Chapter Text
Herleif estaba enfermo, y todo era por culpa de Thrain. El hombre no podía evitar sentirse de aquella forma.
Tal vez, realmente, ya tenía demasiados gatos en su casa. Fue una decisión muy irresponsable, pero no había vuelta atrás a eso.
Era muy difícil simplemente ignorar el llanto necesitado de un pequeño animal. Thrain tenía el dinero y espacio suficiente para albergarlos a todos, ¿Cómo podría simplemente ignorarlos? No les iba a faltar libertad, ni comida.
Pero la realidad es que, al final, Thrain era solo una persona. Alguien que ya tenía cierta edad. Y un trabajo, aún si fuera mayormente dar su apellido en las reuniones de altos cargos.
Tal vez era por eso, que no se había dado cuenta de que Herleif se estaba enfermando hasta que ya había pasado demasiado tiempo.
Sentado en la sala de espera de una de las clínicas veterinarias más cercanas a su casa, Thrain irradiaba un aura tenebrosa que causaba escalofríos a cualquiera que lo mirara. Un perro llevaba aproximadamente diez minutos ladrandole sin parar y no había forma de calmarlo, arruinando la poca paz que podría haber en un lugar como este.
Thrain lo ignora, está más preocupado por su gato, que por la impresión que pueda generar su habitual mal humor. Sostiene con fuerza el transportador en su regazo, donde Herleif estaba adentro.
Es un chico tan tranquilo. Ni siquiera se quejó ni intentó huir cuando fue agarrado por Thrain para llevarlo al veterinario. Simplemente se acostó y durmió durante todo el camino con su cola enrollada.
Era la quinta vez que Thrain tenía que venir por alguna urgencia al veterinario en solo este mes.
Es posible que eso empezará a afectar su cordura.
Se levanta en cuanto escucha su apellido, al menos, está vez va está siendo atendido por el dueño de la clínica. El veterinario, Ifa, es uno de los más confiables que Thrain ha conocido nunca.
Thrain no necesita saludar, ni decir ni una palabra, solo apoya el transportín en la mesa de consulta y abre su puerta.
Continúa siendo un hombre irresponsable, porque ni siquiera puede concentrarse en escuchar atentamente cada palabra que el médico dice.
Dentro de la mente de Thrain solo está la pregunta, ¿Y si, alguno de sus otros gatos también está enfermo? No habla de aquellos que por la mala situación que han vivido antes de ser adoptados, tenían que ir constantemente al médico y mantener una rutina de medicación. Con ellos, Thrain ya sabía que tenía que hacer.
La pregunta iba más bien hacia sus gatos que, en teoría, deberían estar perfectamente saludables. Pero que, en realidad, resulta que estaban enfermos, sin que él se hubiera dado cuenta. Con el riesgo de que sea demasiado tarde.
Thrain sabe lo doloroso que es perder a un compañero peludo.
Solo hay una solución, la cual detesta. A estas alturas no tenía otra opción, tendría que hacer aquello que ya llevaba un tiempo con la idea rondando en su cabeza, pero siempre buscaba una excusa para descartarla.
—Disculpe, doctor.
Cuando Thrain habla, su voz suena rasposa. Siempre atrae la mirada de la gente, en este caso, la de Ifa.
Es alguien de pocas palabras, y que apenas ve a gente en su día a día, así que, no está acostumbrado al habla. Suele pensar lo que dirá antes de pronunciarlo con un ritmo algo lento.
—¿Conoce algún cuidador para mis gatos?
«O, aunque sea, un hogar de confianza» piensa internamente, sin atreverse a decir algo como eso. Dar en adopción alguno de sus gatos era una opción, pero la más difícil de tomar. Para Thrain, era imposible depositar tal confianza en alguien que no conoce.
Y las pocas personas que conoce, en su trabajo, son mucho menos de fiar.
Si algo bueno había traído el trabajo de Thrain, aparte de la fortuna de su familia, era que tenía un poco de experiencia en hacer entrevistas de trabajo. Algo oxidada ya, porque habían pasado décadas, pero, supone Thrain, que está situación no ameritaba ser tan formal como lo es entrar a una compañía.
Aún así, el joven con el que coordinó verse en una cafetería poco concurrida, llega al lugar con un papel en mano y un traje de corbata. Antes de saludar, le entrega su papel a Thrain, aún sin presentarse, se sienta en el lugar vacío frente suyo.
Bueno, Thrain no necesita palabras, y aprecia la profesionalidad de haber traído su propio currículum, así que toma el papel y lo evalúa por unos segundos, antes de volver a dejarlo sobre la mesa y mirar directamente al chico frente suyo.
Ororon.
