Chapter Text
Llegaron a Australia en búsqueda del aluminio, ese metal ligero y resistente que contribuiría significativamente con el cohete. La comida escaseaba un poco, pero como siempre las buenas predicciones de Françoise los salvaron al hacer un pedido especial a la ciudad del maíz, Fueron Ukyo y Yo quienes lo llevaron.
“¿Se quedarán para siempre?” La comida incluso dejó de saber bien cuando escucharon a Senku declarar el plan del viaje a la luna.
“El científico, el guerrero y el piloto que viajen a la luna, se quedaran ahí durante décadas, siglos y tal vez milenios, hechos piedra” Sus manos jugaban con la medusa que aun funcionaba, la única en la tierra capaz de hacerlo.
De hecho, había sido un milagro que la que te petrifico en el parto funcionara, pues ninguna otra lo hizo de nuevo mas que la que encontraron en la isla del tesoro.
“¿Y ustedes están bien con eso? ¡Es una locura! ¡Acaban de tener un bebé!” Senku no dijo nada cuando Gen empezó a reclamar por la misión. Tu arrullabas a tu hija con cuidado, esperando que se relajara un poco, ella había sentido el pesado ambiente y comenzó a removerse inquieta.
No dijeron nada, ni tú ni tu esposo. Senku solo hizo caso a los quejidos de su hija, acariciando su cabeza con mucho cuidado. Sonríes, estirando los brazos para hacer un intercambio, él con la bebé en brazos y tú ahora con la medusa.
Gen toma tu mano, desesperado porque alguno le conteste, se ve afligido, triste y con el corazón roto mientras dice tu nombre, suplicando por unas palabras.
“Actualmente existen tres científicos capaces de llevar la misión a cabo, mi padre queda excluido, lo necesitan en la tierra para monitorear todo. Por lo tanto, solo quedamos Senku y yo para esto” Suspiras y tratas de que tu voz suene calmada “Así que solo será una elección al azar, y quien se quedé en la tierra de nosotros dos…”
Dejaste las palabras en el aire, imaginando el horror que será pasar por todo eso, aun así, te pasas el dolor y sigues sonriendo hacia tus amigos
“Decidimos que el que se quede en la tierra junto a Hakuya y serán petrificados hasta que se rescate al de la luna.”
La respuesta fue tal y como lo esperaban. Un montón de quejidos y reclamos al respecto, nadie estaba de acuerdo con esa clase de idea.
“wa wa, lloren todo lo que quieran, quiero escuchar propuestas que no dejen a mi hija sin uno de sus padres” Respondió Senku rascándose la oreja, dejando que Hakuya le estuviera tocando el rostro con sus manitas.
Claro que no hubo ninguna, si los genios no encontraban la solución a su problema ¿Qué oportunidad tendrían los demás?
[…]
“Mierda…” Exhalas la maldición por el calor que te recorre hasta los huesos.
Con la ropa a medio quitar de tu cuerpo, solo colgando de los lados. Senku se encarga de besar tu piel descubierta mientras sus manos recorren la desnudez de tus piernas.
“Dr. Ishigami usted no tiene autocontrol…” Echas la cabeza hacia atrás, envolviendo mechones de su cabello con tus manos “Acaba de tener una hija y ya planea tener un segundo”
Su risa te estremece, sientes chocar su aliento contra tu cuello luego de que su lengua te recorriera desde la clavícula hasta el mentón.
“Que puedo decir, mi esposa quiere un varoncito…” Su mano atrapa como una pinza tu pecho, lo masajea y lo estira hasta que el dolor te hace gemir su nombre. En sus años juntos la forma en que te aprisiona en la cama (o en este caso contra tu escritorio en el Perseo) se ha vuelto mas dolorosa y excitante.
Saben que no pueden permitirse otro niño, ese pensamiento los inunda cada día cuando ven a su hija crecer poco a poco. Pero eso no le quita lo excitante que les resulta cada vez que Senku amenaza con dejarte embarazada una vez más.
La mano que tiene libre la usa para apretar tu cuello, una asfixia controlada pero lo suficientemente fuerte para que tus reflejos te lleven a que lo sujetes de la muñeca. Respirabas, con dificultad, pero lo hacías. La saliva empezó a formarse en tu boca, incapaz de tragar.
Tu esposo sonríe y decide robarte el poco aire que respiras con un beso profundo y desesperado. Moviendo su lengua contra la suya y riendo cuando no puedes seguirle el ritmo.
Sus dedos inquietos se mueven como gelatina, esparciéndose por todo tu cuerpo, topando por fin hasta la humedad entre tus piernas temblorosas.
“Senku” Repites, sus dedos se mojan en un instante por la excitación que sale de tu cuerpo ardiente.
“Shhh señora Ishigami, podrían oírnos ahí afuera” Era mentira, por supuesto que no podrían oírte dentro del Perseo metálico ¿Verdad?
