Chapter Text
Volver del Triángulo de las Bermudas había sido una experiencia más para afianzar al grupo: verse obligados a vivir en un espacio tan reducido y armar desde cero un hogar sobre el mar no había hecho más que unirles al enfrentar una nueva experiencia. Terraformar el océano sobre el que estaban mientras iban encontrando las estatuas petrificadas de cada uno de sus amigos e intentaban sobrevivir para retornar al lugar de donde habían salido, había hecho que la convivencia se volviera mucho más unida, que sus gestos fuesen suficientes para comunicar lo que deseaban, que las miradas comunicasen más de lo que podían por evitar gritarse entre el sonido del mar.
Y esas habilidades eran las que habían hecho que Kohaku se sumiera en una profunda preocupación. Observar a Suika durante el periodo en alta mar había sido una experiencia amarga: podía en ella reconocer a la pequeña que había visto crecer en la aldea: alegre, curiosa, dispuesta a ser útil… cualquiera que no tuviera el ojo avezado que la guerrera poseía, podía creer perfectamente que Suika estaba bien, ¿realmente estaba bien? Kohaku sabía que no, ese periodo de “calma” en donde sólo debían preocuparse por sí mismos (no por lograr ir y volver de la Luna, no por buscar nuevas formas y fórmulas para concretar la máquina del tiempo que se le había ocurrido a Senku), había marcado a Suika de una forma en que la introspección se sumió sobre ella.
Más veces de las que deseaba había encontrado a la adolescente mirando el horizonte con la mirada perdida, eran incontables las ocasiones en donde la sorprendía jugando con la comida y optando por alejarse del grupo, eran muchos los momentos en los que había rodeado su delgado cuerpo en un abrazo al verla llorar silenciosamente durante las noches. Suika ya no siempre tenía el andar alegre, sus pasos se habían vuelto pesados, solía arrastrar los pies, tenía los hombros encorvados como si cargase un peso invisible. Kohaku conocía ese gesto, el de los guerreros abatidos frente a una batalla imposible.
- ¿Qué pasa, leona? –La voz de Senku le llegó desde atrás mucho después de que sintió su presencia. Ya no hizo el intento de siempre de replicarle diciéndole que no era una leona, después de tantos años juntos había comprendido a carga sentimental que había detrás de ese “ofensivo” apodo.
Se giró un poco hacia él y le dio una sonrisa cansada mientras le veía acercase. Durante los días que habían pasado desde que habían regresado de su aventura al haber haber caído en “el mar de los sargazos”, decidieron dedicar los atardeceres a estar a solas para conversar: un acuerdo tácito que todos intentaban respetar… aunque fuera por unos minutos, al menos antes de que la guerrera volviese a vivir a Japón con los suyos y Senku continuara viviendo ahí, a la espera de completar su máquina del tiempo.
- Suika… - fue la respuesta de ella mientras Senku se sentaba a su lado y seguía la mirada de la joven: a lo lejos podían ver a Suika hablar con algo que sostenía en su mano.
- Tiene a Whyman –explicó Senku-, desde hace unos días demostró interés y entre ellos han tenido conversaciones interesantes, así que la dejo tener a la medusa cuando la pide.
- ¿De qué hablan?
- Modificación biológica, por alguna razón Suika está muy interesada en si Whyman es capaz de cambiar el cuerpo de los seres humanos más allá de curarlos o revivirlos por medio de la petrificación.
Kohaku asintió lentamente con la cabeza y soltó un suspiro para soportar el nudo que sintió en el pecho, la mezcla de tristeza y temor que llevaba tiempo instalada en ella pareció crecer un poco más.
- Senku -le llamó despacio mientras que el joven científico sólo se giró levemente hacia ella- ¿crees que Suika quiere cambiar algo? -La pregunta fue un susurro, como si con eso demostrara más el temor a la respuesta que a la pregunta misma.
- Es posible -respondió Senku, con su tono habitual de razonamiento, pero en el mismo volumen suave que había usado Kohaku-. Cuando un ser humano muestra interés en una modificación biológica, suele haber un motivo subyacente: puede ser la búsqueda de mejorar una condición física, compensar una limitación o… borrar un factor emocional o memorias no deseadas. -Después de lo último que dijo ambos se miraron: el rojo reflejó la misma preocupación que el azul.
