Actions

Work Header

7 años

Chapter 58: E. – Parte Siete: Hasta que la muerte nos separe

Chapter Text

***

 

 

-¡Salud por los novios!

 

El grito de Valerio los hizo separarse y fue entonces cuando Ander y Omar salieron de su burbuja personal para apreciar las miradas de felicidad de sus amigos quienes levantaban sus copas brindando por su felicidad. Nadia, Cayetana, Samuel y Carla aplaudían; Valerio, Guzmán, Rebe y Lu chiflaban y vitoreaban, mientras que los padres de Omar, así como los abuelos y padres de Ander los miraban con una sonrisa perenne en sus rostros.

 

-Te quiero... -Ander le murmuró a Omar al oído, dándole un beso en la sien lleno de emoción.

 

-Yo te quiero más. -Respondió Omar sin dudarlo.

 

Y al mirarse, ambos tuvieron la certeza que los votos que acababan de intercambiar perdurarían para toda su vida.

 

***

 

Capítulo 58. E. – Parte Siete: Hasta que la muerte nos separe

 

(Omar)  

 

No supo con certeza qué fue lo que lo despertó. Si el rítmico sonido de las olas golpeando suavemente la orilla del mar o la ausencia de los brazos de Ander rodeando su cuerpo. Por un instante se sintió desorientado y levemente mareado, y fue entonces cuando una nítida imagen de él y de Ander comiendo fresas y bebiendo champán en el jacuzzi, le hizo esbozar una sonrisa.

 

La vida era maravillosa...

 

Todavía somnoliento, razonó que tal vez, solo tal vez, se había excedido un poco con el Moët, y las burbujas de champán se le habían subido a la cabeza.  Cerró los ojos y se transportó a la noche anterior.

 

La temperatura del agua era perfecta... casi tan perfecta como la cálida noche. Omar estaba sentado entre las piernas de su esposo con la espalda apoyada en su pecho mientras que Ander le rodeaba la cintura con un brazo. El cielo estaba totalmente despejado, regalándoles la noche estrellada más impresionante que jamás habían visto en su vida.

 

“Entonces, ¿qué estrella eliges?” -Le había preguntado Ander al tiempo que le daba un sorbo a la copa de champán.

 

“Esa de allá... la estrella azul que está a un lado de la constelación de Orión, ¿la ves?” -Había respondido Omar sin dudarlo mientras señalaba con el índice un punto azul brillante en el cielo.

 

“Vale, me gusta... ¿Y qué nombre le pondremos?” -Ander le había susurrado al oído haciéndole cosquillas en el proceso.  

 

El resort Milaidhoo en las Maldivas resultó ser mucho mejor de lo que sus amigos les habían contado. Por mucho, había sido el mejor regalo de bodas que habrían podido soñar y no podían estar más agradecidos con ellos. Era un hotel boutique de lujo que no solo costaba una fortuna, sino que, además, todo su personal se esmeraba por hacer realidad los sueños de los recién casados. 

 

“La luna de miel perfecta” que prometía el resort había superado con creces las expectativas de él y de Ander. No solo incluía sesiones con buzos expertos para admirar el impresionante atolón o largas sesiones de spa para consentirlos.  Dentro de la agenda también estaba previsto que disfrutaran de originales cenas románticas a la luz de las velas en la terraza de su villa y la posibilidad de relajarse más tarde con un baño romántico con pétalos de flores y aceites perfumados… Pero eso no era todo.

 

Algo que hacía distintivo a este lugar del resto, era que los recién casados podían elegir una estrella en el firmamento y nombrarla como quisieran, para que ellos y sus futuros hijos -si es que los tenían-, pudieran identificarla en el directorio y ubicarla en el cielo nocturno a través de un certificado junto con sus coordenadas. El nombre de su estrella tendría derechos de autor y solo se nombraría una vez haciéndola única.

 

Un escalofrío le recorrió el cuerpo haciéndolo regresar al presente.

 

Tiritando de frío, se cubrió con la sábana echando de menos la calidez del cuerpo de Ander. Dejó escapar un suspiro cuando se dio cuenta de que el aire acondicionado estaba encendido y, por si eso no fuera suficiente, en el alto techo de paja giraba silenciosamente el ventilador.

 

Por unos segundos permaneció inmóvil permitiendo que los agradables recuerdos de la noche anterior se agolparan nuevamente en su cabeza. Con lentitud comenzó a estirar las piernas disfrutando de la sensación de su cuerpo ligeramente adolorido debido a la intensa noche de bodas que Ander y él habían compartido apenas unas horas antes.

