opino lo mismo... Uhm, me pregunto qué—
De la nada, un celular comenzó a sonar en la habitación. Se encontraba en la mesita de noche del italiano, y este lo tomó algo curioso. Ah, era su hermano. Espera, ¿por qué su hermano estaría llamándolo? Normalmente hablaban en las noches, pero, ¿ahora? Era raro.
— ¿Hola?
— ¡Feliciano! —Se oyó una voz en la otra línea, la cual no era de su hermano, sino la de un conocido agradable.
— Antonio, ¿qué pasa? —Sonó alegre, pero a la vez muy extrañado. Su hermano no dejaba que el español tocara sus cosas, y al oír que este tenía su celular, le preocupó un poco.
— ¡Tu hermano estaba bien hace un momento! ¡De la nada me maldijo y se desmayó! ¿¡Acaso pasó algo que deba saber!?
El celular cayó a la cama, colgando la llamada sin querer. El castaño quedó en blanco al escuchar esas palabras. Ya eran tres que experimentaban lo mismo, y no era coincidencia. Estaban en diferentes lugares en el momento de los hechos, por lo cual era imposible una causa natural de aquel dolor.
— ¿Estás bien, Feli? —Preguntó el alemán, con cierta preocupación en su tono de voz al ver el rostro del castaño.
— Yo... ¿Qué está pasando? —Volvió a escuchar que lo llamaban nuevamente, pero esta vez era Francis. Claro, él era novio de Arthur. En anteriores ocasiones, el anteriormente mencionado había hecho cosas raras dignas de ser llamadas brujería. Quizá Francis podría explicar qué pasó, ya que vivía junto al anglosajón, y buscar entre todos una solución a lo que sea que les pasaba.
— ¡Francisco!
— Mon Dieu, mon Dieu. ¡Feliciano!
— ¡Te escucho! ¿Qué sucede?
— Es Arturo. No sé qué hizo esta vez. ¡Lo encontré desmayado en el piso! Je n'ai rien à voir avec ce qui s'est passé, je le jure. Feliciano, si sientes algo raro en ti o te pasó algo, no dudes en venir acá. Encontré el libro de magia de ese tonto inglés abierto en una página muy sospechosa. No entiendo que quiere hacer, pero lo que sea que haya echo siento será la causa de algo más grande de lo que conocemos ahora.
Acto seguido, el rubio francés colgó, dejando la habitación en total silencio. Uno intenso, uno que incomodaba a quienes estaban allí.
— Qué... ¿Qué deberíamos hacer ahora?
— Primero, vayamos a ver cómo está tu hermano.
.
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— Definitivamente ese bastardo inglés tuvo la culpa. Cuando lo vea, yo...
— Antonio-san, calme a su perro, por favor.
— Veee~, hermano, estámos por averiguar si él tuvo algo que ver. ¡No saques conclusiones precipitadas! Si cometes un homicidio así por así, te irás a prisión... ¡y no comerás pasta!
— Creo que dejemos que ellos solos hablen —dijo el español en voz bajita, sacando disimuladamente a sus amigos de la habitación.
— ¿Será buena idea? No quisiera ver a Feliciano lastimado —respondió en voz baja el alemán, con cierta preocupación de dejar a su amigo con, según él, su "gemelo malvado".
— Sí será. Lovi podrá ser agresivo con los demás, pero aprecia mucho a Feli. No creo que le haga daño, es su hermano menor —dicho esto, finalizó de sacar al japonés y al alemán del dormitorio, llevándolos a la sala principal a esperar el fin de la charla.
— Tsk, está bien, me calmo —Habló el castaño mayor al oji-miel —Aunque no podré ir a enfrentar cara a cara a ese cejón. Aún me duele el vientre por lo que sea que haya invocado, manifestado, qué sé yo... ¡ese me las pagará bien pagadas! —En cierta parte era cierto lo que decía el italiano gruñón; aún sentía dolor. Pero también no quería ir porque tenía miedo del inglés, aunque se las diera de querer enfrentarlo a golpes.
—Cuando regresemos de averiguar qué pasa, vendré a verte, hermano. Solo espera y no hagas un desastre en tu casa. Ni le pegues a Antonio, él no tiene la culpa.
—Es una promesa que no sé si podré cumplir, pero lo intentaré. Nos vemos, "Ciano".
—Ciao, fratello.
El italiano menor salió de la habitación y se dirigió a la sala principal, donde se encontraban los demás.
—Ve~, está muy enojado con Arthur. ¿Qué hacemos ahora?
—Tendremos que ir a preguntar qué está pasando. Algo me dice que si nos tardamos más en averiguar la situación, algo...
—¡¿Algo malo?!
—No, algo si o si cambiará nuestras vidas de golpe. Y es mejor prepararnos para ello preguntando que pasa.
— Tienes razón, Ludwig. Yo me quedaré cuidando a Lovino. Me informan apenas "Don Cejas" confiese su crimen —se rió entre dientes el moreno.
— Está bien, lo haremos, gracias por recibirnos, Antonio. Vamos, Kiku, Feli.
Al salir de la casa, Feliciano estaba algo pensativo y preocupado por la situación, al igual que Ludwig y Kiku. Pero era Kiku quien formulaba hipótesis en su cabeza y, de repente, vino una idea, la cual, para su formulación, requería para él el 100 % de su cerebro.
— Disculpen, Ludwig-san, Feliciano-kun, debo irme a casa. Tengo cierta noción de lo que puede estar pasando y necesito concentrarme totalmente para comprobar si mi teoría está en lo correcto.
— Ehm, está bien, Kiku. Si encuentras algo, nos llamas.
— ¡Adiós!, ¡nos vemos después! —despidió alegremente el castaño, para después seguir su camino junto a Ludwig hacia la casa del inglés catastrófico.
— ¿Tienes alguna idea de la situación, Lud?
— No, aún no. Pero... no lo sé. Siento algo raro.
— Vee~, ¿te duele el vientre como a mí?
— No, no es eso. Es un sentimiento extraño. Presiento que, como escuché que dijo Francis, posiblemente estemos frente a una realidad totalmente desconocida... y tengo miedo de lo que nos pueda pasar.
El ojimiel se acercó a su amigo lentamente, colocando suavemente su mano en su hombro.
— Si pasa algo malo, estaremos juntos, ¿sí? Siempre lo estuvimos. Y, pese a cualquier cosa rara que suceda, estaré aquí para apoyarte, y tú también lo harás conmigo.
— Gracias, Feli. Tus palabras... me hacen sentir... mejor —bajó la cabeza algo avergonzado, tratando de ocultar sus mejillas ruborizadas. No sabía por qué de la nada se sentía así, pero no le parecía algo malo.
Ambos seguían caminando en silencio, sin que este llegara a ser incómodo, disfrutando cada uno de la presencia del otro.
— Ya me cansé de caminar —soltó de repente el italiano, rompiendo el silencio ameno que se formó entre los dos—. ¿Vamos en auto?
