Chapter 1: Progreso
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Día 1: Progreso
Semi AU con quirks, en el que Eri nunca aprendió a manejar su particularidad ya que nunca completó su entrenamiento.
En parte inspirado en la película del diario de una pasión, por lo que hay angst.
—Buenos días, señor Deku ¿qué tal está?
Izuku sonrió. Positivo y tranquilo como cada día ante los demás, aunque preocupado y atemorizado muy en el interior. Era un día más, un intento más. No había nada que perder.
—Estoy bien, gracias, por preguntar. Aunque solo llámame Izuku o mínimo Midoriya, eso de señor no termina de convencerme, tengo treinta y dos años, y aún tengo juventud, ¿sabes? —comentó el pecoso con una risa ronca.
La enfermera rió, ella era una joven muy hermosa, de cabellos platinados y largos que estaban detenidos en un bun en su cabeza. Sus ojos eran rojizos y suaves y sus sonrisas eran hermosas.
Después de todo, Eri no había dejado de sonreír después de que Izuku le rescatara cuando estaba pequeña. Ahora ella estaba en sus veintes, mientras que Izuku iba algo más adelante iniciando la década de los treinta.
—Lo sé, es solo... lo respeto mucho, y también le admiro, sigue salvando a la ciudad, y a pesar de eso viene diario. Debería descansar más.
—Cuando se trata de amor nunca estás cansado. Nunca dejas de intentar. Ni de ser positivo al respecto.
—No hemos notado cambios en sus registros, su cerebro está igual. Los doctores realmente no saben cómo revertirlo —Eri se mordió el labio inferior de forma inquieta. Parecía culpable. Probablemente así se sentía incluso si no tenía nada que ver.— Han pasado meses... yo... si tan solo yo pudiera controlar mejor...
Los ojos de la chica se pusieron llorosos y eso le estrujó el corazón a Izuku. Ella no tenía la culpa de nada. Aizawa había intentado entrenarla, pero al nunca poder hacer pruebas con humanos para detectar si había progreso o no, Eri había terminado asustándose y por ende eso le había llevado a nunca aprender el manejo de su don. Luego, cuando su profesor falleció en labores heroicas, nadie más quiso hacerse cargo de su entrenamiento.
Por esa misma razón la chica había decidido estudiar enfermería, y es que tenía el deseo de ayudar a otros sin importar qué. Era un pensamiento muy noble.
Pero Izuku entendía a la perfección la frustración de no poder controlar su particularidad, por lo que sintió que se le rasgaba el alma de verla llorar.
—Hey... —susurró él con dulzura y acariciando su cabeza, Eri siempre le provocaba un sentimiento protector— no pasa nada, ¿sí? No es para nada algo de lo que te deba culpar. Nosotros... tuvimos mala fortuna ese día, pero confío en que un día de estos pasará. Saldremos adelante. Shouto es muy fuerte.
Eri se limpió las lágrimas con cuidado y le sonrió con los ojos acuosos.
—Es que yo, si yo-
—Basta, por favor, esto fue un accidente mientras estábamos trabajando, y no tuviste algo que ver, fue un niño inocente que como tú no tenía idea de cómo manejar su don, pero pasará. Lo hará.
Izuku le sonrió, y luego aspiró un poco al ramo de rosas blancas que traía en la mano. Por supuesto eran para Todoroki. Él intentaba traerle algo nuevo todos los días, y las flores de ese tipo indicaban que deseaba pronta recuperación para él. Tenía fe en Shouto. Mucha. Nunca dejaría de tenerla, y estaría para él hasta el último de sus días. Después de todo, ellos habían hecho esa promesa el día de su boda.
Su esposo nunca faltaba a su palabra e Izuku mucho menos lo haría.
—Son unas lindas flores —comentó Eri con los pómulos en color rosa.
—Gracias. Espero que le gusten. Shouto puede ser difícil, pero su corazón es noble y vamos a lograrlo.
—Siempre tiene esa confianza en él. Es lindo ver que dos personas se quieran así.
—Confío en que Shouto volverá. Tarde o temprano lo hará. Ahora, si me disculpas, tengo una cita con el amor de mi vida.
—Claro, hasta luego se-... Midoriya.
—Adiós, Eri-chan.
Izuku se despidió con un movimiento de mano y una sonrisa, y entonces emprendió su camino al tercer piso, justo donde estaba la habitación de Shouto.
Hacía siete meses Shouto había sido golpeado por un quirk de un niño asustado que estaba rescatando de un incendio. El pequeño había activado sin querer su quirk y entonces Shouto ahora sufría una falta de memoria... aunque era más bien algo parecido al Alzheimer.
Treinta y un años y con esa enfermedad. Era una locura. Shouto seguía teniendo su cuerpo firme y joven en cuanto a dolencias o padecimientos, pero a veces sufría de la pérdida de actividades básicas como comer o asearse. A veces sí lo hacía. También había llegado a recordar detalles de su vida actual o cuando era más joven. Aunque jamás había llegado a recordarle a él.
Y claro, por si eso fuera poco, se había olvidado por completo de él. De su amor. De su vida juntos.
Era muy duro. Seguir trabajando y luego ir a verlo para no tener nada que le indicara que algo estaba mejorando. Él se presentaba a diario con él, intentaba ser su amigo y trataba de enamorarlo a diario. No es que antes no hubiera estado enamorándolo a diario, pero ahora era distinto. Debía poner mucho más empeño, y más entereza emocional. Tenía que ser muy fuerte cada vez que iba a verlo.
La situación era muy frustrante en ocasiones. Había veces en las que Midoriya no podía contenerse y lloraba por la noche una vez que estaba en casa. Cómo deseaba estar de nuevo entre sus brazos como antes. Que le estrechara, dormir en su pecho o que él durmiera en el suyo. Que tomara las siestas en su regazo, que le besara las pecas, que le dejara acariciar su rostro, besarle los labios, y amarlo con cada porción de su ser.
Debía conformarse con esto. Y seguir esperando. No perder esa pizca de esperanza y seguir creyendo que en algún momento todo estaría bien.
Izuku contuvo el aliento una vez que se paró tras la puerta de su habitación, suspiró profundamente, y entonces tocó.
—Adelante —el característico monótono color de voz se escuchó del otro lado de la puerta. Al menos eso no cambiaba en él. Incluso si olvidaba muchas cosas.
Con todo el valor reunido en su mano, Izuku bajó la manija y asomó la cabeza.
—Buenos días, Todoroki-kun.
Una de las advertencias del doctor era no hablarle con tanta familiaridad a Shouto, por lo que debía usar su apellido. Y aunque era doloroso, Izuku se consolaba con aquellos días escolares en los que ya se estaban enamorando del otro, pero aún así mantenían la formalidad.
—¿Buenos días? Uh... ¿quién eres?
La expresión de Shouto no era precisamente amable pero tampoco grosera, solo era cautelosa. Era lógico, él no estaba familiarizado con nada. Ni siquiera con él.
—Buenos días —le sonrió de forma brillante.— Mi nombre es Izuku Midoriya y he venido para otorgarte algo de compañía.
—Gracias, pero no necesito compañía.
Aquí iba de nuevo. Siempre era complicado iniciar porque Shouto tenía vestigios de su personalidad: "Sr. No vine aquí para hacer amigos."
El pecoso rió brevemente.
—Lo sé, pero me han enviado acá y no podré uh, irme hasta dentro de unas horas porque desconozco un poco la ciudad. Así que... ¿me dejarías quedarme aquí hasta que vengan por mí?
Siempre debía inventarse algo, las mentirillas blancas eran necesarias para romper un poco el hielo. Las necesitaba para quedarse allí con él.
—Como sea.
En el lenguaje borde de Shouto, Midoriya sabía que eso era un sí.
Izuku terminó por entrar y le entregó las flores.
—Toma. Es un regalo por dejarme estar aquí. Me dijeron que te gustaba tener flores en tu habitación.
Shouto miró por instinto hacia el jarrón que tenía algunas violetas, parecía estar convencido de las palabras de Izuku por la mueca casi imperceptible que le vio hacer.
—Gracias.
Pero no las tomó de sus manos, por el contrario, caminó hacia el balcón y se sentó en una de las sillas para mirar hacia afuera.
Eso no inmutó a Midoriya, simplemente caminó hacia el jarrón, le quitó las flores antiguas, lavó el recipiente y acomodó las nuevas. Se veían lindas, tan bellas como el cabello de Shouto en su lado derecho.
Se percató de que la comida que le habían llevado estaba intacta sobre la mesita, así que estaba aliviado de haber traído el desayuno para ambos. Normalmente Shouto comía, pero había días como hoy en que parecía estar triste y se saltaba los alimentos. Quizá de forma involuntaria al olvidar que debía comer, pero Izuku podía leer muy bien su estado de ánimo.
Miró alrededor de la habitación y se dio cuenta que como era usual, estaba perfectamente ordenada; la cama estaba hecha, los platos limpios estaban en la pequeña alacena y los libros acomodados. Este era Shouto. Este era él. Seguía estando allí.
Midoriya se dirigió con cuidado hacia el balcón y se quedó observando como Shouto miraba todo lo del exterior. Al menos todo lo que podía ver. Tanto su ropa pulcra y blanca del hospital como su cabello se movían con el ligero viento de esa fresca mañana de invierno.
Nevaría en unos días. A Shouto le encantaba la nieve. Tal vez podría conseguir el permiso del doctor para que saliera a verla caer, a sentirla en su piel y dejarse descansar sobre ella.
—¿Tienes hambre?
Lentamente Shouto despegó su vista del horizonte y posó sus ojos heterocromos en él. La mirada que tanto amaba. La que anhelaba le viera con amor de nuevo.
—No lo sé —respondió Todoroki algo inseguro.— Es que hoy...
Todoroki eligió quedarse callado. Midoriya no iba a presionarle.
—Traje soba fría, ¿te gustaría un poco?
Los ojos de diferente color brillaron con intensidad en cuanto escuchó aquello. Quizá Shouto tenía problemas para recordar muchas cosas, pero al parecer su comida favorita no era una de ellas. Cuando Todoroki asintió Izuku rápidamente fue por las cosas, se las puso sobre la mesita junto a él y le dio los palillos, le recordó cómo sostenerlos y utilizarlos, y en medio de un desastre que parecía infantil, Shouto comió de forma satisfecha y calmada.
—¿Quieres un poco más?
Él no respondió. Simplemente volvió su mirada hacia afuera. Casi siempre lo hacía. A veces no le volvía a dirigir la palabra durante el resto de su visita, y aunque dolía, debía ser más paciente que nadie para evitar llorar por ello frente a él.
—Parece ser que nevará en unos días, ¿te gustaría ver la nieve?
—Nieve...
—¡Sí! ¿Quisieras acompañarme a verla?
—¿Por qué debería? Ni siquiera sé si puedo confiar en ti.
—Puedes... en verdad puedes —le dijo Izuku de la forma más dulce que encontró, sacándose el nudo de la garganta ante la forma tan brusca de ser de Shouto. Pero este era él. Su Shouto. Su Shou-chan.
—Mis hermanos. Quiero ver a mis hermanos.
Era raro que Shouto hablara de ellos, pero mientras recordara algo, él debía alentarlo.
—Oh, claro... ellos... ellos vendrán más tarde. Por ahora, si hay algo de lo que quieras hablar, puedes decírmelo.
—No hay nada. De hecho puedes irte. Estoy bien.
—P-Pero, si hubiera algo, lo que sea, de verdad puedo escucharte o... ¿te gustaría escuchar música? ¿O leer un libro? ¿Escuchar alguna historia? Totalmente puedo intentar buscarlo o conseguirte lo que quieras, solo dime y pondré manos a la obra para que-
Repentinamente Shouto comenzó a reír. Algo breve, pero no lo había escuchado hacerlo en todos esos meses. Y no era una risa de burla, sino una sincera y amable.
—Eres muy parlanchín y entrometido —su mirada se endulzó por un momento.— Él también era así...
—¿Él? —inquirió Izuku esperanzado.
—Se llama Izuku. Me recordaste mucho a él... es... tan cautivador. Espero poder decirle cómo me siento un día de estos.
—¿Tú... tú te sientes atraído a él?
Esto era... simplemente inédito. Shouto nunca había hablado de él. Quizá ahora lo estaba haciendo respecto a su época escolar, pero no importaba esto era importante. Era la primera vez que lo mencionaba. El corazón se le apretó, y tenía tantas ganas de llorar.
—Es más que eso... es mi mejor amigo, creo... que estoy enamorado. Al menos eso dijo mamá.
—Estoy seguro que ese tal Izuku es afortunado. Así que no tengas miedo y dile lo que sientes la próxima vez que lo veas.
Le dijo el pecoso mientras unas lágrimas involuntarias comenzaban a resbalar a través de sus mejillas.
Justo en ese momento Shouto miró en su dirección con los ojos bien abiertos.
—Bailar... a él le gusta bailar. ¿Por qué no bailas conmigo?
—¿Yo?
Todoroki asintió ansioso, y por supuesto que Izuku no se pudo negar a ello mientras le veía con esos ojos esperanzados y anhelantes. Esto era mucho más de lo que esperaba. Shouto seguía allí. Este paso era muy grande, y vaya... cuánto quería llorar de alegría debido a ello.
El muchacho de ojos heterocromos se levantó de forma torpe y le tendió la mano, e Izuku le siguió de inmediato dentro de la habitación. Lo siguiente que sabía era que Shouto le tenía pegado a su cuerpo, moviéndose ávidamente y elegante en cada paso. Como un baile de salón con música lenta.
Izuku no sabía si estaba bien dejarse llevar por ello, pero estaba tan feliz, de ese momento, tan cansado de todos esos meses sin progreso, que ahora todo lo que deseaba era recargar su cabeza sobre el hombre que le estaba sosteniendo.
Así que lo hizo, se rindió y tomó lo que quería, reposando su cabeza sobre él y aferrándose a su mano mientras se movían lentamente con una música inexistente.
—Izuku... —susurró Shouto en su oreja con sus mejillas juntas.
—Shou-chan... —murmuró de vuelta Izuku con un sollozo quebrado. Extrañaba tanto su calor y palabras dulces. El toque fino de sus manos. Su labios. Su voz.
—¿Izuku?
Sin dejar de moverse entre el compás de sus pasos, Izuku levantó la cabeza con cuidado hacia él, y se dio cuenta de que era a él a quien Todoroki estaba llamando. De que su mirada se notaba cristalina y sus labios estaba en un puchero.
—¿Shou-chan? Dime que esto no es un sueño...
Él no pudo evitar soltar más lágrimas. Todoroki por su parte aunque estaba conmovido, también lucía confundido.
—¿Qué sucede, cariño? ¿Por qué lloras?
—Hace meses que no me llamabas así. Estoy muy feliz, es todo.
—No entiendo... ¿qué hacemos en el hospital?
—Un quirk de un niño... es una historia larga, pero... ah... Shou-chan... te he extrañado mucho... —lloriqueó él.— Los médicos no saben bien cómo o cuándo volverás a la normalidad... ni siquiera sé si ahora es que estás volviendo, pero... no te rindas. Regresa conmigo. Con todos los que te amamos.
Shouto se inclinó mientras seguían bailando y le besó con fiereza. Con hambre. Como si de repente fuera consciente de todos los meses de distancia que habían tenido de forma emocional y mental. Quería que supiera a través de ese beso que aunque no estaba del todo bien, haría lo que fuera para no rendirse y volver a la normalidad.
Los labios de Izuku le respondieron con la misma intensidad, no sabía si esto era producto de su imaginación o si de verdad estaba sucediendo. Y si era así... ¿por cuánto tiempo? ¿Es que el efecto al fin se detendría y Shouto volvería a la normalidad? Así que él aprovechó su momento de lucidez y le besó como hacía meses no lo había hecho. Se permitió pasar las manos tras el cuello de Todoroki y besar, besar y besar. Todo labios, dientes y lengua. Era desordenado y profundo, pero lo necesitaba tanto.
—Te amo, Izu. Te amo más cada día. Gracias por no rendirte conmigo. Te prometo que hago lo que puedo. Todo estará bien, amor.
—Yo también te amo, Shou-chan. Y mi amor por ti es lo que me ha ayudado estos meses, no me voy a rendir jamás.
Shouto le limpió las lágrimas y después de eso, ellos simplemente continuaron bailando al ritmo que se habían inventado, tan amorosos y pegados. Tan juntos. Tan desbordantes de la pasión que sentían por el otro.
De repente su danza se detuvo, y el cuerpo de Shouto se tensó.
—¿Quién eres? ¿Por qué estás tocándome así?
—Shou-chan... —suspiró.— No... regresa, por favor quédate, no te vayas... —Izuku sorbió su nariz y la tristeza comenzó a invadirle como una avalancha.
—¡Suéltame! —espetó retirando con brusquedad sus manos de su cuello y su cuerpo entero del suyo.— ¡Vete! ¡¿Quién eres?!
Shouto dio un golpe en la pared, y su mano derecha comenzó a congelarse. Esto era malo, si se alteraba de más podría causar un accidente, por lo que oprimió el botón a un lado de la puerta para que los enfermeros vinieran a verle y calmarle con algún medicamento en caso de ser necesario.
Todoroki seguía gritándole que quién era cuando las enfermeras y un doctor llegaron, le inmovilizaron pronto y le inyectaron alguna clase de calmante.
—Lo lamento, y-yo... me equivoqué de habitación... lo siento...
Izuku se cubrió la boca con su mano y salió corriendo de allí con el alma destrozada. Se quedó parado tras la puerta y se dejó caer mientras seguía sollozando e intentando calmar los temblores de sus lágrimas.
Sin embargo, no todo era negativo. Tenía un consuelo, una esperanza ardiente que le estaba llenando el pecho. Esta era la primera vez que él le recordaba, que le llamaba por su nombre y por un apodo cariñoso. Que le tomaba en brazos como antes y le decía que le amaba. Shouto estaba allí. Shou-chan estaba allí. Este sin duda era el mayor progreso que habían obtenido hasta el momento, y jamás iba a rendirse hasta rescatarlo de ese mundo del olvido y tenerlo a salvo y entre sus brazos de nuevo.
El amor era esperanzador y paciente e Izuku lo sería cada día hasta lograrlo.
Chapter 2: Mitología
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Día 2: Mitología
Alusión a la leyenda japonesa del sol y la luna, pero modificada por su servidora.
Mucho angst .
*Sé que Tsukuyomi no es precisamente el dios de la oscuridad, pero tendrá sentido luego, ¿ok? Esto es completamente modificado.
Shouto era el dios de la oscuridad.
Sin embargo, él nunca se había sentido particularmente poderoso ni deseoso de proclamar poder alguno. Al contrario, muchos temían de él al estar tan conectado con las tinieblas y los miedos terrenales de la oscuridad. Y si él pudiera ser sincero, tampoco le agradaba mucho el reino que le había sido otorgado. Querían mucho de él, esperaban mucho, y Shouto simplemente no podía conceder todo ello.
No le importaba ni un poco apagar la frustración de su padre Enji. Frustración que venía arrastrando desde que su madre, Rei, murió al nacer su hermano Touya, quien fuera alguna vez el dios del fuego. Si el viejo era miserable por estar solo, era su problema, no tenía porqué condenarlos a ellos a vivir una eternidad igual de miserable que él.
No importaba lo mucho que su padre exigía ver alguna clase imposición de su parte, algo que indicara que él amando la fría oscuridad. A él eso no le interesaba. Según Shouto, no tenía nada de interesante el ser el gobernante de la oscuridad. Allí no había nada de valor. Él no conocía ningún humano o ser vivo que pensara que la noche podía tener algo de bueno. Y es que en verdad no lo tenía.
Las noches siempre eran frías, oscuras y vacías. Y se sentía tan solo allí.
O al menos se sentía solo la mayoría del tiempo.
Era por eso que Shouto se escapaba durante el día para poder ver y admirar al dios del sol: Amaterasu. El cuál Shouto encontraba tan hermoso y cálido. Tan radiante.
Cada vez que Shouto se sentía bañar por los hermosos y cálidos rayos del sol, todo valía la pena. Su sonrisa era tan brillante que alcanzaba a iluminar planetas enteros, y sus marcas del mismo calor generaban pequeñas manchas que le hacían ver como pecas. Era precioso. Y Shouto solo deseaba verlo por el tiempo que él pudiera robarse a escondidas, por el que la suerte le pudiera conceder.
Llegaba a los terrenos en donde el sol estaba bañando los prados y montañas, y entonces simplemente se dejaba disfrutar de la hermosa naturaleza, de los sonidos del agua calmada a través de los caudales, de todos los animales que él no podía ver debido a la oscuridad, y de incluso curiosear entre los seres humanos. Luego buscaba un lugar tranquilo y privado. Uno en el que nadie pudiera verle, y entonces subía la escalera celestial que le conducía hasta el bello poseedor del sol.
Le tomaba algunos kilómetros el poder subir, y era ciertamente agotador por momentos, pero todo valía la pena una vez que llegaba al escalón final y entonces podía asomarse para encontrarse con...
—¡Izuku!
Shouto se aproximó hasta el brillante muchachito, quien había estado asomado en uno de los ventanales hechos por las nubes, admirando el azulado y despampanante cielo. Izuku estaba vestido con una toga color blanca que hacía resaltar aún más su brillante y dorada piel, sus pescas esparcidas a través de su cuerpo resaltaban bastante, pues eran como pequeños rayos de luz solar, y su alborotado cabello solo tenía destellos oscuros y verdosos destacaban entre el dorado. Además de sus ojos, que eran como brillantes esmeraldas que resplandecían en la luz.
Era todo lo opuesto a Shouto, quien tenía la piel intacta por siempre estar en la oscuridad, además de que era mucho más grisácea y pálida. Nada comparado al color natural que poseía su preciado Izuku. Los ojos de Shouto eran de diferente tono uno gris casi como su piel y uno azul, era casi lo único colorido en él aparte de su cabello platinado/blanco en la parte derecha y rojizo para la parte izquierda.
Izuku era el nombre mortal que él había decidido tener. Les era útil tener uno para cuando decidían escapar un rato juntos y fingir que no tenían responsabilidades que iban mucho más allá de su voluntad. Cuando solo querían ser un par de muchachos enamorados.
Porque sí. Shouto amaba a Izuku. Lo amaba más que a nada en el universo entero y él sin duda era correspondido por el pecoso.
—¡Shou-chan!
El joven se acercó hasta él, tierno y entusiasta, y muy feliz de verlo allí. Pronto envolvió a Shouto en un abrazo anhelado por ambos. Y cada vez que Izuku le tocaba, Shouto tenía vida. Podía reflejar un poco de luz y eso le calmaba el corazón porque sabía que no estaba solo en la oscuridad.
—Comenzaba a creer que no podrías venir hoy —le dijo Izuku en un murmullo.
—Siempre buscaré la manera de venir a verte. No importa si son solo cinco minutos —afirmó mientras le apartaba algunos mechones del cabello. El pecoso parecía verdaderamente feliz.— Aunque siendo honesto, me gustaría estar contigo todo el tiempo.
—Sabes que me encantaría que lo estuvieras, pero no puedo abandonar mi deber. No todo el tiempo. Los humanos necesitan mi luz y no puedo ser tan egoísta. Además no puedo quedarme allá...
—Lo sé y entiendo eso. Y sé que no quieres fallarles.
Shouto juntó sus frentes e Izuku cerró sus ojos, no podían tocarse demasiado porque al hacerlo, Shouto adquiría cierto reflejo de luz en su cuerpo que no podría esconder ni con toda la oscuridad a su disposición y eso podría delatarlo.
