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Buen Chico

Summary:

Hacía varios meses que Karkat hablaba con este chico.

“Chico” era definitivamente una elección de palabras considerando que el masculino era un hombre hecho y derecho de 19 años, casi en sus veintes, y el opuesto recién había cumplido sus 15.

Sin embargo, lo que este hombre poseía le enloquecía.
Quizás era su estilo que despertaba un aire de muchacho de los 50’s; su forma de vestir, su carácter confianzudo, independiente y dominante, su léxico peculiar, sus gustos… él era absolutamente todo lo correcto en este mundo. Y Karkat se sentía como la basurilla que uno se quita de los ojos, algo totalmente insignificante y fácil de deshacerse. Pero, para ser honestos, él siempre se sintió así independientemente de la situación.

Inspirado pero no totalmente influenciado por la canción "Good Boy" de Dogbite.

Chapter 1: Capítulo 1

Notes:

Este es mi primer fanfic en español; no soy de escribir mucho en mi idioma pero quise hacer el intento. Homestuck necesita más fanfics en español.
Esto inicialmente era un vent pero evolucionó a una historia que me terminó gustando. Pequeño aviso de que los personajes no representan a nadie; solo están pasando por situaciones en específico. No es "Self insert".
Don't like - don't read.
No hay beta reader así que, si hay errores, mil disculpas D:

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Hacía varios meses que Karkat hablaba con este chico. 

 

“Chico” era definitivamente una elección de palabras considerando que el masculino era un hombre hecho y derecho de 19 años, casi en sus veintes, y el opuesto recién había cumplido sus 15. 

Su diferencia de edad no le pareció algo extraño, no era la primera vez que conversaba o mantenía un vínculo platónico con alguien mayor de edad. Usualmente acababa adoptándolos como sus figuras paternas ‘sanas’ (si bien tenía un padre, él rara vez aparecía en casa. Se la pasaba trabajando).

 

Sin embargo, lo que este hombre poseía le enloquecía. 

Quizás era su estilo que despertaba un aire de muchacho de los 50’s; su forma de vestir, su carácter confianzudo, independiente y dominante, su léxico peculiar, sus gustos… él era absolutamente todo lo correcto en este mundo. Y Karkat se sentía como la basurilla que uno se quita de los ojos, algo totalmente insignificante y fácil de deshacerse. Pero, para ser honestos, él siempre se sintió así independientemente de la situación.

 

La mullidez de su cama le tentaba a caer dormido; no estaba haciendo nada más que estar echado disfrutando de sus canciones favoritas, quizás fantaseando un poco sobre llegar a conocer a este hombre que tanto le agradaba… como amigos, nada más. Su aburrimiento cesó cuando una notificación apareció en su teléfono.

 

–¿ya dejaste de morderle los tobillos a los demás, chiqui? –Karkat saltó de la cama, su dopamina disparándose al punto de que, si pudiera salir de su cerebro y fuera algo material, definitivamente rompería su techo.

El mensaje de su ‘mejor amigo’ lo emocionó tanto que le contestó al instante sin hesitar.

 

–¿QUÉ PUTA TE IMPORTA, CRO? PERO, SÍ, SUPONGO, NO LO SÉ. NO HABLE CON MUCHAS PERSONAS COMO PARA MOLESTARLAS CON MIS ESTUPIDECES. QUIZÁS CON MI HERMANO, PERO ESO YA ES LO USUAL. –El pequeño pausó por unos segundos–. ¿OCURRIÓ ALGO? ¿QUÉ NECESITAS?

 

Él estaba intentando actuar lo más despreocupado posible, como si no se muriera por tener al menos 3 segundos de esa preciosa atención que Cronus siempre le brindaba.

 

–puff, pues nos lewvantamos con el pie izquierdo, ¿no? en fin, quería saber si… bueno, quizás es muy tarde para hacerlo hoy, pero… –Sus ojos se expandieron. ¿Le proponía algo? No es fuera de lo usual, siempre le proponía hacer cosas como ver sus películas cincuentonas juntos o jugar simples juegos online, pero aún así lo emocionaba mucho. El saber que Cronus necesitaba algo de él lo hacía sentir, de cierta forma, suficiente.

 

–basta de rodeos, lo soltaré de una buena wvez. mira, quería saber si te gustaría conocernos. digo, tú y yo, podríamos ir al parque o… quedar en mi casa? :) hace tiempo que nos hablamos, y, digo, me caes bien, yo te caigo bien, wviwvimos en la misma ciudad… peque, ¡no me digas que no es un sueño hecho realidad! –Su corazón palpitó a toda velocidad.

¿Era idiota sentirse así acerca de finalmente conocer a uno de sus amigos de internet, y que justo ese amigo sea su favorito? Quizás su reacción ansiosa y exagerada era producto de su soledad al terminar con su pareja Terezi hace un par de semanas.

Cronus no hizo nada más que apoyarlo durante su ruptura, pero su comportamiento cambió mucho al enterarse de ello. Él ya no lo trataba como un amigo más, sino que lo trataba como su “persona especial” o su chiqui/peque.

 

Concordaron en que a las 3 p.m. se reunirían en el parque central. Quizás allí podrían conversar o algo así, lo que sea que se supone que hagan los amigos al reunirse. 

 

Karkat estaba por despedirse para poder ir a descansar, cuando un último mensaje de Cronus lo trajo de vuelta a la tierra.

–no te dije, pero… ¿podrías pasarme una foto de tí? chico, ¿cómo te reconoceré si ni siquiera sé cómo te wves? 

 

El pequeño se quedó mirando a la pantalla perplejo ante el pedido. Tenía sentido, pero él era muy inseguro con su apariencia. ¿Y si su amigo se asqueaba y lo bloqueaba, o alguna otra situación totalmente exagerada? No podía arriesgar algo así. Pero, eventualmente tendrá que verlo.

 

El mayor fue recibido con una foto de dos pelinegros, uno claramente más joven que el otro. Ambos tenían rasgos similares, parecían hermanos. El más pequeño tenía una cara menos amigable que el otro, pero ambos parecían serios y cansados. Eran flacos, parecían frágiles, como si fueran a desarmarse si uno los trataba bruscamente. El más pequeño estaba más desalineado y parecía, de cierta forma, contener su rabia. Sin dudas ese era Karkat.

–DISCULPA LA FOTO, ES LA QUE TENÍA A MANO. SOY EL MÁS PEQUEÑO, EL DE SUÉTER NEGRO. EL DE AL LADO ES MI HERMANO, POR CIERTO. –Su ansiedad se catapultó por los cielos. La respuesta tardía de su amigo solo lo hacía enterrarse más y más en su cadena de pensamientos negativos.

 

–¡mírate! espero no lo tomes como algo raro, pero tu cara es adorable, joder, te wves abrazable. no puedo esperar a conocernos y tenerte cerca mío. –Sus palabras maquinaron mil millones de fantasías en 3 segundos. Ellos dos en el parque hablando, comiendo algo, en su casa viendo la TV; ellos juntos siendo felices. Así era como él lo hacía sentir. Pero, como amigos (al menos eso se decía a sí mismo intentando negar lo evidente: se había encariñado mucho con él, llegandolo a ver como el padre que nunca tuvo).

 

–GRACIAS… ES UNA FOTO ALGO VIEJA, DE TODOS MODOS. ¿Y CÓMO TE VES TÚ?

 

–déjame te muestro. 

 

Las uñas de Karkat eran cada vez más y más pequeñas, su esmalte negro siendo arruinado por las constantes mordeduras. Cronus ya le había mostrado algunas fotos de él, pero nunca concretamente su rostro.

El de quince fue impactado con una foto de un hombre de nariz romana, pelo negro tirado para atrás con gel y uno que otro pelo rebelde, una mandibula definida y unos ojos negros que perforaban su alma. Era una selfie que parecía sacada en ese mismo momento; el tipo estaba usando una musculosa blanca apretada que resaltaba su musculatura (como si fuera al gimnasio para cuidarse y ya, no para ganar la mayor cantidad de fuerza muscular) y tenía varias cicatrices, la más clara siendo una en sus cejas. También tenía varias perforaciones en su cara y… ¿eso era un tatuaje?

 

–WOW, SI QUE TIENES AIRES DE DANNY ZUKO. ESO ES MUY COOL. ERES COOL. –Que fácil que es ocultar lo que uno verdaderamente siente desde mensajes de texto; si el mayor estuviera ahí, él podría ver el tinte rojo de la cara de Karkat, su gran sonrisa y el movimiento autoestimulatorio de sus manos moviéndose de lado a lado.

 

–eso me alegra, peque. de wverdad me emociona llegar a wverte. a tí y a ese cuerpo hermoso que te traes… espero que eso no te incomode. simplemente no pude evwitar notar lo bien que se wve en esa foto. :)

 

Desde que Cronus comenzó a comportarse distinto con él, de forma más sobreprotectora y a veces rozando lo moralmente incorrecto, Karkat no hacía más que obsesionarse más y más. Lidiar con estos mensajes, los que tenían un doble sentido que Karkat evitaba reconocer, a veces era drenante. Pero aún así, él no lo veía como nada más que un amigo, y no es como si sus otros amigos no hicieran bromas así. Solo que, lo de Cronus parecía distinto… parecía genuino .