— No, creo que estamos cerca. Si te sientes tan agotado, entonces sube a mi espalda.
— ¡¡SÍÍÍ, TAXI PERSONAL!! —exclamó alegremente el castaño, subiéndose rápidamente a la espalda del rubio, sacándole una leve sonrisa a este.
Kontinuara papuszzz nos vimos equise quiseseeeee
Chapter 2: Por ciego
Summary:
mequieroarrancarlosojos
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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— ¿Y bien?
— ¡Ya les dije que no fui yo! Yo manifesté otra cosa. ¡No tengo nada que ver con lo que dicen!
— ¿Qué hechizo querías en primer lugar?
— Algo que no te importa, rana.
— Arthur, esto es un asunto serio. Saliste lastimado por lo que sea que hayas hecho, y los demás también. Algunos tienen dolores en el vientre, y ninguno de ellos se encontraba en el mismo lugar al momento de los hechos. Necesitamos que nos digas qué hiciste exactamente.
— Yo... ¡De verdad no sé a qué se refieren! Solo... déjenme descansar un momento, ¿sí? Me duele la cabeza y por ahora no puedo pensar bien ni recordar nada...
— Bien, pero en cuanto tengas información, nos avisas de inmediato. Queremos saber si lo invocado es grave o no.
— Está bien, está bien, lo haré. Pero ahora váyanse, necesito descansar...
Todos los que se encontraban en aquella habitación se retiraron, menos Arthur y Francis. Se quedaron viéndose, sin saber qué decir o hacer. La situación era rara y, si no se hacía nada pronto, la intriga se convertiría en temor, el temor en desconfianza, y la desconfianza en... ¿Guerra, quizá? No lo sabía. A estas alturas, podría pasar cualquier cosa.
— Ahora que todos se fueron, me contarás la verdad, ¿no?
— Mira, siéndote sincero, Francis, ni yo sé qué pasa. Me gustaría explicar lo que ocurrió si tan solo recordara un poco lo que sucedió. Lo que me dijeron que sentían no es el resultado que deseé.
— ¿Qué querías entonces?
— No quiero decírtelo.
— Vamos, si no hablas ahora, harás más difícil la situación.
— Lo sé, pero...
— Tienes que hacerlo.
— ...
— Arthur.
— ¡Quería espiarte!, ¿¡está bien!? ¡Has actuado muy sospechoso estos días y pienso que me estás engañando! —Sorbió por la nariz y bajó la cabeza, intentando no llorar—. Sé que no me harías eso... Y no tengo pruebas, yo... lo siento, lo siento mucho por desconfiar...
— Oh mon amour. A veces siento que te falla la cabeza, y mucho, pero no estoy enojado, si piensas eso. ¿Qué hiciste con mon petit lapin? Él nunca se disculparía si cometiera un error —soltó una suave risa, mientras que el inglés lo miraba un poco molesto.
— ¡No te burles! Yo te brindo mis más sinceras disculpas y tú te ríes. ¡Eres un tonto, no me disculparé nunca más!
— Hon hon hon, de verdad te quiero mucho. Y si me viste actuando sospechoso es porque me estaba reuniendo con Alfred y Matthew para planear una sorpresa. Siempre estás estresado y gruñón y... Espera, ¿cuál fue en realidad el hechizo que querías invocar?
— Uhm... Omnipresencia, para estar en todos lados sin que nadie se dé cuenta y espiarte.
Rápidamente, el francés agarró el libro, buscó entre las páginas dicho hechizo. No, Arthur no puede ser tan torpe y ciego, pensaba.
Buscó y buscó la "O" en el índice, fue a la página y, allí lo vio.
— Oh, non... Arthur...
— ¿Qué pasó? ¿Qué encontraste?
— Mira esto... —señaló temblorosamente una parte del libro.
El inglés se acercó a leer aquella parte y, mientras le echaba un vistazo, su expresión cambiaba de curiosa a asustada e impactada.
— Oh, shit... What did I just do?
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— Veee~, Lud, ¡ya te dije que no me duele nada! Si estás enojado por lo del carro, lo siento mucho. ¡Saldré a limpiarlo!
— No... no es eso.
— ¡Quiero salir! Ya me siento mejor, no tienes que seguir cuidándome. Regresaré a casa y—
— Tú, te quedas aquí.
El más bajo sintió su cuerpo estremecerse frente a la voz imponente del rubio. De repente, sentía la necesidad de obedecer sus órdenes sin rechistar. Lentamente regresó a la cama donde estaba descansando antes y se acostó, aún en shock, tratando de procesar por qué de repente estaba así.
— B-bueno, me quedaré... Pero no te vayas ni me dejes solo mucho tiempo. Me aburro, me siento triste y...
Quiso decir "te extraño", pero aquel momento no era el indicado. Si lo decía ahora, posiblemente el rubio asociaría esa frase con el miedo que le había hecho sentir anteriormente.
Ludwig suspiró, algo arrepentido por ese repentino arrebato. Se acercó a él y acarició su cabeza suavemente.
— No me iré. Por ahora no. Hasta que Arthur confiese qué pasó, me quedaré cuidándote el tiempo que sea necesario, ¿sí?
— Grazie. No me gusta estar solo. Me alegra que te quedes a hacerme compañía, ve~.
— Y a mí me gusta acompañarte, Feli —soltó de repente sin pensarlo tanto.
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— Dude! I told you I'm sorry! Cut it out! You're scaring me!
— Kol kol kol...
¿Ahora qué acontece? Bueno, retrocediendo 15 minutos, el estadounidense comenzó a sentirse extraño. Su vientre dolía, y mucho, como les pasó a los demás. Pero él creyó estar completamente seguro de saber quién fue el responsable de su agonía. Así que, enfurecido, fue directamente a la casa de su mayor enemigo, Iván.
Toc, toc.
Nada.
Toc, toc, toc.
Sin respuesta.
TOC TOC TOC TOC TOC.
Aún nada.
Patada.
¿Patada?
Sí, patada.
— ¿Sí? ¿Quién es?
— ¡Maldito comunista! ¡Sabía que eras tú quien estaba detrás de todo esto! Apenas tenga pruebas, desvelaré tu falta de consideración al mundo y te funaré masivamente en Twitter.
— Alfred. Quítate de encima mío.
— ¡Hey! Te estoy hablando de un asunto muy serio. ¿Al menos escuchaste un fragmento de lo que te dije?
— Нет. Ni me interesa hacerlo. No me interesa pelear ahora, no estoy de humor.
— Eres un gran... —Antes de poder terminar su frase, el más alto lanzó un puñetazo que Alfred no dudó en corresponder, iniciando así una pelea a golpes. ¿Quién ganará?
Obviamente Iván. A pesar de que ambos estaban igualados en fuerza física, al estar debilitado, el de lentes no podía pelear como él quisiera.
Llegando así a esta situación.
— Please, Ivan. Ya te dije que lo siento, solo déjame ir.
