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mi sueño vuelve a rodar (en sus ojos)

Summary:

lautaro entra en celo y manuel está ahí para ayudarlo.

Notes:

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Chapter 1: celo.

Chapter Text

el departamento olía, como siempre, a sus aromas combinados.

el olor a café recién molido de manuel, el más fuerte de los tres, llenaba todo y se combinaba con la vainilla dulce que desprendía de lautaro, dejando el ambiente cargado de una comodidad especial; la misma que sentían cada vez que estaban juntos.

el toque final era el olor burbujeante a malta tostada de santiago, que daba la sensación de estar en una cálida tarde de verano, disfrutando de una cerveza rubia en el balcón.

la cámara prendida, sin embargo, les recordaba que seguían en stream.

-sos consciente, no, de que nuestro hijo va a 'tar-- hablaba con firmeza, entrelazando sus manos delante suyo y mirando al pelinegro sentado a su izquierda.

el rubio llevaba puesta una camiseta del porto, que no era suya evidentemente, porque llevaba impregnado el olor a café que tanto adoraba inhalar del cuello de su amigo cada vez que podía.

-nuestro hijo?-, se rió manuel, apuntándolos a ambos con el pulgar, desviando la mirada a la pc en el escritorio-, qué querés tener un hijo conmigo, boludo?

-si te pinta, sí-, le salió natural y con un dejo de deseo innato en el fondo-, pero nuestro hijo va a estar en clase y le van a decir "callate que tu papá era streamer."

-vos sentis eso?-, volvió a preguntar el pelinegro, mientras fingía buscar algo en el monitor.

-obvio!-, gritó santiago desde el fondo.

los tres soltaron una carcajada fuerte y manuel miró a su derecha, conectando sus ojos con las orbes oscuras de lautaro, que llevaban un brillo peligroso en ellas, como si algo lo tuviese intranquilo.

tuvieron un momento más, en el que el alfa de pelo oscuro se quedó mirando fijo los labios del rubio y acercandose despacio a él, riéndose y causando que lautaro se ría también, alejándose con un golpe en su pecho.

el stream terminó y manuel se permitió respirar profundo.

a mitad de la inhalación, un olor conocido pero apenas más fuerte se filtró por sus fosas nasales.

lautaro. la vainilla de lautaro se sentía más que antes, incluso por encima de la malta tostada de santiago y de su propio café, que solía ser el dominante y el más notorio de los tres.

miró a su alrededor y, al no encontrarlo, se preocupó un poco. el lobo en su interior gruñó ante la repentina invasión de feromonas en su nariz e, instintivamente, lo buscó con el olfato por todos los rincones de la casa.

[...]

supuso que estaba en su habitación, así que ahí fue. escuchó un quejido venir del otro lado de la puerta y habló.

-lauti?-, pronunció mientras se apoyaba en la puerta para poder escuchar mejor.

la unica respuesta a su pregunta fue otro quejido bajo, y sin dudarlo abrió la puerta despacio.

la habitación estaba apenas iluminada por un velador ubicado al lado de la cama, pero el olor condensado entre esas cuatro paredes fue lo que realmente lo mareó.

sí, él había estado con un montón de omegas y todas tenían ese olor dulzón que lo fascinaba.

pero ninguna era lautaro, y lautaro olía a algo que él creía perdido: su casa.

semiembriagado, miró alrededor y vió a lautaro boca arriba en el colchón, temblando a pesar de estar totalmente tapado y de vez en cuando se sacudía por algun espasmo o chucho de frío que lo recorría...

-m-manu, manu, manu, manu.

la voz afiebrada salía de los labios hinchados y húmedos de saliva del rubio, estaba transpirado y enredado con las sábanas mojadas. tenía, además, las mejillas manchadas de lágrimas y respiraba con dificultad mientras se tocaba la parte baja del abdomen con las dos manos, tratando de calmar un dolor que no se iba a ir.

lautaro, moski, lauti, su omega en celo y pidiendo por él.

manuel no podía creer lo que tenía enfrente, y su lobo estaba impaciente por complacer a su destinado.

–me-me duele, manu–, el lloriqueo ahogado lo sacó de sus pensamientos.– me duele mucho.

las palabras salían arrastradas y dolorosas, como si cada respiración le sacara un segundo de vida y el contacto del pelinegro fuese lo unico que necesitara en ese momento.

las manos heladas del alfa enmarcaron la cara fina y dulce de lautaro, observando de cerca sus ojos oscurecidos y brillantes de necesidad.

–acá estoy, lauti, tranquilo.

bajó el cuerpo y se acomodó para encimar su cuello con el palido del rubio, liberando feromonas para calmarlo y sintiendolo inhalar mientras lo tomaba de la nuca para profundizar el roce.

después, se separó pasando la lengua sobre la glandula de olor y sintiendo sus colmillos picar por marcarlo. debía resistirse, lautaro se merecía estar consciente en el momento en el que decidan marcarse mutuamente.

manuel volvió a subir, poniendo una mano en donde su lengua había estado para apretar aquellos lugares sensibles mientras el tan esperado choque de bocas se producía, ansioso y humedo, con lautaro jadeando y suspirando aliviado; porque su cuerpo finalmente se sentía completo, con todos sus lugares claves siendo tocados por el alfa que lo tenía loco hace meses.

–manu, te ne-necesito–, las caderas del omega se elevaron a chocar con las del pelinegro y el olor de su lubricante natural chorreando sobre la cama atontó todavía más a manuel.– por- por favor, ya estoy lis-listo.

volvió a hablar, casi ahogado en sus propias feromonas.– me-me toqué yo pe-pero no-no sirve de nada.

el pelinegro estaba enloquecido con ese lado de lautaro que nunca antes había visto.– sos el más hermoso del mundo.

vió un sonrojo aparecer en las mejillas de su omega, y no supo si fue una oleada de calor por el celo o si de verdad se había puesto colorado por él.

no supo exactamente en que momento lautaro se había destapado, dejando todo su cuerpo a la vista y causando que los ojos verdes de manuel se oscurezcan, consumidos en su totalidad por su pupila, mientras contemplaba su cintura y estomago.

los había visto antes, sí, pero nunca con la claridad que tenía ahora. todos sus instintos se activaron al instante y su lobo decidió, sin consultarle, que debían embarazarlo.

las piernas de lautaro se abrieron hacia los costados, apoyando los pies en la cama, haciendole espacio para que se acomode y fije la vista en su intimidad, humeda y palpitante, esperando por él.

–te voy a llenar de cachorros, lauti.

respirando fuerte y ya sin mucho autocontrol, manuel se sacó todo lo que llevaba para bajar a enterrar la cabeza otra vez en su cuello y bajar con besos hasta quedar entre sus piernas, pasando la lengua plana y sintiendo la vainilla invadirle las papilas gustativas, filtrandose también en su nariz y ahogandolo cada vez más.