Delatarlos a ambos.
Izuku era el hijo del dios del poder y la fuerza —el cual controlaba además los cielos, por ello Izuku era dueño del sol y algunos cambios climáticos— y de la diosa de la protección y el amor familiar. Ellos eran todo lo contrario a su familia tan rota; gobernada por un hombre vacío y con una madre muerta que Shouto no podía recordar.
La familia del pecoso no era grata para Enji, y por supuesto que el pecoso no lo era tampoco. Por ello es que debían guardar su relación como un secreto, porque podían ser castigados por el padre de Shouto si éste se enteraba. Y Shouto no quería vivir en aquella oscuridad para siempre.
—Tampoco quisiera fallarte a ti. Detesto que estés tanto tiempo solo... ¿por qué te hace eso, Shou-chan?
—No hablemos de eso, ¿sí? No vine para eso, no quiero verte triste, ¿bien? Cuando te pones triste el cielo comienza a ponerse gris y las nubes reflejan tus lágrimas. No quiero eso, quiero ver el cielo brillante debido a tu sonrisa.
—Mis lágrimas son buenas para los humanos, también, no te preocupes —le dijo Izuku mientras acariciaba algunos mechones del cabello de Shouto con tanta dulzura.— Ven, siéntate conmigo un momento.
Ambos muchachos tomaron asiento en una de las nubes y se quedaron allí en silencio, mirándose unos momentos, tratando de transmitir lo muy enamorados que estaban y resistiendo el impulso de tocarse demasiado.
Su primer encuentro había sido fortuito hace demasiados años atrás. Shouto había estado tratando de esconderse un rato de los mandatos de su padre y corrió hasta que alcanzó el hemisferio del planeta que tenía luz. Quedó tan maravillado de lo que había allí que quiso saber sobre el responsable de todo ello y fue así como descubrió la escalera celestial que le llevaba hasta Izuku.
Ambos aún eran pequeños la primera vez que se encontraron, así que tenían años viéndose a escondidas y haciendo florecer el amor entre ellos aunque supieran que al final debían separarse. Aprovechaban cada minuto juntos; charlando, riendo, contando historias de los humanos y animales o simplemente mirándose embelesados. Sin una pizca de vergüenza de que el otro supiera la pureza de sus sentimientos.
—Sé y entiendo que no puedas venir conmigo, pero... ¿y si yo viniera a tú lado?
—Por mucho que anhele tenerte conmigo, no puedo permitirme el causarte problemas —dijo Izuku y miró sus manos, estaban tan cerca de las de Shouto, y por más que quería, no podía simplemente actuar guiado por amor. Eso le ensombreció el semblante y le hizo quedarse cabizbajo.
Izuku probablemente estaba pensando aquella vez cuando estaban pequeños, en que Shouto fue descubierto por su padre y este le había quemado parte de la cara en el lado izquierdo con lava. Había sido terriblemente doloroso, pero ni siquiera con ello se arrepentía de buscar a Izuku una y otra vez.
El pecoso se había sentido muy culpable por ello, y sabía que aún después de tantos años, todavía tenía algo de carga por aquel suceso.
La culpa no era suya. Nunca lo sería.
—No son problemas, son los deseos de mi corazón. Ya no quiero estar más allá, nunca hay luz, todo está callado y muchos temen estar alrededor. Estoy simplemente cansado de eso. Solo quiero estar contigo.
—Shou-chan...
Sin importarle nada más, Shouto tomó el rostro de Izuku entre sus manos.
—Sentir pena por nosotros es agotador. No quiero sentir pena por un sentimiento que venimos construyendo desde hace tantas décadas. Ninguna eternidad me bastaría si no puedo estar contigo. Si no tengo tu luz... ¿qué será de mí?
—Siempre tendrás mi luz, Shou-chan, te lo prometo. Encontraremos la manera de estar juntos, ¿de acuerdo? Solo que no podemos precipitarnos, lo último que necesitamos es que tu padre sospeche algo.
Izuku tenía razón, él simplemente se estaba dejando llevar por sus emociones. Debían tener alguna clase de plan que les permitiese estar juntos y tocarse sin importar lo demás. Shouto debía volver a la oscuridad cada cierto tiempo, pero quería al menos ser capaz de estar con Izuku sin esconderlo. Que todos supieran que estaban enamorados.
—Es verdad... no podemos apresurarnos así. Lo lamento. A veces simplemente estoy tan al límite, que no pienso las cosas correctamente.
—Descuida, Shou-chan. Yo he hablado con papá y mamá, y ellos no tienen problema en ayudarnos. Solo hace falta esperar el momento correcto. Te prometo que estaremos juntos.
Shouto tomó las doradas manos de Izuku entre las suyas grisáceas que se encendieron un poco en el toque, reflejando la luz de Izuku. Había miles de razones por las cuales Shouto se había enamorado de Izuku. Y es que era completamente bondadoso, amable y daba todo de sí a los demás. Siempre procuraba el bienestar de quienes recibían sus rayos de sol, y de que todos obtuvieran beneficios en sus plantaciones para su día a día. Esa era la clase de criatura que era Izuku.
—Está bien. Confío en ti. Sabes que lo hago —dijo Shouto mientras besaba uno de sus manos llenas de pecas y algunas cicatrices. Él se esforzaba tanto por cumplir con todos.— Solo desearía que todo fuera más sencillo.
—Nada en esta vida es sencillo, Shou-chan. Pero vale la pena luchar por las cosas y personas que amamos.
Izuku cerró los ojos, permitiéndose un poco las caricias. Si había algo que no habían hecho nunca pero deseaban hacer era darse un beso. Y en momentos como aquellos en que la intimidad les absorbía, solo querían rendirse ante sus deseos.
Shouto quería tomar la oportunidad. No importaba lo que tuviera que hacer después para ocultarse entre las sombras de la oscuridad, pero también sabía que el pecoso no iba aceptarlo así, por lo que simplemente optó por dejar sus rostros a escasos centímetros. Con la respiración entremezclada y el cuerpo ardiendo de deseos que debían callar. A duras penas se permitió tocarle las manos o el rostro con la punta de sus dedos.
—¡Tsukuyomi!
Ambos jóvenes se quedaron quietos ante la intromisión en su pedacito de intimidad. Y no porque tuvieran vergüenza, sino porque sabían que eso significaba que era momento de ser separados.
La mueca en el rostro de Shouto fue inevitable. Simplemente detestaba que le interrumpieran cuando estaba con Izuku.
La hermana de Shouto, Fuyumi, quien fuera la diosa del invierno estaba allí con su hablar preocupado y desesperado; su respiración descompuesta debido a la carrera y el cabello algo alborotado. Aún así, ella era tan hermosa como Shouto. Era un asunto de familia.
Shouto e Izuku miraron en dirección a la muchacha sin moverse de sus asientos. Shouto sintió el estremecimiento de Izuku temiendo lo peor, así que solo pudo darse el permiso de tocar su meñique y acariciarlo un poco para intentar proporcionarle calma.
La muchacha les observó por un instante, admirando la burbuja de sentimientos puros que se notaba entre ellos apenas les mirabas. Era triste que su hermano menor no pudiera ser feliz al lado de alguien a quien tanto amaba. La chica se aclaró la garganta y volvió a hablar de nuevo.
—Lamento la interrupción —comentó ruborizada.
—Fuyumi, deja tus disculpas. Y por favor llámame Shouto, ese el nombre que escogí.
La muchacha asintió.
—Amaterasu —Fuyumi se inclinó ante Izuku a modo de saludo.
—Izuku está bien —comentó el pecoso de manera amable.
—¿Qué ha sucedido para vengas hasta aquí?
—Debes volver, padre dijo que iría a verte en un rato. Ya sabes, su visita semanal.
—Ese viejo es un fastidio —masculló Shouto con la ira bulliendo en su interior.
—Bien... yo... eso era todo, en realidad. Voy a adelantarme. Un gusto Amate... Izuku.
—El placer fue mío, Fuyumi.
Fuyumi se giró y regresó por donde había venido para dejarles solos de nuevo, ella por supuesto quería darles ese momento de privacidad.
Los muchachos por su parte se quedaron en silencio por algunos segundos. Tenían el pleno conocimiento de que, una vez más, debían separarse por mucho que eso les costara trabajo.
—Voy a regresar mañana, ¿sí? —aseguró Shouto al pecoso que se comenzó a tornar un poco gris debido a la tristeza.— No estés triste, amor. Es justo como dijiste, debemos ser pacientes y tomar el momento correcto.
Izuku asintió para luego sonreír con los ojos acuosos, y Shouto tuvo el perfecto conocimiento de que sí, valdría la pena cada castigo que pudiera enfrentar si al final podía ver a Izuku sonreír.
Cuando Shouto caminó de vuelta a la escalera celestial, echó un último vistazo al pecoso y este seguía sonriendo a pesar de que algunas lágrimas caían de sus ojos y por consiguiente se veían reflejadas en el cielo. Probablemente saldría algún arcoíris.
—Hasta pronto, Shou-chan —le dijo ahogadamente el pequeño sol.
—Hasta mañana, Izu.
Shouto estaba impaciente. Quería recibir ya la visita de su padre para poder ir a ese lado del planeta donde Izuku estaba reluciendo tranquilamente. A veces el chico estaba medio adormilado cuando llegaba a verle, y entonces le hacía dormir sobre su regazo mientras él le acariciaba un poco el cabello. Era increíble lo descuidado que Izuku podía llegar a ser con su persona en ocasiones, y Shouto solo quería cuidarlo y amarlo en paz.
—Shouto, por poco no te encontraba en medio de la oscuridad.
El semblante de Shouto perdió toda la dulzura que había tenido al haber estado pensando en el pecoso. Su cuerpo entero se puso tenso, y su fastidio volvió a él en tiempo récord.
Su comentario se le hizo una burla, considerando que él sabía lo mucho que detestaba estar en ese lugar.
El hombre estaba allí, grande e imponente como siempre. Con las flamas ardiendo por todo su cuerpo. Finalmente era el dios de la ira y las erupciones volcánicas.
—Me da gusto verte, hijo.
Shouto detestaba la falsa amabilidad de su padre. Sabía que simplemente se estaba cerciorando de que permaneciera justo donde él quería. Shouto era un dios oscuro, debería poder hacer su voluntad, no la de otros.
Optó por permanecer en silencio. Realmente no deseaba mantener una estúpida conversación banal e inútil.
—Es bueno saber que te encuentras bien.
De acuerdo, eso simplemente le había hecho perder la cabeza.
—¿Bien? ¿Te parece que ser miserable es estar bien? Por supuesto que no, por eso no podías soportar ser miserable solo, tenías ganas de que alguien más lo fuera contigo por la eternidad. Detesto este lugar y mi deber. Quiero ser libre.
—Eres libre, Shouto. Puedes ir y venir entre otros reinos y puedes engullir en la oscuridad lo que te plazca.
—Quiero un poco de luz —quiero una sola luz—.
—¿Luz? Shouto, perteneces a la oscuridad, ese es tu reino.
—No quiero este reino. No quiero este deber. No quiero seguir bajo tus órdenes.
—Silencio, insolente. Deja de colmar mi paciencia o me veré obligado a imponerte un castigo.
El que quieras, pensaba decirle Shouto. Pero luego pensó en Izuku, en lo triste que el joven pecoso estaría si él jamás regresaba a verlo. Habría lluvias seguido de ser así. Los humanos no necesitaban lluvias en exceso y Shouto sabía que Izuku adoraba a los humanos.
Por ello eligió el silencio una vez más.
—Necesito que hagas una visita a la señorita Camie —una muchacha cuya tarea era servir a la flora y la fauna. Era la creadora de las maravillas en la tierra.— Su familia está interesada en alguna especie de unión, con ello iríamos ganando terreno en la Tierra. Dominar y ser la mejor familia.
Enji estaba obsesionado con ganarle a su rival eterno. Shouto no entendía la razón para querer ganar en fuerza o poder. No tenía sentido el desear algo tan inservible.
—No, si piensas que voy a quedarme con alguien a quien tú elijas, estás muy equivocado —Shouto habló con irritación palpable en su voz, pero con mucha seguridad.
—Justo habías dicho que no querías estar solo. Te estoy dando la oportunidad de que cambies ese destino.
—No, me estás ordenando, no dándome la oportunidad de elegir cómo vivir. No deseo jugar a formar alianzas ni estar con alguien a quien no conozco.
—Escucha, Shouto, mañana Camie y su familia te van a estar esperando. Más vale que asistas y te presentes con ellos o entonces sabrás lo que es la soledad —la lava y llamas que se desprendían de su ser aumentaron, y entonces Enji dio media vuelta y se alejó de allí hasta que Shouto dejó de distinguir el brillo rojizo y caluroso.
Si iba a ver a la diosa de la fauna y su familia no podría ir a ver a Izuku, y por los planes que tenía su padre, quien sabe si sería capaz de ir a la escalera celestial y encontrarle de nuevo.
Debía tomar una decisión.
Shouto suspiró mientras subía poco a poco cada peldaño de la escalera celestial.
Después de pensarlo tantas horas, decidió que lo mejor era aceptar la invitación de la diosa y fingir durante un rato sobre una conexión inexistente.
Solo que antes iría a ver a Izuku. Necesitaba ver su rostro por un momento y obtener calma en su sistema escuchando su voz, admirando sus facciones y tocarlo aunque fuera con la punta de sus dedos.
Además, Izuku merecía la verdad. Merecía saber la situación por la que estaba atravesando en ese momento y también debía ser parte de su decisión. Ambos tenían derecho a tomar una opción, la que más les favoreciera. O la más arriesgada tal vez.
Cuando Shouto pisó el último escalón, Izuku había estado soplando algunos rayos de sol a través de las ventanas desde la palma de sus manos, eran como brillos suaves que iban obteniendo fuerza o se mantenían igual de suaves dependiendo de lo que Izuku estuviera creando, y por el momento, estaba creando un tenue amanecer.
Tsukuyomi se quedó mirando a su precioso Amaterasu hacer sus maravillas, mientras el muchacho sonreía tarareando al ritmo del canto de las aves de la mañana y riendo si alguna se acercaba hasta él. Le vio agotarse y limpiarse el brilloso sudor de vez en vez, y cómo disfrutaba de sus propias obras para regalarle a la humanidad. Aguardó hasta que terminara para atreverse a hablar o acercarse.
—Izu.
El nombre se deslizó en su lengua con delicadeza e Izuku se exaltó por haber sido sorprendido. Aunque el rostro del pecoso se iluminó en cuanto reconoció la voz, una enorme y brillante sonrisa se desprendió de sus labios para afirmarlo.
—¡Shou-chan! —Izuku se acercó lleno de entusiasmo.— Has llegado tan temprano, pero estoy muy contento de verte.
El color rosa en sus pómulos le daba un aire de tanta inocencia. Izuku era demasiado bueno e inocente. Shouto no quería preocuparlo de más con la advertencia de su padre. Tal vez les quedaba poco tiempo o tal vez podían romper las reglas y escapar juntos.
—Mamá y papá me enviaron una carta. Vendrán pronto. Aún no sé si hoy más tarde o tal vez mañana, pero sería bueno que te vieran, han preguntado por ti.
—Eso... suena muy bien, Izu.
—¿A que sí? Tendría a las personas que más amo juntas.
Shouto notó pronto que bajo los brillantes ojos verdes de Izuku había ojeras algo notorias. Probablemente no había descansado luego de la manera tan abrupta en que se habían despedido el día anterior. El pecoso era muy nervioso, lo conocía a la perfección.
—No has dormido.
Una sonrisa y mueca culpable surcaron las facciones de Izuku.
—Yo... bueno... no pude, ¿de acuerdo? —en verdad lucía apenado por ello.— Estaba pensando en ti y en lo que hubiera dicho tu padre. ¿Cómo fue? —inquirió mordiéndose el labio.
—Fue bien. ¿Por qué no duermes un rato? Me gusta tener tu cabeza en mi regazo.
—Si estás anteponiendo mi sueño a lo que sea que merezca importancia, no lo hagas, por favor —afirmó Izuku con un mohín.
—No es eso. Quiero que duermas un poco, por favor.
Shouto tomó una manta y una de las almohadas hechas de nubes que estaban dentro del campo celestial en el cual habitaba Izuku y se sentó sobre una de las esponjosas nubes, la cual se oscureció con el contacto de Shouto. Izuku suspiró derrotado, pero de todas formas caminó hasta donde estaba el joven heterocromático y se acomodó con la cabeza en el regazo de Shouto. La posición en la que se encontraban, provocó que un único rayo se colara entre las nubes oscuras.
Después simplemente se quedó en silencio mirando el rostro de Shouto y poco a poco se fue quedando dormido, ante la tranquilidad de saber que estaba entre los brazos de su amado.
Shouto suspiró sintiendo culpa de tener que ocultarle algo tan importante a Izuku, y decidió que le diría en cuanto descansara un poco. Él también necesitaba ese momento en silencio para prepararse mentalmente. La intervención de la diosa de la flora y fauna junto con su familia y Enji, podrían romperles el corazón a ambos.
Así que lo pensó, analizó y meditó durante bastantes minutos, hasta el punto que se quedó dormido allí mismo. Con los dedos entre los rizos de Izuku y la ligera calma de su corazón al estar juntos.
Un rato más tarde cuando volvió a abrir los ojos, Izuku ya no estaba más en su regazo, sino que estaba regulando el calor de la tarde en la tierra, destellos pequeños de felicidad rodeaban a Izuku. Se le veía tan contento.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero esperaba que no fuera tan tarde, porque entonces quizá no podría llegar a tiempo a la invitación de la diosa Camie.
—¡Oh, estás despierto! —exclamó Izuku acercándose a él.— No quise despertarte. No tenía ides de cuánto llevabas dormido, así que preferí que descansaras.
—Gracias —contestó sonriendo de forma perezosa, aunque luego su gesto se tornó serio.— Izuku... necesitamos hablar.
—Te dije que no me ocultaras nada. ¿Qué sucede? —Izuku inclinó su cabeza hacia un lado viéndose tan adorable. Shouto de verdad no podía creer que estaba por lastimarlo.
—Ayer en la visita de mi padre... él... —las palabras se le estaban quedando atoradas en la garganta, no sabía bien por donde empezar, así que mejor optó por ser directo.— Dijo que se presentó una oportunidad de alianza con la diosa de la flora y fauna... sé para qué quiere dichas alianzas, y yo no permitiría que los convenciera de herirte a ti o tu familia. Hoy iban a estarme esperando y... dependiendo del acuerdo al que se llegue podría no poder volver a verte pronto.
El gesto de Izuku que había estado expectante, se fue apagando poco a poco hasta volverse triste. Sus ojos zumbaban de aquí para allá en el rostro de Shouto y las lágrimas ya habían comenzando acumularse contra su voluntad.
—Te amenazó, ¿verdad? —era más una afirmación que una duda y la primera lágrima cayó del ojo izquierdo de Izuku.
Shouto se quedó callado y su silencio decía más que mil palabras. Había mucho qué arriesgar, pero principalmente significaba que podría perder a Izuku para siempre si no aceptaba. Podrían buscar una manera de liberarse más adelante, pero por ahora eso era lo único que podía hacer.
—Es la mejor manera de poder llegar a alguna solución...
—Shou-chan... siento mucho no haber encontrado una solución —se limpió algunas lágrimas.— Lo haré, te lo prometo. Ahora vete, ¿quieres? Está anocheciendo y muchos dioses no son pacientes.
—Izuku...
—No lo digas. No quiero que te despidas, ¿sí? Te prometo que esto no es un adiós. Hallaremos la forma.
Shouto se acercó una vez más a escasos centímetros de su cuerpo. Le tomó las manos con dulzura y le besó las puntas de los dedos, las palmas y el dorso de la mano. Amaba a ese muchacho. Y si no iba a verlo en mucho tiempo, no se iba a marchar con las manos vacías. Se iba a llevar algo preciado. Algo valioso que pudiera recordar y que Izuku también estaría rememorando.
Así que no lo pensó en cuanto bajó un poco la cabeza hacia el pecoso y le dio un pequeño y corto beso. Un beso que se sintió tan maravilloso, tan mágico incluso si solo habían sido escasos segundos en los que tuvo contacto con los tersos labios de Izuku, segundos que había probado la dulzura de los mismos.
Nunca antes, en todo el tiempo que habían pasado juntos, desde que se conocieron o desde que estaban conscientes de estar enamorados se habían dado un beso. Lo máximo era dar caricias discretas el uno al otro, pero nunca un abrazo prolongado y menos un beso.
Por lo que en cuanto se despegó de su boca y se alejó lo suficiente para admirarle pudo ver el sonrojo que Izuku había adquirido en el rostro. Estaba tan apenado, pero al mismo tiempo parecía fascinado del atrevimiento de Shouto.
—Shou-chan...
—No vayas a enojarte, por favor. Sé que es descuidado, pero necesitaba llevarme esto al menos.
—Más te vale que vuelvas y me des más, ¿entiendes?
Aquello hizo al joven heterocromático sonreír. Fue como una pequeña llama de esperanza. Un incentivo, las fuerzas necesarias para poder asumir lo siguiente, y se despidió del pecoso con un movimiento de mano.
Shouto bajó la escalera una vez más, con el pensamiento claro de que debía hacer todo lo que le diera beneficios, todo lo que estuviera a su alcance para ganarle a su padre y ser libre. Ser libre para ir y amar a Izuku, y entonces poder darle besos mucho más profundos que el que se había atrevido a darle momentos atrás.
Siguió el camino hasta donde Camie y su familia se encontraban asentados. Solo que al llegar allí no encontró más que una mesa enorme con un banquete frío y arreglos marchitos.
Era extraño.
Ya era de noche, y muchas cosas apenas y podía distinguirse de entre las sombras. Era una fortuna que la oscuridad estuviese de su lado y le fuese más fácil ver en ella.
—¿Señorita Camie? —inquirió Shouto en voz alta mientras buscaba señales de que hubiera alguien más por allí.
Había un profundo y extraño silencio. No se suponía que todo fuera así.
—¡Shouto! ¿Me puedes explicar dónde demonios estabas?
La voz de su padre le hizo sobresaltar. Se dio la vuelta y entonces encontró al llameante hombre, con la quijada dura y el semblante sombrío y molesto. Shouto no entendía qué estaba mal o qué sucedía.
La mirada azul de su padre se agudizó, sus ojos se dilataron y hubo algo más quemándose en sus pupilas.
—¿Qué... qué demonios tienes allí?
Los ojos estrechos de su padre estaban mirando en una dirección en su rostro: sus labios.
—¿Cómo demonios ha llegado eso allí?
Shouto se tocó la boca con los dedos de forma delicada, y solo entonces fue mucho más consciente de lo que su padre estaba hablando.
El beso.
Se había atrevido a besar a Izuku, y eso probablemente le había dejado destellos dorados en su pálida y grisácea piel. No es que a él eso fuera a molestarle, pero no era lo mejor si se fuese a encontrar con su padre. Y ese era el caso en este momento.
Por un mero acto reflejo Shouto se cubrió los labios con el dorso de la mano. Como si eso fuese a quitar de la mente de Enji lo que acababa de ver.
Era tarde para ello.
—Eso no es de tu incumbencia. Yo solo vine a presentarme con la diosa Camie y su familia. Tal como me lo has dicho ayer.
Eso pareció molestarlo más, puesto que se puso completamente rojo.
—La diosa Camie estuvo esperándote, se dio cuenta de que la habías dejado plantada y tuvo un colapso. Murió por tu imprudencia y el desaire que le hiciste pasar. Su cuerpo ha quedado regado por toda la Tierra.
