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Especial para mi

Summary:

Ezra está enamorado de su maestro.
Kanan lo sabe.

Notes:

Two shot para calmar mis ansias sobre ellos, solo quiero que sean felices.

Chapter Text

A Ezra le gustaba entrenar con Kanan más de lo que estaba dispuesto a admitir, más allá de asestar con el sable de luz las rocas que aquel le lanzaba, de meditar volviéndose uno con la fuerza, o de la pelea cuerpo a cuerpo, le gustaba como si nunca tuviese suficiente y ciertamente, no era como si su vida antes de eso fuese emocionante, pero había diferencia entre lo que sentía semanas atrás en la soledad del desierto y la ahora confortable compañía de su maestro.

Su maestro, Kanan Jarrus, el misterioso jedi de mirada amable, quién lo levantaba temprano en la mañana para ir a meditar antes que el sol saliera por completo, que le dedicaba horas continuas a enriquecer su mente vacía, como si pudiera ver a través de él y su interés por todo aquello que saliera de su boca. A veces temía que su maestro señalara su entusiasmo como algo negativo, porque era innegable su afán por oírlo, oírlo el día entero, de verlo, verlo fijamente, su cara, sus ojos, su sonrisa… estaba agradecido de que fuese discreto y no se burlara de él, porque si lo hiciera no sabría donde ocultarse. No podría detener la vergüenza en su rostro si Kanan preguntara por su extraño interés en pasar tiempo juntos, como pensó al inicio, no estaba dispuesto a admitir la realidad…

Si solo fuese su secreto estaba bien, porque le gustaba, a Ezra le gustaba su maestro.

¿Y estaba mal? Claro, lo comprendía y se consolaba con la idea de que era pasajero, tal y como Hera le explicó una noche sobre las emociones y sentimientos adolescentes, no sería eterno, pero sí muy intenso.

Y todo lo que sentía por su maestro era intenso, desde el calor en su pecho cuando sostenía su mirada al hablar, o el temblor de sus rodillas cuando aquel ponía la mano en su hombro antes de ir a su próxima misión.

Ezra no se culpaba por estos sentimientos, mientras fuesen solo suyos y con el tiempo se desvanecieran, si quedaban dentro de la fantasía que armaba en su cabeza, siendo real mientras él lo permitiese vivir y fermentara en su interior. Solo esperaba que acabase pronto porque cada día era más grave y si volviese a preguntarle a Hera cuanto tiempo dura estar enamorado, aquella sospecharía de su estado anímico.

No podía delatarse, solo podía esperar y ser paciente. Además soñar no iba a traerle problemas, su maestro jamás se fijaría en él.

¿Verdad?

“Ezra” la voz de su maestro lo distrajo, trayéndolo consigo al paisaje desértico a sus espaldas.

Verdad.

Kanan se acercó tirándole un meiloorun que tuvo que atrapar con ambas manos para evitar estropearlo en el suelo, sorprendido de que haya conseguido uno después de su fallido encargo con Zeb.

“Gracias” le dijo buscando sonar casual, últimamente su voz temblaba cuando Kanan se acercaba y no había nadie más, como en esta ocasión que estaban solos reorganizando el inventario antes de partir, aunque todavia quedaba una semana para volar, necesitaban estar listos en caso llegara cualquier emergencia. Y Ezra estaba afuera deshaciéndose de la “basura” que Chopper no quiso tirar antes de llegar a la base, era un castigo de su parte, el cual cobraría tirándole un par de tornillos cuando lo viese.

“Ya que estamos solos quiero que me ayudes con algo” le dijo Kanan de pronto, recuperando su entera atención.

Jugando con la fruta entre sus manos, nervioso y expectante, lo siguió. Al caminar detrás de Kanan hizo lo único que podía hacer al mantener la distancia, contemplarlo. No podía evitarlo, como no podía evitar el latir frenético de su corazón al observar su espalda, pensando en lo fuerte que era debajo de la tela de su ropa, de lo fácil que era para Kanan cargarlo allí como si fuese una mochila, lo había hecho tantas veces ya…

“¿Tengo algo en la espalda? Siento tu mirada como el puntero de un láser” Ezra se trabó al intentar responder, más nervioso que antes, pensando que había expuesto demasiado su interés y necesitaba excusarse “Debe ser la coleta ¿ya está muy grande ¿no crees?” un tono amable de nuevo, se rió al saber que Kanan solo estaba jugando, o quizá, había notado su incomodidad y decidió responder por él.

“Lo está ¿es por eso que me necesitas?” Cruzando detrás de la cabina principal, se detuvieron en el alojamiento de Kanan. Ezra se sorprendió que al girar a ver a su maestro, aquel ya lo estuviera mirando con una sonrisa.

“Atinaste, usualmente esto lo hace Hera pero la última vez fue demasiado lejos con las tijeras…”

Ezra se quedó parado como un tronco rígido mientras Kanan ingresaba a su cuarto, el sonido del metal bajo los pies ajenos sonaban distantes ¿qué? ¿Kanan quería que se ocupara de su cabello? Ya estaba nervioso por estar en su presencia, sintiendo calor en las mejillas, ahora imaginar que podría tocar su cabello lo sacudió igual que cuando cayó del caza con Zeb, por todas partes, la presión estaba en todas partes de su pequeño cuerpo.

Kanan se quitó la liga elástica de su cabello y Ezra no tuvo más remedio que ingresar cuidando no tropezar con sus propios pies, y bien, no era torpe en absoluto, pero con Kanan a solas, en su cuarto, mirándole con pasividad y quietud, todo su estómago se revolvía, saltando de lado a lado, internamente mordiéndose las uñas por la creciente ansiedad.

“¿De verdad puedo cortar tu cabello?” Hizo la tonta pregunta sin pensarlo demasiado, mirando la caída lacia del cabello de su maestro, la forma en que enmarcaba su rostro y lo hacía ver desordenado, nunca era desordenado.

Kanan alzó una ceja ante su duda, como si no hicieran cosas más peligrosas.

“Supongo que me acostumbré a que alguien más lo hiciera por mi, no es necesario que lo hagas si no quieres, pero me pareció que podría darte una lección en el proceso”

“¿Una lección por cortar cabello?” Ezra sonaba tan incrédulo como cuando oyó por primera vez de la fuerza y de la existencia de los jedis. Kanan solo asintió y se sentó en la cama, estirándose para sacar una cajita metálica que guardaba en los cubículos bajo sus pies.

“Será una lección breve, acércate” la sonrisa en la boca de Kanan lo animó, haciéndolo sonreír también. “Ten” Kanan le entregó una tijera y peine de metal, sus dedos rozaron los de su maestro al recibir los objetos, preguntándose si notaría la respuesta de su cuerpo al tocarlo. Ezra alzó la mirada, topándose con aquellos ojos azules concentrados en él, igual al cielo de medio día, una mirada despejada sin nubes grises, solo claridad, Kanan parecía entenderlo todo sin necesidad de palabras, y eso lo preocupó más de lo que debería.

“Corta” añadió Kanan abandonando por fin sus ojos y se dió la vuelta “Corta y cuando acabes avísame”

¿Qué? Ezra se quedó mirando el cabello de su maestro y luego miró la tijera en su mano, temblaba. “¿Y si lo arruino?” Dudó de la petición, se sentía más complicado que cargar el sable de luz, más pesado, con más responsabilidad, porque si lo hacía mal Kanan tendría que raparse, no quería eso, a él le gustaba mucho su coleta, aunque estaba seguro de que cualquier corte le quedaría bien, simplemente no quería estropearlo.

“Córtalo” insistió Kanan manteniendo su tono amable, paciente, Ezra sentía aus dedos resbalosos. “Confío en ti”

¿Confía en mi? Ezra repitió la frase como un disco rayado, patinando de lleno por el suelo resbaladizo, cayendo de bruces al darse cuenta de lo que significaba, que no estaba imaginándolo, Kanan confiaba en él, Kanan confía en él.

Se acercó lento, llevando las manos hacia el cabello de su maestro, Ezra memorizó la suavidad de la fibra, sorprendido que a pesar de su apariencia, el cabello de Kanan era en realidad bastante sedoso. Sonrió nervioso y peinó con la otra mano, le gustaba el olor que desprendía cuando fingiendo separar mechones de cabello, se acercaba lo suficiente como para tocarlo con la punta de la nariz.

Kanan olía bien, un aroma reconfortante que no se parecía en absoluto a los demás, como una mezcla de combustible y madera, olía al fantasma, olía a casa… ¿por qué tenía que haberse enamorado de él? La pregunta llegó mientras alistaba el primer mechón para cortarlo. Si su maestro confiaba en él, no debería darle problemas y obedecer, un corte seguido de otro, un corte y calmar la arritmia de su corazón, las ganas por volver a oler su cabello, de seguir mirando sus ojos azules y perderse en ellos.

“Creo que ya está…” dijo y se alejo para que su maestro pudiera girar, al verlo de nuevo al rostro, toda esa concentración y deseo por ser normal se evaporó de su cuerpo, simplemente no podía ignorar la mirada de Kanan y el calor que le producía, allí en el fondo de su estómago, en medio de sus piernas. “Eh, y-yo creo que lo hice bien” se avergonzó de que su voz saliera tan antinatural, que deseó esconderse debajo de sus ropas. Kanan solo asintió, volviendo a sacar la liga elástica de su bolsillo delantero.

“Hay algo que veo en ti Ezra” como si no pudiera ver su sonrojo, Kanan se ató el cabello, la coleta siendo más pequeña ahora. “Siento tu inseguridad e intento comprender porqué a pesar de que el tiempo haya transcurrido , sigues hecho un manojo de nervios, igual al primer día que nos conocimos”

Ezra no tenía forma de responder a esa exposición, a esa revelación que no era una mentira ¿Kanan habría notado sus arranques de ansiedad? ¿Habría notado la aceleración de su pecho? ¿Sabría por qué? La idea lo asustaba, no quería defraudarlo, ni ser honesto, no estaba listo para ello.

“Cuando te dije que me cortes el cabello, volviste a poner esta cara” Kanan continuó hablando al no obtener una respuesta de Ezra “Pensé que darte una tarea fácil ayudaría a convencerte sobre tu capacidad” Kanan tarareó y dió palmadas a su costado en la cama para que Ezra se siente “Ven”

Ezra obedeció por inercia, sin creer la cercanía y lo extraño que le resultaba sentir su pierna tocando la ajena, en comparación de él, Kanan era tan grande, no sabía como comportarse, ni sabía qué decir al respecto su falta de confianza, sobre su inseguridad, solo la tenía, porqué estaba enamorado y nada iba a resultar bien si lo confesaba. No, confesarlo era imposible.

“C-Creo que aún no me acostumbro a todo esto…” dijo Ezra mientras frotaba sus rodillas, sintiendo la mirada constante de su maestro, aquel estaba enfocado en él de tal manera que lo abrumaba, podía percibirlo en la fuerza, los caminos chocando entre sí, entre ellos. “A ti” añadió casi en un susurro, temiendo no estar siendo lo suficientemente claro.

Pero Kanan sonrió, viendo a través de su respuesta vaga, los ojos decaídos, viajando entre su cabello azul y sus manos, como si lo estudiara. “Lo entiendo” su maestro estiró sus labios, formando una linea recta de incomodidad. “Yo tampoco me acostumbré rápido a mi maestra, pero yo no soy ella, tal vez no tengo lo que necesitas para enseñarte bien”

Ezra abrió bien los ojos, negando rápidamente con la cabeza “No es así, Kanan, usted está bien, es un gran maestro para mi” quería que le creyese, incluso si la verdad estaba empapada de su mentira, de que no solo lo quería por ser su maestro, algo más… “Y-Yo… estoy feliz de unirme a la tripulación, de ser tu aprendiz” se aclaró la garganta, nervioso por la pasividad en los ojos de su maestro, una calma que no estaba preparado para recibir.

“Te creo…” Kanan terminó de estirar los labios y le sonrió, pero sus ojos siguieron sin conmoverse “Solo quería decirte que necesitas confiar más en ti, no solo para empuñar el sable de luz, o pelear por una buena causa, también por esto” Kanan presionó un dedo en el pecho de Ezra, empujándolo suavemente, el niño sintió estarse cayendo a un abismo. “Tu corazón Ezra, hay muchas dudas en ti que no sé si pueda ayudarte a resolver, pero si puedo decirte que solo necesitas confiar” el dedo sobre su pecho se sentía como un regaño noble “Confiar en ti…”

“¿Confiar más en mi?” Repitió mirando sin parpadear a su maestro, pensando que su corazón atravesaría su pecho y saldría saltando por la cabina delantera.

“Confiar más en ti, tanto como los demás lo hacemos, tanto como yo lo hago”

Ezra se quedó quieto cuando sin esperarlo, Kanan llevó su mano a la cabeza y le dió un mimo, sintiendo que podía volar en ese instante, Ezra suspiró, con el rostro aún más caliente que antes y los pies sacudiéndose en el suelo.

“¿De verdad confías tanto en mi, Kanan?” Se sentía especial, más que Hera o el resto de la tripulación que ya conocía al jedi desde hace tiempo ¿o era su imaginación? ¿O estaba viendo luces donde no las hay? Solo le hacía falta un pequeño brillo y sucumbiría ante el.

“Lo hago, chico” la mano de Kanan se detuvo en su hombro, frotándolo sin depositar su peso real encima “Eres especial para mi” oh, y lo dijo, Ezra no podía creerlo, no eran fantasmas rondando su cabeza, era cierto, Kanan lo consideraba especial. Y tal vez no era una confesión de amor pero si fue agradable reconocerse importante, no se había sentido así desde que perdió a sus padres, se sentía bien, estaba feliz.

“O no habría dejado que toques mi cabello, sabes…” Kanan se rió, pasando la mano ahora por la mejilla de Ezra, limpiando algo que el niño no pudo descifrar “Quería decírtelo y de paso aprovechar en mejorar mi aspecto” volvió a reírse y su risa se sintió en el fondo de su vientre. La risa de Kanan era contagiosa.

“Gracias” fue todo lo que Ezra pudo decir antes de escuchar a los demás tripulantes ingresando a la nave, Kanan actuó con naturalidad, alejándose de él, dejando sus manos a una distancia prudente, revisando el cabello que había caído al suelo.

“Ayuda a Hera por mi, limpiaré esto antes de salir”

Ezra obedeció todavía sintiendo el calor de la mano ajena sobre su mejilla, todavía con el rezago de sus palabras zumbando en su cabeza, el “eres especial” “confío en ti” que le dió una esperanza absurda, pero significativa. Como si pudiera ser posible, tal vez, Kanan se fijaría en él si se esfuerza, no no…

Tal vez ya lo había hecho. “Eres especial para mi” repitió mientras saltaba directo a la cabina principal donde Hera ingresaba con Chopper, la alegría ondulando el espacio/tiempo a su alrededor “¿en qué te ayudo?” Dijo casi eufórico y Hera lo miró sorprendida, alegre de ver su sonrisa de oreja a oreja.

“¿Debería preocuparme de tu buena actitud?”

Ezra negó con la cabeza, en su bolsillo guardaba el meiloorun y cuando Hera estuvo a dos pies lo sacó para dárselo.

“¿Compartimos?” Hera arqueó una ceja al recibir la fruta.

“Sí… claro, pero ¿en serio estás bien?” Ezra asintió todavía en su nube de ensueño, recordando en sus dedos temblorosos la textura del cabello de Kanan “si es así quiero que le lleves esto a Sabine…” escuchaba pero una parte suya estaba en el limbo “Ezra…” ya quería que sea mañana para entrenar temprano antes que el sol saliera “¡Ezra!”

Hera le picó la nariz, había fuego en sus hermosos ojos verdes.

“¿Estás prestando atención?” Ezra le quitó la caja de transporte que Hera sostenía y le guiñó un ojo, juguetón.

“Totalmente” y se fue, olvidándose de la fruta, de Hera, de sí mismo.

Solo pensando en Kanan.

Kanan.