A unos meses de cumplir veinticuatro años, jamás ha tenido un trabajo que durará más de dos meses. Ni siquiera ha terminado la escuela secundaria.
Viste un traje negro y su corbata azul marino, pero aún así tiene unas zapatillas rotas y una gorra morada con su visera inclinada hacia la derecha.
La vestimenta realmente no importa a la hora de cuidar una mascota, aún así, hace cosquillear al lado de Thrain que nació dentro de las empresas y ha sido, durante toda su vida, criado en un ambiente laboral formal.
—¿Gustas un café?
Pregunta Thrain, siendo él quien rompe el silencio entre los dos. Ororon asiente, sus primeras palabras son solo para pedirle al mesero un café negro. Thrain también hace su orden, y ambos vuelven a quedarse solos en aquella esquina apartada del local.
“Ororon es un chico algo… extraño” Le había dicho el veterinario; “Pero adora la naturaleza, y, si te soy sincero, le confiaría la vida de todos mis pacientes y la mía.”
Las palabras de Ifa resonando en la mente de Thrain le recuerdan el por qué está haciendo esto en primer lugar. Herleif está enfermo, así como lo está Ludvik y Vesna. Tiene muchos gatos. No puede cuidarlos él solo.
—Cuéntame… ¿Tienes experiencia cuidando animales?
La mirada de Ororon se alza de la mesa para enfocarse en Thrain por solo un instante. Asiente.
Ororon parece tener una personalidad tímida, pero tras la pregunta de Thrain, su ánimo se había elevado ligeramente.
—De niño, tuve una rata de mascota, se llamaba “Ratita súper gris con cola extra larga”
Con un gesto de cabeza, Thrain le indica que continúe.
—Pobre, la mate por accidente.
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—¿Qué dijiste?
Ororon simplemente asiente, confirmando lo que había dicho. Sus ojos heterocromáticos se enfocan en Thrain, mirándolo con tanta profundidad que, combinado junto a sus palabras, le infunde algo de terror.
—Sí, sucede que, intenté comerla. Así que le clavé mis dientes, y ella se desangró, pero no pude masticarla bien porque estaba muy chiquito yo.
…Thrain no tiene palabras.
¿Será que el veterinario le estaba jugando una mala broma? ¿Es esta su forma de decirle a Thrain que estaba harto de atender a sus gatos? ¿O será que se confundió de persona, y habían dos Ororons en este mundo que venían a una entrevista de trabajo en esta misma cafetería a esta hora?
Ororon frunce ligeramente su ceño, parece como si estuviera pensando algo. Entonces, de repente, abre su boca con una exclamación.
—¡Ah! Pero no se preocupe, nunca quise probar un gato. Además, me enfermé y la abuela me regañó, así que no volví a hacerlo.
Thrain se pregunta si eso debería hacer la situación mejor, o si, en primer lugar, debería confiar en sus palabras.
El silencio prevalece, volviéndose cada vez más incómodo. Lo único que los interrumpe, fue el mesero llegando con sus dos cafés.
Para cuando se marcha, y el silencio continúa, Ororon ya está mordiendo sus labios con nerviosismo. Thrain alcanza a verlo. Es un hecho que tiene dientes afilados.
Thrain mira su café y toma un sorbo.
—Entonces… ¿Tienes alguna experiencia, como adulto, y que no haya tenido un final… trágico?
Ororon está pensando, una mala señal para Thrain, porque, esperaría que si contrata a alguien para cuidar de sus gatos, esta persona sea al menos capaz de contar una anécdota positiva con animales sin tener que pensarlo.
Parece que va a hablar, pero vuelve a cerrar su boca, así otras dos veces, hasta que de repente exclama
—¡Sí! De hecho, sí.
Se inclina hacia la mesa, golpeándola por accidente con su pierna y apoyando ambas palmas de las manos en la tabla.
—He cultivado frutas y verduras; tomates, zanahorias, lechugas, incluso rábanos…
Sus ojos ahora parecían estar brillando con más fuerza, en vez de ser casi los de un muerto como hace unos segundos atrás.
—¡Las riego todos los días! Les digo palabras bonitas para que puedan crecer sanas y felices, y, por supuesto, todas tienen su nombre propio.
Ororon vuelve a acomodarse en su asiento para sacar rápidamente su celular, encendiendo la pantalla y se lo enseña a Thrain con entusiasmo.
—Mira, mira, se llama “Súper rábano tamaño exprés extremo”, y es una de las verduras más felices que conocerás.
Thrain asiente torpemente, aturdido por el repentino cambio de ritmo en la conversación. Observa aquel fondo de pantalla, es realmente la foto de un rábano en un jardín, y que por la calidad de la imagen, se notaba que realmente fue hecho con su celular.