—¿Qué?
—Cuando tú seguramente estabas revolcándote por allí —le dijo con brusquedad, señalando su boca, la cual Shouto continuaba intentando cubrir, como si pudiera guardar su beso de esa forma.— Arruinaste esta alianza. Te advertí que podría pasar algo malo...
Enji le dio la espalda, y la visión de Shouto inmediatamente se tornó oscura. No sabía qué había sucedido, solo que se estaba desmayando y que por más que intentaba mantenerse despierto había sido completamente inútil.
La próxima vez que abrió sus ojos, estaba en la oscuridad de nuevo. Incapaz de mover sus extremidades a voluntad. Estaba atado al cielo nocturno, donde no había nada más que algunas estrellas muertas que continuaban titilando a miles de años luz. Por lo que de una forma u otra, seguía estando completamente solo allí.
Intentó de todas las formas posibles el moverse, salir de allí por cualquier medio, o que alguien le ayudara. Pero entre tanta oscuridad... ¿quién vendría a auxiliarlo?
Su primer pensamiento fue Izuku. Y en cómo le había fallado con sus promesas. Probablemente se quedaría allí por la eternidad, sin poder verlo una vez más. Sin poder decirle cuanto le adoraba o cuánto sentía haber sido tan imprudente.
Algunas lágrimas resbalaron de sus mejillas, y comenzaron a caer desde el cielo hasta el piso. Como si fuese un río bajando de la montaña. Nada parecido a las lágrimas de Izuku que se convertían en una hermosa lluvia.
Se maldijo por todo aquello que pudo ser y por lo que ya no sería.
En la oscuridad el tiempo parecía nunca pasar. No tenía idea de si llevaba allí atado llorando un día, unas semanas, meses o algunas décadas, pero la tristeza nunca cesaba y sus lágrimas seguían saliendo. Quizás eran todas las que debió haber llorado desde niño y no había podido.
Sus hermanos nunca le irían a ver tampoco. Y si lo hacían era probable que fuesen castigados igual que él y Shouto no deseaba eso.
El silencio continuó ahogado entre sollozos que brotaban de su pecho, y así fue hasta que escuchó algunos pasos inestables y jadeos de alguien que intentaba respirar.
La imagen de quien se presentó ante él le dejó sin habla. No tenía idea si solamente era uno de sus muchos delirios después de estar en la soledad de las tinieblas o si de verdad era real, pero...
—Shou-chan... —jadeó la dulce voz de su amado.
Su querido Izuku.
Izuku se notaba cansado. El extravagante brillo que siempre le cubría ahora parecía más opaco. Y él sabía porqué: Izuku no podía estar mucho tiempo en la zona de la oscuridad, podía ahogarse y morir. No le estaba permitido ir allá por más de dos semanas —una de las principales razones para nunca insistirle en que se marchara con él—.
Y eso le asustó. ¿Cuánto tiempo llevaba Izuku fuera del terreno celestial de la Tierra?
—¡Izuku! —Shouto intentó moverse de allí, ir con él y estrecharle en un abrazo, pero le era imposible. El poder de su padre era superior.— ¿Qué haces aquí, amor?
—Te buscaba... me enteré de lo que sucedió... todos supimos... y cuando no volviste conmigo... solo se me ocurrió que... podrías estar en alguna parte de aquí.
—Izuku, no te sobreesfuerces, por favor. Vuelve a casa. No quiero saber cuánto tiempo hasta estado fuera... no quiero que te suceda nada malo —y sin darse cuenta, nuevamente estaba llorando. Parecía que aún había muchas lágrimas más para derramar.
Izuku negó con la cabeza. Sabía que no se iba a ir tan fácil. El pecoso era demasiado terco para ceder.
—Dejé preparadas algunas cosas... suficiente como para algunos meses, solo por si acaso. No soportaba estar más tiempo sin noticias tuyas... han pasado años, he ido y venido a casa varias veces... —Izu apenas y podía ver por sus vidriosos ojos.— Shou-chan... —sollozó— ¿qué te hizo?
Izuku se acercó más a él y le tocó el cuerpo que estaba mucho más delgado de lo normal. Sus lágrimas ya estaban atravesando sus mejillas, y se veía completamente demacrado por la falta de descanso y la preocupación de su corazón.
—No importa. Lo lamento, Izuku... no pude cumplir nada de lo que te dije. Terminó así. Ve a casa.
—No —volvió a negar el rizado moviendo la cabeza.— No ha terminado todavía...
—Por favor... no quiero que algo malo te ocurra, y lo más egoísta es que no quiero saber cuánto tiempo me has buscado. Solo vete.
—No... —insistió— Además... esto es bueno.... esto va a ocurrir a veces a partir de ahora...
—¿Qué intentas...?
—Mamá y papá me dieron un regalo. Me han visto tan triste y desanimado, que me han obsequiado un don para ti. Un don que deseo que tengas. Algo que te va a liberar de esto —a pesar de los jadeos que daba para hablar, Izuku había logrado decir eso tan firme como se le permitió—.
—No entiendo.
—Tu padre puede asignar dones, y dar asignaciones a otros dioses. Pues mi padre también... y junto con la protección de mi madre, me han ayudado a darte esto:
Izuku juntó las palmas de sus manos, y allí se encontraba algo pequeño y completamente deslumbrante, aunque algo parecía extraño o más bien muy familiar... parecía...
—Es justo lo que estás pensando. Es una parte de mi corazón, Shou-chan... para que puedas ser libre, necesitas una parte de luz que te deje moverte. No podrás irte del cielo nocturno, pero podrás andar con libertad a través de él... y nunca más quedarás a oscuras, porque el brillo de mi corazón hará que se refleje en tu piel... nunca más será dios de la oscuridad. Tú, Tsukuyomi, mi Shouto, serás conocido como el dios de la luna. Mi complemento.
Shouto no tenía tiempo de estar cuestionando las cosas, de hacer todas las preguntas que pasaron por su cabeza mientras Izuku recitaba todo eso. Y es que comenzaba a desvanecerse. Por lo que tomó el pedacito de su corazón que se le estaba ofreciendo e inmediatamente sintió como su cuerpo se desentumía para darle movilidad a sus brazos y piernas que llevaban años en la misma posición. Y fue justo a tiempo cuando comenzó a moverse, debido a que Izuku cayó en sus brazos inconsciente.
—¿Izu? —comenzó a tocarle las mejillas, el rostro entero y comprobó en su pecho que aún estuviera respirando. Lo estaba, pero debía llevarlo hasta el borde del terreno celestial. Aquel dividido por el día y la noche. Una franja invisible para los humanos, pero visible para los dioses.
Tomó a Izuku entre sus débiles brazos y salió corriendo para buscar llevarlo allí, hacerlo respirar mejor. Era demasiado agotador tener que llevarlo cuando él también estaba tan falto de energías, pero no había nada que Shouto no deseara hacer con tal de que Izuku estuviera bien, y si no se esforzaba lo suficiente, el pecoso podía dejar de respirar.
¿La luna? ¿Existía eso? Bueno, Izuku había dicho que era obra de Toshinori. En cierto modo, tenía sentido, las noches nunca habían tenido algo que les alumbrara y sería lindo tenerlo... o serlo.
Después de correr tan rápido como había podido, Shouto logró llegar hasta la franja divisoria entre el día y la noche y puso inmediatamente a Izuku sobre esa parte, mirándolo desde el otro lado, como si estuviera frente a un reflejo que no puede tocar.
Izuku comenzó a toser momentos después, y fue como si hubiese salido del agua, porque comenzó a respirar rápidamente y jadeante de nuevo. Aunque recuperándose. El color enseguida comenzó a intensificarse, a ser ese mismo dorado saludable que siempre le había conocido en la piel.
—Izu... —hubo alivio en Shouto cuando notó que el pecoso abría los ojos nuevamente y parecía más sano que segundos antes.
—¿Shou-chan?
—Estoy aquí, cariño —Shouto apenas y pudo arrastrar sus dedos hasta la parte de la luz, no podía abandonar por completo el cielo nocturno pero al menos podía tocar a Izuku. Y esta era la mayor recompensa celestial.
—Funcionó —afirmó Izuku con lágrimas en los ojos cuando notó que la piel de Shouto estaba cubierta por un tenue brillo amarillo, casi como queriendo imitar su dorada piel.— ¡De verdad funcionó, Shou-chan!
Tsukuyomi se miró las manos asombrado.
—No entiendo por completo...
El pecoso se incorporó en el suelo, sentándose a unos escasos centímetros de él y devolviendo la caricia en sus dedos.
—Mamá y papá me ayudaron con esto. Ahora eres el dios de la luna, y tu trabajo será alumbrar a los humanos por las noches. Básicamente lo mismo que yo, pero en un plano diferente. Tú no tenías ese don de nacimiento, pero por eso te di una parte de mi corazón, el brillo siempre estará contigo, así como yo. Tu padre ya no tiene poder sobre ti con esto. Es como si ahora fueras parte de nuestro clan... nuestra familia.
—Izuku...
—No hay nada que no haría por alguien a quien amo, Shou-chan. Y sabes lo mucho que yo te amo. Podré estar contigo en los atardeceres o durante algunas horas completas mientras esté entre tus brazos. Y cuando se me dificulte respirar como ahora, deberás sostenerme en tus brazos... abrazarme. Pasará seguido en el año, así que no me preocupa del todo. Quizá no podamos estar juntos todo el tiempo, pero podremos crear nuestro propio por siempre con fragmentos entre el día y la noche.
—¿Estás seguro que vas a estar bien? —inquirió Shouto preocupado por lo que pudiera suceder con la salud de Izuku.— Puedo devolverte tu...
—Voy a estarlo —sonrió tenue Izuku interrumpiendo.— Solo necesito descansar un poco y estaré como nuevo. Llegará el día en que tenga suficiente poder para liberarte de allí. Y podremos andar por allí como se nos plazca, por mientras... —Izuku alcanzó su rostro con una mano para acariciar su cicatriz— seamos pacientes. Amándonos así.
Shouto asintió. Todo lo que quería era eso, tener un propósito más noble para el mundo, y ser capaz de amar a Izuku sin ataduras. Ser feliz con él, en su propia eternidad.
—Gracias por liberarme —dijo Shouto en un susurro. De sus lágrimas brotaron algunas estrellas.— Te amo.
Izuku sonrió de nuevo, exhausto y contento de que al fin hubiera una solución para ellos.
Y así fue. Shouto tenía la luz que deseaba, no era propia, pero seguía siendo de quien amaba, y era como tenerlo a su lado aún si no podía cruzar la línea divisoria.
Regularmente podían hablar, verse e incluso tocarse en los atardeceres, cuando el plano celestial del día se combinaba un poco el de la noche. Era su momento favorito de la jornada.
Y solo en los momentos en los que Izuku no podía respirar bien debido a la falta de una parte de su corazón, Izuku se quedaba al borde de la división y Shouto podía abrazarle, tenerlo en brazos, acariciarlo e incluso besarle por horas una vez que Izuku se calmaba.
Eclipse, le llamaban algunos.
Quizá el sol y la luna no podían estar juntos todo el tiempo, pero eso jamás les iba a impedir seguir amándose a distancia. Seguir buscando alternativas y encontrarse en un abrazo cada que lo tuvieran permitido.
El sol y la luna habían nacido para amarse.
Chapter 3: Nombres
Chapter Text
Día 3: Nombres
Universo canon con quirks / spoilers del manga *capítulo 250 y previos*
Se hace mención de Touya dándole por muerto, ya que aún no está 100% confirmado que eso es lo que la familia Todoroki " sepa " sobre él o si es completamente cierto.
Ya me enredé, sorry.
Todoroki había estado actuando extraño después de lo sucedido con su familia aquella vez que cenaron en la residencia Todoroki.
Izuku no entendía el porqué, pero deseaba saberlo. Porque si había algo que Izuku no soportara, era ver a Shouto sufrir o padecer en silencio y no obtener una razón para así buscar la manera de ayudarlo.
Sospechaba que tenía que ver con lo que habían hablado con su hermana después de la comida; enterarse que el hermano mayor de todos ellos —Touya— había pasado a mejor vida desde varios años atrás.
La expresión de Todoroki había sido de completa miseria. Incluso si tal vez el muchacho había sido muy pequeño como para recordarlo, le seguía doliendo el estar consciente de lo destruida que su familia estaba a causa de las decisiones egoístas de su padre. Sin embargo no había odio en él —Izuku lo sabía— a pesar de todo, Shouto aún se preparaba. Buscando y esperando el momento adecuado para perdonarle por todo el daño ocasionado a ellos.
Ahora que lo pensaba bien, había sido demasiado atrevido con Todoroki. Le había dicho aquello en voz alta, sin considerar guardarlo para su pensamiento, porque puede que hiriera los sentimientos del muchacho bicolor. Que fuera su mejor amigo no le daba el derecho de decir y opinar sobre la vida privada de su familia. Y ahora que lo había analizado —y más—, se arrepentía de haber actuado sin detenerse a pensar un momento. No había sido muy amable de su parte. Mientras que Todoroki continuaba siendo la persona más amable que Izuku alguna vez se hubiera encontrado en el camino.
Midoriya no dejaba de sorprenderse por lo cuidadoso y buena persona que era Shouto —el chico ni siquiera se daba crédito por ello—; apoyaba a sus amigos, había dado ideas para el festival pensando en el beneficio de toda la escuela, ayudaba a sus compañeros en apuros, era bueno con los niños, siempre era el primero en notar si algo andaba mal con él y si lo notaba desanimado le ofrecía de su comida. Y además le ayudaba a estudiar con sus pendientes de inglés para la clase del profesor Yamada.
Justo como esa tarde.
Después de clases habían acordado tener una sesión de estudio —bueno, lo habían acordado desde ese fin de semana del internado con Endeavor—, y tenía la esperanza de que todo fuera bien, de que no hubiese esa extraña incomodidad palpable entre ellos desde ese día. Porque Shouto guardaba una distancia un poco más notable entre ellos, evadía el quedarse a solas, y armaba otros planes con más compañeros con los que no solía convivir tanto —y es que la mayor parte del tiempo ellos estaban juntos, así había sido desde meses atrás—.
Tenía miedo de haber arruinado la hermosa amistad que habían estado construyendo durante ese tiempo en la U.A. No quería perder a Shouto por ser brutalmente honesto, por no poder mantener la boca cerrada cuando debía quedarse callado. Y ese temor aumentaba conforme pasaban los días y el chico seguía notoriamente distanciado de él.
Izuku revolvió su comida con los palillos, su semblante estaba completamente distraído. No sabía bien qué pensar sobre lo que estaba ocurriendo entre ellos, pero quería ofrecer una sincera disculpa a Shouto si es que algo de lo que dijo le había incomodado.
—¿Deku-kun? ¿No vas a comer? —la chillona vocecita de Uraraka le interrumpió en medio de sus pensamientos.— Yo estaba por ir por más mochi y pensaba ofrecer traerte algo, pero... no has comido mucho. ¿Te sientes bien?
No. Realmente no se estaba sintiendo bien. Pero era algo complicado de explicar. Todoroki le importaba de una manera diferente a sus demás amigos y compañeros. El muchacho bicolor era simplemente especial para Izuku. Tenía mucha debilidad por él. Sus amigos más íntimos —Ochako y Tenya— lo habían notado. Bueno, Bakugo también, porque le había regañado por poner ojos de cachorro para él mientras estaban hablando sobre los horarios de entrenamiento con el ahora héroe número uno. Agradecía que Shouto fuese muy despistado.
—Yo... uh, sí, estoy bien. Solo estaba pensando.
—Por cierto, ¿en dónde está Todoroki-kun? Hace días que no come con nosotros. Iida-kun está perdonado por el día de hoy ya que está haciendo los deberes como representante de la clase con otros profesores, pero Todoroki-kun no. ¿Se está volviendo emo de nuevo?
Izuku quiso reír por el comentario porque Uraraka lo estaba diciendo con la intención de animarlo. Se habría reído si no estuviera más que preocupado por la respuesta a la primera pregunta que ella hizo. Era demasiado complicado para explicar.
Los labios de Midoriya se unieron en un puchero antes de poder hablar. Se sentía muy responsable por lo que iba a contestar.
—Es... es culpa mía. Creo que... dije algo que no debía —Izuku mordió una porción de cerdo de su plato.
—Oh... ¿quieres hablar de eso? ¿Necesitas un consejo? Mi mochi totalmente puede esperar.
Débilmente Izuku sonrió, pero terminó asintiendo a la pregunta.
Ochako era la que los mantenía a todos con más ánimo. La que siempre se ofrecía a escucharte sin importar qué. Y siendo sincero prefería hablar esto con alguien más sutil como Uraraka, porque la otra opción femenina que tenía era Asui, y ella era lo opuesto a sutileza. Era brutalmente honesta. Su honestidad sin filtros podía lastimarte incluso. Aunque Izuku sabía que ella jamás lo haría a propósito, pero necesitaba comprensión en ese momento.
—No puedo decir mucho porque es algo muy personal para Todoroki-kun, algo que ocurrió en su casa. Estoy nervioso de que esté molesto. No quise herirlo.
La mueca de Ochako se volvió pensativa; colocó una mano bajó mentón y miró en distintas direcciones. Además sus labios se habían apretado ligeramente.
—Bueno, habla con él. No hay nada que no se pueda resolver con un poco de honestidad, y si las cosas no se hablan, jamás van a arreglarse. Si hay alguien a quien Todoroki-kun siempre escucha es a ti, Deku-kun. Él te adora.
Los colores subieron y bajaron a través del rostro de Izuku. Era difícil para su frágil corazón el escuchar algo como eso.
—¡No digas esas cosas! —Midoriya manoteó nervioso en el aire. Trataba de evitar que sus crecientes sentimientos románticos no se mezclaran con los platónicos. En este momento Todoroki seguramente necesitaba a su amigo, no que él pensara en ellos como algo más que una amistad.
—Es solo la verdad —ella se encogió de hombros.— Te mira con los mismos ojos de borrego a medio morir que tú le haces todo el tiempo.
—¡Hey! —se quejó Izuku con una mueca que Uraraka siempre nombraba como "mueca de bebé".— Kacchan al menos dijo "malditos ojos de cachorro". Sonaba mejor.
—Solo mencionó los hechos —ella mordisqueó su último mochi.— Y ustedes dos son lentos, así que si no te das cuenta realmente no es culpa mía.
—¿De verdad soy tan obvio?
—Solo digamos que si tu vida dependiera de esta pregunta en específico, estarías muerto —dijo ella entre pequeños mordiscos.
—Yo no quiero arruinar nuestra amistad. Y creo que ya lo hice con mis sentimientos —Izuku se miró las manos, prestando especial atención a las cicatrices de su mano derecha.— Pero ahora lo hice el doble con mis palabras. ¿De verdad puedo arreglarlo?
Ella golpeó su hombro con gentileza.
—Ya te dije, solo solucionarás esto hablando de ello con Todoroki-kun. Si no lo intentas no sabrás qué es lo que sucede. Busca una oportunidad y aférrate a ella —la muchacha le acomodó un rizo tras la oreja.
Izuku ya tenía su oportunidad. Sabía que incluso aunque Todoroki intentaba mantener su distancia con él, no haría tal cosa como cancelar el llamado de ayuda que Izuku le había hecho para los exámenes de inglés. Lo ayudaría sin importar qué porque esa era la clase de persona que Shouto era.
Y bien, si esa sería su única oportunidad —en quién sabe cuánto tiempo—, debía tomar la palabra de Uraraka y hacer valer ese momento a solas.
—Tienes razón. Necesito hacerlo, en parte se lo debo a él también.
Uraraka sonrió con un pulgar arriba en su dirección.
—Oh, y no te preocupes. Todoroki realmente no sabe que le gustas. Tú tampoco crees que le gustes, así que ya te imaginarás él.
Izuku suspiró.
Bien. Un paso a la vez. Y la prioridad ahora era pedir una disculpa apropiada y hablar.
Midoriya comenzó a hacer una pequeña danza de impaciencia mientras pasaba el peso de un pie a otro. Su ansiedad le había hecho esperar a Todoroki en la sala común alrededor de unos treinta minutos antes de lo acordado. Regularmente ellos se reunían allí y estudiaban un poco, y aunque ya habían estado en la habitación del otro, la idea se le hizo muy invasiva, por lo que eligió esperar a su compañero justo donde estaba.
Miró el reloj de nuevo. Seguían faltando al menos unos veinticinco minutos.
¡Maldito tiempo relativo! Cuando estaba en las exposiciones de mercancía de All Might se le iban tres horas en un parpadeo. Y ahora no podían pasar treinta minutos.
Antes de bajar había ensayado un poco lo que quería decir, lo había escrito incluso. Necesitaba completar su tarea de la forma más eficiente posible. Debía hacer esto bien.
Izuku se amarró y desamarró las agujetas de sus zapatillas rojas en un intento por matar el tiempo, pero antes de que lo hiciera por cuarta ocasión, el timbre del ascensor sonó, revelando tras sus puertas justamente al muchacho que anhelaba ver: Todoroki Shouto.
El pecoso sabía que aún faltaban alrededor de veinte minutos, por lo que él también estaba bajando algo temprano conforme a la hora acordada. Shouto era muy puntual, pero tampoco era exagerado. Ese título se lo llevaba él.
Izuku tragó saliva pesadamente cuando se dio cuenta que el muchacho ya tenía los ojos puestos en él y se acercaba, pero que no llevaba ningún apunte bajo el brazo como normalmente solía.
Hubo una especie de pánico en su interior. ¿Y si solo venía a decirle que no podía estudiar con él ese día? ¿Tan molesto o decepcionado podía estar? Debía calmarse. Así que respiró profundamente y aguardó a que Todoroki terminara de llegar a él.
—Midoriya.
—H-Hola... Todoroki-kun... ¿estás listo para-...?
—¿Por qué no estudiamos en mi habitación? Allá tengo todo y me será más fácil explicarte. Kaminari dijo que jugarían videojuegos aquí más tarde. Seguro van a interrumpirnos.
Oh. De acuerdo. Midoriya solo había estado hiperventilándose sin sentido alguno, Todoroki solo tenía información que él no, y la sugerencia de ir arriba era completamente lógica.
—Oh... ¡claro! Vamos a t-tu habitación, entonces.
Con ello Shouto dio media vuelta y comenzó a caminar de regreso hacia el ascensor, e Izuku caminó detrás de él, aunque guardando un poco su distancia. Iban a estar solos por primera vez en varios días, y las palabras de Uraraka volvieron a resonar en su cabeza: "Ya te dije, solo solucionarás esto hablando de ello con Todoroki-kun."
Bien, tal vez su calificación de inglés podría estar en juego, pero su amistad también, así que no importaba si terminaba no estudiando. Necesitaban hablar sobre el tema.
Ambos permanecieron en un silencio tenso mientras el ascensor los llevaba hasta el quinto piso —lugar en que se encontraba la habitación de Todoroki—, era demasiado notorio, y eso le estaba quemando por dentro.
Ellos bajaron del elevador y caminaron hasta la habitación. Shouto abrió y entró enseguida, mientras Izuku se quedó mirando la puerta unos segundos, pensando de nuevo en lo que quería decir.
—¿No vienes? —Todoroki asomó la cabeza a través de la puerta y le hizo sobresaltar. Debía mantener la calma.
—¡Sí! Yo... uh, claro. Voy, solo estaba... admirando la puerta.
—¿La puerta? Creo que sigue siendo igual a todas las demás —dijo dando un vistazo a las puertas de sus otros compañeros.
