Chapter 1: •Reglas•
Chapter Text
Mi primer libro sobre peticiones de este bonito dúo/pareja ✨💕
Esto es puro cubito, no seas rarito.
Para empezar, aclaro que no tengo límites a la hora de escribir, pero hay ciertas cosas que no quiero que se me pida.
✅ Permitido✅
Contenido sexual, cariñoso, familiar (en pareja, dúo o con Chayanne y Tallulah incluidos), de angustia o lo que sea que quieras pedir, pero tu petición tiene que ser específica y con detalles para que yo pueda tener algo con lo cual trabajar.
🚫No permitido🚫
No escribiré nada que incluya a los huevos en situaciones sugerentes, ni en su forma humana, híbrida o de huevito, NADA.
Parafilias como: Pedofilia, incesto, zoofilia, necrofilia, etc.
Ciertos fetiches no están permitidos porque me resultan incómodos de ver y escribir: Vore, lesiones durante las relaciones con armas, fetichismo por los pies, etc.
Otra cosa, una persona puede pedir todas las veces que quiera, no hay límites.
En el caso de que pidas algo que no está permitido, tu comentario será eliminado.
Mi idioma es el español, por lo que todo estará escrito en mi idioma, aunque sepa inglés, me siento limitada a la hora de escribir en otro idioma diferente.
Aún así, pueden sentirse libres de pedir en sus respectivos idiomas, no tengo problema con eso <3
💜PETICIONES ABIERTAS💚
Chapter 2: •Solicitud 1•
Notes:
Antes de empezar las solicitudes dónde contengan temas sensibles, se pondrá una pequeña advertencia al inicio ⚠️
También aclararé cuando es platónico, romántico y sexual.
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Siempre pensó que Missa era un Beta, realmente nunca le importó porque se sintió atraído desde el primer momento por él.
Por su linda personalidad y linda voz.
Por lo que al llegar a la casa que compartían, no esperó que un fuerte olor a lavanda y a uvas inundara sus fosas nasales, ocasionando un escalofrío y un calor en su cuerpo.
Ese era el olor de un Omega.
Y uno muy fuerte.
Pero no entendía la razón por la que su casa olía así si su pareja era un Beta.
Cerró la puerta de la casa y caminó ansioso hacia la fuente de ese embriagador olor, llegando a su habitación.
Ahí el olor se hizo más fuerte y sintió sus sentidos volverse locos.
Abrió la puerta, observando a su marido buscando algo en los cajones de su mesita de noche. Habían objetos tirados en el suelo y la habitación era un desastre.
Pero eso no le pudo importar menos.
Ese delicioso olor provenía de Missa.
Él, al notar su presencia, se sobresaltó, tratando de ocultar algo detrás de él.
"¡P-Phil! ¿Qué estás haciendo tan temprano aquí?" Sonrió nervioso, mientras que él se acercaba poco a poco. "¿Phil?"
Fue acorralado contra la mesita de noche y el rubio agarró su brazo, jalándolo y quitándole lo que tenía ocultó.
Leyó las instrucciones del pequeño frasco, observando la expresión avergonzada de su esposo.
"¿Por qué no me dijiste qué eras un Omega? ¿O qué ocultabas tu olor con bloqueadores de olor?"
"Ser Omega no es algo de lo que esté muy orgulloso... Prefiero ocultarlo y hacerme pasar por un Beta, lamento no habértelo contado, solo me sentía avergonzado" Respondió con la mirada en el suelo, escuchando el golpe del frasco siendo tirado al suelo, para luego sentir las manos de su esposo en sus caderas.
Su rostro se sonrojó, sintiendo como se apegaba cada vez más a él y hundía su nariz en su cuello, olfateando y suspirando contra él.
"Es una lástima que pienses así, porque a mí me encanta tu olor"
Susurró en su oído, bajando nuevamente hacia su cuello para empezar a lamer.
Missa tembló bajo su agarre al sentir su húmeda lengua, dejando escapar ligeros jadeos cuando las lamidas se convirtieron en chupones.
Philza succionó su piel, asegurándose de marcarla y estar lo más cerca posible de su cuello.
Ese olor lo estaba volviendo loco.
Tiró a Missa en la cama en un parpadeó, deshaciéndose de su ropa lo más rápido que podía bajo su mirada.
Se subió sobre él y se detuvo al agarrar sus muñecas, mirándolo inquieto.
"¿Puedo continuar?"
Podrá estar terriblemente excitado y embriagado por su olor, pero él seguía siendo su esposo y lo respetaba.
Si se negaba, no harían nada.
Pero joder, quería tanto hacerlo suyo y marcarlo.
Sonrió al escuchar una respuesta positiva, lanzándose hacia sus labios para besarlos.
Tan suaves y adictivos.
Metió su lengua cuando abrió la boca en busca de aire, explorando y tocando cada parte de él.
Missa solo jadeaba y se derretía por la mano que lentamente se había dirigido hacia su entrepierna, tocando inquieta por encima de la tela.
Sentía su cuerpo calentarse y sus piernas temblando cuando los toques se volvieron frotes frenéticos, haciéndolo gemir.
Su pareja por fin se separó de sus labios, dejándolo respirar y sintiendo como prácticamente le arrancaba la ropa con desespero.
Sin darse cuenta, su entrada ya se había humedecido y su miembro se había endurecido por todo el estímulo.
Chilló cuando Phil le dio la vuelta bruscamente, apretando su cabello con su mano y empujando su cabeza contra la almohada.
Dejó escapar un gemido al sentir la punta de su miembro jugando con su humeda entrada, mojándolo con sus fluidos y frotándose con insistencia.
Habían acordado no tener relaciones antes, principalmente por su inseguridad a qué descubriera que era un Omega y él siempre respetó sus límites.
Esa sería su primera vez.
Pero al negarse antes, se estaba perdiendo de todo eso, el olor de Philza siempre le había gustado, mucho más cuando lo dejaba en la cama.
Y ahora lo estaba liberando por toda la habitación, tan fuerte que alborotaba cada uno de sus sentidos.
Gimió y se retorció al sentir como por fin entraba en él, notando como recargaba todo su peso sobre él hasta respirarle en la nuca.
"No sabes las ganas que tengo por hacer esto, siempre he querido montarte..." Murmuró contra su cuello, dando la primera embestida con fuerza.
Tomó por las caderas al de cabello negro, apretándolas y empujándolas contra él para poder llegar más profundo.
Missa gimió sonoramente y apretó la almohada en su cabeza, sintiendo como con cada estocada abría más su interior para hacerse paso.
El sonido de sus pieles chocando junto al chapoteo a causa de sus fluidos se escuchaba fuerte y claro.
Ese sonido solo hacía que su cuerpo se calentara más de lo que ya estaba.
Las fuertes embestidas fueron aumentando su velocidad, hasta que una última lo hizo ver estrellas por lo profundo que llegó.
Sintió como se derramaba en su interior, llenándolo completamente en cada espacio con su caliente y espesa esencia.
Al mismo tiempo, sus colmillos de clavaron en su nuca, haciéndole la tan conocida marca.
Su cuerpo cayó rendido en la cama cuando lo soltó y salió de él, sintiendo el viscoso líquido saliendo de su entrada, resbalándose por sus muslos y piernas.
Respiró agitado, tratando de regular su respiración mientras que Philza lo abrazaba, dándole un último beso en los labios y ronroneando satisfecho por lo que hicieron.
Se acurrucó contra él, cerrando los ojos por el cansancio y aspirando su olor.
Amó todo lo que hicieron, y sintió una inexplicable felicidad al ser marcado.
Tal vez podría dejar de usar los bloqueadores de olores.
Descubrió que le encantaba volver loco a su marido con su olor.
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Chapter 3: •Solicitud 2•
Summary:
Phissa 🔞
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"¡Y-ya llegué, Phil! Traje condones, aceites y lubricantes, con sabor, sin sabor, de diferentes tamaños y formas. No tengo ni idea si hay alguna diferencia, pero la chica de la tienda me los recomendó" Dejó las bolsas sobre la cama, sonrojándose al notar lo que estaba viendo su marido.
Philza cerró rápidamente su laptop cuando se escuchó un sonoro gemido, bajando la mirada avergonzado por ser descubierto viendo un vídeo sexual.
No era como tenía planeado hacérselo saber.
"Era para saber cómo hacerlo..." Suspiró nervioso, ojeando las bolsas con todas las cosas. "Uh... Antes de empezar. ¿Quieres ser el de arriba o prefieres ser el de abajo? Yo estoy bien con cualquiera de los dos"
Le sonrió para tratar de calmarlo al igual que sus propios nervios, abrazándolo y dejando un besito en su mejilla.
"Supongo que seré el de abajo, no siento que lo haría bien estando arriba" Murmuró y recostó su rostro contra su pecho, sintiendo las suaves y cariñosas caricias en su cabello.
Ambos estaban completamente nerviosos por hacerlo, sería su primera experiencia sexual y llevaban un tiempo preparando todo para que saliera bien.
Hablaron todas esas semanas para tener la fecha y conseguir todo lo necesario con tiempo.
También habían investigado en internet, principalmente Philza, estuvo viendo vídeos y consejos a la hora de tener tu primera vez.
Aún así, a pesar de tener todo listo, seguían teniendo muchos nervios cuando finalmente llegó el día. Había una gran diferencia entre verlo y hacerlo.
Los dos agarraron sus manos y entrelazaron sus dedos.
"¿Crees qué deberíamos empezar ya?" Preguntó inseguro, sintiendo la mano de Missa temblando contra la suya, la besó y acarició con cariño. "No haremos nada si no quieres, ¿lo sabes?"
"No, no, quiero hacerlo, de verdad... Solo estoy un poco nervioso... Tal vez demasiado"
"Créeme, no puedes estar tan nervioso como lo estoy yo"
Lo tomó del rostro y besó sus labios al igual que sus mejillas.
"Creo que podríamos usar el lubricante normal, el de sabor creo que es para otra cosa" Se rió para aligerar el ambiente, rodeando su cintura con sus manos y sentándolo en sus piernas para seguir con los besos y caricias.
"Creo que no quiero usar condón en mi primera vez, quiero sentir toda la experiencia" Murmuró y comenzó a frotarse despacio en sus piernas, jadeando en un tono bajo.
Philza asintió y levantó un poco la parte superior de su ropa para poder tocar su piel.
"Por mí está bien, como te sientas más cómodo" Apreció su pecho desnudo, retirando completamente la prenda y tirándola a un lado.
Missa no tenía mucho músculo y era delgado, aún así, le encantaba su bonita figura.
Se dirigió hacia su pezón, lamiendo uno mientras que jugaba con el otro.
El de cabello negro tembló y chilló, provocando que el rubio se alejara un poco con preocupación.
"¿Todo bien? P-perdón, debí avisarte antes de hacer eso"
"S-sí, tranquilo, solo no me esperaba eso, puedes continuar"
Phil obedeció poco después para asegurarse de que realmente estuviera bien, siendo esta vez más suave con sus movimientos.
Missa gimió por las lamidas, comenzando a restregarse con más insistencia en sus piernas.
Pronto sintió algo endurecerse debajo de él, y Phil se separó, limpiando la saliva de sus labios.
"¿Podemos subir el nivel?" Su esposo asintió, haciendo que él se empezara a quitar la ropa todavía con nervios.
Missa no despegó sus ojos de su trabajada y fuerte figura, lo ha visto un par de veces, pero no en esa situación.
Y siendo sincero, lo estaba calentando de una forma que no podía explicar.
Philza se deshizo de las ropas inferiores hasta quedar desnudo, haciendo lo mismo con él.
Se estiró para agarrar el lubricante, abriéndolo y mirando a su pareja.
"Solo avísame si te llega a doler o incomodar algo, ¿está bien? Todavía no lo meteré hasta que me avises" Lo besó en los labios y Missa aceptó, observando cómo el rubio ponía una buena cantidad de lubricante en su miembro, comenzando a esparcirlo y a frotarlo.
Missa lo miró con atención, poniéndose rojo y excitado con solo verlo.
Despacio se acercó más, sentándose sobre él y comenzando a moverse, provocando que los gemidos salieran de los dos.
Philza colocó sus manos en sus caderas, ayudándolo con sus movimientos y frotes.
Sin esperarlo, el rubio terminó debajo de él, sonrojándose con vergüenza por lo rápido que fue.
"L-lo siento, creí que tardaría más, no pensé que-" Fue callado por su dedo sobre sus labios, acariciando su mejilla después.
"No te preocupes, no pasa nada, es normal en la primera vez, podemos subir el nivel si te parece bien"
Se rió nervioso y lo besó en los labios, levantándose un poco para ver las viscosas y blanquecinas manchas goteando debajo de él.
El rubio tragó por la erótica escena que estaba presenciando, nunca imaginó ver a su pareja de esa forma.
Pero le gustaba mucho.
Lo abrazó y se tiró con él en la cama, acomodándolos a ambos en la pose de "cucharita"
Había leído que esa era una de las poses más recomendadas y cómodas para empezar a tener relaciones sexuales.
Y quería que Missa disfrutara y se sintiera cómodo en todo momento.
En esa posición, se tomó la libertad de besar su cuello y hundirse en su cabello, escuchándolo reír y provocando una dulce sonrisa en él.
Acarició su cadera y trasero, abriéndolo un poco para poder alinearse.
Se detuvo cuando la punta tocó su entrada, estaba lubricada y con un poco del espeso líquido en algunos lugares.
Entró despacio hasta meter solamente la punta, jadeando por lo estrecho y cálido que era su interior.
Su pareja apretó la sábana de la cama, cerrando los ojos y jadeando temblorosamente.
Esperó un rato hasta que notó sus caderas yéndose hacia atrás, buscando más contacto con él.
Lo rodeó con sus brazos y se recargó en su hombro y cuello, entrando finalmente por completo.
Esa era una nueva experiencia y sensación para los dos, y lo estaban disfrutando.
Comenzó a moverse con delicadeza, tratando de no lastimarlo y dejando besos por todo su cuello, susurrándole dulces palabras al oído para tratar de distraerlo.
Quería que se sintiera amado en su primera vez, que supiera cuanto lo apreciaba y amaba en su vida para hacer algo tan íntimo con él.
Para unirse con él en uno solo.
Poco a poco las embestidas fueron más rápidas y constantes, hasta que por fin acabó en su interior, soltando un sonoro gemido al igual que Missa.
Respiró agitado y se quitó el cabello de los ojos, sonriéndole con suavidad a su marido.
"¿Lo disfrutaste?"
"Más de lo que te imaginas"
Missa lo abrazó con cariño, besando sus labios con una sonrisa. Philza correspondió con un sonrojo adornando sus mejillas, tomándolo por la cintura para acercarlo más a él.
Esa fue una experiencia inolvidable y muy apreciada para ambos.
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Chapter 4: •Solicitud 3•
Summary:
Platónico 🫶
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Supo que era una alucinación en el momento en que lo vio pasar por esa puerta.
Lo recordaba claramente, como en el momento en el que se fue.
Sonriente y radiante, igual de lindo a la vista o incluso más de lo que podía recordar.
Por eso se enojó tanto al verlo, sabía que era una mala jugada de su mente para dañarlo, recordándole que Missa no estaba con él.
Recordándole que no pudo hacer lo suficiente por él para hacerlo sentir bien en su hogar, para hacerlo sentir querido y cómodo.
No se sentía enojado con Missa, se sentía enojado consigo mismo, por ser tan estúpido y no habérselo tomado enserio cuando se despreciaba a sí mismo frente a él.
Todavía recordaba lo que sintió al ver ese cartel en el corral, todo el dolor y angustia que sintió al descubrir que su estado estaba tan deteriorado.
Tan dolido e inseguro de sí mismo, creyendo en todas las cosas malas que decían de él.
Tener una versión falsa justo frente a él lo lastimaba, quería tanto que regresara, que volviera a estar con él y poder disculparse por fallarle.
Y simplemente no podía.
Retrocedió cuando la alucinación de Missa se acercó, gruñendo y frunciendo el ceño con enojo.
"¿Por qué no simplemente te vas y me dejas en paz?" Le preguntó exaltado, alejándose más cuando intentó acercar su mano hacia él.
Sabía que cuando lo tocara, todo se distorsionaría a su alrededor y Missa desaparecería de una forma espantosa frente a sus ojos.
Ya ha pasado antes con sus hijos, y en pocas ocasiones con el mismo Missa, principalmente en pesadillas que parecían reales.
No quería pasar por lo mismo de nuevo, no podría soportarlo más veces.
Y aunque estuviera enojado y alterado, cuando lo imaginaba, esas eran sus únicas oportunidades para verlo en persona, como si de verdad estuviera a su lado.
También de desahogarse, de sacar todos los sentimientos que ha estado reprimiendo.
"Phil... Sé que estuve ausente, pero volví porque te extrañaba, a nuestra familia, ¿por qué me dices todo eso...?"
"¿Cómo qué por qué? ¡¿No ves todo el daño qué has estado haciendo?! ¡Me dejaste solo mucho tiempo, y estuviste todo este tiempo debajo de nuestra casa!"
Sin darse cuenta había comenzado a gritarle a esa alucinación, por más que fuera una, no quería ser grosero mientras tuviera el rostro de su marido.
Lo hacía sentirse peor.
Pero tenía que soltar lo que tenía guardado y reprimido de alguna forma.
La alucinación no era verdadera, no podía sentir y dañarlo físicamente, pero sí mentalmente, era un producto de su imaginación después de todo.
Como las aves que lo seguían, las cosas que aparecían y desaparecían cuando le avisaba a alguien, haciéndolo sentir como si estuviera enloqueciendo.
"¿Acaso no ves el daño qué le estás haciendo a nuestra familia? ¿A Chayanne? ¿A Tallulah? ¿A mí...?" Dejó escapar un sollozo sin darse cuenta, viendo la expresión temerosa y a punto de llorar del de cabello negro.
Pero la ignoró, enojándose cada vez más.
"¡Estuviste debajo de nuestra casa viviendo en un maldito corral! ¡Me sentí terrible por descubrirlo! Siempre te he esperado y lo seguiré haciendo porque te quiero a mi lado, pero no voy a tolerar que no te tomes en serio lo que tenemos, a Chayanne, a Tallulah o a mí..."
Se quedó en silencio al escuchar al Missa falso hipando, viendo como se quitaba su máscara para limpiarse la cascada de lágrimas que caía de sus ojos.
Se sentía tan real, como si de verdad estuviera ahí...
Pero no era la primera vez que soñaba o imaginaba a sus seres queridos cuando estaban desaparecidos.
Aún así, era la primera vez que no despertaba o regresaba a la realidad tan pronto.
Si sabía que todo era falso...
¿Entonces por qué se sentía tan mal?
"L-lamento mucho no haber estado aquí para ti, sé que soy un terrible esposo y padre, pero he intentado mejorar, h-he tratado todo lo que pude a mi alcance para ser mejor, para estar aquí para ustedes... Y ahora sé que he fracasado como siempre lo he hecho..." Se desplomó en el suelo, cubriendo su rostro en sus piernas y permitiéndose llorar más fuerte. "L-lo siento, de verdad lo siento mucho, mereces a alguien mucho mejor que yo, mereces a alguien que sí te valore y esté contigo..."
Observó con pena como lloraba, arrodillándose frente a él y acercando su mano con inseguridad hacia su mejilla cuando levantó la mirada, tocándola despacio para limpiar sus lágrimas.
Cubrió su boca y ahogó un jadeo cuando no desapareció, alejando su mano como si el toque le quemara.
"Eres real..."
Murmuró con un nudo en la garganta, no era una alucinación, era el Missa de verdad.
Y le había gritado, lo había insultado y lo había hecho llorar.
Se sintió como la peor mierda del mundo.
Prometió protegerlo y nunca dañarlo, rompió su promesa.
Se lanzó a sus brazos, ocultando su rostro en su cuello y suplicando su perdón.
"Lo lamento, lo lamento mucho... C-creí que eras un producto de mi imaginación, es que han pasado tantas cosas desde que te fuiste..." Lo tomó del rostro, besándolo por todas partes y limpiando sus lágrimas. "Eres de las mejores cosas que llegaron a mi vida, por favor no te desprecies de nuevo, siempre vas a merecerme y tendrás un hogar conmigo"
Missa se ocultó en su pecho, apretando su ropa y aferrándose a él para seguir llorando.
El corazón del rubio se estrujó al verlo en ese estado, acariciando su cabello y abrazándolo para tranquilizarlo.
Hablarían con más calma después sobre el tema del corral.
Primero tenía que corregir sus errores.
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Chapter 5: •Solicitud 4•
Summary:
Phissa 💜💚
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Se había sentido atraído desde el primer momento que posó su mirada en él.
Tenía cierto gusto por los Omegas más altos que él y de cabello oscuro.
Además, su olor le fascinaba.
Lo vio por primera vez cuando salió con sus amigos, lo encontró de camino a su casa con una bolsa de compras y escuchando música por unos audífonos.
Sintió como si lo flecharan al verlo, amaba su forma de vestirse, su cabello, sus ojos, todo de él le parecía atractivo y perfecto.
Mientras más lo veía, más le gustaba.
Quería acercarse a él, empezar a conocerlo para poder cortejarlo.
Y al parecer, uno de sus amigos lo conocía y le dijo su nombre.
Missa, muy bonito.
Otra razón para sentirse atraído, tenía un nombre muy lindo.
Le contó a su amigo que quería conocerlo, y le pidió de favor si podía presentarlo con él para hacerle las cosas más fáciles.
Pero al contarle, descubrió algo que lo desanimó.
A Missa no le gustaban los Alfas, se sentía incómodo con ellos y siempre los evitaba cuando se le acercaban.
Posiblemente por una o muchas malas experiencias, lamentablemente era bastante común ese tipo de comportamientos.
Aún así, no quería darse por vencido.
Hizo un pequeño plan para poder acercarse a él sin incomodarlo.
Bloquearía su olor.
De esa forma, se haría pasar por un Beta y posiblemente tendría la posibilidad de tener algo con él en un futuro.
Comenzó su plan, comprando los bloqueadores de olores y arreglándose frente al espejo para verse presentable.
Peinó su cabello y se puso su ropa favorita, leyendo las instrucciones del bloqueador de olores antes de tragarse la pastilla.
No duraría mucho, pero sería lo suficiente para esa tarde.
Su ropa le favorecía y mostraba su cuerpo trabajado, tal vez así lo pueda impresionar un poco, muchos siempre lo elogiaban por su buen físico y fuerza.
Y sin mentir, le gustaba presumir un poco.
Al estar listo, salió de su casa en dirección al parque.
Cuando salía a hacer ejercicio, la gran mayoría de las veces estaba sentado en el parque alimentando patos o tocando la guitarra.
Cada vez que pensaba en él, le parecía más lindo y talentoso.
¿Cómo podía parecer tan perfecto?
Al verlo a lo lejos, se acercó nervioso, tropezándose con sus propios pies y cayendo al suelo, espantando a los patos que estaban siendo alimentados alrededor.
Maldijo en voz baja, esa fue una pésima primera impresión.
Escuchó sus pasos acercándose, observando como le extendía su mano para ayudarlo a levantarse.
"¿Te encuentras bien?"
Esa fue la primera vez que escuchó su voz, y era como la imaginaba.
Dulce y suave, incluso melodiosa.
Bueno, tocaba la guitarra, posiblemente cantaba también.
Asintió con un pequeño sonrojo, tomando su mano para poder levantarse.
Al estar cerca de él, pudo percibir mejor su aroma, haciéndolo sonreír.
Lo amaba.
"Estoy bien, no te preocupes" El Omega le regresó la sonrisa, regresando al banco donde estaba sentado antes.
Se quedó paralizado y carraspeó mucho más nervioso, sintiendo sus mejillas ardiendo.
"Y-yo, uh... ¿Puedo preguntarte algo?"
El de cabello oscuro lo miró confundido, recorriendo disimuladamente su cuerpo con sus ojos hasta parar en su rostro.
"¿Qué necesitas?"
"¿Puedo invitarte un café o ir a comer algo juntos?"
Missa hizo una mueca pensativa, sin saber muy bien qué responderle.
Era un completo extraño, no lo creía muy prudente, tampoco sabía sus intenciones.
"Escucha, no lo sé, no te conozco y es un poco raro que me invites de la nada..."
"Sé que es raro, pero ambos tenemos amigos en común y me pareciste muy lindo la primera vez que te vi" Suspiró nervioso y su rostro se tiñó de rojo, eso tal vez podría sonar mal. "¿Podríamos salir solo una vez? Si no quieres está bien, pero solo te pido una pequeña oportunidad"
Missa lo pensó por un momento, no se veía como una mala persona, tampoco problemática y era lindo.
Y lo más importante, no era un Alfa.
No percibió ningún olor ni ahora ni antes de que llegara, así que lo primero que pensó es que era un Beta.
De todos modos, no quería confiar en alguien tan pronto, pero haría el intento.
"Está bien, acepto salir contigo... Pero solo una salida. ¿De acuerdo?"
Philza asintió frenéticamente, agarrando su mano para ir en dirección a una pequeña cafetería que estaba cerca.
Missa simplemente se dejó arrastrar avergonzado, tenía un buen físico y era muy atractivo.
Tenía un gusto culposo por los musculosos, no era su culpa.
Tal vez una pequeña salida no estaría mal.
Se sentaron al llegar, pidiendo sus respectivos cafés y quedándose en un silencio un poco incómodo.
Ninguno dijo una palabra en tres minutos.
Que apenas se estén conociendo en ese momento lo hacía todavía más incómodo.
"Te escuché tocar la guitarra una vez, tienes mucho talento" Apoyó su codo en la mesa, recostando su rostro contra su palma.
Pudo notar como sus mejillas se volvieron rojas, junto a una sonrisa nerviosa asomándose en sus labios.
Muy bello.
"Gracias, realmente no creo tocar tan bien, aún sigo practicando" Desvió la mirada unos segundos para luego regresarla a él. "¿Y tú? ¿Tienes algún pasatiempo?"
"Bueno, no realmente, suelo ejercitarme seguido y me gusta cocinar" Lo miró con una sonrisa boba. "Podría prepararte algo algún día, solo si tú quieres"
El Omega rió y le regresó la sonrisa, asintiendo.
"Suena lindo, supongo que me gustaría"
Sus cafés llegaron y ambos continuaron con su charla, riendo y contando cosas sobre ellos, ahora más cómodos con la presencia del otro.
Al terminar se levantaron y se dieron la mano a modo de despedida.
"Me gustó salir contigo, lamento si fue incómodo para ti en un principio"
"No, está bien, también me gustó salir contigo... ¿Me prestas tu teléfono un segundo?" El rubio se lo extendió confundido, observando cómo escribia algo. "Bien, nos vemos"
Le regresó su teléfono, alejándose a paso rápido de ahí.
Philza desbloqueó su teléfono, topándose con un número escrito en grande.
Le había dado su número de teléfono, ni siquiera tuvo que pedírselo.
Eso solo significaba que Missa quería que se siguieran viendo y hablando.
Se emocionó y fue hacia su casa, el bloqueador de olor acabaría en un par de horas.
No quería mentirle sobre su verdadera naturaleza, pero no le había dejado ninguna opción.
Quería salir con él, se lo diría cuando ya tengan más confianza en su relación.
Por ahora, le demostraría que no todos los Alfas eran malos o egoístas.
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Chapter 6: •Solicitud 5•
Summary:
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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Su corazón se detuvo por la escena frente a él.
Cucurucho corriendo hacia un hospital nuevo de la Federación, con múltiples trabajadores detrás cargando a personas inconscientes.
Entre ellos, logró identificar a Missa.
Se paralizó al verlo tan lastimado y sin consciencia.
Todos ellos acababan de salir del Purgatorio gracias a la Federación, ellos los habían salvado.
Sus piernas reaccionaron casi de inmediato, corriendo hacia él trabajador que tenía a su esposo en sus brazos.
Tenía moretones y quemaduras, su ropa estaba en muy mal estado y todavía se podían apreciar algunas heridas abiertas y sangrantes.
Lo siguió de cerca hasta que entraron en el hospital y él no pudo porque le cerraron las puertas en la cara.
Pateó las puertas con rabia e impotencia, amenazando con romperlas si no le abrían.
Obviamente sus amenazas fueron ignoradas y lo dejaron afuera con su miseria.
Sospechaba desde antes que Missa era uno de los muchos que quedaron atrapados en el Purgatorio, pero confirmarlo al verlo en ese estado lo lastimaba.
Tubbo y Fit lo intentaron calmar, a ese punto su pecho se movía frenéticamente y las ganas de llorar se apoderaron de él, nublando su vista.
Se sentía terrible y le costaba respirar, como si le fuera a dar un ataque al corazón.
Fue llevado a su casa, calmándolo y prometiéndole que le avisarían cuando tuvieran alguna noticia sobre Missa.
Pero él era el que quería estar atento a las noticias, no ellos, aún así, les agradeció por la ayuda.
Se acostó en la cama para reposar el reciente ataque de pánico que le dio, acomodándose en el lado donde Missa solía dormir y rompió en llanto mientras abrazaba la almohada.
Pudo haber hecho más por él cuando estaban allá.
Tal vez encontrarse a escondidas y ayudarlo con lo que sea que necesitaba.
Habían tantas cosas que pudo haber hecho por él y no hizo ninguna, eso lo hacía sentir peor.
Lo hacía sentir que su estado actual era por su culpa.
Se culpaba por haber dejado que eso ocurriera.
Abrazó con más fuerza la almohada, cerrando de a poco los ojos para descansar.
Dormiría solo un rato y luego intentaría irrumpir en el hospital, lo haría solo para volver a verlo.
Se quedó dormido poco después, aferrándose a la almohada de su esposo como si su vida dependiera de ello.
Pero el sueño no le duró mucho, principalmente porque casi no pudo dormir por la preocupación y la angustia.
Apenas pudo dormir y su cuerpo se sentía pesado y cansado.
En los pocos momentos en los que logró dormír, despertó sobresaltado al escuchar un fuerte golpe en las puertas metálicas, observando cómo Fit llegaba corriendo hacia él.
"El hospital ya está abierto, están dejando entrar"
Todo su cuerpo despertó con solo escuchar esas palabras, levantándose lo más rápido que pudo y usando la Warp Stone para ir al punto más cerca.
Corrió tan rápido como pudo hasta que divisó el hospital a lo lejos.
Las puertas estaban abiertas.
Las pateó para terminar de abrirlas y poder pasar, estresándose al ver lo enorme que era, era un edificio de varios pisos, tardaría una eternidad en encontrarlo.
Detuvo a un trabajador, tomándolo agresivamente de los hombros y agitándolo bruscamente.
"¡¿Dónde está mi marido?!" Le exigió saber, con un tono de voz serio y demandante, el trabajador simplemente hizo un tres con sus dedos, para luego apuntar hacia arriba.
Lo soltó apenas recibió las indicaciones, corriendo hacia el elevador para ir al tercer piso. Habían muchas habitaciones en ese piso, tal vez demasiadas.
¿Cuántas personas se quedaron en el Purgatorio? Al parecer más de las que esperaba.
Estuvo asomándose por los cristales para poder ver dónde estaba Missa, pero no lo encontraba.
La mayoría de los que estaban ahí eran del equipo azúl, algunos estaban inconscientes y pocos despiertos.
Tal vez después pueda ir a preguntarles por su estado, pero primero tenía que ir con Missa.
Era lo más importante en su mente ahora.
Siguió buscándolo y de repente lo vio por uno de los cristales, todavía estaba inconsciente y sin su máscara, tenía una venda en la mitad de su rostro. Cuando el trabajador lo trajo, se había dado cuenta de que su máscara de esqueleto estaba rota pero la seguía llevando puesta, al parecer los trozos rotos se incrustaron en la mitad de su rostro.
Intentó abrir la puerta, gruñendo estresado al encontrarla cerrada, podría ir a buscar a un trabajador para que le abriera tranquilamente y sin armar un alboroto.
Pero no tenía paciencia, menos si se trataba de Missa en un estado tan vulnerable y herido.
Sacó su espada y rompió la manilla hasta hacerla pedazos, entrando en la habitación como si no hubiese hecho nada.
Tal vez luego lo recriminen por eso, pero no le podía importar menos.
Caminó despacio hasta llegar a la cama, encogiéndose con tristeza por todas las heridas que tenía.
Parches y vendas por todo su cuerpo, sangre seca en la sábana, sueros inyectados en sus venas y su cabello estaba maltratado.
También tenía un ventilador mecánico que lo ayudaba a respirar, eso fue lo que le dolió más.
Eso significaba que no podía respirar lo suficiente por su cuenta.
Arrastró una silla y se sentó frente a la cama, llevando su mano hacia su cabello para acariciarlo, sintiendo un nudo en la garganta.
Estaría bien, se aseguraría de que estuviera bien y volviera a casa con él.
Volvería sano y salvo con su familia.
Agarró su mano y la besó, acariciándola con delicadeza.
"Te he extrañado mucho, no sabes cuánto... He estado construyendo un nido con los niños, me gustaría que lo vieras cuando despiertes, tal vez personalizándolo un poco y dejando tu olor como lo hiciste en la casa y el búnker"
Murmuró contra su mano, escuchando un ruido en la puerta y observando a uno de los trabajadores saludarlo animado, mientras reparaba la manilla rota.
"...Lo siento por eso"
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
Se aseguró de visitar a Missa todos los días en lo que tardaba en recuperarse, trayéndole regalos, flores y Chayanne y Tallulah dejando comida en la mesita.
Por más que le doliera verlos tristes, no podía ocultarles el estado actual de Missa.
Chayanne se acurrucaba a su lado, tratando de no tocar las heridas y Tallulah arreglaba su cabello, peinándolo y deshaciéndose de la tierra y los escombros, también decorándola con flores pequeñas.
Mientras tanto, él se sentaba a su lado, sosteniendo su mano y acariciándola con cariño.
Hasta que Chayanne dijo algo que lo paralizó.
Mencionó el corral de animales, suplicándole que dejara de dormir en ese lugar y regresara con ellos a su casa.
Lo había olvidado por completo, había olvidado que ahora Missa dormía en un corral con ovejas.
Inconscientemente apretó su mano con una mueca triste, tendría que hablar seriamente con él cuando despertara.
Por ahora, prefería mantenerse a su lado en lo que se recuperaba.
Y sin esperarlo, al siguiente día cuando lo fue a visitar temprano sin la presencia de los niños, dejó caer las flores que tenía al encontrarlo despierto.
Un trabajador lo estaba revisando y quitándole las agujas en sus venas, retirando también la mascarilla de su boca y nariz.
Se estaba empezando a detallar el cuerpo, tocando la venda en su cara y pareciendo que estaba buscando algo en la habitación, hasta que su mirada paró en él, mostrando sorpresa.
De sus ojos se escaparon lágrimas, apresurándose hacia él y abrazándolo, teniendo cuidado de no lastimarlo.
Besó su mejilla sana y su frente, ocultándose en su cuello para seguir sollozando.
Ya estaba despierto, estaba bien.
Podrían regresar a casa juntos de nuevo.
Y ahora que lo recordaba...
Le dio un suave golpe en su cabeza, escuchándolo quejarse.
"¡¿Qué mierda hacías viviendo en un corral?! ¡¿En qué pensabas?! Tu hogar está arriba, conmigo, estúpido" Besó nuevamente su mejilla, acariciando su cabello.
"Pero yo-"
"Pero nada, regresarás con nosotros aunque te tenga que llevar amarrado y arrastrado, pero no dejaré que te vayas de nuevo y te sientas mal contigo mismo. ¿Comprendes? Discutiremos esto cuando lleguemos a nuestro hogar"
Missa asintió solo para no llevarle la contraria, sonriendo al sentir las alas del rubio rodearlo, extrañaba que hiciera eso.
Correspondió al abrazo y suspiró tranquilo, sintiendo cosquillas por las plumas contra su piel.
"También te extrañé..."
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Chapter 7: •Solicitud 6•
Notes:
Phissa 💜💚
⚠️Uso y mención de drogas⚠️
Chapter Text
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Dudaba en tomar el frasco de pastillas que se le estaba ofreciendo.
Apenas tenía tiempo de procesar la muerte de Spreen, pero el sentimiento de insuficiencia estuvo en todo momento.
No pudo protegerlo como siempre lo hizo con él, lo había perdido para siempre y no pudo siquiera despedirse de él.
Lo mismo pasó con su familia, no pudo ayudar a que Chayanne y Tallulah fueran rescatados, todos los demás ayudaron.
Menos él.
Dejó a Philza criando solo a dos niños por meses, y cuando él volvía, se sentía como una carga que él tenía que cargar ya que no aportaba nada para ayudarlo.
Le daba miedo pelear, siempre le pasaban cosas raras y difíciles de explicar o creer, y sobre todo, no podía ser la compañía que Phil necesitaba a su lado porque era ausente por su trabajo.
Tomó el frasco, ahora sin dudar, notando la sonrisa de Cucurucho incrementando antes de dejarlo solo.
Leyó rápidamente las instrucciones un par de veces para asegurarse de no saltarse nada.
Tenía efectos secundarios preocupantes si abusaba de su consumo, pero también le prometían que lo convertirían en la mejor versión de sí mismo y sería felíz.
Por esa razón, ignoró los efectos secundarios y se tragó cinco pastillas de golpe.
Lo recomendado en las instrucciones eran dos en un principio, cada cinco o seis horas, pero ya no quería sentirse débil.
Las pastillas comenzarían hacer efecto en unas horas, mientras que con el pasar de los días el tiempo se iría reduciendo.
Guardó el frasco de las pastillas en su bolsillo y esperó impacientemente a que hicieran efecto.
La próxima vez que Philza lo viera, sería todo lo que él necesitaba.
Sería la persona que él necesitaba en su vida.
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Philza acostó a los niños y besó sus frentes, deseándoles dulces sueños mientras salía del búnker.
Afuera, bostezó y se estiró, tronándose los huesos, se sentía cansado por todo lo que hicieron ese día, pero todavía tenía cosas importantes que hacer.
Al cerrar la trampilla, escuchó el ruido de alguien usando la Way Stone de su casa, caminó hacia allá, observando a la persona dándole la espalda.
Aún sin verle el rostro y con su ropa ligeramente cambiada, mostrando más de su físico, reconoció a su lindo marido.
Le agradaba ese cambio en su vestimenta, le favorecía, y si él lo cambió, es porque se sentía más cómodo así.
Gritó animado su nombre, paralizándose cuando se dio la vuelta y vio esa tétrica sonrisa en sus labios.
Esa no era la tímida y dulce sonrisa que Missa siempre le dedicaba, era una gigantesca y forzada.
No se acercó debido a la sorpresa, pero él sí lo hizo, abrazándolo con demasiada fuerza y levantándolo unos centímetros del suelo.
Dejó escapar un ligero quejido y luego lo bajó, abriendo en grande los ojos cuando se acercó más para besarlo con intensidad.
Nunca se habían besado así, y Missa normalmente no empezaba los besos, pero cuando lo hacía, siempre eran pequeños en el rostro y suaves en los labios.
Nada comparado con la rudeza de ese.
El de cabello negro se separó satisfecho, pasando una de sus manos por su cintura para acercarlo más a él.
"Te extrañé mucho, Phil. ¿Te gusta cómo me veo ahora?" Lo soltó para dar una vuelta, sin abandonar la inquietante sonrisa de su rostro.
Después de pensarlo, se dio cuenta de que Missa había tomado las drogas de la Federación, las mismas que Forever y Pac habían ingerido, su actitud era muy parecida.
Solo que... Por alguna razón, estas se sentían diferentes.
Tenía que mantenerlo distraído para poder buscar ayuda, tenía que irse y mantenerlo ocupado.
Lo tomó del rostro, dejando un suave beso en su mejilla y tratando de sonreírle, pero solo salió una mueca torcida.
"Sí, lo que digas... Ahora que estás aquí, ¿podrías ayudarme con el huerto de papas mientras descanso? Tengo dolor de espalda"
Lo vio asentir y suspiró aliviado, jadeando cuando lo inclinó y lo volvió a besar de la misma forma intensa de hace rato, frunciendo el ceño al sentir como enterraba sus dedos en sus caderas y las acariciaba con fuerza.
Cayó al suelo cuando lo soltó, observando como comenzaba a cosechar las papas y a guardarlas en el cofre, sus movimientos se veían anormales y sus manos temblaban cada vez que cosechaba.
Tenía que buscar ayuda, y rápido.
Entró en el búnker y se teletransportó a la Favela, interceptando a Forever apenas lo vio.
Le contó lo sucedido con Missa y pudo ver la preocupación en sus ojos. Tal vez ellos no se llevaban del todo bien, pero ambos estaban en el proceso de hacer las paces.
Y agradecía que estuvieran haciendo las paces, ya no soportaba sus peleas.
Fueron a reunirse con los demás, haciendo un plan entre todos para poder quitarle las drogas a Missa y poder desintoxicarlo después de capturarlo.
No sabían que efectos podrían tener esas drogas si eran diferentes a las anteriores.
Eso era lo que les preocupaba más.
Aún así, prepararon todo lo necesario para llevar a cabo su plan y que tuviera éxito.
Su rol era tratar de mantenerlo ocupado, se enfocaría totalmente en él mientras los demás lo capturaban e inmovilizaban.
Esperaba que todo saliera bien.
Regresó a casa y los demás se escondieron alrededor, caminando firmemente hacia él.
Lo llamó, mirando con una mueca aterrada como doblaba anormalmente su cuerpo hasta hacer tronar sus huesos, su mirada enloquecida e inyectada en sangre fija en él y la sonrisa temblando.
Sintió su cuerpo estremecerse por los nervios y su corazón acelerándose por verlo en ese estado, pero tenía que ser fuerte y actuar normal.
Se acercó a él y lo tomó del rostro, acariciando sus mejillas con pena al igual que su cabello, haciendo señas detrás de él para que se fueran acercando.
Mantuvo la cabeza de Missa de frente, pero fue apartado cuando los pasos comenzaron a escucharse por la cercanía.
Sacó un arma y se defendió de ellos, tumbando a la mayoría y peleando ahora contra Etoiles.
Insoportables y fuertes gritos desgarraban su garganta, su cuerpo estaba temblando notablemente y sus huesos crujían con cada movimiento.
Missa estaba perdiendo contra él.
Aunque Etoiles intentaba no lastimarlo, no podía evitar hacerlo debido a sus desenfrenados y bruscos ataques.
Era una tortura para él tener que verlo.
Rápidamente fue derribado e inmovilizado por el francés, haciendo que soltara su arma y la pateara lejos.
Se acercó preocupado, notando sus ojos contraidos y moviéndose con locura por todas partes.
Se arrodilló frente a él y acarició su mejilla, dejando escapar un grito cuando mordió con fuerza su brazo, gruñendo ferozmente mientras aumentaba la fuerza de su mordida.
Su mano también lo atacó por la cercanía, arrancándole plumas de sus alas y sacándole otro grito de dolor.
Empujó su cabeza con su otra mano para intentar separarlo sin éxito, observando perplejo al francés cuando lo golpeó en la cabeza con el mango de su espada, haciendo que dejara de moverse y pudiera quitarle el frasco con las drogas.
Sabía que solo lo había dejado inconsciente, pero siguió preocupado por él.
Sacó la inyección con el antídoto de las drogas anteriores, inyectándoselo y besando su frente con cariño, se recuperaría, o tal vez solo calmaría su locura hasta tener el antídoto que funcionaría.
Pasó su brazo por su espalda y por debajo de sus piernas, cargándolo al estilo nupcial para llevarlo al hospital de La Orden.
En el camino, podía escuchar los gemidos de dolor de Missa y su cuerpo temblando, su corazón se estrujaba por sentir sus manos aferrándose a su ropa mientras sollozaba.
Murmurando que se quemaba por dentro y que sentía una horrible agonía por el dolor.
Estaba tan vulnerable y débil, tenían que sacar lo antes posible todas las drogas de su sistema.
Al llegar, lo acostó en la cama, haciéndose a un lado y mirando con pena como lo amarraban en la cama.
"¿Es totalmente necesario qué lo amarren...?"
"Todos vimos como peleó y se lastimaba a sí mismo, muchos de sus huesos están rotos y las drogas lo mantenían en pie, haciéndole más daño" Explicó Cellbit, agarrando su mano para entregarle un botiquín de primeros auxilios. "También la mordida que te hizo, es profunda y está sangrando mucho, desinfecta la herida y cúbrela, haz lo mismo con tu ala"
Suspiró agotado y miró una última vez a Missa antes de abandonar la habitación para ir a curarse.
Esperaba que estuviera mejor cuando despertara.
Al acabar con sus heridas, se sentó afuera, esperando impacientemente a que terminarán con la desintoxicación y el tratamiento para sus heridas junto al antídoto final.
Estuvo horas esperando, cubriéndose los oídos con preocupación cuando se comenzaron a escuchar los gritos de Missa, golpes y cosas caerse.
Sabía que se pondría agresivo cuando despertara y no tuviera las drogas, pero no soportaba sus gritos de sufrimiento.
Le penetraban los oídos y lastimaba su corazón.
De repente no escuchó más nada y vio como Forever salía por la puerta, totalmente despeinado y lleno de rasguños y mordidas.
Al menos no eran graves.
"Despertó en medio de la intoxicación y se liberó, es demasiado fuerte, también convulsionó por la sobredosis de las pastillas, pero ya está bien" Suspiró agotado y trató de acomodar su cabello. "Le dimos una dosis más fuerte de calmantes y terminamos la desintoxicación con éxito, estará durmiendo hasta el día siguiente, puedes quedarte con él hasta que despierte"
Asintió y le agradeció, corriendo hacia la habitación y observando a los demás colocándole vendas y yesos, mientras le inyectaban el antídoto en diferentes partes de su cuerpo.
Se sentó cerca de la cama y lo único que hizo fue verlo.
Asesinaría a Cucurucho por haberse aprovechado de él y convencerlo para consumirlas.
Eso no se lo perdonaría.
La segunda dosis del antidoto terminó, continuando con la tercera y última horas después, al despertar estaría mejor y sin drogas en su sistema.
Estaría herido, pero se recuperaría más rápido con pociones curativas.
Se quedó a su lado toda la noche, manteniéndose despierto para cuidarlo y dejando caricias y besos en su mano.
La Federación lo había usado y manipulado para su propio beneficio.
Lo habían usado como sujeto de prueba de las drogas.
Eso lo enfurecía.
Llegó la mañana y él estaba acurrucado en el cuerpo de Missa, acariciando su cabello y tarareando con suavidad para él.
No notó cuando abrió los ojos de golpe, se dio cuenta al escuchar sus gritos.
Lo abrazó y lo acurrucó en su pecho, manteniéndolo cerca de él y acercándose a su oído para susurrarle palabras suaves y calmarlo.
Sus manos rodearon su espalda baja, mordiéndose el labio al sentir los fuertes rasguños.
Pero no lo separó, solo lo acercó más.
Podía sentir su respiración entrecortada y sus latidos acelerados como locos por un presunto ataque de pánico.
Acarició su cabello y espalda, manteniéndolo en su pecho hasta que por fin se calmó, al menos un poco.
Lo separó un poco para verlo, mirando con pena como rompía en llanto apenas sus ojos se fijaron en él.
"Tranquilo... Estoy aquí contigo, estás a salvo, ya estás bien"
Intentó secar sus lágrimas, haciendo una mueca cuando lo empujó.
Sus ojos estaban rojos e inundados de lágrimas, su cara ligeramente hinchada por los golpes y su cuerpo vendado.
"N-no me toques... Me veo horri-" Fue interrumpido por un ataque de tos, entrando en pánico al ver la sangre manchando la sábana.
Se apresuró en agarrar el té mezclado con la poción curativa que preparó para él cuando despertara, obligándolo a beberlo cuando se intentó negar.
Odiaba todo el daño que le causaron las drogas.
Acarició su cabello mientras seguía tosiendo, ahora sin expulsar sangre, dejando un beso en su frente y recostándolo con delicadeza en la cama para que descansara.
Sus ojos seguían rojos y con lágrimas, pero la hinchazón de su cara casi había desaparecido por completo.
"¿Te sientes mejor, Missa? ¿Necesitas algo?"
Agarró su mano, apretando el agarre cuando su cuerpo se tensó.
Los recuerdos de todo lo que hizo bajo los efectos de las drogas cayeron como agua fría sobre él, cubriendo su boca y aumentando su llanto.
Lo había lastimado, había lastimado a Phil.
Había lastimado a la persona que amaba.
Sus ojos pararon en su brazo y luego en su ala vendada, bajando la cabeza avergonzado y siendo incapaz de mirarlo a los ojos.
Hizo tantas cosas de las cuales se arrepentía, también pensó en cosas imprudentes con él.
No se perdonaría por eso.
"L-lo lamento mucho, no merezco estar contigo después de esto..." Lloró con fuerza y todo su cuerpo tembló, intentando alejar débilmente al rubio. "S-soy demasiado débil, te hice demasiado daño"
Phil intentó tranquilizarlo, mirándolo con preocupación y tristeza por lo que decía.
"Siempre vas a merecerme y siempre estaré para ti, no seas tan duro contigo mismo" Besó su frente, tratando de limpiar el mar de lágrimas que era su marido.
Él sabía que se culparía apenas recordara las cosas que hizo, le estaban afectando mucho.
"P-pero yo pensé e hice cosas malas... Pensé que tenía derecho sobre ti y podría hacerte lo que quisiera... C-cosas sucias y malas" Murmuró, ahogándose con sus propias lágrimas.
"Ese no eras tú y punto, eran los efectos de las drogas sobre ti. Tú no hiciste nada malo y no tienes que disculparte"
"P-pero lastimé tu ala, le arranqué plumas y te mordí el brazo... Juré nunca hacerte daño y lo hice"
Suspiró pesadamente y lo abrazó, era verdad que logró herirlo, pero no le importaba.
Lo único que le importaba era que Missa estuviera sano y salvo.
"No debiste tomar esas drogas, Cucurucho no es de confíar y está claramente loco" Pasó sus dedos por sus mejillas, limpiando el rastro de lágrimas. "Pero no te culpo por eso, lo culpo a él por aprovecharse de ti"
Missa no dijo nada, solo lo miró en silencio y temblando. Philza dejo un suave beso en sus labios, agarrando su mano y entrelazando sus dedos.
"Te amo tal y como eres, cada sonrisa y cosa que haces hace mis días más felices, quiero que siempre estés a mi lado y ninguna droga mejorara lo que pienso de ti porque ya eres perfecto para mí"
Se recostó con él en la cama, sintiendo como se abalanzaba para abrazarlo y enterraba su rostro en su pecho para llorar. Lo rodeó con sus brazos y alas, dejando mimos y besos en su cabello.
Todavía tenía algunos huesos rotos, lo notó al rozarlo por accidente y oírlo gemir adolorido, pero esperaba que se recuperara pronto para poder regresar juntos a casa.
Haría cualquier cosa para que se sintiera amado y que nunca se le vuelva a cruzar por la mente la sola idea de no merecerlo.
Al salir del hospital solo le esperaría todo el amor del mundo, y él se ocuparía de dárselo.
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Chapter 8: •Solicitud 7•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Su preocupación crecía cada día que pasaba mirándolo, rendido sobre la cama y tan indefenso a plena vista.
Todavía asimilaba que Missa estaba en coma, le parecía difícil de creer cuando se lo hicieron saber.
Primero, no lo creyó, principalmente porque él estaba desaparecido, pero la seriedad cuando se lo contaron lo hicieron preocuparse.
Así fue como llegó en un segundo al hospital para confirmar que sus sospechas no fueran ciertas.
Y lo fueron.
Missa estaba en estado de coma debido a lo que ocurrió en el Purgatorio.
Recordaba como se rompió al verlo en ese estado, conectado a máquinas y con vendas en su cuerpo para cubrir sus heridas.
Le dolía muchísimo verlo así.
De todos modos, tenía la esperanza de que despertaría y todo volvería a ser como antes.
Él estaría a su lado y serían felices nuevamente.
Todo el tiempo que estuvo en coma lo acompañó, trayéndole flores y obsequios, leyéndole libros y hablándole con suavidad para decirle cuánto lo extrañaba.
Algunas veces incluso intentaba despertarlo, aumentando el tono de su voz cuando notaba movimientos en su cuerpo.
Eso hacía que sus esperanzas de que despertara crecieran.
Estuvo un mes completo en coma, para cuando lo fue a visitar, se alegró de sobremanera al encontrarlo despierto.
Se abalanzó sobre él para abrazarlo y besar sus mejillas, confundiéndose cuando lo apartó de un empujón.
"¡¿Q-qué crees qué haces?!" Su confusión incrementó, observando sus mejillas rojas y como limpiaba con su ropa donde lo besó.
Mantuvo la distancia solo porque ese comportamiento se le hacía sospechoso.
"Missa, estuviste en coma por un mes por el Purgatorio... Acabas de despertar, estuve cuidan-"
"¿Dónde están Spreen y Shadoune?"
Se quedó en silencio por su pregunta, haciendo una mueca dolida.
¿No recordaba nada de lo qué ocurrió en el Purgatorio?
Si era así, ¿cómo le debería dar la noticia?
Ignoró el otro nombre que no reconoció e inhaló profundamente bajo su atenta mirada.
"Missa... Spreen falleció"
Su expresión cambió de golpe por sus palabras, sintiéndose mal por ser quién le diera la noticia.
Sus ojos se inundaron de lágrimas, negándose a creerle y sujetando su cabeza al sentir un fuerte dolor.
Tal vez no debió darle la noticia, era insensible si lo pensaba bien. Acaba de despertar de un coma y con perdida de memoria desde el Purgatorio, debió haberlo suavizado antes de decírselo.
Agarró su mano y recibió un puñetazo que lo dejó en el suelo, su espalda chocó contra la mesita de noche y se quejó por el punzante dolor, no iba a negar que fue un buen golpe.
Pero le preocupaba que lo hiciera.
Sobó la zona afectada y observó como se arrancaba los cables que lo mantienen conectado a las máquinas.
Missa se levantó de la cama como si nada, sosteniendo su cabeza y yendo hacia la puerta.
No podía dejarlo ir, no en ese estado tan desorientado.
Avisó por el comunicador que sí veían a Missa salir, lo detuvieran. Hecho eso, se apresuró con él, abrazándolo por la cintura con fuerza para evitar que saliera, pero fue recibido por un cabezazo y una patada que lo envío lejos.
"¡Déjame en paz, ni siquiera te conozco!"
Sus palabras hicieron eco en su cabeza, repitiéndose una y otra vez.
¿No lo recordaba?
Su esposo salió corriendo por la puerta, levantándose y apresurándose detrás de él.
¿Cuántas cosas no podía recordar?
Si no lo recordaba a él y su último recuerdo era Spreen, seguramente tenía únicamente los recuerdos del primer día en la isla.
Cuando solo eran él, Spreen y Roier.
Aunque le extrañó que no preguntara por Roier. En cambio, preguntó por un tal Shadoune y no sabía quién era ese porque no era parte de la isla.
Salió del hospital y su comunicador sonó como loco, indicando que varios de sus amigos estaban sangrando por culpa de Missa.
¿En qué momento se hizo tan fuerte?
¿Siempre ocultó esa increíble habilidad para pelear?
Intentó seguir el rastro que dejó, pero lo perdió, no sabía hacia donde se había ido y eso solo lo angustiaba.
Se sentó en el suelo y trató de localizarlo por el mapa, pero su nombre también había desaparecido.
Tenía que encontrarlo.
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Estuvo horas metido en ese bosque, explorando cada rincón para buscar a Missa.
Ahí se perdía el rastro, justo en la entrada, entonces eso significaba que se adentró en el bosque.
Siguió buscándolo, metido en sus pensamientos, sus palabras todavía rondando en su mente.
Se sentía muy dolido y preocupado, la falta de memoria era algo grave y no podía soportar la mirada que le dedicó.
Una mirada totalmente asustada y confundida, la que harías cuando un extraño se te acerca.
Porque eso era para él ahora, un extraño.
Sin esperarlo, se topó con una pequeña casa de madera, aunque parecía más una base por la forma en la que estaba construida.
No recordaba si siempre estuvo ahí o era nueva.
Rodeó la casa, acercándose sigilosamente hacia una ventana y asomándose con cuidado.
Ahí lo vio.
Pescando en una piscina que había construido dentro de la casa, tarareando y con una oveja pequeña acostada en sus piernas, mientras era rodeado por otras adultas.