Muerdes tu labio, ocultando tus gemidos una vez que sus dedos se introducen a tu interior y se abren camino golpeando tus paredes internas con tanto fervor.
Él se divierte admirando como te esfuerzas por contener tus quejidos mientras tu orgasmo te recorre. Aprietas sus hombros y te aferras a su cuerpo, exigiendo que siga su trabajo.
“Que chica tan desesperada” Se burla, bajando su ropa interior con ansias, dejando que cayera al piso aun enredados en sus tobillos. Lo único que quería era acercar por fin su miembro a tu entrada.
Reconoces su calor palpitante en cuanto la punta se frota contra tu entrada, sin nada de espera o preámbulo simplemente se sumerge hasta el fondo, cayendo todo su peso contra ti sin haberlo querido. La sensación de estar dentro tuyo siempre parece fundirle el cerebro, tan caliente que hasta el ultimo de sus circuitos se fríe.
Con cada empuje dice tu nombre, le arrancas las palabras cuando tus piernas lo rodean de la cintura, ambos se aprietan el uno contra el otro, deseando unirse mas de ser posible.
Son cuidadosos, incluso al final por más perdidos que estén, Senku procura derramarse sobre tu estomago y no dentro, solo para evitar problemas mayores.
Se recuestan en tu escritorio, con la vista en el techo, pero incapaces de ver algo además de estrellas luminosas producto de sus orgasmos post coitales. Acomodan su ropa con torpeza, se besan felices y retoman su trabajo, ansiosos por volver a Japón luego de más de tantos años.
[…]
Cuando despiertan a los isleños olvidan su pequeño detalle hasta que todo el pueblo los rodea y grita de asombro.
Hakuya es aun muy pequeña, a sus tantos meses apenas aprendió a gatear a bordo del barco alrededor del mundo. Uno pensaría que está un poco acostumbrada a las multitudes, sin embargo, no es así para nada.
Su cabello, ahora mas largo, deja expuestas sus puntas verdes igual que su padre, y sus ojos ya mas formados por el tiempo, reflejan el azul del típico gen americano.
Se le contorsiona el rostro, volviéndose mas rojo con cada persona que se les acerca para pedir cargarla, hasta que llegan a su limite y estalla en un grito fúrico que por poco deja sordos a la población japonesa.
Frunces las cejas y se la pasas a su padrino, el único que puede calmarla cuando hace sus rabietas. Gen la recibe contentísimo, alzándola en el aire y enseñándole todo a su alrededor, mientras los demás prohíben que la multitud vuelva a echársele encima.
“Dios, es una enojona” Te cruzas de brazos
“Me pregunto ¿A quién se parecerá?” Miras feo a tu esposo, dejándolo ahí en lo que dejas que Ruri los guie a la planta hidroeléctrica que necesitan para empezar con el cohete.
Las reuniones fueron emotivas, dolorosas al recordar a Lilian, pero de cierta forma un consuelo de ver a Ruri y Kohaku se instalaba en tu corazón. Al menos esas dos hermanas pudieron salvarse entre ellas.
[…]
Paneles solares, el primer ordenador, una televisión, la carcaza de un cohete y una plataforma de lanzamiento.
Todo eso mas dos años fueron el resultado luego de haber vuelto a japón.
“¿Qué les parece?” Senku les presume con una sonrisa, cruzado de brazos.
“Todo un científico espacial” Te encojes de hombros, dejando que disfrute de su momento. Te toma de la cintura y te atrae hacia él, más emocionado de lo que aparentaba, su beso fue lento y dulce igual que siempre.
“…” Hakuya solo se quedó ahí de pie, mirándolos fijamente sin ninguna expresión a la vista. Esperando a que sus padres volvieran a la tierra.
Te ríes nerviosa, sonrojándote por lo cariñosos que se habían vuelto sin darse cuenta, Senku no le dio importancia, se mantuvo con una sonrisa triunfante.
“Haku ¿No estas emocionada? Hoy viene tu abuelo con el motor del cohete” Quieres cambiar el tema y agradeces de que ella sepa leer tan bien el ambiente. Rueda sus ojitos y levanta los hombros.
“Si, regalos” Es lo que responde, su vocabulario aun es limitado, se esfuerzan por hablarle solo en un idioma para que no tenga confusiones, pero no pueden evitar que otros le hablen en inglés, y al final solo termina diciendo muy pocas palabras.
Aprietas los labios en una línea. Aguantando la risa de sus palabras, hace tiempo le habías explicado lo que era Santa Claus, y luego al enterarse de que Xeno tenía el cabello blanco, de alguna manera empezó a creer que él era el hombre que entregaba los regalos a los niños bien portados.
Senku no se aguanta la risa, y la carga con un solo brazo diciéndole que ella será la niña mas consentida del mundo nuevo. Con o sin Santa Claus.