–p-por favor, alfa–, murmuró moschini desde arriba, con los ojos suplicantes y la piel prendida fuego.

las manos grandes y venosas del pelinegro se posaban en su cintura, quemando la forma de sus dedos en la curva, y haciendolo levantar las caderas para acercarlo aún más a su boca.

cuando la lengua ajena lo rozó, lautaro soltó un grito agudo y tuvo que aferrarse al pelo corto y desordenado, sintiendolo llegar profundo y tocar todos los puntos sensibles en su interior. manuel cambió la posición de los brazos, pasandolos ahora bajo sus piernas y montó los muslos del rubio en sus hombros, logrando más comodidad y consiguiendo que su nariz quede justo sobre el punto más sensible de lautaro.

volvió a lamer hacia arriba y hacia abajo, recorriendo los pliegues de la piel y haciendo que el rubio arquee la espalda, levantandola de la cama y tirando más fuerte de los mechones despeinados, cabalgando el primer orgasmo de la noche y aliviando los calores que lo azotaban hace horas.

manuel sintió las piernas del omega temblar a los costados de su cabeza y succionó por ultima vez, separandose con la boca llena de sabor a lautaro y relamiendose para no dejar que se le escape absolutamente nada.

el rubio quedó tembloroso y satisfecho, con una sonrisa tonta y las mejillas manchadas de lágrimas, ésta vez de placer. el lobo de manuel se sintió orgulloso de ser el culpable de que quede así.

–lo más rico que probé en mi vida–, se tiró a su lado, atrayendolo a su pecho y preguntó–, cómo estás?

–sos un tarado–, se rió lautaro, cansado, y se acomodó sobre el cuerpo del mayor, usandolo de colchón–, mejor que nunca, gracias manu.

–igual, no terminamos–, comentó, poniendole una mano sobre el estomago–, te voy a llenar de mis cachorros.

sintió la respiración del rubio entrecortarse y como su cuerpo se calentaba de nuevo, la segunda oleada de calor lo invadió y el contacto directo con la piel de su alfa lo enloquecieron inmediatamente.

aprovechó su posición para restregarse sobre manuel mientras el pelinegro lo tomaba de la cintura para ayudarlo a moverse sobre su erección y habló.– me vas a dar un cachorrito, lauti? con tu cara y tus ojitos hermosos, chiquitito y rubio, que corra por todos lados.

el omega gimió, y enredado en el calor contestó–, me-me gustaría que fuese com-como vos, que tenga tu-tus ojos y-y tu nariz.

–te voy a dar todos los que quieras, mi vida–, movió las caderas hacia arriba, frotando la punta sobre la entrada húmeda–, una manu y un lauti, y vos todo redondo y lleno de mi.

lautaro volvió a gemir cuando, manipulado por las manos de su alfa, los primeros centimetros se deslizaron dentro suyo y, por fin, encontró el alivio que tanto buscaba. su interior se adaptó rápidamente al tamaño y el pelinegro pensó que aquel omega estaba hecho para él. él, ciertamente, estaba hecho para lauti.

se distrajo de sus pensamientos cuando sintió las manos del rubio aferrarse a sus hombros, apretándolos con las manos y moviendo las caderas en circulos hasta que el glande tocó su cuello uterino, haciéndolo gemir sobre la boca del pelinegro y sintiendo como perdía fuerza en las piernas, quedandose quieto mientras gimoteaba.

–ma-manu, no pu-no puedo–, dijo–, ha-hacelo vos, por favor.

el alfa en el interior del pelinegro se descontroló, y usando todas sus fuerzas los volteó a ambos, sin salir de su interior, dejando a lautaro de espaldas sobre el colchón y deslizandose despacio hasta dejar solo la punta dentro, para después embestir más fuerte y sin orden alguno, viendo como la cabeza del rubio caía hacia atrás, entregandole el cuello y con la boca abierta en una perfecta o, dandole a manuel la vista más maravillosa que podría tener.

no podía marcarlo, al menos no por ahora, pero nada le impedía morder esa piel sonrojada y caliente.

acomodó las piernas de lautaro alrededor de su cadera y se inclinó hacia adelante, subiendo las manos al pelo de lautaro y posicionando la boca sobre la glándula de olor, llenandose la boca otra vez del olor caracteristico de su omega.

dejó un chupón justo encima, advirtiendo que la próxima
vez sería de verdad.

–mío.

lautaro se estremeció ante la palabra y mientras ondulaba las caderas con fuerza, siguió besandole el cuello y sintiendo la vainilla combinada con el sabor salado del sudor que caía por la piel del rubio.

el omega de lautaro estaba complacido y completo, ronroneando por tener a su alfa encima y por la promesa de cachorros que le hizo.

subió a besarle la boca y cambió las manos de lugar para tomarlo de la cintura, embistiendo más fuerte contra él, sintiendo el chapoteo de fluidos cuando sus pieles chocaban, llenando la habitación de ruidos húmedos y gemidos que escapaban de la boquita del rubio con cada golpe que la punta daba en su interior, desarmandolo por completo.

el segundo orgasmo de la noche se sentía cada vez más cerca. quería todo de manu, y eso incluía que le acabara adentro, pero deseaba un cambio más de posición.

suspiró sobre sus labios e hizo un último pedido, algo que quería hace tiempo. –a-alfa, de espaldas, por favor.

el pelinegro, sorprendido por el pedido, abrió los ojos y se deslizó fuera, escuchando al rubio gemir y retorcerse, sintiendose vacio por primera vez en horas.

una vez más, las manos de manuel lo dieron vuelta en la cama, quedando con la cara plana contra el colchón, las caderas alzadas y la espalda, fina y perlada de sudor, expuesta ante los ojos de un alfa que hace rato no controlaba sus instintos naturales.

se agarró de las caderas de su omega y volvió a entrar en esa cavidad húmeda para moverse rápido y desordenado, buscando el climax de ambos.

lo rodeó con uno de sus brazos y tocó el clitoris, ya hinchado, del rubio mientras la otra se anclaba en su cuello para levantarlo sobre las rodillas y pegarlo a su pecho, exponiendolo otra vez y permitiendo que manuel apriete sus glandulas, causandole el orgasmo más fuerte que tuvo en su vida.

por suerte seguía sosteniendolo, porque las piernas le fallaban miserablemente tratando de mantenerlo en pie. el pelinegro acabó segundos después, llenando su interior de su semilla y causandole un dolor demasiado placentero en cuanto sintió la base de la pija hincharse, uniendolos inevitablemente y recordandoles que era bastante probable que la promesa antes hecha de engendrar un cachorro sería cumplida.

por alguna razón, ese pensamiento calentó el pecho de ambos mientras se acurrucaban entre las sábanas a esperar que el nudo se deshinche, imaginandose un bebé que llevara la mezcla perfecta de ambos.

el cabello rubio de lautaro y los ojos verdes y llenos de vida de manuel.

que se pareciera al pelinegro cuando era chiquito y fuese de independiente como moschini.

primero deberían de resolver lo que sentían, pero podrían charlarlo en un rato.

Chapter 2: futuro.

Notes:

este capitulo es un poco UN LOCO siganme el hilo!!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

lautaro se despertó transpirado, tenía la vista nublada y una rafaga de necesidad subiendole desde el vientre hasta la cara. esta vez, sin embargo, habían dos cosas distintas en el ambiente; por un lado, una mezcla agridulce llenaba el aire, oliendo a vainilla y café amargo y recordandole así el otro punto importante: manuel estaba dormido atrás suyo.

lo rodeaba con ambos brazos, quemando en la piel todavía sensible de su cintura desnuda, manteniendolo cerca y haciéndolo gimotear por el roce.

el pensamiento hizo que su cuerpo rememore lo ocurrido algunas horas atrás y volvió a expulsar una descarga de lubricante, que empapó sus muslos, cayendo sobre las sábanas y causándole escalofríos en todo el cuerpo, a la vez que un nuevo tirón en su vientre le avisaba que su celo lo atacaba nuevamente.

aparentemente consciente, el pelinegro lo acercó todavía más a su pecho con un gruñido bajo y hundió la
cabeza en su hombro, inhalando el olor que de ahí salía. lautaro gimió cuando la pija que descansaba sobre su culo se endureció, lista para volver a ingresar en su interior.