Si fuera en otra situación, lo encontraría bastante adorable.
Pero ahora, su rostro solo mostraba preocupación por su estado.
Se separó de la ventana y fue hacia la puerta, suspirando antes de tocar con suavidad.
Escuchó cosas moverse adentro de la casa, mientras Missa le indicaba a las ovejas que se escondieran y se pusieran a salvo.
Bien, eso le pareció muy tierno, pero no podía desviarse.
Esperó un rato y nadie le abrió, tal vez se escondió con las ovejas, ¿debería entrar?
Sin esperarlo, fue tomado por detrás y una espada se posó cerca de su cuello, tragó en seco y volteó lentamente su mirada para ver a Missa descansando su mentón en su hombro.
"¿Qué estás haciendo aquí?" Se quedó en silencio por su tono de voz, serio y grave, en otra situación se le haría bastante atractivo. "Contesta, no lo repetiré de nuevo"
Acercó más la espada hasta poder sentirla, pero sin llegar a cortarlo todavía.
"Vine por ti, para buscarte..." Murmuró lo suficientemente alto para que lo escuchara, sintiendo un escalofrío al sentir su aliento contra su cuello.
Sintió su rostro calentarse y le indicó que sacara algo de su bolsillo, lo hizo y poco a poco su agarre comenzó a aflojarse al ver la foto de ellos dos juntos con Chayanne y Tallulah.
Esa era una de las fotos que más atesoraba.
Pero no tenía que distraerse, tenía que llevar a cabo su plan.
En un movimiento rápido le quitó el arma a Missa, arrojándola lejos de su alcance y tirándolo al suelo para subirse sobre él.
Su marido chilló y le dio una patada en el estómago, haciendo que se retorciera y dándole tiempo para contraatacar, ahora intercambiando las posiciones, quedando el de cabello negro arriba y él abajo.
No quería lastimarlo, intentaría ser suave para no hacerle daño.
Lo agarró de los brazos cuando lo intentó golpear y con un impulso de sus alas puso todo su peso sobre él, dejándolo recostado boca abajo en el suelo y colocando sus brazos detrás de su espalda para evitar que se pudiera liberar.
Respiró agitado y lo escuchó gimotear, dejando un besito en su mejilla.
"Está bien, te ayudaré a recuperar tu memoria... Lamento que tuviera que capturarte así" Sacó una cuerda y amarró sus manos sobre su cabeza, al igual que sus piernas para evitar patadas.
Agarró de nuevo la foto y la guardó, levantando en su hombro a su marido y regresando con él dónde se reuniría con los demás.
Ignoró los golpes en su espalda y los constantes insultos y chillidos que recibía por "secuestrarlo", no era secuestro, lo iba a ayudar.
Le dolían los golpes por sus alas, pero no le había dejado otra opción, estaba muy a la defensiva.
Se aseguraría de recuperar todos sus recuerdos sin importar cuánto tiempo le cueste.
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Chapter 9: •Solicitud 8•
Notes:
⚠️Aviso⚠️
Este es el único pedido en el que se hará una mención a Forever, solo mención, nada más.
No apruebo lo que ha hecho y no escribiré nada sobre él que lo incluya.
Pero este pedido ya lo tenía listo desde antes y es el único en el que incluye.
Así que de una vez, voy avisando que no escribiré nada sobre él de ahora en adelante.
Phissa 🔞
Chapter Text
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No debería sentir celos por la cercanía de Forever con Philza, no debería sentirlos porque ambos eran amigos.
Philza siempre se lo había dejado en claro.
¿Entonces por qué se sentía tan inseguro?
Aunque él y Forever estuvieran compitiendo por el amor de Philza, sentía que estaba perdiendo.
No era tan fuerte y guapo como él, tampoco tenía todas las cosas que tenía, dependía de Philza en eso, siempre lo ayudaba cuando se ausentaba.
La idea de que Phil lo reemplazaría por Forever cruzó por su mente y no abandonó su cabeza.
¿A quién engañaba? No tenía nada que ofrecerle a Philza, no podría ganar, Forever tenía mucho y más, más de lo que él podría tener.
Lo mejor sería alejarse de él, como siempre ha hecho, como cuando lo dejó solo cuidando a sus hijos.
No dejaba de culparse por eso.
Comenzó a juntarse con Bad, por nada en particular, simplemente estaba alrededor de él por alguna razón.
La mayoría del tiempo se lo encontraba, lo acompañaba y lo ayudaba cuando necesitaba algo.
Disfrutaba de su compañía, lo ayudaba a lidiar con sus sentimientos por Phil y la razón por la que se estaba alejando de él.
En un principio fue duro y directo, pero realmente lo ayudó.
Lo ayudó a darse cuenta de que no era lo suficientemente bueno para él, aunque le haya dicho lo contrario y lo haya intentado convencer de que él sí lo quería.
Pero llegó un momento en el que solo veía al rubio al final del día, cuando ambos iban a la cama para dormirse.
Solo ahí, lo desanimaba en cierto modo, pero no debía sorprenderse, seguramente ya tendría algo mucho más sólido con Forever.
Mirar de lejos como ambos seguían acercándose solo aumentaba su inseguridad. No se dio cuenta de que cuando estaba pasando tiempo con el demonio, Phil lo vigilaba desde las sombras, no muy contento con la cercanía que tenían.
Al final del día, cuando Missa volvió a casa después de pasar todo el día junto a Bad, fue interceptado por el rubio al llegar a su habitación.
"¿Dónde estuviste? Te escribí para pasar el día juntos, pero no me respondiste" Frunció el ceño cuando lo vio desviar la mirada, tenía una sospecha, pero no quería pensar que esa era la razón por la que lo ignoraba y evitaba.
"Perdón... Es que pasé el día con Bad y no estuve pendiente del comunicador"
Se cruzó de brazos, sabía que diría eso.
"Has estado saliendo demasiado con él y no me gusta, ya casi no pasamos tiempo juntos y me evitas. ¿Tienes algo con él?"
Missa se sonrojó con suavidad, mirando al suelo.
"¿Eso importa?"
Suspiró pesadamente, tratando de que los celos que sentía no se fueran de control.
"Sí, me importa porque eres mi maldito esposo, ¡no deberías estar buscando algo más con otra persona!" El de cabello negro se encogió en su lugar, todavía sin dirigirle la mirada.
"¿Y qué hay de Forever? Él es mejor que yo en todo... Será un mejor esposo para ti que yo y ambos lo sabe-"
Fue interrumpido por un empujón, poniéndose nervioso cuando Philza lo acorraló contra la pared, agarrando sus muñecas y presionándolas en los costados de su cabeza.
Su aliento chocó contra su barbilla y su cuello, cerrando los ojos con fuerza y un sonrojo al sentir su rodilla presionando entre sus piernas.
"Vuelves a decir una cosa mala sobre ti de nuevo y te advierto que no me controlaré a la hora de demostrarte lo contrario" Lo miró a los ojos con seriedad, viendo como Missa se derretía por la cercanía.
Se enojaba por lo mal que se trataba a sí mismo, despreciándose y creyéndose insuficiente para todos.
En especial para él.
"P-pero no merezco estar contigo, soy débil y un inútil, nunca estoy para ti... Yo no-"
Un beso rudo lo cortó a mitad de la frase, sintiendo como lo obligaba a abrir su boca para adentrar su lengua sin siquiera darle tiempo de respirar.
Se fue acercando más y pudo sentir su pecho chocando contra el suyo.
La saliva resbaló por sus barbillas y se estaba ahogando, lo estaba dejando sin aire.
Tampoco ayudó mucho que su rodilla se presionara de forma insistente contra su entrepierna.
Por fin pudo respirar cuando Phil se separó de sus labios, dando grandes bocanadas de aire para regular su respiración.
Se sentía un desastre en ese momento, su rostro estaba completamente rojo y la saliva seguía resbalando.
Y sin mencionar lo que se estaba levantando por los frotes en su entrepierna.
Cerró los ojos cuando el rubio volvió a acercarse a su rostro, jadeando cuando le respiró en la nuca.
"Te lo advertí, te dije que no me controlaría" Susurró en su oído y dicho eso, mordió sin cuidado su cuello, arrancándole un gemido.
El rubio siguió mordiendo su cuello, asegurándose de marcarlo todo y que fueran difíciles de ocultar.
Quería que Bad las viera, que supiera que no tenía nada que hacer con su marido. Y podría incluir a Forever en la lista para dejarle en claro de una vez que no estaba interesado en él.
Dirigió sus manos hacia su cuerpo para toquetearlo a su antojo, llegando hasta sus caderas para apegarlo y poder frotarse contra él.
Missa a ese punto era solo un montón de gemidos y una cara completamente roja por los frotes.
Hasta que sintió un apretón en su trasero que lo hizo saltar.
"Eres malditamente hermoso, amo cada parte de ti" Se deshizo del pantalón de ambos junto a la ropa interior, dándole bruscamente la vuelta y empujándolo contra la pared.
Respiró completamente agitado, cerrando los ojos con fuerza al sentir como se frotaba rápidamente contra su entrada.
Su cuerpo se sentía demasiado caliente, apenas podía mantenerse en pie por el temblor en sus piernas debido al alto estímulo.
Y sabía que no terminaría pronto.
Sintió como entraba de golpe, haciendo que gimiera con fuerza y fuera presionado más contra la pared.
Philza comenzó a darle con todo de inmediato, pasando sus manos por todo su cuerpo y deteniéndose para apretar sus caderas y acercarlo más.
"¿Sabes cuál es mi cosa favorita de ti? Tu voz, tienes una voz preciosa, adoro escucharte hablar y cantar" Bajó sus manos hacia su trasero, apretándolo con fuerza y abriéndolo más para hacerse paso. "Y en esta situación, lo confirmo más"
Pequeñas lágrimas de placer comenzaron a salir de sus mejillas, intentando sostenerse de cualquier lugar para mantener el equilibrio, pero era una superficie lisa, no había nada que pudiera agarrar.
De imprevisto, algo caliente comenzó a llenarlo, gimiendo y sintiendo como el rubio se separaba de él.
Su cuerpo tembló notablemente, pensando qué ya habían terminado.
Luego las manos de Philza rodearon sus caderas y lo levantaron, entrando nuevamente en él.
La nueva posición lo estaba matando, sentía su miembro más profundo que antes y se había vuelto más veloz a la hora de golpear su interior.
Y ahora su espalda chocaba contra la pared con cada estocada y no podía tocar el suelo.
Rodeó sus caderas con sus piernas y lo abrazó con fuerza, ocultando su rostro en su cuello para gemir ahí.
Lo cual, no pareció una buena idea porque eso solo lograba calentar más al rubio.
Un tirón en su cabello lo hizo lagrimear, observando la expresión seria que el rubio le dirigía.
"Repite después de mí: Soy una maldita obra de arte"
Exigió con voz demandante y no pudo hablar por todo lo que le estaba ocurriendo.
Una nalgada lo hizo volver a la realidad, repitiendo temblorosamente lo que dijo.
"Ahora repite: Merezco todo lo bueno que hay en el mundo y más"
Sollozó cuando golpeó bruscamente su punto una y otra vez, repitiendo lo que dijo y sintiendo como lo volvía a llenar con su espesa esencia.
Cayó rendido en sus brazos, siendo besado y acariciado en todo su cuerpo por su esposo.
No podía sentir la parte inferior de su cuerpo, pero sí podía sentir el caliente líquido saliendo de él.
Fue recostado en la cama mientras el rubio continuaba con los besos, siendo apretado contra él en un cariñoso abrazo.
"¿Tienes algo para decirme?"
Lo miró con cansancio y asintió despacio, sonriendo.
"Que soy una maravilla y siempre merezco lo mejor"
"Así me gusta escucharte" Acarició con ternura su mejilla, besándolo con suavidad en los labios.
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Chapter 10: •Solicitud 9•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Saltó asustado al escuchar pasos veloces acercándose a él, chillando al ser derribado por alguien que se abalanzó sobre él.
Le costó reaccionar en un inicio, pero se calmó por el conocido olor y las enormes alas negras agitándose ansiosas.
Correspondió lentamente al abrazo, sonriendo aliviado de que solo fuera Phil.
Se le hacía extraño que lo abrazara después de todo, pero no negaría que le encantaba estar cerca de él.
"¡¿Dónde mierda estuviste?! ¡Te extrañé mucho, imbécil!" Recibió un suave golpe en su cabeza y lo ayudó a levantarse, mirándolo avergonzado por haberlo preocupado.
Pero en su interior, algo le decía que solo estaba fingiendo para no hacerlo sentir mal, que en cualquier momento le dejaría en claro que no quería estar más con él.
Su corazón se estrujó y sintió las ganas de llorar solo por pensar en eso.
"Lamento haberte hecho sentir así, he estado teniendo problemas..."
"¿Problemas? ¿Problemas de qué tipo? ¿Estás bien?" Acarició sus mejillas con dulzura y preocupación, derritiéndose por el suave toque.
Lo extrañaba mucho, quería seguir sintiendo sus mimos y seguir pasando tiempo con él.
Aún así, la culpa por abandonarlo no lo dejaba en paz y lo separó bajo su confundida mirada.
"No son graves, estoy bien... ¿Podríamos hablar de otra cosa?" Cambió el tema y su cuerpo se estremeció al notar el drástico cambio en su expresión.
¿Lo hizo enojar?
¿Ese era el momento dónde le diría qué lo quería lejos de su vida?
Sus manos temblaron y la expresión del rubio era de genuina seriedad.
"Tenemos un asunto pendiente que resolver" Dijo y sacó su Warp Stone, pidiéndole que hiciera lo mismo. "Quiero que vayas a "Missa's Home" ahora mismo"
Se paralizó al escuchar el nombre, sintiendo su respiración entrecortarse y sus manos temblando con más intensidad.
Definitivamente lo iba a dejar por eso, invadió uno de los corrales del zoológico que estaba construyendo.
Tal vez si fingía demencia podría salir de ese problema.
"N-no se de lo que estás hablan-"
"Missa, dije que vayas, no lo repetiré"
Se tragó las lágrimas que estaba a punto de soltar, teletransportándose dónde le dijo, a los pocos segundos, Phil ya estaba detrás de él, dedicándole una mirada severa por todas las cosas en el corral con las ovejas.
Bajó la mirada y jugó nerviosamente con sus dedos, escuchando sus pasos detrás de él.
"¿Puedes explicarme qué mierda es esto?"
Ahora sin poderlo evitar, las lágrimas salieron sin control de sus ojos y se dejó caer en el suelo. Notando como la expresión del rubio cambiaba a preocupada en un instante.
Definitivamente con eso lo iba a dejar, le diría que lo odiaba y que lo quería lejos de él y de su vida.
Sintió de repente como trataba de limpiar sus lágrimas, sin abandonar su preocupada mirada y preguntándole una y otra vez qué le ocurría.
"¡T-te juro qué no fue mi intención invadir el corral! Me iré a otro lugar para no molestarte, lo siento mucho"
"¿Molestarme? ¿De qué estás hablando? Te vas a ir, pero devuelta a nuestro hogar, arriba" Se acercó para intentar besarlo, haciendo un puchero cuando desvió su cabeza para evitarlo.
"No quiero ser un estorbo para ti ni para Chayanne... A-ambos estarán mejor sin mí"
Sabía que Missa tenía ciertos problemas de autoestima, pero no pensó que fueran tan graves para creer todo eso.
No iba a negar que le enojaban todos esos pensamientos.
"Missa, para, no quiero que te desprecies así"
"Solo estoy aquí como una carga para ti, soy un peso muerto con el que siempre tienes que cargar..."
"Te lo estoy advirtiendo, Missa. Detente de una vez..."
"Un inútil como esposo y un asco como padre, siempre estando ausente en sus vi-"
"¡Suficiente!" Gritó para callarlo, mirándolo enojado y tomándolo por las mejillas para que lo viera a los ojos. "¡Deja de decir esas cosas tan desagradables sobre ti! Te extrañé por meses, esperé por ti porque te amo. ¡¿No puedes entender eso?!"
Se arrepintió de haberle gritado en el momento que lo vio llorar con más fuerza.
Ahora él se sentía mal.
Besó sus mejillas y acarició su cabello, recostándolo en su pecho para intentar calmarlo.
"No me mientas para hacerme sentir mejor... Soy consciente de lo inútil y feo que soy. ¿Quién podría amarme así?"
Sin esperarlo, el rubio lo levantó en su hombro, llevándoselo de ahí y caminando hacia el búnker, sus nervios solo incrementaron por su silencio.
¿Qué iba a hacer?
¿Iba a sacar sus cosas de la casa para que se fuera?
Le preguntó con nervios la razón por la que estaban yendo hacia su cuarto y solo recibió un apretón en su agarre.
Suspiró temblorosamente y siguió llorando, ahora en silencio para que Philza no se molestara más con él.
Seguramente ya estaba harto de escuchar su insoportable llanto todo el tiempo.
Llegaron a su habitación y fue arrojado a la cama, siendo presionado por su cuerpo contra el colchón apenas se subió sobre él.
Gimoteó cuando sus manos fueron sujetadas con firmeza sobre su cabeza, sintiendo su mano limpiándole las lágrimas y acariciando su mejilla.
"¿Por qué te cuesta tanto aceptar qué alguien te ama? Chayanne y yo te amamos mucho, viste a Tallulah solo un par de veces y ella también te ama" Le dio un suave beso en los labios, bajando hacia su cuello para suspirar contra su piel. "Todos te amamos y nos alegramos cuando vuelves, aunque tardes te seguiremos esperando porque eres parte de nuestra familia"
Succionó la piel de su cuello, bajando su mano hacia su entrepierna y bajando su pantalón, empezando a toquetearlo.
Se deleitó por los ruidos que escapaban de su boca, colocándose entre sus piernas cuando las intentó cerrar.
Una idea pasó por su mente y sonrió, aumentando la velocidad de sus frotes.
"Tu boca está sucia por todas las cosas malas que dijiste sobre ti... ¿Te importa si te ayudó a limpiarla?" Su sonrisa aumentó por su confusión, desnudándose y sentándose en la cama, apuntando a su miembro ya erecto. "Lámelo"
Demandó con seguridad, observando como se ponía de rodillas en la cama con el rostro rojo, tragó en seco, mirándolo a él y luego a su entrepierna.
"N-no sé cómo hacerlo"
"No te pregunté si sabías, te dije que lo hicieras"
Las piernas de Missa temblaron por su tono de voz, le pareció demasiado atractivo y erótico que fuera tan demandante y serio.
Tal vez tenía un gusto culposo que recién descubría.
Le gustaba ser dominado.
Se acercó a su entrepierna, tomando su miembro con sus manos y lamiendo la punta con inseguridad.
Tal vez no era tan difícil como pensaba, con solo hacer eso lo escuchó gemir, eso significaba que lo estaba haciendo bien.
El rubio dirigió su mano hacia sus labios, acariciándolos con su pulgar y obligándolo a abrir la boca, agarrando su cabello con un poco de fuerza con su otra mano.
Lo miró sin entender, soltando un gemido ahogado cuando empujó su cabeza hacia su miembro, haciendo que entrara por completo de golpe.
Cerró los ojos con fuerza y su cuerpo tembló, sintiendo como las lágrimas se le escapaban sin control.
Podía sentirlo en su garganta, lo iba a ahogar a ese paso.
"Muy bien, ten cuidado con los dientes" Acarició su cabello y lo apretó nuevamente entre sus dedos, empujando para poder embestir su boca.
Le estaba excitando de sobremanera los sonidos ahogados y viscosos que soltaba su esposo.
Y le excitaba más porque sabía que lo estaba disfrutando tanto como él, lo podía ver en sus ojos, los cuales cambiaban de forma de acuerdo a sus emociones.
En ese caso, sus pupilas eran unos lindos corazones rosas que brillaban.
Sin poderlo evitar, comenzó a mover su cadera hacia adelante y hacia atrás para ir más rápido, mirando los ojitos llorosos de Missa fijos en él.
¿Cómo alguien tan lindo y tan bueno podía despreciarse tanto?
No lo entendía, para él no tenía sentido.
Acabó en su boca, manteniéndolo apegado a él y con su miembro completo en su boca para que no se le escapara ni una gota.
"Trágatelo" Ordenó con voz firme, sonriendo al escuchar el sonido cuando tragaba.
Finalmente lo soltó, estirándose y acariciándole la espalda cuando comenzó a toser, todavía con hilos del blanquecino líquido en sus labios.
"Que esto te sirva de lección para que dejes de creer todas las cosas malas que te dicen" Agarró un pañuelo y comenzó a limpiarle el rostro, besando su mejilla. "Eres lo más hermoso que hay en mi vida, no sé que haría si te perdiera"
Lo abrazó y lo acurrucó en su pecho, dejando suaves besitos en su cuello.
Missa solo se dejó mimar, hundido en sus pensamientos.
¿Si volvía a decir algo malo de él repetirían lo de hace rato?
No perdía nada con intentarlo.
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Chapter 11: •Solicitud 10•
Summary:
Platónico/romántico
Chapter Text
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Tarareó para sí mismo mientras servía los cafés para los clientes y preguntaba por sus órdenes.
Siendo sincero, estaba cansado de ese trabajo, casi nunca tenía un pequeño descanso.
Pero lo necesitaba, era el único trabajo que se ajustaba a su horario universitario y el único con una buena paga para sustentarlo.
De todos modos, lo estaba agotando mental y físicamente.
Tampoco ayudaba que la cafetería siempre se llenara y era de los pocos que trabajaba todas las horas requeridas. Sus compañeros tenían otros horarios y turnos, por lo que tenía que lidiar solo con los clientes un poco seguido.
Sirvió otro café y escuchó la campana de la puerta cuando la abrieron, sonriendo con suavidad al notar quien habla llegado.
Realmente no lo conocía mucho, pero siempre iba a la cafetería y trataba de hacerle conversación, lo ayudaba un poco con el estrés.
También se quedaba hasta que su turno terminaba para asegurarse de que no se excediera con el horario.
Empezó a hacer eso cuando no pudo dormir por días debido al trabajo, se había descuidado con sus estudios en artes y tenía muchas cosas acumuladas.
No durmió casi nada tratando de ponerse al corriente, y logró completar todo en poco tiempo, pero a la hora de trabajar, se notaba de lejos su cansancio y sueño.
Hasta algunos clientes le preguntaron si se sentía bien, lo cual fue un poco vergonzoso considerando que siempre trataba de mantener una imágen atenta y servicial.
El rubio también se preocupó por él, comprándole algunas cosas para que comiera y preguntándole si necesitaba algo para ayudarlo.
Le parecía muy amable y lindo, se preocupaba por él y las únicas veces que se veían era cuando trabajaba, hablaban muy poco, principalmente porque él tenía que estar en constante movimiento por el lugar.
Cada día que trabajaba, aquel atractivo rubio se sentaba, ordenaba un café con leche y le hablaba con dulzura, preguntando por su día o sobre las cosas que hacía y le gustaban.
También le traía pequeñas flores algunas veces y se las entregaba cuando ya se iba.
El interés y la atención eran atrayentes, se veía como una persona tranquila y amable en personalidad, eso le gustaba en alguien.
Que mostraran interés y fueran personas buenas.
Justo en uno de sus días libres tenía una exposición de arte en su facultad, pondrían una pintura que él hizo para la exposición y estaba emocionado por eso.
Se arregló y fue directo a la exposición, sonriendo un poco nervioso al entrar.
Habían muchas obras de arte, incluso se atrevería a decir que eran mejores que la suya.
Aún así, trató de no ponerse negativo, trabajó bastante para llegar hasta ahí y puso mucho esfuerzo en esa pintura.
Tal vez demasiado esfuerzo, se sintió inspirado por alguien en específico y solo se dejó llevar por sus sentimientos.
Siguió observando los trabajos de sus compañeros con una sonrisa orgullosa, todos eran sumamente talentosos.
Apenas se dio cuenta cuando alguien le tocó el hombro, provocando que saltara en su lugar y soltara un chillido por el susto.
Cubrió su boca cuando algunas personas lo voltearon a ver, disculpándose y sonrojándose al ver al rubio ahí.
Mierda... No podía dejar que viera su pintura.
"¿Q-qué estás haciendo aquí?"
"Estudio aquí, no sabía que tú también"
Dejó escapar de sus labios una suave risa y observó a su alrededor, como si estuviera buscando algo.
"¿Pintaste algo, verdad? Eres de esta facultad y me has mencionado antes que sueles pintar" Sonrió y continuó caminando. "Me gustaría ver lo que hiciste"
Palideció e intentó buscar con desesperación su pintura, viéndola al final del pasillo, justo a dónde se dirigían.
Entró en pánico y agarró su mano, jalándolo por el camino contrario, pero él no se movió de su lugar.
Se dio cuenta que estaba mirando su pintura de lejos con curiosidad, ahora acercándose mientras trataba de detenerlo.
Ese había sido por mucho, el momento más vergonzoso de su vida.
Se cubrió el rostro para evitar ver su reacción.
"¿Tú la hiciste?"
Asintió todavía sin mirarlo, escuchando su suave risa.
¿Cómo podría ver a la cara a la persona qué aparece en la pintura?
No pensó que él la vería, solo tomó inspiración de alguien que ha sido lindo con él durante sus horas de trabajo, ahora resulta que estudiaban en el mismo lugar y estaba viendo la exposición.
"Es preciosa, me encanta"
Quitó las manos de su rostro y dirigió su mirada confundida hacia él, todavía con el sonrojo en sus mejillas.
"¿De verdad?"
"Claro, tienes mucho talento, aunque hubiese preferido que me dijeras, es mi cara después de todo" Le dio unas palmaditas en la cabeza, aguantándose la risa por su expresión. "Pero no estoy enojado si es lo que te preocupa"
Suspiró aliviado y sonrió, al menos no se había enojado, pero seguía apenado por la forma en la que lo descubrió.
Observó confundido como sacaba su teléfono, extendiéndoselo a los pocos segundos.
"¿Me puedes dar tu número? Me gustaría seguir hablando contigo, no solo cuando trabajas"
Se quedó un momento analizando lo que dijo, escribiendo su número rápidamente y devolviéndoselo.
"Eso me gustaría" Lo miró con timidez, notando como su sonrisa incrementaba.
"¿Ya te he dicho qué tienes un lindo nombre, Missa?"
Dejó escapar una avergonzada risita de sus labios al escucharlo, regresándole la sonrisa.
"Tú también tienes un bonito nombre, Philza"
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Chapter 12: •Solicitud 11•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Siempre que hacía un concierto, aquel rubio de bonitos ojos azules estaba en primera fila apoyándolo.
Tal vez su banda todavía no era muy conocida, pero dónde tocaban, normalmente estaba lo suficientemente llena y el apoyo que recibía era demasiado.
Aún así, cuando cantaba, toda su atención solo se enfocaba en el rubio emocionado por verlo cantar y tocar.
Era bastante atractivo si lo miraba con más detalle, cabello, ojos, y un físico muy lindo.
Aunque lo que más destacaba era su sonrisa y su risa, sumamente encantadoras y contagiosas.
Ese día después de horas de haber acabado con el concierto, decidió ir con sus compañeros a un bar cercano para que pudieran celebrar sus logros, poco a poco estaban incrementando en popularidad y en fans, eso los alegraba bastante.
Entraron en el bar y se sentaron para comenzar a hablar, notando después al rubio en ese lugar.
Ahora descubrió que trabajaba ahí.
Información interesante.
Se dio cuenta como intentaba reprimir su emoción por verlo, tal vez para verse profesional mientras trabajaba.
Lo saludó con su mano y sonrió al ver cómo se dirigía a su mesa, tomando las órdenes de sus compañeros y la suya, luego se fue y regresó al poco tiempo con sus pedidos.
Todo siguió con normalidad, aunque lo atrapó un par de veces mirándolo de una forma no muy discreta, le pareció divertido y lindo.
Muy lindo.
Cuando todos terminaron, se ofreció a pagar por todos, caminando hacia la barra donde estaba el de ojos azules.
"Ya terminamos" Avisó y sacó el dinero correspondiente junto a un papel doblado sobre los billetes, dejándolos sobre la barra. "Gracias, nos vemos pronto"
Dicho eso, se alejó con sus amigos hacia la salida, sonriendo al ver de reojo como miraba completamente sorprendido y alegre el papel.
Se preocupó por un instante de que le diera un infarto, pero tal vez solo era la emoción.
Y eso fue solo el comienzo.
Después de su encuentro en el bar, comenzaron a hablar y a salir, tener citas y darse regalos mutuamente.
Incluso habían tenido su primer beso.
Missa había mostrado una personalidad bastante decidida y segura todo el tiempo, pero simplemente no pudo contra Philza y su encanto.
Se volvía muy sumiso y tímido cuando estaba cerca de él, no podía evitarlo.
En su primer beso, el rubio comenzó dulcemente, acariciando su mejilla y cabello, también agarrando su mano y entrelazando sus dedos.
Todo bastante tierno y cariñoso, tal y como esperaba de una persona como él.
Después, en un segundo le devoró la boca y lo ahogó con su lengua, dejándolo sin aire el tiempo que duró el beso.
Eso no lo esperaba, fue toda una sorpresa que de repente se pusiera dominante.
Pero eso no le desagradó.
En cambio, encendió algo en él que le gustaba.
Y le gustaría volver a repetirlo, incluso en otro tipo de situación.
Por eso durante su siguiente concierto, no pudo despegar sus ojos de él, el cual estaba como siempre en primera fila.
No supo si fue por la emoción o la adrenalina de cantar y tocar frente a tantas personas, pero cuando terminó el concierto, simplemente no pudo contenerse.
Philza lo recibió con los brazos abiertos junto a aquella dulce sonrisa adornando sus labios.
Se lanzó sobre él, abrazándolo y riendo.
Luego se le ocurrió una idea.
Seguía agitado y acalorado por cantar y tocar, podría aprovechar el momento para experimentar con algo.
Agarró sus manos y comenzó a guiarlo hacia su camerino, sonriendo por su expresión confundida.
Lo arrastró dentro y cerró la puerta con seguro detrás de él, acorralándolo contra la puerta y besándolo apasionadamente sin poderlo aguantar.
Phil correspondió de inmediato y sin dudarlo, rodeando sus caderas con sus brazos cuando lo sintió apegarse a él.
La mano de Missa estaba en su cabeza para empujarlo contra él, mientras que la otra estaba en su pecho, aferrándose cómo podía a su ropa.
Ambos lucharon para ver quién dominaba a quién, siendo Missa el perdedor cuando Phil cambió bruscamente las posiciones y le dio la vuelta, empujándolo contra la pared para frotarse contra él.
El rubio sonrió al escucharlo jadear por los frotes, tomándolo por las caderas para acercarlo más y que pudiera sentir el creciente endurecimiento en su entrepierna.
"Ya no eres tan dominante como creías, ¿verdad, bonito?" Acarició su cabello y le bajó el pantalón, jalándolo por la chaqueta de cuero para que arqueara la espalda. "¿O lo qué pasa es qué te gusta ser dominado y no lo admites?"
Susurró en su oído, dirigiendo sus dedos hacia su entrada para rozarla y acariciarla.
Su pareja se derritió por los toques, escuchándolo gemir cuando metió de golpe sus dedos, moviéndose en su interior y abriéndolo para poder recibir algo más grande.
Su voz en esa situación era música para sus oídos, tenerlo tan dispuesto y con ganas lo calentaba de sobremanera.
Hubiese preferido que su primera vez fuera en una cama, pero su camerino no tenía nada de eso. Solo los vestuarios que usaba en sus conciertos y mesas con espejos y maquillaje, al igual que algunos accesorios.
Bueno, tendrían que improvisar, no se podían detener a ese punto después de todo.
Sacó sus dedos y bajó su propio pantalón junto a su ropa interior, frotando la punta de su miembro contra su entrada y besando su cuello, mordiéndolo de paso.
"Tienes una voz tan linda, quiero escucharte más" Lo abrió de piernas y entró sin poder contenerse más, comenzando a chocar contra él con rapidez y deleitándose con sus gemidos.
Era tal y como lo esperaba, cálido y apretado, pero que se ajustaba a su tamaño cada vez que entraba y salía de él.
Simplemente perfecto y más.
Golpeó su punto bruscamente mientras acariciaba su cuerpo, emocionándose por el fuerte gemido que dejó escapar.
Sintió un cosquilleó en su miembro producto de la excitación, acelerando y aumentando la fuerza de las embestidas que le daba.
No podía ver la expresión de Missa por la posición, pero sabía que lo estaba disfrutando por los satisfactorios sonidos que salían de él.
Finalmente se liberó dentro de él dando una última y fuerte estocada, manteniéndolo sujeto y unido a su cuerpo para que su caliente esencia se quedara en su interior.
Las piernas de Missa temblaron al ser llenado, sintiendo su cuerpo ardiendo y escuchando los latidos de su corazón retumbando en sus oídos.
Nunca había sentido tanto calor, y la sensación de hacer algo así fue nueva y emocionante para él.
Philza se separó, dándole la vuelta para besarlo en los labios y acariciarle las mejillas con dulzura.
"Te ves muy hermoso en este momento" Limpió el sudor que caía por su frente e intentó arreglar un poco su cabello con sus dedos.
"¿De verdad?"
Recibió un asentimiento y otro beso, haciéndolo sonreír.
"Sí, muy hermoso"
Ambos se abrazaron, envolviéndose en los brazos del otro, dándose mimos y caricias con cariño.
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Chapter 13: •Solicitud 12•
Notes:
⚠️ Mención e implicación de tortura física y psicológica, al igual que lavado de cerebro ⚠️
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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Sentía que lo estaban siguiendo.
Él sabía que normalmente solía ser paranoico con su alrededor, pero esta vez de verdad sentía que algo o alguien lo estaba siguiendo.
Y presentía que no solo, para su mala suerte.
Apresuró su paso cuando de repente escuchó pisadas acercándose cada vez más hacia él. Comenzó a correr por los nervios, por fin viendo su hogar a lo lejos en lo alto del muro.
Pero su camino fue obstruido por Cucurucho, diciéndole los buenos días.
Retrocedió todavía con nervios y le regresó el saludo, paralizándose cuando su espalda chocó contra algo, al darse la vuelta, vio por lo menos a cinco trabajadores de la Federación comenzar a rodearlo.
¿Qué pensaban hacerle?
Apenas había llegado, no había visto ni hablado con nadie, estaba solo y ellos claramente evitarían que usará su comunicador para pedir ayuda.
Su respiración se agitó por el pánico, sintiendo como entre todos lo agarraban e inmovilizaban en el suelo.
Lo último que vio antes de que todo se volviera negro fue la tétrica sonrisa que le dirigía Cucurucho.
Despertó de golpe y tosió al sentir su garganta seca.
No supo cuánto tiempo llevaba inconsciente, esperaba que poco. Estaba amarrado con correas en una silla, con una especie de aparato con un casco sobre él.
La habitación en la que se encontraba estaba a oscuras, con una pequeña e insignificante luz que apenas iluminaba su entorno.
Sin poderlo evitar comenzó a hiperventilar, tratando desesperadamente de liberarse sin éxito.
¿Pensaban matarlo?
Sabía que no era de los más interesantes, fuertes o inteligentes de la isla, incluso solía desaparecer seguido por tiempo indefinido.
¿Ahora lo iban a desaparecer de verdad?
Porque obviamente secuestrarlo y amarrarlo en un cuarto a oscuras no traería nada bueno.
La habitación se iluminó de repente, observando con miedo como Cucurucho se acercaba hacia él con un látigo en su mano.
Lo primero que vino a su mente fue tortura, pensaba torturarlo.
Se detuvo frente a él y acomodó el látigo en su mano, mirándolo fijamente.
Inhaló y exhaló profundamente para tratar de calmarse.
"C-Cucurucho... ¿Dónde est-?" Un grito de dolor escapó de sus labios cuando un latigazo golpeó su muslo, temblando y sintiendo el fuerte ardor y dolor por la herida abierta.
"No hables" Dijo y retrocedió un par de pasos, volviendo a acomodar el látigo. "No grites"
Las lágrimas salieron como cascadas y otro latigazo lo golpeó, esta vez en el brazo y desgarrando esa parte de su ropa.
"No llores"
Sintió un latigazo tras otro, tratando de dejar de gritar y llorar, pero no podía evitarlo. El miedo y el dolor eran demasiado, no soportaría esa tortura por más tiempo.
Muchos latigazos después, finalmente lo dejó en paz, dejando su ropa rasgada y su cuerpo lleno de cortes.
Ahora su mayor preocupación era que hubiera parado, porque aunque lo aliviaba porque eso ya terminó, estaba aterrado por lo que seguiría después porque durante toda la tortura, no paró de llorar y suplicarle que por favor se detuviera.
No era una buena señal y estaba consciente de eso.
Cucurucho recogió los pedazos de su máscara rota del suelo, la cual se rompió por la mitad en medio de los latigazos. La miró por unos segundos y la lanzó lejos, acercándose dónde se encontraba.
Por puro reflejo cerró los ojos con fuerza, sollozando y escuchando un ruido metálico sobre él.
Al levantar la mirada, el casco bajó y se ajustó en su cabeza, apretándolo y comenzando a reproducirse un vídeo frente a él.
Gracias a que el casco apretaba su cabeza, era incapaz de voltear o desviar la mirada a algún lugar. El vídeo se reprodujo una y otra vez, el volúmen elevándose cada vez más hasta que se volvió insoportable, dándole dolor de cabeza y mareos.
No tuvo más opción que verlo, ya que si intentaba cerrar los ojos por mucho tiempo, una descarga eléctrica lo atravesaba para recordarle que solo tenía que prestarle atención al vídeo.
Cucurucho abandonó la habitación después de asegurarse de que todo estuviera en orden.
Tenía más trabajo que hacer y otros cuartos y sujetos que visitar y corregir.
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"Los he reunido a todos aquí para discutir algo bastante serio y preocupante que acabamos de descubrir sobre la Federación" Habló Cellbit, fuerte y con seriedad, caminando por toda la sala y deteniéndose a un lado de Foolish. "¿Cuándo fue la última vez que viste a Vegetta?"
Todos escucharon atentos y confundidos la respuesta de Foolish, mientras Cellbit seguía caminando y haciéndole la misma pregunta a los demás, pero con diferentes personas.
Todas las respuestas tenían algo en común, llevaban meses sin tener alguna información sobre el paradero de ciertas personas, todas hispanas.
Eso preocupó a Philza.
¿Qué tenían qué ver con la Federación?
"Pierre, Baghera y Bad me ayudaron a secuestrar a un trabajador de la Federación mientras investigaba los cadáveres de los demás trabajadores" Se aclaró la garganta antes de continuar. "Ese trabajador, el cual sigue bajo vigilancia por ellos, reveló que Cucurucho estaba detrás de las desapariciones, lavándoles el cerebro a los desaparecidos y utilizándolos para que se conviertan en trabajadores. Según el trabajador, las primeras víctimas de ese retorcido experimento fueron Dan y Spreen, los cuales, como ya sabrán, lamentablemente están muertos, y ahora creemos que es por la Federación"
La sala quedó en silencio después de la información, siendo reemplazado después por gritos enojados, preocupados y demasiadas preguntas.
Philza, en cambio, dejó de gritar y analizó mejor todo en su cabeza. Si todos ellos fueron secuestrados por la Federación...
¿Eso significaba qué Missa también?
Pensar en eso hacía que algo se revolviera dentro de él por la angustia, si era cierto que Missa también fue víctima de eso...
No dudaría en asesinar a Cucurucho con más ganas que antes.
Hicieron un plan para atraer a los trabajadores, uno por uno, harían saber a los trabajadores que tenían problemas para que fueran a resolverlos.
Sirvió con Tubbo cuando su Mini-Me murió, si a ellos no les funcionaba, se meterían directamente con pociones de invisibilidad a las oficinas de la Federación para sacarlos de ahí.
El primero en intentarlo fue Charlie, se sentó en la oficina y gritó varias veces el supuesto problema que tenía.
Poco después, aparecieron dos trabajadores, usando máscaras completamente blancas y con libros en sus manos.
Compararon sus alturas y físicos con los desaparecidos, reconociendo inmediatamente a Mariana y a Rivers.
Tal y como planearon, mientras que Charlie los distraía, los demás los capturaron y los llevaron a otro lugar, Charlie haciéndose cargo de Mariana y Roier de Rivers.
Porque al parecer, todavía no habían podido capturar a Roier.
Así siguieron, llamando a más trabajadores y descartando a los que no eran sus amigos. Tardaron mucho pero por fin tenían a todos, excepto a dos.
Todavía faltaban Vegetta y Missa.
No se aparecieron en ningún momento y estaba la posibilidad que hayan tenido un puesto de trabajo diferente al de los demás.
Entonces, fue cuando a lo lejos vieron a dos policías acomodando y decorando el Spawn, sus características sí concordaban con las de ellos y fue un alivio.
No había duda de que eran ellos.
Sigilosamente, se acercaron a ellos y los atacaron, tendrían que tener cuidado porque tenían pistolas a diferencia de ellos.
Ambos sacaron sus armas y comenzaron a disparar para hacerlos retroceder, cayendo al suelo cuando una fuerza invisible los golpeó, quitándoles rápidamente las pistolas.
Fit se deshizo de la invisibilidad, apuntando a ambos en la cabeza con las armas como amenaza, indicándole a los demás que aprovecharan y los capturaran.
Así hicieron y su pareja asignada tendría que cuidarlo y ayudarlo a recordar para que se recuperaran del lavado de cerebro.
Philza llevó arrastrado a Missa, encerrándolo con él en su casa y obligándolo a sentarse en su cama.
Miró atento como escribía algo en el libro, cruzándose de brazos por lo que escribió.
"No te secuestré, este es tu hogar y yo soy tu esposo" Se acercó a él para quitarle la máscara, recibiendo un manotazo.
Se sentó a su lado, soltando un suspiro pesado y esperando a que terminara de escribir.
"¿No me toques?" Repitió a modo de pregunta lo que estaba escrito en el libro. "Bien, no te tocaré, pero entonces quítate la máscara, ¿tenemos un trato?"
Se aguantó las ganas de agarrar su mano, observando como llevaba su manos hacia su máscara, para después alejarlas rápidamente como si quemara.
Lo miró con pena y sacó sus álbumes de fotos, dejándolos sobre sus piernas y notando como temblaba por el contacto.
Missa quitó los álbumes de sus piernas y los arrojó al piso, pero Philza los levantó de nuevo y abrió uno.
"Quiero que veas las fotos" Le mostró una en específico, una de él y Chayanne cuando le regaló su máscara de esqueleto.
Notó como la postura tensa de Missa se relajaba, agarrando despacio y temblorosamente el álbum, mirando con atención cada una de las fotos.
Aprovechó y acarició con suavidad su cabello, el cual ahora estaba teñido de blanco, extrañaba su bonito cabello oscuro.
Dudó un poco en hacerlo, pero al final colocó su mano en la máscara, levantándola con cuidado y haciendo una mueca al ver su rostro.
Tenía varios moretones y cortes, unos más profundos que otros, pero ya no sangraban.
Caminó hacia uno de los cofres y sacó una poción curativa junto a un pañuelo, bañándolo con la poción y acercándose nuevamente a su esposo, dejando un besito en su cabello.
Le preocupaba que ahora no reaccionara, pero tal vez era normal. ¿Verdad? Seguía pasando las páginas del álbum, eso era bueno, seguramente estaba recordando.
Pasó el pañuelo por su rostro, notando como temblaba y se mordía el labio, como si estuviera tratando de reprimir cualquier sonido que pudiera soltar.
Se encogió en su lugar ante eso.
¿Qué tanto le hicieron para qué tuviera miedo de soltar un mínimo ruido?
Terminó con un álbum e inmediatamente agarró otro, ojeando las fotos mientras el rubio se aseguraba de curar sus heridas.
Sabía que la poción le ardería por el contacto contra las heridas, pero lo estaba manejando de una forma extrañamente tranquila, solo se movía para pasar las páginas del álbum y se mordía el labio hasta hacerlo sangrar cada vez que pasaba el pañuelo.
Finalmente la piel de su rostro se regeneró, besando su mejilla con cariño.
"Lo hiciste muy bien, Missa. Eres muy lindo, te quiero mucho" Volvió a besarlo un par de veces en el mismo lugar, sonriendo al ver sus mejillas teñirse de rojo, pero todavía sin dirigirle la mirada y manteniéndola fija en el álbum.
"¿Puedo revisar el resto de tu cuerpo? ¿Puedes acostarte en la cama? Se que tienes más heridas, no quiero que se te infecten" El silencio siguió después de su pregunta, observando como dejaba a un lado el álbum y comenzaba a escribir en el libro.
Su mano estaba rígida y temblorosa mientras escribía, borrando un texto largo que no alcanzó a leer y reemplazándolo con una simple palabra.
"Está bien, esperaré, tómate tu tiempo"
Lo abrazó por los hombros, sonriendo al verlo dejarse tocar y comenzando a dejar mimos y besitos.
Aprovechó y le contó la historia detrás de cada foto, recibiendo una pequeña sonrisa como respuesta.
Minúscula y apenas visible, pero seguía siendo una sonrisa.
Siguió contándole las historias y finalmente terminaron el último álbum, viendo como se acostaba inmediatamente en la cama, dándole luz verde para que lo revisara.
Con cuidado se deshizo de la parte superior de su traje de policía, haciendo una mueca dolida por todos los cortes.
Muchos seguían sangrando y eran más graves que los del rostro.
Pasó con cuidado el pañuelo por las heridas, escuchando un quejido de su parte. Lo volteó a ver incrédulo, haciendo una mueca triste por como se cubría la boca con miedo, como si hubiese hecho algo malo.
"Puedes hablar, sabes que no te haré nada malo, amo tu voz"
Continuó curándolo, haciendo lo mismo con su pecho, brazos y piernas hasta que no quedó ni una herida.
Tiró el traje de policía y la máscara como si fuesen basura, reemplazándola con la ropa de Missa que tenía en su armario.
Ya vestido, lo recostó en su pecho, acariciando su cabello con cariño y susurrándole dulces palabras al oído.
Chayanne también se unió a ellos, abrazando a su padre completamente preocupado por él.
Se sentía triste por todo lo que tuvo que pasar, todo el tiempo que estuvo secuestrado.
Lo extrañó bastante y apenas lo vio llegar, rompió en llanto cuando su papá Philza le hizo saber que era su papá Missa, pero prefirió dejar a solas a sus padres un rato para darles privacidad.
Missa seguía sin reaccionar, moverse o hablar, pero al menos ahora se dejaba tocar y mimar por ellos.
Philza continuó abrazándolo, paralizándose al escuchar un sollozo junto a su cuerpo temblando y aferrándose con fuerza a él.
"P-Phil... C-Chayanne..."
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Chapter 14: •Solicitud 13•
Summary:
Deathduo/Phissa 🫶
Chapter Text
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Sabía que se estaba poniendo mal, sabía la razón y lo ponía triste de cierta forma.
Los primeros pétalos que salieron de su cuerpo fueron cuando dormía y se había despertado en medio de la noche, perdiendo las ganas de dormir.
Se sentó en la cama y se frotó el rostro, soltando un suspiro cansado.
Otra noche de insomnio hasta el amanecer, ya estaba cansado de eso.
Llevaba casi una semana despertando en la noche sin razón, y una vez que despertaba, no podía volver a dormir de nuevo.
No sabía cómo o por qué, solo ocurrió de repente.
Se volvió a acostar, haciendo lo mismo de siempre cuando despertaba.
Ver dormir a su esposo.
Podrá sonar raro, pero verlo dormir lo hacía sentir un sentimiento cálido, lo alegraba y relajaba de sobremanera.
Acarició su cabello y lo quitó de su rostro con delicadeza, acariciándolo con ternura y apreciando su expresión serena al dormir.
Sus labios entreabiertos, pequeños ronquidos escapándose y un delgado hilo de saliva mojando la almohada.
Muy lindo, demasiado lindo.
Se iba a acercar más para abrazarlo como siempre, cuando una fuerte tos lo hizo alejarse, dándose la vuelta para poner la cara en el borde de la cama, continuando con la tos.
El ruido hizo despertar a Missa, el cual se acercó preocupado a él, acariciando su espalda y preguntándole si se encontraba bien.
Él asintió y le hizo saber que no era nada de que preocuparse, pero su marido insistió en buscarle algo para ayudarle con la tos y abandonó la habitación para ir a la cocina.
Suspiró al quedarse solo, mirando perplejo el hilo de sangre que caía de sus labios y un par de pétalos de flores en el suelo.
¿Qué...?
¿Hanahaki?
¿Por qué y por qué ahora?
Su tos se calmó y fue rápido al baño para limpiar el desastre que hizo y dejarlo como estaba antes, acostándose de nuevo en la cama cuando Missa regresó con un vaso de agua y un té de hierbas en sus manos.
"Sé que no te gusta el té, pero te ayudará a aliviar tu tos, por favor tómatelo todo"
Hizo una ligera mueca pero terminó aceptando, no podía negarse a él cuando se comportaba de forma tan dulce para tratar de aliviarlo.
Su corazón palpitaba emocionado por su atención y cuidados.
Se sentó en la cama, recibiendo el té y bebiéndolo despacio para no sentir tanto el sabor, sonriendo al ver a su esposo abrazándolo y dándole mimos para hacerlo sentir mejor.
Pero eso solo empeoró su estado sin que lo supiera.
Los siguientes días, cada vez que estaba cerca de Missa, le daban ataques de tos, expulsando sangre y pétalos.
Fue difícil ocultar eso de él, pero al menos no se había dado cuenta de esos detalles.
Trataba de hacer que su vida volviera a la normalidad, dándole obsequios y abrazos, como siempre lo ha hecho.
Pero solo lo hacía sentirse mal.
Cuando él se iba por tiempo indefinido, los síntomas incrementaban drásticamente y lo dejaban con un dolor en su corazón.
Era consciente de lo que era la enfermedad y lo que hacía con sus víctimas cuando no se curaban a tiempo, pero no supo en qué momento comenzó a amar a Missa.
¿Los primeros días de conocerse?
¿Cuándo fueron asignados como esposos platónicos?
No lo sabía con exactitud, pero era posible, muy posible que fuera unas semanas después de vivir juntos y conocerse mejor.
Cayó por sus encantos y belleza, su dulce voz y personalidad lo atraparon desde el primer momento.
Lo que importaba era que sabía que amaba a Missa, pero seguramente él no sentía lo mismo por él.
Pensar en eso lo entristecía y los pétalos que tosía se convirtieron en flores enteras.
Era consciente de que la enfermedad no lo mataría, no podía hacerlo por ser inmortal, pero igual sabía que sería un sufrimiento eterno si no se recuperaba de la enfermedad.
Si no hacía que la persona que amaba correspondiera a sus sentimientos o con la operación de extracción de flores y sentimientos.
No quería someterse a la operación, no quería perder sus sentimientos, no quería perder todo lo que sentía por Missa y su familia.
Lo único que han traído a su vida era felicidad y un adorable esposo con mucho cariño y amor que dar a su familia.
Aunque el tipo de amor que le daba no era el que quería recibir, quería otro, uno más fuerte y amoroso.
Uno romántico.
Pensó mucho en eso, pero lo que no entendía hasta ahora, era la razón por la que la enfermedad avanzaba a un ritmo tan rápido.
Philza amaba a Missa, pero no creía que fuera un enamoramiento tan fuerte. Sin embargo, con la enfermedad creciendo rápidamente en su interior, le hizo darse cuenta que estaba perdidamente enamorado de él.
Lo que sentía no era algo pequeño, era algo gigante que aumentaba cada día sin darse cuenta.
Cada día que estaba a su lado, cada abrazo, cada palabra y cada regalo que recibía por su parte lo hacían caer profundamente por su dulzura.
Llegó a sospecharlo cuando Missa se ausentaba por un tiempo, una soledad invadía cada parte de su ser y las flores crecían sin parar y se enredaban en sus huesos.
Las podía sentir y le dolían bastante.
Lamentablemente, sus hijos sí se dieron cuenta de su estado, lo atraparon tosiendo y vomitando varias flores con sangre, dejándolo debilitado e indispuesto lo que restaba del día.
Se preocuparon mucho y se sintió mal por hacerlos sentir así, así que cuando él les explicó la razón, lo animaron a que se declarara.
Pero se negó.
Estaba seguro de que si lo hacía, no soportaría su rechazo y la enfermedad estaría expuesta frente a él.
Si se daba cuenta de la enfermedad, corría el riesgo de que Missa se sintiera culpable y sintiera la obligación de aceptarlo para salvarlo de ese sufrimiento. No quería poner esa horrible presión en él, si algún día decidía corresponder a sus sentimientos, quería que él tuviera la iniciativa.
No quería obligarlo a nada.
Tenía todo el tiempo del mundo para esperar por él si comenzaba a sentir algo, la enfermedad no lo mataría.
Y si no correspondía a sus sentimientos, seguía estando bien porque era su decisión y siempre la respetaría aunque doliera.
Aún así, esperaba con todo su lastimado corazón que lo amara con la misma intensidad con la que él lo amaba.
Solo tenía que ser paciente y ser la misma persona cariñosa que lo ha cuidado desde que comenzaron a conocerse.
Lo amaba demasiado, pero por ahora, sabía que él no podía amarlo devuelta.
Al menos no de la misma manera que quería.
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Chapter 15: •Solicitud 14•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Missa no era alguien "normal", por decirlo así, su nacimiento no fue natural, fue hecho a base de pura magia, engendrado por sus creadores.
Su padre, Vegetta, era un hechicero poderoso que gracias a su magia, le permitía viajar a diferentes dimensiones, la mayoría de las veces, quedándose más tiempo del que esperaba.
Su otro padre, Rubius, era un híbrido de oso, no tenía poderes pero sí tenía una fuerza descomunal y unos sentidos bastante agudizados ante el peligro.
A pesar de que su otro hijo Spreen no haya heredado sus poderes, seguía siendo alguien poderoso aunque no tuviera magia, solo heredó la parte híbrida de Rubius.
Missa, por otro lado, heredó sus poderes que le permitían salir y entrar de la isla Quesadilla.
Solía hacer muchos viajes, la mayoría de las veces perdiéndose por accidente. Habían muchas dimensiones en el mundo, muchas las cuales no conocía.
Su padre Vegetta había decidido quedarse un tiempo en otra dimensión, una la cual se llamaba "Karmaland".
La visitó pocas veces, normalmente lo usaba de atajo para llegar más rápido a la isla y reunirse con su marido e hijos.
Ninguno de sus padres estaba enterado y lo prefería así, actualmente ellos estaban separados y no quería hacer las cosas incómodas entre ellos al enterarse de que ambos eran abuelos.
Sin darse cuenta, fue interceptado a medio camino por Vegetta, justo entre Karmaland e isla Quesadilla.
Ambos se pusieron al día entre ellos, Missa omitiendo varias cosas para ocultar su matrimonio.
Le sorprendió escuchar que se había casado con Foolish, pero bueno, mientras que él estuviera feliz estaba bien con eso.
Su padre comenzó a molestarlo, dramatizando que ya no los visitas en Karmaland, haciéndolo reír.
Siempre le pareció graciosa la forma en la que dramatizaba, algo muy típico de él.
Mientras seguían charlando, practicamente le dio la orden de ir a Karmaland sin dejarle ninguna opción.
Y no es que le molestara, al contrario, le encantaría visitar más a fondo ese lugar.
El problema es que ya tenía planeado ir a su hogar con su familia, pero ahora se habían interrumpido sus planes.
Pero no tenía que desanimarse, solo se quedaría una noche a dormir y ya al siguiente día podría irse y verlos.
Ambos fueron juntos a Karmaland y saludaron a todos, yendo hacia la mansión de Vegetta para reunirse en familia y con amigos.
Reunidos todos, jugaron juegos y disfrutaron de una divertida y agradable tarde.
Missa estaba contento, llevaba un buen tiempo sin reunirse así con ellos, los extrañaba.
Durante la cena, comenzaron a hablar de temas más personales.
Uno de los temas más hablados fue el de las parejas.
No supo por qué, pero simplemente se le escapó frente a todos que estaba saliendo con alguien. No se dio cuenta de lo que dijo hasta que todo el ambiente ruidoso se quedó abruptamente en silencio, haciéndolo ruborizar y entrar en pánico.
