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Boyfriend

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Lancey tembló cuando Lotor lo tomó con tanta fuerza por el brazo, acercándola y apresándola contra él. Quizás fingir que nada estaba ocurriendo no había sido la mejor idea, quizás esto había sido demasiado sospechoso. Si el Galra realmente estaba sospechando, ella no entendía cómo podía ser tan vivaz para algunas cosas y tan estúpido para otras.

—¿Que demonios está sucediendo?—Masculló Lotor demasiado cerca de Lancey.

—Yo podría preguntarte exactamente lo mismo—Espetó Lancey como respuesta.—Te estabas besando con Allura. Otra vez.

—¿Me estás hablando en serio?—Bufó Lotor, ofendido—Parecía como si no te importara en lo absoluto. ¿Que pasa con esa indiferencia, eh? La última vez estabas llorando y mandaste a tu amiguita a golpearme.

Lancey iba a quejarse acerca de que ella no había enviado a nadie para hacerle daño, pero antes de lograr decir nada, decidió que era mejor defender a su novia, no quería descubrir que otras cosas podían ocurrirsele a Lotor para castigarla más si descubría que ella había sido la artífice del golpe.

—Pues ya me di cuenta de que ella te gusta mas que yo, así que no importa, quedate con ella, yo tampoco quiero estar contigo.—Lancey bajo la cabeza un poco y sacudió su brazo, tratando de soltar el agarre del Principe, pero, en cambio, Lotor solo se aferró más a ella.

—Ella no me gusta, solo me gustas tu, te amo a ti y solo a ti.—Respondió él, tomándola por la cintura y acercándola más.

Lancey trató de evitarlo, trato de alejarse un poco más, pero fue inútil, Lotor era más fuerte físicamente hablando.

—No lo entiendo, Lotor. ¿De que vas? Te Vi besándote con ella. Dos veces. ¿Que quieres decir con que no te gusta?—La Princesa estaba empezando a ponerse nerviosa, no podía apenas moverse.

—Estaba tratando de ponerte celosa, para que me quieras ¿Es que no lo entiendes? Yo te amo, quiero besarte todos los días pero tú solo me evitas.—Protestó, comenzando a besar el cuello de la Alteana a pesar de sus quejas.

—¿En- en serio esa es tu manera de demostrar amor? ¿Y yo soy la que tiene que darte explicaciones?—Tartamudeó Lancey, retorciéndose en los brazos ajenos.

—Por supuesto que si ¿Que es lo que te pasa? ¿Por qué no quieres hacerlo conmigo?—Cuestionó, comenzando a subir sus besos hacia su mejilla, a pesar de estar en pleno pasillo.

—¡Porque no me gustas! ¡No estoy enamorada de ti!—Lotor pareció brotarse de ira ante las palabras de la morena, sus besos subieron agresivamente a sus labios.

—Con que eso es, entonces estás enamorada de otro—Acusó Lotor contra la boca de la morena.

Las lágrimas comenzaron a correr por los pómulos de Lancey, quien, desconsolada, comenzó a sacudirse con tanta fuerza que finalmente logró alejarse de su prometido, cayendo al suelo con un pequeño estruendo, sonido que Romelle, desde el otro lado del pasillo, logró oír.

—¡Su majestad!—Gritó ella, levantándose el vestido para correr hacia la Princesa, ayudándola a levantarse del suelo. Lotor se quedó estático, como si hubiera caído en lo que había hecho.

Solo que no lo hizo.

—Oh, vamos, no fue tan grave—Rió el, tratando de ayudarla también, pero la rubia quitó sus manos de ahí tan amablemente como pudo.

—Lo siento, señor, pero creo que la Princesa necesita un momento a solas—Dijo ella y la morena solo asintió.

Ambas se alejaron de alli.

Lancey solicitó ver a los reyes, necesitaba otra charla con sus padres, se sentía terriblemente mal, sucia y afligida. Ella no quiso besar a ese hombre, por mucho que fuera su prometido, ella no lo había elegido, quería poder no verlo nunca más, ya amaba a alguien más, a una mujer y no a un hombre como el creía.

También se sentía algo mal por estar engañandolo, pero la tranquilizaba que al menos ella tenía mejores razones que él para hacerlo.

Cuando se presentó ante sus padres, ellos la miraron con tristeza, como si no pudieran hacer absolutamente nada para ayudarla.

Pero era obvio que estaban preocupados por ella, por lo que Lotor acababa de hacerle.

—Lo siento, cariño, pero es imposible hacer nada ahora, el planeamiento de la boda ya comenzó—comenzó su padre con la mirada afligida.

Lancey sintió que su corazón daba un vuelco, sabía perfectamente que tenían un plan para huir de eso, pero eso no hacia que se sintiera menos grave.

—De hecho... Hoy mismo partirás junto con Lotor y Romelle al reino Galra.—Explicó su madre con la misma expresión que el hombre—El casamiento tendrá lugar en diez días.

La Princesa sintió su respiración pesada, comenzaba a sentirse enferma. La Reina se acercó a ella, preocupada.

—Oye, hija ¿Estás bien?—Cuestionó la mujer, sin tener idea de que hacer para ayudar a su hija.

—Si, es solo... Que me sorprendió, yo no esperaba que fuera tan pronto.—Murmuró Lancey con suavidad, tratando de sonreír, pero sus padres nunca caían en sus pequeñas mentiras.

Sin embargo, no podían hacer nada para ayudarla, así que poco después la enviaron a su habitación a alistarse para, esa misma tarde, despedirse de su familia y retirarse al Reino Galra hasta el día de su boda, que allí se celebraría.

En cuanto la Princesa llegó a su dormitorio, se dejó caer en la cama, golpeada duramente por la realidad, Keithlyn salió del baño: su nuevo escondite, y corrió hacía ella, tratando de consolarla como pudiera. Miró a Romelle, como preguntándole que había sucedido.

—Lotor la beso contra su voluntad y luego los Reyes le dijeron que hoy debía irse al Reino Galra para prepararse para su boda.—Susurró ella en respuesta.

—¿Cómo podré casarme contigo en lugar de con Lotor? ¿Cómo si ni siquiera estás ahí?—Sollozó la Princesa, que había escuchado la explicación de Romelle

A Keithlyn le hervía la sangre.

—Yo iré contigo.—Anunció ella sin pensarlo ni un segundo, provocando que la Alteana se levantará de un respingo y la mirara con curiosidad.

—Pero... ¿Cómo?—Preguntó sin terminar de entender.

Keithlyn se tomó un segundo para examinar la situación y luego de un momento, con el plan armado con más rapidez de todos los tiempos.

—Romelle me ayudará, me meteré en la parte trasera del carruaje, junto con el equipaje, incluso puedo meterme en un bolso, para que nadie sospeche, nadie va a juzgar la cantidad de ropa que lleva la Princesa.—Ideó ella con una sonrisa en el rostro.

Lancey se limpió la cara, se quitó las lágrimas y el maquillaje corrido de las mejillas y sobrio por la nariz, sonriendo mientras la rubia le pasaba un pañuelo.

—Eres la mejor, gracias, de verdad.

Cuando la Galra la besó, sintió que la suciedad que Lotor había dejado sobre ella se iba de a poco.

Esa misma tarde, las tres partieron viaje, Lancey insistió en compartir carruaje con Romelle además de con Lotor, ella ayudaría a mediar en la situación.

Mientras tanto, Keithlyn estaba en la parte trasera del vehículo, metida en un bolso cuál ropa, pero no podía importarle menos.

Estaba feliz.

Su plan estaba saliendo a la perfección.