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Language:
Español
Stats:
Published:
2025-08-11
Updated:
2025-08-21
Words:
9,496
Chapters:
3/?
Comments:
18
Kudos:
21
Bookmarks:
3
Hits:
183

Bakugo Katsuki es el más grande amor de Midoriya Izuku en todas las lineas del tiempo ¿O no?

Summary:

Izuku continuo después de aquella noche de bar donde rechazó a Kacchan, ocultó sus sentimientos, los enterró en los más profundo de su ser porque no era digno de estar a su lado, ahora era quirkless, no era magnifico, no podría seguirle el paso y sobre todo, no era lo suficientemente fuerte como para salvarlo. Así que huyó como siempre, esta vez enterró su corazón y en cambio empezó una relación con Ochako.

Pero todo eso esta por cambiar. Izuku tiene un accidente con el don de una niña en un día de patrulla, el don: desconocido. Trajo consigo cinco versiones de sí mismo de cinco líneas ¿O universos diferentes? Todos tan diferentes, lo único que tienen en común: En cada una de sus líneas temporales en algún momento Bakugo murió. No tienen a su Kacchan, y al ver lo miserable que era Bakugo en esta linea del tiempo harán hasta lo imposible por robárselo a Izuku quien al parecer no valora lo suficiente a Katsuki.

¿Podrán arrebatarlo de su lado o Izuku por fin aceptara que ama a Kacchan?

___________

Bakugo es el más grande amor de Midoriya en todas las líneas del tiempo o al menos en casi todas.

Notes:

¡Hola! Hola, yo otra vez, esta vez con el pedido de este fanfic, la ide ame la dio mi amiga así que la tematica es suya. Algunas cosas para alcarar.

Izuku SABE que ama a Bakugo PERO NO LO ACEPTA. No cree estar a la altura de Kacchan, ya no. Sabemos como es Izuku y se guarda TODO para él solo porque no quiere molestar a los demás, entonces ha estado sufriendo los ultimos ocho años de su vida. Todo el fanfic sucede después del capitulo 431. ADVERTENCIA: No odio a Ochako, de hecho aquí es una muy buena amiga, ella esta lidiando con sus propias cosas (cof superar a su novia muerta) sooo Izuku y Ochako solo estan apoyandose, aunque a ojos de todos sean novios en realidad su relación es platonica.

En este fanfic hay 5 versiones de izuku ADEMÁS del Izuku que no acepta que ama a Kacchan.

1. Izuku villano quirkless
2. Izuku universitario quirlees
3. Izuku que tiene OFA (este Izuku paso todos los eventos canon del anime, pero no perdió su don)
4. Izuku que tiene OFA Y AFO
5. Izuku que tiene OFA (este no paso todos los eventos del anime ya que derrotó a AFO y Shigraki en la guerra del frente de liberación paranormal)

Soo espero les guste la historia.

Chapter 1: El incidente.

Chapter Text

El sol abrasador del verano lo tenía sudando la gota gorda, Izuku pudo sentir el ardor en sus piernas, en sus músculos, ese tirón que en algún momento había olvidado, la adrenalina fluía por sus venas mientras corría detrás de aquel villano. 

Extendió su brazo y los cables que imitaban su látigo negro salieron disparados aprensando al causante de tal desastre.

Izuku respiró con dificultad cuando logró atrapar al villano, el hombre terminó boca abajo en el suelo mientras él lo sostenía con una rodilla sobre su omoplato y esposó sus manos detrás de la espalda. El héroe lo levantó y lo llevó hacia la policía la cual ya rodeaba el lugar. 

Él saludó a algunos civiles que estaban detrás de la barricada que la policía había puesto para asegurar el lugar. El villano forcejeaba lanzando maldiciones, pero Izuku no tenía cabeza para lidiar con él más de lo que ya lo había hecho. Solo había comido un ramen instantáneo esa mañana junto a una bebida energizante y había corrido a su patrulla de fin de semana. 

Toda la semana anterior se había estado desvelando calificando exámenes y recibiendo llamadas de Ochako a altas horas de la madrugada porque otra vez había soñado con Himiko además de sus propias pesadillas con Kacchan sin vida, Kacchan…

Hacía más de cinco meses que no veía a Kacchan más que cuando se encontraban en alguna patrulla o cuando le tocaba trabajar en conjunto con la agencia de Ochako donde él trabajaba, después de todo ambos habían llegado al acuerdo de que su relación se vería más real si trabajaban juntos

Cuando el héroe pecoso se acercó a los policías su expresión demostraba un cansancio absoluto a pesar de la sonrisa que plasmaba sus labios. 

Buen trabajo, heroe Deku. Nosotros nos encargamos ahora.

Si, gracias.    

Izuku apenas respondió, sus extremidades pesaban con el cansancio físico y mental, su cabeza estaba atormentada por la repentina ausencia de Kacchan en su vida. 

Deku se despidió de los policías antes de regresar hacia su ruta, la que se le había asignado hoy en su turno en la agencia de su novia. Sus labios hicieron una mueca ante el pensamiento, diez meses y aún era raro decir que Ochako era su novia. Ahora mismo Izuku solo anhelaba otro enfrentamiento, una persecución, lo que sea con tal de no caer en la madriguera de conejo que era su mente ahora mismo. 

No entiende de dónde venía este sentimiento amargo que se posaba en su corazón. Tiene todo lo que alguna vez soñó, claro con algunas modificaciones, después de todo no tenía el OFA, pero había logrado ser un héroe, era maestro a tiempo parcial en la mejor escuela para héroes de japón, tenía amigos increíbles y además tenía novia ¡Novia! (A pesar de lo raro que aún era ese pensamiento) y no era nada menos que una de las mejores heroínas del país y su primera amiga. 

¿Entonces por qué este sentimiento estrujaba su corazón? ¿Por qué no se sentía dichoso? ¡Hasta tenía un traje! Uno que sus amigos y Kacchan… Oh, Kacchan, el simple hecho de pensar en aquel rubio le causaba un sabor amargo en su boca. 

Izuku se distrajo por un momento al ver un par de niños de preescolar pasar corriendo a su lado, eran un niño de cabello negro y otro rubio, iban de la mano y cada uno tenía figuras de héroes, una era de Kacchan. 

Un recuerdo llenó la mente del pecoso, él los recuerda a sí, a Kacchan y un pequeño Izuku corriendo por las calles, tomados de la mano con sus figuras de All Might en la mano. Aquel pensamiento solo aumenta el sabor amargo en su boca.

Han pasado un año desde aquella vez que toda la clase se reunió para festejar el ascenso en las filas de Todoroki, un año desde que rechazó la invitación de Kacchan de trabajar en su empresa y diez meses desde que empezó a estar con Uraraka. 

Izuku hizo una mueca y apretó un pequeño botón en su traje para activar flotar y en cuestión de segundos estaba surcando los cielos, utilizó un poco de su disparo comprimido para ir un poco más rápido hasta que terminó encima de un tejado. 

El pecoso suspiró y miró al cielo ¿Por qué Kacchan ya no me habla? Aquella pregunta había estado rondando su cabeza desde hace semanas sino es que meses. 

¿Qué hice? ¿Qué hice mal esta vez? ¿Kacchan ya no me quiere? ¿Ya no soy su amigo? Yo… ¿Es por qué rechacé su invitación a unirme a su agencia? No, no, Kacchan me lo hubiera dicho, además, él solo quería que fuera su compinche, nada más, no… no el dúo que habíamos deseado de niños. 

Izuku miró al cielo y los colores naranjas, violetas y rojos pintaron su visión. El sol comenzaba a ocultarse y con él un nuevo día, otro día más preso de esta rutina miserable en la que se había estancado su vida. 

Los últimos ocho años habían mantenido un contacto constante, Kacchan lo iba a ver con regularidad a la UA ya sea por conferencias o para llevarle el desayuno, era el único de sus amigos que veía casi a diario, con quien salía, el que lo ayudaba a revisar exámenes, aunque haya tenido una patrulla larga y después de esa cena simplemente fue como si Kacchan lo hubiera sacado de su vida.