Chapter 2

Notes:

Bien será más de dos partes porque necesito hacer un buen contexto

Chapter Text

No tenía derecho a enojarse, o a sentirse traicionado, Ezra comprendía que no era un compromiso, sin embargo, ver a Kanan sonriéndole a Hera mientras ella cortaba su cabello, lo inquietó. No había pasado mucho tiempo de cuando él lo hizo, a penas una semana y claramente el cabello de Kanan no había crecido, tal vez Hera le estaba haciendo otra cosa, tal vez afeitaba su barba triangular en el mentón, o las patillas, la idea se derrumbó cuando Hera se movió y pudo ver como cortaba más la melena lacia de su maestro, como si él nunca lo hubiera hecho.

¿Por qué le molestaba el corazón al verlos? Kanan estaba atento a Hera tal y como lo había estado con él en su habitación y Hera se reía con un lindo rubor en sus mejillas. ¿Coqueteaban? Su maestro parecía igual de sereno que siempre, con la mirada despejada, sin dobles intenciones, mirando a la amiga y compañera que le hacía un favor y no a la mujer risueña que suspiraba encantada.

Cuando llamó su atención al pararse en la puerta, Kanan le sonrió, haciéndole un gesto de “espera” con la mano y Ezra esperó. Hera también se volteó a verlo y haciendo un largo “mmm” dijo “Te lo devolveré pronto, necesito arreglar esto”

Una punzada atravesó su corazón y cuando volvió la vista hacia su maestro, este lo miraba pensativo, concentrado ¿habría percibido su cambio de animo?

“Esperaré afuera” había ido porque casi era hora de entrenar y se sentía ansioso por la llegada del Día del Imperio, quería hablar con Kanan al respecto, pero no se esperó tal escena, en realidad no debió esperar nada, Hera había estado antes que él, claramente podía cruzar el espacio de Kanan con más facilidad.

“Eres especial, Ezra” si claro, si lo era la sensación era confusa, su maestro le había dicho que confiaba en él tanto como para dejarle tocar su cabello, pero parecía que cualquiera en la nave podría hacerlo ¿acaso había otro significado en sus palabras? ¿O las había malinterpretado?

Con pasos largos, pesados, fue hacia fuera de la nave, lejos, el atardecer cubriendo el horizonte, las nubes rojizas dándole forma a sus desvaríos. ¿Estaba celoso? ¿Molesto? ¿Confundido? ¿Pero cuál era la pregunta sin respuesta que lo atormentaba? Ni siquiera se comprendía a sí mismo, estar enamorado era mucho más complicado de lo que Hera explicó, más aterrador, no solo era alegría y deseo, daba miedo si dejaba que la sensación se metiera debajo de su piel, si dejaba que lo gobernara y lo moviera a su antojo. Estar enamorado era un caos porque no era correspondido, un amor pasajero que estaba tardando demasiado en pasar ¿cuándo acabaría? ¿Si quiera quería que acabase?

Porqué incluso con la molestia de ver a Hera tan cerca de Kanan, la sensación de mariposas en su estómago seguía siendo adictiva, era como volar con los pájaros, como mecerse en el viento que arrastra las dunas formando hondas, tan natural como respirar, aquello que lo volvía humano, que le daba sentido a su desastre, a la tormenta que existía desde que perdió a sus padres. Kanan era su lugar seguro, no quería que eso terminase tan pronto.

“¿Ezra?” La voz de su maestro a sus espaldas, se giró sobresaltado al no haberlo sentido acercarse. “¿Te hice esperar demasiado?” La suavidad de su voz aceleró el corazón de Ezra, era como magia, un control absoluto que temía delatar.

“Oh, no. Estaba meditando, eso es todo” se excusó y ensanchó la sonrisa, le daba nervios que su maestro descubriese los disparates que pasaban por su cabeza, así que fingió estar listo para el entrenamiento “¿empezamos ya?”

Kanan se quedó quieto observándolo, aún los ojos azules parecían estudiarlo, como si buscara descifrar sus secretos, Ezra empezó a sudar en las manos.

“No pelearemos hoy, meditarás, te hace falta” ¿qué? Ya lo habían hecho temprano.

“Dijiste que en la tarde me enseñarías a usar el sable, no es justo” oh bien, se estaba quejando pero no quería que Kanan retrocediera con su enseñanza por sus conflictos emocionales.

“Es justo, te siento intranquilo de nuevo, como aquella vez en mi habitación, peor incluso” Kanan se arrodillo en el suelo, colocándose en forma de loto para tener más comodidad. “Necesitas hacer esto, ven, siéntate, te acompañaré”

Ezra no luchó más por llevarle la contraria, Kanan se escuchaba preocupado y no quería ser grosero con él, de hecho, sabía que tenía razón, no estaba bien, se sentía atrapado en una disonancia constante, una desarmonía total.

Así que obedeció, se sentó a su lado y se concentró en su respiración. La sensación de llevar oxigeno a cada célula de su cuerpo, la calma ingresando como granitos de arena en el cuenco de un reloj, segundo a segundo, la fuerza recibiéndolo con los brazos abiertos, sosteniendo su mente en un trance donde se volvía uno con el todo, era Kanan, era él, los chicos a varios metros de distancia, la vida silvestre entre la maleza del campo, era paz, era certidumbre.

No supo cuánto tiempo permaneció así pero cuando volvió a abrir los ojos ya había anochecido y lo mejor, el malestar se había esfumado, Kanan tuvo razón, lo necesitaba.

“¿Cómo te sientes?” Y seguía a su lado, lo supo sin si quiera girar.

“Bien” contestó manteniendo la vista en el horizonte oscuro, la luna sobre su cabeza era lo único que iluminaba su espacio, que le permitía ver el camino de regreso al fantasma, estaban algo lejos, un lugar donde no podrían ser interrumpidos. “Pero sigo sintiendo ganas de entrenar con el sable de luz” fue honesto, le emocionaba poder tocar ese aparato, como si cada vez que lo hiciera algo de esa luz se traspasara a él, un poco de fortaleza, un poco de Kanan.

Kanan…

Se giró para centrarse en el presente, todo era tan claro en ese punto, su maestro ya estaba mirándolo fijamente antes de que él se encontrase con sus ojos, el azul brillante que alteraba su corazón, cielos… estaba tan cerca, y estaban tan solos.

Sonrió nervioso, no sabía porqué su maestro guardaba silencio.

“¿Kanan?” el mayor regresó la vista al frente, como si hubiera resuelto un problema mental y sonrió sutilmente, todavía sin responder ¿qué le causaba gracia?

“Me preguntaba si hice algo que te enojó en la tarde” oh, no, no. Ezra tuvo razón al sospechar que Kanan sabría de su molestia, sobre sus celos, estos ya no importaban en realidad, no era nada, no valía la pena mencionarlo, pero Kanan parecía interesado en oírlo, no podía defraudarlo, no otra vez. “¿Lo hice?” Insistió y Ezra tragó saliva para humedecer su garganta, esta, se había secado de pronto.

“No, claro que no” su tono fue más alto del que pretendió exponer “No fue nada, solo…” ¿qué iba a decirle sin sonar como un niño tonto? Se mordió los labios, pensando, pensando, una excusa, una mentira blanca, creíble, una verdad a medias, algo… “No lo sé…” lo sabía, no quería decirlo.

“¿No lo sabes?” Kanan arqueó las cejas, no se oía molesto, en cambio su tono fue más amigable, casi como el de un amigo que quiere escuchar tus secretos “Por un momento pensé que te había enojado que Hera cortara mi cabello, pero tal vez solo fue mi imaginación” la sonrisa se mantuvo, Ezra parpadeó varias veces, gritándose internamente por haber sido descubierto, ahora tenía que justificarse.

Y no sabía cómo justificarse.

“No fue así” se levantó ligeramente del suelo, apoyándose en sus rodillas “Solo pensé que ese sería mi trabajo a partir de ahora” oh, la vergüenza al estar delatando parte de su añoranza cubrió su rostro en un tono carmín. “Pensé que solo yo me encargaría de tu cabello, pero no creas que me molestó que Hera lo hiciera, ella es mejor que yo, sé que ni siquiera lo dejé tan bien, era necesario, yo…”

Ezra se detuvo cuando su maestro se cubrió el rostro con la mano, de pronto una risa divertida rompió el silencio y todo su cuerpo tembló. “Ay chico…” la alegría en el tono de su maestro calentó más sus mejillas, apretó su estómago “¿te das cuenta de lo lindo que eres?”

¿Eh?

Ezra se quedó congelado en su sitio, escuchando la risa de Kanan y la forma en que sus atractivos labios iban y venían con gracia, los dientes perfectos, la manzana de Adán subiendo y bajando por su garganta ¿acababa de oír bien? ¿O estaba alucinando? “Le parezco lindo a Kanan” pensó volviendo a caer de picado por el precipicio “Kanan cree que soy lindo…” sus rodillas temblando, la frase repitiéndose en su cabeza como un eco en una cueva vacía.

“N-No sé qué decir” dijo conteniendo la respiración para no liberar mil suspiros por segundo, casi ahogándose en su propia aceleración.

“Mira…” Kanan dejó de reír pero mantuvo la sonrisa ancha, la postura derecha “Si tanto lo quieres, solo serás tú quien corte mi cabello ¿de acuerdo?” Una propuesta que tardó en procesar, que llenó su cabeza de más esperanzas, el “Eres especial” regresando de golpe al primer plano, orillándolo a aceptar sin titubear.

“Sí…” su aceptación sonaba a suplica y se aclaró la garganta “Claro que sí, maestro” ahora sonando decidido, se apoyó en sus rodillas, acercándose ligeramente al otro. “Pero no crea que me enojé por algo tan tonto” no quería quedar tan mal tampoco.

“Lo sé, chico” Kanan también se incorporó, estirando su mano hacia el rostro de Ezra. “Quédate tranquilo, te comprendo” Ezra sintió un par de dedos frotando su mejilla, una caricia suave que se desvaneció con el viento, dejando su piel quemando tan pronto se alejó. “¿Volvemos al fantasma? Está comenzando a hacer frío” Kanan se levantó antes de que Ezra pudiera asimilar los hechos, todavía aturdido por la amabilidad y el cariño expresado, por sentirse tan enamorado que parecía estar apunto de explotar.

“Sí” le dijo y se levantó con un temblor en sus piernas que amenazaban con hacerlo caer, sintiéndose débil, atrapado bajo el encanto de su maestro, bajo la conexión tácita que ninguno quería señalar, pero que existía en la fuerza, los caminos tocándose sin mezclarse, corazón con corazón ¿era solo el corazón de Ezra el que latía en se momento? ¿O era el de su maestro el que también oía en el silencio del desierto?

No lo sabía pero se sentía bien, estaba feliz de nuevo, Kanan confiaba en él, él confiaba en Kanan.

“Pero olvidé decirte, Ezra…” la voz sería de su maestro le llamó la atención al caminar a sus espaldas, mas no se detuvieron de su caminata “que entonces yo seré el único que corte tu cabello también”

Ezra se detuvo, Kanan se giró a verlo, la mirada amable de siempre, los ojos despejados como el cielo azul del medio día…

“De acuerdo…” susurró Ezra, controlando el frenesí que luchaba por escaparse de su interior, sus ganas de correr y abrazar a su maestro, sus ganas de decirle cuanto lo quería, cuanto le gustaba, y le gustaba tanto… “También hay algo que quería decirte a solas” dijo volviendo a caminar, colocándose al lado de Kanan.

Kanan no lo miró, solo siguió adelante dejando espacio entre sus hombros, el viento pasando, separándolos.

“Es sobre el Día del Imperio… algo importante para mi”

Chapter 3

Notes:

Se agregó una etiqueta.

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Kanan escuchó atento la pequeña historia sobre lo ultimo que supo de sus padres, sobre porqué el día del Imperio resultaba nostálgico, porqué le traía malos recuerdos, también fue inevitable comentar que ese día cumpliría 15 años y Kanan fue amigable al enterarse, no se mostró sorprendido, pero tampoco desinteresado, mantuvo su típico misterio con la expresión concentrada y le sonrió.

“Ese día estaremos bastante ocupados, haremos nuestro propio espectáculo”

Sabía sobre los planes de la tripulación para arruinar la celebración de los imperiales, pero quería decirle a Kanan que desde el ya, no se encontraba bien por la fecha, que una vez pase, volvería a la normalidad, a lo que Kanan aceptó dándole unas palmadas en la espalda, un “no te preocupes Ezra, me quedaré a tu lado hasta que acabe”

Y fue reconfortante que fuese sencillo pedirle su apoyo, porque no quería que los demás lo supieran, no era que no confiara en ellos, pero las miradas de lastima le caían mal, lo enojaban, y no quería enojarse con Hera o con Sabine por su empatía, simplemente no la deseaba, era mejor si fuese un secreto entre su maestro y él, porque entre todos ellos, no soportaría que Kanan lo viera mal y se aleje, quería mantenerlo cerca, incluso si le dolía el corazón.

Kanan también aceptó guardar el secreto, esta vez, regalándole una gran sonrisa.

Cuando ese día llegó se centraron en el nuevo caza experimental que su equipo y él explotarían, iba a ser divertido, de hecho, lo fue. A pesar de que la sombra de su pasado lo persiguió cada momento, la compañía de sus amigos lo ayudó a distraerse, a olvidar por un momento cómo fue que llegó allí, con todos mirando el fuego creciente entre la multitud, con la pirotecnia iluminando el cielo en destellos dorados, con la victoria que pudieron gozar sin ser perseguidos, mezclándose entre la multitud, en medio de las ovaciones.

Por motivos prácticos se habían separado y solo estaban Zeb, Kanan y él mirando el espectáculo prometido. Zeb hablaba por el comunicador con Hera cosas que Ezra no podía entender por el ruido, así que lo dejó de lado y se giró para ver a su maestro, satisfecho de tenerlo cerca, pensando en que no quería acabar el día, en que era el primer cumpleaños después de tantos que todo salía bien, y Kanan se estaba acercando.

Kanan se estaba acercando.

Zeb había dejado de hablar con Hera y una vez la comunicación fue cortada se quedó mirando el cielo, sorprendido por las bellas luces. Ezra temía que aquel les prestara atención y observara con juicio la forma en que su maestro lo había abrazado.

Kanan había cruzado un brazo por su espalda, alcanzando su hombro para apretarlo contra sí, no fue tosco, no fue inapropiado, pero Ezra estaba rígido al sentir el contacto, no porque le desagradara, pero se estaba volviendo loco por sentir el calor corporal de su maestro, por sentir los dedos largos moviéndose sobre él, un abrazo fraterno, sí, eso debía ser ¿por qué su corazón lo traicionaba entonces? No era una señal de nada, no era nada.

“Ezra…” Kanan lo llamó cerca de su oído y todo empeoró, las piernas que solían temblarle ahora estaban de gelatina, sintiendo calor en toda la cara, en el pecho, en el vientre y la ingle. “Feliz cumpleaños, Ezra” el aliento en su oído lo estremeció y tuvo el impulso de girar y verlo de cerca, si lo hiciera se tocarían las narices, los labios…

Pero tan pronto su pequeño cuerpo reaccionó, Kanan se había parado derecho, mirando a Zeb que los observaba atentamente.

“¡Todo salió perfecto!” Zeb gritó por encima del ruido de los fuegos artificiales y Kanan sonrió, sin alejar la mano del hombro de Ezra.

Ezra supo entonces que aquel afecto no era más que un cariño típico entre ellos, o Zeb habría dicho algo al respecto, pero no dijo nada, no los miró mal, solo sonrió dándoles una aprobación ciega. ¿Pero por qué él lo sentía diferente? No solo era por estar enamorado que su corazón sucumbía ante las atenciones, era algo más, un algo que Kanan no le había dicho pero que se sentía en la fuerza y no podía seguir ignorando. Como no podía ignorar los largos dedos que subían y bajaban por su brazo, lo sutiles que eran y que cada vez estaban más abajo, llegando a su codo, a la vez que con cada segundo, su cuerpo se apretaba más con el de Kanan, como algo natural, como si perteneciera allí.

