Chapter 1: Encontrar calidez ante la frialdad de un fantasma.
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Los fantasmas perseguían a la familia de Ítaca. Desde el regreso de Odiseo, Telémaco se mantenía tranquilo, disfrutando de cenas con el vino a rebozar, la miel bañada en alimentos, los cantos de la gente con su nombre en sus labios.
Era perfecto, la familia real estaba nuevamente unida, hasta que, empezó a notar la presencia de la misma muerte, siguiéndolo, hablándole, burlándose de él.
La masacre de los pretendientes había sido un gran problema en Ítaca, el primer muerto había sido Antínoo, gracias a una flecha de su propio padre, que le rompió el cuello sin dificultades.
Realmente había sido una sorpresa encontrarse con el fantasma de Antínoo, jugando en una silla que se mantenía inmovil ante sus movimientos.
Telémaco cargaba pergaminos, listo para volver a sus obligaciones, pero Antínoo lo miró. Antínoo lo miró, pudo ver su expresión nuevamente, sus ojos abriéndose, pudo verlo respirar, ¿cómo es que estaba respirando? ¿Quién era el Dios que estaba jugando con él?
Culpó a su falta de sueño, ignoró cualquier alucinación que pudiera tener, tomó asiento y empezó con lo suyo, mojando la pluma en tinta, escribiendo, escuchando la respiración de Antínoo a su lado.
Se supone que ese hombre estaba muerto.
—¿Telémaco?
No podía creer que nuevamente escuchaba la voz de Antínoo.
Se sentía tan real, no sabía qué estaba pasando, ni lo que estaba sintiendo. Furia, terror, desesperación de pensar que era una alucinación y no poder darle un golpe.
Ignorando a ese fantasma, seguido con lo suyo, tal vez lo habían envenenado, tal vez le hubieran dado loto, había muchas preguntas para todas sus preguntas.
— ¿Gran príncipe de Ítaca, me escucha? — Telémaco ni siquiera tenía tiempo para una plática con un muerto. Iría a Pilos y Esparta nuevamente, para una gran celebración por el regreso de su padre — Mi gran amigo tragafuegos, ¿me escuchas?
— Me estoy volviendo loco — Susurró Telémaco, manteniendo su visión en el pergamino.
— ¡Oh, me escuchas entonces! — Antínoo soltó unas cuantas risas, Telémaco sintió frío en su espalda, lentamente, empezaba a creer que no estaba alucinando por la falta de sueño — Escúchame, se supone que debo estar en el inframundo pero terminé aquí, estoy completamente muerto pero no estoy en paz, por alguna razón.
— ¿Puedes callarte? — Interrumpió a Antínoo, el fantasma o la alucinación, lo que sea que fuese — Necesito terminar esto, ¿Acaso no hay un dios que pueda ayudarte? Mi trabajo es cuidar de Ítaca, no de un muerto.
— Cuida tus modales, sigo siendo un invitado en este palacio.
— Estás muerto — Repitió Telémaco, tratando de no caer en la locura, tomando el vino que tenía para sí mismo — No haré nada por alguien que no podrá ofrecerme algo.
— No puedes entender lo que quiero, no te estoy pidiendo que mates a nadie, ¡acompáñame al inframundo y regresame a él! Jamás volveremos a vernos y tú podrás seguir con tu gran vida siendo el príncipe de este reino, atrapado entre estas paredes.
Telémaco no ignoró que ese hombre intentó matarlo en un punto de su vida. Si esto era una señal de los dioses, prefería ignorarla, no quería ningún problema con los dioses, prefería seguir el consejo de una única diosa y alejarse de los problemas, sobre todo de un pretendiente.
— ¿Cómo puedo saber que eres real? Ningún otro pretendiente muerto se ha presentado a las puertas de mi reino a pedirme clemencia — Telémaco se burló, cubriendo la sonrisa que empezaba a salir — Curioso que su líder viniera, de hecho.
— ¿Qué creías? Soy el único que podría hacer un movimiento — Antínoo levantó sus hombros, manteniendo una sonrisa de suficiencia, apoyándose en la mesa del lugar — El rey después de matar a todos no me dará una oportunidad, al contrario de ti, que mantienes algo de amabilidad en tu corazón.
— Me intentaste matar hace meses.
— Fallé, ¿recuerdas? — En su tono de inocencia había una maldad, esa que demostraba cuando cerraba sus puños y respiraba profundamente por su nariz — Todo gracias a tu ingenio, gran príncipe, así que, te pido ayuda para volver y poder descansar en paz.
— Siempre puedo no ayudarte y dejar que sufras, tal y cómo te lo he prometido.
— Es justo — Antínoo intentaba jugar con su copa de vino, pero terminaba traspasando con su mano, digno de un fantasma — Puedo hacerte la vida imposible, ya que eres el único que puede verme, puedo torturarte día y noche, nadie diría que es un problema, solo el pago por asesinar a pretendientes a sangre fría. Dirían que te volviste loco y nadie creería tus palabras — El hombre sonrió con burla — A menos que quieras ayudarme.
— No tengo otra opción, por lo que veo — Telémaco se levantó, dejando sus responsabilidades de lado, rápidamente fue a buscar mapas — Te prefiero callado.
— Veremos si te gusta que me mantenga callado.
• • •
Con el pasar de un mes, Antínoo seguía siendo una molestia.
Se mantenía a su lado al comer, gritando, hablando cuando otra gente le hablaba, molestando cuando entrenaba, solo diciéndole que se enfocará en lo suyo, llevarlo al inframundo.
Telémaco se mantenía viendo mapas, saludando a los sirvientes, lo veían mover sus labios, como si estuviera haciendo un rezó, lastimosamente, solo estaba contestando ante las preguntas de Antínoo.
— Entonces, ¿tú patrona es la diosa Atenea?
— Así es — Telémaco no podía entrar la biblioteca, había demasiada gente para tratar de disimular que hablaba con un fantasma que lo molestaba día y noche.
— Quiero suponer que así evitaste tu propia muerte, por las órdenes de una diosa.
— Lo deduje, ustedes y los pretendientes eran serpientes esperando a un ataque — Susurró cuando los sirvientes pasaban, sus manos trataban de no dejar caer los mapas.
— Puede que haya intentado matarte, pero no pasó a mayores — Telémaco le sonrió al hombre, apretando los mapas contra sus dedos — ¿Qué tal si dejamos el pasado atrás?
— Sería encantador, ¿pero sabes qué otra cosa sería encantadora? — Mantenía una sonrisa, Antínoo se recostó sobre la pared, acercándose al rostro de Telémaco — Que te fueras al inframundo tú solo, no puedes morir de todas formas.
— Que aburrido, prefiero molestarte en este caso.
— Que amabilidad la tuya.
Antínoo bajó su mirada hacia los labios de Telémaco, el príncipe levantó una ceja, antes de alejarse ante la cercanía de un fantasma.
Era curioso, Antínoo no le daba calidez pero sentía sus orejas rojas.
• • •
En el tercer mes, tal vez empezó Telémaco empezaba acostumbrarse a la presencia del hombre no presente.
Cuando leía algún mito, Antínoo se mantenía a su lado en silencio, en la reuniones con el nuevo consejo, el hombre daba su opinión como si fuera parte del consejo, como lo había sido antes.
Cuando entrenaba, entre burlas e insultos Antínoo le ayudaba a mejorar su postura, Atenea se mantenía en silencio ante sus interacciones con el aire, Telémaco tenía la teoría de que ella podía ver al hombre y decidía ignorarlo.
— Enfocate en usar tu lanza, no muchas armas a la vez — Corrigió una postura suya con una mirada, el príncipe suspiró exasperado — Terminarás cansado de forma estúpida.
— ¿Te importa?
— No — Antínoo se mostró nuevamente burlón, atento a sus palabras — ¿Pero qué haré si la única persona que puede verme muere? Estaré varado entre la gente como si fuera nada.
— Creo que podría considerar esa idea — Antínoo se mostró enojado ante esa idea — Estoy bromeando, pretendiente.
