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Seonghwa.
El silbato del entrenador fue el indicador de que el entrenamiento de ese día había terminado. Estaba agotado, tenía mucha sed y lo único que quería hacer era ducharme. Sentía como se me pegaba la playera al cuerpo por el sudor y quizás ese era el menor de mis problemas, ya que, al ingresar al gimnasio, el entrenador, el señor Han, me dijo que necesitaba hablar conmigo al final de la jornada.
—Su esposa debe estar enojada con él —dijo Mingi, uno de los miembros del equipo.
—¿Por qué? —le pregunté, pero él me dio una mirada sugestiva, como si yo ya supiera de lo que estaba hablando. ¿Lo peor? Lo sabía—. Asqueroso.
—Tiene sentido —lo apoyó San—. Este entrenamiento fue durísimo. No nos dejó descansar ni siquiera un segundo —se sentó en la banca y tomó agua.
Quizás podría ser eso, pero también el hecho que estábamos a dos semanas de nuestro juego con otro instituto. Nosotros seríamos la casa local, por lo que perder sería un acto sumamente vergonzoso. Y el entrenador era muy estricto en ese sentido.
A mis 18 años, era la base y líder de un equipo de baloncesto del instituto. Ingresé cuando tenía 15, y conocí a los demás ese mismo año. Con el tiempo, van rotando los estudiantes, y quizás así sea cuando en menos de un año me gradue.
Los únicos que estaban en mi misma situación eran Mingi, San y Yunho. Los únicos jugadores de último año. Por lo que, en este juego, debíamos de dejar la vara alta, tanto para los reclutadores de universidad como los de equipos ya establecidos.
Era apostar por el todo o nada.
—Chicos, por favor —comenzó Jongho, un chico un año menor que nosotros—. Si el entrenador nos estuviera escuchando…
—Bueno —dije, para calmar el ambiente—. Vayan a las duchas, apestan —ellos comenzaron a quejarse, pero no me importó—. Luego se van a sus casas, solo quedan dos semanas para el juego y debemos tener energías para poder ganar, no quiero saber que después andaban por ahí haciendo qué cosa.
—Eres el primero en no obedecer esa regla —habló Mingi, cruzado de brazos y chasqueando la lengua.
—Yo soy el lider —le mostré una sonrisa, Mingi apretó los labios y se dio la vuelta para dirigirse a las duchas.
Cuando supe que la conversación terminó allí, fue cuando me dirigí a la oficina del entrenador. En ella, estaban las copas que habíamos ganado anteriormente, diplomas de sus magíster y doctorados y otras cosas que nunca le pregunté, y que tampoco me interesaba.
La puerta estaba abierta, él sumido en algunos papeles, por lo que asome la cabeza y toqué el vidrió de esta.
—Seonghwa, pasa —dijo cuando me vió. Yo lo hice y me senté en una de las sillas frente a su escritorio, y frente a él.
—¿Me llamó por algo en especifico? —le pregunté—. Si es por lo que pasó en las duchas, lamento mucho el actuar de mis compañeros, entiendo que lanzarse agua y jugar con esta antes de entrenar-
—No, no es por eso —me interrumpió—. Seonghwa, te llamé porque tu rendimiento académico es bajo por no decir terrible.
Oh, así que era eso. Mierda. Sabía que esto sería un problema, pero ¿me podía culpar? Estaba muy ocupado en entrenar, porque, no solo era eso, sino que también estar constantemente haciendo ejercicio. Además, no podia dejar de lado mis hobbies, estudiar me daba pereza, lo que a mi me gustaba era el baloncesto, salir de fiesta, el alcohol y el sexo.
No tenía tiempo para estudiar.
—Tu bien sabes que una de las cosas que piden en dirección es que puedan equilibrar los estudios con los entrenamientos —el señor Han me miró, y sabía que ese era solo el inicio del reproche—. Eres uno de los mejores en el baloncesto y es por eso que también eres el líder, pero, ¿qué pasa con los estudios?
—He estudiado.
—No se refleja en tus resultados —contraatacó. Me miró, esperando una respuesta de mi parte, pero es que la verdad no tenía nada qué decir. El entrenador negó y se acomodó en su asiento—. La dirección me pidió que hablara contigo para que te tomes en serio tus calificaciones, porque, de no subir, no podrás participar del próximo juego.
—¡¿Qué?! No, entrenador, no puedo no estar en el juego —él me miró, prácticamente diciéndome que no podía hacer nada. Conozco las reglas, pero no era alguien que fuera fácilmente a seguirlas—. Soy el líder del equipo.
—Ya lo sabes —sonrió, acomodando unos papeles en su escritorio—. Mejora tus calificaciones o no podrás participar del próximo juego.
No dije nada más, me levanté y salí de su oficina.
Pateé una piedra que encontré a la salida del gimnasio. Estaba bastante molesto, me parecía increíble que me pusiera aquella condición para poder participar del juego. Yo era uno de los mejores jugadores, no por nada he sido el líder del equipo desde hace 3 años, no tenerme sería un gran problema para ellos.
Nadie iba a dirigir las riendas tan bien como yo.
—¿Y esa cara? —me preguntó Mingi cuando salió del gimnasio. Estaba afuera, esperándolo a él y a los demás. Eran mis compañeros de equipo, pero también mis amigos.
Miré al cielo, el color naranja y rosado solo indicaba que pronto anocheseria. Cuando salió San, todos comenzamos a caminar hacia nuestras casas.
—¿No será por lo del otro día? —preguntó Yunho, acomodándose la correa del bolso en su hombro—. El entrenador parecía muy molesto.
—No es por eso. Es mi rendimiento académico.
—Te lo dije —esta vez fue San—. Tu intuición no te ayudará mucho, es más, no te ayuda en nada. Era obvio que tarde o temprano te iban a dar un ultimátum por descuidar tus calificaciones.
—No necesito tus regaños ahora, San. Tengo que ver cómo es que voy a subir mis calificaciones ahora, en dos semanas es el juego.
—Dos semanas es muy poco para eso —opinó Mingi—. Aunque te podría ayudar la prueba de química que tenemos el viernes.
—Y hoy es lunes, tienes tiempo para estudiar —me reí de lo que dijo Yunho, como si fuera tan fácil para mí sentarme en un escritorio y leer el libro de química—. Oh, y el trabajo de literatura, que se entrega la semana que viene, ya tienes dos cosas.
—Qué estrés —comenté.
—Es eso o conseguirte una novia o novio nerd que haga todo por ti —dijo Mingi. Y entonces me detuve, con aquello aún en mente, lo miré, como si por un segundo hubiera dicho la cosa más brillante del mundo. Y lo era. ¿Cómo es posible que no se me ocurrió antes?
—No lo estarás pensando, ¿o si? —me preguntó San, pero no lo tomé en cuenta, porque yo solo fantaseaba con tener buenas calificaciones en el examen y el trabajo para luego ganar el partido.
—Lo está haciendo —afirmó Yunho.
—Eso es —los miré, pero ellos me veían a mí como un loco—. ¿Y cómo conseguiré una pareja con esas características en tan pocos días?
—¿No será más fácil simplemente responsabilizarte por tus notas? No sé, ¿empezar a estudiar? —me dijo Yunho, pero moví ligeramente la cabeza, indicando que no.
—No me puedo desconcentrar del juego. Vendrán personas importantes, ¿crees que es muy fácil conseguir estas oportunidades? ¿Sobre todo si somos de un instituto pueblerino? Quienes viven en Seúl la tienen más fácil, nosotros tenemos que conformarnos con los partidos locales —sentencié—. En dos semanas jugaremos con un instituto de allá, y tenemos que ganar.
—No sé si sea buena idea que hagas algo así —Yunho se cruzó de brazos, determinado a tener su última palabra sobre el asunto, pero lo que él no sabía, es que quién estaba en problemas era yo, y quién iba a hacer todo esto era, precisamente yo.
Me metí las manos en los bolsillos de la chaqueta que llevaba la mascota de nuestro equipo. La brisa agradable de septiembre nos alcanzó, el tenue sol de la tarde me pegaba en la cara y solté un suspiro.
—Tu no tienes este problema y soy yo quien tiene ver otras opciones para poder subir mis calificaciones y así poder jugar. Por lo que me dijo el entrenador, este era un ultimátum, y yo no puedo desperdiciar una oportunidad como esta, Yunho, no soy como tú.
Pero él no me dijo nada, solo se me quedó mirando, como si en sus ojos pudiera leer lo que estaba pensando, y yo sabía lo que estaba pensando. Simplemente no le di más importancia y caminé hasta mi casa, los chicos se quedaron atrás y no los esperé. De todos modos, era algo que solo me incumbia a mi, ya veia yo si realmente iba a hacer lo que Mingi dijo.
Cuando llegué a casa, estaban todas las luces apagas, seguramente mi papá aún seguía en la ferreteria, por lo que dejé las llaves colgadas detrás de la puerta y caminé directo a la cocina, estaba muy hambriento y lo último que habia comido fue en el almuerzo, luego de esto, estuve toda la tarde en el entrenamiento.
Me hice unos huevos revueltos y unas tostadas con mermelada de frambuesa, un café y me senté a comer. Y a cada cucharada de alimento que me llevaba a la boca, pensé en quién en el instituto era lo suficientemente inteligente y estupido como para hacer las cosas por mi. Tenía que ser alguien que solo se dedicara a los estudios, que nunca había visto en fiestas o cosas por el estilo, alguien de casa, alguien que prefería pasar sus ratos libres en la biblioteca en vez de ir al jardín del instituto.
Alguien que estuviera totalmente desconectado de la realidad juvenil.
Y así es como veía detenidamente a quienes entraron por el salón de clases al día siguiente. Yo me sentaba en la última fila, a un lado de Mingi. Mi amigo jugando un juego de celular con San y Yunho frente a nosotros, podía escuchar como se quejaban cuando los mataban, pero yo simplemente me concentré en mirar detenidamente a todos los demás, buscando a la persona correcta.
—Buen día —entró la profesora de ciencias. Hoy no nos tocaba con ella, así que todos fruncimos el ceño, ella sonrió y se quedó quieta en el centro, frente al pizarrón—. Chicos, necesito que tomen sus cosas y me acompañen a la biblioteca —todos comenzaron a murmurar y ella sonrió—. Chicos, por favor. Allá se les explicará lo que está pasando, ¿sí? Vamos, tomen sus cosas y vayan a la biblioteca.
Miré a mis amigos y San hundió los hombros, señalando que no tenía idea lo que estaba pasando. Así que no cuestioné nada más, tomé mis cosas y salí del salón rumbo a la biblioteca junto a los demás.
El lugar era grande. En sí, el instituto era grande, reunía a casi todos los adolescentes del pueblo. Así que no era de extrañar que la biblioteca fuera un lugar que pudiera albergar a dos cursos en ella, ya que no éramos los únicos en en la misma situación, y me di cuenta cuando Wooyoung, el novio de San, se acercó a él y lo abrazó, lo siguió su mejor amigo Yeosang y se sentaron junto a nosotros en una de las muchas mesas que había.
—¿Qué ocurre? —preguntó San, una vez que dejó su mochila en la mesa—. Ustedes también están aquí.
—¿No quieres que esté aquí? —le preguntó Wooyung. Vi como Mingi se cubrió el brazo para no reírse y yo los miré con cara de asco.
Quizás por eso no mantería por tanto tiempo las relaciones. Eran complicadas y te hacían parecer estupido. Justo ahora como San le decía que no, que no era lo que quería decir y tomaba su rostro para darle un beso.
—Buen día, alumnos —era la profesora de literatura. Cuando todos se sentaron, ella siguió—. Se preguntarán el por qué están aquí y no en sus salones. Bien, les informo que, como habrán visto los días anteriores que están arreglando algunas partes del instituto, hoy es el turno de sus salas de clases. Es por eso que estarán aquí durante la primera clase, hoy y mañana.
Se escucharon murmullos y quejas, pero a la profesora no le importó. Sacó unas hojas de una carpeta y comenzó a repartirlas entre los estudiantes más cercanos.
—¿Y qué se supone que haremos ahora? —pregunté.
Había un revuelo entre estudiantes hablando y otros llegando a la biblioteca, en busca de algún asiento libre. Al momento de ya cerrar las puertas, llegó otro estudiante, suponía que era del otro salón, porque compañero de nosotros no lo era, o al menos nunca lo había visto. Miro a todos los lugares en búsqueda de un asiento libre, pero parecía estar todo ocupado. Me fijé en él mismo, tenia el cabello peinado, unos lentes de marco negro, tenia un bolso café cruzado, el uniforme limpio y un libro en sus manos. Parece que era el que tenemos que leer para literatura.
—Oh, es Hongjoong —dijo Wooyoung, mirando hacia la misma dirección que yo—. Llegando tarde no encontrará ningún asiento.
—Y nadie le dirá que tiene uno libre, además —opinó Yeosang. Fruncí el ceño, extrañado. ¿Por qué? ¿Acaso no era querido por sus compañeros?—. No se junta con nadie y nadie se quiere juntar con él, esa es la razón —dijo cuando me vio la cara de confusión.
—¿Por qué? —preguntó Mingi.
—Es nerd, ¿sabes? Saca buenas notas, se lleva bien con los profesores, no se mete en problemas y es querido por todo el equipo docente. Hay personas que detestan eso, por eso lo rechazan —le respondió Wooyoung—. A mi me da pena —murmuró, apoyando su mentón en la mesa, mientras lo veía, pero luego se levantó—. ¡Hongjoong! —gritó y Yeosang trató de hacer que se sentara de nuevo.
—¿Qué haces? —le susurró—. Los demás tienen asientos libres.
—Pero nadie se lo dirá —le respondió de vuelta, luego le hizo gesto al chico y este caminó hacia nuestra mesa—. Hay un asiento ahí —apuntó el que estaba al lado de Mingi, frente a mi—. Siéntate con nosotros.
—Hola —murmuró, acomodó sus lentes y se sentó—. Gracias.
Todos los demás parecían un poco incómodos con su presencia, pero no solo eso, porque miré a mi alrededor y algunos de los del otro salón soltaban unas pequeñas risas mientras nos miraban. Pero cuando se dieron cuenta que los estaba mirando, se dieron la vuelta y se hicieron los desentendidos. Sonreí. Eran unos idiotas.
Poco y nada me importaba ese chico, pero cuando la profesora nos hizo hacer una actividad en grupo, él era bastante inteligente. Muy, diría yo, porque teníamos que leer un extracto de un libro y, al parecer, él ya lo leyó, por lo que le fue fácil para él responder las preguntas. Yo ni siquiera leí el fragmento, porque escuchaba como discutían las respuestas y yo anotaba lo que decían. Todo con terminar todo eso de inmediato.
Pero Hongjoong solo hablaba cuando los demás le preguntaban algo, y él, con una sonrisa tímida, responde.
Parecía ser una persona que no tenía muchas habilidades sociales, le costaba establecer una conversación cuando la otra persona era más habladora, como lo era Wooyoung y Mingi. Luego se concentraba en lo que tenía que hacer, no opinaba nada más allá del trabajo en grupo y se limitaba a mirar a los demás, como ya si estaba acostumbrado a hacerlo. Como si sintiera que era lo que tenía que hacer.
Pude observar todo eso y, me di cuenta esa misma instancia, que él era perfecto para lo que yo estaba buscando. Y ahora, la situación era cómo me iba a acercar a él.
Pero ya estaba dando el primer paso, ya conocía su nombre.
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Seonghwa.
Aquel chico, su concentración en la actividad, en como solo decía algo cuando otro se lo preguntaba, en cómo se mordía la mejilla cuando intentaba concentrarse. Todo eso. No escapaba de mi mente.
Tenía que ser él.
—San —me acerqué a mi amigo a la salida del instituto. Ese día no teníamos entrenamiento, por lo que tuvimos la tarde libre. A veces con los chicos íbamos al parque a jugar baloncesto, pero muy pocas veces San nos acompañaba, ya que generalmente se la pasaba con su novio—. Tengo algo que preguntarte.
Él se detuvo y me miró, esperando a que le dijera algo. Me metí las manos a los bolsillos, y me balanceé sobre mis talones.
—Oye… ¿Qué sabes sobre ese chico?
—¿Quién?
—El de la mañana, el compañero de Wooyoung.
—¿Hongjoong? —preguntó, y asentí. Caminábamos a la par por la acera, los demás iban más adelante que nosotros, jugando con un balón. Mingi siempre llevaba uno—. ¿Acaso te interesó o algo?
—Sí. Por lo del problema que tengo.
—No lo conozco bien, solo su nombre, pocas veces Woo lo ha nombrado, pero nada más. ¿Qué quieres hacer? ¿Pedirle ayuda para tus trabajos? —alzó una ceja y me rei.
—Algo así.
—¿Es por lo que dijiste ayer? ¿De verdad lo vas a hacer? —me miró, pero en esta no veía que me juzgara o algo, solo parecía sorprendido.
—¿Qué otra opción tengo? —sabía la otra opción, pero estudiar no estaba en mí.
—Deja de ser tan holgazán —escuché a Yunho. Bufé.
—¿Y creen que será algo que me beneficiará solo a mí? Puedo hacer que haga el trabajo por ustedes también.
—¿De verdad? —preguntó Mingi, interesado.
—¿Pero te vas a hacer su novio de verdad? —me preguntó San. Me encogí de hombros—. ¿Lo vas a conocer, salir de cita y todo eso?
Me reí.
—Tampoco tan así —me crucé de brazos—. No se me da tan mal fingir algo.
—No sé si él sea tan tonto como para creerte todo lo que lleguen a hacer —siguió San—, para un bien propio.
—Oye no será solo para mí —me quejé—. También lo será para ustedes, ¿o acaso creen que no sé que están casi igual que yo?
Se miraron entre ellos, como si los hubiera atrapado con algún secreto, el cual no era para nada de esa forma. Ninguno era mucho de estudiar, quizás Yunho sí, pero estamos más concentrados en el baloncesto, después de todo, las universidades daban becas por ser parte de sus equipos, y eso era lo que nosotros buscábamos, sobre todo yo.
—¿Cuál es tu plan? —me preguntó San, resignado. Lo pensé un poco, porque tenía que idearlo de buena manera. Si bien yo estaba buscándolo por las dos actividades calificadas, sabía que me serviría para más adelante.
Al menos hasta que terminara el instituto.
—Pensaba en buscarlo en la biblioteca y pedirle su ayuda —comenté—. Algo fácil al principio.
—A ver si quiere ayudarte —opinó Yunho, yo lo miré.
—Puedo hacer que incluso se enamore de mí.
—Bien, veamos si lo logras.
A este punto, ya parecía un desafío. Y no tenía miedo de tomarlo como tal.
●●
Lo busqué por toda la biblioteca, pero no lo encontré.
Creí que con el aspecto que tenía sería de esas personas que se la pasaban encerradas junto a muchos libros. Y tenía la esperanza de que así fuera, porque sería más fácil para poder encontrarlo siempre.
Solo me quedaban tres días antes del examen de química, así que no tenía más remedio que sentarme en el escritorio y quemarme las pestañas hasta entender algo del texto escolar. Al menos ese era mi plan hasta que vi entrar a Hongjoong, caminó hacia las mesas y se sentó en una para sacar su cuaderno y comenzar a anotar cosas que, donde estaba, no sabía qué era.
Esperé unos minutos, no mucho, porque ya sonaría el timbre, indicando que fuéramos a nuestra siguiente clase, así que solo esperé dos minutos, allí, entre los estantes llenos de libros. Parecía un acosador, mirándolo desde la lejanía y analizando cada movimiento que hacía. Pero no lo era, no era un maldito acosador, solo estaba pensando en mi futuro, que venía de la mano con su nombre: Kim Hongjoong.
Me acerqué a él, una vez que decidí dejar mi nicho. Me senté al otro extremo de la mesa y ni siquiera se dio cuenta de mi presencia. Parecía muy ensimismado en lo que hacía.
Y esa era la pasión que yo no tenía.
—Hola —le dije. Él levantó la mirada y luego hacia sus costados, como si no creyera que le estuviera hablándole—… ¿Cómo estás?
—¿Me hablas a mí?
—No hay nadie más en la mesa.
—Ah, sí —murmuró—. Lo siento.
—¿Qué haces?
—Um… repaso un poco, tengo un examen el jueves —me miró, pero no como lo hacía yo. Con el cuerpo derecho y la cabeza alzada, ocupando espacio. Él parecía más… tímido. Como si tuviera miedo de alzar el rostro también.
—¿El de química?
Hongjoong asintió.
—Oh, yo lo tengo el viernes —le dije. Volvió a asentir—. Ayer… Sabías todo, me impresionó.
—¿La actividad que nos hicieron hacer?
—Ajá.
—No fue tan difícil.
Me quedé callado. Para alguien como él, claro que no era difícil.
—Tu ayuda nos facilitó mucho el poder terminarla —asintió, nuevamente—. Al menos a mí. No soy muy bueno en lo académico —arrugué la nariz.
—Pero eres bueno en el baloncesto —dijo de inmediato—. Yo no lo soy. Cada uno es bueno en lo suyo, supongo.
—Mmmh… ¿Me has visto jugar?
—Claro —miró nuevamente su cuaderno, haciendo unos ejercicios de química—. ¿No lo hace todo el instituto?
—No lo sé —apoyé mi codo en la mesa, cargando mi mejilla en la palma de mi mano y me fijé en sus movimientos. Eran seguros y determinantes, como si estuviera seguro de lo que hacía y no me cabía duda que fuera así—. No pensé que alguien como tú le fuera a interesar.
—¿Alguien como yo? —alzó una ceja.
—Quiero decir… no te ves como alguien que tiene esos intereses, ya sabes.
—No —dijo seguro—. Todo el mundo va, y todo el mundo te conoce. Sería raro que yo no lo hiciera, por más que no vea como alguien que tiene interés.
—¿Raro? ¿Por qué?
—¿No es que nos dicen siempre que tenemos que apoyar al equipo de nuestro instituto? Yo… solo apoyo.
—Ah, bueno, gracias —no supe qué más decir. Aquella reacción me tuvo desprevenido. Pero, ¿no era raro que preguntara algo así? Un chico que parece preferir estar en los libros que salir al aire exterior. Aunque, si los libros me dieran la misma sensación que jugar baloncesto, entonces lo puedo entender, de otro modo, no.
—Bueno, entonces… —Hongjoong cerró su cuaderno y dejó el lápiz encima de este, los tomó y se levantó, pero yo también lo hice, no podía dejarlo así como así.
—Oye, espera —le dije y él se detuvo, me miró, frunciendo el ceño—. Tengo algo que preguntarte, pedirte, más que nada.
—¿Qué es?
—Bueno… —divagué, era un poco vergonzoso. ¿Quién pensaría que yo fuera a pedirle ayuda a un nerd de lentes, con el cabello revoltoso y su cuaderno pegado a su pecho como si su vida dependiera de ello?
—Oye, ya van a tocar el timbre.
—Sí, lo siento, solo quería preguntarte si me podrías ayudar a estudiar para el examen de química —el parpadeo varias veces, como si lo que acabase de decir no se lo creyera—. Pues, no me va muy bien con esa materia y yo… realmente necesito ayuda.
—No, lo siento —respondió, ni siquiera me miró, porque ya estaba empujando la silla al interior de la mesa—. No tengo tiempo.
—¿Qué? Pero… Solo estos días.
—Lo siento, Seonghwa —arrugué el entrecejo, era la primera vez que decía mi nombre y era incluso extraño escucharlo salir de su boca—. No tengo tiempo, así que perdóname.
Dejó la silla, y sin decir más, salió de la biblioteca. Lo miré irse, yo tampoco lo detuve, porque no sabía qué más decirle. Pero… ¿Un no? ¿De verdad se iba a negar a ayudarme? Creí que los nerds eran más amables, por algo eran nerds, tenían el poder del conocimiento como para ayudar a otra persona y, aún así, él no quiso.
Ese día tuve otra impresión de él, que era egoísta.
●●
El entrenamiento de ese día me dejó agotado. Pero valió la pena, porque, una vez más, le demostré al entrenador que no valía la pena no tenerme en el juego. Yo era su mejor jugador y no apostar por mí era como morir.
Pero, aún así, parecía no importarle. Por más que traté de hablar con él, no entró en razón, así que solo me resigne a mínimamente estudiar un poco y esperar a lo que fuera a obtener de calificación. Ayer no tuve mejor suerte con Hongjoong, y solo me quedaban tres días para sacar un azul.
—Seonghwa —escuché a papá en la cocina cuando llegué. ¿No estaba en la ferretería? Qué extraño.
Él tenía una ferretería en el pueblo, lo atendía con mi mamá, antes de que ella muriera de cáncer hace cuatro años. Desde entonces, solo lo atiende él. Y a veces lo acompaño, cuando me siento muy aburrido de estar en casa.
Entonces me acerqué a la cocina, no era usual tenerlo tan temprano en casa, luego cuando vi las luces casi anaranjadas entrando por la cocina, me di cuenta que estaba cerca de anochecer. Sería que, quizás, se me iban las horas en el entrenamiento, o será que luego de eso con los chicos íbamos a comer ramen al puesto del señor Ji, para después descansar y seguir jugando en las canchas de las plazas.
—Hola papá —le dije, una vez que llegué al lugar. Estaba haciendo de cenar.
—¿No viste la hora que es?
—Lo siento, me distraje —respondí. Él solo me miró.
—Ve a comprar el pan donde la señora Kim —tomó su billetera, sacando algunos billetes—. Y un pequeño pastel. Elige el que quieras.
—¿Por qué yo?
—Estoy ocupado aquí —me miró, con ese rostro de tómalo y haz lo que te digo.
Así que lo hice. No valía la pena discutir con él. Busqué en mi mochila un hoodie y me lo puse antes de salir. A pesar de que aún no salíamos del verano, las tardes, a veces, se tornaban frías.
Salí de casa y caminé por el vecindario. Llegar al centro del pueblo solo me costaba 20 minutos caminando. En sí, yo caminaba rápido, mis piernas largas me lo permitían, así que llegué en menos a la panadería de la señora Kim.
Cuando abrí la puerta, una campana sonó anunciando mi llegada. Había dos personas en la tienda. Ellas los atendía y yo esperé en la fila. Muy pocas veces, por no decir nulas, venía a la panadería. Generalmente, mi papá pasaba después de cerrar la ferretería, pero cuando se olvidaba, me mandaba a mí.
La panadería de la señora Kim era famosa en el pueblo, el señor Kim hacía el pan y ella los dulces y pasteles que deliciosamente ponía en el mostrador. Las personas siempre iban a comprar pan, pero salían con dulces. Mi papá era el único que no caía.
—Hola, muchacho —dijo ella cuando llegué al mostrador. La campana sonó de nuevo, indicando que las personas anteriores a mí se iban—. ¿Qué necesitas?
—Un pan baguette y un trozo de pastel de zanahoria —mencioné. Yo también era de las personas que se tentaban. Después del entrenamiento, me merecía ese trozo de pastel.
—Perfecto —mencionó.
—Abuela, ya me voy —al costado del mostrador había una escalera, donde mi sorpresa fue grande cuando vi a Jongho y Hongjoong bajar de estas—. Hola, Seonghwa.
Me quedé sin habla. Luego fruncí el ceño, mirándolo a los dos.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté. Él me miró, alzando una ceja.
—Aquí vive mi abuela y mis tíos —me dijo, como si fuera obvio—. Y mi primo.
—Adiós, querido —le dijo su abuela cuando sacó el trozo de pastel y lo dejó en una bandeja de su tamaño—. Ve con cuidado.
—Ya lo sé —le respondió Jongho—. Gracias Hong, nos vemos mañana.
—Sí —murmuró él, viendo como este salía de la tienda—. ¿Qué haces aquí? —me preguntó Hongjoong.
—¿Cuáles son esas formas de hablarle a los clientes, Hongjoong?
—Lo siento, abuela.
—Comprando —le respondí.
—¿Se conocen? —nos preguntó su abuela. Yo asentí—. ¿Son compañeros?
—Algo así —respondió su nieto. La señora Kim me indicó el monto y le entregué el dinero.
—Estuvimos juntos el día que arreglaron las salas de clases y nos llevaron a la biblioteca —mencioné—. No salvó en la actividad evaluada de esa vez.
—Es que Hongjoong es muy inteligente —sonrió ella.
—Lo sé —vi como a Hongjoong se le tornaban las mejillas rosadas.
—Ya, abuela —murmuró.
—Estaba ayudando a Jongho, mi otro nieto, a estudiar —alardeó la señora Kim. Miré a Hongjoong, como si fuera un reclamo—. Siempre ayuda a su primo en eso.
—Sí, es grandioso cuando alguien que sabe más ayuda a otro —opiné, ella asintió.
—Claro que sí —respondió. Me entregó la boleta y lo que compré—. Espero que Hongjoong pueda ayudar a sus amigos, ¿verdad?
Él nos miró, sin decir nada.
—Bueno, gracias señora Kim —le dije.
—A ti, por tu compra.
La campana volvió a sonar y pude sentir la mirada de Hongjoong a través del ventanal. Esa tarde, llegaría a estudiar un poco. Quizás sí lo necesitaba.
●●
Al día siguiente, llegué al salón y dejé mi mochila en mi puesto. Mis amigos aún no habían llegado, así que simplemente me senté y miré mi celular. Respondí mis mensajes y alcé mi cabeza cuando sentí que alguien estaba frente a mi mesa.
—¿Sí? —pregunté. Ella sonrió.
—Oye, Seonghwa, alguien vino a dejarte esto —la miré, arrugando el entrecejo, luego vi unas hojas en su mano. Eran varias hojas impresas y engrapadas.
Ella extendió las hojas y yo las recibí. Totalmente confundido.
—¿Quién fue?
—Ni idea, pero tenía lentes de marco negro y el cabello castaño, por si te sirve esa descripción —mencionó, sacó la paleta de su boca y miró al cielo, como tratará de recordar más—. Creo que lo vi en la biblioteca esa vez que nos llevaron, seguro es del otro salón.
—Gracias —le dije. Ella alzó la comisura de sus labios, se volvió a meter la paleta en la boca y se fue.
En la primera hoja había un post it que decía:
Lo siento, no es común que me pidan ayuda. O que alguien me dirija la palabra. Espero que esto te ayude.
Una sonrisa se formó en mis labios.
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Hongjoong.
Mi vida era bastante aburrida. No era como si alguien ya me hubiera dicho, porque yo mismo lo sabía. No salía porque no tenía con quien, Jongho, mi primo, se la pasaba jugando basquetbol o se juntaba con sus amigos. Él era mi único círculo tanto dentro como fuera del instituto.
Desde pequeño se me dificultaba hacer amigos, si hablaba con algunas personas, pero nunca al punto de ser cercanos. A veces solo me sentaba en una banca en las horas libres y veía como grupos de amigos se sentaban en el césped a conversar o a jugar. Yo los miraba desde lejos, deseando eso.
Quizás mi única amiga era la bibliotecaria, ella me recomendaba libros e iba en los horarios libres a comentarle sobre la lectura, se generaba un debate interesante, hasta que me recomendaba otro, tocaba el timbre y el ciclo se repetía. Por lo que, sí, las personas no me hablaban con frecuencia.
Hasta que Seonghwa, el chico más popular y capitán del equipo de baloncesto del instituto, me habló.
Yo lo conocía, como todo el mundo, pero desde lejos, cuando iba a ver a mi primo jugar. No me fijaba mucho en él porque no me interesaba, no era como si pensara que en un futuro iba a establecer una conversación con él. Y pensé que iba a ser así, luego de darle unos apuntes que le hice porque, genuinamente, sentí lástima, y no solo por él, sino que también por mí. Me buscó por mi ayuda y yo lo rechacé. Darle ese regalo como una disculpa fue lo único que pensé que haría, pero cuando lo vi entrar en la biblioteca a la hora de receso supe de inmediato que no estaba allí solo para darme las gracias.
—Hongjoong —dijo cuando me vio.
—Hola —lo saludé. Se fijó en el libro que tenía en las manos, luego en una barra de cereal y jugo en caja que tenía en la mesa
—¿Te permiten comer acá? —preguntó. Yo miré mis cosas, luego a él.
—Sí —murmuré, porque sentí aquella pregunta más como incriminadora que otra cosa—. La bibliotecaria me conoce, sabe que dejo limpio después.
—Oh, vaya —murmuró también—. Yo… bueno, vine porque quería darte las gracias por tus apuntes —alcé las cejas, realmente no esperaba eso—. Me ayudó, ¿sabes? No podía esperar menos de alguien como tú. Realmente sabes. Y… quizás no tenga la máxima calificación, pero estoy seguro de que será buena. Eres bueno explicando, incluso en papel.
—Oh… ¿gracias?
No todos los días uno de los chicos más populares del instituto iba hasta tu lugar de confort a darte las gracias solo por unos apuntes que no demoré mucho en hacer. Extendió sus labios en una sonrisa y, por primera vez, me sentí feliz de mis conocimientos.
Varias veces ayudé a Jongho, pero ayudar a otra persona, era diferente.
—Oye, deberías estar orgulloso de ese don que tienes —indicó—. Deberías ser profesor.
—Bueno, no lo había pensado. Cuando le enseño a Jongho, me pone feliz cuando me dice que entiende y que después me diga que le fue bien en sus exámenes.
—Ves —dijo él, aun con su sonrisa—. Oye… —extendió la silla y se sentó, quedando frente a mí—. ¿Sabes? Agradezco mucho que me hayas ayudado y… me preguntaba si podrías hacerlo de nuevo. Te pagaré si lo necesitas. Es que aún no hago ese trabajo de literatura y van quedando pocos días.
Lo pensé un poco. ¿Ayudarlo de nuevo? Creí que con lo que hice anteriormente bastaba, pero él realmente parecía necesitarlo, sino no me pediría mi ayuda y simplemente le pagaría a otra persona para que lo hiciera por él. Porque, no me estaba pidiendo que yo hiciera su trabajo por él, ¿verdad? Entonces comencé a dudar.
—No puedo hacer el trabajo por ti, no es ético.
—No, no —dijo de inmediato—. No estoy pidiendo que me hagas el trabajo. Solo si me pudieras ayudar en… no sé, ¿redactar? ¿Qué cosas debería escribir? Simplemente, a entender la rubricas, verás… ni siquiera me he leído el libro. ¿Tú ya hiciste el trabajo? —asentí—. ¡Ves! Así sabrías en qué me podrías ayudar para que no pareciera una copia.
Suspiré, le di una mordida a mi barra de cereal y lo miré fijamente.
—Está bien —él exhaló, como si una preocupación se le fuera de encima—. Si es el trabajo de literatura, tenemos pocos días y el informe es un poco extenso.
—¿De verdad? Ni siquiera he mirado la rúbrica —soltó una risa—. ¿Qué día podemos empezar? ¿Puede ser hoy?
—Sí, no tengo problemas. ¿Aquí después de clases?
—Tengo entrenamiento, salgo a las 5.
—Oh… Entonces, ¿en tu casa? —él asintió.
—Aunque tengo mi habitación desordenada… ¿puede ser en la tuya?
—Sí, está bien.
Él sonrió, había algo diferente en esa sonrisa, pero seguramente era la felicidad de saber que tendría otra calificación positiva asegurada.
●●
Eran las seis cuando Seonghwa llegó a mi casa. Mi abuela me avisó y dejó que él subiera. Apenas salí de mi habitación cuando lo vi subir las escaleras, me sonrió cuando me vio y se acercó a mí. Todo pasó tan rápido que ni siquiera me había detenido a pensar que uno de los chicos populares del instituto y el capitán del equipo de basquetbol estaba en mi casa, en la de un marginado, en la de alguien que, quizás, él jamás pensó que estaría.
Pero allí estaba, frente a mí. Con la mochila en su hombro y un pedazo de pan en la mano que seguramente mi abuela le dio.
—¿No me vas a saludar? —me preguntó. Trague la saliva que se me quedó en la garganta y asentí.
—Hola.
—Hola —repitió él. Y, sin que yo se lo pidiera, entró a mi habitación. Lo seguí, dejó su mochila en mi cama y se sentó en la silla que tenía en el escritorio. Fruncí el ceño, él me miró—. Tu abuela me dijo que me pusiera cómodo.
—Bien… —murmuré—. Bueno, comencemos.
—¿Cuánto crees que tardaremos? —hice una mueca. Realmente no lo sabía, pero su pregunta sonó más como a querer saber para irse luego a su casa. Bueno, tampoco es como si fuéramos cercanos, por ese lado entendía su pregunta y simplemente no le di más vueltas.
—No lo sé, supongo en cuanto puedas hacer el análisis.
Él me miró, en su rostro se formó una sonrisa y asintió. Se levantó para sacar de su mochila lo que parecía su laptop y la dejó en el escritorio.
—Solo que no tengo el libro, y tampoco me lo he leído.
—Sí, ya me lo dijiste —me adentré en mi habitación y caminé hasta mi estantería, donde lo tenía lleno de libros y cómics, entre estos, saqué el libro: Fahrenheit 451. Se lo entregué y él me miró con una ceja alzada—. ¿Qué?
—No me pedirás que me lo lea ahora.
—Claro que no —le dije, y pareció más aliviado—. Al menos lee la sinopsis.
—¿Para qué? Ayer vi la película —suspiré. Tenía unos prejuicios sobre las personas con popularidad, e inesperadamente, Seonghwa me estaba dando la razón.
—No basta con solo ver la película —mencioné—. Hay cosas que cambian u omiten, por algo nos hacen leer el libro. De caso contrario, nos harían ver la película.
Él hizo una mueca, como si lo que le dije fuera un regaño, de alguna manera no me hizo sentir bien. Él estaba pidiendo mi ayuda y yo estaba haciendo de todo menos eso. Así que simplemente saqué una silla de la habitación de al lado y me senté cerca de él. Mi escritorio era amplio, así que no había problema con eso, ni siquiera con la cercanía con la que estábamos, y eso, a Seonghwa, no pareció importarle.
Mucho menos a mí.
Durante la primera hora, busqué en las mismas páginas que usé para hacer mi ensayo sobre el libro, algunos artículos académicos que hablaban y hacían un análisis de la historia. Él hablaba sobre algunas escenas y yo le respondía con qué quería decir aquello realmente y como estaba profundamente ligado a la actualidad. Pareció entenderme, porque pronto comenzó a darse cuenta de diferentes cosas también.
—Podría hablar del punto fuerte del libro —me dijo—. ¿O podría ser lo que me parece más interesante?
—Lo segundo, el ensayo está enfocado en eso —comenté. Él se llevó los dedos a la barbilla, acariciándola, pensativo—. Yo lo enfoqué sobre el conformismo y el pensamiento individual. Me pareció interesante verlo desde ese lado, porque el conformismo evita que seamos críticos, y el pensamiento crítico es la primera barrera que se rompe cuando se ve más allá de lo igual. Por eso es por lo que muchas veces se castiga la diferencia.
—Pero eso ocurre cuando hay algo que lo oculta —lo miré, le sonreí y asentí—. Como el control, sin control no hay censura y sin censura se rompe esa barrera.
—¿Eso te llama la atención?
—¿La censura?
—Sí.
—Algo —miró la pantalla—. Con la censura se evita el conflicto. Quizás por eso quemaban libros.
Seonghwa no dijo nada más y comenzó a escribir cosas, me pedía mi opinión y yo le daba una retroalimentación. Estuvimos así al menos una hora. Avanzó rápido con mi ayuda, porque yo también escribí algunas cosas, no era mucho, pero él me lo agradeció.
Luego de un rato mi abuela nos trajo algo de beber y unos panecillos de orégano y aceituna. Seonghwa comió un pedazo y por su rostro supe que realmente estaban buenos. Los hice yo después de llegar de clases, pero no le dije nada. Solo nos concentramos en avanzar en el ensayo, hasta por lo menos ya tener dos hojas listas.
—Ya es de noche —dijo Seonghwa cuando vio la oscuridad por mi ventana. No dije nada, él hizo una mueca y guardó el archivo—. ¿Tienes tiempo mañana? —asentí—. ¿A la misma hora?
—Sí —se llevó el último pedazo de panecillo a la boca y cerró su laptop cuando esta se apagó.
Era incómodo, porque ya no sabíamos qué decir. Seonghwa solo guardaba sus cosas y yo lo veía en silencio, con el deseo de poder decir algo que rompiera esa ausencia de palabras. Pero no pasó, al menos no en ese momento, quizás no éramos lo suficientemente cercanos como para hablarnos más allá de una simple ayuda que yo le estaba dando.
