Chapter 1: Bucle 1 - Prólogo
Chapter Text
Muevo la mano para acomodar la mira de mi rifle. Mi objetivo se encuentra en la posición perfecta. Respiro lentamente para evitar que me tiemble la mano y presiono con el dedo índice. La bala atraviesa su cabeza y lo mata al instante.
Aparece un mensaje que dice "Counter Terrorists Win". Sonrío con satisfacción y me echo hacia atrás. Otra partida ganada... contra bots en nivel difícil. Sí, no me siento muy orgulloso de eso, pero no tengo el nivel para jugar en un servidor contra gente real.
Si lo intentara, estoy seguro de que terminaría humillado y frustrado. Esto aplica con el ámbito competitivo de cualquier videojuego, incluso los que domino mejor, como Pokemon. No soy bueno para competir en nada, probablemente porque nunca me dediqué realmente a algo.
De repente, mi estómago gruñe, quejándose porque ya lleva ocho horas sin recibir algo sólido. No es que me falte la comida; de hecho tendría que hacer una dieta para adelgazar y deshacerme de mi lonja, pero no quiero. Prefiero seguir disfrutando los excesos mientras pueda.
—Qué hambre...
Ya es hora de comer algo. Apago la PC y me llevo algo de dinero conmigo para ir por un poco de chatarra. El camino hasta la tienda no es muy largo, me toma menos de cinco minutos llegar. No hay otros clientes además de mí, lo cual es bueno porque no tengo ganas de esperar.
—Buenas.
Los empleados apenas notan mi saludo y me responden con un leve movimiento de cabeza. Voy directamente al área de frituras y agarro mis favoritas: las papas saborizadas de queso crema y ciboulette. Para añadir algo de variedad, también agarro un alfajor de chocolate.
—¿Algo más? —Pregunta la empleada que me atiende.
—Nada más.
—Son 3000 pesos.
—Listo —saco tres billetes de 1000 y se los doy.
Ella me extiende la bolsa con lo que compré, pero cuando estiro la mano para sujetarla, de repente se me nubla la vista y la dejo caer al piso.
—Ay, ¿estás bien? —La empleada suena preocupada. Trato de enfocar la vista y mis ojos rápidamente vuelven a la normalidad. Suspiro aliviado.
—Sí —le contesto mientras recojo la bolsa del suelo, sonriendo irónicamente—. Qué bueno que no te compré una coca, ya se habría quedado sin gas.
Nos despedimos y me pongo en marcha. Mientras vuelvo, noto que me empiezan a doler los ojos. Las luces de la calle parecen mucho más intensas de lo normal.
—Dios, tengo que comprar esos lentes con protección contra la luz azul.
Sé que no es recomendable, pero me froto los ojos, tratando de calibrar mis nervios oculares o algo así. Mi vista queda oscurecida por mis manos y cuando las retiro, la luz es más fuerte que nunca, tanto que se siente como si se hubiera hecho de día.
—¿Qué mierda...? —Mi confusión aumenta cuando me llegan varios sonidos de movimiento y de mucha gente hablando.
Abro los ojos lentamente y me encuentro con un paisaje completamente diferente al que estaba viendo hace diez segundos. Ya no estoy en un suburbio, ni es de noche. De alguna manera mi apagado barrio fue reemplazado por una bulliciosa ciudad medieval.
—Estoy alucinando, ¿no? —Murmuro, incrédulo.
Sin embargo, la visión fantástica no se desvanece. El crujido de la madera de puertas y ruedas, las voces animadas de los ciudadanos humanos y demi-humanos (o directamente furros), todo sigue igual. Aun así, necesito confirmar que me volví loco, así que me apresuro y empiezo a tocar todo: el piso, los edificios, un árbol que encuentro cerca y hasta el agua de la fuente junto a la que aparecí.
—No puede ser. Está pasando de verdad.
Tengo que admitirlo: soy un otaku de manual. Aunque ya no miro anime tan seguido como antes, aunque el último manga que leí fue Oshi no Ko y lo dropeé cuando me di cuenta de que no iba a haber ruta norteña, aunque ya no leo novelas ligeras... A pesar de todo, sigo siendo otaku: sigo escuchando música de anime, sigo fantaseando con ser el protagonista de una historia que imagino en mi cabeza y me sigo proyectando en algunos personajes ficticios. En resumen, ¡TODAVÍA SOY DIGNO!
Pero esto no me pone feliz. En mi imaginación, ser transportado a un isekai es algo glorioso y fácil de digerir, tan solo la expectativa de una aventura, de tener poderes rotos y un harem (lo típico) ya es suficiente para hacerme soñar con eso, incluso a mis veintiún años. No obstante, ahora mismo no siento ese entusiasmo.
—¿Esto significa que ya no puedo volver a mi casa? ¿No voy a volver a ver a mi familia ni a mis amigos?
Son pocas las historias que realmente profundizan en el sentido de pérdida que experimentan las personas ante un cambio tan radical y repentino en sus vidas. No solo te sacan de tu zona de confort, sino que además te mandan a un lugar desconocido (generalmente) para empezar todo desde cero.
Nota del Autor: *insertar melodía de Carol of the Bells*.
Me tomó varios minutos procesar todo y recuperar la estabilidad emocional lo suficiente para poder pensar con claridad. Lo primero que hago es mirar a mi alrededor para memorizar el lugar, ya que según veo estoy en una gran ciudad y me conviene aprender a moverme por sus calles.
Lo segundo que hago es acercarme a un tipo que está sentado junto a la fuente. Entonces, poniendo mi mejor cara para que no me tome por un loco, le pregunto:
—Perdona, ¿me podrías decir cómo se llama esta ciudad?
—¿Ah? —Me mira con sorpresa y bastante desconfianza.
—Es que estoy perdido, estaba viajando a mi pueblo y creo que me bajé del carruaje antes de tiempo —improviso para que me crea.
Su expresión de vergüenza ajena al escuchar mi explicación es ridículamente obvia. Ni siquiera se esfuerza por disimular y su tono al responderme está cargado de sarcasmo.
—Vaya, eso suena como un error que comete cualquiera.
—Sí, seguro que todos se confunden de ciudad y se bajan treinta kilómetros antes. No soy tan idiota, sé que te estás burlando de mí.
—En fin, respondiendo a tu pregunta: estás en la capital real, Lugunica —me dió una palmada en el brazo con mucha condescendencia—. Suerte para volver, amigo.
Esas palabras se clavan en mi cerebro como agujas. Me alejo de él, caminando sin rumbo mientras pienso en lo que acabo de oír.
—¿Lugunica? ¿La Lugunica de Re:Zero? No, eso ya sería el colmo...
Me río, pero no es una risa de gracia, es una risa nerviosa de alguien que está a punto de colapsar.
—Si estoy en Re:Zero, esto se va a poner muy, MUY jodido. Especialmente sin un poder salvador como el de Subaru... ¡Cierto! ¡Podría buscar a un personaje de la historia para que me ayude!
Tampoco tengo muchas opciones: muchos de esos personajes me ignorarían, me tratarían como mierda o me matarían. Solo algunos de ellos me darían una mano en esta situación, siendo yo un completo desconocido.
—Tengo que encontrarlos, pero, ¿cómo saber si están en la ciudad en este momento?
Una idea repentina me ilumina. Sonriendo con satisfacción, me dirijo a un grupo de gente cercano. Si quiero saber algo, solo necesito preguntar, ¿no?
—Buenos días, escuché rumores de que la Ballena Blanca fue cazada recientemente, ¿saben algo al respecto?
Mi pregunta provoca varias expresiones faciales perplejas y respuestas escépticas.
—¿Qué? ¿Esa mabestia aterradora? Imposible, no hay manera de que alguien pueda matarla.
—Dudo mucho que lo que escuchaste sea cierto.
—Sí, definitivamente la persona que dijo eso estaba bromeando; nadie que entienda lo poderosa que es la Ballena Blanca creería algo así.
Fingiendo decepción, asiento tristemente.
—Ya veo, entonces se trata de una mentira. Es una lástima...
Luego de agradecerles por su ayuda, me alejo de los ciudadanos, sospechando que estoy en un momento de la historia bastante temprano. Ojalá fuera en algún momento entre el primer y el tercer arco. Si tengo suerte, podría toparme con alguno de los personajes principales en este lugar.
Sin dudarlo, voy hacia la calle principal y la recorro cuidadosamente, buscando señales de Emilia, Felt o Subaru. Pasan los minutos, cada vez estoy más lejos de la plaza y todavía no hay nada.
—Era hacia el otro lado, ¿no? —Sonrío irónicamente.
Sería una bendición saber dónde estoy, pero la triste realidad es que no tengo dinero para comprar un mapa, tampoco es que sepa dónde conseguir uno. ¿Por dónde había ido Subaru? Esos pequeños detalles nunca se muestran en el anime, manga o novela.
—Igual no leí la novela ni el manga... Puta madre, ¿por qué no me invocaron con un sistema roto como en el 90% de los isekai modernos? Además de ganar poder de formas absurdas, seguro que tendría una función de gps.
Eventualmente el sol empieza a descender y se me ocurre pedir indicaciones para llegar a los barrios bajos. Resulta que todo este tiempo estuve yendo en la dirección contraria a esa zona, por lo que me toma varias horas llegar y el cielo ya es de un tono anaranjado para entonces.
—Ahora, ¿cómo mierda encuentro el bazar?
—¿Oh? ¿Qué tenemos aquí?
—Justo cuando pensaba que nos volvíamos con las manos vacías...
—¡Qué onda, hermano! ¿Eres nuevo por aquí? ¡Tienes unas cosas muy interesantes contigo!
Oigo tres voces familiares. Un poco asustado, me doy vuelta y los veo: son el trío de ladrones.
—Mierda, el evento canónico de Subaru. ¿Por qué me está pasando a mí?
—Escucha, amigo, no queremos lastimarte, solo pon tus cosas en el suelo y te dejaremos en paz —el enano miente con una sonrisa cínica.
—Sí, solo haznos caso y no habrá problemas —el de los cuchillos asiente, pero su mirada sanguinaria dice todo lo contrario.
—Te damos nuestra palabra de ladrones honrados —afirma el grandote, burlón.
Calculo las opciones y los riesgos con mucho cuidado antes de tomar una decisión. Finalmente pongo la bolsa en el suelo.
—Bien hecho, amigo. Ahora saca lo que tienes en los bolsillos —ordena el enano, que no es ningún tonto.
—Seguro —meto la mano en un bolsillo y saco mi billetera, dejándola caer al piso mientras con la otra mano agarro disimuladamente mi smartphone y lo desbloqueo a ciegas, tratando de recordar el movimiento exacto que necesito hacer para activar cierta función...
—¿Qué haces? ¿Estás escondiendo algo en tu espalda? —El grandote frunce el ceño.
—¡Ni se te ocurra intentar algo, te cortaré en pedazos antes de que puedas moverte! —Me amenaza el del medio, sacando sus característicos cuchillos.
—Es muy tarde, ¡es hora de castigarlos por ser unos delincuentes! —Enciendo la linterna de mi Smartphone y la muevo apuntando hacia ellos como si fuera un arma—. ¡MAGIA DE LUZ ANIQUILADORA!
—¡Mierda, es un mago! —El trío grita de miedo y se cubre de mi "ataque". Pero pasados unos segundos, los muy estúpidos se dan cuenta de que la luz no les hizo nada más allá de deslumbrarlos temporalmente. Sus rostros se tuercen con ira y vergüenza—. ¡Ese hijo de puta nos engañó!
Lo descubren un poco tarde, porque yo ya estoy lejos de ellos, corriendo tan rápido como me lo permite mi cuerpo sedentario. Temiendo que me alcancen, tomo un desvío y luego otro, metiéndome cada vez más profundo en este lugar desolado.
Mi barriga sube y baja, estoy bañado en sudor, sin aliento y con las piernas adoloridas.
—Haa... Haa... Pensándolo bien, sí voy a hacer esa dieta.
En cuanto me recupero un poco, vuelvo a caminar, ya que quiero estar lo más lejos que pueda de esos tres. De repente viene un viento frío que me hace temblar por el cambio brusco en la temperatura.
—Carajo, no pensé que habría una tormenta de nieve... ¿¡NIEVE?!
Doy un grito al percatarme de la tormenta blanca que está comenzando a cubrir la ciudad. Esto no es bueno.
—No hay duda: esto es causado por el poder de Puck, pero eso significa que estoy en el momento en el que Emilia...
La realización me golpea y me quedo paralizado. ¿Emilia está muerta? ¿Subaru no la salvó de Elsa? ¿O simplemente esto es un bucle en el que todo sale mal? ¿Subaru está vivo o murió? ¿Esto quiere decir que el mundo no se va a reiniciar?
Tengo muchas preguntas, pero no hay tiempo para responderlas: una enorme figura sombría aparece frente a mí, exhalando un aliento glacial.
—¿Oh? No esperaba encontrar a alguien como tú en este momento. ¿Quién eres?
Puck me está hablando. No es mi imaginación, sus ojos de bestia parecen ver a través de mi alma (más precisamente, ven a través de mi mente).
—Yo soy-
—En realidad, eso no es importante. Ya nada lo es, en un mundo sin Lia. —Puck suspira—. De todos modos, aunque quisiera saber tu identidad, no puedes responderme si ya estás muerto.
Sus palabras son lo último que escucho antes de perder la consciencia y la vida a causa de la congelación progresiva. Por un instante siento cómo mi cuerpo se rompe en pedazos y luego, no hay nada.
Chapter 2: Bucle 2 - Parte 1
Chapter Text
La sensación que tuve justo antes de morir fue de una agonía indescriptible por todo mi cuerpo. El frío fue tan intenso que me provocó calambres antes de congelar mi sistema nervioso, de ahí el dolor. Por suerte no duró mucho, ya que mi cuerpo dejó de funcionar y se convirtió en una paleta de carne.
Por un breve instante tuve miedo de desaparecer para siempre, pero ese miedo se convirtió en alivio cuando volví a sentir mi cuerpo y la luz del sol brillando sobre la ciudad me llenó de calidez.
—Eso fue... muerte. Yo... morí.
Di un largo suspiro mientras comprobaba que mi bolsa de comida chatarra había vuelto a mis manos. Creí que reaccionaría peor después de experimentar mi propia muerte, pero sorprendentemente me afectó menos de lo que esperaba. Quizás fue mayor mi alivio de volver a la vida.
Sin embargo, ese alivio me duró poco. Tener este poder significaba que Satella me había elegido en lugar de Subaru, es decir que yo lo estaba reemplazando.
—Volví... Volví de la muerte. No sé qué tan bueno es eso, si de verdad estoy en este mundo.
El dolor de haber sido congelado fue muy intenso, tanto que mi cuerpo seguía temblando con una sensación residual del frío que de alguna manera persistió más allá de la muerte.
—Puck, ese gato de mierda... No se parece en nada al mío.
En mi mundo tenía un gatito de menos de un año, lo llamé Giovanni. Era muy lindo, pero también muy travieso. Aun así, lo peor que Giovanni podía hacerme era morderme, y este desgraciado me mató sin tener nada personal en mi contra.
Al menos no había sido una muerte tan horrible como pudo ser. Elsa lo habría hecho mucho más traumatizante, incluso los tres ladrones.
Sí, había muchas formas de morir en este mundo, y yo no quería experimentarlas. Prefiero evitar el sufrimiento siempre que sea posible, no me importa si eso me hace quedar mal porque el heroísmo me parece una mierda.
Por eso, después de pensarlo un poco, decidí tomar una ruta alternativa. Quizás no era la opción más recomendable si quería usar mi conocimiento del futuro de la historia, ya que estaría cambiando cosas, pero definitivamente no quería repetir el camino de Subaru, porque estaba lleno de dolor y muerte.
Además, la mayoría de what if no terminaban muy bien o Subaru no llegaba demasiado lejos en ellos, y si lo hacía como en el Rem IF, al final volvería al pasado cuando muriera. Esto es porque Satella aparentemente tenía sus propios planes para el protagonista (lo cual involucra conocer a Emilia).
No iba a desviarme mucho del canon, pero tampoco haría las cosas al pie de la letra imitando al Lolimancer: prefería evitar algunas cosas como los cuchillos de Elsa y los dientes de Wolgarm.
Así que me tomé unos minutos para pensar en un buen plan de acción para completar el primer arco. Haría algunas cosas diferentes y otras calcadas al canon.
—Bueno, manos a la obra.
Me dirigí a la calle principal, esta vez yendo en el sentido contrario al que tomé la primera vez. Encontré la tienda de Don Manzenes y me aproximé a él sonriendo. El tipo me miró con una ceja levantada, ya que no me conocía.
—Buenas tardes, señor. No tengo dinero ahora mismo, pero cuando lo tenga le compraré algo.
—¿Qué? —El vendedor estaba confundido por mi diálogo repentino.
—Hágame un favor. Si viene una semielfa de pelo plateado preguntando por esa ladrona Felt, no le diga cómo encontrarla; dígale que yo recuperaré su insignia y se la traeré aquí antes de la medianoche.
—¿¡Qué?! —El vendedor estaba sumamente confundido.
—¡Es muy importante que ella no vaya al bazar ni se encuentre con Felt! ¡Su vida depende de ello! ¡Cuento con su ayuda, señor! —Lo saludé con la mano, dejándolo atónito.
Continué avanzando por las calles traseras hasta que llegué al callejón de los tres chiflados. Me miraron con sus caras de idiotas insufribles, sin moverse de su lugar porque esperaban a que yo me acerque para emboscarme.
Antes de que pudieran abrir la boca y decir su línea, inhalé profundo y grité lo más fuerte que pude:
—¡AYUDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡GUARDIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
—¡Oye! ¿¡Qué haces?!
—¡D-Deja de gritar!
—¡Era bait, bro! —Es broma, nadie dice eso en la vida real.
Mi voz resonó y estoy seguro de que las personas fuera del callejón me escucharon. Pero nadie vino.
—Hasta ahora, todo es como debería ser.
El trío se acercó de forma intimidante, sus rostros lucían furiosos y avergonzados. Estaba nervioso, pero confiaba en que todo saldría bien.
—Qué susto. Por un momento creí que eso funcionaría.
—Nos hiciste pasar un mal rato, amigo.
—Será mejor que estés preparado para lo que sigue.
Retrocedí algunos pasos y me preparé para volver a gritar por ayuda. Sin embargo, una voz familiar resonó en el callejón hablando con un tono autoritario.
—Es suficiente.
Reinhard Van Astrea hizo acto de presencia. Era engañosamente normal a la vista, dejando de lado su hermosura que me hizo dudar de mi sexualidad.
—¡Oh no, es Reinhard!
El trío de inservibles se hizo humo y se los llevó el viento.
—Uff, qué rico se ve este papucho —miré al pelirrojo, completamente hipnotizado por su presencia.
—Ejem —tosió, incómodo por mi mirada penetrante—. ¿Estás bien?
—¡Estoy genial! —Respondí con entusiasmo—. Gracias por salvarme, Reinhard.
Sonriendo, extendí la mano para un apretón al que él accedió. En ese momento decidí que podía confiar en él. Aunque yo fuera sospechoso, Reinhard no me traicionaría sin una buena razón
—Te ves mejor en persona —comenté, a lo que él se rió y miró a un costado con timidez.
—Supongo que me alegra haber cumplido tus expectativas.
—De hecho las superaste —dije y entonces me di cuenta de que la conversación había tomado un rumbo extraño—. Espera, casi olvido presentarme —recordé y me reí por mi falta de naturalidad. ¿Ya dije que soy malo socializando?
Hice una reverencia simple y traté de sonar tan creíble como pude. Estaba a punto de hacer algo muy peligroso teniendo en cuenta que él podía identificar las mentiras con una de sus bendiciones.
—Mi nombre es Leandro Lagostena. Vengo de un lugar muy lejano y estoy completamente arruinado. Estoy buscando oportunidades y he decidido probar suerte en la capital real.
—Ya veo, es un placer conocerte. ¿Puedo preguntar cuál es tu impresión del reino hasta ahora?
—¿Sinceramente? Está jodido. Ladrones que vagan por las calles con libertad, un distrito entero lleno de gente pobre, las plantas tienen el nombre cambiado... Pero al menos tienen chicas lindas.
—Jajaja —risa incómoda—. Bueno, estoy seguro de que aún puedes descubrir muchas cosas buenas en Lugunica.
—Sí... Bueno, ya que estás aquí, ¿puedes hacerme un favor?
—Si está en mis posibilidades, te ayudaré.
—Es algo muy sencillo —saqué mi smartphone y puse la cámara en modo selfie—. Ponte a mi lado y sonríe mientras miras esta lente de aquí.
Un poco confundido, Reinhard hizo lo que le pedí y le mostré el resultado: una fotografía de nosotros dos.
—¿Qué fue eso?
—Fotografía. Es una función de mi Metia, o al menos así es como lo llaman en esta parte del mundo.
—¿Puedes capturar un momento en forma de imagen estática y guardarlo en ese dispositivo?
—Lo entendiste a la perfección, eres muy perceptivo.
Reinhard se rascó la mejilla y me preguntó con timidez.
—¿Por qué decidiste usarlo conmigo?
—Nunca se sabe cuándo puedes necesitar una fotografía con un tipo guapo y poderoso —hice una mueca—. Lo siento, no es como que quiera aprovecharme de tu amabilidad, pero no soy nada fuerte, así que intento defenderme como puedo. Esos ladrones te reconocieron, así que debes ser alguien popular por aquí —junté las manos y exclamé con solemnidad—. ¡Prometo no usar esta imagen para fines malvados o egoístas! Como mucho, podría presumir que soy amigo de Reinhard.
—¿Amigo?
—Supongo que es muy pronto para eso, pero quizás se haga realidad. ¿Qué tal si te invito a comer luego? Podemos reunirnos en el bazar del barrio marginado, ya que tengo un negocio ahí.
—Yo... Supongo que puedo aceptar eso, hoy no estoy de servicio.
Asentí mientras pensaba en algo, finalmente golpeé mi mano con un puño como si hubiera recordado algo.
—¡Cierto! Eres un caballero, ¿verdad? Creo que tienes que saber algo importante.
Las cejas del santo de la espada se arquearon.
—¿De qué se trata? —Su expresión se volvió seria y analítica.
—He visto a la cazadora de entrañas, Elsa Granhiert. Está deambulando por los barrios bajos, creo que planea algo.
Reinhard se puso completamente serio y su postura se volvió firme.
—Eso no es bueno. Tengo que lidiar con esa amenaza inmediatamente —se preparó para moverse, pero antes de eso me hizo un gesto de aprobación—. Gracias por la información, Leandro, te veré luego.
Con un despliegue de velocidad, Reinhard se alejó como una flecha al paso y desapareció de mi vista.
—Eso concluye la primera parte de mi plan —murmuré—. Ahora sigue la negociación.
Ya sabía cómo ir al bazar, por lo que no tuve mayores problemas para encontrar el camino. Antes de entrar, repasé los detalles de mi plan para reducir las probabilidades de fallar.
Una vez satisfecho, me preparé y golpeé la puerta. La voz de una chica joven sonó en el interior del edificio y pronto oí unos pasos acercándose.
La puerta se abrió y me reveló una figura conocida. Cabello rubio corto, ojos rojos, un moño negro y una bufanda destacaban en su apariencia general.
—¿Quién eres? ¿Se te perdió algo?
—Hola Felt, vine a hacer negocios. ¿Puedo pasar?
***
—¡Vaya! ¡Esta comida es realmente buena!
Rom estaba disfrutando de mi bolsa de papas fritas, mientras yo bebía un vaso lleno hasta el tope de licor. Necesitaba relajarme un poco después de haber sido perseguido y luego asesinado por congelación.
—Entonces, ¿quieres que robe algo por ti? —Felt sonaba impaciente, sus piernas se balanceaban en el aire y sus dedos golpeaban la madera de la barra. Estaba ansiosa por entregarle la insignia a Elsa y obtener su pago de diez monedas santas. Sin embargo, eso no iba a pasar de ninguna manera.
—No —dije haciendo una pausa para darle otro trago al licor—. Quiero que me des la insignia que le robaste a la semielfa de pelo plateado.
Mis palabras instalaron una tensión silenciosa en el ambiente. De pronto, Felt sacó su cuchillo y lo sostuvo contra mi garganta al tiempo que Rom agarraba su garrote.
—Lo siento, pero ya no pienso negociar contigo —dijo de forma amenazante—. Si aprecias tu vida, será mejor que respondas a todas mis preguntas.
—Creo que lo entendiste mal —mantuve la calma a pesar de la situación aparentemente peligrosa—. No vengo de parte de la dueña de la insignia.
—Explícate —el cuchillo nunca dejó de presionar mi piel.
—La insignia que robaste es muy valiosa, pero no te pagarán por ella.
—¿A qué te refieres?
—Esa mujer que te contrató iba a matarte cuando estuviera segura de que terminaste el trabajo. Por suerte para ti, ella ya no vendrá. Mi amigo Reinhard se está encargando de ella.
Felt alzó una ceja con sorpresa. Rom contuvo la respiración.
—¿Reinhard, el santo de la espada? —La voz del gigante contenía miedo.
—Sí, me puse en contacto con él esta tarde —le confirmé—. Así que ustedes dos pueden respirar tranquilos.
—¡Tch! ¡Como si fuera a creerte! ¡No hay ninguna prueba de lo que estás diciendo! —Felt no se fió de mis palabras, lo cual reflejaba el tipo de vida que había tenido hasta ahora.
—Sí la hay, fíjate en mi Metia.
—¿Tu qué?
—El dispositivo en mi bolsillo. Trátalo con cuidado, está valorado en más de veinte monedas santas.
Al escuchar las palabras "veinte" y "monedas santas" la pequeña ladrona y el viejo gigante casi se abalanzan sobre mí. Felt logró mantener una apariencia de calma mientras tanteaba mis piernas, en pocos segundos encontró un bulto duro con forma de rectángulo. Con mucha delicadeza, extrajo el smartphone y lo sostuvo, mirándolo con ojos brillantes.
—¿E-Esto vale v-veinte monedas santas? —Preguntó.
—Sí, acabo de decirlo. Presiona ese botón y verás que no te estoy mintiendo.
Le indiqué que tocara el símbolo de la cámara. De esa manera, ella accedió a la galería de fotos. Inmediatamente apareció la última imagen guardada: Reinhard y yo.
—¡Esa espada! No hay duda, es el santo de la espada, el caballero más fuerte —dijo Rom, asintiendo con nerviosismo.
—¿Qué significa esto? ¿Cómo puede haber una imagen tuya con ese tipo congelada en el tiempo y de alguna manera guardada en esta cosa? —Felt estaba muy confundida por la novedad de la fotografía.
—Es una función especial de este Metia. Puede capturar momentos en el tiempo y almacenarlos —expliqué con una sonrisa orgullosa—. Y esa es solo una de sus funciones. Si me dejas-
Iba a acercarme a ella para enseñarle a usarlo, pero el cuchillo voló nuevamente hacia mi cuello y se detuvo justo antes de perforar o cortar.
—Hay algunas cosas que no entiendo. ¿Cómo supiste dónde encontrarme y de qué conoces a la persona que me contrató como para saber sus intenciones?
—Pregunté por ti en la ciudad y no fue muy difícil averiguar lo que quería. En cuanto a ella, su nombre es Elsa Granhiert, la llaman Cazadora de Entrañas. Me sorprende que no hayas imaginado lo peligroso que sería trabajar con ella. Supongo que realmente necesitas el dinero.
Felt intercambió una mirada con Rom. Supuse que se dijeron algo usando el típico lenguaje no verbal que solo funciona entre personas muy cercanas.
—¿Y qué ofreces por la insignia?
—Tu libertad y la del viejo —dije con frialdad.
Antes de que alguno de los dos pudiera reaccionar a lo que dije, una explosión ocurrió, seguida por un temblor que sacudió el lugar hasta los cimientos.
—¡¿Qué fue eso?! —Preguntó Felt, aferrándose a la barra mientras pasaba el temblor.
—Eso fue Reinhard haciendo su trabajo —respondí—. Muy pronto estará aquí. Aún estás a tiempo de entregar la insignia, pero si no lo haces tendré que delatarte.
Felt me miró con odio y miedo. Ella se dió cuenta de que la habían acorralado sin posibilidades de escapar. Rom solo masculló unos insultos en voz baja mientras sujetaba su garrote y caminaba hacia la entrada, listo para darle a Reinhard una cálida bienvenida.
—¡Espera, abuelo Rom! —Felt le gritó—. Esto no vale la pena.
Se había resignado. Metió una mano en su bolsillo y sacó la insignia, cuya gema roja emitía un brillo constante. La extendió hacia mí, ofreciéndola.
—¡Vamos, tómala de una vez!
—Lo siento —dije, mirando hacia la puerta que se abrió en ese momento.
Reinhard entró al bazar con una mirada preocupada que se convirtió en alivio al verme.
—Elsa estaba vigilando este lugar, ¿tú sabías-?
La boca de Reinhard se cerró de inmediato al ver la insignia de candidata real en la mano de Felt, más específicamente al ver que la gema brillaba al ser sostenida por alguien calificado. Intentó avanzar, pero una sombra gigante se cernió sobre él.
—¡Astrea! —Rom prácticamente escupió la palabra, su rostro se deformó por la ira y blandió su garrote hacia el caballero pelirrojo. Estaba parado a un lado de la puerta, muy cerca de Reinhard.
A pesar del ataque furtivo e inesperado, Reinhard esquivó fácilmente. El suelo estalló arrojando polvo y astillas. Rom gruñó y levantó su garrote nuevamente, pero no logró usarlo.
Una patada certera en su esternón lo hizo caer de rodillas, soltando su arma mientras perdía toda su fuerza. Reinhard puso una mano en su cabeza y terminó de noquearlo.
—¡Abuelo Rom! —Felt se lanzó sobre Reinhard para proteger a su única familia, pero su resistencia fue completamente inútil. El santo de la espada la dejó inconsciente con un solo movimiento.
Observé toda la escena con una sensación placentera, ya que todo resultó como lo planeé.
—¿Cuál era tu negocio aquí, Leandro? —Reinhard recogió la insignia de Emilia y me miró con sospecha—. ¿Acaso viniste por esto?
—Tan perceptivo como siempre —comenté con una sonrisa irónica.
—¿Quién eres en realidad? ¿Cuál es tu propósito?
Reinhard avanzó en mi dirección. En ese momento yo era una posible amenaza. Si él decidía arrestarme, no podría hacer nada para impedirlo.
Chapter 3: Bucle 2 - Parte 2
Chapter Text
Por suerte, ya tenía una respuesta preparada para esta situación.
—Me descubriste —levanté las manos en señal de rendición—. No te dije toda la verdad.
—Eso parece —se detuvo frente a mí con un brazo en la cintura y una expresión de incomodidad—. ¿Qué tienes para decir en tu defensa?
Era el momento. Tenía que manipular la verdad de un modo que dijera algo conveniente pero sin mentir. Mis siguientes palabras podrían condenarme o salvarme.
—Pues... Quiero proteger a Emilia.
—¿Te refieres a la candidata real, Lady Emilia?
—Esa misma.
—¿Cuál es tu relación con ella? ¿Por qué quieres protegerla?
—La conozco, pero ella no me conoce. Quería recuperar esta insignia para dársela personalmente y ganarme su confianza para estar cerca de ella.
—¿Estás enamorado de Lady Emilia?
—No. Ciertamente es hermosa y amable, pero no estoy enamorado de ella.
—Entonces, dime qué es lo que te motiva para querer protegerla.
—Mi destino y el de muchas personas dependen de que Emilia sea feliz y esté segura. Tengo que protegerla de cualquier peligro. No puedo darte más detalles, Reinhard, sería peligroso para ambos.
—...
Él se quedó callado, pensando mucho en mis palabras. ¿Qué era lo que no podía decirle? ¿Por qué era tan peligroso hablar del tema? ¿Por qué Emilia era tan importante? Todas esas preguntas pasaron por su mente, pero no pudo formularlas. Sin embargo, no hubo mentiras en lo que dije.
Yo no era una amenaza y aparentemente no tenía malas intenciones. Pero sabía mucho más de lo que dejaba ver, y eso era sospechoso o preocupante, cuanto menos.
—Antes me pusiste sobre la pista de Elsa, por lo que asumo que manipulaste nuestro primer encuentro. ¿Habías planeado esto también?
—¿Qué cosa?
—Mi descubrimiento de una nueva candidata real.
—No exactamente —hice otra mueca.
Reinhard seguía desconfiado, no parecía dispuesto a dejarme ir hasta haber satisfecho su curiosidad.
—¿Cómo sabías sobre esta chica?
—Depende de a qué te refieres. Supe de su existencia porque estaba involucrada con Emilia, pero luego me di cuenta de que estaba calificada al ver el brillo de la insignia. Que hayas llegado aquí y que vieras lo que viste no fue necesario, yo solo requería que me cubrieras si las cosas se ponían feas.
—Realmente eres alguien extraño. ¿Qué hubieras hecho si yo no encontraba a Elsa antes de que ella llegue aquí, o si yo no llegaba al bazar?
—Habría muerto o tenido que cambiar mi cel- mi metia para obtener la insignia.
—Arriesgaste muchas cosas basándote en que yo cumpliría tus expectativas —dijo con frustración—. Eso no es bueno, creo que me sobreestimas.
Sonreí, recordando la primera conversación que tuvimos.
—Ya me salvaste dos veces. No puedes culparme por confiar en ti.
—Déjame hacerte una última pregunta. ¿Tienes malas intenciones?
—Jajaja, sé que soy raro, pero no soy malvado.
Reinhard suspiró, su cuerpo se relajó notablemente y volvió a sonreír, aunque su ánimo habitual estaba manchado por el estrés y el cansancio mental.
—En ese caso, puedes tener esto —me dió la insignia de Emilia.
Durante varios segundos, no pude abrir la boca. Me hizo muy feliz que él siguiera confiando en mí a pesar de todo. También sentí una punzada de culpa.
—Escucha, Reinhard, yo...
—¿La invitación que me hiciste hoy sigue en pie? —Me interrumpió, sonriendo.
—¿Qué? —Parpadeé varias veces—. Ah, ¡por supuesto!
—Bueno, hoy ya es tarde y estaré algo atareado por los próximos días, pero te buscaré cuando tenga tiempo, ¿te parece bien?
Asentí vigorosamente. Nos saludamos y él se llevó a Felt en sus brazos. Sentí un poco de pena por el viejo Rom, pero me tranquilizó saber que estaría bien.
—¡Oh mierda! ¡Lo olvidé por completo!
Salí corriendo del bazar y busqué los rastros de destrucción que había dejado la batalla entre Reinhard y Elsa. No me tomó más de un minuto hallar el sitio que había sufrido los daños colaterales del combate.
—¿Dónde está? Solo pasaron cinco minutos, como mucho.
Busqué frenéticamente entre los escombros de los edificios destrozados. Me desesperé al no encontrar ningún rastro de ella.
—¡Mierda! No puedo dejar pasar esta oportunidad.
Insistí, metiéndome en las calles adyacentes hasta que un olor a hierro me llamó la atención. Caminé hacia un callejón oscuro y mis pies hicieron un sonido de chapoteo al pisar un líquido pegajoso que había goteado a lo largo del suelo. Unos metros más adelante yacía el cuerpo de una mujer conocida.
—Finalmente —murmuré al verla.
***
Emilia había llegado al puesto de Kadomon buscando a Felt. Para su sorpresa, el hombre resultó ser el padre de la niña extraviada que ella reunió con su madre.
Como estaba muy agradecido con ella, Kadomon le dijo que un chico había aparecido en su puesto un rato antes y le había pedido que no ayude a Emilia a encontrarse con Felt, ya que pondría su vida en peligro si lo hacía. Por eso se negó rotundamente a darle más información.
La semielfa pidió detalles sobre la apariencia del chico que aparentemente la conocía y se preocupaba por ella. Además, Kadomon mencionó que el chico le traería la insignia antes de medianoche si ella lo esperaba en aquella zona de Shopper's Lane.
Desde luego, eso era algo muy sospechoso, y Puck le aconsejó que no lo hiciera, ya que si ese chico aparecía después de las cinco, él no podría protegerla.
Pero Emilia no estaba dispuesta a renunciar a sus metas. Ella no se rendiría sobre ser la gobernante de Lugunica. Si dejaba de lado la candidatura, dejaría de lado a las razas medias discriminadas que necesitaban apoyo; dejaría de lado al bosque de elior, cuya gente seguía atrapada en el hielo que ella misma produjo. Emilia no era nada sin su sueño, porque ese sueño le había dado una identidad.
—Por favor, tráela de vuelta...
Como si hubiera oído su súplica silenciosa, una figura tambaleante se apareció ante Emilia. Era un hombre joven de mirada triste que estaba vestido con ropas extrañas.
—Esto es tuyo...
Su voz era grave y profunda, contrastaba mucho con su rostro de rasgos suaves. Tenía el cabello negro muy corto y un físico desbalanceado, con una panza algo inflada.
Emilia observó la mano temblorosa que se extendía hacia ella con su insignia que estaba empapada en sangre, lo cual la sorprendió. Solo entonces la semielfa se percató de la respiración entrecortada que estaba emitiendo el joven.
—¿Estás bien? —La respuesta se volvió evidente cuando el joven se desplomó en el suelo. En ese momento la luna iluminó la calle y Emilia pudo ver que su misterioso benefactor estaba gravemente herido.
***
Abrí los ojos lentamente. La sensación agonizante de dolor que había agobiado mi cuerpo desapareció por completo, lo que significaba que me habían curado.
La suavidad sobre la que reposaba y el decorado elegante de la habitación que me rodeaba fueron suficiente prueba de que me encontraba en la mansión de Roswaal.
—Bien, dos pájaros de un tiro —murmuré, bajando de la cama.
En mi opinión, superé el primer arco con una puntuación bastante alta. Incluso fui más lejos que Subaru y resolví algunas cosas antes de tiempo, aunque estuvo a punto de salir mal.
Me acomodé la bata que me habían puesto y abandoné el dormitorio, saliendo a un pasillo espacioso y largo. Caminé un rato sin llegar a ninguna parte.
—Ah, es verdad. Ella debe haber lanzado el hechizo.
Cuando Subaru llegó a la mansión, Betty lo atrapó en un pasillo infinito a modo de travesura, pero por alguna razón Subaru era inmune a esas trampas y llegó a la biblioteca prohibida al primer intento.
Yo no quería hacerla enojar frustrando su travesura tan rápido, así que fingí confusión y empecé a desesperarme, insultando e intentando saltar por las ventanas sin éxito.
Para hacerlo más creíble, también intenté salir del pasillo abriendo puertas aparentemente al azar, pero en realidad no fue así: de alguna manera, mi instinto me indicaba cuál era la correcta.
Después de unos minutos actuando como idiota, caminé hacia una de las puertas repetidas (esta vez era la correcta) y entré a la habitación.
—Hmph, supongo que tuviste suerte —dijo la voz de una niña pequeña cuando entré. Afortunadamente sonaba más desilusionada que enojada.
—¿Suerte? Me tomó una eternidad salir de esa ingeniosa trampa. ¿Fuiste tú la que me atrapó allí?
—Supongo que así es —se jactó con una sonrisa orgullosa—. Esa fue solo una muestra de mi poder, así que deberías mostrarme respeto y reverencia si sabes lo que te conviene.
—De acuerdo —sonriendo irónicamente, me postré ante ella y entoné con sarcasmo—. Es un honor conocerla, señorita bibliotecaria. Ojalá podamos llevarnos bien y pasar el rato juntos en el futuro cercano.
—Me niego —Betty movió la cabeza, desviando su mirada con desprecio—. No vale la pena gastar mi precioso tiempo en un humano.
—Eso hiere mis sentimientos, pero no soy un hombre que se rinde con el primer "no".
La miré fijamente, casi desafiándola.
—Necesito dar una buena primera impresión y mostrarle lo determinado que soy, así podré convencerla de unirse a mí cuando llegue el momento.
—Si no entiendes las palabras, supongo que las acciones tendrán un efecto más contundente.
Irritada por mi actitud, Betty se acercó y puso sus manos en mi pecho. Ya sabía lo que vendría, pero de todos modos no estaba preparado. Cuando ella drenó el maná de mi cuerpo, sentí que algo me estrujaba por dentro hasta que me desmayé.
Durante unos segundos, mi consciencia regresó, pero no había luz ni sensaciones. Solo estaba yo, vacío por dentro en un abismo de oscuridad. Luego, una existencia se manifestó, llenando mi alma con un anhelo inexplicable.
Entonces me desperté. Había vuelto a la cama, y no recordaba en absoluto lo que había pasado mientras dormía. El dolor residual de haber sido mágicamente succionado aún me molestaba.
Traté de levantarme pero había perdido una gran parte de mi fuerza física.
—Mierda, estoy flojo y blando. Esa maldita niña...
—Hermana, el querido huésped ya despertó.
—Eso parece, Rem, y el querido huésped parece sufrir algún tipo de impotencia.
Esbocé una sonrisa irónica. Ahora estaba en un arco verdaderamente peligroso. La diferencia principal era que en la mansión no podría bajar la guardia porque me estarían vigilando.
—¿Qué clase de conjetura es esa? —Me senté en la cama y giré la cabeza hacia las dos criadas—. Mi espada no ha perdido su filo. Siempre la estoy puliendo, pero nunca la clavé en nadie.
—Hermana, el querido huésped cree que tiene una espada entre sus piernas.
—Rem, el querido huésped tiene una gran imaginación, pero solo da vergüenza ajena.
—¿¡Y ustedes cuándo vieron lo que tengo?! ¡Soy team sangre!
Obviamente, ellas no entendieron a qué me refería con ese término. Continuaron sus burlas durante un rato y yo me defendí como pude hasta que la puerta de la habitación se abrió.
—¿Apenas te recuperaste y ya tienes la energía suficiente para causar tanto alboroto por la mañana? —Emilia me miró con una mueca de resignación.
Por alguna razón, mi corazón empezó a latir con fuerza al verla. Yo no soy Subaru, no soy una persona que se enamora a primera vista, sin importar cuán linda sea la mujer y cuán solo me siento. Sin embargo, de alguna manera me sentí flechado por aquella semielfa de cabello plateado y ojos púrpuras.
—Hola, Emilia... Lo siento por aparecer de esa manera y causarte problemas ayer.
Me puse de pie y realicé una reverencia ante ella. ¿Por qué estaba tan nervioso de golpe? Emilia no entraba ni siquiera en mi top 5 de personajes femeninos favoritos de Re:Zero, de hecho Satella ocupaba un puesto mucho más alto que ella. Y no es como si Satella me encantara mucho, tampoco.
—¡Está bien, no tienes que disculparte! —Ella agitó las manos, desestimando mi culpa—. De hecho, quiero darte las gracias por traerme mi insignia. ¿Acaso te hiciste esas heridas intentando recuperarla?
—Ah... No exactamente. Eso fue una torpeza mía.
—Ya veo, odiaría que hubieras arriesgado tu vida por mí —Emilia se relajó y asintió, como si se dijera a sí misma que nadie además de Puck podría hacer algo así por ella: nadie más que Puck podría amarla.
Pero yo soy diferente. Le dejaría bien claro que había llegado a su vida para quedarme. Así debía ser, ¿verdad?
¿Verdad, Satella?
—¿Puedo preguntarte algo? —Pidió ella.
—Claro, lo que quieras.
—¿Cómo me conoces? Sabes mi nombre, me devolviste algo que me robaron el mismo día, y sobre todo, hiciste todo eso sin haber hablado conmigo ni una sola vez.
—Yo...
Otra vez esto. Obviamente mi actitud era muy sospechosa, y al igual que con Reinhard, terminé viéndome obligado a dar explicaciones. Lo bueno era que podía mentir, pero estaba muy nervioso. Emilia me ponía nervioso, y tanto Rem como Ram estarían atentas a cada cosa que dijera.
—Te necesito para destruir al Culto de la Bruja —expliqué seriamente.
Chapter 4: Bucle 2 - Parte 3
Chapter Text
—¿Qué? —Rem no pudo contenerse y avanzó en mi dirección, pero fue detenida por Ram.
—No entiendo, ¿qué tengo que ver con el culto? —Emilia preguntó.
—Cuando te conviertas en una figura pública, ellos sabrán de tu existencia y querrán usarte como recipiente para invocar a Satella. De hecho, tal vez ellos ya son conscientes de tu existencia —revelé. Las tres mujeres en la habitación dieron un respingo ante la mención directa de la bruja.
—¿Cómo lo sabes? ¿Qué relación tienes con ellos? —El tono de Rem era frío, pero sus ojos brillaban con un odio intenso que actualmente estaba enfocado en mí.
—Los conocí por el miasma de la bruja que brota de mi cuerpo —dije, mirándola con tristeza—. Atrae a las mabestias, y por lo visto también a ellos. Ellos creían que yo era especial, un elegido que los ayudaría a lograr sus objetivos.
—¿Miasma? —Emilia miró a Rem y luego a mí, preguntándose por qué la criada reaccionaba de una forma tan exaltada a mis palabras.
—La mayoría no puede percibirlo —expliqué de forma vaga—. El Culto se interesó en mí por un tiempo, me hicieron la vida imposible. Trataron de reclutarme y recurrieron a los métodos más crueles. Me quitaron todo lo que me importaba. Por eso he pasado los últimos años de mi vida buscando venganza.
En ese punto, las tres me escuchaban en silencio. Hice una pausa y continué relatando.
—Los he seguido por un tiempo, pero son muy escurridizos. Así que llegué a la conclusión de que en lugar de hacer eso, debería esperar por ellos y emboscarlos. ¿Pero cómo? Esos desgraciados actúan meticulosamente a pesar de lo locos que están. Entonces, un día escuché rumores sobre una semielfa de cabello plateado que era la viva imagen de la bruja de la envidia. Comencé a seguir los rumores, viajando a los lugares donde supuestamente la vieron por última vez. Así fue como llegué a Lugunica.
—¿Y qué quieres de mí exactamente? —Emilia preguntó con ansiedad.
—Nada, puedes seguir viviendo tu vida normalmente. Yo te cuidaré de cerca y cuando esos desgraciados aparezcan, estaré listo para encargarme de ellos.
Hablé con un tono grave que denotaba ira contenida, o eso creo. Tenía que ser convincente, mi vida dependía de que ellas se creyeran mi actuación.
El silencio que siguió a mi narración se extendió por lo que pareció una eternidad. Finalmente, Emilia rompió el statu quo con su voz angelical.
—Lamento mucho lo que te pasó. En verdad quiero ayudarte, pero no depende de mí —explicó con una expresión apenada—. Si quieres quedarte por aquí, debes obtener la aprobación de Roswaal.
—Entonces, ¿puedes arreglarme una audiencia con el Marqués? —Junté las manos en un gesto suplicante.
—De hecho, estoy segura de que él mismo querrá hablar contigo luego de escuchar tu historia —me tranquilizó.
Había una fuerte sensación de incomodidad, ya que todos nos quedamos callados y yo me había convertido en el centro de atención, recibiendo miradas algo intensas de las sirvientas gemelas.
Emilia me preguntó si quería acompañarla al jardín y yo acepté de inmediato. Necesitaba aire fresco y sobre todo, ponerme a una distancia segura de Rem y Ram.
Salir al exterior me ayudó mucho más de lo que esperaba. Mi cuerpo se relajó y mi mente empezó a despejarse después de dos días muy locos. Por un rato, me senté a contemplar el paisaje y asimilé el hecho de que estaba atrapado en un mundo hostil con un futuro incierto y oscuro por delante.
Una vez más, quedé impresionado con la fortaleza de Subaru para no volverse loco ante una experiencia tan brutal. Bueno, de hecho sí se volvió loco (temporalmente en el canon y permanentemente en algunos mundos alternativos).
—Claro, seguro ayudó tener a varias chicas hermosas dándole apoyo emocional. Yo no voy a tener esa suerte con mi personalidad de mierda.
—Apestas a pesimismo —una voz se burló a mis espaldas.
—Hola, Puck —suspiré, aceptando que mi momento de pacífica introspección privada había terminado—. Me gustaría decir que es un placer verte, pero sabrías que es mentira.
—¡Por supuesto, ya que puedo leer tu mente! —Su risa sonó artificial, igual que su comportamiento animado—. Pero no te preocupes, el sentimiento es mutuo.
Ese maldito gato había congelado mi cuerpo hasta la muerte, pero eso había sido en un mundo que casi nadie recordaba, así que no podía odiarlo abiertamente y, por razones similares, él tampoco a mí.
—¿Supongo que podemos ser enemigos en secreto? —Sugirió Puck.
—Vaya, ahora hablas como Betty —me quejé—. No te queda bien.
—Jajaja, lo sé.
Nos quedamos callados. Un brillo a mis espaldas me hizo girar la cabeza y vi a Emilia rodeada de espíritus menores, hablando con ellos como si fueran un grupo de amigos.
Ella solo estaba parada allí, con luces tenues iluminando su figura. Tuve la impresión de estar viendo la perfección encarnada. Podría haberme quedado viéndola durante horas.
—Qué hermosura —murmuré de modo automático.
No comprendía por qué mi pulso se aceleraba por Emilia. Era como si estuviera forzado a enamorarme de ella. Fue injusto, ¿por qué tenía que amarla si no quería hacerlo?
—Esto sí que es una ironía —Puck sonaba amargado.
Tuve una idea de a qué se refería, pero me obligué a pensar en otra cosa. Prefería mantener mis conocimientos en un lugar apartado de los poderes de lectura mental de Puck.
Apartando mi atención de la semielfa y su guardián, miré de reojo hacia la mansión. Una figura pequeña pero destacada me observaba con ojos analíticos desde una de las ventanas.
Sonriendo, giré hacia ella y la saludé agitando las manos. Aunque no pude escucharla desde donde estaba, no me costó imaginar su 'hmph' cuando me dió la espalda y se alejó por el pasillo.
Creo que lo normal sería sentir ternura, pero en mi caso la actitud de Betty se me hizo fastidiosa. No soy un fanático de las Tsunderes, y superé mi fase Lolicon hace bastante tiempo.
—Va a ser complicado llevarme bien con ella... Al menos hasta que pueda sacarla de esa biblioteca.
—¿Por qué lucen tan incómodos, ustedes dos?
Emilia ya estaba de vuelta. Puck y yo intercambiamos una mirada, recordándonos mutuamente que acordamos barrer nuestra enemistad bajo la alfombra.
Entonces Puck me señaló.
—Le estaba diciendo a este chico que le conviene tratarte bien, de lo contrario tendré que convertirlo en un bloque de hielo.
—Sí, eres perfectamente capaz de hacer eso.
La semielfa nos miró con curiosidad por la tensión subyacente de nuestra interacción.
—Hablan como si ya estuvieran familiarizados con el otro.
—Jejeje...
Puck sacó la lengua sin dar más explicaciones, echando la responsabilidad sobre mí.
—Te sorprendería lo mucho que puedes conocer a alguien hablando un poco con esa persona —dije mientras el gato se rascaba la nuca, asintiendo.
—¿Es así? En ese caso, me gustaría hablar más contigo.
La forma en que ella soltó esa línea fue un maldito flechazo. Me sonrojé furiosamente y tuve que controlar mi respiración para recuperar el aliento.
—¡Esta reacción es muy exagerada, especialmente para mí! ¡Yo no soy enamoradizo! ¿¡Cómo me puede estar pasando esto?!
—¿Estás bien? —Preguntó Emilia, preocupada—. Tu cara se puso roja, ¿será que tienes fiebre?
—Todo está bien, no hay problema...
De repente, las voces de Rem y Ram llegaron al unísono desde la mansión.
—Lady Emilia, nuestro amo el Señor Roswaal ha regresado. Por favor, vuelva adentro.
Emilia asintió y siguió a las gemelas. Me quedé paralizado por un momento, no sabía si Roswaal querría verme también o si me echaría.
—Querido invitado, usted también debe venir.
Por suerte, Ram despejó las dudas en mi cabeza. Asentí con entusiasmo y corrí para ponerme al día con ellas.
Emilia se separó de nosotros en el camino para ir a su habitación a cambiarse de ropa. Rem y Ram se fueron a buscar algo también. Ya en el comedor, me encontré con Betty.
—Hola, señorita drenadora de prana. Quiero decir, señorita bibliotecaria.
—Muere.
—Eso no te ayudará a deshacerte de mí.
—¿Ha?
Sacudí la cabeza.
—No importa.
—Hmph, lo que sea; yo solo estoy aquí por Puckie.
—No te lo pregunté, loli tsundere.
Indignada, Betty abrió la boca para darme una respuesta que seguramente sería un insulto. Sin embargo, Rem y Ram irrumpieron con un carrito que llevaba todos los elementos del desayuno. Rápidamente comenzaron a servir todo y mi apetito de gordo se despertó con los olores de la comida.
Casi al mismo tiempo, un hombre alto que se parecía a un bufón entró al comedor. El cabello azul largo, los ojos con heterocromía y el maquillaje correspondían a Roswaal L. Mathers.
Sonrió al verme.
—Escuché cosas interesaaaantes sobre ti. Debo decir que estoy muy intrigaaaaado.
—Es un honor conocerte, Marqués Mathers —me incliné ante él.
—Ahora que lo pieeeeenso, aún no he oído tu nombreeeee.
—Me llamo Leandro Lagostena.
Justo en ese momento Emilia y Puck entraron al comedor también. Betty se emocionó y fue a abrazarlo inmediatamente, mientras que Emilia se detuvo junto a Roswaal.
—Así que ese es tu nombre. No suena como ninguno que haya oído antes —comentó ella.
—Cieeeerto —Roswaal estuvo de acuerdo con ella y su sonrisa se ensanchó—, seguramente vieeeenes de muy lejos, ¿verdad?
—Algo así. No puedo decir que vengo de otro mundo o de un lugar más allá de la gran cascada, porque eso los haría sospechar que mi historia es una mentira.
Roswaal me miró como si supiera lo que estaba pensando y caminó hacia su asiento.
—Deberíamos sentaaaaaarnos antes de que el desayuno se enfríeeeee.
Esa manera de hablar arrastrando las sílabas me iba a provocar un tic nervioso. Suspiré con alivio y me senté. Todos empezamos a comer, pero yo no podía disfrutar por completo la comida. No fue por el sabor; la verdad todo estaba muy rico. Lo que me molestaba era la atención que estaba recibiendo. Me sentía observado, especialmente por Roswaal y Rem.
—Entonces, Leandro... Dijiste que tienes historia con el culto de la bruja, y por lo que sabes, tarde o temprano esa gente vendrá por la señorita Emilia ¿verdad? —Por primera vez, Roswaal se puso serio.
—Teniendo en cuenta que los miembros del culto pueden estar en cualquier parte, es muy probable que ya sepan sobre ella. Eso significa que ya podrían estar cerca.
—¿Y cómo sé que tú no eres uno de ellos? La historia que contaste bien podría ser falsa, y aún no has explicado a qué se debe el miasma que dices poseer.
—Porque habría sido mucho más fácil atraparla en la ciudad, cuando estaba sola y desprotegida por la negligencia de cierta persona que debería garantizar su seguridad —dije con una sonrisa irónica—. Si no lo hice entonces, ¿por qué esperar y arriesgarme tanto aquí?
—Podría ser que tienes algún interés oculto. Además, todavía no has respondido a mi preguntaaaa. ¿Qué hay de ese miasma tuyo?
—En cuanto al miasma, ni siquiera yo lo sé. Los del culto dijeron que era "una manifestación del amor de la bruja", pero esa suposición no tiene ningún fundamento. Mi teoría es que se trata de una maldición que recibí en algún punto de mi vida.
Roswaal hizo una mueca discreta, casi imperceptible, pero suficientemente notoria para darme la satisfacción de saber que yo había ganado ese asalto.
—Asumiendo que todo eso es cierto, ¿no crees que esto es demasiado conveniente para ti? Recuperaste la insignia de la señorita Emilia y te presentaste frente a ella con heridas de las que no has hablado, dejándola a ella y a su corazón amable en la obligación moral de acogerte...
—Lo único que sé es que salvé tu reputación como patrocinador y la viabilidad de la campaña política de Emilia como candidata real. Incluso fui tan lejos como para revelarles secretos sobre mí para obtener un poco de colaboración, pero lo único que estoy recibiendo a cambio son interrogatorios prejuiciosos —miré a Puck—. Estoy seguro de que ya sabes cuáles son mis verdaderas intenciones, pero solo quieres ponerme a prueba.
—Vayaaa, conversar contigo está siendo mucho más interesaaante de lo que esperaba. Tienes la agudeza de un comerciante y la compostura de un aristócrata.
—En fin, ¿ya estás satisfecho?
—Creo que con esta charla he llegado a entenderte mejor. Dicho esto, me gustaría agradecerte formalmente por tu actuación en la capital real —extendió los brazos y volvió a hablar en su tono juguetón habitual—. Te estoy ofreciendo una recompensa; vaaaamos, pide lo que desees.
Las cosas fluyeron de un modo ligeramente diferente, pero la trama desembocó en el mismo punto que en la historia original. Sabiendo lo que debía hacer, revelé mi deseo sin una sola pizca de duda.
—Quiero vivir en esta mansión como un mayordomo.
Chapter 5: Bucle 2 - Parte 4
Chapter Text
—¿Solo eso quieeeres? ¿Para qué fue todo ese debate de anteees?
—De hecho no necesitaba que me recompensaras, sólo quería que me creyeras. Sin embargo, no puedo rechazar una oferta que me has hecho con el corazón.
Le agradecí a Roswaal con una sonrisa descarada para molestarlo. Por lo visto, no solo logré fastidiarlo a él: Puck y Betty me miraron con desprecio y hasta las gemelas tuvieron reacciones de desagrado ante mi insolencia. Solo Emilia mantuvo su expresión neutral, ya que ella no tenía ningún prejuicio en mi contra.
—Sin dudaaa eres un caaaaso especial. Pocos son los que se atreverían a probar los límites de mi tolerancia del modo en que tú lo haces. Me preguuunto cómo debería respondeeeer...
El tono de Roswaal fue un poco más frío que antes, pero el brillo en sus ojos delató que encontraba entretenido interactuar de esta manera. Cualquiera se aburriría de las eternas formalidades y la distancia invisible que se produce en las conversaciones protocolares.
—Tú también me pusiste a prueba antes, así que ya estamos a mano.
—Yo no diría eso exaaaactamente.
—Para alguien que se viste como un bufón, no eres muy divertido.
—Tú eres bastaaaante temerario para alguien que acaba de convertirse en mi empleaaado.
Me reí, pero ya me estaba empezando a poner nervioso. Había olvidado por completo que sería el mayordomo de la mansión. Tenía un mal presentimiento.
—¿Qué harás, darme doble jornada?
—Aún meeeejor, te quitaré el descanso de una hora para almorzar.
***
—Tsk, eso sí fue un golpe bajo.
Ese payaso de mierda se metió con mi comida. Bueno, por lo menos fue solo por hoy.
—Eso es lo que ganas por faltarle el respeto al amo Roswaal.
Ram se burló de mi desgracia.
Como necesitaba un traje adecuado para trabajar, estuve probando varios talles de los mismos. El problema fue que ninguno fue lo suficientemente holgado.
—Esto me queda muy ajustado, se va a romper —me quejé.
—Qué desagradable; con ese aspecto arruinarás la imagen de la mansión —la sirvienta de cabello rosado sacudió la cabeza—. Deberías dejar de comer en exceso y empezar una rutina de ejercicio.
—Te concedo eso. Ojalá pudiera estar todo plano, como tú.
—Cuida tus palabras, Liendre —me lanzó una mirada amenazante.
—Es Leandro.
—No me importa.
Al final no encontramos nada que me quedara cómodo, así que Ram tomó el traje más grande disponible y llamó a Rem para encargarle el trabajo de agrandarlo.
—Rem, Liendre necesita un uniforme más grande que se ajuste a su cuerpo deforme.
—Ignora eso —le mostré el dedo medio a Ram—. Una ropa más holgada sería ideal. ¡Siempre quise vestir elegante! Creo que eso se vería muy bien en mí.
La oni peliazul me miró de arriba a abajo y negó con la cabeza. Apoyó su hombro en el de Ram y comenzó a cuchichear de forma dramática con ella.
—Puedo ajustar el tamaño, pero incluso si tuviera la Protección Divina de la Costura, no me creo capaz de hacer que el traje se vea bien en Leandro.
—Rem, tienes que esforzarte. Estoy segura de que al menos puedes hacer que disimule un poco su fealdad natural.
—Ese acto de las gemelas sincronizadas me está empezando a molestar —murmuré, pellizcando el puente de mi nariz.
—Vaya, lo siento por ti. Rem, dale tus condolencias a Liendre.
—Sí, hermana —Rem me miró—. Lamento mucho que estés solo en el mundo y nadie te quiera.
—¡Eso no se parece a una condolencia! ¡En todo caso me estás insultando!
Mis quejas fueron ignoradas por las hermanas, como esperaba. Rem me llevó al vestidor para tomar mis medidas y hacer un atuendo que se ajuste a mi cuerpo.
Fue toda una experiencia estar a solas con el personaje femenino más popular de Re:Zero, aunque personalmente no era mi favorita.
La situación no era nada excitante, porque yo sabía que Rem desconfiaba de mí y que era capaz de destrozarme parte por parte si yo le daba el motivo más leve.
Por eso, no sentí más que nervios y agitación cuando ella pasó sus manos por mi cuerpo, rozando algunas partes mientras tomaba medidas.
—Por favor, deja de respirar así. Es desagradable.
—Oye, estoy haciendo mi mejor esfuerzo para no reaccionar.
—Solo me tranquiliza saber que no veré nada activándose en tu entrepierna.
—¡Por última vez! ¡No soy impotente!
Después de eso Ram me dió un tour por la mansión para familiarizarme con mi nueva área de trabajo. El primer día pasó lentamente y debido a toda la actividad física que me vi obligado a realizar, mi cuerpo terminó hecho pedazos (no literalmente, y lo aclaro porque en este mundo es algo que podría pasar si no tengo cuidado).
Ya era casi medianoche cuando Rem me trajo el atuendo modificado. Guardé rápidamente mi smartphone, que milagrosamente aún tenía batería. Había estado mirando las fotografías y los mensajes que tenía de mis familiares y amigos, pensando si realmente no los volvería a ver nunca más.