“Ezra escucha” Kanan volvió a hablarle al oído, el calor de su aliento golpeó por todas partes, mandando una corriente por su columna vertebral “Más tarde te espero en mi habitación, pero no dejes que Zeb te oiga salir ¿de acuerdo?” y antes de separarse los labios de Kanan rozaron su cuello, una despedida a la cordura, el último acto antes de fingir que no acababa de hacerle una propuesta inapropiada.

Luego su maestro se separó por completo, regresando sobre sus talones hacía el camino que Zeb había marcado para el regreso al fantasma. Las palabras siguieron repitiéndose en su mente todo el trayecto, como el estribillo de una canción que te encanta, la voz gruesa, redonda y atractiva, no sonó como otras veces, fue provocador. Ezra tenía el cerebro frito por su culpa y no pudo hilar pensamientos coherentes, ni siquiera cuándo Hera quiso chocar palmas y celebrar, ni cuando Sabine le mostró su nuevo color de pintura adquirido, sencillamente no logró calmarse hasta que todos se fueron a dormir y él se quedó con los ojos bien abiertos debajo de sus sábanas.

“Kanan quiere verme a solas en su habitación” se dijo mientras daba vueltas en la cama, esperando a oír los ronquidos de Zeb antes de atreverse a salir. “¿Qué querrá de mi?” Las ideas que cruzaban por su atrevida mente lo avergonzaban, las ideas que sabía, eran propias de su edad, porque ya no era tan pequeño y desde que se dió cuenta de sus sentimientos por Kanan no podía dejar de pensar en otra cosa.

Sexo.

El sexo era todo lo que quería experimentar y si lograba sosegar el deseo era porque Kanan le enseñaba a encontrar paz en el entrenamiento. Mas era tarde para intentar meditar, allí, bajo las sábanas frías, todo su cuerpo quemaba y se sentía duro. ¿Cómo no anhelarlo? Si todavía sentía la sensación en su piel, los labios gruesos rozando su cuello, la mano sujetándolo posesivamente. Kanan le había dado por primera vez una razón para volverse loco, cosa que sabía, no había sido malintencionado, pero lo disfrutaba de todas maneras.

Era su fantasía, tocar y besar a su maestro, descubrir el sabor de su boca, la fuerza de sus brazos, estaba seguro de que Kanan sería amable como siempre, que sería suave porque respetaba su inexperiencia, que lo cuidaría y sería gentil. Le diría que le gusta, y que quiere más, entonces Kanan sonreiría y besaría su cuello, sentiría la misma corriente por su espalda que le regaló horas atrás en la ciudadela, sentiría sus manos recorriéndolo, su agitación y el calor de su cuerpo buscando el suyo. Sería perfecto, y sería mejor si pudiera quitarse las ganas tocándose a sí mismo en ese momento, pero la falta de privacidad no se lo permitía.

Solo le quedaba calmarse, respirar y pensar en cualquier otra cosa, así que se fijó en el techo, en los tornillos de las esquinas, en las luces de emergencia dispersados, en los conductos del aire acondicionado… pero fue en vano porqué nada calmó la olla hirviendo en su interior, tal vez ya no estaba tan duro, pero aún corría a cientos de kilometros por hora, ansioso como si estuviera a punto de robar un banco y no llevara una máscara puesta. Inquieto, alborotado.

“¿Puedes dejar de moverte , chico?” Zeb se oyó ronco, como si estuviera en el trance entre dos mundos, la mitad dormido, la mitad atento “Necesito dormir…” agregó más bajito pero igualmente quejoso, entonces Ezra se quedó como una tabla muerta encima de la litera y contuvo la respiración, aguantándose la risilla nerviosa, dejando que su amigo concilie el sueño para dar inicio a su plan.

Pronto, cada vez estaba más cerca de ver a Kanan y no sabría qué cara pondría porque, en primer lugar, no tenía ni idea de para qué lo había citado a su cuarto, ya no podía seguir fantaseando con sus deseos egoístas, nada de lo que imaginaba sucedería, así que era hora de ponerse serio. Una palmada suave en su rostro y se despertó mejor, aunque no tenía sueño, necesitaba concentrarse para pensar en lo que haría cuando lo viese, porque estaba seguro que se pondrá rojo como un tomate y su lengua no funcionará adecuadamente.

Ah, Zeb ya estaba roncando, y con ello, sus manos empezaron a sudar, tenía que agarrarse de la litera y bajar con cuidado sin hacer rugir el metal, pero todo su cuerpo le temblaba, casi fue imposible salirse con la suya pero lo logró poniéndose de puntillas, sin llevar zapatos ni nada que se agite en sus caderas, ni la correa, ni las protecciones en sus rodillas.

Parado en medio del pasillo las luces automáticas se encendieron y divisó la puerta donde Kanan lo estaba esperando. Parecía haber un universo de distancia en esos metros, pero se hacía más pequeño con cada paso, más real, tangible. Ezra apoyó una mano en el lector y la puerta metálica se deslizó, no ingresó de inmediato, aunque Kanan hubiera estado allí mirándole, se habría tomado su tiempo para saborear la sensación en su pecho.

Pero Kanan no estaba, las luces estaban encendidas, y no había nadie. La cama seguía tendida y Ezra ingresó dubitativo, estaba seguro de que esa era la habitación correcta, no habían muchos cuartos tampoco ¿entonces dónde estaba su maestro? Bueno, tal vez salió un rato y podía esperarlo allí, Ezra no creía que hubiera problemas si se sentaba en su cama, no tocaría nada, se quedaría quieto y se portaría bien.

No.

¿A quién demonios quería engañar? ¡Estaba en la cama de su maestro! La cama de su maestro, el lugar intimo donde se acuesta y se desviste, donde huele a él. Cielos, Ezra miró a la puerta repetidas veces, la ansiedad creciendo como maleza en su interior, iba a volverse loco pero lo necesitaba, necesitaba saber qué se siente echarse en el mismo sitio que Kanan, saber cual es la vista desde su litera, verlo con sus ojos y sentirse él.

Ezra dió un ultimo vistazo rápido a la puerta y se echó boca arriba, riéndose otra vez como un niño consentido, riéndose de la travesura y entonces, el aroma de Kanan llegó a él, fue ligero, a penas una linea en el aire ¿era la sabana? Sus ojos se abrieron más y el corazón saltó fuerte contra su pecho ¿si desordenaba la cama Kanan se enojaría? Esperaba que no, porque no podía detenerse, ya estaba allí y estaba arrugando la manta entre sus dedos, llevándolo hacia su cara.

Era tan suave y olía tan bien, el perfume de Kanan era más agradable que cualquier cosa que haya olido antes, un aroma limpio y modesto, nada excéntrico como lo era el perfume de Sabine ni era cítrico como el de Hera, era balanceado y otra vez, sin querer , volvía a recordar la cercanía de su cuerpo y el abrazo que le dió, oh, todo era amplificado con el aroma pegado a su nariz, el propio funcionamiento de sus sentidos, el tacto, el gusto… se sentía tan sensible entonces, podría tener una erección fácilmente si profundizaba en ello.

“Kanan…” susurró y apretó una última vez la tela antes de dejarla en su sitio, queriendo tenderla y quitarle las arrugas antes de que su maestro llegue, por supuesto, pero aquel acababa de abrir la puerta e ingresaba mirándolo.

Ezra se sobresaltó y levantó los brazos como si lo hubieran encontrado con un muerto en la escena de un crimen. Kanan solo sonrió.

“Sabía que vendrías…” dijo Kanan ignorando el desastre en su cama y Ezra lo agradeció, sin embargo, eso no evitó que aquel mirara una y otra vez lo que había hecho. “Quería entregarte algo antes de que el día acabase”

Ezra puso toda su voluntad para controlarse, para calmar su arritmia y la vergüenza que lo delataba en la cara, porque cielos, sentía todo su rostro ardiendo, hasta se había olvidado saludar y solo cuando Kanan se sentó a su lado es que reaccionó.

“E-eh, sí, ¿qué es lo que querías darme?” Dijo luchando para no sonar conmovido por su presencia, pero Kanan ya lo sabía, se estaba riendo de su expresión “¿por qué te ries?” Añadió una vez su maestro comenzó a quitarse la correa donde cargaba su sable de luz.

“No es nada, chico, solo tienes esa cara divertida otra vez”

Ezra parpadeó varias veces y miró a sus pies, al suelo, al techo, no podía continuar así y no ser estúpido, porque Kanan lo volvía estúpido.

“Bueno, ¿entonces?” Dijo bajito y sintió la mirada de Kanan buscando la suya. Alzó los ojitos lentamente y aquel hombre sostenía una cajita metálica similar a la que estaba guardada en los cajones de la cama, pero esta era de un tono azul, no plateado.

“Esto es para ti, por tu cumpleaños. Sé que tardé mucho en llegar pero creo que valió la pena, míralo”

Ezra ya sabía qué era y ni bien lo agarró unas lágrimas se formaron en las comisuras de sus ojos ¿hace cuánto que no recibe un presente? No recordaba ni los juguetes que sus padres le habían comprado, pero esto, esto lo recordaría la vida entera.

“Gracias…” susurró con manos temblorosas y quitó la tapa de la cajita, cabía perfectamente en su mano y más emociones colapsaron en su interior.

Kanan lo tomó de los hombros para que dejara su postura encorvada.

“Oye, está bien, ven… todo está bien” Kanan lo abrazó, y Ezra apretó fuerte el duo de tijera y peine de acero que su maestro le había regalado, sorprendido por el acto repentino y por las lágrimas que por fin se dignaron a salir. Sin embargo ya ninguna otra lágrima cayó, estaba rígido pensando en mil cosas a la vez, pensando en que su maestro lo estaba sosteniendo de la cintura. “Quería verte sonreír pero si lloras me partes el corazón, Ezra”

¿Qué? Ezra sintió su hombro ser tocado por la frente de su mayor y volvió a estar paralizado, más nervioso y confundido que antes, sin poder creer lo que estaba ocurriendo ¡kanan tocaba su cintura! ¡Kanan estaba respirando en su cuello!

“¿Kanan?” la cara le ardía, todo su cerebro se había vuelto de mantequilla y no podía pensar, no quería pensar ¡era el chico más feliz de la galaxia! Oh, y las manos de su maestro se ciñeron más, rodeándolo por completo por delante y atrás, dándose cuenta entonces la gran diferencia de tamaño que había, y siempre había sido consciente de ese detalle, pero era impresionante sentirse más pequeño aún.

“¿Si te suelto prometes no llorar?” Fue el típico tono divertido y Ezra asintió, muy a regañadientes porque no quería que el abrazo acabase, pero si duraba más tiempo sería extraño, y por supuesto que su maestro no haría nada extraño.

Era tan bueno en realidad, tan dedicado, y gentil…

“Gracias de nuevo” le dijo con una sonrisa de oreja a oreja, la felicidad nublando su juicio, llevándolo por un acantilado del que no podría escapar “durante horas pensé la razón para que me hayas invitado a tu cuarto y nunca hubiera imaginado que sería por esto” alzó la cajita metálica y se rió, Kanan lo observó fijamente.

“¿Y qué imaginaste?” Ezra se quedó con la boca abierta intentando responder, pero su mente estaba llena de suciedad y no podía contar su suciedad. “De seguro algo bueno se te ocurrió”

“Eh, sí, creo, mmm” no podía seguir mirando a su maestro y no deshacerse en su cuadrado, así que miró la cajita en sus manos y lo cerró. “En realidad, la mayor parte del tiempo me preocupó pensar si estaba haciendo algo bueno o no” un segundo después, Kanan había tomado su mano, llamando su atención.

“¿Confías en mi cierto?” Kanan le habló suavemente, mirando a sus ojos con sincera preocupación “No te habría pedido venir a estas horas pero dijiste que querías que fuese un secreto, esto, lo de tu cumpleaños. Y darte un regalo delante de todos habría generado preguntas, no quería que pasaras por eso, que te sintieras abrumado”

Ezra soltó la tensión de sus hombros por fin, se trataba de algo noble al fin y al cabo, Kanan había pensado en todo y él había estado creando escenarios ficticios en su cabeza, qué tonto era en realidad, y con más razón le gustaba, Kanan era perfecto y lo encantaba.

“Sí confío en ti, maestro” le gustaba llamarlo así para no sentir que era grosero, aunque disfrutaba llamarlo más por su nombre. “Y gracias” añadió sonriendo una vez más, pensando en la mano que sostenía la suya con delicadeza, volviendo a pensar en lo grande que era, en la gran diferencia que había entre ellos.

“Bien Ezra, es bueno escucharlo” el tono de su maestro fue más grave, serio “Pero ya debes ir a tu habitación, es tarde” la misma mano que lo acariciaba se levantó hasta su barbilla, Ezra se quedó en silencio con los ojos bien abiertos “Mañana entrenaremos de todas formas, así que intenta dormir” los ojos azul cielo mirándolo fijamente, intensamente.

Ezra se quedó sin palabras, notando que los ojos de su maestro tenían las pupilas dilatadas, oh… ¿qué es lo que estaba ocurriendo? De pronto hizo cortocircuito cuando el pulgar del hombre se frotó cerca de su labio inferior, una vez, dos veces…

“Buenas noches Ezra” dijo Kanan y se alejó como si hubiera sido un accidente el rozar su dedo por su boca, manteniendo una risilla divertida que Ezra no supo interpretar.

“Buenas noches…” contestó y se levantó contra toda su voluntad para poder irse a su habitación, una ultima mirada y Kanan estaba quitándose la armadura del brazo izquierdo.

“Buenas noches” repitió en su cabeza.

No lograría dormir en absoluto.

Chapter 4

Summary:

más acicalamiento

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Miraba su reflejo en el acero pulido frente a él, Sabine se había tomado la molestia de encerarlo para que combine con gracia al lado de una futura obra artística. Viéndose allí, con la mitad del cuerpo desnudo y con Hera atendiéndole las heridas, no pudo evitar pensar en cuánto le faltaba aprender para protegerse a sí mismo, y cuánto MÁS le faltaba para proteger a los demás. No se sentía a la altura todavía, como si lo que quiere y lo que pretende ser estuviera a miles de pársecs, inalcanzable si dependía de él.

“Oye, está bien, sabes que con estos parches de bacta estarás listo para mañana” Hera le habló mientras pegaba unas gasas embadurnadas de gel transparente en su espalda, un lugar donde no alcanzaba por su propia cuenta. Su tono indulgente y la sonrisa amable le sacó una de vuelta, le hacia gracia que quisiera animarlo como si horas antes no lo hubiera regañado por haber sido impulsivo y haber peleado con unos stormtroopers que habían logrado quitarle su arma, ni siquiera se dió cuenta de cómo pasó, estaba mirando a Chopper que intentaba abrir una puerta y al otro segundo le habían dado un golpe en la cabeza.

Había oído sobre la llegada de nuevos cazas TIE y estaba dispuesto a encontrar la ubicación de estos antes de llegar a la base.

Lamentablemente no resultó como esperaba y si pudo librarse fue solo gracias a que —indudablemente—era mejor que esos casquetes blancos, torpes y malos con la puntería.

La parte fea era que de todas maneras quedó con leves quemaduras en las zonas más expuestas, los hombros y la espalda, fue doloroso y lo era aún si se atrevía a ser honesto, pero se hacía el chico fuerte delante de Hera, ya tenía suficiente con sentirse débil e incapaz como para también quejarse de sus favores.

“¿Le dirás todos los detalles, cierto?” Dijo pensando en lo que más le atormentaba de la situación, y era que Kanan había viajado con Sabine al lado sur de Lothal, un propósito mercantil de rutina, algo bajo control que interrumpió con su torpeza. Recuerda que mientras Zeb lo había cargado en su espalda hasta la base, aquel murmuró por el intercomunicador un “Tienes que regresar rápido Kanan, tú chico está fuera de control” bastante pretencioso.

“Cada uno, hasta esto” respondió Hera picando con un dedo una quemadura que faltaba cubrir. “Y no esperes que omita nada”

“¿Por favor?” insistió aún sabiendo que no tendría caso, Hera no era apreciada por retractarse.