Sin embargo, lo entendía. ¿Qué cosas podría hablar con alguien como yo? No teníamos los mismos intereses, mucho menos algún tema de conversación.
—Entonces… —murmuré.
—Nos vemos mañana —me sonrió, yo lo imité—. Oye… gracias, de verdad. No podría hacer esto sin ti.
—Oh —volví a murmurar, no me esperaba eso—. No es nada.
—Enseñas bien, ¿sabes?
—¿De verdad?
Asintió—. Bien, me tengo que ir.
Lo acompañé hasta la entrada. Generalmente, entraba o salía por la panadería, ya que tenía un acceso directo al segundo piso, en el cuál estaba mi casa. Pero esta vez, lo dirigí por la parte trasera del edificio.
—Así que… —comencé.
—Gracias, Hongjoong —lo dijo, mirándome a los ojos. Parecían sinceros, así que asentí, con una sonrisa en el rostro. Él me imitó. Sus dientes parejos y blancos me abofetearon. Peinó su cabello hacia atrás y se ajustó la correa de su mochila a su hombro—. Te compensaré de alguna manera si vuelvo a sacar una buena calificación.
—No es necesario —negué con la cabeza—. Lo siento por haberme negado antes.
—No, estabas en tu derecho —abrí el portón y él salió, me quedé en el umbral y me miró, por última vez ese día—. Nos vemos mañana.
Y, así sin más, se fue. Me quedé unos segundos más allí, hasta que entré. Ya en mi habitación me senté en la cama, lentamente cayendo hacia atrás hasta que mi espalda tocó el edredón. Miré el techo, pensando en todo y a la vez en nada.
No podía negar que aquello fue extraño, pero, de alguna manera, durante el transcurso de lo que estábamos haciendo, me sentí cómodo. Él escuchó mis opiniones y me sonreía cada vez que le decía algo con respecto al trabajo, y fue la primera vez que algo así sucedía.
Lástima que terminaría mañana, cuando terminemos su trabajo. Todo volvería a la normalidad y, seguramente, nuestros únicos encuentros serán en los pasillos, cuando venga a la panadería o cuando lo veía jugar junto a mi primo.
Pero estaba bien. Era normal que pasara. Suponía que cada uno tenía su lugar en el mundo y la sociedad, y el de nosotros eran sitios diferentes.
●●
Al día siguiente, Seonghwa llegó a la misma hora. Cuando lo vi subir las escaleras, llevaba un panecillo de ajo y semillas. Me saludó al verme y entró a mi habitación. Sin nada más que decir, continuamos en su ensayo.
—¿Cuánto te demoraste en hacer esto? —me preguntó, yo aparté mi vista del libro. Tenía algunas páginas marcadas con anotaciones y pensé que sería bueno poder buscar cosas de allí también. Lo miré.
—No lo sé, ¿una tarde?
—¡¿Una tarde?! Vaya… —murmuró—. Ojalá pudiera hacer lo mismo.
—Bueno, no es como si tuviera muchas cosas que hacer, supongo que es por eso por lo que avanzo rápido en mis trabajos.
—¿Por qué? —él dejó de teclear y me miró. Como si aquella conversación de pronto fuera algo que despertara su interés. ¿Qué era tan emocionante de saber de un chico que no hacía más que leer libros, estudiar, llegar temprano a casa y hornear junto a sus abuelos?
—Bueno… Con las únicas personas que hablo en el instituto es con mi primo y la bibliotecaria, no tengo mucha vida social como para distraerme.
—Pero es bueno distraerse. A veces.
—Sí, pero no tengo muchas opciones. A mí me gustan mis hobbies, no me quejo —hice una mueca—. Aunque, es cierto que a veces ser una persona solitaria aburre un poco. Simplemente, creo que no congenio con nadie más que sea mi primo y la bibliotecaria. Si te soy honesto, a veces me da envidia cuando regreso a mi casa y veo grupos de amigos pasar tiempo en el parque —solté una pequeña risa, más de resignación que otra cosa.
—Quizás no te esfuerzas lo suficiente por hacer amistades.
—No, creo que solo no es lo mío.
—¿Sabes qué? Es porque estás muy encerrado en tu zona de confort, deberías salir más. Aquí en estas cuatro paredes nunca harás amigos —mis mejillas se pusieron rojas. De alguna manera, me daba vergüenza.
—Es fácil para ti decirlo. Todo el mundo te conoce, por lo que no tendrías problemas con eso. Seguramente estás rodeado de muchas personas —él carraspeó, parecía incómodo. Me di cuenta de que hablé de más—. Lo siento, no te conozco bien como para pensar eso.
—Está bien, tampoco es como si fuera mentira. Pero… mira, hagamos algo. Uno de los mientras del equipo siempre hace fiesta un día después de cada partido, deberías venir a este.
—¿Qué? No —negué con la cabeza de inmediato—. ¿Qué haré ahí?
—¡Será divertido! Además, saldrás de su zona de confort y… si te aburres, te traeré a tu casa. Piénsalo, ¿sí? Puede ser una oportunidad para conocer amigos o… quizás algo más —me sonrió, golpeándome levemente con su hombro izquierdo, como si estuviera insinuando algo, aunque ya sabía lo que era.
—No creo que haya alguien que se interese en mí.
—Eso no lo sabes —sonrió—. Podría presentarte a alguien. ¿Qué preferencias tienes? ¿Chicos, chicas, los dos?
—Prefiero que no —sentencié. Él abultó los labios y suspiró, volviendo a mirar la pantalla de su laptop.
—Está bien, pero piénsalo. Jongho siempre va.
Yo no era una persona de fiestas. Me gustaban en películas, pero no en la vida real. A decir verdad, nunca he ido a una, pero solo la idea de estar en un lugar ruidoso con mucha gente no era para nada atractivo.
Aunque, muy en el fondo, sabía que era algo que anhelaba también. Quería estar incluido en esos planes que hacían los adolescentes normalmente, quería salir y disfrutar. Quería quedarme en el parque a hablar o jugar, ir al Arcade, a las fiestas que tenían en el bosque, a las fiestas que tenían en casa. Pretendía que eran cosas que no quería hacer, que no me gustaban, cuando mis familiares me veían en mi habitación leyendo y me lo preguntaban. Pero no era cierto. Solo quería hacerme creer eso.
Ese día, Seonghwa terminó su ensayo. Fueron las cuatro hojas en total que pedía la profesora. En los últimos párrafos, ya no sabía qué escribir, usualmente las personas rellenaban con palabras que al final no decían nada, pero que pretendían decir algo. Sé que Seonghwa hizo eso, porque constantemente se tocaba la cara, lanzando un quejido, frustrado.
—¿Estará bien? —me preguntó. Yo miré la pantalla. El último párrafo del ensayo hablaba sobre el final de la novela con el presente de nuestros días. Era vago, pero funcionaría para tener una calificación, al menos, positiva.
—Te irá bien —fue lo único que le dijo. Él asintió, apoyó su codo en la mesa del escritorio y recargó su cabeza en la palma de su mano, mirándome—. ¿Qué?
—Nada. Solo pienso que eres muy dedicado en estas cosas —dijo, sin dejar de mirarme. Yo no sabía qué hacer, jugué con los dedos de mis manos y le sonreí—. Ojalá fuera como tú.
Qué irónico. Ojalá yo fuera como él.
—Lo digo de verdad —siguió, luego de que yo no dijera nada—. No estoy bromeando.
—¿Gracias?
Él se rió, de nuevo. Volvió a como estaba antes y guardó el archivo, apagó y cerró su laptop. Lo observé hacer todo eso, igual que ayer, como si fuera una rutina destinada a repetirse. Él guardando sus cosas y yo mirándolo, para luego irse.
Pero ¿qué era lo que estaba? Si él solamente pidió mi ayuda, nada más, no era como si nos volviéramos mejores amigos. Nadie logra conocerse tan bien en solo dos días donde la hora y media que compartes con esa persona solo estuviera enfocada al silencio y compartir opiniones y, en ocasiones, hablar otras cosas, pero que ese realmente no fuera el destino.
Seonghwa solo esperaba eso de mí y ya lo había asumido. Y era mejor que fuera así. Por más que hubiera apreciado el poco tiempo que compartimos. Fue una compañía agradable. No era tan malhumorado y creído de lo que pensé que sería. Quizás, no porque fuera popular entre los estudiantes, es como si lo llegara a ser.
—¿Irás al partido? —me preguntó una vez que lo acompañé a la salida.
—No lo sé —hice una mueca. No era mi tipo de actividad en la que pasaría mi tarde del viernes—. Queda una semana aún, quizás vaya.
—Sí —sonrió, mostrando sus dientes—. Espero verte ahí.
No sabía cómo tomarme eso. No era como si lo esperara, ¿alguien como yo esperaría algo así? Entonces solo asentí y no le respondí. Comenzaba a hacer frío, así que me abracé a mí mismo. Él solo me miró.
—Y piensan en lo de la fiesta, seguramente te vas a divertir.
Se despidió de mí y se fue después, viendo cómo cada vez más se alejaba de la calle, supe que ese sería el último día que nos íbamos a dirigir la palabra. Mi ayuda ya estaba hecha y solo esperaba que le fuera bien.
Quizás así, él ya no tendría que volver a buscarme.
Chapter Text
Seonghwa.
Estaba nervioso. El partido me tenía nervioso. El entrenador supo que obtuve una buena calificación en el examen de química y me dijo que, por ahora, estaría en la cancha. Por un lado, eso me tranquilizó, porque estaba asegurando, de momento, mi estadía en el equipo. Pero, por el otro, estaba el hecho que faltaba muy poco para el partido. Y eso, más que nada, me tenía completa y profundamente nervioso.
—¿Qué tal vas con tu plan de enamorar al nerd para que haga tus trabajos? —me preguntó San cuando salimos de los vestidores. El entrenamiento de hoy fue más intenso que los anteriores, por lo que todos estábamos agotados—. ¿O no pasó nada?
—Sí me ayudó —comenté y mis amigos me miraron. Esperé a que camináramos fuera del gimnasio, para estar lejos de los demás, sobre todo de Jongho, el primo de Hongjoong—. Y aún estoy en eso. De hecho, me ayudó más con lo del ensayo.
—Por eso lo entregaste a tiempo —opinó Mingi.
—Pues, si me acercó más a él, quizás sea más rápido que haga lo demás.
—¿Y cómo es? —preguntó Yunho. Lo pensé un poco, porque no tenía una respuesta clara.
—Es fácil engañarlo.
—Estás loco —Yunho me sonrió, para luego soltar una risa. No es como si mis amigos estuvieran en contra de lo que estaba haciendo, después de todo, era solo un juego.
Bueno, al final era un fin propio, algo con lo que estaba haciendo para asegurar mi futuro. Tampoco es como si Hongjoong estuviera haciendo todo por mí, no aún, pero no lo hacía. Yo también puse de mi parte y pretendí que realmente me importaba todo lo que tenía que decir sobre ese libro, anteriormente busqué algo de información para no llegar como un completo idiota. Sabía que, si decía cosas que a él le gustaría oír, sería más fácil que pudiera seguir ayudándome más adelante.
Me despedí de los chicos al llegar a mi casa y fui directo a mi habitación. No tenía ganas nada más que de dormir. Papá siempre estaba en la ferretería y como éramos solo nosotros dos, cuando llegaba, la casa estaba fría y en silencio. Extrañaba cuando no era así.
Al día siguiente, nos entregaron la calificación de los ensayos. Me sorprendió ver más de lo que esperaba. Pensé que tendría una calificación mínima y, realmente, estaría bien con eso, pero… ¿De verdad me había ido tan bien? Fui directamente a la sección de observaciones , y una sonrisa se forjó en mis labios al leer lo que escribió la profesora.
Un trabajo sorprendente. Fue interesante tomar el aspecto de la censura y verlo junto al conflicto, como si estos dos fueran indispensables. Sin embargo, faltó más desarrollo en algunos conceptos e ideas, pero después de eso, está impecable. Excelente trabajo.
¿Así es como se sentía cuando hacías bien algo? ¿Tan grande era la satisfacción? Tuve dos calificaciones buenas seguidas y no podía estar más feliz. Quizás así era como se sentían los nerds cuando, nuevamente, veían en su tablero de calificaciones los más altos números. Quizás así era como se sentía Hongjoong cuando veía las suyas.
Luego, en el momento en que la hora del receso llegó, me alejé de los chicos y caminé hacia el único lugar donde podría encontrarlo: la biblioteca.
Cuando entré, allí había algunos chicos en las mesas, los computadores disponibles o buscando algunos libros, pero no encontré a Hongjoong. Fruncí el ceño y apreté los labios, un poco molesto. ¿Cómo es que no iba a estar en el único lugar donde una persona como él estaría? Me di la vuelta y salí de allí, no me iba a quedar en la biblioteca a esperarlo, quería tenerlo en mi mano, pero había cosas en las que no me iba a esforzar, como el estar constantemente detrás de él.
—¿Dónde te habías ido? —me preguntó San cuando me vio caminar hacia ellos. No le respondí y saludé a su novio y al amigo de este. Él me miró, entrecerrando sus ojos, pero no me dijo nada, era como si ya hubiera descubierto mis andanzas.
—¿Cómo están para el viernes? —preguntó Wooyoung. El pequeño novio de San se aferró a su cuello y este lo tomó de la cintura. Asco. Prefería mil veces tirarme un tiro que estar de esa manera con alguien.
—Yo estoy seguro de que le vamos a patear el trasero —opinó Mingi, refiriéndose al otro equipo. Yeosang se rió y eso pareció llamar la atención de Mingi—. ¿Qué? Es la verdad.
—Estoy seguro que sí —asintió Wooyoung.
Los chicos siguieron hablando entre ellos. Yo no les tomé atención y simplemente me apoyé en la banca, mirando cómo los estudiantes pasaban. Algunos me saludaban, algunas chicas me sonreían y reían entre ellas cuando les devolvía el saludo. Los chicos no eran así, también me sonreían, pero no hacían un escándalo. Me saludaban porque me conocían o porque había follado con ellos en las fiestas que hacía Ryeoun, uno de los miembros del equipo.
Más tarde ese día, fue el entrenamiento. Era el penúltimo antes del juego. Al entrenador no le gustaba que entrenáramos el día anterior del partido, según él era de mala suerte. A nosotros nos daba igual, sentíamos que era como un descanso antes del partido. Al menos, ese día, no estaba gruñón.
Cuando el entrenamiento terminó, me acerqué hacia Jongho, el cual se estaba secando el sudor con una toalla, para luego tomar agua. Él alzó una ceja cuando me vio.
—Oye —le dije. Él no me respondió, solo me miró. Suspiré—. ¿Sabes? No he visto a tu primo hoy y tenía que decirle algo.
—No vino —me respondió. Vaya, claro, no es como si no lo sospechara ya. Anteriormente, cuando San fue a dejar a su novio y el amigo de este a su clase lo acompañé, solo con la intención de ver si Hongjoong estaba ahí.
—Ah… ¿por qué?
—Enfermó —bebió un poco más de agua—. Despertó con dolor de garganta y un poco de fiebre, por eso no vino. ¿Por qué? ¿Qué tienes que hablar con él?
—No, es… Es algo personal —mencioné, pero él volvió a alzar una ceja—. Más bien algo con lo que me ayudó y solo quería agradecerle.
—Ah, bien. Pues ya sabes.
—Sí —murmuré, no muy convencido.
Jongho era un poco… reservado, demasiado diría yo. Él generalmente asistía a las fiestas de Ryeoun, pero siempre veía que solo estaba como una hora y luego se iba. Era agradable, pero compartía con nosotros lo justo y necesario. Tampoco es como si fuera un problema para mí, antes no lo era, pero no sabía que ahora lo comenzara a hacer, sobre todo porque es primo de Hongjoong y, al parecer, eran muy unidos.
Cuando llegué a casa, me recosté en mi cama y miré el techo, pensando en cómo es que después de esto podría acercarme más a Hongjoong. No era que solo lo iba a necesitar para aquellas dos actividades académicas, lo necesitaba para el resto del año.
Entonces, me levanté, me cambié de ropa y salí de casa. Mientras caminaba a la panadería de la señora Kim, le envié un mensaje a mi papá diciéndole que estaría con mis amigos, en caso de que no encontrara cuando él regresara de trabajar.
Y, así, sin más, es como llegué a la casa de Hongjoong. Su abuela me sonrió cuando me vio y me dijo que solo subiera las escaleras, que allí estaría Hongjoong. Aunque me retuvo a mitad de camino porque quería que le llevara un té de limón con miel. Así que la esperé.
—Eres el primer amigo que viene a verlo —me dijo. Y el único, pensé.
Me entregó la taza y a la habitación de Hongjoong. Toqué la puerta, escuché un adelante y entré. Solamente al ver su rostro al verme me hizo darme cuenta de que él realmente no tenía a nadie más que a Jongho.
Él estaba en su cama, con un cuaderno en sus piernas, tenía la televisión a un volumen bajo y una bufanda le rodeaba el cuello. Sus ojos, aquellos ojos cafés de bambi, no dejaban de mirarme, le sonreí y entré, pero él se quedó en esa misma posición.
—¿Qué haces aquí? —fue lo primero que dijo.
—Te traje un té.
—Umm… déjalo aquí —apuntó su mesita de noche. Lo dejé donde me indico y rasqué mi nuca, sin saber qué decir. Llegué hasta donde él por mero impulso, pero también porque quería incentivar mi presencia en él, para todo lo que tenía planeado después.
—No fuiste a clases hoy —dije, después de unos segundos de haber estado en silencio.
—Me resfrié.
—Sí, Jongho me lo dijo —no sabía dónde sentarme y él me miraba como estuviera impaciente por mi próximo movimiento—. Bueno, te busqué hoy porque quería decirte que me fue bien en el ensayo.
—Oh, es así.
Asentí. Miré alrededor. La vez pasada, no me había interesado en ver su habitación, solo fui de lleno a que me ayudará, pero esta vez, parecía un museo de un chico nerd en vivo y en directo. Tenía posters de películas y bandas en las paredes, un librero más grande que su guardarropa, algunos peluches sobre una repisa y lo que más me llamó la atención fue la forma de una dentadura en yeso. Me acerqué a ella y la tomé, sin importar que no fuera mía.
—¿Y esto? —pregunté. Hongjoong me miró, como si lo que hice fue la peor idea, pero tampoco pareciera que fuera a decirme que dejara sus cosas en donde estaban.
—Es el molde que usaron para hacerme la estructura de una placa que use junto con los Brackets —respondió. Sonreí, porque con esa información, ya él me dio toda la imagen de un nerd. Un chico prolijo de buenas calificaciones, portador de gafas y brackets—. Es de hace tiempo, me sacaron los brackets a principio de este año.
—Tenías toda la apariencia de nerd, entonces —comenté. Él me miró, sin decir nada, de inmediato supe que dije algo inapropiado y, al leer el ambiente, todo lo que estaba intentando, no podía tirar todo por la borda—. Me hubiera gustado conocerte así.
Sus mejillas se tornaron un poco rosas y, si seguía así, estaba seguro que luego su cara se volvería completamente roja.
—Tú también tienes ese aspecto de popular —dijo él—. Solo te falta esa chaqueta de estudiante de Estados Unidos.
—Es verdad —lo miré a los ojos, él trató de evitarme—. Mal que acá no se use.
—Tampoco hay porristas —volvió a hablar.
—Claro, y obviamente debería tener una novia porrista, dado que soy el capitán del equipo de baloncesto, ¿verdad? —asintió, esta vez me miró, a los ojos, pero yo no lo evité. Sostuve su mirada, porque sabía que así se daría cuenta de algo—. Lástima que no me gustan las porristas. Si fuera a tener novia, tendría que ser lo que yo no soy. No sé… me imagino a alguien de un club que no tenga que ver con el deporte, pero haya un ejercicio igual, como el club de ajedrez. Me parece interesante.
Vaya, ¿qué tan patético podía ser? Ni siquiera me interesaba el ajedrez, necesitaba algo como para que se diera cuenta que estaba tratando de hablar de él, aun cuando no fuera cierto. Y es que, bueno, Hongjoong no es feo, pero no es mi tipo y, quizás, él sería la última persona en la tierra en la cual me fijaría.
Sin embargo, él solo se rio. Como si mis intentos de impresionarlo fueran un chiste. Pero no era una risa de burla, lo cual me impresionó, sino más de seguirme el hilo, de decirme que continuara, porque la mirada que me dio después no era de alguien que estaba burlándose, sino de interés y timidez. Como si tuviera curiosidad y miedo de continuar.
La tarde con él no fue desagradable, pero tampoco era algo que haría de nuevo por voluntad propia. Era muy ñoño para mí. Sentía que teníamos muy pocas cosas en común, y esas cosas realmente no eran interesantes. Sin embargo, él parecía entusiasmado cuando me hablaba de las cosas que le gustaba, por lo que lo escuchaba, porque sabía que, de esa manera, era más fácil que cayera.
—Tengo que irme —le dije, él me miró, sin decir nada. Como si esperara que este momento nunca llegaría. Él se veía feliz cuando le dije que le haría compañía por unas horas, confundido al principio, pero con el paso de las horas eso cambió y ahora, con ya el reloj marcando las siete de la tarde, la escena era casi igual a la de la Cenicienta yéndose del baile antes de la media noche—. Es tarde.
—Oh, sí.
—¿Irás al partido? —no supe por qué lo pregunté, pero era mejor para que sintiera que él estaba comenzando a importarme, aunque no fuera así.
—No lo sé.
—Me gustaría verte ahí —y allí estaba de nuevo, sus mejillas rosas—. Lo digo en serio.
—¿Por qué quieres tanto que vaya?
—Porque si yo voy a estar ahí es gracias a ti.
Sé que ya había sonado desesperado y patético, pero era parte de mi plan. Y si él no caía, entonces era realmente un estúpido. A juzgar por su apariencia, forma de vida e intereses, ¿realmente alguien se pudiera fijar en él? Acabaría con la popularidad de cualquiera con solo estar al menos un minuto a su lado en frente de todo el instituto. Podía admitir que era inteligente y realmente tenía temas de conversación, pero eso era lo único. Después de todo, nosotros no éramos iguales.
Minutos después, caminé de regreso a casa. El viento era leve, por lo que rozaba mi rostro como si fuera un algodón. Suspiré, metí las manos en el bolsillo delante de mi hoodie y me puse la capucha. Al ser inicios de octubre, ya comenzaba el otoño, por lo que se oscurecía antes y hacía más frío.
Durante el trayecto, no dejaba de pensar en lo que tendría que hacer después. ¿Podría fingir que me gustaba? Claro que sí, para alguien como él sí. Pero eso también me hizo pensar si tendría que abrazarlo, besarlo, tener sexo con él. No tenía idea, y no sabía si sería capaz. No sabía si podría fingir.
●●
El viernes llegó y, sin darme cuenta, también la hora del partido. El juego era a las siete de la tarde, y faltaba una hora para que llegara ese momento. Miré a los chicos, quienes estaban todos vistiéndose en el camerino, hablando y riendo como si este fuera un partido más. Yo estaba muy nervioso.
—Hey, Ryeoun, si perdemos harás a la fiesta igual —preguntó uno de los miembros del equipo. Los demás comenzaron a hablar, y yo lo miré, con el ceño fruncido, no me notó, claramente, pero el comentario me molestó.
Yo no hice el ridículo con un nerd para permanecer en el equipo y después que perdamos. Esa no era mi visión.
—No perderemos —dije claro y fuerte, todos me miraron—. Si alguno de ustedes tiene ese pensamiento es mejor que nos deje a los demás jugar. Hoy es un día importante, y no quiero escuchar a ninguno decir algo así.
Nadie dijo nada, y me pareció que estaba más que claro, así que lo dejé hasta allí y nos preparamos para el momento.
Cuando llegó la hora, los nervios incrementaron mucho más que antes, en ese momento, ni siquiera evidenciaba lo que estaba a punto de vivir. Salimos a la cancha del gimnasio y las gradas estaban llenas de alumnos, profesores, padres y reclutadores buscando su próxima estrella y, entre todas las personas, estaba Hongjoong, casi en la última grada, mirando a la cancha con una chapita del equipo en su suéter.
Entonces sí había ido. Una sonrisa inconsciente se dibujó en mis labios, pero luego desapareció cuando lo vi saludar a alguien, que, girándome en la dirección, me di cuenta de que era a Jongho. Claro, era su primo. Solo iba a ver a él, ¿verdad?
Sin embargo, eso no me detuvo para concentrarme en mi objetivo, lo que era ese día: ganar el partido de baloncesto. No me importaba que estuviera Hongjoong ahí, o el hecho que mi propio padre no haya ido a verme, o que el otro equipo parecía intimidante, o que estuvieran los reclutadores. No me importó nada.
Con ellos en mente, el silbato sonó y, de esa manera, comenzó la guerra. Ninguno de nosotros esperó que nuestro equipo tuviera un punto primero y, fue muy pronto para celebrar, porque media hora después ya estábamos empatados.
Mi mente no pensaba nada más que ganar el partido, estaba tan enfocado en eso que no me di cuenta cuando se terminó, que mis compañeros y junto a toda la grada gritara de emoción cuando nosotros, como locales, ganamos por sobre cuatro puntos. Sentí a Mingi saltar y apoyarse de mis hombros, luego vi como Wooyoung tenía a San del cuello para después darle un beso, el otro equipo frustrado y a Hongjoong bajando las gradas para ir hacia Jongho.
Y todo pasó tan rápido, que no supe cuando todo terminó.
Ni siquiera cuando al día siguiente Ryeoun ya estaba realizando todo para que la fiesta se llevara a cabo. A mí no me importaba el proceso y solamente llegaba. Bebía algo, me besaba con alguien y si tenía las ganas, me metía entre los pantalones de cualquiera que estuviera tan caliente como yo, y que me pareciera atractivo.
Así es como disfrutaba mi juventud, al igual que fumar un cigarrillo mientras estaba en la entrada de la casa viendo como llegaban algunas personas del instituto. A cada minuto entraban personas a la casa, pero ninguno era Hongjoong. Pero, de todas maneras, ¿por qué esperaba tanto que viniera? No es como si fuera un ambiente que él pudiera disfrutar, pero sabía que estas situaciones eran perfectas para realizar mi próxima jugada.
Lancé el cigarrillo al suelo y lo pisé, me di la media vuelta, dispuesto a entrar. Estar afuera era aburrido y la gente ya había llegado. Pero la noche me dio otra noticia.
—¿Seonghwa? —fruncí el ceño y me giré. Frente a mí, estaba Hongjoong, con un suéter parecido al de ayer, sus gafas, el cabello perfectamente peinado y zapatillas pulcras. Mi sonrisa se amplió.
—Así que viniste.
—Jongho me envió un mensaje.
—Ah, ya veo —murmuré—. ¿Quieres pasar y beber algo?
—No bebo alcohol…
—Hay jugos —él apretó los labios y asintió, luego una sonrisa apareció en sus labios. Entró a la casa sin decirme nada y yo lo seguí como si fuera un perro.
Pero se detuvo cuando cerré la puerta, él estaba en la entrada sin mover su cuerpo, como si estuviera examinando todo el lugar. No sé qué era lo que esperaba, las fiestas eran iguales en todas partes: mucha gente, alcohol y música. No había gente con libros sentados en el sillón, ni música clásica en los parlantes o personas preparando cócteles o bebiendo vino, mientras conversaban animadamente. No, las fiestas de adolescentes eran diferentes, porque abundaba el ruido fuerte, las personas besándose y toqueteándose en los sillones, y otros realizando mezclas de alcohol barato.
Y sabía que Hongjoong lo supo en el momento que sus ojos se movían de un lugar para otro, mirando todo el sitio.
—Hay jugo en la cocina —le dije. Él se giró, me miró y asintió. Lo guie hasta la cocina, donde las botellas de alcohol y bebidas estaban en la encimera al igual que algunos vasos de plástico. Le serví un poco de jugo de manzana y él tomó el vaso, no bebió de inmediato, pero sí fijo sus ojos en los míos.
—Fui al partido —dijo, sonreí y me apoyé en la encimera.
—¿Y qué tal?
—Impresionante, como siempre.
No había mucho que Hongjoong pudiera hacer en la fiesta, él ya me dijo hace unos días que este no era un lugar en el que pudiera sentirse cómodo, pero, aun así, se quedó. Hablamos un poco, sobre el partido más que nada, y luego una de las chicas se acercó a nosotros, no se dirigió a Hongjoong, pero me habló sobre un juego que estaban haciendo en la sala.
Hongjoong se quedó allí, mirando como aquella chica tomó mi mano y me arrastró hasta la sala, donde todos estaban sentados en círculo, rodeando una botella. Ya sabía de qué se trataba.
—¡Seonghwa! —dijo otra chica. Ella me agradaba más, pues en el círculo estaban casi todas las personas con las que me besé o acosté. Al menos ellos no lo sabían, así que me quedé tranquilo—. Estábamos a punto de comenzar.
—Me trajeron en contra de mi voluntad —comenté. Los demás se rieron.
—Ay, Seonghwa, terminarías aquí tarde o temprano —dijo la chica que me trajo—. Además, te salvé allá.
Solo la miré cuando dijo eso. No era como si estuviera incómodo, no me molestaba la presencia de Hongjoong, por más que no encontrara que tuviéramos cosas en común. Pero no dije nada, así que solo dejé que giraran la botella y, quién lo hizo, fue la misma chica.
Y cuando la botella se detuvo, me apuntó a mí. Ella me sonrió y se acercó a mí, mientras los demás nos hacían barra, bueno, tampoco es como si fuera a negarme, de todos modos, sabía que esa noche iba a besarme con alguien o tener sexo, y si era ella, lo aceptaba.
Entonces también me acerqué a ella, vi primero sus labios, tenía un labial que brillaba bastante de color rojo cereza. Sus labiales siempre tenían sabor, así que no era una molestia para mí que estuviera usando labial, pero generalmente no me gustaba, lo encontraba molesto y terminaba dándome un poco de asco. Era diferente a besar hombre, porque no usaban labial, al menos no con los que no me besaba, entonces era más rudo. Con las chicas era más suave, ellas eran diferentes.
Así que lo hice, la besé. Y estaba en lo correcto, aunque su labial no tenía sabor, si tenía un olor exquisito, lo cual no me incomodó. Entre medio del beso, abrí los ojos, mi vista daba a la entrada a la cocina, por lo que pude ver en el umbral de esta a Hongjoong. No dejaba de besarla mientras miraba a Hongjoong a los ojos, y noté como él me miró también. Pero me impresionó que sostuviera mi mirada, como si estuviera inmerso en mi mirada, mis ojos, mis movimientos, en cómo besaba a la chica. No dejé de verlo, hasta que él rompió el contacto visual y se fue. Fue entonces cuando terminamos. Sin embargo, no pensé mucho en el beso, porque en mi mente solo se reproducía la mirada que Hongjoong me había dado, el cual supe que algo cambió dentro de él, y sabía también, que era el próximo paso que estaba dando en esta aventura.
Él se había ido de la fiesta y yo, esa noche, tuve sexo con la chica.
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Hongjoong.
Mi corazón latía a un ritmo que no podía explicar cuando cerré la puerta de mi habitación y me apoyé en esta, me senté en el suelo y me toque el pecho, como si lo que acabara de ver, fuera algo que no tenía que haber visto.
Pero ¿qué fue eso? ¿Por qué me miraba mientras besaba a Soo Mikyeong? Porque no es como si él me hubiera visto de reojo, Seonghwa realmente no me quitaba los ojos de encima mientras le comía la boca. ¿Eso tenía algún significado? Él estaba allí, mirándome, como si esperara que hiciera algo.
Pero, fue algo incómodo, porque no era algo que esperaba ver, pensé que solo iría por una hora y luego me devolvería a casa, como no era cercano a nadie y no iba a encontrar a Jongho entre toda esa gente, creí que quedarme con Seonghwa sería buena idea. Nuestra conversación en la cocina estuvo bien, era como cuando hablábamos en mi habitación, él me escuchaba parlotear de las cosas que me gustaban y me respondía animadamente, hasta que llegó Mikyeong para llevárselo. No era algo que fuera a molestarme, pero Seonghwa me dejó allí, solo, sin decirme nada, como si frente a los demás yo no existiera.
Como si yo fuera invisible cuando llegaba otra persona.
Me quité la ropa y me la cambié por mi pijama, me recosté en mi cama y tomé el libro que tenía en mi mesita de noche, esperando que leer pudiera distraerme. Lo hizo por unos minutos, pero luego mi cerebro se empeñó en mostrar a Seonghwa besando a Mikyeong mientras me miraba directamente a los ojos.
Pensé que era mejor dormir, y así hice. Pero no era como si fuera una mejor idea, no después de lo que vi, generalmente, lo último que ves o piensas es con lo que sueñas, y yo, esa noche, soñé que Seonghwa la besaba, nuevamente, pero luego, la empujó levemente con sus manos, ella lo miró sin entender qué estaba pasando, los demás hicieron y lo mismo y sus ojos se agrandaron cuando él se levantó y me tomó de la mano, llevándome lejos de la sala. Seonghwa me llevó escaleras arriba y, cuando abrió una de las puertas, entramos a lo que era mi habitación. Él no dijo nada en todo momento, y yo tampoco, pero lo que hizo después fue cerrar la puerta, se giró para mirarme y, cuando se acercó a mí, pude sentir su nariz rozar con mi mejilla, mordió levemente el lóbulo de mi oreja y yo estaba totalmente quieto, sin saber qué hacer, eso le pareció divertido, por lo que luego sus labios rozaron mis mejillas y, antes de llegar a mi boca, sonó la alarma de mi celular.
Agradecía tener alarmas los sábados, ya que en la mañana me dedicaba a estudiar y avanzar en algunas tareas, para así tener el domingo libre para dedicarme a mis hobbies, pero, aún con mi mente ocupada en esas cosas, me pase en fin de semana pensando en esa fiesta.
Y no es como si fuera la única vez que soñé eso, porque volvió a repetirse y, nuevamente, la alarma me salvó. Esa vez, la alarma del día de semana. Y me lamenté por eso, porque sabía que vería de alguna u otra manera a Seonghwa en el instituto.
Y yo realmente lo estuve evitando, cuando iba a la cafetería lo veía con sus amigos y yo caminaba sin mirarlo, como si no lo conociera, y él también me ignoró. Tampoco es como si esperara algo diferente, cuando no había nadie, él me hablaba, y lo entendía, nosotros no éramos del mismo rango social que los alumnos de instituto daban a las personas, ¿qué se supone que un chico popular y deportivo de la nada hablara con un nerd sin amigos? Al final del día, cada uno estaba en el lugar que merecía.
Para el segundo receso, fui al baño del tercer piso, allí no iba casi nadie, y era genial cuando no quería estar un momento a solas sin que estuviera alguien alrededor, la biblioteca era perfecta, pero estaba la bibliotecaria y siempre tres o cuatro personas más, y no tenía más lugares en los que estar tranquilo, en silencio, solo yo con mis auriculares y una libreta para dibujar.
Entré y abrí el grifo, pero di un pequeño salto cuanto la puerta fue abierta y, a través del espejo, estaba Seonghwa detrás de mí. Me giré de inmediato, él me miraba y yo también, sin saber qué decir.
—Me has evitado todo el día —fue lo primero que dijo. Fruncí el ceño, pero relajé mi rostro al darme cuenta de que era cierto—. ¿Por qué?
—No… —murmuré, con las palabras en la garganta, porque no sabía qué decirle.
—¿Hice algo mal? Pensé que éramos amigos.
Amigos.
Esa palabra resonó en mí, y se repitió como si fuera un eco. Amigos. Era extraño escucharlo salir de la boca de otra persona. No pensé que llegaría a tener un amigo, porque… ¿Él era mi amigo? ¿En qué momento pasó eso? Y, ¿Cómo es que dos personas se vuelven amigos? No lo entendía, porque hasta lo que yo sabía, él solo necesitaba mi ayuda.
Pero, de alguna manera, que él me dijera esa palabra, puso contento a mi corazón.
—Hongjoong —se acercó a mí, pero di un paso atrás.
—¿Me seguiste?
—Solo te vi —mencionó—. No pretendía hacerlo, pero dado lo que pasó...
—Está bien —le dije, y él alzó una ceja—. Estabas un poco borracho.
—No lo recuerdo tan así.
De pronto sonó la campana, indicando que ya teníamos que ir a la siguiente clase. Mi intención fue salir del baño, pero Seonghwa me detuvo, tomándome del brazo, lo miré un poco extrañado y él pareció darse cuenta, por lo que me soltó.
—Hongjoong, hoy no tengo entrenamiento, pero estaré en el gimnasio después de clases. Me gustaría que me acompañaras —apretó los labios, como si estuviera buscando algo más que decir—. Quisiera hablar contigo sobre lo de la fiesta.
—Seonghwa, realmente…
—Hablo en serio.
Y él parecía serio, como si estuviera dispuesto a darme alguna explicación, y yo no lo estaba esperando. No quería una explicación. ¿Por qué debería tener una? No éramos tan cercanos. Aunque él dijo que yo era su amigo. Entonces, ¿si debía hablar con él sobre lo que pasó?
—Te veré ahí —le dediqué una sonrisa nerviosa, pero él solo me miró. Entonces, salí del baño, en dirección al salón de clases, pensando en lo que pasó.
No esperaba que ya fuera la hora, pero el tiempo pasó muy rápido, que comencé a sentirme ansioso. Movía mis piernas frenéticamente sobre el suelo de la sala de clases, tratando de controlarlas tras acariciarlas bajo la mesa, pero no funcionó. Incluso mis manos comenzaron a sudar, y solo era un indicativo que reunirme con él no era una buena idea, pero, de alguna manera, estaba ese pequeño impulso de curiosidad. Pero la alarma seguía allí, brillando con un foco gigante de color rojo.
Era una advertencia.
La ignoré, y tan pronto la clase terminó, tomé mis cosas y caminé lentamente hacia los baños. Por supuesto, fui a los que estaban abandonados, estos solo tenían lavamanos, así que suponía que por eso no eran muy usados, y yo lo prefería porque, al no haber cubículos ni inodoros, por lo que el espacio que quedaba era amplio, de esa manera, podía ver toda la habitación.
Cuando llegué, abrí el grifo y me mojé la cara, miré mi reflejo en el espejo, las gotas de agua caían por mis mejillas, donde llevaban al mentón, acumulándose ahí para formar una gota más grande de agua que caía en la cerámica.
Entonces me armé de valor, miré por última vez mi rostro en el espejo, tomé mi mochila y salí de allí. A paso rápido, caminé por los pasillos del instituto, hasta llegar a las puertas del gimnasio, donde me detuve, mirándolas.
Solo iba al gimnasio en dos ocasiones: por los partidos o las clases de educación física. Esa vez, añadí una tercera razón a la lista.
Así que, abrí la puerta. Allí, estaba Seonghwa con un balón, se escuchaba el rechinar de sus zapatillas en el suelo de la cancha, corriendo con el balón hasta llegar a la canasta, encestando. Carraspeé un poco y él se giró, me miró y una sonrisa se dibujó en su rostro.
No me moví de donde estaba. Él se acercó a mí.
—Hola —dijo.
—Hola —le respondí, casi en un susurro. Me aferré a la correa de mi mochila y él caminó hacia el centro de la cancha, donde había otro balón—. ¿Qué es lo que quieres hablar?
—¿Ya lo olvidaste? —soltó una pequeña risa, casi burlándose de mí y yo me sentí cohibido. Tomó el balón y lo golpeó contra el suelo. Seguí sus movimientos con la mirada—. Sobre la fiesta. Te busqué luego y no te encontré, ¿por qué te fuiste? ¿Fue por lo del beso? ¿Te fuiste por eso?
—No… —murmuré—. No fue así, ya era tarde para mí.
—Pensé que te habías enojado.
—¿Por qué lo haría?
Él ladeó la cabeza, sin dejar de mirarme. Sonrió nuevamente, tomó el balón y corrió hasta la otra canasta y volvió a encestar. Volvió a tomar el balón, como si estuviera haciendo tiempo para darme una respuesta o retenerme ahí.
—Bueno… te dejé solo —dijo finalmente. El espacio estaba tan cerrado que comenzó a ahogarme, y no supe si era realmente por el lugar o por la compañía—. No debí hacerlo.
—Por mí estaba bien —le dije, y él alzó una ceja—. De verdad. Después de todo me iba a ir igual.
—Pero te quedaste cuando me estaba besando con Mikyeong.
—Umm… —murmuré, con las palabras atrapadas en la garganta.