-estás todo mojado de nuevo, omega.

-a-alfa, t-tu nudo, tus ca-cachorros.

el mencionado se hizo cargo, por supuesto. se le trepó encima, abrió las piernas de lautaro para hacerse espacio, y, enganchando la punta en la entrada mojada, se deslizó dentro, moviendose descuidadamente y tocando todos los puntos nerviosos correctos en el interior del rubio.

lo vió exponer el cuello y abrir la boca, como había hecho horas antes y no pudo evitar volver a succionar y morder ahí, marcando un camino de chupones desde su cuello hasta la mitad de su pecho, complaciendo al omega interior de lautaro, haciendolo gemir y ronronear con gusto.

-mirá que trolita hermosa, por favor.

duraron algunos minutos, escuchó jadeos aliviados salir de la boca de su omega y supo que ninguno de los dos iba a aguantar demasiado.

sintió el abdomen de lautaro tensarse y una de sus manos se movió rápido para frotar dos de sus dedos sobre el clítoris, ayudandolo a llegar de nuevo al orgasmo y sintiendolo apretar sus paredes vaginales, causando que quede atrapado entre ellas y sintió el nudo formarse una vez más en su base, dejandolos encajados por segunda vez en la noche.

maniobrandolo con cuidado, manuel se sentó en el colchón y lo acomodó sobre su regazo, buscando que no se incomode ni le duela la hinchazón que los unía al momento.

-bien?

preguntó el pelinegro con los ojos brillantes de amor.

-sí, yo bien-, atinó a joder lautaro, aunque tenía la voz evidentemente cansada-, vos andá pensando un nombre para tu hijo.

el comentario del rubio, entre risas, hizo real una idea que ambos venían procesando hace horas: lo más probable es que, después de esto, el omega quede preñado.

se generó un silencio algo incomodo entre los dos, en el que se miraron un momento a los ojos y la duda tuvo lugar una vez más, como hace horas atrás, excepto que ahora tenían que enfrentarlo.

-en serio queres... eso? conmigo?

muchas veces habían hablado de ser padres, nunca juntos, pero en el fondo ambos sabían que sus futuros estaban cruzados. eran destinados, al fin y al cabo, su relación iba más allá de todo.

quizás formar una familia juntos fue siempre el destino de los dos.

aún eran jovenes y tenían mucha vida por delante, pero desde que se conocieron, la idea persistente de ser el uno para el otro cruzaba sus cabezas más veces de las que podían contar.

todo entre ellos se había dado rápido, casi natural, desde mudarse juntos hasta este preciso momento.

todo se sentía completo cada vez que estaban juntos.

-y-yo creo que sí-, lautaro subió los hombros y torció la boca-, no fue el celo, manu, en serio me gustaría ser tuyo y me gustaría que vos seas mío.

antes de seguir hablando, tomó la cara de su alfa entre sus manos y depositó un beso en su frente.

-me gustaría que seas el papá de mis cachorros, y que sean un montón. no se me ocurre a nadie mejor para serlo.

manuel sonrió enternecido.- si pasa, vas a ser la mejor mamá del mundo.

vió como lautaro bajaba la cara, esquivandole la mirada y tratando de ocultar un sonrojo visible en sus mejillas. lo tomó despacio por las caderas y capturó su boca en un beso suave, sellando promesas que parecían eternas.

para ese momento, el nudo se había deshinchado y lautaro olía demasiado a él.

-voy al baño.

anunció bajito el rubio, parandose de su regazo y apoyando, por primera vez en largas horas, sus piernas en el piso. se movió por la habitación, apenas iluminada por la luz de aquel velador y las sombras que llegaban de las calles porteñas, para buscar un bóxer en sus cajones y tomó un pantalón para dormir. mientras el pelinegro
miraba desde la cama como una mezcla de fluidos frescos caía por sus muslos, haciendo que el alfa en su interior aulle, regocijandose por ser el culpable de ese hecho.

[...]

minutos después, lautaro emergió de la ducha renovado y relajado, con un pantalón cuadrillé colgandole de la cadera y el torso al descubierto.

miró a su alfa sentado en la cama y sonrió ampliamente, cruzó los brazos y se paró de espaldas a él, fingiendo que observaba buenos aires a través del ventanal y callando una risa cuando escuchó el click de la cámara del iphone sonar.

-me sacaste una foto?-, preguntó girando la cabeza, exponiendo la sonrisa más linda que el pelinegro creyó haber visto.

-sí, perdón, estabas muy lindo-, se disculpó, levantandose para ponerse el bóxer y acercandose a lautaro por la espalda, rodeandolo por la cintura y apoyando la cabeza en su hombro-, sos muy lindo.

el rubio apoyó sus manos sobre las manos que se ubicaban en su vientre y comparó los tamaños, ronroneando por la diferencia que había entre ambos. entrelazó los dedos de los dos y habló.

–manu–, dijo, para llamar su atención–, me vas a marcar?

salió bajito, no como un cuestionamiento serio, sino como una duda por el futuro.

–depende–, el pelinegro lo miró de costado, ajustando su agarre en el estómago de lautaro–, vos querés?

–si tenemos un cachorro, me vas a tener que marcar–, reflexionó–, a mi me gustaría, al menos.

–entonces te marco–, expresó el pelinegro con la simpleza con la que alguien anuncia que va a desayunar, y notó el cuerpo más delgado relajarse contra su pecho.– no lo hice antes porque no eras consciente de lo que pedías, pero si vos me decis que sí, lo hago.

depositó un beso en el hombro de lautaro y olfateó el hueco donde la glándula se ubicaba antes de hablar contra su piel.

–sos mío, lauti.–declaró, girándolo en el lugar y quedando cara a cara–, y yo soy muy tuyo, no hay nada que podamos hacer.

el rubio sonrió tímido y unió sus labios en un beso mucho más inocente que cualquier beso que se hubiesen dado anteriormente.

lento, el sol empezaba a aparecer en el horizonte y el celo de lautaro se diluía, haciendo que el cansancio y el hambre le bajen de golpe.

manuel no lo dejó ir a desayunar, igualmente. lo metió en la cama, le sirvió todo lo que quería y lautaro se dedicó a disfrutar todo lo que su alfa decidiera darle.

apenas una semana después, el pelinegro se mudó de habitación. iban y venían cada noche, alternando la cama donde dormían y era increíblemente incomodo estar haciendolo siempre.

era más práctico dormir en la de lautaro, porque era más grande y entraban mejor en la cama. también estaba más lejos de la habitación de santiago y, contando los ultimos acontecimientos, era mejor dejarlo en paz.

al mes, el rubio tuvo las primeras nauseas matutinas y por fin decidieron ir al médico.

les confirmaron lo que ya sabían: había un cachorrito en camino. esa misma tarde, con solamente la ecografía en mano y un chocolate, le contaron a baúl que iba a ser tío.