—Tus ojos están húmedos —señaló Rem inexpresivamente mientras depositaba las prendas en la mesita de noche.
—Están irritados por el polvo que limpié —mentí y me limpié los ojos con torpeza.
—¿Realmente quieres destruir al Culto de la Bruja?
En realidad quería destruir el culito de la bruja. Satella es como Emilia pero gótica, y eso me prende.
Obviando mis oscuros pensamientos, miré a Rem y sonreí por lo directa que era.
—Por supuesto. Ellos han causado mucho daño.
—¿Los odias? —Ella me observó atentamente, intentando ver más allá de mi fachada.
—No. Me dan lástima.
—Dijiste que te quitaron todo lo que te importaba. ¿Cómo es posible que no los odies?
La sirvienta de cabello celeste apretó sus puños, frustrada por mi falta de rencor. Ella definitivamente no había hecho las paces con su pasado.
—El odio no te lleva a ninguna parte, excepto a tu propia ruina. Odiar a alguien no perjudica a la persona odiada, sino al que siente el odio. No es bueno envenenarse uno mismo con una emoción así.
—Yo no... Las personas no eligen cómo se sienten —su voz estaba marcada por la negación.
—Claro que lo hacen, simplemente no son conscientes del proceso —expliqué detenidamente—. Por ejemplo, pensar demasiado en algo o en alguien, obsesionarse con una idea o creencia... Incluso puedes convencerte de algo totalmente erróneo. Eso aplica con todo el mundo.
—¿¡Entonces estás diciendo que no debería sentirme mal por la muerte de mi pueblo!? O por ser responsable de lo que mi hermana...
Rem se detuvo a tiempo, evitando hablar de más. De todos modos yo ya sabía lo que ella iba a decir.
—Oye, lo lamento. No quise decir eso, me refería a-
—Déjalo así. Tú y yo tenemos diferentes puntos de vista —salió de la habitación y me miró fijamente por un segundo antes de cerrar la puerta.
Chasqueé la lengua. Esa charla no había salido del todo bien.
—Pero ya es un avance, ¿no? Tener este tipo de interacción con ella es algo bueno.
Ya había superado el primer día, y me atrevo a decir que lo hice con una nota aprobatoria. Sin embargo, el segundo arco apenas estaba iniciando. No podía bajar la guardia con Rem y tenía que resolver el asunto de las mabestias antes de que se volviera problemático.
Por suerte, ya me había preparado para eso.
***
Varias figuras se encontraban alrededor de ella. Su cabello plateado como la luna y sus ojos azules como zafiros le daban la presencia de una diosa. Todos vestían las túnicas de los cultistas; ninguno hablaba ni se movía o emitía el sonido de una respiración. Aquellos individuos parecían estatuas.
Parada en el centro del espacio que ocupaban los cultistas, la mujer con aspecto de niña extendió sus brazos hacia uno de ellos, el cual avanzó hacia ella en respuesta, poniéndose a su alcance.
Tocándole el rostro con las manos gentilmente, la mujer susurró una orden.
—Ve y cumple tu propósito, Cazador.
El cultista tembló un poco y se alejó lentamente, buscando en su cuerpo y sacando una ballesta de aspecto intimidante.
Con un movimiento de su cabeza, el cultista pareció buscar algo en el aire o más lejos, como un sabueso siguiendo la pista de una presa.
Pocos segundos después, el cultista dió con el rastro y salió corriendo tras su objetivo, desapareciendo en la oscuridad de la noche.
***
Llegó el día. Rem fue a hacer unas compras en el pueblo y yo fui seleccionado para cargar las bolsas. Mientras ella tomaba todo lo necesario, me dirigí a donde se encontraban los niños y jugué un poco con ellos, recibiendo burlas y travesuras en el proceso.
—A estos mocosos les hace falta un tratamiento de chancleta...
Haciendo mi mejor esfuerzo para no golpear a los escandalosos preadolescentes, puse una sonrisa relajada y me acerqué a Petra, que estaba con una niña de pelo azul, la cual estaba sosteniendo un perrito calvo. Acaricié la cabeza de Petra y le hice un guiño a Meili.
—¡Todos! ¡Juguemos a las escondidas!
Al oír mi propuesta, ellos aceptaron rápidamente con entusiasmo y salieron corriendo, dejándome como el 'buscador'. La única que no se alejó fue Meili, que me miraba con sorpresa.
—Eres el señor masoquista... ¿Qué haces aquí?
—Me estoy ocupando de unos asuntos —fruncí el ceño—. ¿Y qué diablos quieres decir con masoquista?
Flashback.
Después de obtener la insignia de manos de Reinhard, busqué a Elsa, ya que estaba seguro de que la perra había sobrevivido al ataque cargado de mi amigo OP.
Afortunadamente la encontré, muy herida pero viva. Me ofrecí a ayudarla pero ella me puso un cuchillo en la garganta. Incluso en esa situación, me sentí un poco emocionado.
—No me gusta la lujuria que hay en tus ojos —dijo Elsa con odio en su voz.
—Lo siento, no puedo evitarlo —hice una mueca—. Sin embargo, puedes confiar en mí.
De alguna manera logré convencerla; quizás se basó en lo que pudo oler de mí y percibió que no había malas intenciones. Como sea, acabé llevándola a una choza de los barrios bajos.
Allí se hallaba Meili y ese fue nuestro primer encuentro. Ella atendió las heridas de Elsa y luego las dos terminaron los preparativos para huir de la capital.
—Antes de que te vayas, ¿puedo pedir un favor?
Elsa levantó ambas cejas cuando escuchó mi petición, pero sus ojos brillaron con anticipación.
—¿Quieres que llene tu cuerpo de heridas?
Fin del Flashback.
—Escucha, Meili.
La agarré de los hombros y hablé con seriedad.
—Tengo planes para este pueblo, así que no puedo dejar que lo destruyas.
—¿Eh? ¿Por qué este lugar es importante para ti, señor?
Ella preguntó con curiosidad en sus ojos infantiles. Sin embargo, también había un brillo amenazante dado que yo estaba poniéndome en contra de ella al decirle esto.
—Hay mucha gente aquí que puede ser de utilidad.
—Pero yo me estoy divirtiendo mucho jugando con Petra y los demás... ¡No quiero dejarlo!
Sincronizado con la vehemencia de Meili, el Rey Ulgarm gruñó, emitiendo una presión considerable incluso en su forma de perro pequeño.
—Tienes que hacerlo, recuerda que yo salvé a tu hermana mayor.
—Eso... Es verdad.
Meili bajó la mirada, reconociendo mi afirmación con tristeza. No obstante, unos segundos después ella levantó la cabeza y me señaló.
—¡Aun así quiero divertirme! Si no puedo terminar mi juego con Petra y los demás, ¡entonces quiero que juegues conmigo!
Su propuesta me tomó completamente inadvertido.
—¿Yo? No tengo ni idea de cómo jugar con una niña...
—No te preocupes, señor, ¡ya sé a qué jugaremos!
Contuve la respiración. Esta chica, al igual que todos los personajes antagónicos de Re:Zero, era perfectamente capaz de ponerme en una situación potencialmente mortal.
—¿De qué se trata?
—¡Las escondidas!
—Ah, ¿eso? —Suspiré aliviado—. No es tan terrible como lo que yo imaginaba.
—¡Tendrás que encontrarme en el bosque o mis amigos te comerán!
—¿Tus amigos? ¿Te refieres a-?
Ella no me dió tiempo a terminar de formular mi pregunta porque salió corriendo de inmediato, perdiéndose de vista entre los frondosos árboles del bosque, más allá de la barrera anti-mabestias.
—Podría ignorarla e irme, pero ella no estará satisfecha y hará lo que tenía planeado en primer lugar. ¿Realmente no tengo otra opción?
Si no juego, tendré que lidiar con el secuestro de los niños y con las mabestias. Si juego, solo tendré que lidiar con las mabestias.
—Ah, puta madre.
Apreté los dientes y me aventuré fuera del pueblo para perseguir a Meili.
Chapter 6: Bucle 2 - Parte 5
Chapter Text
Fue una mala idea seguirle el juego a Meili.
—¡DÉJENMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!
Era imposible quitarme de encima a los Ulgarm: no importaba cuántos puntapiés les diera ni cuántas piedras les arrojara, ellos seguían viniendo.
Mi cuerpo se llenó de mordidas y desgarros, pero no dejé de correr. Los monstruos galopaban a mis espaldas, resoplando rítmicamente.
Sabía que no podría huir por mucho tiempo debido a mi cuerpo de gordo otaku. Tampoco sería capaz de darle pelea a las mabestias, siendo que ni Subaru fue capaz de lidiar con ellas por su cuenta.
Por suerte encontré un terreno elevado y me posicioné estratégicamente para tener algo de cobertura contra los ataques furiosos de los Ulgarm. Aún así, mi fuerza se agotó patéticamente rápido.
Uno de los sabuesos saltó sobre mí y me derribó, acabando con mi defensa y permitiendo que todos me rodearan. Maldije silenciosamente mi falta de condición física y me preparé para ser brutalmente roído.
—¡Al Huma!
Escuché la voz de Rem y un segundo después aparecieron varios proyectiles de hielo que golpearon a la jauría de Ulgarm. Me levanté con algunas dificultades y corrí hacia la sirvienta.
—Me salvaste, gracias.
—Los niños del pueblo dijeron que desapareciste con una niña —Rem tenía una expresión hostil—. ¿Puedes explicar eso?
La situación sugería que yo era un posible pedófilo por llevarme una niña al bosque con la excusa de jugar a las escondidas. Irónicamente, decir la verdad podría empeorar todo.
—Ella se fue a esconder durante el juego y creo que cruzó los límites de la barrera. Las mabestias deben haberla capturado.
—No entiendo cómo te pusieron en apuros. Se supone que quieres eliminar al Culto de la Bruja, ¿pero no puedes luchar con unos Ulgarm? ¿Cuál era tu plan entonces?
Había decepción en el tono de Rem. Nada nuevo, soy muy bueno dando malas impresiones.
—¿¡Podemos hablar de esto luego?! ¿¡Tal vez cuando la vida de esa pobre niña no se encuentre en peligro?!
Eso es, usemos tácticas de manipulación para evadir la realidad de que soy ridículamente débil.
—...
Rem dudó, su determinación estaba dividida entre el deber y la moral. Sentí que ella se negaría si la dejaba pensar, así que fingí valentía y empecé a caminar hacia el interior del bosque sin esperarla.
—¡Espera! ¿¡Qué crees que haces?!
—¡Tratar de no perder el tiempo!
—¡Lord Roswaal no te ordenó que hagas eso! ¡Esto no es parte de tus deberes!
—¡Representamos al Marqués de estas tierras! ¿¡Qué mensaje le enviará al resto del mundo si una niña muere aquí, cuando nosotros podríamos salvarla?! Si tú no quieres arriesgarte, vete.
Chantaje, puro chantaje. Rem tenía que morder el anzuelo o yo probablemente moriría y tendría que repetir casi una semana de mi vida. En cierto modo, eso sería conveniente y podría pensar en un plan mejor para persuadir a Meili ahora que sé cómo va a reaccionar.
—No, esos pensamientos son muy peligrosos. Si decido morir cada vez que las cosas se ponen difíciles o no son exactamente como quiero, voy a terminar como el Subaru que aceptó el contrato con Echidna.
—¿Por qué te importa tanto? Apenas conoces a esos niños.
Rem todavía no estaba convencida.
—¿Eso importa? No quiero dejar que pasen cosas malas si puedo evitarlo.
No fui muy sincero desde que llegué a la mansión. De hecho, creo que mentí más veces en este mundo que en toda mi vida antes de ser transportado aquí.
Sin embargo, esa frase fue la pura verdad. Saber lo que va a pasar o lo que puede pasar me hace sentir responsable, porque sé que soy capaz de cambiar la historia.
Quiero conseguir un buen resultado. No el mejor; me conformo con uno bueno.
—Tsk. Eres demasiado obstinado.
Ella corrió para alcanzarme. Sonreí por dentro y aceleré el paso.
Nos abrimos camino a través del bosque plagado de mabestias. Rem terminó usando su Estrella de la Mañana y su cuerno demoníaco cuando nos rodearon, pero después de una intensa búsqueda, encontramos a Meili en un claro del bosque.
—¡Te tardaste mucho, señor! —Ella estaba sentada en una gran roca, balanceando sus piernas en el aire con aburrimiento. Me mostró una cara adorablemente enojada al verme.
Rem no vió la mueca de advertencia que le dediqué a Meili. A pesar de mi gesto, la niña solo ladeó su cabeza en confusión, incapaz de comprender mi señal.
Entonces me di cuenta de que Rem no era visible desde la perspectiva de Meili, ya que los árboles la estaban ocultando.
—¡Meili! ¿¡Estás bien?!
Fui hacia ella fingiendo estar preocupado, pero secretamente le susurré:
—Eres una niña inocente, ¿recuerdas? Hay alguien más aquí.
—Oh... Señor, hiciste trampa trayendo un acompañante.
—No dijiste nada sobre lo que podía o no podía hacer para encontrarte. La próxima vez, sé más específica con las reglas del 'juego'.
Me burlé, ella había sido muy ingenua al dar una explicación tan superficial y vaga sobre las condiciones para esta propuesta suya.
—Jum... Está bien, tú ganas esta vez —Meili hizo un puchero pero aceptó a regañadientes—. ¡Tengo mucho miedo! ¡Ayúdame, señor! ¡Quiero volver con Petra y los demás!
Ella empezó a actuar como se supone que debe hacerlo. Asentí y la tomé de la mano protectoramente para llevarla de regreso.
—Vamos a-
—Leandro, aléjate de ella.
La voz de Rem sonó inesperadamente grave, con un tono autoritario y amenazante. Se había detenido justo frente a nosotros y apretaba las cadenas de su Estrella de la Mañana con fuerza.
—¿Qué sucede, Rem? ¿Hay algo malo?
—Es la niña. Es imposible que se encuentre en el corazón del bosque y no haya sido mordida por las mabestias. Además, no tiene sentido que haya recorrido tanta distancia por su cuenta teniendo el mismo punto de partida que nosotros. Sospecho que esto es una trampa o una distracción.
Inmediatamente quise darme un golpe en la frente por no haber pensado en la obviedad del descuido que cometió Meili. En el canon, ella aparecería inconsciente y Subaru la protegería sin sospechar nada sobre ella.
La diferencia fue que en ese caso Meili ya tenía casi todo previsto y se preparó para tener una coartada, pero en este caso el contexto era muy diferente: estábamos jugando y no se suponía que apareciera alguien de fuera. Rem no era ninguna idiota y percibió rápidamente que algo estaba mal.
—Es... Yo...
Traté de encontrar una excusa, una justificación para salvar la situación, pero me quedé sin palabras. Además, si me empecinaba en defender a Meili, haría muy obvio que yo estaba involucrado y ya podía imaginarme siendo torturado junto a Meili.
—¡...!
De repente, entre un pestañeo y el siguiente, vi que una flecha apareció en el pecho de Rem. La sangre brotó lentamente de su carne perforada y ella cambió su expresión por una de sorpresa, que luego pasó a miedo y finalmente se volvió indiferente. Su cuerpo sin vida cayó al suelo.
Tardé varios segundos en procesar el hecho de que Rem había muerto. Cuando lo hice, el terror estremeció mi cuerpo con un frío premonitorio, el mismo frío que sentí al ser asesinado por primera vez.
Dicen que cuando estás en una situación de vida o muerte, tus instintos toman el control y tus emociones salen a flote, exponiendo tu verdadero ser.
En ese momento, lo único que quería era correr y salvarme. De hecho eso fue exactamente lo que hice, llevando a Meili conmigo a través de los árboles.
—¿¡Qué fue eso?! ¿¡Hay un asesino aquí?! ¡Señor, déjame encargarme de él!
—¡Tonta! ¡Rem está muerta! ¡No hay manera de que tú lo hagas mejor que ella!
Llegando a los cien metros de carrera, mi cuerpo empezó a quedarse sin energía y mis pulmones estaban ardiendo, así como mis piernas. Nunca maldije tanto mi falta de condición física como entonces.
—Haa... Haa... ¡Mierda, no puede ser!
Tuve que soltar a Meili y la empujé para que siguiera corriendo sin mí.
—Ve y pide ayuda...
Pero ella no me hizo caso. Era una cachorra rebelde criada por las bestias y entrenada por Elsa. No había manera de que Meili obedeciera una orden mía.
En lugar de huir, llamó a las mabestias restantes y las envió a buscar a la persona que lanzó la flecha. Sin embargo, el asesino volvió a atacar mucho antes de lo que hubiera imaginado.
—¡Ah!
Meili soltó una pequeña exclamación cuando otra flecha silbó desde algún lugar cercano, atravesando su pequeño torso en el mismo lugar que la flecha que mató a Rem. Asumí que ahí se encontraba el corazón.
—¡NO, PUTA MADRE!
Con una mezcla de pánico y furia, grité al ver cómo caía la pequeña niña. El silencio reinaba en todo el bosque, solo interrumpido por el susurro del viento.
Sabiendo que no podía huir, decidí tratar de identificar o reconocer algún rasgo del asesino para obtener información sobre él (o ella). Pero no podría hacerlo si el bastardo me mataba a distancia, como había hecho con Rem y Meili.
—¡HIJO DE PUTA! ¡VEN Y DA LA CARA! ¡NO SEAS UN COBARDE, MÍRAME A LOS OJOS SI VAS A MATARME!
No tenía muchas esperanzas en una estrategia tan burda, pero para mi sorpresa y satisfacción, pronto vi una figura que surgió desde las sombras. Llevaba el típico disfraz de los cultistas y sostenía una ballesta.
—Así que eres uno de ellos, ¿eh?
—...
—No se supone que alguien como tú intervenga en la historia, mucho menos en el segundo arco. ¿Quién eres?
—...
El tipo no emitió sonido alguno mientras levantaba su arma, apuntando a mi cuerpo.
—Entonces no dirás nada —suspiré con frustración por no poder averiguar algo más—. La próxima vez estaré preparado para lidiar contigo.
Lo miré a los ojos mientras se lo decía, aunque el disfraz le cubría el rostro. Me temblaba la voz y las manos por el miedo. No estaba listo para morir, incluso si ya lo había hecho antes.
No quería, pero no había opción, y eso era lo que más me molestaba. Saber que era completamente impotente en esta situación.
Un segundo después, la flecha golpeó mi pecho, perforando mi corazón y matándome casi al instante.
***
—¡AAAAAAAAHHHHHHH!
Grité instintivamente al sentir un dolor horrible en el pecho, pero la transición fue tan rápida que al parecer dejé salir mi alarido en la cama de la habitación de huéspedes de la mansión, asustando a unas sirvientas gemelas.
—¿¡Querido invitado?!
Solté todo el aire que tenía acumulado y me concentré en recuperar el aliento, además de respirar más lento para calmar los latidos desenfrenados de mi corazón nuevamente vivo. Los nervios me dejaron empapado en sudor.
—Lo siento, tuve una pesadilla —volví a mentir como siempre, ya que aparentemente las mentiras eran parte indispensable de mi vida en este mundo—. Mi nombre es Leandro, ¿cómo se llaman ustedes dos?
Ambas intercambiaron una mirada de preocupación, pero luego se relajaron un poco y me hicieron una reverencia.
—Mi nombre es Ram y soy una criada en la mansión del Marqués Lord Roswaal L. Mathers.
—Mi nombre es Rem y soy una criada en la mansión del Marqués Lord Roswaal L. Mathers.
—Ustedes sí que se toman en serio lo de ser gemelas...
Cuando estaba interactuando con las hermanas, la puerta se abrió y entró Emilia.
—Veo que ya conociste a Rem y Ram. ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor ahora que te veo... Espera, ¡no quise decir eso! Digo, no es que sea mentira, pero tampoco quiero sonar como un acosador diciendo estas cosas cuando apenas nos conocemos...
Nah, mejor mátenme de nuevo. Quiero volver a empezar para decir una mejor línea.
—Hermana, hermana, el querido invitado parece ser un tipo espeluznante.
—Rem, Rem, el querido invitado tiene muchos problemas mentales.
—No era necesario decirlo —me tapé la cara, avergonzado. Ese maldito impulso de romanticismo con Emilia ni siquiera fue natural. No podía evitarlo y me ponía muy nervioso cada vez que estaba con ella.
Intentando distanciarme emocionalmente de esa situación vergonzosa, pensé en el misterioso personaje asesino. Todo indicaba que era del Culto de la Bruja, pero yo nunca había visto u oído hablar de un personaje así. Llevaba una ballesta y fue capaz de matar a Rem, aunque la tomó desprevenida, pero aun así...
—Esto es malo, no se suponía que el segundo arco tuviera este salto de dificultad. Un enemigo así me va a complicar mucho las cosas... ¿Cómo voy a derrotarlo? Mejor dicho, ¿podría derrotarlo?
Chapter 7: Bucle 3 - Parte 6
Chapter Text
—¡UGH, NO PUEDO MÁS!
—¡Claro que puedes, solo te faltan diez segundos!
Emilia me dió ánimos, así que no podía rendirme. Aguanté el dolor como un campeón y logré finalizar la plancha abdominal de cinco minutos. Aunque justo después de completar el tiempo necesario me derrumbé en el suelo sin fuerzas.
—HAAAAAA...
—¡Buen trabajo! Te has esforzado mucho últimamente.
Asentí lentamente, contemplando la hermosura de la semielfa desde el suelo.
—Es porque ya no puedo darme el lujo de estar fuera de forma.
—¿Estás preocupado?
—Algo así.
Por supuesto que lo estaba. El canon había cambiado de forma inexplicable e inconveniente, metiendo a un personaje del que nunca supe nada. Debido a eso, tuve que esforzarme como nunca para estar preparado para enfrentarlo.
Para mi tercer bucle, hice todo casi igual que antes. Le conté la misma historia a todos, me volví mayordomo y traté de ganarme la confianza de las sirvientas.
Ram me enseñó a leer y escribir, y Rem me cortó el pelo. No diría que fue un gran avance, pero ahora podía hablarles casualmente sin que fuera raro (al menos a Ram). Tuve más tiempo libre porque ya conocía la mansión y pude hacer mi trabajo con más facilidad.
Durante los primeros cuatro días, realicé varios ejercicios físicos como correr varios kilómetros, hacer abdominales, flexiones y sentadillas. Comencé con esta rutina creyendo que si mejoraba mi físico, quizás tendría más posibilidades de sobrevivir contra el misterioso cultista.
También estuve haciendo un ayuno intermitente que me ayudó a bajar de peso. Obviamente no hubo un gran cambio porque solo han pasado cuatro días desde que volví a empezar, pero esperaba que hiciera la diferencia.
Ahora bien, ¿cómo se supone que mi cuerpo sedentario podría resistir la intensidad de hacer ejercicio, trabajar en la mansión y reducir mi alimentación al mismo tiempo?
—La magia es asombrosa...
Murmuré para mí mismo. Luego de recuperar el aliento, me senté con las piernas cruzadas una sobre la otra y empecé a meditar, haciendo fluir el maná por todo mi cuerpo.
La otra cosa importante que hice fue aprender a usar mi puerta, pero antes de intentar lanzar cualquier hechizo que pudiera dañarla, traté de comprender el método de flujo.
Esta técnica era crucial para los guerreros de este mundo, ya que el flujo de maná aumenta enormemente la capacidad de mejora física. Combinando esto con el entrenamiento, obtuve resultados mucho mejores que si hubiera hecho lo mismo sin fortalecer mi cuerpo con maná.
Por suerte, Emilia supo enseñarme los principios básicos de la magia y así logré aprender más rápido.
—Sin embargo, no es suficiente.
Suspiré con insatisfacción por el ritmo de mi progreso. No tenía dudas de que podría darle una paliza a mi yo del bucle anterior, pero seguía estando a un nivel muy bajo para este mundo. Quizás le ganaría al trío de ladrones de los barrios bajos, pero no llegaría mucho más lejos que eso.
—¿A qué te refieres?
Emilia giró su cabeza en mi dirección, fijando sus preciosos ojos de amatista en mí.
—Todavía soy demasiado débil —expliqué—. Bueno, nadie se hace fuerte de un día para el otro, ¿verdad?
—Supongo que no... Pero no deberías preocuparte, no estás solo aquí. Si ocurre algo, puedes contar con mi ayuda.
Ella me regaló una sonrisa deslumbrante. Mi corazón se aceleró por la emoción, pero conseguí mantener mi expresión relajada.
—Gracias, Emilia. Me alegra mucho escuchar eso de ti —me puse de pie—. Ya es hora de volver a trabajar.
—Entonces hablamos luego. ¡Ten un buen día!
—Tú también.
Volví al interior de la mansión para tomar un baño y deshacerme de todo el sudor antes de ponerme mi uniforme de mayordomo.
—Tengo que hacer bien este bucle.
***
Unas pocas horas después ya había completado casi todas mis tareas del día y no me sentía cansado en absoluto. En realidad me costaba concentrarme en otra cosa que no fuera el plan para lidiar con el asesino.
De hecho, no lograba sacarme de la cabeza las muertes de Rem y Meili. Nunca había visto personalmente un cadáver en toda mi vida, mucho menos el momento en que alguien falleció. Solo recordarlo me revolvía el estómago.
—¿Y si mata a más personas esta vez? ¿Y si me mata de nuevo? No quiero volver a sentir esa maldita flecha atravesando mi corazón.
Odiaba la idea de ser débil, y me aterraba pensar que esa debilidad me traería un sufrimiento inimaginable en el futuro.
Definitivamente no quería tener muertes horribles como Subaru, pero ese no era mi peor temor. Lo que no soportaría sería ver morir a la gente que me importa, una y otra vez.
El poder de volver de la muerte era increíble y perfecto para salvar el mundo, pero también era una potencial tortura para el usuario.
—Casi no tengo información sobre el asesino. No estoy seguro de si el plan que hice vaya a funcionar.
Mis pensamientos se habían vuelto pesimistas gradualmente a medida que se acercaba la hora de la verdad. Hoy era el día en que el asesino atacaría, según el bucle anterior.
Empecé a pensar en las muchas formas en que todo podría salir mal. Me agobiaba saber que si algo fallaba, las muertes que ocurrieran pesarían sobre mi conciencia.
Intenté usar el trapeador para secar el suelo y se me cayó de las manos, que estaban temblando. Me agaché para recogerlo y cuando quise levantarme, mis piernas dejaron de responderme.
—Vamos, maldición...
Pero ya no podía controlarlo. Una sensación de presión asfixiante se había propagado desde mi pecho y un frío comenzó en la boca de mi estómago, haciendo que no pudiera pensar con claridad.
En el fondo ya había aceptado que tampoco sobreviviría a este cuarto día.
—¿Un ataque de pánico? ¿En serio, justo ahora?
—¿Qué te pasa? —Oí la voz de Rem que se acercaba, tan jodidamente oportuna.
—T-Tengo un calambre en la pierna —logré decir con una voz débil.
—Tan patético como siempre. Parece que tu entrenamiento fue inútil —se burló Ram.
—No tan inútil como tu brasier...
—¿Tienes deseos de morir?
Con ambas gemelas aquí, no tenía más opción que actuar normal para que no sospechen nada. Respiré profundamente para calmarme y me levanté como si nada hubiera pasado.
—¿Ya es hora de ir al pueblo? —Miré a Rem esperando que confirmara mi suposición.
—Así es —ella asintió, sus ojos estaban fijos en mis manos temblorosas. Al darme cuenta de esto, las escondí detrás de mi espalda rápidamente.
—Vamos entonces...
Ignorando la mirada asesina que me dedicó Ram por mi comentario sobre su busto, seguí a Rem hacia el exterior. Nos internamos en el sendero flanqueado por los árboles.
El momento de la verdad se acercaba. Mi corazón volvió a acelerarse por la ansiedad, pero me obligué a permanecer sereno para no caer en la locura.
—Bueno, todavía puedo hacer referencias, no estoy tan mal.
—¿No dirás nada? —Rem rompió el silencio, mirándome con sus ojos fríos y penetrantes.
—Ah, perdón. Tengo muchas cosas en la cabeza.
—Eso es evidente. Puedo ver que estás nervioso por algo. Además, el olor de la bruja que tienes impregnado se ha hecho más fuerte.
—Lo siento, olvidé tomar un baño hoy.
—...
Nop, definitivamente Rem no era una amante de los chistes. Ram habría contestado con un insulto, por lo menos.
Dejando de lado el tema de las personalidades, este era un momento crucial y tenía que decidir si la involucraría o no.
Al ver su expresión, me di cuenta de que ocultarle la verdad solo me haría ver sospechoso. Además, sería estúpido tratar de proteger a alguien que es más fuerte que yo.
Rem podía ser útil: debía usarla.
—Está bien, supongo que puedo decírtelo... Hay un asesino en los alrededores.
—¿Qué?
—Es un cultista. Posiblemente vino por mí. No sería la primera vez que ocurre.
—¿Dónde está ahora?
—En el bosque. Si no lo paramos, matará a cualquiera que se interponga en su camino.
—Iré a eliminarlo de inmediato.
Ella quiso salir corriendo, pero la atrapé del brazo, sorprendiéndome cuando ella logró arrastrarme un poco con su fuerza.
—¡Espera! ¡Eso sería muy imprudente!
—¿Tienes una idea mejor?
—Algo así.
Le expliqué mi plan sin darle todos los detalles y la convencí de ignorar al asesino por ahora. Llegamos al pueblo y ella fingió que realizaba su encargo normalmente, comprando provisiones para la mansión mientras yo jugaba con los niños.
En secreto, intercambié una mirada con Meili y le hice un gesto. Ella asintió y dejó en el suelo al pequeño 'perrito' que llevaba en sus brazos, susurrando una orden que lo hizo salir corriendo hacia el bosque.
Anteriormente hablé con ella en secreto, contándole sobre el asesino que vendría a matarme. Le pedí que me devolviera el favor por salvar a Elsa ayudándome con este problema.
Mi idea era hacer que las mabestias protegieran al pueblo; de esa manera, si el asesino aparecía le tocaría lidiar con una horda furiosa. Además, Meili nos enviaría un mensaje de alerta si eso sucedía.
—Espero que esto sea suficiente.
Con los preparativos hechos, volví a la mansión junto a Rem. Justo antes de cruzar la entrada, ella me detuvo para repasar el plan.
—Entonces, yo vigilaré los alrededores de la mansión por si tu amiga envía una señal de alerta, o en el caso de que el asesino venga por ti.
—Así es.
—Si eso sucede, tú y yo nos encargamos de él.
—Por supuesto.
—Ni mi hermana, ni Lord Roswaal, ni Lady Emilia ni la Señorita Beatrice deben ser molestados con este asunto, así que no les informaremos al respecto.
—Exactamente.
—Bien.
Satisfecha con el arreglo, ella entró a la mansión primero. Tuve a mi favor el hecho de que Rem ansiaba vengarse del Culto de la Bruja, tanto que estaría dispuesta a ignorar el sentido común con tal de castigar a un miembro del culto.
—Lo malo es que ella atacará con una furia ciega, y el asesino podría matarla al menor descuido. Tengo que averiguar si el asesino realmente está detrás de mí, porque si es el caso, yo podría actuar como carnada para distraerlo y hacer que baje la guardia.
No me gustaba tener la responsabilidad sobre la vida de alguien más, aunque fuese indirectamente.
Terminé mis tareas cuando ya era de noche. Luego de tomar un baño, me sentía especialmente inquieto y tuve que salir a caminar. Recorrí los pasillos de la mansión, mirando al exterior a través de las ventanas, pero no vi nada fuera de lugar. El ambiente era engañosamente tranquilo.
Pensé en ir a charlar con Betty para entretenerme un poco, pero descarté la idea porque no podría escuchar ni ver lo que pasaba aquí estando dentro de la biblioteca prohibida.
—Emilia ya debería haberse desocupado... No, ¿en qué estoy pensando?
Sacudí mi cabeza, decidiendo que no era conveniente dividir mi atención en un momento tan delicado.
—Concéntrate en esto.
Afortunadamente, Ram no estaba cerca, ya que a estas horas ella debía encontrarse en el despacho de Roswaal recibiendo prana y quién sabe qué otras cosas. Broma, ese tipo solo tiene ojos para una mujer.
Pasada la medianoche, empecé a preocuparme. ¿Algo había salido mal? No había señales de Meili ni de Rem. ¿Acaso el asesino apareció y mató a Meili o a la mabestia que ella pretendía enviar a alertarnos? ¿Quizás Rem perdió la paciencia y fue a investigar al pueblo o al bosque?
Nuevamente me vi dominado por la ansiedad. Incapaz de mantener la compostura, corrí escaleras abajo para salir a buscar a Rem. Sin embargo, no avancé demasiado.
Un dolor punzante explotó en mi brazo izquierdo, casi a la altura de mi hombro. Miré con horror y vi una saeta (flecha de ballesta) atravesando mi extremidad de lado a lado, empapada con mi propia sangre.
De alguna manera pude reprimir el impulso de gritar y me arranqué el proyectil del brazo. No tardé en ver al asesino, estaba parado en el recibidor con su ballesta apuntando en mi dirección.
—¿Cómo llegó aquí? ¿Acaso Rem fue...?
Sentí que la frustración y la ira llenaban mi corazón. Ese hijo de puta había vuelto a salirse con la suya.
Pero gracias a este escenario había averiguado algo muy importante.
—Tú estás aquí por mí.
Dicho eso, di un salto hacia él. Según recordaba, sus disparos tenían un intervalo de dos o tres segundos entre ellos: el tiempo que le tomaba recargar su arma. Haciendo una apuesta arriesgada, me agaché anticipadamente y esquivé un disparo de su ballesta mientras acortaba la distancia entre nosotros.
Cuando me acerqué lo suficiente, me paré como recordaba haberlo hecho en mis clases de boxeo, cerré mi mano en un puño y me balanceé hacia delante con el impulso que había acumulado corriendo, logrando golpear al asesino en el rostro.
Él retrocedió por el impacto, lo que me hizo sonreír con satisfacción. La adrenalina saturaba mi cuerpo en ese momento. Aunque tenía las de perder, estaba dispuesto a dejarlo todo para ganar.
—Esta vez no moriré sin dar pelea —le dije.
Chapter 8: Bucle 3 - Parte 7
Chapter Text
A pesar de mi valiente afirmación, la balanza no estaba nada inclinada a mi favor. Después de asestar un solo golpe, me vi completamente abrumado por las habilidades del asesino.
Este guardó su ballesta en su espalda y procedió a transformar por completo su estilo de combate, cambiando a un enfoque de cuerpo a cuerpo. Sin dejarme intimidar por su postura experimentada, me acerqué y tuvimos un intercambio de puños que terminó conmigo siendo derribado fácilmente.
¿Cuánto tiempo me duró el aura de protagonista? Unos cinco segundos aproximadamente.
Bien, debo admitir que aunque no esperaba nada de mí mismo, fue un poco decepcionante perder mi impulso tan pronto. Sin embargo, incluso estando en el suelo, no me conformaría con cerrar los ojos y esperar una muerte rápida.
Así que hice fuerza y barrí las piernas del cultista, haciéndolo caer también. Usando la pequeña brecha de tiempo que obtuve, me levanté y pasé por encima de él, corriendo a toda velocidad hacia la salida más cercana de la mansión.
Mientras huía, oí el silbido de las flechas cortando el aire y el ruido seco que hicieron al incrustarse en algún lugar que afortunadamente no fue mi cuerpo. Mi retirada estratégica no era tan estratégica ya que a un francotirador le convenía tener a su objetivo en un espacio abierto, pero yo necesitaba saber si Rem estaba viva.
Di una vuelta completa alrededor de la mansión, gritando el nombre de Rem y buscándola con la mirada; todo esto mientras el asesino me perseguía disparando proyectiles que yo lograba eludir moviéndome en zig-zag y agachándome cada cierta cantidad de segundos.
No encontré rastros de Rem aun después de haber recorrido toda el área que ella debió estar patrullando. En el peor de los casos, esperaba hallarla muerta o agonizando, pero no desaparecida. Eso me confundió.
—Rem... ¿Estás viva o muerta?
Lamentablemente no tuve más tiempo para preocuparme por ella, porque me tropecé y caí al suelo, perdiendo en un instante el factor de distancia que me mantenía relativamente seguro.
Cuando me volteé, ya tenía al asesino parado frente a mí, con su ballesta cargada apuntando a mi pecho.
—Eh... ¿Puto el que me dispare?
No, no tuvo gracia ni ingenio. Debería rendirme con la comedia.
***
Minutos antes, Rem había estado haciendo ronda como un centinela. Las horas pasaron lentamente, tanto que la oni de cabello azul podía sentir cada segundo con agobio. Su ansiedad casi había alcanzado un punto de quiebre cuando vió a la mabestia.
Era un Ulgarm común y corriente, pero con la peculiaridad de que no mostró agresividad ni recelo ante Rem. Se acercó a ella apresuradamente y empezó a gruñir con excitación nerviosa, jadeando y lanzando breves aullidos de urgencia.
Leandro le contó a Rem que uno de los niños del pueblo, una pequeña llamada Meili, tenía la cualidad de poder comandar a las mabestias. De alguna manera, él la persuadió de poner su habilidad a su disposición para su plan.
Según acordaron, Meili enviaría una mabestia a la mansión si el cultista asesino atacaba en el pueblo o se presentaba por ahí. Dicha mabestia se encargaría de guiar a Rem y Leandro hacia el invasor, el cual estaría siendo retenido por una gran horda de mabestias.
Al ver al Ulgarm allí, Rem sintió que su sangre hervía. Demasiado impetuosa para seguir el plan adecuadamente, olvidó por completo la parte del plan en la que ella informaba a Leandro sobre el aviso para ir juntos a la aldea.
—¡Llévame con el cultista! —Ella le ordenó al monstruoso lobo, que resopló afirmativamente y empezó a correr hacia el bosque.
Varios minutos después, llegaron a una pequeña colina casi completamente cubierta de cadáveres de Ulgarm. Rem examinó atentamente el entorno, pero no halló nada que indicara que su enemigo seguía allí.
—¿¡Ya los mató a todos!?
—¡Señorita!
De repente, Meili apareció montada en el lomo del Rey Ulgarm. Señaló en dirección a la mansión.
—¡El cultista ya no está aquí! ¡Se fue por allá!
En ese momento, todo hizo click en la cabeza de Rem. Había perdido un tiempo muy valioso.
—¿Señorita? —Meili la sacó de su aturdimiento temporal.
—¡Tengo que volver de inmediato!
Manifestando su cuerno, Rem hizo uso de su máxima capacidad física para regresar a la mansión lo más pronto posible. Luego de pensar un poco, Meili decidió seguirla.
—¡Espera!
***
Tenía que hacer algo en ese mismo instante o moriría. Solo se me ocurrió una cosa, pero no estaba seguro de que fuese a salir bien.
Para empezar, ni siquiera estaba seguro de que tuviera la misma afinidad que Subaru, pero tenía que arriesgarme.
No era como si tuviera otra opción además de morir...
Cerré los ojos y me concentré en extraer el maná a través de mi puerta, convirtiéndolo en una densa nube negra. Para mi alivio, no perdí el control de mi puerta y logré lanzar el hechizo correctamente.
El asesino se vió envuelto en la oscuridad de Shamak, que lo aisló de sus sentidos por unos segundos.
Hubiera querido festejar mi primer hechizo exitoso pero tenía que correr por mi vida, así que reanudé mi huida hacia el bosque.
Mi miedo se vió opacado por una creciente determinación de derrotar a ese tipo. Si podía golpearlo en la cara, su nivel no estaba tan lejos del mío, al menos en lo físico.
Los árboles me ayudaron a protegerme de los incesantes disparos que me llegaban desde atrás. Gracias al entrenamiento con maná y a mi instinto de supervivencia, había estado corriendo con todas mis fuerzas durante la última media hora sin derrumbarme.
Me felicité a mí mismo por esforzarme a pesar de lo inútil que parecía la idea en un principio.
Al poco tiempo llegué a un sitio familiar: un acantilado. Me detuve cerca del borde y giré para enfrentar al cultista.
—Bueno, parece que no puedo seguir escapando —suspiré, preparándome mentalmente para ponerle fin a este conflicto.
El cultista se aproximó lentamente. Me di cuenta de que ya no le quedaban municiones para su ballesta, pues la tiró a un lado para deshacerse del peso innecesario y sacó dos dagas de su cintura.
Desarmado, solo pude sonreír irónicamente cuando él se lanzó hacia mí. Cuando estaba a punto de apuñalarme, atrapé sus hombros y me dejé caer hacia atrás, empujando mi pie en su vientre y jalando su torso para hacerlo salir volando.
La figura del cultista desapareció cuando cayó del acantilado, probablemente murió con la caída.
—Lo logré... ¡Mierda, lo logré!
Mis piernas se aflojaron a medida que la adrenalina se desvanecía. Caí sentado en el suelo pero no le presté atención al dolor: estaba demasiado eufórico por mi sorprendente victoria.
—No puedo creer que mi plan funcionó...
No escuché el crujido de las rocas, tampoco el suave aleteo de la túnica. Solo vi la sombra que se proyectó a contraluz debido a la luna llena que brillaba en el cielo a mis espaldas.
Una cabeza puntiaguda como un triángulo, una mano que se alzaba sosteniendo un cuchillo. El maldito asesino estaba detrás de mí. ¿Cómo había sobrevivido el desgraciado? Solo Echidna lo sabía, si es que ella estaba observando.
Incluso cuando entendí lo que iba a ocurrir, fui incapaz de mover mi cuerpo para esquivar el ataque. Había bajado la guardia por completo.
Sin embargo, un segundo antes de que el ataque aterrizara, una enorme bestia negra saltó sobre el asesino, salvando mi vida.
—¡El alfa...! —Murmuré, mirando con asombro.
Dos figuras más surgieron del bosque: Rem y Meili. Al verlas, todo empezó a encajar.
—¡Qué bueno que las dos están a salvo! Uff...
Traté de levantarme e inmediatamente volví a caerme. ya que el cansancio me había dejado algo mareado. Por suerte, Meili se apiadó de mí y me ayudó a mantenerme de pie como hizo con Elsa cuando las conocí en la ciudad.
—¿La gente del pueblo está bien? —Inquirí preocupado.
—Sí, tu amigo el cultista solo atacó a los Ulgarm.
—Ya veo. Rem, ¿cómo fue que tú...?
Interrumpí mi enunciación cuando me percaté de que Rem no estaba con nosotros. Con su cuerno activo, ella se había lanzado al campo de batalla, empujando al Rey Ulgarm para encargarse del enemigo por sí misma.
El Lucero del Alba de Rem surcó el aire y se estrelló contra el cuerpo del cultista, que logró bloquear y neutralizar el ataque con sus manos.
Cada vez más furiosa y salvaje, Rem gruñó y lanzó su arma de forma envolvente, esta vez como una finta para alcanzar a su objetivo y arrancarle la garganta con sus propias manos.
Inteligentemente, el cultista eludió el agarre e interpuso su pierna para hacer que Rem perdiera el equilibrio, tomándola desprevenida con un golpe crítico en su cuerno. Ella se desmayó en el acto.
—Mierda...
Tuve un mal presentimiento cuando mi mejor aliada fue anulada con relativa facilidad.
Nuevamente el cultista vino corriendo con una persistente intención asesina. Claramente yo era su prioridad, lo cual sería halagador si el cultista fuera una chica linda y no estuviera tratando de matarme.
El Rey Ulgarm intervino justo a tiempo para evitar el comienzo de un cuarto bucle, nuevamente embistiendo a mi asesino para alejarlo de mí.
—Algo está mal con este tipo... ¿Por qué es tan resistente?
Mientras yo me exprimía el cerebro tratando de descifrar las misteriosas capacidades del cultista, el Rey Ulgarm consiguió atraparlo en sus fauces de forma inesperada y se lo tragó.
—¿¡Oh?! ¡Eso es! —Grité con entusiasmo—. ¡Cómete a ese bastardo!
Por un momento creí que habíamos ganado, pero no tardé en descubrir que eran falsas esperanzas.
Se oyó un horrible aullido. Meili ahogó un grito y se cubrió la boca con las manos. El Rey Ulgarm se desplomó en el suelo y su vientre se abrió en un tajo, revelando al cultista aparentemente ileso, aunque bañado en sangre.
—Hijo de puta, ¡¿acaso eres Terminator?!
Me miró fijamente y empezó a caminar hacia mí. Depositando mi fé en otra apuesta arriesgada, incliné y susurré algo en el oído de Meili. Ella asintió y salió corriendo.
Esa fue la última carta que jugué de mi propia mano. Si eso fallaba, este bucle estaba jodido.
Las dagas del cultista estaban torcidas y bañadas en sangre, así que las desechó como hizo previamente con su arma principal.
—Supongo que no aprendiste el concepto de 'reciclaje'. Deberías empezar a ponerlo en práctica, es muy recomendable.
Me burlé, adoptando una postura de pelea. Era hora del segundo asalto.
Detuve torpemente un puñetazo dirigido a mi mandíbula, pero mis reflejos de combate fueron brutalmente humillados con un segundo puñetazo que se hundió en mi vientre.
Escupí saliva, sufriendo arcadas como consecuencia del ataque. Lamentablemente eso era solo el principio: lo siguiente fue un rodillazo en la cara, el cual me hizo morderme la lengua y extrajo sangre de mi nariz.
Luego vino una serie de golpes a mis costillas y mis piernas. Dejé de contar los golpes más allá de ese punto y me concentré en resistir todo el tiempo que fuera posible.
Gradualmente mi visión se volvió borrosa y mis oídos comenzaron a zumbar, arrastrándome al umbral de la inconsciencia.
Sentí que iba a desmayarme con el siguiente ataque, pero entonces la escuché.
—¡TE TRAJE ALGO!
Era la voz de Meili. Justo a tiempo. Reuniendo las fuerzas que me quedaban, miré al cultista y sujeté sus hombros mientras le mostraba una sonrisa ensangrentada.
—Shamak.
La oscuridad brotó de mi cuerpo, dejándonos a ambos sumidos en un mundo ciego. Sintiendo mi agarre en sus hombros, calculé la posición de su cuerpo rezando para tener buena puntería.
Con un movimiento nada elegante, doblé mi pierna y ejecuté una patada directa a la entrepierna del cultista. Sentí que mi pie chocaba con algo blando y, asumiendo que había dado en el blanco, corrí fuera de la nube de humo.
***
El Cazador se retorció. A pesar de estar preparado para ignorar el dolor, su cuerpo reaccionó al terrible impacto en un área sensible; el golpe desató un efecto aturdidor en su sistema nervioso y le impidió moverse por unos segundos.
No obstante, incluso si sus extremidades fueran arrancadas, sus músculos desgarrados y su piel erosionada, el Cazador nunca se detendría mientras pudiera actuar. Después de todo, su mera existencia estaba ligada a su misión.
Cuando el efecto de parálisis se desvaneció, el Cazador corrió fuera del área oscura para ir al encuentro de su escurridiza presa. Debía cumplir su propósito.
Pero al salir de la zona ciega, el Cazador fue recibido no por uno, sino por veinte disparos consecutivos. Su cuerpo fue penetrado por proyectiles largos y punzantes con los que él estaba familiarizado.
Eran las saetas que empleaba en su arma principal, la ballesta; misma ballesta que Leandro sostenía en ese momento. Sí, la que el Cazador dejó tirada en el suelo cuando se quedó sin municiones.
—No dije todo eso sobre el reciclaje solo porque sí, ¿sabes?
Leandro reutilizó todos los proyectiles de la ballesta, convirtiendo el cuerpo del Cazador en un colador de carne con aspecto de erizo. Su corazón, su garganta y muchos de sus órganos sufrieron perforaciones: básicamente estaba condenado a morir de forma inminente.
El Cazador cayó, su sangre se esparció en el suelo formando un charco. Leandro se agachó a su lado y lo contempló en silencio, observando cómo la vida abandonaba su cuerpo.
—En todo este tiempo, no dijiste una sola palabra. Me pregunto si eres uno de esos soldados resucitados... Ah, qué idiota soy.
Se dió una palmada en la frente, riendo como si estuviera en una situación casual.
—Puedo averiguarlo así de fácil.
Dicho eso, Leandro extendió su mano y retiró la parte superior de la túnica del Cazador, dejando expuesto su rostro a la luz de la luna.
Pero cuando lo vió, la expresión de Leandro se convirtió en algo que expresaba el más puro desconcierto.
—No... No entiendo... ¿Por qué?
Retrocedió asustado, incapaz de apartar su mirada del rostro del Cazador.
—¿¡Por qué este tipo tiene mi cara?!
Chapter 9: Bucle 3 - Parte 8
Chapter Text
Rem se despertó durante el viaje de regreso a la mansión. Leandro la llevaba echada sobre su hombro como un saco de papas. Ella saltó al suelo, alarmada.
—¡¿Qué pasó?! ¿¡Dónde está el cultista!?
—Ya no tienes que preocuparte por eso —Leandro dijo con una expresión de cansancio—. Está muerto.
Para demostrar su afirmación, Leandro metió una mano en su bolsillo y sacó la capucha que usaba el cultista para cubrir su cabeza.
La sirvienta recibió la noticia casi sin poder creerla. Sintió una mezcla de alivio y frustración por no poder haber terminado el trabajo ella misma. Otra vez, ella fue impotente en una situación de peligro.
—¿Cómo sucedió?
—Lo maté con su propia arma. Meili me ayudó con eso.
—Ahora que lo mencionas, ¿dónde está ella?
—Se fue con su hermana mayor —explicó él vagamente.
Rem se quedó callada luego de oír la explicación de lo acontecido. Tenía la cabeza agachada y la mirada perdida.
—Sé lo que estás pensando, Rem —de repente Leandro rompió el silencio—. Hiciste mucho más de lo que crees. De no ser por ti, yo habría muerto varias veces esta noche.
—Eso...
Ella se negó a aceptar que tenía algún mérito propio. Incluso su cuerno, la fuente de su poder, aquello que la volvía relativamente útil... Incluso eso se lo debía a su hermana.
Si Ram no hubiera sacrificado todo por ella, Rem ni siquiera estaría viva hoy.
Entonces, nada de lo que Rem 'tenía' le pertenecía realmente. La vida de Rem era una deuda que ella debía pagar apoyando a su querida hermana hasta su último suspiro.
—Otra vez tienes esa expresión.
—¿Qué quieres decir? —Ella lo miró, irritada y avergonzada ante la idea de ser leída como un libro abierto. Rem no deseaba exponer su miseria interior al mundo; ella no quería ser consolada ni perdonada por los pecados que la atormentaban.
—Te estás culpando por cosas que no puedes controlar, lo veo en tus ojos. No puedes ver más allá del odio que sientes por ti misma.
—¡¿Tú qué sabes sobre mí?!
Ella estalló, su rostro estaba rojo y sus ojos llenos de lágrimas. Leandro sonrió y le respondió:
—Lo que sé de ti es que eres alguien que se preocupa profundamente por el bienestar de sus seres queridos, incluso dejando de lado su propia felicidad para garantizar la de ellos. Idolatras a tu hermana como si fuera una diosa y haces lo que sea para protegerla. Vives sin molestar a nadie y eres educada con los demás, incluso si son extraños y sospechosos, como yo.
—...
Rem lo miró sorprendida. Él parecía conocerla demasiado bien.
—Rem, soy un inadaptado social que nunca se esforzó en su vida. Hoy vencí a un tipo mucho más fuerte, ágil y experimentado que yo. A pesar de ser un holgazán sin talento, superé las adversidades y burlé a la muerte. ¿Sabes cómo lo hice?
—¿Con ayuda de otros?
—Iba a decir que lo hice porque creí en mí mismo para hacerlo sonar genial, pero esa es una explicación mucho más realista.
Leandro admitió la verdad riendo entre dientes. Rem sonrió un poco, aun cuando estaba derramando lágrimas.
—Yo... Soy realmente débil y frágil.
Ella confesó, abriendo su corazón un poco. La mansión ya estaba a la vista.
—No es cierto. Eres mucho más fuerte que la imagen mental que tienes de ti misma.
—Todo lo que hago es para compensar mis errores... Mi único deseo es que mi hermana sea feliz.
—Ram ya es feliz. Deberías centrarte en hallar tu propia felicidad.
—Yo no merezco ser feliz. Si no hubiera hecho lo que hice, todo sería mejor. Sería mejor que yo no existiera, que nadie me recordara...
—Pero existes, Rem. Estás en el corazón de mucha gente. Te sorprendería saber lo importante que eres.
—¿Qué quieres decir? No entiendo a dónde quieres llegar.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre ti misma. Por ahora, solo puedo decirte esto.
Él la miró fijamente, con una mirada llena de sinceridad. Poniéndose delante de ella, agarró sus hombros y afirmó seriamente:
—Si tú no crees en ti misma, yo lo haré por ti. A partir de ahora, te apoyaré con todo mi ser.
Rem no supo cómo responder a eso; en ese momento sintió que algo en su interior se sacudía. Su pecho, que estaba encogido de dolor, finalmente se aflojó cuando escuchó esas palabras. Había una sensación nueva que ella no pudo describir.
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de la sirvienta cuando finalmente respondió con una voz suave.
—Eso es lo más vergonzoso que he escuchado —dijo, limpiándose las lágrimas del rostro—. ¿Estabas intentando cortejarme con ese discurso?
En ese momento llegaron a la mansión. Leandro tenía el rostro completamente rojo.
—B-Bueno, yo ya me voy...
—Deja la puerta de tu dormitorio abierta —me indicó Rem mientras entramos—. Más tarde te haré una visita.
—¿Ah?
—Acordamos mantener lo de esta noche en secreto. Usaré mi magia sanadora para curar tus heridas y así no habrá nada de evidencia.
***
Al llegar a mi dormitorio, me dejé caer en mi cama y me cubrí el rostro con las manos.
—¡Mierda, qué vergüenza! No puedo creer que haya dicho esas estupideces en voz alta, ¡hablar como un verdadero personaje de anime es demasiado ridículo!
No podía dejar de recordar la expresión de Rem cuando le solté ese discurso sobre amor y superación personal. Ella pasó de estar triste a burlarse de mí en un instante.
Mi relación con Rem se volvería muy incómoda después de esto, pero al menos logré mejorar su estado de ánimo. Misión cumplida, supongo.
Lo que hice no fue tan efectivo como lo que hizo Subaru cuando la enamoró, pero tampoco estuvo tan mal. Además, no puedo compararme con el General, él siempre haría todo mejor.
—Me cuesta creer que ya completé el segundo arco... ¡Puta madre! Después sigue la pelea con la ballena blanca y la pelea con Petelgeuse... Dame un respiro, Re:Zero.
Además, todavía estaba muy confundido por lo que vi en el acantilado. El cultista tenía mi rostro, no había duda de ello. Pero eso ni siquiera fue lo más raro que pasó en ese momento.
Flashback.
Meili se paró a mi lado y observó el cadáver del cultista. El shock me había paralizado y no pude reaccionar en absoluto. Sin embargo, ella no reaccionó como esperaba.
—¿Lo conocías?
—¿Eh?
¿Por qué no dijo nada sobre su rostro? El sujeto parecía mi hermano gemelo o mi clon.
—¿Qué pasa? —Meili ladeó la cabeza, intrigada por mi expresión.
—Acaso tú... ¿No lo ves?
—¿Ver qué cosa?
—Yo... Olvídalo.
Si por alguna razón Meili no veía lo mismo que yo, entonces me convenía guardar silencio sobre este asunto. Nadie más necesitaba saberlo, de todos modos.
Fin del Flashback.
Me di un buen baño de agua caliente para quitarme toda la sangre, el sudor y la suciedad que había acumulado en mi cuerpo. Las heridas me dolían mucho, especialmente el agujero que tenía en mi brazo; no obstante, me consolé con la promesa de recibir la magia sanadora de Rem.
Aunque claro, también estaba nervioso porque la situación era demasiado incómoda.
Con todo lo que pasó, no había podido descansar bien y mis párpados se estaban volviendo pesados, pero aguanté lo mejor que pude. Un rato después, oí pasos en el pasillo.
—Permiso.
Rem entró a la habitación. Ya no vestía su uniforme, sino un camisón celeste que hacía juego con su cabello y ojos. Su apariencia combinaba belleza con delicadeza de un modo armonioso.
Esa vista me quitó el sueño por completo. Cambié mi postura inconscientemente, enderezando mi espalda para verme mejor.
—Lamento que debas tomarte esta molestia conmigo.
—No importa. Quítate la camisa.
Rem fue directa, algo de lo que yo no me quejaría. Asintiendo torpemente, me deshice de mi prenda superior. Ella se sentó a mi lado y colocó sus manos apenas por debajo de mi hombro.
—Maná del Agua, concédeme el poder de la curación.
Las manos de Rem se iluminaron con una luz tenue. Pude sentir el momento exacto en que vertió su magia dentro de mi herida más grave. El dolor que sentía se desvaneció en gran medida.
—No puedo curarla del todo, pero esto debería ser suficiente para acelerar las cosas. Tu cuerpo hará el resto.
A continuación, ella aplicó el tratamiento en el resto de mis heridas, que eran mayormente superficiales. Las zonas hinchadas volvieron a la normalidad, así como el color de mi piel en dichas áreas.
—Gracias.
—...
Ella había terminado de curarme, pero no se movió. Nos miramos fijamente por unos segundos hasta que no pude soportar la tensión.
—Um... ¿Pasa algo?
—No, no es nada...
Como si se arrepintiera de algo que pensaba hacer o decir, Rem sacudió la cabeza y se puso de pie.
—Buenas noches, Leandro. Que descanses bien.
—Igualmente...
La despedí con una sensación de desconcierto. Volví a acostarme, esta vez con la intención de dormir profundamente y descansar para otro día de trabajo.
Solo hubo una cosa que se interpuso entre el sueño y yo.
—Carajo, tengo muchas ganas de cagar ahora mismo.
***
Respiré profundo, ajusté mi postura y arrojé la piedra.
Mi lanzamiento realizó una trayectoria precisa a lo largo de veinte metros, finalizando su recorrido al golpear una pequeña campana que colgaba de la rama de un árbol.
Inmediatamente me llegaron aplausos y silbidos, seguidos por un coro de voces infantiles.
—¡Genial! —Mild se emocionó con mi demostración.
—¡¿Cómo puedes atinar desde esta distancia?! —Lucas estaba boquiabierto.
Me encogí de hombros. En realidad yo tampoco lo entendía: nunca tuve este nivel de puntería.
Recientemente comencé a sentir que mis sentidos se habían vuelto más agudos, asimismo mis habilidades manuales vieron una enorme mejora: mi manejo de los cuchillos era casi perfecto.
A decir verdad, ya hice una hipótesis.
De la misma manera que Subaru obtuvo las autoridades de los arzobispos cuando estos murieron, yo pude asimilar las habilidades de mi Doppelganger cuando su vida acabó.
Sí, así es como decidí llamar al cultista que tenía mi rostro. Luego de pensar por bastante tiempo, llegué a la conclusión de que ese tipo era una réplica, una copia o una versión alterna de mí mismo.
¿Pero cómo era eso posible?
Simple: Pandora.
Aun así, no entiendo cómo ella tiene algo que ver conmigo ni por qué enviaría copias mías a matarme, especialmente si ella sabe sobre el Retorno por Muerte (estoy casi seguro de que lo sabe).
Una pequeña mano jaló mi brazo, cortando mi línea de pensamiento. Bajé la mirada y encontré a Petra mirándome con una expresión de cachorrito que me dió mucha ternura.
—¿Qué pasa? —Pregunté sonriendo.
—¿Sabes cuándo volverá Meili? —Ella extrañaba a su amiga, que desapareció del pueblo desde el incidente con mi Doppelganger.
—En el cuarto arco, probablemente —respondí inconscientemente.
—¿Qué?
—¿Qué?
No tuve tiempo para aclarar el malentendido, porque en ese momento llegó una semielfa de pelo plateado cuya presencia estelar atrajo la atención inmediatamente.
—¡Es la señorita Emilia!
—¡Sí! ¡Viniste!
Los niños se abalanzaron sobre ella, queriendo acaparar su atención. Sonreí orgulloso. En los últimos días hice mi mejor esfuerzo para unir a Emilia con las personas del pueblo: desde incluirla en los eventos que organicé con los niños, hasta emplear su magia de hielo para crear helado y hacer que todos lo probaran (en el canon, Subaru hizo algo similar con la mayonesa, pero no tuvo nada que ver con Emilia).
No tuve tanta suerte con los adultos y ancianos, ya que algunos aún no se sentían cómodos con ella; sin embargo, los niños la aceptaron rápidamente luego de conocerla un poco. Sabía que con un poco más de tiempo, todo el pueblo la recibiría con los brazos abiertos.
Había hecho un gran trabajo con el progreso social de Emilia. En este aspecto creo que superé a Subaru, al menos durante este punto de la historia.
Tan considerada como siempre, Emilia se tomó un tiempo para saludar a cada uno de los niños, escuchándolos con auténtico interés y actuando como toda una hermana mayor.
Como ambos teníamos tiempo libre por las mañanas, solíamos quedarnos un buen rato por aquí. Ella siempre llegaba un poco después que yo, porque lo primero que hacía era tener sus charlas matutinas con los espíritus menores.
El único 'problema' de esta rutina fue que pasar tanto tiempo con Emilia intensificó mi enamoramiento artificial. Lo he manejado bien hasta ahora, pero no estoy seguro de cuánto tiempo podré seguir así.
Mientras pensaba en eso, vi que ella miró en mi dirección y sonrió, agitando mi corazón que estaba completamente indefenso contra un ataque sorpresa como ese.
Unos minutos más tarde nos fuimos de vuelta a la mansión.
—¿Quieres oír un chiste? —Preguntó Emilia de repente.
—Me encantaría —asentí con curiosidad sobre el tipo de chiste que me contaría.
—¿Qué tienen en común las mabestias y los impuestos?
—No lo sé.
—Que la gente los odia.
—¡Ja! No está mal.
—Ahora cuenta uno tú.
—De acuerdo, ahí va. ¿Sabes lo que le pasa a alguien que entra en la niebla de la Ballena Blanca?
—No.
—Pregúntale a Larry.
—¿Quién es Larry?
—Exacto.
Emilia se mostró confundida con el remate de mi chiste, pero no hizo preguntas porque habíamos llegado a la entrada de la mansión, en la cual se ubicaba un carruaje de dragón.
