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Amor de Leones

Chapter 4

Notes:

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Chapter Text

Fue un largo sueño, aunque no supo cuánto duró, esa vez se permitió dormir. Y su despertar fue muy parecido al de todos los días, repentino, con la luz de un nuevo día llegándole a los ojos. Sólo que ese despertar fue mucho más significativo y hermoso, poco a poco cada uno de sus sentidos activándose. Primero, la vista, encontrarse con esos grandes ojos aguamarina que tanto había anhelado volver a ver en sus últimos momentos de consciencia. Su primera inspiración fue también como un renacer, y agradeció y disfrutó como nunca la sensación de que el aire llene sus pulmones nuevamente. Un aire puro, limpio, que se olía “verde”.

- ¡Tsukasa!

El oído... su nombre pronunciado con esa voz que adoraba, sólo que la oía un tanto trémula, emocionada. A la par de eso, el tacto, al sentir un fuerte abrazo rodearlo. Y, por último, el gusto, en el más dulce y añorado beso. Ese definitivamente fue el mejor despertar de su vida, saberse vivo y vital otra vez, una nueva oportunidad para estar con las personas tan queridas e importantes para él. Correspondió al abrazo, rodeando el cálido cuerpo de Kohaku con sus brazos, y luego el beso, que no quería que termine nunca. Esa sí era una buena forma de detener el tiempo a su alrededor, pero eventualmente tuvieron que separarse, aunque no lo lamentó tanto ya que pudo volver a mirarla a los ojos.

- Kohaku... –le acarició el rostro, mientras parpadeaba rápidamente para librarse de las lágrimas que una vez más le enturbiaban la vista, sólo que esa vez eran de felicidad, y no de tristeza– Estás bien.

- ¡Tú estás bien! –Exclamó entre lágrimas de emoción– ¡Pensé que no volvería a verte! Cuando te dispararon... Pero estás aquí, estás bien.

Tenía muchas cosas para decirle, pero tendría que esperar un poco más, sólo un poco más. Compartieron otro largo abrazo, hasta que con renuencia tuvieron que volver a ser parte de la realidad que los rodeaba.

- ¿Cuál es la situación?

- Senku y Suika nos están reviviendo, parece que pasaron siete años desde el enfrentamiento final, y la petrificación volvió a afectar a todo el mundo, fue la única forma. Suika... Suika lo hizo, revivió primera, y esforzó mucho para hacer sola el líquido despetrificador, por eso le tomó todo ese tiempo.

Kohaku le señaló a los dos mencionados, que estaban vertiendo el líquido en las demás estatuas. Tsukasa abrió mucho los ojos, no podía creer que la pequeña niña había crecido. Seguía siendo joven, pero debía de tener al menos unos quince años ya. Eso le hizo pensar en Mirai, que en ese momento debía estar en la aldea Ishigami, convertida en piedra con los demás, el tiempo no pasaría para ella. Se puso de pie, observando en silencio junto a la rubia cómo volvían a la vida todos sus compañeros, uno a uno. Incluso Hyoga... gracias a la medusa, el lancero había vencido a la muerte, tal como había pensado, pero sin todavía creer que era posible.

Cuando todos estuvieron juntos, luego de festejar la victoria y abrazarse felices, analizaron la situación: Era un nuevo comienzo, ya que los años habían deteriorado todo a su alrededor, incluso sus ropas, que tendrían que volver a remendar y coser con nuevas pieles y cueros, ya que no tenían tela. Las espadas estaban melladas y afectadas por la intemperie, lluvias y musgo, así como las pistolas y ametralladoras estaban oxidadas e inutilizables, pero Senku les dijo que las fundirían en cuanto volvieran a fabricar un horno, para aprovechar el metal que escaseaba. Mientras tanto, podrían cazar con las viejas, puliendo un poco el óxido y renovándoles el filo decentemente. Toda la ciencia que habían logrado hasta el momento se había echado a perder, pero solamente tenían que reconstruirla. Luego de ponerse al tanto y oír el plan de Senku al respecto del paso a paso de todo lo que debían hacer, tenían algo más con qué lidiar: Lo que les depararía a sus enemigos.

- Necesitamos del Dr. Xeno para lo que sigue, así que será al primero de ellos que reviviremos –dijo Senku.

- ¿Podemos confiar en él? –Preguntó Chrome con duda

- Sí, en la última conversación que tuvimos, mientras el rayo petrificador nos alcanzaba, lo entendió finalmente. Que nosotros somos más ambiciosos, y que lo estamos apostando todo para hacer un nuevo mundo, no nos interesa aferrarnos al anterior.

- Pero podría volver a intentar hacerse con el poder, para liderarlo él. ¿No era eso lo que quería? –Kohaku preguntó a su vez, sin estar convencida.

- Ya no tiene el poder de sus armas científicas, volvió a cero como nosotros, y estamos todos atascados aquí ahora. Es lo suficientemente inteligente para haberse dado cuenta quién es el enemigo común y superior, y que de nada sirve que siga intentando dominar el mundo, cuando de un plumazo pueden desaparecer todo su poderío, como acaba de suceder. Lo más lógico, hasta para él, es primero superar al Whyman lo más rápido posible, y luego tal vez vuelva a querer dominar el mundo, por lo que actualmente no hay peligro de que rechace nuestro plan, o nos traicione.

La explicación de Senku tenía todo el sentido, y confiaron en su criterio. Luego de repartirse entre todos para hacerse con comida, pieles y chozas donde dormir, Tsukasa llamó a un lado a Senku y a Chrome, los dos científicos, y les contó de la muerte de Hyoga, lo que significaba que la medusa era también un dispositivo de sanación e inmortalidad. Acordaron que esa información no la compartirían con nadie más, a excepción de una última persona: El Dr. Xeno. Haciéndolo parte de ese conocimiento, se aseguraban de hacerle entender que su ambición ya no tenía sentido, y que ni siquiera sus armas representarían una amenaza, de volverlas a hacer. Revivieron al científico, y el peliverde le mostró y explicó la totalidad de la situación, además de decirle lo que querían de él, que era trabajar juntos y científicamente para construir un cohete que los llevaría a la luna, para terminar de una vez por todas con la amenaza de Whyman y su cárcel de piedra.

Tal como había anticipado Senku, Xeno comprendió la situación y la aceptó con una media sonrisa, reconociendo que su ambición carecía de sentido, y que absolutamente todas las reglas habían cambiado. Le dieron sus ropas a Xeno, y se dirigieron hacia la estatua de Stanley, todavía tenían varias preguntas sobre él. El científico miró la estatua de su amigo, y les explicó:

- Puedo asegurarles que todo lo que hizo Stanley siguió el código militar de un soldado bajo el mando de su general, o sea yo. Fue mi orden la que “asesinó” a Senku, y fue mi rescate lo que lo hizo actuar, ignorando toda ética y moralidad que puedan concebir ustedes, simplemente actuó como un soldado profesional.

- Actos de guerra justificables –Dijo Ryusui, sonriendo– Sí, tenemos el testimonio de Ginro, Matsukaze, François y Suika, de que fueron tratados como rehenes de guerra, no los lastimaron hasta que actuaron como enemigos a último momento.

- Lo que quiere decir que, si su general le dice que ya no tiene que luchar, y que ahora somos aliados, no intentará volvernos a atacar, ni él ni los soldados a su cargo ¿no es cierto, Xeno-chan? –Preguntó Gen con una sonrisa confiada.

- Sí, así es, Míster Gen –contestó Xeno.

- Y me parece importante recalcar el detalle que Stanley se quitó su armadura voluntariamente, incluso se lo ve en una pose bastante relajada... como si hubiera aceptado algo para sí mismo –observó astutamente– ¿Tal vez podríamos tomarlo como un gesto de buena predisposición de su parte, un mensaje corporal que nos indique su postura para la posteridad? Se aseguró de quedar bastante expuesto.

- Es verdad –Coincidió Tsukasa– Si Xeno nos da su palabra de que Stanley actúa bajo esos códigos y no habrá resentimiento ni rebeldía, estará bien. Me ocuparé personalmente de vigilarlo.

Xeno asintió, aclarando nuevamente que Stan no tenía una personalidad belicosa por fuera de su trabajo, y que solía tomar a bien los desafíos. Además, iban a necesitar toda la ayuda posible para comenzar a trabajar, y el soldado era muy inteligente y hábil en todo, no solamente fuerte y con buena puntería. Acordaron usar la última botella de líquido despetrificador que tenían disponible en Stanley, además que les serviría de excusa que no hubiera otra para postergar el revivir a los demás soldados. Por más que considerara resistirse, no iba a poder hacer mucho sin sus armas, y contra tres expertos guerreros, entre ellos Tsukasa y Hyoga, que no tenían rival allí.

Echaron el líquido despetrificador en el soldado, cuya cara de pura sorpresa fue demasiado sincera y evidente. Xeno se paró delante de él, junto a Senku, ambos sonriendo con confianza, lo cual fue suficiente para que Stanley entendiera la nueva situación por sí solo. Los científicos le explicaron las condiciones y objetivos de la nueva alianza, y aunque no le dijeron de la propiedad de revivir incluso a los muertos recientes que tenía la medusa, ver con sus propios ojos a Kohaku, Hyoga y Tsukasa vivos bastó para que entendiera también que como mínimo el dispositivo tenía un alto poder de regeneración. El soldado sonrió, concluyendo esa conversación con su típico “nada mal”, y aceptó las condiciones, además de reconocer que no contaba con que lo revivieran. Que asumieran ese riesgo, sabiendo que él los había asesinado prácticamente a todos, demostraba la sincera voluntad que tenía el grupo japonés.

Por la noche, los jóvenes decidieron aprovechar parte del vino y la comida para celebrar la nueva etapa que comenzaba, así como festejar los comienzos de una nueva alianza. Hicieron una enorme fogata y se dispusieron alrededor, algunos más extrovertidos y animados que otros. Tsukasa y Kohaku al fin encontraron un momento de relajo para volver a juntarse, ella sentándose en el hueco de las piernas de él, dejándose abrazar. El pelilargo parecía sereno, pero por dentro estaba un poco inquieto, todavía tenía una conversación pendiente con ella, no quería dejar pasar esa noche sin sincerarse del todo. Quizás era una buena idea aprovechar el bullicio del festejo para estar un rato a solas, al menos los demás iban a estar entretenidos allí.