—¿En serio? Oh, vaya... sorpresivo —Izuku se quería golpear la cabeza hasta el desmayo.— Bien, entremos entonces.
Izuku empujó a Todoroki dentro de la habitación, y entonces cerró la puerta. El chico tenía aire acondicionado y se sentía muy bien para un día tan caluroso como ese. Tenía algunas libretas acomodadas sobre una mesita pequeña llamada kotatsu, así como una manta de color gris y un par de tazas de té con un poco de galletas. Al parecer el muchacho realmente se había preparado para su sesión de estudio.
—Adelante. ¿Qué temas necesitas? —Todoroki se acomodó sobre el tatami junto a la mesita.
—Claro... eh... —Izuku trastabilló con sus pies, pero recuperó el equilibrio para luego acomodarse de forma torpe frente a Todoroki.— La página cincuenta y seis y la setenta y dos, supongo.
—Ya veo. No te preocupes, es algo sencillo. Voy a escribir algunos ejercicios en la libreta y te los explicaré en momento.
Shouto se propuso a trazar sobre su libreta dichos ejercicios. Lo hacía con tal calma que estaba poniendo de nervios a Izuku. Como si no lo hubiese estado evitando toda la semana. Como si no hubiera algo pendiente entre ellos desde ese día. Como si la tensión entre ellos fuese imaginaria.
Tenía que hablar. No iba a soportar toda la sesión de esta manera, mientras las ideas se lanzaban una y otra vez sobre lo mismo.
—Uh... ¿Todoroki-kun? —Izuku tragó saliva. Shouto detuvo el lápiz y se volvió hacia él. Tenía su completa atención. Bien. Ya había comenzado, debía terminar de hablar.— Necesito... necesito hablar contigo. No me refiero a lo de la materia... es más bien algo personal.
Todoroki asintió, dejó por completo la libreta y las demás cosas que estaba sosteniendo y puso su mirada heterocromática en su persona. Fue intimidante de cierta manera, pero ese era Todoroki poniendo atención y él lo agradecía.
—No sé bien por donde debería empezar, pero... creo que te debo una disculpa.
—¿Disculpa? —Shouto levantó una ceja. Claramente no estaba entendiendo la conversación.
—Es solo... —Izuku unió sus dedos índices— que creo que probablemente dije algo descortés aquella tarde en tu casa. Frente a tus hermanos. Y hemos estado como... como distanciados desde ese día. Eres mi amigo y no quiero eso. Si dije algo que te molestara o te hiciera sentir mal, lo siento mucho, no era mi intención.
Izuku apretó sus labios mientras miraba fijamente la neutra expresión de Todoroki, que poco a poco cambió hasta que sus comisuras subieron para regalarle una tenue sonrisa. Parecía incluso que el muchacho quería reír, y Midoriya ya no estaba entendiendo absolutamente nada.
Probablemente viendo la confusión en su mueca, Shouto decidió hablar.
—No, creo que yo lo siento. No soy muy sutil para estas cosas... y a veces me cuesta expresarme, pero no estoy enojado contigo por absolutamente nada de lo que haya sucedido o no durante ese fin de semana.
—¿Seguro?
Shouto asintió.
—Simplemente me había estado cuestionando muchas cosas últimamente. Y cuando me diste aquel discurso, solo confirmé algunas situaciones... algunos sentimientos, también. Debo decir que me hizo muy feliz el escucharte. Saber que piensas que soy amable fue... más de lo que podía haber pedido.
—¡P-Pero lo eres! —Insistió Izuku agitando los brazos.— ¡Eres muy amable! Yo quizá no lo fui tanto cuando te dije lo de tu padre, porque esa es decisión tuya, así que lo siento.
—No hay nada qué perdonar. De hecho... yo debería pedirte una disculpa por hacerte creer que estaba molesto al alejarme de esa forma. No estaba molesto y no lo estoy. No contigo. Nunca me podría molestar contigo. He estado pensando en otra cosa, y creo que es buen momento para decirlo.
—¿De qué se trata?
—Ese día... el dia que aquel villano atrapó a Natsuo y entramos en escena, tú... me llamaste por mi nombre. Sé que solo estabas utilizando mi nombre de héroe, pero aún así... no he podido dejar de pensar en ello.
Izuku se dio cuenta de que Shouto se estaba ruborizando por su reciente confesión.
—¿Fue incómodo? ¡Lo lamento mucho! Volveré solo a llamarte por tu apellido si eso es lo que-
—Mas bien creo que es todo lo contrario —le interrumpió Todoroki.— Se sintió bien escucharte decir mi nombre. Me agradó. De alguna manera creo que me conmovió.
Ambos muchachos se quedaron en silencio. Ambos ruborizados y avergonzados. Ambos unos tontos enamorados.
Izuku no podía creer el giro de los acontecimientos. Se había estado torturando toda la semana pensando en que quizás Todoroki estaba molesto con él y que su amistad se iría por el caño. Realmente nunca imaginó que estuviera pasando esto por la cabeza de su amigo.
Sí, lo había llamado Shouto-kun, pero de cierta forma fue inconscientemente. Y ahora que lo pensaba le daba algo de bochorno el haberse tomado ese atrevimiento, incluso si fue durante su tiempo en su deber de héroe.
El pecoso estaba pensando en qué decir respecto a ello. No quería meter la pata y decir algo incorrecto o inapropiado. Tampoco quería echar de cabeza sus sentimientos.
—¿Yo podría hacerlo?
Los ojos verdes de Midoriya se ampliaron y se dirigieron hacia la figura de Shouto con algo de confusión.
—¿Yo podría llamarte por tu nombre? Estoy... estoy algo incómodo al oírte llamar a Bakugo como lo haces —Shouto levantó una mano y le acarició una mejilla de forma dubitativa al principio, luego con cuidado.— Yo... también quiero ser así de cercano para ti. Así que... pensaba, ¿por qué no llamarnos por nuestros nombres?
El corazón de Izuku despegó en carrera en cuanto escucho las últimas palabras. ¿Qué clase de sueño era ese? Siempre había querido tener el derecho de llamarlo Shouto, pero se sentía demasiado atrevido de solo pensarlo. Que fuera el mismo joven el que estuviera proponiéndolo le hizo sentir maravillado.
—Me encantaría... Shouto-kun —respondió Izuku mientras sonreía de forma animada, con las mejillas en rosa y los ojos muy atentos a Todoroki.
—Gracias, Izuku —la sonrisa de Shouto no era tan amplia, pero se notaba completamente sincera.
La sola mención de su nombre en los labios de Todoroki fue celestial. Nunca imaginó que su nombre pudiese ser pronunciado de esa manera. Tan dulce. Tan especial.
—Te prometo decirte si algo me molesta de ahora en adelante. Confiar más en nuestra amistad —Todoroki dijo de forma seria.
—Gracias... aunque no tienes qué, hay cosas que aún puedes guardar solo para ti cuando lo creas necesario. O puedes decirme cuando estés listo.
—De acuerdo. ¿Puedo abrazarte?
Midoriya asintió sonriendo, se acercó un poco a Shouto y este simplemente le atrapó entre brazos como a veces solía hacer. Era un suceso habitual entre ellos, y a Izuku le encantaba. No era algo que el muchacho hiciera con otras personas, y de nuevo, Izuku recordó las palabras de Uraraka respecto al tema.
—Hay cosas que quiero decirte... pero quiero sentirme completamente listo para ello, ¿esperarás? —inquirió Shouto sin soltarlo. Su aliento rozaba su oreja.
—Por supuesto, Shouto-kun.
—Gracias, Izuku. Por todo.
—Gracias a ti por tenerme confianza —y continuó entre sus brazos y aspirando su aroma.
Puede que fuese sobre sus sentimientos —completamente recíprocos— o puede que no, pero Izuku sin duda se relajaría y disfrutaría de esta pequeña victoria mientras permanecía en los brazos de su mejor amigo.
El nivel de confianza entre ellos era más que evidente. Y mientras pudiera seguir a su lado luchando, compartiendo, escuchando su nombre de su voz y él pudiera pronunciar el suyo, nada iba a hacerlo cambiar sus sentimientos por Shouto Todoroki.
Chapter 4: Paralelos
Chapter Text
Día 4: Parelos.
AU sin quirks.
*Narración en primera persona, lo cual me emociona mucho. ♡
Advertencia por mucho angst . Procedan con precaución.
Jamás voy a olvidar aquella vez en que nos conocimos.
Fue la mejor noche de mi vida.
Incluso cuando también fue desastrosa y desagradable en un principio. Pero siempre voy a atesorarla en mi mente, no hay manera de que eso cambie.
Ni siquiera ahora.
Mis amigos me habían arrastrado a una fiesta en un barrio peligroso. De esos a los que papá detestaba que asististera, pero en los que mi hermano mayor Touya y su novio Keigo siempre estaban presentes. Después de todo, ir en contra del viejo era una de los mayores placeres que uno podía darse. Eso me lo había enseñado mi hermano mayor.
Si cierro los ojos todavía puedo verlo con toda claridad: había alcohol de dudosa procedencia, olor a tabaco y algunas otras sustancias que no reconocía —pero que seguramente mi hermano y su pandilla podían nombrar—, chicos manoseándose por doquier en cada rincón de la casa, y hasta stripears que no me sentía cómodo mirando.
No era mi estilo. No era la clase de cosas que normalmente haría para divertirme, pero no me arrepiento de haber estado allí. Jamás lo haría. Porque de lo contrario nunca te habría conocido.
Sero, Kirishima y Kaminari terminaron casi rogándome toda la semana hasta que me convencieron de ir. Los exámenes acababan de culminar y estábamos a solo unas cuantas semanas de las vacaciones de verano. Era justo divertirse según las palabras de ellos.
Kaminari había dicho que sería divertido. Y claro que para él lo era porque en cuanto llegamos comenzó a besuquearse con su novio Shinsou hasta el hartazgo, por lo que en algún punto les perdí de vista. No es que me interesara ver cómo se metían la lengua en la garganta.
Por otro lado Sero se escabulló a fumar por allí, mientras que Kirishima estaba jugando ping ping con cervezas al lado de algunos chicos de otras clases que no reconocía, pero desde lejos pude notar que un tal Bakugo estaba siendo feroz en la competencia contra él.
Estaba aburrido, ¿qué de bueno podría tener una fiesta de ese tipo? ¿Qué podía hacer yo para poder integrarme o pasar un buen rato? En serio no podía entender cómo era que se suponía que debía divertirme en un lugar en el que claramente no encajaba.
Deseé haberle pedido consejos a Touya antes de irme, porque no tenía idea de qué hacer, qué decir o a quién mirar. Era torpe para ser sociable.
Me senté en uno de los sofás mientras una pareja estaba casi aplastándome por estar ocupados queriendo alcanzar las partes íntimas del otro por sobre la ropa. Y la verdad era que ya había tenido suficiente por esa noche. Solo quería irme y dormir.
Natsuo —mi otro hermano— todavía iba a tardar en venir por mí, de todas formas solo tenía dieciséis años y mi permiso de conducir había expirado, por lo que no me pude llevar el auto. Y dudaba que alguno de mis amigos fuera a abandonar pronto la fiesta. Eso sin mencionar que su estado etílico probablemente haría imposible que llegáramos a salvo.
El reloj no avanzaba, por lo que empecé a irritarme, y yo solo me dediqué a ir de aquí para allá en uno de los pasillos que estaba cerca del baño.
Estoy agradecido de que tu mejor amiga hubiese tirado su ponche encima mío cuando giraba de regreso por el pasillo, justo antes de que me fuera de allí, porque de no haberlo hecho jamás te habría visto entre toda esa gente.
Enseguida noté la diferencia de estatura que tenías conmigo, de tu mirada de pena oculta detrás de ese par de anteojos negros, de tus brillantes y enormes ojos color esmeralda, las pecas que salpicaban tu cara y los labios apretados por la vergüenza, así como el color de tu sonrojo visible aún entre las luces neón de la fiesta y la oscuridad del pasillo.
Tu amiga salió corriendo contigo de la mano mientras gritaba alguna disculpa a la que no puse atención, y miraste atrás. Me miraste a mí.
En ese momento supe que daría lo que fuera por tener tus ojos de nuevo sobre mí. Me sentí atraído a ti como un imán, y aunque nunca pensé que un chico pudiera provocar eso en mí, no me costó trabajo asimilarlo. La atracción y el amor son cosas que no pueden encasillarse, y cariño, estoy muy seguro de que este es el amor más real y puro que alguna vez he sentido por alguien.
Decidí no irme de la fiesta. Te busqué por todas partes, y solo después de una hora volví a encontrarte mientras salías de una de las habitaciones del final del pasillo en la primera planta.
Tu actitud fue tímida y parecías avergonzado de verme de nuevo, podía ver con claridad tu sonrojo a pesar de la oscuridad, y sentir el mío subiendo en mis mejillas pero me atreví a hablarte, te pregunté tu nombre, y mi lengua prácticamente saboreó cada sílaba.
Izuku Midoriya.
Para mí no existe nombre más hermoso que el tuyo.
No te quisiste alejar de la puerta cuando te propuse conversar. Tu amiga estaba algo ebria y ahora estaba dormida en la habitación de donde habías salido. Aún así insistí en hablar un poco, y nos quedamos sentados casi uno frente al otro en el pasillo a un lado de la puerta.
Fue la conversación más profunda y mágica de mi vida. Y también la más trivial y relajada.
Al final de la noche descubrí que ya no solo me gustabas en apariencia, sino que tu forma de pensar, tus valores e ideales se añadieron a la lista. Además de tu voz y esa forma tan peculiar de murmurar que siempre he encontrado enternecedora.
Y tu sonrisa.
Hasta el sol de hoy no he encontrado una sonrisa más cálida y acogedora que la tuya. Con solo ese sencillo gesto yo tenía la certeza de que todo estaría bien. Podía cerrar mis ojos y dejarme ir, relajarme a tu lado. Porque al final volvías a sonreír de esa forma que yo adoraba. Todavía la adoro.
¿Quién podría haberme dicho que a los dieciséis años acababa de encontrar al amor de mi vida en el lugar menos esperado?
Antes de irme de allí con mi hermano, te pedí tu número, y tomó todo de mí para no enviarte un mensaje en el mismo instante en el que ya estaba en el auto de regreso a casa.
Quería parecer relajado al respecto, pero solo pude aguantar hasta la tarde del día siguiente para enviarte un mensaje. Y desde entonces, todo lo que hacíamos era charlar a través de textos que poco a poco se convirtieron en llamadas prolongadas hasta altas horas de la madrugada.
Me atreví a invitarte a salir, y aunque estabas algo renuente al principio, te logré convencer.
La verdadera amistad inició allí.
Fui sabiendo más cosas de ti; como tú adoración por el katsudon, los cómics de superhéroes y las convenciones de manga. También sobre tu gusto por los niños y lo mucho que deseabas tener los tuyos una vez que tuvieras una familia en el futuro.
Para mí fue difícil al principio, pero también te dejé saber cosas de mí, y cuando nos encontrábamos en la escuela solías sorprenderme con cosas nuevas todo el tiempo. Subíamos a la azotea a escuchar música compartiendo audífonos, una charla ligera o silencios cómodos.
Cuando las vacaciones de verano llegaron salíamos casi a diario a pesar de que mi padre no estaba muy de acuerdo en que lo hiciera, pero estar contigo valía la pena el regaño y la adrenalina de escabullirme únicamente para pasar tiempo contigo.
Y al igual que aquella noche, puedo decir que fue el mejor verano de mi vida; reíste conmigo, fuimos a la playa, leímos cosas juntos, disfrutamos de cosas tan sencillas como un helado, terminamos jugando en la piscina, corriendo por los parques, descubriendo películas y visitando museos.
Y yo lo sabía.
Sabía que cuando miraba tus ojos y estaba tan cerca tuyo no había nada más que yo pudiera necesitar de la vida. Que tenerte tomando mi mano ya fuese por apoyo, por miedo o por cariño era más que grato para mí. Me llenaba el alma como nunca antes en mi existencia.
Celebramos tu cumpleaños. Te compré algunas figuras de colección con la tarjeta del viejo y te avergonzaste cuando supiste ese pequeño dato. No me interesaba hacerlo enojar, no mientras tú siguieras sonriendo de aquella forma tan radiante al ver lo que te gusta.
Me contaste de tu pasado. De cómo te habían herido y lloraste en mis brazos. Te sequé las lágrimas con la punta de mis pulgares, acaricié tus mejillas y me quedé en silencio hasta que te decidieras que podíamos hablar. Quería asegurarte que yo jamas te dejaría solo o haría algo tan terrible. Mucho menos permitiría que te hirieran de nuevo de esa forma.
Protegerte y hacerte feliz eran aspectos que ya se habían vuelto mi prioridad.
Yo también te dejé ver mis cicatrices emocionales, y por supuesto que te conté sobre la historia de las físicas. Y aunque no lloré cuando te lo dije, tú lo hiciste por mí.
La bondad de tu corazón no conocía límites.
Las mariposas en mi estómago habían evolucionado al punto de ser un enjambre. Tenía el pleno conocimiento de que aunque éramos muy jóvenes y torpes para los asuntos de los sentimientos, había amor para ti brotando de cada uno de mis poros. Amor sincero.
Alguna vez me dijeron que si no sentía nervios al verte no debería ser llamado amor. Pero ellos estaban equivocados, porque lo único que el amor debería provocar es paz y seguridad.
Tú siempre me dabas paz y seguridad sin importar lo que estuviera ocurriendo.
Y quería decírtelo, quería que supieras todo lo que provocabas en mí. Que ahora estaba realmente enamorado de quien se había convertido en mi mejor amigo en tan solo algunos meses.
Mis esperanzas se estrellaron, sin embargo.
Me contaste que no te querías enamorar. Que conociste de primera mano el amor siendo derrumbado parte por parte, y como éste había arruinado tanto a tu madre hasta dejarla en depresión. Depresión con la que aún hoy en día está luchando.
Y sé que no tenías las intenciones, sé que no querías hacerlo, pero me sentí herido de conocer tu postura. Aunque no por mí, sino por ti.
Deseaba asegurarte que no todo el mundo debía ser tan cruel y que las experiencias variaban, pero, ¿qué podía hacer yo? ¿Qué tal si te enamorabas y ese alguien te hería? No hubieras aprobado la violencia para que me hiciera cargo. Te conozco. Y llegué a conocerte hasta ese punto porque me lo permitiste.
Pero yo era solo tu amigo.
No iba a imponerme a ti de esa manera, porque sabía que ibas a tomar en cuenta mis sentimientos sobre los tuyos, y no deseaba eso.
Me contaste tantas cosas, y llegamos a pasar tanto tiempo juntos que incluso llegaste a contarme sobre asuntos que dijiste tus otros amigos no comprenderían. Que nuestro nivel de intimidad emocional era superior a tus demás lazos afectivos.
Para mí era igual. Te llegué a contar cosas que nunca creí diría en voz alta. Estaba desnudo ante ti. Completamente vulnerable, indefenso y sin barreras. Todas mis emociones menos una.
El amor.
Tú tenías ese poder sobre mí. Nunca lo ibas a usar, por supuesto. No eras así. No eres así.
El último año escolar llegó, y a pesar de estar en clases diferentes, seguimos estando tan juntos como era posible. Tus amigos conocieron a los míos y pronto el squad ya era mucho más amplio.
Fue un año interesante.
Comencé a investigar cosas sobre la universidad y tú también hiciste tus búsquedas.
Compartimos conversaciones y tests aptitudinales para encontrar lo que más se adecuara a nuestros gustos y pasiones. Y entonces encontraste una universidad lejos de la pequeña prefectura de Shizuoka. Oita parecía ser tu próximo destino.
Estabas feliz.
Mientras que yo tenía miedo. Miedo de que te irías, de que no conseguiría contarte sobre los nuevos sentimientos que habían aflorado en mi pecho. De que jamás te llegara a decir algo. Y de que si te lo decía probablemente me repudiarías.
Después de todo, solo yo sabía sobre tu miedo a enamorarte. Estaba cruzando esa línea contigo. No querías entregarle tanto a alguien en vano. Lo entendía a la perfección.
El tiempo siguió corriendo. Nosotros continuamos haciendo lo habitual. Volvimos a una fiesta antes de la graduación, esta vez no era un lugar tan inmundo como en donde nos conocimos. La casa era de una compañera tuya y había piscina y más habitaciones para los adolescentes que se sentían con ganas de probar su sexualidad. Los padres de la chica estaban fuera, y su novia era la dj.
Nosotros nos reíamos, nos pusimos un poco chispeados, pero era divertido estar a tu lado. Cualquier cosa era divertida a tu lado.
En esa ocasión Kirishima se estaba besuqueando con el chico rubio con el que había jugado ping pong durante el año anterior. Sero estaba en compañía de una chica con el cabello color rosa —una amiga tuya— que adoraba participar en los concursos de break dance. Tu amiga Ochako no bebió como antes porque su novio era demasiado correcto como para dejarla perderse como la vez anterior —decías que era el perfecto balance para las locuras de tu amiga —. Y por supuesto, Kaminari y su novio estaban cachondos en alguna parte.
Eran nuestras últimas horas como estudiantes de preparatoria. Quizá la última fiesta antes de la de graduación. Y mientras nosotros estábamos riéndonos y mirando las estrellas. Tratando de buscar las constelaciones ocultas en el oscuro y espeso cielo, y explotando a carcajadas cuando no lo lográbamos por estar tan ebrios.
Nuestros rostros estuvieron tan cerca, solo a centímetros, y tuve la necesidad de probar tus labios. Aunque no lo hice. Incluso en ese momento en el que el alcohol me hacía sentir más valiente, tuve que callarme el: te amo y tragarlo en mi garganta.
Sin embargo me dejaste tomar tu mano. Y yo esperaba que ella supiera decirte lo mucho que te quería con esas caricias discretas y tímidas.
Por ahora eso me bastaba.
La graduación llegó y muchos se envolvieron en lágrimas durante la ceremonia de la escuela. Otros se tomaron demasiadas fotos, algunos hicieron bromas a los maestros por última vez, y algunos simplemente se saltaron el evento para irse a celebrar la libertad pasajera.
Tu madre estuvo contigo y lloró mientras tomaba tus fotos. Nos tomamos fotos juntos, y mis hermanos también estuvieron presentes en ellas. Ellos siempre te llamaban pelusa, alegando que la forma de tu rizado y alborotado cabello les recordaba a una.
Eras un miembro honorario de la familia Todoroki. Siempre les agradaste. A mamá le habrías agradado, también.
Después de las fotos, los papeles y el alboroto, mis hermanos quisieron ir a comer para celebrar, pero tú te escabulliste conmigo a alguna parte de la ciudad. Nos quedamos en un punto donde los árboles de cerezo estaban en plena floración, y nos quedamos quietos allí. Sentados bajo aquel árbol, disfrutando de ese día que ya comenzaba a ser más cálido por la entrada de la primavera.
Esta iba a ser nuestra última tarde juntos. Ibas a irte a Oita y dejarme atrás. Y aunque tenía miedo de ello, sabía que era lo que anhelabas para tu futuro. Y jamás iba a negarte las cosas que desearas.
—¿Shouchan? —murmuraste de forma cautelosa. Tu voz parecía estar temblando. Sé que lo hacía. Los matices de tu voz eran totalmente reconocibles para mí.— Sé que siempre te he dicho que no me quiero enamorar, pero... ¿y si te dijera que creo que lo estoy? Bueno, no creo, mas bien lo estoy.
Mi garganta se cerró. Nunca habíamos vuelto a tocar el tema desde esa ocasión. No sabía qué esperar en realidad.