—¿Qué hice, Kacchan? Dímelo para que pueda arreglarlo. —sus palabras se las llevó el viento. 

¿Qué es lo que había hecho? Izuku no entendía, se sentía como si hubiera regresado doce años en el pasado y fuera nuevamente el Izuku de secundaria que se preguntaba constantemente por qué Kacchan no lo quería. 

La vibración en su bolsillo lo sacó de sus pensamientos, sacó su celular y era solo un mensaje de Ochako, una foto de ella sosteniendo un pequeño gato anaranjado. 

Rescate exitoso del día- Ocha. Xx

Era todo lo que decía, Izuku sonrió al verlo. Ochako… esa era otra cuestión en su vida. Él la quería, la quería mucho, era muy importante en su vida, ni siquiera los años de ausencia debilitaron su vínculo, se sentía como si jamás se hubieran distanciado, era fácil hablar con ella y no pensar en el desastre que era desde que termino la UA.

Ella no hacía preguntas innecesarias, ella no lo empujaba a superar sus límites, no le importaba si comía sopa instantánea todos los días (ella era un desastre en la cocina igual que él y manejar una agencia no le dejaba demasiado tiempo libre) ella era… Era comodidad, era un lugar seguro. 

Ochako era su pequeña burbuja, un pequeño lugar donde no tenía que ser el mejor, no sentía que estaba perdiendo el ritmo, no se sentía atrás, ella entendía lo que era no poder tener a alguien, pero…

Ochako era…. No era Kacchan. Y jamás sería Kacchan , pensó. 

Él hizo una mueca al pensar nuevamente en cierto rubio. Katsuki, la estrella de su universo, aquel sol que siempre quiso alcanzar, él pertenecía a su órbita desde antes de aprender a caminar. 

Estoy tan atrás, tengo… tengo que mejorar para alcanzarlo, pero ¿Y si lo hago bajar aún más en las listas? No puedo alcanzarlo, ya no, no puedo ser esa piedra en su zapato, Kacchan merece brillar y alcanzar el puesto número uno. 

Su notificador sonó: Alerta, intento de robo en el centro comercial del este, se necesita refuerzos, el ladrón tiene un quirk de viento sónico.

Él leyó el mensaje, se impulsó con flotar y con los látigos negros que salían de su traje, tomó impulsó, los edificios se volvieron un fondo borroso mientras Izuku llegaba a la escena. Una gran estructura de hielo y el humo saliendo del centro comercial le dio la bienvenida. 

Los civiles estaban abarrotados, algunos corriendo, la policía ponía las barricadas y pudo ver a Shoto y a Iida terminando la pelea. Cuando él aterrizó en el suelo trotó hasta ellos para checar la situación. 

—Deku, la situación con los villanos está controlada, Shoto y yo los tenemos esposados, los civiles son los que hay que poner a salvo, la pelea rompió algunas tuberías entre ellas unas de agua y se sospecha que una de gas del área de las cafeterías. —dijo Iida, él le dio un pulgar arriba a Izuku mientras con la otra sostenía al ladrón que no hacía más que patalear y tratar de soltarse. El de gafas suspiró y volteó a mirar al ladrón con aquella mirada dura que usaba para reprender. —Por favor, quédate quieto, te llevaremos con la policía y espero reflexiones sobre lo que hiciste. 

El villano siguió forcejeando, Iida se despidió de sus compañeros y caminó hacia la policía. Izuku después de darle un asentimiento al expresidente de su clase se giró hacia Shoto. 

—Con un bloque de hielo evite que los civiles se acercaran demasiado, pero la policía está ocupada con las barricadas. —explicó Shoto, el ladrón que tenía en sus manos estaba inconsciente. 

El héroe número dos le dio una pequeña sonrisa a Izuku, hacía mucho no veía a su amigo, y sinceramente lo extrañaba, aunque… No, Shoto borró de su pensar los comentarios que había hecho Bakugo hace dos semanas cuando lo retó a tomar un vaso de Whisky en su departamento y su mejor amigo se quejó de las pecas de Izuku y lo inconsciente que era.

Shoto miró a su amigo y noto lo cansado que parecía, la tensión en sus hombros ¿Esta era una de esas veces donde era necesario intervenir? ¿Podía intervenir por sus amigos? Él aún no era el mejor reconociendo ciertos patrones sociales. Mejor los dejo en paz, después de todo, son Midoriya y Bakugo, siempre han sabido arreglar sus diferencias, pensó. 

—Entendido, pondré a los civiles a salvo y… Shoto, ¿por qué me miras así? —Izuku preguntó, aquella mirada en Shoto no era común, era como si lo estuviera inspeccionando ¿Se habrá dado cuenta del desastre que soy en este momento? 

 —Lo siento, Midoriya. Llevaré al villano con la policía. 

Izuku solo le dio una mirada extraña a Shoto antes de dirigirse hacia los civiles, algunos ya estaban caminando hacia las barricadas de la policía y otros tantos estaban tratando de encontrar algún familiar o conocido que se les haya perdido. 

—Hola, soy el héroe Deku, por favor, diríjanse hacia las barricadas de la policía, su seguridad es lo primero. —él comenzó a señalar la dirección de las barricadas a un grupo grande de personas que parecían conmocionadas cuando una señora se aferró a su brazo.

Izuku volteó a verla, era una señora bajita y regordeta, le recordaba bastante a su madre, las lágrimas mojaban sus mejillas y los sollozos le hacían difícil entender qué es lo que decía así que Izuku la sostuvo por los hombros y comenzó a hacer pequeños ejercicios de respiración, una vez que la señora estuvo más tranquila la dejó hablar. 

—¡Héroe Deku! ¡Deku! ¡Mi hija! —ella miró con sus ojos suplicantes al héroe que la sostenía. —Todo estalló cuando estábamos por las tiendas y ella soltó mi mano y no la encuentro, por favor, necesito encontrar a mi hija, tiene cuatro años, es pequeña, tiene pequeñas manchas en forma de espiral en su piel y su cabello es negro con azul. Su nombre es Anye. 

Izuku asintió a la descripción de la mujer, soltó sus hombros y le dio la sonrisa practicada de superhéroe que siempre hacía para calmar a los civiles. 

—Tranquila señora, encontraré a su hija, quédese aquí. —él la miró a los ojos y luego se dirigió hacia el resto de los civiles. —Por favor, los demás diríjanse hacia la policía, ellos los pondrán a salvo y cualquiera que haya sido testigo su testimonio nos será de mucha ayuda. 

Escuchó un gracias mientras se alejaba de ellos. Él caminó hacia donde habían estado las tiendas, había unos cuantos escombros, pero la mayoría estaba casi intacta, trató de agudizar su oído por su oía algún llanto y efectivamente así fue. 

A lo lejos pudo escuchar un llanto muy débil, así que se apresuró a correr entre los pasillos de las tiendas. 

Tengo que encontrarla , era todo lo que pensaba, busco entre anaqueles, entre mamones de ropa que la gente había tirado en el proceso de huida hasta que el llanto se hizo más fuerte, ahí, detrás de unos escaparates había una pequeña niña de no más de cinco o seis años. 

Su cabello brillaba, a su alrededor parecía haber un pequeño vórtice de colores, las ropas y los objetos flotaban como si la gravedad hubiera dejado de existir. 

—¡Anye! —Izuku gritó el nombre de la pequeña, él alzó sus brazos y dió su mejor sonrisa, la niña levantó la vista y tembló. —Tú mamá me mandó a buscarte, soy el héroe Deku, todo va a estar bien, pero necesito que dejes de usar tu don. 

—¡N-no puedo! ¡No sé cómo! —la niña gritó entre hipidos, el llanto le impedía hablar con coherencia ella se hizo un ovillo contra la pared, todo a su alrededor giraba, el aire creando un vórtice con destellos morados y azules a su alrededor. 