–los amo–, dijo, abrazandolos a ambos–, van a ser los mejores padres del mundo.

finalmente, tres meses después, la panza empezaba a notarse y el hecho de que deberían contarle a sus familias y amigos que iban a ser padres se les acercaba cada vez más.

una mañana, aprovechando que lautaro no se sentía tan mal, hicieron una escapada rápida al supermercado. pararon en la gondola de los pañales por un paquete grande, para guardarlos pero sobre todo, usar algunos para los anuncios.

otra vez, manuel sacó el telefono para capturar a su omega en alguna situación random y le sacó una foto renegando por los precios de los productos. no se le veía la marca del cuello, recientemente adquirida y frescamente posicionada sobre la glandula de olor, ni la panza, ocultada bajo una remera negra y un buzo atado a la cadera.

la foto era preciosa, otro momento cotidiano retratado en ojos de la persona que más lo amaba en el mundo.

[...]

el domingo siguiente se enteraron los merlo, en el almuerzo familiar que acostumbraban hacer en lo de la abuela de manu.

la revelación fue poca sorpresa, todos se imaginaban algo al respecto porque el olor de lautaro había cambiado notoriamente, llevando motas de chocolate y algo del café de su alfa.

en noviembre, y aprovechando que tenían algunas semanas libres, viajaron a madrid. los padres de lautaro se emocionaron hasta las lagrimas y no pudieron evitar amenazar al pelinegro por llevarse al protegido de la familia.

goncho, florencia, coker y julieta se enteraron por algo un poco más elaborado: un body chiquito que decía "tío" y  "tía" según tocaba.

los cuatro se alegraron por demás, los felicitaron con lagrimas en los ojos y muchos besitos en la panza de lautaro, donde el más chiquito de los merlo-moschini se formaba con fuerzas, protegido con amor por todos los que lo rodean.

descubrieron que iban a tener un varón y que pesaría cerca de tres kilos seiscientos si el desarrollo se cumplía con normalidad.

 

y su papá y santiago se iban a asegurar eso, no permitiendo que nadie se acerque al rubio más que ellos, que tenían permitido tocar la panza y hablarle un rato por día.

[...]

a los siete meses, manuel estaba insoportable. jamás fue demasiado celoso (con lautaro sí), pero ultimamente estaba peor que nunca. desde que se enteraron que serían papás estaba enloquecido y pasado en sobreprotector.

nadie se podía acercar a su omega, ni olerlo, mucho menos tocarlo. se la pasaba moviendo las manos entre su cintura y el vientre, hablandole al lado y sintiendo las pataditas de su cachorro, que venía dándole demasiados problemas a su mamá.

–hola, luca, soy papá–, decía tiernamente todas las noches antes de dormir–, te estamos esperando, mamá no da más con vos.

el pelinegro estaba, también, fascinado con el olor de su omega y los cambios corporales que había tenido. se le habían ensanchado las caderas y tenía el pecho hinchado, preparandose para alimentar al chiquito en camino y haciendo que manuel se dedique a tomar la leche que de ahí salía, para ayudarlo a aliviar uno de los dolores más fuertes que tenía.

[...]

los nueve meses llegaron con muchos dolores de espalda y pies hinchados, antojos y grandes necesidades de contacto con su alfa.

el pelinegro no se separaba para nada de él a esa altura y lautaro no se quejaba. pasaban horas y horas en la ex habitación de manuel, reconvertida ahora en guarderia y futura habitación de luca merlo-moschini.

la llenaron de muebles y regalos que les fueron haciendo, todo el ambiente olía a ellos, desde la cuna hasta la ropita guardada en la cajonera, que el rubio solía sacar para observar, poniendola sobre su vientre redondo y preguntándose por dentro si extrañaría llevar a su bebé dentro una vez que naciera.

[...]

el día del parto fue caótico. luca decidió nacer una mañana de calor primaveral, después de tener a su mamá incomodo toda la noche y de sacar a su papá corriendo de la cama.

finalmente pesó tres kilos quinientos, dejando a lautaro agotado pero contento de, por fin, tenerlo entre sus brazos.

se parecía muchisimo a manuel, en todos los aspectos. aunque tenía la pelusilla rubia creciendo en su cabecita, apenas abrió los ojos, se dieron cuenta de que iban a ser verdes, tal como los de su papá y en cuanto a caracter... era extremadamente apegado a lautaro, llorando cada vez que lo alejaban y haciendo que manuel sonría orgulloso.

ese chiquito era definitivamente suyo.

–mirá que mamá es mía también–, solía decirle cuando lo arrullaba, escuchándolo quejarse y fruncir el ceño, casi como si entendiera lo que le decía mientras lautaro se reía, enamorandose cada día más de la vida que había elegido.

[...]

la rutina merlo-moschini-baietti se había visto afectada por la llegada del más chiquito pero, al fin y al cabo, seguian siendo ellos.

contaron en stream la situación y a qué se debía la poca presencia que habían tenido en los ultimos meses. para su suerte, la gente que los seguía era incondicional y hasta propuso que hagan ahora vlogs familiares porque querían verlos siendo papás.

al final, aquellas horas en celo había sido lo más increible que había pasado en la vida de lautaro. pero eso es cuento para otro día.

Notes:

tercera parte de un día familiar?

extras del día que manuel lo marcó? extra de manuel tomando la leche que alimenta a sus cachorros?

nos leemos 🫡

Chapter 3: familia

Summary:

otro capitulo que es UN LOCO espero que les guste!!!

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

las noches en el departamento habían cambiado radicalmente. de repente, la rutina ya no eran fiestas y previas llenas de gente, sino preparar mamaderas y cambiar pañales. el cansancio que les tocaba vivir era nuevo pero sorprendentemente correcto.

no tenían de qué quejarse, de verdad. luca era brillante, activo y despierto. comía del pecho de lautaro y después se dormía en brazos de manuel, regalándole al rubio la imagen más preciosa que vió.

su alfa, alguna vez denominado duro y gatero en el pasado, ahora cargaba en sus brazos tatuados un bebé rubio y de ojitos verdes, haciendolo dormir mientras le cantaba en voz baja y lo mecía despacio.

incluso se levantaba todas las noches, cuando lo escuchaba llorar, para tranquilizarlo con su olor, que se había vuelto ligeramente más dulce y suave desde su nacimiento, y volver a dormirlo, asegurándose de que lautaro no tuviese necesidad de dejar la cama.

nunca vería como el rubio lo miraba, escondido entre las sábanas y llenándose los ojos de amor, viéndolo cuidar de su más preciada creación.

las mañanas eran caóticas. ellos solían despertarse bastante tarde y lento, pero luca había llegado a descontrolarles todo, haciéndolos levantarse temprano y empezar rápido, porque dormía en la cuna y se desesperaba al no encontrarlos.

manuel lo sacaba de allí para depositarlo en el pecho de su omega y que lo amamante, mientras él corría a la cocina a preparar el desayuno para ambos y llevarselo a la cama al rubio.

después de desayunar, salían de la cama y se turnaban para bañarse, entreteniendo a su cachorro para que no llorara por estar lejos de ellos.

cuando salían de la habitación, usualmente el olor de santiago inundaba la casa, puesto que llevaba bastantes más horas que ellos en el ambiente.

la malta tostada era, después del café y la vainilla de sus papás, el olor favorito de luca.

solía tranquilizarlo cuando ellos no estaban y muchas veces los habían encontrado durmiendo juntos en el sillón, con la nariz del más chiquito enterrada en el cuello de bauleti, reconociéndolo como parte de su vida desde el principio y adulto de confianza.