—¿Y cómo sabrías que lo estás?
—Bueno, Ochako me hizo entenderlo. Estoy agradecido de eso porque creo que seguiría en negación o duda de no ser por ella.
Noté como atrapaste tu labio entre tus dientes. Estabas nervioso. Nunca he sido una persona observadora, pero cuando se trataba de ti siempre prestaba atención.
—¿Quieres hablar de ello? No es necesario que me cuentes de quien se trata.
Yo estaba preparado. Iba a apoyarte, tu felicidad, como dije, se había convertido en mi prioridad. Incluso si yo no podía ser parte de esa felicidad.
Asentiste a la pregunta, y mi corazón se encogió un poco, aunque también se emocionó.
Entonces giraste para encontrar tus ojos con los míos. Estabas ruborizado, y con una tenue sonrisa. Pero parecías determinado.
—Eres tú, Shouchan. Estoy enamorado de ti.
Nunca he sido más feliz que cuando escuché esas palabras.
Desde el inicio sabía que eras valiente. De alguna u otra manera siempre terminabas sorprendiéndome.
—No estoy esperando nada de ti —continuaste.— Entiendo que esto es repentino. Honestamente estaba algo asustado, pero la razón de que lo diga hasta ahora es porque voy a irme, y no tendrías que verme si te sientes incómodo con mi confesión.
Si no te hubiera besado en ese momento, quién sabe cuánto más habrías balbuceado, pero no deseaba que siquiera te pasara por la cabeza que no te quería de esa forma. Porque Izuku, te querido desde el primer momento. Te quiero.
No tengo idea de cuántos besos torpes nos dimos esa tarde. Solo sé que te aferraste a mí y yo lo hice de ti. Te confesé con palabras también todo lo que había estado guardando, y te conmoviste hasta las lágrimas, por supuesto. Porque esa es la clase de persona que siempre has sido.
—De verdad quiero estudiar en Oita... ¿vas a esperarme? —preguntaste titubeante y con la incertidumbre marcando tu voz.— Es decir, si vuelvo y aún me quieres... ¿saldrías conmigo?
Mi corazón por poco se sale de mi pecho por la felicidad. Ya te había esperado por más de un año, por supuesto que esperaría más.
Ahora tenía la certeza de que me correspondías.
—Por supuesto que voy a esperarte, Izuku. Siempre lo haría.
Aquella fue la primera vez que te llamé por tu nombre. Raro para un par de amigos que habían sido tan cercanos desde ya hacía un año, pero así funcionaba entre nosotros.
La promesa quedó sellada por un beso un poco más largo que los que ya nos habíamos dado. Un beso que sabía a felicidad.
Fue la mejor tarde de mi vida.
Hiciste tus maletas entonces, algunas semanas después, te despediste de mí y prometiste volver el siguiente verano.
Lo hiciste.
Ese verano fue como volver a la preparatoria. La pasamos juntos de nuevo, celebramos tu cumpleaños, y decidimos estar juntos como pareja a pesar de todo. Tendríamos una relación de larga distancia y haríamos que funcionara. Ese año el verano supo mejor porque ya podía tomar tu mano sin el temor a que descubrieras mis sentimientos. Podía besarte cuando veces quisiera. Te pude decir que te amaba. Y también escuchar las mismas palabras provenir de ti.
Incluso nos entregamos más allá.
Nunca me había sentido tan cuidado en los brazos de alguien, pero hacer el amor contigo fue una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. Me hiciste sentir vulnerable, pero no me aterraba. Quería sentirme vulnerable contigo. Y te amé. Me amaste. Nos amamos en todos los escenarios en los que el un sentimiento puede desarrollarse. Permanecimos infinitos en la piel del otro. Tus besos siempre me acarician, y espero que los míos también te arropen con dulzura.
Verte ir de nuevo al final del verano fue un martirio, pero nos iban a quedar las llamadas y los mensajes. También las videoconferencias cuando el tiempo y los deberes nos lo permitían.
Conseguiste un trabajo de medio tiempo en una cafetería cerca del campus. Eso te impidió volver el siguiente verano, pero necesitabas el dinero para ayudar a tu madre y cubrir algunos gastos.
También comencé a trabajar medio tiempo, e hicimos una promesa: iríamos ahorrando, y cuando al fin termináramos de estudiar, tendríamos suficiente dinero para irnos a Tokio y rentar un departamento para vivir juntos.
Desearía que no hubieras sido tan testarudo y aceptaras el dinero que te ofrecí. Dijiste que de aceptarlo no estaríamos ahorrando, y prometiste que vendrías el fin de semana antes de terminar la vacaciones, y que dejara de preocuparme por tus finanzas. Me dijiste te amo, cortaste la llamada y te fuiste a trabajar.
Eras terco. Eres terco. Pero sin esa cualidad jamás habrías sido Izuku Midoriya. Y yo te adoraba tal cual.
Aún te adoro.
Te amo, Izuku. Te amo tanto. Te amo de la manera más honesta, y de la más dolorosa también.
Porque esto ahora es solo un eco en el aire, porque nunca más te tendré de nuevo en brazos para decírtelo, ni tu dulce voz cepillando mi oído, tus labios tocando los míos, o tus brazos que tanto confort me daban cada vez que los ponías a mi alrededor.
Porque, Izuku... a pesar de todo, incluso ahora, no puedo dejarte ir. No puedo soportar que no vuelvas a mirarme o a decir mi nombre, ni que te marcharas. Que me dejaras atrás cuando yo tenía la esperanza de que iríamos hacia el futuro juntos.
De que seguirías riendo a mi lado, y con esa mueca amorosa y gentil que tanto te caracteriza.
Teníamos tanto qué hacer.
No quiero dejarte ir.
Nunca voy a poder hacerlo.
Me da rabia saber que no pude ir detrás tuyo, me sentí impotente cuando me dijeron que tu aliento dejó de formar parte de los planos terrenales.
Y es que decir tu nombre duele. Ver tus fotografías duele. Hablar sobre ti en pasado me desgarra.
Ver tu nombre grabado en esta lápida... duele.
Jamás voy a olvidar el dolor que sentí aquella noche en que llamaron desde Oita para avisarme que alguien te había hecho daño.
Alguien fue lo suficientemente egoísta, cruel y perverso como para arrancarte la vida una noche. Estabas saliendo de tu turno en el trabajo, querían algo de ti, y al no estar dispuesto a callar y cooperar, te hicieron daño. Y todo por haber dicho: no.
Solo tenías diecinueve años.
Fue la peor noche de mi vida.
Han pasado seis años de eso. Nuestro tiempo fue corto, pero el amor y el dolor permanecerán toda la vida.
A veces ni siquiera estoy seguro de seguir vivo. Porque las cosas que hago a veces carecen de sentido. La comida ya no sabe igual. Los colores ya no son tan brillantes. Y el amor se fue corriendo tras de ti para quedarse contigo.
Te lo llevaste todo.
Pero no lo quiero de vuelta porque todo era tuyo.
Hasta la próxima, cariño.
Volveré a visitarte. Porque si de algo estoy seguro es de que no importa el tiempo que pase, voy a seguirte esperando, y el día que deba irme de aquí, voy a buscarte.
Y entonces volveré a amarte de nuevo. Igual que esa noche en que nos conocimos.
Chapter 5: Estudiando
Chapter Text
Día 5: Estudiando.
AU sin quirks. Universitario.
La alarma de su celular sonó e Izuku despertó de un salto y salió de la cama para poder arreglarse rápida y adecuadamente.
Saludó la fotografía de su difunta madre y le dio un beso sobre el cristal. Sabía que ella estaba apoyándolo desde alguna parte. Al igual que su padre al que nunca veía por trabajar en el extranjero y siempre estar tan ocupado, pero que sabía seguía vivo por los ocasionales mensajes de texto, y que alguien debía pagar su colegiatura.
Miró el reloj un momento. Eran apenas las siete.
Las clases comenzaban temprano, y si no fuera un entusiasta de los estudios quizá le costaría más trabajo el levantarse a esas horas de la mañana. Siendo honesto le gustaba la escuela en sí, tenía algunos amigos muy buenos y que lograban hacer su día más ameno —el único detalle era que no iban en el mismo salón— y aprender en verdad le motivaba.
Su profesor favorito era el de la materia de análisis de contenidos: Toshinori Yagi. El hombre era alto, rubio y de edad avanzada, además de muy torpe en ocasiones y con problemas para manejar la tecnología, pero Izuku siempre le ayudaba con todo el gusto del mundo. Detestaba a todos esos estudiantes indiferentes que no le tendían la mano a sus profesores, sobre todo si estos eran mayores.
Regularmente él no destacaba de entre los demás alumnos, al menos no en apariencia, porque era uno de los mejores en la carrera de ciencias de la comunicación.
Izuku Midoriya siempre estaba investigando, escribiendo, analizando. Le encantaba hacer las cosas de forma correcta y adoraba todos los ámbitos de su carrera. Sin embargo, había una materia también que le llamaba mucho la atención: la de fotografía.
Como todo buen periodista, Midoriya necesitaba poder manejar de la forma más correcta la cámara, y este semestre les había sucedido algo muy interesante: su curso fue mezclado con algunos estudiantes de artes para el taller de fotografía de la profesora Nemuri.
Muchos habían estado en desacuerdo con esa decisión, alegando que era incómodo compartir espacio con esa parte del alumnado que para ellos era desconocida y que preferían quedarse como estaban. Para Izuku eso significaba tener la oportunidad de relacionarse mejor y quizá hacer amigos. Sin embargo, no esperaba hallar algo más dentro de esa materia: un flechazo.
Se llamaba Shouto Todoroki. Tenía los ojos más bonitos y extraños que Izuku alguna vez hubiera visto, y un cabello muy peculiar. Además de una misteriosa cicatriz sobre su lado izquierdo del rostro. Era un estudiante de artes. Y había descubierto que el chico adoraba leer y dibujar. A pesar de estar en la misma clase juntos y viendo prácticamente las mismas técnicas, sus proyectos siempre eran diferentes, puesto que debían estar enfocadas a su carrera.
Todoroki era un chico callado, serio y poco sociable. Izuku era amable, pero torpe socialmente, y eso le dificultaba encontrar una manera de acercarse a Todoroki y hallar un método simple de entablar una conversación con él.
Su mejor amiga Ochako —una chica bajita que estudiaba la misma carrera en unos semestres superiores—, le había dicho que no debía ser cobarde y animarse a hablarle ahora que tenía una excusa. Los jóvenes de la carrera de artes no veían fotografía todo el tiempo, así que era este semestre o quizá nunca.
Ella definitivamente era mucho más valerosa y salvaje que Izuku, porque debido a ello es que ahora se encontraba saliendo con Iida Tenya, un prometedor estudiante de derecho. Fue la misma Ochako quien estuvo interesada primero y ahora eran novios.
¡Ojalá todo fuera tan fácil como ser justo como Ochako!
Pero él no podía. Simplemente no se atrevía a ser tan osado, mucho menos ante un joven como el impecable Todoroki.
Midoriya salió entonces de su pequeño departamento dentro de los complejos estudiantiles y corrió hacia la universidad. Toda su ensoñación le había costado el retrasarse, y el campus no era precisamente pequeño, además, si no se apresuraba se iba a perder...
El pecoso se agazapó detrás de un árbol, buscando obtener unos segundos de deleite. Quizá no lo conseguiría. O tal vez sí, y es que había estado pensando en observar a Todoroki mientras el joven desayunaba en una mesa en particular del campus.
Siempre le encontraba allí; con su gesto en calma y en compañía de algún libro o de su libreta de bosquejos mientras desayunaba. Sus gestos moviendo los anteojos para acomodarlos de vez en vez también eran adorables. Era hermoso, y Midoriya no dejaba de suspirar por él. Regularmente se escondía para observarlo. Difícilmente hallaría el valor de hablarle, pero con mirarlo bastaba. Izuku no pedía nada más.
Un trueno se escuchó de forma ruidosa en el cielo e Izuku se maldijo de inmediato por no haber revisado el pronóstico del tiempo. No habría olvidado su sombrilla de haber sido así. De acuerdo, sí, la habría olvidado por lo desdichado que era y por estar tan ocupado pensando en mirar al joven Todoroki.
Miró como Shouto se sacudía el suéter negro de cuello de tortuga al sentir algunas gotas de lluvia, e inmediatamente se quitó de allí para avanzar más en el campus y dirigirse a su clase.
Izuku debía hacer lo propio por supuesto, y ya que la lluvia había comenzado tan deprisa, no le quedó más opción que correr e intentar no derretirse en la lluvia, su ropa comenzaba a empaparse, cuando una sombrilla grande y rosa le ayudó a resguardarse.
—¿Cuántas veces debo decirte que debes prestar atención al pronóstico? —su amiga Ochako tenía las mejillas infladas, mueca que indicaba que le estaba regañando. Y aunque ella no lucía como alguien intimidante, podía llegar a serlo si eso era lo que se proponía.
Izuku se llevó las manos al cabello y se sacudió un poco. Al menos traía una toalla pequeña dentro de su mochila y podría secarse un poco.
—Lo lamento... yo solo...
—Estabas muy ocupado mirando a Todoroki. Lo sé. Izu, estás completamente hechizado por él. Deberías hablarle —ella comentó en un tono que pretendía animarle.
—No puedo hacerlo... no tengo excusas y sería raro, él no debe saber que existo. Tú bien estás al tanto de que soy invisible.
—Oh, Izu, no lo eres. Tu curso no cuenta, sabes que nuestros amigos te aprecian mucho.
—Lo soy. Está bien, esa es mi naturaleza, solo me gusta destacar con los profesores en cuanto a mis notas.... aunque tus amigos son muy amables conmigo. Todoroki es un estudiante de artes, yo soy un comunicólogo.
—Y eres una deshonra para todos nosotros. Se supone que deberías poder comunicarte.
—No creo poder. Es decir, si fuera para algún trabajo estaría bien, pero me apanico mucho con Todoroki-kun cerca. Seguro él está versado en temas que no comprendo.
—Izu, lo divertido de salir con alguien que es opuesto a ti, es que habrá muchos temas que puedan regalarle al otro y otros más que puedan compartir. Pero para eso primero debes hablarle.
Izuku hizo un puchero, quería negarse y volver a dar una excusa, la que fuera que pudiera compensar su falta de valentía. Pero no podía.
—Anda —ella le palmeó la mejilla.— Ve a clase, y cuando tomes el taller, buscas una oportunidad y la tomas, ¿de acuerdo?
Midoriya suspiró. No había razón para volver a decir no y menos a Ochako Uraraka.
—Bien...
—¡Ese es mi Izu! Te quiero. Nos vemos luego. ¡Recuerda, hay que atreverse!
Ella dijo eso último una vez que lo había dejado frente a su edificio y salió corriendo en brinquitos para dirigirse a su clase.
El día tenía pinta de convertirse aún más gris. Y la lluvia le estaba sacando todo el ánimo a Izuku, solo deseaba acabar por ese día, porque no se sentía remotamente listo para enfrentar lo que seguía.
Midoriya se lavó la cara en el lavamanos del baño de la escuela y se quedó mirando al espejo frente a él. Se miraba devastado.
Al menos estaba seco ahora y el sol había salido un poco. Sin embargo había tenido algunos exámenes sorpresa y su mente había estado agobiada ante tantos pensamientos negativos como para poder concentrarse en las respuestas que estaba dando.
Incluso con todas la horas que se pasaba estudiando y lo dedicado que siempre era con respecto a ello, había grandes posibilidades de que no le fuera nada bien en esos exámenes. Y los exámenes sorpresa del profesor Aizawa siempre tenían mucha validez. Una mala nota podría arruinar todo su trabajo arduo del semestre.
Pero no podían culparlo. ¡Tenía solo veinte años! Era joven y torpe y estaba experimentando su primer amor platónico. Aún había partes de su cuerpo que se estaban desarrollando. O al menos esperaba que así fuera porque quería añadir algunos centímetros más a su estatura actual.
Ahora debía entrar al taller de fotografía y estaba aterrado. Sentía ganas de devolver su almuerzo con solo pensar en que debía obligarse a hablarle. No era sano. Así que decidió que lo mejor era no hablarle hoy. Hoy no era el día. No señor.
Izuku no era alguien que se saltara la materias para andar de irresponsable por allí, pero sentía que si veía a Todoroki iba a terminar por soltar todo su vómito verbal acumulado. Y quizá también su desayuno.
Decidió que iría a la enfermería. Ya habría ocasión de que se pusiera al corriente en la siguiente clase.
La siguiente semana Izuku siguió ignorando la vocecita de Uraraka en su cabeza cada vez que le decía que debía hablarle a Todoroki. No había manera. Ellos no tenían tales posibilidades. Aunque claro, eso no le impedía a Izuku de seguir observándole mientras desayunaba. Sus pestañas eras espesas y lindas. Le gustaba mucho mirarle.
Midoriya suspiró como bobo al notar a Shouto caminar por el campus, estaba por seguir en esa tarea cuando una voz muy conocida le llamó desde el final del pasillo.
—Midoriya.
La profesora Nemuri estaba allí, y estaba demasiado seria.
—Acompáñeme a mi oficina, por favor.
—Claro...
Él echó un último vistazo hacia donde Shouto había estado caminando y se sorprendió de que el muchacho había mirado en su dirección, lo que le causó un gran rubor en sus mejillas, e inmediatamente desvió su mirada hacia donde se había marchado la profesora, para luego salir corriendo en esa dirección. Probablemente Shouto no fue el único en mirarle, Nemuri Kayama era casi tan escandalosa como el profesor Yamada.
El pecoso tocó la puerta de la oficina con suavidad.
—Adelante.
—Uh... ¿profesora? Usted me llamó...
—Oh, Midoriya, toma asiento, pasa.
Izuku obedeció, cerró la puerta detrás de él y se quedó sentado de forma incómoda frente a la profesora.
—Escucha... el profesor Aizawa me dijo que te fue mal en el examen de guionismo ayer. Eres un buen estudiante, lo sabemos, así que él habló conmigo para darte un proyecto de recuperación.
—¿Tan mal fue? —Izuku se masticó el labio.
—Creo que deberías hacerte una idea. Mañana daremos temas para el proyecto de fotografía por lo que Aizawa y yo decidimos que debes hacer un proyecto transversal con mi materia y la suya para poder mejorar tu calificación. Y ya que ambas materias son periodísticas pero también tienen algo de artístico, deberás crear un guion que pueda ser explicado también con imágenes. ¿Entiendes?
—¿Imágenes de... humanos?
Nemuri se rió de manera ruidosa.
—Por supuesto, Midoriya. Necesitas un modelo de nuestra misma clase.
—¿Un modelo?
—Sí.
—¿Y quién?
—Midoriya, eres universitario, tú debes preguntar a quien deseas que te ayude. Yo diría que esperaras a tener el tema y luego decidir.
—¿No hay otra manera de...?
—Es un milagro que Aizawa te dé esta oportunidad. Aprovéchala.
—De acuerdo. Gracias señorita, Kayama.
Izuku se retiró de allí pensando en lo difícil que sería para una persona tan tímida el hablar con gente que no conocía. Seguramente el hecho de tener que trabajar con otros seres humanos de su clase era idea de los mismos profesores. Midoriya no tenía problemas en hablar con ellos, pero con respecto a sus compañeros...
La mayoría eran raros, indiferentes o groseros. Ni siquiera tenía idea de porqué estaban estudiando periodismo si parecía que te podían dar un puñetazo en lugar de resolver las cosas como se debían. Algunos de verdad le daban temor. Y no podía hacer el trabajo con Uraraka porque ella era mayor y no estaba tomando ninguna de esas materias que tenía Izuku ahora.
Bueno, estaba esa compañera rubia que era de su mismo grado y parecía bastante social... pero la verdad era que a Izuku le daba un poco de miedo porque parecía demasiado social al punto de ser obsesiva.
Izuku suspiró pesadamente. Esperaba que esa no fuese su única opción.
Esperaba también que el tema fuera lo suficientemente sencillo para poder desenvolverse.
¿Por qué tenía que abrir la boca antes de tiempo?
No. No es que debiera hacer su trabajo de reposición con Himiko Toga. Pero ahora ya tenía el dato sobre el tema y no había cosa peor que esa porque en serio no había nada que él pudiera hacer funcionar con ello.
Debía compaginar su escritura y las fotografías. Hacer que tuvieran concordancia y que tanto funcionaran juntas como que lo hicieran por separado.
No es que pudiera fotografiar un tazón de cerdo —que para ser justos era su favorito y le encantaba—, o a su héroe favorito de la televisión. Después de todo era ficticio, no alguien con quien trabajar en su proyecto.
Y es que no podía creer su suerte cuando leyó el tema que le había tocado: Musa.
Había muchas formas de explicar eso, pero... ¿cómo diablos se suponía que lo hiciera con alguno de sus compañeros de clase?
Midoriya se pasó las manos sobre su cara lentamente. Cayendo en su propia miseria y agonía.
—¿Izuku?
Un grito ahogado y agudo salió de la garganta de Midoriya cuando la voz de Ochako simplemente irrumpió en sus oídos. Ella se sentó a su lado en la banquita bajo el árbol en el que Izuku había estado derramando sus lamentos.
—¿Todo está bien? Tu mensaje parecía triste. O caótico en todo caso.
—¿Cómo puede parecer triste?
—Bueno... pusiste muchos emojis llorando y enviaste stickers de gatitos tristes.
Cierto. A Izuku le gustaba el drama con gatitos tristes en sus stickers de WhatsApp.
—Si te sirve de consuelo los guardé todos. No los tenía —ella frotó su espalda con su mano.— ¿Quieres contarme qué pasa?
—¿Recuerdas el trabajo que Aizawa y Kayama me asignaron? —Ochako asintió— ¡el tema es "Musa", y debo interactuar con gente real para hacerlo y yo no puedo! —Izuku lloriqueó.
—¿Cómo que no? Si es perfecto, ¡Todoroki puede ser tu musa! Ya lo es... si no lo fuera no te la pasarías haciendo poemas sobre él en tus cuadernos.
—¡Ochako! No lo digas tan fuerte —masculló Izuku— Alguien puede oírte y ese alguien podría decirle y luego pensaría que soy un terrible acosador.
—Bueno... —ella rodó los ojos— en realidad sí te quedas a verlo como acosador.
—Es que solo quiero verlo... verlo me basta. En serio.
—¡Piénsalo! Esta es una oportunidad de oro. He escuchado decir que es un chico inteligente pero poco suspicaz. Todoroki no tiene porqué sospechar que en realidad sí es una inspiración para ti. Podrían volverse amigos. Anda...
—No creo que pueda... me da mucho pánico siquiera pensar en hablarle.
—Izuku, olvida eso, vas a ser un periodista y sé que de los buenos. No debes dejar que un par de ojos bonitos te gane. Además, Aizawa no es de dar segundas oportunidades, y lo ha hecho contigo. Estoy segura que harías un trabajo estupendo trabajando con tu verdadera musa. ¡Iida lloró con tus poemas!
—Eso es porque creyó que tú lo habías escrito.
—Detalles —ella acarició su cabello corto y castaño, enredándolo un poco con sus dedos.— Eso no quita el hecho de que son buenos poemas. Y sé que los escribes por él. Y hablando del rey de Roma...
Los ojos de Ochako zumbaron hacia alguna dirección, misma en que Izuku después estaba mirando.
Allí estaba él.
Shouto Todoroki estaba caminando hacia su lugar favorito del campus, con el cuadernillo de dibujos a un costado de su cuerpo y las miradas puestas en él. Por supuesto que no podían dejar de mirarlo. El hombre era precioso y ni siquiera lo intentaba, pero vaya que su genética estaba bendita.