—Oh, ya sé lo que sigue.
No me sorprendí al ver la figura imponente y conocida de Wilhelm Van Astrea saltando fuera del carruaje para saludarnos con una reverencia.
Chapter 10: Bucle 3 - Parte 9
Chapter Text
Wilhelm nos informó sobre el motivo de su presencia: un emisario de la capital real había llegado a la mansión por algo referente a la selección real. Emilia entró a la mansión para reunirse con el enviado, cuya identidad no era ningún misterio para mí.
—Félix... Joder, qué rico está ese femboy. No homo.
Sabiendo de antemano que yo no tenía lugar en esa reunión, fui directamente a buscar las hojas de té de mejor calidad para tener una excusa que me permitiera charlar con Wilhelm. Preparé dos tazas de té y las llevé fuera, acercándome al viejo espadachín con una expresión amistosa en mi rostro.
—Por favor, acepte esto como un gesto de cortesía. Es todo un honor conocer en persona al Demonio de la Espada.
—Me siento halagado, aunque no estoy orgulloso de ese apodo.
Wilhelm aceptó el té, no sin antes mirarme y tomar nota mentalmente por el hecho de que logré reconocerlo aunque él nunca me había visto antes.
Conociéndolo, sabía que él estaba analizando mi apariencia, mis gestos y mi aura para saber con qué intenciones me acerqué y decidir si valía la pena hablar conmigo.
Intenté pensar en algo para romper el hielo, pero en lugar de eso, empecé a reírme. No es que me haya vuelto loco del todo: algo estaba haciéndome cosquillas en ese momento.
Cuando giré para ver de qué se trataba, me sentí estúpido por no haberlo notado antes.
—¡Patrasche!
La dragona que acompañaba a Subaru en la historia original, estaba justo frente a mí, metiendo su hocico en mi axila sin ninguna consideración por mi espacio personal.
Sus ojos amarillos con pupilas negras alargadas me miraban con curiosidad e interés. Acerqué mi mano a su rostro lentamente y le rasqué la barbilla, obteniendo un suave gruñido de placer.
—Qué extraño —comentó Wilhelm al ver la reacción de la dragona—. Este ejemplar pertenece a una raza muy orgullosa; es muy raro verlos actuar de esa manera, aún más con los desconocidos.
—Vaya, supongo que tengo algún encanto oculto —traté de sonar genuinamente sorprendido, pero creo que no lo logré.
Wilhelm continuó estudiando mi comportamiento mientras le daba un sorbo a su taza.
—Buen sabor. Pienso que tiene un considerable impacto.
—Me alegra oír que es de su agrado.
Elegí no especificar que era el té más caro de la mansión, ya que no quería sacarle información a Wilhelm, sino pasar el rato.
—Si mi suposición es correcta, eres el mayordomo de la mansión —dijo él.
—Así es —confirmé—. Mi nombre es Leandro, por cierto.
—¿Puedo preguntarte a qué se debe tu gesto de hospitalidad hacia estos viejos huesos? Pienso que debe haber algo que te motive, teniendo en cuenta la calidad del té que me has ofrecido.
—Veo que lo notaste después de todo... Bueno, en realidad solo quiero dar una buena impresión. Siento un gran respeto por la señorita Crusch Karsten.
Mis palabras impactaron a Wilhelm con la revelación de que un simple mayordomo como yo tenía conocimiento sobre su afiliación.
—Estás bien informado para ser un mayordomo.
—Mi posición oficial en esta mansión es la de mayordomo, pero pretendo convertirme en el caballero de Lady Emilia eventualmente.
El viejo caballero levantó las cejas ante mi declaración.
—Tienes una meta muy ambiciosa, joven.
—Sé que no será fácil, pero una vez escuché la historia de un humilde soldado que no era importante y no tenía nada de especial; ese soldado estaba enamorado de una mujer posicionada casi en la cúspide de la jerarquía social, pero de alguna manera se las arregló para mostrar su valía ante ella y la hizo su esposa. Fue muy inspirador, ¿sabe?.
Por supuesto que ambos sabíamos a quiénes me refería sin que yo tuviera la necesidad de nombrarlo a él o a la anterior Santa de la Espada.
—Esa historia me resulta muy familiar —Wilhelm estiró sus labios, esbozando una leve sonrisa al recordar su pasado con Theresia. Yo también sonreí porque había visto esos momentos en el anime, y fue casi como si hubiera estado ahí con ellos (lo cual hubiera sido raro, incómodo y definitivamente habría arruinado el ambiente romántico de esas escenas).
Pasados unos segundos de flashbacks irrelevantes, Wilhelm me miró bajo una nueva luz.
—Si no es inapropiado preguntar, ¿cómo te sientes hacia Lady Emilia?
—Ah...
Hace solo unos días, el nieto de este hombre me hizo un cuestionamiento muy similar. La ironía era que mi respuesta a esa pregunta, si tenía que ser sincero, ya no era la misma.
—Estoy enamorado de ella. La protegeré a cualquier costo.
Aún no había aceptado esos sentimientos como algo real, pero tampoco intentaría negar que estaban ahí.
—Ya veo. Tus ojos me recuerdan a los míos cuando pienso en mi esposa. Si estás determinado a lograr tu objetivo, no permitas que nada te detenga.
Oí pasos acercándose a nosotros. Tanto Wilhelm como yo giramos a ver de qué se trataba. Ahí estaba Félix, saliendo de la mansión escoltado por Rem.
—Parece que nos quedamos sin tiempo —dijo Wilhelm.
—Lo siento por hacerte esperar fuera, Abuelo Wil —Félix se disculpó con él tan pronto como llegó junto al carruaje—. ¿Te aburriste mucho nya?
—Carajo, me encanta cómo hablan las chicas gato... ¡No, este no es una chica gato, es un hombre!
Tuve que recordarme a mí mismo que Félix y yo compartimos el género. Sería peligroso pasar eso por alto.
—En absoluto, este joven fue muy amable conmigo y hemos mantenido una agradable conversación todo este tiempo.
Centrando su atención en mí, Félix se acercó con curiosidad.
—Oh ho, eres el tipo que Lady Emilia mencionó.
De la nada y sin pedir permiso, Félix me atrapó en una especie de abrazo por la espalda y empezó a inspeccionar mi cuerpo de un modo que incluyó bastante contacto físico. No quise ser maleducado así que no me quejé, pero me dije a mí mismo que si llegase a sentir un bulto presionando contra mi parte trasera, el gatito femboy perdería todos sus dientes.
—¿Oh? Estás siendo muy colaborador a pesar de que actué tan repentinamente. Esperaba un poco de resistencia de tu parte, ¿sabes?
—Sé que eres una figura respetable, por eso no pensé que debiera preocuparme. Además, sería problemático ofender a un caballero de la Guardia Real.
A pesar de que fue muy breve, logré ver que Félix intercambió una mirada con Wilhelm.
—¡Qué sorpresa! Me halaga ser reconocido. ¿Acaso eres un fan?
—No exactamente, solo soy alguien que sabe cosas —dije, haciendo una reverencia elegante con mi mejor cara de póquer.
—Heee, con que es así...
—Félix, ya es hora.
—¡Ay, no seas aguafiestas, Abuelo Wil! Justo cuando se estaba poniendo interesante...
—Sir Leandro, ha sido un placer —Wilhelm se inclinó, dirigiéndose a mí formalmente, lo que podía interpretarse como una señal de aceptación y respeto—. Le deseo mucha suerte.
—Lo mismo digo, Sir Wilhelm.
El abuelo de Reinhard saltó al carruaje y se preparó para partir. Félix sonrió y me dedicó unas últimas palabras antes de irse con el anciano.
—Puede que volvamos a vernos en la capital real, espero que así sea.
Wilhelm nos saludó mientras azotaba las riendas, haciendo que Patrasche empiece a jalar el carruaje a toda velocidad. El vehículo se alejó rápidamente por el camino de tierra, levantando una gran cantidad de polvo.
—Ya falta poco —murmuré con un frío en el estómago, pensando en la Ballena Blanca y en Petelgeuse.
—¿Falta poco para qué? —La voz de Rem a mis espaldas me hizo dar un salto.
—¡Ahhh! ¿¡Por qué estás tan cerca?!
Lo cierto es que Rem se había colocado silenciosamente junto a mí. Ella ladeó la cabeza inexpresivamente, como si no hubiera nada extraño en la situación y yo fuera raro por preguntar.
—Olvídalo —suspiré y caminé de regreso al interior de la mansión.
—No respondiste mi pregunta, Leandro.
—Ah, ¿eso? —Hice una mueca—. Me refería a que falta poco para la hora del almuerzo.
***
El viaje de vuelta fue bastante silencioso al principio, ya que tanto el conductor del carruaje como el pasajero estaban sumidos en pensamientos sobre lo que había ocurrido en la Mansión Roswaal.
Luego de unos minutos, Félix decidió romper el silencio.
—Lady Emilia se lo tenía bien guardado nya. Ese mayordomo parece bastante perspicaz. Tú has hablado con él; ¿qué opinión tienes?
—Hay mucho más en él de lo que se ve a simple vista.
—¿Es por eso que lo dejaste acercarse a ti? ¿Porque viste algo que llamó tu atención? Ya me parecía extraño, el Abuelo Wil hablando de una forma tan casual...
—Parece que tienes una idea equivocada sobre mi personalidad.
—Oye, pero es cierto —Félix sonrió burlonamente, pero la intriga lo obligó a dejar de bromear—. ¿Qué es lo que viste en él?
—Sus ojos... Es alguien que ha experimentado la muerte de primera mano, incluso diría que está muy familiarizado con ello. Además, hay algo que no pude comprender del todo.
—¿Qué es?
—Aunque su lenguaje corporal es el de una persona común y corriente, su mirada y el aura que desprende cuentan una historia distinta. Es como si hubiera dos hombres en el cuerpo de uno, ambos muy diferentes entre sí.
—¿Dos hombres en el cuerpo de uno? Eso me suena a trío. ¡Eres muy pervertido por sugerir tal cosa, Abuelo Wil! —Exclamó Félix, estallando en carcajadas.
Wilhelm suspiró y no hizo ninguna réplica al comentario de Félix, que se revolcó en el interior del carruaje hasta que dejó de reírse y se limpió las lágrimas antes de ponerse un poco serio.
—En fin, supongo que tendremos que observar con más atención el campamento de Lady Emilia, solo por si acaso nya.
***
—Así que irás a una conferencia por la selección real...
—Sí, es una reunión oficial súper importante.
—Me gustaría acompañarte, quiero asegurarme de que estás a salvo en la capital real.
—¡No será necesario, te aseguro que estaré bien! —Emilia intentó disuadirme con una sonrisa pacificadora.
—Además, no es ella quien decide eso, sino yo —intervino Roswaal—. ¿Acaso pensabas irte sin pedir permisooooo? No puedo creer que mi mayordomo sea tan irresponsaaaable.
—Sabes perfectamente que mi presencia aquí no es necesaria —contesté—. Solo me contrataste porque te lo pedí.
—Razón por la cual deberías ser más agradecido conmigo en lugar de hacer tantas exigeeeencias.
Me molestó que este Roswaal fuera tan difícil de convencer en comparación con su versión de la historia original. No recuerdo que el payaso canónico le pusiera tantos peros a Subaru.
—¿Tengo que recordarte lo que casi pasó la última vez? Emilia no está a salvo en la capital real. Déjame ir con ella para protegerla. Además, tengo unos asuntos pendientes allá.
—Podría considerarlo si satisfaces mi curiosidad, ¿qué claaaase de asuntos son los que debes ir a resolveeeeer?
—Una disculpa con un gigante y su nieta, un almuerzo con el Santo de la Espada y una generosa compra de mercancía a un vendedor de frutas.
—¿Santo de la Espada? —Emilia abrió mucho los ojos—. ¿Conoces a Reinhard?
—Sí. Podría decirse que trabajé con él.
Lo cual era una completa mentira, porque lo dejé hacer todo a Reinhard y me limité a cosechar las recompensas de sus 'esfuerzos' (en realidad él no tuvo que esforzarse para vencer a Rom ni a Elsa). Sin embargo, no era necesario que Emilia y compañía supieran los detalles.
—Bueeeeno, supongo que puedo dejarte ir —Roswaal sonrió cínicamente.
—Desgraciado, solo querías sacarme información —lo miré con asco.
—¡No uses esas palabras al hablar con el Amo Roswaal! Y no te dirijas a él con ese tono —Ram me reprendió—. Por cierto, luego hablaremos de lo que hiciste con las hojas de té.
—Lo que digas, tabla de planchar.
—Está bien, si lo deseas tanto, Ram te concederá tu deseo de muerte —ella invocó su magia de viento, pero Emilia logró calmarla a duras penas mientras Roswaal observaba todo riéndose.
Roswaal estimó que saldríamos pasado mañana. Durante ese tiempo, me preparé a fondo tanto física como mentalmente para el tercer arco. Ya había estado entrenando diariamente y no detuve mi rutina incluso después de haber superado la amenaza del Doppelganger.
Mi cuerpo finalmente se encontraba en un estado aceptable: me había deshecho del exceso de grasa (adiós barriguita), fortalecí mis músculos y desarrollé mi puerta. Eso sin contar las habilidades del Doppelganger. Ahora estaba seguro de que podía vencer al trío de ladrones sin problemas.
Pero esto no sería suficiente para acercarme al nivel de personajes como Elsa o Petelgeuse. Al menos estaba mejor preparado que Subaru en este punto de la historia.
—Solo espero que no haya más cambios problemáticos... Por las dudas, debería organizar mis ideas y hacer algunos planes de contingencia.
Así que pasé el resto del tiempo restante transcribiendo mis ideas. Me concentré tanto en lo que estaba haciendo que apenas sentí el paso de las horas hasta que llegó el momento del viaje.
—Bueno, tercer arco, ahí te voy. Ojalá pueda completarlo sin morir muchas veces.
Chapter 11: Bucle 3 - Parte 10
Chapter Text
Antes de dejar la mansión, decidí pasar a despedirme de Beatrice. Caminé un poco hasta que encontré una puerta que conectaba con la biblioteca prohibida.
—¡Betty! ¡Ya me voy!
—Hmph, supongo que no me interesa.
Ella no quiso mirarme, así que ocultó su rostro detrás del libro que estaba leyendo. Últimamente sus reacciones me causaban más ternura que fastidio.
—No seas así. Estos últimos días nos hemos vuelto cercanos, ¿no te parece que podrías darme un abrazo de despedida?
—Te ayudé con tu metia porque eres demasiado persistente, eso no significa que haya querido pasar tiempo contigo.
Suspiré, exasperado por la habitual respuesta tsundere de la loli espíritu. Aun así no iba a rendirme.
—Quiero darte las gracias apropiadamente por eso. Cuando termine mis asuntos en la capital, vendré a visitarte mucho más a menudo.
—¡¿Supongo que eso es una recompensa según tú?!
La miré con una sonrisa triste. Me hubiese gustado acariciar su cabeza, pero no tenía ganas de ser enviado a volar tan temprano por la mañana.
—Sal a pasear un poco, ¿quieres? La falta de luz solar le puede hacer mal a tu piel.
—Soy un espíritu, humano tonto.
—Pues a mí me parece que solo eres una niña obstinada.
Repliqué, abriendo la puerta para irme.
—Hasta pronto.
Cuando estaba a punto de cerrarla, logré oír la voz de Betty hablando por lo bajo.
—Sería más fácil para mí que no volvieras...
No eran palabras de rechazo, sino de miedo; ella no quería encariñarse conmigo. Sabiendo eso, cerré la puerta sin decir nada más.
—Yo siempre vuelvo.
Me refiero al RBD por cierto, pero nunca pierdo la oportunidad de hacer una referencia.
***
—Bueno, no esperaba una fiesta de despedida, pero esto es un poco decepcionante...
En la entrada de la mansión solo estaba Ram, mirándome con cara de pocos amigos por mi comentario ofensivo.
—No deberías ser tan exigente. Habrá menos gente en tu funeral.
Eso haría un total de cero personas. La respuesta de Ram me hizo dar un respingo.
—Wow, realmente te influencié con mi humor negro.
—Bromas aparte, asegúrate de mantener a salvo a Rem. Procura que no se meta en problemas.
El tono de Ram me dejó claro que estaba preocupada por la seguridad de su hermana y confiaba en que yo la protegiera. Asentí enérgicamente.
—Cuidaré bien de ella.
—Más te vale. No vuelvas a exponerla como la otra vez.
Oh, así que ella lo sabía. La clarividencia debió haberla ayudado a descubrir lo que pasó. Fue eso o Rem se lo contó.
Sabiendo que el viaje a la capital duraría unas seis horas, no tuve ninguna prisa ni entusiasmo por ello, pero prefería esperar sentado que de pie, así que me subí de una vez al carruaje.
Con un movimiento de las riendas, el dragón terrestre se puso en marcha. Emilia y Roswaal se situaron en la cabina del carruaje; yo me senté en la parte delantera junto con Rem.
Mi relación con ella había mejorado un poco. Quiero decir, no estaba ni cerca de tener lo que Subaru tenía con ella. Esta Rem no se había enamorado de mí ni nada parecido, pero parecía confiar en mí (todo gracias a que luchamos juntos contra un cultista y al apoyo emocional que le di esa noche).
—¿Crees que el culto lance otro ataque pronto?
Rem formuló una pregunta bastante acertada mientras avanzabamos a toda prisa. Agradecí a Tappei por la bendición de 'repulsión del viento' que le dió a los dragones terrestres, la cual se extendía al vehículo del que estos tiraban.
—Probablemente.
—¿Dónde y cuándo crees que lo harán?
—No estoy seguro. Ah, pero no tienes que estar ansiosa por eso. Mientras Emilia se encuentre bajo la protección de Roswaal, ellos no pueden tocarla.
A pesar de mis palabras, Rem siguió pensativa.
—¿Qué hay de ti? Dijiste que tienes asuntos pendientes en la capital, así que no estarás con el Amo Roswaal todo el tiempo. Si el culto envía otro asesino a matarte-
—Rem, relájate. Ellos no harán nada en la capital real, sería demasiado arriesgado. Además, puedo lidiar con cualquier cosa que venga de ellos, mientras no sea un Arzobispo.
Decir que yo vencería a cualquier cultista por debajo de un Arzobispo fue un poco exagerado, pero necesitaba hacer que Rem dejara de ser paranoica.
El viaje continuó por varias horas más hasta que finalmente llegamos a la ciudad.
Me separé del grupo para poder moverme con libertad y me dirigí a Market Street, o como se llame la maldita calle donde se ubica el puesto del vendedor de frutas.
No me costó mucho encontrarlo.
—¡Hola, viejo! ¿Te acuerdas de mí?
—No.
***
Después de tener una charla un poco incómoda con Kadomon (finalmente aprendí su nombre), obtuve una bolsa llena de manzanas. Todavía tenía bastante tiempo libre, así que me tomé la libertad de ir a una tienda de armas para estar bien equipado.
Como no tenía idea de dónde debía buscar, le pedí indicaciones a un comerciante. No esperaba una respuesta tan enigmática como la que me dió.
—Solo hay una tienda de armas en esta calle, y su dueño es sin duda el mejor especialista que puedes encontrar en toda Lugunica. Sin embargo, no creo que puedas conseguir nada de él.
—¿Por qué? ¿Sus precios son exorbitantes o solo acepta a cierto tipo de clientes?
—Nada de eso. A él no le importa el dinero ni el estatus.
—¿Qué es entonces?
El comerciante no pudo darme los detalles en ese momento porque llegó un cliente que exigió su atención.
—La tienda está en esa dirección, de este lado de la calle; la reconocerás fácilmente cuando la veas.
Me vi obligado a caminar otro rato, observando atentamente los locales hasta que vi lo que parecía ser la tienda de armas. Había un escudo con dos espadas cruzadas colgando de la pared a modo de logotipo. Por supuesto, ni el escudo ni las espadas eran reales: se trataba de un objeto de madera tallada.
La entrada estaba abierta para que pasara cualquier persona, así que entré sin ninguna consideración. El interior de la tienda era una sala pequeña llena de estantes vacíos y ganchos de los que no colgaba nada.
Tuve la impresión de que había entrado al lugar equivocado, pero por mucho que deseara eso, sabía que esta era la tienda de la que me hablaron.
—Qué deprimente se ve esto.
Detrás de un mostrador había un hombre de aspecto deteriorado que se mezclaba perfectamente con el aura de la tienda: sin duda era el dueño.
Me señaló con un dedo despectivo y apuntó a la entrada que crucé segundos antes.
—Fuera de aquí, no quiero visitas.
—¿Esta es tu manera de llevar un negocio? No me sorprende que hayas perdido la visibilidad.
—No pienso repetirme, vete de una vez.
—¿Sabes cuánto esfuerzo me tomó llegar aquí? No me iré hasta que me atiendas.
Por un momento, esperé que él tuviera una reacción violenta y me echara por la fuerza, pero sólo emitió un suspiro de cansancio.
—Siempre es lo mismo, siempre viene un idiota que cree tener una idea innovadora.
—¿De qué mierda estás hablando?
—No importa qué tan original pienses que eres, yo conozco todas las armas existentes y no puedes sorprenderme. ¡Además, la creatividad no es sinónimo de efectividad! ¿¡Quién en su sano juicio pide una espada flexible que se dobla?! ¡Eso es un látigo mal hecho! ¡O el escudo de barras de acero para ver hacia el frente! ¡Cualquier persona con un poco de inteligencia metería su espada entre las barras y terminarías perforado por idiota!
—Oye, espera un momento. Yo solo vine a comprar una de tus armas.
El hombre guardó silencio de inmediato, me miró por unos segundos sin decir nada y luego se echó a reír con un evidente tono de burla.
—¿Eres extranjero? —Fue todo lo que preguntó cuando se calmó.
—Adivinaste.
—Lo supuse cuando dijiste eso.
Me pellizqué el puente de la nariz, intentando no perder la paciencia.
—Entonces, ¿ya no vendes armas o qué?
—Jamás lo hice. Solo fabrico pedidos: trabajo por el placer de crear algo nuevo. De hecho, ni siquiera cobro por mis servicios.
Él se dejó caer en una silla y colocó sus piernas sobre el mostrador, poniéndose cómodo.
—Oh... Pero ya no aceptas ningún pedido, ¿verdad?
—Adivinaste.
—Lo supuse cuando te volviste loco y empezaste a gritar sobre el tema.
Como si le hubiera dado la solución al mayor problema de su vida, el sujeto sonrió y me felicitó con un aplauso. Odio cuando la gente usa el sarcasmo en mi contra.
—Entonces ya entiendes que estás perdiendo tu tiempo aquí.
—Déjame preguntarte algo más. ¿La razón por la que rechazas a todo el que venga es porque ninguna de las ideas que te muestran te parece suficientemente buena?
—Si conoces la respuesta, la pregunta es innecesaria.
Dejando la bolsa de manzanas en el suelo, me acerqué al mostrador y puse mis manos sobre la madera de un modo un tanto brusco.
—¿Cómo te llamas?
—Nadir Ashveil. Modestia aparte, mi reputación es tan grande que incluso un extranjero debería saber de mí. Tú debes haber vivido debajo de una piedra si no has oído mencionar mi nombre.
Irónicamente, jamás escuché mencionar a este personaje de Re:Zero.
—Bien, Nadir... ¿Te consideras bueno en lo que haces?
—Tengo la Protección Divina de la Forja, supongo que eso debe significar algo.
Al escuchar esa revelación, supe que tenía la oportunidad de concretar uno de mis planes.
—Siendo así, creo que puedo dejar esto en tus manos.
Metí la mano en uno de mis bolsillos y saqué un papel arrugado que contenía un dibujo y algo de texto alrededor del mismo. Fue muy difícil escribir lo que quería decir en un idioma que aún no entiendo del todo.
Nadir lo agarró con una expresión de aburrimiento que se transformó en curiosidad al ver el dibujo y finalmente pasó al asombro cuando leyó las especificaciones.
—¿¡Qué es esto!?
—Algo que te podría volar la cabeza, en más de un sentido.
***
Después de estudiar y analizar mi diseño a fondo, Nadir estaba muy entusiasmado. Me hizo muchas preguntas, algunas sobre cómo tuve semejante ocurrencia para un arma, y otras (la mayoría) sobre cosas que dejé fuera de las especificaciones.
Tuve suficiente labia para convencer a Nadir de que yo mismo me imaginé todo el diseño desde cero. A su vez, le expliqué que debido a mi falta de conocimiento sobre armas, llegué a mi límite en mitad del desarrollo de este 'prototipo' que le mostré.
Acordamos que él se encargaría de completar el diseño y hacer funcionar la idea. Incluso dijo que conseguiría los materiales, algo que normalmente le dejaba hacer a sus clientes (de ahí sacaba ganancias vendiendo o cambiando lo que le sobraba, a menos que quisiera usarlo para otra creación).
Fue un hallazgo prometedor. Para ser alguien que vive en la capital real y que tiene una bendición tan interesante, Nadir nunca apareció en el anime. Como no leí las novelas (WN/LN), no estoy seguro de si estuvo o no en ellas.
Mi siguiente parada fue la guarnición, que dicho en otras palabras, era una estación de caballeros. Sin embargo, mi intención no era ver a Reinhard hoy. En lugar de hacer eso, me dirigí al callejón más cercano al edificio de la guarnición.
Apoyé mi espalda en una pared y saqué una manzana de la bolsa, empezando a comerla para hacer más tolerable la espera. En cuestión de minutos apareció un grupo familiar de tres hombres, los cuales 'escoltaban' a una cuarta persona.
Esa persona era una mujer que tenía un vestido rojo y negro, una cabellera anaranjada inconfundible y uno de los mejores escotes que este mundo había visto... Ella también era uno de los personajes más importantes de la historia original.
—Ahí está mi chica favorita...
Me acerqué sigilosamente mientras ella discutía con los tres chiflados. No creí que Priscilla fuese capaz de atreverse a matarlos, pero nunca se puede estar totalmente seguro de algo.
El chico de los cuchillos estaba ligeramente adelantado con respecto a sus compañeros, así que primero fui por él.
—¡Perra, será mejor que colabores si no quieres hacer esto peor para-!
Tomando impulso, salté y le incrusté mi pie en la cara, derribándolo sin problemas. Di una voltereta en el aire y aterricé elegantemente para presumir un poco.
Esperaba que hubiera más reacciones, pero ni Priscilla ni los dos ladrones que seguían de pie dijeron nada. Tuve que improvisar.
—Lamento robarles su esperanza, pero no pienso dejar que roben mi oportunidad de robarle el corazón a esta mujer. Mierda, eso sonó mucho más estúpido de cómo sonaba en mi cabeza.
Chapter 12: Bucle 3 - Parte 11
Chapter Text
—¿Qué estupideces estás diciendo? ¡No te metas con nosotros!
Hablando con arrogancia, el grandote del trío me lanzó un puñetazo; lo esquivé y sujeté su enorme brazo firmemente, arrojándolo a un costado y estrellando su voluminosa figura contra una pared.
—¡Mierda! —Exclamé, sorprendido por mi propio poder, lo cual fue un poco anticlimático—. Sabía que el entrenamiento con el método de flujo haría maravillas con mi cuerpo, pero esto se siente mejor de lo que imaginé.
No debería sentirme orgulloso de ser más fuerte que unos civiles, pero para mí esto era toda una hazaña. Al menos en esta ocasión, el que daba la paliza era yo.
Atrapé al enano, que quiso escaparse corriendo, y lo levanté fácilmente con mi mano.
—¡Por favor, no me mates!
—No lo haré —dije con seriedad, ya que no me gustaba la idea de matar innecesariamente—. Pero me encantaría robar tu Protección Divina.
La envidia que sentía me hizo apretar un poco su pequeño cuello inconscientemente. Él tosió y se sacudió desesperadamente como un pez fuera del agua. Cuando me percaté de lo que estaba haciendo, solté al enano de inmediato y me incliné ante Priscilla.
—Siento haberle mostrado este lamentable espectáculo, señorita. Ya no tiene que ensuciarse las manos con esta escoria.
Me dirigí a la salida del callejón sin esperar una respuesta, ya que tenía miedo de quedar atrapado en algún compromiso con la impredecible Priscilla. Ya estaba satisfecho con darle una buena impresión.
—Espera, plebeyo —ella abrió su abanico y lo puso frente a su cara mientras me echaba un vistazo—. Recuerdo haber oído que dijiste algo sobre robarme, así que no puedes irte sin dar una explicación.
Afortunadamente no había un tono amenazante en su voz, pero lo que dijo me hizo sentir avergonzado.
—No, eso… Eso fue una frase del momento, solo era para verme bien en mi acto de aparición.
Priscilla asintió suavemente.
—Ya veo, qué costumbre tan extraña tienes. Pero lo entiendo: son pocos los que exudan un carisma natural y no necesitan forzarlo.
Ese comentario fue bastante degradante. La próxima vez, no voy a decir nada cuando haga mi entrada a menos que tenga una buena línea pensada de antemano.
—Bueno, ya me voy…
—¡No tan rápido!
Esta vez no fue la princesa pelirroja quien me detuvo, sino un pandillero acompañado por un grupo numeroso, dentro del cual estaba el tipo de los cuchillos; por lo que parece, huyó mientras yo peleaba con sus dos compañeros y fue a buscar refuerzos.
—Oh, olvídalo, ya no estoy de humor para esto.
Me volví hacia la salida del callejón, pero descubrí que también estaba cubierta por los pandilleros.
—Ustedes realmente quieren que esto se ponga salvaje, eh…
—¡Vayan por él! ¡Luego nos entretendremos con la perra pelirroja!
Las órdenes del líder fueron absolutas. Al verme rodeado, no tuve más opción que pelear.
Evadí un puñetazo que llegó desde mi izquierda. Agarré el brazo del que me atacó y lo arrojé a la derecha, usando su impulso para convertirlo en un bate humano.
No sé a cuántos de ellos derribé con ese movimiento, ya que recibí una patada en las costillas seguida por un codazo en la mejilla en el lado opuesto. Furioso, agarré las cabezas de ambos atacantes y las hice estrellarse una contra otra.
Dos más se unieron para abalanzarse desde el frente. Bloqueé la pierna de uno y logré azotarlo contra la pared. El otro me hizo una finta e impactó mi mandíbula con un uppercut que me hizo morder mi lengua.
Corrí hacia él y estampé mi pie en su pecho violentamente. Apenas tuve tiempo para regocijarme porque un momento después fui apuñalado por uno de los cuchillos del ladrón del trío original.
—¡Arrrghhh!
La hoja se hundió en mi costado, provocando más ira que dolor debido a la adrenalina. Cuando volteé hacia el bastardo del trío, él me miró aterrado por mi falta de reacción.
Un segundo después, mis puños machacaron su rostro sin piedad. Puede que lo hubiera matado sin darme cuenta, pero no fue así. El resto del grupo se arrojó sobre mí, literalmente.
Presionado contra el suelo sin poder zafarme, me di cuenta de que había sido acorralado. Los golpes no se hicieron esperar: puños y patadas llovieron sobre mi cuerpo incesantemente.
—¡HIJOS DE PUTA! —Mi grito resonó en el callejón por sobre el sonido de los golpes—. ¡SHAAAMAAAAAAAK!
Invoqué una nube de oscuridad que envolvió a la totalidad de mis enemigos. Debido a lo inesperado de la situación, los que estaban haciendo fuerza para restringir mis movimientos flaquearon por un segundo.
Aproveché esa ventana de oportunidad para liberarme, sacar el cuchillo que aún seguía clavado en mi cuerpo y usarlo como arma.
—Snif, snif…
A pesar de estar rodeado de oscuridad, sin imagen ni sonido que me guiara, pude sentir el aroma corporal de cada persona que me rodeaba, lo que me permitió saber dónde estaban todos.
Tengo la teoría de que el Doppelganger que maté era un cazador experto. Quizás sea porque usaba una ballesta para atacar discretamente a distancia y llevaba cuchillos para descuartizar, o por el hecho de que cuando lo maté, mi olfato y mis habilidades en general mejoraron bastante.
Hice girar el cuchillo en mi mano y me lancé contra los bandidos que quedaban. Algunos se resistieron, pero todos cayeron al final. Para cuando terminé con el último, Shamak se había desvanecido.
Mi cuerpo estaba bastante lastimado y mi ropa se había roto en algunos lugares. Escupí la sangre que tenía acumulada por morderme la lengua y caí de rodillas, exhausto por la pelea.
—Haa… Mierda, ¿por qué tengo tanta mala suerte?
Priscilla se acercó y me habló con un tono de aprobación.
—Buen trabajo, plebeyo. Aunque se nota que no eres fuerte, conseguiste vencer a esas alimañas. Estoy dispuesta a recompensarte por tu valía, así que dime, ¿qué deseas?
Entre quejidos de dolor y tratando de recuperar el aliento, no pude responderle a Priscilla de inmediato. Me levanté con dificultad y traté de pensar en un deseo inteligente.
Sin embargo, cuando estaba a punto de decirlo, una voz masculina y distorsionada me interrumpió.
—¡Princesa!
Ahí estaba el antagonista del arco 9: Aldebarán.
Él era tal como lo recordaba, excepto por lo agitado que estaba. Si no recuerdo mal, él actuaba bastante despreocupado en su primera aparición, después de todo Aldebarán sabía que Priscilla podía lidiar fácilmente con las amenazas de bajo nivel de la capital real.
Pero ahora él lucía realmente perturbado, como una madre que buscaba a su hijo extraviado.
—Me temo que llegas tarde, Al —le dijo Priscilla—. Te perdiste todo el espectáculo.
Reforzando mi impresión de que se comportaba anormalmente, Aldebarán se paró entre Priscilla y yo.
—¿Qué pasó aquí? —La pregunta podría haber sido para Priscilla, pero él nunca me quitó la mirada de encima mientras hablaba.
—Bandidos —expliqué yo, intentando no delatar mi nerviosismo. Si no tuviera cuidado, este tipo podría sellarme y nadie sabría qué me pasó.
—¿Los venciste tú? —Él me presionó con más preguntas.
—Espera, Al. Interrumpiste mi conversación con este plebeyo. Te dije que puedes pedirme algo, así que dame una respuesta —me exigió Priscilla.
Repentinamente, tuve una ocurrencia que me hizo cambiar de idea. Sonreí arrogantemente antes de dar mi respuesta.
—Lo guardaré para después.
—¿Qué?
Me sujeté el costado con dolor, pero mantuve mi sonrisa.
—No tiene que ser ahora, ¿verdad? Acepto la recompensa, pero en este momento no se me ocurre nada, por eso te diré lo que quiero en otra ocasión.
—Ciertamente no me importa, así que lo apruebo.
Asentí, feliz de haberme puesto de acuerdo con Priscilla. Sin duda, esperaría hasta el momento ideal para cobrarle el favor.
—Entonces me iré ahora. Nos vemos luego.
***
Aldebarán observó atentamente la figura del mayordomo que se alejaba. Su señora ya había salido del callejón y al notar que él no la seguía, decidió llamar su atención.
—¿Qué pasa? ¿Acaso quieres hacerte amigo de esas alimañas? Bien, no me interesa si prefieres ser parte de la peste.
—Ah, ¡espérame, princesa!
Mientras corría para alcanzar a Priscilla, los pensamientos de Aldebarán corrían a toda velocidad, calculando posibilidades y visualizando todo tipo de escenarios.
— ¿Por qué pasó esto? ¿Cómo es que volví atrás hasta este punto? Además, ¿quién carajos es ese tipo? ¿Dónde está Natsuki Subaru?
***
Como no quería llamar la atención con mis heridas, decidí volver a la posada usando los callejones. Realmente creí que sería lo más conveniente, pero nuevamente cometí un error de juicio.
Había olvidado por completo lo que sucedía aquí durante el evento de conocer a Priscilla.
—¡Mocoso! ¡Voy a aplastarte y te daré de comer a las ratas!
Me topé con un gigante furioso en el camino. Sí, el mismo gigante al que separé de su nieta sin molestarme en explicar adecuadamente mis motivos para hacerlo.
Así que él simplemente asumió que yo era un desgraciado y cargó contra mí.
— ¡Mierda! ¿¡Por qué no pensé un poco en vez de avanzar tan impulsivamente?!
Entre el miedo que me provocó encontrarme con Aldebarán y la urgencia que tenía por hacerme sanar estas heridas, ignoré todas las medidas de precaución que me había propuesto emplear durante todo el tercer arco.
Los golpes de Rom eran aterradores: cada puñetazo hundía las paredes como si estuvieran hechas de algodón. Si me alcanzaba con uno de esos, mis huesos serían triturados.
— Si no estuviera tan herido, podría intentar escaparme. Ni siquiera puedo correr, así que usar Shamak ya no es una opción.
Retrocedí torpemente, evadiendo otro ataque devastador.
—¡ESPERA, VIEJO! ¡DÉJAME EXPLICARTE TODO!
—¡Silencio! ¡Tú vendiste a Felt y vas a pagarlo caro!
— ¿Y si la vendí por qué tendría que pagar? ¡Puta madre, este no es momento para hacer chistes!
De repente me tropecé con mis propios pies y caí al suelo. Ese fue mi último error.
Rom me agarró del cuello con su enorme mano y me empezó a aplastar, tal como había prometido.
Intenté gritar, pero mi boca no podía emitir ningún sonido. La presión era infernal. Sentí que mi cuerpo se estaba rompiendo, haciéndome agonizar lentamente.
En última instancia, recordé el cuchillo que le arrebaté a los pandilleros. Metí la mano en mi bolsillo y lo saqué, clavándolo con fuerza en la mano de Rom.
—¡Uuoooogghhhh! —El viejo gigante emitió un gemido de dolor y me soltó.
Quise gritarle inmediatamente que no vendí a Felt, sino que la estaba intentando proteger de Elsa y a la vez ayudarla a encontrarse con Reinhard, ya que su destino era ser una candidata real.
Pero debido a la asfixia que había sufrido, lo único que pude hacer fue alejarme y tratar de recuperar el aire. Lamentablemente no llegué muy lejos, porque Rom se sobrepuso al dolor y lanzó otro puñetazo.
En cuanto vi el ataque, supe que no podría evitarlo. Moriría cuando ese puño impactara en mi cabeza.
Entonces apareció, como una serpiente plateada surcando los aires. Una cadena envolvió mi cuerpo y en menos de un segundo me arrastró lejos del peligro.
—Sabía que te meterías en problemas —dijo una chica con tono de molestia.
Moví mi cabeza para ver hacia arriba, encontrando la figura de una sirvienta de cabello azul. Hice mi mejor esfuerzo para dedicarle unas palabras por haberme salvado la vida. Mi voz sonó bastante áspera.
—Rem, eres un ángel. Amigo, ella literalmente es lo contrario a un ángel. ¿No podías pensar en un halago menos contradictorio?
Ella se puso delante de mí para protegerme de los ataques de Rom.
—Quédate quieto, solucionaré esto rápidamente.
—No… Mierda, ¿por qué no usé el poco aire que tenía para decirle que nos vayamos? ¡Lo último que necesito es que estos dos traten de matarse!
Incluso si Rem activaba su cuerno, no estaba seguro de cuál sería el resultado si se enfrentaba al viejo gigante. Si tenía que ser sincero, prefería morir antes que ver morir a Rem.
La pelea comenzó con un brutal intercambio de golpes. Me obligué a respirar más profundo aunque sintiera que se me desgarraba el pecho al hacerlo.
— Tengo que terminar esto antes de que uno de los dos salga herido o muera…
Rem ya había manifestado su cuerno para estar a la par de Rom. La mano herida del gigante emparejó las cosas a pesar de la gran diferencia de tamaño. De hecho, Rem tenía algo de ventaja.
Justo cuando ella iba a usar su Lucero del Alba para arrancarle un brazo a Rom, mi voz salió con fuerza.
—¡ESPERA!
Mi grito detuvo a ambos por un instante, tiempo suficiente para decir lo que necesitaba decir.
—¡FELT ES UNA CANDIDATA REAL! Yo no la vendí…
Oportunamente, cuando estaba a punto de aclarar todo, mi cuerpo decidió que era un buen momento para desmayarse.
Chapter 13: Bucle 3 - Parte 12
Chapter Text
La consciencia volvió a mí lentamente. Al principio me sentí como si me meciera en una marea cálida, observando una cálida luz con tonalidades entre rojo y amarillo. Por último, me di cuenta de que estaba recostado en los brazos de Rem.
Carajo, qué buena manera de despertar. Esto se sentía como una pequeña compensación por mis esfuerzos recientes.
—¿Qué pasó...?
—Nada grave, solo perdiste el conocimiento. Sané tus heridas, así que ya estás bien.
Tal como ella dijo, mi cuerpo había sido casi totalmente curado. Lo único que quedó fue la herida de puñalada en mi abdomen, pero estaba bastante mejor que antes. Reuní un poco de fuerza y me levanté.
—¿Dónde está el viejo?
—Se fue cuando te desmayaste. No iba a dejarlo ir, pero decidí darle prioridad a tu salud.
Sonreí con una mezcla de felicidad y tristeza por la decisión de Rem.
—Gracias, Rem... Lo siento mucho por arrastrarte a mis problemas, de nuevo.
—Si lo sientes, recuerda no dejarme fuera cuando suceda algo importante.
Algo como pelear con el culto, por supuesto. Lo capté de inmediato.
—Prometido.
Ella hizo un gesto de satisfacción.
—Leandro, ¿el anciano de antes era el abuelo del que hablabas?
Caminé hacia una parte del suelo que tenía manchas de sangre. Usando mi olfato, logré averiguar en qué dirección se había ido Rom.
—Sí. No esperaba encontrarme con él de este modo, pero no importa. Iré a disculparme apropiadamente.
—Es muy arriesgado. Podría atacarte de nuevo.
—Estaré bien si tú vienes conmigo.
Rem dudó un poco, pero ya había llegado hasta aquí. ¿Por qué parar a mitad de camino?
—De acuerdo, pero no quiero estar lejos de la posada por demasiado tiempo.
—No es como si estuvieras faltando a tus deberes. Vigilarme también es tu trabajo, ¿verdad?
La miré mientras le daba a entender que yo sabía sobre las órdenes de Roswaal. Tampoco era muy difícil deducir que Roswaal quería averiguar todo lo posible sobre mí, dado que mi pasado es un misterio.
Seguimos el rastro de Rom hasta la casa del botín. La puerta estaba entreabierta y las aldabas estaban manchadas con sangre. Entramos sin pensarlo mucho.
Rom estaba sentado en su lugar habitual, intentando vendarse su mano herida mientras le daba un trago a una botella que seguramente contenía licor.
Gruñó al notar mi presencia.
—¿Qué quieres ahora, mocoso? ¿No tuviste suficiente con lo de hace rato?
—No vine a pelear, Rom —levanté mis manos—. Todo lo que pasó fue un gran malentendido.
—¿Malentendido? —Su voz se elevó con burla—. Lo único que sé es que Felt está en la casa Astrea en contra de su voluntad gracias a ti. Prácticamente se la entregaste en bandeja al Santo de la Espada.
—Si ella hubiera cedido la insignia antes, todo esto se habría evitado —expliqué, mintiendo un poco para variar, ya que en realidad mi intención era que Reinhard lo descubriera eventualmente—. Reinhard solo se la llevó porque vió que la insignia la consideraba cualificada para ser una candidata real.
—... ¿Así que fue por eso, eh?
—Juzgando por sus rasgos, yo diría que ella pertenece al linaje real de Lugunica. Llámame loco, pero creo que esto podría ser cosa del destino.
—Pues no me importa lo que el destino quiera ni lo que ella tiene en su sangre. Felt debe ser feliz, eso es todo. Si no quiere ser una candidata real, no pueden obligarla.
—Eso es verdad —admití—. Por eso vine a decirte que mañana habrá una conferencia de la selección real en el palacio real. Todas las candidatas estarán allí.
—...
Rom levantó una ceja cuando le di esa información. Además de eso, saqué una bolsa de mi bolsillo y la dejé sobre la barra.
—Por favor, acepta esto.
—¿Qué pusiste ahí?
—Algo que puedes cambiar por mucho licor.
En otras palabras, dinero.
Rom observó la bolsa con interés.
—Hmm... Veo que sabes cómo disculparte de todo corazón.
—Si quieres, Rem puede curar la herida de tu mano.
—Nah, estoy bien —él rechazó inmediatamente mi sugerencia—. Además, tu amiga no deja de verme como si estuviera lista para cortarme la garganta.
—Es porque lo está —pensé haciendo una mueca.
—Es porque lo estoy —dijo Rem, advirtiendo a Rom para que no hiciera nada extraño.
—Mejor nos vamos.
Decidí que ya era momento de terminar con esta incómoda reunión. Me despedí de Rom y volví a la posada con Rem. Para compensarla por las molestias, la ayudé con sus tareas: como ordenar y hacer el almuerzo.
—¿Dónde está Emilia, por cierto?
—Dijo que iría a la guarnición para intentar contactarse con el palacio real. Debería estar de regreso muy pronto.
Terminando con los preparativos, tuve una idea que me hizo sonreír de forma traviesa.
Sin que Rem se diera cuenta, encendí mi smartphone y fui a la aplicación que tenía para reproducir música. Deslizando un poco, encontré una de mis canciones favoritas. Fly Me To The Moon.
Nota del Autor: Dejo adjunta la versión que se reprodujo en la escena.
https://youtu.be/mQR0bXO_yI8?si=YdkfZgvB6sxDHVIj
Pulsé la pantalla y el sonido brotó como por arte de magia (en este caso, de ciencia). La habitación se llenó con una melodía de jazz acompañada por la voz de Frank Sinatra.
Al escuchar el alboroto que surgió tan repentinamente, Rem dió un saltito como un gatito asustado. Fue una reacción muy linda. Justo después, ella empezó a buscar el origen del fenómeno.
—¿¡Qué es eso?! ¿¡Hay una orquesta en la posada!?
No pude contenerme y empecé a reír, encantado por la inocencia de Rem en lo referente a la tecnología moderna. Casi había olvidado que estaba en un mundo de fantasía basado en la edad media.
—Tranquila, solo es mi Metia.
Sonriendo, detuve la música con un simple toque en la pantalla. Rem miró el smartphone con ojos brillantes y curiosos, como una niña.
—¿Puedes hacer que produzca sonido? ¿Incluso algo tan complejo como la música?
—La música es pan comido para esta belleza —dije, presumiendo como si yo mismo hubiera fabricado y programado el artefacto que sostenía en mis manos como si fuera un tesoro (en este mundo, definitivamente lo era).
—¿Hace lo mismo con las imágenes, verdad? El otro día dijiste que tienes una especie de retrato tuyo con el Santo de la Espada.
Rem parecía haber olvidado la etiqueta apropiada de una criada y solo estaba soltando las preguntas que se le ocurrían.
—Sí, de hecho aquí está.
Le enseñé mi selfie con Reinhard. Ella estaba casi boquiabierta, completamente absorta en las absurdas capacidades de aquel objeto extraño.
—Ya que tengo la oportunidad, lo haré contigo también —anuncié.
—¿Eh?
Rápidamente seleccioné la cámara y me tomé una selfie con Rem, que fue inmortalizada con una expresión desconcertada en su bello rostro.
Sí, no hay duda: acabo de conseguir un nuevo fondo de pantalla.
—Mira, te ves muy graciosa con esa cara de sorpresa —le mostré la imagen.
—Espera, Leandro. ¿Por qué decidiste tomar una imagen mía? —Rem se abrazó a sí misma—. No me digas que quieres hacer cosas extrañas con ella...
—¿¡Cómo saltaste a esa conclusión desde el principio!? —Mi expresión se volvió vacía de golpe—. Ah, olvidé que estoy hablando con una de las gemelas expertas en denigrar a la gente.
Dejando eso de lado, volví a la lista de canciones. Llevaba tiempo queriendo probar algo.
—Rem, ¿qué tan buena eres bailando?
—¿A qué se debe la pregunta?
—Me gustaría pedir tu mano para esta pieza —hice todo lo que pude para disimular los nervios que sentía.
Esta vez, elegí una pieza llamada The Second Waltz. Mientras la canción empezaba a sonar, hice una reverencia elegante que terminó con un gesto de invitación.
Rem me miró, dubitativa por la intimidad física que implicaba mi propuesta. Sin embargo, ella terminó accediendo y tomó mi mano.
https://youtu.be/5hTvc3f83Ws?si=yrkmslqGaM_PXMYw
Intenté disimular el hecho de que no sé bailar y que tampoco tenía idea de cómo hacer una coreografía de esta canción. Pensé que sería un vals como cualquier otro, así que me limité a moverme siguiendo el ritmo de la música, haciendo algunos pasos improvisados para variar.
Rem imitó todos mis movimientos a la perfección y en ciertas partes fue ella la que propuso nuevos pasos, convirtiendo el vals ordinario en una danza fascinante.
Creamos una armonía increíblemente satisfactoria con la melodía. Mi mano sujetando la de ella, su rostro tan cerca del mío mientras nos movíamos coordinados, todo era maravilloso.
Siempre le tuve miedo a los bailes, porque soy demasiado torpe y rígido para ello, pero el vals es el único género con el que me siento a gusto.
Quizás sea porque es lo suficientemente lento y monótono para alguien como yo, fue lo que pensé hasta que bailé con Rem.
No había nada de lento ni de monótono en ese maravilloso momento; sólo éramos dos personas fluyendo, vibrando juntas. Fue algo que no había sentido en mucho tiempo, y creo que ella tampoco.
Los dos perdimos el sentido del tiempo, ya que el final de la canción nos tomó desprevenidos. Cuando nos detuvimos, la miré y pensé que Subaru era muy afortunado de tenerla.
Sin mencionar lo que pasó antes de ganarse su confianza, pero como diría un buen Remtard, esos son detalles sin importancia.
—Nada mal para una criada —dije sonriendo, aún sin soltar a Rem.
—Gracias, tú eres muy bueno fingiendo que sabes bailar —ella tampoco se alejó.
—Touché.
Tuve que reconocer su respuesta con el orgullo herido, pero mi atención estaba en otra parte. Ni ella ni yo estábamos intentando separarnos en ese momento. ¿Por qué ella me seguía mirando con esa sonrisa?
—Leandro...
—¿Sí? —Esperé su siguiente oración con mi corazón acelerado.
—Todavía te falta mucha práctica. Cuando tengamos tiempo, te enseñaré a moverte adecuadamente.
Rem cortó toda la tensión de la escena con ese comentario y se fue, dejándome completamente petrificado en mi posición.
—Jajaja... —No tuve más remedio que reírme de mi propio fracaso. Probablemente lo pensé demasiado: esto fue un necesario golpe de realidad.
Tuve una sensación de amargura y vergüenza por haber imaginado un desenlace diferente. Si ella no se hubiera ido en ese momento, habría visto mi rostro sonrojado.
—¿Qué esperabas, amigo? Ella está muy por encima de tu nivel, y no es como si hubieras hecho algo para gustarle. No deberías sentirte decepcionado.
Tengo la mala costumbre de imaginar situaciones surrealistas y exagerar un poco con mis expectativas. Me puse a trabajar para olvidar esas emociones incómodas.
***
Nadir no pudo dormir en toda la noche: mejor dicho, no quiso hacerlo.
Después de mucho tiempo, Nadir Ashveil, el herrero conocido por crear las mejores armas en toda Lugunica, estaba inspirado.
Tenía un encargo brutalmente difícil: crear un nuevo tipo de arma desde cero, con instrucciones vagas y muchos espacios en blanco que se vió obligado a rellenar improvisando. No obstante, si existía alguien que fuera capaz de realizar esa misión, sin duda era él.
Supuestamente, el arma tendría la capacidad de matar a casi cualquier ser humano que no pudiera reaccionar lo suficientemente rápido. Con proyectiles más veloces y potentes que los de una ballesta, una manipulación más efectiva y un cuerpo pequeño que la hacía fácil de portar, parecía ser el arma definitiva.
Al principio Nadir pensó que era una idea demencial y un poco absurda, pero a medida que se imaginó el proceso de crear el mecanismo, se dió cuenta de que podría hacerlo funcionar.
Por último, luego de muchas horas de trabajo ininterrumpido, Nadir se limpió el sudor de la frente y sostuvo en sus manos, mirándolo con reverencia, al primer revólver del mundo.
—Ah... Por fin lo logré. Esto hay que festejarlo.
Él incluso había fabricado una decente cantidad de balas y una funda de cuero a medida para guardar el arma.
—Ni loco dejaré esto aquí. Siempre aparece algún ladrón idiota pensando que aún quedan algunas de mis armas en mi casa.
Enfundando el revólver en su cintura, Nadir salió de su casa-tienda y se dirigió al barrio rojo para darse un merecido gusto por el trabajo realizado.
Chapter 14: Bucle 3 - Parte 13
Chapter Text
El palacio real era muy majestuoso visto en persona, por fuera y por dentro. Ya perdí la cuenta de todas las veces que me maravillé con las impresionantes vistas de este mundo.
—Ahora entiendo cómo se sienten los turistas... No, en mi caso yo soy más como un inmigrante ilegal.
A diferencia de Subaru, yo fui capaz de convencer a Emilia para que me dejara acompañarla. Esto fue posible porque mi historial estaba supuestamente limpio, sin actos imprudentes en nombre de la semielfa ni una preocupante devoción por ella.
Usé toda clase de argumentos, como que necesitaba mantenerme cerca para protegerla y vigilar que no hubiera espías del culto cerca. Mi fachada de superviviente con traumas fue bastante persuasiva, aunque no estaba exenta de defectos. Eventualmente tendría que decir la verdad sobre mi pasado, pero solo había un puñado de personajes que creerían o aceptarían esa verdad.
Roswaal no se opuso a mi plan, lo cual me sorprendió ya que él normalmente sería el primero en llevarme la contraria solo para molestarme.
Entonces, dejamos a Rem atrás y partimos hacia el castillo. No la saludé al salir, ya que aún estaba avergonzado por lo que sucedió con ella.
Cuando entramos a la sala del trono, Emilia se volvió hacia mí.
—Por favor, ten mucho cuidado. Este lugar es muy importante y bla, bla, bla...
Me rasqué la oreja, ignorando olímpicamente el sermón preocupado de Emilia mientras ponía toda mi atención en estudiar el entorno. Estaban los caballeros, los funcionarios, los ancianos del fondo, y lo más importante, ¡las otras candidatas reales!
—Crusch y Anastasia se ven muy lindas... Mierda, desearía que hubiera un tutorial para hacer la Ruta de la Lujuria.
Dejando mis pensamientos intrusivos de lado, caminé hacia la fila de caballeros y me formé con ellos. Aldebarán estaba ahí. No lo miré, pero sentí una presión sutil de su parte. Me estremecí levemente al pensar que podría atacarme mientras le daba la espalda.
—Este tipo va a ser un problema... ¿Por qué está siendo tan hostil? Priscilla está viva, así que no debería haber problemas con él por ahora.
Lo peor de todo era que no podía deshacerme de Aldebarán. Matarlo sería inútil por su habilidad, aunque lo mismo aplica conmigo. Pero nada de esto estaba en mis posibilidades actuales, ya que aún era muy débil para hacer algo contra alguien de su nivel.
En ese momento algo hizo click en mi interior. Si ambos estábamos en un punto muerto, entonces yo no tenía razones para temerle. Aldebarán no sería tan idiota como para intentar algo, no sin una cuidadosa preparación. Además, mientras Priscilla siguiera con vida, él no pensaría en otra cosa que protegerla.
¿Verdad?
Yo solo esperaba que él no me considerara una amenaza para su princesa. Al final, mi fastidio por su actitud amenazante fue más fuerte que el miedo que le tenía. Dando media vuelta, lo miré con desprecio y le hablé en un tono duro.
—Intenta disimular un poco tus emociones, me incomoda ser observado tan intensamente.
—Tú...
Casi pude escuchar el rechinido de sus dientes cuando los apretó con furia contenida. La intención asesina se volvió un poco más notable y los caballeros a nuestro alrededor nos miraron con curiosidad.
—¿Qué pasa contigo? —Me volteé por completo hacia él—. Si tienes algo para decirme, escúpelo.
Aldebarán se paralizó por un momento, como si dudara de sí mismo. Sin embargo, un segundo después se acercó hasta quedar cara a cara (o casco a cara) conmigo y empezó a decir algo.
—No me importa quién o qué eres, pero más te vale que no te acerques a la princesa. Si lo haces, voy a-
—Suficiente —dijo una voz que era gentil y autoritaria a la vez—. No sé qué clase de asuntos tienen entre ustedes, pero este no es el momento ni el lugar.
Se trataba de Julius, que se paró entre nosotros, separándonos con sus manos. Aunque nos interrumpió, lo poco que dijo Aldebarán fue suficiente para helarme la sangre.
—¿Acaso él sabe que soy un impostor? ¿Pero cómo?
—Si continúan con esto, ambos serán expulsados de este recinto.
Ante la advertencia de Julius, dejé de lado mi tensión con Aldebarán y me incliné respetuosamente ante el caballero espiritual, con la intención de caerle bien.
—Lamento mucho mi indiscreción —dije, acomodando mi traje, que me quedaba un poco suelto luego de adelgazar—. No fue mi intención causar molestias.
Aldebarán no dijo nada, lo cual le ganó una mirada reprobatoria de Julius, que en cambio me miró y asintió con satisfacción.
—Está bien, siempre que lo entiendas —luego nos habló a ambos—. Solo asegúrense de mantener su animosidad al margen de esta asamblea.
—Gracias por ser tan comprensivo, Sir Julius —me esforcé en ser muy educado y complaciente para reducir las probabilidades de tener un conflicto con él y los demás caballeros más tarde.
Él se alejó para situarse al frente de la fila. Siguiéndolo con la mirada, me encontré a un pelirrojo familiar. Tenía una sonrisa incómoda en su rostro, como si no pudiera encontrar la forma de saludarme después del pequeño espectáculo de recién.
Decidí hacer el trabajo por él.
—¡Ey, Reinhard! —Estreché su mano animadamente—. ¿Cómo está el hijo favorito de Dios y el más odiado por Tappei?
—Ha pasado un tiempo, Leandro. Veo que has progresado en tu misión —dijo observando mi uniforme con el blasón de la familia Mathers—. ¿Quién es Tappei, por cierto?
Abrí la boca para darle una respuesta evasiva, pero Félix entró en escena y cortó mi diálogo.
—¡Leandro, estaba deseando verte nya!
—No puedo decir lo mismo, femboy tentador —le lancé una mirada dura, decidido a no pecar.
—¿Eh? ¿Qué significa eso? —Sus orejas de gato se fruncieron cuando arqueó las cejas.
Julius giró un poco hacia acá, intrigado por mis interacciones con Reinhard y Félix. Su pequeño gesto no pasó desapercibido, ya que Félix lo llamó.
—¡Julius! ¿Ya conociste a este tipo?
—Ah, de hecho...
El caballero de Anastasia quiso explicar lo que había sucedido unos momentos antes, pero la voz del capitán Marcus lo hizo callar.
—Los miembros del Concejo de Ancianos y las candidatas han sido reunidos. Si se me permite, yo, el capitán de los Caballeros de la Guardia Real, Marcus, supervisaré estos procedimientos.
Dicho esto, la escena transcurrió tal como la recuerdo. Marcus narró un poco de historia, Anastasia lo interrumpió pidiéndole que fuera al grano y Crusch estuvo de acuerdo con ella, siendo cuestionada por el anciano Miklotov.
Para mi diversión, en esta parte Anastasia habló con un acento regional muy marcado. Yo escuchaba todo en mi idioma, así que fue extraño oír a alguien de este mundo hablando así. También sentí bastante enojo cuando Emilia fue tratada despectivamente al querer dar su opinión.
Sin embargo, me abstuve de hacer algún comentario al respecto.
Marcus reanudó su discurso, hablando de las profecías de la tabla del dragón y su importancia. Finalmente se mencionó el Pacto con Volcánica y la ausencia de una quinta candidata. Eso le dió pie a Reinhard para reportar su hallazgo.
—Estimados miembros del Concejo de Ancianos; yo, Reinhard van Astrea de los Caballeros de la Guardia Real, estoy aquí para reportar que mi misión está completa.
Reinhard se dió la vuelta y declaró lo siguiente:
—Finalmente hemos encontrado a la quinta candidata para convertirse en Sacerdotisa del Dragón y Reina de Lugunica.
Mientras daba su anuncio, sus ojos apuntaron en mi dirección durante unos segundos, como si estuviera diciendo algo con un lenguaje no verbal.
Las puertas de la sala fueron abiertas y entró Felt. Tragué saliva al verla acercándose con las pequeñas damas de honor que sostenían la cola de su gran vestido.
A pesar de mi visible nerviosismo, ella pasó frente a mí sin percatarse de mi presencia. Se detuvo frente a Reinhard y lo miró en silencio.
—Reinhard...
—¿Sí?
Patada a la cabeza. Reinhard bloquea fácilmente.
—¡Te odio! ¡Odio tu casa, odio este vestido y odio este maldito lugar lleno de basura adinerada! ¡No quiero estar aquí! ¿¡Qué clase de caballero eres, forzando a una chica inocente de esta manera?!
La diatriba de Felt me golpeó como un camión. Ella no debería haber sido tan rencorosa con Reinhard... No si yo hubiera mantenido el desarrollo original de la historia.
En esta versión de los hechos, Reinhard tuvo que pelear con Rom y derribarlo para llevarse a Felt de su lado. Como Elsa nunca apareció, no hubo un factor de gratitud de Felt hacia Reinhard por salvarle la vida.
—Oh mierda.
Reinhard puso una expresión consternada. Se inclinó ante ella respetuosamente, intentando calmarla.
—Lamento profundamente que esta situación le resulte tan desagradable, Lady Felt. Sin embargo, debe comprender que es un procedimiento necesario para garantizar la prosperidad de Lugunica.
—¡Me importa una mierda Lugunica! ¡Todos los que están aquí son escoria que solo se preocupa por su propio trasero!
—Lady Felt, eso no es-
—¡Que se joda la selección real! ¡Que se jodan todos ustedes!
No hace falta decir que las exclamaciones de Felt causaron la indignación de los funcionarios, el desprecio de los caballeros y la decepción de los ancianos.
De repente, alguien chasqueó la lengua con desagrado.
—¡Vaya fastidio! No voy a tolerar esta exhibición insolente en mi presencia.