—Te quedaste y me miraste, al menos por unos segundos —jugueteó con el balón. Nuevamente, me aferré a las correas de mi mochila y empujé mis gafas que se resbalaban por mi nariz. Hacía calor, y el aire se sentía sofocante—. ¿Por qué?
—Tú… —me interrumpí, carraspeé y sentí el lugar más compacto—. Pensé que eras tú quien me miraba.
—No, eras tú. Aunque, si te soy sincero, no me molestó —sonrió, pero algo se escondía allí, y no sabía si era algo que me gustaría descubrir—. ¿Qué pensaste cuando me veías? —dio un paso hacia mí y, por inercia, yo retrocedí uno.
—No… no lo sé.
—Pero pensaste algo.
—No lo recuerdo.
Él volvió a sonreír, como si aquello no fuera más que una evidencia intrínseca para él. Mis ojos siguieron sus movimientos, atentos a cualquier situación que estuviera fuera de mí, de todo mi razonamiento. Seonghwa no era más que un personaje inalcanzable en mi rutinaria vida. Pero estaba allí, como una prueba. Una vil prueba a mi soledad.
—¿Alguna vez has jugado baloncesto? —preguntó, cambiando de tema. Fruncí el ceño ante su pregunta, pero presentí que era mejor dejar el tema hasta allí. Había interrumpido su juego esa noche, y ahora simplemente él quería olvidarlo.
—No… —murmuré, aún incómodo por la situación.
—Podría enseñarte un poco —tomó el balón—. Ya que somos amigos, y tú me ayudaste con mis calificaciones, sería genial que pudieras conocer un poco de mi mundo, así como yo conocí un poco del tuyo.
Amigos. Esa palabra aún resonaba en mi cabeza, como si fuera una gota que cayera constantemente sobre un bloque de metal. Pero, como si aquella gotera no me molestara, asentí lentamente, confundido con lo que estaba pasando.
—Ven —me dijo. Yo me acerqué a paso lento. Dejé mi mochila en una de las bancas y me preparé para lo que fuera que tuviera en mente—. ¿Alguna vez te ha interesado algún deporte?
Negué.
—No es lo mío —respondí.
—Ten —me entregó el balón—. Sin saber nada, ¿cómo meterías el balón en el aro?
Seonghwa se divirtió verme intentarlo y sufrir a la vez en tratar de seguir su ritmo. Él sabía cómo moverse por la pista, qué mano usar, como tomar el balón y la velocidad en hacerla rebotar. Y, aunque sé que quienes juegan saben de sobra esas cosas, no pude evitar no fijarme en como Seonghwa jugó en ese partido. En cómo los reclutadores de las universidades lo miraban y anotaban cosas en sus libretas.
Él se veía como una persona que iba a triunfar sabiéndolo, y yo, simplemente, sabía cuál era mi destino. También sabiéndolo.
—Lánzalo —me alentó Seonghwa luego de intentar jugar al baloncesto con él. En ese momento, tenía el balón en mis manos y a Seonghwa a dos metros de mí.
Entonces lo hice, pero mi movimiento fue tan brusco que solo pude ver como Seonghwa el balón lo golpeó y él retrocedió, perdiendo el equilibrio hasta caer y tratar de apoyarse de la banca, pero soltó un quejido y rápidamente quitó su mano de esta. Pude ver cómo se llevó dedo a la boca, se manchó los labios con un poco de su propia sangre y yo me quedé quieto, sin saber qué hacer o decir, más que sentirte totalmente culpable.
—Seonghwa, lo siento mucho —corrí hacia él, pero no me miró, solo arrugó la frente—. Lo siento, yo… Oh, no, perdóname, no quería hacerlo, no medí mi fuerza, perdón.
—Está bien —murmuró—. Hay un botiquín en la primera sala. Si pudieras ir por ella…
—Sí, sí —dije de inmediato, saliendo de la cancha para ir hasta el lugar que me indicó. Cuando vi la caja blanca con el signo + en rojo, lo tomé y fui hasta Seonghwa, el cual estaba sentado en la banca.
—¿Lo encontraste? —dijo cuando me vio llegar hasta él.
—Te ayudaré —estaba tan avergonzado que sentí que era lo menos que podía hacer, después de todo, había sido mi culpa.
Abrí el botiquín y mojé un poco de alcohol en una gasa. No había visto su dedo, pero cuando me lo mostró aún corría un poco de sangre y me di cuenta de que el corte era más grande de lo que pensé. Comencé a limpiar la sangre y cuando esta estaba siendo despejada, pude ver un poco su carne en el corte. Apreté los labios, porque en sí la sangre me daba asco y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano en no vomitar.
—¿Estás bien? —me preguntó, yo alcé la mirada para verlo, parecía preocupado—. Te ves pálido.
—Estoy bien —susurré y seguí limpiando.
Pero noté su mirada en mí, aunque no sé qué es lo que veía tanto, porque no había algo interesante que él pudiera admirar, pero, al parecer, sus ojos elocuentes buscaban algo más que eso.
De pronto, Seonghwa se inclinó, alcé mi mirada y él me tomó de la barbilla, como si quisiera evitar que yo escapara y con la sorpresa repentina de sus manos sobre mi piel, me quedé allí. Y él se acercó más, hasta que pude sentir sus labios sobre los míos, apenas fue un roce suave que hizo que corazón se detuviera por un segundo, como si tuviera veneno. Sin embargo, el sonido que salió de su boca solo duró allí y se perdió entre la amplia sala del gimnasio, buscando escapar, pero se desvaneció, al igual que cualquier razonamiento mío.
—Seonghwa —murmuré, apenas en un susurro.
Él me miró a los ojos, buscando otra respuesta, algo que yo no sabía qué quería, pero lo que sí sabía, era que me había dado mi primer beso. Él, el capitán del equipo de baloncesto. Él, quién veía bajo la luz del día entre los árboles cuando estaba rodeado de personas durante el receso.
De alguna manera, me debilitó el alma.
—¿Crees que los amigos se puedan besar? —me preguntó, pero ni siquiera me dio tiempo para responder cuando atacó mis labios nuevamente. Y, esta vez, no era un simple roce.
Su boca se movía, pero yo me quedé allí. No supe qué hacer y, cuando notó que no le seguí el ritmo, me levanté rápido, lo miré por última vez, tomé mi mochila y salí del gimnasio, con algo más que el corazón agito, sino que todo mi cuerpo siendo atacado por el sentimiento de la colisión de dos mundos.
Dos que no debían de encontrarse.
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Seonghwa.
Cuando Hongjoong me dejó solo en el gimnasio supe que iba en buen camino.
Una leve sonrisa se formó en mis labios y volví a lamer mi dedo. Ya no le salía sangre, pero fue un reflejo. Me levanté de la banca y me estiré un poco. Estar constantemente actuando a su alrededor era algo que me agotaba. No físicamente, pero sí mental. Suponía que de eso se trataba hacer sacrificios por un bien propio.
Y, quizás, no pasaría mucho tiempo para ya tener completamente a Kim Hongjoong, aunque, más bien, no parecía tan difícil de atrapar.
Al día siguiente no había mucho que hacer en el entrenamiento, el entrenador nos felicitó por la victoria e hicimos lo mismo de siempre. No hubo mayores cambios durante todo el tiempo que estuvimos allí y, luego de eso, entramos a los vestidores para cambiarnos.
Y, solo el sonido de los casilleros siendo golpeados, era un indicador que ya algunos habían terminado. Pero mis amigos siempre eran los últimos.
—¿Cómo va tu misión de enamorar al nerd? —me preguntó San en un tono burlesco. Solté una pequeña risa, como si realmente hubiera algo gracioso en eso—. ¿Tienes avances?
—Por supuesto —respondí, con orgullo—. ¿Acaso el que haya participado en el partido y que hayamos ganado no es la prueba?
—Pensé que no volvería a ayudarte después de la primera vez —opinó Yunho, saliendo de los vestidores.
—Para que veas que realmente puedo ser encantador —ellos se rieron de mí, pero no le tomé importancia—. De todas maneras, esto es solo el comienzo. Me ayudó, sí, pero ya luego hará todo por mí.
—¿Acaso lo harás tu novio? —esta vez fue San. Lo miré, pensando en ello, pero la solo idea de tener una relación de noviazgo con Hongjoong no parecía algo que fuera a pasar, o al menos, que yo fuera a querer.
—¿Estás loco? —le pregunté, negando mientras soltaba una carcajada—. Ni en un millón de años.
—No creo que todos esos favores te salgan gratis —dijo Yunho, los demás asintieron.
—Por eso es por lo que actúo frente a él.
—Eventualmente, le vas a gustar si sigues así —continuó Yunho, como si intentara hacerme entrar en razón. Pero lo cierto era que nadie de mis amigos era mejor que el otro—. ¿Qué vas a hacer? No podrás como… simplemente tenerlo ahí.
—Bueno, ya le di un beso como para que eso pase.
Mis amigos comenzaron a preguntarme muchas cosas y a silbar, como si les contara que finalmente la persona que me gustaba me había aceptado una cita, pero, en este caso, la razón estaba muy alejada de la realidad.
—Sabía que tarde o temprano iba a pasar —sonrió Mingi, golpeándome levemente el hombro—. Cada vez estás más cerca de que sea tu perrito faldero.
—Siento que no falta mucho para eso —mencioné—. No tiene amigos, a alguien tendrá que aferrarse. Como me he acercado más, seguramente piensa que ya somos amigos, aun cuando no lo sienta así.
—Que bueno porque te compramos algo —dijo San. Sacando de su mochila una bolsa blanca, apenas en este se podía ver una caja pequeña y otra grande, fruncí el ceño, porque no sabía a donde estaba llevando todo eso—. Lo vas a necesitar.
San me entregó la bolsa y cuando miré el contenido dentro, se asomó primero la caja que contenía un bote de lubricante al agua y el otro era un paquete de condones. Ni siquiera los miré de inmediato, porque tampoco es como si no los tuviera ya, pero esto me lo tomé más como un chiste que como un regalo que fuera a usar. Y, ellos viendo mi reacción, se rieron de mí.
—Sí, sí —empuje la bolsa contra el pecho de San—. Muy buena broma.
—En algún momento lo tendrás que usar —dijo Mingi, apretándose el vientre de tanto reír.
—Fue idea de Yunho —comentó San, yo miré al nombrado, y este se encogió de hombros.
—Así como vas, si lo vas a necesitar —dijo él.
—No voy a tener sexo con Hongjoong —me defendí—. No está en el plan. Podré besarlo, tomarle de la mano y esas cosas cursis, pero otra cosa es meterme entre sus piernas.
—Ay, no te hagas el modesto ahora —dijo Mingi—. Como si eso no te detuvo alguna vez.
—Ahora es diferente.
Y, aunque protestara, no me dejaron entregarles la bolsa. No quería que me vieran en el instituto con eso así que simplemente lo guardé en mi mochila y caminamos para irnos a nuestras casas.
Pero, durante el camino, aquella idea de se fue de mí, porque un beso pequeño estuvo bien, tarde o temprano tenía que pasar para que él comenzara a desarrollar sentimientos por mí, pero ¿acostarme con él? No sabía si podría hacerlo.
●●
Hongjoong me evitó de nuevo. Como si eso se volviera parte de algo común entre nosotros: él evitándome y yo buscándolo. Y, si no hubiera estado tan desesperado, quizás lo hubiera dejado solo hace días atrás, pero él ya parecía ser la salvación a mi problema y no podía dejar escapar a mi presa.
Y lo encontré en el mismo lugar que la vez pasada, pero esa vez, parecía que él ya me esperaba y, de alguna manera, eso me tranquilizó. Entonces supuse que este tira y afloja estaba terminando.
—Hongjoong —le dije, y él me miró a través del espejo.
—Hola… —murmuró.
—Ayer te fuiste así como si nada —fui directo al punto y eso pareció sorprenderlo—. Me dejo… triste.
—No entiendo que estabas intentando hacer —se defendió, pero sentí que solo estaba buscando palabras para evitar las mías.
—Yo no… —ahora era yo quien buscaba las palabras, y tenía que ser algo creíble, algo que no me delatara, necesitaba jugar con él un poco más—. No sabía lo que hacía, más que nada fue un impulso, pero… ¿te molesto tanto como para irte así, dejándome solo?
—No me molestó —apretó los labios, evitándome la mirada, sonreí en mi interior—. Solo que me sorprendió.
—¿Por qué? —le pregunté y me acerqué un poco a él, pero Hongjoong retrocedió unos pasos—. ¿Por qué te sorprendió?
Vi como su garganta se movió y, a medida que me iba acercando, él se alejaba más de mí, hasta que la pared lo detuvo.
—No me dirás que fue tu primer beso —pero no me respondió, evité reírme y en su lugar le mostré una sonrisa—. ¿Verdad?
Me miró a los ojos, como si fuera una batalla que solo tendría un ganador, pero él con eso me respondió, porque no había nada más delator que el silencio, y ningún sonido salió de su boca en el momento que le pregunté.
—¿Fui tu primer beso? —se mordió la mejilla, sus pupilas estaban igual de brillosas que un bambi, y supe que no tendría una respuesta clara—. Aunque, técnicamente, no fue un beso como tal.
—¿Por qué? —preguntó, escuchando su voz luego de un rato. Sonreí cuando supe que hablaría.
—Solo rocé mis labios con los tuyos. Eso no es un beso de verdad, así que puedes estar tranquilo.
—¿Cómo no sería uno de verdad?
—¿Quieres saber cómo se siente uno de verdad, Hongjoong? —él tragó saliva, sus ojos se movían de un lado a otro, pero en ningún minuto apartó su mirada de la mía. Había una respuesta implícita ahí. Entonces, me acerqué aún más, y él no se pudo alejar, por lo que tomé ventaja—. Si nunca has besado a alguien, ¿no te preguntas cómo es?
Lentamente, sus mejillas se pusieron rojas, como si realmente aquella conversación fuera de un tema tabú que él, precisamente, evitaría hablar. Pero solo estábamos nosotros allí, la puerta estaba cerrada, en un espacio grande, donde no iba nadie y yo tenía que dar el siguiente paso para continuar con mi objetivo, tarde o temprano, lo iba a besar igual.
Entonces, me preparé mentalmente.
Quizás él lo vio venir cuando toqué su cintura, acercándolo más a mí y, luego de eso, tocar su mejilla, porque si tenía que hacerlo, no sería algo simple, necesitaba que él realmente creyera que algo dentro de mí estuviera creciendo como para fijarme en todo lo que él era. Aún cuando no era así. Y, si tenía la certeza que él comenzara a creer eso, entonces sabría que ya lo tendría, por más egoísta que sonara.
Pero él no se movió, ni siquiera dijo una palabra, era como si realmente estuviera esperando que pasara, o que no sabía si yo iba a dar ese paso. No quise dejar nada a la imaginación y simplemente acaricié su mejilla, sin apartar mi mirada de sus ojos. Sus pupilas tan grandes como hace un momento y su boca ligeramente abierta como si siquiera decir algo.
Entonces, hice lo mismo que la vez pasada, roce mis labios con los suyos, sólo un pequeño roce que me permitiera saber que él también lo quería y, aunque no era algo que pusiera saber tan fácilmente, esta vez, ya no fue un simple roce y simplemente fui directo, atrapé sus labios con los míos, con la cabeza ladeada y apoyando mis manos en su cintura, cerré los ojos y moví mis labios. Al principio, sentí que estaba tenso, pero luego de unos segundos, se relajó y me siguió el ritmo.
Era torpe e inexperto, evidencia de ser su real primer beso. Me seguía el ritmo a duras penas y, cuando nos separamos, jadeó un poco, pero luego volví a tomarle de la barbilla y uní mis labios con los de él como si no me importara nada más.
Mis dos manos apoyadas en cada lado de su cadera, él totalmente quieto en su posición, sin saber qué hacer, pero eso cambió en el momento en que su mano la apoyó en mi pecho cuando introduje mi lengua en su boca. Hongjoong se quejó, pero seguí firme. Sin embargo, cuando moví mi mano derecha y traté de remover la esquina de su suéter, él se separó de mí, extendiendo sus brazos sobre mi pecho.
Mi pecho subía y bajaba por la falta de aire, y el de Hongjoong también, porque me fijé en sus manos, en su pecho y después en su cara. En sus mejillas sonrojadas, en sus labios entreabiertos, húmedos y brillantes. Pero ninguno apartó la mirada.
Sonreí.
Hongjoong parecía muy confundido, como si no creyera lo que acaba de pasar, y aunque yo tampoco pensé en que besaría a una persona como él, para ser su primer beso, no estaba nada mal. Claramente no era un experto, yo tampoco, tenía una experiencia previa que él pareció notar.
Me apartó lentamente y se arregló el suéter con el logo del instituto en la esquina. Incluso en eso era recatado.
—Hongjoong —fue lo primero que dije. Me miró, con las pupilas dilatadas y brillantes—. ¿Estuvo bien para ti? Podemos repetirlo, si quieres.
—Estoy bien —tragó saliva—. Aunque no sé qué decir.
—No digas nada si no quieres.
Él asintió y no sabía cómo hacer para que nos acercáramos más. No podía dejar eso solamente ahí, como un simple beso que nos dimos en los baños abandonados del instituto.
—¿Tienes que hacer algo hoy? —le pregunté.
—No.
—Te invito a un helado, ¿quieres?
—Oh —murmuró, pareció dudarlo un poco, pero no dejó de mirarme—. Esta… bien.
—Veámonos en la plaza que está casi llegando al bosque —él frunció el ceño, porque claro, no era usual ir a esa plaza, estaba alejada de la principal y las otras que eran más concurridas, pero era cómoda y cerca de allí había una heladería muy buena, así que podíamos comer un helado y no ser intimidados por nadie—. Dame tu número, siempre he olvidado pedírtelo.
Hongjoong balbuceó un poco, pero luego asintió, sacando su teléfono del bolsillo, para mostrarme su número. Lo anoté en el mío.
—Te llamaré —le dije, él parpadeó un poco, y asintió nuevamente—. No me gusta enviar mensajes.
—Oh… bien.
—Entonces —metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón—. Nos vemos.
—Sí…
Y, sin decir nada más, salí del baño, dejándolo atrás, más confundido que nunca. Y esa era la idea, entonces me limpié el labio con mi dedo pulgar y bajé las escaleras, con una sonrisa en mi casa.
Chapter 7
Notes:
advertencia de capítulo: masturbación.
Chapter Text
Hongjoong.
Me apoyé en la pared y me toqué los labios luego de que Seonghwa saliera del baño. Agradecí que se fuera de inmediato porque lo único que quería en ese momento era gritar, pero no lo hice, porque no podía, porque ningún sonido salía de mí. Me sentí sin voz.
Di mi primer beso con quien menos lo creí, tampoco es como si esperara darlo con alguien, pensé que, dada la situación, recién en la universidad experimentaría algo así. Pero llegó Seonghwa y todo cambió. ¿Por qué yo? Me pregunté cuando me giré para mirarme al espejo, para luego mojarme la cara, ya que la tenía completamente roja por la vergüenza.
Me miré por última vez en aquel viejo y sucio espejo, y salí del baño. Ya era hora de volver a la última clase del día y, mientras caminaba a mi salón de clases, me fijé en los demás, siempre caminando en grupo, algunas parejas de la mano hablando mientras estaban apoyados en las paredes de los pasillos del instituto. Me pregunté, si es que aquel beso era el inicio de algo, ¿estaría algún día de esa misma manera con Seonghwa? Sin razón aparente, mi corazón se sintió cálido.
Me senté en mi pupitre al llegar y los demás entraron también, finalmente, el profesor cerró la puerta y dejó una carpeta sobre el escritorio. No había nada nuevo, siempre era lo mismo, mis días eran lo mismo, y el instituto igual. Como me la pasaba en soledad, siempre estaba en mi mundo, observando a los demás. Era callado y, casi nadie me notaba, y aquella rutina se mantuvo como una salvación para mí.
Pero eso se quebró en el momento en que el profesor escribió en la pizarra «Trabajo grupal». Los murmullos se comenzaron a oír dentro de la sala y yo simplemente esperé a que todos se agruparan, para después ver si el profesor me dejaba de hacerlo de manera individual o me integraba a un grupo. Grata fue mi sorpresa, cuando vi a Wooyoung, Yeosang y a Mikyeong caminar hacia mí.
—Hola Hongjoong —dijo ella, con una sonrisa. Su uniforme estaba pulcro, como siempre, bien peinada, con un ligero retoque de maquillaje y perfume—. Nos falta un integrante, ¿te gustaría unirnos?
Me quedé estático, sin emitir alguna palabra, ya que era la primera vez que me invitaban a ser equipo en algo académico, usualmente siempre quedaba en grupos que le faltaba un integrante y, genuinamente, no era algo agradable. Sin embargo, esa vez, ellos fueron directamente hacia mí, como si fuera su primera opción.
—Oh, está bien —murmuré, un poco confuso.
Yeosang me inscribió en la lista y luego fui hasta sus lugares, ya que, una primera instancia de aquel trabajo grupal era avanzar en clases. Ya conocía el método, así que solo me limité a hacer lo que siempre hacía en estos casos: seguir la pauta y no intentar hacer amigos. Era fácil y me permitía no desviarme de mis estudios, que era lo único que tenía.
—Bien —habló Mikyeong, mirando la hoja que le entregó el profesor—. A nosotros nos corresponde hablar sobre el ciclo de los virus que tienen ADN.
—Qué diablos —comentó Wooyoung. Lo miré y tenía el ceño fruncido—. ¿Acaso eso existe?
—Sí —le respondió ella, como si fuera una obviedad—. No todos los ciclos de virus son iguales y dependerá del tipo de célula infectada y el material genético que contiene. Lo enseñaron la semana pasada, ¿no lo recuerdas?
—Seguro estaba pensando en su novio, no tiene cabeza para más —dijo Yeosang y Wooyoung lo empujó.
—Hay que concentrarnos en esto —sentenció ella, dejando la hoja sobre la mesa. Yo me incliné para leer las instrucciones, sin emitir algún sonido o algo que hiciera notar mi presencia—. ¿Qué piensas, Hongjoong?
La miré, ella ya tenía sus ojos puestos en mí. Apreté los labios y tomé las hojas, los demás siguieron mis movimientos.
—Solo habrá que seguir las instrucciones y nos irá bien —Mikyeong sonrió.
—¿Ven? No es tan difícil —les dijo a Yeosang y Wooyoung, aunque sé que, por experiencia propia, Yeosang trabaja muy bien.
Aquella clase no fue para nada incómoda, aunque al principio, como siempre, no me sentía parte y solo me limitaba a dar mis aportes, esta vez, ellos realmente tenían interés por mis opiniones. Suponía que era porque tenía el mejor promedio de la clase, al igual que en todas las materias, pero aquello lo deseché cuando en ningún momento me sentí de esa manera, cada uno de ellos aportaba algo al trabajo, solo entonces, no parecía que solo era yo haciéndolo.
Al menos, sus conversaciones casuales sobre un comic que leyeron, como estaba la clase anterior u alguna tontería adolescente que no era común que yo fuera a entender, me sirvió para distraerme del hecho que Seonghwa me había besado una hora y media atrás y que luego me esperaba en la plaza más cercana al bosque.
Aquella no era muy concurrida, solamente había gente que paseaba a sus perros, gente que vivía cerca de ahí, quizás era porque no había juegos infantiles y locales cerca. Y, aunque no entendía por qué Seonghwa me citó ahí, fui de todas maneras.
Cuando llegué, noté a Seonghwa cerca de las bancas acariciando a un perrito que era paseado por su dueño. Seonghwa sonrió cuando le movió la cola y, al momento de levantar su cabeza y verme, se despidió del perrito y su dueño, para luego caminar hacia mí.
—Hola —fue lo primero que dijo—. Pensé que no vendrías, estaba por llamarte.
—Tuve algo que hacer antes —mentí, en realidad dudé en venir, pero sentía que si no iba sería peor—. Lo siento.
—No, está bien —me sonrió—. ¿Quieres ir por un helado? Te invito.
Todo esto era tan extraño, porque me confundía que me besara en la mañana y que luego me invitara un helado como si ese beso hubiera las puertas de algo que no sabía si era bueno o malo.
—Bien… —murmuré, sin estar completamente convencido.
Él comenzó a caminar y lo seguí, hasta quedar a su lado. En el camino me comentaba sobre sus clases y lo mucho que le aburría la historia. Yo, en particular, no tenía una asignatura favorita, pero si me gustaba la literatura, las letras y me emocionaba cada vez que anunciaban el libro nuevo que había que leer para el próximo examen. Historia también me gustaba, saber sobre cosas del mundo y de mi país, no entendía por qué a Seonghwa le parecía aburrido, podía entender que eran muchas cosas que había que aprender, ¿pero eso no era lo emocionante sobre las cosas que no se saben?
¿La emoción de tener el conocimiento de que hay algo que no sabes y que pronto lo harás?
De todas maneras, descubrí que no era aburrido para mí escucharlo hablar, exageraba algunas cosas y se emocionaba por otras, entonces, por un momento, sentí que no éramos tan diferentes. A él le apasionaba el baloncesto y a mí las letras y la historia, si bien eran cosas diferentes, la emoción era la misma.
Cuando llegamos a la heladería, pedimos nuestros helados y regresamos a la plaza. Ya en ese momento, no había nadie, solo el ligero viento y las casas alrededor. Se sentía algo solitario, pero Seonghwa en ningún momento permitió que el silencio nos consumiera y, de alguna manera, eso me gustó.
—Tienes manchado ahí —me dijo de repente, apuntando cerca de mi labio, arrugué la frente y traté de limpiarme—. No, ahí no.
—No sé —murmuré, tanteando a ciegas el lugar donde me indicó.
Seonghwa lanzó un bufido de frustración y se acercó a mí, limpiando bajo mi labio inferior con su dedo pulgar la mancha de helado de chocolate que allí había. Entre abrí los labios y de un segundo a otro se metió el pulgar a la boca, lamiendo la mancha que antes me había quitado. Y en ese momento no solo mis mejillas se pusieron rojas, sino que mi corazón comenzó a acelerar.
—Vaya —murmuró, aun con el dedo entre sus dientes, sin quitar sus ojos de los míos—. Y eso que no soy tan fan del chocolate.
Aquella acción no fue solo algo que no vi venir, sino que me mantuvo en silencio por unos segundos, aun mirando como lamia su dedo, hasta dejarlo sin la mancha de helado de chocolate que, precisamente, había sacado de mi boca. Además, nadie le hacía eso a una persona que no conocía del todo, ¿verdad? Entonces, si Seonghwa no me conocía tanto, ¿por qué lo hizo? ¿Qué fue aquel impulso caótico que lo llevó a lamer algo que estaba en mi rostro? ¿Qué era lo que estaba intentando hacer?
Pero aquello no importó cuando sentí sus labios rozar los míos, al igual que en la mañana, parecía ser algo en lo que ya no se iba a detener. ¿Qué se supone que hiciera? Nunca tuve suerte en nada, ni con chicos o chicas, no parecía ser alguien objetivamente atractivo al que besar, pero ¿por qué Seonghwa me estaba besando como si quisiera sentir nuevamente el sabor a chocolate del helado? ¿Por qué de pronto su lengua era introducida en mi boca con tanto esmero como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para que lo hiciera?
Y la inmersión era tanta, que lo poco que quedaba de mi helado se me resbaló de mis dedos y todos mis sentidos fueron entregados a esa nueva sensación, a ser devorado por su boca, por sus manos en mi cintura, por quedar completamente sumergido en lo que parecía ser el nacimiento de un sentimiento que no pensé que despertaría.
Seonghwa se detuvo solamente cuando el oxígeno nos comenzó a faltar, pero no era solo eso lo que me faltaba a mí, sino que lo destruido de los muros de no involucrarme con algo que no sabía si iba a poder soportar.
—Me tengo que ir —me dijo luego de que recuperáramos el aire—. Te veo mañana.
—Umm bien —murmuré—. ¿Dónde?
—En el mismo lugar de siempre —respondió, como si fuera obvio—. Donde te he encontrado todo este tiempo.
—Oh, está bien.
Él tomó mi quijada y la acarició con su dedo pulgar, mientras me miraba a los ojos, sus pupilas tan profundas, como si realmente pudiera mirar a través de mí, y se levantó de banca, se despidió moviendo su mano en el aire y yo lo imité, para que él luego se fuera de la plaza. Y yo me quedé allí, con escalofríos por todo el cuerpo y el corazón latiendo como loco.
●●
Cuando regresé a casa, cerré la habitación de mi habitación tras de mí y dejé mi mochila en la silla del escritorio, para luego lanzarme a mi cama y mirar el techo como este pudiera reproducir todo lo que viví hoy.
Aun en mi cerebro podía reproducir todo aquello, como si quisiera torturarme, como si quisiera decirme algo que aún no podía descifrar y era todo el mismo tiempo, porque luego pude sentir sus labios en los míos, sus manos apoyar mi cadera y era algo que había soñado una vez, pero no sabía que los sueños así se podían hacer realidad, con la diferencia que, en la realidad, si sabía quién era la persona que me besaba.
Me lleve una mano a mis labios, y acaricie lentamente estos, esperando que de esa manera aún pudiera tener una pisca de los suyos. Pero luego recordé sus manos en mi cadera y la manera en que hizo que chocara con la pared, recordé sus ojos sobre los míos, las pupilas a punto de estallar y mi respiración entrecortada por la incertidumbre, porque eso no se detuvo, no tocando mis labios, ni mi otra mano bajando por mi torso hasta llegar a mi pantalón.
Pronto, el bulto en mi pantalón se hizo notar y sin pensarlo dos veces, desabroché el cinturón y bajé la cremallera y, con la mano que estaba descansando sobre mis labios, comenzó a descender hasta llegar a mi cuello, bajando lentamente por mi clavícula. Y, de un momento a otro, tenía mi pene fuera de mi pantalón, completamente duro. Recordar sus labios sobre los míos lo puso duro.
Con ello en mente, mi dedo índice tocó la punta y me estremecí, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, como si recibiera la electricidad y con la ayuda del líquido preseminal la punta de mi pene estaba húmeda, resbalosa, con dos dedos tocándola, ya decidí que mi mano hiciera el trabajo, lo tomé y comencé a acariciarla, me tapé la boca cuando un gemido escapó de mí y con ello me di cuenta que estaba a punto de masturbarme con el recuerdo del beso que Seonghwa me dio en los baños abandonados del instituto.
Mi mano comenzó a subir y bajar por el tronco de mi pene, la piel suave comenzó a brillar por el líquido preseminal y lo hice más rápido cuando comencé a sentir un fuego creciendo en mi vientre. No paraba de gemir, pero estos eran mitigados por mi mano izquierda, hasta que de tanto torturar a mi pene con mi mano, sentí otro líquido salir de la punta, manchando mi pantalón escolar.
Mi pecho comenzó a subir y bajar por el clímax, por la excitación misma de mi acción y mis mejillas se pusieron tan rojas que sentí el calor en estas. La vergüenza recorrió mi rostro y todo mi cuerpo como si lo que acabara de hacer no fuera más que una perversión.
¿Cómo es que me había puesto así por un beso?
Aún con mis mejillas rojas, me quité toda la ropa y envolví una toalla en mi cintura, tomé la ropa y bajé a la lavandería, donde metí la ropa sucia y puse a andar esta. Luego, fui al baño y me metí a la ducha.
Sin embargo, ni aún con la decisión de ducharme con agua fría, mis mejillas no dejaron de estar calientes por la vergüenza.
Chapter Text
Hongjoong.
No fui a los baños abandonados. Lo que hice el día anterior era suficiente para no querer ver a Seonghwa. La vergüenza aún recorría mi cuerpo y sentía que no merecía verme con él. Cada vez que pensaba en el beso, sus manos en mis caderas, en mi mentón, sus labios rozando los míos, mi cara volvía a ponerse roja, como si fuera pecado, como si no pudiera pensar en eso.
Como si eso no tendría que ser algo para mi, algo con el que emocionarme, con el que ponerme vergonzoso.
Y nada de esto tenía que ser así, yo no debía estar cerca de él, no debía besarlo ni pensar en él, porque no me correspondía, no había manera que el universo permitiera que aquello fuera real, ¿por qué de pronto Seonghwa era así? Que me viera entre las penumbras y el mar de personas que serían mucho más fáciles de querer que yo. No lo entendía.
Y no lo hice cuando me encontró en el pasillo del tercer piso, me tomó del brazo y me giró, quedando mi espalda pegada a la pared, su mirada reflejaba un leve enojo y yo simplemente me quedé allí, observando, expectante a lo que fuera a pasar.
—¿Otra vez estás escapando de mí? —preguntó lo obvio, pero yo negué con la cabeza—. Pensé que ya no lo harías, no después de lo de ayer. Pensé que estábamos… bien.
Pero no dije nada, era incapaz de decir algo, de emitir algún sonido, de mirarlo a los ojos y decirle lo que él quería escuchar.
—Hongjoong, dime algo —pidió, como si fuera lo último que pudiera hacer.
—No lo entiendo, Seonghwa —dije, finalmente. Él pareció sorprendido por mis palabras, como si mi respuesta estuviera muy alejada de alguna visión que tuviera de mi persona—. ¿Qué es todo esto? Lo que estás haciendo, no lo entiendo.
—¿No? —alzó una ceja, aún me tenía acorralado en la pared, sin ningún cuidado—. ¿No tienes ninguna idea? ¿Nada? —negué con la cabeza, mirándolo a los ojos—, porque no yo besaría a alguien que no fuera a interesarme. No estaría haciendo todo esto por alguien que no tengo un mínimo de interés, ¿eso no te da una idea?
Necesitaba apretarme la piel para darme cuenta de que esto no era un sueño, que no parecía ser una fantasía más cada vez que cerraba los ojos, porque, últimamente, en mi mente solo recorría un nombre, y ese era el de Park Seonghwa.
—¿Qué significa esto para ti? —me preguntó, apoyó sus manos en la pared, a cada lado de mi cabeza, dobló su codo y se inclinó hacia mí, pero directamente a mi cuello. Cerré los ojos con fuerza cuando sentí lo húmedo que estaban sus labios contra mi piel, y aquello solo hizo que una electricidad involuntaria recorriera por todo mi cuerpo, hasta soltar un pequeño jadeo, donde rápidamente lo aparté y me tapé la boca, lo miré directamente a los ojos y él sonrió, satisfecho—. Respóndeme, Hongjoong. ¿Eso te dice algo?
—Seonghwa —dije, pero mi mano amortiguó el sonido.
—Dimelo.
No respondí, en cambio, me moví incómodo, apartando la tela de mi pantalón y él miró hacia abajo, se tapó la boca para reír y luego me miró, con los ojos encendidos y desafiantes, como si ver el bulto en mi pantalón hubiera dicho algo más que lo pudieran hacer las palabras. Pero Seonghwa no espero una reacción de mi parte y solo me tomó de la mano para llevarme hasta los baños abandonados, cerró la puerta tras nosotros y sin un aviso premio, tomó mi cintura y me besó.
—¿Realmente te pusiste duro solo porque te besé el cuello? —preguntó luego de separarse de mí, pero solo mis mejillas respondieron por mí, poniéndose tan rojas que sentía como quemaba—. No pensé que el chico nerd fuera así.
Caminé un poco hacia atrás cuando él me obligó a hacerlo, nuevamente mi espalda quedando pegada a la puerta y pareció divertirle que mi cuerpo reaccionara así, porque se pegó a mi, sus manos viajaron a mis caderas y se quedaron allí, apoyando su cuerpo en ellas para luego besarme nuevamente, como si no fuera suficiente ya.
Pero luego, su boca ya no estaba en la mía, sino que fue hacia mi cuello, como hace un rato, lo besaba mientras una de sus manos descansaba en mi pecho y, por encima de mi uniforme, comenzó a bajar hasta llegar al cinturón de mi pantalón. Un jadeo escapó de mi boca y cerré con fuerza los ojos cuando no pensé que algo así podía sentirse así de bien, porque ya no había una barrera entre nosotros, una que parecía invisible, una que, quizás, nunca existió. La cercanía de Seonghwa era cada vez más real.
Mi pecho comenzó a subir y bajar cuando Seonghwa comenzó a desabrochar la hebilla de mi cinturón. Dejó de besar mi cuello para mirarme a los ojos, lo hizo mientras me desabotona el pantalón y bajaba la cremallera, sus manos se adentraron hasta tocar la tela de mi boxer y, por encima de esta, comenzó a acariciar el bulto que ya estaba completamente duro, ansiado de ser liberado.
Y lo hizo, bajó un poco mi boxer y liberó mi pene, tal cual como lo hice yo el día de ayer, pero, esa vez, era Seonghwa quien estaba acariciando el glande, y yo podía dejar de soltar jadeos ahogados. De alguna manera, no quería que me escuchara, porque lo estaba haciendo ya era entrar directamente a las puertas del infierno.
—¿Debería ayudarte? —preguntó sobre mis labios, rozándome mientras pronunciaba esas palabras, pero atacó mis labios nuevamente, mordiendo levemente mi labio inferior, para luego mirarme, con algo de lujuria en sus ojos, y estaba seguro que los míos se veían igual—. Después de todo, yo lo provoqué, ¿no?
—Seonghwa.
—Podría comenzar por aquí —dijo, para luego acariciar el orificio de la punta de mi pene, del cual ya estaba saliendo presemen—. Y luego… —murmuró, para bajar por la longitud. Me estremecí un poco, porque sus manos se sentían muy diferente a las mías— detenerme aquí.
No dijo nada más, las palabras ya no eran necesarias a ese punto, porque incluso yo me sorprendí cuando tomé su barbilla para guiarlo a mi cara y, esa vez, comenzar yo con el beso tan ansiado que nos tenía. La desesperación de mi boca por ser devorada por la suya no se comparaba a cuando su mano subía y bajaba por mi pené, gemí sobre sus labios y sentí su sonrisa sobre los míos. Y entré en la locura cuando ese fuego comenzó a crecer en mi vientre, intensificándose a medida que Seonghwa movía su mano.
Pero sus labios no me permitieron jadear más, porque luego su lengua se introdujo en mi boca, intensificando el beso, mientras que me estimulaba abajo. Ni en mis más sucios sueños pensé que lo viviría, ni mucho menos con él.
—Seonghwa… —murmuré entre jadeos cuando dejó de besarme—. Seonghwa, yo…
—Hazlo.
Él ya lo sabía, claro que lo sabía, tenía experiencia, en cambio yo, era la primera vez que alguien me tocaba de esa manera. Porque lo que ya sabía que venía después, porque cuando aquel fuego en mi vientre se incrementó y se llegó a su punto culmine, manché su mano con mi esperma. Apreté fuertemente mis ojos mientras abrí mi boca para soltar gemidos ahogados que me daban vergüenza de que Seonghwa escuchara.
Cuando mi vientre se contrajo y mi pecho subía y bajaba por recibir oxígeno, cuando mire hacia abajo, su mano aún sostenía mi pene, con las manchas de semen. Lo miré, él sacó su mano y me apoyé nuevamente en la puerta, bajando lentamente por ella hasta caer al suelo, sin poder creer lo que había pasado. Me acomodé mis lentes y lo volví a mirar, él también lo hizo y luego vio su mano, cubierta por el espeso blanco que soltó mi cuerpo. Y él, poniendo sus ojos en mí, se llevó su mano a la boca, lamiendo su palma, de la cual caía un poco de líquido al suelo.
Pero no dije nada y no dejé de mirarlo, porque sus ojos parecían decir algo más que las acciones ocurridas, parecía adentrarme en lo oscuro como si yo no hubiera estado dispuesto ya. Como si no hubiera querido.
—¿Esto lo responde, Hongjoong? —sus labios brillantes por la saliva y el líquido, parecía más que un delirio de mi mente—. ¿O tengo que hacer algo más?
—No… —murmuré, aún en el suelo frío del baño abandonado, aún consternado por todo, aun confundido, aun jadeando—. Es solo que… —traté de respirar, el aire parecía que no quería entrar en mis pulmones—. No esperé que pasara algo así.
—¿Por qué? —arrugó la frente, pero levemente cambió su cara cuando se dio cuenta, cuando me vio a los ojos—. Oh, ya. Olvidé que eres virgen.
Mis mejillas rojas, mis labios húmedos y brillantes, mi pecho que subía y bajaba aún, mi ropa desarreglada. Con toda esa vista, él se mordió los labios, como si aún no tuviéramos suficiente.
—Bueno, no completamente —dijo luego de ver el espectáculo que me había hecho.