[...]

el tiempo se les escapaba de las manos y, sin darse cuenta, el departamento empezó a llenarse de sus charlas usuales en cámara con algunos balbuceos que, junto a los pasos inseguros en el parquet, comenzaba a ser la nueva banda sonora de sus vidas.

luca merlo-moschini estaba cada vez más grande. ahora arrastraba sus juguetes por el piso, acumulaba peluches en el sillón del living y exigía atención de "mami", "papa" y "titi" en cualquier momento del día.

su primera palabra fue, para variar, "papá" y el primero en escucharla fue lautaro, que trató de convencerlos a ambos que en realidad había dicho "mamá", pero manuel no paró de presumir en una semana que él había sido la primera palabra de su hijo.

la dinamica familiar merlo-moschini-baietti consistía en lautaro teniendo una debilidad biológica por su cachorro, manuel queriendo hacerse el malo, pero finalmente cediendo si su omega y cachorro hacían el puchero correcto, y santiago, que estaba solamente para cumplirle los caprichos a su sobrino, llevándose un reproche de parte del pelinegro cada vez que lo hacía.

–a él le pagas todo, a mi nada–, le decía cada vez que volvían del supermercado y luca tenía un osito nuevo entre las manos.

–estás celoso de tu propio hijo, manuel merlo?–, lautaro lo miraba, riéndose y achinando los ojos, mientras luca le copiaba el gesto sin entender qué pasaba realmente.

a veces, manuel se asustaba de lo parecidos que luca y lautaro podían ser. no fisicamente, porque el cachorro había salido igualito a él, excepto el pelo rubio de lautaro, tenían la misma forma de la cara y expresiones que el pelinegro, sonreía igual y hasta reía igual.

pero en actitud, luca era lautaro en pinta. tenía que reconocer que ambos lo tenían comiendo de la palma de sus manos, y sabían perfectamente como manipularlo para que él les hiciera caso en absolutamente todo. hablaba, balbuceaba, en el mismo tono que su mamá y se burlaba de su papá tal como él.

lautaro renegaba, y reía, de dos cosas sobre su cachorro; que fuese fisicamente igual a su alfa y que fuese igual de celoso que él.

a veces era insostenible. ni siquiera podía hablar con gente mucho tiempo sin que luca se le colgara de las piernas para que lo alzara y le rodeara el cuello con los bracitos, como si quisiera recordarle a todos que era su mamá y solamente suya.

esa era la mayor lucha del pelinegro con su hijo, la posesión sobre lautaro. dormir la siesta sobre él, olerlo por las mañanas o acurrucarse con él por las noches, eran algunas de las situaciones por las que manuel y luca solían pelearse.

se metía entre ellos cuando dormían, se sentaba sobre lautaro a mirar la televisión y, a veces, empujaba a su papá lejos de su mamá porque quería dormirse a upa.

una vez, lo celó en público. lo hicieron en público, manuel y luca.

se habían ido de vacaciones, los cuatro, sus primeras vacaciones como familia. y lautaro había arreglado para ver a un viejo amigo que no veía hace tiempo.

mala idea, su alfa y cachorro no iban a permitirselo, aparentemente. lo acompañaron al encuentro, eso no le molestaba, eran su familia, después de todo.

la cosa es que no lo dejaron en paz. apenas llegaron al lugar de encuentro, luca se soltó de su agarre y lo hizo alzarlo, entrando con él a upa y con la mano de manuel enredada en su cintura, calentandole la piel de las caderas y haciéndolo estremecerse.

así estuvieron toda la cena, luca no se bajó un segundo de su regazo y manuel no soltó el agarre en su muslo.

no tenía de qué preocuparse, realmente, ambos estaban muy seguros de lo que tenían y que nadie podría arruinarlo.

aún así, cuando volvieron al airbnb que compartían, y luego de que luca cayese dormido en el catre portatil que llevaban para todos lados, el pelinegro le reabrió la marca, para recordarle exactamente donde pertenecía. lautaro no lo dudaba ni un segundo.

otra cosa que disfrutaban mucho desde la llegada de luca era stremear. sí, se les complicaba un poco cuando era más chiquito porque tenían que estar más atentos y sus papás tenían problemas para separarse de él.

pero ahora que había crecido un poco, él mismo se metía en las transmisiones. llegaba tambaleándose y aparecía entre las sillas, tironeando del pantalón de su papá para que lo haga upa.

–saludá a la gente, papi–, le dijo manuel, sonriendo mientras lo miraba.

luca saludó a la cámara con una manito y la voz chiquita, después se pasó a las piernas de su mamá y dejándole un besito en la mejilla, procedió a inhalar de su glándula de olor para tranquilizarse un poco.

pasó a los brazos de santiago y volvió a saludar a cámara antes de bajarse con cuidado para seguir jugando con sus juguetes cerca del sillón, donde podían verlo los tres, aunque balza era el real encargado de cuidarlo mientras stremeaban.

el chat enloqueció, claramente, no todos los días se veía un mini mernuel en pantalla.

"es el más tierno", "dejenlo hacer stream a él solo".

–"les queda bien la vida familiar, che", dicen acá–, leyó manuel, mientras ojeaba a su hijo de costado–, la verdad que sí, estamos muy contentos, menos cuando mi hijo y mi omega se complotan para negarme todo por un día entero.

–jodete por nabo, te lo merecías–, señaló lautaro–, pero ustedes porque no conviven con estos dos, entre el padre y el hijo no sé quien es peor.

–en eso tiene razón–, acotó santiago–, no saben lo sobreprotector que es el chico mernuel con luca.

el morocho se rió antes de seguir hablando, y tomó un sorbo largo de agua de su vaso azul.

–el otro día, lo sacamos a la plaza con la pelota, como está aprendiendo a camin-

–pará, pará, porque lo vas a contar mal y me vas a hacer quedar mal–, lo cortó manuel–, lo sacamos a la plaza y el boludo de santiago lo hizo correr atrás de la pelota.

–ya sabe caminar estable, hermano, dejalo correr–, se defendió el morocho–, si no, nunca vas a tener un hijo fútbolista.

–cerra el orto, estupido–, el pelinegro insultó, dejando salir a su alfa interior, pero se ganó una mala mirada de su omega, que le tenía prohibido insultar para no contaminar a su cachorro–, como lo vas a hacer correr al año y medio, enfermo?

–se tropezó con la pelota y lo agarré al vuelo, manu–, el gesto en la cara de manuel se había suavizado, sabía que santiago no haría nada que implique lastimar a luca.

–perdón, ahora que soy papá me pongo un poquito intenso.– sonrió de costado, y miró a su omega y a su hijo.

–papá intenso, che.

aparentemente, baietti tenía muchas cosas que decir, porque no dejó un segundo de silencio pasar.

–la otra noche me levanto, paso por la habitación de ésta gente y estaban así.

en la pantalla de su celular se veía una foto tiernísima: a la izquierda, manuel dormido de costado, a la derecha, lautaro enfrentandolo, y entre ellos despatarrado, luca, aferrado a las cadenas que su papá llevaba en el cuello y a la remera, perteneciente a manuel, que su mamá llevaba puesta.

el chat explotó otra vez, la locura por la foto que era seguramente ya viral en redes los hizo reir a carcajadas.