Iván suspiró, liberó a su amienemigo de su agarre y lo observó detenidamente.
— Te advertí que no estaba de humor. Déjame solo, me está doliendo la maldita cabeza, y sospecho que es culpa de tu querido amigo, padre, instructor o lo que sea... inglés.
— ¡No intentes culpar a otros! Sé que tuviste algo que ver en esto, ¡solo por querer joderme la vida!
— Genio, ¿crees que si yo hubiera hecho un hechizo el efecto secundario me afectaría? Vaya que tus dos neuronas aún están esforzándose en sacar conclusiones inteligentes con alguien sin dos dedos de frente.
— ¡Rude! ¡El que tiene el cerebro de adorno eres tú!
Y volvieron a pelear.
— Tú —jadeó el ruso—, ¿no crees que el causante de esto es Arthur? Ya sabes... tiene antecedentes, y no sería raro que él estuviese detrás de todo esto...
— I-I don't know, dude. De hecho, no sé nada de él desde Navidad. No lo he visto hace cinco meses.
— Vaya... y decía que eras como su hermanito, su hermanito querido —se burló el ruso, revoloteando las pestañas, haciendo ojos soñadores mientras decía esas palabras—. Siempre creí que eras uno de esos que dejan a sus abuelitas en los asilos, y veo que tengo razón —cambió repentinamente su expresión a una asqueada y molesta.
— En mi defensa, le estábamos organizando un viaje, a la playa, you know?. Además, no pasó tanto tiempo para que me digas eso. Solo fueron cinco meses.
— En cinco meses yo ya hubiera rehecho mi vida desde cero. Vaya hermano que eres, Alfred.
— No tienes derecho a juzgarme. Si fueras yo, también te hubieras cansado de él.
— En cierta medida es cierto. De todas maneras...
Ambos celulares vibraron, alertando una notificación.
"Mañana reunión en mi casa. Encontré la explicación."
Se miraron entre los dos, sabiendo lo que preguntaría el otro.
— ¿Vamos juntos? —propuso el de lentes.
— Está bien —respondió el ruso.
Notes:
Fin del capítulo 3 ya me dió flojera seguir después sigo pero espero les guste ay tengo hambre no comí aayayayya anemia aay
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Toda la sala se encontraba en silencio, esperando la explicación del inglés. Él mismo, debido al nerviosismo, se quedó estático. ¿Cómo les explicaría a sus amigos que ahora el mundo tendría temática omegaverse? Aquello sonaba como una fantasía adolescente, de una chica rara y hormonal. Pero, fuera cual fuera la reacción de los demás, y lo turbia que fuese la situación, tenía que decirlo sí o sí. Si no, cuando se manifestaran los efectos de esa cosa, todos estarían enojados con él por no explicar lo que pasaba a su debido tiempo.
Tomó una larga bocanada de aire, nervioso. Y finalmente, habló.
—Bien, muchos de ustedes experimentaron sensaciones raras, y... siéndoles sincero, al principio yo tampoco lograba encontrar una explicación, ya que mi intención era otra, y los efectos que ustedes describieron antes no... eran parte de lo que quería invocar, en realidad.
—Ve al grano, Arthur. ¿Qué hiciste? ¿Qué tenemos? ¿Qué falta, qué sobra? —habló el alemán, algo impaciente. Se preocupaba por sus amigos, en especial por el italiano, quien había estado algo raro esos días.
—Es algo que a ustedes les parecerá raro, por eso les pido guardar la calma cuando explique lo que pasará... lo que sucede. —Agarró su ropa, inquieto—. Verán, emm... ¿Conocen... este... el omegaverse?
La mayoría asintió, y otros, como Feliciano, quedaron desconcertados, tratando de entender de qué hablaban.
—¿Es ese el hechizo que por "accidente" realizaste? —dijo un rubio de lentes, algo frustrado por haber sentido dolores físicos y no ser el primero en enterarse del drama.
—Sí... —susurró el británico, esperando que por arte de magia la tierra lo tragase—. Para quienes no sepan qué es el omegaverse, les explicaré. El... omegaverse —cuánta vergüenza se notaba que tenía al hablar del tema— es un sistema de clases sociales o "segundo género", divididos entre alfas, betas y omegas. Por eso no solo existiría la diferenciación biológica entre el sexo femenino y masculino.
—¿Cómo es la clasificación social que mencionaste? —levantó una ceja Alfred, interesado en saber más del tema.
—E-esta se divide en tres jerarquías principales: los alfas, los betas y los omegas. Cada uno tiene características únicas, así como una posición social. Los alfas estarían en la cúspide de la sociedad y representarían el 20 % de la población. Después, se encuentran los betas. Serían los más cercanos a una "persona normal". No tienen ninguna característica especial, se podría decir. Y, finalmente, están los omegas. Estos llegarían a ser apenas un 10 % de la población.
—Mon cher Arthur, ¿tu hechizo cambiaría cómo somos y cómo nos comportamos cada uno?
—Bueno, posiblemente... Las personalidades de cada tipo están marcadas por su posición social. Debido a su estatus superior, los alfas tienden a ser altaneros y soberbios. Posiblemente, cualquiera que esté en esta habitación y sea alfa llegue a ser orgulloso o clasista.
—Ve~, como tú, Lud.
—¿Qué?
—Eres clasista, así que no habría mucha diferencia si resultas ser alfa. ¿Te acuerdas de la otra vez que Tordi vino y...?
Fue interrumpido por una mano que tapó su boca, evitándole soltar más detalles vergonzosos.
—Feliciano, mejor deja que Arthur continúe... —miró al inglés, quien le devolvió la mirada con una ceja levantada, para después seguir con la explicación.
—Gracias, Ludwig. Los omegas serían todo lo contrario a los alfas. No sé si sea absoluto, pero quienes resulten ser omegas serán amables, tranquilos, solidarios y, más que todo, sumisos.
—¿Y qué pasaría si llegamos a ser betas?
—Los betas no suelen tener un carácter tan marcado como los otros dos que ya mencioné, así que si llegan a ser betas, sus personalidades no sufrirían grandes cambios.
—¿Tienes más detalles que compartirnos, mon amour?
—Sí, la unión entre alfas y omegas. Los omegas están diseñados para depender de los alfas en cualquier aspecto de sus vidas. De hecho, existe la llamada "voz alfa", por la cual estos dictan una orden que los omegas, al escucharla, son incapaces de incumplir.
—What the fuck? Eso haría a los omegas some dependent bitches, ¡HAHAHA!
El estadounidense se burló. Le pareció tan divertido que le fue imposible no carcajearse, aunque los demás que estaban en la habitación se notaban incómodos. Feliciano, por alguna extraña razón, se entristeció al escuchar eso. Ludwig miraba al rubio de gafas con el ceño fruncido. Arthur levantó nuevamente una ceja, consternado por la actitud del americano. Francis desvió la mirada, con una expresión de disgusto. Y finalmente, Iván parecía tener ganas de hacerle callar a golpes.
