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Matando el tiempo

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“Bueno, capitán Ampora.” El doctor Campbell respondió, cerrando un libro que previamente había estado hojeando. “Por lo que he conversado con otros miembros de la tripulación, parece que los sueños se han detenido en su totalidad.” Sin embargo, sus ojos escanearon con curiosidad genuina al troll delante suyo. “Todos, exceptuando a usted y a Lock.”

El troll se cubrió la boca mientras rememoraba los sueños de la noche previa, vagas memorias que se escapaban de entre sus manos. Algún remanente de dolor, luego calma, volver a donde pertenecía, a donde siempre estuvo destinado a estar.

“Claro, claro…” Cedió el troll, apretando los dientes en frustración; luego, negó con la cabeza. “Pero me parece que esta vez todo era diferente. Los sueños que tuve, no se parecían en nada al que soñé la noche anterior.” Tuvo algo semejante a un escalofrio en su cuerpo. “Por la Condesa… Hace un par de noches, todos parecíamos haber tenido pesadillas o en un estado de paranoia, y de la nada- ¡todo se detuvo!”

El hombre se echó el pelo hacia atrás, rubio y castaño en una perfecta trenza que surcaba su temple. “Mire, capitán, yo le recomendaría que haga una cosa.” Comenzó, tomando asiento en la silla de su oficina. “Déjelo ir, ¿vale?” Sugirió. “A menos que los sueños continúen, creo que es lo mejor que puede hacer para su tranquilidad.”

El capitán suspiró pesadamente, frotándose el puente de la nariz. “Bien, bien, lo que el doctor ordene.” Gruñó. “Solo…”

“Solo no presionemos nuestra suerte esta vez.” Asintió el doctor. “Tómelo como un vistazo a otra dimensión que nunca será la nuestra.” Sugirió. “Porque si esa dimensión existiera, con solo verlo… creo que tal vez entendería el por qué, alférez Ampora.”

El capitán se quedó quieto, si bien había suficiente confianza entre ellos como para saber que el humano solo andaba bromeando con él, no pudo evitar sentir algo frío trepar por su espalda en el momento en el que esas palabras abandonaron su boca.”

Resopló.

“Osea, ¿insinuas que solo deje que pase el tiempo?” Pregunto, desviando la conversación a lo importante, no a aquello que le sacaba temblores inconscientes por la espalda.

Drew se apoyó flojamente sobre el escritorio.

“Bueno capitán, estar matando el tiempo se puede convertir en un pasatiempo.” Indicó el doctor, con una sonrisa más cálida. “Quizás no habría dicho esto hace un par de días, pero… solo déjelo ir. Es lo mejor.” Al final, se reclinó sobre la silla. “Y si no, cuéntele a Lock, aunque hoy día lo vi más preocupado por la dieta que le puse para mantenerse en forma que por pesadillas.” Frunció el ceño. “Estoy seguro de que ese enano me está evadiendo las preguntas al respecto y no solo hablo de lo que tengo que hacer para que no pierda musculatura.”

El troll sonrió ladino, bah, el mismo Lock de siempre, misterioso, evasivo e infantil.

“Tal vez es su manera terca de mantenernos a salvo.” Dijo el capitán. “¿Así no es como lo hacen los capitanes de todas las naves?”

Aún faltaba más de media hora para el inicio de sus labores diarias en el puente, por lo que decidió bajar hacia los jardines botánicos, casi como si algo lo estuviera llamando ahí. No entendía el por qué, sin embargo, no tenía razones para decirse que no a sí mismo.

Mientras paseaba, sentía el aire húmedo y reconfortante, el domo del techo simulando un amanecer agradable y despejado, pero aún así, no se sentía tan a gusto como lo habría estado normalmente. Tenía el corazón en la garganta, y no ayudó en nada que una voz suave lo sacara de su nerviosismo.

“¿Cro?”

Como si hubiera sido un niño descubierto haciendo una travesura, el troll se dio la vuelta rapidamente, viendo al humano bajito en su uniforme negro mirarlo con preocupacion, Él levanto las manos.