Priscilla blandió su abanico hacia ella, pero Reinhard se interpuso y el poder del ataque se desvaneció como la llama de una vela al ser soplada.
—Mis disculpas, Lady Priscilla.
—Alguien debería encargarse de silenciar a esa niña exasperante —dijo Priscilla, evitando interactuar directamente con Reinhard.
Varios hombres alzaron la voz con comentarios despectivos sobre la elección para la quinta candidata, atacando verbalmente a Reinhard y a Felt.
Ella insultó a todos los que pudo, mirando furiosamente en busca de los más cercanos para golpearlos (cosa que Reinhard no permitiría). Para mi desgracia, sus ojos pasaron por mi posición y me reconoció.
—¡Tú! ¡Eres el que me metió en todo esto!
Felt se movió a una velocidad sobrehumana para los estándares de mi mundo. Su figura se volvió borrosa cuando corrió hacia mí, lanzando una patada que cortaba el aire apuntando a mi rostro.
Por una fracción de segundo sentí que el mundo se movía más lento, pero en realidad no fue eso, sino que tuve una increíble capacidad de reacción para esquivar y sujetar la pierna de Felt.
Salvado por los geniales reflejos de mi doppelganger, el cazador.
—Esa no es una linda forma de saludar a un viejo conocido.
—¡Suéltame, y vete a la mierda!
—Yo también me alegro de verte, ¿sabes? —Solté su pierna.
Ella gruñó en respuesta a mi ironía, pero no dijo nada más. Reinhard se acercó, preocupado por la actitud de la chica.
—Caballero Reinhard, será mejor que controle a su dama. No se aceptará la violencia verbal o física en esta reunión.
La advertencia de Miklotov sirvió tanto para desviar la atención de Felt como para motivar a Marcus a seguir con el procedimiento.
—Lady Felt, por favor acérquese.
Felt suspiró, pero caminó obedientemente hasta estar alineada con las otras candidatas. Reinhard se apresuró a poner la insignia en la mano de la muchacha, cuyo toque activó un brillo rojizo en la joya incrustada.
—Como pueden ver, ella ha sido reconocida por la piedra del dragón, de modo que ya puede iniciar la selección real.
Pero entonces se oyó otra voz, esta era de un hombre mayor parado entre los funcionarios.
—Incluso si ha demostrado ser una participante válida, creo que todos aquí hemos visto lo suficiente para extraer conclusiones. ¡Hay un gran problema con esta selección real si una de sus candidatas es una niña insensata que ha despotricado contra todos nosotros (que representamos el reino) indiscriminadamente!
Muchos de los presentes se estremecieron ante el juicio del funcionario, especialmente los caballeros, ya que esas palabras escupieron en los esfuerzos que hicieron buscando a las candidatas reales. Incluso Marcus vaciló, ya que la actitud de Felt se parecía más a la de un criminal que a la de una dama.
Esto era exclusivamente mi culpa por modificar el curso de la historia. Por lo tanto, sentí que era mi deber tratar de compensarlo. Aprovechando la brecha de silencio, me aclaré la garganta para llamar la atención.
—Pido disculpas por entrometerme en este asunto, pero pienso que deberíamos conocer a las personas y sus antecedentes antes de decidir cualquier cosa con información incompleta. Además, esta chica fue escogida por la voluntad del Santo Dragón Volcánica, después de todo.
Varias cejas se alzaron y otras se fruncieron cuando di mi opinión sobre el tema. El mismo hombre de antes no tardó en dar una réplica.
—¿Qué tan ciego estás para ignorar lo evidente? Esa chica acaba de intentar golpearte, ¿por qué la defiendes?
—Porque no soy tan arrogante como para ignorar la voluntad del dragón —mentí—. Quiero decir, ¿eso no sería algo equivalente a romper el sagrado Pacto que mantiene estable al reino?
Todo el lugar quedó en silencio cuando formulé esa pregunta. Viéndome en una posición ventajosa, decidí continuar presionando.
—Pero si no estamos satisfechos con las implicaciones de este mandato, también podríamos olvidarnos del Pacto —dije suavemente, mirando al funcionario que me había cuestionado.
—¡Eso sería inaceptable! —Explotó uno de los ancianos, con los ojos inyectados en sangre—. ¿¡Sugieres que nos deshagamos del pilar que nos sostiene y que nos ha protegido históricamente?!
—Lo que digo es que debe haber alguna razón por la que algunos ponen en duda lo que está escrito en la tabla del dragón —repuse—. Por lo tanto, o el dragón está equivocado, o lo están aquellos que dudan de las candidatas que él mismo escogió.
Luego de mis afirmaciones que arrinconaron a los diplomáticos con sus propios argumentos, todas las miradas se enfocaron en mí, como si no tuviera suficiente con ser observado intensamente por Aldebarán.
Vi que Crusch me estudiaba atentamente, su rostro mostraba sorpresa e intriga. Roswaal se estaba cubriendo la boca para ocultar una sonrisa, probablemente. Emilia tenía la boca ligeramente abierta.
—Esto debería impedir que hablen mal de ellas dos. —Me dije, pensando en Emilia y Felt.
Por suerte, Miklotov tomó la palabra en ese momento.
—No deberíamos desviarnos del asunto que nos concierne. Caballero Reinhard, ¿puede decirnos en qué circunstancias conoció a la señorita Felt y descubrió que se trataba de una candidata real?
—Por supuesto.
Reinhard hizo un resumen de su primer encuentro con Felt. De alguna manera, evitó mencionar la parte del robo de la insignia, la identidad de su dueña original y mi intención de recuperarla.
Cuando él mencionó que Felt venía de los barrios bajos, los funcionarios se escandalizaron de nuevo. Sin embargo, mis palabras anteriores habían calado hondo, lo cual redujo mucho el impacto de esta revelación.
Luego Reinhard narró su encuentro conmigo en el callejón de Market Street, omitiendo la tensión sexual que se generó entre nosotros. Mentira, eso solo pasó en mi imaginación.
Él también aclaró que yo lo puse sobre la pista de Elsa Granhiert, la cual estaba a punto de causar estragos en los barrios bajos. Después de eso se reunió conmigo en la casa del botín, donde habíamos quedado de vernos. Allí fue donde conoció a Felt y la vió tocando una insignia, haciendo brillar su joya.
Por suerte, los ancianos no estaban de humor para pedir detalles, así que no hubo contratiempos. Sin embargo, todos ellos habían comenzado a darme miradas ocasionales dada la inesperada relevancia que fui adquiriendo desde el inicio de la conferencia.
Acto siguiente, todas las candidatas se acercaron al trono y se presentaron junto con sus sirvientes, caballeros o patrocinadores.
Cada presentación se sintió bastante más extensa de lo que fue en el anime. Por su parte, Crusch procedió con su discurso contra el Pacto del Dragón, con un efecto potenciado involuntariamente por mis acciones recientes. Priscilla hizo su típico discurso orgulloso sin mucho que destacar, más allá de las intervenciones de Aldebarán, mencionando su pasado en Vollachia. Incluso tuve la agradable oportunidad de ver a Anastasia sonrojándose por los cumplidos de Julius, lo cual fue interesante porque no recordaba que hubieran mostrado esa faceta suya en ninguna de sus apariciones.
Reinhard aprovechó el intervalo para pedirme disculpas.
—Lo siento, debí prever esta situación. Lady Felt no sabe que tus intenciones son buenas.
—No te estreses por eso: a todos se nos escapan cosas de nuestro control —le di una palmada en la espalda—. Nadie es perfecto.
Entonces fue el turno de Emilia. Ya sabía qué esperar en este caso, porque Roswaal me había explicado lo que harían. Fue una actuación hecha para darle más impacto a la introducción de Emilia. Incluso Puck hizo su parte, revelándose como su guardián y amenazando a todos con congelarlos. Al final, Emilia logró revertir las expectativas con un gran discurso, conmoviendo al anciano calvo y testarudo, Bordeaux. Me preguntaba por qué nada de esto fue incluido en el anime.
Cuando llegó el turno de Felt, ella se negó rotundamente a participar en la selección real, cosa que no sorprendió a los ancianos, en vista de sus declaraciones anteriores.
Pero en ese momento, Marcus recibió un reporte sobre un intruso que fue capturado mientras trataba de entrar a la sala del trono.
Rom fue traído a rastras por los guardias. Afortunadamente, Felt terminó aceptando unirse a la candidatura real para poder salvarlo a pesar de todo. Reinhard y yo respiramos con alivio.
Por último, Miklotov anunció el inicio oficial de la selección, que se definiría en tres años. El resto fue una discusión sobre cómo se organizaría todo. Mucha gente empezó a irse para ese punto.
Esperando que terminara la conferencia, inesperadamente me vi siendo parte de una charla entre Julius, Félix y Reinhard.
—Así que estás afiliado al campamento de Lady Emilia, eso es toda una sorpresa.
Julius me miró bajo una nueva luz cuando supo que yo estaba apoyando a una de las dos candidatas más infames de la selección real.
—Pero no eres su caballero, sino un sirviente en la mansión del Marqués Mathers. ¿Cuál es el propósito con el que viniste aquí?
La verdadera pregunta de Julius era algo como: ¿por qué te trajeron a este lugar si tienes una posición irrelevante para un evento de esta índole?
—Quise presenciar este momento tan importante para Lady Emilia —expliqué de forma incompleta.
—Ya veo, asumo que ella es muy importante para ti...
—Mucho. Espero poder ser su caballero algún día —afirmé sonriendo.
En realidad, no me interesaba ser un caballero por motivación personal, sino porque eso aumentaría mi reputación y haría que todo fuera relativamente similar a la historia original. No quería desviarme hasta el punto de cambiar todo y terminar envuelto en algún evento realmente jodido.
Mi declaración hizo que Julius levantara sus cejas con interés.
—¿De verdad? Bueno, si tienes la determinación necesaria, no me importaría ponerte a prueba.
Chapter 15: Bucle 3 - Parte 14
Chapter Text
Nos trasladamos a la arena contigua al castillo. Una buena cantidad de caballeros se reunieron en las gradas solo para ver mi 'prueba' con Julius.
A cada uno se nos entregó una espada de madera para el duelo.
—Supongo que es obligatorio usar esto...
—Desde luego. La espada es el símbolo de los caballeros.
Quería sonreír por lo cómicos que eran los gestos exagerados de Julius, que me recordaban a las poses icónicas de personajes de ciertos animes y videojuegos.
Haciendo fuerza, logré mantener un rostro sereno. Lo último que necesitaba era parecer burlón en una situación así.
—Oye, ¿hay alguna condición para este duelo unilateral? —Pregunté con una sonrisa irónica.
—No lo había pensado... ¿Qué te parece esto? Si logras desarmarme, tú ganas.
—De acuerdo. Lo mismo se aplica conmigo, entonces.
Ambos asentimos, satisfechos con los términos del duelo. Obviamente yo no me tenía confianza para vencerlo en una batalla ordinaria, así que esta regla especial fue como un rayo de esperanza.
—Cuando estés listo —dijo Julius generosamente.
—Qué amable de tu parte —elogié, blandiendo la espada en el aire para acostumbrarme a su peso y longitud.
—¿Esta es tu primera vez manejando una espada?
—Sí, pero tengo un poco de experiencia con dagas: espero que eso me ayude un poco.
El caballero espiritual se acercó a mí. Me tensé de inmediato, creyendo que él había decidido empezar a luchar. Sin embargo, lo que hizo Julius fue señalar mis piernas y hombros.
—Tu postura es incorrecta. Al ser un arma de mediano alcance, la espada requiere otro tipo de movimientos. De hecho, si aprendes a usarla correctamente, podrías hacerla tan efectiva como una lanza en cuanto a tu rango de ataque.
Dándome ejemplos prácticos, Julius simuló una serie de movimientos de batalla que yo traté de imitar. La atmósfera de esta escena se sentía radicalmente diferente a la original. Tenía sentido, ya que el contexto no era el mismo.
—¡Oigan! ¿¡Van a pelear o qué!? —Félix trató de instigar la violencia desde su posición cercana, ya que fue designado para arbitrar el duelo—. ¡Julius, no te contengas! ¡Ferri sanará cualquier herida que Leandro pueda recibir nya!
—Este idiota... Voy a clavarle mi espada para que se calle —afirmé, mirando al chico gato de modo amenazante.
—Eso sería ir muy lejos, incluso si es un arma de madera —Julius negó suavemente.
—¿Huh? No estaba hablando de esta espada —aclaré con una sonrisa maliciosa, meneando mis caderas.
Julius ladeó la cabeza, confundido por mi respuesta.
—De todos modos, gracias por tus consejos —hice una reverencia—. Creo que ya estoy listo. Sí, listo para ser humillado públicamente.
—En ese caso, puedes hacer el primer movimiento.
—Bueno, gracias.
Fue doloroso saber que su oferta no fue tanto por cortesía sino porque estaba muy confiado en la diferencia de habilidades. Me mordí el labio por la frustración, pero no dejé que eso arruinara mi mentalidad.
—Esta espada es muy ligera, me viene genial para luchar usando mi velocidad. Tendré que ser muy rápido para sorprender a este tipo.
Incliné mi cuerpo hacia delante y pateé el suelo, adquiriendo un gran impulso mientras apuntaba mi espada hacia Julius, que desvió mi estocada fácilmente.
Al ver que él no contraatacó de inmediato, giré y lancé una patada de barrida para desequilibrarlo.
—Hmph.
Julius retrocedió elegantemente, esquivando mi pierna. Chasqueé la lengua, pero volví a arremeter.
—Mi turno.
La espada del caballero parpadeó y apareció donde estaba mi mejilla, golpeando mi rostro brutalmente. Di una vuelta completa antes de caer al suelo, pero mi concentración me permitió reponerme del daño físico y emocional.
Agudizando mis sentidos al máximo, logré moverme a tiempo para evadir el siguiente ataque. La espada de Julius era aterradoramente impredecible, por lo que mi única ventaja era mi capacidad de reacción.
Bueno, incluso con esta demostración, estoy bastante seguro de que él no está luchando en serio. No me refiero a que no está usando hechizos ni artes espirituales, sino a la fuerza y velocidad que está empleando.
Di un pequeño paso hacia atrás, eludiendo por milímetros la punta de la espada de mi rival. Luego rodé para esquivar otro ataque horizontal y salté hacia su espalda con la intención de golpear su cuello.
¡CRAC!
La madera de las hojas resonó con un fuerte impacto que astilló mi espada. Julius se había volteado inhumanamente rápido, desviando mi ataque y estando a punto de hacerme soltar la espada.
—Ah, mierda, aquí vamos de nuevo.
No pude contenerme y sonreí con admiración antes de recibir otro golpe que me envió volando hacia atrás. Clavé mi espada al suelo para reducir la inercia y me levanté, un poco mareado.
Respiré profundamente y pensé en el plan que había improvisado durante la pelea. Tenía un solo intento.
Sujeté mi espada con fuerza, ajustando su ángulo para cortar con la parte astillada. Entonces corrí hacia Julius, el cual me esperó con una postura defensiva.
Tracé un corte hacia su abdomen, un movimiento algo predecible que él bloqueó sin esfuerzo bajando su propia espada, tal como se esperaba.
—¡El Shamak! —Exclamé, lanzando el último hechizo que había aprendido, gracias al tiempo que pasé con Betty en la biblioteca prohibida.
La magia de oscuridad explotó desde mi cuerpo, atrapando a Julius con un efecto paralizador. Él sin duda se libraría en un instante con su poder, así que no perdí ni un segundo y aceleré mis movimientos.
Mi hoja astillada se incrustó en la espada de Julius, cuyo agarre no se había aflojado al estar paralizado, pero tampoco podía reforzarlo, así que cuando empujé con todas mis fuerzas, la espada cayó de sus manos.
—¿De verdad funcionó? Parece que tuve mucha suerte.
—Ah —la voz perpleja de Félix se oyó en medio del silencio que envolvió el campo. Unos segundos después, el chico gato recuperó la compostura—. Leandro gana el duelo.
Julius tenía una expresión compleja, como si no entendiera su derrota aunque la había aceptado. Finalmente se acercó a mí y extendió su mano en mi dirección.
—Magia Yin, ¿eh? Debo admitir que no lo vi venir en absoluto.
Estreché su mano sin dudarlo, pero no pude sentirme feliz por 'ganar' este duelo.
—Lo siento... Me avergüenza haber tenido que recurrir a la magia cuando tú solo usaste tu cuerpo para pelear.
—Está bien, fue mi culpa por subestimarte. La próxima vez, te enfrentaré adecuadamente.
El tono serio con el que lo dijo me intimidó un poco. Los ojos de Julius emitían un brillo incendiario que me produjo escalofríos. Félix nos aplaudió por la exhibición.
—¡Es un poco decepcionante no poder robarme el protagonismo curando tus heridas! Pero por lo que dijo Julius, solo tengo que esperar a la revancha —dijo haciendo una mueca burlona.
—Vete a la mierda —me paré detrás de él y azoté su trasero con mi espada... la de madera.
—¡¿Qué crees que haces nya?! —Me gritó en la cara, sonrojado.
—Sacarme las ganas —miré a otra parte y silbé.
—¡No puedes azotar a Ferri! ¡No soy una chica, pervertido!
—¿Qué pasa, tienes masculinidad frágil?
El chico gato clavó sus uñas en mis hombros y me sacudió.
—¡Discúlpate en este momento y promete que no volverás a hacerlo!
—Lo siento, no lo volveré a hacer. No con armas.
—¿¡Estabas pensando en algo raro, verdad!?
—No lo hice —mentí.
—Sí lo hiciste —una voz poderosa y familiar habló detrás de Félix. Era una chica de cabello verde oscuro y ojos anaranjados.
—Lady Crusch... Es un placer conocerla.
Ignorando el hecho de que ella detectó y expuso mi mentira, me incliné respetuosamente para saludarla.
—Esperaba con ansias la ocasión de hablar contigo, especialmente después de escuchar tu debate con el Sr. Rickert.
—¿Se refiere al funcionario del bigote espeso?
Crusch esbozó una leve sonrisa al oír mi descripción del hombre.
—Ese mismo. Al mostrarles la contradicción de cuestionar la tabla del dragón con el hecho de defender el Pacto a capa y espada, lograste hacerlos tropezar con sus propias palabras. Fue muy ingenioso.
—Solo señalé lo obvio —descarté el halago con modestia—. Todos los que no están cegados por la arrogancia pueden notarlo. El problema es que no todos los invitados a la conferencia contaban con esa virtud.
Sabiendo cómo era Crusch, cambié mi vocabulario a modo aristócrata.
—Aunque no es elegante decirlo, tienes razón. Por cierto, me gustaría que visites mi casa cuando puedas —antes de que yo pudiera hacerme ilusiones como de costumbre, Crusch se explicó—. Sir Wilhelm expresó su deseo de volver a verte, así que podrás encontrarte con él allí.
—Me siento honrado. Le aseguro que iré, Lady Crusch.
Luego cambié mi tono de voz por uno más casual, mirándola directamente a los ojos.
—De todos modos, ya había pensado en hacerle una visita.
***
Como quedaban algunas horas antes del viaje de regreso, Emilia y yo fuimos a pasear un poco por la ciudad.
—¡No podía creerlo cuando me dijeron que estabas luchando contra Julius!
—¿Por qué? ¿Te dió miedo que yo te avergonzara perdiendo la pelea?
—Sí pensé que podrías perder, pero lo que me preocupaba era la razón por la que estaban peleando. Creí que ustedes dos...
—Oh, ya entiendo —me reí—. ¿Pensaste que nos peleamos por ti? ¡Qué chica tan egocéntrica! Incluso si eres una hermosa semielfa, es muy poco humilde de tu parte.
—¡Yo nunca pensé algo como eso! —Emilia agitó las manos, avergonzada por mis comentarios—. Además, no entiendo cómo puedes decir 'hermosa' y 'semielfa' en la misma oración. No tiene sentido.
—¡Claro que tiene sentido! ¿No te has visto en un espejo? Eres lo más bello que he visto.
Sonreí encantado por el rubor en la cara de Emilia cuando continué halagando su apariencia. Aunque ella estaba avergonzada, yo estaba muy nervioso. No se notaba en mis expresiones ni en mi respiración, pero los latidos acelerados en mi pecho evidenciaban el extraño amor que Emilia me hacía sentir.
—Si pones esa cara tan linda, harás que quiera decirte esas cosas todo el tiempo.
—¡Ni hablar! Si haces eso, yo... ¡Enfriaré tu comida con mi magia!
¿Acaba de llamarme glotón? Bueno, ella no se equivoca con eso.
—Es un sacrificio que estoy dispuesto a aceptar.
—¡Buu! ¡Eres un zopenco!
La perfecta chica de un mundo de fantasía se enojó infantilmente y me llamó 'zopenco'.
Dios, gracias por recordar que soy tu hijo. Te prometo que honraré tu bondad consiguiendo un harem y vistiendo a mis mujeres como monjas para mi- para tu placer.
Ah, eso no es un pensamiento realista. Volvamos a la no tan complaciente realidad.
—¡Leandro, mira allá!
De repente Emilia señaló un lugar donde había bastantes personas reunidas. Nos miramos y asentimos al mismo tiempo antes de correr hacia la multitud.
Me di cuenta de que Kadomon se encontraba entre las personas reunidas. ¿No se supone que este es su horario de trabajo? ¿Acaso se tomó un descanso o algo así? Bah, no era asunto mío.
—¡Señor Kadomon! —Le di una palmada en la espalda para llamar su atención—. ¿Qué pasó aquí?
—Algo bastante serio, muchacho —su expresión era sombría—. El líder del gremio de mercaderes, Russell Fellow... Fue encontrado muerto en su despacho.
—Oh, eso tiene sentido. La muerte de un personaje así podría tener un gran impacto en la economía de la ciudad e incluso en todo el reino... Espera un segundo. ¿Russell Fellow, dijiste?
Por toda respuesta, Kadomon asintió. En ese momento, tuve un mal presentimiento que se manifestó como un frío propagándose por todo mi cuerpo.
Ese nombre era muy familiar. No era un simple extra, ni un personaje 'nuevo' como Nadir.
Haciendo un poco de memoria, lo recordé como el hombre rubio que había ayudado a Subaru a hacer un trato con Crusch. Se trataba de un personaje relevante.
—Esto no debió haber ocurrido.
De alguna manera logré abrirme camino hacia el punto de interés de la escena. Allí estaba el cuerpo, colocado en una camilla cubierto con una manta.
Había algunos hombres uniformados parados a su alrededor. Eran caballeros.
Busqué a algún personaje que pudiera reconocer entre ellos. Por suerte vi a Félix caminando dentro del edificio. Armándome de valor, decidí entrar.
—Lo siento, no pueden entrar civiles —uno de los caballeros me detuvo con firmeza.
—No soy un civil. ¡Félix, dile a tu amigo que me deje pasar!
El chico gato se volteó sorprendido al escuchar mi voz.
—¿Leandro? ¿Qué haces aquí nya?
—¡Investigación! ¡Por favor, déjame ayudar!
Junté las manos y miré al femboy con mi mejor cara de cachorrito. Él suspiró y le hizo un gesto al caballero de la entrada, que se apartó inmediatamente.
—Gracias.
Asentí hacia el caballero, que solo estaba haciendo su trabajo. Luego me aproximé a Félix.
—¿Tienes alguna idea de qué le pasó al Sr. Russell?
—Es muy extraño... Sus heridas son algo que jamás había visto. Además, encontramos estos en su cuerpo; algunos estaban en el suelo y otros estaban incrustados en la pared de la oficina.
Me mostró unas balas de revólver usadas, manchadas de sangre por supuesto. Estuve a punto de vomitar.
—¿Leandro? ¿Estás bien nya? Te pusiste pálido.
—Mierda... ¡Puta madre!
Quise arrancarme el cuero cabelludo de la pura rabia y el remordimiento que sentí en ese momento. No me hizo falta revisar el cadáver de Russell para saber qué tipo de heridas tenía... y qué arma las había provocado.
Chapter 16: Episodio Especial (1)
Chapter Text
Los Ashveil eran un linaje antiguo que sobrevivió a la hambruna, las pestes y las guerras, perdurando durante siglos gracias al oficio de la herrería.
Su trabajo les proporcionó estabilidad financiera y protección, ya que el reino les compraba grandes lotes de armas y armaduras, así como lo hacían algunas casas con el suficiente poder adquisitivo.
Cuando Nadir Ashveil nació, su familia ya era parte de las altas esferas sociales. Tenían casi tanta influencia como el gobierno mismo, después de todo, eran los proveedores del ejército local.
Pero por lo mismo, la vida como un miembro de los Ashveil no era sencilla. Todos los jóvenes eran adiestrados en la herrería desde una edad temprana, y su carga de trabajo solo crecía con el tiempo, especialmente si resultaban ser talentosos.
El orgullo de la familia era la calidad de sus productos, así que aquellos sin talento eran expulsados. Para bien o para mal, Nadir no tuvo esa suerte.
A los diez años, su padre le enseñó a forjar. Sorprendentemente, el niño supo realizar el procedimiento de forma impecable, y por si eso fuera poco, sus creaciones tenían una excelente calidad incluso si usaba materiales comunes. Fue entonces cuando se supo que Nadir tenía la Protección Divina de la Forja.
Luego de ese suceso, la vida de Nadir se convirtió en un infierno.
Día tras día, Nadir debía crear cantidades industriales de armamento: un trabajo que normalmente se repartía entre decenas de herreros. Gracias a la producción de alta calidad asegurada, los Ashveil dejaron de usar minerales caros para reducir los gastos y aumentar exponencialmente sus ganancias.
En un principio, Nadir se había enamorado de la herrería, no solo por el placer de crear algo nuevo con sus propias manos, sino también porque su familia no dejaba de alabarlo y darle atención. Pero a medida que sus habilidades mejoraban y su cuerpo maduraba hasta ser capaz de trabajar más tiempo, todo se empezó a retorcer.
Ya no lo felicitaban por su increíble trabajo. Lo que antes era un gran logro sin precedentes, ahora era lo mínimo que se esperaba de él. Vivía encerrado en el taller, refinando metales y moldeándolos. Poco a poco, dejó de sentir la emoción de crear. Todo era repetición y formas demasiado conocidas.
La única vía de escape que tenía Nadir eran los escasos ratos libres que le daban cuando ya había completado una cuota específica de lotes. En esas ocasiones, él se iba a la ciudad y bebía alcohol hasta que perdía el sentido de la realidad; recién en ese estado de ebriedad extrema era cuando reunía coraje para ir al barrio rojo para satisfacer sus necesidades masculinas.
Incluso si se metía en problemas, su familia lo respaldaba hasta el punto en que era intocable. Todos sus 'errores' se borraban como si nunca hubieran existido. Pero por supuesto, aunque la gente no lo mencionara y hasta era capaz de negarlo, Nadir era muy consciente de cada uno de sus propios pecados y los de su familia.
***
Ella era una hermosa muchacha que había comenzado a trabajar como prostituta para mantener a su familia. No fue por decisión propia, sino por orden de su madre. Su nombre era Adela. Nadir se enamoró de ella a primera vista. Desde entonces, la pidió cada noche.
Durante una de esas ocasiones, Adela le confesó que él era el único cliente que no odiaba, porque Nadir era muy amable y paciente con ella. Él jamás se enfadó cuando Adela no sabía cómo hacer las cosas que le pedía, o cuando comenzaba a llorar en mitad del acto.
También le contó que ya no podía soportar su trabajo, que sentía asco de ella misma por convertirse en un objeto para saciar la lujuria de los repugnantes hombres que pagaban por ella y la usaban sin delicadeza ni consideración. Lo único que la mantenía a flote era ver las caritas felices de sus dos hermanas menores.
Nadir no pudo contenerse más.
—No sigas con esto. Deja este maldito trabajo, yo te daré más dinero del que ganas aquí.
—¿Eh? ¿Por qué harías eso por alguien como yo?
—Porque te amo.
Sin los efectos del alcohol, Nadir no era capaz de pronunciar esas palabras en voz alta. Apretó los labios y se lamentó por ser tan cobarde, pero en cambio sujetó las manos de Adela y la miró con firmeza.
—Te mereces algo mucho mejor que esta vida.
A partir de ese momento, Nadir se convirtió en el pilar emocional y económico de Adela. Cada tantos días, ellos se reunían secretamente en una posada, cenaban juntos y al final él le daba dinero para varios días.
Adela no sabía cómo devolver el favor, pero lo que sí sabía era que le gustaba mucho a Nadir, y ella ciertamente había comenzado a sentir algo más que gratitud por el joven y apuesto herrero.
Durante una de sus citas semanales, ella lo detuvo cuando se iba luego de darle la bolsa con la cuota monetaria. Nadir la miró, sorprendido y temblando un poco ante el inesperado contacto físico.
—Espera, quedémonos un rato más.
Sonriendo con nerviosismo, Adela sacó una de las monedas y pagó por una habitación para ellos dos. Nadir no podía creer lo que estaba ocurriendo.
Adela nunca soltó su mano mientras lo guiaba escaleras arriba, llevándolo a la mejor noche de su vida. Desde entonces Nadir esperaba con ansias la siguiente noche en la posada, calmando su anhelo con el vívido recuerdo de la noche más reciente.
Una noche, Nadir logró vencer al demonio del miedo al rechazo y le propuso a Adela que fuera su novia. Ella aceptó de inmediato, sonrojándose al instante por responder tan rápido. Aunque había vendido su cuerpo por un tiempo, Adela nunca se vió a sí misma como una mujer fácil.
—Lo siento, vas a pensar que me estoy aprovechando de ti —ella estaba tan avergonzada por su alegría que se le llenaron los ojos de lágrimas incluso mientras sonreía.
—Sé que nunca harías eso, pero incluso si lo hicieras, no me importaría. Mi propia familia ni siquiera intenta disimular que solo me ve como una maldita herramienta para ganar dinero y prestigio —dijo Nadir con un dejo de dolor y resentimiento.
Luego de eso, ambos jóvenes comenzaron a verse con mucha más frecuencia. Salían de día y de noche para tener citas románticas, las cuales casi siempre terminaban en encuentros apasionados.
Nadir se dió cuenta de que su amor por Adela crecía con cada día que pasaba. Su vida miserable le parecía cada vez más repulsiva y solo deseaba una cosa: ser libre para estar con su amada y formar una familia con ella.
Pero cuando quiso hablar de ese asunto con ella, se topó con un obstáculo inesperado. Hilda, la madre de Adela, se había enterado de que su hija dejó de trabajar y que actualmente mantenía un noviazgo. Indignada, la encerró en la casa, yendo ella en su lugar para conocer al misterioso novio adinerado.
—No puedo creerlo, esta niña realmente se sacó la lotería contigo —dijo la mujer con una sonrisa maliciosa—. Un Ashveil, nada más y nada menos.
—Señora, le ruego que no culpe a Adela. Yo le dije que no siguiera trabajando en el burdel.
—Lo sé, chico. Estoy de acuerdo con la decisión que tomó mi hija, pero aún debo castigarla por desobedecerme. Así que no volverás a verla por un tiempo.
—¡Por favor, no haga eso! ¡Ella no hizo nada malo! Yo... haré lo que sea para compensarlo.
—¿Ah? Eso suena interesante. ¿Qué tienes en mente, chico?
Nadir ya sabía lo que estaba pasando. Conociendo sus antecedentes, Hilda estaba intentando obtener más dinero descaradamente. Era indignante, pero a él solo le importaba estar con Adela. De hecho, si lo pensaba un poco, su odiosa suegra en realidad lo estaba ayudando a desquitarse con su familia al exigir más dinero del que él ya les quitaba a ellos. Además, esa situación no duraría mucho más tiempo.
El nuevo trato se realizó sin inconvenientes y Adela recuperó su libertad. Finalmente Nadir pudo decirle lo que tanto había pensado durante los últimos meses.
—Huye conmigo. Nos iremos a otro lugar, lejos de todo esto. Con mis habilidades, podremos tener una vida cómoda y feliz. Incluso podemos llevar a tus hermanas para que tu madre no pueda obligarlas a trabajar para mantenerla.
—Nadir...
Adela lloró de felicidad al escuchar la propuesta. Sin dudar ni un instante, se lanzó a los brazos de su amado y asintió fuertemente, aferrándose a él como si no quisiera soltarlo nunca
—¡Hagámoslo! ¡Quiero pasar el resto de mi vida contigo!
Por los siguientes días, ambos hicieron los preparativos para escapar y todo parecía ir sobre ruedas. Sin embargo, cuando Nadir estaba preparando sus cosas para el viaje, su padre irrumpió en la habitación.
—Había decidido no intervenir porque creía que todo este asunto solo era un capricho adolescente, pero... ¿Realmente pretendes abandonarnos para irte con una puta?
—... ¿Cómo la llamaste?
Nadir, el muchacho que nunca se atrevió a desafiar una orden, que nunca respondió cuando lo reprendieron, que nunca se quejó cuando lo castigaron... En ese momento, miró a su progenitor, la autoridad absoluta e inapelable en su vida, y sus ojos ardieron con una intención asesina.
Cyrus Ashveil jamás habría imaginado que su propio hijo lo miraría de ese modo, pues lo había criado para ser sumiso y obediente. La sensación de peligro que le inspiró esa mirada lo hizo retroceder instintivamente, asustado.
—Tú...
Pero cuando la razón sobrevino al instinto, el miedo se transformó en ira.
—¡Cómo te atreves!
¡PLAF!
Nadir cayó al suelo por la fuerza de la bofetada que su padre le propinó.
—¿¡Crees que puedes intimidarme, mocoso idiota!? ¡TE FALTAN SIGLOS!
Curiosamente, a pesar de lo que Cyrus decía, era Nadir quien lo miraba con una frialdad sin miedo mientras que por el contrario, él estaba respirando agitadamente y su voz, aunque agresiva, era frágil y temblorosa como si estuviera a punto de romperse.
—¡Eres una maldita decepción! ¡Si no fueras mi hijo, ya te habría asesinado por avergonzarme de este modo!
—... ¿Y por qué no lo haces? Prefiero la muerte a lo que tú llamas una 'vida honrada'.
—¿¡Qué dijiste!? ¡Si es tan malo, debiste decirlo, maldita sea!
—¿Por qué? No habría importado.
—¡Claro que habría importado! ¡¿Por qué te obligaría a vivir una vida que a ti no se te antoja?! —Exclamó Cyrus con sarcasmo—. ¿Sabes qué? ¡Tienes razón, nuestra familia y nuestras costumbres son basura! ¡Ya puedes ir al panteón familiar con tu novia y destruir las lápidas de nuestros antepasados! ¡Orina y defeca sobre sus tumbas! ¡También diles que te importa una mierda el legado y la dignidad que ellos crearon a lo largo de incontables años de esfuerzo y sacrificio, porque tú solo quieres casarte con una vagina de feria!
—Si tú insistes...
Nadir se levantó, tomó sus cosas y se dirigió hacia la puerta, pero su padre lo tomó del brazo y lo arrojó al otro extremo de la habitación.
—¿¡Todavía intentas burlarte de mí!?
Los golpes de Cyrus fueron crueles y despiadados, sin una sola pizca de consideración, aun cuando esos golpes iban dirigidos a su propio hijo.
—¡Mocoso ingrato! ¡Después de todo lo que hice por ti! ¡No mereces ser parte de esta familia! ¡No mereces ser un Ashveil!
Nadir no reaccionó a ninguno de los insultos, reproches y ataques físicos. Cyrus comenzó a desesperarse, ya que nada parecía servir para hacer entrar en razón a su hijo.
—Por ahora... Por ahora vas a quedarte un tiempo en el calabozo subterráneo, eso te hará reflexionar. En cuanto a tu novia... Me aseguraré de que no vuelvas a verla.
—¡No! —Nadir explotó, mostrando las emociones que yacían bajo su máscara de indiferencia—. Haz lo que quieras conmigo, Padre... ¡Pero si le pasa algo a ella, te juro que vas a lamentarlo!
—¿¡Me estás amenazando!?
Nadir estaba tan furioso que no sintió el dolor de la paliza. Su padre se fue y unos guardias lo escoltaron amablemente hasta las acogedoras catacumbas, una verdadera suite de lujo... para las ratas y las cucarachas.
Debido a que estaba cerca de la fosa séptica, el lugar apestaba a heces, orina y putrefacción. Nadir sabía que su familia usaba ese sitio para torturar a los traidores, los espías, los prisioneros de guerra y semejantes. No era descabellado pensar que muchas personas habían muerto allí.
Cuando lo dejaron solo, Nadir no perdió el tiempo y empezó a buscar un modo de escapar. Le tomó casi un día entero idear un plan de escape, debido a la escasez de recursos y su estado mental caótico.
La clave fue la pila de huesos que habían sido barridos en una esquina, lo cual probaba que, en efecto, alguien pereció durante su estancia en el calabozo. Pero Nadir estaba determinado a no ver el final de su vida en un lugar así.
Raspando los huesos que encontró, el muchacho se las arregló para crear una suerte de punzón con el que logró abrir la cerradura de la entrada. Entonces, siendo muy cauteloso, Nadir se escabulló fuera del calabozo solo unas horas después de haber ingresado, batiendo el récord de los políticos corruptos.
La mansión estaba fuertemente vigilada y todos sus habitantes estaban al tanto del castigo en ejecución, por lo que Nadir tuvo que cuidarse de no ser visto. No obstante, comprendió que le sería imposible fugarse sin toparse con los centinelas que patrullaban en los alrededores.
—A la mierda, de todas formas ya estoy jodido.
Nadir pensó en Adela para llenarse de valor y coraje. Entonces tomó su arma de hueso y se acercó a un guardia distraído, apuñalando su espalda con un movimiento silencioso. Acto siguiente, ocultó el cuerpo y cambió sus ropas por el uniforme de centinela.
Convertido en un asesino sigiloso, Nadir continuó avanzando de punto en punto, matando a todo el que se le ponía delante y superando todos los anillos de vigilancia hasta que finalmente pudo salir del territorio Ashveil.
—No pude llevarme nada, pero no importa siempre que pueda estar con Adela... ¡Mierda, es cierto! ¡Padre la mencionó y dijo que haría algo al respecto!
Nadir se apresuró a la ciudad, corriendo como si su vida (y la de su amada) dependieran de ello, lo cual era presumiblemente cierto.
Cuando llegó a la casa de Adela, se desconcertó porque todo el edificio estaba tapiado con tablas de madera. Haciendo un pequeño esfuerzo, rompió la madera que cubría uno de los accesos y entró.
La casa estaba abandonada: no vacía, sino solo deshabitada. Era como si los residentes se hubieran marchado sin llevarse nada en absoluto y luego bloquearon las entradas.
Nadir podía ver algunos objetos de valor repartidos por toda la casa, incluso había un cofre lleno de monedas que reconoció como los ahorros de Adela, pues ella lo había mencionado cuando estaban pensando en cómo pagarían un nuevo taller de herrería para Nadir una vez que se hubieran instalado en otra región.
Dicho cofre había sido abierto y estaba volcado en el suelo como si se hubiera caído o lo hubieran tirado a propósito. Las monedas estaban esparcidas a su alrededor. Por algún motivo, esto perturbó profundamente a Nadir.
—Oh no. Tengo un horrible presentimiento sobre esto.
—Sabía que harías esto... No debiste ser tan persistente, hijo.
—¿Padre?
Nadir se paralizó cuando Cyrus reveló su presencia, invisible hasta ese momento. La expresión en el rostro del hombre mayor era una extraña mezcla de frialdad con tristeza. Estaba sentado en una vieja mecedora junto a una chimenea.
—Ven conmigo —dijo sin más, levantándose y saliendo de la casa.
—...
Atormentado por las dudas y la paranoia, Nadir sintió que si no iba con su padre, jamás volvería a ver a Adela ni sabría qué le pasó.
Cyrus lo condujo en una larga caminata por un sendero que profundizaba en los bosques ubicados al norte de la ciudad, en el extremo opuesto al territorio de la familia.
—¿Por qué vamos tan lejos?
Como si oyera el pensamiento de su hijo, Cyrus lo miró inexpresivamente, una actitud que contrastaba mucho con la que mostró en su interacción anterior, cuando perdió los estribos y lo mandó al calabozo.
—Ya casi llegamos.
Unos minutos más tarde se detuvieron en un claro que no parecía tener nada especial, excepto por un detalle que Nadir advirtió cuando bajó la mirada.
Había cuatro pequeños montículos de tierra en el centro del claro.
Chapter 17: Bucle 3 - Parte 15
Chapter Text
Esto era mi culpa. ¿Qué clase de idiota empeora las cosas cuando se supone que debe mejorarlas? Fui demasiado arrogante creyendo que la creación de un arma tan peligrosa no conllevaba peligro.
—Puta madre, ahora entiendo a Oppenheimer.
Ahora bien, ¿qué demonios había pasado? ¿Cómo fue que el revólver que ayer era solo un proyecto prometedor, hoy mató a Russell Fellow? ¿Nadir logró hacer un prototipo exitoso en unas pocas horas?
¿Eso significaba que Nadir era el asesino? Como no sabía nada sobre él, no estaba seguro de qué pensar. Sería demasiado obvio si era él, pero no podía descartarlo como principal sospechoso.
Félix estaba muy preocupado por la reacción que tuve cuando me mostró las evidencias. Mi cuerpo entero había comenzado a temblar y a sudar frío.
—¿Estás bien? Si eres tan sensible debiste decirlo...
—No es eso.
Me concentré y estabilicé mi respiración, relajando un poco mis nervios exaltados. La impresión que me produjo esta noticia había sido muy fuerte, pero no dejaría que me abrume.
—Soy el mayor responsable por esta muerte. Tendré que hacer algo al respecto.
Caminé lentamente hacia el cuerpo de Russell y retiré la manta que lo cubría, provocando las miradas severas de todos los caballeros.
—¿¡Leandro!? ¡No puedes hacer eso! —Félix se puso nervioso.
—Vamos, trata de pensar como un personaje de CSI...
Algunas de las heridas eran pequeñas en la parte frontal del cuerpo y tenían una contraparte más grande del otro lado, lo que significaba que el asesino estaba frente a Russell cuando le disparó.
En total había cinco heridas, las cuales coincidían con las cinco balas que Félix recuperó. Aparentemente, el asesino utilizó casi todos los cartuchos. ¿Por qué cinco y no seis? ¿Qué pasó con la bala que faltaba? ¿Se la guardó o ya había disparado el revólver antes?
—Félix, ¿cuánto tiempo tiene este cadáver?
—Si te refieres al tiempo que lleva muerto, creo que unas pocas horas. Probablemente lo mataron esta mañana.
—Eso tiene sentido —coloqué la manta nuevamente sobre el cuerpo y me levanté—. ¿Qué dijeron los testigos?
Félix me miraba con incredulidad por mi abrupta transformación en detective policial. Sus orejas se fruncieron mientras soltaba un 'ohhh' de admiración. Asintió con entusiasmo, contagiado por mi iniciativa.
—¡Había pocas personas en el edificio en ese momento! Los que estaban presentes describieron un ruido como de explosiones muy breves y consecutivas.
—¿No vieron a nadie huyendo de la oficina?
—Nop.
—¿Y antes? ¿Con quién fue visto Russell por última vez?
—Eso es un poco difícil de precisar justo ahora.
—¿Dijo si se reuniría con alguien?
El chico gato arrugó su entrecejo en un esfuerzo por recordar si había obtenido esa información. Pero antes de que pudiera contestarme, alguien más intervino.
—Con todo respeto, y aunque agradezco la buena intención, usted no es la persona indicada para hacer esas preguntas, mayordomo. De hecho, tendrá que retirarse para dejar que nosotros hagamos nuestro trabajo.
Marcus, capitán de los caballeros de la guardia real, hizo acto de presencia y me desautorizó por completo. Su mirada severa me dejó claro que no tenía otra opción, discutir solo me llevaría a ser expulsado de este lugar con una patada en el culo.
—Entiendo. Les deseo suerte resolviendo este caso, suponiendo que puedan hacerlo —agregué la última parte mordazmente.
Salí del gremio con una sensación de amargura. Emilia estaba fuera, charlando con Kadomon y mirando al edificio cada pocos segundos para ver si yo aparecía.
Ella vino a mí apenas me vió.
—¿Todo bien? Me preocupé cuando te metiste sin explicarme nada.
—Perdón por eso. Acaba de surgir algo, será mejor que nos separemos aquí.
—¿Eh?
—Luego te lo explico.
Me alejé corriendo, dejando a Emilia con una expresión intranquila. Kadomon me gritó algo sobre no meterme en problemas, lo cual aumentaba muchísimo las probabilidades de que yo me metiera en problemas. Era como estar en la guerra y mostrarle a tu compañero una foto de un ser querido mientras le cuentas todo lo que planeas hacer cuando regreses.
Después de unos minutos llegué a un edificio familiar que tenía un emblema de dos armas cruzadas. La puerta estaba cerrada esta vez, pero eso no me detuvo.
¡BLAAM!
Entré derribando la puerta. No había nadie en la parte de la tienda, así que fui a la siguiente habitación: un cuarto de herrería. Allí encontré a Nadir, durmiendo sobre un colchón viejo y carcomido.
El aire apestaba a alcohol y humedad. La ropa de Nadir estaba manchada con sangre y su rostro mostraba algunas heridas. Busqué el revólver por todas partes, pero no lo encontré incluso cuando revisé al propio Nadir, que dormía profundamente.
—No importa lo sospechoso que se vea esto, él no puede ser el asesino, ¿verdad?
No había olor a pólvora en su cuerpo, y dudaba que hubiera sido capaz de entrar al gremio de mercaderes en ese estado, mucho menos llegar a su líder, matarlo y huir sin ser visto. Pero solo por si acaso, debía asegurarme.
—¡Despierta, idiota!
Agarré su trenza y le di un tirón para despertarlo, cosa que funcionó muy bien porque empezó a gritar y balbucear incoherencias mientras intentaba procesar la situación.
—¿¡Qué!? ¿¡Qué sucede!?
—¡Sucede que Russell Fellow está muerto! ¡¿Tienes algo para decirme?!
Nadir tenía los ojos enrojecidos y la mirada perdida. Su cabeza colgaba de mi mano, que aún sujetaba la trenza de su cabello.
—¿Rousseau Fella? ¿Qué es eso?
—¡Maldito borracho de mierda!
Le di algunas bofetadas para obligarlo a concentrarse.
—¡El revólver! ¿¡Qué hiciste con el maldito revólver!?
—Ugh... Yo...
El hombre intentó hacer funcionar su cerebro adormilado por el sueño y el alcohol. Milagrosamente, sus neuronas hicieron un puente y su mente comenzó a funcionar, aunque muy despacio.
Las manos de Nadir buscaron algo en su cintura, pero no había nada allí. Pasaron unos segundos, levantó la cabeza lentamente y me miró con la expresión de un niño desorientado.
—No lo tengo...
—... ¿A qué te refieres con que no lo tienes?
—Creo que lo perdí.
—...
Golpeé su rostro con mi puño varias veces, hasta que le sangró la nariz. En este punto, la tortura física era más para desahogarme que para sacarle información a él.
—¡Mierda, no puedo creer que seas tan estúpido!
—Pfft, ja ja ja.
A pesar de todo, Nadir parecía alegre por alguna razón. Me contuve para no volver a atacarlo mientras él se reía entre dientes.
—¿Qué es tan gracioso?
—Esta situación me trae algunos recuerdos. Qué nostalgia...
Decidido: ya había tenido suficiente de su juego evasivo. Tomé el martillo que Nadir usaba para moldear los metales y me preparé para usarlo.
—No más juegos. Dime qué carajos hiciste, o romperé todos tus putos huesos con esta cosa.
El herrero levantó las manos en señal de rendición, pero incluso estando en una situación precaria, con su integridad física siendo amenazada, la diversión no había abandonado su rostro.
—Está bien, tú ganas. Solo déjame ordenar un poco mis pensamientos, y también necesito algo para combatir esta resaca...
Se levantó tranquilamente y fue tropezando hasta una estantería con botellas. Tomó una, la destapó y se bebió un cuarto del líquido que contenía.
—¿Qué es eso?
—Vino —contestó con naturalidad—. ¿Quieres?
—¿Me estás jodiendo?
Él se encogió de hombros y le dió otro gran trago a la botella. Apreté el mango del martillo, pero no moví un solo dedo. Necesitaba obtener información y volverme loco no ayudaría.
Nadir terminó su ritual anti-resaca y exhaló con satisfacción.
—Ya me siento mejor. ¿Seguro que no quieres un poco?
—...
No respondí porque aún estaba disputando una lucha interna contra mis propias emociones. Desde que murió Russell, mi destino en este bucle estaba sellado.
Simplemente no podía seguir adelante dejándolo morir. Podría tener efectos catastróficos en la historia.
Entonces, mi única opción real era investigar el asesinato y volver para deshacerlo.
—Nadir, solo dime qué mierda hiciste con el revólver antes de que pierda la paciencia.
—Veamos, la última vez que tenía el revólver... ¡Ah, ya me acordé! —Su expresión se iluminó y chasqueó los dedos—. Luego de completarlo, me fui a un burdel y lo perdí allí.
—...
—...
Nos quedamos en silencio por unos segundos. Sin embargo, mi paciencia ya se había agotado.
—¡TE VOY A MATAR, PEDAZO DE IDIOTA!
—¡Espera, con el martillo no!
Me abalancé sobre Nadir, pero antes de que pudiera alcanzarlo, un escudo de hielo se interpuso entre nosotros: tenía una forma de copo de nieve demasiado familiar.
Suspiré mientras forzaba la erupción de ira a que cesara. No quería que Emilia viera este lado de mí.
—¿Leandro? ¿Quién es este hombre? ¿Por qué intentabas lastimarlo? —Ella no me reprendió. Su pregunta solo contenía preocupación, ya que nunca me había visto actuar de esta manera.
La voz clara como una campana de la chica que aceleraba mi corazón me ayudó a recuperar la lucidez.
—Este tipo... Se llama Nadir Ashveil —señalé al susodicho—. Como habrás notado, es un herrero.
—Mucho gusto, señorita —dijo él, mirando a Emilia con un brillo en sus ojos ambarinos.
—Lo mismo digo, y lamento la intromisión —ella se inclinó.
Nadir agitó las manos en señal de negación. El gesto despertó la intriga de la semielfa.
—No me importa, ya que fue mi culpa.
—¿Eh?
Me aclaré la garganta, considerando que era mi turno de hablar.
—¿Por qué me seguiste?
—Tenía el presentimiento de que podrías necesitar mi ayuda. ¿Ya ves que si no hubiera aparecido, tú podrías haber hecho algo de lo que te arrepentirías después?
—No del todo, porque no planeo quedarme mucho tiempo en este bucle. Supongo que tienes razón.
Pensé un poco en mis siguientes palabras para evitar los detalles innecesarios que podrían causar preguntas molestas.
—Hace poco, le hice un encargo a Nadir. Se trata de algo muy importante, y lo que pasó es que... se extravió.
—Qué mal... Bueno, entonces te ayudaré a buscarlo.
—No, no, es algo que debo hacer solo. Ni de chiste voy a llevarla a un burdel. Aunque ella no entienda lo que pasa en ese lugar, me hará un millón de preguntas al respecto y Puck me congelará los testículos si abro la boca.
—¡Eres muy listo, Leandro! Ni siquiera tuve que advertirte.
Una voz habló en mi cabeza, respondiendo a mis pensamientos. Fruncí el ceño.
—¿¡Qué crees que haces!? ¡Sal de mi cabeza, gato metiche!
—De acuerdo, no tienes que ser tan grosero. Por cierto, ¿qué es el porn-?
—¡Dije fuera!
Emilia agarró mi mano, devolviéndome a la realidad.
—Ni hablar. Como estás ahora, no puedo dejarte solo.
—Él está bien, Lia.
Puck salió rápidamente para ayudarme a persuadirla.
—¿Puck? ¿Por qué te pones de su lado?
—Confía en mí, Leandro puede hacerlo por su cuenta —el gato volteó en mi dirección—. ¿Verdad que sí?
Asentí fervientemente, levantando ambos pulgares para reforzar mi afirmación.
Sin embargo, la expresión de Emilia se oscureció.
—... ¿Ustedes dos piensan que soy tonta?
—¿Lia? —Puck estaba genuinamente sorprendido por la respuesta de la semielfa.
—¡Ya no soy una niña! Soy perfectamente capaz de ayudar.
El hecho de que ella lo dijera mientras daba tanta ternura no ayudaba a tomarla en serio.
—No es eso, Emi...
—¿Entonces qué es? ¿Acaso soy un estorbo para ti? —Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Maldije a Puck y maldije la hora en que tuve la estúpida idea de crear un revólver en este mundo.
—Díselo.
La voz de Puck en mi mente no fue tan indignante como la sugerencia que me hizo.
—¿Qué?
—Dile que es un estorbo. Te dejará en paz si lo haces.
—¿Crees que voy a mentirle y herirla solo porque a ti se te da la gana? Vete a la mierda, prefiero que vuelvas a congelarme antes que romperle el corazón a Emilia.
—Esa es la diferencia entre nosotros. Yo estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de proteger a Lia.
—Manipularla de todas las formas posibles para nunca exponerla al peligro y dejarla crecer con una mentalidad inocente no es protegerla. Solo la estás volviendo frágil y dependiente. ¿Y todo para qué, si al final del día no estás para ella cuando más te necesita? La dejaste mor-
El tiempo se detuvo a mi alrededor. Una mano oscura se manifestó de la nada y entró en mi pecho para presionar mi corazón de forma muy dolorosa. Me había dejado llevar y terminé recibiendo una penalización por hablar de más, aún cuando fue por telepatía.
La sensación de peligro inminente me hizo entrar en pánico por un momento, pero sabía que Satella no me lastimaría. Todo estaba en mi imaginación, fue lo que me dije a mí mismo mientras intentaba hablar con Emilia sin delatar mi agitación interna.
—Eres mucho más que un estorbo para mí. No me creerías si te dijera lo mucho que me importas.
—Tienes razón... No te creo, porque no me lo demuestras. Si te importo tanto, no me harás a un lado.
Ahí vamos de nuevo. Miré a Puck y me encogí de hombros como diciendo 'hice lo que pude'.
Él no se rindió.
—Por favor, Lia. Tienes que entender...
—Puck —ella lo interrumpió y lo sostuvo en sus manos gentilmente, con una expresión suave pero inflexible, dando a entender que no estaba dispuesta a retractarse—. Gracias por preocuparte desde el fondo de tu corazón. Te prometo que estaré bien: soy muy fuerte y no perderé fácilmente ante nadie. Además, tú estarás apoyándome, ¿verdad? Si es así, no hay nada que temer.
—No es eso lo que me preocupa... Ahh, cielos, supongo que no hay remedio.
Y con eso se confirmaba que una semielfa albina y su gato mágico me acompañarían a visitar un burdel para investigar un caso de asesinato. A pesar de todo, no era el jueves más raro de mi vida.
Chapter 18: Bucle 3 - Parte 16
Chapter Text
—¿Cómo que no puedes venir con nosotros?
Le había pedido indicaciones a Nadir para llegar al burdel sin tener que dar vueltas innecesariamente por el barrio rojo. No me importaba si estaba solo, pero estando con Emilia era otra historia. Podía imaginar las miradas y los comentarios de la gente al verla.
De hecho, eso no era probable ya que ella tenía su túnica para evitar ser reconocida.
—Anoche me metí en problemas y las cosas están un poco tensas —explicó Nadir—. Será mejor que me mantenga alejado de ese lugar por un tiempo. Te recomiendo que tengas cuidado, ellos no deben saber que estás involucrado conmigo o podrían querer usarte para desquitarse.
—No soy tan idiota. Por cierto, ¿cuándo crees que perdiste el revólver?
—Cuando me metí en una pelea con un idiota. Posiblemente se cayó de la funda en ese momento.
—Entiendo... Significa que alguien que estaba ahí lo tomó. Mierda, eso hace las cosas muy difíciles.
—Seguro que fue un cliente, dudo mucho que las personas que trabajan allí tuvieran algún rencor personal con ese tipo muerto, Rosamel.
—Es Russell, pero tienes razón. Ningún empleado de burdel encaja con el perfil del asesino que busco.
Me froté el mentón reflexivamente, pero no tardé en comprender que no resolvería nada si no seguía investigando, así que debía ponerme en marcha.
—De cualquier manera, no muevas un solo dedo hasta que yo vuelva.
—¿Por qué?
—Porque si la investigación de los caballeros los lleva a ti, será mejor que te encuentren así, ya que tu aspecto respalda tu coartada de que estuviste en el burdel y tu arma se extravió allí.
Era cierto, pero solo dije la mitad de lo que estaba pensando. Con Puck presente, descarté la posibilidad de que Nadir fuera el asesino, ya que el gato nos lo habría advertido. Al pedirle a Nadir que se quedara, estaba apostando por la posibilidad de usarlo como carnada para atrapar al verdadero asesino.
—Lo que diga el jefe —Nadir se rindió y aceptó mi indicación—. De todas formas, no tengo planes para hoy.
—Bien, entonces nos vamos.
Había algunos curiosos mirando la entrada de la casa. Me llevé la mano a la cara cuando comprendí que yo mismo causé eso al derribar la puerta para ingresar. Emilia me miró aguardando mi reacción.
Poniendo mi mejor cara de piedra y actuando tan natural como un tsunami en Bolivia, levanté la puerta caída y la coloqué en su sitio como si eso fuera suficiente para repararla.
—¿Te importaría, querida? —Le hice un gesto a Emilia.
—Tramposo.
Emilia me reprendió, no obstante apoyó la mano en el marco de la puerta y formó unas bisagras de hielo para mantenerla sujeta. Me limpié las manos como si hubiera hecho todo el trabajo y nos fuimos de ahí.
La ruta más corta hacia el burdel nos condujo por las calles angostas y solitarias por las que rondaban los ladrones de la ciudad. Afortunadamente para ellos, no nos topamos con ninguno.
—Es aquí.
Una estructura algo extravagante se alzaba frente a nosotros. Al igual que todos los edificios cercanos, este había sido pintado con tonos rojizos oscuros.
Aún estando en la entrada, podía percibir el aroma del perfume, el sudor y otros fluidos. Mi nariz se arrugó reflexivamente. Nunca había estado en un lugar así, ya que no me gustaban las prostitutas.
—Se oyen algunos ruidos, como de gente gritando —murmuró Emilia, jalando mi manga—. ¿Quizás hay una pelea dentro?
—No, definitivamente no. Mierda, sabía que pasaría esto.
—¿Es algo normal? No tengo idea de qué se hace en este lugar.
—Las mujeres que trabajan aquí ayudan a los hombres a desestresarse, por así decirlo. El proceso puede ser un tanto... impactante para ellas: es por eso que gritan.
Me las arreglé para dar una explicación real pero exenta de los detalles específicos que me pondrían en la mira de Puck. Sin embargo, Emilia no me dejaría ir tan fácilmente.
—¡Eso suena muy altruista! ¿Cómo lo hacen exactamente?
—Tenemos poco tiempo ahora, así que deberíamos enfocarnos en lo importante.
Ignorando la curiosidad inocente de Emilia, entré al burdel con mi corazón ligeramente acelerado por el nerviosismo de toda la situación.
La primera habitación tenía un mostrador con una mujer madura que parecía ser la recepcionista o madama del lugar. Cerca de ella había una puerta grande custodiada por dos hombres.
—Bienvenidos a nuestro establecimiento —saludó la mujer, mirándome con una sonrisa artificial y levantando un poco las cejas al ver a Emilia, que estaba protegida por su túnica—. ¿Qué tipo de servicio quieren contratar?
Puse algunas monedas santas frente a ella.
—Quiero a todas sus chicas, ¿qué tal diez minutos con cada una?
—¿Qué? ¿Lo dices en serio? —Parpadeó varias veces—. Bueno, mientras pagues, puedes hacer lo que quieras (excepto mutilar o asesinar a nuestro personal).
—Entendido.
—El pago solo cubre tu consumo, no el de tu acompañante. Si quieres llevarla contigo, tendrás que pagar por ella también.
—Ella solo está para mi protección.
—En ese caso, puedes pagar una tarifa mínima, pero ella debe permanecer fuera de tus actividades o tendremos que echarlos a ambos.
Asentí rápidamente. La mujer sonrió y buscó una lista con lo que parecían ser nombres y horarios.
—Necesito un nombre para completar el registro de clientes y tenerte en cuenta para un descuento especial si decides volver a contratar nuestros servicios. Puedes darme un alias si así lo prefieres.
Definitivamente no podía tomar esto con seriedad. Este era el momento idóneo para una travesura.
—Seré Mr. Sexo.
Al oír mi respuesta, la recepcionista hizo una expresión de incomodidad.
—¿Estás seguro? Eso es un poco presuntuoso...
—Bueno, ese es el punto.
Ella hizo un suspiro de rendición y escribió mis datos en el cuaderno.
—Ya está hecho. Disfrute su tiempo, Mr. Sexo.
Las prostitutas se mostraron bastante confundidas cuando les expliqué que no quería favores sexuales, sino hacerles un breve interrogatorio sobre su anterior jornada de trabajo, más específicamente de la noche anterior. Sin embargo, todas aceptaron encantadas por no tener que emplear sus cuerpos.
Entrevisté a bastantes chicas, pero ninguna de ellas sabía nada sobre el objeto que les describí (el revólver). Sin embargo, las chicas sí recordaban que unos hombres causaron un incidente anoche, pero todas estaban ocupadas con sus propios clientes así que no vieron nada.
Me devané los sesos intentando dar con una pista. Cuando estaba entrevistando a la última chica, de repente me iluminé.
—¿Alguna de tus compañeras de ayer no está aquí hoy?
—Umm, es complicado... No lo recuerdo bien, ¿sabes?
—Puede que esto te refresque la memoria —rodé los ojos, pero le ofrecí una moneda de oro.
—¡Ya lo recuerdo! —Ella sostuvo la moneda con una sonrisa brillante—. La chica que falta se llama Diane. Es una de las nuevas.
—¿Ese es su nombre real o solo el que usa para trabajar?
—Solo una idiota usaría su nombre real aquí. ¿Por qué te interesa ella?
—No puedo decirlo —hice una X con los brazos.
—Tal vez esto ayude a aflojar tu lengua —la prostituta me ofreció una moneda de oro.