Izuku la miró, sabía que no debía acercarse a un civil sin saber cuál es su don, esto claramente pasó por él pánico, la niña se notaba que era demasiado pequeña para tener el control más básico sobre su quirk. Él sabía que debía llamar refuerzos, que debía esperar, pero el vórtice que giraba alrededor de la niña parecía extenderse con cada segundo que pasaba. 

Él era un héroe, no podía dejar a una niña asustada, además no sabía lo que hacía su don ¿Y si ponía a los demás civiles en peligro? Mejor él que los demás. 

Así que rápidamente corrió hacia la niña, el vórtice era fuerte tuvo que activar un porcentaje de fuerza de su traje para no salir volando. La niña sollozó con más fuerza, pero cuando él logró extender su mano y tocarla todo se intensificó. 

El vórtice se extendió, del cuerpo de la pequeña, luces de colores similares a las de las auroras boreales salieron, Izuku sintió un dolor inmenso en su cuerpo, apretó los dientes y se aferró a la niña con fuerza, la tomó en sus brazos y la hizo ocultar su rostro en su cuello.

—Estoy aquí, necesito que respires conmigo y que tú don se controle para llevarte con tu mamá. 

—Yo n-no sé hacerlo, yo… ¡Quiero a mi mamá! —la niña sollozó con más fuerza, los hipidos apenas la dejaban hablar sin trabarse. Ella aferró sus pequeñas manos al héroe que la sostenía. 

Izuku acaricio su espalda, el dolor era insoportable, el don de ella fuera cual fuera era poderoso, todo giraba, las luces lo mareaban así que apretó su agarre en la niña con su brazo izquierdo y con el derecho tocó cinco veces su intercomunicador, eso enviaría una señal de emergencia y alguien vendría. 

No podía dejar a la niña así, aún no entendía qué es lo que su don provocaba además de ese inmenso dolor, tampoco podía llevar con el resto de civiles y ponerlo en peligro también. 

—Oye, estás a salvo ahora… ¿me escuchas? —su voz, aunque agotada, mantenía la dulzura que solo alguien acostumbrado a consolar podía tener. —Estoy aquí, no voy a dejar que te pase nada.

La pequeña temblaba entre sollozos, encogida contra la base de una columna rota. El humo seguía colándose por las rendijas del techo y los sonidos lejanos de sirenas ponían aún más tensión en el ambiente. Izuku apretó el intercomunicador de su oído.

—¡Shoto! Tengo una niña aquí, está asustada… el gas todavía está en el aire y no puedo sacarla corriendo. ¡Necesito que me rodees con una barrera! ¡Ya!

La respuesta fue casi inmediata.

—En camino —la voz firme de Shoto respondió sin titubeos.

Izuku mantuvo la mirada fija en la niña, intentando crear una burbuja de seguridad en medio del caos. Entonces, en cuestión de segundos, un crujido helado resonó a su alrededor. Desde la distancia, una pared de hielo comenzó a elevarse en una curva protectora, aislándolos del resto del lugar.

El aire se volvió más fresco y el ruido exterior se amortiguó.

La niña lo miró, sus ojos grandes y húmedos brillaban con miedo, pero algo en ese muro, en la seguridad de la barrera, comenzó a calmarla. Sus hombros temblorosos se relajaron poco a poco.

—Mamá… —susurró con voz entrecortada.

Izuku parpadeó y giró su rostro hacia la abertura más cercana de la barrera de hielo. A través del muro translúcido, se escucharon gritos. Gritos de angustia. De amor.

—¡Anye! ¡Anye, mi amor! ¡Estoy aquí!

El heroe sonrió. Con delicadeza, giró el cuerpo de la niña en esa dirección y la ayudó a ponerse de pie. Al escuchar la voz de su madre, la pequeña rompió en un llanto nuevo, esta vez de alivio.

—¡Mamá! —chilló la niña, lanzándose hacia la abertura que Shoto había dejado libre en la barrera.

La madre se abalanzó sobre ella desde el otro lado, abrazándola con fuerza mientras los paramédicos se acercaban. Izuku se quedó inmóvil por un instante, viendo esa escena con un nudo en la garganta. Sintió cómo el peso de todo el día se le clavaba más profundo.

—Buen trabajo —dijo Shoto, apareciendo a su lado. Su aliento formaba nubecillas en el aire por el uso excesivo de su hielo.

Izuku asintió en silencio, por un instante su corazón se regocijó, feliz de ser de ayuda- Cuánto había extrañado el estar en el campo, claro amaba ser profesor, pero nada se comparaba con la emoción, la adrenalina de ayudar a la gente. 

—¿Estás bien? —preguntó Shoto, dándole una mirada de evaluación. Izuku se notaba exhausto, pero feliz, muy diferente de hace unos momentos antes de entrar en labor. Katsuki tenía razón, Midoriya nació para ser un héroe, pensó el bicolor. 

—Sí… solo… necesitaba que algo saliera bien hoy. —murmuró Midoriya, a pesar del cansancio que sentía en sus huesos, su sonrisa de satisfacción jamás abandonó su rostro mientras veía cómo la niña era escoltada con su madre hacía una ambulancia.

Shoto no respondió enseguida, pero su mano se apoyó en el hombro de Izuku con firmeza.

—Todo el mundo espera mucho de ti, Midoriya… pero a veces, con que una sola persona esté a salvo… ya es suficiente.

Izuku cerró los ojos y dejó escapar un suspiro largo, sintiendo por fin un pequeño alivio entre tanto ruido, claro la satisfacción de haber ayudado estaba ahí, pero ese pequeño vacío, ese agujero negro en su pecho también seguía ahí. Poco a poco absorbiendo todo.

La conversación entre Izuku y Shoto se vio abruptamente interrumpida cuando un destello esmeralda brotó violentamente del cuerpo de Deku, iluminando toda la zona como una explosión, el ruido alertó a todos, Izuku entró en pánico al ver el destello que lo envolvía.

Izuku sintió cómo algo en su cuerpo se desestabilizaba, una sensación de vacío y desdoblamiento, como si el suelo se quebrara bajo sus pies sin que realmente se moviera, su cuerpo ardió, pero no sintió dolor, era un fuego frío casi como el movimiento especial de Shoto.  

Y cuando la luz se desvaneció… no estaba solo.

Chapter 2: Un desastre multiplicado por cinco

Summary:

Un Midoriya es un desastre, pero cinco son una catástrofe.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La vida de Izuku había estado llena de eventos significativos en su vida. Recuerda haber comido el cabello de All Might, salvar el mundo demasiadas veces para su corta edad (cada verano en la UA parecía haber un villano nuevo al que enfrentar) fue un prófugo de la justicia cuando estuvo en Estados Unidos, perder los brazos en la guerra y luego recuperarlos gracias a Eri, pero esto… Izuku cree que ha alcanzado la cúspide de cosas raras que le han pasado en su vida. 

—¿Qué…? 

Sus palabras mueren en su boca.

Cinco figuras habían aparecido a su alrededor, todos con su misma complexión, su rostro, pero distintos en pequeñas y sutiles formas. Dos de ellos tenían su traje, el de antes de perder el OFA solamente que estos lo tenían manchado de sangre y mugre, sus ojos… Su mirada era diferente, esos dos parecían a punto de atacar.

Izuku se sintió como si volviera a experimentar aquella sensación de peligro cuando aún tenía el don. Los vellos de su nuca se erizaron y parpadeó varias veces para asegurarse de que no estaba soñando ¿Tiene una conmoción cerebral? ¿Se golpeó la cabeza? No, no lo había hecho, pero ¿Cómo explica lo que esta ante sus ojos? 

—¿Qué esta pasando? —Uno de ellos preguntó y con eso, Izuku cayó en cuenta que no, no estaba soñando y no, no tenía una conmoción cerebral severa. 