- Suika ha vivido un periodo prolongado sin sus amigos…
Senku inclinó ligeramente la cabeza, cruzándose de brazos mientras analizaba la sentencia de Kohaku. Ambos sabían que Suika había pasado una etapa de aislamiento y pérdida. Varios años enteros resistiendo en soledad, con el peso de un mundo silencioso sobre sus hombros infantiles. Cada día fue una prueba: despertar sin nadie a su lado, salir en busca de alimento entre la maleza, agudizar la vista para detectar presas pequeñas, aprender a distinguir plantas comestibles de las que podían matarla. Y cada noche, regresar al improvisado laboratorio donde intentaba, con sus manos temblorosas, lograr obtener los elementos necesarios para despetrificar a sus amigos.
Al parecer, en ese tiempo la alegría espontánea que la había caracterizado se fue apagando poco a poco, sustituida por una determinación férrea. Suponían que había llorado en silencio, abrazando la soledad y al miedo. Cierto era que logró sobrevivir gracias a su ingenio y a una fuerza que no parecía pertenecer a una niña, aferrándose a la esperanza de que algún día volvería a ver a sus amigos. Sin embargo, esa larga travesía de aislamiento había dejado huellas invisibles: una mezcla de fortaleza y fragilidad, de madurez forzada y de heridas aún abiertas.
- En términos científicos, podría decirse que lo que han conversado es sobre un “reseteo” biológico. No solo físico, sino también psicológico.
- Explícamelo.
- Whyman sólo ha hecho conjeturas, ni siquiera él mismo sabe si tiene ese poder, pero… -Senku hizo una pausa, apoyando el mentón en su mano- el hecho de que Suika lo pregunte no es trivial. No se trata de curiosidad científica, Kohaku. Es una búsqueda de algo… más profundo.
Kohaku permaneció en silencio, mirando al horizonte. El viento movía su cabello mientras su mirada permanecía fija en el mar y en la joven que paseaba por la orilla. Sabía que Senku tenía razón. Aquella pregunta no surgía del simple interés, sino de algo que estaba viviendo Suika y que no sabía expresar a los demás.
- Podría ser que Suika esté buscando regresar a un tiempo donde todo era más simple -continuó Senku-. Donde no había tanto peso sobre sus hombros. No olvidemos que pasó cinco años sola, viviendo para la creación del líquido de despetrificación. No terminó de vivir su infancia, no tuvo compañía, no tuvo consuelo… y ahora está preguntando por un cambio biológico. -Siempre que Senku le explicaba algo mantenía un tono de voz pausado, intentando explicar las cosas de la manera más sencilla posible sin dejar de ser preciso en lo que deseaba comunicar, sin embargo, esta vez podías reconocer un dejo de preocupación y angustia.
Kohaku respiró hondo, como si quisiera expulsar ese peso que sentía dentro.
- Entonces -reflexionó Kohaku-. Es más que curiosidad científica. Es una petición silenciosa. Y no sé si estamos preparados para ignorarla, pero tampoco sé cómo podemos afrontarla.
Senku asintió lentamente, guardando silencio unos segundos mientras observaba la figura de Suika que cargaba a Whyman en sus manos y continuaba conversando con él, alejándose un poco del agua. Había algo que les inquietaba en esa conversación a distancia: una mezcla de esperanza, dolor y un deseo que ninguno de los dos podía descifrar completamente.
- Kohaku… -Senku rompió el silencio con voz grave-. Si Whyman pudiera hacer algo así… ¿lo permitirías?
La pregunta quedó flotando en el aire. Kohaku bajó la mirada, apretando los puños.
- No quiero que Suika vuelva a cargar sola con este peso. No quiero que pierda otra vez algo que no pueda recuperar. -Su voz era un susurro lleno de determinación-. Si ella pide esto… creo que debemos escucharla.
- Escucharla no es suficiente. Necesitamos entender qué implica… y las consecuencias que tendría. Si vamos a dejar que Whyman toque su biología… debemos estar seguros de que es su deseo y no una decisión tomada en un momento de desesperación. -Kohaku abrió la boca para replicar cuando un destello de luz roja llegó hasta a ellos por un segundo.