"insólito lo de los muchachos", "luca es precioso", "menos mal que la cama es gigante", "mirá la marca recién abierta de moski, mernuel es un salvaje", eran algunos de los comentarios que se leían en el chat.

–"se nota que es tuyo, mernu"–, leyó santiago, riendose.

–cómo no se va a notar que es hijo de él si es igual.–, soltó lautaro, indignado–, nueve meses adentro mío para que sea igual al padre.

manuel se le acercó con la silla y le susurró al oído– si querés, te hago otro que se parezca a vos.

el rubio quedó helado y manuel vió como un leve sonrojo le aparecía en sus mejillas.

hacía rato venían jodiendo con tener otro cachorro pero no estaban del todo seguro si eso funcionaría.

consideraban estar listos, ya tenían la experiencia y mal no la habían pasado con luca.

–arrancaron los trolatzos–, comentó santiago, observando la situación–, se viene otro clip del baulito tieso.

lautaro se rió, tratando de disimular por el stream pero sentía un poco de lubricante deslizarse por sus piernas, poniendolo un poco ansioso por saber si manuel cumpliría su promesa de darle otro cachorro.

"se pone colorado la moska", "estás bien, lauti??", "que le habrá dicho el gato éste para ponerlo así", la gente del chat se había dado cuenta de su incomodidad y empezaba a cuestionarlo en serio.

manuel sonreía sin pudor, orgulloso y con la gorra ladeada. al parecer tendrían dos cachorritos en casa en menos de tres años.

Notes:

planeaba terminarlo acá y meter dos extras, pero creo que se viene otro cap más sobre como es concebida la hermanita de luca, diganme ustedes

nos leemos!

Chapter 4: una más

Summary:

alternando entre lo hot y lo tierno SIGANME EL HILO

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

cerraron stream temprano, eran cerca de las once cuando terminaron. los horarios se les habían corrido por demás desde la llegada de luca; ya no se estiraban hasta altas horas de la madrugada porque lautaro no quería tenerlo despierto tan tarde.

esta noche era distinta. santiago se había ofrecido a llevarse a luca a comer y dormir a lo de su familia y, aunque le costaba separarse de su cachorro, el omega debía reconocer que era la mejor opción para quedarse a solas con manuel.

después del comentario de su alfa sobre hacerle otro cachorro, lautaro estaba especialmente caliente. no era como si ser padres hubiese bajado su libido, pero no tenían ya tiempo para enredarse en el otro como antes; y la repentina sugerencia de un encuentro carnal lo tenía goteando como hace tiempo no lo hacía.

aún sintiendo escalofríos, preparó la pañalera de luca con todo lo necesario, desde toallas hasta las mamaderas con leche, para que no falte nada en esa noche lejos.

se encargó de impregnar cada objeto de su olor y el de su alfa para que no los extrañe, lo bañó y lo vistió con una chombita azul, extrañamente parecida a las que él solía usar, un pantalón claro y un par de zapatillas azules, que no combinaban con el resto del conjunto pero eran cómodas y luca no se caía con ellas.

lo tomó en brazos mientras suspiraba, dejó un beso en su cabeza y lo escuchó reir porque los labios le hacian cosquillas. lautaro creía que era el sonido más precioso que había oído.

aún abrazado a su hijo, se cargó el bolso al hombro y abandonó la habitación.

–acá está todo–, dijo, entregándole el bolso a santiago–, cualquier cosa, nos llamas.

depositó otro beso en el pelo de luca y murmuró– te amo, portate bien–, antes de hacer el paso a los brazos del morocho.

–los llevo yo–, le comentó manuel, besándolo sobre la oreja y, agarrando las llaves del auto, le habló al oído–, vuelvo y te hago mierda.

mientras procesaba las palabras de su alfa, escuchó un "chau, mami" y observó como su cachorro lo saludaba con la manito desde la puerta de entrada.

le sonrió con todos los dientes y achinó los ojos, viendo el mismo gesto aparecer en la cara de luca y pensando en lo mucho que se parecía a manuel. de verdad era su mejor combinación.

los tres salieron del departamento y lautaro sintió un leve vacio en el pecho, como si se estuviesen llevando una parte de él, pero la expectativa por la vuelta del pelinegro tomaba gran parte de su mente y no le permitía pensar mucho en nada más.

en cuanto escuchó el ascensor, salió corriendo a su habitación y sacó del placard algo que pensó que jamás usaría de nuevo: lenceria de encaje.

era un conjunto azul, compuesto por una tanga diminuta y un corpiño ajustado, que no utilizaba desde que luca había nacido porque lo incomodaba.

se bañó cuidadosamente, lavando todos los rincones favoritos de su alfa con esmero, preparándose para volver a ser adorado como aquella vez que su cachorro fue concebido.

por primera vez, en un año y medio, iban a ser sólo manuel y él, con todo el departamento a disposición propia.

la playlist, llena de katy perry y lady gaga, con la que solía bañarse llegó a su fin, dándole la señal de que debía el húmedo ambiente para cambiarse.

lautaro se miró al espejo mientras se ponía lo que había elegido, observando las marcas que luca había dejado en él y pensó en las reiteradas veces que manuel le había dicho que amaba su cuerpo tal como estaba, porque había cuidado y dado vida a su hijo, y le iba a estar agradecido por siempre.

acomodó la tela de la tanga, viendo como los elásticos enmarcaban su cintura e imaginándose la reacción de su alfa al verlo así. su sistema reaccionó, enviándole una descarga de lubricante, que lo empapó y le afinó todos los sentidos, permitiéndole percibir las ferómonas que llegaban desde la entrada del departamento donde vivían.

[...]

manuel funcionaba en automático desde que salieron de casa. nada de lo que pasaba a su alrededor podía sacarlo de lo que realmente quería, o sea, volver a tener a su omega para él.

santiago lo entendió, hizo que luca se despida de su papá y se bajó del auto con un apretón de manos.

el pelinegro volvió aferrado al volante como si fuese lo último que podría tocar en su vida. el olor de lautaro, siempre presente, se había intensificado como aquella noche que manuel lo acompañó en su celo por primera vez, y estaba enloqueciéndolo por completo.

apagó el motor del auto y respiró hondo, tratando de calmarse para sobrevivir los siete pisos que lo separaban de lo que más deseaba.

subir en el ascensor se le hizo larguisimo. las llaves le quemaban la palma de la mano, sentía su corazón palpitar contra sus costillas y tenía la pija imposiblemente dura adentro del pantalón de sólo pensar en lautaro.

metió la llave con las manos temblorosas y, apenas abrió la puerta, el olor a vainilla lo golpeó de lleno: su omega, listo y esperándolo para que lo reclame.

un año y medio. el año y medio más maravilloso de su vida, sí, pero el más desesperante a la vez. pero esa noche era de ellos, y no había nada que pudiera pararlos.