 

Todavía adormilado, parpadeó unas cuantas veces antes de sentarse sobre el mullido y lujoso colchón king-size. Dejó que sus dedos recorrieran las suaves sábanas blancas disfrutando de la textura sedosa y ligeramente satinada y cerró los ojos.  No pudo evitar esbozar una sonrisa perezosa al recordar la imagen de él y de Ander retozando entre esas mismas sábanas; ambos exhaustos pero satisfechos después de haber hecho el amor como si hubiera sido su primera vez. 

 

Emitió una especie de gemido ronco cuando sintió cómo su polla comenzaba a despertar debido a esos recuerdos. Se llevó la suave tela de algodón a la nariz y aspiró su aroma. A pesar de estar a miles de kilómetros de Madrid, olía a casa.  Olía a sexo, a sudor limpio y a Ander.

 

Miró a su alrededor solo para confirmar que estaba solo en la habitación. Aún no amanecía del todo, el cielo era apenas un tanto más índigo que negro, lo que hacía que algunas estrellas aún pudieran apreciarse mientras las palmeras se balanceaban ligeramente debido a la brisa. Por un momento no hizo nada más que contemplar extasiado la increíble vista que tenía frente a él.

 

La verdad era que cuando llegaron a la villa, ni Ander ni él habían puesto demasiada atención al lujo que los rodeaba puesto que habían tenido otras cosas más importantes en mente.  Pero en ese momento, mientras intentaba averiguar dónde se había metido Ander, aprovechó para analizar cada detalle dentro y fuera de la habitación.

 

Se quedó mirando por unos segundos la enorme terraza donde se encontraba la piscina infinita perfectamente iluminada y después fijó su atención en el estrecho sendero que conducía a la playa privada. Posó su vista en la exuberante vegetación tropical que rodeaba la villa, y se distrajo al ver a un grupo de gaviotas graznando mientras cruzaban el cielo.  El enorme ventanal abierto de par en par hacía que la suave brisa del mar entrara de lleno, permitiéndole respirar la verdadera aura del Océano Índico.

 

Final-Chapter-1

 

Se levantó muy despacio y estiró los brazos como si quisiera tocar el techo; una vez que se sintió lo suficientemente despierto, se pasó por la cabeza una playera azul de algodón y se puso unas bermudas caqui con la intención de salir a buscar a Ander.

 

(Omar / Ander)

 

No tardó mucho en encontrarlo.  Estaba sentado sobre la suave arena blanca y mostraba una expresión pensativa. Vestía solo un short y una camisa de lino blanca desabotonada; estaba descalzo y observaba el mar en calma.  El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte y la brisa del mar jugaba con sus rizos rebeldes.  

 

Omar se detuvo a unos cuantos metros admirando su perfil porque quería guardar esa imagen para siempre en su memoria. Aquel hermoso hombre era su esposo, suyo y de nadie más... y esa verdad absoluta lo conmovió de una manera que no supo explicar. Experimentó una felicidad como nunca había sentido haciendo que la magnitud de ese sentimiento lo golpeara con fuerza. Amaba a Ander más de lo que jamás hubiera podido imaginar, tanto que a veces dolía...

 

No podía creer que el hecho de estar casados intensificaría aún más el amor que sentía por él, pero era así. Lo amaba más de lo que jamás podría dimensionar y no creía que eso pudiera cambiar en el futuro, por el contrario, estaba seguro de que con el paso de los años este amor seguiría intacto y más fuerte que nunca.

 

Se sentó a su lado golpeando cariñosamente el hombro de Ander con el suyo. Después extendió el brazo para acariciarle suavemente el interior del muslo con la punta de los dedos.

 

-¿Cuánto tiempo llevas aquí? -Le preguntó Omar reprimiendo un bostezo.

 

-Hey, buenos días, guapo. -Murmuró Ander dándole un breve beso en la sien.

 

Ander no lo sabía con certeza.  La impresionante belleza del lugar en conjunto con la tranquilidad que la isla ofrecía lo habían hipnotizado. Cuando se despertó y vio a Omar durmiendo plácidamente a su lado, decidió salir a dar un paseo para explorar los alrededores, pero al parecer había perdido la noción del tiempo pensando en los eventos de los últimos días. No era una persona muy creyente, pero había sentido una imperiosa necesidad de agradecer a la vida, a Dios y a Alá, al mismo tiempo, por haber puesto a Omar en su camino.

 

Nunca estaría lo suficientemente agradecido por esta segunda oportunidad. El haber estado al borde de la muerte cuando era apenas un adolescente, le hacía apreciar hoy más que nunca todo lo que tenía en su vida. No sabía si era merecedor de ello o no, pero lo que sí tenía claro era que mientras respirara, valoraría y atesoraría cada momento al lado de Omar.