Ambos abrieron los ojos entre la sorpresa y el espanto, volvieron su mirada hacia el sector en donde se encontraba Suika y ahí estaba: una bebé en el piso y la cápsula de Whyman a su lado.
Kohaku reaccionó primero, avanzando con su reconocida velocidad hacia la bebé en el piso mientras su corazón le golpeaba en el pecho. Senku llegó a su lado jadeando, pero con la mirada fija en la pequeña figura que apenas se movía.
- Parece ser mucho más pequeña que un recién nacido -comentó mientras hacía el ademán de agacharse para tomar en brazos a la bebé.
Kohaku dejó escapar un sonido de preocupación mientras que Senku se giraba para verla, se sonrojó violentamente al ver cómo Kohaku se deprendía de la parte superior de su vestido dejando sus pechos al aire y tomando a la pequeña Suika en sus brazos, acercándola a su piel de manera protectora.
- La madre de Suika murió al darla a luz de manera prematura -explicó Kohaku rápidamente mientras intentaba como podía cubrir sus pechos desnudos al tiempo que acomodaba a la bebé para darle todo el calor posible-, las mujeres de la aldea se la turnaban todo el tiempo para darle calor piel con piel. Muchas veces las vi hacer esto.
Senku sonrió al darse cuenta del razonamiento de la chica, agradecido porque su inesperada desnudez tuviera una razón de ser: Kohaku, guerrera y protectora, sabía que el calor corporal era esencial para la supervivencia de un bebé prematuro. Se sacó la capa roja que llevaba encima y la puso sobre ella de tal manera que cubriera tanto a la recién nacida Suika, como su desnudez.
- Tiene sentido -dijo Senku, con su tono pausado pero firme-. El calor piel con piel regula la temperatura, estabiliza la respiración y ayuda a desarrollar funciones vitales. Es una práctica ancestral, pero efectiva. Y en este caso… necesaria.
Kohaku apretó la mandíbula mientras miraba a la bebé que se veía cómoda sobre su pecho, midiendo cada respiración y cada latido. Senku se inclinó un poco más, observando la escena con detalle científico, dejando de lado la vergüenza inicial.
- No sólo es un tema físico -añadió-. Es un vínculo psicológico fuerte. Esa cercanía le dará a Suika un sentido de seguridad.
Kohaku asintió y observó del lado contrario, ahí venían corriendo varios de sus amigos con Ukyo a la cabeza, era obvio que el chico con su oído fino sabía que algo había de extraño, también era probable que más personas hubiesen visto el destello rojo. Senku se agachó rápidamente para recoger la cápsula que contenía a Whyman en una mano y las ropas de la Suika adolescente en la otra.
Ukyo se detuvo primero, ladeando la cabeza mientras observaba la escena. Tras él, Kinro, Ginro y Chrome se agolpaban, miradas curiosas y preocupadas cruzándose entre sí. El silencio se extendió unos segundos, roto por el rumor del mar y la respiración contenida de Kohaku.
- ¿Qué… pasó? -preguntó Ukyo, su voz cargada de desconcierto.
Kohaku no apartó la vista de Suika. Sujeta contra su pecho, la bebé dormía plácida, ajena al revuelo. Senku se acercó a Chrome y le entregó la ropa de Suika con un suspiro.
- Whyman -fue la escueta respuesta de Senku.
- Ella lo pidió -se escuchó desde la cápsula, la voz metálica de Whyman salía en defensa de su actuar-, y decidí intentarlo. Resultó.
- ¿Por cuánto tiempo? -Preguntó Senku a la cápsula. La mirada de Ukyo y Chrome parecían reflejar que entendían la situación inicial en la que se encontraban. Kinro y Ginro, por otra parte, sólo observaban con preocupación a Kohaku.
- Puedo hacer, no deshacer -respondió la medusa desde su mano. Senku llevó una mano hacia su rostro para cubrir la preocupación que estaba sintiendo y aliviar el dolor de cabeza que sabía que se acercaba.
- Creo que debemos hablar de esto adentro -Ukyo fue la voz de la razón para el grupo y comenzó a caminar hacia las dependencias de los científicos en donde se habían estado quedando.