— Ya no soy un pretendiente, por sino lo recuerdas, mi querido amigo tragafuegos.
— Cierto, sigues sin volverte rey — Telémaco le sonrió de forma burlona — Que triste, ¿no?
— Ojalá y los dioses te castiguen.
— El que recibió el castigo fuiste tú, por sino lo recuerdas — Pudo escuchar algunas risas sarcásticas provenientes de Antínoo — Sigamos entrenando.
• • •
A los seis meses, tener al hombre a su lado se había vuelto en un buen consejero día con día.
Cuando se sentía abrumado entre tantas reuniones, Antínoo se mantenía a su lado, detrás suyo, no lo abrazaba, por supuesto, no podía hacerlo, pero le susurraba burlas que lo mantenían cuerdo, que lo mantenían firme ante cualquier cosa que pudieran decirle.
Cuando visitó distintos reinos, la voz de Antínoo lo guiaba a través de tradiciones y bailes. Ya tenía su propia seguridad, aún así, los susurros de Antínoo contra su oreja dándole seguridad, inconscientemente, por supuesto, eran un gran apoyo.
— Oh vamos, eres mejor que esas basuras — Antínoo intentó empujar su hombro, como si fuera un viejo amigo. Como siempre, su mano atravesó el cuerpo de Telémaco, dándole un escalofrío.
— Aléjate tu mano de mí en este instante — El hombre le sonrió y cubrió sus ojos con su mano, que atravesaba aún su cuerpo — Eres desesperante.
— Me adoras.
— Te prefiero en silencio.
— ¡Hey, no lo negaste! Mi querido, amigo tragafuegos.
— Sigues siendo un desesperado — Telémaco no pudo evitar reír de forma incómoda, quería darle un buen golpe, lastimosamente, solo terminaría en el suelo.
— Me interesa hablar lo suficiente con el único hombre que puede verme, después de volver, jamás te volveré a ver.
— Si es que muero, te volveré a ver, ¿no lo creés?
— Sería estúpido de tu parte recordarme, serías un viejo con arrugas, como tu abuelo, Laertes — Telémaco sujetó el puente de su nariz, tomando una profunda respiración ante las palabras de Antínoo — Sería estúpido que lo primero que hicieras al llegar al inframundo fuera buscarme.
— Me aliviaría tener un amigo en el único lugar que está rodeado de muertos.
Antínoo se mantuvo en silencio. Telémaco, por obvias razones, pasó su mirada al antiguo pretendiente, levantando una ceja.
Hubo un brillo en los ojos de Antínoo, uno que no había visto desde su reencuentro, al cruzar miradas, Telémaco sintió un calor en su pecho.
— ¿Somos amigos?
— ¿Qué creías? — Telémaco le sonrió, Antínoo se mantuvo sorprendido, casi halagado — Eres ridículo.
Aún así, la sonrisa que Antínoo soltó no tenía ni una pizca de burla.
• • •
Ocho meses después de su reencuentro con el fantasma de Antínoo, se mantenía fuera de la sala del consejo, esperando una señal para entrar.
Mantenía sus manos en los pergaminos, con argumentos, mapas, lugares señalados por su padre y Atenea, rutas marinas y alianzas. Tenía presente los consejos de su madre, los consejos de Atenea y los consejos de Antínoo.
— ¿Listo para decir que harás un viaje diplomático y luego huirás al inframundo?
— Parecerá que estoy loco.
— Considero que estuviste más loco en la masacre — Antínoo simuló levantar una copa, en su honor, por su honor y por el suyo — Por nosotros, los locos que hablan con fantasmas.
— No hay un nosotros, Antínoo.
— Aún no — Bebió de su copa imaginaria, después, simuló que abrazaba con un brazo a Telémaco — Cuando vayas a dejarme ante el mundo de los muertos, habrá un nosotros.
— Me sigue pareciendo extraño que el Dios Hermes no viniera por ti.
— Soy bueno con los juegos, sobre todo en esconderme — A pesar de la desconfianza inicial, cruzó miradas con Antínoo, sus narices casi se tocaban, sino fuese porque no podían hacerlo verdaderamente — Tú puedes, mi querido, amigo tragafuegos, eres más que un perro que ladra.
— No intentes compararme con un perro.
— ¿No lo eres? — Antínoo levantó una ceja y Telémaco se forzó a no golpear el aire.
— Eres un idiota.
— Tuyo, por supuesto — Telémaco levantó una ceja, entrecerrando sus ojos — ¿Qué? Eres el único que puede verme.
— Buena salvada — Pudo ver como el pecho de Antínoo subía y bajaba ante su risa, curioso, ya que su corazón no latía — Sigue hablando y tal vez piense que el perro seas tú.
— Primera y última vez que me llamas así, príncipe.
— Claro — Telémaco sonrió burlón ante su propio pensamiento, el silencio de Antínoo le terminaba dando risa — Qué buen chico.
— ¡Haré que no puedas dormir en la noche si sigues hablando!
— Inténtalo y terminaré ignorándote por una semana.
— Estúpido.
— Tonto.
• • •
Después de un año, Telémaco sabía que Antínoo aún quería el trono, vivo o muerto.
Pero, su atención no iba hacia ninguno de sus padres, por supuesto que no, iba hacia él, Telémaco.
Ahora no era Antínoo quien se mantenía en silencio, cada vez que el hombre hablaba, Telémaco se mantenía en silencio, sonriéndole, escuchando atentamente sus palabras.
Cada vez que Antínoo contaba algún mito relacionado con el inframundo, con poetas y cantos, Telémaco terminaba ignorando cartas y obligaciones, solo con tal de escuchar la voz de Antínoo nuevamente.
En la noche, cuando los gritos de los pretendientes, de su madre, de su pueblo venían a su mente, Antínoo se mantenía a su lado, burlándose de él hasta que se acostaba en esa pequeña cama. No había una calidez física, pero intentar tocar sus narices ante la comodidad del otro era un gran avance.
No podía ignorar que Antínoo lentamente cantaba en relación con la diosa Afrodita, Telémaco fingía dormir para escuchar al hombre rezar por su seguridad a pesar de estar muerto, Antínoo fingía indiferencia pero era el primero en preocuparse cuando veía alguna expresión de dolor en Telémaco.
Telémaco no supo en qué momento empezó el anhelo por un tacto que apenas tuvo, cuando Antínoo sujetó su mano en vida y jamás volvió a hacerlo en la muerte.
El príncipe de Ítaca, veía nuevamente sus rutas antes de partir. El barco los esperaba, bueno, lo esperaba. Mordía su uña repasando los datos finales.
Sintió un frío en su espalda, ese al cual se había acostumbrado, dejó que Antínoo viera sus planes, antes de cubrir su propio cuerpo en lo que parecía un abrazo cómodo, uno que no podía sentir.
— Extrañarás mi compañía, no hay nada ni nadie que te haga reir como lo he hecho en este año — Antínoo le suena burlonamente.
Telémaco cruzó miradas con ese fantasma, ese que no debería tener un brillo en sus pupilas al verlo y aún así, parecía estar vivo cuando pasaba tiempo con él.
Era curioso ver como en sus ojos no había nada de burla, solo devoción hacia él atención, hacia su persona, reposaba su mejilla en la palma de su mano.
— Tal vez lo haga — Telémaco se agachó un poco, manteniéndose cerca del hombre, que seguía siendo un fantasma — ¿Listo para ir al inframundo?
— ¿Contigo? Claro que sí, mi querido, amigo tragafuegos.
— ¿Realmente seguimos siendo amigos?
— ¿Quieres que seamos más que eso?
— ¿Tú qué crees?
Los dos compartieron una risa burlona, Antínoo negó con su cabeza mientras reía, el sonido de su risa se mantuvo en los oídos del príncipe, escuchando atentamente cada palabra del hombre.
Antínoo se mantuvo en silencio, no había forma de sonrojarlo, por supuesto, aún así, ver como sus ojos brillaban ante el intento de tacto de Telémaco era curioso.
Intentar tocar su mano nuevamente había sido una idea estúpida, aún así, sentir el frío cubriendo esta misma era mejor que cualquier calidez que pudiera darle.