Algunos celebraron y sentían curiosidad por ese alguien, mientras que su padre se mantenía serio, sin estar feliz de escuchar la noticia.
Le pidió tranquilamente que la próxima vez que viniera, sea acompañado con su pareja para conocerlo y juzgarlo.
Missa aceptó y todo siguió con normalidad hasta que llegó la hora de dormir.
Sin embargo, la gran mayoría de los que estuvieron presentes en su confesión sentían una enorme curiosidad por saber quién era.
¿Hombre? ¿Mujer?
No lo sabían con exactitud, él solo mencionó "pareja", no era algo con lo que pudieran investigar
También sería complicado descubrirlo porque Missa viajaba seguido entre dimensiones, su pareja podría estar en cualquier dimensión.
Cuando se hizo de mañana, lo escucharon hablar con alguien por teléfono, con eso confirmaron que era un hombre.
Ahora tenían que investigar que fue lo que se decían, su novio hablaba con un acento muy marcado y Missa hacía lo mismo, seguramente porque se lo contagió.
Lamentablemente, Missa se fue y no tuvieron tiempo de interrogarlo porque no querían arruinar la despedida.
Por otro lado, Missa ya estaba en la isla Quesadilla, yendo en camino a su casa con un pequeño ramo de flores para su esposo.
Llevaba tiempo sin verlo, se sentía emocionado por volver a estar a su lado y junto a su familia.
Al llegar, fue recibido por un abrazo y un beso por parte de Philza, y pequeñas manitos aferrándose a sus piernas para intentar escalar.
Extrañaba tanto eso.
Le hizo saber a Phil que su familia quería conocerlo, Missa se llenó de nervios y ansiedad, pero él parecía estar tranquilo y alegre de cierta forma.
También le hizo saber que no podía mencionar que estaban casados porque nunca se los hizo saber.
Se harían pasar por una pareja que tenía un noviazgo reciente, ambos estuvieron de acuerdo con eso.
Cuando pasen más tiempo juntos, les harían saber que en realidad estaban casados.
Acordaron ir a mitad de año porque tenían muchas cosas que hacer y esa fecha se ajustaba a todos.
El día finalmente llegó y sus hijos estuvieron al cuidado de alguien más mientras ellos salían.
Missa estaba totalmente nervioso, Vegetta le había hecho saber que Rubius también estaría para conocer a su pareja.
Podrán estar separados, pero Rubius seguía siendo su padre y no podía evitar que lo siguiera viendo.
Llevó a Philza a Karmaland, guiándolo hacia el castillo de Vegetta mientras atraía las miradas de los demás habitantes.
Era normal, nunca lo habían visto por ahí.
Fueron recibidos por sus padres y hermano, incluído Roier.
Tal vez él no era hijo biológico como Spreen y él, pero Vegetta lo amaba como a un hijo y siempre lo invitaba a las reuniones familiares.
El primer problema que hubo fue un malentendido con las edades, creían que Philza era mucho mayor que él por su altura y voz, también porque tenía una barba corta.
El segundo problema fue que Rubius aprovechó el malentendido anterior para hacer bromas y llamarlo asalta-tumbas.
Peor aún, Roier se unió a él y lo hostigó, contándole que ambos tenían un buen gusto en común.
Hombres musculosos y con pecho grande.
Agradecía a todos los dioses que Phil todavía no entendía completamente español y estaba más pendiente en llevarse bien con Spreen, sería muy incómodo explicarle algo como eso.
Pero aparte de eso, todo salió mejor de lo que esperaba, la pasaron increíble, jugaron juegos y cenaron juntos en familia.
Cuando la cena terminó, él junto a Philza fueron hacia uno de los balcones para estar a solas, aprovechando para besarse y darse mimos, también para hablar.
Estaban tan ocupados entre ellos que no se dieron cuenta de que estaban siendo espiados mientras hablaban.
Ellos sospechaban que había algo más pasando, no actuaban como una "reciente" pareja.
Pasaba algo más y querían averiguarlo.
Un fuerte grito hizo volver a la pareja a la realidad, palideciendo y llamando la atención de todos los que estaban cerca.
"¡¿Tienen hijos?!"
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Bien, de esa forma no era como tenía planeado contárselos, pero al menos ya no tenía que ocultarlo.
También tuvo que contarles sobre su matrimonio.
Lo primero que recibió por parte de sus padres fue sorpresa, luego un regaño por haberlo escondido y por último emoción, al darse cuenta de que ya eran abuelos.
Bastante adorable y divertida su reacción, no como la de Spreen.
Literalmente lo amenazó de muerte al escuchar la noticia, pero luego se calmó, aunque se seguía viendo enojado.
Lo que le importaba era que sus padres se llevaran bien con su marido, y eso ocurrió, le dieron luz verde a su relación, alegrándolo.
Ambos continuaron visitando Karmaland, no tan seguido pero ahora estando acompañados por sus hijos.
A los niños les gustó mucho el lugar, así que construyeron una casa en la cual se quedarían durante el verano.
Toda su familia se llevaba bien y eso era un alivio para él.
Adoraba esos momentos y estaba contento por ser tan afortunado de pasarlos a su lado.
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Chapter 16: •Solicitud 15•
Summary:
Deathduo 🫶
Chapter Text
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No recordaba mucho sobre su vida antes de ser secuestrado y utilizado por sus poderes.
No podía recordar a su familia, si es que tuvo una alguna vez.
Lo único que sabía es que sus secuestradores lo abandonaron en otro mundo cuando ya no les fue de utilidad.
Un mundo sombrío y solitario.
Toda planta estaba muerta, habían desechos por todas partes y un químico que hacía que le ardieran los ojos al estar cerca.
Y lo que más lo angustiaba y asustaba es que estaba en medio de un apocalipsis.
Todo el tiempo que estuvo ahí se defendió e hizo un refugio lo suficientemente escondido para que nadie se acercara.
Pero para su mala suerte, un grupo de sobrevivientes lo interceptó mientras salía de su refugio, amenazándolo para que les entregará sus provisiones.
Lo hizo porque no se podía defender contra ellos.
Eran muchos y él solo era uno, ellos tenían armas y él no.
La líder de ellos era dulce con él aunque le estuvieran robando y amenazando de muerte.
Pero ella siempre fue cariñosa, acariciándole el cabello y tomándose el tiempo para conocerlo.
Mayichi era una mujer muy linda, no pudo evitar tomarle cariño al igual que ella con él.
Fue ahí cuando les dio la orden a su grupo de que él se uniría a ellos y lo protegerían.
Su relación se estrechó y se hizo más íntima con el tiempo, pareciendo ante los demás como una madre amorosa con su hijo.
Era casi imposible verlos separados, siempre estaban cuidándose entre los dos y mimándose.
Cuando las provisiones se acabaron, Missa se ofreció a ir por más, siendo acompañado por Mayichi para ayudarlo.
No esperaron ser atacados por otro grupo de sobrevivientes, los cuales los atacaron con armas de fuego.
La mujer apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando vio la bala golpear contra el cuerpo de Missa, provocando que cayera con un ruido sordo al suelo.
Todo ocurrió demasiado rápido.
Pero esa imágen se quedó repitiéndose en su cabeza.
La rabia y la tristeza se apoderaron de ella, abalanzándose contra aquellas horribles personas.
Acabó con cada uno de ellos con un dolor profundo en su corazón, regresando rápidamente con Missa y agarrando su mano.
Seguía vivo, respiraba débilmente y se estaba desangrando por la herida, pero seguía con vida, todavía lo podía salvar.
Él apretó el agarre en su mano y un alivio invadió su cuerpo.
La había curado con sus última fuerzas.
Cuando lo volteó a ver de nuevo, ya no estaba respirando y su mirada estaba perdida.
Sus ojos se inundaron de lágrimas y lloró con fuerza sobre su cuerpo.
No podía perderlo, no de una forma tan espantosa.
Se negaba a perder a su hijo.
Cargó el cuerpo en sus brazos y fue de regreso a la base, corriendo hacia el sótano que habían construido.
Ignoró todas las preguntas preocupadas de su equipo y se encerró.
No tenía tiempo que perder y no estaba de humor para contarles lo que pasó.
Colocó a Missa delicadamente sobre una mesa, sacando uno de sus antigüos libros y poniéndose manos a la obra.
Haría un ritual de resurrección.
Se negaba a perderlo para siempre, negaba que estuviera muerto.
El ritual era bastante viejo pero efectivo, se usaba en los tiempos de la Edad Media por los nobles para resucitar a sus herederos.
A pesar de que era de los rituales más utilizados, también era de los más complicados que resultara.
Para que funcionara, el fallecido tenía que pasar por múltiples pruebas con la Muerte.
Regresaría a la vida una vez se convirtiera en un servidor de la Muerte y recibiera su bendición para volver.
Era muy riesgoso para la persona que murió, y una vez que vivieran de nuevo, había una alta probabilidad de que la persona ya no sea la misma de antes.
Aún así, estaba decidida a traerlo devuelta sin importar el costo o cuánto tiempo le llevara conseguirlo.
Realizó el ritual muchas veces, más de las que pudiera contar y cada una de ellas fracasó.
Estuvo encerrada en ese sótano por varios días, investigando, entregando su sangre y repitiendo el ritual una y otra vez sin éxito.
En el último día, hizo el ritual más de diez veces y en ninguna lo logró.
Se sentía tan triste y frustrada de que todos sus esfuerzos no sirvieran para nada, no quería enterrarlo y perderlo, pero no podía rendirse.
Repitió el ritual un par de veces más ese día, hasta que en uno de ellos hubo una reacción.
Una chispa de luz se encendió en el cuerpo, iluminándolo por completo y cegándola por lo fuerte que brilló.
Missa respiró de nuevo y se levantó de golpe, mirando su propio cuerpo y a su alrededor.
Estaba vivo de nuevo, pero su cuerpo era diferente.
Mayichi se arrojó sobre él, abrazándolo con fuerza y llorando de felicidad.
El ritual había funcionado, y Missa parecía ser la misma persona, solo que con ciertas diferencias físicas.
Acarició su cabello y se topó con un par de orejas de gato, haciéndola reír.
Bajó su capucha y le mostró las suyas.
"Supongo que para eso servía mi sangre"
Missa siguió sin hablar por un rato, pero después de recordar todo también la abrazó, sollozando contra el hueco de su cuello.
Definitivamente era él.
Estaba feliz de volver a verla, se sentía orgulloso de al menos curarla antes de morir cuando estaba demasiado herida.
Y bueno, ahora compartían lazos sanguíneos si no se equivocaba, algo que no le molestaba.
Tuvo que tratar de acostumbrarse a sus nuevas características físicas, pero era difícil.
Su piel era muy sensible al sol, así que tenía que llevar ropa que lo cubriera para evitar quemaduras, sus orejas de gato también eran muy sensibles, escuchando ruidos a un volúmen más alto que el normal.
Había sufrido daños por su nuevo cuerpo, pero al menos Mayichi estaba para ayudarlo.
Ella le regaló unos audífonos que lo ayudarían con sus problemas auditivos y lo curó cuando su piel se quemaba.
La amaba con todo su corazón, se había convertido en una madre para él y en una parte muy importante en su vida.
Hasta que la perdió.
Su vida por fin había mejorado y cuando era felíz, se la arrebataron.
No supo cómo llegó a esa isla llena de personas que no conocía, pero eso solo lo angustiaba.
No sabía dónde estaba Mayichi y no tenía ningún recuerdo de lo que pasó.
Obligatoriamente tuvieron que quedarse permanentemente en esa isla, ni siquiera con sus poderes pudo escapar, esa isla era extraña y no era normal.
Se sentía solo y perdido, sin familia de nuevo.
Esa isla era como una prisión de la que no podría escapar.
Las semanas pasaron y por órdenes del que manejaba la isla, todos debían reunirse en un centro de adopción donde se les asignaría una pareja y un hijo.
Los estaban forzando a eso, muchos no se veían contentos y otros lo aceptaron sin tener otra opción.
El que sería su esposo asignado era guapo, eso no lo iba a negar. Tenía el cabello rubio, bonitos ojos azules y una encantadora sonrisa.
No pudo rechazarlo cuando le ofreció vivir juntos para criar cómodamente al niño.
Su vida juntos era buena, Philza, como le dijo que se llamaba, era un hombre encantador y dulce.
Sin darse cuenta, cayó enamorado por él.
Seguiría buscando la forma de salir de la isla, pero por ahora, tenía una nueva familia y se aseguraría de cuidarlos y llevarlos con él.
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Chapter 17: •Solicitud 16•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Estaba profundamente enamorado de Missa.
Desde el primer momento que lo vio sintió una conexión y un calor en su pecho que nada pudo apagar.
Los primeros días en la isla tomó fotos de él, de lejos mientras estaba distraído, sin que se diera cuenta de su presencia.
Quería tenerlo para siempre con él, que nunca se fuera de su lado.
Cada foto la tenía guardada en un cajón de su cuarto, apreciándolas en su tiempo libre y acariciándolas.
Missa era hermoso a sus ojos, demasiado.
Aunque no pudiera apreciarlo lo suficiente por toda la ropa y la máscara que lo cubrían.
De todos modos, entendía sus razones para cubrirse tanto durante el día.
No le contó nada porque apenas han intercambiado un par de palabras, pero sabía que Missa era sensible al sol, en las fotos que tomó de él cuando el sol se ocultaba y se quitaba las pesadas y gigantes capas de ropa que usaba, su cuerpo era delgado y pudo notar que parte de su piel era traslúcida, mostrando parte de sus huesos.
Y joder, su rostro sin la máscara era precioso, no podía quitarse de la cabeza cada parte de su cara, tampoco esos ojos morados brillantes llenos de vida y ese cabello oscuro y sedoso.
Tenía unas inmensas ganas de acariciarlo y enredarlo entre sus dedos, de hundir su naríz en el hueco de su cuello y olfatear su cabello.
Esas eran sus fotos más preciadas, las veía todo el tiempo con una sonrisa embobada en sus labios.
Tal vez esa costumbre que ahora tenía era un poco cuestionable, ya que incluso tiene fotos de él durmiendo o haciendo cosas simples y cotidianas.
¿Estaba obsesionándose y volviéndose loco por Missa? Tal vez.
Pero no le podía importar menos la opinión de los demás, lo único que le importaba era la opinión y los sentimientos de Missa.
Y las pocas veces que han hablado, Missa le ha hecho saber lo fuerte y admirable que le parecía.
Eso hacía que su enamoramiento creciera cada vez que lo veía y no podía soportar los celos que sentía cuando hablaba con alguien más, cuando otra persona lo abrazaba o tocaba.
No tenían ningún derecho de hacer eso, no podían hacerlo, solo él tenía ese derecho y lo demostraría.
Cuando fueron emparejados para cuidar de un bebé, un pequeño niño híbrido de dragón que apenas estaba aprendiendo a hablar, fue el hombre más felíz del mundo.
Ahora tenía una familia amorosa junto a él, y desde ese momento se llamaban a sí mismos como "esposos", aunque no se hayan casado de forma oficial.
Todo estaba bien, hasta que empezaron los problemas.
Sentía una enorme rabia que se apoderaba de todo su ser cuando veía que la sonrisa que siempre le dedicaba, se las dedicaba a otras personas.
En especial a Bad, el cual estaba insistentemente a su lado casi en todo momento.
Se sentía amenazado por él, cuando Philza estaba cerca de Bad, sus alas se extendían para parecer más grande y sus plumas se erizaban, mostrándole los dientes junto a un gruñido.
Pero el demonio simplemente pasaba de él y continuaba como un parásito que se aferraba a Missa como si su vida dependiera de ello.
Eso lo enfurecía.
No le importaba el tipo de intensión que quería mostrar, solo quería que se alejara y no volviera a acercarse a su marido nunca más.
Por eso se aseguró de estar en todo momento con Missa, rodeándolo con sus alas para brindarle calor y protección, asegurándose de que nadie se pudiera acercar a él.
A todos los veía como posibles amenazas que querían apartarlo de su lado.
Sobre todo Bad, que seguía intentando acercarse, esa era la peor amenaza hasta ahora.
Y eso no lo permitiría.
Cuando llegaba la noche, en su hogar, abrazaba con fuerza a Missa y lo besaba por todas partes, acariciando su cuerpo y marcándolo para que todos supieran a quién le pertenecía.
Porque Missa era de su propiedad, solo de él y de nadie más.
Nadie tenía por qué estar cerca de su esposo.
Cuando lo marcaba, él lo disfrutaba y a veces hacia lo mismo, pero con pena y un adorable sonrojo en sus mejillas.
Una expresión de completa satisfacción llenaba su rostro cuando todos los demás notaban las marcas que adornaban su cuello.
Las marcas de sus dientes y colmillos en su piel, solo las de él.
Eran difíciles de ocultar porque las hacía notables a propósito, para que todos las vieran.
Para que Bad las viera y todos supieran que no tenían ningún tipo de oportunidad con Missa, ninguna.
Que nunca tendrían una oportunidad porque solo le pertenecía a él.
Rodeó sus caderas con sus brazos, abrazándolo con fuerza y besándolo con fiereza en la cama, mientras que las piernas de su marido se enredaban en su cintura.
No sentía ningún tipo de deseo sexual por Missa, no podía sentir un gusto por el sexo, era algo desagradable e incómodo para él.
Pero si pudiera sentirlo, no dudaría en ningún momento en hacerlo suyo de todas las maneras posibles y marcar territorio de una forma más profunda y eficaz.
En su mente, era una buena fantasía que solo se quedaría en eso, como un simple gusto culposo que le gustaba imaginar o soñar algunas veces.
Estaba obsesionado con él y era consciente de eso, pero no le importaba lucir como un posesivo y un enfermizo obsesionado de amor.
Haría cualquier cosa por su esposo por más cuestionable y controversial que fuera.
Missa era suyo y siempre lo sería.
Sin importar quién lo intentara alejar de su lado, sería suyo toda la vida porque siempre se aseguraría de que estuviera con él.
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Chapter 18: •Solicitud 17•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Philza estaba extrañamente cariñoso últimamente, no le molestaba, al contrario, le gustaba mucho que fuera tan lindo y atento con él.
Pero por otro lado, se le hacía raro que sus pupilas en todo momento estuvieran dilatadas cuando lo veía y que le trajera demasiados regalos.
Todas las cosas que le traía eran joyas brillantes y gemas valiosas, apreciaba mucho los obsequios, pero sentía que le quería dar a entender algo con eso.
Pero no entendía qué.
Dejó a Phil en la casa mientras salía por la mañana, creyendo que estaba dormido y tranquilo en su cama.
Grande fue su sorpresa al regresar y encontrarse con una especie de nido dónde antes estaba la cama que compartían, comida, bebidas y más regalos apilados en una esquina, con su fuerte olor llenando la habitación.
Cuando su esposo se dio cuenta de su presencia, lo miró con sus enormes ojos, como si fuese un niño que acaba de ser descubierto haciendo algo a escondidas.
Eso lo hizo reír de ternura.
El rubio se abalanzó sobre él y lo acomodó en sus brazos, tarareando una suave melodía para acunarlo y frotando su rostro contra su cuello para olfatearlo y mover frenéticamente sus alas como si quisiera volar.
Lamentablemente no pudo elevarlos a ambos y varias de sus plumas quedaron dispersadas en el suelo.
Eso lo entristeció, desearía que pudiera volver a volar.
Sabía lo importantes que eran sus alas para Phil, esperaba que algún día pudieran sanar.
Lo separó de él para llevarlo al nido, acostándolo boca abajo mientras comenzaba a acicalar sus alas, quitándole toda la mugre entre las plumas y deshaciéndose de las que estaban sueltas.
Su esposo no podía darles el cuidado adecuado al no alcanzar ciertos lugares, era algo obvio considerando lo enormes que eran, así que él siempre lo ayudaba a limpiarlas.
Y sabía que lo disfrutaba bastante.
Desde su posición, podía escuchar los ruidos complacidos y los ronroneos cada vez que se ocupaba de sus alas.
Siempre que acicalaba sus alas, guardaba en un pequeño cofre sus plumas como si fueran un tesoro.
Porque eso eran para él, las adoraba con todo su corazón.
Al terminar, dejó un beso en su mejilla y Phil se levantó emocionado, arrojándose sobre él para besarlo con salvajismo.
Phil estaba ansioso y acalorado, sus instintos le gritaban que continuara, que Missa estaba igual de necesitado que él.
Que correspondiera al beso y aceptara su cortejo fue una respuesta afirmativa para aparearse con su Omega.
O al menos así lo interpretó su cerebro de pájaro, el cual estaba tomando casi todo el control de su mente y acciones.
Sus manos viajaron por su cuerpo, tocándolo a su antojo y quitándole su ropa totalmente impaciente, comenzando a dejar marcas por todo su cuerpo.
El olor de Missa era adictivo y fuerte, se deleitaba más con su aroma ahora que estaba sobre él, moviendo sus caderas contra su cuerpo para que sintiera el reciente endurecimiento en su entrepierna.
Missa gimió y su espalda se arqueó por los empujones, aprovechando la posición para abrirlo de piernas y ponerlas sobre sus hombros.
Tenía a su esposo a su merced, gimiendo por los toques que le daba y con su entrada húmeda y goteando con sus fluidos, esperando impacientemente por recibirlo.
Lo tomó por los muslos y lo abrió más de piernas, acercando su boca hacia su caliente entrada para lamerla.
Su marido se retorció y tembló cuando su lengua entró, dejando escapar esos dulces sonidos que lo enloquecían por la sensación.
Sus manos apretaron con fuerza sus caderas, acercándolo a él y embistiéndolo, probando cada parte de su interior.
Lamió y chupó con ganas, asegurándose de meter su lengua en lo más profundo.
Pronto, sus fluidos salieron disparados y los recibió gustosamente, saliendo de su interior con una placentera sonrisa.
Missa era un bonito desastre a sus ojos.
Su cabello desordenado y mojado por el sudor, sus mejillas pintadas de tonos rojizos y sus labios estaban de la misma forma por el beso y las mordidas que le dio.
Su pecho subiendo y bajando con rapidez y sus piernas temblando mientras su lubricante natural seguía saliendo por la reciente experiencia.
No pudo contenerse con una escena tan erótica frente a él.
Afirmó el agarre en sus caderas y entró, comenzando con los fuertes choques, haciéndolo gritar de placer con cada profundo golpe.
Su interior era tan húmedo y cálido, ajustándose perfectamente a su miembro cuando se abría paso entre sus paredes internas.
Adoraba que el cuerpo de su marido fuera tan único, que sea semi transparente lo ayudaba a ver cómo entraba y chocaba contra él, y eso solo lo excitaba más.
Su cerebro de pájaro le jugaba en contra, porque cuando la imágen de Missa esperando un hijo suyo llegó a su mente, lo animaba y lo impulsaba a aumentar la fuerza y velocidad de sus estocadas.
No sería la primera que tenían un hijo, tenían a Chayanne desde hace años.
Pero la diferencia es que él era adoptado.
Nunca tuvo la oportunidad de ver a Missa durante un embarazo, con su panza abultada mientras esperaba un hijo de ambos.
Sus pupilas se dilataron más de lo que ya estaban y sintió un cosquilleó en su miembro por la imágen mental, chocando contra él hasta que expulsó todo.
Llenó cada rincón de su interior y soltó un graznido satisfecho con el resultado.
El vientre abultado de Missa por la descarga y el líquido espeso todavía saliendo de él.
Con eso no habría dudas de que tendría un embarazo, lo cual lo ponía contento.
Lo abrazó y rodeó con sus alas, arropándolo y ronroneando con una enorme sonrisa.
Missa se acurrucó en su pecho y le regresó el abrazo, cayendo dormido al poco tiempo.
Besó su frente y acarició su cabello con cariño, aumentando su sonrisa.
Tendría que conseguir una prueba de embarazo cuánto antes.
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Chapter 19: •Solicitud 18•
Summary:
Deathduo 🫶
Chapter Text
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Uno de los cuervos de Philza lo estaba siguiendo, otra vez.
Realmente no sabía por qué siempre los mandaba a seguirlo cuando salía, tal vez para cuidarlo y que no se metiera en problemas.
Por alguna razón, era un imán para atraer el peligro, más cuando estaba anocheciendo como ahora.
Tallulah llamó al cuervo y el animal se paró en su mano, mirándola fijamente para luego soltar ruidos.
Missa se acercó al cuervo y lo acarició por debajo de la barbilla, sonriendo al escucharlo ronronear.
Había algo diferente en él que lo diferenciaba de los demás, era más pequeño y tenía un accesorio en su pecho.
Un corazón rojo.
Notó como el cuervo abría su patita y dejaba caer un papel arrugado al suelo.
Raro.
Lo recogió y lo desdobló, comenzaron a leer la pequeña nota confundido.
Estaba escrita con carbón, torcida y las letras que no eran del todo legibles, pero alcanzó a leer la mayoría de lo que decía.
"¿Eres Philza...?"
El cuervo asintió varias veces y voló hasta su hombro, frotando su pico y su cabeza contra su mejilla.
¿Cómo es posible qué ahora fuera un cuervo?
No tenía sentido, él nunca le dijo que podía transformarse en animal.
Solo le había contado sobre sus alas, pero solo eso.
"Imagino que no puedes hablar, ¿verdad?" El ave negó y sacó su teléfono para utilizar el teclado. "Señala con el pico la letra y yo escribiré"
Philza se paró en su mano, picoteando rápidamente el teclado y Missa presionó cada letra que señalaba.
"Federación mala lo hizo, experimento, días"
Leyó en voz alta y el cuervo se acurrucó contra su mano.
Con días imaginaba que era el tiempo en el que estaría convertido en cuervo, porque esa mañana lo vio y todavía era una persona.
Chayanne y Tallulah lo cargaron como si fuese un bebé, preocupados por lo que pudieron haberle hecho a su papá para transformarlo.
Él también estaba preocupado, pero no quería asustar a los niños si se comenzaba a poner ansioso o paranoico.
Solo quedaba cuidarlo hasta que pasen esos días, no era mucho tiempo.
Soltó una carcajada cuando lo vio panza arriba y con las patitas estiradas, recibiendo gustosamente caricias en el estómago mientras ronroneaba.
Viéndole el lado bueno a la situación, era adorable, podría ser divertido.
"Vamos a casa a cuidarlo hasta que pasen un par de días, Phil estará bien y volverá a la normalidad, no se preocupen"
Agarró las manos de los niños y los cuatro fueron devuelta a su hogar, con Philza volando alrededor de ellos y soltando ruidos para llamar su atención.
Ellos solo se aguantaban la risa para que él no se enojara, pero no podían evitar reírse cuando les jalaba el cabello y se frotaba contra ellos.
Era bastante tierno.
Al llegar a su hogar, Phil voló por toda la habitación y se acostó en la almohada de su cama, acurrucándose ahí.
Missa se acercó con Chayanne y Tallulah, acariciándolo entre los tres y llenándolo de dulces palabras para que no se sintiera mal por su nueva forma.
Philza se sentía somnoliento por todo el cariño que le estaban dando, durmiéndose al poco tiempo.
Cada uno le dio un besito en la cabeza y se acostaron todos juntos, abrazándose y cayendo dormidos.
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Al día siguiente, Chayanne fue el primero en despertar, estirándose y abrazando con más fuerza a su hermanita y a su papá.
Le gustaría que durmieran todos juntos más seguido.
Luego se dio cuenta de que su papá Philza no estaba en la almohada y no había forma de que pudiera salir.
Todas las puertas estaban cerradas.
Vio una de las ventanas entreabiertas y jadeó sorprendido.
Abrió la ventana.
Escribió rápido en uno de sus letreros y fue con su papá Missa, agitándolo para despertarlo.
al verlo despertar, le acercó el letrero a la cara para que lo leyera.
"¿Papá Philza se escapó por la ventana?" Repitió con la lengua enredada por el sueño, reaccionando de repente y levantándose para ir hacia la ventana.
Miró perplejo como estaba abierta, cargando a Tallulah en su cadera al verla despierta y confundida, lo mismo hizo con Chayanne y salieron de la casa.
Buscaron a Philza por todas partes, por el huerto, por cada rincón de la casa y en otros lugares de la isla sin encontrarlo.
Ya estaba entrando en pánico, era un cuervito pequeño, no podría defenderse si algo o alguien más grande que él lo atacaba.
Al menos podía volar, pero un miedo lo invadió cuando pensó en algo.
¿Y si sus alas se lastimaban?
Ahora volaba como antes, pero estaba la posibilidad de que la Federación le hiciera lo mismo otra vez si se lo topaban.
Sentiría una inmensa tristeza si encontraba a Philza y sus pequeñas alas estaban heridas.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no sintió un peso sobre su hombro y los niños jalándolo de su ropa para llamar su atención.
Reaccionó cuando escuchó un fuerte graznido en su oído, chillando asustado y mirando a Phil sobre su hombro, con sus ojos negros y grandes viéndolo fijamente.
Suspiró aliviado de que estuviera bien y se dio cuenta de todas las cosas que tenía en su pico y en sus patas.
Tenía flores, semillas y minerales brillantes, también diferentes tipos de piedras.
Lo miró confundido y Philza se frotó contra su rostro, volando hacia su cabeza y escondiéndose debajo de su capucha, arreglando su cabello y acomodando las cosas ahí.
"¿Está construyendo un nido con tu cabello?" Leyó el letrero de Tallulah, riéndose nervioso al sentir su cabello siendo jalado y sus garritas en su cuero cabelludo. "Creo que eso parece, vámonos"
Les sonrió a sus hijos y fueron al jardín de la niña para que recogiera flores, ella les había dicho que quería hacer un regalo para todos.
Tallulah les dio la orden de buscar flores pequeñas y grandes, hermosas y de diferentes colores.
Philza obedeció a su pequeña polluelo, arrancando flores y acumulándolas en su pico para luego dejarlas caer sobre su cabello rizado.
Ronroneó contento por las caricias que recibió por parte de ella, arrancando más para lo que sea que quisiera hacer.
Cuando ya tenía suficientes flores, comenzó a hacer coronas para cada uno, pero a su papá Philza le hizo un collar con las flores pequeñas.
Se lo colocó en el cuello y Phil lo miró por unos segundos, retorciéndose entre las flores y contra sus piernas, soltando suaves ruidos.
Le encantaba el collar, más porque lo hizo su pequeña.
Luego volvieron a casa y cenaron juntos, acostándose nuevamente en la cama para dormir abrazados.
No sabían cuánto tiempo tardaría en volver a la normalidad, los días no eran exactos.
Pero Philza estaba feliz de tener una familia tan linda y amorosa a su lado.
Lo cuidaban con amor, se aseguraban de que estuviera bien en todo momento y lo llenaban de mimos.
Saltó de la almohada a la cabeza de Missa, acurrucándose en su cabello y cerrando los ojos para dormir.
Cuando volviera a la normalidad, les regresaría todas las muestras de cariño y más.
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Chapter 20: •Solicitud 19•
Summary:
Deathduo/Phissa 💜💚
Chapter Text
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Philza era inmortal, y como un ser de vida eterna, ha pasado por muchas cosas a lo largo de su vida, muchas de ellas las recordaba y otras las olvidó con el tiempo.
Su esposo también lo era, lo supo cuando se conocieron por primera vez al ser emparejados para cuidar a un niño, sintió una inmediata conexión con él sin poderlo evitar.
Missa era un hombre muy dulce y divertido, también era un padre excelente y amoroso.
Su pequeño Chayanne los amaba a los dos y se esforzaba cada día para ser un gran guerrero y poder proteger a todos.
Amaba a su pequeña familia, la cual iba creciendo poco a poco con la llegada de Tallulah.
La hija de Wilbur, uno de sus hijos mayores.
La familia crecía y cada día su amor por Missa también crecía más.
Tampoco es que fuera su culpa, nadie podía culparlo por haberse enamorado.
Ambos se complementaban, como si hubiesen sido hechos para estar juntos, era simplemente perfecto para él.
Cuando Missa dormía, le gustaba acariciar su cabello y rostro, era una de las pocas ocasiones en las que podía verlo sin su capucha y su máscara cubriéndolo por completo.
Y era muy bonito, así que se tomaba el tiempo de admirarlo detenidamente.
Pero su rostro se le hacía extrañamente familiar, como si ya lo hubiese visto en un pasado.
Porque tal vez no podía recordar ciertas cosas porque ha vivido por demasiado tiempo, pero sentía que de verdad lo conocía de antes.
Y eso solo lo confundía.
Rodó por la cama para darse la vuelta, quedando frente a frente con Missa dormido.
En esa posición, podía sentir su suave aliento contra sus labios, haciéndolo sonreír junto a un sonrojo.
Su rostro de verdad era muy lindo.
Acarició con cariño su mejilla y juntó sus frentes, aumentando su boba sonrisa.
"¿Sabes? Me recuerdas a alguien que conocí hace muchos años... Pero no puedo recordarlo con claridad"
Murmuró un poco desanimado y dirigió sus manos hacia sus caderas, rodeándolo con sus alas para abrazarlo y poder acercarlo más hacia su cuerpo.
No quería compararlo con alguien más, Missa ya tenía suficientes problemas de autoestima para que ahora le viniera con eso, no le parecía correcto hacer una comparación porque se sentiría muy mal.
pero se le hacía imposible.
Se parecía mucho a... Él.
Y no recordar a esa persona que era tan cercana a él le bajaba los ánimos.
Lograba recordar vagamente una promesa que se hicieron cuando eran más jóvenes.
Una promesa de encontrarse de nuevo en algún momento de sus vidas.
¿Por qué lo olvidó si eran tan cercanos antes?
Missa se movió y se acurrucó en su pecho, enredando su pierna con la del rubio para mantenerlo cerca.
Philza sonrió y besó su frente y mejillas, cerrando los ojos para dormír mejor por el calor de su cuerpo.
Pero unas imágenes llegaron e inundaron su mente y le fue difícil no volver a ver el rostro de su esposo.
Comenzó a recordar a un chico alto de cabello oscuro, ojos luminosos y morados, con la esclerótica tan oscura como su cabello cuando usaba una máscara de-
¿A quién quería engañar?
Ese chico que conoció cuando era más jóven era obviamente Missa, no podía ser más claro.
Le pareció curioso y un tanto irónico las vueltas de la vida, porque se prometieron volver a verse algún día hace siglos si recordaba bien.
Pero lo olvidaron con el pasar de los siglos.
Y ahora mírenlos, amándose, felizmente casados y con un par de adorables hijos que amaban con todo su corazón.
Le hubiese gustado recordar todo cuando lo volvió a ver, pero no se quejaba.
Ambos cumplieron su promesa y se volvieron a ver.
Ahora estarían disfrutando la compañía del otro y estando eternamente juntos.
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Chapter 21: •Solicitud 20•
Summary:
Deathduo/Phissa 💜💚
Chapter Text
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Se prometió no llorar de nuevo por algo que sabía que iba a pasar tarde o temprano.
Pero seguía doliendo mucho, justo como la primera vez que pasó.
Estaba profundamente enamorado de un chico.
¿El problema?
La persona que amaba era mortal y él inmortal, por lo que moriría en algún momento.
No tendría problema con eso, dolería, pero esperaría ansioso que reencarnara para buscarlo.
El verdadero problema es que nunca podrían estar juntos.
Missa tenía una maldición, una horrible maldición que lo asesinaba de forma trágica cuando ambos se iban a confesar sus sentimientos.
Los dos estaban destinados y él era consciente de eso, Missa nunca se enamoraba de nadie hasta que lo conocía.
Y eso lo llevó hasta ese momento, donde lloraba un mar de lágrimas mientras sostenía en sus brazos su cuerpo ensangrentado e inerte.
Siempre ha tratado de evitar que la muerte fuera a reclamarlo, pero él en cada una de sus vidas, moría de una forma tan inesperada que no la veía venir.
Envenenamiento, alguna enfermedad mortal que aparecía de repente, accidentes repentinos y brutales asesinatos eran algunas de las muertes que le tocó presenciar.
Lo peor es que eran muertes lentas y dolorosas, como si alguien lo hubiese maldecido para que los dos sufrieran, especialmente Missa.
Y no podía resistirlo más, era una tortura eterna para ambos.
Para Philza por tener que presenciar frente a él sus muertes sin poderlas evitar. Y para Missa por tener que morir entre terrible agonía una y otra vez.
Aunque cuando volvía a reencarnar no recordaba nada de lo que ocurrió en su vida pasada, podía notar las secuelas que aparecían cuando se acercaba a él.
Cicatrices aparecían mágicamente en su cuerpo, al igual que pequeñas heridas en los lugares donde fue anteriormente asesinado con armas, y dolores musculares por los golpes y enfermedades que tuvo.
Estaba sufriendo por su simple presencia y se sentía horrible por verlo lastimado por su culpa.
Así que después de siglos, cuando por fin descubrió como romper la maldición que lo aprisionaba, sintió una inmensa felicidad después de tanto tiempo.
Pero ahora había otro problema.
Si rompía la maldición, Missa no volvería a reencarnar luego de morir, eso significaba que no lo volvería a ver más.
Solo tendría una única vida para estar a su lado.
Por otro lado, si no la rompía, seguiría reencarnando y podría verlo en todas sus vidas.
Pero seguiría muriendo repentinamente cuando se confesaran.
Odiaba con toda su alma a la persona que lo maldijo, por ponerlo en esa espantosa decisión sobre la vida de su destinado.
Ahora por su culpa tenía que decidir si volver a verlo o no.
Estar solo toda su eterna vida después de que muriera o estar con él todo el tiempo pero verlo sufrir y morir.
Estuvo pensándolo por años mientras esperaba que Missa volviera a reencarnar.
Tenía que tomar la decisión correcta, tenía que hacerlo.
Los años siguieron pasando y por fin tomó una decisión.
Cuando Missa nació, rompió la maldición.
No quería que sufriera más, se aseguraría de que esa única vida a su lado fuera la mejor para los dos.
Los años siguieron pasando y Missa se convirtió en un adulto jóven y atractivo, en el momento justo donde debían conocerse.
Lo siguió al salir de su trabajo, deteniéndolo a medio camino al agarrar su brazo.
Lo miró con un brillo en sus ojos, una felicidad mezclada con tristeza invadiéndolo por completo al no ver las secuelas apareciendo por su cuerpo.
Missa se sonrojó ligeramente al verlo y se soltó de su agarre, observándolo confundido.
"¿Te conozco?"
Dejó escapar una risa apenada y emocionada de sus labios, negando con su cabeza.
"No... Pero me gustaría mucho conocerte"
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Chapter 22: •Solicitud 21•
Summary:
Phissa 🫶
Chapter Text
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Un enorme pánico lo invadió al descubrir que estaba esperando un bebé.
No entendía la razón, sí, mantuvo sus partes íntimas intactas después de su transición y no usó protección cuando tuvo relaciones con su esposo la última vez, pero no ha tenido su periodo menstrual en años.
Y lo peor es que antes le habían dicho que era estéril, no había forma de que tuviera un embarazo.
Le mintieron o no le hicieron las pruebas bien hace años.
Estaba emocionado y aterrado, embarazarse y tener un hijo biológico no era lo mismo que adoptar.
Porque él ya ha tenido hijos, no eran biológicos, pero los amaba como si fueran de su sangre.
Philza se veía contento, confundido y asustado por la noticia, asustado y confundido porque literalmente lo encontró en la mañana vomitando hasta su alma en el baño para luego desmayarse.
Ambos seguían asustados después de eso.
Pero según lo que les dijeron, tenía dos meses de embarazo y los mareos y desmayos eran normales, aunque debió haberlo sospechado desde antes por los síntomas que tuvo.
Los pinchazos en la zona pélvica nunca los había sentido antes, los cambios en su antojo y humor eran repentinos e irregulares, al igual que sus dolores de espalda y ganas de ir al baño.
Debió haberlo sospechado o decir algo, pero pensó que estaba enfermo, confió demasiado en su supuesta infertilidad.
Cuando llegaron a casa, Philza se notaba sumamente nervioso y paranoico con lo que le pudiera pasar.
Casi le dio un ataque cuando lo vio caer al suelo por tropezarse con una piedra.
Así que lo obligó a llevarlo a la cama en sus brazos.
No iba a negar que le gustaba esa atención, le encantaba que lo mimara.
Philza siempre ha sido muy cariñoso con él, ahora lo era más y eso lo hacía felíz.
El rubio se fue corriendo a la cocina después de dejarlo delicadamente en la cama, diciéndole que le prepararía algo de comer, no le dio tiempo de negarse porque ya se había ido.
Bueno, comer algo no le vendría mal, solo esperaba no volver a vomitar.
Apenas se fue, Chayanne y Tallulah aparecieron por la puerta, mirándolo con brillos en los ojos y preguntándole si podían tocar su estómago.
Asintió con una sonrisa, su vientre apenas estaba abultado y la diferencia no era mucha, pero era tierno que aún así quisieran sentirlo.
Chayanne fue el primero en colocar su mano, dejando suaves caricias mientras Tallulah lo imitaba.
"Te protegeré, papá. También a mi hermanito o hermanita"
Besó su frente y acarició su cabello, aumentando su sonrisa por sus palabras.
"Sé que lo harás, eres un niño muy fuerte y valiente"
Ambos niños se acostaron a sus costados, sonriendo y continuando con las caricias.
Cuando Philza regresó con un plato en la mano, sintió un calor alojarse en su pecho al ver esa adorable escena.
Se acercó y dejó el plato en la mesita de noche, sentándose en la cama y mirando a su marido con timidez.
"¿Puedo...?"
"No tienes que preguntar, solo házlo"
Soltó una risa y recostó su emplumada oreja en su vientre, acariciándolo con suavidad.
"No veo la hora que nazca, ya quiero tener al pequeño o a la pequeña con nosotros" Lo besó y siguió con las caricias.
"Yo tampoco veo la hora'
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Despertó sobresaltado al escuchar a su esposo llorando, sentándose en la cama y tomándolo del rostro con preocupación.
"¡¿Qué tienes?! ¡¿Estás herido?!"
"¿P-por qué me veo tan gordo?" Preguntó entre lágrimas, señalando su vientre expuesto, su camisa favorita ya no lo podía cubrir por lo abultado que estaba.
Suspiró aliviado y se aguantó la risa, acariciándolo con suavidad.
"Tienes casi ocho meses, es normal que tu ropa de siempre ya no cubra tu panza"
Su respuesta solo hizo que su llanto aumentara, abrazándolo y siendo empujado por él.
"¡N-no me toques, me dijiste gordo!" Se intentó limpiar las lágrimas y segundos después lo volvió a abrazar. "Mejor abrázame, y tráeme mucha comida"
Se rió discretamente para no molestarlo más, rodeándolo con sus brazos y alas.
"¿Qué quieres comer?"
"Quiero pizza"
Hizo una mueca, desde que comenzó el embarazo se había asegurado de alimentarlo con pura comida saludable.
Siempre ha evitado la comida con mucha grasa y chatarra, pero eso era lo que siempre quería.
"Sabes que no puedes comer pizza"
Missa lloró con más fuerza al escucharlo, apartándolo y levantándose enojado para ir hacia su clóset.
"¿A dónde vas?"
"Me voy a la pizzería de Bad a comprarle una pizza porque tú no me la quieres dar"
Philza lo miró completamente confundido, sin saber qué hacer o decirle.
De verdad no sabía qué hacer cuando tenía sus cambios de humor repentinos.
Dejó escapar una risa al ver que su suéter tampoco cubría su panza, sintiendo un golpe en su rostro cuando le tiró un peine.
"¡No estoy gordo, no te rías!" Cambió su postura para caminar hacia la puerta, deteniéndose al sentirse mareado y con ganas de vomitar.
Philza fue rápido hacia él al darse cuenta y lo llevó hacia el baño, recogiendo su cabello y acariciando su espalda mientras expulsaba su cena por el inodoro.
Los últimos meses no eran nada fáciles, se volvieron peor.
Las náuseas y mareos eran constantes, al menos ya no se desmayaba como antes, pero podría pasar.
Suspiró y esperó a que terminara, limpiando su rostro y levantándolo para que se pudiera cepillar los dientes.
"¿Todavía quieres la pizza?"
"Por supuesto que sí, y la quiero ahora"
Asintió despacio, una sola pizza no le haría daño, lo abrazó y dejó un beso en sus mejillas, llevándolo devuelta a la cama cuando terminó de lavarse los dientes.
Lo acomodó y arropó, diciéndole que volvería con su pizza y saliendo de su hogar, de noche y con sueño.
Todos esos meses han sido difíciles y estresantes, pero no cambiaría nada de lo que hicieron.
No se arrepentía de que un nuevo integrante llegara a sus vidas y se integrara a su familia.
Estaba contento, bastante, ha sido una de las mejores cosas que le han pasado en la vida.
Y cuando el pequeño o la pequeña naciera, se aseguraría de que toda su vida se sintiera amado y fuera igual de felíz que ellos.
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Chapter 23: •Solicitud 22•
Summary:
Deathduo/Phissa 🫶
Chapter Text
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Aquella explosión en la noche preocupó a todos, pero aunque revisaran toda la zona, no parecía haber ningún tipo de daño en la isla.
Eso los extrañó.
Pero si no veían los rastros de la explosión por ninguna parte, tal vez no era algo tan importante.
O al menos algo de lo que no deberían asustarse.
Todos volvieron a dormir, internamente preocupados pero intentando no pensar en eso.
Los siguientes días, la Federación los reunió y dio el comunicado de que nada malo estaba pasando, que todo estaba bien y podrían seguir con sus vidas con normalidad.
Pero la gran mayoría no les creía, principalmente porque tras la explosión, habían comenzado a sentir ciertos dolores y aparecían marcas en sus cuerpos sin razón.
Tenían miedo de que fuera debido a una explosión tóxica y que ahora estuvieran enfermos de algo contagioso y mortal.
Pero sus dudas y quejas no fueron respondidas.
Semanas después, Philza se sentía débil y adolorido, al igual que otros habitantes.
Su marido se sentía mal por verlo en ese estado, por lo que ha visto, su dolor más grande estaba en la espalda.
Así que delicadamente le quitó la camisa para ver lo que tenía, tal vez era una herida o algo así que quedó infectada.
Pero no esperó toparse con un par de diminutas alas negras, las cuales se movían frenéticas al ser liberadas de la ropa.
Eran mucho más pequeñas que su mano, suponía que en algún momentos crecerían más.
Las tocó con su dedo, escuchando un ruido parecido a un graznido escapar de su marido.
Intentó disimular su sorpresa, Phil estaba muy adolorido como para darse cuenta del sonido que acaba de dejar escapar, siguió detallando su cuerpo, encontrándose con pequeñas plumas en diferentes lugares, en especial en el pecho.
"Creo que esa explosión te hizo algo malo..." Le dijo a Phil, viendo la expresión preocupada que le dirigía.
"¿Tú estás bien?"
Asintió no muy seguro de su respuesta, no ha tenido dolores como la mayoría, solo pequeñas molestias.
Pero se estaba empezando a preocupar, no sabía lo que le podría esperar.
Philza levantó su ropa para comprobar que estuviera bien, entrando en pánico al ver su expresión desconcertada.
"¿Q-qué tengo? ¿Es malo?" Preguntó nervioso, bajando la mirada solo para ver parte de su piel traslúcida, mostrando sus huesos.
Eso lo hizo hiperventilar y llenarse de pánico.
Podía ver sus huesos a través de su piel.
¿Su piel estaba desapareciendo?
"¡P-Phil! ¡Se me está cayendo la piel, se me está cayendo la piel" Las lágrimas se le escaparon y cuando caminó cerca de la ventana, chilló al sentir un fuerte ardor en su piel.
Sentía como si se hubiese quemado con aceite caliente, su piel se sentía demasiado delicada y adolorida.
Philza lo alejó de inmediato de la ventana, revisando con completa preocupación y pánico las quemaduras que se hizo en un segundo.
"Tenemos que reunirnos con los demás"
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Cuando ya todos llegaron al punto de reunión, pudieron notar que la gran mayoría tenían nuevas características y otros estaban irreconocibles por su nueva apariencia.
Por Ejemplo: Foolish por alguna razón, ahora tenía la piel dorada y enormes ojos esmeralda, también era parte tiburón por lo que podían ver.
Bad también había cambiado bastante, su piel ahora era oscura, tenía cuernos y ojos brillantes y completamente blancos, además de una cola de demonio que se agitaba ansiosa por la situación.
Uno de los principales temas fueron sus hijos, los niños de todos también habían cambiado, sus nuevas características físicas pareciendo una especie de fusión de sus padres.
Philza a ese punto ya tenía plumas por casi todo el cuerpo que le picaban, y sus alas habían crecido en tamaño muy rápido.
Missa estaba cubierto de pies a cabeza con ropa gigante y abrigada, cubriéndose lo más posible de la luz solar y de los demás, sobre todo porque estaba avergonzado de su apariencia.
Discutieron todos los cambios anormales que han estado teniendo y llegaron a dos conclusiones.
La primera era buscar una cura para volver a la normalidad lo antes posible.
Y la segunda era resignarse a quedarse con sus nuevas apariencias y aprender a vivir con ellas.
Casi todos veían más probable la segunda, no tenían muchas esperanzas de encontrar una cura que los ayudara.
Todos volvieron a sus hogares y Phil trató de convencer a Missa de quitarse todas las capas de ropa.
Ya estaban en casa, la luz no le haría daño.
Pero se seguía negando al sentirse asqueroso por mostrar sus huesos por la transparencia de su piel.
Phil solo suspiró y se acostó en la cama, estirando sus alas. Prefería quedarse acostado, el gran tamaño de las alas hacía que perdiera el equilibrio al caminar.
Además, eran pesadas y no las controlaba muy bien.
Se acercó a su esposo e inconscientemente ronroneó al besar su mejilla expuesta, rodeándolo con sus alas para brindarle calor.
El de cabello oscuro sonrió ligeramente al sentir las plumas, mirándolo sorprendido después de unos segundos.
"¿Acabas de ronronear?"
El sonido paró repentinamente, siendo reemplazado por un fuerte sonrojo en las mejillas del rubio.
"...No"
"Házlo de nuevo" Respondió de inmediato, tomándolo de las mejillas y acariciándolas con cariño, soltando una risa al escuchar nuevamente el ronroneo involuntario. "Eres muy lindo, tal vez este cambio me guste"
Lo acarició debajo de la barbilla, provocando que el sonido se intensificara y sus pupilas se dilataran.
"Creo que esto me está gustando" Se arrastró por la cama hasta sus piernas, recostándose en su regazo. "Tú también te ves muy lindo, aunque te prefiero sin tanta ropa encima"
Missa se rió avergonzado, quitándose la capucha y besando la punta de su nariz.
Ese cambio en sus cuerpos seguía siendo incómodo y raro, pero encontrarían una cura tarde o temprano.
Y si no la encontraban, se ayudarían mutuamente para poder sentirse bien con sus nuevas características.
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Chapter 24: •Solicitud 23•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Cómo Omega, sabía que no entraba en la categoría "atractivo" para los Alfas y eso lo entristecía.
Era más alto que la mayoría de los Alfas, cuando debería ser de estatura baja para los estándares, era bastante delgado y sobre todo, sabía que de rostro y cuerpo tampoco era bonito.
Si no encajaba en ninguna de las cosas que todos consideraban atractivas en los Omegas, ¿cómo iba a esperar qué alguien lo amara?
Ya se había mentalizado que nunca iba a llamar la atención de alguien de forma positiva, se lo han dicho una infinidad de veces en un pasado.
Que tal vez lo único que pueda inspirar sea desagrado y rechazo.
Que estuviera casado tampoco contaba, su esposo y él fueron asignados por el gobierno, su "matrimonio" no era basado en algo romántico.
Pero aún así lo amaba.
Y odiaba sentir que nunca lograría llamar su atención, que solo estaba por él por obligación.
Incluso era más alto que él, una total vergüenza.
Se miró en el espejo, detallando su reflejo y sintiendo sus ojos arder por las lágrimas.
Era muy feo y flacucho, siempre le ha costado ganar peso y se notaba por las pocas curvas que se notaban por el tipo de ropa que usaba.
Dejó escapar un sollozo de sus labios, dándose cuenta de que habían abierto la puerta de la habitación.
Ahí parado estaba Philza, su esposo asignado por el gobierno.
En un principio no se inmutó al verlo, pero luego se acercó preocupado apenas notó que estaba llorando.
"¿Qué tienes, Missa? ¿Te sientes mal?"
Sintió sus manos en sus mejillas, tratando de deshacerse de las lágrimas que seguían cayendo.
"¿S-soy feo?" Preguntó en un hilo de voz, bajando la mirada para evitar verlo a los ojos.
Podía sentir su olor intensificarse por su pregunta y emociones, mareándolo un poco.
"¿Feo? Por supuesto que no, eres muy bonito" Acarició su cabello con suavidad y agarró su mano. "¿Quién te dijo lo contrario?"
Negó con su cabeza y se dejó guiar hacia la cama, sentándose ambos frente a frente.
"No me han dicho nada, solo son estupideces mías..." Suspiró temblorosamente, limpiándose las lágrimas con su mano. "E-es que ya sabes... No cumplo con ningún requisito para ser considerado atractivo para los Alfas, nadie me mira y no llamo la atención como debería"
"¿Y a quién le importa eso? Son puras idioteces"
Se quedó callado ante eso, sintiendo sus brazos rodearlo y su rostro escondiéndose en el hueco de su cuello.
Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando comenzó a olfatearlo y a frotar su mejilla contra su piel.
"A mí no me interesa lo que digan esos estereotipos sobre los Omegas, me gustas tal y como eres, para mí eres bastante atractivo"
Besó su cuello y se separó, acomodándolo en la cama para acostarlo y poder acurrucarse contra él.
"Además, tengo un gusto culposo cuando los Omegas tienen el cabello oscuro y son más altos que yo"
Confesó y sonrió al escuchar su risa avergonzada, tomándolo de las mejillas para besar todo su rostro.
Su matrimonio podrá ser obligatorio desde un principio, pero lo había empezado a amar y a decir con orgullo que eran esposos.
Quería que todos supieran que tenía al mejor y más lindo Omega en el mundo a su lado.
Se subió sobre él y lo abrazó con fuerza por las caderas, acariciándolo con suavidad y cariño.
"Tienes un cuerpo muy lindo y tu rostro lo es todavía más" Besó varias veces su mejilla, viéndolo sonreír. "Tienes una belleza llamativa y diferente, me atraes mucho. ¿Sabes? No necesitas la aprobación de alguien para sentirte bello porque ya lo eres"
Agarró su mano y entrelazó sus dedos, hundiendo su naríz en su cuello cuando comenzó a soltar su olor.
"¿De verdad piensas todo eso de mí...?" Sus ojos se cristalizaron de nuevo, sonriendo genuinamente cuando todos los cumplidos se quedaron grabados en su mente.
"Todo eso y mucho más, más de lo que te puedes imaginar"
Salió de su cuello y le sonrió, inclinándose hacia su rostro para besar tiernamente sus labios.
Para él, Missa era el Omega más precioso que jamás haya visto.
Y se lo recordaría en todo momento.
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Chapter 25: •Solicitud 24•
Summary:
Deathduo 🐦⬛💀
Chapter Text
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Lloraron de felicidad cuando Chayanne y Tallulah volvieron a casa sanos y salvos.
Todo el tiempo de búsqueda y preocupación sobre su paradero habían válido la pena.
Descansaron en el hospital y ahora estaban mejor que nunca.
Felices de estar devuelta y reencontrarse con sus padres, los habían extrañado demasiado.
Missa regresaba de su trabajo mucho más seguido que antes y se quedaba más tiempo en su hogar.
Lo cual alegraba de sobremanera a Philza, se le podía notar de lejos la felicidad que irradiaba por tener a toda su familia unida de nuevo.
Los cuatro juntos regresaron a su hogar, abrazando con fuerza a los niños y llenándolos de amor.
Hasta que llegaron volando los Mini Me's del rubio, llevando en sus brazos a los de su esposo.
Se quedaron paralizados al ver a Chayanne y a Tallulah, sus pupilas dilatándose y aproximándose rápidamente hacia ellos.
Los niños estaban totalmente confundidos, ¿por qué habían versiones en miniatura de sus padres?
Ambos dirigieron sus miradas hacia los adultos, esperando alguna explicación.
"Son Mini Me's, son versiones pequeñas de nosotros que la Federación nos dio mientras no estaban, sé que es un poco raro"
Explicó Philza, riéndose cuando Little Shit dejó a Missurini en el suelo y voló hasta quedar frente a frente con Chayanne, mirándolo fijamente con sus enormes ojos.