—Owww, come on, guys, estaba bromeando. No se tienen que enojar tanto.
—¿Me dejas continuar?
—Go ahead, sorry. —Suspiró, dándose cuenta de las palabras tan horribles que soltó sin pensar.
—También existe "el celo". Su función principal es la reproducción, aunque esta no será su única utilidad. Si durante el celo un alfa muerde en la nuca a un omega, se crea un lazo entre ambos. Este es irrompible y unirá en un vínculo a los dos miembros de la pareja hasta la muerte del otro. Para los alfas no supondrá ningún cambio. Sin embargo, para los omegas sí, y será un cambio enorme.
Lo que pasa después del lazo es el fin del período de feromonas en el celo. Seguirían presentes, pero solo afectarían al alfa enlazado. Los celos serían mucho menos intensos, y en caso de que alguno llegase a ser irregular, se normalizarían. Pero no solo pasaría eso, también podrían ser capaces de sentir a su pareja y, aunque no ocurre en todos los casos, si uno muere, el otro también.
—¡Si llego a ser un omega y tú un alfa, me gustaría estar enlazado contigo, Lud! —soltó de la nada el muchacho del rulo, abalanzándose sobre el hombre que tenía a su lado, abrazándolo.
—Aquí no... Shhh, ya, ya. A mí también me gustaría... —dijo, para calmar al italiano, aunque estaba completamente sonrojado y apenado.
—Me olvidaba decirles que, debido a la fisiología de un omega, este puede ser capaz de concebir.
—Me retracto, ya no quiero ser omega.
—¿Eso quiere decir que...?
—¿Cualquiera de nosotros que sea omega puede salir...?
—Sí... Lo siento, hice un hechizo por razones egoístas y personales. No pensé en lo que pasaría... en las consecuencias... Debí haber prestado más atención a lo que hacía...
—Tranquilo, Arthur, estábamos alterados por no saber qué estaba pasando, y ahora que nos lo explicaste estamos más tranquilos. Pero aún así, ¿habría una manera de revertir el hechizo?
—Según el libro de magia, hay una posible reversión. Solo que me tomará tiempo investigar acerca de ello. El libro es algo viejo, y ciertas páginas, con el pasar de los años, se fueron desprendiendo. Si comienzo a buscar ahora todo lo que se cayó, en una semana o dos podré revertir el hechizo.
—Entonces, te dejamos para que busques con más tranquilidad. Muchas gracias por contarnos esto, Arthur.
—No hay de qué. Y, nuevamente, discúlpenme...
—No hay de qué preocuparse~, si es algo que se puede revertir ¡entonces lo reviertes y asunto arreglado! —El castaño tomó el brazo de su amigo y se aferró a él.
—Cualquier cambio que ocurra, deben consultarlo conmigo. Resolveré cualquier duda adicional que tengan. Es lo menos que puedo hacer para enmendar mi error.
—Está bien, cejas. Cualquier cambio te diremos. Goodbye!
Todos se retiraron, dejando al inglés pensando.
—Ahhhh. ¿En qué problema me fui a meter?
—Ya te dijeron que está bien, tontito. Es un problema solucionable.
—Yo... te voy a decir algo, Francis. No te enojes, por favor. La verdad es que... no hay solución posible, a menos que la reversión del hechizo esté en otro libro.
—¿Cómo que no hay reversión?
—A menos —resaltó el británico, levantando la voz— que esté en otro libro. Yo... espero que ellos se acostumbren... a los cambios... ¡Y que Alfred reciba su merecido! Dios, ¿cómo puede hablar así?
—Arthur Kirkland, ¿acaso quieres morir tan joven a causa de una furia colectiva? Si se enteran de esto, te matan. Y yo no quiero un novio muerto, así que ahora más te vale buscar la dichosa reversa. Ya los ilusionaste. ¡Vamos! Yo te ayudo a buscarla.
—Bien, bien. Vamos. —Dijo el inglés, rodando los ojos, aunque en lo más profundo de su ser, sentía que...
No quería que esto se terminase.
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—¿A qué crees que olería si fuera omega, Lud? ¿A vainilla, chocolate o fresas?
—No lo sé —respondió secamente. Estaba ocupado pensando en cosas más importantes que en responder, según él, preguntas tipo "Si fueras un cubierto, ¿qué cubierto serías?"—. Posiblemente a pasta, porque siempre comes eso.
—¡Suena grandioso~! Pero no creo que a las personas les guste alguien que huela a comida...
—Mhmm...
—Ve~, Ludwig, estás muy callado. ¿Hice algo que te molestó? —Bajó la cabeza, entristecido.
—No.
—¡Ah! ¡Con que esas tenemos! Bien, si no me quieres hablar, ¡qué bueno!, porque yo tampoco. Solo iré a casa contigo para recoger mis cosas e irme, porque parece que es eso lo que quieres conseguir ignorándome. ¡Hmm! —Hizo un puchero, inflando las mejillas y volteando la cabeza, indignado, antes de ver de reojo al alemán, quien lo asustó con su mirada, fija, vacía.
—De ningún modo. Te quedarás conmigo.
Volvió a sentir ese temor, y bajó otra vez la cabeza.
—Lo siento...
—No, no... discúlpame tú a mí. Me duele la cabeza, yo... no quise hablarte así...
—Está bien...
Ambos caminaron, incómodos. Uno, arrepentido y malhumorado a causa de un dolor de cabeza que no se explicaba por qué apareció de la nada; y el otro, triste por la actitud de alguien a quien consideraba mucho.
—¿Quisieras subirte a mi espalda? —ofreció tímidamente el rubio, temiendo una reacción negativa del castaño.
—Bueno... Pero no te perdono. Tendrás que hacerme una cena deliciosa antes. —Rió suavemente, tratando de aligerar el ambiente, y el otro también imitó la acción, algo aliviado por dejar la incomodidad. Pero aun así, se decía a sí mismo que debía recordarse siempre no hablarle mal a su amigo, no al amigo que más apreciaba.
—Está bien, lo haré —cerca de un desnivel en el piso, el alemán le ordenó al más bajo que se subiera a la parte más alta, y él lo hizo, pudiendo así llevarlo en su espalda.
—Creo que debería cambiar de taxista, este es grosero conmigo a veces —parloteó dramáticamente el italiano, haciendo gestos exagerados, sacando una sonrisa del oji-celeste.
—Y yo debería cambiar de cliente, este es exasperante a veces.
Esta vez, caminaron amenamente hacia el hogar del hombre más alto, sin pelear, hablándose tranquilamente, ambos con un sentimiento que desde hace tiempo sentían, pero que no sabrían explicar... hasta mucho, mucho después.
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Situación completamente diferente a la de dos babosos
—Dude, why didn't you say anything at the meeting?
—...
—Hey, listen to me, I'm talking to you!
El ruso lo levantó agarrándolo de la camisa.