- Kohaku, ¿me acompañas? –le susurró al oído.

- Sí, claro.

Se pusieron de pie, y pocos se percataron de aquello, tan entretenidos que estaban entre la celebración y aplaudiendo a Gen que hacía unos divertidos trucos de magia. Caminaron en dirección a la choza de la rueda hidráulica, no estaba muy lejos, pero al menos contaban con un poco más de silencio y privacidad. Una vez allí, se metieron dentro y se sentaron en el suelo, Tsukasa encendió la bombilla de luz, y Kohaku se acurrucó junto a él, debajo de la capa que los mantenía calentitos.

- ¿Tienes sueño y querías buscar un lugar más tranquilo?

- No, no es eso. Pero quería hablar contigo, y no quería esperar más.

- ¿Pasa algo malo? –Preguntó preocupada.

- No, tampoco, tranquila. Sólo que cuando la vida pende de un hilo, nos damos cuenta de algunas cosas, y valoramos mucho más otras. Y me di cuenta lo que estuve a punto de perder, y no quiero hacerlo –Le tomó la mano– No voy a volver a lamentar el dejar las cosas para el “mañana”, siendo que no sabemos si lo habrá.

- Tsukasa... –Entrelazó sus dedos con los de él, y lo miró con intensidad– Yo también estuve pensando en eso, todavía hay ciertas imágenes que no puedo quitar de mi cabeza. Cuando te dispararon... nunca pasé tanto miedo. Una parte de mí había aceptado que íbamos a morir, pero por otro lado no quería que sucediese, que nuestra vida juntos terminase ahí. Pensé que te había perdido para siempre, me aterró, me dolió tanto que me detuvo, lo cual además puso en riesgo la vida de Hyoga. Pero no pude evitarlo, la sola idea de perderte fue demasiado.

- Me ganaste de mano, y eso que yo era el que quería hablar –le dijo con una media sonrisa.

- Ah, disculpa –contestó apenada.

- No, no lo hagas. Es parte de lo que pensaba decirte, enfocándome sólo en lo que tenemos desde hoy en adelante, nada podemos hacer por el pasado. Hicimos lo mejor que pudimos, aunque ahora pudiéramos pensar que no fue suficiente.

- Tienes razón en eso. Desde hoy en adelante, entonces –coincidió.

- Tengo que confesarte algo, Kohaku –Respiró profundo y la miró serio, pero con dulzura– Eres la primera mujer por la que siento algo, y con la que comparto algo más que la amistad. Me besaste por primera vez, y contigo compartí todas las demás “primeras veces” de cada paso que dimos, de cada sensación y sentimiento resultante. Contigo también conocí la pasión, los deseos de mi cuerpo de disfrutar con otra persona... y no sólo de mi cuerpo. Si fuera sólo eso, me conformaría con pensar y decir que me gustas, como ya sabes. Pero no me alcanza con eso, ya no, no es ni por asomo lo que siento por ti, y tuve que estar al borde de la muerte para darme cuenta realmente. No quiero ser intenso o molestarte si crees que es mucho, pero quiero que sepas que en estos meses comencé a aprender lo que es el amor, el romántico, no el fraternal. Y fue, y es, gracias a ti, Kohaku. Estaba tan dormido, tan acostumbrado a no sentir, que la luz y el calor con los que abrazaste mi corazón fueron demasiado brillantes, demasiado ardientes. Y no quiero contenerme más, ni seguir esperando el paso del tiempo y el momento justo, para decirte que te amo, y que en esta nueva oportunidad que nos dio la vida de seguir, quiero que lo hagamos juntos también.

Los ojos de la rubia brillaban más con cada palabra escuchada, con cada honesto sentimiento de ese hombre noble y puro de corazón. También era la primera vez que oía palabras tan amorosas y dulces, y además dirigidas a ella. Y se sentía exactamente igual, cada palabra de él, era un reflejo de todo lo que había pensado y sentido. Quería abrazarlo muy fuerte, agradeciendo y correspondiendo, así como también quería mirarlo a los ojos y perderse en ese mar cobrizo que eran, que rezumaban los sentimientos que había compartido en voz alta.

- ¿Cómo o por qué podría molestarme o incomodarme que me digas cosas tan hermosas, cuando sabes que además compartimos el sentimiento? –Preguntó, y sonrió cuando lo vio sonrojarse un poco, con una tímida y pequeña sonrisa en los labios– Creo que en todo caso soy más que afortunada, y tengo que agradecer, que alguien como tú haya puesto toda su atención y corazón en mí. Saber que somos importantes y tan queridos para otro es lo más preciado que hay, Tsukasa... y quiero que sepas que lo eres para mí. La fuerza que nos da el querer proteger a alguien, el darlo todo por un futuro que podamos disfrutar en paz y juntos, y además el estar cerca para apoyarnos mutuamente cada día, es todo lo que podría pedir en este momento. No soy buena para expresar mis propios sentimientos, ni estoy acostumbrada a recibir halagos que no estén dedicados a mi fuerza, pero tienes que saber que también es amor lo que siento por ti. No tengo duda de eso, aunque a la vez sea la primera vez que me siento así por alguien... y es que creo que es algo que se sabe aquí –apoyó la mano en su corazón– y no aquí –señaló su cabeza.

- Sí, pienso lo mismo –asintió él, acariciándole la mejilla con su mano libre– Y estoy feliz de que nos sintamos igual. Quizás no cambie mucho la situación, o tal vez sí, porque es como si me hubiera aliviado del peso de que mi corazón lata tan fuerte en secreto.

- Oh, ¿cómo le haces para decir esas cosas tiernas con tanta facilidad? No es justo... Bueno, no tendré palabras para hacerle justicia a las tuyas, pero puedo hacer esto.

Kohaku se sentó rápidamente, apoyándose en las rodillas, y se lanzó sobre él, agarrándole las mejillas con sus manos, atrayéndolo para besarlo, mientras caían de espaldas. Los dos soltaron una risilla ante eso, y continuaron uniendo sus labios sin interrupción, en largos y profundos besos, disfrutando de cada detalle de aquel contacto que habían extrañado. Y desde ese momento, eran el doble de intensos, al permitirse expresar libremente su amor, la misma felicidad los impulsaba a querer dar más al otro. Además, al fin estaban solos, no tenían que estar preocupados por no despertar o incomodar a sus amigos. Tsukasa rodó con ella para dejarla bajo suyo, con el cuidado de no aplastarla, pero Kohaku apoyó sus manos en la espalda de él, y lo jaló, necesitaba sentirlo muy cerca suyo.

Los besos se volvieron más urgentes y apasionados, así como la necesidad de más, y el castaño deslizó su mano por la figura de su amada, hasta llegar a su muslo, el cual tiró suavemente para indicarle que le rodee la cadera. Ella lo hizo encantada, con ese pequeño cambio podía sentirlo más, tal como quería. Pero ese contacto hizo consciente a Tsukasa de que su cuerpo no tardaría en reaccionar notoriamente al estímulo, y si tenía que ser sincero, no quería contenerse más, menos en una noche tan ideal en la cual sus sentimientos estaban rebalsando. Lo dejaría a decisión de ella, por supuesto.

- Kohaku, no quiero sonar apurado o atrevido, y quiero respetar tus tiempos, pero cuando estés lista, me gustaría que podamos sentirnos... completamente esta vez–La vio sonrojarse y jadear suavemente, mirando brevemente a un costado, antes de sonreír y volver a conectar sus miradas.

- Lo estoy, y también quiero eso, si es contigo. Si la otra vez se sintió tan bien a pesar de estar tan limitados, sé que ahora será mucho mejor. No quiero pensarlo mucho, sólo dejar que suceda lo que queramos.

- Seré honesto, tengo idea de las bases, pero nunca hice algo así antes, ni sé si lo haré bien.

- En eso estamos iguales, no te preocupes. Es como que el cuerpo se mueve naturalmente, no creo que sea tan difícil o algo que necesite mucho conocimiento previo, ¿no?

Recibiendo esa comprensión y tranquilidad, Tsukasa suspiró aliviado y asintió. En ese entonces sería cuando pagaría con las consecuencias de su soledad y falta de sociabilidad e interés en cosas comunes de adolescentes. Como en el mundo moderno nunca había hecho amigos, no tuvo la oportunidad de conversar de esos temas, o al menos de escuchar las anécdotas de sus compañeros. En privacidad, había curioseado algunas veces con imágenes y videos pornográficos, sobre todo cuando su cuerpo hormonal le ganaba la pulseada inconscientemente, pero tampoco le había atraído mucho ese tipo de material tan explícito y a veces brutal, no le gustaba la idea de “usar” a una mujer para satisfacer su excitación solamente.

Para su sorpresa, Kohaku tomó la iniciativa, y le desató la capa, dejándola caer y sirviéndoles para hacer más agradable la superficie sobre la que se recostaban. Las manos de la joven luego recorrieron el torso de él, desde sus firmes pectorales, descendiendo por el costado y la cintura, para dirigirse acariciar con la punta de los dedos el musculoso abdomen. Pero desde la posición en la que estaba, recostada bajo él, no llegó mucho más lejos, además de que Tsukasa era tan alto, que tenían que estar sentados para poder alcanzarlo mejor. Se arrastró un poco hacia abajo para compensar, y estiró la mano para desatar los nudos que ataban el pantalón de él. Con eso logró aflojarlos bastante, y se ayudó con las piernas para bajárselos. El castaño se rió por lo bajo, llamando la atención de ella.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué ríes?

- No es nada, sólo que todavía me cuesta hacerme a la idea de que eres bastante decidida e impulsiva, y que vas a buscar lo que quieres.

- Te quiero a ti –susurró juguetona, provocándolo, pero también con una mirada dulce.