 

–NO TE PREOCUPES, SIEMPRE Y CUANDO SEA UN CHISTE, ESTÁ BIEN. TAMBIÉN ESTOY EMOCIONADO, PERO SE ESTÁ HACIENDO TARDE. CREO QUE ES MEJOR QUE VAYA A DESCANSAR, YA SABES QUE SOY DE DORMIR PROFUNDO. NOS VEMOS, DESCANSA BIEN, CRO.

 

–okay chiquito, igualmente. mañana será inolvwidable, te lo aseguro. ¡nos wvemos! 

 

Karkat tiró su teléfono en su mesita de luz y lo puso a cargar. Mañana será un gran día. Aún así debía lidiar con su hermano helicóptero, quien si se enteraba que se encontraría con un amigo de internet mayor a él, no le volvería a dejar reunirse con ninguna otra persona desconocida. Para su suerte, a esa hora su hermano se iba a la universidad y no volvería hasta 3 horas después. No era mucho tiempo pero sí el suficiente como para hablar un poco y que nadie se enterase. Y de su padre ni se hable, el bastardo seguramente ni notaría su ausencia.

 

Con el plan hecho y miles de expectativas y fantasías por tachar, se hizo uno con su cama, el sueño ganando fácilmente la batalla.





–Mierda, Kankri, de verdad eres un hijo de puta. –Susurró, forcejeando con la cerradura de su ventana. Kankri había instalado un nuevo sistema de cerrojo y recién ahora se había enterado. No es la primera vez que se escapaba por la por ahí y su hermano lo sabía, pero él pensó que una nueva cerradura lo detendría de ir a hacer fechorías. No podía estar más equivocado.

Luego de jugar un poco y aplicar algunos trucos, logró romperla por completo y la abrió de par a par; con un salto y utilizando todas sus energías se despegó hacia afuera, corriendo hacia su destino (sin antes agarrar su mochila, quizás necesitaría su cargador o algo así). ¿A quién mierda le importaba ir a cerrar la ventana después de todo?

 

Estaba unos minutos tarde pero a su suerte la plaza estaba cerca de su hogar. Sacó su teléfono para textearse con su amigo.

 

–DISCULPA LA TARDANZA, MI HERMANO LE PUSO CERROJO A MI VENTANA Y NO PODÍA SALIR. ¿DÓNDE ESTÁS? –Caminó por uno de los senderos buscando a su Zuko. No había muchas personas a su alrededor, pero era de entenderse, después de todo estaba afuera en un lunes a las 3 p.m.

 

–estoy en un banco en frente de una de las fuentes. chico, creo que te vweo. ¿eres el de la mochilita negra? te iré a buscar, quédate ahí.

 

Karkat respiró profundamente. El momento que tanto esperó llegó. Su ansiedad estaba por los cielos, se cruzó de brazos para evitar que se notara su nerviosismo. Debía actuar cool, debía ser cool. No podía arruinarlo. Su ansiedad, pocas habilidades sociales y odio propio no podían arruinar la chance de conocer a la mejor persona de su vida. 

Es que, ¿Siquiera cómo Cronus se fijó en alguien tan estúpido, inseguro, negligente de sí mismo, inestable, paranoico-

 

–¡Chiqui~! –Unos brazos abrazaron a Karkat por detrás devolviendo sus pies a la tierra. –¡Precioso, no puedo creerlo! ¡De verdad eres tú!

Karkat volteó su pequeña cabeza y se encontró con ese pecho que tanto había conocido en fotos. Al mirar arriba, pudo ver a su compañero, esta vez con un cigarro en su boca. El cigarro flameante y soltando un olor poderoso que hacía crujir su nariz. 

Finalmente se volteó y recibió a su amigo correspondiéndole el abrazo; una mano enterró su cabeza en el pecho de este. Él era mucho más alto y grande que él. Que extraño. Se sentía extraño.

 

–Hola, Cro. ¿P-podríamos sentarnos en algún lado? –Se sentía saturado y paranoico, suponía que era su ansiedad apoderándose de él pero simplemente no podía balbucear algo más sin perder la mente. 

Cronus lo miró de forma juzgadora para luego volver a desplegar su sonrisa. Lo tomó de la mano y se sentaron en un banco cercano.

 

Cronus se sentó en un extremo de la banca y Karkat se posicionó cerca de él, lo suficientemente cerca como para seguir manteniendo su espacio personal.

Ojeó como su amigo seguía fumando, perdido en algún pensamiento pasajero, pero nunca perdiendo esa sonrisa que lo caracterizaba. Por otro lado, él estaba tieso, de brazos cruzados, intentando controlar sus acciones de la forma más minuciosa posible para no causar ninguna incomodidad.

 

Mientras intentaba relajarse, sintió como su amigo se acercó más a él, intentando mostrarle algo en su teléfono.

–Pichón, mira esto. –Cronus reposó su brazo en el respaldo de la banca y se tiró, más o menos, encima de Karkat. En su teléfono presumía un meme que ni siquiera daba gracia.

El espacio personal de él se sintió atacado, por lo que se alejó sutilmente y soltó unas risas. Risas nerviosas disfrazadas de carcajeo genuino.

 

Cronus lo notó y se volvió a acercar.

 

Karkat se volvió a alejar.

 

Él se acercó más.

 

Y él se alejó mucho más.

 

Ya estaba en el extremo de la banca, rezando de que Cronus entienda que quiere su espacio y deje de violarlo. 

Para su mala suerte, él se volvió a acercar, esta vez colocando su cabeza en el pecho del menor y con su mano libre agarrando su cintura, pretendiendo abrazar (un abrazo que de ninguna forma se sentía inocente). 

 

–Te quiero, Karkat. Eres mi mejor amigo. –Susurró, hundiéndose más en el chico. 

 

Karkat estaba paralizado del miedo. Nunca había estado tan cerca de alguien, mucho menos de alguien mayor, mucho mayor . Su nerviosismo y ganas de llorar enredaron su lengua. Estaba muy incómodo. Él quería salir corriendo hacia los brazos de su hermano y llorar en sus hombros como un bebé recién nacido.

Lo único que pudo salir de su boca fue un sonido de confusión, similar a un leve gemido.

Cronus lo notó. Parecía intentar ocultar su clara molestia ante no ser correspondido. Levantó su cabeza y tiró su cigarro al suelo, pisándolo para apagarlo.

 

–Oye, Kar, ¿Quieres ir a hacer otra cosa? Estoy algo aburrido. –Rompió el cómodo silencio, agarrando la mano del adolescente.

Este al intentar contestarle fue rápidamente callado al ser obligado a seguir a Cronus, el cual corría hacia una dirección desconocida. Con su mano apretada fuertemente  y su gran velocidad, no pasó poco tiempo al ver que se habían alejado del parque y estaban trotando por el vecindario.

 

Cronus se detuvo en una casa desconocida.

Sacó sus llaves y abrió la puerta.

Karkat pasó de emoción a molestia. Quería volver a su hogar y aislarse de la sociedad. Y, de paso, alejarse de este rarito. Pero ahora terminó en su casa. Joder.

 

–Pon algo en la TV, ¿Quieres? Iré a ver si tengo algo de comer para ofrecerte. –El mayor se desapareció en su cocina dejando a Karkat en la entrada de su casa.

Él se sentó en el pequeño sillón de la sala frente al televisor, tirando su mochila en la pequeña mesa de enfrente. El sillón parecía bien cuidado, toda su casa parecía muy limpia. Como si la hubiera arreglado porque sabía que tendría visitas.

Oh, mierda.

Karkat se palmeó en la cara, tapando sus ojos y tirándose para atrás. Un quejido evidente escapó de sus labios. ¿No se podía ser más idiota, verdad? Encerrado en la casa de un desconocido total. Su hermano de verdad tenía toda la puta razón al ser totalmente selectivo y controlador con sus amigos de internet.

 

–¿Qué te traes? –Le contestó su ‘amigo’, caminando hacia el sillón. Llevaba sandwiches y unas botellas de refresco–. ¿No hay nada para ver en la televisión?

 

Karkat paniqueó al ver que su compañero había escuchado su quejido. Su pánico aumentó al ver como dejaba la comida en la mesa en frente de ellos y se sentaba a su lado, muy cerca suyo. 

 

Cronus fue pasando canal por canal hasta encontrar algo medianamente decente; pero, realmente, ¿eso importaba? Parecía solo brindarle atención a Karkat y no al maldito canal. Estaban igual que en aquella banca, solo que ahora Cronus lo abrazaba mientras masajeaba su hombro izquierdo, sin mencionar que estaba prácticamente encima suyo.