Iría al inframundo, ¿y quién sabe? Habían demasiados mitos que desearían probar suerte.
Uno de ellos, era no mirar atrás mientras mantuviera a Antínoo sujetando su mano, después de todo, ese hombre era toda la seguridad que necesitaba para saber que mantendría su mirada en él.
Chapter 2: No hablaré de mi amor.
Summary:
Telémaco ha recibido la ayuda de la diosa Afrodita en su pelea contra Antínoo.
Ahora, ¿por qué el pretendiente de repente se ha comportado de una manera distinta a cómo suele actuar?
Notes:
¡Hola, hola, segundo capítulo, segundo reto! Songfic.
Jamás en mi vida he escrito un songfic, traté de que la letra se mezclara en diálogos y pensamientos, etc, perdonen cualquier error.
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Telémaco estaba conflictuado, lo estaba, estaba convencido de que Afrodita nuevamente estaba haciendo de las suyas. Desde su altercado con Antínoo, en el que terminó perdiendo, habían cambiado demasiadas cosas.
En esa pelea, Antínoo había empezado a darle una paliza, realmente había esperado la ayuda de la diosa Atenea, la diosa a la que siempre rezaba y mostraba respeto, al contrario de lo que pensó, otra diosa se presentó.
Afrodita se había presentado, demostrándole que había otras maneras de persuasión, mantener a un hombre controlado, tal vez no había sido buena idea morder su propio labio y sujetar el brazo del hombre Antínoo estuvo a romperle el rostro.
Obviamente, había recibido una paliza, pero la pelea se había detenido antes de que pudiera alargarse más.
Prefirió irse de Ítaca ante los rumores del regreso de su padre, viajar a Pilos y Esparta parecía la opción más acertada, lo que no esperaba es que Antínoo deseara acompañarlo.
Tal vez había sido la suerte del momento, tal vez había sido la tonta excusa de Antínoo que prefería velar por su seguridad ante las bases del Xenia, tal vez fue que Afrodita lo alentó a demostrar su propia ferocidad.
Terminó aceptando a Antínoo en su pequeña tripulación, Afrodita le susurraba los secretos del hombre, sus plegarias, sus anhelos, sus deseos que no pensaba cumplir.
El viaje a Pilos había sido incómodo, aceptar al pretendiente de su madre que lentamente se había interesado en Telémaco, el príncipe culpó a Afrodita y su hijo, Eros, ellos amablemente decían que era cuestión de orgullo y no amor.
Al compartir cama con Antínoo en Pilos por la falta de habitaciones de invitados, Telémaco notó que realmente algo estaba pasando.
Tal vez habían sido los días en los que compartía pláticas con Antínoo en el barco, esperando llegar a su destino y evitar más silencios incómodos. Tal vez había sido cuando Antínoo sujetó su mano y le prometió protección en toda su visita.
Al llegar a Esparta, después de amablemente negarse a que Pisístrato los acompañará, después de un magnífico banquete, después de un silencio cómodo en su habitación de invitados, tuvieron que ir hacia el templo de Afrodita, subiendo hasta la cima de una montaña para dar su debido tributo.
El templo era hermoso, dos pisos dedicado completamente a la diosa, aún así, era lindo ver que habían estatuas relacionadas a Eros.
— De todas las personas, jamás me imaginaría que fueras un devoto de Afrodita.
— Tengo algunos secretos — Telémaco sonrió burlonamente, cruzando miradas con Antínoo — ¿A quién le rezas en las noches, Antínoo, hijo de Eupites?
— Que seriedad — Antínoo le sonrió de vuelta — Soy un gran devoto de Ares — Por alguna razón, la mirada del hombre pareció suavizarse, observando atentamente al príncipe — Tal vez pueda volverme devoto de Afrodita.
— ¿Por qué tan repentino cambio? — Era curioso, un mes atrás, peleaba con Antínoo, aguantando sus burlas. Ahora, el hombre no sólo se había disculpado repentinamente, sino que escuchaba todo lo que decía — Es extraño de ti.
Antínoo se acercó un poco más, como si fuera una danza, quedando frente a frente con el príncipe, cruzando sus brazos entre firmeza y coqueteo.
Telémaco sintió como su nariz se tocaba junto a la de Antínoo, el hombre le sonrió, sujetando su barbilla como si hubieran sido amantes, como si hubieran sido amigos.
Pudo ver como bajaba su mirada hacia sus labios, Telémaco, por obvias razones, sonrió nerviosamente, alejándose agresivamente hasta chocar con una columna del templo.
— Tengo que irme. Tardaré un rato, soy un gran devoto de la diosa Afrodita — Intentó alejarse un poco, sentía calor en su cuello y en sus orejas.
— Definitivamente me volveré devoto de tu diosa — Antínoo desabrocho su clámide, manteniendo una sonrisa — De verdad que me ha mostrado maravillas.
El hombre, con esa sonrisa que siempre mostraba superioridad, ahora le demostraba ternura, en su mirada, en sus acciones. A pesar de estar portando su propia clámide, Antínoo pasó por su propia prenda alrededor de los hombros del príncipe, rozando sus labios con los suyos.
— Te estaré esperando — Solo era necesario un empujón, un pequeño empujón y compartiría un beso con el hombre.
— Entonces tendrás que ser muy paciente — Telémaco se aferró a la clámide que lo cubría, alejándose del hombre con una sonrisa.
Antínoo también se alejó, mirándolo de abajo hacia arriba, burlándose, antes de darle la espalda y bajar por la colina.
Telémaco aún manteniendo su sonrisa, viéndolo alejarse, se acercó de espaldas a las puertas del templo. Accidentalmente se encontró con una de las estatuas de Eros, lastimando su espalda con una flecha.
El príncipe frunció el ceño, observó la estatua por unos momentos, antes de suspirar, cruzando los brazos. Sin esperar mucho, entró al templo, con las orejas rojas y el enojo creciendo.
Empezó a rezar, cantando algunos poemas, con la voz susurrante de Afrodita a la distancia.
— No me interesa tener novios, Afrodita — Esparcia pétalos de rosa al caminar por el templo, por órdenes de la diosa.
— ¿A quién creés que engañas? ¡Él es lo que tú más quieres, Telémaco! — La diosa apareció ante él, podía sentir alguna otra presencia a la distancia, Eros probablemente.
— ¡Eso es una barbaridad! ¿Antínoo? ¿De todos los pretendientes? — Afrodita le sonrió, la veía algo diferente, como si su apariencia se basará en otra persona — Sabía que había sido una mala idea intentar persuadirlo de otra manera.
— ¿No lo ves Telémaco? ¡Tener a un pretendiente flechado por ti es una gran oportunidad! Tendrás al hombre de rodillas.
— Solo quiero decir que no fue difícil darle un flechazo — Eros se burló a la distancia, como si enamorar a un hombre peligroso fuera una broma.
— Me estoy volviendo loco — Telémaco sujetó las dos clámides que tenía, al notar esto, rodó sus pupilas y dejó caer la prenda de Antínoo — Solo saldrán problemas de esto.
— Siempre has dicho que harías lo que sea para proteger a tu madre — La diosa acarició la mejilla de Telémaco, que aún rezaba entre murmullos, apretando sus puños — Es hermoso lo que sientes, incluso lo que Antínoo sentirá será tan hermoso que daría la vida por ti.
El príncipe cubrió sus oídos, enfocado en darle rezos a la diosa que le susurraba cosas junto a su hijo. Se burlaban entre risas y halagos.
Telémaco creía haber aprendido gracias a los libros y chismes, que siempre el inicio era hermoso, hablaba del amor, por supuesto.
Decían que era el sentimiento más puro, el que te haría esperar por veinte años a una persona que podría estar muerta, el que te haría viajar al inframundo a buscar a tu amado, el que te haría rezar ante los dioses una nueva oportunidad de amar y mantenerte al lado de alguien.
¿Qué? ¿Había una posibilidad de que Antínoo hiciera todo eso por él? Eros ya lo había flechado, ¡incluso Eros pudo haberlo flechado a él mismo, era una completa estupidez!