Chrome frunció el ceño y estiró la mano hacia Senku, quien le entregó también la cápsula, inseguro de qué haría con ella frente a la impotencia que sentía en esos momentos. Trabajar armando y descomponiendo cosas era parte del ser científico, pero sabía que si Suika había pedido esto era porque lo deseaba, ¿cómo contradecir los deseos atormentados de la joven y pretender buscar una manera de revertirlo? Se giró hacia Kohaku y acomodó mejor la capa sobre ella para que no se notara que estaba descubierta debajo. Ahora lo que apremiaba era que tenían a una Suika indefensa y sin el periodo de gestación necesario, debían llevarla adentro.
Kohaku sostuvo a Suika contra su pecho con más fuerza mientras caminaban detrás de Ukyo, Chrome y Senku. El murmullo de los demás se perdía entre el rumor del mar, pero su propia respiración era audible, profunda y contenida. Tenía la certeza de que aquel cambio no era algo que pudieran ignorar. Escuchó un pequeño quejido proveniente de la bebé, asustada de que hubiese despertado, bajó la vista, pero la pequeña sólo se acomodó mejor y continuó durmiendo.
Al entrar en las dependencias, Senku les condujo rápidamente hacia el lugar más seguro en el que podía pensar: su laboratorio. Eran muy pocas las personas que podían ingresar sin el permiso de Senku considerando el alto nivel de secreto que se guardaba ahí: la creación de la máquina del tiempo y la custodia de Whyman.
Dejó que Ukyo y Chrome se acomodasen, luego pidió a Ginro y Kinro que fueran a hablar con Yuzuriha y François para pedirle elementos básicos para la bebé. Dejó el asiento más cómodo (el suyo) para Kohaku. El ambiente se tornó denso. Había una mezcla de preocupación, curiosidad y tensión.
Senku se quedó cerca de Kohaku, vigilando cada movimiento.
- Esto cambia las reglas del juego -murmuró-. Un reseteo como este quiere decir que Whyman es capaz de modificar nuestra biología de maneras distintas que solo…
- ¿Dándonos la inmortalidad? -Chrome interrumpió la divagación del científico-. Ya sabíamos que Whyman tiene poder sobre la muerte, esto es algo nuevo… ahora sí que podremos evitar la muerte de Kaseki -una sonrisa se disparó en su rostro-, podemos pedirle que resetee a Kaseki cada vez que se esté acercando a una edad en que… -Dejó sus divagaciones cuando sintió la mirada pesada de Senku sobre sí.
- Ahora no, Chrome, esto es sobre Suika.
- Chrome… -interrumpió Kohaku con voz grave-. No podemos pensar solo en lo científico ahora. Ella no eligió esto por curiosidad académica. Ella lo pidió porque… porque necesitaba una segunda oportunidad.
Los hombres presentes asintieron lentamente, aunque en sus ojos se reflejaban una mezcla de conflicto, preocupación y expectativas.
- Debemos estar seguros de lo que esto significa. Si Whyman no puede revertirlo, entonces Suika tendrá que crecer de nuevo. Tenemos que asegurarnos de que es lo que realmente desea.
Ukyo intervino, con su tono siempre mesurado:
- ¿Podemos realmente decidir esto solos? Es algo que afecta a todos aquellos que hemos convivido con Suika, sin contar que las posibilidades de que Whyman pueda realizar esto afectarán a toda nuestra supervivencia. Además, tenemos cosas más urgentes: cómo vamos a cuidarla ahora. Ella no nació en estas condiciones. Necesita calor, alimentación… cuidados constantes. No es algo que podamos dejar pasar.
Kohaku apretó más fuerte a Suika, como si quisiera transmitirle seguridad con su sola fuerza.
- La cuidaré -dijo finalmente-. No importa lo que cueste.
Senku puso una mano en el hombro de Kohaku, apretándola con firmeza.
- Todos lo haremos. Pero primero debemos entenderlo. Necesitamos reunirnos. Ahora.
Ukyo asintió y salió del laboratorio en búsqueda del grupo más íntimo: los que habían notado el cambio de Suika mientras estaban viviendo en el Triángulo de las Bermudas.
Senku no apartó la mirada de Suika. Bajo su pensamiento lógico se escondía una verdad silenciosa: aquella decisión marcaría el destino de todos ellos.
Y todos sabían que nada volvería a ser igual.