- Hmm, sí –murmuró ligeramente cohibido.

Pensaba ir más lento y ser más romántico considerando que era la primera vez de ambos, pero Kohaku parecía más determinada a quitarle lo ceremonioso y apostar a la fogosidad. Si hubieran estado en el mundo moderno, seguramente él hubiera sido el que preparara el ambiente con velas y pétalos de rosas, mientras que ella sólo hubiera dejado que la pasión fluyera natural, y que sucediera espontáneamente. La cuestión era que en ese momento tenía que dejarse llevar por lo que se daba, lo importante era que Kohaku estuviese cómoda. Pero todavía tenía en su mente rondando una duda.

- Kohaku, espera... ¿estás totalmente segura que quieres que esto suceda?

- Sí, ¿por qué preguntas? ¿Hay algún problema? Tú fuiste el que dijo que lo querías también.

- Lo sé, y no, no hay un problema. Sólo que... por lo que escuché de tu vida en la aldea, tienen reglas y creencias que mantuvieron por cientos de generaciones, y que hagamos esto sin habernos casado o algo así, no quiero ponerte en un problema.

- ¡Ja! Como si me importara lo que piensen de mí, es mi vida, y yo no elijo todas esas reglas. Además, ya sabes que hasta ahora sigo desheredada, por lo cual ni mi padre tiene nada que decir al respecto. Tampoco es como si se fueran a enterar, ¿no?

- No –admitió más tranquilo– Sólo quería estar seguro, de que no fuese algo apurado o porque te presioné al confesarte que tenía ganas de que suceda.

- Tsukasa, no lo hiciste –le tomó la cara entre las manos, y lo miró segura– Te dije que yo también lo quiero, en especial porque tampoco le encuentro el sentido en esperar por algo sin un motivo justificable... y arrepentirnos luego de que no llegó a ser, porque la vida tuvo otros planes para nosotros. Si algo aprendimos, es que la vida la tenemos solamente hoy, y yo no quiero vivir a medias y lamentarlo luego.

- Yo tampoco.

Con esa nueva seguridad, Tsukasa recortó la distancia entre ambos para abrazarla y besarla. una mujer así. Como ella llevaba puesto un vestido, no podía desnudarla gradualmente, poco a poco, por lo que mientras le acariciaba un muslo, le levantó el vestido. Tenía que buscar otro apoyo para hacerlo con ambas manos, pero cuando lo estaba haciendo, la rubia lo solucionó más rápido, quitándose el vestido y arrojándolo a un lado. Eso hizo volver a sonreír a Tsukasa, y reanudó sus caricias. Aunque todavía los cubría a ambos la ropa interior, ya podían sentir sus cálidos cuerpos juntos, y era perfecto. Las manos del castaño se deslizaban por la suave piel de Kohaku, no se cansaría nunca de acariciarla. Cuando sus dedos recorrieron la espalda de ella, se topó con el nudo del sostén. Buscó sus ojos, preguntándole con la mirada si podía quitárselo, y ella asintió. Una vez suelto, le bajó los tirantes por los hombros, y lo dejó a un costado.

Esa era la primera vez que veía los pechos de una mujer, además eran más que generosos y hermosos los de la joven. Se sonrojó un poco, y de pronto se dio cuenta que no sabía bien cómo tocarla para que lo disfrute realmente. Le parecía muy tosco apoyar la mano ahí simplemente, hasta alguien sin experiencia como él sabía que eso no sería ni romántico ni delicado, y tampoco quería quedársele mirando para no incomodarla, por más que podría mirarla por horas, tan hermosa era. Por lo que optó por volver a abrazarla, y reanudar sus caricias desde ahí. Le recorrió la cintura y el costado, subiendo hasta que su mano se “llenó”, y entonces buscó acariciar y masajear desde allí. La oyó soltar un sugerente gemido, que lo excitó inmediatamente, y con más seguridad repitió esos movimientos, además de hacer lo mismo con el otro pecho. Su cuerpo reaccionó también, y otro gemido más fuerte y largo llegó a sus oídos cuando su erección presionó contra la entrepierna de la rubia.

Kohaku recorrió la amplia espalda de Tsukasa con sus manos, hasta que logró alcanzar parte del trasero de él, que se lo apretó sin vergüenza. El jadeo vino de parte de él en ese momento, acompañado de un agradable estremecimiento, y se empujó más contra ella. Los dos gimieron de gusto, así como la urgencia de sentir más pronto les llegó, y sin mediar palabras, se acomodaron y se sacaron la última y pequeña prenda que cubría sus sexos. De reojo, la joven alcanzó a ver el miembro de su amante, y aunque nunca había visto antes un hombre totalmente desnudo y excitado, tuvo la intuición de que estaba por encima del promedio con su tamaño. Se sonrojó intensamente y volvió a mirarlo a los ojos, tratando de no pensarlo demasiado. Tsukasa estaba igual de sonrojado, en ese momento sí también compartía la novedad de tener frente a él y entre sus manos a una mujer desnuda, así como él se encontraba igual. Esa vez fue Kohaku la que lo atrajo para besarlo, de paso para evitar ponerse más ansiosa, y ambos soltaron otro suave jadeo cuando se sintieron íntimamente piel con piel, el roce tan caliente y placentero.

Recordando esa noche en que se habían sentido tan bien, el castaño comenzó a empujarse suavemente, sus sexos conectando superficialmente, y aun así era la sensación más gozosa y excitante de su vida, podía sentir un hormigueo en todo el cuerpo. Continuaron así un rato más, los orbes cobrizos y aguamarina magnéticamente atraídos, yendo con ellos más allá del mero placer físico. Seguir besándose era ya un poco dificultoso, dada la diferencia de altura, y para lograrlo Tsukasa debía arquear demasiado la espalda, lo cual no era cómodo para mantener mucho tiempo. El joven consideró que con eso ya estaban listos para lo siguiente, también la necesidad de su cuerpo lo comenzaba a apremiar, y le estaba costando contenerse.

- Kohaku –la llamó con suavidad– ¿Puedo...?

- Sí. Sí –asintió ella, también deseosa de más, sólo podía imaginar lo bien que se sentiría finalmente hacerlo todo.

Tsukasa se acomodó mejor entre las fuertes piernas de ella, y se ayudó con una mano para alinear su miembro con la entrada. El corazón les latía muy fuerte a los dos, la emoción y la expectativa los recorría, mostrando una espejada sonrisa nerviosa en sus labios. El pelilargo comenzó a empujarse poco a poco, dándose cuenta de que no era tan fácil, o al menos tenía que aplicar una presión más decidida porque no estaba avanzando mucho.

- ¡AAAAAAHHH! –Kohaku gritó, apretando los ojos con fuerza. Eso había dolido mucho más de lo que pensaba.

Al comienzo del empuje de él, sintió cierta incomodidad, pero trató de no preocuparse y procuró relajarse. Pero luego sintió un intenso ardor y una fuerte puntada ya notoriamente dolorosa, además de que tuvo la sensación de que tal vez Tsukasa era demasiado grande para ella, era más bien un esfuerzo de parte de ambos que él entrara. Kohaku no sabía si era normal o no, nunca había hablado del tema con nadie de la aldea, esa era una conversación que aparentemente se reservaba para las novias y futuras esposas.

- Perdón, ¿te lastimé? –Preguntó preocupado Tsukasa, deteniéndose de pronto– Sé algo de que la primera vez de la mujer suele doler un poco, pero no quiero hacerte daño.

- Ya veo –Resopló. Bueno, eso en parte la tranquilizó, saber que no era solamente un problema suyo– No sé si me lastimaste, pero sí dolió. Si dices que es normal... sigue, creo que puedo aguantarlo. Esto lo hacen todas las parejas tarde o temprano, ¿no?

- Hmmm, sí –Asintió con duda, mientras le carcomía la pregunta de si había hecho algo mal, si habían ido demasiado rápido, pero no tenía forma de saberlo en ese momento.

Procurando ser lo más suave y delicado posible, entró en ella un poco más, y se sintió mal de verla apretar los labios con fuerza, mientras soltaba un gemido no tan gustoso. Definitivamente había sentido que atravesaba algo, pero confiaba por lo poco que sabía que esa incomodidad de ella debía de desaparecer pronto. Luego salió un poco, pensando que eso debía de aliviarla, pero en su lugar ella soltó otro fuerte jadeo y le clavó las uñas. Se volvió a detener, sin estar seguro de qué hacer.

- Kohaku... de verdad que no quiero lastimarte, podemos volver a lo anterior, y...

- No, no... está bien. Es abrumador, y aunque duele, también hay algo agradable, no lo odio. Sigue un poco más.

- Está bien, pero dime o detenme si te molesta mucho, por favor,

Kohaku asintió, y sonrió un poco para tranquilizarlo. A continuación, Tsukasa comenzó a moverse una vez más, mínimamente, de una forma casi imperceptible, y que no molestaba tanto. Oh... eso estaba mucho mejor, y a pesar de todavía sentir un ardor en su interior, poco a poco ese roce también comenzaba a ser agradable.

- Así está mejor, sigue –lo animó, suspirando con alivio.

El castaño sonrió, también aliviado, sentía cada vez menos rigidez y resistencia, aunque no podía evitar sentir que la forma en que el interior de Kohaku lo comprimía era increíblemente placentero, y combinado con el calor y la sensación de comenzar a “resbalar”, era de lo más estimulante. Probó con moverse de forma ligeramente más amplia, y le volvió el alma al cuerpo al ver que la tensión en el rostro de su amada ya no era tan notoria, incluso tenía los labios entreabiertos dejando escapar suaves gemidos mucho más parecidos a los primeros, más gustosos. Que cada vez fuera más fácil moverse lo estaba entusiasmando, era como si el interior de ella se hubiera agrandado o adaptado, y se estaba relajando de saber que también ella lo iba a disfrutar. Pero el problema desde ese momento fue que, como él nunca había hecho algo así y no había entrenamiento físico que pudiera prepararlo para eso, pronto se dio cuenta lo difícil que era lidiar con su propio placer. Una cosa era controlar su cuerpo para resistir y dar golpes, otra cosa muy distinta era no dejarse arrastrar por la necesidad de liberación muy fuerte, que instintivamente movía su cuerpo por sí solo, demasiado pronto. Era demasiado placer, y no sabía controlarlo o medirlo, si era posible.