—Sabía que esto era obra tuya y de tu amiguito inglés. Dile que se apure con la solución esa o, si no, enfrentará consecuencias que no serán nada bonitas. —Después de amenazarlo, sonrió dulcemente, soltándolo tan rápido que lo hizo caerse.
—Ugh, estás enfermo... ¿Cuál es tu problema?
—¿Mi problema? Eres tú, maldito gordo ceboso. Eres tan irritante que me dan ganas de romperte la cara.
El rubio soltó un jadeo indignado, se sentía sumamente ofendido. ¿Cómo se atrevía a hablarle así? Ni que fueran iguales.
—Fuck you, Ivan.
—Иди на хуй, Alfred!
Y se separaron, siguiendo rumbos distintos. Quién diría que esas mismas palabras serían repetidas en un futuro...
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Notes:
HOLA AMIGOS YA ACTUALICÉ DEJEN DE DECIRME QUE ACTUALICE YA NO AGUANTO LOS VOY A MEAR SI SIGUEN ASÍ AAAAA
Chapter Text
3 días antes
Platos rompiéndose.
Algo típico, ¿verdad?
No, mucho menos en casa del músico austriaco.
Romper platos por culpa de una pelea era para él un derroche inaceptable de dinero.
Pero esta vez no pensaba en dinero. No. Esta vez pensaba en darle su merecido a aquel presumido de cabello blanco.
—¡TE DIJE QUE NO TOCARAS MIS COSAS! ¿¡QUÉ LE PUSISTE A LA COMIDA?! ¡MI ESTÓMAGO ES SENSIBLE!
—¡No es mi culpa que tengas panza de aristócrata! ¡No le agregué nada malo a la comida!
—¡No te creo! Mentiroso... Ugh... Al menos... llévame a mi habitación... Necesito descansar...
—Está bien, señorito. Estoy a sus órdenes —bromeó el prusiano, burlándose un poco del peli-negro, para luego cargarlo y llevarlo a sus hermosos aposentos.
—En un rato vengo con algo para tu estómago, espérame, ¿sí?
"Uhm, de seguro ya se siente culpable por lo que me hizo", pensó el austriaco, resintiéndose con el albino. "Al menos busca cómo expiar su culpa. Es un avance", concluyó.
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Actualidad
—Y... Esa es toda la situación, Bruder.
—... Eso lo explica todo...
—¿Qué pasó?
—A Rode de repente comenzó a molestarle el vientre... Me culpó de haber alterado su comida, y todos estos días me ha estado tratando como su sirviente porque ahora está "enfermo". A propósito, pensé que vendrías con Feli, ¿dónde está?
—Él... Ha despertado raro esta mañana... Parece que tiene fiebre. Estuve cuidándolo toda la mañana, y aproveché cuando se quedó dormido para venir a informarte de la situación.
—Qué pena, ojalá se recupere pronto. Dile que le mando saludos.
—¿Hay algo más que le pase a Roderich?
—Bien... Creo que ya no le duele nada, y solo me ha estado mintiendo para esclavizarme. Tú sabes cómo es. Lo sé porque cuando llegué ayer, después de salir con mis amigos, lo vi en la cocina atiborrándose de comida.
—De todas maneras, vigílalo. Arthur dijo que en cualquier momento se podrían manifestar los síntomas de su hechizo, y el dolor de estómago es el primer síntoma.
—No te preocupes, hermanito. Tu asombroso hermano tomará la situación con calma. Ahora ve rápido a casa y cuida de Feli.
—De acuerdo, nos vemos.
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—Espera, creo que me olvidé de mencionar algo en la reunión... —soltó de repente un inglés, reaccionando de la nada.
—Ma chérie, mon Dieu, tu m'as fait peur. ¿Qué pasa?
—Ah... ya lo olvidé. Creo que no era algo importante —el oji-esmeralda restó importancia a su impulso y siguió cosiendo en paz.
—Uh, como tú digas...
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—Kiku, amigo mío, japonés confiable, ¡tengo algo very weird que contarte! —El japonés se sobresaltó por la presencia repentina del estadounidense, quien parecía emocionado de contar un chisme como señora en un mercado.
—Alfred-san, cálmese un poco, respire y hable con calma. Ciertas veces habla muy rápido y no logro comprenderlo.
—Awwww, ¿no me entiendes? Eres muy cruel, Keeks... Ya, qué importa, lo que pasó es que Arthur hizo una reunión, donde estábamos yo, Francis, Iván, Ludwig y Feliciano. No vinieron más porque, según dijeron, se sentían mal o estaban ocupados, pero que por favor resumiéramos lo hablado y bla bla bla bla. La cuestión es que Arthur dijo que hizo un hechizo de "Omegaverse" por error. Yo dije algo de bromita y todos me miraron feo, y así terminó la reunión. —Sin querer, había hablado tan rápido otra vez que parecía estar rapeando en vez de explicar como una persona normal.
—No entendí la mayoría de lo que dijiste, pero cuéntame más acerca de lo que dijo Arthur-san sobre el hechizo.
—Oh My God, por fin yo puedo explicar algo. Me siento muy, muy inteligente. Siéntate Keeks, porque te vas a caer. Resulta que...
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—¿Todo eso les dijo el bastardo inglés?
—Sí... Hermano... Por favor, no hables tan fuerte o cerca del teléfono... Me siento mareado, creo que me enfermé...
—Ugh, seguro que es culpa de ese... ¿El cejón no dijo nada de cómo saber a qué clase pertenecemos?
—D-dijo que conforme pasaran los días nos daríamos cuenta solos. ¿Tú s-sientes algo extraño?
—No, lo único extraño que pasó fue ese maldito pinchazo en el estómago. Nada más.
—Uhmmm, yo sí, pero no sé cómo explicarte... En algunos días iré a visitarte para conversar más... Disculpa... Ahora solo quiero descansar y dormir todo el día. Siento mi cuerpo caliente...
—¡Espera!, recordé algo. Ahora que lo pienso, creo que Antonio se ha echado mucho perfume. Hasta acá llega su repulsivo olor, pero no creo que sea normal, ¿verdad? Aunque... Bueno, es un poco agradable, pero eso no lo detiene de ser un bastardo que huele extrañamente bien. A veces me dan ganas de meterle una patada a... eso.
—Ah... jaja... jajaja... Qué gracioso, Lovi —rió con cansancio el italiano menor, tratando de mantenerse lúcido para siquiera hablar un poco más con su hermano—. Creo que... me pasa lo mismo con Ludwig. No sé si deba decírtelo, porque te conozco demasiado bien... Pero... extraño tenerlo cerca. Su aroma... Uhmm... me hace sentir... extraño... Oh... Siento que está a punto de llegar a casa... N-no sé cómo lo sé... pero c-colgaré la llamada... Debo fingir estar dormido o, si no, me regañará por no descansar...
Se escuchó un bufido al otro lado de la línea.