 

Los dedos de Omar le hicieron cosquillas provocándole todo tipo de sensaciones placenteras. Ander sonrió y acercándose un poco más a Omar, recargó la cabeza en su hombro disfrutando de esa inocente caricia. Ambos permanecieron en silencio durante varios minutos contemplando el amanecer; observando maravillados cómo poco a poco el sol obraba su magia dándole vida a todo a su alrededor.  Y así como el sol hacía su magia en ese paraíso, Ander estaba convencido que de la misma manera Omar hacía magia en él. Omar era su sol particular, era quién le inyectaba las ganas de vivir intensamente y lo hacía querer ser un mejor hombre.

 

Las palabras no eran necesarias, solo bastaba la cercanía de sus cuerpos y la complicidad en sus miradas para sentir esa electricidad que se generaba cada vez que estaban juntos.

 

-Entonces... ¿Azul? -Murmuró Ander después de un rato, casi tan bajito que por un segundo pensó que Omar no lo había escuchado.

 

-¿Eh? -Omar lo miró confundido, entornando los ojos y frunciendo el ceño, ya que no tenía idea de lo que Ander estaba hablando.

 

-¿El nombre de nuestra estrella? -Respondió, mirándolo con interés.

 

-Azul... -Repitió Omar en voz baja levantando una ceja.

 

-No te gusta... -Ander no pudo evitar soltar una risa sofocada al ver la expresión de Omar. Lo conocía tan bien que sabía cuando algo le molaba y definitivamente no se veía muy entusiasmado ante su sugerencia.

 

-¡No! No es eso... Es solo que... -Omar trató de buscar las palabras adecuadas para decirle que ese nombre era demasiado simple, pero cuando vio sonreír a Ander, guardó silencio.

 

-No sé... -Murmuró Ander encogiéndose de hombros. -Estuve dándole muchas vueltas al asunto y ningún nombre me parecía lo suficientemente significativo... Pero después pensé que la estrella que te había gustado reflejaba un tono azul y… el azul tiene varios significados, ¿sabes?

 

-No... la verdad es que no lo sé, pero me gustaría que me lo contaras. -Respondió Omar sintiéndose intrigado.

 

-Ya... Pues nada, es solo que estuve leyendo un poco y el azul representa estabilidad entre muchas otras cosas. Es percibido también como símbolo de serenidad, confianza, honestidad y fidelidad. Y pues... me parece que todos esos valores representan todo lo que tenemos en nuestra relación, ¿no crees? -Concluyó, sonrojándose sin que pudiera evitarlo.

 

-Joder... -Murmuró Omar mientras sentía cómo su corazón se aceleraba al escucharlo. –Es perfecto Ander. Azul es el nombre perfecto para nuestra estrella.  Además, es tu color favorito... -Bromeó a la par que cerraba el espacio entre ellos buscando los labios de Ander.

 

***

 

Gran parte de la mañana se dedicaron a holgazanear en la playa, nadar y tomar el sol; a beber cocteles y disfrutar de la privacidad de su villa hasta que llegó la hora de salir a explorar el atolón. Habían reservado un paseo en barco que incluía una clase de buceo para admirar el arrecife, y aunque Ander había imaginado que sería una grata experiencia la realidad había superado por mucho sus expectativas. 

 

E-7c

 

Si bien la belleza de las Maldivas era impresionante, lo que Omar y él encontraron debajo de la superficie había sido aún más conmovedor.  Pudieron apreciar no solo la belleza de los arrecifes de coral, sino toda clase de vida submarina. Se emocionaron como niños cuando se toparon con un tiburón ballena, un banco de mantarrayas, tortugas y un sinfín de peces de todos tamaños y colores. Definitivamente sería una experiencia que recordarían durante el resto de su vida.

 

E-7b

 

Para cuando regresaron a la villa el atardecer estaba por caer. Habían acordado salir a cenar, pero como aún era relativamente temprano, Omar aprovechó para dejarse caer sobre la cama y cerrar los ojos por un instante. Se sentía exhausto y necesitaba descansar unos minutos para recobrar la energía, pero Ander tenía otra idea en mente.   

 

Sintió que el suave colchón se hundía ligeramente cediendo al peso de Ander, y cuando su esposo comenzó a susurrarle palabras cariñosas al oído, Omar tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para abrir los ojos.

 

-Tengo hambre y sueño... -Balbuceó Omar.

 

-Vale, descansa un rato. -Murmuró Ander besándole el lóbulo de la oreja.

