Chapter Text
Anathema había sido siempre una gran amiga, una confidente extraordinaria y la chica más divertida que había conocido jamás. Azirafel disfrutaba mucho de su compañía y sus intercambios sobre libros prohibidos y profanos, se conocían desde la secundaria y ahora ambos tenían sus trabajos soñados y comenzaban a tomar el ritmo de una vida adulta.
Anathema era también bastante insistente cuando algo se le metía en la cabeza, ella le había rogado durante las últimas semanas para que aceptara una cita con uno de sus conocidos en el trabajo, él se negó en un inicio porque no creía que una cita arreglada y a ciegas fuera un asunto para él, de aceptar se sentiría totalmente fuera de lugar.
Pero ella le había asegurado que el candidato en cuestión era sumamente agradable y guapo, como practicante de las artes oscuras y mujer con sorprendente sensibilidad en temas espirituales le dijo que estaba segura de que eran almas gemelas.
-Te lo juro Zira, yo nunca me equivoco en estas cosas, acepta por favor
-No lo sé, yo no estoy buscando pareja en estos momentos...
-No tiene que ser en plan romántico, puedes salir con él y ser amigos
Anathema lo miró con ojitos suplicantes, Azirafel era un poco débil cuando se trataba de rechazar alguna petición, y ver a su amiga tan ilusionada lo tenía al borde de aceptar
-Vamos ¿sí? Es un buen amigo y me gustaría que lo conocieras, si no te interesa de ninguna forma te juro que él no se lo tomara a mal
Azirafel ya no encontró más excusas para seguirse negando y pensando que nada podía perder, finalmente cedió y fijó el futuro fin de semana para verse con el compañero de trabajo de su amiga.
Para Anthony J. Crowley eso de buscar el amor estaba sobre valorado, bien podías encontrarlo cuando eres un chiquillo que corre con la nariz sucia por ahí o nunca lo encuentras y mueres solo y un poco infeliz. Así que si estás hecho para recibir y dar amor puedes esperar y en algún momento va a llegar.
Bueno, con casi 28 años y ningún amor apasionado en su registro de vida, sentía que no se había perdido de mucho, tenía amigos, su trabajo y su fabuloso estilo. Un hombre no podría desear más en esta vida. Sin embargo, de alguna manera fue manipulado e intimidado por la chica nueva del departamento de brujería para aceptar una cita a ciegas.
Simplemente pasó un día, mientras él caminaba a su pequeña oficina; ella salió de la nada, se presentó como Anathema y le dijo que tenía una cita lista para él, que si se atrevía a faltar ella le lanzaría un hechizo. Y por Satanás que él no tentaría su suerte, sabía que las brujas del instituto de Investigaciones Paranormales y Espirituales eran ruines y mejor no hacerlas enojar.
Así que consiguió el nombre de su cita y el lugar a donde tenía que presentarse. Crowley no había pedido nunca una cita, había aceptado salir con algunas personas que se lo pidieron primero, pero ninguna de esas veces condujo a algo más, así que se sentía un poco nervioso, no estaba seguro de qué cosa hacer o cómo decirle amablemente a su acompañante que no estaba buscando una relación y que tampoco quería una maldición de su amiga la bruja.
El día llegó, el conjunto que usaría y su peinado no fueron un problema, su estilo era un clásico y siempre lo hacía ver jodidamente atractivo, si su cita no pensaba eso entonces terminaría en los primeros cinco minutos. Lo que agregó y que no habría pensado en agregar antes, benditas fueran las páginas de Internet con consejos para principiantes, fue un ramo de tulipanes amarillos salidos directo de su invernadero. Bueno, Anthony J. Crowley estaba listo para enfrentarse a su cita.
El sitio pactado para el encuentro era una cafetería en el centro de la ciudad, así que Crowley condujo hasta el lugar y entró con algo parecido a los nervios, se dirigió a la mesa que una de las señoritas que trabajaban ahí le indico y se quedó de piedra cuando vio a la persona que estaba sentada en el lugar esperando. Bueno al parecer el amor le había llegado.