Thrain también nota las cincuenta notificaciones de mensajes sin leer. No son recientes.
No pudo contener su suspiro al ver eso. Casi al instante, Ororon aparta su celular del rostro de Thrain y apaga la pantalla, guardándolo y acomodándose en su asiento en una posición recta, como si su timidez hubiera regresado, o más bien, como si acabara de recordar que estaban en una entrevista.
—Realmente les doy todo mi amor… y nunca, jamás, se me ha muerto ni una sola verdura.
Habla con seguridad, una expresión determinada en su rostro, alza el dedo pulgar sonriendo. Su sonrisa se borra casi al instante al igual que cierra su mano.
—Aunque… Sí que me las como a ellas también. Eh. ¿Eso cuenta como un asesinato? También están vivas y sienten dolor, pero para los humanos, comer verduras está bien visto, y hace felices a nuestros estómagos. A mí me daría algo de miedo ser comido por alguien, pero, si es por un bien mayor, tal vez. Yo admiro el noble sacrificio de las verduras y las como por respeto. ¿Usted qué opina, señor?
Thrain no tiene idea de cuál es la pregunta.
Puede Ororon simplemente… ¿Seguir hablando? Tal vez de esa forma, Thrain terminará entendiendo qué se supone que espera que responda. Disimula tomando su café, aún así, el silencio continúa. Ororon solo lo mira, esperando con mucha paciencia.
Thrain se resigna y responde lentamente.
—...Me da igual.
Ororon asiente un par de veces como si acabara de oír la opinión más importante e interesante del mundo.
—Ya veo, entonces, un día le invitaré un caldo de mis verduras. Le aseguro que es muy delicioso.
Thrain sí recordaba que hacer entrevistas era algo agobiador. No recordaba que lo fuera tanto. Agradece no haber traído un test psicológico.
Toma un último sorbo de su café, y luego se cruza de brazos. Está decidido a terminar esto pronto.
—El veterinario dijo que lo has ayudado con sus pacientes.
—Sí, no lo mencione porque todos ellos han muerto conmigo también. Oh, porque ya no tenían cura. Me gusta acompañarlos en su último día.
El rostro sereno de Thrain no refleja para nada su mente en este momento, descruza sus brazos y rápidamente llama al mesero, sacando su billetera.
—Ah, déjame pagar mi parte.
—No es necesario.
Thrain no tiene problema en invitar a Ororon, más cuando es notable que el joven tiene problemas económicos. Y más aún, sabiendo que planea rechazarlo.
De hecho, si Ororon no paga y eso ahorra a Thrain la posibilidad de cualquier futuro contacto con él, era mejor.
—Pero, es de mala educación no pagar, por favor.
—Pagaré con tarjeta, no te preocupes.
Thrain prefería manejarse con efectivo, pero necesitaba acabar con esto pronto. Ororon hace una mueca, inconforme, pero parece que finalmente se rindió.
Se da cuenta que el joven ni siquiera tocó su café todavía, pero no parece que eso le importe a él, ambos se levantan a la vez de sus asientos, y, cuando Thrain intenta avanzar hacia la salida, se chocan por accidente.
Se disculpan a la vez, ambos torpemente.
Luego, Ororon lo está siguiendo hasta la salida.
—Entonces, señor… ¿Crees que tengo oportunidad?
Ah. Thrain odia esto. No quiere tener que rechazarlo. Pese a todo, se ve que es alguien honesto. Cree en las palabras de Ifa sobre su amabilidad. Pero incluso sin su historial… cuestionable con las ratas, Thrain no puede confiar en que alguien así sea responsable.
Es joven, no parece ser constante, fácilmente podría renunciar o descuidar a los gatos por alguna distracción, como algún vídeojuego o esos vídeos raros que ven los jóvenes de hoy en día en su celular.
—Lo pensaré.
Thrain quiere reducir el golpe, pero tal vez es demasiado obvio, porque el rostro de Ororon inmediatamente se convierte en uno triste.
—...Entiendo. Muchas gracias por su tiempo, señor, lamento las molestias.
Hace una muy pequeña reverencia y se marcha casi que corriendo. Thrain lo observa desaparecer. Suspira.
«Vaya día» Piensa agotado. Ya está muy viejo para esto. Se apoya en el balcón de la zona para fumadores de la cafetería. Por sus gatos, evita fumar en casa, y tampoco sale demasiado últimamente. Pero hoy, sin duda, necesitaba un poco de alivio.
Revisa una vez más el papel del currículum mientras toma un cigarro. Ni siquiera tiene imagen propia, ese chico es, un desastre total. De esta forma jamás conseguirá ni siquiera un empleo mal pagado, sin importar la voluntad que Ororon le ponga. A Thrain le hubiera gustado ofrecerle algunos consejos, pero piensa tarde en eso, y tampoco era su lugar. Es un completo desconocido.