Kohaku se debatía interiormente, por un lado, disfrutando el momento y las agradables sensaciones que comenzaba a sentir, pero por otro no dejaba de pensar que hacer eso tampoco estaba resultando tan increíble y placentero como cuando solamente se frotaban por fuera, todavía tenía esa sensación de ardor que no la abandonaba. Estaba ansiosa por sentir una vez más esa liberación tan intensa que le había aflojado el cuerpo y la mente, pero a la vez no percibía los indicios de que eso sucediese, tal vez era cuestión de tiempo. De pronto, Tsukasa comenzó a empujarse con más intensidad y velocidad contra ella, así como la había abrazado con más pasión. Eso le gustó, de hecho, se sentía muy bien, y gimió con apreciación para hacérselo saber. Le correspondió el abrazo con fuerza, y hubiera querido besarlo, pero lo único que su boca alcanzaba en ese momento era como mucho la clavícula de él. Buscando al menos más placer, comenzó a empujar sus caderas contra el castaño, recibiendo cada embestida con sus propios movimientos, lo cual lo volvió mucho más intenso y placentero.

Oyó gemir sonoramente a Tsukasa, su voz grave y rezumante de goce la estremeció agradablemente, y luego de eso él aumentó incluso más la intensidad y velocidad de sus movimientos. Pero de pronto se detuvo, y ella soltó un siseo cuando él salió demasiado rápido y brusco de ella, para unos segundos después oírlo jadear fuerte y sentir su musculoso cuerpo temblar notoriamente. Kohaku se quedó quieta unos segundos, esperando que siga después de eso, pero el castaño solamente seguía con los ojos cerrados y apretados, respirando agitadamente, y con el cuerpo mucho más relajado, toda tensión lo había abandonado, no parecía tener intención de seguir... ¿Eso fue todo, tan rápido?

- ¿Tsukasa? –Preguntó con duda, cuando él se giró para dejarse caer boca arriba al lado de ella– ¿Estás bien?

- Sí... sí.

Kohaku frunció los labios, un poco frustrada. Quería pedirle que siguieran, al menos hasta que ella se sintiera así de bien como él, pero el joven parecía ausente de la realidad a su alrededor. No quería ser poco delicada, por lo que se quedó callada y no lo cuestionó, sin poder evitar la pizca de desilusión. Se esperanzó un poco cuando finalmente él se giró y le acarició el rostro, para luego besarla... pero solamente hizo eso, lo que la contrarió.

- ¿Te gustó? –le preguntó él, con una mirada inocente y feliz, ignorante de las expectativas frustradas de ella. No contaba con que el orgasmo lo avasallara tan pronto, pero no pudo controlarse más cuando ella se movió tanto contra él, además de oírla gemir de placer, fue demasiado bueno para su propio bien.

Kohaku se tomó varios segundos más de lo esperado para responder esa pregunta, y cuando finalmente le mostró una sonrisa que no le llegó a los ojos, fue que Tsukasa se dio cuenta de que la respuesta no iba a ser la que esperaba oír.

- Oh... ya veo –frunció el ceño, apenado– Perdona... no sé si es por lo de la primera vez que es más dificultosa en las mujeres.

Ninguno tenía una respuesta para eso, y la rubia se contuvo de decirle que lo posiblemente había fallado, era que todo terminara tan rápido, aunque también debía de haber algo de verdad en eso.

- No estuvo mal –contestó ella, sin atreverse a mirarlo a los ojos– Debe ser eso... al menos luego dejó de doler. Salvo al final, saliste muy rápido.

- Lo siento, es que tenía que salir, no podía terminar dentro tuyo, no debo embarazarte. Fue repentino para mí también. ¿Te lastimé?

- No... creo.

Luego de decir eso, se animó a mirarse, y frunció el ceño. Había un rastro de sangre seca mezclado con una sustancia blanquecina alrededor, en su entrepierna, así como en la de Tsukasa y en parte de la capa bajo ellos. Pero ya no sangraba, ni le dolía nada.

- Hmm, no te asustes, un poco de sangre es normal, para la mujer perder la virginidad suele venir de la mano de que se ropa un tejido interno –le explicó brevemente– ¿Cómo te sientes?

- Bien, creo. Deberíamos aprovechar el río acá al lado y limpiarnos, antes de volver con los demás.

- Sí, está bien. Me encantaría que nos quedáramos acá, pero será muy obvio si no aparecemos en el resto de la noche.

Asomándose fuera, vieron que no había nadie cerca, por lo que agarraron la ropa y se vistieron en parte, cubriéndose con la capa ambos para ocultarse. Kohaku se limpió primero, mientras Tsukasa vigilaba alrededor, y luego de ponerse las bragas y acomodarse bien el vestido, fue su turno de estar atenta mientras él se limpiaba y vestía. Una vez alistados, emprendieron el breve camino de regreso. La rubia hizo lo posible por caminar normal y disimular la peculiar sensación en la parte inferior de su cuerpo. Cuando se sentaron juntos de vuelta en el círculo con sus amigos, no notaron que los miraran o evitaran particularmente, por lo que suponían que nadie se había percatado de lo sucedido. Tsukasa se moría por dormir, su orgasmo lo había dejado un poco atontado y adormilado, por lo que dejó que sus ojos se cerraran mientras estaba sentado. Kohaku, por su parte, optó por beber un vaso más de vino, mientras trataba de incorporarse a alguna conversación para pensar en otra cosa, no podía librarse de la sensación amarga de que había quedado a medias, ansiando esa liberación que no llegó.

La mañana siguiente comenzaron todos con el arduo trabajo de recolectar las piedras y minerales de los que extraerían los metales necesarios para hacer algunas partes del cohete. Iba a ser un muy largo proceso de desarrollo y producción, además de que iban a tener que viajar por el mundo para conseguir todos los materiales que no conseguirían allí, mientras revivían más gente en el proceso. Chelsea los guió hasta la zona donde conseguirían el cromo, y se dispusieron a trabajar. Por más que ya acordaran ser aliados, Tsukasa cumplió con su palabra de vigilar en todo momento a Stanley, por lo que lo seguía como una sombra. Sin embargo, aunque al rubio se lo notaba relajado y en lo suyo, cada tanto lo miraba con una pequeña sonrisa en los labios, aunque no le decía nada. Eso se repitió varias veces, hasta que el pelilargo se decidió a encararlo luego del almuerzo, mientras descansaban sentados sobre la tierra.

- ¿Hay algo que quieras decirme, Stanley? –Le preguntó en inglés.

La pequeña sonrisa del estadounidense se amplió, aunque no era precisamente una divertida, le ponía los pelos de punta.

- ¿Te puedo hacer una pregunta personal?

- Sí tienes que hacerlo.

- Hasta anoche eras virgen, ¿verdad?

Tsukasa abrió mucho los ojos y lo miró sorprendido, así como un poco fiero. ¿Cómo sabía...? ¿Acaso él o alguien más los había oído? ¿Y por qué lo había preguntado con tanta certeza? En respuesta a la amenazante mirada, Stanley alzó las manos en el aire, manteniendo la provocadora sonrisa.

- ¿A qué viene esa pregunta? ¿Y qué hacías por allí anoche? –No tenía sentido disimular o negarlo.

- Me fui a orinar al río, hasta que escuché el grito de una mujer en dirección a esa choza cercana, no precisamente de placer, pero era evidente de que no se trataba de un ataque –hizo una breve pausa y sonrió burlón– Terminé lo mío rápido... pero parece que no fui el único, ya que un minuto después no oí más nada.

Tsukasa se sonrojó mucho, y miró al piso, avergonzado al recordar que no había salido todo precisamente como esperaba en su primera vez. Stanley continuó.

- Los había visto juntos antes, así que asumo que es tu novia o algo así.

- Lo es. ¿Qué te importa?

- Todos hemos sido principiantes alguna vez. Sólo digo que puedo darte un par de consejos al respecto, si quieres.

- No tenemos la confianza, ni te incumbe –le contestó, parco– Insisto, ¿qué te importa a ti?

- Lo sé, pero a diferencia de ti, tengo experiencia. O pregúntale a un amigo, tienes varios aquí. No me importa realmente, lo digo con buena intención, de un hombre a otro... más por ella que por ti, más allá de tu orgullo, creo que sabes a lo que me refiero.

Tsukasa lo miró fijo, molesto, pero entendiendo perfectamente. No le gustaba ni un poco que le recordaran que no había sido el mejor amante, aunque no por intención, sino justamente por falta de control, experiencia e información. Tampoco le simpatizaba la idea de andar pidiéndole consejos a ese hombre, que descaradamente le había hablado de algo tan privado con esa liviandad. No podía negar que sentía un poco de curiosidad y que quería compensar con Kohaku dándole una mejor experiencia para que lo disfrute tanto como él, ya sin los nervios y dudas de la primera vez, pero la realidad era que tampoco sabía cómo, consideraba hacerlo a base de seguir probando y explorando, aunque tomara más tiempo. Y lo último que pensaba era ir a hablarle a los demás y confesarles que había intimado ya con Kohaku, o que lo pretendía hacer.

- No conozco a tus amigos, excepto a Gen ya que estuvo un tiempo de huésped espía en el castillo, pero anoche estaban un poco entusiasmados con el alcohol y el festejo, y él y el rubio con el sombrero de pirata hicieron unas bromas muy poco inocentes, podrían darte una mano también. El rubio fue bastante atrevido –recordó.

- ¿Ryusui? –Preguntó, dejando escapar una sonrisa– Sí, él es así.

- ¿Qué hay conmigo?

Tsukasa se sobresaltó visiblemente, al oír detrás suyo la voz del marinero, se había concentrado tanto en Stanley y la incomodidad del tema que no se había percatado de que no estaban solos, aunque por suerte Ryusui era el único cerca en ese momento. Mientras que él no tenía una respuesta inmediata y tenía que pensar una alternativa, Stanley fue más rápido, y bromista.