—Es una patata con patas controladora. Está bien, Feli, cuelga, y asegúrate de recuperarte, porque si mueres, alguien más pagará por eso —espetó el castaño oscuro, molesto. No le parecía que su dulce y tierno hermanito se relacionara con la "gentuza", como él denominaba al rubio.
—Deja de amenazar a Lud... Es mi amigo... Y además... no te hizo nada para que te enojes con él... pero... está bien, descansaré. Ciao~.
Colgó, colocó el celular sobre la mesita de noche, y se acurrucó más en las sábanas donde, la noche anterior, él y el oji-celeste habían dormido juntos. Buscó una manera de sentir su presencia, tratando de percibir el olor que el más alto dejó en las sábanas. De pronto, escuchó cómo se abría la puerta principal. Esperó con anticipación a que se acercara a su habitación aquel hombre que comenzaba a volverle loco solo con su aroma.
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—Hola... gatito... —habló perezoso un griego. Agarró al felino con cuidado y comenzó a acariciar su suave pelaje. El gato comenzó a ronronear y a restregar su cara contra el cuerpo del muchacho.
Unos pasos se acercaron. El gato saltó de los brazos que antes lo mimaron. El griego sabía de quién eran esos pasos, y levantó la mirada, algo molesto.
—Sadik.
—¡Mi amigo! ¿Así es cómo saludas a la gente? Eso es de mala educación —habló sarcásticamente el turco, dándole unas palmaditas en la espalda al griego.
—¿Qué quieres...? Además de molestar... —A pesar de la molestia en su voz, seguía con ese ritmo perezoso tan característico de él.
—Qué malo. Solo quería saber si, ¿de casualidad fuiste a la reunión que convocó el "cejitas"?
—No... Me quedé dormido... Pero Kiku me pasó información. Él tampoco fue, pero Alfred le explicó lo que pasaba... ¿Por qué?...
—No lo sé, simple curiosidad, supongo.
—Si quieres, te leo el mensaje que me mandó... —El griego comenzó a sacar su celular con lentitud, pero rápidamente fue interrumpido por el moreno de máscara.
—No, para eso demoraremos como dos milenios. Préstame tu celular o, mejor, reenvíame el mensaje que te mandó Honda.
—Lo haría... Pero hay un problema...
—¿Cuál? —cuestionó el turco.
—No te tengo agregado.
—De verdad eres cruel.
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Notes:
ME OLVIDE DE DECIRLES QUE VOLVI CHIKOS HOLA YA VA A VER GOGOGO, PREPARENSE, PORQUE ME TOMO 2 MESES ESCRIBIR POR LA VERGÜENZA
Chapter 5: Consecuencias consecuentes, Pt. 2
Chapter Text
Entró a la casa con pasos lentos, sin querer hacer ruido. En caso de que su amigo estase dormido se sentiría mal si lo despertaba, puesto que desde la mañana estaba "enfermo".
Cerró con cuidado la puerta, nadie lo recibió, comprobando así que Feliciano estaba dormido, o al menos reposando. Al estar su presencia completamente dentro de la edificación un olor dulce impactó repentinamente en sus fosas nasales."Huele... A dulces... ¿Estará haciendo postres?" Se preguntaba, molestándose un poco, "le dije que descansara si se sentía mal" pensó.
Se dirigió a la cocina, y al asomarse vio que no había nadie. "Que raro, si no está aquí, dónde podría estar?". Busco con la mirada al castaño, más no encontró ningún rastro suyo. "¿Tal vez se fue?, ¿A donde iría en ese estado?", comenzó a desesperarse un poco, temiendo que dónde quiera se haya ido el castaño pudiera lastimarse, pero recordó que no reviso los demás cuartos, "qué paranoico", pensó acerca de si mismo.
Reviso por casi toda la casa, encontrándose con nada. Hasta que llegó a su habitación, estando allí, aquel aroma dulce se intensificó, sintió que al oler más de eso... Su estómago estaba raro. "¡Entonces ese olor proviene de esta habitación!, ya verá", se decía, tratando de ignorar esa sensación y pensamientos poco inocentes que comenzaban a aparecer de manera intensiva en su cabeza, "de seguro derramó una botella de perfume cerca de aquí por descuidado".
Abrió la puerta y camino dentro, pero cuál fue su sorpresa y alivio al ver a su amigo como lo había dejado. El más bajo estaba acostado, sintiendo que desfalleceria en cualquier momento, el calor en su cuerpo había incrementado demasiado y no se sentía capaz de soportarlo más.Levantó un poco la cabeza al oír la puerta abrirse, viendo al alemán, quién tenía una expresión preocupada. Repentinamente, al observarlo, algo cambio dentro de sí, ahora, lo que creía necesitar en ese momento era el calor corporal de él, aunque le quemase el cuerpo como el infierno quería sentirlo cerca suyo, que lo tocara, que lo abrazara y reconfortara, solo él podría calmar aquella rara sensación, solo él.
- Uhm, Lud, ¿Podrías venir a acostarte junto a mi?... Yo, tengo algo de frío,— pidió, mintiendo en lo último para evitar una negativa del rubio — mi cuerpo se siente raro y me alegraría un poco de compañía.
— Feliciano, ¿estabas despierto? — se acercó a 2 metros de la cama, dudoso, esforzándose en no respirar demasiado, evitando oler aquella esencia que poco a poco nublaba su razonamiento (por una razón que todavía no recordaba) — eh, está bien, pero si te sientes más incómodo o más enfermo no dudes en decírmelo.
Se detuvo en seco a medio camino, su mente evocó, sin motivo aparente, el tema que hablaron en esa curiosa reunión. "Verdad, el celo tenía síntomas similares a la fiebre y las feromonas se disparaban, por eso es que huele... Tan bien esta parte de la casa", concluyó mentalmente. Decidió acercarse, pero a una distancia prudente, al no saber (o enterarse) a qué clase pertenecía, no quería hacerle algo al italiano (se dió cuenta que Feliciano era un Omega) que tuviese una consecuencia de la que ambos se arrepentirían mas tarde o cargarían toda la vida. Tocó la frente del castaño y la suya propia, comparando la temperatura y su teoría. El calor desmedido, casi excesivo, que sentía de la frente del castaño, combinado con ese intenso aroma confirmaba que estaba en celo.
— Creo que lo mejor que puedo hacer es... Es dejarte descansar — Dijo, retrocediendo unos cuantos pasos, aunque lo que comenzó a manifestarse dentro suyo minutos antes, ahora más intenso, le decía que no lo hiciera, que se quedara, que lo consolara, que lo... — Escucha... Te traeré agua y paños fríos, no te muevas, volveré enseguida y después te dejaré dormir, ¿Si? Es lo mejor que puedo hacer por ti...
Salio apresuradamente de allí, comenzaba también a más sentirse raro, demasiado para su gusto, y eso era malo, muy malo para él. Ingresó a la cocina, buscó lo que necesitaba, encontró los objetos, los tomó con las manos temblorosas y volvió a la habitación.