 

–Cronus. Um. –Dijo el chico, sus ojos mostrando clara incomodidad. ¿Por qué toda la mierda extraña debía pasarle a él? 

–Tranquilo, pequeño, solo estoy disfrutando de nuestro tiempo a solas. Te veías abrumado allí en el parque, deberías agradecerme por ser tan buen amigo y dejarte entrar a mi casa. Come algo, ¿sí? Pareces al borde del desmayo.

 

Karkat, dudoso, mordió uno de los sandwiches. Su intuición le decía que algo estaba mal, se sentía raro, como si las cosas fueran a empeorar. Pero tachó esos pensamientos como simples idioteces que surgen cuando uno está frío del miedo. Al menos el sándwich estaba rico, “siempre hay sol luego de la tormenta” se dijo. Siguió comiendo, gustoso, pero su mal sentimiento nunca cesó. Esto sólo aumentó al ver que Cronus no comía. ¿Por qué se había preparado un sándwich para no comerlo?

 

 

Podía sentir como su cabeza daba vueltas, había una mano acariciando uno de sus muslos y una voz incomprensible diciéndole que todo estará bien y que no tema, pues todo mejorará. Es como si Karkat hubiera dejado de estar en esta realidad; vaya Dios a saber que puta droga le han metido, pues sus ojos pesaban y podía sentir como caía en sueño. Recién eran las 5 p.m.

Sus extremidades y cabeza se sentían pesadas y débiles, como si fueran a desprenderse de su torso si no se le trataba con cuidado. Podía sentir colores, ver sonidos y escuchar olores, ese tipo de mierda que te hace sentir rancio y en otro plano astral.

 

Su vista se ennegrecía más y más. Tenía calor y frío al mismo tiempo; cada gota de sudor que caía parecía un élixir para Cronus, ya que al volver a ganar consciencia se dió cuenta que el mayor estaba encima suyo, lamiendo sus gotas de sudor mientras le daba pequeños besos en la cara.

 

–¿Qué…? –Balbuceó Karkat, sus labios temblorosos y su cuerpo pesado. Su dolor de cabeza era insoportable. Ni siquiera comprendía ni analizaba lo que estaba diciendo–. B-bájate, mierda… 

–¿Por qué eres así conmigo? –Su ‘amigo’ dejó de atacar su cara y lo miró profundamente a los ojos, tenía cara de cachorro arrepentido–. Chiquito, esta es simplemente mi forma de mostrarte mi afecto. ¿Por qué eres malo y no me dejas expresarme? Qué más podía esperar, seguramente me odias como el resto. Simplemente pensé que serías distinto a ellos…

Cronus suspiró y se limpió sus ‘lágrimas’ con una mano. Estaba sacudiéndose como si se fuera a ir, pero Karkat lo detuvo. Con un nudo en la garganta intentó responderle, pero no podía hacer más que llorar por la saturación que sentía en la cabeza. Varias gotas se escaparon de sus ojos.

 

–Per… perdóname… yo no- –Karkat fue callado con un beso, uno el cual él estaba muy paralizado como para corresponder. A Cronus parecía no importarle. Lo devoró como si fuera su primera comida en meses. No paraba de morder su labio inferior aprovechando la vulnerabilidad y la posible inexperiencia del menor. Deslizó su lengua intentando explorar su boca con más profundidad mientras agarraba su mandíbula y masajeaba su cachete.

Finalmente, Cronus se apartó del beso, un hilo de saliva escapando su boca perversa.

 

–Se siente bien, ¿verdad? –contestó mientras le dejaba besos efímeros en su cuello, bajando hasta su clavícula– No sabes cuanto espere por esto, bebé. Nadie te ama ni te amará, excepto yo, chiquito.

Karkat empezó a entrar en pánico. No sabía qué ocurría ni ocurriría con él, su cabeza daba vueltas indefinidamente. Era complicado entender las palabras de su ‘amigo’ mientras su vista se nublaba y empezaba a sentir una proximidad incómoda y no deseada que lo ponía loco. Se sentía débil, pequeño, confundido; no hizo más que intentar asentir con su cabeza mientras sus ojos se volvían cascadas. Quería volver a casa.

 

Una mano curiosa se deslizó debajo de su camiseta, sus dedos intentando buscar los pezones detrás de su binder. La mano exaltó a Karkat, este temblando y apoyando sus manos en los hombros del hombre en frente suyo. No estaba 100% seguro de si quería seguir con esto. 

Las manos de su ‘amigo’ siguieron explorando su cuerpo por todos lados, besando y tocando donde podía. Cronus sonreía mientras Karkat lloraba. Sus quietos sollozos eran música para sus oídos. La clara dinámica de poder era totalmente excitante.

 

Lentamente las manos comenzaron a jugar con su pantalón, presionando sus dedos en donde creía que estaba su clítoris. Un gañido huyó de los labios de Karkat, se había imaginado que eventualmente llegaría a esto, pero no tan pronto ni tan repentinamente.

Karkat llevó sus manos a su zona inferior intentando remover la mano de su ‘amigo’

–C-cronus, por favor… no…

–¿No qué? ¿Que no me detenga? Tranquilo, bebé, no estaba en mis planes hacerlo.

Karkat intentó quejarse, pero un rodillazo a su zona inferior lo hizo gritar de dolor. Podía ver como el major se mordía los labios con satisfacción. Empezó a frotar su rodilla saboreando cada sonido que Karkat dejaba escapar (aunque se notaba que peleaba por no hacerlo). 

 

El menor intentó pelear; si bien tenía las palabras atoradas en su garganta, los empujones e intentos de alejarse de Cronus se manifestaban como un gran indicador de “por favor déjame”. Cronus continuó.

–Cro… Cronus… hijo de p-puta, ¡aléjate..!

–Pero bebé, no he sido nada más que bueno contigo… no quieres volver a estar solo, ¿verdad? Tus amigos no te quieren, Terezi te abandonó… yo no lo haré, pequeño. –Cronus acarició una de las mejillas del chico mientras limpiaba sus lágrimas. Su cara tan roja de vergüenza y humillación era la mejor vista–. No lo haré si me das lo que quiero, ¿okay? Sino… bueno, estarás en la tuya.

 

Karkat no se pudo contener más y quebró en llanto. Odiaba que lo que Cronus decía era verdad. Nadie lo quería, nadie se preocupaba por él ni por lo que hacía, si estaba feliz, si estaba en peligro, si estaba triste… no era nada más que un desperdicio de espacio. 

Se odiaba tanto. Odiaba que lo que Cronus le hacía se sintiera bien.

Su ruptura con Terezi lo había apartado de todos sus amigos. No quería perder lo último que le quedaba, incluso si eso significaba ser abusado en el proceso. No quería volver a estar solo. No podía.

 

Podía sentir lo mojado que estaba a través de sus jeans. Se sentía tan asqueroso. Pero el otro lo disfrutaba, los frotes de su rodilla cada vez más bruscos y descontrolados intentando brindar el mayor placer posible, diciéndole al oído ternezas lujuriosas. Karkat se sentía cada vez más cerca de llegar a su límite, sus lloriqueos ahorcándose con pequeños gemidos. Podía sentirlo acercándose, esa sensación ardiente debajo de su estómago, su cuerpo lleno de picor por su clara ansiedad, su figura temblorosa, la forma en la que sus respiros se volvieron más descontrolados…

 

Y luego, nada.

 

Abrió sus ojos en desesperación, su cara mostrando clara confusión. Era la primera vez que alguien más lo llevaría a un orgasmo, ¿pero de repente todo cesó?

Eso debía de ser un error, no había posibilidades.

Karkat pretendió hablar pero solo un quejido pudo ser oído. El ruido de la TV se hacía más claro mientras volvía a ganar consciencia.

–Apenas te toco y ya te vuelves loco, soy muy bueno en esto, ¿no? –Le sonrió mientras hacían contacto visual. Los ojos de Cronus eran adictivos, lo desgarraban con solo mirarlo–. Necesito que dures más que eso, aún no estamos ni cerca de acabar. No puedo arriesgar que pierdas las energías tan rápido.

 

El sentimiento caliente en su zona inferior empezó a trasladarse por su cuerpo, subiendo cada vez más y más. Oh, joder, estaba por vomitar, ¿verdad?

Su cuello se tensaba de solo pensarlo, su estómago se revolvía y su cabeza volvía a ese dolor insoportable. No había dudas de que eso pasaría.

En un abrir y cerrar de ojos, Karkat volteó su cabeza y empezó a expulsar toda la porquería que tenía dentro suyo.

El vómito, que por su gravedad parecía consistir de todas las putas comidas del mes, caía encima del sillón de Cronus. Lloraba mientras vomitaba sin parar, ahogándose en sus desechos. Era bizarro y humillante.

¿Acaso el día no podía ponerse peor?

 

–Hijo de puta. –El hombre reaccionó, con tono amenazante y su ceño fruncido. Se bajó de Karkat y corrió hacia la cocina para buscar algo con lo que limpiar. 