Chayanne lo miró devuelta, un poco incómodo cuando lo sintió golpear un par de veces su máscara de esqueleto y oliéndole el cabello.
Pero luego se calmó, levantando un poco la máscara con dificultad y acercándose más para abrazar su mejilla, frotándose con cariño.
Bueno, tenía que admitir que era adorable.
Levantó en su mano a Missurini cuando sintió que estaba escalando su ropa, sonriendo cuando su acurrucó en su mano.
Volteó a ver a Tallulah, mirándola sentada en el piso con Little Twat escondido en su gorrito de hongo, mientras que Missurini 2 estaba sentado en su hombro, trenzando pequeños mechones de su cabello.
Eran versiones en miniatura de sus padres, claramente tendrían un apego con ellos.
Fueron a la habitación de los niños, dejando a los Mini Me's en la cama, pero volvían a intentar acercarse a ellos.
Estaban muy apegados, más de lo que pensaron.
Little Twat salió volando de la habitación, regresando con dos fresas casi de su tamaño en sus bracitos.
No tenían ni idea de dónde las sacó, pero se veía contento por conseguir las frutas.
Se acercó a Chayanne y empujó la fresa contra sus labios, chillando felíz cuando abrió la boca y se la comió.
Lo mismo hizo con Tallulah, solo que ella ya tenía la boca abierta para recibir la fresa.
El Mini Me aplaudió animado y los abrazó, regresando con Missurini para darle una uva que tenía escondida en su sombrero.
No sabían que pensar de ellos, era extraño tener que ver versiones pequeñas de sus padres.
Pero por otro lado, eran muy tiernos y atentos.
Philza que estaba viendo todo en silencio junto a Missa, se acercó a Little Twat y le dio un golpe en la cabeza con el ceño fruncido.
"Deja de robar fruta, pequeño imbécil" Lo regañó y el pequeño gruñó, mostrando sus afilados dientes y volando hacia él para morderlo y jalarle el cabello, mientras Missa trataba de quitárselo de encima.
Chayanne rió con suavidad y vio a los otros dos acurrucados y dormidos sobre su almohada.
Al parecer cada uno tenía a su compañero, porque en todo momento estaban juntos en pareja.
Se acercó a Missurini que seguía comiéndose la uva, tocándolo con su dedo y acariciando su cabello.
Podría acostumbrarse a ellos.
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"Atrapa, Chayanne"
Le había contado a su papá Missa que quería cocinar algo para todos con su ayuda, mientras su papá Philza estaba ayudando a Tallulah con su jardín.
Se decidieron por hacer un par de tartas juntos, entre ellas, una de manzana.
Cuando Missa lanzó la manzana hacia el niño, Little Twat la atrapó con dificultad, mirando feo a la fruta como si fuese pura basura.
Algo que mencionar, es que los Mini Me's se habían dividido para acompañarlos, Philza y Tallulah estaban con Little Shit y con Missurini.
Y ellos estaban junto a Little Twat y Missurini 2.
Y sin exagerar, ambos estaban muy sobreprotectores con ellos, especialmente con Chayanne.
El Mini Me voló hacia Missurini 2 y puso la manzana entre ellos, oliéndola y mordiéndola al mismo tiempo, obteniendo la misma reacción.
Desagrado.
Golpearon la manzana con sus manitos, chillando enojados y arrojándola por el muro.
Padre e hijo se miraron entre ellos en silencio, notando como se arrojaban en la cesta con las manzanas, desechando por el muro las que no les gustaban.
Eso era lo más raro que han hecho hasta ahora.
"...Te juro que normalmente no actúan así"
El rubio asintió sin comprender, escuchando los gritos lejanos de su otro padre.
Philza estaba siendo perseguido por Little Shit, el cual le estaba arrojando piedras diminutas con enojo, Missurini estaba en las manos de Tallulah, rodeado de flores y siguiendo de cerca a su padre.
Eso fue lo segundo más raro ese día.
"Así tampoco actúan... Al menos no todo el tiempo"
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Chapter 26: •Solicitud 25•
Summary:
Phissa 🫶
Chapter Text
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Lo vio de lejos durante aquel apocalipsis, totalmente embobado mientras estaba luchando junto a su grupo de sobrevivientes.
Con arma en mano, siguiendo de cerca a sus compañeros y disparando a los zombies que se le acercaban, teniendo cuidado de que no lo mordieran.
Lo siguió de cerca, ocultándose para que no lo vieran porque sabía que si su grupo descubría su loco amor, lo asesinarían para evitarlo.
Por eso, al verse rodeados, el grupo tuvo que separarse para poder matar a todos los zombies.
Eran demasiados y al dividirse, la oleada de zombies disminuyó y fue más sencillo deshacerse de ellos.
Missa avisó que iría a un edificio en ruinas para estar en altura, sonriendo enfermizamente al verlo alejarse con la multitud siguiéndolo.
Caminó hacia el edificio, escuchando los disparos cada vez más cerca de él.
Ahí estaba, subiendo apuradamente por la escalera de incendios mientras disparaba, tratando de romper las escaleras para que cayeran al vacío.
Él se acercó a él, había tomado el camino por dentro, llegando a la habitación frente a la escalera dónde se encontraba.
Su sonrisa se torció, viéndolo respirar agitado cuando por fin logró romper la escalera, quedando solamente en la que se encontraba.
Y la única salida era por la habitación, justo donde él lo estaba mirando.
Su cabello estaba húmedo por el sudor y sus ojos estaban fijos en la pila de zombies inertes en el suelo, siendo aplastados por la escalera y el impacto contra el suelo.
Caminó lenta y sigilosamente hacia él, quedándose quieto cuando el arma lo apuntó hacia la cabeza como reflejo.
Pero apenas se dio cuenta de quién era, sus ojos se abrieron en grande y su rostro palideció, todo su cuerpo comenzó a temblar y dejó caer el arma, retrocediendo para tratar de alejarse de él.
Pero estaba a solas y acorralado, justo donde lo quería.
Pateó el arma y la dejó caer por el borde de la escalera, escuchando el impacto cuando cayó al suelo.
El pecho de Missa subió y bajó con rapidez, escuchando claramente su corazón latiendo desenfrenado por el pánico.
Inconscientemente, lamió sus rotos y estropeados labios, sintiendo una increíble excitación al pensar en tener su corazón en su poder.
No tenía ningún deseo de devorar su cerebro.
Al contrario, lo único que quería era su corazón.
Missa chocó contra la reja de la escalera al no poder retroceder más, las lágrimas comenzando a resbalarse por sus mejillas y dejándose caer en el suelo por el miedo.
"P-Phil..."
El rubio se arrodilló frente a él, rozando sus maltratados dedos contra su suave y sana mejilla para limpiar sus lágrimas.
"Sí... Soy yo" Su voz sonó más grave y presentuosa de lo que era en un pasado, su mano viajando hacia su cabello y acariciándolo como hacía en los viejos tiempos.
Missa sollozó con fuerza, levantándose de golpe y empujándolo para que se alejara de él.
Philza se estrelló contra la reja, riéndose al verlo correr aterrado, lejos de él.
Su sonrisa incrementó y lo siguió lentamente, no podría ir muy lejos, recorrió toda esa zona y estaba llena de zombies.
Y había perdido su arma gracias a él, así que lo podría seguir con tranquilidad porque no podría defenderse.
Siguió escuchando sus gritos y pasos todo el camino, viéndolo siendo rodeado en la entrada del edificio.
Se estaba tratando de defender con una silla, usándola como si fuese un escudo que para su mala suerte, acabó haciéndose pedazos cuando se le abalanzaron.
Ahora no tenía nada con lo cual defenderse, eso hizo que se le escapara una risa burlona.
El de cabello oscuro cayó al suelo al esquivar una mordida, arrastrándose con miedo hacia una esquina y haciéndose bolita en el suelo, cerrando los ojos con fuerza para esperar la muerte.
Philza se puso tranquilamente frente a él, agachándose y rodeándolo con su cuerpo para tratar de ocultarlo de los demás.
Missa estaba tenso y tembloroso, todavía mirándolo asustado y con sus ojos inundados de lágrimas.
La última vez que se vieron, fue unos días antes de que toda la sociedad se viniera abajo, una propuesta y luego no se vieron más, ya había pasado casi un año desde entonces.
No le extrañaría que pensara que estuviera muerto o escondido, tratando de sobrevivir.
Pero por su mirada, lo que menos esperaba es que lo hubiesen infectado.
En una de sus piernas descubiertas por su ropa rasgada, se podía apreciar la marca de la mordedura de un zombie pequeño.
Esos eran los peores, veloces y difíciles de matar, no pudo hacer nada contra él aunque lo intentara.
La horda de zombies se alejó de ellos al ver a Philza, estrujando a Missa contra su cuerpo y acariciando su cabello para intentar calmarlo.
Su cuerpo se relajó solo un poco por las familiares caricias, el rubio aprovechando eso para tomar su mano e inclinarse hacia su oído.
"No sabes cuánto te extrañé, Missa~" Susurró y por unos segundos, se vio tentado a morder su cuello y arrancar un trozo de su sana carne.
Pero se resistió, no quería eso, lo respetaba demasiado como para infectarlo.
Después de unos eternos segundos, Missa lo abrazó con fuerza y lloró en su pecho, aferrándose con fuerza a su desgastada y sucia ropa.
Si no hubiese sido infectado, estaría sintiendo una inmensa felicidad y alivio al encontrarlo sano y salvo.
Pero ahora, sentía otro tipo de alegría y excitación por tenerlo tan cerca.
Su corazón retumbando y tan cerca de su alcance, si tan solo se lo pudiera arrancar del pecho...
Una flecha atravesó su brazo antes de que hiciera cualquier movimiento, gruñendo enojado al ver al hermano de Missa apuntándolo con una ballesta.
"¡Aléjate de él, hijo de perra!" Amenazó todavía sin disparar, su hermano todavía estaba aferrado a él, un mal movimiento podría darle.
Y no quería que eso ocurriera.
Se arrancó la flecha del brazo, dejando que la sangre escurriera y preparándose para atacarlo.
Pero antes de que pudiera hacer algo en su contra, Missa se colocó frente a él, protegiéndolo de cualquier ataque.
"¡S-Spreen, por favor no lo mates! Es Philza..."
Sonrió con superioridad al escucharlo, lo tenía justo donde lo quería.
A sus pies.
Spreen no se inmutó en un principio por la declaración, pero luego lo apuntó nuevamente con la ballesta.
"¿Tu novio? Con más razón lo hago pija"
Lo único que escuchó después de que se desconectara de la discusión, fueron los latidos desenfrenados de ambos hermanos.
Fuertes y bombeando en sus pechos.
Regresó a la realidad cuando Missa agarró su mano, sonriéndole con suavidad.
"Llevamos buscando una cura por mucho tiempo, todavía faltan algunas cosas pero está casi completa" Sintió sus dedos acariciándolo, haciéndolo ruborizarse ligeramente. "Vamos a curarte y estaremos juntos de nuevo"
Asintió, abrazándolo por los hombros y notando el anillo de compromiso en su dedo.
En todo ese tiempo, aunque no supo más nada de su paradero, siguió usando el anillo que le dio.
Miró amenazadoramente a Spreen al escucharlo gruñir, frunciendo el ceño al ver cómo levantaba el dedo de en medio hacia él.
Estaba celoso de que su amor fuera tan verdadero y profundo.
Un envidioso que no dudaría ni un segundo en matarlo al verlo tan cerca de su hermano.
Pues para su mala suerte, él era suyo.
Y se lo demostraría cuando tuviese su corazón y él esté siempre a su lado.
Estaba enfermizamente enamorado y la infección lo tenía así, completamente alejado de lo que alguna vez fue cuando era una persona normal.
Los tres fueron a la base de ellos, siendo malamente recibidos por el grupo apenas lo vieron entrar.
Missa explicó la situación y solo lo miraron con desconfianza y como si estuviera loco.
Meter a un zombie a su base no era la mejor de las ideas, pero al final accedieron solo por Missa.
Mantendrían un ojo sobre Philza en todo momento, solo si se le ocurría hacer una estupidez.
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El tiempo siguió pasando con normalidad, al menos dentro de lo que cabía.
Aunque no les gustaba admitirlo, Philza era un buen soporte a la hora de buscar provisiones, espantaba a los grupos de infectados y peleaba bastante bien.
Pero seguían sin confiar en él.
En especial Spreen, podía notar algo mal ahí, aparte de que era un zombie y su hermano no, había algo mucho más enfermizo ocurriendo en Philza.
Desde el primer momento, notó que no actuaba como si fuera él.
Lo conoció mucho antes, el imbécil siempre fue amable y respetuoso.
Ahora... Era posesivo y amenazante, rozando lo tóxico y la locura.
No era Philza.
Lo que antes fue él, ahora solo era un monstruo obsesivo y enfermizo.
Cada vez que salían a solas por petición de él, podía notar los movimientos que hacía al estar tan cerca de Missa.
Sus dedos se torcían, miraba repetidas veces su cabeza para luego dirigir su mirada a su pecho.
Tenía el ligero presentimiento de que lo único que quería era devorarlo, y eso no lo permitiría.
Más de la mitad de un año ha pasado y se ha ocupado de seguirlos a todas sus salidas, siempre ocultó para evitar ser visto.
Habían ocasiones en las que podía ver cómo ponía en peligro a Missa a propósito para luego salvarlo.
Eso hizo que la sangre le hirviera.
Podía dejarlo morir en un descuido y no le importaba.
Esa fue su rutina de ahora en adelante, vigilarlos y asegurarse de que el rubio no lo pudiera devorar.
Hasta que un día, logró acabar la cura, por ahora era una inyección pequeña, solo alcanzaba para una persona o dos.
Pero al menos ya sabían cómo hacerla, podían hacer más, lo probó con un infectado que estaba rondando su base y luego de que se desmayara, despertó normal.
Obviamente tardó casi un día completo en volver a la normalidad, pero funcionaba y eso era lo importante.
Pero algo que le preocupaba es que Missa no regresaba, se suponía que estaban cerca de la base. ¿Cómo los perdió de vista?
Cargó la jeringa con la cura y salió corriendo por el camino donde se fueron, el miedo incrementándose cada segundo.
Su hermano era muy inocente e ingenuo, nunca notó las verdaderas intenciones del rubio porque su mente estaba nublada.
Estaba felíz de que su prometido regresara y vivió en su burbuja sin ver la realidad.
Philza quería asesinarlo.
Se ocultó detrás de un árbol al verlos cerca, quedándose en silencio para escuchar su conversación.
"Me gustaría tener tu corazón"
Una risa boba se escapó de los labios de Missa, sonriéndole con sus mejillas suavemente sonrojadas.
"Oh, pero ya lo tienes, no tienes que pedirlo de nuevo"
Sintió pena por lo crédulo que era, estaba seguro de que lo decía literalmente.
"Me gustaría darte una sorpresa... Cierra los ojos y cuenta lentamente hasta diez, te avisaré cuando puedas abrirlos"
Missa lo obedeció de inmediato, cerrando los ojos y contando pausadamente hasta llegar al cinco, ahí fue cuando decidió actuar.
Philza tenía un trozo enorme y filoso de vidrio roto que sacó de su ropa, preparándose para apuntar su ataque hacia el pecho de Missa.
Salió de su escondite con furia, arrojándose sobre el rubio y dándole un puñetazo en el rostro, seguido de más golpes.
Missa abrió los ojos alterado al escuchar los gritos, tratando de separarlos pero terminando alejándose cuando Phil lo intentó atacar con el vidrio, cortando su mejilla, casi llegando a su ojo.
Spreen le gritó que se mantuviera alejado de ellos mientras peleaban, pero seguía sorprendido al sentir la cálida sangre bajar por su mejilla, el corte era grande.
Lo miró en estado de shock por el ataque, sintiendo sus ojos arder al ver la expresión enferma en su rostro.
No era la dulce mirada que siempre le daba, era una enloquecida y desconocida para él.
Se sintió como un estúpido por no haberse dado cuenta, las señales estaban en todas partes.
Pero no las vio... O tal vez decidió ignorarlas para ser felíz de nuevo a su lado.
Observó como la jeringa salía volando lejos de su hermano, asustándose al ver como el rubio estaba sobre él y trataba de arrancar su rostro con sus dientes.
Tenía que actuar rápido.
Corrió hacia la jeringa y la agarró, clavándola rápidamente en el cuello de Philza y vaciando el líquido en su interior.
Su cuerpo se quedó paralizado y se tambaleó, dejándose caer sobre Spreen, el cual lo apartó con desagrado y se levantó como si nada, abrazando a Missa.
"¿Todo bien, capo?" Lo estrechó contra su cuerpo y acarició su cabello al escuchar un sollozo en su hombro. "Ya, ya, el pelotudo no está muerto, será normal otra vez"
Dejó un pequeño beso en su frente, algo que definitivamente no haría frente a los demás y siguió dándole mimos hasta que se calmó.
Levantó el cuerpo inconsciente de Philza en su hombro, regresando hacia la base.
La noche estaba extrañamente tranquila y sin zombies alrededor, un completo alivio para ellos.
Al llegar a la base, recostaron al rubio en uno de los colchones, al lado de él estaba durmiendo el hombre que también había curado.
Se enfocarían en hacer una mayor cantidad de antídotos para poder curar a todas las personas infectadas que seguían rondando.
Lamentablemente, no podían hacer mucho por los que murieron, pero aún podían salvar a los infectados.
Eran cinco personas y tenían todo lo necesario para hacerla y tenerla lista para el día siguiente.
Se pusieron manos a la obra y crearon nuevamente el antídoto, esta vez en un enorme caldero para mantener todo el líquido.
Estuvieron toda la noche haciéndolo, hasta que amaneció y se dejaron caer con cansancio en sus respectivos colchones.
Excepto Missa.
Él fue al de Philza bajo la atenta mirada de Spreen, arropándolo mejor y abrazándolo, acurrucándose contra él y cerrando los ojos para dormir.
Spreen solo rodó los ojos por la cosa tan cursi que presenció y se acostó, permitiéndose descansar en mucho tiempo.
Ya no tenía que quedarse despierto para vigilar a Philza, él despertaría normal y su única preocupación sería que no lo cuidara como debería.
Y tal y como lo esperó, Phil despertó sin rastros de la infección y totalmente desorientado, Missa en todo momento lloró en su cuello mientras lo abrazaba.
El rubio le regresó el fuerte abrazo y besó todo su rostro, contento de que estuviera en sus brazos nuevamente.
Ambos compartieron un momento íntimo lleno de afecto y cariño, prometiéndose que cuando todo terminara, retomarían los planes de su boda.
Sellaron su promesa con un dulce beso, juntando ambos cuerpos en uno con un amoroso abrazo.
Se asegurarían de recuperar sus vidas cuándo todo estuviera como antes.
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Chapter 27: •Solicitud 26•
Summary:
⚠️ Secuestro y dub-con ⚠️
Phissa 🔞
Chapter Text
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Después de mucho tiempo, Missa había regresado a casa.
Había estado fuera por varios meses, regresó lo más rápido que pudo apenas se enteró de la situación en la isla.
Philza se había negado a salir de casa o a dejar que los niños salieran. Nadie lograba entrar porque todo estaba reforzado y los que tenían el acceso a la puerta, lo habían perdido después de que se encerrara.
No sabían que hacer para sacarlo.
Por eso contactaron a Missa, sabían que eran muy cercanos, ambos se llamaban a sí mismos esposos, vivían juntos y criaban a dos niños. Creían que era el único al que no le negó el acceso, Missa estaba ocupado y tardaría en regresar, pero lo consideraban una emergencia.
Y sabían que él no dudaría en volver al saber la situación de su esposo.
Aparte de estar encerrado, por afuera de la trampilla para entrar al búnker se escuchaban objetos rompiéndose, nadie de los que trataban de entrar para ver el estado de Philza y los niños veía normal todo ese ruido.
Esas eran las únicas señales que le daban a entender a los demás que seguía vivo y dentro del búnker.
Cuando llegó Missa, sintieron un enorme alivio, decidieron dejarlos a solas luego de que el segador se los pidiera. Tal vez para más privacidad, pero si lograba entrar y asegurarse de que todo estuviera bien, estaba perfecto para ellos.
Cuando lo dejaron solo frente a la trampilla, Missa la abrió y entró, abriendo las puertas completamente preocupado y nervioso al ver el estado del búnker.
Muchas de las luces estaban destruidas, pero aún así lograba ver por las que seguían parpadeando e iluminando, la mayoría de las cosas estaban rotas y tiradas en el suelo, extensos rasguños en las paredes y un montón de plumas negras en el suelo.
¿Eran las plumas de Phil?
Sabía que sus alas no estaban en el mejor estado, tenía miedo de pensar que algo lo atacó y las dañó más.
Tampoco habían señales de Chayanne y Tallulah, eso lo está comenzando a alterar.
Siguió abriendo las puertas, buscando y llamando a su marido y a sus hijos, pero no los encontraba por ninguna parte, cuando retrocedió para revisar por una segunda vez. Su espalda chocó contra algo grande.
Se dio la vuelta para ver qué era, asustándose al ver una figura oscura y alta, con brillantes ojos azules.
¿Cómo entró esa cosa al búnker?
¿Él era la razón por la qué Philza y los niños no respondían?
¿Les había hecho algo malo?
Tembló y retrocedió, mientras que la criatura avanzaba lentamente hacia él. No tenía armas ni nada con lo que podría defenderse, le ganaba por mucho en fuerza y altura, tampoco habían señales de su marido.
Estaba perdido.
De repente miró como poco a poco el rostro de esa cosa se iluminaba por la poca luz que había y mostraba su cara.
Era Philza.
Apenas se apreciaba su cabello rubio, no estaba completamente cubierto de plumas negras, pero sí tenía demasiadas, sus brazos eran negros y estaba más alto que antes, calculaba unos diez centímetros más por lo menos, pero no estaba totalmente seguro.
Suspiró entre aliviado y preocupado, acercándose nuevamente a él.
"Phil, ¿estás bien? Me enteré de todo, lamento haberte dejado solo tanto tiempo, debí estar aquí para ustedes..." Esperó una respuesta que no llegó, simplemente veía como esos potentes ojos azules estaban fijos en su dirección, con sus pupilas dilatándose con cada segundo que pasaba viéndolo. "¿Qué te pasó...?"
Los nervios volvieron a él cuando el ángel lo tomó de los brazos, levantándolo con una increíble facilidad y estrechándolo contra él.
Definitivamente era demasiado fuerte, no se podía mover por su agarre.
Con mucha dificultad separó su rostro del montón de plumas de su pecho, dándose cuenta de que sus ojos se habían vuelto casi negros por lo dilatados que estaban.
"¡Te extrañé mucho, Missa! Ahora nuestra familia está completa otra vez~"
Su tono de voz lo confundió y espantó, no sonaba como él, sonaba... Diferente, alocado.
Antes de que pudiera responder, un par de besos en su mejilla lo hicieron sonrojar y tranquilizarse, dejándose llevar hacia una habitación oculta.
La habitacion era acogedora y pequeña, rodeada de flores y gemas brillantes, también habían cuatro camas juntas.
Philza lo dejó dentro y lo encerró ahí, yéndose a los pocos segundos.
No habían ventanas, solo lámparas que iluminaban lo suficiente, habían alfombras de paja y las camas estaban intactas y ordenadas.
Se sentó en una y escuchó un ruido venir de uno de los armarios, abriéndolo inseguro solo para ver a sus hijos acurrucados y asustados.
Los llamó y los niños abrieron los ojos de golpe, lanzándose a sus brazos llorando.
Estaban aterrados y temblando en sus brazos.
Los abrazó devuelta y le contaron que Philza estaba demasiado raro y fuera de sí.
Que los había encerrado y se negaba a dejarlos salir, los gritos que se escuchaban de afuera cuando alguien se acercaba, su nueva apariencia, voz y altura también los intimidaba.
Missa intentó calmarlos, dejando que se aferraran a su cuerpo.
Justificó a Phil, porque sabía que él nunca les haría ningún tipo de daño y solo los quería proteger.
Era bastante rara la manera, pero pensaba que solo lo hacía por su bien.
Estuvieron acurrucados en la cama, los niños alterándose al oír el crujido de la puerta abrirse y ocultándose detrás de Missa.
El segador los ocultó mejor inconscientemente, temblando ligeramente al ver la enorme masa oscura aproximándose hacia ellos.
Phil dejó caer la cesta con fruta en el suelo, agarrando una manzana y empujándola insistentemente hacia Chayanne.
El niño se negó a agarrarla, asustándose cuando Phil golpeó con fuerza el suelo con su pie, gritándole que se la comiera.
Chayanne agarró temblorosamente la fruta, mordiéndola y sollozando al sentir su oscura mano con garras en su cabello.
Tallulah inmediatamente agarró una manzana y se la empezó a comer para evitar que le gritaran, sus oídos eran sensibles y le dolían con cada grito.
Missa estaba paralizado, ahora entendía porque estaban tan asustados, le daba miedo averiguar lo que sea que tuviera Philza.
Obviamente no era él mismo, pero seguía siendo él... Muy en su interior, no sabía cómo reaccionar ante eso.
Y ciertamente, se sintió intimidado con el primer grito y ni siquiera fue hacia él.
Sintió sus labios chocar contra los suyos de repente, cerrando los ojos nervioso y dejándolo hacer lo que quisiera, luego lo soltó y ahora una manzana se empujaba contra sus labios.
"Coman" Fue lo último que dijo antes de abandonar la habitación, dejándolo temblando y sin saber qué hacer.
Si así se ponía solo porque Chayanne rechazó comer, no quería hacerlo enojar ni por error.
Lo único que hizo fue abrazar a los niños y darles palabras de aliento para que dejaran de llorar.
Los protegería con su vida si era necesario, pero no iba a permitir que Phil les hiciera ningún tipo de daño.
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Las semanas pasaron y realmente no sabía qué sentir al respecto.
Amaba a Philza, lo adoraba, pero también estaba aterrado por su presencia.
Dormía junto a él en las noches, sintiendo el tacto de sus plumas como si quemaran, Chayanne y Tallulah se sentían igual.
No durmió bien o casi nada desde entonces, asegurándose de que sus hijos durmieran pacíficamente a pesar de la presencia de Philza tan cerca de ellos.
Sentía miedo cada vez que lo abrazaba y besaba durante las noches, porque sabía que no era él el que hacía eso.
Era algo que lo controlaba, la cosa negra en sus brazos incrementó y ahora se podía apreciar en su pecho emplumado.
Pero estaba asustado de averiguarlo, de que reaccionara mal por culpa de esa cosa y le hiciera algo malo, sus niños se quedarían solos y sin protección.
No quería dejarlos solos con él.
Un día mientras estaba peinando el cabello de Tallulah, Philza irrumpió repentinamente en la habitación.
Lo que le pareció extraño es que no trajera nada con él, siempre les traía regalos o comida, después se iba a hacer quién sabe qué.
Sintió que se le bajaba la presión cuando se aproximó hacia él, tomándolo con fuerza del brazo mientras Tallulah se ocultaba en las sábanas y agarraba su otro brazo para que no se fuera.
"Ven conmigo"
Pronunció con seriedad y se puso pálido, siendo jalado con más fuerza para que su niña lo saltara y siendo arrastrado fuera de la habitación, llevándolo lejos.
¿Lo hizo enojar?
El terror se apoderó de él cuando lo empujó a un cuarto y lo estrelló contra la pared, acorralándolo y acercándose amenazadoramente hacia su rostro.
"Quiero hacerlo"
Su mente se nubló por lo que dijo, analizándolo para luego negar rápidamente, sintió su mano agarrarlo por las mejillas con fuerza para evitar que se moviera.
"P-Phil, escucha... Yo no-"
"Dije que quiero hacerlo"
Repitió y Missa entró en pánico, su mano dejando caricias y rozando sus garras sin llegar a lastimarlo.
"Yo también quiero... P-pero cuando estés consciente, este no eres tú" El agarre en sus mejillas se apretó, volteando su rostro hacia un costado para luego sentir sus labios en su cuello.
"Sigo siendo el mismo de siempre, nada ha cambiado"
Missa sintió las manos emplumadas junto a las garras de su esposo meterse bajo su ropa, acariciando su piel. Cerró los ojos con fuerza y dejó escapar un jadeo sorprendido cuando lo separó y rasgó la parte superior de su ropa, haciéndola pedazos.
Se puso rojo y observó como se inclinaba nuevamente hacia su cuello, empezando a lamer, morder y succionar ferozmente su piel y clavículas.
Missa se retorció en sus brazos y soltó pequeños chillidos por las mordidas.
No sabía porque su esposo se había transformado en esa cosa, pero estaba demasiado cansado como para resistirse.
No ha dormido casi nada y se sentía mareado, débil.
Y aunque intentara oponerse, sabía que no podría hacer nada contra él, no tendría ninguna oportunidad porque le ganaba en todo, solo quedaba dejarse hacer lo que quisiera para no hacerlo enojar.
Apenas el rubio se separó de su cuello, dejándolo todo húmedo y rojo, fue directo a atacar sus labios, besándolo con euforia y metiendo su lengua en su boca, explorando y llegando a cada rincón.
En ese punto, el segador ya estaba agitado y temblando, sentía que se ahogaba en el beso, los pocos segundos que tenía para agarrar oxígeno eran cortados cuando su esposo volvía a unir sus labios, volviéndolo cada vez más salvaje e intenso.
Al separarse respiró profundo, limpiando el rastro de saliva de sus labios y barbilla. Cuando pensó que su marido se calmaría, sintió un escalofrío al sentir su lengua pasando por sus pezones.
Se estremeció y gimió cuando comenzó a chuparlo, mientras que su otra mano iba en dirección a su otro pezón para apretarlo y jalarlo a su antojo.
Su mente se nubló por la excitación y sintió sus pantalones apretados en su entrepierna, Philza nunca había sido tan brusco las últimas veces.
Pero no negaba que le estaba gustando, y eso lo hacía sentirse terriblemente mal porque sabía que esa cosa oscura controlaba a Philza.
Quería pero a la vez no, sus sentimientos mezclándose dolorosamente en su pecho y haciéndolo sentir náuseas.
No quería aprovecharse de Philza en ese estado donde no era consciente de nada.
Cuando su esposo terminó con sus pezones, se encargó de llenar de chupones y marcas todo su pecho. Tomó en brazos a Missa y lo tiró en el suave nido que construyó para la ocasión, escuchando el par de alas moverse.
Missa cayó boca abajo, tratando de regular su respiración y los fuertes latidos de su corazón, su cuerpo estaba sensible ante cualquier toque y su piel quemaba, no había experimentado una sensación así antes.
Sintió las manos del ángel en sus caderas, levantándolas y rompiendo su pantalón y ropa interior con sus garras.
No le dio tiempo de reaccionar cuando la caliente y larga lengua de su marido entró, abriéndose paso rápidamente en su interior.
Gimió con fuerza y apretó las sábanas, las manos del rubio apretando con fuerza sus caderas para mantenerlo en la posición y jalándolo más hacia él, llegando más profundo.
Salieron pequeñas lágrimas de sus ojos y terminó en la sábana demasiado pronto, sintiendo como mucho después su lengua salía de su entrada y le daba la vuelta, viendo como le quitaba su máscara de esqueleto y la arrojaba lejos.
Philza se puso derecho y lo arrastró por el nido, levantándolo a la altura de su rostro y abriéndolo de piernas, hundiendo nuevamente su lengua en su interior, pero esta vez por la posición fue más profundo.
Missa sollozó con el rostro rojo, agarrándolo de su cabeza y cabello para tratar de sostenerse, estaba siendo fuertemente sostenido por las enormes manos de su marido mientras su húmeda lengua llegaba a cada rincón.
No podría aguantarse si seguía así.
Todas esas sensaciones eran nuevas para él, todo estaba siendo demasiado salvaje y agresivo, no estaba acostumbrado a tanto.
No lograron salir palabras con sentido de su boca, solo gemidos y llantos descontrolados.
El rubio lo bajó después de un rato, lamiendo ansioso sus propios labios y tirándolo de nuevo en el nido.
El segador se limpió temblorosamente las lágrimas y miró a su esposo. Jadeando con nervios al ver cómo se quitaba la ropa y dejaba al descubierto su miembro.
Más grande de lo que era antes en su forma normal, moviéndose desesperado por atención y goteando líquido preseminal en la punta.
Con solo verlo supo qué tal vez era demasiado para él, no creía que esa cosa pudiera entrar, era muy grande.
Además, se quedó paralizado al ver la cosa negra extenderse por su cuello y mezclándose con el negro de sus plumas.
Philza jaló el cabello oscuro de su esposo y acercó su rostro a su entrepierna, frotándolo contra las húmedas mejillas de Missa hasta chocar la punta en sus labios.
"Phil... N-no eres tú el que hace esto, escúchame"
El rubio lo ignoró y empujó para que abriera la boca, aprovechando la mínima oportunidad en la que lo hizo inconscientemente para meterlo de golpe.
Movió sus caderas hacia adelante y hacia atrás con rapidez, reafirmando su agarre en su cabello para empujarlo más hacia él.
Pronto se escuchó el viscoso sonido y los ruidos ahogados de Missa gracias a su enorme miembro. El lindo rostro sonrojado de su marido y sus entrecerrados ojos llorosos mirándolo.
Eso solo lo excitaba más.
Aumentó la velocidad y fuerza de sus movimientos, sus testículos llegando a golpear su mentón y sintiendo cada embestida que daba como si estuviera llegando hasta su garganta. Gimió en un tono ronco y se corrió en su boca, manteniéndolo pegado a él para que todo se quedara dentro y tragara.
Lo soltó cuando sintió que por fin expulsó todo y Missa cayó de espaldas en el nido, tosiendo todavía con un poco del líquido corriendo por sus labios.
Sus alas se batieron emocionadas y un cosquilleo recorrió su entrepierna, era una imágen totalmente erótica para él.
Missa se veía tan dispuesto y estimulado solo para su disfrute.
Lo acostó boca abajo y sostuvo su cabeza con su mano, empujándolo contra la almohada para que no se moviera y abriéndolo abruptamente de piernas, frotando y empujando la punta de su miembro contra su entrada, pero sin llegar a meterlo todavía.
Escuchó la suave voz de Missa llamándolo por su nombre entre gemidos, no pudiendo aguantarse más ante eso. Se deslizó dentro de él y jaló su cabello, escuchándolo gemir con fuerza.
Se recostó sobre su espalda, mordiendo y chupando su nuca mientras comenzaba con las fuertes embestidas. Poco a poco se acercó a su oído, gruñéndole y apoyando su rostro en su hombro.
"Missa... Hago esto para que seas mío, para protegerte" Le susurró, su voz siendo más grave de lo normal y abrazando su vientre con fuerza, recorriendo y asegurándose de tocar con sus manos todo el cuerpo de su esposo.
De repente cambió la posición, ahora él estando sentado en la orilla de la cama con Missa enterrado en su miembro sobre sus piernas. Soltó un ronroneo entusiasmado y agarró con firmeza su cintura, levantándolo para luego dejarlo caer cada vez más rápido.
Los gemidos del segador inundaron sus oídos y empezó a golpear su pelvis contra su trasero, haciendo que saltara rítmicamente sobre él. El pegajoso sonido de las pieles chocando y el conocido ruido de "aplausos" llenó la habitación, relamiéndose los labios con emoción.
Sin embargo, no estaba cansado todavía ni sentía que fuera a terminar pronto.
Se acostó en el nido y dejó a Missa sobre su pecho, llevando sus manos hacia su trasero para apretarlo y tocarlo a su gusto, marcando sus manos para mantenerlo quieto sobre él.
Lo golpeó en su próstata una y otra vez en la nueva posición, sintiendo como entraba completamente en él y sus testículos lo golpeaban con cada embestida.
Sonrió y vio como su expresión cambiaba con cada estocada fuerte que le daba, con sus manos hechas puños sobre su pecho buscando apoyo, lo besó en los labios y acarició con cariño su mejilla.
Missa terminó sobre él enseguida, y eso solo significaba una cosa para la mente nublada de Philza.
Otro cambio de posición.
Lo harían hasta que el ángel lograra acabar.
Acostó al segador y elevó sus piernas hasta sus hombros, golpeando agresivamente su punto múltiples veces.
Su esposo solo continuó gimiendo con fuerza, sosteniéndose de las sábanas mientras él hacia todo el trabajo.
La posición ayudaba a llegar más profundo, o al menos así lo sentía, mordió y dejó marcas de chupones en sus muslos. Quería marcar todo su cuerpo, dejar su marca y esencia en él.
Sus gritos y gemidos se elevaron en volúmen por eso y fue como música para sus oídos.
Embistió ansioso y se quedó pegado hasta el fondo dentro de él al sentir un cosquilleo en su miembro. Después de unos segundos, se derramó en su interior, espeso, caliente y en grandes cantidades.
Se quedó quieto, asegurándose de que recibiera todo y por fin salió, observando cómo Missa respiraba completamente agitado y todo su cuerpo temblaba en el nido mientras su esencia salía de él.
Lindo, y bastante caliente.
Acomodó las sábanas y las almohadas, acostándose a su lado y abrazándolo con brazos y piernas, ronroneando y besando sus mejillas hasta que notó que se había quedado dormido.
O tal vez había caído inconsciente por el cansancio, eso lo veía más probable después de todo lo que hicieron, no le dio ni un mínimo descanso.
Sonrió satisfecho y besó sus húmedas mejillas por las lágrimas.
"Quiero protegerte a ti y a nuestros hijos, por eso hago todo esto, yo me ocuparé de cualquiera que quiera separarnos... Nadie se acercara y nadie les hará daño"
Lo besó una última vez, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello para poder dormir.
Solo por esa vez, ignoró los gritos preocupados fuera del búnker, ahora llamando y preguntando si su marido se encontraba bien.
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Chapter 28: •Solicitud 27•
Summary:
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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Desde hace tiempo, había tenido cierta curiosidad sobre su marido.
En especial, por la máscara de esqueleto que utilizaba en todo momento.
Nunca lo ha visto sin su máscara, los niños tampoco, ni siquiera se la quitaba para dormir.
Por su mente ha cruzado un par de veces quitársela mientras dormía, pero si no lo hacía, seguramente era por algo personal y no quería traicionar su confianza.
Lo abrazó cuando lo vio llegar, separándose para besar sus manos.
"¿Cómo les fue?"
"Nos fue muy bien, ya lleve a los niños a acostarse, están dormidos en sus camitas"
Sonrió con suavidad e intentó acariciar su mejilla, su dedo chocando contra el duro hueso en medio de las caricias.
Suspiró y juntó sus frentes, abrazándolo por las caderas.
"No quiero incomodarte por lo que te voy a preguntar... ¿Pero por qué usas tu máscara todo el tiempo?"
Se formó un silencio eterno, sintiéndose mal por pensar que lo había arruinado.
En cambio, Missa se separó y acarició sus manos, notando una expresión triste e insegura en su rostro.
"¿Prometes no burlarte si te muestro mi cara?"
Asintió y besó su mano, acariciando su cabello.
"Nunca me burlaría de ti, te lo juro" Lo guió hacia la cama y se sentó frente a él, viéndolo hacer puños sus manos en sus piernas.
"Es que mi cara no es la mejor... No soy alguien tan atractivo como tú"
"A mí no me importa tu físico, además, para mí ya eres el hombre más lindo que he conocido, verte sin la máscara solo me haría confirmarlo más"
Soltó una risita al verlo sonreír tímidamente, mirándolo ansioso cuando llevó sus manos hacia las correas de máscara para desabrobarlas, dejándola caer sobre sus piernas.
Sus ojos se abrieron al admirar su rostro desnudo, sonrojándose y sintiendo sus alas esponjarse bajo su ropa.
Su piel era fina y un poco más palida por estar bajo la máscara, llena de cicatrices, pero la que más destacaba era una que cruzaba por casi todo su rostro, pasando por su frente hasta llegar uno de sus ojos
Pasando por el ojo que era gris y opaco, no como el morado brillante del otro.
Realmente nunca notó la diferencia entre sus dos ojos, capaz la máscara los hacía ver iguales mientras estuviera puesta. Dirigió su mano hacia su mejilla, acariciándola delicadamente y repasando la cicatriz con su dedo.
Era una cicatriz grande y profunda, ahora estaba la duda de cómo se la hizo.
La besó y acarició con cariño, sonriendo y juntando sus narices.
"Todavía sostengo lo que dije, eres el hombre más lindo que he visto"
Lo siguió acariciando, ahora admirando perfectamente el sonrojo que aparecía en sus mejillas.
Muy adorable.
"Yo también tengo algo que mostrarte" Se levantó y se colocó frente a él, dejando caer la parte superior de su kimono y dejando al descubierto sus alas.
Las extendió para que se apreciaran mejor, sonrojándose de vergüenza al ver su expresión asombrada.
Ambas alas tenían cicatrices, las plumas estaban rotas y maltratadas. Además, lo peor de todo es que estaban recortadas.
"No te sientas avergonzado por tu rostro cuando mis alas son un peso muerto"
La habitacion se llenó de un silencio que solo lo hizo sentirse ansioso, saltando al sentir uno de sus dedos rozando las plumas.
"¿Hace cuánto no las acicalas?"
"Bueno... No las he tocado desde que las recortaron, hace mucho" Se sentó nuevamente, mirándolo sorprendido. "¿Sabes sobre el cuidado de las alas?"
Missa asintió, acariciándolas dulcemente y dejando un beso en una de ellas.
"Viví rodeado de híbridos y aprendí cada uno de sus cuidados, solía ocuparme de las alas de Quackity antes, aunque era más sencillo porque sus alas son mucho más pequeñas que las tuyas"
Hizo un gesto para que le diera la espalda, sonriendo cuando lo obedeció, se acomodó mejor y agarró una de las alas, sintiendo como se tensaba bajo su toque.
"¿Quieres qué continúe? Te ves un poco incómodo"
"Continua, es que... Se siente raro, creo que necesito volver a acostumbrarme"
Asintió comprensivo, inclinándose para besar su cuello.
"Solo avísame si no te sientes cómodo. ¿De acuerdo?" Murmuró en su oído, escuchando un sonido afirmativo de su parte.
Regresó con su ala, pasando sus dedos con cuidado entre las plumas para deshacerse de la suciedad y las piedras pequeñas, tirándolas en el suelo.
Sus alas eran enormes, se preguntaba cómo pudo haber dejado pasar ese detalle cuando las ocultaba bajo la ropa, nunca las notó.
Hizo una mueca al extenderla y ver el corte en sus plumas de vuelo primarias, un corte horrible que daño por completo esa parte para impedirle volar.
Las acarició delicadamente, sintiéndose mal por Philza, esperaba que algún día pudieran sanar, haría lo que fuera para poder verlo volar.
Terminó con la primera ala y ahora comenzó con la otra, cubriéndose la boca al ver el estado de esa.
Estaba peor que la anterior, el corte era más descuidado y rudo, como si hubiesen cortado las plumas con rabia.
La tocó, esperando alguna reacción de dolor pero no vio ninguna, así que empezó con su cuidado.
Lo único que sabía de Philza es que estaba ronroneando y de vez en cuando cabeceaba, como si se estuviera quedando dormido.
Tardó más de lo que esperaba, pero por fin había limpiado toda el ala y se había deshecho de la mugre y las plumas rotas y sueltas.
Besó ambas alas y escuchó un par de ronquidos que lo hicieron reír.
Sí se quedó dormido.
Gateó por la cama para estar frente a él, quitando lentamente su mano de su mejilla, atrayéndolo hacia su cuerpo para recostar su rostro en su pecho.
Besó su frente y acarició su cabello, agarrando su máscara sobre la cama para mirarla detenidamente.
A Phil le parecía lindo su rostro sin ella, tal vez podría quitársela más seguido, como para dormir y cuando estaba en casa con su familia.
Se estiró para dejar la máscara sobre la mesita de noche, rodeando a su esposo con ambos brazos para dormir también.
También se aseguraría de que Philza muestre más sus alas, al menos solo en casa para que no se sigan dañando.
Para él, sus alas eran hermosas y majestuosas, tenía muchas ganas de seguir viéndolas.
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Chapter 29: •Solicitud 28•
Summary:
Deathduo/Phissa 💜💚
Chapter Text
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Todos quedaron inconscientes cuando Egg Island explotó por la bomba nuclear. Afortunadamente, todos llegaron sanos y salvos al barco, pero el impacto de la explosión fue muy fuerte y no pudieron resistirlo.
El barco casi se voltea y estuvieron a punto de morir, pero ahora estaban bien.
Con dolor de cabeza, con el cuerpo dormido y un insoportable cosquilleo en sus extremidades, pero al menos seguían con vida.
Todos volvieron a sus respectivos hogares para descansar, el dolor era muy molesto y seguían lastimados por el terremoto.
Un par de semanas después, ya ninguno sentía el dolor o la molestia en el cuerpo.
Lo que ninguno esperaba es que al despertar al siguiente día de sentirse mejor, tuvieran características diferentes.
Philza despertó en la mañana con una molestia en el rostro, como si algo lo estuviera quemando, abrió de a poco los ojos y se estiró, cerrando las cortinas y paralizándose al no sentir un peso extra en su espalda.
No sentía el peso de sus alas.
Comenzó a entrar en pánico y volteó su mirada hacia su marido, observando las plumas de su lado bajo la sábana.
Que horror, le cortaron las alas y estaban justo detrás de Missa.
Lo que le parecía extraño es que no sintiera ningún tipo de dolor en su espalda.
Quitó temblorosamente la sábana, sorprendiéndose al ver las inmensas alas negras pegadas en la espalda de su esposo.
Se quedó congelado en su lugar y soltó la sábana asustado.
¿Por qué él tenía sus alas?
No se veían cosidas, parecían como si siempre hubiesen estado ahí.
Agarró delicadamente una, retrocediendo cuando se movió y esponjó, haciendo que Missa saltara de la cama asustado.
Ahora viendo su rostro, podía notar las plumas en sus mejillas y hombros, se ruborizó por la imágen frente a él e intentó calmarlo.
Missa en cambio, hizo todo lo contrario a calmarse, por su estado de miedo y confusión, sus alas revolotearon rápidamente, elevándolo del suelo y haciendo que se chocara contra las cosas al irse por todas partes por no saber controlarlas.
Phil se levantó de la cama y agarró sus manos, dándose cuenta de que las suyas ahora eran traslúcidas, pero después se ocuparía de eso.
Más importante era Missa y sus problemas con sus nuevas alas.
Lo jaló y lo estrechó contra él, reteniéndolo en el suelo para evitar que saliera volando como hace rato.
Le dio un pequeño besito en la frente y acarició las plumas de sus mejillas para tranquilizarlo.
"Cálmate... Si no te calmas ellas no lo harán" Lo volvió a besar, ahora en su mejilla, escuchando como el aleteo se moderaba hasta quedarse quieto, dejando a Missa en el suelo por su cuenta.
Suspiró más tranquilo, mirando su propia mano y dejando que su esposo la analizara con asombro.
"¿P-por qué tú...?"
"No sé porque ahora tienes alas como las mías o porque ahora mi piel es transparente como la tuya... Tal vez la Federación nos hizo algo mientras dormíamos"
Observó confundido cuando fue al armario, sacando una túnica con capucha y dejándola en sus manos.
"Vas a quemarte con el sol, ponte eso para cubrirte, tenemos que ir a hablar con los demás"
Asintió y comenzó a cambiarse, viéndolo luchar con sus alas para poder quitarse la camisa suelta que usaba para dormir.
Lindo.
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Al llegar al Spawn, se dieron cuenta de que había un bullicio frente a la panadería.
Se acercaron, los gritos y exigencias haciéndose más fuertes mientras el grupo rodeaba a un par de trabajadores de la Federación que trataban de tranquilizarlos.
Ahí, se dieron cuenta de que todos estaban cambiados, como si hubiesen intercambiado especies con la persona más cercana a ellos.
Todo era bastante extraño.
Cucurucho se hizo paso entre todos, poniéndose frente a sus trabajadores y haciendo que el silencio reinara.
"Buenos días" Fue lo único que pronunció antes de que todo estallara en gritos y quejas nuevamente.
Le gritaron de todo a Cucurucho y él solo se reía, asegurándoles de que ellos no tuvieron nada que ver con sus cambios, pero que los ayudarían a regresarlos a la normalidad.
Sin darse cuenta, tanto él como sus trabajadores desaparecieron de sus vistas sin dejar rastro.
Bueno, ahora solo tocaba esperar, si Cucurucho les decía la verdad, encontrarían una cura y todos volverían a la normalidad.
Solo esperaba que no tardaran tanto tiempo.
Regresaron a su hogar después de hablar con todos y saber de sus experiencias y problemas.
Al menos no la estaban pasando tan mal como otros de sus compañeros.
Le daba risa que tuvieron que hacer un par de agujeros en la ropa de Missa para que sus alas pudieran estar extendidas.
No se quedaban quietas en ningún momento y de vez en cuando lo elevaban del suelo y tenía que agarrarlo de la mano para evitar que saliera volando.
Cuando más ansiedad sentía, más lo hacían volar.
Y Missa era muy ansioso.
Lo terminó llevando como si fuera un globo, lo que hacía las cosas mucho más divertidas.
Al llegar fueron a su cuarto, poniendo la luz tenue para que no pudiera quemarle y cerrando todas las cortinas.
Suspiraron cansados y se tiraron a la cama, comenzando a reírse cuando las alas de Missa volvieron a agitarse.
"¿Cómo haces para controlarlas? No se quedaron quietas en todo el día"
"Bueno, siempre las he tenido, así que fue sencillo" Le acarició el cabello y pasó sus manos por sus plumas secundarias. "Uh... Tal vez te hace falta acicalarlas un poco, tienen algunas hojas y ramas de cuando te chocaste contra un árbol y te quedaste atascado"
Su esposo se sentó en la cama y pudo notar sus ojos dilatarse un poco cuando metió las plumas entre sus dedos.
"¿Me va a doler?"
"No... Tal vez solo te de sueño y te sientas relajado, pero no te va a doler, te lo prometo" Besó su frente y lo recostó boca abajo, subiéndose sobre él para evitar que volara y extendiendo sus alas.
Tan grandes y majestuosas, le alegraba que no hubiesen salido como las suyas.
Rotas y sin la habilidad de volar.
Suspiró para alejar esos pensamientos y comenzó a acicalarlas, le faltaba práctica, no recordaba la última vez que acicaló las suyas.
Pero sabía que había pasado mucho tiempo desde entonces.
Retiró las hojas y las ramas, escuchando algo fuerte venir de su garganta.
Su sonrisa se extendió más y besó la base donde estaban las plumas más pequeñas, oyendo el ruido incrementar.
Nunca pensó que el ronroneo podía ser tan tierno viniendo de otra persona.
Pero le gustaba mucho.
Acabó de acicalarlas y se hizo a un lado, viendo como las admiraba y las desplegaba con asombro.
Agarró su mano antes de que se fuera volando, abrazándolo con fuerza y sentándolo en sus piernas, sintiendo como las alas se agitaban ansiosas a su alrededor.
"Ahora que tienes alas por un tiempo... ¿Quieres qué te de un par de lecciones de vuelo?"
Deseaba que la Federación se tardara bastante en encontrar una cura, solo para tener a su marido más tiempo en esa forma.
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Chapter 30: •Solicitud 29•
Summary:
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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Lo primero que vio al abrir los ojos fue un inmenso y tétrico cielo rojo.
Despertó adolorido, sin saber lo que le ocurrió o cómo llegó a esa situación.
¿Por qué el cielo era rojo...?
Se sentó en el suelo, dándose cuenta de que estaba en un barco.
El mismo barco que usaron para salir de-
Reaccionó de repente, sus alas erizándose por el pánico que sintió en esos momentos.
Estaba devuelta en el Purgatorio...
Maldijo en voz baja y cubrió su rostro con estrés, no podría soportar más tiempo en ese terrible lugar.
Solo estuvo dos semanas en ese infierno y enloqueció por todo lo que le ocurría a él y a su equipo.
Sería el colmo pasar por lo mismo sin ninguna razón.
Escuchó un quejido venir de la cubierta del barco, dándose cuenta al salir de que Missa también estaba ahí.
Lo miró preocupado y se apresuró a ayudarlo a levantarse cuando estuvo apunto de caer.
Se veía aturdido y débil, mucho más que de lo que estaba él.
Lo tomó por la cintura y lo llevó hacia una de las habitaciones del barco, sentándolo en una de las camas y besando su mejilla con cariño.
"Phil... ¿Qué estamos haciendo aquí de nuevo?"
Se quedó en silencio y suspiró pesadamente, no podía recordar nada de lo qué les ocurrió, absolutamente nada.
Acarició su cabello y recostó su cabeza en su hombro.
"No lo sé, no puedo recordar nada... También estamos solos al parecer"
Se quedaron en silencio cuando una fuerte e imponente voz invadió sus mentes, usando un tono serio y un poco burlón al dirigirse a ellos.
Aquella voz tan conocida para ellos les dio la bienvenida nuevamente al Purgatorio, explicando la situación en la que se encontraban.
Los trajeron devuelta al Purgatorio para matar a los líderes de los equipos, que ahora suponían, eran nuevas y conocidas personas.
A Philza lo trajeron por ser el líder del equipo ganador, un sanguinario y agresivo pecador.
A Missa lo trajeron por no querer matar a nadie anteriormente, para que ahora no tenga opción y se tenga que ensuciar las manos.
También los amenazó y advirtió de que si no obedecían sus órdenes, se quedarían eternamente en ese lugar sufriendo las consecuencias de sus pecados.
La voz se despidió, deseándoles buena suerte porque la iban a necesitar y abandonando sus mentes.
Ambos se miraron a los ojos asustados, abrazándose para darse apoyo entre ellos.
Ninguno quería estar ahí, tampoco querían matar a personas, no de nuevo.
Philza extendió sus alas, tocándolas con confusión al verlas sanas y normales.
Había algo extraño en esa isla, algo que no le gustaba para nada.
Agarró la mano de su marido y juntos salieron del barco, pasando por la playa hasta llegar a un bosque nevado.
No sabían a dónde se estaban dirigiendo, el lugar estaba en ruinas y poco reconocible comparado por como era antes de que la bomba estallara.
Era una bomba nuclear, solo esperaban que no hubiera radioactividad por dónde caminaban.
Cubrió a su esposo con sus alas al verlo temblar de frío, abrazándolo para mantenerlo cerca de su cuerpo.
Deberían buscar un lugar más cálido, donde ambos pudieran construir una base y estar seguros por ahora.
Porque a pesar de que se suponía que ellos debían cazar a los líderes, no estaban armados con nada y tampoco tenían bebidas o comida.
Si alguno de ellos los encontraba, estaban seguros de que no dudarían en matarlos para protegerse a sí mismos y a sus líderes.
Algo que podía destacar de todo eso es que al menos sus alas estaban como nuevas, sentía alguna veces una pequeña molestia, pero podía volar nuevamente con ellas.
Solo necesitaba un poco de práctica para acostumbrarse otra vez a la sensación.
Llegaron a una cueva y decidieron quedarse ahí por ahora, era una buena oportunidad para encontrar materiales.
Comenzaron a picar materiales luego de tener las herramientas, armándose poco a poco.
Tenían hierro, agua y un poco de comida, seguía sin ser suficiente, pero al menos ya tenían lo básico.
Se sentaron juntos para comer, abrazándose y mirándose de vez en cuando.
Ninguno sabía lo que le ocurrió al otro durante el primer Purgatorio.
Missa no sabía que Phil había enloquecido junto a su equipo y aparte de suicidarse varias veces, habían matado a casi todos.
Philza no sabía que Missa huyó al sentirse una carga para su equipo, tampoco que la gota que derramó el vaso fue tener una misión para asesinarlo.
Era un poco incómodo que no hablaran de eso.
Pero seguían cómodos con la presencia del otro y estaban juntos, eso era lo importante.
Tenían que matar si querían regresar a su hogar.
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Escucharon pasos cerca de ellos, alterándose y poniéndose a la defensiva.
Sabían que estaban siendo cazados por dos personas, aunque uno de ellos sonaba inofensivo, no mató a nadie anteriormente y prefirió esconderse.
Su preocupación solo era el líder ganador, él sí los mataría sin piedad.