Su mente le decía que debía tener cuidado, porque no todo era maravilloso, era peligroso, era jugar con fuego y estar dispuesto a quemarte con él. Era peligroso, un desafío y un reto.
¿Antínoo haría eso por él?
¡Oh por los dioses, nada debía ser maravilloso con Antínoo! Eran trucos de Afrodita y Eros.
— Claramente, vemos que lo quieres — Empezó Afrodita a la distancia, caminando a su lado, con una sonrisa burlona.
— ¡Y lo extrañas! — Eros jugó con una de sus flechas.
— ¡Por supuesto que no!
— No lo aceptaremos, por supuesto que no — Telémaco intentó cubrir nuevamente sus oídos, Afrodita, amablemente sujetó sus manos — Date cuenta que lo amas.
— ¡No lo amo! — Telémaco arrebató sus manos de la diosa, sentía la cara caliente, ahora daba vueltas por el templo, evitando a la diosa — ¡Esto es una tontería! Ni siquiera me caía bien hace dos semanas.
— Un viaje puede ayudarte a conocer muy bien a una persona, ¿no lo creés? — Pudo escuchar las risas de la diosa — ¡Ya conoce tu comida favorita y tu color favorito! Incluso en la cena te dijo cada uno de tus monstruos favoritos.
— ¡¿Me estaban observando?! — Telémaco suspiró, ya se dirigía a la salida del templo. Ya había hecho sus ofrendas, sus rezos, no podía permitirse avergonzarse mucho más con su patrona y su hijo.
— ¡Al menos trata de admitirlo! Tienes que aceptarlo — El ambiente cambio, como si fuera una pausa en el tiempo. Habían pétalos cayendo, todo se había vuelto de otro color, rosa — ¡Muy enamorado estás!
— ¡No diré que es amor! ¡Esto es un plan verdaderamente loco!
— ¡Quieras o no, ya te atrapó el amor! — Eros se burló, mostrándole sus flechas — Ya están flechados.
— ¡Esto es una ridiculez!
— ¿Por qué no lo intentas? — Afrodita, con una sonrisa coqueta, sujetó las mejillas de Telémaco, manteniendo una postura firme — Puedo prometerte que si esto no te gusta, podemos darles otro flechazo para que dejen de estar enamorados, ¡incluso solo a ti! Si esto no te parece, por supuesto.
— ¿De verdad? — Telémaco bajó su tono de voz, su seguridad, incluso su la mirada, tal vez y solo tal vez, estaba reflexionando sobre la idea.
— Lo que quiero es tu bienestar — La diosa le sonrió, a pesar de su sonrisa coqueta, sentía una comodidad casi familiar, maternal — Jamás te podría emparejar con un estúpido sino viera que tiene el potencial de darlo todo por ti.
Telémaco se alejó un poco, asintiendo a las palabras de la diosa. El ambiente nuevamente cambió, hasta estar en el templo, tan magnífico como siempre.
Suspiró y se acercó a la salida del templo, con las orejas rojas y la vergüenza al límite.
Sintió una extraña frialdad en su espalda, como si algo le faltara, pasó su mirada por el templo, antes de encontrarse con una prenda en el suelo.
Se acercó a ella, agachándose antes de tenerla entre sus dedos, acariciando el material.
Rodó sus pupilas, antes de portar nuevamente la clámide de Antínoo, que curiosamente, empezaba a darle seguridad.
Puede que fuera un plan estúpido de su patrona y su hijo, pero era una de sus únicas opciones. Antínoo estaba siendo respetuoso, amable, atento.
Tal vez, nadie tenía que saber.
No hablaría de su amor.
Notes:
¡Realmente espero que les haya gustado, lamento que sea tan corto! Es una de las mejores cosas que puedo hacer con mi horario, trataré luego de expandir todo esto para que no sea tan corto.
Chapter 3: Dejarse llevar ante la adrenalina del actuar.
Summary:
Anton siempre ha tenido suerte ante la hora de actuar con su compañero de trabajo, Theo.
Lastimosamente, un pequeño accidente en la grabación de "Little Wolf" terminó con una bolsa de hielo en sus manos contra el rostro de Theo.
Notes:
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Chapter Text
El pretendiente lanzó un golpe al aire, escuchó un jadeo del príncipe. El ruido de las sandalias tocando el suelo era agresivo, rápido, resbaladizo, los otros hombres en el lugar hacían un coro de fondo ante la pelea.
Antínoo lastimó el costado de Telémaco, no pudo notar como el joven se quejó, ni el momento en que golpeó su mandíbula.
Pudo ver los ojos azules del príncipe, estaba asustado, estaba molesto. La adrenalina del momento empezó entre patadas, golpes, pellizcos, jalones en el cabello que terminaron en el suelo.
Antínoo, siguiendo su camino, preparó su propio ataque, hasta golpear el rostro de Telémaco.
Escuchó una larga queja por parte de Theo, al instante, alejó su mano del rostro de su compañero, notando sus nudillos rojos.
Anton verdaderamente había golpeado a Theo.
— Oh mierda.
Se acercó al hombre, en pánico, revisó la mejilla que lentamente estaba enrojecida. Escuchó sus quejas, pudo sentir su mano apoyándose en su hombro, escuchó algunos sonidos de sorpresa y alivio.
— ¡Corte! — Se escuchó a la distancia, dando fin a la escena de la segunda canción de esa temporada — Theo, ¿te encuentras bien?
— ¡No pasa nada! Solo fue un golpe, sigamos grabando.
— Theo, estas sangrando por tu nariz — Anton sujetó las mejillas del hombre, haciéndole notar lo obvio.
Vino otra queja de Theo, como si necesitará ayuda, pidió un descanso ante el golpe. Anton no quería golpearlo, solo estaba actuando, jamás hubiera querido lastimarlo de esa manera. Tal vez fue algo obvio cuando corrió a buscar una bolsa con hielo.
Por obvias razones, tomaron una pausa de la grabación.
Desde hacía meses, la adaptación de “Epic: The Musical” había causado emoción, sobre todo el elenco que tuvieron a disposición, tal vez era la gratificación de ver los nuevos talentos o actores reconocidos.
Un gran ejemplo era Anton, pudo tener el papel de Antínoo con facilidad, sin audiciones. Según los fans, había sido un gran acierto haberlo contratado para actuar como el pretendiente, aunque, tal vez era una gran ayuda haber conocido al actor de Odiseo desde hacía tiempo.
Pero, había otro actor, como Theo.
Anton podía asegurar que Theo tenía talento, un talento inmenso, era un gran cantante. Estuvo presente en las audiciones, incluso compartieron algunas palabras que realmente no recordaba antes de compartir una escena.
Puede que en un primer momento no haya notado la inmensa seguridad y firmeza que demostraba Theo, pero en el trabajo, era comprometido, era el mejor actor que pudieron haber conseguido para el papel de Telémaco.
Era el mejor actor que pudieron haber conseguido y Anton le había dado un golpe accidental en su rostro.
Gracias a los dioses (una expresión que accidentalmente le pegó su propio personaje), Theo le mostraba una sonrisa sarcástica mientras Anton sujetaba una bolsa con hielo contra la mitad de su rostro.
— Lo siento — Anton bajó la cabeza, era la cuarta vez que pedía perdón.
La escena era ridícula, Theo seguía con su disfraz de Telémaco, con algo llamado quitón y clámide, incluso con muñequeras que realmente parecían de oro, junto a él mismo, Anton, aún vestido de Antínoo mientras sujetaba una bolsa de hielo contra la mejilla de ese hombre.
— Ya me has pedido perdón como una docena de veces — Escuchó una queja escaparse de los labios del hombre
— Solo fue un golpe.
— ¡Estabas sangrando! — Su propio tono fue bajando, lentamente aplastando un poco más la bolsa — Te lo compensare de alguna manera.
— Puedes invitarme un café — Anton levantó una ceja — ¿No lo recuerdas? Me lo prometiste hace mucho.