“Él es tú maestro,” la twi’lek se puso de pie delante del menor con los brazos apoyados en la cadera “Hará preguntas y no hay razones para ocultarlo, además, fuiste imprudente y eso significa que hay cosas que no estás aprendiendo debidamente, Ezra”

Hera deshizo su postura rígida y acunó las mejillas de Ezra, un gesto tierno y compasivo que sobresaltó al menor.

“Y puedo verlo incluso sin ser un jedi como ustedes”

“¿Puedes verlo?” Pensó Ezra mirando fijamente los ojos verdes esmeralda de la mujer delante suyo “¿puedes ver la razón por la que no quiero defraudar a Kanan?” Otro pensamiento y el estómago se le apretó con fuerza al imaginar ser regañado por aquel, que le diga que no puede actuar por cuenta propia y que debería cuestionarse su enseñanza, de que quizá no era apto para ser un jedi, peor aún, que ya ni siquiera confiaba en él. ¡Y eso no podía pasar! ¡No podía perder la confianza de Kanan!

“¡Auch!” Ezra se quejó cuando Hera le estiró las mejillas como si fueran repuestos de durasteel, riéndose de su expresión antes de dejarlo enrojecido e ir directo a su espalda, otra vez.

“Mejor terminaré con esto, Kanan ya debe estar por llegar” Ezra oyó como Hera abría el ultimo parche de bacta y cuando estaba por replicar la puerta de la cabina principal se deslizó, mostrando la figura de quién tanto hablaban.

Ezra abrió los ojos sorprendido al ver a su maestro ingresar, el rostro serio no mostraba signos de enojo o de alteración pero no era igual que siempre, pasaba algo y Ezra no podía descifrar qué.

“Llegué tarde al parecer” dijo Kanan bastante neutral y se acercó a Hera sin mirar a Ezra, Ezra tampoco buscó su mirada, estaba demasiado avergonzado como intentarlo. “¿Me dejarías acabar con eso?” Kanan señaló el parche de bacta y Ezra se tensó cuando se dió cuenta de que Hera le había dado el lugar detrás del asiento, espacio donde su espalda desnuda evidenciaba su testarudez.

“Los dejaré solos” Ezra levantó la cabeza para mirar a la twi’lek que se alejaba hacia la puerta, no quería que se marchara, no quería estar solo cuando Kanan lo regañe, o peor, cuando le rompa el corazón diciéndole que ya no lo va a entrenar hasta que demuestre valer la pena, no lo soportaría. “No seas tan duro con él” Hera comentó antes de perderse por el pasillo, dejando con seguro la puerta para que no tuvieran interrupciones.

Solos por fin, sintió el movimiento a sus espaldas y quiso adelantarse antes que Kanan tome decisiones.

“Puedo explicarlo” inició rápido, todavía sin atreverse a girar y ver a su maestro, el corazón le latía con fuerza mientras ponía en palabras su tragedia “Estaba con Chopper en el-“

“Está bien así, Ezra. Orrelios ya me explicó todo” Kanan lo interrumpió mientras le presionaba suavemente el hombro, en su voz no había ápice de enojo o irritación, estaba bien, tranquilo y calmado como el desierto antes de una tormenta. “Me alegra que no hayas quedado más herido, cuando lo pensé realmente lamenté haberte dejado solo y no haberte llevado conmigo igual que siempre”

¿Qué? Ezra se giró levemente para mirar a su maestro, tenía que ver sus ojos y descubrir en el hermoso cielo azul de ellos, si era cierto, lo era, claro, su maestro no le mentiría, pero le parecía increíble pensar que no estaba molesto, solo preocupado.

“Y estás heridas…” la mano de Kanan bajó por la espalda de Ezra hasta la última quemadura que faltaba cubrir “¿Hera fue cuidadosa? A veces puede ser más ruda de lo que parece”

Ezra asintió bajito, sonriendo débilmente al regresar la vista el frente, cayendo en cuenta por fin, un poco lento de su parte que, Kanan estaba mirando su espalda desnuda, Kanan miraba, su, espalda desnuda. La sangre se agolpó en sus mejillas inmediatamente ante la reflexión.

Al siguiente segundo el parche de bacta que faltaba colocar fue dejado en su sitio con delicadeza. Kanan se aseguró de que se pegara a la piel sin dejar arrugas que pudieran rozarse contra la tela de la ropa.

“Deberías vestirte ya, mañana estarás mejor” Kanan le dió una palmada más en el hombro y se colocó delante de Ezra. El niño inmediatamente buscó la manera de subirse el overol, como si sus manos hubieran dejado de funcionar, no supo poner al derecho la prenda arrugada, se paró y buscó la parte de los brazos, todavía sintiendo la mirada intensa de su maestro, aquel lo estaba esperando y él se estaba tardando demasiado en comportarse con decencia.

“Bien, déjame ayudarte con eso, estás actuando raro otra vez”

Kanan agarró la parte delantera de su traje y lo ayudó a vestirse.

“Es que yo…” pronunció Ezra temiendo quedar como un tonto “pensaba que ya no me entrenarías por haber roto las reglas, sé que sueles ser estricto con eso y supongo que el susto aún no se me pasa” dijo por fin y Kanan detuvo el movimiento de sus manos, la ropa a medio poner.

Kanan lo miraba con el ceño fruncido, sus ojos concentrados debajo de la sombra de sus cuencas, parecía estar controlando un animal o tal vez simplemente pensaba qué palabras usar para convencer a un niño terco y enamorado de que todo estaba bien. Ezra no podía saberlo, él solo quería oírlo decir que todo estaría bien de nuevo, que no había perdido la confianza en él.

“No te dejaré de entrenar, Ezra” habló por fin Kanan y el menor volvió a respirar, dándose cuenta de que había estado conteniendo la respiración todo ese rato “No dejaré de ser tu maestro por algo así, todavía confío en ti ¿de acuerdo?”

Ezra suspiró aliviado, lo que Hera le advirtió no había sido tan malo después de todo, Kanan era un buen jedi, mucho más paciente de lo que merecía, porque él era terco, obstinado, le costaba seguir ordenes y convivir con las normas establecidas, era un rebelde después de todo, incluso en el corazón lo era y no tenía nada que ver con las luchas contra el Imperio, se trataba de su amor imposible, del maestro fuera de su alcance que le sonreía amigablemente y le ayudaba a vestirse.

“Sabes…” Kanan lo llamó cuando toda su ropa estuvo en su sitio, la mano de aquel lo había rodeado para alcanzar el final de su cremallera y levantarla. “No negaré que al inicio sí me enojé contigo por comportarte como un mocoso, pero también pensé que solo estás siendo un reflejo mío.” Ezra oyó la cremallera ser levantada y los dedos de Kanan trazaron un camino por su espalda hasta llegar a la nuca. Había oído sus palabras pero no las comprendió realmente, Kanan lo tenía hipnotizado, no solo eran sus ojos azules los que le gustaban tanto, también eran los pómulos altos, el color oliváceo de su piel y los labios carnosos que se movían cerca, captando su atención, teniéndolo allí, a unos centímetros de su propia boca.

“Ezra” Kanan lo llamó por su nombre con firmeza, como si hubiera descubierto sus intenciones y se alejó ¿sonriendo? “No estás prestando atención” añadió medio divertido.

Ezra parpadeó varias veces y se dió una cachetada mental, no, Kanan no pudo haber sonreído así, se lo estaba imaginando. Si Kanan se diera cuenta de sus intenciones no sonreiría, él, simplemente no, no.

“Continua por favor “ dijo y Kanan se aclaró la garganta. “Escucharé” prefirió no sacar conclusiones, no sería bueno para su corazón ilusionarse por cosas absurdas.

“Creo que debemos trabajar en tu sentido de la responsabilidad” Kanan agarró el chaleco de Ezra y se lo entregó sin mirarlo. Ezra se forzó a concentrarse en la realidad, en que solo era su amable maestro quién lo exhortaba, que no tendría oportunidad incluso si se confesaba y que era mejor controlar de una vez el estúpido temblor en sus piernas, en sus manos, cielos, en todo su cuerpo.

“Lo haré” contestó y su voz salió aguda, una señal de que estaba nervioso y Kanan le sonrió con una linea recta en los labios “Seré más responsable a partir de ahora, lo prometo”

“Eso suena bien” Ezra miró el rostro de Kanan de nuevo, era casi inevitable, no podía solo ignorar que estaban a solas y que aquel sonreía complacido.

“¿Puedo hacerte una pregunta ahora?” Dijo Ezra cuando se dió cuenta de que no importaba cuánto lo intente, la amabilidad de Kanan, su gentileza, la forma en que lo cuidaba y le decía qué hacer, su paciencia y esa sonrisa genuina, debía significar algo más, no podía ser que se haya vuelto loco sin razones, tal vez Kanan se había fijado en él, tal vez por eso lo miraba así y le daba más atención que al resto de la tripulación, quería saberlo, quería saber qué diría si se atrevía a preguntar.

“Adelante ¿en qué piensas tanto?”

Ezra apretó los puños e hinchó su pecho antes de liberar lo que traía atorado en la garganta.

“¿Por qué confías tanto en mi? ¿Por qué eres tan bueno conmigo?”

¡Sí! ¡Lo dijo por fin! Había querido preguntar desde que estuvo en su habitación y le dió ese bonito regalo por su cumpleaños, llevaba pensándolo desde entonces, pensando en las caricias en su rostro, en las palabras en su oído, en el abrazo suave que de vez en cuando aquel le daba delante de sus compañeros, en la risa afín y en la particular consideración que no veía con absolutamente nadie más.

Kanan lo miró en silencio fijamente sin decir nada, ni siquiera se movió. Ezra se apoyó contra la barra de controles que había detrás suyo y esperó. El ruido encapsulado que provenía de afuera era todo lo que acompañaba la escena, las voces de los espectros, el “sssss” del sistema de ventilación… ¿Por qué Kanan simplemente no respondía? ¿Qué tenía tanto qué pensar? Estaba perdiendo la cordura mientras los segundos pasaban sin obtener respuesta.

“Porque eres importante para mi, Ezra” cuando Kanan se animó a hablar el tiempo siguió su curso, su corazón volvió a latir, vivo, oír a su maestro lo hizo sentir vivo. Ahora las palabras de aquel empezaron a modificar sus creencias, cambiándolo a su conveniencia sobre lo que anhelaba en realidad. “Soy importante para él” pensó Ezra mientras una inmensa sonrisa se dibujaba en su cara, tal vez no era tan imposible acercarse, tal vez de alguna manera Kanan podría fijarse en él, él, como un chico joven y enamorado, no solo como el aprendiz que obedece por obligación.

Kanan suspiró como si no pudiera creer que tuviera que dar explicaciones, devolviéndole la sonrisa “Te lo dije la vez pasada, tal vez no fui lo suficientemente claro entonces, pero eres especial Ezra, especial para mi”

Ezra sentía las mejillas calientes y estaba seguro de que su rostro lucía tan rojo como las luces de emergencia. Entonces Kanan se acercó y todo su cuerpo se puso rígido, sus dedos se afianzaron en la barra de controles hasta quedar blancos por la presión ejercida, decir que estaba nervioso era poco, se sentía mareado, incapaz de ver el porqué Kanan se acercaba en realidad.

“Y eres tan lindo, lo siento por no decirlo más seguido”

Ezra sintió la mano de Kanan sobre su cabeza, el típico mimo que recibía cuando era excepcional o lograba una hazaña, sin embargo fue diferente, había una sensación distinta cubriéndolos, lo comprobó cuando aquel bajó la mano hacia su nuca, metiendo los dedos por su cabello desordenado.

“Espectro 1 te necesito afuera en 3 minutos, hay una reunión urgente que necesitamos atender”

Ezra vió a Kanan cambiar de humor inmediatamente, pareciendo irritado “Tengo que ir” dijo y se alejó de Ezra el cual, se sorprendió por la reacción, Kanan no solía enojarse con Hera sin importar cuán inoportuna fuese, bueno, con nadie en realidad. “Más tarde hablaremos más sobre tu entrenamiento y tu compromiso con seguir las reglas de esta tripulación, si Hera pregunta dile que hablamos de eso”

Ezra asintió viendo a su maestro prepararse para salir y antes de cruzar la puerta, aquel se giró para decirle una última cosa. Un algo que le daba sentido a su extraño comportamiento.

“Y Ezra, tu cabello ya está largo…”

Una sonrisa al aire en medio de su reciente soledad.

Ezra comprendía lo que significaba.

Notes:

Dije que sería solo dos partes y ya van 4, no puedo parar.

Chapter 5

Notes:

Años standar según coruscant*

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

“¿Estás planeando hacerte una coleta como Kanan?” Zeb pasó por su lado mientras él intentaba descifrar la nueva obra de Sabine, las formas y colores asemejaban recuerdos pasados, nada apreciable bajo la vista de un simple espectador sin conocimiento, solo manchas por debajo de una marca personal especial.

“No” contestó rodando los ojos por ser tercera vez en el día que Zeb hablaba de su cabello, bien, estaba algo largo pero no era como si quisiera imitar a Kanan, solo no había tenido oportunidad de cortarlo, de hecho, no podía cortarlo. “Lo cortaré después”

“¿En serio?” Sabine apareció por detrás suyo con una especie de cera para afianzar los colores sobre la pared “Si quieres puedo ayudarte con eso” la mandaloriana hizo un gesto de “cortar” con los dedos, riéndose. Zeb continuó su camino por la trivialidad del asunto.

“No es que no quiera pero…” no sabía como decirlo, parecía incorrecto hablar sobre el trato que hizo con Kanan acerca de que aquel sería el único en ayudarlo. Kanan no había dicho que era un secreto pero se sentía así, como si fuese personal y no tuviera que interesarle a nadie más que a ellos. “No lo sé…” llegó a decir y eligió salir del pasillo donde Sabine y él estaban, ella lo siguió, mirándolo con duda.

“¿Será que quieres hacerte una coleta como Kanan?” ¿Qué? Ezra dió pisadas más fuertes, molesto, pensando en porqué todos llegaban a esa conclusión. Empezaba a irritarse.

“¡No!” Dijo lamentándose rápidamente por alzar la voz “no…” se repitió más bajo, más suave, estaba yendo a ver a Hera para preguntarle sobre la llegada de Kanan y entonces, cuando la puerta de la cabina principal se abrió, Sabine lo abrazó por los hombros, recostando su peso en él.

“Ah Ezra, vamos tienes el tamaño perfecto para hacerte una coleta y dejar un poco de flequillo adelante, te quedará bien”

Ezra se tambaleó con Sabine e intentó no caerse mientras Hera los miraba con una sonrisa.

“Este no es lugar para que jueguen” Hera hacia reparaciones en la barra de control, alguna sobre carga había quemado los sensores de temperatura “y si tienen tanto tiempo libre deberían ayudar”

Sabine no dejó que Ezra hablara e intervino tan pronto la twi’lek volvió a sostener su herramienta.

“Yo me iré a acabar lo que inicié en la cámara de atrás, pero antes de eso Hera, tienes que decirle a Ezra que no estaría mal un cambio de look”

Hera les devolvió la mirada, Ezra estaba a punto de faltar a su palabra con Kanan y raparse para que lo dejen en paz. Se contuvo.

“Oh. Él no puedo cortarse el cabello, bueno nadie de aquí lo hará”

Sabine se paró correctamente, abandonando a Ezra que también se incorporó. Ezra no pudiendo creer lo que escuchaba se olvidó por completo la razón por la que había ido hasta allí.

“Kanan me dijo que de ahora en adelante él mismo se encargará de cortarle el cabello a Ezra, igual que Ezra será el único para él, ya sabes, cosas entre aprendices y maestros”

Sabine se desinfló al escuchar, aquella información le había resultado en extremo, aburrido.