Mientras tanto, otro de los hombres que había aparecido utilizaba más bien ropa semi formal, un chaleco con una camiseta manga larga debajo, tenis, pero tenía más cicatrices en el rostro que los demás, y algo que los demás no tenían, un cinturón con dos armas además de portar dos cuchillos en las manos. Este tenía una postura recta, casi engreída, mirando a su alrededor con desprecio. 

Y luego estaban los últimos dos, uno vestía el traje que Midoriya siempre usaba para dar sus clases, pero el dolor, el brillo en sus ojos no existía, parecía tan… triste, mientras tanto el último, el que se veía más pequeño, casi… Como si estuviera estudiando en la universidad, pues estaba usando una sudadera y unos pantalones deportivos. 

Era el que más asustado se veía, pero una verdad innegable era que todos eran Izuku Midoriya.

Shoto entrecerró los ojos, visiblemente confundido, había otras cinco versiones de su amigo y todos tan iguales y diferentes a la vez, al instante adoptó una pose a la defensiva, pues no conocía la naturaleza del don, no sabía si eran clones o que rayos eran. Dio un paso más cerca de su amigo con la confusión pintando su rostro. 

—¿Midoriya…? ¿Qué… qué está pasando?

Los otros cinco hombres miraban a su alrededor con confusión, sus posturas seguían siendo a la defensiva, todos tenían ropas diferentes y estaban en diferentes estados de alerta, no obstante, el que parecía más un vigilante que un villano era el Izuku que estaba usando un traje semi formal con dos pares de cuchillos en sus manos. 

—¿Dónde estamos…? —preguntó uno de los que tenían el traje de héroe manchado de sangre. Parecía cansado, pero su postura demostraba años de experiencia en combate. 

—¿Esto es… Musutafu? —susurró el más pequeño, su postura era encorvada. Parecía más un civil que un héroe, pero a diferencia de los demás este era el que tenía más cicatrices. —¿Esta es otra broma?

Izuku tragó saliva y dio un paso hacia adelante, observándolos con la boca entreabierta. Recordó el escalofrío que recorrió su cuerpo cuando la abrazo, pensó… El profesor pensó que su don era recrear luces o aureolas boreales, algo similar, no literalmente clonar ¿O traer de otro universo a las personas? Su mirada fue hacia la niña, ahora en brazos de su madre, con los ojos aun brillando ligeramente.

—Fue su don. —murmuró. Su cabeza rápidamente estaba haciendo conjeturas, el brilló, esa sensación que recorrió su cuerpo. —Usó su don y… de alguna forma, lo activó en mí, pero no lo controló del todo. Hizo que… que otras versiones de mí aparecieran o ¿Son clones? 

El que tenía el traje de héroe manchado de sangre y que le recordaba a sus días de vigilante con aquella mirada analítica y ese poder zumbando por todo su cuerpo dio un paso adelante.

—¿Acaso esta es una artimaña del algún villano? Porque con una mierda, estoy harto. Dije tajantemente que mataría…

Escuchar aquella voz tan cargada de enojo, no parecía él mismo. 

—¿Qué carajos es esto…? —dijo el que tenía un traje bastante similar al que Izuku tuvo alguna vez durante sus últimos años en la UA. Muy parecido al otro que acababa de hablar, pero sin tanta sangre encima. Todos lo miraron sorprendidos al escucharlo maldecir. —Estaba peleando con un maldito villano hace un segundo… ¿y ahora estoy aquí?

Izuku se acercó un poco, aún atónito, él no maldecía, muy rara vez lo hacía, solo cuando estaba demasiado enojado algo que no pasaba mucho últimamente. Y aunque ellos tuvieran su rostro y su voz, escucharlos hablar así… No podía reconocerse a sí mismo. 

—Esto… esto no debería ser posible.  

—Y, sin embargo —añadió Midoriya, el de la cicatriz en el rostro y los cuchillos en las manos. —, lo es.

Shoto frunció el ceño, tratando de entender la escena, con una mezcla de sorpresa y alarma. Había enfrentado cosas extrañas antes, pero esto… esto parecía sacado de una dimensión alterna literal.

—¿Qué se supone que hagamos con esto? —preguntó Shoto, aún en alerta.

Izuku respiró hondo. Miró a los demás, su mente girando a mil por hora. Había tantas preguntas ¿Por qué se veían tan mal? ¿Por qué se veían tan diferentes a él, pero al mismo tiempo tan iguales?

—Primero… necesitamos alejarlos de los civiles. Esto es un accidente de don, y no sabemos cuánto durará ni si puede empeorar. Shoto, necesito que armes otra barrera. Rápido.

Los otros Midoriya empezaron a intercambiar miradas, algunos reconociéndose, otros analizándose como si vieran versiones distorsionadas de sí mismos.

El Izuku con la sudadera universitaria susurró algo que heló la sangre de los presentes:

—¿Podré regresar a mi mundo? ¿No habrá consecuencias si me quedó mucho rato? En la clase de física cuántica… 

Aquella pregunta quedó suspendida en el aire, el murmullo del Izuku se perdió, Shoto e Izuku sabían que debían reportar el incidente e ir a la agencia de Uraraka, pero tenían que esperar a que la escena fuera despejada. 

Una vez que los civiles fueron evacuados y la policía se llevó a los ladrones esposados, el ambiente comenzó a calmarse. La madre de la niña, entre lágrimas, agradeció una y otra vez a Izuku y a Shoto mientras abrazaba con fuerza a su hija. La niña, aún con los ojos brillando ligeramente, estaba agotada, necesitaban que la madre y la niña los acompañaran, tenían que saber sobre su don. 

—Lamento mucho todo lo que ha causado mi hija, héroes, de verdad una disculpa. Ella hace unas semanas que presentó su don, aún es nueva y no sabemos bien que hace ¡Nunca había traído personas! —la señora explica, sus palabras salen atropelladas mientras pega a su hija contra su pecho e inclina la cabeza en una reverencia. 

Los héroes hacen una pequeña mueca. Las cinco versiones del héroe de cabello verde se mantienen al margen así que es Izuku quien da un paso hacia la señora y pone su mejor sonrisa comercial, esa que da en cada entrevista para calmar a los civiles. 

—Esta bien señora. —Izuku trata de tranquilizarla. —Nadie salió herido, solo… Tendrá que acompañarnos a la agencia, necesitamos averiguar exactamente que hace el don de su hija y que podemos hacer en una situación así. 

—Lo… Lo siento héroe Deku ¡Lo siento! —La niña vuelve a sollozar en los brazos de su madre. Ella no sabe exactamente qué hizo, pero parece que cometió un error. 

—Shh, shh, esta bien, no pasa nada. 

—Tendremos que reportar su don… —murmuró Shoto en voz baja, observando a la pequeña, nunca le ha gustado ver llorar a los niños.

—Sí, pero primero hay que entender qué fue lo que hizo exactamente —respondió Izuku, mirando de reojo a los otros él que lo seguían con miradas desconfiadas o agotadas.

Media hora después, Izuku y Shoto junto a la señora y la pequeña llegaron a la agencia de Uraraka. El edificio no era muy grande, pero sí moderno, cálido y bien iluminado. Cuando entraron por la puerta principal, todo parecía normal por unos segundos.

Pero eso no duró mucho.

—¿¡Qué es esto!?—exclamó uno de los trabajadores al ver entrar a cinco Izuku al mismo tiempo.

—¿¡Qué demonios!?—gritó otro mientras dejaba caer una pila de carpetas.

La confusión fue instantánea, no obstante, todos los empleados trataron de mantener la compostura mientras que uno de los otros Izuku, el de la mirada más paranoica, se colocó en posición de combate.

—¿¡Dónde nos trajiste? ¿Es una trampa!? —rugió. Era el que tenía cuchillos en su cinturón, era el que parecía más un asesino que un héroe. 

—¡Tranquilo! ¡Tranquilo! ¡Todos bajen la voz! —gritó Izuku, el real alzando las manos y parándose entre sus variantes y los empleados.