“Oh, lamento si lo asusté, capitán.” Dijo, con un rostro ligeramente angustiado.

Como pudo, el capitán Ampora relajó los hombros y tomó de la cintura a su primer oficial, llevándolo hacia una de las bancas que se encontraban ahí. Una vez sentados, deslizó su mano hacia arriba, reposando entre los omoplatos suaves del hombre.

“Entonces, Lock, ¿que te trae por aquí tan temprano?” Inquirió el capitán, con curiosidad genuina.

“Drew me informó que los sueños se disipan rápidamente.” Dijo el humano, tomando una tableta que llevaba bajo el brazo, rápidamente, tecleó algo. “Sin embargo… me informo que usted si soñó anoche.” Sacudió la cabeza. “Siento que eso lo preocupó bastante.”

Quizás, si fuera cualquier otra persona, el troll habría reaccionado con indignación, pero la suavidad en las palabras de su amante eran suficientes para ablandarlo a sí mismo. “Tal vez.” Comentó, inseguro. “Pero también me informo que estabas escapando de sus intentos de cuestionamiento, me parece que lo ocultas pero… ¿es personal o solo querías esperar a…?”

Él se sonrojó, antes de quitarse los lentes plateados, limpiándolos cuidadosamente con la manga de su traje.

“No, no, solo… esperaba a consultarlo contigo primero.” Murmuró Lock. Luego, miró a los costados, como cerciorándose de que no había nadie escuchando a escondidas. “Pero… en mi sueño… mi último sueño, sentí como estábamos unidos en un enlace mental cuando…” Su voz murió en inseguridad o quizás en tristeza, angustia genuina.

Ampora tragó saliva, sí, habían muerto juntos y aunque solo lo había tomado como una mera maquinación de su mente, no hacía más sencillo procesar que había visto a su amado humano morir a su lado.

“Soñaste que estábamos unidos en un enlace cuando morimos juntos.”

El humano frunció el ceño, las arrugas en su rostro acentuándose. De repente, se veía más viejo a pesar de la inmortalidad condicional que tenía. “Si, eso… eso fue exactamente lo que pasó.” Admitió, con un tono bajo.

Ampora negó con la cabeza.

“Esta bien, Lock.” Dijo, su pulgar trazando círculos suaves en la espalda del hombre. “Tampoco habría hablado de eso si no hubieras traído el tema a colación, pero… sentí como que había pasado algo. ¿Entiendes?” Apretó los labios. “Siento que dormí por siglos, ¡por alguna razón!”

Él se acomodó en su hombro, el contraste entre piel cálida y fría pareciendo más reconfortante que el mismo jardín, era todo lo que necesitaba.

“Podríamos hablar de eso más tarde, capitán.” Dijo al final Lock en una voz tranquila.

Aún tenían trabajo por delante, era una buena opción.

 

En la habitación del humano, Ampora entró en silencio, el joven descansaba sobre su cama en un montón de almohadas, respirando en silencio. Era un momento mágico, verlo con el pelo desordenado y sus gafas pendiendo de dos dedos, a nada de caer al suelo.

Cuando la puerta se deslizó cerrada, el humano volteo el rostro, mirándolo con una sonrisa cálida que se filtró en su corazón.

“Hola Cro.” Le dio la bienvenida, sentándose lentamente de costado, estaba en pijama todavía. “Estuve pensando -por favor, no digas que finalmente- y creo que puedo usar algún fraymotiff para recrear la realidad que se escapa de nuestros dedos.”

Su rostro se veía tranquilo en la ligera luz de las luces, como si estuviera contento con cualquier respuesta que le diera.

Ampora supo inmediatamente su respuesta a eso.

“¿Qué tienes en mente?” Preguntó, sentándose frente a él, en el suelo.