 

Omar asintió, estremeciéndose ligeramente al sentir el contacto de los labios de Ander sobre su piel, pero unos segundos después, y sin que pudiera evitarlo, comenzó a sumergirse en un agradable sopor. Por más que quería mantenerse despierto, sus párpados se negaban a obedecerlo, así que, cediendo al cansancio, terminó por cerrar los ojos para sumirse en un sueño profundo.  

 

Omar se veía más guapo que nunca; esos días en la playa le habían sentado de maravilla. Su piel bronceada contrastaba con las blancas sábanas y mientras Ander lo recorría con la mirada, sonrió al darse cuenta de lo mucho que le gustaba observarlo dormir.

 

Por un rato no hizo nada más que disfrutar del murmullo de las olas y de la respiración acompasada de Omar, y aunque se moría de ganas por besarlo decidió dejarlo descansar. Le dio un beso en la comisura de los labios y se levantó de la cama de un salto.

 

Salió a la terraza y comenzó a desvestirse en el camino; dejó la playera y el bañador sobre una tumbona, y segundos después, entró a la piscina climatizada con un clavado perfecto disfrutando de la fresca agua acariciando su piel.

 

Veinte minutos después, Omar se despertó totalmente renovado y listo para ir a cenar.

 

-¡Ander! ¿Dónde estás? ¡Muero de hambre! -Gritó Omar mientras decidía lo que se pondría.

 

Eligió una camisa de lino y un pantalón de algodón que dejó sobre la cama. Quince minutos después ya se había bañado, lavado los dientes y afeitado. Se roció un poco de loción para después de afeitar y salió del baño esperando encontrar a Ander, pero no lo vio por ningún lado.

 

Soltó un suspiro y sonrió al pensar que tal vez se había quedado dormido en una tumbona, por lo que salió a la terraza para buscarlo, pero se detuvo en seco cuando lo vio desnudo y flotando boca arriba en la mitad de la piscina. Se llevó una mano al pelo y tragó saliva. A pesar de que lo había visto desnudo infinidad de veces no pudo evitar que su polla se endureciera ante la sensual imagen que tenía frente a él.

 

-Hey... -Tarareó Omar, para llamar su atención.

 

Cuando escuchó a Omar, Ander abrió los ojos y comenzó a mover las manos y las piernas para mantenerse a flote.

 

-Has despertado... pensé que nos saltaríamos la cena. -Ander se burló, pero cuando miró a Omar con más detenimiento y vio que estaba totalmente empalmado, una sonrisa traviesa apareció en su rostro.

 

-Desvístete y ven aquí conmigo. -Exigió con voz ronca.

 

Gracias a las luces que iluminaban la piscina, Omar pudo ver con claridad que Ander estaba igual o más empalmado que él y ese simple hecho hizo que por un momento olvidara el hambre que hasta hace unos minutos lo había despertado.

 

-Estás de coña, ¿no? -Omar puso los ojos en blanco, aunque no pudo evitar sonreír.  -Como puedes ver, ya me he bañado y aunque me encantaría chapotear contigo en la piscina, ahora mismo me estoy muriendo de hambre. 

 

-Omar... no seas aguafiestas. El agua está deliciosa... y sí, puedo ver que te has bañado, pero también puedo ver que te estás empalmando. -Ander se echó a reír, pero al ver la indecisión en el rostro de Omar, decidió cambiar de estrategia.

 

Se sumergió en el agua y comenzó a nadar bajo la superficie hasta que alcanzó la parte menos honda de la piscina. Cuando sus pies tocaron el fondo y confirmó que el agua le llegaba a la altura de los hombros, sonrió satisfecho antes de dirigirse nuevamente a Omar.

 

-¿Solo un rato? ¿Por favor? -Insistió haciendo un puchero mientras recargaba los brazos en el borde de la piscina muy cerca de Omar.  

 

-Joder, Ander... Que no, tío... -Refutó Omar, negando con la cabeza.  -¿Mañana, vale? Te prometo que...

 

Pero Omar no pudo terminar la frase.  Ander lo había sujetado del tobillo haciéndolo perder el equilibrio para caer de lleno al agua. Unos segundos después, salió a la superficie pataleando y jadeando con la camisa de lino y los pantalones de algodón arruinados y adheridos a la piel.  Se volvió lo justo para encontrar a Ander sonriendo satisfecho tras él, y sin ocultar ya una franca carcajada.

 

-¡Si serás cabrón! -Lo acusó Omar mirándolo indignado, pero su indignación no duró mucho.  La risa de Ander era contagiosa y Omar no pudo evitar reír junto a él.