En la mesa estaba sentado un hombre de cabellos tan rubios que parecían casi blancos, con las mejillas sonrosadas haciendo un contraste perfecto con sus ojos azules, era el chico más tierno y hermoso que haya visto jamás en su vida, con un aura de dulzura y pureza casi angelical.
Crowley se quedó sin palabras, todo lo que sabía hasta ese momento sobre interacciones humanas parecía incorrecto, así que se quedó boqueando sin control hasta que el chico en la mesa tomó la iniciativa y rompió el silencio.
-Hola… ¿Eres Anthony?
-Ah… sí, correcto yo soy Anthony Crowley-tropezando con sus palabras el hombre pelirrojo logró formular una respuesta sintiéndose nervioso y poco genial, sin embargo, continuó porque no quería dejar de hablar con el chico hermoso-Tú eres Azirafel, ¿Verdad?
-Sí, hola
El chico rubio saludó con la mano sonrojándose levemente al darse cuenta de que ya había dicho eso antes, su sonrisa tímida le dio a Crowley la confianza suficiente para sonreír con galantería y volver a tomar el control de su persona.
Cuando tomó el respaldo de la silla frente a la mesa y procedió a sentarse, Azirafel pareció relajarse y su sonrisa se volvió más natural, Crowley estaba perdido en el bello rostro del chico, tanto que casi olvidó su ramo de tulipanes, pero en cuánto reparó en las flores nuevamente las extendió rápidamente sorprendiendo a su acompañante.
-Éstas son para ti
- ¡Oh querido, son hermosas!
Azirafel se apresuró a tomarlas y acariciar los pétalos con la punta de los dedos, Crowley sintió que su corazón martillaba con fuerza ante la escena y sin pensarlo murmuró.
-Sí, igual que tú- al escucharlo, el chico lo miró y Anthony se acomodó los lentes para ganar algo de tiempo -. Quiero, bueno ya sabes, te quedan… sí, son lindas
-Gracias Anthony, tienen un significado hermoso
- ¡Sí! No sólo la amistad, también para un buen comienzo
Ambos chicos se miraron con una sonrisa emocionada en sus labios, ambos presentían que si platicaban un poco más podrían llevarse realmente bien.
- ¿Eres alguna clase de botánico o poeta? –Azirafel tenía mucha curiosidad, pero al ver la cara de confusión de su cita se apresuró a aclarar. -Lo digo por el lenguaje de las flores
-No, yo soy publicista, pero mi pasatiempo es la jardinería, yo cultivo algunas flores
- ¡Eso es genial!
-Sí, lo disfruto mucho… ammm… Anathema no me dijo a qué te dedicas, lo siento
-No tienes que disculparte ella es así, tengo mi propia librería, primeras ediciones directo a mi puerta
- Wooow eso es increíble, no soy un hombre de lectura, pero suena bien ¿En dónde tienes tu librería?
-En el Soho, encontré un lugar agradable ahí…
-Disculpen caballeros. ¿Desean ordenar ya?
Ninguno de los dos se había percatado que la mesera se había acercado y ahora esperaba para atenderlos, ambos se avergonzaron un poco por perderse de esa manera, pero decidieron hacer su orden.
-Claro querida, puedes traerme una rebanada de pastel de triple chocolate, una orden de macarrones y un par de cupcakes con una tetera de té -Azirafel se apresuró a enumerar, aunque a mitad pudo sentir la mirada de sorpresa y la sonrisa de Anthony sobre él- ¿Tú qué deseas ordenar, querido?
-Un café americano, gracias
La mesera terminó de apuntar y se retiró dejando a los hombres solos nuevamente, entre ellos hubo una risa sincera antes de continuar con su charla. A ninguno de los dos les parecía que las citas a ciegas fuera algo para ellos y, sin embargo, aquel día en esa cafetería Anthony y Azirafel dieron inicio a una de las relaciones más importantes de sus vidas, al parecer la bruja del departamento de investigación realmente tenía un buen ojo para eso de las alamas gemelas.