- Le preguntaba si tenía que tener una mano adelante y otra atrás contigo, ya que anoche dijiste que “me deseabas”, así como a mis habilidades y también a mi subordinada, Charlotte... Todo el paquete. Pero parece que era una falsa alarma, y que se lo dices a todos.

- ¡Jaja, sí los deseo! ¡Lo deseo todo y a todos! –Insistió Ryusui, chasqueando los dedos.

- Nada mal, qué ambicioso. Lamento desilusionarte, pero vas a tener que tacharnos de la lista a los dos. Mantén tus manos alejadas de ella, o vas a tener un agujero de adorno allí.

- ¿Así que tenemos otra parejita feliz por aquí?

- No exactamente, o no como él y su novia –sonrió, señalando a Tsukasa con la cabeza– Habrá que convencer pronto a Xeno y a Senku de que le den un uso más a la goma que consiguieron, hay ciertas cosas que se extrañan y que ahora que contamos con el material, nos ahorraríamos algunas preocupaciones de re-popular la tierra accidentalmente.

- No estaría de más tomar la precaución, es cierto –dijo Ryusui con una sonrisa, y luego miró Tsukasa– El deseo es natural, y más con las parejas, los aplaudo por la fuerza de voluntad de contenerse, a ti y a Kohaku.

Ante eso, el castaño se sonrojó tan evidentemente y le esquivó la mirada, que el capitán sonrió con picardía, y Stanley tampoco pudo contenerse.

- Oooh... lo están considerando, ¿verdad? No tienes de qué avergonzarte, Kohaku es una mujer hermosa, como todas las señoritas, por supuesto. ¡Tienes que darle lo mejor, una noche inolvidable!

- ¿Lo dice un especialista en la materia? –Lo provocó Stanley, tomando eso como pie para hablar del tema sin exponer al vergonzoso joven– No creo que tengas mejores trucos que yo, “capitán”. ¿Quieres comprobarlo?

- ¡Jaja excelente, acepto el desafío! –Ryusui chasqueó los dedos emocionado, y se sentó al otro lado de Tsukasa, dispuesto a compartir sus mejores experiencias y habilidades.

Si antes de ese día el luchador tenía poca información de cómo ser un buen amante, desde ese momento, poco más de una hora después, tenía demasiada. Agradeció que el “duelo” fuera entre los dos rubios, y que no le preguntaran a él, que sólo escuchaba, pero aun así se quedó consternado. A pesar de que había tomado nota mental de muchos buenos consejos que sí podía aplicar, la experiencia de los dos hombres sobrepasaba cualquier expectativa. Stanley había resultado ser bastante llevadero cuando no se proponía ser una máquina de matar, y correspondía perfectamente a las provocaciones de Ryusui, sin intimidarse ni avergonzarse ni un poco. Cuando terminaron, dándose la mano y aceptando un “empate técnico”, el soldado bastante sorprendido de que ese chiquillo tuviera tanto historial sexual y con ambos sexos, se levantaron de allí para continuar con el trabajo. Como de todas formas Tsukasa tenía que seguir cerca de Stan, el rubio le dio una palmada en el hombro antes de ponerse a lo suyo.

- Tienes material para redimirte, úsalo sabiamente.

- Hmmm

- Ah, y sobre la cuestión de la... brevedad...

Para terminar, Stan le dio un par de consejos más al respecto, y luego como si nada se puso a trabajar, mientras que Tsukasa tenía el rostro humeando, entre vergüenza y timidez. El joven no pudo quitarse la imagen mental de los consejos de los “expertos” en todo el día, aunque en parte porque tenía que admitir que sí quería redimirse, no tanto por su orgullo, sino porque quería darle una mejor experiencia a Kohaku. Por su parte, la rubia no podía sacarse de la cabeza lo sucedido la noche anterior, y se sentía un poco culpable de haber sido tan obvia y tal vez poco delicada. Vaya seguridad le había dado al pobre hombre, dejando entrever que no había resultado tan satisfactorio para ella, cuando era la primera vez de los dos, tampoco podía pretender que Tsukasa fuese perfecto en todo, y ella también ignoraba muchas cosas. Seguro era cuestión de volver a intentarlo, además no era sólo disfrutar el encuentro íntimo, lo más importante eran los sentimientos que compartían, se amaban.

Con eso en mente, Kohaku esperó hasta después de cenar, justo cuando se disponían a dormir todos, y le tomó de la mano a Tsukasa. Con una pequeña sonrisa en el rostro y sin decirle nada, le hizo un gesto para que la siguiera, y luego de un minuto caminando fue que el castaño se dio cuenta que estaban yendo a la choza junto al río. Una vez adentro y encendida la bombilla de luz, notó que él la miraba con expectativa... podía explicarse, pero ya sabía que no era la mejor con las palabras, y como habían dicho una vez, lo importante no era el pasado, sino el presente. Levantó sus manos para atraer con delicadeza la cabeza de él y poder así besarlo, se dio cuenta que era el primer beso que compartían ese día, tan ocupados habían estado con el arduo trabajo. Cuando Tsukasa la rodeó con su brazo ella sonrió feliz, estar entre los fuerte y protectores brazos y mirar los dulces orbes cobrizos eran las dos cosas que más disfrutaba hacer. Le sorprendió un poco cuando él se arrodilló en el piso, jalándola suavemente de la cintura para guiarla a sentarse en su regazo.

- ¿Podemos volver a intentarlo, Kohaku? Te amo, y quiero que lo disfrutes de verdad, creo que esta vez sí puedo hacerlo mejor.

- Claro que sí, y yo... también te amo –le contestó con un ligero sonrojo, a ella le costaba más decirlo– Mientras sea contigo, siempre voy a quererlo todo, así me haces sentir. Pero no quiero que sientas que depende de ti, o si fue o será mejor o peor, discúlpame si te hice sentir así. Fue egoísta y tonto de mi parte, luego me di cuenta, ya que los dos estamos aprendiendo juntos, ¿no?

- Sí –contestó con emoción, apoyando la mano de ella en su pecho. Kohaku verdaderamente tenía un corazón puro y sabio.

Aprovechando que ella estaba más calmada esa noche, fueron las manos de él las que la despojaron del vestido, así como se dejó quitar la capa. Pensaba poner en práctica muchos de los consejos que le habían dado los experimentados hombres, y comenzó por depositar suaves besos en el pecho y el cuello de la rubia, recorriéndola así sin prisa. Sus manos se deslizaban por el resto del cuerpo de ella, una abrazándola y sosteniéndola firme y cerca, la otra acariciando sus hermosas curvas. Cuando aplicó besos más abiertos, podía sentirla arquearse contra él, entregándose al alcance de su boca, pidiendo silenciosamente por más. La consintió, así como cada tanto buscaba también conectar sus labios, besarse era como respirar una bocanada de aire antes de continuar. Quería darle todo el placer posible, por lo que, sin dejar de atenderla con sus besos, le desanudó y quitó el sostén.

Kohaku esa vez no se cohibió ante su desnudez, y sintió una ola de calor intensa cuando los orbes cobrizos de Tsukasa no abandonaron los suyos, mientras bajaba un poco la cabeza para alcanzar sus pechos con los labios. Jadeó ante la dulce sensación cuando la calidez y humedad de la lengua de él alcanzaron esa zona tan sensible. Perdida de gusto, enterró sus dedos en la larga melena de él, y sentía la necesidad imperiosa de buscar más y más contacto, a la par que su corazón ardía de puro sentimiento, por lo que trató de hundirse más contra el cuerpo de él, como si pretendiera fundirse. Inspiró bruscamente cuando sintió un filo de placer mezclado con dolor, y miró sorprendida a Tsukasa, que había rozado sus dientes alrededor de uno de sus pezones, para luego volver a saborearlo con delicadeza ¿Cómo había cambiado tanto de un día para otro, y se le había ocurrido hacer algo así? De verdad que lo estaba haciendo mejor, más que mejor incluso, abandonando su timidez y a la vez tomándose su tiempo para complacerla.

- ¿Se siente bien? –le preguntó con su voz grave y acaramelada.

- Sí, mucho.

De pronto el apoyo de Kohaku cambió, y se abrazó a la espalda de él cuando sintió que “caía” hacia atrás, firmemente sostenida, y con un último giro terminó sintiendo bajo su espalda la cálida capa de piel. Sin detenerse por demás, Tsukasa continuó el aluvión de besos por su abdomen, robándole más suspiros y suaves gemidos, y se arrastró hacia atrás, entre medio de las piernas de su amada, para seguir bajando. “Salteó” la entrepierna femenina, y en su lugar comenzó a besarle la cara interna de los muslos, mientras acariciaba la externa con sus grandes manos. Sí que habían sido valiosos consejos los que había oído, adoraba cómo Kohaku se removía como pez fuera del agua de puro gusto, emitiendo dulces sonidos. Quedaba probar algo más, el “elíxir”, como lo habían llamado en broma Stan y Ryusui. Lentamente le bajó las bragas, y no pudo evitar sonrojarse y ponerse un poco nervioso, por más teoría que había aprendido, ahora estaba de frente con la realidad, y la parte más íntima del cuerpo de Kohaku.

La miró de reojo, y ya sea por timidez o porque seguía relajada en su disfrute previo, no lo estaba mirando... podía avisarle lo que iba a hacer, así como podía sorprenderla, para que no se niegue solamente por vergüenza. Después de todo, los dos rubios le habían dicho que era la cúspide del placer femenino, y que solían hacer acabar así a sus parejas primero. Se decantó por la segunda opción, y luego de respirar hondo y tratar de quitarse los nervios de encima, no lo pensó más y la besó allí abajo. La sintió estremecerse notoriamente, y soltar un jadeo de sorpresa.

- ¿Qué... qué haces, Tsukasa? –preguntó abochornada y roja como un tomate, no se esperaba algo así.

- Te hago sentir bien –le respondió simplemente.