Cuando busca el encendedor en su bolsillo, siente algo extraño. Al mirar, se da cuenta de que habían billetes que antes no estaban ahí.
…
¿En qué momento Ororon puso su dinero ahí…? Realmente, si hay una cualidad en ese joven, es el ser testarudo.
Lo que Thrain no esperaba, era volver a encontrarse con Ororon en su siguiente visita al veterinario.
No.
Es amigo de Ifa, e Ifa conocía el turno en el que vendría Thrain, ¿Se lo organizó a propósito? Aunque Ororon se veía algo sorprendido y el doctor parecía demasiado incómodo, tal vez fue realmente una coincidencia. Thrain intenta no pensar mal.
Ororon evita cualquier mirada, hundiéndose en una silla en la esquina de la sala donde está sentado con ambas piernas levantadas sobre el asiento. Casi parece un niño en un día trae a tu hijo al trabajo, donde era Ifa quien lo había traído.
El loro rojo de Ifa dormía sobre la cabeza de Ororon. Está vez en lugar de una gorra traía una sudadera con capucha, sus jeans también estaban rotos. Thrain ahora no lo juzga, porque él mismo está vestido con lo primero que encontró en su casa. No había podido detenerse a arreglarse antes de salir, así que su cabello estaba bastante desordenado, y a lo mejor la intención de Ororon al cubrirse la cabeza era ocultar el suyo.
Aún así, esa expresión tan triste de cuando lo rechazó… algo en el aura de Ororon le recordaba a ese momento. O tal vez solo era el haberlo visto otra vez. Pero Thrain no puede permitirse sentirse mal por el joven, porque los sentimientos de sus gatos eran más importantes que los de un desconocido.
Thrain llegó con cinco transportadores distintos, así que le es muy difícil caminar, como ya es costumbre. Deja los que puede en el suelo y lleva solo uno hasta la mesa.
Ororon observaba todo con curiosidad desde su lugar. Thrain siente aquella mirada tan intensa, a la vez que genuina.
—Tarko anda… decaído.
Comenta tras aclarar su garganta, Ifa se encarga de revisar a aquel gato de pelaje rubio y corto, mientras le habla bonito.
Thrain en vez de centrarse en eso, se da cuenta que Tarko mira hacia Ororon y él le devuelve la mirada, aún si solo fue por unos segundos.
Thrain mira en dirección a Ororon. Él aún estaba mirando hacia Tarko, pero cuando siente a Thrain y lo mira de regreso, la boca de Ororon se entreabre y entonces se transforma en una pequeña sonrisa tímida.
Levanta ambos dedos pulgares.
…
Thrain no entiende los gestos de los jóvenes. En sus tiempos, el pulgar significaba un todo bien, ¿Pero qué tenía de bien está situación? ¿Doble pulgar? ¿Doble bien? ¿Positivo es negativo? No es relevante, piensa, antes de voltear con un pequeño bufido y regresar su atención a Tarko.
Tal parece que está en perfecto estado, probablemente solo andaba un poco cansado. Parece que Thrain realmente se estaba volviendo paranoico, pero prefería prevenir que curar.
Hay otros tres gatos que revisar. Y uno al que vacunar, que es por quién tenía una visita el día de hoy en realidad.
Pasada más de media hora, la consulta médica termina y Thrain está por recoger los transportadores cuando Ororon se levanta rápidamente de su asiento.
—¡Déjeme ayudarle!
Aunque hace el ademán, espera primero a obtener el permiso de Thrain antes de tomar uno de los transportadores.
Quería decir que no, pero su incapacidad de reaccionar socialmente le hizo asentir antes de pensarlo. Es solo ir hasta la salida, «No puede ser tan peligroso, Thrain. Deja de preocuparte tanto.»
Pero, Ororon, sostiene el transportador abrazándolo con mucho cuidado, casi como si su vida dependiera de ello…
Y ahora Thrain no sabe si está aliviado, o le divierte saber que no es el único excesivamente preocupado.
Llegan hasta el auto de Thrain que estaba estacionado en la esquina de la veterinaria. Los ojos de Ororon se abren, pero no es por lo lujoso del vehículo.
—Tienes más gatos.
Comenta, hablando mucho más rápido de lo usual.
Dentro del auto habían al menos otros diez gatos, en los asientos del suelo, algunos de ellos dormían, otros los miraban.
—No quieren estar solos.
Explica Thrain simplemente. Ororon asiente con fascinación..
—Son muy lindos todos, entiendo porqué te preocupas tanto por ellos.