Para mi suerte, tenía pañuelos desechables en el bolsillo de mi pantalón, así que me limpié con eso. Luego me subí la ropa interior y el pantalón, para después abrochar el cinturón. Me levanté, con la vergüenza a flor de piel, me arreglé el uniforme y lo miré a los ojos.
—¿Qué ocurrirá ahora? —le pregunté y él sonrió de medio lado. Caminó hasta los grifos y se lavó las manos. Luego pasó las manos mojadas por su uniforme, intentando secarlas.
—¿Tienes tiempo hoy? —preguntó, ignorando la mía.
—Tengo que estudiar —bufó, pero luego sonrió.
—Te acompaño —eso me sorprendió—. Puedo ir a tu casa, ¿no? También me servirá, no soy muy bueno estudiando.
—Oh, claro —no sabía qué más decirle. ¿Que no fuera? ¿Después de lo que pasó entre nosotros dos? Y aunque todo parecía extraño, no me atrevía a confrontar lo que acababa de pasar, porque para él parecía algo muy normal, pero para mi era una locura pecadora.
—Genial.
Y, sin previo aviso, salió del baño, con las manos mojadas, pero sin otro indicio que había masturbado al chico nerd en la parte abandonada del instituto.
●●
No esperaba que Seonghwa realmente fuera a mi casa a estudiar, pensé que era alguien de mi familia que tocó la puerta de mi habitación y mi sorpresa fue grande cuando lo encontré a él tras lo que nos separaba.
Incluso entraba como ni nada a mi casa, o era que mi abuela lo dejaba entrar desde la parte de la panadería.
Me saludó y lo dejé pasar. Dejó su mochila en mi cama y se fijó en mi escritorio lleno de papeles y el libro escolar de matemáticas, mi computadora encendida con música de ruido blanco y mis audífonos a un lado. No pareció sorprenderlo, ya era habitual que tuviera una imagen de mí, esa imagen nerd de chico estudioso, muy diferente a lo que pasó en los baños abandonados.
—¿Qué estudias? —me preguntó.
—Matemáticas, hay un examen la próxima semana, así que…
—Oh, es cierto —sonrió—. Qué suerte tengo entonces.
No hubo más palabras que decir, era habitual para mi no hablar cuando estudiaba, especialmente porque lo hacía solo, pero desde que Seonghwa llegó a mi vida, pareciera que su compañía se volvería algo persistente y, de alguna manera, no me molestaba. Entonces, así fue como estuvimos al menos una hora y media, en donde le explicaba algunas cosas y él me escuchaba. Era como si por primera vez hubiera alguien que estuviera interesado en escucharme.
—Deberíamos tomar un descanso —dijo cuando dejó el lápiz sobre el cuaderno—. ¿Te parece si salimos un rato afuera?
—¿Para qué?
—¿Para qué será? El cerebro necesita descansar también.
No le debatí, porque era cierto eso. Usualmente, no descansaba, porque no tenía con qué ocupar ese tiempo, no veía mucha televisión y escuchar música se volvería algo aburrido con el pasar de los minutos, tampoco iría a ayudar a la abuela en la panadería, así que simplemente me fundía en los libros y cuadernos, hasta que el sol se escondía.
Entonces, sin decir algo contrario, salimos un rato fuera de casa, llevé una botella de agua y mi mochila con el libro de matemáticas, Seonghwa solo negó cuando me vio meter las cosas a mi mochila, pero no me dijo nada. No era algo de lo que pudiera escapar.
Pensé que iríamos a una plaza, algo cerca, pero fruncí el ceño cuando me di cuenta que íbamos directo al bosque.
—Seonghwa…
—Vayamos al río —comentó. Tampoco lo puse en duda, así que simplemente lo seguí.
Caminamos unos diez minutos hasta llegar al río, nos sentamos entre el pastizal y las rocas y saqué mi botella de agua para beber un poco, después mi libro de matemáticas, donde Seonghwa me lo arrebató de las manos.
—¡Oye! —le dije.
—Despeja un poco la mente, ya estudiamos bastante —pero nunca era suficiente para mi.
—Si no estudio no aprendo.
—Solo descansa un poco —él apoyó la cabeza en el tronco de un árbol, y yo me quedé cerca de él—. Solo cierra los ojos y escucha el ruido del río y de los pájaros.
Pero no le hice caso y, en cambio, lo miré directamente, para que supiera que no me había hecho gracia el que no me dejara repasar, al menos, un poco. ¿Quién era él para impedirlo? Yo encontraba cualquier lugar para repasar, si no lo hacía, sentía que estaba desperdiciando el tiempo, y era algo que me podía permitir.
Él me miró de vuelta y con una media sonrisa se inclinó hacia mí para darme un pequeño beso, y eso, relajó los músculos de mi cara, mi ceño ya no estaba fruncido y él se dio cuenta de eso, entonces me tomó del brazo y me acercó a él, nuevamente sus labios estaban devorando los míos, al igual que en la mañana, al igual que ayer. Y no había nada que yo pudiera impedirlo, ni aunque quisiera, pero la verdad era que no quería, entonces dejé que me besara, que me tocara la cadera, que metiera su mano en mi ropa hasta tocar la piel de mi cuerpo.
Y, al momento de separarnos por falta de aire, sentí que era momento de hacer algo yo también. Entonces, llevé mis manos a su pantalón, toqué su miembro por encima de la tela y él me miró con una media sonrisa, como si ya supiera lo que iba a hacer, pero, de alguna manera, me detuvo con su mano.
—No tienes que hacerlo si no quieres.
—Quiero hacerlo —le dije, totalmente confiado—. Siento que también tengo que hacerlo.
—No porque yo te lo haya hecho quiere decir que tú también me lo tienes que hacer a mí —sus pupilas brillaban, pude sentir como su pene comenzó a crecer levemente y me relamí los labios.
—Pero no haré lo mismo.
Y, sin dejar que dijera algo más, desabroché su pantalón, bajé la cremallera y toqué la tela de su ropa interior, me di cuenta de que su pene ya estaba poniéndose duro y mis nervios incrementaron en el momento que decidí tocarlo por debajo de la tela, entonces metí mi mano. Su pene era suave y grande, y tragué saliva cuando me percaté que estaba tocando un pene ajeno al mío. Era algo totalmente diferente, y escuché un quejido de su parte cuando lo saqué del bóxer.
Lo miré, la punta rosada estaba goteando líquido pre seminal, mis ojos viajaron a los suyos y arrugó las cejas cuando toqué la punta, lentamente. Era la primera vez que hacía algo así y solo pensé que, quizás, era igual que cuando me tocaba. Recordé su mano ágil en la mañana y traté de imitarlo. Sin embargo, solamente tocarlo con mis manos, no era algo que ocupara toda mi mente, no era algo que solamente quisiera hacer.
—Seonghwa —él me miró—, nunca había hecho esto antes, así que…
—No tienes que hacerlo —volvió a decirme, pero esa no era una opción.
Me incliné más, hasta que mi cara estuvo cerca de su pene y con duda y temor, me llevé su pene a la boca. No sabía bien lo que estaba haciendo, puesto que nunca lo había hecho, si había visto videos, pero era muy diferente a tener uno real dentro de la boca. Lamí un poco el glande, mi saliva mezclándose con el líquido pre seminal, rodee la punta con mi lengua. Pronto, escuché como de su boca salían leves quejidos.
—Espera —me dijo, lo miré—. No uses los dientes.
—Lo siento.
—Oh, mierda —lo escuché decir cuando volví a lamer el glande, para luego bajar al tronco. Mi saliva hizo un camino en su pene, dejándolo mojado y brillante, y estaba tan duro que me pregunté si mi boca sería capaz de saciarlo—. No pares.
Me preocupé por lamer cada parte de su miembro, y luego lo metí por completo a mi boca, dentro, mi lengua jugaba con el glande y sentí como su mano se apoyó en mi cabeza, empujándome hacia abajo. Fruncí el ceño, pero supuse que quería que llegara hasta abajo, cuando sentí que me faltaba el aire, lo quité de mi boca y tosí un poco.
—Lo siento, Hongjoong —pero no le tomé importancia y volví a meterme su pene a la boca.
Hacía mi mejor esfuerzo por complacerlo, chupando su pene como si fuera una paleta, tocando cada centímetro de mi boca, escuchando como gemía y decía mi nombre. ¿En qué momento habíamos llegado a este punto? No hace unas semanas pasaba a mi lado sin saber quién era y, tiempo después, estaba dándole sexo oral en el bosque del pueblo donde vivíamos. Parecía una locura, de la cual no sabía cómo iba a terminar.
Seonghwa alzó su cadera, haciendo que su pene se introdujera más a mi boca, tomé su pene con mi mano y con la otra me apoye de su cadera, entonces comencé a succionar, ahuecando mi boca, él agarró mi cabello y sentí como su pene comenzó a contraerse, él soltó un gemido y luego mi boca recibió su semen. No tenía un sabor destacable, a penas podía sentir algo, pero si era viscoso y molesto.
Cuando me separé de su pene, este cayó a un lado, aún tenía su semen en mi boca y lo miré, sin saber qué hacer después.
—Escúpelo —me dijo, y obedecí.
Escupí su semen a un lado, en el césped, y luego lo miré, mi saliva se mezcló con su semen cuando caía por mi mentón, mis labios estaban mojados y mis mejillas completamente rojas. Seonghwa se acercó a mí y con su dedo pulgar limpió la comisura de mis labios.
—Eso estuvo bien para ser tu primera vez.
Sonreí satisfecho.
Notes:
muchas gracias a las personas que le han dado kudos! <3
Chapter Text
Seonghwa.
Llegué a mi casa con la mente totalmente perdida, porque estaba seguro de que había perdido mi razón de ser. Una cosa era besarlo para que comenzara a sentir esa conexión entre nosotros, para firmas su atadura a mí, y otra muy diferente era que fuera a masturbarlo hasta hacerlo que se corriera, lamer su semen y que, luego, en la tarde, él me hiciera una felación.
Sí, estaba completamente seguro de que perdí la cabeza. ¿Qué se supone que venía después? No pensé que llegaría hasta ese punto con Hongjoong, creí que solo lo besaría y eso sería todo, quizás tomarle de la mano o cosas cursis, pero no, prácticamente, llegar a algo más íntimo.
Sin embargo, pensé en sus jadeos, en su boca entreabierta cuando toque su pene, en cómo sus ojos me miraban mientras chupaba el mío. Mierda, si iba a ser así, quizás no me molestaría tanto tener que actuar de otra manera, que lo convenciera de algo que no era real, y que tampoco lo sería en un futuro.
Con eso en mente, intenté dormir, pero mi mente solo reproducía la manera en que su boca cálida envolvió mi miembro, como su lengua recorrió cada extremidad y, a pesar de que fue su primera vez, no estuvo nada mal. Había cosas que podía mejorar, pero no me iba a quejar con una persona que era virgen.
Esas imágenes tampoco dejaron mi mente cuando estaba en clases, ni siquiera cuando tenía entrenamiento. El entrenador me llamó la atención tres veces y, quizás, era suficiente como para darme cuenta de que no estaba dando lo mejor de mí solo por una razón: Hongjoong.
—Estuviste muy distraído hoy —me dijo Yunho al salir.
Bufé.
—Sí, ya lo sé —respondí—. No me siento orgulloso de eso.
—¿Qué te distrae tanto? —esta vez fue San—. En clases pasó lo mismo.
—Yo creo que esa distracción tiene nombre y apellido —mencionó Mingi, en un tono sugerente—. Además, no es como si no te viera bajar del tercer piso y, justo unos minutos después, bajó el nerd, con las mejillas rojas y la ropa arrugada.
Todos me miraron, fruncí el ceño y sonreí de lado. Bueno, no era como si ellos no supieran, ya que era algo común en mí.
—Es parte del proceso —me defendí—. Al final parece que solo necesitaré besarlo.
—Dios, Seonghwa —se horrorizó Yunho, pero no entendía su reacción, él tampoco era un santo—. Ya te metiste entre sus piernas.
—Algo así —ellos comenzaron a hacer sonidos de burlas, mientras reían, como si la situación fuera graciosa. Y no era así, estaba abriendo las puertas del infierno al involucrarme con alguien que no quería solo para un beneficio propio.
—No pensé que sería tan rápido —dijo Yunho, aún riendo con los demás—. Se lo tenía bien escondido el nerd.
—No sé si lleguemos más allá, la verdad.
Pero, al parecer, para ellos no era una opción, sus cabezas solo tenían una cosa en mente y con ello comenzaron seguir molestando. Y aquello también hizo cuestionarme si estaba dispuesto a ir más allá, pero, al recordar su rostro contraído por el clímax, al recordar el sonido de sus gemidos y como hacía para evitar que estos fueran tan fuertes, un deseo y curiosidad insaciable creció en mí, como si hubiera solo una única forma de poder alimentarla.
Y no sabía si ceder.
●●
Con los chicos fuimos a la tienda de videojuegos, era nuestra manera de distraernos cuando teníamos un entrenamiento pesado, como si fuera una especie de premio. Allí, el lugar estaba infestado de adolescentes y niños pequeños, había juegos de máquinas y otros que atraían la atención de los más jóvenes en el pueblo, terminaba siendo un espacio muy concurrido.
—¿Vamos a ir a los mismos de siempre? —preguntó Yunho, mirando las fichas en su mano.
—Juguemos en el hockey de mesa —sugirió Mingi—. Casi nunca vamos a ese, podríamos hacer equipos.
No me importaba mucho los juegos, esa vez dejé que ellos decidieran, porque lo único que quería hacer era distraerme y no pensar en cierto nerd haciéndome un oral el día anterior en el bosque. Claro que no. Y ni siquiera había sido tan bueno, solo fue… regular, entonces no entendía por qué rondaba tanto mi mente, como si fuera un castigo. ¿Era realmente un castigo? Siendo que yo lo empujé a eso. Mierda, necesitaba no pensar más.
Necesitaba mojarme la cara, así que les dije que iría al baño. Al llegar, abrí el grifo y junté mis manos para que cayera el agua en ellas, luego me la lleve a la cara, varias veces, hasta dejar de sentir mi rostro caliente.
Suspiré y me miré al espejo. Las gotas de agua rodaban por mis mejillas y caían de mi quijada. Me veía extraño, como si algo hubiera cambiado en mí, pero ¿qué cosa, si mis acciones eran las mismas? Algo estaba haciendo Kim Hongjoong. Quizás era su inexperiencia, sus gemidos no fingidos, la naturalidad de sus reacciones. Nunca había visto algo igual y, no sabía por qué, tenía curiosidad de más. Al verme al espejo, con los ojos inyectados en fuego, con la mente conectada al ayer, me di cuenta.
No iba a resistir por tanto tiempo.
Saqué papel y me sequé la cara, lo tiré al tacho de la basura y salí del baño. Cuando llegué donde los chicos, pero me contuve, detuve mis pasos al ver a Hongjoong ahí, junto a Mikyeong, el novio de San y el amigo de este. Hongjoong no hablaba, solo estaba atento a lo que decían los demás, y dudé si es que realmente quería seguir allí.
—¡Dios, finalmente! —soltó Mingi, alzando las manos al cielo en un gesto exagerado.
—Hola —mencioné, al llegar hasta ellos. Ya no tenía escapatoria.
Hongjoong me vio, estaba detrás de Mikyeong, quien me miraba con una sonrisa, pero yo solo pude fijarme en Hongjoong y sus pupilas de perrito. Mierda, era la misma mirada que me dio cuando me la estaba chupando.
—Queremos hacer equipos y te estábamos esperando —dijo Mikyeong, afirmando su pequeño bolso contra su cadera—. Hockey de mesa o a la plataforma de baile.
Aun sin saber el porqué Hongjoong estaba allí, sobre todo con Mikyeong, solamente asentí, sin emitir alguna opinión. Ellos comenzaron a debatir cuál sería el mejor y como serían los equipos. A mí realmente no me importaba, porque mis ojos y atención estaban puestos en el chico nerd. Hongjoong llevaba unos pantalones negros holgados y un suetes café con patrones negros y verdes. Escuchaba lo que decían los demás, sin decir algo, sin emitir algún sonido. Quizás también, sin saber por qué estaba allí, en primer lugar.
—Podría ser los de la clase 1 contra la clase 2, así como llegamos —comentó Wooyoung, pegado a San. Fruncí el ceño porque no sé en qué momento habían decidido qué jugar y me sorprendí al ver que estábamos frente a la plataforma de baile—. Quiero jugar contra San.
—Oye —se quejó él. Qué fastidio, odiaba ver lo estúpida que se podía volver una persona cuando se enamoraba.
—Me parece bien —opinó Yunho. Entonces fue hasta el juego y cargó las fichas en la máquina. Retrocedió y se dio la vuelta para mirarnos—. ¿Quiénes irán primero?
—San y yo, claramente —dijo Wooyoung y tomó de la mano a San para guiarlos hasta la tarima. Se subieron y el juego comenzó, trataban de seguir las flechas y yo no sabía qué hacía ahí. Quería irme, pero a la vez quería estar ahí.
Miré a Hongjoong de reojo y él estaba enfocado en Wooyoung y San, quizás queriendo imitarlos después, quizás preguntándose cómo lo haría, quizás pensando que eran unos novatos porque él sí sabía cómo jugar.
Luego de unas rondas, solo estamos Hongjoong y yo sin participar. Yunho y Yeosang se bajaron de la tarima y todos se giraron a mirarnos, con una mirada sugestiva, no dije nada y caminé hacia la tarima. Los equipos estaban empatados, así que nosotros teníamos que definir al grupo ganador. Y eso me tenía nervioso.
—Umm —escuché a Hongjoong por primera vez durante todo el momento en que estuvimos en la tienda—. Yo no sé cómo se juega, nunca lo he hecho. Lo siento.
—Solo tienes que seguir las flechas —le dijo Mikyeong—. No es tan difícil, podrías apoyarte de la barrera también, así no se te complica tanto.
—Oye, estás haciendo trampa para ganar —intervino Mingi. Apreté los labios.
—Es que… los haré perder —dijo Hongjoong, en voz baja.
—Eso da igual —le dijo Wooyoung—. Lo importante es divertirse, por algo dijimos que teníamos que tener una distracción del trabajo que tenemos.
—¿Trabajo? —le preguntó San.
—Sí, somos equipo en un trabajo de biología.
—¿Lo harás o no? —le preguntó Mingi a Hongjoong. Este vaciló un poco y asintió, caminando hacia la tarima.
Cuando llegó, se apoyó de la barra y me miró, luego a la pantalla de la máquina y tragó. Se veía nervioso, movía sus dedos como si estuviera buscando tranquilizarse, poder regularse, pero no parecía ayudarle mucho.
Yunho tocó la pantalla, en la opción de empezar, y seleccionó una canción. Vi a Hongjoong por última vez antes de empezar el juego, para después hacer lo mismo que él, concentrarme en lo que aparecía en la pantalla. Y, con los primeros segundos de la canción, mis pies se movieron por sí solos, tocando las flechas. Yo no era muy bueno, siempre evitaba ese juego, porque me costaba seguir el ritmo, las flechas pasaban muy rápido y no podía coordinar mis pies.
Estaba tan concentrado en seguir lo que se mostraba en la pantalla que no me di cuenta cuando sentí un leve empujón, mis brazos actuaron por sí solos y sostuve al cuerpo que casi cae. Miré lo que mis manos estaban sosteniendo y mis ojos cayeron directamente en los de Hongjoong, como si fueran flechas, las mismas que estábamos pisando.
—Umm —murmuré, él se incorporó un poco nervioso.
—Lo siento —me dijo, apreté los labios.
—No, mierda —se quejó Wooyoung—. Ya está contabilizando las pisadas.
La máquina comenzó a contar los puntos. Hongjoong se bajó de la tarima con las mejillas rojas por la vergüenza y yo hice lo mismo, sin dejar de mirar la pantalla. Cuando escuché el grito de Wooyoung, supe que había perdido.
—¡Mierda, sí, por un punto! —dijo él. Vi como mis amigos bufaron y los del otro equipo comenzaron a festejar, menos Hongjoong, quien veía la pantalla con una media sonrisa en su rostro.
No jugamos a nada más, ya era un poco tarde y estaba empezando a hacer frío. La mayoría de ellos vivían en el lado norte del pueblo, y solamente Yunho, Hongjoong y yo en el lado sur. Entonces nos separamos, caminando a la par por las veredas, escuchando a los autos pasar y los niños correteando. Era un lugar tranquilo.
Yunho fue el primero en llegar a su casa, así que se despidió de nosotros y nos dejó. El viento frío rozó mis mejillas y por primera vez pensé en no tratar de conquistarlo, sino que hablar con él como si fuera una persona normal.
—Así que… —le dije, él me miró—. No pensé que serías amigo de Wooyoung.
—Oh… no lo somos.
—¿Y cómo es que estabas allí? Nunca te había visto antes en la tienda de juegos.
—Bueno, hace años fui como dos veces con Jongho, conozco el lugar, pero… ahora fue diferente. Ellos dijeron que debíamos distraernos un poco, ya que estamos en un mismo grupo de trabajo escolar, así que pensaron que sería buena idea ir.
—Ah, ya veo. Supongo que aceptar era más fácil decir que no.
—Yo no salgo mucho —comenzó a decir, luego dio una pausa y se rio bajito—, ya podrás ver. Eres la primera persona con la que he tenido la oportunidad.
—Pero me dijiste que habías salido con tu primo.
—Sí, pero no es lo mismo, él es mi primo y tú una persona externa a mi familia que no tiene ningún compromiso moral de hacerlo, es diferente —él siguió caminando a la par de mí, nuestros pasos sincronizados en el suelo y el viento que nos acompañaba, comenzaba a volverse algo íntimo.
—¿Quieres decir que no somos cercanos?
—No lo sé.
—Ayer… —comencé en un tono bajo, como si fuera algo prohibido de decir, como si tuviera una consecuencia maligna de hacerlo—. Por lo de ayer, ¿no te parece que ya somos cercanos?
—¿Como amigos?
Asentí.
—¿Al menos te divertiste hoy? —le pregunté. Él asintió, mirando al suelo, luego sonrió, como si recordara algo.
—Sí, lo siento también —lo miré confundido, sin entender a qué se refería—. Me tropecé e hice que perdieras.
—Ah, eso —me reí, pero no supe si alivió el ambiente—. Ya iba perdiendo, de todas maneras. No te preocupes.
—¿No te enojó?
—¿Por qué me iba a enojar? Fue un accidente.
No dijo nada más y seguimos caminando. En un momento, intencionalmente, roce mi mano con la suya, esperando alguna reacción de su parte, pero solo me fijé en cómo sus mejillas se tiñeron de un ligero tono rosa y apartó su mano sutilmente. Sonreí para mis adentros.
Seguimos caminando y él se detuvo cuando llegamos a la esquina donde nuestros caminos se separarían, quizás esperando que nos despidiéramos, pero yo tenía otra cosa en mente y seguí el camino a su casa. Él corrió un poco para alcanzarme.
—¿Qué haces? ¿Tu casa no queda por allá? —me preguntó, apuntando hacia la dirección de mi casa.
—Pensé en ir a dejarte.
—Oh, no es necesario.
—Pero quiero hacerlo.
Nuevamente caminando a la parte, nuestros pasos sincronizados, nuestras manos que se rozaban levemente. Nuevamente el frío como un compañero más de esa tarde de un día viernes.
—¿Quieres pasar? —preguntó cuando estábamos frente a su casa. No lo vi necesario, pero de alguna manera sentí esa invitación como algo más, así que asentí.
—Se volverá una costumbre que siempre esté en tu casa —le dije, en tono de burla, mientras entrabamos—. Ojalá no te moleste.
Sus mejillas se pusieron rojas.
—No me molesta —sonrió sin mostrar los dientes, lo imité.
Ya conocía el camino hacia su habitación, y esperé a lo que fuera que llegáramos a hacer. Sin embargo, estuvimos recostados en el suelo mirando el techo, el cual tenía pegatinas de dinosaurios y estrellas por doquier.
—Las pegué cuando tenía como cinco años —me dijo, luego apuntó a una mariposa gigante en el centro—. Esa es mi favorita, me la regaló mi abuela.
—Está linda —le dije, giré mi cabeza para mirarlo, pero sus ojos seguían fijos en el techo—. Mi habitación es aburrida.
—¿Sí?
—Sí —respondí, mirándolo aún. Pero él no me miró a mí.
Tomé su quijada y en un rápido movimiento giré su cara y me acerqué a él para besarlo. Ya no hubo resistencia, ni asombro, porque Hongjoong rápidamente lo entendió y simplemente me siguió el ritmo. No era un experto, tampoco pretendió serlo, pero su boca pareció recordar la mía, y de allí todo se dio.
Un pequeño jadeo se escapó de su boca y me separé de él. Nuestros pechos subían y bajaban y me giré para mirar el techo, solo entonces, ambos reímos.
—¿Te veo mañana? —le pregunté cuando me incliné para sentarme. Él asintió, con las mejillas rojas y procesando lo que acababa de pasar—. Es tarde, ya me tengo que ir.
—¿Mañana sábado? —asentí.
—Los sábados ayudo en la panadería.
—Ah.
—Pero… puedes venir igual, si quieres.
Sonreí, lo miré y desordené su cabello, él me miró con las cejas alzadas y los ojos brillantes a través de sus pestañas. Era una locura, necesitaba salir de ahí antes de que fuera a sacarle la ropa.
Me fui de su casa minutos después, le di un beso en la mejilla como despedida y caminé hasta mi casa, sin girarme para verlo, no podía darle ese privilegio aún y, con el cielo oscureciendo, mi creciente erección y los quince minutos que tenía de caminata, me pregunté si sería capaz de follarmelo.
Chapter 10
Notes:
hola, muchas gracias a quienes leen el fic!, esta este capítulo más largo que he escrito para esta historia, con 6,5k de palabras aprox, no suelo escribir capitulo con esa extensión, así que disfruten ;)
Chapter Text
Hongjoong
No pensé que Seonghwa realmente viniera un sábado, me sorprendí al verlo esperando en la puerta. Lo vi desde la ventana antes de bajar las escaleras, llevaba un abrigo corto donde tenía sus manos metidas en los bolsillos, jeans anchos y zapatillas deportivas. Parecía que tenía un poco de frío, así que me apresure a bajar las escaleras.
—Hola —le dije cuando abrí la puerta. Él me sonrió en respuesta.
—Hola.
—¿Hace mucho frío?
—Algo.
—Te vi movimiento para entrar en calor desde la ventana —le mencioné cuando entró, pero se giró y me miró.
—¿Y no te apresuraste en abrirme? —el tono que usó me dejó desconcertado, porque era uno divertido, sugerente y su sonrisa lo acompañó, no estaba siendo malhumorado conmigo—. Chico malo.
Tocó mi cabello y se adelantó, como si ya sus constantes visitas le hubieran permitido no esperar a que le dijera algo, a que lo invitara a entrar. Supuse que eso también indicó un cambio en la especie de relación que se estaba formando entre nosotros, y sin permitirme poder ilusionarme de algo que no sabía si fuera a funcionar, no le dije nada.
Los sábados durante la tarde ayudaba a mis abuelos en la panadería, a veces estaba en la caja o en la cocina, ayudando a hornear. A mí me gustaba hornear, era otro de los pasatiempos que tenía fuera de estudiar y, como no era recurrente que yo saliera de casa, era una mejor opción que estar en mi habitación sin hacer nada.
Ese día, mi abuela me pidió que horneara galletas y las decorara junto a los postres. Cuando llegué junto a Seonghwa a la tienda, mi abuela lo saludó y le habló animadamente.
—¿Vas a acompañar a Hongjoongie? —le preguntó ella y mis mejillas se pusieron rojas ante el apodo. Era un poco vergonzoso que alguien externo a la familia lo escuchara, pero, en ese momento, él no dijo nada.
—Sí —respondió, con una sonrisa—. Íbamos a salir, pero me dijo que los sábados estaba ocupado, así que supuse que sería buena idea acompañarlo.
—Salir —remarcó ella, como si fuera lo único que escuchó de lo que le dijo—. Oh, me alegro que mi Hongjoongie tenga un amigo y que considere sus actividades de los días sábados. Bueno, no te preocupes porque no siempre me ayuda, solo cuando mi yerno y mi esposo van a la ciudad a comprar suministros.
—Yo no tengo ningún problema. Además, no tengo nada que hacer.
—Que bueno, hijo. Me hace feliz que mi Hongjoongie tenga un amigo con quien pasar sus pasatiempos —ella sonrió—. Espero que tú también lo acompañes en sus pasatiempos —me miró, yo asentí rápidamente—. Bruno, cariño, las galletas ya están en el horno —terminó de decirme y luego miró a Seonghwa—. Estamos probando nuevas recetas, como viene la feria, es bueno actualizarse para los visitantes.
Seonghwa asintió, luego nos despedimos de ella y entramos a la cocina de la panadería. El calor se sintió apenas abrí la puerta, como si estuviera dándonos la bienvenida, caminé hasta el perchero y descolgué mi delantal, luego me lavé las manos y me puse una malla en la cabeza, cubriendo mi cuello. Escuché una leve risa detrás de mí, me giré y allí estaba Seonghwa, tapándose la boca, queriendo cubrir las burlas que tenía para mí.
—¿Qué? —le pregunté. Él no lo aguantó más y comenzó a reír.
—Lo siento, te ves muy gracioso —fruncí los labios.
—No te rías, tendrás que hacer lo mismo —y él dejó de reír, ahora el que quería burlarse era yo—. Saca un delantal.
—Estás loco.
—Quítate la chaqueta y ponte el delantal. Es higiene —él me miró, pero luego hizo lo que le pedí—. Y lávate las manos también.
—¿Algo más? —negué con la cabeza, luego vi como caminó hacia el lavamanos. Sonreí cuando me di cuenta que todo aquello lo estaba haciendo por mí, por pasar tiempo conmigo, porque ¿quién hacía todo eso? ¿Con qué razón? Seonghwa estaba ahí sin un propósito que no fuera otro que acompañarme y, de alguna manera, eso hizo sentir cálido a mi corazón.
—No —mencioné, finalmente.
Él no mencionó palabra, entonces supe que estábamos listos. Primero me fijé en las galletas que estaban en el horno, aún se veía que le faltaban un poco, entonces en la mesa que estaba en el centro me dispuse a acomodar las cosas para poder decorar las que estaban en una bandeja, enfriando.
—¿Quieres que decore también? —me preguntó Seonghwa cuando, por un segundo, me olvidé de que estaba allí.
Usualmente, ponía música y me dedicaba a hacer lo que mi abuela me pedía cuando lo requería, y siempre estaba solo en la cocina. Pero, con Seonghwa allí, era como si la cocina se infestara, no sabía si por algo bueno o malo, pero no me molestó, solo que, inesperadamente, se sintió como si fuera un intruso.
—¿Lo quieres hacer?
—Bueno, nunca antes lo he hecho, no sé si lo haga bien —hice una mueca y corté la punta de las mangas con el glaseado, para luego ponerle las boquillas.
—Estas son las que vienen en unas cajas, no tienen una decoración tan difícil, solo haz patrones, puntos, lo que se te ocurra —él pareció un poco más aliviado—. Si no quieres hacerlo-
—Está bien —me interrumpió—, todo sea por pasar tiempo contigo.
No supe qué responder a eso. Bien, era evidente que algo ocurría con él, todo lo que hemos pasado últimamente, los besos, los toqueteos, que él me busque en el instituto. ¿Acaso desperté algo en él que hizo que comenzara a actuar de esa manera? No sabía si era algo que ya había hecho antes, no sabía si así es como se actuaba normalmente, porque no era una experiencia que haya tenido antes. Quizás él sí, por eso sabía qué hacer, qué decir, sabía cómo hacer que mi corazón se sintiera de otra manera.
Entonces, ¿yo le gustaba?
No me atrevía a preguntarle, tenía miedo de que no fuera así y que si lo hiciera, él se alejara de mí. Tenía miedo de que comenzara a tratarme diferente por ello, no quería que supiera que yo tenía esa impresión, esa inquietud, porque ¿los amigos hacían las cosas que nosotros hicimos? Esa vez en la fiesta, cuando se besó con Mikyeong, ¿también era amiga de ella como para besarla de esa forma? Aunque no era igual a como nos besabamos nosotros, porque esa vez, ella solo lo hizo por el juego, ni siquiera la tocó, solo tenía su boca pegada a la suya. En cambio nosotros, era diferente, porque cuando Seonghwa me besa, tiene sus manos en mis caderas, me toca la cara, el torso. Me hace jadear y querer más. Me robaba el aliento con sus labios.
¿Era igual con ella?
—¿Cómo está esto? —me preguntó Seonghwa, sacándome de mis pensamientos. Miré lo que me indicaba y sonreí, sus líneas eran desprolijas, temerosas, ideales para una temática de terror. Era tierno.
—Decente para ser tu primera vez.
—No te burles así de mí —abultó los labios, formando un puchero—. Somos expertos en cosas diferentes y esto es lo tuyo, no lo mío.
—Y aun así estás aquí.
Una sonrisa se marcó en sus labios, me miró fijamente y me pude ver a través de sus pupilas.
—Y ya te dije el porqué.
Seonghwa dejó la manga a un lado, apoyó sus manos en el borde de la mesa y luego sonrió, aquella que parecía decirme algo, la que quería actuar de alguna forma que no sabía, la que estaba por hacer algo . Y lo descubrí cuando me tomó del delantal y me empujó hacia él, para estampar sus labios con los míos, me confundí al principio, pero luego me dejé llevar.
El sonido obsceno de nuestras bocas, los jadeos que salían de mi boca, ninguno de los dos moviéndose de la posición en la que estaba, alejándonos por la falta de aire. Él me miró fijamente a los ojos y con el dedo pulgar se quitó la saliva que estaba en su labio inferior.
—Supongo que eso también te lo responde.
Preferí no responder y la idea de que él gustaba de mí crecía más.
Durante la tarde, con Seonghwa solo nos dedicamos a decorar las galletas, las guardaba en las cajas y le ponía la pegatina de la pastelería para cerrarlas. Lo más probable es que la abuela estaba haciendo un estudio de las cajas, ya que se acercaba la feria, donde, debido al aniversario del pueblo, las actividades que se hacían en el pueblo durante esa semana atraía varios turistas, y se hacía una feria en un parque muy amplio, donde no solo habían puestos de comida, ropa o manualidades, sino que también juegos mecánicos. Probablemente, era la semana más feliz para los pueblerinos.
—¿Irás a la feria? —le pregunté cuando subimos a mi habitación después de terminar de decorar y guardar las galletas en cajas. Mi abuela nos regaló una y nos la llevamos junto a vasos con juego de piña.
—Mmm supongo. ¿Tú quieres ir?
—Casi nunca voy, solo cuando tengo que ayudar en el puesto de la panadería.
Abrí la puerta de mi habitación y entramos. Él dejó los vasos con jugo en mi escritorio y se lanzó a mi cama, quejándose cuando se acomodó.
—Mierda, qué cansado estoy.
—Tú querías ayudarme —nos miramos, él apretó los labios y se sentó en el borde de mi cama.
—No fue tan malo después de todo.
Claro que no, porque hablamos de muchas cosas durante esas tres horas que estuvimos en la cocina de la panadería. Seonghwa parecía interesado en todo lo que le decía y me escuchaba sin parecer que estuviera aburrido, que estuviera obligado a hacerlo. Y eso, simplemente, hizo que me ilusionara más.
—Están buenas —dijo Seonghwa comiendo una galleta. Ni siquiera me di cuenta cuando se levantó para buscar una. Luego lo vi bebiendo un poco de jugo de piña, pero luego su sonrisa de medio lado me descolocó—. Oh, ¿sabes lo que dicen del jugo de piña?
Fruncí el ceño.
—¿No? —él se rio—. No entiendo.
—¿De verdad? —ahora el que fruncía el ceño era él—. ¿Tienes 18 años y no sabes ningún chiste sexual?
—¿Lo del jugo de piña es un chiste sexual?
Él se quejó, sentándose en la silla de mi escritorio. Se llevó otra galleta a la boca y pareció pensarlo, pero dada la situación, no sabía si era algo que no debería saber. A este punto, estábamos a nada de seguir escalando ese apetito sexual que nació en mí desde el momento en que me besó.
—¿Un chiste como tal? No lo sé, pero es como una creencia —comenzó relatando, yo alcé una ceja—. Mmmm… Dicen que el jugo de piña hace que el semen sepa mejor —y debe ser por mi expresión que él comenzó a reír, como si se estuviera burlando de mí—. Bueno, nunca lo he comprobado, así que se queda en mera teoría.
No me atreví a decirle que lo probáramos, porque no sabía si todo lo anterior fue algo que hizo porque quería y no porque haya sido la calentura del momento, a pesar de que él siempre estaba allí, provocándome, porque, por lo que recordaba de la fiesta, era imposible pensar que él solo estaba allí para besarse con los demás. Y, a pesar de que me atraía de esa manera, no sabía si quería ser uno más. Pero, si no lo era, ¿en qué momento de vida llegaría a experimentarlo?
—Ok, mal chiste —dijo él, dejando el vaso de jugo en el escritorio y caminó hacia mí—. No es una insinuación, si te lo preguntas, era solo algo que recordé.
—No, está bien, no había escuchado eso antes —tomé mi vaso y bebí, mientras lo miraba fijamente a los ojos. Él pareció jadear.
Luego, Seonghwa bebió lo que quedaba del suyo y carraspeó luego, ni quiera sabía por qué estábamos aquí. Pero, de alguna manera, el destino final siempre terminaba siendo mi habitación.
—¿Qué tienes planeado para más tarde? —me preguntó luego de un rato.
—Tengo que estudiar, el lunes tengo mi presentación —él infló sus mejillas, noté de inmediato que esa no era la respuesta que esperaba y no supe como sentirme—. Y también tengo una entrega de informe el martes, mañana iba a dedicarme a corregirlo, lo siento.
—¿Informe? —él frunció el ceño.
—Sí, el de Historia.
—Mierda, sí, yo también, ni siquiera he comenzado a hacerlo —se veía afligido, se llevó una galleta a la boca y suspiró—. Quizás lo olvidé por el entrenamiento, el mes que viene tenemos otro juego y… solo he tenido cabeza para eso.
—Yo puedo ayudarte —me adelanté, sin pensarlo. Él me miró, pronto su rostro se iluminó.
—¿De verdad? —asentí, no muy convencido—. ¿Será igual que la otra vez? Esta vez sí que tenemos poco tiempo y como tengo mis entrenamientos son hasta las cinco…
—Oh —murmuré, lo medité un poco, pensando si en decirle o no, si en proponerle aquello—. Podría… —comencé, pensando que era una total locura—. Yo podría hacerlo. Te lo entrego el lunes y tú solo se lo entregas al profesor el martes. Puedo hacerlo mañana y el lunes, yo mi informe ya lo tengo listo, solo tengo que corregir unas cosas.
—¿Qué? Hongjoong… ¿Estás seguro? Porque si fuera así, realmente me salvarías, no sabría cómo pagarte —volví a asentir y su sonrisa se agrandó cada vez más.
—Sí, aunque solo sería esta vez —él se acercó a mí, asintiendo, me tomó de las manos y me miró a los ojos.
—Mierda, Hongjoong, muchas gracias —él me dio un beso en la mejilla, haciendo que todo el vello en mi cuerpo se electrizara—. Puedo confiar en ti, entonces —asentí, volvió a sonreír, creí que me besaría, pero no lo hizo—. Tengo que irme ahora, nos vemos el lunes. Descansa, ¿sí?
—Oh, sí. Tú también —le dije, aún consternado por lo que acaba de pasar.
Y, sin más, él volvió a despedirse de mí, con otro beso en la mejilla, para luego salir de mi habitación. Y yo me quedé allí, parado en medio de mi cuarto, con la caja de galletas y vasos en mi escritorio y, con las mejillas rojas, pensando en qué podría hacer el informe.
●●
Luego de que nos presentaremos y nos evaluaran, no era de esperarse que nuestra calificación fuera la mejor y, por eso, Wooyoung quería que fuéramos a celebrar. No estaba seguro qué decirle, porque no era algo que me pasara habitualmente, y me asustaba que no fuera lo suficiente como para que ellos me consideran más que un compañero de clases y de trabajo. Además, aún tenía que terminar el informe de Seonghwa, no me faltaba mucho, pero le prometí tenerlo listo después de que saliera de sus entrenamientos, así que rechacé la oferta.