—De acuerdo —la tomé—. Estoy investigando un asesinato y tengo razones para creer que alguien involucrado estuvo aquí anoche. Tu amiga Diane es una potencial testigo. ¿Sabes dónde puedo encontrarla?
—No estoy segura...
—¿Y qué tal ahora? —Le ofrecí una moneda de oro.
—Creo que vive cerca de la Casa del Botín —dijo luego de aceptar mi soborno.
—¿Puedes darme una descripción de su apariencia?
Me hizo un gesto con la palma de su mano extendida. Suspiré y le di otra moneda.
—Es delgada y un poco más bajita que tú. Su cabello es rojo y sus ojos son verdes. Tiene unas cicatrices muy feas que oculta con maquillaje, más o menos por aquí —señaló el costado de su cuello.
—Ya veo. Gracias por la información.
Le hice un gesto a Emilia y salimos de la habitación.
—Tenemos que hacerle una visita a esa chica Diane.
En el camino a la salida nos encontramos con el molesto ladrón enano. Sonreí ampliamente al verlo; él, por el contrario, se paralizó del miedo al reconocerme.
—¡Hola, amigo! ¿Te acuerdas de mí, verdad?
—U-Uh, yo...
—¡Tranquilo, hermano! ¡No tienes que estar tan tenso! —Le di unas palmaditas en la espalda—. Mira, no te guardo ningún rencor, así que te dejaré en paz si colaboras conmigo.
—¿Qué es lo que quieres?
—Te preguntaré esto una vez, y quiero que seas sincero. ¿Estuviste aquí anoche?
—No...
—¿Supiste algo sobre un Metia nuevo o un nuevo tipo de arma que es como un pequeño cañón portátil, uno que cabe en la mano?
—Ni idea de lo que estás hablando...
—Tsk —fastidiado por no obtener una pista, miré al enano con odio, considerando la idea de golpearlo para desahogarme un poco.
—¿Por qué me miras así? ¡No dije nada malo! ¡Ten piedad, por favor!
—... Bien, pero solo si me das el dinero que esas prostitutas te pagan por complacerlas.
La expresión de angustia en el rostro del enano era una obra de arte. Sus labios temblaron por la ira que sentía, pero el miedo a lo que yo podía hacerle superaba cualquier idea de resistencia. Muy despacio, se quitó la bolsa que llevaba atada en la cintura y me la entregó.
—¡Gracias! Pero para que lo sepas, todavía no estamos a mano.
Dejando esa frase resonando en su mente, me fui con Emilia (que no escuchó nada de lo que hablé con el enano) y nos alejamos del burdel. El próximo destino era la residencia de Diane.
—¡Buenas tardes! ¿Hay alguien en casa?
Llamé a la puerta de una casa tan deteriorada como la que yo tenía en mi mundo. De hecho, yo podría encajar perfectamente en los barrios bajos, tanto en apariencia como en estilo de vida.
—¿Estás seguro de que está aquí? —Emilia dudaba de que estuviéramos en el lugar correcto.
—Sí, esta es literalmente la última casa de la zona. A menos que la indicación de la prostituta fuera errónea, Diane definitivamente está aquí. Lo que por cierto, significa que escogí todas las casas incorrectas primero. Mi suerte pésima en el azar me persigue hasta en este mundo...
Suspiré con desánimo al comprobar que algunas cosas no habían cambiado.
Para este momento, el sol ya se estaba poniendo en el horizonte. Faltaba muy poco para la hora de volver a la mansión, un viaje del que yo no formaría parte porque tendría que preparar todo para el clímax del tercer arco.
—¿A quién buscan? —Una mujer anciana se asomó de modo cauteloso.
—¿Tiene usted una nieta de cabello rojo y ojos verdes? —Me puse en modo profesional instantáneamente.
Ella gruñó por lo bajo al oír el motivo de la visita, pero movió lentamente su cabeza en confirmación. Sus viejas manos arrugadas sostenían la puerta entreabierta con un temblor visible, como si estuviera determinada a proteger su hogar de una posible amenaza.
—... ¿Qué es lo que quieren?
—Somos detectives. Nos encargaron la localización y recuperación de un objeto muy peligroso que fue visto por última vez en el lugar de trabajo de Diane.
—¡No la llames así! ¡Ese es el modo en el que la llaman en ese lugar inmundo!
—Le pido disculpas, señora. No pretendía ser grosero, pero desconozco el verdadero nombre de su nieta.
La vieja me miró a los ojos en busca de algo, probablemente preguntándose si podía confiar en mí.
—Ella-
—¿Abuela? ¿Con quién hablas?
Una voz joven salió del interior de la casa y la chica que estaba buscando entró en la escena. Su aspecto era tal como me lo habían descrito, con algunos detalles menores que fui descubriendo a medida que la observaba: había una cicatriz en su mejilla, mucho menos notoria que la de su cuello; tenía el cabello semi largo recogido en un bollo detrás de su cabeza.
La muchacha miró a su abuela, luego a Emilia y luego a mí.
—¿Quiénes son ustedes?
—Soy Míster Sexo, mucho gusto —extendí mi mano, usando nombres falsos para proteger nuestras identidades—. Ella es Miss Orgasmo.
Emilia dió un respingo cuando la señalé repentinamente con un nombre falso, pero como no tenía idea de lo que significaba la palabra 'orgasmo', se limitó a asentir para seguirme el juego.
—¿Míster Sexo y Miss Orgasmo? —La chica se aguantó la risa a duras penas—. Ya veo, en ese caso pueden llamarme Diane.
Diane sonrió y estrechó mi mano, divertida por mi presentación.
—¿En qué puedo ayudarles?
Con un poco de persuasión (dinero), logramos que la simpática Diane nos invitara a pasar para hablar sobre lo que ella había visto y hecho.
—Ayer fue una jornada difícil. Tuve un cliente problemático.
—¿Qué sucedió?
—Era un sádico, o un violento; da igual, el punto es que me estaba golpeando. No dije nada al principio, porque había sido tolerable, pero cuando se puso más intenso, le dije que debía calmarse o no haríamos nada más y también lo acusaría con los guardias.
—Supongo que eso no ayudó mucho...
—No, no lo hizo. El tipo se volvió loco y quiso estrangularme, pero entonces apareció un hombre y me salvó. Él detuvo al cretino y lo sacó de mi habitación.
Eso me hizo inclinarme ansiosamente sobre mi asiento. Diane lo tomó como una señal para continuar la narración y prosiguió.
—Justo después de eso, los dos comenzaron a luchar. Entonces, al hombre que me ayudó se le cayó un objeto extraño: era de metal, una especie de tubo con protuberancias extrañas y un mango. Parecía un-
Levanté mi mano para detenerla. Mi corazón había comenzado a latir más rápido ante el descubrimiento de una nueva pista.
—No hace falta que sigas, ya sé exactamente a qué te refieres. Ese es el objeto perdido —especifiqué—. ¿Viste si alguien lo recogió?
—Sí.
Diane me proporcionó una descripción física que fue tan completa como su memoria le permitió. Le agradecí y recompensé su valioso aporte con... ¡así es, dinero!
Mi billetera se había vaciado a un ritmo alarmante desde que puse un pie en la capital real. Este reino en verdad necesitaba un nuevo gobierno.
O tal vez yo necesitaba cuidar mejor mis finanzas.
—Bueno, ahora ya sabemos cómo se ve el tipo que se llevó el arma homicida —dije con una mezcla de entusiasmo y molestia, ya que todavía quedaba la parte más difícil—. Solo nos falta localizarlo.
—Pero... Ya no hay tiempo, es hora de volver a la mansión.
Emilia me dió las malas noticias con una expresión apenada, ya que era consciente de mi implicación emocional en este caso.
—Ah, es cierto...
Habíamos llegado a la entrada de la posada. Este era el momento de hablar con ella.
—Perdón por decirlo hasta ahora, pero yo voy a quedar-
—Lady Emilia y Leandro... Estaba esperando por ustedes.
Me preocupé cuando Roswaal apareció frente a nosotros, hablando con un tono inusualmente serio.
—¿Sucedió algo? —Fruncí el ceño, preparándome para cualquier cosa.
El payaso asintió lentamente, mirándome con una severidad casi acusatoria.
—Acabo de oír que la señorita Anastasia Hoshin fue asesinada.
Chapter 19: Bucle 3 - Parte 17
Chapter Text
—No puedo creerlo... Julius debe estar destrozado.
Emilia se tapó la boca, impresionada por la noticia. Mi reacción fue muy diferente de la suya.
—Jajaja...
Por mi culpa había muerto una candidata real, uno de los personajes más relevantes no solo en la trama, sino en este mundo.
Tapando mi rostro con una mano, me reí de mi propia estupidez.
—La cagué demasiado.
Por supuesto, Emilia no tenía la menor idea de lo que pasaba por mi cabeza cuando actué de ese modo al enterarme de la muerte de Anastasia Hoshin. Sus cejas se arquearon en respuesta.
—¿Leandro? ¿Por qué te ríes? —preguntó la semielfa, quizás temiendo que yo me sintiera feliz al respecto.
—Él no se ríe porque no le importe o porque le divieeerta, Lady Emilia. Todas las personas tienen su propio modo de procesar este asunto de la mueeerte.
Sorprendentemente, Roswaal me defendió con su tono juguetón restablecido. Tal vez lo hizo porque este bucle ya estaba condenado, no estaba seguro de si era por eso pero tampoco lo pensé demasiado.
Levanté la cabeza y lo miré.
—¿Sabes cómo ocurrió?
Roswaal levantó una ceja, devolviéndome la mirada como si yo fuera el mismísimo culpable... De hecho, en cierto modo lo era, y él lo sabía.
—Escuché que la mataron del mismo modo que a Russell Fellow. Había vaaarios orificios de perforación en su cuerpo.
—¿Varios? Pero solo debía quedar una bala... No debería ser posible a menos que...
Roswaal cortó mi línea de pensamiento con una conjetura bastante sólida.
—Tooodo indica que se trata de un asesino serial, y pareeeece que está yendo tras los comerciantes más influyentes de la capital real.
—Pero los caballeros deberían poder atraparlo, ¿verdad? —Emilia había juntado sus manos en su pecho como si rezara por ello.
Roswaal negó con la cabeza, luciendo casi triste.
—Me teeemo que incluso si lo hacen, el daño ya está hecho. Russell Fellow y Anastasia Hoshin eran los peces gordos del negocio local. Si esto fue una estrategia de algún comerciante ambicioso para escalar posiciones o simplemente deshacerse de la competencia, entooonces consiguió lo que quería y ya no hará nada llamativo.
Todas esas palabras parecían dagas que se clavaban en mi pecho, aumentando mi sentimiento de culpa. A su vez, la ira comenzó a hervir de nuevo.
—Hijo de puta, ¡me las vas a pagar!
Estaba decidido a cumplir mi promesa y darle un escarmiento al asesino. Pero primero tenía que encontrarlo. Lo bueno era que ya podía identificarlo de vista.
Debido a la gravedad de los acontecimientos y las implicaciones del asesinato de una candidata real, Roswaal decidió aplazar un poco el viaje de regreso y nos dirigimos a la escena del crimen, donde todavía se ubicaba el cuerpo de Anastasia.
Alrededor de ella estaban Julius, Ricardo, Tivey, Mimi y Hetaro. Sus expresiones de sufrimiento y desesperación intensificaron mi remordimiento, pero no desvié la mirada.
Los tres hermanos lloraban abiertamente, mientras que Ricardo se mordía el labio con frustración. Por otra parte, Julius...
Él se veía terrible. No solo perdió a su querida dama, también perdió su orgullo de caballero y con ello, la motivación para vivir; pude decirlo solo con verlo.
Me di cuenta de que otras candidatas reales se hallaban entre la multitud. Crush había venido con Félix y Wilhelm, situándose bastante cerca del círculo de caballeros que rodeaban a Anastasia. En cambio, Priscilla y Aldebarán observaban la escena desde una posición más alejada.
Emilia se paró a mi lado, luciendo afligida por el sufrimiento del grupo de Anastasia.
—Todos ellos están muy tristes... ¿Quién fue capaz de hacer algo tan cruel?
Me mordí el labio, pero no dije nada. La semielfa parecía querer consolar a Julius y los demás; realmente era una buena chica, con un gran corazón.
De pronto divisé una cabellera roja única entre el montón de gente. Me abrí paso hasta alcanzarla y no me sorprendí al descubrir que su dueño era Reinhard.
—¡Oye! ¡Aquí!
—¿Leandro?
Él se acercó sin la menor dificultad, ya que las personas parecían apartarse automáticamente para dejarlo pasar (incluso si no se habían percatado de él). Hice una mueca cuando pensé que eso podría deberse a una de sus bendiciones.
—Sé que es un mal momento, pero creo que tengo una pista del asesino.
—¿En serio? —Él se sorprendió genuinamente al escuchar eso—. ¿Pero cómo?
Tuve que detenerme por unos segundos para reunir el valor que necesitaba antes de decir mis siguientes palabras.
—Porque soy parcialmente responsable de esto. Mejor dicho, yo lo hice posible.
A la mierda. No tenía por qué ocultarlo si ya estaba decidido a usar el RBD para arreglar esto. Sin embargo, primero necesitaba encontrar al asesino o dar con más información sobre él para poder detenerlo sin fallar.
La cara de Reinhard se transformó por completo cuando dije eso.
—¿Tú qué?
—No puedo explicarte todo aquí. Hay demasiada gente.
Él tenía una expresión conflictuada, pero asintió. Dependiendo de lo que le dijera luego, las cosas podrían mejorar o joderse aún más.
Pero ya no me importaban las consecuencias.
***
Ya en un lugar más privado, le conté a Reinhard todo sobre Nadir, el revólver y el burdel, incluyendo el motivo de la relación entre los asesinatos de Russell y Anastasia.
—Entonces tenemos a un supuesto mercader armado con este 'revólver' que según dices, puede matar incluso a un caballero si lo atrapa con la guardia baja...
—Sí, es una situación de mierda. Pero ya sabemos que es un tipo de unos veintitantos, de cabello castaño corto y con los ojos rojos. Basta con usar ese criterio para encontrarlo entre los ciudadanos, ¿verdad?
—A menos que haya salido de la capital real —señaló Reinhard.
—No lo creo. Está muy confiado, y definitivamente no querrá abandonar el juego ahora que se formó un vacío de poder, ya que es el mejor momento para tomar la delantera. Incluso podríamos identificarlo solo basándonos en el comerciante que prospere más con las muertes de Russell y Anastasia.
—Prefiero atraparlo en el menor tiempo posible. Una persona así no merece seguir libre ni un segundo más —por primera vez desde que lo 'conocí', Reinhard estaba mostrando una emoción intensa, la cual era la ira. Tenía sentido, ya que esto lo tocaba de cerca debido a su amistad con Julius y su moral heróica.
—Tienes razón... Procura ser discreto, no sería bueno que se diera cuenta de que estamos tras él.
Reinhard asintió, pero su pierna se movía frenéticamente. Su ansiedad se hizo evidente.
—Agradezco mucho que hayas recopilado esta información.
A pesar de sus palabras, su rostro no reflejaba gratitud: más bien lo contrario. Literalmente yo había hecho posible el asesinato de Russell y Anastasia, así como la captura de su asesino.
También volví posible la reproducción masiva del revólver, ya que si mis cálculos no fallaban, los herreros más experimentados podrían ser capaces de replicarlo haciendo ingeniería inversa.
De hecho, eso explicaría cómo fue que Anastasia murió de varios disparos. Quizás el asesino logró obtener más balas con ese mismo método o algo similar.
Los ojos azules del Santo de la Espada me seguían observando intensamente. Quería fingir que no lo notaba, pero fue imposible. Chasqueé la lengua con frustración.
—... Solo haz la maldita pregunta, Reinhard.
—¿Por qué quisiste crear un arma tan peligrosa sabiendo que podía caer en las manos equivocadas? Ni siquiera conocías a ese hombre cuando le diste el diseño.
Mi cobardía y arrogancia serían expuestas con una explicación adecuada, pero era lo menos que podía hacer. Ya no había lugar para evasivas ni mentiras.
—Porque tengo miedo. Porque sé que no soy suficiente para derrotar a los enemigos que vendrán. Estoy aterrado de todo el dolor, todo el sufrimiento que me harán sentir... No quiero pasar por lo mismo que él.
—¿Él? ¿A quién te refieres?
Parpadeé sorprendido, la confusión de Reinhard me hizo comprender que pensé el final de mi declaración en voz alta.
—Parece que no puedo sacarme de la cabeza el fantasma de Subaru. ¿Cuánto tiempo voy a seguir comparándome con él? Ya sé que no soy un protagonista digno, pero no me sirve de nada insistir con ese pensamiento.
—Leandro, ¿estás bien?
—... Apresúrate y pon a ese hijo de puta en un calabozo. Yo seguiré buscando por mi cuenta.
Viendo que yo no quería hablar de mis sentimientos, Reinhard desistió de preguntar.
—Entiendo... Ten cuidado.
Él se alejó, perdiéndose de mi vista en el mar de gente. Suspiré y me apoyé contra una pared. Todavía no había planeado cómo ponerle fin a este bucle, incluso si lograba atrapar al asesino.
—Tengo que morir... Para poder salvarlos.
Mientras pensaba eso, oí un chiflido. Giré la cabeza hacia la fuente del sonido y mis ojos se abrieron con furor. Era un hombre desconocido, un rostro que nunca había visto pero que había imaginado antes.
Pelo castaño corto, ojos rojos y una apariencia juvenil. La prostituta lo describió a grandes rasgos, por lo que al igual que me ocurrió al ver a Diane, noté una buena cantidad de detalles que no habían sido mencionados.
Uno de ellos era el rostro afilado y la mirada perversa del asesino. El muy atrevido me estaba haciendo señas acompañadas con una mueca burlona.
—¡Es él!
Sin dudarlo, empecé a correr en su dirección. Tenía muy claro que me estaba dirigiendo a una trampa, pero eso era lo de menos en este momento.
Pensé en gritar para llamar a Reinhard, pero no me pareció una buena idea. El asesino debió estar espiando mi conversación con él, y si eligió revelarse ante mí, muy probablemente era porque tenía un método para escapar del Santo de la Espada.
—¡No te dejaré huir!
Me esforcé al máximo, concentrando maná en mis piernas para potenciarlas. La velocidad de mi carrera se incrementó notablemente y empecé a acortar la distancia.
Cuando calculé que ya lo tenía a mi alcance, di un salto para atraparlo, pero entonces...
—¡Agh! —Atravesé un espacio vacío y caí al suelo estrepitosamente—. ¿¡Qué carajo!?
Un segundo antes de ponerle las manos encima, vi que el asesino desaparecía como un espejismo.
—Bien, ya estamos lo suficientemente lejos —dijo una voz cuyo origen no era visible aunque se escuchaba muy cerca.
¡BANG!
Se oyó un estallido y de pronto mi pierna se sacudió con un dolor horrible.
—¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!
La sangre brotó de la herida de bala, pero el asesino no se detuvo ahí.
¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
Mis brazos y mi otra pierna sufrieron el mismo destino, siendo perforados por otros proyectiles.
El dolor me hizo querer revolcarme en el suelo, pero me fue imposible mover mis extremidades debido al shock.
—¿Sabes? Esto no debía ser tan difícil. Tú lo hiciste complicado.
Por un momento, los disparos se detuvieron. Eso no me hizo sentir mejor, ya que el dolor de mis heridas me estaba picando, ardiendo, desgarrando.
—Nadie podía verme, nadie podía saber que fui yo. ¿Cómo fue que tú me descubriste?
—Fue fácil, ¡porque eres un puto imbécil de mierda! —Le grité a la voz. En respuesta, recibí otro disparo, uno en la entrepierna.
No hay forma de hacerle justicia al alarido agónico que salió de mi boca en ese momento. El dolor era insoportable y por primera vez en mi vida deseé la muerte para librarme de esta tortura.
Una fuerza invisible me sujetó del cuello de mi uniforme y me alzó. Mi teoría quedó confirmada cuando la figura del asesino se hizo presente con un efecto iridiscente.
—Debo felicitarte por acorralarme hasta este punto. Eres el primero en ganarle a mi Protección Divina de la Invisibilidad. Por supuesto, eso no significa que puedas repetir la hazaña. Tu jueguito del detective se termina aquí.
Era irónico morir por el arma cuya existencia provoqué yo mismo. Aunque este idiota fuera invisible, no podría tenerme en sus manos tan fácilmente sin el revólver.
—¿Tienes unas últimas palabras? —preguntó con una sonrisa, pecando de arrogante del mismo modo que yo lo hice.
—Sí... ¡El Shamak!
La magia separó la mente del asesino de su cuerpo, haciéndolo perder el control temporalmente. Su agarré me soltó y sin perder el tiempo lo golpeé en el rostro, enviándolo a volar.
Recuperé el revólver y quise disparar, pero ya no quedaban balas en el tambor. Maldije y lo arrojé al rostro de mi enemigo, pero fallé y el arma se deslizó lejos. Él sonrió y se levantó, limpiándose la sangre del labio.
—Vas a caer...
—¡ESA ES MI LÍNEA! —Exclamé, lanzando un golpe tras otro, pero estaba demasiado débil y él esquivó todo sin esfuerzo.
Intenté cubrirme de sus ataques, pero mi esfuerzo fue inútil. Mi fuerza se estaba agotando rápidamente y haber lanzado un hechizo aceleró el proceso.
Me estaba muriendo por el desangrado.
—Eres persistente, lo reconozco. Sin embargo, incluso tú debes haber notado que ya has alcanzado tu límite. Tu destino está sellado.
Fui derribado con un simple uno-dos. Para rematar, mi enemigo me pisoteó, riendo con deleite por mis gritos de dolor.
El mundo se oscureció gradualmente y el dolor comenzó a disminuir hasta que ya no pude sentirlo. Mi cuerpo estaba adormecido, apagándose de a poco.
Con mi último aliento, lancé una advertencia que solo yo entendí.
—Prepárate para el segundo asalto, hijo de puta...
Chapter 20: Bucle 4 - Parte 18
Chapter Text
En el instante siguiente, regresé a mi cuerpo. No hubo transición, no que yo pudiera recordar.
—Bendita maldición...
Me encontraba en mi cama de la posada, con el techo ocupando gran parte de la vista. Ansioso por saber hasta qué punto había retrocedido, me levanté y miré por la ventana.
El sol apenas despuntaba, marcando el amanecer. Suspiré con alivio. Aún debería haber tiempo para salvar a Russel.
—Es raro verte despierto tan temprano —comentó una voz femenina.
—Sí. Creo que tendré un día ocupado.
Con todo el caos del último bucle, había olvidado a Rem. Quiero decir, no de esa manera, por el amor de Dios. Como parte del fandom de Re:Zero, ya tuve suficiente del repetitivo chiste "¿Quién es Rem?"
Ella olfateó algo y frunció el ceño ligeramente.
—Apestas al miasma de la bruja.
—¿En serio? ¿Por qué no me sorprende?
O fue por activar el RBD, o Satella me dió un paseo por el jardín de las sombras sin permitirme conservar ninguna memoria de ello. Fuera cual fuera la respuesta, no era relevante ahora.
Rem se aclaró la garganta, mirándome con una expresión algo extraña.
—Por cierto, no me has dirigido la palabra desde ayer. ¿Hice algo que te ofendiera?
—Ah... No realmente. Estoy demasiado ensimismado últimamente, eso es todo.
Pasé junto a ella, yendo en busca de mi atuendo clásico, aquel con el que llegué a este mundo. Además de eso, quería llevar la ballesta y las dagas que tomé de Doppelganger.
Fue necesario restaurar el filo de las hojas y comprar nuevas flechas para la ballesta, pero era más barato hacer eso que comprar todo desde cero, y la calidad era decente.
Luego de cambiarme y recoger mis armas, me dirigí a la salida para ir al gremio de mercaderes. Al querer marcharme, me topé con un obstáculo inesperado.
Rem estaba parada delante de la puerta.
—¿Qué haces? —Levanté una ceja, molesto.
—Lo mismo te pregunto yo —respondió ella con calma.
—Voy a dar un paseo. ¿Puedes moverte, por favor?
—¿Un paseo con dagas, una ballesta y sin el uniforme para que no te reconozcan como un afiliado de la Casa Mathers? —Rem arqueó sus cejas escépticamente—. No me moveré hasta que me digas qué es lo que planeas hacer allá afuera.
Hice rechinar mis dientes, tratando de contener mi enojo para no usarlo con Rem. No necesitaba involucrarla, no quería ponerla en peligro.
Pero sabía que ella no escucharía nada de lo que le dijera si estaba decidida a meter sus narices en el asunto. El hecho de que me hubiera seguido de cerca ayer era una prueba de su terquedad y de que se preocupaba por mí, ya que no era necesario intervenir para salvarme.
Roswaal le había dicho que me vigile, no que me proteja. Defenderme de Rom y curar mis heridas fue una decisión completamente suya.
Curiosamente, en mi versión de la historia, en vez de Emilia, era Rem quien se preocupaba por mí debido a mi naturaleza problemática. Pero con su personalidad, no dudaría en morir por mí si sus sentimientos eran lo suficientemente grandes.
De ninguna manera la dejaría sacrificarse como cuando lo hizo por Subaru. Aunque me doliera, debía mantenerla alejada.
—Me ocupo de mis asuntos —expliqué con frialdad—. No te metas en lo que no te incumbe.
—Es un poco tarde para fingir indiferencia. Ayer estabas nervioso solo por bailar conmigo. Luego, cuando me burlé un poco de ti, dejaste de hablar por completo.
El recordatorio de Rem acabó con mi mediocre acto de chico edgy. Sentí que mi rostro se calentaba.
—¡Fue porque estaba avergonzado! Además, eso no tiene nada que ver con este asunto.
—Sí tiene que ver. Me dijiste que creerías en mí y me apoyarías. ¿Por qué no puedo hacer lo mismo por ti?
Bajé los hombros al oír esa pregunta y ver la frustración en los ojos de Rem. Tuve que detenerme y pensar en un argumento para rebatir su afirmación..
—Me preocupa que te pase algo intentando ayudarme. No puedo excluirte cuando se trata del culto, pero si tengo la oportunidad de hacer las cosas solo, prefiero que sea de ese modo.
—Pero no puedes, no tienes el poder. Sin tener ayuda, habrías muerto contra el cultista, habrías muerto contra el anciano. Podrías morir esta vez...
—Lo sé, acaba de sucederme.
La criada de pelo azul me miró insistentemente. Ella tenía razón, yo no podía darme el lujo de ir por mi cuenta para proteger a los demás. Incluso si me las ingeniaba para volver a acorralar a mi enemigo, las probabilidades estaban en mi contra.
—Carajo, está bien. Puedes venir conmigo.
—Lo habría hecho aunque te negases —Rem sonrió de forma traviesa.
—Tsk.
Salimos con cuidado de no alertar a Roswaal y Emilia. Guié el camino mientras intentaba pensar en una estrategia.
—¿Qué vamos a hacer, Leandro?
—Salvar la vida de Russell Fellow y Anastasia Hoshin.
—¿Qué?
—Un asesino que puede volverse invisible está tras ellos. Lo atraparemos antes de que pueda hacer daño.
—¿Cómo lo sabes?
—Tengo mis fuentes.
Rem bajó la cabeza, sus ojos quedaron ensombrecidos dándole un aspecto siniestro.
—... ¿Tienes una Autoridad?
Bueno, no estaba confirmado que lo fuera, pero tenía mucho sentido y explicaría la presencia del miasma. El RBD tenía una gran probabilidad de ser un gen de la bruja...
—No estoy seguro, pero es posible.
Esta vez Rem se frenó en seco.
—No lo entiendo.
—...
—¿Por qué ella se interesa tanto en ti?
—Me encantaría saberlo.
Era un misterio que no me veía capaz de resolver a menos que indagara personalmente con Satella. Pero eso tendría que esperar.
—Tengo la sensación de que no me estás diciendo todo.
—Es porque no te lo dije todo.
—¡Pues deberías hacerlo! ¡Si estás cargando con un peso tan grande, pide ayuda! ¡No estás solo!
Sonreí con amargura. Si tan solo fuera tan sencillo...
—No puedo, Rem... Simplemente no puedo hacer eso.
—¿Por qué?
—Mierda, no tengo tiempo para esta conversación.
Tragando saliva, caminé hacia ella y extendí mis brazos a los lados, como imitando la crucifixión
—Si no confías en mí, mátame.
—... ¿Cómo dices?
Sabía que ella no se iría, pero tampoco me dejaría ir. Entonces, mi única opción era presionarla.
—Estamos en medio de una misión importante, Rem. No hay lugar para la desconfianza. Si tienes dudas sobre mí, termina con esto ya. Si lo haces, volveré atrás y evitaré que me acompañes. Así podré ahorrarme el tiempo que estoy perdiendo justo ahora.
Pensé eso como si fuera tan fácil morir. En realidad estaba muy asustado y se me revolvía el estómago ante la idea. No obstante, logré mantener mi expresión decidida frente a Rem.
Era una resolución lógica, pero carente de tacto o sentido común. No me di cuenta de lo insensible que estaba siendo.
—Contaré hasta tres, ¿de acuerdo? Solo intenta que sea rápido y sin dolor —cerré los ojos y traté de relajar mi cuerpo—. Uno, dos... Tre-
¡SLAP!
—¿Rem? —Me toqué la mejilla, sintiendo un ardor.
La cara de Rem finalmente reflejaba sus emociones. Estaba indignada y tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¡Yo nunca te haría algo así! ¿¡Cómo puedes decir semejante cosa!? ¡Suenas como si me creyeras capaz de...! —Ella se detuvo como si recordara algo—. Espera, ¿lo crees? ¿Todas esas cosas que me dijiste cuando luchamos con el cultista, eran solo palabras vacías?
Su diatriba angustiada me hizo ver que realmente me había excedido, pero no quise pensar en ello.
—No, no fueron palabras vacías. Yo quiero creer en ti, así como tú quieres confiar en mí. Aunque solo lo haces porque tuvimos algunos momentos. Pero si eso no hubiera pasado... Tal vez ya habrías destrozado mi cuerpo con tu Lucero del Alba.
Me pregunté cómo reaccionaría Rem si escuchara lo que pensaba sobre ella. Aún así, solo estaba dejándome llevar por el miedo, imaginando el peor escenario posible. La realidad era diferente.
—Lo siento. Es solo que todo este maldito tema del asesino me está sacando de quicio.
Rem no dijo nada. Supuse que mis acciones la hirieron un poco. Esperaba que ella entendiera que esto era difícil para ambos.
—Mira, lamento no poder contarte todo sobre mí. Lo que puedo decirte es que no estoy ocultando algo malo. Tú y Emilia, incluso Betty y Ram, todos ustedes son importantes para mí. Ese idiota de Roswaal no, él que se joda.
—Si eso es cierto, quiero que lo demuestres...
—Por supuesto.
Asentí rápidamente, preparado para cualquier compromiso que ella me impusiera. Entonces Rem se acercó aún más, casi presionando su cuerpo contra el mío. Me sentí atrapado por sus ojos azules.
—Hazme tu compañera.
—... ¿Ah?
Estuve a nada de atragantarme con mi propia saliva. La frase tenía una connotación algo sugerente. Claro que eso fue solo mi mente perturbada sobrepensando las cosas.
Rem comenzó a hablar apasionadamente, lo cual me hizo evocar el recuerdo de la ocasión en que ella le declaró su amor a Subaru.
—Déjame estar a tu lado cuando haya problemas. Cada vez que sepas que algo malo va a pasar, dimelo y yo te ayudaré a solucionarlo. Incluso si no puedes contarme todo, me esforzaré para que las cosas salgan bien.
La seriedad con la que me hizo esa propuesta me impactó profundamente. ¿Acaso podía creerle? ¿Ella lo dijo desde el fondo de su corazón? Si fuera cierto, yo ya no estaría solo. Tendría alguien apoyándome incondicionalmente, igual que Subaru (con la diferencia de que yo tenía la posibilidad de evitar el evento con Gula y salvar tanto a Rem como a Crusch).
Solo me quedaba preguntarme una cosa: ¿cuándo fue que hice algo para ganarme a Rem de este modo? Ella no parecía estar enamorada de mí, como sucedió con el protagonista original. ¿Qué la motivó a tomar esta decisión?
Entonces me di cuenta. Todo lo que hice para influir en la personalidad de Rem y evitar que fuera la misma chica sin autoestima, una persona dependiente y sacrificada, ahora estaba dando sus frutos. Rem había hecho su propuesta pensando en que funcionaría para ambos.
Yo necesitaba un aliado, y ella necesitaba un propósito.
Sonriendo, me incliné reverencialmente como me habían enseñado.
—Rem, ¿me otorgarías el honor de ser mi compañera?
Rem se inclinó del mismo modo que yo lo hice, correspondiendo mi gesto.
—Sí, lo haré encantada.
Así fue como obtuve a mi primera concub- compañera.
—Entonces, esto es lo que haremos —le conté mi plan improvisado.
***
Russell Fellow estaba sentado en su oficina, leyendo informes sobre el mercado y las finanzas. El ambiente era tranquilo y silencioso, incluso aburrido.
Eso fue hasta que alguien llamó a su puerta.
—Adelante —dijo Russel, pero no pasó nada. La puerta permaneció inmóvil.
Levantando una ceja, el hombre se levantó y fue personalmente a abrir. Para su desconcierto, no había nadie en el pasillo.
—¿Fue mi imaginación?
Cerró la puerta nuevamente y fue a sentarse. Esta vez, cuando quiso volver a su lectura, no pudo concentrarse debido a la inexplicable sensación de estar siendo observado.
Inquieto, Russell comenzó a mirar alrededor, pero al no ver nada sacudió la cabeza, mirando al suelo con una expresión estresada.
—Solo estoy paranoico...
Murmuró, soltando su aliento en un suspiro. Pero entonces, sus ojos captaron un cambio en la superficie de la alfombra en el centro de la habitación. El material se había hundido ligeramente, como si algo lo pisara.
Con un movimiento rápido, Russell sacó un cuchillo arrojadizo de su traje y lo arrojó con precisión.
¡CLANG!
El cuchillo chocó con algo invisible y fue repelido hacia un costado. Una risa sonó desde esa dirección.
—Buen intento.
Mientras el aire se deformaba con un efecto iridiscente, Russell torció sus facciones con desagrado, mirando la figura que se volvía visible frente a él.
—Supuse que podrías ser tú, Gilbert. Parece que no puedes superar tus rencores.
—Así es.
Los ojos rojos de Gilbert se fijaron en los de Russell con odio. Sin perder el tiempo, el intruso sacó un misterioso objeto plateado y lo apuntó hacia el líder del gremio.
—¿Qué es eso? —preguntó Russel, con más curiosidad que miedo.
—Es lo que me permitirá tener mi venganza y cumplir mi sueño, todo en una sola jugada.
Russell frunció el entrecejo, confundido por la respuesta enigmática de Gilbert.
—Dado que estás a punto de morir, te dejaré saberlo. Este artefacto es una poderosa arma que puede matar al instante, ni siquiera los caballeros tienen una oportunidad si reciben un ataque con esto. ¡Lo sé porque maté a varios de ellos con esto!
—¿¡Tú hiciste qué!?
—No importa. Ya dije lo que quería decir. Adiós, Russel, fuiste una gran molestia pero ahora que tengo este poder en mis manos, nadie podrá oponerse a-
La frase de Gilbert quedó interrumpida por el estallido del cristal en la ventana ubicada detrás de él.
—¿Qué demo...?
Una flecha había aparecido en su hombro izquierdo, atravesándolo de lado a lado. La sangre se filtró rápidamente desde la hendidura de la herida, manchando su cuerpo y la alfombra.
A varios metros de distancia, desde la azotea de un edificio cercano, Leandro chasqueó la lengua y se apresuró a recargar la ballesta.
—Mierda, debí apuntar un poco más abajo.
Chapter 21: Bucle 4 - Parte 19
Chapter Text
—¡¿Cómo es posible?! ¿¡Sabías que yo vendría aquí!?
Gilbert acusó a Russel, no sin antes ponerse a cubierto para escapar del rango del francotirador.
—En verdad no entiendo lo que está ocurriendo —Russell se encogió de hombros, hablando con sinceridad mientras se movía de forma sospechosa, pero su enemigo estaba distraído pensando en la inesperada amenaza y no lo percibió.
—¿¡De dónde salió ese hijo de puta!?
Desde su posición, Gilbert podía disparar contra Russell sin arriesgarse con el francotirador, pero cuando estaba considerando la idea, el líder del gremio extendió su mano, la cual sostenía un pequeño orbe que había estado reuniendo maná por un tiempo.
—¡Activación!
Con un destello rojo, una barrera protectora envolvió a Russell. Gilbert gruñó al percatarse de la inclinación desfavorable en la balanza.
—¡Tsk! Puta madre, no vale la pena morir para matar a este desgraciado. Perdí mi ventaja, así que debo retirarme por ahora.
Activando su Protección Divina, Gilbert se volvió invisible junto con los objetos que portaba y huyó. Russell se apresuró a mirar por la ventana rota, buscando a la persona que le salvó la vida.
Para su desconcierto, no había nadie cerca, excepto la gente que transitaba las calles, mas ninguno de ellos portaba un arma como un arco o una ballesta.
—¿Quién fue?
El líder del gremio de mercaderes murmuró esa pregunta para sí mismo, profundamente intrigado por la identidad y los motivos de su misterioso salvador.
Al voltearse, Russell casi dió un salto por la sorpresa. Frente a él se hallaba una joven mujer de cabello azul que llevaba un atuendo de criada. Ella hizo una reverencia.
—Tú eres...
Mientras tanto, Gilbert corrió lejos, tan lejos como el cuerpo le permitió antes de verse obligado a parar para recuperar el aliento. La herida en el hombro le dolía, pero pudo haber sido mucho peor.
Si la flecha lo golpeaba unos centímetros más abajo, podría haberle perforado un pulmón o el corazón. Tuvo mucha suerte de seguir con vida.
—Mierda, mi plan...
Por culpa del bastardo que le había disparado, Gilbert fue expuesto y en consecuencia, sería buscado en toda la capital real.
Su meta de convertirse en el hombre de negocios más exitoso de Lugunica parecía mucho más lejana luego de aquel desafortunado imprevisto.
Esto lo dejaba solo con su venganza como único objetivo viable.
—Tendré que esperar a que se calmen las aguas antes de volver por esa escoria de Russell. Ah, también debo encontrar y castigar a quien me arruinó los planes, pero, ¿quién pudo ser?
Las maquinaciones de Gilbert continuaron desarrollándose durante todo el camino. Él estaba determinado a conseguirlo sin más fallos. Nadie podría detenerlo una segunda vez.
Pero Gilbert no sabía que estaba corriendo en la palma de una mano que pronto se cerraría sobre él y lo aplastaría.
Esto dibujó una sonrisa en el rostro de Leandro, el cual lo seguía desde que salió del gremio, moviéndose ágil y silencioso como un cazador que seguía el rastro de su presa.
La sangre que salía de la herida de Gilbert tenía un olor salado y metálico, lo suficientemente intenso para ser captado por el olfato del chico que venía de otro mundo.
A pesar de la ira que hervía en su interior, Leandro no se impacientó, pues como se suele decir, la venganza es un plato que se sirve frío.
Unos minutos después, Gilbert se detuvo en un gran edificio de los barrios bajos, desactivando su invisibilidad luego de entrar.
Inmediatamente, las personas que estaban en el lugar se volvieron hacia él y lo saludaron con respeto. Solo hubo un hombre que no mostró ninguna inhibición al dirigirse hacia Gilbert.
—¿Qué te pasó? —preguntó, señalando la herida en su hombro.
—Fracasé —respondió Gilbert, encogiéndose de hombros con aparente calma.
—¿Bromeas? ¡Se suponía que sería pan comido con esa arma!
—Fue una mala suposición.
Suspirando, Gilbert tomó asiento entre los hombres que trabajaban en las mesas. Los que estaban junto a él se estremecieron pero siguieron con sus tareas, aunque les temblaban las manos.
—Resulta que alguien estaba listo para matarme, y estuvo a unos pocos centímetros de lograrlo. Me pregunto quién demonios era y cómo supo lo que yo haría.
El otro hombre se encogió de hombros, incapaz de hacer ninguna hipótesis. Gilbert comenzó a jugar con sus dedos mientras reflexionaba en voz alta.
—No lo entiendo, Alaric. Todo estaba yendo bien: engañé con éxito a Russell, haciéndole creer que lo había perdido todo y mantuve esta nueva organización oculta de los espías... Dime, ¿en qué me equivoqué?
—Yo... tampoco lo entiendo. ¿Quizás la información se filtró de alguna manera?
—Eso es imposible, después de todo, tú eres el único que conocía mi plan.
Alaric tragó saliva cuando Gilbert hizo énfasis en ese punto.
—A menos que me hayas traicionado, no hay manera de que algo así ocurriera. Pero no lo hiciste, ¿verdad?
—No, yo jamás haría algo tan estúpido como traicionarte, Gilbert...
—Ah... Creo que estoy pensando demasiado en esto.
Gilbert llamó a Alaric con un gesto, haciéndolo pararse frente a él.
—Alaric, eres mi mano derecha, el único hombre en el que he confiado durante los últimos diez años...
—Lo sé, y gracias por-
—... Es increíble que me haya tomado tanto tiempo entender que eso fue un error.
¡BANG!
Con un estallido, la cabeza de Alaric fue atravesada por una bala de revólver. Gilbert no había dudado ni un segundo en ponerle fin a la vida del subordinado más leal que tuvo.
La mente de Gilbert se había trastornado y retorcido hasta el punto de que veía enemigos en todas partes. Estaba solo, aislado del resto del mundo.
El cadáver de Alaric se desplomó en el suelo. Se hizo un silencio que nadie se atrevió a romper, excepto el propio Gilbert.
—Asunto resuelto. Ya no hay doble agente.
Rascándose la mejilla con el cañón del revólver, Gilbert miró a sus hombres con una expresión siniestra.
—¿O me equivoco?
Ahora sí, todo el mundo se paralizó de miedo. Gilbert apuntó su arma hacia los aterrados trabajadores, pero la bajó poco después.
—Nah, sería muy tedioso realizar una búsqueda minuciosa en este momento. Es importante tener claras las prioridades.
Caminó hacia su oficina, pisoteando el cuerpo de Alaric al pasarle por encima.
—Que alguien saque la basura —ordenó y empezó a pensar en su próximo movimiento, evocando en su mente la imagen de Anastasia Hoshin—. Hoy, pase lo que pase, mataré a esa perra.
***
Luego de encontrarse con la criada, Russell informó del ataque a sus hombres, reforzando la seguridad a su alrededor mientras hablaba con Rem.
—¿Acaso Roswaal te envió?
Ella movió la cabeza en negación ante la pregunta.
—No exactamente. El Amo Roswaal me ha dado ciertos permisos que me habilitan a actuar bajo mi propio criterio, como ahora.
Técnicamente Rem no estaba mintiendo, pero lo que no dijo fue que Roswaal le había ordenado mantenerse cerca de Leandro, entre otras cosas.
—Entiendo, entonces estás aquí por tu cuenta, ¿eh?
—Así es. Mi compañero y yo estamos persiguiendo al hombre que intentó matarlo a usted. Vine para comprobar que usted no haya resultado herido.
Russell alzó sus cejas con curiosidad. Ya era raro ver a una criada del Marqués Mathers actuando de forma independiente, pero lo más raro era lo que la relacionaba con Gilbert.
Más importante, ella mencionó a un compañero. ¿Sería esa la persona que disparó la flecha?
—¿Quién es tu compañero? ¿No debería estar contigo?
—Su nombre es Leandro, es el nuevo mayordomo de la mansión. Él está siguiendo a nuestro objetivo.
La respuesta de Rem confundió a Russell.
—¿Un mayordomo? Qué raro, Roswaal no ha contratado a nadie durante años, probablemente porque prefiere conocer bien a sus empleados, dado el riesgo que supone permitir que un desconocido viva tan cerca de él (especialmente ahora que se ha convertido en el patrocinador de esa chica). Pero ahora resulta que trajo a otra persona... Definitivamente no lo hizo al azar.
—¿Mr. Russell? ¿Se encuentra bien?
Sabiendo que era inútil tratar de entender cómo funcionaba la mente de Roswaal y qué planes había hecho, Russell se rindió y volvió a la realidad.
—¿Por qué ustedes están tras Gilbert?
—Él robó un arma muy peligrosa que le pertenece a Leandro.
'Peligrosa' era una palabra que contenía mucho significado. Russell no pasó eso por alto, aunque ya estaba seguro de que eso era cierto. Gilbert no lo habría atacado tan abiertamente sin comprobarlo: de hecho, mencionó que ya había matado a unos caballeros usando el revólver.
—¿Te refieres al artefacto metálico? No pude verlo en acción.
—De haber sido así, usted ya estaría muerto.
Las audaces palabras de Rem hicieron sonreír a Russell, que se encontró profundamente interesado en saber más sobre esa arma. Su valor sería proporcional a su poder, y el valor determinaba cuánto dinero podría ganar Russell al venderla.
—¿Qué tipo de arma es esa? Gilbert me apuntó con ella como si fuera a lanzarme algo.
—Sobre eso... Leandro solo dijo que es una poderosa invención de su tierra natal, la más débil entre las otras armas que va a producir con ayuda del herrero Nadir Ashveil.
—¿¡Hay más de donde vino eso!? ¿¡Y él consiguió hacer trabajar al famoso Dios de la Creación!? Además, ¿qué pretende al querer tantas armas poderosas? ¿Es un plan suyo o del Marqués?
El mercader se mordió el labio. Su instinto le decía que esta era una gran oportunidad. Necesitaba conocer a ese chico y averiguar todo lo que pudiera sobre él.
Había una posibilidad de que el chico representara una amenaza para el reino, en cuyo caso Russell debía eliminarlo rápidamente, incluso si eso lo ponía en contra de Roswaal.
Pero si no fuera el caso, Russell tenía que saldar una deuda con Leandro por salvar su vida, aunque haya sido por efecto colateral.
—En el mejor de los casos, puedo conseguir mucho dinero con esto. Tengo que poner mis manos en esas armas.
—Mr. Russell, ¿qué sabe de Gilbert? ¿Cree que huirá ahora que fue descubierto?
—No lo creo. Gilbert nunca toleró que alguien fuera más que él. Su temperamento lo llevó a la ruina, por eso sé que no se detendrá hasta que consiga lo que quiere o hasta que muera.
Rem bajó la mirada y pensó en el riesgo de haberse quedado en lugar de acompañar a Leandro, dejándolo estar cerca de un hombre tan peligroso y dispuesto a todo.
—Espero que tu plan funcione.
La mañana transcurrió sin más incidentes. En el palacio real, la conferencia se llevó a cabo de la misma manera que en el bucle anterior. Incluso el duelo posterior entre Julius y Leandro.
Desde las gradas, Anastasia suspiró cuando vió que su caballero 'perdió' contra un simple mayordomo. Cuando él volvió a su lado, ella le dedicó una sonrisa de resignación.
—Tan gentil como siempre... Ese chico debe agradarte mucho para que hagas algo así por él.
Julius mantuvo su expresión neutral, sin delatar emoción alguna más allá de sus elocuentes gestos. Su capa revoloteó cuando se inclinó ante ella para responder.
—No entiendo a qué se refiere, Lady Anastasia. Fue un duelo justo y mi derrota no fue planeada en absoluto.
—¿Estás seguro? —La chica alzó las cejas, visiblemente escéptica.
—Admito que no me empleé a fondo, pero en el contexto de un duelo de espadas, yo tenía toda la ventaja y aun así fui desarmado solo con un truco ingenioso.
—Significa que la razón de tu derrota es que fuiste arrogante y no usaste toda tu fuerza.
Ella se esforzó por señalar que el resultado del duelo era responsabilidad de Julius, no de Leandro. Anastasia no era una persona envidiosa, pero le parecía ridículo que alguien sin antecedentes ni logros apareciera de repente y obtuviera la aprobación para ser parte de la élite.
Eso insultaba los esfuerzos que hizo Anastasia para llegar a la cima de la sociedad, comenzando desde abajo en un camino empinado. Ella veía a Leandro como un oportunista con más suerte que ingenio o mérito.
—Por supuesto, y sin embargo eso no le quita mérito a la actuación de mi rival. Su determinación para mejorar lo llevará muy lejos, incluso si ahora parece débil.
El respeto y la admiración con la que Julius parecía ver a una persona que acababa de conocer provocó un suspiro cansado en Anastasia.
—Sin importar por dónde lo mires, no tiene ningún talento o habilidad destacable. Si bien le cerró la boca a algunos ancianos en la sala del trono, está muy lejos de calificar para ser un caballero.
Acto seguido, la dama y su caballero se retiraron. Su conversación había sido presenciada por otra pareja semejante, siendo de mucho agrado para la fogosa mujer que compartía el título de candidata real con Anastasia.
—Bueno, eso fue bastante divertido. Ese plebeyo sabe cómo dar un espectáculo. Me pregunto qué clase de acto me mostrará la próxima vez.
Con sus facciones ocultas por el casco, Aldebarán no contuvo su expresión de odio. Lo único que disfrazó fue su voz, hablando de manera despreocupada para no delatar sus verdaderas emociones.
—No deberías prestarle mucha atención, princesa. Las personas como él solo traen problemas.
Priscilla se puso seria inmediatamente, sujetando el casco de su caballero y estrellándolo contra el suelo sin piedad.
—¿Quién eres tú para decirme lo que debo hacer? No me importa tu mentalidad intrascendente. Este mundo funciona a mi favor, por lo que tu afirmación no tiene sentido.
Aldebarán se mordió la lengua para no responder. No estaba enojado con Priscilla, más bien se sentía frustrado y temía que ella volviera a sufrir el destino final que él no pudo cambiar.
Por otra parte, Crusch quedó muy pensativa luego de su breve conversación con Leandro. El joven mayordomo daba la imagen de una persona transparente con sus sentimientos, pero que guardaba secretos oscuros. La manera principesca con la que él hablaba y se movía contrastaba mucho con sus acciones descaradas, como la que mencionó Félix, todavía indignado por ello.
—¿Un golpe en el trasero?
La Duquesa sonrió sin molestarse en absoluto por la audacia que mostró el chico con Félix, el cual se desesperó por la indiferencia con la que su dama estaba manejando el asunto.
—¡Sí, eso mismo! ¡Por eso te digo que fue un error invitarlo a tu casa! ¡Debes reconsiderarlo o ese pervertido intentará algo contigo! Quiero decir, probablemente no pueda hacer nada aunque quiera: no debe ser tan fuerte como Lady Crusch, mucho menos como el abuelo Wil.
—Por lo que dices, es más probable que vaya por ti que por mí —se burló ella.
—¡Estoy hablando en serio aquí! ¡¿No te importa que él te mire con ojos depredadores?!
—Félix, él solo tiene una personalidad algo chocante, pero te aseguro que sus intenciones están muy claras. ¿No has visto cómo mira a Emilia?
—Yo...
Félix recordó la conversación de Leandro con Julius, cuando el mayordomo confesó lo mucho que le importaba la semielfa y dijo que esperaba poder convertirse en su caballero algún día. El brillo antinatural en los ojos de Leandro sugería que estaba enamorado de su dama; obsesionado, como mínimo.
El chico gato se quedó sin palabras, sintiendo que no podía argumentar contra eso.
—Aún así... No puedo bajar la guardia con él. ¡Protegeré a Lady Crusch!
***
Gilbert se posicionó y preparó el revólver. Sus hombres habían estado trabajando para replicar el mecanismo del arma y así poder crear más para producirlas en masa. Un objeto así revolucionaría el mercado a nivel global, dándole toneladas de dinero y prestigio a quien lo patentara.
Por lo pronto, el equipo de herreros solo había conseguido elaborar municiones para abastecer al único modelo existente. Con ello, Gilbert contaba con balas de sobra para llevar a cabo su venganza.
El mercader aguardó pacientemente hasta que Anastasia apareció en la calle con Julius. Se acercó silenciosamente a ellos, con su invisibilidad activada. La pareja de cabello morado se dirigía a un carruaje, ignorando la inminente amenaza.
—Ojalá supieras que morirás por mí, perra engreída...
Sonriendo con malicia, Gilbert apuntó a la cabeza de Anastasia y jaló el gatillo.
Chapter 22: Bucle 4 - Parte 20
Chapter Text
Un fuerte estallido resonó en la calle frente al palacio real, desatando un caos multitudinario.
—¿¡Qué fue eso!?
—¡Un ataque! ¡Evacuen el área y encuentren al responsable!
Las órdenes exclamadas de los caballeros no tardaron en hacerse oír, mostrando su capacidad de respuesta organizada ante una situación de riesgo inminente.
El ruido de la detonación fue suficiente para espantar a la mayoría de civiles, dejando el lugar bastante despejado para beneficio de los caballeros, que no demoraron en buscar el origen del incidente.
—¡Miren, ese sujeto de ahí!
Uno de ellos señaló a un joven vestido de mayordomo, el cual mantenía su brazo alzado con la mano ligeramente cerrada sobre el aire, como si sujetara algo invisible.
Julius había saltado hacia Anastasia, protegiéndola con su cuerpo por si acaso mientras trataba de localizar al enemigo. Ella se sonrojó al sentir el abrazo cálido y protector de su caballero.
—Julius, ¿qué ocurre?
Anastasia no obtuvo respuesta, pues en ese momento el caballero espiritual se percató de la presencia de Leandro.
—¿Acaso él...?
El mayordomo se ubicaba a pocos metros de distancia en una línea recta, ideal para lanzar un ataque por la espalda contra Julius o Anastasia.
Pero Julius no tardó en descartar esa posibilidad, confiando en lo que había visto y sentido cuando cruzó espadas con aquel joven. No eran solo sus instintos: los espíritus menores que acompañaban al caballero habían expresado sentirse atraídos por Leandro.
—¡Alto ahí, en nombre del dragón!
A pesar de verse rodeado por las espadas que representaban al reino de Lugunica, Leandro solo emitió un suspiro de fastidio.
—¿Pueden esperar un momento? Estoy algo ocupado justo ahora.
Dicho eso, movió su cuerpo con un gesto brusco, poniendo una rodilla en el suelo mientras empujaba algo hacia abajo. A ese movimiento lo siguió un golpe seco y un gemido de dolor.
—¡Oye! ¡Detén lo que sea que estés haciendo y pon tus manos donde pueda verlas! —Ordenó uno de los oficiales con un poco de vacilación.
—Si hago eso, todos moriremos —advirtió Leandro—. Bueno, puede que Julius sobreviva.
La respuesta críptica del mayordomo no fue del agrado de los caballeros, los cuales alzaron sus espadas, listos para cortarlo en pedazos con un solo movimiento.
—¡No se muevan! —La voz de Julius se impuso, congelando a los demás caballeros con el peso de su autoridad—. Ese hombre no es nuestro enemigo.
—¡Pero él es el único que está aquí, y está haciendo algo muy sospechoso!
Ciertamente, las palabras del oficial no podían ser negadas por completo, pues él tenía un punto.
Sin embargo, Leandro no se molestó en aclarar el malentendido con palabras y en su lugar sacó una daga, la cual blandió hacia abajo y entonces...
¡SPURT!
El metal grisáceo de la hoja desapareció como por arte de magia, dejando atónitos a todos. No conforme con eso, Leandro jaló la daga con fuerza, lo cual produjo un fenómeno aun más sorprendente: con una salpicadura de sangre, la hoja volvió a aparecer empapada de una sustancia roja.
—Esto es por arrebatarme mi paseo con Emilia.
—¡AAAARRRRGGGGHHHH! ¡Hijo de puta! —Se quejó una voz furiosa, pero nadie había abierto la boca para hablar, lo cual confundió aún más a los caballeros.
—Eso no es todo.
Con otro gesto repentino, Leandro agarró algo en el aire y un segundo después, un extraño artefacto metálico pareció materializarse en su mano.
Sonriendo con satisfacción, Leandro presionó el extremo del objeto contra una zona específica.
¡BANG!
Otro estallido igual que el primero fue liberado desde el revólver. La sangre apareció abundantemente, formando un charco en el suelo.
Un alarido desgarrador brotó desde algún lugar muy cercano, pero los caballeros aún estaban intentando comprender lo que ocurría. Julius fue el primero en llegar a la conclusión lógica.
—El atacante es... ¿un hombre invisible?
—Correcto —dijo Leandro, poniéndose de pie y levantando sus manos, que aún sostenían la daga y el revólver respectivamente.
Gilbert estaba tan abrumado por el dolor que desactivó su Protección Divina inconscientemente, volviéndose visible ante la mirada perpleja de los presentes.
Leandro era el único que entendía y disfrutaba aquella escena.
—Ahora estamos a mano.
Después de reunir toda la información sobre el caso, los caballeros juzgaron culpable a Gilbert von Falkenhayn, por alta traición, doble intento de homicidio y otros cargos que podrían conducirlo a la pena de muerte o como mínimo a cadena perpetua.
Leandro obtuvo el crédito correspondiente por su investigación y por haber realizado la captura del criminal, impidiendo que este pudiera hacer más daño.
Sin embargo, no todo fueron buenas noticias. Antes de ser atrapado, Gilbert había liquidado a un pequeño grupo de caballeros que patrullaban la capital real, durante el periodo previo al amanecer. Fue con eso que aprendió cómo funcionaba el revólver, según declaró.
Esa misma tarde, Félix y Julius encabezaron un escuadrón enviado a arrestar a los cómplices de Gilbert y de paso recuperar los restos de sus compañeros caídos. Gilbert los había escondido en un sótano del edificio que usaba como base de operaciones para su organización.
Para Leandro, esto fue un baldazo de agua fría. El punto de guardado le permitió salvar a dos personajes importantes, pero no fue suficiente para borrar del todo sus pecados. Culpa de su arrogancia, hubo vidas que se perdieron para siempre.
Rem y Emilia no podían ignorar la tristeza que se reflejaba en el rostro del chico incluso mientras la gente lo felicitaba por sus valerosas acciones. Julius estaba más que agradecido, e incluso Anastasia se quedó sin palabras cuando se enteró de que ella habría muerto si aquel joven al que despreció no hubiese intervenido para detener al asesino a tiempo.
Pocos sabían que el arma homicida nunca debió existir en primer lugar, lo cual volvía a Leandro el principal responsable de la tragedia. Nadir solo hizo su trabajo, cumpliendo una petición de Leandro, y Gilbert era un desgraciado, pero fue Leandro quien le dió el poder de hacer tanto desastre.
Todos estos pensamientos atormentaron al chico, que no sabía cómo lidiar con la culpa y el autodesprecio que sentía debido a su error irreversible.
—Soy el tipo más patético de todo el mundo...
Cuando el sol empezó a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de un tono anaranjado, Roswaal dijo que ya era hora de partir.
—¿Qué? ¿No volverás a la mansión?
Emilia se preocupó cuando Leandro dijo que se quedaría en la capital real. Silenciosamente, Rem intercambió una mirada con Roswaal.
—Por supuesto que lo haré, pero tengo que permanecer aquí unos días para resolver unos asuntos.
—¿Ya sabes dónde vas a dormir? ¿Tienes dinero suficiente para la comida y el viaje de regreso?
—Oye, no eres mi madre —Leandro forzó una sonrisa—. Estaré bien.
Pero la semielfa no estaba convencida. Luego de enterarse de todo lo que pasó, había comenzado a creer que Leandro era propenso a meterse en problemas, especialmente si estaba en la capital real.
Después de todo, la primera vez que lo vió, él se las había arreglado para conseguir un montón de heridas, de alguna manera.
Emilia miró a Roswaal en busca de apoyo, pero el Marqués sonreía como si estuviera bien con ello.
—No se preeeocupe, Lady Emilia. Dejaré a nuestra confiable Rem para que cuide a nuestro querido Leeeandro por el tiempo que sea necesario.
—Por favor, no hagas eso con mi nombre o voy a tener pesadillas...
—Oh, no puede ser tan maaalo soñar conmigo.
Roswaal esbozó una sonrisa e hizo un guiño al chico, que respondió con una mueca de asco.
Viéndose superada por unanimidad, la semielfa emitió un suspiro de rendición.
—Ten cuidado, y vuelve pronto.
—Lo haré. No me extrañes demasiado —él sonrió, intentando lucir seguro de sí mismo.
Ella asintió y se despidió con la mano antes de subir al carruaje, que emprendió la marcha a los pocos segundos, alejándose hasta perderse de vista.
Leandro miró al cielo, preguntándose si merecía tener una vida feliz luego de matar a varias personas inocentes de forma indirecta.
—Tal vez yo no, pero hay muchos otros que sí. Lo menos que puedo hacer para compensar mi error es salvar a toda la gente que pueda.
Rem lo miraba atentamente, preguntándose qué había motivado a Leandro para quedarse en la capital real. Por la cara del chico, la criada supuso que se trataba de algo importante.
—¿Cuáles son esos asuntos que vas a resolver?
Él bajó la mirada, correspondiendo al contacto visual.
—Tengo que conseguir una tropa para matar a la Ballena Blanca.
***
—¿Cómo van las cosas con Felt?
Reinhard se movió incómodo por mi pregunta, la cual tocó una llaga.
Hoy nos reunimos para cumplir la promesa de comer juntos. Me pareció que había pasado una eternidad desde la última vez que tuve una salida casual.
—Estoy dando lo mejor de mí, pero creo que no es suficiente.
Casi le solté una carcajada en la cara, pero me contuve lo suficiente para limitar mi reacción a una sonrisa burlona.
—Increíble. ¿No tienes una Protección Divina para las relaciones interpersonales?
—Ah, no lo creo, pero sin duda eso hablaría mal de mi propia capacidad para socializar.
Él suspiró, apoyando su cabeza en su puño. Le di una palmadita en el brazo.
—Lo estás haciendo bien. Ella es una chica testaruda, así que tomará un tiempo.
—Lady Felt sigue pensando que soy una especie de carcelero. Entiendo cómo se siente ella, pero...
Lo interrumpí con un gesto, terminando de masticar mi comida antes de dar mi argumento.
—Oye, cualquier cosa es mejor que vivir robando para comer. La sacaste de un pozo de carencias y resentimiento, yo creo que Felt debería estar agradecida por eso. Además, no hiciste nada egoístamente: todo esto es por el beneficio de todos y del reino mismo.