Thrain cierra la puerta ya habiendo liberado a los otros cinco gatos dentro, ya quiere marcharse a su casa, pero antes de poder abrir la puerta del conductor, Ororon lo detiene, sosteniendo su manga.
Es ahora, ¿Verdad? Le va a pedir que por favor, le devuelva el dinero del café. O peor aún, actuará como si Thrain se lo hubiera robado, queriendo montar una escena. Presiona sus labios con fastidio por la idea y voltea bruscamente a ver a Ororon.
El chico solo mantiene su mirada gacha mientras aún sostiene la manga de Thrain con solo la punta de sus dedos.
—En realidad yo ya acepté mi rechazo, pero Ifa me regañó y me dijo que estoy bien pendejo. Él piensa que suena raro decir que me comí una rata sin contexto.
«¿...había contexto?»
Aún si no se le ocurría cuál podría ser la explicación, al darse cuenta de que Ororon estaba hablando en serio, Thrain relaja su postura, dispuesto a escuchar lo que sea que tiene por decir.
—Olvidaba decirle que soy un híbrido de murciélago, y esa noche llevaba varios días sin comer, así que mi instinto salvaje me superó. Yo creo que es solo una excusa, pero, según Ifa si era importante mencionarlo…
Lleva sus manos hacia su capucha, pero, antes de bajarla, continúa hablando
—Aún me siento muy triste por Ratita súper gris con cola extra larga. Pero sé que tampoco debería odiarme por mi naturaleza.
Entonces, se quita su capucha, revelando un par de orejas que saltan en cuanto son liberadas.
—¿Lo ve? Murciélago, también tengo una cola. Aunque todavía no me crecen alas. Me gustaría volar algún día, pero así nací.
La realidad es que Thrain no sabe mucho de animales que no sean gatos. Todo su conocimiento giraba en torno a ellos, y si llegaba a saber algo acerca de híbridos, entonces, era sólo de los híbridos gatunos.
Por eso, él sabía que era cierto que el instinto cazador de un gato podía dominar a la racionalidad humana fácilmente. En ese sentido, al menos, era cierto.
Si los murciélagos eran similares, entonces también tendrían esos impulsos, más aún durante la infancia.
En este mundo, los híbridos son una minoría muy rara y dentro de ellos algunos son más rechazados que otros. Thrain nunca había oído acerca de un murciélago humano, pero sabe lo muy despreciado que es el animal. Se pregunta si es por eso que tal vez Ororon nunca pudo conseguir un trabajo formal o estudiar.
…Además de su tan peculiar personalidad.
Por lo menos ahora entendía por qué no tenía una foto y por qué utilizaba esa gorra. Thrain se siente un poco estúpido por no haberlo considerarlo.
—No pensaba comer a sus gatos ni morderlo a usted, no soy un vampiro, creo. Jamás lastimaría a un gato, ¿Sabías que somos muy similares? Los murciélagos, digo. También nos acicalamos, ronroneamos, comemos pájaros y ratones. Los gatos son como otra parte de mí, me gustan mucho.
Cuando Ororon hablaba con seguridad, era capaz de atrapar completamente a Thrain. Cuando habla de algo que realmente le importa, sus palabras fluían como una cascada, y eran acompañadas por un tono gentil que harían que cualquiera creyera sus palabras. Es peligroso.
Ororon le sonríe.
—Bueno, ¡Esa era mi explicación! Perdón por quitarte tiempo, y, eh, gracias por escuchar, adiós.
Se da la vuelta y comienza a caminar de regreso a la veterinaria, Thrain parpadea, despertando de su reciente ensoñación.
¿Eh?
Thrain se estaba perdiendo de algo, ¿No? ¿Es que Ororon, cuando decidió hablarle, no estaba planeando que le dieran una segunda oportunidad? Hasta este momento, Thrain estaba seguro de que todo esto era solo para pedirle una segunda entrevista, que si se negaba probablemente le suplicaría.
¿Es que Ororon solo quería explicarse y luego simplemente irse? Thrain estaba a punto de detenerlo para recordarle sobre el empleo, cuando el raciocinio regresa a él.
En primer lugar, él ni siquiera lo había rechazado, totalmente, por aquel accidente sanguinario. Ororon seguía siendo un joven, sin experiencia ni estudios. Con probablemente la capacidad de atención de un adolescente, alguien que se preocuparía más por escribirle a sus amigos que por jugar con un gato.
Thrain se repite eso varias veces, en el fondo, su mente estaba rechazando la idea. Ororon no era así. Pensaba, como si hubiera alguna forma de que Thrain realmente conociera a Ororon con el poco tiempo que se vieron. Por eso, en vez de discutir con él mismo, se repetía aquellas palabras una y otra vez.