Puso el paño en la frente del italiano y le ofreció un vaso de agua fría, el cuál inmediatamente aceptó. Bebió hasta quedar un poco refrescado, aunque, aún así, esa sensación no se desvanecía, y de hecho, su juicio comenzaba a nublarse, además, de que una idea en concreto, casi una necesidad, se asentaba: "Debía de aparearse con Ludwig".
¿Y porque con él? Ni él sabría responder la pregunta, su mente en ese momento estaba exclusivamente enfocada en imaginar cuan grande y largo sería el rubio dentro suyo, como se verían sus bebés, lo necesitaba, odiaba la idea de copular con otro Alfa. "Solo él", pensaba, "solo él me calmará".
Sin más nada que pensar, se incorporó, caminó sin prisa hacia donde estaba el hombre más alto, aunque este retrocedió nuevamente, con más dudas acerca de lo que pasaría y que significaría para ellos más tarde.
— No... no seguro que me quede... Aún así... no te preocupes, traeré más agua fría por si la necesitas, te estaré cuidando desde afuera de la habitación...
— No. — soltó el castaño, y con pasos decididos se iba acercando cada vez más y más, hasta quedar a pocos metros del cuerpo contrario. — Yo te necesito a ti.
— Espera, Feliciano. No estás completamente lúcido, no quisiera propasarme. De seguro mi presencia te afecta, saldré nuevamente de casa, yo... De verdad no quisiera hacerte daño...
— Se que no lo harás... Confío en ti, mucho, yo sé que... tú... Serías incapaz de lastimarme, eres tan bueno y atento conmigo, no creería que... alguna vez me lastimarias... por eso... por favor, quédate, no quiero a nadie más a mi lado, solo tú... Me harás sentir mejor...
Ludwig sintió que algo dentro suyo se rompía, su sentido de ética y corrección se habían esfumado por completo, solo quedaba la lujuria que comenzaban a crecer con cada minuto que pasaba, y tomando al italiano de una manera algo brusca comenzó a besarlo desesperadamente, no encontraba respuesta a ese repentino impulso, pero le gustaba estar así con el contrario, controlando, poseyendo haciéndolo suyo, solo suyo.
El más bajo correspondió al beso casi al instante, sorprendido al principio por cómo había sido tomado, aunque, en lo más profundo de sí, le gustaba esa brusquedad. Colocó sus brazos alrededor del cuello del mayor, buscando profundizar el beso.
Ambos sentían que este momento era todo lo querían, lo que reprimieron durante años, lo que creían que si se contaba toda la relación se rompería. Sin esperar más, el castaño , casi con prisa y desesperación, se quitó la ropa que cubría la parte superior de su cuerpo, arrojándola a cualquier lugar de la habitación, repitiendo la misma acción con sus pantalones, dejándose casi expuesto.
El contrario no había echo nada más que ver cómo se desvestía el oji-miel, sintiéndose febril y con una presión que poco a poco crecía en su parte baja, comenzaba a desvestirse también.Al estar ambos casi desnudos, solo uno con la ropa interior aún puesta, volvieron a besarse, los dos anhelaban, no, necesitaban del contacto y presión del cuerpo ajeno. El alemán comenzó a acariciar con devoción la piel suave del italiano con la llema de sus dedos, causando un estremecimiento al que recibía el contacto. Las manos del hombre fornido, que estaban al principio en los brazos del castaño, tocándolos, fueron explorando más lugares de la anatomía delante suyo, llegaron a la espalda y fueron bajando hasta llegar a la base del trasero. Beso su cuello, inhalando profundamente el aroma dulce en el proceso. Contuvo sus ganas de morderlo, aún no era el momento.
Con la punta de sus dedos presionó lugares sensibles en la espalda del cuerpo más pequeño, sacando suspiros del castaño, y una leve relajación. Se miraron nuevamente, comenzando otro beso, la intensidad del mismo hizo notar como ambos lo necesitaran, de hecho, querían tomar tanto como podían tomar del otro, no sabían si era por los nuevos instintos, o por algo más profundo, pero aquella intensidad crecía con cada movimiento y roce.
No era necesaria una preparación; gracias al hechizo de cierto inglés, la fisiología de un Omega podía permitirse soltar un lubricante natural para evitar que la penetración sea dolorosa. Así que, casi de inmediato, el más alto sentó al italiano en el borde de la cama, y allí, levantó sus piernas, colocándolas encima de sus hombros. No podía soportar más el no estar dentro del oji-miel, el pensar como se sentiría la estrechez alrededor de su pene lo exitaba aún más.
— V-voy a entrar, ¿estás listo?
Feliciano lo miró directamente a los ojos,y, con un rostro suplicante, asintió con rapidez.— Te necesito dentro mío, "per favore", lle-llena El vacío que siento ahora~... ¿Si?
El alemán, al escuchar la petición, tomó su miembro con una mano, dejando la otra en la cadera del contrario, sosteniendolo. Introdujo su polla poco a poco, tratando de controlarse. Feliciano emitía pequeños jadeos breves que aumentaban su intensidad incluso volviéndose leves gemidos a medida que la longitud ajena ingresaba dentro suyo.
— Ah~, r-realmente... ¿Realmente está pasando? — cuestionó por lo bajo, tratando de reprimir los sonidos que salían de su boca, pues le avergonzaba.
— Sí... Está pasando — Al su miembro estar cubierto en su totalidad por las paredes estrechas del cálido interior del italiano, empezó a embestir con un ritmo lento, esperando a que este se acostumbrara, evitando causar algún tipo de daño.
— S-se siente raro y un poco doloroso...
El oji-celeste paró, mirando al contrario con preocupación, acarició su mejilla suavemente, y secó con ternura las lágrimas que comenzaban a formarse en los ojos miel.
— ¿Quieres que pare?
— ¡No! No lo hagas... Solo me falta acostumbrarme... ¿Sí?
— Bien... Seguiré, pero si es muy doloroso y no te gusta dímelo. — Volvió a moverse, está vez con más cuidado y aumentando la profundidad.
El más bajo gemía, y conforme la velocidad e intensidad del acto se incrementaban, los sonidos de placer también lo hacian, opacando a los jadeos y quejidos quejumbrosos que inicialmente salían de sus labios.
— ¡Ah~!, ¡Si, justo allí~! — Estaba completamente immerso en el momento, una fantastica sensación recorría todo su cuerpo con cada embestida profunda y rápida que tocaba su próstata desde su interior, haciendo más delicioso el momento.
El rubio gruñía, ocasionalmente gimiendo por lo bajo; sentía como cada vez estaba más cerca de correrse dentro del castaño. Pensar en embarazarlo lo emocionaba, e incluso lo exitaba más. Agarró sus caderas, tomando más control del movimiento; embestía con mucha más rapidez y fuerza, volviendo aún más loco al italiano, quién ahora gemía de manera descontrolada, con una expresión perdida en el placer, soltando incoherencias al aire.