—...
Reinhard no dijo nada, pero su expresión se suavizó un poco.
No me gustaba el ambiente dramático que estaba adquiriendo la conversación, por lo tanto decidí calentar un poco las cosas.
—Y si ustedes dos no empiezan a llevarse mejor pronto, deberías seducirla.
—¿Disculpa?
Él parpadeó, quizás creyendo que se había perdido de algo o que no había oído correctamente.
—Si Felt se enamora de ti, tu relación con ella será mucho mejor que ahora. Por supuesto, no estoy diciendo que la manipules, pero sin duda deberías tratar de volverte más cercano a ella.
—Lo dices en serio...
Me reí cuando el pelirrojo se rascó el cabello nerviosamente, su imaginación influenciada por mi sugerencia.
—Tranquilo, solo es un consejo. No tienes que seguirlo al pie de la letra. Basta con que tengas algunos detalles, que seas sincero y directo con tus sentimientos... Ya sabes, lo que les gusta a las chicas.
No estaba tan seguro sobre eso. Una persona que nunca tuvo novia no debería hablar como si supiera mucho sobre mujeres, pero tenía que decir algo para no quedar mal.
—Entiendo, tendré en cuenta eso. Cambiando de tema, escuché que Lady Emilia volvió al señorío Mathers. ¿Puedo saber por qué tú te quedaste en la capital real?
—A veces hay que tomar distancia para tener una mejor perspectiva y ampliar tus opciones para enfrentarte a ciertos obstáculos.
Muchas veces me planteé la idea de contarle a Reinhard sobre la Ballena Blanca y el ataque liderado por Petelgeuse, pero aunque sería muy sencillo acabar con ellos teniendo la ayuda del personaje más poderoso, terminaría perdiendo más de lo que ganaría.
Los eventos de la ballena y el culto en el tercer arco fueron muy importantes en cuanto al desarrollo de ciertos personajes, la evolución de las relaciones entre los mismos y por último pero no menos importante: mi propia reputación estaba en juego.
Personalmente no me importaba mucho seguir siendo un don nadie, sin embargo, dependiendo de en qué condiciones llegara al quinto arco, podría necesitar obligatoriamente del reconocimiento popular. Si Subaru no hubiera sido visto como un héroe, mucha más gente habría muerto en Priestella.
Sin mencionar que cambiar el canon tan drásticamente tendría consecuencias impredecibles. Ya había hecho bastante daño con la creación de objetos que no eran de este mundo.
Esos puntos en mi análisis fueron los que me llevaron a tomar la decisión de no pedirle ayuda a Reinhard.
—Ya veo. Supongo que te estás preparando para hacer algo a gran escala.
—Tan perceptivo como siempre —sonreí al repetir la misma frase que le dije un tiempo antes—. Es cierto, lo que tengo planeado es bastante grande. Seguro que te enterarás pronto.
De hecho, todos los preparativos estaban en marcha. Me había reunido con Russell y Anastasia para tener la oportunidad de "aceptar su gratitud" por salvarles la vida. También le hice un enorme encargo a Nadir, el cual incluía la creación de un prototipo arcaico de rifle y su producción en masa.
Sí, es bastante idiota de mi parte crear más armas luego de lo que pasó por la aparición de UNA SOLA, pero si quería vencer a la Ballena Blanca y al escuadrón de Petelgeuse con la menor cantidad de bajas posibles, tenía que estar bien preparado.
Ahora solo quedaba ir a reunirme con Crusch y convencerla de colaborar. Entonces, yo finalmente podría speedrunnear a esa puta ballena.
No obstante, para hacer eso me faltaba algo muy importante, que era un requisito obligatorio para hacer las cosas del modo más prolijo e impecable posible.
—Habrá que morir de nuevo, eh...
***
Apoyado contra el gran árbol, no hice otra cosa que esperar en silencio mientras la luz de la luna llena iluminaba tenuemente el campo que me rodeaba. Una suave brisa soplaba; aunque la temperatura no era baja, mi cuerpo se estremeció y mi piel se erizó.
La sombra de las nubes era una visión engañosa para mi percepción alterada por la ansiedad y el nerviosismo. Cada forma era distorsionada por mi mente, creando espectros de un cuerpo gigante que surcaba los cielos, acechando en la oscuridad de la noche silenciosa.
Para entretenerme un poco, repasé la lista de canciones de mi Samsung A10, el cual seguía funcionando luego de un mes entero en este mundo sin cargadores ni sistemas de energía eléctrica. Agradecí mentalmente a Betty por el hechizo que grabó en el smartphone para mantenerlo encendido.
No sabía que el maná podía usarse como una fuente de energía tan literalmente. De no ser por eso, esto sería mucho más complicado de lo que ya era.
Entonces, cuando mi celular dió las 03:30, una silueta familiar se presentó en las alturas, deslizándose en el aire como sus homólogos marinos nadaban en el océano de mi mundo.
Por supuesto, esta ballena no era tan inofensiva como una de esas. Solo tenía que esperar un poco y la bestia demoníaca de la niebla me mataría.
Me apresuré a mirar la fecha y hora, tomando nota mental para hacer que este bucle sacrificado valiera la pena.
Un rugido atronador hizo vibrar el mundo a mi alrededor. La Ballena Blanca me había visto y estaba descendiendo a toda velocidad, avanzando furiosamente en mi dirección.
Sin embargo, yo no tenía ninguna intención de ser devorado por ella. Haciendo una mueca, saqué mi revólver y coloqué el cañón apuntando a mi sien.
—Lamento decepcionarte, pero no pelearé contigo esta vez —cerré los ojos para calmar el miedo que me invadía debido a la enorme bestia que se aproximaba, como si tener que suicidarme no fuera lo suficientemente perturbador—. Nos vemos pronto, perra.
Entonces, jalé el gatillo.
Chapter 23: Bucle 5 - Parte 21
Chapter Text
—¡Agh, mierda!
Me estremecí por el dolor fantasma de haber despedazado mi cabeza con una bala calibre .44 Magnum. La sensación permaneció por unos segundos, junto con la horrible imagen residual de la ballena abriendo sus fauces para engullirme como a un bocadillo.
—¿Qué pasa, Leandro?
—¿Todo bien, jefe?
Rem y Nadir voltearon a verme, interrumpiendo sus actividades de limpieza y forja respectivamente.
Dado que íbamos a trabajar muy duro en la producción de armas, le pedí a Rem que se hiciera cargo de acondicionar el taller de Nadir, el cual parecía un basurero.
El lugar había quedado bastante pulcro y bien organizado. Nadir ni siquiera notó los cambios, ya que estuvo todo el día creando más armas.
—Estoy bien, solo fue un dolor repentino.
Desestimé el asunto con una mentira barata, logrando que Nadir vuelva a trabajar encogiéndose de hombros. Sin embargo, Rem no se dejó convencer y me reprendió.
—No trates de ocultarlo. El olor a bruja se hizo más fuerte hace un momento.
—Tú nunca te pierdes de nada, eh...
Me rasqué la nuca, fastidiado por la perspicacia de la chica.
—Ven conmigo.
Sorprendentemente, Rem agarró mi brazo y me arrastró a la cocina-comedor. Con un gesto autoritario, me ordenó sentarme, cosa que hice sin quejarme.
Por un momento pensé que sería interrogado, pero contrariando mis expectativas, Rem me dió la espalda y empezó a cortar ingredientes. En menos de cinco minutos, me presentó una exuberante cantidad de vegetales y carne entre dos panes.
—Lo siento, esto es lo mejor que puedo hacer por ti.
—¡Es gracioso que lo digas como si fuera poca cosa! —Exclamé sonriendo y le di un gran mordisco al sándwich—. Gracias, esto hace que todo valga la pena.
Rem bajó la mirada y se acomodó el flequillo inexpresivamente.
—¿Realmente está tan bueno?
—Sí, pero no hablaba solo del sándwich. Que estés aquí significa mucho para mí.
Me temblaban las manos. El recuerdo de la ballena y mi suicidio eran demasiado recientes. De no estar con Rem, tal vez ya me habría vuelto loco.
—Para mí también...
—¿Qué quieres decir?
Las palabras de Rem me tomaron por sorpresa y no pude reprimir mi curiosidad. Ella apretó las manos sobre la tela de su uniforme.
—Solo pienso en trabajar y ayudar todo lo posible, ya que me preocupa la idea de ser innecesaria, o incluso un estorbo. Pero tú lo haces ver como si cada cosa que hago fuera muy importante y valiosa.
—Bueno, es que incluso si son pequeñas acciones, tú te esfuerzas mucho en ellas, y lo haces con la mejor intención. Puede que no seas consciente de ello, pero eres irremplazable, Rem.
—Um —ella asintió—. Lo que quiero decir es que, siempre me anima escuchar tus elogios...
Sus mejillas se colorearon ligeramente mientras pronunciaba con dificultad esa última línea. En ese momento me di cuenta de que Rem me estaba mostrando su lado vulnerable para hacerme sentir mejor. ¿Qué tan jodido me veía para haber inspirado este acto de compasión en ella?
—Que alguien aprecie tus esfuerzos es lo mínimo que te mereces, Rem.
Respondí con modestia, diciendo lo que realmente pensaba. Yo no era especial por tratarla bien.
Me froté los ojos para recuperar el enfoque y seguir trabajando. Ya había hecho lo más difícil, que era morir; lo que me recordaba otra cosa...
—¡Oh mierda, las anotaciones!
Tomé mi smartphone para escribir la fecha y la hora exactas de la aparición de la ballena, poniendo una alarma configurada para que sonara en ese momento.
Rem se inclinó hacia mí para ver lo que estaba haciendo.
—Esos símbolos extraños, ¿cómo los entiendes?
—La mayoría de estos son del alfabeto de mi tierra natal. Allá hay muchos idiomas, tecnología y conceptos que aquí no existen.
Ella soltó un leve 'oh', mirando la pantalla con la misma curiosidad infantil de hace unos días, recordándome esa cercanía física que tuvimos, evocando en mis pensamientos la vergüenza que pasé por dejar que mi imaginación me jugara una mala pasada.
Nervioso por tenerla casi pegada a mí, sentí que mi rostro empezaba a calentarse. Tenía que hacer algo para alejarme de ella, pero no quería ser grosero o cruel. Sin embargo, en ese momento Rem me hizo una petición inesperada.
—¿Hay más de esas imágenes que me mostraste?
—Uh, sí.
—¿Tienes algunas con tus seres queridos?
Fue fácil entender a dónde quería llegar ella. Sin decir nada, seleccioné un álbum en específico, el cual estaba lleno de fotografías mías con amigos y familiares.
—Wow...
Rem se tomó su tiempo para contemplar las fotos, no solo miraba a las personas que aparecían en ellas; ella parecía especialmente interesada en el entorno, en las estructuras y vehículos extraños que aparecían ahí.
—Realmente vienes de muy lejos... Estos lugares casi parecen de otro mundo.
—Jajaja, ¿verdad que sí?
—Además, hay mucha gente con el cabello negro como el tuyo. Eso no suele ser muy común por aquí.
—Lo sé, soy muy especial...
Me peiné el cabello, exagerando mis gestos como si fuera una diva que disfruta de la atención. Rem señaló otra imagen, una en la que aparecía yo junto a una mujer y un hombre adultos, ellos tenían rasgos similares a los míos.
—¿Esos son...?
—Mis padres, sí.
Rem me miró, a lo que sonreí y asentí, como diciendo que estaba bien con hablar del tema.
—¿Cómo se llamaban?
—Wanda y Marcelo —decidí no corregir el error de Rem, que los mencionó en tiempo pasado como si estuvieran muertos. Se supone que perdí todo lo que me importaba, así que no debería sugerir otra cosa.
—Te pareces a ellos. Más que nada a tu madre.
—Eso es muy halagador, gracias.
Hubo una breve pausa. Ella probablemente no sabía qué decir a continuación.
—¿Los extrañas?
—Sí, mucho.
Una sombra cubrió mi rostro cuando dije eso con nostalgia. Queriendo cambiar el tema para no deprimirme, ella señaló un video en el que había un chico de mi edad, saludando a la cámara.
—¿Quién es él?
El video era de él caminando por un pasillo estrecho, levantando un pulgar cuando vió que lo estaba grabando. La sensación de vacío en mi pecho se hizo más grande al verlo.
—Mi mejor amigo, Román. Él era la persona que mejor me entendía.
—¿Era de alguna familia noble?
La pregunta de Rem me confundió. ¿Qué fue lo que la hizo pensar eso? ¿Tal vez era la ropa moderna, que le parecía costosa?
—No, ¿por qué lo dices?
—Se lo veía muy bien alimentado.
El modo natural en el que respondió me tomó desprevenido y empecé a reírme a carcajadas. Mi amigo era bastante obeso, probablemente pesaba más de cien kilos. Ella se las arregló para señalar eso de un modo muy sutil.
Ojalá que él esté bien. Ojalá que todos estén bien.
—Es un buen punto.
Nos quedamos callados por un rato. Supuse que los dos estábamos pensando en el pasado, en las cosas que perdimos. A mí todavía me costaba aceptar el hecho de que nunca volvería a estar con mi familia y amigos.
Sin embargo, no me había quedado solo. Tenía a la gente de aquí.
—¿Estás seguro de que Lady Crusch aceptará tu propuesta?
—Si no lo estuviera, no habría hecho que Nadir forjara más de cincuenta armas.
De esa manera, la batalla sería mucho más fácil, reduciendo drásticamente el número de bajas posibles. Además, quería ver a esa ballena convertida en un colador.
—Hablando de eso, ¿no se supone que son muy peligrosas? Dejar que un montón de soldados las tengan es arriesgado, por decir lo menos.
—Ya pensé en eso. No pude dormir por culpa de lo que pasó, ¡es obvio que ya entiendo los riesgos! Una de las condiciones del acuerdo será que cada revólver y rifle serán destruidos cuando termine todo.
—Aún así, ¿no crees que alguien podría conservar uno en secreto o venderlo?
Negué lentamente.
—Hablé de eso con Nadir cuando empezó a fabricarlos. A excepción del original, cada revólver y rifle tienen un pequeño cristal mágico instalado en su interior. Cuando todo acabe, activaré un hechizo de autodestrucción remota para asegurarme de que no quede ningún arma.
Casi ningún arma, ya que como dije, tomé la decisión de mantener el primer revólver conmigo, para usarlo de último recurso en un apuro, y también como recordatorio de que las acciones arrogantes y desmedidas tienen consecuencias graves, a menudo irreparables.
Una vez que las armas, las fundas y las municiones estuvieron listas, las cargamos en un carruaje alquilado y nos dirigimos a la Mansión Karsten. Nadir nos saludó cuando partimos.
—¡Mucha suerte, jefe!
—¿Por qué me sigue llamando así? Qué tipo raro...
Raro como cierta persona que no parecía darse cuenta de lo irónico que era su pensamiento.
Gracias a que anuncié mi visita con unas horas de antelación, ya había personas esperando por nosotros cuando llegamos.
—Sir Leandro, bienvenido. Por favor, pase.
Wilhelm fue uno de los que nos recibieron. Se inclinó con respeto, ya fuera por educación o debido a mi condición de invitado, incluso si su posición social era igual o superior a la mía.
Por lo tanto, le devolví el gesto rápidamente.
—Es bueno volver a verte.
—Lo mismo digo —el anciano me examinó con los ojos—. Tu aura ha cambiado desde la última vez.
—Si te refieres a mi actitud, estoy trabajando en ello. No nací como mayordomo, pero trato de mejorar.
Sonreí mientras admitía mi falta de clase, pero Wilhelm no modificó su expresión. De hecho, lo notaba un poco más serio y formal que cuando nos conocimos.
—Me enteré de lo que pasó.
Ahí entendí el porqué de su solemnidad. Si sabía lo del revólver robado, entendía que yo provoqué indirectamente las muertes de algunos caballeros.
—Hubo personas que perdieron la vida por mi error; no he dejado de pensar en eso desde que sucedió. Lamento mucho lo que hice y espero poder resarcirme por ello.
—La gente escogerá si te perdonará o no, sin importar lo que hagas para compensarlo. Pero si la culpa no te deja dormir, entonces ya no se trata de los demás, sino de ti.
Wilhelm me lo explicó sin rodeos. Lo que quiso decir era que debía perdonarme a mí mismo, ¿verdad?
Bueno, eso iba a ser difícil. Por mucho que quisiera ignorarlo, había un pensamiento que me estaba torturando desde hacía tiempo.
—En el futuro, alguien más morirá por mis decisiones.
Wilhelm estaba a punto de decir algo más, pero en ese momento, cierto chico gato se acercó desde la mansión.
—¡Leandro! ¡Te lo advierto, no intentes nada pervertido con Lady Crusch nya!
Félix me señaló con un dedo acusador, su expresión estaba llena de recelo. Olvidé mi melancolía para volver a mi personaje, fingiendo sorpresa e indignación.
—¡¿Cómo supiste lo que planeaba hacer?!
—¿¡Ah!? ¡Entonces lo confiesas nya!
—Jum, está bien. No me importa si ya conoces mis intenciones, después de todo es tu dama la que decidirá si quiere probar el placer que puedo proporcionarle.
—¡E-Eso nunca va a suceder! ¡Ferri no lo permitirá!
Pude oír claramente los suspiros de Rem y Wilhelm. Ambos me miraban como diciendo 'deja de jugar con él', pero yo me estaba divirtiendo mucho.
No obstante, había prioridades. Hora de detenerse.
—De acuerdo, ¿qué tal si olvidamos esto y seguimos adelante? —Corté mi acto de ugly bastard y recuperé la seriedad—. Sería de muy mala educación hacer esperar a la anfitriona.
A regañadientes, Félix tuvo que reconocer mi argumento. Él y Wilhelm se pusieron a la vanguardia para guiar el camino.
Fuimos hasta el despacho de Crusch. Ella estaba sentada detrás de su escritorio, vistiendo su traje masculino habitual.
—Igual se le notan las tetas. Qué hermosa mujer.
El hecho de que ella intentaba lucir menos femenina solo empeoraba las cosas, porque me incitaba a imaginar cómo se vería con otro tipo de ropa, o sin ella.
Sí, creo que necesito una novia.
***
Nadir volvió a la tienda cuando el carruaje se perdió de vista. El lugar había vuelto a quedar vacío y silencioso, aunque todavía perduraba la sensación de calidez por la presencia prolongada del mayordomo y la criada.
—Jamás pensé que vería este lugar tan limpio y ordenado. Esa chica Oni es muy buena en lo que hace.
De pronto, Nadir se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. Esto no fue un resbalón o un efecto secundario del esfuerzo excesivo, sino una reacción natural ante un suceso impactante.
Frente a él se había materializado una figura celestial, la encarnación de la belleza deslumbrante, una estrella en toda regla, aunque desprovista del fulgor y el calor que mataría a cualquier mortal que estuviera lo suficientemente cerca.
Solo con mirarla, Nadir empezó a llorar desconsoladamente, abrumado por la felicidad. Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, el herrero se arrastró hasta los pies de la diosa, postrándose ante ella como un siervo completamente devoto.
—¡Su Santidad Pandora! ¡Es un honor recibirla en mi humilde hogar!
—Nadir Ashveil, tu diligencia a la hora de seguir mis indicaciones demuestra que tu amor es realmente profundo. Has hecho un gran trabajo.
—¡Oh, Su Santidad! ¡Me siento indigno de tanto elogio! ¡Yo solo hice lo mínimo que se esperaba de mi humilde persona! ¡Por favor, permítame seguir sirviéndole, para que mi existencia tenga un propósito!
Los labios de Pandora se curvaron hacia arriba en una mueca suave que solo la hizo ver aún más perfectamente bella.
—Así será, Nadir Ashveil. Solo tienes que continuar apoyando a mi amado apóstol en su camino. Muy pronto estará listo para su siguiente prueba.
Pandora miró hacia una dirección en específico, como si pudiera ver más allá de las paredes y la distancia.
—Estoy segura de que podrá superarla, y entonces, finalmente me reuniré con él.
Chapter 24: Bucle 5 - Parte 22
Chapter Text
Torcí la parte superior de mi cuerpo, curvando mi postura unos treinta grados hacia delante mientras ponía un brazo detrás de mi espalda y sostenía el otro en mi pecho, alineado diagonalmente con mi hombro.
Esta reverencia era mi favorita por encima de todas las que me habían enseñado en este mundo. No recuerdo de dónde la aprendí, pero apostaría que fue en un anime.
—Gracias por recibirme en su casa, Lady Crusch.
—Esperaba tu visita, pero debo admitir que tu carta me tomó desprevenida. Quiero oír los detalles sobre esa propuesta que mencionaste.
Asentí y miré a Rem, sonriendo hacia ella con confianza. Su expresión preocupada se relajó al ver mi semblante resuelto. Entonces volví a poner mi atención en Crusch.
—¿Puedo hablarle casualmente? —Le pregunté a la duquesa—. Creo que me sentiría más cómodo de esa manera.
—Está bien.
—De acuerdo —solté el aire que se acumulaba en mi pecho—. Me di cuenta de que tú y yo tenemos algunos intereses en común. Así que pensé en hacer una alianza para beneficiarnos mutuamente.
—¿Oh? —La chica juntó sus manos, con los dedos entrelazados mientras fijaba sus iris anaranjados en mí—. Suenas bastante seguro de ti mismo.
—Lo estoy, porque creo que no vas a rechazarme.
Chasqueé los dedos y Rem se movió inmediatamente en respuesta, yendo hasta el escritorio de Crusch para depositar una caja rectangular de madera sobre el mismo.
Noté que Félix y Wilhelm se habían tensionado ligeramente cuando le di la señal a Rem; ellos probablemente se habían preparado para defender a su señora de un posible ataque.
Ja, no soy tan estúpido para intentar algo así. Wilhelm podría descuartizarme en un parpadeo, incluso Félix debería poder vencerme sin muchos problemas.
—¿Qué es esto? —Crusch señaló la caja con curiosidad, sin atreverse a hurgar en ella para ver lo que estaba en su interior.
—Una muestra del poder que estoy dispuesto a compartir, para ayudarte a cumplir tu objetivo y que tú me ayudes a cumplir el mío.
—Tus palabras son demasiado vagas. Exijo una explicación concreta.
—Desde luego —hice un gesto hacia la caja—. Rem.
Ella tomó la tapa y la retiró, dejando expuestas las relucientes piezas metálicas que se hallaban debajo: un revólver y un rifle respectivamente.
Sin esperar a las inminentes preguntas, me aclaré la garganta y reanudé mi diálogo.
—El más pequeño es un revólver. Funciona como una especie de cañón portátil que dispara proyectiles de metal diseñados para perforar cuerpos de un modo mucho más efectivo y veloz que las flechas. Ustedes deben estar al tanto del mercader que mató a varios caballeros con el arma que le robó a Nadir Ashveil, arma que yo mismo le mandé forjar.
Ahora la atención de todos estaba puesta en mí, lo cual me hizo temblar un poco, pero logré controlar mi ansiedad y continué hablando sin tropiezos.
—Pero eso no es todo. Teniendo en cuenta mi próximo objetivo, decidí que era necesario producir algo incluso más poderoso que un revólver. Les presento el rifle.
Dejé que Crusch, Félix y Wilhelm llenaran sus ojos con la vista de las armas, haciendo una pausa breve antes de proseguir.
—Esta pieza cumple con una función similar a la del revólver, siendo capaz de disparar mucho más lejos y a mayor potencia, pero con una velocidad de disparo y un manejo considerablemente menores. Aun así, es perfecto para ir de cacería, especialmente si se trata de una gran presa.
Me fue imposible no sonreír al hacer una referencia bastante obvia, tanto que el anciano espadachín apretó sus puños con un repentino estallido de sed de sangre al pensar en la Ballena Blanca.
Félix tenía el rostro arrugado por la confusión. Quizás aún no entendía de qué se trataba todo esto, o simplemente no podía creer lo que veía.
—Para darles una estimación del poder de estas armas, les diré que podrían subyugar a una de las tres grandes mabestias con un suministro adecuado (el cual ya tengo preparado) y algo de planificación táctica.
Con eso concluí la presentación, dando un paso atrás y haciendo una reverencia sutil.
Viendo en retrospectiva, estaba mucho más nervioso cuando di una exposición sobre economía en la escuela secundaria que en esta ocasión, negociando con una figura política en su propio territorio..
Bueno, había dos motivos por los cuales no me preocupaba que las negociaciones pudieran fracasar. Uno era el Retorno por Muerte, y el otro era que ya había tenido esta conversación antes —como no tenía la información sobre la aparición de la Ballena Blanca entonces, mi reunión con Crusch se estancó—, con la diferencia de que esta vez llegaría hasta el final.
—Leandro Lagostena...
La voz de Crusch adquirió un tono grave y resonante, tal como se esperaba de alguien con un gran espíritu de liderazgo.
—La primera vez que supe de ti fue cuando Félix me contó lo que había pasado durante su reunión con Emilia en la mansión del Marqués Mathers. Félix dijo que había un nuevo empleado, un mayordomo, el cual tuvo la audacia de acercarse a Sir Wilhelm para hacer buenas migas.
No diré que planeé todas mis acciones cuidadosamente, porque esa sería una mentira descarada, pero ciertamente hubo un propósito específico en el modo con el que me acerqué a Wilhelm. En cambio, con Félix no fui tan calculador, ya que su sensualidad me distrae.
Malditos femboys, arruinaron mi mente... Nah, eso ya lo hizo el porno.
Oh es verdad, olvidé el monólogo de Crusch. Volvamos a eso.
—Según lo que dijo Emilia cuando habló de ti, eres un extranjero recién llegado a Lugunica. Me pareció muy extraño que alguien como tú pudiera reconocer a varias figuras locales y estuviera al tanto de la coyuntura sociopolítica actual. Tus antecedentes son desconocidos, por lo que sé, y eso convierte tu pasado en algo que puedes manipular a tu conveniencia. Aunque tu historia con el Culto de la Bruja fuera cierta, lo demás sigue siendo un misterio: la información que posees (incluyendo esas armas de tu tierra natal) puede ser mucho más profunda de lo que sabemos, y tus verdaderas intenciones aún no me resultan evidentes.
Ya me esperaba ese planteo. Por suerte, Crusch detectaría cualquier mentira consciente, así que solo debía ser sincero y decir lo que me convenía sin hablar de más.
—Mi vida antes de llegar a Lugunica era bastante aburrida e irrelevante. Si te preocupa que yo sea un potencial terrorista o algo así, ya puedes descartar esa idea. El único deseo que tengo es que el mundo prospere, que el mal desaparezca y que todos seamos felices. No tengo un plan malvado o retorcido para lograr esos objetivos; estoy apoyando a Emilia sinceramente, incluso si creo que tú serías una mejor gobernante que ella.
En ese punto, Crusch hizo una expresión de genuino asombro: sus cejas estaban alzadas y sus ojos se habían redondeado.
—Entonces, ¿por qué estás con ella?
—Porque es lo que el destino requiere y lo que mi corazón demanda. Tranquilo, Shakespeare.
Alguien suspiró detrás de mí. No pude distinguir quién fue, pero se oyó como si se hubiera molestado o conmovido por mi última frase.
—Sé que quieres cazar a la Ballena Blanca. Une fuerzas conmigo y te aseguro que podremos acabar con esa bestia sin sufrir bajas. Te ofreceré mi vida si alguien muere.
—Pfft.
De todas las reacciones posibles que imaginé, la risa no era una de ellas. Pero lo interesante fue que no se trataba de una risa sarcástica. Crusch parecía feliz luego de escuchar mi afirmación.
—Eres una persona desconcertante, Leandro Lagostena. Nunca había dudado tanto de mi Protección Divina como ahora mismo. ¿Realmente crees que podrás llevar a cabo una hazaña sin precedentes como esa? No solo pretendes matar a una de las tres grandes mabestias, sino que estás convencido de que puedes hacerlo sin perder una sola vida durante la batalla. ¿Cómo puedes pensar así estando cuerdo? ¿O acaso te volviste loco?
—Estoy un poco loco, pero la locura no me vuelve tonto, más bien potencia mi imaginación.
Crusch asintió, sin dejar de sonreirme.
—Se necesita una gran imaginación para tener una convicción así. De ser cierto lo que afirmas, ¿qué es lo que quieres a cambio de esas armas?
Mi rostro se oscureció notablemente y el aire a mi alrededor pareció enfriarse. Había estado practicando mi actuación para hacer que esto se viera real.
—Quiero que me prestes una parte de tus fuerzas para repeler una invasión del Culto de la Bruja en las tierras de Roswaal Mathers.
El odio se filtró a través de mi voz como gotas de agua en una grieta. La intensidad de mi mirada era comparable a la de Wilhelm cuando se mencionaba a la Ballena Blanca.
—Ya veo, eso tiene sentido —Crusch comentó—. ¿Ellos ya se encuentran allí?
—No, pero sé que irán pronto. Emilia acaba de volverse una figura pública, después de todo.
La duquesa entrecerró los ojos por un momento, viéndome con un atisbo de comprensión.
—¿Por eso te acercaste a Emilia? ¿Sabías desde el principio que el Culto la atacaría y quieres usarla como cebo?
—Esa es una de las cosas que me motivaron, sí.
—Parece que te he subestimado. Tienes una mentalidad temible.
Nuevamente, Crusch modificó su opinión sobre mí con asombro.
—No obstante, lo que implica tu propuesta es que mi facción colabore con la de Emilia. ¿Qué te hace pensar que lo que ofreces es suficiente para mí?
—Aún no te he dicho todo. Sé exactamente en qué lugar, fecha y hora aparecerá la Ballena Blanca.
Otra vez, mis palabras sacudieron a los presentes con excepción de Rem, quien ya estaba al tanto de esta información.
—Pero también pensé que esto podría no ser lo bastante bueno. Así que traje otra cosa a la mesa.
Al igual que hizo Subaru, ofrecí una parte de los derechos de minería de piedras mágicas en el Bosque de Elior, en los dominios de Roswaal. Me sentí feliz pensando que le estaba haciendo perder dinero al maldito payaso.
Sin embargo, la duquesa Karsten todavía no estaba satisfecha.
—Una última pregunta. ¿Cómo sabes los detalles de la próxima aparición de la Ballena Blanca?
—Digamos que soy muy bueno adivinando lo que puede o va a pasar en el futuro.
Mi respuesta fue corta y ambigua, pero Crusch no protestó esta vez. Yo no estaba mintiendo, así que tenía el derecho a decir solo lo necesario.
Además, mi honestidad estaba respaldada por todo lo que había dicho bajo la detección de mentiras. Crusch lo sabía y le resultaba desconcertante.
—¿El futuro? —Hizo una mueca—. Realmente no quiero dudar de mi Protección Divina, pero esto no ayuda...
—Lo sé, soy increíble, ¿verdad? —Guiñé un ojo hacia ella.
—Solo un poco —inesperadamente, ella se unió a la broma—. Que no se te suba a la cabeza.
—Lograremos la victoria sin problemas. Incluso si tengo que morir, me aseguraré de que todo salga bien.
Me puse de pie y me acerqué a ella con una mano extendida.
—Y eso tampoco es una mentira, ¿eh?
Levantando una ceja con sorpresa, Crusch aceptó mi apretón de manos para cerrar el trato.
***
Me encontraba en la residencia de Crusch, horas antes de la partida.
—Vamos, Leandro, escoge nya.
—Recuerdo esto.
Estaba viendo una buena cantidad de dragones terrestres dispuestos en hilera. Debía tomar uno para usarlo como montura durante la expedición.
No perdí el tiempo con ellos y busqué a uno en específico. Finalmente lo encontré: un familiar dragón negro, del tipo delgado, con unos preciosos ojos dorados que emitían una mirada serena.
—Hola, ya nos habíamos visto antes.
Puse mi mano frente a ella, y como esperaba, la dragona presionó su cabeza suavemente contra mi palma. Me reí alegremente y rasqué su barbilla como si fuera un gatito.
—Vaya, es justo como dijo el abuelo Wil —murmuró Félix al ver mi interacción con la dragona.
—La elijo a ella. Su nombre será Patrasche.
Aunque pude haberle dado otro nombre, sentí que hubiera sido una falta de respeto hacer eso. De todos modos, ya estaba acostumbrado a ese nombre; no tenía sentido cambiarlo por uno nuevo.
—¿Ella? —Rem miró a Patrasche cuando supo de su género.
—Oh, ¿tienes experiencia con los dragones terrestres? —Félix intentó adivinar.
—No exactamente —acaricié a Patrasche un poco más y luego me alejé—. Volveré pronto.
Félix se quedó atrás y nosotros volvimos a la mansión, en la cual ya se habían reunido bastantes soldados; también estaban Anastasia y sus mercenarios.
Ella y Russell me prestaron su ayuda para este plan, un poco por gratitud y un poco por conveniencia.
—¡Así que tú eres el chico que salvó a la jefa! ¡Mi nombre es Ricardo, Capitán de los Colmillos de Acero!
Un imponente hombre bestia con rasgos caninos vino a saludarme. Sonreí y me estiré para darle una palmadita en la cabeza, como si él fuera un perro común y corriente.
—Buen chico.
Mi visión periférica captó a Anastasia cubriéndose la boca debido a mi atrevimiento. El furro abrió y cerró la boca en señal de turbación.
—Tú, acabas de...
Ricardo habló lentamente, con su mirada oculta bajo una sombra y su voz intimidantemente grave.
A mi lado, Rem se preparó para defenderme si el mercenario decidía atacarme. Pero lo que ocurrió después fue muy curioso.
—¡Hombre, eso fue inesperado! ¡Tú sí sabes cómo dar un saludo!
Ricardo soltó una risotada que salpicó mi rostro con saliva. Con algo de dificultad, mantuve mi cara de póker y quité la sustancia con mi mano.
Él me devolvió la palmada, pero en la espalda. Mi cuerpo sufrió el impacto de lo que se sintió como un mazazo en mi columna vertebral. Aún así, no hice ningún ruido que delatara mi dolor.
—Qué fuerza tiene este hijo de puta... Casi me saca los pulmones con ese manotazo.
Tuve que aguantar a Ricardo hasta que apareció Crusch, acaparando la atención con su presencia. Después de ella llegaron los veteranos que Wilhelm llamó.
Uno de ellos se acercó a darme las gracias por hacer posibles sus deseos de venganza, lo cual me hizo sentir incómodo, pero no por esa situación en sí.
Cada vez que pasaba algo igual que en el canon, me sentía como un impostor tomando el lugar de Subaru.
Era incómodo vivir la vida de otra persona, pero no era como si lo estuviera haciendo a propósito. Subaru no estaba aquí, por eso yo tomé su lugar.
Luego de un rato, Crusch determinó que ya era hora de partir y dió un discurso motivador que levantó el ánimo de los soldados, tanto de los jóvenes que estaban nerviosos, como de los veteranos ansiosos por comenzar a luchar.
—Ahora sí va a empezar lo jodido...
Apreté mis manos con fuerza, intentando darme coraje y detener el temblor de mi cuerpo. Tenía que mentalizarme para lo que estaba por venir.
Entonces, finalmente nos dirigimos a la carretera Lifaus, rumbo al Gran Árbol Flugel.
—Hora de hacer Speedrun.
Chapter 25: Bucle 5 - Parte 23
Chapter Text
El viaje duró bastante tiempo, aburriéndome tanto que me dormí por un momento y estuve a punto de caerme del lomo de Patrasche, pero Rem me atrapó y me salvó de una dolorosa caída.
Quedaban aproximadamente cinco horas para la aparición de la ballena cuando llegamos al lugar que sería nuestro campo de batalla.
Frente a mis ojos se alzaba el gigantesco árbol que plantó el sabio Flugel. Me preguntaba de dónde mierda sacarían agua las raíces de este monstruo vegetal.
No había visto un río ni un lago cercano, así que la fuente de alimentación del árbol permaneció como un enigma para mí. Tal vez no necesitaba agua por ser un árbol mágico o algo así.
Di un paseo por los alrededores con Patrasche y Rem. Mientras disfrutaba la vista, iba silbando la melodía de Lost Woods, del videojuego Legend of Zelda.
—Te ves más relajado ahora —comentó Rem.
—Me ayuda estar acompañado por dos lindas chicas —dije, recibiendo un cariñoso gruñido de Patrasche y un suspiro de Rem.
Había un gran contraste con la escena que recordaba de ella con Subaru cuando estuvieron aquí. En esa ocasión, ella prácticamente le dijo que lo amaba tanto que se conformaría con ser su segunda esposa.
A mí me veía como un amigo, en el mejor de los casos.
—¿Eres consciente de que estás a punto de luchar contra una criatura que ha estado aterrorizando al mundo por cuatrocientos años?
—Sí, sí. Me enfrentaré a una bestia legendaria, y la venceré antes de que el sol salga. Eso es lo que va a pasar al final, aunque podría tomar varios intentos si tengo muy mala suerte.
Rem se quedó callada ante mi respuesta firme y segura. Los siguientes minutos transcurrieron en silencio mientras yo esperaba sentado en una raíz del árbol.
Los preparativos para la batalla fueron terminados mucho antes de la hora especificada en la que vendría la ballena. Muchos soldados sostenían un revólver o un rifle, lo cual atrajo la atención de los que nunca habían visto ni oído hablar de esas armas.
Anastasia y Russell habían insistido bastante en comprarme un lote de esas armas, incluso me ofrecieron tramitar una patente para ser reconocido oficialmente como el inventor y ser capaz de controlar los derechos de comercio de mis armas, además de obtener regalías por la venta de las mismas.
Desde luego, ellos pretendían convertirse en los principales productores... Pero yo no iba a posibilitar una guerra. No quería agrandar la culpa que pesaba en mi espalda.
—Tuvieron poco tiempo para practicar, pero deberían ser capaces de acertar todos los disparos, tratándose de un objetivo tan grande como la Ballena Blanca. Además, solo tendrán que apuntar a un punto fijo.
Me había puesto de acuerdo con Crusch para crear un plan de ataque bastante simple. Yo atraería a la ballena hacia el gran árbol, el cual sería derribado para caer sobre ella. Una vez que la maldita bestia estuviera inmovilizada, todo el mundo la atacaría al mismo tiempo.
Las balas de los rifles eran de un calibre suficientemente grande para penetrar profundamente; Nadir también le dió múltiples efectos a las municiones para hacerlas más efectivas. Si mis cálculos eran correctos, podríamos fusilar esa cosa sin darle tiempo a reaccionar.
Revisé mi smartphone. Quedaban menos de diez minutos.
—Me aburro...
***
El ambiente era de absoluto nerviosismo. Nadie era capaz de bromear, ni siquiera los más despreocupados. Lo que se estaba tramando era un evento que sin importar cuál fuera el resultado del mismo, pasaría a ser un hecho histórico.
Crusch Karsten era fuerte, no solo en habilidades de combate, sino en fortaleza mental. Aún era muy joven para compararse con expertos veteranos como el Demonio de la Espada, pero sin duda no era una persona que se dejara vencer por la presión o el miedo.
Para la duquesa, tener la capacidad de mantenerse firme y sereno ante el peligro era un rasgo fundamental para la guerra, algo que solo se podía adquirir con una gran disciplina. Sin embargo, ni siquiera aquellos que contaban con ese rasgo estaban exentos del miedo.
Hasta el más experimentado sentiría que su corazón se apretaba al confundir una nube con la silueta del monstruo volador al que estaban buscando para darle caza. En cuanto a los más jóvenes y novatos, la mayoría estaban temblando de ansiedad.
El enemigo tenía una reputación que arrastraba siglos de horror y destrucción. Mantener la calma era casi imposible; quien fuese capaz de ello no podía ser considerado humano por completo. Tal era el caso del Demonio de la Espada, un guerrero que había trascendido el concepto de valentía.
La sed de sangre de Wilhelm eclipsaba cualquier otra emoción que su corazón pudiera sentir en ese momento. Solo pensaba en cortar a la maldita bestia con su espada y ponerle fin a su aborrecible existencia.
Crusch admiraba el temple del anciano, queriendo alcanzar ese mismo nivel de carácter algún día.
Acto siguiente, ella dirigió su mirada hacia el punto de interés. Los soldados se habían apartado bastante, posicionándose alrededor del gran árbol con un espacio considerable de por medio. Solo había un hombre allí: aquel que actuaría como señuelo.
Pero el comportamiento de Leandro Lagostena en ese momento era tan anticlimático que rozaba lo absurdo. El joven estaba bailando con su confundida dragona terrestre al son de una extraña música que parecía salir de la nada.
Hey (hey) what's the matter with your head, yeah
Hey (hey) what's the matter with your mind and your sign and oh
Hey (hey) nothin' the matter with your head
Baby, find it, come on and find it
Bear with it, baby, 'cause you're fine
And you're mine, and you look so divine
Come and get your love
Come and get your love
Come and get your love
Come and get your love
—Esto no es real, no está pasando...
Crusch quiso convencerse a sí misma inútilmente, ya que todos los demás habían reaccionado del mismo modo que ella al ver la escena. Los murmullos no se hicieron esperar.
—¿Está loco?
—¿Alguien le dijo que estamos a punto de pelear con la Ballena Blanca?
—¿Quién es ese tipo? Va a hacer que lo maten.
Sin embargo, había sonrisas sutiles formándose en los rostros de algunas personas. Quizás debido a la necesidad de relajarse por el exceso de tensión, varios soldados comenzaron a reírse entre dientes, encontrando diversión en la tontería del chico.
—¡Vamos, Patrasche! ¡Siente el ritmo!
Al son de la música, Leandro dió vueltas en círculos con su compañera de baile, como si el resto del mundo no existiera. Todos miraban la coreografía, muchos la encontraban graciosa, otros ridícula. Entonces Crusch se dió cuenta.
Leandro estaba haciendo eso para aliviar a los demás. Al comprender eso, Crusch sonrió ligeramente.
El único que se mantuvo impasible fue Wilhelm. La mirada del anciano permaneció fija en el cielo, buscando a su némesis.
¡BEEP!
Con un sonido de vibración, el smartphone interrumpió la canción actual y la reemplazó con una melodía diferente, más breve y ruidosa.
—La alarma... ¡Todos, prepárense! ¡Ya viene! —Leandro exclamó tan fuerte como pudo, anunciando la llegada inminente de la Ballena Blanca.
Todo el mundo se movilizó rápidamente, alistándose para recibir a la bestia con un servicio de lujo.
El siguiente minuto se sintió eterno para los presentes, especialmente para Wilhelm.
Nadie contó los segundos. Nadie limpió el sudor frío de su propia espalda. Nadie dejó de tragar saliva.
Había tanto silencio que solo se oían las respiraciones entrecortadas y el ruido de la brisa.
De pronto, una voz resonó.
—¡Miren, está justo ahí!
Cientos de cabezas giraron en la misma dirección. Entonces la vieron. La ballena surcaba el cielo majestuosamente, mirando al pequeño ejército desde arriba.
Leandro se aferró a Patrasche y comenzó a susurrar algo frenéticamente.
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
—¡Puedo volver de la mue...!
¡Crack!
La Bruja de la Envidia lo 'aplastó' cada vez que él intentó revelar el secreto prohibido, su presencia impregnaba el cuerpo del chico y su alma.
Rem se asustó cuando sintió que el miasma de Leandro se volvía varias veces más intenso, llegando al punto de ser visible en forma de un aura oscura que lo rodeaba.
—¿Qué estás haciendo?
Al mismo tiempo, la Ballena Blanca emitió un rugido aterrador y se precipitó directamente hacia Leandro, atraída por el miasma que lo envolvía.
—¡A bailar, Patrasche! —Exclamó él, saltando sobre ella.
La dragona terrestre entendió perfectamente la orden de su jinete y salió corriendo en la dirección opuesta. Rem se quedó boquiabierta.
—¡Se suponía que yo iba a montar contigo para cuidarte!
Si bien Patrasche dió su mejor esfuerzo, su velocidad de carrera no podía compararse con el vuelo de la Ballena Blanca, que la alcanzó en pocos segundos.
—¡Oh mierda!
Leandro abrió los ojos con sorpresa, mirando las fauces de la ballena que se habían abierto para devorarlo junto con Patrasche. Al ver eso, Rem no pudo quedarse quieta.
—¡Al Huma!
Un carámbano de gran tamaño golpeó a la ballena, perforando su boca y desviando su trayectoria por un momento, tiempo suficiente para que la dragona terrestre de Leandro pusiera una distancia segura.
—¡Fuego! —Sin tiempo para dudar, Crusch ordenó a sus hombres que destruyeran el Gran Árbol Flugel, tal como se había planeado hacer.
Todo sucedió muy rápido. El árbol se rompió y cayó sobre la ballena, aplastando su cuerpo contra el suelo. Antes de que la bestia pudiera intentar liberarse, un ejército completo hizo llover sus ataques sobre ella.
Los disparos de rifle y revólver causaron estragos en el cuerpo de la ballena, que se retorció y chilló por el dolor de ser atravesada miles de veces en todo su cuerpo.
Después de que las armas de fuego quedaran obsoletas al usar todos sus cartuchos, llegó el turno de los demás soldados y sus armas tradicionales.
Wilhelm y Crusch fueron los que más daño le infringieron a la mabestia: cortaron sus aletas, su cuerno e inutilizaron uno de sus ojos.
Ni siquiera habían pasado cinco minutos desde que empezó la 'batalla', la cual de hecho se parecía más a una ejecución que a un enfrentamiento igualado.
La Ballena Blanca había sido completamente abrumada y no podía hacer más que agitarse agónicamente, emitiendo gemidos de dolor que la hacían parecer un animal moribundo en lugar del invencible demonio centenario de los relatos.
El Demonio de la Espada saltó sobre la cabeza de la bestia, parándose sobre uno de sus ojos para dejarla ver a la persona que terminaría con su existencia.
—¡Duerme por toda la eternidad!
Clavando su espada en un último ataque, Wilhelm Van Astrea asesinó a la Ballena Blanca.
Durante unos segundos, nadie supo cómo reaccionar. La situación era irreal: no hubo muertos, ni siquiera heridos. En cuestión de cinco minutos, el enemigo al que todos temían había caído.
Crusch sentía que estaba soñando. ¿Realmente lo habían logrado? ¿Así de fácil? Ella no podía salir de su asombro.
Entonces recordó su conversación anterior con Leandro. La subyugación fue tal como él dijo que sucedería; no, incluso mejor.
—Me pregunto cómo habrían marchado las cosas sin el poder de esas armas y el olor de la bruja que atrajo a la ballena...
Por un momento, ella trató de visualizar un escenario basado en su plan original.
—Algo me dice que se habrían perdido muchas vidas... Diablos, puede que ni siquiera la hubiésemos derrotado.
Muchos soldados se acercaron al cadáver de la ballena. Caminaron despacio, sin bajar la guardia por temor a que la antigua bestia volviera de la muerte para vengarse de ellos.
Al tocar los restos de la ballena, todos comenzaron a asimilar la victoria.
—Jajaja... De verdad lo hicimos.
—¡Lo logramos! ¡Acabamos con esa cosa!
—¡Hoy es el día en que cayó la Ballena Blanca!
Wilhelm, que fue quien dió el golpe final, recibió una avalancha de elogios. El anciano se había quedado de pie sobre la cabeza inmóvil de su tan odiado enemigo. Sentía paz en su corazón luego de muchos años.
También, había encontrado el coraje para expresar en voz alta sus sentimientos por su difunta esposa, aunque ya era tarde: catorce años tarde.
Sin embargo, lo que ocupaba su mente en ese momento no era el pasado. Wilhelm estaba pensando en la dificultad artificial que supuso matar a la gran Ballena Blanca, un monstruo tan fuerte que se había llevado la vida de Theresia Van Astrea, la anterior Santa de la Espada.
Ese mismo monstruo que devoraba ciudades enteras, fue tratado como un juego de niños y murió sin poder hacer nada al respecto. ¿Por qué sucedió eso?
La única persona en la que Wilhelm podía señalar como responsable era el chico que hizo posible la expedición de esa noche. El que trajo las armas, el que se puso al frente y les sirvió a la ballena en una bandeja de plata.
El joven mayordomo y aspirante a caballero de Emilia: Leandro Lagostena.
Wilhelm estaba muy agradecido con él por haberle otorgado su venganza, pero no podía ignorar lo sospechoso que era todo lo relacionado con él.
—Sir Leandro, yo... Espero estar equivocado.
Chapter 26: Bucle 5 - Parte 24
Chapter Text
—¡Bien hecho, Patrasche! ¡Eres la mejor!
Patrasche chilló alegremente al recibir mis elogios. Ella se lo merecía por ser tan buena chica.
—Me aseguraré de que seas alimentada con alimento premium para– ¡ugh!
Un golpe seco me hizo retorcerme de dolor. Volteé para identificar a mi agresor.
—¿Rem?
—¡No vuelvas a arriesgar tu vida de ese modo!
Las lágrimas contenidas en los ojos de Rem fueron como una bofetada.
—Lo siento...
—¡No te disculpes! ¡Solo escucha lo que digo por una vez!
Bien, a falta de una madre en este mundo, tenía a mi compañera regañándome por ser imprudente. Era un reemplazo que equilibraba las cosas.
Aún así, se me hacía irónico que me pidieran tener cuidado con mi vida ahora que podía morir varias veces y volver atrás para rehacer la historia.
¿Qué sigue? ¿Volverme impotente y recibir una esclava sexual justo después?
—De acuerdo. Te prometo que no haré una tontería como esa después de hoy.
Levanté un pulgar hacia ella, pero solo me devolvió una mirada molesta.
—Estás tratando de hacer trampa, es obvio.
—Me descubriste —admití, encogiéndome de hombros—. Bueno, ¡no se puede evitar! Todavía tenemos que pelear con una secta de locos.
—Sí, eso es verdad.
Alguien tosió detrás nuestro. Era Crusch, que nos miraba con una sonrisa.
—¿Estoy interrumpiendo algo?
—Absolutamente —asentí.
—Absolutamente no, Lady Crusch.
Rem me corrigió y se inclinó ante ella.
—Déjame quedar bien, por lo menos...
Hice una mueca y dirigí toda mi atención a la duquesa.
—¿Puedo tener un momento para hablar contigo en privado? —Preguntó Crusch.
—Sin problema —comencé a seguirla, pero una cierta dragona quiso venir conmigo y tuve que detenerla—. Ya la oíste, Patrasche. No hay excepciones.
Aguanté la risa para no delatarme. Fue gracioso ver a Rem dándose un golpe de palma en la frente por mi bobada.
Pensándolo bien, creo que hay un patrón aquí. ¿Acaso soy tan malo interactuando con mujeres que el único modo que se me ocurre para llamar su atención es siendo un bufón?
Bien, puedo replantearme mi existencia más tarde. Hay asuntos más urgentes en este momento.
—Aquí está bien.
Nos detuvimos en un lugar relativamente apartado.
—Entonces, ¿de qué quieres hablar?
—Hoy contraje una gran deuda contigo. De no ser por ti, quién sabe si habríamos podido derrotar a la Ballena Blanca, mucho menos con ninguna baja.
Según mis recuerdos de un What If, eso habría salido muy mal, pero no debería mencionarlo.
—...
Me quedé callado, mirando al horizonte.
—Todo esto te lo debemos a ti. Eres un héroe.
—No, eso nunca lo seré —negué con una sonrisa amarga—. Un héroe soluciona los desastres, no los crea.
—Aunque pienses eso, salvaste incontables vidas esta noche. Muchas personas se han librado de un horror que les pesaba en la consciencia, y es gracias a lo que hiciste.
La sonrisa de Crusch expresaba admiración y respeto puros, algo que no recordaba haber visto en ninguna persona que me hubiera mirado antes.
No merecía disfrutarlo, pero me regocijé con el sentimiento de grandeza y realización.
—Es muy halagador ser visto de esa manera por alguien tan increíble como tú.
—Podría decirte lo mismo. De hecho, sería genial tenerte en mi equipo.
—Créeme que me encantaría, pero tengo que seguir el camino que elegí.
Ella hizo una mueca de derrota, pero su actitud jovial nunca se alteró.
—Temía que dijeras eso. Es una lástima.
—¡Lady Crusch! ¡Así que estabas aquí! —Félix llegó corriendo a interrumpir la situación incómoda—. Oh, ¿acaso estoy interrumpiendo algo?
La pregunta no fue de cortesía, eso se notó en el tono irritado de Félix, que me miró antagónicamente.
—No —respondimos ambos al unísono.
—¡Eso fue sospechosamente sincronizado nya!
—Deja de ser paranoico, Félix —chasqueé la lengua—. Tu amada dama y yo solo estamos hablando de negocios.
Crusch tosió para reanudar la conversación.
—En fin. Quiero decirte que a partir de ahora, siempre te trataré como a un camarada o aliado, y procuraré estar en buenos términos con el campamento de Emilia. Además, me gustaría darte una recompensa que refleje mi gratitud por lo de este día.
—¿Puedo escoger?
—Siempre que no sea algo maligno o involucre mi renuncia a la selección real, adelante.
—Entonces...
Hinqué una rodilla en el suelo y tomé su mano.
—Cásate conmigo, Crusch Karsten.
Félix explotó de inmediato y saltó sobre mí.
—¡Maldito rufián! ¡Sabía que tenías esas intenciones!
—¡Oye, espera, no me arañes la cara! —Me lo quité de encima a duras penas—. Hombre, ¿no sabes reconocer una broma cuando la ves?
—¡Contigo nunca se sabe!
Suspiré con fastidio, resintiendo el ardor en mis mejillas. La próxima vez que ese imbécil me haga enojar, va a terminar arañando mi espalda, si saben a lo que me refiero.
Oh no, mi mente está haciendo cosas raras otra vez. ¡Soy hetero! ¡Nada de sexo con hombres, excepto Reinhard!
—No te preocupes, no intentaré robar a tu dama —calmé a Félix—. Sería un desperdicio hacerla enviudar tan joven.
—¿Qué demonios significa eso? —Él levantó una ceja.
Significa que ella vería morir a su esposo, ¿no es obvio? Incluso si puedo volver de la muerte sin que nadie lo recuerde, todavía es muy cruel hacerle eso a alguien que ya perdió al hombre que le gustaba.
—Olvídalo —le di una palmada en el hombro a Félix y miré a Crusch—. Cambiando de tema, ¿crees que podemos seguir adelante con el itinerario de hoy?
—Seguro —ella contestó rígidamente—. ¿Cuántos hombres necesitas para tu misión?
—Todos. Tú también debes venir.
—¿Qué?
—¿Recuerdas lo que dije sobre lo bueno que soy adivinando el futuro? Digamos que tengo un fuerte presentimiento de que un Arzobispo de la Gula estará muy enojado por la muerte de su mascota y buscará a los responsables para desquitarse. Estoy bastante seguro de que él vendrá por ese camino.
Señalé al sendero que conducía a la capital.
Las expresiones de Crusch y Félix se oscurecieron.
—¿Gula? Si quiere pelear, tendrá una pelea. Nosotros no retrocedemos ante el enemigo —declaró Crusch con firmeza.
—El problema no es él. Hay una gran probabilidad de que se encuentre con el Arzobispo de la Avaricia y si hacen equipo, no tenemos chances de ganar.
Crusch suspiró, pensando en lo que sabía sobre ellos.
—Ya veo, Avaricia también, eh...
—Sí, ya sabes lo peligroso que es ese tipo. Escúchenme, conozco muy bien a esos arzobispos y les aseguro que el mejor curso de acción es evitar una confrontación prematura.
De hecho, no sería imposible vencer a Lye Batenkaitos, pero Regulus Córneas era otra historia. Yo no tenía la ubicación de sus esposas y tampoco estaba dispuesto a matarlas solo para volverlo vulnerable.
—Está bien, Leandro. Has demostrado ser más que confiable; creo que sería ingrata y arrogante si me negara a escucharte.
—Sobre la ballena, imagino que pretendes cortar su cabeza y llevarla a la capital como prueba de su muerte, ¿verdad?
—Así es.
—Puedes dejarlo para después. Debemos mantenernos juntos para evitar una emboscada. También sugiero viajar al territorio de Roswaal lo antes posible. Ya sabes, todavía hay que detener un ataque terrorista.
***
Un rato después llegaron los refuerzos, la otra mitad de los Colmillos de Acero. Julius encabezaba el grupo; ambos sonreímos al encontrar nuestras miradas.
—¡Ha pasado un tiempo, eh! —Estreché su mano alegremente.
—Solo unos días, lo cual se considera poco tiempo —dijo Julius, con un brillo en sus ojos—. Eso hace aún más increíble el hecho de que hayas logrado tantas hazañas en un periodo tan corto. Cuando cruzamos espadas, supe que había potencial en ti, pero no esperaba que fuera tanto.
—Me estás dando mucho crédito. Lo de hoy fue un esfuerzo conjunto.
—Incluso si no mataste a la Ballena Blanca con tus propias manos, todavía eres el que hizo posible esta expedición.
Me rasqué la nuca, actuando con modestia a pesar del orgullo que sentía. En mi para nada humilde ni objetiva opinión, no estuvo nada mal el speedrun de la Ballena Blanca. Sería ideal derrotar a Petelgeuse con la misma facilidad.
Pasados unos minutos, los integrantes del ejército de subyugación se sentaron a mi alrededor para una reunión estratégica de la que yo estaba a cargo.
Luego de pensar un poco en lo que diría, tomé la palabra.
—Primero que nada, quiero darles las gracias por tomar parte de esta expedición. Estoy muy feliz de que hayamos puesto fin al terror que representaba una de las tres grandes mabestias. Sé que ustedes esperaban una batalla extremadamente difícil, y aunque sea un alivio tener cero bajas, es un hecho que todos se habían preparado mentalmente para algo muy diferente de lo que se encontraron esta noche.
Obtuve bastantes gestos de confirmación. Algunos soldados especialmente violentos o apasionados tenían expresiones de insatisfacción.
—Ya que vinieron a lidiar con un enemigo tan poderoso, estoy seguro de que ninguno de ustedes está cansado. Incluso me atrevo a afirmar que muchos de ustedes no están satisfechos, como guerreros que son.
Eso fue más un disparo a ciegas, pero para mi sorpresa, hubo varias voces que se alzaron con entusiasmo.
—¡Sí, yo quiero patear algunos traseros!
—¡Mi espada necesita beber algo de sangre!
—¡A mí no me importa, pero mi esposa está furiosa conmigo y aún no quiero volver a mi casa!
Conforme con los resultados de mi apuesta, levanté mis manos para pedir silencio.
—Para aquellos que se quedaron con las ganas de pelear, hoy es su día de suerte. ¡La razón por la que encontramos a la Ballena Blanca en esta carretera está relacionada con nuestro próximo objetivo! ¡El Culto de la Bruja está planeando lanzar un ataque sobre el dominio Mathers! ¡Habían puesto a la bestia en el camino para asegurarse de que nadie pudiera detenerlos! ¡Pero no contaron con que nosotros les vamos a joder los planes! ¡La siguiente parada es el dominio Mathers!
—Espera, espera, ¿cómo exactamente haremos eso? Quiero decir, ¿tienes un plan?
Tivey, el pequeño semihumano con un monóculo, hizo una pregunta bastante válida.
—Resumiendo, sé que ellos están preparándose para invadir el pueblo contiguo a la mansión y la propia mansión. Sus tropas se esconden en el bosque que rodea estas dos ubicaciones, y sospecho que algunos de ellos también están en esta región, dada la presencia de la niebla. Puede que los grupos más alejados sean refuerzos o se dediquen a vigilar que nadie de fuera se entrometa en sus planes. En cuanto a cómo vamos a vencerlos, simplemente voy a atraerlos con mi presencia: ustedes ya vieron cómo la mismísima Ballena Blanca ignoró todo lo demás para venir por mí, así que funcionará. Una vez que ellos revelen sus posiciones, los atacaremos con todo.
—Así que será una emboscada —Félix se masajeó el mentón, pensativo—. ¿Qué hay de la gente del pueblo y los que están en la mansión? Estoy seguro de que no dejarás que algo le pase a Lady Emilia.
—No te equivocas. Con ayuda de Anastasia y Russell, contraté un grupo de mercaderes ambulantes para evacuar a todos en carruajes (les pagaré con el dinero de Roswaal, muejeje). También hice que Rem escribiera una carta para informar sobre la situación. ¿Puedes conseguir un mensajero para que envíe la carta a la mansión?
—¡Cuenta con ello!
—De acuerdo —sonreí nervioso y miré a los demás—. Bien, muchachos, antes de irnos, déjenme advertirles sobre el poder del Arzobispo y sus cuerpos de reserva.
La próxima batalla, presumiblemente era la última de este arco. Al contrario de lo que podía parecer, no me preocupaba en absoluto la posibilidad de fracasar. Después de todo, ya sabía cómo iba a matar al Arzobispo de la Pereza.
***
Petelgeuse Romanée-Conti era muy diligente, el más diligente de los arzobispos. Su 'amor' era profundo y retorcido, sacando lo mejor de él para cumplir los mandatos del Evangelio.
Hasta ese día, nunca se había visto acorralado o superado en una misión. Aquel día, el día de la 'prueba' no debía ser una excepción, pues todo había marchado como él anticipó.
Ningún error, nada fuera de los precisos cálculos de Pereza. Al menos así fue hasta que apareció una anomalía...
—¡Ah, esto debe ser el destino! ¡El amor que exudas es magnífico, espléndido, generoso! ¡Pero tú, tú, tú...! ¡No pareces entender lo que está pasando aquí! ¡Has actuado tan egoísta, tan despótico, tan lleno de ti mismo! ¿Acaso, acaso, acaso, será que, por casualidad...?
—No, no soy Soberbia, hasta donde sé.
Los cuerpos de los cultistas que patrullaban la zona yacían sin vida en el suelo, sus heridas mayormente eran tajos limpios en la garganta. El resto eran flechas que perforaban el pecho, donde estaba el corazón.
—¡No puede ser, no hay manera, es imposible, incomprensible, inenarrable...! ¡Mi cerebro está temblando...!
—Sí, tengo algo que te ayudará con eso.
El hombre que causó este desastre sonrió con burla, levantando un revólver plateado que brilló bajo la luz de la mañana. Pereza ladeó su cabeza, intrigado por lo que veía.
¡BANG!
Hubo un sonido de explosión, pero Petelgeuse no llegó a oírlo. Su cerebro fue destrozado por una bala en ese mismo instante, dejando un hueco que atravesaba su cabeza de lado a lado.