- ¿Cómo... cuándo aprendiste eso? –Ese definitivamente no era el mismo Tsukasa de la noche anterior, ni por asomo. Hasta parecía confiado y seguro.

- Hmmm. Bueno... lo oí.

- ¿Lo oíste? –Repitió, frunciendo el ceño.

- ¿Te lo puedo explicar luego? Relájate y confía en mí, creo que no vengo mal hasta ahora, ¿no? –Le preguntó con una sonrisa pícara.

- Se sintió bien –Reconoció ella, mirando a un costado con una sonrisa tímida.

Kohaku no podía con la vergüenza de ver a Tsukasa haciéndole eso, por lo que cerró los ojos y miró al techo de la choza, dándole a entender que podía seguir. Pero se tapó la boca con una mano para silenciar sus gemidos en cuanto él continuó, era una sensación completamente nueva y muy intensa, más allá de cualquier placer que había disfrutado antes. El castaño estaba siendo un diligente explorador, recorriendo su intimidad con curiosidad y dedicación en partes iguales, primero tímidamente, atento a las reacciones de ella, y cuando la veía arquearse o gemir más fuerte, repetía dicha acción. Sin controlarse, la joven bajó las manos para acariciarle lo que alcanzaba de su cabeza, jalando suavemente los largos cabellos.

Había algo primitivo y muy atrayente que llevaba a Tsukasa a continuar cada vez con más ganas sus atenciones. Los suaves movimientos de las caderas de Kohaku, empujándose hacia él intuitivamente buscando más, los guturales gemidos de placer que emitía, y por último esa brusquedad de jalarle el cabello, todo eso le provocaba querer devorarla más. También le ganaba la curiosidad, y se ocupó de dejar sus caricias en cada centímetro de ella, incluso animándose a introducir un poco su lengua recordando una de las anécdotas de Ryusui, y sintió una punzada de placer en él mismo cuando la oyó gemir muy fuerte, arqueándose mucho. Sonrió satisfecho, no había nada mejor que saber que al fin podía proporcionarle mucho placer a su amada. Luego se dedicó al “botoncito mágico”, como lo habían llamado en broma los hombres, y comprobó el enorme potencial que tenía dedicarse a esa zona, ya que la joven parecía no saber a qué aferrarse de lo bien que se sentía.

Podía seguir así un buen rato más, lo estaba disfrutando verdaderamente, pero la lista de consejos prometía mucho, y ya ella parecía estar lista para lo siguiente, además de que no estaba seguro que él pudiera hacerla tener un orgasmo así todavía. Decidió terminar con eso, y volvió a recorrerla con un sendero de besos en forma ascendente, hasta buscar quedar cara a cara con ella. Tsukasa fue el inspiró profundo esa vez, al ver los ojos aguamarina más oscuros y llenos de deseo que nunca, era una mirada muy cautivadora. Kohaku recortó la distancia entre ambos para besarlo apasionadamente, mucho más que antes, y él aprovechó para bajar su mano y apoyar sus dedos donde antes había estado su boca, buscando la entrada.

- Oh, Tsukasa –gimió encantada, mordiéndose luego el labio, cuando sintió un dedo intruso, que fue muy bien recibido. Tal vez ese había sido el problema de la vez anterior, que habían avanzado demasiado rápido.

Mientras era acariciada íntimamente, la joven recorría con sus manos los firmes músculos de él, uniendo sus labios nuevamente. Lo único que la frustró un poco, era que no alcanzaba a tocarlo igual a él, más bien porque tenía que elegir entre besarlo, o arrastrarse un poco más abajo para quitarle los pantalones. Pero quería retribuirle igual, además de sentir un enorme deseo por tocarlo también, por lo que abandonó los carnosos labios de su amado para depositar un sendero de apasionados besos, al fin pudiendo saborear también su piel. Quedó a la altura de los pectorales de él, cuando al fin alcanzó con sus manos el nudo que ataba el pantalón. La prenda se soltó al instante, y Kohaku rozó con sus dedos el excitado miembro de Tsukasa. Lo oyó gemir suavemente, y en el instante en que sus ojos se conectaron, la rubia se estremeció con los refulgentes ojos cobrizos, era una mirada de pura pasión y deseo. ¿Qué tan urgidos habían estado, para perderse de todo eso la primera vez? Le hacía gracia.

Quería hacerlo sentirse bien también, por lo que coló la mano por debajo de la ropa interior de él, y rodeó con sus manos el generoso miembro. Tampoco lo había tocado antes, sólo sentido dentro suyo, por lo que recién en ese entonces pudo “conocerlo” mejor. Era entre suave y aterciopelado, y duro al mismo tiempo, y por lo que tanteó, medía entre dos y tres palmas suyas, con razón le había parecido grande. Aunque no sabía mucho cómo tocar a un hombre, al menos podía seguir su instinto y mover la mano alrededor de él como cuando había estado dentro de ella. Tsukasa jadeó de placer y empujó su entrepierna hacia la mano, mirándola a los ojos y asintiendo con la cabeza, lo cual interpretó como que estaba bien encaminada. Estaba encontrando muy estimulante tocarlo, y se animó a acompasar la intensidad de sus toques con los que recibía, mucho más intensos desde que él se había animado a sumar un segundo dedo.

Continuaron así un poco más, hasta que Kohaku consideró que podía probar de hacer lo mismo, besar y acariciarlo ahí... se sonrojó de sólo pensarlo, pero al mismo tiempo le atraía cada vez más la idea, y confiaba en que él la guiaría si se lo pedía. Bajó una de sus manos para detener las caricias íntimas de él, y ante la mirada de curiosidad lo empujó boca arriba y se trepó sobre él. Tsukasa pensaba que quería proceder de una vez con hacer el amor, pero cuando la vio gatear sobre él para atrás para dirigirse decidida hacia su entrepierna, la detuvo.

- No, espera Kohaku... no lo hagas.

- ¿Por qué no? Quiero hacerlo. No sé bien cómo, claro, pero si me indicas...

- No es por eso, todo lo que sea sentirte a ti me gustaría y es todo lo que quiero.

- ¿Entonces? No entiendo.

- Bueno... todavía no puedo controlarme bien cuando siento demasiado placer, y no quiero que sea como anoche, que no dure ni dos minutos luego –reconoció apenado, mirando al costado– O que no lleguemos ni siquiera a eso.

- Oh, entiendo. Pero podemos tomarlo con calma, y detenernos un momento para que... hmmm... recuperes aire, por así decirlo. Es decir, que no llegue a ser demasiado intenso.

- Hmm

- De verdad me gustaría que también te sientas muy bien. ¿Puedo?

Luego de mirarla unos segundos y suspirar, Tsukasa asintió. No era que no quisiera, sino que sería muy vergonzoso tener que detenerla a cada rato, ya Stan le había dicho que el sexo oral era de las mejores sensaciones de la vida, más si la habilidosa compañera usaba sus manos además de su boca, lo cual solía suceder. Era hora de comprobar si pensar en otras cosas muy poco excitantes funcionaban para desconcentrarlo un poco, sin llegar a pasarse de la raya con algo que lo deje demasiado frío. Mientras Kohaku le bajaba los abultados calzones, hizo un repaso mental... el capitalismo, el egoísmo y la posesividad humana, los medios de poder opresivos e injustos. No quería ponerse muy mental o filosófico, pero sí lo suficiente para esforzarse en elaborar pensamientos más complejos, eso le había recomendado Stan. Su mente volvió al presente, cuando sintió la mano de Kohaku nuevamente rodear su miembro y jadeó. Una parte de él necesitaba mirarla, era casi una urgencia instintiva, pero sabía que eso dispararía su excitación a niveles peligrosos, por lo que se contuvo, al menos por esa vez.

Kohaku titubeó un momento, un poco cohibida. Tenía que admitir que parte de ella encontraba excitante y hasta atractivo lo que tenía entre sus dedos, pero también la intimidaba. No dejaba de fascinarse con la textura tan suave y aterciopelada que tenía el miembro, y con la yema de sus dedos recorrió con curiosidad las venas que asomaban a lo largo del mismo, aunque sólo con eso ya lo tenía a Tsukasa estremeciéndose. Sin conocer nada, pudo intuir que la punta era particularmente sensible, no había piel allí, y cuando la rozó con su pulgar el castaño se volvió a estremecer, con más notoriedad. Yendo a lo suyo, tragó duro antes de acercar su boca tímidamente, y depositó un beso allí, mirándolo de reojo para ver cómo reaccionaba. Sonrió un poco cuando le oyó el más suave de los gemidos, no dudaba en que lo iba a volver loco de placer, aunque no fuera su propósito, con lo sensible y honesto que era. Repitió la acción en distintas partes del largo del miembro, cada vez separándose menos.

Era “ahora o nunca”, pensó, y se animó a acariciarlo con su lengua muy suavemente. Tsukasa tembló como una hoja, y era adorable lo sonrojado que estaba, mordiéndose el labio. Volvió a hacerlo un par de veces más, buscando atender de esa forma todo el largo, y podía sentir cómo su propio cuerpo se derretía por dentro, disfrutando de hacerlo disfrutar a él. El castaño todavía estaba controlado, por suerte ella estaba empezando suave y de a poco. Pero duró poco, ya que unos segundos después sintió cómo la boca de ella cubría toda su punta, y soltó un sonoro gemido. Y no supo cómo iba a aguantar, cuando Kohaku pareció confiar más en sí misma e intentar ir más... profundo. Bien, era hora de empezar a teorizar sobre conceptos complejos.

Reconocía que le ayudó la idea, aunque no sabía qué tanto más iba a tener que pensar cuando siguieran con lo demás. La dejó hacer un rato más, hasta que tuvo que detenerla, comenzaba a sobrecalentarse, de cuerpo y mente. Se incorporó un poco, apoyándose sobre un codo, y la llamó con suavidad para decirle que ya estaba bien. Sí que iba a necesitar recuperar aire después de eso. Lo mejor iba a ser evitar todo roce íntimo por al menos un minuto entero, por lo que se giró de lado, guiándola a que se recueste a su lado, para luego abrazarla por la cintura y entrelazar sus dedos con los de ella con la otra mano. Le besó el dorso de la misma, mientras se miraban a los ojos y se sonreían, simplemente en silencio, perdiéndose en los brillantes orbes del otro, era tan dulce el calor que brotaba de sus corazones.