— ¡Ah~! "¡Ti amo tanto! ¿Verrai dentro di me, vero?, Dimmi di sì, ¡voglio avere i tuoi bambini~!"El aleman, al escuchar las palabras en italiano de Feliciano, sonrió para si, y respondió entre jadeos:
— "Ja, bleib so, ich gebe dir, was du willst, du siehst so süß aus~"
Golpeó con más fuerza el punto sensible, ya estaba a nada de liberar su semilla. Sujetando con fuerza las caderas del castaño dió estocadas profundas y duras, antes de correrse dentro del oji-miel, mordiendolo en el cuello con fuerza.
Este soltó un gemido más alto de los que había echo antes, por el dolor del nudo y mordida, y exitacion al sentir ese liquido estar dentro de él.
Ambos cayeron a la cama, aún unidos por el nudo. Ya después de un rato, calmando sus respiraciones y cuerpos del momento intenso, el más alto se separó lentamente, y acomodó a ambos de mejor manera para descansar bien. Se quedó mirando el techo, escuchando solo el bajo y lento respirar de su, ahora, Omega. Pensándolo mejor, su acto fue impulsivo, ahora estaba preocupado, ¿Qué iba a hacer si Feliciano se arrepentía de lo que pasó? ¿Que haría si resultaba embarazado? ¿Cómo lo cuidaría? ¿Y como cuidaría al bebé?. Pero, detrás de todo ese estrés repentino y pensamientos negativos... Una hermosa idea e imagen aparecían en su cabeza, el castaño con el vientre abultado, sonriéndole, siendo pegajoso como siempre, burlándose de él por algo tonto. Tal vez... Sería un camino difícil, llorarían, se sentirían deprimidos, no obstante, se tendrían el uno al otro, apoyándose mutuamente... amándose. Con esa imagen mental y ese último pensamiento, cerró los ojos, inquieto pero esperanzado por el futuro que vendría.
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Notes:
ES UNA MIERDA, ES UNA MIERDAAAAA, NO SE ESCRIBIR LEMON SMUT O SPICY COMO LE DIGAN A LA WEA ESTA DIOS MII AUXILIO MI CEREBRO POR TANTO ROBLOX EXPLOTÓ, MIS NEURONAS ESTAN DE SABATICOOOO AAAA OIGAN QUIEREN QUE HAGA DIBUJOS DEL AU????? PIDO PERDÓN POR LA AUSENCIA PROLOGANDA, Y QUE NO CUMPLI CON LO PROMETIDO, PERO ACA ESTA EL CAPÍTULO, ESPERO LES GUSTE, Y PERDÓN OTRA VEZ, JURO QUE ACTUALIZARE CADA SEMANA COMO LO ESTABA HACIENDO SOLO QUE TUVE UN BLOQUEO CHIKOS
Chapter 6: Prólogo: El fin de la normalidad y el inicio de una calamidad
Chapter Text
Ola soy nori y les traigo una historia que vais a flipar ogogo.
enyoi como dirian los animators de gacha laif 😁😁
Arthur.
Aka: Cejas.
Causante constante de los males que suelen presentarse en este querido mundo. Ejemplos están el convertir a su novio Francis en rana, volver calvos a todos por error, y darle pizza con piña a dos italianos; que, por esa simple acción, uno quiso tirarse al vacío y el otro lo amenazó con una bazuca que sabe Dios dónde la consiguió.
Este británico sospechaba (de manera absurda) que su querido francés le estaba siendo infiel. ¿Por qué?, se preguntarán, ¿y cuáles eran sus fundamentos? Bueno... simplemente lo presentía, y como dicen algunos: "ojo de loca no se equivoca", aunque en este caso no aplica porque Arthur no es mujer.
El oji-esmeralda agarró un libro de magia que escondía cuidadosamente en la habitación que compartía con Francis. Buscó la letra "O" en el índice del libro y fue a la página indicada. Veamos, recordaba haber visto un hechizo que llamaban la "Omnipresencia". Claro, podía usar eso para espiar a su francesito querido sin que este se diera cuenta, y así comprobar si este infeliz cara de sapo, como lo llamaba, lo había convertido en un venado.
Al encontrar el susodicho hechizo de Omnipresencia, se tronó los dedos y comenzó a recitar dichas palabras mágicas, aumentando el volumen de su voz conforme terminaba una frase. Oh, pero cuán grande fue su error al no llevar lentes y, además, al no fijarse bien qué hechizo en realidad invocaba. Ya le había pasado la misma situación de ceguera cinco veces, pero él parecía no aprender su lección. "Estoy bien de la vista", decía. Claro, amigo, te creemos, pero tu dislexia no dice lo mismo.
En vez de conseguir inmediatamente los poderes de verlo todo para espiar a su futuro ex (claro, si lo encontraba engañándolo), ocasionó un gran estruendo en el cuarto donde se encontraba, siendo tan fuerte el sonido que este mismo lo lanzó hacia arriba y por el impacto hizo desmayarse a Arthur.
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En otro lugar del mundo...
Un muchacho castaño, con un rulo curioso en el lado izquierdo de su cabello, corría por su vida. Eh, ¿pero por qué?, ¿ahora qué pasó? Querrás decir que NO pasó, amigo. Este italiano bobo decidió que era buena idea grafitear el nuevo coche que su amigo alemán había comprado con tanto esmero. Por supuesto, al más alto ver la "obra de arte" que dejó Feliciano, no reaccionó de manera positiva. El más bajo estaba un poco alejado de Ludwig porque intuía lo que iba a pasar, así que: ¿patitas, para qué las quiero? Echó a correr lo más rápido y lejos que podía del rubio.
— ¡FELICIANOOOOOO, VUELVE AQUÍ, NO SEAS DESCARADO, ARREGLA LO QUE HICISTE!
— Veeee, lo siento, Lud, pensé que te gustaría mi obra de arte—.
De repente, sintió un dolor horriblemente punzante un poco más abajo de la zona del estómago. Cayó abruptamente al piso, posicionándose de inmediato en modo bolita, tratando de calmar aquel repentino malestar físico que sentía. Se retorció en el suelo, sin poder dejar de sufrir por ese calambre que apareció de la nada. Lo último que alcanzó a ver antes de desvanecerse fue al alemán acercándose a él con rostro preocupado. No era común que esa situación de persecución terminara tan pronto, y eso inquietaba de cierta forma al oji-celeste.
Skiy (Guest) on Chapter 6 Thu 19 Jun 2025 05:36PM UTC
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Nori_Nor on Chapter 4 Sat 21 Jun 2025 05:06AM UTC
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me_obseciona_el_rojo on Chapter 6 Sat 21 Jun 2025 04:22AM UTC
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Nori_Nor on Chapter 4 Sat 21 Jun 2025 05:05AM UTC
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me_obseciona_el_rojo on Chapter 4 Sat 05 Jul 2025 09:09AM UTC
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