 

-Te ves guapísimo así. Podrías salir anunciando una marca de perfume. -Declaró Ander mostrando esos hoyuelos que Omar tanto amaba.

 

-Oh, ¿así que lo encuentras divertido? -Lo amenazó Omar en tono de broma, lanzándole agua con la mano.  -Te haré pagar por esto, ¡ahora verás!

 

-Estoy esperando... -Murmuró Ander riendo de nuevo al tiempo que le lanzaba agua al rostro.

 

Omar se abalanzó hacia Ander y le hundió la cabeza bajo el agua riendo en el proceso. Como si fueran dos adolescentes, comenzaron a jugar lanzándose agua el uno al otro, salpicándose y rozando sus cuerpos en un juego que poco a poco comenzó a subir de intensidad hasta dejarlos sin aliento. Pasaron varios minutos entre risas hasta que Ander se dio por vencido, dejando que Omar lo abrazara por detrás y lo envolviera entre sus brazos. Descansó su espalda en el pecho de Omar y lo escuchó susurrarle al oído:    

 

-¿Tienes idea de lo provocativo que te veías flotando desnudo en mitad de la alberca?  -Omar le daba suaves besos en el cuello mientras hablaba, haciendo que Ander se perdiera en esa agradable sensación.

 

-No era mi intención, pero me alegra saber que te sigo pareciendo atractivo después de tantos años... -Respondió Ander mirándolo de reojo solo para mostrar esa arrogante sonrisa que lo caracterizaba.

 

-Idiota... -Omar se rio, pero casi de inmediato continuó con voz ahogada mientras frotaba su pecho contra la espalda de Ander. -Siempre me parecerás atractivo.

 

Ander hizo una mueca divertida y se giró para rodearle el cuello con los brazos. Lo miró directamente a los labios por unos segundos antes de comerle la boca; sus besos eran exigentes, su lengua exploraba cada rincón demostrándole cuánto lo deseaba, por lo que, en un acto reflejo, Omar agarró su trasero con firmeza y lo atrajo hacia él para que Ander pudiera sentir cuánto lo excitaba. Ander gimió de deseo al sentir la dureza de Omar y rodeándole la cintura con las piernas buscó una mayor proximidad.

 

Ya no había espacio para hablar, no cuando ambos se devoraban la boca mientras se movían uno contra otro buscando más fricción. A pesar de que habían hecho el amor esa mañana mientras se duchaban juntos, era evidente que ninguno de los dos había tenido suficiente.

 

La sensación de los dedos de Omar apretando y amasando su polla por debajo del agua lo estaba volviendo loco. No era capaz de pensar con claridad... le costaba elegir un lugar específico para explorar el cuerpo de Omar cuando seguía con la ropa pegada al cuerpo, por lo que, sin dudarlo, le desabrochó el pantalón intentando quitárselo sin que ninguno de los dos se hundiese en el proceso.

 

Cuando finalmente liberó a Omar de la ropa, sonrió triunfante. Lo cogió de la mano y lo arrastró hasta la orilla ya que quería darle a Omar el mismo placer que él había experimentado unos minutos antes. Comenzó a recorrerle el cuerpo no solo con las manos sino también con la boca en un vano intento por saciar esa necesidad que lo estaba atormentando.

 

Omar envolvió sus dedos alrededor de la dura polla de Ander y la juntó con la suya para poder masturbarse al mismo tiempo. A estas alturas Omar no sabía si los besos frenéticos y hambrientos que estaban compartiendo lo dejarían sin aliento, pero no podía importarle menos. Se había olvidado de respirar, perdido en ese mágico momento; solo podía concentrarse en la mirada ardiente de Ander y en todas las promesas que sus besos prometían.

 

La tensión en el cuerpo de Ander era insoportable. Sentía una apremiante necesidad de liberarse con cada segundo que pasaba, y cuando experimentó un intenso ardor en los pulmones por la falta de aire, rompió el beso, jadeando para tomar aire.

 

-Venga, salgamos de aquí. Necesito follarte Omar... necesito estar dentro de ti ahora mismo o me volveré loco.

 

Omar no necesitó que se lo repitiera dos veces; lo necesitaba tanto o más de lo que Ander lo necesitaba a él. Solo fue suficiente ver la lujuria en los ojos de Ander y escuchar su voz distorsionada por el deseo, para que Omar accediera sin dudarlo. Tanto Ander como él eran versátiles en ese sentido e intercambiar roles era algo que ambos disfrutaban enormemente.

 

-Sí, hazlo, por favor. -La voz de Omar salió apenas como un susurro.