Pero Ezra no lo creyó cuando lo escuchó. ¿Kanan se lo había contado a Hera? Lo imaginaba serio, su maestro debió haber tenido que marcar un limite con su piloto porque respetaba su trato, él… Kanan, no había mentido cuando dijo que no se dejaría tocar por nadie más, el “eres especial” reverberando como la luz del sol encima de ellos, tan cegador, tan cálido, su maestro lo hacía sentir bien incluso en su ausencia.

“Con razón luces así” Sabine se fue señalando con sus manos que estaría ocupada.

Y Hera le dedicó una sonrisa al menor que la miraba impaciente.

“¿Kanan vendrá hoy?” Ezra preguntaba esto todos los días desde hace 4 días, una misión secreta, le atormentaba la idea de que Kanan haya muerto y nadie sepa nada de él, ni siquiera Hera. Pero ella lucía tranquila, como si supiera exactamente donde está y no quisiera compartirlo con nadie más, o al menos eso imaginaba Ezra al ver su pasividad, no podía ser que alguien tan apreciado haya desaparecido y estén todos tranquilos, era ilógico.

“¿Si te digo le dirás a Kanan que te lo dije?”

“¿Decirme qué?”

Hera dejó las herramientas en la barra de control y se quitó los guantes que se habían ensuciado al trabajar, prestándole atención al menor como era debido.

“Se fue a buscar algo para ti, no me dijo qué, pero quería darte una sorpresa”

Los ojos de Ezra se abrieron por encima de sus cuencas, no había odio mal, no, ¿Hera acababa de contarle algo que Kanan le pidió que no dijera? Eso era mucho qué procesar, tal vez la twi’lek tenía más confianza con él que con Kanan, o no entendía el propósito de revelar tal información. Además, escuchar eso solo lo llevó a niveles insoportables de alegría, ni siquiera podía estar quieto, necesitaba hacer algo con su cuerpo y el irremediable hecho de que quería brincar en un pie.

Se sentó en un asiento giratorio y comenzó a dar vueltas, sonriendo con vivacidad.

“No se lo diré” dijo cuando Hera se empezó a reír por su reacción, era bueno poder ser desfachatado delante de ella, porque ella no lo juzgaría. “¿Pero sabes por qué está haciendo eso?” Preguntó esperanzado en que su mayor supiera las intenciones de Kanan, todo parecía apuntar que sí.

“¿Acaso ya lo olvidaste? Pronto se cumplirá un año desde que llegaste a nosotros, o bueno, desde que peleamos por la mercancía imperial que robaste” Hera se sentó a su lado, mirando con más detenimiento su cabello azul oscuro “Kanan es el tipo de persona que se toma en serio los compromisos, Ezra, no debería sorprenderte que actúe así”

Ezra detuvo el movimiento de su silla y miró a Hera directamente a los ojos, viendo algo que había ignorado hasta entonces, algo que pasaba cuando ella hablaba de Kanan, su voz, su expresión, el brillo de sus ojos…

“Y cuando regrese, me aseguraré de dejarlo libre para que pueda cortar tu cabello, sé que últimamente los he mantenido ocupados y no han tenido tiempo para ustedes, así que es hora de hacer una pausa, aunque… “ Ezra vió las mejillas de Hera oscurecerse “yo también lo extraño”

Mierda, Hera estaba enamorada de Kanan.

Como él.

“Sí…” dijo y apartó la mirada, no podía seguir mirando sus ojos verdes sin sentirse extraño, igual que un intruso, un mal tercio “Cuando regrese le pediré que me ayude con esto” se tocó el cabello y esforzó por ignorar las ideas en su cabeza, el hecho de que Hera estuviera enamorada de Kanan no cambiaba nada, porque eso no significaba que Kanan estuviera enamorado de ella, de hecho, Kanan había viajado para buscar algo para él, no para Hera. Kanan tenía un trato de dejarse tocar el cabello solo por él, no por Hera. Kanan lo consideraba especial, y lindo, no como a Hera.

Mierda otra vez, estaba celoso.

“Bien, entonces sorpréndete mucho cuando lo vuelvas a ver, por ahora tengo que seguir con esto” Hera señaló la barra de control que estaba abierta y Ezra asintió, levantándose para dejarla trabajar tranquila.

“Iré a darle mantenimiento a la puerta de mi habitación, Zeb la pateó el otro día y ahora hace un ruido extraño cuando se abre” una buena idea para mantenerse ocupado. Hera le dió el visto bueno antes de marcharse.

Y era todo lo que podía hacer mientras esperaba el regreso de su maestro, pensaba que si tuviera que escabullirse de nuevo por la noche, necesitaría ser silencioso y la puerta no estaba funcionando bien, puede que nunca más Kanan le diga para verse a escondidas y que todo ello solo se quede en una fantasía—como otras tantas que llevaba acumulando desde hace meses—pero no le importaba en realidad, solo tenía que mantener las ansias bajo control, actuar como si todo estuviera bien y no se estuviera muriendo por verlo. Porque algo de razón tenía Hera, y es que lo extrañaba mucho, mucho, mucho.

Las horas pasaron y llegó el atardecer, la buena comida no era la especialidad de Zeb pero había probado cosas peores, no estaba para ser quisquilloso tampoco. Entonces allí, en medio de una reunión improvisada a las afueras de su nave, donde Sabine, Hera y Chopper se habían sentado alrededor de él, es que lo comprendió todo.

Porque Kanan apareció sorprendiéndolo por detrás y los demás se rieron. Ellos lo habían planificado.

“Felicidades Ezra, ya estás más cerca de ser un veterano después de pasar un año con nosotros” se rió Sabine y brindó con leche de bantha que habían servido proporcionalmente según el gusto de cada uno. Y Ezra la miró sonriendo, luego miró a Hera que acercó su copa para chocar con la suya y al final, miró a Kanan que se había parado a su costado, sonriéndole.

“Felicidades Ezra, me alegra haber llegado a tiempo para esto”

El brazo de Kanan rodeó sus hombros y lo apretó contra su cuerpo con naturalidad, los demás observaron la acción pero no dijeron nada, solo sonrieron conformes.

“Kanan…” susurró mirando de ida y vuelta la mano que lo sostenía con firmeza, no podía asimilar los hechos, porque era la primera vez que recibía una sorpresa grupal y entonces comprendió porqué Hera se lo había contado, porque no solo se trataba de Kanan y su intención de regalarle algo, todos allí querían darle algo, un recuerdo maravilloso de una familia, al menos por primera vez en años, Ezra sentía que tenía una familia de verdad.

“Gracias…” dijo y pequeñas lágrimas se escaparon de sus ojos, nadie lo notó, y si alguien lo hizo, no comentó al respecto. Solo Kanan, aquel quitó la mano de su hombro y la llevó a su cara para limpiar con su pulgar, la marca húmeda que había dejado su lágrima. Lo miró unos segundos mientras Hera y Sabine se concentraban en la comida de sus platos, quería ver aquel rostro del que estaba enamorado, el que había extrañado cada día y cada noche, quería ver esos ojos azules tan transparentes y limpios como el mismísimo cielo de las mañanas.

Kanan aceptó su mirada y le sonrió hasta marcar los hoyuelos en sus mejillas. Ezra se dió cuenta de que aquel miró su cabeza con interés.

“Tu cabello está largo” y de entre todas las cosas que pudo haber dicho, Kanan habló del problemático tema que tenía a todos con las orejas levantadas. Se puso tenso de pronto, mirando su vaso de bantha.

“Esperaba a que regresaras para pedirte el favor, ya sabes” contestó Ezra y Kanan asintió.

“Sí, debí encargarme de esto antes de haber viajado, pero ya estoy aquí” sonaba entusiasmado, como si quisiera cortar el cabello de Ezra, más que el mismo Ezra.

“¿Se van?” Hera los había estado escuchando mientras comía, Ezra se dió cuenta cuando la twi’lek intervino en la conversación con su maestro, lo cual, supo que no fue malintencionado, no fue irrespetuoso pero, podía ver en el aire la luz que desprendía cuando miraba a Kanan, podía ver el brillo de sus ojos más intenso que horas atrás, la oscuridad en sus mejillas… cielos, era doloroso.

“Sí” dijo sin esperar a que Kanan conteste, impulsado por unos celos que sabía, no tenían sentido, porque todos estaban siendo amables con él, y era complicado tener tantas emociones adentro suyo que parecía ahogarse en ellas, necesitaba un respiro, un poco de paz, su maestro lo comprendería ¿verdad?

“Supongo que ya no aguantas más el fleco en la cara” Kanan lo tomó del hombro “saldremos cuando haya acabado de cortar su cabello” y así, Ezra se salió con la suya. ¡Había sido tan fácil! Kanan acababa de regresar y le prestaba su entera atención, a él, no a Hera, porque era especial, su chico especial.

Cuando ingresaron al fantasma, la frescura del exterior los acompañó hasta las habitaciones, lugar donde Ezra se dió cuenta de que, después de cuatro días, volvería a tener privacidad con su maestro.

“Voy a ir por las tijeras” dijo encogiéndose de hombros sin poder ver a su mayor a la cara, el hecho de estar solos lo ponía tan nervioso como siempre.

“Te espero aquí” y Kanan tenía ese tono amable que lo cautivaba hasta los huesos. Ah, era inevitable no querer saltar hacia su cuarto y cantar feliz por todo lo que había sucedido hasta entonces. Pero se contuvo, no podía delatar su felicidad o Kanan se reiría de él, no podía mostrarse tan débil ante él, ya tenía demasiado con controlar su agitado corazón como para también delatar con el resto de su cuerpo lo mucho que le gustaba.

“Contrólate” se repitió mientras sacaba de debajo de su almohada, el regalo que Kanan le había dado por su cumpleaños, sí, dormía abrazado al objeto y al despertar lo ocultaba debajo de su cojín otra vez. Luego salió y Kanan caminó delante de él, parándose delante de la puerta de su propia habitación, espera. ¿Cuándo acordaron que lo harían allí? Fue tácito, porque no se dió cuenta hasta que se halló ingresando al cuarto de Kanan que, para comodidad de ambos, el cuarto de Kanan era mucho mejor que el suyo, tenía más comodidades.

Estaba bien por eso, no era que Kanan pretendiera otra cosa al llevarlo allí, por echar seguro a la puerta con una contraseña nueva.

Echar seguro…

Con una contraseña nueva…

“Supongo que Hera terminó diciéndote porque me fui estos días” inició Kanan con calma y se quitó la armadura del brazo derecho.

“Sí” contestó Ezra sorprendido de que aquel se diera cuenta de ese detalle. “Pero no dijo que llegarías hoy, eso sí fue una sorpresa” sonrió y vió a su maestro sonreír de soslayo también.

“Quería regresar lo más rápido posible pero lo que busqué me tomó más tiempo de lo planificado, no fue sencillo”

Kanan se sentó por fin en su cama y miró a Ezra que se había quedado de pie frente a él.

“¿Conseguiste algo importante?” Ezra moría de curiosidad por saber aquello que Kanan había conseguido, y no lo ocultó en absoluto “¿me lo mostrarás ahora?” Añadió con fervor y su maestro se rió, una risa contagiosa.

“No Ezra, todavía no es necesario” Ezra dejó de sonreír y se quedó atento a las palabras de su maestro “primero tenemos que ocuparnos de eso” Kanan señaló el cabello de Ezra y siguió quitándose la correa que rodeaba su cadera, dejándolo a un lado en la cama.

“Claro… puedo esperar” Ezra contó números mentalmente para calmar las revoluciones en su interior, tenía que abandonar la euforia, ser sensato, manejarse con madurez, algo, su maestro le había enseñado lo importante que era gestionar sus emociones, no podía seguir dejándose llevar sin limites, necesitaba limites, necesitaba estar a la altura. Kanan sabría cuando sería oportuno darle lo que quiere, tenían todo el tiempo del mundo ¿no? No es como si se fuesen a separar, no, Hera dijo que les daría un tiempo para compartir, que no les daría más tareas ¡claro que podía esperar”

“¿Entonces me cortarás el cabello en…?” Ezra asimiló la idea y miró la habitación como si fuese inmensa, no lo era, las paredes angostas le dejaron en claro que no había espacio para sillas o taburetes, solo era la cama, la mesa de noche y un par de cubículos plegables al ras del suelo, las comodidades de Kanan eran invisibles.

“Siéntate aquí” Kanan señaló la cama y Ezra volvió a hacer cortocircuito como la primera vez, iba a sentarse a su lado y sus piernas rozarían, tal vez si se lo pidiera, Kanan lo dejaría sentarse en el medio de estas, sin llegar a tocarlo, se quedaría muy quiero y aquel le cortaría el cabello tomándose todo el tiempo del mundo.

No. Sonrió, Kanan no permitiría tal cosa.

“Bien” dijo y se acercó, las rodillas le temblaron pero supo fingir bien hasta que hundió la litera con su peso. Kanan lo miró atentamente en cada momento.

“Me refería aquí, Ezra. Siéntate aquí” Kanan señaló el espacio vacío entre sus largas piernas y Ezra se quedó rígido por la impresión. No era cierto, no podía ser cierto. Kanan Jarrus le estaba pidiendo que se siente entre sus piernas, Kanan Jarrus quería rodear su cuerpo y tocarlo, él…

Ni siquiera lo pensó, solo actuó antes de que el otro se arrepintiera, pero contra todo pronóstico, Kanan ni siquiera rozó su espalda, ni el más mínimo tacto, nada. Aquel mantuvo la distancia incluso teniéndolo a un par de centímetros, incluso teniéndolo a su merced.

“Lo siento si es incomodo” Ezra oyó la disculpa y no supo qué decir, todo lo que rondaba por su cabeza era un caos, porque por un instante creyó que su maestro había querido tocarlo y al siguiente segundo, eso no ocurrió. Todo era tan confuso, Kanan le habló con respeto y propiedad, no hubo una doble intención en su voz, era más bien, sereno como siempre, como si solo fuese Ezra quién estuviera muriéndose por el contacto, como si fuese solo él, el enamorado y cielos, esa era la maldita verdad.

Solo Ezra estaba enamorado.

“Creo que será más práctico de esta manera, pero si es demasiado incómodo para ti puedes sentarte donde quieras” añadió Kanan y Ezra negó con la cabeza, a pesar de todo y de la decepción que claramente sentía, nada podría calmar sus nervios al estar tan cerca de él, todo su cuerpo temblaba, tenía calor en la cara, en las orejas y en lugares que no debería, hasta las manos le sudaban.

“Está bien así” respondió y del bolsillo de su chaleco sacó la cajita donde guardaba su tijera y peine para ocasiones como estas “No me incomoda para nada” y al entregarlo, fue sincero.

La mano de Kanan lo rodeó por la derecha, rozando su hombro para alcanzar el objeto, no podía asegurarlo, pero la mirada de aquel estaba clavada en su nuca, lo sentía allí y en su espalda, un hormigueo bastante peculiar.

“Me alegra escuchar eso,” Kanan tomó la pequeña tijera con dos dedos y la hizo sonar “porque realmente necesito que confíes en mi, estoy apunto de cortar tu lindo cabello y quizá no te guste el resultado”

Ezra no respondió y se quedó pensando en el halago recibido, cuando Kanan le hablaba así todas las mariposas en su estómago se alborotaban, era difícil reaccionar.

“¿Ezra?” Entonces Kanan insistió y Ezra sintió una mano posarse en su cintura “te has quedado callado de pronto”

Su cuerpo se estremeció al contacto, la mano de su maestro lo frotaba suavemente por encima de la tela, los dedos largos y el pulgar iban y venían, buscando calmarlo.

“E-Estoy bien…” dijo con una voz más aguda de lo normal y se lamentó haber sido tan obvio, porque por el amor de Dios, Kanan había acercado su cuerpo para hablarle apoyándose en su hombro.

“Oye…” un susurro cerca de su oído y todo su cuerpo tembló con una corriente que lo sobrecogió de pies a cabeza. “Si esto es demasiado para ti, deberías ser honesto ” la voz de su maestro ya no era tan serena como la recordaba, fue más grave, profunda, y su aroma, a esa distancia podía respirar los rastros sutiles de su perfume ¿qué significaba entonces? ¿Solo era afecto desinteresado?