— Creo que el golpe te dejó alucinando, campeón — Theo odiaba ese apodo, terminó usándolo solo para burlarse de su compañero — Jamás te prometí un café, ¡odias el café!
— Realmente necesito un café, la producción me esta matando — — Podría decirse que verdaderamente está producción me da golpes de realidad.
— Eso fue un golpe bajo — Theo se burló de sus palabras, un chiste accidental — No te daré un café.
— Entonces me burlaré toda la vida que me golpeaste en el rostro — Dramáticamente movió sus manos, un hábito nuevo que Anton descubrió — Siempre puedo decir ante la prensa que el personaje te consumió, ¡Antínoo de Ítaca, violencia sin igual!
Anton golpeó en la nuca al hombre, que se quejó, terminó soltando un azote su muslo.
— Prometiste invitarme un café si conseguía el papel de Telémaco — La tranquilidad con la que Theo habló le había sorprendido, ni siquiera pensaba que hubiera recordado eso — Me sentiré ofendido si se lo dijiste a todos los que intentaron conseguir el papel.
— ¿Qué? ¡No! Estás loco — Theo, nuevamente con una sonrisa, empezó a reír, marcando sus hoyuelos — Bien, un café y una salida a ese horrible restaurante que nos recomendó tu madrina.
— No es mi madrina, deja esa broma de lado — Un gran recuerdo. La maravillosa mujer que actuaba como Atenea una vez terminó teniendo una profunda plática con todos los actores del set. Theo terminó llorando en los brazos de la mujer, como si fuera una familiar — Déjame sujetar la bolsa o te la lanzaré en la cara.
— Que agresivo — Theo le arrebató la bolsa, apoyando su mejilla en esta con mucho menos fuerza. Anton, con voz dramática empezó con lo suyo — Entonces, ¿aceptas la salida o me dejaras con el corazón roto, pequeño lobo?
— Oh, Antínoo, que barbaridades la tuya — Los dos hombres se burlaron del otro, compartiendo una risa que se alargó por un rato — Te acepto la salida, solamente si me acompañas al programa de esta noche.
— ¡Ya había cancelado eso! Solo dicen tonterías que no ayudarán nada en mi reputación — Theo levantó una ceja — Tengo una gran reputación.
— ¿Te imaginas que dirían si se enteran de…?
— Theo.
— Anton.
Anton bajó su mirada a los labios de Theo, ¿en qué momento se habían acercado tanto al otro?
¿En qué momento el cabello del hombre cubría un poco sus bellos ojos azules? ¿En qué momento pudo notar como su manzana de Adán subía y bajaba? ¿En qué momento fue que Theo bajó su mirada a los labios de Anton y subió nuevamente?
¿En qué momento Anton decidió alejarse ante el miedo del rechazo?
— Estaré en ese estúpido show esta noche, ¿feliz?
— Como un verdadero príncipe — Respondió Theo, entre risas, ¿el rubor en sus orejas era debido al hielo u otra cosa?
— ¿Qué es lo peor que pueden preguntar? ¿Si realmente escuchamos el musical?
— Me enteré del musical solamente porque escuchaba la música del actor de voz de Antínoo, ¿aún así deberíamos responder esa pregunta?
Compartieron un silencio, otra mirada, Anton observó como una sonrisa se formaba nuevamente en los labios de Theo.
— Mejor no respondamos eso — Anton empezó a reír, cómodamente con la presencia de su compañero de trabajo.
— ¡Definitivamente no debemos responder eso! — Theo empezó a reír también, luego, se quejó, empujando nuevamente la bolsa con hielo — Necesito maquillaje urgentemente.
— Es solo un golpe, ¿no?
Theo levantó una ceja, aún así, sonrió y no dijo algo ante sus palabras. Anton sonrió también, compartiendo un momento de silencio, comodidad ante la presencia de su compañero.
Realmente el show había sido un asco, obviamente, pero la pregunta que terminó llenando sus redes sociales de burlas por su reacción, había sido una pequeña y estúpida pregunta.
“Anton y Theo, esta es una pregunta de los fans, ¿cuál es su opinión sobre el Sharpwolf?”.
Notes:
¡Hola, hola! Tercer día, actor AU.
ESTOY TAN ENOJADA, ayer lo deje en borradores y no lo subí, que coraje.
Realmente lo hice a la carrera, estuve todo el día atareada que apenas tuve tiempo, lamento la tardanza, pero amo que sea un verdadero reto para mi.
Intentaré hacer más largo esto, me dio mucha risa al escribirlo, espero que esto sea lo mismo para ustedes.
¿Qué les pareció?
Sin más que decir, ¡hasta mañana para el próximo reto, Angst No Comfort!
Chapter 4: El invierno y el inframundo danzando ante el destino.
Summary:
Antínoo de Ítaca siempre ha deseado el trono, desde su primer momento hasta el último.
Pero, ante su amor, Telémaco de Ítaca, ¿lo escogería a él o al trono?
Chapter Text
Antínoo sabía que empezar una relación sentimental con Telémaco era una mala idea desde el inicio, sobre todo, sabiendo que nunca podría escoger al príncipe si eso le quitaba la oportunidad del trono.
Tal vez fue ante el inicio de la partida de la diosa del inframundo a su reino, cuando el frío llegó, cubriendo Ítaca, cuando los mares se hicieron peligrosos de cruzar y calentar el cuerpo era una gran opción.
Encontrar a la reina era un gran reto, jamás se aparecía entre los pasillos, encontrarla rodeada de guardias que terminaban bebiendo con los pretendientes parecía volverse menos frecuente cada vez.
¿Encontrar al príncipe caminando por los pasillos? Eso sí era natural. Encontrarlo saludando a las sirvientas, manteniéndose firme ante el consejo (en el que Antínoo también estaba junto a otros pretendientes), dándole una sonrisa sarcástica cuando lo saludaba.
Tal vez fue una mala idea buscar calidez en un hombre que no lo escogería ante su propia obligación.
Al principio sólo habían sido pequeñas pláticas sin sentido, insultos, mitos, regaños, cantos, golpes.
Solo para perder el tiempo, Antínoo siguió a Telémaco cada mañana, antes del despertar de los otros pretendientes para molestarlo.
No pudo entender cuando fue que él mismo se había mantenido en silencio cuando Telémaco le dirigía la palabra. Tampoco en qué momento se mantenía cerca del príncipe en sus entrenamientos.
Las risas empezaron, tal vez las burlas mutuas, los entrenamientos corrigiendo a Telémaco comenzaron, había una pizca de respeto hacia el príncipe, hasta que cambió.
Cuando Antínoo descubrió a Telémaco viéndolo por más tiempo, cuando lo encontró sonriendo de forma estúpida, cuando dejaba todo lo que estuviera haciendo solo para hablar con él, supo que todo iba a cambiar.
Antínoo no podía obtener el trono a través de Telémaco, ¿qué haría? ¿Ser su consorte y amarlo para la eternidad? ¿Mantenerse a su lado cuando tenga un hijo y esperar no tratar de reinar? ¿Ser su apoyo pero ni siquiera poder portar una verdadera corona ni un título?
El príncipe se quedaría como lo que era, un príncipe. No tendría las agallas de Odiseo ni la firmeza de Penélope, no podía ser rey sin casarse con una mujer. Aún así, los dos mantuvieron esa pequeña relación por un tiempo.
Había sido una mala idea aprovechar eso, sentir al príncipe derretirse en sus brazos le daba una calidez en su pecho, tal vez era el sentimiento de superioridad o tener el control del corazón del príncipe.
Cuando Telémaco le preguntó si eran una pareja, Antínoo no negó sus palabras.
No había encontrado la verdadera gloria hasta besar los labios de Telémaco ante la presencia de las estrellas, sentir sus brazos en su cuello, oculto de todos.
Telémaco estaba solo, Antínoo también lo estaba.
Telémaco estaba enamorado, Antínoo creía no estarlo.
Sus encuentros no pararon a pesar de todo, la primera vez que compartieron una cama, solo abrazándose gracias a los miedos de Telémaco, se mantuvieron en silencio, sin gritos, sin reclamos ni insultos.