 

Mordisqueó el labio inferior de Ander mientras su mirada se encontraba con la suya. De mala gana lo soltó y comenzó a subir los escalones de la piscina sintiendo cómo las rodillas le temblaban, por lo que cuando Ander le rodeó la cintura con un brazo se sintió reconfortado. La urgencia que sentían los hizo apresurar el paso para llegar a la habitación.

 

Omar se sentó sobre la cama y siguió los movimientos de Ander mientras abría el cajón del buró para sacar el lubricante. Sus ojos estaban oscuros y las pupilas dilatadas por el deseo. Ander cogió a Omar de la mano y lo llevó hasta la hamaca que estaba dispuesta en una de las esquinas de la amplia habitación.

 

-¿Es en serio? ¿En la hamaca? -Preguntó Omar sintiendo un vuelco en el estómago al ver la determinación en la mirada de Ander. 

 

Al ver la expresión de incredulidad de Omar, Ander soltó una risita encogiéndose de hombros.

 

-Supongo que tendremos que poner a prueba nuestro equilibrio… -Se burló. -Además, me apetece hacer el amor en cada rincón de este lugar. -Aseguró Ander con voz ronca empujándolo con suavidad sobre el suave tejido de algodón, haciendo que Omar quedara acostado a lo ancho de la hamaca.

 

-Vale... Intentémoslo entonces. -Respondió Omar echando su cuerpo hacia adelante con la intención de sentarse, pero Ander se lo impidió.

 

-No, quédate recostado. Apoya los pies en el borde de la hamaca y abre las piernas para mí guapo. -Ordenó Ander con voz ronca. Tenía una idea fija en mente y quería que Omar disfrutara de todo el placer que él estaba dispuesto a proporcionarle.

 

Omar obedeció sin dudarlo mordiéndose el labio inferior en anticipación y contuvo la respiración cuando vio a Ander colocar un cojín en el suelo antes de sentarse justo frente a él.  Todo lo que estaba sucediendo era tan jodidamente cachondo que estaba seguro de que, si no se concentraba lo suficiente, se correría antes siquiera de que Ander entrara en él.

 

Como la hamaca estaba a poca distancia del suelo Ander tenía total acceso al cuerpo de Omar por lo que, sin previo aviso, deslizó su lengua por toda la longitud de Omar antes de metérselo entero a la boca. Omar cerró los ojos disfrutando de la calidez de la boca de Ander y lo acunó entre sus muslos, sintiendo cómo su polla palpitaba mientras Ander chupaba y succionaba el líquido preseminal.  

 

Cuando Omar creyó que no podía sentir más placer del que estaba experimentando, Ander le abrió aún más las piernas y lo atravesó con dos dedos lubricados. Dejó escapar un grito ahogado y cerró los ojos con fuerza. La sensación de estar flotando mientras los dedos de Ander lo penetraban, era más de lo que podía soportar. Cuando Ander rozó ese dulce punto, Omar se retorció bajo su toque sintiendo que podía tocar las estrellas.

 

Ander casi se corrió al sentir la estrechez de Omar mientras gemía dándole la bienvenida. Empujó sus dedos dentro y fuera de Omar una y otra vez; primero lentamente y luego, cuando sintió que encontraba menos resistencia, introdujo un tercer dedo incrementando la velocidad al sentir cómo Omar comenzaba a moverse contra sus dedos buscando su propio placer. Estuvieron así por algunos minutos hasta que Omar lo cogió de la muñeca para detenerlo.

 

-Para por favor... que estoy a punto de correrme. -Omar siseó, respirando con dificultad.

 

-Jodeeer, Omar... Estás tan abierto y listo para mí que no puedo esperar para estar dentro de ti... -Ander jadeó poniéndose de pie.  

 

Cogió a Omar de la mano para ayudarlo a levantarse y se inclinó para besarlo. Después, Ander se dejó caer de espaldas sobre la hamaca apoyando ambos pies en el suelo para mantener el equilibrio, y emitiendo una especie de gruñido comenzó a acariciarse la polla.

 

-Ven, siéntate sobre mí... -Susurró Ander sin dejar de tocarse. 

 

Omar se pasó la lengua por los labios e hizo lo que Ander le pedía. Pasó una pierna al otro lado de la hamaca para quedar en una posición en la que pudiera cabalgar a Ander y cogiéndole la polla con una mano la deslizó lentamente dentro de él. A pesar de que estaba lo suficientemente dilatado, Omar permaneció inmóvil por unos segundos disfrutando de la sensación de Ander llenándolo por completo mientras emitía ligeros jadeos.  No se dio cuenta de que había cerrado los ojos hasta que escuchó la ronca voz de Ander pidiéndole que lo mirara.