—Bueno, esto fue un poco decepcionante.
Luego de matar a Petelgeuse, Leandro se quedó quieto, esperando lo que ya sabía que iba a suceder.
—Vamos, no me hagas esperar.
Pasaron unos segundos y no pasó nada. El chico levantó una ceja con sospecha.
—¿Por qué no...?
Una sensación sobrenatural lo invadió. Leandro ya no pudo mover la boca, ni el resto de sí mismo.
—Ah, este nuevo cuerpo...
Por alguna razón, su boca formó palabras que su voz expresó sin que él hubiera intervenido en absoluto.
—No es tan bueno, vaya...
—¿Cómo te atreves a insultar mi cuerpo, hijo de puta? ¡Lo estás usurpando y te atreves a despreciarlo! ¿¡Nunca escuchaste que a caballo regalado no se le miran los dientes!?
Haciendo su mejor esfuerzo, Leandro comenzó a luchar por el control y su boca se movió lentamente.
—¡Puedo volver de la mu...!
El tiempo se detuvo. Dentro de él, apareció la sombra familiar de Satella. Pero esta vez él no estaba solo, y ella se percató de eso.
—Tú no eres él.
Destruyendo la ilusión de Petelgeuse, Satella lo expulsó del cuerpo. Leandro casi se sintió mal por el arzobispo, que vivió los últimos años de su vida dedicando su existencia a un propósito inútil.
Pero el pensamiento no le duró mucho. Todavía tenía que asegurarse de que el plan siguiera su curso.
Así que corrió para reunirse con los demás, aún sosteniendo el revólver en su mano. Sin embargo, Leandro no estaba destinado a llegar muy lejos.
¡BAM!
Un simple golpe lo envió a volar y su cuerpo se estrelló con los árboles. El revólver cayó al suelo y se deslizó entre la hierba frondosa.
—Vaya, entonces tú eres el que se atrevió a matar a nuestra mascota... ¡Maravilloso, estupendo, excelente, genial! ¡Qué gratificante es haberte encontrado tan rápido! ¡Estamos muy felices de poder saciar nuestro apetito contigo!
Con una voz que rezumaba euforia y una mirada de depredador hambriento, Lye Batenkaitos se presentó.
Chapter 27: Bucle 5 - Parte 25
Chapter Text
Unas horas después de llegar a los dominios Mathers, Wilhelm se reportó ante la duquesa Karsten.
—Lady Crusch, la evacuación fue un éxito y ya hemos acabado con las tropas del bosque, incluyendo los 'dedos' bajo el mando del Arzobispo.
A pesar del peligro que representaban las manos ocultas, sus portadores tenían poco que hacer contra las armas de fuego que podían asesinarlos desde una distancia que superaba su rango de alcance.
—Buen trabajo. ¿Encontraron al cultista infiltrado y la carga de piedras ígneas que escondió en un carruaje?
—Así es. Gracias a la información que nos dió Sir Leandro, todas las amenazas fueron anuladas.
Crusch asintió, pensando en lo asombroso de todo aquello. Tener la capacidad de anticiparse a las cosas de ese modo era algo invaluable.
—Me alegra haber hecho una alianza con él. Con su habilidad y conocimientos, es capaz de lograr lo que quiera si se lo propone. Solo puedo imaginar a un puñado de personas con el poder suficiente para detenerlo.
Crusch se mordió el labio, pensando en lo mucho que le beneficiaría tener a alguien así en su campamento. Aunque Leandro había expresado su deseo de quedarse con Emilia, esos sentimientos podrían cambiar en el futuro; además, él dijo cosas como que Crusch era increíble y que la veía como una mejor gobernante, lo cual denotaba el respeto y la admiración que sentía por ella.
Por último, Leandro no perdió ninguna oportunidad para coquetear con Crusch, lo que indicaba que se sentía atraído por ella. Sin embargo, por mucho que anhelaba tenerlo en su facción, Crusch nunca se rebajaría a algo tan vulgar y superficial como usar su cuerpo para seducirlo. No obstante, eso tampoco significaba que ella fuera a rendirse sobre reclutar al joven.
—De alguna manera voy a convencerte.
—Entonces, me retiro. Aún tengo que comprobar cómo está la situación con los grupos de la planicie.
Wilhelm dejó a Crusch con Félix y se marchó en un dragón terrestre.
—Parece que nuestro trabajo aquí ya está hecho, Lady Crusch.
—Sí. Deberíamos volver también.
Ella se dirigió a su propio dragón terrestre, pero se detuvo antes de montarlo.
Rem y Julius se acercaron corriendo, ambos tenían un semblante preocupado.
—¡Maestro Félix! ¡Lady Crusch! —La criada exclamó con agitación—. ¿Han visto a Leandro?
—No —la duquesa frunció el ceño—. Creí que fue con ustedes cuando se separaron de nosotros para ir a la mansión.
—A nosotros nos dijo otra cosa —explicó Julius, consternado—. Supuestamente se quedaría aquí para tranquilizar a los aldeanos que aún no habían evacuado.
—Él se fue por su cuenta, de nuevo...
Rem apretó sus puños, frustrada por la situación. De pronto, Félix alzó una mano tímidamente.
—Bueno, creo que tengo una idea de dónde puede estar...
—¿Él te dijo algo, Félix?
El chico gato asintió despacio, manteniendo la cabeza gacha con una expresión de culpa: estaba atajándose de una posible reprimenda.
—¡Por favor, no me odies por esto, Rem! Leandro dijo que era algo seguro y no quería exponerte innecesariamente.
La criada caminó hacia él, mirándolo con fijeza.
—¿Qué hizo?
Félix suspiró y lo soltó.
—Fue a matar al Arzobispo.
***
Ya en el carruaje, Emilia se encontraba acompañada por los niños de la aldea. No eran una mala compañía en absoluto, pero ella no podía concentrarse ni siquiera en una charla infantil.
—¿Por qué no vino a verme?
—Debes entenderlo, Lia. Él debe estar muy ocupado ahora mismo. No tiene tiempo para ti.
La respuesta de Puck quiso sonar comprensiva, pero a la vez era hiriente y estaba plantando la semilla de la duda en la semielfa.
Sin duda, Leandro no tenía el poder ni la arrogancia para querer hacer todo el trabajo. Teniendo eso en cuenta, ¿él estaba tan atareado realmente, o solo no tenía ganas de hablarle? ¿Quizás estaba enojado con ella porque no le prestó suficiente atención? ¿Porque no lo ayudó como él la ayudó?
Desde la perspectiva de Emilia, eso tenía sentido. Él ya había hecho bastante por ella, ¿pero ella qué había hecho por él? ¿Había puesto en riesgo su vida por él? ¿Había dedicado su tiempo libre a entretenerlo y aconsejarlo? ¿Lo había ayudado con sus inseguridades?
No, tal vez no era eso. Había que mirar más profundamente. ¿Acaso ella lo aceptaba por quién era? ¿Confiaba en él incondicionalmente?
Emilia estaba segura de que no le había devuelto a Leandro ni tan solo la mitad de lo que él le había dado. Siendo así, él tenía una gran justificación para ignorarla.
Pero Emilia también desechó esa posibilidad, quedándose con aquello que más la preocupaba y que había estado evitando pensar.
Que Leandro la odiaba en secreto, porque ella era igual a la bruja que los cultistas adoraban. Al igual que Rem tuvo sus reservas con Leandro por el miasma, Leandro podría sentir ese mismo rechazo hacia Emilia debido a su apariencia. Si fuera así, ella...
—¡Señorita Emilia!
De pronto, la voz de una niña sacó a Emilia de la espiral negativa que habían formado sus pensamientos. Ella se forzó a sonreír para ocultar sus verdaderas emociones.
—¿Sí? ¿Qué sucede, Petra?
—¿Te gusta Leandro?
—¿Eh?
La pregunta fue totalmente inesperada y dejó a Emilia en un estado de confusión.
—¿Gustar? Lo siento, no entiendo a qué te refieres.
—¡Me refiero a... a... es vergonzoso decirlo! —Petra se sonrojó y no pudo continuar.
—¡Déjamelo a mí! —Lucas saltó y posó exageradamente—. ¡Que te guste alguien significa que quieres estar mucho tiempo con esa persona, jugar juntos, tomarse de la mano e incluso abrazarse y darse un besito!
El niño se abrazó a sí mismo y estiró sus labios ruidosamente para hacer la mímica. Los hermanos Dyne y Cain se entusiasmaron con la idea y se acercaron a Petra.
—¡Petra, dame un besito!
—¡A él no, a mí! ¡Yo seré tu futuro esposo!
—¿¡Lucas!? ¿¡Dónde aprendiste eso!? —Emilia se alarmó—. ¡Y ustedes dos, no pueden hacer eso! ¡Son muy jóvenes para esas cosas!
La semielfa entró en pánico ante la idea de unos infantes besándose. ¡Si alguna de las niñas quedaba embarazada, sería un desastre y la culparían a ella porque estaban bajo su cuidado!
—¿Tú ya lo has hecho, Señorita Emilia? —Petra tragó saliva y preguntó con dificultad.
—¿¡Yo!? ¡Por supuesto que no! —Emilia agitó sus manos, tenía el rostro rojo como una manzana.
Varias sonrisas traviesas se dibujaron en los rostros de los niños, que decidieron presionar a Emilia en busca de más información.
—¡Pero tú siempre estás paseando con Leandro, y los dos ya son mayores! ¿No significa que deberían tomarse de la mano, abrazarse y besarse?
—¡Así no es como funciona! ¡Para eso, los dos tenemos que estar de acuerdo y entender las consecuencias de hacer algo tan importante! ¡También hay que quererse mucho, como una familia!
La semielfa estaba sudando por el desgaste mental que conllevaba tratar un asunto tan vergonzoso y ajeno a ella. No podía imaginarse hacer algo así con Leandro, su relación estaba muy lejos de ser tan íntima.
—¡Entonces no hay problema! ¡Ustedes ya tuvieron citas! —Lucas señaló este punto rápidamente.
—¡Sí! ¡Además, Leandro dijo que quiere estar contigo por siempre! —Mild apoyó la afirmación.
Esa revelación sacudió los pensamientos anteriores de Emilia. ¿Había malinterpretado todo?
—¡Mentiroso! ¡Él no dijo eso! —Petra quiso negarlo.
—¡Sí lo hizo! —Lucas insistió.
—¡Estaba medio dormido! —La niña no se rindió en su argumento.
Ciertamente, Leandro estaba intentando tomar una siesta en esa ocasión y había respondido todas las preguntas de los niños en un estado bastante adormilado.
—¡¿Y qué?!
—¡Cuando estás durmiendo, no puedes pensar con claridad y dices tonterías!
—Pues Dyne ha de vivir soñando despierto, porque siempre está diciendo tonterías —Cain se burló de su hermano.
—¡¿Qué dijiste?! —Dyne lo empujó.
Emilia tuvo que enfocarse en el presente para prevenir un motín en el carruaje. A diferencia de hace rato, ya no se veía afligida. Una pequeña sonrisa decoraba su rostro.
—Me hace muy feliz saber que él no me odia. Espero que podamos vernos pronto.
***
Lye Batenkaitos, el Arzobispo de la Gula, había aparecido.
Este era el tipo que se comió a Rem. No es que yo la hubiera extrañado cuando vi el anime, pero al pobre Subaru sí que le hizo mucha falta.
No esperaba en absoluto tener que pelear con este hijo de un camión repleto de putas, mucho menos a estas alturas.
Ni siquiera vale la pena preguntarse por qué pasó esto. En este punto, ya acepté que el canon está jodidamente alterado. Personajes nuevos apareciendo aquí y allá, con tramas de las que nunca supe...
En la actualidad, lo único que me importaba era sobrevivir y salvar a los que pudiera, incluso si eso cambiaba un poco el futuro. No es como si fuera tan terrible, ya que si algo malo pasaba, tenía la opción de usar RBD (a menos que Satella me trolleara con el punto de guardado).
—Me pregunto si debería simplemente morir para librarme de esta situación...
—¡Oye, oye! ¡Con todo el apuro de venir, no hemos oído tu nombre!
Lye exclamó, babeando mientras caminaba hacia mí. Sus brazos se balanceaban flojos, con una daga envuelta en cada muñeca; me recordó a las garras de Wolverine.
—¿Mi nombre? Puedes llamarme Elver Galarga.
Sin dejarme intimidar, tomé mis propias dagas y adopté una posición de combate. No tenía ninguna oportunidad contra este rival, pero no tenía mejores opciones.
—... ¡Ya veo! ¡Eso es genial, muy bueno, excelente! ¡Si no vas a decirnos tu nombre, solo tenemos que sacarlo por la fuerza!
—¡Ahí viene!
En un segundo, las hojas ensangrentadas de Lye atacaron hacia mi cuello. Reaccioné a tiempo y las bloqueé, pero su fuerza física era tan descomunal que el choque me hizo retroceder varios metros, teniendo que clavar mis pies en la tierra para no caerme.
Lye sacó su lengua para relamerse mientras golpeaba de nuevo, iniciando una serie frenética de puñaladas que eran cada vez más difíciles de parar.
Desvié su trayectoria tanto como pude e incluso lancé varios contraataques, pero me di cuenta de que él solo estaba jugando conmigo.
Quise patearlo en las piernas, pero él saltó detrás de mí y me clavó la daga en el hombro.
—¡No sabemos nada de ti, pero de alguna manera te las ingeniaste para acabar con Pereza! ¡Sin duda serás un plato delicioso e innovador!
—¡Aléjate, maldito pedazo de mierda!
Le di un codazo en el pecho que lo hizo retroceder riendo. Mi frustración solo se incrementaba con cada segundo que pasaba: sabía que Lye no me tomaba en serio y podía someterme cuando quisiera.
—¡Sé que esta es una batalla que no puedo ganar! ¡Pero no voy a rendirme! ¡Quizás pueda ganar tiempo hasta que llegue alguien!
Continué dándolo todo, fingiendo que aún tenía esperanzas de vencerlo; después de todo, era lo que él quería. Lye pretendía romper mi voluntad, causar desesperación en mí.
Una vez que me tuviera acorralado y mi moral hubiera caído, me torturaría para obtener mi nombre.
—¡Tu determinación nos fascina! ¡Sin duda eres digno de ser comido!
En algún momento descuidé mi guardia y recibí una patada en el torso que me volvió a arrojar por los aires. Aterricé con fuerza en el suelo, quedándome sin aire.
—Ahora me arrepiento de no traer a nadie, ¿pero cómo habría imaginado que este tipo vendría?
Corrí hacia la cueva que sobresalía de la tierra para esconderme, pero mi enemigo era demasiado veloz. Me golpeó con una patada en la espalda y rodé al caer.
Ni siquiera pude recuperarme esta vez. Lye me atrapó y empezó a azotarme contra el suelo. Muy aturdido como para defenderme, sentí que sus cuchillos se clavaban en mi cuerpo y me desgarraban por dentro.
Desesperado, arrojé mis dagas hacia su cuerpo, pero el metal rebotó en su piel como si fuera hule. Quise lanzar un hechizo, pero él me rompió los brazos y las piernas, volviendo inútil cualquier intento de resistencia.
—¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Mis huesos rotos perforaron mi carne, el dolor era tanto que no podía pensar en otra cosa. Lye se estaba riendo como loco y me agitó violentamente.
—¡Eso es! ¡El dolor, el miedo, la agonía! ¡Esas emociones son tan deliciosas!
La pérdida de sangre me estaba haciendo sentir náuseas y mareos. El rostro de Lye se deformaba en mi visión distorsionada, asemejándose a un demonio que ansiaba devorar mi alma.
Ya no podía soportarlo. Quería morir de una vez, pero también quería desollar vivo a ese hijo de puta.
—Tu nombre, ¡dinos tu nombre! ¡Déjanos saborearlo!
Ni siquiera podía desmayarme. Tuve que sentir todo el dolor, toda la humillación, el miedo y la fastidiosa impotencia de ser más débil que mi enemigo. Era demasiado injusto.
A medida que la vida dejaba mi cuerpo, el mundo parpadeó: imágenes y sonidos extraños comenzaron a superponerse con la realidad. La voz de Petelgeuse surgió en mi interior, riendo a carcajadas.
Se burlaba de mí por ser tan débil, tan patético, tan perezoso.
«¡Eres indigno! ¡No mereces este poder! ¡No mereces este amor!»
Debía ser una alucinación, un reflejo de mi mente tratando de motivarme, reprochando mi falta de fuerza. Irónicamente, todo mi ser estaba luchando por sobrevivir cuando yo había perdido la voluntad de pelear.
«Ni siquiera puedes pensar en la solución obvia. Me equivoqué cuando asumí que eras Soberbia. ¡Tú realmente eres Pereza!»
«Ah.»
Esa era la clave.
Subaru no podría haberlo hecho. Quizás porque odiaba a Petelgeuse a muerte, quizás porque el factor de la pereza requería ejercer una gran fuerza mental, o sencillamente porque el autor se negaba a darle tanta ventaja.
Las autoridades eran poderes injustos, a menudo con usuarios que no las merecían. En resumen, fueron diseñadas para que solo los villanos las tengan, o por lo menos, que solo ellos puedan explotarlas al máximo, a diferencia del protagonista original.
Así funcionaba. Esas eran las reglas inviolables de esta historia.
Pero yo no soy Subaru: yo soy un impostor que tomó el lugar del protagonista. También soy el tipo de persona que pierde los estribos cuando es llevada al límite.
En este momento, la única cosa que ocupaba mis pensamientos además del dolor insoportable de tener mi cuerpo destrozado, era mi deseo ardiente de aplastar por completo a Lye Batenkaitos.
«Matar, matar, matar, ¡lo voy a matar!»
Al sentir mi ira, Petelgeuse (o mi alucinación de Petelgeuse) siguió diciendo cosas sin sentido.
«¡Mi cerebro está temblando! ¡Esta adrenalina, esta locura, este instinto de supervivencia es una prueba de tu amor! Sin embargo, no durará mucho.»
Abrí los ojos, sintiendo que algo se desató. El Arzobispo de Gula había alzado sus dagas y estaba a punto de clavarlas en mis ojos, pero su cuerpo se congeló en el acto.
—¿Eh?
Una fuerza invisible envolvió su cuerpo y lo hizo salir disparado contra la cueva frente a la que yacía el cadáver de Petelgeuse Romanée-Conti.
La estructura de piedra se derrumbó por el impacto y las rocas cayeron como una avalancha, sepultando a Gula. Desearía que muriera con eso, pero evidentemente no sería suficiente.
Apreté mis dientes y usé mi autoridad recién adquirida para devolver mis huesos a su lugar: la adrenalina redujo el dolor en gran medida. Por último arranqué la tela de mi ropa para usarla como vendaje provisional.
Mientras terminaba de cubrir mis heridas, la tumba de rocas estalló como si una bomba hubiera explotado en su interior, y acto seguido emergió Lye Batenkaitos, con bastantes rasguños y un hilo de sangre cayendo desde su cabeza.
—¡Ah, es increíble, espléndido, maravilloso! ¡Este giro de los acontecimientos nos ha abierto el apetito! ¡Hoy tendremos un festín!
Sin dejar de sonreír, Lye tomó impulso y saltó hacia mí a una gran velocidad, pero agité mi mano y una de sus piernas estalló.
—¡...!
Los ojos verdes de Gula se veían sorprendidos cuando notó que una de sus extremidades se había convertido en un trozo aplastado e inútil de carne.
Sin embargo, no me detuve ahí. Hice que su otra pierna se retorciera hasta volverse una masa deforme, dejando efectivamente inválido al bastardo.
—¡Ah, parece que nos hemos confiado y ahora estamos en problemas! ¡Esto es inesperado, aterrador, de mal gusto!
Él intentó arrastrarse lejos, pero lo detuve fácilmente y lo atraje hacia mí. Mientras hacía contacto visual, le arranqué los brazos, los descarné y le enterré los huesos en la espalda.
Para mi decepción, los gritos de Lye eran como chillidos ahogados, no lo suficientemente emocionales para hacerme sentir placer por torturarlo así.
Comencé a aplastar su cabeza muy despacio, como si estuviera intentando romper una nuez sin aplastar el fruto que hay dentro. Yo solo quería matarlo lentamente.
Las grietas en su cabeza empezaron a sangrar. A pesar de no tener piernas ni brazos, se resistió bastante, girando hasta estar boca arriba y tratando de morderme.
—¡Detente! ¡No puedes hacernos esto!
Yo estaba sordo a cualquier grito o súplica. Me agaché y señalé su rostro en silencio. Lye gritó nuevamente cuando sus ojos se salieron de sus órbitas y flotaron hacia mis manos, que se cerraron sobre ellos para aplastarlos.
—¡YA BASTA! ¡NO MORIREMOS DE ESTA MANERA!
Furioso y desesperado, Lye se sacudió como un pez fuera del agua; su cuerpo emitió varios destellos rápidos, cambiando de forma una y otra vez, pero eso no hizo nada para salvarlo.
Aplané mi mano como si fuera una espada imaginaria y la blandí verticalmente. El cuerpo de Lye Batenkaitos se partió limpiamente en dos sin que lo hubiera tocado físicamente.
La sangre y las vísceras se derramaron formando una imagen perturbadora, pero yo estaba tan enajenado que apenas reaccioné, como si solo me hubiera deshecho de un mosquito. Miré mis manos y me maravillé con este nuevo poder.
«¿Qué es esto? No es la mano oculta ni la providencia invisible.»
De hecho, la autoridad me había dado algo más crudo y puro, sin una forma determinada. Me recordó al poder que había visto desplegar a la propia Sekhmet, Bruja de la Pereza.
Una extraña energía rodeaba mi cuerpo. Instintivamente supe que podía cambiar su forma a mi antojo. Así la había usado hace un momento, como una especie de fuerza psíquica o telequinesis.
«Esto es tu propia Autoridad de la Pereza, un poder al que sólo puedes acceder cuando tu mente entra en un estado alterado. Ahora mismo, fue tu ira extrema lo que provocó su activación. ¡¿No es irónico que un pecado alimente a otro?! ¡Esto es amor, amor, amor!»
En vez de cuestionar el hecho de que había una voz fantasma dando explicaciones en mi cabeza, simplemente asentí y me senté en el suelo, porque estaba mareado.
«Ya veo. ¿Eso significa que no puedo usarla normalmente?»
«Puedes, pero incluso siendo el usuario más compatible, la autoridad será mucho más débil, pues tu cerebro la limita para evitar que la uses demasiado. ¡Ah, yo no pude comprender tanto poder! ¡Mi amor no fue compatible, no fui lo suficientemente diligente! ¡Soy tan desgraciado, infortunado, desdichado!»
«¿Por qué no debería usarla demasiado?»
No hizo falta que 'Petelgeuse' respondiera a mi pregunta. Sentí algo tibio brotando desde mis ojos y mi nariz. Me llevé la mano a la cara y me percaté de que estaba sangrando por lugares que definitivamente no debían sangrar.
«Mierda... Ahora lo entiendo. Por cierto, me he estado preguntando algo. ¿Eres el Petelgeuse real?»
«¡Jajaja! Define 'real'. ¿Soy el Petelgeuse que enloqueció luego de matar a su amada, precisamente por amor? ¿Soy el Petelgeuse que ingenuamente predicaba reivindicación? ¿O soy una amalgama de ambos, recreado por tu propia mente inestable?»
«Qué molesto, podrías haberme dicho que no hay una respuesta correcta.»
«De hecho la hay... Tú eres Petelgeuse.»
«¿Qué mierda significa eso?»
Quería seguir hablando, o mejor dicho, pensando; pero cuando los efectos de la adrenalina abandonaron mi cuerpo, todo el dolor y el cansancio me derribaron. Incluso mientras perdía la consciencia, el dolor punzante en mi cabeza era terrible.
Chapter 28: Memorias (1)
Chapter Text
—Esa mujer... ¿Por qué no lo vi venir?
Me lamenté, pero ya era tarde. Las sombras habían cubierto toda la región, dejándome atrapado en el mar de oscuridad. Busqué el tacto familiar de mi ballesta, pero ya no me quedaban municiones. En cuanto a mis dagas, las había perdido en algún momento durante mi huida.
Desprovisto de cualquier Autoridad, sin armas y sin aliados, me enfrenté cara a cara con una sentencia de muerte: la Bruja de la Envidia en persona.
—Impostor, impostor, impostor...
Ella susurraba una sola palabra con desprecio. Por supuesto, estaba furiosa por haber sido engañada y manipulada durante tanto tiempo. No parecía entender que yo también era una víctima aquí, pero, ¿alguna vez este mundo tuvo piedad de mí?
—¿Quieres matarme, bruja? ¡¿Eres de las que no pueden superar a su ex?!
Ni los insultos ni las provocaciones tuvieron efecto en ella, lo cual era lógico. Envidia solo pensaba en una cosa, después de todo.
Salté para esquivar las manos sombrías, pero me estaba quedando sin espacios de suelo firme. El fin se acercaba rápidamente. Por primera vez, yo no podría hacer nada para revertir el resultado final.
Aguanté todo lo que pude, me resistí hasta el último segundo, pero finalmente fui tragado por las sombras. Mientras me hundía en la oscuridad absoluta, cerré los ojos. A pesar de todo, aún pensaba en ella, incluso cuando mi existencia estaba a punto de borrarse.
—Dijiste que valdría la pena. Esas fueron tus palabras, ¿verdad? Ojalá no te arrepientas de tu decisión, Pandora...
Chapter 29: Bucle 5 - Parte 26
Chapter Text
Siguiendo el rastro de los cultistas muertos, Crusch, Félix, Julius y Rem llegaron al lugar donde se encontraban Leandro, Petelgeuse y lo que quedaba de Lye Batenkaitos.
El cuerpo de Lye apenas podía ser reconocido, pues se asemejaba más a una pila de carne triturada que a una persona. Sin ojos, con el cráneo roto, aplastado y partido, era difícil de identificar. Lo único claro era que se trataba de un miembro del culto. Por el contrario, Petelgeuse estaba en una pieza, y de todos modos ya parecía un cadáver desde mucho antes de su muerte.
Rem ignoró los cuerpos de los arzobispos y fue a ver cómo estaba su compañero.
Por otra parte, Crusch y Julius sintieron que se les revolvía el estómago ante la imagen del Arzobispo de la Gula, brutalmente descuartizado. Incluso Félix sintió un leve malestar, no porque lo impresionara la vista sino porque se imaginó lo que debió sentir Lye en sus últimos momentos.
—¿Leandro hizo esto? —Julius estaba incrédulo y disgustado, no tanto por lo que vió como por el sentimiento ominoso de estar viendo el lado oscuro de una persona que respetaba—. No hay manera...
—... —la duquesa estaba inmersa en sus pensamientos, frunciendo el ceño debido a la falta de contexto.
El caballero espiritual también estaba meditando al respecto.
—Él no parece el tipo de persona que sería físicamente capaz de algo así. Además, ¿de dónde sacaría el coraje... o la crueldad para hacerlo? Esto no encaja con la personalidad que me mostró... ¿O sí?
Entonces el caballero espiritual recordó lo que pasó unos días antes, cuando Leandro castró a Gilbert von Falkenhayn, el hombre que quiso asesinar a Anastasia y Russell.
Si se había ensañado tanto en aquel entonces, no era descabellado creer que podría llegar mucho más lejos con los perversos cultistas, dado su rencor hacia ellos.
—Aunque yo mismo dije que su talento es monstruoso, estaba lejos de imaginar algo así. Para que haya destrozado a oponentes de este calibre... Supongo que tiene varias cosas en común con él.
Julius comenzó a asociar la imagen de Leandro con la de Wilhelm, encontrando similitudes en sus formas de luchar y en sus ambiciosas elecciones amorosas (mujeres que estaban muy por encima de ellos en la jerarquía social).
—¡Maestro Félix, por favor usa tu magia sanadora en él! —Rem había comprobado algo que la horrorizó. Debajo de los vendajes de Leandro, la mayoría de sus heridas eran tan profundas y gruesas que los huesos del interior eran visibles.
—¡Sí, enseguida!
Con un leve retraso en su reacción, Félix se agachó junto a Rem y empezó a tratar las heridas de Leandro. El poder curativo del chico gato hizo que su cuerpo quedara como nuevo.
Unos segundos después, Leandro abrió sus ojos lentamente.
—Ah...
Su mirada pasó por todos los presentes mientras recuperaba la lucidez y se orientaba mentalmente. La expresión de su cara se suavizó al ver a Crusch y Rem.
—Esto definitivamente valió la pena. Aun así, no me importaría recibir una mamada de agradecimiento.
Crusch resopló y alzó una ceja, poniendo un tono casi maternal al hablar.
—¿No te cansas de meterte en problemas?
—Créeme, me encantaría vivir en paz, pero así está la cosa.
Leandro sintió un tirón en la manga de su abrigo. Rem lo estaba jalando para llamar su atención.
—¿Te sientes mejor?
—Estoy completamente recuperado.
—Bien, entonces no me contendré.
¡TUMP!
Un ruido sordo se generó cuando Rem golpeó la cabeza de Leandro con la suya propia. El que salió más perjudicado fue el chico, que soltó un quejido y se agarró la frente.
—¡Ay! ¿¡Por qué hiciste eso!?
En lugar de responder, Rem lo atrapó entre sus brazos. Sin importar cómo lo vieras, parecía más un agarre de artes marciales que un abrazo.
—¡Detente, Rem! —Leandro rogó con la voz ronca—. ¡Me aplastarás!
—¡Si es necesario, te romperé los huesos para que dejes de huir! ¡Cada vez que te alejas de mí, tu vida corre peligro y no puedo hacer nada para ayudarte!
Félix se alarmó por la actitud de la criada y trató de separarla del mayordomo.
—¡Rem, basta! ¡Harás que todo mi trabajo sea inútil si le rompes algo!
Julius se cubrió el rostro para ocultar una sonrisa indecorosa, y Crush suspiró mientras negaba con la cabeza. La situación había pasado de lo dramático a lo cómico en un instante.
Rem aflojó un poco el agarre sobre Leandro, pero no lo liberó.
—Las promesas no valen nada viniendo de ti. Si quieres libertad, tienes que darme una garantía.
—¡Seguro! ¡Te haré un juramento por mi alma cuando quieras! —ironizó él—. ¿¡Qué clase de tontería es esta!?
—¡La misma que tienes en la cabeza! ¡Casi te mueres de nuevo, y ya no sé cuántas veces van en un solo día!
Ella le gritó, indignada por el descaro con el que él se quejaba.
—Ustedes dos se preocupan mucho el uno por el otro-nya. Si se sienten así, ¿no deberían hacer otras cosas en vez de pelear~? —Félix se burló.
Leandro gruñó al comentario de Félix, pero tuvo una idea que lo hizo sonreír maliciosamente.
—¿Qué tipo de cosas? ¿Algo como lo que hicimos tú y yo en el establo anoche?
—¿¡Eh!? ¡Tú y yo no hicimos nada anoche!
—No te hagas el tonto, sabes que te encantó.
Félix se sonrojó y entró en pánico, volteando a ver a su dama para aclarar las cosas con ella.
—¡Lady Crusch, él está mintiendo! ¡Eres la única persona por la que brillan mis ojos-nya!
Crusch suspiró y le hizo un gesto tranquilizador a su caballero.
—Félix, tú puedes hacer lo que quieras: no necesitas sentirte culpable o preocuparte por lo que yo piense.
—¿¡Por qué lo dices como si no me creyeras!? ¡Tu Protección Divina debería confirmarlo!
—Ejem.
Cortando el humor de la conversación, Julius tosió y habló de un modo serio que perturbó el ambiente relajado.
—Me alegra ver que estás bien, Leandro. Debo decir que fuiste imprudente al venir solo.
El chico hizo una mueca; como si no fuera suficiente con que se lo dijera Rem...
—Sí, lo sé...
—Por otra parte, lo hecho está hecho. ¿Qué sucedió aquí exactamente?
Cuando Julius hizo esa pregunta, Leandro giró instintivamente para mirar cómo había quedado el lugar luego de su pelea con...
—¡Ugh! ¡Guaaaj!
Al ver el cuerpo descuartizado de Lye Batenkaitos, Leandro sintió un profundo asco, por lo grotesco de la imagen y porque él mismo había provocado eso en un estado de locura que lo despojó de su moral humana por un momento. La visión lo perturbó tanto que tuvo arcadas y finalmente vomitó.
—Lo siento, no estoy acostumbrado a ver estas cosas...
Leandro se disculpó débilmente; su reacción hizo que Julius se sorprendiera. Él creyó que Leandro sería indiferente al estado en el que dejó al Arzobispo, de modo que esa reacción fue inesperada. Por eso, aunque no quería hacerlo, el caballero espiritual se obligó a presionar a su amigo.
—¿Tú lo hiciste, verdad? ¿Cómo sucedió?
Esa simple pregunta invocó un silencio sepulcral. Todas las miradas se enfocaron en el joven mayordomo que aún se estaba recuperando de la impresión.
—Julius, eso es un poco...
Félix comenzó a reprenderlo, pero Leandro lo interrumpió con firmeza.
—A Pereza lo maté con un disparo en la cabeza. Gula fue más complicado. Me vi forzado a usar la autoridad que obtuve.
—¿¡Tú obtuviste qué!? —Félix preguntó, incrédulo.
—Cuando maté a Pereza, por alguna razón obtuve su autoridad. Eso me permitió matar al otro arzobispo.
Rem había comenzado a temblar. Miraba a Leandro con algo parecido al miedo, pero no le temía a él, sino a la entidad que lo acechaba con tanto... ¿amor? No, sin duda era algo más cercano a la obsesión.
—Para que la Bruja de la Envidia te siga favoreciendo incluso cuando matas a sus supuestos fieles y representantes... ¿Qué eres para ella? ¿Qué significado tiene tu existencia a sus ojos?
Señalando los restos de Lye, Félix puso en palabras lo mismo que Julius estaba pensando.
—¿Por qué lo mataste de ese modo? Al otro le diste una muerte rápida, pero a este...
Leandro se apresuró a responder.
—Me torturó; puedes confirmarlo por las heridas que sanaste hace un momento. Ese bastardo llevó mi mente hasta su límite y perdí la cordura por un rato —explicó, fastidiado por la cautela en la expresión de todos—. No suelo actuar como un salvaje, incluso cuando se trata de un cultista, pero él se lo buscó.
—Me interesa más lo que dijiste antes. ¿La muerte del Arzobispo significa que has obtenido la Autoridad de la Gula?
Esta vez fue Crusch la que preguntó. Leandro negó inmediatamente.
—No. Estaría consciente de ello si así fuera.
Julius tenía un brillo en los ojos mientras hablaba; sentía una mezcla de admiración y preocupación por su amigo. Un factor de bruja podía ser un arma de doble filo, ya que se trataba de un poder oscuro, corrupto.
—Es horrible. Absolutamente horrible —meneó la cabeza, disgustado ante la idea de tener algo tan profano unido a él, entrelazado con su propia esencia.
—Y fascinante —agregó Félix—. No tenía idea de que las autoridades podían traspasarse así.
—Por cierto, sería peligroso si esta información se difundiera —dijo el mayordomo—. Confío en que ustedes pueden guardar el secreto.
No había ninguna amenaza en el tono de Leandro. Él tenía una fé genuina en ellos, o al menos eso aparentaba.
—¿Cómo va la misión? ¿Hubo algún inconveniente? —preguntó justo después, sin esperar la respuesta de los demás a lo que dijo antes.
—Si no contamos esto, no —la duquesa se mostró aliviada—. Hasta donde sé, no hemos tenido bajas.
—Entonces no tendré que ofrecerte mi vida. Menos mal, ¿eh?
—Habría sido una manera de llevarte a mi campamento, pero no vale la pena si tiene que morir alguien —afirmó ella, cruzando los brazos.
—Tú nunca estarías dispuesta a hacer algo así. Es por eso que serías una gran reina.
Crusch sonrió suavemente por la halagadora observación de Leandro. Por otra parte, Rem y Félix levantaron una ceja. Mientras tanto, Julius estaba sumido en sus pensamientos, con un rostro serio.
—Bueno, creo que deberíamos irnos. Les debo mucho a todos ustedes. De haber estado solo, nunca habría podido detener a la secta.
—Yo dudo que nosotros hubiésemos tenido la misma suerte contra la Ballena Blanca sin tu intervención. No tengo ningún derecho acreedor sobre ti ni sobre el campamento de Emilia; somos aliados, después de todo.
Ella extendió su mano y él la estrechó.
—Sí que lo somos. Vaya, pensar que hace menos de tres meses era un asocial desempleado y ahora me codeo con figuras políticas. No está nada mal, ¿eh?
Crusch volteó a ver a Félix y le hizo un gesto con la cabeza.
—Deberíamos reunirnos con los demás y poner todo en orden antes de volver a la capital real.
Mientras todos se preparaban para irse, Leandro caminó lentamente hacia un lugar específico y empezó a buscar algo en el suelo.
—Oh, aquí estás —se agachó y recogió su revólver—. No puedo deshacerme de ti, por ahora.
Suspiró y la guardó en su funda. Durante unos segundos, su mirada vagó por el lugar y se detuvo al ver los cuerpos de Petelgeuse y Lye.
—Cierto, debería recoger sus Evangelios, por si acaso...
***
Aún quedaba un grupo grande en la aldea. Cuando me acerqué, vi que había un hombre familiar amarrado a un palo. Sonreí y le quité las ataduras mientras él me miraba con aprensión.
—Gracias por salvarme, ¡aunque no estoy de humor para decir eso, rayos!
Incluso su diálogo inicial era como lo recordaba. Este mundo era mi nueva realidad, pero aún parecía conservar algunos ajustes de guión.
—¿Cómo te llamas, amigo?
—Otto Suwen, soy un mercader y...
Escuché su penoso relato de cómo terminó aquí, asintiendo cada tanto para mostrar que le estaba prestando atención (en realidad me distraje y me perdí de casi todo lo que me dijo); cuando terminó, le di una palmada en el brazo y jugué mi carta.
—Otto, quiero que trabajes conmigo por un tiempo.
—¿Disculpe?
—Soy un mayordomo en la mansión del señor de estas tierras, el Marqués Roswaal L. Mathers. Él te compensará adecuadamente por tus servicios, puedo garantizarlo.
—Ah, yo...
—No te preocupes, el peligro de la secta ya pasó. Debió ser un gran susto convertirte en un sacrificio, ¿eh? —Me reí entre dientes—. Solo necesito que hagas transportes con un carruaje; llevar y traer personas u objetos, ese tipo de cosas.
Traté de dejar en claro que no aceptaría un no como respuesta, ya que apenas le di tiempo para pensar en la propuesta, mucho menos para tener dudas.
—Supongo que no hará daño... Necesito dinero, de todos modos.
—¡Buena decisión! Tenemos que irnos ya, así que manos a la obra.
Lo ayudé a levantarse y lo arrastré conmigo. Él aún trataba de procesar todo, viéndose superado por el ritmo de la trama.
—Ah, oiga, señor... No me ha dicho su nombre aún.
—No me trates con tanta formalidad. Tenemos el mismo rango de edad.
—De acuerdo... Entonces, ¿puedo saber cuál es tu nombre?
—Leandro Lagostena, encantado de conocerte —sinteticé—. Ella es Rem, sirvienta de la mansión.
Habíamos llegado al sitio donde se concentraba la gente, todos preparando sus carruajes y/o monturas para el viaje a la capital real. Señalé a la belleza de pelo azul y la presenté espontáneamente.
—Yo soy Otto Suwen. L-Llevémonos bien.
A pesar del nerviosismo de Otto, Rem hizo una reverencia y exhibió sus modales perfectos. Me fascinaba la pose que hacía con su traje de maid (tengo fetiches raros).
—Encantada, Maestro Otto.
Unos minutos más tarde, Rem y yo subimos al carruaje conducido por Otto y partimos hacia la capital real.
No podía creer que ya estaba adentrándome en el cuarto arco. Faltaba poco para conocer a Garfield, a Echidna y a las otras brujas del pecado.
Chapter 30: Bucle 5 - Parte 27
Chapter Text
En el camino de regreso, obtuvimos la cabeza de la Ballena Blanca y la llevamos a la capital. Por suerte no nos topamos con Regulus Córneas. No sé qué habría hecho de ser ese el caso.
Desconocía si el uso de técnicas como Shamak y sus variantes podrían afectarlo, pero fue un alivio no haber tenido un encuentro con él. Incluso con el poder desatado de la Autoridad de Pereza, probablemente no le haría nada a su cuerpo invulnerable.
Aún podía sentir la energía extraña que brotaba de mi cuerpo, invisible para la mayoría de los seres vivos. Jugando un poco con mi autoridad, descubrí que era bastante versátil, pudiendo cambiar de forma y tamaño, ser tangible o intangible... Había un mar de posibilidades que apenas estaba comenzando a explorar.
La voz de Petelgeuse no regresó, incluso cuando lo llamé. Al final fue lo mejor, porque no necesitaba sumar la esquizofrenia a mis otros problemas. Aún así, sus últimas palabras me dejaron profundamente inquieto.
"Tú eres Petelgeuse."
No podía tener un significado literal, ¿verdad? Mi apariencia no había cambiado, mi mente no estaba tan perturbada y esa sospechosa voz se había desvanecido. Si ocurrió algo conmigo, fue algo de lo que no me percaté, por lo menos hasta ese momento.
Entonces recordé lo que pasaba en el quinto arco. Se dió a entender que Subaru tenía el alma o la esencia de Petelgeuse en él, algo que Sirius mencionó y que Emilia visualizó después. Me quedé con esa teoría por descarte. Tenía muy poca información como para investigar el asunto.
—Veamos, ¿qué es lo que recuerdo del siguiente arco?
Roswaal quería forzar a Subaru a que dejara de lado su humanidad. Lo puso en una encrucijada al presentarle un escenario en el que debía elegir salvar a las personas del santuario o las de la mansión, lo cual implicaba sacrificar a uno de los dos grupos.
La respuesta correcta era dejar morir a los de la mansión y proteger al grupo en el que se encontraba Emilia. Después de todo, era crucial que ella fuera gobernante de Lugunica para que el plan de Roswaal pudiera llevarse a cabo con éxito.
Al ser presionado de esta manera, Subaru se rompería mentalmente. Ahí era donde entraba Echidna con su propuesta del contrato, llenando al chico de palabras dulces y promesas de un futuro ideal.
—Recuerdo haber leído sobre un IF que narra la historia del Subaru que aceptó el contrato. Creo que Roswaal era el único personaje feliz en ese universo alterno. Espero no estar confundiendo cosas.
Mi plan para superar este arco era sencillo: joderle los planes a Roswaal y dejarle claro que yo no soy una marioneta, pues tengo mis propios planes. Sin embargo, todavía quería llegar a un acuerdo con él. Esto sin duda cambiaría las cosas, pero con suerte no habría consecuencias negativas.
Comparando cuánto me costó superar cada arco, diría que el cuarto va a estar entre los más fáciles... Diría eso si todavía fuera tan ingenuo para creer que no va a aparecer un obstáculo inesperado como en todos los anteriores: la ausencia de Subaru en el primero, el ataque de Doppelganger en el segundo y la intromisión de Gilbert en el tercero.
Obviamente el guión iba a salir con alguna fumada que aumentaría mucho la dificultad para completar este arco. Estoy tan seguro de eso que apuesto mi culo a que será de ese modo
—Ya casi llegamos —informó Rem, que estaba sentada a mi lado.
—Bien —asentí sin más, todavía pensando en cómo iba a encarar los próximos eventos.
—¿Te pasa algo? Has estado moviéndote de forma extraña.
Ella notó mi comportamiento aparentemente errático. Dejé mis cavilaciones y la miré con una sonrisa de orgullo a la vez que le hacía un gesto para que se acerque.
—Intenta tocarme.
—Eres un sinvergüenza, Leandro —su expresión se volvió despectiva en un instante.
—Y tú una malpensada —suspiré—. No lo dije con esa intención.
Coloqué mis manos extendidas frente a ella. Rem dudó un poco al principio, pero finalmente accedió y trató de tocarlas con las suyas.
—¿Eh?
Se sorprendió al encontrar que una barrera invisible la detuvo. Frunciendo el ceño, volvió a intentarlo con más fuerza pero el resultado no cambió.
—Inténtalo de nuevo —la animé—. No te rindas tan pronto.
—Hmm.
Ella volvió a hacerlo, pero esta vez no se encontró con ninguna oposición y toda la fuerza que había puesto para empujar hizo que su cuerpo siguiera adelante, derribando al mío.
Los dos caímos al suelo del carruaje en una posición embarazosa, con ella teniendo su cabeza apoyada en mi pecho y sus dedos entrelazados con los míos.
—¿Qué...?
—Ups, creo que rompiste mi defensa —me hice el tonto mientras disfrutaba secretamente del momento—. Aún no me acostumbro a esta nueva habilidad.
—Tú...
Rem se incorporó y se dispuso a golpearme con una fuerza desmedida, más que suficiente para aplastarme el cráneo y destrozar el maldito carruaje.
—¡Oh no! —Bloqueé su puñetazo con mi autoridad. Ella invocó un carámbano y lo arrojó hacia mi cabeza, pero el trozo afilado de hielo explotó en pedazos cuando chocó con la energía invisible que me envolvía.
—Lo sabía. Eres un pervertido y un mal mentiroso.
Ella parecía completamente tranquila cuando se levantó y se sentó en un extremo alejado del carruaje. Me di cuenta de que había caído en su trampa al defenderme hábilmente de sus ataques.
Lo que quedaba de viaje fue un rato incómodo y silencioso. Rem no volvió a mirarme ni a dirigirme la palabra en todo ese tiempo, así que me puse un poco triste.
—Tal vez me excedí un poco con la broma.
Me concentré en seguir aprendiendo a controlar mi nueva autoridad, sintiendo que el tiempo iba demasiado lento. Por fin, el carruaje se detuvo y Otto se asomó a la cabina.
—Hemos llegado...
Su cara de incomodidad cuando nos miró era como un libro abierto. Rem se bajó primero y yo me acerqué a Otto, sonriendo con amargura.
—Escuchaste todo, ¿verdad?
—¡Así es! ¡Incluso eché un vistazo cuando se puso bueno! ¡Lo siento mucho! ¡No se lo diré a nadie!
—Está bien —le hice un gesto tranquilizador—. Oye, quiero que me des tu opinión.
Me señalé a mí mismo y posé como un galán de revista.
—¿Crees que tengo alguna chance con ella? Sé honesto.
—No, en absoluto —Otto negó de inmediato.
Dejé salir una risa genuina. Esa respuesta me hizo sentir como en los viejos tiempos, bromeando con mis amigos sobre mis nulas posibilidades de ligar.
—Podrías haber dudado un poco más, cabrón...
Bajé los hombros, resignado. Otto puso sus manos en mis hombros y habló en el tono más serio que le había escuchado usar.
—Si necesitas consuelo, podemos ir a beber algo después. Te hará sentir mejor.
—¿Quieres emborracharte? Cuenta conmigo —nos dimos la mano para cerrar el trato.
Salté fuera del vehículo y me encontré en la mansión Karsten. Divisé una gran cantidad de carruajes estacionados en filas. La gente del pueblo deambulaba alrededor y todos se acercaron a saludarme al verme. Recibí todo tipo de elogios, ya que los aldeanos estaban al tanto de mis acciones para protegerlos.
Acepté las muestras de cariño sin problemas a pesar de mi condición de introvertido. No me sentía incómodo con estas personas que estaban siendo honestas y agradecidas.
—Oigan, sé que todo el asunto de la secta puede darles una idea equivocada sobre Emilia, pero quiero pedirles que sean razonables, porque ella...
—Lo sabemos, joven —la anciana Milde interrumpió mi diálogo—. Esa chica no tiene la culpa de haber nacido con... una apariencia desafortunada. Al principio tuve mis reservas, como todos; pero gracias a ti, muchos de nosotros hemos llegado a conocerla mejor y eso cambió nuestro modo de verla.
Mis preocupaciones se disiparon bastante con la declaración de la abuelita. Incliné mi cabeza en señal de respeto y gratitud. Parecía que esas interacciones nuevas sirvieron de algo después de todo.
—¡Leandro, estás aquí! —Los niños vinieron corriendo a recibirme. Aunque solía molestarme tener que entretenerlos y fingir que me agradaban como a Subaru, con el tiempo se volvió algo natural.
—Ha sido un tiempo, mocosos revoltosos —les revolví el cabello—. ¿Causaron muchos problemas mientras yo no estaba?
—¡Por supuesto! —Exclamó Lucas, que se había colgado de mi cuello.
—¿Y le echaron la culpa a las mabestias?
—¡Claro! —Dyne y Cain respondieron al unísono.
—Veo que mis enseñanzas fueron útiles —asentí satisfecho y miré a Mild, el niño gordito y casi calvo (¿cuál es tu problema, Tappei?)—. ¿Le hiciste una linda corona de flores a tu madre?
—¡Sí, le gustó mucho!
—Eso es genial; parece que tienes un gran talento con las decoraciones —lo elogié sinceramente y recordé mi paseo con Emilia en el campo de flores; me divertí mucho ese día.
De repente me invadió la nostalgia, las ganas de ver su cabello plateado y ojos amatistas, su voz suave pero poderosa que podía oír desde la distancia como si estuviera junto a mí.
Cuando estaba con ella, las emociones como el miedo y la tristeza dejaban de existir por un rato. Ese maldito amor artificial me estaba afectando demasiado.
Justo entonces, noté una presencia a lo lejos. Ahí estaba Emilia, charlando animadamente con Crusch. Detrás de ellas iban Félix y Rem, también hablando de algo.
El grupo salió de la mansión y se acercó a nosotros. Los niños se alborotaron un poco y empezaron a hacer preguntas inconvenientes.
—Leandro, ¿acaso traicionaste a Emilia para irte con esa señorita de pelo verde?
—¿¡De dónde sacaron esa idea!?
—Te tardabas mucho en volver, ¡y estabas con ella cuando lo hiciste!
—Bueno, eso... Es verdad, pero ustedes tienen mucha imaginación. No cambié de bando ni nada por el estilo.
—Sin embargo, ¡no puedes negar que es una opción tentadora-nya! —Félix se adelantó a las demás y se unió a la conversación—. Lady Crusch es la favorita para gobernar y no le importaría darte un lugar en su facción.
—¡Oye! ¡No puedes robarlo, chica gato! —Lucas se interpuso entre Félix y yo, señalándolo con un dedo acusador.
—¿¡Qué dijiste-nya!? ¡No soy una chica, soy un hombre!
—¡¿Cómo que no?! ¡Te vistes y te ves como una chica! —Lucas se escondió detrás de mí, repentinamente espantado—. ¡¿Tienes alguna enfermedad extraña o algo así?!
Una sonrisa de maligno deleite se formó en mi boca. Los niños maduraron tan rápido que ya estaban insultando a las minorías. Estoy tan orgulloso de ellos...
—Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, Félix. No puedes negar la realidad.
—¡Cállate-nya!
Félix se puso rojo de la vergüenza y la indignación, y entonces me detuve. Aun cuando estaba disfrutando burlarme de él, no quería ir demasiado lejos y herir sus sentimientos. No investigué su pasado, así que no sabía qué tipo de traumas tenía o por qué se comportaba así, pero yo realmente no pretendía juzgar su forma de ser: después de todo, lo que él hacía o dejaba de hacer no era asunto mío.
—Lo siento, solo te estoy molestando. Niños, recuerden que es malo discriminar a las personas por su apariencia.
Dije eso, pero me sentí como un idiota por dar un sermón de tolerancia, algo que normalmente no hago porque se sobreentiende que las tonterías que digo son simplemente humor negro. Sin embargo, una cosa eran los adultos razonables, y otra eran los niños que no sabían distinguir el sarcasmo.
Félix resopló, aunque se relajó notablemente.
—Por un momento creí que eras un auténtico patán —dijo con los brazos cruzados.
—Lo soy, pero intento disimular —contesté rápidamente.
Crusch, que había estado oyendo todo, bufó por mi respuesta.
—Me pregunto si eres así de sincero siempre, o solo porque sabes que puedo detectar tus mentiras estando aquí.
—Amm, 50/50.
Hice un gesto con mi mano, pero mi atención ya estaba en la semielfa que me observaba expectante. Al parecer, ella no estaba segura de cómo saludarme; por lo tanto, hice lo que todo hombre debe hacer (según las normas sociales establecidas).
¡Tomar la iniciativa!
Avancé hasta quedar cara a cara con Emilia. Ella se tensó cuando vió que mis brazos se extendían hacia ella, envolviendo su cuerpo en un abrazo espontáneo. Fue algo a lo que Emilia no estaba acostumbrada y la tomó por sorpresa.
Ya fuera por la calidez que se formó entre nosotros o porque ella entendió el significado del gesto, se relajó y puso sus brazos alrededor de mi torso, correspondiendo al abrazo.
—Me alegra ver que estás a salvo, Emilia —dije con una gran sonrisa.
—Eso digo yo —replicó con un tono de queja—. Fuiste muy temerario luchando contra la ballena y la secta de la bruja...
—Bueno, alguien tenía que hacerlo, ¿no? —Me encogí de hombros—. Además, todo salió bien.
—Supongo que sí... Pero no me gusta que te arriesgues tanto; es como si no te importara tu propia vida.
—No puedo evitarlo. Hasta hace poco, solo dejé que la vida pasara delante de mis ojos sin hacer nada, sin interesarme por seguir adelante —era cierto: no estaba orgulloso de mi pasado—. Pero ahora encontré un propósito, una motivación para esforzarme al máximo.
Emilia se alejó y me miró en silencio; sus ojos temblaban y sus mejillas se pusieron rojas. Me preguntaba si acaso dije algo extraño, pero un comentario de Félix me hizo comprender todo al instante.
—Vaya, esa sí que es una declaración audaz-nya. ¿Tan fuertes son tus sentimientos por Lady Emilia que la has llamado 'tu motivación'?
—Ah...
Bueno, dado que mi última frase había sonado bastante apasionada, y añadiendo que estuve mirando fijamente a Emilia mientras pronunciaba cada palabra, podía interpretarse como que me refería a ella con esa declaración. No lo negaría, si eso me sumaba puntos con ella.
—Umm. Me hace feliz oír que soy tan importante para ti, pero sigo pensando que deberías tener más cuidado, no importa lo motivado que estés... La vida es importante, ¡solo tienes una y debes apreciarla!
—Esa es la frase correcta para la persona incorrecta —sonreí y asentí, pensando en lo paradójica que era esa forma de pensar en mi caso.
Félix me dió un pellizco en el brazo y susurró en mi oído con un tono juguetón.
—Eres todo un mujeriego. ¿No tienes suficiente con Rem? ¿Acaso planeas seducir a todas las mujeres que te rodean?
Lo miré como si hubiera hecho un mal chiste.
—Félix, la última vez que toqué una teta fue cuando le manoseé el pecho a mi mejor amigo (porque él es gordo). Soy el antónimo viviente de un 'mujeriego'.
Sin embargo, el femboy se negó a creerme y me lanzó un dedo acusador.
—¡Eso le quieres hacer creer a todos, lobo con piel de cordero!
—¡No me hagas recordar canciones del 2014! ¿¡Cómo puedo ser un mujeriego siendo virgen!?
Bien, admito que perdí los estribos cuando tuve que recordar mi falta de experiencia en ese campo. Llevaba tanto tiempo sin haber tenido una sola mujer en mi vida que este hecho se había convertido en un tema sensible para mí, aunque solo me afectaba cuando había mujeres cerca para escucharlo.
Era aterrador ser observado y juzgado por el número de mujeres en mi haber. Estaba jodido si mi reputación tenía que depender de eso. Por supuesto, era muy inmaduro de mi parte preocuparme tanto por algo así, pero así funciona el ego.
—¿Virgen? —Félix puso cara de póquer.
—Ejem —Crusch tosió, incómoda, también con cara de póquer—. Él dice la verdad, Félix.
—¡A LA MIERDA, ME VOY A SUICIDAR!
Quise escapar de esto dándome un tiro, pero temía que eso me hiciera volver a un punto anterior a mi pelea con los arzobispos, y sería un dolor de culo tener que luchar de nuevo con Gula.
Poco tiempo después, regresamos a las tierras de Roswaal. Como esperaba, Crusch me dejó quedarme con Patrasche y la pusimos a tirar del carruaje de Otto junto con la dragona de él.
Por cierto, también activé el hechizo de autodestrucción de las armas de fuego creadas para las batallas contra Petelgeuse y la Ballena Blanca. En teoría, ya no deberían haber problemas con eso.
Ahora había que devolver a los aldeanos a sus hogares y volver a la normalidad... Desde luego, eso no era lo que iba a ocurrir.
La relación con el campamento de Crusch era igual o mejor que en el canon, un punto bastante positivo en mi opinión, aunque todavía quedaba por ver qué tanto influiría el hecho de haber mantenido a Crusch y Rem con sus memorias intactas. La muerte de Lye Batenkaitos también era un gran cambio que podría sacudir la historia en el futuro cercano. A pesar de eso, yo no estaba arrepentido en lo más mínimo.
Cuando llegamos al pueblo, no me sorprendió encontrarlo vacío. Todos estaban confundidos, por lo que me vi obligado a seguir la corriente y me rasqué la cabeza, fingiendo desconcierto.
—¿Ram y los demás no han vuelto del Santuario? —Emilia dedujo con preocupación.
—Tal vez sucedió algo y están teniendo problemas para venir —estoy bastante seguro de que mis habilidades de actuación son malas, pero Emilia no debería notarlo—. ¿Deberíamos ir a echar un vistazo?
—Posiblemente —dijo Rem, que estaba con nosotros—. Sin embargo, sugiero revisar la mansión primero.
—Buena idea —giré la cabeza y le grité a nuestro chofer—. ¡Otto, iremos a la mansión!
—¿¡A la mansión!?
—No eres sordo; ponte en marcha —en lugar de volver a la cabina, me senté a su lado y le susurré conspirativamente—. Te presentaré a alguien muy especial.
—¿Te refieres al marqués? —Él tartamudeó, visiblemente nervioso.
—Nah, Roswaal no tiene nada de especial, más allá de sus fetiches extraños. Hablo de una mujer, mi querido Otto. Si Tappei no te da tu romance con Frederica, yo lo haré.
Ignorando su mirada perpleja, le di varias palmadas en la espalda, riendo entre dientes.
Chapter 31: Bucle 5 - Parte 28
Chapter Text
La gente estaba un poco alborotada, pero logré calmar a todos simplemente prometiendo resolver las cosas y pidiendo su confianza. Después de mis hazañas recientes, tenía suficiente credibilidad.
Minutos más tarde, llegamos a la mansión y aunque pensábamos que la mansión estaría vacía (a excepción de Betty, que no vendría a recibirnos ni en un millón de años), aun así llamamos a la puerta.
—Sí. Un momento, por favor.
Sonreí cuando la voz de una mujer nos respondió. Emilia y Rem se mostraron sorprendidas, ya que habían reconocido a la persona que habló.
En pocos segundos, la puerta se abrió y nos reveló a una hermosa rubia con abundantes atributos. Ya había visto algunas buenas tetas en este mundo, pero no podía aburrirme de ello.
—Bienvenida de vuelta, Lady Emilia. He estado esperando ansiosamente su regreso.
—¿Frederica? —Ella solo pudo decir su nombre con asombro.
—Sí, soy yo, Frederica Baumann, volviendo al trabajo luego de tomar mi licencia —la rubia mostró su afilada dentadura al sonreír.
Yo estaba un poco distraído, pensando en cosas inapropiadas que me hicieron babear un poco.
—Wow, no debería meter mi pene ahí. Sin embargo...
—¿Leandro? —Emilia interrumpió el inicio de una fantasía extraña—. ¿En qué piensas?
—Nada importante —me apresuré a responder—. Mucho gusto, Frederica. Yo soy el nuevo mayordomo.
—Encantada de conocerte —Frederica se inclinó y levantó un poco su vestido en una reverencia clásica. El ángulo de su cuerpo expuso aún más su impresionante busto.
—¡No, no puedo seguir con estos pensamientos! Quiero emparejarla con Otto, así que debería pensar en otras tetas. Mmm, eso me recuerda que Elsa debería aparecer de nuevo en este arco.
Pasamos adentro, donde Frederica explicó la situación. Ram la llamó para tener a alguien cuidando el estado de la mansión; le había dejado una carta con información e indicaciones. Naturalmente, las acciones que había tomado Roswaal en los últimos días habían despertado la suspicacia de Emilia.
Un hombre astuto como Roswaal debió estar plenamente consciente del peligro que se cernía sobre sus tierras y sobre la chica que él mismo patrocinaba. Que se hubiera ido en el momento más crítico, dejando instrucciones vagas, era algo demasiado sospechoso.
Emilia le insistió a Frederica para que nos dijera cómo llegar al Santuario de Kremaldy, y aunque la chica aceptó, nos pidió un tiempo para 'prepararse'. Mi mente rascó alguna memoria sobre el colgante que permitía pasar a través de la barrera que protegía el santuario, por lo que asumí que Frederica tenía que configurar algunas cosas durante ese período.
Mientras ellas continuaban hablando, yo fui a saludar a Beatrice. No me costó hallar la puerta correcta y entré en la biblioteca prohibida como si no hubiera pasado más de un día sin verla.
—Hola, ¿qué haces?
Al verme, Betty cerró el libro que tenía en sus manos y soltó un 'hmph'.
—Ahora mismo, lamentando el hecho de que existes.
—Ignoraré eso —tosí—. Me iré al Santuario en dos días, pero volveré pronto.
—Por mí puedes quedarte a vivir allá. No extrañaré tu irritante presencia de todos modos.
—¿Todos los niños son tan difíciles de tratar? Y yo pensaba que volverme profesor de escuela era una buena idea...
—¿Tú, un profesor? —Bufó—. Esa es la peor broma que escuché en cuatrocientos años.
—Sí, no soy bueno tratando con la gente (mucho menos con los niños) y tampoco tengo un gran conocimiento para enseñar —me apoyé contra una de las estanterías—. Ahora que lo pienso, creo que hubiera sido un profesor terrible.
Suspiré y me crucé de brazos. Aunque no tuviera talento, ¿podría renunciar al futuro que me propuse alcanzar solo por eso?
—Seguro que sí, supongo.
—De todos modos, creo que lo habría intentado —reflexioné—. Fracasar sería mil veces mejor que solo quedarme sin hacer nada.