El niño se relajó al terminar de soltar todo. Odiaba todo. Lo que más le preocupaba era ver en la TV que el reloj marcaba las 17:48. En exactamente 12 minutos él debía volver a casa o su hermano se daría cuenta que se había escapado de nuevo; él no quería volver a lidiar con sus sermones.

La adrenalina lo ayudó a pararse y a forcejear con la puerta que llevaba al mundo exterior. Para su sorpresa, estaba sin llaves.

Corrió lo más rápido que pudo.

Por suerte, él conocía el vecindario y cómo llegar a su casa desde allí. Con su cara roja y piernas temblorosas hizo una maratón hasta su casa. “A la mierda la mochila”, pensó.

 

Entró por su ventana, por suerte su habitación seguía igual de sucia que siempre, nadie había entrado en su ausencia.

La cerró y movió sus cortinas, la oscuridad se apoderó de la habitación. Su única luz era su teléfono, que estaba bombardeado con mensajes de Cronus. Con el reloj marcando las 6 p.m., era obvio que su hermano llegaría en cualquier momento.

 

“Karkat, Contéstame.”, “¿Te parece bien irte sin ayudar?”, “Pensé que la estábamos pasando bien.”, “No soy suficiente para tí, ¿wverdad?”, “Eres muy mal amigo, Karkat. Ya wveo por qué todos te dejan.”

 

Era tan patético que volvió a quebrar en llanto, dejando su teléfono de lado. Cronus tenía razón en absolutamente todo, o al menos así lo hacía parecer. Era tan egoísta, tan mala persona, el peor amigo que alguien podría tener.

Su sesión de sollozos tuvo que cesar al escuchar la puerta de su casa abrirse. Su hermano acababa de llegar.

Se secó sus mocos en su camisa y volvió a agarrar su teléfono.

 

–karkat, pequeño, no te preocupes… a pesar de todo esto, sigues siendo mi amigo. o algo más, si eso me permites. de todos modos, es difícil darte mi perdón… pero sé cómo puedes lograrlo. –Los ojos de Karkat se iluminaron. Tan solo quería ganarse el perdón de su… casi algo? Lo que sea, no quería quedarse solo, no de nuevo.

 

–PERDÓNAME POR IRME, MI HERMANO LLEGÓ A CASA, ME DABA MIEDO NO ESTAR PARA ENTONCES. PERDONAME EN SERIO. ¿QUÉ PUEDO HACER PARA QUE ME PERDONES?

 

–mándame un wvideo tuyo tocándote y quizás piense en aceptar tus disculpas. hazlo ahora mismo, de preferencia, sin ropa encima.

 

Karkat pateó su cama como respuesta a su creciente enojo. Quería gritar, llorar, patalear, romper toda su habitación, pero eso llamaría mucho la atención y no quería que su hermano lo encontrara “haciendo otro de sus berrinches”. Cronus era su único amigo, la única persona que le hablaba aparte de su hermano y padre. Era un tonto video, después de todo. No era como si Cronus fuera a mandárselo a otra gente… ¿cierto? Era solo una vez, no podía volver a esa soledad que casi lo llevó a un suicidio. “Mejor mal acompañado que solo” (así no iba el dicho, pero era la mejor forma de aplicarlo en su caso, dándole confort sobre que todo estará bien).

 

–OK. 

 

Temblando cerró su puerta con seguro (a veces a su hermano le gustaba entrar a su habitación como si fuera la suya, violando su privacidad. No le molestaba tanto, pero definitivamente no quería que eso ocurriera ahora mismo.), prendió la luz, se tiró a su cama y, con su teléfono grabando, empezó a desvestirse.

Primero removió sus pantalones y fue recordado de sus heridas. Algunas nuevas que mantenían ese color carmesí y ardían con el frío de su habitación, y otras cicatrizadas, ya curadas.

Mantuvo su camisa intentando mostrar la menor cantidad de piel y empezó a masajearse encima de su ropa interior. Se sentía tan repugnante pensar que de verdad estaba a punto de pasarle nudes a un hombre que le tenía todo menos respeto. Se sentía tan ansioso, sus manos se sentían totalmente frías al contacto de su piel.

 

Quería acabar con esto lo más rápido posible.

 

Se sacó lo último que le quedaba, estaba totalmente desnudo de su torso para abajo. No perdió ni un segundo y empezó a masajearse como ya lo había hecho antes. Dos de sus dedos se pasearon debajo de sus labios, abriendo más la zona, y su dedo pulgar comenzó a frotarse con su clítoris. Su respiración se aceleró más y más, la mano sosteniendo su teléfono temblando mientras trabajaba para llegar a un orgasmo.

Para acelerar la tortura, estimuló su zona más sensible, líquido saliendo de su entrada. 

El saber que Cronus miraría esto lo hacía sentir el doble de excitante, ¿Siquiera qué haría con este video? Pensar en las posibilidades lo asqueaba de la mejor forma posible, al punto de que no se dió cuenta que ya había llegado al clímax. Nunca sintió placer ni satisfacción, solo un vacío que no hacía más que consumirlo por dentro.

 

Se tomó unos segundos para respirar, podía ver como fluidos salían de su matriz.

Le mandó el video y se volvió a vestir. No le importaba que tanto se ensució su ropa; pensaba ponerla a lavar luego de darse un baño.

 

–¿AHORA SÍ? ¿ESTO ES LO QUE QUERÍAS? MÁS TE VALE NO PASARLE EL VIDEO A NADIE. QUÉDATELO Y HAS LO QUE TE NAZCA, NO LO SÉ. QUE ASCO.

 

Se quedó observando el chat, esperando una respuesta. A este punto la ansiedad lo mataría. Se sentía débil y cansado.

 

–joder, peque, me encantaría enterrarme ahí dentro y hacerte gritar mientras te pego las mejores embestidas de toda tu puta wvida. no sabía que te cortabas. creo que eso lo hace el doble de mejor. creo que te perdono, aunque pudo haber sido mejor. de wverdad quería oírte como lo hacías en mi casa.

 

Las palabras de Cronus se sentían como 3 yunques aplastando su pecho, asfixiándolo y dejándolo con heridas irreversibles. Se sentía usado y sucio, como si él solo lo viera como un juego. Quería estar solo. Necesitaba estar solo.

 

–tranquilo, el wvideo no saldrá de aquí. Deberíamos de wvolwver a wvernos. está bien si no quieres hacerlo, sé que la cagué. pero soy un buen chico, karkat, nunca te haría daño ni te obligaría a hacer algo que no quieras. –La ironía hablaba por sí misma. Era tan irritante–. bueno, te dejo, debo de hacer otras cosas. cuídate. no significas nada para los demás pero para mí sí, ¿okay? nos wvemos, pichón.

 

Bruscamente, Karkat arrojó su teléfono al suelo. ¿Pero qué mierda le pasaba? A él y a Cronus. ¿Cuál era su puto problema?

Abrió su puerta y la azotó con tal fuerza que las finas paredes de su casa retumbaron el sonido. Fue corriendo a encerrarse en su baño; en el pasillo se encontró a su hermano, que estaba doblando ropa.

 

–¿Karkat? Hermano mío, ¿Qué ocurre? –Karkat siguió corriendo ignorando a su hermano. Lágrimas empezaron a escapar de sus ojos. Genial, lo que faltaba, llorar en frente de su hermano–. ¿A dónde te marchas? He de recordarte que te encuentras bajo mi responsabilidad, por ende preciso saber si algo ha pasado.

 

–¡Tu puta madre, Kankri! ¡Déjame sólo por una jodida vez en tu vida! ¡¿Quieres?! –Karkat se encerró en el baño, llorando a montones. Mierda, ¿no sabía hacer nada más que llorar?

 

–Karkat, disculpa que lo mencione, pero tu oración no tiene sentido; no tenemos madre. Y, por favor, cuida tu lenguaje, ¿Sí? Sólo quiero ayudarte. –Kankri comenzó a dar golpecitos en la puerta. Eran sutiles pero aún audibles, posiblemente para que Karkat se de cuenta de que no estaba enojado con él–. cedeme el paso y conversemos. ¿O quieres optar a que te de tu espacio y, al salir, poder hablar de lo sucedido?

 

–¡LO QUE SEA! ¡SÓLO YA DÉJAME! –Luego de ese pico de enojo, los lloriqueos del chico se hacían cada vez menos presentes, parecía empezar a calmarse–. No quiero hablar, no me obligues… por favor. 

 

Kankri suspiró y le dio el espacio que su hermano tanto necesitaba.

Al oír el andar de su hermano cada vez más distante, Karkat logró relajarse.

No lo pensó y abrió la ducha. Las manchas en su ropa lo hacían estremecerse. Todo se sentía muy sucio, una sensación pegajosa desagradable que sus problemas sensoriales no soportaban.

Puso su ropa junto a la pila de ropa sucia que Kankri recogería luego, excepto por su ropa interior. No volvería a usar eso. Ningún tipo de lavado podía desvanecer los recuerdos de sus acciones.