—¡Esto es ridículo! —dijo otro, el de la cicatriz en la mejilla. —Nos estás metiendo en más problemas de los que ya teníamos. 

—¿Crees que quería esto? ¡Yo ni siquiera entiendo qué pasó! —gritó Izuku, frustrado, girándose hacia sí mismo… o bueno, sus otras versiones.

La madre y la niña se estremecieron ante los gritos, la señora pegó aún más el cuerpo de su hija contra su cuerpo. Las cinco variantes junto al profesor notaron que solo estaban causando que los dos civiles se angustiaran así que se calmaron al instante. 

Shoto suspiró, cruzado de brazos. Aunque parecía calmado, sus ojos observaban atentamente a cada uno, esto iba a ser un desastre, sabía que Izuku necesitaba ayuda, esto no parecía ser temporal así que una idea cruzó por la mente del héroe número dos. 

—¿Uraraka está aquí? —preguntó Deku, dirigiéndose a una de las recepcionistas.

—S-sí, está en la oficina del fondo…

—Ve a llamarla. Dile que es urgente. Muy urgente.

Izuku se frotó la cara con las manos y trató de no hiperventilar. Era un caos, pero tenía que controlar esto, o empeoraría. Y rápido, podía escuchar a sus otros ¿Yo? ¿Cómo debería referirse a ellos? Además de las constantes disculpas de la señora, el dolor de cabeza solo se intensificaba. 

Uno de los otros Izuku, el más calmado o al menos aparentaba serlo, era el que parecía ser un profesor si su traje lo delataba, se acercó.

—Escucha… Si esa niña tiene un don relacionado con el espacio-tiempo, podríamos estar aquí por mucho tiempo. Necesitamos entender qué pasó para saber cuanto durara el efecto o si hay alguna otra manera de que todos regresemos a donde pertenecemos. 

Izuku asintió lentamente, no entendía exactamente a qué se refería con eso, pero la seriedad en el otro hombre lo hizo que asintiera por inercia. Dios ¿Así me veo? ¿Siempre he tenido tantas pecas? ¿Siempre he tenido los dos dientes superiores más grandes que el otro? Los pensamientos del héroe eran un desastre en ese momento. 

—Lo sé. Por eso… vamos a necesitar toda la ayuda posible. Y eso empieza con Uraraka.

Justo en ese momento, se escucharon pasos rápidos viniendo del pasillo, y la voz de Uraraka.

—¿¡Izuku!? —exclamó Uraraka al llegar, deteniéndose en seco al ver la escena. —¿Qué demonios está pasando aquí?

Los cinco Midoriya la miraron al mismo tiempo, cuatro de ellos parecían reconocerla, no obstante, se veían cautelosos, al contrario del que estaba usando una sudadera, era el que más parecía perdido sin siquiera reconocer a Uraraka, puesto en su mundo jamás la había visto. 

—Uraraka, es un poco… complicado. Estábamos en una operación con Shoto, y una niña con un don desconocido me tocó. Hubo un destello y, cuando me di cuenta, aparecieron ellos —dijo, señalando a sus copias con un gesto tenso. —Son yo… pero de otros mundos. O líneas de tiempo. O… algo así.

Uraraka parpadeó lentamente, procesando lo que su novio había dicho, miró a uno por uno miró uno por uno a los Izuku.

—¿Otros tú…?

—Sí. No parecen peligrosos, pero todos están en estados físicos y mentales diferentes. Algunos más nerviosos que otros.

—Muy bien. —dijo ella, respirando hondo, ha lidiado con cosas peores, un pequeño accidente de quirk no era nada. —Vamos a llevarlos a la sala de entrenamiento. Está aislada, reforzada y hay espacio para que se sienten, se calmen… o griten si necesitan y la señora junto a su hija podrá ir a la sala de interrogación, necesitamos obtener más información de ese don. 

Izuku asintió, estaba nervioso, todas estas… Versiones de sí mismo se veían tan… Demacradas, todos parecían tener su edad y aunque se veían fuertes las ojeras debajo de sus ojos y esas poses tan a la defensiva ¿Que les habrá pasado? 

Mientras él y sus otros "yo" eran guiados hacia la sala por Uraraka, Shoto se quedó atrás, sacó su teléfono y buscó un número al que últimamente había estado llamando mucho. 

Bakugo.

La llamada se conectó en segundos.

—¿Qué quieres, Icyhot? —contestó la voz áspera de Bakugo. 

—Izuku tuvo un accidente peculiar —dijo Shoto con tono serio y tranquilo.

Hubo un breve silencio del otro lado. Shoto sabía que las cosas entre sus dos mejores amigos habían estado mal desde que Midoriya rechazó la invitación de Bakugo, que se habían alejado y Midoriya ahora estaba con Uraraka (algo que él no lograba entender) 

Él sabía que aquellos dos hombres se amaban, era demasiado obvio y no entendía porque no estaban juntos así que él iba a actuar para que eso pasara, después de todo Bakugo siempre acudía si de Midoriya se trataba. 

—… ¿Están en la agencia de Uraraka?

—Sí.

Antes de que él pudiera decir alguna otra cosa Bakugo ya había colgado, Shoto alejó el teléfono de su oreja y simplemente volvió a guardarlo cuando escuchó el grito de Izuku cuando uno de los otros Midoriya lo apuntó con un cuchillo.

Esto se convertiría en un gran problema, estaba seguro de eso. 

_

Bakugo estaba terminando de escribir el último párrafo del informe de su patrulla. Sus dedos golpeaban las teclas con fuerza, tenía el ceño fruncido, la mandíbula tensa. Estaba harto del papeleo, harto de la rutina… y, en el fondo, aunque no lo admitiera, harto de pensar en él.

El zumbido de su teléfono interrumpió el silencio de la sala. Lo tomó de inmediato al ver el nombre en la pantalla.

Icyhot

—¿Qué quieres, Shoto? —gruñó sin levantar la vista del monitor.

—Izuku tuvo un accidente peculiar —respondió la voz tranquila del otro lado.

Bakugo se quedó inmóvil por un segundo. No preguntó más, su respiración se detuvo, mil pensamientos cruzaron su mente, pero ahí estaba, levantándose de su escritorio, y corriendo para cruzar la puerta. 

—¿Están en la agencia de Uraraka?

—Sí.

La llamada se cortó al instante. Su asistente lo observó al pasar, pero ni siquiera intentó detenerlo, cuando el rubio estuvo fuera de su agencia este simplemente detonó una explosión y voló hasta la agencia de mejillas redondas. 

En el camino, su mente era un caos de pensamientos que no quería reconocer. No se hablaban mucho últimamente. Todo estaba… jodido. Pero escuchar que algo le había pasado a Deku le revolvió algo en el estómago.

A pesar de todo, no podía ignorarlo.

Llegó a la agencia de Uraraka en minutos. Entró sin anunciarse, empujando las puertas con la misma agresividad de siempre. Los pasantes y asistentes se apartaron al verlo avanzar con determinación por el pasillo.

Shoto estaba esperándolo, recargado contra la pared con los brazos cruzados. Alzó la vista al verlo acercarse.

—¿Dónde está? —preguntó Bakugo, sin rodeos.

—Sala de entrenamiento. Uraraka los encerró ahí por precaución. No quería que cundiera el pánico.

—¿Y quiénes están ahí exactamente?

Todoroki se apartó de la pared y caminó a su lado, con la misma calma estoica de siempre.

—Cinco Izukus.

—¿Cinco qué? —preguntó el rubio y lo miró creyendo que había escuchado mal ¿Había cinco Izukus? 

—Midoriya. Hay cinco versiones de él. Aparecieron de la nada luego de un destello. La niña que rescatamos parece haber usado su don sin querer.

Bakugo se quedó quieto un segundo, procesando lo que había escuchado. 

—¿Me estás diciendo que hay cinco malditos Dekus allá adentro?