“Otro enlace, una danza mientras hago uso de las ramificaciones de la mente para ver si esos sueños eran reales o solo productos de trucos mentales que nos autoinflingirnos en un intento de pasar el rato.” Su rostro se apagó ligeramente en timidez. “Pero… si no quieres intentarlo, está bien para mí. Tampoco soy algún héroe del tiempo como para saberlo con exactitud”

El troll negó con la cabeza, apoyando su mentón en la rodilla del humano. “Nunca dije eso, Lock.” Dijo, con devoción en sus ojos. “Pero eh, tienes la oportunidad de sacarme de aquí y no volver a tocar el tema de nuevo.”

Lock sacudió la cabeza, no, era hora de dejar de correr, para ambos.

“No, cariño.” Dijo el joven con dulzura, determinado a continuar hasta el final. “Las respuestas están más cerca de lo que creemos.”

El muchacho apoyó sus dedos en el temple del capitán, energía y chispas acariciando a sus alrededores, previo a que en el eco del universo… un capital humano y su alférez troll exigieron su atención.

 

Con un jadeo de sorpresa, el troll observó al suelo, su corazón latiendo a toda velocidad en su pecho. Todo eso, tantas cosas, tanto miedo, tanta unión y tanto dolor… había sido real, pero siempre, ellos estaban destinados a encontrarse, ¿acaso eso era bueno o malo?

Se pasó una mano por el pelo, sentado en sus piernas, el humano escondió su rostro en su cuello. “Siento que todo esto fue incuestionablemente real.” Murmuró, su voz vibrando contra su piel. “Sin embargo, no hay más evidencias de lo que hemos visto y experimentado.”

“Tal vez debamos informar de esto a la jefatura de la flota.” Sugirió Ampora de forma casi inocente, a lo que Lock soltó una risa, depositando un beso en su nariz. “Hey, ¿por qué no?”

“No hay forma de que un montón de burócratas viejos vayan a creer lo que un par de amantes espaciales tengan que decir si no tenemos una evidencia tangible.” Dijo, mirándolo con cariño. “Y si lo hacen -cosa que dudo en verdad- me parece que nos someterán a tantos exámenes que los largos escáneres cerebrales de Drew parecerían un juego de niños comparado a ellos.”

El troll se relajó bajo el peso de Lock.

“Pero me causa curiosidad cierta cosa, Lock.” Inquirió él, su voz tornándose seria.

Ingenuamente, el humano miró hacia arriba. “¿Qué pasa?”

“Si Strider era real.” Dijo, encogiéndose de hombros. “Me parece que tendremos que encontrar la manera de hacer que pague manutención intra universal para el futuro niño de cierto alguien.”

El chico soltó un gruñido, mordiéndole el cuello, arrancándole un quejido juguetón. “¡Cronus!” Protestó antes de mirarlo a los ojos, ofendido en el momento. “Por favor, hablamos demasiado poco como para que algo así haya pasado!”

El troll río, besando la punta de la nariz de su primer oficial.

“Ya, pero si lo necesitas…” Siguió provocando. “Tengo el número de un buen abogado.”

Él se quejó, estirando las piernas.

“Eres de lo peor, ¡tonto!” Dijo, antes de ponerse de pie, sin embargo, no había molestia real en su voz, sabía que el capitán lo hacía solo porque prefería reír antes que angustiarse cuando estaba presente, era mejor la esperanza que el miedo.

Al final, Ampora se puso de pie también, su masiva forma haciendo que el oficial se viera todavía más pequeño a su lado.

“Debemos de descansar.” Murmuró Él. “Tenemos turno en seis horas.”

El capitán asintió mientras se estiraba, sintió sus huesos crujir cómodamente mientras los débiles remanentes de la calidez de esa conexión mental aún estaban dentro de su cabeza, pero, no les guardo luto. En cambio, se dio la vuelta, observando a los ojos de Lock con un cariño indescriptible.

“Gracias, Lock.” Dijo, agachándose a dejarle un beso en la frente, no solo de él, si no, de parte del alferez Ampora. “De parte de ambos.”