–hola, manu–, la voz íntima llegó desde el marco de la puerta como el canto de una sirena–, te estaba esperando.

movió la cabeza y la imagen lo dejó atontado: lautaro, con el pelo aún húmedo y la carita sonrojada, envuelto en una camisa de manga corta celeste abierta; suya, lo sabía; dejando entrever un corpiño azul, que no hacía otra cosa que desesperarlo todavía más. en el medio, delicada caía la cruz dorada que siempre llevaba puesta.

la tela rayada de la camisa se pegaba a aquella cintura estrecha y la piel suave de su vientre. bajó los ojos y sintió como se quedaba sin aire, como si le hubiesen propinado un golpe en el estomago.

una tanguita de encaje a conjunto asomaba entre sus piernas cruzadas. tuvo que parpadear en reiteradas ocasiones para creer lo que estaba viendo.

el olor al lubricante de lautaro era fuertisimo. no necesitó acercarse para asegurar que la tela estaba ya humedecida y lista para ser descartada.

–mío–, soltó en un gruñido, antes de tomarlo por la cintura, llevándolo hacia alguna pared, permitiendo que sus intimidades se toquen y dándoles mayor cómodidad.

el primer beso llegó húmedo y torpe, casi salvaje; no había espacio para la ternura habitual, los labios se enredaban, desordenados y los dientes de ambos raspaban y presionaban la carne ajena, buscando marcarse mutuamente. lautaro gimió, aferrándose a los hombros de su alfa, mientras éste lo besaba con la desesperación de un hombre sediento.

las manos de los dos tomaron caminos parecidos. luego de varios minutos besandose de manera furiosa, lautaro bajó las suyas al borde de la remera que manuel llevaba, tirandola hacia arriba y pudiendo, finalmente, clavarle las uñas en la espalda, usando toda la fuerza que, sabía, lo excitaba por demás.

el pelinegro pasó una mano por la espalda fina y transpirada, jugando con el gancho antes de soltarlo por completo, deslizando primero la tela de la camisa, tironeando de ella y dejandola caer al suelo.

se separó apenas para mirar con un destello de hambre en los ojos, deslizó los breteles por los brazos, con una delicadeza poco común para el momento, y logró tener acceso directo al pecho hinchado de amamantar a su hijo.

se enganchó a su pezón derecho y succionó con gusto, sintiendo la leche tibia salir e invadirle la boca con sabor a vainilla dulce.

no tuvo oportunidad de disfrutarlo. lautaro estaba demasiado apurado tanteando la dureza bajo la tela y rozando ansioso la punta, haciéndolo soltar un gruñido casi animal y abandonar su pecho para besarle desesperadamente la boca.

el rubio trataba de seguirle el ritmo, pero no pudo evitar rendirse en cuanto la otra mano de su alfa se metió entre sus piernas, presionando sobre el encaje empapado.

la respiración se le quebró cuando dos yemas ásperas se deslizaron bajo de la tela, explorando la húmedad y rozando el punto donde más lo necesitaba. lautaro quería más.

–por favor, por favor–, miró a manuel a los ojos y suplicó–, tus dedos.

el pelinegro, con los ojos oscurecidos y una sonrisa gatuna, frotó aquel punto sensible antes de hundir un dedo en su interior, deleitándose con la calidez aterciopelada que lo envolvía

la cabeza rubia cayó hacia atrás, soltando gemiditos cuando la combinación de estimulos lo sobrepasó.

la mano de manuel sostenía su pierna en alto, enredada en su cadera, mientras su lengua húmeda recorría el cuello, dejando hilos de saliva que descendían hasta la cruz dorada, creando una imagen obscena y fascinante. al mismo tiempo, sus dedos se curvaban dentro, tocando cada punto sensible con una precisión quirurgica.

estaba al borde, pero su alfa no planeaba dejarsela fácil.
se acercó a su oído, deslizando sus dedos fuera, y pronunció un apodo que hace tiempo lautaro no escuchaba.

–qué querés, putita.

–vos, alfa, por favor.

manuel lo alzó por los muslos, separándolo de la pared y llevándoselo al sillón. lo dejó caer lo más suave que pudo, pero no lo dejó descansar: lo giró y lo acomodó de rodillas, con el pecho hundido contra el respaldo.

terminó de sacarse el jogging y el bóxer mientras lautaro levantaba las caderas, ofreciendole su intimidad enrojecida e hinchada por el roce con el encaje que todavía llevaba puesto.

–ésto–, murmuró el pelinegro, tomando la tela entre los dedos y torciendola para hacerla a un lado–, te queda precioso.

lautaro gimió, se sonrojó y miró a su alfa con los ojos brillantes y nublados de necesidad.

–por favor, manu.

el pelinegro no podría resistirse jamás a ese pucherito.

lo tomó de las caderas y enganchó la punta en la naturalmente lubricada entrada. ambos soltaron un gemido de alivio cuando la longitud se deslizó dolorosamente fácil, provocando que la espalda del rubio se arquee todavía más.

el aire se volvió denso con sus olores, lleno de los chasquidos de sus pieles cuando chocaban, y los gemidos que lautaro ya no intentaba contener.

el rubio movió las caderas hacia atrás, apretándolo con fuerza, incitando a manuel a perder el control y descargar todas las tensiones recientes en su cuerpo.

–te gusta, mi amor?–, dijo, haciéndole caso y embistiendo con mayor velocidad. deslizó la mano por la espalda de su omega y le tiró del pelo, haciendolo levantarse y abrirse aún más de piernas, cambiando el ángulo de las estocadas.

los gemidos de lautaro se cortaron cuando el alfa le cerró la mano en el cuello, enredando los dedos en la cadenita dorada y antes de que pudiera recuperar el aire, la otra bajó a frotar su clítoris en círculos rápidos que lo hicieron arquearse contra él.

giró la cabeza buscando un beso, pero el intento se perdió en un jadeo desgarrado: el glande rozó su cérvix, arrancándole un grito que lo desarmó por completo. la frente cayó en el hueco del cuello de manuel, el cuerpo temblando sin poder seguir el ritmo.

–sí, sí–, jadeó con el último aliento, la voz quebrada entre placer y súplica–. dame otro cachorro, manu.

la idea de volver a embarazarlo lo hizo perder la cabeza. la cadera se movia sola, volviendo a chocar contra su cérvix, sin medir fuerza ni ritmo, solo seguía sus instintos más primitivos. el movimiento arrancaba gruñidos de animal en celo de la garganta del pelinegro mientras lautaro gemía sin parar, con la voz quebrada y los ojos húmedos, clavando las uñas en la piel caliente de su alfa.

todo era demasiado. un año y medio sin tocarse de esa manera, sin entregarse de esa forma, ahora se les caía encima como si no pudiesen gastar un segundo más.

en medio del caos y la necesidad visceral que los recorría, todavía podían encontrar pequeños gestos que les recordaban que se adoraban: un pequeño beso en la sien de lautaro, cargado de cariño y una mirada suavizada del rubio, que le calentaba el pecho y esto sí que no era solo el deseo carnal.

el orgasmo de ambos estaba por azotarlos, y todo lo
que habían construido visitó sus mentes. desde que lautaro viajó de españa hasta el día en que luca nació. y ahora, con la posibilidad latente de agrandarse, sus pechos se llenaban de un fuego puro.

el cuerpo de lautaro se arqueó por ultima vez, apretando con fuerza sus paredes y soltando un gemido tan pornografico que manuel podría haber acabado solamente con eso.

fue devastador para ambos. el rubio goteó sus propios fluidos hasta que manchó la tela del sillón y sintió el dolor dulce del nudo hinchandose dentro suyo, dejandolos encajados hasta nuevo aviso.

se acomodaron sobre el sillón, enredados y cansados.

–te amo, manu.

–yo más, mucho más.