Sube a su carro y regresa a casa, simplemente, mañana comenzará a buscar seriamente por gente profesional. Los carteles son muy poco efectivos, hoy en día, y gastaría demasiado tiempo que no tiene, así que por ahora solo hará una publicación en un grupo de Facebook.
Cuidar gatos a cambio de una muy buena suma de dinero atraería la atención de cualquiera, Thrain olvidó especificar la cantidad de mininos en su casa.
Así que ahora, todas las solicitudes quedan descartadas, no puede tomarlas en serio. ¿Por qué esta persona tiene… una caricatura de una mujer de Inazuma con una pose sugerente como foto de perfil?
Thrain ni siquiera se atrevió a abrir su mensaje.
Después de todo, confiar en extraños de internet es aún más difícil que confiar en un extraño que, al menos, se lo ha recomendado alguien ligeramente conocido.
Todo el rato que Thrain recordaba que tenía que conseguir ayuda, su mente pensaba en Ororon.
Cuando se repetía sus defectos, y decidía que tenía que buscar a otra persona, acababa siempre posponiéndolo sin darse cuenta.
Mañana será, y luego, mientras está acostado en la cama intentando dormir con diez gatos encima suyo. Thrain ve los ojos azules de Tarko que lo miran, y él lo mira de regreso.
Y Thrain recuerda que Tarko también miró a Ororon, y él le devolvió la mirada.
Thrain estaba más que acostumbrado a no poder dormir más de diez minutos seguidos, su descanso siempre era entrecortado. Todo gracias a la insistencia de Guthred por caricias, a los llantos de varios de ellos, y ni hablar de Stadukhin arañando la madera de su cama.
Pero al menos, hoy, fue de utilidad para pensar una idea. Thrain decidió que le haría una última prueba a Ororon, si todo iba bien, entonces lo aceptaría, pero si iba mal, su cerebro finalmente entendería que no era una opción.
Y está vez, el evaluador no sería Thrain, sino alguien mucho más confiable que él.
En cuanto se decidió, le avisó a Ifa, para que él le avise a Ororon. Se reunirían en el parque llegada la noche.
En ese lugar y a esas horas, casi no había gente. Así que Ororon probablemente se sentiría mucho más cómodo.
Thrain lo espera dentro de su auto, cuando lo ve llegando al parque, se baja y camina hacia Ororon. Indicándole con un gesto de mano que lo espere allí, sin acercarse más.
—Muestrame tus orejas.
Ororon lo mira con un deje de sorpresa, pero igualmente baja su capucha y, una vez más, ambas orejas aparecen de un salto.
—Espera aquí, iré por el otro entrevistador.
Thrain estaba por voltear cuando nota que los ojos de Ororon vuelven a iluminarse.
—¿Es un gato?
«Perspicaz…» Piensa Thrain antes de asentir.
—¿Cómo supiste?
—Hmm, no lo sé, ¿Intuición? Aunque no hueles a humano, solo a gatos. Y uno huele muy fuerte, así que, creo que estuviste con él hace solo unos minutos.
Entonces, Ororon es capaz de notar ese tipo de detalles ¿Eh?
Puede ser hasta algo preocupante, su apariencia, luce inocente, distraída, pero en realidad él está prestando atención a todo lo que ocurre a su alrededor y analizándolo.
Eso abre dudas, ¿Qué le asegura de que no es simplemente tan bueno fingiendo que engañó incluso a Ifa con su bondad? Ororon fue capaz de hacer que Thrain aceptará su dinero en la cafetería.
—Ve a traer a ese pequeño, debe de sentirse solito.
Bien. Sí. Es cierto, la entrevista. Thrain vuelve a ceder ante esa pequeña, amable sonrisa de Ororon. Porque parecía muy real. No era como las sonrisas empresariales, que Thrain había aprendido a notar su falsedad.
«Los animales saben mejor que los humanos.»
Piensa, mientras recoge al gato del coche. Con una correa en su arnés, para evitar cualquier intento de escape. Puede que Ororon sea perspicaz, pero su buen amigo… su mano derecha, también lo era.
…
Thrain no esperaba que Guthred se pudiera enojar tanto.
Casi al instante en que vió a Ororon, su pelaje ya estaba erizado, soltó un largo siseo y, como si fuera una máquina de matar enloquecida, se mueve entre los brazos de Thrain intentando saltar a atacar a Ororon.
Thrain lucha por sostenerlo, recibiendo unos cuantos arañazos por accidente. Puede sentir el corazón de Guthred latiendo con fuerza.