“No…” su voz temblaba pero se impuso con todas sus fuerzas para mejorar el tono, la mano de Kanan siguió en su cintura. “Solo que, es la primera vez que hacemos esto y… me siento extraño” no iba a decir que le daba vergüenza porque estaba enamorado, una explicación sencilla debería ser suficiente.

Pero Kanan no se oyó satisfecho, un largo “mmmh” salió de su garganta y la vibración tocó el rostro de Ezra. “Lo entiendo, aún no te acostumbras a mi en realidad” Kanan giró despacio, pasando la nariz por el cuello de Ezra, y Ezra tembló involuntariamente, excitándose mientras Kanan le hablaba al oído.

No podía excitarse en esa situación, porque Kanan lo notaría e incluso si era raro su comportamiento, aquel no apuntaba a tocarlo indebidamente, solo eran sus manos gentiles dándole confianza, solo era su aliento tocando su piel delicadamente, porque Kanan era amable y atento, porque Kanan era suave y sereno, por todo ello, Ezra no podía excitarse, no podía disfrutarlo, no era bueno y si Kanan viera a través de su nerviosismo, y si lo descubriera, entonces aquel lo alejaría, sería el fin.

“Vamos a hacerlo de una vez para que todo acabe rápido” añadió Kanan y se incorporó, volviendo a dejar libre el hombro de Ezra, como si temiera lastimarlo o quién sabe, Ezra no se entendía ni a sí mismo, menos podría comprender las intenciones de su maestro. Así que solo aceptó con un “sí” bajito, sin replicar o contradecir los hechos.

Entonces Kanan cumplió su palabra y comenzó a cortar su cabello, con una mano deslizaba el peine y con la otra empuñaba la tijera, no dijo nada mientras lo hacía, no quería interrumpir la concentración ni la armonía del ambiente, porque a pesar de tener su corazón golpeándole duro contra el pecho, la complicidad entre los dos era positiva.

“Kanan…” dijo de pronto cuando miró hacia el suelo y vió retazos de su cabello azul salpicados por todas partes. Una chispa de valentía lo iluminó “Gracias…” dijo para demostrar que a pesar de su comportamiento impropio, se sentía contento de que aquel lo cuidara, necesitaba decírselo “Sé que no soy bueno con las palabras, en realidad no es que me incomode sus manos o que nos sentemos así, sé que está intentando ayudarme, solo…” apretó los puños contra sus piernas, mirando hacia su regazo y notando de nuevo, la gran diferencia física entre ellos. “Solo me hace muy feliz y por eso no sé como actuar, nadie había sido tan atento conmigo como tú lo eres ahora”

Al declarar su verdad, Kanan dejó de cortar su cabello. No lo oyó decir nada y los nervios volvieron a apoderarse de él más fuertes que antes, continuó “Y-Y también es porque no te vi cuatro días, ¡y-yy! ¡nadie quería decirme donde estabas! Me había preocupado, hasta pensé que podrías haber muerto, aunque no, sé que no morirías tan fácilmente, pero ¿lo entiendes verdad? Hera me dijo que estabas bien recién hace un par de horas, y antes de eso todo fue insoportable, no saber nada, y que todos estuvieran hablando del largo de mi cabello y no poder cortarlo, y…”

“Ezra” Kanan lo llamó con firmeza, deteniendo su monólogo. “Respira un poco…” Ezra sentía las mejillas calientes y agradecía que Kanan estuviera a sus espaldas o notaría lo rojo que se había puesto. Un instante después, el calor de su cara viajó por su cuello, su nuca y su vientre, porque Kanan lo abrazó con ambos brazos rodeando su cintura, apegando por primera vez, su espalda contra su pecho fuerte. “Si no estoy entendiendo mal, esta es una forma extraña de decir que me echaste de menos”

El rostro de Kanan volvía a estar sobre el hombro de Ezra, y Ezra no supo qué hacer, era cierto, todo lo que salió de su boca fue porque no sabía como decirle “te extrañé” sin ser estúpidamente emocional y exponerse. Lo que le sorprendía era lo fácil que le resultó a su maestro adivinar entre lineas su mensaje, y el hecho de que lo abrazara haciéndole sentir bien, “especial”, seguro de sí mismo.

“Lo hice” dijo e inhaló con fuerza para controlar su desesperante arritmia, y las manos de Kanan lo apretaron un poco más. “Te extrañé” se atrevió a decir, pensando en que Kanan no lo tomaría a mal, no era una confesión de amor “no lo es” se convenció y guardó silencio mientras el otro se tomaba su tiempo para responder. Porque a pesar de no poder verlo, Ezra sabía que aquel estaba concentrado, lo sentía en su piel erizada, en la respuesta tácita de su silencio prolongado.

“Es lo más dulce que me has dicho hasta ahora” Ezra entrecerró los ojos, el aliento de su maestro acariciando su oído. “Ezra, tú… no sabes lo feliz que me haces” oh ¿en serio? ¿Era en serio? ¿Era real? Ni escuchándolo de la misma boca que tanto adoraba podía creerlo. Kanan acababa de decirle que era feliz a su lado, o bueno, que era feliz por escucharlo. ¡Ah! El cerebro de Ezra se derritió, era demasiado qué procesar, tardaría minutos, o tal vez horas para meterlo en su sistema. “Gracias por esto, en serio”

Kanan sonaba genuinamente feliz, el tono de su voz evidenciaba una sonrisa que Ezra le hubiera encantado ver, y tal vez fue impulsivo porque nada apuntaba que obtendría una respuesta a sus acciones, pero ya era suficiente, no podía seguir ignorando la química de sus cuerpos, puede que todo ello ni siquiera sea algo sexual, la verdad no tenía ni idea, pero estaba convencido de que significaba algo, solo necesitaba descubrir qué.

Así que se giró, quedando a un par de centímetros de besar a su maestro, detenido por su casi inexistente cordura y la mirada triangular que aquel le lanzó.

Kanan fue de sus ojos a su boca unas tres veces, como si estuviera pensándolo todavía, como si fuese una prueba y tuviera que decidir hacia donde cruzar. Le habló susurrando “¿estás seguro de lo que estás haciendo?” Ezra vió a su maestro ladear ligeramente el rostro, esta vez, mirando su boca fijamente, había deseo en esa mirada azul, tanto o más que en todo su cuerpo tembloroso.

Sin embargo, cuando estaba por responder y por fin obtener su primer beso, la voz de Hera los interrumpió.

“Espectro uno y seis, si ya acabaron por favor, vengan que tenemos una sorpresa con cuenta regresiva”

Ezra vió a Kanan alejarse para poder apagar la bocina de su antebrazo, y aquel ya no lo miró.

“Kanan…” lo llamó al ver que volvía a poner una distancia prudente entre ellos.

“Lo había olvidado por completo, tenemos unos fuegos artificiales programados con Chopper” dijo Kanan y Ezra se quedó con la boca abierta sin saber qué decir “Lo bueno es que acabé con la parte de atrás” Kanan sonrió y señaló el cabello de Ezra, pero Ezra no estuvo satisfecho, ellos… ¡ellos estuvieron apunto de besarse! Simplemente no podía decirle que salieran y que actuaran con normalidad, era imposible.

“¿Tenemos que ir verdad?” Dijo esperando que su maestro diga que no, que podían quedarse un ratito más y hablar sobre lo ocurrido, sobre el beso que no se dieron, lo necesitaba, lo necesitaba urgentemente.

“Sí, tenemos” Kanan sonreía contento como si la interrupción de Hera no hubiera significado nada y Ezra se vió obligado a levantarse porque el otro lo levantó y lo giró para que pudiera verle a la cara. “Pero primero tenemos que resolver esto”

Ezra tenía las manos de Kanan en su cintura otra vez, y allí de pie pudo ver con más claridad la mirada intensa que parecía atravesarle el alma “Más tarde estaré esperándote de nuevo, como la otra vez, vendrás cuando todos se hayan dormido”

Ezra asintió y una de las manos que descansaba en su cintura subió a su rostro, frotándole la mejilla “No tenemos muchas opciones ¿sí? Tampoco puedes dejar que Zeb te oiga, o tendremos que darle explicaciones de porqué no quieres dormir con él”

Ezra sonrió nervioso pensando en el significado de eso, notando algo oscuro en la petición, pero no le importó tanto como para detenerse a reflexionar “Lo haré” contestó contando las horas que faltaban para reencontrarse, sin importarle si era correcto o no, demasiado enamorado como para tomar precauciones, en realidad no lo necesitaba, se trataba de Kanan, podía confiar en él.

¿Verdad?

Notes:

Denle un abrazo a ezra

Chapter 6

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

No era jugo de fruta precisamente como lo conocía lo que había en su vaso, tampoco era algo fermentado traído del poco surtido mercado en la ciudadela, era posiblemente, un regalo (robado) del núcleo que pasó de mano en mano hasta el borde exterior y allí, Hera lo había guardado para un momento especial. Su olor era dulce, ligeramente alcoholizado y su color granate, muy atractivo, no se atrevía a tomarlo todavía, le habían dicho que podía modificar su comportamiento “Hará que te rías un poco más” le dijo Hera al llenar su vaso con una sonrisa, además faltaba Sabine y no iban a brindar sin ella.

“Ya estoy lista” Sabine regresó con ellos y cargaba consigo una libreta que Ezra reconocía como su diario personal “¿brindamos?” Animada y con una sonrisa radiante, alcanzó el vaso que Zeb le ofreció y lo alzó en el aire.

No solo fue por él, cada uno brindó por razones distintas, desde la familia perdida, hasta por aquellos que deseaban recuperar, por su lucha, por los que ya no están… fue bastante emotivo pero no melancólico, a Ezra le pareció que celebrar su primer año en la tripulación solo fue la excusa para desahogarse, y estaba bien con ello, le hacía feliz ver a los demás intentando sobrellevar sus propias problemas, no reprimiéndose ni guardándose el dolor hasta terminar lastimados.

“Levántenlo” Sabine habló y tomó a Ezra por debajo de los brazos, jalándolo por la espalda. Entonces Hera se acercó y lo tomó de las piernas.

“¿Qué hacen?” Ezra se puso nervioso al verlas hacer esfuerzo por cargar su peso, se rió, las manos tocándolo le daban cosquillas. “Chicas, por favor ¡no!” Dijo cuando se dió cuenta de lo que iban a hacer, no quería que lo lanzaron porque aún no había tomado su bebida y esta, estaba por caerse en el movimiento, a ninguna le importó.

“¡A la de tres!” Sabine estaba enérgica como si la bebida le hubiera afectado volviéndola ¿imprudente?

Cuando iniciaron el conteo, Ezra miró a su maestro que se reía desde el borde de su improvisado campamento, aquel sostenía su vaso a la altura de su pecho y lo observaba atento, como si esperaba verlo volar. Pero eso no sucedió, ni Hera ni Sabine lograron hacerlo llegar muy lejos por los aires, y lo sostuvieron casi al ras del suelo cuando descendió, se rieron, diciéndole que lo volverían a intentar, y Ezra se negó, él liquido de su vaso se había derramado.

“Están haciéndolo mal” Ezra se crispó cuando Zeb se acercó y sin darle tiempo a responder lo cargó.

“Zeb ¡espera! ¡Espera!” Intentó detenerlo pero aquel ya lo tenía cargado como una princesa a punto de ser tirada por el balcón más alto de la torre, iba a doler si aquel no lo atrapaba al caer.

Apretó los párpados instintivamente y su cuerpo se elevó en el aire, mas no cayó, una fuerza invisible lo sostuvo indefinidamente. Conocía la sensación y al mirar hacía abajo vió a su maestro acercándose con una mano levantada ligeramente hacia a él, con una linea de concentración bajo la sombra de sus ojos.

“¡Lo iba a atrapar!” Zeb se quejó, negando con la cabeza la forma en que Kanan arruinaba su diversión “Y si no, tu chico lo soportaría” el lasat vió descender a Ezra lentamente.

“Zeb, mi chico como tú dices, estaba a más de ocho pies por encima de tu cabeza” Kanan sonrió, el tono divertido en su voz y el “mi chico” reverberó en la mente de Ezra, golpeando y destruyendo su frágil tranquilidad.

El lasat se rió y les dió la espalda, yéndose tranquilamente hacia Hera que servía una vez más aquella bebida granate.

Cuando Ezra llegó al suelo lo primero que hizo fue mirar su vaso vacío y la mancha oscura en el suelo, tenía que concentrarse en el presente tal y como su maestro le había enseñado para no ser devorado por la ansiedad, pero aquel mismo hombre que se suponía, tendría que ayudarle a mantener la calma y las apariencias, se acercó, apoyándose en su hombro.

“Le dije a Hera que no podías beber esto” Kanan agitó su vaso suavemente en forma circular “Pero ella cree que luego no habrá otra oportunidad ¿todavía quieres probar un poco?” Ezra se quedó tan quieto como siempre, mirando a los demás para ver si por una vez lo descubrían estando rojo como un tomate, para ver si lograban descifrar en la cercanía con su maestro, sus intenciones por ser irracional.

Pero nadie lo hizo, entonces cuando miró a Kanan solo aceptó. Y Kanan no le entregó el vaso en las manos, aquel llevó el recipiente a su boca y lo presionó, fue tan natural que se dejó llevar, incluso con el dulce astringente que picó su garganta y pasó como fuego, no se detuvo.

“Se llama Vino” dijo Kanan al mismo tiempo que Ezra secaba el vaso a tragos largos. “¿Está bueno verdad?” No sabría decirlo, era su primera vez, y como tal, era extraño.

Igualmente asintió y Kanan le sonrió satisfecho, Ezra pensó que era bueno ser el motivo de esa sonrisa, que ojalá pudiera serlo siempre.

“¿Se supone que me cause algo en el cuerpo?” Preguntó por aquel comentario de Hera sobre que lo haría reír más, tal vez se ponga como Sabine o Zeb que estaba más rudo de lo normal, no lo sabía.

“Un poco, tal vez… es similar a las cocteles del bar” Kanan hizo referencia al pequeño negocio en la ciudadela. “Pero esto no embriaga de una manera tan superficial, por ejemplo el alcohol del bar te despierta y sabe a combustible de motores viejos” Ezra se rió, él sabía perfectamente el sabor de ese combustible. “Esto no, esto te puede volver más imprudente e impulsivo, tarda un poco más en salir de tu sistema”

Ezra se quedó mirando el vaso, como todavía estaba quieto no sentía los estragos de aquello que Kanan advertía, y estaba bien, tal vez aquel solo estaba exagerando.

“Por esa razón, esto es lo único ¿de acuerdo?”

Kanan ya no sonrió, pero tampoco se oyó tan severo, fue como si quisiera cuidar a Ezra sin darle el “prohibido” realmente, como si quisiera recordarle que confía en él.

“De acuerdo” dijo Ezra y cuando más lo pensó, más gracioso se le hizo, y un segundo después empezó a sentir los pies ligeros, como si tuviera mucha seguridad, nada de miedo, todo estaba al alcance, todo era posible, todo. “Kanan, creo que ya me hizo efecto” dijo riéndose por lo raro que sonó y Kanan se alejó, caminando hacia Hera.

“Bien, ya no tomes más y mantente cerca” dijo aquel y Ezra sonrió tontamente, sin disimular lo mucho que le gustaba. Y, oh, no podía controlar su mente, ni negar el atractivo inherente de su maestro, porque le gustaba cuando andaba, su manera de caminar y la forma en que el sable de luz se mecía sobre sus caderas, o el como se detenía apoyándose en una pierna y el pantalón se le estiraba en la costura cerca de la entrepierna.

“¿Verdad que es bastante guapo, no?”

Sabine apareció a su costado y casi lo hace saltar, no solo por la impresión de tenerla a pocos centímetros de distancia, si no, por esa pregunta que entre todos los presentes, él era el menos indicado para responder. Quizá había visto su concentración y la manera en que se quedó viendo como idiota a su maestro y por eso lo emboscó.