Luego de esconder sus panties en el pequeño cesto de basura que había en el baño, se metió al agua.

 

El agua estaba hirviendo. Dolía, pero lo distraía de pensar en cosas que no quería pensar.

Se sentó en una esquina mientras perdía la mirada en uno de los azulejos de su pared. Siempre le había gustado ese diseño, blanco con flores grabadas en él (lindas rosas, para ser específicos).

Su papá siempre había sido un fanático de las flores, cuando estaba más presente en casa siempre buscaba o compraba racimos para dejarles a él y a su hermano.

Era una bonita forma de expresar su cariño. Que pena que él ya no lo hacía por falta de dinero y tiempo.

 

Debía limpiarse. Necesitaba fregar cada parte de su cuerpo de forma apropiada para poder dejar de sentir esas marcas. “¿Por qué?” era lo único que corría por su mente.

Se lavó 2 o 3 veces y luego salió de la ducha. 

Se había olvidado de llevar una muda de ropa limpia. El salir y tener que hablar con su hermano le causaba pánico. No quería interactuar con nadie más, estaba totalmente drenado. 

Para su suerte, detrás de su puerta había ropa limpia. Kankri escuchó que se estaba bañando y fue lo suficientemente generoso como para dejarle con qué vestirse.

A veces, solo a veces, Karkat quería mucho a su hermano.

 

El vapor escapó del baño al salir al pasillo. Cauteloso se dirigió a su habitación, intentando evitar ser escuchado por su hermano. Para su mala suerte, él ya estaba ahí, sentado en su cama con la mirada perdida en el suelo mientras jugaba con sus manos nerviosamente.

No fue hasta que Karkat abrió la puerta por completo que su hermano se percató de su presencia.

Se sentó lentamente al lado de su hermano mientras se miraban. Podía sentir como sus ojos le ardían de tanto llorar, su cabeza seguía siendo un dolor incesante y sus piernas temblaban.

 

–Hermano mío… ¿Qué te han hecho? –Sus ojos lo miraban con pena y compasión. Como si entendieran todo lo que el adolescente había vivido. Su mirada lo abrazaba, lo hacía sentir protegido, a salvo. Nada malo podría pasar si Kankri estaba presente.

 

Era uno de esos raros momentos en donde Karkat estaba demasiado sensible o cansado como para insultar o gritar debido a su nerviosismo o incompatibilidad de demostrar afecto. No fue hasta que abrazó a su hermano que sintió esas lágrimas caer de nuevo. 

Las caricias en su cabeza que Kankri le daba le recordaban que no estaba solo. Nunca lo ha estado. Siempre tendría a su hermano sin importar qué pasaría.

Él siempre fue el primero en apoyarlo, defenderlo, ayudarlo… cuando todos le dieron la espalda, él se mantuvo ahí. 

 

Quizás no necesitaba a Cronus como tanto creía. Los amigos van y vienen; los hermanos, no. Aún no era tarde para alejarse de su ‘amigo’. Pero, algo dentro de él le decía que lo extrañaría. Y él odia extrañar a los demás. 

 

El cansancio le estaba ganando. Estaba deseando dejar de pensar en todo, pero su cerebro ya le estaba haciendo el favor de apagarse. 

Kankri dejó de escuchar los sollozos de Karkat y asumió que se había dormido. Parecía haber sido un día difícil para él, de todos modos.

Su hermano recostó a Karkat en su cama, y de alguna u otra forma logró taparlo. Le dio sus buenas noches y se fue a hacer la cena. Quizás hoy Karkat sí podía saltarse la última comida del día.

Notes:

¡Gracias por leer!
^^ Estoy abierto a críticas y recomendaciones.

Atte: Karkitty

Chapter 2: Capítulo 2

Summary:

Todo cambió luego de ese día. Karkat no podía escapar de Cronus. O, bueno, si podía, pero no quería. Aún así encontraba formas de evadirlo, pues sabía que lo que estaba haciendo era incorrecto.
Y como toda acción, esta trae consecuencias.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Todo cambió luego de ese día. Karkat no podía escapar de Cronus. O, bueno, si podía, pero no quería.
Algo dentro de él lo impulsaba a seguir hablándole, incluso si eso significaba incomodarse cada vez que el mayor le hacía recordar las cosas que habían hecho; él era un tipazo cuando no se ponía a morbosearlo. De verdad odiaba esa parte de hablar con su ‘amigo’.
Podían conversar sobre cualquier cosa inocente y él las tornaba explícitas sabiendo que esto lo incomodaba. “Perdón si te sentiste mal, no lo volveré a hacer” era lo que siempre recibía de respuesta cuando Karkat intentaba hacerse oír (o, leer, en este caso).

Ya habían pasado unos días desde que se encontraron, desde entonces no se han vuelto a reunir; “mi hermano esto, mi hermano aquello” eran las excusas de Karkat. Él prefería este vínculo a total distancia, por eso su hermano era siempre la razón del porqué nunca volvieron a verse desde entonces.
No es que Kankri no lo dejara salir, él ni siquiera se había enterado de que se fue de casa aquel día. Es solo que él, al ser un hermano muy sobreprotector, era la mejor excusa. Cronus parecía comprarlo todo el tiempo. También, para evitar hablarle, se desconectaba de su red wifi o apagaba su teléfono de fábrica. De esa forma, el mayor no sabría que él estaba activo y pensaría que solo tenía una red horrible.

Igual, no es como si Cronus pudiera quejarse. Él seguía pidiendo fotos y videos, y el otro lo complacía. No por placer, sino por una obligación propia y su gran miedo al abandono. Ya sabía que, si Cronus se aburría de él, buscaría a alguien más; no podía soportar otra pérdida medianamente amorosa de nuevo. Y el de los 50’s era una persona que él no soportaría ver alejarse.
Sus pedidos eran cada vez más y más humillantes. Llegaban desde una simple foto de sus muslos (la parte de su cuerpo que el hombre más adoraba) hasta videos de él masturbándose diciéndole cosas obscenas a Cronus (palabras que el mismo muchacho le seleccionó para que gritara o gimiera).
Siempre fue atrayente el bloquearlo y seguir con su vida, pero el montonal de material para herirlo socialmente (una colección que seguía creciendo) era una gran amenaza. Fácilmente podía utilizarlo en su contra, difundirlo, y arruinar su vida. A pesar de esto, Cronus nunca lo amenazó con hacerlo. Eran los pensamientos paranoicos de Karkat los que lo convencían de seguir los pedidos de Cronus al pie de la letra.

Se puede decir que Karkat nunca logró alejarse del todo.

Y hoy, viernes, no era una excepción.

–¡buenos días, bebé! ¿cómo dormiste? hoy quizás no te hable mucho, tendré wvisitas. es una pena, pero ya sabes como es el estudiar y tal…

–HOLA. DORMÍ BIEN. NO TE PREOCUPES. ESPERO TE VAYA BIEN O ALGO ASÍ. –Sus dedos volaban a la velocidad de la luz, siempre le pasaba de empezar a escribir rápido cuando se texteaba con Cronus. No por emoción sino por la necesidad de terminar con las cosas rápido. También sus mensajes cada vez eran más secos y cortantes; el dejar de contestarle era tentador hasta que recordaba que el otro era de hacer mucho spam cuando no le contestaba de inmediato.
Esto era algo evidente.

–TENGO QUE IR A ALMORZAR. –Chateó, tirando su teléfono en la cama antes de salir corriendo hacia la cocina. A veces quería quemar su teléfono por completo o mantenerse lo más lejos posible de él. Usar su teléfono le causaba mucha ansiedad, por eso lo evitaba a toda costa.
Eso fue algo que su hermano le comentó mientras almorzaban.

–Que raro es verte comer sin tus dispositivos y distracciones sin sentido en mano, Karkat. No sé qué ha ocurrido contigo, pero me gusta este nuevo tú. Apartado de las redes pareces más calmado.

Oh, si su hermano tan solo supiera.
Karkat movió su plato de pastas desinteresadamente, como si estuviera pensando en algo importante. Se mostraba perdido en sus pensamientos cuando en realidad su mente estaba en blanco. Todo era tan monótono desde eso.
Alzó su vista para ver a su hermano prolijamente comiendo su porción. A veces le daba asco que su hermano comiera sus fideos sin nada encima. Ni siquiera les ponía sal… era comer algo blando, sin sabor, y ya. Para gustos colores, pero verlo comer esa mierda era tan repulsivo. Suponía que su hermano miraba su plato lleno de queso, salsa y carne de la misma forma.

–Oh, por cierto… –Karkat lo miró a los ojos con curiosidad, moviendo su cabeza al costado. Era uno de esos manierismos característicos que él tenía que lo hacían parecer un niño, como si nunca hubiera crecido–. Nuestro padre volverá a casa tarde, de nuevo. Y me han puesto un trabajo importante en parejas para la universidad, mi compañero ha decidido que lo realicemos en su hogar.