Se juntaron al escuchar un ruido viniendo de los árboles, asustándose al ver a los cazadores mirándolos fijamente en la cima.
Uno de ellos estaba de pie, con unas enormes alas negras extendidas al igual que una espada en mano. El otro estaba agachado, con un arco y flecha en mano apuntando hacia ellos.
Lo que más les asustaba es que ambos tuvieran puestas máscaras de gas, con una combinación de rojo y azúl.
No eran como las máscaras normales de ellos.
El de las alas le entregó su espada a su compañero, tomándolo por la cintura y arrojándose del árbol juntos, planeando rápidamente hacia ellos.
Se intentaron cubrir y defenderse entre ellos, pero la espada logró cortar la garganta de su líder.
Que Philza haya sido un líder anteriormente era una gran ventaja.
Podía saber quiénes eran los líderes a diferencia de los que no lo eran.
El equipo intentó socorrer a su líder, pero luego de unos segundos murió ahogado en su propia sangre.
Se alejaron de la escena volando, revisando por su comunicador donde se encontraban las bases de los demás equipos.
Un líder muerto, faltaban siete.
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Chapter 31: •Solicitud 30•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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El día que se supone que sería el más felíz de su vida, estaba resultando ser el peor.
Todo estaba saliendo mal y no entendía la razón.
Las flores se marchitaban sin explicación, las decoraciones se caían o rompían, la ropa se manchaba o las personas que contrataban cancelaban repentinamente, todo iba de mal en peor.
¿Por qué todo lo malo tenía qué pasarle?
Siempre ha tenido mala suerte, era consciente de que le pasaban las cosas más inesperadas y extrañas posible.
Pero parecía que ese día toda su mala suerte aumentaba sin razón.
No quería que su boda se arruinara, solo quería un día normal en el que se pudiera casar con la persona que amaba.
Pero al parecer eso no se iba a poder si su mala suerte seguía arruinando todo lo bueno que le pasaba.
Se arrancó estresado la corbata de su traje al no poderla amarrar correctamente, tirándola con furia en el suelo.
¿Debería cancelar la boda?
No quería cancelarla, siempre ha querido casarse, pero a ese paso, parecía que todo se arruinaría.
Escuchó la puerta de la habitación en la que se encontraba abrirse, limpiándose rápidamente las lágrimas y volteando a ver a su prometido y futuro esposo.
"¿Te sientes bien, Missa? No te he visto desde hace horas" Se acercó a él para abrazarlo, besando su mejilla.
Asintió despacio y suspiró, acurrucándose en sus brazos para recibir mimos.
"Solo estoy nervioso y estresado... Las cosas no están saliendo para nada bien últimamente, ¿sabes?"
"Lo sé, pero no te preocupes, todo saldrá bien en nuestra boda, solo descansa y yo me ocuparé de todo lo demás" Lo besó en los labios y acarició su cabello, recogiendo la corbata del suelo.
Philza le sonrió con ternura, amarrando la corbata en su traje y dejando otro beso antes de salir de la habitación para ir a revisar los preparativos.
Missa solo se quedó ahí, acomodándose el traje frente al espejo y deseando que todo saliera bien de ahora en adelante como dijo Philza.
Aunque internamente sabía que todo seguiría empeorando.
Lo podía sentir.
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Ya juntos frente al altar, con sus manos agarradas y sintiendo unos inmensos nervios por lo que podría pasar.
Tal y como esperaba, todo empeoró al estar a punto de casarse.
Habían muchos contratiempos, como animales e insectos que llegaban a comerse la comida o el repentino cambio de clima.
El cielo estaba oscuro y con pinta de lluvia, nada comparado con el soleado de antes.
Quería llorar, su boda se estaba arruinando y todo por su culpa.
Por su mala suerte.
Sus manos temblaron por el pánico y sintió el agarre de Philza afirmarse sobre el suyo, dejando un beso en sus nudillos
"Quédate tranquilo, nada va a impedir que nos casemos" Le indicó al cura que podía continuar con la ceremonia y acarició sus manos para intentar calmarlo.
Missa sollozó en silencio bajo la apenada mirada de sus invitados y Philza limpió sus lágrimas con su pulgar, entrelazando sus dedos y sonriéndole con cariño.
La ceremonia continuó con normalidad dentro de lo que cabía, ignorando las cosas anormales que ocurrían hasta que comenzó a llover con fuerza.
Phil apretó su agarre cuando se intentó separar, mirándolo con seriedad.
"Nada va a arruinar nuestra boda" Le dijo para calmarlo, escuchando un trueno y haciendo una mueca. "Nada lo va a arruinar"
El cura continuó nervioso y ambos intercambiaron los anillos y sus votos matrimoniales, suspirando aliviados cuando todo siguió con normalidad.
Los dos se dijeron sus votos matrimoniales y los truenos y la lluvia empeoraron.
Intentaron ignorar todo hasta que la lluvia paró, dejándolos mojados y con frío.
Bueno, lamentablemente la comida y los adornos se arruinaron con la lluvia.
Pero por lo menos no habían caído rayos por la fuerte lluvia.
Eso lo consideraba una victoria.
Oficialmente se casaron y todo estaba extrañamente tranquilo, sin ningún tipo de problema.
Algo que estaba asustando a Missa.
No supo que al casarse con alguien, la maldición de mala suerte que tenía se compartiría con su esposo y compañero de vida.
Ambos tendrían mala suerte sin saberlo.
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Chapter 32: •Solicitud 31•
Summary:
Phissa 🫶
Chapter Text
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Se alegró muchísimo cuando Fit confirmó su boda con Pac, por fin habían decidido dar ese paso tan importante en sus vidas.
Se sentía muy orgulloso, él fue parte de su unión, los ayudó y animó a Fit a acercarse a Pac.
Ya había fecha para la boda y fue de los primeros en ser invitados.
El único problema hasta ahora es que no sabía que ponerse, era un día muy importante y especial, no podía llevar puesto cualquier prenda.
Tampoco ayudaba que casi toda su ropa, la cual era muy poca, eran iguales o muy similares entre ellas.
Las únicas veces que llevó algo diferente es porque usaba fotos de su esposo como modelo y referencia.
Missa tenía muchos estilos de ropa, y todos le quedaban de maravilla, le gustaba tener fotos de él con toda la ropa que ha usado.
Eso era cuando su esposo no estaba, pero ahora había vuelto y tenía un hermoso traje preparado para la boda.
Que por cierto, le ha tomado un montón de fotos cuando se lo probó por primera vez.
Se veía muy apuesto y se ajustaba perfectamente a su figura.
Hubiese preferido que se lo dejara puesto lo que restaba del día, pero lamentablemente solo era para la boda.
Le dio vergüenza confesarle que no tenía ningún traje para llevar cuando le preguntó por el suyo.
También le dio vergüenza decirle que las únicas prendas diferentes son por inspiración de fotos suyas.
Pero ya se estaba desesperando, estaban a una semana de la boda y todavía no tenía ningún traje que le gustará o convenciera.
Así que en la mañana cuando terminaron de desayunar, decidió decírselo.
"Missa... ¿Recuerdas cuándo me preguntaste por mi traje para el matrimonio de Fit y Pac?"
"Claro, sigo esperando a que te lo pruebes, me gustaría ver cómo te queda"
Sus mejillas se sonrojaron, suspirando pesadamente.
"La verdad es que no tengo uno... Quería pedirte ayuda respecto a eso" Su rostro se sonrojó más al ver su curiosa mirada, riéndose nervioso. "Normalmente tomo inspiración de fotos tuyas en los diferentes trajes que has usado... Pero como ya estás aquí, quería pedirte ayuda"
Missa se quedó en silencio, lo cual solo lo hizo ponerse más nervioso.
"¿Crees qué me visto bien?"
"Por supuesto que sí, siempre te ves tan lindo y... Guapo, tienes un estilo muy único que te queda a la perfección"
Escuchó su risa avergonzada después de otro silencio, riéndose también al ver su rostro completamente rojo.
"¿De verdad lo crees?"
"Siempre lo he creído... ¿Entonces me vas a ayudar?" Lo abrazó y besó su mejilla, sintiendo como le devolvió el abrazo.
"Te ayudaré, solo dame unos días para encontrar un traje perfecto para ti"
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"Muy bien, conseguí un traje que creo, te quedará muy bien, si no te gusta puedo conseguirte otro" Besó su mejilla cuando caminó junto a él, agarrándolo de la mano y llevándolo hacia su habitación.
Al entrar, lo llevó hacia la cama y le entregó la bolsa con el traje doblado.
"En un principio no encontré ninguno que tuviera agujeros para tus alas, pero este traje me gustó mucho, así que mandé a que lo cortaran un poco en esa zona"
Philza miró con curiosidad la bolsa, abriéndola y desdoblando el traje, abriendo su boca impresionado y con un brillo en los ojos.
El traje era completamente negro, con detalles rojos y abotonado a lo largo del pecho, al igual que un pañuelo de corbata del mismo color justo arriba. Al darle la vuelta, pudo notar los agujeros donde podrían entrar sus alas.
Hasta ahora se daba cuenta de que combinaba con el traje que usaría su esposo.
Era perfecto.
Sus alas se agitaron emocionadas y la risa de Missa se escuchó cuando lo abrazó.
Besó múltiples veces su rostro y se separó de él, comenzando a quitarse la ropa bajo su apenada mirada.
"Oh... Te lo probarás ahora" Asintió y se rió al verlo darse la vuelta, parándose frente al espejo para ver cómo le iba quedando.
Era de su talla y sus alas entraban perfectamente, también adoraba como le quedaba
Se acercó rápidamente a Missa y lo volvió a abrazar, mostrándole como le quedaba y notando un sonrojo en sus mejillas.
"Te queda mejor de lo que creí" Le acomodó mejor el pañuelo, dejando un besito en la punta de su naríz.
Sonrió bobamente y lo rodeó con sus alas, abrazándolo por la cintura para acercarlo más.
"Creo que también necesitaré ayuda para cambiar y actualizar todo mi guardarropa"
"De acuerdo, pero yo seré el primero en ver cuando las uses, también te tomaré muchas fotos"
"Trato hecho"
Ahora definitivamente estaban más que listos y perfectos.
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Chapter 33: •Solicitud 32•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Hace mucho tiempo que no salían de aventura juntos, no desde que Missa desapareció por tiempo indefinido.
Era lindo tenerlo de vuelta, no recordaba la última vez que ambos salieron juntos con Chayanne.
Y ahora Tallulah también se había sumado a la familia, lo que hacía ese momento juntos más especial.
Sería la primera vez que los cuatro juntos irían de aventura, como una familia.
No pensaban alejarse mucho del nido que habían construido, seguía estando paranoico desde que encontró a los trabajadores de un solo ojo.
Pero mientras él estuviera ahí, no dejaría que nada malo le ocurriera a su pequeña y linda familia.
Así que no esperaban verse rodeados de nuevos monstruos apenas anocheció, eran demasiados y fuertes.
Dos de ellos los rodearon haciendo círculos, sacando un humo oscuro de sus bocas hasta dejarlos sin vista.
Cuando el humo se dispersó, se dio cuenta de que ahora estaba solo y en otro lugar, no sabía lo que ocurrió, pero seguía estando cerca de su nido.
Si él estaba cerca, seguramente Missa y los niños también.
Comenzó a matar a los monstruos y a cualquier amenaza que estorbara en su camino, llamando a su familia para saber dónde se encontraban.
Rápidamente se topó con Tallulah sobre un árbol, usando un arco y una flecha para matar a los que la rodeaban.
Poco después se encontró también con Chayanne mientras peleaba, siendo rodeado poco a poco por una horda.
Pero no habían señales de Missa por ningún lugar, tampoco respondía los mensajes ni aparecía en el mapa, eso era preocupante.
Al matar a los monstruos que quedaban, recibió un mensaje en su comunicador.
Lo revisó esperanzado de que fuera Missa avisándole dónde se encontraba.
Pero en vez de eso, solo obtuvo una notificación diciéndole que su marido había sido derribado.
Tan pronto como llegó esa notificación, su nombre apareció nuevamente en el mapa.
Tenía que ir a buscarlo.
Les pidió a los niños que se teletransportaran al Santuario de Rose, y cuando confirmó que ya estaban a salvo, abrió el mapa y corrió hacia donde estaba Missa.
¿Qué lo habrá derribado?
En su comunicador no apareció nada, ni siquiera un nombre, algo que le pareció sumamente extraño.
Al llegar al lugar, lo encontró tirado en el suelo, al acercarse, se dio cuenta de que estaba inconsciente.
Pero no estaba muerto, menos mal.
Lo cargó en sus brazos al estilo nupcial y se teletransportó con el para recostarlo en la cama y cuidarlo con los niños.
No podía evitar pensar en la cosa que lo dejó así, no apareció su nombre y cuando llegó no había nada.
Tal vez la cosa que lo atacó era nueva y por eso aún no estaba registrada en su comunicador.
Hasta ahora, esa era la explicación que le convencía más.
Lo dejó en la cama, acomodando su cabello y revisando su cuerpo en busca de heridas.
Solo tenía moretones y cortadas pequeñas, pero nada que le indicara lo que le ocurrió.
Sin embargo, curaría sus moretones y cortadas, por lo menos para que se despertara sin dolor.
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Estaba comenzando a entrar en pánico.
Sus heridas no se curaban con nada y cuando lo dejó solo, su piel había adaptado un pálido enfermo.
No sabía qué hacer, sus hijos estaban igual de preocupados que él y lo ayudaban a encontrar soluciones.
Pero ninguna funcionaba, tampoco parecía que Missa fuera a despertar pronto, eso también los ponía de los nervios.
Intentaron hacer otro intento para curarlo horas después, pero antes de que pasaran los pañuelos con la poción curativa, las heridas se cerraron rápidamente y los moretones desaparecieron.
Los tres se miraron confundidos entre ellos, asustándose cuando Missa abrió los ojos de golpe y no reconocieron su mirada.
Sus ojos antes eran de un café claro, ahora eran de un tono rojo, similar a la sangre, sus pupilas también habían cambiado, en vez de ser redondas como normalmente eran, fueron reemplazadas por unas delgadas que destacaban más el color de sus ojos.
Missa se asustó por la mirada que le dedicaban, cubriéndose inmediatamente el cuello al sentir un punzante dolor en esa zona.
Philza todavía con desconfianza, retiró lentamente la mano de su cuello y abrió en grande los ojos al ver dos marcas de colmillos.
Un vampiro.
Un vampiro había atacado y convertido a Missa.
Lo vio preocupado y agarró su mano, sintiéndola exageradamente fría.
Sus uñas también habían crecido demasiado y eran filosas.
Besó sus manos al notar su pánico cuando volteó al pequeño espejo que tenían a un lado, y no pudo ver su reflejo.
Su expresión desconcertada y confundida, como si no se estuviera creyendo lo que veía.
Lo tomó del rostro y besó su mejilla, observando a Chayanne y a Tallulah acurrucándose en sus costados y abrazándolo.
Missa analizó la palidez de sus manos y tocó sus mejillas al igual que su cuello, justo donde estaba la mordida y comenzando a hiperventilar.
"¿Q-qué me pasó? ¿Por qué estoy así?"
"Tranquilo... Estás bien" Dejó un suave beso en la punta de su naríz, acariciando su cabello para calmarlo. "Al parecer te mordió un vampiro y te transformó, pero no pasa nada"
Lo vio levantarse alterado, corriendo hacia el baño y sollozando al solo ver su ropa en el reflejo.
Se apresuró a ir con él, escondiéndolo en su pecho y haciendo una ligera mueca cuando sus uñas se clavaron en su piel.
"¡¿C-cómo ves esto cómo bien?!"
Tarareó para tranquilizarlo y lo estrechó más contra él, acariciando sus caderas.
"Bueno... Viéndole el lado positivo de la situación, ahora eres inmortal, igual que yo" Soltó una risa nerviosa y se encogió de hombros. "Lo malo es que me imagino que ahora necesitas sangre para vivir, ¿verdad?"
Se preocupó por el silencio, separando su rostro de su pecho y dándose cuenta que mantenía su mirada fija en su cuello, también estaba exponiendo más sus colmillos.
Mierda.
Negó varias veces con su cabeza y se cubrió el cuello por instinto.
"No, Missa, no... Te conseguiré animales para que bebas su sangre, solo eso"
El de cabello oscuro ladeó su cabeza y enseñó más sus colmillos junto a un gruñido, acercándose más e intentando subirse sobre él.
Chayanne le avisó que cazaría a un animal para calmar su hambre, yéndose rápidamente junto a Tallulah.
Al estar solos, lo tomó por los hombros y lo apartó, dándose cuenta de sus orejas puntiagudas y que ahora estaba olfateando su brazo.
¿Sería riesgoso si lo dejaba beber solo un poco de su sangre?
Aunque sea solo para calmarlo, se notaba que estaba empezando a estresarse.
Lo tomó de la mejilla y lo obligó a abrir la boca de nuevo, tocando uno de sus colmillos con su dedo.
Tal vez sí sería peligroso, podría volverse loco al probar sangre que no era de algún animal.
Y no quería que enloqueciera frente a los niños o los atacara.
Lo soltó y Missa comenzó a levitar, acercándose nuevamente para olerlo entre gruñidos, esta vez de forma más insistente.
Pronto llegaron los niños con un par de conejos muertos, tirándolos a sus pies y manteniendo la distancia por precaución .
Missa se separó de Philza y fijó su mirada en los animales apenas captó el olor de la sangre, arrojándose al suelo para clavar sus colmillos en ellos y succionar su sangre.
El rubio lo miró con una ligera mueca, viendo a sus niños sentarse en la cama y evitando ver cómo su padre dejaba secos a los conejos.
Escuchó un gemido satisfecho al terminar con ambos, acercándose para limpiar el rastro de sangre de sus labios.
"Odio esto..." Murmuró mientras veía los cuerpos de los animales casi secos, dejándose mimar.
"Te acostumbrarás, nosotros te ayudaremos a trabajar en esto"
Lo besó en los labios, haciendo todo lo posible para no hacer una mueca de asco por el sabor tan fuerte de la sangre, dejando que sus hijos también lo abrazaran para darle apoyo.
Era algo muy difícil de procesar, pero lo ayudarían a superarlo.
No lo dejarían solo en un momento así, lo resolverían juntos como la familia que eran.
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Chapter 34: •Solicitud 33•
Summary:
Deathduo/Phissa 🫶
Chapter Text
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Explorar aquel lugar abandonado por la Federación le daba mala espina.
Tal vez porque todo estaba extrañamente silencioso o porque a pesar de llevar un tiempo abandonado, todavía habían cosas limpias y ordenadas, como si hubiese sido habitado recientemente.
Cuando más se adentraban, todo se volvía más tétrico.
Encontraron varios libros escondidos con mensajes ocultos, hablando de experimentos con diferentes criaturas.
En especial, experimentos con animales e híbridos.
Los libros, aunque tenían varios datos, lamentablemente no ayudaban ya que ninguno tenía una información clara sobre lo que hacían con ellos.
Siguieron explorando hasta que encontraron una habitación cerrada y bloqueada, pero por la ventana de la puerta se podían apreciar varias jaulas.
Rompieron la puerta y entraron, observando todo con asombro.
Casi todas las jaulas estaban rotas, como si algo grande las hubiera roto por dentro.
Las paredes estaban rotas por rasguños y la humedad que se filtraba por arriba, con agujeros y mal olor.
Y justo en una de las mesas, había una jaula intacta con un pequeño murciélago dentro, tirado débilmente en el suelo de la jaula y apenas consciente.
Avisó sobre lo que encontró y se acercó a él, rompiendo los múltiples candados que mantenían la puerta cerrada.
¿Por qué necesitaban tantos para aprisionar a un murciélago tan pequeño?
Apenas era del tamaño de su mano, era muy pequeño y se veía inofensivo, no creía que pudiera hacer gran daño.
Los ojitos del animal se abrieron, arrastrándose hacia él mientras gimoteaba.
Ver eso le trajo malos recuerdos, actuaba igual que él cuando estuvo encerrado en la casa para aves.
Seguía dudando de que haya sido un sueño, como creyó en un principio, se sintió bastante real para él.
Por eso y otras razones, agarró al murciélago en sus manos y lo cubrió al notar que le molestaba la luz, mirando con pena como se acurrucaba en su mano y cerraba los ojitos.
¿Se estaba muriendo?
Lo agitó un poco con pánico, suspirando aliviado al verlo abrir de a poco los ojos nuevamente.
Tenía que mantenerlo despierto, se sentiría terrible si fallece en sus manos.
Al salir de la construcción, fue directo a su hogar con la excusa de cuidarlo para que se pusiera mejor y liberarlo después.
El pequeño murciélago merecía ser libre, irse volando y vivir su vida.
Agarró una de las frutas de sus muchos árboles frutales, acercándolo hacia su boca para que comiera.
¿Los murciélagos de ojos rojos eran los qué comían fruta, no?
¿O esos eran los de ojos negros?
Ya ni lo recordaba, no sabía diferenciar las especies de murciélagos y lo que comía cada uno.
El animal débilmente mordió la fruta para luego escupirla, entrecerrando los ojos como si estuviera haciendo una mueca de asco.
Al parecer no le gustaba la fruta.
O tal vez solo era esa en especial.
Le acercó otro par de frutas diferentes y en vez de probarlas como hace rato, se negó y volteó la cabeza lejos.
"¿Qué comes? ¿Sangre...?" Le preguntó, soltando un suspiro temeroso y acercando inseguro su brazo a su boca, rozándolo contra uno de sus colmillos para hacer una diminuta cortada.
No había ningún animal cerca con el cual alimentarlo y era de noche, sería más complicado encontrar alguno, y si no lo alimentaba pronto sentía que se iba a morir.
No tenía otra opción.
Lo vio olfatear ansioso su sangre por la cortada y agarrar su brazo entre sus garritas, dando una suave mordida.
Se quejó al sentir sus colmillos clavarse en su piel, succionando su sangre y viendo sus orejitas moverse conforme iba bebiendo.
Bueno, eso le dolió, pero al menos estaba comiendo, se pondría bien.
Que fuera tan pequeño también ayudaba, no tendría que beber mucha de su sangre y tampoco se moriría desangrado por su mordida.
Acarició despacio su cabeza y lo separó después de un rato al verlo mucho mejor, cubriéndose la herida con una pequeña venda que tenía guardada.
No supo cuánta de su sangre bebió, solo esperaba que no agarrara un gusto por ella y lo fuera a atacar al reponerse.
Sus ojitos rojos se mantuvieron fijos en él, así que lo dejó sobre la rama de uno de los árboles.
"De nada, estarás bien de ahora en adelante por tu cuenta, espero que encuentres a tus amigos o a tu familia pronto"
Se despidió con su mano, esperando a que se fuera volando.
Pero no lo hizo.
En cambio, un humo oscuro lo rodeó y cambió de forma, siendo ahora su silueta mucho más humanoide.
Lo miró sorprendido, bajándose del árbol de un salto y parándose frente a él.
Missa era el murciélago, era un vampiro.
Siguió con su sorpresa, viendo su expresión apenada por su brazo vendado.
"Perdón por eso... Tenía mucha hambre, no he comido en meses" Agarró su brazo y lo acarició, besándolo sobre la venda. "No quería que así fuera cuando te confesara esto, esperaba un mejor momento"
Philza tocó su rostro, notando su palidez y el color rojizo de sus ojos.
"Esto no tiene sentido, antes no eras tan pálido, haz estado bajo el sol y se que te molestaba, pero no llegaba a quemarte" Siguió revisándolo, abriendo su boca para ver sus enormes y filosos colmillos. "Y tus ojos eran morados, no rojos"
"Solía usar maquillaje para no verme tan pálido muerto, sobre el sol, normalmente usaba muchas cremas y me cubría lo suficiente... Y usaba lentes de contacto morados"
"¿Y qué hay sobre la comida? Siempre te he visto comer comida normal"
"Sí comía, pero mi cuerpo no lo resistía y acababa vomitando horas después, durante la noche cazaba a algún animal para obtener sangre"
El rubio siguió analizándolo, besando sus mejillas y abrazándolo.
"Te capturaron por tanto tiempo... ¿Qué te hicieron?"
Lo escuchó suspirar para luego corresponder al abrazo, acurrucándose contra su cuerpo.
"Preferiría hablar de eso mañana con los demás presentes, para explicar todo de una vez, ¿podemos ir a casa ahora?"
Asintió y rodeó su cintura con su brazo, teletransportándolos a ambos al Santuario de Rose.
Le mostró el lugar y colocó una rosa en su cabello, besando su frente.
"Los niños están durmiendo, mientras estemos aquí, estaremos protegidos por Rose porque somos familia"
Lo vio sonreír y alborotó su cabello, abrazándolo y tirándose en la cama con él.
"Cúbrete bien para que el sol no te queme por la mañana" Besó su mejilla y lo enrolló en la sábana como si fuera un gusano, apretándolo contra él y ocultando su rostro en su pecho.
Cerró los ojos para dormirse, sonrojándose al sentir la mirada de Missa sobre él.
Ahora que lo pensaba, cuando dormían juntos antes siempre sentía que alguien lo observaba durante las noches.
Suponía que era Missa fingiendo dormir, eso explicaba porque dormía tanto durante el día y era más activo en la noche.
Le dio besitos hasta que se quedó dormido, siendo ahora su esposo el que lo mimaba con cariño.
Lo extrañó mucho.
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Chapter 35: •Solicitud 34•
Summary:
💜 Continuación de la solicitud 7 💜
Deathduo/Phissa 🫶
Chapter Text
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"¡Ya suéltame, voy a matarte si no me bajas!"
Chilló angustiado por no saber a dónde lo estaba llevando, intentaba verse lo más intimidante posible para que lo liberara.
Pero internamente estaba muy asustado, el punzante dolor en su cabeza no lo dejaba pensar con claridad.
Se sentía solo e indefenso, nadie de su equipo estaba ahí para ayudarlo o por lo menos acompañarlo.
Y quería evitar pensar lo menos posible en la supuesta muerte de Spreen, se negaba rotundamente a que estuviera muerto.
Él era muy fuerte, más de lo que podría ser jamás, no moriría tan fácilmente.
...O al menos eso creía.
El rubio de alas oscuras que lo había secuestrado e intentado manosear, usó una piedra morada que los teletransportó a otro lugar, pero no se dio cuenta dónde, solo se sentía mareado por lo repentino que fue.
Descansó su cabeza en una de sus alas y respiró agitado, cerrando los ojos cuando el dolor de cabeza lo atacó peor por los mareos.
Si iba a morir, esperaba por lo menos hacerlo con dignidad y no de una forma tan penosa como esa.
Escuchó voces preocupadas hablándole al igual que el rubio, pero simplemente los ignoró, no les daría el gusto de verlo asustado.
Finalmente cayó en una cama y abrió los ojos, observando confundido un lienzo en sus piernas junto a pinceles y pinturas.
Fijó su mirada en el hombre frente a él, frunciendo el ceño.
"¿Qué quieres qué haga con esto?"
"Me gustaría que dibujaras lo que recuerdas, para saber en qué momento de tu vida quedó tu memoria"
El rubio se inclinó hacia él e intentó levantar su máscara de esqueleto, alterándose y arrastrándose lejos de él.
¿Cómo se atrevía a hacer eso?
Sabía que lo vio sin la máscara al despertar y no tenerla puesta, pero eso no significaba que se la pudiera quitar cuando quisiera.
En su rostro se formó una expresión entristecida y rompió la cuerda en sus manos.
"Por favor pinta lo que recuerdes"
Agarró una silla y se sentó junto a la cama, mirándolo fijamente y eso solo lo puso incómodo por la cercanía.
Su presencia lo ponía nervioso, eso no le gustaba.
Agarró el pincel y abrió las pinturas, comenzando a pintar a los integrantes de su equipo y colocando sus nombres arriba cuando se lo pidió.
Pudo notar como poco a poco se acercaba a él, ese tipo estaba mal de la cabeza.
Terminó y se lo tiró en el regazo, cruzándose de brazos y viendo como su expresión se transformaba en un segundo.
"¿Por qué Quackity está rodeado de corazones?" Preguntó, pero parecía más una exigencia por su tono de voz, él simplemente rodó los ojos.
"No es tu problema, ¿ya me puedo ir?"
El rubio suspiró y negó con su cabeza, levantándose y yéndose en silencio de la habitación junto al lienzo.
Aprovechó que se fue y se liberó de las cuerdas en sus piernas, levantándose y buscando alguna salida por la habitación.
No le gustaba, era muy oscura y estrecha, le daba malos recuerdos.
Intentó abrir la puerta, gruñendo al encontrarla cerrada.
Estaba encerrado y no había ninguna salida.
Sin más opciones, regresó a la cama y se acostó, manteniéndose alerta ante cualquier sonido.
No tenía armas, pero si se descuidaba, un monstruo aparecería en la habitación y lo mataría, perdería las pocas vidas que le quedaban si no se lograba defender.
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"Phil, entendemos que estés alterado por su falta de memoria. ¿Pero hacer un escándalo por un dibujo?" Cuestionó Maximus, mientras analizaba el cuadro junto a Cellbit y Bad.
Philza se veía fuera de sí mismo, con las alas extendidas e hinchadas, caminando por todas partes con una mirada dolida y enojada en su rostro.
"¡No es un simple dibujo! Es lo que recuerda, ¿por qué mierda le pintó corazones a Quackity? ¡Él lo odia!"
"El Missa que ves ahora parece que no lo odia, pero tal vez ocurrió algo entre ellos antes... Tal vez eran novi-" Se quedó en silencio por la mirada que le dedicó el rubio, prefiriendo no terminar lo que iba a decir.
Philza esperó pacientemente a que Quackity y Roier llegaran, mientras tanto, les pidió ayuda a los demás para que pudieran revisar el estado de Missa.
Lo cual, no fue nada fácil porque se movía demasiado, no pudieron revisarlo correctamente aunque lo intentaran.
Estaba muy alterado y tenso, lo necesitaban tranquilo y quieto para poder hacerle pruebas y ver su estado.
Todos salieron de la habitación y vieron a Quackity junto a Roier en la entrada.
Philza no disimuló la mirada llena de celos y desagrado que le dedicó, pero aún así le pidió que por favor entrara e intentara calmar a Missa.
El híbrido de pato aceptó y abrió la puerta con todos detrás, casi cayendo al suelo cuando el de máscara se abalanzó sobre él y besó varias veces su mejilla.
Sus pupilas se achicaron y sus alas se hincharon más, si es que eso era posible, viendo completamente celoso y molesto la escena.
Fit lo detuvo antes de que pudiera atacar a Quackity, sosteniéndolo y tratando de calmarlo.
Missa también abrazó a Roier, pero parecía que no tenía tanto apego con él.
Quackity solo se rió nervioso por los besos y acarició su cabello, regresándole el abrazo y poniendo más rabioso a Philza.
"Escucha, todos aquí son buenos, pendejos, pero buenos" Apuntó al rubio y una sonrisa burlona se formó en sus labios. "Él es el peor de todos, creo que se cayó de chiquito y por eso es así, pero igual se le quiere"
Phil lo miró indignado, más cuando su marido lo aceptó y le creyó con tanta facilidad, sus ganas de golpearlo solo incrementaban con cada cosa que salía de su boca.
El híbrido de pato regresó al plan y le pidió al segador que dejara que lo revisaran para comprobar que todo estuviera bien con él.
Por lo menos ahora se veía más tranquilo, pero no le gustaba que otra persona haya sido el responsable de tranquilizarlo.
Los demás lo revisaron y le hicieron las pruebas correspondientes, al parecer todo estaba en orden, pero aún así no lograba relajarse.
Tenía perdida de memoria y para colmo, daba a entender que estaba en una relación con Quackity y ninguno entendía por qué creía algo como eso, solo Quackity sabía y no le quería decir nada como venganza por todas las veces que le impidió estar con Tallulah.
Ahora le haría lo mismo, pero con Missa.
Y Roier parecía que no recordaba nada de eso, o al menos eso daba a entender.
Las pruebas terminaron y Missa no se despegó en ningún momento de su lado, abrazándolo y recostándose contra él.
No se consideraba alguien celoso, pero en esos momentos ni siquiera sabía si se podría controlar de golpear a Quackity por robarse a su marido.
Pero tenía un plan para recuperarlo, no pensaba dejar las cosas así.
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Los días pasaron y Missa se mudó a casa de Quackity, sus intentos por acercarse no resultaban del todo bien, apenas le dirigía la palabra y se veía incómodo con su presencia.
Eso lo ponía triste, así que decidió ganarse su confianza de nuevo de otra forma.
Y así llegó a ese momento, cargando con dificultad al montón de ovejas que tenía en su anterior base. Pensó que estarían muertas al llegar, pero tenían suficiente agua y comida, también una zona donde dormían.
Llegó a la casa del híbrido de pato y pateó la puerta porque no podía tocarla, escuchando pasos hasta que la puerta se abrió.
Su expresión seria cambió en un instante que vio a las ovejas, agarrando a la más pequeña de sus brazos y abrazándola.
Al menos lo hizo sonreír, eso era un progreso.
Bajó a las demás ovejas y Missa les indicó que entraran a la casa, agradeciéndole en voz baja cuando se quedaron solos.
"¿Quackity no está?" Sonrió cuando lo vio negar, acercándose a él para luego mantener distancia al verlo retroceder nervioso.
Tenía qué recordar que estaba desorientado, no lo recordaba y era un desconocido para él, no lo quería asustar.
Acarició la cabeza de la oveja pequeña cuando pasó entre sus piernas, sonriendo nervioso.
"Tus ovejas me mordieron en el camino, no creí que fueran tan agresivas"
Una pequeña risa escapó de los labios de su marido y le dio un besito en la cabeza al animal.
"No lo son, tal vez las intimidaste y se pusieron a la defensiva, digamos que no te ves del todo amable cuando llevas a alguien en contra de su voluntad a un lugar desconocido"
Intentó decir algo pero no salió nada, en realidad tenía razón, pero en su defensa, él comenzó a atacarlo, solo lo quería ayudar.
Continuaron hablando hasta que llegó Quackity de quién sabe dónde, despidiéndose y yéndose rápido hacia su hogar.
Hora de llevar a cabo la segunda parte de su plan.
Tres días después lo visitó nuevamente, trayendo ahora a Chayanne y a Tallulah. Recordaba que reaccionó ante la foto, puede que llegue a recordar más con ellos en persona.
Tocó un par de veces la puerta y Chayanne se lanzó a los brazos de su padre apenas lo vio, abrazándolo con fuerza y enredando su cola en su brazo.
Tallulah saltó emocionada en su lugar para luego abrazar con cariño su pierna y enredar su cola también.
La expresión de Missa era indescriptible, sus manos estaban temblando y muy lentamente, correspondió al abrazo de Chayanne todavía dudoso.
En un instante, sus ojos se llenaron de lágrimas cuando los escuchó llamarlo "papá" entre llantos y palabras preocupadas, teniendo que separarlos, con más esfuerzo con Chayanne porque se negaba a soltarlo al verlo llorar.
Finalmente Philza lo separó, pidiéndoles que los dejaran un rato a solas.
Ambos obedecieron, aún preocupados, pero se fueron hacia el pequeño jardín que había debajo de las escaleras de la casa.
Su atención se enfocó en Missa, abrazándolo por los hombros y guiándolo dentro de la casa para sentarlo en el sofá.
Al parecer Quackity remodeló, antes no tenía ningún mueble por pobre.
Su marido siguió sollozando y él acarició su cabello en un intento por calmarlo.
"¿S-se supone que son mis hijos, verdad? Los que aparecieron en la foto" Lloró con más fuerza al escuchar su respuesta positiva, ocultando su rostro entre sus manos. "Me siento tan mal por no recordarlos... N-no recuerdo nada sobre ellos y no puedo quitarme de la cabeza sus caras y sus voces llamándome papá"
"Oh... No te preocupes, no pasa nada" Se acercó hacia él y lo abrazó con duda, esperando que lo apartara, pero en vez de eso, solo se apegó y lo rodeó con sus brazos, llorando en su pecho.
¿Estaba mal sentirse un poco bien por la situación?
Lo estaba abrazando, eso era una buena señal, pero se sentía culpable por estar aliviado en su momento de debilidad.
Acarició su cabello y besó su frente, acurrucándolo contra él y envolviéndolo con sus alas para brindarle protección.
No quería que se sintiera mal, quería que estuviera bien y felíz.
Estuvieron así un rato hasta que se calmó y se separó, limpiándole el rastro de lágrimas con sus pulgares.
"¿Te sientes mejor?"
"S-sí, gracias"
"¿Quieres salir conmigo?"
Tal vez se vio muy desesperado al preguntarle y ese no era su objetivo, pero Missa aceptó después de minutos de silencio y duda, con la condición de que fuera solo como amigos.
Eso le revolvió el estómago, pero estuvo de acuerdo con la condición frente a él, no quería arruinar la oportunidad que le estaba dando.
Después de ese momento, empezaron a salir, no muy seguido y por poco tiempo porque Missa seguía inseguro y desconfiado. Pero lentamente comenzó a abrirse más y a comportarse de una forma más amigable.
Con la falta de memoria de su marido, podía descubrir un lado diferente al que conoció.
Casi siempre estaba a la defensiva, era más valiente y peleaba mucho mejor, también tenía una fascinación por las ovejas y pescar, no sabía por qué tanta adoración, pero le parecía adorable.
Comenzó a traerle regalos con regularidad, dándole desde flores hasta un nuevo juego de cañas de pescar cuando le dijo que la suya se había roto.
Podía notar como poco a poco se iba ganando su confianza, ya no se oponía a su repentino acercamiento, abrazos o besos, siempre y cuando no fueran en los labios.
Esperaba recuperar su memoria pronto, pero esa nueva versión de él tampoco le desagradaba. Aún así, seguía prefiriendo a la anterior.
Un día le pidió volver a vivir con él y los niños, le dijo que lo hablaría con Quackity y que le diera tiempo para pensarlo.
Eso lo emocionó mucho, no lo rechazó, entonces había una alta probabilidad de que volviera a casa.
Incluso construyó una zona para sus ovejas y otros animales que le gustaban, quería hacerlo sentir como en su hogar de nuevo, que no se sintiera como un extraño en un lugar que no conocía.
Así que un día mientras jugaba con los niños, lo observó a unos metros de él con sus cosas, Missa lo saludó tímidamente y con un ligero sonrojo en sus mejillas, dejando que los niños lo abrazaran con fuerza.
Él solo miró todo con una suave sonrisa, acercándose y dándole la bienvenida de nuevo a su hogar.
A pesar de que seguía con falta de memoria, ha recordado muchas cosas y estaba en un gran proceso de recuperación.
Todavía seguiría luchando por traer cada uno de sus recuerdos devuelta, pero se tomaría las cosas con más calma e intentaría que estuviera lo más cómodo posible.
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Chapter 36: •Solicitud 35•
Summary:
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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Se rió por la expresión nerviosa de Missa, besando su mejilla mientras él se aferraba con fuerza a su brazo.
Se encontraban investigando con la Orden unas antiguas instalaciones de la Federación que descubrió Maximus, aunque en un principio se negó al ver la inseguridad de Missa, él insistió en acompañarlos también.
Dudosamente aceptó, pero le dijo que se mantuviera lo más cerca posible si algo llegaba a ocurrir.
Ahora estaban en una especie de laboratorio bajo tierra, con un montón de documentos y piezas de portales tirados en el suelo.
Raro, ¿por qué piezas de portales?
Habían algunos que estaban a medio construir, mientras que otros estaban destruidos y completos, pero apagados.
Se soltó un momento de Missa y le pidió que fuera con Foolish, mientras él investigaba uno de los portales apagados.
Se acercó a uno y lo tocó, revisándolo y sin darse cuenta de que el portal se había activado abruptamente.
Lo último que escuchó antes de que fuera absorbido por el portal fueron los gritos preocupados de sus amigos, en especial los de Missa.
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Despertó sobresaltado al escuchar el sonido de un creeper, tratando de arrastrarse lejos pero siendo empujado por la explosión.
Después de eso, solo se escucharon zombies y esqueletos demasiado cerca, y que para colmo aparecían de la nada.
¿Por qué aparecían tantos? Todavía era de día y ya parecía de noche.
Cómo pudo escapó de ellos, asustándose cuando se encontró cara a cara con Spreen.
Él estaba muerto, no podía estar ahí.
Apenas el híbrido de oso se dio cuenta de su presencia, se le arrojó encima con espada en mano, amenazando con cortarle la garganta.
"Tenés cinco segundos para que no te corte el cuello"
Palideció al escucharlo contar lentamente, estaba hablando en serio.
"¿Por qué estás vivo...?"
"Tres vidas, chao"
Después de decir eso, sintió el filo de la espada cortándole la garganta y todo se volvió oscuro hasta que volvió a reaparecer en otro lugar diferente.
Imbécil, no tenía razones para matarlo.
Pero si él estaba ahí y tenía tres vidas como le dijo, eso significaba que ese era un mundo diferente donde seguía vivo.
Tal vez incluso Missa podría existir en ese mundo, puede que se estuviera equivocando, pero era una posibilidad.
Siguió caminando por un rato hasta que vio una casa a lo lejos, acercándose con curiosidad.
Si estaba abandonada, podría pasar la noche ahí, estaba oscureciendo y no quería que lo atacarán más monstruos de los que ya habían.
Pudo notar que la puerta estaba reforzada y no habían ventanas, al parecer alguien sí vivía ahí.
Retrocedió para irse, chocando contra algo.
Por favor que no sea Spreen de nuevo.
Se dio la vuelta, levantando la mirada para poder ver a la alta y oscura figura de cuatro caras que tenía enfrente.
La criatura sacó su espada como amenaza y retrocedió al verla hasta chocar contra la casa.
¿Cómo iba a defenderse? No tenía ningún arma y para colmo, no pudo agarrar madera por la cantidad excesiva de monstruos que habían.
Bueno, lo iban a matar de nuevo.
"¿Cuántas vidas tienes?"
"Ah... ¿Cero?"
Su expresión se deformó un poco por su respuesta, riéndose a los pocos segundos.
"Si tuvieras cero no estarías vivo"
Todos tenían vidas en ese mundo, interesante.
"No soy de aquí, caí por un portal y ahora estoy-"
"¿Entonces eres inmortal?"
¿Podía contar como inmortal morir varias veces y regresar? No lo sabía, así que solo asintió y dio un pequeño salto cuando lo agarró con fuerza del brazo.
En un segundo las expresiones en sus rostros cambiaron drásticamente, volviéndose más sombrías.
"Entonces nos serás de utilidad, si reapareces después de morir, serás un excelente escudo humano~"
Antes de que pudiera decir algo, la puerta de la casa se abrió y fue arrojado dentro.
La puerta volvió a cerrarse detrás de él y al levantar la mirada, vio los ojos de Missa fijos en su dirección.
¿Por qué estaba en una jaula?
Lo detalló con más detenimiento y notó demasiadas diferencias con el de su mundo, pero lo que más destacó fue el tatuaje de corazones en su muñeca, con dos de ellos opacos y con una "X" sobre ellos.
Oh... Una sola vida.
Vio a Quackity acercarse a él y agarrar su mano, hablándole al oído.
Eso hizo que frunciera el ceño y algo se removiera inquieto en su interior.
¿Por qué lo tocaba con tanta confianza?
"¿Y este qué?"
"Un escudo humano con vidas ilimitadas, si se nos acaba la carne nos podemos comer su cuerpo, las ovejas y los animales de Missa no se tocan"
Aparte de locos, eran canibales, que suerte le tocó al encontrarse con los más inestables de esa casa.
Sintió como lo volvía a agarrar del brazo, obligándolo a levantarse.
"No nos causes problemas, aquí no dudamos en matar" Apretó con más fuerza su brazo, sacándole un quejido de dolor cuando sus garras se clavaron en su piel. "Y no toques a Missa, te asesinaré una y otra vez de formas que no quisieras imaginar"
Lo soltó sin esperar una respuesta de su parte, abandonando la casa.
Todo se quedó en silencio, volteando a ver a Missa de inmediato y sonriendo al verlo saludar con su mano.
Él seguía siendo el mismo, igual de dulce y tranquilo que siempre.
"¿Quieres ir a ver mis ovejas?"
Asintió sin pensarlo dos veces, viendo como hacía una salida en la jaula e intentaba ser detenido por Quackity.
El híbrido de pato lo tomó del rostro y susurró algo en su oído, haciéndolo enojar por la cercanía.
Le quería arrancar esa mano.
Siguieron susurrándose entre ellos por unos segundos hasta que se separaron.
"Quackity quiere darles de comer, así que también viene"
Claramente solo no quería dejarlos solos, pero en parte lo entendía, Missa era el único que tenía una sola vida por lo que pudo notar.
Fueron al lugar donde estaban los animales, sonriendo con dulzura al ver cómo todas las ovejas se le amontonaban encima pidiendo cariño.
Era muy adorable.
Missa agarró confianza demasiado rápido para hablarle, tal vez porque no lo sentía como un peligro para su vida.
Siguieron pasando los días y luego las semanas, prácticamente lo tenían como un prisionero y como la criatura alta dijo, lo usaban seguido como escudo humano contra esqueletos, creepers, y otras personas.
Ha muerto varias veces, pero sin importar que tan lejos esté, siempre acababan encontrándolo.
Poco a poco han sacado más seguido a Missa de la jaula, llevándolo a pelear y buscar recursos, pero siempre protegiéndolo.
La versión de él de ese mundo parecía mucho más inocente y curiosa por todo, siempre tenía aquel brillo maravillado en sus ojos por cualquier animal y gema que se encontraba.
Incluso se atrevería a decir que era bastante bueno peleando y defendiéndose a sí mismo.
Sobrevivió mucho tiempo... Hasta ese día.
Estaban pescando y de repente aparecieron muchos monstruos, en su mayoría brujas atacándolos con pociones de veneno.
Apenas se dio cuenta cuando se puso frente a Spreen para que no recibiera daño, siendo atravesado por una flecha y envenenado hasta la muerte.
Su cuerpo cayó inerte al agua y de inmediato otro de los híbridos de oso se lanzó a buscarlo, saliendo poco después con el cuerpo en sus brazos.
Con sangre todavía saliendo por la herida de flecha, pálido y con la mirada opaca y perdida, y sobre todo, sin moverse.
Estaba muerto.
Intentó acercarse, siendo arrastrado por el agua hasta un portal submarino.
Lo atravesó y llegó nuevamente a aquella instalación vieja de la Federación, tosiendo el agua que tragó.
Ahí todavía estaban sus amigos y sintió a Missa abrazarlo preocupado, correspondiendo sin dudarlo y escondiéndose en el hueco de su cuello.
No podía quitarse la imágen de su cadáver de la cabeza, todo pasó demasiado rápido.
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Chapter 37: •Solicitud 36•
Summary:
Phissa 💜💚
Notes:
Ando triste y con los ojos hinchados de tanto llorar por el final de QSMP, así que aquí hay algo bonito 🥲♥️
Chapter Text
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"Phil, escucha, amo a tus hijos, son hermosos... Pero creo que ellos no me quieren a mí" Murmuró bajando la mirada, jugando nerviosamente con sus dedos.
Hace poco habían formalizado una relación y conoció a los hijos de Phil hace unos días.
Desde el momento que los vio les agarró un inmenso cariño, pero él no sentía que ellos correspondían a aquello.
Tal vez solo eran inseguridades suyas y realmente ellos lo querían, pero no lo sabía, nunca se ha considerado muy bueno lidiando con niños.
El rubio le dedicó una mirada incrédula después de escucharlo, agarrando sus manos con delicadeza y besándolas.
"No digas eso, ellos te adoran y lo han demostrado cuando los conociste, no sé de dónde sacas que no te quieren, Toby y Tommy no se querían separar de ti y Techno se veía muy cómodo y felíz al hablar contigo"
Suspiró todavía al ver la inseguridad en su expresión, abrazándolo por la cintura y guiándolo hacia la puerta de su casa.
"¿Estás seguro de eso? Es que realmente no creo que-"
"Por supuesto que lo estoy" Lo interrumpió abruptamente, sonriéndole con dulzura. "Después de que los conociste, Tommy y Toby solo balbucean para que estes con ellos y como te dije, Techno está interesado en saber más sobre ti"
Le dio un corto beso en los labios y le abrió la puerta, escuchando los pasos apresurados de sus hijos menores.
Una sonrisa se formó en los labios de Missa y se agachó para abrazarlos, cargándolos en sus brazos y dejando que se acurrucaran en su pecho.
Unos segundos después apareció Techno, saludándolo con la mano y acercándose a ellos con una pequeña sonrisa.
Le alegraba que sus hijos se encariñaran tan rápido con Missa, una sola visita y ya querían pasar la mayor parte de su tiempo con él.
Los cuatro se sentaron en la sala y comenzaron a charlar, principalmente sobre los estudios de ambos menores.
Tommy y Toby le hablaban a Missa sobre todo lo que hicieron en sus clases y él escuchaba atento, felicitándolos por todo lo que han aprendido.
Por otro lado, Techno era un poco más serio al hablar sobre lo que le gustaba y ha aprendido, pero seguía manteniendo aquella dulce sonrisa en sus labios.
Missa se integraba muy bien en las conversaciones y en el ambiente familiar del hogar, como si siempre hubiese estado destinado a estar con ellos.
Philza organizó una serie de actividades especiales para pasar tiempo de calidad juntos. Primero, construyeron un fuerte con mantas y cojines en la sala.
Los cinco se acomodaron dentro, compartiendo risas y cuentos mientras se mantenían calentitos y acogidos en las mantas.
Después de jugar un rato en su fuerte, Techno propuso hacer galletas juntos porque quería aprender a cocinar postres. Missa estaba encantado con la idea ya que cocinar era uno de sus pasatiempos favoritos cuando no tenía nada que hacer.
Así que los cinco se pusieron delantales y se dispusieron a hacer la masa de galletas, con Missa siendo el guía por tener más experiencia.
En poco tiempo, la cocina se llenó de risas junto al olor a vainilla con chocolate mientras moldeaban y decoraban las galletas con formas divertidas.
Una vez que las galletas estuvieron listas y fuera del horno, se sentaron juntos en la mesa del comedor y disfrutaron de cada una de ellas con enormes sonrisas.
Missa les empezó a contar historias de su infancia y anécdotas de su trabajo para que lo conocieran mejor, mientras los niños escuchaban atentamente, con los ojos brillantes de curiosidad.
Al final de la tarde y acurrucados en el sofá bajo una manta, vieron películas infantiles que Phil ya se sabía de memoria por todas las veces que le han hecho verlas, pero ahora se sentía diferente al estar ahí junto a Missa.
Todo se sentía tan dulce y cálido, Philza sabía en ese momento que no necesitaban salir a ninguna parte como tenía planeado en un principio para crear recuerdos especiales.
El amor y la complicidad que compartían en su hogar era lo más importante para su familia, porque Missa ya era parte de su familia aunque para muchos no llevaban el suficiente tiempo siendo pareja para afirmarlo.
No le podía importar menos la opinión de los demás sobre su vida privada, él lo amaba y sus niños también, no necesitaba la opinión de alguien más, solo la de ellos importaba.
Se aseguraría de que en un futuro no tan distante, lograría decorar la mano que tanto amaba agarrar y besar con un brillante anillo de matrimonio.
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Chapter 38: •Solicitud 37•
Summary:
Deathduo/Phissa 🫶
Chapter Text
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Missa era alguien apasionado por los viajes en el tiempo, siempre ha sentido una enorme curiosidad por la idea de que existiera un dispositivo que pudiera enviarte a una época y año totalmente distinto.
Y como sabía que no existía uno, decidió hacerlo un día gracias a todos sus conocimientos adquiridos, más los que todavía seguía estudiando y aprendiendo.
Su familia también se interesó por lo que estaba haciendo, acompañándolo por horas y dándole ayuda para que no se excediera y cansara tanto.
Su marido cocinaba para él y le hacía preguntas al verse interesado, al igual que sus hijos, solo que a ellos los mantenía a una distancia prudente solo por precaución, no quería que se hicieran daño con algún objeto de su laboratorio casero.
Un día, mientras experimentaba con el reloj en su muñeca, ocurrió un inesperado fallo en los circuitos de su dispositivo temporal, y antes de que pudiera darse cuenta, se vio envuelto en una intensa luz azul y transportado a un lugar totalmente diferente al que conocía.
Al abrir los ojos, Missa se encontró en un lugar amplio y tranquilo, con múltiples árboles de cerezos y construcciones enormes en los alrededores.
Ahora sí se metió en problemas, su reloj fallaba y no sabía dónde estaba, ni siquiera podía guiarse por sí mismo.
Desorientado y asombrado por la situación, empezó a explorar el lugar en busca de algo que le de una señal del lugar en el que se encontraba, se topó con un lindo Sniffer bastante grande escarbando la tierra, haciéndolo sonreír.
Muy pocas veces ha visto uno, era muy bonito.
Se acercó con cuidado a él y le acarició la cabeza y las orejas aprovechando que estaba acostado, fijándose en el collar en su cuello cuando levantó la cabeza.
"Dorothy"
Entonces era hembra, muy linda.
Siguió dándole caricias, dando un salto asustado cuando algo aterrizó con fuerza en el suelo, justo a sus espaldas.
Esperaba no morir en ese sitio, no sabía si eso le afectaría ya que no es su tiempo ni su lugar.
Al darse la vuelta temeroso, se topó con un hombre joven de cabello rubio y ojos azules brillantes, siendo lo que más destacaba de él las enormes e imponentes alas oscuras en su espalda.
Ese era Philza, aunque ahora se veía más jóven.
Antes de que pudiera decir algo, Phil se acercó a él con curiosidad, recorriéndolo de arriba a abajo con confusión.
"No deberías estar aquí... ¿Tú quién eres y qué haces aquí?" Preguntó y frunció el ceño de repente, haciéndole señas para que se alejara de su Sniffer.
El segador sin dudarlo se alejó nervioso y con un pequeño sonrojo en sus mejillas.
Nunca había visto sus alas tan sanas y brillantes, eran enormes y hermosas, se sentía felíz de haberlas visto por primera vez así, pero triste al pensar que en algún momento de su vida se arruinaron.
Carraspeó para aclararse la voz, todavía sin despegar los ojos de sus alas.
"Me llamo Missa y... Eso es una larga historia"
Respondió después de un rato, sintiendo la mirada de su marido sobre él.
Su sonrojo solo aumentó cuando Phil sonrió de lado y sus pupilas se dilataron ligeramente, tal y como hacía el suyo.
"Entiendo, ¿tienes algún lugar dónde quedarte o estás perdido?"
Miró a los lados y luego negó con su cabeza, ni siquiera sabía qué lugar era ese, claramente no iba a tener una casa o al menos un refugio improvisado.
Su esposo solo sonrió más y extendió sus alas, como si estuviera preparado para volar.
"Entonces te ayudo, es aburrido estar solo y los cuervos son molestos, al menos puedo hablar contigo en paz" Lo levantó en sus brazos sin esperar una respuesta, emprendiendo vuelo y sintiendo como se aferraba temeroso a su cuerpo.
Tal vez era un poco apresurado, pero él sabía cuando se sentía inmensamente interesado en algo o en alguien, y si lo quería, lo conseguiría. Después de todo, tenía casi cualquier cosa en su mundo, para no decir que ya tenía y ha hecho todo.
Al llegar a su casa lo bajó, mostrándole los alrededores y manteniendo su mirada fija en él en todo momento.
Aunque él no le ha dicho nada, sabía que era un segador, podía sentirlo por el aura que emanaba, y eso le parecía totalmente interesante.
No dejaría que cualquiera entrara a su hogar y pudiera tener acceso a sus cosas, era muy quisquilloso con su nido.
Pero él sabía lo que quería y sabía que lo obtendría tarde o temprano.
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Philza más jóven resultó ser un poco coqueto... Tal vez demasiado, ya llevaba un par de días en su casa y ha recibido gemas y objetos raros, también casi en todo momento, el rubio se la pasaba con las alas extendidas y volando a su alrededor con las pupilas dilatadas.
No sabía lo que estaba intentando hacer, pero le parecía gracioso y divertido ver cómo se le pegaba graznando como un cuervo y ronroneando.
A medida que Missa pasaba más tiempo en el pasado, aprendió más cosas de su esposo que no sabía y disfrutaba de la compañía y las construcciones que hacía.