—Esa es tu señal.
—No. Estás chiflada.
—Un poquito, pero es eso o trabajar con la que sí está chiflada. Dicen que Himiko guarda los cabellos de todas sus citas. Ew.
Okay, Izuku no quería que le hicieran alguna clase de voodoo extraño con sus rizos. Ni siquiera quería estar cerca de la chica lunática de su clase, incluso si era la única que estaba dispuesta hablarle.
Ojalá sus amigos estudiaran con él o mínimo coincidieran en algunas materias.
—P-Pero...
Antes de pudiera decir más Ochako le entregó sus cosas en las manos y le dio un empujón en dirección al ingenuo Todoroki, lo cual los hizo tropezar a ambos y por poco caer. Las firmes piernas de Todoroki fueron lo que les impidió caer, y entonces él le estaba sosteniendo para no irse de cara.
Izuku no podía estar más avergonzado de que esta fuera su primera interacción real más allá de pasarse las hojas de la clase —sus dedos se habían tocado esa vez, ¿de acuerdo?—. Sentía el calor expandiéndose en su rostro.
—¿Estás bien? —la voz de Shouto eran tan... celestial.
—Y-Yo... ah... uh... ¿sí? Eso creo. Perdona, no me fijé por donde iba.
Izuku comenzó a limpiar su ropa y acto seguido a recoger las cosas de Todoroki y las suyas que ahora estaban en el suelo. Primero dio a Todoroki su cuadernillo y lápices y después comenzó a organizar sus pertenencias.
Para su sorpresa Shouto se arrodilló a su lado y comenzó a apilar las cosas ajenas.
Izuku tragó de forma pesada.
—Está... está bien, puedo hacerlo solo.
—No es molestia, en realidad. Nosotros... compartimos una clase, ¿cierto?
—Uh, sí, fotografía con la señorita Kayama.
—Claro. Tu cabello se me hacía familiar.
Todoroki sí tenía todo el permiso de hacerle voodoo con algún mechón de su cabello.
Las hojas comenzaban a terminarse del suelo, después de ese intercambio, Izuku probablemente nunca se atrevería a hablarle de nuevo a Todoroki. Tendría mucha vergüenza de hacerlo después de haberlo prácticamente arrollado.
—Yo... ¿puedo preguntarte algo?
Era ahora o nunca. Tenía que decirle. Tenía que atreverse a hablar.
—Adelante.
¡Atrévete!, le dijo Uraraka en su cabeza.
—Esto va a sonar extraño o intrusivo, pero... estoy haciendo un proyecto transversal con el profesor Aizawa y la profesora Kayama y yo... necesito un modelo para fotografiar.
—¿Un modelo?
—Uh... sí... necesito fotografiar y escribir sobre alguien y yo... no soy bueno socializando y debe ser alguien de nuestra clase, así que si no te molesta, yo...
—Quieres que modele para tu proyecto —no era una pregunta, Todoroki había entendido exactamente lo que él estaba tratando de pedirle.
Izuku asintió lleno de vergüenza al mismo tiempo que ambos se levantaron del suelo.
Los segundos fueron horas mientras miraba fijamente la expresión ilegible en el rostro de Todoroki. Izuku quería ocultarse bajo las hojas que había estado sosteniendo.
—Claro, ¿por qué no? Después de todo, es una parte del arte que nunca he explorado.
¿Cómo es que había accedido tan fácilmente? Muchos ni siquiera se le acercaban porque decían que su vibra te decía: no te acerques. Pero este muchacho estaba aceptando de forma calmada y casual.
—D-De acuerdo... yo... ¿quieres que nos veamos después de clases en el parque que está enfrente?
—Seguro. ¿Necesitas que lleve alguna ropa en específico?
—Oh, no, lo que llevas está perfecto, mientras más natural sea todo, será mejor para mí. D-Digo, para el proyecto, ¿me entiendes?
—De acuerdo. Te veo después de las tres.
—S-Sí... nos vemos.
Cuando Shouto se alejó de allí, con su andar tan elegante, Izuku sintió que iba a desmayarse. ¡Había dicho que sí!
Es más olviden eso, ¡Izuku se había atrevido a preguntarle en primer lugar!
¡Y había dicho que sí!
Demonios. Quizá no estaba tan salado como pensaba.
Midoriya giró la cabeza y Ochako estaba dando brinquitos en el lugar en el que habían estado minutos atrás mientras levantaba sus pulgares con una enorme sonrisa. Ella había visto el éxito de su cosecha —o de su empujón—.
De acuerdo. Ahora estaba por fotografiar al chico con el que tenía un flechazo.
Secretamente convertiría a su musa en una especie de realidad a través de la cámara.
Incluso si después de eso él jamás volvía a entablar una conversación con Shouto, eso era más de lo que alguna vez habría pedido a la vida.
Para Izuku eso sería suficiente.
Izuku frotó sus manos con nerviosismo cuando pasaron veinte minutos y Shouto aún no llegaba al parque. No quería pensar de forma negativa, pero le daba algo de temor que él no se presentara. Después de todo, ellos jamás habían intercambiado palabras hasta ese día, y le había pedido que fuera su modelo de forma repentina.
No sería raro que no llegara.
Supuso que no debía dar más referencias porque de todas maneras... ¡él estaba justo en la entrada de dicho parque! Por lo que solo podía morder su labio inferior con impaciencia ante la incertidumbre de su espera.
Tenía su cámara, lentes de la misma y demás en un bolso que traía colgando del hombro. Y estaba tan nervioso e impaciente que sentía que se iba a desmayar. Sí, la misma sensación que cuando Shouto había dicho sí tan solo unas horas atrás.
Izuku no tenía completamente definido lo que diría su proyecto, pero sabía que con Shouto del otro lado de la cámara, la historia surgiría tan fácil como los poemas en sus cuadernos cada vez que tomaba los lápices con Todoroki en mente.
Algunos minutos más pasaron hasta que finalmente pudo ver la figura de Todoroki dirigirse a él, portaba uno de sus famosos suéteres negros, pero también estaba resguardado por una gabardina color arena debido a la época del año. Eso sin mencionar la mirada serena que se reflejaba bajo sus gafas.
Izuku no pudo evitar la sonrisa nerviosa y bobalicona que se deslizó en sus labios.
—Oh, ¡hola! Me alegra que hayas venido, Todoroki-kun. G-Gracias.
—Lamento la demora, Midoriya. Mi padre quería que fuera a cenar a casa, y estuvimos en un desacuerdo cuando le dije que tenía algunos compromisos. No es que no fuera verdad, pero fue algo complicado zafarme de ello. Él nunca se ha tomado bien que esté estudiando artes.
—Oh... eso es... lo lamento, mamá decía: Siempre debes inclinarte por lo que te apasiona. Estoy de acuerdo, de lo contrario no estaría estudiando periodismo. Así que creo que es positivo que tú te enfoques en lo que te gusta. Después de todo, está es tu vida y tú debes decidir cómo vivirla.... —Izuku se cubrió la boca—, ¡lo siento! Hablo demasiado. Hablo todo el tiempo, lamento si dije algo que te incomodó. Y debes querer terminar pronto. Vamos... a-
Para su completa sorpresa, Shouto dejó escapar una carcajada baja y breve. Durante el tiempo que lo había observado, jamás le había visto reír. Ni siquiera sonreír. Si era con él o de él, a Izuku no le importaba, pero el gesto en su rostro se había relajado tanto que por un momento su aire de madurez se había escapado para dejarlo ser un muchacho de su misma edad.
—Está bien, Midoriya. No tengo problemas con que hables. Y gracias, es agradable que alguien piense algo así sobre el arte. Regularmente se le desprecia mucho.
Izuku estaba seguro que estaba a nada de soltar alguna estupidez como: Tú eres arte.
Pero no, esa era una horrenda forma de ligar, y Midoriya no quería estropear ese momento con un comentario todo guarro.
—Bien, uh... ¿por qué no vamos hacia la fuente?
Todoroki asintió y le siguió todo el camino hasta la bonita y bien conservada fuente que estaba al centro del parque. A esta hora mucha gente salía directo a comer, por lo que había pocas personas alrededor.
Izuku puso sus cosas en una banca que estaba al lado y preparó la cámara.
—¿Debo hacer alguna pose o algo así?
—Lo ideal sería que no. Me gustaría que actuaras lo más natural de ser posible. Como que solo te sientes allí como lo harías normalmente y uh... quizá... ¿leer algo?
—¿Leer algo? ¿Tan evidente es mi pinta de asocial?
A Izuku se le subieron los colores al rostro al darse cuenta de lo descuidado que había sido con sus palabras. Dejando ver su faceta acosadora que sabía sobre la afición de Todoroki hacia la lectura.
—¡N-No! Yo... solo, quiero decir-
—Midoriya, calma. Solo intentaba seguir la conversación. Mis hermanos siempre me lo recomiendan. Voy a hacer lo que me pides, ¿sí?
Cuando Izuku asintió, Shouto fue a sentarse sobre la fuente, sacó un libro de su bolso y entonces lo abrió en alguna página aleatoria, mientras fingía que leía. O tal vez sí lo estaba leyendo porque el gesto de Shouto parecía por completo auténtico.
Izuku ajustó la lente, se percató de la luz del ambiente, del ligero viento que mecía los cabellos lacios de Shouto, de lo jugosos que se notaban sus labios mientras estos leían las palabras sin soltar sonido alguno. De su simple belleza peculiar.
El pecoso no tardó en comprender de lo que quería hablar: el amor como fuente de inspiración.
Shouto era su objeto para este proyecto, y sin duda, su persona le inspiraba, le aceleraba el corazón y le producía cosquillas. Quería escribir algo sobre eso. Sobre estar enamorado.
Afortunadamente solo Aizawa y Kayama verían eso. Porque de lo contrario estaría frito.
Izuku siguió tomando fotos de distintos ángulos, y con otros objetos con el cuadernillo de Shouto, o su bolso. Lo hizo ponerse de pie en la fuente o junto a los árboles y le tomó montones de fotos que bien podrían representar una gélida tarde llena de tranquilidad e inspiración. Todoroki había nacido para estar tras la lente, realmente se le daba muy natural.
Al menos una hora después, Izuku tenía un arsenal de fotos completamente útiles para su proyecto. Se dio cuenta de que los nervios iniciales ya no estaban allí, y que el aire de incomodidad de un principio se había disipado por completo. Por ello había sido más sencillo intercambiar alguno que otro comentario con Todoroki durante la sesión —además de sus indicaciones para que hiciera alguna cosa—.
Una vez que terminaron, Izuku le ofreció una soda a Todoroki que llevaba consigo en la mochila. Y se sentaron a revisar algunas de las fotos para asegurar que Shouto estuviera de acuerdo con ellas.
Izuku estaba más que contento. Jamás imaginó que lograría tal nivel de cercanía alguna vez con su crush.
—Oh, estas quedaron muy bien. Creo que mi proyecto será un éxito. Muchas gracias, Todoroki-kun, ¿cómo podré pagarte?
—Hmmm...
Él se tocó el mentón, parecía que se lo estaba pensando seriamente, Izuku esperaba que fuera algo que su pobre trasero de estudiante universitario pudiera pagar.
Y una vez que le dijera sobre su pago, esto sería todo. Su camino y el de Todoroki volverían a dividirse después de esto para no juntarse jamás. Debía aceptarlo por mucho que doliera. No era tan valiente como para insinuar el seguir en contacto.
Todoroki había puesto sus ojos hacia alguna otra dirección mientras estaba pensando, y cuando parecía tener sus resolución lista, sus ojos bicolores volvieron a plantarse sobre él.
—Quizá deberías ser mi modelo para el proyecto de dibujo, me ayudaría mucho.
Los ojos de Midoriya estuvieron a nada de salirse de sus órbitas cuando escuchó aquello.
¿Él? ¿El nerd pecoso e invisible siendo el modelo de Todoroki Shouto? Bueno, solo era una tarea, ¿cierto? No tenía que significar nada. Y aún así, Izuku no podía sentirse más abochornado que ahora, había tanto calor en su rostro que seguramente el resto de su cuerpo se había quedado sin color.
—¿Y-Yo? Oh... bueno... ¡claro, con gusto! Tú fuiste mi modelo, ¿no? Entonces yo también puedo ayudarte con eso. O con alguna otra cosa que necesites, porque en verdad estoy agradecido por estas fotos. No habría encontrado la forma de conseguir mejores tomas si no fuera porque eres tan natural. Y-...
La ronca voz de Shouto volvió a sonar, callando a Izuku de inmediato al hacerle saber que aún no había terminado de hablar con respecto al favor que le debía para pagarle.
—O quizá simplemente deberías ir conmigo a una cita —le dijo muy cerca del rostro e Izuku por poco suelta la cámara fotográfica de entre sus manos.
¿Cómo había dicho ese hombre?
Izuku solo le miró con los ojos abiertos de par en par. Todavía bastante sonrojado. Esto... ¿qué rayos pasaba?
¿Debería buscar alrededor del parque para hallar las cámaras ocultas? ¿Qué clase de broma pesada era esta? Al menos esperaba ser famoso después de esto. Tener su propio sticker o algo así.
—¿Una cita? —preguntó Izuku que se encontraba en shock.
—Sí. Quiero conocerte mejor —declaró Shouto con simpleza.
—¿Por qué?
Quizá no debería haber hecho una pregunta tan estúpida, pero era lo único que podía cuestionarse. Una cosa era ayudarlo con un proyecto escolar, pero, ¿conocerse? ¿Estaba él seguro de eso?
—¿Por qué no? Te prometo que si te sientes incómodo no volveré a pedir algo como eso.
—Y-Yo... de acuerdo, Todoroki-kun.
Si escucharlo reír no había sido suficiente hace un rato, Shouto esta vez sí iba a matarlo cuando le regaló una sonrisa pequeña, muy tenue, pero que parecía de verdad honesta.
Midoriya estaba seguro de que le daría un paro cardíaco en cualquier momento debido a toda la adrenalina que sentía en ese momento.
Izuku nunca tenía citas, y ahora estaba siendo invitado por su amor platónico a una.
Pero si Izuku seguía teniendo dudas sobre si eso era falso o una broma, las siguientes palabras de Shouto le hicieron saber que no.
—Paso por ti a las siete treinta. Claro, si me envías tu dirección —le dijo Shouto mientras deslizaba sus dedos y dejaba un pequeño papel doblado en el bolsillo de su chaqueta. Muy probablemente con su número.— Tal vez entonces pueda mostrarte los dibujos que he hecho del tímido y lindo muchacho que me mira todas las mañanas.
¡Oh por dios!
¿No estaba soñando verdad? No. No lo estaba.
Él sabía que lo observaba —aunque no demasiado, incluso él tenía sus límites—. Quién sabe por cuánto tiempo lo había sabido, y eso le generó una vergüenza mayor.
Izuku rió como tonto y también asintió como tonto antes de que Todoroki se inclinara para tomarle el mentón, le acariciara una mejilla pecosa y le plantara un breve beso en la misma.
—Nos vemos, Midoriya.
Todoroki dijo eso último antes de alejarse calmadamente de allí. Aunque quizá no estaría tan calmado, porque Izuku notó el sonrojo en sus pómulos justo antes de que se diera media vuelta.
Nunca pensó que viviría para ver esas cosas en Todoroki: sonrisas, sonrojos y risas.
Izuku sonrió ampliamente y se tocó la mejilla que aún tenía una sensación de humedad y suavidad en ella luego de que Shouto le hubiese dejado un beso allí.
Atreverse sí servía, y ahora debía ir a gritar con Uraraka sobre eso y a tener una pequeña crisis de moda y nervios antes de acudir a su cita en menos de dos horas.
Chapter 6: Música
Chapter Text
Día 6: Música.
AU de teatro / musical de Anastasia
*Aclaro que todos los lugares mencionados aquí son reales, y que las canciones mencionadas pertenecen al musical de Anastasia en Broadway, yo solo las uso para el propósito del fic, pero para nada son de mi propiedad. Si alguien quiere darse una idea busque el soundtrack, está precioso uwu
Izuku no podía creer que se había quedado con el papel protagónico.
Era una oportunidad única de una en un millón y él era privilegiado de poder estar en esa posición. El teatro musical le había apasionado desde que era más pequeño; cantar y actuar simplemente le parecía poderoso y hermoso, una forma de poderse expresar y comunicar cuando no podía hacerlo con sus propias palabras. Y poder ser capaz de hacerlo le llenaba el corazón por completo.
No había sido nada fácil, abandonar a su madre y a su padre Toshinori le puso bastante triste al principio, pero sabía que para sueños debía hacer algunos sacrificios bastante importantes. Y dejar de ver a su familia que tanto adoraba en Los Ángeles para él poder mudarse a Nueva York, era solo uno de ellos.
Al menos ellos vendrían a verlo una vez que la temporada diera inicio. Les había sido complicado tener un vuelo justo para el día del estreno, pero vendrían al menos unas semanas después de ello.
Izuku ahora estaba cumpliendo su sueño; vivía en un pequeño departamento de la zona de Soho ubicada en el bajo Manhattan y le encantaba. Era un lugar muy bohemio y perfecto para salir por allí a caminar, beber un buen café, comer una rebanada de pizza en un precio accesible y admirar el atardecer a través de los edificios. Durante el día había vendedores callejeros que plasmaban arte en sus diferentes formas o que se encargaban de la deliciosa comida que podía comprar por un dólar. Las calles adoquinadas se le hacían preciosas, y siempre había gente qué ver o conocer. Era realmente interesante. Soho también era una excelente opción para visitar lugares de moda o sitios nocturnos populares. Tenía de todo. Izuku lo adoraba.
Incluso si tenía que levantarse mucho más temprano para poder llegar a cualquier destino y sobre todo a sus ensayos, él no cambiaría su actual ubicación por nada. Le gustaba todo lo que podía encontrar allí.
Su vecina de departamento, una chica verdaderamente extravagante con cabello rosa y de alma libre, llamada Mina Ashido, se había encargado de ponerlo al día sobre los sitios a los que debía visitar y a los que no.
Le había dado un pequeño tour cuando recién había llegado y se ayudaban o prestaban cosas cuando las necesitaban. Era un alivio que ella se hubiese acercado primero, porque para ser honesto, había asustado un poco a Izuku con su manera tan extrovertida de ser.
Coincidentemente, ella era mejor amiga de una chica que se había vuelto cercana a Izuku en el teatro: Ochako Uraraka —al fin y al cabo Mina también era del medio—. La chica se había vuelto en una muy buena confidente para él, era dos años mayor que Izuku —ella contaba con veintitrés—. Eso sin mencionar que ella compartía el crédito con él de ser Anastasia. La razón: sus facciones eran tan parecidas que con el maquillaje y vestuario nadie notaba la diferencia. Ni siquiera con su voz, porque Izuku poseía una voz algo más suave que muchos chicos, algo andrógina en realidad. Era muy meliflua y eso le había ayudado a conseguir el protagónico. No es que se quejara de ello, claro.
Bueno, compartir el protagónico era un decir, ya que la principal allí era Ochako. Izuku era su suplente y quien daría funciones cada que Ochako estuviera indispuesta o en sus días libres —lo probablemente no sucedería demasiado—, ella sería quien diera las funciones regularmente, pero él de igual manera debía practicar canciones, actuación y estar allí por si acaso. Sin embargo, Izuku no se quejaba, se sentía muy feliz de poder ser parte de una obra musical tan maravillosa como aquella en Broadway. Y ya que era su primer empleo, tenía suerte de estar en la posición del protagónico, incluso solo siendo suplente.
Era la primera vez que Anastasia iba a ser puesta en escena de esa forma, las canciones eran hermosas y la historia era muy fiel a la que se conoció en la película animada. Pronto tendrían la noche de estreno, e Izuku estaba mucho más que emocionado.
Izuku bajó del metro y salió corriendo en dirección al teatro, debía atravesar la estación y dos calles más, ya que el pequeño teatro estaba ubicado sobre la calle cuarenta y cuatro —y el metro lo dejaba en la cuarenta y dos—. Incluso se atrevió a pasar por una rosquilla de la famosa tienda de cierto señor italoamericano, y se la devoró antes de terminar de correr hasta la puerta del staff de la obra.
Habiendo entrado al fin, el pecoso se dirigió a su casillero, terminó de ponerse el vestuario sencillo de ensayo, y se apresuró a llegar con los demás sobre el escenario en el que ya estaban tomando lugar los ensayos generales para al fin estrenar.
Caminó sigilosamente hasta donde estaban sus demás compañeros y se quedó sentado junto a Ochako en silencio. Ya habían comenzado con algunas canciones. Estaban todos atentos escuchando "My Petersburg". Lo cual significaba solo una cosa: todo el casting estaba admirando al talentoso Shouto Todoroki. Quien era el encargado de interpretar a Dmitry.
El muchacho tenía alrededor de veinticuatro años de edad, y era demasiado llamativo por varias razones; su cabello era de dos colores distintos la parte derecha albina y la parte izquierda pelirroja, sus ojos también tenían ese peculiaridad teniendo gris y azul, además de una cicatriz prominente en la parte izquierda de su rostro que seguramente cubrirían con maquillaje y la peluca para las funciones. El chico era también muy reservado y callado. Sin embargo, cuando cantaba, hacía que todos en su presencia vibraran. El color de su voz era precioso, e Izuku se hipnotizaba en cada ensayo.
Probablemente iban a compartir pocas veces el escenario —o en ninguna en su defecto porque había otro chico que era suplente de Todoroki también
—, pero en verdad era agradable el escucharle cantar cualquier melodía. Desbordaba de talento, su voz era una de las voces masculinas más hermosas que alguna vez hubiese escuchado dentro de la industria del teatro musical —y quizá también afectara el hecho de que él era el reciente pequeño amor platónico de Izuku—.
—Qué bueno que llegas —masculló Uraraka hacia él.— Aizawa y Hizashi no dejaban de preguntar por ti. Les tuve que decir que estabas en el baño.
—Gracias... solo se me hizo un poquitín tarde.
—Claro, pasando por una rosquilla de chocolate, ¿no? —reclamó ella mientras le limpiaba un poco de chocolate de la comisura de su labio, lo cual le hizo enrojecer.— Al menos me hubieras traído una por salvarte el trasero —ella hizo un puchero.
—¿Quién dice que no lo hice? La dejé en mi casillero, porque si Aizawa la ve te la quitará, no quiere que sus Anastasias estén ganando peso —rodó los ojos. Los vestuarios eran hechos a la medida, y el director y productor de la obra Shota Aizawa era muy estricto sobre no subir tallas para que el vestuario sirviera durante toda la temporada. Que en realidad tenía lógica, el vestuario era precioso y muy costoso. Lo más barato era de al menos unos diez mil dólares, así que estaban apostando por mucho en la obra.
Uraraka se tragó la carcajada que había querido salir de su garganta y entonces se le quedó mirando a Izuku.
—¿No se supone que deberías estar en escena ahora? Todoroki está haciendo todo solo y... se ve raro —él tenía sus verdosos ojos muy puestos sobre Shouto.
—Fue un cambio el día de hoy, al parecer querían cambiar un poco su coreografía, pero decidieron que dejarían la mía, por lo que él ahora solo está repasando. Si lo hace bien, la siguiente la haremos juntos.
—Entiendo. Es extraño... falta poco para el estreno, y podría ser arriesgado.
—Puede ser, pero no te olvides que mi coestrella es genial y con experiencia. Lo está haciendo bien.