Su hermano se dio una pausa para volver a comer. Cada que pinchaba la comida y la llevaba a su boca, se tapaba esa zona con una servilleta. Al otro se le hacía extraño y fuera de lugar; está con su familia, no con el presidente de la nación. Aunque, bueno, Karkat no podía decir mucho, él masticaba su comida con la boca abierta.

–Disculpa. –Le contestó mientras finalizaba de comer–. No es de mi agrado que estés aquí sin supervisión por tanto tiempo y lo sabes. Con eso en mente, he decidido que vendrás conmigo. Mi compañero ya está notificado al respecto y dijo que estaba bien con ello.

Su hermanito lo miró boquiabierto. Finalmente, un día en el que no iba al colegio, ¿y se lo arruinan así?
Quería protestar pero no tenía las energías para ello. Desde hace mucho tiempo no hacía uno de sus tantos “berrinches”. Si eso no mostraba banderas rojas, entonces no sabía que lo hacía.
Se quejó y empezó a deslizarse de su silla hacia el suelo. Pelear con su hermano nunca terminaba bien. Para acortarlo, Kankri siempre ganaba las peleas porque “él era el adulto responsable y él sabía cómo protegerlo”. Joder, no es como si fuera a incendiar la casa en su ausencia.

–Te prometo que terminaremos rápido. Entre nos, mi compañero es un bueno para nada. Si bien me molesta el hecho de que es una carga, al menos me garantiza que los trabajos estarán excelentes, ya que yo los realizaré, no él. –Kankri caminó hacia su hermanito y le extendió su mano para ayudarlo a pararse. Tomó un rato, pero eventualmente Karkat estaba con los pies en el suelo de nuevo–. Alístate, por favor. Brevemente nos iremos allí. Compórtate, ¿Sí? Permíteme quedar bien.

El chico resopló y se fue a su habitación a paso de tortuga; quizás así podría retrasar a su hermano de forma “no intencional” y a él le terminaría dando mucha vergüenza llegar tan tarde. La puntualidad era una de las debilidades de Kankri.
Se puso su suéter negro favorito, el que no le causaba picor ni malestares por la sensibilidad de su piel, y buscó un par de jeans nuevos para crear la combinación de ropa que tanto le agradaba usar. La combinación del suéter negro y jean holgado gris era simplemente la mejor.

Estaba debatiendo seriamente en si agarrar su teléfono o no. Por un lado, si se aburría mucho podía usarlo como distracción hasta que Kankri acabara con el trabajo. Por otro, sabía que si lo llevaba se sentiría obligado a contestar los intentos de conversación de Cronus, y eso era algo que él no soportaría. ¿Y si Cronus le decía algo totalmente explícito y su hermano lo leía por accidente? Definitivamente esos videos y fotos suyas estarían circulando el internet luego de bloquearlo debido a Kankri.

Su teléfono podía esperar en casa.

Se puso sus converse y se dirigió a donde su hermano se encontraba; estaba buscando entre las llaves aquella que abría la puerta principal de su casa.

–Simplemente no entiendo, si tú harás el trabajo, ¿¡Por qué tu compañero quiere que vayas a su puta casa!? ¿¡Qué intento de ligue barato es ese!? –Karkat frunció el ceño dándole una mirada amenazadora a su compañero de vida. ¿De verdad era tan idiota como para caer por algo así o estaban en algún tipo de rollo que él desconocía?

–Si me es permitido asumir, puedo pensar que se debe a que él aún quiere ser parte de ello, incluso si eso significa el quedarse observando mientras escribo. –Kankri le contestó con calma. Ese tono de voz tan relajante lograba mantener a su hermanito en paz. Incluso cuando peleaban, Kankri siempre sabía cómo calmarlo utilizando su tono de voz sensible y las palabras adecuadas. Pocas habían sido las veces en las que Karkat logró sacar a su hermano de quicio al punto de quiebre; cuando esto ocurría, Kankri le recordaba que debía disculparse con él. Era algo extraño, rara vez su hermano admitía tener la culpa y le pedía perdón. Karkat supuso que era algún tipo de complejo de superioridad interno o algo similar. Quizás un complejo de salvador, vaya Dios a saber.

Sin perder más tiempo se dirigieron al auto, Kankri al volante y Karkat de copiloto.
En lo que duraba el corto viaje, Karkat permitió perderse en sus pensamientos una vez más; quizás el salir de casa lo ayudaría a despejar la mente. Quizás el compañero de su hermano era buena gente y los tres se la pasaban bien. O quizás sería totalmente aburrido al tener de entretenimiento el ver a Kankri escribir sin parar en hojas de papel. Sea lo que sea, era mejor que quedarse encerrado hablando con Cronus.

–Kankri, ¿tu compañero tiene hermanos? ¿O una xbox? ¿O Algo para no aburrirme mientras me siento como un sapo de otro pozo?

–Sí, tiene hermanos, uno para ser exactos. Si no me equivoco, asiste al colegio contigo, solo que estudia en otro curso. Pero dudo que esté en el lugar al que nos dirigimos; él vive con su padre. Mi compañero posee casa propia. –Estaban en un semáforo en rojo, así que Kankri decidió dirigir su mirada hacia su hermanito–. ¿No tienes tu teléfono? Oh, suerte la nuestra que ya no dependes tanto de un aparato. Quizás puedas jugar a un juego de mesa o similar con mi compañero. Solo intenten no ser una distracción.

El pequeño no hizo más que taparse la cara, derrotado. Hoy de verdad será un día largo. Y, conociendo a su hermano, terminar un trabajo “rápido” significaba hacer miles de borradores y perfeccionar pequeñas cosas que nadie notaría. Un hermano perfeccionista era como tortura. Fácilmente estarían allí varias horas.

Miró hacia la ventana. El sonido y el movimiento del auto en el pavimento lo distraían de pensamientos efímeros dañinos. Palabras, frases, emociones, experiencias que lo atormentaban todos los días. A veces venían para joderlo en los momentos menos oportunos; su ansiedad comenzó a aumentar de nuevo.
Y esta no hizo más que incrementar al reconocer el vecindario al que se dirigían. Si el Dios al que su hermano tanto le rezaba existía, le oraba por no detenerse en ninguna de esas casas. Mucho menos en esa casa.

Dios no es real. Es un mecanismo de afrontamiento a las desdichas del mundo.

–Llegamos, Kar… kat? –Su hermano lo miró confundido, quizás con un poco de miedo e incertidumbre.

El chico miraba perdido al suelo, sus manos apretando sus rodillas, temblando levemente. Sus ojos abiertos dejaban caer esa agua que lo deshidrataba, poco a poco, lentamente. No quería salir del auto, pero sabía que era mejor no desobedecer. No quería ser una carga para su hermano. Odiaba sentirse así. Kankri ya tenía suficiente con cuidarlo, estudiar y trabajar al mismo tiempo. “Que puta vida de mierda”, pensó.

Ambos se bajaron del auto y caminaron hacia la casa. Kankri, como siempre, guiando el paso, caminando con su seguridad tan característica. Su andar era como el de una persona egoísta que en cualquier momento te recriminaría tus errores o te hablaría de religión. Le quedaba perfecto.
Karkat, por otro lado, siempre se encogía de hombros y cruzaba sus brazos. Caminaba lento, mirando para abajo, como si intentara no ser percibido por los demás (aunque terminaba logrando totalmente lo contrario).

Efectivamente, detrás de esa puerta se encontraba Cronus, quien se reposó en el marco de la puerta.
Fuerte fue la impotencia al hacer contacto visual con el dueño de la casa, este sonriendo arrogantemente.
Al principio pensó que todo había sido obra de su mala suerte. Luego recordó que la primera foto que le mandó sobre su cara contenía a su hermano al lado.
Hijo de puta. Él conocía a Kankri desde hace mucho antes y nunca se lo había hecho saber.
Karkat agarró a su hermano y se escondió detrás de él. Si Kankri estaba ahí, el mayor no podía hacerle nada. Kankri lo protegería como siempre lo ha hecho.

–Adelante, por favor. ¿Es este tu hermanito, Kanny? Míralo, ¿Siempre está así de asustado? –Ambos entraron a la casa, el dueño de esta cerrando la puerta detrás de ellos mientras hablaba. El adolescente nunca dejó de utilizar a su hermano como escudo; su agarre cada vez más fuerte cuando Cronus se acercaba, como si este lo fuera a secuestrar en cualquier momento.

–Te he dicho varias veces que no te refieras a mí de tal forma. Permíteme recordarte que mi nombre es Kankri, no… “Kanny”. –Wow, genial, o sea que el rarito no solo le faltaba el respeto a él, sino también a su hermano–. Y, sí, este es Karkat, mi hermano menor. No es usual que él actúe de esta forma, es habitual encontrarlo más… ¿expresivo? Es de ponerse ansioso muy rápido, pero esto es nuevo.