“Supongo que sí” dijo dudando de qué tanto revelar, porque si quisiera ser honesto habría dicho un firme ¡sí, totalmente! Pero se calló, sabiendo que Sabine no le hacía esa pregunta por sospechar sobre sus sentimientos por Kanan, no, no. Solo lo hacia porque aquel estaba conversando con Hera en ese instante.

Podía ver las intenciones, el emparejamiento.

“¿Para ti lo es?” Desvió el centro de atención y Sabine que estaba atenta a Hera se volteó hacia él, riéndose con una expresión desconcertada.

“No es mi tipo” dijo la mandaloriana y Ezra siguió mirando hacia la pareja mayor que reía entre sí, un poco aliviado de que al menos Sabine, no estaba enamorada de su maestro. “Pero sí es el tipo de Hera, por eso lo dije, porque a ella le parece ¿atractivo? No lo sé, no ha sido directa conmigo, creo que con nadie..” una ligera pausa, Ezra pensó que esa bebida llamada vino era realmente peligrosa, llevaba muy rápido a la insensatez, era eso o que Sabine se había vuelto loca porque Hera se había fijado en alguien más. “Tal vez hacen una linda pareja ¿no, Ezra? Míralos”

Ezra se concentró en Hera y a diferencia de la tarde o de días pasados, esta vez no sintió celos, no le dolió el corazón ni le dió ganas de vomitar por la incomodidad. Estaba bien si a ella le gustaba su maestro— de la misma manera que a él— incluso si ella lo amaba más, le daba igual, porque Kanan y él tenían algo especial, puede que esté tomándose atribuciones innecesarias y sacando conclusiones antes de tiempo pero, por supuesto que había algo entre Kanan y él, no solo la relación de maestro y padawan, era algo más que no sabía cómo llamar, que existía hasta dentro de los caminos de la fuerza, podía sentirlo allí y era honesto, era único, era suyo.

“La verdad sí” dijo sonriendo, todavía el alcohol corría por sus venas, dándole una seguridad impropia, peligrosa. “Pero solo falta que Kanan se fije en ella” completó y Sabine se rió, debía haber bebido por lo menos una botella entera ella sola.

“No te sorprendas si sucede, ella es muy linda también” y Ezra miró como los ojos de Sabine brillaron al decir esas ultimas palabras, como aquello salió desde el fondo de su corazón. “Lo es bastante…”

La mente de Ezra hizo clic, pero eligió guardar silencio.

“Voy a pedirle a Zeb un poco más de vino ¿tú quieres más?” Sabine le sonrió a Ezra y el niño se negó al recordar la advertencia de su maestro. “Qué bien te portas cuando Kanan está presente” la mandaloriana apretó el hombro de su amigo y se fue hacia Zeb que jugaba con Chopper un juego de azar.

Sí, tal vez con el tiempo los demás empezarían a notarlo, no solo Sabine, por eso tenía que ser cuidadoso en la madrugada y no delatarse cuando escapara de su habitación, cuando vaya con su maestro y pueda por fin obtener ese regalo que aquel le prometió dar antes de regresar a la reunión. Sin embargo, a pesar de hallarse feliz por este hecho y sentirse importante gracias a los detalles, algo le decía que estaba ilusionándose demasiado rápido.

Porque si lo pensaba bien, Kanan no lo besó. Kanan no cruzó el limite impuesto y solo lo miró con el mismo interés que alguien ve una oferta provocadora en un anaquel. Y eso significaba algo, por supuesto, nadie le quitaría la idea de que lo suyo con Kanan era especial, mas no sabía qué tan especial era.

¿Lo era cómo si fuera un hijo al que trata con cariño porque le inspira ternura? ¿O era como el amante con el que está dispuesto a correr riesgos?

En realidad, no tenía ni idea, Kanan nunca le había hecho una insinuación inapropiada más que el verlo un rato a solas ¿pero no era eso normal? La privacidad entre un maestro y su aprendiz era necesario, importante, vital, los demás lo comprenderían si lo llegasen a descubrir.

¿Pero por qué Kanan no lo besó?

Porqué, porqué.

Quería preguntarle, decirle qué harán cuando se viesen más tarde, quería saber con certeza si estaba bien ilusionarse y no solo ahogarse en fantasías, en imposibles que por ratos parecían estar a su alcance y después desaparecían. No podía aguantarlo más, le gustaba, lo quería, cuando se dijo que quizá Hera lo querría más fue una exageración, en realidad él lo quiere más, más que nadie.

Ni siquiera se dió cuenta el momento en que cruzó el campamento y fue hasta Kanan, impulsado todavía por la bebida, habló “¿puedo beber un poco más?” Necesitaba una excusa para que Hera se aleje y así ponerse en el medio, acabando con su complicidad.

Y la twi’lek lo miró de pies a cabeza, riéndose “Kanan me dijo que no te diera más”

Ezra se quejó con un tono infantil que sabía, le daba risa a su maestro, pero no lo miró a la cara, no podía hacerlo mientras actuaba como un mocoso idiota, superado por sus celos y la incertidumbre de no saber qué son, si es que son algo todavía.

“¿Un poco? ¿Por favor?” siguió sin mirar los ojos azules de su maestro pero sabía perfectamente que lo estaba mirando, como siempre, podía sentirlo atravesándole la piel, erizándolo . “Solo un vaso más y me iré a dormir”

Hera lo miró arrugando las cejas y justo cuando estaba por negarse otra vez. Kanan intervino.

“Dale lo que quiere” fue serio, tanto que a Ezra le temblaron las rodillas. “Por favor Hera, dale a mi querido padawan un poco más de vino” y ahora se rió, mas no sonaba embriagado, su voz era tan clara como siempre.

Hera aceptó y se fue hacia la nave, diciendo un “las últimas botellas están guardadas, tendrá que esperar”

Ezra sonrió porque su plan para separarlos funcionó y pudo quedarse a solas con Kanan, solo que no había esperado llegar tan lejos ¿ahora qué? Los nervios iban a matarlo junto con su corazón que no paraba de latir desbocado.

“¿Por qué no quieres mirarme?” Kanan le habló bajito, casi en un susurro “¿Estás bien?”

Ezra sintió una mano rodeando su cintura, invitándolo a sentarse. ¿En serio Kanan estaba haciendo eso delante de los demás? Había enloquecido, no podía poner su mano allí y esperar que él no se vuelva ridículamente rojo.

Igual se sentó, mirando hacia Zeb y Sabine que conversaban entretenidos mientras Chopper les ganaba una apuesta nueva.

“No es eso” dijo, su voz sonó peor que nunca, hasta casi se atragantó con su saliva por la falta de coordinación, simplemente no podía hilar palabras coherentes cuando Kanan lo tocaba, aunque sea un dedo, un roce, menos si lo llamaba “querido padawan” delante de otros como si nada. Era sofocante, la llama que ardía en su vientre se hacía más grande con esas atenciones y no podía incendiarse allí, todos lo notarían. “Solo quería hablar contigo un rato”

Kanan pareció notar su incomodidad y se alejó, acción que lo hizo girarse con rapidez para verle a los ojos, porque ¡no! ¡No quería que piense que no le gustaba! ¡Le gustaba y mucho! ¡Y ese era el maldito problema!

“¿En qué piensas tanto, Ezra? Puedo sentir cómo te desbordas de pronto”

Oh, y era como si Kanan no lo supiese ¿acaso no se daba cuenta de qué se moría por él? ¿Cómo podía verle a los ojos así? Tan ajeno a sus sentimientos, tan tranquilo como si no fuese el causante de ese desborde que mencionó.

Ezra tuvo un poco de lucidez por fin, el alcohol se le había evaporado del cuerpo. “Solo tengo una pregunta” ahora sonó serio y Kanan asintió con la cabeza, todavía mirándolo fijamente “¿qué haremos más tarde en tu habitación? Digo, aparte de eso que dijiste sobre darme un regalo, habrá algo más?”

Kanan lo miró severo y preocupado, sin darle la típica sonrisa de aprobación, solo lo observó a los ojos, luego miró su cabello, sus manos, parecía estudiarlo otra vez, siempre lo hacía con una maldita serenidad que lo desesperaba, que en vez de calmarlo solo lo inquietaba más.

“En realidad no…” fue la respuesta que Ezra obtuvo tras unos segundos de incómodo silencio, y Kanan se acercó más, como si quisiera contarle un secreto “pero me gustaría que te quedes conmigo, si te duermes te regresaré a la cama antes de que Zeb despierte”

Ezra sintió las orejas calientes, entendiendo que Kanan quería estar a su lado, quería compartir la litera, tal vez hablar hasta el amanecer, cualquier cosa, estaba feliz con hacer cualquier cosa.

“Está bien” dijo con una sonrisa que Kanan le devolvió por fin, no podía estar más alegre. “Entonces después de beber un poco más iré a la habitación, me llevaré a Zeb conmigo”

Kanan le dió una caricia en la mejilla con suavidad, mirando hacia sus otros compañeros que la pasaban bien sin ellos.

“Parece que Zeb no se negará, ha bebido demasiado” Kanan sonrió y Ezra se quedó deslumbrado una vez más, no entendía cómo le gustaba tanto, no sabía si era el color azul de sus ojos, o si era la linea marcada de su mandíbula, si eran las cejas rectas, o la forma de sus labios lo que le gustaba tanto, no sabía si era una parte o todo junto lo que lo volvía loco, pero era real.

“Kanan…” le dijo de pronto, aprovechando los segundos antes de que Hera llegara a ellos.

“¿Puedo no regresar a mi habitación?”

No llegó a decirlo porque Hera había sido extrañamente rápida al caminar.

La frase se quedó atorada en su garganta y tuvo que tragársela cuando Hera le volvió a servir vino, bueno, no importaba si regresaba a su habitación con Zeb al final, lo que importaba era pasar un rato agradable con su maestro, podía conformarse con eso, estaba bien, estaba…

Estaba…

Ebrio.

El segundo golpe de alcohol fue más fuerte, casi no midió su fuerza cuando fue hacia Zeb y lo jaló del brazo para ir a la “cama”, ansioso por hacer que la noche acabe y todos vayan a dormir, queriendo acortar las horas que faltaban para su encuentro secreto. Y Zeb que estaba más borracho que él lo jaló como si fuese un estropajo, sentándolo en la mesa donde jugaba con Chopper y Sabine.

“Apuesto a Ezra como compañero de cuarto, si ganas te lo daré con mucho gusto”

Sabine se rió aceptando inmediatamente.

“¡Hey! Ezra se quejó pero no pudo escapar, el gran brazo del lasat lo sostenía con firmeza. “¡No soy un maldito mueble, no pueden apostarme!”

Zeb y Sabine lo ignoraron y tiraron sus dados negros . Chopper fue el único que le contestó y fue para regañarlo.

“¡¿Qué cuide mi vocabulario?! Ezra se estiró para atrapar a Chopper pero Zeb no lo dejó, todos se rieron.

Era divertido, fue divertido.

 

Por fin estaba sucediendo, después de apostar y ganar su propia estadía en la tripulación, consiguió que su equipo quisiera dormir. Él también se sentía cansado pero la adrenalina de saber que pronto estará con Kanan lo ayudó a mantenerse despierto.

Zeb estaba cambiándose para echarse en su litera y la puerta se mantuvo abierta, Ezra pudo ver por encima del cuerpo del lasat a Kanan caminando hacia su cuarto y a Hera yendo hacia el suyo, Sabine ya había ingresado antes que ellos.

Fue como si estuviera en un trabajo sucio, porque cuando Kanan pasó le lanzó una mirada de complicidad, en sus labios leyó un “te espero” bastante exagerado y todo su cuerpo se puso a temblar. Estaba ansioso, emocionado, feliz, preocupado, temeroso, y se agradecía por haber reparado el sonido de la puerta para no tener que correr riesgos, no sabría que diría si de pronto fuese descubierto yendo de hurtadillas a una habitación distinta.

No tenía cabeza para pensar en una excusa si eso llegaba a suceder, posiblemente sería honesto y diría que necesitaba hablar con Kanan de algo urgente y privado, así nadie haría preguntas incomodas, sin embargo, si no lo ven regresar en unas horas empezarían a dudar, bueno, él dudaría si una de las chicas se mete dentro del cuarto de un hombre atractivo, estaba seguro que pensarían lo mismo de él. ¿El ladrón juzgando a otros por su misma condición? Cielos, estaba siendo patético y nada había ocurrido aún.

Cuando Zeb se echó se durmió en cuestión de minutos, Ezra tuvo que fijarse en el ruido de las demás habitaciones para asegurar el camino libre, entre todos, a quién menos querría encontrar era a Sabine, ella descubriría sus intenciones inmediatamente. Así que se quedó quieto en su litera, tapado hasta el cuello, mirando el techo mientras el ruido se hacia cada vez menos frecuente y más bajo. Tenía que despejarse, controlar la creciente y abrumadora sensación en su pecho, la excitación de su cuerpo, el temblor de sus manos.

Porque para su mala (buena) suerte podía recordar perfectamente lo que sintió estando sentado en medio de las piernas de su maestro. Sabía que no debería estar pensando en esas cosas minutos antes de verlo pero, le resultó imposible seguir ignorándolo, seguir pasando por alto su propia necesidad, su impertinente deseo.
Y puede que durante la celebración haya podido controlar la inquietud, pero ya se encontraba solo bajo las sábanas, las imágenes venían de golpe sin poderlo evitar.

Se veía a sí mismo sentado en la cama de Kanan, oliendo el perfume proviniendo de su remera, el calor de su cuerpo tocándole la espalda, el peso de su rostro apoyado en su hombro… el “¿estás seguro de lo que estás haciendo?” Repitiéndose incesantemente como una advertencia, sus temblorosos labios esperando ser atacados, su lengua asomándose para hacer un beso profundo y húmedo.

¡Ah¡ se tapó hasta la coronilla cuando lo imaginó, torciendo las rodillas contra el colchón, frotando los pies contra la sábana. “Tengo que calmarme” se dijo mientras abría los ojos en medio de la oscuridad, no podía ver nada, pero podía sentirlo todo. Las manos de su maestro tocándole la cintura, arrastrándose de atrás hacia adelante, sus labios moviéndose sobre los suyos lentamente como tanteando terreno, con una tranquilidad molestosa, con el deseo de que por primera vez, su maestro no fuese sereno y lo presione más, que lo toque más.

Ezra se sentó de un tirón en la cama, el rostro caliente y la carpa en sus holgados pantalones estaba siendo un problema. Necesitaba calmarse, realmente calmarse, dejar de pensar en el cuerpo ajeno, en el tamaño de las manos que podrían tocarlo, en la fuerza con la que podría ser cargado, en como podría ser sacudido, embestido.

“Concéntrate” se regañó y tan rápido hiló un pensamiento coherente, se levantó para cambiarse de ropa. La imagen de su maestro sentándolo en su regazo persistió, pero la ignoró, lo había hecho la noche entera, podía soportarlo un poco más. Así que abrió su gaveta en la pared, una muda nueva debía ser suficiente para cubrir su vergüenza, porque su ropa actual se había humedecido y no podía llegar a la habitación de su maestro en esas fachas.

Se cambió, asegurándose de usar una ropa interior bonita, cosa que no tenía sentido porque no era como si Kanan fuese a verlo pero, pero… ¿y si algo sucedía que lo obligaba a desvestirse? Algo así como que el regalo de Kanan era comida y su ropa se ensució. ¿Bien? No, solo estaba poniendo excusas para justificar sus desvaríos. ¿Qué más daba? Necesitaba cambiarse, cualquier prenda incluso la mejor de todas estaría bien.

Una camiseta blanca y suelta que Sabine le regaló, un pantalón gris parecido al de Kanan pero sin cierre ni botón, solo un elástico endeble ajustándose a su cadera, ¿medias? Claro, no iba a ponerse zapatos ni botas de combate para hacer ruido y despertar a la tripulación entera. Unos ajustes a su cabello, una pastilla para la limpieza bucal y ¡Estaba listo! Se golpeó la cara un par de veces, mirando a Zeb que respiraba con la boca abierta sin inmutarse, no iba a descubrirlo, no esa noche.