—Lo sé —comentó Izuku suspirando—, sé que él es genial.
—Al menos parpadea, ¿quieres?
—No sé de qué hablas —negó Izuku, sin embargo, no volteó en dirección a la chica.
—Oh, claro. Supongo que nada tiene que ver con el muchacho que aún está cantando.
Midoriya se mordió el labio mostrándose avergonzado con un rubor rosa en sus mejillas. Probablemente debería negarlo, pero no serviría de nada. El pecoso de seguro no era la persona más sutil, y era obvio que él —como muchos otros de sus compañeros— se encontraba flechado por el joven Todoroki.
—Mejor hay que guardar silencio. Van a regañarnos.
Uraraka rodó los ojos, pero eligió no decir nada más.
La canción terminó entonces y todos los demás que habían estado sentados comenzaron a aplaudirle a Todoroki. Por supuesto que lo harían, él simplemente era maravilloso. Y el Dmitry perfecto, claro estaba.
—¡Quedó muy bien! —exclamó entre aplausos su siempre entusiasta coreógrafo y también coproductor de la obra, Hizashi Yamada.— Me gusta mucho más que la anterior. Bien, ahora desde arriba nuevamente. Esta vez con nuestra Annya.
Uraraka le guiñó un ojo a Izuku y salió corriendo para que hicieran la escena nuevamente, pero esta vez con ella, no debía cantar, pero su presencia era necesaria según la historia en el libreto.
—Y guarda silencio, Midoriya —advirtió Aizawa mirándolo con cierto recelo. Él seguramente sabía que no había estado en el baño, y la verdad es que estaba asombrado de lo muy benévolo y paciente que era ese hombre a pesar de su ruda apariencia.
Izuku asintió algo intimidado a la voz firme de Aizawa y se quedó observando con timidez hacia sus superiores. Luego el resto de ellos se quedó en silencio, y la canción se interpretó nuevamente de forma espectacular. El aplauso no faltó, por supuesto. Fue explosivo. Y eso que solamente estaban allí los participantes de la obra. El día en que al fin salieran frente al público neoyorkino y extranjero, seguramente habría ovaciones de pie en alguna que otra presentación. O en muchas. El pecoso se entusiasmó aún más y se puso contento por todos los que eran parte de la producción musical y actoral. Era maravilloso.
Izuku pensó en lo mucho que anhelaba que alguien le aplaudiera así. Quizás algún día. Un día en que pudiera mostrar por completo su talento a la audiencia. Por mientras, se sentía feliz de seguir adquiriendo experiencia. De ser tomado en cuenta y seguir trabajando en algo que le gustaba mucho. Algo de lo cual estaba más que enamorado. Y por supuesto de poder mirar a sus compañeros llenos de talento apoderarse del escenario.
—Bien, ahora tendremos un descanso de cincuenta minutos para comer y después haremos un ensayo completo con todo y vestuario, ¿entendieron?
Todos respondieron de forma positiva a lo que Hizashi Yamada dijo y entonces todos partieron para ir a comprar almuerzos o para simplemente sentarse a un lado del escenario y comer sus alimentos en la zona de descanso.
Izuku pudo notar desde su lugar como el calmado Shouto salía de allí con la joven directora de orquesta Momo Yaoyorozu. Ellos casi siempre pasaban los descansos juntos. Ellos junto con Kyoka Jirou, una de las violinistas de la hermosa orquesta. Ni Shouto ni Kyoka parecían ser del tipo parlanchín o muy animado, pero definitivamente era Momo quien les unía en esa extraña amistad. A veces también se juntaba con ellos Denki Kaminari, quien era uno de los bailarines para varias escenas.
Izuku desearía tener solo un poco de valor, y tratar de hablarle a Todoroki con quien hasta el momento no había tenido mucha interacción, pero deseaba conocerle. Lo mucho o lo poco que el muchacho le permitiera. Sin embargo, aún no se había dado el valor para hacerlo en ninguno de sus almuerzos.
Un día de estos lo haría, y tal vez podría invitarlo a salir y así comenzar a ser su amigo.
—¿Vas a darme mi rosquilla?
La vocecita entusiasmada de Ochako lo trajo de regreso a la realidad. Ella estaba con los ojos brillantes y bien abiertos, frotando sus manos en señal de impaciencia y con una sonrisa enorme.
—¡Oh! Claro, dame un segundo, iré por mi almuerzo al casillero, ahora vuelvo.
Midoriya terminó corriendo hacia sus cosas con cierta prisa, teniendo la esperanza de poder encontrarse con Shouto y compañía en el pasillo, pero al parecer ya era bastante tarde para eso, ya todos habrían salido a las calles de Times Square para poder ir por algún bocadillo que les llenase de energía. Ellos quienes ya llevaban tiempo en el medio siendo reconocidos y orginarios de la ciudad, tenían alternativas para gastar un poco más, mientras que Izuku debía cuidar un poco más su economía.
El pecoso volvió algo desanimado hasta donde se encontraba Uraraka, Nejire Hado —otra de las bailarinas con una personalidad extrovertida, enérgica y un talento innato para el maquillaje— y Tsuyu Asui —otra bailarina, de personalidad directa y bastante reservada en ocasiones—, las chicas ya estaban comiendo y parloteando miles de cosas juntas. Izuku adoraba pasar sus días al lado de esas alocadas chicas.
Midoriya finalmente tomó asiento al lado de ellas.
—Aquí tienes tu rosquilla —dijo tendiéndole la bolsita de papel a la chica—, pequeño monstruo del chocolate.
—Gracias, Izu, en verdad eres el mejor de todos —ella miró enamorada el contenido en el interior.
—También traje una para ustedes —comentó Izuku mientras le ofrecía la bolsita de papel a ellas también.— Cuídense de Aizawa porque si sabe que fui yo seguro nos mata.
Las chicas rieron ante lo que Midoriya dijo, pero en el fondo estaban completamente conscientes de que en realidad eso no era nada más que la verdad. Él estaba bastante más estricto que normalmente, pero seguro eran los nervios porque el estreno les estaba prácticamente respirando en el cuello.
—Solo unas semanas más, y al fin estaremos iniciando la temporada —exclamó Nejire con mucho entusiasmo, a lo que las otras dos chillaron de forma aguda debido a la emoción.
—Es la primera vez que se presenta algo así, ¿no te sientes nerviosa, Ochako? —inquirió Tsuyu con un gesto pensativo. Si no la conocieran, podrían haber dicho que el comentario iba malintencionado, pero ellos sabían que no había dobles intenciones en las —muy— mordaces palabras de la chica.
Ochako meneó su cabeza en hacia los lados como respuesta negativa a la pregunta que hizo Asui.
—Para nada. Digo, sé que probablemente sí me ponga muy nerviosa antes de salir y, ¿quién no lo hace? Pero confío en todos ustedes en que vamos a realizar un muy buen trabajo. Confío en mí misma que es lo más importante.
—¿Qué opina nuestra segunda Anastasia?
Izuku rió animado.
A pesar de que sabían que era un chico desempeñando el papel de una chica —lo cual seguramente iba a causar mucha controversia de parte de la prensa, pero Aizawa y Hizashi dijeron que él tendría todo el apoyo de parte de ellos—, ellas jamás le habían demostrado enojo o envidia. Izuku estaba allí por su talento y voz, y si eso encajaba perfectamente para el papel protagónico, era justo dejarlo ser libre en su actuación.
—Yo sí me pondré muy nervioso. Incluso si sé que no soy quien abrirá la noche, voy a estarlo. Para mí es inevitable sentir nervios, pero una vez allí, sé que voy a superarlo. También confío en mí.
—Así se habla, Midoriya —dijo Asui con una sonrisa y el pulgar arriba.
—¿Y qué hay de nuestro Dmitry? —inquirió Nejire.— ¿Creen que él también sienta alguna clase de nerviosismo?
—Oh, por favor —intervino Uraraka.— Estamos hablando de Shouto Todoroki. Ha estado en Broadway desde los seis años. Tiene toda una vida de carrera en esto.
—¿Tanto?
Ochako asintió y sacó su rosquilla para comenzar a comerla.
—Pero sigue siendo humano.
Las chicas se le quedaron mirando a Izuku en cuanto dijo aquello.
—¡Oh bueno! Quiero decir, sigue siendo un chico de más o menos nuestra edad. Ha tenido experiencia, pero los nervios son humanos. No deberíamos juzgar si los siente o no.
—Midoriya tiene razón —apoyó Tsuyu.— No deberíamos si lo conocemos tan poco.
—Aquí el que debería comenzar a conocerlo es Izuku —Ochako le lanzó una mirada que pretendía ser coqueta.
—¡Coman sus rosquillas, por favor!
Izuku se cubrió el rostro de vergüenza después de exclamar aquello, a lo que las chicas rieron para después proceder a seguir comiendo.
Continuaron hablando sobre otras cosas más triviales que nada tenían que ver con la obra, de que deberían juntarse para ir a ver otras puestas en escena, salir a comer más veces juntos o a simplemente seguir explorando la enorme ciudad de Nueva York.
De repente Uraraka comenzó a toser frenéticamente, a lo cual los demás se asustaron e intentaron ayudar a hacerla establecerse. No funcionaba.
—Uh, lo siento... Nejire... ¿podrías acompañarme al sanitario? —dijo Ochako mientras seguía tosiendo, su cara comenzaba a estar roja debido al esfuerzo de toser.
—¡Por supuesto!
Ambas chicas se levantaron y desaparecieron para ir en dirección al baño mientras Uraraka medio trastabillaba en el proceso.
Izuku se mordió el labio preocupado. Esto no había pasado antes. Ochako era su amiga, y un ataque de esos era importante. Además de que toser hacía esforzar mucho la garganta y eso no pintaba bien para alguien que debía cantar en el ensayo en menos de veinte minutos. Sin embargo no podía hacer nada. Si las cosas se ponían mal y ella debía ser llevada a una revisión médica, era el deber de Izuku quesarse allí a pesar de sus sentimientos y reemplazar a su amiga porque según el teatro "el show debe continuar".
Algunos minutos después, cuando el descanso terminó y todo el cast estaba reunido, solo hacía falta Uraraka, quien al final había sido llevada de emergencia a un hospital por Aizawa. Dijeron que algo que comió probablemente la había intoxicado, tenía la garganta cerrada y el rostro hinchado y obviamente no estaba en condiciones de proseguir con el ensayo. Izuku estaba seguro que probablemente había confundido su rosquilla con la de Nejire o Tsuyu porque tenían nueces, y su amiga era terriblemente alérgica a las nueces. Una parte ee él se sentía culpable. Además de muy mortificado.
—¡Midoriya! —gritó Hizashi.— Shota me dijo que Uraraka estará bien, que solo necesita medicamentos y algo de descanso, pero que continuemos con el ensayo. Y sabes lo que eso significa.
Oh no.
—Ve a ponerte el vestuario, anda.
Al parecer sí. Sería Anastasia en un ensayo general, con todo y el vestuario.
Y tendría que actuar con...
—¡Todoroki! ¡No estás vestido! ¡Anda tú también! Rápido, ya nos atrasamos lo suficiente con este incidente.
Izuku salió corriendo hacia los camerinos con Tsuyu, esperando pronto tener noticias de su amiga, e implorando no ponerse demasiado nervioso por el repentino ensayo junto a Shouto y así arruinar el trabajo.
Debía hacerlo bien. Estaba listo.
Todos habían estado asombrados de lo muy similar que Izuku lucía como Ochako una vez que ya estaba completamente en personaje. Lo único ligeramente notorio era la diferencia de estatura, pero de igual manera seguía siendo bastante marcada entre el personaje de Shouto y el de Izuku.
No muchos lo habían visto ensayar sus líneas o las coreografías tampoco, así que todos se quedaron sin habla una vez que él comenzó a actuar y cantar en el papel de Anya/Anastasia. Izuku tenía mucha gracia y elegancia al momento de moverse y cantar.
Si alguien por allí todavía tenía dudas de porqué Izuku se había quedado con el papel, ahora simplemente se habían esfumado. Era perfecto y encajaba bien.
Ya había cantado algunas canciones como In My Dreams, Once Upon a December, Journey To The Past, Crossing a Bridge, entre otras. Sin embargo, Izuku sintió un nudo en el estómago cuando supo lo que venía a continuación.
Estaban por realizar una escena bastante clave en la obra, además de que cantarían In a Crowd of Thousands. Una de las escenas favoritas del pecoso. Era un momento muy íntimo y de descubrimiento entre Anya y Dmitry. Solo eran ellos dos en escena. Debían estar muy cerca, tomarse de las manos y verse a los ojos y casi... casi besarse.
Tuvo que tragar el nudo en su garganta. Necesitaba ser todo lo profesional posible. Si había un momento de su vida en que debiese ser profesional, ese sin duda era ese momento.
La escena comenzó. Él debía pretender tener una pesadilla a lo cual el personaje de Shouto se acercaría para darle calma y hacerle saber que todo estaba bien. Entonces le tomaría de las manos para acariciárselas y después irían hacia la cama para sentarse y hablar respecto a eso.
Entonces Yaoyorozu y su orquesta comenzaron a tocar las primeras notas y Shouto inició su canto.
—It was June, I was ten. I still think of that day now and then. A parade. And a girl. And a crowd of thousands. She sat straight. As a queen. Only eight, but so proud and serene. How they cheered. How I stared. In that crowd of thousands...
Izuku estaba hipnotizado de alguna manera, pero aún así prestando atención a su actuación. Había algo en la mirada heterocromática de Shouto. Algo que de repente le había hecho parecer más intensa. Quizá era la escena, o sus pieles estando en contacto, pero... había algo.
Sus manos eran cálidas, y su piel era tersa. Mientras que Izuku esperaba que sus manos no sudaran tanto por el nerviosismo de estar en escena.
Se separaron y entonces Todoroki tomó el lado izquierdo del escenario, mientras que Izuku debía seguir sentado en la cama.
El canto de Todoroki continuó:
—Then I started to run and to call out her name, as the crowd on the road went wild. I reached out with my hand and looked up, and then she smiled. The parade, traveled on, with the sun in my eyes, she was gone, but if I were still ten, in that crowd of thousands, I'd find her again.
Izuku sonrió de forma tenue, justo como su personaje lo requería. Era el momento de su entrada para la canción.
—You're making me feel I was there too —dijo de forma dulce con su sonrisa. Shouto entonces caminó de regreso al pie de la cama y dijo su siguiente línea.
—Maybe you were. Make it part of your story.
Una pequeña risita salió de la garganta de Izuku, antes de tomar la palabra del personaje de su compañero y seguir cantando.
—A parade.
—A parade —Shouto repitió.
—Passing by.
—Passing by —repitió nuevamente Shouto.
—It was hot, not a cloud in the sky.
Then a boy caught my eye in a crowd of thousands. He was thin, not too clean. There were guards, but he dodged in between. Yes he made himself seen in that crowd of thousands —al ser el momento de realización para Anastasia, Izuku debió levantarse de su asiento luego de aquella línea, y así lo hizo mientras seguía cantando.— Then he called out my name and he started to run through the sun and the heat and crowd. I tried not to smile but I smiled, and then he bowed.
La reacción inmediata de Shouto debía ser de sorpresa, completa estupefacción. Y en cuanto él se acercó para decir su diálogo, Izuku vio esa sorpresa, pero también... ¿había cierta fascinación en su rostro? Probablemente solo eran sus delirios después de varias semanas de tenerlo como su amor platónico. Debía ser... imposible. Aunque... sus ojos estaban brillantes e incluso algo acuosos.
—I didn't tell you that! —exclamó Shouto con la misma mirada envuelta en emociones.
—You didn't have to, I remember! —respondió Izuku mientras le miraba a la distancia del lado derecho del escenario. Había algo eléctrico, algo completamente intenso llenando el teatro. Izuku se sintió abrumado de una forma extraña, pero satisfactoria.
Después, sus voces simplemente se combinaron para la última parte de la canción.
—The parade traveled on, with the sun in my eyes you were gone, but I knew even then in a crowd of thousandsn I'd find you again.
Izuku no se había dado cuenta en qué momento ya se habían acercado de nuevo mientras se tomaban las manos; podía sentir la respiración de Shouto muy cerca, el latido de su corazón danzando junto con los violines de la orquesta, los ojos bicolores que le miraban con tanta intensidad, la mano de Todoroki que le acariciaba la mejilla derecha. Y su rostro cada vez más y más cerca, solo unos cuantos centímetros comenzaban a separar sus labios, y luego comenzaron a ser milimétros. Midoriya cerró los ojos tanto por instinto como por su personaje. Solo fue un instante, porque enseguida se separaron.
Fue extraño. Casi pudo sentir como si Todoroki en verdad hubiese tenido claras intenciones de besarlo. De todas las veces que lo había visto hacer la escena con Ochako, nunca lo había visto de esa forma. O quizá solo era la adrenalina de ser él quien ahora estaba en su posición.
Luego Shouto simplemente se inclinó ante él para decir su última línea y así acabar con esa escena.
—Your highness.
Cuando la última nota de la música sonó todos estallaron en aplausos. Izuku notó que Yamada incluso estaba llorando de emoción. Y él se sintió raro y abrumado nuevamente. Pero estaba contento. Eso solo significaba que estaba haciendo un buen trabajo.
Antes de separase de Shouto para prepararse para lo siguiente, el muchacho le miró por unos segundos, e Izuku estaba seguro que casi pudo ver una sonrisa en labios. Sonrisa que no le había visto hacer antes fuera de personaje.
Lo tomaría. Era una pequeña victoria.
El ensayo terminó.
Algunos se ducharon allí mismo o simplemente se cambiaron. Había sido felicitado por el ensayo por casi todo el elenco. Incluidos los músicos, y aunque eso le daba alegría, necesitaba saber con certeza cómo es que estaba Ochako.
Lo primero que Izuku hizo fue enviarle un mensaje a su amiga, después se duchó, se quitó el maquillaje y una vez vestido, pudo ver que la siempre alegre chica le pidió que le llamara en cuanto viera el mensaje.
Solo un par de timbres fueron necesarios antes de que la chica levantara la bocina del otro lado de la línea.
—¡Ochako! Dime por favor que estás bien, estaba muy angustiado.
La risita de Ochako se escuchó del otro lado de la línea. Sonaba bastante animada y mejor.
—¡No te preocupes por mí! Estoy bien... de hecho... y si te lo cuento es porque te quiero y confío en ti: nunca estuve intoxicada. Por favor no te enojes.
—¿Qué? —casi gritó el pecoso de la impresión.
—Shh, te escucharán. Sí, tosí y todo porque me estaba atorando con un pedacito de rosquilla, pero vi la oportunidad.
—¿¡De qué!?
—Te dije que te calmes. Harás que los demás se enteren y ya nunca podré ser Anastasia. Aizawa me mataría. Y luego yo a ti.
A Izuku se le colorearon las mejillas, y entonces dejó que la chica prosiguiera.
—El enrojecimiento exagerado y la hinchazón fueron obra del maquillaje de Nejire. Mi voz y todo eso... fue actuación, bueno algo porque sí estaba un poco ronca luego de tanto toser —contó ella lo último de forma satisfecha.— Aunque la rosquilla sí me raspó tantito, fue mínimo. ¡Pero oye, felicidades! Tsuyu me mandó la grabación del ensayo y estuviste magnífico. Estoy orgullosa.
—¿Grabación? —el rostro de Izuku se puso completamente rojizo, y sintió que le faltaba el aire debido al bochorno.
—¡Sí! —gritó con emoción Ochako.— In a Crowd of Thousands me dio escalofríos. Él jamás se había visto tan... en sincronía conmigo como contigo. Shouto y tú nacieron para cantar juntos. No siempre, ¿ok? Yo también necesito trabajar —ella rió.
—P-Pero...
—Bien, nos vemos mañana, descansa y no te enojes conmigo. ¡Te quiero!
Antes de que Izuku pudiera decir nada más ella cortó la llamada.
Se quedó perplejo. ¿Fue un engaño? Sí, en gran parte lo había sido. Ochako simplemente lo hizo para que Izuku mostrara su talento. Y sobre todo para hacerlo actuar y cantar con Shouto. La experiencia había sido más que placentera. Y si no había tantos días así, al menos ya tenía este, y podía soñar con muchos más para seguir creciendo en la industria. No podía enojarse con su amiga después de todo su sacrificio. Sin dudas tenía buenas amistades.
Izuku caminó con una sonrisa a la salida del teatro que se encontraba sobre la calle cuarenta y cuatro. La brisa de la noche pegó en su nariz de forma inmediata.
Al igual que la imagen de un chico completamente erguido mirando en dirección a la calle de Broadway.
Era el misterioso Todoroki.
Midoriya pensó en saludarle o siquiera decirle lo mucho que había disfrutado de trabajar con él ese día, pero no se atrevió. Una parte de él prefirió callar, darse la vuelta e irse.
Solo que la voz de Shouto le detuvo.
—Midoriya.
—Uh... ¿sí?
Izuku giró en dirección al muchacho. Sus ojos estaban brillantes y bellos, tenían la misma chispa que según él había estado en su imaginación mientras cantaban juntos.
—Buen trabajo hoy. Tu actuación es muy buena y tu voz... es cautivadora.
Izuku sonrió, mostrando la alegría en todo su rostro. Impulsado por la emoción y el palpitar acelerado de su corazón debido a tan inesperado suceso. Shouto estaba en la industria desde pequeño y había trabajado con grandes actores, por lo que recibir un halago como aquel significaba mucho. Tampoco pudo evitar el sonrojo involuntario por el cumplido.
—Gracias. Yo he disfrutado mucho trabajar contigo, también. ¡Tu voz es definitivamente asombrosa! Eres extraordinario, d-digo... bueno, en realidad sí lo eres, pero, es que tu tienes una larga carrera y de verdad te admiro, y-
Un ruido corto salió de garganta de Todoroki, como si hubiese querido reír. Fue adorable en opinión de Izuku. Sin embargo él sentía el rostro todo cálido, siempre le había dado vergüenza intentar interactuar con él, y ahora estaba sucediendo. No podía borrar su tímida y emocionada sonrisa hacia él.
—La verdad es que te estaba esperando —Midoriya no supo si Shouto fue consciente de la caricia que le dio en el cabello, casi como las que le dio en el escenario. Fue inocente y dulce, aunque casual.
—¿A mí? —Izuku se señaló a sí mismo con su gesto lleno de sorpresa.
Shouto asintió de forma breve, su gesto no estaba tan serio como siempre le veía entre los ensayos.
—Quería invitarte a comer... por si ya sabes —él tocó su nuca con algo de timidez—, había sido difícil trabajar conmigo. Como... compensarlo. Claro si no tienes nada qué hacer, puedo entender que tengas algún compromiso.
Seguramente Uraraka se volvería toda una fiera cuando Izuku le contara sobre las palabras que Shouto estaba utilizando, ya que con ella nunca había intentado compensar ninguno de los días anteriores.
—¿Ahora? —preguntó casi sin aliento Izuku.
Todoroki sonrió y asintió de nuevo.
—Sí, ahora. Siempre y cuando estés libre.
—Yo... eh... —estaba tan nervioso que podría haberle dicho no. Así que se quedó callado unos momentos ante Shouto que se notaba ansioso, y respiró antes de volver a hablar.—Claro... me encantaría, Todoroki —afirmó con una sonrisa genuina.
—Bien... vamos, entonces —comentó acercándose a él y luego haciendo un ademán instándolo a caminar.