Kankri acarició el pelo de Karkat, este desalineado como siempre. Las caricias intentaban expresarle que no tema y que se relaje… y que por favor no lo deje en ridículo y no se le dé por hacer una de sus tantas rabietas.
El chico escondía su miedo en su cara de perro rabioso. Era como si alguien llegase a ponerle una mano encima, Karkat no dudaría en morder. Pero era evidente que era un mecanismo de defensa; una máscara que ocultaba su miedo irracional. Un millón de insultos que nunca serían dichos recorrieron su mente.

–Oh… ¡Pero no hay nada de lo qué asustarse! ¿Eh, pequeño? –El mayor se agachó hasta estar al nivel de Karkat. “Te gané” era lo que mostraba su cara de satisfacción al ver a Karkat de nuevo en su casa. Karkat lo miraba con una mezcla de enojo y pánico. Había entrado a un juego del que ni siquiera estaba enterado y acababa de perder. Cortó el contacto visual y enterró su cabeza en la espalda de su hermano. Sus manos temblorosas abrazaron su cintura como koala en árbol.

–Hum. Bueno, ¿tienes el trabajo? Es necesario empezar lo antes posible.

–Claro que sí, creo que estaremos mejor en la mesa de la cocina. Siganme.

El dueño de la casa caminó hacia su cocina, a unos pasos de la sala principal. Su casa era absurdamente grande, contando con varias habitaciones y un segundo piso. Era irónico que sólo él vivía ahí, no necesitaba tanto espacio. Se notaba de lejos que la casa no la pagaba él, ni siquiera contaba con un trabajo.
Karkat nunca se despegó de su hermano. Kankri estaba algo molesto con ello, pero intentó no pensar mucho en eso.

Cronus puso las hojas del trabajo en la mesa; eran varias, todas con la tarea de investigar diversos temas de interés en la materia. Definitivamente eso no será rápido.
Kankri se puso en la punta de la mesa, sacó su laptop y empezó a escribir. Él sabía que su hermano había tomado clases de mecanografía pero no sabía que escribía tan rápido. Karkat, por otro lado, se sentó cerca de él. Tirándose a la mesa, reposó su cabeza entre sus brazos y se puso a jugar con uno de los bolígrafos que su hermano tenía.
Unos momentos después, su gran ‘amigo’ se sentó al lado de él. Kankri lo ojeó con confusión, pero rápidamente volvió a su trabajo. A este punto, Karkat estaba totalmente drenado: no hablaba, no se movía, solo estaba tirando esperando a que todo pase. La presencia de Cronus lo paralizaba más de lo que le gustaría admitir.

El chico hacía cualquier cosa para mantenerse fuera de sus pensamientos intrusivos y paranoicos: contaba la cantidad de líneas en la mesa de madera, se perdía en los tecleos de su hermano, frotaba sus dedos entre sí, se concentraba en respirar, pasaba una de sus manos en su muslo…

Espera, no, eso es imposible; uno de sus brazos funcionaba como almohada y el otro estaba dándole golpecitos sutiles a la mesa, contando cada uno al sonar.

Oh.

A este punto su vida era una pesadilla; se asemejaba a un fanfic mal escrito en el que el protagonista menor de edad es abusado con tal de entretener al público. ¿En frente de su hermano? ¿En serio? De verdad que no le quedaba respeto para ninguno de los dos.
Karkat se mordió los labios mientras sentía aquella mano recorrer tortuosamente su pierna. Cada movimiento era una onda de electro shock que lo hacía querer arrancarse su propia piel.
Karkat movió su cabeza y dirigió su mirada en Cronus. Este tenía la vista fijada en sus muslos mientras los exploraba con su mano. Era como si los conociera de toda la vida: los tocaba con seguridad y sin miedo de que Kankri los viera. También se daba la tarea de presionar específicamente en donde Karkat tenía algunas de sus cortadas, esto haciendo que el pequeño respire más agitadamente. Su cara estaba completamente roja.
No fue hasta que las manos empezaron a abrazarlo más adentro, cerca de su zona inferior, en donde gritó que necesitaba ir al baño.
Bruscamente se paró y subió las escaleras, estas rechinando con cada pisada. Abrió puerta por puerta hasta que, casi al final del pasillo, se encerró en el baño. Este era muy espacioso pero aún así contaba con lo esencial.

Se sentó en una de las esquinas del baño en posición fetal. Abrazó sus piernas y se tapó las orejas, todo lo que le pasaba era insoportable. Su cabeza era un refrito de temor, pánico y rabia. ¿No podía ser más idiota? Se odiaba tanto. Un gran zumbido en sus oídos no lo dejaba ordenar sus pensamientos ni calmarlo de su claro ataque de pánico. Se sentía mareado, sus labios no paraban de temblar; estaba pálido y lleno de náuseas. El respirar se le dificultaba mucho.
Era como si el universo comprobara que tanto podía llegar a soportar antes de corromperse y dejarse llevar.

De repente, escuchó un sonido salir de la puerta del baño. Música, como si fuera un canal de infomerciales a todo volumen (al menos eso suponía; las paredes, al contrario de su casa, eran gruesas y duras. Dificilmente lo que uno diga dentri de una habitación era audible a menos que grite desesperadamente).
Los sonidos de la televisión lo distrajeron de su cadena de pensamientos: quizás Kankri ya había terminado el trabajo y solo se estaba relajando viendo la TV con su compañero de estudios. Ese pensamiento motivó a Karkat a intentar salir del baño; lo llenó de esperanzas sobre finalmente volver a casa.

Al destrabar el baño e intentar pisar fuera, unos brazos lo empujaron dentro de vuelta. Al ser tirado al suelo, el adolescente se lastimó fuertemente la cabeza. Mientras se recuperaba de la caída pudo observar a Cronus caminando hacia él, sin antes haberle puesto el seguro a la puerta de nuevo.

–Entonces todos estos días no pudiste venir porque, entre muchas comillas, Kankri se la pasaba supervisándote sin asistir a clases, ¿eh? –El mayor le escupió, la saliva cayendo encima de su suéter negro favorito. En su parálisis causada por miedo, Karkat no hizo más que hacer una mueca de asco–. ¿Pero cómo es que él nunca se perdió ni una sola clase? Todos los días lo saludaba al entrar y salir del instituto.

Antes de que el pequeño pudiera moverse o hablar, Cronus lo pisó entre sus piernas, aplicando fuerza en su zona vaginal. El escuchar sus quejidos mientras se retorcía del dolor era como entrar al paraíso. Cada que movía su pie de lado a lado sin compasión, recibía un par de respiros quebrados o diferentes sonidos agudos.

–No me gusta que me mientas, corazón. Pero, ¿sabes qué? Creo que podemos llegar a un acuerdo. –Cronus se alzó sobre el adolescente, llegando a estar unos centímetros cerca de su cara mientras flexionaba su pierna y hacía aún más presión en su zona sensible. Dolía como el infierno mismo–. Te quiero aquí luego de la medianoche, no me interesa si puedes o no. Si no estás detrás de mi puerta para entonces, me temo que tu hermano se enterará del pedazo de puta que eres. ¿Te imaginas qué tan bello sería que él se despierte con todas tus fotos y videos?

–No… mgh-No, t-todo menos eso… –Su zona inferior le ardía como si se incendiara, Cronus amaba ese sentimiento de poder que le traía el dañarlo física y mentalmente al obligarlo a la sumisión. Karkat se tapó la cara ocultándose con sus manos; está roja, hinchada de tanto llorar. Y su entrepierna estaba totalmente mojada, llena de esa sensación pegajosa que lo llevaba a punto de quiebre.

–Aquí te esperaré, entonces. Si le dices siquiera una palabra a cualquier puta persona que te siga teniendo el mínimo de pena, créeme que la pasarás mal. –Cronus volvió a pararse sin dejar de pisar al del suelo. Karkat empezó a cerrar los ojos intentando distraerse del dolor; sus jadeos cada vez más fuertes, su garganta cada vez más seca.
Y cuando pensó que finalmente había conseguido adaptarse al dolor, una fuerte patada en su zona sensible lo despertó. Karkat se tapó la boca intentando suavizar el grito tan desgarrador que escapó de sus labios, el cual retumbó en los azulejos del baño. Sus lloriqueos quebrados se intensificaron con cada patada que Cronus le proporcionaba, todas direccionadas a esa zona que tanto hería.

–Si dependiera de mí, ya estarías rebotando en mi regazo, pero tu hermano sigue allí trabajando. –Cronus apartó su pierna y se dirigió a la puerta. Al sentir liberación, Karkat llevó sus manos a su entrepierna y se puso en posición fetal, aún llorando de dolor–. Agradéceme que estoy siendo bueno contigo y no te estoy cogiendo aquí mismo, porque resistir tus hermosos sonidos es difícil.

Cronus volteó la cabeza y fijó su mirada en el chico, quien estaba temblando en el suelo con respiros quebrados.
–Acomodate bien. No quieres que Kankri se entere de lo que pasa, ¿verdad? Apúrate. –Su voz fue estricta y con enojo de por medio; no hizo más que congelar la espalda del adolescente, como si su mismo padre lo regañase.
Cronus ya no era ese muchacho amigable que una vez conoció; era un abusador con todas las letras. Y Karkat no podía hacer nada, estaba bajo su amenaza. Las consecuencias eran peligrosas.