“Te amo hasta el Inframundo” Telémaco se recostó en el pecho del hombre, dejándolo enredado entre las sábanas del lecho, ante la presencia de Helios. Sinceridad, había una sinceridad que no podía permitirse.
“Te amo hasta el Inframundo y más allá” Antínoo mintió, acariciando disimuladamente el cabello del príncipe.
El hombre besó su barbilla y lo abrazó, buscando su calor ante el frío de la temporada.
• • •
Cuando los pretendientes empezaron a darse cuenta de la pequeña relación que compartían, Antínoo hizo lo primero que siempre hacía, negarlo todo.
Había sido una mala idea negarlo frente al príncipe, tomando una copa de vino que no le hacía nada a su mente, frente a los pretendientes, en la cena.
Ver los ojos azules de Telémaco sumirse ante la tristeza y humillación había sido un verdadero golpe. Aunque, el verdadero golpe había sido el que pudo recibir esa noche, una cachetada del príncipe.
Tal vez Antínoo golpeó su costado, tal vez Telémaco lo dejó sin aire, tal vez Antínoo le dio un puñetazo y tal vez Telémaco le devolvió el golpe.
Ante el trono y Telémaco, escogería el trono.
Aún así, dejó al príncipe llorar en su pecho, lo dejó golpearlo, le dejó gritarle, le dejó insultar, porque no valía la pena seguir con una farsa si el príncipe no portaba una sonrisa.
“Jamás me has amado hasta el Inframundo, ¿verdad?”.
“Te amaría hasta el Inframundo y más allá”.
“Pero no lo haces”.
• • •
Había sido una mala idea compartir un último beso con Telémaco bajó la luz de Selene, luego otro beso, luego otro y otro, hasta que los labios de los dos estuvieran rojos.
Persephone había vuelto con su madre, con eso, la flora y fauna regresaron lentamente, dejando de lado el frío de la estación, dejando de lado los encuentros en silencio, ocultos ante todos menos el latido de sus corazones.
Las burlas habían vuelto, los golpes en el hombro que antes eran de compañerismo, ahora eran de disgusto por parte de Telémaco, los pellizcos juguetones antes de dormir se volvieron parte de su mañana, al humillar al príncipe frente a los pretendientes.
No supo en qué momento el brillo especial que compartía al cruzar miradas con Telémaco se había transformado, se había vuelto apagado, había cambiado, había furia, había enojo.
Decepción.
Antínoo descubrió que extrañaba esa calidez en los días más calurosos, en los momentos de soledad en la biblioteca, en las caminatas nocturnas en las que antes se compartían cantos y las mañanas en las que se compartían poemas.
Antínoo descubrió que de verdad había amado a Telémaco, ahora ante las peleas, no podían volver jamás a lo suyo.
¿Verdaderamente hubiera escogido a Telémaco antes que al trono?
Su respuesta llegó cuando Penélope dictó un desafío, el cual Telémaco le rogó que no hiciera, uno en el que el príncipe le rogó que se fuera de Ítaca, que se abandonará su pueblo, que jamás volviera a pisar esas tierras si eso significaba seguir pretendiendo a la reina.
Antínoo le dio un beso en su frente, con burla y superioridad, escogiendo nuevamente el trono aunque deseaba sujetar la mano de Telémaco y postrarse ante sus pies.
Muchos fallaron ese desafío, excepto un mendigo.
Un mendigo que tensó el arco, disparó a través de doce hachas frente a la Reina, el príncipe y más de cien pretendientes.
La siguiente flecha fue a la garganta de Antínoo.
El pretendiente cayó al suelo por la fuerza de la flecha, probablemente debería estar muerto, ni siquiera debía seguir teniendo consciencia ante la agresividad del rey de Ítaca. Como un último castigo, miró hacia los ojos azules del príncipe, que podría encontrar en medio de una sala con cien hombres.
No encontró amor, ni furia, ni tristeza. No encontró nada en su mirada, solo la indiferencia ante su muerte, ante él, como si su relación hubiese sido nada, como si Antínoo no hubiera sido algo para Telémaco, como si entre ellos, nada hubiera existido.
Con la sangre escapando ante sus labios, Antínoo perdió el brillo en sus ojos, sabiendo que el príncipe había hecho lo mismo que él. No había segundas oportunidades ni un último latido.
Lo último que vió fueron esos fríos ojos azules que aún tenían un brillo, no por él, Antínoo de Ítaca, sino por ese hermoso brillo que siempre había mantenido el príncipe.
Telémaco se mantuvo en silencio, sujetando una copa de vino que no se había atrevido a tomar. Una lágrima bajó por la mejilla del príncipe, luego otra, la visión de Antínoo se iba.
Sintió un último dolor, antes de tener una última respiración y llenar su garganta de sangre por la flecha en su garganta.
“Te amo hasta el Inframundo” Un último recuerdo de Telémaco llegó hasta su mente, una vez que el sol golpeaba el rostro del príncipe y sus ojos brillaban tanto como el cielo.
“Te amo hasta el Inframundo y más allá” Está vez, Antínoo no mintió al cerrar sus ojos y no poder decirlo en voz alta.
Notes:
¡Hola, hola, cuarto día, Angst No Comfort!
No soy muy buena con esto, normalmente escribo Angst/Comfort, así que espero que les haya gustado.
¿Pudieron notar que no había tantos diálogos? Me gusta ese pequeño detalle por alguna razón, no hay pláticas largas porque Antínoo tal vez no las recuerde, hubiera preferido el trono, hasta ese último momento en el que prefirió a Telémaco.
¿Qué les pareció? Cuéntenme todo.
Por cierto, el diálogo de "Te amo hasta el Inframundo" es una referencia a un pequeño diálogo de Amanecer En La Cosecha "I love you Llke all-fire/Te amo como el fuego a las brasas"
Sin más que decir, ¡hasta mañana en el Vampire AU!
Chapter 5: Propuestas sangrientas a la medianoche.
Summary:
Telémaco ha descubierto la verdadera raza de Antínoo, en vez de temer, prefiere usar ese conocimiento en contra del hombre.
Chapter Text
Telémaco, príncipe de Ítaca, danzaba entre burlas y risas con Antínoo, líder de los pretendientes y autoproclamado líder de la raza vampira en Ítaca.
Entre vueltas y el olor a la sangre que emanaba de Antínoo, no podía permitirse distracciones, necesitaba atar al desgraciado de alguna manera, necesitaba encontrar alguna manera de mantener a su madre a salvo.
Obviamente, mantener atado a un vampiro era difícil, demasiado difícil, ¿cómo podría atar a un asesino sediento de sangre? Podría acusarlo de violar el Xenia, pero no tenía pruebas, más que ser una persona cruel con todas los demás.
Se sujetó del quitón del hombre cuando pensó que iba a soltarlo en una vuelta, Antínoo sujetó la espalda del príncipe, la risa del hombre podía escucharla en su oreja, agradecía tener una clámide a la mano.
— Realmente no pensé que aceptarías este pequeño baile, príncipe — Telémaco cruzó miradas con Antínoo. Un brillo en los ojos verdes de Antínoo hizo que por un momento parecieran rojos — Estás algo tenso, ¿por qué no te relajas por un momento? Es un baile después de todo
— Es un baile contigo, jamás podría estar relajado — Antínoo soltó una risa, sujetó el brazo del príncipe, acariciando hasta su codo — Vuelveme a tocar y te cortaré las manos.
— Lo veo algo agresivo viniendo de ti, ¿triste de que haya sido el primero en sacarte a bailar? — Telémaco miró disimuladamente a su alrededor, en otra vuelta, pisó al hombre, escuchando un quejido de su parte. Antínoo rasguño un poco la espalda del príncipe, manteniendo una sonrisa tensa — Eres el hombre más necio que he conocido.