Ella me miró por unos segundos antes de girar la cabeza, como diciendo "no me importa".
—Lo dices como si quisieras darme una lección. Soy mucho mayor que tú.
—Pero no actúas acorde a tu edad. Una señorita de cuatrocientos años debería tener mejores modales.
—¡Eso no tiene nada que ver, y no intentes medir el comportamiento de un Gran Espíritu usando tus estándares humanos, supongo!
—Gran Espíritu o no, tienes la actitud más infantil y descortés que he visto. ¿Qué clase de educación te dieron?
Noté que ella apretó ligeramente sus puños cuando ignoró mi pregunta.
—Qué fastidio. Supongo que no tienes nada mejor que hacer y has decidido venir a molestarme.
—No lo digas así. Te extrañé y quiero pasar el rato contigo, ¿eso te disgusta?
Puse ojitos de cachorro, pero evidentemente no podía usar bien esa técnica con mi cara de piedra mal tallada, por lo que el efecto fue muy distinto de lo esperado.
—¡Deja de hacer eso! ¡Es muy perturbador! —Betty escondió su rostro detrás de un libro.
—Perdón —me reí entre dientes—. En compensación por eso, te contaré otra historia de mi tierra natal.
Como no se me ocurrían temas de conversación, recurrí a la narración de cuentos infantiles, el mismo método que usé para hacerme más cercano con los niños del pueblo.
—Hmph —ella se negó a aceptar mis disculpas, pero no rechazó mi oferta.
Yo ya le había contado Caperucita Roja, Blancanieves y la Bella Durmiente. Esta vez, elegí Rapunzel. No me juzguen: como es una niña, creí que lo mejor sería contarle historias de chicas o princesas.
Si fuera por mí, le habría contado algo de Stephen King o H.P. Lovecraft, pero la idea era animarla a conocer el mundo, no a tenerle miedo. Además, esta historia me recordaba a ella.
—Había una vez...
Mis palabras fluyeron suavemente, creando una armonía en la atmósfera normalmente tensa de la biblioteca. Betty se sentó y escuchó atentamente el relato.
Las primeras veces que le narré historias, ella actuaba como si no tuviera otra opción en esto, pero con el tiempo empezó a disfrutarlo abiertamente, reconociendo su interés por las historias nuevas. A menudo, Betty me interrogaba con respecto a mi lugar de origen, ya que parecía ser un mundo diferente debido a la enorme diferencia de tecnología y cultura.
Pasados unos minutos, la historia llegó a su fin. Observé complacido la expresión de Betty, contenta por lo entretenido que fue e insatisfecha porque ya había terminado con la historia de hoy; al ponerme de pie y alejarme, vi que ella balanceaba sus piernas con inquietud, como si estuviera nerviosa por algo.
—¿Estás bien? —Me detuve antes de salir.
—¡Qué pregunta tonta! ¡Estoy perfectamente bien, supongo! —Nah, era obvio que ella estaba mintiendo. Su voz salió más chillona y aguda de lo normal.
Iba a abrir la puerta, pero no lo hice. En vez de eso, volví sobre mis pasos.
—Sé lo que sientes —dije tan gentilmente como pude—. Yo me siento igual.
Betty me lanzó una mirada enojada. ¿Cómo podría yo, un humano que apenas vivió dos décadas, entender su frustración existencial?
—¡Te equivocas, supongo! Tú siempre sales por esa puerta. Siempre te vas, nunca te quedas... en el mismo lugar, como yo. Definitivamente no lo sabes.
—Créelo o no, pero yo también tengo miedo del mundo. No sé lo que me depara, y no sé si podré afrontarlo por mi cuenta. Es por eso que vine aquí, ¿sabes? Porque no quiero pelear solo.
—¡Pues bien por ti! ¡Betty está bien con estar sola, supongo! ¡Betty no necesita a nadie!
—No lo creo. Luces como alguien que está desesperado, pero es demasiado terco para admitirlo. Si esperas que un príncipe azul venga a rescatarte, te advierto que eso no va a pasar. Tienes personas reales que se preocupan por ti y quieren ayudarte, pero tú sigues soñando con una persona imaginaria que supuestamente va a cumplir todas tus expectativas.
—¡¿Cómo sabes que yo...?!
—Te he observado bastante y he llegado a entender cómo piensas. No eres tan diferente de una niña normal, Beatrice. Incluso podrías aprender algunas cosas de Petra.
—¡Ya basta! ¡No hablaré más contigo! —Ella me expulsó de la biblioteca con su magia.
—¡AHHHHHHH! —Atravesé la puerta y choqué con alguien, aterrizando sobre esa persona.
—¡MI ESPALDAAAAAAAAA! —Exclamó Otto, atrapado bajo mi cuerpo.
Bueno, eso no salió bien. Fue demasiado pronto para la charla de superación personal. Pensándolo mejor, no debería imitar a Subaru aquí. Quizás podría ganarme a Betty de otra manera, como hice con Rem. Si me tomaba menos esfuerzo, mejor.
—Hombre, te tomaste tu tiempo en el baño —me aparté del comerciante y lo ayudé a levantarse—. ¿Estabas pensando en las tetas de Frederica?
—¡No deberías hablar de esas cosas tan a la ligera! —Otto se ruborizó furiosamente—. ¡¿Y cómo puedes actuar con tanta naturalidad justo después de salir volando por esa puerta?!
—Suena a que di en el clavo —me burlé—. Respondiendo a tu pregunta anterior, salir volando ya es natural para mí.
Incapaz de lidiar con mi lógica, Otto suspiró y se limitó a seguirme hacia la sala donde se encontraban Emilia, Rem y Frederica.
Emilia se me acercó en cuanto llegué.
—Frederica dice que no puede llevarnos al Santuario. ¿Qué deberíamos hacer, Leandro?
—Otto nos llevará —contesté de inmediato y miré a Frederica—. ¿Puedes darle a este tipo las instrucciones para llegar al lugar en cuestión?
—Por supuesto, Maestro Leandro —Frederica afirmó con seguridad.
—Asunto resuelto, entonces. Ustedes deberían ponerse cómodos mientras Rem y yo preparamos el té.
Mientras Emilia respiraba con alivio, me paré junto a ella y empecé a cuchichear, poniendo la operación cupido en marcha.
—Emi, ¿puedes decirle a Frederica que vas a estudiar en tu habitación? Te lo explico luego.
—¿Eh? De acuerdo...
Cuando Emilia anunció que se retiraba, Otto se puso nervioso y Rem me envió una mirada confusa. Sin decir nada más, la invité a seguirme con un gesto.
Ya en la cocina, conseguí algunas hojas de té y puse a hervir el agua.
—Oye, Rem...
—¿Qué es? —Ella me interrumpió—. ¿Finalmente has reunido el valor para pedir disculpas?
—De hecho yo... Iba a preguntarte si podías cocinar un estofado de ravioles.
Rem volvió a cortarme el diálogo, cortando verduras para la cena mientras evitaba deliberadamente el contacto visual, como si quisiera hacerlo evidente.
—No es tan simple como eso. Me has ignorado durante horas mientras te escondías detrás de Lady Emilia. Una disculpa solo de palabra no funcionará esta vez.
—¿De qué estás hablando? —Me rasqué la mejilla inocentemente.
—Sabes perfectamente de qué estoy hablando —Rem se acercó con un brillo amenazante en sus ojos, por lo cual retrocedí asustado.
—No lo sé, mi memoria es bastante mala...
—Te lo dije antes: eres un mal mentiroso.
En este punto, no podía seguir haciéndome el tonto. Mi cara me delataba por completo. Así que me arrodillé ante Rem, haciendo una reverencia exagerada.
—Lo lamento mucho. Fui muy grosero contigo y haré lo que sea para compensarlo.
Tuve que agachar la cabeza y someterme a su voluntad para intentar recuperar los puntos de afecto que perdí con ella antes (esta es la frase más virgen que escribí en mi vida).
Rem no dijo nada, ya que aparentemente estaba pensando en cómo responder a mi disculpa.
—Si quieres mi perdón, entonces... Acompáñame esta noche.
La condición de Rem sonaba muy prometedora, especialmente por la forma en que la dijo.
—¡Bueno! No te ilusiones, no te ilusiones, no te ilusiones... Mierda, ya me imaginé el sexo.
Era obvio que esto sería como la vez anterior, cuando ella dijo que iría a mi habitación... pero solo fue para curar mis heridas. Sacudí la cabeza, como si eso pudiera quitarme los pensamientos sucios de la mente.
Tal como esperaba, esa noche me reuní con Rem... para colocar anuncios de reclutamiento de criadas en el pueblo.
—Espera un segundo, ¿por qué necesitamos más empleados en la mansión? No es por adularte, pero tú ya eres bastante buena haciéndolo todo. ¿O es que quieres reducir tu carga de trabajo?
—No es eso. El Amo Roswaal me dijo que no debía separarme de ti hasta nuevo aviso, y como aún no se ha pronunciado al respecto, iré contigo al Santuario.
—Ya veo... Esto es para que Frederica no tenga que cargar con todo sola. ¿Entonces Petra va a terminar involucrada con la trama principal de todos modos?
No importaba cuánto se torciera el rumbo de la historia: algunas cosas se mantenían iguales. De cierto modo, eso me alegraba y aterraba a la vez. Mi versión de Re:Zero aún tendría muchas similitudes con el canon, pero estas podrían ser tanto positivas como negativas.
Chapter 32: Bucle 5 - Parte 29
Chapter Text
Otto estaba cepillando las escamas de su dragona terrestre. Decidí acompañarlo y también limpié a Patrasche, la cual se puso muy cariñosa y terminé con la cara mojada por todos los lengüetazos que recibí.
—Pfft —Otto apretó los labios para contener su risa.
—¿Qué es tan gracioso? —Pregunté con el ceño fruncido.
—Estaba pensando que tu suerte en el amor es extraña. Rem rechaza tus avances, pero Patrasche te adora.
—Y yo a ella —le di un besito en la barbilla a mi chica escamosa—. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te fue ayer?
Otto tragó saliva y se acomodó el cuello de su traje, desviando la mirada con repentino nerviosismo.
—¿A-Ayer? No entiendo a qué te refieres.
—No te hagas el tonto. Hice una jugada maestra para que tengas algo de tiempo de calidad con Frederica. ¿Lo aprovechaste o fuiste un cobarde y solo tuviste una aburrida clase de geografía con ella?
—Por supuesto que lo aproveché. Fue una conversación muy entretenida e instructiva...
—O sea que solo hablaron de cómo llegar al Santuario... ¡Diablos, Otto! ¡No puedo creer que hayas desperdiciado una ocasión tan buena! —Lo reprendí en broma, sabiendo que yo no lo hubiera hecho mejor que él.
Mi amigo suspiró y negó con la cabeza debido a mi reacción excesivamente dramática. Durante unos segundos solo se oyó el ruido de nuestros cepillos, hasta que Otto rompió el silencio.
—Frederica es muy linda —murmuró tímidamente—. Me gustaría llevarme bien con ella, pero... No tengo esperanzas de tener algo más que una amistad.
—¿Por qué no? —Levanté una ceja—. Tienes una buena apariencia y una personalidad decente. Quiero decir, aunque solo la conociste ayer, en el futuro podría ocurrir algo de eso.
—Lo dudo mucho. De hecho, mi suerte en el amor es incluso peor que la tuya.
—¿Oh? ¿Es tan terrible? Bueno, de todos modos yo creo que deberías creer más en ti mismo —lo aconsejé—. Pero si no puedes ligar con apariencia o labia, entonces hazte muy rico y te lloverán las mujeres.
—Si fuera tan sencillo, lo habría hecho hace mucho tiempo...
—No digo que sea fácil, pero hay maneras de obtener mucho dinero sin esforzarse demasiado. Puede que te lo enseñe algún día —dije mientras pensaba en algunas ideas locas para hacer una fortuna en poco tiempo. Todas se basaban en traer inventos de la modernidad y patentarlos.
—Hablas como si estuvieras muy seguro de todo lo que dices... Bueno, eres el hombre que derrotó a la Ballena Blanca y a dos Arzobispos del Pecado el mismo día: tiene sentido que tengas esa confianza. Yo no puedo hacer eso.
Otto sonrió tristemente al compararse conmigo, lo cual me irritó un poco.
—No es como si fueras menos que yo o algo así. La mayoría de las veces, el talento de las personas pasa desapercibido hasta que tienen la oportunidad de lucirse y obtener reconocimiento. Es decir que solo necesitas una buena ocasión: estar en el lugar y momento indicados.
—Yo... He fracasado hasta en lo que se me da mejor. A veces creo que no puedo confiar en mí mismo.
—Oye, todos nos equivocamos. Por desgracia, algunos errores nos llevan a puntos sin retorno, pero no siempre es así. Lo importante es aprender de lo que hiciste mal para mejorar y volver a intentarlo.
—Sí, tienes razón. Así que deberías seguir cortejando a Rem: seguro que te acepta la próxima vez.
Mi ojo derecho empezó a parpadear; al mismo tiempo, una vena se hinchó en mi frente, marcando la ira que me hervía la sangre.
—... ¡Bastardo ingrato! ¡Puse todo mi corazón en esa charla motivacional! ¿¡Cómo te atreves a burlarte de mí!?
—¡Espera, no me mates! —Otto chilló de manera muy poco masculina cuando puse mis manos en su cuello y empecé a zamarrearlo.
—¡Cállate, Escrotto!
—¡No cambies mi nombre!
—¡Yo hago lo que quiero! ¡¿Me oíste, Jotto?!
—¡Mi nombre es Otto!
—Este, disculpen... Traje limonada.
De repente, Frederica interrumpió la fiesta, anunciando su presencia suavemente. Otto y yo la miramos con expresiones en blanco.
—Oh, hola. —Muy despacio y muy sutilmente, solté a mi amigo y acomodé su atuendo, que se había arrugado por las sacudidas.
—B-Buenos días, F-Frederica —Otto la saludó con un leve tartamudeo.
—Buenos días, Maestro Otto y Maestro Leandro. Veo que ya están muy enérgicos desde temprano —nos ofreció los vasos—. Por favor, acepten esto.
—Gracias —respondimos en simultáneo, tomando la limonada.
La bebida tenía notas de menta y jengibre. El gusto del ácido cítrico fue atenuado por el dulzor de la miel, creando una armonía de sabores bastante agradable al paladar.
—Qué delicia, ¿la hiciste tú? —Otto se me adelantó un segundo con la pregunta. ¡Bien hecho, amigo mío!
—¡Así es! Me alegra que le guste —ella tenía una sonrisa deslumbrante, y muy filosa también.
—Se nota que eres buena en tu trabajo —él sonrió y se rascó la nuca—. Creo que me gustará cualquier cosa que hagas.
Frederica soltó un "oh, vaya" y hasta yo me sorprendí por la audacia de Otto. Por supuesto, la sorpresa se convirtió inmediatamente en orgullo.
—Es muy halagador de su parte, Maestro Otto. Aunque apenas nos conocemos, pienso que usted también es una persona competente. Si el Maestro Leandro confía tanto en usted, debe ser por una buena razón.
Bueno, ella tampoco me conocía muy bien, pero por lo que oyó de mí, yo era una especie de genio estratega y guerrero, siendo capaz de prever multitud de eventos y enfrentarme a enemigos formidables.
Otto se sonrojó y rápidamente agitó las manos en negación.
—En realidad, yo no...
—Tienes razón, Frederica —interrumpí a mi amigo, poniendo mi mano en su hombro—. Otto es muy bueno en lo suyo, pero él jamás lo reconocerá: es demasiado modesto para su propio bien. La modestia no es un defecto en sí, pero si niegas tus talentos todo el tiempo, terminas creyendo que no los tienes.
—Estoy de acuerdo. El Maestro Otto no debería infravalorarse.
Frederica miró a Otto con una expresión amable y comprensiva. Él se puso aún más rojo, provocando una risita en ella.
Esta era mi señal. Me puse detrás de Frederica y le hice señas a Otto, como diciendo "¡sigue así!" y luego me fui corriendo.
—Buen comienzo, ¿eh?
***
Ese mismo día, Petra Leyte se convirtió en una aprendiz de sirvienta en la Mansión Roswaal. Su mentora fue Rem, la más dedicada y efectiva de las gemelas oni. Con paciencia y disciplina, Rem dirigió la formación inicial de Petra durante toda la mañana, dejándola descansar para tener el almuerzo.
La pobre niña había hecho un gran esfuerzo y su cuerpo le demandaba reponer sus energías, lo que se tradujo en un apetito voraz. Mientras ella se llenaba la boca con suculenta comida, una figura familiar entró a la sala y se rió entre dientes con una voz grave.
—Veo que estás disfrutando la cocina de Rem.
—Mffff —Petra asintió con entusiasmo, sin dejar de masticar.
Mirándola con ternura, Leandro se sentó junto a ella y juntó sus manos en un gesto dubitativo. Quería decirle algo, pero no podía hacerlo sin más. Como adulto, él no deseaba tratar asuntos delicados con una niña de forma directa. Por eso, Leandro buscaba una manera de disfrazarlo y decirlo como algo normal.
—¿Mffff?
—No te preocupes por mí —él sonrió—. Pero deberías comer más despacio.
Sin embargo, Petra estaba nerviosa al estar tan cerca de él y se atragantó con el último bocado, tosiendo mientras Leandro le decía que respire por la nariz. Finalmente ella se recuperó y bebió todo el jugo de su vaso mientras evitaba mirar al mayordomo.
—Qué vergüenza... ¿Por qué tuvo que venir justo ahora? No estoy mentalizada para actuar como Rem me enseñó.
—¿Qué pasa con esa carita triste? No me digas, ¿Rem fue demasiado estricta contigo?
—¡No fue así! Ella es muy buena instructora.
Petra se apresuró a defenderla, no queriendo culpar a la criada de pelo azul por su propia torpeza. Leandro asintió lentamente.
—Ya veo.
La niña se puso ansiosa, preguntándose si él estaba decepcionado o si no la tomaba en serio en primer lugar. ¿Tal vez él creía que ella no podía convertirse en una sirvienta oficial porque era muy joven?
—Solo es el primer día. Aún no has visto nada.
—¿Qué?
Ella lo miró con determinación.
—¡Me convertiré en una empleada indispensable de la mansión! ¡Mi edad no es tan importante!
—Oye, me alegra que te hayas propuesto alcanzar una meta, pero legalmente tengo que discrepar con la última parte.
Aclarándose la garganta, Leandro giró completamente hacia Petra, mostrando su resolución.
—De todos modos... Vine a contarte que en unos días posiblemente volverás a ver a Meili.
—¿Eh? ¿De verdad?
—Sí. Ella estará con su hermana mayor, Elsa. Yo debería estar aquí cuando lleguen, pero si no estoy, quiero que les digas esto.
Petra asintió y escuchó con atención, intuyendo que era muy importante memorizar lo que Leandro iba a decirle. Él se inclinó hacia ella y lo dijo para que solo ella pueda oírlo.
Flashback.
—¡Elsa!
—Por fin te encuentro, Meili.
Luego de la batalla contra el Doppelganger, Elsa apareció para llevarse a su compañera. Los cadáveres del Rey Ulgarm y del cultista yacían en el acantilado junto con el cuerpo inconsciente de Rem.
—Vaya, parece que hiciste un pequeño alboroto aquí —la Cazadora de Entrañas le sonrió a Leandro.
—Fue un oponente muy duro. Me recordó a ti.
—¿Ah sí? ¿De qué manera?
El mayordomo señaló el vientre abierto de la mabestia, previamente cortada desde el interior por las dagas del cultista.
—¿Hace falta que lo explique?
—Fufufu...
Para la sorpresa de Leandro, Elsa soltó una risita divertida ante la inesperada comparación.
—Supongo que ya es mi marca personal —dijo con alegría.
Leandro hizo una mueca, sintiendo asco al ver el derramamiento de vísceras de la mabestia. Elsa debía estar realmente loca para hacerle eso a los humanos.
—Meili, debemos irnos ya —la mujer llamó a la niña, que trotó hacia ella con desgano.
—Voy...
—¡Esperen!
Antes de que las mercenarias se fueran, Leandro recordó los eventos de la mansión y se dió cuenta de que podía facilitarse las cosas con anticipación.
—Elsa, ¿ya olvidaste que me debes un favor?
—Creo que lo pagué satisfaciendo tus necesidades masoquistas.
—¡Que no soy masoquista, puta madre! Además, eso no compensa el haberte salvado la vida.
Elsa frunció ligeramente el ceño, pero no contradijo a Leandro.
—Bien, ¿qué es lo que quieres?
—Que me hagas una paja con las tetas.
Desde luego, Leandro no se atrevió a decir eso en voz alta, ya que sería desollado vivo. Además, por muy placentero que fuera recibir ese servicio de Elsa, había otras prioridades.
Así que, en lugar de escoger el camino de la muerte, Leandro exprimió su cerebro para pensar en una buena petición.
La siguiente aparición de Elsa era en la mansión, durante los eventos del cuarto arco. Asumiendo que el canon no se hubiera ido a la mierda para entonces, Leandro tuvo una ocurrencia.
—Cuando quiera cobrarte ese favor, usaré una palabra clave. Si otra persona lo hace, significa que esa persona me conoce y que estaré ahí muy pronto.
Elsa suspiró pero asintió en aceptación.
—¿Y cuál es esa palabra clave?
Fin del Flashback.
Petra repitió la palabra clave para sí misma una y otra vez, asegurándose de recordarla bien. Ella no quería decepcionar a Leandro.
—¿Crees que podrás hacerlo?
—¡Sí! ¡Déjalo en mis manos!
—Genial, entonces cuento contigo.
Él le revolvió el cabello como recompensa, pues era un gesto que Petra disfrutaba mucho, cosa que demostraba al cerrar los ojos e inclinarse más hacia la mano de Leandro para sentirla mejor.
—Mhm~
Sin embargo, ella no se percató de la mirada siniestra que tenía el joven pelinegro. Los ojos marrones brillaban con una luz extraña, observando con interés.
—Ya no puedo contenerme... Hemos hecho esto muchas veces, y estoy seguro de que no hay una mejor oportunidad que ahora.
Luego de unos segundos Leandro ya no pudo resistir la tentación de sus pensamientos intrusivos y puso sus manos sobre ella... para quitarle el lazo.
Resulta que Leandro tenía un toc con el lazo de Petra. Igual que un toro de rodeo, él se sentía atraído constantemente por esa tela roja.
—¡Ah, no! ¡Lo desatarás! —Petra entró en pánico al notar lo que él estaba haciendo.
—Esa es la idea. ¡El lazo es muy cliché! ¡Te pone en la misma categoría que Chitoge, Yotsuba, Ruka, y muchas otras chicas con diseños muy poco creativos!
—¡No entiendo nada de lo que dices!
—¡Solo déjame liberarte, Petra! ¡Tendrás un nuevo diseño, un desarrollo de personaje!
—¡Pero me gusta mucho mi lazo!
Con los ojos llenos de lágrimas, la niña trató de parar a Leandro, que estaba comenzando a deshacer el nudo del lazo.
Rem estaba haciendo una ronda de limpieza rápida cuando oyó voces agitadas provenientes del comedor. Acercándose con curiosidad, descubrió que las voces pertenecían a Petra y Leandro.
—¡Por favor, detente!
—¡Es muy tarde, Petra! ¡Voy a quedarme con tu valioso tesoro!
El ruido de forcejeo, las notas angustiadas en el tono de Petra y las implicaciones de lo que se estaba diciendo encendieron una alarma en Rem, la cual irrumpió en el comedor de inmediato.
La criada no pidió explicaciones ni se detuvo a pensar, simplemente agarró a Leandro y lo arrojó al suelo, sometiéndolo sin piedad.
—¡¿Qué haces, Rem?! —Leandro se quejó.
—Así que eres esa clase de persona, ¿eh? Tendré que darte un castigo adecuado para hacerte reflexionar.
—Oye, creo que estás malinterpretando todo esto —él puso cara de póquer—. Además, las personas así no pueden cambiar, sin importar cuánto reflexionen.
—¡Espere, Maestra Rem! —Petra dejó de sollozar y trató de intervenir—. ¡Leandro– el Maestro Leandro solo quiso tomar mi lazo! ¡No sea tan dura con él!
Para colmo, Otto y Frederica también entraron en el comedor, quedándose estupefactos al ver que Petra estaba despeinada y sonrojada, aferrándose desesperadamente al brazo de Rem, la cual se encontraba a horcajadas sobre Leandro con sus manos puestas alrededor del cuello del mayordomo: lo peor de todo era que Leandro parecía feliz con ello.
—¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?! —Otto se escandalizó.
—Debe haber una explicación razonable, ¿verdad? —Murmuró Frederica, intentando mantener la compostura a pesar de la escena absurda.
—No, la única explicación es que este tipo es un pervertido —pensó Otto, suspirando.
Emilia completó la fiesta llegando última, justo a tiempo para presenciar el espectáculo insólito. A la semielfa le tomó unos segundos procesar la situación.
—Ya veo, no entiendo nada.
***
No fue mi mejor día. Por poco tuve que besar el suelo para que Rem dejara pasar lo de Petra. Yo solo quería bromear un poco, pero todo se salió de control...
En fin. A la mañana siguiente, nos subimos al carruaje y partimos hacia el Santuario de Kremaldy.
—Pórtate bien y hazle caso a Frederica —me agaché frente a Petra y le robé la nariz. Ella infló las mejillas en una clara señal de enojo.
—¡Cielos, Maestro Leandro! ¡Deje de tratarme como si fuera una niña!
—No tengas prisa en crecer —sonreí, recordando cómo yo actuaba de la misma manera a su edad—. Llegará el día en que echarás de menos esta época de tu vida. Tampoco es que te falte mucho para ser un adulto: ya trabajas a tiempo completo y tu jefe es un payaso intolerable.
—¿Cómo tienes el descaro de hablar así sobre la persona que te recibió en su casa? —Rem frunció el ceño—. Mordiendo la mano que te da de comer...
—A Rossie no le importan los chistes que hago —me encogí de hombros.
—De todas formas, no es correcto enseñarle a pensar así a Petra —Emilia apoyó a Rem, reprobando mis palabras suavemente.
Suspiré, pero mantuve la verdad en mi mente, sin sacar a la luz los trapos sucios de Roswaal. Incluso si lo hacía, dudaba que alguien me creyera en este momento.
Lo cierto es que mi desprecio por ese hombre era casi el mismo que sentía por personajes como Regulus, Heinkel y Capella, entre otros.
—Sí, sí.
Me levanté y miré a Frederica, que le estaba entregando el colgante a Emilia.
—Que tenga suerte en su viaje, Lady Emilia. Por favor, recuerden tener cuidado en el Santuario.
Cuando nos empezamos a alejar de la mansión, Petra y Frederica nos despidieron con más reverencias. Me preocupaba un poco dejarlas aquí sabiendo que Elsa vendría pronto, pero no podía simplemente declarar que ya sabía todo eso y llevarlas a un lugar seguro. Roswaal no necesitaba saber que yo estaba al tanto de sus planes. Además, podría usar las circunstancias a mi favor.
Miré el pañuelo que ahora llevaba atado en mi muñeca: el mismo regalo que tuvo Subaru.
—Espero no tener que usarlo como lo hizo él.
Ahora sí, oficialmente estábamos de camino a los eventos principales del cuarto arco.
—Por favor, no más sorpresas...
Chapter 33: Bucle 5 - Parte 30
Chapter Text
—Entonces, Puck ha estado ausente, eh...
—Sí. Anteriormente hubo ocasiones en las que desapareció por días.
Emilia me estaba contando sus preocupaciones con respecto a Puck, que había dejado de comunicarse con ella. Para alivio de la semielfa, el contrato aún estaba vigente, pero todavía estaba la inquietud de que su "padre" se hubiera ido sin dar explicaciones.
—Ja, es igual que los gatos comunes... Pero dudo que este vuelva cuando tenga hambre.
—Quizás está muy ocupado y no tiene tiempo para mí.
Ella dijo esto con una sombra en los ojos. Me hizo querer abrazarla para darle consuelo, pero sentí que sería excesivo y hasta podría empeorar las cosas si Emilia creía que me estaba dando lástima. Sacudí ese impulso fuera de mi cuerpo.
—Créeme, él solo quiere pasar tiempo contigo. Eres su prioridad. Si no se comunica, es porque algo se lo impide.
Me llamó la atención que a diferencia de lo que pasó en la historia original, Puck nunca me habló en privado para explicar que se iría y "dejar a Emilia en mis manos". Puede que él supiera más cosas sobre mí de las que yo había asumido.
Decidí cambiar el tema de la conversación para animar un poco a Emilia.
—¿No te entusiasma saber que estamos yendo a una aldea de semihumanos? Apuesto a que puedes llevarte bien con ellos.
—Espero que sí —su mirada se perdió en el bosque—. Me preocupa lo que nos dijo Frederica, sobre este tal Garfiel.
—Descuida, yo te cubro la espalda —afirmé.
—Ahora que no está Puck, ya no me siento tan confiada —Emilia se dió cuenta de que eso sonaba demasiado pesimista y volteó hacia mí—. ¡No es que no pueda hacer nada! ¡Todavía tengo a los espíritus menores conmigo! Aunque son jóvenes, pueden pelear.
—Está bien, ¿no te lo acabo de decir? Incluso si fueras más débil que yo, de algún modo te mantendría a salvo. Lo bueno es que eres brutalmente fuerte y no tengo que preocuparme por eso —suspiré—. Cuando me convierta en tu caballero, quédate atrás y déjame lucirme un poco.
—¿Eh? ¿Vas a ser mi caballero? —Ella se cubrió la boca con sorpresa—. Espera, ¿de eso se trató tu pelea con Julius?
Levanté mi ceja. ¿Acaso no había tenido esta conversación con ella?
Oh, espera, eso fue en un bucle perdido. En el bucle ganador, nunca fui de paseo con Emilia ni le expliqué por qué tuve un duelo con Julius. Con todo el asunto de Gilbert, se nos olvidó hablar de eso.
—Así es. Le dije a Julius que quería ser tu caballero y él puso a prueba mi determinación.
—Tú realmente... ¿Eso no es ir demasiado lejos? —Emilia tenía una expresión casi angustiosa, con los ojos llorosos y un leve rubor.
—¿Qué quieres decir?
—Cuando te acercaste a mí, todo fue porque sabías que el culto vendría por mí. No entiendo por qué querrías permanecer a mi lado tanto tiempo si tu objetivo es vengarte.
Me quedé callado durante un momento, pensando en qué decir sin salirme de mi papel.
—He decidido que no viviré para matar a mis enemigos, sino para proteger a mis amigos. Para que lo sepas, eso fue gracias a ti.
Todavía debía mentir demasiado. Me molestaba tener que interpretar a un personaje y no poder ser yo mismo, pero esto era lo mejor que podía hacer por ahora.
—¿Y no te importa...? ¿No te importa que yo me parezca a la bruja que esa gente adora? ¿Estás bien quedándote a mi lado?
Emilia puso su mano en su pecho, su voz estaba llena de dolor y dudas. Pude sentir su miedo al rechazo. ¿Cuántas veces la habrán herido comparándola con Satella? ¿Cuán profunda debió ser su soledad y su desesperanza para convertirla en una chica rota y emocionalmente dependiente?
—Pon atención —agarré sus manos con firmeza, mirándola a los ojos—. No me importa una mierda si eres una bruja, un dragón o cualquier cosa. Lo que importa es que tienes un gran corazón y quieres ayudar a todos aunque la mayoría te juzga sin conocerte. Eso es lo que más me gusta de ti (además de tu hermosa voz, tu cabello, ojos, boca, nariz, orejas...). Bueno, me gusta todo de ti.
Me dió un poco de vergüenza decir todo eso (traté de no pensar en el hecho de que Otto y Rem probablemente estaban oyendo todo desde la parte delantera del carruaje), pero logré hacerlo sin tartamudear. En cuanto oyó mi declaración, Emilia se estremeció un poco y bajó la cabeza.
—Si dices esas cosas, no me dejas más opción que creerte —contestó tímidamente.
—Eso es lo que quería escuchar —sonreí al ver que mi declaración la hizo feliz.
Una luz iluminó el colgante de Emilia en ese mismo instante. Tenía el vago recuerdo de que Subaru fue teletransportado cerca de la tumba de Echidna al sostener dicho objeto, así que se lo quité a Emilia para evitar cambios innecesarios. Ella se desmayó de inmediato, pero la atrapé y la dejé recostada.
Finalmente el resplandor se hizo demasiado intenso y me vi obligado a cerrar los ojos. Cuando terminó, me encontré parado en medio del bosque.
—Ya empezó —murmuré.
Miré lentamente a mi alrededor, dando un giro de trescientos sesenta grados. Al completar la vuelta, noté que una niña de pelo rosa, orejas puntiagudas y ojos azules me observaba en silencio. Sin decir nada, avancé hacia ella.
La niña se volvió hacia atrás y empezó a correr con una agilidad comparable a la de Felt. No estaba seguro de poder alcanzarla, pero esa no era mi intención. Solo tenía que ir en la misma dirección que ella.
Como esperaba, los árboles dejaron de aparecer cuando atravesé cierto punto, revelando un espacio abierto en cuyo centro se alzaba una vieja edificación de piedra.
Tragué saliva, pero no podía seguir dudando. No había llegado ni a la mitad de la historia y quedaban muchos desafíos peores que tomar el té con una bruja.
—A la mierda —respiré hondo y me dirigí a las ruinas.
El interior del recinto estaba oscuro y se sentía como entrar en una caverna. La luz del exterior se fue difuminando hasta desaparecer por completo.
Continué caminando de todos modos, ignorando la oscuridad absoluta que me rodeaba y la gradual caída de la temperatura a medida que me iba adentrando en el sitio.
Muy pronto empecé a perder el sentido de la realidad debido a la falta de estímulos sensoriales. Podía escuchar mi propia respiración pesada y mis pasos irregulares. No veía nada y el creciente olor a humedad me estaba saturando el cerebro.
—Vamos, Echidna. Deja de jugar conmigo.
Sabía que esto era una simple broma o juego mental de la bruja.
—Seguramente no estoy avanzando nada y si me doy la vuelta, voy a estar a unos pocos metros de la entrada. Qué molestia.
Pasaron minutos, tal vez incluso horas. Como dije, no tenía una noción muy clara de ello. Empecé a creer que Echidna solo se estaba burlando de mí.
—Maldita sea, no tengo tiempo para esto. Si no quieres hablar, adiós y buen viaje.
Me di vuelta para salir de la tumba, pero cuando lo hice, me encontré en un paraje nuevo que me recordó al fondo de pantalla del Windows XP.
El cielo azul se extendía infinitamente en todas partes, al igual que las colinas verdes. Todo se sentía demasiado real para ser un sueño.
—Por fin.
Fui hacia la cima de la colina y vi a una mujer que se encontraba sentada bajo una sombrilla. Había una mesa blanca con dos tazas humeantes, llenas de un líquido sospechoso.
—Lamento la espera, Leandro Lagostena. Debo admitir que me entretuve demasiado observando lo que hay en tu corazón. Eres una existencia muy interesante.
Alcé mis cejas, entrecerrando mis ojos a la vez en un gesto de displicencia.
—¿Viste mis sentimientos sin pedir permiso? Qué descarada eres, mujer.
—Oh, ha pasado un tiempo desde que alguien me trató como solo una mujer.
El viento hizo ondear su cabello mientras ella me estudiaba con sus ojos oscuros.
—Soy Echidna, la Bruja de la Codicia. Bienvenido a mi fiesta de té —hizo un gesto hacia la silla libre.
—Encantado.
Suspiré y tomé asiento. Estaba nervioso, pero hice lo mejor que pude para actuar casual.
—¿Realmente eres una bruja? Creí que ustedes se veían como ancianas demoníacas, pero tú eres toda una belleza.
Echidna sonrió y sus ojos se iluminaron con un brillo intenso, mirándome fijamente de un modo que me hizo sentir como si estuviera desnudo ante ella.
—Tampoco he recibido ese tipo de halagos en un tiempo —confesó, mirándome con excesiva atención—. Estoy ansiosa por aprender más cosas sobre ti.
—Te decepcionarás —hice una mueca irónica—. Soy bastante simplón y aburrido.
—Yo no pienso lo mismo, ¿sabes? He visto tu viaje desde que llegaste a Lugunica y pienso que 'simplón y aburrido' son palabras que no te definen.
Admito que me gustó escuchar eso, pero mi modestia no era del todo infundada. Tal vez podía charlar de varios temas durante un buen rato, emitir alguna opinión interesante o dar consejos razonables, pero más allá de eso, yo era un ermitaño que disfrutaba viviendo encerrado en su habitación.
Tuve suerte de encontrar unos buenos amigos, gente parecida a mí. Pero sin ellos, solo quedaba una rutina monótona. Estaba vacío por dentro y no me importaba mucho el mundo real, así que me conformé con inventar muchas historias en mi cabeza para entretenerme. La mayoría de esas historias nunca fueron escritas.
En este mundo, todo había cambiado. Ya no tenía amigos, pero el mundo era muy diferente, tanto que por fin estaba viviendo más allí que en mí mismo. Por supuesto, Echidna no estaba al tanto de mi pasado. Ella solo vió mi lado 'bueno'.
—Creo que tienes una idea equivocada. Es eso o tus estándares para la gente son muy extraños.
—Prefiero decir que soy selectiva. Además, no he conocido a muchas personas últimamente.
—Deberías salir más a menudo —bromeé sin cambiar mi tono neutral.
Me pareció ver que Echidna infló sus mejillas por un momento.
—Lo haría si pudiera, ¿sabes?
—¿Qué? ¿Estás castigada o algo así?
—... Ya deberías saberlo —Echidna suspiró—. Mi alma descansa en este lugar.
Obvio, yo ya sabía eso, pero tuve que fingir sorpresa.
—Vaya, lamento escuchar eso.
—Está bien, no me molesta.
Nos quedamos callados en un silencio incómodo. Me puse un poco nervioso porque Echidna me seguía mirando y no parecía importarle lo raro que era eso. Empecé a buscar una distracción y de pronto recordé la existencia de la taza de té frente a mí. El vapor subía lentamente, presentando un extraño aroma a mis fosas nasales.
Ah sí, el famoso té de Echidna. Solo un depravado sin remedio estaría interesado en probarlo.
—...
¿Por qué mi mano estaba sujetando la taza y llevándola a mi boca? Creo que mi cuerpo se estaba moviendo por su cuenta o algo así. Definitivamente no lo hice por voluntad propia.
GLUP, GLUP, GLUP.
La temperatura del té era perfecta, bastante cálida pero sin llegar a quemar. En cuanto al sabor, no puedo describirlo, pero era diferente a lo que había imaginado. Quiero decir, no es como si me hubiera imaginado bebiendo el té de Echidna antes, simplemente hice una suposición...
—Parece que te estás tomando tu tiempo con el té. ¿Lo estás disfrutando? —Echidna preguntó con un tono malicioso.
—Tiene un gusto extraño, no es como nada que haya probado antes.
—Eso tiene sentido, ya que está hecho a partir de mis fluidos.
Ella soltó esa información como si fuera una bomba estallando en mi cara. Contrariando sus expectativas, mi expresión se mantuvo inmutable y le di otro sorbo al té.
—Ya veo. Deberías comer más fruta, eso le daría más dulzor.
—Ah... Esto sí que es inesperado.
Finalmente Echidna me mostró un rasgo de perplejidad en su semblante normalmente relajado e impasible. Su entrecejo se frunció, como si estuviera intentando concentrarse en algo.
—Si me sigues mirando así, voy a sonrojarme —murmuré, fingiendo pudor.
Echidna resopló con desgano, dando la impresión de alguien que fracasó en su objetivo.
—Todavía no puedo entender cómo piensas en absoluto.
—¿Estás intentando descifrar mi personalidad? No es tan complicado: soy un hombre como cualquier otro.
Me preguntaba cuál era el objetivo de Echidna al tratar de conocerme mejor. Tenía la sospecha de que lo hacía para saber cómo actuar del modo más complaciente conmigo y usar eso para manipularme. Si la trama era como en el canon, entonces ella quería convencerme de hacer un pacto.
—En ese caso, creo que debería probar con otro enfoque —murmuró.
—¿Eh?
Su postura cambió y me sonrió de nuevo con esa mirada intensa.
—¿Sabes que soy una gran erudita? He estado observando este mundo por muchos años. Con mis conocimientos, puedo responder casi cualquier pregunta que tengas —afirmó, orgullosa de ostentar esa reputación—. Úsame para satisfacer tu curiosidad.
—Interesante propuesta...
Pero yo, lejos de pensar como una persona decente y normal, comencé a pensar en algunas posibilidades oscuras.
—Entiendo que no lo sabes todo, pero siempre que sea algo que sepas, ¿puedes respaldar tus respuestas con pruebas? —Me incliné sobre la mesa, hablando con frialdad.
Echidna asintió una vez y sonrió con confianza. Mordió el anzuelo.
—Sí.
Actualmente me encontraba en un mundo onírico, hablando con una hermosa mujer de varios siglos de edad, la cual quería hacer un contrato conmigo y probablemente no le importaría hacer ciertas cosas para caerme en gracia. Estando en un escenario así, mi mente solo pensaba en una cosa.
—¿De qué color es tu ropa interior?
—...
Mientras ella se quedaba en silencio, yo me bebí el resto del té. Ahora era su turno de recibir la bomba.
—¿Realmente quieres saber eso? —preguntó ella, con una expresión ilegible, ya que el cabello le cubría los ojos.
—Si te avergüenza tanto, puedo cambiar de pregunta —dije con fingida indiferencia, aunque en el fondo estaba ansioso por salirme con la mía.
Luego de medio minuto, Echidna contestó con un hilo de voz.
—... Negra.
—¿Dices que tu ropa interior es negra? —Pregunté para confirmar.
Ella asintió lentamente, con la piel de su rostro teñida de rojo.
—Sí.
—No te creo —refuté de inmediato, denotando seguridad en mi tono de voz.
—¿¡Eh!? —Echidna dió un respingo, con sus ojos y boca temblando.
—Dije que no te creo. ¿Cómo me puedes demostrar que tus palabras son ciertas? —La desafié con una sonrisa triunfal, echándome hacia atrás en mi asiento mientras esperaba su respuesta.
—Tú... Tú... Eres tan...
Suspirando, Echidna se tapó la cara con las manos. Parecía que estaba teniendo problemas para lidiar conmigo.
—No puedo creer que seas tan descarado y audaz con una bruja... Pfft.
La voz de Echidna era un murmullo tímido, pero entonces comenzó a reírse con alegría, como si todo esto fuera una broma divertida.
—¡Qué interesante! ¡En verdad me has cautivado!
—...
No entendí la reacción de Echidna o el significado de lo que dijo, así que permanecí en silencio. Acto siguiente ella se levantó de su silla y dió unos pasos hacia atrás, tomando algo de distancia.
Puede que mi cerebro esté algo jodido por el porno, pero lo que vi a continuación no pudo haber sido un espejismo o una alucinación. Lentamente y con suspenso, Echidna se subió el vestido hasta el vientre, revelando las curvas de su cintura y caderas, así como un exquisito par de muslos blancos entre los cuales había una pieza de encaje negra.
El triángulo invertido de su entrepierna parecía ser una especie de agujero negro cuya fuerza gravitacional me impedía apartar la mirada de ese lugar. Por desgracia, el espectáculo no duró mucho antes de que ella finalmente dejara caer su vestido, arrancándome un suspiro de anhelo.
—¿Eso satisfizo tu curiosidad?
—Ah...
Me quedé sin palabras, y sin aliento también. Había un bulto rígido en mi entrepierna, pero lo ignoré por el bien de mi salud mental.
Sin duda, Echidna había recuperado la ventaja emocional y me lo hacía saber con una sonrisa burlona.
—¿Por qué me miras como si fuera una bruja? Oh, claro —ella empezó a reírse de su propio chiste.
—Mira eso, parece que puedes hacer comedia también —arqueé mis cejas con sarcasmo.
Sé que soy un virgen, pero corríjanme si me equivoco cuando digo que ella hizo las cosas en el orden equivocado. Quiero decir, ¿no se supone que rompes el hielo antes de mostrarme tus bragas? Los chistes que rompen el hielo son inútiles cuando ya me calenté tanto que el maldito hielo se derritió.
Entonces, o ella lo hizo así para confundirme más, o simplemente es una bruja que tiene un gran conocimiento en todo, excepto en cómo seducir a un hombre (de forma ordinaria). Ya no sé qué pensar.
—¿No dirás nada? Responderé cualquier otra pregunta que tengas.
—¿Tienes–?
—Pero ya no habrá exhibiciones lascivas, al menos por esta ocasión.
Ella adivinó mis intenciones y se anticipó a mi siguiente pregunta, colocando sus manos frente a mí como una señal de alto. Hice pucheros.
—En ese caso, déjame pensar en otra pregunta.
Había muchas preguntas en mi mente, un centenar como mínimo. Sin embargo, filtré las más importantes y descarté una por una las menos relevantes o cuya respuesta podría averiguar por mi cuenta. Finalmente, escogí una de las más inquietantes y enigmáticas.
—¿Qué sabes sobre una mujer de cabello plateado y ojos azules, llamada Pandora?
La expresión de Echidna cambió sutilmente cuando mencioné ese nombre. Juntó sus manos, entrelazando sus dedos y apoyando la cabeza sobre ellos antes de comenzar a hablar.
—La Bruja de la Vanagloria... También es conocida como la Santa, usuaria del factor brujo de la Vanagloria. Ella es parte del Culto de la Bruja al que te has enfrentado, pero ha pasado un tiempo sin participar de forma directa en las actividades de la secta. ¿Puedo preguntar cómo la conoces?
—No es que la conozca... Jamás la he visto en persona, es todo un misterio. Tenía la esperanza de que podrías darme algo de información sobre ella.
—Oh, ya veo. Entonces no te acuerdas, al menos no del todo.
—¿Qué quieres decir?
—Tú relación con Pandora, el vínculo que los une.
Chapter 34: Bucle 5 - Parte 31
Chapter Text
—Explícate. ¿Cuál es mi conexión con Pandora?
—... Si ella no te lo dijo hasta ahora, debe haber una buena razón. Me temo que no puedo interferir.
Eso era muy sospechoso. Le di a Echidna una mirada acusatoria.
—¿Por qué no?
—Tengo un convenio con ella —dijo sin rodeos.
Ahora las cosas se estaban poniendo interesantes. ¿Echidna y Pandora colaboraban? ¿Con qué objetivo? Si tan solo pudiera recordar lo que fuera que había olvidado...
—¿Qué hay del cultista que tenía una ballesta y dagas? ¿Puedes decirme algo sobre ese tipo?
Mi siguiente pregunta estuvo enfocada en mi Doppelganger. Aún con todo lo que sabía de Re:Zero, no podía imaginar un origen o justificación para su existencia.
Por alguna razón obtuve sus habilidades al matarlo, y durante los últimos días había estado soñando cosas extrañas que bien podían ser visiones de sus recuerdos. Tenía algunas teorías al respecto, pero necesitaba descartar opciones y esta era la ocasión perfecta para hacerlo.
Echidna me hizo esperar varios segundos antes de responder, como si estuviera seleccionando sus palabras con cuidado.
—... Él fue una de las pruebas que debes afrontar.
—¿Qué?
—Está relacionado con Pandora. Cuando la veas, ella te lo dirá.
—Ah. Eso no me sirve una mierda.
Mirando la expresión de Echidna, me pregunté si ella disfrutaba teniendo un conocimiento tan completo mientras yo sentía que caminaba sobre una cuerda floja en medio del abismo.
—No creas que me gusta reservarme la información. Esto va en contra de mi naturaleza.
—¿Me estás leyendo la mente?
—Estoy leyendo tu rostro.
—¿De verdad? Adivina lo que estoy pensando ahora —me mordí el labio y le hice un guiño.
Echidna puso los ojos en blanco.
—¿Cómo es posible que pases de estar serio a hacer bromas de un momento a otro?
—Tengo muchos problemas mentales.
—Lo he notado.
Ambos sonreímos. Quería preguntar algo sobre Subaru, o sobre la reacción de Aldebarán al verme, pero corría el riesgo de ser escuchado por Satella, y no quería exponer mis conocimientos sobre este mundo a Echidna, asumiendo que ella no tuviera acceso total a mi mente.
—Entonces, ¿qué puedes hacer por mí? —Pregunté con un tinte retórico, exhalando con frustración—. No tengo idea de lo que planea Pandora, pero si voy a seguir topándome con enemigos peligrosos, necesito más poder, o más información.
—Bueno, has tenido pesadillas últimamente, ¿verdad?
—Sí... ¿Estás segura de que no lees mi mente?
—Lo estoy, y creo que puedo hacer algo sobre esas pesadillas.
La bruja en cuestión se había puesto de pie, colocándose a mis espaldas. Antes de que pudiera preguntarle lo que estaba haciendo, ella comenzó a darme un masaje.
—Estás muy tenso. Deberías relajarte.
—Ojalá pudiera, pero en esta situación, me siento más excitado que otra cosa...
Suspiré, liberando un poco de estrés corporal. Echidna trabajó en mis músculos con una técnica sorprendente que me aflojó por completo. Disfrutando de la sensación, me eché un poco hacia atrás en un acto reflejo, y mi cabeza terminó presionando contra dos suaves globos.
—Vaya, qué atrevido eres —Echidna apenas reaccionó cuando me apoyé en sus tetas.
—No esperaba que pasara esto, pero es muy cómodo —en este punto, me daba igual todo—. ¿Te importa si me quedo así un poco más?
—En absoluto. Mientras más a gusto te sientas, mejor —su voz era casi maternal.
Aunque mis ojos se entrecerraban por la somnolencia, mantuve el contacto visual con ella en todo momento. Quizás lo hice porque no quería bajar la guardia por completo, o porque había algo en sus ojos oscuros que me llamaba, que clamaba insistentemente por mi atención.
No me di cuenta de que su rostro estaba muy cerca hasta que sentí su respiración en mi rostro, y un segundo después, sus labios estaban presionando los míos.
—¡¿Mmm?!
Quise alejarme, pero ella no me lo permitió. Me sorprendí al sentir resistencia por su parte, sus brazos sujetándome con fuerza para mantenerme quieto.
Entonces mi boca fue ultrajada por un invasor serpenteante, un audaz explorador que barrió hasta el último rincón de la misma con desesperación, obligándome a moverme y seguir su ritmo.
Recordando la escena en la que conoció a Roswaal, llegué a la conclusión de que Echidna tenía una lengua muy extrovertida.
El beso había sido genial al principio, pero ahora mi cabeza daba vueltas como una rueda de la Fortuna (¿lo entienden?). Me sentía mareado y no dejaba de oír voces en mi cabeza. Si cerraba mis ojos, veía una sucesión de imágenes extrañas: escenas que no recordaba haber vivido. No pude concentrarme mucho en ello, porque me estaba quedando sin aire.
De repente, Echidna me soltó y ambos jadeamos, respirando con fuerza para recuperar el aliento.
—Haa... Haa... ¿Por qué me...?
Ella no me dejó terminar, porque volvió a besarme casi de inmediato. El segundo beso produjo una reacción en cadena, como si hubiera terminado lo que el primero empezó a abrir en mi mente.
Los recuerdos fluyeron con la fuerza de un tsunami, inundando mis pensamientos y alejándome de la realidad. Me hundí bajo el peso de esas memorias y empecé a ahogarme.
Por suerte, Echidna dejó de hacer lo que estaba haciendo y me liberó (física y mentalmente) antes de que mi consciencia colapsara. Su rostro quedó a unos centímetros del mío, con un hilo de saliva pendiendo entre nuestras bocas.
Mientras la lucidez regresaba a mi mente, poniendo mis pensamientos en orden, sentí una mezcla de tristeza y dolor: era algo similar a ser traicionado por un ser querido. La sensación se fue tan pronto como llegó, dejándome perplejo.
—¿Qué me hiciste?
—Te ayudé a procesar la información que adquiriste, pero solo un poco. Debería ser suficiente por ahora.
La miré con cautela.
—¿El beso era necesario?
—Sí —dijo de inmediato.
—¿Y la parte de la lengua también? —Pregunté, saboreando un regusto ligeramente dulce.
—... ¿Quieres más té?
—¡No esquives la pregunta!
Viendo lo sonrojado que me dejó, Echidna se agarró la panza y soltó una carcajada. No me enojé con ella ni mucho menos, pero sentía que estaba jugando conmigo. Sería peligroso quedarme en su terreno por mucho tiempo, por lo que me levanté para irme.
—Creo que ya te entretuve bastante. Tengo cosas que hacer.
—Oh, ¿ya te vas? Qué pena.
—Hay otra belleza de pelo plateado esperando por mí allá afuera —me encogí de hombros—. No puedo demorarme mucho o se preocupará.
—Qué mal gusto tienes —Echidna suspiró y abrió un portal para mí.
—No te refieres a mi boca, verdad? Me aseguro de cepillarme los dientes todos los días y ya no como chatarra.
Ella ignoró mi pregunta, así que me acerqué al portal. Antes de que pudiera cruzar al otro lado, Echidna tocó mi frente con un dedo.
—Listo. Ahora puedes realizar las pruebas del Santuario.
—¿Y eso? ¿Me vas a hacer un exámen, profesora?
—Puedes decirlo de esa manera. También recuerda no decirle a nadie lo que pasó aquí.
—Está bien, no le diré a nadie de qué color son tus bragas —me burlé, entrando en el portal.
—¡NO ME REFERÍA A ESO! —La voz de Echidna se desvaneció junto con mi consciencia, que abandonó el castillo de los sueños.
***
Desperté en el pasillo de piedra, como si todo hubiera sido un sueño. A diferencia de Subaru, yo recordaba perfectamente la conversación que tuve con Echidna. Por lo visto, ella no me bloqueó los recuerdos, lo cual era una buena señal, creo.
Caminé sin prisa hacia el exterior. Mi primera impresión fue que el bosque estaba silencioso y vacío, pero me equivoqué.
—¡Ahí estás, forastero!
Un chico adolescente de apariencia feroz venía corriendo hacia mí. Era rubio, de cabello puntiagudo y ojos verdes. A medida que se acercaba, la diferencia de estatura entre nosotros se volvió muy obvia, pero a pesar de ser bajito, Garfiel irradiaba un aura intensa, como la de una bestia salvaje.
Además, él tenía un six-pack y yo no, lo cual me hizo sentir ligeramente inferior.
—Hola —saludé con calma—, tú debes ser Garfiel.
No lograba recordar si esto sucedía tal cual en el anime. De todas formas, no me importaba demasiado.
Garfiel subió las escaleras de un salto y aterrizó frente a mí, sonriendo con su dentadura afilada mientras me señalaba con un gesto altanero.
—¿¡Realmente eres el tipo que se deshizo de la Ballena Blanca y de dos Arzobispos del Culto de la Bruja en un solo día!? ¡Viejo, no eres nada imponente!
—Lo siento por no cumplir tus expectativas —fingí limpiarme una lágrima mientras hacía una expresión angustiosa.
El rostro del chico se arrugó. Sus manos se cerraron en puños y emitió un gruñido bajo.
—Bastardo, ¿crees que puedes burlarte del grandioso yo? ¡No me importa lo que haya dicho Rem! ¡Te daré una lección que no olvidarás!
—¿Rem te dijo algo–?
La frase quedó incompleta porque un puñetazo se estrelló en mi rostro, arrojando mi cuerpo varios metros hacia atrás. Rodé por el suelo de piedra.
—¡Ja! ¡Creo que no tengo ni para empezar contigo!
Escupí sangre y me puse de pie lentamente. Mi ropa se había ensuciado un poco con la caída.
De verdad, los niños de estos días... ¿Por qué carajos pensé en volverme maestro de escuela?
—Oh, ¿acaso quieres más? —Garfiel hizo chocar sus puños—. Vamos, muéstrame algo que valga la pena.
—Supongo que no vamos a resolver esto pacíficamente. Bien, ya quería poner en práctica esta cosa.
Manifesté la autoridad de la pereza a través de todo mi cuerpo, moldeándola como una membrana que lo cubrió por completo. Acto siguiente, extendí una parte de esa energía hacia Garfiel, envolviéndolo con ella y jalando para atraerlo hacia mí.
Él gritó con sorpresa cuando una fuerza invisible lo hizo moverse bruscamente, y no pudo reaccionar a la patada que se hundió en su vientre antes de hacerlo salir volando.
—Como esperaba, puedo combinar la autoridad con mis movimientos para añadir potencia a los ataques físicos. Asimismo puedo usarla como armadura, lo cual es muy conveniente.
Me di cuenta de que mi aura no era tan intensa ni abundante como cuando luché contra Lye Batenkaitos: probablemente no podría cortar el cuerpo de alguien con su potencia actual. Bueno, no es como si quisiera matar a Garfiel.
Hablando de él, en ese momento estaba haciendo una cara bastante cómica.
—¡¿Qué acabas de hacer?!
—Me puse un poco serio. ¿Tal vez me excedí? Puedo ir más suave si lo prefieres.
No suelo burlarme de mis rivales cuando tengo la ventaja. Esto es porque soy bastante competitivo y odio mucho perder, incluso si sé que me estoy enfrentando con alguien mejor que yo. Sin embargo, en este caso específico, mi orgullo había sido involucrado.
Preferiría dormir con Roswaal antes que dejarme bravuconear por un niño de catorce años.
Eh, pensándolo mejor, creo que dormir con Roswaal es demasiado. Mejor digamos que preferiría dormir con Félix.
Mmm, pero ahora que lo pienso, eso suena más como una recompensa que como un castigo. Estoy bromeando, jajaja. El único hombre para mí es Reinhard.
—¡CABRÓN DE MIERDA! ¡ME LAS VAS A PAGAR!
Garfiel rugió, impulsando su cuerpo en mi dirección. En una fracción de segundo, la distancia entre nosotros se redujo a cero, y su golpe que partió el aire se precipitó hacia mí.
Suspirando, levanté mi mano y bloqueé casualmente, aunque el impacto del ataque fue suficiente para causar una pequeña onda de choque.
—La defensa tampoco está nada mal, especialmente si junto toda la energía en un punto, pero eso me quita la protección en el resto del cuerpo. Es una lástima no poder usar esto a su máxima capacidad sin dañarme el cuerpo.
A pesar de la frustración, Garfiel continuó arremetiendo ferozmente, lanzando combinaciones espectaculares de puños y patadas, pero no hubo caso.
—¡Bastardo! ¿¡Cómo es que te volviste tan resistente!? ¡Recuerdo perfectamente que mi primer golpe te derribó, y fue mucho más débil que los siguientes!
Habíamos llegado a un punto muerto, porque yo me negaba a atacar (para mayor humillación) y él no podía romper mi defensa.
—Ah, lo de antes fue para hacerte creer que eres fuerte y que no te sintieras mal.
—¿¡QUÉ!? ¡ESO ES UNA JODIDA MENTIRA!
Obvio, pero no se lo diría en este momento. Tenía que hacerle un poco de daño emocional.
—Si creer eso te hace sentir mejor, adelante...
Garfiel levantó su puño una vez más, pero yo había tenido una idea muy interesante. Envolviendo su brazo con mi autoridad, lo forcé a moverse de manera que se golpeó a sí mismo una y otra vez en el rostro.
Él estaba incrédulo, y yo apenas pude aguantar las ganas de reírme.
—Pfft. ¿Todo bien, amigo? Entiendo que estés enojado, pero golpearte a ti mismo es un poco excesivo...
—¡HIJO DE PUTA, DETENLO AHORA MISMO!
—Lo consideraré si te disculpas por ser tan maleducado...
—¡VETE A LA MIERDA!
Retorciéndose con ira, Garfiel gritó y comenzó a cambiar de forma, aumentando su tamaño y musculatura exponencialmente. A su vez, le creció un pelaje anaranjado con líneas negras y una parte blanca en el pecho, convirtiéndolo en un tigre antropomórfico.
Con su nueva fuerza, mi aura ya no podía detener sus movimientos. Tragué saliva, mirando a la bestia furiosa que se preparaba para destrozarme de un solo golpe.
—Bien, admito que yo también estuve mal. ¿Qué te parece si empezamos desde cero?
Su respuesta fue darme un zarpazo brutal. Cometí el error de confiarme y pensar que podría amortiguar el daño con mi armadura de energía, pero el poder del ataque la desgarró como papel. El dolor duró poco: Garfiel probablemente me arrancó la cabeza o el torso completo y la muerte llegó un segundo después.
DreamyAnz on Chapter 1 Thu 29 May 2025 03:59AM UTC
Comment Actions
AlessandroGB on Chapter 1 Thu 29 May 2025 07:22AM UTC
Comment Actions
Darkloop on Chapter 1 Thu 29 May 2025 07:39AM UTC
Last Edited Thu 29 May 2025 07:39AM UTC
Comment Actions
Guest (Guest) on Chapter 1 Mon 02 Jun 2025 05:01AM UTC
Comment Actions
Trashallessandrogb (Guest) on Chapter 1 Fri 27 Jun 2025 01:52AM UTC
Comment Actions
Darkloop on Chapter 1 Fri 27 Jun 2025 02:29AM UTC
Comment Actions
Darkloop on Chapter 1 Fri 27 Jun 2025 02:31AM UTC
Comment Actions
DreamyAnz on Chapter 3 Thu 29 May 2025 03:37AM UTC
Comment Actions
DreamyAnz on Chapter 4 Thu 29 May 2025 03:45AM UTC
Comment Actions
DreamyAnz on Chapter 7 Thu 29 May 2025 03:57AM UTC
Last Edited Thu 29 May 2025 03:57AM UTC
Comment Actions
DreamyAnz on Chapter 8 Fri 30 May 2025 10:16AM UTC
Comment Actions
Otto_es_cla (Guest) on Chapter 22 Sat 19 Jul 2025 02:28AM UTC
Comment Actions
Darkloop on Chapter 22 Sat 19 Jul 2025 03:49AM UTC
Comment Actions
Otto_es_cla (Guest) on Chapter 22 Sat 19 Jul 2025 06:01PM UTC
Comment Actions
Darkloop on Chapter 22 Sat 19 Jul 2025 06:32PM UTC
Comment Actions
Elver Garlarga (Guest) on Chapter 31 Sat 16 Aug 2025 03:18AM UTC
Comment Actions