Salió, el corazón zumbándole en las orejas por la presión, las rodillas temblando, las manos sudando… estaba tan feliz a pesar de sentir que estaba haciendo algo mal, porque su maestro lo permitía, porque su maestro le daba el visto bueno, porque confiaban entre sí mutuamente, porque era su chico importante, su chico especial, nada podría salir mal, todo estaba bajo control.

 

Cuando la puerta se abrió Kanan estaba secándose el cabello con una toalla, y Ezra reconoció la ropa que aquel usaba como el regalo que Hera le dió por su cumpleaños, un conjunto de lino blanco perfecto para dormir. Entonces, Kanan lo miró con una sonrisa y se levantó para abrazarlo, fue extraño porque ni siquiera pudo saludarlo o decirle algo, estaba demasiado nervioso como para actuar con normalidad, de hecho agradecía que Kanan haya dado el primer paso y lo haya invitado a sentarse, no lo habría hecho si aquel no lo hubiera jalado de la mano hacia su sitio.

“¿Estás cansado? Es bastante tarde ya” Kanan se oyó contento, feliz, y Ezra sonrió en respuesta, diciendo un apresurados “no” mientras se acomodaba en la litera. “Haré esto rápido para que puedas descansar, no quiero que mañana amanezcas mal”

“Pensaba que podría quedarme hasta antes que Zeb despierte” dijo preocupado porque Kanan lo regrese a su cama antes de poder llenar su necesidad, porque quería otro abrazo, otro mimo, otra palabra bonita, quería escucharlo, mirarlo, no quería tener que pedirlo, solo quería que Kanan lo comprendiera.

Un largo “mmmh” salió de la garganta de Kanan mientras dejaba la toalla en el borde de la litera y miraba fijamente a Ezra, el niño no agachó la cabeza. “No te lo prometo, todo acabó bastante tarde y mañana tendremos que volar al extremo sur con Sabine, si te notó cansado irás a dormir ¿de acuerdo?”

Ezra asintió frenéticamente, imaginando lo que venía a continuación.

“Y primero quiero que pruebes algo que encontré junto con tu presente, es la fruta con la que se hace el vino, un poco extraña por este borde, pero no imposible de conseguir”

Ezra vió a su maestro sentarse a su costado para con el pie, activar la gaveta en el suelo. Un recipiente de vidrio custodiaba dicha fruta.

“Son uvas rojas”

“Uvas rojas” repitió Ezra mirando las pequeñas esferas imperfectas colgadas en un solo racimo.

Cuando Kanan las sacó, arrancó una y se la llevó a la boca. Ezra miró atento la reacción a ver si eran agradables o si tendría que fingir estar satisfecho. Para su sorpresa Kanan arrancó otra y la comió con rapidez, sus ojos mirando la fruta con genuino asombro.

“Es la segunda vez que lo pruebo, la primera estaban verdes aún, no sabían a nada, pero ten ahora, están muy dulces”

Ezra arrancó una uva y la presionó con sus dientes, escuchando el crujir de la piel que protegía la pulpa en su interior, luego el dulce tocó su lengua y su expresión cambió a una llena de sorpresa, tanto o más que la de Kanan.

“¡Es tan dulce!” Se rió contento, volviendo a tomar una de esas extrañas bolitas para mirarla contra la luz del techo, Kanan lo miró atento. “¿Cómo es que de esto sale el vino?”

Kanan no le respondió, entonces giró a verlo preocupado por el repentino silencio. y se dió cuenta de que no había sido ignorado a propósito porque aquel lo estaba mirando fijamente. Así que algo más ocurrió que desconcentró a su maestro, porque estaba seguro de que aquel lo había escuchado, pero eligió no decir nada. “Ezra…” pronunció con una expresión conflictiva, mirándole a la cara como si buscara una respuesta en ella. “A veces olvido que eres un niño” y la frase vino acompañada de una caricia en su mejilla, no se lo estaba imaginando, la mano de Kanan estaba acunando su rostro mientras lo miraba fijamente, mientras lo contemplaba con admiración.

Todo su cerebro se hizo puré, no era como si fuese la primera vez que hacían eso, incluso delante de los demás, pero en ese momento se sintió diferente, fue sexual, intimo, no podía explicarlo, el aire estaba cargado de un magnetismo que le pedía seguir adelante.

Tal vez podría estarse equivocando pero no le importó más, miró sus ojos azules y luego su boca, cerró los ojos y se abalanzó.

Lo besó.

Verdaderamente lo besó.

Con las manos presionando la camisa de lino movió sus labios sobre los de su maestro, temblando ante la idea de que estaba besándolo, de que estaba tocando sus hombros mientras se subía a la cama, a su cama. Quería ir más lejos, quería sentir su lengua tocando la suya, sentir sus brazos fuertes rodeando su cintura y sentarse encima de él, otra vez, dejarse llevar. Pero no fue así, Ezra se separó tan pronto se dió cuenta de que su maestro no se estaba moviendo, no lo estaba aceptando.

Un frío gélido atravesó su cuerpo al darse cuenta de ello, toda la presión se le bajó. Excepto que su maestro lo retuvo agarrándolo de los hombros con fuerza, pareciendo pelear consigo mismo para mantenerse tranquilo “Ezra” y su voz sonó afectada, el niño se volvió a sentir contento pensando en que había sido el culpable de esa reacción. “Te lo dije en la tarde… ¿estás seguro de lo que estás haciendo? ¿De esto? Porque no necesitamos hacerlo ahora, podemos esperar a estar libres del Imperio”

Ezra no podía creer lo que oía, Kanan había estado esperando también, había pensado en él de esa manera también “Por favor” dijo decidido a confesarse por la nueva valentía que lo sobrecogió “Quiero hacerlo en serio, tú…” entonces Kanan volvió a subir sus manos, acunando su rostro mientras le miraba la boca, tragando con fuerza “Me gustas, realmente me gustas mucho” terminó.

Ezra tenía el rostro ardiendo como una hornilla y se sorprendió gustosamente cuando el hombre llevó una de sus manos hacia atrás, sosteniéndolo de la nuca, pareciendo nervioso por primera vez. “Eso es lindo, Ezra” los dedos lo acariciaron de arriba a abajo y deseó enormemente que aquel descendiera por su cuerpo, que lo tocara como en su imaginación, que dejara de mirarlo y se volviera irracional, igual que él.

“Kanan…” dijo en un susurro bajito y el mencionado suspiró profundamente.

“Esta bien, acércate”

Ezra solo necesitó esa respuesta para adelantarse y subirse encima del hombre que ahora había bajado las manos hacia su cintura, sentándolo en su regazo para con comodidad, volverlo a besar. Esta vez fue bien recibido, Kanan presionó su cuerpo apegándolo hacia su pecho y él lo besó metiendo su lengua con avidez, dejándose guiar, permitiéndose aprender mientras lo sujetaba de los hombros.

La figura desconocida del cuerpo de su maestro dejó de ser irreal cuando pasó las manos por su espalda, sintiendo en la yema de los dedos la firme musculatura que moría por recorrer. Tan grande e imponente, le conmovió el hecho de que le diera permiso para hacer tales cosas, de que estuviera sucediendo, Ezra estaba siendo correspondido, por primera vez no estaba viendo fantasmas, era real, palpable, Kanan estaba tocándolo, besándolo con urgencia.

De pronto se arqueó involuntariamente cuando el hombre bajó más allá de sus caderas y le tocó el trasero, presionándolo con las manos completamente abiertas, arrancándole un gemido agudo ¡cielos! Eso no pudo haberse sentido tan bien, era ridículo ser tan sensible, estar tan caliente. “K-Kanan…” gimió cuando esas mismas manos lo movieron hacia adelante, obligándolo a presionar su erección contra la que estaba debajo suyo.

Todo su cuerpo se estremeció al reconocer este hecho, Ezra había logrado excitar a su maestro, aquel tenía una erección por su culpa, tan duro y caliente que no podía detener el movimiento de sus caderas, tan excitado que lo volvió a alejar solo para restregarlo sobre su polla, para mecerlo repetidas veces y masturbarse. ¡Y joder! Aunque hubiera querido detenerse no habría podido hacer nada, Kanan lo tenía bajo su control, sosteniéndolo con una fuerza abrumadora, como si quisiera penetrarlo desesperadamente.

No pudo mantenerse erguido, escondiéndose en el hombro de su maestro ahogó los gemidos que aquella acción le provocó, se sentía tan bien, era increíble que pudiese sentirse tan bien incluso con la ropa puesta. “K-Kanan” llegó a decir mientras sentía esa sensación crecer y creyó estarse apunto de correr dentro de sus pantalones. Pero debió haber hecho algo mal, sí, debió haber ofendido a su maestro o no entendió porque aquel se detuvo, porque lo sujetó manteniendo la distancia de sus cuerpos, porque lo dejó frustrado, temblando por obtener un orgasmo.

Se incorporó y lo miró a la cara, Kanan lucía serio y preocupado a simple vista, pero en el fondo de sus hermosos ojos azules, un enorme deseo sexual estaba luchando por salir a la superficie. “Estamos yendo demasiado lejos” lo oyó decir ronco y afectado, como si temiera lastimarlo o asustarlo, Ezra no lo comprendió. “Sigues siendo mi padawan, se supone que no debería dejarte hacer esto” le dijo como si fuese solo Ezra quien estuviera montándolo y no él quién se dejara montar. “Además sigues siendo solo un niño” los ojos del hombre lo miraron por todas partes, las pupilas dilatadas habían oscurecido su mirada transparente.

“Lo quiero” dijo aferrándose a su cuello, a penas y capaz de formular las palabras sin gemir, las hondas de excitación todavía reverberaban por todo su cuerpo, volviéndolo sensible “en realidad lo quiero” repitió y Kanan arqueó las cejas, dudoso. “No miento, sabes que no miento, quiero hacer esto” se calló cuando las manos de su mayor se levantaron hasta su nuca, frotándolo con suavidad para darle calma, tranquilidad.

“Lo sé” Ezra sonrió con labios temblorosos al oír la afirmación de su maestro, “Sé que lo quieres” los dedos crispaban su piel, todavía sintiéndose como un nervio sobre estimulado a punto de retorcerse si lo tocaban un poco más “Yo también lo quiero Ezra, no sabes cuanto” “Pero nadie puede saberlo ¿de acuerdo? Si continuamos, si te dejo hacer esto, no puedes contárselo a nadie, ni siquiera a Sabine, mucho menos a Hera”

Ezra negó inmediatamente con la cabeza, preocupado de que Kanan no confiara en él, porque él no revelaría su secreto, él sería una tumba que ni la peor tortura sith le haría hablar, lo juraba por la fuerza, por sus padres, por todos, cielos, jamás traicionaría a Kanan, jamás.

“¿Estás seguro?” Kanan jugó un poco más con su cabello, y él volvió a sentarse en su regazo, rozando sus erecciones.

“Lo estoy, no diré nada, lo prometo maestro, yo…” el hombre no lo dejó terminar y lo jaló hacia su boca de nuevo, besándolo con más ímpetu que la primera vez. No le importó terminar su oración, tenía suficiente con el buen recibimiento de su lengua y con las manos que volvían a descender por su cuerpo. Estaba demasiado excitado como para ver el error o pensar en las intenciones ajenas, para poder ver entre lineas aquello que estaba mal.

“Eres increíble, sabes” Kanan lo liberó efímeramente para halagarlo y sus palabras fueron como un bálsamo que eliminó hasta la más mínima duda “Y me gustas tanto, por eso no puedo ignorarte cuando me ruegas así” Ezra se deshizo en suspiros cuando esas palabras tuvieron sentido en su cabeza, cuando el hombre sonrió coquetamente encima de su boca y luego bajó las manos hacia su trasero, apegándolo hacia sí. “Mi lindo chico…” su espalda se arqueó, su erección volviendo a presionarse con la de su maestro… mierda, esta vez iba a correrse.

Ezra se mordió los labios para evitar hacer un escándalo con sus gemidos, porque fue increíblemente placentero volver a restregarse, una vez, dos veces, su pantalón estaba humedeciéndose y ya no pudo pensar más en algo coherente, el orgasmo que no obtuvo un momento atrás regresó de golpe cuando su maestro empezó a masturbarlo por encima de la ropa.

Sus propias caderas empezaron a moverse hacia el bulto que lo estimulaba, buscando instintivamente más de ese placer que lo cegaba y lo volvía irracional. “V-Voy a ¡oh! Estoy por…” se quedó sin palabras cuando su cuerpo entero se tensó y el calor que llevaba acumulado durante horas, si no, días, fue liberado en sus ya pegajosos pantalones, temblando, dando un grito que logró callar tapándose la boca con ambas manos.

Estaba respirando con todas sus fuerzas con la mirada todavía nublada cuando su maestro lo volvió a besar, aún recuperándose por su reciente orgasmo, sobre estimulado, Ezra luchó por seguirle el ritmo, porque aunque quisiera detenerse y descansar, no podía hacer nada contra la fuerza que imponía Kanan en su nuca. “Oh niño no tienes idea lo mal que me pones…” Ezra volvió a tener un incendio en su cara cuando oyó los gruñidos del hombre, cuando aquel lo cargó y lo obligó a sentarse directamente en su erección.

“¿Ves cómo me tienes? Ni siquiera puedo pensar en otra cosa cuando te veo” Ezra gimió cuando el pene de Kanan se friccionó en su trasero, dándose cuenta de lo grande que era en realidad y de lo aterrador que seria recibir eso en su interior. “Ezra… mírame” un gruñido y Kanan lo tomó de la barbilla, meciéndose a un ritmo más intenso “joder, en serio eres tan lindo”

Un golpe de orgullo hinchó su pecho y se dejó moler como si fuese un muñeco de trapo, como si la finalidad de su existencia fuese darle placer con su culo. Luego se crispó cuando su cuello fue besado, cuando la boca de su maestro succionó su piel y fue ascendiendo lentamente hasta su oreja, las grandes manos todavía sujetándolo con firmeza, moviéndolo como si de verdad quisiera penetrarlo.

“Quiero follarte, Ezra” el niño gimió imaginándose el acto, avergonzado por la explicita imagen de su maestro ingresando en él. “Quiero darte esto.” el empuje en su trasero fue más rápido, más conciso “Quiero que lo tengas por primera vez conmigo” un poco más, la voz de su mayor salió en gemidos roncos “Mierda niño, eres tan bueno” unas repeticiones después y Ezra fue capturado en un abrazo que lo mantuvo quieto, que lo obligó a detener hasta su respiración cuando se dió cuenta de lo que estaba sucediendo.

Kanan se había corrido frotándose en él, Kanan se había corrido gracias a él.

Toda su cara volvió a ponerse tan roja como un tomate, pensando en hacerlo otra vez, pensando en la nueva erección que estaba empapada por su anterior orgasmo. Miró a su maestro, aquel le sonreía mientras recuperaba el aliento y su pecho fuerte se hinchaba, todo eso, todo ese plano y el detalle de su expresión había sido su culpa. Ezra estaba orgulloso de sí mismo, de ser su chico, suyo.

“Ven” Kanan llevó sus manos suavemente al rostro de Ezra y besó su frente con ternura, había regresado la claridad en su voz pero seguía agitado “recuéstate”

Ezra no se negó al encanto, a la invitación que resultaba atractiva después de su esfuerzo físico, así que obedeció. Kanan pasó una mano por su hombro y lo abrazó mientras se echaban juntos, fue increíble apoyar la cabeza en su pecho, escuchando su corazón que seguía latiendo con fuerza, igual que el suyo.

“Te llevaré al cuarto de Zeb cuando haya amanecido”

¿Qué? Estaba demasiado cansado para replicar, demasiado agotado como para preocuparse de que haya otra intención en esas palabras, solo asintió, deseando en el fondo que no fuese cierto.

De que pudiese quedarse allí para siempre, siempre.

Notes:

siempre escribo sexo con ropa antes de sexo real, tal vez ni haga sexo real, pero bueh