— Seré el hombre más amable que has conocido si me escuchas atentamente, vampiro — Telémaco pudo sentir como Antínoo se mantenía tenso, el príncipe se burló, sujetando con fuerza la mano del pretendiente — No deberías estar tenso, es solo un baile
Por fuera, Telémaco mantenía una sonrisa, cara a cara con Antínoo, sujetando la mano del hombre y manteniendo su propia mano en el hombro del pretendiente, bailando entre vueltas y anteriormente burlas.
— Eres ridículo.
— Yo fui el estúpido que empezó a desaparecer gente de mi pueblo, ladrones, jóvenes, visitantes, incluso pretendientes — Antínoo levantó una ceja, nuevamente dieron una vuelta, al príncipe le dolían los pies — No sales de mañana, nunca, jamas he visto que salgas a plena luz del día tú y otros hombres.
El pretendiente por primera vez, no mantenía una sonrisa, su rostro se había vuelto serio, Telémaco ahora intentaba no enojarlo más de lo que ya lo estaba.
Otra vuelta, Antínoo lo mantuvo firme, lentamente una sonrisa volvió a él, Telémaco se aferró a los brazos del pretendiente. Una burla viniendo del hombre no era una buena señal en ese momento.
— Oh, príncipe. Sigue hablando, ya que eres tan inteligente para darte cuenta de algo tan simple como lo que es mi raza.
— Tengo el derecho de asesinarte, ¿lo sabías? No niegas que has asesinado a tanta gente, a mi pueblo — Otra vuelta, Telémaco se aferró nuevamente al quitón del hombre cuando lo soltó momentáneamente. Las burlas y risas de los pretendientes a su alrededor lo estaban mareando — Te tengo una propuesta.
— Sino es volverme rey o mucha sangre, prefiero no aceptarla, príncipe.
— Te ofrezco mi sangre — Antínoo levantó una ceja, la música se volvía más lenta, no era muy parecido a los latidos del corazón de Telémaco, que iba demasiado rápido — A cambio de la seguridad de mi pueblo de tu propia gente.
— Que estupidez.
— Si me muerdes, no me convertiré en un vampiro, ¿verdad? — Antínoo levantó sus hombros — No me creas estúpido, hay demasiados libros en los que se demuestran que sobrevivientes a sus ataques no se convierten, solamente lo hacen si ustedes…
— Tienes un vampiro frente tuyo, ¿y lo primero que piensas son en los libros? — El hombre se burló, acercándose al príncipe aún más al bailar, estaban demasiado cerca, tocando la nariz del otro — Sí, Telémaco, no te convertirías en alguien de mi raza si no hay veneno involucrado.
— Es genial, ¿no? — La música se estaba deteniendo, lentamente, las vueltas pararon, hasta solo caminar con un poco más de movimiento — Te ofrezco mi sangre, no lastimas a mi pueblo y protegerías a mi madre.
— ¿Por qué harías eso? Por ti, específicamente.
— ¿Creés que no me he dado cuenta de hace cuánto tiempo no sales? — Sonrió burlón — Al menos hay guardias que me avisan de tus salidas, no es extraño que no te hayas alimentado, una gota de sangre y te volverías loco.
— Príncipe, ¿Sabías que hay algo llamado privacidad? Me siento como un criminal si me has mandado a observar.
— Digamos que he pensado en esta propuesta desde hace mucho.
La música se detuvo, con eso, el baile de Telémaco y Antínoo. El príncipe fue el primero en separarse, demasiada cercanía y vueltas le había dado calor, por otro lado, el pretendiente se veía de maravilla.
El hombre tomó su mano, llevándola hasta sus labios, besando sus nudillos con demasiada delicadeza para un salvaje, un asesino, un vampiro. Escuchó risas y burlas que no le importaron en el momento.
— Consideraré tu oferta, demasiado estúpida por tu parte, quiero decirlo.
— Oh, Antínoo — Telémaco le sonrió, el hombre levantó una ceja — El estúpido terminarás siendo tú cuando aceptes mi propuesta.
Con los aplausos respetuosos de los pretendientes, Telémaco le dio la espalda a Antínoo, saliendo de la sala del trono.
• • •
Cuando Telémaco vió al pretendiente después del baile, respiró profundamente, esperando que su propia acción no doliera mucho.
Sacó una aguja, una que había tomado prestada de su madre. La sujetó y picó su pulgar con esta, lo suficiente hasta hacerlo sangrar. Soltó la aguja, adolorido, se alejó de ese pasillo, dirigiéndose a su propia habitación.
Al llegar a su pieza, Telémaco no cerró la puerta de su lugar seguro, se sentó en su cama, esperando al pretendiente mientras el líquido metálico bajaba por su dedo.
Antínoo se presentó segundos después, abriendo la puerta con delicadeza, hasta cerrarla tras de él. Caminó un poco, antes de pasar su mirada por el pulgar de Telémaco, hasta sus ojos azules.
— ¿No te han dicho que debes arrodillarte ante los príncipes? — Levantó una ceja, mostrando un poco su cuello.
Antínoo no lo dudó, como si sus piernas hubieran fallado, cayó al suelo de rodillas, arrodillándose ante Telémaco, hambriento, lentamente sujetando el quitón del príncipe como si fuera lo único a lo que podría aferrarse.
Telémaco acarició el cabello de Antínoo, pudo ver cómo las pupilas del hombre se hicieron más grandes, pudo sentir el agarre del hombre volverse más firme.
— Te ofrezco un trato, Antínoo de Ítaca, hijo de Eupites, líder actual de tu raza y los pretendientes — Le sonrió, aun así, esperaba verse lo suficientemente serio — Te ofrezco mi sangre a cambio de la seguridad de mi madre.
— Esto verdaderamente es una ridiculez tuya, ¿verdad?
— No podría hablar más en serio — Acarició la mejilla de Antínoo, cubriendo parte de esta con la sangre que aún salía de su pulgar. El hombre, como era costumbre, casi arrancó las sábanas de la cama — Tú decides, puedes estar hambriento todo el tiempo que quieras, deshacerte de tus propios compañeros, poner en riesgo el descubrimiento de tu raza.
Su pulgar pasó a los labios del hombre, que tomaba profundas respiraciones, como si deseara mantenerse cuerdo, firme.
— Mi propuesta tampoco está mal, ¿no creés? Puedes beber de mi sangre, sangre de la realeza, como te gustaría llamarla — Se burló, manteniendo una sonrisa. Poder, le gustaba tenerlo nuevamente — Puedes alimentarte y proteger a mi madre, puede que no te conviertas en rey, pero te mantendrás tan cuerdo como siempre quieras estarlo.
Telémaco se agachó un poco, Antínoo levantó la cabeza, casi hipnotizado, atrapado en la oferta.
— ¿De verdad? — Antínoo bajó su tono de voz, lentamente, pasando sus manos desde el quitón a los muslos.
— Lo juro por la mismísima Atenea — La diosa, por muchas razones, no estaba presente en ese momento. Se mostró serio ante la oscuridad de la habitación, con las velas siendo su única luz, iluminando los ojos verdes que se convertían en rojos — No te atrevas a tomar más de lo que necesitas.
— ¿Sabes desde hace cuánto no he alimentado correctamente?
— El suficiente tiempo para que de verdad te hayas presentado a mi habitación — El príncipe nuevamente se burló ante las caricias del desesperado hombre — Solo por un poco de sangre.
Antínoo beso su pulgar, esparciendo la sangre por sus labios, chupando lentamente. Una pequeña gota soñó lo hizo gemir, Telémaco levantó una ceja, burlón.
— Quiero suponer que estas aceptando mi oferta.
— Sería un estúpido sino lo hiciera, ¿verdad? — Cruzaron miradas. Telémaco sintió miedo por unos momentos, antes de sonreír nuevamente.
Antínoo sonrió, dejó de arrodillarse, Telémaco levantó la mirada, solo por unos momentos, se quitó su clámide, dejándola caer al costado de la cama.
La espalda del príncipe golpeó el colchón y la respiración del pretendiente en su cuello.
Hubo un beso, luego otro, Telémaco se aferró al quitón del hombre, cerrando los ojos, esperando que no doliera mucho.
Antínoo dio otro beso, acercó sus labios a una parte específica de su cuello y mordió. Telémaco no había sentido peor dolor, incluso pateó al hombre, que se alejó momentáneamente.