No tiene sentido, él es un chico tranquilo. Un anciano ya. Nunca en sus trece años juntos había visto a Guthred actuar de esta forma, es cierto que a veces no le gustaba la compañía de humanos u otros gatos, especialmente si se acercaban demasiado a Thrain, ¿Pero esto…?
Cuando Thrain ve a Ororon, el chico tiene un rostro tranquilo, pero sus orejas están hundidas en su cabeza tanto que parece que hubieran desaparecido. Es así como sin ni siquiera tener que cambiar su expresión, afectaba aún más a Thrain.
—Disculpa, no esperaba que…—intenta hablar mientras lucha por detener a Guthred—, normalmente es tranquilo
Ororon solo se ríe por lo bajo mientras rasca su nuca.
—Está celoso, preocupado. Puedo sentirlo. No es su culpa, cree que te voy a lastimar, y te quiere mucho. Así que tiene miedo, lo entiendo, ¿Fue maltratado?
Thrain asiente, aún concentrando su mayor atención en retener a Guthred. Apoya el rostro del gato contra su pecho, evitando que se mueva cuando le da un dulce beso en la frente y le susurra.
—Shh, tú capitán está aquí, eres su mano derecha, no va a pasar nada, relájate.
Thrain no tiene tiempo para sentirse avergonzado por la forma en que su tono de voz, siempre firme y grave, de repente se volvió suave y cariñoso. Él solo quería ayudar a Guthred, y parece que funciona, porque al menos ya no se está sacudiendo, lo único que mueve es su cola, agitada de un lado a otro.
Las orejas hacia atrás de Guthred parecen relajarse un poco, y aunque sus garras siguen clavadas en el brazo de Thrain, y suelta un largo gruñido que hace vibrar todo su cuerpo felino, no lucha por escapar del abrazo.
Tras unos segundos de silencio, Ororon vuelve a hablar con una mano en el pecho y un asentimiento orgulloso.
—Bien hecho, Capitán. Hazle ver que no hay ningún peligro.
Al ver que la situación se había calmado, Thrain suelta un suspiro de alivio. Mira hacia su carro.
—Lo devolveré al auto.
Fue un error traerlo en primer lugar. Thrain vuelve a culparse a sí mismo.
Pero, Ororon niega rápidamente con la cabeza.
—No, no, así se preocupará más, no podrá estar contigo para defenderte si pasa algo.
Oh. Tiene sentido. Parece que Thrain es realmente malo leyendo sentimientos no solo de humanos, sino que también de gatos.
Ambos permanecen en silencio, poco a poco, la cola de Guthred deja de agitarse. Su corazón regresa a un ritmo natural. Thrain forma una pequeña sonrisa al sentir eso, estaba realmente preocupado por su compañero felino.
Le impacta ver la leve sonrisa de Ororon, que hasta ahora, es la que más amable le ha parecido de todas. Sus sonrisas anteriores siguen sintiéndose reales, pero la de esta vez, estaba llena de cariño. Incluso sus ojos se entrecerraron ligeramente.
—Por cierto, tú cara está sangrando, parece de una película de terror.
—Ah…
—Lastima que no tengo un pañuelo a mano…
Murmura pensativo Ororon, planificando alguna forma de evitar que aquellas heridas se sigan abriendo.
Thrain simplemente niega con la cabeza.
—Estoy acostumbrado, me desinfectaré en casa.
—Bien. Lo siento, no creo que el señor Guthred me quiera aprobar hoy. Todos necesitamos tiempo para poder formar un vínculo de confianza, y alguien como él, necesita aún más tiempo y espacio. Así que me disculpo nuevamente por no poder cumplir mi misión.
Oh. Es cierto, esto era, otra evaluación. Alguien a quien Guthred le reaccionó tan mal, es imposible de confiar. ¿Y quién sabe cómo reaccionarían sus otros gatos? Hay gente a la que los gatos rechazan naturalmente y Thrain confía en que es por un buen motivo.
Aunque Tarko había visto a los ojos de Ororon.
…Thrain ya está muy viejo para todo esto. Puede sentir el peso invisible en sus hombros. El agotamiento del día a día. Pensar en las cosas que estaba haciendo su empresa tampoco lo anima. Recordar que Herleif ahora necesita tomar medicamentos diarios o saber que en este momento, Sven podría estar chocandonse con una pared por su ceguera, tampoco era de ayuda.
Cansado, hace la pregunta que lo está carcomiendo desde hace días.
—Dime. ¿Por qué quieres el trabajo?
Ororon parpadea.
—Uh, ¿Estamos haciendo la entrevista de nuevo…? Porque cuando soy sincero digo cosas extrañas que no le gustan a los demás y no me he inventado ninguna historia, así que diría la verdad y me rechazarías otra vez, ¿Qué tal si me repites la pregunta en cinco minutos para que pueda pensar algo?