A Seonghwa no lo vi en todo ese día, ni siquiera me buscó, así que supuse que estaba ocupado en otra cosa. No siempre iba a ser así, ¿verdad? Tampoco tenía por qué serlo. Así que no lo pensé mucho y mi día se desarrolló como lo era antes de que Seonghwa comenzara a hablarme.
Luego, en la tarde, él fue por el informe, se lo entregué, me dio un beso en la mejilla y se fue. Y de nuevo me quedé allí, viendo como se iba, mirando las hojas que estuve escribiendo por dos días, me sentía cansado, pero solo ver su sonrisa al fijarse en que estaba hecho su trabajo, de alguna manera, me reconfortó. No quería pensar mucho en ese hecho, no quería hacerlo admitir algo lo hacía volverlo una realidad y siendo que Seonghwa era la primera persona que se fijaba en mí, más que un chico del instituto, era algo que no quería perder.
Al día siguiente, la rutina fue normal como siempre, él me vio en la biblioteca y me llamó con la mirada, lo hizo, me saludó y fuimos a los baños del tercer piso a besarnos, nada más.
—El profesor se sorprendió cuando lo entregué —mencionó, mientras tenía sus manos dentro de mi ropa.
—¿Por qué, no entregas tus trabajos?
—Si lo hago, pero nunca el día que lo piden.
—Yo… No lo hice perfecto —confesé, él me miró—. Dejé algunos errores, como de redacción y ortografía.
—Perfecto —sonrió, luego me dio un beso en el cuello. Sentí su aliento contra mi piel y eso hizo que se sintiera caliente—. Siempre me bajan puntos por eso, no sospecharán que no lo hice yo. Gracias, eres un buen chico, Hongjoong —tomó mi barbilla y volvió a besarme, metiendo su lengua dentro de mi boca, sin permiso, como si ya conociera toda mi cavidad.
Nos besamos más tiempo, hasta que sonó la campana. Él salió primero y luego de unos segundos lo hice yo. Me miró antes de bajar las escaleras, se llevó un dedo a su boca y se limpió el resto de la saliva. Suspiré, me arreglé el uniforme y luego bajé yo.
Desde el día martes que con Seonghwa hablábamos por mensajes, siempre me preguntaba que hacía y, a pesar de que mis respuestas eran las mismas, él nunca me decía algo negativo. Por eso, siempre miraba la pantalla de mi celular como un bobo, sonriendo involuntariamente y, cuando me daba cuenta, la realización de lo que estaba pasando solo era algo que no quería admitir. Al menos no aún.
El día sábado, cuando todo el pueblo estaba alistándose para ir a la feria, ayudé a mis abuelos a cargar las cajas con galletas y otros dulces en la camioneta. Esta vez, querían que ayudara por las mañanas, como mi madre era enfermera, saldría de turno en la mañana, así que ella se iba a quedar con mis abuelos durante la tarde. Mi padre hubiera estado en la mañana, pero tuvo un viaje de trabajo, así que mi sábado durante la mañana se vio opacado por estar armando el stand de mis abuelos, acomodando las tarjetas con información de la panadería y dejando los valores de los productos colgados.
Tampoco es como si fuera a estar tanto tiempo, la feria comenzaba a las 11 de la mañana, así que podría librarme de allí a las tres, hasta que llegara mi madre.
—Ya está todo por mi parte —le dije a mi abuela.
—Gracias, cariño.
—Hongjoong, faltan estas mesas —me dijo mi abuelo, sacando de la camioneta unas mesas desplegables y una bolsa con otros manteles.
Lo ayudé, dejamos las mesas en la parte de atrás y ahí acomodamos los demás dulces, casi todos en sus cajas, otros cubiertos por una tapa transparente. Me sequé el sudor de la frente con la manga de mi suéter y miré los demás puertos, también habían de dulces, locales y del extranjero.
—Dicen que hay muchos turistas este año —mencionó mi abuelo—. A ver si vendemos el doble que el año pasado.
—Espero que así sea —luego mi abuela me miró, me sonrió y se sentó en una de las sillas—. Tu madre estará aquí a las tres o tres y media, así que después eres libre si quieres ir a los juegos mecánicos.
—Pero ve esta vez —opinó mi abuelo—. Llama a ese chico, con el que tanto te ves últimamente, seguro querrá ir.
—Me dijo que vendrá a la feria después de almorzar.
—Es bueno que salgas, cariño —dijo mi abuela—. Y que tengas un amigo, te ves más feliz desde que hablas con él.
Asentí, si tan solo supiera, probablemente se espantaría, pero esos eran detalles que no necesitaba saber y, con la idea en mente que él era mi amigo, la conversación quedó hasta allí.
Durante la mañana, estuve reponiendo las cajas que se iban vendiendo, habían cajas con dulces surtidos que mi abuela hacía específicamente para este tipo de ferias, por eso las personas aprovechaban y compraban varias, los dulces de mi abuela eran muy famosos en el pueblo. Luego, a la hora del almuerzo, mi abuelo fue en busca de nuestras comidas que estaban en la camioneta, y nos turnamos para comer mientras se atendía el puerto.
Durante mi turno, vi a varios de mis compañeros y otros estudiantes del instituto caminar en grupos de amigos por los puertos, alguno se detenían y compraban algunos dulces, también vi a Wooyoung y su novio, este último le compró una caja, primero me saludó y se sorprendió de ver que yo era el nieto de la dueña de la panadería. Supongo que era porque casi nunca me acercaba a ayudar en las ferias y solo me quedaba en mi habitación estudiando o adelantando trabajos.
Unas horas después, apareció mi madre, no llevaba su uniforme de enfermera ni la mochila que siempre usaba, seguramente pasó a la casa a cambiarse de ropa. Ella nos saludó y habló con mis abuelos, luego, me miró.
—¿No irás a los juegos mecánicos? —me preguntó, no supe qué decir—. Vi a Jongho comprando palomitas, ¿por qué no vas con él?
—No-
—¿Hongjoong? —me giré, vi a Seonghwa frente a mí y luego miré a mi mamá.
—Justo a tiempo —se adelantó mi abuela—. Hola, cariño, ¿por qué no llevas a Hongjoongie a los juegos mecánicos?
—Ah…
—¡Abuela! —ella solo me sonrió.
—Sí, a eso venía —dijo Seonghwa, y mi abuela se cruzó de brazos, mirándome, como si estuviera burlándose de mí—. También venía a comprar.
—Adelante —le dijo mi madre.
Seonghwa compró un mini pie de limón y me despedí de mi familia, luego salimos, dirigiéndonos a los juegos mecánicos. Durante el trayecto, ninguno decía nada, Seonghwa solo estaba concentrado en el postre y yo miraba los demás puestos.
—Seonghwa, quizás-
Me interrumpió cuando me tomó de la mano y me llevó detrás de los baños químicos, allí no había nadie, eran los más alejados de la feria, porque al otro lado estaba la calle. Yo lo miré, frunciendo el ceño, porque creí que iríamos a los juegos, aunque, a decir verdad, no tenía muchas ganas, pero luego él me tomó el rostro y comenzó a besarme. Sus manos fueron directo a mi suéter y yo no tuve el valor de detenerlo. No había nadie allí, casi todo el pueblo estaba en la feria, por lo que, seguramente las casas que estaban al otro lado de la calle, estaban varias, y Seonghwa se aprovechó de eso.
—Oh —me dijo, se alejó de mí y comenzó a reírse un poco.
—¿Qué…? —murmuré, y miré a donde él estaba viendo: mi entrepierna. Un bulto sobresale de mi pantalón y me tapé con las manos—. Lo siento.
—¿Hay alguien en tu casa? —negué, él sonrió de medio lado, luego inhaló profundamente—. ¿Puedes ir a tu casa? Tengo que ir a buscar algo a la mía.
—¿Por qué?
—Te ayudaré con eso —me dijo y mis mejillas se sintieron calientes—. Pero tengo que ir a buscar algo a mi casa.
Asentí, y él miró a todos lados, para luego ir corriendo hasta su casa. Yo, confundido, solo hice lo que me pidió, caminé a la mía y, cuando llegué, entré a mi habitación, me lancé a mi cama y solo pensaba en qué era lo que él quería ir a buscar. Por un momento me sentí extraño, mi ropa interior se sintió húmeda y fui directamente al baño a ducharme, me di cuenta que mi erección se había ido y suspiré con alivio. Bien, no íbamos a ir a los juegos mecánicos, era estupido de mi pensar que iba a ir, sobre todo con Seonghwa, así que simplemente salí de la ducha y me puse otra ropa, dispuesto a sentarme al escritorio a estudiar, pero luego me llegó un mensaje a mi celular, que decía «Ábreme, estoy afuera».
Me levanté y miré por la ventana, ahí estaba Seonghwa, así que bajé las escaleras y le abrí. Él apenas entró, comenzó a besarme, como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo, la desesperación la pude sentir a través de su boca, tenía un leve sabor a pasta dental y me di cuenta de que su cabello estaba un poco mojado. Entonces, también se había duchado, pero… ¿Por qué?
Él se separó de mí y me llevó hacia las escaleras, preguntando qué era lo que estaba pasando, subimos hacia el segundo piso, dirigiéndonos a mi habitación.
—¿Quieres probar la teoría? —me preguntó, arrugué las cejas—. Bebí jugo de piña en la mañana.
Mi boca formó una o cuando entendí, pero él no esperó a mi respuesta y se lanzó a mí para besarme, sus manos me tocaron por encima de la ropa, como si ya supiera el camino, hasta que llegó a mi cabello, y sonrió entre el beso.
—También te duchaste, tu cabello está húmedo —solo lo miré—. Buen chico.
Pero luego de que dijera aquello, esta vez me lancé yo a besarlo. Nuestras bocas sabían a menta, de pasta dental, y él siguió tocando por encima de mi ropa, hasta que metió sus manos bajo el suéter. Me estremecí cuando sentí sus manos, pero luego eso solo hizo que mi cuerpo comenzara a calentarse.
Me lanzó a la cama, soltó la bolsa que traía y no le tomé importancia, solo me concentré en cómo su boca llegó a mi cuello, y yo solo me derretía entre jadeos. Luego su mano viajó hasta mi pantalón, lo desabrochó y metió su mano, acariciando mi pene por encima de la tela.
—¿Te ocupaste tú solo? —me preguntó, pero negué—. Te dije que yo me ocuparía.
—No, solo se bajó.
Él sonrió, me volvió a besar y comenzó a meter la mano bajó mi ropa interior, un jadeo salió de mi boca cuando tocó la punta. Sus dedos siguieron acariciando la punta, mientras en mí comenzaba a crecer una llama. Seonghwa bajó un poco mi pantalón y, cuando mi pene volvió a estar erecto, dejó de besarme, para luego bajar a mi miembro. Fruncí el ceño cuando alcé mi cabeza para mirarlo.
—Tú solo disfruta, ¿sí? No es común que haga esto.
Y llevó mi pene a su boca. Abrí la mía, pero nada salió de ahí, ningún sonido, todo se contuvo en mi tórax, como si el placer lo inhibiera. Era la primera vez que alguien me lamía ahí abajo, así que mi cuerpo no supo cómo reaccionar. Todas aquellas sensaciones las estaba viviendo por primera vez, y me estaba gustando.
Él lamió el glande, para luego bajar por el tronco, mientras con una de sus manos tocaba mi pene, bombardeándolo, y no pasó mucho para que me corriera. Me llevé las manos a la boca cuando vi su cara con algunos rastros de mi semen.
—Lo siento —le dije—. Seonghwa, lo siento mucho.
—¿Por qué lo sientes? Esto era lo que quería provocar en ti.
Le entregué un pañuelo que tenía en mi mesa de noche y él se limpió la cara. Luego de eso, puso sus muslos por debajo de mis piernas y se quitó su hoodie, para luego quitarse la playera. Era la primera vez que veía su cuerpo así, sus pectorales brillaban y su torso parecía tallado por el artista más aclamado.
Me quedé embobado mirándolo, pero luego se inclinó en mí y volvió a besarme. Mordió mi labio inferior, para luego separarse de mí y quitarme el suéter, luego mi playera y comenzar a besar mis pezones. Estaba enloqueciendo, con su boca en pecho y sus manos bajando a mi miembro, nuevamente.
No pasó mucho para que estuviéramos completamente desnudos. Nuestras pieles juntas, él tocando su pene a la vez que lo hacía con el mío, masturbándolos a la vez, tocándose, mientras yo jadeaba contra su cuello, tomándolo de los hombros.
—Hongjoong, quiero intentar algo —lo miré, él se separó de mí—. ¿Sabes lo que se viene ahora, no?
Tragué saliva, pero asentí.
—Solo quiero que sea una buena experiencia para ti, ¿sí?
—Es que… —solté un gemido cuando extendió mis piernas, pero yo las volví a cruzar, era vergonzoso que me viera, sobre todo ahí. Me sentía inseguro—. No he hecho esto antes, y… no he estado desnudo frente a otra persona.
—Me gusta tu cuerpo —soltó, como una bomba. Algo que no esperaba, algo que nunca pensé oír de otra persona, mucho menos de alguien como él, que quizás ya había visto decenas de cuerpos como para darse una idea de cuál le gustaba más—. Y si no lo hiciera, no estaría aquí, de esta manera, contigo.
Entonces sentí que tenía razón. Vaya, sí, ¿por qué no pensé en eso? Mi vergüenza e inseguridad no tenían cabida en el momento en que me quité la ropa para que él pudiera tocarme en partes que antes no lo había hecho. Por lo que pensé que solo estaba exagerando, aunque me sentía asustado.
—Lo siento —murmuré—. No lo pensé.
—No lo sientas, es normal tener esas inquietudes la primera vez —tomó mi pierna izquierda y besó mi pantorrilla, para luego bajar a mi muslo, mordiéndolo un poco, sin hacerme daño. Solté un leve jadeo, que lo hizo sonreír—. Me gusta escucharte.
Mi cuerpo se estremeció cuando tocó mi muslo, hasta llegar a mi cadera. Sus manos cubrían mi piel y luego sacó una pequeña botella de una bolsa, fruncí el ceño cuando la abrió y de ella extrajo algo espeso, transparente.
—¿Qué…? ¿Qué es? —pregunté, pero él no respondió de inmediato.
—Si sabes lo que está a punto de pasar, ¿no? —preguntó, no respondí, solo lo mire, asustado. Sí, sabía lo que iba a pasar, sabía cuál era mi posición en esta acción, en este ambiente cargado de aire caluroso que se disipaba con la liberación de algo que desconocía de mí mismo, hasta ese momento—. Necesitamos lubricante para eso.
Tragué. Y él se mojó los dedos con ese líquido espeso, se inclinó hacia mí con su mano yendo hacia mi cuerpo, luego su boca atacó la mía y pude sentir el frío de aquella cosa en mi entrada, me estremecí y lo aparté. Pero él me miró, con los ojos cargados de lujuria y esa sonrisa de siempre.
—¿Pasó algo? —preguntó.
—No, es solo que… se sintió raro —murmuré, contra sus labios, pero él volvió a tocarme.
—Tengo que aflojarte.
—¿Qué?
—¿Nunca has hecho esto antes? —negué y él bufó—. No voy a meterla como si nada, te lastimará, tengo que usar lubricante para que no te duela, aunque, como será su primera vez, si lo hará un poco.
Me removí un poco, pero de alguna manera, fui incapaz de detenerlo, como si mi cuerpo ya estuviera sometido completamente a él y, muy en el fondo, mi mente igual lo anhelaba. Entonces dejé que me acariciara allí, pero se sentía tan expuesto que solamente lo tomé de la barbilla para besarlo y no pensar en que estaba acariciando mi agujero. Sin embargo, me quejé cuando sentí que introdujo un dedo, lo tomé del hombro y él me miró, pero no dijo nada, solo volvió a besarme mientras introducía más y sentía como mis paredes se abrían, los cuales dolía un poco, y si estaba así solo por su dedo, no quería imaginar cuando fuera por su pene, y eso también me asustó.
Luego, sentí que introdujo otro dedo y apreté mis labios para evitar soltar un quejido de dolor. No era nada como imaginé, no pensé que la primera vez se sentiría así, como si un intruso profanara mi cuerpo, sin remedio. Pero no le dije nada, él parecía disfrutarlo y yo solo me concentré en sus besos.
Ambos dedos comenzaron a moverse dentro, los introducía y luego los sacaba hasta la mitad, no por completo, para luego introducirlo de nuevo. Cerré mis ojos con fuerza.
—Mierda, estás muy estrecho —se quejó.
Sacó sus dedos y vertió más líquido en mi entrada. Luego vi cómo se movió y de la bolsa sacó otra cosa, y era sí que pude identificarlo, era un preservativo. Bien, inhale profundo, lo vi como sacaba uno y se lo ponía en su pene, exhalé, luego vertió de esa cosa espesa en la punta y la extendió por todo su miembro. Mi pecho subía y bajaba, él se acercó a mí y sentí la punta de su pene en mi agujero, pero no lo metió, no aún, fruncí el ceño y me miró.
—Si te duele, tienes que decírmelo. No te calles —asentí—, y no te tapes la boca, porque quiero escucharte.
Él acarició mi agujero con la punta de su pene mientras se sostenía de mi ingle. El olor a jabón de mi ducha se mezcló con el del lubricante solo miré al techo cuando él siguió haciendo aquello, como si me estuviera molestando y, a pesar del miedo que tenía, no podía aguantar las ganas para que lo hiciera ya.
—¿La meterás? —le pregunté y él me miró, se inclinó un poco y me dio un beso corto en los labios.
—Estás desesperado, ¿no es así? —se burló de mí, soltando una risa—. Quien diría que el chico nerd está tan desesperado de que lo follen.
—Seonghwa —murmuré—, por favor.
Él pareció compadecerse de mí, porque trató de introducir la punta y a duras penas mi interior lo permite, cosa que abrí los ojos y la boca de sorpresa, mis paredes estaban siendo estiradas por el glande de su pene y una pequeña lágrima salió por mi ojo derecho, mis manos tomaron con fuerza el edredón y él solamente estaba concentrado en seguir introduciendo su pene, cosa que me hizo soltar más lágrimas.
—Duele —murmuré.
—Lo sé —se detuvo y me acarició la ingle—, creo que era muy pronto para hacer esto.
—No —lo detuve—. Sigue, por favor. No me quiero detener ahora, aguantaré.
—¿Estás seguro? —asentí—. Bien.
Él se introdujo más en mí, y yo solté un jadeo fuerte, era más como un grito, pero no de placer. Me pregunté si el sexo era así, si era doloroso siempre y pensé que no parecía algo tan placentero como siempre lo hacían creer, que solo lo era para quien metía su pene, por lo que solo me quedé allí, esperando a que dejara sentir ese ardor, pero no pasó.
—Lo haré de nuevo —lo sacó, y eso fue mucho más doloroso que cuando lo metió.
Seonghwa vertió más líquido en mi agujero y metió sus dedos y, a diferencia de la primera vez, esta vez era más tolerable. Estuvo así por unos minutos, hasta que los sacó e introdujo su pene, igual de lento que la vez pasada. Dolió, pero no tanto, era un poco más soportable, quizás por el lubricante, pero, aun así, mis lágrimas no dejaron de salir. Y él no se dio cuenta.
—¿Me puedo mover? —me preguntó. Asentí lentamente, inseguro de ello, pero firme, como si ya no hubiera vuelta atrás.
Y lo hizo, comenzó a moverse, fue lento, quizás para que me acostumbrara, pero el ardor en mi interior se intensificó y yo solamente me tapé la boca mientras tenía los ojos cerrados con fuerza, tratando de soportarlo. De pronto, el dolor seguía ahí, pero algo tocó dentro de mí que solté un gemido, mi cuerpo se estremeció y la llama de placer comenzó a florecer.
Era como una mezcla entre dolor y placer, y se intensificó cuando Seonghwa comenzó a moverse un poco más rápido, mis paredes se extendían y se cerraban con cada embestida que me daba. Pero luego se detuvo.
—Mierda, lo siento —me dijo, se inclinó hacia mí y quitó mis lágrimas con su pulgar—. Te dije que me dijeras si te dolía.
—Me duele, pero también se siente bien —le dije, mirándolo a los ojos, él estaba sobre mí, apartó un poco mi cabello y sonreí—. Se siente bien aquí —toqué la parte baja de mi vientre, aunque no fuera ese el punto exacto, lo usé como referencia—. Me gusta.
Seonghwa no dijo nada, solo me miró, pero luego me besó, y comenzó a moverse, un poco más rápido que la vez anterior. Él estaba sobre mí, sin aplastarme, y movía sus caderas por encima de mí, de mi vientre y mis piernas extendidas. Jadeé encima de su boca, y él besó mi cuello.
Pronto, comenzó a moverse más rápido, el fuego crecía cada vez más, mi pene se sentía sensible, al igual que todo mi cuerpo. Seonghwa besó mi cuello, pero luego bajó a mi pecho, tocaba mis pezones y luego se levantó, para tomar mis piernas y subirlas a su hombro. Su cadera se movía a la par que entraba y salía de mí.
—Tu agujero me abraza tan bien —soltó en un gemido.
Porque eso era otra cosa, él gemía y gruñía, y lo hacíamos a la vez, como si fuera un canto, como de esa manera estuviéramos creando algo mágico, porque mi cuerpo reaccionaba ante su voz, ante su toque en mi piel, ante mi agujero siendo profanado por su pene, ante sus besos en mis pantorrillas, ante sus ojos que me miraban directamente al alma.
Esa llama que sentí antes, comenzó a intensificarse. Sentí mi cuerpo pegajoso por el sudor, por el de Seonghwa, y grité cuando llegó al punto culmine, sentí como mi pene se movió al soltar largas líneas de semen sobre mi vientre, y me estremecí. Seonghwa no había terminado aún, comenzó a moverse más rápido y a gruñir, como si él estuviera a punto también.
Luego sentí como su pene comenzó a agrandarse dentro de mí, luego Seonghwa soltó un grito y se recostó encima de mi torso. Su pene dentro se movió por sí solo, quizás porque se estaba corriendo también, y jadeamos por dos.
Mi pecho subía y bajaba, tratando de inhalar algo de aire, pero todo lo que entraba en mis fosas nasales era el olor a jabón, sudor y fluidos.
—Oh, mierda —susurró Seonghwa, salió de mí y se recostó a mi lado—. Eso estuvo bien.
Yo aún estaba tratando de procesar lo que había pasado. Había tenido sexo por primera vez, en mi cama, sin nadie en casa, aun estando en el instituto, y con el chico más popular de este, siendo yo un nadie.
Parecía de película.
—¿Te gustó? —me preguntó. Asentí, porque sentía que no podía hablar, mis piernas temblaban, y mi agujero se sentía extraño sin su pene dentro—. Eso es bueno. Oye, ¿puedo usar tu baño?
Asentí, y él se levantó de la cama. Yo me quedé allí, aun entre mi edredón desordenado, con el paquete de condones y la botella de lubricante a un lado. Seonghwa no tardó mucho, cuando llegó a mi habitación comenzó a vestirse y yo fruncí el ceño.
—¿Ya te vas? —le pregunté, desconcertado, apoyándome de mis codos para inclinarme un poco y verlo.
—Pues sí, aún está la feria y quiero ir a los juegos mecánicos, les dije a mis amigos que iría un rato más tarde y hace poco me enviaron un mensaje —dijo mientras se ponía sus zapatillas—. Oh, ¿está bien si tú guardas eso? —apuntó a los condones y el lubricante—. Muchas gracias —no esperó a que escuchara mi respuesta y se acercó a mí para darme un beso en los labios—. Nos vemos el lunes, cariño.
Y, sin más, Seonghwa salió de mi habitación. Yo me quedé sobre la cama, desnudo, con mi agujero húmedo y el cuerpo sudado. Me sentí extraño, no por el sexo, sino por el hecho que se haya ido después de lo que hicimos, como eso era lo único que él estuvo esperando todo este tiempo.
Chapter Text
Seonghwa.
Luego de aquel encuentro que tuve con Hongjoong, me distraje con mis amigos en los juegos mecánicos de la feria. Necesitaba pensar en otra cosa y no en los sonidos que salían de su boca, en lo suave que era su piel, en el olor del jabón que usó cuando se duchó, en cómo se retorcía debajo de mí.
No, tenía que pensar en otra cosa.
Pero aquello no ocurrió, ni siquiera al día siguiente, ni siquiera cuando desperté en la mañana del lunes para ir al instituto. Hongjoong estaba ocupando mis pensamientos, sin que yo pudiera hacer algo al respecto. Bien, el sexo ni siquiera había sido tan bueno como para que estuviera pensando en él de esa manera, aunque tampoco podía culparlo si era su primera vez. Pero no debería ser así, ni siquiera con las personas que estuve anteriormente fue igual, ni siquiera pensaba en ellos, no como pensaba en Hongjoong. Quería culpar al hecho de que pasaba más tiempo con él, conocía algunos de sus intereses, había algo ahí que no había con los demás, y eso era lo que me mataba.
Pero una cosa que sí sabía, era que tenía que seguir con esa farsa, seguir hablando con Hongjoong y haciendo lo que fuera para poder no bajar mis calificaciones, seguir en el equipo y, eventualmente, entrar a la universidad con una beca de deporte. Y eso era en lo único en que debía enfocarme, pero… ¿Por qué la imagen de Hongjoong persistía más que solo algo como una ayuda para mí?
—¿Ya estás listo? —me preguntó papá cuando bajé a la cocina. Tenía el desayuno preparado, entonces me senté en la mesa—. ¿Hoy tienes entrenamiento? —preguntó cuándo dejó un panqueque en mi plato, asentí—. Bien.
Conversar con papá no era muy emocionante, el ambiente en casa cambió desde que mamá murió, como si gran parte de nosotros se fuera con ella. No era incómodo, pero no había mucho que pudiéramos decir, más que lo monótono.
—¿Cómo vas en el instituto? —preguntó. Comí un pedazo de panqueque y bebí del café.
—Bien.
—No hables con la boca llena.
—Lo siento.
La casa era silenciosa, porque solo éramos él y yo. Quizás también por eso me gustaba estar tanto fuera de casa, porque aquí dentro, solo había soledad. Mi padre siempre estaba en la ferretería, y yo en los entrenamientos o con mis amigos, eso era lo único que conocía. Hasta que comencé a pasar tiempo con Hongjoong.
Creo que él me tenía en dos lados de la realidad, y no sabía cuál tomar.
Salí de la casa en dirección al instituto, el cielo estaba despejado y el sol se asomaba por el horizonte, saludando. Mientras caminaba, pensaba en qué podía decirle a Hongjoong. Nuestros cuerpos ya se unieron y era solo la etapa final de algo más. Algo que no estaba seguro de seguir impulsando, no cuando no era algo que yo sintiera, no algo que yo quisiera.
Sin embargo, mis ambiciones eran mucho más grandes que todo lo que él o yo pudiéramos sentir. Y yo no me iba a detener.
Las clases transcurrieron igual que siempre y, cuando el primer timbre de descanso sonó, salí de inmediato del salón hacia las escaleras que me llevaban al tercer piso, en el lugar de siempre, donde me encontraba con Hongjoong. Pero al llegar, él no estaba ahí, bajé a la biblioteca y tampoco estaba allí. Fruncí las cejas y bajé al patio, en busca de mis amigos, porque no había otro lugar donde buscar a Hongjoong, como si nuestro espacio solo se redujera a esos dos sitios, tan escondidos de los demás.
Entonces le envié un mensaje.
«¿Viniste a clases?»
Pero él no respondió.
Me quedé con mis amigos en las bancas, el sol se filtraba por los ventanales, donde se veía la cafetería. Allí, pude ver a Hongjoong en las mesas que estaban cerca de las ventanas, con un libro y un pequeño pastel. Lo miré fijamente, esperando que pudiera sentir mi presencia, pero él ni siquiera me miró. Suspiré, frustrado. Le envié otro mensaje.
«Hongjoong, te busqué en la biblioteca y en los baños abandonados»
Él miró su celular y lo volvió a guardar, para luego tomar su libro y seguir leyendo. Fruncí el ceño ante ello. ¿Acaso me estaba ignorando? Él vio el mensaje, estaba seguro, lo vi mirar su celular, lo vi guardarlo después sin responderme.
«¿Estás ignorándome?»
Hongjoong no respondió. No entendía lo que estaba pasando, ¿acaso estaba enojado conmigo? Parecía haber estado todo tan bien entre nosotros y que de repente él actuara de esa forma, era una locura. Decidido, tomé nuevamente mi celular y le envié otro mensaje.
«Hongjoong, veeme en la azotea después de clases, la del edificio B. Si estás enojado conmigo o algo parecido, es mejor que hablemos»
Y, sin querer quedarme a ver si se dignaba a tomar su celular, jugué un partido de baloncesto con mis amigos durante los minutos que nos quedaban libres antes de que la campana sonara.
●●
La azotea del edificio B era un lugar donde comúnmente se iba a fumar, o al menos a eso iba con Mingi y San, antes de los entrenamientos. Esta vez, estaba solo con un cigarrillo entre mis dedos mirando cómo los demás se iban a sus casas, hasta que el sonido de la puerta siendo abierta capturó mi atención.
Me giré y, en cuanto vi a Hongjoong cerrar la puerta tras de él, lance el cigarrillo al suelo y lo pisé, para apagarlo. Él me miró, sin una expresión clara en su rostro, pero estaba allí, frente a mí, con su mochila en el hombro, su uniforme limpio y ordenado, y esas gafas de pasta negra que se reflejaban con el sol de otoño.
—¿Qué es lo que quieres? —murmuró, caminando hacia mí.
Bien, no me esperaba eso. No parecía que quisiera estar allí conmigo, su actitud hacia mí era totalmente desganada, como si no le importara nada, como si yo no le importara. ¿Qué es lo que quería yo? Chasquee la lengua, pero no permití que viera mi desagrado. Tendría que rogarle. Tenía que aliviar mis sentidos.
—¿Estás enojado conmigo? —fue lo primero que le pregunté, pero no pareció reaccionar. Miró hacía un costado, dándome la respuesta.
—¿Eso importa?
—Hongjoong…—bufé, estaba siendo más testarudo de lo que pensé—. Si estás enojado por algo, dímelo, para saber qué hacer.
—Pues sí, estoy enojado —se quejó, cruzándose de brazos, la bufanda que llevaba en su cuello se movió sobre su pecho. A pesar de que era otoño, había sol, aunque también hacía mucho frío—. Y no puedo creer que no lo sepas, Seonghwa. Pensé que era obvio.
—No lo sé —me acerqué a él, y él no se movió—. Ayúdame a entenderlo, porque no lo sé.
Hongjoong parecía frustrado.
—El día de la feria —comenzó. Mierda, quizás era sobre el sexo, quizás fui muy rudo, quizás fue muy pronto para que estuvieras así—, luego de que nosotros… Nos acostáramos —murmuró, como si alguien más lo pudiera escuchar—, no pensé que te irías tan pronto. Estaba desnudo y asustado porque era la primera vez que hacía algo así y que me dejaras allí se sintió… extraño, como si tener sexo conmigo fuera lo único que te importara, porque luego de eso, supe de ti hasta hoy —su voz se quebró, a nada de soltar lágrimas—. Sé que yo también podría haberte hablado, pero luego de eso, me sentí tan abrumado, que pensé que hablarte sería igual que esa vez.
Pude haber esperado muchas cosas, pero menos eso, menos escuchar a Hongjoong reclamarme porque no me quedé con él. Pero, ¿qué podía decirle? Me sentí extraño después de eso, me sentí como si estuviera haciendo algo que no debería estar haciendo, porque lo cierto era que estaba aprovechando de él, de sus habilidades académicas, pero involucrarme carnalmente con él era otra cosa. Tenía mi moral también, y creo que por eso es que me fui de inmediato, tratando de olvidar lo que habíamos hecho, lo que yo había hecho.
—¿No me dirás nada? —preguntó, lo miré sin saber qué decirle—. Entonces es verdad, solo querías eso de mí, te acercaste a mí a ver si le podrias quitar la virginidad al chico nerd, ¿no es así? ¿Acaso fue algo que planeaste con tus amigos? Es por eso que te fuiste donde ellos, para decirles que tuviste sexo conmigo.
—No —le dije de inmediato—. No, Hongjoong, eso no es así. Yo no me acerqué a ti por eso, ni siquiera sabía que eras virgen.
Él me miró, con una expresión dura. Quizás debería decirle el porqué estaba cerca de él, pero no toda la verdad, eso sería perjudicial para mí, después de todo, no estaría mintiendo por completo, y si eso lo llegaba a tranquilizar, mucho mejor.
—¿Entonces?
—Hongjoong —comencé, aún hilando las ideas—, lo siento, por dejarte solo, no pensé que estaría mal, debí quedarme contigo, solo que… Después de eso me sentí culpable —su expresión cambió a una de sorpresa, y supe que di en el blanco—. Yo nunca me acerqué a ti con esa intención, me llamaste la atención ese día en la biblioteca cuando estábamos con los demás, resolvieron una actividad y tú simplemente lo hiciste casi todo, y yo tenía un problema en una materia, eso era todo.
Tragué, sentí como una gota de sudor cayera por mi frente, temeroso de hacer un movimiento en falso.
—Nosotros nos acercamos más por eso —le tomé la mano y, gracias al cielo, él no la apartó—. Lo siento por lo del sábado, soy un completo idiota, no pensé en ti, en lo que podías sentir luego.
No pensaba en el sexo como algo de cuidado sino como algo de liberación, de sucumbir a mis deseos presentes y atender mis impulsos, conviritiéndolos en una compañía mutua con otra persona que está igual o peor que yo. Supongo que por eso, también, no consideré el hecho que Hongjoong no había vivido eso antes, él no sabía lo que pasaba después y, comúnmente, yo simplemente me iba.
Pero ese día, primero me miró como si hubiera cometido el peor crimen del mundo, para después mirarme con atención y comprensión. Si fuera tan fácil engañarlo así, supongo que no podría detenerme.
—Realmente me sentí mal —dijo Hongjoong, abultando sus mejillas—, me sentí como esas personas que venden su cuerpo.
Fruncí el ceño.
—Hongjoong —lo tomé de sus hombros y los miré directamente a los ojos—, ¿qué puedo hacer para que me perdones? No quiero que estemos así, no me gustaría perder esta amistad por algo que puedo cambiar y mejorar.
Él se vio sorprendido, como si no esperara que fuera a ceder a algo que encontraba una estupidez, porque ¿realmente era malo que simplemente me haya ido así como así? Bien, sé que era su primera vez y, por lo tanto, alguien totalmente inexperto, pero tampoco es como si fuera alguien que no supiera nada, alguien ignorante del tema.
—No lo sé, no pensé que esto pasaría —dijo, esquivando mi mirada, con las mejillas rojas.
—Te juro que la próxima vez no será así.
—¿Habrá una próxima vez?
—Si tú quieres —él inhaló y exhaló, pensándolo—. Sería una estupidez terminar todo aquí, fingiendo como si nada hubiera pasado. No quiero que termine así.
—No tiene por qué terminar —apretó los labios—. No pensé en lo que sentías, también. Lo siento por eso. Me dejé llevar por el enojo.
—Ok, entonces estamos bien, ¿no? —Hongjoong asintió, y mis manos se deslizaron de sus hombros hasta su espalda, atrayéndolo a mí, para completar el abrazo. Él apoyó su cabeza en mi hombro y, ciertamente, fue más que suficiente—. Tengo que ir al entrenamiento, ¿te veo después?
—Tengo que estudiar —lo aparté de mí y lo miré. Sonreí un poco.
—Te acompaño.
Él asintió. La brisa movió parte de nuestros cabellos ese medio día. Él salió por la puerta de la azotea y yo me quedé allí unos minutos más, pensando en lo patético que me debería haber visto.
●●
—Esto es difícil —le dije, mirando sus apuntes de matemáticas—. No sé cómo lo entiendes.
—Con práctica.
—¿Podríamos parar por un momento? —dejé las hojas en su cama y me apoyé en el respaldo de la parte baja de esta.
—Si quieres sacar buenas calificaciones, no basta con estudiar solo para el examen que tengas —dijo, mirándome, mientras tomaba las hojas de su cama—. Es algo que tienes que hacer siempre, aun cuando no haya una razón de por medio, es la única manera que puedas tener buenas notas.
—Lo sé —murmuré, frustrado—. Pero si vine aquí, no es solo por eso, también quiero pasar tiempo contigo. Como viene otro juego, he estado concentrado totalmente en los entrenamientos.
—¿Tanto te gusta el baloncesto para arriesgarlo por tus calificaciones? —sentí como si me estuviera reclamando, pero indagué más. Nuestros mundos eran diferentes.
—Me gusta —le dije—. Disfruto de jugarlo y me gustaría dedicarme profesionalmente a eso, pero… También lo hago por mi mamá.
Hongjoong esperó a que continuara y, de hecho, era algo difícil de hablar. Quizás no estaría actuando al cien por ciento después de todo, a veces las tragedias unen a las personas, y yo necesitaba tenerlo a mi lado.
—Mi mamá jugaba también, en el equipo femenino cuando iba al instituto —mencioné, con una sonrisa—. Ella no tenía intenciones de perseguir una carrera, le gustaba más como un hobby. Después me tuvo a mí y me enseñó el deporte, aprendí mucho de ella y nos entendíamos a través del juego. Hace unos años ella falleció de cáncer de páncreas, estaba en etapa terminal cuando se lo detectaron, así que no había nada que hacer. Creo que también por eso el baloncesto es tan importante para mí, siento que lo hago como una especie de homenaje hacia ella.
—Lo siento mucho, Seonghwa —él se acercó a mí y me abrazó—. Te presioné sin saberlo.
—Está bien, no lo sabías —él se separó de mí y me acarició la mejilla—. ¿Qué es eso de repente?
—¿Qué cosa?
—Usualmente, soy yo quien te toca.
Él se alejó más de mí, un poco avergonzado y con las mejillas rojas. Solté una carcajada, y no lo dejé escapar, me abalancé hacía él, cayendo los dos al suelo, amortiguados por las almohadas que Hongjoong había dejado sobre la alfombra de su habitación, y él no se resistió.
—Ten cuidado —se quejó, pero luego su expresión cambió—. Oye, lo siento por tu madre, debió ser terrible.
—Creo que si ella aún estuviera viva, estaría sufriendo —lo miré a los ojos, los de él brillaban—. Antes no lo pensaba así, pero ahora… Creo que está bien para ella, ya no sufre.
Hongjoong sonrió, sin mostrar sus dientes. Yo me incliné hacia él y le di un pequeño beso en los labios, para luego hacerlo más veces y él comenzó a retorcerse bajo de mí, mientras reía.
El sonido de su risa no se comparaba para nada al sonido de sus gemidos. Aunque, podría adelantarse que, de alguna manera, me gustaba escuchar los dos.
Chapter Text
Hongjoong
Después de que Seonghwa se fuera a la feria, yo me quedé mirando el techo por una hora, pensando en lo que acababa de pasar. Y, cuando en mi mente se atravesó la idea de que mis bisabuelos y mi tío que falleció hace un año me podían ver desde el cielo, fue cuando inmediatamente me levanté y me fui a la ducha.
Pero ni siquiera el agua fría me quitó ese sentimiento extraño que Seonghwa me dejó cuando se fue. Y no desapareció en los siguientes días.
El domingo por la noche, busqué algo de información en foros de hombres homosexuales. Estuve una hora leyendo entradas y algunas respuestas, hasta que decidí crearme una cuenta anónima y escribir una entrada, contando un poco de mi experiencia y la inquietud que me generó el hecho de sentirme de esa manera cuando Seonghwa me dejó. Luego de una hora, recibí algunos comentarios, apuntando a diferentes cosas que mencioné.
«Siempre te va a doler la primera vez, sobre todo si eres el de abajo, no es una zona destinada a recibir penetración. Lo importante es que estés bien dilatado, a mí me dejó de doler a la tercera vez.»
«Si te dolió es porque él no supo hacerlo bien»
«Esto es como leer algo de lo que viví en la adolescencia. Te va a doler las primeras veces, y más si no estás completamente relajado o sin el uso de lubricantes, con quien lo hagas tampoco debería ser un bruto. Y, por el otro lado, si te dejó solo luego de haberlo hecho, es un idiota, parece que ese chico no conoce el aftercare, busca a alguien que lo practique»
Fruncí el ceño ante leer los comentarios, ¿acaso había cosas después del sexo que se debían de seguir? ¿Y fue por ese hecho que me sentí tan mal? Estaba confundido, así que simplemente no busqué nada más y apagué mi computadora, sintiéndome listo para irme a dormir y esperar no pensar más en Seonghwa.