El príncipe asintió, no había forma de que pudiera hacerse para atrás en ese momento.
Antínoo volvió a morder, succionando la sangre de esa zona, Telémaco se aferró al quitón del hombre, sintiendo mareos, debilidad, dolor.
El hombre se separó, besando la zona del cuello con demasiada delicadeza, acosando a Telémaco en su cama, a pesar de tener los labios manchados de sangre.
— Estaré encantado con tu propuesta, Telémaco.
Notes:
¡Hola, hola! Quinto día, Vampire AU.
¿Qué les pareció? Me encantaría su opinión.
Sin más que decir, hasta el siguiente one-shot, algo corto a comparación de los demás, "There Was Only One Bed".
Chapter 6: Un lecho con palabras de guerra y amor.
Summary:
Antínoo ha decidido acompañar a su pareja, Telémaco, a su viaje a Pilos y Esparta.
Lastimosamente, solo hay una cama al llegar a la posada.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Antínoo no podía creer que de verdad Telémaco le había permitido acompañarlo a Pilos y Esparta.
Tal vez lo había persuadido de una buena manera, entre besos, murmullos y promesas, una relación de un pretendiente y un príncipe.
¿Durarían? Nadie lo sabría, Antínoo prefería disfrutar el momento, ya no pretendía a Penélope después de todo, aunque deseaba seguir siendo un rey.
Podría decirse que algunas noches de peleas y besos los habían llevado a ese momento, estar en una posada en Esparta, a rebozar de gente.
Habían tenido la mejor suerte del mundo, una sola habitación con una sola cama.
Antínoo no tenía problema, por supuesto, podría dormir en el suelo, al contrario del príncipe, que apretaba los puños y miraba la única cama del lugar.
— ¿Listo para dormir en el suelo por primera vez?
— Perdona, ¿de verdad creés que dormiré en el suelo? — Telémaco sonrió, burlándose de Antínoo — Estás loco — Se acercó a la cama, tomando asiento en ella.
— Oh no, príncipe — Antínoo sujetó el brazo del hombre, Telémaco levantó una ceja — Yo voy a dormir en esta cama.
— No, dormirás en el suelo — Sintió una patada que lo hizo agacharse, antes de sonreír de forma tensa.
— ¿Deseas ir de aventuras, no? ¡En algún punto tendrás que dormir en el suelo! — Empujó un poco a Telémaco — Muévete.
— Estúpido — Telémaco lo empujó de vuelta.
— Idiota — Antínoo nuevamente lo empujó.
— Tonto.
— Cobarde.
— Desesperado.
— Desgraciado.
— ¡Bien! Eres un necio — Telémaco se movió un poco, la cama era pequeña, así que no hubo mucha diferencia — Podemos compartir, solo, dame algo de espacio.
— La cama es pequeña, príncipe. No creo que tengamos mucho espacio.
— ¿Quieres dormir en el suelo? Hay mucho espacio en la habitación.
— Vete a la mierda.
Antínoo con dificultades se subió a la cama, haciéndola rechinar. Telémaco le dio la espalda, aún así, abrazó al príncipe, aprovechando todo el espacio posible.
— Aléjate.
— Inténtalo.
Telémaco golpeó con su codo el rostro de Antínoo, el pretendiente por obvias razones se quejó, sujetando su rostro. El príncipe sonrió, dejando de darle la espalda, hasta que cruzaron miradas nuevamente.
Antínoo bajó su mirada a los labios del príncipe, escuchó un jadeo, la cama rechino. El hombre levantó su mirada, encontrando los ojos azules llenos de brillo, el príncipe también estaba mirando sus labios.
Levantó una ceja, Telémaco subió su mirada, pudo ver cómo las orejas del hombre se hacían rojas.
— ¿Avergonzado, príncipe?
— Eres un estúpido.
— ¿Lo soy? — Antínoo aplastó un poco a Telémaco, dejándolo reposando sobre la cama.
— Eres un idiota — Telémaco pasó sus manos sobre la espalda del hombre, sus narices se tocaron, Antínoo sonrió como nunca.
El príncipe también sonrió, acariciando la mejilla de Antínoo. El hombre debajo soltó unas cuantas risas, sus labios se rozaron, solo un poco.
— ¿De verdad planeas besarme o solo te quedarás mirando? — Telémaco lo había dicho con tanta tranquilidad que sorprendió al pretendiente, entre risas, acarició las mejillas del príncipe.
— Eres un desesperado.
— Eres un vulgar.
Antínoo beso al príncipe, ahogando la risa del hombre. Acarició la nuca de Telémaco, mordiendo, chupando, adorando los labios ajenos.
— Idiota — Telémaco se guardó un gemido.
El príncipe sujetó la mandíbula del pretendiente, alejándose, mordiendo los labios del hombre, se separaron por unos momentos, Antínoo escuchó algunas risas que no le tomó mucho tiempo callar.
Otro beso llegó, dejándolo sin respirar, probablemente los labios ajenos estarían inflamados gracias a las mordidas.
— Tonto — Antínoo sonrió ante los jadeos del príncipe.
Cambiaron de posición, dejándolo respirar por unos momentos, Telémaco acarició su rostro al sentarse encima suyo, Antínoo se sentía hipnotizado ante sus ojos azules, pero estaba encantado por el siguiente beso.
Más agresivo, más competitivo, no parecía que alguno de los fuera a alejarse, el príncipe hizo un pequeño movimiento que le sacó un gemido a Antínoo. Acarició la espalda del hombre encima suyo, Antínoo escuchó su propia risa antes de enfocarse solamente en los sonidos de Telémaco.
Pudo sentir los muslos del hombre, marcados ante el entrenamiento que se había impuesto, Telémaco empujó su pecho, manteniéndolo contra la cama.
Estaba algo mareado, otro beso agresivo llegó. Una mordida, Antínoo sintió que le arrancaría los labios, Telémaco acarició sus trenzas, se separaron nuevamente, hasta besarse una y otra vez.
El pretendiente mordió la oreja del príncipe, ganándose un pequeño golpe en su mejilla, después un beso, después un jadeo del hombre.
— Desesperado — Está vez, lo dijo Telémaco, con el quitón desabrochado, solo hacía falta un movimiento y los taparrabos desaparecerían.
El príncipe beso el cuello de Antínoo, una y otra vez, besando sus cicatrices, mordiendo sus hombros y mejillas.
— Pareces un animal, ¿qué diría tu madre? — Antínoo se burló, pero, los besos pararon.
Telémaco se mantenía encima suyo, Antínoo sujetaba sus caderas, levantó una ceja cuando el hombre tomó asiento al lado suyo.
Soltó un grito cuando terminaron empujándolo de la cama.
— ¡Era una broma! — Telémaco le aventó unas sábanas — Dramático.
— Eres un estúpido — Antínoo rodó sus pupilas, acostándose en el suelo, incómodo — Buenas noches, pretendiente.
— Vete a la mierda.
Aún así, cuando Telémaco estaba temblando de frío, Antínoo subió a la cama, besando el cuerpo del príncipe, hasta que terminaron dormidos, abrazados ante la calidez que el otro le ofrecía.
Notes:
¡Hola, hola! Sexto día, "There Was Only One Bed".
Se puede notar que mi imaginación fue al día anterior, tampoco pude publicar esto a tiempo, lo siento, espero que puedan perdonarme.
¿Qué les pareció? Obviamente lo haré más largo en un futuro, creo que luego cambiaré el concepto.
Por cierto, ¿esto cuenta como un pequeño spoiler del final de Fuck Him Now? Me base un poco en lo que tengo planeado para ellos.
Sin más que decir, ¡hasta en unas horas con el siguiente one-shot, Bookstore AU!
TheMoonSpeaking on Chapter 4 Fri 05 Sep 2025 09:27PM UTC
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AboutUndertaleAUS on Chapter 4 Wed 10 Sep 2025 06:39PM UTC
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cubitossolo on Chapter 5 Sun 07 Sep 2025 04:40PM UTC
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