- Eres tan hermosa –susurró Tsukasa, respirando profundamente. ¿Cómo podía emocionarse con sólo mirarla?

- Tú tampoco te quedas atrás, sabes. Pero no sólo eres un hombre atractivo, eres hermoso en todo lo que haces, y lo que eres. Tienes los ojos más bonitos que he visto nunca, y no digo por el color, la forma o las pestañas largas que los adornan, sino tu mirada. Es como si me acariciaras con sólo verme, así lo siento.

- Eso debe ser porque te amo, y lo que pienso cuando te veo es que no me cansaría nunca de mirarte, besarte o acariciarte. ¿Será que lo pienso muy fuerte?

- Creo que sí, porque es como si leyera eso en tu mirada –reconoció con timidez, enternecida– Gracias por tanto, de verdad, Tsukasa.

- Gracias a ti más bien, porque me estás dando una felicidad que nunca pensé posible conocer en mi vida.

- No te mereces nada menos –Le dijo dulcemente contra sus labios y luego lo besó.

Cuando consideró que ya estaba mejor para seguir, la atrajo hacia él para sentir sus cuerpos juntos, continuando besándose. Primero delicados y juguetones roces, dedicándose a un labio, luego al otro, hasta que la necesidad de más los llevó a volverlos más profundos, intensos, cada tanto también salvajes. Tsukasa comenzó a acariciar nuevamente el cuerpo de su amada, ya sabiendo con más seguridad cuáles eran los lugares que más la hacían suspirar, y cómo tocarla para lograrlo, hasta que alcanzó una vez más su intimidad. Sabiendo que ya estaba más preparada, y mucho más relajada que la otra vez, hundió un dedo dentro de ella, ahogando su gemido con un beso profundo. Luego añadió un segundo, y consideró que, si ya lo recibía bien así, podían seguir.

- Kohaku, ¿quieres...?

- Sí –Lo interrumpió, su voz mezclada con un gemido.

- Bien, pero te iba a preguntar si quieres ponerte arriba mío –terminó, con una sonrisa ante el deseo de ella.

- Ah... ¿Yo? ¿Por qué?

- Hmm, porque entendí que así puede ser más cómodo al principio, ya que tú controlas cuánto y cómo avanzar. Ya no vas a sangrar, y no debería dolerte, pero puede que igual al principio sí lo sigas sintiendo algo incómodo... conmigo.

Tenía su lógica, esa propuesta, otro sabio consejo. Lo más vergonzoso de esa tarde, había sido identificarse con que estaba muy bien dotado, tal como desvergonzadamente, por el contrario, habían admitido también Stan y Ryusui, pero que no había tomado las precauciones necesarias al respecto con su compañera. La “competencia” había incluido información hasta sobre esos detalles, aunque más bien para recordar situaciones incómodas de sus inicios de las cuales se rieron, así como recordar encuentros memorables en que habían sido muy alabados y por sus parejas. Pero más allá de lo que pensaba al oír tales anécdotas, le ayudaron a percatarse de que no había preparado lo suficiente a Kohaku en la primera vez, y por eso le había dolido más de lo normal. Sólo recordarlo lo apenaba y volvía a avergonzar, no la había ni tocado como sí estaba haciendo esa noche, por lo que al menos tenía la seguridad de que iba a ser mejor para ella.

Luego de pensarlo un poco, Kohaku asintió, reconociendo que tenía razón en eso, y agradeciendo su consideración. Suponía que esa era otra cosa que él “había oído”, y su mente pensó en dos personas: Gen y Ryusui. No tenía cómo o por qué habían tenido esa conversación, pero al menos les agradecería mentalmente. Se sentó a horcajadas de Tsukasa, ansiosa y a la vez confiada. Algo que encontró sorprendente y muy hermoso, era que no se sentía cohibida con estar desnuda y expuesta así, no tanto porque estaba acostumbrada a ser “femenina” o no le importara tanto, sino porque se sentía verdaderamente cómoda con él, y, sobre todo, amada. Sentía que se estaban entregando en cuerpo y alma mutuamente, y eso era muy preciado.

Entrelazaron los dedos de una mano, mientras que con la otra Tsukasa los alineaba, asintiéndole para que ella comenzara a bajar su cuerpo. Sí, tal como le había dicho él, fue inevitable esa sensación ardorosa y tan intensa de presión, hasta de “expansión”, pero mucho más agradable que la noche anterior. Aprovechando que tenía el control, bajó muy lenta y mínimamente, absorbiendo cada sensación que la recorría, mientras él la llenaba. Él le tomó la otra mano, entrelazando también los dedos, mientras la miraba con los ojos entrecerrados llenos de gozo y felicidad, aliviado de no oírle quejidos de molestia. Kohaku comenzó a levantarse nuevo, dejando su boca entreabierta en un jadeo ahogado ante las sensaciones, poco a poco comenzó a establecer un ritmo entre aquellos movimientos. Apretaba un poco los dedos de las manos cuando se sentía particularmente bien, cada segundo que pasaba disfrutaba más ese cosquilleo interno de calor y de placer, y buscaba más.

Las molestias habían quedado olvidadas, no había más que deliciosas sensaciones, lo que la ayudó a aumentar un poco más el ritmo y la profundidad. No gobernaba su cuerpo, este se movía solo, instintivamente, y siempre para mejor. De pronto, Tsukasa se sentó, y ella gimió sonoramente ante el cambio de ángulo y aún más profundidad.

- ¿Qué sucede? ¿Me detengo? –preguntó ella, dubitativa.

- No, estoy bien, sólo quería abrazarte –Le susurró al oído, mientras la rodeaba firmemente.

En esa posición, tenía un fácil acceso al cuello de cisne de su amada, por lo que aprovechó para depositar apasionado besos allí. Kohaku se estremeció y jadeó de gusto, y también lo abrazó, pero clavándole las uñas en la espalda. Tsukasa siseó, no contaba con que eso lo excite aún más, pero lo hizo, y se lo devolvió con más besos apasionados, enterrando una mano en el cabello de ella, y sin querer aflojándole la coleta, que terminó por caerse sola cuando ella miró hacia el techo, gimiendo. El castaño no pudo evitar detenerse, mirándola con sorpresa, ya que nunca la había visto con el pelo suelto... era bellísima, todavía más, y se le hizo más delicada. Fue tan evidente su pausa repentina, que ella lo miró extrañada.

- Eeeh, ¿Tsukasa?

- Ah, perdona, es que tu pelo...

- ¡Ah! Sí, se soltó, ahora lo ato otra vez –dijo, buscando la cuerda, su preciada shimenawa.

- No, no lo hagas –la detuvo– Estás muy hermosa así, sólo que nunca te había visto con el pelo suelto.

- Es difícil luchar así, no sé cómo haces tú. Y ahora que lo pienso, cuando lo tuve suelto durante varios días, en la isla del tesoro, tú estabas... –se interrumpió ahí, ya que lo que seguía era decir “congelado”, siendo delicada– no estabas ahí.

- Lo que me perdí, entonces –le dijo con una media sonrisa, acariciándole las hebras rubias– Entiendo, pero ahora no tienes que luchar, así que... ¿puedes quedarte así?

- Sí, está bien –Asintió, devolviéndole la sonrisa, y bromeó– Ahora seremos dos leones melenudos y despeinados.

Tsukasa rió un poco más abiertamente en respuesta, y la atrajo hacia él para besarla en los labios, larga y amorosamente. Se empujó hacia ella para continuar, y la joven también reanudó sus movimientos. Se miraron a los ojos, magnéticamente atraídos, ausentándose del mundo alrededor, solamente ellos existían en ese momento y lugar. El castaño disfrutó muchísimo de todo eso, pero pronto tanta emoción y placer comenzó a repercutir en la natural necesidad de culminación. Más allá de que podía volver a emplear la táctica de distracción para sí mismo, lo que de verdad quería lograr esa noche era que Kohaku también disfrute del clímax, pero no estaba seguro de poder lograrlo así. Se dio cuenta cómo lo había logrado esa única vez, y era una buena idea, además de que sería segura para él también al no tener que preocuparse de salir a tiempo para no acabar dentro de ella. Así que continuó un poco más, dejándola moverse a gusto sobre él, lo cual disfrutaba enormemente también, mientras dejaba su mente vagar por tópicos menos excitantes.

La rubia estaba un poco sorprendida de que esa vez no terminara todo tan rápido, y por supuesto que lo agradecía, preguntándose si sería por estar ella arriba guiando la intensidad del encuentro, y no dejarlo acelerarse a él. Como fuera, aprovechó para seguir disfrutándolo, también se sentía muy rico esa forma más lenta y pausada, creía que hasta podía sentir todo mucho más en detalle, además de que al fin podía besarlo y además abrazarlo mientras hacían el amor. Por más que se sentía muy bien, y cada vez mejor, se preguntaba por qué no llegaba ese momento que una vez había experimentado, esa dulce tensión y liberación que la había transportado a otro mundo. Como si Tsukasa le hubiera leído el pensamiento, de pronto la detuvo, y la levantó un poco para salir de dentro, todo con mucha calma, no había urgencia en su accionar.

La recostó a su lado, para colocarse encima luego, y con ambas manos le empujó con delicadeza las piernas hacia arriba y hacia los lados, pidiéndole que se mantenga así, lo más abierta posible, otro sabio consejo que no dudó en seguir ya. Recortó la distancia entre los cuerpos para pegarse completamente a ella, y comenzó a frotarse, estando atento de rozar con sus movimientos el botoncito de placer. Eso se sentía muy bien para ambos también, aunque se extrañaba el calor ardiente del interior, pero en ese momento era otro su objetivo. Kohaku comenzó a gemir más seguido y fuerte, lo cual era una tortura deliciosa para sus oídos, lo adoraba y lo maldecía, ya que lo excitaba muchísimo.