[...]

nueve meses y medio después, olivia merlo-moschini llegó a sus vidas.

con los ojos miel de lautaro y el pelo oscuro de manuel, era una nena preciosa. ya protegida por su hermano mayor, su papá y su tío, tan apegada a su mamá como les era posible.

apenas había llegado y ya era la favorita del mundo.

luca estaba cada día más grande y daba todas las señales de ser un futuro alfa como su papá.

santiago insistía con que sea jugador de fútbol.

lautaro no podía estar más feliz. manuel daría su vida por ellos.

iban a estar bien.

Notes:

nos leemos en tuiter como siempre !

su fiel servidora, @fdeoktubre

Chapter 5: hogar

Summary:

esto es lo más dulce que escribi en mi vida creo

Notes:

como llegué a escribir una fic con zaira nara realmente qué es mi vida

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

otro año y medio pasó.

santiago les prometió seguirlos a donde sea, pero había surgido un pequeñisimo inconveniente.

una tarde de invierno en el departamento que todavía compartían –y que les quedaba cada vez más chico–, llegó de la mano de una morocha, apenas más baja que él, que se presentó como zaira.

por su olor fuerte, a bosque con un toque de jazmines y brisa de verano, dedujeron que era otra alfa. al principio se sorprendieron, pero terminaron riéndose: la chica era realmente simpática y se llevaba excelente con luca y olivia.

su aroma se mezclaba con el de santiago; no había pelea entre ellos sobre quien dominaba, solo un equilibrio perfecto. juntos, lograban que sus vidas huelan a tardes de enero, aunque afuera, en pleno julio porteño, el frío calara sus huesos.

hacía algunos meses se habían mudado juntos y, sinceramente, nadie se sorprendió cuando santiago se apareció con una marca recientemente abierta en el cuello y motas de jazmín empezaron a colarse en su olor naturalmente intenso.

a pocas cuadras, en la casa de los merlo-moschini el ambiente no estaba ni cerca de tanta calma.

luca y olivia crecían a una velocidad imposible. el primero había pasado los 3 años hace tiempo y la más chiquita había cumplido 18 meses recientemente, eran un caos.

el nuevo departamento en el que vivían era bastante más grande que el anterior en los espacios que importaban. las tres habitaciones eran perfectas para contener a sus hijos, y a ellos, en las noches en las que el sueño no llegaba.

las mañanas olían a café y leche tibia. como siempre, manuel preparaba las comidas del día para todos.

desde el mate para su omega hasta las viandas de sus cachorros, que iban pocas horas al jardín y la guardería –lo justo para darles un rato de libertad laboral a sus padres y permitía que el departamento recupere algo de silencio.

casi siempre debía cocinar con olivia en brazos, porque si luca era extremadamente pegado a lautaro, la más chiquita lo era con él. tironeaba el pantalón para que la alce en todo momento mientras balbuceaba un "papi, dale" en tono enojado.

–mami!

era, usualmente, el grito que cortaba el silencio de las mañanas, cuando luca se levantaba y corría a despertar al rubio, trepándose en la cama para olerlo.

después de desayunar, la casa se movía con la naturalidad de una rutina bien aprendida: mochilas chiquitas y peluches volando, mientras luca terminaba la leche a las apuradas y lautaro lo miraba con una sonrisa rendida.

manuel salía con olivia en brazos y su hijo de la mano, con lautaro revisando que no se olvidaran nada.

el silencio que quedaba cuando los cachorros se iban era casi raro. los extrañaban por demás, aunque por algunas horas el departamento respirara.

habían acostumbrado a streamear esas horas; a veces mano a mano y a veces con santiago, hasta que llegaba la hora de ir a buscar a sus hijos.

al volver, la tarde se llenaba de ruido otra vez. risas, pasos apurados y algún que otro llanto por un golpe, que no duraba más que algunos minutos hasta que lautaro corría para alzarlo en brazos y consolarlo.

el atardecer se colaba entre las cortinas, calentando un ambiente que olía a café, vainilla y shampoo de bebé. las migas de las galletitas invadían la mesa de centro y las charlas de luca sobre su día en el jardín los hacía reír a carcajadas.

despacio, la rutina seguía su curso; desembocando en una cena tempranera y el último baño del día, que dejaba a ambos cachorros cansados y listos para la cama.

primero acostaban a luca, leyendole un cuento que terminaba desviado a una historia inventada por él, y que nunca tenía final, porque terminaba durmiéndose en el medio. olivia se dormía en el pecho de lautaro, después de tomar la leche y mientras escuchaba a su papá leer.

el rubio la depositaba en los brazos de manuel, que la llevaba a la cuna con el mayor de los cuidados. la metía entre las sábanas y la observaba acomodarse por sí sola, pensando en lo rápido que la vida había pasado.

era su ritual más privado: mientras lautaro ordenaba las cosas tiradas, él los observaba dormir y apagaba las luces restantes, dejando un pequeño velador en la habitación de luca, previendo sus miedos infantiles a la oscuridad.

luego, era el turno de lautaro de dejarles un beso en las pequeñas frentes a cada uno, murmurándoles que los amaba y volvía a taparlos despacio, buscando no despertarlos.

volvían al living, sumidos en un silencio cómplice y con el departamento respirando la calma por algunas horas más.

los viernes eran distintos. el aire, después de que los cachorros se dormían, cambiaba: volvía a tener olor a la juventud que ambos todavía disfrutaban.

cerca de las diez, el timbre sonaba y manuel abría, encontrándose con santiago y zaira, riendo por algo que solo ellos entendían, retándolos por hablar muy fuerte.

–mis hijos están durmiendo–, declaró con firmeza–, y no saben lo que costó.

–sí, jefe–, se rió santiago con una media sonrisa, dejando las botellas sobre la mesa del comedor con zaira detrás, divertida y risueña.

la casa volvió a llenarse de ruido, ésta vez más bajo, como si el ambiente entendiera que esto iba más allá de una reunión: eran una familia.

las charlas fluían y los vasos nunca se vaciaban del todo sin que alguien sirviese más vino, las risas sonaban ahogadas por manos que tapaban sus caras. la rutina había quedado atrás, solamente estaban ellos y la complicidad que hace años conservaban.

pasitos descalzos rompieron su burbuja y una vocecita resonó en los oídos de los cuatro, interrumpiendo por un segundo la calma que los envolvía.

–titi, zai...–, balbuceó, frotándose un ojito.

–hola, titi–, saludó santiago por lo bajo–, tenes que ir a dormir.

–vamos, enano–, lautaro lo levantó en brazos–, que mañana tenés un cumple.

luca apoyó la cabeza sobre la glándula de su mamá y se durmió otra vez, llenándose la nariz de la vainilla que lo reconfortaba.

el rubio lo llevó de nuevo a su cama. desde allí, y mientras arropaba a su hijo, escuchó las risas bajas que llegaban desde el living y los murmullos de los que amaba.

cuando volvió, su alfa le alcanzó una de las copas de vino.

–por vos, por mi, y por esta familia hermosa.

brindaron en silencio, con solo el tintineo de las copas chocando, como si un ruido pudiese romper algo sagrado.

la noche, y la vida, siguió latiendo bajito, al ritmo de un corazón que estaba lleno de amor.

Notes:

quedan solamente los extras 💔🥹

Notes:

segunda parte? 👀

nos leemos en tuiter