—Sí. Uno con el traje destrozado, otro parece no haber dormido en días. Todos nerviosos. Uno apenas habla, otro lloraba en silencio. Están… desorientados.

Un suspiro frustrado escapó de los labios de Bakugo. Se llevó una mano al rostro y la pasó por su cabello.

—Por supuesto que tenía que ser un accidente peculiar, ¿no? —murmuró entre dientes. —siempre haciendo estupideces, Deku…

Todoroki abrió la puerta que conducía a la sala de entrenamiento. Desde dentro se oían murmullos, pasos apresurados y una voz que se quebraba.

Bakugo dio un paso hacia adelante, el corazón palpitando con fuerza bajo la arma

dura de su orgullo. No sabía qué iba a encontrar… pero algo le decía que este no era un simple accidente.

Notes:

¡Hola! Aquí está el capítulo 2 muchas gracias por sus comentarios.

Chapter 3: Un plan desastroso

Summary:

La reacción de los cinco héroes al descubrir que su preciado Kacchan sigue vivo mientras que Uraraka arma un plan para mantener en secreto a estas extrañas versiones de su novio. El plan incluye a los seis peliverdes en un solo departamento junto a Bakugo ¿Qué puede salir mal?

Notes:

¡Hola! Ando otra vez por aquí. Quería subir antes el capitulo, pero me dio una gastroenteritis que sentía que me moría ¿Ya puedo decir que me cayó la maldición de AO3? No sé. Pero sus comentarios me hicieron muy muy feliz, todo su apoyo me motiva a seguir escribiendo esta historia muchas gracias. ¿Creen que sea bueno que me cree una cuenta de X para interactuar sobre la historia?

Por cierto ¡Ya tenemos apodos para las cinco versiones de Midoriya! Gracias a @Neko_midori por sus ideas!

Midoriya villano: Pecas
Midoriya universitario quirkless: Zuzu
Midoriya OFA (pasó todos los eventos canon del anime, pero no perdió OFA): Deku
Midoriya que tiene OFA y AFO: vigilante.
Midoriya OFA (este midoriya derrotó a shigaraki y AFO en la guerra de liberación paranormal): Zuku

Espero pronto dibujarlos yo (o comisionar) a los cinco midoriya para que puedan verlo.

Corset: prenda femenina o masculina armada con ballenas, usada para ceñirse el cuerpo desde el pecho hasta las caderas

Chapter Text

—Si fue un portal, ¿dónde está el ancla? —preguntó uno de los Izuku. Tenía una cicatriz que cruzaba su ceja izquierda, y hablaba sin titubeos, con el tipo de voz que se soportaba tras muchas decisiones difíciles. —Para volver, necesitamos un punto de retorno. —añadió, más para sí mismo que para los demás. —Algo que está conectado a nuestro lugar de origen.

—Y si ese algo no existe? —la voz que habló temblaba. Otro Izuku, de tez delgada, con el uniforme remendado de urgencia y los ojos clavados en sus propias manos. —¿Y si nos arrancaron todo?

—No lo digas. —murmuró el más joven, con la mirada nublada, los hombros encogidos. Su voz salió en un titubeo mientras que parecía estar a un pelo de sufrir una crisis nerviosa. —No digas eso, por favor…

El quinto, el más callado, el que no había dicho ni una palabra desde que llegaron, sólo observaba. Se movía como si el peso de su propio cuerpo le costará. Llevaba una venda negra en la mejilla y tenía una herida en el cuello que parecía hecha por garras, pero sus ojos… sus ojos estaban vacíos.

En medio de todos ellos, Izuku Midoriya, el profeso, permanecía en silencio. Los escuchaba, pero no sabía qué decir. Se sentía fuera de lugar en su propio cuerpo. Como si ver esas versiones de sí mismo fuese mirar futuros posibles. Todos estaban marcados. Destrozados. Le pesaban los hombros sólo de verlos, parecían tan… rotos.

No podía entender qué había salido mal porque eso era lo que parecía, que algo había salido mal, no reconocía a ninguno de ellos, ni las cicatrices ni las ojeras y mucho menos su forma de hablar, ¿qué les había pasado? Pensó.

Uraraka los observaba desde el borde del gimnasio, con las manos entrelazadas contra el pecho. Su expresión era seria, concentrada. No entendía del todo los detalles, pero comprendía el fondo. Esos chicos que hablaban con voces conocidas, que compartían la misma cara… no eran el Izuku que ella conocía.

Estos hombres parecían haber pasado por el infierno, no, parecía que seguían ahí, no uno solo tenía esa chispa que caracteriza a Izuku Midoriya y, entonces lo vio a él, su Izuku. Sentado entre ellos, estaba respirando con dificultad. Cansado, sí, y golpeado, pero tenía esa pequeña llama, ese brillo en los ojos del que parecían carecer aquellas versiones suyas, siempre que sucedían cosas extrañas él tenía que estar ahí ¿Verdad?

Entonces, sin previo aviso, la puerta del gimnasio se abrió de golpe. El sonido metálico retumbó por todo el lugar haciendo que las variantes de Izuku girarán su cabeza hacia la entrada y justo ahí estaba, el mayor anhelo de Izuku, pero también su más grande pesadilla: Katsuki Bakugo.

Estaba ahí, de pie, con los hombros tensos, la respiración agitada y esa expresión tan suya que mezclaba enojo, preocupación y algo más que no solía mostrar. Sus ojos, siempre tan determinados, recorrieron la sala… y se encontraron con ellos.

Cinco, cinco Midoriyas, cinco pares de ojos se giraron hacia él. Cinco cuerpos se quedaron congelados por un instante, y luego, como si una represa se rompiera, corrieron hacia él, pudo adivinar cuál era el Izuku de su propio mundo al ver al único que no había corrido hacia él. 

—Kacchan… —susurró uno, con la voz hecha trizas.

El primero en llegar lo abrazó sin pedir permiso. Se arrojó sobre él con desesperación, aferrándose a su pecho como si el contacto fuera lo único que lo mantenía en pie. Bakugo, sorprendido, no reaccionó. No lo empujó. No lo reprendió.

Otro cayó de rodillas a sus pies, las manos temblorosas aferrándose a la tela de su pantalón. Lloraba en silencio, como si cada lágrima hubiera estado contenida por años. Sus hombros se sacudían, su rostro se escondía entre mechones de cabello más largo, más desordenado.

El tercero lo abrazó por la espalda, con fuerza, como si tuviera miedo de que desapareciera si lo soltaba. Un nudo de angustia se apretaba en su garganta mientras murmuraba:

—Estás vivo… No puede ser…

Un cuarto Midoriya lo sujetó de la chaqueta con ambas manos, sin poder hablar. Solo lo miraba con los ojos muy abiertos, el rostro demacrado, las ojeras hundidas. Como si tuviera miedo de pestañear y perderlo.

Y el último… el más silencioso, apenas alzó la mano. Dudó. Su mirada brilló por un segundo antes de apagarse otra vez, y con pasos lentos, se acercó hasta rozar los dedos de Bakugo como quien toca una herida abierta.

El verdadero Izuku se quedó quieto, algo en aquellas reacciones no le sentaba bien, su corazón se apretó en su pecho y aquella sensación de celos con la que estaba tan familiarizado se materializo. Algo no estaba bien con ellos si reaccionaban así al ver a Kacchan.

Uraraka, temió que Bakugo explotará por el repentino afecto físico, sus ojos iban de uno a otro, sin comprender del todo qué estaba viendo, aquellos chicos, iguales a su Izuku parecían tan desconsolados, los sollozos de aquellos hombres llenaron la sala. 

Y ahí estaban, aferrados a Bakugo como si fuera una chispa de algo que creían perdido, Bakugo, contra todo pronóstico… los dejó. No dijo nada. No apartó a ninguno. No gruñó, ni se burló, ni lanzó uno de sus comentarios cortantes. Solo se quedó ahí, con los brazos torpemente levantados, rodeado de versiones distintas del mismo chico que alguna vez había llamado “llorón”. Y ahora, todos ellos lloraban sobre él.

El gimnasio se quedó en silencio, solo se oían respiraciones agitadas, sollozos ahogados y el latido sordo de un dolor compartido. Uraraka bajó la vista un momento, luego volvió a mirar a su Izuku. Ambos se miraron a los ojos por un momento comunicándose sin palabras: ¿Qué rayos esta pasando? Era lo que decían sus miradas.

El héroe rubio notó las miradas sorprendidas de Izuku, mejillas redondas y Icyhot, sin embargo, su atención estaba en estos cinco peliverdes claramente traumatizados. Ninguno se parecía a su Izuku, tenían más cicatrices, parecían tener una historia completamente diferente. 

El hombre por un instante se dejó apreciar aquel momento ¿Cuándo había sido la última vez que había podido abrazar al nerd? ¿Cuándo fue la última vez que pudo tenerlo así? Meses antes de esa reunión, hace más de diez meses. 

Así que por un instante el héroe explosivo se permitió esto, este momento, esta cercanía física que venía anhelando hace años. Por un instante su mente le jugó una mala pasada y le hizo creer que en realidad eran los brazos del hombre que venía anhelando toda una vida los que lo rodeaban y no de cinco copias suyas. Los cinco Midoriya seguían aferrados a este hombre, al hombre que habían anhelado y perdido, al hombre que amaban con cada fibra de su ser. 

Cada uno con una historia peor que la otra, temblando. El de capucha universitaria sollozó. Por primera vez en quince años que miraba a Katsuki y no en fotos viejas ni en recuerdos de un baúl o videos de la tía Mitsuku, por primera vez desde que tenía cuatro años lo tenía enfrente, aunque los rasgos que había imaginado de un Kacchan adulto eran diferentes del hombre que tenía delante.

—Kacchan, Kacchan, estás vivo. 

—¡Estás aquí! 

Las palabras murmuradas entre sollozos por los cinco hombres de cabello verde chocaban entre sí, siendo amortiguadas contra él pecho del rubio. 

¿Vivo? Todos se preguntaron. Uraraka y Midoriya se vieron son entender porque aquellas versiones suyas decían eso, Todoroki quien se había mantenido al margen se acercó a Bakugo, no obstante, cuando estos cinco hombres que rodeaban al héroe explosivo notaron que alguien ajeno se acercaba a su Kacchan, gruñeron. 

Katsuki jadeó cuando aquellos hombres apretaron su cuerpo con fuerza y las miradas de posesividad que emitieron provocaron que un escalofrío recorriera su cuerpo. El aire cambió, Bakugo sintió nuevamente esa atención, esa atracción que alguna vez él y Deku habían tenido, ahora mismo tenía a cinco nerds dispuestos a atacar a Icyhot por él, si el hecho de que tres tuvieran brillos verdes rodeando sus cuerpos decía algo. 

El rubio no pudo evitar sentir como su corazón se calentaba ante tal demostración ¿Cuánto tiempo llevaba esperando que Izuku lo viera? ¿Cuánto tiempo llevaba esperando que lo viera otra vez con admiración? ¿Qué le diera un poco de su atención?

—No lo toques. —dijo el Izuku con su viejo traje de héroe hecho jirones, tenía más cicatrices que los demás. Después de todo, él lleva años matándose hasta el cansancio por un mundo mejor, por acabar con cada maldito villano para que la muerte de Kacchan no fuera en vano.

Katsuki miró al Izuku. Deku, pensó en su cabeza, era el que más se parecía a su Izuku, tenía la misma cicatriz en la mejilla y esa que se le asomaba por la raíz del cabello de su frente. Aunque este tenía los ojos hundidos, las ojeras demasiado pronunciadas y apestaba a tabaco.

Era el que lo tenía sujeto por el pecho. Por un instante estuvo tentado en alzar su mano, en retirar el cabello (sucio y enredado, pudo darse cuenta por lo grasoso que parecía y el increíble olor a tabaco que le llenó la nariz.)

—Aléjate. —dijo el único que vestía una chaqueta, más parecido a un corset* negro y una camisa de vestir negra. Era el único que usaba cuchillos en su cinturón, pero que actualmente los tenía agarrados con sus manos mientras estaba de forma defensiva frente a su Kacchan. 

Los otros tres hombres estaban en la misma posición, dispuestos a atacar a quien sea que se acercara al héroe explosivo. En aquel momento aquellos hombres tenían tantas emociones en sus corazones, su mente apenas podía procesar que aquí, frente a ellos estaba el hombre que habían perdido. 

El más afectado de todos era el único que cargaba ropa de civil, un uniforme al parecer, tenía muchas cicatrices. Este estaba aferrado al brazo derecho de Bakugo. El héroe rubio podía sentir como su corazón latía con fuerza, el sonrojó inundó sus mejillas por la cercanía a la que definitivamente no estaba acostumbrado.

Uraraka fue la primera en romper el incomodo silencio.

—Esto no va a funcionar. —dijo ella mientras cruzaba los brazos, evaluando a los cinco hombres que seguían pegados a Bakugo como garrapatas. Al parecer ninguno estaba dispuesto a soltarlo y ante cualquier paso en falso al menos tres de ellos parecían listos para atacar y definitivamente ninguno de los héroes de este edificio estaba listo para contener a tres usuarios de One For All.

—¿Qué dices, Uraraka? —preguntó Todoroki, girándose hacia ella. De forma lenta se alejó de ellos, jamás había peleado contra Midoriya siendo la parte receptora de su enojo y no quería hacerlo hoy.

—No se van a adaptar a este espacio, no cómo están y definitivamente no pueden quedarse aquí, demasiadas personas los han visto y solo sería un desastre si esto llega a la prensa. —ella miró directamente al Midoriya que seguía con los rayos verdes alrededor de su cuerpo y no solo eso, sino también una energía eléctrica bastante parecida a la que Shigaraki alguna vez había usado en la guerra ¿Qué diablos les pasó? Se preguntó la castaña. 

Bakugo alzó una ceja ¿De qué estaba hablando mejillas redondas? 

—¿Y qué sugieres? ¿Llevarlos a mi casa? —respondió Katsuki con sarcasmo. La idea de tener a cinco versiones del hombre que amaba en su casa era más una pesadilla que cualquier otra cosa. No creía poder aguantar sin terminar derramando su amor y su completo anhelo de contacto físico sobre ellos. Dios ahora mismo seguramente se veía patético, sus brazos habían rodeado a uno de ellos. 

—Si. —Uraraka giró la cabeza hacia el único Izuku que se mantenía al margen, junto a la puerta, tenía una postura de combate, pero tranquila algo bastante atemorizante. —Por lo que parece, ellos van a desatar una guerra si tratamos de separarlos de ti y si al menos dos de ellos tienen One for All, entonces es una guerra que no va a suceder aquí, no en mi agencia. 

Izuku dio un paso atrás, como si le hubieran lanzado agua helada ¿Que decía Uraraka? ¿¡Acaso se había vuelto loca!? ¿Ellos con Kacchan? Con su… Espera, no era su Kacchan, no más no ¿No? Él tenía novia. Además, sentía que la bilis le iba a subir por la garganta si veía un momento más como ellos tocaban a… a Kacchan. Apretó los puños a sus costados.

—¿Mi… qué? —Bakugo apenas pudo procesar las palabras de Uravity. Los cinco hombres parecían felices con aquella decisión si sus sonrisas decían algo. 

—Tu casa tiene espacio, es segura, está cerca. Ellos confían en ti —dijo la castaña con calma, pero con esa firmeza que usaba cuando decidía algo y no aceptaba réplica. —Así que no hay problema, ¿verdad? Además, creo que Izuku debe quedarse contigo, creo que entre los dos podrán hacerse cargo de ellos, al menos en lo que encontramos la solución a este… Desastre. 