Aunque alejara sus cuerpos, confió en un último consejo que había oído de Stan, y apoyó las manos en el suelo y estiró los brazos, lo cual empujó con más presión su miembro y toda su entrepierna contra la de ella. Ese era un poco el secreto de aquello, que sus intimidades se conecten completamente, cada centímetro posible, y así dedicarse a frotar intensa e ininterrumpidamente el clítoris de la mujer. Claro que lo que había oído se refería también a estar dentro, lo cual tenía otros beneficios, pero confió en el principio detrás de eso y lo adaptó. A pesar de la cara de extrañeza de Kohaku ante el alejamiento, pronto su expresión cambió a una boquiabierta, y cerró los ojos casi vueltos hacia arriba mientras su cuerpo se arqueaba de placer. Bien, estaba encaminado, por lo que continuó así, manteniendo el ritmo durante un minuto entero. Cuando la escuchó soltar unos gemidos más largos y guturales, además notar que su respiración se aceleraba, aumentó la velocidad de sus movimientos gradualmente.

Eso estaba resultando devastadoramente placentero para él también, otra vez necesitando de imágenes frías y pensamientos complejos para no ceder a la necesidad de su cuerpo, pero tuvo la intuición de que ella estaba cerca, y después de eso podría dejarse ir también. Las manos de Kohaku recorrían el cuerpo de Tsukasa, sus brazos, su pelo, todo lo que podía alcanzar. Se sentía demasiado bien, mejor que nunca en su vida, y lo único que podía hacer era gemir y jadear aceleradamente en respuesta, no podía articular un pensamiento lógico, menos expresarlo. Cuando sintió su cuerpo comenzar a tensarse por sí solo, se arqueó un poco más, y alcanzó a posar las manos en el trasero de él, muy atractivo, por cierto. Con ese mensaje, el castaño se aceleró todavía más, y unos segundos después, la atravesó la tan esperada ola de placer, su boca abriéndose sin alcanzar a emitir ningún sonido, su cuerpo temblando fuera de control. A la par de eso, alcanzó oír un largo gemido de Tsukasa, cuyo cuerpo también se estremeció, y luego se dejó caer sobre ella, sin aplastarla del todo, pero abrazándola fuertemente.

Los dos se quedaron así por un buen rato, jadeando pesadamente y tratando de recuperar su respiración, todavía perdidos en los ecos del placer. Luego de algunos minutos, el castaño se giró para quedar boca arriba, dejando a Kohaku apoyar la cabeza contra su pecho, mientras lo abrazaba por la cintura. Sonrió con mucha satisfacción y alivio, eso sí había sido increíble para ambos esa vez. Los ojos comenzaban a entrecerrarse, pero luchó para mantenerse despierto. La que rompió el silencio luego fue Kohaku, con una sonrisa en el rostro.

- Vaya, eso sí que fue intenso, y muy bueno. Gracias.

- Un placer, y no sabes cuánto me alivia haberte hecho sentir bien.

- Ahora sí, no puedo con la curiosidad... ¿Quién te dio estas ideas? ¿Gen o Ryusui?

- Su fama les precede, parece –rió por lo bajo Tsukasa, reconociendo que no había estado tan lejos– Gen no. Ryusui fue uno, sí, pero no fue de él la idea.

- Ah, ¿no? ¿Y de quién entonces? Realmente no se me ocurre quién más de los que estamos ahora aquí.

- Stanley

- ¡¿QUÉ?! –Exclamó boquiabierta, con los ojos muy abiertos– ¿Cómo diablos sucedió eso?

- Bueno... parece que anoche oyó algo accidentalmente, y se dio cuenta que al menos tú no lo habías pasado tan bien.

- Oh... –murmuró furiosamente sonrojada, por haber sido oída y además por la sinceridad. ¿Cómo iba a mirar a los ojos ahora a ese hombre?

- Me ofreció consejos, iba a rechazarlo por el atrevimiento, cuando justo apareció Ryusui atrás. No te preocupes, él todavía no sabe nada. Creo que fue algo astuto de Stanley, pero llevó la conversación a ese tema mediante una broma, sin exponerme. Y se pusieron a “competir” sobre sus mejores trucos como amantes, y contar anécdotas íntimas... de lo cual se suponía que yo tenía que tomar nota mental, lo cual hice, y parece que funcionaron bien.

- Sí, lo admito –Reconoció con una risilla– Me gustó mucho esta vez, pero creo que también estábamos más tranquilos y seguros, no les des todo el crédito a ellos.

- Es verdad.

- Pero no sé si estabas listo para oír todo eso.

- No, no lo estaba –dijo frunciendo el ceño, pero luego sonrió. Suspiró, y la miró– Fue perfecto esta noche, todo. Te amo, Kohaku.

- Lo fue, y me maravilla lo dulce que eres siempre, te amo.

Se miraron a los ojos, felices, unos segundos. Kohaku le acarició el rostro, y luego deslizó la mano por el cabello largo, pero sin querer su dedo encontró un nudo casi al final y le terminó arrancando ese cabello.

- ¡Ay, perdón! –Dijo con pena, cuando se oyó claramente el pelo siendo arrancado.

- No te preocupes, suele pasar.

- De verdad lo tienes muy largo –dijo sorprendida, extendiendo el largo cabello entre sus dedos, era largo como su brazo.

- Sí, aunque no me molesta ni lo pienso tanto, sólo está allí atrás.

- Te queda muy bien, me gusta.

Cuando iba a tirarlo a un lado, Tsukasa la detuvo, y le quitó el pelo. Ella lo miró con curiosidad, y el castaño la miró de reojo con los ojos brillantes y una pizca de diversión, así como un ligero sonrojo asomó después en sus mejillas

- ¿En qué piensas? –Le preguntó, sin aguantar más la curiosidad ante esa misteriosa expresión de él.

En lugar de contestarle, Tsukasa le tomó la mano y la colocó sobre una palma de él. Acercó también la otra mano, que sostenía el largo cabello, y comenzó a enrollárselo alrededor de un dedo. Cuando terminó, Kohaku se lo miró intrigada. Con todas esas vueltas, el cabello cobrizo brillaba ligeramente.

- ¿Por qué hiciste esto? ¿Qué significa?

- Hmmm... ¿en la aldea no saben de anillos?

- No... ¿para qué sirve?

- Es un adorno, en cierta forma, aunque suele ser de oro o plata, que usan las parejas cuando... –se silenció, dándose cuenta lo impulsivo que había sido. No le estaba proponiendo matrimonio en ese momento, pero si le explicaba eso quizás la asustaría un poco por lo pronto y repentino– Cuando se aman mucho y quieren continuar sus vidas juntos –Bueno, era todo cierto, no había mentira allí.

- Oh, ya veo, muchas gracias –Respondió, sonrojándose un poco y sonriendo feliz– En ese caso...

Kohaku se arrancó un cabello de la parte de atrás de la cabeza, donde lo tenía más largo, y le agarró la mano a Tsukasa, la misma que correspondía con la de ella. Enrolló su pelo en el dedo de él, aunque no fuera tan largo, pero al menos la intención estaba.

- Listo, ahora lo tenemos los dos –sonrió contenta, mirándolo cálidamente mientras apoyaba su mano contra la de él, los anillos de cabello juntos.

Tsukasa respiró hondo, y se quedó muy quieto, mirándola profundamente conmovido. No se esperaba eso, el corazón le latía muy fuerte de emoción... era tan dulce y fresca Kohaku, sus ojos aguamarina brillando tan puros y hermosos, una ventana a su alma, igual de bella.

- De verdad no puedo más que amarte, y agradecer a esta vida por haberte conocido y que podamos estar juntos.

La abrazó con fuerza, mientras sentía sus ojos arder levemente. Y pensar que estuvo a punto de perder todo eso, pero no, por suerte no, y atesoraría cada día junto a ella desde entonces, cuidarla, protegerla, haría de eso su misión personal de vida, mientras ayudaban a restaurar la humanidad y librarse de la amenaza de la petrificación, con la esperanza de vivir en unos años más ya seguros, felices y juntos el resto de sus vidas, no dudaba que así sería. Quizás buena parte de la vida de ambos había sido dura en un comienzo, pero compensaba perfectamente con toda la luz y el amor que tenían por delante para compartir, con esa fuerza como motor para superar lo que fuera que los próximos años les deparasen. “Todo estará bien”, pensó, se aseguraría de ello, por Kohaku, por él, por Mirai, por sus amigos y por los demás. Palabra de león.

Notes:

Buenaaas! Tanto tiempo xD. Ahora sí, la conclusión de esta historia. Bueno, pura ricura, emoción y risas fue, para compensar los sustos y corazones compungidos del capítulo anterior. Ya saben mi lema de caricias y nalgadas, y que sin drama no hay trama xD. Bueno, aquí hoy hubo muchas caricias al menos jejee. Espero que les haya gustado mucho, el primer fanfic romántico dedicado a esta ship, ojalá le haya hecho el honor.

Como siempre, gracias por leer, por tanto apoyo y amor en todas las redes, me hace feliz poder compartir mi inspiración y dedicación con ustedes, es un privilegio recibir sus palabras y cariño también, muchas gracias.

Voy a empezar a escribir “Cautivos” en un rato, que después de publicar ese capítulo me voy a tomar una semanita de descanso, ya que hay muchas historias y capítulo prometedores por seguir, pero tengo que descansar y estudiar jeje. Buena semana, hasta la próxima!!

Notes:

Buenas! Como venía anunciando, les traigo finalmente el primer capítulo de esta merecida historia para este hermoso ship. Oficialmente el primer fanfic de ellos en español, según vi. Pensaba que fueran dos capítulos, a la par de los eventos (muy resumidos) del manga, pero ya ven que con las bases de su amor y un beso escribí 10k xD. Ahora se viene lo dulce, y luego, ejem, la ricura... pero estará entre dos y tres capítulos, creo (CREO jaja).
Espero que hayan disfrutado el capítulo, como siempre, agradezco profundamente sus comentarios y reviews, de corazón.