Y tal como entró, el mayor se retiró del baño, sin antes soltar unas malignas carcajadas.

El adolescente se quedó unos segundos tirado en el suelo escuchando la dichosa televisión sonar. Los infomerciales seguían hasta que se percató de que el sonido desaparecía. Posiblemente Cronus estaba bajando el volumen o apagando la TV.
Con las fuerzas que le quedaban, Karkat intentó pararse. Sus piernas se sacudían fuertemente, no soportaban su peso luego de las repetidas patadas; era como si su zona inferior fuera obsoleta, sus piernas perdiendo la habilidad de funcionar de forma apropiada. Su cerebro le pedía a sus extremidades que funcionasen y solo sus brazos atendían, estos mismos salvándolo de una dolorosa caída al sostenerse con el lavamanos.
Karkat siseó por la sensación de ardor, apenas podía caminar apropiadamente sin sostenerse de algún lugar. Intentó lavarse la cara frotándose los ojos y las mejillas con agua fría para sacar ese rojo de su cara, y con piernas débiles salió hasta el pasillo.

Lentamente se dirigió a las escaleras, estas siendo un desafío total de bajar; cada paso era un nuevo pico de dolor que lo hacía morderse los labios en desesperación. Él podía ver a su hermano aún sumergido en el trabajo, esta vez escribiendo en papel a velocidades descomunales todo lo que había apartado en su laptop. Parecía no percatarse de que su hermanito se encontraba bajando las escaleras como un imbécil, él estaba metido en su propio mundo. Siempre era así cuando él se concentraba en algo, era difícil sacarlo; al contrario, Karkat poseía problemas de concentración.

Y al lado de Kankri se encontraba su… ¿abusador? Sí, ese era un nombre apropiado para él. Estaba cruzado de brazos viendo a Kankri escribir, pero dirigió su mirada a Karkat cuando lo vió bajando por las escaleras. Su sonrisa de tiburón le causaba escalofríos, sabía que se había metido en algo que no le convenía y ahora nunca podrá salir de ese infierno. La culpa que sentía era inmensa, y el dolor físico era peor.

Al llegar al último escalón, Kankri agarró las hojas y las ordenó: había terminado el trabajo justo a tiempo. Luego de abrocharlas y meterlas en un folio, agarró la mano de Karkat y se despidió de su compañero de trabajo, este devolviéndole una sonrisa inocente como si no le hubiera causado ningún tipo de malestar a su hermanito.
Kankri parecía iluso a lo que el adolescente padecía, no fue hasta que Karkat pegó un grito ahogado al sentarse a su costado en el auto que se percató de que algo no iba bien.

–Hermano mío, ¿Qué te tiene con tal descontento? ¿Te has lastimado? ¿Precisas algún tipo de asistencia personalizada? Te la has pasado ansioso todo el día, ¿Hay posibilidades de que requieras volver a consumir tus pastillas de nuevo? –Las preguntas invasivas pero con claro tono de preocupación lo agobiaban a más no poder.

–¡NO! No, no, no… no te preocupes, no. –La respuesta nerviosa del chico hizo que Kankri levantara una ceja–. Sólo me caí en el baño por idiota y me partí el culo, eso es todo. Me duele, pero ya pasará, ¿okay? ¿Podemos ir a casa?

El adulto suspiró y se dirigió a casa, el reloj marcando cerca de las 7 p.m.
Todo el cuerpo de Karkat dolía, incomodaba, asqueaba. Podía sentir líquido entre sus piernas, tanto que le daba miedo de que llegara a ser sangrado; se sentía más espeso que de costumbre, aunque podía ser la cantidad que había soltado o el tiempo que se quedó allí debajo sin limpiarse. De verdad necesitaba una ducha.
Lo peor era que su hermano nunca se percató de nada, ¿siquiera como no se dio cuenta que Cronus desapareció por mucho tiempo? ¿Cómo no se percató de que algo estaba mal?

–Oye, Kankri… –Karkat habló dudoso, se sentía como si hablar fuera ilegal. Su hermano le respondió con un “¿hm?” aún concentrado en manejar–. Uhm, esto… tú, y, bueno, uhm… Cronus… ¿ya se conocían de antes?

Kankri chasqueó su lengua y se llevó uno de sus dedos al mentón, como si estuviera pensando.

–Siempre hemos asistido a la misma institución, pero no fue hasta este ciclo lectivo que he empezado a mantener pequeñas conversaciones con él. No parece un hombre malintencionado, pero no tiene buena reputación. Nunca entendí la razón de ello.

Karkat agachó la cabeza y se cruzó de brazos, sus piernas entrecerradas esperando no soltar ningún tipo de mal olor o manchar el asiento del coche. Quería contestarle pero no tenía sentido seguir con la charla; no se sentía lo suficientemente cómodo como para expresarle lo que había pasado y seguirá pasando. De todos modos, estaban por llegar a casa.

 

Detrás de la puerta se encontraba su padre ordenando algunas cosas en la casa. Este al verlos los recibió de brazos abiertos, Karkat rápidamente apartándose para correr al baño (a pesar de la molestia entre sus piernas). Podía escuchar a la distancia a su papá y hermano conversar sobre él y como lo veían diferente: más apagado, sin mostrar emociones más que la neutralidad, cómo él había dejado de hacer sus tantos berrinches y desastres en la casa, y por sobre todo su falta de apetito. Al chico no podía importarle menos lo que ellos piensen, simplemente quería seguir con su día y descansar un poco antes de tener que ir a la casa de su groomer.

Las voces se fueron ensordeciendo al encerrarse en el baño y abrir la ducha. Se desnudó lo más rápido que pudo; su parte inferior aún doliendo como si lo hubieran apuñalado. Al quitarse la ropa interior se percató de que milagrosamente no tenía sangre, solo flujo, el cual se veía muy pegajoso y cremoso.
Este volvió a tirar su ropa interior a la basura y se tiró a la ducha; evitó sentarse como solía hacerlo, ya que el duro piso de su baño terminaría aumentando su dolor. Nuevamente se lavó todas las veces que él dictaba como suficientes para poder sentirse “limpio”, aunque sabía que ninguna cantidad de jabón era suficiente para eliminar sus memorias. Su frustración aumentó al darse cuenta que se había olvidado de agarrar su muda de ropa de nuevo al salir de la ducha; pero grata fue su sorpresa cuando, al abrir la puerta, vio que otra vez Kankri le había dejado ropa. Eso fue muy generoso de su parte.

Toda su vida era un estrés total. No podía dar ni un respiro y todo en su existencia iba cuesta abajo; todo empeoró desde que Terezi lo dejó. Sus amigos se dieron cuenta del asco de persona que era y lo abandonaron, esto provocó que Karkat se juntara con quien sea incluso si sabía que lo dañarían eventualmente. Sus acciones tienen consecuencias y era como si él nunca aprendiera. Dios, es un idiota que confía en quien sea que lo trate especialmente. Se odiaba tanto.

El adolescente se tiró a la cama y gritó en su almohada. Como era hábito, sacó su cuter de uno de los cajones de su escritorio y se comenzó a bajar los pantalones, estos llegando hasta sus rodillas. Usualmente sus cortes no eran muy profundos, estos a penas llegaban a pequeños rasguños de gato que cicatrizan líneas blancas. Pero hoy fue diferente.
La sangre lo aterraba y lo ponía paranoico, es por eso que presionó más fuertemente la navaja en su piel llegando hasta su dermis. Se hizo varios cortes, cada uno peor que el anterior, todos haciéndolo perder mucho de ese líquido carmesí. Sus lágrimas nublaban su vista al intentar afrontar la punzante sensación de ardor en todo su cuerpo. Juraba que de tanto morderse el labio, lo había hecho sangrar.

Se quedó unos minutos observando sus autolesiones; una serie de golpes en su puerta lo despertaron de su trance.

–Karkat, ¿Cenarás? Kankri y yo ya casi terminamos de cocinar, comeremos carne y ensalada. –Le habló su padre, se notaba su preocupación aunque intentara ocultarla en su voz rasposa y grave. Karkat rápidamente se subió sus pantalones, manchándolos de sangre en el proceso.

–¡NO QUIERO, GRACIAS! –Le gritó, esperando no sonar enojado o similar. Luego de su respuesta, escuchó unos pasos alejándose de su puerta. Karkat solo suspiró y se tiró a su cama.

Joder, había sangre en sus pantalones. Eventualmente los pondría a lavar; por ahora solo se mantendría pensando en su cama, viendo las horas pasar.

Notes:

Estoy abierto a recomendaciones y críticas; si empezaste a leer por el smut, prometo que el llegará en el siguiente capítulo.
¡Gracias por leer! <3

Atte: Karkitty