 

-Omar, abre los ojos y mírame...

 

Ander echó los brazos hacia atrás enredando los dedos con fuerza entre los hilos entretejidos de la hamaca cediéndole a Omar el control.  Era casi como si estuviera poniendo a prueba su fuerza de voluntad para no tocarlo, pero cuando sintió cómo Omar profundizaba el movimiento, ya no pudo resistirse más. Llevó su mano a la polla de Omar y comenzó a acariciarlo mientras lo miraba profundamente a los ojos.

 

Omar gimió aún más fuerte cuando Ander comenzó a masturbarlo. Ver a Ander levantar las caderas para encontrarse con sus empujes mientras no dejaba de mirarlo era tan intenso e íntimo que un hormigueo recorrió su columna vertebral. Cuando Omar se agachó en busca de los labios de Ander, el ángulo de sus caderas se ajustó y golpeó su próstata haciéndolo gemir contra la boca de Ander.

 

E-7a

 

Ander jadeó a su vez bebiéndose su aliento. Dejó de masturbarlo para deslizar sus manos hacia el trasero de Omar clavándole los dedos en la piel. El sexo con Omar era como una droga, una que Ander no tenía intenciones de dejar jamás.

 

Omar sintió cómo la polla de Ander se hinchaba dentro de su trasero, y esa señal fue suficiente para que lo cabalgara más rápido hasta sentir la calidez de su semen goteando desde su interior. Ver a Ander perder el control mientras se corría dentro de él fue suficiente para que con un par de embestidas más, él mismo comenzara a vaciarse sobre el abdomen de Ander.

 

Exhausto, Omar se derrumbó encima de Ander, sonriendo y jadeando por el potente orgasmo que ambos acababan de experimentar. 

 

-Te quiero... -Susurró Omar respirando con dificultad.

 

-Yo te quiero más... -Respondió Ander acunándolo con ternura entre sus brazos antes de que ambos se sumiesen en un sueño profundo.

 

***

 

Cinco años después 

 

(Ander)

 

Los tenues rayos del sol comenzaron a inundar la habitación haciendo que Ander le diera la espalda a la ventana mientras se cubría la cara con la sábana.  Abrió perezosamente los ojos solo para cerrarlos de nuevo unos segundos después. Palmeó la cama en busca de Omar y frunció el ceño al sentirla vacía. Abrió los ojos de golpe y se percató de que estaba solo. Quizás había dormido demasiado. A tientas buscó el móvil en la mesita de noche y gimoteó al ver que, por el contrario, apenas eran las siete de la mañana.

 

-¿Es en serio? -Se quejó, frotándose los párpados.  -Pero si estamos de vacaciones... -Murmuró sentándose en la cama sin poder reprimir un bostezo.

 

Habían elegido Valencia para vacacionar no solo por la belleza de sus playas, sino porque, además, era el destino de playa más cercano a Madrid yendo en coche. Estas vacaciones eran particularmente especiales y era un requisito indispensable que el lugar al que decidieran ir estuviera cerca del mar.

 

Tanto Omar como él estuvieron de acuerdo en que no someterían a Rosko a un estrés innecesario haciéndolo viajar dentro de una jaula en la bodega de carga de un avión.  No, definitivamente eso no sucedería. Rosko ya era un perro viejo y como debido a su tamaño era imposible que viajara en la cabina con ellos, habían decidido hacer el viaje en auto porque Rosko no solo era su perro, era parte de su familia.

 

Ander abrió la puerta de la villa e inmediatamente el olor salino del océano se coló en la estancia inundando sus fosas nasales. Inspiró profundamente sintiéndose agradecido con la vida y sonrió ante la increíble vista que tenía frente a él. El mar se extendía imponente y azul, brillando bajo la incipiente luz del sol, y sin dudarlo, echó a andar disfrutando de la sensación de la fina arena tocando sus pies descalzos.

 

No había caminado más de veinte metros cuando los vio. La playa estaba desierta a esa hora de la mañana, salvo por las tres figuras que se divisaban en la lejanía y que Ander reconoció de inmediato. Aceleró el paso mientras una enorme sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro. Cuando estuvo un poco más cerca, silbó para llamar su atención.

 

El primero en percatarse de su presencia fue Rosko. Al escuchar el silbido, levantó las orejas y meneó la cola en un gesto de reconocimiento. Segundos después, echó a correr a su encuentro.  Ander se puso en cuclillas y extendió los brazos para recibirlo. Tal vez ya no era un perro joven y ágil, pero seguía tan cariñoso y leal como el primer día.