Izuku abrió la boca varias veces tratando de decir algo, y negó con la cabeza ¿Que está haciendo Ochako? Izuku camino hasta su novia, su mirada gritaba ayuda y en cambio la castaña sonrió, aquella sonrisa en vez de tranquilizarlo solo lo puso nervioso. Ella conocía de sus intrincados y excesivamente complicados sentimientos por Kacchan, ella sabía de su acuerdo entonces ¿Por qué lo orillaba a una situación que estaría completamente fuera de su control?

La castaña se acercó a Izuku lo suficiente para susurrarle al oído. —Luego me lo agradecerás, cariño. 

—No estoy seguro de que sea una buena idea. Apenas si puedo con mi propio caos, ahora cinco versiones de mí van a- —Izuku protestó en un susurro. Su boca estaba muy cerca de Ochako, al principio eso lo ponía demasiado nervioso, su acuerdo los obligaba a actuar como novios, ahora, diez meses después era tan fácil estar cerca de ella. 

Si alguna vez sintió mariposas cerca de aquella mujer ahora no existía nada de eso, solo comodidad, después de todo y a pesar de todo, ella era su mejor amiga. 

—Izuku. —lo interrumpió ella con una sola palabra. 

Uraraka solo quería que Izuku recuperará su amistad con Bakugo, claro ella amaba a Izuku, era feliz con él, pero él jamás sería Himiko y ella jamás sería Bakugo ¿No? Llevaban diez meses jugando a la casita. 

Quizás era hora de enfrentar la realidad. Izuku y ella habían empezado este noviazgo como un escudo para no enfrentar la realidad, para no estar solos, pero con los últimos meses, viendo cómo Izuku y Bakugo se habían distanciado, algo no le cuadraba. Las excusas de Izuku del porque no confesaba a Bakugo, uniéndose a su agencia y no corriendo a los brazos del hombre que literalmente le devolvió su sueño ahora le parecían simples excusas. 

El Izuku Midoriya que ella había conocido en la secundaria no era un cobarde, iba por lo que quería ¿Pero el Izuku de ahora? Aún con el traje de héroe puesto, parecía temeroso, inseguro, viviendo una vida que creía la correcta, evadiendo sus sentimientos y ella lo amaba, lo amaba tanto que no quería que fuera infeliz. 

Le daría el empujón que necesitaba, después de todo, su rubio si estaba vivo ¿No? 

—Está bien, me quedaré con Kacchan si él me deja.

Bakugo observó la escena en silencio, sin intervenir, pero algo se movió en su interior. Algo agrio, ácido. Algo que no había sentido en mucho tiempo y que le costaba reconocer.

Celos .

Había algo entre ellos. Una complicidad, una intimidad, un lenguaje silencioso que le dolió más de lo que quería admitir. Aunque Izuku había protestado, al final había cedido en cuanto ella lo miró de esa forma, era como si simplemente encajaran juntos ¿Cuándo dejamos de encajar nosotros Izuku? Porque lo que se veía desde afuera era un par de novios casi a punto de besarse. 

Y por un momento (solo un momento) Bakugo se sintió fuera de lugar. Como un extraño en la vida de quien es el amor de su vida ¿Cuándo dejaste de mirarme? ¿En qué me equivoqué? Quizás es mi culpa por tardar tantos años en confesar, quizás… Quizás es el maldito Karma por haberte lastimado tanto en la secundaria. 

Pero no entendía, no sabía cuándo fue que todo cambió. Antes de ella, antes de su reencuentro aquella noche era él a quien Izuku llamaba todos los días, era a él a quien Izuku invitaba a sus clases, eran él e Izuku comiendo todos los días juntos, teniendo viernes de pijamada, citas en el cine ¿Acaso todo fue un malentendido? ¿Lo malinterprete todo? Pensó el rubio. 

Ahora viendo la proximidad entre mejillas redondas y el nerd parecía lógico que terminarán juntos. El típico amor de secundaria. 

No duró mucho, una voz acuosa, gangosa y casi rota lo sacó de sus pensamientos.

—No te vayas. —murmuró el de la sudadera, el que parecía un chico universitario con demasiadas cicatrices. Estaba aferrándose a su brazo. Sus dedos estaban fríos, Katsuki pudo sentir el temblor en el chico, parecía tener apenas veinte años, parecía ser el más joven. Le recordaba al Izuku con el que solía jugar en los areneros y recoger insectos. Zuzu, así lo clasifico en su cabeza.

Por un instante, Bakugo estuvo tentado en llevar su mano hacia su mejilla y acariciar aquel rastro de pecas y cicatrices, pero la voz de otro de esos hombres lo distrajo. 

—Vamos contigo, Kacchan. —dijo Deku, el que era más parecido a su Izuku. Su mirada reflejaba esa misma admiración y adoración que alguna vez su Izuku sintió por él, pero en este… En este hombre había un brillo un poco diferente. 

—Donde tú vayas, nosotros vamos —declaró el que estaba usando un corset. Tenía las mismas pecas que Izuku antes de la guerra y su cuerpo era más delgado y atlético que los muslos a los que estaba acostumbrado. Pecas, ese apodo parecía caerle bien, pensó. Además, terminaría demasiado mareado si a todos les decía Izuku y Midoriya se sentía extraño. Katsuki lo miró guardar aquellos cuchillos con destreza en su cinturón 

—Solo muerto podrán separarme de ti. —dijo el que lo tenía sostenido por las piernas, el que estaba a sus pies. Su cabello largo hasta los hombros caía en caireles, rizos enredados y sucios. Su traje demasiado parecido al primero que tuvo Izuku antes de todos los arreglos que le agregó.

Su voz gélida lo dejó en shock, aquella voz rasposa, gruesa no era para nada parecida a la dulce y nerviosa a la que estaba acostumbrado. Los rayos verdes cubrían su cuerpo al igual que aquella estática que alguna vez había visto en Shigaraki, se parecía demasiado a la época de vigilante del nerd. Algo no está bien con ellos, por fin pensó Bakugo.

—¿Verdad que no te vas a ir? —preguntó el último. Su voz era parecía al vigilante, solo que este parecía que había pasado años sin bañarse, el olor era penetrante, a diferencia de los demás que olían sucio, pero no así. Zuku, pensó. Parecía tan frágil.

Y Bakugo, sin pensarlo, solo asintió.

—Tsk… Tranquilos, voy con ustedes.

La tensión en los cinco desapareció de inmediato. Era como si su afirmación hubiera apagado un incendio invisible. Los cuerpos se relajaron, las miradas bajaron, pero nadie se apartó. De hecho, parecieron pegarse aún más, como si al escuchar que Bakugo no se iría, necesitaran confirmarlo con contacto físico. Uno lo tomó del brazo. Otro se apoyó en su hombro. El más joven le rodeó la cintura como si fuera un niño pequeño buscando refugio.

Izuku, parado a un lado, presenció la escena en silencio.

Él también sintió esa punzada otra vez, pero el disfrazó con una sonrisa forzada, agachando la cabeza como si revisara algo en su libreta. Bakugo lo notó. Lo miré solo un segundo. Lo suficiente para entender, el nerd no quería esto, no quería estar cerca suyo y mucho menos vivir con él hasta que todo este desastre se arreglara. 

El rubio se aguantó las ganas de maldecir ¿Cómo se habían distanciado tanto? 

Pero no dijo nada porque tenía cinco versiones del amor de su vida aferradas a él como si sus vidas dependieran de ello. Y aunque no lo admitiera en voz alta, le gustaba, le gustaba sentirse necesitado. Aunque costara. Aunque doliera. Aunque su Izuku lo mirara como si abrazarlo a como lo tenían abrazados aquellos hombres era repulsivo. 

Un dolor se instaló en el pecho del héroe explosivo ¿Ahora le era hasta repugnante mirarlo? Cuando hasta antes de volver a reencontrarse con Uraraka, Izuku parecía una maldita garrapata aferrada a él. 

—Vamos. —dijo Bakugo, sacudiéndose suavemente para que todos se pusieran en marcha.—No tengo todo el día.