Pero no quería verlo, no quería hablarme, necesitaba entender por qué había hecho eso, por qué actuó al igual que un hombre que paga por sexo, a alguien que utiliza a otra persona para quitarse la calentura de encima, porque para mí no fue así. Sin embargo, Seonghwa tenía una manera de mantenerme a su lado, porque luego de que me dijera que era porque se sintió culpable, me conmovió. No era de extrañar que sintiera eso, después de todo nosotros comenzamos esta aventura como si no supiéramos las consecuencias, aun cuando cada vez era más difícil alejarme.
Y, luego de eso, todo comenzó a ser igual que antes, él yendo a mi casa, nosotros en mi habitación, mientras me acompañaba en mis estudios, ayudándole a estudiar a él también, sumergiendo totalmente en mi mundo, siendo algo que hacía sentirme válido, escuchado y… ¿amado?
—Siempre vienes a mi casa —me quejé aquel día. Él me miró, con las cejas fruncidas, pero luego su rostro se relajó y sonrió.
—Me gusta estar aquí.
—Pero nunca he ido a la tuya —murmuré. Él tomó mi rostro y me dio un pequeño beso.
—¿Quieres conocer mi casa? —asentí—. No es igual que la tuya, aquí es cálido y brillante. La mía es solitaria y fría. No creo que te guste.
—Pero… De igual manera me gustaría conocerla —abulté los labios—. Ya me imagino cómo será tu habitación.
—Está bien. Pero que sea un día donde no tenga entrenamiento, quiero pasar más tiempo contigo —algo revoloteó dentro de mí, sus palabras llenaban mi corazón de una manera que nunca pensé que podría llegar a ser, ni siquiera considerar tener una experiencia así en la universidad. Pero Seonghwa estaba frente a mí, diciéndome todas esas cosas, ¿cómo no podría emocionarme?
—Me parece bien —le sonreí de vuelta—. Oh, y… —abrí mi cajón, sacando una bolsa de allí—. ¿Podrías llevarte esto? Es lo que dejaste ese día —él me miró con una ceja alzada—. No quiero que mis padres lo encuentren, ellos no revisan mis cosas, pero aun así me da inseguridad.
Él tomó la bolsa y miró lo que había dentro, luego vi como una sonrisa se formó en su rostro al darse cuenta de lo que era. Cerró la bolsa y me miró fijamente.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Te quieres deshacer de la evidencia.
—No —le dije de inmediato, pero pareciera que él solo quería molestarme—. Es por lo que te dije —me sentí avergonzado y me cubrí con una almohada, pero Seonghwa se acercó a mí y me la quitó, viendo mi rostro rojo. Era más vergonzoso aún y quería que me viera así. Seguro pensaba que era algo ridículo, pero no podía evitarlo.
—Te ves adorable —tomó mi quijada y se acercó a mis labios—. No sé cuál tú me gusta más, este o el que vi esa tarde de sábado.
Y con ello, Seonghwa me beso, no como si fuera la primera vez, no como si fuera la última. Solo me beso, como un hombre podía besar al otro, porque no solo atrapó mi boca, sino que también mi corazón. Estaba al límite de algo que no sabía su final, si es que lo tenía. Pero no me aterraba ni me preocupaba, no cuando sus labios atraparon los míos e introducía su lengua en mi boca. Me nublaba completamente la visión del alma y la mente, no queriendo más que ese sentimiento. Más que él.
●●
Seonghwa me envió la dirección de su casa, quedaba a veinte minutos caminando de la mía, por lo que, cuando llegué a mi casa, me apresuré a almorzar, cambiarme de ropa y buscar mis cuadernos y libros. De pronto, me ví a mi mismo apresurar mi vida, mi comodidad de hora y media después de clases por ir a verlo, al igual que él hacía conmigo.
¿Por qué sentía tantas ganas de verlo? ¿Así se sentía la amistad?
Últimamente, hablaba más con Wooyoung, Yeosang y Mikyeong, no sabía si considerarlos amigos, porque a veces la pasaba con ellos en los recesos, no era siempre, al menos no con Mikyeong, pero con Wooyoung y Yeosang era un poco más seguido, aun así, me gustaba mi soledad, pero no dejaba de preguntarme si podía considerarlos como considero a Seonghwa, aun cuando lo que siento por Seonghwa sea diferente, porque ellos no me provocan lo que me provoca Seonghwa.
Entonces, ¿qué era?
Sin querer sucumbir en mis pensamientos, toqué la puerta de su casa cuando llegué. Esperé ansioso, sosteniendo mis manos en las correas de la mochila, balanceándome lentamente sobre mis pies esperando a que Seonghwa me abriera. Ese día estaba nublado, y hacía un poco de frío, así que esperé solo unos segundos para verlo tras la puerta, con su sonrisa brillante de siempre.
Pero luego su sonrisa decayó.
—No me digas que ahí traes libros y cuadernos —me dijo, luego de dejarme pasar.
Su casa era tal cual la describió: fría y solitaria. Como si nadie la habitara, como si nosotros fuéramos unos intrusos en ella, como si estuviera abandonada. Pero, se veía limpia, estaba ordenada y pareciera que había muebles que no se usaban, como si la casa realmente fuera una maqueta, una presentación hacia algo.
—¿Por qué? —le pregunté, una vez que dejé mi mochila en el sillón de la sala. Pero él la tomó, la colgó en su hombro y tomó mi quijada, alzando mi mentón.
—El plan de hoy no es estudiar —dijo, mostrando sus dientes—. Tengo una playstation, ¿quieres jugar?
—Pensé que íbamos a repasar para el examen de biología.
—Íbamos —sonrió de nuevo y tomó mi mano, guiándome hasta una habitación escaleras arriba—. Deberías relajarte, todo el tiempo metido en cuadernos y libros, te vas a volver loco.
—Es por mi futuro.
—Claro… —murmuró él. Abrió una puerta y dejó ver su habitación. Las paredes con posters de jugadores famosos de baloncesto, algunos premios en una estantería, una televisión pegada a una pared, la cama frente a la ventana y las cortinas blancas que las cubrían, muy diferente a la mía.
—Tu habitación es muy tú —él me miró con el ceño fruncido—. ¿Sabes lo que dicen? ¿Qué las habitaciones reflejan la personalidad de su dueño?
—Por eso la tuya tiene tantos libros —dejó mi mochila en una silla y buscando algo en el mueble que estaba debajo de su televisión—. Distráete hoy, ¿sí?
Con un suspiro que se escapó de mi boca, me senté en los pies de la cama junto a él y me entregó un joystick. Me preguntó qué juego le interesaba de los que tenía, pero sin tener un conocimiento previo de juegos de playstation, le dije que él decidiera, así que terminamos jugando a Mario Kart. Yo era una basura, por supuesto, perdía a cada minuto y en la última ronda tuve el presentimiento de que me dejó ganar.
—Esto me estresa —le dije, pero él se rio, como si hubiera contado el chiste más gracioso del mundo—. No te rías —lo fulminé, algo molesto.
—Pero ganaste la última —me tocó mi cara, mis mejillas se abultaron.
—Tú me dejaste ganar —hablé apenas, apretó sus labios, formando una sonrisa y vi como sus ojos brillaron. Me hipnotizaba—. Al igual que en ese juego de baile en el Arcade.
—Pero saliste un poco de los libros. No digo que esté mal que te gusten, solo que… Hay más cosas en las que puedes distraerte. Seguro ya estás leyendo el que dieron para este mes.
—Ya lo leí —murmuré, un poco avergonzado—. Pero lo haré de nuevo, no quiero olvidar nada. Además, es bueno, fue divertido leer notas periodísticas, cartas o testimonios de testigos. De alguna manera me siento representado en Carrie White.
—¿Es la de chica que tiene telequinesis? —asentí—. Solo he visto la película.
—¿Cuál de todas?
—¿Tiene más de una? —me miró sorprendido.
—Sí, aunque solo he visto la más reciente —me lancé hacia atrás, y él hizo lo mismo. Su techo blanco no tenía ninguna pegatina—. Son diferentes, sobre todo con Carrie, la película generalmente son chicas hegemónicas, pero en el libro no, y creo que eso está muy equilibrado con su vida y lo que le pasa también —Seonghwa me miraba, apoyando su cabeza en su mano—. El desgarrador sentimiento de lo que es la adolescencia, el tema religioso tan latente en la vida de Carrie y que se entrelaza con su telequinesis. Y cuando cae sangre sobre ella. Es increíble. El simbolismo que se refleja allí de la sangre, de donde viene esta, por qué escogieron esa sangre y el cómo de quien la obtuvieron hacen la comparación de cómo es que la veían a ella —de pronto, sentí que hablaba mucho, y dejé de hacerlo cuando me di cuenta de que Seonghwa solo me miraba, nada más—. Lo siento, creo que hablé mucho, seguro estoy aburriendote con mis intereses.
—No —una media sonrisa en su rostro, sus negros ojos penetrantes en los míos—. Me gusta escucharte. Me gusta que seas apasionado con lo que te gusta, y eso no me aburre. Para nada.
Sus labios brillaban y yo relamí los míos. Tal vez aquello fue una invitación para algo, una manera sugerente de decirle que se inclinara sobre mí y me besara, porque lo hizo. Porque luego sus manos viajaron por mi ropa y se metieron dentro de esta, sus manos frías me estremecieron y atrapado en su boca, jadee.
Todo mi cuerpo se sentía sensible ante sus toques, ante sus manos en mi piel, subiendo por mi abdomen hasta llegar a mi pecho, donde toqueteaba mis pezones, y yo me retorcía bajo su cuerpo, porque sabía lo que venía, porque todo mi ser tenía esta leve electricidad de emoción por ser tomado, sin que yo pudiera manejarlo.
—Qué suerte de que me entregaras la bolsa —me dijo, para luego proceder a desabrochar mis pantalones. Miré al techo, ansioso—. Te prometo que ahora no te dolerá.
—Leí que puede doler las primeras veces —jadeé al sentir sus dedos recorrer mi cadera—. Supongo que ahora será menos.
Seonghwa sonrió, y pronto la habitación ya no estaba tan fría. Sus manos ardían cuando tocaba mis muslos, cuando se metían bajo mi ropa interior para tocar mi cadera, para bajarlos lentamente y dejar al aire la erección que estaba creciendo en mí. Estaba expuesto ante él, pero no me sentía como tal.
No era extraño que minutos después nuestras capas de ropa desaparecieran de nuestros cuerpos, solo quedando con nuestra ropa interior. No era de extrañar que ya él estuviera sobre mí, besando mi torso y haciéndome jadear sobre las sábanas.
Luego, Seonghwa se detuvo, y comenzó a besarme con normalidad. Y era suave, como siempre, comenzó a ser suave hace poco, no era como antes, como si me besara con deseo, con desesperación. Ahora, esa desesperación se estableció como si supiera que yo no me iría, que no escaparía de él, por lo que sus manos, sus dedos recorriendo mi cuello, sus labios atrapando los míos.
Pero, esa vez, con algo de temor, me subí encima de él, mis piernas a cada lado de sus caderas y mis manos apoyadas en sus hombros, Seonghwa alzó una ceja, pero luego sonrió de medio lado. Sus manos tomaron mi rostro y me inclinó hacía él, mi pecho tocó el suyo y nuestros miembros estaban rozándose bajo la tela de la ropa interior. Gemí en su oído, con la certeza de poder liberar los sonidos que él provocaba en mí. Cuando metía su mano en mi ropa interior y masajeaba mi trasero. Eso era nuevo, la sensación era extraña, pero no me molestaba. Cada acción era una nueva experiencia y parecía que Seonghwa quería llevarse todas mis primeras veces. Y yo lo estaba dejando hacerlo.
Dejé de besarlo para sentarme completamente sobre sus cadenas. Lo miré y me moví un poco, y su rostro cambió, cosa que me gustó ver. Disfruté verlo así por mí, y me hizo pensar que no era solo él quien pudiera provocar aquello, yo también tenía un poder que no sabía que lo tenía la primera vez. Y estaba muy seguro de lo que quería, y era a él de nuevo.
—Me estás haciendo sufrir —me dijo, apretando los labios. Pude sentir como su pene se ponía duro bajo mi trasero y me mordí el labio por eso.
—¿Sí?
Volví a moverme en círculos y Seonghwa me detuvo, poniendo sus manos en mis caderas.
—Eso es peligroso —mencionó, pero aquello solo me dieron más ganas de molestarlo—. ¿Vas a continuar sabiendo las consecuencias?
El aire en la habitación se sentía pesado. Nuestros cuerpos jadeando y necesitados estaban a punto de estallar.
—Asumo las consecuencias, entonces.
Él se levantó y me rodeó con su brazo derecho, para posicionarse nuevamente en la cama y quitarme la ropa interior, relevando mi pene erecto. Luego subió a mi altura, dejando un pequeño beso en mis labios, para después morder el lóbulo de mi oreja.
—¿Estás seguro? —preguntó, su aliento caliente rozando mi piel, haciendo estremecer todo mi cuerpo.
Asentí.
Él se acercó a la mesita de noche y del cajón sacó la bolsa. Sacó la botella de lubricante y la abrió, vertiendo líquido en sus dedos. Se posicionó entre mis piernas y las extendió, ya a ese punto, la vergüenza estaba en el tacho de la basura, al igual que cualquier razonamiento mío, ya no pensaba con claridad, estaba deseoso y ansioso por ser tomado por Park Seonghwa. Tan ansioso, que ya parecía algo que mi cuerpo pedía naturalmente.
Seonghwa tocó parte alma, y luego parte de mi cuerpo, y pronto comenzó a acariciar mi agujero, tan descarado como si fuera algo habitual en él, y que mi cuerpo recibió a gusto. Pero yo gemí, porque el líquido frío y sus dedos eran una combinación bestial para mi ser. Él introdujo un dedo, no dolió como la primera vez, pero si me molestaba, aún se sentía extraño y, cuando Seonghwa vio que no parecía dolerme, introdujo otro, y ese hecho me hizo soltar un gran gemido.
Estaba fuera de sí, era diferente a la otra vez, en todo sentido, porque estaba en casa de él, en su habitación, en su cama. Porque estaba más dispuesto y entregado al sentimiento, porque cada vez nuestro acercamiento parecía generar algo en nosotros, o en mí. Porque sabía que esa vez, iba a ser mejor. Y lo podía intuir cuando Seonghwa movió sus dedos, penetrándome con ellos. No pensé que otras partes del cuerpo podían ser una herramienta para estimular a otra persona, no cuando me follaba con sus dedos como si lo estuviera haciendo con su pene. Claramente, no era igual, pero pronto mis paredes se expandian para él, para el tamaño de sus dedos, para permitirme poder sentir aquello que volvía loco a mi cuerpo.
—Se siente bien —murmuré entre jadeos.
—Lo sé —él siguió follándome con sus dedos.
—Seonghwa —mi voz salía entrecortada, las palabras tratando de escapar entre los gemidos—, creo que me haré pipí.
Él se rio.
—No es eso, Hongjoongie. Estás a punto de correrte —pero ni siquiera escuchó todo lo que me dijo porque sentí como el líquido salía del orificio de mi glande, mientras mis piernas se alzaban en el aire y mi abdomen se contraía.
El orgasmo estaba acabando conmigo.
Me sentí más sensible aún, mi pene se movió solo encima de mi abdomen, cayendo las gotas de semen sobre este. Pero Seonghwa realizó su próximo movimiento, dándome vuelta, rozando mi cuerpo delantero con las sábanas.
—Apoya tus rodillas en la cama —dijo. Obedecí, alcé mi trasero y mi pecho quedó pegado a la cama. De mi pene aún brotaba semen, pero no me atreví a tocarme—. ¿Sabes? Podríamos probar muchas posiciones. Esta es la más usual.
Nuevamente, sus dedos tocaron mi entrada, para luego su mano entera apoyarme en uno de mis glúteos y, en ese momento, es cuando sentí mis paredes siendo extendidas por su pene. Un leve gemido salió de mi boca, y pude escuchar como él también jadeó. Luego, sus manos estaban apoyadas cada uno de mis glúteos, para así poder introducirme más en mí. Arqueé la espalda cuando solo con sus movimientos lentos, una corriente de placer viajo por toda mi columna.
Eso era nuevo, el dolor era leve, soportable, por lo que solo me concentré en aquello, en lo que Seonghwa estaba provocando a mi cuerpo, en como mis paredes recibían su pene, en como escuchar sus gemidos era la comprobación de que él lo estaba disfrutando.
Lo miré, por sobre mi hombro, con las mejillas rojas, sudoroso, y la boca entreabierta, lo miré a los ojos y él no apartó los suyos de mí, entonces viendo de esa manera, con ese deseo, comenzó a moverse rápido.
Nuestros cuerpos parecían entenderse por sí solos, uniéndose como el destino quería que fuera así. Porque, con esa idea latente, no sabía cuantas veces lo habíamos hecho ya. No había un cronómetro y ningún reloj que nos pudiera indicar el tiempo o la hora, no había ninguna barrera entre nosotros que nos pudiera detener.
Luego de las caricias y nuestros inevitables orgasmos, Seonghwa cayó a mi lado, derrotado. Quería acercarme a él, quería que me tuviera en sus brazos, quería sentir su piel sin la necesidad de algo carnal, pero algo me detenía a pedirlo. ¿Sería mucho para él? Nosotros no éramos novios, y sé que eso lo hacían los novios, entonces ¿cómo es que podía calmar mi corazón y decirme que todo estaba bien si esta muralla invisible parecía crecer más?
—¿Estás bien? —giré mi cabeza para mirarlo, él tenía sus manos juntas bajo su cabeza, sudoroso—. ¿Estuvo bien? —asentí.
Seonghwa sonrió y con su brazo libre me arrastró hacia él. Estábamos cara a cara, mis mejillas rojas y mojadas por el sudor, pero eso no le pareció importar cuando me acarició el rostro. Luego me abrazó y yo apoyé mi cabeza en su pecho. Era muy diferente a la vez anterior, porque después de hacerlo, estuve solo y asustado, con muchos sentimientos flotando en el aire y, ahora, él estaba junto a mí, abrazándome, sintiendo su calor, sintiendo su piel, y eso significó mucho más que todo el placer que obtuve cuando estaba penetrándome.
—Tu techo es aburrido —le dije para romper el silencio. Él me miró, frunciendo el ceño—. Le faltan pegatinas.
—¿Tú crees? —asentí. Él se rio y me abrazó nuevamente, me miró, sus ojos tan brillantes como siempre y me tocó la nariz, arrugué mi nariz y retrocedí un poco, confundido—. Te ves tierno cuando arrugas tu nariz.
—Estas molestándome —abulté los labios.
No me reconocí a mí mismo, o era que nunca permití descubrir esa parte de mí, esa parte cariñosa que una persona pudiera tener. Yo tenía el cariño de mi familia, pero era lo único, porque no tenía la de amigos, la de comunidad o la de una pareja. Y lo último parecía mi anhelo más grande en ese momento, cuando descubrí el florecer de esos sentimientos que creí que no se desterrarían, simplemente con el toque que Seonghwa me dio.
Era patético. Pero, ¿podía permitirlo? ¿Tenía el derecho de hacerlo?
—¿Tienes hambre? —preguntó, separándome un poco de él. Asentí—. Te puedo preparar algo, ¿qué quieres?
—¿Qué sabes cocinar?
—¿La verdad? Casi nada —se rio—. Pero puedo hacer fideos instantáneos, lo más fácil. Igual siempre le agrego más cosas, no me quedan insípidos.
—Está bien —le dije, mirándolo a los ojos—. Estoy ansioso de probarlo —sonreí, Seonghwa me miró también, su rostro más relajado, casi hipnotizado. Volvió a tocar mi nariz y se levantó de la cama.
Estaba desnudo, giré mi cabeza para no verlo, aun cuando ya lo conocía por completo, la vergüenza seguía latente en mí. Minutos después salió con una toalla envuelta en su cadera y comenzó a sacar ropa.
—Pensé que podríamos comer y ver algo en la televisión. ¿Qué te gustaría?
—Lo que sea está bien.
—Podríamos ver Carrie —me miró, mis mejillas se pusieron rojas, era diferente verlo desnudo en algo que no sea que estemos juntos de esa manera—. La primera que salió.
Asentí. Me removí un poco, aún sentía el sudor pegado en mi cuerpo, y era algo molesto. Así que también fui a ducharme, cuando salí, me puse mi ropa y bajé a la cocina. Allí estaba Seonghwa, calentando agua con la televisión encendida en un canal de música. Todo se sentía tan hogareño, como si nosotros viviéramos en esta casa, como si acabáramos de llegar de nuestros trabajos y él haya dicho que iba a hacer la cena, mientras yo estuviera sentado en uno de los sillones, leyendo un libro con música clásica de fondo o al lado de la chimenea.
La imaginación podía ser muy cruel a veces. Porque la realidad era que esa tarde él hizo fideos instantáneos, puso Carrie de 1976 en la televisión y nos sentamos en el sillón, con una manta sobre nuestras piernas y los cuencos con sopa en nuestras manos.
Me gustaba eso. La cercanía y comodidad entre nosotros dos, el tiempo que había pasado para llegar a eso. Me gustaba tanto que tenía miedo de decirlo en voz alta, con el temor de arruinarlo todo.
●●
No era común que un profesor faltara, por lo que no tenían planes preparados para ello. Por lo que, ese viernes en la mañana, cuando debíamos de tener Historia, estábamos con la profesora de arte dibujando en nuestros puestos. Algunos formaron grupos, los oía conversar, escuchaba los lápices siendo gastados sobre las hojas blancas que nos entregaron. Y, con ello, me vi cerca del grupo que formaron algunos compañeros que se sentaban cerca de mí.
—Esto es más aburrido que la clase de Historia en sí —murmuró Yeosang, recostando su cabeza sobre la mesa. Murmurando algo que no entendí.
No era muy fan del arte, no tenía habilidades para el dibujo, pero sentía que aquello era mejor que no estar haciendo nada. Así que no emití comentario y solo me concentré en no salirme de las líneas.
—Hola —levanté la cabeza y vi Jo Ryeoun sentarse en el puesto vacío que estaba a un lado de Mikyeong; su amiga había ido al baño—. ¿De verdad están cumpliendo con esta actividad estúpida?
—¿Qué quieres? —le preguntó ella, pero Ryeoun solo sonrió.
—Los venía a invitar a la fiesta de Halloween —apoyó sus codos en la mesa y miró a todos, pero menos a mí. Tampoco es como si me importara, no eran ambientes en lo que me gustaría estar.
—Deberías dejar de hacer fiestas y concentrarte en estudiar —le dijo Mikyeong, fastidiada. Sonreí, porque era algo que probablemente yo también diría. Pero ella era amiga de él, o eso me parecía entender, así que supuse que su consejo era más una broma entre ellos—. ¿No se supone que tienen un juego en Busan?
—Eso es antes de Halloween —refutó, como si fuera obvio—. ¿Tú irás, Hongjoong? —me miró. Era extraño, no era común que me hablaran, nadie en realidad. Y, aunque últimamente compartía más con Yeosang y Wooyoung y en ocasiones con Mikyeong, no era como si aquello me diera un pase para hablar con el resto del salón—. No me dirás que no.
—Déjalo tranquilo —le respondió ella.
—No es… —murmuré—. Las fiestas no son algo de mi preferencia.
—Vaya —dijo él. Volví a colorear las hojas y él se recostó en la mesa—. Pensé que te había visto en la última fiesta.
Mikyeong me miró, porque ella también me había visto allí. Pronto recordé cómo la vi besarse con Seonghwa, aunque él me estuvo mirando a mí en todo ese momento. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
—Solo fui a mirar, mi primo me invitó.
—Tampoco es como si te perdieras de algo —opinó Wooyoung, concentrado en su dibujo—. Siempre hay gente borracha, teniendo sexo o drogándose. Si estás alejado de esas tres cosas, estarás a salvo.
—¡Pero esa es la gracia de las fiestas! —se quejó Ryeoun—. Bueno, de todas maneras, no es una obligación, solo los quería invitar, estará genial porque es de disfraces.
No les presté mucha atención, porque luego de que la amiga de Mikyeong regresó ellos siguieron hablando de la tan esperada fiesta que parecía tenerlos tan hacinados como cuando me enteraba que mi autor favorito iba a publicar un nuevo libro. No compartía sus gustos, pero no los iba a criticar.
—La vez pasada Mikyeong se desapareció —escuché como la amiga de ella se quejaba—, igual no es como si no fuera la primera vez.
—¿Estabas atendiendo asuntos de amigos con derechos ? —le preguntó Ryeoun, riendo—. A mi ni siquiera me has considerado para eso.
—Estúpido —le dijo—. No te tocaría ni aunque fueras el último en la tierra.
—Claro, preciosa —se rio.
—¿Qué es eso? —pregunté, en un murmullo, pero de todas maneras se hizo notar y ellos me miraron.
—¿Qué cosa? ¿Amigos con derechos? —me preguntó Ryeoun, yo asentí—. Es cuando dos personas hacen cosas de novios sin ser novios —alcé una ceja.
—Básicamente tienen sexo sin un remordimiento —opinó la amiga de Mikyeong—. Es la opción barata de muchos hombres para acostarse contigo y no querer amarrarse a una relación, porque eso les permite estar con otras personas también.
—Es porque no quieren involucrar sentimientos —agregó Ryeoun, luego me miró—. También, es complejo cuando una de las partes se enamora, pero la otra no. ¿Entiendes? Por eso muchos ahora optan por tener amigos con derechos, aunque al final igual eso termina siendo monogámico, en algunos casos.
No pregunté nada más, porque aquello solo me hizo replantear algunas cosas. Había estado teniendo sexo con Seonghwa y actuando de una manera que me hacía sentir bien, que me hacía sentir querido, como si estuviéramos en una relación. Pero, ¿él sentía lo mismo?
Seguí coloreando mis hojas, pero está vez, con más fuerza.
Chapter 13
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Seonghwa
Era la segunda vez que terminaba entre las piernas de Hongjoong, y ni siquiera sé en qué momento llegué a eso, sin que me fuera a molestar. Estaba cada vez más cerca a desear algo que no creí que haría. Estaba muy cómodo entre mis encuentros casuales y siempre era bajo mandatos propios de algo que seguía, de la principal causa de ellos: quitarme las ganas de encima.
Tiré el cigarro en el suelo y lo pisoteé, este se deshizo en la suela de mi zapatilla y estaba intentando aguantar las ganas de no sacar otro de la cajetilla y encenderlo. Con eso en mente, la puerta del cobertizo donde guardaban cosas de jardinería fue abierta. Allí, entró Mikyeong, y cerró la puerta tras de ella.
Se paró frente a mí, con los brazos cruzados.
—Tu parte del trato —fue lo primero que dijo, con los brazos cruzados.
—Hola —le dije, y ella me miró fijamente. Sonreí, porque sabía que le molestaría y me recargue en el estante.
—¿Qué trato? —preguntó Mingi, en una de las sillas más atrás.
Con los chicos veníamos a fumar a este lugar, nadie venía y estaba bastante lejos de los lugares más concurridos del instituto, así que era un espacio perfecto para hacer lo que uno quisiera.
—Le pedí que incluyera a Hongjoong en su grupo de trabajo —mencioné. Vi a Yunho fruncir el ceño y a San reírse.
—¿También se lo pediste a Wooyoung? —me preguntó San.
—No, él me pidió hacer grupo conmigo porque sabe que me va bien en las materias —se defendió ella.
Mikyeong era difícil de descifrar, no era una chica tan fácil de tratar, no al menos cuando no la conoces y, a diferencia de mí, lo hago desde que estábamos en preescolar, al igual que casi todos los demás. Ella siempre fue especial, podía perfectamente equilibrar sus estudios con las salidas, las fiestas y ser una chica joven deseada por tantos hombres. Pero también era selectiva, y quizás eso era lo que la hacía más atractiva. Sin embargo, nosotros siempre fuimos honestos con el otro, y quizás por eso llegábamos a tener nuestros encuentros, a pesar de que era solo eso, nunca tuve otro pensamiento y sentimiento por ella más que eso. No era mi tipo.
De mi bolsillo saqué 20 mil wones, y se lo entregué.
—Supongo que con eso te podrás comprar el labial que quieres —ella me sonrió.
—¿Qué es lo que pretendes con él? ¿Por qué me pediste que hiciera eso?
—Él me ayudó con algo —mencioné, sin entrar en detalles. Ella no necesitaba saberlo—. Simplemente le devolví el favor.
Yunho me miró de manera desaprobatoria, sabía lo que pensaba sobre lo que estaba haciendo, pero tampoco es como si ellos no sacaran crédito de todo cuando les mostraba los trabajos o guías de estudio que Hongjoong me hacía. Después de todo, todos ganábamos.
—¿Cómo es? ¿Muy nerd? ¿Muy aburrido? —le preguntó Mingi, y ella miró al cielo, pareciendo pensarlo.
—Es agradable —mencionó, dejando a mis amigos sin saber qué decir—, creo que nos entendemos bien. ¿Saben? Él nunca pareció destacar entre todos nosotros, siempre estaba allí, como un ente, no molestaba a nadie y nadie lo molestaba a él. Todos sabemos de él, pero nadie se acercaba.
Hongjoong y yo éramos cercanos desde hace un mes. Había muchas cosas en él que yo aún no descubría, y era como si solo permitiera abrir su corazón con ciertas personas. Mikyeong hablaba desde su postura como alguien que solo se acercó a él porque yo se lo pedí y, aun así, no parecía haber descubierto en ella ese deseo tan vil como lo hice yo.
Aunque no lo supiera, en realidad.
No hubo más intercambio de palabras y ella se fue. Los chicos y yo nos quedamos más tiempo en el cobertizo, con un silencio incómodo después de que ella cerrara la puerta.
—Eres un imbécil, Seonghwa —dijo Yunho, rompiendo el silencio. Yo lo miré, con el ceño fruncido.
—No me digas así cuando también estás sacando provecho de esto, estoy siendo muy amable en compartir contigo las guías. ¿Ahora me vas a decir que no las usas?
Su rostro rígido solo me indicó que no podía debatir nada al respecto, porque ¿qué más iba a hacer? ¿Detenerme? Ya estaba inmerso en esto, ya tenía mi cuerpo, alma y mente sumergida en este entramado de vínculos obsesivos en el que venía envuelto. No estaba dispuesto a dar mi brazo a torcer, y supuse que eso ellos lo notaron.
—Ya, chicos —habló Mingi—. No vale la pena armar un problema por eso.
—Solo creo que llegará el momento donde la mentira te consumirá. Porque, ¿a dónde te llevará todo? —respondió Yunho—. Igual me preocupo.
—No me jodas, Yunho, lo tengo todo cubierto. Ni siquiera saben las cosas que he hecho como para que todo sea creíble —murmuré, soltando un bufido.
—¿Qué? ¿Acaso ya te acostaste con él? —preguntó San y no le dije nada, solo miré y eso pareció ser suficiente para que sus cabezas comenzaran a pensar lo obvio—. ¡No lo negó! ¡¿Te acostaste con el nerd?!
Sus rostros sorprendidos solo me hicieron sentir más fastidio. No es como si fuera un crimen, su reacción era exagerada para algo que hacía ya desde los 14 años. ¿Cuál era el problema?
—¿Y qué tal? —preguntó Mingi, golpeando levemente el hombro. Sonreí un poco.
—Normal. ¿Qué esperan de alguien que no tiene una experiencia previa? —nuevamente pensé en sacar otro cigarrillo, pero no quería entrar a clases con el olor—. Al menos así fue la primera vez.
—La primera vez —murmuró Yunho—. ¿Lo hicieron más veces?
—Estás loco —se rio Mingi.
—¿Qué quieren saber? —pregunté, puse los ojos en blanco—. No esperaban que les dé detalles, ¿o sí? Son asquerosos, ustedes ya lo han hecho cómo saber qué es lo pasa.
—¿Qué? Seonghwa, no —se adelantó San—. No tengo interés en saber que se la metes, solamente que fue sorpresivo que dieran ese paso. No creí que él sería así.
Bufé. Era una estupidez seguir allí, hablando de algo que ellos no tenían que saber, pero ¿acaso podía presumir? Estaba orgulloso de lo que estaba logrando, todo estaba saliendo bien, tenía buenas calificaciones y sexo, ¿qué más podía pedir?
—Así que ya le diste uso a lo que te regalamos —dijo Yunho, chasqueando la lengua—. Al menos no fue una pérdida de dinero.
—Sabrás que no —respondí, metiendo las manos en mis bolsillos.
La campana sonó, así que salimos del cobertizo, tratando de disipar el olor a cigarrillo con las manos, fuimos hasta el salón para todos ponernos el mismo perfume de Mingi y así no levantar sospechas, porque aunque me diera igual si los profesores supieran, tenía que mantenerme al margen por ser el capitán del equipo de baloncesto. Después de todo, tenía una imagen que mantener.
●●
Ya se había vuelto algo habitual pasar tiempo en la casa del otro, estudiar o jugar videojuegos, o incluso besarnos hasta perder el aire. Era básicamente nuestra rutina y, a cada día que pasaba, Hongjoong parecía más inmerso en este tramado de mentiras, donde él era la presa que cayó en mi telaraña, pero, en aquella visión que tenía de la situación, él parecía sonreír, como si a pesar de todo, era una elección caer en la telaraña, aun cuando yo sabía que no era así.
Si llegara el día en que Hongjoong se enterara de todo, si es que lo hiciera, ¿él sería capaz de perdonarme? ¿De ver como realmente soy? Por un momento, ni siquiera me reconocí, pero mis ambiciones eran más fuertes de lo que mi empatía se pudiera mantener.
Aquel día, Hongjoong había ido a mi casa porque yo tenía un examen de matemáticas mañana, le dije en los baños abandonados después de besarlo que no había estudiado casi nada, aunque algo sabía, y que pudiera tener una buena nota, pero, de alguna manera, a él le gustaba que me fuera bien, era como si aquella felicidad fuera compartida.
—Me irá bien —le dije, recostado en mi cama, lanzando un balón de baloncesto al aire y luego atrapándolo en mis manos. Hongjoong estaba a mi lado, sentándose en la única silla que tenía en mi habitación, con unos cuadernos sobre el escritorio.
—No te tiene que ir bien, te tiene que ir excelente —me miró—. Además, ¿sabías que las universidades dan becas con calificaciones? Te podría servir mucho si quieres optar por deporte.
Me congelé. Por un momento sentí como si él supiera sobre lo que estaba haciendo con él, pero luego me regalé, porque sé que era imposible. ¿Quién sería capaz de contarle? Sabía que San no le diría nada a su novio, y ninguno de los chicos diría algo sabiendo que también podría perder todas estas facilidades.
—Para que te recluten por deporte te tiene que ver jugar —le dije, concentrándome en lanzar el balón—. Claro, mis calificaciones son importantes, pero jugar bien también. Tenemos un juego en Busan y ahí irán varias personas de diferentes universidades.
—¿Eso te tiene nervioso?
Detuve mis movimientos, pensándolo un poco. ¿Nervioso? Estaba muerto del miedo.
—Un poco.
—Quiero ayudarte, Seonghwa —lo miré, sus ojos tan brillantes como siempre, como si fuera un cachorrito—. Pero no sé cómo. Cada vez es más difícil hacer que te interese, al menos, repasar para el examen.
—Bueno —me incliné hacia él—. He subido mis calificaciones gracias a ti, ese es un hecho —y no era ninguna mentira, pero él no sabía toda la verdad. Tampoco lo necesitaba saber.
Le di un pequeño beso en sus labios y una sonrisa apareció en ellos, y pensé que nunca podría cansarme de esa sonrisa. Me gustaban sus labios, eran lindos y suaves, tenían una forma única, y cuando sonreía, mierda , se veía aún más hermoso con sus dientes perfectos.
—Ya sé qué haremos —mencionó, aún sonriendo por aquella idea que se le vino a la mente—. Harás unos ejercicios matemáticos, y cada vez que tengas una buena yo-
—¿Te quitarás la ropa? —lo interrumpí.
—¡No! —se rio—. Iba a decir que te iba a dar un beso.
—Oh —murmuré, fingiendo estar apenado—. Creí que te quitarías la ropa.
—¿Para qué? —frunció el ceño—. Ya me has visto desnudo.
—Siempre quiero verte desnudo —dejé el balón a un lado y me senté en la cama, quedando frente a él—. Todo el tiempo tengo ganas de besarte, Hongjoong. Siempre estoy esperando que toquen la campana para ir a verte y poder tocarte.
Sus mejillas se pusieron rojas.
—Pero… —murmuré, mirando hacia el lado—. También me gusta escucharte hablar de las cosas que te gustan, tus ojos brillan y se ven bonitos cuando te emocionas.
Él no dijo nada, solo me miró con ese brillo en los ojos, con ese que tanto me cegaba, se acercó a mí y se subió a mis piernas, se sentó en ellas y me miró a los ojos, sus labios brillaban también y tuve el impulso de besarlo. Pero Hongjoong me empujó levemente hacia atrás, quedando sobre mí, y se inclinó para darme un beso pequeño en los labios, pero yo le tomé el rostro y lo besé. Solamente el obseso sonido de nuestras bocas devorándose se podía escuchar en la habitación, y él sobre mí… mierda, si no se detenía iba a tener un molesto bulto entre las piernas.
—No tenemos condones, ¿lo olvidaste? —le pregunté entre los besos, pero él se alejó de mí, sonriendo. Apoyó sus manos sobre mi pecho, pero seguía sentado sobre mi cadera.
—No vamos a tener sexo hoy.
—¿Qué? —susurré.
—Primero tienes que sacar una buena calificación en el examen de matemáticas y lo pensaré —guiñó un ojo.
Hongjoong se bajó de mí, y me quedé allí por unos segundos, era increíble que me dejara con las ganas, pero, al parecer, estaba jugando conmigo. Bien, ¿entonces así es como él quería que fueran las cosas? Yo también puedo jugar.
—Si saco un sobresaliente —comencé y él me prestó atención—, usarás algo que te compraré.
Hongjoong apretó los labios, evitando mirarme.
—Seonghwa, no me siento cómodo con la idea de usar juguetes sexuales. No aún.
—¿Qué? ¡No! —me acerqué a él y lo tomé de los hombros—. No, no es eso. Ni siquiera había pensado en usar algo así contigo. Yo pensé en otra cosa es… es algo estupido en realidad, quizás pensarías que es un fetiche, y no lo es, es solo que pensé que se vería tan lindo en ti.
—¿Qué es? —su voz sonó pequeña, como si tuviera miedo de preguntar, pero al mismo tiempo estaba curioso.
Bufé. Era vergonzoso.
—Lencería —él abrió los ojos, sorprendido—. Tuve un sueño de ti usando lencería —mentí, se me acaba de ocurrir, pero si me gustaría verlo en ello, lo pensé hace un tiempo cuando vi lencería en una vitrina de una tienda.
—¿Gastarías dinero en eso?
—¿Por ti? Sí.
—¿De qué color?
—¿Ah?
—¿De qué color sería?
Sonreí. ¿Realmente iba a aceptar usar lencería? Ni siquiera algo completo, pensé en solo unas bragas con encaje, o quizás un sostén. No lo sé, a pesar de que fue lo primero que vino a mi mente, estaba ansioso por verlo usarlo, y follarlo con eso puesto.
—¿De cuál te gustaría? —le pregunté, pero no le dejé responder de inmediato—. Pensaba en rojo con negro, o un color vino, se vería muy lindo en tu piel.
Hongjoong se rio, luego se sentó en la silla y se quedó frente al escritorio.
—Bien, si quieres que use algo así, tendrás que hacer algo más que tener un sobresaliente en el examen de mañana —luego se giró para mirarme—. Quiero que ganes en el partido que tienes en Busan.
—¿Estás usando mi sueño como un incentivo para que gane? —él asintió—. Llegaré con la copa a este pueblo, te lo aseguro.
—Bueno, entonces ahora tendrás que hacer lo que diga, ¿sí? Y quiero que vengas aquí para que estudiemos.
A regañadientes me acerqué a él y nos sentamos en el suelo y, tal como cumplió, cada vez que tenía un ejercicio bueno, él me daba un beso, lo cual fueron 15 en total. Creo que después de eso, no me molestaba tanto la idea de estudiar si terminara siendo así, si al final de todo el premio es poder besarlo. Estaría totalmente satisfecho.
Una hora después Hongjoong se fue a su casa, con las mejillas rojas y los labios hinchados. Yo me recosté en mi cama, con mis manos tras mi nuca y mire al techo, pensando en cómo se vería en lencería, y no podía esperar a que llegara el día en que gane el partido de baloncesto para luego ir por el mejor premio: Kim Hongjoong.
●●
Los sonidos de las zapatillas sobre el suelo sonaban por todo el gimnasio, el balón rebotaba en nuestras manos y los golpes en nuestros torsos se hicieron notar a medida que corríamos y nos empujamos por obtener el balón. Ese día de entrenamiento fue duro, quizás era por mi culpa, pero es que tenía un objetivo por el cual mejorar y poder ganar en el juego en Busan. Y era algo que ellos no sabían, y que tampoco necesitaban saber.
—Bien, chicos, escuchen —dijo el entrenador cuando terminamos los entrenamientos—. El viernes es el partido en Busan. Como siempre, un bus del instituto nos llevará allá el día jueves en la tarde, así que los quiero a todos aquí a las cinco. Cuando lleguemos allá, los quiero a todos en el hotel y descansando, porque esto es importante…
El entrenador seguía hablando, pero a la mitad dejé de prestarle atención, no es que fuera la primera vez que salíamos del pueblo para ir a otro lugar a jugar, pero el discurso era siempre el mismo. Sin embargo, tenía otro plan en mente, usualmente no nos íbamos más de dos días fuera del pueblo, pero esta vez estaríamos hasta el domingo por la mañana, así pensé en ir a las tiendas, ver allá la lencería, y era más común que allá haya más tiendas dedicadas a eso, acá en el pueblo, aún vivían en el siglo pasado, al menos en temas así.
—Qué fastidio —se quejó Mingi cuando se lanzó al sillón de la sala. El equipo de baloncesto tenía su propio lugar para descansar, era usual para los que tenían un club. Nuestro lugar era amplio, tenía un baño y casilleros—. Siempre con el mismo cuento.
—Hay personas que necesitan escucharlo siempre —murmuró Yunho, sacando una soda del pequeño refrigerador que había a un costado.
Los demás miembros del equipo entraron, no era usual que nos reuniéramos en este lugar después de entrenar, generalmente lo hacíamos en nuestros tiempos libres para establecer ciertas cosas, ver partidos de las grandes ligas y comer algo. Era cómodo.
Quizás, podría traer a Hongjoong aquí algún día. Pero, conociéndolo, seguramente se sentiría como un intruso.
—¿En qué piensas tanto? —me preguntó Yunho. Pero no le respondí, porque yo también me lo pregunté.
¿En qué estaba mi cabeza últimamente?
●●
A las 6 de la tarde del día jueves, el bus salió del instituto rumbo a Busan. El tramo era un poco extenso, llegaríamos allá cerca de las diez de la noche, así que aproveché para revisar mis mensajes. Entre ellos, uno de mi padre, mis tíos y uno de Hongjoong. El último lo abrí con entusiasmo.
«Que tengas un excelente viaje, Seonghwa. Sé que ganarán, confío en ti. Te estaré esperando ;)»
Sonreí sin darme cuenta. Hongjoong era muy dulce, y al pensar en cómo se comportaba él al principio, pude descubrir una faceta en él que no me cansaba de admirar, y que fuera algo que solo mostraba conmigo, era mucho mejor aún.
—¿Qué es? —preguntó Yunho a mi lado, nos sentamos juntos en el bus, pero yo iba en el lado de la ventana. Era el lugar preferido, jamás cedería ese lugar, y quizás eso ya todos lo sabían.
—Nada.
Yunho alzó una ceja.
—¿Aún sigues revoloteando con el nerd?
—¿Cómo crees que he sacado buenas calificaciones en los exámenes y en los trabajos prácticos?
Él miró al frente, luego lo vi hacer una mueca y procedió a verme nuevamente.
—¿No crees que ya es mucho? ¿Qué harás cuando todo esto termine, dejarlo así como si nada? O peor, ¿qué pasa si se entera? —rodeé los ojos.
—Cuando todo esto termine, solamente tomaremos caminos separados. Yo me iré a estudiar a Seúl, ¿no crees? —bufé, algo molesto. Siempre tenía que sacar ese tema—. Además, si él llegara a enterarse, es porque alguien se lo dijo. Y solo nosotros lo sabemos.
—¿Ni siquiera te da pena?
Lo miré, entrecerré los ojos y me puse audífonos para escuchar música, luego me acomodé en el asiento, mirando a través de la ventana. No estaba de humor como para escuchar sus sermones, era una estupidez que a esta altura estuviera diciendo esas cosas. Yunho siempre quería aparentar ser una persona comprensiva y preocupada, pero yo lo conocía, simplemente aprovechaba tanto como yo las oportunidades. Entonces, ¿de qué me tenía que preocupar? Seguramente Hongjoong ya estaba enamorado de mí, y ya no había nada que pudiera hacer.
Cuando llegamos al hotel, me quedé en la misma habitación que Mingi. Pedimos servicio a la habitación y encendimos la televisión, lo primero que salió eran las noticias, pero no estaba muy interesado en eso. En el bus, cuando leí el mensaje de Hongjoong, le respondí, pero hasta entonces, él aún no me respondía de vuelta. Quería pensar que seguramente estaba estudiando o ayudando a su abuela, generalmente no atendía cuando se trataba de eso, pero ahora que estábamos alejados, quería llamarlo para escuchar su voz.
A la mañana siguiente, hicimos un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel y luego nos preparamos. El partido era a las cinco de la tarde, así que tendríamos tiempo suficiente para recargar energías. Durante ese tiempo, busqué en mi celular algunas tiendas de lencería o ropa femenina, las tiendas dedicadas a la ropa masculina en ese ámbito no era tan provocativa o linda, y Hongjoong era lo suficientemente lindo como para usar ropa tan fea.
Ya a las cuatro y media, estábamos en los camerinos de aquel instituto, se podía escuchar la bulla de las personas cada vez que abrían la puerta, y eso me tenía más nervioso aún. Busqué algo de apoyo en los mensajes que compartí con Hongjoong en la mañana, y eso me tranquilizó un poco. Él estaba tan confiado que iba a ganar que no podía defraudarlo.
Cuando salimos, el gimnasio era grande, un poco más que el que teníamos nosotros en el instituto. El marcador arriba estaba en cero, las bancas de los jugadores solitarias cuando entramos, con garrafones de agua al costado. Las gradas estaban llenísimas, y eso no parecía ser todo, porque, al frente de nosotros, se presentó el grupo rival. Sus uniformes eran azules, el de nosotros eran verdes con negro, pero, la diferencia, es que tenían una mascota haciendo porras junto a unas chicas.
Sus faldas cortas se elevaban cada vez que daban un salto, con sus manos juntas mientras gritaban cánticos a favor de su equipo. No pensé mucho en eso, sin embargo, a mi mente llegó otra cosa, y era imaginarme a Hongjoong en esa ropa que tenían ellas. Pensé que debajo de la ropa podría tener la lencería que había visto en internet la noche anterior, y tomé un poco de agua para desviar esos pensamientos. No era el momento, debía concentrarme en el juego si quería que eso se volviera una realidad.
—Si ganamos, tendremos una recompensa, ¿no? —preguntó uno de los miembros del equipo. Pero no le tomé mucha importancia, no cuando entre el público vi a los reclutadores de universidades.
Mierda.
Entonces había dos cosas que tenía en mente, los reclutadores y a Hongjoong. Pero, ¿cuál era más importante? De pronto, mis prioridades se nublaron por ojos brillantes de cachorrito.
Pese a todo, pese a los abucheos cuando entramos a la cancha, pese a los gritos cuando entraron los del lado oponente, pese a todo eso, al ambiente tan tenso, nosotros logramos llevar la delantera. Nuestro lema y fuerte siempre era el trabajo en equipo, por más reclutadores que fueran, por más ganas que tuviera cada uno de descartar, siempre procuramos jugarlo todo en equipo y, quizás, eso fue lo que jugó a nuestro favor durante el partido. Los chicos del otro equipo eran competitivos, buenos en sus áreas, siempre queriendo destacar, pero eso parecía que era su debilidad y, teniendo eso en cuenta, me pregunté cómo es que lograban ganar en juegos anteriores con otros institutos.
No obstante, frente a todo pronóstico, logré encestar el balón antes de que el marcador de tiempo quedará en cero, rompiendo el empate que teníamos segundos atrás. El lugar quedó en silencio, pero solo nuestros gritos, los chicos que estaban en la banca y la del entrenador se escucharon, acompañada de música y aplausos por parte de algunas personas.
En ese momento, no pensé solo en la victoria, no pensé en la copa que nos íbamos a llevar al pueblo, ni siquiera en las personas de universidad anotando en sus libretas, ni siquiera en la felicidad de mis compañeros. Pensé en Hongjoong, en su mensaje alentador, en la promesa que teníamos si ganaba, y quizás eso fue lo único que se materializó en la sonrisa que le mostraba a los demás.
Después, cuando regresamos a los camarines, celebramos un poco más, golpeteando los casilleros, pero nos detuvimos cuando algunos chicos del otro equipo entraron al lugar. Los miembros de mi equipo quedaron en silencio, y me levanté cuando ellos se acercaron a nosotros.
—Buen juego —dijo uno de ellos—. Por poco creí que ganaríamos —se rio, pero no dije nada, solo lo miré, alzando una ceja.
—Buen juego, también —respondí.
—Bien… —murmuró el mismo chico, parecía ser el capitán. Luego se rascó la nuca, mirando hacia el lado, chasqueando la lengua. Me miró—. ¿Sabes? Como creíamos que íbamos a ganar, habíamos organizado una fiesta, de todas maneras está irá igual, así que pensamos en invitarlos. Después de todo, es justo, ¿no creen?
Alcé los hombros. No parecían buscar problemas, y quizás los demás se dieron cuenta de eso, así que comenzaron a emocionarse.
—¿Cuándo es? —le pregunté.
—Mañana a las 9:30 pm. Te mandaré la dirección —miré a los demás, sus ojos brillaban y parecían pedir mi permiso para ir. Bueno, no es como si no lo mereciéramos, habíamos practicado tanto que pensábamos que nos íbamos a derrumbar en cualquier momento, así que, por ello, no le vi lo malo en asistir.
—Bien.
Intercambiamos nuestros números de teléfono y se fueron. Los demás comenzaron a hablar de eso, luego entró el entrenador y nos felicitó. Estaba pasando mucho en poco tiempo, ¿así es como se sentía ganar como si fuéramos de las grandes ligas? Después de todo aquello, nos fuimos al hotel a descansar. Estaba agotado. Mi padre me llamó y le conté la victoria, y solo me felicitó, sin mucho ánimo en su voz, tampoco es como si esperara algo diferente. Pensé en mi madre y sabía que ella reaccionaría mejor que él.
Cuando Mingi bajó a la sala principal con alguno de los chicos, yo me quedé en la habitación, solo con un objetivo en mente: llamar a Hongjoong. Aunque, quería alentarlo un poco, así que primero envié un mensaje.
«Regresaré el domingo al pueblo con un trofeo en las manos»
Minutos después, mi celular comenzó a sonar. Lo tomé y era él. Contesté.
—¡Seonghwa! —escuché al otro lado—. ¡Felicidades! Y Jongho no me dijo nada —murmuró, pero luego su tono cambió—. Muchas felicitaciones, Seonghwa.
—¿Estás feliz por mí? —pregunté, riendo.
—¡Por supuesto! Eso es grandioso, te haré un pastel cuando regreses, ¿qué sabor te gusta?
—Eh… —murmuré, eso me tomó de desprevenido—. No lo sé, ¿chocolate?
—Perfecto, lo tendré para el domingo —pero luego se quedó en silencio, apreté el celular en mis manos—. ¿O lo prefieres otro día?
—El bus llegará allá el domingo en la tarde, así que está bien.
—Genial.
—¿Qué haces ahora? —le pregunté, me levanté y miré por la ventana. Vi a los chicos entrar a una tienda de conveniencia.
—Veía una película.
—Pensé que me dirías que estabas estudiando.
—Si lo hice, pero ya terminé. Ahora veo Frankenstein —me reí—. Oye…
—Eres todo un nerd —no escuché nada tras la línea—, pero así eres lindo. ¿Y por qué veías eso? ¿No te da miedo?
—Frankenstein no es de terror. Bueno, no lo sé, no he leído el libro. Pero me dieron ganas de verlo, ya que saldrá una nueva versión, quiero verlo para tener una idea de la nueva que saldrá —me senté en la cama, miré el reloj en la pared y este marcaba las siete de la tarde en punto.
—Cuando regrese, deberíamos ver una película de terror para que así te asustes y me abraces —él se rio tras la línea.
—Puedo considerar esa propuesta.
Hablamos un poco más, y corté la llamada un poco antes de que Mingi entrara a la habitación. Me recosté en la cama y lancé un gran suspiró, miré el techo, con mi brazo tocando mi frente. Había sido un día cansado, pero valió la pena al final poder escuchar la voz de Hongjoong por unos minutos.
●●
El sábado por la mañana, algunos nos dedicamos a pasear por el centro comercial, durante un momento, me escapé y fui hasta una tienda de ropa interior. Dentro de esta había muchas mujeres, me sentí un poco avergonzado, pero no me fui. Caminé a la sección de lencería y, esperando no verme como un depravado sexual, miré algunos conjuntos.
—Buenos días, ¿te puedo ayudar en algo? —preguntó una vendedora. Tragué saliva.
—Sí, ummm… —murmuré, sin tener nada claro—. Es un regalo.
—¿Para tu novia? —la miré y asentí, sin pensarlo—. Bien, ¿tienes alguna idea de lo que le gusta? Podría también mostrarle algunos conjuntos si es mejor así.
Volví a asentir, y la seguí hasta una sección de la tienda. Había muchas cosas, me imaginé a Hongjoong en todas ellas, pero cuando vi unas bragas con encaje y tela transparente color negro con bordados de flores, simplemente no me pude contener, y lo compré.
Salí de la tienda con una bolsa que tenía la marca de la tienda. Claramente, no podía llegar con los demás con esa bolsa y, viendo en qué otra tienda podría entrar para poder comprar algo rápido, vi una librería a lo lejos, por lo que entré y me acerqué al mesón.
—Hola, ¿tienen Frankenstein?
Minutos después, salí de la tienda con una bolsa de la librería, dentro metí la otra y caminé hasta llegar donde los demás. Me preguntaron donde me había metido, pero cuando vieron la bolsa de la librería, solo les dije que había comprado algo para mi papá. Es como entonces pasamos la gran parte de la mañana, esperando a que fuera de noche para ir a la dirección que horas antes me había llegado al celular.
En la noche, cuando nos escabullimos del hotel, no era de esperarse que todos fueran a la fiesta, de todo el equipo, solo cuatro se quedaron en sus habitaciones, así que no me preocupe, al menos tendríamos a algunos de chicos que nos podrían cubrir. Y, de ese modo, llegamos al lugar que decía la dirección, era una casa a media hora del hotel en bus, la música ya se podía escuchar y tocamos la puerta, donde una chica con un potente labial rojo nos dejó pasar.
—¡Eh, si vinieron! —dijo el chico que nos invitó cuando nos vio.
Muy pronto todos nos esparcimos, algunos bebían, otros bailaban, otros se escabullían a otros lugares de la casa, yo me quedé en un rincón con los demás y un vaso en mis manos. En ese momento, hablaba con algunos de los chicos del otro equipo y unas chicas que iban al mismo instituto que ellos, eran agradables, así que no era una conversación incómoda.
—Ese chico de allí te mira mucho —me dijo San al oído.
Me fijé en la dirección que me indico y era cierto. Allí, en el sillón, había un chico que no me quitaba la mirada de encima. Cabello negro, cuerpo delgado, mirada intensa y algo más en esta que no me atreví a responder.
Pero, de alguna manera, la noche aún era joven, yo era joven, todos allí eran chicos de instituto bebiendo alcohol, fumando y, seguramente, teniendo sexo, algo no muy diferente a lo que hacía en el pueblo. Aun así, no me acerqué al chico, en cambio, él se acercó a mí. Me dijo su nombre, pero no lo recordaba, mencionó algo de ser hermano del capitán del equipo que perdió, pero no me importó.
Era el alcohol, mi vista nublada y mi cuerpo cegado por mis impulsos, lo seguí hasta una de las habitaciones que había en la segunda planta de la casa. Aún no caía totalmente en la inminencia del alcohol, estaba seguro en lo que hacía, porque lo seguí sin que me arrastrara. Algo me llevó a él, algo me atrajo a él que no sabía que era.
—Pensé que ibas a responder a mis miradas —murmuró, cuando entramos a la habitación, cerró la puerta y me empujó contra esta.
—Lo siento —le respondí.
Él sonrió, sacó algo de su pantalón trasero y lo puso en mi vista, era un preservativo. Y aún no contento con ello, se acercó a mí y me besó. Aquel chico era más bajo que yo, diría que media lo mismo que Hongjoong, lo toqué por encima de la ropa y parecía tener el mismo cuerpo de Hongjoong. Nos separamos por unos minutos y sus mejillas se pusieron rojas, al igual que Hongjoong cuando lo besé por primera vez, sus labios estaban brillantes, pero no su mirada, no tenía esos ojos de cachorrito, pero no me importó, lo tomé de la cara y lo besé yo esta vez.
Los besos de este chico eran diferentes, no eran tímidos, no estaban preocupados por hacer algo mal, eran más expertos, más salvajes. Metió su mano dentro de mi torso, tocando mis abdominales. Hongjoong ni siquiera había hecho la primera vez que me tocó. Pero pronto, mi mente se comenzó a aclarar, y me di cuenta de algo.
Él no era Hongjoong. Pero, aun así, no dejé de besarlo.
Notes:
hola!! muchas gracias por los 19 kudos! <3 espero que hayan disfrutado el capitulo ;) ya pronto veremos a seonghwa celoso, lo prometo!
Chapter 14
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Seonghwa
Besaba al chico desconocido como si no hubiera un mañana, hace ya dos meses que no tenía un encuentro así, tan rudo y rápido, tan desesperado. Que comenzó a abrumarme, pero no por sus acciones, sino por tener en mente a otra persona. Porque no podía pensar que era otra persona, mi mente no podía asociarlo con el rostro que tenía, con el cuerpo y voz que manejaba aquella persona, no cuando yo deseaba a otra.
Entonces volví a repetirme: no era Hongjoong.
Esas no eran sus manos que recorrían mi torso, no eran su boca besándome, no era nada parecido, porque tampoco esa era su alma. Y, cuando el chico trató de bajarme la cremallera de los pantalones, fue cuando lo detuve.
—¿Pasa algo? —preguntó, me miró sorprendido. A ese punto, saliendo de aquella atmósfera de calor, tomé mi chaqueta y me la puse, luego de subir mi cremallera—. ¡Hey!
—Lo siento, pero no puedo.
—¿Qué? —chasqueó la lengua, incrédulo—. ¿Es una broma?
—No —le respondí—. No puedo y no quiero.
Abrí la puerta y salí de la habitación. Ya no quería estar ahí, quería regresar al hotel y dormir, quería regresar al pueblo, quería regresar a la persona que estuvo ocupando mi mente todo el viaje.
—¡Oye! —él salió tras de mí, pero a ese punto ya no me importaba. Si encontraba la manera de volver al pueblo, lo haría de inmediato.
El chico me tomó del brazo, y lo pude ver bien, más bajo que yo, mejillas abultadas, labios marcados y rosados. Y, de aquella manera, pude entender el cómo me pude ir con él, estaba buscando en él a alguien que no estaba aquí. Pero, sabiendo que en otra ocasión no me hubiera importado y probablemente ya hubiéramos acabado todos los preservativos que haya traído, esa vez, me sentía atado a algo que sabía que era, y que me impedía poder tomarlo como hubiera hecho al igual que otras tantas veces.
—Qué mierda… —murmuré, pero él se veía furioso. Me solté con brusquedad y eso pareció enojarlo más.
—¿Qué mierda tú? ¿Me dejas así como si nada? —los demás nos miraron, y a ese punto estaba perdiendo la cabeza—. ¿Quién mierda te crees?
—¿Qué está pasando? —preguntó el capitán del otro equipo, pero cuando vio al otro chico cerca de mí, sus ojos se agrandaron de sorpresa, luego frunció las cejas como si él también estuviera a punto de echar humo por las orejas—. ¿Qué haces aquí y por qué no estás en casa?
—Hermano… —murmuró el otro chico. Solté una risa pequeña, incrédula. Esto no podía estar pasando.
—¿De qué mierda te ríes? —preguntó el capitán del otro equipo, si no mal recuerdo se llamaba Dojae, pero poco me importó en ese momento.
—Yo me largo de aquí —mencioné, luego vi como los miembros de mi equipo se acercaban a ver el escándalo.
—¿Le hiciste algo a mi hermano? —preguntó, pero hice una mueca, alcé una ceja y no dije nada, estaba cansado y un poco borracho como para responder algo tan estúpido. Pero cuando tuve la intención de salir de allí, él me detuvo—. Oye, te estoy hablando.
No sé cómo es que comenzó todo, quién realizó el primer golpe, quien dijo la primera ofensa, pero cuando retomé la conciencia en donde estaba parado, aquel chico, Dojae, me había golpeado. Sentí un poco de sangre salir de mi labio, estaba en el suelo y me levanté, él me miró, con el ceño fruncido, molesto, y su hermano estaba detrás de él, gritándole algo mientras lo tomaba del brazo y, viendo su expresión, parecía preocupado.
Alguien me tomó del brazo y me levantó, no me fijé quien era, estaba un poco aturdido y confundido por la situación. Algunos de los chicos golpearon a los del otro equipo y mientras ellos estaban en el suelo, aprovecharon para escapar. Otro me sostuvo del otro brazo y corrimos hacia afuera de la casa. Supuse que nos persiguieron, porque doblamos varias esquinas hasta perderlos y, en un callejón, me soltaron para poder tomar aire.
—Seonghwa —dijo Yunho a mi lado, apoyado en la pared, con sus manos en sus piernas, recuperando el aire—. ¿Qué hiciste con ese chico?
—Me la quería chupar y no lo dejé.
Se llevó una mano a la cara y los demás me miraron. Y, sin previo aviso, vomité en el suelo del callejón, dándome cuenta que había bebido más alcohol de lo que pensé. Estaba seguro que mañana me dolería la cabeza como el infierno, al menos en ese momento mi nivel de borrachera había bajado un poco.
—Ya vámonos —dije, luego de limpiarme la boca con la manga de mi hoodie.
—Deberíamos ir a una farmacia primero —dijo San, quitándose el sudor de la frente por haber corrido.
Aún sentía como de mi labio se asomaban gotas de sangre, miré a los demás y tenían la ropa desarreglada, sangre en cejas, labios y seguramente algún lado hinchado por los golpes. Parecía una escena de peleas de pandillas, y me quise reír como psicópata, pero el ambiente simplemente se relajó cuando se largaron a reír.
—Busquemos una farmacia —mencioné, recomponiéndome para salir del callejón.
Yunho me tocó la espalda, dándome unas palmadas suaves, como si todo el terror ya había pasado, y yo ni en cuenta estaba por todo el alcohol que bebí, porque ni siquiera sabía cómo estaba, sentí un ardor en la mejilla derecha y algo mojado en la ceja. Y si estaba tan mal como pensaba, no me sería posible presentarme de aquella manera ante Hongjoong cuando llegara al pueblo.
Hongjoong me preguntaría, y tendría que contarle todo, incluso que besé a otra persona, con la idea en mente de que era él.
Estaba a nada de perder la cabeza.
Hongjoong
Por más que quería distraerme con lo que habitualmente hacía, desde que Seonghwa fue a Busan por lo de su juego, no fui capaz de volver a mi rutina que tenía antes de que llegara él a mi vida. Porque, si abría mi cuaderno para estudiar, no podía, si quería leer algún libro, no podía, si me sentaba en mi escritorio a hacer algunas tareas, no podía.
Y eso era exactamente lo que más temía cuando Seonghwa me pidió ayuda en la biblioteca hace dos meses atrás.
Era totalmente consciente de toda esta situación, pero el camino que estaba tomando lo elegía mi corazón, en contra de mi voluntad, totalmente sometido a lo que aquel órgano bombeante decidía, siendo la primera vez que mi cerebro no estaba tomando las riendas de mi cuerpo.
Aquel día domingo, desperté temprano para poder hornear el pastel que le prometí a Seonghwa. Mi abuela me vio en la cocina y le comenté la situación, entonces ella solo sonrió y me dejó allí, con el bizcocho, el horno y las decoraciones a mi disposición. Estuve toda la mañana horneando y al medio día tenía todo preparado. Seonghwa me dijo que llegaría durante la tarde, así que durante la espera, traté de relajarme, pero no pude.
Mi mente solo podía recordar lo que me había dicho días antes, hice mi propia investigación y miré páginas de venta de ropa interior femenina que, simplemente, me tuvo pensando cómo me vería en ellas, y era extraño. Y mucha de la ropa parecía incómoda. Esa vez, apagué mi computador, tratando de alejar eso de mi mente, después de todo, era solo ropa, y Seonghwa no me había dicho nada de eso desde que lo planteó, así que estaba bien.
Pero, esperar era una tortura, y no entendía del todo el porqué era así. Me sentía ansioso, al igual como cuando ordeno algo por internet y me llega un correo diciendo que durante el día me entregarán el paquete, al igual que cuando voy a comprar a un lugar donde hay que sacar un número para que te atiendan, porque no sabes en qué momento o minuto llegara el turno para que te atiendan, de que llegue el paquete, o de que Seonghwa regrese al pueblo.
Y quizás estaba tan inmerso en cómo mi corazón estaba intranquilo con el momento de su llegada que no me percaté en cuanto mi puerta fue abierta y un chico alto, de ojos cafés y sonrisa radiante apareció al igual que se asoma el sol en las montañas durante la mañana en el comienzo en un nuevo día.
Me quedé mirándolo, pensando que estaba soñando.
—¿No me saludarás? —preguntó, abultando los labios.
Pero, en cambio, yo me levanté de mi cama y lo abracé. Era estúpida la manera en que lo extrañé, y eso que solo fueron tres días, pero estaba tan acostumbrado a su presencia y la idea que lo tenía a 20 minutos caminando, que saber que estaba en otra ciudad se sintió como el infierno.
—Oh —murmuró él, pero sentí que luego de eso sonrió—. ¿Tanto así me extrañaste?
—¿Por qué no me avisaste que ya habías llegado? —evité su pregunta con otra, pero lo escuché reír contra mi cabeza.
—Quería que fuera una sorpresa.
—Y el viaje fue largo, deberías haber descansado un poco en tu casa.
—Fui a mi casa a dejar mis cosas y saludar a mi papá —mencionó, como si fuera lo obvio—. Pero quería verte —me separó de él, extendiendo sus brazos contra mis hombros—. Estaba ansioso por verte.
No se necesitaron más palabras cuando sentí sus labios contra los míos y sus manos en mis mejillas como si no quisiera separarse de mí, como si fuera algo que estuviera esperando por tanto tiempo que me mareó. Luego de aquello, nos separamos con una sonrisa en nuestros rostros.
—¿Cómo estuvo? —le pregunté. Él me miró, sin decir nada, pero luego una sonrisa apareció en su rostro, como si estuviera recordando lo ocurrido en el viaje.
—Sí, bien. El instituto de allá era más grande que el de nosotros, y el gimnasio también, los asientos de las gradas eran reclinables. Y, bueno, además de que ganáramos —soltó un suspiro, y me miró—. ¿Sabes? Allá tenían una mascota y animadoras, y nosotros nada de eso.
—¿Te gustaría que tuvieran eso?
—No lo sé —lo pensó un poco—. No lo veo necesario —pero luego una sonrisa apareció en su rostro y lo miré un poco confundido—. ¿Sabes qué? Si tuviéramos porristas, me gustaría verte a ti en esos shorts cortos y pompones animando el entretiempo del juego.
Abulte los labios, estaba jugando conmigo de nuevo. Él comenzó a reír y le golpeé levemente el pecho.
—Deja de decir tonterías así —le dije, avergonzado.
—¿Por qué? Te verías muy lindo.
—¿Primero lo de la lencería y ahora esto?
Y su rostro se iluminó, como si le hubiera recordado de algo.
—Hablando de eso… —comenzó—. ¿No quieres ver lo que te compré?
Supe a qué apuntaba, me crucé de brazo y lo desafié con la mirada, y él pareció entender mi postura.
—Te dije que para que yo usara eso tendrías que ganar el juego y sacar un excelente en el examen de matemáticas.
—Ya di el examen y estoy seguro que me fue bien.
—Eso no es suficiente —él abultó los labios y puso los ojos como un perrito—. No me mires así, Seonghwa. Seguramente la próxima semana te entregan la calificación y ahí veremos.
Seonghwa tomó mi rostro y me dio un pequeño beso en los labios, donde se rozaban sin necesidad de algo más. Pero, luego de eso, y algo que nunca había hecho antes, fue que me dio otro beso, pero en la punta de la nariz. Todo sistema dentro de mí se descolocó como si fuera una pieza difícil de encajar, todo en mí cayó como piezas de ajedrez, como la nieve repentina en diciembre, y mi corazón comenzó a latir como loco.
—Será como tú quieras —dijo, con su voz calmada, con ese tono comprensivo, que me tenía loco, porque era un todo que solo lo escuché usar conmigo, y me pregunté si era algo especial para que sucediera algo así.
¿Qué era todo esto? ¿Por qué se sentía tan bien cuando Seonghwa me hablaba así? Cuando me dio ese beso en la nariz, cuando lo primero que hizo al llegar al pueblo fue venir a verme. Tenía ganas de llorar, tenía un desborde de emociones que no me cabía en el corazón, y sabía que en cualquier momento iba a explotar. Tenía ganas de volver a abrazarlo, de sentir su tacto cerca del mío, tenía ganas de besarlo, de tocar su mano y caminar por el bosque hacia el río, de nadar en él y perdernos entre la tarde y las nubes naranjas avecinando la noche. Quería que me tocara, que me dijera cosas bonitas, que me besara por el cuerpo, que me follara.
—¿Quieres probar el pastel que te horneé? —él me miró y asintió, con una sonrisa radiante en su rostro.
—Estoy ansioso por eso.
Tomé su mano y bajamos las escaleras. No había nadie cerca, así que entramos a la cocina sin problema, sin que nadie nos molestara en el camino. Saqué el pequeño pastel del refrigerador y lo dejé en la mesa, estaba guardado en una caja, así que busqué un cuchillo y luego abrí la tapa de la caja. Lo miré, pero sus ojos estaban en el pastel, estos brillaban, al igual que su sonrisa. Algo dentro de mí se sintió bien.
—¿Qué tal? —pregunté—. Te daré de probar.
—Es lindo —me dijo, luego me miró—. Me gustó el dibujo de balón de baloncesto que hiciste.
Lo partí y le di un trozo. Él con un tenedor sacó un poco y se lo llevó a la boca. Y su expresión fue exactamente la misma que tantas veces imaginé que iba a hacer mientras lo horneaba. Hizo un gesto, cerró los ojos y sonrió.
—Está delicioso —dijo, con la boca llena—. Dios, Hongjoong, realmente está increíble.
—¿Te gustó? —pregunté, nervioso.
Asintió.
—Me encantó. La combinación del chocolate con la mermelada de frambuesa y los trozos de arándano le dan el toque —sonreí, porque de alguna manera, su aprobación se sentía como la mejor de las victorias.
Él ganó el juego en Busan y yo su sentido del gusto por mis postres.
—Creo que la victoria no la tuve solo una vez —dijo, mirándome a los ojos. Sentí las mejillas calientes y esquivé su mirada. Lo escuché reírse, quizás de la situación, de mi acción, pero su risa no se sintió como si estuviera molestándome, era genuinamente una risa animada, de esas que invitaban a no sentirme avergonzado, de esas que no me molestaría escuchar una vez más.
Nos llevamos el pastel a mi habitación y vimos videos de recopilación de caídas en mi cama con mi laptop en nuestras piernas. Apoyé mi cabeza en su hombro con temor de que no me dejara, pero solo vi su sonrisa de reojo y supe que no había problema en que fuera así, en que me sintiera así.
Seonghwa era un sentimiento más que descubrí revoloteando en mi corazón y mente. Y se instauró como si fuera un candado, del cual perdí su llave. Y que, por alguna razón, no tenía intención de buscar.
●●
Al primer receso, fui a los baños abandonados del tercer piso como era habitual, y de esa misma manera, Seonghwa ya me estaba esperando allí. Lo abracé cuando lo vi y me tuve que poner de puntillas para poder rodear su cuello.
Seonghwa era alto, no tanto como algunos de sus amigos o compañeros de mi clase, pero sí lo suficiente como para ser más alto que yo. Me gustaba esa diferencia, me sentía como en las novelas románticas cliché que leía a las dos de la mañana de un sábado. Todo lo que estábamos viviendo se sentía así, y no me molestaba, porque lo que alguna vez creí que solo sería algo que leería en el papel, de pronto lo comencé a vivir en la vida real. Y se sentía tan bien.
Me despedí de él con un pequeño beso en los labios y salí primero de los baños abandonados. La campana sonó cuando llegué al primer piso y caminé hacia el salón de clases. Allí, me senté en mi pupitre y saqué mi cuaderno y libro que tenía bajo la mesa, los dejé sobre esta esperé a que llegara el profesor. Nos tocaba matemáticas, y el profesor siempre se demoraba unos minutos en llegar, así que simplemente abrí el libro y busqué algunos ejercicios para repasar.
—¡Hongjoong! —fruncí el ceño y alcé la vista, frente a mí estaban Ryeoun y Woncheol, ambos del equipo de baloncesto del instituto. Ryeoun se apoyó en mi mesa y siguió hablando—. Oye, el sábado habrá una fiesta por la victoria del equipo de baloncesto en Busan.
Woncheol golpeó levemente su hombro.
—¿Qué? —le preguntó Ryeoun, pero luego volvió a mirarme.
—Sí, escuché que ganaron. Felicidades —sonreí un poco—. ¿Es la de Halloween?
—No, está es otra —mencionó Woncheol—. Es en mi casa. Además, Halloween es en tres semanas.
—Oh... —murmuré, poco interesado en el asunto.
—Estás invitado —me dijo Ryeoun, pero por la expresión que puso supe que no le hizo gracia que me invitaran. Lo que él no sabía, es que no me interesaba, así que solo asentí y seguí en mis cosas—. ¿Iras?
—Creo que veré —mencioné—. Las fiestas no son algo de mi estilo, pero lo pensaré. Gracias.
Eso pareció tranquilizar a Ryeoun y fue hasta otros estudiantes para avisarle sobre la fiesta. La única vez que fui a una, no me pareció la gran cosa, o quizás era porque no estuve tanto tiempo en ella, mis recuerdos solo me llevaban a Seonghwa besando a Mikyeong, y si eso sería algo que pudiera volver a pasar, prefería quedarme en casa.
Para el segundo receso, me encontré con Seonghwa en la biblioteca, en uno de los tantos estantes que llevaban casi al techo, y en los que nos refugiamos para besarnos un poco. Pero, en ese momento, estábamos sentados en el suelo de uno de los pasillos de la hilera de estantes, y yo con un libro de arte en las piernas, viendo algunas pinturas.
—Seonghwa —mencioné, y él me miró—. ¿Los miembros del equipo de baloncesto harán una fiesta? Ryeoun me invitó.
—Ah, eso… —murmuró, se rascó la nuca y se apoyó en el estante que estaba tras él—. Sí, pero no pensaba ir. Ese día mi papá no estará en casa, irá a Seúl a ver a mis tíos y abuelos, yo me quedo porque la próxima semana hay entrega de un trabajo y cuando le mencioné eso dijo que era mejor que quedara a hacerlo —luego Seonghwa sonrió—. Aunque, en realidad, era una excusa para que nos quedáramos juntos, te iba a decir que pasaras la noche conmigo. Pensé en que hiciera una pijamada y viéramos películas, cosas así.
—Ah…
—¿Por qué? —frunció el ceño—. ¿Querías ir a la fiesta? Si quieres, podemos ir.
—Es solo que… —murmuré, recordando la vez pasada—. Pensé que si llegara a ser como la otra vez…
—No —me interrumpió—. Te aseguro que yo. Ella no me gusta, fue solo el juego.
Asentí.
—Vamos a la fiesta —me dijo, lo miré con los labios abultados—. Tenemos más días para vernos, las fiestas no duran para siempre y, además, quizás sea divertido.
Él se acercó a mí y comenzó a besarme el cuello, pero me quejé, lo empujé levemente mientras reía, y Seonghwa se detuvo segundos después.
—Seonghwa —me quejé—. Estamos en la biblioteca.
—¿Y eso qué? —volvió a querer atacar mi cuello, pero me alejé un poco—. Bien, ¿iremos a la fiesta o no?
Asentí, no muy convencido, pero era cierto. ¿En qué momento tendría oportunidades así? Un chico del equipo de baloncesto me invitó, cosa que no había pasado antes, en realidad Ryeoun nunca fue indiferente conmigo, era de los pocos que me saludaba cuando se cruzaba conmigo y no parecía que lo incomodara. Pero, recordé la mirada de Woncheol, seria y sin ninguna expresión de amabilidad, casi como si le molestara que considerara el ir. Él, entre otros, era de los que fingía que yo no existía. Aunque, de todas maneras, no me importaba. En ese momento, a la altura del año y de mi propia existencia, tenía a alguien que sabía quién era yo, que me había besado, no le molestaba mi presencia y siempre me escuchaba, quien me tomaba de la mano cuando nos veíamos, que me abrazaba por la cintura, que podía permitirse sentirse protegido y mimado a la vez. Entonces, el resto no me importaba, porque era Park Seonghwa quien ocupaba mis pensamientos.
—Iré con Jongho —Seonghwa sonrió.
—Sí, mejor —me acarició el cabello—. No sería agradable que alguien se enterara de nosotros, porque no te dejarían en paz, y a mí tampoco. Nadie. Sabes como son chismosos y habladores, y no quiero que nadie hable mal de ti solo porque te ven conmigo. Tú eres mucho más que eso, y me importas, Hongjoong.
No sabía cuánto le importaba a Seonghwa, sus palabras calaron tan profundo en mi corazón que me dieron ganas de llorar. ¿Cómo era posible que él me dijera esas cosas? Porque, cada sonido que salía de su boca, cada cosa que decía refiriéndose a mí, a como me ve, me era imposible no mirarlo más allá que un amigo y, a ese punto, sentados en el suelo en uno de los pasillos de la biblioteca, rodeado de libros, de las cosas que me gustaban a mí, con él en este espacio que sabía que no era el favorito de él, pero que él estaba aquí, por mí, porque en ese momento supe que Park Seonghwa me gustaba.
Me gustaba como me tocaba, como sonreía por mí, cuando siempre me buscaba para estar algunos minutos conmigo, me gustaba cuando no hacíamos más que hablar sobre cosas variadas, cuando las manos y besos no eran algo necesario, pero también me gustaba cuando si era necesario. Me gustaba él, todo de él, su risa, su humor, su sentido irónico de ver la vida, de sus quejas, de cómo arrugaba la nariz cuando comía de los postres que horneaba, de como me alentaba a salir de mi zona de confort, de como me hacía entrar a su mundo.
Pero, cuando la campana nuevamente sonó, me dio un beso en la mejilla y dijo que se iría primero, me pregunté si tenía que ocultar esto que sentía por él. Nadie lo sabía más que yo, pero ¿qué podría cambiar si todo el mundo supiera? ¿Qué diferencia habría entre nosotros si pudiera ser más claro en esta turbulenta neblina que me mantenía tanteando el aire sin encontrar las paredes? Es como si mi amor tuviera que estar encriptado.
Y, aunque tenía esas dudas flotando en todo mi cuerpo, deseche cualquier idea que pudiera tenerme atrapado a la incertidumbre, me levanté del suelo, y salí de la biblioteca a mi última clase.
●●
Jongho se sorprendió cuando le manifesté que quería ir a la fiesta, no me preguntó nada más y simplemente me fue a buscar a las nueve. Íbamos con su grupo de amigos por las calles ya frías del pueblo, hacia la casa de Woncheol. Sus amigos hablaban animadamente, pero yo no me incluí en su conversación, solamente pensaba en qué haría cuando llegara allá.
A una cuadra, se escuchaba la música siendo amortiguada por las paredes de la casa de Woncheol, Jongho entró primero y yo de los últimos. Dentro de la casa, todo parecía seguir el mismo ritmo que la vez pasada. Gente bebiendo, hablando, riendo entre ellos, vasos regados por todas partes. Gente besándose sin parecer un show obsceno. Seguramente Woncheol habría dado las reglas antes de.
Me separé de Jongho y su grupo de amigos cuando me dio sed, así que fui a la cocina y, desde allí, le envié un mensaje a Seonghwa para decirle que ya estaba allí. Vertí un poco de agua en un vaso y lo bebí, hasta que sentí que alguien tocó mi vientre con su dedo, como si quisiera picarme con él.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —era Mikyeong y, al lado de ella, su mejor amiga. A ambas las saludé.
—Fue de imprevisto.
—¿Qué bebes?
—Agua.
—¿Qué? ¿No bebes alcohol? —negué.
—Bueno, me da miedo prepararlo mal.
Ella solo me miró y, sin decir nada más, tomó mi vaso y vertió algo de lo que supe que era y coca cola.
—Pruébalo, debería estar suave, pero aun así sientes el alcohol —bebí un poco y era verdad, no era fuerte, la coca cola se mezcló bien y, a decir verdad, no estaba nada mal.
—Gracias.
Hablamos un poco más entre los tres y luego se fueron, seguí esperando a que Seonghwa me dijera algo, pero parecía que aún no veía el mensaje y, cuando me decidí por salir de allí, choqué con un cuerpo más alto que yo, alcé la vista y pareciera como si detrás de su nuca saliera el sol, es como si toda la cocina se iluminara por su presencia y una sonrisa apareció en mis labios.
—Aquí estás —dijo Seonghwa al verme.
—Aquí estoy —le respondí, con las mejillas rojas y el vaso en la mano.
—¡Chicos! —escuché la voz de Ryeoun detrás Seonghwa—. Vengan a jugar con nosotros, nos falta gente.
Seonghwa y yo nos miramos, y rechazar parecería sospechoso, así que lo seguimos hasta una sala donde había personas sentadas en círculo, con una botella en el centro.
Oh no.
Seonghwa se sentó primero y yo al otro extremo, frente a él, entre las personas que estaban allí, solo reconocí a dos chicas de mi clase y a Woncheol, que estaba sentado a un lado de Seonghwa. Tragué saliva. Miré a Seonghwa y él también a mí, como si ambos supiéramos lo que ya iba a pasar.
No quería ver a Seonghwa besar a otra persona, no de nuevo, no quería estar allí sin poder hacer nada, no quería que los demás me vieran como si fuera un bicho extraño porque justamente las personas que me reconocieron era con quienes nunca hable, con quienes me miraban como si no fuera hábil de pertenecer en ese mundo. Y que, seguramente, pensaban que ¿qué hacía este chico nerd en una fiesta y, precisamente, en este juego?
Maldita sea, quería salir de ahí.
Ryeoun fue el primero en girar la botella, dijo algo y le lanzó besos a una chica y ella hizo gestos de vómito, riendo divertida, y con eso, pensaba en idear algún plan para salir de ahí. Claramente, las fiestas no eran lo mío y hubiera deseado decirle a Seonghwa ese día que si quería pasar la noche con él en su casa.
Cuando la botella se detuvo, nadie dijo nada, Seonghwa me miró con los ojos abiertos, apoyó una de sus manos en el suelo como si quisiera levantarse, sus ojos ya no brillaban, estaban opacos como si de repente todo se hubiera apagado en él, encendiendo otra cosa que no supe descifrar, y fue como entonces que me di cuenta de lo que estaba pasando cuando todos me miraron.
La botella estaba apuntando hacia mi.
Notes:
así que se revela la verdad, seonghwa no tuvo nada más con ese chico, pero hongjoong besará a su compañero de clases?
muchas gracias por sus comentarios! me pone feliz que les guste este fic <3, generalmente cuando escribo escucho música, así que seguramente en algún capitulo mencione alguno que sea ideal que escuchen mientras leen, nos vemos en la próxima <3
Chapter 15
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Seonghwa
Todo mi sistema pareció tener un cortocircuito cuando la botella terminó apuntando a Hongjoong. Las llamas dentro de mí comenzaron a crecer y sentí algo inexplicable en todo el cuerpo que me mantuvo mirando fijamente a Hongjoong y Ryeoun. Ellos estaban sentados al lado del otro, Ryeoun claramente lo veía como un juego, pero al ver los ojos de cachorrito asustado de Hongjoong, supe que para él no, pero no sabía la razón.
—¡Beso, beso, beso! —gritaban los demás a mi alrededor. Y eso me enfureció más.
Tenía ganas de levantarme, tomar la mano de Hongjoong y salir de allí. Tenía ganas de callar a todos con tomar su rostro y besarlo, demostrarle a los demás que solo yo era quien podía hacerlo. Pero me contuve, con toda esa molestia creciendo en mi estómago, en mi corazón y mente.
—¿Es tu primer beso? —le preguntó Ryeoun, Hongjoong no respondió, solo lo miró, como eso fuera suficiente para darle una idea, pero la verdad solo lo sabíamos él y yo, y por más que Ryeoun quisiera creerse un héroe por darle el primer beso a su compañero nerd, yo ya había tomado ese puesto meses atrás—. Seré gentil.
No debería molestarme, Hongjoong y yo no éramos nada, yo solo actuaba por conveniencia propia, actuaba para que él no escapara tan fácil de mí. Pero, ¿por qué me sentía enfurecido de solo ver como Ryeoun se acercaba a Hongjoong de esa manera? Él no estaba haciéndolo porque le gustaba, sino por ese estúpido juego de la botella, para después estar en la boca de los demás por haberlo besado.
Quería quitar sus manos de Hongjoong, porque no me agradó la forma en cómo tomó su quijada y se acercaba a él, quería salirme del juego e irme lejos, quería hacer tantas cosas, pero ninguna de esas era poder reclamar a Hongjoong, porque ante los ojos de los demás, nosotros no éramos cercanos.
Y, seguramente, mi expresión facial cambió por completo cuando Ryeoun rozo sus labios con los de Hongjoong, para luego atrapar el inferior y comenzar a besarlo. Todos gritaban alrededor de nosotros, más gente llegó para ver el espectáculo y mi sangre hirvió cuando Hongjoong le siguió el ritmo, sus ojos cerrados, su mano contra el pecho de Ryeoun; era como si él también lo estuviera disfrutando.
No podía más, pero no podía apartar la vista. No quería verlos, pero ahí estaba, mi mirada fija en sus labios moviéndose como si no fuera la primera vez. Quizás mis nudillos ya estaban blancos a ese punto, porque no tenía de otra forma quitar la rabia que estaba sintiendo. Y, sin querer hacer un problema por ello, me contuve a mí mismo y me levanté, me abrí camino entre las personas para salir de allí y me dirigí a la parte trasera de la casa. Me encontré con personas fumando cigarro cerca de la entrada a la cocina y me acerqué a ellos para pedirles fuego. Cuando encendí un cigarro, me alejé y me apoyé en la pared de la casa, mirando hacia el bosque, que esta casa estaba a solo cinco metros de este.
Era una estupidez, ¿cómo era posible que me pusiera de esa manera? Pero, por más que quisiera pensar en otra cosa, mi cerebro solo reproducía el cómo Hongjoong y Ryeoun se besaban frente a mí.
Tiré el cigarro al suelo y lo pisé para apagarlo y, al igual que este, la fiesta se apagó para mí. Regresaría a mi casa, tomaría una ducha y me iría a la sala a ver televisión. Mi padre no estaba en casa, así que no se enojaría si pusiera el volumen algo, o si pusiera música y sacara un poco de su cerveza del refrigerador, y si me bebiera todas las latas, o si fuera a alguna tienda a comprar más. No le importaría, no estaba en casa, así que rodee la casa y me fui del lugar.
La luna en el cielo estaba brillante, los faroles iluminaban las calles y me permitían saber en qué parte del barrio estaba. Miré mi celular y ni siquiera eran las doce de la noche, cuando normalmente me iba a casa después de las cuatro de la madrugada. Bueno, tiempo en soledad para mí, supuse.
—¡Seonghwa! —me detuve, pero no quise girar para verlo. Sabía que era él, tras de mí, esperando a que me girara para verlo, para decirle algo, para que él pudiera darme alguna explicación y excusarse con que era el juego. Sin embargo, me di la vuelta.
Hongjoong estaba frente a mí, parado bajo la luz de un faro, aun así sus ojos brillaban, pero no por de sorpresa o felicidad, no tenía esa sonrisa tan radiante, en cambio, tenía los labios apretados, sus cejas formando una interrogante, cómo hubiera allí algo que no estaba siendo capaz de descifrar, o que simplemente no quería saberlo.
—Creí que te quedarías —le dije, sin acercarme a él. La distancia era abrumadora.
Hongjoong negó, y se acercó a mí.
—Lo siento —murmuró, mirando al suelo—. No supe cómo escapar de ahí y ahora yo… me siento tan mal. No debería haber pasado, lo sé, tenía que haberme detenido o alejado, y sé que es mi culpa así que si lo ves así lo entenderé. Si no quieres verme nunca más yo… lo entenderé, Seonghwa.
Suspiré.
—No —comencé—, no es eso. No pienso así, es solo que… me sorprendió —sonreí, con la esperanza de tranquilizar el ambiente. No podía enojarme por algo así, por más que me molestara, no podía perder a Hongjoong, me estaba yendo tan bien en lo académico como para tirar todo por la borda solo por una actitud estúpida de mi parte.
Toqué sus hombros y él me miró, sus ojos brillaban por las pequeñas lágrimas que amenazaban por salir, y me compadecí de él.
—Ni siquiera debí haber venido en primer lugar.
—Oye —tomé su quijada y lo miré a los ojos—. No te pongas así, no está mal experimentar estas cosas. Es normal que pase.
—Me da miedo que hablen de mí después de esto.
—No creo que Ryeoun lo haga, no es esa clase de persona. Y, aunque fuera así, no temas, me encargaré de que mantenga la boca cerrada.
Hongjoong sonrió un poco y luego me abrazó, y eso se sintió como sostener el mundo entero. Apoyé mi cabeza en su cuello y todo alrededor desapareció, pero un faro que comenzó a parpadear nos sacó de aquel momento. Lo miré a los ojos y ya no parecía consternado.
—No quiero volver a la fiesta —murmuró. Abultó los labios y me dieron ganas de besarlo.
—¿Quieres ir a mi casa?
Hongjoong asintió. No hubo más inquietudes ni preguntas por su parte, así que caminamos hacia mi casa, con conversaciones monótonas y cargadas por las consecuencias del evento que pasó hace quince minutos. No iba a culparlo, no tenía derecho de reclamarle algo, así que simplemente no me referí más al tema.
Cuando llegamos, Hongjoong entró de manera tímida, como si fuera la primera vez entrando a mi casa, como si fuera un intruso. Cerré la puerta tras nosotros, encendí la luz de la sala y me giré para verlo, él estaba detrás de mí, como si fuera un cachorrito que había rescatado recién de la calle.
—¿Qué pasa? —le pregunté, pero él se quedó allí, sin tener intención alguna de moverse—. Ya viniste una vez.
—Sí, solo que es… raro.
—¿Es por lo que pasó en la fiesta? —me miró, pero luego de unos segundos asintió. Yo suspiré—. No puedo recriminarte por algo así Hongjoong, sería hipócrita de mi parte.
—¿Por qué? —frunció el ceño. Bien, estaba a punto de contarle. No había vuelta atrás; si no lo hacía, no podríamos equilibrar lo que él hizo, y no sabía si me iba a creer, al menos tenía testigos, pero, de todas formas, no quería que se sintiera mal, si es que mi confesión no fuera a provocarlo.
—No tiene sentido —le dije—. Hongjoong, no deberías sentirte mal por besar a otra persona. No somos pareja… aún, y no estoy en condiciones de reclamarte nada porque yo no he sido completamente honesto contigo, y entiendo que sientas lo que estás sintiendo ahora por besar a otra persona porque yo también lo sentí —me miró, sin decir nada, sin emitir ni siquiera un mísero sonido—. Hongjoong, yo besé a alguien en el viaje a Busan. Era un chico de una fiesta. Pero solo fue eso, de verdad, y me sentí tan mal que no quería decírtelo, porque no quería romper esta confianza, este vínculo que estamos teniendo, no por una estupidez de la cual después me arrepentí. No me gustó, porque no eras tú, sus labios no eran los tuyos, y eso me hizo sentir aún peor.
Pestañeó, procesando lo que le acababa de decir. Esperé lo peor y que me insultara por ocultarle eso, podía entenderlo, porque quizás no estaba siendo muy convincente, quizás mi actuación le estaba comenzando a parecer un chiste. Sin embargo, Hongjoong solo me abrazó.
—Está bien —dijo—, no me voy a molestar, tampoco tengo derecho. Solo… ¿Podemos olvidarlo?
Tomé su rostro para que me viera y asentí, luego tuve la intención de besarlo, pero me esquivó.
—¿Qué ocurre? ¿Es por lo de la fiesta? —le pregunté, pero Hongjoong negó.
—No es eso —alcé una ceja—. Es que hueles a cigarro.
—Ah… mierda —murmuré—. Lo siento, me iré a lavar los dientes —me separé de él y fui hasta el baño. Me lavé los dientes y luego fui a mi habitación a cambiarme de ropa por algo más cómodo y libre del olor a nicotina.
Cuando regresé, Hongjoong estaba sentado en el sillón, con sus manos sobre sus piernas y la espalda derecha esperando por mí. Sonreí al verlo así.
—¿Quieres que te preste algo de ropa? —se giró para mirarme—. Si vas a dormir en mi casa, no creo que unos jeans sean cómodos.
Hongjoong asintió, caminamos a mi habitación y busqué ropa cómoda, él fue al baño a cambiarse y yo a la cocina para preparar algo. Estaba hambriento y seguramente que Hongjoong también. Toda la tensión de la fiesta y lo ocurrido solo estaba haciendo las cosas difíciles, no quería que estuviéramos incómodos, no cuando ya lo tenía a mi lado.
Más tarde, la cena estaba preparada y Hongjoong con ropa más cómoda, nos sentamos en la mesa, uno al frente del otro, con un plato de espaguetis y salsa de tomate. Quizás no el gran banquete, pero era lo más rápido de hacer y yo no tenía muchas ganas de cocinar, solo de quitarme el hambre que tenía encima.
—¿Qué quieres hacer después? —le pregunté, cuando estábamos ya por terminar de comer.
La incomodidad en el aire era palpable y estaba comenzando a molestarme. ¿Qué tan difícil era volver a lo que éramos antes? Y todo por un estúpido beso.
—No lo sé… —murmuró, terminó de comer y dejó los palillos en el plato—. Lo que sea está bien para mí, solo quiero estar contigo.
Aún podía sentir el arrepentimiento en su voz, y a pesar de que podía aprovecharme de la situación, verlo frente a mí, encogido de hombros, evitando mi mirada y, de alguna manera, queriendo complacerme por el día, me destruyó. Pude haberlo hecho, pero no lo hice. No tenía ganas, algo en él hizo detener todo ese plan malévolo que estaba manejando desde que me acerqué a Hongjoong, quizás era la situación en sí o el hecho que se veía vulnerable frente a mí, y aquello sólo nació de mí unas ganas de abrazarlo, de besarle la frente y recostarme en la cama junto a él sin la necesidad de algo más.
¿Qué se supone que debía hacer cuando era eso y no querer persuadirlo para que me haga el trabajo de literatura?
—Bueno, yo solo tenía planeado comer algo y luego ir a mi habitación, ver algo en la televisión y dormir, no tenía contemplado que vinieras, así que…
—Por mí está bien —sonrió un poco, y eso alegró mi corazón.
—Genial —tomé su plato y lo dejé encima del mío, ambos vacíos—. Hay un cepillo de dientes nuevo en el segundo cajón en el baño, también hay toallas limpias en caso de que quieras ducharte y… no tengo jabones con esencias, así que lo siento.
Hongjoong asintió, se levantó de la silla y caminó hasta el baño. Suspiré y me levanté también, lavé los platos, los sequé, los guardé, y cuando Hongjoong salió, entré yo para lavarme los dientes también.
Esta sería la primera vez que Hongjoong y yo íbamos a dormir juntos durante toda una noche, y que el ambiente se sintiera tan lejano no era el mejor de los momentos. Me gustaría escucharlo bromear como siempre, que se sonroje a cada cosa que le digo, que me abrace sin pedirselo.
Quería que fuera como antes.
Cuando entré en mi habitación, estaba sentado en la cama, cambiando los canales y la dejó en una donde aparecieron los créditos de una película. Me miró cuando se dio cuenta de que estaba allí.
—Si muestran los créditos es porque va a comenzar otra —mencionó. Sonreí y él me imitó. Luego mire a la pantalla, donde en una esquina decía la que venía a continuación.
—The hangover —leí—. La he visto, es buena.
—¿De verdad? —él miró la pantalla—. No soy muy fan de las películas, así que no conozco muchas, solo las que me recomiendan ver, quien siempre lo hace es Jongho.
Me subí a la cama, me apoyé en el respaldo y él me miró, golpeé el lado libre junto a mí y él con las mejillas un poco rojas gateó hasta donde estaba yo, sentándose a mi lado. Nuestros hombros estaban rígidos y sabía que si no nada el primer paso, nada cambiaría entre nosotros. La película comenzó y sin pensarlo dos veces rodeé mi brazo encima de sus hombros, sentí como aquello le sorprendió y, lentamente, se recostó en mi pecho.
—¿Cómo es que los padres soportan a Alan? —preguntó, sin quitar la vista de la pantalla—. Tiene sentido que los demás no quieran llevarlo a la despedida de solteros.
—Igual es gracioso —comenté.
—Es insoportable —se quejó, cruzándose de brazos.
—¿Qué? A mí me gusta su personaje.
—¿De verdad? No puedo creerlo.
—A ver, ¿cuál te gusta a ti?
Hongjoong lo pensó.
—El bebé.
—¿Qué? —fruncí el ceño, me incliné un poco para mirarlo—. Es un bebé, no hace nada.
—Sí, exacto.
Me reí y lo acerqué a mí para darle un beso en la frente.
—Eres increíble —le dije.
Hongjoong me miró, no dijo nada, solamente sus ojos sosteniendo los míos, como si fuera algún mensaje, que no lograba descifrar. Pero él no esperó a nada más para poder tomarme de mi playera y atraerme a él para besarme. Sus labios buscaban los míos como si se hubieran extrañado, y cedí ante tan latente deseo que también creció en mí con desespero.
Me empujó hacia atrás, quedando mi espalda pegada al respaldo de la cama. Pronto, se subió encima de mí y se sentó a horcajadas, sus brazos sobre mis hombros, los ojos cerrados y un jadeo latente que avecinaba algo más que solo un beso.
No pude evitar poner mis manos en sus caderas y pegarlo aún más a mí, su cuerpo rozó el mío con gozo y todas mis células se estremecieron ante su eventual movimiento de caderas. Sabía lo que estaba buscando, lo sentí en sus manos, su boca, en sus movimientos, en sus huesos y su carne. En el instinto de mis manos por tocarlo, de mis labios por besarlo, de mi alma por fundirse con la suya.
Cada día era más difícil escapar. Estaba enredado en la telaraña que yo mismo construí, o quizás era por el furor de las hormonas, por la temperatura de mi cuerpo siendo elevada, por lo agradable que se sentía en mi entrepierna cuando Hongjoong se movía lentamente sobre mí. Él tomó mi rostro y profundizó el beso. Parecía distinto que las otras veces.
—Hongjoong —le dije entre besos, pero él no se detuvo. Lo aparté un poco y lo miré a los ojos—. Oye, ¿estás seguro de esto? No quiero que hagas esto por lo del beso.
—No lo hago por lo del beso —puso los ojos como cachorrito. Oh, mierda—. Lo hago porque quiero.
Volvió a besarme, esta vez más suave, como si aquella confesión lo ablandara, lo volviera más vulnerable y el ambiente se tornó un poco más romántico. Me gustaba más eso, que fuera por el fluir de nuestros sentimientos y no por el deseo de demostrar algo, y Hongjoong lo entendió bien, porque me iba a volver loco con sus movimientos lentos y circulares sobre mí, sobre el bulto que estaba creciendo en mis pantalones y escuchar sus jadeos sobre mi oreja no era de mucha ayuda para que no me pusiera duro.
Lo tomé por la cintura y lo recosté en la cama, quedando encima de él. Me tomó la cara y me miró a los ojos.
—¿Qué es lo que quieres ahora? —le pregunté, sentí como su cuerpo se estremecía bajo mío, y eso me hizo sonreír.
—Seonghwa —soltó un jadeo. Sus mejillas estaban rojas—. Quiero que me folles.
Ya no había vergüenza en su voz o sus pensamientos, y aquello solo me decía que esta unión impuesta y maquetada por mi egoísta deseo de mantenerme en el equipo de baloncesto, estaba dando frutos. Y, con aquellas palabras calando en mi ser, asentí frenéticamente, él se rio de mí, pero eso no evitó que volviera a atacar sus labios.
Era más serio esta vez, porque no se resistía, se dejaba llevar completamente por mis besos en su cuello, por mis manos recorriendo su torso y por todo lo que tenía para entregar. Lo escuché jadear cuando nuestros cuerpos se rozaron, deseosos por mantenerse cerca.
—Seonghwa —murmuró entre besos—. ¿Si compraste eso que dijiste?
—¿Qué cosa? —me detuve. Fruncí el ceño sin entender, hasta qué ampolleta se me iluminó—. ¿La lencería? —él asintió con las mejillas rojas—. Sí. ¿Por qué? ¿Lo quieres usar?
—Bueno… —murmuró—. Si ya lo compraste…
—Espera —me separé de él y busqué entre mis cajones hasta hallar la bolsa de la librería. De esta saqué la otra y se la entregué. El libro lo guardé junto con el resto de mi ropa, eso realmente había sido una compra impulsiva—. Aquí está. Puedo salir para que te la pongas, si quieres.
—Sí —respondió de inmediato—. Es que me da vergüenza.
Sonreí, porque realmente era adorable sin la intención de serlo. Salí de mi habitación y cerré la puerta. Afuera, solo pensé en cómo se vería con lo que compré, si es que sería la talla correcta, y es que aunque ya haya tocado tantas veces su trasero que mis manos podían recordar su forma como para que me fuera a equivocar. Pero, por otro lado, también pensé en el libro que compré para esconder la lencería. No sabía si entregárselo, ¿no sería muy extraño? Ya darnos regalos era otra cosa que esperé que pasara, suponía que era parte de la actuación, de mi sentir performativo.
No lo pensé más y decidí que no era la ocasión. Quizás en otro lugar, en otro momento con otro contexto, le entregaré el libro, porque en ese instante, lo único que pensaba era en Hongjoong usando lo que le compré en el viaje a Busan.
—¿Ya puedo entrar? —le pregunté luego de tocar la puerta.
—Sí —apenas dijo.
Inhalé profundo y luego exhale antes de abrir la puerta de mi habitación, y la imagen que me dio la bienvenida era mucho más emocionante y excitante que la que se había imaginado mi cabeza. Abrí la boca, sorprendido por lo radiante que se veía, por como la tela se acomodaba tan bien en su piel, el negro con rojo le lucía fantástico, las flores bordadas adoraban su piel, y el bulto pronunciado solo evidenciaba que aquella ropa no deberia ser usada por su cuerpo, pero le quedaba mucho mejor que cualquier anatomía femenina que alguna vez presencie.
¿Sería preocupante si me vendría con tal solo verlo?
—Esto es extraño —murmuró, tocándose los brazos, nervioso.
—¿Sí? Creo que me puse duro con solo verte.
—Seonghwa… —murmuró él, pero nada más me importó. Me acerqué a él y toqué sus mejillas, las acaricié con mis pulgares, con deseos de besarlo.
—Te ves hermoso, Hongjoong —le dije, lo miré a los ojos y la luz de los faros que se filtraban por mi ventana hicieron brillar sus ojos—. Siempre, no solo hoy. Si tan solo supieras como te ves a través de mis ojos, no dudarías de mis palabras.
—No lo hago —respondió, con una sonrisa—. No dudo de tus palabras. Sé que eres honesto conmigo.
El corazón se me aceleró y lo abracé, estaba siendo tan creíble que esta mentira ya no parecía una telaraña, sino que una enredadera. Pero no era momento de pensar en eso, porque tan solo luego de besarlo lo empujé a la cama, besé la piel de su torso, lo escuché gemir y eso me encendió más. ¿Cómo es que su sola presencia pudiera causar en mí tal deseo? Porque estaba impaciente por introducirme en él como si no hubiera un mañana, pero al mismo tiempo ser suave, cariñoso, y entregarme completamente a cualquier ideal que él tuviera sobre esto, porque quería que lo disfrutara, que se sintiera especial y anhelara por más.
Me quité la ropa, quedando completamente desnudo, pero él aún tenía las bragas puestas y con eso, él notó mi prominente erección, donde la razón de ello era él y nadie más que él. Y sé que Hongjoong lo sabía. Él extendió sus piernas, como si quisiera tentarme, como si me estuviera dando la bienvenida, impulsando a seguir con lo que empezamos, y me adentré sin remordimientos.
Busqué entre mis cajones el lubricante, vi que aún le quedaba, así que lo abrí y rocíe un poco en mis dedos, él me miró, como si suplicara, expectante a lo que fuera a pasar después, aun cuando ya lo sabía. Miré las bragas y no tenía intención de quitarlas, así que solo separé un poco la tela e introduje un dedo dentro de él. Hongjoong soltó un jadeo, y me incliné para besarlo.
—¿Siempre harás esto? —preguntó entre el beso. Lo miré frunciendo ligeramente el ceño y hábilmente introduje un segundo dedo. Él cerró los ojos.
—Estoy preparándome —le di un beso en la frente—. No quiero lastimarte.
La tela me rozaba los dedos cuando lo penetraba lentamente con ellos, y Hongjoong solo soltaba gemidos que no hacían más que indicarme lo bien que estaba haciéndolo sentir. No sé por qué me importaba tanto su placer, no era como si me importara con otras personas con las cuales haya tenido sexo antes. Siempre era igual: nos besamos, podía estar la posibilidad de que me la chuparan, me ponía un condón y listo, no había nada más, y tampoco es como si necesitáramos algo más.
Pero con Hongjoong era diferente, y lo atribuí a que era alguien que no tenía experiencia, dado que yo fui su primera vez. Y quería ser bueno para él.
De pronto mi habitación se tornó en un ambiente de lujuria, de nuestros jadeos y gemidos siendo apaciguados por besos desesperados, pero románticos. Hongjoong lanzó un gemido grave y su vientre se contrajo, saque mis dedos de él y su pecho comenzó a subir y a bajar, mientras miraba al techo. Luego él me vio a los ojos, se levantó y me empujó, caí de espaldas a la cama y gateó hasta llegar a mi entrepierna y, sin decir nada, se llevó mi pene a la boca. Me tomó completamente de sorpresa, toqué su hombro y empujé mi cabeza contra el colchón, abrí levemente la boca, sintiendo su lengua húmeda y caliente recorrer mi extensión. Alcé un poco la cabeza y vi como su trasero estaba elevado, se veía tan suave y apetitoso que me dieron ganas de morderlo y tocarlo.
Cuando me corrí y mi semen manchó su cara, inmediatamente me levanté y saqué papel para limpiarlo, había caído un poco en su mejilla y barbilla, pero de igual manera lo limpie, le di un beso en la frente.
—Te estás volviendo increíble —le dije, sus mejillas se pusieron rojas y lo recorté en la cama, lo di vuelta y alcé su trasero.
—¡Seonghwa! —se quejó, me miró por encima de su hombro y noté una sonrisa en su rostro. Lo estaba disfrutando.
La vista era fantástica, era igual que un corazón, redondo y brillante, siendo marcado apetitosamente por la tela de las bragas. Acaricie sus muslos y subí mis manos hasta llegar a su trasero, apreté cada lado con mis manos y se sentía aún mejor en mis palmas. La punta de mi pene comenzó a gotear pre semen y lo único que mi cuerpo pedía era penetrarlo.
Pero me di cuenta de algo.
—Hongjoong —le dije, él me volvió a mirar—. No… no tengo condones, nos acabamos todos, al parecer.
—Oh… —murmuró—. Está bien por esta vez.
—¿Estás seguro? —él asintió—. Prometo que me correré afuera.
Volvió a asentir y tomé la botella de lubricante, me puse un poco en toda la extensión de mi miembro y luego la punta con su agujero, tampoco le había quitado las bragas, solamente estiré un poco la tela como la vez anterior, pero ahora su pene estaba erecto y fuera de las bragas, como si también quisiera atención.
—Métela ya, Seonghwa.
Sonreí de medio lado y lentamente me introduje en él. Hongjoong contuvo un gemido, pero cuando mis caderas tocaron su trasero, los gemidos comenzaron a emanar de su boca. En algún punto comencé a moverme, veía como mi pene entraba y salía de su trasero, no completamente, pero aquello pareció volverlo loco. Lo vi abrazar una almohada y mitigar sus gemidos en esta. Comencé a ir más rápido, me incliné sobre él para besarlo mientras me aferraba con una mano a su trasero, solté su boca y un hilo de saliva nos mantuvo unidos por unos segundos, me sonrió, pero luego su rostro cambió cuando pareciera que encontré ese punto que lo volvía loco.
Yo era un desastre también, su interior se sentía tan malditamente delicioso que no quería terminar nunca, pero no bastó mucho para sentir como sus paredes se contrajeron, y eso hizo que mi vientre se sintiera como si comenzara a incendiarse. Pronto, solté un gemido grave y me corrí dentro de él. Lentamente, salí de su agujero y me lancé a un lado de él, tratando de recomponerme. Miré a un lado, había manchas de su propio semen en las sabanas, pero en ese momento no me importaba.
—Dios, no me canso de esto —mencioné. Pero luego recordé—. Mierda, lo siento, me corrí dentro tuyo.
Hongjoong no dijo nada, se sentó a mi lado y juntó sus piernas para quitarse las bragas, lo miré con el ceño fruncido y se subió a horcajadas de mí, ni siquiera tuve tiempo para pensar cuando estiró su mano hacia atrás y tomó mi pene aún erecto, lo alineó con su entrada y de a poco comenzó a introducirlo.
—¿Qué? —murmuré, confundido, pero aun así, lo tomé de las caderas cuando bajó lentamente por mi falo.
Apoyó sus manos en mi vientre y soltó un gemido, sus piernas se estremecieron a mis costados y luego me miró.
—No estamos aquí para hacerlo solo una vez —dijo, movió un poco sus caderas, jadeando—. Déjame cabalgarte.
—¿Quién eres? —pregunté, con una sonrisa.
—Tengo un poco más de confianza hoy.
Lo dejé ser, porque aquello solo avecinaba sus caderas moviéndose lentamente, en círculo, luego adelante y hacia atrás, buscando esa fricción que tanto ansiaba. Era fascinante como luego comenzó a saltar sobre mí, como si lo anterior solo fuera la prueba, ahora, estaba cabalgándome como si de un jinete se tratara. Me miró a los ojos mientras se movía, inyectado de una lujuria que antes no había visto, pero no me molestó, porque de esa manera entendí que esta no iba a ser la última vez.
Gemí, él también, su pene golpeaba su vientre, totalmente duro, lo tomé y comencé a masturbarlo, entonces sus jadeos comenzaron a ser más profundos, más placenteros, se estaba retorciendo encima de mí a medida que saltaba sobre mi pene. Pero luego me incliné y lo tomé por la cintura, para movernos, esta vez, quedando él debajo de mí. Tomé sus piernas y me apoyé de la parte de atrás de estas, Hongjoong me miraba y me incliné para besarlo. Él tomó mi rostro, luego sus manos fueron hasta mi cabello y me dirigí a su cuello, comenzó a jadear sobre mi hombro y sentí su aliento en mi piel mientras que no dejaba de penetrarlo.
—Mmmh… Seonghwa —jadeó. Mierda, me encantaba cuando decía mi nombre—. N-no pares.
Movía mis caderas como un loco, de mi boca no dejaban de salir jadeos que se mezclaban con los de Hongjoong. Él me abrazó y sentí como sus uñas se enterraban en mi espalda, pero el dolor no se compara a lo que me hacía sentir sus paredes cuando me apretaban, porque el sonido de nuestras pieles chocando no era lo único obsceno que sonaba en la habitación, porque cuando llegamos al clímax, me sorprendí de que no llegaran mis vecinos a tocarme la puerta y decir que bajara el volumen.
Eyaculé dentro de él, nuevamente, y su cuerpo comenzó a temblar, su pecho subía y bajaba y su vientre se contrajo. Salí lentamente de él, pero me sorprendí cuando segundos después pequeñas gotas de semen comenzaron a salir de su agujero, cayendo a las sabanas, y ya no era unas cuantas gotas, mi semen se deslizó por su trasero. Jamás había visto algo así antes, donde su entrada estaba cubierta por mi líquido, esparcido por sus pliegues. Miré a otro lado, porque estaba seguro que nuevamente me iba a poner duro.
—Lo siento —le dije cuando me acosté a su lado—. De la emoción olvidé eyacular fuera de ti.
—Está bien —me tranquilizó—, pero se siente raro cuando sale de mí, siento como recorre mi piel. Es extraño.
—Te limpiaré —me levanté y busqué papel. Me acerqué a él y lo limpié, tratando de quitar todo el líquido que estaba afuera—. Realmente no sé si quede algo dentro, lo más probable que sí, después deberás quitárselo tú en la ducha, con los dedos.
Hongjoong se tapó con una almohada.
—Esto es muy vergonzoso —dijo—. Pero se sintió mejor que hacerlo con condón.
Bueno, eso era un hecho, había sido fantástico, su interior se sentía como la gloria sin el látex encima, así que no podía debatir con respecto a eso. Hongjoong me atrajo hacia él y volvió a subirse encima de mí.
—Hagámoslo de nuevo —mencionó con una sonrisa.
Creo que tenía las hormonas alborotadas, seguramente todo este entusiasmo era porque estábamos solos en casa, pero, en realidad, ¿por qué me iba a negar? Lo besé y eso bastó para encender la llama nuevamente. No sé cuantas veces lo hicimos a ese punto, solo que cada vez que terminabamos Hongjoong me decía que lo hiciéramos de nuevo, y yo no me negaba, aún era temprano y nosotros éramos jóvenes con bastante energía.
Cuando ya decidimos que era suficiente y sentía que no había más semen que pudiera salir de mí. Hongjoong se recostó en mi pecho y yo dibujaba círculos en su espalda con mis dedos. Mirando a la nada, pero sintiendo todo.
Esa noche, me replanteé si acaso todo seguía siendo parte de mi actuación.
●●
Una semana después, un día sábado por la tarde, fuimos al bosque a tener un pícnic cerca del río. Comimos bajo los sonidos de la naturaleza y el agua del río, luego Hongjoong y yo nos recostamos en la manta que había llevado, mirando como la luz se filtraba en las hojas del árbol del cual estábamos debajo.
Una semana también había pasado de la fiesta y, para sorpresa mía, nadie habló del beso de Hongjoong y Ryeoun, algunos de los chicos lo mencionaron en el entrenamiento, cosa que sorprendió a Jongho, pero nada más allá de eso. Así que estaba todo bien.
Esa tarde había sol y estaba fresco. No había mucho viento, así que fue perfecto para que Hongjoong y yo diéramos un paseo.
—¿Cómo te sientes después de lo del sábado pasado? —le pregunté, él me miró. Sus mejillas se pusieron rojas y se acercó a mí para rodear su brazo por mi torso—. Oye… —murmuré, riendo.
—Me dolió el trasero al otro día.
—¿Cómo no? Si ni siquiera sé cuantas veces lo hicimos.
—Estaba emocionado —apoyó su cabeza en mi pecho—. Me costó un poco sacar el resto de semen que quedó dentro.
Me volví a reír.
—A este punto ya debes estar embarazado —le dije, él levantó su cabeza y me miró, frunciendo las cejas.
—No seas idiota, Seonghwa —me reí—. No me puedo embarazar, no tengo útero.
—Lo sé —bufé—. Pero, ¿te imaginas un bebé de nosotros dos? Que tengan tus ojos, porque me gustan tus ojos, y tu inteligencia, tu temperamento, que tuviera tus labios, porque son hermosos, y tu sentido del humor. Sí, sería fantástico.
Hongjoong volvió a apoyar su cabeza en mi pecho y lo sentí suspirar.
—¿Sería un niño o una niña? —me preguntó.
—Yo creo que una niña, porque me gustaría hacerle peinados, buscar tutoriales y hacerle los peinados más lindos para que sea la envidia en su escuela —sonreí, pensando en ello—. Además, la ropa de niña es más linda, le compraría muchos vestidos y todos los disfraces de princesa que quiera, la consentiría mucho.
Hongjoong rio un poco.
—La malcriarías.
—Puede ser —no me quejé—. Pero sería mi hija, no me molestaría. La traeremos aquí, para que jugara en el río, le enseñaría a nadar a su hermanito.
—¿Qué? ¿Otro bebé más?
—¿Por qué? No quiero que sea hija única —lo miré—. Claro que tiene que tener hermanos.
—¿Hermanos? ¿En plural? ¿Cuántos?
—Dos.
—Y quieres que crezcan en mi vientre —murmuró, algo apenado, a lo que yo me reí.
—Bueno, eso no es posible —apretó los labios, formando una ligera línea—. Tendríamos que adoptar.
No hubo cambio en el rostro de Hongjoong, toqué su cabello, pero él no se inmutó.
—Ojalá se pudiera —dijo luego de unos segundos—. Pero ni siquiera nos podríamos casar, no es legal.
—No aún —mencioné, pero él se veía un poco apenado—. Ven —lo alenté—. Levantémonos, hagamos algo.
Hongjoong frunció ligeramente el ceño, pero me siguió. Tomé uno de los lápices que había traído para dibujar y recogí una roca del sueño, le dibuje dos ojos y una boca y luego la dejé en un tronco que estaba partido a la mitad. Busqué unas ramas y hojas y con ellas formé dos anillos.
—Toma —le entregué uno.
—¿Qué es esto?
No le respondí, en cambio, lo hice caminar hasta estar frente a la roca con ojos y boca.
—Hoy será nuestro casamiento —le dije.
—¡¿Qué?! Seonghwa… No hablas en serio, ¿o sí?
—¿Por qué no?
Me arrodillé frente a él, Hongjoong me miró con los ojos brillantes que tanto me gustaba, tomé su mano y le di un pequeño beso en los nudillos, y lo vi sonrojarse. Luego me levanté, miré hacia el frente y carraspeé.
—Queridos hermanos —fingí una voz chillona para la roca, Hongjoong soltó una pequeña risa a mi lado—. Estamos reunidos hoy para celebrar con alegría la unión entre Kim Hongjoong y Park Seonghwa. Tú, Park Seonghwa, ¿aceptas a Kim Hongjoong como esposo? —lo miré, cambiando a mi voz normal—. Sí, acepto —luego me giré, para seguir con la voz de la roca—. Y tú, Kim Hongjoong, ¿aceptas a Park Seonghwa como tu esposo?
Hongjoong me miró, una sonrisa se formó en su rostro.
—Sí, acepto.
—Ahora pasaremos a los anillos —no tenía idea de como era una boda o lo que se decía, pero Hongjoong me siguió el juego. Le tomé la mano y deslicé el anillo de rama y hojas en su dedo, luego él hizo lo mismo conmigo—. Con el poder que Dios me concede, los declaro oficialmente casados, puede besar al novio.
Me acerqué a Hongjoong, él solo me miró, tímido, tomé su rostro entre mis manos, lo miré a los ojos y acaricié sus mejillas, para luego besarlo, lamí sus labios, los mordí levemente y tomé su cintura para acercarlo a mí. Hongjoong cruzó sus brazos tras mi cuello y cerró los ojos, ambos lo hicimos, y nos dejamos llevar por el sonido de los pájaros y del agua que corría por el río.
El beso fue algo más, no solamente para sellar un matrimonio ficticio, para concretar una unión que sabía que nunca iba a ocurrir. No, no era eso. Pero me dio la impresión de que lo besé por primera vez.
Y era algo peligroso.
Notes:
*cuando seonghwa se refiere a que lo besa por primera vez es porque siente que ahí no está actuando, como lo venía haciendo desde antes.
hola! muchas gracias por sus kudos y comentarios <3 me alegra saber lo que piensan del fic, nos vemos!
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