A pesar del poco tiempo que llevaba ahí, Philza era consciente del sentimiento que estaba floreciendo en su pecho.
Missa era una persona muy linda y divertida, se sentía totalmente interesado por conocerlo más a fondo.
Las semanas siguieron pasando y ambos se volvieron más cercanos por la insistencia de Philza, compartiendo más sobre ellos, pero Missa sin hablar del porqué se encontraba ahí o cosas muy significativas sobre él para no cambiar tanto las cosas.
Sin embargo, el segador un día se dio cuenta de que el dispositivo que lo había transportado estaba fallando nuevamente y de la misma forma que antes, después de que lo teletransportara a ese lugar se mantuvo apagado, pero ahora se encendió de nuevo.
Eso solo significaba que si seguía fallando como en un principio, muy pronto lo devolvería a su propia línea temporal.
O al menos esperaba que fuera a su casa con su familia, podría ser en cualquier momento y no se daría cuenta hasta que ocurriera.
Y tal como sospechó, cuando Philza salió volando para revisar unas cosas, la misma luz azúl lo envolvió y lo teletransportó devuelta.
Apenas confirmó que estaba en su hogar, se quitó el reloj y lo dejó lejos, solo por si acaso, no quería otro accidente.
Le hubiese gustado despedirse de él.
Se levantó al escuchar la puerta siendo abierta, observando a su Philza con una pequeña taza de café en sus manos.
"¿Ya terminaste? ¿Quieres tomar un descanso?"
Preguntó con un tono suave y Missa asintió, sonriendo encantado.
Su Philza era mucho más tranquilo y tierno que su versión más jóven, no lo cambiaría por nada.
Se hizo a un lado para que se sentara a su lado, abrazándolo y recostándose contra su cuerpo, siendo rodeado por una de sus lastimadas alas.
Le gustaría que volvieran a su glorioso estado anterior, antes de que fueran recortadas y perdiendo la habilidad de volar.
Sonrió junto a un sonrojo al sentir un beso en su frente, escuchando su fuerte ronroneo por tenerlo tan cerca.
"¿De pura casualidad nunca envejeces? Sigues estando igual cuando te conocí siglos atrás" Dejó otro beso en su frente, entrelazando sus dedos. "Sigues igual de bonito"
Oh... Ahora Philza recordaba haberlo conocido en esos tiempos.
Bueno, no se quejaba, podía vivir felíz con eso.
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Chapter 39: •Solicitud 38•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Se asustó cuando Cucurucho apareció frente a él con un frasco de pastillas en su mano.
Creyó que estaba solo desahogando sus desgracias, seguía indeciso de volver con su familia después de su larga ausencia.
Y se sentía muy mal, los abandonó por meses. ¿Con qué cara iba a volver y esperar que lo aceptaran de nuevo en su hogar?
No podía hacer eso, los podría dañar más de lo que ya lo hizo.
Agarró dudosamente el frasco e intentó buscar algunas instrucciones para saber lo que eran, pero solo se encontró con la cara de Cucurucho.
Eso no le daba confianza.
Cucurucho se rió al ver su expresión dudosa, escribiendo en un libro para luego entregárselo.
"¿Toma un par y serás la mejor versión de ti mismo?" Leyó en voz alta y volvió a ver el frasco, notando que al levantar nuevamente la mirada, Cucurucho ya no estaba con él.
¿Sería cierto o solo sería un truco?
En el caso de que fuera cierto, podría ser una mejor versión de sí mismo y podría ganarse de nuevo el amor de su familia.
Ya no los decepcionaría con su presencia porque estaría con ellos el mayor tiempo posible.
Podría protegerlos, prepararles comida y volver a vivir bajo el mismo techo.
Abrió el frasco sin dudarlo más, agarrando dos pastillas y tragándoselas de una.
No sabía cuánto tiempo tenía que esperar para que hicieran efecto, esperaba que fuera pronto y no se tardara demasiado tiempo.
Quería estar lo más pronto posible con su familia.
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"¡Esto no es lo que quería!"
Chilló frente al espejo al revisarse el cuerpo cuando sintió que las pastillas hicieron efecto, esperaba de todo menos lo que le ocurrió.
Ahora tenía una cintura más estrecha, dos pechos pequeños y lo peor de todo es que en su entrepierna desapareció su genital masculino.
Se quería matar y desaparecer de la faz de la tierra, ni siquiera sabía cuánto tiempo durarían esos efectos.
Tenía que salir a buscar a Cucurucho, tenía que obligarlo a arreglar lo que él causó.
Se puso un tapabocas y se ocultó mejor el rostro con su capucha, aunque no estaba muy diferente, se notaba de cerca el cambio de rasgos.
Se puso ropa más holgada para poder ocultar mejor los pechos y salió rápidamente en busca de Cucurucho para que arregle su problema, rezándole a cualquier Dios existente para que no se topara con alguien o con Philza.
Para su mala suerte, escuchó la voz de Bad y luego su brazo abrazarlo por los hombros.
Que la tierra por favor se lo tragara, ¿por qué tenía qué aparecer justo ahora?
"¡Hey, Missa! ¿Por qué el tapabocas? ¿Estás enfermo?" Preguntó con curiosidad y le intentó quitar la capucha, ladeando la cabeza cuando se alejó repentinamente. "¿Es contagioso?"
Missa asintió de inmediato para tener una excusa, intentando irse pero siendo detenido nuevamente.
"Entonces puedo darte algo para que te mejores, no te preocupes por el contagio, normalmente nunca me enfermo"
Pronunció contento y afirmó el agarre en su brazo, comenzando a arrastrarlo hacia su casa.
Missa ya estaba entrando en pánico, no podía hablarle porque iba a notar el cambio en su voz, tampoco sabía cómo decirle que necesitaba buscar a Cucurucho.
Otro brazo lo detuvo a sus espaldas, palideciendo al ver a Philza detrás de él.
Mierda-
"No te preocupes, Bad. Yo me ocuparé de ayudarlo"
"Oh, okay"
El demonio lo soltó y se despidió con su mano, desapareciendo gracias a la Warp Stone.
Se intentó ir rápidamente, cerrando los ojos con fuerza cuando Philza lo abrazó y apretó su agarre para evitar que se escapara.
"Ya se lo qué pasó, Cucurucho me lo contó, tranquilo, vamos a casa" Agarró con delicadeza su mano y entrelazó sus dedos, teletransportándolos juntos a su hogar. "Los niños están con Toby, quiero privacidad para hablar contigo"
El rubio lo soltó cuando llegaron, besando con cariño su frente.
"Cucurucho me contó que se equivocó al darte las pastillas, ¿por qué te las tomaste pensando qué eran las otras?"
"Creí que me harían más fuerte y mejor para merecerte a ti y a nuestra familia..." Carraspeó al escuchar su propia voz, sonando más aguda de lo que le gustaría.
Philza solo suspiró cansado y lo abrazó, quitándole el tapabocas y dejando un pequeño beso en sus labios.
"Nosotros solo queremos que vuelvas, sin importar cuánto tiempo esperemos por tu regreso, seguiremos esperando por ti porque te amamos... Yo te amo, no puedes imaginarte cuánto"
Lo obligó a sentarse en la cama, abrazándolo con fuerza y ocultando su rostro en su cuello y dejando suaves besos.
Missa se sonrojó con fuerza por el contacto y la cercanía, tomándolo por los hombros y separándolo de él.
"Entonces demuéstramelo, quiero que lo hagamos"
El rubio solo alzó una ceja y lo miró de arriba a abajo, sonrojándose ligeramente.
"¿Hacer qué?"
"Ya sabes... No me hagas decirlo" Murmuró avergonzado, apretando su mano. "Quiero que me hagas el amor"
"¿Contigo así...? ¿No prefieres qué lo hagamos cuándo vuelvas a la normalidad? Pregunto porque no sé si te sientas cómodo con un cuerpo distinto"
"No te preocupes, no me importa. ¿Tú te sientes incómodo conmigo así?"
Sonrió ligeramente al verlo negar, abalanzándose a sus labios para besarlo, jadeando al sentir sus manos meterse apresuradamente bajo su ropa.
Se sentía raro, pero no porque le disgustara, más bien era por sentir las claras diferencias con su cuerpo masculino a la hora de sentir excitación.
La mano de Philza levantó la parte superior de su ropa y comenzó a apretar uno de sus pezones mientras mordía y chupaba su cuello.
Missa gimió por cada toque que le daba, mordiéndose el labio cuando su otra mano bajo hasta su entrepierna y se metió bajo su ropa interior, frotando su clítoris y jadeando por lo húmedo que se encontraba.
Era una sensación nueva sentirse así, tan sensible y mojado.
Un dedo entró y se frotó insistentemente contra sus paredes internas, entrando uno nuevo y abriéndolo más entre los dos.
Por alguna razón, se notaba que Philza sabía lo que hacía, sus movimientos no eran dudosos, se mantenían firmes y seguros a la hora de tocarlo.
Era raro que le gustara más esa sensación con una intimidad de mujer y no con la suya de hombre.
Tal vez no haya sido tan mala idea que Cucurucho se equivocara de pastillas, y tenía más.
Si el efecto duraba días, podía usarlas un par de veces a la hora de tener relaciones, obviamente no lo haría todo el tiempo, pero para experimentar más sería interesante.
También las podría usar para otras cosas más íntimas cuando su marido andaba con la idea de tener otro hijo.
Jadeó cuando salieron los dedos y el rubio lo tomó por las caderas, levantándolo para que quedara acostado sobre él, sintiendo su miembro frotarse ansioso contra su entrada, humedeciéndose con sus fluidos para que sea más sencillo a la hora de entrar.
No le dio tiempo de reaccionar cuando la punta se deslizó dentro con facilidad, gimiendo con fuerza cuando poco a poco seguía entrando entre pausas para evitarle dolor.
Definitivamente era una sensación demasiado distinta, tenía la mente nublada por las lágrimas y la excitación.
La primera embestida lo terminó por romper cuando chocó contra un punto sensible, moviendo despacio las caderas para que lo volviera a tocar.
Philza pareció entender la indirecta porque lo ayudó a moverse mejor, chocando con fuerza su pelvis contra él y escuchándose un viscoso sonido gracias a todos los fluidos salpicando.
Poco a poco las estocadas se hicieron más rápidas y erráticas conforme pasaba el tiempo, escuchando los gemidos del rubio en su oído.
Sollozó cuando por fin acabó y tuvo su orgasmo, sintiendo como algo espeso y caliente lo llenaba a los pocos segundos.
Bajó la mirada cuando Phil salió solo para ver cómo quedó, poniéndose rojo y sonriendo avergonzado al ver su entrada abierta y con el líquido blanquecino aún saliendo a chorros.
Realmente nunca creyó verse de esa forma, pero era un sentimiento y una vista completamente eróticas.
Se dio la vuelta para abrazar a Philza, sonriendo por los cariñosos besos que le daba junto a los abrazos.
El día no salió tan mal como esperaba.
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Al día siguiente despertó hecho un desastre, pero al menos había vuelto a la normalidad.
Los únicos detalles que quedaron de la noche anterior fueron las múltiples mordidas que le dejó el rubio junto a su esencia manchando sus piernas.
Se estiró y sacó el frasco con las pastillas del bolsillo de su pantalón, guardándolas en el cajón de su mesita de noche.
Usarlas un par de veces más no le haría daño a nadie, solo para ocasiones específicas.
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Chapter 40: •Solicitud 39•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Estaba en contra de todo lo que estaba sucediendo y de lo que los estaba obligando a hacer.
¿Cómo se les ocurría emparejarlos con alguien qué no conocían? Peor aún, criando a un hijo juntos.
Por eso cuando les entregaron a un pequeño bebé rubio y de ojos azules, no quiso pasar tiempo ni con él ni con su ahora marido.
Necesitaba tiempo para asimilar todo, todo era muy repentino y siempre ha estado solo.
Además, no sentía que fuera un buen padre, el bebé necesitaba muchos cuidados y se sentía realmente culpable por dejarle casi todo el trabajo al Omega.
No era justo, incluso lo habían obligado a vivir con él para que pudieran criar al bebé juntos, él fue el que más ha sacrificado por Chayanne.
Conforme pasaban los días, intentó como pudo pasar más tiempo juntos y conocer más a su ahora esposo.
Lo bueno es que Missa era una persona muy dulce y un poco torpe la mayoría de las veces, pero se veía de personalidad fuerte y amorosa a la hora de cuidar a su pequeño bebé.
No pudo evitar desarrollar sentimientos por él, su actitud tranquila y a veces tímida comenzó a atraerle después de unos días de conocerlo.
Por eso comenzó a cuidarlo más, Missa era un Omega torpe que le pasaban cosas bastante raras y peligrosas la mayoría del tiempo.
Si le pasaba algo malo se culparía por todo.
Comenzó a restringirle algunas cosas, en su mayoría tareas cotidianas como cocinar, cazar o incluso limpiar la casa, no quería que se hiciera ningún tipo de daño por más mínimo que fuera.
Missa, por otro lado, se sentía como un completo inútil, él antes hacía casi todo en la casa porque le gustaba, cazar y cocinar también le divertían y era un pequeño pasatiempo que tenía.
Pero ahora no podía hacer nada por petición de Philza, ni siquiera lo dejaba preparar el desayuno para ambos aunque fuera el primero en levantarse.
Lo único que hacía era darle el biberón a Chayanne, que ya estaba preparado por el rubio y luego se sentaba a hacer nada.
Philza no lo quería, lo odiaba, entendía qué su unión haya sido obligada, pero creyó que su relación se había vuelto más amorosa conforme se conocían más y pasaban tiempo juntos, incluso llegaron a formalizar algo después de meses.
Pero ni siquiera lo ha marcado, casi todos los Omegas emparejados estaban felices con sus Alfas e hijos, presumiendo la marca de unión en sus nucas y a un costado de su cuello.
Aunque normalmente se hacían durante las relaciones sexuales, no sabía si Philza se sentiría bien con eso, con que solo tuvieran un momento lindo para hacer oficial su unión de otra forma le bastaba.
Pero ni siquiera han hecho eso y ninguno ha sacado el tema aunque estén en una relación.
No sabía por qué empezó a actuar así con él, seguía comportándose amoroso a su alrededor, pero lo hacía sentir muy mal que le prohibiera hacer la más mínima cosa por él.
Decidió salir a escondidas un día después de alimentar y dormir a su bebé, porque hasta le prohibió salir si no estaba acompañado de él, porque según sus palabras, podría hacerce daño.
Eso lo enojó, será torpe o incluso asustadizo muchas veces, pero no era alguien delicado que se rompería con el viento.
Al salir, cazó algunos animales en el camino y paseó por el lugar, tal vez podría cocinar un estofado de carne y pollo para cenar, aprovechando que el rubio no estaba en casa.
Siguió caminando y recogiendo vegetales y frutas de las plantas y árboles, asustándose al escuchar pasos detrás de él.
Se dio la vuelta rápido, creyendo que Philza había descubierto su escape, suspirando aliviado al reconocer el olor a muffins y ver a Bad saludándolo.
Solo era él, obviamente Philza no le haría daño aunque lo descubriera, pero de todos modos se sentía tenso por ser descubierto.
"Tiempo sin verte, Missa. ¿Has estado muy ocupado en casa? Casi no te veo salir" Le dio un pequeño abrazo y correspondió, sonriéndole con suavidad.
Extrañaba hablar con él, Bad era de las pocas personas que lo acompañaba a altas horas de la noche y lo ayudaba con lo que necesitaba.
También lo aconsejaba cuando tenía problemas, tal vez pueda desahogarse un poco con él y aliviar el mal sentimiento en su corazón.
"He estado libre casi todo el tiempo, solo... No me está gustando la actitud de Philza"
"¿Te está tratando mal? Porque de ser así, lo mejor sería dejarlo y buscarte a alguien mejor"
Era un buen consejo, pero amaba a Philza y sabía que él no sería capaz de tratarlo mal, solo no confiaba en él para estar a su lado.
"No me trata mal, solo está distante y no confía en mí, no me deja hacer nada en la casa y creo que le desagrada mi presencia... Que solo no me ha echado de su casa por Chayanne, no me ha marcado y no creo que piense hacerlo"
La expresión de Bad se endureció ligeramente al escucharlo, para luego suavizarse y acariciar su cabello para reconfortarlo.
"Si Philza no te quiere a su lado, yo podría ser tu Alfa y hacerte la marca que tanto quieres" Bajó su mano hasta su cuello, haciendo a un lado el cabello oscuro que lo cubría. "Mereces a alguien que te ame y te aprecie de verdad, que no te vea como un adorno en casa"
Se inclinó despacio hacia su rostro, separándose cuando el fuerte olor a café llenó sus fosas nasales.
Philza estaba parado justo detrás de Missa, abrazándolo por la cintura y recargando su mentón en su hombro.
Su mirada estaba seria y fija en Bad, mostrándole los colmillos mientras su olor se ponía más agrio.
"¿Se puede saber qué estás haciendo?" Preguntó mirando directamente al otro Alfa, gruñendo al ver su expresión de fingida inocencia.
"Nada, ya me iba... Pero deberías dejar de tratar mal a Missa, no disfruta tu comportamiento, yo lo podría hacer más felíz que tú"
Desapareció luego de decir eso, el rubio miró de inmediato a su pareja.
"¿Por qué saliste sin mí? ¿Y por qué dijo todo eso?"
Missa solo frunció el ceño y lo miró enojado.
"Porque no me quieres cerca, ya lo has demostrado, nunca me dejas hacer nada por ti, siento que solo estoy de adorno en casa" Le hizo una seña para que se quedara en silencio, enojándose más al ver sus intenciones de interrumpirlo. "¡Déjame hablar! No me dejas hacer nada, lo único que hago es descansar y atender a Chayanne, puedo hacer muchas cosas si me dejas"
"Solo lo hacía para protegerte, no quiero que te hagas ningún daño o que te pase algo"
"¡Ese es el problema, no soy de cristal y no soy un inútil! No necesito que me sobreprotejas como si fuera frágil, puedo hacer muchas cosas por mí mismo... ¡Ni siquiera me dices qué me amas ni me has marcado! ¡No te importo!"
El rubio se dio la vuelta al escuchar voces, viendo a lo lejos a algunos mirándolos y hablando entre ellos.
Sus mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza, agarrando la mano de Missa y apretándola para evitar que se alejara.
"Hablemos de esto en casa para tener más privacidad" Murmuró en su oído, tomándolo en brazos y teletransportándose juntos.
Al llegar a su casa, Missa se bajó rápido de sus brazos, sonrojándose cuando el rubio lo acorraló contra la pared de su habitación y escondió su rostro en el hueco de su cuello.
"Por favor perdóname... No quería que te sintieras de esa forma, solo no quería perderte" Acarició sus caderas y lo abrazó para que no se separara. "Es que tenía miedo, te pasan tantas cosas que me hicieron creer que te perdería, de verdad te amo mucho y te quiero conmigo"
Missa pareció suavizarse por sus palabras, correspondiendo al abrazo y suspirando.
"Bien, te perdono, pero las cosas tienen que cambiar si no quieres que me vaya"
Philza asintió varias veces y besó varias veces su mejilla, sacándole risas y bajando directamente hacia sus labios para besarlos con emoción.
No sabía porque no se lo ocurrió hacerlo antes, mimarlo y darle más amor, lo descuidó demasiado.
Agarró sus piernas y lo levantó, tirándolo en la cama y subiéndose sobre él para seguir besándolo.
"¿Todavía quieres qué te marque?" Murmuró apenas se separó, sonriendo al verlo asentir ansioso.
Se deshizo rápidamente de su ropa y la de él, mirando embobado su cuerpo y embriagándose con el olor dulce de arándanos azules que emanaba.
Cómo le encantaba aquel olor, podría estar todo el tiempo del mundo oliéndolo.
Se acostó sobre su espalda y se encargó de llenar de besos y chupetones su cuello y nuca, abriendo despacio sus piernas mientras entraba en él, arrancándole suaves gemidos que solo lo calentaron.
Las embestidas rápidas empezaron al poco tiempo de haberse acostumbrado a la sensación, y a ese punto Missa era un desastre debajo suyo, con sus manos hechas puños en las sábanas y babeando la almohada en su rostro.
Sus movimientos, sonidos y lenguaje corporal le indicaban que lo estaba disfrutando tanto como él y eso lo alegraba.
Haría lo que fuera para hacerlo sentir bien y amado.
Mordió su cuello con sus colmillos y la marca se formó, penetrándolo cada vez con más fuerza mientras lo seguía mordiendo hasta que acabó dentro de él, tocando con suavidad su vientre ligeramente abultado por el nudo.
Eso aumentaba la tasa de fertilidad, tenían a Chayanne, pero tener una niña no sería una mala idea.
Se quedó pegado a él en lo que duraba el nudo, abrazándolo y besándolo en todo su rostro, susurrándole palabras lindas al oído.
No cometería el mismo error de antes, seguiría protegiéndolo porque lo amaba, pero no de la fea forma de antes.
Le dejaría su lugar en su familia como debió haber hecho en un principio, dándole la libertad que merecía para que no se sintiera apartado y como un objeto sin utilidad.
Esta vez haría todo bien para no perderlo.
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Chapter 41: •Solicitud 40•
Summary:
Deathduo/Phissa 💜💚
Chapter Text
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No recordaba muy bien lo que ocurrió para terminar ahí, solo recordaba estar con sus amigos explorando una Dungeon cuando un portal-
Oh... Un portal lo absorbió a un lugar desconocido.
Bien, eso fue lo que ocurrió, solo tenía que encontrar la forma de regresar a su hogar.
El problema ahora es que no sabía cómo hacerlo, parecía que no había nadie por ninguna parte.
No escuchó un par de alas revoloteando a toda velocidad hacia él, acabando en el suelo cuando un cuerpo chocó contra él y lo inmovilizó para que no escapara.
Su respiración se agitó por el pánico y sintió una mano en su cabello, empujando su cabeza contra la tierra.
"Mira la cosita que me encontré~" Se paralizó al escuchar esa voz conocida, cerrando los ojos cuando jaló su cabello y abría su mochila, comenzando a registrarla. "¿No tendrás algo brillante para mí por aquí escondido?"
Esa era la voz de Philza sin lugar a dudas, pero su tono de voz era... Diferente, no el que normalmente usaba con todos, en especial el lindo y suave que usaba con él.
Se quejó cuando le dio bruscamente la vuelta, ahora viendo perfectamente cada uno de sus rasgos.
Tenía muchas más plumas en su cuerpo y sus alas estaban fuertes y sanas, su ropa ahora era más oscura y tenía una mirada y expresión que lo ponían nervioso.
Su aura era intimidante y estremecedora, sintió como rozaba sus garras bajo su máscara, amenazando con quitársela.
Apartó su rostro rápidamente y el rubio lo tomó con fuerza por las mejillas, quitándole la máscara de esqueleto con su otra mano.
Se sonrojó ligeramente al ver su plumaje esponjarse y sus alas agitarse inquietas, al igual que sus pupilas dilatándose.
Conocía perfectamente ese comportamiento.
Philza lo estrechó contra su cuerpo y su rostro quedó enterrado en el montón de plumas de su pecho, sintiendo su aliento cuando comenzó a olfatearle el cabello y el cuello.
Lo separó solo un poco y pudo apreciar la expresión encantada que le dedicaba.
"Me gustan las cosas bonitas y tú eres bonito, por alguna razón hueles muy parecido a mí y eso me gusta" Su sonrisa se ensanchó y guardó la máscara en su ropa. "Entonces ahora eres mío"
Intentó decir algo, pero fue nuevamente empujado contra su pecho mientras lo sostenía con fuerza de la cintura con sus brazos, escuchando el aleteo y dejando de sentir el suelo.
Ahora sí se metió en problemas y ni siquiera hizo nada, no sabía cómo salir de esa situación.
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El tiempo siguió pasando y lo bueno es que siempre lo trató bien, era algo intenso algunas veces y eso le intimidaba un poco.
Pero era lindo, al menos solo con él, porque fuera del lugar que reclamó como su hogar, escuchaba gritos enojados, burlas, y en ocasiones llegaba con la ropa y cara manchadas de sangre.
Luego de limpiarse se acostaba en su regazo y le exigía caricias mientras ronroneaba, la mayoría de las veces también le traía joyas y objetos brillantes, incluso flores y piedras.
No sabía que pensar ante eso, era un poco raro considerando que ese no era su Phil.
También se quedó con su máscara porque según sus palabras, se veía mejor sin ella.
Pero aunque estuviera casi todo el tiempo en su lugar, sin contar las veces que salía siendo acompañado por él, logró aprenderse su horario para poder escaparse y descubrir como regresar a su universo.
Porque era consciente de que era un universo diferente, ese Phil era muy diferente al que conocía, tanto físicamente como en personalidad.
Si llegó ahí por un portal, un portal con las mismas características debería enviarlo de regreso a su hogar.
Y lo descubrió, encontró un portal idéntico pero apagado, lo malo es que cuando lo fue a encender al siguiente día, ya no estaba y solo había un rastro de plumas oscuras en el suelo.
Claramente había sido él para que no tuviese la oportunidad de irse, pero le extrañaba que no le haya reclamado por sus escapes.
Tal vez lo vigilaba y no le importaba porque sabía que no llegaría muy lejos, si supo dónde estaba el portal, es porque lo seguía.
Lo confirmó cuando le prohibió ir a cuevas dónde ese tipo de portales aparecían, comportándose ahora más apegado de lo que ya era.
Saltaba a su alrededor con las alas extendidas, acostándose sobre él y frotando su rostro insistentemente contra su cuello.
Pero un día mientras paseaban por petición de él, se sorprendió al ver a lo lejos a su Philza investigando el lugar.
Eso significaba que había otro portal cerca.
Sus ojos se encontraron y pudo apreciar su expresión aliviada al verlo, cambiando repentinamente a una confundida y seria al notar a su acompañante.
El otro Philza también lo vio y mostró sus colmillos para parecer intimidante, extendiendo una de sus alas para cubrirlo cuando su Phil se acercó corriendo con espada en mano.
Fue empujado hacia atrás para quedar fuera del combate, escuchando el ruido metálico de los aceros chocando mientras ambos rubios se peleaban e insultaban.
Se enfrentaron y él solo pudo mirar al no tener ningún arma con él para ayudar, se sentía como la típica princesa que esperaba ser rescatada por su príncipe.
No era muy divertido, también quería ayudar.
Cada movimiento que hacían era calculado y cada golpe era certero en su objetivo, intentando derribar a su oponente.
Pronto, el sudor, la sangre y las plumas se mezclaron en el suelo, mientras los dos luchaban con fiereza y determinación.
Por fin, lo que pareció una eternidad y el sol se ponía en el horizonte teñido de rojo, su Philza logró derribar al otro y dejarlo exhausto en el suelo, sin la energía suficiente para moverse y darle más pelea.
Aunque su objetivo no hayan sido las alas, no pudo evitar atacarlas en un arranque de furia cuando clavó su arma en una de ellas sin importarle su estado.
Si ya de por sí estaban dañadas, la pelea y sus ataques las empeoraron más de lo que ya estaban.
Se apresuró en ir con Missa y agarró su mano, siendo levantado por él mientras corría y le preguntaba las indicaciones del portal.
Dejaron una bomba y entraron lo más rápido posible, destruyendo el portal de su lado, seguramente del otro lado ya estaba destruído.
Se abrazaron, aliviados de que hayan podido reencontrarse y regresaron devuelta a su hogar.
Por otro lado, el otro Phil sacó la máscara de esqueleto que tenía guardara, admirándola con detalle y con el ceño fruncido.
"Volveré a buscarte, mi luna. Cuando te encuentre, nadie nos va a separar de nuevo..." Murmuró y una sonrisa cínica se formó en sus labios, apretando la máscara entre sus garras.
Tardaría en encontrar uno de los portales y asegurarse de que lo envíe al lugar correcto, pero lo buscaría porque él era suyo.
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Chapter 42: •Solicitud 41•
Summary:
Phissa 🔞
Chapter Text
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La prisión no era tan mala después de todo.
Desde que Missa despertó, ha estado menos estresado y más contento, pasando mucho tiempo con su familia ya completa.
Incluso le sorprendió que Tallulah lo aceptara tan rápido como su segundo padre, Missa era muy dulce con ella y la amaba, ella también lo trataba con mucho cariño.
Eso llenaba su corazón con una inexplicable felicidad, que aumentaba cada vez que lo veía pasando tiempo con los niños.
Aunque realmente no podían hacer mucho por las limitaciones de la prisión, que se hayan besado varias veces en el patio había sido lo último que necesitaba para que su cerebro de pájaro tomara parte del control de su mente.
Tal vez solo fue para la misión, pero no le importaba, lo quería cerca en todo momento y su simple presencia lo estaba volviendo loco.
Cuando cayó la noche y ya era la hora de dormír para todos, los niños les avisaron que iban a hacer una pijamada con los demás niños en otra celda.
Eso significaba que Missa y él estarían solos lo que restaba de esa noche.
Ambos se acostaron abrazados y se dieron un pequeño beso de buenas noches, aprovechando para cambiar la posición, acercarse más a él y ocultar su rostro en su cuello.
Missa soltó un ruidito de satisfacción por la muestra de cariño, sintiendo de repente como una mano emplumada se metía bajo su ropa.
Todo el sueño que tenía se quitó de golpe, volteando a ver a su marido con un sonrojo avergonzado.
"¿Qué estás haciendo?" Preguntó en un susurro y jadeó cuando su mano se metió en su pantalón, bajándolo insistentemente.
Se mordió el labio para evitar gemir por los toques, sintiendo como se pegaba más a él hasta rozar su entrepierna contra su trasero.
"¿No quieres? Si me dices que no, me detendré, no haré algo que no quieras"
Ladeó su cabeza con sus pupilas dilatadas por la excitación, riéndose al ver cómo miraba hacia afuera, específicamente las otras celdas y los guardias lejos.
"S-sí quiero, pero alguien nos puede escuchar o ver... ¿Qué pasa si los niños escuchan?"
"Nadie nos va a ver o escuchar, ni siquiera los niños, tranquilo" Besó su cuello y comenzó a masturbarlo cuando su mano tocó su miembro, entrando poco a poco en él.
Pudo sentir como su cuerpo se tensaba y temblaba, mordiendo la sábana para reprimir sus gemidos y empezando a moverse para dar paso a las primeras estocadas.
El lugar estaba silencioso y las luces estaban apagadas, aún así, tendrían que tener cuidado respecto al tono de sus voces para no levantar sospecha de los guardias.
Estaba intentando ser lo más suave y lento posible para no hacer mucho ruido, pero no se pudo aguantar al escuchar sus pequeños gemidos.
Entró por completo y con fuerza, aumentando cada vez más la velocidad en su mano y en las embestidas, mordiendo y chupando su cuello de paso.
Missa abrió en grande sus ojos y se cubrió la boca con sus manos, casi grita, si no lo hubiese amortiguado los demás sabrían que algo le estaba pasando.
Tal vez cuando Philza esté un poco más consciente se arrepentiría de haber hecho su primera vez en una prisión fea y sucia, pero eso sería problema para otro día.
Lo único que le importaba ahora era llenar a Missa con su esencia y marcarlo como suyo.
El cabezal de la cama comenzó a chocar rítmicamente contra la pared, al igual que el sonido del colchón rechinando por sus movimientos bruscos y la baja voz de Missa intentando callarse.
Realmente quería escucharlo fuerte y claro, tal vez cuando regresen a casa puedan hacerlo de nuevo sin nadie alrededor.
Después de varios choques acabó en su interior y su marido en su mano, soltando un sonido satisfecho por lo que hicieron.
Fue mejor de lo que imaginaba, aunque el lugar no haya sido el ideal.
Se levantó y sacó las toallas húmedas que se robó, comenzando a limpiarlo mientras tarareaba.
Se veía muy bien agitado y después del orgasmo, bonito y sudoroso.
Lo besó en los labios y acomodó un poco la cama, acurrucándose en su pecho para dormír y abriendo los ojos de golpe al escuchar gritos hacia los guardias que estaban alrededor.
"¡Policía, guardias! ¡Hay gente follando en las celdas, no dejan dormír a nadie! ¡Hagan algo!"
¿Tan ruidosos fueron? Nah, seguramente estaban exagerando.
Viéndole el lado bueno, al menos no sabían que fueron ellos, seguramente culparían a alguien más, tal vez a Mariana o a Slime ya que no era nuevo que los descubrieran en pleno acto en su celda.
Podrían estar tranquilos ya que no levantarán ninguna sospecha.
Ignoró los gritos cuando más se unieron a los reclamos y ronroneó en el pecho de Missa, rodeándolo con sus alas para brindarle calor y protección, sonriendo con una expresión satisfecha por lo que hicieron.
Cuando salieran de esa prisión, se ocuparía de que lo hicieran de nuevo, pero esta vez en un ambiente más lindo y romántico, menos incómodo.
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Chapter 43: •Solicitud 42•
Summary:
⚠️ Implicación de tortura ⚠️
Deathduo 🫶
Chapter Text
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Llevaba tanto tiempo sin tener pesadillas tan horribles y que se sintieran tan reales, haciéndolo dudar si estaba despierto o dormido.
Sentir el horrible sentimiento de que una entidad oscura lo perseguía y lo intentaba capturar no era nuevo, siempre despertaba antes de que pudiera hacerlo.
Pero esta vez fue diferente, la oscuridad lo envolvió sin que lo pudiera evitar, sintiendo un terrible dolor en cada una de sus extremidades.
Esa cosa se estaba burlando de él, burlándose de sus alas rotas, burlándose de no haber podido proteger a su familia.
Su voz era grave y tétrica, escuchándose cada vez más cerca hasta que lo pudo escuchar penetrándole la cabeza.
Se sentía tan adolorido y débil, no podía mover su cuerpo por el dolor, pero no pudo evitar reaccionar de forma agresiva cuando algo filoso se incrustó en una de sus alas.
Intentó atacar a la criatura, pero esquivaba cada uno de sus ataques y lograba apuñalarle las alas en cada oportunidad.
Y no solo clavaba objetos filosos en ellas, también hacía ademanes frente a él como si las quisiera cortar, eso lo hizo palidecer.
No quería solamente recortarle las plumas o hacerles más daño, quería cortarlas y arrancarlas de su espalda.
Se sintió mareado y fue inmovilizado en el suelo, gritando que se detuviera cuando la misma arma comenzó a cortar hasta llegar al hueso.
Eso tenía que ser una pesadilla, no podía estar pasándole eso.
Dio patadas, puñetazos y rasguños en un intento por liberarse, cerrando los ojos y sollozando cuando dejó de sentir el conocido peso en su espalda.
Luego abrió de nuevo los ojos y todo era más claro, también podía sentir sus alas y no estaba lastimado, estaba en su hogar y era de noche.
Todo fue una pesadilla.
Suspiró y cayó en cuenta de que en sus garras y manos había sangre fresca, pero él no tenía ninguna herida.
Luego vio a Missa escondido en una esquina, lleno de heridas y golpes.
Lo peor de todo es que se estaba cubriendo un ojo con una mano, dónde caía sangre.
Palideció ante eso y se miró sus propias manos impactado, sintiendo una mezcla de dolor y culpa.
¿Lo lastimó mientras dormía?
Su cuerpo tembló de miedo y se acercó lentamente hacia él, sintiendo ganas de llorar al ver su expresión asustada.
Se arrodilló frente a él y lo abrazó, disculpándose una y otra vez en su pecho mientras lloraba.
No estaba consciente de lo que hacía, pero se sentía como la peor mierda del mundo.
¿Qué clase de persona era si lastimaba a Missa? Él siempre ha sido un rayito de sol andante y ahora lo tenía sangrando en sus brazos.
Besó sus mejillas mientras seguía disculpándose, levantándose rápido para ir a buscar las pociones curativas y las vendas.
Estará bien, solo tenía que curarlo, necesitaba que estuviera bien.
Regresó al ya tener las cosas necesarias, tomándolo en brazos al ver sus intentos por levantarse y dejándolo con delicadeza en la cama.
Entrelazó sus dedos y despacio quitó su mano de su ojo, haciendo una mueca por el extenso rasguño que pasaba por su frente hasta su mentón, cortando bastante cerca del ojo.
Se sentía demasiado mal y culpable.
Mojó una de las vendas con la poción y la amarró en su ojo, besando su mejilla mientras se ocupaba de curar las demás heridas.
Missa en ningún momento le dirigió la palabra, eso solo lo hacía sentir peor.
Acabó de vendarlo y limpió la sangre, mezclando parte de la poción con agua para que ayudara a curarlo más rápido.
Vio su expresión un poco más aliviada después de tomarse el agua junto a la poción, al menos ya se veía mejor.
Se recostó en su regazo y sintió su mano acariciando su cabello, haciéndolo sollozar.
"Tranquilo... Ya estoy bien, los niños también, los envié con Tubbo cuando te vi raro" Besó su frente y limpió una de sus lágrimas con su dedo. "¿Tuviste una pesadilla o qué te sucedió?"
Se ocultó con vergüenza en sus piernas y asintió.
"¿Quieres hablar sobre tu pesadilla?" Suspiró al verlo negar, quitándose la venda del ojo al ya sentirlo sano, se curó más rápido de lo que esperaba, ahora solo tendría que esperar a que las marcas de las heridas desaparecieran por completo. "Está bien, no hablaremos de ella. ¿Quieres un abrazo?"
No recibió ninguna respuesta verbal, solo sintió los brazos del rubio en sus caderas y su rostro ocultándose en su cuello, aferrándose a él con fuerza mientras seguía llorando.
Missa correspondió al abrazo y siguió acariciando su cabello en un intento por calmar su llanto.
Ahora se preguntaba que habrá soñado para haber actuado de aquella forma tan agresiva y salvaje.
Pero no lo obligaría a hablar, esperaría a que se sintiera mejor para poder escucharlo y tal vez poder ayudarlo.
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Chapter 44: •Solicitud 43•
Notes:
⚠️ Posesión y ahogamiento ⚠️
Deathduo 🫶
Chapter Text
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No sabía lo que le estaba ocurriendo, sentía que se estaba volviendo loco con cada segundo que pasaba escuchando aquella voz.
Una voz sombría y burlona que lo llamaba y se burlaba de él, atormentándolo desde la oscuridad.
Aunque escuchaba de dónde provenía la voz, no veía a nadie parado ahí, es como si lo que sea que lo estuviera molestando, desaparecía para hacerlo cuestionarse su cordura.
Y realmente creyó que eran alucinaciones en un principio, pero después de haber visto aquellos ojos violetas vigilarlo desde la oscuridad y sentir como una mano con filosas garras lo lastimaba, supo que no era un juego de su mente.
Algo de verdad lo estaba acechando, algo grande que quería lastimarlo.
Y no quería contarle a Phil o a los niños, ni siquiera sabía dónde estaban y era lo mejor para ellos.
Se fue por meses y ahora que se aparecía sin avisar, les venía con aquel problema, no era justo para Phil tener que lidiar con sus problemas.
Él mismo lo resolvería aunque no supiera cómo, pero prefería dejar por fuera a su esposo y sobretodo a sus hijos.
No quería que esa cosa les hiciera daño.
Se acostó en su cama y suspiró, cerrando de a poco sus ojos para poder descansar. No ha dormido casi nada en semanas, tanto por las "alucinaciones" que lo atormentaban como por su trabajo, tal vez una buena noche lo haría sentir mejor.
Al rato de haber cerrado los ojos, sintió como dos manos se aferraban a sus tobillos y lo jalaban fuera de la cama, arrastrándolo hacia un agujero que había en uno de los tanques.
Gritó y pataleó con todas sus fuerzas para intentar liberarse, sintiendo las primeras lágrimas saliendo cuando las garras se clavaron en su piel para no soltarlo, agarrándose de lo que sea para evitar ser arrastrado.
Lamentablemente todos sus intentos fueron en vano y cayó en uno de los tanques, retorciéndose en el agua e intentando nadar a la superficie para poder salir.
Si no escapaba a tiempo iba a ahogarse, si esa cosa no lo dejaba ir iba a morir.
Cada vez que intentaba tomar aire, sus pulmones se llenaban de agua que lo debilitaban y volvían su cuerpo pesado, provocando una intensa sensación de asfixia.
Sus brazos y piernas se movían desesperadamente en un intento inútil por alcanzar la superficie. Sus pulmones quemaban, rogando por una bocanada de aire que parecía estar tan lejos de su alcance.
Tragó más agua por la desesperación y pronto sintió que se estaba quedando sin fuerzas para luchar, moviéndose más lentamente al quedarse con poco aire.
Con cada segundo que pasaba, la sensación de ahogo se intensificaba, convirtiéndose en un tormento insoportable que lo consumía por completo.
Las manos lo soltaron en el fondo del tanque al dejar de luchar y quedar flotando en el agua, estando apenas consciente pudo sentir y ver como era rodeado por oscuridad a los pocos segundos de que su mirada se nublara.
Cuando logró salir del tanque, expulsando toda el agua que su cuerpo tragó y retorciéndose en el suelo por las heridas que le causó el agua, con sus ojos morados brillando con intensidad y en otro tono, sonriendo siniestramente mientras se levantaba para flexionar sus músculos y revisar su nuevo cuerpo.
Lo logró, fue más fácil de lo que esperaba y no le tomó tanto tiempo como su intento con Philza.
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Le extrañaba que el Ender King lo haya dejado en paz de la nada, después de haberlo atormentado tanto creyó que no se rendiría.
Pero llevaba semanas sin escuchar su voz y ver las alucinaciones, al parecer la protección de Rose y estar en el templo sí habían funcionado.
Sus niños estaban a salvo y dormidos en sus respectivas camas, haciendo una ligera mueca al ver la cama de Missa vacía.
No lo ha visto en un tiempo, se preguntaba si se encontraba bien.
Cuando volviera, lo pondría al tanto de la situación para que se cuidara, también le daría una rosa y le mostraría el santuario donde ahora se quedaban.
Por otro lado, Chayanne y Tallulah necesitaban más galletas, las que tenía no eran suficientes para los dos en los próximos días.
Agarró su comunicador y abrió su mapa, abriendo los ojos sorprendido al ver el nombre de Missa en un bosque lejos del Spawn.
Volvió.
Una sonrisa emocionada se formó en sus labios sin poderlo evitar, agarrando rápido su Warp Stone y teletransportándose al Spawn.
Ya estando ahí, corrió hacia aquel bosque en busca de su marido, imaginándose todas las cosas que harían juntos en familia de ahora en adelante.
Podría conocer más a Tallulah, hasta donde sabía, su relación era buena pero todavía no era de padre e hija, podrían fortalecer eso.
Para él, Missa sería un excelente padre para ella, uno muy amoroso que pueda enseñarle y explorar más sobre música y sus gustos.
Conforme se adentraba más en el bosque, se paralizó al ver un rastro de obsidiana llorosa y varios rasguños en los troncos de los árboles, al igual que filosos cristales de amatistas y obsidiana.
No podía ser el Ender King, se suponía que ya no podía hacer eso, ¿o sí...?
Aceleró el paso ante la idea de que le hubiese hecho daño a Missa, comenzando a correr mientras su mente se nublaba por la preocupación.
Si le hizo daño a Missa no se lo perdonaría, lo destruiría con sus propias manos.
El camino de obsidiana llorosa incrementó, soltando un jadeo y cubriéndose la boca impactado cuando llegó al final del rastro.
Missa estaba de espaldas y levitando, con manchas moradas y negras en distintas partes de su cuerpo, dos cuernos se podían apreciar en su cabeza junto a extensas garras en sus manos, con sus brazos rodeados de negro y rayas moradas brillante.
Tenía que ser una alucinación, no podía creer lo que en lo que estaba frente a él.
Temblorosamente dio un paso enfrente, deteniéndose con duda y miedo.
"¿Missa...?"
Apenas pronunció su nombre, la cabeza de su "marido" crujió hasta darse la vuelta sin que lo hiciera su cuerpo, palideciendo al ver aquellos ojos y sonrisa.
Su pecho subió y bajó con rapidez, cayendo al suelo y retrocediendo cuando esa cosa comenzó a acercarse retorcidamente hacia él.
De pronto escuchó su voz y sintió náuseas, era la misma voz que oía tanto y la reconocería donde fuera.
El Ender King tenía a Missa, poseyó su cuerpo.
Se arrastró hacia atrás al verlo aproximarse más rápido hacia él, gruñendo con rabia y sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.
"¿Qué sucede? ¿No te gusta mi nueva apariencia~?" Imitó la voz de Missa para luego reemplazarla por la suya al final, dando un par de vueltas entre risas y aumentando su sonrisa. "Esto realmente no estaba en mis planes, mi objetivo era tu cuerpo como recipiente, el cuerpo de un ángel es muy poderoso, pero no me quejo al tener a un segador, fue tan sencillo poseerlo y manipularlo a mi antojo"
Siguió aproximándose hasta quedar frente a él, riéndose en su cara.
"Él tiene una mente muy inestable y fue débil ante mí, aunque hubiese preferido un recipiente mejor, puedo seguir haciéndote daño en esta forma... ¿Serías capaz de dañarlo?"
Dicho eso, el Ender King lanzó su primer ataque con sus garras, siendo apenas esquivado por Philza mientras se levantaba lo más rápido que podía.
Sacó su espada y dudó por un segundo, si lo atacaba, lastimaría a Missa en el proceso si no tenía cuidado, no quería hacerle daño.
Se paró firme ante él, con su espada en mano y una mirada de rabia y determinación, preparándose para la batalla que se avecinaba.
El Ender King rugió con ferocidad, separando la máscara como si fuera la mandíbula de una bestia.
Intentaría no lastimarlo demasiado, lo sacaría de su cuerpo y necesitaba herirlo en el proceso para debilitarlo.
Se abalanzó con rapidez, luchando con todas sus fuerzas, esquivando los ataques y contraatacando con golpes certeros y llenos de ira.
¿Cómo se atrevía a utilizar a Missa para hacerle daño?
Que lo quisiera matar era lo de menos, pero que le esté obligando a lastimar a su marido no se lo perdonaba.
Sus ojos reflejaban todo lo que sentía en esos momentos, gritando cuando una de las garras rasguñó sus alas.
Nunca ha dudado de la fuerza física de Missa aunque la mayor parte del tiempo esté asustado y buscando protección en otros, y los dos sabían que Phil era el más fuerte entre ambos.
Pero ahora con la posesión del Ender King le estaba costando trabajo pelear contra él, su cuerpo dolía y no ha tenido un descanso en días.
Además, sus alas dolían como el infierno, el objetivo del Ender King en todo momento han sido sus alas, rasguñándolas y arrancándole plumas, escuchando cada una de sus burlas hacia su persona y la de Missa.
Con cada golpe sentía que se le iba el aire, era de noche cuando lo encontró, ahora podía ver al sol asomarse entre los árboles y la luna en cada día que pasaba.
Se sentía tan agotado y adolorido, pero no podía rendirse.
Finalmente, en un último esfuerzo, Philza logró tomar ventaja de la repentina lluvia que comenzó a caer sobre ellos, atacando con más rapidez y fuerza al notar que se estaba quemando con el agua e intentaba cubrirse en los árboles.
El Ender King soltó un alarido estremecedor por la cantidad de agua y ataques que recibía, rodeando todo el cuerpo de oscuridad y saliendo por la boca de Missa como humo, desapareciendo en una nube de sombras para escapar, dejando a Philza respirando agitadamente en medio del bosque.
Su cuerpo pesaba y veía borroso, pero siguió enfocado en el cuerpo de Missa en el suelo, alrededor de los cristales morados y negros que vio anteriormente.
Se quedó unos momentos allí, el sol iluminando su rostro sudoroso y todas las heridas que tenía. Sabía que había enfrentado al Ender King en una batalla y había salido victorioso.
La protección de Rose lamentablemente no hizo mucho por él, la fuerza de la posesión era demasiada y durante la batalla la rosa en su ropa era casi inútil.
Pero al menos no acabó muerto y ganó, aunque se haya escapado.
Se acercó a Missa con pasos temblorosos, levantando su cuerpo inconsciente entre sus brazos y examinándolo.
Tenía algunas secuelas de la posesión en su rostro, sobre todo en sus brazos, su máscara también estaba rota y con más marcas debajo, pero estaría bien, no se encontraba tan herido como creyó que estaría.
El Ender King recibió la gran mayoría del daño y eso era lo importante.
Besó su mejilla con cariño y sacó su Warp Stone, teletransportándose al Santuario de Rose con él en brazos.
Se ocuparía de cuidarlo y protegerlo más de lo que ya hacía, mientras el Ender King siguiera suelto, su familia no podría estar segura.
Tenía que destruirlo y se ocuparía de cumplir ese objetivo.
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Chapter 45: •Solicitud 44•
Notes:
💜 Continuación de la solicitud 4 💜
⚠️ Mención de acoso, violación/abuso sexual e intento de suicidio ⚠️
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Salieron muchas más veces después de la primera, conociéndose mejor e intercambiando un par de besitos inocentes en la mejilla.
Formalizaron algo luego de meses, pero igual querían conocerse y salir más para poder tener algo mucho más serio.
Las pastillas que bloqueaban su olor le han servido bastante, duraban lo necesario cuando salían y casi a la noche su olor regresaba.
Todo estaba saliendo a la perfección.
A excepción de que no podría ocultarle por siempre que no era un Alfa, en algún momento tendría que decirle la verdad y eso lo asustaba.
Estaba seguro de que lo rechazaría, no sabía que experiencias malas ha tenido con Alfas para tenerles tanto miedo.
Pero intentaría ser lo más suave y lindo posible con él, por lo menos para persuadirlo de la noticia.
Se lo contaría ese mismo día que verían una película juntos en su casa, estarían en un ambiente tranquilo y sin interrupciones.
Cuando Missa llegó, lo recibió como normalmente haría, con un abrazo y un beso en la mejilla, haciéndolo sonrojar.
Tenía miedo de perder todo el cariño de él.
Dejó la comida en la mesita frente a los sillones, sintiéndose mareado y con un calor instalándose en su entrepierna de repente.
No podía ser su celo, se suponía que lo tendría en semanas, no ahora.
Se percató de que su olor estaba saliendo y palideció, saliendo corriendo hacia el baño y encerrándose ahí.
No podía estar pasándole eso, no ahora, no de esa forma.
Abrió apresuradamente el cajón donde guardaba el frasco, buscando desesperadamente los efectos secundarios de las pastillas.
Su expresión se llenó de rabia al notar las letras pequeñas con los efectos secundarios, arrojando el frasco con fuerza contra la pared y sosteniéndose la cabeza con pánico.
¿Qué haría ahora? Esas malditas pastillas adelantaron su celo y para colmo no bloquearía su olor mientras lo tuviera.
No servirían para nada.
Se alteró al escuchar la puerta siendo tocada, rociando un eliminador de olores en todo el baño para disimular el olor.
"Phil, ¿te sientes bien? Llevas mucho rato ahí y escuché un estruendo"
Se cubrió rápidamente la boca para evitar soltar un ruido sospechoso, sosteniéndose de la pared mientras temblaba.
Su olor y voz a través de la puerta lo estaban volviendo loco, tenía que controlarse.
"¡N-no me estoy sintiendo bien! ¿Te parece bien si posponemos la película para otro día?" Intentó sonar lo más natural posible, pero un gemido se le escapó y no escuchó más la voz de Missa después de eso.
Que por favor no haya escuchado eso...
La puerta hizo un ruido fuerte cuando se abrió, retrocediendo rápidamente para evitar tenerlo cerca.
Cuando la puerta se abrió completamente, pudo apreciar como su expresión preocupada cambiaba drásticamente y se tapaba la naríz mientras temblaba por la intensidad de las feromonas del celo.
Claramente el eliminador de olores no borró ni un poco su olor y lo estaba abrumando por lo fuerte que era, era asfixiante su olor en esos momentos.
"Eres un Alfa..."
"Missa, escucha, no es lo que-"
"¡No, no me hables! ¡Me mentiste y me viste la cara de estúpido por meses! Seguramente lo único que querías era meterme en tu cama, ¡¿E-eso es lo qué querías?!" Frunció el ceño, intentando mantenerse firme a pesar de las feromonas del celo, no iba a ceder a sus instintos. "No te quiero volver a ver, que te quede claro"
Su corazón se estrujó al escucharlo y ver como se daba la vuelta para irse, apresurándose en alcanzarlo y abrazarlo para que no se fuera.
No se dio cuenta de la forma en la que su cuerpo se ponía rígido y tenso, lo único que hizo fue apretar el abrazo y ocultar su rostro en su cuello.
De inmediato recibió un puñetazo que lo hizo retroceder, sintiéndose mal al ver el desastre que se había vuelto.
Las lágrimas bajando con rapidez de sus mejillas, sus manos cubriendo la zona de su cuello y la mirada de miedo que le dedicaba mientras temblaba.
"¡N-no me toques, ya te dije qué no te quiero volver a ver!"
Se sostuvo dónde lo golpeó, viéndolo salir temblorosamente de su casa y cerrar de un portazo la puerta.
Ya estando solo, las lágrimas salieron y se desmoronó en el suelo.
Lo arruinó todo.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
"¿Cómo está Missa?" Le preguntó a Roier, encogiéndose de hombros al verlo hacer una mueca.
Tuvo que esperar tres largos días encerrado a que su celo pasara, sintiendo la impotencia de no poder ir a comprobar su estado él mismo.
Además, fue un celo más doloroso que los normales, considerando que habían empezado una relación y sabía que se sentía herido, se sintió demasiado triste y su interior lo golpeaba mientras esperaba a que pasara.
Igual tampoco es que se haya tocado pensando en Missa, sentía que hacer eso era cruzar la linea ya que él nunca le dio luz verde hacer algo sexual, eso hacía el celo peor porque lo necesitaba cerca, sentirlo y tener la necesidad de marcarlo.
Regresó su atención a Roier al sentir un golpe en su cabeza, esperando impaciente lo que le quiera decir.
"No te voy a mentir, se siente muy mal porque se ilusionó contigo y no deja de llorar por tu culpa"
Eso solo lo hizo sentirse peor de lo que ya se sentía.
Conocía dónde vivía Missa, ha ido un par de veces en sus citas, pero no se atrevía a tocar la puerta después de todo lo que ocurrió.
Roier si ha podido entrar, al ser un Beta y uno de sus amigos cercanos, se permitía desahogarse con él.
Pero tenía que hacer algo, no podía dejar las cosas de esa forma.
"¿Por qué Missa le tiene tanto miedo a los Alfas? ¿Qué le pasó?"
"No es algo que me incumba contarte, es... Una situación bastante delicada"
Eso es lo que se temía, que no solo haya sido solo una mala experiencia y en realidad haya sido algo muy grave.
Agarró por los hombros a Roier y lo miró a los ojos, suplicándole que por favor se lo dijera para poder entenderlo y tratar de arreglar su error.
Para poder recuperarlo y ayudarlo a sanar.
Pero lo que salió de sus labios lo dejó con la sangre helada y sintiéndose mucho peor.
"Fue acosado y abusado por un grupo de Alfas, uno de ellos lo marcó contra su voluntad... Sus glándulas se desgarraron por lo brusco que fue y todavía tiene la cicatriz en su cuello" Hizo una pausa y se encogió inseguro de continuar. "La marca se rompió cuando el Alfa mordió a otro Omega, pero el dolor hizo que casi se quitara la vida"
Philza se quedó paralizado y lo soltó, cubriéndose la boca y sintiendo que su respiración comenzaba a acelerarse.
Por eso se vio tan asustado cuando lo abrazó para que no se fuera, creyó que lo iba a...
"Necesito hablar con él"
"Tal vez debas darle tiempo, está muy afectado después de todo"
"Roier, de verdad necesito hablar con él"
Lo vio hacer una mueca para luego negar con su cabeza.
"Su hermano no te va a dejar entrar a la casa, también lo está cuidando y es el único Alfa que deja que se le acerque"
Suspiró, no sabía que él también estaba con él. De hecho, ni siquiera sabía que tenía un hermano.
"Intenta llevarlo a tu casa para reunirnos, de verdad me urge hablar con él"
Lo vio dudar bastante antes de aceptar, incluso seguía sin estar convencido, no quería meterse en problemas o que Missa malinterpretara las cosas.
Pero al final llevaron a cabo su plan y Roier fue capaz de llevar a Missa a su casa después de mucha insistencia.
Se sentía demasiado ansioso, más cuando escuchó la puerta siendo abierta y su olor filtrándose por la sala.
Olía a tristeza y decepción.
Suspiró antes de levantarse y quedar a la vista, encogiéndose al ver su expresión nerviosa.
"¿Q-qué estás haciendo aquí?" Preguntó asustado y volteó a ver a Roier, frunciendo el ceño enojado hacia él. "¡¿Por qué lo trajiste aquí?! ¡¿Estás loco?!"
Philza se fue acercando hasta quedar frente a él, haciendo una mueca cuando dio un salto hacia atrás al darse cuenta de la cercanía.
Retrocedió un par de pasos para no incomodarlo y lo miró con tristeza.
"Quiero hablar contigo"
"Y yo no quiero, me voy"
Se dio la vuelta para irse, chillando cuando Philza lo agarró del brazo y lo aprisionó entre sus brazos, abrazándolo con fuerza para evitar que se escapara.
El rubio pudo sentir los golpes y patadas que le daba en un intento por liberarse, escuchando sus sollozos y como temblaba contra su cuerpo.
Pidiéndole que no le hiciera nada, suplicándole.
Liberó su olor para tratar de calmarlo, manteniéndolo dulce y suave para que no se abrumara como en su casa.
Acarició su cabello y besó su frente, sintiendo como poco a poco se fue calmando pero todavía intentando apartarse.
Apretó más su agarre en su cuerpo y ocultó su rostro en su hombro, teniendo cuidado de no acercarse mucho a su cuello para no ponerlo incómodo o alterarlo.
"Por favor perdóname por haberte mentido... Te juro que no tengo malas intenciones contigo" Besó su mejilla, notando sus pupilas dilatarse mientras dejaba escapar más lágrimas y su olor, ahora agridulce. "Si fingí ser un Beta fue para poder salir contigo, porque supe que no te gustaban los Alfas... Pero no quería hacerte nada malo, planeaba decírtelo, pero no que lo descubrieras de esa forma"
Acarició despacio su espalda para reconfortarlo, aspirando gustoso su aroma cuando se volvió más dulce.
Suavizó su agarre al tenerlo más tranquilo, sintiendo como lo apartaba de un empujón y se limpiaba las lágrimas con su ropa.
"Necesito tiempo para pensar las cosas, por favor déjame solo"
Lo único que hizo fue asentir y observó como se iba de la casa, encogiéndose de hombros al ver a Roier salir de su escondite.
"¿Qué te dijo?"
"Que le diera tiempo y lo dejara solo"
"¿Y vas a hacerle caso?"
"Por supuesto que sí, esperaré por él todo el tiempo del mundo porque lo amo"
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Chapter 46: •Solicitud 45•
Notes:
💚 Continuación de la solicitud 17 💚
Phissa 🫶
Chapter Text
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"¿Qué dice la prueba?"
Preguntó ansioso al ver a Missa salir del baño con la prueba de embarazo en la mano, emocionándose cuando le mostró la prueba y pudo ver ambas rayas.
"Salió positivo"
De inmediato se lanzó a sus brazos por la emoción y lo abrazó con fuerza, rodeándolo con sus alas y besándolo en todo el rostro.
Estaban esperando un bebé, tendrían otro hijo.
Lo soltó y lo besó en los labios, yendo rápidamente hacia su vientre y manteniendo su emplumada oreja pegada a él.
Quería escuchar a su polluelo creciendo, quería escuchar su diminuto corazón.
También percibió un dulce olor venir de ahí, diferente al de Missa, uno muy dulce y empalagoso.
Obviamente era el de su polluelo por las feromonas del embarazo.
"¿Sabes cuánto tiempo tienes?"
"Posiblemente sean un par de semanas porque no está abultado, pero no estoy seguro, tendremos que ir con un doctor"
Asintió y lo levantó en sus brazos todavía emocionado, bajándolo al escuchar un ruido detrás de ellos.
Al darse la vuelta, vieron a Chayanne frotándose los ojos con sueño y mirándolos confundidos.
Al parecer lo despertaron, hicieron demasiado ruido por la emoción.
"¿Qué pasó?" Preguntó y bostezó, acercándose a ellos y poniéndose en medio, extendiendo sus bracitos para que lo cargaran.
Missa de inmediato lo levantó y besó su frente, sonriendo enormemente sin ocultar su emoción.
"Lo que pasa es que vas a tener un hermanito o una hermanita"
Los ojos de Chayanne se abrieron de golpe, mirándolo a él y luego al rubio, revisando toda la habitación con sus ojos.
"¿Y dónde está?"
Philza soltó una pequeña risa y señaló el estómago de Missa, notando ahora confusión en la mirada del niño.
Lo tocó con curiosidad, alejando la mano y haciendo un puchero.
"¿Por qué está ahí dentro? ¿Está durmiendo?"
Pensó un momento su respuesta y sonrió.
"Sí, algo así, tiene que dormir lo suficiente para crecer y despertar, tendrás que esperar un tiempo para poder conocerlo o conocerla"
Chayanne solo asintió y pataleó despacio para que lo bajaran, agarrando las manos de ambos y arrastrándolos a la cama matrimonial.
"¿Puedo dormir con ustedes hasta que mi hermanito o hermanita despierte?"
Ambos adultos se miraron y sonrieron con ternura, asintiendo mientras se acostaban en la cama para dormir juntos.
Lo que no esperaban es que Chayanne se metiera debajo de la camisa de Philza y se acurrucara en las plumas de su pecho.
Nunca había hecho eso con ninguno de los dos.
"¿Qué estás haciendo?" Cuestionó, aguantándose la risa y viendo como se asomaba por el agujero del cuello de la camisa, bostezando.
"Quiero dormir como mi hermanito o hermanita hasta que despierte" Señaló el estómago de su papá Missa y luego el de su papá Phil. "El tuyo está desocupado"
No pudieron aguantarse la risa ante eso, claramente lo dejarían dormir con ellos, era una adorable excusa para pasar más tiempo juntos y con el nuevo miembro de su familia.
Se abrazaron para dormir, el rubio extendiendo una de sus alas para cubrirlos y darles calor.
No podía esperar a que su polluelo nuevo naciera.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
"¡Felipe, Missa está en el hospital dando a luz!"
No se esperó escuchar eso apenas agarró el teléfono, sintió como si se le bajara la presión del susto y la emoción.
Missa ya estaba en trabajo de parto mientras él cuidaba a Chayanne en casa.
Pero... No se han cumplido los nueve meses y se suponía que solo salió con Roier a dar una vuelta.
¿Cómo se le pudo haber adelantado más de lo que debería? Solo esperaba que eso no haya traído consecuencias o dificultades en el parto o en el bebé.
Rápidamente colgó al escuchar puros insultos y apuros para que llegara lo antes posible, arreglándose un poco mejor y cargando a Chayanne, explicándole la situación de camino.
Chayanne estaba bastante tranquilo a diferencia de él, que parecía que le iba a dar un infarto en cualquier momento.
Podrá estar muy felíz, pero de igual forma, sentía mucho miedo.
Hace poco Missa cumplió los ocho meses, seguía creyendo que era demasiado pronto para que un bebé naciera sin ningún tipo de dificultad.
Solo esperaba que todo saliera bien.
Llegó al hospital, buscando a la persona en recepción y preguntándole por su marido, el miedo solo crecía conforme en su interior, sentía la ansiedad y agitación de su Omega.
Le agradeció a la mujer y corrió hacia la habitación que le indicó, ignorando sus reclamos de que no corriera por los pasillos.
No le importaba nada más, solo quería ver con sus propios ojos que todo estaba bien con su polluelo y con Missa.
Se detuvo abruptamente en la puerta cuando salió Roier junto a un doctor de la habitación, sonriéndole y haciéndose a un lado para que pasara.
"Hay alguien que quiere conocerlos a los dos"
Su cerebro hizo un corto circuito y sus plumas se esponjaron al pensar en su bebé, caminando despacio hacia la habitación y aferrándose a Chayanne.
Al entrar, vio a Missa con un bulto de mantas en sus brazos mientras sonreía, emocionándose por la escena.
Sentía que se iba a desmayar.
Se acercó más hasta que su marido se dio cuenta de su presencia, limpiándose una pequeña lágrima que se le escapó.
"Conozcan a Tallulah, la bebé más bonita que hayamos podido imaginar" Se sentó con cuidado en la cama y se la mostró a los dos, riéndose al escuchar un sollozo por parte de su esposo.
Y creyó que él era el más sensible, ni siquiera lloró tanto al dar a luz, aunque haya sido bastante doloroso porque se le dificultó un poco dilatar.
"¿Esa es mi hermanita?"
El rubio se limpió las lágrimas y asintió, dejando sentado en la cama a su hijo para poder cargar a su bebé.
Era tan pequeña y bonita, con unos ligeros mechones negros rizados en su cabeza y piel suave.
Y lo que más destacaba de ella eran unos lindos ojos morados que se abrían y cerraban a cada segundo.
Era perfecta.
Besó un par de veces su frente y mejillas rosadas, besando también los labios de Missa sin parar de repetirle que hizo un buen trabajo.
Cuando llegaran a casa, se encargaría de mimarlos lo más que podía y traerles muchos regalos y comida.
Nada les faltará mientras él estuviera con ellos.
Chayanne pidió cargarla después de un rato, dejándola sobre sus piernas y tocando con curiosidad su suave mejilla con su dedo, también enredándolo en el pequeño mechón de su cabello.
"Si mi hermanita ya se despertó... ¿Eso significa qué ya no puedo dormir en tu estómago?"
Ambos adultos se miraron para luego reírse.
Sería divertido tener dos hijos.
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Chapter 47: •Solicitud 46•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Missa normalmente no solía mostrar emociones muy fuertes frente a su familia, trataba de evitar la furia para que no se asustaran.
Pero cambió y ahora junto a la furia de sumaron el miedo y la ansiedad, provocando que su cuerpo cambiara drásticamente de tamaño.
Y lo odiaba porque no sabía controlarlo por su cuenta, Spreen siempre lo ayudaba a calmarse cuando se enojaba, pero ahora él no estaba y esos cambios se volvieron más comunes que antes.
Cuando Phil lo descubrió de un tamaño más grande la primera vez, ocurrió porque lo asustó cuando envolvió sus brazos en su cuerpo para abrazarlo.
Y creció de golpe, muchos centímetros más que su altura original.
No supo si Philza se estaba burlando de él o de verdad le gustaba su nueva apariencia cuando lo detalló con interés.
Todo el tiempo que estuvo de un tamaño diferente se la pasó acurrucado contra él y ronroneando, negándose a separarse mientras agitaba sus alas ansioso.
Al menos eso lo ayudó a calmarse porque a los minutos de recibir su cariño, logró regresar a su tamaño normal.
Esa fue la primera, pero no la última vez que lo ayudó a tranquilizarse cuando estaba alterado.
La emoción más fuerte que tuvo hasta ahora fue cuando fueron a una Dungeon juntos en familia y las cosas no salieron como esperaban.
Chayanne se alejó sin que se dieran cuenta y fue derribado, provocando que el miedo estallara al no encontrarlo con ellos.
Su cuerpo se estiró e incrementó demasiado en tamaño, siendo capaz de tocar el techo de la cueva y quedar atascado, siendo incapaz de salvar a Chayanne y poniéndolo peor de lo que ya estaba.
Phil desapareció para buscar a su niño mientras Tallulah se aferraba a su pierna y lo intentaba calmar sin mucho éxito.
Su cuerpo seguía creciendo cada segundo y eso solo hacía que su ansiedad incrementara al no saber como volver a la normalidad.
Y tampoco podría calmarse si no veía a su hijo sano y salvo.
Su alma regresó a su cuerpo al ver a Philza volviendo con Chayanne en brazos, dejando de crecer abruptamente pero manteniéndose grande.
Al menos dejó de crecer, eso le dio una ligera tranquilidad.
El rubio dejó a Chayanne junto a Tallulah y escaló la pierna de Missa, saltando hasta su pecho y subiendo hasta su hombro.
"Tranquilo, ya todo está bien" Besó su mejilla y la abrazó, rodeándola difícilmente con sus alas. "Intenta respirar y no te agites, yo te voy a ayudar"
Saltó a sus rodillas cuando las acercó a su pecho, sentándose en ellas y comenzando a respirar calmadamente para que lo siguiera.
Missa lo imitó y con sus enormes dedos acarició el cabello de sus hijos, suspirando aliviado cuando comenzó a encogerse lentamente.
Siguió con las respiraciones lentas hasta que volvió a la normalidad, abrazando con fuerza a Chayanne por tenerlo a salvo.
Sintió a Tallulah subirse por su espalda para abrazarlo también, al igual que las manos del rubio en su cintura junto a sus alas alrededor.
"Creo que tengo un gusto culposo cuando estás muy grande" Murmuró en su oído, haciéndolo sonrojar y reír nervioso.
Sí ha notado cierto cambio en su comportamiento cada vez que pasaba algo así.
Sus alas se esponjaban y se movían ansiosas, soltaba más graznidos que de costumbre y ronroneaba demasiado fuerte.
También sus pupilas se dilataban demasiado y se aferraba a la parte entre su hombro y cuello.
Todos esos comportamientos incrementaban cuando se hacía más grande, pero creyó que solo era imaginación suya, ahora veía que no.
"¿Por qué te gusto de esa forma?"
"No sé, me gusta que me puedas levantar en tus manos y sentarme en tu hombro" Soltó una risa y besó su cuello. "Además, me gusta ver tu cara bonita de cerca, pero no me hagas mucho caso cuando me comporte de esa forma, tengo cerebro de pájaro"
"Me gusta cuando te comportas así" Soltó a los niños y acarició una de sus alas, sintiendo como sus dedos se aferraban a su cintura.
"¿Crees qué en algún momento puedas cambiar de tamaño a voluntad?"
"Tal vez, practicaré seguido solo por ti"
Se puso de puntillas para besarlo en los labios, riéndose cuando lo levantó un poco para que lo pudiera alcanzar más cómodamente.
Se separaron al escuchar un ruido, viendo a los niños tirados en el suelo con carteles a un lado pidiéndoles que pararan con las muestras de cariño.
Se rieron y se volvieron a besar solo para molestarlos, escuchando sus quejas y murmullos.
Intentaría practicar más seguido para poder controlar su habilidad, le gustaría poder llevar a su familia en sus manos y protegerlos gracias a su gran tamaño.
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Chapter 48: •Solicitud 47•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Adoraba ver jugar baloncesto a aquel rubio.
Le gustaba mucho el color de su cabello, sus ojos, y sobre todo, le encantaba su sonrisa y el sonido de su risa.
Era muy contagiosa y hacía que su corazón saltara de alegría cada vez que lo escuchaba.
Realmente nunca ha hablado con él, se han cruzado muy pocas veces y no han intercambiado palabras porque no se conocían.
Por ahora estaba bien con que solo lo viera jugar desde las gradas, seguía cada movimiento que hacía con sus ojos y algunas veces lo usaba de inspiración para dibujar.
Era un chico atractivo, con un aura dominante y un carácter fuerte que lo volvían loco. Además, tenía que aprovechar los golpes de inspiración que le daban al verlo con el uniforme del equipo o con sus cambios de ropa deportivos y normales.
En todos se veía muy bien.
Jugaba tres días a la semana, los otros días se enfocaba en practicar, hacer estiramientos y entrenar su cuerpo.
Y para su fortuna, el gimnasio casi siempre estaba lleno de personas, así que no se vería sospechoso que fuera todos los días a verlo, ya que no sabría que esa era la razón por la que iba.
Lo admiró por unos momentos y regresó a su libreta para darle los toques finales a su dibujo, escuchando una caída y un grito de advertencia.
Al levantar la mirada, la pelota de básquet lo golpeó directo en la cara, provocando que su cabeza se fuera hacia atrás e impactara contra la pared, dejándolo aturdido y semi consciente.
Lo último que escuchó cuando cayó fueron más gritos y pasos acercándose a dónde se encontraba.
Cuando volvió a abrir los ojos, veía borroso y sentía un punzante dolor en su cabeza y rostro, además de algo caliente bajando por un costado de su cabeza.
Intentó moverse, sintiendo que estaba en los brazos de alguien que le estaba hablando, pero no llegaba a escucharlo con claridad.
Al levantar la mirada vio a Philza con una expresión sumamente preocupada, preguntándole cosas y dándole palmaditas en la mejilla para saber si estaba consciente.
Estaba en sus brazos, le estaba hablando y estaba siendo cargado por él.
Tenía que estar imaginándoselo, eso no podía estar pasando.
Su rostro enrojeció y sintió que se volvía a desmayar de nuevo, dejando al rubio al borde de un ataque al corazón por pensar que se estaba muriendo.
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Despertó al sentir algo tocándolo, enfocando sus ojos en la enfermera limpiando un rastro de sangre que caía por su naríz.
Ella al verlo despierto lo ayudó a sentarse y le explicó lo que pasó, dejándose atender por ella.
Le dolía demasiado la cabeza y la cara, se sentía mareado y aturdido por el golpe, la próxima vez tendría que estar más pendiente de lo que ocurriera a su alrededor.
La enfermera le entregó una pastilla para suavizar el dolor de cabeza, colocando una curita sobre su naríz y pidiéndole que se recostara para descansar, que en un rato revisaría su estado de nuevo para asegurarse de que estuviera mejor.
Suspiró y asintió, recostándose en la camilla y escuchando la puerta de la enfermería siendo abierta.
Tal vez era su hermano o alguno de sus amigos que venían a verlo, sabía que ellos normalmente estaban muy ocupados con actividades extra y por eso tardaron en enterarse.
Aparte de eso, los chismes corren rápido, a ese punto capaz todo el mundo ya se enteró de lo que pasó.
Se acomodó con cuidado para poder sentarse, entrando en pánico al ver a Philza entrando y acercándose hacia él.
Que la tierra por favor se lo tragara, seguramente se veía horrible, rojo e hinchado por el golpe, no quería que lo viera así.
Si esa iba a ser la primera vez que hablaran, por lo menos quería verse bonito para dar una buena impresión, pero al parecer eso no se podría.
Se hizo a un lado para que se sentara en la camilla, notando un pequeño sonrojo en sus mejillas.
"Hey... Yo fui el que te golpeó con la pelota, solo quería disculparme contigo" Hizo una pequeña pausa y sacó de su mochila su libreta. "También traje tu libreta de dibujos, no se rompió nada, no te preocupes"
Palideció ligeramente, ¿habrá visto sus dibujos? La gran mayoría eran sobre él.
"¿L-los viste de pura casualidad?"
"No" Se quedó en silencio y luego asintió con un poco de vergüenza. "Bueno, sí los ví, la encontré abierta"
Se cubrió rápidamente el rostro al escucharlo, escuchando su risa.
"Lamento que vieras todo eso... T-te juro que tiene una explicación"
"No te preocupes, dibujas muy lindo, si quieres te modelo o algo así"
Se sonrojó con más fuerza al imaginarse la situación, asustándose cuando se escuchó un estruendo en la enfermería.
Ambos voltearon a la puerta, Missa sonriendo nervioso al ver a Spreen con una mirada enojada y preocupada en su rostro.
Apenas su mirada se enfocó en Missa y luego en el rubio, se apresuró en llegar hacia él y fruncir más el ceño.
"¿Vos sos Philza?"
"Oh, sí, tú debes ser su herma-"
Un puñetazo lo interrumpió antes de que terminara de hablar, oyendo las voces de sus amigos gritándole que se detuviera y agarrándolo entre todos para evitar que lo volviera a golpear.
Ya empezaron mal su primera interacción, ambos salieron golpeados y su hermano ya lo odiaba por haberlo casi matado según sus gritos.
Esperaba que su próxima interacción saliera mejor... Si es que tenían otra.
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Chapter 49: •Solicitud 48•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Después de su anterior relación con Quackity, realmente no esperaba volver a enamorarse de alguien más.
Pero acabó enamorándose de Philza, y que ambos hayan sido emparejados para cuidar un niño los hizo más cercanos, al punto de vivir juntos y forjar una relación.
Ambos se amaban y tenían una relación muy linda y sana en la que se apoyaban en todo.
Aún así, se seguía sintiendo raro.
Philza era consciente de su anterior relación con Quackity, se lo dijo apenas empezaron a salir y al parecer, no le molestaba porque fue en el pasado y se quería concentrar en el futuro.
Sin embargo, a Philza simplemente le parecían raros o sospechosos algunos comportamientos que ha tenido Missa con él desde que empezaron su relación.
Muchos comportamientos eran incómodos o incluso precavidos, lo ha notado y ha querido hablar con él por eso.
Cómo cuando lo encontró hablando con Roier por el comunicador, solo le preguntó con quién hablaba por curiosidad.
No esperaba que Missa se lo entregara de inmediato para que revisara la conversación y no se hiciera "ideas equivocadas" respecto a eso.
O cuando salió sin avisar y cuando regresó, no paró de disculparse y decirle todo lo que hizo con detalle, cabe aclarar que por la misma razón que la anterior vez.
Incluso ponerse bastante celoso cuando lo veía a solas con alguien más, al final acababa disculpándose por su comportamiento solo para volverlo a hacer de nuevo.
Todo eso encendió más de una alerta en su cabeza, necesitaba que hablaran seriamente.
Aprovechó que Missa estaba en la habitación que compartían, acercándose a él y abrazándolo por la cintura, dejando un beso en su mejilla.
Y tal como esperaba, vio su expresión ligeramente incómoda por la cercanía, soltándolo y sentándose frente a él.
"¿Por qué actúas de esa forma conmigo?"
"¿De qué forma hablas?"
Frunció ligeramente el ceño y se cruzó de brazos, suavizándose de inmediato al ver su expresión transformarse.
"No pongas esa cara... No voy a decirte nada malo" Besó su frente con cariño, dejando que apoyara su mejilla contra su mano.
"Lamento haberte molestado con mi actitud, prometo no volver a actuar de la forma que dices"
"No, no, tranquilo, no estoy molesto" Pensó cuidadosamente lo siguiente que iba a decir para que no lo malinterpretara. "¿Hay alguna razón por la qué siempre te ves incómodo conmigo? ¿Te hice algo malo? ¿Hice algo qué no te gustó?"
Vio su expresión dudosa por un instante, escuchándolo suspirar.
"Supongo que no termino de acostumbrarme a estar en una relación nueva y diferente, estuve muchos años con Quackity"
"¿Y qué tan diferente era con la nuestra?"
Esperó pacientemente una respuesta de su parte, pero solo recibió silencio, suspiró, acariciando y besando su mano.
"¿Prefieres qué hablemos en otro momento?"
"No, está bien. Digamos que no tuvimos una relación muy... Sana, Quackity era alguien muy celoso y posesivo, yo también lo llegué a ser por un tiempo" Apretó la mano del rubio y se encogió en su lugar. "Supongo que no quería arruinar nuestra relación ahora, pero no puedo evitar tener algunos comportamientos pasados..."
Philza lo miró con pena y se acercó más a él, rodeando su cintura con sus brazos y besando su mejilla.
No creyó que su relación fuera tóxica, lo sospechó en un principio, pero no quería creerlo.
Sabía que Quackity podía llegar a ser un poco inestable a la hora de salir con alguien, pero de Missa nunca lo pensó.
Lo tomó por la mejilla y lo besó en los labios, sintiendo como se derretía en sus brazos y correspondía.
"Déjame ayudarte a sanar, no puedes vivir toda tu vida sintiéndote culpable por una mala relación pasada" Murmuró apenas se separaron, juntando sus frentes y agarrando sus manos. "Para mí eres lo mejor en mi vida... No te apartes por miedo"
Lo volvió a besar, sorprendiéndose cuando Missa se le arrojó encima, se sostuvo de la cama para no caer, abrazándolo devuelta y correspondiendo con la misma intensidad.
Se ocuparía de hacerlo sentir cómodo y bien, lo haría olvidarse de todo lo malo de su anterior relación, enfocándolo en el presente y futuro que les esperaba.
•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•
Estuvo semanas intentando que Missa se sintiera cómodo nuevamente, y cada vez parecía que todo daba resultado conforme el tiempo seguía pasando.
Se veía más animado y brillante cada día, antes se ponía muy nervioso incluso de agarrar su mano en público.
Ahora, era el primero en tomar la iniciativa y además de agarrar su mano, el segador también lo tomaba por la cintura y acariciaba sus alas, también lo besaba cuando había gente mirándolos.
Y nunca pensó que algo como eso le pudiera encantar tanto, quería que Missa siguiera tomando esa actitud con él.
Claramente ese cambio en el comportamiento de Missa llamó la atención de varios, en especial de Quackity.
Aunque intentara ignorar la forma en la que los veía cuando estaban juntos, podía notar algo en su mirada que lo hacía sentirse mal por él internamente.
Él ahora estaba con Luzu por lo que ha podido ver, o al menos eso es lo que pensaba la mayoría debido a sus actitudes.
Pero había algo en la mirada de Quackity cuando veía a Missa que lo ponía ligeramente incómodo.
Y lo confirmó cuando un día se apareció en la puerta de su casa pidiendo hablar con el de cabello oscuro a solas.
Quiso negarse, pero Missa aceptó y ambos fueron a caminar juntos mientras él se quedaba ansioso en su casa.
Sentía ansiedad de que Missa flaqueara por lo que sea que le dijera Quackity y se sintiera mal de nuevo, se iría a la basura todo el progreso que ha hecho.
No quería que todo el proceso que ha tenido para acostumbrarse a una relación sana se viniera abajo.
Cuando regresaron, el de gorro se despidió de los dos y los felicitó por su relación, yéndose a los pocos segundos con una pequeña sonrisa.
De inmediato miró a Missa con confusión y él le explicó que Quackity ha tenido sesiones de terapia bastante seguido para mejorar como persona.
También para estar a la altura de Luzu porque no quería lastimarlo como hizo con él en un pasado.
Philza se sintió aliviado de que ambos estuvieran bien y no peleados, convivir de nuevo con la persona que le hizo pasar momentos malos no era fácil.
Se sintió orgulloso por él, por lo maduro y tranquilo que se ha mostrado con una situación que le hizo tanto daño.
Dejó un beso en sus labios, escuchándolo reír mientras se lo regresaba con emoción.
Se aseguraría de protegerlo y que no volviera a salir lastimado por alguien más, aunque a ese punto, sabía que Missa podía protegerse solo.
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Chapter 50: •Solicitud 49•
Notes:
Está historia alcanzó más de mil kudos, ¿quieren qué haga algo para celebrar? ¿Alguna historia inspirada en alguna solicitud? Lo que quieran :D
No sé, pero me hizo ilusión que tanta gente lo lea 👉👈
Deathduo 💀🐦⬛
Chapter Text
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"Dioses o cualquiera que me esté escuchando ahora, llevo semanas pidiendo lo mismo y espero que lo cumplan... Por favor hagan a Missa gigante porque será malditamente divertido"
Fue lo último que dijo antes de acostarse a dormir con su familia, abrazándolos y acurrucándose contra ellos.
¿Era raro estar pidiendo lo mismo cada noche cómo deseo? Solo quería que Missa fuera gigante por un día... O más tiempo.
Cuando por fin se durmió, Luismi se asomó a verlo desde la camita en el suelo que tenía frente a la de Missa, analizando todo lo que dijo y ladeando su cabeza con confusión.
Si le cumplía ese deseo para hacerlo más felíz. ¿Missa también lo sería?
Era consciente de toda la inseguridad que ha tenido por mucho tiempo y seguía manteniendo respecto al rubio y a sus hijos, no hay día que no se desahogue con lo mismo.
Tal vez hacerlo más grande sería divertido y podría mejorar su relación, un bonito cambio temporal en sus vidas, después los regresaría a la normalidad.
Salió de su camita y se estiró con un bostezo, saltando a la cama donde estaban ellos y tocándolos a ambos con sus patitas en la cara.
Con eso sería suficiente, para la mañana ya deberían estar distintos.
Incluído Philza, también le haría un pequeño cambio de estatura porque sería más divertido de esa forma, en su opinión.
También porque si quería un Missa gigante, él tendría que ser más pequeño, no quería pasarse con el tamaño y romper la casa o aplastar a los niños mientras dormían.
Regresó de un salto a su camita y se acostó, durmiéndose al poco tiempo.
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Cuando Philza despertó se sentía raro y diferente, pero no sabía por qué, tal vez durmió en una mala posición, le pasaba seguido.
Cuando abrió más los ojos, se dió cuenta de que todo estaba cambiado, su alrededor se veía... Más grande.
Volteó a ver a sus niños, paralizándose al verlos acurrucados en un Missa mucho más grande de lo que esperó.
Chayanne y Tallulah también se veían grandes, pero no sé podía comparar con el tamaño de Missa.
Los ojos le brillaron y reprimió un grito de emoción, por fin tenía a su Missa gigante.
Cuando se iba a levantar, cayó en cuenta de otra cosa.
Él estaba mucho más pequeño que antes.
Se frotó la cara con estrés, asustándose al ver al capibara de su marido sentado frente a la cama, viéndolo.
Algo muy en su interior le decía que tuvo algo que ver, su cara con expresión pacífica se lo decía todo.
"¿Fuiste tú, verdad?" Suspiró pesadamente al verlo asentir, frunciendo el ceño. "Dije que quería un Missa gigante... ¡No que me hicieras más pequeño!"
Lo vio encogerse y sacar un cartel, escribiendo apresuradamente para luego mostrárselo.
"¿Disfruta?"
Apenas leyó eso, escuchó la risa de la radio amarrada en su cuello junto a música animada, comenzando a volar y saliendo de su casa a toda velocidad.
Tenía tantas ganas de matar a ese capibara.
Se quejó cuando Chayanne se dio la vuelta y lo aplastó con su mano, dándole golpecitos y pellizcos para despertarlo.
Lo mismo hizo con Tallulah hasta que tuvo la atención de ambos preguntándole lo que le ocurrió.
Pero su atención estaba enfocada en Missa y su claro crecimiento.
No podía evitar verlo, era todo lo que quería y al fin lo tenía.
Se acercó sigilosamente hacia él y agarró su enorme mano, sonriendo bobamente y ronroneando al sentir como despertaba de a poco y le acariciaba las alas.
Bueno, de todos modos tenía a su Missa gigante, seguía ganando aunque ahora fuera pequeño, se quejaría de ese detalle después.
Su esposo abrió los ojos y su mirada se llenó de sorpresa cuando sus ojos se enfocaron en él, mirándose a sí mismo al notar su crecimiento.
"Phil, qué-" Se sentó en la cama, observando lo grandes que eran sus manos. "Creí que estaba acariciando a Pachuca... ¿Qué nos pasó?"
Y claro que tenía que nombrar a Pachuca, a ese cuervo bizco lo arrojaría por la ventana algún día por robarse la atención de Missa.
Se encogió de hombros y agarró nuevamente su mano, frotando su rostro contra ella.
"Tu capibara lo hizo"
"¿Luismi?"
"El mismo"
Sonrió al sentir las manos de sus niños acariciando sus alas, aferrándose a la mano de Missa y mirándolo con las pupilas dilatadas.
"¿Me puedes levantar?"
Aunque era pequeño, eso no le impediría cumplir con su fantasía.
Missa lo sostuvo dudosamente y lo levantó, sonriendo nervioso por los besitos que dejó en su palma.
Bueno, tal vez no sería tan malo como pensó que sería.
Se levantó de la cama y se tuvo que agachar para no golpearse contra el techo, siendo guiado por Chayanne y Tallulah hasta la cocina.
Le gustaría mucho ayudar a su niño a preparar el desayuno como normalmente haría, pero por su altura sería muy incómodo y lo podría arruinar.
Ni siquiera cabía en las sillas del comedor.
Terminó sentándose en el suelo frente a la mesa, agachándose un poco para que Tallulah pudiera peinar su cabello.
También riéndose cuando comparaba el tamaño de Philza con el de Brian porque era el mismo tamaño de un cuervo y eso le resultaba sumamente adorable.
Dejó un besito en su frente y escuchó su ronroneo aumentando, comenzando a comer cuando Chayanne sirvió la comida.
A él le preparó un plato mucho más grande y a Phil uno más pequeño, considerando sus tamaños, no estarían bien con un plato normal.
El problema ahora es que Philza no quería bajarse de su mano, se mantenía aferrado y comía en una posición incómoda.
Y si se movía mucho, el rubio le clavaba las uñas y le gruñía para que dejara de moverse.
Se preguntaba cuánto tiempo estarían de esa forma, Luismi se fue y realmente no creía que fuera a volver pronto, era un alma libre y solo algunas veces dormía con ellos en casa.
Tendría que acostumbrarse unos días a su nuevo tamaño, tal vez semanas, no lo sabía con exactitud.
Hizo una ligera mueca al sentir nuevamente las uñas de Philza en su mano, acercando su rostro al de él al notar sus señas para que se agachara.
Su rostro enrojeció de inmediato al sentir un beso en su mejilla y nariz, viendo la suave sonrisa que le dedicaba.
"Te quiero mucho" Murmuró Philza y abrazó su mejilla, ignorando el sonido de cámaras en su dirección y las risitas de los niños.
Missa se sonrojó más y le sonrió devuelta, dejando un beso en su frente.
"Yo también te quiero mucho"
Tal vez sí podría acostumbrarse un poco a sus nuevos tamaños.
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Chapter 51: •Solicitud 50•
Summary:
Crowgissa 🔞
Chapter Text
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"No creí que fueras ese tipo de fetichista..."
Murmuró mientras se acomodaba sobre la cama, observando como Crowfather arrojaba unas esposas y lubricante a su lado.
Cuando aceptó tener sexo con él, no esperaba que quisiera amarrarlo a la cama, esperaba algo más tranquilo.
O tal vez algo menos rudo, porque no estaba muy seguro si sería la clase de dolor que le gustaría.
Igual tampoco le molestaba intentarlo, pero se estaba empezando a sentir nervioso con la idea de estar sin movilidad.
Y estar esposado a la cama tampoco sonaba muy cómodo.
Vio como sus alas oscuras se movieron ansiosas mientras se quitaba la ropa, siguiendo el rastro de plumas con su mirada hasta su entrepierna.
Su rostro ardió y se relamió los labios inconscientemente.
"No soy fetichista, y mi idea es mejor que la idea que tú tenías" Entrecerró los ojos hacia él, empujándolo para que se recostara y poder subirse encima. "Aunque igual la podemos hacer después, no tengo problema con eso"
Se encogió de hombros despreocupado y cuando estuvo apunto de quitarle la ropa, fue apartado con suavidad.
"Espera, Phil... Tengo una mejor idea"
El rubio alzó una ceja con curiosidad, sentándose frente a frente y mirándolo con interés.
"¿Qué tienes en mente?"
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"¿Todo bien ahí, amigo?" Se burló de él al escuchar un sonido ahogado, moviendo más sus caderas para que su miembro entrara por completo en su boca.
No pensó que Foragissa acabaría teniendo gustos mucho más raros que él, porque lo que le sugirió le sorprendió.
Pero no se podía quejar cuando lo estaba disfrutando tanto.
Sus manos pasaron por sus muslos, apretándolos a su gusto y abriéndolo más de piernas, separando sus pliegues y lamiendo su entrada.
Tal vez lo estaba disfrutando más de lo que pensaba.
Sonrió al ver un tentáculo azul salir, tocándolo con sus dedos y obteniendo un temblor de su parte.
La biología alienígena no dejaba de sorprenderlo, se divertiría mucho con él.
Comenzó lamiendo y chupando todo lo que pudiera, moviendo más rápido sus caderas y metiendo su lengua en su entrada.
Era tan satisfactorio sentir cada una de las reacciones que lograba sacar de él, y más porque sabía que lo estaba disfrutando.
Al parecer su fetiche era ser ahogado y que lo tratara con rudeza, porque incluso Foragissa le pidió que jalara su cabello.
Y no podía estar más emocionado por hacerlo.
Jadeó contra su clítoris al sentir sus uñas clavándose en sus piernas, escuchando los sonidos húmedos y los gemidos que dejaba escapar por cada embestida que daba en su boca.
Si estaba tan impaciente por ahogarse, le daría el gusto.
Aumentó el ritmo de sus embestidas, volviéndolas cada vez más fuertes y rápidas hasta que finalmente se corrió al igual que él, escuchándolo tragar hasta que terminó separándose para toser.
Y pensar que Foragissa era más grande y fuerte que él en cuerpo a cuerpo, pero al parecer le encantaba estar debajo de alguien y ser usado.
Le dio una nalgada con fuerza para llamar su atención, riéndose cuando se volteó con un chillido y logró admirar las pequeñas lágrimas en sus ojos y gotas blancas aún en sus labios y mentón.
"¿Alguna otra cosa que quieras intentar? Me estoy empezando a interesar por tus ideas"
Foragissa solo sonrió de lado cuando se recuperó del orgasmo, limpiándose la boca con la sábana.
"Cógeme y has que valga la pena, una oportunidad así no se te cumplirá seguido"
Philza sonrió más que encantado, haciéndole una seña con su dedo para que se acercara a él.
"Oh, créeme que haré que valga la pena" Lo tomó con fuerza por las caderas cuando estuvo lo suficientemente cerca y lo sentó en su regazo, abriéndolo bruscamente de piernas y frotándose insistentemente contra su húmeda entrada.
A veces debería dejar de hacerse tanto el difícil y aceptar que quería que le hiciera de todo, porque eso planeaba hacerle.
Recargó su mentón sobre su hombro y comenzó a entrar, escuchando un tembloroso gemido y viendo como su pecho subía y bajaba con rapidez.
Una de sus manos bajó lentamente hacia el tentáculo en su entrepierna, frotándolo rápidamente y jalando su cabello hacia atrás para dejar su cuello expuesto, ocupándose de morder todo lo que pudiera para dejarle marcas.
Tal vez luego recibiría más de un golpe por eso, pero no le importaba, dejarlo marcado solo lo hacía más excitante.
Porque quería ser el único que lo pudiera tener de esa forma, tan sumiso y diferente a como era normalmente.
Lo embistió con fuerza, moviéndose bruscamente en su interior y sacándole gemidos cada vez más altos.
Podría intentar convencerlo de hacerlo más seguido, aunque estaba seguro de que su compañero estaba más que dispuesto en repetirlo.
Podrían probar muchas más cosas interesantes.
Lo derribó sobre la cama y agarró sus muñecas para inmovilizarlo, posicionándose sobre él para ir más profundo, aumentando cada vez más la fuerza y la velocidad hasta que ya no se pudo aguantar.
Terminó dentro de él, llenándolo y saliendo poco a poco, observando como el líquido blanquecino seguía saliendo de su interior.
Una vista que le encantaría ver más seguido.
Suspiró cansado y gimió al sentir un apretón en la base de su miembro, mirando un poco sorprendido a Foragissa.
"¿E-eres precoz o que mierda? No aguantas nada" Hizo una pequeña pausa para respirar y lo agarró del cabello, derribándolo para cambiar la posición y subirse sobre él. "¿Eso es todo lo que puedes aguantar?"
Se estiró para poder alcanzar las esposas y el lubricante, agitándolo frente a él con una media sonrisa.
El rubio se quedó analizando lo que acaba de pasar, sonriendo con diversión y emoción.
Al parecer se divertirían mucho más de lo que creyó.
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Chapter 52: •Solicitud 51•
Notes:
⚠️ Tortura ⚠️
Deathduo 💜💚
Chapter Text
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Cuando Chayanne y Tallulah le contaron lo malo que Philza había sido con ellos, por un momento no les creyó.
Quiere decir, siempre creerá en la palabra de sus niños, pero era difícil de creer que Philza, un hombre tan cariñoso y amoroso con los tres se esté comportando de esa forma tan mala y grosera.
Aún así, lo iba a confrontar, porque por más cariño y admiración que le tuviera, no dejaría que nadie tratara mal a sus bebés.
Salió de casa, dejándolos en el santuario de Rose bajo su protección y avisándoles que iría a buscar a Phil, también asegurándoles que todo estaría bien.
Realmente no sabía dónde podría estar, no estaba en casa y nadie lo ha visto, por lo que tal vez debería alejarse un poco y buscar por todas partes.
Se adentró en un bosque de roble oscuro lejos del Spawn, esperando que no le haya pasado nada malo a su esposo.
Por más fuerte que sea, todavía podría estar lastimado o perdido.
Iba tan sumergido en sus pensamientos que se asustó y dejó escapar un chillido al escuchar distintos ruidos cerca de donde estaba.
De inmediato invocó su guadaña en sus manos y se puso en posición para defenderse si algo lo llegaba a atacar.
Solo usaba aquella guaraña cuando trabajaba, aunque fuera mucho más fuerte que una espada o hacha, nunca la usaba como arma en batalla por lo letal que podría ser para un mortal.
Pero por alguna razón, no sentía confianza o un buen presentimiento en ese lugar.
Algo lo estaba acechando y no eran monstruos escondidos bajo los árboles, tampoco sentía que fuera Philza.
Era otra cosa, algo peligroso.
Siguió caminando, escuchando pasos apresurados acercándose a su dirección, se dio la vuelta asustado, cayendo al suelo cuando algo fuerte lo golpeó en la cara.
Cayó al suelo por el impacto, gimiendo adolorido y sintiendo como la mirada se le nublaba por las lágrimas.
Ese golpe no fue uno normal, fue demasiado fuerte y agresivo, incluso le rompió parte de su máscara.
Rápidamente intentó alcanzar su guadaña antes de que lo volvieran a atacar, pero justo fue sostenida por alguien más.
Y mierda, aunque estuviera aturdido, reconocía esas manos con plumas y las uñas pintadas de negro donde fuera.
Antes de que pudiera hablar, otro golpe provocó que todo se volviera oscuro, escuchando una voz burlona y espeluznante antes de que cayera inconsciente.
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Cuando despertó, sentía un horrible dolor de cabeza que lo estaba matando y un cálido líquido bajando por su frente.
Detalló aún aturdido el lugar en el que se encontraba, no lo reconocía, pero era oscuro y olía mal.
Intentó moverse, apenas dándose cuenta de que estaba encadenado a la pared.
No recordaba mucho de lo que ocurrió antes de que se desmayara, pero recordaba haber visto las manos de Philza antes de ser golpeado.
¿Él le hizo eso? No, no podía creer que fuera capaz de hacerle daño, Philza no sería capaz de ponerle una mano encima ni siquiera por accidente.
Escuchó un ruido venir del techo, levantando la mirada y palideciendo al ver quién se encontraba ahí.
No sabía cómo describirlo, era Philza, pero su mirada y aura no eran las de él.
Sus ojos brillaban en morado, viéndolo térmicamente desde arriba como un depredador a su presa, sus alas estaban más dañadas de lo normal y extendidas, con manchas negras y moradas luminosas en diferentes partes de su cuerpo.
Y lo que lo ponía más nervioso, una sonrisa espeluznante con dientes afilados. Sus labios curvándose de una manera grotesca, mientras que de esa sonrisa, se escapan risas burlonas y siniestras que lo hacían temblar.
Dio un salto cuando aterrizó frente a él, cerrando los ojos con fuerza al sentir sus manos en su rostro.
No quería verlo, sabía que no era Philza, pero no podía evitar pensar en él al verlo tan similar.
Se quejó cuando su máscara de esqueleto fue arrancada, mordiéndose el labio por el ardor en su cabeza.
"Despertaste rápido, segador..."
Escuchar aquella voz hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo, abriendo de golpe sus ojos y mirándolo con miedo.
Definitivamente no era Philza, era algo más controlando su cuerpo.
Sintió algo afilado clavarse en sus mejillas, notando como comenzaban a crecerle garras.
"No esperaba atraparte a ti, al menos no tan pronto" Lo soltó y lamió la sangre cayendo por su frente, aumentando su sonrisa. "Hubiese preferido atrapar primero a sus estúpidos niños, pero tener a su intento de esposo también es bueno"
Escondió las alas en su espalda y dio el primer golpe directo a su estómago, riéndose al verlo llorar y retorcerse agitado.
"Pasaremos un buen rato juntos, te lo prometo"
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"Perdón, perdón... Por favor perdóname" Murmuró Philza, acariciando el cabello de Missa y dejando besos en su golpeado rostro.
Se sentía tan culpable por el estado en el que quedó su marido después de todo a lo que lo sometió el Ender King por días.
Missa estaba herido, bastante, tanto físicamente como psicológicamente. Pequeños sollozos se escapaban de sus labios y recostaba su cabeza en las manos de Philza.
Vio y escuchó todo lo que le decía y hacía, apenas siendo capaz de detenerlo después de las sesiones de tortura.
Cómo pudo lo intentó reconfortar antes de que el Ender King volviera a tomar el control de su cuerpo, intentando curar sus heridas lo más que podía y darle besos para que se mantuviera tranquilo y que no le diera el gusto de verlo asustado.
Missa era muy fuerte, aunque estuviera inmensamente asustado porque sabía lo que le esperaba después, se mantenía serio y firme frente al Ender King a pesar de todas sus heridas.
Aunque después se derrumbara cuando lograba recuperar el control de su cuerpo.
Y admiraba tanto ese lado de él que apenas mostraba.
Se sujetó la cabeza y se separó rápido de Missa, cayendo al suelo y retorciéndose cuando las primeras señales de que el Ender King estaba regresando aparecieron.
Aunque cada vez lograba estar más tiempo con el control, el Ender King contraatacaba con más fuerza para controlarlo.
Missa lo intentaba animar para que recuperara el control, poniéndose serio cuando el brillo morado reemplazó el azul de Philza.
Ahora se veía más furioso que las anteriores veces, y eso ya era decir mucho.
De inmediato recibió un puñetazo y un jalón de cabello que lo hizo soltar lágrimas, topándose con su mirada y notando como sus iris cambiaban entre los dos colores.
Una pequeña risa se le escapó por ver cómo perdía poco a poco el control, siendo silenciado por otro golpe en su rostro, haciéndolo sangrar más de lo que ya lo estaba.
"¡¿Te estás burlando de mí, maldita perra?! ¡Voy a matarte si no te callas!"
El Ender King acabó soltándolo bruscamente después de amenazarlo, retorciéndose antes de que pudiera golpearlo de nuevo, respirando agitado y tratando de mantener el control.
Podía darse cuenta del sobreesfuerzo que estaba haciendo para mantenerse en el cuerpo de Philza, aunque tuviera el control la mayoría del tiempo, sus intentos por encontrar a Chayanne y a Tallulah sin descanso parecían que le estaban jugando en contra.
Que ambos estuvieran en una zona segura que él no ha podido localizar fue una buena decisión.
No le importaba estar recibiendo golpes y todo tipo de torturas cada día por horas, mientras ellos estuvieran a salvo se mantendría fuerte por ellos y por Philza.
Missa se asustó al ver cómo de repente se acercaba hacia él con ahora un arma en su mano, haciéndose a un lado al ser atacado y provocando que las cadenas que lo mantenían ahí fueran golpeadas y se rompieran.
El filo de la espada logró cortarlo en el brazo y en un costado de su cadera, pero al menos ya estaba libre, tenía muchas más heridas como para tomarle importancia a un par nuevas, luego se preocuparía de ellas.
Cayó de rodillas en el suelo y se arrastró lejos al esquivar otro ataque de la espada, levantándose y reapareciendo su guadaña cuando vio un momento de debilidad.
Los ojos morados se fijaron en su dirección, abriéndolos más de lo que ya estaban al recibir un golpe certero en un costado de la cabeza.
Si el Ender King caía inconsciente mientras tuviera el control, Philza tendría una mejor oportunidad para controlar el cuerpo y poder hacerlo de una vez por todas.
Apenas el cuerpo del rubio cayó inerte en el suelo, se acercó apoyándose de su guadaña para poder caminar, las piernas eran lo que más le dolía, al romper las cadenas y usarlas solo aumentó el dolor.
Se arrodilló frente a Phil y comenzó a acariciarle el rostro, susurrándole palabras de aliento para que luchara, asustándose cuando sus extremidades se torcieron anormalmente y sus alas se movieron como locas.
Se alejó solo por precaución, observando perplejo como un humo oscuro salía de su boca, cubriéndose los oídos con una mueca de dolor cuando un grito insoportable salió de Phil.
El humo salió del lugar atravesando el techo, yéndose rápidamente sin que pudiera hacer algo para impedirlo.
Philza abrió los ojos de golpe y su cuerpo volvió a la normalidad, a excepción de sus alas, que ahora estaban más rotas y con líneas brillantes, del mismo color de su anterior color de ojos.
El rubio dirigió su mirada hacia él, Missa sonriendo aliviado al reconocer esos bonitos ojos azules que solo mostraban cariño y preocupación por su estado.
Su guadaña desapareció por lo débil que estaba, cayendo en el regazo de Philza y siendo levantado en sus brazos mientras se disculpaba y lo besaba en las mejillas.
Sabía que estaría bien, solo necesitaba descansar y que sus heridas sanaran.
Se acurrucó en los brazos de su esposo y dejó que por fin lo sacara de ese espantoso lugar que ahora solo le traía malos recuerdos.
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Chapter 53: •Solicitud 52•
Summary:
Deathduo 🫶
Chapter Text
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Cuando Tallulah despertó por la mañana, pudo notar que algo andaba mal.
Se sentía... Bastante diferente, ella, su cuerpo, todo, incluso se sentía más alta y fuerte.
Se dio la vuelta para despertar a su hermano, jadeando sorprendida al toparse con alguien más, pero sumamente parecido a él.
Tenía su máscara, su cabello rubio, su ropa, pero no podía ser él, se suponía que él era un niño al igual que ella.
Sintió un bulto a un costado de ella bajo las sábanas, dándose la vuelta y quitándola de golpe, palideciendo al ver a un niño pequeño muy parecido a su papá Philza.
Eso no podía estar pasando si era lo que se imaginaba...
Le quitó las sábanas a su hermano, escuchándolo quejarse mientras abrazaba contra su pecho a un niño más pequeño.
Si el que estaba aferrado a ella se suponía que era su papá Philza por el parecido, entonces el que estaba aplastando Chayanne era...
Tocó suavemente la mejilla del niño de cabello oscuro, viéndolo abrir los ojos para luego ponerse a llorar, despertando a su hermano y a su otro papá.
Chayanne la miró en un principio como si no la conociera, reconociéndola a los pocos segundos y asustándose al ver al niño llorando mientras se aferraba a su ropa.
Tallulah lo intentó apartar nerviosa de su ropa sin éxito, viendo como el rubio más pequeño pasaba sobre ella y se dirigía hacia el de cabello oscuro, abrazándolo y rodeándolo con sus pequeñas alas.
Poco a poco el pequeño Missa se calmó y dejó de llorar, ahora solo teniendo hipo por el llanto anterior.
Ambos se miraron confundidos por un instante.
¿Cómo se le quitaba el hipo a un niño pequeño? ¿Deberían darle algo o esperar a qué se le pase?
No recordaban mucho cuando eran tan pequeños, y calculaban que el pequeño Missa tenía por lo menos dos años, mientras que el pequeño Phil parecía un poco mayor que él.
Y bueno, con solo verse mutuamente ambos sabían que eran adultos ahora.
Comenzaron a entrar en pánico.
No estaban listos para pasar por eso, ni siquiera habían llegado a la adolescencia y ya eran mayores de edad por quién sabe cuánto tiempo.
Y ni siquiera sabían la razón de ese repentino cambio.
Vieron como Missa se acurrucaba en las plumas y volvía a cerrar los ojos, notando como los ojos azules de Philza no paraban de verlos a ambos mientras hacía ruidos con su boca.
Chayanne miró a su hermana y señaló la cocina, luego a los niños.
"No sé qué comen, pero por si acaso traeré leche y papilla de frutas"
Tallulah asintió, sentándose más tranquila y acariciando el cabello del pequeño Philza, sonriendo con suavidad al escucharlo reír.
Tal vez no sea tan malo, podrían manejarlo el tiempo que estuvieran así, cuidar de niños pequeños no sonaba tan difícil.
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Cambió de opinión, no podrían manejarlo.
Solo tres días han pasado y ya estaban perdiendo la cabeza.
No han dormido casi nada porque se despertaban a media noche a llorar porque tenían hambre, les han vomitado encima cuando les daban demasiado de comer, el pequeño Philza aprendió a volar y se ha escapado más de una vez por la ventana, mientras el pequeño Missa intentaba imitarlo saltando de la cama y cayéndose.
¿Cómo hacían sus padres para criarlos cuándo eran más pequeños? Era un infierno.
Tal vez se estaban cansando de estar tanto tiempo en la casa, puede que llevarlos a tomar aire libre los logre calmar un poco.
Chayanne amarró una cuerda en la cintura del pequeño Philza para que no se fuera volando, levantando su pulgar hacia su hermana para indicarle que ya estaban listos.
Ambos salieron, vigilando que no se alejaran y dejando que caminaran por su cuenta para que mejoraran, sonriendo con ternura al ver cómo se agarraban de las manitos para caminar juntos y no caerse o perderse.
Eran adorables cuando no hacían desastres.
Llegaron al Spawn y ahí vieron a sus demás hermanos cuidando también a sus padres convertidos en niños.
Algunos lo tenían más difícil porque un par ahora eran bebés y por la cantidad de padres que tenían.
Y unos pocos lo tenían un poco más fácil porque eran niños más grandes y entendían mejor cuando les hablaban.
A lo lejos vieron a Bobby persiguiendo volando a una pequeña Jaiden que solo se elevaba cada vez más en el cielo, lo mismo ocurriendo con Tilín y Pomme, intentando desesperadamente alcanzar a Quackity y a Baghera.
Al parecer sí fue buena idea amarrar al pequeño Philza.
Se dieron la vuelta al sentir que les tocaban el hombro, topándose con Ramón y Dapper cargando a un pequeño Fit y Bad durmiendo en unos portabebés
¿De dónde sacaron eso?
"Se ven muy cansados, ¿necesitan ayuda para cuidarlos?"
Preguntó Dapper en lenguaje de señas, cargando al pequeño Missa y limpiándole las manos con un pañuelo al verlas llenas de barro.
Por lo que han oído, normalmente ellos eran los que más ayudaban a los demás, Fit y Bad eran tranquilos y dormían mucho, entonces ellos no tenían tanto trabajo como los demás
Chayanne y Tallulah asintieron de inmediato y sin pensarlo, cargaron al pequeño Philza y se lo dieron a Ramón.
Necesitaban dormir urgentemente.
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Al despertar al día siguiente, se dieron cuenta de que habían vuelto a la normalidad, por fin su pesadilla había terminado.
celebraron volver a ser niños, saltando en la cama con entusiasmo hasta que recordaron un pequeño detalle.
Si ellos volvieron a la normalidad, entonces eso significaba que sus padres también volvieron a ser adultos.
Y ambos fueron separados después de que se los llevaran, entonces uno estaba con Fit y el otro con Bad.
Que horror...
Se levantaron rápido de las camas y corrieron a la puerta para ir a buscarlos, topándose con sus papás parados del otro lado.
Y por sus expresiones, se veían ligeramente incómodos y sonrojados, incluso perturbados, pero no entendían por qué.
Tal vez por haber sido niños pequeños.
"¿Nos pueden explicar qué pasó? ¿Y por qué estaba durmiendo con Fit y Missa con Bad?"
Oh... No recordaban nada.
Peor aún, tendrían que explicarles todo lo que ocurrió para que terminaran durmiendo en diferentes casas y por todo lo que tuvieron que pasar.
Y aún seguían sin entender la razón de todo ese cambio tan raro.
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Chapter 54: •Solicitud 53•
Summary:
Phissa 🫶
Chapter Text
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El Ángel de la Muerte y el segador compartían un secreto, ambos mantienen una relación y se ocultan de los demás para no ser descuentos.
A pesar de que su amor era puro y sincero, existía una barrera que no les permitía estar juntos.
El rango superior del ángel, además de que servían a dos muertes distintas y no seríabien visto algo así.
Mientras Philza le servía a la Diosa de la Muerte, Missa le servía a la Catrina, su madre.
Missa era el encargado de recoger las almas al final de su existencia terrenal, usando una enorme guadaña, túnica y máscara de esqueleto que no podría quitarse mientras recogía almas.
Por otro lado, Philza tenía enormes alas negras y plumas del mismo color en distintas partes de su cuerpo, era uno de los que tenía las posiciones más altas y se encargaba de supervisar el tránsito de las almas al más allá.
A pesar de las diferencias en sus posiciones jerárquicas y en su Diosas, ambos se conocieron de casualidad durante un par de trabajos que pudieron estar cerca, encontrando consuelo y compañía el uno en el otro.
Obviamente se encontraban a escondidas de todos los demás, no sería algo correcto que los demás supieran que un ángel veía a un segador con otras intenciones que no fueran órdenes o indicaciones.
La gran mayoría de las veces cuando acababan con sus turnos, se encontraban en un rincón del firmamento para compartir abrazos y uno que otro beso luego de haber formalizado una relación.
Sin embargo, seres de rangos más altos que el segador pronto descubrieron la relación entre ambos por un descuido.
Empezó como un pequeño rumor que fue escalando cada vez más hasta que ambos, sin más opciones, decidieron hacerla pública porque comenzaron a vigilarlos más de cerca, mandando acompañantes para confirmarlo.
Las órdenes de separarlos llegaron de inmediato, ya que su amor desafiaba las leyes que debían cumplir y el respeto que deberían tenerle a los rangos superiores.
Aunque a ninguno les importó esas órdenes en un principio, mientras sus Diosas estuvieran de acuerdo, que eran las que mandaban sobre todos y las que tenían el rango más alto, no tenían por qué obedecer a otros.
Y ellas claramente estaban a favor de su relación.
A medida que el tiempo pasaba y ahora con su relación pública, aprobada por sus Diosas y con ganas de dar el siguiente paso, se decidieron por tener hijos.
Y bueno, ambos eran hombres, pero nada que un poco de magia no pudiera arreglar.
En especial la magia de un ángel.
Philza creó a dos bebés, un niño y una niña biológicos de ambos que amaban con todo su ser.
Cómo ambos trabajaban en diferentes lugares y en diferentes trabajos, cada uno se llevaba a un bebé con ellos y al final del día cuando se reunían, pasaban tiempo juntos como una familia.
Aunque para muchos, era un poco gracioso ver al Ángel de la Muerte, un ser tan intimidante supervisando el tránsito de almas dándole el biberón a la pequeña Tallulah y sacándole los gases.
O ver al segador recolectando almas con un pequeño Chayanne apenas escondido en su túnica, chupando un chupón para que se mantuviera tranquilo e intentando tocar todo lo que tenía enfrente.
Era agotador ser padres, en especial porque los cuidaban en medio de sus trabajos, pero valía totalmente la pena cuando se reunían y podían compartir en familia y poder cuidarlos juntos.
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Chapter 55: •Solicitud 54•
Summary:
Deathduo 🫶
Chapter Text
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Bien, no sabía que sentir al respecto con lo que acaba de descubrir.
Se sentía... Raro, hasta perturbado con la simple idea de que fuera verdad.
Es que no podía serlo, algo así no podía ser verdad, tenía que ser una mentira.
Descubrió que Missa era hijo del Ender King en uno de sus tantos intentos de posesión, escuchándolo gritar en su cabeza para que se alejara de él o se arrepentiría.
Se quedó analizando cada una de sus palabras después de aquella amenaza e intento de posesión, pero seguía mentalizándose de que era solo una mentira para jugar con su mente.
Y en el caso de que fuera verdad, aunque no quisiera admitirlo, literalmente se casó con el hijo de la criatura que lo atormentaba.
¿Debería decirle a sus hijos?
¿Hacerle saber a Missa qué su padre lo quería poseer?
Lo amaba mucho, pero se sentía incómodo con la idea de que uno de sus enemigos fuera su suegro y que le quería hacer daño.
Era una situación demasiado complicada y seria como para tomársela a la ligera, pero tampoco buscaba alterar a su familia al contárselos.
Debía pensar apropiadamente para no cometer algún error que pudiera empeorar todo.
Salió de sus pensamientos al escuchar la puerta siendo abierta, viendo a Missa llegando con una bolsa llena de galletas.
Cierto, había ido solo a hacer las misiones de los niños porque él le insistió en quedarse al verlo un tanto indispuesto en la mañana.
Y su estado agotado y deteriorado era culpa de su padre.
"¿Ya te sientes mejor, Phil? Si todavía te sientes mal puedo hacerte algo de comer" Se acercó a él y besó su mejilla, sentándose a su lado y recargando su cabeza en su hombro.
Philza asintió despacio y suspiró un poco más tranquilo por su presencia, asustándose de sobremanera al ver al Ender King justo a un lado de Missa.
Era consciente de que eran alucinaciones, él aún no podía aparecer físicamente frente a ellos, pero de todos modos no podía evitar asustarse cada vez que ocurría.
Se veían y se sentían demasiado reales.
Arrastró a Missa con él y lo mantuvo presionado contra su cuerpo, sacando su espada para defenderlo y rodeándolo, escondiéndolo lo mejor que podía con sus alas hasta que la alucinación desapareció.
Pero antes de que se desvaneciera, dejo la misma amenaza en el aire.
Su pecho subía y bajaba con rapidez por lo alarmado que estaba, con sus extremidades temblando y sus plumas erizadas del susto.
Cada vez que alucinaba con él, se veía más cerca.
Bajó la mirada y se topó con la expresión preocupada de Missa, poco a poco se calmó y suavizó el agarre que tenía sobre él.
No debería hacerlo preocupar tanto, pero ahora que lo tenía tan cerca, no podía evitar notar la similitud del color de sus ojos con los del Ender King.
Eran del mismo color y tono, la única diferencia es que los de Missa no emanaban esa aura de superioridad y maldad.
Los de él solo mostraban preocupación y afecto cada vez que los veía.
Lo soltó despacio y dejó caer su espada por los nervios de que descubriera lo que le ocurría, volviéndolo a abrazar a los pocos segundos y ocultándose en el hueco de su cuello mientras se aferraba con fuerza a su cuerpo.
No sabía por cuánto tiempo podría seguir ocultando lo que descubrió o lo que le estaba pasando.
Todas las amenazas, intentos de posesión y alucinaciones, no podría soportarlo por más tiempo si empeoraban cada vez más.
En algún momento tendría que confesárselo a su familia antes de que fuera demasiado tarde.
Tendría que hacerlo antes de que el Ender King lo poseyera o lo matara por haberse casado con su hijo.
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Chapter 56: •Solicitud 55•
Summary:
💜 Continuación de la solicitud 23 💜
Phissa 🔞
Chapter Text
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Philza siempre ha visto a Missa como el Omega más lindo que se pudo haber imaginado.
Amaba todo de él, su voz, su cabello, su olor, todo le encantaba.
Por eso le dolió tanto verlo llorar porque pensaba que no era atractivo para los demás, muchos estereotipos pasados pero que lamentablemente la gente seguía usando.
Aunque Missa fuera bastante delgado y más alto que él aún siendo un Omega, nunca ha visto algo malo con eso.
Le gustaba que fuera más alto y con piernas largas y bonitas.
Se acostó sobre él y enterró su naríz en su cuello, aspirando profundamente y embriagándose con su fuerte olor.
Tal vez su matrimonio sí haya sido asignado y obligado desde un principio, pero eso no significaba que no se pudieran enamorar.
Y Philza estaba loco por Missa.
Poco a poco bajó su mano hasta sus piernas y las acarició, separándose de su cuello y mirándolo con las pupilas dilatadas.
"¿Crees qué te sientas listo para hacerlo? No quiero obligarte a nada" Siguió acariciando despacio sus piernas y jugó un poco impaciente con el borde de su pantalón.
Que su olor incrementara por sentirse tan cómodo después de oler su cuello no le estaba ayudando en nada.
Sintió su mano en su pecho y se sonrojó, jadeando por los toques que le daba y viendo como su mirada también se oscurecía.
Solo bastó un asentimiento para que se montara sobre él, bajándole el pantalón junto a la ropa interior.
No lo ha pensado mucho antes, pero podría considerar aprovechar y hablar con él sobre tener hijos.
No sabía si Missa quería hijos, esperaba que sí porque la imágen de él esperando un bebé de los dos le estaba haciendo papilla el cerebro.
Abrió despacio sus piernas y se relamió los labios al ver por primera vez su cuerpo desnudo.
Es más lindo de lo que se imaginaba.
Tocó con suavidad su húmeda entrada por su lubricante natural, mordiéndose el labio al escuchar un leve gemido.
¿Ya qué? Quería un hijo de los dos, quería una pequeña copia de Missa.
"Eres hermoso... ¿Te puedo hacer un bebé?"
Preguntó sin pensarlo mucho, sonrojándose de vergüenza al escuchar su carcajada.
Tal vez fue muy directo, las hormonas no lo estaban dejando pensar con claridad.
Missa acarició su cabello al terminar de reír, abriendo más las piernas para él mientras veía el bulto en sus pantalones.
"Si quieres hasta más de uno, quiero tener una mini copia tuya"
El rubio se alejó de él bajo su confundida mirada, quitándose lo más rápido que podía el pantalón y la ropa interior.
Que aceptara tener hasta más de un bebé acabó por romperlo.
Se inclinó hacia sus labios y lo besó tiernamente, acariciando sus caderas mientras se alineaba en su entrada.
"Quiero que sepas que si no podemos tener hijos por la razón que sea, seguiría estando contigo porque te amo. Aunque no tengamos hijos biológicos quiero seguir pasando mi vida junto a ti, eres todo para mí"
Entró despacio en su interior y lo volvió a besar en los labios para distraerlo del estiramiento, sintiendo como se aferraba a su espalda por la nueva sensación.
Entró tan fácil y rápido en su interior que ni siquiera se dio cuenta cuando ya estuvo dentro por completo.
Se veía tan hermoso de esa forma, sus olores se estaban mezclando entre sí y eso lo estaba mareando de la excitación.
Empujó sus caderas contra su cuerpo, empezando con suaves embestidas para que pudiera acostumbrarse sin lastimarlo.
Su interior era tan cálido y se acoplaba perfectamente a su tamaño, era mejor de lo que se imaginaba.
Siguió embistiéndolo lento pero profundamente, sacándole gemidos por cada golpe en sus paredes.
Lo amaba mucho.
Acarició con anhelo el lugar en su cuello donde debería haber una marca de Alfa, sorprendiéndose un poco cuando lo dejó expuesto para él.
Si Missa deseaba ser marcado, lo haría.
Besó aquella zona mientras aceleraba más el paso de sus estocadas, pidiéndole permiso con la mirada para poder marcarlo.
Un gemido desesperado salió de los labios del Omega, rasguñando su espalda y pegando su cuello lo más que podía a su rostro.
Lo mordió, sintiendo una corriente eléctrica pasarle por el cuerpo y lamiendo la sangre que había salido, sonriendo satisfecho al ver la marca adornando su cuello.
Era suyo, siempre sería suyo.
Missa lo tomó por los hombros y lo empujó con fuerza, recostándolo de golpe en la cama y saltando sobre su miembro, tomando sus brazos con fuerza para evitar que se moviera.
El rubio se sorprendió un poco por el repentino cambio, gimiendo por la nueva sensación y sonrojándose al verlo sonreír.
"Te amo, Phil... Pero no me harás un hijo a ese ritmo" Lo besó en los labios, separándose para moverse insistentemente, dando fuertes sentones sobre él.
Philza admitiría en voz alta que tal vez le estaba gustando que Missa lo dominara, que fuera él quien tomara el control,pero las palabras no salían de su boca por tener la mente tan nublada.
Y sentía que estaba cada vez más cerca de terminar, el cosquilleo en su miembro se lo indicaba.
Missa dio un último sentón con fuerza antes de que fuera llenado, gimiendo al sentir como el miembro del rubio se volvía más grueso y su esencia caliente llenaba cada espacio de su interior.
Nunca se había sentido tan bien, el nudo lo estaba haciendo ver estrellas después del orgasmo.
Bajó la mirada a su entrada para ver el desastre en el que se encontraba, sonriendo avergonzando al ver el líquido blanquecino aún saliendo aunque siguiera enterrado en su miembro.
Nunca pensó verse así, pero ahora no podría sacárcelo de la mente.
Se hizo a un lado cuando el nudo acabó, gimiendo al sentirse vacío y acostándose en el pecho de Philza.
De inmediato fue besado y llenado de palabras lindas, sonriendo contento por las muestras de cariño.
"¿Crees qué si lo volvemos a hacer ahora salgan gemelos?"
Preguntó con una media sonrisa, captando de inmediato su atención.
"No lo sé, solo hay una forma de averiguarlo"
Y dicho eso, se volvió a lanzar a sus labios mientras ambos se volvían a fundir en el cuerpo del otro.
Solo necesitaban una excusa para volver a hacer el amor, pero la idea de tener gemelos no sonaba nada mal
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Chapter 57: •Solicitud 56•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Un nuevo cambio en sus vidas sonaba emocionante y reparador.
Vivir lejos de la gran ciudad y mudarse a un lugar más tranquilo era lo mejor.
Estaban casados, con dos hijos pequeños y muchas veces no tenían el suficiente tiempo para estar con ellos por sus trabajos.
Y no iban a permitir que su relación con sus hijos también se viera afectada por eso.
A los niños también les emocionó la idea y eso los alivió ya que tampoco se sentirían mal por abandonar su viejo hogar.
Ahorraron lo suficiente por un tiempo y así fue como decidieron mudarse a un pueblo tranquilo y pequeño, bastante diverso y social, dónde prácticamente todos se conocían entre ellos.
Fue un comienzo nuevo para todos, pero se adaptaron bastante rápido, las personas eran muy amables y a algunos ya los conocían de antes, lo cual facilitó las cosas.
Ambos consiguieron trabajos más accesibles y menos estresantes, también descubriendo nuevos pasatiempos al dedicarse un poco de tiempo para ellos mismos.
Definitivamente fue una gran decisión mudarse.
Cada uno de los cambios en sus vidas parecía mejorar, todos eran felices y más unidos que nunca.
Incluso los niños se animaban a hacer más cosas.
Chayanne aprendió a cocinar con unos libros de cocina que le compraron y con la ayuda de Missa. Ambos se quedaban en la cocina por horas y regresaban con un enorme banquete para todos.
Aunque el actual trabajo de Missa como cocinero no fuera tan demandante como el anterior que tenía, lo mantenía fuera de casa gran parte del día.
Y bueno, que su marido trajera tacos al llegar a casa o que Chayanne aprendiera a cocinar tan rápido y que mejorara con cada uno, no era culpa de Philza que quisiera probarlos todos.
También porque Chayanne lo nombró como su degustador personal cada vez que cocinaba algo.
Y cuando lo nombró de esa forma, probó cada una de las comidas que preparaba sin quejarse.
Su hijo cocinaba muy bien y tenía que aprovechar, ¿no?
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Missa se sentía muy contento, ese día era su aniversario de casados con Philza y esta vez, él de ocuparía de todo.
Normalmente su esposo planeaba algo porque de los dos, era el que tenía más tiempo y energía.
Pero ahora él podría devolverle cada una de las muestras de cariño y regalos que le ha hecho durante los años que llevaban juntos.
Compró rosas y chocolates, al igual que algunos peluches y otros regalos.
Todo saldría perfecto.
Saludó a los niños al llegar y besó sus frentes, viendo como se iban corriendo a sus cuartos para jugar juntos.
Ellos eran muy inteligentes y atentos, no necesitaban decirles muchas cosas porque ya captaban desde un principio.
Sabían que era el aniversario de sus padres y que querían privacidad para estar juntos.
Missa sonrió y se arregló un poco el cabello antes de entrar a la habitación que compartían, mirando confundido lo que estaba haciendo su marido.
Tenía varias prendas de ropa tiradas en el suelo mientras se miraba en el espejo con el ceño fruncido, quitándose otra prenda cpn rabia y tirándola a la pila.
A los pocos segundos se dió cuenta de su presencia y se sonrojó al ver a Missa tan arreglado y con tantos regalos.
"No esperaba que vinieras tan temprano... Ni siquiera me he arreglado para nuestro aniversario" Murmuró un poco desanimado y se cubrió el cuerpo avergonzado al notar que su marido no paraba de verlo.
Sabía que ha aumentado ligeramente de peso por comer tanto, la ropa ya no le quedaba tan bien como antes.
Y ver a Missa tan guapo y reluciente con su traje no lo hizo sentirse mejor.
Por otro lado, a él el traje que quería ponerse no le quedaba tan bien como esperaba.
Escuchó los pasos de Missa detrás de él, sonrojándose con vergüenza al sentir como lo rodeaba con sus brazos.
"¿Por eso has estado usando ropa más holgada últimamente? ¿No querías qué me diera cuenta?" Besó su mejilla y miró detalladamente el traje que iba a ponerse.
Se veía un poco apretado para él.
"Tenía miedo de que no te sintieras atraído por mí después de subir de peso, la ropa me queda mal y el traje me aprieta..."
Missa simplemente se vio ofendido por lo que dijo, ¿cómo no iba a verse atractivo?
Tal vez sí se veía más rellenito de cuerpo, pero eso no le importaba, todavía mantenía sus brazos fuertes y le gustaba la grasita en los costados de sus caderas por el pantalón.
Se agachó un poco para abrazarlo mejor, dejando un pequeño beso en sus labios.
"No me importa cómo te veas, sigues siendo mi guapo marido" Lo besó nuevamente, soltando una pequeña risita avergonzada. "Además, ahora tengo más dónde agarrar"
Apenas dijo eso, fue apartado de un empujón entre risas, notando su rostro completamente rojo.
Recibió suaves golpes e insultos, sintiendo como le regresaba el beso.
"No hacía falta decir lo último, pero gracias... ¿Todavía quieres qué salgamos a algún lugar o prefieres qué nos quedemos en casa?"
"Podemos quedarnos en casa" Dijo mientras se quitaba la corbata y la chaqueta del traje, quedando solo con una camisa blanca y el pantalón.
De inmediato lo derribó en la cama, subiéndose a orcadas sobre él y recostando su rostro en su pecho para escuchar su corazón.
Se sentía tan suave y cómodo, incluso relajado por escucharlo.
Sintió sus manos acariciando su cabello, haciéndolo sonreír.
"¿Desde cuándo te volviste tan dominante? Creíque te daba vergüenza"
"Tal vez, pero desde que te vuelves más atractivo cada día, no puedo evitarlo... Mierda, tengo tantas ganas de besarte"
Murmuró con un sonrojo y ocultó su rostro en su pecho, sintiendo como lo tomaba del rostro y lo acercaba más al de él, besándolo en los labios.
Correspondió de inmediato, riéndose por los pequeños besitos que le dejaba después del primero.
Ambos pasarían un lindo aniversario juntos.
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Chapter 58: •Solicitud 57•
Notes:
⚠️ Canibalismo y síndrome de Estocolmo ⚠️
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Missa fue criado para ser un superhéroe, nació y creció en las instalaciones de la Federación, siendo entrenado casi toda su vida.
Aunque para ellos sus poderes y fuerza no eran las mejores, siempre hacía un buen trabajo y no se quejaban de ello.
Realmente pensaba que estaba haciendo lo correcto, que toda su vida ha estado del lado correcto.
Pero no fue así.
Él y otros de sus compañeros descubrieron cosas muy... Siniestras e inquietantes respecto a ellos.
Secuestros, asesinatos, tortura y muchas cosas horribles que preferiría no mencionar.
Lo peor es que ninguna era justificada, no habían razones para que hicieran ese tipo de cosas.
Solo lo hacían por diversión, para entretenerse.
Cuando él y sus compañeros iban a salir con la información que descubrieron, fueron interceptados y según las palabras de los de la Federación, debían ser eliminados por incumplimiento de reglas.
Escapó como pudo de ahí al igual que muchos, tenían que avisarle a alguien, a la policía o a algún otro superhéroe, pero necesitaban decírselo a alguna persona y que los ayude.
De repente, sintió un dolor insoportable en sus piernas que provocó qué cayera y la carpeta con los papeles saliera volando lejos de él.
Revisó rápidamente sus piernas, observando las flechas que lo atravesaban, no se podía levantar.
Se arrastró adolorido en un intento por escapar al verlos acercarse, sintiendo que las lágrimas se le escapaban cuando una bota hizo presión en su cabeza.
Otro de ellos lo inmovilizó, recogiendo con tranquilidad la carpeta y guardándola en la chaqueta de su traje.
Estaba solo, nadie lo salvaría.
Cerró los ojos con fuerza al escuchar el arma siendo cargada, dejando escapar un pequeño sollozo cuando la presión en su cabeza se hizo más fuerte.
Iba a morir, no quería morir.
Sintió el filo de la flecha en su cuello y luego escuchó el disparo, pero no dirigido a él.
Alguien había atacado a los que lo iban a matar, quitándoles el arma y viendo apenas consciente como el que lo defendió le arrancaba un trozo de carne del cuello con sus dientes.
O al menos eso pensó que era lo que estaba pasando, sentía que se iba a desmayar del dolor en cualquier momento.
Escuchó los gritos cada vez más fuertes, arrastrándose débilmente por el suelo hasta que no pudo aguantar más.
Pero antes de perder la consciencia, sintió unos fuertes brazos que lo levantaban y lo presionaban contra su cuerpo.
Quien sea el que lo haya salvado, tenía un olor bastante peculiar.
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Cuando despertó, no sabía dónde estaba ni quién lo llevó ahí.
Claramente no era un lugar de la Federación, estaba bastante tétrico y poco cuidado, nada en comparación a las bases que tenían.
Escuchó la puerta de la habitación en la que se encontraba y se puso a la defensiva, gimiendo por un fuerte dolor en sus piernas y en su cabeza.
Olvidó que le habían disparado y estuvieron a punto de aplastarle la cabeza.
Pronto, se fijó en la persona que entró y abrió en grande sus ojos al reconocer la máscara de gas roja y las enormes alas oscuras en su espalda.
No podía estar en la base de esos locos, asesinos y caníbales.
Dio un salto al verlo acercarse a él, buscando cualquier cosa para poder defenderse, pero fue rápidamente derribado y sujetado para que dejara de moverse.
Cerró los ojos con fuerza y la mano del de alas paró en su mejilla, sintiendo como limpiaba una lágrima que se le había escapado al sentir su aliento cerca de su cuello.
"¿Quieres comer algo, bonito?" Preguntó ya sin la máscara de gas puesta, soltándolo y mirándolo con curiosidad.
Missa solo se apartó asustado y estuvo a punto de caerse de la cama, siendo firmemente sujetado de nuevo.
"No te muevas, te traeré algo de comer y también medicina para el dolor"
Habló de nuevo y dejó palmaditas en su cabeza, abandonando la habitación.
Missa se quitó la sábana de inmediato y se dió cuenta de las vendas que cubrían las heridas en sus piernas.
Al parecer lo estaba intentando curar, pero no entendía por qué, se suponía que eran enemigos.
Intentó levantarse con dificultad, mordiéndose el labio con dolor para reprimir un grito.
Tal vez debería quedarse tranquilo por ahora, solo esperaba que a ese loco no se le cruzara por la cabeza matarlo y cocinarlo.
Necesitaba dormír, estaba muy cansado.
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"¿Has escuchado a alguien decir alguna vez qué uno es el villano de una historia mal contada?"
Preguntó el rubio y sujetó las mejillas de Missa al ser ignorado, mirando con atención e interés sus brillantes ojos morados.
Eran muy bonitos.
Acarició su mejilla y lo soltó, extendiéndole insistentemente un pequeño cofre.
Lo ha visto por mucho tiempo y siempre se ha visto interesado por él, muy pocas veces se han cruzado, pero él lo veía todo el tiempo.
Que pudiera hacerse tan grande para ganar ventaja en batalla le gustaba mucho, aunque también le gustaba su tamaño normal, aunque fuera más pequeño de lo que esperaba.
Empujó el cofre hacia su pecho entre graznidos, sonriendo al verlo agarrarlo.
Missa abrió confundido y nervioso el cofre, asustándose y dejándolo caer por el susto.
Un corazón humano.
El de máscara lo tomó de inmediato y le dio una mordida mientras lo observaba, acercándoselo para que hiciera lo mismo.
Maldito loco.
De un golpe tiró el corazón lejos, viendo su expresión sorprendida y ofendida.
El rubio lo recogió y lo "limpió" con su ropa, dándole otra mordida frente a él.
"No has comido nada desde que te traje a mi base, te vas a enfermar y a desnutrir"
"No pienso cometer canibalismo, eres un psicópata"
"Ninguno de los dos es humano, entonces no es canibalismo" Se encogió de hombros como si fuera obvio y terminó de comerse el corazón, limpiándose la sangre con un pañuelo.
Missa solo lo miró con desagrado, dándose la vuelta e ignorando los graznidos que soltaba y como lo agitaba para tratar de llamar su atención.
No iba a lidiar con caníbales asesinos.
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Bien, sonará como un hipócrita, pero tal vez le estaba empezando a gustar el rubio.
Era atractivo, no lo iba a negar, pero él era un villano, mataba y devoraba personas, no quería meterse con alguien malo.
Se sentía mareado por el hambre pero no ha querido comer nada, Philza, como lo había escuchado llamarse a sí mismo, le traía comida siempre.
El problema es que siempre eran partes de personas, la mayoría de las veces crudas.
Cerró los ojos para intentar descansar y no pensar en el hambre que sentía, escuchando unas alas moverse a sus espaldas junto a graznidos, sintiendo como lo agitaban.
Se dio la vuelta con los ojos entrecerrados, topándose al rubio con otro plato de carne en sus manos.
Lo iba a ignorar, pero Philza lo tomó del brazo y lo jaló, obligándolo a sentarse.
"Es pollo, lo cacé y lo cociné para ti" Le acercó más el plato, sonriendo al escuchar su estómago rugir.
Missa lo miró con un poco de desconfianza, agarrando dudosamente el plato y comenzando a comer.
Sí era carne de animal, nunca ha probado carne humana, pero estaba seguro de que no sabía a pollo.
Miró confundido como se sentaba detrás de él, sonrojándose al sentir sus brazos rodeando su cintura.
"Te he seguido y observado por mucho tiempo... Sé todo sobre ti y me gustas" Ronroneó y se frotó contra su cuello, recargando su rostro sobre su hombro.
Missa se removió incómodo y con un sonrojo, siempre salía con sus comentarios cuestionables y nunca sabía que responder a ellos.
Cada uno de ellos sonaba más enfermo que el anterior.
Jadeó al sentir su aliento en su cuello, quejándose en voz baja por los pequeños besos que dejó por esa zona.
"Te adoro, sacrificaría a todo el mundo por ti" Afirmó su agarre en sus caderas al notar como se movía, sentándolo en sus piernas con cuidado de no lastimarlo. "Voy a matar y a comerme a todos los que te intentaron matar y te vas a quedar conmigo porque eres mío... Siempre lo has sido"
Murmuró en su oído y Missa se sonrojó más de lo que ya estaba, dejando que volteara su rostro y besara sus labios.
La Federación era mala, y aunque los integrantes de "Bolas Rojas" fueran unos locos mentalmente inestables, realmente no eran tan malos como creía.
No mataban personas inocentes como la Federación le hacía creer a todos, mataban delincuentes nada más.
Solo tenían una mala imágen frente a las personas por el canibalismo, pero estaban del mismo lado.
Correspondió al beso cuando Philza lo intensificó, sintiendo como sus manos lo tocaban y sus alas lo rodeaban.
Tal vez no sea tan malo quedarse con él, aunque tampoco es como si tuviera otra opción.
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Chapter 59: •Solicitud 60•
Summary:
Phissa 💜💚
Chapter Text
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Philza ha notado algo respecto a Missa que lo llenaba de curiosidad.
Sabía que él era un segador, lo que significaba que alguna vez fue un humano y murió, luego su alma fue elegida para guiar a las demás almas.
Eso lo sabía perfectamente y entendía que esa era la razón por la que muchas partes de su cuerpo eran translúcidas y casi nunca se quitaba su máscara de esqueleto.
Pero habían cosas que tenía y no formaban parte de ser un segador, eran otra cosa diferente.
Lo ha visto muchas veces cuando se cambiaba de ropa para dormír, no por ser un pervertido, simplemente se cambiaba frente a él ya que tenían confianza, pero no podía evitar mirarlo.
La primera vez fue por curiosidad y no se dio cuenta, pero la segunda vez, pudo ver unas enredaderas y flores clavadas en sus huesos.
Quería tanto preguntarle por eso, pero no quería incomodarlo, tal vez era un tema sensible y por eso nunca se lo ha comentado.
Pero después de notar que muchas veces le faltaba el aire o que se cansaba demasiado, creyó que las flores y las enredaderas eran las responsables de eso.
Intentó ser lo mas discreto posible, aún así, Missa se dio cuenta de que lo miraba demasiado, y que tal vez no era la primera vez que lo hacía.
Se perdía tanto en sus pensamientos que no recordaba que su marido podría darse cuenta de sus miradas.
Una vez llegó la noche, Missa comenzó a cambiarse para irse a dormír, y apenas dejó expuesto su torso, se dio la vuelta rápidamente y vio la mirada de Philza fija en sus huesos.
Para ser más exactos, en las enredaderas y flores que tenía dentro.
Ni aunque se haya dado la vuelta, Philza parecía reaccionar, así que chasqueó sus dedos para llamar su atención, confundiéndose al verlo desviar la mirada y simular que no lo estaba viendo.
Raro.
Terminó de colocarse su ropa y se sentó frente a él, riéndose con suavidad al notar su expresión avergonzada.
"No sabía que me veías tanto cuando me cambiaba"
"N-no lo hago... Al menos no tan seguido" Murmuró lo último y se dejó caer sobre él, abrazándolo con fuerza.
Pero en el momento que notó un cambio drástico en su respiración, se separó de golpe y lo ayudó a sentarse, mirando preocupado como respiraba agitado.
Cierto, no podía estar mucho tiempo en ese tipo de posición.
Acarició su cabello y se disculpó, esperando a que su respiración se volviera suave y tranquila.
"L-lo siento por eso, no puedo estar mucho tiempo acostado boca arriba, siento que me falta el aire"
Philza asintió despacio y dejó un pequeño beso en su frente, agarrando sus manos con preocupación antes de que se volviera a acostar.
"Me he dado cuenta de que te pasa seguido, no solo al dormír y no quiero meterme en tus cosas personales, pero... ¿Tiene qué ver con lo que hay en tus huesos?"
Missa se quedó callado un rato, asintiendo unos minutos después y suspirando.
"Cómo imaginarás, para ser un segador tuve que morir primero... Fallecí de una enfermedad llamada Hanahaki, pero no recuerdo de quién estaba enamorado, fue hace mucho tiempo"
Hizo una pequeña mueca y llevó su mano hacia su pecho, dónde se encontraba su corazón, justo donde la gran mayoría de las enredaderas y flores estaban.
"¿Nunca te confesaste...?"
"Lo hice, mi enfermedad estaba muy avanzada y no tuve más opción que confesarle mis sentimientos... Pero fui rechazado de una forma cruel y todo empeoró después de eso"
Se limpió una pequeña lágrima y de pronto, sintió los brazos del rubio rodearlo, dejando ligeras caricias en su cuerpo para reconfortarlo.
"Ya no sufro por ellas, son parte de mi cuerpo ahora... Pero algunas veces siento como si me estuviera asfixiando, como si estuviera reviviendo todo lo que viví" Poco a poco le fue regresando el abrazo, suspirando temblorosamente. "T-todavía recuerdo con claridad como me ahogaba en mi propia sangre, esperando a que alguien me salvara... Pero esa ayuda nunca llegó"
Philza solo se quedó en silencio y lo acomodó en su pecho, dejando que llorara y sacara todo lo quese guardaba.
¿Cómo era posible qué alguien lo hubiera rechazado? ¿Esa persona era ciega o era imbécil?
Aunque hayan sido pocas las veces en las que lo pido ver sin su máscara, con ella puesta siempre le pareció un hombre atractivo.
Le alegraba que esa persona ya estuviera muerta, Missa llevaba demasiados años siendo un segador, era imposible que siguiera con vida.
Y si por alguna razón lo encontraba vivo, él mismo lo asesinaría con sus propias manos.
Con cuidado lo recostó en la cama y se acostó frente a él, acomodándolo de lado para que pudiera respirar mejor, ha notado que en esa posición estaba bien.
Lo acompañó y dejó que siguiera llorando para que se desahogara, hasta que su llanto por fin disminuyó y se transformó en un pequeño hipo.
"¿Te sientes mejor?"
"S-sí, gracias" Se limpió las lágrimas con su ropa y sonrió ligeramente al sentir un par de besos en sus mejillas. "Lamento mucho abrumarte con mis problemas, solo querías una respuesta y terminaste ayudándome a que dejara de llorar"
Dejó escapar una risita temblorosa y sin gracia, hasta que se dio cuenta de lo cerca que estaba su rostro del suyo.
"Nunca te disculpes por eso, siempre estaré para ti" Besó la punta de su nariz y juntó sus frentes. "Esa persona era estúpida, ¿cómo te va a rechazar? A ti, que eres tan... Hermoso"
Missa bajó la mirada al sentir como sus mejillas ardían, intentando esconder la pequeña sonrisa que se le había escapado.
"No lo sé, supongo que no era lo que buscaba en una pareja, ya no quiero pensar en eso... Ocurrió hace muchísimos años y no recuerdo más a esa persona, no me afecta lo que pensaba de mí"
Levantó la mirada confundido cuando todo se quedó en silencio, dejando escapar un jadeo sorprendido al sentir los labios de Philza presionarse contra los suyos.
Fue un toque suave y tierno, que no duró más de diez segundos, aún así, sintió como si su cerebro hubiese hecho cortocircuito.
Al separarse, las manos del rubio acariciaron con cariño su cuerpo y sus labios comenzaron a dejar besos por todo su rostro.
"Te amo mucho, lo sabes, ¿no?"
Missa asintió ligeramente avergonzado y otro beso en sus labios lo hizo callar, juntando sus frentes al separarse.
"Yo también te amo, más de lo que te imaginas"
Sonrió más animado y ambos se acomodaron mejor en la cama, abrazándose y cerrando los ojos hasta caer dormidos.
Esa noche al igual que las siguientes, Missa no sintió ninguna molestia en sus huesos o asfixia mientras dormía.
Se sentía muy felíz, como no lo ha estado en mucho tiempo.
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Chapter 60: •Solicitud 61•
Summary:
Phissa 💀🐦⬛
⚠️ Transfobia, machismo y homofobia ⚠️I USED TO PRAY I USED TO PRAY
REGRESÓ QSMP AAAAAAAAA
AHORA FALTAN MIS PAPIS 😭
Chapter Text
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Ninguno de los dos quería casarse forzadamente ni tener un matrimonio sin amor.
Principalmente Philza, él solo quería convertirse en rey y gobernar su reino, tal vez casarse después si encontraba a la persona adecuada, pero no así.
Lamentablemente, las reglas de su reino no le permitían convertirse en rey sin tener una reina a su lado.
Así fue como llegaron a ese momento.
Teniendo frente a él a los gobernantes del reino vecino, y junto a ellos, a su futura prometida y reina.
Ella era linda, bastante si era sincero, pero se veía infeliz e incómoda con todo lo que decían sus padres sobre ella y lo que planeaban hacer.
Tal vez por el matrimonio forzado y porque buscaban en ella la salida a los problemas económicos de su reino.
Si ambos se casaban, los reinos se unirían, lo que también significaba que compartirían las riquezas de los dos reinos.
Miró un poco incómodo a la de cabello negro, ofreciéndole su brazo para guiarla al que sería su nuevo hogar, dedicándole una sonrisa nerviosa.
Al tenerla más cerca, podía notar que era más alta que él, delgada y con lo que creía era un corset color crema sobre el vestido del mismo color.
Y quería evitar mirar lo descubierto que estaba su pecho y como el corset lo hacía ver más grande.
Se veía... Apretado.
Le mostró cada rincón del castillo, finalizando con la que sería su habitación compartida.
Todo el camino estuvo callada, solo asintiendo y negando con su cabeza cuando le hacía una pregunta.
No quería que las cosas fueran incómodas entre ellos, ninguno de los dos quería ese matrimonio, pero podrían intentar ser amigos.
Al menos para él, no tenían que amarse para gobernar juntos, podrían hacerlo aún siendo amigos.
Esa era la única salida que encontraba para no hacerla sentir obligada a hacer algo que no quisiera.
Vio como apenas entraron a la habitación, se intentaba aflojar el corset con una pequeña mueca de dolor, pero no podía alcanzarlo.
"¿Necesitas ayuda?"
Mantuvo la distancia después de que asintiera, desamarrando las cuerdas y viendo como suspiraba aliviada después de que se aflojara.
Podía ver pequeñas marcas rojas en su cintura y espalda gracias a que el vestido era más expuesto sin el corset sobre él.
Ahora tenía sentido, se veía tan incómoda antes por lo apretado que estaba, la estaba lastimando.
Siguió viéndola mientras se quitaba los tacones y se deshacía del peinado que tenía, soltándose el cabello y peinándolo con sus dedos.
Era bastante bonita.
Desvió la mirada de inmediato cuando volteó a verlo, sonrojándose con vergüenza.
"Solo quería decirte que no es necesario que uses corset... En mi reino están prohibidos y ahora vivirás aquí en mi castillo"
La mujer asintió despacio y se miró en el espejo, intentando arreglar su cabello de una forma que le gustara.
"Gracias..."
La escuchó murmurar y sonrió, dirigiéndose hacia la puerta.
"De nada, te dejaré sola para que te pongas cómoda, en un momento traerán tus cosas"
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Bien, por ahora su plan de hacerse amigos estaba funcionando.
Se sentía un poco mal por no haber sabido su nombre antes de que los presentaran.
Solo lo supo cuando su padre le habló más sobre ella para tener en cuenta algunas cosas cuando se casaran.
Sus padres decían que era rara y que su actitud no era normal la mayoría de las veces, poco femenina y demasiado callada, que tal vez no serviría cuando decidan traer al mundo a un heredero.
Él solo se mostró ofendido por como la criticaban de esa forma tan despectiva, sin importarles que fuera su hija de la que estaban hablando.
Abandonó la conversación sin decir una palabra, yendo hacia su habitación e ignorando los reclamos de su padre por dejarlo hablando solo.
No quería escuchar como la juzgaban y la señalaban como lo peor.
En el poco tiempo que ha podido conocerla mejor, sabía que ninguna de las cosas que decían sobre ella era verdad.
Era tímida y dulce, callada en un principio, pero hablaba más después de agarrar confianza.
Al entrar a su habitación, miró confundido como observaba los trajes de su lado del clóset, detallándolos con sus dedos.
Cerró la puerta y ella dio un salto, alejándose del closet y mirando a otro lado.
Él solo se acercó y sacó un par, extendiéndoselos.
"¿Te gustan? Son más cómodos que tus extravagantes vestidos, podría mandar a hacerte uno de tu talla y del color que quieras"
La de cabello oscuro se sorprendió por lo que dijo, mirándolo como si fuese mentira.
"¿Lo dices de verdad?"
"Por supuesto, solo dime las indicaciones de cómo lo quieres y tu talla, lo mandaré a hacer con los sastres para que lo tengan listo lo más pronto posible"
Ella asintió y dio saltos hacia la mesita de noche, sacándole un papel y una pluma para comenzar a escribir en ella.
En el tiempo que ella llevaba viviendo en el castillo, nunca había visto una sonrisa tan contenta y brillante como la que tenía ahora.
Ella regresó con él al terminar y le entregó el papel, agradeciéndole un par de veces contenta.
Philza estuvo apunto de decirle que nl fue nada, sonrojándose de repente cuando sintió que lo rodeaba con sus brazos.
No se esperaba eso.
Le regresó el abrazo con vergüenza y le dió unas palmaditas en el cabello, despidiéndose y saliendo de la habitación.
Maldijo al estar más lejos, sintiendo como su corazón no paraba de latir con fuerza.
Ese abrazo se sintió muy bien, lo mismo con su sonrisa, lo hicieron sentir de una forma que no podía explicar.
Tal vez porque era la primera vez que la veía tan contenta.
Sí, era por eso.
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Una semana después, el traje que le mando a hacer estaba listo.
Y no podía evitar sonreír por ver su emoción al tenerlo en sus manos.
No paraba de agradecerle y abrazarlo, separándose únicamente para empezar a quitarse la ropa y probárselo.
Se dio la vuelta con un sonrojo, le gustaría que al menos le avisara cuando se iba a cambiar, era un poco incómodo cuando se desnudaba de repente.
Esperó pacientemente a que terminara de cambiarse, dándose la vuelta al sentir su mano en su hombro.
Al verla, su sonrojo aumentó y no le pudo quitar la mirada de encima.
El traje morado le quedaba muy bien, mejor de lo que se imaginaba.
Era idéntico a los suyos y eso era lo que ella quería, pero lo único que parecía desagradarle es que su pecho estuviera muy expuesto, pero le podría regalar alguna camisa para que usara por debajo y pueda cubrirlo.
"Te ves muy bien, te queda perfecto"
"Gracias, también por haberlo mandado a hacer para mí... ¿Pero crees qué haya algún problema con qué lo use frente a los demás?"
Lo pensó un momento, definitivamente sus padres y los de ella se infartarían si la vieran vestida así.
Pero no le importaba, se veía linda y a ellos no deberían importarle como se vista.
"Tal vez provoque algunas discusiones, pero no les hagas caso, pronto seré rey y puedo hacer cambios para tu comodidad"
Ella pareció aliviarse y le agradeció nuevamente, mirándose en el espejo y acomodándose mejor el traje.
Philza se acercó y tomó un mechón de su cabello negro entre sus dedos, sonriéndole con suavidad.
"También me he dado cuenta de que el cabello largo te estorba y no te gustan los peinados complicados que te hacen. ¿No quieres cortarlo un poco?" Agarró su cabello entre sus dedos y lo levantó hasta llegar a su cuello, viendo su sonrisa por el espejo.
"Eso me encantaría"
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"Creo que no me siento como mujer..."
Le confesó en uno de sus tantos escapes al jardín del castillo para tener privacidad, confundiéndolo un poco.
Claro que tenía sus sospechas, pero solo pensó que no se sentía bien con los estereotipos y la forma en la que sus padres la controlaban para verse más femenina.
Pero ahora que le confesaba eso, tenía mucho más sentido como se comportaba y las incomodidades que experimentaba.
Acarició su cabello y lo peinó un poco, jugando con él y enredando mechones en su ahora cabello corto.
"¿Entonces te sientes bien con qué te trate con pronombres masculinos?"
"Eso me gustaría, pero no creo que mis padres lo vean correcto"
"¿Y a quién le importa si lo creen correcto o no? Es tu vida y ellos ya vivieron la suya" Tomó su rostro y acarició sus mejillas, sonriendo con un sonrojo. "Te prometo que cuando nos casemos, no serás mi reina, serás mi rey"
Todo quedó en silencio después de eso, sin que pudiera ocultar su enorme sonrojo y la sorpresa en su expresión.
Se quedó sin palabras por lo que dijo, pero con un calor instalándose en su pecho.
Se acercó con determinación al rubio, colocando su mano en su mentón para levantar un poco su cabeza y acercar sus labios a los suyos hasta que se tocaron.
Philza jadeó sorprendido por el beso, sintiendo cómo el mundo se desvanecía a su alrededor.
Ese era su primer beso, y le estaba encantando.
A medida que sus labios se seguían encontrando y los besos se intensificaban, supo que ese momento marcaría el inicio de un camino compartido lleno de promesas.
El rubio se separó unos momentos y soltó unas pequeñas risitas felices, dejando más besitos en sus labios.
"Eres el chico más lindo del mundo"
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Cuando el día de su boda llegó, Philza se enfocó en que todo saliera bien y todo fuera perfecto para Missa.
Aunque luego de pensarlo, decidió retrasarla indefinidamente porque no quería casarse mientras para los ojos de los demás, su pareja era una mujer.
Él quería casarse con su verdadero yo y lo apoyaría con todo para que lograra verse y sentirse como realmente quería.
Lo único que hicieron fue la coronación de ambos porque ya tenían que reinar, pero la boda para ser reyes frente a su reino todavía no se haría.
Tal vez en su reino las personas que transicionaban aún no eran muy bien vistas en algunos casos como en otros reinos, pero eso no significaba que las cosas no pudieran cambiar.
Estuvo junto a él en todo momento, cuando sentía inseguridad sobre su cuerpo y cuando comenzó sus tratamientos.
Siempre lo apoyó y lo seguiría haciendo porque lo amaba, no le importaba que sus padres no quisieran apoyarlos y se hayan alejado de ellos.
Abrazó a Missa cuando lo vio mirarse el cuerpo frente al espejo, detallando las cicatrices bajo sus pectorales y los ligeros músculos en su abdomen y brazos.
"Te lo repetiré una y otra vez, eres el chico más hermoso que he visto, tengo tantas ganas de casarme contigo"
Besó su cuello y su mejilla, volteándolo para atrapar sus labios en un beso lleno de cariño.
"Muchas gracias por todo..."
Susurró antes de que Philza lo volviera a besar, correspondiendo con una sonrisa.
Tal vez no serían el primer matrimonio entre dos hombres de todos los reinos.
Pero cuando su boda llegó, fueron el primer matrimonio entre reyes en gobernar juntos.
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Chapter 61: •Solicitud 62•
Notes:
Phissa 🔞
Chapter Text
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Philza miró con ojos llenos de placer a su marido, acariciando sus piernas y sacándole pequeños gemidos por sus toques.
Aunque le gustaba bastante ser el que dominaba a Missa, tenían que cambiar de estrategia si querían tener hijos.
Missa era un Alfa, físicamente correspondía con lo que decían de uno, pero se comportaba más como un Omega según las palabras de muchos.
Mientras tanto él sí era un Omega, pero uno que no correspondía con los estereotipos sobre ellos.
No le gustaba ser sumiso ni era frágil o de estatura baja, tampoco creía que su única función sea tener hijos y dejarse dominar por su Alfa, él quería dominar a Missa.
Y siempre lo han hecho de esa forma y estaban bien con su rutina, siempre era el de arriba a la hora de tener relaciones y le encantaba ver cómo Missa se derretía en sus brazos por todo lo que le hacía.
Pero ambos querían hijos y lamentablemente las cosas no funcionaban de esa forma.
Un Omega no podía embarazar a un Alfa, tal vez si era una mujer era posible, pero no común, claramente no se podía si el Alfa era un hombre que no tenía genitales femeninos.
Entonces ambos debían poner de su parte, Philza tenía que dejarse dominar en el acto para que pudiera quedar con un embarazo y Missa tenía que ser más dominante con él.
Aunque la idea no les gustara mucho porque no estaban acostumbrados, tenían que hacerlo.
Y bueno, la primera vez que lo intentaron Missa no podía ser dominante ni siquiera intentándolo porque le daba vergüenza y miedo lastimarlo. Era adorable, pero a ninguno les servía ese comportamiento, así que decidieron hacerlo cuando tuvieran sus celos y dejar que sus instintos tomaran el control de la situación.
Su marido estaba liberando tanto su olor que lo estaba embriagando, solo un par de toques y su mirada ya parecía fuera de sí.
Jadeó cuando lo tomó del cabello y lo tiró boca abajo en la cama, recargando todo su peso sobre él suyo mientras lo escuchaba gruñir.
Nunca han pasado sus celos de esa forma, siempre han tomado pastillas para calmarse ll suficiente, y cuando lo hacían, Missa parecía el Omega y él el Alfa.
Pero ahora sus papeles regresaron a la normalidad, porque Philza ahora solo tenía pensamientos de Omega en celo que no podía evitar tener, y eso lo avergonzaba.
Pronto sintió la punta del miembro de su esposo frotándose insistentemente contra su entrada, gimiendo cuando entró de golpe y lo llenó por completo.
Si no salía con un embarazo de eso, se encargaría de hacerle de todo a Missa en la cama como castigo, luego lo intentarían de nuevo.
Tal vez eran las hormonas y su celo hablando por él, pero lo único en lo que pensaba era en ser llenado y embarazado por su esposo.
Tener un pequeño y bonito bebé de ambos, solo podía pensar en eso.
Tal vez se arrepentiría luego de haberse comportado tan sumiso y desesperado, pero definitivamente estaba disfrutando eso.
Unas últimas embestidas en su interior lo hicieron ver estrellas, para luego sentir como llenaba cada rincón de su interior.
Respiró agitado cuando Missa salió de él, gimiendo con fuerza y apretando las sábanas al sentir que volvía a entrar, esta vez con más fuerza y rapidez.
Sintió sus manos apretando con fuerza sus caderas para tenerlo lo más cerca posible, sintiendo como dejaba chupetones y mordidas en su nuca y cuello.
Al parecer lo harían más veces de las que creyó, pero no se quejaba.
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"Quiero que sepas que te lo haré de formas que no te imaginas apenas acabe el embarazo" Frunció el ceño con estrés, intentando acomodar su vientre abultado para qué no le moleste al acostarse. "Ya sabes lo que te espera en unos meses"
"Ya dije que lo sentía... ¿Cómo iba a saber qué saldrían mellizos? ¿Y qué tu panza crecería tanto?" Preguntó nervioso y acarició su vientre, sonriendo enternecido al sentir un par de pataditas devuelta.
Iba a llorar, todavía no se acostumbraba a sentirlos.
Sin poderse aguantar, abrazó a Philza y sollozó en su cuello, escuchando su carcajada y sintiendo sus caricias en su cabello para que dejara de llorar.
Ninguno de los dos aguantaba la emoción para que nacieran, la última vez que fueron con un obstetra, les hicieron saber que iban a ser mellizos.
Un niño y una niña, se veían tan pequeños que ninguno pudo aguantarse las lágrimas.
Hasta que llegó el día en el que los dos llegaron al mundo.
La primera vez que vieron a Chayanne, en principio pensaron que nació pelón y sin cejas, pero solo tenía el cabello de un rubio tan claro que apenas se veía.
Y Tallulah fue la que nació con más cabello, de un color oscuro idéntico al de Missa.
Aunque Philza seguía estresado por todos los meses que cargó con ellos y las dificultades que tuvo como priner embarazo, sentía que todo valió la pena al tener a sus dos pequeños en sus brazos.
También a su marido llorando por lo hermosos que eran y felicitándolo por todo lo que ha hecho en un embarazo de dos.
Casi se desmayaba del pánico durante el proceso, pero estuvo para él en todo momento, cuidándolo y dándole ánimos cuando pensó que no lo lograría.
No se arrepentía ni cambiaría nada de todo lo que hicieron, era muy felíz con su nueva familia.
Aún así, Missa no se salvaría de su venganza, haberlo hecho pasar por un embarazo tan complicado durante nueve meses, al igual que un doloroso parto no lo iban a calmar.
Ahora le tocaba a Philza divertirse otra vez.
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Chapter 62: •Solicitud 63•
Notes:
💜 Phissa 💚
Chapter Text
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Philza estaba orgulloso de ser el mejor jugador de fútbol americano de esa escuela.
Siempre le ha encantado ese deporte y haber practicado y ejercitado por tanto tiempo lo ayudaron bastante.
Hasta ahora, era bastante popular y el único rival que lo igualaba era Spreen, él también era bastante bueno, algunas veces incluso ganándole.
Pero en su defensa, cada vez que le tocaba jugar contra él, se distraía por el chico en las gradas que siempre apoyaba a Spreen.
De piel morena, cabello oscuro y una bonita voz que lo hipnotizaba cada vez que lo escuchaba.
Era hermoso, al parecer otra cosa con la que tendría que competir contra Spreen sería por la atención de ese chico.
Ha notado que pasa cada momento junto a él a diferencia del grupo de amigos que compartían.
Los ha vigilado de cerca y no le gustaba la cercanía que tenían, era consciente de que Missa usaba una prótesis en una de sus piernas, que de paso le hacía daño al estar mucho tiempo de pie o caminando.
No es como si lo vigilara, para nada.
Eao significaba que en algunas ocasiones veía a Spreen llevándolo en su espalda o simplemente sosteniéndolo del brazo para que no hiciera tanto esfuerzo al caminar.
Y eso lo ponía celoso, a él le gustaría ayudarlo también, pero no quería que Spreen lo hiciera.
No quería que Spreen ni nadie se lo quitara.
Aprovechó uno de sus últimos periodos de clase en los que él no estaba cerca, no quería sonar como un acosador, pero los ha seguido de cerca a los dos y se sabía la rutina de cada uno.
La oportunidad que ahora mismo tenía era porque ellos tenían clases muy lejos, a diferencia de él que estaba cerca.
Y Missa ha estado casi todo el día caminando, lo que significaba que posiblemente ya le estaba doliendo la prótesis.
Lo buscó con la mirada y lo vio bajando las escaleras con dificultad, sosteniéndose de la barandilla para bajar con cuidado.
De inmediato se acercó a él y le ofreció su ayuda, sonriendo cuando la aceptó.
Enredó su brazo con el suyo y lo ayudó a bajar con cuidado, soltándolo cuando llegaron al final y escuchando su agradecimiento.
Pero realmente no quería dejarlo ir, no todavía, quería al menos hablar un poco con él.
Se colocó frente a Missa antes de que continuara caminando, sonrojándose por su expresión confundida.
"¿No quieres qué te cargue en mi espalda o te ayude a caminar? Quiero decir-" Carraspeó nervioso, eso sonó muy desesperado y raro. "Se nota que te duele al caminar y estás cojeando, podría ayudarte y llevarte a tu clase"
El de cabello oscuro pareció pensarlo un poco, negando a los pocos segundos.
Pero claramente Phil no se rendiría con una respuesta negativa.
"No es necesario, gracias... No quiero ser una molestia, puedo descansar de la prótesis cuando ya esté en clase"
Iba a seguir caminando, siendo detenido por el rubio.
"Insisto, de verdad, no quiero que te sigas lastimando"
Missa suspiró derrotado después de sentir una punzada de dolor por la prótesis, sosteniéndose de la pared y asintiendo despacio.
Philza le sonrió y se agachó para que pudiera subirse a su espalda, sosteniéndolo con firmeza y yendo hacia su clase después de recibir sus indicaciones.
Aunque ya se la sabía de memoria, pero no quería que eso fuera muy obvio.
Missa lo miraba de vez en cuando con curiosidad, intentando no tocarlo mucho porque no quería incomodarlo.
Le atraía su físico, era atractivo, pero no quería parecer atrevido cuando apenas lo estaba conociendo.
Y ahora que lo pensaba, creía haber visto su cara antes, pero no recordaba dónde.
"Disculpa... ¿Te conozco de pura casualidad? Tu rostro se me hace familiar"
"Oh, me has visto jugar fútbol americano, yo también te he visto en las gradas"
Se rió al escuchar su jadeo al recordar, sonrojándose ligeramente cuando lo llenó de halagos por como jugaba.
Se veía más animado y confiado ahora, eso le gustaba.
Lo bajó con cuidado cuando llegaron a su clase, despidiéndose con una sonrisa mientras él hacía lo mismo, agradeciéndole de nuevo por su ayuda.
Phil caminó contento hacia su clase, dando saltitos por la emoción.
Missa era tan lindo, quería conocerlo más.
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Después de la primera vez que se conocieron, se ha asegurado de que se encontraran "casualmente" en muchas ocasiones.
Poco a poco se hicieron amigos por los encuentros y no podía ocultar su felicidad por cada sonrisa y risa que le dedicaba.
Cada una más hermosa y encantadora que la anterior.
Le ha dejado múltiples regalos y dulces en sus asientos, aunque muchas veces hacía el ridículo cuando lo veía.
Cómo cuando intentó verse casual cuando iba a pasar cerca de él, cayéndose por la escalera detrás de él al intentar apoyarse de una pared inexistente.
O cuando lo saludó en medio del juego al verlo llegar a las gradas, siendo derribado y aplastado de inmediato por el equipo rival.
Pero al menos gracias a todo eso Missa se ha preocupado por su estado y han pasado más tiempo juntos.
Eso sí, no le agradaba la cercanía que seguía manteniendo con Spreen.
Y lamentablemente no pudo ocultar sus celos en una ocasión que los vio demasiado juntos, haciendo reír a Missa y avergonzándose cuando le aclaró que era su hermano mayor.
Todo ese tiempo ha estado celoso y desahogándose contra él durante los juegos, y resultaba que solo era su hermano.
Ahora entendía porque Spreen lo odiaba tanto.
Tal vez si lograba hacer que él y Missa fueran novios, Spreen no tendría más opción que aceptarlo.
Lo malo es que seguramente aprovecharía que el fútbol americano era un deporte rudo para golpearlo sin tener consecuencias.
Pero valía la pena si tenía a Missa a su lado.
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