Y mientras comenzaban a avanzar juntos, incorporándose entre el gentío de Times Square, y con un rumbo por el momento incierto, Izuku sonrió. No solo se había quedado con la suplencia del papel protagónico para esta obra en particular y estaba cumpliendo sus sueños, sino que también ahora podría iniciar una linda amistad —o quizá no— con su coestrella: aquel callado muchacho de ojos bonitos, cabello particular y preciosa voz. Ya lo descubriría.
Chapter 7: Hogar
Chapter Text
Día 7: Hogar
AU sin quirks / amigos de la infancia
Último día de la week. ♡
Si había una palabra con la que Shouto pudiese describir lo que estaba sintiendo en ese momento, sin duda sería: nerviosismo.
Shouto no había estado así de ansioso e impaciente jamás.
Al menos no que pudiera recordar en ese momento.
Todoroki Shouto era la definición de serenidad y paciencia. Pero justo ahora no podía encontrar ninguna de esas dos características en su interior.
Sí, había estado nervioso en algún torneo de kyūdō en la secundaria, durante los resultados para obtener su licencia de conducir, en su nombramiento como la revelación artística del año debido al talento que tenía con los pinceles, entre otras cosas. Pero hasta donde recordaba habían sido nervios completamente normales; fáciles de diluir y controlar.
La situación por la que estaba atravesando no.
Y es que había pasado tanto tiempo.
Cinco años para ser exactos.
Cuando habían estado en su tercer año de preparatoria formándose como estudiantes, Izuku Midoriya —su mejor amigo desde los cuatro años de edad— había recibido una oferta para terminar sus estudios en una escuela en el extranjero. Era una extensión de la U.A. que existía en los Estados Unidos, a la que Toshinori Yagi —el padrastro de Izuku— le recomendó altamente a Midoriya que tomara la oportunidad.
Era una oportunidad única, que sabía no debía desperdiciar. Incluso si era doloroso el saber que no le vería más por algún tiempo —había tenido la esperanza de que no fuese tanto—, y que las posibilidades de verlo entre vacaciones serían prácticamente nulas al estar separados por un océano entero. No es como que Midoriya se hubiera podido dar el lujo de ir y venir, y además su madre Inko también se había ido con él a los Estados Unidos.
Ellos habían estado juntos desde tan pequeños. Habían hecho prácticamente todo uno al lado del otro. De la mano del otro. Su relación no era la convencional de un par de mejores amigos, pero Shouto no le habría cambiado absolutamente nada. Amaba la amistad que tenía con Izuku. Amaba esa cercanía con él. Amaba el entendimiento tan único que tenían entre ellos. Amaba a Izuku y punto.
En efecto. Shouto Todoroki estaba enamorado de su mejor amigo, porque lo amaba más allá de un simple cariño fraternal.
La tarde en que Izuku fue a su casa con lágrimas en los ojos para contarle sobre aquella decisión que le parecía muy dura de tomar, Shouto no hizo más que apoyarlo con ello; le recibió en casa y le dejó dormir con él en su habitación —claro, después de que Izuku había prácticamente acabado con el setenta y cinco porciento de su compuesto de agua mientras lloraba amargamente por tener que decidir separarse— a escondidas de su padre, le compró katsudon y le compró alguna figurilla de su superhéroe favorito All Might a través de la red con la tarjeta de su padre.
Cualquier cosa por Izuku. Y si de paso podía hacer enojar a su padre, entonces estaba matando dos pájaros de un tiro.
Aquella noche fue extraña. Estaba acostumbrado a ver a Izuku demostrar su sensibilidad, no era algo ajeno a él ni que le diera vergüenza demostrar, y tampoco era algo que a Shouto le desagradara en ningún aspecto, pero se había aferrado a él de forma diferente entre sus lágrimas. En algún punto de la noche sintió como Izuku había invadido su futón, y por supuesto que también fue consciente de la mirada penetrante de Izuku sobre él. No le dijo nada, pero fue casi como si Midoriya hubiese querido decir algo más y al final lo tuvo que callar.
Ahora que lo ponía todo en perspectiva podía entender esa noche un poco más. Quizás en realidad lo había entendido desde ese entonces pero decidió ignorarlo para protegerlos a ambos de sus propios sentimientos.
El hecho de que se gustasen entre sí era probablemente un secreto a voces. Y voces ruidosas como las de su rubio ex compañero Bakugo.
Sin embargo, ellos habían hecho un pacto silencioso y prefirieron callar sobre sus sentimientos. Probablemente porque ambos sabían que si decían algo como eso simplemente dolería más. De estar juntos toda su vida a tener esa incertidumbre de si en algún momento volvería a verse. De si siquiera seguirían sintiendo lo mismo más adelante. Muchas cosas podían cambiar. Podían conocer personas nuevas y entre ellas alguna podría hacerlos enamorarse.
Shouto no se engañaba a pesar de los años. Izuku aún le gustaba. Y no es que no hubiese estado abierto a la posibilidad de enamorarse de alguien más, pero ese chispazo simplemente llegó a él. Nunca ningún nivel de entendimiento como el que Izuku y él siempre tuvieron.
Aún cuando cinco años después lo había visto solo a través de fotos o videollamada, pero no podía negar que el muchacho en verdad le atraía como cuando era más joven. Izuku ahora era más alto y de complexión mucho más robusta. El ejercicio parecía haberle sentado de maravilla, y Shouto estaba más entusiasmado de poder verlo en persona. Aún le gustaba mucho, al punto de haber pensado en él mientras cosas privadas sucedían en las noches.
¡Demonios! ¡Era un hombre joven de veintidós años! Y aún así se sentía como tener quince años mientras estás enamorándote por primera vez. Aunque claro, para Todoroki su primer enamoramiento seguía siendo la misma persona de hace años.
En el pasado nunca se atrevió a darle un beso o decirle algo sobre su enamoramiento. Siempre le dio su espacio y le trató como lo había hecho desde que su amistad inició. Y si Izuku había decidido no decir nada antes de marcharse, él quiso respetar eso.
El tiempo lo diría.
Y el tiempo ya había llegado.
Por ello es que ahora Shouto tenía muchos más nervios de los que quisiera mientras estaba sentado en la sala de espera del aeropuerto de Tokio en la zona de llegadas. Tamborileando sus dedos en una de sus rodillas, con un ramo de flores, intentando permanecer en completa calma, mientras seguía aguardando por el vuelo proveniente de la ciudad de Nueva York.
¿Qué sentiría una vez que tuviera a Izuku frente a frente? ¿Habría esa electricidad de antes o solo sería un grato recuerdo y el cariño inocente por su mejor amigo de toda la vida?
Shouto miró nuevamente el último mensaje que Izuku le había enviado antes de subir al avión.
Planeaba conservar esa fotografía e imprimirla para tenerla consigo. Ellos habían sido tan felices en su infancia; se habían defendido mutuamente, se habían hecho compañía, habían compartido tristezas y alegrías, y se habían otorgado cariño. Cómo extrañaba esa época.
Pensando en todo, Shouto sabía que Midoriya realmente no tenía motivos para volver a su país de origen mas que para visitar viejas amistades como él. Su pequeña familia ya estaba asentada en el continente americano, y al parecer no estaba en sus planes regresar al que había sido su hogar. Izuku probablemente tampoco tenía esos planes en mente, con las oportunidades de trabajo allá, seguramente estaba contemplando tener su futuro asegurado en el mercado americano.
Su vida estaba prácticamente hecha allá y Shouto nada podía hacer para revertirlo. No era egoísta. No podía serlo y mucho menos con Izuku.
Durante la universidad, Shouto había hecho algunos nuevos amigos, pero lo más destacados eran dos: Inasa y Camie —quienes por cierto ahora estaban saliendo juntos—. Ese par era demasiado opuesto a Shouto, eran chicos enérgicos y más extrovertidos, pero habían forjado una buena amistad ya que se convirtieron en el soporte de Todoroki durante esos años. Ellos sabían sobre Izuku, fueron comprensivos y le alentaron a no darse por vencido. Le dijeron que a veces en el amor se necesitaba arriesgar y pensar en ti un poco más.
Su hermana Fuyumi era de la misma manera que sus amigos de la universidad en cuanto a sus consejos amorosos. Fuyumi había logrado conocer a Izuku desde que era pequeño y siendo testigo de la amistad tan dulce y genuina entre ellos, también había alentado a Shouto a que le dijera sobre sus sentimientos ahora que tenía una oportunidad. Que independientemente de lo que ocurriera, Izuku no le dejaría de hablar ni mucho menos le vería de forma distinta.
Él no tenía idea de si decírselo o no. Cualquier persona que le mirara no adivinaría nunca el manojo de nervios que era en ese momento tras su neutra expresión, pero sus pensamientos eran lo opuesto a tranquilidad.
No sabía cuánto tiempo iba a quedarse Izuku, como tampoco tenía la certeza de que el muchacho aún gustara de él de la misma forma. No deseaba arruinar el poco tiempo entre ellos después de varios años de estar sin su compañía.
Debía tomar una decisión.
Un mensaje llegó entonces al móvil de Shouto, y cuando se fijó en el remitente su corazón se emocionó de que el mensaje fuese del mismo Midoriya, por lo que abrió de inmediato dicho mensaje.
Dos horas más. De acuerdo. No era la mejor noticia, pero podía aguardar. Ya había esperado poco más de cinco años para verlo de nuevo, y sabía que en el momento en el pudiera abrazarle todo valdría la pena.
Todoroki decidió que iría por alimento para Izuku, seguramente el chico tendría hambre y cansancio luego de un vuelo directo tan largo —de catorce horas aproximadamente—, sobre todo considerando que ahora se estaba retrasando dos horas más.
Esperarlo no era un problema. Serían alrededor de las dos de la mañana una vez que volviera, así que el aeropuerto estaría más desocupado para entonces.
Shouto tomó el ramo de rosas con cuidado y se levantó de allí con él para ir en busca de la comida. Encontró un local pequeño del que era el restaurante favorito de Izuku en Japón y le ordenó un poco de katsudon, así como algunos bocadillos dulces. Pagó las cosas y regresó a su asiento en la zona de espera.
Como tenía algo de sueño, optó por comprar también un poco de soba frío que comió con cuidado mientras continuaba esperando. Se comenzaba a hacer más y más tarde, el tiempo seguía corriendo, mientras Todoroki intentaba pensar en todo y en nada para poder hacer frente a su decisión. Quería ser valiente.
Iba a ser valiente.
Dependiendo del tiempo en que Izuku le dijera se iba a quedar, él iba a tantear el terreno un poco, pero quería sacarse del pecho las palabras que no dijo tiempo atrás. Independientemente de la respuesta, estaba seguro de que se sentiría bien el al fin decirle todo, como cargar un peso menos.
Había ensayado sus posibles palabras frente al espejo. Y aunque sabía que algo de esa valentía tal vez se vería drenada una vez que tuviera al pecoso frente a frente, estaba dispuesto a dar ese paso. Ya lo había dejado marchar en silencio una vez, y no pensaba dejar que ocurriera de nuevo.
Se acomodó mejor en el asiento y decidió que dormir un poco no le iría mal, después de todo, Izuku seguro tendría jetlag, y no tendría muchas ganas de dormir ese momento, por lo que tendría que permanecer despierto. Puso una alarma en su móvil y se dejó llevar por el sueño un rato.
En sus sueños vio un pequeño niño de pecas y mejillas redondas, con la sonrisa amplia y brillante y unos rizos curiosos y alborotados, y el cómo una pequeña versión suya era tan feliz a su lado con tan solo tenerlo alrededor o tomar su mano.
Cuando despertó se dio cuenta de que la alarma había sonado al menos dos veces sin que él la escuchara, y que ya eran pasadas las dos de la mañana.
Además había un mensaje del pecoso de no hace más de dos minutos.
¡Diablos! Izuku ya estaba aquí y él se había quedado dormido. Pronto se levantó de allí con la comida y las rosas y salió corriendo en dirección a las puertas que conectaban la sala de espera con las llegadas. Había gente que ya estaba bajando del mismo vuelo que Midoriya, y cada vez que alguno de ellos salía, a Shouto le daba brincos el corazón.
La ansiedad de estar a punto de verlo escaló en él; de repente le temblaba el cuerpo y le sudaban las manos, se sentía tan extraño. Como que había esperado por ese día durante mucho más tiempo del que en realidad había sido. Sus manos apretaron solo un poco el ramo de rosas, y se limpió un poco de sudor de la frente con un pañuelo.
De repente lo vio: un joven pecoso de cabello rizado. Estaba mucho más alto de lo que recordaba y las fotografías definitivamente no le hacían justicia porque sí poseía mayor masa muscular. Estaba malditamente atractivo, y Shouto sintió sus piernas temblar y vencerse ante la simple imagen. Izuku traía una mochila de color amarillo en su espalda e iba jalando una maleta en colores rojo, azul y amarillo, portaba un cubrebocas en color negro, y además traía un undercut en el cabello que le sentaba de maravilla.
Su mirada verde zumbaba de aquí para allá. Le estaba buscando, a lo que Shouto levantó el brazo para llamar su atención. Funcionó. Sus penetrantes ojos verdes hicieron contacto con el par de ojos heterocromos que él poseía. Sentirse bajo su mirada fue maravilloso. Incluso se sentía ruborizado, pero estaba feliz.
La expresión se vio reflejada en las cejas de Izuku, y aunque no podía ver su boca sabía por las pequeñas arrugas en sus ojos que él estaba sonriendo. Midoriya aceleró sus pasos, y pronto ya estaba corriendo hacia él. Soltó sus maletas unos metros antes de abalanzarse hacia su cuerpo.
Todoroki le recibió en brazos, por supuesto; pudo sentir la firmeza del trabajado cuerpo de Izuku contra el suyo, todavía era ligeramente más bajo que él, pero sin duda la calidez y seguridad que le recorrían cada vez que se fundían en una caricia de ese tipo seguía allí. Shouto se sintió de alguna manera completo de nuevo, con una paz extraña e increíble en su ser. Izuku olía a frutas —probablemente a causa de su shampoo—, y a la colonia que recordaba le gustaba usar desde su adolescencia.
No era un sueño, era real, completamente real. Izuku estaba allí después de varios años, estaba allí en verdad. Todoroki solo podía seguir aspirando y disfrutando de la sensación de estar con él físicamente por fin.
—Shouchan... rayos... te extrañé muchísimo —lloriqueó Izuku. Sus brazos estaba estrechándole con mucha fuerza, su aliento cálido estaba rozando su oreja, y su hombro comenzaba a sentirse un poco húmedo debido a sus lágrimas.— Estoy tan feliz de estar aquí de nuevo, de estar contigo de nuevo.
Izuku apenas y se despegó de él para poder observarle mejor el rostro. Tenía una sonrisa brillante y lagrimitas en los bordes de sus ojos, pero se notaba en verdad feliz. Se sentía tan extraño y al mismo tiempo tan familiar que era abrumador.
Shouto se preguntó qué clase de mirada tendría en ese momento para Izuku, esperaba que no estuviera diciéndole cuánto le amaba con una sola mirada, porque para Izuku siempre había sido fácil de leer. Era el único que siempre acertaba en su estado de ánimo.
—Yo también te extrañé, Izu. Mucho.
Todoroki quitó el ramo de rosas de detrás de la espalda de Izuku y lo acercó a su rostro para que lo tuviera en su visión frontal.
El pecoso sonrió, sus pupilas se suavizaron al punto de parecer completamente encantado y enternecido.
—Ow, muchas gracias, no debías molestarte. Son muy hermosas —dijo dando una aspiración profunda hacia las flores—, muchas gracias.
—También tengo comida para ti, debes estar hambriento después de tantas horas de vuelo.
Una pequeña risita se escapó de entre los labios de Izuku.
—Apenas llego y ya me estás mimando tanto —murmuró Izuku con un tono de voz lleno de miel, tan cariñoso como siempre le había hablado. Su relación siempre había sido así, muchos les verían raro, pero a ninguno de los dos les importaba.— Siempre has sido así conmigo.
—Lamento si te incomoda.
—¿Por qué iba a incomodarme? Me alegra, de hecho. No has cambiado ni un poco y me reconforta saberlo. Mi mejor amigo sigue aquí —terminó de decirle con una sonrisa preciosa.
Shouto se sintió ruborizarse con las palabras de Izuku. El chico sí que tenía ese poder sobre él. Y teniéndolo entre sus brazos Shouto solo podía confirmar que seguía enamorado de él, que si no fuera por sus miedos lo besaría en ese mismo momento.
—Yo... solo... es bueno tenerte de regreso por un tiempo, bienvenido a Japón.
Shouto se sintió tan avergonzado de estar sintiéndose tan adolescente enamorado que pensó en darle la espalda al pecoso como forma de escape. Se había tomado el atrevimiento de no solo abrazarlo, sino que apenas se había dado cuenta la forma en que lo estaba sosteniendo entre la espalda y la cintura. Únicamente se iba a encargar de tomar sus maletas para irse de una vez, necesitaba dejar de sentirse tan tonto. Su valor al fin se había evaporado.
¿Cómo es que siquiera había creído posible que Izuku de verdad correspondería a él?
Habiendo conocido tanta gente en el otro continente, era una locura imaginar un escenario así. Una locura total. Tal vez él no podría ser valiente de nuevo, y lo vería marchar de forma agónica de nuevo en unos días.
La mano de Izuku le detuvo de su andar.
—¿Por qué lo dices así? Nuestra cultura no acostumbra... tú sabes... así no damos la bienvenida.
—Lo siento... uh... bienvenido a casa, Izuku.
Midoriya puso las flores sobre la superficie de su maleta más grande, negó un par de veces con los rizos yendo de aquí para allá y se acercó a él para volver a abrazarlo.
—No, Shouchan... ahora estoy en mi hogar.
—¿Cómo?
—Estos años lejos de aquí me hicieron entender muchas cosas, y a pesar de que mi familia estaba allá conmigo, siempre sentí que me faltaba algo más. Pero ahora que estoy aquí contigo he podido reconfirmar que solo me faltabas tú.
Todoroki se quedó estupefacto ante el nuevo discurso de Izuku, había comenzando a temblar entre sus brazos, y su voz se sentía tan llena de alivio y confort.
Apenas y pudo abrir la boca para dejar salir una sola pregunta.
—¿Yo...?
Le hacían falta las palabras, quería decir más, pero antes de poder sacar algún otro sonido de su garganta, Izuku volvió a hablar.
—Sí —Midoriya dejó ir su espalda, pero de igual manera se mantuvo cerca para hablar bajo y mirar sus ojos de forma directa.— Creo que sabes a qué me refiero... me has gustado desde hace ya varios años. Tú siempre has sido mi hogar, y quiero estar contigo si tú me aceptas —Shouto permaneció completamente callado, los pómulos de Izuku enrojecieron y sus mejillas se inflaron.— Por favor deja de fingir que no me quieres de la misma forma en que yo lo hago —su tono de voz era desesperado, incluso sonaba con miedo.— ¿O es que me estoy equivocando? Si solo estoy siendo un tonto e imaginando cosas solo dímelo... —luegi murmuró— qué vergüenza, Izuku...
Shouto estaba mudo. Izuku simplemente acababa de dar un resumen sobre lo que él había querido decir. Puso las cartas sobre la mesa y más que eso, puso su corazón entero, arriesgándose. Midoriya probablemente también había estado debatiéndose sobre qué decir o no, y conociendo su personalidad en extremo analítica, seguramente lo había pensando mucho más que él. Por lo que le habría tomado también mucho valor el decir eso. Sobre todo al apenas estar llegando a tierras japonesas.
Izuku estaba allí, esperando una respuesta, con los ojos vidriosos y un puchero de impaciencia y ansiedad en sus labios. Él lo quería también. Midoriya lo quería también incluso después de todos esos años. Después de todas las personas —seguramente geniales— que había tenido la oportunidad de conocer estudiando en el extranjero.
Shouto era un simple chico japonés. Un chico que le había amado desde siempre. Desde que podría recordar sus manos pegadas y sus travesuras juntos.
La mirada heterocromática volvió a Izuku entonces. Se sentía como un sueño, pero sabía que todo ello era completamente real. Su oportunidad estaba allí, y Shouto simplemente quería tomarla y huir de allí junto con Izuku.
—¿Shouchan?
El pecoso insistió al notar los ojos sobre él, pero los labios mudos de su acompañante.
Incluso cuando eran pasadas las dos de la mañana y había gente aún pasando a través de las puertas y algunas más esperando, a Shouto no le importaba nada más que el chico pecoso y corpulento que le miraba como un pequeño cachorro mojado, expectante y con el corazón en la mano. Él también iba a entregarle sinceridad. Era lo que se merecía.
Y lo hizo.
Al diablo los demás.
Se acercó a Izuku de repente, tomó su rostro y le besó profunda y tiernamente. Dejando en claro que sus sentimientos eran correspondidos —no importaba la interpretación de ellos porque los dos querían esa respuesta positiva—. No había encontrado palabras, pero después de todo, Shouto siempre había sido más de acciones. Y su acción de ahora implicaba besarlo con ahínco. Lo amaba más que a nadie en el mundo. Y solo deseaba tener el tiempo para poder demostrárselo.
Era su momento.
—Espero que estés consciente de que no voy a dejarte ir ee regreso a América después de esto —susurró Shouto mientras sus labios apenas y estaban separados unos milímetros.
—Nunca más me voy a ir de aquí... nunca más voy a dejar al amor de mi vida.
—¿Y qué si decía no? —Shouto sonrió de lado.
—En caso de que dijeras que no, igual me iba a quedar alrededor. Voy por un posgrado.
—Muy bien... pero iba a decir sí. Te adoro, Izuku. Te quiero tanto.
—Siempre te he querido, Shouchan. Te quiero querer por mucho más tiempo.
—Quiero besarte más y en formas no agradables para nuestra cultura, así que mejor vamos casa... y por cierto, feliz cumpleaños.
Todoroki tomó una de las maletas de Izuku con la mano que había sostenido la comida y tomó la mano de Izuku con la otra, mientras que el pecoso cargaba con su mochila en la espalda y el ramo de rosas en la otra mano. Todoroki entonces se inclinó a darle un beso sobre el cabello, justo en su coronilla.
Había una especie de electricidad increíble ahora que había tomado su mano. No era la primera vez que tomaba su mano, pero sí la primera vez siendo que al fin había admitido ante él sus sentimientos. Y que esos sentimientos obtenían una respuesta.
—No, Shouchan, yo ya estoy en casa. En mi hogar. Este es el mejor regalo de cumpleaños, al fin estar de nuevo entre los brazos de mi adorado hogar.
Los ojos de Izuku destellaron en la más preciosa forma cuando le volvió a mirar antes de poder seguir caminando juntos hasta salir del aeropuerto. Pero Midoriya tenía razón. Ahora con él de su mano, Japón había dejado de ser una ciudad extraña. Volvió a ser su hogar. E iba a cuidar de su precioso hogar. Del valioso muchacho que amaba.
alice_cavallary on Chapter 1 Mon 27 Jul 2020 07:39PM UTC
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Lady_Alexiel (Guest) on Chapter 2 Sun 11 Oct 2020 04:53PM UTC
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alice_cavallary on Chapter 4 Wed 12 Aug 2020 02:48AM UTC
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Lady_Alexiel (Guest) on Chapter 4 Mon 12 Oct 2020 03:52AM UTC
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stelfy94 on Chapter 4 Mon 02 Nov 2020 05:24PM UTC
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alice_cavallary on Chapter 7 Thu 13 Aug 2020 03:22AM UTC
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Lady_Alexiel (Guest) on Chapter 7 Tue 13 Oct 2020 04:48AM UTC
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stelfy94 on Chapter 7 Mon 02 Nov 2020 04:48PM UTC
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