¿Cómo puede decir eso mientras se ve tan, genuinamente, perdido? Thrain contiene una carcajada, que acaba sonando más a un bufido divertido.
—Solo di tú realidad, no importa que tan extraña sea.
Las orejas de Ororon se mueven contentas, como si se sintieran atraídas por esas palabras. ¿Por qué tiene que reaccionar exactamente igual a como lo haría uno de sus gatitos? Se pregunta Thrain, de esa forma, le complica más el trabajo de sospechar de él.
—Yo… toda la vida he vivido con mi abuelita en un pueblo, ella y mis vecinos me salvaron la vida muchas veces. Y yo, parezco un mal agradecido, incapaz de devolverles el favor nunca. Vine a la ciudad esperando poder al menos ayudar económicamente, pero es aún más complicado.
Conforme habla, la voz de Ororon va perdiendo volumen y su mirada se va hundiendo, hasta mantenerla fija en sus propios pies.
—Ifa es muy amable, así que él no me dice lo molesto que debe ser mantenerme de a gratis en su departamento, pero entiendo el mensaje, porque siempre intenta ayudarme a conseguir un trabajo. Espero que no crea que no lo intento yo también.
Se queda en silencio, tomando aire por la nariz, entonces, alza su mirada para ver a Thrain con un rostro decidido, a la vez que, afligido.
—Solo quiero que la gente que siempre me cuidó y ayudó entienda que lo aprecio, y poder hacer algo… algo por mi cuenta que no sea depender de ellos. Si pudiera cuidar algún animalito, que alguien viva el mismo amor que yo, ¿Estoy al menos aportando algo a este ciclo? Y si, además, recibo dinero a cambio, podría ayudar a mis amigos y abuelos de esa forma… Tal vez solo soy muy ambicioso.
Suena muy dedicado. A Thrain le gusta ese tipo de devoción, porque parece escasear en la sociedad. Si habla de esta forma, entonces ya Thrain no tiene motivación para buscar alguna excusa.
Que complicado…
No quería aceptarlo, pero en el fondo, muy en el fondo, lo sabía. Fue tan inconsciente que Thrain ni siquiera sabe desde qué momento ya había decidido su verdadera respuesta.
—Bien. Me sirve. ¿Te lo inventaste?
No está realmente cuestionando, es solo su mal intento de broma para aligerar un poco el ambiente. Ororon niega rápidamente con su cabeza.
—Te dije que para eso, necesitaba al menos cinco minutos. ¡No me diste ni uno!
Los labios de Thrain se curvan hacia arriba al ver como Ororon hace un puchero, es algo divertido. No parecía realmente molesto, ¿Estaba bromeando igual que Thrain? Le sorprende que lo haya captado. Acomoda el abrazo con el que sostiene a Guthred.
—Me voy. Este tipo pesa. Te responderé… mañana. ¿Bien?
Ororon asiente y Thrain simplemente se da la vuelta, caminando de regreso a su coche. Ororon observa en silencio como se aleja, está vez, sus palabras no habían sonado a un rechazo rotundo como el primer día que se conocieron.
Confunde demasiado a Ororon.
Saca su celular, e ignora las muchas notificaciones que tiene, más tarde responderá los mensajes, solo va hacia su chat con Ifa.
Ifa 19:45
Tomaste tu medicina antes de salir, verdad… ?
Ifa 19:45
Avisame cuando llegues btw
Ifa 20:25
Bien pues, asumiré que llegaste y no que te secuestraron!!! Por dios
Ifa 20:30
POR FAVOR TE LO SUPLICO BRO
Ifa 20:30
NO, Y EN SERIO DIGO, NO!!! LE HABLES DE LA VEZ QUE TE COMISTE UNA BOLA DE PELO
Ifa 20:31
(acabo de recordarlo…)
Ifa 21:00
Cómo te fue?
Ifa 21:05
Y bien bro?
Ifa 21:08
Bro???
Ororon 21:14
👍
Ifa 21:14
Y ESO QUÉ SIGNIFICA
Ororon 21:14
Fue ok
Ifa 21:14
ok… y “ok” para ti es…
Ororon 21:15
Creo que el señor Guthred me odia, pero al Capitán parece que no le caigo tan mal
Ifa 21:15
Quién es Capitán??? Guthred???
Ororon 21:15
🐱😑
Ifa 21:15
…? Bien, entonces el gato te quiere, pero por qué enojaste al señor Guthred????
Ororon cierra el chat antes de leer la última respuesta. Guarda su celular, no le gusta la luz que tiene. Por muy baja que la ponga, siempre hace sentir su vista cansada. De todas formas, prefiere explicarle a Ifa lo que pasó en persona.