 

Mientras Rosko se desvivía saludándolo a lengüetazos, Ander levantó la vista y se cruzó con la mirada de Omar, quien, regalándole una franca sonrisa, levantó la mano en señal de saludo.

 

A quien le llevó más tiempo darse cuenta de su presencia fue a su hija. La pequeña estaba muy concentrada jugando con su palita de plástico apilando montículos de arena al lado de Omar. Omar desvió su atención nuevamente hacia su hija para susurrarle algo al oído.  Lo señaló con el índice para que la pequeña pudiera ubicarlo, y en cuanto lo hizo, aventó la pala de plástico en la arena y cogiendo una pequeña cubeta que estaba a su lado, corrió hacia él.

 

Nunca pensó que sería capaz de amar a otra persona con la misma intensidad con la que amaba a Omar, pero tres años atrás, cuando Omar y él se convirtieron en los orgullos padres de esa hermosa niña, supo que había estado equivocado.

 

El amor que sentía por su hija era tan grande y profundo que a veces lo aterrorizaba. Ahora sabía lo que era pasar una noche en vela cuidando de ella cuando enfermaba, o vivir la angustia de verla llorar desconsolada en su primer día de clases en el preescolar.

 

-¡Azul, ten cuidado, no te vayas a tropezar! -Omar gritó esbozando una sonrisa mientras miraba a su hija correr en dirección a Ander.

 

-¡Papi! ¡Mira todas las conchitas que mi papi y yo hemos recogido! –Azul gritó emocionada mientras le mostraba la pequeña cubeta con sus más preciados tesoros.

 

-¡Que guay! ¿Todo eso han encontrado? -Ander respondió sonriendo mientras la levantaba en brazos para comérsela a besos.  La pequeña le rodeó el cuello con sus pequeños bracitos y comenzó a contarle todo lo que habían estado haciendo mientras él estaba dormido.

 

Azul -como habían decidido llamarla-, era la viva imagen de Omar. Era una preciosa niña con grandes ojos marrones y cejas pobladas. Y era tan inteligente que constantemente los sorprendía a Omar y a él.  

 

-Hola, guapo... -Ander saludó a Omar cuando éste llegó a su lado.  -Han madrugado, ¿no? No me di cuenta cuando te levantaste de la cama...

 

-Pfff... ¿Qué te digo?  Azul estaba emocionadísima por encontrar conchitas y caracoles, ¿a que sí, cariño? -Omar se dirigió a Azul sonriendo divertido cuando ella únicamente asintió.

 

-Papi, bájame por favor. Quiero jugar con Rosko... -Pidió la niña, señalando hacia su perro.

 

Con una sonrisa en los labios, Ander la dejó en la arena.  Eran sus primeras vacaciones en la playa y Azul estaba alucinada con el mar.

 

-¡Gracias! -Gritó con su dulce vocecita. -¿Me cuidan mis conchitas por favor? -Les pidió, tendiéndoles la pequeña cubeta de plástico para salir corriendo hacia dónde estaba Rosko.

 

Ambos sonrieron cuando la vieron acariciar a su perro y abrazarlo del lomo. Ander cogió a Omar de la mano y entrelazando sus dedos, comenzaron a caminar por la orilla de la playa.

 

-Amo la pequeña familia que hemos formado... -Le dijo Omar de pronto.

 

Cuando Ander escuchó esa afirmación no pudo estar más de acuerdo, así que, sin más, detuvo el paso para rodear a Omar de la cintura y acercarlo a él.  En un instante toda su vida con Omar pasó por su mente. Los mejores y más memorables recuerdos grabados para siempre en su memoria y en su corazón.

 

-Te quiero Omar... Gracias por hacerme tan feliz. -Murmuró Ander mientras lo miraba a los ojos.

 

Omar lo miró a su vez y pasándole una mano por los rizos, le preguntó con gesto serio:

 

-¿Es esto una cana?

 

-¿Qué dices? -Ander abrió los ojos como platos mientras se tocaba el pelo.

 

Omar se echó a reír y Ander supo de inmediato que estaba bromeando.

 

-¡Cabrón! Faltan muchos años para que tenga canas...

 

-Bueno... -Omar se encogió de hombros.  -Solo sé que cuando eso suceda me seguirás pareciendo jodidamente guapo.

 

Ander sonrió al escucharlo.

 

-Eso espero...

 

Omar sonrió antes de besarlo dulcemente. No era necesario que Ander le respondiera nada. Era tal la complicidad que había entre los dos, que podían entenderse a la perfección sin necesidad de hablar.  Y así, con ese dulce beso comenzaron un día más del resto de sus días juntos.

 

Fin.   

 

***

Series this work belongs to: