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Dìleab a' Phrionnsa

Summary:

Y te elegiría a ti; en cien vidas, en cien mundos, en cualquier versión de la realidad, te encontraría y te elegiría.

"El caos de las estrellas"
- Kiersten White.

Chapter 1: ✦ Prefacio ✦

Chapter Text

 

Y te elegiría a ti; en cien vidas, en cien mundos, en cualquier versión de la realidad, te encontraría y te elegiría.

"El caos de las estrellas"


- Kiersten White.

 

Severus Prince, hijo de una antigua y enigmática familia de sangre pura, su nombre llevaba consigo una sombra de expectativas y secretos que parecían tan antiguos como las propias piedras del colegio hogwarts.

 

Desde el momento en que el Sombrero Seleccionador pronunció "¡Slytherin!" con firmeza, Severus supo que aquel era su lugar: la casa de la ambición, del ingenio y, para muchos, de la oscuridad. Sin embargo, lo que él no esperaba era que su camino se cruzara constantemente con un grupo de Gryffindors empeñados en ser héroes en cada esquina del colegio, los dichosos merodeadores, un grano en el culo para todo hogwarts, idiotas sin cerebro que se creían divertidos.

 

La rivalidad entre ambas casas siempre ha sido marcada, Slytherin VS Gryfindor, un clásico, esto era tan antiguo como el mismo castillo, siempre encendida con una llama ardiente para demostrar cual es mejor, a Severus eso le interesa poco o nada, ser un Prince no solo da estatus, honor y poder, sino también es enfrentarse a verdades peligrosas, secretos guardados y una magia que iba más allá de lo que cualquiera podría imaginar.

 

Porque en Hogwarts, incluso la sangre más noble puede ser puesta a prueba... y los nombres más ilustres pueden caer en la oscuridad, si algo le ha enseñado su padre es no confiar en las apariencias, que los que fingen ser nobles de corazón pueden ser las personas más despiadadas y él estaba dispuesto a desenmascarar esa hipocresía costará lo que costará.

 

ACLARACIONES.

✦ Ship principal Snulciber.
✦ Relación ya establecida.
✦ AU moderno.
✦ Supremacía de la sangre pura.
✦ +18.
✦ El padre de Severus lo ama.
✦ Eileen murió en el parto.
✦ Discriminación.
✦ Severus y Lily nunca han interactuado entre sí más allá de unas simples palabras y solo por educación (de parte de Sev)
✦ Los merodeadores siguen siendo idiotas que se creen graciosos con sus bromas crueles.
✦ Severus es completamente sangre pura por lo tanto no tiene traumas, pero sigue siendo igual de sarcástico y espinoso.
✦ No existe Voldemort como tal.
✦ Dumbledore mantiene su personalidad manipuladora.
✦ Están en sexto año (menos Regulus que es un año menor)
✦ Trama relajada, más que nada la vida de Severus y Bruce, simplemente quise aportar al ship ya que hay poco de ellos y los adoro por completo.
✦ Barty y Sev son primos lejanos, el padre de Severus es un Crouch que cambio su apellido al de su esposa al casarse ya que así es con la familia Prince, ellos no cambian su apellido sus cónyuges sí.
✦ El titulo de la historia significa: El legado Prince, esta en gaélico escoces, que es de donde vienen los Prince.
✦ Phrionnsa significa Prince, ósea príncipe y solo una persona dentro de Hogwarts llama así a Sev... así es, Bruce Mulciber.
✦ Enjoy ~

Chapter 2: ✦ Capítulo 1 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

Un año más daba inicio, el expreso a Hogwarts lleno de vida y caos como cada inicio de ciclo escolar, Severus ya se encontraba en su compartimiento acostumbrado, casi hasta el fondo del tren, justo donde los estudiantes mayores estaban ya sea para tener más privacidad con sus parejas o por el simple hecho de la tranquilidad que aquí siempre había.

 

Se encontraba leyendo el nuevo libro que su padre le obsequio justo antes de partir, para tener una lectura ligera y no se aburriera aunque bueno, ¿Quién se aburriría en Hogwarts? Donde el desastre estaba garantizado, sobre todo por esos cuatro idiotas de Gryffindor qué se la pasaban jodiendo a todo aquel que se dejara.

 

— Aquí estas, sabía que te encontraría aquí —. volteo hacia la puerta, ahí se encontraba uno de esos idiotas, Lupin, prefecto de Gryffindor, un error garrafal si me lo preguntan.

— ¿Qué se te ofrece Lupin? —. pregunto con indiferencia.

— Estamos por partir, no querrás llegar tarde a la organización, Rosier ya esta allá —. suspiro resignado, guardo mi libro con un encantamiento de encogimiento y lo sigo de cerca, ambos en silencio.

 

Chicos pequeños perdidos y tímidos buscando donde podrían sentarse, algunos se quitan de nuestro camino de forma exagerada, lo ignoro por completo no era algo nuevo para mi que la gente besara el piso por donde paso, llegamos al compartimiento donde se reúnen los prefectos.

 

— ¡Sev! —. Charity Burbage se cuelga de mi cuello abrazándome con fuerza, solo puedo resoplar divertido mientras correspondo su muestra de afecto.

— No lo acapares tanto Charity —. Aurora Sinistra, me ayuda a quitarme de encima a la amorosa Hufflepuff.

— No seas celosa, somos mejores amigos.

— Están retrasando la junta y los de primer año seguirán vagando —. interviene Evans, la compañera de Lupin.

— Si tanto te interesan los de primero puedes ir yendo a guiarlos —. suelta Evan Rosier con indiferencia, la Gryfindor resopla con molestia.

— En realidad estoy de acuerdo mientras antes terminemos antes podremos hablar y contarnos como nos fue en las vacaciones — Charity nos motiva emocionada.

 

No tardamos mucho en ponernos de acuerdo, aunque a decir verdad fue más algo a la suerte, a nadie le gustaba guiar a los de primer año cuando era hora de bajar del tren así que siempre había discusiones sobre quienes preferían ayudar dentro del tren o a desembarcar, usamos un galeón para lanzarlo al aire, esta vez y por cosa del destino (o el hechizo sin varita aturdidor de Rosier), nos toco ayudar dentro del tren junto con los Ravenclaw, esto sería pan comido.

 

Salimos del compartimiento con calma, Evan y yo uno al lado del otro ayudando de forma eficiente y ordenada, ni si quiera les preguntábamos si estaban de acuerdo con compartir ciertos compartimientos y claramente nadie nos contradecir, ni si quiera los de años superiores ya que sabían que podíamos restar puntos y que de nada serviría replicar porque no les haríamos caso de todas formas, en menos de veinte minutos terminamos con nuestra sección asignada, volvemos en una charla tranquila al compartimiento donde ya nos estarían esperando nuestros amigos, lo primero que aparece en mi campo de visión es el rubio cabello de Lucius, Barty a su lado parloteando de algo que seguramente le sucedió en las vacaciones.

 

Bruce Mulciber y Ominis Wilkes simplemente escuchan sin prestar mucha atención, Evan es el primero en dejarse caer a un lado de su "mejor amigo" aunque todos sabíamos que entre ellos había algo más que amistad, no es como si ellos fueran discretos, sobre todo Ominis que se iluminaba como un árbol de navidad cada que estaba con Evan y esta vez no fue la excepción, su expresión aburrida por el parloteo de Barty cambio rápidamente como si hubiera visto lo más increíble del mundo, se saludan con un movimiento de cabeza, pero no me pierdo como Evan pasa su brazo por detrás de los hombros de Ominis, pero no digo nada, no era asunto mío.

 

— ¿Cómo estuvieron tus vacaciones, Phrionssa? —. me pregunta Bruce con tranquilidad tomando mi mano con seguridad.

— Nada especial, mi padre me llevo a Escocia para visitar a los abuelos, nada nuevo —. me encojo de hombros acomodándome a su lado.

— ¿Ya hablaste con ellos sobre tu compromiso? —. esta vez me pregunta Lucius, ignorando a Barty que al escuchar la palabra compromiso voltea a verme divertido.

— Oh, espero que hayas podido convencer a tu padre de que tu mejor opción no es Black.

— ¿Qué hay de malo conmigo? —. pregunta Regulus llegando y sentándose a un lado de Malfoy.

— Contigo, nada. Con Sirius, todo —. suelta Bruce con burla, todos nos reímos ante ello, incluso Reggie.

— Bueno técnicamente mi compromiso era con el heredero Black por lo tanto me casaría con Reggie, pero eso ya no es algo certero, no después de todos los problemas que ese idiota le esta dando a tu familia, a pesar de haber sido repudiado la gente habla —. me encojo de hombros quitándole importancia.

— Sin contar con que un matrimonio con los Mulciber es igual de lucrativo —. dice Barty moviendo las cejas con insinuación, mantengo mi rostro neutro.

— Vaya, veo que sigues siendo igual de molesto, ya estaba comenzando a preocuparme que hubieras madurado aunque sea un poco, ahora puedo respirar tranquilo.

— Lo que sea para mantener tu cordura intacta querido primo — me guiña un ojo con complicidad.

— En realidad Barty tiene un punto, apuesto que sus familias estarían de acuerdo que se casaran, Bruce lleva detrás de ti desde segundo año —. opina Wilkes con naturalidad, Mulciber voltea a verlo con una frialdad que no tarda en intimidarlo.

— ¿Cómo tu has estado enamorado de Rosier desde que lo conociste? —. tira Lucius con diversión.

— Evan es mi amigo —. levanta el mentón con seguridad, el nombrado solo se ríe ligeramente.

 

La conversación sigue tan banal y aburrida como es de esperar, hablar de los intereses amorosos de los demás era algo que me tenia sin cuidado y tampoco me perturbaba que me molestaran sobre mi relación con Bruce, la cual inicio antes de salir de vacaciones cuando Slytherin gano la copa de Quidditch, le había prometido salir con él de forma más seria porque antes solo eran besos robados de su parte, así que técnicamente lo nuestro era algo nuevo, aunque si era sincero conmigo mismo, era algo que iba a suceder tarde o temprano, Bruce siempre fue bastante claro con sus sentimientos hacia mi.

 

Creo que todos en el castillo lo sabían, no porque Mulciber fuera alguien que fuera gritando su aprecio hacia mi persona, sino por los pequeños detalles, siempre rechazando a sus admiradores, a chicas y chicos por igual, en mi cumpleaños numero trece me regalo un lindo collar en conjunto, nada demasiado cursi, solo era el emblema de nuestras familias juntos, algo pequeño pero realmente significativo dejando claro que sus intenciones conmigo.

 

Ese mismo año fue nuestro primer beso, el cual me robo cuando estábamos estudiando runas antiguas y desde ese entonces ha sido un tira y afloja bastante entretenido... al menos hasta hace unos meses donde por su increíble desempeño como el bateador más feroz que ha tenido Slytherin en al menos una década, ganaron la copa, bajo en su escoba en picada a las gradas donde los demás estábamos para apoyar, fue el primer beso en publico que me dio y susurro en mi oído: "ahora eres mío, Phrionssa".

 

No lo negué, lo corregí ni nada por el estilo, yo era un hombre de palabra, además ¿por que seguir jugando al gato y al ratón? cuando era más que obvio que ambos estábamos enamorados del otro.

 

Lo único malo de eso es que tampoco pudimos explorar mucho nuestra reciente relación porque a los pocos días dejamos el colegio por las vacaciones, pero ahora estábamos aquí, escuchando el parloteo de todos, sobre todo por los preparativos de la boda de Lucius y Narcissa, la cual seria al terminar este año ya que ellos se gradúan y por lo tanto tendrán que unirse tal como se había estipulado en su contrato de matrimonio.

 

Al menos se amaban, ambos habían tomado su compromiso enserio desde que se conocieron, lo sé porque llevo siendo mejor amigo de Lucius desde que nací, mi padre me confeso que en un inicio él había tenido la intención de que me casara con un Malfoy porque era la familia más poderosa de Francia, pero mi amigo ya tenia el suyo con los Black y de ahí surgió que también me casara con un Black así nuestras familias seguirían conectadas de algún modo.

 

Nunca le tome mucha importancia a dicho compromiso, sobre todo cuando conocí a Sirius y resulto ser un idiota sin cerebro, agradecía a Merlín que él fuera tan estúpido como para arruinar dicho contrato cuando fue repudiado, ahora estaba libre y sin ataduras, Bruce nunca había sido comprometido, no porque sus padres no quisieran sino porque ellos tenían costumbres diferentes, se hacían reuniones y fiestas donde solo las familias con más estatus eran invitadas y él heredero elegiría a su pareja, no esta de más decir que Bruce ya había elegido, solo que yo en ese momento estaba comprometido así que retraso dicha decisión, al final de cuentas tenia hasta nuestra propia graduación para dar a conocer su decisión definitiva.

 

Así que ambos decidimos tomar lo nuestro con calma, aun teníamos dos años para acoplarnos al otro, por eso tampoco le hable a mi padre sobre mi relación reciente, quería que todo fuera cómodo y tranquilo, aunque ¿Qué tan tranquilo podría ser si mi novio era un jugador de quidditch problematico?, solo había dos cosas que Bruce Mulciber amara más que ese deporte estúpido, una de esas cosas era yo, Severus Prince, la otra era incomodar a la gente de cualquier forma posible, ya sea con su frialdad ártica, sus comentarios dichos con tanta seriedad que te cuestionabas si hablaba enserio o si era broma, también era directo y según otros compañeros, Bruce asustaba.

 

Para mi era jodidamente encantador, conmigo no había esa seriedad autoimpuesta, había bromas cálidas, miradas intensas y llenas de cariño, sonrisas, roces de manos, abrazos que te robaban el aliento y besos que hacían que mis rodillas temblaran, pocas personas conocían a este Bruce y las que lo hacían estaban aquí, en este compartimiento, nuestro circulo al que casi nadie tenia acceso, éramos los reyes de Slytherin, Lucius Malfoy, Evan Rosier, Ominis Wilkes, Barty Crouch Jr, Regulus Black, Bruce Mulciber y yo Severus Prince.

 

Mis pensamientos se ven interrumpidos por un fuerte estruendo, suspiro fastidiado, reconocía esas bombas fétidas y esas risas de idiota, me pongo de pie soltando la mano de mi pareja, Rosier maldice con molestia, ambos caminamos con rapidez para no dejar escapar a ese trio de idiotas.

 

Tal como pienso la melena alborotada de Potter, la túnica desacomodada de Pettigrew y la risa maniaca de Black, los tres tratan de correr por el pasillo donde estudiantes están parados en shock con el cabello de colores y el olor desagradable inundando el pasillo.

 

— Treinta puntos menos para gryffidor —. digo con indiferencia, era el máximo que podíamos quitar, al escuchar mi voz esos tres se voltean a vernos con sorpresa.

— Ya decía yo que algo olía mal raro —. escupe Potter con desprecio.

— Creo que tu amigo Pettigrew olvido darse una ducha antes de subir al tren —. respondo señalando al nombrado que esta sudando y claramente desarreglado, el trio de idiotas hacen un gesto de ofensa.

— Los treinta puntos menos es para cada uno... son noventa en total —. agrega Evan a mi lado cruzado sus brazos.

— Sera mejor que limpien esto antes de reportarlos con el profesor Riddle —. en eso aparece Lupin, agitado dejando claro que había corrido hacia el desastre... como siempre.

— No pueden hacer eso, se supone que solo pueden quitar treinta puntos en total —. se queja Black como un niño pequeño al que acaban de quitarle un dulce.

— Y tampoco pueden darnos ordenes, que sean los prefectos de las sucias serpientes no les da poder sobre nosotros —. lo secunda Potter como cada vez, en verdad creo que esos dos están obsesionados con el otro.

— Resuelve esto Lupin, no querrás tener problemas por seguir cubriendo las idioteces de tus amigos sin cerebro.... y ustedes, a su compartimiento —. con un movimiento de mi varita el pigmento en el cabello de los estudiantes de segundo año desaparece dejándolos en su tono natural.

— Ese maldito murciélago —. escucho a mis espaldas, era un murmullo de Pettigrew, como siempre escondiéndose detrás de sus amigos, Evan le lanza un hechizo y cambia el color de su cabello a verde y su piel se torna naranja.

 

Antes de que puedan decirnos algo o que Lupin nos quite puntos salimos de ahí dejando que controle a las bestias de sus amigos, nosotros nos reímos sin importarnos nuestro alrededor, era de esperarse que no podríamos iniciar el año sin un "confrontamiento" con los llamados merodeadores, lo que a ellos se les olvidaba es que soy un jodido prefecto, metete con nosotros y no solo les quitare puntos, sino que devolveré el golpe tres veces peor.

 

Notes:

Hola, aquí tratando de aportar algo a este lindo ship, bien dicen por ahí, si quieres algo hazlo tu mismo.

Y yo quería una historia de estos dos, me termine todas las disponibles así que ahora aportare mi granito de arena ya que el Snilciber merece mucho más, es una pareja increíble así que escribiré sobre ellos aunque esto no lo lea nadie, aquí lo importante es estorbar jajaja, en fin si alguien llega a leer esto, gracias por darle una oportunidad a mi historia, TQM.

- AlasseaKdy

Chapter 3: ✦ Capítulo 2 ✦

Chapter Text

 

 

El cielo estaba teñido de un gris azulado, y la llovizna fina golpeaba el cristal del carruaje en el que Severus viajaba junto a Regulus, Evan y Bruce. Los thestrals avanzaban sin sonido sobre el sendero de tierra húmeda, apenas perceptibles para quienes tenían los ojos cerrados al mundo de la muerte. Severus sí los veía. Siempre los había visto desde tercero. No les temía; más bien le producían una extraña calma, la muerte de ese elfo doméstico en casa de los abuelos había sido rara y sin algo que esperarse, su padre le dijo que a veces pasaba, que los elfos no eran tan inmortales como se creía, no cuestionó nada, tampoco es como que lo perturbada en algo.

 

El castillo apareció al doblar la última curva, con sus torres iluminadas por centenares de antorchas. Para cualquiera sería un espectáculo imponente, casi acogedor. Para Severus, Hogwarts era otra cosa: un tablero de juego. Ahí, cada pasillo, cada clase, cada gesto importaba. Hogwarts no era solo una escuela; era el campo donde se forjaban reputaciones y se destruían futuros, claramente él era de los mejores jugadores y oponentes, el mejor alumno de todo el colegio, incluso sobre Evans qué se esforzaba de más, cosa que para él era talento natural.

 

— Se siente distinto este año, ¿no? — comentó Rosier, recostado en el asiento con aire despreocupado —. Como si todos estuvieran esperando algo.

—Lo nos espera —. replicó Severus, sin apartar los ojos del castillo - es la grandeza.

 

Mulciber esbozó una sonrisa que le iluminó el rostro por un instante, antes de volver a hundirse en su aire sombrío y serio, nada fuera de lo comun para los demás, ya estaban acostumbrados a esas pequeñas sonrisas que dejaba ver cada que alto le divertía, sobre todo si era algo dicho por Severus.

 

Cuando por fin cruzaron las puertas del Gran Comedor, el ambiente los envolvió de inmediato: el olor a pan recién hecho, carne asada y especias dulces; el murmullo constante de cientos de voces; el techo encantado reflejando un cielo nocturno tachonado de estrellas, algo digno de ver, los estudiantes de primero estaban claramente fascinados con todo, cosa que a los de grados superiores ignoraron acostumbrados a esas reacciones, Severus avanzó con paso firme hacia la mesa de Slytherin, consciente de que muchos lo observaban. Su insignia de prefecto brillaba bajo la luz de las velas, y aunque fingía indiferencia, le producía un cosquilleo de orgullo, si algo era claro es que Severus era sin lugar a dudas alguien a quien tenerle respeto, sino era por la insignia, era por su legado, uno de los más pesados de Gran Bretaña.

 

Lucius Malfoy lo recibió con un gesto elegante de cabeza, dejando espacio para que se sentara. A su alrededor, los Slytherin conversaban con esa mezcla de discreción y vanidad tan característica de su casa. Más allá, en Gryffindor, las risas estruendosas de Potter y Black parecían querer llamar la atención de todo el salón, nada nuevo incluso era fastidioso para muchos ahí presentes, pero no había mucho que pudieran hacer, el favoritismo que Dumbledore tenía por esos cuatro era exasperante, pero todos habían aprendido a vivir con ello.

 

El discurso de Dumbledore apenas captó su atención. Había algo en la voz del director, tan cargada de amabilidad, que siempre le sonaba condescendiente, como si los tratara a todos como niños a los que había que entretener. Severus, que había pasado veranos enteros lidiando con un abuelo áspero y frío, detestaba esa dulzura impostada, solo le hacia darse cuenta de lo falsa que era, si algo no estába dentro de los estándares del director serias llamado a su oficina para una "charla" la cual básicamente era: no te metas con mis niños dorados o serás sancionado, solo un viejo manipulador del que debías tener cuidado.

 

Cuando el festín apareció de golpe sobre la mesa, con fuentes rebosantes de comida, Severus apenas probó unas cucharadas de estofado. Estaba demasiado ocupado observando. James Potter, dos mesas más allá, levantaba su copa hacia él, con una sonrisa insolente. Sirius imitó el gesto, exagerándolo hasta lo ridículo, mientras Remus Lupin se reía y Pettigrew asentía servilmente. Algunos Gryffindor más jóvenes rieron con ellos, disfrutando del espectáculo, esos idiotas insolentes jamás aprenderán, lo tenía bastante claro, solo debía esperar un poco a que hicieran algo estúpido y les quitaría puntos... Gryffindor ya había iniciado con puntos negativos, se ganarían una gran reprimenda de sus mismos miembros si ellos seguían así, eso era tan satisfactorio.

 

Así que imito su movimiento, alzó mi propia copa de jugo de calabaza, le devuelvo la sonrisa de forma afilada, aunque aprieto mi otro puño bajo la mesa, Bruce a mi lado me da una caricia a dicha mano la cual se relaja de inmediato.

 

— Dime una palabra, y les haré beber agua de retrete hasta Navidad —. murmura con voz áspera, me rio ligeramente ante su propuesta, lo miro directamente a los ojos mientras niego lentamente.

— No, que crean que tienen ventaja. Que rían. Luego los callaremos con estilo.

Rosier soltó una carcajada seca.
— Eso quiero ver, siempre es tan agradable hacer enojar a Black, es como un niño pequeño... El más inmaduro sin dudar... Sin ofender Reggie.

— No es ofensa, es la pura verdad, nuestra madre lo malcrio demasiado y cuando quiso enderezarlo ya era demasiado tarde —. comenta el pequeño Black con indiferencia, hace tiempo que el superó que su hermano lo cambiará por el idiota de Potter.

 

El resto de la velada estuvo marcado por miradas cruzadas y pequeños incidentes: un pastel explotando en la mesa de Hufflepuff, un caldero de jugo que inexplicablemente se volcó sobre un Ravenclaw distraído. Nadie pudo probarlo, pero casi todos sospecharon de Barty Crouch Jr., que disfrutaba como niño con cada desastre, él era la competencia directa en las bromas de los merodeadores, terriblemente infantil, pero demasiado astuto e inteligente para ser atrapado, un dolor de cabeza para Severus qué tenía que escuchar de ello cuando se juntaban en casa de algún familiar en vacaciones.

 

Cuando la comida terminó, Severus guió a los suyos hasta la sala común de Slytherin. Bajaron las escaleras en espiral, atravesaron pasillos húmedos y se adentraron en las profundidades del castillo, hasta llegar a esa estancia subterránea iluminada por el resplandor verdoso del lago. El agua proyectaba sombras ondulantes en los muros de piedra, y la chimenea crepitaba lanzando chispas esmeralda, la majestuosa sala común de Slytherin, siempre hermosa y atemporal, olía a muebles y esencias caras, algo que pocos podrían aspirar a tener... No si no eras de familias importantes, así que los mestizos siempre disfrutaba de estar por aquí.

 

Los estudiantes más jóvenes se agruparon en los sillones, mirándolos con una mezcla de respeto y miedo. Severus se plantó frente al fuego, y con solo alzar la voz, captó la atención de todos.

 

— Escuchan bien —. dijo, su tono firme y claro —. Este año no soportare inconvenientes, si pierden puntos ustedes mismos tienen que recuperarlos, tenemos que superarnos por mucho para al final de año no haya nada que pueda hacer Dumbledore, dándole puntos a esos cuatro idiotas por que juegan al quidditch bien o solo por sonreírle al viejo, así que este año la copa será nuestra.

 

Un silencio reverente recorrió la sala. Regulus arqueó una ceja, intrigado. Bellatrix Black apoyó el codo en el respaldo de un sillón, sonriendo con malicia. Incluso Narcissa, que siempre intentaba mantenerse al margen de las peleas ya que eso era para idiotas sin cerebro e inmaduros, estaba atenta y divertida con la actitud de su amigo.

 

— ¿Y qué sugieres, Severus? —. preguntó Regulus al fin.

Severus dejó que el silencio pesara un momento, el fuego reflejándose en sus ojos oscuros.
— Que juguemos su juego... pero mejor. Con inteligencia. Con precisión. Y que cada Gryffindor termine el año deseando no haberse cruzado con nosotros.

 

Hubo un murmullo de aprobación, risas bajas, asentimientos cómplices. La chispa estaba encendida, Rosier asentia dándole la razón a su amigo y compañero prefecto, los pequeños de primer año estaban agazapados algo sorprendidos, seguramente no todos sabían de esa rivalidad entre ambas casas, pero estaba bien, Severus se asegurará de que se adapten correctamente.

 

Después de esa pequeña charla motivadora cada uno se dedicó a lo suyo, Barty y Regulus juntos charlando animadamente, Lucius pegado a Narcissa en su momento de pareja, Wilkes y Rosier se fueron a encerrar a la habitación del último nombrado, ya que tenía una privada al ser prefecto al igual que Severus, solo esperaba que usarán algún hechizo silenciador, él ya había tenido la desgracia de escucharlos en uno de sus encuentros de amigos, claramente ellos creían qué nadie estaba cerca, ahora Severus tenía que poner hechizos silenciadores a su propia habitación cuando quería dormir, así evitar incidentes.

 

Bruce se acercó a su lado, lo tomo de la mano entrelazando sus dedos, tirando de su mano con suavidad, Severus lo siguió sin poner resistencia, caminaron uno al lado del otro por los fríos pasillos del castillo, salieron al jardín qué daba al mago negro, se sentaron en una de las bancos de piedra, ambos viendo el cielo estrellado con atención, al parecer había dejado de llover hace rato, aunque bueno los terrenos del castillo tenían hechizos que secaban los bancos y sitios comunes, así que esta teoría podría ser errónea, pero no era algo que los perturbara, era su primer momento a solas después de un par de meses sin verse así que solo querían disfrutarlo.

 

— Barty tiene razón, ¿sabes? —. suelta Bruce de la nada.

— ¿En que?

— En que nuestros padres estarían de acuerdo con un compromiso entre nosotros —. eso me hace sonreír.

— ¿Eso acaso es una propuesta?, porque si es así es bastante mediocre, espero mucho más de ti, querido —. Bruce me sonríe de vuelta, me abraza por la cintura acercándome hacia su firme cuerpo.

— Solo era una observación, cuando te lo proponga será a lo grande, todos se enteraran que mi lindo Phrionnsa ahora es un Mulciber —. ruedo los ojos divertido.

— Eso jamás pasará... Si quieres casarte conmigo tendrás que convertirte en un Prince.

— Si crees que eso me desmotivaría estas equivocado... Por ti cariño, haría lo que sea —. me planta un casto beso en los labios, uno que correspondo de inmediato.

 

Lo abrazo con fuerza por los hombros, acarició su nuca con lentitud, sus manos recorren mis costados hasta que se aferra a mi cintura... Como había extrañado esto, estar con Bruce, el sabor de sus labios, menta con un toque al pastel de cereza qué comió en la cena, simplemente perfecto, tal como él era.

 

— El perro sarnoso nos está observando —. me hace saber, ruedo los ojos con fastidio, Black ya asechando para sus estúpidas bromas.

— Qué vea todo lo que quiera —. murmuró sobre su boca haciéndolo sonreír.

— Mmmh, no sabía que ahora te gustaba el exhibicionismo —. sonreímos sobre la boca del otro con complicidad.

— No me gusta, pero el es insignificante... ¿O prefieres ir de vuelta a la sala común?

— No, esta bien cariño, tienes razón... Que vea lo que perdió por ser un imbéciles sin cerebro —. se lanza hacia mi, besándome con ímpetu, su lengua invadiendo mi boca, apoyo mis manos en su fuerte pecho.

 

Estaba seguro que Black no se quedaría a ver, nosotros no éramos su objetivo, su objetivo era joder a todo al que pudiera así que no me preocupa, dejo que Bruce me bese de esa forma tan sexy que me hace temblar y estremecerme, nunca habíamos llegado a más que besos, así que no me molestaría si este año ahora que somos oficiales demos ese paso.

 

Cuando nos separamos por aire me quedo viendo su hermoso rostro siendo bañado por la luz de la luna, sus lindos ojos dorados que me quitaban el aliento. Esa noche, cuando me recuesto en mi cama con dosel verde, solo puedo pensar en los labios y ojos de mi Bruce, escucho el murmullo lejano del agua golpeando contra los muros de la mazmorra y sentía la certeza palpitante en mi pecho, el curso acababa de iniciar y sería increíble, teníamos todo para triunfar, estaba seguro que este año ganaríamos la copa de las casas, así como Bruce se encargaría de volver a ganar en el Quidditch, seríamos un equipo imparable.

 

Chapter 4: ✦ Capítulo 3 ✦

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El sol entraba débilmente por los ventanales altos de las mazmorras cuando Severus se puso en pie, después de una ducha reconfortante y ajustando la insignia de prefecto a su túnica hasta que quedara perfecta salió de su habitación con la cabeza en alto. El murmullo de otros estudiantes se mezclaba con el goteo constante del agua filtrándose en las piedras. Hogwarts despertaba, y con él, las promesas y amenazas de un nuevo curso.

 

La sala común estaba casi vacía; solo Mulciber esperaba en el sillón más cercano al fuego, con un cuaderno abierto y la pluma suspendida en el aire. Al ver a Severus, cerró de golpe el cuaderno y sonrió.

 

— ¿Listo para enfrentarte al desfile de incompetencia matutina? —. bromeó.

— Más que listo —. replicó Severus, quien llevaba sus libros flotando detrás de él, con un movimiento de varita estos se encogieron y entraron en los bolsillo de su túnica, era mejor así, evitaría qué la gente chocara con ellos.

 

Van juntos al gran comedor para poder desayunar algo, nada demasiado pesado para Severus, simple fruta picada con pan tostado y un jugo de fresas frescas, para Bruce algo más consistente, un plato donde puso un poco de todo ahí, huevos, tocino, salchichas, arroz, tomates, lechuga y un trozo de milanesa, además de té negro con leche, esto era algo común él comía mucho ya que entrenaba para el quidditch, una vez terminan van uno al lado del otro con una charla ligera hacia su primer clase del día.

 

La cual se impartía en las mazmorras en un aula húmeda y fría del profesor Slughorn. Los calderos burbujeaban mientras los estudiantes se acomodaban en sus sitios. Severus tomó el suyo en medio del aula sin vacilar, comenzó alineando los ingredientes qué ya estaban en la mesa viendo que tenían ahí, todo haciéndolo con orden meticuloso. A su lado, Bruce solo lo observaba con atención y lo ayudaba pasándole los frascos qué seguían, sabía como era su Severus cuando se trataba de pociones, era mejor dejarlo estar.

 

En la mesa del frente, James Potter y Sirius Black cuchicheaban entre ellos como siempre en cada clase, mientras Remus Lupin intentaba ver con mejor claridad que es lo que harían viendo los ingredientes y Peter Pettigrew los imitaba como un eco torpe, siempre siguiendo la sombra de esos tres, el más patético y sin personalidad qué podría haber, daba pena ajena si se lo preguntaban a Severus.

 

Slughorn, con su voz jovial, anunció la receta del día: una Poción de Encogimiento, complicada para un primer encuentro del curso, al menos sería así para esos cuatro idiotas sin cerebro... Bueno estaba siendo injusto, Lupin tenía algo de cerebro, pero se veía afectado por sus amigos y compañeros que no ayudaban en nada con su idiotez.

 

— ¡A ver qué tan oxidados están después del verano! —. rió el profesor, paseándose entre los calderos comenzando a ver como todos sacaban sus libros, algunos seguirán las instrucciones que puso el viejo en la pizarra.

 

Severus trabajaba con movimientos fluidos y seguros, como si cada corte y cada mezcla fueran un arte, estaba bastante familiarizado con la poción, la habían hecho a mitad del curso pasado, aunque bueno... Cualquier poción era algo sencillo para él, era como cuando aprendes a volar, eso nunca se olvida. Cuando Slughorn pasó por su lado, asintió satisfecho, como siempre, no era secreto para nadie que él era el favorito del profesor... Bueno ese era el caso en varias clases, pero eso no era algo de lo cual hablar ahora.

 

— Impecable, Prince, simplemente impecable... La invitación a mi club sigue abierta, espero y lo consideres, sería un honor para todos que estuvieras ahí.

— Lo tendré en cuenta, profesor —. respondo sin más, no me interesaba pertenecer a su club de eminencias, se sabía que él usaba a sus alumnos para llevarse el crédito, no me interesaba estar en su estúpida repisa.

 

Frente a nosotros ese par de idiotas están arremedando al profesor, burlándose abiertamente, ni si quiera me molesto, no pasan más de dos minutos y el caldero de Potter estalla con un suerte ¡puf!, el aire se llena de un humo verdoso, el olor fetido, como es de esperarse los Gryffindor se ríen a carcajadas, con el rostro lleno de hollín negro, Lupin solo puede suspirar al verse afectado por la explosión, su cabello revuelto, Pettigrew también está riendo.

 

— ¡Eh, Prince! Tal vez quieras venir a enseñarnos, ya que pareces tan... delicado con el cuchillo —. sugiere Black, ruedo los ojos con fastidio.

— Tu estupidez sigue siendo sorpréndete, aun no se como estas en sexto cuando no puedes hacer ni si quiera una poción de segundo año.

— Y tu sigues siendo tan prepotente, porque no vienes aquí y me muestras como se hace, oh ya lo tengo, yo no te beso los pies como el imbécil de Mulciber —. aprieto la mandíbula molesto, el comentario arrancó carcajadas a James y Peter.

— No seas infantil, nadie en su sano juicio intentaría ayudarte... A ti ni a la bola de retrasados qué te siguen.

 

Tal como esperaba, el inmaduro al verse superado verbalmente alza su varita, no me inmuto, un instante después, un leve chasquido resonó, y la varita de Black se transformó en una gruesa serpiente negra que se enroscó en su brazo. Sirius soltó un grito sorprendido, mientras James intentaba ayudarlo a sacarsela de encima, solo puedo sonreír de lado, Bruce siempre ha sido el mejor en transformaciones, encantamientos y artes oscuras.

 

Slughorn giró de inmediato, horrorizado.
— ¡Señor Black! ¡Señor Potter! ¡Basta ya! —. bramó, aunque no pudo evitar una risita al ver el alboroto —. ¡Cinco puntos menos a Gryffindor!

 

Bruce a mi lado sonríe satisfecho, solo lo observó atentamente.

 

— Podías haberlo hecho más sutil —. comento ganándome su atención, sus brillantes ojos dorados tienen un destello divertido.

— ¿Y perderme la cara de Black? Jamás.

— Eres increíble —. Le sonrió cómplice, toma mi mano bajo la mesa.

 

Más tarde, en Encantamientos, el profesor Flitwick enseñaba un hechizo de levitación avanzado. La clase se llenó de plumas flotando torpemente, aunque la de Potter se elevó con sorprendente facilidad.

 

Como es de esperar Potter grita el hechizo, haciendo que la pluma diera volteretas en el aire, simplemente era la persona más egocéntrica y arrogante qué conozco y eso es decir mucho cuando mi mejor amigo es Lucius Malfoy.

 

Así que sus gritos no me sorprenden, ya era algo que siempre hacía para llamar la atención de todos, mi propio hechizo fue más silencioso y elegante, levantando no solo la pluma sino también la cartera de Potter, que se abrió en pleno vuelo y dejó caer pergaminos y tinta sobre la mesa.

 

Las risas se mezclaron con exclamaciones de sorpresa. Potter apretó los dientes, pero Flitwick lo reprendió antes de que pudiera replicar:
— ¡Concentración, señor Potter! ¡Esto no es un duelo!

 

Sirius lo fulminó con la mirada desde el otro lado del aula. Severus sostuvo su mirada, frío, impasible. El mensaje era claro: que lo intenten, cualquier cosa que ellos intentarán no funcionaria y si lo hacía... Bueno siempre les caerá algo tres veces peor, no solo de mi parte, no era buena idea tener a Slytherins en tu contra.

 

La jornada de clases terminó con un cielo teñido de naranja, y los estudiantes arrastrando los pies hacia sus salas comunes. Severus y Bruce caminaron juntos por los pasillos de piedra. El bullicio de los demás se desvanecía a medida que se internaban en las mazmorras.

 

Bruce se detuvo frente a una de las ventanas que daba al lago, donde la luz del atardecer atravesaba el agua verdosa.

 

— Hoy fue un buen comienzo —. dijo, inclinándose contra la pared-. Ver la cara de Potter... valió la pena.

Severus sonrió apenas, ajustando su túnica.
— Esto no fue más que un primer movimiento.

Bruce lo miró fijamente, con una chispa divertida en los ojos.
— Sabes, a veces hablas como si todo fuera una partida de ajedrez. Pero yo prefiero pensar... que somos más bien un equipo.

 

Antes de que Severus pudiera responder, Bruce tomó su mano, entrelazando sus dedos. Fue un gesto sencillo, sin grandilocuencia, pero cargado de una calidez inesperada. La frialdad de las mazmorras parecía menos intensa de golpe.

 

Por un momento, Severus dejó de pensar en Potter, en Black, en estrategias y rivalidades. Solo sintió el contacto firme de Bruce, la seguridad de que no estaba solo en esa guerra cotidiana que inició en tercer año cuando descubrió que Evans había estado copiandole en pociones y por lo tanto tomó ventaja de eso, poniendo ingredientes de más a las pociones haciendo que la chica hiciera explotar sus calderos, mientras Severus sin problema podía arreglar sus pociones y dejarlas perfectas... Eso y que Black me odiaba por haber sido su prometido, como si yo le hubiera robado algo o lo hubiera elegido por capricho, ni en sus sueños más febriles eso habría pasado, pero él se creía un gran casanova, así que la rivalidad solo creció y creció hasta llegar a este punto, como sea eso ya había marcaron una pauta y ni era algo que lo perturbara, en este momento si atención estaba sobre Mulciber, su gran estatura, piel cálida, ojos aún más dorados por el sol daldole directamente a su hermoso rostro, simplemente Bruce era el hombre más atractivo que ha visto en toda su vida.

 

Y así la pareja de Slytherin caminan tomados de la mano, firmes y seguros de su decisión, Bruce nunca dudo que Severus era todo lo que el podía querer, no solo por su belleza, sino la astucia del chico, demasiado inteligente y mostraba ser más que un sangre pura más, uno altivo por su estatus de sangre, con Severus era diferente de muchas formas, le fue imposible no enamorarse perdidamente desde segundo año cuando lo ayudo con un ensayo de historia de la magia, así que sé quedo a su lado, avanzo a paso seguro hasta que lo consiguió y ahora que lo tenía, no lo soltaría jamás.

 

Chapter 5: ✦ Capítulo 4 ✦

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La rutina en Hogwarts empezaba a asentarse, pero con los Merodeadores nada permanecía en calma por mucho tiempo. Severus lo sabía perfectamente, sobre todo porque eran malos perdedores.

 

Era un martes gris y ventoso, y la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras había sido sustituida por una práctica en el aula de duelos. Los estudiantes se alineaban en parejas mientras el profesor Towler observaba desde la tarima. Los Merodeadores, como siempre, reían entre susurros, lanzando miradas "discretas" hacia nuestra dirección, sabía que yo era su objetivo, había ridiculizado a Potter, Black y Lupin en menos de una semana, las piezas estaban movidas y era más que claro que atacarían en cualquier momento.

 

Cuando el profesor pidió que practicaran Expelliarmus, James Potter se ofreció "casualmente" a batirse en duelo conmigo, suspiro exasperado, Potter no me superará ni en sus sueños, solo había alguien mejor que yo en defensa contra las artes oscuras, ese era Bruce, así que podría intentarlo lo que quisiera, el terminaría en el suelo.

 

El choque de varitas fue rápido: destellos rojos cruzando el aire, un movimiento de muñeca tras otro. Como era de esperar, yo dominaba el duelo, mi magia más precisa, más elegante, controlada. Pero en el instante en que parecía tener a Potter contra la pared, Sirius Black murmuró algo entre dientes y agitó la varita desde el borde de la fila.

 

Un segundo después, un hechizo invisible impactó en la túnica de Severus. El tejido se estremeció y, ante la mirada de toda la clase, se transformó en una prenda grotesca: una bata de satén rosa chillón, bordada con corazones rojos parpadeantes con luces neón.

 

Hubo una explosión de carcajadas. James bajó la varita con fingida sorpresa.
— ¡Oh, qué estilo tan... atrevido, Prince! — exclamó, provocando otra ola de risas.

 

Siento como toda la sangre sube a mis mejillas, no solo de la vergüenza sino de la molestia. Los Gryffindor se doblaban de risa, Lupin trataba de esconder su sonrisa tras la mano, esos bastardos sin honor, atacaban por la espalda sabiendo que jamás podrían hacer nada si venían de frente.

 

El profesor Towler intentó restaurar el orden, aunque claramente luchaba por contener la risa.
— ¡Basta, basta! ¡Señor Prince, cambie de túnica de inmediato!

 

Me deshago del encantamiento con un simple movimiento de varita volviendo a mi planchada túnica de Slytherin, pero la humillación ya estaba hecha. Los murmullos no cesaron ni siquiera cuando la clase terminó, y el eco de las risas lo acompañó durante todo el pasillo de regreso a las mazmorras, esto era la maldita guerra, aprenderían lo que es atacar a traición, Bruce estaba que echaba humo por las orejas del enfado, pero no decimos nada, ambos sabemos que es mejor actuar con la cabeza fría.

 

Aquella noche, en la sala común de Slytherin, el ambiente estaba cargado de rabia. Regulus golpeaba el brazo del sillón con el puño, Mulciber no dejaba de pasearse, y Rosier proponía ideas cada vez más retorcidas y macabras que me hacían sonreír, algunas eran bastante ilegales, aunque no es como que me interesara mucho.

 

— No podemos dejar esto pasar —dijo Bruce, con los ojos brillando de furia —. No después de lo que hicieron en público, el cobarde de Black, no le di una golpiza porque eso seria estúpido frente a un profesor.

— Tiene que doler más — añadió Evan —.  Algo que no olviden jamás... ¿seria muy raro sacarles un riñón mientras duermen?

— Eso es extremista... Sirius sigue siendo mi hermano idiota —. reprende Reggie con un resoplido.

Severus los dejó hablar, escuchando en silencio, hasta que al fin intervino.
— Entonces lo haremos. Y esta vez, no será un chiste, quieren jugar sucio... bueno les mostrare lo que es jugar sucio.

 

La oportunidad llegó dos días después, en el pasillo que conducía a la torre de Gryffindor. Los Merodeadores, tan confiados como siempre sintiéndose los reyes del castillo cuando ni a bufón llegaban, bromeaban entre sí cuando el suelo bajo sus pies se iluminó con un destello verde haciéndolos detenerse por la sorpresa. Regulus había trabajado todo el día en el encantamiento de runas, con la ayuda de Lucius que era el mejor en runas antiguas.

 

En un instante, Potter, Black, Lupin y Pettigrew quedaron atrapados en una trampa ilusoria: el pasillo desapareció bajo ellos, reemplazado por una ciénaga oscura y apestosa. El olor era insoportable, y aunque sus cuerpos permanecían en el suelo de piedra, sus sentidos estaban convencidos de lo contrario, sus rostros llenos de pavor, alucinaciones de criaturas oscuras acechándolos, ojos brillantes de color verde esmeralda rodeándolos aunque solo ellos podían verlo, las personas a su alrededor solo miraban confundidos las caras de pánico de los chicos atrapados en esa sección sin poder moverse con luces verde brillante, dejando claro que la obra era de algún Slytherin.

 

Black cayó de rodillas, jadeando de forma ruidosa, sudando a mares ante la ansiedad aplastante que debería estar sintiendo. Potter agitaba la varita a ciegas a la defensiva, como un animal acorralado, pero cada hechizo rebotaba inútilmente contra las ilusiones. Pettigrew gritaba, convencido de que criaturas viscosas lo arrastraban hacia abajo, el patético gryffindor había comenzado a llorar, no me sorprendería si mojaba sus pantalones, Lupin estaba arrodillado cubriendo sus oídos hipersensibles, más pálido que un trozo de pergamino.

 

— ¿Qué es este lugar? —. vociferó Potter, cubierto de una mugre ilusoria que no lograba quitarse de encima, se sacudía de forma urgente, como si la piel le picara.

— ¡James, ayúdame, esta en mis pantalones! — pedía un desesperado Pettigrew aferrándose al brazo de Potter.

— Cornamenta ¿Cómo saldremos de aqui? — cuestiona Black completamente perdido, rostro sonrojado.

Fue entonces cuando toda aquella caja de ilusiones hicieron su ultima jugada, se acercaron de forma agresiva haciendo gritar a los cuatro idiotas como niñas de tres años pidiendo por su mamá, las paredes que los confinaban desaparecieron con un simple puf, dejándolos con un olor nauseabundo impregnado en la ropa y piel,  y en el campo de visión de los merodeadores aparecieron los Slytherins, encabezados por Severus. Él observó la escena con fría satisfacción.


— ¿Qué se siente ser la broma, Potter? —. preguntó con voz baja, aunque lo bastante fuerte para que todos lo oyeran.

 

Regulus, Evan y Ominis soltaron carcajadas, Bruce agitó la varita y el agua de la ciénaga ilusoria se volvió aún más asquerosa, burbujeando con ranas y lodo pestilente haciendo que más de un alumno que observara tuviera arcadas.

 

Los Gryffindor pataleaban, desesperados, mientras los Slytherin los rodeaban como depredadores disfrutando del espectáculo. La humillación era total: gritos, súplicas, barro ilusorio que los cubría de pies a cabeza.

 

Finalmente, Severus dio un paso adelante y levantó el encantamiento de ilusiones con un movimiento elegante. El pasillo volvió a la normalidad, dejando a los Merodeadores tirados en el suelo, temblando y empapados de sudor frío, lagrimas y Pettigrew con el pantalón mojado creando un charco en el suelo de su orina.

 

— Oh... esto no lo olvidaran jamás — murmuró Severus, mirándolos con desprecio, automáticamente varios flashes iluminaron al cuarteto inestable —. Porque nosotros tampoco lo haremos —. fotos de su deplorable estado comenzaron a salir volando y pegándose a las paredes, cayendo al suelo para que alguien pudiera levantarlas.

 

El primero en reaccionar es Black, que me ve con evidente molestia y desprecio, pero no les dan tiempo a responder algo, el grupo de Slytherins se dan la vuelta con elegancia y se marcharon, dejando tras de sí las risas crueles que resonaron en los muros de piedra mucho después de que el grupo se hubiera dispersado.

 

Más tarde, ya en la tranquilidad de su dormitorio, Severus se dejó caer en el borde de la cama. La rabia aún palpitaba en sus venas, pero debajo de ella había un cansancio profundo. La rivalidad con los Merodeadores no conocía tregua, y cada batalla lo desgastaba más de lo que admitía, estaba cansado de ese cuarteto estúpido, si por el fuera ya no estarían en el colegio, Lucius en más de una ocasión amenazo con decirle a su padre para hacer que los expulsaran, pero esa idea siempre se descartaba, sobre todo porque Cissa se reía de esa actitud de niño mimado.

 

Salgo de mi rabia interna al escuchar un par de toques en mi puerta, alzo la vista y con un movimiento de mano hago que se quite el cerrojo, Bruce entró poco después, cerrando la puerta tras de sí. Sin decir nada, se sentó a mi lado, me rodea con su brazo de forma cálida, recargo mi cabeza en su hombro con un suspiro pesado.

 

 — Debo admitir que Lucius y tu tienen unas ideas bastante peculiares... fue perfecto — murmura con una sonrisa satisfecha —. Se lo merecían —. volteo ligeramente viendo su lindo rostro, apoyo mi mano en su rodilla.

— Esos idiotas nunca aprenderán... ya no sé si sentir lastima o reírme de lo fácil que es —. me encojo de hombros.

— Les costara recuperarse de esto, así que tendremos un tiempo de paz hasta que alguno de ellos piensen algo que pueda superar esto —. deja un beso en mi cabello, alzo el rostro para verlo mejor, recarga su frente con la mía.

 

Entrelaza nuestros dedos de forma suave, una delicadeza que solo tiene conmigo, este momento es igual que la primera noche donde me dijo abiertamente sus sentimientos hacia mi, hace ya unos cuantos años atrás. Y por un instante, en medio de la guerra constante, todo pareció menos hostil. No había Gryffindor, no había batallas de ingenio ni trampas vergonzosas: solo ellos dos, compartiendo un respiro en la tormenta.

 

Chapter 6: ✦ Capítulo 5 ✦

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La mañana del sábado amaneció con un cielo despejado, el aire frío cargado de energía. Desde las ventanas de las mazmorras, se alcanzaban a ver las banderas ondeando sobre el campo de quidditch: verde y plata por un lado, azul y bronce por el otro, hoy era el primer partido amistoso de la temporada donde se enfrentaría a Slytherin contra Ravenclaw, y la expectación era enorme, Bruce había estado toda la tarde de ayer entrenando con vigor para poder tener el mejor desempeño posible.

 

Severus, aunque nunca había mostrado gran entusiasmo por el quidditch, se encontró caminando con paso acelerado hacia el estadio, acompañado de Evan, Ominis, Barty y Charity. Entre ellos debatiendo entre las mejores jugadas de años pasados, claramente Charity solo hablaba de Aurora que era la buscadora de Ravenclaw, se deshacía en halagos para su novia, Ominis como la persona molesta que es decía que no había mejor buscador que Regulus ocasionando una discusión acalorada de qué tan fuerte llegaba el equipo este año y de cómo Slytherin le daría una paliza brutal a Ravenclaw, nada demasiado nuevo.

 

Pero antes de llegar al campo, Severus se detuvo. Había visto a Bruce aparte, ajustándose los guantes de cuero y afinando la sujeción de su bate de quidditch. La tensión en sus hombros era evidente, aunque intentaba ocultarla bajo una sonrisa confiada hacia sus compañeros de equipo, Reggie parloteaba animadamente con el guardián del equipo, así que decidió acercarse a su pareja para charlar un poco antes de que inicie el juego y ayudarlo a sentirse menos ansioso.

 

— Así que ahí está el héroe del día —. comentó Severus con ironía, pero una sonrisa en el rostro, Bruce levantó la vista y dejó escapar una risa breve.

— ¿Vienes a desearme suerte o a darme más presión?

— No necesito desearte nada... si fallas, me decepcionarías bastante —. dijo Severus con ese tono suyo, seco, pero cargado de intención, Bruce chasqueó la lengua y dio un paso más cerca, bajando la voz.

— Pues entonces no fallaré. Ganaré este partido, Phrionnsa... solo debes estar a la vista en las gradas y todo será fácil — le guiña un ojo, lleno de confianza.

 

Por un instante, la multitud y el ruido se desvanecieron. Severus sostuvo la mirada de Bruce, leyendo en ella una mezcla de ambición y algo más personal, algo que no necesitaba decirse en voz alta, ambos sabían leerse como un libro abierto, la electricidad entre ambos era bastante obvia, tanto que los compañeros de equipo de Bruce se alejaron un poco para darles privacidad, no era agradable sentirse la tercer rueda en ese tipo de situaciones.

 

— No necesito promesas ridículas, Mulciber —. murmuro, aunque la comisura de mis labios se curvó en una sonrisa apenas perceptible.

— Siempre tan frio, hieres mi corazón — bromea con complicidad, haciendo que mi sonrisa crezca.

 

Bruce sonríe de lado, y sin pensarlo se inclino apoyando un instante su frente contra la mia, como si ese simple contacto sellara el pacto, mis manos frías se aferran a su túnica de Quidditch, mantengo los ojos cerrados disfrutando de la cercanía, un ligero beso es dejado en mi frente y con un último apretón en su mano, se apartó despidiéndose con una caricia en mi mejilla para después acercarse a sus compañeros, suspiro sin poder evitarlo, mi corazón late acelerado contra mi caja torácica, aun en este tipo de ocasiones me sorprendía lo mucho que Bruce me afectaba con unos simples toques suaves.

 

Me doy la vuelta y comienzo a subir, las gradas retumbaban bajo mis pies a cada paso que doy ante la euforia de los demás, me acerco a mis amigos que se acomodaron en los asientos reservados para Slytherin justo hasta el frente, como era de esperar banderas verdes con plata ondeaban por todas partes, y los cánticos ya resonaban con fuerza. James Potter y Sirius Black, desde la tribuna de Ravenclaw, no perdieron la oportunidad de lanzar burlas a gritos.

 

— ¡No te duermas, Prince! ¡Que tu novio podría caerse de su escoba! —. vocifera Black, arrancando risas algunos otros Gryffindors que estaban de ese lado apoyando al equipo azul con bronce.

 

Decido ignorar sus provocaciones, si ellos causaban un accidente ni si quiera Dumbledore podría protegerlos de mi furia, ellos lo sabían, no eran tan estúpidos como para cruzar esa línea, porque herir a Bruce seria su condena, Evan y Ominis no pierden el tiempo y lanzan un hechizo que hace temblar las gradas donde están ese par de imbéciles, los veo aferrarse a la barandilla con sorpresa, las risas de mis amigos no se hacen esperar, solo puedo rodar los ojos con una pequeña sonrisa.

 

El sonido del silbato del árbitro cortó el aire, y los jugadores salieron disparados al cielo. Bruce, con el bate en alto, se movía con una seguridad feroz, era tan veloz y ágil, nunca dejaba de sorprenderme lo bueno que era, es verdad que el quidditch se me hace un deporte estúpido, pero eso no quita que él sea increíble jugándolo, golpeando las bludgers con una fuerza que arrancaba aplausos de toda la grada verde.

 

— ¡Vamos, Mulciber! —. grita Charity golpeando el asiento con entusiasmo, lo que me hace reír, seguramente su novia le reclamaría después por no apoyar a Ravenclaw.

 

Sin en cambio, yo, mantengo los ojos fijos en la figura de Bruce, siguiéndolo en cada maniobra, cada golpe, mi corazón acelerado, atento a cualquier cosa que pudiera suceder porque sé que Black y Potter no son tan idiotas, pero nunca se sabe, así que me enfoco en no perderlo de vista bajo ningún concepto, él esta sonriente, chocando las manos con sus compañeros de equipo en cada anotación que hacen, incluso me atrevería a decir que podría escucharlo reír, en el campo era el único lugar donde Bruce se dejaba llevar por completo, donde su fachada de chico malo se resquebrajaba un poco.

 

Ravenclaw demostró ser un rival difícil. Su buscador era rápido, y sus cazadores combinaban jugadas inteligentes que arrancaron varios goles seguidos. El marcador estaba bastante reñido, y el aire se llenó de tensión mientras más tiempo pasaba.

 

Entonces, una bludger salió disparada directo hacia el cazador principal de Slytherin. La grada contuvo el aliento, pero Bruce, en un movimiento impecable, giró en el aire y golpeó la bludger con toda su fuerza, desviándola hacia el arco rival, la bola golpeó el aro de Ravenclaw con tal violencia que el guardián casi perdió el equilibrio de la escoba. Las gradas estallaron en vítores, el rugido de los Slytherin retumbó en el estadio, y Bruce solo sonreía con gloria, era un maldito presumido y yo adoraba eso, su confianza era realmente sexy.

 

En un momento desvió la vista y logro ver a Regulus que va a toda velocidad detrás de la snitch dorada, con Aurora detrás no demasiado lejos, Reggie con un movimiento arriesgado se lanza hacia enfrente atrapando la snitch en un parpadeo, asegurando la victoria, la tribuna verde y plata grita de emoción, hay brincos y chillidos agudos. El marcador final dejó a Ravenclaw por debajo, los cánticos se escuchaban hasta en los pasillos del castillo.

 

Solo puedo reírme divertido ante la emoción de Ominis y Evan que se abrazan y brincan como si ellos mismos hubieran sido vitales para la victoria, Charity aplaude entusiasta a mi lado, los alumnos de Slytherin comienzan a bajar de la tribuna para poder a rodear a los ganadores, no tardo en ser jalado para seguir a la multitud, Charity argumentaba que debía felicitar a mi novio como es debido y yo solo podía resoplar divertido.

 

Los jugadores de Slytherin aun estaban en el aire celebrando a su manera, todos felicitando a Regulus de forma bastante entusiasta, bajan a tierra y los ojos dorados de Bruce no tardan en encontrarme. Ambos nos acercamos automáticamente al otro, el sudor perlando su rostro y cuello, no decimos nada al principio, solo nos miró. Bruce, jadeante, soltó una risa grave, un escalofrió me recorre la espalda.

 

— ¿Y bien? ¿Cumplí o no? —. tardo un segundo en responder. 

— No esperaba menos de ti —. murmuró, con voz baja, apenas audible entre la multitud.

 

Bruce sonríe de oreja a oreja, y en un arranque, me rodeó con un brazo, alzándome unos centímetros del suelo en un gesto triunfante, da un par de vueltas sacándome una risa contento, rodeo su cuello con los brazos y su cintura con las piernas. Los vítores de los Slytherin se mezclaron con las carcajadas de Evan, Ominis y Regulus.

 

— Ya bájame tarado, arruinas mi imagen —. susurro en su oído, lo que lo hace reír más, pero me hace caso.

 

Finjo molestia sacudiendo mi suéter negro, aunque no tenia ni una mota de polvo, el calor en mi rostro me traiciona, Bruce deja un casto beso en mis labios el cual no dudo en corresponder aunque estemos rodeados de personas. Esa tarde, entre el ruido ensordecedor de la victoria, siento que había ganado algo mucho más valioso que un partido de quidditch, si las cosas seguían de esta forma mi relación con Bruce se iría haciendo más publica de lo planeado, sorprendentemente eso no me molestaba, al contrario, creo que era hora que todos supieran que Bruce Mulciber era todo mío.

 

 

Chapter 7: ✦ Capítulo 6 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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La sala común de Slytherin estaba tranquila aquella noche. La mayoría de los estudiantes ya habían subido a sus dormitorios o estaban demasiado ocupados con deberes interminables para preocuparse por nada más. Solo quedaban las llamas verdes crepitando en la chimenea y el murmullo lejano del agua golpeando contra los muros del lago, algo realmente relajante.

 

Severus había elegido su sillón habitual, un rincón donde la luz era tenue y la soledad casi garantizada, odiaba que la gente se le acercara con preguntas estúpidas, muchos lo sabían así que mejor iban con sus dudas hacia Evan que era menos gruñón. Severus tenía un libro abierto en el regazo, pero no pasaba de la misma página hacía varios minutos, sus pensamientos estaban en otra parte.

 

— ¿Otra vez finciendo leer? —. preguntó esa voz tan conocida para él.

 

Severus alzó la vista apenas, y allí estaba Bruce, con el pijama desordenado y el cabello húmedo tras la ducha. Traía en la mano un libro de astronomía, lo cual no era raro ya que tenían que leer algunas páginas por petición al profesor.

 

— No finjo — replicó Severus con calma, cerrando el libro —. Estoy repasando mentalmente la estructura de algunos contrahechizos.

— Claro, y yo soy el nuevo profesor de Encantamientos —. Bruce se ríe, dejándose caer en el sillón de al lado.

 

Por un momento, ninguno de los dos habló, cada uno leyendo sus respectivos libros. El silencio entre ellos no era incómodo; al contrario, tenía algo de íntimo, como un lenguaje propio que no necesitaba palabras, algo a lo que ambos ya estaban demasiado acostumbrados por los años de convivencia.

Bruce rompió el envoltorio de un dulce lo que hizo a Severus voltear extrañado y preguntándose de donde los había sacado, el más alto al notar la mirada de su pareja le sonríe y se lo tiende el dulce.

—Toma—. Severus arqueó una ceja.

— No como cosas robadas.

—Entonces llámalo regalo—. replicó Bruce, depositándolo directamente en su mano.

 

Severus lo sostuvo unos segundos, como si quisiera protestar, pero al final lo llevó a la boca. El sabor dulce y picante a la vez lo sorprendió, arrancándole una mueca casi imperceptible.

 

— No está mal —.admitió, seco, Bruce lo miró con diversión.

— Ese es tu modo de decir que te encantó —. Severus rodó los ojos, pero el apenas gesto ocultaba la chispa que había en ellos.

 

Pasaron un rato así, hablando en voz baja sobre trivialidades: los rumores del próximo examen de Pociones, las apuestas sobre qué equipo ganaría el siguiente partido de quidditch, las teorías de Rosier sobre cómo fastidiar a Gryffindor en la próxima clase, pero poco a poco, la conversación derivó en algo más personal.

 

— Sabes... — dijo Bruce, recostándose en el respaldo del sillón, con la mirada fija en el techo de piedra —. Cuando estoy en el campo de quidditch, cuando escucho a todos gritar... no me importa nada de eso. Solo pienso en ti, en que me estás mirando.

 

Severus se tensó un instante, sorprendido, no se esperaba que la charla sobre ese deporte estúpido se dirigiera a algo tan cursi, aunque no sabia porque seguía sorprendiéndose de esos comentarios, de parte de Bruce cada que estaban a solas solían decir cosas dulces, cosas que siempre hacían que su corazón se acelerase y tenía ese característico cosquilleo en el estomago... o las famosas mariposas como otras lo conocían.

 

— Eso es... ridículo —. murmuró avergonzado, aunque la voz le salió más suave de lo que pretendía, Bruce giró la cabeza y lo miró con esa sonrisa ladeada que parecía hecha para desarmarlo.

— Lo ridículo es que nunca lo digas tú —. Severus sostuvo la mirada, y durante un momento, el fuego de la chimenea fue el único sonido en la sala. Luego cayeron los ojos, como si el suelo de piedra fuera fascinante repentinamente.

— Yo... no soy bueno para decir esas cosas y lo sabes —. Bruce se inclinó hacia él, reduciendo la distancia.

— Y no hace falta que las digas, eres perfecto así cariño, tan hermoso como espinoso, no sabes como me encanta eso.

 

El silencio volvió a caer, pero esta vez estaba cargado de algo distinto. Severus se permitió un pequeño gesto: apoyó la mano sobre la de Bruce, sin apartar la mirada de la chimenea. Fue un movimiento simple, casi torpe, pero Bruce lo recibió con una sonrisa tranquila, como si hubiera sido el mayor de los gestos, Severus aún no entendía porque había momentos donde la timidez le ganaba si llevaban dando vueltas al rededor del otro antes de formalizar, fuera como fuera, se esforzaba por hacerle saber a Bruce lo enamorado que estaba, tal vez su manera era menos dulce y empalagosa, pero al menos lo intentaba.

 

Después de un rato, Bruce rompió el silencio de nuevo.

 

— Sabes que Rosier está apostando a que tú serás el primero de nuestra generación en inventar un hechizo propio, ¿no? —. Severus arqueó una ceja.

— ¿Y tú qué opinas? —. Bruce se encogió de hombros.

— Opino que Rosier se equivoca. Porque yo sé que lo harás antes de que termine este año —. Severus no pudo evitar mirarlo, esta vez con un destello de genuina sorpresa. Nadie lo había dicho con tanta certeza. Nadie, sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Severus se sintió visto más allá de sus rivalidades, más allá de su ambición. Y en ese instante solo reafirmo que con Bruce, podía bajar la guardia todo lo que quisiera, que con él podría permitirse ser suave, con defectos, no había mejor sensación que la de la pertenencia, porque así es como eran las cosas, sabia que Bruce y él estaban destinados a estar juntos, de alguna forma u otra.

 

— Tienes demasiada fe en mí —. susurró.

— No — replicó Bruce, con un brillo en los ojos —. Tengo la fe justa, eres la persona más brillante que el conocido Sev, y siempre tendrás mi apoyo en cada paso del camino.

— Y yo estaré contigo... siempre — Severus dejó mi libro a un lado para ponerme de pie.

 

Él me observa con detenimiento, me acerco y como si hubiera leído mis intensiones se acomoda mejor en el sofá, me siento en su regazo, sus brazos no tardan en rodearme con fuerza, dejo un suave beso en su mejilla, otro en la comisura de su boca, apoyo mi frente en la suya mientras apoyo una de mis manos en su nuca y la otra contra su pecho sintiendo el latido de su acelerado corazón.

 

— Me haces tan feliz, Mo Chuisle — susurró antes de por fin unir nuestros labios en un beso suave.

 

Cuando sus labios se encontraron fue como si el tiempo hubiera esperado ese instante con paciencia infinita. El mundo alrededor parecía desvanecerse, dejando solo el sonido suave de sus corazones latiendo al unísono. Fue un beso dulce, lento, cargado de ternura y verdad. No había prisa, sólo la necesidad de sentirse cerca, de reconocerse en la calidez del otro. Sus manos en algún momento se entrelazaron con suavidad, como si temieran romper la magia que los envolvía, y una corriente de emoción recorrió sus cuerpos. 

 

Cada segundo era un suspiro compartido, un lenguaje silencioso que decía más que mil palabras. No había espacio para dudas ni miedos: solo la certeza de que aquel beso sellaba un amor profundo, sincero y eterno. Al separarse, sus miradas brillaban con la misma intensidad que el primer rayo de sol al amanecer, prometiendo que, desde ese instante que nada los separaría nunca, porque el amor que se tenían era tan intenso que se creían incapaces de vivir sin el otro.

 

El reloj de la sala común dio las campanadas de medianoche, pero ninguno se movió, la sala común entera parecía pertenecerles solo a ellos dos, envueltos en el calor de la chimenea, el calor de sus cuerpos juntos y una complicidad que se sentía inquebrantable. Y en ese rincón silencioso de Hogwarts, Severus Prince descubrió algo que ni siquiera los libros ni la magia podían darle: él era una persona afortunada por haber encontrado al amor de su vida, a su alma gemela a tan corta edad y estaba sumamente agradecida de ello.

 

Notes:

Holi, aquí un nuevo capítulo de estos dos juntos, en verdad los adoro tanto, son mis papis, desde que los descubrí no los solté y no pienso hacerlo :3

Mo Chuisle significa mi amor en gaelico, el idioma materno de Sev, Bruce lo sabe, ya que la mayoría de sus apodos amorosos están en ese idioma, Mulciber se tomo la molestia de aprender el idioma solo por su Sev, comenzó a estudiarlo desde que se conocieron así que ahora él puede hablarlo y entenderlo sin problema... joder eso si es amor, alta envidia la verdad.

Aunque bueno, yo shippeo a Sev con todo lo que se mueve jajaja, en fin, espero les haya gustado mucho, nos vemos en el siguiente capítulo, chao 🌹

- AlasseaKdy

Chapter 8: ✦ Capítulo 7 ✦

Notes:

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El rumor empezó como un murmullo en los pasillos húmedos de las mazmorras, un comentario repetido con sorpresa por los más jóvenes y con incredulidad por los mayores. Para cualquiera que llevara un tiempo en Slytherin, la idea era impensable: Rosier y Wilkes, peleados. Desde primero eran una sola sombra, uno empezaba una frase y el otro la terminaba; compartían bromas privadas, secretos, travesuras, hasta estrategias de duelo. Donde estaba Evan Rosier, Ominis Wilkes no estaba lejos. Y, sin embargo, en los últimos días, no habían cruzado palabra.

 

Severus fue el primero en notarlo. En la cena del martes, Rosier se sentó al extremo de la mesa, lejos de su sitio habitual junto a Wilkes. Este, a su vez, pasó toda la comida en silencio, apartando las miradas inquisitivas. Regulus arqueó una ceja, Lucius murmuró algo entre dientes, y Bruce dio un codazo a Severus.

 

— Algo huele mal —. Dijo en voz baja.

— Eso es obvio — respondió Severus, observando con atención a ambos —. La cuestión es... ¿Qué?

 

La confirmación llegó a la sala común esa misma noche. Rosier estaba lanzando chispas al aire con su varita, furioso, mientras Regulus lo miraba con fastidio. Wilkes entró poco después, con el ceño fruncido, y el ambiente se tensó de inmediato, era como ver la tormenta acercarse de forma tan repentina que los que estaban ahí no tuvieron tiempo a refugiarse a tiempo.

 

— ¿Vas a seguir haciéndote el mártir? —. Soltó Rosier apenas lo vio. De repente, todos parecían contener la respiración, nadie esperaba una confrontación tan pública.

Wilkes se detuvo en seco, como si las palabras hubieran sido un golpe.
— ¿Y tú vas a seguir actuando como si todo el mundo girara a tu alrededor? — algunos cuantos murmullos se alzaron ante ese comentario, Severus solo podía observar la situación completamente incrédulo.

 

Las voces subieron de tono, atrayendo la atención de aquellos que no habían notado la discusión, aunque eso fuera prácticamente imposible. Algunos se acercaron con curiosidad, otros fingieron estudiar pero prestaban atención. Bruce y Severus intercambiaron una mirada mostrando su desconcierto ante la situación. Era la primera vez que esos dos peleaban... pelear de verdad.

 

— ¿Qué demonios pasa aquí? — preguntó Mulciber, levantándose, decidido a saber que demonios pasaba.

Rosier bufó, echando chispas por los ojos.
— ¡Pregúntale a él!

— ¡Tú eres el que empezó todo! —. replicó Wilkes, bastante indignado.

Los dos se lanzaban acusaciones a medias, lo bastante vagas para irritar a los demás sin explicar nada. Finalmente, Severus se interpuso.
— Basta. No voy a tolerar que conviertan la sala común en un circo. Si tienen un problema, lo resuelven en privado... o lo callan.

 

Rosier chasqueó la lengua y salió a zancadas por el pasillo. Wilkes, con la respiración agitada, se dejó caer en un sillón, dándoles la espalda. El silencio que quedó fue incómodo.

 

Regulus habló al fin.
— Esto no me gusta... ¿crees que vayan a terminar? —. nada más termino de decir eso Wilkes volteo tan rápido que no le sorprendería a nadie que se lesionara, pero su mirada estaba en llamas.

— ¡No vamos a romper, porque para empezar no somos nada! — y con eso se levanto y se fue a su habitación pisando con demasiada fuerza, el silencio en la sala común era demasiado pesado, definitivamente algo no andaba bien con esos dos.

 

Durante los días siguientes, la fractura se hizo evidente. En clase de Pociones, Rosier pidió cambiar de compañero antes que trabajar con Wilkes. En Encantamientos, fingieron no conocerse, incluso en los pasillos, donde antes caminaban codo a codo, ahora mantenían distancia, si se veían se daban la vuela e iban en direcciones opuestas, lo que sea para evitar contacto de cualquier tipo.

 

La tensión empezó a contagiar al grupo entero. Charity se quejaba de que el ambiente era sofocante así que dejo de sentarse en la mesa de las serpientes para evitar la incomodidad; Aurora observaba con una mezcla de curiosidad y fastidio, como era de esperar siguió a su novia ahora sentándose con los Hufflepuff. Lucius, siempre diplomático, evitaba opinar, pero se notaba que la situación lo irritaba bastante.

 

Severus decidió intervenir. No podía permitirse que esos dos siguieran así, es verdad que prefiere mantenerse al margen en este tipo de situaciones además de que las relaciones ajenas no eran asunto suyo, pero Ominis y Evan eran sus amigos desde hace demasiado tiempo, sabia que si ellos seguían así terminarían realmente lastimados, sobre todo porque ambos eran demasiado orgullosos para aceptar sus errores, por algo ambos no habían formalizado nunca, porque el orgullo se los impedía, por que Ominis seguía negando sus sentimientos y Evan no le daría el gusto de ser quien diera ese paso, siempre argumentaba que entre ambos solo había amistad y que jamás cambiaria porque a Wilkes no le gustaba, cuando todos sabíamos que eso era pura mierda.

 

Así que una tarde, interceptó a Wilkes en la biblioteca. Este fingía leer un pesado tomo de Runas Antiguas, pero sus ojos estaban perdidos.

 

— Necesitamos hablar —. dijo Severus, sentándose frente a él sin pedir permiso.

— No tengo nada que decir —. respondió Ominis con brusquedad, intenta levantarse, pero una mirada de Severus fue suficiente para mantenerlo en su lugar, todos sabían que no era buena idea hacerlo enojar.

— Entonces escucha. Lo que sea que haya pasado entre tú y Rosier está empezando a dividirnos. No voy a permitirlo —. decidió irse por el lado practico, porque si decía que solo terminaría lastimándose así mismo lo negaría como cada vez que niega sus sentimientos por el otro Slytherin.

Hubo un silencio largo. Finalmente, Wilkes habló, sin levantar la vista del libro.
— No lo entiendes, Severus. Siempre ha sido igual, soy la burla de todos, siempre voy detrás de él, todo es sobre él, lo guapo que es, es gracioso, relajado y yo soy solo la sombra que lo sigue sin cuestionar.

Severus lo estudió en silencio. Era raro escuchar a Wilkes hablar con tanta amargura.

— ¿Y qué cambió ahora? —. preguntó.

Wilkes apretó los labios.
—Me cansé.

 

Severus no respondió enseguida. Sabía que forzarlo a decir más no funcionaría, pero sabia que había algo más, las bromas sobre que siempre estaba detrás de Evan eran costumbre, tanta que ya ni si quiera eran algo cotidiano, si alguien lo decía era una vez cada mes y pasaba rápido, ni si quiera a los involucrados les molestaba... o al menos eso era lo que parecería, estaba confundido y bastante hastiado con la situación, pero era mejor esperar.

 

Pocas horas después, Severus buscó a Rosier. Lo encontró en los terrenos, practicando maleficios contra una roca. Cada hechizo explotaba con más fuerza que el anterior, mostrando su gran enojo, era raro verlo de esta forma, por que tal como dijo Ominis, Evan era el relajado del grupo, el que se tomaba las cosas a la ligera.

 

— ¿Vas a romper cada piedra del castillo o a ti mismo? —. preguntó Severus al acercarse.

Rosier bajó la varita con un bufido.
— No vengas a sermonear, pareces la madre del grupo.

— Vuelve a decir eso y te corto la lengua —. Evan se ríe ligeramente, pero no había humor en su mirada — ¿Qué sucedió? — Severus se sienta a su lado.

Por un momento, Rosier pareció debatirse entre explotar o callarse. Finalmente, soltó:
— Wilkes cree que siempre mando. Que no le dejo espacio. ¡Pero lo necesita! Si no lo empujo, se queda atrás. Si no lo arrastro, nunca hace nada. Yo... yo solo quiero que se dé cuenta de lo que vale... estoy harto, de un momento a otro es calor intenso, al otro tan frio que no lo entiendo.

 

Severus lo miró en silencio, procesando la ironía. Ambos se sentían eclipsados, cada uno a su manera.

 

— Quizá lo que necesitas no es arrastrarlo — dijo al fin—, sino dejar que camine solo... tal vez no puede seguirte el paso, tal vez para él tu vayas demasiado rápido.

— ¿Rápido?... levamos en esto años Severus, nunca lo presiono, llevo aguantando su mierda demasiado tiempo, en privado soy su todo, en publico su amigo... tal vez siempre que lo dice me rio, pero es jodido... simplemente ya termine.

 

Esa afirmación solo hace suspirar al de ojos ónix, definitivamente el orgullo estaba ganando esta batalla y a decir verdad... estaba del lado de Rosier, si Bruce le hiciera eso a él ya se hubiera alejado desde hace bastante tiempo, no podía imaginar lo que dolía que la persona que te profesa amor eterno te negara en publico, así que haría un ultimo intento y si Evan quería terminar de verdad, tal vez era mejor que fuera de frente y no dejar que todo se quedara en el quizás.

 

Así que esa misma noche, Severus reunió al grupo en la sala común. Bruce, Regulus, Lucius, Aurora y Charity estaban presentes. Rosier y Wilkes entraron a regañadientes, evitando cruzar miradas.

 

— Ya basta — dijo Severus, de pie frente a todos —. Esto es ridículo. No somos niños de primero, su disputa nos hace débiles, somos una unidad, así que arréglenlo, no quiero que mañana esos cuatro idiotas nos sorprendan con una estúpida broma y que no lo podamos esquivar por estar concentrados en sus problemas maritales.

Bruce asintió con los brazos cruzados.
— Si quieren pelear, háganlo en el campo de duelo, pero aquí no.


— Sí, porque ver a las "siamesas" separadas es deprimente —. Aurora intervino con sarcasmo.

 

Rosier bufó. Wilkes rodó los ojos. Pero las miradas de todos pesaban sobre ellos. Finalmente, Regulus habló con voz firme.

 


—Saben que se necesitan entre si, así que resuélvanlo ahora, o simplemente termínenlo como es debido.

Hubo un silencio denso. Rosier y Wilkes finalmente se miraron, y algo pasó en ese intercambio: la rabia se quebró, dejando al descubierto una herida más profunda.

— Evan... —empezó Wilkes, vacilante —. Solo quiero... quiero... yo no... sé, es decir... tu y yo... solo quiero dejar de ser tu sombra, que cuando me vean sea a mi y no a la perra de Rosier.

Rosier apretó los labios.
— Nadie te describe así más que tu mismo, nadie te ha hablado de esa manera o ya no tendría lengua, no quiero aguantar más esta mierda... si dices que somos amigos, esta bien, seamos amigos — Suelta tajante, Ominis se sorprende de sobremanera, tartamudea un poco algo inentendible.

— Eso no es... Evan.

— Voy a aceptar el compromiso que mis padres quieren con los Avery.

— ¡Tu no puedes! — exclama Wilkes poniéndose de pie.

— Bien, esto era entretenido, pero vamos chicos, dejen de ser idiotas... Ominis ya acepta que lo amas y así se resuelve todo esto — interviene Charity con su voz dulzona.

— Esto es más complicado que eso, yo no... todos aqui lo saben, esto no se trata de amor, es de espacio, de respeto mutuo y Evan no me respeta.

— En realidad tu eres el imbécil aquí —. suelta Severus cansado de todo este asunto.

— P-Pero yo no... — se ve interrumpido antes de poderse explicar.

— Desde que se conocen tu eres quien sigue a Evan, él no te lo impuso, tu decidiste seguirlo, decidiste acompañarlo en sus tontearías y él lo acepto sin más, si ya no quieres seguirlo a todos lados, esta bien, se lo decías y ya esta, pero tenias que armar un maldito drama innecesario, porque querías seguirlo jodiendo, porque a pesar de que dices que tu lo sigues a él, Rosier es quien acepta lo que dices sin contradecirte —. el silencio sepulcral se hace ante aquella verdad que todos sabían, pero jamás había sido dicha en voz alta.

— En pocas palabras, eres un novio de mierda — suelta Aurora para romper el silencio que se formo.

— Aurora — la reprende Charity.

— Es la verdad, todos aquí sabemos que esa relación es más toxica que una poción hecha por Black mayor.

— Te equivocas Aurora... Ominis no es un un novio de mierda, porque nunca fue mi novio... fue un amigo de mierda y creo que por el momento es mejor... ser amigos de lejos — Rosier se pone de pie y se va directamente a su habitación privada.

— Evan, por favor — como es de esperar Wilkes va detrás de él.

— ¿Cuánto a que mañana están como si nada? — pregunta Aurora con un ironía.

— En realidad... creo que esto iba más allá de lo que dicen que sucedió, seguramente Rosier recibió una carta de sus padres anunciando la propuesta de compromiso con los Avery y eso hizo molestar a Wilkes — comenta Regulus con seriedad.

— Y Ominis como el imbécil inmaduro que es, en vez de hablar las cosas se hizo el digno y comenzó a pelear con él, porque eso era más sencillo que decirle que no aceptara el compromiso porque lo ama —. termina la teoría Severus, todos voltean a verlo sorprendidos, el azabache rueda los ojos con fastidio — sí, dije la palabra con a, pueden dejar de verme como si estuviera hechizado.

— En mi opinión Rosier y Avery harían bonita pareja — suelta Charity de la nada, ahora todos la ven a ella con desconcierto —. ¿Qué?, es la verdad — se encoje de hombros.

— Bueno... creo que Avery se unirá a nosotros — dice Lucius con tranquilidad.

— ¿En verdad crees que Ominis prefiera mantener su orgullo? — pregunta sorprendido Regulus.

— Sí... lleva años negándolo, no va a aceptarlo... esperemos por su bien que lo haga o tendrá que ver a Evan casándose con otro — un silencio sepulcral se hace... al menos habían intentado ayudar, ya era asunto de esos dos resolverlo o terminar definitivamente... aunque ¿Qué terminarían si no eran más que amigos?

 

 

Notes:

Yyy se armo la gorda en una de las parejitas, la teoría de Sev y Reggie es completamente acertada, eso fue lo que sucedió exactamente, Ominis es muy orgulloso y prefería pelear antes de decirle a Evan que mejor se casara con él, en fin ya veremos que pasa con ese par... ¿ustedes creen que Wilkes de su brazo a torcer para quedarse con su amor o neh?

Espero les haya gustado el capítulo, nos vemos 🌹🌹🌹

- AlasseaKdy

Chapter 9: ✦ Capítulo 8 ✦

Notes:

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El día había comenzado con un aura extraña, era como si todos estuvieran caminando sobre vidrio delgado, como si con un movimiento demasiado rápido o brusco desatara el caos total, pero era entendible, la noche anterior estuvo llena de reclamos y verdades dichas, los Slytherins de primer año habían salido de la sala común a primera hora de la mañana, tratando de evitar la avalancha que seguramente sucedería cuando salieran esos dos alumnos de sexto año.

 

A decir verdad Severus ya esperaba una ruptura total en ese par, lo que Wilkes había estado haciendo era inaceptable y a decir verdad Charity tenía razón, Rosier y Avery hacían buena pareja, básicamente porque Gladwin Avery era bastante serio y con la única persona que lo ha visto reírse de forma sincera es con Evan Rosier, por eso no era parte del círculo en primer lugar, porque cuando lo habían intentado integrar era silencioso y cuando menos lo notaban ya no estaba... pero ahora, tal vez las cosas serian diferentes, además de que en opinión de Severus, Ominis Wilkes merecía una lección.

 

Por muy su amigo que fuera... Evan lo fue primero y, a decir verdad, el juego que ese par tenían se le hacía estúpido e inmaduro en muchos niveles. Así que ahora con la posibilidad de una fractura en su grupo de amigos, Severus sale de su habitación esperando ver el infierno desatado en la sala común, pero para su sorpresa no hay nada, solo esta Regulus, Lucius, Narcissa, Barty y Bruce, todos viendo hacia las escaleras para poder interceptar a Wilkes y Rosier.

 

— ¿Aún nada? —. Pregunta Severus con esa característica indiferencia en su voz.

— Bueno... Wilkes llegó bastante tarde a la habitación y no se veía muy bien... apuesto treinta galeones que Rosier le mandó al demonio —. Suelta Barty completamente divertido con la situación.

— Barty —. Lo reprende Cissy.

— Cuarenta a que Evan acepta el compromiso con Avery —. Agrega Severus, ambos primos se dan la mano cerrando el trato.

— Se supone que son sus amigos —. Exclama la chica Black con evidente indignación, Lucius solo la acerca a él por la cintura.

 

Nadie pudo agregar nada más a la charla, escucharon pasos así que todos se sentaron en los sofás apresuradamente fingiendo hacer algo, Barty y Regulus "jugando ajedrez magico", Lucius y Narcissa fingen charlar sobre su boda, Bruce y Severus abren un libro sobre criaturas mágicas y se ponen a leer como si eso fuera lo más interesante que pudieron hacer a primera hora de la mañana.

 

El primero en aparecer es Rosier que se ve tranquilo, está acomodándose su corbata mientras tararea una canción, lo que deja ver su buen humor, eso solo extraña a los demás comenzando a dedicarse miraditas confundidas.

 

— Buenos días, ¿estaban esperándome? —. pregunta con una sonrisa brillante.

— El mundo no gira a tu alrededor, Rosier —. Responde Malfoy con aburrimiento.

— De acuerdo... yo voy al gran comedor, nos vemos más tarde —. Y sale sin más mientras continúa tarareando aquella canción.

 

Nada más desaparece la puerta de la sala común de Slytherin el grupo de amigos se junta y comienza a hablar entre murmullos preguntándose entre sí que había pasado, simplemente esto era algo inesperado, parlotean tan rápido que ninguno se entiende entre sí, en un punto Narcissa los hace callar a todos, advirtiendo que alguien más se acercaba, todos vuelven a sus puestos, aunque de forma torpe Barty tropieza con la alfombra, por suerte alcanzo a sentarse en su silla, aunque su cabello se había desordenado.

 

Aparece Wilkes y con simplemente verlo, lo saben... su orgullo había ganado, si no era así ¿Por qué Rosier se veía tan tranquilo y Wilkes como si lo hubiera arrollado un tren?, el silencio en la sala común era asfixiante, nadie se atreve a moverse, solo el ruido del agua corriendo por las rocas y fuente de las escaleras principales, Black menor se pone de pie de forma lenta.

 

— Ominis... ¿Te encuentras bien? —. Cuestiona de forma tan suave, como si le estuviera hablando a un niño pequeño.

— Evan aceptará el compromiso con los Avery —. Es lo único que dice antes de caminar a paso rápido a las escaleras y poder salir de la sala común.

 

El primero en reaccionar es Regulus que sigue a Wilkes tratando de alcanzarlo, el segundo es Severus que estira su mano hacia su primo Barty pidiendo su paga. Cruoch resopla mientras da la vuelta para ir a su habitación e ir por los galeones perdidos.

 

— Son unos idiotas —. Los reprende Narcissa antes de tomar la mano de su prometido y salir también de la sala común.

 

Y así una relación que no era oficial había dado fin, en opinión de Severus era solo cuestión de tiempo sobre todo porque era bastante claro que sus familias pronto los comprometerían con alguien para seguir el legado, que Ominis diera las cosas por hecho fue su error y ahora debía lidiar con las consecuencias de sus actos, solo esperaba que el grupo no se separara, sabía que Evan era lo suficientemente maduro para no tomarse esto demasiado personal... pero Wilkes era otra cosa, había estado detrás de Rosier desde primer año y ahora tendría que adaptarse a la situación.

 

Cuando Severus se encuentra de nueva cuenta con Wilkes le lanza un hechizo glamur, una ayuda silenciosa que Ominis agradeció con un asentimiento de cabeza, como era de esperar Barty no podía mantener la boca cerrada y fue corriendo con Charity y Aurora a contarles todo una vez le pago a su primo los galeones prometidos, para la tarde ya comenzaban los rumores, no sobre la ruptura porque tal como Wilkes se esforzó en dejar claro, eran solo amigos, los rumores eran sobre el compromiso de Avery y Rosier.

 

Los mencionados no afirmaban ni negaban nada, Evan se chocó con Gladwin pasadas las tres de la tarde, simplemente lo saludo con un asentimiento de cabeza, pero eso fue suficiente para los que viven por los chismes más jugosos, todo se fue distorsionando, primero se decía que los habían encontrado charlando, después que se habían tomado de la mano, otros afirmaban haberlos visto abrazados... simplemente un sin fin de rumores uno cada vez más absurdo que el otro, pero que hacían que el corazón de Wilkes se rompiera un poco más de lo que ya estaba.

 

Cuando estaba anocheciendo todo el grupo de Slytherins, una Hufflepuff y una Ravenclaw se reunieron en los jardines traseros de Hogwarts, incluso Rosier y Wilkes estaban presentes, pero ahora estaban ubicados en extremos opuestos, simplemente la charla era sobre las clases, algo sencillo, pero a pesar de tratar de que todo fuera lo más normal posible era bastante obvio que eso no sucedería, no tan pronto porque una pareja del grupo se había roto, a pesar de que no eran oficiales se notaba la grieta.

 

— Y... entonces... todo seguirá igual, ¿cierto?, odio los grandes cambios —. Suelta Charity de la nada sacando el tema sensible a la charla.

— Claro que todo seguirá igual, Rosier y yo somos amigos, siempre fuimos solo amigos y siempre seremos amigos, eso nunca iba a cambiar —. La declaración de Wilkes deja a todos incómodos, porque su tono de voz era espinoso, lleno de veneno para herir, pero tal como es esperado, Rosier sonríe de lado.

— Sí, solo somos amigos... ¿Les molesta que Avery se junte con nosotros en algunas ocasiones? — cambia de tema de forma tranquila, ocasionando que Ominis apriete la mandibula con molestia evidente.

— No molesta, es agradable, por algo intenté integrarlo cuando estábamos en tercero — acepta de inmediato Severus.

— Sev solo acepta porque Avery es el único que le entiende cuando habla de pociones — comenta divertido el pequeño Black.

— Eso es mentira, Bruce me entiende perfectamente, ¿no es así? —. Voltea hacia su pareja, quien asiente de forma perezosa y sin estar realmente interesado en sí Avery se integraba o no.

 

Y así algo nuevo daba inicio, solo quedaba esperar a que el tiempo hiciera su trabajo, porque Ominis Wilkes no iba a retractarse ni pedir perdón, y Evan Rosier ya se había cansado de esperar algo que nunca llegaría, por qué en una relación no solo importa el amor que se tengan, sino el respeto mutuo, estaba más que claro que ambos querían cosas diferentes y ahora el orgullo de Wilkes sería su condena, porque tendría que ver a la persona que amaba comenzar a salir con su pronto prometido, al menos seguirían siendo amigos, eso que tanto aseguro que solo eran, tanto lo repitió que ahora era una realidad la cual debería aceptar.

 

 

 

 

Notes:

Holi... y así en el capítulo ocho la no relación de Evan y Ominis llegó a su fin. Rosier se cansó de ser migajero. Aprendan de él, no acepten menos de lo que no merecen.

Gladwin Avery y Evan Rosier... suena muy bien ¿o no?, bueno aunque no les guste, pues es algo que sucedera jajaja, Ominis Wilkes también será comprometido y para su desgracia con una mujer, digo desgracia porque él era el pasivo, claramente le encantaba ser el de abajo, pero ahora tendrá que conformarse con meterla para engendrar un heredero, esperemos se adapte a las relaciones hetero normativa xDD, en fin eso fue todo por el capítulo, espero les haya gustado 🌹🌹🌹

Por cierto, tal vez en algunos capítulos los haga más desde el punto de vista de Evan, Bruce o alguno de los otros personajes ya mencionados, espero que eso no les moleste :3

- AlasseaKdy

Chapter 10: ✦ Capítulo 9 ✦

Notes:

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El día había transcurrido con una calma engañosa. Después del desenlace inevitable entre Rosier y Wilkes, el ambiente en Slytherin había recuperado su equilibrio natural. Severus, aunque no lo admitiera en voz alta, se sentía satisfecho: los engranajes de su círculo volvían a girar en sincronía, tal vez no perfecta por la pequeña grieta que había aun, pero al menos todo estaba bien en la escala de lo más normal posible.

 

Sin embargo, la calma en Hogwarts siempre era precaria, aquella tarde, Severus y Regulus caminaban juntos por el pasillo del tercer piso, rumbo a la biblioteca ya que el pequeño Black le había pedido ayuda con pociones, claramente el príncipe de las pociones acepto, no por nada era el mejor de todo el colegio en dicha materia... incluso mejor que el propio profesor. 

 

El silencio entre ambos no era incómodo; Regulus hojeaba un pergamino con anotaciones sobre pociones, mientras Severus repasaba mentalmente un ensayo de historia de la magia, le gustaba impresionar al profesor Riddle, era de los pocos profesores realmente competentes en el colegio, aun le extrañaba que diera una materia teórica cuando podría fácilmente enseñar defensa contra las artes oscuras, pero bueno Dumbledore no era el mejor director del mundo, por lo tanto no tomaba las mejores decisiones, era una verdadera lastima. 

 

Fue entonces cuando escucharon las risas. Los Merodeadores doblaban la esquina, avanzando en grupo compacto: James con la varita en la mano, jugueteándola entre los dedos; Remus con los libros apretados contra el pecho, incómodo pero siguiendo el ritmo; Peter trotando detrás; y al frente, como siempre, Sirius, con esa sonrisa que parecía diseñada para provocar. El aire en el pasillo se tensó en un instante.

 

— Mira lo que tenemos aquí — dijo Black mayor, con voz fuerte para que resonara —. El príncipe de las sombras y su cachorro de compañía — James rio de inmediato.

— Oh, vamos, Black, seamos justos: si Severus es la sombra, entonces Regulus es más bien su eco —. suelta Peter tratando de estar a la altura de sus amigos.

Regulus cerró el pergamino con un chasquido, alzando la barbilla con fría dignidad.
— Mejor ser el eco de Severus que bufón.

James abrió la boca, pero Sirius lo adelantó.
— ¿Eso crees, Regulus? ¿Que seguir arrastrándote tras este desgraciado te hace mejor que nosotros?

Severus dio un paso adelante, su túnica ondeando con un leve movimiento. Su voz fue baja, peligrosa.
— Cuida tus palabras, Black.

— ¿O qué? ¿Me vas a lanzar un maleficio en mitad del pasillo? — Sirius sonrió, pero sus ojos brillaban con rabia contenida —. Adelante. Dame una excusa.

 

Regulus lo miró fijo, y en ese instante se rompió la tensión entre ellos: ya no era solo un Slytherin enfrentando a un Gryffindor. Era un hermano mirándose en el espejo distorsionado del otro.

 

— Siempre igual, Sirius — dijo Regulus, con voz dura —. Fingiendo ser el héroe, cuando lo único que sabes hacer es destruir todo lo que tocas.

— ¿Y tú? — escupió Sirius, acercándose un paso —. ¿Qué eres tú, Regulus? ¿Un seguidor? ¿Un perrito faldero de este imbécil? — Señaló a Severus —. Eres mi hermano, y me das la espalda por él... eres igual que nuestra despreciable madre.

Las palabras quedaron flotando en el aire, cargadas de resentimiento. James se movió nervioso, intentando calmar a su amigo.
— Sirius, déjalo. No vale la pena — lo toma por el brazo tratando de evitar que Black mayor siguiera hablando.

— ¡Claro que vale la pena! — rugió Sirius, ignorándolo —. Pasaste años en esa maldita casa, con esa maldita familia, soñando con que te librarías de ellos. Y ahora, mírate. Caminando al lado de un Prince, jugando al pequeño heredero perfecto de Slytherin.

Regulus tembló, no de miedo, sino de furia.
— ¿Y tú qué eres, Sirius?, ¿Un rebelde sin causa?, ¿Crees que porque reniegas de tu familia eres mejor que yo? Tú corres, pero no construyes nada. Yo, al menos, sé quién soy.

 

El silencio se hizo espeso. Remus bajó la mirada, incómodo; Peter miraba de uno a otro sin entender bien qué ocurría; James parecía debatirse entre apoyar a Sirius o detenerlo, sabia que si su amigo seguía solo arruinaría la poca relación que tenia con su hermano.

 

Severus habló entonces, con voz gélida.
—La diferencia entre tú y tu hermano, Black, es que él tiene lealtad. Algo que tú nunca comprenderás.

Sirius giró hacia él como si lo hubiera abofeteado.
— ¿Lealtad? — se rió, pero era una risa rota —. No me hables de lealtad, Prince. No vienes a este mundo a otra cosa que a manipular a todos los que te rodean. Regulus incluido, ¿crees que no lo noto? solo lo quieres a tu lado para obtener algo... ¿tratas de recuperar el compromiso que había entre nuestras familias?, eso no te va a funcionar.

— Curioso que digas eso — respondió Severus con una media sonrisa —. Porque, a pesar de que pienses eso, él me eligió a mí. No a ti.

 

El golpe fue directo al corazón. Sirius se quedó quieto, respirando agitadamente, mientras la rabia le crispaba el rostro. James puso una mano en su hombro, intentando apartarlo, pero Sirius la sacudió con violencia.

 

— Esto no termina aquí — dijo, con voz ronca —. Disfruta de tu papel de marioneta, Regulus. Cuando abras los ojos, verás que tu precioso amigo solo te está usando, espero que sea más temprano que tarde, porque no voy a estar esperando toda la vida, no seas idiota hermano, lo único que conseguirás es quedar igual de loca que Bellatrix.

 

Dicho eso, giró sobre sus talones y se marchó con pasos largos, arrastrando consigo a James y Peter. Remus se quedó un instante más, mirándolos con un destello de tristeza en los ojos, antes de seguirlos en silencio. El pasillo quedó vacío, salvo por Severus y Regulus. El eco de la confrontación aún vibraba en las paredes. Era realmente triste que Sirius Black abriera la boca solo para lastimar a las personas que aun lo amaban.

 

Regulus permaneció de pie, inmóvil, con el rostro pálido. Severus lo observó de reojo. Sabía que la herida había calado más hondo de lo que su amigo estaba dispuesto a admitir, porque para Regulus Black su hermano mayor era un ejemplo a seguir... al menos lo era antes de que su absurda rebelión arruinara su dinámica familiar.

 

 —No le hagas caso — dijo Severus finalmente, rompiendo el silencio.

Regulus se giró hacia él, con una sonrisa amarga.
—Es fácil para ti decirlo. No es tu hermano.

Severus no replicó de inmediato. Comprendía el peso de esas palabras más de lo que quería aceptar.
— Él eligió irse, Regulus. Tú no eres responsable de sus decisiones.

— Quizá — susurró el menor de los Black —. Pero duele. Duele que me mire como si yo fuera el traidor.

Severus apretó los labios, incómodo. No era dado a consolar, pero reconocía la necesidad en los ojos de su amigo. Colocó una mano breve sobre su hombro, un gesto austero pero sincero.
— Si él no ve tu valor, eso es su ceguera... Yo lo veo.

 

Regulus lo miró, sorprendido por la franqueza. No respondió de inmediato, pero el temblor en sus manos se calmó.

 

— Gracias, Severus — dijo al fin, apenas audible.

 

Caminaron juntos hasta la biblioteca, volviendo al silencio que había en un inicio entre ellos, pero ya no era el silencio cómodo del inicio, sino uno cargado de pensamientos y emociones que ninguno de los dos expresaba del todo.

 

Más tarde, en la sala común, Regulus se sentó junto a Rosier y Cruoch, que lo recibieron con bromas ligeras, como si nada hubiera pasado, aunque bueno esos dos no sabían del enfrentamiento que hubo con los merodeadores. Severus notó la rigidez en la postura del menor, la forma en que evitaba que su mirada se desviara de sus amigos así evitando que pensamientos sobre lo sucedido lo invadieran.

 

Bruce se inclinó hacia Severus, murmurando en voz baja:
— ¿Todo bien?

— No lo sé — respondió Severus, sin apartar los ojos de Regulus —. nos encontramos con el perro sarnoso y su sequito de retrasados... creo que Reggie esta más afectado de lo que quiere admitir... no sé como hacerlo sentir mejor.

 

Y en el fondo, lo sabía: la rivalidad con los Merodeadores no era solo un juego escolar. Era un conflicto que se ramificaba en la sangre, en las familias, en los cimientos mismos de lo que Hogwarts representaba. La batalla de ese pasillo era apenas el preludio de una guerra mucho más profunda.

 

— ¿Fue tan malo? —. cuestiona mientras sigue la mirada de su pareja, ambos viendo al menor de los Black que sonreía de lado ante las ocurrencias de ese par.

— Black no sabe callarse... hubiera preferido que se metiera conmigo y no con su hermano, Regulus aun esta dolido porque eligió al imbécil de Potter en vez de a él.

— No puedes hacer nada al respecto Sev, es decir, claramente Reggie no quiere hablar de eso, no esta listo así que lo mejor es simplemente estar para él, estoy seguro que si quisiera charlar con alguien, seria contigo —. Bruce se inclina dándole un beso en la comisura de los labios, Severus inevitablemente sonríe ligeramente.

— Solo... hay que estar atentos, con lo sucedido hoy solo me queda claro que Black planeara algo, normalmente no me importaría tanto, pero sé que involucrara a Reggie para demostrar su punto.

— Tal vez deberíamos dejar que suceda — Severus voltea hacia su novio confundido ante esa idea —. solo demostrara quien es, tal vez sea algo que puede lastimar a Regulus, pero es tiempo de que él acepte que Sirius ya no es el hermano que antes era, por algo lo repudiaron, es tiempo que lo deje ir.

— Solo... hay que estar alertas —. es lo ultimo que puede decir el heredero Prince.

 

Por que Severus se resiste a la idea de que Black mayor hiera a su propio hermano, no era secreto que Regulus y él eran allegados, incluso lo consideraba un hermano al que debía ayudar si lo necesitaba, así que estaba bastante claro que si Sirius Black lastimaba a su pequeño Reggie, las consecuencias serian severas.

 

 

Notes:

Holi, aquí otro capítulo.

Claramente Sirius es un celoso, no hablo del compromiso, simplemente le duele ver a su hermanito pequeño con alguien mas que lo trata con tanto respeto y cariño, notoriamente como un hermano, claramente no nota que él hace exactamente lo mismo, siempre gritando por los pasillos que James era su hermano, como dicen por ahí, le gusta hacer, pero no que le hagan, esperemos y Remus lo haga entrar en razón antes de que haga alguna idiotez tan grande que termine de perder a Regulus... además de que esta claro que Severus no dejaría pasar dicha falta, ya veremos que pasa.

Espero les haya gustado mucho el capítulo, por cierto, creo que quedo claro que no actualizare los domingos, solo de Lunes a Sábado, ahora si, eso fue todo, chao 🌹🌹🌹

- AlasseaKdy

Chapter 11: ✦ Capítulo 10 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La biblioteca de Hogwarts estaba sumida en un silencio reverencial. El único sonido era el del roce de páginas y el ocasional rasguido de plumas sobre pergamino. Las lámparas de aceite iluminaban los pasillos con una luz dorada y temblorosa, proyectando sombras largas sobre los estantes infinitos llenos de libros de cualquier tema que quisiera alguien buscar... siempre y cuando fuera educativo.

 

En una mesa apartada, casi escondida entre dos estanterías de grimorios polvorientos, estaban Severus, Bruce y Regulus.

 

Severus tenía varios libros abiertos frente a sí: uno sobre hierbas venenosas, otro sobre transformaciones avanzadas. Su pluma se movía con precisión, aunque sus ojos se levantaban de vez en cuando hacia Regulus, que llevaba varios minutos con la mirada perdida sobre su pergamino completamente en blanco donde se suponía debía haber comenzado un ensayo sobre alquimia.

 

Bruce, con su habitual energía contenida, tamborileaba los dedos sobre la mesa. Observaba a Regulus en silencio, esperando que hablara, pero sin forzarlo, aunque también estaba ahí para acompañar a su novio con sus deberes, porque él ya había terminado los suyos, privilegios de ser jugador de Quidditch, los profesores le tenían mayor tolerancia, así que a pesar de que sus tareas no fueran impresionantes como las de Severus, aun así obtenía notas elevadas.

 

Fue el propio Regulus quien rompió el silencio, con una voz baja, casi un susurro.
— No dejo de pensar en lo de Sirius —. Severus levantó la vista, alzando una ceja, pero no interrumpió. Bruce, en cambio, se inclinó hacia adelante.

— Es normal. Fue duro lo que dijo —. Regulus apretó la pluma entre sus dedos, como si quisiera romperla.

— Duro... no. Fue cruel. Y lo peor es que parte de mí cree que tiene razón —. Severus frunció el ceño.

— ¿En qué sentido? —. Regulus se humedeció los labios, bajando los ojos hacia el pergamino vacío.

— En que soy... un seguidor. En que siempre me acomodo al papel que esperan de mí: el hijo obediente en casa, el Black que no causa problemas, el Slytherin correcto. Y ahora, también soy el que camina detrás de ti, Severus.

 

El silencio que siguió fue denso. Severus cerró el libro lentamente, como si el sonido pudiera distraerlo de procesar esas palabras.

 

— Si de verdad piensas eso — dijo al fin, con tono bajo pero firme —, entonces estás repitiendo la misma necedad que Sirius —. Regulus lo miró, sorprendido.

— ¿Cómo que la misma?

— Tu hermano cree que todo lo que haces está dictado por otros. Tú lo repites al decir que vives a la sombra de alguien. Pero ambos ignoran lo obvio: que cada decisión que tomas es tuya. Nadie te obliga a quedarte en Slytherin. Nadie te obliga a estudiar hasta tarde. Nadie te obliga a caminar conmigo —. Bruce intervino, apoyando los codos sobre la mesa.

— Lo que pasa, Regulus, es que no todos necesitamos ser la "estrella" como Sirius. Él cree que si no brillas al centro de la sala, no vales. Pero eso es ego puro, tú eres distinto: no necesitas gritar quién eres y eso tiene más fuerza de la que él imagina —. Regulus bajó la mirada, dudando.

— ¿Y si solo soy... demasiado débil para rebelarme como él? —. Bruce soltó una risa breve, sacudiendo la cabeza.

— ¿Débil? Tú soportas la presión de una familia entera que espera cosas de ti. Sigues estudiando, sigues aquí, sin derrumbarte. ¿Crees que eso es debilidad? —. Severus asintió, con el rostro serio.

— La debilidad es rendirse al papel que otros te asignan y tu no lo has hecho. A tu manera, sigues eligiendo.

 

Regulus dejó la pluma sobre la mesa. Durante un momento, el silencio volvió a reinar, roto solo por el chisporroteo lejano de una lámpara de aceite. Finalmente, habló de nuevo.


—Sirius me mira como si yo lo hubiera traicionado. Pero yo... yo siento que fue él quien me dejó atrás —. la confesión se quedó suspendida entre los tres, cargada de un dolor que Regulus pocas veces dejaba asomar. Sus ojos brillaban con una mezcla de rabia y tristeza contenida. Bruce fue el primero en responder, con tono sorprendentemente suave para alguien tan directo.

— No puedes vivir buscando la aprobación de alguien que decidió apartarse. Que eligió otro camino... Sirius eligió ser el rebelde, el que siempre debe ser el centro de atención, él podía hacer todo eso sin dejarte atrás, seguir contigo y preguntarte que tal te encuentras, pero él no creyó que fuera necesario porque podría volver cuando quisiera y siempre lo recibirías con los brazos abiertos y ahora que lo intenta se topo con que no eres tan ingenuo como él creía y eso es lo que le molesta.

— Sirius es incapaz de ver más allá de sí mismo. Eso no es tu culpa. Si esperas que venga a disculparse..., siempre te decepcionará, por que no lo hará — Severus apoyo su mano en el hombro del menor tratando de darle confort. Regulus respiró hondo, como si quisiera expulsar de sí el peso de aquellas palabras. Por primera vez en días, dejó que la tensión de sus hombros se aflojara un poco.

— Gracias... por estar conmigo... ustedes no me decepcionan — susurró, apenas audible. Bruce le dio una palmada en el hombro, fuerte, como para sacudirlo.

— Deja de cargar con lo que no es tuyo... siempre serás parte de nosotros, somos un grupo unido, aquí no necesitas demostrar tu valía porque ya lo vemos Reggie —. Regulus esbozó una sonrisa leve, casi tímida, pero sincera.

— Supongo que necesitaba escucharlo —. Severus volvió a abrir su libro, como si nada hubiera pasado, aunque en su voz se notaba una calidez inusual.

— Cuando empieces a creerlo de verdad, dejarás de darle tanto poder a sus palabras, eres fuerte y no lo necesitas.

 

La conversación cambió de tema poco después. Hablaron de tareas, de rumores sobre el próximo examen de Encantamientos, incluso de la apuesta ridícula que Rosier había hecho sobre quién sería el próximo en recibir un castigo de Filch. La tensión se disolvió, sustituida por una complicidad tranquila. Regulus, más sereno, recogió sus cosas al poco tiempo y se despidió.

 

—Me voy a repasar Runas. Gracias... de verdad... nos vemos más tarde —. Bruce lo despidió con una sonrisa y Severus con un leve gesto de la cabeza.

Cuando el menor de los Black se perdió entre los estantes, Bruce se reclinó en su silla, estirándose con un suspiro.
— Creo que necesitaba soltarlo. Estaba pudriéndose por dentro.

— Sí — admitió Severus, cerrando los ojos un momento —. Y no es el único. Bruce arqueó una ceja.

— ¿Eso fue... una insinuación? ¿El gran Severus Prince admitiendo que también necesita soltar cosas?

— No te hagas ilusiones —. Severus lo miró de reojo con una mueca irónica.

 

Bruce rió suavemente, y esa risa se convirtió en un eco agradable en la sala silenciosa. La biblioteca empezó a vaciarse cuando la tarde se tornó en noche. Severus y Bruce permanecieron en su mesa apartada, rodeados de libros que poco a poco quedaron olvidados. La luz de las lámparas creaba un círculo cálido alrededor de ellos, aislándolos del resto del mundo.

Bruce, siempre inquieto, tomó la pluma de Severus y dibujó garabatos en el margen de su pergamino de runas antiguas, ese que saco para tener las manos ocupadas.


—No me mires así. Es arte moderno.

— Es vandalismo académico — replicó Severus, pero había un brillo divertido en sus ojos. Bruce dejó la pluma y apoyó la barbilla en su mano, mirándolo directamente.

— ¿Sabes lo que más me gusta de estar contigo aquí?

— Mi brillante e incomparable inteligencia, claro esta — Bruce niega con una sonrisa.

— Aparte de eso.

— Ilumíname — murmuró Severus, fingiendo indiferencia.

— Que incluso cuando no hablamos, siento que estoy exactamente donde quiero estar.

 

Las palabras hicieron que Severus desviara la mirada hacia la lámpara más cercana. No era bueno con las declaraciones, no sabía responder a ellas sin sentir que se exponía demasiado. Pero Bruce no parecía esperar una respuesta inmediata. En cambio, estiró una mano y, con suavidad, cubrió la de Severus que descansaba sobre la mesa. No fue un gesto teatral, sino simple, natural, como si siempre hubiera debido estar ahí.

 

Severus no retiró la mano. Tampoco habló. Solo dejó que el contacto permaneciera, sintiendo cómo el calor de Bruce atravesaba la frialdad habitual de sus dedos. Durante largos minutos permanecieron así, rodeados del silencio y los libros, sin necesidad de nada más.

Finalmente, Severus murmuró, casi en un susurro:
—Eres insoportable —. Bruce sonrió, apretando un poco más su mano.

— Y aún así, aquí me tienes... siempre me tendrás —. Severus dejó escapar un resoplido leve, pero en sus labios apareció algo que muy pocos llegaban a ver: una sonrisa real, pequeña, casi escondida, pero sincera.

— Lo sé... lamentablemente —. la respuesta de Severus hace reír a Bruce, bajito, intimo.

 

Se inclina hacia su pareja, ni si quiera debe hacer un movimiento más marcado, Severus alza el rostro y junta sus labios en un beso casto, sincero y lleno de sentimientos que casi nunca dice en voz alta, Bruce lo abraza con fuerza subiéndolo a su regazo para mayor comodidad, ambos se pierden en el dulce momento aprovechando que están a solas en la biblioteca, estaban tan ensimismados en el otro que la biblioteca entera podría haberse derrumbado en ese momento, y ninguno de los dos lo habría notado, tampoco les habría importado.

 

Porque la conexión que ellos sentían era tan grande que nada podría romperla, porque el amor cálido y decidido de Bruce eclipsaba a Severus por completo, correspondiendo con un amor sincero, tal vez menos brillante y dulce como el que Mulciber profesa, pero no por ello menos intenso, porque Severus sabia que nunca amaría a otra persona en su vida, su corazón ya había elegido y afortunadamente era correspondido.

 

 

Notes:

Holi 🌹

Bruce y Severus los papis de Reggie jajaja, creo que queda más que claro que ambos le tienen un gran cariño al menor de los Black, al ser el más pequeño de su grupo de amigos tratan de cuidarlo lo mejor que pueden, aunque ambos no saben muy bien como mostrarle apoyo de una forma más cálida, al menos lo demuestran con la constancia y protección que pueden ofrecer, claramente Regulus se siente infinitamente querido por esos dos.

En fin, no sé a quien le tengo más envidia, si a Severus por tener a alguien que le profesa amor eterno de forma abierta y sincera o a Bruce por ganarse un corazón tan leal como el de Sev.

Pero bueno eso fue todo, ojala les haya gustado, nos vemos, chao 🌹

- AlasseaKdy

Chapter 12: ✦ Capítulo 11 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El Gran Comedor vibraba con la energía del nuevo día. Era una mañana típica en Hogwarts: los búhos cruzaban los ventanales altos para dejar cartas y paquetes, las voces de los estudiantes llenaban el aire como un enjambre, y las largas mesas rebosaban de comida. El olor a pan recién tostado, tocino y té se mezclaba con el dulzor de la miel y las frutas.

 

En la mesa de Slytherin, la rutina se desenvolvía como siempre. Severus repasaba un pergamino con aire distraído, trazando símbolos precisos con su pluma mientras Bruce arrasaba con una montaña de tortitas, sin la menor elegancia y cuando su novio le llamo la atención solo dijo: "Tengo practica de quidditch". Regulus discutía con Evan sobre técnicas de defensa mágica, mientras Ominis y Barty lanzaban apuestas absurdas sobre quién terminaría castigado primero esa semana. Aurora y Charity cuchicheaban acerca del próximo examen de Astronomía, aunque se distraían cada tanto riéndose entre ellas con complicidad dándose uno que otro beso en los labios.

 

Era la típica estampa de inicio de curso: ruidosa, caótica y extrañamente reconfortante, hasta que la tranquilidad se quebró como cristal bajo un hechizo.

 

Sirius Black, sentado en la mesa de Gryffindor, se levantó de golpe. La banca rechinó contra el suelo, atrayendo la atención inmediata de todos alrededor. Su rostro ardía de rabia contenida, y su sonrisa típica, burlona y descarada, esa mañana estaba torcida, más cercana a una mueca.

Con un movimiento amplio de brazos y una voz proyectada con fuerza, gritó:
— ¡Qué escena tan encantadora! El perfecto Severus Prince rodeado de sus fieles súbditos… y, cómo no, mi querido hermano pegado a él pretendiendo ser el digno heredero Black.

 

El comedor entero enmudeció en un instante. Decenas de cabezas se giraron hacia él. El cuchicheo inicial se extendió como fuego en hierba seca. Los Merodeadores lo observaban con gestos distintos: James parecía a punto de intervenir, aunque divertido; Remus se tensó, incómodo; y Peter miraba de un lado a otro, nervioso, claramente no queriendo ser parte de cualquiera cosa que se estuviera desarrollando en ese momento.

 

En la mesa de Slytherin, Severus levantó la mirada con toda la calma del mundo. Dejó su pluma sobre el pergamino y lo cerró con un chasquido lento, estudiado, los demás estudiantes de Slytherin bajaron la mirada a su comida, los únicos que se mantenían tranquilos y estoicos eran el circulo social cercano del heredero Prince.

 

— ¿Vas a dramatizar antes incluso de terminar tu desayuno, Black?, ¿no podías esperar a llamar la atención? — dijo Severus, con una serenidad que contrastaba con la furia de su adversario. Sirius soltó una carcajada sin humor, llena de veneno.

— ¿Dramatizar? No, Prince. Voy a revelar lo que todos parecen pasar por alto: que eres un manipulador. Usas a la gente a tu alrededor para tu beneficio —. Los ojos de Sirius se clavaron en Regulus como cuchillas.

— ¡Tú, Regulus! ¿Es que no lo ves? No eres su amigo. Solo eres un peón que mueve a su antojo para fastidiarme a mí, si no fueras mi hermano ni si quiera te habría aceptado en su circulo social de puristas de sangre.

 

El murmullo se convirtió en un oleaje. Varias bocas se abrieron incrédulas; los estudiantes se inclinaban hacia adelante para no perder palabra. Algunos profesores, al final del comedor, alzaron la vista de sus tazas de té con gesto preocupado, pero como es de esperar no intervienen porque saben que Sirius Black es uno de los favoritos de Dumbledore y no habrá mucho que hacer para detener el drama. Regulus se quedó helado, mirándolo fijamente. Sus labios temblaron un segundo antes de que la furia helada los endureciera.

 

— ¿Eso crees? — preguntó en voz baja, pero con un filo capaz de cortar el aire —. ¿Que no soy más que un adorno al lado de Severus?

— ¡Es obvio! — rugió Sirius, avanzando un paso hacia la mesa de Slytherin. Su voz retumbó contra las paredes de piedra —. Él te aparta de tu único familiar que en verdad quiere algo bueno para ti, te hace creer que aquí tienes un lugar… cuando solo quiere demostrar que es mejor que yo.

 

Bruce dio un respingo, a punto de levantarse, pero Severus lo detuvo con un gesto rápido. Había un destello divertido en sus ojos: Sirius estaba cavando su propia tumba. El murmullo crecía. Los estudiantes de Hufflepuff se miraban entre sí, escandalizados. Varias chicas de Ravenclaw cuchicheaban sin apartar la vista de los hermanos Black. Incluso algunos Gryffindor no sabían dónde meterse.

 

Regulus, con una lentitud calculada, se puso de pie. El banco chirrió al apartarse. Sus ojos grises, idénticos a los de Sirius, chisporroteaban con ira.

 

— Escucha bien, Sirius. Tú elegiste marcharte de casa, tú decidiste que nuestra familia no valía nada. Me dejaste solo a mí, tragándome las expectativas de nuestros padres. Y ahora tienes la desfachatez de venir aquí y acusarme de traición porque no hago lo que tu quieres, porque mis amistades no te gustan, tu decidiste dejarme atrás —. Sirius lo miró, con los labios entreabiertos, sorprendido por la dureza de la réplica.

—No… —intentó decir, pero Regulus no lo dejó terminar.

— ¡No soy tu sombra! Ni la de Severus, ni la de nadie. Soy yo. Y si no lo entiendes, no vengas a intentar salvarme de cosas de las que no quiero ser salvado, dices que nuestra madre es manipuladora, que soy igual que ella... pero quien es igual eres tú, porque sino hago lo que tu quieres o lo que tu crees que lo correcto; soy un manipulado que no tiene criterio propio —. El comedor entero contuvo la respiración. Sirius, herido en lo más profundo, sacó su varita de golpe.

— ¡Expelliarmus! — el rayo rojo surcó el aire como un latigazo. Varios estudiantes gritaron y se agacharon. Regulus reaccionó con la rapidez de un duelista nato.

— Protego — el hechizo rebotó contra el escudo invisible y se estrelló contra un candelabro, haciéndolo caer con estrépito. El impacto iluminó la sala con chispas ardientes. 

 

Un coro de jadeos recorrió el comedor. Algunos profesores empezaron a levantarse, pero la acción fue demasiado rápida. Sirius avanzó un paso más, varita en alto, pero entonces fue Severus quien se levantó con calma, erguido, su capa verde con negro flotando tras él como si una corriente invisible lo meciera. Con un movimiento seco de muñeca, lanzó.

 

— Finite Incantatem —. El aire chisporroteante de magia se disipó al instante, y la tensión se volvió aún más asfixiante. Severus habló alto, claro, cada palabra tallada en hielo —. Qué patético, Black. Has demostrado frente a todos lo que realmente te mueve: envidia y celos. Ni una pizca de preocupación genuina, todo debe tratarse sobre ti y como Reggie a elegido su propio camino y eso es inconcebible para ti.

 

El silencio fue absoluto. Los cuchicheos se apagaron como si alguien hubiera lanzado un hechizo de silencio. Incluso algunos Gryffindor desviaron la mirada, incapaces de respaldar aquella escena. Sirius bajó la varita, respirando agitado, el rostro rojo de ira y vergüenza. Regulus no titubeó. Su voz sonó como demasiado glacial.

 

— Escúchame bien, Sirius. Si vuelves a meterte entre mí y mis amigos, si vuelves a tratar de dictar cómo debo vivir mi vida… considérate muerto para mí —. El eco de sus palabras resonó en cada rincón del Gran Comedor, el rostro de Black mayor se descompuso de inmediato, mostrando el dolor que eso le causo.

 

La conmoción fue inmediata. Algunos estudiantes jadeaban con las manos sobre la boca. Otros se miraban incrédulos. El “hermanos enfrentados” se susurraba ya entre filas como pólvora. Regulus guardó su varita despacio, con un gesto de determinación inquebrantable, y volvió a sentarse junto a Severus. Bruce le dio una palmada fuerte en la espalda, murmurando un “bien dicho Reggie” cargado de satisfacción.

 

Sirius se quedó de pie, temblando de furia, incapaz de pronunciar nada más. James le lanzó una mirada de advertencia, pero Sirius lo ignoró. Con un gesto brusco, se giró sobre sus talones y salió del comedor a zancadas, la capa ondeando tras él como una bandera de derrota. Los rumores estallaron inmediatamente: voces excitadas, cuchicheos febriles, conjeturas sobre lo que aquello significaba.

 

En la mesa de Slytherin, Severus retomó su pergamino como si nada hubiera ocurrido. Alzó una ceja y dijo con una calma que pone los bellos de punta.


— Bien, el drama andante se ha ido, sigan en lo suyo —. rápidamente todos les den la espalda temiendo ser hechizados por las serpientes.

 

La sala estalló en murmullos nerviosos y risas contenidas. Nadie olvidaría ese desayuno. La fractura entre los hermanos Black acababa de sellarse frente a todo Hogwarts, y la grieta era tan profunda que parecía imposible de reparar, era bastante obvio que la amistad entre el grupo de Severus era demasiado fuerte, tanto que ni los lazos de sangre podrían intervenir.

 

 

Notes:

Holi 🌹🌹 aquí un capítulo nuevo, mi intención era actualizar todos los días... pero la universidad me esta pateando las costillas jajaja.

El pleito con los Black a dejado una fractura demasiado grande, Sirius se tomara las palabras de Regulus enserio y no volverá intentar opinar sobre sus amistades, pero claramente no dejara de hacer bromas, esa será su forma de molestar.

Sev y Bruce orgullosos de su niño, creo que todos estamos orgullosos de que se defendiera, bueno eso fue todo por este capítulo, espero les haya gustado, chao 🌹

- AlasseaKdy

Chapter 13: ✦ Capítulo 12 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El aire fresco del otoño impregnaba los terrenos de Hogwarts cuando los estudiantes comenzaron a bajar en grupos hacia el pueblo de Hogsmeade. El viento olía a hojas secas, humo de chimenea y anticipación. Para muchos, era el primer fin de semana de libertad tras semanas de clases intensas, y el murmullo de voces juveniles se extendía como un río que fluía en dirección al pueblo.

 

Severus ajustó la bufanda verde y plateada alrededor de su cuello mientras caminaba junto a Bruce tomados de la mano, Mulciber que parecía contener a duras penas la energía de un niño pequeño en vacaciones. Regulus, Evan, Barty, Ominis, Lucius y Narcissa los seguían en tropel, intercambiando comentarios sobre lo que comprarían primero: algunos dulces, chocolates, libros, pociones ilegales o tal vez todo a la vez.

 

— Si no vamos a Las Tres Escobas directamente, los abandono — gruñó Barty con fingida seriedad.

— No es que alguien te detenga — replicó Rosier, con una sonrisa torcida.

— ¿Y perderme tu cara de decepción cuando veas que no hay hidromiel para menores? — le lanzó Barty, encogiéndose de hombros. Regulus rodó los ojos, aunque sonrió a medias. Wilkes reía bajito, como siempre, disfrutando más de observar la dinámica que de intervenir.

Bruce miró a Severus de reojo y le habló por lo bajo:
— ¿Tú también prefieres empezar por la cerveza de mantequilla, o te haces el indiferente porque te gusta llevar la contraria? — Severus arqueó una ceja, sin dejar de mirar al frente.

— Prefiero empezar por no escuchar las tontearías que esos imbéciles dicen —. Bruce soltó una carcajada y le dio un leve empujón en el hombro.

— Lo tomaré como un "sí".

 

El pueblo estaba abarrotado. La nieve aún no había llegado, pero las calles empedradas ya estaban decoradas con calabazas talladas y guirnaldas otoñales que anunciaban la cercanía de Halloween. Hogsmeade vibraba con colores cálidos: naranjas, ocres y dorados, mientras las chimeneas expulsaban columnas de humo que perfumaban el aire con leña y especias.

 

El grupo entró en las tres escobas entre risas y empujones. El ambiente era acogedor: mesas de madera abarrotadas de estudiantes, el murmullo constante de conversaciones, y el delicioso aroma de la cerveza de mantequilla recién servida. Madam Rosmerta atendía con su habitual sonrisa resplandeciente, moviéndose con una gracia que atraía todas las miradas, sobre todo de los magos y brujas mayores.

 

Severus y los demás encontraron un sitio en una esquina, con un banco largo que crujió bajo el peso de todos, Lucius tenia un gesto de asco nada contenido, Narcissa a su lado parecía divertida ante el disgusto de su prometido por tener que estar apretujado entre sus amigos. Enseguida, Rosmerta les sirvió jarras espumosas, cada una dejando escapar el dulce vapor característico de la bebida, ya sabia que pedirían, eran clientes frecuentes.

 

— Salud por que el pulgoso de Black ya ha dejado en paz a nuestro pequeño Reggie —brindó Bruce, levantando su jarra con diversión, las mejillas del pequeño Black no tardan en tornarse rosadas ante la vergüenza.

— ¡Salud por eso!... ah como adoro los conflictos familiares — suspira de forma dramática Barty.

 

Todos chocaron las suyas, incluso Severus, aunque lo hizo con menos entusiasmo. El primer sorbo llenó de calidez su garganta, disipando por un momento el sabor amargo de las últimas semanas.

 

La conversación fluyó con naturalidad: Regulus relató con ironía cómo varios Gryffindor aún susurraban sobre la pelea con Sirius, Rosier se jactó de haber conseguido hacer una broma a Lupin en la biblioteca, lo había bañado en moco de troll, y Barty inspirado por las idioteces de Rosier planeaba ya su próxima broma contra el prefecto de Hufflepuff, diciendo que tal vez Charity seria daño colateral.

 

Bruce, entretanto, no quitaba la vista de Severus, que bebía en silencio, observando el movimiento del lugar con sus ojos oscuros y atentos.

 

— Siempre tan serio — le murmuró Bruce en voz baja, inclinándose hacia él —. ¿Seguro que no disfrutas de esto?

— Disfruto del silencio — replicó Severus con calma, aunque la sombra de una sonrisa se dibujó en sus labios. Bruce lo abrazo por la cintura pegándolo más a su costado.

— Pues hasta en silencio logras arrastrar a todos a tu alrededor.

 

El grupo pasó un buen rato allí, compartiendo risas y planes. Pero cuando empezaron a levantarse para continuar el recorrido, Severus notó que Bruce no hacía el menor intento de seguir a los demás.

 

— ¿Vienen? — preguntó Wilkes, mirando hacia la puerta.

— En un rato — contestó Bruce, lanzando una mirada cómplice a Severus —. Tenemos otros planes. Regulus arqueó una ceja, divertido.

— No hace falta que especifiques. No los esperaremos —. El resto se marchó entre comentarios y risitas, dejándolos atrás, como era de esperar Lucius y Narcissa también toman su propio camino.

 

Una vez en la calle, Bruce se estiró como si acabara de liberarse de un corsé.
— Por fin solos.

— ¿Acaso no disfrutas de la compañía del resto? — preguntó Severus con ironía.

— La disfruto, claro. Pero me gusta más la tuya —. responde de forma coqueta, toma a Severus por la barbilla y le da un casto beso en los labios.

 

Severus rodó los ojos, aunque no apartó su mano cuando Bruce, sin previo aviso, entrelazó sus dedos con los suyos. El gesto era simple, pero para ambos algo tan común ahora que ya no se escondían tanto, es verdad que Severus aun prefería las muestras de afecto en privado, pero ahora ya no objetaba cada que Mulciber tomaba confianzas como esa.

 

Caminaron entre las tiendas bulliciosas. Pasaron frente a Zonko, donde un grupo de Gryffindor probaba cohetes voladores, y ante Dervish y Banges, cuyas vitrinas rebosaban instrumentos mágicos extraños. El aire estaba impregnado de risas, gritos y campanillas de puertas abriéndose.

 

— ¿Quieres entrar en Honeydukes? — preguntó Bruce, señalando la dulcería más famosa del pueblo. Severus arqueó una ceja.

— ¿Qué me hace pensar que tienes más hambre después de esa montaña de waffles y la cerveza de mantequilla?

— No es hambre — respondió Bruce con una sonrisa traviesa —. Es gula.

 

Lo arrastró casi a la fuerza al interior. Honeydukes era un estallido de color y aroma: filas interminables de frascos con caramelos chispeantes, cajas de ranas de chocolate apiladas, dulces burbujeantes que explotaban en la lengua y tabletas de chocolate encantadas que cantaban breves melodías, no eran la clase de dulces a la que ambos estaban acostumbrados ya que preferían los importados, pero a falta de ellos se conformaban con algunos de calidad media.

 

Bruce tomo un paquete de grajeas Bertie Bott y se lo tendió a Severus.
— Te apuesto a que me toca menos sabores horribles que a ti.

— No pienso jugar a esa idiotez —replicó Severus, aunque no rechazó el paquete cuando Bruce lo puso en su cesta.

 

Bruce llenó la bolsa con ranas de chocolate, bombones rellenos de licor y un par de dulces picantes. Severus, por su parte, eligió apenas una tableta de chocolate negro encantado para calentarse en los días fríos, no pensaba gastar demasiado en dulces que sabia no serian de su verdadero agrado, mientras que Mulciber no era tan exigente en ese aspecto.

 

Al salir de la tienda, la tarde comenzaba a teñirse de tonos dorados. Los rayos del sol caían oblicuos sobre los tejados de pizarra, y las sombras se alargaban entre las calles empedradas, un ambiente bastante relajante, Severus era más de admirar las estrellas y la luna, pero los atardeceres también tenían lo suyo. era simplemente un instante de calma.

 

Caminaron sin rumbo fijo, alejándose del bullicio principal, hasta llegar a una calle menos transitada donde apenas había un par de faroles encendidos. El silencio aquí era distinto: tranquilo, íntimo. Bruce, aún con la bolsa de dulces en una mano, apretó la otra que sostenía la de Severus.

 

— ¿Sabes algo? he estado pensando un poco en nuestro futuro, más que nada porque me llego una carta de mi madre avisándome que esta navidad se llevara acabo uno de los bailes para que elija prometido.

 

Severus lo miró de reojo. Sus palabras eran simples. Pero había algo en la manera en que las decía que las hacía imposibles de ignorar, sobre todo porque ambos aun no habían charlado sobre ese tema de forma abierta, ambos no eran ese tipo de parejas que fantasean con el futuro, sino que disfrutan del presente.

 

— ¿Y?

— Bueno, claramente sé que tu familia ira ahora que no tienes un compromiso con los Black, sabes que te veo Sev — respondió Bruce con una sonrisa —. Y lo quiero todo.

 

Se detuvo un momento, obligando a Severus a detenerse también. Con un gesto torpe pero genuino, se coloco frente al más bajo, lo observo con determinación y seguridad.


— Tengo el anillo de mi familia y pienso dártelo. Y no me vengas con que es una estupidez.

 

Severus se quedo en silencio por un momento, dejando que esas palabras se asentaran entre ellos, comprometerse con Bruce Mulciber era aun una idea algo inaudita, no porque no quisiera, sino porque nunca había pensado en su futuro al antes estar ligado a los Black, pero ahora... ahora tenia una oportunidad genuina de casarse por amor, no solo por obligación y esto era algo poco común entre la comunidad sangre pura.

 

— Eres insoportable — dijo, como tantas otras veces.

— Y tú demasiado feliz con la idea como para admitirlo — respondió Bruce, inclinándose para darle un beso rápido, casi furtivo, pero cálido.

— Me asegurare de no ir a esa fiesta, no pienso dejar que me lo pidas y salir en el diario el profeta, no quiero a Rita Skeeter encima de nosotros... sabes que no me gustan las demostraciones publicas.

— No te lo pediré ahí... porque ya llegaras con el anillo puesto — Bruce rodea a Severus con sus fuertes brazos, aprovechando que están en un sitio poco concurrido.

— Sabes que espero mucho más de ti en la propuesta.

— Y la tendrás, Phrionnsa, no seas impaciente — alardea un poco.

— Imbécil... — Bruce no lo deja seguir renegado, vuelve a besarlo, esta vez de forma más intensa.

 

El resto del mundo desapareció en ese instante para ambos: las tensiones, las rivalidades, los conflictos familiares. Solo quedaron ellos, en una calle casi vacía, refugiados en los brazos del otro bajo las farolas encendidas de Hogsmeade, compartiendo más de un beso y caricia astuta por parte del más alto, estaba más que claro que un compromiso entre los Mulciber y Prince daría de que hablar, ya que seria en toda la historia mágica en que dichas familias cruzarían lazos, ambos estaban esperando la aprobación de los patriarcas de sus familias, después no habría poder en el mundo mágico que los separara.

 

Notes:

Bueno, por fin traigo otro capítulo de esta linda historia, lamento la tardanza, muchas tareas... odio la universidad, apenas es inicio de año y creo que me quedare calva del estrés... pero bueno, eso es otra cosa xD

Bruce ya le dejo claro que ya le anunciara a su familia sobre lo suyo, por lo tanto Severus también tendrá que hacerlo y así ambas familias puedan concretar su contrato de matrimonio, claramente ambos tendrán poder sobre él, poner clausulas y quitar las que le parezcan poco ortodoxas.

Como sea, espero les haya gustado mucho y nos leemos en el siguiente capítulo, chao 🌹🌹🌹

- AlessaKndy

Chapter 14: ✦ Capítulo 13 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El viento arrastraba un olor húmedo y fresco desde el Lago Negro, las ramas de los sauces cercanos se mecían de forma lenta y armoniosa coincidiendo con el clima del día. El agua estaba tranquila, salvo por los ocasionales círculos que rompían la superficie cuando alguna criatura se asomaba desde las profundidades. El otoño cubría los terrenos de Hogwarts con hojas que crujían bajo los pasos, y el cielo, aunque despejado, tenía ese tono grisáceo que prometía pronto los primeros fríos de invierno.

 

Severus estaba sentado en la hierba, con la túnica cuidadosamente plegada a un lado para no ensuciarla. Entre las manos sostenía un libro cerrado: no lo había abierto, ni pensaba hacerlo de momento. Sus ojos oscuros estaban fijos en la superficie del agua, abstraídos, con la expresión impenetrable que tan a menudo usaba para protegerse de todo.

 

Bruce Mulciber, en cambio, se encontraba tumbado boca arriba, con los brazos extendidos y la mirada perdida en el cielo. Había insistido en arrastrar a Severus hasta allí, lejos de las aulas y de la sala común, convencido de que necesitaban aire fresco. Entre ambos reinaba un silencio cómodo, interrumpido solo por el murmullo del lago y los graznidos lejanos de algunas criaturas. Fue Bruce quien lo rompió primero.

 

— ¿Has pensado en el próximo partido de Quidditch? — preguntó con una sonrisa perezosa —. Slytherin contra Gryffindor... No será un simple amistoso como el anterior —. Severus bajó la mirada hacia él.

— Imagino que piensas en tu oportunidad de dejar a Potter sin dientes.

— Exacto. Aunque si te soy sincero, preferiría romperle la nariz a Black —. Severus arqueó una ceja, reprimiendo una sonrisa.

— Con lo melodramático que es, seguro haría de ello un espectáculo, como cada cosa que hace, es realmente irritante.

— Y por eso sería tan satisfactorio — Bruce se incorporó hasta quedar sentado, apoyando los codos en las rodillas —. ¿Vendrás a verme, como la otra vez?

— No tendría sentido no hacerlo. Slytherin necesita apoyo... y yo necesito asegurarme de que no cometas estupideces en el campo —. Bruce se inclinó hacia él con fingida indignación.

— ¿Acaso dudas de mis dotes como golpeador estrella?

— No. Dudo de tu capacidad para mantener la cabeza fría cuando Potter o Black decidan provocarte —. La advertencia estaba cargada de verdad, pero Bruce solo rió.

— Entonces tendré un motivo extra para mantener la calma: ganar por ti —. Severus solo rodo los ojos, pero una sonrisa pequeña delata lo bien que lo hace sentir ese tipo de comentarios de su pareja.

— Idiota —. Severus lo miró en silencio unos segundos antes de apartar la vista hacia el lago. No lo admitiría en voz alta, pero esas palabras le habían tocado más de lo que quería reconocer. Tras un rato de silencio, fue Severus quien habló esta vez.— He notado que Regulus sigue pensativo desde lo del comedor. No dice nada, pero se le nota.

Bruce asintió, pasando una piedra plana sobre el agua y observando cómo rebotaba un par de veces antes de hundirse.
— Es normal. Lo de enfrentarse a su hermano no es algo que desaparezca en dos días. Sirius lo arrastró a una escena pública y él reaccionó con dureza. Aún debe estar dándole vueltas... Black es el único idiota que arrinconaría a su hermano de forma tan publica, solo ocasiono que Reggie se sienta más resentido de lo que ya esta.

— Regulus no es débil — comentó Severus con seriedad —. Pero está dividido. No soporta la idea de que Sirius lo vea como un traidor —. Bruce lo observó de reojo.

— Y tú temes que se aleje de ti por eso... temes que elija a Black —. Severus no respondió al instante.

— Temo que su hermano siga arrastrándolo hacia conflictos que no le corresponden. Regulus merece más que eso, independiente de si me elige o a él —. Bruce dejó escapar un suspiro.

— Ya lo apoyamos en el momento justo. Y créeme, para él significa mucho más de lo que imaginas. Tú especialmente... — hizo una pausa, estudiando el perfil serio de Severus —. Te escucha más de lo que escucharías a nadie y eso es lo que tanto enfurece a Black mayor, teme que hayas tomado su papel, cuando él ni si quiera es consiente que no es que lo estés remplazando sino que él mismo dejo a Reggie solo.

 

Hubo un silencio breve. Severus pensó en todas las veces que había tenido que lidiar con las palabras punzantes de Sirius, con la mirada inquisitiva de James, y con el fuego impulsivo de Gryffindor. Comparado con todo eso, Regulus se sentía como un espejo más claro, alguien que sí entendía el peso de pertenecer a Slytherin y sobre todo, el peso de haber sido abandonado por su hermano mayor y después ese mismo hermano presumiera haber encontrado alguien digno de su compañía, eso debía ser demasiado jodido y por eso Severus no se alejaría, estaría ahí cada que Regulus lo necesitara.

 

— ¿Sabes en qué más he estado pensando? — dijo Bruce, cambiando de tema con una sonrisa ladeada.

— Supongo que en algo irrelevante — se encoje de hombros mostrando su acostumbrada indiferencia, aunque estaba más que claro para todos que Bruce era sumamente importante para el heredero Prince.

— En nosotros —. Severus giró el rostro hacia él, desconcertado por lo directo de la declaración.

— ¿Qué pasa con nosotros? —.  Bruce se encogió de hombros, aunque su voz no perdió la seguridad.

— En lo que significa. Lo que vendrá después. No digo casarnos mañana ni nada así, pero... No puedo evitar pensar en cómo sería todo si seguimos juntos después de Hogwarts y tu no has respondido a mi idea de que llegues al baile de navidad en mi casa con el anillo de mi familia —.  La sinceridad de Bruce lo dejó en silencio por unos segundos. Severus bajó la mirada al libro cerrado entre sus manos, como si buscara en él la respuesta.

— No suelo hacer planes a tan largo plazo — admitió con franqueza —. No confío en el futuro. Siempre cambia demasiado rápido, además te lo dije, una propuesta en toda regla no ha sucedido.

— Por eso lo pienso — insistió Bruce —. Porque contigo, por primera vez, me importa cómo será ese futuro. No me da igual —. Severus lo miró otra vez, y esta vez no hubo sarcasmo ni ironía en su expresión. Solo una especie de vulnerabilidad silenciosa, casi imperceptible, que reservaba a muy pocos.

— Y si no resultara... — murmuró —. Si un día descubres que te has cansado, que prefieres a alguien más fácil, más amable...

— Entonces serías idiota por pensar que podría cansarme de ti — lo interrumpió Bruce con firmeza, tomándole de la mano —. Severus, no busco algo fácil. Busco algo real. Y lo encontré contigo... además llevo enamorado de ti desde segundo año, no he cambiado de opinión en todo este tiempo, aunque me haya costado que me vieras de la misma forma —. El silencio que siguió fue denso, pero no incómodo. Severus entrelazó sus dedos con los de él, aceptando ese contacto como si fuera una declaración en sí misma.

 

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el lago con reflejos dorados y rojizos. La superficie del agua parecía encenderse con destellos de fuego, y las siluetas de los árboles se recortaban como sombras borrosas y alargadas. Bruce, sin dejar de mirarlo, sacó de su bolsillo uno de esos chocolates persas que su pareja tanto adoraba, La abrió y se la tendió a Severus con una sonrisa.

 

— No tienes que sentir dudas Phrionssa, sé que no es común en nuestra comunidad el casarse por amor, pero nosotros tenemos la oportunidad... pero tampoco quiero que te sientas presionado, es por eso que pregunto que opinas, sino quieres casarte lo entiendo, podemos vivir en unión libre o... encontraremos una forma que nuestras familias acepten.

 

Severus lo tomó, y al hacerlo, sus dedos rozaron los de Bruce. Ese pequeño gesto, insignificante para cualquiera, tenía para ambos un peso enorme: un recordatorio de que incluso en la sencillez podía haber ternura.

 

— Eres ridículo — dijo Severus en voz baja, aunque sus labios se curvaron en una sonrisa casi invisible.

— Y tú estás condenado a aguantarme — replicó Bruce con suavidad, inclinándose para darle un beso tranquilo, nada apresurado, como si el tiempo realmente pudiera detenerse en ese instante.

— Lo haré con gusto Bruce... si quiero casarme contigo e iré a esa fiesta con el anillo de tu familia si eso quieres — murmura sobre los labios de Bruce con una ternura que solo muy pocas personas han experimentado de parte del heredero Prince.

— Entonces te lo pediré de forma memorable, porque solo mereces lo mejor — otro beso más, esta vez más intenso, lleno de un amor incondicional que Mulciber sentía por su pareja.

 

El lago siguió murmurando en calma, los sauces mecieron sus ramas, y el mundo quedó reducido a ellos dos: un futuro incierto, sí, pero en ese momento concreto, un presente sólido y compartido entre ambos era un antes y un después, no solo porque Severus a confirmado sus deseos de estar con Bruce, sino porque a aceptado usar el anillo Mulciber a pesar de que debería ser Bruce quien usara el anillo Prince, esto solo dejaría claro para el mundo mágico que el futuro sobre ambas familias estaba sellado.

 

 

Notes:

Holi, por fin les traje otro capítulo, ¿Qué tal se la pasaron en estas fiestas? (en méxico)

Sev ya le ha dejado claro a Bruce que si quiere casarse, claramente Mulciber aun no había planeado nada porque primero quería estar seguro que su Sev quería que se lo propusieran porque lo ultimo que quiere es hacerlo sentir presionado, así que ahora que tiene una confirmación verbal ya comenzara a organizar algo y debe darse prisa si quiere que Severus vaya a la fiesta en su casa con el anillo Mulciber.

En fin, ellos son el uno para el otro, por cierto algo que no puse en las aclaraciones porque se me olvido fue que en este universo existen los embarazos masculinos de forma natural, es decir solo los sangre pura pueden concebir con más facilidad, porque la magia se adapto para prevalecer, así que claramente Bruce y Sev deben ser cuidadosos cuando pasen a esa etapa en su relación, existen pociones anticonceptivas, hechizos y todo eso, solo quería dejar claro esto para que sepan que es posible xD.

Obviamente no es super sencillo quedar en estado, simplemente es como la vida misma, unas personas más fértiles que otras, los mestizos tienen más dificultades y los nacidos de muggles es imposible sin ayuda, si quieren que les explique a más detalle solo díganme y lo haré sin problema :3, en fin espero les haya gustado el capítulo, nos vemos en el siguiente. Chao 🌹🌹🌹

- AlessaKndy

Chapter 15: ✦ Capítulo 14 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La torre de Astronomía siempre había tenido un aire solitario. Era un lugar donde el silencio se mezclaba con el murmullo del viento y donde la piedra fría parecía guardar secretos antiguos. Aquella noche, el cielo estaba despejado, tachonado de estrellas que parecían observar con una atención distante, ajena a los dramas que pudiera haber en la tierra.

 

Severus Prince subía las escaleras de caracol con paso pausado, el eco de sus botas resonando en la piedra. No era su costumbre perder el tiempo en un lugar como ese, pero la nota que había encontrado entre las páginas de su libro de Pociones le había intrigado:

 

"En la torre de Astronomía. Solo. Esta noche."

 

El mensaje no estaba firmado, pero reconocía esa caligrafía brusca, casi agresiva. Sirius Black.

 

 Por un instante, Severus había considerado ignorarlo. Sin embargo, la curiosidad y la sospecha pudieron más, si Sirius quería un encuentro secreto, debía haber un motivo. Y Severus no tenía intención de perder la oportunidad de escuchar qué era lo que el orgulloso Gryffindor no se atrevía a decir en público, ya que no era algo común que el perro se guardara lo que piensa para él mismo o para hablarlo en privado.

 

Al llegar al último peldaño, lo vio: Sirius estaba allí, apoyado contra la barandilla, con el viento revolviéndole el cabello negro rizado. Llevaba las manos en los bolsillos y una expresión que intentaba aparentar despreocupación, aunque sus ojos grises delataban tensión.

 

— Pensé que no vendrías — dijo Sirius sin apartar la vista de las estrellas —. Severus cruzó los brazos y se quedó de pie a cierta distancia.

— No suelo hacer favores a Gryffindors, pero la curiosidad me ha traído hasta aquí. Habla, Black —. Sirius giró el rostro hacia él, y la media sonrisa que se dibujó en su rostro no tenía nada de humor.

— Directo al grano, como siempre. Bien… Es sobre Regulus —. Severus alzó una ceja realmente intrigado con la charla que estaba por venir.

— Imaginaba, porque sino es por Reggie no hay otra cosa que pudieramos charlar.

— Sé lo que estás haciendo — continuó Sirius, avanzando un paso hacia él —. Lo estás arrastrando a tu mundo de mierda de sangre pura, manipulando para que se quede a tu lado, para que elija Slytherin por encima de su propia familia —. Severus ni si quiera pestañeó.

— Regulus no es un niño. Sabe tomar decisiones, yo respeto eso, no como tú.

— No lo entiendes — replicó Sirius, su tono subiendo —. Es mi hermano, aunque no quiera admitirlo, siempre lo será. Y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras tú lo envenenas contra mí —. Severus esbozó una sonrisa helada.

— Qué ironía. Tú, acusándome de envenenar, cuando eres tú quien no deja de intentar moldear a todos a tu alrededor —. Sirius apretó los puños, respirando hondo antes de hablar otra vez. Esta vez, su voz era más baja, calculada.

— Mira, Prince. No tenemos por qué alargar esta guerra absurda, tú tienes tu vida, yo la mía. Y sé que lo que más quieres es poder, independencia, recursos. Yo puedo darte eso — metió la mano en el bolsillo de su túnica y sacó una pequeña bolsa de terciopelo que tintineó con el sonido metálico de las monedas. La colocó sobre la piedra fría de la barandilla, entre ambos. — Galeones. Los suficientes para que tengas lo que quieras en Hogsmeade, libros raros, ingredientes caros… lo que te dé la gana. Solo aléjate de Regulus —. Severus lo miró con incredulidad, y después soltó una carcajada breve, amarga.

— ¿Acabas de intentar comprarme, Black?... ¿a mi?, ¿alguien que nada en riqueza y estatus?

— Si el dinero no basta… — Sirius sacó entonces un reloj de bolsillo de plata, con la marca de la familia Black grabada en la tapa —. Esto perteneció a mi abuelo. Vale más de lo que ganarás en toda tu vida como pocionista. Y es solo un ejemplo. Tengo acceso a objetos, reliquias, lo que quieras, podemos retomar nuestro compromiso, tendrás acceso a todo lo que quieras, solo deja que Regulus tenga una vida tranquila —. Severus dio un paso adelante, sus ojos brillando con una mezcla de furia y burla.

— No necesito tus limosnas ni tus reliquias. No soy un mendigo que acepte sobras de la familia que tú mismo desprecias, no quiero nada de ti Black, ni si quiera el estúpido compromiso, eso jamás lo quise, eran ideas de mi padre porque quería que Lucius y yo fuéramos familia de alguna forma, pero gracias a tu idiotez ya no tengo que cumplir con ello, no me interesas en lo más minimo —. Sirius tensó la mandíbula, pero no retrocedió.

— No entiendes. No se trata de sobras, tampoco me hace ilusión casarme con un imbécil pretencioso, pero se trata de salvar a Regulus. Él no es como tú. No está hecho para este mundo oscuro, frío… ustedes lo están consumiendo por completo.

— ¿Nosotros? — repitió Severus, inclinando la cabeza —. Hablas como si yo fuese una maldición. Lo curioso es que Regulus confía en mí. Te ha rechazado a ti, no a mí —. Las palabras golpearon a Sirius como un latigazo. Dio un paso más, quedando apenas a unos centímetros de Severus.

— Porque lo manipulas. Porque lo encierras en tus discursos de ambición y poder. Pero él no es así. Lo estás atrapando... si tu padre eligió a mi familia para unir lazos es por algo, puedo darle aun más estatus a nuestras familias si las unimos, incluso sino fueras tan arisco podría ser más que un matrimonio por contrato —.  Severus sostuvo su mirada, imperturbable.

— No necesito atraparlo. Él camina conmigo porque quiere. ¿O es tan difícil de creer que alguien prefiera mi compañía antes que la tuya?, y te lo dije... no me interesas Black, ni tu, ni el estatus que crees poder ofrecer, estas repudiado, eres la burla de la comunidad sangre pura, no eres nada —. El rostro de Sirius se endureció, y por un momento pareció a punto de perder el control. Pero en lugar de lanzar un hechizo o un golpe, respiró hondo y cambió de táctica.

— Escucha — dijo, con un tono más bajo, casi suplicante — Si lo que quieres es asegurar tu futuro, yo puedo garantizarlo. Conozco gente, puedo abrirte puertas, sacarte de la sombra de los Slytherin. Solo tienes que dejar en paz a Regulus —. Severus no pudo evitar reír de nuevo, aunque esta vez su voz sonó como un cuchillo.

— ¿Sacarme de la sombra de los Slytherin? No necesito tus puertas abiertas ni tus favores. Soy un Prince. larga línea de sangre pura, una de las familias más poderosas de Europa. Mi nombre vale más que tu misericordia hipócrita —. La rabia en los ojos de Sirius brilló como un fuego.

— Eres patético. Te escondes detrás de tu apellido como si eso te hiciera grande, lo único que tienes es tu veneno, y algún día te ahogarás en él, nadie querrá estar contigo, al menos no de forma sincera como yo estoy ofreciendo —. Severus avanzó un paso más, de modo que ahora estaban frente a frente, apenas separados por unos pocos centímetros.

— Puede que yo sea venenoso, Black. Pero al menos no soy un hipócrita que intenta comprar con monedas lo que no puede ganar con afecto, tú no entiendes a tu hermano. Lo quieres atado a tu sombra, pero no lo escuchas. Yo sí lo hago y no por conveniencia, no por cualquiera de las razones que creas que tengo, sino porque Reggie me importa —. Sirius respiraba agitadamente, con las manos temblando, entre el impulso de sacar la varita y el de seguir discutiendo.

— ¿Y qué pasará cuando lo arrastres contigo? Cuando tus ambiciones lo destruyan. ¿Eso también será “escucharlo”? —. Severus, con calma gélida, se inclinó apenas hacia adelante.

— Lo que pasará, Black, es que Regulus será libre de ser lo que quiera. Y si esa elección me incluye a mí, tendrás que aprender a vivir con ello. Porque no voy a alejarme, no por ti, no por tu dinero, no por tus objetos inútiles y mucho menos por afecto prometido, no me interesa el cariño que puedas ofrecer —. El silencio que siguió fue tan pesado que incluso el viento pareció contenerse.

 

Sirius lo miró con furia impotente, sus ojos grises brillando bajo la luz de las estrellas. Finalmente, recogió la bolsa de galeones y el reloj de plata, con un gesto brusco, y los guardó de nuevo en sus bolsillos.

 

— Esto no se acaba aquí — murmuró, la voz cargada de veneno. Severus retrocedió un paso, cruzando los brazos con aire victorioso.

— Por supuesto que no. Mientras sigas cegado por tu orgullo, siempre volverás arrastrándote.

 

Sirius lo sostuvo con la mirada unos segundos más, como si intentara grabar en su memoria aquel desafío. Luego, sin una palabra más, dio media vuelta y descendió por las escaleras de la torre, sus pasos resonando con violencia contra la piedra. Severus se quedó allí, solo, bajo el cielo abierto. El aire frío acariciaba su rostro, y las estrellas parecían observarlo en silencio, como testigos distantes de una batalla más profunda que ninguna varita podía resolver.

No sonrió, pero en sus ojos oscuros brillaba una chispa de satisfacción. Había enfrentado al mayor de los Black y no se había inclinado. Ni por dinero, ni por poder.

Y lo más importante: había dejado claro que no dejaría solo a Regulus. Ni ahora, ni nunca.

 

 

Notes:

Holi 🌹🌹, aquí traigo otro capítulo de esta maravillosa historia, ¿les gusto?

El Sirius andaba de ridículo, ¿Cómo se le ocurre ofrecer el matrimonio como moneda de cambio? además de que no tenia lógica ya que así serian familia por lo tanto Severus menos podría alejarse de Regulus, pero déjenlo no le sube la sangre a la cabeza, además de que creo que esta claro que Sirius siente atracción genuina por Sev, por algo siempre esta tras él, ya sea molestando, pidiendo en broma que lo ayude en pociones, en fin, como los niños pequeños que tiran de las coletas de la niña que le gusta.

Ya veremos como se desarrolla eso, sobre todo porque Bruce ya anda planeando su pedida, así que Sirius se tragara sus palabras de que nadie querrá a Severus por como es, ya veremos como reacciona él y Regulus cuando se enteren de lo sucedido, en fin eso fue todo por el capítulo, espero les gustara mucho, chao 🌹🌹🌹.

- AlessaKndy

Chapter 16: ✦ Capitulo 15 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La clase de Herbología había terminado hacía apenas unos minutos, y el invernadero aún despedía el olor terroso y húmedo de las plantas mágicas. Regulus Black salió por la puerta con paso firme, limpiándose un poco de tierra de las manos, cuando una sombra se interpuso en su camino.

 

— Regulus.

 

La voz de su hermano mayor lo hizo tensarse de inmediato. Sirius estaba allí, recostado contra el muro de piedra del invernadero, con los brazos cruzados y la mirada fija en él. Sus ojos grises tenían un brillo extraño, mezcla de determinación y rabia contenida. Regulus frunció el ceño.

 

— No estoy de humor para lo que sea que quieras, Sirius.

— Nunca lo estás cuando se trata de mí — replicó Sirius con sarcasmo —. Pero esta vez tienes que escucharme. Es importante hermano —. Regulus intentó apartarse, pero Sirius se adelantó, bloqueándole el paso, la expresión en su rostro era más seria de lo habitual, despojada de la sonrisa burlona que siempre lo acompañaba.

— Se trata de ese... Prince —dijo con desprecio —. Regulus se tensó de inmediato.

— No empieces Sirius, ya lo hemos hablado.

— No, escucha — insistió Sirius, bajando la voz —. Sé que no me crees, pero tienes que saber lo que pasó anoche en la torre de Astronomía —. el nombre del lugar despertó la curiosidad de Regulus a pesar suyo. Sirius lo notó y sonrió apenas.

— Me encontré con él... le ofrecí un trato, algo que podía beneficiarlo, pero ¿sabes qué dijo en cambio? — se inclinó hacia su hermano, con voz cargada de dramatismo —. Que me alejara de ti. Que lo dejara tenerte, como si fueras una propiedad suya... retomar el compromiso Black, pero contigo ya que ahora eres quien tomara el señorío de la familia, que una vez obtenga lo prometido dejara a la familia en ruinas, al final deberías tomar su apellido y la familia Black desaparecería de una vez por todas —. Regulus lo miró incrédulo, pero Sirius continuó con el mismo tono persuasivo. — Te juro que lo dijo con todas sus letras. No le importa quién eres, solo le importa tener control sobre todo lo que pueda, te manipula para hacerte creer que es tu amigo, que está de tu lado... pero en realidad solo quiere aislarte de mí, dejarte solo Reggie.

Regulus tragó saliva, intentando procesar aquellas palabras. La desconfianza hacia Sirius seguía latente, pero algo en su interior comenzó a tambalearse.
— ¿Y qué ganaría él con eso?, es decir... tiene a Mulciber — preguntó en voz baja, Sirius se encogió de hombros, fingiendo pesar.

— Lo que su loca familia siempre le ha inculcado, quiere poder, control... te lo ha dicho ¿no? su padre quería que se casara con Malfoy, pero él ya estaba comprometido con Cissa, así que va por la siguiente familia importante en Francia. No necesita tu amistad; necesita tu obediencia. Y tú, Reg, eres demasiado valioso para dejar que alguien como él te atrape.

 

Hubo un silencio cargado de tensión. Regulus apartó la mirada, con el ceño fruncido, claramente sabia sobre que los Prince y Malfoy buscaban una forma de unirse por petición del patriarca Prince, por eso era el compromiso con Sirius antes de que se fuera de casa, por eso repudiaron a su hermano por arruinar ese gran trato lucrativo, porque eso haría una unidad entre las tres familias, Black, Malfoy y Prince, si eso hubiera sucedido serian las familias más poderosas de Europa, la duda llego a Regulus y Sirius aprovechó el momento.

 

— Solo piénsalo. ¿Desde cuándo Severus hace algo que no lo beneficie directamente? ¿Desde cuándo alguien como él se preocupa por alguien más que por sí mismo? — El golpe estaba dado. Sirius, con una mirada cargada de falsa sinceridad, dio un paso atrás. — No te pido que me creas ciegamente. Solo... sé más inteligente que él hermanito, mereces algo mejor y claramente siempre estaré para ti, si necesitas donde ir puedes venir los Potter también te recibirán con los brazos abiertos... solo piénsalo — y con eso, Sirius se alejó, dejándolo con la duda creciendo como una espina en el pecho... debía hablar con Severus para poder calmar esta angustia que se habia instalado en su ser.

 

Así que Regulus no tardó en buscar a Severus, no tardo mucho lo encontró en las mazmorras, sentado en un sillón de la sala común de Slytherin, revisando unas notas de Pociones. Bruce Mulciber estaba junto a él, hojeando un libro que había traído de la biblioteca, aunque parecía más interesado en observar a Severus que en la lectura, nada fuera de lo común.

 

— Necesito hablar contigo — soltó Regulus, con una dureza poco habitual en él, Severus alzó la vista, desconcertado por el tono. Bruce frunció el ceño de inmediato, sabia que algo no andaba bien.

— ¿Qué ocurre? — preguntó Severus, cerrando sus notas con calma, Regulus avanzó un paso, la voz firme aunque temblorosa.

— Sirius me dijo lo que pasó en la torre de Astronomía. Que le pediste que se alejara de mí, que quieres reclamar el compromiso entre los Black y Prince, que te desharás de mi cuando tengas la oportunidad — el silencio que siguió fue denso, helado. Severus parpadeó una sola vez, y luego lo miró con frialdad calculada.

— ¿Eso te dijo?

— No me respondas con otra pregunta — replicó Regulus, apretando los puños —. Quiero la verdad — Bruce dejó el libro sobre la mesa con un golpe seco y se levantó.

— Eso es una estupidez. Sirius siempre ha buscado enfrentarlos. ¿De verdad vas a creerle antes que a nosotros?, Sev esta conmigo.

— No es tan simple — saltó Regulus, con la voz cargada de emoción —. Conozco a mi hermano. Sé que es capaz de exagerar, de mentir... pero también sé que tú, Severus, eres calculador, que para ti el estatus de sangre es demasiado importante... si Lucius no hubiera estado comprometido antes de que nacieras estarías comprometido con él... me lo contaste — Severus se levantó despacio, con la túnica cayendo en pliegues oscuros alrededor de él. Lo miró fijamente, y cuando habló, su voz fue clara, cortante.

— Te lo diré de una vez. Sirius vino a mí, no al revés. Intentó sobornarme para que me alejara de ti. Me ofreció dinero, reliquias, contactos... tomarme en casamiento porque soy demasiado arrogante como para que alguien me quisiera más allá de mi nombre... — suelta una risa irónica — Todo a cambio de que me alejara de ti, que olvidara nuestra amistad — Los ojos de Regulus se abrieron con sorpresa.

— ¿Qué...?

— No acepté, obviamente — continuó Severus, sin apartar la vista de él —. Y le dejé claro que no pienso ceder ante sus juegos. Eso es lo que ocurrió, nada más, no quiero casarme contigo, ni desaparecerte, mucho menos a tu familia... estoy con Bruce, me casaré con él — Regulus lo observó, buscando una fisura en su expresión, una señal de mentira. Pero Severus no parpadeó, no vaciló. Bruce intervino entonces, con voz firme.

— Y aunque Severus no te lo contara anoche mismo, yo sí lo creo, porque lo conozco. No necesita tu obediencia ni tu sometimiento. Si estás con nosotros, es porque quieres estarlo, no porque te manipulen, nunca te hemos pedido nada, ni impuesto algo, te aceptamos como amigo sin importar que tu hermano sea un completo imbécil porque te apreciamos a ti, no a tu apellido — Regulus bajó la mirada, mordiéndose el labio. La confusión en su rostro era evidente.

— Sirius dijo que... que lo dijiste con esas palabras. Que pediste que me alejara de él... desaparecer a los Black.

— Mentira — replicó Severus con frialdad absoluta —. Si hay alguien obsesionado con alejarte de los demás, es él. Sirius no soporta la idea de que no lo elijas, de que tengas una vida aparte de ser su hermano, según quiere salvarte de nuestros ideales... pero solo quiere imponerte los suyos que es prácticamente solo molestar a su madre, ese pedazo de... — Bruce dio un paso adelante, poniéndose entre ambos casi como un escudo, evitando que Severus siguiera diciendo lo que piensa del mayor de los Black, evitando que las cosas escalen.

— Regulus, lo que pasó anoche fue que tu hermano de nueva cuanta intento meterse entre Severus y tu, dice que Sev te quiere manejar a su antojo, pero es él quien quiere controlarte y como no pudo convencer a Severus, ahora viene a ti para que hagas el trabajo por él, no le des el gusto y toma tus propias decisiones.

 

Regulus cerró los ojos un momento, como si quisiera apagar la maraña de emociones que lo atravesaban. Recordaba la intensidad en la voz de Sirius, sus ojos grises brillando de supuesta sinceridad... pero también recordaba la desesperación detrás de esas palabras. Y ahora, frente a Severus y Bruce, las piezas encajaban de otra manera. Cuando volvió a hablar, su voz estaba quebrada... Sirius había vuelto a jugar con él y eso le dolía tanto.

— Siempre es lo mismo. Sirius no soporta perder. Y en el proceso... me arrastra con él, ¿Por qué no puede dejarme tranquilo? — Severus suavizó su tono de voz dejando el enojo a un lado.

— Lo sé. Y no te culpo por dudar. Pero tienes que entenderlo: su guerra no es la tuya. No tienes que elegir entre él y nosotros.... elije lo que te haga feliz a ti Reggie y si eso es alejarte de nosotros esta bien lo respetaré, pero eso debe ser decisión tuya, no de ese estúpido perro — Regulus asintió despacio, sus hombros relajándose como si acabara de soltar un peso enorme.

— Perdóname por siquiera haber dudado... sé que me quieres Severus... eres como mi hermano — Bruce le dio una palmada amistosa en el hombro.

— No tienes nada que disculpar. Él es tu hermano... es natural que quieras creer lo mejor de él. Pero ya es hora de que aceptes lo que realmente es, sé que no es fácil y debe doler, pero hay veces que es mejor cortar a las personas que no aportan nada a tu vida más que problemas — Regulus levantó la mirada hacia Severus, con los ojos cargados de una nueva determinación.

— Tienes razón. Estoy... cansado, cansado de que intente controlarme a su manera. Si quiere verme como un traidor, que lo haga. Pero yo ya no voy a seguir cayendo en su juego... yo se lo adverti en el gran comedor... Sirius esta muerto para mi — solo hay dureza en su voz aunque sus ojos lo delataban, lagrimas empañando sus ojos dejando ver una tormenta retenida por orgullo.

 

Severus asintió apenas, satisfecho con aquella respuesta, odiaba a Sirius Black, no por sus estúpidas bromas, ego más grande que su cabeza o su intento de sacarlo de quicio cada que podía, sino por jugar de esa manera con Regulus, el menor era demasiado noble de corazón, Sirius lo sabia y se aprovechaba de ello, ese perro sabría lo que es el dolor y él ni si quiera debería mover un dedo, el propio Regulus al fin se había cansado de su propio hermano, era hora de que enfrentara las consecuencias de sus actos.

 

El resto del día, la tensión en Regulus fue evidente. No volvió a mencionar el tema, pero su expresión hablaba por él. Había comprendido, al fin, que su hermano no se detendría ante nada, ni siquiera ante mentir descaradamente, para conseguir lo que quería, Esa noche, sentado en la sala común junto a Severus y Bruce, Regulus rompió el silencio con voz amarga.

 

— Lo peor de todo es que ya no me sorprende... una parte de mí sabía que Sirius sería capaz de algo así. Y aún así... me duele... mucho — la voz de Regulus era tan baja, Severus lo miró con calma.

— Dolerá mientras quieras seguir viéndolo como el hermano que debería haber sido. Pero al menos ahora aceptas quién es de verdad, solo tu puedes decidir que hacer con ello — Bruce, más pragmático, intervino con una media sonrisa.

— Y ahora sabes también quiénes no te mentirán jamás... vamos que eres nuestro protegido Reggie, nuestro primer bebé — bromea un poco ganándose un golpe en el costado de su pareja que se sonrojaba ligeramente de las orejas, nadie lo notaria... claro nadie excepto Bruce quien sonríe satisfecho, Regulus esbozó una pequeña sonrisa cansada, pero sincera.

—Sí... gracias por escucharme y no mandarme al demonio ante mi actitud déspota... yo me encargare de Sirius por la mañana.

— Puedo enseñarte unos cuantos hechizos... ya sabes ayudarte con las artes oscuras cuando quieras — ofrece Bruce volviendo su sonrisa satisfecha en una maliciosa.

— Eso seria de utilidad, gracias.

 

El ambiente en la sala común recuperó poco a poco la calma. Pero algo había cambiado: el vínculo entre Regulus y Sirius acababa de fracturarse un poco más, mientras que el lazo que tenia con Severus y Bruce se había vuelto más sólido que nunca... su primer bebé, eso sonaba estúpidamente tierno, pero no lo diría en voz alta, no quería que Severus cruciara a Bruce por decir esas cursilerías en publico.

 

Notes:

Holi 🌷🌷, aquí un nuevo capítulo de esta bonita historia... bueno bonita a mi parecer :v

Sirius fue de cizañoso con su hermanito, creo que es más que obvio que Sirius jamás a recibido bien el rechazo, sobre todo de parte de Severus, ¿se dan cuenta que cada que Sev lo manda a la mierda reacciona super fuerte? osea ya sea con palabras, tratar de hechizarlo o meterse entre su hermano y él.

Para Sirius Sev solo esta con Bruce por conveniencia, pues al no conocer a Severus al menos no de verdad pues asume cosas, la neta que bueno que no lo conozca bien porque si así esta bien empecinado con él... si supiera que Sev es tímido y por eso su actitud de arrogante, bueno estaria tan perdido... tanto como lo esta Bruce que claramente conoce mucho mejor a Severus, tanto las cosas buenas como las malas.

— Alessa Kndy

En fin, eso fue todo por el capítulo espero les haya gustado mucho, nos estamos leyendo, chao 🌷🌷

Chapter 17: ✦ Capítulo 16 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El sol de la tarde caía cálido sobre los jardines de Hogwarts, pintando de dorado las copas de los árboles y arrancando destellos plateados del lago. El aire olía a hierba recién cortada y a flores mágicas que se abrían solo con la caricia de la luz, un ambiente tan mágico que siempre dejaba a todos los visitantes sin aliento y a los nuevos alumnos maravillados ante esta tranquilidad y hermosas vistas.

 

Las clases habían terminado por fin, y el grupo de Slytherin había decidido aprovechar la rara tregua que la rutina les ofrecía. No había discusiones con Gryffindor ni tareas urgentes que entregarle a ningún profesor quisquilloso. Era, simplemente, un buen día.

 

Severus estaba recostado contra el tronco de un roble, con un libro en las manos que apenas hojeaba; la verdad era que se encontraba más entretenido escuchando las conversaciones a su alrededor que leyendo. Bruce, por supuesto, estaba tirado boca arriba en el césped, con las manos detrás de la cabeza, disfrutando del sol con aire despreocupado, el sol dándole en el ángulo perfecto para dejar ver lo agraciado que era, a opinión de Severus el chico más atractivo de Slytherin... bueno solo por detrás de Lucius que tenia una cabellera asombrosa. 

 

— ¿Sabes qué es lo más gracioso? — comentó Rosier, lanzando un pequeño guijarro al lago y observando las ondas que provocaba —. Que Bruce juega al Quidditch como si fuera una pelea un bar — Hubo un estallido de carcajadas.

— ¡Eso es mentira! — replicó Bruce, incorporándose sobre los codos —. Yo sigo las reglas.

— Sí, las reglas de golpear al contrario en la cabeza siempre que puedas — ironizó Wilkes, que estaba tumbado de lado con el rostro apoyado en una mano —. A veces pienso que lo tuyo no es ser bateador, sino verdugo, harías un gran trabajo ¿sabes? — Aurora, que estaba sentada con las piernas cruzadas y el cabello rizado brillando bajo el sol, añadió con una sonrisa traviesa.

— Lo más impresionante es que lo hace con estilo. Admitámoslo, Bruce convierte cada golpe en una especie de espectáculo, aun puedo recordar a algunos suspirar por ello, incluso compañeras de Charity me han pedido que se los presente... bueno claramente antes de que supieran que estaba con nuestro Sev.

— Soy un espectáculo andante — dijo Bruce inflando el pecho, señalándola con un gesto triunfal—. ¡Alguien lo reconoce al fin! — Charity soltó una risita desde donde estaba recostada, con la túnica puesta bajo la cabeza a modo de almohada.

— Reconocer no es lo mismo que aprobar. Yo solo digo que si hubiera un premio al jugador con menos sutileza, te lo llevarías tú sin competencia... bueno si tendrías competencia, pero no hablamos de ese idiota nunca más.

— Bah, envidiosos — respondió Bruce, echándose otra vez al pasto —. No todos pueden tener mi talento natural para aterrorizar a los buscadores rivales.

— Tu talento natural es la brutalidad — murmuró Severus sin levantar la vista del libro, lo que arrancó una carcajada general.

 

La tarde continuaba entre risas y comentarios. Fue entonces cuando un muchacho de complexión alta y rostro serio apareció a unos metros, caminando con aire tranquilo. Llevaba la túnica desabrochada y las manos en los bolsillos, como si no tuviera prisa alguna.

 

— ¿Ese no es Avery? — preguntó Regulus, incorporándose un poco, Evan rápidamente voltea incrédulo ya que Avery rara vez se integraba por voluntad propia. El aludido asintió apenas cuando llegó al grupo. Tenía esa expresión imperturbable que lo caracterizaba, como si nada pudiera sorprenderlo.

— Vaya  —dijo Barty con teatralidad —. El silencioso decide unirse al ruido. ¿Qué milagro es este? — Avery se encogió de hombros.

— Supongo que ya era hora de dejar de parecer un espectro en la biblioteca... además tenia que darle algo a Evan — le tiende un trozo de pergamino y de su túnica saca un chocolate importado.

Severus lo sabia bien, esos eran los favoritos de Rosier quien tomo las cosas con una sonrisa e hizo un gesto para que se sentara en el césped junto a ellos. Avery lo hizo con calma, acomodándose con un suspiro, como si hubiera medido el sitio exacto donde recostarse. El grupo lo observaba con cierta expectación; siempre había estado cerca, en clase o en los pasillos, pero rara vez se quedaba mucho tiempo en compañía.

 

— ¿Y bien? —preguntó Wilkes con una ceja arqueada algo incomodo, pero aceptando que era algo que él mismo había acarreado con sus acciones de las cuales se arrepentia, pero que jamás diría en voz alta —. ¿Vas a seguir mirándonos como si fuéramos una obra de teatro o piensas participar? — Avery dejó pasar un par de segundos, y luego dijo con absoluta seriedad:

— Solo estaba pensando en lo mucho que Bruce se parece a un bludger con patas — Hubo un segundo de silencio, y luego una carcajada unánime sacudió al grupo. Bruce levantó la cabeza indignado.

—¡Oye! ¡yo no estoy redondo!... mira estos músculos — se alza un poco la camiseta, pero Severus detiene su acción con un resolplido.

— Bueno... — añadió Avery, con una pequeña media sonrisa apenas perceptible—. Al menos eres un bludger que sabe a dónde ir, lo que quiere... y en forma — Severus cerró su libro con un chasquido y lo miró con ironía.

— Debo admitir que esa observación fue... precisa de algún modo — Regulus estaba riéndose tanto que terminó recostado de espaldas, con las manos en el estómago.

— ¡Un bludger con patas! ¡Merlín bendito, nunca lo superaré! — Incluso Barty, que pocas veces lograba contener su energía, aplaudió entre risas.

— Oficialmente me caes bien, Avery... tienes suerte Rosier, alguien que seguramente entiende tus estúpidas bromas, justo lo que necesitabas — Wilkes claramente se siente ofendido ante eso, pero solo aprieta los puños sobre el césped arrancándolo. La seriedad de Avery no se alteró, aunque sus ojos brillaban con un matiz cómplice.

— Tampoco era tan difícil, Evan es bastante fácil de entender y mucho más fácil de complacer — eso provoca exclamaciones entre sorprendidas y divertidas.

— El idiota cree que solo por traerme chocolates es complacerme — remata Rosier haciendo que las risas se intensifiquen.

 

El tiempo se les fue entre bromas, relatos y observaciones mordaces. Aurora hablaba de las estrellas que pronto serían visibles en el cielo, Charity contaba anécdotas de clases en tono divertido, y Regulus relataba un par de incidentes absurdos con su hermano en la infancia que hicieron a todos reír hasta las lágrimas.

 

Bruce, por supuesto, siguió siendo el blanco principal de las bromas. Cuando intentó demostrar con gestos cómo había golpeado una bludger en el último partido, casi terminó cayendo de espaldas y provocó más carcajadas.

 

— ¿Ves? — señaló Severus, con esa media sonrisa que usaba en raras ocasiones —. Demuestras mi punto. Brutalidad sin sutileza.

— ¡Traidor!  —replicó Bruce, fingiendo ofenderse, aunque no pudo ocultar la sonrisa, para después robarle un casto beso a Severus, quien solo suspira resignado devolviendo el beso con gusto.

— Por favor, que esto es un momento de amigos, nada de besos, es más se me separan — rápidamente interviene Barty jalando a su primo del brazo.

 

El sol descendía lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Las sombras se alargaban, y la brisa fresca agitaba suavemente el cabello de todos. Era uno de esos momentos raros en los que el mundo parecía detenerse, sin preocupaciones, sin planes ocultos ni preocupaciones por alguna materia difícil.

 

Severus, observando a su alrededor, se permitió algo extraño en él: relajarse de verdad. Ver a su grupo de amigos riendo y compartiendo sin miedo lo llenaba de una calma que rara vez conocía. Y, aunque no lo decía en voz alta, agradecía profundamente que Bruce estuviera allí, con esa manera despreocupada de llenar cualquier silencio incómodo. 

 

Avery, en su aparente quietud, terminó encajando como si siempre hubiera estado en el círculo. No hablaba mucho, pero cada comentario suyo, calculado y oportuno, arrancaba carcajadas o asentimientos, claramente Evan estaba sorprendido y encantado al mismo tiempo, esto era algo sorprendente para todos, sobre todo para Wilkes que se daba cuenta de que había cometido el peor error de su vida al tirar a Rosier a los brazos de Avery.

 

En ese momento, Severus comprendió que su grupo no solo era un montón de estudiantes unidos por ideales de sangre. Eran algo más: una familia que él mismo había ayudado a construir, amigos sinceros sin esperar nada a cambio, ni si quiera estatus.

 

Cuando las campanas del castillo anunciaron que se acercaba la hora de la cena, el grupo se levantó entre quejas y risas. Bruce, aún indignado por lo del "bludger con patas", intentó picar a Avery con un empujón amistoso.

 

— Ya verás en el próximo partido. Voy a demostrarte que soy mucho más que una bludger — Avery lo miró con serenidad imperturbable.

— Una bludger con mejor puntería, entonces... además ya estoy comprometido Mulciber — claramente bromeaba, el grupo volvió a estallar en risas, y Bruce alzó las manos, resignado.

— ¡No puedo ganar con ustedes! — de camino al castillo, Severus caminó junto a Bruce, que aún bufaba en falso enfado.

— Deberías agradecerle a Avery — dijo Severus en voz baja —. No recuerdo la última vez que te vi reír tanto — Bruce lo miró de reojo y sonrió, esa sonrisa traviesa que siempre le dedicaba solo a él.

— Mientras tú te rías, pueden llamarme lo que quieran.

 

Severus, por un instante, bajó la mirada para ocultar la leve sonrisa que se formó en sus labios, Bruce era terriblemente cursi, pero solo en confianza, porque a vista de todos era el bateador más brutal de Slytherin... incluso del colegio entero, su gran altura y complexión intimidaba a muchas personas, sobre todo a los de grados inferiores, nadie seria tan estúpido como para meterse con el heredero Mulciber, no solo por su apellido sino por su aspecto.

 

Muchas chicas lo llamaban el típico chico malo, pero Severus sabia que eso era lo más erróneo que pudieron haber pensado, estaba claro que no conocían a Bruce... esta bien que fuera brutalmente honesto, que incomodaba a muchos con eso, que era fuerte y grande, que supiera demasiado sobre artes oscuras y en algunas ocasiones tuviera tendencias homicidas si lo hacían molestar, pero quitando todo eso... bueno tal vez Bruce fuera alguien difícil de entender del todo, pero Severus lo hacia y no había nada que cambiaria de él.

 

 

Notes:

Holi 🌹🌹, aquí otro capítulo, esta vez más de chill con los chicos pasando un rato agradable y no tanto drama con el tema de Sirius, en unos cuantos capítulos se viene la propuesta de matrimonio gente, espero no decepcionar con ello jaja, es la primera vez que escribiré una propuesta de matrimonio así que sean amables conmigo plox.

Se imaginan que Bruce se lo pida a medio juego de Quidditch jajaja, Severus lo mataría por hacerlo publico, porque claramente eso no es lo suyo, pero tranqui eso no sucederá... ¿o si? jajaja

Bueno, eso fue todo por este capítulo, nos esteremos leyendo, chao 🌷🌷

— AlessaKndy

Chapter 18: ✦ Capítulo 17 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El rumor había llegado a Severus por casualidad, en la biblioteca. Mientras revisaba un tomo sobre pociones raras, alcanzó a escuchar a Peter Pettigrew susurrando con ansiedad a Potter y Lupin, sin darse cuenta de que el eco de los estantes lo traicionaba.

 

— ¿Y si alguien resulta herido de verdad?, Sirius esta cegado por la molestia — la respuesta de Potter, confiada y arrogante, había sido un cuchillo para Severus.

— Solo será un susto. Los Slytherin se lo tienen merecido, Prince puso al pequeño hermano de canuto en su contra.

 

Aquello bastó para que Severus dejara el libro de lado y se marchara de inmediato, la túnica ondeando tras de sí. Conocía a los Merodeadores demasiado bien, si decían "susto", significaba algo mucho más peligroso. Y no iba a permitir que su casa se viera humillada o herida por una payasada de Gryffindors engreídos, no era un antecedente inventado, sabia de las tendencias homicidas de Black, no por algo el año pasado intento que Severus fuera a la casa de los gritos para descubrir lo que ya sabia, que Lupin era un hombre lobo y ellos animagos, claramente no fue, pero ese era el estándar de ellos de "susto", ósea algo peligroso.

 

La tarde estaba cargada de un viento frío que bajaba desde el lago. Los estudiantes comenzaban a regresar al castillo tras sus clases, pero los Merodeadores habían aprovechado el bullicio para desaparecer discretamente hacia uno de los pasillos cercanos al vestíbulo principal.

Allí, en un recoveco, Sirius Black se inclinaba sobre un caldero pequeño que humeaba con un color sospechoso, mientras Potter y Pettigrew colocaban runas explosivas alrededor de un viejo armario. Lupin, con el ceño fruncido, murmuraba con incomodidad:

 

— Esto es demasiado, Sirius. Si el armario explota mientras alguien pasa...

— ¡Oh, vamos! — replicó Sirius, agitando la varita —. No va a explotar. Solo... digamos que va a liberar un hedor que dejará a esos Slytherin oliendo peor que las mazmorras durante semanas.

— Y si alguien resulta herido por accidente — insistió Lupin — no será solo un "susto".

— Pues que no se metan en nuestro camino — cortó Sirius, con esa sonrisa feroz que siempre lo acompañaba cuando estaba decidido a algo. Fue entonces cuando una voz helada interrumpió desde la penumbra:

— Qué típico de ti, Black. Preparar una broma sin pensar en las consecuencias. — Los cuatro se giraron de inmediato, y Severus Prince emergió de entre las sombras del pasillo, con la varita en mano y la túnica cayendo como un manto oscuro.

— ¿Qué demonios haces aquí? — escupió Sirius, con el rostro endurecido.

— Te conozco demasiado bien — replicó Severus —. Y sabía que estarías tramando algo como esto como el imbécil que eres — Potter dio un paso adelante, con la varita lista.

— No es asunto tuyo, Prince.

— Claro que lo es — replicó Severus con frialdad—. porque por si no lo recuerdan... soy prefecto y se supone que Lupin también así que debería detenerlos, pero como el cobarde que es no hace nada... nunca hace nada. Y yo no pienso quedarme de brazos cruzados viendo cómo tu patético grupito intenta humillar a los demás para sentirse superiores — Pettigrew bajó la mirada nervioso, pero Sirius avanzó un paso, encarando directamente a Severus.

— ¿Superiores? No, Prince. Solo... más libres que tú y tu panda de serpientes arrastradas buscando aunque sea una pisca de aprobación de sus despreciables padres — Los ojos de Severus destellaron.

— Qué curioso que llames libertad a depender de las risas y la aprobación de Potter. Sin él, no eres más que un perro suelto sin rumbo — El silencio que siguió fue tenso como una cuerda de arco. Sirius apretó la mandíbula, con la furia brillando en sus ojos.

— Te diré lo que pasa de verdad — soltó Sirius con voz ronca —. lo que no soportas es que todos te vean tal y como eres: un manipulador, un engreído que se esconde detrás de su máscara de prefecto para controlar a los demás... te tengo una noticia Prince, yo no soy como los demás — Severus arqueó una ceja, sin ningún tipo de emoción en el rostro.

— ¿Eso crees? Interesante. Porque yo lo veo al revés. El que no soporta que le quiten el centro de atención eres tú. ¿O debería recordarte quién ya no te dirige la palabra, quién ya no se deja arrastrar por tus caprichos? — El nombre no fue pronunciado, pero todos lo entendieron. El golpe fue directo. Regulus.

Sirius se tensó de inmediato, como si Severus le hubiera asestado una maldición.
— No metas a mi hermano en esto.

— ¿Por qué no? — dijo Severus, dando un paso más cerca, su voz baja pero cargada de veneno—. ¿Es que duele demasiado saber que él ha dejado de reconocerte como familia? Lo ignoras todo, salvo la verdad más simple: Regulus me eligió a mí... a sus amigos que no lo tratan como si fuera alguien sin criterio propio. Y lo hizo porque tú lo perdiste con tus mentiras.

Sirius apretó los puños, y la varita en su mano vibró con la rabia contenida. Potter intervino, poniendo una mano en su hombro.
— No vale la pena, Sirius. — pero Severus no había terminado.

— Dices que yo manipulo, que controlo... ¿y qué hiciste tú hace unos días, en la torre de Astronomía? ¿O ya olvidaste tus intentos patéticos de soborno? ¿O tu mentira descarada para que Regulus me odiara? — el rostro de Sirius perdió todo rastro de color. Los otros Merodeadores lo miraron con sorpresa; ni siquiera Potter parecía saber aquello.

— ¿Qué...? —murmuró Lupin, desconcertado —. ¿Eso es cierto? — Sirius no respondió. Su silencio fue la confesión más clara. Severus dio un paso atrás, con la calma helada de quien ha ganado.

— Exacto. Ni siquiera ellos sabían lo bajo que habías caído, esto se termina aquí — con un movimiento de mano desaparece el pequeño caldero, las runas de explosión, simplemente su broma explosiva estaba arruinada.

 

El ambiente estaba cargado de tensión cuando Aurora Sinistra, que había llegado al pasillo hace solo unos segundos antes notando como cosas desaparición, que  junto a Regulus, Evan, Ominis y Bruce tras seguir a Severus, decidió intervenir, no eran tontos solo falto unir los puntos para entender que Severus había evitado que los merodeadores hicieran una de sus pesadas bromas. Su voz no fue alzada, pero cada palabra cayó como un martillo.

— Lo que me sorprende no es que intentaras tomar represalias por lo sucedido con Reggie, Sirius. Lo que me sorprende es que aún no te des cuenta de lo obvio — Los Merodeadores la miraron, desconcertados.

— Son inmaduros. Todos ustedes, incluso tú, Lupin — continuó Aurora, con el rostro sereno pero los ojos brillando de determinación —. viven creyendo que el mundo gira alrededor de sus travesuras, que no hay consecuencias, porque siempre habrá alguien que los excuse. Dumbledore, McGonagall, cualquiera que se deje embelesar por la idea de los "chicos traviesos con talento"... además de que Dumbledore es un viejo hipócrita, haría lo que sea por respaldar a sus niños de oro... sus gryffindor perfectos — Potter frunció el ceño, molesto.

— Eso no es... 

— Sí lo es — lo cortó Aurora con firmeza —. son mimados. Están tan acostumbrados a que nadie les diga que no, a que sus acciones sean celebradas, que no saben cómo reaccionar cuando alguien les planta cara. Y por eso odian tanto a Severus. Porque les recuerda que no son los tontos invencibles que se creen que son — el silencio fue absoluto. Incluso Rosier, Wilkes y Bruce, que solían interrumpir con sarcasmos, se limitaron a escuchar con atención. Aurora dio un último paso al frente.

— Un día sus bromas dejarán de ser juegos. Y cuando alguien salga herido de verdad, veremos si aún pueden reírse a sus anchas como hacen ahora.

 

Las palabras quedaron suspendidas en el aire como un eco frío. Sirius, incapaz de responder, desvió la mirada con rabia contenida. Potter apretó los labios, y Lupin bajó la cabeza, visiblemente afectado. Pettigrew simplemente tragó saliva, incómodo.

Severus guardó su varita lentamente, con un gesto de satisfacción silenciosa. La batalla había sido ganada sin necesidad de un enfrentamiento directo. Los Slytherin abandonaron el pasillo juntos, dejando a los Merodeadores atrás, más estáticos que nunca, mientras caminaban de regreso a las mazmorras, Regulus respiraba profundamente, como si cada palabra de Aurora hubiera sanado algo en él.

— Nunca nadie se lo había dicho así — murmuró, casi con alivio.

— Era hora — replicó Severus, lanzándole una mirada agradecida a Aurora. Ella solo sonrió con calma.

— La verdad siempre pesa, aunque nadie quiera escucharla, además ya estaba cansada de todo esta tontearía, siempre me he quedado al margen porque... bueno era algo divertido ver como Sev los ponía en su lugar, pero ya no somos unos niños de doce años, ya dejo de ser divertido... son patéticos.

— Y tu eres realmente inteligente y sexy, solo podia pensar: "esa es mi chica" — dice felizmente Charity mientras abrazaba a su pareja entusiasta, dándole besos en la mejilla.

Bruce, caminando junto a Severus, se inclinó un poco hacia él.
— Me recuerdas constantemente por qué estoy enamorado de ti — susurró, lo bastante bajo como para que solo Severus lo oyera.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Severus permitió que se dibujara una ligera sonrisa en su rostro. Una sonrisa de triunfo, de pertenencia y, quizá, de esperanza.

 

Notes:

Holi 🌻🌻, ¿Cómo están?, un nuevo para ustedes... ahora no solo Severus humillo a los chicos, sino que Aurora ya se canso de sus estupideces y les dijo sus verdades... ella mi mujer jajaja.

El más afectado de toda la situación claramente fue Remus, no solo porque fue descubierto encubriendo las travesuras de sus amigos, sino porque le dijeron lo estúpido que era por estar ahí con ellos, ni modo bien dicen por ahí que debes elegir bien tus amistades... bueno aunque técnicamente James y Sirius son buenos amigos, leales y todo eso, pero no son buenas personas en general, más que nada por la forma en que fueron criados, bien dijo Aurora, ellos no están acostumbrados a que nadie les negué nada o los reprenda como es debido, así que simplemente no saben lo que es la responsabilidad.

Ni modo, tendrán que aprender sobre todo Sirius si es que en verdad quiere recuperar a Reggie... aunque bueno, creo que ya es un poco tarde para eso, pero siempre he creído que la gente puede cambiar, solo que tampoco es valido esperar que las demás personas quieran esperar eternamente a que eso suceda, una chance esta bien, pero ya más de eso... no lo creo, ¿o ustedes si darían más de una oportunidad a esa persona que te ha fallado tantas veces?, yo no :v.

Como sea, espero les haya gustado mucho, nos estaremos leyendo, chau 🌻🌻

— AlessaKndy

Chapter 19: ✦ Capítulo 18 ✦

Notes:

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La sala común de Slytherin estaba tranquila esa tarde, el murmullo habitual de los estudiantes se había apagado porque la mayoría se encontraba en clase o en los pasillos del castillo. Las llamas verdosas de la chimenea proyectaban destellos sobre las paredes de piedra húmeda, llenando el aire con una luz tenue y un calor discreto.

 

Bruce Mulciber empujó la puerta de los dormitorios de sexto año, todavía con la escoba colgada al hombro y la túnica abierta. Se suponía que debía reunirse con su equipo de Quidditch en menos de media hora para la práctica, pero antes había querido pasar a buscar a Severus, sabia que se encontraría estudiando en su habitación privada al ser prefecto.

 

Lo encontró sentado en el borde de su cama, encorvado sobre un libro de hechizos grueso y viejo, la pluma se movía ágil sobre los márgenes, dejando trazos de tinta que parecían diagramas más que simples notas, su cabello oscuro caía en desorden sobre el rostro, y la concentración en sus ojos era tan intensa que no advirtió la presencia de Bruce hasta que este se aclaró la garganta.

 

— ¿Planeas reescribir el libro entero o solo los bordes? — preguntó Bruce, apoyándose en el marco de la puerta con una sonrisa divertida. Severus levantó la vista lentamente, arqueando una ceja.

— No estoy reescribiéndolo. Estoy... corrigiéndolo — Bruce soltó una carcajada breve y entró, dejando la escoba a un lado. Se dejó caer en la cama, recostándose de manera despreocupada mientras observaba los trazos en el libro.

— Déjame adivinar... ¿ya decidiste que puedes hacerlo mejor que los autores? — Severus cerró el libro con calma, pero no lo apartó.

— La magia no es estática, Bruce, los hechizos que hoy repetimos como loros alguna vez fueron experimentos de alguien lo bastante obstinado como para no conformarse. Estoy... pensando en cómo perfeccionarlos. O quizá en crear algo nuevo... tengo varias idean en realidad — Bruce se incorporó un poco, apoyando los codos en las rodillas, con el interés brillando en sus ojos.

— ¿Crear tu propio hechizo?

— Es posible — respondió Severus, bajando la voz casi en un susurro —. Si entiendes la raíz etimológica de las palabras, la intención mágica, la canalización del movimiento, todo encaja como un rompecabezas, solo hay que mirar más allá de lo que nos enseñan... además tu mismo lo dijiste al inicio del año... soy bastante capaz.

 

Bruce lo observaba con una mezcla de fascinación y orgullo. Había visto a Severus destacar en clase, había presenciado su ingenio en las discusiones, pero verlo hablar con tanta pasión, casi con fuego en la mirada, era diferente, tan atractivo a sus ojos, era una de las cosas que más le gustaban de Severus.

 

— Eres muy sexy... e increíble, ¿lo sabías? —dijo al fin, con una sonrisa encantada, Severus lo miró de reojo, como si no supiera si debía tomarlo en serio o como una broma.

— ¿Increíble por qué?

— Porque mientras todos los demás apenas nos esforzamos en no equivocarnos en los movimientos de varita, tú estás aquí, descifrando la esencia misma de la magia. Eso es... —Bruce buscó la palabra, y al encontrarla, la soltó sin miedo — como dije: sexy — Severus parpadeó, sorprendido, y bajó la mirada hacia el libro cerrado entre sus manos. Una leve sombra de color cruzó sus mejillas pálidas, aunque intentó ocultarla con su habitual tono irónico.

— Si crees que las anotaciones en un margen son atractivas, deberías revisar tus estándares — Bruce se inclinó hacia él, lo bastante cerca para que la distancia se deshiciera en un instante.

— No hablo del papel ni de la tinta, hablo de ti. De cómo tu mente nunca se conforma, de cómo siempre buscas más... eso es lo que me atrae, Severus, tu ambición, tu inteligencia... y el hecho de que, aunque lo niegues, disfrutas compartiéndolo conmigo.

 

El silencio que siguió fue denso, pero no incómodo. Severus lo sostuvo con la mirada unos segundos, y en ese cruce había complicidad, un reconocimiento mutuo que no necesitaba palabras. Finalmente, Severus murmuró:

— Supongo que hay algo de satisfacción en que alguien... lo entienda.

— No solo lo entiendo — replicó Bruce, con voz baja y segura —. Lo admiro y si algún día escribes tu propio libro de hechizos, seré el primero en presumir que conocí al autor cuando apenas llenaba los márgenes con garabatos — Severus soltó una risa breve, seca, pero auténtica.

— "Garabatos", ¿eh? Qué romántico.

— Romántico es lo que viene después — respondió Bruce con una sonrisa traviesa, acercándose un poco más.

 

Esta vez Severus no retrocedió. Se permitió el lujo de dejar que la calidez de la cercanía lo envolviera, de sentir que, en medio de un mundo plagado de ignorantes, conformistas y tensiones, tenía un espacio íntimo donde podía ser él mismo, sin máscaras. Bruce se inclinó, apoyando la frente contra la de Severus por un instante.

— Te juro que cada vez que pienso que no puedes sorprenderme más, lo haces — Severus bajó la voz, casi como si temiera romper el momento.

— Y tú cada vez encuentras formas más ridículas de halagarme.

 

Bruce rió suavemente, y esa risa se quedó flotando en el aire como un recordatorio de que, por un instante, lo complicado del mundo exterior no importaba.

 

El reloj de arena en la pared marcaba los minutos que pasaban, pero ninguno de los dos se movió. La práctica de Quidditch podía esperar un poco más; después de todo, había cosas más importantes que un par de vueltas con la escoba.

Bruce terminó extendiéndose sobre la cama de Severus, quedando a su lado, y sin pedir permiso tomó el libro que él había cerrado. Lo abrió por una de las páginas cubiertas de anotaciones y fingió leer con atención exagerada.

— Veamos... "modificación estructural del Expelliarmus para incorporar un componente de aturdimiento". — Lo leyó con torpeza, pero luego sonrió de nuevo —. Ya veo. No solo quieres desarmar al oponente, también dejarlo fuera de combate... muy de tu estilo — Severus se encogió de hombros, divertido.

— Eficiencia. ¿De qué sirve desarmar a alguien si aún puede abalanzarse sobre ti? — Bruce dejó el libro sobre el pecho de Severus, inclinándose un poco más cerca, su voz cargada de complicidad.

— Lo repito: eres brillante. Y cada día me enamoro más de esa mente tuya.

 

Severus no respondió de inmediato, pero en su mirada había una intensidad que decía lo que las palabras no podían. Finalmente, cerró los ojos un instante, como si quisiera grabar aquel momento en su memoria, Bruce aprovecho juntando sus labios en un beso suave, tentativo, Severus aparto el libro de en medio, lo escucho caer al suelo, pero poco le importo en ese momento.

 

Abrazo a Bruce por el cuello y lo pego a su cuerpo, con un movimiento fluido Bruce tomo los muslos de su pareja separándolos lo suficiente para acomodarse entre ellos, haciendo que el beso pase de algo ligero y dulce a uno más apasionado, la acción osada del de ojos dorados le saca un jadeo de sorpresa al más bajo, Mulciber aprovecha eso hundiendo su lengua en la boca de su pareja.

 

Severus correspondió con ferocidad, deshaciéndose en el beso, las manos de Bruce se movieron de los muslos vestidos del heredero Prince hacia su cintura, haciendo que arqueara la espalda para acercarlo más, la sensación fue completamente eléctrica para ambos, que suspiran sobre los labios del otro, nunca habían intentado nada algo más que besos y caricias inocentes, pero en esta ocasión había un ambiente cargado entre ambos.

 

Por primera vez era consiente del calor que desprendía el gran cuerpo de Mulciber encima suyo, un escalofrió le recorrió el cuerpo, haciendo que se aferrara aun más a los anchos hombros de su pareja, haciendo que la tela entre sus dedos se estrujara, arruinando el planchado perfecto de la túnica de Quidditch, ocasionado que Bruce juntara sus caderas aun más, ambos jadean sin poder evitarlo.

 

Bruce siente que su piel comienza a calentarse ante el beso tan demandante, respiraciones más pesadas salían de ambos, el primero en apartarse es Severus en busca de aire, Mulciber no perdió el tiempo, primero dejo un casto beso en el mentón de su pareja, aspira el rico aroma que desprendía siempre Severus, una colonia cara, sujeto con más fuerza el delgado cuerpo debajo de él, relamió sus labios deseoso de más.

 

Mulciber por acto reflejo se balanceo un poco, sacándole un jadeo entrecortado a su pareja, fue automático, comenzó a besar el pálido cuello de Severus con lentitud, de forma prolongada y húmeda, cuando sintió que el heredero de los Prince correspondía el balanceo entre ambos lo hizo darse cuenta de la situación en la que se habían metido, así que con una gran fuerza de voluntad que no supo de donde saco, tomo a Severus por los costados haciendo que se quedara completamente quieto.

 

— Bruce — dice bajito con la respiración agitada.

— Tengo que irme — la voz de Mulciber esta una octava más grave de lo normal, por lo que lo hace aclararse la garganta.

— ¿Qué?... ¿por qué? — solo hay confusión en Severus... "¿se había excedido?, ¿hizo sentir incomodo a su novio?", esas eran las preguntas silenciosas que se hacia el de ojos ónix.

— Tengo entrenamiento de Quidditch — se levanta dejando a Severus aun más desconcertado, nota como su pareja se acomoda la túnica y pantalones, dejando claro que estaba excitado.

— Espera... ¿Qué pasa? — rápidamente se pone de pie impidiendo que Bruce huya de la situación, hace no más de dos minutos estaban besándose con desesperación y ahora Mulciber quería irse.

— Es que... aun no — suelta sin más, Severus resopla con molestia.

— ¿Por que no?, ¿enserio es más importante tu estúpido juego? — escupe con veneno, eso hace que Mulciber al fin lo vea a los ojos.

— No, claro que no es eso... solo quiero hacer las cosas bien Sev — el mencionado rueda los ojos con fastidio, simplemente era algo inaudito para él que su novio se pusiera de moralista ahora.

— A mi no me interesan esas cosas de virgen hasta el matrimonio, lo sabes Bruce — ese comentario hace que las mejillas de Mulciber se pongan coloradas.

— No me refería a eso... es decir... no a tal extremo... solo... primero comprometernos, eso es todo, te prometo que ya estoy trabajando en eso, no tardare mucho más, solo dame unos días ¿de acuerdo? — Severus solo alza una ceja con escepticismo.

— Bien... si vas a ir a tu juego estúpido al menos acomódate bien ahí — señala su entrepierna — no querrás traumar a nuestro Reggie o a Avery — con eso lo deja pasar, se agacha tomando el libro que tiro al suelo en su momento de cercanía.

— S-Sí... n-nos vemos más tarde Phrionssa — tartamudea Bruce un poco, realmente avergonzado, toma su escoba que estaba a un lado de la puerta antes de huir de la habitación como si su vida dependiera de ello.

 

Cuando la puerta se cerró tras él, Severus volvió a abrir su libro, pero esta vez no escribió de inmediato. Se quedó un momento con la mirada fija en la página, dejando que el eco de esas palabras se mezclara con el murmullo lejano de las mazmorras... primero comprometerse, Bruce si que era un chico chapado a la antigua... aunque técnicamente casi todos los sangre pura lo eran, las normas sociales eran bastante marcadas.

 

Si algo tenia de consuelo Severus es que al menos no tendría que esperar hasta la boda para poder acostarse con su novio, solo esperaba que sus amigos y compañeros de Quidditch no notaran que Bruce estaba muy... emocionado, sino las burlas no tardarían en llegar y Severus no tenia la paciencia ahora mismo para aguantarlas.

 

Notes:

Holi 🌷, ¿Cómo se encuentran?, como pueden ver al Sev lo dejaron con las ganotas jajaja, aunque bueno técnicamente ambos se quedaron con las ganas, tampoco es como si hubieran hecho mucho, pero como ambos son más vírgenes que el aceite de oliva pues reaccionan rápido a los estímulos.

Pero al menos Bruce es un romántico total, quiere primero estar comprometido, que sus padres aprueben lo suyo y ya después se va a dar rienda suelta, ahí si Sev tendrá que esconderse porque lo van a dejar paralitico jajaja.

La verdad que bueno que Bruce penso con la cabeza de arriba y no con la de abajo, porque Sev aun no comienza a tomar pociones anticonceptivas, estas claramente son más efectivas que los hechizos, claramente notara que lo suyo se esta poniendo más físico así que comenzara a elaborarlas para si mismo, no quiere tener un embarazo adolescente, eso es indigno para un sangre pura jajaja.

También quiero dejar claro que si Sev no se toma nada y usan hechizo en su lugar esta bien ya que el hechizo tiene un 99% de efectividad, pero las pociones tienen un 100%, lit si tomas las pociones ni de chiste sales preñad@, pero no son agradables para el paladar, claramente, por eso la mayoría de personas usan hechizos, pero Sev no es la mayoría de personas, lo bueno es que solo debe tomar dos cucharaditas de poción al día, al menos si quiere que la eficacia de las mismas funcione como debería.

En fin si quieren saber más sobre esto pueden decirme y lo explico sin problema :3, espero les haya gustado, nos estaremos leyendo, chau 🌻

— Alessa Kndy

Chapter 20: ✦ Capítulo 19 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

El cielo sobre el campo de Quidditch estaba teñido de un gris acerado que prometía lluvia para la noche, pero por ahora se mantenía seco. La brisa era fresca, cortante, y agitaba las túnicas verdes y plateadas de los jugadores de Slytherin mientras surcaban el aire en círculos amplios.

 

Bruce Mulciber se acomodó en su escoba, con el bate en la mano, y ascendió con un movimiento firme. La bludger siseó cerca de su oído y, en un reflejo rápido, levantó el brazo y la desvió con un golpe tan seco que el eco retumbó en el aire, integrándose a la practica con maestría, sin necesitar calentar primero, debía sacar toda su energía aquí. El capitán, desde el suelo, levantó el pulgar en señal de aprobación, eso le garantiza que no recibirá una reprimenda por haber llegado tarde.

 

Bruce respondió con una sonrisa, pero en el fondo, su mente estaba en otra parte.

Cada giro, cada picada, cada golpe que conectaba con la bludger lo hacía de manera casi automática. El entrenamiento era intenso, pero llevaba tanto tiempo jugando que los movimientos eran por instinto. Y con su cuerpo ocupado en la mecánica del juego, su cabeza estaba libre para vagar hacia un tema que lo mantenía en vilo desde que salió corriendo de la la sala común de Slytherin: Severus.

 

La imagen era nítida: Severus sentado en su cama, encorvado sobre un libro de hechizos, con el ceño fruncido en concentración y la pluma garabateando notas en los márgenes. Bruce lo había encontrado así más de una vez, perdido en sus pensamientos, como si el resto del mundo no existiera. Esa pasión, ese fuego silencioso que lo llevaba a intentar reinventar la magia misma, era lo que lo mantenía fascinado, era... adictivo verlo de esa manera, esa misma mirada llena de fuego había sido dedicada a su persona hace un rato cuando las cosas entre ambos escalaron demasiado rápido.

 

"Años enamorado de él", pensó Bruce, mientras realizaba un barrido lateral para interceptar otra bludger que se dirigía al guardián. El golpe fue certero y la pelota salió disparada en dirección contraria, rozando a uno de los cazadores que protestó con un grito. Bruce apenas lo escuchó, poco interesado en lo que estaba sucediendo.

 

Años desde que todo había comenzado con Severus. Años de confidencias robadas en pasillos, discusiones interminables sobre trivialidades, momentos intensos en la sala común, risas auténticas que pocas personas tenían el privilegio de escuchar, y esa complicidad que cada vez parecía crecer más fuerte.

 

Y ahora que Severus estaba libre de contrato, que iniciaron algo de verdad sin darle vueltas ni fingir que no se amaban, tal vez era muy pronto, pero Mulciber le pediría matrimonio, sabía que no podía dejarlo pasar como un día más, algo poco significativo, tal vez estuvieran avanzando demasiado rápido, tenían solo un poco más de dos meses de novios oficiales, pero ellos llevaban prendados del otro desde que se conocieron, besos desde hace más de dos años, así que Bruce estaba bien con como sucedieron los acontecimientos.

 

Bruce esquivó en picada una bludger rebelde, sintiendo el rugido del viento contra su rostro. Se inclinó hacia adelante, casi abrazando la escoba, y luego ascendió de golpe, soltando una carcajada de pura adrenalina. Sin embargo, en cuanto recuperó el aire, la misma pregunta volvió a invadirlo: ¿Cómo se lo propondría a Severus?

 

No era alguien que disfrutara de las grandes demostraciones públicas ni de los regalos enormes llamativos. Si intentaba sorprenderlo con un detalle ostentoso, probablemente terminaría recibiendo una mirada de reproche. Severus no necesitaba lujo, ni falsedad. Lo suyo era lo íntimo, lo sincero. Lo que se compartía en silencio y quedaba grabado sin necesidad de palabras.

 

Bruce golpeó otra bludger con fuerza, enviándola directo hacia un cazador de prueba que esquivó a duras penas. El capitán gritó algo desde abajo, pero Bruce apenas prestó atención.

"Un lugar privado", pensó. "Sin interrupciones. Donde podamos ser nosotros, sin tener que mirar sobre el hombro todo el tiempo, sin que el diario escolar publique algo sobre nosotros".

 

El lago negro cruzó por su mente: sus aguas tranquilas, los reflejos del atardecer, el ambiente sereno, además de que era de los sitios favoritos de Severus. Tentador, sí, pero demasiado expuesto. Cualquiera podía pasear por allí y arruinarlo todo.

 

Descartó la sala común al instante; demasiado concurrida, imposible de asegurar un momento de verdadera intimidad. La torre de Astronomía fue su siguiente idea, pero la imagen se disipó en cuanto recordó el altercado entre Severus y Sirius allí. No quería que el recuerdo de esa tensión empañara su propuesta de matrimonio.

 

Fue entonces cuando lo pensó: los invernaderos.

Prácticamente vacíos después de las clases, silenciosos, envueltos en el aroma fresco de plantas y tierra húmeda. Si se las arreglaba para preparar un hechizo de iluminación tenue, quizá unas velas encantadas flotando en el aire, el lugar podría transformarse en un refugio secreto, un oasis en medio del bullicio de Hogwarts.

 

La idea lo hizo sonreír. Sí, ese sería el sitio perfecto. Podría usar como excusa el interés de Severus por las plantas de pociones, llevarlo allí con un pretexto convincente, y luego sorprenderlo con todo preparado, podria ser maravilloso si lo orquestaba de manera perfecta, tal vez podría pedir la ayuda de Lucius y Narcissa apra esto.

 

Bruce se permitió imaginar la expresión de Severus: no un gesto evidente, claro. Severus no era de sonrisas fáciles ni exclamaciones exageradas. Pero sí tenía esa mirada, ese brillo casi imperceptible en los ojos cuando algo lo conmovía de verdad. Bruce lo había visto en muchas ocasiones, y cada vez que lo recordaba sentía que no había triunfo en Quidditch ni reconocimiento en la sala común que pudiera compararse con eso.

 

Un rugido del capitán lo devolvió a la realidad.
— ¡Concéntrate, Mulciber! ¡Si piensas tanto, te vas a llevar una bludger en la cara!

 

Bruce respondió golpeando con rabia la siguiente bola que pasó cerca, haciéndola rebotar contra los aros vacíos y desviar en una curva imposible. Algunos de sus compañeros vitorearon, y el capitán asintió satisfecho, pero Bruce ya volvía a perderse en sus pensamientos, sobre algunas formas de hacer que nadie se acercara al invernadero cuando vaya a hacer la propuesta.

 

El entrenamiento se extendió durante casi dos horas. Los músculos de sus brazos ardían de esfuerzo, y el sudor le empapaba la túnica, pegándola a su pecho y espalda. Pero en cuanto el capitán finalmente dio la orden de terminar, Bruce descendió con una energía que no tenía nada que ver con el deporte.

 

En cuanto sus pies tocaron el suelo, se quitó los guantes, los colgó del cinturón y caminó hacia el vestuario, importándole poco estar ignorando a sus amigos, escucho a lo lejos la voz de Regulus y la de Avery, pero aún así no se detuvo. La mayoría de sus compañeros discutía jugadas y estrategias, pero él apenas escuchaba. Su mente estaba ocupada en planear hasta el último detalle de aquella sorpresa.

 

"Un hechizo lumínico... quizá algo con tonos verdes y plateados, para que sea nuestro. Y algún detalle dulce, porque aunque no lo admita, Severus disfruta de los pequeños gestos. Podría conseguir esos chocolates amargo importados, seguramente mi madre podría encargarse de ello con mayor brevedad, yendo ella misma si es necesario. sí, seguro que eso le agradaría".

 

La sola idea lo hacía sonreír mientras se secaba el sudor con una toalla áspera. No podía esperar a verlo, a crear un espacio donde el mundo dejara de existir, aunque fuera por un par de horas, donde Severus se sintiera completamente adorado y amado.

 

Mientras recogía su escoba y se despedía del equipo, Bruce pensó en algo que pocas veces admitía incluso para sí mismo: que todo el ruido, la competencia, el rugido de los partidos de Quidditch, palidecía frente al silencio de estar a solas con Severus.

Y que, para su propuesta, lo único que quería regalarle era eso: un instante eterno en el que nada más importara... ya lo demás era un beneficio extra, acostarse juntos aun no era algo que le urgiera... bueno tal vez solo un poco después de lo sucedido hoy, pero no dejaría que su mente se nublara con ello, Severus merecía lo mejor de si y lo obtendría, la propuesta seria épica, de eso se encargaría.

 

Notes:

Holi 🌹, ¿Cómo están? (ya ni los voy a saludar, yo los saludo con flores y ni me contestan pinches groseros XD)

Bruce ya esta planeando algo, ¿les agrada su idea o creen que es muy x?, también tomen en cuenta que están en Hogwarts y tampoco es como que haya mucho que hacer dentro del colegio, es verdad que el lugar es bonito, pero como bien dijo Bruce, nada que fuera privado, y claramente hogsmeade tampoco era opción, ahí siempre esta lleno de gente, mucho más publico, así que ni de chiste.

Ya quiero ver la reacción del Sirius cuando se entere que Sev se comprometerá, lastima por el perro sarnoso que cree que aun tiene un chance, si él no fuera un inmaduro de mierda y hubiera tratado bien al niño desde un inicio se habrían casado ambos... por contrato, pero se habrían casado jajaja.

Por cierto, estoy pensando en hacer algo especial para Halloween/Día de muertos, un One Shot o Three shot, pero aun no sé de que pareja, así que este es su momento, pueden dejar aquí sus sugerencias, después haré votación para ver cual gana, pero de una vez dejo claro los ships que están vetados, porque básicamente no me gustan, son los siguientes:

Jegulus, Wolfstar, Dramione, Tom Riddle x James Potter (ni si quiera sé como se llama este XD), Snarry, Hanny, Ronmione, Charry, Dramione, Jily... no se me ocurre nada más en este momento jajaja.

Mi objetivo es escribir de ships que casi no hay contenido, como este, o el de Draco x Theo Nott, uff ese ship me encanta o Charlie Weasley x Draco, también... en fin, cualquier cosa es valida que no sean los que ya mencione, sino quieren participar esta bien, ntp, solo queria que su voto de ustedes también contase, pero sino yo hago algo que igualmente sé que puede gustar, al menos en mi opinión jaja.

Como sea, eso fue todo, espero les haya gustado mucho, nos estamos leyendo, chao 🌷

— Alessa Kndy

Chapter 21: ✦ Capítulo 20 ✦

Chapter Text

 

 

El aire húmedo de las mazmorras estaba impregnado de nerviosismo aquella tarde. Bruce Mulciber había pasado gran parte del día ocultando su ansiedad detrás de una fachada confiada, pero la verdad era que cada minuto lo acercaba a la cita más importante que había planeado hasta entonces. No era solo su propuesta para Severus: era la oportunidad de demostrar, sin palabras vacías, lo mucho que lo valoraba.

 

Además tampoco ayudaba que en estos días no podía dejar de cuestionarse si estaba haciendo suficiente para su pareja, simplemente quería que todo fuera perfecto, cada que hablaba con Severus, lo besaba, abrazaba... era un incentivo más, no dejaba de pensar en como sus vidas cambiarían ligeramente, porque estar comprometido para un sangre pura era algo importante, ya había hablado con sus progenitores diciéndoles que le daría el anillo de su familia a Severus Prince, claramente estaban encantados, aceptando su decisión y apoyándola, eso significaba que los Prince también ya estaban enterados y que seguramente entre ambas familias ya estuvieran las charlas sobre el contrato de matrimonio.

 

Eso no era malo, Severus y Bruce estaban consientes de que eso sucedería, pero de solo pensarlo era más presión para el heredero de los Mulciber, tal vez tenia la certeza de que Severus aceptaría, pero no quitaba que quería dar la mejor impresión posible, bien dicen que no solo te casas con la persona, sino con su familia y él a pesar de ser amigo del heredero Prince desde primer año... bueno nunca había tenido mucho contacto con su ahora suegro, por lo tanto tenia cierta presión en ese aspecto, tal vez lo correcto era esperar y poder charlar con él, pedir su mano y todo eso, pero ya no quería esperar... ni él ni Severus, así que la ansiedad en el de ojos dorados era normal.

 

Por suerte, no estaba solo en la tarea.

Lucius Malfoy observaba cómo Bruce acomodaba una caja en uno de los bancos de piedra de los invernaderos mientras Narcissa, con la varita en alto, hacía que las hojas más altas de las plantas treparan hacia el techo formando un arco elegante, florecitas blancas adornando las enredaderas, pequeños toques amarillos y rosados en algunas partes.

 

— Debes agradecerme por esto, Mulciber — dijo Lucius con una sonrisa irónica —. Pocos tienen el privilegio de que Narcissa Black acepte decorarles un invernadero para sus citas.

— Lo hago por Severus, no por ti — replicó ella, ajustando con un giro de varita la luz tenue de varias velas flotantes que se acomodaban en el aire, derramando un brillo dorado sobre el verde.

 

Bruce, de pie en el centro, se pasó la mano por el cabello y exhaló profundamente. El lugar había cambiado por completo: ya no era el invernadero húmedo y sombrío de siempre, sino un espacio cálido y encantador. Las plantas parecían ordenarse solas, entrelazando ramas y flores en una especie de refugio secreto. El aire olía a tierra fresca y a jazmín.

 

— ¿Qué opinas? — preguntó Bruce, girándose hacia Lucius.

Lucius evaluó el lugar con su habitual mirada calculadora.
— Aceptable, casi romántico, diría yo. Aunque no sé si Severus es el tipo de persona que se derrite por velas y flores... creo que pudiste haber organizado esto en ese salon donde se encierra a hacer pociones y le haría más ilusión —. solo hay esa seriedad aristocrática que siempre tiene la voz de Malfoy. Narcissa intervino, con un leve suspiro.

— No se trata de lo que parece romántico para ti, Lucius. Se trata de lo que significa para ellos y créeme, esto es perfecto... no le hagas caso, solo no esta muy de acuerdo que nuestro pequeño Sev este dando este paso, mi prometido creyó que Severus estaría sin casarse y vivir con nosotros, ser su mano derecha y todo eso — dice divertida mientras guarda su varita con elegancia.

— Eso no es cierto —. rápidamente replica el rubio platino, claramente ofendido.

— Oh mi amor, Sev seguirá siendo nuestro niño, supéralo — dice Narcissa con dulzura en su voz, mientras se acerca a su pareja, tomándolo del brazo con un gran amor reflejando sus ojos.

— Seré el padrino, no acepto un no por respuesta — como es de esperarse Lucius impone aquello.

 

Bruce solo pudo asentir, agradecido que tenia a Malfoy de su lado... aunque de forma casi obligada por su prometida, Narcissa Black pronto Malfoy. Sus nervios disminuyeron un poco al escuchar esas palabras, aunque sabía que el momento de la verdad aún estaba por llegar.

 

Cuando los Malfoy se marcharon deseándole suerte y dejándolo a solas, Bruce sacó con cuidado los tres regalos que había preparado: una pequeña caja de madera oscura con el anillo de la familia Mulciber, otro envoltorio plateado con chocolates importados de Bélgica —un lujo que apenas algunos podían conseguir—, y un estuche alargado de terciopelo que contenía un par de brazaletes finos. Este último era especial: los había encantado con un hechizo delicado, para que cada vez que alguno pensara intensamente en el otro, una chispa cálida recorriera la piel de ambos... ¿demasiado cursi? tal vez, pero quería que Severus se supiera amado.

 

— Ahora solo falta que no arruine la sorpresa con algún comentario sarcástico — murmuró Bruce para sí, acomodando los regalos.

 

 

Convencer a Severus de salir aquella tarde no fue difícil. Bruce le habló de una planta inusual que Narcissa había mencionado y que él quería mostrarle en el invernadero, sabiendo que la curiosidad de su novio sería suficiente excusa, pero el más bajo no tenia muchas ganas de explorar este día, ya que estaba algo nublado y prefería evitar salir al exterior, así que le costo un poco, pero al final con quejas interminables logro sacarlo.

 

Cuando llegaron, Severus entró primero, con las manos en los bolsillos y el gesto serio de siempre. El invernadero estaba iluminado suavemente, con destellos dorados que se reflejaban en el cristal y hacían brillar las hojas húmedas. Severus se detuvo en seco.

Sus ojos recorrieron el lugar con cautela, como si buscara descubrir un truco o una trampa. El silencio entre ellos fue denso durante un instante, roto únicamente por el zumbido de algún insecto nocturno escondido entre las plantas.

 

— ¿Qué es esto? — preguntó finalmente, con voz baja, aunque había un matiz distinto en su tono: desconcierto — Bruce sonrió, dando un paso al frente.

— Bueno... ¿tu que imaginas?

 

La expresión de Severus cambió apenas, un ligero parpadeo, un gesto imperceptible en las comisuras de su boca. No era sorpresa evidente ni emoción desbordante, pero Bruce conocía lo suficiente de él para entenderlo: estaba conmovido, además de que sus ojos tenían un gran brillo mientras ahora recorría todo con más lentitud.

 

— No puedo creer que... — empezó Severus, pero se interrumpió a sí mismo, sacudiendo la cabeza como si las palabras le resultaran difíciles, como si tratara de hablar un idioma diferente y desconocido.

— Créelo — dijo Bruce con suavidad, acercándose —. Este momento es solo para nosotros, me asegure de que nadie se acercara.

 

Severus lo miró unos segundos más, como si tratara de convencerse de que aquello era real. Luego, casi con timidez, se permitió soltar una breve risa, pequeña pero sincera, una que lleno el pecho de Bruce en calidez desbordante, sintiendo la tensión abandonar sus hombros, a Severus le gustaba el lugar que eligió y eso era suficiente para él.

 

Avanzaron juntos hacia el centro del invernadero. Severus pasó los dedos por las hojas húmedas de una planta cercana, observando cómo las velas flotantes creaban reflejos brillantes en sus gotas, el ambiente era demasiado romántico o al menos más de lo que estaba acostumbrado, parecía una escena sacada de alguno de esos libros que leía Narcissa.

 

— Nunca imaginé que harías algo así — murmuró, con voz que apenas superaba el murmullo.

— Lo hice porque solo mereces lo mejor — replicó Bruce, con seriedad absoluta.

Cuando Severus giró para responder, Bruce ya tenía las tres cajas listas, una encima de la otra, sostenidas en sus manos.

— ¿Qué es esto ahora? — preguntó Severus, arqueando una ceja.

— Regalos — dijo Bruce, sin más.

— Sabes que no me gustan las demostraciones exageradas...

— Y sin embargo — lo interrumpió Bruce, con una media sonrisa —, aquí estás.

 

Severus entrecerró los ojos, pero no pudo ocultar la curiosidad. Bruce abrió primero la caja pequeña de madera oscura, mientras que de forma lenta, casi teatral se hincaba sobre una rodilla ante su pareja y dejó ver el anillo de la familia Mulciber, de plata con un grabado en forma de runa en su interior, el exterior con detalles preciosos que dejarían a cualquier persona sin aliento, incluido Severus, la pierda de un rojo quemado, oscuro.

 

— Pensaba decirte un gran discurso sobre como me haces sentir... incluso desde que te conocí, lo hermoso que eres. Pero sé que las palabras no son suficientes para describirlo y que a ti tampoco te gusta mucho aquello ya que te abrumas con facilidad y en el fondo eres tímido... así que como sabes en estos casos siempre se usa el anillo familiar — explicó Bruce —. No lo doy a la ligera Severus, sé lo que significa y no podría estar más feliz que me aceptaras. Por que esto no solo representa la unión entre nuestras familias, sino el gran amor que siempre he albergado para ti... solo para ti, por siempre... ¿Qué dices?, ¿Quieres ser mi esposo?

— Sí... claro que sí, idiota — con manos temblorosas toma de las mejillas a su pareja y le da un beso suave en los labios, ambos sonríen sobre la boca del otro, con demasiada delicadeza Bruce desliza el anillo sobre el dedo anular de la mano izquierda de su pareja.

 

Severus lo miró en silencio unos segundos, sin atreverse a tocarlo todavía, como si el peso simbólico fuera demasiado, pero al final lo que llevaba esperando sin si quiera saberlo, la felicidad en el heredero Prince era tanta que dejo que se reflejara en todo su rostro, en su postura, Bruce se pone de pie.

 

El segundo regalo fueron los chocolates importados. Bruce los ofreció con una sonrisa traviesa.
— No tienes que fingir, sé que disfrutas de algo dulce de vez en cuando.

 

El tercer estuche, al abrirse, reveló el brazalete fino de plata. Bruce lo tomó entre sus manos y se lo colocó directamente en la muñeca a Severus, sin si quiera preguntar, sin más ceremonias ni drama, ahora mucho más seguro que hace unos segundos.

 

— Este es diferente — dijo, su voz más baja que nunca —. Lo he encantado. Cada vez que piense en ti, lo sentirás. Una chispa, un calor breve. Y lo mismo ocurrirá con el mío cuando pienses en mi.

 

Severus bajó la mirada hacia el brazalete, observando cómo brillaba bajo la luz de las velas. Entonces, de pronto, sintió un cosquilleo cálido recorrer su piel, como si la magia respondiera en ese mismo instante. Levantó la vista, y vio a Bruce mirándolo fijamente, con esa intensidad franca que nunca escondía.

El gesto de Severus fue mínimo: una leve inclinación de cabeza, el brillo en sus ojos oscuros. Pero Bruce lo reconoció como lo que era: felicidad, amor, emoción, Severus no perdió el tiempo, tomo el otro brazalete y se lo puso a su pareja, Bruce no tardo en sentir el chispazo, el calor reconfortante y sonrió en grande, definitivamente esa había sido una grandiosa idea.

 

Fue automático, somo si ese calor electrizante que desprendían los brazaletes que brillaban tenuemente los hiciera moverse, unen sus labios en otro beso, el mundo entero pareció detenerse. No era un beso cualquiera, sino el primero después de haberse prometido compartir su vida juntos, y por eso llevaba consigo el peso de un millón de emociones que estallaban como fuegos artificiales en medio de la noche. La dulzura inicial se mezcló con una intensidad inesperada, como si ambos quisieran sellar con ese gesto la decisión más importante de sus vidas.

 

Severus sintió cómo su corazón se aceleraba, latiendo con una fuerza casi imposible de contener, mientras Bruce lo sostenía con firmeza, temiendo que aquella felicidad desbordante lo hiciera volar. En ese beso había ternura, pasión, gratitud, esperanza, y una certeza luminosa que los envolvía en un abrazo asfixiante de la manera más positiva. Era la confirmación de que todo lo vivido los había conducido hasta allí, a esa unión que no necesitaba más palabras, porque ellos se amaban intensamente.

 

Las manos entrelazadas, el calor de sus cuerpos tan cerca, la suavidad del roce… todo parecía un sueño tejido con hilos de amor. Cada segundo prolongado era un juramento silencioso: “te elijo hoy y siempre”. La tormenta de sentimientos positivos los atravesaba, mezclando alegría, ilusión y una calma profunda que solo existe cuando dos almas saben que se pertenecen, siempre había sido así, desde que sus ojos se conectaron en el tren que los traería a Howgarts, esa compatibilidad que nadie podía negar, no solo amorosamente sino en todos los ámbitos que pudieron imaginar y ahora estaban aquí, aceptando al otro, como siempre lo habían hecho.

 

Al separarse apenas unos centímetros, sus miradas brillaban con lágrimas contenidas y sonrisas sinceras. Ese beso, más que un gesto, había sido la llave que abría el comienzo de su nueva vida juntos. Un instante eterno que jamás olvidarían, mantienen sus manos unidas, Bruce le da un beso más a Severus, esta vez en la frente.

Se sentaron juntos en el banco de piedra, en medio de aquel refugio de hojas y luces. Severus probó uno de los chocolates, y aunque no dijo nada, la forma en que cerró los ojos brevemente fue respuesta suficiente.

 

— Esto es ridículo... me siento ridículo, esto no es lo nuestro — murmuró al fin, con voz baja.

— Lo es — respondió Bruce, riendo suavemente —. Y aún así, aquí estamos... creo que te gusta más de lo que admites, te prepararé más citas románticas, lo que sea para ver esa bonita sonrisa y ojos brillantes.

— ¿Qué te pico? ¿Narcissa te presto uno de sus libros? — solo hay ironía en la voz del más bajo.

— No, quería darte lo mejor... si pudiera te bajaría la luna y las estrellas — Bruce bromea un poco conociendo que Severus cree que esas frases son demasiado estúpidas, la reacción es inmediata, el de ojos onix resopla.

— Frases baratas de la revista: Corazón de bruja, puedes hacerlo mejor a ghrá  (cariño).

— Sé que puedo, mo leannán (querido), pero prefiero usar mi boca en otra cosa — toma del mentón al de cabellos negros y une sus labios en un cálido y dulce beso.

 

La conversación se deshizo en silencios cómodos, en miradas sostenidas, en el roce de las manos. La chispa de los brazaletes se encendió de forma constante más de una vez, confirmando que ambos pensaban lo mismo en esos instantes, haciéndolos reír bajito entre ellos de forma cómplice.

Y bajo las velas flotantes, en ese invernadero transformado en santuario, Severus y Bruce compartieron un momento que no necesitó de grandes palabras para volverse inolvidable.

 

 

 

 

Bueno, ¿Qué les pareció?, primero que nada no quise hacer una propuesta super empalagosa porque a mi parecer no pega con los personajes, así que sorry si decepcione un poco, simplemente respete sus personalidades.

Les dejo aquí como es el anillo de la familia Mulciber y el de los Prince, claramente a partir de aquí ambos usaran el anillo del otro dejando claro que están comprometidos, como pueden imaginar los anillos están hechizados para ajustarse a su nuevo portador, además de que Bruce les pondrá uno vinculante, más que nada para que sepan donde esta el otro, si esta en peligro o no, esto como seguridad, si se preguntan en que momento Sev le da el anillo a Bruce, sencillo, una vez volvieron a la sala común de Slytherin, lo llevo a su habitación y le puso el anillo así sin más, nada de ceremonias o una cita como preparo Bruce, no lo creyó necesario y Mulciber se puso muy feliz con eso, él no necesitaba de mucho, sabiendo lo mucho que significaba que Severus le diera el anillo de los Prince sin dudar.

FAMILIA MULCIBER: ellos tienen a los dragones en su emblema familiar, por eso está en el anillo.

FAMILIA PRINCE: Ellos usan las serpientes y cuervos en su emblema familiar, por consiguiente su anillo representa eso

FAMILIA PRINCE: Ellos usan las serpientes y cuervos en su emblema familiar, por consiguiente su anillo representa eso.

FAMILIA PRINCE: Ellos usan las serpientes y cuervos en su emblema familiar, por consiguiente su anillo representa eso

 

Como podrán imaginar cada familia Sangre Pura tiene un anillo de estos, donde cada uno tiene un animal diferente para identificar de que familia es dicho anillo, pero no me pondré aqui a decir la lista de familias sangre pura y que animales tienen en sus escudos familiares XD.

Ahora sí, espero les haya gustado mucho, nos andamos leyendo, chau 🌹

— Alessa Kndy

Chapter 22: ✦ Capítulo 21 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La sala común de Slytherin bullía de voces la mañana siguiente. Lucius Malfoy, impecable como siempre, cruzó la entrada de las mazmorras con Narcissa a su lado. Ambos caminaban con la calma de quien carga un secreto delicioso que sabe será la comidilla de todo el colegio en cuestión de horas.

Los estudiantes se giraron hacia ellos de inmediato: Lucius solía tener el don de atraer la atención, pero esta vez había una chispa adicional en su mirada.

 

— No puedo creer que aún no hayas dicho nada — murmuró Narcissa, aunque con una sonrisa divertida —. Casi explotas por dentro cuando lo vimos. Lucius alzó una ceja.

— Hay noticias que merecen estilo en su revelación. Y créeme, esto es demasiado bueno para desperdiciarlo... además de que yo no seré quien esparza el rumor.

 

Severus estaba sentado en un sillón cercano al fuego, con Bruce a su lado. Ambos conversaban en voz baja, y aunque intentaban parecer completamente normales, indiferentes, cualquiera que los conociera podía notar que había algo distinto en su manera de mirarse.

Lucius se detuvo justo en el centro de la sala. Alzó la voz lo suficiente para ser oído por sus amigos que estaban cerca.

— Supongo que ya todos saben que nuestro querido prefecto ha sido formalmente reclamado — Severus frunció el ceño de inmediato.

— Lucius... — Pero Narcissa, elegante, completó la frase con un brillo pícaro en los ojos.

— Bruce Mulciber le ha entregado el anillo de su familia... ¿Por qué no se lo cuentan ustedes mismos?

Un murmullo de asombro recorrió la sala como un relámpago. Varias cabezas se giraron hacia Severus, cuyos labios se apretaron en una línea fina, mientras Bruce se echaba hacia atrás con el gesto satisfecho de alguien que no se arrepentía en lo absoluto, como si hubiera ganado la batalla más difícil de todo el colegio, aunque bueno prácticamente lo era, porque ganarse el corazón del heredero Prince era algo inaudito para muchos.

 

Evan Rosier fue el primero en estallar en carcajadas.
— ¡Merlín! ¿Un Mulciber entregando su anillo? Eso es más serio que cualquier juramento mágico — Regulus, en cambio, observó a Severus con un destello de orgullo en los ojos, aunque mantuvo su tono medido.

— Supongo que eso deja claro que ya no hay oportunidad de reanudar el contrato con mi familia... vaya decepción — bromea entuciasta por sus dos amigos.

— No seas ridículo, Reggie — resopla Prince, pero le sonríe dejando claro que entendía su broma.

Ominis Wilkes, siempre tranquilo, comentó con voz neutra:
— Será difícil que alguien no lo note.

— ¿Entonces están prácticamente comprometidos? — pregunta Barty con emoción en los ojos, una chispa que no sabrían descifrar bien. Bruce respondió antes que Severus pudiera abrir la boca.

— Lo que significa es que no hay vuelta atrás y tampoco es como si quisiera que la hubiera.

 

Severus le lanzó una mirada fulminante, pero el daño ya estaba hecho: la sala común estalló en comentarios, especulaciones y risas, como si de repente todos hubieran olvidado que el objeto de conversación estaba sentado a apenas unos metros, estaba claro que las serpientes no dirían nada, no son de esparcir rumores sobre miembros de su propia casa... bueno todos menos uno. 

 

— Oh, esto es oro puro — dijo, con un brillo malicioso en los ojos, su sonrisa traviesa lo delató de inmediato. —. No puedo dejar que se desperdicie solo aquí abajo.

— Barty — advirtió Severus, en un tono que rozaba la amenaza, sabia que su primo era un maldito bocazas.

 

Pero como era de esperarse el chico ya había desaparecido corriendo por el pasillo, murmurando algo sobre "hacer historia en el Gran Comedor".

En cuestión de horas, Hogwarts entero lo sabía. Desde los de primero que cuchicheaban emocionados hasta los de séptimo que fingían desinterés, todos hablaban de lo mismo: Severus Prince, el reservado prefecto de Slytherin, había recibido el anillo Mulciber, comprometidos para casarse, algo realmente sorprendidos ya que no se sabia si lo suyo iba demasiado enserio, los que lo dudaban ahora tendrían la certeza de que habían sido suposiciones equivocadas.

 

Los rumores crecieron con cada boca que los transmitía: unos decían que era un compromiso oficial; otros aseguraban que la familia Mulciber ya había dado su aprobación; incluso hubo quien juró haber visto a Bruce arrodillarse, lo cual era una completa invención ya que nadie fue testigo de la propuesta, ni si quiera los Malfoy que ayudaron al de ojos dorados, algunos estaban decepcionados, pues tenían la esperanza de que el mejor bateador de Slytherin estuviera disponible después de estar un rato con Severus, su club de fans estaban claramente dolidos, pero no había nada que hacer al respecto, aunque les costara admitirlo... jamás tuvieron una oportunidad con el atractivo heredero de los Mulciber.

 

Fue durante la cena, en el Gran Comedor, cuando los Merodeadores escucharon el rumor completo.

Peter, siempre el más impresionable, soltó un silbido largo.
— ¿El anillo Mulciber? Eso es... enorme, ¿significa que ya se casan o que esperaran hasta terminar el colegio? — su pregunta estaba dirigida a los dos sangre pura de su cuarteto, Potter y Black.

Remus sin en cambio frunció el ceño.
— Más que enorme, es serio. No pensé que Severus fuera del tipo que aceptara un gesto así, ¿será un matrimonio por contrato?

James Potter, en cambio, parecía divertido.
— Oh, vamos. Imagínense a Snivellus luciendo como si estuviera comprometido. Si ya era insufrible antes, ahora no habrá quien lo aguante. ¿Quién en su sano juicio aceptaría casarse con él?, ¿o no Padfood?

 

Pero Sirius no se unió a la broma. Se quedó en silencio, mirando fijamente hacia la mesa de Slytherin, donde Bruce y Severus estaban sentados uno junto al otro. El brillo del fuego se reflejaba en la mano de Severus, donde el anillo brillaba orgullosamente en su pálida piel.

Un nudo se formó en su estómago. No era la primera vez que veía a Severus con Bruce, ni tampoco la primera en que sus gestos revelaban una intimidad que iba más allá de la amistad. Pero esto... esto era distinto. Esto era público, formal.

 

— Sirius — dijo Remus, notando su expresión —. ¿Todo bien?

— Perfectamente — mintió él, apretando la mandíbula.

James, ajeno a la tensión, añadió con sarcasmo:
— Bueno, al menos ahora sabemos que Snivellus no nos molestará más, ahora es seguro que no querrá obligarte a casarte con él, Sirius. Aunque claro, pobre Mulciber. Debe ser como besar una pared de piedra.

 

Remus lo reprendió con un leve "James...", pero Sirius apenas lo escuchó. Había bajado la mirada, sus dedos tamborileando con fuerza contra la mesa.

La verdad que nunca había dicho en voz alta le pesaba más que nunca: aquel flechazo que había sentido por Severus, enterrado bajo capas de burlas, rivalidad y resentimiento, ardía de nuevo, ahora teñido de celos, se supone que ellos se casarían, desde que nacieron había sido estipulado así... es cierto que él se había ido de casa, había desafiado los ideales de su familia y por ello fue repudiado, pero tenia la idea de que eso se resolvería una vez saliera de Hogwarts, regresar a casa y retomar sus deberes como heredero Black, tal parece que siempre vivió en una fantasía estúpida.

 

Ver a su hermano menor en ese círculo de amigos no le dolía tanto como verlo a él —a Severus— aceptar un gesto tan íntimo de otra persona. Y peor aún: que no fuera de él. Siempre creyó que terminarían juntos con el pasar de los años, el peso de sus decisiones ahora estaban más marcadas que nunca, la indiferencia de Regulus hacia él. Severus comprometido con alguien más, esto era demasiado para el mayor de los Black.

 

Mientras tanto, en la mesa opuesta, Bruce notó de inmediato la intensidad con la que Sirius los observaba. Su sonrisa se ensanchó. 

 

— Parece que no todos están contentos por nosotros — comentó en voz baja, lo suficiente para que Severus lo escuchara.

 

Severus, que comía con calma, apenas giró el rostro hacia los Merodeadores. Sus ojos se cruzaron con los de Sirius por un segundo. No hubo palabras, solo un intercambio silencioso: la furia contenida del Gryffindor y la fría indiferencia del Slytherin.

 

— Que mire todo lo que quiera  —respondió Severus, en tono seco —. No me interesa su opinión — Bruce apoyó una mano sobre la de él, apretándola suavemente, sin importar que los demás los vieran.

— Exacto. No cambia nada, si por mi fuera nos casábamos en este instante frente a todos para que le quede claro a quien perteneces — la posesividad en la voz de Mulciber sorprendió a Severus, quien lo voltea a ver confundido, pues no entendía porque quería demostrarle a Black algo.

— No seas ridículo Bruce, no hay nada que demostrar, todos lo saben... y el anillo de mi familia en tu mano también lo deja bastante claro — eso hace sonreír al moreno.

— Tienes razón, que se jodan quienes no estén de acuerdo — toma a Severus por el mentón, dándole un beso casto en los labios.

 

Esa noche, cuando los estudiantes regresaban a sus salas comunes, los pasillos aún estaban llenos de susurros sobre el compromiso de Severus y Bruce. Algunos lo veían como una unión de poder entre familias de sangre pura; otros, como una sorpresa increíble que desmentía todo lo que pensaban del reservado prefecto, pues sabían que ellos dos siempre habían estado cerca del otro, un matrimonio por amor entre los sangre pura... era como uno entre un millón.

 

En la torre de Gryffindor, sin embargo, el ambiente estaba cargado. Sirius se había encerrado en su cama con las cortinas cerradas, ignorando las preguntas de sus amigos, estaba en negación, "las cosas no se supone que sucedieran así" se decía así mismo, las consecuencias de sus actos lo habían alcanzado al fin y no podía dejar de sentirse como el mayor idiota del colegio, pero, ¿Cómo había sido posible? nadie se le acercaba a Prince de forma romántica por temor a lo que este respondería, era consiente que varias personas lo encontraban atrayente.

 

Pero... simplemente no consideraba que nadie tuviera posibilidad más que él, tal vez aun podía poner las cosas en su lugar si estas vacaciones iba a casa, aceptaba las normas de su familia y exigir su contrato de matrimonio, no perdía nada con intentarlo, Severus Prince era suyo, siempre lo fue y no iba a quedarse sentado viendo como el imbécil pretencioso de Mulciber se lo quitaba, esos eran los pensamientos errantes en la mente del Gryffindor.

 

Mientras, en las mazmorras, Bruce y Severus se retiraban juntos. Y aunque Severus fingía indiferencia, había algo en su mirada esa noche que lo delataba: bajo la fría fachada, una chispa de satisfacción brillaba.

El anillo Mulciber pesaba en su mano, no como una carga, sino como un recordatorio de que, pese a todo, había alguien que lo había elegido de manera inquebrantable y si alguna vez dudaba de ello no solo tenia el anillo, sino aquel brazalete que había estado brillando y dándole toques electrizantes de calidez, recordándole que Bruce lo adoraba por completo, que siempre estaba en su mente, ¿Qué más podía pedir?, se casaría con su primer y único amor, él ya había ganado en la vida.

 

Notes:

Holi, ando onfire, que ni se note que estoy sumamente inspirada, pero ¿Cómo no estarlo si amo este increíble ship?

Sirius anda bien alucín jajaja, pero el en verdad creía que cuando terminaran el colegio se casaría con Severus una vez retomara sus obligaciones como heredero Black, lo que no sabia es que Bruce Mulciber ya estaba ahí, esperando su momento como el Slytherin que es y claramente cuando pudo, tomo su oportunidad con fuerza y ahora no lo va a soltar.

Además, ya fue repudiado, en verdad que Sirius tiene la realidad bien alterada, Walburga ni de broma lo aceptaría de regreso, ya lidio con los caprichos de Sirius toda la vida de su hijo, ya no aceptara más desplantes, sobre todo porque Reggie ya tiene el manto Black sobre él, así que no necesita a Sirius para nada, así que ahora tendrá que lidiar con las consecuencias de juntarse con James Potter.

Aun así quise meter ese drama, fue un gusto personal así que habrá un capítulo de Sirius haciendo su escenita a Severus, pero eso será después jajaja, en fin eso fue todo, nos estamos leyendo 👍🏼

— Alessa Kndy

Chapter 23: ✦ Capítulo 22 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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El rumor del anillo Mulciber aún se extendía como fuego por los pasillos de Hogwarts. Para la mayoría, no era más que el chisme del mes; pero para Sirius Black, era como una astilla envenenada que no dejaba de clavarse más hondo. Cada vez que veía el brillo metálico en la mano de Severus, un nudo le apretaba el estómago. No era solo celos: era rabia, impotencia... y un recordatorio del lugar que había perdido.

 

Porque antes de ser repudiado, antes de que su madre lo desheredara, Sirius Black había sido el heredero de la Casa Black. Y con ese título, también estaba atado el antiguo contrato de compromiso entre su familia y la de los Prince. Un contrato que nunca se cumplió, pero que había existido. Y que, de alguna manera, aún sentía como suyo... porque lo era, Severus Prince había nacido para Sirius Black, o al menos eso pensaba el Gryffindor.

 

Así que aquella noche, decidió por fin hacer algo después de un par de días de malestar, aprovecho mientras los demás Merodeadores dormían, Sirius encendió una vela en su mesa de noche y sacó un pergamino limpio. Su pluma tembló apenas al rozar la superficie, pero pronto las palabras comenzaron a fluir, directas y calculadas, muy diferentes a su habitual tono desenfadado.

 

"Madre.

Escribo estas líneas con la intención de corregir errores del pasado. Reconozco que me he desviado de mi deber, pero ahora, más que nunca, entiendo lo que significa nuestro apellido. Quiero regresar a Grimmauld Place estas Navidades, asumir mi lugar y mis obligaciones como heredero de la familia Black.
Si aún existe el contrato con la familia Prince, deseo reclamarlo en cuanto me sea posible. Estoy dispuesto a obedecer en lo que se me requiera, todo lo que desees lo haré, incluso abandonar Gryffindor y pedir el cambio a Slytherin, para que veas mi buena fe... espero vernos estas navidades.
—Sirius Orion Black."

 

Cuando terminó de escribir, lo leyó una y otra vez, con el ceño fruncido. Nunca había bajado la cabeza ante su madre, nunca había pedido nada con esa sumisión. Pero esta vez, sentía que no había otra opción, debía actuar antes de que los Prince hicieran un nuevo trato con otra familia sangre pura, no había tiempo que perder, recuperar a Severus de las garras de Mulciber era su objetivo claro.

 

Selló la carta con un encantamiento discreto y la escondió en el fondo de su baúl. Esperaría el momento exacto para que una lechuza la llevara, sin levantar sospechas. Se acostó de nuevo, con las cortinas cerradas. Y mientras escuchaba la respiración tranquila de sus amigos, su mente hervía con un único pensamiento: recuperar lo que le correspondía.

 

¿Qué se creía Severus?, ellos estaban comprometidos y acepto la alianza de alguien más, eso era una falta de respeto total, ni si quiera perdió el tiempo, hace menos de seis meses que fue repudiado y él ya estaba yendo tras otro sangre pura, pero no importaba, una vez estuvieran juntos le haría ver que lo que hizo estaba mal, que lo perdonaba porque así funciona su retorcido amor.

 

Al día siguiente, James Potter se dio cuenta de inmediato.

Sirius no se había reído en toda la mañana, ni siquiera cuando McGonagall casi se tropieza con la túnica de un alumno de primero. No hizo comentarios sarcásticos en Pociones, ni intentó fastidiar a Severus más de lo habitual. En su lugar, estaba callado, perdido en pensamientos oscuros, viendo de forma algo siniestra al heredero Prince, sin disimulo alguno, como si quisiera que volteara a verlo e iniciar una discusión, aunque James no sabia sobre que.

 

Durante el almuerzo, Potter lo observó desde el otro lado de la mesa. Sirius apartaba la comida con el tenedor, sin probar bocado.

— Oye — dijo James, inclinándose hacia Remus y Peter —, ¿se han fijado en lo raro que está Sirius desde hace unos días? — Remus levantó la vista de su plato.

— Sí. Está más callado de lo normal. Algo lo preocupa — Peter, siempre curioso, añadió:

— Quizá recibió otra de esas cartas desagradables de su madre, saben que recibe una cada tanto desde que fue repudiado — James frunció el ceño.

— Lo conozco. Y no es solo eso. Desde que se enteró de lo del anillo de Mulciber, está... distinto. Como si estuviera tramando algo — Remus suspiró.

— ¿Y qué sugieres? ¿Preguntarle directamente?

— No — respondió James, pensativo —. Si lo enfrentamos, se cerrará en banda. Pero tenemos que averiguar qué pasa. Sirius nunca ha sabido guardar secretos bien... tarde o temprano se le escapará algo — Peter asintió con entusiasmo.

— Podemos vigilarlo un poco. Ver si escribe cartas o se mete en líos. Tal vez solo esta planeando otra de esas bromas contra Prince — James lo miró con una sonrisa torcida.

— No me gusta espiarlo, pero si está planeando una locura, tenemos que detenerlo antes de que nos arrastre a todos, Malfoy nos tiene en la mira desde que intentamos tintar el cabello de todos a rosa brillante — Remus, más serio, apoyó la barbilla en su mano.

— Si esto tiene que ver con Severus, podría ser peligroso. Sirius pierde el control cuando se trata de él... a decir verdad nunca he entendido su fijación con el — se encoje de hombros bastante cansado, siempre era lo mismo con esos dos.

 

James no respondió de inmediato, pero en su interior la idea lo inquietaba. Sirius, obsesionado con Prince... era algo que no quería ni imaginar, todo este tiempo que lo han estado molestando se supone que era para ponerlo en su lugar, para dejarle en claro que Sirius era quien mandaba, que no le gustaba a pesar de sus contratos... el contrato, algo hizo click en la mente de James, pero se negaba a creerlo, porque Sirius era mucho más complicado que eso, era una locura que su fiel amigo, un respetable Gryffindor sintiera algo por una despreciable serpiente, tal vez no era nada y solo estaba exagerando o al menos de eso se trataba de convencer Potter.

 

Durante los días siguientes, Sirius se esforzó en mantener la fachada frente a sus amigos: alguna broma ocasional, una carcajada forzada, comentarios sarcásticos lanzados en los pasillos. Pero James lo observaba con atención, y cada gesto falso solo reforzaba sus sospechas.

Más de una vez, Sirius se excusó para salir solo, diciendo que tenía que ir a la biblioteca —algo completamente inusual en él— o que necesitaba aire fresco. Y James, aunque no lo siguió directamente, notó cómo desaparecía con frecuencia, siempre con esa mirada distante, no quería espiarlo desde el mapa, pero si las cosas seguían así, tendría que hacerlo.

 

Por las noches, Sirius esperaba a que todos se durmieran para revisar la carta una y otra vez, como si buscara perfeccionarla antes de enviarla. El deseo de retomar su lugar como heredero Black ardía en él con una intensidad que ni siquiera él mismo comprendía del todo. ¿Era realmente por el apellido? ¿O era por Severus? Quizá nunca lo admitiría, ni siquiera ante sí mismo, era algo que se había esforzado en enterrar hasta el fondo, pero ahora estaba saliendo sin su permiso, debía controlarlo, volver a casa en esas vacaciones y recuperar todo lo que siempre fue suyo.

 

 

Una tarde en la sala común de Gryffindor, James se sentó junto a Remus y Peter mientras Sirius jugaba distraídamente con una snitch prestada, lanzándola al aire y atrapándola con movimientos automáticos, como si estuviera haciendo planes para atrapar algo más.

 

— Lo juro — susurró James, bajando la voz —, está tramando algo. Lo noto — Remus lo observó un momento, luego asintió despacio.

— Lo sé. Y no me gusta nada — Peter miró entre ambos, nervioso.

—¿ Y si descubrimos lo que planea y lo detenemos? No quiero que lo expulsen por alguna tontería, no estaríamos completos sin él — James se pasó la mano por el pelo, frustrado.

— Lo peor es que no sé cómo ayudarlo si ni siquiera nos cuenta nada — Remus suspiró.

— Entonces tendremos que estar atentos. Muy atentos.

 

Mientras tanto, Sirius atrapaba la snitch una vez más, con la mirada fija en el brillo dorado del objeto. Pero no estaba pensando en Quidditch. No estaba pensando en sus amigos.

Solo en un apellido, en un contrato olvidado, y en el rostro de un Slytherin que, contra todo pronóstico, no podía dejar de perseguir incluso en su propia mente, Severus Prince seria suyo de nuevo y no dejaría que nadie tomara su lugar, estaban hechos para el otro, diferentes pero complementarios, serian un gran matrimonio, o al menos eso pensaba Sirius.

 

Había mandado la carta esa mañana a primara hora, ya no había marcha atrás, solo era cuestión de tiempo para que su madre respondiera y le dijera que estaba hecho, confiaba ciegamente en que seria recibido con los brazos abiertos, su madre siempre ha tenido una pequeña debilidad por él, por algo había soportado toda su bravuconería y falta de respeto, todo volvería a la normalidad.

 

Sirius solo esperaba que sus amigos no se tomaran personal el tener que ir a Slytherin, una vez obtuviera la confirmación de su madre, hablaría con ellos y les contaría una versión más bondadosa, una donde quería salvar al dulce Reggie del horrible destino de ser Lord Black, que no quería que su hermano tuviera ese peso sobre sus hombros, pero lastimosamente eso implicaba que tenia que casarse con Severus Prince, un sacrificio que estaba muy dispuesto a hacer, es más ni si quiera esperaría a terminar Hogwarts, le diría a su madre que hicieran una ceremonia de unión mágica de forma discreta y así Severus no podría huir... era el plan perfecto.

 

Todo volvería a su curso, sus amigos lo entenderían y apoyarían, sino... bueno, ¿Quién los necesitaría? si tendría a Severus solo para él, era un ganar/ganar.

 

 

Notes:

Holi, un aquí un nuevo capítulo... Sirius en verdad anda pero si bien loco jajaja, ya veremos que le responde su madre a su carta, algo esta claro y es que esta bien aferrado a que Severus es suyo desde que nacieron jajaja, vaya que se va a decepcionar.

En fin, eso fue todo por este cap, espero les gustara, nos andamos leyendo, chau 🌹

— Alessa Kndy

Chapter 24: ✦ Capítulo 23 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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El aire en las mazmorras era frío, húmedo, con ese olor a piedra mojada que se impregnaba en la ropa. Severus subía con paso tranquilo hacia la superficie, dejando atrás los corredores oscuros que lo habían acogido desde su primer año. Llevaba las manos en los bolsillos, la túnica agitándose a cada zancada, y en su rostro la calma distante de siempre.

 

Pero en su interior había cierta expectación. Bruce tenía práctica de Quidditch esa tarde y, aunque jamás lo admitiría en voz alta, a Severus le gustaba observarlo. No por el deporte en sí —detestaba la estridencia de las gradas y la estupidez competitiva de algunos jugadores—, sino por la forma en que Bruce parecía dominar el aire, con esa mezcla de fuerza y elegancia que pocas veces mostraba en tierra firme, ver sus fuertes brazos flexionarse, simplemente un gran espectáculo a la vista, pues es bastante consiente que su prometido es alguien sumamente atractivo.

 

Sin embargo, apenas dobló un pasillo, su camino fue interrumpido de golpe. Una figura alta, de cabello oscuro y ojos grises como tormenta lo esperaba, apoyada contra la pared con una tensión apenas contenida.

 

— Necesitamos hablar — dijo Sirius Black, sin saludo, sin ironía. El corazón de Severus dio un vuelco, aunque su expresión permaneció fría.

— No tengo nada que hablar contigo, Black — Intentó avanzar, pero la mano de Sirius lo atrapó con fuerza en el brazo. Un contacto ardiente, brusco, que lo hizo tensarse.

— Sí lo tienes — insistió, la voz cargada de urgencia.

 

Antes de que pudiera reaccionar, Sirius lo arrastró a un aula vacía cercana. La puerta se cerró de un golpe seco, dejando tras de sí un silencio espeso. El lugar olía a polvo y madera vieja; la luz que se colaba por las ventanas estrechas proyectaba sombras alargadas, deformes. Sirius respiraba agitado, como si hubiese corrido. Sus ojos brillaban con una intensidad desquiciada cuando sacó de su túnica un pergamino doblado y lo agitó frente a él, como un premio del cual debería alardear.

 

— ¿Sabes qué es esto? — preguntó, su voz oscilando entre la arrogancia y la desesperación. Severus lo miró con ceño fruncido, irritado por el teatro.

— No, y tampoco me interesa — Sirius desplegó la carta, el pergamino crujió en sus manos.

— Es de mi madre. Respondiendo a mí. Me permite volver a casa en Navidad. Recuperar mi lugar como heredero Black — El eco de esas palabras resonó entre las paredes desnudas. Severus sintió un escalofrío, esa mezcla de sorpresa y desagrado que helaba la sangre.

— ¿Y debería importarme porque…? — murmuró, con sarcasmo afilado. Los labios de Sirius se curvaron en una sonrisa torcida, peligrosa.

— Porque si vuelvo, me convertiré en lord Black, puedo reclamar lo que me pertenece. El contrato con tu familia. El que nos unía... Serás un bonito esposo para mi, Prince.

 

Las palabras lo golpearon como un jarro de agua helada. Severus sintió que el aire de la sala se volvía más pesado, que las sombras se cerraban a su alrededor, esto era una maldita locura, sabia de sobra que Black era un idiota prepotente que no le gustaba perder, pero eso era jodidamente extremo, ¿en verdad pensaba llegar tan lejos porque Regulus lo eligió a él?, claramente Severus no entendía que Sirius estaba obsesionado con él desde primer año.

 

— Estás completamente loco — dijo al fin, la voz baja pero cargada de veneno.

— No, Severus — replicó Sirius, avanzando un paso —. No es locura. Es destino. Tú y yo estábamos escritos desde antes de que naciéramos. Lo único que necesito es cumplir con mi deber. ¿Por qué desperdiciarte con Mulciber?, siempre has tenido lo que un Black aprecia... elegancia, inteligencia, incluso la ambición, estar en Slytherin, eres... todo lo que aborrezco pero admiro a la vez.

La mención de Bruce hizo que la rabia ardiera bajo la piel de Severus. Dio un paso atrás, el rostro tenso, los labios apretados.
— ¿Destino? — repitió, con desprecio —. No soy un objeto en una vitrina familiar, Black. No soy un trofeo ni una herencia que puedas reclamar, soy una maldita persona, algo que creo nunca has entendido, idiota — Los ojos de Sirius chispearon con frustración. Su respiración era rápida, su mano aún temblaba aferrada al pergamino.

— Lo rechazas tan fácil — susurró, casi con dolor —. Ni siquiera lo piensas, te lo dije aquella vez en la torre de astronomía, te ofrecí un matrimonio de verdad, afecto... algo que seguramente ni si quiera sepas que es — Severus lo sostuvo con una mirada helada.

— Porque no hay nada que pensar. Esto no es amor, no es interés real. Es tu orgullo herido. Es tu obsesión por lo que perdiste y no puedes recuperar, ni si quiera te gusto... y si es así, tenias una manera muy estúpida de demostrarlo, nuestro contrato expiro cuando fuiste repudiado — Se giró hacia la puerta con paso firme. — Quédate con tus delirios, Black. Yo no soy parte de ellos.

 

El sonido de la puerta al cerrarse tras él resonó como un portazo definitivo.

El aire fresco de los terrenos lo recibió como un alivio, disipando el peso opresivo que había quedado en sus pulmones. Caminó con rapidez hacia el campo de Quidditch, los zapatos golpeando la hierba húmeda. La furia aún le hervía en el pecho, pero lo único que deseaba era llegar a Bruce, lo necesitaba como si fuera el mismísimo aire para respirar.

 

Las voces de los jugadores y el batir de las bludgers llenaban el espacio. Bruce descendía en ese momento, el cabello alborotado por el viento y las mejillas encendidas de esfuerzo. Cuando vio a Severus, su sonrisa apareció de inmediato… y se desvaneció apenas notó la dureza de su expresión.

 

— ¿Qué pasó? — preguntó, acercándose con preocupación, no era normal que Severus tuviera una expresión tormentosa, no abiertamente.

Severus respiró hondo.
— Sirius me interceptó. Me llevó a un aula — Bruce frunció el ceño, sus ojos centelleando con peligro, tomo su rostro entre sus manos y comenzó a inspeccionarlo más de cerca.

— ¿Te hizo daño?

— No físicamente — contestó Severus, bajando la voz —. Pero… me mostró una carta de su madre. Dice que puede volver como heredero. Que quiere reclamar el contrato entre los Black y los Prince. Pretende que yo… — se interrumpió, con un gesto de repulsión —, que yo sea su trofeo... su esposo — Bruce se quedó helado un segundo. Luego, la furia lo recorrió como un incendio.

— ¿Qué? — Severus asintió, crispando los dedos.

— Lo rechacé, por supuesto. Pero hablaba como si tuviera derecho sobre mí... no sé que pensar Bruce, sé que el contrato se rompió cuando fue repudiado, pero... mi padre no me ha escrito nada respecto a nosotros, temo que haya estado hablando con los Black.

 

El rostro de Bruce se endureció, los músculos tensos, la mirada fija como acero. Dio un paso hacia Severus, posando ambas manos sobre sus hombros, con un gesto firme y protector.

 

— Escúchame bien — dijo, con voz grave, controlando la rabia —. Ese maldito no tiene ningún derecho. No importa lo que su madre escriba ni lo que pretenda. Tú no eres un contrato, Severus. Y no eres suyo... estamos comprometidos, mis padres ya deben haber hablado con tus abuelos, con tu padre, en este momento seguramente ya es un hecho nuestra unión en contrato.

 

Los ojos de Severus se encontraron con los de él. Por un instante, la máscara fría se agrietó, dejando ver el desconcierto y la angustia que le habían arrancado en aquel aula, estaba aterrado de no recibir el apoyo de su padre, de que aun tuviera la estúpida idea de aliarse con los Black para estar cerca de los Malfoy. Bruce apretó más los hombros, acercándolo lo suficiente para que no cupieran dudas.

 

— Eres mío. Y no hay Black, contrato ni maldita tradición que pueda cambiar eso, tu y yo, es un hecho.

 

Severus lo observó en silencio unos segundos, y aunque sus labios no esbozaron una sonrisa, la tensión en sus hombros cedió. Bajó la mirada apenas, como si aceptara dejarse sostener.

Bruce lo envolvió con un brazo, apartándolo del campo, de las voces y del ruido. Mientras caminaban juntos, Severus pensaba en lo absurdo de aquella situación. Que Sirius creyera tener derecho a decidir sobre su vida le resultaba repugnante… pero la furia silenciosa en los ojos de Bruce era un recordatorio poderoso de que no estaba solo.

 

Y en ese instante, lo supo con claridad: si Sirius volvía a intentarlo, ya no sería él quien enfrentara la tormenta. Bruce Mulciber estaba preparado para incendiar el mundo por él y Severus Prince estaría en primera fila para verlo, porque confiaba ciegamente en que Bruce lucharía por su relación... tal vez era hora de escribirle a su padre, antes de que fuera tarde, debía asegurar que ya hubiera hablado con los Mulciber, que hayan llegado a un acuerdo.

 

Y si no era así... Severus estaba dispuesto a ser repudiado y tomar el apellido Mulciber, no era lo que quería, pues siempre ha honrado el honor de su familia, respetado sus ideales y seguido las tradiciones al pie de la letra, pero en esto. Él no pensaba ceder, primero muerto antes de unirse a Sirius Black.

 

 

Notes:

Holi... ya se puso interesante esto, ¿o no?

Bruce esta a nada de ir y estrellar la cabeza de Sirius contra el suelo, claramente ya esta maquinando algo, pero antes de actuar por impulso, asegurara su lugar a un lado de Severus, escribirá a sus padres, exigiendo saber si ya estaba todo listo con el contrato de matrimonio, Sev hará exactamente lo mismo.

Mientras que Sirius en este momento esta en su habitación saltando con alegría, creyendo que ha triunfado, aunque también preparándose para dar explicaciones, porque una vez vuelvan de esas vacaciones de invierno deberá irse a Slytherin tal como le prometió a su madre, en fin, alto drama se viene jajaja.

Espero les haya gustado, nos estamos leyendo, chau 🌻

— Alessa Kndy

Chapter 25: ✦ Capítulo 24 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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El dormitorio de Gryffindor estaba en penumbra, iluminado apenas por las brasas que quedaban en la chimenea. James se dejó caer en su cama, bostezando, mientras Remus intentaba terminar una redacción de Historia de la Magia y Peter jugueteaba con un ratón transformado en copa de hojalata, todo bastante normal para los merodeadores.

 

Sirius, en cambio, no había dicho una palabra desde que entraron. Estaba de pie junto a la ventana, la silueta recortada contra el cielo nocturno. Los demás intercambiaron miradas; esa actitud taciturna no era normal en él.

 

— De acuerdo, ¿Qué pasa contigo? — James rompió el silencio, ladeando la cabeza — Llevas días raro, pero ahora parece que te has tragado un sapo —. Sirius respiró hondo, girándose con un destello sombrío en los ojos.

— Tengo que contarles algo. Y necesito que lo entiendan... ¿sí? — Remus cerró el libro, intrigado. Peter se inclinó hacia adelante, ansioso. Sirius se pasó una mano por el cabello oscuro, como si quisiera ordenar pensamientos que se desbordaban.

— He estado escribiéndome con mi madre — El silencio cayó como un balde de agua helada. James lo miró con incredulidad.

— ¿Con tu madre? — repitió, como si la idea fuera absurda —. Pero si llevas años diciendo que la odias, que ahora que lograste escapar nunca volverías a Grimmauld Place.

— Lo dije. Y lo sentía — Sirius apretó los puños —. Pero la situación cambió. Me ha escrito... y me permite volver. Puedo recuperar mi lugar como heredero Black, claro con algunas condiciones, no seria mi madre sino las impusiera — Remus arqueó las cejas, entre desconcertado y preocupado.

— ¿Quieres volver? ¿A esa casa? ¿Después de todo lo que dijiste?

— Sí — respondió Sirius con firmeza. Dio un paso hacia ellos, como si necesitara hacerse entender —. Si vuelvo como heredero, puedo cambiar las cosas. Puedo cargar yo con ese peso... y liberar a Regulus. Él no merece soportar lo que significa ser lord Black, ya lo he dejado atrás, ahora lo entiendo y él no merecía eso, soy su hermano, se supone que debo cuidarlo... protegerlo de todo — James se levantó de un salto, agitado.

— ¿Estás escuchándote? ¡Es como si te hubiesen lavado el cerebro! Primero renegaste de esa familia y ahora quieres meterte otra vez en la jaula — Sirius lo sostuvo con mirada dura.

— No es por mí, James. Es por Regulus. Él... no puede con todo. Y yo soy su hermano mayor. Debo por una vez en mi vida hacer lo que se supone que debo y protegerlo de lo que ser Lord Black implica — Peter, que había estado callado, alzó la voz titubeante:

— ¿Y... qué significa eso exactamente? — Sirius vaciló apenas, pero terminó soltándolo.

— Significa que en invierno me mudaré de casa. Iré a Slytherin. Donde están los Black. Donde Regulus necesita que esté, donde pueda estar cerca y comenzar a cambiar las cosas, mostrarle que no todo es blanco o negro, que hay tonalidades grises y que los ideales de nuestra familia son erróneos, puedo ayudarlo si estoy con él — Las palabras retumbaron como un trueno en la sala. James se pasó las manos por el cabello, desesperado.

— ¡Estás loco! Sirius, Slytherin es lo contrario a ti. ¡Todo lo que odias!... y ellos te odian. Mierda, hemos estado molestándolos desde que pisamos el colegio, serás humillado, te tendrán marginado ahí — con cada palabra que salía de su boca, se iba alterando más, pues no quería ese destino para su hermano del alma, James estaba realmente angustiado.

— No lo entiendes — gruñó Sirius, con un brillo extraño en los ojos —. No se trata de lo que quiero. Se trata de lo que debo hacer — Remus lo miraba con esa mezcla de calma y análisis que tanto incomodaba, como si pudiera ver más allá de las palabras. Pero no dijo nada. James, en cambio, dio un golpe en el colchón con el puño.

— Esto es una estupidez monumental, Sirius aun puedes arrepentirte, ven conmigo a casa estas navidades, deja esas ideas, Regulus te lo dijo, no quiere ser salvado... debes dejarlo tomar sus decisiones hermano — se pone de pie, acercándose a su amigo, apoyo una mano en su hombro.

 

Sirius no contestó. Se limitó a mirar la ventana otra vez, como si las estrellas confirmaran la decisión que acababa de sellar. Pues sabia que sus amigos no lo entenderían aunque puso como escusa algo noble, algo que lo haría quedar bien, estaba claro que no podría decir nada sobre que, en realidad hacia todo esto por Severus, su Severus. Ellos definitivamente no entenderían eso, así que era mejor que tuvieran esta idea, porque sabia que al final lo apoyarían, sobre todo Remus que tenia corazón noble.

 

 

En la sala común de Slytherin, el ambiente era distinto: cálido por la chimenea, pero cargado de rumores y murmullos. Bruce Mulciber estaba en su habitación inclinado sobre un escritorio, escribiendo con trazo firme. Cada palabra era una mezcla de ansiedad y rabia contenida, la gran urgencia que sentía desde que Severus lo busco por la tarde estaba latente en su pecho, solo quería ir hacia Black y lanzarle un Avada directamente, así se desharía del problema, pero tampoco es tan idiota como para hacer eso dentro de Hogwarts, ni loco iría a azkaban antes de casarse con Severus. Así que se concentro en una carta, breve, pero directa.

 

"Padre, madre

Necesito saber si el acuerdo con la familia Prince está ya cerrado. Si no lo está, aceleren el proceso, sedan en lo que sea necesario, háganlo posible en la brevedad posible. Black está rondando a Severus, exigiendo como si fuera una propiedad por adquirir y no pienso permitirlo. Si quieren jugar con contratos, yo también puedo hacerlo. Él es mío, y no dejaré que nadie intente arrebatármelo.

Sé que esto nos beneficiara a todos, así que les pido que no hagan las negociación difícil, pues me aseguraré de dar un heredero para los Mulciber y uno para los Prince, así ambas familias podrán seguir en los sagrados veintiocho.

Espero su pronta respuesta.

— Bruce Mulciber Jr."

 

 

El pergamino se manchó levemente con la presión de la pluma. Bruce lo enrolló con brusquedad, atándolo con un cordel verde. La lechuza levantó vuelo pocos minutos después, perdiéndose en la negrura de la noche, asegurando que seguramente obtendría la respuesta mañana por la tarde.

 

Pero Bruce no estaba tranquilo. Cada músculo de su cuerpo ardía con el recuerdo de las palabras que Severus le había contado. Sirius, reclamando un contrato olvidado como si Severus fuera una posesión. El pensamiento era suficiente para hacerle crujir los nudillos, claramente había notado la fijación de Black por su pareja, cualquiera con inteligencia lo haría, pero creyó que desistiría no solo porque Severus ya estaba comprometido con él, sino porque Black era un cobarde que prefería esconderse detrás de Potter, pero tal parece que lo subestimo.

 

Se levantó de golpe, decidido. Sabía dónde encontrarlo, esos idiotas eran jodidamente predecibles y él no se quedaría de brazos cruzados, no cuando tenia muchas cosas por decir, si Black quería jugar sucio se había encontrado con un digno oponente, pues Bruce Mulciber no se tentaría el corazón para proteger a la persona que ama.

 

Los jardines de Hogwarts estaban silenciosos a esa hora, con el césped aún húmedo por la escarcha temprana. Bajo un viejo roble, los Merodeadores estaban reunidos. James gesticulaba con furia, Peter asentía como un eco nervioso, y Remus los observaba con una calma inquietante. Sirius permanecía sentado en el banco, los brazos cruzados, como si nada pudiera moverlo de su decisión, dejando claro que Sirius ya les había contado que reclamaría el señorío Black.

 

Entonces la voz de Bruce cortó el aire como una espada:
— ¡Black! — Los cuatro giraron de inmediato. Bruce avanzaba hacia ellos con paso firme, el viento alborotando su cabello oscuro, la túnica ondeando como una advertencia.

— ¿Qué quieres, Mulciber?, estamos ocupados por si no lo has notado — dijo James con desdén.

 

Pero Bruce no apartó la mirada de Sirius. Llegó hasta él, lo agarró del cuello de la túnica y lo empujó con fuerza hacia atrás, derribándolo del banco. Sirius cayó sobre la hierba húmeda con un gruñido entre sorprendido y adolorido, pues no era un secreto para nadie que Bruce era alguien bastante fuerte y grande.

 

— ¡Eh! — James dio un paso adelante, pero la varita de Bruce ya estaba en su mano.

— Aléjate, Potter, esto no es de tu incumbencia — espetó Bruce, con voz baja pero cortante, el veneno supurando en cada palabra. Se inclinó sobre Sirius, que intentaba reincorporarse con el orgullo más herido por haber sido tomado por sorpresa que su cuerpo.

— No vuelvas a acercarte a Severus. Ni a hablarle, ni a mirarlo con esa cara de perro hambriento. ¿Me oyes?, no hay contrato que reclamar, él es mío — Sirius soltó una carcajada sarcástica, aunque la rabia le temblaba en los labios.

— ¿Y qué vas a hacer si no, Mulciber? ¿Golpearme otra vez?, ambos sabemos que puedo vencerte si quieres pelear al estilo muggle — Bruce sonrió, una sonrisa oscura, peligrosa.

— No me hagas reír Black, no eres nada sin tus perros falderos... aléjate de Severus o en verdad conocerás de lo que soy capaz y créeme no será nada bueno.

 

En ese instante, James, Remus y Peter sacaron sus varitas. Pero Bruce fue más rápido. Con un movimiento preciso, desarmó a Peter, inmovilizó a James contra el tronco del roble y ató los brazos de Remus con un hechizo de cuerdas luminosas. Todo en cuestión de segundos, los merodeadores estaban estupefactos, pues no creían que Mulciber pudiera derribarlos de esa manera, no tenían ni idea de lo habilidoso que era el moreno... hasta ahora.

 

— ¡Imposible! — exclamó James, forcejeando, completamente furioso de haber sido inmovilizado sin que lo hayan visto siquiera. Bruce giró apenas la varita, sin apartar la mirada de Sirius, que lo observaba ahora con una mezcla de sorpresa y furia.

— Necesitaran más que cuatro para si quiera igualarme... son patéticos — Se inclinó de nuevo hacia él, el filo de sus palabras más peligroso que cualquier maleficio.

— Severus no es tuyo. No lo será nunca. Y si vuelves a intentar tocar lo que es mío, Black... te juro que no quedará nada de ti que heredar, no podrán encontrar ni si quiera un cabello tuyo... nadie te va a extrañar así que tú decides si seguir colmando mi paciencia.

 

El silencio se extendió, roto solo por la respiración agitada de los Merodeadores atrapados. Sirius le sostuvo la mirada, orgulloso hasta el final, pero bajo esa fachada había algo más: un brillo de frustración y amargura que ninguno de sus amigos había visto antes. No entendían del todo que había sucedido, Bruce Mulciber vino a reclamar cuando no tenia ni vela en el entierro, pues su amigo solo hacia esto por Regulus, no por el imbécil de Prince o al menos eso es lo que ellos creían saber.

 

Bruce se enderezó, bajó la varita y liberó a los otros con un chasquido, se escucho los cuerpos caer al suelo de forma dolorosa, pues el quejido que soltaron los delato, el heredero Mulciber se dio media vuelta sin añadir nada más, no temía que lo atacaran, pues él estaba preparado de ser el caso, ya que dejo claro que no podrían vencerlo en un duelo, a pesar de que ellos eran cuatro y él uno.

 

Los Merodeadores quedaron en el césped, humillados y en silencio, mientras su enemigo se alejaba con paso seguro bajo el cielo estrellado. Se preguntaban que había encendido la furia de Mulciber, pues a pesar de todo el Slytherin normalmente evitaba los conflictos al creerse superior a los demás... solo hacia la excepción cuando se trataba de Severus. ¿Acaso Sirius había molestado al prefecto de Slytherin? o tal vez la madre de Sirius quería retomar las cosas donde habían estado antes de repudiar a su hijo mayor, si era así, sabían que las cosas no se quedarían tranquilas, pues tenían la certeza que Bruce Mulciber seria capaz de cualquier cosa por Severus.

 

 

Notes:

Holi, Bruce fue a dejar las cosas claras, tampoco se explayo mucho porque sabe que con Sirius no vale la pena, el pulgoso entiende lo que quiere y lo demás lo ignora, pero claro, él se aseguro de que no lo ignorara, pues la amenaza fue directa y de verdad.

Pobre de los merodeadores, fueron humillados en un parpadeo, pero bueno ¿Qué esperaban? Bruce es experto en artes oscuras y encantamientos, claramente ni de chiste podrían someterlo o ganarle... bueno en realidad muchos sangre pura lo son, ya que esto es algo que se les enseña a los niños Sangre pura desde pequeños, ya que tienen un deber de proteger su legado, claramente Sirius y James no aprendieron nada, ya que ambos fueron mimados al extremo.

En fin, Bruce es el estándar la verdad, espero les haya gustado, nos andamos leyendo, chau 🌹🌹

— Alessa Kndy

Chapter 26: ✦ Capítulo 25 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La mañana siguiente llegó con un manto blanco que cubría los terrenos de Hogwarts. La primera nevada del invierno se había extendido durante la madrugada, y ahora los pasillos estaban llenos de estudiantes emocionados, algunos lanzando bolas de nieve, otros apresurándose para no resbalar en el hielo, ya que las clases se habían cancelado aquel día, pues Dumbledore creyó que seria buena idea que los estudiantes disfrutaran, al final de cuentas las vacaciones estaban a solo unos días de iniciar.

 

En la sala común de Slytherin, donde el calor de la chimenea contrastaba con el frío del exterior, Bruce Mulciber abrió un pergamino recién entregado por un búho. Sus ojos recorrieron las líneas con rapidez, y a medida que leía, su mandíbula se tensaba y luego se relajaba poco a poco.

 

— ¿Qué dice? — preguntó Severus, que estaba sentado en un sillón cercano con un libro de pociones abierto sobre las rodillas. Bruce tardó unos segundos en responder, como si quisiera asegurarse de no malinterpretar la misiva.

— Mis padres dicen que aún están en charlas con tu padre. Que no me preocupe, que en cuanto lleguen las vacaciones de invierno todo estará cerrado. El compromiso se formalizará, no hay nada que temer — Severus parpadeó, su expresión enigmática como siempre, aunque la sombra de incomodidad se dibujó en su mirada oscura.

— ¿Ya está todo "bajo control"? — repitió con ironía —. Como si habláramos de un negocio — Bruce dejó la carta a un lado y se inclinó hacia él.

— Tal vez deberíamos hablar esto en privado — lo tomo de la mano y aunque Severus se resistió un poco lo condujo a la habitación del más bajo, para tener más privacidad ya que él no compartía habitación con nadie por su puesto de prefecto, una vez a solas lo suelta — Sabes que es la forma en que nuestras familias funcionan, Sev. Pero no me importa el formalismo ni el contrato. Lo que me importa eres tú y ayer estabas bastante alterado con lo que te dijo Black, solo quería asegurarme de que todo estaba bien.

Severus se dejo caer en su cama, sentándose mientras cruza los brazos.
— ¿Y por eso fuiste anoche a pelear con esos idiotas sin cerebro? — el silencio cayó pesado. Bruce desvió la mirada, sabía que llegaría ese momento.

— ¿Cómo lo supiste? — Severus alzó una ceja.

— No lo supe. Lo intuí. Pero ahora acabas de confirmarlo... te conozco demasiado bien — Bruce apretó los labios, su primer impulso fue justificarse, pero al ver la seriedad en el rostro de Severus, optó por ser directo.

— Sí. fui a dejar las cosas claras, encontré a Black con sus amigos en los jardines y... lo puse en su lugar, no puede venir a perturbarte por gusto, ese imbécil debe aprender a dejarte tranquilo — Severus entrecerró los ojos, su tono afilado como un bisturí.

— ¿Lo "pusiste en su lugar" o lo humillaste frente a todos?

— Ambas cosas — respondió Bruce sin titubeos —. Y lo volvería a hacer — Severus lo observó con frialdad durante unos segundos, como si estuviera calibrando cada palabra, finalmente, habló con voz baja, cortante:

— ¿Y si eso hubiese terminado en una pelea abierta? ¿En una sanción? ¿En algo peor?, sabes que tienen al viejo de Dumbledore de su lado... No necesito que me defiendas, puedo con el loco de Black... no soy una damisela en apuros — Bruce se inclinó hacia adelante, los brazos cruzados, los ojos fijos en los de Severus.

— ¿Crees que me importa lo que pueda pasarme? — dijo con fervor —. ¡Severus, ese imbécil cree que puede reclamarte como si fueras un objeto! ¿Y tú quieres que me quede de brazos cruzados?

 

 La rabia en su voz contrastaba con la contención de Severus, que no apartaba la mirada. Por un instante, el silencio volvió a caer, cargado de tensión, claramente ambos estaban lidiando con lo sucedido de forma diferente, pues Severus era alguien orgulloso que no le gustaba que lo ayudaran, no cuando no lo pedía y Bruce siempre iría a defenderlo, sin importar si eso hacia enojar a su pareja, el moreno resopla mientras se acerca al heredero Prince.

 

— Lo hice porque te amo — soltó Bruce finalmente, con un suspiro resignado —. Porque no pienso permitir que nadie te arrebate de mi lado. No Sirius, no Dumbledore, ni el mismísimo ministro si hiciera falta. Te protegeré de cualquiera, aunque tenga que enfrentarme al mundo entero, lo que sea para mantenerte seguro, que puedas tomar tus propias decisiones y no porque el loco de Black quiera imponerse, antes quemaría todo el legado Black que permitir que te tome como si fueras una reliquia familiar la cual reclamar cuando se le da la gana.

 

Severus se quedó inmóvil. Su expresión apenas cambió, pero sus manos, que descansaban sobre su regazo, se apretaron con fuerza. Sentía un nudo en el pecho, una mezcla de incredulidad y calor intenso que no supo contener.

 

Y entonces lo hizo. Sin pensarlo demasiado, se levanto de su cama, tomo a Bruce de su suéter tirando con fuerza hacia abajo y lo besó. No fue un beso tímido ni calculado, sino uno cargado de emociones, con la intensidad de alguien que rara vez se permitía mostrarlas. Bruce, sorprendido al inicio, respondió de inmediato, atrayéndolo hacia sí, correspondiendo con esa fuerza apasionada que lo caracterizaba.

 

Todo esto era algo nuevo, esa chispa que había entre ambos desde aquella vez que Bruce huyo, volvió a encenderse, esta vez no era una sola chispa, era como un incendio forestal que iba a arrasar con todo a su paso, ambos respiraban con agitación sobre la boca del otro, las miradas cruzadas como si hubieran compartido un secreto que nadie más podría comprender.

 

— Eres insoportable — jadeó Severus contra la boca de Mulciber, pero sus ojos brillaban de una forma distinta. Bruce sonrió de medio lado, tomando a su pareja por la cadera impulsándolo hacia arriba, instintivamente el de ojos ónix enredo sus piernas en la cintura del más alto.

— Y aún así, me amas — Severus no respondió. No hacía falta, ambos lo sabían con certeza, pues el heredero Prince estaba locamente enamorado de Bruce Mulciber, no pensaba negarlo porque de todas formas nadie le creería, pues la conexión que ambos tenían era bastante notoria y obvia.

 

El corazón de Severus estaba latiendo desbocado en su pecho, pero no se acobardaría, él amaba a Bruce con todas sus fuerzas, así que simplemente volvió a unir sus bocas, esta vez más lento pero igualmente lleno de amor asfixiante, era uno de esos besos que te dejan sin aliento rápidamente, que hacen que tus manos hormigueen, que tus pulmones ardan por falta de aire, Bruce camina a ciegas hasta que siente sus rodillas chocar contra la cama, así que rompe el beso para acomodar a Severus en la amplia cama con sabanas de seda verdes.

 

Mulciber se muerde los labios al ver a su pareja tendido ahí, con su cabello tan negro como la tinta pintando las sabanas, se inclina sobre él, acomodándose entre sus piernas con un movimiento ágil, no vacila, ya no más pues Severus es su prometido, se casaran al terminar el colegio, así que no había nada malo en estar de todas las formas posibles con su futuro esposo, así que esta vez avanzaría sin temor.

 

Pero contrario a lo que espera Severus pone una mano en su pecho, evitando que se acercara más, lo que hizo que Bruce se sorprendiera por su acción, pero antes de poder preguntar que es lo que sucedía, el de ojos ónix saco su varita, con un movimiento de muñeca se escucha como un hechizo de seguridad se pone sobre la puerta, así nadie podría entrar sin que Severus lo permitiera, después todo se queda en silencio, ya no entraba el sonido de la sala común, dejando claro que también puso un hechizo silenciador.

 

— Nadie va a molestarnos ahora — murmura Severus, como si temiera romper el ambiente entre ambos, deja caer su varita por la orilla de la cama antes de abrazar a Bruce por los hombros y besarlo intensamente de nuevo.

 

Una nueva sensación indefinible recorre a Bruce, una que vibraba en cada fibra de su ser y gritaba que Severus era suyo. Que nadie más que él podría estar en su lugar, nadie conocería jamás a este Severus, el que era vulnerable, el que se dejaba llevar por sus intensas emociones y las dejaba a la vista sin temor alguno, simplemente era un privilegio... uno que solo Bruce Mulciber podría presenciar en su totalidad.

 

Los besos que ambos compartían eran demasiado ardientes, lenguas danzando juntas, una batalla por tratar de sofocar el gran incendio que solo incrementaba con cada ligera caricia, con cada roce, así que cada que sus labios se separan se escucha la respiración acelerada, los jadeos tratando de recuperar el aliento, miradas intensas que hacían que se sintieran aun más conectados, como si pudieran saber que era lo que pensaba el otro, a todo esto no ayudaba que los brazaletes de ambos estuvieran mandando corrientes ligeras de calor, era como si esa fuera la chispa que encendió todo en primer lugar.

 

De forma algo abrupta Bruce comenzó a desabotonar la camisa de Severus, el más bajo no dijo nada, al contrario imito las acciones de su pareja, guiado por la ansiedad de sentirlo por completo, que sus pieles se tocaran era el mayor anhelo que podría sentir en este momento el heredero Prince, él sabia que esto no seria bien visto por su padre o abuelos, pero poco le importaba, quería ser uno con Bruce desde hace tiempo.

 

Así que simplemente se apresura, porque una vez tiene la camisa de Bruce completamente abierta se la quita con desesperación, ni si quiera se detiene a acariciar su pecho fornido, sus fuertes hombros y brazos, no, va directamente a la hebilla del cinturón, pues a pesar de ser su primera vez quería avanzar rápido, que Bruce no pudiera echarse para atrás de nuevo, aunque claramente el más alto no pensaba detenerse, no esta vez.

 

Deja que Severus lo desvista, pues adora ver lo desesperado que se encuentra, ambos terminan en ropa interior rápidamente, pero Mulciber quería ver todo de su pareja, sin vacilar ni un poco se saca la ropa interior, sabiendo que Severus lo esta viendo descaradamente y como si fuera una pantera cazando a su presa volvió a subir a la cama, de forma lenta, sensual, hasta quedar encima del más bajo y una vez más unió sus labios en un beso demandante, sus manos errantes y rápidas trabajando para sacarle la ropa interior a su hermoso Severus.

 

Una vez se aseguro de sacárselos, se aparto un poco, apreciando el cuerpo pálido debajo de él, estaba maravillado, pues adoraba ver el contraste que había entre sus pieles, uno completamente perfecto, pues Bruce era como un amanecer, cálido y lleno de luz dorada, pero Severus era como el anochecer, frio, con lindos lunares que podrían pasar por las constelaciones más hermosas y brillantes que podrías encontrar... unas que solo el heredero Mulciber vería.

 

— Eres tan hermoso — murmuro con adoración el de ojos dorados que ahora mismo parecían antorchas, llenos de fuego contenido.

— Cierra la boca — demanda el pálido, tomando a su pareja por la nuca, mordiendo los labios ajenos y una vez más sus lenguas entran a la batalla.

 

Era claro que Severus no se sentía tímido, pues sabia de sobra cuanto lo adoraba Bruce, además de que estaba ansioso por sentir a Bruce completamente encima, que cubriera su cuerpo con esa calidez que siempre desprende solo para él, suspira contento cuando siente esas grandes manos acariciarlo sin tapujos ni restricciones, eso era lo que quería, que Bruce lo poseyera por completo.

 

Bruce hundió el rostro en el cuello de Severus, cubriéndolo de besos suaves. Sus labios descendieron, trazando un suave recorrido por el pecho de su amada pareja, en este momento solo se estaba dejando llevar por su instinto y sensaciones, así que se detiene en su vientre antes de ver hacia abajo el pene erecto de su novio. Levantó la vista un instante y sus miradas se cruzaron, un pequeño rastro de vergüenza se asomaba en esos hermosos ojos ónix, acarició sus muslos para darle algo de seguridad a él y también así mismo, antes de inclinar la cabeza para recibir el pene de Severus en su boca lo mejor que pudo, al ser su primera vez haciendo esto se siente raro, pero según tiene entendido esto es algo que le gusta a los chicos, pues los ha escuchado hablarlo como si fuera lo mejor que pudieras recibir de tu pareja.

 

Cosa que confirmo al escuchar como el aire abandono los pulmones de Severus en un jadeó sorprendido, acunó la cabeza de su pareja con mucha suavidad mientras intentaba evitar que sus caderas se sacudieran violentamente y arruinar el momento para ambos, pues es bastante consiente que Bruce jamás ha practicado tales actos con nadie más y él no era un novio desconsiderado ni un animal que no podía contenerse o al menos esos son los pensamientos que invaden la cabeza del heredero de los Prince.

 

Bruce se concentro en la respiración de Severus, en la forma en que se le escapaban algunos resoplidos, fue lento, experimental, probando que era algo bueno ya que se estaba guiando por los sonidos que salían de su pareja, se dio cuenta rápidamente que poner mayor atención a la punta era algo que le gustaba a Severus, pues soltaba jadeos más fuertes, cuando sus dedos traviesos acariciaron los testículos de su pareja, ocasiono un sobresalto y el primer gemido, uno bajo, pero logro captarlo, eso solo hizo que Mulciber fuera más osado, lleno de confianza por saber que estaba complaciendo a su prometido.

 

Bruce se retiró de nuevo, lamiendo su frenillo y besando sus testículos de forma húmeda, chupando como si fueran sus dulces favoritos, realmente comprometido con su trabajo, sintiendo el pene de su pareja palpitar en su lengua. Cuando finalmente cedió y con valentía metió la erección en toda su longitud hasta la garganta, se ahogo un poco como era de esperar, creyó que esto mataría el ambiente, pero para su sorpresa Severus dejó escapar un profundo gemido de placer al sentir el calor abrasador del orgasmo quemar su pene, derramando su semen en la boca de Bruce sin si quiera poder avisarle, pues había sido una sensación demasiado abrumadora y nueva... La vergüenza rápidamente pinto el rostro del heredero Prince, pues no solo había llegado al orgasmo sin avisar para que Bruce pudiera quitarse si así lo deseaba, sino que fue vergonzosamente rápido, ni si quiera habían hecho gran cosa... Es decir, tenía la idea de que llegarían hasta el final, pero el ya había arruinado las cosas.

 

— Lo siento mucho — dice de forma temblorosa, no solo por el orgasmo, en verdad no sabía cómo ver a Bruce a la cara después de su estupidez, pero... es que él no sabia, era su primer orgasmo pues nunca se había tocado así mismo.

 

Pero contrario a su creencia de que había arruinado las cosas, Bruce no se apartó, sino al contrario pues estaba más que complacido por haberle dando tanto placer a su prometido, se quedo en la misma posición, chupando y lamiendo los restos de esperma, dejando a Severus en shock y temblando, pues la sensación era algo abrumador, se incorporó un poco tratando de apartarlo.

 

— Bruce... No es necesario que hagas eso — su voz sale realmente temblorosa de nerviosismo y parte excitación.

— ¿Por que no? A ti te gusta, puedo sentir como te contraes contra mi lengua... Además sabes muy bien — solo había descaro en la voz de Bruce, aquel comentario hizo que Severus se sonrojar profundamente, no solo pintando su rostro, sino su cuello y pecho también.

— Eres... — se queda sin palabras, Bruce se incorpora y sin vergüenza le planta un beso en la boca a Severus quien se queda congelado.

 

Rápidamente su propio sabor llega a sus papilas gustativas, creyó que le repugnaría, incluso estaba por empujarlo, pero por alguna razón un escalofrió le recorrió todo el cuerpo, uno de placer, así que se dejo caer en la cama, abrazando a su pareja y siguiendo los besos desesperados, ambos comenzaron a restregarse sintiendo claramente como la erección de Severus volvía a despertar con bastante rapidez.

 

— Bruce — jadea de forma ruidosa cuando el nombrado toma los muslos de Severus y los separa aun más, sus manos tomando el trasero redondo con firmeza.

— Lo tomare con calma... te va a encantar Sev — alardea a pesar de no saber que estaba haciendo con totalidad, pues solo había leído sobre el tema.

 

Bruce se estira tratando de alcanzar su varita, pero su pareja detiene su mano, la lleva a su boca dándole un beso en la punta de los dedos, eso provoco una avalancha de excitación en el más alto, sus ojos se encontraron con los ónix.

 

— Necesito la varita... hechizo de de lubricación y protección — su voz sale más grave, haciendo estremecer a Severus.

— No es necesario el de protección... estoy tomando poción anticonceptiva.

— ¿Q-Qué? pero... desde... — Severus le roba un casto beso silenciándolo.

— Las preguntas y charla después, solo quiero sentirte... por completo — y con una seguridad que ni Severus sabe de donde saco, bajo su mano libre y tomo la erección de Bruce con firmeza, no dejo que su pareja reaccionara, simplemente tomo el control.

 

Volvió a besarlo, saqueando su boca como si buscara algo que le había sido robado, cuando se separan Bruce no pierde el tiempo, había investigado sobre cual era la mejor forma para que a su Sev no le doliera, así que comenzó a poner en vigor lo que aprendió, lo giró con cuidado, estaba más que dispuesto a obedecer las demandas de su huraño chico.

 

Severus siseó ante las sensaciones opuestas: la suavidad ligera de las sábanas de seda y la innegablemente sensación de su compañero contra su espalda, era realmente abrazador y absorbente. Los labios que rozaban su nuca y hombros eran como un hierro de marcar, grabando el nombre de Bruce en su cuerpo, y cuando Bruce volvió a rodear su tensa erección con una mano, no pudo evitar embestir, gimiendo cuando Bruce lo siguió y anidó su propia erección en la hendidura del trasero de Severus.

 

Simplemente las cosas eran demasiado intensas, sobre todo para Severus que ya había tenido un orgasmo, por lo tanto estaba más sensible, escucho un suave murmullo proveniente de la grave voz de Bruce y Severus se mordió el labio, intentando contener el orgasmo cuando el hombre que estaba encima de él finalmente le introdujo un dedo resbaladizo, explorando y tocando de forma inexperta, curiosa y bastante decidida qué lo hacía temblar. Y el movimiento constante, el balanceo qué se había creado, lo hacía gemir, lo hacía empujar contra los ahora dos dedos que ahora lo aflojaban, lo hacían ahogarse en el calor de sus cuerpos.

 

Era demasiado para el heredero Prince, tener la respiración agitada de Bruce en su cuello y oído, los dedos experimentales abriéndolo, buscando algo que él no entendía en su totalidad, la otra mano de su pareja bombeando su pene, algunos besos siendo salpicados en su espalda, simplemente podía sentirlo crecer rápidamente desde la base de su columna, extendiéndose veloz y peligrosamente hasta que sus testículos se tensaron y su pene goteó imperdonablemente, sin detenerse hasta enroscarse con fuerza en sus entrañas, anticipando, esperando ser liberado.

 

— Bruce — resoplo desesperado — estoy listo, vamos, ahora — exige agitado entre gemidos, pues no quería terminar sin que Bruce estuviera dentro.

— Aun estas demasiado estrecho... no pienso entrar y lastimarte — solo había determinación en su voz, justo curvo sus dedos de una forma diferente y Severus se sintió desfallecer, sus brazos le fallaron y cayó, dejando el trasero alzado, el pecho contra el colchón, mientras un sonido bastante agudo salió de él, haciendo que Bruce se detuviera — ¿estas bien? — pregunta preocupado.

— Joder, si... h-haz eso de nuevo — comenzó a mover su cadera, empalándose solo en esos gruesos dedos, Bruce acato la orden curvando los dedos, la reacción fue instantánea, de nuevo ese sonido agudo, sintió como el interior de Severus estrujaban sus dedos y de solo pensar en esa sensación envolviendo su pene fue como si la presa calma que Bruce se había esforzado por mantener se hubiera roto.

— Solo uno más — se dijo así mismo, de forma bastante torpe intento introducir otro dedo, sacándole un quejido a Severus, uno de dolor.

 

Pero estaba comenzando a desesperarse, así que curvo sus dedos y cuando sintió que Severus se contraía de placer lo introdujo de forma ruda, sin poder evitarlo, sacándole un grito a su pareja.

 

— Lo siento, lo siento — comienza a disculparse alarmado.

— N-No... sigue, sigue... Oh Gràdh (amor), se siente tan bien — gime de una forma nueva, una entre los agudos y graves.

— Sí duele solo...

— No duele... no dueles, vamos leannan (cariño), no te contengas — pide de forma apresurada, pues Severus sabe que esta al borde y no aguantara mucho más.

— ¿Crees... que puedo entrar? — cuestiona Bruce aun inseguro.

— Sí, Merlín, lo quiero, no seas testarudo ahora y... — no lo dejo seguir despotricando, tomo a Severus de las caderas jalándolo hacia él, acomodando la punta sobre la irritada y ansiosa entrada que palpita deseosa de tener algo dentro.

 

Empuja ligeramente y la sensación es abrumadora, pues una calidez y humedad de lubricante le envuelve al cabeza del pene, gime de gusto y de forma imprudente decide empujarse hasta el fondo, haciendo que Severus grite de nuevo, pero el afectado no dice nada, no se queja, se queda quieto, esperando el ataque que es prácticamente inmediato, Bruce toma del cabello a su pareja y tira de él haciendo que se incorpore, dejando su espalda pegada al pecho fornido y sudoroso, ambos gimen con fuerza ante el movimiento pues el cambio de posición hizo que la erección de Bruce tocara ese punto que enloquecía a Severus.

 

La otra mano de Mulciber esta aferrada con demasiada fuerza a la cadera del más pálido y comienza a moverse, fuerte, duro, rápido, el choque de pieles rápidamente inunda la habitación, acompañado de los jadeos, gemidos y ahora sollozos de Severus pues, ante ese ataque de fiera pasión, llego nuevamente a su orgasmo y estaba siendo sobre estimulado de forma dolosamente deliciosa, le encantaba la sensación, amaba lo salvaje que era Bruce, lo apasionado, solo podía aferrarse a lo que pudiera que en este caso era al brazo y cadera de su prometido.

 

Bruce no es consiente de lo rudo que esta siendo, pues esta completamente perdido en todas las sensaciones y emociones que nublan completamente su juicio, simplemente esta enfocado en dar y recibir placer, de un momento a otro suelta el cabello de Severus, llevando su mano al cuello de su pareja, no aprieta, solo lo hace voltear para poder besarse de forma desordenada y según quien lo viera asquerosa, pues era todo lengua, saliva y dientes.

 

La ferviente danza entre sus cuerpos dura solo otros cuantos minutos, donde Bruce se deja llevar por completo, Severus lo sabe pues siente el pene de su pareja palpitar y engrosarse dentro, de repente siente una gran necesidad de orinar, quiere apartarse, pues no quiere hacer una tontearía en su maldita cama, pero cuando Bruce siente que se aparta un poco, gruñe profundamente, lo vuelve a recostar y pone todo su peso encima, evitando que huya, Severus solo puede lloriquear, no puede hablar pues cuando lo intenta solo salen jadeos o gemidos agudos de su boca.

 

La presión que siente es demasiada, cuando Bruce gime de forma gutural directamente en su odio y siente como es llenado del espeso semen, la presión sede y siente el primer chorro salir disparado, pero no puede sentirse avergonzado, pues su cerebro queda completamente en blanco, no siente su cuerpo, es como si su alma se hubiera salido y estuviera flotando en el limbo... simplemente es como si su cerebro se estuviera saliendo por sus oídos, pues estos pitan demasiado.

 

— Sev... oye Sev... Severus — de repente escucha a su amado, parece alterado, así que se obliga a abrir los ojos, aunque ve borroso, logra distinguir la figura de Bruce que esta inclinado hacia él.

— Estoy aquí — murmura bajito, de forma rota, pues le duele un poco al hablar.

— Por Morgana, creí que te había matado — siente como lo abrazan con fuerza, la voz de Bruce esta llena de preocupación — lo siento tanto Mo ghràidh (mi amor), no quería hacerte daño, no volverá a suceder, lo juro.

— Tranquilo... me encanto... aunque creo que me orine — confesó en un hilo de voz, Bruce lo observa con evidente sorpresa.

— No importa, te amo — lo besa en los labios de forma tan suave, como si temiera romperlo, pero Severus aun se encontraba en el séptimo cielo.

— Yo también te amo, mi tonto fortachón — solo hay calidez en sus palabras, pues se sentía realmente feliz, como si hubiera ganado el mayor de los premios.

— En verdad estas preocupándome... tal vez deba llevarte a la enfermería 

— No harás eso... estoy muy bien, anda recuéstate conmigo, quiero que me abraces bien — pide aun sabiendo que sus sabanas ahora mismo están asquerosas.

— De acuerdo... pero si te sientes mal, dímelo te llevare a San Mungo si hace falta.

— Estoy perfecto, tranquilo — ambos se recuestan abrazados con fuerza.

— ¿Estas seguro que te gusto?... creo que fui demasiado... rudo — solo hay consternación en su voz.

— Sí... fue perfecto Bruce — lo consuela dándole un besito en la barbilla, pues Severus esta recostado encima del moreno.

— Ok... para mi también fue perfecto... ¿crees que podamos repetir en un rato? — eso hace que Severus se tense.

— ¿Q-Que? — se incorpora un poco de forma temblorosa.

— Sí... una vez te recuperes, te traigo algo de comer... si quieres salimos a dar un paseo y después lo hacemos de nuevo — dice con fingida inocencia.

— Eres un bruto, no creo poder levantarme de la cama por lo que resta de día — le da un golpecito en el pecho.

— Mejor para mi — mueve las cejas de forma picara, mientras sus manos juguetonas lo toman del trasero, haciendo que Severus trate de apartarse.

— Estas completamente loco, Bruce... suéltame, AY — se queja cuando Bruce les da la vuelta y comienza a darle besitos suaves por todo el rostro — basta, basta, me haces cosquillas — suelta entre risas.

 

Ambos comienzan a provocar al otro de forma dulce, pues en este momento lleno de calidez y amor les pertenece solo a ambos.

 

 

Por otro lado los Merodeadores seguían reunidos, el ambiente cargado de incomodidad. James caminaba de un lado a otro, Remus lo seguía con la mirada serena, y Peter se limitaba a asentir a todo lo que decían. Sirius estaba sentado en la cama, con el ceño fruncido, los brazos cruzados y el orgullo hecho una muralla.

 

— Tienes que pensarlo bien, Padfoot — dijo James al fin, deteniéndose frente a él —. Esto de regresar con tu familia... No me parece que lo hagas por Regulus. Lo haces porque algo más te quema por dentro, y ni siquiera nos lo cuentas — Sirius lo fulminó con la mirada.

— Ya te lo dije. Regulus no soporta el peso que conlleva ser Lord Black, quiero liberarlo, es mi jodido hermano menor.

— Y para eso ¿te vas a encadenar tú? — Remus intervino, su tono tranquilo pero firme —. No eres tú, Sirius. No eres alguien que obedezca a tu madre, ni que se arrastre para complacerla — Sirius se removió en la cama, incómodo.

— No lo entienden, es mi decisión, solo quiero un poco de apoyo, son mis mejores amigos.

— Pues es una pésima decisión — insistió James, el enojo evidente en su rostro —. Eres Sirius Black, el que se ríe de las normas, el que rompe las cadenas. ¿Y ahora resulta que vas a cambiarlas por otras peores? — Peter, con voz baja, murmuró:

— Además... ¿y qué hay de nosotros? Si te vas a Slytherin... ¿Qué pasará con los Merodeadores?

 

La pregunta quedó flotando en el aire. Sirius apretó los puños. Parte de él quería gritar, otra parte quería confesar lo que realmente lo empujaba a esa locura. Pero no podía. No frente a ellos. Así que se levantó, con una sonrisa forzada.

 

—No se preocupen. Todo estará bien, nosotros seguiremos juntos, tal vez este en otra casa, pero nunca dejaremos de ser mejores amigos, podremos seguir sentándonos juntos, lo prometo.

 

Pero ninguno le creyó.

 

Notes:

Holi 🌻 ah que nervios... es la primer escena candente que escribo, espero y haya sido de su agrado y sino... pues ni modo, me tarde mucho en escribirla pues quería que fuera perfecta, no sé si logre mi objetivo, pero al menos hice el intento, me merezco aunque sea una estrellita ¿no?

Como sea... el Sirius discutiendo aun con sus amigos y Severus pasándosela bien rico con su prometido jajaja, Sirius cuando se entere: "¡Alguien se comió mi torta!"

 

Pobre perro pulgoso, loco y alucín, Severus no es suyo... ya no, es lo que se gana por hacerse el rebelde, aunque bueno, técnicamente nunca fue suyo, pues el corazón de Severus siempre ha estado con Bruce.

El Bruce se paso de intenso, pero bien que Severus lo disfruto si hasta tuvo un Squirt... por si se preguntan, sí los hombres pueden tener squirt, claramente investigue sobre el tema antes de escribirlo, porque a pesar de que pues esto es ficción, me gusta que al menos eso tenga un fundamento jajaja.

Claramente ellos no saben que es un squirt, pero tranquilos Barty al rescate le explicara a su primito todo lo que quiera saber jajaja, alta pena yo jamás le preguntaría a un familiar sobre eso, pero claramente Severus tampoco preguntara, sino que por obvias razones notaran el cambio entre la pareja.

En fin... eso fue todo por el capítulo, espero les gustara mucho, nos estaremos leyendo, por cierto, este fin de semana no actualizare, pues saldré con mi familia, pero ya están compensados pues les di smut, bueno ahora si chau🌷🌷

— Alessa Kndy

Chapter 27: ✦ Capítulo 26 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

El invierno en Hogwarts solía envolverlo todo en un silencio casi reverente. La nieve cubría los jardines, las torres y las almenas con un manto blanco, y el aire helado hacía que incluso los pasillos de piedra parecieran más tranquilos, como si el castillo guardara secretos entre sus muros.

 

Severus, sin embargo, se sentía ajeno a ese frío.
Desde aquella noche... la carta, la discusión, el beso, el sexo... dormir juntos y abrazados había sido una de las experiencias más hermosas que pudo haber sentido y se notaba pues algo había cambiado entre él y Bruce. No era solo la cercanía física ni la confianza ganada: era algo más profundo, más silencioso y firme, como un hilo invisible que los mantenía en sincronía.

 

Cuando despertó aquella mañana, con el brazo de Bruce alrededor de su cintura y el rostro de él hundido en su cuello, por primera vez en mucho tiempo no sintió el impulso de alejarse. Se quedó quieto, escuchando la respiración tranquila de su pareja, y una extraña calidez se apoderó de su pecho. Una paz que nunca había asociado con el amor. Una paz peligrosa, porque lo hacía bajar la guardia, pero a una que podría acostumbrarse pues admitía que se sentía increíble en estos momentos... adolorido del cuerpo, pero eso no le quitaba la gran felicidad que florecía en su pecho.

 

Bruce despertó poco después, sin prisa, y lo observó con una sonrisa lenta.
— Buenos días, bonito — murmuró, su voz grave y ronca por el sueño.

— Buenos días — respondió Severus, aunque el leve rubor en sus mejillas lo traicionó.

— ¿Cómo te sientes?, ¿necesitas algo? — Bruce se incorpora un poco, estira una de sus manos apartando el cabello negro del rostro de su amado.

— Estoy cansado aun... ¿podrías traerme la poción violeta que tengo en mi gabinete del baño?

— Claro, lo que quieras mo chroí (mi corazón) — le da un besito en la frente antes de levantar su cuerpo aun desnudo, no se tapa ni se avergüenza, pues sabe que Severus en este punto ya lo conoce lo suficiente, pero aun así siente la mirada penetrante de su pareja en su espalda, cosa que le encanta.

 

La mañana transcurre de forma tranquila entre la pareja, una vez Bruce le dio la poción que le pidió su Severus, ambos se ducharon juntos, aprovechando que despertaron demasiado temprano, se tomaron el tiempo de lavarse mutuamente, con algunos besos y caricias furtivas, sobre todo el heredero Mulciber, aprovechaba cada oportunidad para tocar, no podía evitarlo si el cuerpo de su amado tenia algunas marcas bastante evidentes en su pálida piel.

 

Tenia las manos de Bruce marcadas en la cadera y en la parte interna de sus muslos, dejando claro que lo sostuvo demasiado fuerte en su actividad intima, algunos ligeros chupetones en el pecho, una mordida en la parte de sus costillas, simplemente una obra de arte a ojos del más alto, aunque claramente Severus no estaba contento con esto, sabiendo que su piel es bastante sensible, esas marcas de amor en su piel tardaría mínimo una semana en desaparecer por completo.

 

Si bien podría desaparecerlas con magia no quería, pues de alguna forma el verlas en su cuerpo lo hacia sentir amado de una forma muy nueva y que ahora disfrutaba, pues no seria hipócrita, compartir cama con Bruce fue la mejor experiencia de su vida, incluso si él era un salvaje, era algo que solo les incumbía a ambos, así que simplemente usaría un hechizo glamour por si las dudas, así que una vez terminan con su larga ducha se visten entre más besitos, parecía que este día les costaría estar sin tocarse aunque sea las manos, ambos se sentían borrachos de amor.

 

El resto del día transcurrió bajo esa misma nota íntima. En clase de Pociones, Bruce se sentó junto a él, como ya era costumbre, pero había algo muy distinto, era notorio a simple vista si los conocías a ambos, había muchos roces de manos y se inclinaba de vez en cuando para hacer comentarios en voz baja. El roce de su hombro contra el de Severus era constante, casi imperceptible, pero suficiente para que cada movimiento del otro pareciera tener un significado nuevo.

 

Durante el almuerzo en el Gran Comedor, su mesa fue el centro de varias miradas. Aurora, Charity y Rosier intercambiaban sonrisas sabiendo perfectamente qué estaba pasando. Regulus, con una mueca divertida, murmuró algo apenas audible.


— Supongo que ya no hacen falta rumores, ¿eh? — Severus lo ignoró, aunque Bruce le tomó la mano bajo la mesa, con la naturalidad de quien ya no sentía la necesidad de ocultarse, pues son prometidos y lo que hagan en su intimidad es algo que nadie debería interesarle, aunque había una regla de excepción, pues si Sirius volvía a molestar a su pareja, le dejaría muy en claro como pasan su tiempo a solas.

 

Lo que antes había sido un lazo discreto se convirtió en algo que cualquiera podía notar: caminaban juntos por los pasillos tomados de la mano, compartían libros en la biblioteca, y hasta en los descansos entre clases se buscaban con la mirada, se daban besos fugaces sin importar quien estuviera viendo. No era una ostentación, sino una certeza mutua, un lenguaje silencioso que todos a su alrededor comenzaban a notar. Evan Rosier fue el primero en bromear abiertamente.

 

— Si siguen así, voy a tener que fingir un accidente con una poción explosiva para distraerlos, creo que hasta da miedo como se buscan con la mirada cada cinco segundos — dijo entre risas. Aurora rodó los ojos.

— Déjalos, Evan. Es casi tierno ver a Severus actuando como un ser humano — Severus alzó una ceja, pero Bruce intervino antes de que respondiera:

— Eso es porque no lo conoces tan bien como yo — El tono, tan descarado como cariñoso, hizo que las risas estallaran a su alrededor. Incluso Regulus, que aún cargaba con las tensiones familiares, sonrió.

— Me alegra verte así, Severus, es lindo verte tan contento — el nombrado solo hizo un gesto condescendiente e ignoro los comentarios, pues no se sentía capaz de responder con su frialdad acostumbrada.

 

No ese día donde todo dentro de él eran fuegos artificiales de emoción, pues cada que creía que su euforia bajaría, su brazalete enviaba chispas de calidez, dejándole claro que Bruce pensaba en el, que lo amaba, así que estaba bien que se burlaran de él, pues eran ciertas las palabras, él estaba feliz y no pensaba ocultarlo, al menos no ese día.

 

Sin embargo, no todos lo tomaban con humor. En la mesa de Gryffindor, Sirius Black observaba la escena con el ceño fruncido. No prestaba atención a las bromas de James ni a los comentarios de Remus; su mirada estaba fija en la pareja al otro extremo del salón.

Veía la forma en que Bruce le hablaba al oído, cómo Severus bajaba la mirada con una leve sonrisa —esa sonrisa apenas perceptible que muy pocos conocían—, y algo dentro de él ardía.

 

No era solo enojo. Era celos, frustración, y un dolor que se negaba a admitir.
Cada risa compartida entre ellos era una estocada. Cada gesto, una prueba de lo que había perdido —o más bien, de lo que nunca tuvo, pues Severus jamás lo ha visto así a él, cada que Sirius decía algo gracioso, el heredero Prince hacia gesto de fastidio, cada que intentaba llamar su atención era repelido. 

 

Simplemente Severus jamás le ha dedicado una mirada más allá a la resignación, ninguna sonrisa que no fuera de desprecio... simplemente Bruce Mulciber estaba viviendo lo que él siempre anhelo y sin importar cuanto se esforzó no lo obtuvo, porque para su amado Slytherin, Sirius era un idiota inmaduro y por eso tuvo que recurrir a las bromas pesadas, pues así fue la única forma en que el heredero Prince le dedicaba más de dos segundos de su tiempo.

 

James notó la tensión en su amigo.
— Oye, Padfoot, ¿estás bien? — preguntó, dándole un golpecito en el hombro. Sirius fingió una sonrisa forzada.

—Perfectamente. Solo disfruto de la vista — pero su voz sonaba hueca, su sarcasmo menos afilado de lo habitual. Remus, siempre observador, le lanzó una mirada de advertencia.

— No empieces otra vez, Sirius. Déjalos en paz.

— No he hecho nada — replicó él con frialdad —. Aún... ellos pueden fingir que son una pareja... solo tienen unos días, Prince será mi prometido de nuevo al volver de vacaciones — dijo directo, esta vez sin ocultar sus intenciones, pues los celos estaban incrustados en su pecho como agujas llenas de veneno, uno que solo Severus podría quitar.

 

James y Peter intercambiaron una mirada preocupada. Sabían que esas palabras no eran una amenaza vacía, pues Sirius era alguien bastante terco y no aceptaba un no por respuesta, Remus solo pudo suspirar cansado de todo esto, notando que la fijación de su amigo no era algo sano ni normal, pero no intervendría, no había nada que pudiera decir para que Sirius cambiara de opinión, solo quedaba esperar y que su amigo no saliera demasiado herido.

 

Durante los días siguientes, Severus y Bruce parecían haber alcanzado una rutina propia. Entre clases y estudios, compartían tardes en la biblioteca, noches de conversación frente al fuego, y paseos ocasionales por los jardines cubiertos de nieve, siempre tomados de la mano, siempre dedicándose miradas llenas de un amor tan evidente que cualquier persona por muy estúpida que fuera lo notaria.

 

El vínculo entre ellos era más visible, pero también más sólido.
Bruce era más atento que nunca, y Severus, aunque seguía siendo reservado, permitía gestos que antes habría rechazado: una mano en la cintura o cadera, un roce al pasar, una mirada prolongada, sonrisas que desconcertaban a todos, pues no era normal ver al heredero Prince sonreír abiertamente... no sino era con burla o superioridad.

 

Una tarde, mientras salían de la clase de Encantamientos, Bruce le susurró algo que hizo que Severus se detuviera en seco.


— ¿Qué has dicho? — preguntó, fingiendo molestia. Bruce sonrió con picardía.

— He dicho que te ves increíble cuando estas tan concentrado... ¿sabias que tocas tu cabello como un tic nervioso? — Severus lo miró de reojo, intentando mantener la compostura, pero el leve temblor en sus labios delató su sonrisa contenida.

— Deberías concentrarte tú, antes de volar por los aires con un maleficio mal hecho.

— No me preocupa. Si exploto, al menos estarás cerca para salvarme — respondió Bruce, encogiéndose de hombros mientras le guiñaba un ojo de forma coqueta — Charity, que los había escuchado, soltó una carcajada.

—¿Y decían que los Slytherin no sabían ser románticos?... si el soquete este no para de babear abiertamente por ti, pasa tu secreto Sev — Severus fingió fastidio, pero su mirada hacia Bruce era todo menos fría.

 

Esa noche, en la tranquilidad de las mazmorras, Severus se quedó mirando el fuego de la chimenea mientras Bruce escribía algo en su cuaderno de entrenamiento. No hablaban mucho, pero no hacía falta. El silencio entre ellos era cómodo, casi necesario.

 

— ¿Sabes? — dijo Bruce sin levantar la vista—. Creo que la gente empieza a creer que te hechice o te di amortentia — solo hay diversión en sus palabras.

— Lo noté — respondió Severus con ironía suave —. No pueden dejar de mirarnos... debe ser raro ver que te dejo salirte más con la tuya, si yo fuera los demás también pensaría lo mismo.

— ¡Ey!, eso es ofensivo, no es mi culpa que estés loco por mi... pueden mirar todo lo que quieran, no me molesta — replicó Bruce, cerrando el cuaderno y acercándose a él —. No pienso esconder lo que siento — Severus lo observó un instante, su expresión suavizándose.

— Eres... insoportablemente seguro de ti mismo.

— Solo cuando se trata de ti mi hermoso phrionnsa — le planta un casto beso en los labios fue lento, cálido, distinto al de aquella noche anterior: ya no era un impulso de defensa o desesperación, sino una confirmación de que ambos sabían exactamente lo que querían.

 

Al otro lado del castillo, Sirius Black miraba el mismo fuego, en la sala común de Gryffindor. James dormía, Remus leía, Peter roncaba suavemente.
Y él seguía despierto, con los puños cerrados y la mente llena de imágenes que no quería recordar.

 

Severus sonriendo. Bruce tomándolo de la mano. El beso que había visto desde la distancia. Las risas compartidas. Los secretos que se decían al oído. Miradas intensas y cargadas de emociones.

El fuego crepitó, reflejándose en sus ojos grises como una amenaza.
Si antes había creído que su plan de volver a ser el heredero Black era un acto de deber, ahora comprendía que era algo mucho más peligroso.
Ya no se trataba de familia.
Era deseo.
Era obsesión.

 

Y mientras el viento helado golpeaba los ventanales, Sirius se juró que no dejaría las cosas así, Severus Prince se convertiría en su esposo en estas vacaciones, se encargaría de que su madre aceptara una unión mágica provisional, la boda grande podría esperar, pero lo primordial era enlazar los núcleos mágicos de ambos, así nunca podrían separarse por mucho que quisieran, pues si Severus lo intentaba terminaría muerto... o en el mejor de los casos convertido en squib y sabia que Severus jamás se arriesgaría a tal cosa.

 

Lo tendría a su lado para siempre y ya no habría nada que Bruce Mulciber pudiera hacer al respecto, pues incluso si intentaba matarlo ocasionaría la propia muerte de Severus, era un plan infalible, lo único que debía hacer era reclamar su contrato de matrimonio nada más llegar a casa y todo iría por el camino correcto, lo tenia claro, Severus lo amaría solo debían conocerse bien, estaba completamente seguro de ello o al menos eso creía saber el mayor de los hermanos Black.

 

 

Notes:

Holi 🌷, aquí un nuevo capítulo, los amigos de nuestros papis ya se hacen una idea de que ambos ya hicieron cosas de adultos, pues el cambio en su relación es bastante evidente, es verdad que Bruce siempre ha sido alguien seguro de si mismo y sus sentimientos, pero normalmente Severus no le permitía actuar tan amoroso en publico, pero ahora no le pone trabas, lo deja ser.

Bien dirían por ahí, Sev esta bien enculado de forma muy literal, pues como recordaran le dieron un acomodón de tripas bien intensote jajaja.

Claramente Sirius también noto el cambio, pero solo atribuye que ambos están siendo más confiados porque creen que lo vencieron, así es su ego le dice que ese cambio fue por culpa suya, el pobre inocente no ve que a Severus le dieron bien fuerte.

Por cierto se preguntaran ¿Por qué Sev anda tan normal y no cojea cuando camina? pues sencillo, pociones, tomo para el dolor y recuperación, así que para la mitad del día ya andaba bien y sin dolor, la ventaja de ser un increíble porcionista que mejora las que ya existen, aunque como él dijo, dejara que los moretones, chupetones y mordida desaparezcan naturalmente.

En fin eso fue todo, nos estaremos leyendo, chau 🌹🌹

— Alessa Kndy

Chapter 28: ✦ Capítulo 27 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

El invierno había caído con más fuerza sobre Hogwarts como un manto de calma y expectación. Los muros de piedra estaban adornados con guirnaldas de pino, los pasillos olían a canela y fuego, y los estudiantes caminaban cargando maletas, bufandas y una energía distinta: la del regreso a casa.

 

El Expreso de Hogwarts esperaba humeante en el andén, exhalando vapor que se mezclaba con las risas y despedidas. Severus, con su acostumbrada serenidad, avanzó entre el bullicio junto a Bruce, Lucius, Narcissa, Regulus, Evan, Gladwin, y Ominis, con solo su presencia los demás estudiantes les cedían el paso, Malfoy encabezaba la formación junto a su prometida y bueno, nadie en su sano juicio se pondría en medio de su camino, pues Lucius Malfoy era el alumno más influyente de todo el colegio.

 

El grupo había conseguido un compartimento entero; los asientos estaban cubiertos con mantas, y la ventana empañada dejaba entrever un paisaje nevado. Bruce fue el primero en romper el silencio, con una sonrisa apenas contenida.

 

— ¿Listos para las vacaciones? descansar de todo los rumores que hay entorno a nosotros, ir a eventos de nuestro calibre — Regulus soltó una carcajada.

— ¿Hablas del famoso baile de los Mulciber? El que todos los años termina con alguien cayendo en la fuente de vino encantado — Bruce arqueó una ceja con fingida indignación.

— Eso fue un accidente... y yo era un niño — Rosier bufó entre risas.

— Y según recuerdo, sigues siendo igual de torpe cuando bebes.

 

El tono era amistoso, cálido, casi familiar. Severus los observaba con una leve sonrisa que pasaba desapercibida para la mayoría, pero Bruce la notó. Le rozó la rodilla con la suya bajo la mesa, un gesto discreto, y Severus no se apartó, al contrario apoyo su mano encima de la de su pareja, Mulciber con un movimiento suave giro la mano entrelazando sus dedos con naturalidad. Narcissa, apoyada contra el hombro de su prometido, intervino con aire pensativa.

 

— Aun así, es una tradición impresionante. Dicen que los Mulciber invitan a medio Ministerio, lo cual es bastante ostentoso y sé lo que digo, estoy comprometida con Lucius — eso ocasiono algunas risas, pero el nombrado solo infla el pecho lleno de orgullo. Severus asintió ligeramente.

— Mi familia ha asistido algunos años. Aunque dudo que mi padre disfrute de los bailes tanto como los contratos que se firman durante ellos — esa frase, dicha con aparente neutralidad, atrajo la atención inmediata de todos. Bruce lo miró de reojo, sabiendo bien lo que implicaba.

— ¿Crees que ahí se concrete el acuerdo entre nuestras familias? — preguntó él con voz baja. Severus lo miró, sin apartar la vista.

— Eso espero — respondió, simple pero seguro.

 

La conversación cambió a temas más ligeros —dulces, travesuras, predicciones para los partidos de Quidditch—, pero la tensión leve entre ellos dos quedó flotando en el aire. Regulus lo notó, aunque prefirió no comentar.

A medida que el tren avanzaba y el paisaje se volvía más blanco, Severus sintió el peso del cambio inminente. Aquellas vacaciones no serían solo un descanso: serían un punto de inflexión, donde su vida tomaría un curso que esperaba ser el que él deseaba.

 

Cuando el tren finalmente se detuvo en la estación de King's Cross, la despedida fue rápida pero sincera. Bruce tomó a Severus de la mano, dejando un beso el el dorso un instante antes de separarse.

 

— Nos veremos en el baile — le susurró con una sonrisa —. Prometo robarte el primer vals — Severus arqueó una ceja, intentando disimular el leve rubor que subía a sus mejillas.

— Eso está por verse... yo no bailo y lo sabes.

— Tranquilo, yo te guiare. Estaré esperando verte gràdh (amor) — y con eso se despiden de forma breve, queriendo evitar molestar a sus familias.

 

El aire londinense era más frío, más cortante. En el andén, entre el humo y las voces, una figura alta y seria esperaba: Tobias Prince, su padre, vestido con un abrigo negro impecable y un sombrero de ala corta, muchos le dedicaban miradas, sobre todo algunas brujas que aun esperaban que Lord Prince se animara a buscar una nueva esposa, cosa que no había sucedido.

 

— Severus — saludó con un leve movimiento de cabeza, sin abrazos ni sonrisas.

— Padre — respondió el joven, imitando su tono, pues el carácter de ambos era demasiado parecido.

 

El carruaje los llevó por las calles nevadas hasta la mansión Prince, una estructura antigua y majestuosa, con ventanales altos y jardines dormidos bajo la escarcha. Al cruzar el umbral, el aire olía a madera, tinta y esa esencia que le decía a Severus que estaba en su hogar, ese que tanto ha amado toda su vida.

 

Su padre lo condujo directamente al despacho, un lugar que olía a pergamino y fuego reciente. Las paredes estaban cubiertas de estanterías y retratos de antepasados que observaban con expresión severa, aunque el de su madre nada más entro le sonrió de forma cálida, algo que hizo sentir a Severus realmente amado, pues a pesar de no haberla conocido sabia que su madre lo había adorado, su padre y abuelos se lo dejaron bastante claro.

 

Tobias tomó asiento tras el escritorio de roble y, tras un silencio calculado, habló:
— Me alegra ver que continúas con tu gran desempeño en Hogwarts. He recibido cartas de los profesores. Dicen que tu progreso en Pociones y Encantamientos es... impresionante, bien hecho hijo — Severus asintió y le sonrió pequeño a su padre, pues Tobias a pesar de ser alguien igualmente reservado siempre le da palabras de afirmación, pues ese era su lenguaje del amor... ese y los obsequios.

—  Gracias, padre.

— Sin embargo — continuó el hombre, entrelazando las manos —, hay otros asuntos de los que debemos hablar.

 

El tono cambió, más grave. Severus lo sabía; era el momento que había temido y esperado a la vez, así que toma asiento frente a su padre, postura recta y rostro inexpresivo a pesar de estar aterrado.

 

— Recibí a los Mulciber hace unas semanas — dijo Tobias —. Propusieron formalizar un contrato matrimonial contigo y su heredero, Bruce. Argumentaron que la alianza beneficiaría a ambas familias, tanto social como económicamente — Severus mantuvo la calma, aunque un leve nudo se formó en su estómago.

— Lo sé. Bruce me lo mencionó.

— Sin embargo — prosiguió su padre, con un suspiro —, hace un par de días recibí una visita inesperada... Walburga Black vino personalmente a mi puerta — el nombre cayó como un hechizo helado.

— ¿Lady Black? — preguntó Severus, su voz apenas un murmullo, Tobias asintió.

— Quiere retomar el contrato antiguo que existía entre las familias Black y Prince. El que te unía a su hijo mayor, Sirius. Asegura que ahora que él ha sido readmitido como heredero, tiene derecho a reclamarlo, ya que fue sellado desde antes incluso que nacieran... hay registro en el ministerio — el silencio que siguió fue pesado. Severus sintió que el aire se espesaba a su alrededor. Sirius y él casándose... ni loco permitiria que eso sucediera.

— ¿Y qué le ha respondido? — preguntó con calma contenida.

— Que lo pensaría — dijo Tobias, mirando el fuego —. Debo admitir que los Black siguen siendo una casa poderosa, con raíces antiguas y una red de influencia en el Ministerio, además de que eso nos uniría a los Malfoy... ser familia y sabes que aprecio demasiado a Abraxas. Pero los Black también son... inestables. Walburga busca limpiar la reputación de su hijo a través de este enlace, no soy idiota, solo quieren usarte y ese tipo de juegos a mi no me gustan — la voz de su padre se volvio más severa y fria.

 

Severus bajó la vista, procesando cada palabra.
El orgullo de su familia. La política. El amor reducido a contratos.
Pero también sabía lo que quería.
Levantó la mirada, con una firmeza nueva.

 

— Padre, con todo el respeto que merece la tradición, no quiero ese acuerdo. Sirius Black me ha mostrado quién es realmente. No permitiré que se me use para restaurar el nombre de su familia... te he comentado que nosotros no nos llevamos muy bien, sé que el amor en los matrimonios sangre pura son... casi nulos al menos al inicio del casamiento, pero respetar el contrato con los Black les da el mensaje equivocado, que pueden romper y restaurar cuando se les de la gana, creo que nosotros no merecemos ese trato — fue por el lado practico, pues sabia que si iba por el lado sentimental su padre lo tomaría más como un capricho.

Tobias lo observó con detenimiento, sorprendido quizá por la seguridad en su tono.
—Entonces... ¿prefieres la alianza con los Mulciber?

— Sí. Bruce me respeta, y nuestra unión no sería una farsa — respondió Severus, su voz clara, sin temblores —. No me interesa un título vacío. Prefiero un lazo que no se construya sobre mentiras, manipulación y... tomemos en cuenta la maldición en sangre de los Black, la locura no es algo que sea beneficiario para nuestro árbol genealógico — su padre lo miró largo rato. Luego, asintió lentamente.

— Hablas con convicción, hijo. Más de la que esperaba, sobre todo porque no eres muy abierto con tus sentimientos... al menos no los de ese tipo — se levantó del escritorio, caminó hacia la ventana y observó la nieve caer sobre el jardín.

— Tendré en cuenta tus palabras. Los Mulciber enviarán a su emisario la próxima semana. Si todo se da como planean, el contrato quedará sellado antes del Año Nuevo — una oleada de alivio silencioso recorrió a Severus.

— Gracias, padre — dijo feliz, pues no temía mostrar su alivio ante su padre. Tobias giró hacia él, con un brillo en los ojos que dejaba en claro lo orgulloso que estaba de su hijo por defender sus pensamientos y decisiones.

—  No me lo agradezcas todavía. Las decisiones de familia no siempre son lo que parecen. Pero... confío en que sabrás lo que haces. Quiero conocer a ese chico formalmente, házselo saber.

— Claro, le escribiré más tarde — dijo con una sonrisa maliciosa, pues sabia que Bruce se asustaría de la idea de que Lord Prince lo hechice.

 

Esa noche, mientras las velas del pasillo se apagaban una a una, Severus se recostó en su cama, mirando el techo tallado de su habitación.


En su mente, la voz de su padre se mezclaba con la de Bruce, con la promesa del baile y con los recuerdos de los últimos días... lo mejor era que su padre no se enterara que había perdido su "virtud" antes del matrimonio tal como se estipulaba en las costumbres, que en opinión de Severus eran realmente anticuadas, pero prefería quedarse con esa opinión en privado, no quería ofender a su padre y mucho menos que se molestara por sus decisiones de acostarse con Bruce sin saber si se casaran o no.

 

El futuro parecía dibujarse ante él, incierto pero más suyo que nunca.
Por primera vez, no sentía que estaba siguiendo un destino impuesto, sino eligiendo uno propio.

 

Y en algún lugar, bajo la nieve que caía silenciosa sobre los tejados, Severus Prince supo que el invierno no sería sinónimo de frialdad... sino del comienzo de algo inevitablemente más grande, solo esperaba que los Mulciber pusieran de su parte y así el contrato con los Black quedaría obsoleto, pues sabia que al final del día su padre aceptaría el que fuera más beneficioso, por mucho que lo amara, las tradiciones sangre pura eran bastante fuertes y así Bruce y él se amen de verdad... si los Black tenían más que ofrecer, ese seria su destino, así que se lo haría saber a su pareja, así ambos trabajarían para que el trato se cerrara cuanto antes y así poder librarse de Sirius Black de una vez por todas.

 

 

Notes:

Holi 🌷🌷, aquí el capítulo donde Tobias y Sev se reencuentran, como podrán ver el papá de Severus esta dispuesto a complacer a su hijo, pero los Mulciber deben cooperar para llegar a un acuerdo justo cof cof que beneficie más a los Prince que a ellos cof cof... uf que tos me dio jajaja.

Por cierto no olviden de votar porfi, sus estrellitas y comentarios me motivan a seguir escribiendo, gracias por el apoyo ❤

Sirius también llego a casa y como pueden esperar charlo mucho tiempo con su madre ya que ella era quien mandaba en esa casa, su padre solo había estado presenta para apoyar a Walburga, así que mandaron por fin los papeles para que Sirius fuera integrado a la familia de nuevo, restaurar el árbol genealógico y como es de esperar el papeleo para que al regreso de vacaciones lo haga como un Slytherin.

Todo esto claramente no le gusto a Sirius, pero se guardo sus protestas y cuando hablo lo único que dijo fue que quería una unión mágica cuanto antes, cuando Walburga le dijo que ya estaba en charlas hizo sentir a Sirius más calmado, el pendejo cree que ya gano, pero... ¿lo hizo?

Me hago la misteriosa jajaja, en fin eso fue todo por este capítulo, nos estaremos leyendo, chau 🌹🌹

Chapter 29: ✦ Capítulo 28 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La mansión Black, en Grimmauld Place, estaba más silenciosa de lo normal. Las lámparas brillaban con una luz realmente fría, y el eco de los pasos de Sirius resonaba por los pasillos como un presagio. Lo habían mandado llamar al salón principal, donde su madre lo esperaba de pie, impecable en un vestido de terciopelo verde oscuro, el cabello recogido en un moño perfecto. A su lado, Orion Black leía un pergamino con expresión severa.

 

— Sirius — comenzó Walburga, su voz tan fría como el mármol del suelo—, esta noche es crucial para el futuro de nuestra familia así que será mejor que no lo arruines — él alzó la vista, con el cansancio pintado en el rostro.

— Lo sé. El baile de los Mulciber, las formalidades, las alianzas, los saludos falsos.

— No te atrevas a burlarte — replicó su madre con un tono cortante —. Los Mulciber son una casa de gran peso político, y esta es tu oportunidad para demostrar que eres digno de ser el heredero Black, lo prometiste... harás lo que te diga sin rechistar — Sirius arqueó una ceja, con la ironía habitual.

— ¿Digno? ¿Después de que me repudiaran y quemaran mi retrato del árbol familiar? — Orion levantó la mirada de los papeles, su voz profunda imponiendo silencio.

— No confundas indulgencia con perdón. Tienes una segunda oportunidad, Sirius, no la desperdicies — Walburga lo observó con dureza, acercándose un paso.

— Y además de todo... verás a tu prometido como tanto has estado molestando estos días — Sirius contuvo la respiración, la mandíbula tensándose.

— ¿Prometido? — pregunto emocionado, pues eso solo le decía que había ganado, que Severus era todo suyo de nuevo.

— El acuerdo con los Prince sigue en pie mientras no se anule oficialmente — dijo ella con una calma inquietante —. Tobias no ha confirmado nada. Hasta donde nos concierne, Severus sigue siendo tu prometido legítimo, así que será mejor que te comportes como es esperado, la gente hablara Sirius y debes ser el caballero respetable que se espera.

 

El nombre retumbó en su cabeza como un hechizo explosivo. Severus.
Ese nombre que no podía pronunciar sin sentir un fuego forestal en el pecho.
La idea de poder bailar con él, tomar su mano, era algo que lo motivaba demasiado.

 

— Así que — continuó Walburga, implacable —, te comportarás como un digno Black. Serás educado, cortés, elegante. Le hablarás como corresponde a tu pareja y demostrarás que eres un digno heredero — Sirius rió sin humor.

— ¿Y si él no quiere saber nada de mí?

— Entonces lo convencerás — replicó ella, acercando su rostro al de él —. Como un verdadero Black — Orion asintió con un gesto breve.

— No queremos escándalos, Sirius. Este baile no solo será una celebración: será una demostración de poder, si todo sale como lo esperamos tu compromiso con el heredero Prince será algo que este en boca de todos al terminar la noche.

 

Sirius respiró hondo. Sabía que no tenía opción.
Pero dentro de él, la mezcla de deseo, frustración y resentimiento se enredaba como un veneno lento, claramente pensaba comportarse como un digno Black, pues los Black son personas orgullosas y que toman lo que desean a cualquier precio y él claramente estaba dispuesto a todo para dejar claro que Severus Prince era su prometido y no el de ese idiota de Bruce Mulciber.

 

 

La mansión Mulciber, en las afueras de Londres, parecía sacada de un cuento antiguo. Los jardines cubiertos de nieve brillaban bajo cientos de luces flotantes; una orquesta encantada tocaba valses ligeros, y el gran salón estaba repleto de figuras distinguidas, vestidos de seda y túnicas con brocados.

Las familias más poderosas del mundo mágico estaban presentes: los Malfoy, los Rosier, los Black, los Avery, los Nott, los Parkinson, los Cruoch, entre otros. Cada saludo era una maniobra política, cada sonrisa una máscara.

 

Bruce Mulciber, impecable en túnica negra con ribetes plateados, se encontraba al lado de su padre, recibiendo a los invitados. Su mirada, sin embargo, se detenía una y otra vez en la entrada, esperando ver una figura en particular.

Y finalmente apareció.

Severus Prince avanzó entre la multitud acompañado por su padre. Vestía una túnica oscura de corte clásico, con el sello de los Prince bordado en plata sobre el pecho. En su mano izquierda brillaba un anillo: un fino aro de oro pálido, con una piedra roja profunda engarzada en forma de dragón. El anillo Mulciber que portaba con orgullo sin ocultarlo.

 

Bruce lo vio y, por un momento, olvidó el protocolo. Caminó hacia él con una sonrisa que, aunque contenida, era genuina.

— Llegas justo a tiempo gràdh (amor) — murmuró al estrechar su mano y darle un beso de forma galante

— No podía faltar — respondió Severus con una media sonrisa apenas visible, la que solo Bruce conocía, Lord Prince se aclara la garganta llamando la atención de ambos jóvenes, Bruce rápidamente se enderezo dejando ver su gran estatura, pues era casi tan alto como Tobias.

— Lord Prince, es un honor tenerlo aquí esta noche — hace una ligera reverencia, clásica entre los sangre pura para mostrar respeto.

— Claro, aunque no es cortes ignorar a otros invitados que llegan, te sugiero que sueltes a mi amado hijo y retomes tus deberes — dijo con tono frio e indiferente, uno que hizo a Bruce sentirse avergonzado, soltó la mano de Severus y dio un paso atrás.

 

Los murmullos no tardaron en extenderse por el salón. La joya en la mano de Severus no pasó desapercibida. Era una declaración silenciosa, pero poderosa, sobre todo porque los Prince son conocidos por ser personas reservadas así que ese anillo era demasiado significativo sobre todo porque no se tenia conocimiento de ningún tipo de contrato de matrimonio entre ambas familias. A unos metros de distancia, Walburga Black observaba la escena con el rostro crispado, su abanico agitándose con nerviosismo.

 

— ¿Qué significa eso? — susurró a su esposo —. ¿Por qué lleva el anillo de los Mulciber? — Orion la miró con calma medida.

— Quizá los rumores eran ciertos. Tal vez los Prince han decidido cambiar de alianza y no me sorprendería por la idiotez de Sirius — Walburga apretó los labios, ofendida.

— No mientras yo viva, las tradiciones son para respetarse, no voy a dejar que nos humillen de esa manera — dejó su copa y avanzó con paso firme hacia Tobias Prince, que conversaba con un grupo de diplomáticos mágicos cerca del bar encantado.

— Lord Prince — lo interrumpió sin preámbulos, inclinando apenas la cabeza —, necesito unas palabras con usted — Tobias, con la paciencia de quien esperaba ese encuentro, la siguió hacia un rincón más discreto.

— Dígame, lady Black — dijo él con voz controlada.

— ¿Por qué su hijo lleva el anillo de los Mulciber? — preguntó ella sin rodeos —. Hasta donde sé, el contrato entre nuestras familias sigue siendo válido. Mi hijo Sirius fue readmitido como heredero, y el compromiso debe restablecerse tal como las tradiciones dictan, tenemos un contrato registrado en el ministerio — recordó con evidente veneno en la voz. Tobias mantuvo su compostura, aunque en sus ojos brilló una chispa de incomodidad.

— El acuerdo Black–Prince fue firmado hace más de dieciocho años, señora. Las circunstancias han cambiado, su hijo fue repudiado públicamente y los Prince somos una familia demasiado noble como para involucrarnos en sus dramas familiares, una vez su hijo mayor fue repudiado el contrato fue fracturado.

— ¡Pero no ha sido anulado! — replicó ella, bajando la voz solo para no atraer más atención —. ¡Eso significa que su hijo pertenece, por derecho, a mi familia! ¿o debo recordarle que tenemos trato directo con los Malfoy? tal como usted quería — antes de que Tobias pudiera responder, Lord Mulciber se acercó con elegancia calculada.

— Disculpen que interrumpa — dijo con una sonrisa diplomática —. No pude evitar escuchar parte de su conversación — Walburga lo miró con hostilidad apenas disimulada.

— Espero que no haya malentendidos, Lord Mulciber — él inclinó la cabeza con falsa humildad.

— Ninguno, espero. Solo quería dejar claro que nuestros herederos están en tratos para formalizar una alianza entre las casas Mulciber y Prince, pues sino sabia ellos están en una relación seria — el aire se volvió denso. Walburga palideció.

— ¿En tratos? — repitió, como si la palabra le quemara —. ¿Está diciendo que...?

— Exactamente eso — respondió Tobias con serenidad —. Aún no se ha firmado nada, pero el compromiso es inminente, Severus me ha expresado abiertamente que no tiene interés en traer la maldición de locura Black a nuestro árbol genealógico, algo bastante sensato — dijo con superioridad.

 

Walburga abrió la boca para replicar, pero en ese momento, un maestro de ceremonias anunció el inicio del vals principal. La tensión se disolvió entre las notas de la música, aunque solo en apariencia, los tres lideres de su familia seguían observándose entre ellos tratando de mantenerse firmes en su postura sobre todo Lord Mulciber que había prometido a su hijo conseguirle ese compromiso.

 

Severus y Bruce cruzaron el salón hasta el centro, donde las primeras parejas comenzaron a moverse. El contacto de sus manos fue discreto, pero cargado de significado.

— ¿Preparado? — susurró Bruce, inclinándose hacia él.

— Más de lo que crees — respondió Severus con un deje de ironía.

 

Giraban entre la multitud, moviéndose al compás perfecto, atrayendo miradas por la elegancia natural de su sincronía. Era evidente para todos que había algo entre ellos más allá de la cortesía, además de que el anillo Mulciber brillaba bajo la luz de forma evidente, ocasionado que la curiosidad de los demás invitados creciera. Y desde un rincón, Sirius Black observaba con una mezcla de ira y deseo reprimido. Vestía con impecable elegancia, pero su mirada lo traicionaba: era fuego contenido.

 

Cuando la música se detuvo, Sirius cruzó el salón sin importarle las miradas. Se detuvo justo frente a Severus, esbozando una sonrisa forzada.

— Lord Prince — dijo, inclinando apenas la cabeza —. Un placer volver a verte — el tono era cortés, pero su mirada era otra historia. Severus, consciente de las miradas que los rodeaban, mantuvo la compostura.

— Señor Black.

— ¿Podría concederme un baile? — preguntó Sirius con una sonrisa que pretendía ser amable. Bruce apretó la mandíbula, pero Severus, sabiendo que una negativa sería una ofensa pública, asintió con frialdad.

— Solo uno — dejo claro, pues no tenia intención de compartir el mismo aire que Sirius por más de tres minutos.

 

La orquesta comenzó de nuevo, y ambos se movieron en silencio. Sirius se inclinó hacia él, su voz baja y cargada de tensión.


— Sigues siendo tan imposible como siempre.

— Y tú tan predecible — replicó Severus, sin mirarlo.

— Tu padre aún no ha rechazado oficialmente el contrato — murmuró Sirius —. Eso significa que aún eres mi prometido de forma oficial, aun es tiempo de ver quien es el indicado — Severus lo miró por fin, sus ojos oscuros fríos como la nieve fuera del salón.

— No confundas las cosas, es bastante claro que la locura de tu familia te ha alcanzado, tu estas obsesionado, no enamorado.

— Eso no lo sabes Severus — el nombrado sintió un escalofrió recorrerle la espalda, el disgusto rápidamente alcanzo su rostro sin poder evitarlo.

— No te he dado el permiso de tutearme — Sirius le dio una vuelta y lo atrapo, esta vez demasiado cerca, se inclino hacia abajo dejando su aliento golpear el oído de Severus.

— ¿Cómo prefieres que te diga? ¿Te gustan los apodos dulces? — se burlo un poco, el de ojos ónix se aparto de forma algo brusca.

— No si vienen de ti — escupió con irá, el baile terminó, y antes de que Sirius pudiera responder, Bruce apareció a su lado.

— Disculpa, Black — dijo con una sonrisa gélida —, pero mi pareja me debe el siguiente baile.

 

Sirius lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada. No podía. No allí, entre las élites del mundo mágico. Mientras Severus y Bruce volvían a la pista, el rumor de sus pasos se mezcló con el murmullo de los invitados, las copas tintineando, los secretos ardiendo en el aire, pues notaban que algo estaba pasando entre los herederos de tres familias influyentes.

 

Y desde el otro extremo del salón, Walburga Black observaba en silencio, con el corazón lleno de furia y la mente ya maquinando el siguiente movimiento, pues no pensaba dejarle el camino libre a los Mulciber, estaba contenta de que su hijo estuviera comportándose como un digno heredero, no dejo que ese niño Mulciber le quitara la atención de su prometido, estuvo interrumpiéndolos y obligando al heredero Prince a bailar con él varias piezas de música, así que solo hacia falta un pequeño empujón... era hora de hablar con Abraxas, él la ayudaría pues eran familia y Lord Prince era buen amigo de la familia Malfoy, eso seria suficiente para fortalecer el vinculo y una vez fuera aceptado harían la unión mágica.

 

Al principio creyó que eso era algo extremo, pues ese tipo de uniones no se hacían en esta época moderna por lo peligroso que era, pero en este caso era necesario, así el heredero Prince no echaría las cosas a perder, claramente le conto de sus planes a Orion quien la apoyaba siempre en todo a pesar de no estar totalmente de acuerdo con la unión mágica, lo que sea por tener unida a su familia.

 

Esa noche, el baile de los Mulciber no fue recordado solo por su fastuosidad, sino por el inicio de una guerra silenciosa entre tres casas antiguas.
Y en el centro de todo, Severus Prince se quedaba todo lo posible a un lado de Bruce sin saber cuán peligrosos eran los pasos que acababa de dar, pues Sirius era igual de obsesivo que su madre y él tenia claro lo que quería, siempre lo tuvo y ahora tenia la valentía suficiente para reclamarlo.

 

 

Notes:

Holi 🌹, ya inicio el drama familiar mi gente, como podrán ver Walburga esta igual de alucín que Sirius jajaja, pero era de esperarse pues el niño debió sacarlo de algún lado.

Se preguntaran donde estaba Reggie, pues en casa ya que ahora que no era el heredero de los Black podía saltarse esas cosas y claramente no quería ir y quedar en ridículo por la culpa de Sirius, él claramente no sabe lo que esta sucediendo porque sus padres no le cuentan nada ya que dejo de ser "relevante" en el tema del señorío Black, claramente Walburga ama a Regulus con todo su corazón, así que sigue siendo una madre linda con él, pero ahora no lo fastidia con las cosas de la reputación y eso.

Por lo tanto Regulus cree que Sirius solo hará el ridículo, creyendo que Bruce y Sev están comprometidos por todas las de la ley, ósea por contrato, vaya sorpresa se llevara de que aun no es así y sus padres están luchando para recuperar el compromiso.

Pero eso ya lo veremos en siguientes capítulos, eso fue todo por el de hoy, espero les guste, nos estaremos leyendo, chau 🌻🌻

— Alessa Kndy

Chapter 30: ✦ Capítulo 29 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La mañana siguiente al baile amaneció gris, con una neblina espesa que parecía envolver la mansión Mulciber en un silencio expectante. Desde las altas ventanas del comedor, los copos de nieve descendían en una danza lenta y silenciosa, mientras los elfos domésticos servían el desayuno en vajillas de plata encantadas.

 

En el extremo de la larga mesa, Lord Mulciber conversaba con Tobias Prince, ambos rodeados de documentos, plumas flotantes y tazas de té aún humeante. La atmósfera era formal, pero no tensa; más bien, el aire cargado de estrategia, propio de viejos magos de linaje que negociaban el futuro como si estuvieran jugando una partida de ajedrez mágico.

 

— No puedo negar, Lord Mulciber — decía Tobias con tono medido —, que una unión entre nuestras casas representaría una ventaja política considerable. La familia Prince valora el talento y la disciplina, virtudes que su hijo ha demostrado con creces — Mulciber asintió, esbozando una leve sonrisa.

— Y la casa Prince posee un linaje respetado y antiguo, con sangre limpia y conexiones sólidas. No podríamos pedir mejor alianza — ambos se miraron con una mezcla de diplomacia y cálculo. La servilleta de Tobias descansaba perfectamente doblada a su lado, como si incluso en ese gesto residiera la prudencia — por supuesto — continuó Mulciber, entrelazando los dedos —, sabemos que los Black han intentado interferir — El rostro de Tobias se tensó apenas.

— Walburga es... persistente. No ha aceptado que los tiempos cambian, además el culpable de que el contrato con su familia se quebrara fue su propio heredero — Mulciber rió suavemente.

— Persistente es un término amable. Pero no se preocupe, Lord Prince. Con el baile de anoche, y con el anillo que su hijo lleva en su mano, el mensaje ha sido claro para toda la sociedad mágica.

— Cierto — concedió Tobias, tomando un sorbo de su té —. Aunque formalmente, el contrato con los Black sigue vigente hasta que uno de los patriarcas lo disuelva oficialmente. Y... ellos no parecen dispuestos a hacerlo — Mulciber lo observó con atención.

— ¿Teme represalias?

— No — respondió Tobias con serenidad —. Solo soy prudente. Pero deseo dejar las cosas claras. Si firmamos este contrato, deseo que no haya resquicios legales ni políticos que permitan a otra casa reclamar derechos sobre mi hijo — Mulciber asintió lentamente.

— Lo entiendo y le garantizo, Lord Prince, que cuando los Mulciber firman, lo hacen para sellar una alianza firme, Bruce no hará nada que perjudique a su heredero, ni tampoco tiene ideas estúpidas de dejar en vergüenza a nuestras familias.

 

Ambos se inclinaron sobre los documentos, discutiendo cláusulas, propiedades, dotes y beneficios. Era el lenguaje antiguo de las familias puras: prestigio, poder y herencia, todo envuelto en la cortesía del té y las sonrisas medidas, pero ambos patriarcas tenían algo claro, buscar lo mejor para sus hijos, pues Tobias quería asegurarse de que fuera respetado y venerado como se merecía, algo que ya tenia garantizado con el heredero Mulciber.

 

Mientras tanto, Bruce y Severus se refugiaban en el santuario de la vasta biblioteca familiar. Las paredes cubiertas de estanterías de roble guardaban miles de volúmenes, y la luz del fuego iluminaba el polvo suspendido en el aire, dándole un toque dorado. Bruce estaba sentado en un sofá de terciopelo verde, hojeando un libro de encantamientos avanzados, aunque su atención estaba claramente más en Severus que en las páginas, su prometido había estado demasiado callado para su gusto.

 

El joven Prince escribía concentrado, la pluma moviéndose con ritmo seguro sobre un pergamino. Había algo casi hipnótico en la forma en que se inclinaba sobre la mesa, el cabello cayéndole parcialmente sobre el rostro.

 

— ¿Sabías que mi padre lleva más de una hora discutiendo con el tuyo? — preguntó Bruce, rompiendo el silencio. Severus asintió sin apartar la vista del texto.

— Sí. Mi padre dijo que las negociaciones serían largas. No le gusta dejar cabos sueltos, especialmente cuando hay cláusulas antiguas involucradas.

— ¿Te refieres al contrato con los Black? — inquirió Bruce, aunque ya conocía la respuesta. Severus suspiró y dejó la pluma a un lado.

— Exacto. Walburga Black está reclamando el acuerdo original entre nuestras familias. Según ella, Sirius y yo estamos... comprometidos — Bruce se tensó al instante.

— Eso es absurdo. Ese contrato estaba en desuso desde que Sirius fue repudiado.

— Lo sé — replicó Severus con calma —, pero técnicamente nunca se anuló. Y mi padre no puede ignorar eso hasta que haya un reemplazo oficial — Bruce lo miró con una mezcla de frustración y ternura.

— ¿Y tú qué piensas?

— Que no pienso ser un trofeo que los Black usen para lavar su nombre — dijo Severus, con ese tono firme que usaba cuando estaba decidido. Bruce sonrió levemente.

— Me gusta cuando hablas así, eres realmente sexy... bueno si soy honesto siempre lo eres dàibhidh phrionssa (mi amado príncipe) — Severus rodó los ojos, pero una pequeña curva se insinuó en sus labios.

— ¿Siempre eres tan encantador?

— Solo contigo — respondió Bruce, acercándose un poco más —. Pero no puedo negar que me pone de los nervios saber que los Black aún están metidos en esto.

— No lo estarán por mucho — aseguró Severus —. Mi padre resolverá todo pronto. Y entonces... — hizo una pausa, sus ojos encontrando los de Bruce — todo quedará oficial — Bruce alargó la mano, tocando suavemente la de Severus.

— Entonces esperaremos. Juntos, esteré a tu lado siempre Sev — le da caricias tranquilizadoras en su mano evitando un contacto más amoroso, pues estaban en la casa de sus padres y sus costumbres eran claras, nada de comportamientos inapropiados... no hasta que estén casados y prefería evitar algún drama.

— Lo sé — murmura el de ojos ónix. El silencio volvió a llenar la biblioteca, pero esta vez era cálido, casi íntimo.

 

 

A cientos de kilómetros, Walburga Black caminaba de un lado a otro en su despacho, el rostro encendido de furia contenida. El retrato de un antepasado la observaba desde la pared, y las cortinas pesadas cerraban la luz de la mañana.

 

— ¡No puedo permitir que una familia de segunda como los Mulciber nos arrebate lo que nos pertenece! — exclamó, golpeando el escritorio. En su mano sostenía un ejemplar del Profeta, cuya columna de sociedad mencionaba con delicadeza "la visible cercanía entre los herederos Mulciber y Prince". — Si Tobias Prince quiere jugar a la diplomacia — dijo con el ceño fruncido —, necesitaremos a alguien que lo haga entrar en razón.

 

Su mirada se desvió hacia una carta abierta sobre la mesa: un pergamino con el sello de los Malfoy.

 

— Abraxas — murmuró con una sonrisa astuta —. Sí, él sabrá qué hacer.

 

Tomó una pluma y escribió rápidamente:

 

Estimado Lord Malfoy,

Confío en que este mensaje lo encuentre bien. Como viejo amigo de Tobias Prince y aliado de nuestra familia, le ruego intervenir en una situación que amenaza la estabilidad de las casas antiguas. El linaje Black y el linaje Prince tienen un contrato que no debe olvidarse. Sin embargo, los Mulciber buscan interferir con promesas vacías. Estoy segura de que su influencia y su palabra pueden recordar a Tobias dónde yace su verdadero honor, pues esta alianza nos beneficia a las tres familias.

Con estima y gratitud,
Walburga Black

Selló la carta con cera negra y el emblema familiar, sabia que Abraxas estaría de su parte, pues ahora eran familia indirecta gracias a Narcissa, en verdad esto seria pan comido, la intervención de Malfoy haría las cosas más sencillas, estaba segura que Tobias Prince cedería en cuanto Abraxas le hiciera ver las cosas. Confiaba en ello.

 

 

Abraxas Malfoy leyó la carta con gesto pensativo, sentado en su estudio, rodeado de libros antiguos y artefactos mágicos. Su hijo, Lucius, estaba en la misma habitación, hojeando un informe del Ministerio.

 

— ¿Más dramas entre los Black y los Prince? — preguntó Lucius con tono casi divertido. Abraxas dejó la carta sobre la mesa.

— No son solo dramas, Lucius. Son movimientos. Y hay poder detrás de cada palabra, lo sabes perfectamente — Lucius arqueó una ceja.

— ¿Vas a intervenir?

— Walburga tiene razón en algo — respondió su padre —. Tobias y yo fuimos amigos en nuestra juventud, y nuestras familias comparten raíces. Una alianza Prince–Black fortalecería nuestro círculo de influencia. Además... —sonrió con esa calma calculada que caracterizaba a los Malfoy —, no me desagradaría tener a Tobias como familia política, como sabes si en el pasado se hablo de un posible compromiso entre su hijo contigo, fue una verdadera lastima que eso no se concretara al ser su hijo menor, cuando él nació tu ya estabas comprometido — Lucius asintió, aunque su expresión denotaba cierta prudencia.

— Solo asegúrate de no quedar atrapado en sus juegos... Severus ya esta comprometido padre, no creo que sea buena idea interferir — Abraxas se levantó, ajustándose la túnica.

— Mi querido hijo, los juegos son más interesantes cuando uno sabe que va ganando.

 

 

La tarde caía lentamente cuando un carruaje negro con emblemas plateados se detuvo frente a la mansión de los Prince. Los elfos abrieron las puertas, y de él descendió Abraxas Malfoy, elegante y sonriente, con un bastón de madera de ébano y un aire de cortesía impecable. Tobias lo recibió en la entrada, sorprendido, pues no habia recibido ninguna carta anunciando la visita de su viejo amigo.

 

— Abraxas. Qué grata sorpresa.

— No tanto una sorpresa como una visita necesaria — respondió Malfoy con una sonrisa que no llegaba a los ojos —. Tenemos que hablar, viejo amigo.

 

Desde el piso superior, Severus observó discretamente la escena, apoyado en la barandilla del balcón de su habitación. Reconoció el emblema Malfoy en la capa del visitante, además de que reconocería ese tono de cabello en cualquier parte, pues era el mismo que el de su mejor amigo, Lucius. Un mal presentimiento comenzó a crecer en su pecho.

Bruce, que lo había acompañado a casa ese día, lo miró con curiosidad.


— ¿Quién es?

— Abraxas Malfoy — respondió Severus en voz baja —. Y si está aquí... es porque lady Black ya hizo su primer movimiento

Sus ojos siguieron a los dos hombres que desaparecían dentro de la mansión.
Y así fue como la tranquilidad que había tenido todos esos días se había esfumado por completo, pues sabia de sobra que su padre respetaba demasiado a su amigo de la infancia, Severus Prince sintió que algo escapaba de su control, temiendo que Tobias aceptara la persuasión de Lord Malfoy, pues eso los convertiría en familia política tal como Tobias Prince había deseado desde que nacio.

 

Bruce claramente noto la rigidez en su pareja, rápidamente lo envolvió en un abrazo cálido y lleno de amor mientras le susurraba que todo estaría bien, pues se suponía que esa mañana habían llegado a un acuerdo con sus padres, lo que no sabia Bruce Mulciber era que el contrato se firmaría en unos días en el ministerio, por lo tanto aun había muchas posibilidades, tanto buenas como malas.

 

 

Notes:

Holi 🌷, Abraxas ha llegado a meter su cuchara donde no lo llaman, esperemos que Tobias no se deje influenciar por su amigo de la infancia y respete el contrato ya hablado con los Mulciber, porque si, ya hay contrato hablado el cual fue escrito por Lord Mulciber y llevado al ministerio donde se debe autentificar, poner los sellos mágicos y después viene la firma, así que las cosas aun pueden torcerse un poco... esperemos que no sea así.

Severus sabe que no todo esta resuelto, que Walburga Black esta igual de loca que su hijo, por lo tanto teme que las cosas se pongan feas, pero confía en que su padre lo apoyara... ¿será así?, pues lo sabremos en el siguiente capitulo xDD.

Pero bueno, eso fue todo por este capítulo, espero les haya gustado, nos estamos leyendo, chau 🌷

— Alessa Kndy

Chapter 31: ✦ Capítulo 30 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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El reloj de pie marcaba las tres en punto cuando Abraxas Malfoy arribo a la mansión Prince, Tobias lo recibió con los brazos abiertos, pues ambos eran excelentes amigos, el salón donde recibiría a su viejo amigo olía a madera pulida y té recién servido. Las paredes estaban cubiertas de retratos familiares y estanterías de grimorios, y la chimenea crepitaba suavemente, arrojando destellos cálidos sobre las alfombras.

 

Abraxas Malfoy entró con su acostumbrada elegancia, portando un aire de autoridad que llenaba el lugar, uno que Lucius había aprendido. Su túnica gris plateada estaba impecablemente planchada, y el bastón de ébano que siempre llevaba golpeó el suelo con un sonido seco.

— Tobias, siempre un placer reunirse con un viejo amigo, hace un tiempo no teníamos la oportunidad de charlar.

— Debo darte la razón amigo mío, demasiado tiempo ha pasado, al menos sin tener una reunión sin política de por medio.

 

Ambos se sentaron frente a frente. Los elfos sirvieron té, y la conversación inició con cortesías triviales: los inviernos más fríos, el estado de los negocios, los rumores sobre el Ministerio. Pero pronto, Abraxas dejó el tono amable y adoptó el de un diplomático calculador, pues a pesar de alegrarse de ver a su amigo, tenia una misión que cumplir.

 

— Imagino que has oído hablar de las... inquietudes de Walburga Black — dijo, removiendo el té sin mirarlo directamente. Tobias soltó un suspiro leve.

— Inquietudes sería un término amable. Ha estado insistiendo con cartas y visitas.

— Ya sabes cómo es Walburga — replicó Abraxas con una sonrisa cortés —. Intensa, pero con un sentido inquebrantable del deber familiar — Tobias arqueó una ceja.

— ¿Vienes a hablarme en su nombre?

— En parte — admitió Abraxas, apoyando las manos en su bastón — pero también como amigo. Mira, Tobias... nuestras familias son pilares del mundo mágico en Gran Bretaña. Los Prince, los Black, los Malfoy. Casas antiguas, respetadas. La unión entre Prince y Black sería una forma de reafirmar el poder del linaje puro en tiempos en que el Ministerio comienza a mirar con demasiada simpatía a los mestizos y sangre sucias, si unificamos nuestras familias podríamos hacer algo... Crouch es tu familiar, tendríamos todo bajo control — Tobias lo escuchó sin interrumpir, su mirada fija en la taza.

— No niego que un contrato así traería ventajas políticas — dijo finalmente —, pero la relación entre las familias está manchada. Sirius Black no es el tipo de joven que desee para mi hijo, además de la posibilidad de la maldición de sangre, podría ser catastrófico si el heredero Black la heredara e hiciera locuras dañando la imagen de mi linaje, pues como sabes pasaría a ser Prince y no pienso limpiar sus desastres — Abraxas sonrió con cierta astucia.

— Sirius es impulsivo, sí. Pero ha vuelto al redil. Walburga lo tiene bajo control y, si me permites la franqueza, es un muchacho con un apellido demasiado fuerte para ser ignorado, además de que los Black portan con gran belleza, harían una pareja encantadora y llamativa — Tobias se recostó en su asiento, meditando.

— ¿Y qué me dices de los Mulciber? Ellos también son una familia influyente, pertenecen a los sagrado veintiocho y tienen tratados de comercio con parte de Asia y África.

— Por supuesto — respondió Malfoy —, pero su poder no esta aquí en Gran Bretaña, sino de otro continente, Africa y Asia no son tan relevantes. Tienen fuerza, pero no la influencia política ni el prestigio histórico de los Black. Un Prince aliado a los Black reforzaría la posición de ambas casas en el Wizengamot. Además... — se inclinó un poco hacia adelante — si los Black y los Prince se unieran, los Malfoy estaríamos complacidos de apoyar esa unión, siempre hablamos de esto amigo, ser familia... lastima que Severus nació un año tarde, sino Lucius y él estarían unidos, pero tenemos otra oportunidad con este convenio.

 

Era una promesa de poder encubierta en palabras suaves. Tobias lo sabía. Y aun así, sintió el peso de la tentación, pues el peso de los Malfoy en Inglaterra, Francia y parte de Italia era bastante pesado, por no decir de sus negocios bastante grandes en Estados Unidos, que Severus se casara con el heredero de los Black traía demasiadas ventajas, pues ellos también eran influyentes a pesar de que la gente hablara, pues Walburga era excelente para manejar relaciones publicas y políticas.

 

— Te lo digo como amigo — prosiguió Abraxas —. Piensa en el legado, Tobias. No en los sentimientos de los muchachos. El matrimonio es política. El amor... un lujo que las familias antiguas rara vez pueden permitirse, sé que debes sentirte algo presionado por Severus, pero él lo superara... todos lo hacen — se encoje de hombros quitandole importancia al asunto.

 

Tobias guardó silencio. El fuego chispeó. La mirada de Abraxas, fija y calculada, lo atravesó como un recordatorio de los años en que ambos jugaron las mismas reglas. Finalmente, Tobias asintió con lentitud.

 

— Lo pensaré, es cierto lo que dices, pero también es cierto que ese niño Black es demasiado problemático, hay muchas cosas en juego no solo el estatus sino el bienestar de Severus, pero tendré en cuenta todo lo que me has dicho amigo mío — Abraxas se levantó, satisfecho, pues había plantado no solo una semilla de duda, sino demasiadas y con bastante peso, uno que sabia que Tobias Prince no ignoraría.

— Eso es todo lo que te pido, viejo amigo. Confío en tu buen juicio — se estrecharon la mano una vez más, y Malfoy salió escoltado por uno de los elfos domésticos.

 

Desde el rellano del piso superior, Severus había escuchado fragmentos de la conversación. No todo, pero lo suficiente. Su rostro permanecía impasible, aunque sus manos se apretaban contra la barandilla. Bruce, que había estado con él, lo observaba con atención.

 

— Eso no suena bien — murmuró Bruce.

— No, en lo más mínimo — respondió Severus, bajando la mirada —. Abraxas Malfoy es astuto. Si ha venido aquí, no es solo por cortesía, sé que lady Black tiene que ver en esto — suspira de forma derrotada.

— Tu padre no va a ceder tan fácil, ¿cierto? — Severus dudó un instante antes de responder.

— Mi padre respeta a los Malfoy. Más de lo que debería, Abraxas y él son... prácticamente mejores amigos, en el colegio eren como nosotros, solo que sin la parte romántica entre ellos, ya sabes confianza ciega y todo eso — Bruce lo miró preocupado.

— Entonces tienes que hablar con él. Antes de que tomen una decisión sin ti... ¿quieres que te acompañe? — Severus negó de forma inmediata. 

— Yo me encargo, espérame aquí — Y sin esperar más, bajó las escaleras.

 

Tobias estaba de pie frente al fuego, con una copa de brandy en la mano, cuando su hijo entró al estudio.


— ¿Qué hacías escuchando detrás de la puerta, Severus? — preguntó sin girarse, pues conocía demasiado bien a su hijo.

— Intentando entender por qué un Malfoy está metiendo las narices en asuntos que no le incumben — respondió Severus, su tono tan controlado como cortante. Tobias se giró lentamente.

— Abraxas es un viejo amigo. Solo vino a aconsejarme, además no debes ponerte a la defensiva, sé que tu también aprecias a los Malfoy, Lucius y tu son casi inseparables desde bebés — trato de desviar el tema, pues no quería charlar con su hijo de esto, no en ese momento ya que aun tenia muchas cosas que pensar.

— ¿Aconsejarte a que me cases con alguien que detesto? — replicó Severus, dando un paso al frente. El brillo de irritación cruzó el rostro de su padre.

— No es tan simple. Los Black tienen una influencia que los Mulciber jamás igualarán.

— No me interesa la influencia — respondió Severus —. Me interesa mi vida, y con quién quiero compartirla — Tobias dejó la copa sobre la repisa con un golpe suave.

— No hables como un niño. Las uniones entre casas no se basan en caprichos. Se trata de legado, de honor familiar, lo sabes perfectamente Severus y hasta antes de que ese niño Black fuera repudiado lo respetabas — Severus respiró hondo, conteniéndose.

— ¿Y el honor consiste en entregarme a una familia que me ve como una posesión? Sirius Black es inestable, arrogante y obsesivo. No lo quiero cerca.

— A veces, el deber exige sacrificios — dijo Tobias con frialdad.

— ¿Sacrificios o sumisión? — disparó Severus. El silencio llenó la habitación, pesado, apenas roto por el chisporroteo del fuego — el contrato con los Mulciber ya está casi listo — continuó Severus con voz firme —. Y es el único que aceptaré. Bruce y yo... — titubeó un instante, bajando la voz—  nos entendemos, padre. Nos respetamos. Eso debería significar algo — Tobias lo miró largo rato, con una mezcla de cansancio y resignación.

— No tomes decisiones con el corazón, Severus. No en este mundo... ¿Qué paso contigo?, nunca te habías dejado llevar por sentimientos, siempre has sido inteligente y practico.

— Sigo siendo el mismo, pero tengo que ver no solo por la familia, sino por mi bienestar, si no lo hago yo, ¿Quién lo hará por mí? — respondió con un dejo de amargura — Tobias apartó la mirada hacia la ventana, donde la nieve caía en silencio, herido por las palabras de su hijo, pues Tobias le había dado todo a Severus, amor, conocimiento, un hogar estable y siempre velo por su bienestar y en esta ocasión no era la excepción, pues quería que Severus tuviera un futuro seguro y brillante, justo lo que él merecia.

— Déjame pensarlo.

— Hazlo — dijo Severus, dirigiéndose hacia la puerta —. Pero recuerda que si cedes ante los Black, estarás perdiéndome a mí, pues prefiero que me repudies antes de casarme con ese lunático — Y sin esperar respuesta, salió del estudio.

 

Bruce lo esperaba en el corredor, apoyado contra la pared. Al ver el semblante tenso de su novio, enderezó la postura.


— ¿Y bien?

— Mi padre está... considerando la propuesta de los Black — respondió Severus con voz baja —. Bruce apretó los puños, pero al ver la mirada de Severus, su expresión se suavizó.

— No dejaré que te arrastren a eso, Sev — Severus asintió, respirando con dificultad.

— Tampoco pienso permitirlo. Pero parece que los viejos nombres siguen moviendo los hilos de nuestras vidas — Bruce le tomó la mano, con ese gesto sencillo que siempre lograba calmarlo.

— Entonces romperemos esos hilos, uno por uno, mi familia te aceptara aunque seas repudiado, me lo prometieron, así que te mantendré seguro mo chridhe (mi amor) — Severus lo miró, esbozó una débil sonrisa, apretando el agarre de su pareja.

— Juntos — dice más firme de lo que él mismo cree, pues Severus ama demasiado a su padre y no quiere dejarlo, pero en ese momento no quiere pensarlo.

— Siempre. — Bruce lo acercó y lo abrazó, mientras fuera la nieve seguía cayendo, cubriendo los jardines de blanco, como si el mundo entero guardara silencio ante la tormenta que se avecinaba.

 

 

Notes:

Holi 🌻🌻🌻... Abraxas metiendo su cuchara el quiere que Tobias sea su compadre jajaja, ambos son demasiado cercanos, se quieren y respetan demasiado, lit es como el Lucius de su Severus, así de unidos son... de hecho por eso Lucius y Severus son mejores amigos, pues como bien he dicho, se conocen desde la cuna, son prácticamente hermanos y eso es gracias a Tobias y Abraxas, así que claramente entre ambos tienen influencia en el otro, confían en el criterio del otro de forma ciega.

Severus esta amenazando con irse, pero ni él mismos sabe si tiene el valor, pues siempre han sido solo Tobias y él, solo se tienen entre si desde siempre, a pesar de que Severus es reservado pues claramente ama a su padre con todo su corazón y sabe que si se va eso le rompería el corazón a su padre, pues Tobias ha dedicado toda su vida a su hijo, ni si quiera se ha buscado otra pareja pues toda su energía esta en darle todo a su hijo.

Ya veremos como lo resuelve Tobias, pues claramente no solo escuchara a Abraxas, sino también a su hijo, claramente le importa más la opinión de Severus, pero aun así hay muchas cosas que pensar y estructurar... pero bueno eso ya lo veremos.

Eso fue todo por esta capitulin, espero les haya gustado mucho, nos estaremos leyendo, chau 🌻🌻

 

— Alessa Kndy

Chapter 32: ✦ Capítulo 31 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

El cielo sobre la mansión Prince estaba cubierto de nubes grises, el aire helado del invierno mordía la piel y hacía que cada sonido se oyera más nítido. En el interior, el ambiente era todo menos tranquilo. Los elfos corrían de un lado a otro, colocando tazas de té, enderezando cortinas y asegurándose de que todo estuviera impecable para los visitantes que acababan de anunciarse.

 

En la entrada, los tres Black aguardaban con su porte imponente: Walburga, con su túnica de terciopelo negro y el medallón familiar resplandeciendo sobre el pecho; Orion, silencioso pero con la autoridad serena que siempre lo acompañaba; y Sirius, con una expresión que oscilaba entre la ansiedad y la obstinación.

 

El elfo domestico los condujo al estudio principal. Tobias Prince aguardaba junto a la chimenea, en una postura que emanaba control. A su lado, Severus permanecía firme, las manos entrelazadas tras la espalda, el rostro sereno pero con la mirada atenta, casi afilada.

 

— Lord y Lady Black, joven Sirius — saludó Tobias con una inclinación cortés —. Me sorprende recibirlos sin previo aviso.

— Nos pareció necesario aclarar ciertos malentendidos — respondió Walburga, su voz cortante como el filo de una daga —. Hemos oído que pretende invalidar el contrato entre nuestras familias.

— Porque así es — replicó Tobias con calma, tomando asiento. El rostro de Walburga se tensó, un músculo contrayéndose en su mandíbula.

— Eso sería una ofensa grave, Lord Prince. Un insulto a generaciones de acuerdos y sangre compartida — Tobias alzó una ceja.

— No más grave que el hecho de que su hijo fue repudiado públicamente por su propia familia. El contrato, Lady Black, se rompió el día que Sirius dejó de ser un heredero válido.

— Eso fue un error que hemos subsanado — intervino Orion, con voz profunda y controlada—. Sirius ha sido readmitido. El linaje Black necesita continuidad, y no hay mejor unión que la de nuestras casas, pues ambos sabemos que no hay mejor trato que este, no hay familia más noble que la nuestra — Severus respiró hondo, conteniéndose.

— Eso podrá ser cierto para usted, Lord Black — dijo Tobias con tono gélido —, pero no tengo intención de formar parte de su linaje, la maldición en sangre es algo que tomar en cuenta y la rebeldía de su hijo me deja claro que esa es una posibilidad, pues no pienso manchar nuestra reputación por ese chico — Los ojos de Walburga centellearon de furia.

— Tú no entiendes lo que dices. Las decisiones de sangre no se toman por un simple tropiezo de un adolescente, sino por el deber.

— Yo entiendo perfectamente — replicó Severus con calma envenenada —. Entiendo que mi vida no será más que un trofeo para restaurar su orgullo familiar — Sirius dio un paso al frente, los nervios traicionando su voz.

— Esto es una tontería. Todo se resolvería si tú y yo hiciéramos una unión mágica hoy mismo. Podríamos sellarlo en la tarde, sin más discusiones, pues yo no me veo motivado solo por nuestro estatus... lo sabes Severus — el nombrado hace una mueca de desprecio. Un silencio cayó sobre la habitación. 

— Ni en tus mejores sueños, Black — dijo con un desprecio helado —. Antes me casaría con una acromántula que compartir mi vida contigo — Sirius retrocedió un paso, dolido y furioso.

— ¿Qué ves en Mulciber? ¿En serio crees que ese matón te merece?

— Más de lo que tú podrías siquiera imaginar — replicó Severus, alzando ligeramente la voz —. Al menos él no pretende usarme para lavar su vergüenza.

— ¡Basta! — la voz de Walburga resonó en toda la estancia —. Este comportamiento es inadmisible. ¡Orion, di algo! — Orion abrió la boca para responder, pero no alcanzó a emitir palabra.

 

Tobias Prince se había puesto de pie. Su sola presencia bastó para llenar el cuarto. La voz que siguió no fue alzada, pero sí tan firme y poderosa que todos callaron al instante.

 

— He escuchado suficiente — el silencio fue absoluto. Incluso la chimenea pareció aquietarse.

— Este asunto — prosiguió Tobias — está cerrado. El contrato con los Black dejó de tener validez el día en que su hijo fue repudiado. No existe ya ningún vínculo entre nuestras familias, ni legal ni mágico. Y si desean una confirmación formal... — Tobias giró hacia su escritorio, abrió un cajón y extrajo un rollo de pergamino envejecido con sellos familiares.

— Aquí está el contrato original — dijo, mostrándolo ante ellos. Walburga palideció.

— No se atreverá... — su voz temblando entre la incredulidad y la irá.

 

Tobias no respondió. Rompió el pergamino en dos con un movimiento seco. Un destello de luz azulada iluminó la habitación, seguido de un murmullo mágico que se disolvió en el aire. Walburga dio un paso atrás, temblando de furia.

 

— ¿Sabes lo que has hecho? ¡Has roto siglos de alianzas!

— He protegido a mi hijo — replicó Tobias, su voz como un trueno contenido.

 

Pero no se detuvo ahí. Sacó un segundo grupo de documentos, recién sellados con cera roja característica del ministerio. Los extendió sobre la superficie del escritorio y, con una pluma que un elfo le alcanzó, firmó con trazo firme y decidido.

La magia estalló al instante. Una ráfaga de energía recorrió la habitación, las cortinas se agitaron y las lámparas centellearon. Los sellos familiares de los Prince y los Mulciber se elevaron brevemente en el aire, entrelazándose en un resplandor dorado antes de desvanecerse. Tobias se volvió hacia ellos con esa aura que no dejaba replicas, pues Lord Prince era demasiado imponente, no por nada fue un Cruoch antes de contraer nupcias con su difunta esposa.

 

— Y con esto, Lady Black, declaro sellado el contrato de unión entre las casas Prince y Mulciber. Irrevocable salvo por los patriarcas de ambas familias — el silencio que siguió fue casi tangible. Walburga apretó los labios hasta que se tornaron blancos.

— Esto... no ha terminado, Tobias. Te arrepentirás de esto. Todos lo harán.

— No lo creo — dijo él con calma glacial —. Ahora, les ruego que abandonen mi casa, pues no hay ninguna razón para que permanezcan aquí — Orion, viendo que no había nada más que discutir, asintió lentamente.

— Vámonos, Walburga.

— ¡Sirius! — ordenó ella, tomando a su hijo del brazo.

 

Sirius, aún paralizado, lanzó una última mirada hacia Severus, mezcla de frustración y tristeza, pero el otro lo sostuvo con frialdad inquebrantable. Los Black salieron del estudio con el eco de sus pasos resonando por el mármol. La puerta se cerró con un golpe firme, y el silencio volvió, denso, liberador. Severus permaneció quieto unos segundos, procesando lo ocurrido. Luego se giró hacia su padre.

 

— No tenías por qué hacerlo así — murmuró, aunque en su voz se filtraba la emoción, pues creía que su padre había cedido ante lo que Lord Malfoy le había dicho, que tendría que casarse con el imbécil de Sirius Black, pero su padre una vez más le demostró que su prioridad era su bienestar. Tobias soltó un suspiro, cansado pero sereno.

— Tenía que dejar claro de qué lado estoy. No pienso perder a mi hijo por las ambiciones de nadie... ni si quiera las mías — Severus lo miró con los ojos ligeramente brillantes.

— Gracias, padre — Tobias esbozó una sonrisa apenas perceptible.

— A veces, Severus, ser un buen patriarca no significa defender la tradición... sino saber cuándo romperla.

 

Severus dio un paso adelante y lo abrazó, con una sinceridad que pocas veces dejaba ver, hace muchos años que no se abrazaban de esa manera... desde que Severus dejo de buscar la protección de su padre a los doce años, el pecho de Tobias se lleno de esa calidez que siempre siente cada que tiene un momento de complicidad con su amado hijo, el estudio de los Prince no olía solo a magia antigua y pergamino, sino a algo más cálido: el respeto mutuo entre un padre y su hijo.

 

Y, fuera, entre la nieve que seguía cayendo, el escudo de la familia Prince brilló tenuemente con la unión recién sellada, mientras los ecos de la furia de Walburga Black se perdían en la distancia, pues ella no pensaba dejar las cosas así, la humillación nunca era bien recibida por los Black, Sirius sin en cambio estaba impactado y con el corazón hecho trizas, él en verdad cree ser lo mejor para Severus, pues su amor es sincero y sin segundas intenciones, este fue un golpe duro para todos los Black, uno que no pensaban recibir con gracia y dignidad, sino con ese veneno y locura que tanto los caracteriza.

 

En otra parte, en la mansión Mulciber sintieron el tirón de magia, como su insignia familiar brillo de forma intensa dejando precedente que el contrato había sido finalmente firmado por Lord Prince, pues solo había estado faltando la firma de Tobias para que todo fuera sellado, como acababa de suceder, Lord y Lady Mulciber sintieron una gran alegría, pues su heredero podría hacer su vida con el chico que amaba profundamente y esa era la mejor noticia que pudieron recibir, sabían que los Prince no tardaban en escribir o ir a su casa para hacer el anuncio en persona y debían prepararse para ello, pues querían celebrar como se debía.

 

Además sabían que Walburga Black no se tomaría bien ese rechazo, y eso también era digno de celebración, pues la matriarca de dicha familia hacia menos a otras familias sangre pura solo porque quería, así que esta era una victoria en todas sus letras, esperarían a que los Prince se pronunciaran para decirle a su hijo que estaba hecho, querían sorprenderlo ya que eso lo haría sumamente feliz.

 

 

Notes:

Holi 🌹🌹, por fin Tobias recapacito sobre dejarse influenciar y defendió a su hijo como siempre lo ha hecho, para los que no le tuvieron fe... que feo eeh, yo aclare desde un inicio de la historia que Tobias amaba profundamente a su hijo y haría lo que fuera por él.

Abraxas claramente se enterara de lo sucedido, pero no se lo tomara personal, le escribirá a Tobias haciéndole saber que lo apoyaba en su decisión, que tal vez en un futuro sus casas se verían envueltas, pues la próxima generación aun podía unir sus familias tal como ambos deseaban fervientemente... la obsesión de esos dos por ser familia esta medio rara ¿a que si? jajaja, pero tranqui no hay sentimientos de amor entre ellos, solo de hermandad y amistad profunda.

Se imaginan... el hijo o hija de Sev siendo la pareja de Draco... nambre Abraxas y Tobias saltarían de felicidad, pero no prometo nada /c hace la interesante xD

Como he comentado Sev y Bruce deben tener dos hijos, literalmente esta así estipulado en el contrato, pues necesitan un heredero para cada familia, así que si, prácticamente ambas familias se fusionaran hasta que nazcan los herederos, una vez eso suceda los Mulciber tendrán quien seguirá la línea de sangre, pero esto ya lo explicare más a fondo en el siguiente capítulo donde ambas familias se reúnan :3

Pero bueno, ese fue el capítulo de hoy, espero les haya gustado muchísimo... y si esperaban que hubiera más drama sobre este tema... bueno bien sabemos que Walburga y Sirius no se quedaran con los brazos cruzados, así que aun hay drama, pero al menos Bruce y Sev están unidos por contrato así que de ahí no los van a sacar xDD ahora si, eso fue todo, chauu 🌷🌷

— Alessa Kndy

Chapter 33: ✦ Capítulo 32 ✦

Notes:

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Chapter Text

 

 

La mañana siguiente amaneció despejada, con el aire frío del invierno colándose entre las ramas desnudas de los robles que bordeaban la mansión Mulciber. La nieve recién caída cubría los jardines con un brillo plateado, reflejando la luz del sol como si el propio lugar celebrara el anuncio que estaba por hacerse.

 

Una carreta elegante, tirada por dos thestrals, avanzaba lentamente por el camino principal. Dentro, Tobias Prince y Severus permanecían en silencio, abrigados con túnicas oscuras, el aire cargado de una mezcla de solemnidad y expectativa. Tobias sostenía un estuche de madera —el documento sellado que unía oficialmente a ambas familias— mientras Severus observaba por la ventana, absorto en sus pensamientos.

 

— ¿Estás nervioso? — preguntó Tobias, sin apartar la vista del frente.

— No exactamente — respondió Severus, con voz baja pero firme —. Es solo... extraño pensar que todo esto ya está decidido. Que ya no hay lugar para interferencias.

— Eso es precisamente lo que queríamos — dijo Tobias con una leve sonrisa —. seguridad, estabilidad. Y, si no me equivoco, un poco de felicidad también — Severus giró la cabeza hacia su padre, sorprendido por el tono más suave.

— Supongo que sí — admitió, y sonrió de verdad, pues estaba realmente agradecido que su padre apoyara su relación.

 

La carreta se detuvo frente a la imponente entrada de piedra. Los estandartes verde oscuro con el emblema de los Mulciber ondeaban con orgullo. Dos elfos domésticos abrieron las puertas de par en par, dejando ver a Lord y Lady Mulciber esperándolos en el vestíbulo principal, pues habían recibido la carta de Tobias anunciando su visita por la mañana.

 

— Lord Prince, joven Severus, ¡qué honor tenerlos aquí! — exclamó Lord Mulciber, estrechando la mano de Tobias con firmeza —. Recibimos su mensaje con gran entusiasmo.

— El honor es mutuo — respondió Tobias —. venimos a confirmar formalmente que el contrato ha sido sellado — el murmullo que recorrió la sala fue breve pero emocionado. Lady Mulciber, una mujer de porte imponente y ojos astutos, aplaudió suavemente.

— Entonces, debemos celebrar como lo dicta la tradición — dijo —. Una unión de este calibre merece ser anunciada y bendecida adecuadamente.

— Exactamente lo que pensé — asintió Tobias.

 

En cuestión de minutos, la mansión Mulciber se llenó de vida. Criaturas mágicas adornaban los pasillos con cintas flotantes, los elfos servían copas de vino de fuego y las chimeneas ardían con un resplandor acogedor. Todo el lugar parecía vibrar con energía antigua, esa magia que solo las casas más viejas y orgullosas conservaban.

 

En el gran salón, los patriarcas se sentaron frente a frente, revisando los últimos detalles del acuerdo. Las conversaciones eran formales, llenas de términos legales y gestos contenidos, pero en el fondo, tanto los Prince como los Mulciber sabían que lo que realmente celebraban era una de las alianza más poderosa en años, pues puede que los Mulciber fueran más relevantes en otros continentes, pero unir sus fuerzas seria algo de lo que hablar, ya que tendrían dominio fuera de Gran Bretaña ahora, pues al haber accedido al contrato ahora Tobias debía aprender de los Mulciber y así poder manejar las cosas políticas de forma correcta.

 

Mientras tanto, Bruce, que no había dejado de sonreír desde que vio llegar a Severus, aprovechó un momento de distracción general para acercarse a él.

 

— Ven conmigo — susurró, rozándole apenas la mano.

 

Severus arqueó una ceja, aunque en sus ojos brilló la complicidad que solo Bruce conocía. Sin decir palabra, lo siguió por un corredor lateral hasta llegar a los jardines invernales.

El aire era gélido, pero el sol filtrándose entre las nubes hacía que el paisaje pareciera sacado de un cuadro. Más allá del sendero de piedra, el invernadero Mulciber se alzaba con sus cristales empañados por el calor interior. Entraron en silencio, y el contraste fue inmediato: dentro, el aire olía a tierra húmeda, flores en brote y pociones naturales. Severus exhaló, aliviado.

 

— Aquí dentro parece otro mundo.

— Lo es — respondió Bruce, cerrando la puerta tras ellos. Su voz se suavizó —. Y es nuestro, por un rato, hasta que nuestros padres terminen de hablar sobre negocios y más acuerdos — entrelazo sus dedos con los de Severus, el silencio entre ambos era cómodo, cargado de emociones no dichas. Bruce se acercó, rozándole el rostro con la yema de los dedos.

— ¿Entonces ya es oficial? — preguntó, aunque ya conocía la respuesta. Severus asintió.

— Sí. Mi padre firmó el contrato frente a los Black. Walburga casi explota de furia, fue... realmente satisfactorio — Bruce soltó una carcajada baja y genuina.

— Ojalá hubiera estado ahí para verlo.

— Créeme, fue un espectáculo digno de recordar.

 

Por un momento, se quedaron mirando el uno al otro, ambos conscientes de lo que aquello significaba. Todo lo que habían soportado —los rumores, las intrigas, los intentos de manipulación— finalmente quedaba atrás. Bruce le tomó de ambas manos con ternura.

 

— Entonces ya no hay nadie que pueda separarnos.

— Nadie — confirmó Severus, su voz un susurro cargado de certeza.

 

Se abrazaron, y durante largos segundos, el mundo desapareció. Solo quedaban ellos, respirando el mismo aire, sintiendo el calor del otro como si fuera la magia más poderosa que existía y en cierta forma lo era, pues el amor sincero era una de las fuerzas más poderosas en la magia.

 

— Te amo, Severus — murmuró Bruce contra su oído —. Y juro que jamás dejaré que vuelvas a pasar por algo así — Severus apoyó la frente en su hombro, cerrando los ojos.

— Lo sé, no tengo miedo, confió en ti.

— ¿Seria demasiado inapropiado si te beso ahora? — pregunto de forma juguetona Bruce, quitando algo de seriedad al asunto, eso hizo reír a Severus.

— Bueno... técnicamente no estamos dentro de tu casa — responde con diversión y suspicacia.

— Eres tan inteligente mo chridhe (mi amor) — y lo hace, importándole poco si era inapropiado hacer esas cosas en su hogar, pues la felicidad que ambos sentían en ese momento era demasiado intensa.

 

Afuera, el viento golpeó suavemente los cristales del invernadero, como si el propio castillo celebrara en silencio aquella unión sellada no solo por pergaminos, sino por la convicción y el amor.

 

 

Esa misma noche, a varios kilómetros de distancia, el número 12 de Grimmauld Place se llenaba de gritos.

— ¡Humillada! ¡Nos han humillado frente a todo el círculo! — bramaba Walburga Black, lanzando un candelabro contra la pared —. ¡Ese insolente de Tobias Prince ha roto siglos de tradición! ¡Y delante de nosotros! ¡Es una deshonra para los Crouch... para los Prince, si Eileen estuviera viva estaría de acuerdo conmigo! — Orion trataba de calmarla, pero sin mucho éxito.

— Walburga, gritar no cambiará lo sucedido. Necesitamos actuar con inteligencia.

— ¡Lo que necesitamos es venganza! — vociferó ella —. Si los Mulciber creen que pueden quitarnos ese contrato, están muy equivocados. Encontraremos una alianza aún más fuerte. O mejor aún, ¡recuperaremos lo que es nuestro!, ¡debe haber una clausula o algo!... y además ¡ese chico insolente, debe aprender un poco de modales! — Sirius, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se enderezó en su asiento, los ojos brillando con un fuego obstinado.

— No es necesario buscar otra alianza, madre — Walburga lo miró, desconfiada.

— ¿Qué estás diciendo?

— Que aún puedo recuperar el contrato con los Prince. Solo necesito tiempo — declaró con seguridad —. Puedo convencer a Severus — Orion frunció el ceño.

— ¿Convencerlo? Después de lo que ha pasado, eso suena imposible.

— Déjenmelo a mí — insistió Sirius —. Denme hasta el final del año escolar, haré que cambie de opinión, verá a simple vista que soy su mejor opción — Walburga entrecerró los ojos, evaluando a su hijo como si midiera el peso de sus palabras. Finalmente, asintió lentamente.

— Muy bien, Sirius. Te daré esa oportunidad, pero escúchame bien: no me falles. Si no logras revertir esto, no solo perderás el apellido que te devolvimos... perderás mi respeto para siempre — Sirius tragó saliva, pero asintió con determinación.

— No te decepcionaré madre, ambos queremos lo mismo y me encargaré de conseguirlo... como todo un Black.

 

Walburga dio media vuelta, satisfecha, y se retiró con su esposo hacia la planta superior.

Sirius permaneció en el salón unos instantes más, mirando el fuego. En su mente, el rostro de Severus se repetía una y otra vez: su mirada serena, su voz firme al rechazarlo.
"Te haré cambiar de opinión", se prometió en silencio. "Aunque tenga que destruir todo para lograrlo, haré que veas quien es la persona que en verdad te merece"

 

No se dio cuenta de que Regulus, oculto en la escalera, había escuchado cada palabra.

Su rostro estaba pálido, pero su decisión era clara. En cuanto los pasos de su madre se perdieron por el pasillo, corrió a su habitación, tomó un pergamino y una pluma, sin dudarlo un segundo comenzó a escribir con prisa:

 

Severus,

Debes tener cuidado. Sirius planea algo. Dice que intentará recuperar el contrato contigo antes de que termine el curso. No sé qué significa exactamente, pero temo que no se detendrá.
No dejes que te manipule. Confía en los tuyos, pues siempre estaré de tu lado para lo que necesites, trataré de averiguar más, te mantendré informado lo prometo.

Con cariño.
—Regulus.

 

A los pocos minutos, una lechuza negra emprendía vuelo bajo la ligera ventisca de nieve, perdiéndose entre las nubes en dirección a la mansión Prince, llevando con ella la advertencia que podría cambiar el curso de los acontecimientos.

Y así, mientras unos celebraban su unión bajo la calidez de un fuego familiar, otros tramaban en las sombras el regreso de un conflicto que apenas comenzaba, por que Sirius Black no descansaría hasta enamorar perdidamente a Severus y traerlo de vuelta a donde pertenecía.

 

 

Notes:

Holi 🌷, aqui el siguiente capítulo... la verdad a mi me encanta el concepto de que Sirius es celoso posesivo y lo estoy reflejando a pesar de que en esta historia no sea Snirius, siempre escribiré así a Sirius, independientemente de quien este enamorado, lastimosamente en esta historia jamás será correspondido, pues eso se gana por haber molestado a Severus por años solo para ganarse su atención, no pudo ser un chico normal y tratar de ser amigos de forma sana jaja.

Bruce y Severus besándose a pesar de que va en contra de la tradición sangre pura, pues como comente mientras estén de visita en la casa del otro no pueden tener actos amorosos de ese calibre, no besos y mucho menos sexo, pues se supone que deben llegar puros al matrimonio... es una lastima que ellos de puros no tengan nada, pero como es de esperar respetan sus costumbres así que evitaran hacerlo hasta que se casen, obviamente en Hogwarts como ya sabemos tienen vía libre.

Regulus escribiéndole a Sev para que sepa que debe tener cuidado demostrando donde esta su lealtad realmente, que bonito y parece ser el único cuerdo en esa familia... bueno también Orion, pero él como es de esperar apoya a su esposa solo para evitar drama dentro de la casa, pues conoce a Walburga y siempre es mejor seguirle la corriente sino quieres que se arme una guerra.

Bueno ese fue el capítulo de hoy, espero les haya gustado mucho, nos estaremos leyendo, chauu 🌻🌻

— Alessa Kndy

Chapter 34: ✦ Capítulo 33 ✦

Notes:

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El invierno había cubierto Wiltshire con un manto blanco impecable. La majestuosa mansión Malfoy se erguía en medio de la nieve, iluminada por cientos de luces encantadas que flotaban alrededor de las torres y caminos. Cada año, el baile de Navidad de los Malfoy reunía a las familias más influyentes del mundo mágico, y esa noche no era la excepción.

 

Las puertas del gran salón se abrieron con elegancia, dejando entrar a los invitados entre murmullos y risas refinadas. Los Prince llegaron poco después de los Mulciber, lo que no pasó inadvertido para los presentes. Tobias, siempre sobrio, vestía una túnica negra con detalles plateados, mientras que Severus, con porte digno y mirada tranquila, llevaba una prenda verde oscuro con el emblema de su casa bordado en plata. Apenas cruzaron el umbral, un elfo anunció con voz encantada:

 

— ¡Lord Tobias Prince y su hijo, el joven Severus Prince! — A lo lejos, Abraxas Malfoy se adelantó con una sonrisa diplomática y el brillo calculado de quien siempre sabe mantener las apariencias.

— Tobias, viejo amigo — lo saludó con un apretón de manos firme —. Me alegra que hayan podido venir.

— No faltaría por nada del mundo, Abraxas — respondió Tobias —. Aunque debo admitir que el clima no lo pone fácil — Abraxas soltó una risa baja.

— El clima solo se atreve a desafiar a los Malfoy una vez, luego se rinde — bromeó —. Pasen, por favor.

 

El salón era un espectáculo: lámparas de cristal flotantes, una orquesta tocando melodías encantadas, y mesas repletas de manjares dignos de los más exquisitos paladares. Los estandartes de las familias invitadas decoraban las paredes, aunque algunos, como los Black, parecían brillar con menor intensidad ese año.

 

Y es que el ambiente, por muy festivo que pareciera, estaba cargado de tensión silenciosa. No había quien no supiera de la ruptura del contrato entre los Black y los Prince, ni del nuevo acuerdo con los Mulciber, pues como es de esperar salió una nota en el Profeta, escrito por Rita Skeeter, que sin saber como obtuvo la exclusiva, ya que los únicos enterados eran las personas que se encargaban de dicho rubro en el ministerio. Los murmullos se extendían como fuego encantado entre las copas de champaña.

— ¿Viste cómo Walburga no le dirige la palabra a Lady Mulciber? — susurró una bruja de la alta sociedad.

— Y Sirius Black, ¿lo has notado? Parece que va a desmayarse cada vez que mira a Severus Prince…

 

Pero los anfitriones sabían mantener la paz a toda costa. Y así, entre saludos corteses y sonrisas de porcelana, la velada continuó. En un rincón del salón, Tobias y Abraxas conversaban con dos copas de vino añejo en mano.

— Has logrado lo que muchos no se atrevieron, Tobias — dijo Abraxas, con tono de admiración —. Romper un contrato con los Black y sobrevivir a la ira de Walburga. No cualquiera — solo hay burla y diversión en su voz — Tobias arqueó una ceja.

— Te sorprendería lo fácil que es enfrentarse a una mujer furiosa cuando tienes un motivo de peso — Abraxas soltó una carcajada.

— ¿Y ese motivo es tu hijo, supongo?

— Exactamente. Mi sangre no está a la venta, ni su felicidad en subasta — respondió Tobias con firmeza —. Y Bruce Mulciber es un joven con potencial. Mi hijo lo respeta y eso basta para mi — Abraxas asintió con una sonrisa aprobatoria.

— Sabias palabras. Aunque sospecho que Walburga no las compartirá jamás.

— Que piense lo que quiera — replicó Tobias— . Lo importante es que, por primera vez en años, Severus está sonriendo abiertamente y eso es bastante raro en él — Abraxas siguió su mirada hasta donde su hijo y el de Tobias reían entre amigos.

— Entonces parece que todo salió bien — Tobias bebió un sorbo de vino, satisfecho.

— Por ahora.

— ¿Quién iba a decir que Tobias Prince era todo un sentimental? — lo molesta un poco dándole un empujón ligero con el codo, uno meramente amistoso que delataba sus años de amistad.

— No seas hipócrita Abraxas, de los dos tu eres el más sentimental y dramático — el nombrado rápidamente se llevo una mano al pecho con fingido dolor.

— Mi propio amigo me ataca verbalmente en mi casa, ¿acaso no te he demostrado mi sincero cariño y respeto para que me hables así? — eso hace sonreír a Tobias de forma sincera, haciendo que su rostro inexpresivo se fuera por ese momento.

— Como dije... la reina del drama — ambos amigos se ríen abiertamente sin pena, pues nadie se atrevería a comentar algo sobre eso, no sabiendo que tendrían que lidiar con la furia de Abraxas Malfoy y Tobias Prince.

 

En el otro extremo del salón, un grupo de jóvenes ocupaba un espacio junto a los ventanales, lejos del bullicio adulto. Bruce, Severus, Regulus, Lucius, Narcissa, Evan, Barty, Avery, Ominis, Aurora y Charity charlaban animadamente. Barty, siempre inquieto, fue el primero en sacar el tema del momento:

 

— Entonces, déjenme ver si entendí bien — dijo, agitando su copa —: Walburga Black casi incendia la mansión Prince porque Tobias rompió el contrato frente a ella, ¿cierto?

— Exactamente eso — respondió Severus con una sonrisa divertida —. Si hubieras visto su cara, Barty, habrías aplaudido — Regulus, que estaba a su lado, puso los ojos en blanco.

— Créeme, yo lo hice desde el pasillo — Las risas estallaron. Incluso Severus no pudo evitar sonreír. Evan añadió:

— Es lo más icónico que he oído este mes. Y eso que Narcissa lleva una semana contando los desastres de su boda.

— ¡Oye! — protestó Narcissa, divertida —. No son desastres, son ajustes. Lucius y yo estamos afinando detalles — Lucius, siempre elegante, asintió con seriedad teatral.

— La perfección lleva tiempo, Rosier. No todos pueden aspirar a una ceremonia tan impecable como la nuestra, algo que nadie podría igualar aunque lo intentaran — alardeo con altanería, Aurora rodó los ojos.

— Traducción: Narcissa lleva tres días hechizando flores porque ninguna brilla tanto como ella — Narcissa fingió indignación.

— ¡Mentira! Solo quiero que la boda sea hermosa, toda novia quiere eso — Lucius la miró con un afecto tan genuino que cualquiera notaria, dejando claro que ese matrimonio no solo era de contrato, sino por amor.

— Lo será — dijo Lucius, y luego, girando hacia su amigo —: De hecho, Severus, quería hablar contigo de eso — Severus alzó una ceja.

— ¿Debo preocuparme?

— Solo si planeas rechazarme — dijo Lucius con una sonrisa elegante —. Quiero que seas mi padrino de bodas, aunque creo que ya te lo esperabas — El grupo entero se quedó en silencio por un instante, sorprendidos y expectantes. Severus, tras una breve pausa, replicó con una ironía bien medida:

— ¿Y qué delito cometí para merecer semejante responsabilidad? — las carcajadas estallaron de inmediato. Lucius rió también, levantando su copa.

— Considera que es una muestra de mi afecto. Confío en que sabrás estar a la altura.

— Entonces acepto — respondió Severus con un gesto solemne —. Pero si tu boda termina en caos, no me culpes — Barty aplaudió entre risas.

— ¡Eso es lo más Slytherin que he oído hoy!... eso y como Lady Burke casi le arranca la cabeza a su hija por que se veía vulgar comerse una galleta con los guantes puestos — El grupo siguió riendo, y por unos instantes, todo fue sencillo. No había linajes ni tensiones familiares, solo amigos compartiendo una noche en la que todo parecía estar en su sitio.

 

Severus se permitió disfrutar del momento: la risa de Bruce a su lado que lo abrazaba por la cintura sin pena, pues eran prometidos públicamente, el brillo de las luces sobre la nieve tras los ventanales, la voz de Aurora contando una anécdota ridícula, la expresión soñadora de Narcissa… y sintió que realmente pertenecía allí, sus amigos siempre han sido unidos, el grupo cada vez más maduro, con parejas... los únicos solteros ahí eran Ominis, Barty y Regulus, aunque seguramente eso no dudaría mucho, pero no importaba, eran una gran familia que aceptaría a las parejas de todos, pues se quieran demasiado y tenían el objetivo de seguir juntos sin importar que sucediera.

 

Desde el otro extremo del salón, Sirius Black observaba la escena. Junto a sus padres, mantenía la compostura, pero sus manos se tensaban sobre la copa de vino. Cada carcajada de Severus, cada mirada cómplice entre él y Bruce, era un recordatorio cruel de todo lo que había perdido.

Regulus estaba allí también, entre ellos, sonriendo. Parecía más relajado, más feliz. Sirius sintió un nudo en el pecho. Había sido reemplazado. Su hermano tenía un nuevo círculo, una nueva familia que no lo incluía a él. Walburga, a su lado, seguía fingiendo cortesía, aunque su mirada se afilaba cada vez que pasaba sobre los Mulciber.

 

— Deberíamos retirarnos pronto — murmuró ella con frialdad —. No pienso brindar por esos traidores y que ultrajan como si fuera su maldito derecho — Sirius no respondió. Su atención seguía fija en Severus. En cómo se reía abiertamente, sin la rigidez de siempre. En cómo Bruce le rozaba el hombro con naturalidad. En cómo Lucius lo miraba con respeto y cariño bastante evidente, no era secreto para nadie que esos dos habían crecido juntos. Y Sirius sintió verdadera envidia. No por el poder ni por la posición, sino por algo mucho más profundo:

 

Severus había encontrado un lugar donde encajaba. Y él no entraba ahí aunque estuvieron comprometidos casi toda su vida, que sus destinos estaban entrelazados, no, Sirius era solo quien estaba a un lado esperando que Severus lo mirara aunque sea un minuto sin fastidio y eso le dolía demasiado, era como hubiera tomado un veneno que lo consumiría lentamente hasta morir... ¿estaba exagerando? tal vez, pero así era como se sientia el heredero Black.

 

Mientras las risas seguían al otro lado del salón, Sirius murmuró apenas audible:
— Perteneceré ahí, cueste lo que cueste... estaré a tu lado Severus y me amaras tanto que no podrás respirar sin mi, justo como yo me siento ahora.

 

Su madre lo miró de reojo, sin comprender del todo sus palabras. Pero dentro de Sirius, una resolución se encendió como fuego frío: si ese era el mundo que amaba, entonces lo haría suyo, aunque tuviera que romperlo desde dentro. Y entre la nieve que caía tras los ventanales, la fiesta continuó, ajena al eco silencioso de una promesa que traería oscuridad.

 

Pues su plan había comenzado a tomar forma en su mente, necesitaría la ayuda de su madre para que todo saliera tal cual como lo imagino, pero primero debía ganarse la confianza de Regulus de nuevo y para eso necesitaba que Walburga fuera mala con él de nuevo, que lo humillara y lo hechizara un poco, nada demasiado grave, así podría ir fingiendo arrepentimiento, sabia que Regulus lo ayudaría, pues su hermano lo amaba aunque en este momento fingiera que no existía, a la larga cedería, así que debía comenzar a poner la semilla lo que restaba de vacaciones, le contaría de ello a su madre, sabia que ella lo apoyaría, lo que sea para recuperar el orgullo de la familia.

 

 

Notes:

Holi 🌷, aquí el capítulo del día, Severus y Bruce siendo abiertamente pareja donde muchos los vieron, aunque bueno, Rita Skeeter escribió sobre lo ocurrido porque como esperaran entro al ministerio en su forma animaga ilegal y logro escuchar sobre el tema, así que entro al área de contratos mágicos de los sangre pura y busco el de Severus y Bruce, al entrar al archivo de los Prince claramente vio el contrato roto con los Black y así es como obtuvo la exclusiva.

Obviamente Walburga estaba que demandaba y quería matar a Rita por haber expuesto los asuntos de su familia de esa forma, pero Orion no la dejo... como podrán imaginar Walburga tiene el plan de que una vez Severus vuelva a ser el prometido de su hijo, marginarlo todo lo que pueda, enterrándolo en deberes de conyugue, básicamente tenerlo en completo control y si él se resistía... bueno darle una buena lección de respeto y modales, aunque si se le escapaba algún correctivo así sin más era un plus extra para ella, en fin esta loca la doña y ya esta xD.

Abraxas y Tobias bromeando bien a gusto como sino fueran de las personas más importantes en el mundo mágico británico, también saldrá fotos de ellos dos conviviendo en el profeta, pero nada demasiado escandaloso, porque sino tendrían que lidiar con Abraxas y Tobias, una batalla que nadie ganaría, pues tienen a Crouch de su lado, no solo por la política, sino porque recuerden que es primo de Tobias jajaja.

Bueno, ahora si eso fue todo por este capítulo, ojala y les haya gustado mucho, no se olviden de votar y comentar, nos estaremos leyendo, chauuu 🌻🌻

— Alessa Kndy

Chapter 35: ✦ Capítulo 34 ✦

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

La nieve caía suavemente sobre la Galería de los Rosier, derritiéndose apenas tocaba los encantamientos cálidos que protegían el extenso paseo de mármol blanco. Filas de tiendas brillaban con letreros dorados que reflejaban las luces flotantes, mientras brujas y magos de porte distinguido paseaban envueltos en abrigos de terciopelo, varitas a la vista y modales ensayados. Era el corazón del mundo sangre pura durante las fiestas, donde las familias más influyentes compraban, discutían y se observaban unas a otras con una cortesía envenenada.

 

Entre ellos, tres figuras destacaban por su porte y juventud. Lucius Malfoy, impecable como siempre, caminaba con aire decidido, la bufanda de seda perfectamente acomodada, revisando cada escaparate con ojo crítico. A su lado, Bruce Mulciber, relajado, sonreía con el inconfundible aire de quien disfruta de la vida sin tomarse demasiado en serio. Y un poco detrás, Severus Prince, el abrigo negro perfectamente abotonado, con las manos dentro de los bolsillos y una expresión que mezclaba paciencia fingida y aburrimiento elegante.

 

— No entiendo cómo puede ser tan difícil elegir un simple regalo — murmuró Severus por lo bajo, observando cómo Lucius entraba a otra tienda por quinta vez en menos de una hora.

— No es un simple regalo — respondió Bruce con un dejo de burla —. Es el regalo, el aniversario de compromiso de los Malfoy. Debe ser lo suficientemente espléndido como para que Narcissa lo recuerde hasta en su próxima vida.

— No sabía que los compromisos vinieran con esa clase de tortura añadida — replicó Severus con sarcasmo, mirando de reojo los maniquíes encantados que modelaban capas enjoyadas.
Bruce soltó una risa baja.

— Afortunadamente, tu prometido tiene mejor gusto y menos drama — dijo, guiñándole un ojo con coquetería.

 

Severus apenas giró la cabeza hacia él, pero un leve rubor se asomó en su rostro pálido. Bruce lo notó, claro. Siempre lo notaba.

Dentro de la boutique, Lucius discutía acaloradamente con la dependienta sobre el tono exacto de los hilos de plata en un abrigo encantado. Los clientes a su alrededor trataban de fingir que no escuchaban, aunque todos sabían que observar a un Malfoy indignado era un espectáculo en sí mismo.

 

— Esto puede tardar —  susurró Bruce, acercándose al oído de Severus —. ¿Qué te parece si aprovechamos el tiempo... en algo más interesante? — Severus arqueó una ceja.

— ¿Más interesante que ver a Lucius pelear con una modista? Lo dudo — Bruce sonrió de lado, y sin más, tomó su mano.

— Ven conmigo. Prometo que no te aburrirás.

 

Antes de que Severus pudiera objetar, Bruce lo condujo discretamente por un pasillo lateral de la galería, donde la multitud era escasa y el sonido de las conversaciones quedaba amortiguado por un encantamiento de privacidad. A lo lejos, se oía música de arpa flotando desde un café cercano. El aire olía a menta y chocolate caliente.

 

— Bruce — dijo Severus con voz baja, mirando a su alrededor —. No deberíamos separarnos tanto, Lucius podría...

— Podrá arreglárselas solo — interrumpió Bruce, girándose hacia él con una sonrisa traviesa —. Además, no tienes idea de lo poco romántico que es pasar horas viendo capas bordadas. Necesitaba un descanso — Severus suspiró, pero no retrocedió cuando Bruce se acercó.

 

La luz que se filtraba desde los vitrales de colores les daba un tono dorado. Bruce, más alto, inclinó la cabeza apenas, buscando su mirada.


— ¿Sabes? — dijo suavemente —. Cuando estás molesto, frunces el ceño de una forma que te hace ver terriblemente atractivo.

— Eres ridículo, ni si quiera estoy molesto — replicó Severus, aunque el tono carecía de verdadero reproche.

— Y tú eres fascinante — susurró Bruce, acercándose más —. Es una combinación peligrosa.

 

Antes de que Severus pudiera contestar, Bruce le rozó la mejilla con los labios. Fue un gesto suave, breve, pero lleno de intención. Severus se quedó quieto, sintiendo cómo el calor le subía por el cuello.


— Estamos en público — murmuró, con la voz un poco más baja. Bruce se rió por lo bajo.

— Técnicamente, no. Esta sección tiene un encantamiento de discreción. Nadie puede vernos, ni escucharnos, el chiste del área de probadores.

— Eso no lo hace apropiado — replicó Severus, intentando mantener la compostura. Bruce ladeó la cabeza con una sonrisa encantadora.

— ¿Y desde cuándo te preocupan las normas, mi querido Prince? — Severus rodó los ojos, pero el leve temblor en sus labios delataba su diversión.

— Desde siempre — respondió al fin —. Alguien tiene que mantener algo de decoro entre nosotros.

— Ah, claro — dijo Bruce, acercándose aún más, apenas dejando espacio entre ellos —. Y yo soy el que se encarga de destruirlo, ¿no?

— Eres un fastidio — repitió Severus, aunque el tono fue mucho más suave.

— Y tú me adoras por completo... me amas Severus — replicó Bruce sin dudar.

 

Un pequeño silencio se instaló entre ellos. Se miraron durante unos segundos que parecieron eternos, hasta que Severus desvió la mirada, con una sonrisa apenas perceptible.


— Regresemos antes de que Lucius provoque una revuelta entre las dependientas — dijo con fingida indiferencia.

— No... aun no Sev... no sabes cuanto te he extrañado — murmura contra la piel en la mejilla de su pareja, mientras lo abraza por la cadera.

— Bruce... en verdad aquí no — dice con voz temblorosa — además nos hemos estado viendo casi diario.

— Sí, pero no de la forma en que me gustaría... te lo dije, te extraño leannan (cariño), mucho — esto ultimo se lo susurra en su oído mientras se pega por completo a él, sus manos errantes acarician los costados del más bajo, antes de atreverse a darle una palmada en el trasero, eso fue suficiente para sacar a Severus de su estupor y apoyo las manos en el pecho fornido de su pareja apartandolo.

— Aquí no Bruce — esta vez lo dice con decisión, aunque sus mejillas están tan rojas como una manzana madura.

—Sí, claro... — dice con diversión Bruce, se inclinó hacia él y murmuró junto a su oído —. Pero te aviso: la próxima vez que se queje de los colores de las telas, te robaré otro beso — Severus lo fulminó con la mirada, aunque el brillo en sus ojos traicionaba su diversión.

— Atrévete, Mulciber, y te convertiré en un pequeño puffskein.

— Un puffskein muy enamorado, tal vez — respondió Bruce con una sonrisa deslumbrante. Ambos regresaron a la tienda justo a tiempo para escuchar a Lucius exclamando, indignado:

— ¡No, señorita, el hilo debe ser de plata lunar, no de níquel encantado! Narcissa lo notaría al instante, quiero lo que le pedí, no soy estúpido o ingenuo, sé reconocer estas cosas — Bruce se apoyó discretamente en el mostrador, intentando no reír.

— ¿Ves? — susurró a Severus —. Te dije que esto era más divertido desde la distancia — y tras decir eso tal como prometió le robo un suave beso en los labios a su prometido, el cual solo suspira resignado.

— Ahora comprendo por qué Narcissa tiene tanta paciencia — murmuró Severus —. La necesitará de por vida.

 

Finalmente, tras otra media hora de debate sobre texturas y gemas, Lucius salió triunfal de la tienda, sosteniendo un pequeño cofre decorado con el emblema de los Malfoy grabado con magia bastante evidente.


— Por fin — declaró —. Algo digno de ella, le va a encantar ¿Qué opinas Severus?

— Que vine a lo estúpido, porque no escuchaste ninguno de mis consejos ni opiniones desde el inicio — Bruce le dio una palmada en el hombro al heredero Malfoy.

— Si Narcissa no se desmaya de emoción, prometo fingirlo yo por cortesía — Lucius lo miró con desdén elegante.

— Al menos algunos tenemos estándares, Mulciber, ¿tu que le darías a Severus? ¿solo chocolates importados? por favor, eso es algo que yo le doy a diario — dice con desdén.

— Sí, mis estándares claramente son pelinegros, inteligentes y con una lengua filosa y no necesitas que es lo que yo le doy a Severus — respondió Bruce, mirando de reojo a Severus, que se sonrojó de inmediato. Lucius arqueó una ceja, comprendiendo de inmediato, y soltó una leve risa.

— Por Merlín... eres desagradable Mulciber, no entiendo porque Severus te eligió, teniendo a tantos sangre pura de donde elegir.

— Bueno, tengo varios talentos, no solo soy atractivo, inteligente y servicial, sino que...

— Bien basta, me estan molestando con su pelea de testosterona, ninguno de los dos es mejor que el otro... yo soy mejor que ambos — y así termina esa discusión Severus, pues no los dejo opinar o replicar, comenzó a caminar más rápido sin perder ese porte que tanto lo caracterizaba.

 

Salieron de la Galería Rosier con la luz del atardecer reflejándose en los cristales, el aire cargado de magia navideña y murmullos de las familias que reconocían a los herederos caminando juntos. Severus, aunque no lo admitiera en voz alta, se sentía extrañamente contento: entre las discusiones, las bromas y los gestos furtivos, había algo casi perfecto en ese instante.

 

Bruce lo notó, claro, y le tomó la mano con disimulo mientras caminaban delante de Lucius.

— ¿Ves? Te dije que el día no sería tan malo — susurró. Severus apretó ligeramente sus dedos.

— Supongo que... no lo fue — admitió, apenas audible.


Bruce sonrió, satisfecho, sabiendo que esa pequeña rendición valía más que cualquier joya en la galería entera, solo esperaba que pronto pudieran tener un momento a solas pronto pues no había mentido en decir que extrañaba a Severus, no podía dejar de pensar en lo que le haría una vez estuvieran a solas de verdad, pues solo habían podido hacerlo una vez y a los dos días iniciaron las vacaciones, de algo estaba seguro y es que una vez volvieran a Hogwarts no dejaría tranquilo a su prometido, tiene la ventaja de que Severus tiene cuarto privado, así que se instalaría ahí con él, comenzar a dormir juntos diario seria su premio por ser tan paciente, al menos esos eran los planes que tenia el heredero Mulciber.

 

 

Notes:

Holi 🌷, aquí un nuevo capítulo de esta bonita historia, el Bruce anda bien hambriento, hasta acá escucho como le truena la tripa jajaja, pobre de Severus que tendrá que aguantarlo una vez vuelvan a Hogwarts, por ahora debe disfrutar de su "libertad".

Lucius andaba de dramático y exigente como todo un Malfoy, Abraxas claramente esta super orgulloso de su hijo, pues sabe que es un digno heredero, en fin un orgullo que sentirá Lucius cando nazca Draco claro esta, pues sabemos que nuestro lindo Dragón también es un gran heredero.

En fin no hablaremos de ello ahora porque aun no llegamos a eso, solo digo que lo dramático es de familia jajaja, como me encantan los Malfoy, en fin un gusto que muchos tienen, lastima que en este universo Harry no tendrá ni si quiera un chance, pues aquí no será el niño que vivió, ya se imaginaran como educara James a su hijo.

En fin, eso lo veremos en la otra historia, una que comenzaré nada más Sev quede preñado en esta jajaja, ¿les gusta esa idea? claramente seria desde el POV de los hijos de Bruce y Sev.

Ahora si, ese fue el capítulo de hoy, espero les gustara mucho el atrevido de Bruce, nos estaremos leyendo, chauuu 🌹🌹

— Alessa Kndy