Chapter Text
❝Porque no hay ningún amor feliz, pero este es nuestro amor… ❞ —Luis Aragon (1944).
Como era usual, casi todos los fines de semana, cuando la noche se adentraba, el sonido de botellas chocando, la música estridente y los suspiros de excitación llenaban el ambiente. Con cuerpos jóvenes abarrotando la pista al ritmo de la euforia, entre risas embriagadas, luces fluorescentes y un sinfín de vasos tirados.
Ajeno al vértigo que lo rodeaba, Adam Kadmon permanecía hundido en el sofá. Ni siquiera había bebido, pero era incapaz de centrar su mirada en algún punto de esa sala. Entonces, un vaso frío tocó su frente. Era Anthony, también conocido como "Angel Dust", cuya nariz ya tenía ese tono rojizo que delataba que estaba tomado.
— ¡Salud, futura novia! —carcajeó tontamente el rubio platinado, alzando una botella de vodka con su mano libre— ¡Esta noche es tu noche! ¡Aplaudan, idiotas!
Las dos parejas que tenían al castaño atrapado en medio del mueble ignoraron por completo la exigencia de Angel, demasiado ocupadas devorándose entre sí. La "futura novia" enarcó una ceja ante el tono arrastrado del otro chico, pero al verlo tambalearse peligrosamente frente a él, aceptó el vaso con un suspiro de resignación.
Fue entonces cuando el otro se dejó caer sin aviso sobre su regazo. La botella se inclinó como un péndulo, derramando parte de su contenido sobre una chica, quien se separó bruscamente de su pareja al sentir el chorro frío colarse por su espalda.
— ¡Carajo, Angel! —protestó, pero el nombrado ya estaba demasiado ocupado riendo contra el abdomen de Adam, con los dedos enredados en su camiseta blanca.
— ¡Upsi, dulzura! —hipó, ladeando la cabeza— Pero… me importas una mierda, je.
La música continuaba, ajena al pequeño cruce de palabras, pero la tensión era evidente en ese rincón. La chica se quedó en silencio con el ceño fruncido, hasta que finalmente maldijo entre dientes y se alejó arrastrando a su acompañante. La otra pareja, viendo que ahora eran el centro de atención de Anthony, tan solo intercambió una rápida mirada y se levantó con torpeza, perdiéndose entre la multitud.
El sofá desgastado quedó desocupado, salvo por ambos omegas. Uno con una ceja temblando de la vergüenza y el otro disfrutando de lo que había provocado.
— Deberías estar divirtiéndote, ¿sabes? —comentó Angel de pronto, echándose hacia atrás con una sonrisa juguetona— En unas semanas, estarás casado y sufriendo los martirios del matrimonio. Esta es tu despedida de soltero. Disfruta, idiota.
Adam sacudió la cabeza, aún con la ceja alzada y arrugando un poco la nariz; lo empujó de su regazo hacia el asiento libre del mueble:— No sabía que las fiestas desenfrenadas del inestable de tu novio podían contar como una despedida de soltero…
El rubio soltó una carcajada bastante exagerada, encogiéndose de hombros a la vez que se apoyaba en sus rodillas y, sin decir nada, bebió directamente de la botella.
— Detalles, perra —murmuró, limpiándose los labios con el dorso de la mano—. ¿Cuándo se supone que podremos "celebrarlo como se debe"? Kadmon, somos jóvenes, muy estúpidos y sin un centavo. Además, no es como si tu prometido adinerado se dignara a soltar un poco de dinero para organizarte algo decente…
Hizo una pausa, clavándole una mirada burlona:— Así que no tienes derecho a ser tan remilgoso, futuro Morningstar . Porque, al menos, mi tonto inestable sabe divertirse.
Ambos se quedaron en silencio, mirando hacia donde los demás disfrutaban de la música. Allí, un hombre alto, definitivamente un alfa, bronceado y de cabellos plateados, bailaba con descaro. Se movía sin pudor, frotándose obscenamente entre varias mujeres con ropas diminutas y de extravagantes colores. Anthony rodó los ojos ante la escena que se proyectaba y volvió a llevarse la botella a los labios.
— Ese idiota… —murmuró el castaño, observando su reacción de reojo— En serio, ¿qué le ves? No es la primera vez que te pone el cuerno con ese nivel de descaro.
Anthony dejó de beber con un suspiro largo y húmedo, balanceó la botella entre sus manos y su mirada se mantuvo fija en las figuras que seguían moviéndose enfrente de él, absorto en los movimientos repetitivos y demasiado sexualizados.
— ¿Qué debería decir? Bueno, es atractivo, es muy alto, tiene una verga enorme… y sabe cómo usarla, créeme, me coge jodidamente bien —guardó silencio por un segundo y luego rio, sin ningún rastro de alegría—. Y Valentino está tan jodido como yo. Al final, solo las personas rotas pueden estar con otras personas rotas…
Otra vez, no hubo más que decir. Fue pesado. Incómodo. Adam jugueteaba con el borde del vaso lleno de vodka que se mantenía completamente intacto en sus manos.
Entonces, el rubio dejó torpemente la botella en el suelo, soltó una risita seca que iba entre lo amargo y lo divertido, y le dio un golpe juguetón en el hombro:— No todos tenemos la suerte de conseguir una pareja tan increíble como tú, ¿sabes? Solo quiero golpear a ese idiota, ¡ja! ¿Cómo se atreve a arrebatarme a mi mejor amigo?
El castaño rodó los ojos y bajó la mirada a sus pies, sintiendo cómo el calor le subía por las mejillas. "Mejor amigo" era un término excesivo para lo que eran, pero no discutiría eso. Angel, notando su falsa indiferencia mientras el rubor le coloreaba sus orejas, sonrió con diversión y le empujó juguetonamente con el hombro.
— No hay necesidad de ser modesto, ¿sabes? —dijo en tono burlón, señalando donde estaba la pista de baile, con un gesto amplio que no apuntaba a nadie en particular, y posó un brazo rodeando sus hombros— O sea, todos sabemos que eres uno de los mejores prospectos de la puta prepa: atractivo, buenas notas, voz de ángel y… futuro estudiante de una universidad de élite… ¿Qué era? ¡Así! ¿Medicina?
— Es ciencia veterinaria, tonto —le respondió sin más—. Y solo fue por una beca…
El otro enarcó una ceja y lo sacudió con entusiasmo:— ¿Cómo que "solo"? En toda mi puta vida jamás he visto a un omega ganarse una beca por jugar rugby, maldito. ¿En este mundo gobernado por alfas? Carajo, Kadmon, deberías ser mi ejemplo a seguir… claro, si no fuera porque realmente soy un puto caso perdido…
Adam negó con la cabeza, aunque una sonrisa se le escapó. Entonces, alzó su vaso para brindar. Anthony se inclinó de forma brusca para recoger la botella del suelo y lo imitó. El castaño dudó por un momento, observando con recelo el líquido incoloro que brillaba bajo las luces. Finalmente, resopló y se lo bebió de golpe.
El rubio soltó una risa incrédula al mirar su impulsiva acción, aunque había un dejo de preocupación en su tono:— Eso es mucho para tu primera vez. Cuidado…
Adam tosió con fuerza, sintiendo cómo el fuerte sabor del vodka le quemaba la garganta. Los ojos se le llenaron de lágrimas mientras el otro omega se reía a carcajadas, palmeándole la espalda suavemente y alcanzándole una pequeña servilleta.
— ¿Entonces para qué me diste el vaso lleno, idiota? —logró decir, mientras hacía un gesto de desagrado y se sacudía— No entiendo cómo pueden tomar esto por voluntad.
— No hay mucha ciencia, Kadmon. De hecho, ni le busques lógica. —señaló con diversión.
Un breve silencio se instauró entre ambos. Se miraron por unos segundos, viendo cada gesto inexpresivo en el rostro del otro, hasta que, incapaces de resistir más, dejaron escapar una carcajada simultánea mientras se acomodaban en el sofá.
Anthony fue el primero en tomar impulso y levantarse, tambaleándose un poco bajo la atenta mirada de su compañero. Logró estabilizarse y, luego de patear suavemente la botella junto al mueble, maldijo:— No puedo creer que la maldita de Tiffany me haya hecho desperdiciar media botella… esa zorra me las pagará…
— Tú… ¿De verdad le tiraste vodka adrede? —el castaño arqueó una ceja, burlón.
El rubio se encogió de hombros, dedicándole un guiño descarado y una sonrisa risueña antes de tomarlo del brazo:— Tetas gordas me odia y yo la odio más… en fin, ¿vamos a divertirnos, puta? —y, sin darle opciones, lo arrastró hacia el centro.
Entre el ruido ensordecedor y el juego de luces, ambos comenzaron a moverse. Angel, ágil y seguro, improvisaba pasos que parecían encajar con todo tipo de ritmo, mientras Adam, algo rígido, intentaba seguir el compás, más pendiente de no tropezar con otros que de bailar. El calor y el molesto zumbido del alcohol empezaron a subirle al rostro. Una sensación de mareo le nubló la vista por un instante.
Buscando apoyo, tomó el brazo del otro omega, que en ese momento ya estaba enrollado alrededor de un desconocido:— Necesito… agua… —murmuró, inseguro.
Este interrumpió su baile de inmediato. Se separó del hombre con un empujón, apartándolo sin darle mayor importancia, y volvió a aferrarse al brazo de Adam para sacarlo de allí. Mientras avanzaban entre el resto de invitados, él suspiró aliviado.
— Por cierto, ¿por qué no vino tu enano? —preguntó con curiosidad— Él siempre está en las fiestas de Val… ¡Es más! ¿Qué haces tú aquí? No eres de este tipo de diversión…
El castaño se dejó guiar, mientras ajustaba con descuido el arete en su oreja:— Una reunión familiar privada o algo así. Él dijo que viniera y festejara por los dos…
Anthony asintió y lo soltó al llegar a la mesa. Se dejó caer contra el borde con un suspiro audible y apoyó sus manos sobre la superficie para estabilizarse:— Ah, sí.
— Los Morningstar son muy extraños — agregó, sirviéndose un vaso de un líquido ambarino—. Todavía recuerdo la escenita con su ardiente hermano militar del año pasado… carajo, era muy ardiente… Oye, ¿seguro que elegiste al Morningstar correcto?
Probó la bebida, sonrió complacido y dio otro sorbo. Adam frunció el ceño al ver su reacción exagerada y se cruzó de brazos:— Tonto, estás bebiendo demasiado.
— Es solo un poco de whisky —se encogió de hombros, sin dejar de sonreírle—. ¿Tú quieres agua o algo dulce? Creo que hay un poco de jugo de naranja en la cocina…
— Jugo de naranja. No necesito más alcohol en mi sistema, gracias —respondió, llevándose una mano al vientre—. Y, de paso, necesito alejarme de todos estos idiotas…
Angel estaba tomando distraídamente un sorbo cuando las palabras del otro lo tomaron por sorpresa, atragantándose y tosiendo con fuerza parte de su bebida.
— Ahora quiero golpearte, maldito bastardo.
Se burló, limpiándose los labios con la manga de su felpudo abrigo rosa. Luego, como si un pensamiento le cruzara fugazmente, lo abrazó por los hombros y le susurró en voz baja:— Oye, mi estimado amigo, de casualidad, ¿sabes algo de tu sexy prima? Ya sabes, es que tengo un par de amigos que quieren algo con ella…
El buen humor de Adam se esfumó al instante. Su gesto se endureció mientras se zafaba bruscamente del agarre del chico más alto; arrugó la nariz y frunció el ceño en una mueca de disgusto:— Me importa poco lo que ella haga o deje de hacer…
Anthony volvió a reír con fuerza y le dio una palmada amistosa en la espalda. De reojo, miró la mesa y atrapó una gomita azul para llevarla a los labios del otro omega.
— No te arrugues tan joven —se burló con una sonrisa descarada—. Además, ¿no crees que estás siendo un poco duro con tu ardiente y rubia prima de Alemania?
— Dilo cuando convivas con ella, idiota —bufó, pero no rechazó la golosina—. Es… frustrante la cantidad de veces que me comparan con Lilith… ni siquiera Eve la soporta…
El rubio dejó de reír al notar el brillo húmedo en los ojos del otro, esa señal de que estaba a un paso de romperse. Su risa fue apagándose poco a poco, hasta que se tornó forzada y poco perceptible por la música y los gritos del resto. Entonces, Angel lo observó con un destello de empatía y, sin insistir, volvió a tomarlo del brazo.
— Anda, vamos a por ese famoso jugo de naranja mientras me cuentas sobre la boda —anunció—. Quiero saberlo todo a detalle para no cagarla como dama de honor…
La expresión de Adam cambió, iluminándose un poco ante la mención del tema. Se dejó arrastrar por el pasillo, siguiendo al omega más alto hasta la cocina sin oponer resistencia. Aunque el diseño sugería un ambiente tranquilo y limpio, las botellas y snacks regados sobre la isla de mármol rompían cualquier intento de orden.
El castaño se acomodó en una de las sillas altas pegadas a la barra y comenzó a hurgar distraídamente en una de las bolsas abiertas de botanas que tenía a su lado.
— Está todo pagado —comentó con un pretzel entre los dedos—. Las invitaciones ya fueron enviadas, la prueba de decoración hecha, también la de menú y la de pastel… estoy muerto. Pero, bueno, le dije a Luci que no se preocupara por esas cosas…
El ruido del refrigerador cesó de golpe. Angel se volvió lentamente, con una ceja enarcada bajo su flequillo rosado y con la botella de jugo a medio abrir en su mano.
— Momento, momento —cortó, señalándolo con el vaso vacío—. ¿Estás diciendo que estás organizando solo tu propia boda? Qué mierda. También es la boda de Lucifer…
— Tiene muchas cosas en la cabeza. Yo me ofrecí a encargarme de esas cosas para aliviar—se encogió de hombros—. Sus hermanos me han estado ayudando.
No respondió de inmediato, tarareó como si buscara las palabras adecuadas y olfateó el vaso con duda, pero finalmente se encogió de hombros y sirvió el jugo.
— Entonces, parece que lo tienes todo cubierto. —respondió, tendiéndole el vaso.
— ¡Sí! —Adam asintió con efusividad y, tras dar un sorbo, suspiró satisfecho— Quiero decir, es algo con lo que siempre he soñado… y está a días de cumplirse…
— Mierda, cuánta presión —replicó Anthony con una sonrisa—. En fin, eso solo significa que estoy por convertirme en la triste y decadente "tercera rueda" de la relación.
— ¿Qué? Angel, eres un maldito hipócrita…
Iba a empujarlo, ya con una sonrisa juguetona formándose en sus labios cuando una mano tatuada se posó en el hombro del rubio. Ambos, sobresaltados, se voltearon.
Valentino los observaba desde su imponente altura; su piel bronceada, perlada por el calor del lugar. Un cigarro pendía de sus labios con la punta brillando en la penumbra. Dio una calada lenta antes de hablar, con el humo rondando a su alrededor.
— Angie —canturreó con la voz melosa y espesa—. Te estaba buscando, dulzura.
El nombrado rió, girando sobre sus talones para apoyarse sobre el alfa:— Carajo, Val, te lo dije. Bueno, como sea. ¡Estamos celebrando la despedida de soltero de Kadmon!
Los ojos púrpura del otro se posaron en el omega castaño, que levantó la mano en un saludo incómodo. Para su sorpresa, el alfa apagó el cigarro y le sonrió con suavidad.
— ¡Felicidades, entonces! —dijo con tanta sinceridad que Adam enarcó una ceja.
— ¿Eh? Sí… gracias, Val… —murmuró, antes de añadir en un susurro—: ¿Supongo?
Ni el omega ni el alfa parecieron oírlo, demasiado ocupados devorándose justo delante de él. La escena se prolongó lo suficiente para que Adam viera la hora en su teléfono. Cuando se separaron, Valentino posó su mano en la cintura de su pareja.
— Uhg, sigo sobrio —intercaló miradas entre ambos—. Es hora de regresar con la multitud…
El castaño quiso declinar la invitación, pero Angel ya le había tomado del brazo. Sin poder evitarlo, se vio arrastrado junto con ellos de regreso al epicentro del desenfreno.
Adam no supo exactamente cuánto tiempo estuvo en medio del caos, rodeado de cuerpos que se mecían y se frotaban sin importarles el concepto de espacio personal, hasta que sintió la vibración de su celular en el bolsillo. Un recordatorio de que había sobrepasado la hora en la que se había prometido largarse de ahí.
Con dificultad, se abrió paso entre la masa sudorosa que no dejaba de moverse con una energía inagotable, tan intoxicada por litros de alcohol que le costaba creer que aún siguieran en pie. La sala, por otro lado, era un reflejo contrario a la sorprendente resistencia de los demás: varios adornos yacían en el suelo, con algunos partidos, y las botellas vacías apiladas entre restos de comida y basura.
Alzó la vista buscando a Angel y lo encontró, aunque rápidamente se arrepintió de haberlo hecho. Estaba sentado en las piernas de Valentino en el mismo sofá donde se habían cruzado horas atrás. Los labios del rubio estaban sellados a los del alfa con urgencia, una mano enredada en su cabello platino mientras la otra recorría con avidez el torso desabotonado, los dedos marcando firmemente su cadera. Las cosas subieron de tono cuando Valentino hundió sus colmillos en el cuello del omega, haciendo que este arqueara la espalda y soltara un gemido ahogado.
Adam arrugó la nariz y rodó los ojos. Ni en sus peores pesadillas iba a volver a meterse en ese lugar para despedirse. Prefirió marcharse, dejando que la puerta principal se cerrara tras él con un golpe sordo e inaudible gracias a la estridente música.
La noche lo recibió con una bofetada de aire fresco. El castaño inhaló con calma, sintiendo cómo los pulmones se limpiaban del humo y el olor a sudor. Mientras cruzaba el jardín, donde varios se detenían a vomitar, una voz grave lo detuvo en seco.
— Te estoy diciendo que subas al puto auto.
Alastor, reconocible incluso en la penumbra por su postura impecable y sonrisa afilada, discutía con un hombre que no reconocía, de cabellos rubios y guantes negros. La escena le llamó la atención, más que nada porque el moreno siempre había jurado que este tipo de fiestas estaban muy por debajo de sus estándares.
Estuvo a punto de seguir su camino sin más, hasta que sus miradas se cruzaron. Por un segundo, Alastor, visiblemente molesto, dejó de prestarle atención al otro para fijar la vista en él, y dio un paso como si fuera a acercarse. Pero el hombre lo agarró del brazo con fuerza, escupiendo palabras que parecían llenas de ira y odio.
— ¡No ignores a tu hermano, sucio bastardo!
El castaño frunció el ceño, captando la incomodidad en el rostro del omega. Dio un paso hacia ellos con los dedos cerrándose en un puño de forma instintiva, pero el moreno hizo un gesto rápido con la mano para que lo ignorara y siguiera.
Adam vaciló un instante, debatiéndose entre ignorar la advertencia o no del otro, pero finalmente optó por asentir rápidamente y continuar hacia la calle sin mirar atrás.
Avanzó hasta que la música se fue apagando tras él, como si el frívolo silencio de la madrugada reclamara poco a poco el vecindario. Sus pasos eran rápidos, aunque su mirada y el leve fruncir de su ceño delataban sus enormes ganas de regresar.
Pero lo meditó, exhaló un suspiro y se detuvo, sacando su teléfono para buscar rápidamente el contacto de Angel. Tecleó un rápido mensaje: "Ya me fui, idiota. Deberías decirle a tu novio que pare el escándalo que se ha armado en su jardín de al frente. Hay un alfa muy agresivo". Evitó dar nombres; con eso debía bastar.
Lo envió convencido de que era lo más sensato y, a los pocos segundos, recibió un emoji con el pulgar arriba como respuesta. El omega soltó una risita suave, imaginando que, con suerte, Anthony estaría sobrio y no encima de su inestable pareja.
Se detuvo nuevamente, esta vez justo al borde de la pista, bajo un farol cuya luz apenas logra iluminar. Sacó otra vez el celular, pero esta vez no para escribir un mensaje, sino para abrir un contacto en específico. Aspiró hondo y marcó. Hubo un par de segundos largos e incómodos de por medio hasta que la otra persona contestó.
— ¿Hola? —la voz de Lucifer sonó confusa y baja al otro lado— ¿Adam? ¿Eres tú … ?
— Sí, hola … —susurró, notando cómo el agotamiento lo alcanzaba tras la fugaz adrenalina— Yo … se me fue la hora … en fin, me acabo de ir … estoy muy cansado.
— ¿Está todo bien? ¿Al menos te divertiste?
Adam intentó sonar menos alegre de lo que realmente estaba:— Podría decirse … tolerable …
El alfa rio, el sonido fue cálido y familiar incluso a través del teléfono:— No esperaba menos de una de las fiestas de ese idiota. El año pasado, ese idiota hizo …
La anécdota de Lucifer le hizo reír genuinamente por un instante, pero la ligereza de la situación pronto desapareció, reemplazada por un aprentón nervioso al teléfono.
Adam bajó la vista mientras confesaba, bajito:— No me divertí tanto… te extrañé, Luci…
Silencio . El omega tragó saliva, demasiado consciente de lo patético que debía sonar.
— Yo … gracias … —agregó rápidamente, intentando no verse aún más vulnerable.
— ¿Gracias? ¿Por qué? —preguntó; su tono de voz se escuchaba desconcertado.
Adam tarareó como si buscara la respuesta, pero terminó esquivándola:— Es que no puedo esperar al día de la boda … estoy algo nervioso y tal vez un poco ebrio …
Esta vez, la pausa fue más larga. Cuando Lucifer volvió a hablar, su tono era más serio.
— ¿Estás seguro de que estás bien? ¿Cuánto bebiste? ¿No quieres que te recoja?
— No, no —Adam negó con demasiada rapidez—. Solo estoy algo … nostálgico. Además, ya estoy llegando a casa. Solo recuerda que mañana es la prueba de vestuario, ¿sí? Esta vez tienes que ir … yo no … eso no es algo que pueda hacer solo …
Otra pausa. El omega contuvo la respiración, sintiendo sus manos temblar por el frío.
— Está bien —cedió Lucifer finalmente—. Avísame cuando llegues. Y duerme al llegar…
— Lo haré, yo … —Adam vaciló un poco, pero finalmente se arriesgó— Te amo, Lu …
La línea quedó suspendida por unos segundos y el castaño pensó que había cortado. Entonces, apenas perceptible, llegó un suspiro apagado desde el otro lado.
— Yo … —El alfa carraspeó, como si buscara palabras— descansa, ¿sí? Fue un día largo …
La llamada se cortó. Adam miró la pantalla negra por un momento. Finalmente, sacudió la cabeza y lo guardó, cruzando la calle bajo el cielo que comenzaba a aclarar.
Una sonrisa pequeña se dibujó en sus labios cuando visualizó la pequeña argolla que descansaba en el dedo anular de su mano izquierda. Su pálido color contrastaba con el azul del amanecer. Y por un instante fugaz, eso fue suficiente.